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HARVARD
COLLEGE
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BIBLIOTECA
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AUTORES ESPAÑOLES
(TOMO LXX DE LA GOLEOOION.)
BIBLIOTECA
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AUTORES ESPAÑOLES,
DESDE LA FORMACIÓN DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DUS.
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CRÓNICAS
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LOS REYES DE CASTILLA
DB8DB
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DOff ALFONSO BL SABIO, HASTA LOS CATÓLICOS DON FERNANDO T DORA ISABEL.
OQUtOODBCni OBDBIllllA
POR DON CAYETANO ROSELL.
TOMO TEBOBBO.
MADRID,
M. RIVADBNEYRA — EDITOR.
AOMOriRltACIOX : MÁDBUl BAJÁ, HÍM. 8,
1878.
5pan HZÍC>'^(^ C^^
IMPBBNTÁ, KST£RKOTIPU T OALYANOPLASTIA DB ARIBAÜ T OOMPAf^ÍA (BDCE60RE8 DK I11VAPBNETRA)|
IMTBKORCS DS CAUAiu D|t I. V.— Cille del ]>QqQ« da Onna , núsu S.
t^ta
ADVERTENCIA.
I
Para dar por terminada la ooleooion de Cránieoi dé la Rey$$ de CaaiBa, que noa propn*
ñmo8 indair en la Bibliotxoa , restan únicamente las que oorresponden á los reinados de
JEnrique IV j lo$ Reyee CatólicoB^ Hasta ahora contamos en oada reinado con una orinica;
ni tampooo se extendía á más nuestro .empefio, atenidos oomo estibamos j no á reproducir
monumentos esencialmente históricos , sino . aquellos que de común acuerdo se conservan y
recomiendan como superiores por su concepto 7 mérito literarios. Pero el renacimiento de
las letras en Occidente perfeccionó los estudios , ensanchó el campo de la erudición^ 7 armo-
nizó más 7 más la manera dé expresar las ideas con el mejor arte de la forma ^ modelada
sobre los insignes ejemplares de la antigUedad clásica.
El siglo XY cae de lleno en este período; 7 lo que antes era semilla copiosa^ pero poco
fecunda aún , llega en breve á hacerse campo de frondosa 7 lozana fertilidad. Allí no era
posible la preferencia ; aquí lo dificultoso es la elección ; pues exceptuándose algún investi-
gador de memorias 7 documentos , que en fuerza de aplicación 7 voluntad hada olvidar lo
deslucido de su propósito, los más eran escritores de profesión, que con observar lo que
aconteda á su vista 7 referirlo según su pasión ó sus intereses , por degante manera 7 aci-
calado estilo y creian haber desempeñado su papel á gusto de los que los pagaban ó los aplau-
dían. El más retórico era el que presumía de ma7or aderto.
Dijimos al finalizar la Advertencia que encabeza el tomo n de nuestras OrónicaSi que en
el presente, relativo al reinado de los Be7es Católicos , marchariamos con más desembarazo
en cnanto á la concurrencia de los autores que se disputan la propiedad de alguna de las
obras de esta colección. No cabe, en efecto, duda respecto á los verdaderos historiadores de
aqud reinado; pero no sucede lo mismo con los del precedente, es dedr, con el de D. Enri-
que lY, en cu7a vida pusieron mano á la vez varios escritores, sin que sea posible afirmar
sin pruebas á quién ha de atribuirse esta ó la otra obra determinada. Ouál más, cuál ménos^
sabemos que intervinieron en aquella empresa el competidor de Nebrija, Alonso de Palen-
da, Mosen Diego de Valora, Diego Enriquez del OastiUo , D. Juan Arias Dávila, d famoso
compilador 7 refundidor de los documentos históricos de aquella edad , Don Lorenzo Gk-
lindez de Oarvajal, 7 con carácter más general, sin ceñirse á limitado [espado de tiempo, el
bachiller Alfonso de Toledo, Pedro de Escávias , 7 quizá algún otro.
No nos detendremos á referir las drcunstandas de la vida de algunos de estos autores,
personajes importantes en las cortes de Enrique IV 7 de los re7es Don Femando 7 Doña
Isabel (1), porque están 7a consignadas tan ampliamente como es posible en obras redentes
(1) Alfonso de Falencia 6 Fernandez de Palen-
da, natural quizá de esta oiadad, 6 segnn otros, de
Berilla, nació d afio 1443, y murió el 92. Se educó
en Italia, adonde pasó de joven con el obispo de
Burgos, Don Alfonso de Santa María ó de Cartagena,
siendo familiar dd célebre cardenal Beearion. Vuel-
to á Espafia, sucedió á Juan de Mena en el empleo
de cronista 7 HcnUmo de Idltii, 7 se afilió en el
bando del rey intruso Don Alfonso, hermano de
Don Enrique.— Diego Bniiques del Castillo, natu-
ral de Segovia, fué capellán y del consejo de dicho
rey Don Enrique. — Diego de Valora, nacido en
Cuenca en 1412, murió en 1486. Merced á su talen-
to y á los caballerescos servicios que prestó á Es-
pafia en los países extranjeros, fué muy estimado y
distinguido por Don Juan II y los Beyes Católicos.
VI CRÓNICAS DB LOS BEYES DE CASTILLA,
de autores oontemporáneoa, que bíu dificultad pueden oonsultane (1). Ni es tampoco del
caso incluir aquí la enumeración y juicio de los muchos y varios escritos que se conservan
de aquéllos ^ cuando sería inútil por una parte y pretencioso por otra el intoito de acometer
este trabajo ; no será poco el de concretamos á nuestro otjeto.
Tres son las principales Cránióos que se citan de Enrique IV : la de Alfonso de Palenda,
la de Diego Enriquez del Castillo y la de Mosen Diego de Valora , esta última titulada
Memorial de divereas Jiazaña$j y hasta hoy inédita como la primera. Escribió también Fa-
lencia las Décadae Latmcuy cuyo verdadero título es las Tres Déoadae de las cosas de mi
tiempo f que comprenden desde 1440 hasta que queda asegurada la sucesión de la reina Isa-
bel en el trono de Oastílla. La Crónica abraza solamente el reinado de Enrique IV, y en
algunos ejemplareS| no cabal| falta que puede atribuirse á que los códices no estén completos.
Las Décadas están escritas en latín, la Crónica en castellano ; lo cual ciertamente no se opone
á que ésta, ya que no una traducción , por lo menos sea casi un extracto de las primeras.
Pudo muy bien Falencia ser autor de este trabajo , como lo es de las versiones de otras
obras suyas, dado que todas las escribió en latin, obligación tal vez aneja al título de Secreta-'
rio de koiny en que sucedió á Juan de Mena; mas esta conjetura, sobre alguna razón que ale*
garémos luego, es de ningún valor desde el momento en que se dice, como es verdad, que
él mismo formó una lista de sus escritos, y no menciona en ella la Cránioa de Enrique IV»
Si ésta, según la opinión de algunos, fuese meramente un extracto romanzado de las Déca^
das y quedarían resueltas todas las dificultades; se llamarla Crónica de Falencia lo que^ sin
ser trabajo propio, era creación suya, como se llaman comedias de Oalderon, por ejemplo,
las que andan hoy refundidas por otras manos, unas conocidas, otras anónimas é igno«
radas.
Fundamento hay, pues , para negar la autenticidad de la Crónica de Falencia tal como
existe hoy dia. De este parecer es el sefior Rios, allegándose al emitído anteriormente por el
académico Don Pedro Sainz de Baranda, quien demuestra con argumentos incontestables
que ni aun traductor de sí propio puede ser quien desfigura su obra original hasta el extremo
de no comprenderla y equivocar por ignorancia aquello mismo en que había probado su su-
ficiencia. La solución que Zurita, y el sefior Fabié en su biografla de Alfonso de Falencia,
dan á este problema es tan admisible, que no cabe explicación más satisfactoria. Mosen Die-
go de Valora tomó de las Décadas latinas su Crónica de Enrique IV, que llamó Memorial
de Hazañas; algún otro quizá tradujo de aquéllas la parte que se atribuye al primitivo au-
tor, y de aquí las dudas, la confusión y las tergiversaciones en que se ha incurrido. ¿Qué
tendria esto de extraño, 'cuando Galindez de Carvajal confiesa que su Historia de Enri"
que IV no es más que una compilación de la de Falencia?
Hemos tenido la curiosidad de cotejar algunos trozos do la obra de Valora con la llamada
de Falencia , y es completa su identidad. El atentado de Ávila y la muerte del infante Don
Alfonso, con levísimas variantes, se refieren en los mismos términos, ¿Cuál de los dos re-
latos es anterior al otro? Coetáneos eran ambos autores, aunque Valora de más edad; pero
no es creíble que Falencia tradujera en latín para los doctos lo que andaba vulgarizado en
romance» y por consiguiente al alcance de todo el mundo. Y que el Memorial de Háganos
pueda reputarse obra de Falencia, no es verosímil tampoco. Falencia escribe tan premiosa-
mente y con un sabor tan exótico en castellano» como lo prueban sus traducciones.
Algo más afiadirémos para terminar cuestión tan empalagosa. En la Biblioteca Nacional
(1) Don José Amador de Iob Bíob, en bu Historia del Tritmfo Militar, impreeoe ambos, con nn Ensa*
Orítiea de la Literatttra EspaSíola , tom. vii , capítu-
los XVII y XX , Don Antonio María Fabió en los dos
tratados de Alfonso de Falencia , la Batalla campal Madrid, Duran , 1876.— Discurso de recepción en la
que los Lobos y los Perros ovieron^y la Perfoccion Academia de la Historia del mismo sefior Fabié.
yo biográfico y bibliográfico que los precede , en
la Colección titulada Libros de Antaño, tomo v;
ADVIKFKROtl. w
existen multitud de oidioee de la Ordmoa de Enrique IV esoritos en los siglos xvi, zvii y
aun XTiu (1); unos alcanzan solamente hasta la muerte del fitlso rey Don Alfonso; otros
lleyan por vía de oontinuadon la CrMoa de Enriques del Oastílloy ó el Memorial dé áinena»
Hazaña»^ de Yalera, 7 alguno la de un anónimo. Es de advertir que en muchos se ha omi-
tido el nombre de Palenda, é interoaládose 6 aftadídose posteriormente. ¿Qué indicaba esta
opinión ó esta incertídumbre? Finalmente , en la Biblioteca de la Academia de la Historia
j>e conserra, entre otros, uno en cuya portada, que se refiere á las Crámoa$ de Palenda y
Jfinriquei del Oastillo, hay una nota escrita por Don Luis de Salasar y Castro, que dice así:
«Esta Créniea no es de Alonso de Palenda , ni de Diego Enriques del Oastillo, sino formada
por la de ambos, y debió de ser obra de Don Ambrosio Sánchez del Águila^ ó del Doctor
Lorenzo Galindez, etc.» (2). Basta de suposiciones.
Ahora bien: nadie ha negado jamas que el Memorial de dioereae HaeoMa» sea obra de Me-
sen Diego de Valora. Original ó tradudda, completa ó extractada, merece que se dé á luz;
si en día tiene parte Palenda, por no defiraudar de su respectiya propiedad á ninguno de
los dos autores; ú sólo pertenece á Valora, por no dejar más tiempo en la oscuridad la que
como historia es á tbdas luces recomendable, y como trabajo literario, no inferior en verdad
á ninguno de los de su ¿poca. El que ilustró la suya , de joven , con proezas que tan singu-
lar nombradla y tan extraordinarios honores le granjearon entre propios y extraftos; en su
edad viril , defendiendo la causa de la razón y de la justicia contra los ambiciosos magnates
que destronaban á su rey, so pretexto de inc^>addad, para sentar sobre el trono una oli-
garquía fitdnerosa ; y el que en sus postreros aftos dirigía, por medio de sus memoriales y
cartas, sabios y patrióticos consejos á los reyes, á los amigos y á los adversarios, ganindoso
reputadon de animoso, fid, cuerdo y docto en todos los ramos del saber humano, digno es
de mayor aplauso y estimadon que la que la posteridad ha tributado hasta hoy á sus virtu-
des y á su talento. El tono sencillo y grave y el espíritu de rectitud ¿ imparcialidad que re-
saltan en sn Memorial de Hazañas ó Crómea de Enrique IV, purgada de la afectadon que
iba ya cundiendo entre los escritores de aqud siglo, y de los discursos, arengas y aderezos
convendonales con que se procuraba remedar á los historiadores de la antigttedad, dan, á
nuestro juido, indudable preferencia á esta obra sobre cualquiera otra monografla histórica
de aquel rdnado. En todo caso, la rareza dd libro, que por primera vez se da á la estampa^
juzgamos que lleva en sí sufidente recomendadon (3).
Por la que de antiguo goza, mayormente desde que se divulgó impresa en d postrer tor-
do dd pasado siglo (4), no hemos debido exduir de esta oolecdon la Cránieaj relativa tam-
bién á Enrique IV^ esinrita por su capdlan Diego Enriquez dd Oastillo. Palenda era secuaz
dd imberbe monarca prodamado en Avila; Oastillo guardaba fiddidad á su señor; y aun-
que reconocía y ccmfesaba sus defectos, censurables en cualquier hombre , pero mis graves
y pemidosos en un rqr, pintaba en su repugnante desnudez las maldades de aquellos nobles,
rebddes por dstema, traidores por instinto y perversos por naturaleza. Tan denodadamente
loscombatia, y de tal modo se atngo sn enemistad , que allanaron su casa, se apoderaron de
(1) Llevan lis signaturas siguientas : G. SI.— Q.
26.-G. 27.— O. 2a— G. 83.— G. 84.-G. 86.-G.
168.— G. 192.— I. 213.— J. 224.-J. 225.-J. 226.—
Q. 127.— T. 4.— T. 86.— V. 12.^ V. 23.— X. 19.— X.
120.— Dd. 81.-Ee. 217.— Be. 219.
(2) Lo de Senohez del Agdls se dednoe de que,
segim d testimodo de Don M snnel Pintoja y ^-
pnofae, Ia letrs dd Oódice es snys, y ademes está
firmado por él , y era persona dada á este género de
estudios.
(3) Ademas de sos Omfn fim^iareSi esoribitf
Vdera las siguientes obras; D^enea de 9Írho»a$
mugerei; Etp^o de eerdadeta hoUsmi; (Mremottíal de
Prfne^peí; Ihgeiadodela$aitma$f Oeñealogíadeloe
féysf de Francia f Doekimd de Frineipe$; Coránica
Alreeiada de EtgpaSaf en cnatro partes , 7 algunos
otros tratados mordes. Los oinoo primeros se con-
servan en el departamento de M8B. de la Bibliote-
oa Maoional.
(i) Por Sancha, Madrid, 1787. Dfcese segunda
edición, pero no conocemos la primera»
Viii CBÓNI0A8 DE LOS BEYES DE CACrTILLA.
BUS mannsoritos j le condenaron á muerte (1). Salvóle el aer sacerdote; pero aquella persó^
ondon le obligó á interrumpir sus trabajos, de que no poco debió resentirse la obra cuando
pudo proseguirla y llevarla á cabo. A esta contrariedad se atribuyen los defectos é inexacti-
tudes de que adolece en fechas y pormenores de poca monta ; pero otros más sustanciales,
como el amaneramiento del estilO| lo artificioso de la frase , las frecuentes declamaciones, ra-
zonamientos y apostrofes con que interrumpe la narración, no admiten igual disculpa ; el
lenguaje, sin embargo, es enérgico, elegante y fluido. No desmerece de sus modelos.
La protección que la reina Oatólica dispensó á los que cultivaban las letras con tanta gloria
de su reinado, necesariamente habia de aumentar el número de sus biógrafoSi pudiendo todos
ellos, sin dar en lisonjeros, representar el airoso papel de panegiristas. Distinguíase sobre los
demás , el autor de los ClaroB varane» de Castilla , que por sus especiales condiciones para la
historia, y por ser secretario, canciller de la puridad y cronista de la misma Reina, no podia
eximirse de aquel deber (2). Alguno afirma (3) que escribió asimismo una Crdnioa de Enri-
que IV. No ha llegado hasta nosotros ; si existia realmente, no habrá perecido por olvidada.
Ello es que al reunir las obras que más ordenada y elocuentemente refieren los grandes
hechos del reinado de Don Femando y Dofia Isabel , no podíamos menos de dar principie^
por la Crónica de Hernando del Pulgar (4). Ni el bachiller Palma en su Divina Retríbu*
don y compendio de lo acaecido en Espafia desde Don Juan I hasta su restauración por,
los Beyes Oatólicos (5); ni el obispo Don Diego Bamirez de Villaescusa al llenar la Bis^
toria de la vida y muerte de la reina Dofla leabel; ni el capitán y cronista Gonzalo de Ayora,
autor de otra de la misma Beina; ni el cosmógrafo Alonso de Santa Oruz , que se empleó
también en escribir libros sobre igual asunto , aventajan á nuestro Hernando del Palgar en
la acertada distribución de su obra en tres partes , ó mejor dicho en dos, precedidas de una
introducción, como tampoco en la grandiosidad del conjunto, en la gallardía de la expresión,
en la regular y armónica construcción de los períodos, sin otras prendas que, comp dice un
juidoBO historiador de nuestra literatura (6), «preludiaban el próximo reinado de la verdade-
ra historia.» Incurre en el propio abuso que Castillo, en la intercalación estudiada y falsa de
las arengas y discursos, bien que algunas puedan considerarse como acabados modelos de
elocución ; por falta de datos veraces, falsea en algún período de su obra hechos que debió
investigar más detenidamente ; pero ni siempre es mordaz., ni sin notoria y apasionada in-
justicia puede ser calificado de escritor bárbaro^ como alguno ha dicho (7).
Su Crónica termina mucho antes de la muerte del rey Oatólico ; y para obviar en parte
este inconveniente en que algunos han reparado, hemos añadido en un apéndice cierta con-
tinuación (8), que acaso no nos agradezcan nuestros lectores. Es una relación insulsa, pesa-
(1) La Oránioa que se dice de Falencia refiere el
lance del allanamiento ysecnestro en iénninos que
dejan muy malparada la reputación de Valera. Ya
se hizo cargo de ambas versiones el Sr. D. Josó A
de los Ríos en la parte citada de su Historia de la
LiteratUTa Española, Sabido es que los testimonios
de los enemigos no son fehacientes en buena crítica.
(2) Supónese que Pulgar , á quien el lector habrá
entendido que nos referimos, nació en Toledo : más
probable parece que en Madrid, porque Fernandez
de Oviedo asi lo afirma.
(3) Don Nicolás Antonio, en el articulo correspon-
diente de su Bihlioiheca JVbvo.
(4) Bula edidon que se hizo de ella en Vallado-
lid, el afio 1565, se puso por autor á Antonio de Le-
brija, porque asi lo hizo creer el haber hallado el
manuscrito entre sus papeles ; pero al reimprimirla
dos afiOB después en Zaragoza se subsanó el error.
En el prólogo de la edición de Monforte (Valen-
cia, 1780) , que es la más hermosa y la que nos lia
servido de texto, se explica este quid pro quo, como
verán nuestros lectores.
(5) Tenemos entendido que va á publicarse en
breve por la Sociedad de Bibliófilos Españoles.
(6) El mencionado D. José A. de los Blos.
(7) Véase el Prólogo de la edición de 1780, que
copiamos en esta nuq^tra.
(8) Copiada de un MS. do la Biblioteca del so«
fior Duque de Osuna, que se nos recomendó extra-
ordinariamente por quien sin duda no tuvo ni si-
quiera la curiosidad de verlo. Es sobre todo insopor-
table la monotonía con que están construidos los
períodos, en los cuales el verbo va siempre al fin,
aunque para llegar á él se tropiece con mil estorbos
y escabrosidades. No era más sistemático el abate
Marchena en su enrevesada prosa»
ADVEHlHaJOIiu ' rt
dÍBima; obrft al parecer de m&» de un ingenio, como se advierte deade que se da pbr'termi*
nada la conqnista de Granada (1); en qne el texto ofrece tantos tropiessoa como palabras/ y
un criterio tan vulgar j tan insensato , que no sabemos si provoca i risa, i asombro ó i in-
dignación. Discúlpenos nuestro buen deseo.
Con ei mismo fin de completar la vida de Don Femando, y de salvar al propio tiempo al-
guna omisión ¿ descuido de Pulgar » hemos insertado en un seglmdo apéndice los Anales
que dejó manuscritos el Dr. D. Lorenzo Galindes de Carvqal , y el principio de una Cróni--
ea de los Beyes OatóUoos hasta la muerte del esposo de Dofia Germana de Fox, literalmente
tomados de una publicación importante que ha preservado ya de la destrucción muchos do-
cumentos de nuestros archivos (2); Son, como su titulo lo indica, apuntes puramente cro-
nológicos , pero ilustrados con copiosas notas que dan sumo interés y utilidad ¿ este im-
portante epitome.
Finaliza este último tomo de nuestra colección, por cierto sobrado voluminoso, con la
Sistaria de loa Reyes Católicas del baekiUer Andrés BemaldeZf Cura de los Palacios (3), teni-
da en grande estima de los eruditos , y sin embargo casi desconocida , hasta que di célebre
sevillano Rodrigo Caro franqueó un ejemplar de su propiedad, y de él se sacaron los prime-
ros traslados, que después se reprodujeron en bastante número, y podian disfrutarse en la
Biblioteca Nacional , en la de la Academia de la Historia y en las librerías de algunos parti-
culares. Imprimióse por primera vez afios atrás en Granada, mal y desaliñadamente, y con
esmero y perfección en Sevilla, el afio 1869, por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces (4).
Para nuestra edición nos hemos valido de una excelente copia, que hoy se guarda en la Bi-
blioteca Nacional (5).
No le conviene di nombre de historia á la obra del Cura de los Pahicios: carece del tono,
, del movimiento, délas condiciones internas que se requieren hoy eñ estas composiciones , y
sobre todo del estudio amplio y particular que desentrafia y completa el verdadero estado
social, intelectual y politice de un país en un tiempo dado ; no se sutilizaba tanto en aque-
llos: gracias que se acopiasen los materiales para acometer en los nuestros tan ardua empre-
sa. Este objeto se propuso al parecer Bemaldez, y lo realizó con un celo, una buena fe y una
modestia que ni entonces ni después ha tenido muchos imitadores (6). Es su trabigo una Cró'
nicoj en el verdadero sentido de la palabra , rica de datos y pormenores, llana en su estilo*
ingenua en la exposición , escrita con facilidad, sin pompa ni pretensiones ostentosas: él mis-
mo refiere sencillamente el móvil que le excitó y los propósitos que le guiaban á la ejeou-
don de tan noble y honrado empefio (7).
Damos punto á esta enojosa advertencia , y, como queda dicho , término á nuestra colee-
don, renovando aquí cuanto dqjamos expuesto en los dos tomos anteriores respecto á las
(1) Con rsion pnede hsoérsencs el cargo de que,
al echar mano de este docnmento, no hemos tenido
en cuenta la índole de la Bibuotioa, como otras ve-
oes. Asi es ; no lo negamos; pero li no en este senti-
dO| estímese como una maestra del espirita religio-
so y político qae animaba ai valgo de aquella épo-
ca, y de la fraseología qae empleaba al discarrir
sobre estas materias.
(2) El tomo XVIII de la CóUeeUm de documentos
isUdOos para la Historia de España ^ por Don Mi-
gad Salva 7 Den Pedro Saina de Baranda. Madrid,
viada de Oalero, 1861.
(8) Nataral de la villa de Faente, en la Enco-
mienda Mayor de León de la Orden de Santiago. Se
ignora la fecha de sa nacimiento ; ea de presumir
qaefnose á mediados del siglo xv*
(4) En dos tomos, qae van precedidos de tinos
datos biografióos y an juicio crítico debidos á la
distingaida pluma del 8r. D. Femando de Oabriel
y Raíz de Apedace.
(5) Era, según noticias , la que destinaba el edi-
tor Sancha á ser impresa, para que formase parte
de su bella colección de Orómeas.
(6) De las íntimas relaciones que tuvo con Cris-
tóbal Ck>lon, no hace alarde; y las alabanaas que
tributa al Duque deOádis, y que algunos censuran,
eran un sentimiento espontáneo de admiración ha-
cia aquel héroe.
(7) Véase el capítulo vii déla obra, que tiene por
epígrafe : Del pronóstico del reinado del rey Don Fer^
nando el OatóUeo en CastUla,
t CttÓNIOAS DK LOS BETSB DB
irregnlaridadefl y faltas que se observan en la parte material de aqa^oa j; como 16 (DtMMrm-
r¿n en ¿stet inconsecuenda en la ortografiar inoonseoaenoia en la eseritnra de los nombres
y vocablos y en términos de ser imposible fijar la genealogía gráfica de la lengna. Saltan
desde laego á la vista qne en las primitivas copias intervinieron varios amanuenses. No
hemos qnerido tomamos la ftcil libertad de adoptar un sistema nniforme y propio : harto
trabajo nos ha costado interpretar el sentido de algunos texto0| qne parecen escritos adrede
para qne resulten ininteligibles.
t
9
^
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS,
POB
MOSEN DIEGO DE VALERA.
Cr.-IIL
Mk^^^via^
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS,
POR
MOSEN DIEGO DE VALERA.
8(gM$e él prólogo en la ohra llamada Memorial de
divereas JioMoñtUt ordenada por Monen Diego dó
Valera^ líaeetre Sala y del Comejo de lo» Serení-
eimoi Prfneipee Don Femando y Doña Itabel, Rey
y Reyna de Eepaña^ nueetroi Seftoree,
Como entre las cosas torronas, cadncas y transito-
rios, el honor y fama sean con mayor ardor de de-
sear según sentencia de Séneca en el segundo de la
Olemencia , donde dice : a Vuestros heohos y dichos
la fama rescibo ; por ende de ninguna cosa otra de-
bes más curar»; y Salomón en sus Proverbios : «Más
Tale el buen nombre que las muchas riquesas», é
el filósofo en el cuento de las Eticas : «Bl honor es
galardón de la virtud, y por eso á los virtuosos es
debido»; pues si esto se deniega ó encubre, no pe-
quefia injuria en lugar de galardón se les hace ;
donde yo, no queriendo ser de tal error participan-
te, determiné en snma escrebir las cosas más dignas
de memoria, no solamente hechas en esta Bspafia,
mas en otras partes, desde el afio de mil é quatro-
dentos y cinqnenta y quatro afios en que comensó
á reynar el Serenísimo Principe Don Enrique, qnar-
to deste nombre en Castilla y en León, hasta el
tiempo presente ; las quales como quier qne elegan-
temente estén escritas en las Coronices d'Espafia,
éstas son tan largas y tan difíciles de haber, que
muy pocos las pueden alcanzar ni leer : por eso las
hasafias y virtuosas obras de aquellos qne las hicie-
ron están como sepultadas y puestas en olvido ; y
ponerlas en luz me parepe ser honesto y provecho-
so trabajo, siquiera porque los hacedores de aque-
llas y los descendientes suyos sean acatados cotí la
reverencia y honor que les pertenece , y por enxem.
plo.snyo otros se esfuercen á tales obras hacer : y
determiné en esta obra , no solatnonto escrebir las
haxafias y virtuosas obras, mas algunas aunque ta-
les no fueron , porque los obradores así de las unas
como de las otras, resciban el premio á sn mereci-
miento debido ; y dexé de escrebir en esta obra las
cosas mucho antiguas, porque de aquellas asaz men-
ción se hizo en la copilacion de las Corónicas de Es-
pafia por mí ordenadas , que Valeriana so llama. Y
porque en tal obra no conviene largo prefacio ó exor-
dio, lo prometido quiero seguir.
CAPÍTULO PRIMERO.
Como el Príncipe Don Bnriqíe Toé rcMabido por Rey j Señor ate-
pies 4el raUednieBio del Rey Don Jnan n Ptdre.
Fallescido el Rey Don Juan el Segundo, comenzó
á reynar en estos Reynos Don Enrique, quarto hijo
suyo y de la Reyna Dofia María, hija del Rey Don
Femando de Aragón , en la Villa de Valladolid,
martes veinte y tres dias del mes de Julio, afio del
Nascimiento de nuestro Salvador y Redentor de mil
é quatrocientoB y dnquenta é quatro afios y medio
y diez y ocho dias. En el mesmo dia del f allesd-
miento del Rey, depositado su cuerpo en el Mones-
terio de San Psblo, todos los Grandes que en la Cor-
te se hallaron le vinieron á besar las manos por su
Rey y Soberano Sefior , y le hicieron homenage se-
gún la costumbre é forma de Espafia ; y los princi-
pales que ende estaban fueron los siguientes: Don
Juan Pacheco, Marqués de Villena ; Don Pedro Qi-
ron , su hermano , Maestre de Calatrava ; Ruy Dias
de Mendoza, Mayordomo mayor que fué del Rey
Don Juan ; el Mariscal Diego Fernandez , Sefior de
Baena ; Don Pedro de Aguilar , Sefior de Pliego y
Cafiete ; y sepultado el cuerpo del Rey, el Prínce-
pe Don Enrique, ya obedecido por Rey, cabalgó
por la Villa, y con él todos los Caballeros ya dichos,
llevando delante de sí su pendón Real , y todos los
reyes de armas y trompetas que en la Corte había,
uno de los quales, vestida su cota de armas, en alta
voz, de hora en hora, diciendo : cCastilla, Castilla.
|>or el Don Enrique»; y en ceta fonna anduvo por
toda la Villa, y vuelto á su Palacio se vistió de luto
y todos los caballeros y gentiles hombres, y comun-
mente todos los hombres de honor se vestieron de
marga , la qual truxeron los nueve días que duraron
las oseqnias del Rey Don Juan, después de los qna*
4 (mÓNIOAB DB LOS
leB Bobrevinioron en divenoa días Don Qaston de la
Oerda, Conde de Medina Geli y Don Poro Hernan-
dos de VelasoOy Ckmde de Haro, y Don Alonso Piíaon-
tel , Oonde de Benavente , y Don Juan Manrique,
Ck>iffde do Oastafioda , y Don Alvaro de Eatúfiiga,
Oonde de Plaaendaí y Don Rodrigo Manrique Con-
de de Paredes, y Don Qabriel Manrique, Oonde de
Osomo , y Don Pedro Alvares Osorio , Oondo de
Traatamara, y Don Pedro de Acufia, Oonde de Va-
lenola y Don Juan de Bilva, Alf eres Mayor del Bey,
que despuee fué Oonde de Oifuentea, y Don Pedro
de Aoufia, Sefior de Duefiaa y Tarrego, que después
fué Conde de Buendia, hermano de Don Alonso
Carrillo, Arzobispo de Toledo, Primado de las Es-
pafias , y Don Rodrigo Delma, Arzobispo de San-
tiago, y Don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Se-
villa, y Don Alonso de Cartagena, Obispo de Bur-
gos, y Don Pedro de Castilla, Obispo de Palenoia,
y Don Frav Lopes do Barrientos, Obispo de Cuen-
ca, y Don Ifiigo Manrique, Obispo de Oviedo, y Don
Pero Baca, Obispo de León, y Don Alonso de Ma-
drigal, llamado $1 To»iado^ Obispo de Avila, y Don
Diego de Iniescas, Obispo de Córdoba, y otros al-
gunos Perlados y Caballeros, los quales todos le be-
saron la mano y le hicieron homenage en la forma
acostumbrada, y los otros Qrandes del Reyno , así
Perlados como Caballeros y Aloaydes de las Forta-
lezas, que allí no pudieron venir por algunas justas
causas, inviaron sus Ph>curadores á le dar la obe-
diencia y le hacer homenage, como eran obligados.
El Rey Don Enrique, asf obedecido, acordó de in-
viar sus embaxadores en Francia , los quales fueron
Don Juan Manuel, Caballero mancebo pariente
suyo , su Guarda mayor, el Doctor Ortiz Velasco de
Cnollar, Protonotario Apostólico, Dean de la Iglesia
de Segovia; por los quales hizo saber al Rey de
Francia el f alloscimiento del Rey Don Juan su pa-
dre , y como era obedecido por Rey por todos los
Grandes de su Reyno , sin oontradioion alguna , y
que á él placiendo, queria con él tener y guardar el
alianza y amistad que entre él y el Rey Don Juan
su padre hablan, á lo qual el Rey de Francia res-
pondió habiendo muy grande desplacer del falles-
cimiento del Rey Don Juan, y placerle mucho la
sucesión del Rey Don Enrique con el qual era con-
tento, y le piada tener la confederación y alianza
que con el Rey Don Juan su padre habia tenido.
CAPÍTULO IL
De eoao si Rey Dos Bnriqae poco tiempo despses que reyíó,
mudó delibrar de prisión á Don Diego Manrique, Conde de
TroTiflo, y le mandó resUtnir todo lo injo.
' No mucho tiempo después que las osequias del
del Rey Don Juan fueron fechas, el Rey Don En-
rique envió á mandar á Diego de Tapia, Maestre
Sala suyo, que delibrase á Don Diego Manrique,
Conde de Trevifio, que lo tenia preso en la Ciudad
de Segovia por su mandado, é mandóle restituir to-
dos sus lugares é fortalezas é rentas, que le estaba
todo embargado desde el tiempo del Rey Don Juan,
RETBS TM CAfirnLLA.
de lo qual todos los grandefl destos Reynos fueron
mucho alegres, porque les pareado buen comienzo
para las cosas porvenir, lo qual fué cansado animar
á su servicio á los parientes é amigos del dicho Con-
de é aun generalmente á todos , como sea verdad que
los Reynos é fiefioríos mucho mejor se gobiernen ó
tengan con clemencia é amor , que con fuerza é ri-
gor. B después desto Don ífiigo López de Mendoza,
Marqués de Santillana , como fuese pariente ó mu-
cho amigo de Don Femando Alvarez de Toledo,
Conde de Alba, procuró oon grande instancia la de-
liberación suya, que habia seido preso en Tordeai*
Has con los otros Caballeros, como dello es hecho
larga mención en la Corónica del Rey Don Juan , é
así por la intercision del Marqués, como por lo que
fué dicho al Rey, que para la guerra de los moros,
quél mostraba mucho desear , le cumplía ser delibe-
rado, porque era Caballero que habia muoho ejerci-
tado aquella guerra é sabia bien todo lo que para
ella convenia, y era de los moros mucho temido, é
é por eso el Rey lo mandó delibrar.
CAPÍTULO ra.
De eomo el Rey Don Bnriqoe se fié pan la Clbdad de Afila» é
animando llamar algnnoa Grandes del Reyno para haber sn Con-
sejo de la forma qne habia de tener en la gnerra qne qnerla ha-
cer d los moros.
Estando el Rey en Avila, vinieron alli por sn man-
dado algunos de los Grandes del Reyno, allende del
Marqués é Maestre su hermano, que de contino en
su Corte estaban , é por todos se acordó que, pues á
nuestro Sefior habia placido dar al Rey tantos é tan
grandes aparejos para recobrar la tierra que los mo-
ros en Espafia tenian usurpada, en injuria de los
Reyes antepasados é del, é de tan noble caballería
cuanta en sus Reynos habia, el propósito suyo en
les querer facer guerra era sancto é bueno, é que lo
debia luego poner en obra, para lo qual envió lue-
go á llamar la gente que para esto era menester, pues
nuestro Sefior le habia dado grandes tesoros para lo
cumplir, é voluntad é cuerpo para lo proseguir y
acabar ; para lo qual el Rey acordó de llamar sola-
mente tres mil hombres de armas, repartidos entre
los Grandes de sus Reynos, contando entre estos los
continos de su casa é algunos vasallos suyos, no de
grande estado, y con éstos y con la gente del Anda-
lucía é con veinte mil peones, le parecía asaz para
hacer la guerra como convenia, y determinóse que
el Rey enviase al Sancto Padre Calbto tercero le
quisiese ayudar con el tesoro de la Iglesia, dándo-
le plenaria indulgencia so cierta forma para vivos é
muertos, la qual indulgencia le fué dada por Nicolao
quinto sucesor (1) inmediato que fué de Calisto
tercero; y dada conclusión en los cosos ya dichas,
el Rey mandó á los de su Consejo é á sus Conta-
dores mayores que estuviesen en la Villa de Aié-
(1) Al márgon del MS. qoe nos sinre de texto se lee la pala-
bra «antecesor», corrigiendo el evidente error en qne Incnrreel
cronista.
MEMOEIAL DB DIVERSAS HAZA9A&'
valo porque allí 96 hiciese la libranza de tierras y
mercedes y raciones é quitaciones y limosnas y
soeldo para la gente qne habia ordenado de llevar;
y desde allí el Rey se partió para Segovia, donde
tovo la Navidad del alio de cinquenta y cinco, que
fué segundo de sn reynado de este Rey Don Enrique.
OAPlTüLO IV.
D« eoao eittiido d Rey en Segovia eonearrió alU ini fraade mv-
chedaabre de frailea de den Franeiaeo oaenaateay elanalralca»
y de la forna fnel Rey Uto eoa elloa.
En este tiempo hobo grande ayuntamiento en Se-
govia de frailes de San Francisco, los unos oservan-
tes y loe otros claustrales, y los osorvantcs decían
que los claustrales no guardaban la Orden de San
Francisco, y que suplicaban al Roy que los diese el
Monesterio que allí estaba ; sobre lo qual hobo muy
grandes alteraciones ; é ayudó mucho á los oservan-
tes el Maestro Fray Alonso del Espina, que era hom-
bre muy letrado y gran predicador, y era oservante
y Confesor del Rey , y con todo eso los claustrales
daban por sí tantas razones que no se pudo bien de-
terminar quales tuviesen mayor razón; y el Rey,
deseando concordarlos, y no queriendo amenguar á
los unos ni á los otros, deliberó dezar á los claustra-
les en su Monesterio, como lo hablan poeeido de mu-
chos tiempos acá, y mandó edificar de nuevo fuera
de la dbdad un Monesterio muy notable de la advo-
cación de San Antonio, el qual dio á los oservantes,
y le dio muy ricos ornamentos y todas las cosas ne-
cesarias al culto divino.
CAPÍTULO V.
De eono, deapnca qve el Rey hobo dado orden para la Jvatieia
6B ana Reynoa» ae partid de Segovia para haeer gnerra i loa
Boroa.
El Rey partió de Segovia en un día del mes de Mar-
zo del dicho afio,é anduvo tanto, que pudo entrar
poderosamente en el Reyno de Qranada las ochavas
de Pascua de Resurrección ; de que los moros fue-
ron mucho espantados en ver en tan breve tiempo
facer entrada contra Qranada con tanta muchedum-
bre de gente como el Rey llevaba. T el Rey llegó
con toda su gente cerca de la Cibdad de Granada; y
como los moros creyesen que el Rey no pedia en
tan breve tiempo y tan presto entrar, como quiera
que fuesen avisados de la gente qne llamaba para
les ir á facer guerra, no pusieron guarda en sus ga-
nados, ni en los muebles que tenían en las alcayrlas
cercanas á la Gbdad, en lo qual rocebioron muy gran
dafio, y fueron quemadas y robadas las más de aque-
llas. T el Rey estuvo con su gente desta entrada qua-
tro dias en la tierra de los moros ; en el qual tiempo
se fizo gran dafio en los panes y vifias do la vega de
Granada, y fueron sacados dende grandes rebafios
de ganados, así de vacas é yeguas, como de asnos
é acémilas; é como quiera que algunas veces se mos-
traron bien dos mil de caballo, nunca osaron pelear,
é algunas pequefias escaramuzas que hicieron fueron
cerca de los olivares más cercanos de la Cibdad ; é
asi en la entrada como en la salida la gente del Rey
fizo gran dafio en los panes é huertas de Mocldn ó
Illora. Y de allí el Roy se volvió á Alcalá la Real,
y de allí despidió la mayor parte de la gente 6 ví-
nose para Ecija, sin poner cerco ni facer otra cosa
mas de lo ya dicho, de que los más de los Caballeros
fueron mucho maravillados por haber visto facer
tan grandes aparejos para no hacer más de lo que
se hizo; y los Grandes que con el Rey fueron en esta
entrada, son los siguientes: Don Juan Pacheco,
Marqués de Villena y su hermano Don Pedro Girón,
Maestre de Calatrava, y el Conde de Osomo, Don
Gabriel Manrique, que era capitán de la gente de
la guarda del Rey, y los mariscales Diego Fernan-
dez de Córdoba, Sofior do Daona, que dcspnos fué
Conde de Cabra , y Payo de Ribera , y el Mariscal
Pedro de Ayala , y Alfonso de Monte Mayor, Setter
de Aleándote, y los Comendadores Gonzalo de Sa-
yavedra. Comendador Mayor de Monte Alban , Al-
cayde de Tarifa, y Juan Fernandez Galindo, Comen-
dado de Reyna. Iba así mismo con el Rey la gento
de Don Alonso de Aguilar, que era nifio, y no ha-
bia quatro meses que era muerto Don Pedro de Agui-
lar su padre. Iban con el Rey otros muchos Caba-
lleros de menores estados , de qne la Corónica no
hace mención , entre los quales no se debe olvidar
Garcilaso de la Vega, Comendador de Montizon , el
qual así en esta entrada como en otras cosas en que
se habia visto con moros, siempre se hobo valiente-
mente, y mató por su mano algunos dellos, y siem-
pre hizo cosas muy hazafiosas y de valiente y noble
caballero, como lo era, aunque no de gran cuerpo.
Fueron así mismo en esta entrada las CSbdades de
Córdoba y Jaén y Ubeda y Daeza y Carmena y Bd-
ja : así que sería toda la gente que con el Rey entró
fasta ochocientos hombres de armas y ocho mil gi«
netos y treinta mil peones.
CAPÍTULO VI.
De la entrada qne trea caballeroa fleieron en Uerra de moroa, Ha-
madoa el uno Martin de Atendafio , nainral de la Montafia , Te-
niente de Adelantado de Caxoria por Pedro de Acufia , Seftor
de Dnelaa, bermano del Arxobiapo de Toledo D. Alonao Car-
rillo, y Gómalo de Beteta, Corregidor de la elbdad de Ubeda»
é Iflifo de Molina, qne era Aleayde de Qneaada.
En este tiempo los caballeros susodichos, con
cierta gente del Adelantamiento de Cazorla y de
Ubeda y de Quesada jtmtaron oonsigo docientos é
veinte de oaballo y novecientos peones, y en el dia
de San Jorge, que fué en veinte y tres dias del mes
de Abril , acordaron de entrar en tierra d^ moros
por barajar una aldea ques cerca del rio de Fardos,
término de la cibdad de Guadiz, los quales perdie-
ron el camino por falta de los adalides, de tal ma-
nera, que no pudieron allegar al lugar que desea-
ban, y anduvieron ansí perdidos la mayor parte de
la noche; y cuando amáneselo, acordaron de enviar
cinquenta de caballo á correr el rio de Fardos, y los
ciento y veinte con los peones se pusieron en cela-
da ; de los quales enviaron otros cinquenta á correr
6
0BÓNI0A8 DE LOS RETES DE CAOTILLA.
' la tíerra y vega de Goadix ; y como los de la oibdad
vieron los corredores , salieron dolía hasta docien-
tos y cinquenta y con ellos el Alcaydo de Guadix y
trabóse escaramuza con los corredores ; y estando
ansi escaramuzando los unos con los otros, pares-
ció muy cerca dende el Bey de Granada , llamado
Muli Abdelico, con quatro cientos de caballo, el qnal
iba á la cibdad de Almería á cercar á un hijo del
Rey Oeriza; el qual visto los chrisUanos, juntó su
batalla y consigo los de la cibdad, que podian ser
todos hasta ochocientos de caballo y ocho mU peo-
nes I y los chriatíanos se juntaron todos en su trai-
miento , de los quales los moros fueron hasta cerca
de un alearla que se llamaba La Torre de Xequolis,
quanto una legua de la cibdad de Guadix, y los Ca-
pitanes christianos con la gente que traían acorda-
ron de pelear con ayuda de Dios, como les páresela
que no podian otra cosa facer, como quiera que se
vola ser muy grande la ventaja que los moros de-
llos tenian ; y fíciéronse todos un cufio, y con gran-
de ánimo fueron f eriendo en los moros de la delan-
tera, y desbaratáronlos, por manera que luego co-
menzaron todos á huir, y los christianos acordaron
que treinta de caballo anduviesen con la cabalgada
que traian en que habia ducientoe bueyes y vacas,
y ciertos moros cativos, y pusieron á las espaldas
dellos cinquenta ballesteros , y los otros peones to-
maron á la mano derecha, y asi fírieron á los moros
con tan grande osadía, que los moros fueron desba-
ratados y volvieron las espaldas , y los christianos
fueron hiriendo y matando en ellos hasta que lle-
garon á una grande acequia, quanto tercio de le-
gua de donde los moros comenzaron á huir, y los
christianos no quisieron pasar allende, vista la gran
muchedumbre de moros que parescia ; asi se volvie-
ron mucho alegres y vitoriosos, y dende á tres ho-
ras se vino para ellos un Elche que habia sido chrís-
tiano, con propósito de so reconciliar, el qual se lla-
maba Luis de Jaén, que habia sido pago del Rey de
Granada ; el qual les dixo que supiesen que hablan
peleado con el Rey de Granada, y que le hablan
muerto mucha de su gente, y que los caballeros de
Guadix hablan habido gran debate con ol Rey por-
que no habia desbaratado los christianos, habiendo
dellos tan gran ventaja como todos habían visto, y
que él Rey les respondiera que aquellos christianos
eran gente desesperada y habían voluntad de mo-
rir si oon ellos se porfiara más la pelea. Era cierto
que los moros rescebieron muy mayor dafio del que
hablan rescebido , y quél habia por mejor lo hecho
que no de haber peleado más de lo que peleó con los
christianos.
Después desto el Rey se partió de la cibdad de
Eoija, víspera de San Marcos, que fuéá veinte é cin-
co dias del mes de Abril dol dicho afio, y ol Marqués
de Yillena con él con trecientos de caballo, con pro-
pósito de escalar la villa de Archidona, oon algún
ardid que para ello tenia ; y anduvo todo el día y
la noche , y cuando llegó era cerca del sol salido,
de manera que no ovo lugar de hacer lo que pen-
saba, y mandó correr la tierra y facer el dafio que
pudo, y volvióse á Ecija, y desde allí envió sos car-
tas á todos los grandes del Reyno mandándoles que
viniesen á la cibdad de Córdoba para cierto dia, y
que cada uno truxiese cierto número de gente do
armas, en tal manera que d que pudiese traer qui-
nientas lanzas traxiese ciento, y por este respeto to-
dos los otros, mandándoles que la gente que tr axie-
sen fuesen hombres muy escogidos y polidamente
armados y bien encabalgados. Y en tanto que esta
gente se juntaba , acordó con consejo del Marqués
y del Maestre su hermano de tomar á entrar en
tierra de moros , y partió postrimero de Abril oon
hasta ochocientos hombres de armas y dooientos
ginetes, y vinieron á él los pendones de las cibda-
des de Sevilla y Carmena y Xerez y Edja y Jaén,
en que podian ser hasta seis mil de caballo y veinte
mil peones, y puso el primer real cerca de Alora, y
otro dia siguiente se sentó en la Vega de Anteque-
ra, y do allí fué á talar los campos de Archidona.
Y los moros salieron por defender la tala, y fueron
retrahidos por fuerza de armas á la villa ; y otro
dia , que fué primero de Mayo , continuó su camino
para Málaga, y asentó su real cerca de la villa de
Alora, en un valle que está entre dos ríos, y allí fue-
ron presos algunos moros y tomado el ganado que
ende se falló y talados los panes, y dende á dos dias
fué á poner su real á una legua de Málaga, y otro
dia mandó pasar el real á media legua de la cibdad,
donde estuvo sois dias ; en el qual tiempo se hizo
asaz dafio en panes y en vifias, y se hubieron algu-
nas escaramuzas en que murieron más moros que
christianos, aunque no fueron muchos, y se quema-
ron en rebato dos lugares que se llaman el uno Po-
piana y el otro Loabin, con una fortaleza asaz bue-
na con otro lugar llamado Hnriana, con otra for-
taleza bien fuerte, en los quales lugares ovieron
algunos moros, y allí vino el Rey driza de Grana-
da á facer reverencia al Rey D. Enrique.
En este tiempo, como oviese dias que el Rey
D. Enrique oviese hecho divorcio de dofia Blanca,
su legítima muger, hija del Rey de Navarra, y ovie-
se comenzado trato de casamiento oon dofia Jua-
na, hermana del Rey de Portugal, y desease mu-
cho hacer esto casamiento , acordó do enviar á don
Foman López de la Orden , su Capellán mayor, y
Albar García do Cibdad Real, su Secretario, por dar
fín en ol negocio ; y rescebida por el Rey D. Alonso
de Portugal la embaxada, dilatóse la conclusión
bien por espacio de quatro meses , y después con-
cluyóse quel dicho Fernán López so desposase con
la Infanta dofia Juana con los poderes bastantes
que del Rey D. Enrique llevaba ; el qual desposorio
so hizo en la cibdad de Lisbona por mano del obis-
po de Cohimbra, seyendo presentes el Rey D. Alon-
so y el Infante D. Femando, su hermano, y la In-
fanta dofia Catalina, hemianasuya, y otros muchos
grandes sefiores de Portugal. É las condiciones del
casamiento fueron que la Infanta dofia Juana, ya
llamada Reyna de Castilla, no llevase dote alguno,
y quel Rey D. Enrique hiciese el dote en suma de
cien mil florines de oro, y la Reyna hobiese veinte
MEMORIAL DE D1VEB8AS HAZARAa
mil florfnoB de arras , y se le diese en prendas Oib-
dad Real, con condición qne aunque aquellos vein-
te mil florines le fuesen pagados, luego que la cib-
dad fuese de la Rey na para en toda su vida, y le
fuese dada la villa de Olmedo é su tierra, con mo-
ro é mixto imperio y jurisdidon, y para manteni-
miento le fuesen puestos en los libros del Rey quen-
to y medio de maravedis en cada un afio. Otrosí,
que la Reyna pudiese traer consigo en Castilla doce
doncellas generosas, é quel Rey D. Enrique les die-
se maridos según á sus linages y estados convenía,
compliendo las arras é dotes é gastos de los tales
casamientos ; é que truxeso la Reyna por su aya á
dofta Beatriz de Meruefia, con quatro doncellas hijas
de algo, de poca edad ; en el qual desposorio se hi-
cieron muy grandes ñestas de justas é danzas é de
todas las otras formas acostumbradas de hacer en
tan alto auto entre grandes Principes. Y luego se
dio orden en la venida suya para venir en los Rey-
nos de su marido , con todo lo susodicho ; é asi par-
tió la Reyna dofia Juana de la cibdad de Lisbona,
é salieron oon ella el Rey de Portugal y el Infante
D. Femando su hermano, y la Infanta dofia Cata-
lina, é muchas duefias é doncellas é muchos otros
grandes do aquel Reyno ; é salió por la costa de la
mar é hizose una calle con toneles y mucha otra
madera, la qual iba cubierta de ricos pafios de ra-
so , por la qual entraron en una galea muy rica-
mente guarnida, y fueron ansí fasta un lugar ques
á tres leguas de Lisbona , é allí estuvieron aquella
noche, habiendo grandes deportes é gasajados; é
desde alli el Rey y el Infante é las duefias é donce-
llas y caballeros que con la Reyna hablan salido se
volvieron á Lisbona, y la Reyna continuó su cami-
no para Castilla.
CAPÍTULO VIL
De como U Reyna dolía laau, esposa del Rey D. Bnriqte, TaA
resceblda en la eibdad do Radajox asf por ios eaballcros qncl
Rey mandó qic finiesen con ella , como por los caballeros 6
Regidores do la cibdad.
Sabido porel Rey D. Enrique como la Reyna do.
fia Juana era partida de la cibdad do Lisbona para
venir en Castilla, mandó á D. Juan de Guzman,
Duque de Medina Sidonia é Conde de Niebla, que
partiese de Córdoba con hasta dociontos caballeros
y grandes hombres de su casa muy guarnidos , é
fuese á recebir á la Reyna su esposa á la salida de
Portugal, é viniesen con ella fasta Córdoba donde
cetaria; é mandó á D. Alonso de Madrigal llamado
el Tostado, Obispo de Avila, que ora varón de gran
ciencia, que juntamente fuese con el Duque para
acompafiar á la Reyna ; y como fueron certificados
que la Reyna era cerca, el Duque y el Obispo y to-
dos los caballeros de la cibdad la salieron á recebir
hasta un lugar que se llama la Raya, ques en los
confines de los Reynos de Castilla é Portugal, don-
de les era mandado por el Rey que la rescibiesen é
se viniesen con ella ; pero los caballeros portugue-
ses que con la Reyna venían no quisieron dezarla
fasta llegar á la cibdad de Badajoz, donde fué res-
ceblda con aquella solenidad que se acostumbran
recebir á los nuevos Royes ; é allí se fizo muy gran
fiesta á los portugueses, no solamente por el Duque
de Medina, el qual allí fizo muy grandes despensas,
mas por ciertos oficiales del Rey , los quales por su
mandado eran allí venidos para facerla despensa á
la Reyna é á todos los que con ella venian , fasta
llegar en Córdoba, é la Reyna no se detovo en Ba-
dajoz más de un dia, é de allí se partió continuando
su camino para Córdoba en el qual le fueron he-
chas muchas fiestas é servicios por todos los lugares
clonde pasó.
Estando el Rey en Éclja , como fué certificado
que la Reyna llegaba cerca de un lugar que se lla-
ma las Posadas , salió desconocido al camino oon
quatro de caballo por ver en qué forma venia; é
anduvo ansi gran pieza mirando á la Reyna sin ser
conocido, la qual venia en una hacanea muy rica-
mente guarnida , é con ella doce doncellas en esa
misma forma, todas cabalgando en sus hacaneas; y
el Rey llegó así al lugar, é fuese aposentará la posada
de su embaxador; é desque ovo cenado envió secre-
tamente á decir á la Reyna cómo él era allí venido por
la ver, de lo qual ella fué muy alegre, é luego el Rey
se vino para ella y estuvo quanto quatro horas en
sus gosajados, y el Rey se tomó para Córdoba don-
de la Reyna fué resceblda con muy gran solenidad,
así por los caballeros é gente de la cibdad como
por todos los grandes de Castilla que allí eran en-
tóneos juntados para ir á la guerra de los moros, é
por los Procuradores de las cibdades é villas que
allí estaban por mandado del Rey. E falláronse allí
á la sazón dos Embaxadores del Rey de Francia,
muy notables hombres: el uno era Arzobispo de
Torens, en Torayna, llamado D. Juan Bemal, y el
otro Senescal de Berga, que se llamaba Micer Gui-
llaome Destache, é venian con ellos Gayralso Bol-
sier , maestro de las requestas de Francia, é Ifiígo
do Arceo , Bolsero de Espafia, Regidor de la cibdad
de Burgos, los quales eran«allí venidos por afínnar
las alianzas ó confederaciones del Rey do Francia
con el Rey D. Enrique ; las quales como quiera que
ya eran afirmadas por D. Juan Manuel é por el
Dean de Segovia, Ortufio Velazquez de Cuellar, el
Rey de Francia quiso enviar solenme embazada por
hacer saber al Rey el pesar que habia habido de la
muerte del Rey D. Juan, é porque sus Embaxadores
viesen firmar las alianzas al Rey D. Enrique. B la
Reyna entró en miércoles veinte de Mayo del dicho
afio, acompafiada de tantos é tan grandes Sefiores,
como por aventura ninguna Reyna en Castilla en-
tró ; donde se le ficieron tantas fiestas é de tan di-
versas formas, que si se hobiesen descrebir sería
muy largo proceso, y el Rey la esperó en el Palacio
con los Embaxadores de Francia; é llegado ceioa
del Palacio , el Rey la salió á recebir á la pnerta, ó
le fizo muy grandioso recebimionto , ó le dio paz, ó
la tomó por la mano é la metió en una Sala Real
que estaba muy ricamente aderezada, ó allí los Em-
baxadores de Francia le ficieron reverencia ; é lue-
go el Arzobispo Embaxador les tomó las manos é
8
0RÓNI0A8 DE LOS BBT£8 DK GAOTILLA.
los desposó, é donde A poco espacio cenaron en una
mesa el Bey y la Beyna élos dos Embaladores, é
púsose otra mesa donde cenó la Oondesa de Tubra
qae dende Poriagal era venida con la Reyna, en la
qnal se asentaron las dnefias ó doncellas que con
^as Tenían y el dia de Pasqua de dnqnesma el Bey
se veló con la Boyna sa esposa é velólos D. Alfon-
so eleto confirmado de la Iglesia de Mondofiedo,
que después fué Obispo de Jaén, é dizoles la misa
baxa en la cama ; é luego el Bey y la Beyna cabal*
gáron y con ellos todos los grandes que en la corte
estaban y fueron A oir misa solene A la Iglesia Ma-
yor, la qual dixo el Axtobuspo Embazador del Boy
de Francia. Acabada la misa volviéronse A su Pala-
cio y comieron juntamente el Bey y la Boyna y con
ellos los dichos Bmbazadores, é A la noche el Bey é
la Boyna durmieron en una cama, y la Beyna que-
dó tan entera como venia, de que no pequello enojo
se rescibió por todos ; é feohb esta auto, el Bey se
detuvo pocos días en Oórdoba, é porque los Bmba-
zadores del Bey de Frauda no se detuviesen alU
hasta la vuelta , envióles A mandar que ezplioasen
su embazada lo qual ellos lo pusieron en obra.
OAPÍTULO vra.
Be eoMo el Anobitpo da Torots ei Tonjia • emteiidor áú
Rey de Frésela, eipllcd aa entelada es preaeaeia del Rey
Jnata todo as Coaaelo.
Oomo el Bey estuviese presto para se partir por
facer guerra A los moros, envió A decir A los Em-
baladores del Bey de Francia que Antes de su par-
tida esplicasen su embazada, y en el dia siguiente
ellos vinieron al Palacio oomo les era mandado , y
estando el Bey en Oonsejo con todos los Ghrandes
desu Beyno, el Ansobispo propuso en latín larga-
mente todo lo quel Bey de Francia le mandó, é las
condusiones de su embazada fueron, después de
las saludes acostumbradas entre los Beyes, facer
saber al Bey el gran sentimiento quel habia habi-
do del fallecimiento del Bey Don Juan su padre, y
gran placer que habia rescebido en saber el ser obe-
decido en estos Beynos sin contradioion alguna , y
quel Bey en presencia de sus Bmbazadores firmase
las aliansas entre entrambos A dos é sus Beynos ; A
los cuales el Bey respondió en breves palabras,
agradeciendo al Bey de Francia su buena voluntad
y dizo al Ansobispo que quaiesquier escrituras ó
instruodones que él traya, que las diese al Doctor
Fernán Dias de Toledo , su Belator é Bef erendario
é do su Oonsejo, para que vistas, le fioiese dolías
reladon, al tiempo que de la guerra viniese; é asi
los Embazadores quedaron en Oórdoba, y el Bey se
partió para la guerra A quatro dias de Junio del di-
cho afio; é algunos de los gentiles hombres france-
ses que con los Bmbazadores venian, le suplioaron
que hubiese por bien quellos fuesen con su Altosa
en aquella entrada, é al Bey plugo dello, é les
mandó dar caballos é armas y todo lo que menester
ovieron para aquella entrada ; é fueron con ellos
por mandado suyo Ilkigo de Aroeo porque los aoom-
pafiase;é los Grandes que A esta guerra vinieron
por mandado del Bey fueron los siguientes: el Al*
mirsnta Don Fadríque su tio; Ifiigo Lopea de Men-
dosa, Marques de Santillana, Oonde del Beal; Don
Juan Pacheoo,MarquésdeYillena; Don Pedro Qi*
ron, su hermano; Don Enrique de Oastilla, Oonda
de Alba, hennano dd Almirante; Don Alvaro de Es*
tAfiiga Oonde de Plaaencia, Don Fernán Alvares
de Toledo , Oonde de Alba ; Don Alfonso PimenteV
Oonde de Benavente ; Don Diego Manrique, Oonde
de TVevifio ; Don Juan Manrique, Oonde de Ossta^
fieda; Don Qabrid Manrique, Oonde de Osomo; Don
Bodrigo Manrique, Oonde de Paredes, é muchos
otros csballeros no de tanto estado, A los quales to«
dos el Bey mandó traer derta copia de gente, de
manera qud que podia traer quinientas lansas,
tmzese dentó, é por esta forma todos los otros, 4
sd se juntaron para esta entrada oon el Bey tres
mil hombres de armas muy sefldados é muy bien
armados é muy bien aviados, é fasta ocho mil gi«
notes é veinte mil peones ; y d Bey se fué oon sola-
mente veinte de caballo A dormir A un lugar que se
dice Osstro el Bio; é mandó A los Oomendadores
Qonsalo de Sayavedra é Juan Femandes Qdindo
que fuesen A la villa de Baena A Almochen , é dlf
fidesen que se recogiese toda la gente de la hues-
te; la qual recogida, el Bey se juntó oon su hueste
é de alli entró por AlodA la Beal poderosamente
en d Beyno de Granada sin fallar resbtenda nin-
guna ; é asentó su red cerca de Moclin , y d Bey so
apartó con dosdentos de caballo de la dbdad de
Ubeda, y fué A correr A Monte Frió, é salieron de
la villa dnquenta de caballo, los qudes trabaron
oon d Bey su esoaramusa, en la qud fueron fori-
dos dgunos ohristíanos, é los moros fueron ro-
trahidos A la villa por fuena de los christianos; é
antes quel Bey llegase A la vega de Granada , fué
asimismo A oonrer A Modin con otros dodentos de
cabdlo , A alli se ovo otra esoaramusa mucho mas
peligrosa que la primera, donde fueron f eridos con
saetas muchos mss de los chrisüanos que lo prime-
ro , entro los quales fué f erido de una saeta enar-
bolada un noble cabdlero llamado Gonsalo Mufios
de Gastafieda, é dli fueron algunos mueitos, ó de
los moros ssimesmo fueron algunos f eridos, y el
Bey se tomó d real A hora de comer, y A la tarde
tomó A dar otra vista A Moclin , el qud se sceroó
tanto A la villa, que le tiraron una saeta que le dio
en la estribera, de que todos los Grandes del Beyno
que con d estaban hobieron gran desplacer , é se
maravillaron mucho de un Principe tan grande
querorae meter en tdes esoaramnsas donde ligera-
mente podia ser muerto dn hacer cosa de su honor,
y oomo quiera que por dgunos le fuese reprehen-
dido la td osadía, como él fuese hombro regido
mas por voluntad que por raaon , no dezaba de se
meter cada dia en las semejantes cosas. Y en este
dia los moros de Illora enviaron d Bey un gran
presente do muchas aves é figos é pssas , suplicán-
dole que no mandase hacer tala en sus panes ni vi-
llas é otros daños algunos, lo qual les fué otorgado;
MBMOBIAL DB DIVERSAS HAZAfi A& .
7 esUndo el real alli aaenUdo, Miguel LaoM, que
deepaee fué Oondeetable, y an hennano suyo que
era camarero de loa paftoa del Bey, m apartaron oon
oierta gente é fueron A una atalaya que es oeroa de
lUora, de donde loa ohristianoB reeoebian mucho
dafto é derríbAronla hasta loa oimientoe, y de alli
mandó mover au gente, 6 aaentóae allende de la
puente de Pinoe, y de allí el Bey oon poca gente
fqé á dar yista á Granada, y en el camino se trabó
escaramuza de loa moros quel Bey oonsigo llevaba
con algunos de los de Granada que andaban en el
campo ; y en el dia siguiente el Bey mandó asentar
su real casi una legua de Granada , y él se fué á co-
mer á una alearla que era entre la dudad y el real,
y aquella mandó que no se derribase. Y entre tanto
quel Boy allá estuvo siempre fué á comer aquel al-
quería y en el dia de San Bernabé el Bey puso to-
das sus batallas en orden y fué á dar visto á Gra-
nada y pasó de los olivares y salieron de la ciudad
fasto mil é quinientos de caballo y gran gente de
pie, y trabáronse escaramnsaa por diversas partes,
aunque no en la orden que el Bey quisiera , en las
qualee fueron muertos y ferídos asas moros, y chris-
tianos murieron solamente quatro, de los qoales el
uno se llamaba Figueroa y el otro Diego de Valora,
que vivia en Ubeda, y otros dos escuderos cuyos
nombres no se supieron. En el qnal dia Garcilaso de
la Vega, Comendador de Montiaon, de quien desuso
es fecha mención , en presonoia del Bey mató un
moro muy valiente, y derribó otro y tomóle el ca-
ballo y la adarga y prestó el caballo al Bey, y el
Bey diólo á Miguel Lucas. Y en aquel dia se arma-
ron Oáballeros por mano del Bey, Don Alonso En-
riques, hijo del Almirante Don Fadrique , y Don
Juan de Luna, Oonde de Santistebaui y Miguel
Lucas, que después fué Oondestoble, y Femand
Arias de Sayavedra, hijo de Gonzalo de Sayavedra,
Comendador mayor de Monto Alban, y un gentil
hombre francés de los que con el Bey fueron en
aquesto entrada, y otros algunos escuderos caste-
llanos, cuyos nombres la historia no escribe. Y en
esto dia aoaesció asimesmo una escaramuza que co-
menzaron oon los moros Lope de Baldevieso, Maes-
tre Sala del Bey, y Pedro de Bibadeneyre, hijo del
Mariscal Hernando de Bibadeneyra, y Juan de
Barríonuevo , y otros-algunos caballeros y escude-
ros, en la qual murió un moro muy principal lla-
mado Abenamar de Mendoza, y otros quatro; y los
moros fueron retrahidos por un callejón que duraba
bien dos tiros de ballesto, donde los christianos pa-
saron una celada que los moros tonian, la qual dio
luego en ellos y loe mas volvieron á fuir , y Lope de
Baldevieso y Juan de Barrionuevo y otros escudo-
ros quedaron atojados, los qoales juntos rompieron
por los moros y pasaron por ellos fasto el fin del
callejón donde ficieron rostro ; y allí mataron el ca-
baUo á Lope de Baldevieso, y dieron á él veinto y
dos f cridas que algunas deUas fueron muy peligro-
sas i y oon todo eso so levantó; y peleando como
caballero el espada en la mano, se defendió fasto
que fué socorrido, y alli ovo tan gran pelea, que
fué oosa maravillosa, en que murieron alguncu mo-
ros y ovo un caballo ; y asi oon el ayuda de Dios
escapó y estovo mas de veinto diaÉ á la muerto. Y
oomo en la vega de Ghranada quedase una valiento
torre en que estoban quince moros, la qual estoba
bien basteoida de todo lo que menester hablan , el
Marqués de ViUena suplicó al Bey le diese licencia
por la combatir, la qual el Bey le otorgó; y luego
fueron á la combatir Juan de Luna, hijo de Juan
Femando de Mendoza, Mayordomo mayor del Bey
Don Juan , y Hernando de Bibadeneyra, Camarero
que fué del Maestre Don Alvaro de Luna; los qna-
les la combatieron oon esas artiUerias que tenian,
que no eran tales que les bastoba para la fuerza do
aquella torre y los moros se defendían valientomen-
to oon ballestas y saetas y piedras y canteras. Eu
el qual combato Juan de Luna fué ferido en la ca-
beza de una esquina de tal manera , que ovo do
dexar el combato y quedó en él Femando de Bi-
badeneyra ; lo qual visto por el Bey invió á Feman-
do de Villafranoa y á otros de su casa porque el
combato no cesase ; y como Hernando do Bibade-
neyra, que ostoba firme en el combato , vido que
venian de nuevo aquellos caballeros ovo dolió tan
grande desplacer que dexó el combato diciendo que
al tiempo quel tonia el fecho casi vonoido venian
otros por atribuir á sí el honor de aquel fecho ; con
todo eso como los moros estoban mucho cansados y.
algunos de ellos f crides, diéronse á prisión, y al-
gunos se quemaron en el fuego que los christianos
pusieron ; y en esto segundo combate fué ferido de
una saeto enarbolada Femando do Villafranoa, pero
fué socorrido de tal manera, que sanó, y la torre se
puso por el suelo*
En esto tiempo los moros ficieron muchos rebatos
especialmento de noche, de que los christianos res-
oebian asaz trabajo y enojo ; y aoaesció que un mo-
ro que había sido christiano y habla sido criado en
la Cámara del Bey de Granada , alumbrado por el
Espirita Santo, se vino para el real y se tornó chris-
tiano, y dixo al Bey que fuese deito quel Bey de
Granada llamado Muli Ato, era oonoertodo oon el
Bey Arisay se habla de venir á Granada oon seis-
cientos de caballo donde se juntoba toda la caballe-
ría del Beyno y los mas y mejores peones que en él
habla; y se habían oonoertodo de venir una noche
todos juntos y salir y dar en el real, por tal mane-
ra que pensaban ser maravilla, según la muche-
dumbre deUos, poder esoapar ninguno de los chris-
tianoB ; y esto sabido , púsose muy gran guarda en
el real ; y como dende á tres días tuviese la guarda
del real Don Bodrigo Manrique, Conde de Paredes
quera caballero muy esforzado y mucho diestro en
la guerra, esa noche acercóse tanto ala ciudad, que
pudo oir el bollicio que en ella había para ver de
venir en la forma que dicha es ; y dexando sus os-
cudhas y guardas en el campo, se vino á gran prie-
sa para el Bey, y despertóle y dixole lo que habia
sentido y púsose tol guarda en el real que toda la
gento se armó y se puso en la forma que debía para
resoebir los moros si viniesen ; lo qual por loa mo*
10 CRÓNICAS DÉLOS
roBBeatido, dexaroo la reñida y otro día aalieron
de la oiadad fasta dos mil é quinientoa de caballo
y setenta mil peones y mas, y pusiéronse entre los
olivares, y algunos doUos se vinieron tendiendo á
puerta del real , y el Rey estaba en el campo con
asas gente de bombres de armas y ginetes, y como
oonosció que las batallas suyas querían pelear, no
dio á ello lugar, antéelos detuvo creyendo que los
moros tenían puestas algunas celadas de donde los
ohrístianos podrían rescebir gran dafio ; y allí el Rey
ovo su consejo de lo que debía hacer, en que ovo
diversas opiniones; y el Conde de Paredes dixo al
Rey que según lo que los moros en aquel día habían
mostrado, querían haber batalla y que era cierto
que entro ellos se fallaba serles gran mengua de ver
talar y quemar sus riberas , y por temor de muerte
haberlo de sufrir, y que su parecer era que pues el
Rey allí tenía tanta y tan buena gente , con que
con el ayuda de Dios podría esperar la vítoría , que
debía dar la batalla sí los moros la quisiesen espe-
rar; finalmente como los mas que en el consejo es-
taban quisiesen seguir la voluntad del Rey, la qual
ora de no polcar, determinóse que la batalla no se
diese, salvo si los moros saliesen del todo al llano,
donde sin ventaja los christianos pudiesen pelear
con ellos, y la tala se ñciese lo mas duramente que
ser pudiese; lo qual así se puso en obra , que les
fueron talados todos los árboles y vifias y panes que
haberse pudieron, y les fueron quemadas algunas
aldeas y alquerías y lugares ; lo qual visto por los
moros, enviaron á hablar con Don Alonso Pimen-
tel , Conde de Benavente, los quales le dixeron que
no pensase el Roy que por talas ni quemas de luga-
res habían de sojuzgar el Reyno de Granada, en el
qual había tantas y tan grandes fuerzas y tanta y
tan buena gente para las defender , que no espera-
ban que jamas los christianos las pudiesen ganar, y
que al Roy le estaba mejor haber paa con el Rey
de Qranada y con sus Reynos , y que se le darían
las parias muy mas crecidas que á ningún Rey de
los antepasados , y le darían todos los christianos
cativos ; lo qual sabido por el Rey, acordó de dar
seguro á Abdibar para que viniese á hablar con ol
Rey, y para concertar lo ya dicho, y este moro Ab-
dibar vino á la f abla con el Rey , y traxo consigo
hasta dos mil do caballo, los mas á punto de guerra
que habia en el Reyno de Granada ; y salieron con
el Rey á la fabla ol Almirante Don Fadriquo y los
Marqueses de Santiliana y Villena, y el Maestre de
Calatrava y los Condes de Plasencía y Benavente
y Alba y Paredes , y todos los otros principales Ca-
balleros que en el real estaban ; y las batallas del
Rey estaban todas en el campo puestas en ol orden
que debían ; y los moros mostraron grande alegría
creyendo que se concluiría perpetua paz entre estos
Beyes , y la conclusión que se tomó fué que cono-
cida la voluntad del Rey que no fuese de les dar la
paz que demandaban , le darían cierto número de
christianos porque levantase el real de la Vega de
Granada y se tomase en sus Reynos. En tanto que
el trato duraba, el Rey de Granada envió al Rey
RETES DE CA&rnLLA.
grandes presentes de aves y frutas de diversas ma«
ñeras, y envióle sus menestrilee á los quales el Rey
mandó vestir y dar largamente gran suma de do-
blas. T en este tiempo el Rey de Granada fuó certi-
ficado que en el real oviese gran mengua de vino
y de todas las otras viandas necesarias, y envió A
decir al Rey que si le quería dar la paz en la forma
que la habia demandado, que le daría todos los
cativos christianos qne tenia y las parias como di-
cho había , y en otra manera no quería otro partido
que ficíese lo que quisiese; y asi el fecho se acabó
sin otra conclusión. T el Rey estuvo en esta entra-
da en el Reyno de (h'anada diez y ooho días ; y le-
vantó su real de sobre Granada en veinte y nueve
días del mes de Julio , y continuó su camino para
Córdoba, donde afirmó las alianzas del Rey de Fran-
cia y despidió los Eknbaxadores , á los quales envió
muías y caballos y piezas de brocado y seda; asi
ellos se partieron muy alegres y contentos del Rey,
el qual el alio venidero mandó llamar á los Procura-
dores, y les dixo que él entendia entrar en tierra de
moros muy mas poderosamente de quantas veces
había entrado, para lo qual con venia que en sus
Reynos se repartiesen sesenta quentos de marave-
dís; y como quiera que á los Procuradores esto pa-
rosciese mucho grave, así por los trabajos pasados,
como por ver la forma que el Rey en la guerra te-
nia, en que conocida la verdad en la guerra pasada
muy mayores dafios habían rescebído estos Reynos
quel Reyno de Granada, con todo eso acordaron de
facer lo quel Rey les mandaba, pero suplicáronle que
estos sesenta cuentos se le pagasen dos afios , por-
que la gente rescibiese menos trabajo, y el Rey se lo
otorgó y así se puso en obra; y do allí el Rey se par-
tió para la ciudad de Sevilla, donde era esperado
con muy grande amor, como no hubiesen visto Roy
en aquella ciudad desde el Rey Don Enrique segun-
do , donde lo estaba aparejado muy notable rccebi-
miento ; y el Rey , no queriendo ver la nobleza de
la gente de aquella ciudad, se apartó con pocos, de
los suyos y entróse por el postigo del Alcázar, don-
de muy pocos le pudieron ver, do que todos los de
la ciudad fueron mucho maravillados y mal conten-
tos; oon todo eso la gente del Rey fuó muy bien
aposentada , y alegremente rescebida por los hues-
pedes. Y estando el Rey en aquella ciudad acaes-
cieron dos cosos muy estraftas y muy feas, las qua-
les fueron quo Mofaras , un moro quel Rey consigo
traía , fué aposentado en la casa do un mercader
llamado Diego Sánchez de Orihuela , el qual tenia
una hija muy hermosa de que el moro se enamoró;
y como á la doncella fuese aborrecible la habla suya
y no quisiese dar lugar á su voluntad, el moro aguar-
dó tiempo en que el padre y la madre estuviesen
fuera de casa , y tapóle la boca de manera que no
pudiese dar voces, y atóle las manos y püsola en un
caballo y con ciertos moros la sacó de la ciudad ; y
quando los padres vinieron y hallaron su hija lleva-
da, dieron muy grandes voces, á que toda la ve-
cindad se juntó , y así una gran muchedumbre de
gente fueron al Palacio Real con el padre y la ma-
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS.
dre, que iban dando mny grandes vocee, muy agrá-
mente llorando, demandando juattoia; y llegados al
Bey, oida sa quereUa, el Rey vituperó mny faerte-
mente á la madre, diciéndole serlooa, y haber pues-
to mny mal reoado en sn casa y fija dezándola sola,
y dando el cargo al padre y á olla del caso acaesci-
do , con la qnal respuesta ellos comenzaron muchas
mayores voces, demandando justicia á Dios , de que
el Rey ovo tan grande enojo, que mandó llamar
un vcordugo para que los acotase por la ciudad; y en
este punto llegaron allí Don Alonso Pimentel , Con-
de de Benavente, y el Oonde Don Juan de Guzman,
y viendo el mandamiento, el Conde Don Juan ledi-
zo: «Sefior ¿cómo dirá el pregón cuando se esecuta.
re esta justioia que mandáis facer?» y el Rey con
enojo se metió en sn palacio , y los que cerca del es<^
taban ficteron ir do alli á los que con esta querella
venieron, y asi el moro Mofaras llovó la doncella y
púsola en salvo en un lugar de Granada, y ansi la
tomó por manceba en injuriado nuestra Sancta Foo.
Fué la segunda que un capitán del Rey llamado
Rodrigo do Marchena, hombre de bazo linage y
deshonesta vida, tomó por fuerza una doncella hija
dalgo, y como los padres y parientes al Roy se
querellasen , ovieron el raesmo remedio que Diego
Sánchez de Oríhuela, de que no solamente la gente
de la ciudad , mas todos los cortesanos fueron mu-
cho turbados, y decían que cómo se podría oonsontír
quedar tales cosas sin glande punición, á causado lo
qual al Rey vinieron muy grandes inoonvinientes y
daftoB de quo adelante se hará mención. De allí ol
Rey se vino en Castilla; y estando en la ciudad do
Avila, mandó .enviar sus cartas de apercibimiento
á todos los Grandes para que fuesen con él á la guer^
ra, y mandó hacer muy grandes provisiones asi de
bastimentos oomo de lombardas y ingenios y man-
tas y todos los otros pertrechos necesarios para com-
batir fortalezas.
CAPITULO IX.
De como el Rey se pirlió de Afila, y se fié ptn ia eiodad de
Badajos por se ter eos so primo el Rey de Porlapl.
Partido el Rey de la ciudad de Avila para se ver
oon el Rey de Portugal , para lo qual el Rey conti-
nuó su camino y la Reyna con él para la ciudad de
Badajoz, desque allí fueron llegados, vino ende el
Rey de Portugal con el qual venían el Infante Don
Femando, su hermano, y el Infante Don Enrique,
su tic, y otros muchos Grandes do su Reyno y es-
taban oon el Rey de Castilla el Marqués de Villeua,
Don Juan Pacheco, y Don Pedro Girón, Maestre de
Calatrava, hermano suyo, y muchos otros Condes y
Caballeros y Perlados. Y sabido por el Rey de Cas-
tilla oomo el Rey de Portugal venia, saliólo á rece-
bir qnanto á media legua, y con él todos los Gran-
des que allí estaban acompaftados de mucha noble
caballería ; y los Reyes se hablaron con grande
amor, y así vinieron á la ciudad de Badajoz donde
el Rey tenía aparejada muy gran fiesta para el Rey
de Portugal y para todos los que con él venían, y
11
comieron con el Rey aquel día el Rey de Portugal
y la Reyna su hermana y los Infantes Don Fernan-
do y Don Enrique, y el Rey de Portugal estuvo allí
tres dias; en el qual tiempo el Rey mandó facer la
csponsa al Rey de Portugal y á toda su gente muy
abundosamente ; y pasados así aquellos diaa, el Roy
de Castilla y el de Portugal se fueron á Yelves y
oon ellos la Reyna , donde les fueron fedias mny
grandes fiestas , en otros tres dias que ende estu-
vieron; y vuelto el Roy de Castilla á Badajoz, vino
allí la Infanta Dofia Catalina á ver á la Reyna su
hermana ; y en este tiempo estaba puesta tregua
entre el Rey Don Enrique y el Roy Ariza de Gra-
nada, la qual el Conde de Cabra había puesto por
mandado del Rey ; en el qual tiempo Abdalla Am-
bran habia hurtado el castillo de Solera, que tenía
Diego de Araya, un Caballero natural de Ubeda, y
al tiempo que aquella treguase asentó/oonoordóso
que las villas y fortalezas de los Reynos de Castilla
y del Reyno de Granada fuesen seguros de la una
parte á la otra, y de la otra á la otra, y el Conde do
Cabra envió requerir al Rey Ariza de Granada, por
un Caballero de su casa llamado Gonzalo de Ayora,
que mandase restituir el castillo de Solera que era
obligado de lo asi hacer, según lo capitulado , al
qual el Rey respondió que Abdalla Ambran habia
furtado aquel castillo sin su licencia y mandado,
y que desto él no tenía cargo ; al qual Gonzalo de
Ayora respondió que si la fortaleza no se le entre-
gaba, que fuese cierto que luego se f aria la guerra,
y el Conde desde allí alzaba la tregua por podor
quo para ello del Roy tenía. El Rey moro dizo ;
quél enviaría á llamar aquel caballero Abdalla Am-
bran, y le mandaría que entregase aquel castillo, y
que habría gran placer que lo ficiese ansí, y que en
otra manera él no podría otra cosa facer, porque
aquel moro era tan poderoso quol no podría com-
pelerlo á lo entregar sin su voluntad, y que áél lo
placía de guarda la paz con el Rey de Castilla y
con sus Reynos, así oomo lo habia asentado con el
Condo de Cabra ; al qual Gonzalo de Ayora respon-
dió que si él quería paz con el Roy de Castilla , quo
habia de facer dos cosas, la primera entregar el
castillo de Solera á Diego de Araya, y le convenia
que fuese vasallo del Rey de Castilla , así como el
Rey Don Mahoma lo habia sido del Rey Don Pe-
dro, y fueao de su Consejo, y tenor dezmero á la
Puerta Dolvira, quo cogiese el diezmo y medio
diezmo por el Rey do Castilla, y que diese en el
afio primero de la paz mil cativps , y en los tres
siguientes cada afio trescientos y treinta y tres
cativos que habían de ser por todos dos mil, y cada
vez que el Rey Don Enrique le llamase en toda ol
Andalucía fasta el Rcyoo de Toledo fuese obligado
á le servir con dos mil de caballo ; y si .domas se
quisiese servir que le pagase el sueldo fasta ser
vuelto en su Reyno al fuero y costumbres de Cas-
tilla, y que le volviese todas las villas y fortalezas
que en tiempo del Rey Don Juan su padre habían
perdido, y con estas condiciones se le daria la paz
por diez afios, y en este tiempo se metiesen al Rey-
12
OBÓNIOAS Dfi LOS BETBS DB CASTILLA.
uo de Qraatda todas lai ooaaa que en el tiempo de
la pas Be aolían motor. A lo qual el Bey de Grana-
da le respondió que aquello que demandaba y los
hijos y las mugeres , todo lo dieran en el afio pri-
mero que el Roy Don Enrique reynó, y en el se-
gundo no le dieran los fijos ni las mugeres, y que
ya era el afio tercero y lo hablan bien conocido, y
que no le darian cosa de quanto demandaban ; quel
Bey Don Enrique fíciose lo que quisiere : con lo
qual Gonsalo de Ayora se volvió para el Ck>nde de
Oabra, el qual escribió todo lo susodicho al Bey que
estaba en Badajoz con el Bey de Portugal, y sabi-
da eqta nueva, partióse para Sevilla para desde alU
facer su entrada en tierra de Moros.
CAPÍTULO X.
De eomo el Reí Dos Bariqae se partió de Sevilla pan enlrtr es
tierra de noroi y dexó alU á la Rejaa »a moser.
El Bey se partió para Ecija y mandó llamar i
Don Juan de Guzman, Duque de Medina Sidonia y
á Don Juan Ponce de León, Conde de Arcos , y los
Consejos de Sevilla y de Xerez y de las otras villas y
lugares comarcanos , y mandó questa gente se jun«
tase en los prados de Antequera, donde fueron jun-
tos fasta ochocientos hombres de armas y tres mil
ginotes y trece mil peones; y los Grandes que con el
Boy entonces entraron fueron : el Duque de Medi-
na Sidonia y ol Marqués do Villena y el Maestre de
Calatrava y los Condes de Benavente y de Arcos y
de Osomo ;y de allí fué asentar su reíd en un valle
ques cerca de Alora, entre los dos rios; y en tanto
quel real se asentaba, el Bey se apartó con hasta
quatrodentos de caballo y fué á correr el Valle de
la Cartana y otros lugares donde cercanos, donde
ficieron algún dafio , y el Bey se volvió al real y el
día siguiente fué ó sentar su real en la Vega de Má-
laga, donde estuvo treinta días ; en el qual tiempo
se fizo tala solamente en los panes, por quel Bey no
consintió que se talasen huertas ni vifias, y se que-
maron algunas aldeas que los moros hablan desam-
parado. En este tiempo se ficieron algimas escara-
muzas en que murieron algunos moros é christia-
nos, y así ol Bey levantó su real de sobre Málaga, y
acordó de se ir por el (Val de Coer ques en teñnino
,de Marvolla, é determinó de se ir por la costa de la
mar donde pasó á tan gran peligro de su gente, que
según la muchedumbre de los moros que por la
sierra parecieron , pudieran si quisieran con solas
piedras destruir la mayor parte del real ; pero siem-
pre estuvieren quedos mirando la gente del real,
de donde se creyó haber un trato secreto entre el
Bey y los moros ; y pasando la gente cerca de una
villeta que se llama Benalmadana, seyendo pasado
todo el real y veniendo en el cabo catorce ó quince
hombres de armas de la guarda del Bey y fasta se-
senta hombres de Sevilla, los moros comenzaron á
gritarlos, y tan grande enojo rescibieron los ohris-
tíanios, que vinieron á combatir el lugar y entrá-
ronlo por fuerza de armas ; y como el Bey lo sopo,
ovo dolió enojo, é invió á Gonzalo de Sayavedra y
á Femando de Fonseca y á los que estaban en el
lugar, que luego saliesen donde sopona de la vida;
los qualen lo ficieron luego ; pero pusieron fuego
por muchas partes al lugar de tal manera, que su-
bió tan alto que visto por los moros de Estepona
desampararon la villa y se sableron con todo lo
suyo á la sierra. Y en este dia una f ortalesa que se
llama la Fonzirola se combatió, no por mandado
del Bey, y estándose oombatlendo por la gente de
un Vallenel de uno que se llamaba Juan Vidal, sa-
lió en tierra y con el maestre del.Vallenel escalaron
la fortaleza, y subieron en ella catorce ó quince hom-
bres vizcaínos dando grandes voces diciendo : tCas-
tilla Castilla por el Bey Don Enrique»; y como los
moros vioron la fortaleza entrada, todos se rotruzo-
ron á una buena torre que ende estaba, y desde allí
se defendían quanto podían , y pásese fuego en las
puertas de la fortaleza, y el Conde de Osomo que
era capitán de la guarda del Bey entró dentro della
con trecientos hombres de armas, y á la entrada
f uérmuerto un gentil hombre francés que era allí
venido por se fallar en algún fecho sefialado, y allí
fueron feridos otros doce hombres de armas aunque
no de feridas peligrosas ; y los moros no teniendo
ya con que se defender desfacian las almenas y lan-
zaban piedras y ladrillos ; y estando en tan grande
aprieto que de fuerza se habían de dar, demandaron
f abla, y luego el Boy mandó salir toda la gente de
la fortaleza y los moros se quedaron apoderados en
ella. Otro dia el Bey mandó asentar su real cerca
de Marvolla, donde se fizo tala en los panos ; y el
dia siguiente se asentó el real cerca de la villa de
Estepona, y el Bey se aposentó dentro della, en la
qual ninguna cosa se falló. Y el Marqués de Ville-
na suplicó al Bey le fidese merced de aquella Villa,
y al Bey plugo dello, y mandóla bastecer de los
mantenimientos que en la hueste había y de armas
las que eran menester para su defensa, y desde allí
el Bey mandó á los Grandes que con él venian que
se fuesen con la gente que había de Xerez, y donde
la gente se fuese cada una á su tierra, y el Bey se
fué por la costa de la mar tomando la vía de Gibral-
tar con fasta trecientos de caballo y llegando cerca
de la ciudad salieron della fasta quarenta de caballo,
y el Bey envió á ellos á Gonzalo de Sayavedra á les
decir como el Bey de Castilla venia allí por mirar
aquella tierra ; y como esto supo d Alcayde de Gi-
braltar, que era buen caballero que se llamaba Aben
Comixa, envió á demandar seguro al Bey, pon el
qual le vino á facer reverencia, é fizo al Bey pre-
sente de todas las frotas que haber pudo, y mandó
meter barcos y redes en la mar por facer servicio
al Bey, el qual estuvo gran parte del dia allí miran-
do la pesca, y á la noche fué á dormir á una torre
que se dice de Cartagena , que es una legua de Gi-
braltar, y como el Capitán de Ceuta, que se llamaba
Don Sancho, Conde de Udemira, fué certificado por
algunos navios que por mandado del Bey eran ve-
nidos sobre Málaga quel Bey allí estaba , aderezó
una fusta y quatro carabelas por le ir facer reve-
renda y le facer algún servicio , y como supiese de
HÉHOBÚL DÉ DtVÉBSAS ¿AZaJ^AS.
13
•ti TvnidA á Oibriltar, luego le puso por mar , é
fuele f Aoer rorerencia, y el Bej le resoibió mnj
gracioMinente y le agradeció nmoho sa yenida ; é
desde alli el Bey mandó á Qonzalo de Sayavedra
que oon la gente que ende estaba le f aeee á Algeci-
ra y lo esperase ende, y el Bey se metió en el me-
jor navio qnel Oonde traia, y acordó de se pasar no
solamente en Oenta mas allende por ¡ver el Beyno
de Fes, de lo qnal Gonzalo de Sayavedra é Juan
Femandes Qalindo, que ende estaba , ovieron mny
grande enojo é dixeron al Bey qne se maravillaban
macho de sa Alteea qaererse meter en tan gpran pe-
ligroy sin cansa ni raion algona, y qne mirase bien
oomo la vía de la mar era dndossi qne en nn hora
faoian en ella mil movimientos, y aunque entonces
pareda el tiempo ser bueno , muy prestamente se
podría mudar de tal manera que no se pediese re-
mediar ; y allende desto debia mirar quanto era de
dudar pasar con gente estrafia mayormente en Bey-
no de infieles y naturalmente enemigos , y le supli-
caban y le requerían que no quisiese hacer tal viage,
del qual aunque con salud saliese, seria diño de gran
reprehensión de todos los que lo supiesen. B con to-
do eso el Bey no creyó de cosa desto : y cuando Oon-
salo de Sayavedra é Juan Femandes Galindo vieron
que no pudieron esousar al Bey aquel viag^ tomaron
pleito honlenage y juramento muy fuerte al Oonde
con las mayores firmesas qne pudieron que él vol-
vería al Bey de Castilla en segura y sana pas en
sus Beynos, guardándolo Dios de los peligros de
la mar; y ssí el Bey se partió y con él Miguel Lu-
cas y los dichos Comendadores, y pasaron oon 61 en
Oeuta, ó Gonaalo Oarrillo é Oonsalo de Sayavedra
fueron con la gente que quedaba en tierra y se
fueron i^sentar en las Algedras entre el rio que
dicen de la Miel, y estuvieron ende dos di as; y den-
de á poco qne ende fueron llegados, llegó aUi el
Marqués de ViUena, que habla quedado en Bstepo-
na, por la dexar á buen recaudo , y alU fué certifi-
cado por algunos navios como d Bey era pasado
en Oeuta ; el qual so metió en uno dellos y seguió
asimismo aquel viage y pasó en Ceuta, donde el
Bey y toda su gente fueron muy bien recebidos y
hospedados y servidos con grande amor y reveren-
da ; al qual y á todos los que con él iban, el Conde
fizo dar firmemente todas las cosas que menester
ovieren, y el Bey se detuvo allí cuatro dias por-
que los vientos fueron contraríos, y no pudo antes
partir , y en tanto que ende estuvo , fué á correr
monte de leones á tierra del Boy de Fes donde hay
muchos, é yendo asi el Bey con propósito de facer
su montería, vido una gran muchedumbre de moros
que venian por correr á Ceuta, y asi ovo de mudar
su propósito y volverse antes á Ceuta de lo que
quisiera ; y pensando que por aventura por causa
de los vientos se oviera de detener allf mas de lo
que había estado, envió á mandar á Oonaalo de Sa-
yavedra y á Gonzalo Carrillo que oon la gente que
habia quedado, se fuesen á Tarífa y le esperasen
alli, los quales lo pusieron ad en obra ; é como quie-
ra que la mar se mostrase asaz alta y con mucha
furia, el Bey determinó de pasar. En este mesmo dia
llegó á Tarifa, de que ad los caballeros que con él
iban como los otros que lo estaban esperando, fue-
ron mucho d^gres por lo ver venir oomo vino con
el Conde de Udemira , d qual dezó á Gonzdo de
Sayavedra y á Juan Fernandez Galludo que ovle-
son por bien complido su homenage, pues d B^ de
Cutilla era venido en sdvamento en la Villa de
Tarífa, que era suya; y d Oonde desde allí se vol-
vió en Ceuta con sus navios , que habia traído en
guarda del Bey ; y el Bey se partió de Tarífa y fizo
la via de la villa de Bejel, ques del Duque de Me-
dina, donde fué rescebido con aquella reverencia y
obediencia que á su Bey y Sefior era debida, donde
d Duque tenia aparejadas todas las cosas que eran
necesarias para el- servido del Bey y de todos los
que oon d venian ; y dlí el Duque le suplicó que
porque ya era el tiempo de las almadravas de los
atunes, le pluguiese de ir á tomar placer y ver co-
mo los atunes se tomaban. El Bey lo fizo así, don-
de ovo grandes placeres, y reecibló muy grandes
fiestas del Duque, el qud fizo dar muy abundante-
mente á loe que con el Boy iban todo lo quo mo-
neeter ovioron ; y desde allí el Bey se^ partió para
Xerez, y dende se fué para Sovilla , donde estuvo
dgunos dias con la Beyna su muger, donde se fide-
ron grandes justas y torneos, en el qual se creyó
que viniera alguna turbadon por las competendas
que habia entre el Duque de Medina Sidonia y d
Marqués de ViUena; y ese dia estuvo armada mny
gran parte de la gente de la ciudad, y aun el Boy vi-
no al torneo trayendo corazas vestidas y casquete
en la cabeza; y plugo á nuestro Sefior que las cosas
se metiguaron. En este torneo fueron Capitanes de
la una parte el Duque de Medina Sidonia, en cuya
parte venia Miguel Lucas, que ya parecía contendor
de pardalidad con el Marqués de ViUena, y de la
otra parte d Marqués de ViUena.
CAPÍTULO XL
De como M gtaó la villa de Xlmasa de kw siorof.
Estando el Bey en SeviUa, Juan de Sayavedra le
envió á dedr que habia tentado la viUa de Ximena,
que los moros hablan recobrado, después que la ga«
nó el Mariscal Pero García, y que la falló de td
manera, que le paresció ser ligera de tomar, y le
suplicaba le pluguiese irlo á poner en obra; y oida
esta nueva por d Bey, salló de Sevilla con la más
gente que pudo y fuese para Xerez , y mandó saUr
toda la gente ad de caballo como de pié, y envió á
llamar á gran priesa al Duque de Medina Sidonia;
y juntáronse oon el Boy fasta mil é quinientos do
caballo y fasta seis mil peones, y los oabdleros
prindpdee que con el Bey partieron fueron i el Du-
que de Medina Sidonia y D. Juan Pacheco, Marqués
de ViUena, y D. Bodrígo Manrique, Conde de Pa-
redes, y otros caballeros aunque no de tanto esta-
do, con decientes de cabdlo. 7 el B^ mandó par-
tir la gente, y tomó condgo á Juan de Sayavedra,
y fué á mirar la villa de Ximena y miróla toda en
u
CRÓNICAS Dfi LOS BBtBS DB CASULLA.
torno, y tornóse á Oastellsr donde habU mandAdo
qne toda la gente le esperase, y mandó al Daqne y
al Marqués y al Conde de Paredes qne se aposenta-
sen cerca de la villa porque no les pudiesen entrar
gente, los quales lo fíoieron ansí; y otro dia bien
de mafiana, Juan de Sayavedra quel ardid habia
traído, les dizo que debían combatir luego la villa,
lo cual se puso luego por obra, y combatióse de tal
manera que prestamente se tomó por fuerza de ar-
mas ; y el primero qne en ella entoó fué Alvaro de
Balbuena , criado de la Beyna dofia Maria , que era
bombre muy valiente y uno dé ^los que mejor se
ovieron en el combate de Benalmadana, y fué allí
muerto de una esquina que le dieron sobre la oa-
. beza. 7 los moros se retruxeron á la fortalesa, y
fioieron su pleitesía, quel Bey los mandase poner en
salvo con todo lo que tenían, é al Bey pingó dello,
é mandó luego ir con ellos á un caballerizo de su
casa, llamado Juan Guillen , y al Aloayde de Tari-
fa, qne se llamaba Alfonso do Aróos, los quales pu-
sieron los moros en la ciudad de Qibraltar , y se
volvieron para el Bey, y el Bey mandó bastecer la
villa de todo lo quera necesario, y dexó en ella por
Alcayde un caballero de su casa llamado Esteban
de Villacreces, natural de la ciudad de Xerez ; y el
Bey se volvió pi^ra Sevilla, donde entonces se pá-
reselo una cometa en el cielo , tan grande y con tan
grandes rayos, que parecía quemar una gran parte
del cielo , la qual duró quarenta y siete días y no-
ches continuos, de la qual diversos juicios se fide-
ron , é algunos quisieron decir quel Bey perdería
prestamente la corona ó la vida, ó que los moros
habrían alguna gran victoria de los chrístíanos;
otros quisieron pronosticar que prestamente mori-
rían algunos grandes del Beyno : los cuales juicios
salieron muy ciertos, que muy pocos dias después,
D. Juan Manrique, Conde de Castañeda, que era
Capitán General en la ciudad de Jaén, fué preso
por los moros y su gente desbaratada, y muchos de
los de su casa muertos á gran cargo é culpa de la
gente de Jaén que les fuyó ; y como quiera quel
Corregidor de aquella ciudad só cuyo cargo venían,
queso llamaba Podro de Cuéllar, hombre hijo dalgo
y buen caballero, trabajó quanto pudo con ellos por
los detener, no lo pudo acabar, y quiso antes morir,
como murió peleando como inuy buen caballero, qne
f uir viendo al Conde de Castafieda é á los de su ca-
sa pelear tan valientemente, que cerca del Conde se
hallaron mas de cinquenta moros muertos, y otros
tantos de los de su propia casa, y él sólo fué preso
y con él dos criados suyos ; el qual estuvo preso en
muy estrecha vida por espacio de diez y siete me-
ses, y por salir de trabajo tan incomportable, él se
rescató por sesenta mil doblas de la banda, y en las
haber trabajó tanto la Condesa su muger, que era
hermana del Almirante D. Fadrique, que fué cosa
muy maravillosa , y vendió para ello todas sus jo-
yas, y empefió algunos lugares, y requerió á todos
^ sus parientes que eran grandes seflores en estos
Beynos, é importunó tanto al Bey, fasta que delibró
á su marido, de las quales pagó antes que de la pri-
sión saliese las treinta y cinoo mil, y por las res-
tantes dexó en rehenes á su fijo mayor, llamado
D. García ; para lo qual pagar el Bey le fizo meroed
de qnatro qnentos de monedas ; el qnal caso acaea-
ció el dia de Sanóla Clara del dicho afio.
CAPÍTULO xn.
De asa eatnda f ae Feraaada de Ntmei, AlMyde de Aate^aen,
iie ea tteira de moroi.
En este tiempo Femando de Narvaes, Alcayde de
Antequera, deseando servir á Dios y al Bey aooidó
de entrar á correr el Bal de Cártama, y ajuntó con-
sigo ciento é veinte de caballo y trecientos peones,
y en viernes , doce días de Marzo del afio del nasci-
miento de nuestro Bedentorde mil y qnatiocíentos
é cinquenta y seis afios, continuó su camino, y pa-
só cerca de la villa de Alora, y llegó á Cártama, ó
corrió la tierra fasta el rio de Xuriana, qnes á
una leg^a do Málaga, y de allí sacó un gran reba-
fio de vacas é bueyes é acémilas é otras bestias, y
fasta veinte moros, y volviendo ansí con su cabal-
gada por cerca de la villa de Alora, falló que lo es-
taba tomada la delantera por los moros, en una an-
gostura que se face cerca de aquella villa; y estaba
por capitán de los moros un valiente caballero qne
se llamaba el Alatar, cabecera de Málaga, con fasta
quatrodentos de caballo y fasta mil peones puestos
en dos partes; y desque los chrístíanos vieron tanta
muchedumbre de moros, é llegaron al vado del río
que se llama Guadalquevirejo, hobieron gran tur-
bación, y los más eran de acuerdo que matasen to-
do el ganado y los moros que llovaban, y so fuesen
por otro puerto que se llama el puerto de Agras. El
Alcayde Fernando de Narvaez fué de otro propósi-
to, y esforzó tanto su gente, que les fi^o dezar aquel
acuerdo y haber corazón de pelear; é así les fizo
pasar el vado, el qual pasado, los moros dieron en
ellos por dos partes, y los chrístíanos se esforzaron
tanto, que á pesar de los moros pasaron, aunque res-
cibieron algún dafio , y fueron muertos y f eridos
muchos délos moros, y volvieron las espaldas, y los
chrístíanos fueron en su alcance algún tanto , don-
de fueron ansí mismo f eridos asaz moros ; y Fer-
nando de Narvaez con los suyos continuó su cami-
no, sacando la mayor parte de la presa que lleva-
ba ; y ansí volvió vitoríoso y alegre á la villa de
Antequera.
CAPÍTULO XIIL
De como el Rey se perttó dd Aadalaeli y se Alé pera Cistilla,
teniendo sraa sospeebt de las confederaeloaes qne le deelaa
qne los Graades de sn Reyao facían.
Como el Bey estaba sospechoso del desagrado
que sabía que todos los más de sus Beynos tenían
de la forma de su gobernación , acordó de se partir
para Castilla é dexar por frontero y Capitán Gene-
ral áD. Pedro Qiron ^ Maestre de Calatrava ; é man-
dó quedar en Jaén á (Gonzalo de Sayavedra, natural
de Sevilla , con docientos de caballo , allende de la
MÉMORÍAL bE DIVERSAS HAZA:ÑA8.
15
gente de la ciudad , y en la ciudad de Ecíja á Don
Fadriqne Manríqoe, hermano de los Condes de Tre-
yifio é Paredes, con otros docientos de caballo; y
esto ansí fecho, el Rey se partió paraSegoyia, y fué
á tener la Pasqna de Navidad á la dndad de Palen-
da, donde le fné traída la Bnla de la Omzada para
vivos é muertos, que el Papa Oalisto III le envió,
la qnal rescibió con grande acatamiento y reveren-
cia; y predicóla Fray Alonso del Espina, hombre
mñy notable y de honesta vida y gran predicador;
el qnal dixo al Bey que debia mncho acatar qnan
seffalada gracia habla rescebido del Sancto Padre,
qne jamas se fallaría haber sido dada semejante
inditlgenda ; pero que debia mirar el cargo con que
se la daba, que no podia despender de los marave-
dís de aquella cosa alguna, salvo en la guerra de
los moros, excepto el mantenimiento de los predi-
cadores é cogedores sin caer en descomunión ma-
yor , de la qual no podia ser absnelto sin personal-
mente requerir la Sede Apostólica, lo qual se afir-
maba el Bey haber muy mal guardado. Fué tan
grande el dinero que por virtud deeta Bula Cruza-
da se ovo para el Bey durante el tiempo de los
quatro afios on ellos contenidos, que se afirmaba
por los thesoreros é recebtoree dellas que, paga-
das sus despensas , vinieron á poder del Rey más de
cien quentos, de los qnales muy poca parte se gas-
to en la guerra de los moros ; de lo qual todos los
Qrandes del Beyno fueron mucho turbados ; de los
qualee el primero que se quiso mostrar fué D. Pero
Fernandez de Velasco, Conde de Haro ; el qual, co-
mo fuese hombre de gran condénela y doscricion,
mirando como las cosas doste Beyno iban on perdi-
miento, quiso poner pu estado y persona á todo pe-
ligro por reformar estos Beynos, como convenia al
servicio de Dios y del Bey y del bien común dellos;
el qual se confederó para esto con el Arzobispo de
Toledo D. Alfonso CÜrillo, y con el Almirante Don
Fadríque, y con el Marqués de Santillana, y con los
Condes de Benavente y Alba y con algunos otros
caballeros y ciudades de estos Reynos; de lo qual
como el Bey resdbiese gran turbación, fué el con-
sejo del Marqués de Villena D. Juan Pacheco y del
Aizobispo de SeviUa D. Alfonso de Fonseca, qnel
Bey se fuese á Vitoria, y desde allí se tratase visU
suya con el Bey D. Juan de Navarra por haber su
amistad, en la qual no menos se ganaba el amistad
del Bey D. Alfonso de Aragón, su hermano ; y tra-
tada así esta vista, acordóse la partida del Bey pa-
ra Vizcaya y Guipuzca, y entró por lugares tan
montafiosos é ásperos, donde no se acuerdan Boy
haber entrado jamas, y desde allí el Bey se volvió
para Alfaro, ques cercano lugar á Corella, donde el
Bey de Navarra estaba. Concordóse desde allí que
los Beyes en la mitad del camino se viesen , y las
Beynas no menos, las quales eran muy diferentes
en condidonee, é allí se concordaron y se concordó
casamiento del Infante D. Alfonso, fijo del Bey Don
Juan de Castilla, con dofia Juana, liija del I^y de
Navarra, y de D. Femando, Infante de Aragón,
con dofia Isabel ^ Infanta de Castilla, hermana des-
te Infante D. Alfonso ; y fecha esta concordia, los
dos Beyes se vinieron á Alfaro , donde el Bey de
Navarra resdbió muy grandes fiestas del Bey y de
la Beyna, y durmió ende una noche, y otro día se-
tomó para Corella; y donde á tres días la Beyna de
Castilla salió á la mitad del camino ques entre Alfa-
ro y Corella por ver al Bey de Navarra , que era su
tic, hermano de su madre, y se fué con él á Corella,
y durmió allí aquella noche, donde le fué fecha muy
gran fiesta; y así quedaron los Beyes mucho con-
formes y amigos. Y estando los Beyes en el campo,
el Bey de Castilla se tomó para Alfaro y el Bey do
Navarra para Cordla, y el Bey pensó que acabadas
las vistas, en la vuelta pudiese prender al Conde de
Haro, que estaba en Briviesca ; el qual como esto
dntiese, juntó condgo tres mil peones y quatro-
dentos hombres de armas. Esto sabido por el Bey,
disimuló el fecho, y acordó quel Marqués de aliena
y el Arzobispo de Sevilla é Diogo Arias, su Conta-
dor mayor, que fuesen á hablar con el Conde de
Haro por le segurar y aplacar y lo rogar que miti-
guase y aplacase los ánimos del Arzobispo de Tole-
do y del Almirante é de los otros caballeros ya di-
chos, los quales todos insistían que las leyes y los
antiguos estatutos destos Beynos fuesen guardados.
Él temia mucho este ayuntamiento de los Qrandes,
y ningún remedio otro fallaban, salvo la conformi-
dad con el Bey de Navarra. En el qual tiempo el
Bey de Navarra tenía preso al Principe D. Carlos,
su fijo, por la inobediencia y grattdes enojos qne le
habla fecho ; al qual entonces mandó soltar, toman-
do del la fe qno nunca volverla en Navarra, y des-
pués de su libertad jamas so juntase con los Navar-
ros ni saliese de su voluntad ni mando ; é así ol
Principe D. Carlos se partió y tomó el camino para
Frauda, y llegado al Bey Carlos VII de Frauda, le
suplicó le qubiese favorecer, d acaesciere quel ho-
biese de contender con el Bey de Navarra, su pa-
dre ; al qual el Bey respondió no ser cosa justa quél
hobiese de favorecer á hombre que fuese inobedien-
te á su padre ; é así el Príncipe D. Carlos so partió,
y se fué á Ñapóles para el Bey D. Alonso , su tio,
con d qual estuvo hasta quel proclarisimo Bey Don
Alonso murió. Estas cosas así fechas, el Bey deter-
minó de dar orden en se partir para la guerra de los
moros , para lo qual se vino á Segovia, y de allí en-
vió á llamar á todos los que del tenían acostamien-
to, los quales habla apercibido dias habla, mandán-
doles que se fuesen derechamente para la dudad de
Córdoba, lo qual así mesmo mandó á Buy Diaz de
Mendoza, hijo segundo de Buy Diaz, Mayordomo
mayor que era , Capitán General de su guarda ; é
dio sus cartas y poderes al Mariscal Payo de Bibe-
ra, que juntase todas las gentes del Beyno de To-
ledo y se fuese á Córdoba, y envió á Juan Fernan-
dez Galludo con sus cartas para D. Pedro Girón,
Maestre de Calatrava, que era Capitán Ckneral en
toda el Andalucía, y á los otros capitanes que esta-
ban en Jaén y en Edja, para que todos estuviesen
prestos y aderezados para entrar con él en el Beyno
de Granada ; el qual mandamiento envió á los Con*
lé
OB(5NtOAS DB tos ÉBtBS DA CASTILLA.
fwjofl de SeyiUa é Córdoba é Jaén 7 Boija y Oanno-
na y übeda y Baesa y Andújar; qnvió ad mesmo
esto á mandar á D. Joan de Gozman, Daqne de Me-
dina Sidonia, y á D. Jaan Ponce de Loon, Ck>nde de
Arooe, y á D. Diego Fernandos de Córdoba, Gonde
de Cabra, y á todos los otros oaballeroe del Anda-
luda, mandándoles que fuesen Juntos á derto dia
en Almorohon , donde fuesen dertos que él al mes-
mo tiempo seria ; lo qual todo se puso en obra , y
fueron juntos en Almorcbon á quince de Junio del
afio del nasdmiento de nuestro Bedemptor de mil é
qnatro cientos y dnquenta y mete afios; en el qual
dia el Bey fué con ellos; y antes que el Bey de Se-
gó via saliese, fué certificado que D. Diego Hurta-
do de Mendoza, Marqués de Santillana , estaba en
Uoeda con el Arzobispo de Toledo D. Alonso Carri-
llo, á los quales enyió al Marqués de Yillena Don
Juan Paobeco, é á D. Alonso de Fonseca, Arzobispo
de Seyilla para los concertar, de tal manera que en
tanto quel estaba en la guerra, no oviese noveda-
des ni bullidos en el Beyno ; y estando el Bey en
Jaén vinieron ende el Arzobispo de Toledo y el
Conde de Alba para fablar al Bey, ad en lo que le
cumplía facer en la guerra de los moros , como en
otras cosas que cumplían á su servido y á la pacifi-
cación de sus Beynos.
Después que la gente fué juntada en Almordion,
d Bey entró en tierra de moros , y los caballeros
principales que con él entraron fueron el Marqués
de Yillena y el Maestre de Calatrava, su bcrmano,
y D. Diego Fernandez de Córdoba, Conde de Cabra,
y D. Gabriel Manrique , Conde de Osorno, y Don
Alonso de Silva, Alférez del Bey, bijo del Conde
de Cif uentes D. Juan de Suva, y D. Fadrique Man-
rique, bermano délos Condes de Trevifio y Paredes,
y Buy Díaz de Mendoza, Capitán de la Guarda del
Bey, bijo de Buy Diaz de Mendoza, Mayordomo
mayor que fué del Bey D. Juan, y D. Alonso de
Guzman, hermano bastardo del Duque D, Juan, de
Medina Sidonia, y Alfonso de Monte mayor, Sefior
de Alcaudete, y Martin Fernandez de Córdoba , Al-
cayde de los Donceles, é Gómez Méndez de Soto
mayor, y el Mariscal Payo de Bibera, y D. Pero
Ponce de León, hijo del Conde de Arcos, é Gómez
de Avila, que por entonces era Corregidor de Cór-
doba, é Juan de Sayavedra, y Luis de Pemia, Al-
cayde de Csuna, é Gonzalo de Betueta, criado dd
Bey, con la gente de übeda, donde por entonces él
era Corregidor. Y el Bey estuvo en tierra de moros
en esta entrada quince dias; en d qual tiempo no
se fizo cosa alguna que digna sea de memoria, sal-
vo talar algunos lugares, y el Bey se volvió para
Alcalá la Boal, y desde allí mandó que adiós caba-
lleros como las ciudades que con él hablan entrado
se fuesen á sus tierras ; y él se fué para la dudad de
Jaén ; y desde alli el Bey mandó cabalgar dos mil
é dodentos de caballo, y fué á Cambil, y llevó con-
ngo á la Beyna, la qual iba en una hacanea muy
guarnida, y con ella diez doncellas en la misma
forma, de las qudee las unas llevaban musequies
muy febrídos, y las otras guardabrazos y plumas
altas sobre loa tocados, y las otras llevaban alme-
zias é almayzares, á demostrar las unas ser de la
Capitanía de loa hombres dé armas, y las otras do
los ginetes; y llegaron ad con esta gente el Bey y
la Beyna tan cerca de Cambil , que paredan que
querían combatir la fortdesa; y como los moros
vieron ansí llegar la gente, sdieron á las haceras, y
la Beyna demandó una ballesta, la qual d Bey la
dio armada y fizo con ella algunos tiros en los mo-
ros; y pasado este juego, el Bey se volvió para
Jaén , donde los caballeros que sabian facer la guer-
ra y la hablan acostumbrado, burlaban y reían di-
ciendo que aquella guerra más se hacía á los chria-
tianos que á loa moros ; otros dedan : por cierto esta
guerra bien parece á la qud Cid en su tiempo solia
facer. Y estando and d Bey en Jaén, el Bey de Fea
le envió un rico presente de almexias y almay-
zares y arreos de la gineta, é menjuy y estora-
que y algalia, y muchos otros olores para la
Beyna.
Estando el Bey asi en Jaén, flizo otras dos entra-
das en tierra de moros , en que se flcieron algunas
talas y escaramuzas, en que murieron algunos chris-
tíanos é moros ; y lo mejor que en esta entrada fizo,
fué que entró á una aldea llamada Cogollos, que
era lugar de asaz pueblo, é teníanlo los moros muy
bien barreado y fortalecido de tal manera, que se
entró con gran trabajo y peligro y muertos, ad de
moros como de christíanos; donde algunos caballe-
ros de que aquí se hará mención, se ovieron va-
lientemente, los quales fueron : Don JuaQ de Men-
doza, hijo del Marqués de Santillana, Don Ifiigo
López, é Gonzalo Mufioz de Castafieda, é Diego de
Acebedo, sobrino del Arzobispo de Sevilla Don
Alonso de Fonseca; en d qual combate fué ferído
el didio Gonzalo Mufioz de Castafieda, y bien diez
ó doce escuderos que en aquel combate se hallaron,
y por d esfuerzo de aquestos caballeros que podían
ser todos hasta treinta, d lugar se entró y fué que-
mado y robado, y fueron muertos y presos mas de
cien moros y moras, la qual ddea es muy cercana
á la ciudad de Granada. En este dia Pero Arias de
Avila, hijo de Diego Arias , Contador mayor, con
fasta trdnta de caballo ovo un encuentro con fasta
ochenta de caballo moros, con los quales peleó va-
lientemente, y fueron muertos siete moros, y otros
algunos heridos, é de los christianoe ninguno mu-
rió, y fueron dnco heridos ; y con esto el Bey se
volvió á Jaén.
En este tiempo, partido el Bey de Jaén, fué cer«
tificado que Alonso Faxardo f azia guerra contra su
servido en d Beyno de Murcia, donde entonces él
estaba muy poderoso, el qual envió en aquel Beyno
á Gonzalo Carrillo, naturd de Córdoba, con dos-
cientas lanzas, el qual se juntó con el Adelantado
de Murcia Pero Faxardo, y con el Corregidor que
se llamaba Diego López de Sosa, los quales con los
poderes del Bey ficieron tan gran guerra á Alonso
Faxardo, que le tomáronlas villas de Alhema y Le-
tar y Lorca, y las fortalezas dallas ; y estando cerca-
do Alonso Faxardo en la fortaleza de Lorca , visto
iuBMORtAL DE ÜlVfiBSAS HAZaSÍAB.
por el Adelantado é por los otros oapitanes que ende
estaban oomo fortaleza era tan grande , qne nó so
podía tomar salvo en algnn tiempo, aoordaron de
estar por el partido siguiente, es á saber : que Alon-
so Faxardo Ubremente entregase la fortaleza, y fue-
se seguro de muerte y de lision y de prisión , y se
fuese donde por bien tuviese; é el Adelantado y los
otros capitanes se obligaron dele ganar perdón del
Rey y de suplicar á su Alteza le ficiese merced, para
lo qual se le ovo de dar en reboñes un hijo de Juan
de Haro, y Martin de Sosa, fijo del Corregidor; é así
Alonso Faxardo entregó á los dichos capitanes to-
das las fuerzas quel de Lorca tenia, y se partió con
los que con él estaban, y los llevaron en salvo has-
ta Xiqua ; lo qual todo como habia pasado los di-
chos capitanes le ficieron saber al Rey, el qual ovo
por bien todo lo por ellos fecho , y lo confirmó y
aprobó y rescibió por suyo al dicho Alonso Faxar-
do, y dexóle á Garavaca y á Cehiguin y á Gafiera y
á Letur ; é acabadas estas cosas, el Rey envió á
Gonzalo de Sayavedra, Comendador mayor de Mon-
tealban, con sus cartas y poderes, mandando que le
ficiese entregar la ciudad do Loroa con su fortale-
za, lo qual se puso luego en obra ; y después Gon-
zalo de Sayavedra entregó la ciudad é fortaleza por
mandado del Rey á Juan Fernandez Galindo , Co-
mendador del Reyno.
En este tiempo el Rey Don Enrique fué certifica-
do que entre el Rey de Francia y el Delfin su hijo
habia gran discordia , y acordó de enviarle sus em-
baladores, los quales fueron D. Juan Manuel, pa-
riente suyo, y el Dotor Alfonso de Paz, natural de
Salamanca, por dar algún medio entre ellos ; y como
quiera que estos embaxadores trabajaron en ello
onanto pudieron , el Rey de Francia dio algunas
razones por que no le convenía perdonar al Delfin,
y asi los embaxadores se volvieron sin ningún
acuerdo facer entre el Rey de Francia y su hijo ;
y visto por el Delfin quan poco habia aprovechado
el ruego del Rey de Castilla, en viéndole agradecer
el trabajo que por él habia qnorido tomar , se partió
de su tierra, y se fué para el Duque Felipe de Dor-
gofia, el qual le recibió con muy grande acatamien-
to y reverencia , y envió luego su embaxador al
Rey de Francia , faciéndole saber oomo el Delfin su
hijo era venido en su tierra y le suplicaba dello no
rescibiese enojo, donde él seria servido y acatado
según debia, fasta que su Alteza perdiese el enojo
que del tenia, y oomo quiera que se dijo el Rey de
Francia haber dello enojo, disimulólo y enviólo
agradecer al Duque de Borgofia, el qual dio al Del-
fin la villa de Bruselas en Bravante en que estuvie-
se. Es una de las mas gentiles villas que hay en
Alemafia, ni en Francia ; en la qual el Delfín estu-
vo por espacio de quatro afioe, seyendo muy bien
servido, monteando y cazando; habiendo todos los
deportes que dársele pudieren ; y en todo este tiem-
po el Duque le dio en cada afio cinqnenta mil co-
ronas para su despensa, y á la fin el Duque trabajó
tanto con el Rey, que á suplicación suya le per-
donó.
Después desto, estando el Rey Don Enrique en
Madrid en el aflo de nuestro Redentor de mil é
quatrocientos y cinquenta y ocho afioa con la Rey-
na Dofia Juana su muger, si tal se puede decir, se'
ficieron allí muy grandes fiestas de justas y torneos
é juegos de cafias ; y entre los otros caballeros que
allí estaban, eran dos criados suyos, el uno llamado
Miguel Lúeas, natural de Belmente, y el otro Gó-
mez de Cáceres, que después se llamó Don Gómez
de Solis ; el primero , hombre de poco estado y
bajo linage ' el otro, aunque de pobre estado, escu-
dero hidalgo y de buenos parientes , nacido en la
villa de Cáceres ; y oomo quiera quel primero desde
asaz mozo lo habia criado el Roy y dado grandes
rentas, y le habia fecho su Chanciller mayor, y a!
segundo de estado de una muía lo habia fecho su
Mayordomo, parescióle poco lo que les habia dado,
y á Miguel Lúeas fizo barón de torneo y Condesta-
ble juntamente en un día, cosa no vista hasta en-
tonces, y dióle la villa de Agreda, y las fortalezas
de Betunto y Boz Mediano, como quiera que esta
merced no [ovo ef eto , las quales dinidades se cree
no ser dadas á hombre del mundo fasta hoy en un
dia ; y á Gómez de Cáceres el Maestrazgo de Alcán-
tara, que dias habia que era vaco por muerte del
Maestre Don Gutierre de Sotomayor , las rentas del
qual el Rey habia llevado fasta entonces por Bula
apostólica ; de la provisión de los quales no poco
fueron maravillados todos los que lo vieron, porque
no parecía preceder merecimientos , ni linage , ni
virtudes tan señaladas de aquellas que dinos los
ficiese de conseguir tan altas dinidades, acostum-
bradas de dar á personas notables y de grandes me-
recimientos.
CAPITULO XIV.
De osa fitorii aiai grande qne de los moros ovierott Dos Pero
MaBrlqve, hijo de Don Rodrigo Manrlqve, Conde de Paredes»
y Dia Sanchos de BenaTldes, Seftor de la Villa de Santisteban
del Puerto.
En el dicho afio, faciendo el Roy la guerra á Jos
moros asi tibiamente como dicho es, Don Pero Man-
rique, fijo de Don Rodrigo Manrique, Conde de Pa-
redes, oomo quiera que fuese mancebo de poca
edad , queriendo seguir las pisadas de su padre y
de aquellos de quien descendía , oomo él en este
tiempo estuviese en el Val de Segura , acordó de
enviar á rogar á Dia Sánchez de Benavides , su tic,
Sefior de la villa de Santisteban del Puerto , que le
pluguiese tenerle compafiia, y que ambos á dos con
la gente que pudiesen entrasen en tierra de moros ;
los quales juntaron consigo fasta quatrooientos de
caballo y seiscientos peones, y fueron correr la vi-
lla de Huesear quel Conde Don Rodrigo Manrique
su padre habia ganado de los moros con gran peli-
gro suyo y muertes demuohos criados, donde en su
persona fué agrámente f erido ; y después de tenida
por él algún tiempo , los moros la recobraron, no
por cierto á cargo suyo, mas porque en tiempo del
Rey Don Juan, á causa de algunos no buenos ser-
vidoxes suyos, se dezaron de dar las provisiones que
2
0
CBÓNIOAS tE LOS itETBS DE OASriLLA.
conyenian para aquella Villa, de tal manera, que
quedó tan despoblada de loa chriatianos, que los
moros la pudieron tomar , 7 de allí sacaron los di-
chos caballeros una gran presa de vacas y bueyes,
yeguas é moros, y á la salida quebrantaron una
acequia por donde les venia el agua que ellos con
gran despensa habían fecho ; en lo qual los moros
rescibieron muy gran dafio , y apellidáronse todos
para venir á pelear con ios dichos caballeros ; y como
quiera que se juntó gran muchedumbre de moros,
los christíanos pelearon así valientemente, que los
moros fueron vencidos y desbaratados, y murieron
dellos bien ciento y veinte, y fueron ochenta cauti-
vos, y fueron otros muchos f eridos, y de los chris-
tianoB murieron pocos aunque perdieron asaz caba-
llos feridoB de saetas ; ó asi los nobles caballeros se
volvieron en su tierra mucho alegres y vitoriosos,
de la qual Vitoria el Rey ningún placer mostró, y
partióse cerca de Loxa, donde tenia asentado su real
al tiempo que esta nueva le vino, y volvióse en Jaén,
y de alli volvió con poca gente por correr á Baza y
áQuadix, donde se comenzó en Quadix una escara-
muza de poca gente, donde el valiente y noble ca-
ballero Gardlaso de la Vega fué muerto, f erido con
una saeta arbolada (1); y como la nu3va déla
muerte de Garoilaso al Roy llegase, no con triste
corazón dixo : «Vamos á ver la fuerza que tiene la
ponzoña»; y así fué sin turbación alguna á ver al
desdichado caballero que con la yerba hacia gran-
des rabias ; y muerto , los parientes suyos se llega-
ron al Rey y le suplicaron que oviese memoria do
qoántos servicios aquel noble caballero le había fe-
cho, y cómo era muerto en su servicio, y le pluguie-
se facer merced á un fijo suyo mozo de la Enco-
mienda de Montizon, que era suya, y le diese el
hábito militar de la Orden de Santiago. Esta supli-
cación hacían al Rey su tio el Conde do Paredes y
muchos de los Caballeros que cerca del Roy esta-
ban ; el Rey respondió floxaitiente, ni denegando
ni otorgando la suplicación, y en el mesmo día por
virtud del poder que tenia de Administrador de la
Orden de Santiago, proveyó de la dicha encomien-
da á un hermano de Miguel Lúeas ; de lo qual to-
dos los Grandes fueron muy mal contentos ; y vis-
ta la ingratitud del Rey, dende adelante siempre lo
desamaron ; y vuelto en Jaén , fizo desposorio de
Miguel Lúeas con una muy noble doncella llamada
Dofia Teresa de Solier, fija de Pedro de Torres, y
nieta del Adelantado del Andalucía, prima del Con-
de Don Pero Fernandez de Velasco, fijo de su tía,
hermana de su madre, mnger muy rica; el padre do
la qual era el mayor hombre que ^n aquella cibdad
había, en cuyos bienes esta sola hija sucedió ; lo
qual fizo contra voluntad de todos sus parientes, de
que no menos turbación ovieron todos los grandes
y nobles do su Corte que de las cosas pasadas, do
que siempre fué acrecentando el odio é mal queren-
cia cerca del Rey ; y allí el Roy fizo merced á Mi-
guel Lúeas de dos villas de la ciudad do Baeza, lia-
(1) Al márfca: «envenenada con yorba8<«
madas la una Lipares y la otra Bafios ; y como el
Condestable Don Miguel Lúeas enviase á tomar la
posesión de las dichas dos villas, falló en ollas tan
gran resistencia, que no pudo haber el sefiorio do-
lías; de lo qual el Rey ovo muy grande enojo ó
mandó prender algunos vecinos de los mas princi-
pales que en aquella villa vivían, y mandó ir cioria
gente de armas para tomar las dichas villas, on de-
fensa de las quales la ciudad de Baesa se puso de
tal manera, no solamente defendiéndolas por ar*
mas, mas mostrando los privilegios que tenían de
los Reyes pasados, confirmados por él con grandes
firmezas y juramentos, en tal guisa que el Rey ovo
de dexar aquella empresa; y así el Condestable
Don Miguel Lucas quedó sin aquellos lugares. Y
en este afio acaesció que Don Pedro Girón', Maestro
de Calatrava, demandó al Rey la villa do Frcxenal,
ques de la cibdad de Sevilla , el qual le fizo della
merced, pero la cibdad de Sevilla la defendió tan
ásperamente, que el Marqués no la pudo haber.
CAPÍTULO XV.
Del faUesciffllento del Rey Don Alonso de Aragón, y de la forma
qne {lavo en la snecsion do ana Rojnoa, y la nuerie del Papa
Calisto tercero, y de la criación del Pío aegando, natural do la
Ciudad de Sena.
Estando el Roy en Ubeda, ovo nueva como el
Rey de Aragón su tio era f allesddo, de qnél mostró
muy gran sentimiento ; el qual dcxó por heredero
en los Reynos de Aragón y de Cecilia y el Condado
de Barcelona, y en las Islas de Mallorca y de Me-
norca ó Ibiza y Cerdefia , al Rey Don Juan do Na-
varra, su hermano , y dexó el Reyno de Ñápeles ¿
Don Femando, su hijo bastardo, porque de la Rey-
na Doña María su muger nunca ovo generación ; y
allí así mismo ovo nueva de como el Papa Calis-
to tercero era muerto, y era criado en su lugar Pío
segundo, al qual el Rey Don Enrique envió un fiai-
ro, maestro en Santa teología, gran predicador y de
la Orden de San Francisco oservaute, llamado fray
Alfonso de Palenzuela , á le dar la obediencia ; el
qual después fué Obispo de Ciudad Rodrigo ; y co-
mo quiera que muchos de los frailes de su Orden
refutaban del por haber tomado Obispado, él dio
de sí tan buena quenta y vivió tan limpiamente,
haciendo enteramente su oficio, confesando sus sub-
ditos y predicándoles continuamente de tal manera
que sirvió á Dios en recebir la dicha dinidad de
Obispado , y después ovo el Obispado de Oviedo,
donde no menos sirvió á Dios que en el primero.
En este tiempo el Arzobispo de Sanctiago Don
Rodrigo de Luna, sobrino del Maestre Don Alvaro
de Luna, fijo bastardo de un hermano suyo, que ha-
bía sido caballero do la Orden de San Juan y te-
niente de Basaba , fué llamado por el Rey á causa
do algunas ínfonnaciones que le fueron fochas do
su deshonesto vivir ; y eutre otras cosas asaz feas
que este Arzobispo había cometido, acaesció que
estando una novia en el tálamo para celebrar las
bodas con su marido , él la mandó tomar y la tuvo
consigo toda una noche. Y como este Axzpbispo vi-
MEMOBUL DE lAVERSAS HAZAÑAa
19
níoBe al llamamiento del Rey, llegado ya á Sala-
manca, le vino ende nneva como los caballeros
principales de Galicia se liabian levantado contra
él y se hablan apoderado de la Iglesia de Sanctiago
y de toda la cibdad y fuerzas della, y hablan en-
trado el Palacio Arzobispal y robado todo lo que en
él fallaron, y hablan ocupado las villas de Muros y
Noya y Pontevedra y del Padrón y otros lugares
del Arsobispado; y como desto se querellasen al
Bey, y como ya fuese informado de su deshonesto
vivir, no se dio á ello ningún remedio ; de que se
siguieron grandes daftos, muertes y robos en aquel
Beyno de Galicia; y los caballeros que contra él se
levantaron fueron Fernán Pérez de Andrada, y
Suero Gómez de Sotomayor , y López Sánchez de
UUoa, y Bomal Diafiez y muchos otros sus parien-
tes y amigos ; y estando las cosas en esto estado,
Don Peral varoz Osorío, Conde deTrastamara, se fué
á Santiago, y los Caballeros que lo tenían se lo en-
tregaron, y asi mesmo todas las villas y lugares
que del Arzobispado tonian ; el qual quisiera haber
aquel Arzobispado para un hijo suyo llamado Don
Luis Osorio, sobre que ovo muy grandes contiendas
y debates; y como solamente ovicse quedado por el
Arzobispo una fortaleza llamada la Focha , un Al-
cayde suyo que en ella tonia con quarenta hom-
bres castollanos naturales de Avila f aoian tan gran
guerra, que destruian la ciudad de Sanctiago y toda
la comarca, y por eso el Conde detorminé de po-
ner cerco sobrel^a y túvola cercada sois meses, com-
batiéndola con tres ingenios y otros pertrechos; en
el qual tiempo se halla que fueron entradas dentro
en la fortaleza mil é quinientas piedras de inge-
nio ; y con todo eso el Alcayde y los que con él es-
taban se dieron tan gran recaudo, que no solamen-
to defendieron la fortaleza , mas algunas veces sa-
lieron de bocbe y ficieron grandes daftos en la gen-
to del real, de los quales murieron mas de ochenta
hombres y de los de la fortaleza solamento tres ; y
la historia no pono el nombre desto Alcayde, que
no era por cierto do olvidar, y esto Arzobispo ovo
siempre de contender por recobrar lo que le era to-
mado, y jamas lo pudo aoabar ; y así murió desama-
do y pobre por sus grandes culpas y deméritos, de
que todos los hombres, por de grandes estados que
sean, deben tomar exemplo', y guardarse de facer
lo que no deban, confiando en su gran poder, acor-
dándose ser nuestro Sefior tan justo , que ni dexa
mal sin pena, ni bien sin galardón.
CAPÍTULO XVL
Délos dsfios que loi moros fleieren en el Andilaela despacs qoel
Rey della se pirtló, y de It prisión de Jnan de Lana.
La forma de la guerra fecha por el Bey á los mo-
ros en el comienzo de su reynar, les fizo perder el
miedo que antes que reynase del tonian ; y como el
Bey fué partido del Andalucía , el Bey de Granada,
como era eaballero bien esforzado y conocía bien
las costumbres del Bey y sus fuerzas, ayuntó muy
gran gento, y vino sobre la Ciudad de Jaén ; y por
estonces el Bey habia dezado por Capitán á Bodrí-
go de Marohena, hombre nuevo y de muy bajo K-
i^^Of y do "^í^A y costombres asaz deshonestas. Esto
Bodrígo de Marcliena es de quien la Corónica arri-
ba hizo mención en la entrada primera quel Bey
Don Enrique fizo en Sevilla, después que tomó tí-
tulo de Bey, forzó á una doncella, é ni del ni de otro
moro llamado Mof arras , que asi mesmo á la sacón
habia forzado otra y llevándola á tierra de moros,
ninguna justicia ñzo el Bey. El qual Bodrigo dQ
Marchena, vista la venida del Bey de Granada con
gran muchedumbre de gento , ovo tan gran turba-
ción , que ni él ni los de la Ciudad no ovieron con-
sideración de cerrar las puertas ni poner ^núa so-
bre la cerca ; de tal manera fueron todos turbados
que si los moros quisieran, pudieran tomarla Ciudad,
pero esta turbación que en la Ciudad ovo, lo apro-
vechó mucho, porque los moros pensaron que aque-
llo fuero algún engáfio que los christíanos les tuvie-
sen aparejado), y por eso no se osaron de acercar á
la Ciudad , y ansi curaron de correr el campo ma-
tondo los hombres que en él hallaron , y las ovejas y
otras muchas bestias, y talaron árboles y vifias y
cnanto pudieron haber, no hallando resistoncia al-
guna, y sacaron gran cabalgada de yeguas y vacas
y acémilas, con lo qual todos fueron en salvo. En
esto tiempo, habiendo el Bey consideración que des-
pués de la muerte del Bey Don Alfonso de Aragón
sucedió en su lugar el Bey Don Juan de Navarra,
su hermano , del qual temió que viéndose poderoso
querría demandar los heredamientos que en Castilla
le eran tomados y porque Juan de Luna era habido
por mucho suyo y eetoba apoderado en todas las vi-
llas y fortalezas do la Condesa, mujer del Maestre
Don Alvaro de Luna, paroscióle que si esto quisiese
favorecer al Bey de Navarra, que ya era de Aragón,
que podría mucho dafio facer, é por consejo del Mar-
qués do Villena Don Juan Pacheco y del Arzobispo
de Sevilla Don Alfonso de Fonseca, fué determina-
do que Juan de Luna fuese preso; lo- qual así so
puso on obra; el qual fué puesto on una torro á muy
buen recaudo, donde jamas salió fasta que entregó
todas las villas y fortalezas que tenía ; y así la Con*
desa, mujer del Maestre de Santiago, perdió la po-
sesión de todas sus villas y fortolezas, y ella se fué
al Castillo de Montolvan después que supo la prisión
de Juan de Luna.
En esto tiempo el Papa Pió segundo desto nom-
bre concedió Bulla para que Don Alvaro de Estúfii-
ga. Conde de Plasencia, pudiese casar con Dofia
Leonor Pimentol, sobrina suya, hija de su herma*
na, su oomadre, y su ahijada de pila,
CAPÍTULO xvn.
De eierta eonjaraeion qno los Grandes del Itcyne do Ñipóles \íV
cleron contra el Bey Don Femando, bljo bastardo del Rey Don
Alonso de Anfon, y de como nn moro llsmado Zaydeqnlso ma-
tar I Gsrcla de Herrera, Sefior de Pedrau; y de alfnB» nara-
fUlosas sefiales aaeseidas en este tiempo.
«
El Rey Don Femando, fljo bastardo del Illustre
Sefior Rey Don Alonso de Aragón, ayudó mucho en
do
CRÓNICAS DE LOS BBTES DB CASTILLA.
eflte OA0O un oasamiento que hábia fecho do ana fija
saya con un sobrino del Papa Pió, donde asi fué
qne, maerto el Serenísimo Rey Don Alonso de Ara-
gón , todos los QrandoB del Reyno de Ñapóles hicie-
ron entro si conjuración de tomar la corona del Rey-
no á Don Juan , hijo de Reynel, y á espulsar de
aquella señoría, para lo qaal acordaron de matarle,
al Rey Don Femando ; la qnal empresa tomó el
Dnqne do Sesa, y para lo poner en obra, acordóse
qnel Rey y este dicho Dnqne oviesen de haber fabla
en nn campo á cierto dia con cada dodeutos de ca-
ballo, y qne solamente á la habla con el Duque lle-
gasen dos caballeros llamados el uno Diaf ebus, hijo
del Conde de Ayerso, y el otro llamado Tártago ; de
los quales el uno disimulando obediencia, con gran-
de acatamiento llegase al Rey á le besar la mano , y
en tomándola, se la tuyiese tan roció quanto pudie-
se y el otro le firiese con un cochillo emposofiado
que traia ; los quales llegando al Rey, Diaf ebns que-
riendo tomar la mano al Rey por so la besar , mudó
tonto ol color y se turbó de tal manera, quel Roy
conoció la voluntad con que venia, y Diafebus no
pudo tomar la mano, y el Rey puso las espuelas al
caballo y dio un gran salto, de manera que se deli-
bró deUos. Tártago, teniendo sacado el cuchillo en
la mano, fué por ferír al Rey, y ol Roy se ovo tan
valientemente con ellos , que los desbarató, y luego
las gentes de la una parto y de la otra comenzaron
á pelear, y los del Duque fuyeron y los del Rey los
fueron siguiendo ; y desde allí en adelante se co-
menzó abiertamente la guerra de los napolitanos
contra el Rey Don Femando. En este tiempo vino
Don Juan, hijo del Roy de Ñápeles, á quien todos
los napolitanos querían haber por Rey eceuto el
Conde de Fanda y los españoles, los quales en el
Reyno habian poco poder, de los quales eran los
principales Don Iñigo de Guevara, gran Senescal, y
sus hermanos, y todas las ciudades y villas le fueron
rebeldes , salvo Ñapóles y Qaeta ,* é ya le fallecían
dineros, que habia fecho muy grandes despensas
en las gentes que habia ajuntado contra el dicho
Don Juan, al qual con todos sus parciales fizo re-
traer á la Ciudad de Esenia, ques maravillosamente
fuerte, y no contento de la vitoría habida, con ar-
. dor juvenil pensó por fuerza entrar aquella Ciudad
contra el consejo de Simoneto, Duque viejo, que era
en extremo pradente caballero, el qual requirió al
Rey que no aquezase tanto á la nobleza que allí es-
taba inclusa; el qual consejo, teniendo el Rey en
poco, rescibió daño muy grande que súbitaraento sa-
lió toda aquella gente con grande Ímpetu y dio en el
real del Rey Don Fernando , donde ovieron de f uir
los suyos , y fué muerto Simoneto, y muchos otros
de los mas principales do la hueste , y el Rey con solos
tres caballeros de los suyos se fué huyendo á la ciu-
dad de Ñápeles; en el qual dia el gran Senescal Don
Iñigo de Guevara y su hermano Don Alfonso de
Avales, valientes caballeros, oon fasta setecientos
de caballo llegaron. Llegó así mismo en el tiempo
de esta adversidad el ayuda de Madama Lucrecia,
madrast^ra del Rey , que estaba en un castillo cerca
de Ñapóles, y allí paresció la traydon de muchos
de quien el Rey entendía ser servido, entre los qua-
les principalmente se mostró enemigo Erooles, her-
mano de León, ol Marqués que fué de Ferrara, cria-
do desde niño con el Rey Don Femando como ai
fuera hermano suyo, el qual quisiera matar á tray-
cibn al estrenuo caballero Don Alfonso de Arauso,
si por su brazo viguroso no se defendiera. Y tanto
iba abaxo el partido del Rey Don Fernando, que si
el Papa Pió no le socorriera , sin duda perdiera la
Corona. Envió así mismo gran ayuda al Rey Don
Femando, Francisco Esforda, Duque de Milán, oon
cuya hija era casado Don Alonso, Duque de Cala-
bria , primogénito del Rey Don Fernando, y envió
así mesmo el muy fuerte y estrenuo varón Estándar-
be, que de muy léxos traia quatrodentos de oaba-
11o en ayuda del Rey Don Femando, al qual en al-
gún tiempo el Rey Don Alfonso habia mucho ayu-
dado en Albania, faciendo guerra contra el Turco;
el qual , no queriendo ser ingrato al bonoficio rosee -
bido del SereuÍBÍmo Rey Don Alonso, quiso pagallo
en tiempo do tan gran necesidad de su fijo , y pasó
en Italia doxando sus propios negocios á se juntar
con el Rey Don Femando, para ser su compañero
en la adversa y próspera fortuna que Dios darle
quidese , y por esto quiso que por batalla en un dia
se determinase, y así se fizo; en la qual tanta fué la
virtud y valentía del Rey Don Fernando y de Es-
candarbe , y así esforzaron sus gentes, que los ene-
migos fueron vencidos y muchos dellos muertos. Y
tan grande f aé el gozo que Don íñigo do Guevara
desta Vitoria ovo que súpitamente murió, sin haber
rescebido ninguna herida en aquella batalla ; en la
qual fueron presos muchos de los principales de los
enemigos, y el Duque Don Juan que los napolita-
nos quisieran haber por Roy, salió fuyendo de la
tierra. El Rey Don Enrique que deste caso quedó
como atónito, porque le paresció que la vi loria por
el Rey Don Fernando habida, resultaría en favor
del Rey Don Juan do Navarra, á quién él quería des-
truir, y teniendo ya habla con los valencianos y
barceloneses y aragoneses, pensaba conseguir su
dpseo á tanto , queriendo el Rey ocupar la Villa do
Pedraza , ques cinco leguas de Segovia , pensó de
enviar un moro suyo , el qual era mucho conocido
de García de Herrera, cuya es Pedraza, para que ha-
blando con él lo matase ; el qual se fué para Pedra-
za, simulando venir muy descontento del Rey , di«
ciendo que lo habia echado de su corte, no acordán-
dose do muchos servicios que lo había fecho; y como
él fuese moro y estrangoro , natural do Granada , y
en este Reyno no tuviese parientes ni amigos, era
allí venido conociendo su gran liberalidad y virtud,
á suplicarle lo quisiese recebir en su servicio como
él ninguna esperanza tuviese de volver en su tier-
ra, lo qual todo dixo con grandes sospiros y gemi-
dos; al qual García de Herrera respondió maravi-
llándose mucho de la humanidad que en el Rey to*
dos hallaban , como con él de tanta dureza hubiese
usado, diciéndole que después de comer quería con
él más largamente hablar para dar orden en lo que
MEMOBI^L DE DIVEB&A8 HAZAÑAS.
había dioho ; y asi Garda de Herrera se sabio á la
f ortaleea j el moro faé por su mandado bien apo-
sentado, y foále inviado todo lo necesario á su po-
sada, y asentado en la mesa, poeeta delante óél la
▼ianda , jamas la quiso gustar, y estovo siempre gi-
miendo y sospirando; y en levantándose de la mesa
sin comer , como hombre enojado deoia : c conviene
que ee haga lo qué se ha de hacer » ; y antes de los
vísperas , el moro se fué á buscar á García de Her-
rera, al qual falló saliendo de la fortalesa; y co-
mensando á hablar de gran priesa, sacó un cuchi-
Uo, y dio una tan gran herida á un mozo que oerca
de García de Herrera venía , que le f endió la oabeaa
hasta los dientes. Entonces Luis do Herrera, herma-
no de García de Herrera, que cerca estaba, dio un
tan gran golpe con un palo que en la mano traía al
moro encima de la |oabeea que dio con él en el sue-
lo ; y por cierto sea que en un monte muy cercano
de aquella villa estuvieron aquel dia cinquenta de
caballo esperando al moro para lo salvar si á García
de Herrera matase ; la cual cosa dio muy gran te-
mor á los Grandes deste Reyno, los qnales no sola-
mente dendo adelante se guardaban do los moros,
mas do cualesquier mensagoroe que el Roy les en-
viase. En el qual año muchas sofialoe parecieron,
que se mostró en un dia muy sereno una muy gran
llama en el cielo, la qual se partió en dos partes, la
una paresció quedar, y la otra corrió al orienté en
tierra de Burgos y de Valladolid ; en el Estío mu-
chas aves y bestias de gran piedra ó agua perecie-
ron ; los panes y árboles fueron gastados; un nifto
de tres afios cerca de Pefialver habló amonestando
hiciesen penitencia; en el mesmo afio se mostró
otra muy gran llama en el cielo , y lo que mayor
turbación dio en todos los deste Reyno , fué que te-
niendo el Rey en Segovia en su Palacio muchos leo-
nes y leonas, é habiendo ende uno muy grande á
quien todos los otros obedecían , se comenzó entre
ellos tan gran pelea, que todos se juntaron contra
oí mayor león, y lo mataron y comieron parto del :
do ende todos pronosticaron ser cercana la muerte
del Rey ó gran caída.
CAPÍTULO XVIIL
De U gns torbacioB y escAndalot tcieteidos en estos Reyaos en
el ano de 14G0 afios; y del ayvntamlcnlo y coiíjoradon qae
fleleron mochos ile los Grandes dellos.
Visto por los Grandes deste Reyno como las co-
sas del iban de mal en peor , y acordándose que en
el afio LVII el Rey había sido requerido por supli-
cación muy justa é muy honesta , fecha por el Ar-
zobispo de Toledo Don Alonso Carrillo y por Don
Ifiigo Lopes do Mendoza, Marqués de Santillana,
en nombre.de los tres Estados destos Roynos, su-
plicándole con gran reverencia quisiese enmendar
su vida y castigar las cosas mal fechas y facer la
guerra de los enemigos de la fe , como cathólíco
Rey, y no en la forma que hasta allí la había fe-
cho, la qual suplicación por el Rey vista, no con
propósito de emendar cosa alguna , mas con pertí-
21 .
nación y desoluoion mas y mas cada dia loe dafíoa
se aoreoentaban ; comenzaron á buscar alguna vía *
para reparar los grandes males é dafios destos Rey-
nos, lo qual conocieron que si con tiempo no se fi-
cíese, no solamente serian destruidos, mas serian
para siempre tenidos por desleales y malos caba-
lleros, acordaron el Marqués de Santillana, Don Die-
go Hurtado, y los Condes de Haro y de Alba y de
Paredes juntarse con el Arzobispo de Toledo, Don
Alonso Carrillo, y con el Adelantado Don Fadríque
cerca de la villa de Tepes, donde determinaron de
resumir suplicaciones fechas al Rey poi el Arzo-
bispo y por el Marqués Don Iftigo López, como di-
cho es, y dióse el cargo que en nombre de todos el
Almirante y el Conde de Haro enviasen al Rey su
petioion, só la forma siguiente: suplioándole se
acordase que al tiempo que fué por Rey rescebido,
fizo el juramento acostumbrado por los Reyes ante-
pasados del, es á saber, que guardada inviolable-
mente la fé cathólica y el derecho de la Iglesia, y
de todos los eclesiásticos, y de los caballeros y dne-
fias y doncellas , y generalmente do todos los pue-
blos por Dios á él encomendados , y gobomaria so-
gim las leyoB y estatutos fodias por los ínclitos
Reyes sus antepasados, y que en casa mandaso
guardar toda honestidad, y fuera de olla toda igual-
dad y justicia, y temía integridad cu el regimiento
y gran prudencia en facer diferencia entre las per-
sonas, y en el castigo de los malos toda severidad,
y en honrar y mirar por los Grandes, dando á cada
uno según mereciese, y oerca de sí tuviese hombres
notables, ancianos, prudentes, de quien rescíbieso
consejos, y quisiese en sus rentas poner recaudadlo- -
ros honestos, tales que fielmente cogiesen sus tribu-
tos, sin dafiar ni destruir sus subditos, como fasta
. allí se había fecho , y quisiese reformar la disoipü-
na militar en la forma acostumbrada por los Reyes
antepasados del, y ficiese la guerra á los infieles
como la ficieron los altos Reyes de donde venía, y
apartase do sí los moros quo on su compañía traía,
é mandase castigar los corregidores do las ciudades
é villas y los regidores dellos, poniendo en los tales
oficios personas idóneas y suficientes para los admi-
nistrar. Las quales cosas humilmente le suplica-
ban pusiese en obra, según las leyes de sus Reynos
lo disponían ; y que en tanto que fijos no había, que
á nuestro Señor pluguiese darlo como él deseaba,
quisiese mandar á todos los Grandes y ciudades é
villas y lugares, y generalmente á todos sus subdi-
tos y naturales , ovíesen por primogénito heredero
al ínclito Infante Don Alfonso, su hermano ;y quí>
sieso retomar en poder de la Serenísima Reyna do-
fia Isabel viuda, los Ilostrísimos Infantes Don Al-
fonso y doña Isabel, sus hijos, que inhumanamente
habian sido sacados de su poder , dando lugar que
con ella estuviesen en alguna ciudad ó villa qual á
él pluguiese, poniéndoles ayos y servidores así pm-
dentes y buenos como á tales Señores convenía, y
no censen tieso que los derechos de la eclesiástica
inmunidad fuesen violados, y en el dar de las dig-
nidades quisiese acatar la calidad de las personas,
S2
GBÓNIOAS DB LOS BETES DB CASTILLA.
que fuesen tales qoales el derecho oandnioo deter-
«mina, y destruyese las públicas usuras, según las
leyes do sus lieynos lo disponen y mandan, y las
querellas do los querellantes quisiese oirbenina-
mente, y á los injuriados proveyese con justicia, no
dando lugar que los dafiadores quedasen sin pena
y loe dañados resoibiesen injurias, como muchas
veces hasta aquí ha acaescido. La qual suplicación
por mandado de los dichos caballeros llevó al Rey
el noble y prudente caballero Diego de Quifiones;
la qual lo dio en pública forma ; y le dizo de pala-
bra todo lo que lo fué mandado. El Bey respondió
breve y escuramente que convenia ver lo que de-
da con los que en su corte y Consejo tenía , y f aria
lo que le pareciese que debia, y con grande enojo y
como amenazando se lanzó en su cámara con esos
que cerca de sí tenía, y con la malenconia que lle-
vaba, como ya claramente lo habia mostrado, luego
acordó de enviar en Cecilia á llamar al Príncipe Don
Carlos, é requirió por sus embaxadores ó los de
Barcelona que allí lo resoibiesen. ¿Quién podría
decir la gran felicidad que los barceloneses tovioron
en el tiempo quellluatrísimo Bey Don Alfonso en el
Beyno de Ñapóles estuvo ? Y con todo eso tentaron
de haber libertad, y regíanse por comunidad, sin
obedecer yugo real ; á lo qual pensar, les dio osaitía
la gran riqueza, de donde tan gran soberbia cousi-
guioron, la qual suolo muchas veces derribar aque-
llos que la tienen ; con el qual deseo se afirma que
los de Barcelona mataron con yerbas al Serenísimo
Bey Don Fernando en el lugar de Igualada, y conti-
nuando su propósito , como no pudiesen conseguir
lo que deseaban en tiempo del Bey Don Alonso por
lo ver tan poderoso, atentaron de ponerlo en obra
en tiempo del Boy Don Juan, sucesor suyo, acatado
como estaba y ocupado en grandes cosas, y no tan
poderoso ni tan rico cuanto convenia , y con gran
pertinacia perdieron el seso, pensando entro todos
los hombres ser ^11 os los mas sabios, publicando
osadamente que si Dios oviese menester consejo,
no en otra parte que en Barcelona lo fallaría ; y
luego acordaron de enviar á llamar al Príncipe Don
Carlos, el qual, olvidando los mandamientos de su
padre el Boy do Navarra, con liviano consojo luogo
so vino ¿ Barcelona, con el qual so osf orzaron ; el
qual siguiendo la voluntad de los ciudadanos en su
comienzo, le paresció que debia poner cizaña entro
la Beyna su madrastra y todos los ciudadanos , no
solamente de Barcelona mas de toda Cataluña, di-
ciendo ella ser inventora de las contribuciones ó
tributos quel Bey les demanda y sor amiga do los
malos, y causa del odio quel Bey les habia. Así el
Bey, estimulado de las cosas pasadas y visto lo que
de nuevo el Príncipe Don Carlos su hijo trataba, do-
,tcriniiiu do lo proiulor, y como lo pensó lo puso por
obra ; lo qual sabido por los barceloneses enviaron
al Bey su embaxador, no como rogando , mas ame-
nazando , el qual , como dilatase en deliberar al
' Príncipe, la conjumcion y rebelión declaradamoute
se fizo entre los de Barcelona y Cataluña , y luego
acordaron do prender al Boy que cu la ciudad de
Lérida estaba, lo qual como el Bey sintieae , se fué
á Fraga donde la Beyna su mujer y el Infante Don
Femando su fijo estaban , y desde allí se fué para
Zaragoza, y puso á la Beyna y al Infante en seguro
lugar. Y ios barceloneses y catalanes combatieron
á Fraga, y tomáronla; y después de muchas cosas
pasadas entre el Bey y los de Barcelona, dio lugar
á quel Príncipe Don Carlos volviese á Barcelona, de
donde muy mayores daños se siguieron, según ade-
lante se dirá ; los quales dieron mayor esperanza al
Bey Don Enrique y á los que lo seguían para poder
conseguir lo por ellos deseado ; y no curaron de
guardar las palabras y convenencias fechas y re-
cobradas por juramento entre el Bey Don Enrique y
el Bey Don Juan de Aragón á causa de los quales el
Bey de Aragón habia renunciado todo el derecho
que tenía á \t^ villas y castillos y rentas que en es-
tos Beynos poseía por cierta suma de dinero que de
juro se le habia de pagar , como dicho os ; lo qual
todo quebrantó y con g^an gente fué facer guerra
en Navarra, y mandó facer moneda mucho más ha-
xa que la quel Bey Don Juan su padre labró , y la
quel Bey Don Enrique su abuelo habia mandado la-
brar, que era mucho mejor ; y mandó fundir á causa
do haber alguna ganancia con gran daño de siui
subditos.
A causa de lo qual en estos Beynos se ficieron
muy grandes ayuntamientos de gontes, así por la
parte del Bey, como por parte do los caballeros, de
que muy grandes daños y males se siguieron ; lo
qual dio osadía á los moros para entrar en ellos po-
derosamente como entraron , y entre otros males y
daños que en estos Beynos ficieron , entraron por
fuerza en la villa de Quesada y pusiéronla á fuego
y á sangre.
CAPITULO XIX.
De la embaxadt de los aragoaeses y valeoeianoa , y do la gverra
de Navarra y do la muerte del PrÍDcIpc D. Carlos, y de la muer-
te del Hcy Don CArlos de Francia.
La guerra comenzada en Navarra por dañar al
Bey do Aragón, como dicho es, vinieron al Boy Don
Enri(iuo embaxadores do Aragón y Valencia y Bar-
colona do voluntad vcnludura ó falsa dol Principo
Don Ciirlos, el qual entonces simulaba concordia con
su padre, los quales suplicaron al Bey los pluguie-
se dexar en paz á los Beynos de Aragón y Valencia
y Barcelona , pues nunca á ellos habia placido la
guerra , ni en olla habían consentido contra el Bey
á los quo por sus cosas particulares querían tentar-
la, la qual voluntad en todo tiempo habían conoci-
do de su Bey ¡ el qual siempre había determinado
de tentar todas las cosas ante que venir á la guer-
ra á la qual si necosidad lo atraxieso, constreñido y
uontru su vul untad, tomaría las aruius por tirar los
daños do Navarra ¡ y como quiera que honesto le
fuese resistir á aquellos , nunca para ello constriñó
á los aragoiiescB ni valencianos, porque á ellos no
viniese desta guerra daño. Al Bey D. Enrique plu-
go la sentencia desta eiobaxada, estimando más fá-
cilmente poder apremiar los navarros , no teniendo
I
MEMOBIAL DB DIVERSAS HAZAÑAS.
favor ni ayvda de los aragoneses ni valencianos y
barceloneses, como les quedase flaco favor en el
Rey de Aragón sin aynda de sas Beynos, al qnal
Don Garlos su hijo secretamente dafiaba. En este tiom*
po el Rey de Aragón vino á Sangüesa, y fomecíó
las fuerzas, y paso ende á Don Alonso so hijo bas-
tardo, que era muy valiente y esforzado caballero.
£1 Bey Don Enriqne comenzó á facer la gnorra en
Navarra, y tuvo cercada la villa de Viana por espa-
cio de qnatro meses la qnal defendía nn estrenuo
caballero llamado Mesen Pieres de Peralta, el qual
ya no podiendo sufrir la hambre y trabajo, la en-
tregó al Rey Don Eurique, la tenencia de la qual el
Rey dio á Juan Hurtado de Mendoza, prestamero
de Vizcaya; el qual cerco so puso en principio del
mes de Julio del afio de nuestro Redentor de mil é
quatrocientos y sesenta y un afios por mandado del
Rey, y fueron en él los principales, el Conde de Mc-
dellin y Payo de Rivera ; y después el Rey dio la
posesión de aquella villa al Marqués de Villena, el
qual en esta guerra con el Rey de Aragón parecía
disimular, porque cu aquellos dias la fortuna páres-
ela favorecer al Rey Don Femando de Ñápeles y d
Duque Juan, hijo del Rey Reynel , y los franceses
que en Genova precedían habían sido vencidos de
los ginoveses y de los caballeros del Duque de Mi-
lán, Francisco Esf orza. En este tiempo murió el Rey
Carlos de Francia, cuyo poder y fama entonóos mu-
cho florescia en el mundo, y sin duda Luís, sucesor
suyo, no sucediera en el Royno, sino por el favor
del ínclito Duque Felipe de Borgofia, el qual á sus
despensas lo tuvo en su tierra quatro a&os contra
voluntad de su padre, como dicho es, y lo fízo co-
ronar por Rey de Francia en París, el qual era mu-
cho amigo del Roy de Aragón, y cr ciase por todos
según los grandes beneficios rescebídos del Duque
de Borgofia , que jamas debía de salir de su querer
y voluntad, al qual ni espantó la ira del Rey Carlos
tan poderoso, ni las grandes despensas que con él
fizo lo enojaron; así la voluntad de todos c&taba su»-
pensa ante quel secreto del querer del Rey Luis ue
conociese , creyendo favorecer al Rey Don Juan de
Aragón, á quien el Duque do Borgofia mucho ama-
ba. En este afio murió asímcsmo Don Carlos, Prínci-
pe de Navarra, cerca de la ciudad de Barcelona,
donde entonces los ciudadanos de aquella ciudad
ovieron de declarar la maldad concebida contra el
Rey do Aragón ; y luego comenzaron á deeir é afir-
mar el Principe Don Carlos ser muerto por yerbas por
su madrasta, la malicia do los quales no les dexó
acordarse cuantos afios habia quel Príncipe Don
Curios habia que padcscia la enfermedad do perle-
BÍa, de la qual muchas veces habia llegado en pun-
to de la muerte ; y así todos unánimes y conformes
tomaron las armas para revelar á su Rey y Sefior;
cu el qual tiempo muy grandes maldades intenta-
ron. Y hiógo el Conde de l'aliarcs con mucha gen-
te de Barcelona puso sitio á la ciudad do Girona,
queriendo no solamente prender á la Rcyna y al
Príncipe Don Femando , su fijo , que ende estaba^
mas matarlos si haberlos pudiesen. Y entre las |
otras maldades atentaron una no fecha semejante
fasta entonces en el mundo, la qnal fué que sepul-
taron al Príncipe Don Carlos en forma de santo , y
ficiéronle altar, y pusiéronle diadema, y buscaron
hombres pobres á quien dieron gran suma de dine-
ros tomando dellos estrecho juramento que jamas
este secreto revelasen, de los quales unos se fioie-
ron ciegos, otros tullidos, 6 endemoniados, y otros
de muy diversas enfermedades, que viniesen velar
delante del Príncipe Don Carlos, y salidos de allí pu-
blicasen que salian sanos cada uno de la enferme-
dad que tenía ; esto para enemistar al Rey y á la
Reyna con todos los catalanes ; y como á nuestro
Sefior plaee que las maldades algún tiempo preval-
gan y no puedan para siempre permanecer ni que-
den sin penales perpetrados de aquellas, quiso que
un capitán de los que principalmente en esta mal-
dad fueron llamados viniese por los campos de Ur-
gel á la ciudad de Lérida oon cierta gente, porque
la ciudad más segura estuviese por los baroelone-
ses, al qual el Ulustrísimo Rey de Aragón de aven-
tura encontró y peleó con él y lo prendió á él y á
muchos de los suyos, y los que escaparon subiéron-
se á una alta mon tafia, y pusiéronse en nn castillo
derribado que se llamaba el oastillo de loe Asnos;
á los quales todos el Rey mandó tomar las armas y
dezolos ir libres, y solamente detuvo al malvado
capitán, el qual afirmaba en la ciudad de Tarrago-
na el Príncipe bon Carlos haber fecho muy grandes
milagros, sanando á coxos y dando vista á los cie-
gos, y salud á todos los enfermos que venían á vi-
sitar su sepultura; lo qual juraba todo ser verdad.
Y como después de su vencimiento el Roy viniese
á 'íarragona y allífueso traído el dicho capitán liga-
do en grandes prisiones, en público confesó por sen-
tencia de Dios ser venido en el punto en que estaba
por la falsedad que habia afirmado por juramento
de los milagros ya diclios , falsamente f abrieados,
con gran suma de dinero por la maldad de los bar-
celoneses, en la qual él habia sido compafiero y uno
de los principales fabricadores de aquella ; por la
qual confision espontánea el Rey lo mandó enfor-
car, y sin duda los barceloneses no quedaron sin
pena de la maldad así por ellos falsamente fabrica-
da, á los quales el Rey fizo contino cruel guerra por
espacio de trece afios, en el qual tiempo el Rey ovo
dellos muy grandes vitónos, y fueron infinitos
muertos de los catalanes, y finalmente la ciudad de
Barcelona fué tomada por el Rey, y toda la provin-
cia de Catalufia fué puesta so la obedíeneia de su
cetro Real , y después la ciudad de Barcelona se le
dio, como adelanto se dirá, con perpetua infamia y
dafios irreparables de los barceloneses; los quales,
de muy ricos y poderosos que antes eran, por su
maldad fueron tomados pobres , flacos y mengua-
dos, y en vano demandaron ayuda del Rey Don
Eurique, al qual desde el comienzo desta rebelión
habian enviado por emboxador u Mesón CoponoSi
hombre muy astuto, malicioso, y sin vergüenza y
gran elocuente.
a
C3BONIOA8 DB LOS BEYES DE CAfiPTILUL
CAPÍTULO XX.
Del Jiicimlento de Ooffa Joaea, lii do la Reyna Oofta Juana , ae-
gnnda nager del Rey D. Knriqae, y de la veilda del Conde de
Annenaqae á Madrid, y de la tenida de los KalMxadorea de
Barcelona y de Aragón, y de la batalla qne ovleron loe del An-
dalucía con el Rey de Granada.
Estando el Bey Don Enrique en Madrid , nació á
la Beyna Dofia Juana una hija que .llamaron Dofta
Juana, seyendo Iob mas destos Beynos certificados
de la impotencia del Boy é de la duda de la Beyna,
en el nacimiento de la qual el Bey mostró tan gran-
de alegría , quanto si por cierto tuviera sor su hija;
y mandó hacer muy grandes alegrías y fiestas. En
el qual tiempo vino allí el Conde de Armenaque,
seyendo mucho aborrescido del Bey Carlos do Fran-
cia, y no menos lo fué del sucesor Luis, fijo suyo,
por la maldad por él cometida con una hermana su-
ya, en la qual ovo dos hijos, y fuó la causa de su
venida por haber favor del Bey Don Enrique en bus
fechos , y fuó padrino desta Dofia Juana. Y enton-
ces el Bey mandó á los Grandes deste Boy no que
jurasen á esta Dofia Juana por Princesa, lo qual al-
gunos hicieron mas por temor que por voluntad, co-
mo fuesen ciertos aquella no ser fija del Bey, y otros
no lo quisieron facer, y algunos ficioron reclama-
ción del juramento ; entre los quales como quiera
que á Don Luis de la Cerda, Condo do Medina Celi,
fueron prometidos mil vasallos porque la jurase por
Princesa , nunca lo quiso facer. En esto tionipo vi-
nieron al Boy embaxadores do Aragón y do Barco-
lona, muy diferentes en lo que demandaban , como
los aragoneses demandaban al Bey le pluguiese
guardar las confederaciones fechas cutre cstoa Ucy-
nos y quisiese concordia é paz, la qual á todos era
muy provechosa, y los de Barcelona, con artificiosa
maldad , ofreciesen al Boy el scfiorio do Barcelona.
T estando los cosas asi suspensas, el Boy moro do
Granada conociendo la peresa y mala gobernación
del Bey Don Enrique, y la poca guarda que en el
Andalucía se hacia , ayuntó muy grandes gentes,
asi de caballo como de pió, y fueron tantas, que
pensó con aquellas poder sobrar á toda la gente del
Andalucía ; con el qual exército entró por la parte
de Osuna; de lo qual como el Condo de Cabra, Don
Diego de Córdoba, fuese cortifícado, luego lo envió
facer saber áLuis de Pcmia, Alcaydo do Osuna, ca-
ballero muy esforzado y de los moros mucho temi-
do; el qual luego lo envió á decir á los de Arcos y
Marchena, y á todos los vecinos, y á los de Córdoba
y á los de Ecija y de Xerez, faciéndoles sabor el
camino quel Boy de Granada traia. Y Doií Bodrigo
Ponce de León , fijo heredero do Don Juan , Conde
de Arcos, con esa gente que pudo cabalgó muy pres-
tamente camino de Osuna y falló á Luis de Pornia
con alguna gente de caballo que andaba recogiendo
toda la mas gente que podia ; á los quales vino lue-
go nueva que! Bey de Granada con todo su exército
estaba muy cerca , y que páresela locura con tan po-
ca gente quanta tenían Don Bodrigo é Lids de Por-
nia esperar tan gran muchedumbre de moros quan-
toselBeyde Granada traia; y asi páresela masM»
gura oosa retraerse y esperar gente, que haber de pe-
lear; qne todas las gentes que estos dos caballeros po«
dian tener podían ser fasta trecientos de caballo y
seiscientos peones, y eran ciertos el Bey de Granada
traer mil ó quinientos do caballo y ocho mil peoneSi
allende de quatrocientos de caballo muy escogidos
qne Andalla Ambian habia llevado por correr á Eci-
ja; y con todo eso Luis de Pemia , como fuese a^
ballero muy esforzado , parescióle ser mejor tentar
la fortuna que haber de volver atrás, el qual dixo su
parecer á Don Bodrigo Ponce de León , el qual co-
mo fuese de muy poca edad , que apenas le eran las
barbas salidas, y nunca fasta entonces oviese pelea-
do ni en peligro se oviese visto, respondió como ca-
ballero muy esforzado , queriendo seguir las pisa-
das de su padre y de aquellos de donde venia , di-
ciendo que á él placía mucho de seguir el consejo de
Luis do Pemia ; y Inego fueron á tomar un paso qne
se llamaba el Madroño , donde ya los moros llegaban
y algunos habían comenzado á ocupar el paso. En
este tiempo llegó ende el Comendador de Cozalla,
Diego de Castilla, que después fué Comendador
mayor de Calatrava , con diez de caballo, y juntóse
con los dichos caballeros , y ovoso en la batalla va-
lientemente polcando y esforzando la gente como
muy buen caballero ; y con tan grande ímpetu lle-
garon á pelear con los moros con esa poca genio
que tenían , esforzando los suyos y peleando tan ani-
mosamente , que la primora batalla do los moros fué
rompida, y en aquella entrada Don Bodrigo Ponce
fué m al herido en el brazo derecho , pero no como
mozo, mas como veterano caballero mucho mas se
esforzó á pelear y esforzar los suyos, en tal manera
que los moros fueron vencidos por el esfuerzo y vir-
tud defilos caballeros, y asi el Boy de Granada con
muy pocos fué huyendo, y loe moros por diversas
partes recibieron gran dafio ; y mucho mayor lo re-
cibieran , si la noche no les ayudara. Y en tanto que
estas cosas se facían , Andalla Amblan corria el
campo do Ecija , dondo por fierro mas de trecientos
hombres mató y muchos mas matara, si la gente do
caballo do Ecija no saliera ; y allende desto otro
mayor dafio entonces rcscibieron : que sobrevino el
Conde do Cabra y Llartin Fernandez do Córdoba,
Alcaydu do los Dunceles, y Martin Alonso de Mon-
tomayor con mucha gente do pió y de caballo, y
fueron en siguimicnto del Bey de Granada por las
faldas del monte donde mataron y prendieron mu-
chos raoroH, y usi por la gracia do Dios ó por el es-
fuerzo do los caballoros ya dichos, el Bey de Grana-
da fuó vencido , y la tierra del Andalucía quedó sin
recibir el dafio que esperaba.
En esto tiempo yo el dicho Mosen Diego estaba
en la ciudad de Palencia donde tenia la goberna-
ción de la justicia por el Boy; y conociendo el
desagrado que los tres Estados destos Beynos te-
nían de su gobernación, temiendo lo que despees
ocaesció, esciobi á Su Alteza la siguiente epístola:
' u Muy alto ó muy ocelento Principe , poderoso Bey
y Sofior :
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS.
25
»Oomo todos losderochoB, mí poaitiTOs como na*
torales , á todo vasallo apremien y obliguen á decir
▼eidadása Rey y Sefior natural, mayormente en
las oosas qne de tal calidad son que podrían traer
dafio mengua é peligro á la persona Real ó al bien
coman de sos Reynos ; yo aunque el menor de vues-
tros subditos , teniendo mi lealtad en el precio que
debo , por la presente determiné de declarar á vues-
tra Alteza algunas cosas á su servicio cumplideras,
aunque no es duda muchas veces haya traido dafio
á los que las dicen. Pues , Illustrisimo Príncipe, á
vuestra Real Majestad suplico no quiera haber tur-
bación en lo que diré, mas con ánimo libre lo quie-
ra mirar, y con gran discreción remediar, como á
tan alto Príncipe, como vos, Sefior, sois, conviene
acordándoos del Cesar á quien acaesoió que como
un su caballero le dixese palabras de que grande
enojo recibiese, él respondió con gran paciencia:
«á tus palabras debemos rísa; á nuestros yerros
emienda.» En lo qne diré sea menos preciado por la
poqueea de mi estado ó mengua de autoridad, ha-
biendo memoria de Séneca, que dice : ({no te mueva
la autoridad del que fabla ni quien es, mas lo que
dice entiendes; ni haga á vuestra Alteza tan ciega 6
loca osadia yo f ablar en cosas tan altas , que me
•cuerdo ser hombre y vuestro vasallo y no tengo ol-
vidado á Terenoio que dice: «hombre so; de las
oosas humanas ninguna pienso ser agena de mi.n
Pues, Principo muy onclaroscido, os asi que muchos
de los grandes de vuestros Reynos, y porque mas
verdad diga, la mayor parte de los tres Estados
dallos son de vos mal contentos por las cosas si-
guieutes : la primera, porque para la gobernación
de tan grandes cosas oomo son los fechos tocantes
á la guerra y gobernación destos Reynos, de todos
se fioiese poca mención y si alguna parece facerse,
no se rescibe consejo de quien se debia ; la segunda^
la forma que tenéis en el dar de las «Unidades, asi
eclesiásticas como seglares, que dicen, Sefior, que
las dais á hombres indinos, no mirando servicios,
virtudes, linajes, ciencias ni otra cosa alguna,
salvo por sola voluntad, y lo que peor es, que so
afirma que las dais por dinero, lo qual , quanta in-
famia sea á vaestra persona Real , á vuestro claro
juicio asas ha de ser manifiesta; tercera, por el
grande apartamiento vuestro, no queriendo oirá
los que con grande necesidad ante vuestra Alteza
vienen; quarta, por ser todos comunmente mal pa-
gados de lo que en vuestros libros han ; quinta , y
no menos principal , que todos los pueblos á vos su-
jetos reclaman á IMos , demandando justicia como
no la hallan en la tierra , y dicen como los coire-
gidores sean ordenados para facer justicia y dar á
cada uno lo ques suyo; que los mas de los que hoy
tales oficios exercen son hombres imprudentes , es-
candalosos, robadores y cohechadores, y tales quo
vuestra justicia públicamente venden por dinero,
sin temor de Dios ni vuestro , y aun los que mas
blasfeman es que en algunas ciudades é villas de
vuestros Reynos vos los mandáis poner, no los ha-
biendo menester ni seyendo por ellos demandados,
lo qual es contra las leyes de vuestros Reynos. Poés
con ánimo atento oya agora vuestra Alteza mi pa-
recer, aunque en poder, discreción y saber sea el
menor de los menores de vuestros subditos; en
lealtad , amor y deseo del servicio de Dios y vues-
tro y bien común de la natural tierra, sin duda,
Sefior, igual del mayor do los mayores; y, Sefiori
todo hombre es de oir, porque el espíritu de Dios
donde quiere espira, y muchas cosas se callaron
por algunos grandes varones que se dizeron por
otros menores , y oomo el filósofo diga que las co-
sas contrarías por sus contrarios se deban curar,
conviene curarse la vieja enfermedad destos Reynos
con todo lo contrario que hasta aquí se ha hecho;
y si queréis, Sefior , saber quanto vos cumple aques-
te remedio poner, quered, Sefior, en los tiempos de
la ociosidad las antiguas y modernas historias leer,
y fallareis que por muy menores causas de las ya
dichas se perdieron grandes Reynos y Principes,
que dexando agora de mencionar troce Reyes go-
dos que en Espafia murieron por manos de sus va-
sallos por su mala gobernación , do quien el Arzo-
bispo Don Rodrigo face mención en su corónica,
parece por la corónica de los Royes de Francia que
el Papa Zacarias privó de la corona del Reyno á
Orífon, hermano de Carlos M artel, y puso en su
lugar á Pepino , padre de Cario Magno , y asolvió á
los franceses del juramento y homenage que á él te-
nían fecho , oomo so nota en el capítulo
(1); y no menos acaesoió á Federi-
co, Emperador, al qual quitó la corona el Papa Ur-
bano por indino de tanta dignidad como parece por-
el treceno libro de la Historia Teutónica , y si que-
remos agora las naciones estrafias poner en olvido,
hayamos memoria del Rey Don Fernando de Por-
tugal , á quien fué dado coadjutor para la goberna-
ción del Reynb al Conde Dabelona, su hijo, como
parece por el capitule ........... (2) para
lo tomar; y si todos los ya dichos en olvido pone-
mos, no dobemos, Sefior, olvidar al Rey Don Pe-
dro, quo fué quarto abuelo vuestro , el qual por su
dura y mala gobernación perdió la vida y el Reyno
con ella. Pues no plega á Dios semejante caso de
los ya dichos á vos, Sefior, pueda acontesoer, para
lo qual, Sefior, evitar conviene tomar los caminos
contrarios que fasta aqui lie vastes, lo qual , Sefior,
será tan ligero á vos de facer , quanto á ellos os
queráis desponer. Si mas osadamente que debo, Se-
renísimo Principo, he hablado, vuestra Majestad
me perdone , que me compelió á decir lo ya dicho
temor de ver lo que nunca aoaesca. De Falencia
á zz do Junio del afio del nacimiento de nuestro
Redentor de mil quatrodentos sesenta e dos afios;
suplicando á nuestro Sefior que asi alumbre vues-
tro entendimiento porque ásu servicio en paz y
concordia gobernéis estos Roynos quo por él vos fue-
ron encomendados.
(1) EsU eiU esti Un nal indicada en d original, que no es
posible adivinar lo que so ha qoeridü decir.
(3) Aquí ocarrc la misna dificnltad ; se ych anas abreviaturas
Ininteligibles.
26
CEÓNICAS DE LOS RB7ES DE 0A8TILLA.
CAPÍTULO XXL
lie la f rma «n quo la eiudad do GibralUr le lomó i los moroi, y
de los debates que sobro esto son entre el Üuqae Don Joan do
Gazman y el Conde de Áreos Don Juan Ponee de León.
£a un día del mes de Agosto del dicho afio acaes-
ci6 que un moro vecino do Gibrultar llamado Alí el
Carro, se vino á la villa do Tarifa y se tornó Cliris-
tiano; el qual fabló con el Alcayde de aquella villa,
que se llamaba Alfonso de Arcos, y le mostró como
pudiese facer una entrada á los moros de aquella
oibdad, y de tal manera se lo dizo, que conocieron
ser cosa f acedera , y luego fabló con algunos de los
de la viUa y les dizo lo que aquel tornadizo que ya
se llamaba Diego el Curro le habia dicho, y concor-
dó con ellos de lo ir poner en obra ; é ayuntó ochen-
ta de caballo y ciento y cinquenta peones, y fuese
para Gibraltar; y repartiólos por la forma que Die-
go el Curro lo habia dado y mostrado; y salieron do
la ciudad tres moros atajadores y fueron luego pro-
sos y puestos al tormento, y confesaron que todos
ios principales de la ciudad eran idos á Málaga por
recebir un Rey que se llamaba Muley Mahomad,
que de Castilla habia entrado con docientos de ca-
ballo con favor del Roy Don Euriquo ; é que eu la
ciudad quedaba muy poca gente, y el principal era
J^Iahomad Caba ; y Diego el Curro dizo al Alcaydo:
oSeftor, ya vedes lo que estos moros dicen : la ciu-
dad es muy grande, y está ansí despoblada, y creo
que ei buen recaudo se pone, será muy ligera de to-
mar ; y es cierto que si en ella gente oviera, alguno
oviera salido ; y pues nuestro Señor vos ha fecho
tanta gracia de ser vencido en tal tiempo , debes
ordenar que los chistianos de la comarca vengan
á la tomar. Al Alcaide le páreselo bien lo que Die-
go el Curro decia, y luego escrebió á la ciudad de
Xerez y d todas las villas de la frontera y al Conde
Don Juan Ponce de León que estaba en Marchena
y á Don Juan de Guzman , Duque de Medina Sido-
nia, que estaba en Sevilla ; y los que primero vinie-
ron fueron las gentes do las villas do Arcos y Me-
dina y Bejel y Alcalá de los Ganzuics y Castellar; y
otro dia siguionto llegó allí el pendón de Xorcz con
quatro cientos de caballo y muohos peones , é Gon-
zalo do Avila con él , que era buen caballero y tenía
el corregimiento de aquella ciudad; y quando la
gento de Xcres llegó, ya hablan combatido la ciu-
dad la gente de los dichos lugares por muchas par-
tes ; y por la parto de la mar combatieron gentes
de algunos navios que entonces allí se hallaron , do
los quales algunos fueron muertos, y otros feridos,
y dos barcos tomados por los moros ; y acabado este
combate, estuvieron en gran división los christia-
no8, porque unos decían que se debían partir de allí
pues los moros también se defendían y ellos habían
roscobido asaz dafio ; otros decían ser vergonzosa
cosa pues tanta gente allí estaba y esperaban muy
gran socorro; é Diego el Curro dizo que traían muy
mal consejo haberse de levantar de allí teniendo la
gente quu allí estaba y osporaitdo el socorro quu ha-
bían Uamado, y quél era cierto que tomando á com-
batir la ciudad , sin ninguna duda se tomaría ; y
estando en este debate, un moro salió de la ciudad
y so vino á los ohristianos, y Icm «lixn como los mo-
ros estaban muy temerosos de haber otro combate,
porque en la ciudad habia muy poca gente y desa
que era eu el combate del dia pasado, eran algunos
muertos, y otros asaz heridos, con la qual nueva los
ohristianos fueron mucho alegres ; y como en la ciu-
dad fué sabido este moro ser salido creyendo que
diría la necesidad en que estaban , acordaron de de-
mandar habla con los Alcaydes, y sacaron ciertos
capítulos ordenados ; en los quales se contenia que
dándoles libertad de sus personas y de sus mujeres
y fijos, y que pudiesen ir libremente con todos sus
bienes al Rcyno do Granada y que le pagasen por
su valor todo lo que no pudiesen llevar, asi de man-
tenimientos como de otras cosas , que ellos darían
la ciudad y fortaleza, y los diesen de plazo quatro
días para facer sus líos y ataviar sus facicudas. Y
los Alcaydes respondieron que algunos dellos eran
del Rey , y los otros eran de los diohos Sefiorea Du-
que y Conde, y que no podían facer ningún asiento
y por esta respuesta, de que los moros fueron no
bien contontos , se volvieron á la ciudad. Y estando
las cosas en esto estado, Don Rodrigo Ponce de
León llegó cerca de la ciudad oon trecientas lanzas,
que venía á más andar , dezando al Conde su padre
en la ciudad de Arcos , porque venía flaco y no pudo
tanto andar; y el Alcaydo y gente de la ciudad de
Arcos, como supieron la venida de Don Rodrigo»
salieron del Real á se juntar con él, en manera que
llevaba eu su batalla quátrocientos y cinquenta do
caballo ; y ante que Don Rodrigo llegase á la ciu-
dad, salieron á lo rescebir sin gente los Alcaydes y
Caballeros que allí estaban: al qual ficieron relación
de todo lo pasado, y Don Rodrigo determinó de lie*
gar á la puerta de la ciudad por ver la dispusicion
della ; y como los moros de la ciudad vieron aque-
lla gente, dieron voces por saber quien eran; y como
les fué dicho que era Don Rodrigo Ponce de León,
hijo mayor del Conde de Arcos, plagóles mucho, y
enviáronle á demandar seguro para fablar con él, y
él se lo envió por la venida y estada y vuelta á la
ciudad ; y luego salieron Mahomod Caba y otros
cuatro de los más principales y le dizeron : «Sefior
á nuestio Señor ha placido que esta ciudad sea ve-
nida en tan gran necesidad, que vos la hayamos de
dar, lo qual haremos otorgándonos los capítulos que
á los caballeros que ante de vos vinieron demanda-
mos * ; y Don Rodrigo respondió: «Yo he visto es-
tos capítulos, los quales no puedo otorgar, porque
el Conde mi Señor y mi Padre será aquí esta noche
ó mañana á comer ; y asi mismo Don Juan de Guz-
man, Duque de Medina Sidouia que son parientes y
amigos y confederados , y es razón que ambos á dos
rescibau la honra de la tomada desta ciudad. £ yo
pediré por merced á los dichos Señores que los quie-
ran otorgar esto que demandáis : por eso volveos á
la ciudad , y si acordáremos de combatilla y tomalla
|)or fuerza no estéis con fianza do mi seguro, que
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS.
no faé para más de para hablar conmigo» ; y oon
eata respuesta los moros se volvieron muy tristes á
la ciudad ; y como Don Rodrigo se volvió por el ca-
mino del Real , los caballeros de Xerez no fueron
oon él, antes se volvieron á la ciudad ; y Gonzalo
de Avila habló oon Mahomad Caba díoiéndole que
bien habla entendido aquellas palabras que Don Ro-
drigo le habla dicho ; el qnal era caballero que se
andaba á ganar honra, y que viniendo el Conde
fuese cierto que oombatírian la ciudad y la toma-
rían por fuerza, y serian cativos ellos y sus mujeres,
y quel remedio desto era que lo diesen aquella puer-
ta y las otras de allá, y qucl y los caballeros que allí
estaban la defenderían y meterían dos mil hombres
que allí tenía de Xerez, y él compliria con ellos todo
lo que hablan demandado. Y con esta f abla los mo-
ros fueron tan atemorizados, que no les quedó es-
fuerzo ni razón, é abrieron luego las puertas. T los
caballeros de Xerez descabalgaron para entrar, y
como Don Rodrigo iba cerca y sintió lo que los ca-
balleros de Xerez hadan , volvió las riendas á su ca-
ballo, y vino á espuela hita con toda la gonte que
traia, y llegó tan presto que pudo entrar en la ciu-
dad antes que loe caballeros de Xerez se pudieron
dolía apoderar; y en muy poco espacio tomó las
torres, y mandó poner su bandera sobre la puerta y
los moros fueron f uyendo hacia la fortaleza ; y la
gente de Don Rodrigo firió y mató algunos del los,
y prendieron algunos , y tomaron muchos lios y jo-
yas y apoderáronse de toda la ciudad ; y Don Ro-
drigo fizo poner estancias contra la fortaleza, por-
que los moros no pudiesen salir á hacer dafio en los
christianos ; y esto ansí fecho los caballeros de Xerez
con toda la gente del real se vinieron para la puer-
ta de la ciudad y pedieron por merced á Don Rodri-
go que les diese lugar de entrar, pues habían mu-
cho trabajado y habia habido malas noches en el
campo ; y á Don Rodrigo plugo dello, y mandóles
abrir las puertas, y entraron todos, é aposentáronse;
y luego enviaron ¿ demandar albricias al Rey, y
otros á Sevilla y á Córdoba, y á todos los lugares co-
marcanos. Y como esta nueva llegó al Duque , con
el qnal venia Don Enrique', su hijo, y Don Pedro de
Estúfiiga, su hiemo , por el camino donde venía,
anduvo quanto pudo , y envió dos caballeros de su
casa, llamado el uno Rodrigo de Ribera, y él otro
Poro Suarez á Don Rodrigo, faciéndole saber el pla-
cer que habia habido de la vitoria que Dios le habia
dado, rogándole afectuosamente que le pluguiese
sobreseer en la tomada de la fortaleza fasta que lle-
gase; y los dichos caballeros qnando llegaron con
esta embazada, hallaron á Don Rodrigo á la puerta
de la fortaleza ; el qual la demandaba á los moros ;
y como los moros estuviesen muy temerosos, res-
pondieron que les plaoia de se la dar. Y oída la em-
baxada del Duque Don Rodrigo, respondió á si^
ombaxadorcs que como quiera que la fortaleza so le
daba, como ellos veiau, que á él plaoia do sobreseer
fasta que el Duque viniese ; y luego mandó cabal-
gar fasta cinquenta lanzas, con las qualcs salió alo
recebir, y desque se ovleron f ablado, Don Rodrigo
27
le recontó todas las cosas pasadas desde que allí ha-
bia venido, y como el Conde su padre le habia man-
dado que así ficiese el querer y mandado suyo como
de su propia persona ; y por esto como quiera que
la ciudad se le daba , luego como á ella llegó, él no
la quiso rescebir, esperando la venida suya y del
Conde su padre ; y habíase ofresddo caso en que
oviese de tomarla, como la tomó, y que le pedia por
merced que le pluguiese sobreseer en la tomada del
castillo fasta la venida del Conde su padre , lo qual
le temia en merced porque todos oviesen parte de
la honra, lo qual entre ellos así quedó concertado; y
como en el punto que Don Rodrigo entró en la ciu-
dad esorebió al Conde su padre la forma en que la
habia tomado, el Conde envió la mesma carta al Roy
por la qual fué sabido de la tomada de Gibraltar
ante que de otra persona , de que el Rey ovo gran
plaoer y todos los que lo supieron , y quedando fe-
cho el asiento ya dicho, el Duque secretamente en-
vió aqueUa noche á hablar oon los moros á Martin
de Sepúlveda, haoién dolos saber que si más espera*
sen, que todos serian oativos y sus bienes tomados,
y quo si lo diesen la fortaleza, que él los f aria libres
con todas sus facicndas; y á los moros plugo desto,
y le respondieron que se lo tenían en mucha mer-
ced ; y concertó con ellos quo otro día de mafiana
enviasen á decir de la fortaleza al Duque y á Don
Rodrigo que lee diesen seguro para quatro moros
que querian f ablar oon ellos , ol qual seguro so los
dio, y venidos Mahomad Caba y con él otros cinco
moros, dieron una carta que se creía el Duque haber
mandado ordenar la noche de antes, por la qual le
facían saber que ellos y los moros que on la fortale-
za estaban la tenían tan bien proveída, que la po-
dían bien defender por algún tiempo; pero que por
reverenoia del Duque y por haber sido muerto el
Conde de Niebla, su padre, en aquella ciudad , les
placía de entregar á él aquella fortaleza, y nó á
otra persona alguna; á lo qual Don Rodrigo con
mucho enojo respondió : quo lo que los moros decían
no había lugar porque era cierto que desque la (du-
dad se tomó, la fortaleza estaba tomada, y por ellos
mesmoB se la daban si la él quisiera recebir; y que
lo pedia por merced no quísíose ir contra lo asenta-
do, quol Conde su padre vendria á más tardar esa
noche y que pues on esperar no habia íncon viniente
alguno, lo pluguiese que la toma do la fortaleza so
detuviese por la venida del Condo. El Duque ree-
pondió que él había de dar quenta al Rey de aquel
caso, y que si algún inconvíníente oviese en no to-
mar la fortaleza, se lo podria de ello seguir gran in-
convíníente y dafio ; y con esto dioso orden entro
ellos que las banderas do ambos á dos viniesen oon
cada cien escuderos á pié, y juntas las pusiesen en
la fortaleza y oon la del Duque que iba Martín de
Sepúlveda y con la de Don Rodrigo Don Diego, su
hermano; y ol Duque y Don Rodrigo fueron á caba-
llo , y como las banderas entraron en la fortaleza,
un moro demandó la bandera del Duque y dexabah
la de Don Rodrigo, de lo qual Don Rodrigo ovo tan
grande enojo que puso mano á la espada y dio un
28
golpe al Alféros del Dnque en el brazo , que le fizo
derribar la bandera en el suelo, de lo qud el Duque
ovo grande enojo, y dixo á Don Rodrigo que le ro-
gaba que en aquello no ovieee mas. Y mandó su-
bir laa banderas juntas ambas á dos, y luógo entró
la gente de los dicbos Señores y se apoderaron de
la fortaleza y torres de ella ; y el Dnque mandó que
pocos á pocos viniesen á la fortaleza muchos de los
suyos, diciendo que venían por la mirar, y desque so
fallaron dentro bien ducientos del Duque, allende
de los ciento que primero entraron , comenzaron á
se apoderar do la torre del homenaje y do las otras
principales torres do la fortaleza , lo qual Don Die-
go envió á facer saber á Don Rodrigo, pidiéndole
por merced lo enviase á mandar lo que fíciese , y
Don Rodrigo cabalgó y fuese para la fortaleza y
fabló con Don Diego ; y sabido todo el caso, mandó-
le que tomase la bandera y con toda la gente que
allí tenía, dexase la fortaleza y so viniese á su apo-
sentamiento ; lo qual Don Diego puso asi en obra
de lo que todos los que lo vieron ovieron gran des-
placer, porque temieron los inconvinientes que do
aquellos podrian nasoer , como detipuos ix>r la obra
páreselo. De lo qual el Dnque mostró desplacer, y
envió á decir á Don Rodrigo que se maravillaba del
y que no sabía la causa ni porque habia mandado
sacar su bandera de la fortaleza, y venirse su gente
que en ella estaban ; á lo qual Don Rodrigo respon-
dió que no era necesario dar la causa, pues él muy
bien la conocía; lo qual él no pudiera pensar ni creer
ri por obra no lo viera, y que no queria que desquel
Oonde su padre viniese , hallase su bandera y su
gente debaxo de la mano de la gente del Duque. Y
esto ansí pasado , Don Rodrigo supo como el Conde
venia y saliólo á rescebir ; y como quier que el Du-
que supo bien de su venida y oyó sus trompetas, no
salió á él ; y Don Rodrigo fizo relación al Conde de
todo lo pasado, y después de ser el Conde aposen-
tado y haber cenado, el Conde quiso haber consejo
«on Don Rodrigo y con los otros caballeros princi-
pales suyos, que allí estaban, de lo que debía facer;
y el parecer de Don Rodrigo fué que pues el Conde
veía las formas que el Duque en aquel caso habia
tenido, y como no habia guardado el amistad y con-
federación que con él tenia, y habia mostrado claro
el enemistad en no quererlo salir á recebir, le pare-
cía que toda cosa debía de facer contra él sin re-
proche alguno ; y la venganza de esto se podía muy
ligeramente tomar si á él le placía, porque la posa-
da del Duque era muy cerca de allí y tvos, Sefior,
dixo , tenéis aquí mil hombres muy buenos y bien
apercobidos, con los quinientos de los quales yo iró
á su posada y le prenderé ó mataré, y los otros qui-
nientos quedarán con vuestra ¡Sefioria. A lo qual el
Conde respondió alegremente que le placía de lo
que decía ; pero que le parecía que no se debía fa-
oor; porque de rompimiento en aquel lugar se podria
- seguir gran deservicio á Dios y al Rey; y pues eran
vecinos, tiempos vendrian en que pudiesen emen-
dar, y con este consejo concordaron Suero Vázquez
de Hoscoso y Juan Alonso de Mesa; y con esto cesó
CRÓNICAS DB LOS REYES DE CASTILLA.
do se poner en obra el propósito de Don Rodrigo;
y estas cosas ansí pasadas, el Daqne envió á rogar
al Conde que cabalgase con qnatro ó dnco y se sa-
liese á una plaza que era cerca de las posadas de
ambos á dos, y el Conde lo fizo así y el Duque co-
menzó ase disculpar de las cosas pasadas, rogándole
que se diese medio d que convenía para la honra de
ambos á dos, pues que los moros habían querido dar
á él aquella fortaleza, habiendo respeto á ser muer-
to en aquella ciudad el Conde Don Enrique su pa-
dre , é que á él le pluguiese dello; y que para dar el
medio que convenia, se diesen quatro caballeros,
dos de cada parte, y quel estaria por lo quellos sen-
tenoiasen. A lo qual el Conde respondió que en esto
no habia lugar, porque según las cosas pasadas si
Don Rodrigo quisiera no obedecer el mandado su-
yo, en facer todo lo que él quisiese , que él pudiera
haber bien tomado la fortaleza, como el Duque s»-
bia, y que per esto no le paresoia que pudioso
haber buen medio en este caso ; y sobre esto pasa-
ron entrellos algunas palabras de enojo, pero hones->
tamente , y así se partieron , y cada uno dallos se
fué á su posada ; y otro día el Conde y Don Rodri-
go se partieron de la ciudad con toda su gente, y
asentaron su real en Quadiaro, ques cerca de la ciu-
dad ; y el Conde envió á dedr al Duque que lo es-
peraba en aquel campo do le f aria conocer el error
que habia fecho en haber quebrantado su amistad y
alianza en la forma que á todos era notoria. Y el
Conde estubo allí tres días; en el qual tiempo el
Duque no vino ni respondió cosa alguna, y el Conde
se partió para Sevilla, y desde allí siempre queda-
ron resabiados y se siguieron entrellos muy grandes
contiendas y muertes y daños. Y sabido por el Rey
todo el caso , envió á mandar al Duque so grandes
penas que luego entregase la ciudad do Qibraltar y
BU fortaleza á Pedro de Porras, natural de Córdoba,
criado suyo , al qual el dio el alcaydia. Y visto el
mandamiento del Rey y sabido como había man-
dado provisiones para el Conde y para todas las ciu-
dades é villas del Andalucía, que le diesen favor y
ayuda para tomar aquella ciudad si el Duque no la
quisiese entregar, el Duque entregó la ciudad y for-
taleza á Pedro de Porras, el qual la tovo algún
tiempo por el Rey , el qual juró de nunca enagenar
de la Corona Real aquella ciudad y fortaleza el con-
trario de lo qual no muohos días después puso en
obra. \
CAPITULO XXII.
Do CODO los Hoyos Luis de Francia y Don Enriqae do Castilla se
vieron en Sao Juan do Lnx, y do la cmbtxada del Rey de lo-
tflalcrra en oslo tiempo venida al Itey Don Enrique.
En el mes de Enero del afio de nuestro Redentor
de mil y quatrociontos y sesenta y tres años se
concertó vista de los Reyes, estando el Rey Don
Enrique en Navarra ; y dexando allí al Arzobispo
de Toledo se partió para Segovia , porque las cosas
so dilatasen por dos meses ; y Don Alonso de Silva,
que después fué Conde de Cifuentes, haciendo
guerra á Valencia y los catalanes y barcelonetKM,
tíEltOftlAL DB biVEBSAS HAZAJ^AS.
29
oíreoiAn al Anobispo grandes dádivaB de oro y
plata porqne los f ayoresciese , la qual no pudieron
oon él acabar y comenzaron laego mover otras co-
sas nuevas. En este tiempo embajadores de Duar-
te, hijo del Duque de Torcaí que ya so llamaba Roy
de Inglaterra, menospreciando á Enrique, que an-
tes del fué Uey, vinieron al Roy Don Enrique en la
ciudad de Burgos demandando perpetua amistad
suya^ como en el tiempo del Rey Don Pedro se te-
nia, la qual amistad páresela ser muy provechosa
á las dos partes. Y como el Rey Don Enrique tu-
viese gran odio al Rey Don Juan de Aragón, á
quien el Rey Luis de Francia páresela entonces f a-
vorescer, oida la embazada de los Ingleses tovo
suspensa la respuesta, hasta ver como suoedia la
f abla con el Rey de Francia ; y mostró placerle mu-
cho do la amistad del Roy do Inglaterra; pero puso
algunas limitaciones y condiciones tales á que con-
venta respuesta del Rey de Inglaterra, porque en
este medio tiempo se conociese lo que mas le con-
venia facer. T en el mes de Marzo del mesmo afio
el Ar2obispo de Toledo y el Marqués de Villena so
fueron á Bayona, donde vinieron el Maestre do Mon-
tosa Don Luis del Pucho, y Mosen Pierrcs de Peral-
ta, ya CJondestable de Navarra, para que en uno en-
tendiesen en las cosas de Catalufia y de Navarra y
en todas las otras contiendas en quel Rey de Fran-
cia habia de intervenir ; y la Reyna Dofta Juana,
muger del Rey de Aragón, á quien era dado poder
del Rey su marido para en todo dutonninar, traba-
jaba con todas sus fuerzas por guardar la honra de
su marido, y asi la porfiaban y acrecentaban ; pero
al fin parecióle que debia todo dexarlo só la fe del
Rey de Francia , mayormente como viese al Arzo-
bispo y al Almirante estar en voluntad de se partir
de Bayona y las cosas dafiarse ; pero todavía de-
terminóse só la forma siguiente, es á saber: quel
Rey Don Enrique se dexase de favoresoer ni ayu-
dar á los barceloneses, y que llamase toda la gente
que en Catalufia y en Aragón y en Valencia f acia
guerra por su mandado, y que en Navarra el Rey
Don Enrique tuviese la villa d'Estella con su tier-
ra, y que la Reyna Dofta Juana cstubiese en la villa
de Larago, y quel Arzobispo de Toledo la guarda-
se, y quel Rey do Aragón nunca demandase los
treinta mil florines de oro quel Rey Don Enrique
era obligado de le pagar perpetuamente por el pa-
trimonio y rentas que en el Reyno de Castilla hábia
dexado. El Rey de Francia llegó á San Juan de Luz
en fin del mes de Abril, y con él el Duque de Berri,
0n hijo, y el Arzobispo de Toledo, y el Conde de
Fox, y un fijo suyo. Principe de Navarra, nieto del
Bey de Aragón, y el Duque de Borbon , y el Almi-
rante de Francia , y el g^an Mariscal, y otros mu-
chos nobles caballeros y dos Obispos; losquales to-
dos venían no ricamente guarnidos. El Roy Don
Enrique llegó con gente muy maravillosa y muy
ricamente ornada; é iban con él el Marqués de Vi-
llena y el Maestre do Alcántara y los Condes de
Santa Marta y Osomo, y el Mariscal Garcia de Aya-
la, é Juan de Vivero, que después fué Vizconde de
Áltamira, y el Conde de Ledesma Don Baltasar de
la Cueva, entre los quales este sobraba á todos en
riqueza; y en el viage este hizo mayor •despensa
con el Arzobispo de Toledo. Venian muchos nobles
hombres entre los quales fueron el Conde de Riba-
deo, Gómez Manrique y Juan de Albornoz, Señor de
Torralba y Beteta ; y los Reyes se vieron alegremen-
te, y hablaron algún poco público, y todos los qno
eran presentes pensaron que desde aUi la paz queda-
ba perpetua para siempre entrellos ; pero alU el Rey
de Francia pareció menospreciar el amistad del Du-
que de Borgofta, por respeto de la qual páresela de-
biese ayudar al Rey de Aragón, y con tiránica vo-
luntad menospreciando la convenenoia ,'que estaba
entre él y el Rey de Aragón, no solamente quiso
ocupar á Perpifian, masía ciudad de Ufian, y todos
los lugares del Condado de Ruisellon, lo qual el
Roy do Aragón no pudo sufrir ; y como la Reyna
quedase detenida on poder del Arzobispo , la villa
de Eetella no se entregó al Rey Don Enrique, y las
gentes que estaban en Catalufia y en Aragón y en
el Reyno de Valencia se vinieron en Castilla, y
quedó la guerra contra los do Barcelona, y no se
perdió la esperanza do la reconciliación venidera
por los casamientos que ya eran hablados, que Do-
fia Juana, hija del Rey de Aragón, cosaso con Don
Alonso, Príuoipe de Castilla, y Dofia Isabel, Infan-
ta de Castilla, con Don Femando, Principe de Ara-
gen, En este tiempo ovo gran oontienda entre los.
dos Arzobispos de Santiago y de Sevilla, tio y so-
brino de un mismo nombre, porque con la gran pri-
vanza que este Arzobispo viejo de Sevilla Don Alon-
so de Fonseca ovo oon el Rey Don Enrique, pu-
do haber el arzobispado de Sevilla para su sobrino,
y quedó él con el otro de Santiago, lo qual él fizo
con intención de llevar las rentas de ambos á dos
estos arzobispados. Y como ya estuviese fuera de
la privanza que solia, y le fuese dicho por i^gnnos
adevinos á quien él daba mucha fe , que jamas él
no ternaria en la privanza sino tomaba el Arzobis-
pado de Sevilla, para osto proouró quel sobrino
oviese el Arzobispado de Santiago, y él retomase
en Sevilla, lo qual como fuese al sobrino muy mo-
lesto, trabajó quanto pudo por quedar en Sevilla, y
ovo entrellos tan gran desconcordia, que della se si-
g^uieron grandes dafios y males en la ciudad de Sevi-
lla y en otras partes destos Reynos, porque el Arzo-
bispo viejo era mucho desamado del pueblo, y el
nuevo mucho amado, porque en el tiempo de la ca-
restía habia dado niucho pan ala ciudad, y habíase
con todos muy humana y graciosamente ; y el viejo
mandaba cargar su pan , algunos afirman que para
tierra de moros, otros para otras diversas partes ; y
con todo eso el sobrino, como fuese hombre de gran
conciencia y viese grandes dafios aparejados, oomo
quiera que pudiera quedar en Sevilla según la par-
te que en ella ienia y las fuerzas de la ciudad, qui-
so dar lugar al tio para retornar on Sevilla, y él
quedó en Santiago, donde rescibió grandes trabajos
ypeligros,y aun hoy no está fuera dallos. En el
dicho afio Don Pedro Girón, Maestre de Oalatrava|
ao
CRÓNIOAS DE LOS RETBS DE OA&mLLA.
ganó de los moros la villa de Archidona por indus-
tria y trabajo del buen caballero Lais de Pemiai á
lo qual ayudó mucho Don Diego de Oórdoba, Ck>n-
do do Cabra, el qnal en persona vino allí, y con toda
su casa estuvo ende á sus propias espensas fasta
que se ganó.
CAPÍTULO XXIIL
De como el Rey Don Alonso de Porto gal toind por fnerzn de ar-
mas la ciudad de Arcila do los moros, y la ciudad de Taojar por
ellos desamparada.
Ovo próspero viento Don Alonso de Portugal, y
mandó d los marineros que tomasen la via de Arcila,
con esperanza de la haber, como el Rey Don Juan
su abuelo tomó la ciudad de Ceuta, y él oviese to-
mado de los moros la villa de Alcázar Saguer. T
llegado á la ribera, fué certificado do la ciudad ser
salida alguna gente do caballo que Mubizeque, Rey
de Túnez, habia mandado llamar , el qnal por trai-
ción habia muerto al Rey su Sefior, y habíase apo-
derado del Royno , y con el Rey Don Alonso iban
muchos caballeros castellanos ¡ y como los portu-
gueses sean de natura muy soberbios, pensando de
ganar el mayor honor del mundo , no sabiendo el
puerto, entraron sin orden, donde algunos navios
86 perdieron, en . que murieron mas do trecientos
portugueses ; y sin duda si los do la ciudad gente
de caballo tuvieran, el Roy de Portugal pudiere
recibir gran daño ; mas como todos estuviesen á pió,
y oviesen gran temor de los tiros de pólvora , no
pudieron defender que la gente de la flota no toma-
so puerto en tierra, y así el Roy, y no con muchos
decendió en tierra y dio muy gran priesa en man-
dar asentar las lombardas, y en mandar armar los
trabucos é ingenios, y mandó combatir la cibdad,
como ya toda la gente suya estuviese junta y los
moros. muy temerosos, y en al no pensasen, salvo
en defender los muros, de los quales en el primero
combate, que fué el segundo dia que allí llegó, una
parte fué derribada, y por allí la gente del Roy,
puestas escalas, tomó el muro, y los moros, no
esperando remedio, se juntaron todos en la plaza
con pocas armas que tenían. Los cliristianos , así
castellanos, de que muy gran parte allí habia, como
portugueses, fueron f erir en los moros, de los qua-
les muy gran parte allí murió ; y como uno dellos
viese al Conde de Marialba ricamente armado, pen-
sando que fuese el Rey , tan de súpito se vino para
él, que ante que fuese socorrido el Conde fué muer-
to, lo qual fué causa que ninguno de los moros que-
dase á vida, salvo los mozos y mozas y nifios. Y
luego la ciudad fué tomada á sacomano , lo qual
acaesció en veinte y quatro días de Agosto del afio
de nuestro Redentor de mil y qnatrocientos y se-
tenta y un afios , lo qual sabido por los moros de
Tánjar teniendo ciudad muy fuerte y bien murada
y torreada, concebieron tan gran temor del caso
acaescido en Arcila, que desampararon su ciudad;
y el Rey de Portugal dexando el recaudo que debia
en Arcila, so partió para Tónjar, y como la hallaso
desamparada y sin defensa, ocupóla y puso en ella
la gente y pertrechos y vituallas que le páreselo
bastar para su defensa, y rescibió só tributo. los lu-
gares cercanos do aquellas ciudades. En esta ciu-
dad de Tánjar, en el afio de mil é qnatrocientos y
treinta y siete afios , los Infantes Don Enrique y
Don Femando, tíos deste Rey Don Alonso , ovie-
ron muy adversa fortuna, queriendo tomar aquella
ciudad por el poco saber y gran soberbia de los
portugueses ; é allí fueron desbaratados, y fué pre-
so y cativo el Infante Don Fernando , y fué deza-
da en salvo toda la otra gente é así vitorioso este
Rey Don Alonso, con gran triunfo, se tomó en su
tierra, dexando todos los castellanos que en aquel
caso le hablan bien servido.
CAPÍTULO XXIV.
Do como el Rey acordó de dar el Mtestratgo de Santiago al Conde
do Ledcsna Don Deliran.
En esto tiempo, las Bullas del Maestrazgo de San-
tiago para Don Beltran de la Cueva llegaron á Se-
govia, estando ende el Roy Don Enrique, donde el
Marqués de Villena Don Juan Pacheco trabajó por-
que no se lo diosen y, quanto no pudo, trabajó por
ajuntar á sí todos los grandes por traer en efoto la
punición y castigo del Rey y de sus scquaces como
muchas veces se habia pensado, los quales consin-
tieron en ello, salvo el Marqués de Bantillana y toda
la casa de Mendoza ; el qual con su cosa seguró al
Rey Don Enrique; y luego el dicho Marqués de
Villena se salió de Segovia, y de aquí comenzaron
las revueltos do Castilla que se dice la desampa-
raron.
CAPÍTÜTX) XXV.
De como cl coroolsta Alonso de Palencia fué enviado ca Doma por
facer saber al Santo Padre la dura y áspera gobernación que
el Rey Don Enrique en estos Rcynos tenia, y oe la deliberación
del Principe Don Alonso, hermano dci Rey Don Enrique, y de
los Jueces que fueron puestos para entender en laa divisiones
del Ueyno, y de la revocación del Maestrazgo fecha A Don Dd-
tran de la Cueva.
En tanto que estos cosas se facían, Alonso de
Palencia, coronista, fué enviado á Roma por facer
saber al Banto Padre la forma que el Rey Don En-
rique en la gobernación destos Reynos tenia, el qual
falló ende á Pedro de Solis , protonotario del Papa,
que después fué obispo de Cáliz , procurador del
Rey Don Enrique y del Marqués de Villena , cuyo
criado él era, y Antón de Paz, procurador del Conde
de Placencia , y el Dean de Salamanca, procurador
del Arzobispo de Toledo, y Juan Fernandez de Si-
guenza, procurador del Arzobispo de Santiago ; los
quales todos eran grandes letrados y de grande
autoridad, los quales cometieron la narración de los
negocios de Castilla al dicho Alonso de Palencia,
por ser hombre muy elocueiite y haber muy ente-
ramente noticia de las cosas de Castilla, y junta-
mente ganaron del Santo Padre que un griego,
Obispo, Cardenal Tnsnaluno, y Quillermo, fran-
UteUOttlAL DE DIVERSAS HAZAf^A&
ftl.
oe0, Obispo Cardenal de Obíío, por antoridad dol
Sanio Padre ojeeon cierta acnaacion que el Roy Don
Enrique del Arzobispo viejo de Sevilla faoia, y á
ellos oyesen, no solamente para escnsar al Arzobis-
po, mas para acusar al Bey de los crimines y ece-
sos por él cometidos , la qnal narración Alonso de
'Falencia fizo á los dichos jneces elegante y pmdon-
temente ; y vista por ellos , como quiera qne antes
de entonces los Oardenales nsando de la condición
carial, favoreciesen la parte del Roy Don Enrique,
creyendo ser mas poderosa que la de los caballeros
querellantes, pero después que fueron certificados
de los muchos Grandes que al Rey contrallaban, y
de las cosas por él cometidas, vinieron á considera-
ción de la gran paciencia que en tan grandes cri-
mines se habia habido y la calidad vergonzosa do
aquellos, comenzaron A aprobar la lealtad y bondad
de los grandes querellantes, deseando en lo comen-
zado perseverasen porque fuese corregida la tirá-
nica gobernación del Rey Don Enrique: lo qual
visto por el Roy, comenzó á temer ; é como sea
cierto que ninguna cosa, según sentencia do Séneca,
haga temeroso el corazón salvo la vida reprehensi-
ble, luego deliberó al Inf anto Don Alonso, su her-
mano, el qual tenia preso en el Alcázar do Segovia
en gran peligro de su persona, el qual , según fama,
algunas vocee tentó do matar con yorvas la Reyna
Dofia Juana su muger , lo qual se croe fué puesto
en obra, salvo por la diligencia y bondad de Peru-
cho Vizcaino, Alcayde del Alcázar de Segovia ; á la
qnal deliberación mucho amonestó al Rey Alvar
€k)raez, su secretario, cuya sentencia mucho por en-
tonces el Rey aprobaba; después de lo qual un
ayuntamiento de los Grandes se ñzo en la villa de
Duefias, que en aquellos dias fué tomada por Don
Alonso , prefuogénito del Almirante Don Fadrique,
por Juan de Vivero ; y allí se acordó f abla destos
Grandes con el Rey Don Enrique cerca de la villa
de Cabezón, en la qual fabla, después de grandes
alteraciones, se hizo compromiso en el qual fueron
puestos por jueces de todos los debates que oran
entre el Rey y el Príncipe Don Alfonso y los Gran-
des deste Reyno, en manos de Don Pedro de Velasco,
primogénito del Conde de Haro, y de Don Gonza-
lo de Sayavedra, Comendador mayor de Monte Al-
ban, en el Reyno de Aragón, de la Orden de San-
^HS^ 1 7 por parte del Príncipe Don Alonso y los
Grandes que lo seguían, el Marqués de Villena Don
Juan Pacheco, y Don Alvaro d'Estufiiga, y junto
con ellos Fray Alonso de Oropesa, General de la
Orden de San Gerónimo , que era varón de gran
ciencia y de honesta vida ; los quales pudiesen di-
finir todos los debates que eran entre el Rey y el
Príncipe su hermano y los grandes de sus Reynos,
y qne antes de toda cosa Don Deltran de la Cueva
. renunciase el Maestrazgo de Santiago en manos del
Sanóte Padre, al qual dio el Rey en equivalencia el
Condado de Ledesma y las villas de Alburquerque
y Caellar y Roa é el Colmenar de Arenas y el Andrá-
da, y le fizo Dnqoe ; y la renunciación fizo en favor
del Slastrisimo Príncipe Don Alonso, el qual ins-
trumento fué inviado á los procuradores que en Ro- '^
ma estab|in, la qual renunciación rescebida por el
Padre Sancto, para la espedicion de las lebfas al '
Papa demandó ser pagado déla media nata, lo quál
Alonso de Falencia contradixo , dando muchas ra-
zones porque no se debia pagar, mostrando como
los qne oviesen el Maestradgo no eran obligados á
pagar media nata, porque en los tiempos antepasa-
dos el Santo Padre no tenia que ver en el Maes-
tradgo de Santiago , ni otra persona alguna, salvo
solamente trece comendadores de aquella Orden
pora ello deputados, á quienes pertenecía la elecion ;
ni la Sede Apostólica en ninguna cosa se requería,
salvo en ciertos casos, de los quales ninguno por
entonces se requería ; y en tiempo de Don Alvaro
de Luna esto so comenzó; y allende desto los hijos de
los Reyes no eran tenudos á pagar media nata, ma-
yormente el Illustrissimo Roy Don Alfonso qne era
verdadero heredero del Rey Don Enrique, é hijo del
Roy Don Juan el segundo de Castilla y de León*;
lo qual el Padre Santo no negó ser ansí , pero con
todo eso dixo que, en tan gran necesidad como él
estaba por la guerra de los moros en defensión de
la religión christiana, le parecía ninguno debia sor
esemido de pagar media nata á la Sede Apostólica
para pagar el sueldo á la gente ; á lo qual Alonso
de Falencia respondió , que aunque todos los otros
Príncipes esto debiesen pagar, el Príncipe Don
Alonso debia ser esemido, porque no reformándose
las costumbres del Roy Don Enríque, asaz turcos
tenían en las entrafias de Espafia, los quales seyen-
do vencidos enflaquecería la cabeza dellos, que era
el turco y todos los miembros de los infieles; y así,
vistas las cosas dichas por Alonso de Falencia, el
Sancto Padre mandó despedir las Bullas del Prínci* .
pe Don Alonso para la Administración del Maes-
tradgo. En tanto Don Beltran de la Cueva fué apar«
tado de cerca del Boy, el qual se fué á la villa de
Cnellar, la qual pertenecía á la Illustrissima Infan-
ta Dofia Isabel, hermana del Bey Don Enríque, á
quien fué dada por el Bey Don Juan su padre, y así
dexada en su testamento los jueces ya dichos en-
tendían en difinir y acabar las disinsiones comen-
zadas, y el Bey ya no pedia comportar la absencia
de Don Beltran de la Cueva ni el destierro de los
moros y, seguiendo el consejo de los que cerca dól .
estaban, pensó de prender á los jneces, lo qual les
fué revelado por Alvar Gómez, Secretario, el qual,
porque el Príncipe Don Alonso fuese libre, no quiso
mas estar cerca del Bey, y juntamente con Don Gon-
zalo de Sayavedra se fué al Maestre de Alcántara,
con el qual gran f amiliarídad tenia, y luego el Bey
mandó llamar á Don Beltran de la Cueva, en el
qual llamamiento se fioieron las cosas que adel(into
se dirán, y la culpa do dar el Bey al Infante' Don
Alonso á Gonzalo de Sayavedra por cuyo consejo
él entonces se regia, y le deshonró muy mal Juan
Fernandez Galindo en Xerez sobre este caso*
1» »•
a
ORÓNIOAS DB LOS ítETBS DB OAfiTÍLLA.
CAPÍTULO XXVI.
. I
De cómo te eoneerU^ entre los Grandes qne el Rey Den Enriqne
foese preso.
Visto por loe Grandes deste Reyno oomo ñinga-
na amonestación bastaba para corregir la mala go-
bernación del Roy Don Enrique, y visto oomo las
cosas siempre iban de mal en peor, y todo esto vi-
niese en panto de so perder, en nn ayuntamiento
,qno se fiso en el Monesterio do San Pedro de las
Daefias, fué determinado qnel Rey fuese preso; y
en la mesma hora de la habla, ó le fué revelado
por alguno, ó porque el Rey se le antojó, con muy
pooos se fué huyendo 4 Sogovia y deudo on ado-
lante se fué mas encendiendo ia guerra.
Después desto ovo guerra en diversas partes des-
tos Reynos y el Príncipe Don Alonso se vino á la
villa de Arévalo por ver á la Reyna su madre, y de
allí se partió para Plasencia, donde se entendió en
la privación de la corona al Rey Don Enrique, y
fueron ocupadas diversas villas y ciudades, algu-
nas por la parte del Rey Don Enrique, y otras por
la parte del Principe Don Alonso ; y como Alvar
Gomes, Secretario, oviese comprado la villa de
Torrejon de Volasco, fué acordado quo so dioso ol
cargo del cerco de aqnolla villa á Pedro Arias , hijo
de Diego Arias, Contador mayor, el qual la tovo
asas tiempo cercada , y después de grandes traba-
jos y peligros é muertes de gente , asi de la parte
suya como de los que en la fortaleza estaban , se le
dio por el Alcayde llamado Pedro de Arroyo, varón
esforzado que la tenia , no pudiendo comportar la
gran hambre y necesidad y todas las otras cosas
que le fallecían.
CAPÍTULO XXVII.
De la f Horia qae hobo el Principe de Aragón Don Penando, hi-
jo del Rey Don Juan , de Don Pedro Condesiablc de Portnpl,
qne se llamaba Rey de Aragón , y de los borgofiones y portu-
gueses y bareeloneses que le ayudaban.
Don Pedro , Condestable de Portugal , venido en
Barcelona llamado por la ciudad después de haber
dexado el Rey Don Enrique de ayudar y favorecer
á los de Barcelona; á este Don Pedro secretamente
f avorescia con intención de destrrJr al Rey de Ara-
gón, su tio ; y como entonces oviese muchos por-
tugueses en casa de la Reyna Doña Juana , su mn-
ger , á todos les dio con larga mano lo que ovieron
menester para ir á servir á este Don Pedro en apa-
rato de guerra. T en este tiempo acaosció que el
Duque de Borgofia envió ciertos navios al Santo
. Padre Pió para facer la guerra al turco , y como los
capitanes dellos fueron certificados el Papa Pió ser
fallescido, y su armada ser desbaratada , aoordaron
• de se volver, y venidos en Barcelona, asi por se
fornecer como por reposar de los trabajos pasados
en la mar , fallaron alli al incluso Don Pedro de
Portugal , que Rey de Aragón se llamaba, los qua-
les conociendo el gran deudo que este tenia con la
Duquesa de Borgofia , oomo lo fallasen en punto
para ir á socorrer á los de Barcelona qne estaban
cercados y en g^ran trabajo y peligro, acordaron de
le ir servir en aquella jomada , creyendo en ello fa-
cer servicio á su Sefior, y ansi Don Pedro de Por-
tugal salió de Barcelona con muy gran número de
g^nte, asi de caballo como de pié, borgofionesj
portugueses y catalanes, por ir socorrer á los de
Corvara ; y como el Bey Don Juan de Aragón esto-
viese en Tarragona muy trabajado, de manera que
casi ninguna cosa vela por el crecimiento de las ca-
taratas que entonces mucho se le habían acrecen-
tado , y teniendo muy poca gente en comparación
de la mucha quel adversario traia , determinó en
lugar suyo do enviar al Principe Don Fernando,
seyendo de edad de trece afios, á resistir el paso al
dicho Don Pedro , é dio el cargo de la gobernación
á Don Juan de Cardona, Conde de Paredes, varón
estrenuo , é caballero mucho esforzado ; ó ansi el
Principe partió con asas poca gente en comparación
de la quel adversario traia, pero gente muy leal y
esforzada é usada en los belioios ates, si en núme-
ro fuera igual á los adversarios; pero sin duda
eran mas de dos tantos que la gente del Bey Don
Juan. É partido el Príncipe con esa gente que pudo
por defender el paso, considerada la muchedumbre
do los enemigos é las ayudas qne tenían de los ca-
balleros espertes en la guoiTa, ninguna cosa tanto
les facía temer como la persona del Príncipe en
tan tierna edad , é acordaron de esorebir al Rey to-
das las cosas en el punto en que estaban , donde no
se sabían dar remedio ; el qual respondió que la ce-
guedad le había costrefüdo no ser en la batalla, co-
mo deseaba, é haber de enviar al Principe su hijo
que tuviese su lugar, porque aquel todos mirasen y
él á ellos pudiese mirar, lo qual todo á solo Dios
encomendaba. É viendo esta respuesta, el Conde
ordenó sus batallas como sabio y esforzado capitán
é puso al Principe acompafiado de muy escogidos
caballeros en lugar donde pudiesen ayudarle, es-
tando fuera de la orden de las batallas é asi la ba-
talla se 4ió de tal manera, que con ol ayuda de
Dios é la buena ordenanza quel Conde de Paredes
dio en esta batalla, Don Pedro de Portugal fué
vencido é desbaratado , é mucha de su gente é de
sus ayudadores muertos é presos, ó á él le fué muer-
to el caballo é oviera de ser preso , salvo porque fué
socorrido, é le fué dado un caballo en que se pudo
salvar ; é de los peones catalanea pudiéronse muy
pocos salvar, porque venían tan armados que no
ovieron lugar de f uir. El alcance no se siguió mu-
cho por la gente ser muy poca , é tenia mucho que
facer en guardar los prisioneros. Fué esta batalla
cerca de la villa de Cohímbre , é poco tiempo des-
pués este Don Podro de Portugal murió, afírmase
que por yerbas que le fueron dadas por los barce-
loneses, donde de en delante las fuerzas de los re-
beldes se fueron abaxando, y el favor del Rey Don
Juan fué siempre creciendo , de lo qual no menos
desplacer mostró el Rey Don Enrique que si.el caso
propio suyo fuera.
MEMORIAL DB DIVERSAS HAZAÑAS.
CAPÍTULO XXVIII.
Deeone faé qiita^o el eelro real é la corona dei Reyno al Ref
UoB Barloe en la elbdad de Avila.
Los Grandes dol Reyno quo on Avila estaban con
el Príncipe Don Alonso detorminaron do deponer
al Roy don Enrique de la corona é cetro roal , é pa-
ra lo poner en obra eran diversas opiniones, por-
que algunos decían qne debia ser llamado é se de-
bia hacer proceso contra él; otros decían qae debia
ser acosado antel Santo Padre de herejía é de otros
graves crimines é delitos, qne se podrían ligera-
mente contra él probar. La segunda opinión fué
reprobada por los que conocían las costumbres de
los Romanos Pontífices, cerca de los qnales valen
mucho el gran poder é las dádivas de quien quiera
que darlas pudiese , é tenían que si el caso se defi-
niese, d poder del Rey Don Enrique so acrecenta-
ría por el gran tesoro que tenían , é las fuerzas del
Príncipe Don Alonso é de los que lo seguían no so-
lamente se adelgazaban é apocarían, mas total-
mente se perderían por la mengua del dinero ; por
lo qual ninguna cosa los parecía mas conveniente,
ni que mas sabiamente so pudiese facer , quo la pri-
vación del tirano , al qual fallecía vigor de corazón
é prudencia , é esfuerzo é todas las otras habilida-
des que á buen Príncipe convienen ; ninguna otra
cosa le quedaba, salvo nombre de Rey , el qual qui-
tado , él era todo perdido , lo onal no ora cosa nuo-
va en los Reynos de Castilla é de León , los nobles
é pueblos dellos elegir rey é deponello, lo cual por
candnicas autorídades se podría bien probar , é por
muy menores causas do las que contra el Rey Don
Enríque probarse pueden. Qnel Rey Don Alonso,
deceno deete nombre , que por su gran virtud é bon-
dad fué elegido por Emperador, por solamente ser
habido por pródigo, fué prívado de la corona, é
muy mas reciente enxemplo tenemos del Rey Don
Podro , el qual por su mala é dura gobernación per-
dió el Reyno é la vida con él, é óvolo Don Enrique
su hermano, no le perteneciendo derecho por ser bas-
tardo, é por favor de los nobles é pueblos del Rey-
no ; é finalmente ansí por consejo de los Grandes
que alli estaban , como de algunos famosos letra-
dos, fué determinado que al Rey Don Enrique fue-
se tirada la corona del Reyno ; para lo qual , en un
llano qnestá cerca del muro de la dbdad de Avila,
se fizo un grande cadahalso, abierto, como de to-
das partes que allí eran por ver este acto , pediesen
ver todo lo que encima se ficiese , é allí se puso una
silla real con todo el aparato acostumbrado de de-
poner á los Reyes , y en la silla una estatua , á la
forma del Rey Don Enrique , con corona en la ca-
beza é cetro real en la mano ; y en su presencia se
leyeron muchas qnerollas que antel fueron dadas de
muy grandes ecesos , crimines é dilitos antd mu-
chas veces presentadas, sin las querellas haber ha-
bido cumplimiento de justida ; é alli se leyeron to-
dos los agravios por él fechos en d Reyno, é las
causas de su depusíciou, é la estrema neceddad en
Or.--IH.
83
que todo el Reyno estaba para facer la didia de-
pumcíon, aunque con g^an pesar é mucho contra
su voluntad. Las qnales cosas ansí leidas, el Arzo-
bispo de Toledo , Don Alonso Carrillo, subió en el
cadahalso , y quitóle la corona de la cabeza, como
primado de Castilla, y el Marqués de Villena, Don
Joan Padieco, le quitó el cetro real de la mano,
habiéndolo fecho Marqués do Villena, que su padre
Diego Tdles no tenia mas do á Belmente, en la
mancha de Aragón; y el Conde de Plaoencia, Don
Alvaro de Estufii^CA» le qníb') el espada como Jus-
ticia mayor de Castilla ; y el Maestre de Alcántara
Don Gómez de Solis , al qual el Rey fizo maestro
de un escudero fijodalgo, natural de Cáceres ; y el
Conde de Benavente, Don Rodrigo Pimentel, y el
Conde de Paredes, Don ttodrigo Manrique , le qui-
taron todos los otros ornamentos reales , y con los
pies le derribaron del cadahalso en tierra y dixeron
á tírnTa^puio; y á todo esto gimian y lloraban la
gente que lo vdan ; é luego incontinente el Prín-
cipe Don Alonso snbió en el mismo lugar donde
por todos los Grandes qne ende estaban le fué be-
sada la mano por Rey y Seftor natural destos Rey-
nos; y luogo sonaron las trompetas, y so fizo muy
gruiide alegría , lo qual acaoscíó jueves , » cinco
días dul mes de Julio dol afio de nuestro Redentor
de mil y quatrodentos y sesenta y cinco afios, se-
yendo el Príndpe Don Alonso de once años y cinco
meses é cinco días. Ansí duró el Reyno del Rey
Don Enrique dcfldol dia quo comenzó á rcynar
fasta esta depusicion de su corona , diez aftos ó on-
ce meses é quatro días. Oídas por todas las partes
do Espafia la prí vacien dd Reyno fecha al Rey Don
Enrique, maravillándose mucho, daban gracias á
Dios como les pareciese cosa que por manos de
hombres no pudiese ser fecha. Al Papa Pablo pa-
reado grave cosa esta depusicion , é pesóle mucho
de la caída de tan gran Príncipe, como por letras y
mensajeros del Rey Don Enríque el Santo Padre
era certificado que del todo quería ansí é á este Rey
no Bojuxgaso á él.
CAPÍTULO XXIX.
Del (nmnlto é adninUtraeion qae los Reynos de Castilla é de
LcoB oTlcron por el aaelo en Avila pasado, 6 de las letras qae
al Santo Padre fieros esTladas por las prlaelpales eibdades
destos Royaos.
Los mal de los pueblos de OastiUa é de Leen es-
tovíeron como atónitos maravillados del caso en la
cibdad de Avila acaecido, la forma del qual á al-
gunos fizo, temerosos é á otros mas osados. La cib-
dad de Toledo , cinco días después de la depusidon
del Rey Don Enríque é de la sublimadon del Roy
Don Alonso , no solamente aprobó lo fecho en Avi-
la por bueno , mas óvolo por muy neoesarío , é sú-
pitamente el pueblo tomó las puertas de la cibdad
é el alcázar é la puente de Alcántara, é cCmbatie-
ron fuertemente la puerta do San Martin, la qual
l>or fuerza do armas tomaron. É pasados diez diaa
del aucto fecho en Avila, en la dbdad de Sevilla
Don Pedro de Estúniga é con él Fernando de Cue-
8
34
CRÓNICAS DE LOS REYES DE CASTILLA.
vas Rabias, Maestre Sala del Rey Don Alonso, qne
dios avia sccrotamente estaban en Sevilla, persua-
dieron al Dnqne Don Joan de Guzman é al pnoblo
á las cosas que so doblan en obra poner. El pueblo
alevemente recibió la sublimación del Rey Don
Alonso, é luego los caballeros ó regidores de la
cibdad se juntaron en su colegio acostumbrado,
donde las letras del Rey Don Alonso se leyeron,
las quales leidas el Duque Don Juan de Quzman,
que tenia el primero lugar en el ayuntamiento, oon
grande alegría recibió por Rey é Sefior natural al
Rey Don Alonso > y otro tanto fizo el Conde de Ar-
cos, Don Juan Ponce de León, Don Pedro d*Es-
tufiiga que en este caso dias habia que trabajaba
con muy mas alegre cara , recibieron por Rey á Don
Alonso, é ansí mismo lo fizo Don Enrique de Quz-
man , heredero del Duque Don Juan de Guzman.
Don Rodrigo , fijo del Conde de Arcos, no fué pre-
sente al caso ; ó todos los otros caballeros 6 oficia-
les qnestaban en aquel aytmtamiento con grande
alcgria siguieron lo que los mayores comenzaron,
é todos juntos fueron al Sagrario de la Iglesia , é
sacaron dende el pendón del bien ayenturado é San-
to Rey Don Hernando que ganó á Sevilla ó á Cór-
doba é á la mayor parte del Andalucía , por facer
honor en la fiesta del acoutacion del nuevo Roy
Don Alonso , llevándolo on la mano Luis de Medi-
na, caballero novel, natural de aquella cibdad. An-
dovierbn por toda ella con grande alegría faciendo
el aucto acostumbrado de se facer á los Reyes que
nuevamente eucomionzau á reynar.
CAPÍTULO XXX.
De los Grandes qac sprobston la sablimscion del Rey D. Alonso,
6 de los que signieroa al Rey D. Enrique.
Los Grandes que siguieron al Rey Don Alonso,
allende de los que en Avila con él estaban é de los
sevillanos é cordobeses, en la provincia de León si-
guieron al Rey Don Alonso el Almirante Don Fa-
drique y el Conde de Alba de Liste , Don.Enrique, su
hermano, ó Don Diego Fernandez de Quiñones Con-
de de Luna, Merino mayor de Asturias , ó Don Pe-
dro de Bazan Vizconde de Palacios; en la provincia
de Burgos , é Palencia los Condes de Castafieda é
Osorio, Don Juan Manrique, 6 Don Gabriel Manri-
que, hermanos, ó Don Juan Sarmiento, Conde de
Santa Marta ó Don Pedro de Acufia, Conde de Buen-
díaé Sefior de Duefias, é Don Juan de Vivero, Viz-
conde de Cabezón, y el Mariscal Gómez de Benavi-
dos, Sefior de Fr^mesta, Don Diego de Estúfiiga,
Conde do Miranda, 6 Don Femando de Rojas, Con-
de de Castro ; en la provincia de Toledo Don Pe-
dro Girón , Maestre de Calatrava ; Don Alonso de
Silva , Conde de Cif uentcs ; Pero López de Ayala,
qno después f uó Conde do Fuen Salida; Don Alvaro
Peres de Guzman, Sefior de Santa Olalla; Lope d'Es-
túfiiga, Sefior de Cuerva; Payo de Ribera, Mariscal;
Femando de Ribadeneira, Mariscal; Don Pero Puer-
tocarrero. Conde de Medellin; Don Alonso de Cárde-
nas, Comendador mayor de León, de la Ordon de
Santiago, que después fué Maestre de Santiago; en
la provincia de Murcio el Adelantado Pero Fajar«
do ; el Obispo de Burgos , Don Luis de Acufia ; Don
Ifiigo Manrique, Obispo de Coria, Don Pero de
Montoja, Obispo de Osma; Don Diego Banegas,
Obispo de Cádiz, el electo de Sigüenza Don Diego
de Madrid, después de la muerte de Don Pero de
Luzan. Don Pero de Silva, Obispo de Badajoz, fizo
estar dudoso al Conde Oifuentes su sobrino, el qnal
y el Conde de Feria estuvieron alg^n tiempo como
neutrales. E ansí la mayor parte destos Reynos de
Castilla é de León contradecían al Rey Don Enri-
que, é Don Pero Fernandez de Velasco Conde de
Haro, que por cierto era muy contrarío á las condi-
ciones del Rey Don Enrique, quiso ser como media-
nero entre los dos Reyes ; pero oon todo eso dio lu-
gar á su hijo primogénito , llamado Don Pero de
Velasoo, que siguiese al Rey Don Alonso, el qual
tenía gran sentimiento del Arzobispo de Toledo ó
de los otros que ficieron la dopusioion del Rey Don
Enrique , ansí aceleradamente sin lo consultar con
él ; Don Beltran de la Cueva, Duque de Alburquer-
que, que no solamente por voluntad, mas por nece-
sidad al Rey Don Enrique seguía ; Don Diego Fur-
tado de Mendosa, Marqués de Santillana, é Don Pe-
ro González de Mendoza, Obispo de Calahorra, é
Don Alonso de Figueroa, Conde de Colufias, é Don
Ifiigo de Mendoza, Conde de Tendilla, é Don Gil de
Mendoza é Don Furtado, hermanos. Al Rey Don En-
rique seguían Don Alvaro Pérez de Osorio, Marqués
de Astorga ; Don García de Toledo, Duquo do Alba,
y el Condestable Don Miguel Lucas, é Don Juan de
Valenzuela, Prior de San Juan, é Alvaro de Mendo-
za é su hermano Rodrigo de Mendoza, hijos de Ruy
Díaz de Mendoza Mayordomo mayor que fué del
Rey Don Juan, é Don Pedro de Mendoza, Sefior de
Almazan, é Juan Ramírez de Arellano, Sefior de los
Cameros, é otros muchos, aunque no de tanto es-
tado, seguían al Roy Don Enrique ; é los obispos de
Galicia oonstrefiidos por necesidad seguían al Mar-
qués de Astorga ; ó el Obispo de Zamora, Don Juan
de Mella , estaba en Roma ; el Obispo de Salamanca
de necesidad seguía lo que aquella cibdad , aunque
contra su voluntad ; Don Martin de Vilches Obispo
de Avila seguía al Rey Don Enrique ; Don Juan
Arias, Obispo de Segó vía, por necesidad seguía lo
que aquella cibdad seguía; Don Alonso Pelaes,
Obispo de Jaén, seguía al Rey Don Enrique, y Don
Lope de Barrientes, Obispo de Cuenca, siguia asi-
mismo al Rey Don Enrique, aunque contra toda su
voluntad ; Don Pero de Solíer, Obispo de Córdoba,
en el comienzo destas cosas estovo como neutral , y
al fin siguió al Rey Don Alonso ; Don Alonso do Pa-
lenzuela,frayle, Obispo de Cibdad Rodrigo, fué neu-
tral, y Don Juan de Carabajal, Cardenal de Santán-
golo. Administrador de Placoncia, estaba en Roma.
Ansí los Roynos de Castilla ó de León estaban di-
visos en la forma ya dicha.
Memorial de diversas HAZAftAS.
35
CAPÍTULO XXXI.
De la fonaa que los ya dichos tovleron en segnir i estos dos
Reyes 6 para los teoer en pendeneb.
Cosa seria muy difícile de escrebir por orden to-
das las cosas pasadas entre los Grandes ya dichos,
de los qnales los menos forzaban su partido por bien
de la cosa pública destos Rey nos, ni por servirá
estos Reyes, mas por acrecentar sus estados , entre
los qualos, como quiera que el Marqués Don Juan
Pacheco pareciese seguir al Rey Don Alonso, con
todo eso sostenía al Rey Don Enrique , no dando
lugar totalmente á su caida, ni quería tanto fayore-
cer el partido que parecía seguir, é porque mucho
sobrase al Rey Don Enrique ; é así en la pendencia
destos dos Reyes se perdían ó destrnian estos Rey-
nos é no menos los Grandes detios, especialmente
los que seguían al Rey Don Alonso, de lo qual el
Arzobispo^de Toledo, Don Alonso Carrillo, tenia
gran sentimiento, é ovo sobrello palabras -de gran-
de enojo con el Marqués de Vi41ena , su sobrino. E
como en esto tiempo el Rey Don Enrique conocicso
el gran desamor que todos los pueblos destoe Rey-
nos le avian , determinó de se pasar en Portugal,
temiendo que si se ponía en Segorta allí sería cer-
cado é se perdería. Entre los caballeros que al Rey
Don Alonso seguían había diversas opiniones,. y el
Arzobispo de Toledo y el Ahnirante Don Fadrique,
y el Conde de Paredes , que verdaderamente perse-
guían el negocio, porfiaban que el Rey Don Alonso
debía ir con la roas gente que pudiese donde quiera
que su hermano estuviese, é dar fin al negocio, para
questos Reynos quedasen on paz ; é que sí esto de-
xaba de facer, poco te aprovechaba aver tomado
nombre de Rey, é ya el derecho en las armas esta-
ba, é debía trabajar por haber la vitoría, porque
siempre los vencedores ovíeron corona ; lo qual sin
dilación se debía luego poner en obra porque el fa-
vor de los pueblos es mudable ; é la gente castellana
es codiciosa, é como conozcan el gran tesoro que el
Rey Don Enrique tiene abriendo la mano así loe
pueblos lo seguirán como las moscas siguen la miel;
é como quiera que todos conociesen al Rey Don
Alonso tener la justicia, por aventura se desviaran
del derecho camino ; é pues para la gente quel Rey
Don Alonso pudiera llevar había dinero para dos
meses de sueldo, en el qual tiempo con el ayuda de
Dios se podía este fecho acabar , por eso convenia
ponerse luego en obra, porque la dilación seria muy
dafiosa. El Marqués de Víllena é otros algunos que
lo seguían contradecían este consejo , lo qual sabi-
do por el Rey Don Enrique , determinó de se ir á la
cibdad de Zamora , ansí por ser muy fuerte , como
por ser cerca de Portugal para que , sí necesario le
fuese, pudiese usar del oonsejo que pensado tenía;
donde ayuntó gran número de gente, ansí de caba-
llo como de pié ; é como esto fuese sabido por el
Rey Don Alonso é por los que lo seguían, como á
la fin todo se gobernase por Don Juan Pacheco , el
Marqués determinó que porque pareciese no estar
de valde, que se fuese á Medina del Campo, donde
teniendo aquoUa villa é llevando has rentas della,
se daria enxemplo á otras cibdadcs é villas, é se es-
forzaría más el partido del Rey Don Alonso. E to-
mada la villa de Medina, el Rey Don Alonso se par-
tió para ValIadoUd , é allí se determinó que se pu-
siese cerco sobre la villa.de Simancas, ques á dos
leguas de Valladolid , ques lugar muy fuetto, é te-
níala por el Rey Don Enrique el Comendador Juan
Fernandez Galindo , que era caballero esforzado y
usado de sufrir trabajos é peligros ; é tenía consigo
ciento é cinquenta lanzas de hombres escogidos ;.é
como quiera que los caballeros que al Rey Don
Alonso seguian bien conocieron que aquella forta-
leza no se podía tomar, salvo cu largo tiempo, ovó-
se de facer lo quel Marq^iés Don Juan Pacheco que-
ría; y en la tardanza el partido del Rey Don Enri-
que crecía y eldel Rey Don Alonso se amenguaba,
espeoiidmenie porque el Rey Don Enrique daba
muy grandes previlegios y eeencioneB- á los luga-
res que por él se tiwiesen, la qual miidio le ayudó;
é puesto ansfel ceroo«obre8inMineas, el Arzobispo
de Toledo con la gente de su casa fué á.p<Hier cerco
Fobre la villa de Peftaflor, la qual tenía un caballe-
ro de la casa del-Roy Don Enrique , llamado Lope
de Cernadilla, hombre mucho esforzado é bueno, el
qual la defendía valientemente ; lo qual cono el Ar-
zobispo mandó poner escalas por diversas partes
como los de la villa conooíesen que no les convenía
pelear por defender las almenas, por su vida ó bie-
nes determinaron de ser contrarios al Aloayde á
quien pHmero ayudaban , dando lugar á Ins cerca-
dt>res que libremcnte^emasen la villa, á fin do guar-
dar sus personaré foienes, ó ansí Lope de Cernadi-
lla, tomado no solamento délos enemigos, mas do
los que solamente le debían ayudar á defender la
villa, ovo de darse al Arzobispo, con partido que
dexaee las armas , é caballeros é se fuesen donde
quisiesen con la grato que allí tonía. El cerco de
Simancas se tovo dos meses donde murieron algu-
nos , así de los cercados como de los cercadores , en
el qual cerco ningún provecho ni honor se recibió;
y estando allí Don Enrique, fijo del Almirante Don
Fadrique, salió de Torre de Lobaton con poca gen-
te, é cayó en celada de gente muy demasiada de la
quél traía, é fué desbaratado, é allí murió un buen
caballero de la casa del Almirante llamado Juan
Carrillo, hermano de €k>nzalo Carrillo el de Córdo-
ba. T en tanto questas cosas pasaban el Rey Don
Enrique tuvo lugar de ayuntar muchas mas gentes
de las que tenía, y el cerco de Simancas se alzó , y
d Rey Don Alonso se volvió á Valladolid, y el Rey
Don Enrique se volvió á Simancas con gran núme-
ro de gentes; é allí se vino para él Don Alvaro
Pérez de Osorio, Conde de Trastamara con quatro-
cíentas lanzase gran número de peones, al qual el
Roy Don Enrique dio la cibdad de Astorga é le fizo
Marqués dolía ; con el qual venía Gutiérrez Qnoxa-
da, Sefior de Villa García, varón muy noble y es-
trenuo caballero. Don García de Toledo , Duque de
Alba,x!omo ovieee recebído gran suma de dineros
GRÓNIOAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
86
del Bey Don Enrique, vino alli á eervir con ocho-
cientOB de caballo ; Don Lnis de la Oerda, Oonde
de Medina Celi, trazo alli en Beryido del Bey Don
Enrique quatrociontas lanzas ; Don Diego Fnrtado,
Marqués de Santillana é sus hermanos trazoron
ochocientas lanzas ; Juan Bamiree de AreUano, Se-
fior de los Cameros é Pero de Mendosa, Sefior de Al-
mazan, é muclioB otros caballeros, aunqne no de
tanto estado, traxeron asaz^gmite ; ó:ansf el Boy Don
Enrique allegó alli ocho mil lanzas é ▼einte mil
peones. Sabida la venida dd Bey Don Earíque por
el Bey Don Alonso con tan gran muchedumbre de
gente, el Marqués de ViUena, que antee solía mos-
trar tener en poco el poder del Bey Don Earique,
comenzó á temer la batalla, é doeia que en la dila-
ción siempre se acrecentaría el poder del Bey Don
Alonso por su edad ó fuerza é habilidad é por tener
la mayor parte del Bc^o por sf , é todo lo contra-
río se debía juzgar dol advorsarío, el qnal á Dios é
á los -hombres era abonrocible ó á ninguno tuviese
ñol á sí salvo per respeto de las dádivas que oon ne-
cesidad facía é sus tesocos mal ganados por gran-
des que fuesen ligeramente avrían fin. Asi la do-
blada aefia del Masques tenia suspensos los corazo-
nes de los que lo oían ; pero eon todo eso por todos
80 determinó quol Bey Don Alonso estovieso en Va-
lladolid, é to viese consigo la mitad de la gente que
allfitenía, ó la otra dexase ir á sus casas ; é tales
formas se truxeron, que se dio tregua por cinco me-
ses de la una parte á la otra. En este tiempo Don
Pero Fernandez de Velasco , Conde de Ilaro , que
decían questaba encerrado con cierto número de ca-
balleros de BU casa só cierta regla en un hospital
que él había edificado en la villa de Medina de Pu-
mar, seyendo certificado do las grandes turbaciones
que en estos Beynos había , trayendo hábito de re-
ligioso, vino á la villa de Cigalos por dar algún me-
dio entre estos dos Boyes lo cual- como no pudiese
acabar se volvió en su hospital como- de primero es-
taba.
CAPÍTULO XXXIL
Del eereo de Jaén, é de las cosas qne es la provincia del Ándala-
da en este tiempo se flcieron.
En tanto questas cosas se facían, el Maestre Don
Pero Girón pensó ocupar el Andalucía ; ó como la
cibdad de Jaén se acercaba á las fortalezas del
Maestrazgo, parecióle que podía ligeramente tomar-
la, como los mas de los fidalgos de aquella cibdad
fuesen suyos é desamasen mucho al Condestable
Don Miguel Lucas, el qual siempre á los populares
favorecía ; y en tanto sojuzgó aquella cibdad, que
BUS mandamientos mejor en ella eran obedecidos
que de ningún Bey ; ó como en ella ante de entonce
no oviesemas de quinientos de caballo , los llegó á
número de mil peones é diez mil lanceros é balles-
teroB los quales todos le eran así obedientes como
si domésticos suyos fuesen, de lo qual al Maestre de
Calatrava pesaba mucho ; el qual como tuviese muy
gran partQ Qon Don Alonso de Aguilar y él tuviese
la cibdad de Córdoba á su querer é mando, é no me-
nos toviese en la cibdad de Eoí ja y en SevílU y en
Xorez é Carmpna ; ó tuvieje gran parte en Ubeda y
Baoza le f avoredeso, porquo los principales de aque-
llas dos cíbdades vivían con él, ansí que en aquella
provincia los mas estaban á su querer , salvo Don
Diego Fernandez, Conde de Cabra que era muy no-
ble y esforzado caballero, el qual tenia dentro de
su villa de Baena quatrocientoe de caballo, é de las
otras villas suyas docíentos de caballo, é Alonso de
Montemayor, Sefior de Aloaudete, que en aquella
villa tenía docíentos de caballo , los quales estaban
quedos sin favorecer ningiwa de las partes, é sola-
mente el Condestable Miguel Lucas oon la grande-
za de Jaén é Andujar fada guerra al Maestre Don
Poro Qíron , el quid con tres mil de caballo é gran
número de peones puso cerco sobre la cibdad de
Jaon , donde vanamente gastó la mayor parte del
verano, é allí se ficieron muchas escaramuzas en
que mas perdieron los cercadores ; ó como el Maes-
tre oonooiese aver gran gente en aquella dbdad pa-
ra BU defensa ó no les faltar cosa de lo que menes-
ter avian, é tener lugar por la parte de la sierra pa-
ra traer la gente que quisiesen, determinó de levan-
tar el cerco é irlo á poner sobre la fortaleza que lo
era contraría en. la villa do Cannoiía, la qual tovo
cercada asaz días, é la puso en tanto estrecho , que
de necesidad se le ovo de dar , é ansí se apoderó de
aquella villa, de lo qual grandes dafios se siguieron
en aquella provincia.
En tanto questas cosas pasaban, el Boy Don
Alonso se partió de Valladolid, é se fué á Portillo ; é
de allí se acordó de ir á Coca por saber el propósito
del Arzobispo de Sevilla que en aquella villa resi-
día ; é de allí el Bey se partió para Arévalo é con él
el Arzobispo de Toledo, y el Marqués de Villena, y
el Maestre de Alcántara, Don Qomez de Solís, é los
Condes de Placencía é Beuavente ó Miranda ó Pa-
redes, y el Obispo de Coría, Don Ifiigo Manrique,
el qual como partiese de. Valladolid, topó en el ca-
mino oon gente del Obispo de Palencía Don Gu-
tierre de la Cueva, hermano del Duque de Albur-
querque, é peleó con él de manera que lo desbarató,
é fueron allí algmios muertos y otros presos.
CAPÍTULO xxxni.
De lo qoe el Rey Don Enrique en este tiempo llxo , ¿ de las Ins-
irueclones qael Rey Don Alonso al l*apa rabio envió , 6 de ia
muerte de la Infanta de Portugal, abuela de la Reyna Dofia Isa-
bel , ó de la ida del Conde de Placcncia é del Maestre de Al-
cántara en el Andalacía , 6 del Rey Don Alonao en Avila , é de
la ida del Anobispo de Toledo en liuete por socorrer A sn
hermano Lope Vaaqnez , que lo tenia cercado Garda Mendes de
Dadajoz.
En tanto que las treguas duraban , el Bey Don
Enrique puso gran gente cerca de la villa de Medi-
na del Campo que Pedro Arias luengamente había
tenido cercada, é la había tomado, é asimismo en la
villa de Olmedo. T en tanto quel Rey Don Enrique
estaba en Simancas, escribió al Santo Padre cartea
muy ansiosas , quezándose de sus vasallos, especial-
UEMOBI&L DE DIVBRSAS HAZAlfAa
8Í
iftente de aquellos qne babia f cebo grandes, é como
hijoB loa babia criado é peor qne á enemigo le trc-
taban ; demandándole favor en las cosas Tenideras
porque sus Reynos libremente le qnedasen ; lo qnal
sabido por el Rey Don Alonso, envió al Santo Pa-
dre badéndole saber el fundamento é comienzo de
los debates destos Beynos é causas de la depusioion
del Bey Don Enrique su hermano, suplicándole no
quisiese dar fée á las cosas no yerdaderas que por
parte de su hermano Don Enrique le eran escritas,
sobre lo qual todas las cibdades é villas al Bey Don
Alonso sujetas escribieron ásu Santidad, siguiendo
la forma en que la cibdad de Sevilla escribió. En
este tiempo la Infanta de Portugal agüela del Bey
Don Alonso, falleció é fué enterrada muy honrada-
mente en el Monesterio de San Francisco, fuera de
los muros de la villa de Arévalo, la muerte de la
qual fué muy dafiosa, ansi por ser muy notable
muger é de gran consejo, oomo porque su vida fa-
cia grande ayuda é consolación á la Beyna viuda
su hija. E de allí el Bey Don Alonso se fué ó Avi-
la, y el Conde de Placencia y el Maestre de Alcán-
tara se fueron para sus tierras que en el Andalucía
tenían, é desde allí para Sevilla por dar sosiego en
las cosas de aquella cibdad. Y estando el Boy Don
Alonso en Avila, vino nueva cierta al Arsobispo do
Toledo de como OarcWMendes de Badajos tenia cer-
cado á Lope Vasquex so hermano en Huete, con
seiscientas lansas del Bey Don Enrique é gran nú-
mero de peones, é combatía la fortaleza, é es cierto
qne según la gente que Garci Méndez allí tenía y
el desamor que los de la cibdad le avian, fuera for-
zado de se dar, é le fuera tomada la fortaleza por
fuerza; lo qual sabido por el Arzobispo de Toledo,
partió de Avila con fasta decientas lanzas, y cuan-
do llegó á Tarancon llevaba bien oohocientas ; é
desde allí envió alguna gente para que comenzasen
la pelea por espaldas del castillo ; el qual como tu-
viese por su parte toda la cibdad , salió della con
seiscientas lanzas é oon cinco mil peones qne allí
tenía ; ó como en el camino para Tarancon por don-
del Arzobispo venía por las espaldas de la forta-
leza, como Garci Méndez lo supo, volvió por socor-
rer á los suyos é así vuelta la pelea, el Arzobispo
de Toledo é los suyos vinieron peleando con Garci
Méndez fasta lo meter por las puertas de la cibdad,
en la entrada de la qual fué preso Garci Méndez, é
con él alguno de los suyos, é de los seiscientos de á
caballo no escaparon quarenta que no perdiesen las
armas é caballos ; é así Lope Vázquez no solamento
fué libre é la fortaleza quedó por él, mas los mise-
rables dbdadanos quedaron debaxo del poder suyo
que ante de entonce muy dura é ásperamente los
trataba é mucho peor esperaban ser tratados dende
adelante. En tanto el Almirante é los Oondes de
Paredes é Bnendia é Santa Marta é Monte Bey, y el
Vizconde de Palacios de Valduem a estaban en Va-
lladolid, donde vino nueva que Alvaro de Gliindii-
Ua con decientas lanzas del Bey Don Enrique ha-
bía tomado una fortaleza cerca de una dbdad de
León ;é luego Don Alonso Enriques, hijo mayor
dd Almirante Don Fadrique, se partió para allá con
dentó é ochenta de caballo é quatrocientos peones,
é puso d cerco sobre aquella fortaleza, é combatióla
de tal manera , que la tomó por fuerza de armas é
mató algunos de los que en día estaban é á otros to-
mó las armas é caballos, é volvióse á Valladolid
donde al Bey Don Alonso vinieron embazadores
del Conde de Fox, que en aquel tiempo avia toma-
do la cibdad de Calahorra é gran piurte dd Beyno
de Navarra, el qual afirmaba haber tomado aquella
dbdad por questaba á obedienda del Bey Don En-
rique, é por su embazada se ofrecía servir al &ey
Don Alonso, el qual Bey Don Alonso respondió por
Don Pero Duque, varón noble, juntamente con los
embazadores del Conde de Fez, al qual mandó que
le requiriesen que no detuviese mas en los Beynos
de Castilla, pues era cierto haber pasado las leyes
de la verdadera amistad, como él oviese venido en
estos Beynos con color de le ayudar, é había fecho
en ellos muy grandes daños é males. Oída esta em-
bazada por d Conde de Fez , él se partió de Cala-
horra con inunción de tomar la viUa de Alfaro por
trato ó por fuerza, lo qual en vano trabajó, como en
ella estuviese Gómez de Bojas , noble y estrenuo
caballero, d qual con ayuda de los moradores della
la defendió tan valientemente , que los franceses y
gascones recibieron muy gran dafio , é muchos d^
líos murieron allí, é otros fueron destrozados ; é an-
sí el Conde de Fox se volvió en su tierra con poca
honra, é mandó á los quo babia dexadoen Calahor-
ra que la desmamparasen é lo siguiesen. E al tiem-
po quel Conde de Fez tomó la cibdad de Calahorra,
acaesció allí una cosa asaz dina de memoria, la
cual fué que como los franceses anduviesen roban-
do la dbdad, cinco se metieron en una casa de un
judío, é cerraron la puerta por de dentro ; é como el
judío no estuviese en la cibdad, en la casa estaba
solamente la muger, moza hermosa, de edad de vein-
te é quatro ó veinte é cinco afios; la qual como dn-
tíó los franceses en casa, se escondió é oon ella una
mozuola que tenía de ocho ó diez aftos; ó como los
franceses anduvirron por la casa entraron en la bo-
dega donde había muy buenos vinos é bebieron
tanto que todos dnoo se durmieron, é dezaron tira-
do el tapón de una cuba , é derramóse muy gran
parte del vino ; é como la judía estuviese muy gran,
pieza é no oyese bollicio en la casa, envió á la mo-
zuda á ver que facían los franceses , la qual los fa-
lló tendidos con el vino durmiendo , é la judía de-
céndió con un cochillo que tenía muy agudo, y en-
tró en la bodega muy paso é degollólos á todos dn-
co, é salióse para la puerta que era en anochecien-
do, é fuese á la villa de Alfaro. T en este tiempo el
Bey Don Enrique, que envió tratar con el Conde de
Fez que le ayudase contra su hermano ó ficiese
guerra al Bey de Aragón, oomo fuese certificado
que Dofia Blanca, su muger quo habia sido, era
muerta, el Bey Don Enrique, sabida la muerte su-
ya, fizo nuevas velaciones con ceriinonía oclcdásti-
ca con la Beyna Dofia Juana, de que todos los dis-
cretos f adán burla oonodendo ser tan vana la boda
88
GRÓNIOAS BE LOS BBTES DE CASTILLA.
tercera como la primera y segunda. Ea eete tiem-
po 80 oomoDzó la hermandad en la mayor parte des-
tos Hoy nos, de que gran provecho se siguió, como
quiera que desque la hermandad so vido poderosa,
pasó los términos del fin á que f uó ordenada, é reci-
hieron algunos por ello asaz dafios ó muertes.
CAPÍTULO XXXIV.
De la pertinancia qoe \o$ barceloneses tuvieron, y del injasto favor
que el Papa Pablo dio al Rey Don Enrique, 6 de como el Dean
de Toledo quiso sostener no ser bienfeeba la deposoclon del
Rey Don Enrique , sin consultar al somo l^ontillce, ¿ de como
por valientes letrados le fué probado el contrario.
Después de la nmerte de Don Pedro de Portugal,
qno se llama Rey do Aragón, como quiera que á los
do Barcelona se hiciese muy áspera guerra, no de-
xaron de afiadir error á sus errores pasados, ca des-
pués de comienzo de su rebelión demandando para
ello favor al Boy Don Enrique é aquel ya cesase,
después de haber llamado á Don Pedro do Portugal
ó haberle dado titulo de Rey ó aquel ser muerto de
sus capitales enemigos, que quisieron facer amigos,
como entrollos ó los do Marcela ovioso antigua
^ amistad, é ante que el Rey de entonce se oviesc lla-
mado Rey de Cecilia ó fuese en decrépita edad , pe-
ro curaron que el Duque Juan , primogénito suyo,
viniese on Barcelona, prometiendo el dominio con
nombre do Rey, del quul se quisieron ayudar con-
tra su verdadero Roy tan humano, tan noble, tanto
amador do sus vasallos ¡ é ansí el Duque Juan ya
una vez vencido en la guerra napolitana y ochado
vituperiosamente de la posesión de Genova á reques-
ta do los barcelonoses, fué ende vonido , con cuyo
favor ellos pensaron poder conseguir el fin desea-
do, é donde gloriosa vitoria esperaban, siempre cal-
da peligrosa é infamia perpetua les vino ; el qual ya
llamado Rey de Aragón , con el favor de Luis Rey
de Frimcia, cuyo primo él era, pensó salir con la
empresa que por gran dafío suyo comenzó é la guer-
ra se fizo ásperamente. Los navarros después de la
muerte de la Princesa Dofia Blanca, que fué muger
del Rey Don Enrique , comenzaron á contender , é
la división entrollos siempre so fué acrecentando,
de que gran trabajo al Rey de Aragón se signia , é
la ceguedad allende de los otros trabajos le comen-
zaba, ó á su afición se afiadieron las turbaciones que
en Castilla tenían todos los que deudo é amor le
avian, á los quoles el Papa Paulo injustamente per-
seguia queriendo favorecer al Rey Don Enrique, é
á los intrusos por sus letras f avorocia, llamando por
ellas al Duque Juan, Roy de Aragón, en gran per-
juicio del verdadero Rey Don Juan é á suplicación
de aquel é do las Iglesias catedrales ; é en Cataluña
proveía, é otro tanto hizo en el término de Castilla,
mandando á los procuradores del Rey Don Alonso
que en su corte no lo llamasen Rey, por lo qual el
Arzobispo escribió al Santo Padre sus cartas llenas
de querellas por las quales esplicó las verdaderas
causas por qué las principales cibdades de los Rey-
nos de Castilla á su Santidad avian escrito so la
forma que la cibdad de Sevilla} ó con aquellos en-
vió las instrucciones de las layes de Espafia con au-
toridad teológica é canónica; á las cuales todos los
Grandes que al Rey Don Alfonso seguían, unáni-
mes ó conformes dieron su consentimiento ; lo qual
como el Rey Don Enrique supiese, buscó alguna de-
fensión para su causa , ó fué requerido por él Don
Francisco de Toledo, Maestro en Teología, varón
muy famoso en ciencia é de honesta vida ¡ al qual
rogó quisiese, ansí en sus predicaciones como en
escrito, favorecer su parte; el qual en muchos ser-
mones que fizo siempre concluyó que por malo que
fuese el Rey, sus súditos no debían ni podían pro-
ceder contra él ni privarlo del Reyno , salvo seyen-
do ante juez competente, probando el crimen de he-
rejía ; al qual fué respondido é probado lo contra-
río por Don Antonio de Alcalá, Obispo de Asturias,
fray le de la Orden de San Francisco, varón muy
notable é de gran ciencia, é por Fray Juan Lopes,
famoso maestro en Teología de la Orden de los Pre-
dioadoros, é por otros Doctores, famosos legistas é
canonistas, los quales todos por muy diversas auto-
ridades, así del Testamento viejo como del nuevo,
toolúgicas é canónicas é jurídicas, corroboraron é
aprobaron la deposocion fecha del Rey Don Enri-
que; é por eso los Grandes destos Reynos á las ar-
mas ocurrieron, según la costumbre vulgar que en
semejantes casos so suelo tener entro los Royos , en-
tre los qnalcs on las armas está ol derecho ó por
proverbio común se tiene que en la corte romana
á los vencedores dan la corona é á los vencidos des-
comulgan.
CAPITULO XXXV.
Oe como fué tomada la elbdad de Gibraltar i Rsteban de Viila-
creces por Don Enrique de Guarnan, fijo del Duque de Medina
Sidonia, Donjuán de Guzman, 6 de la tomada de Coria.
Grande esperanza tovo el Duque Don Beltran de
la Cueva de poder tener la cibdad de Gibraltar, la
qual tenia por él un buen caballero natural do Xe-
roz, llamado Esteban do Villacreces, cufiado suyo,
casado con su hermana , hombre mucho esforzado é
muy discreto en las cosas de la guerra , é usado á
Bofrir peligros é trabajos. K como ol Duque do Me-
dina Sidonia siguiese al Roy Don Alonso, ó le pa-
reciese á BU primo mucho convenir aquella cibdad
estar á su obediencia, envió mucha gente á la cer-
car en comienzo dol mes de Mayo del afio de mil y
quatrocientos é sesenta é seis ; la qual venida Este-
ban de Villacreces consideró que según la grande-
za de aquella cibdad , él no 1& podría defender con
la gente que tenia é por eso él se retraxo á la for-
taleza , lo qual luego fizo saber al Rey Don Enrique
é al Duque Don Beltran ; lo qual sabido por el Roy
escribió letras á gran priesa á los moros de Grana-
da , rogándoles af cctuosamonte que quisiesen so-
correr á Esteban do Villa creces, los quales mirando
como no podían socorrer la fortaleza sin tomar la
cibdad , é esto á ellos les fuese difícil, según la mu-
chedumbre de gente que en ella estaba, como quie-
ra que algunas veces llegaron muy cerca dolía, no
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS
89
lo osaron atentar; é oon esto siempre el Dnqne de
Medina acrecentó el cerco, é mandó poner estancias
contra la fortalesa, combatiéndola fuertemente cada
dia éon gprandes tiros de pólvora é con todos los otros
aparejos acostumbrados á combatir ; lo qual duró
fasta quince dias de Febrero del año de mil é qua-
trooientos é sesenta é siete afios, en el qual tiempo
Don Enrique de Guzman, bijo del Duque Don Juan
de Guarnan , sobrevino con mucba mas gente é con
mas artillería, é fiso combatir la fortaleza de tal
manera, que fué derribada muy gran parte de los
muros, é derribadas algunas torree della y entrada
la f ortalesa ; y Esteban de Villacreces se retrasó á
la torre principal con su mujer é fijas que allí tenia
é con algunos peones que le quedaron, donde se de-
fendió varonilmente por quatro meses, pasando in-
finitos trabajos de noche é de dia, teniendo ya muy
gran mengua de las cosas necesarias ; é como quie-
ra que muy grandes partidos le fueron movidos,
jamas quiso entregarla torre, como quiera que vldo
los que con él estaban descolgarse conjsogas é darse
á miserioordia de los cercadores; é como ya no le
quedase gente con que pudiese la torre defender , é
todas las vituallas le falleciesen, dio la torre sin
ningún partido , é ansí el Duque de Medina poseyó
libremente la cibdad de Gibraltar é su fortaleza , ó
ovo previlegio, del dominio de aquella cibdad , no
embargante ser título del oetro Real. En este tiem-
po como el Maestre de Alcántara Don Gómez de So-
lis toviese cercado muobo tiempo avia la cibdad de
Ooría, en la qual estaba Alfonso de Monroy Clavero
de Alcántara, la defendía ansí porque seguía al Rey
Don Enrique, como porque tenia grande odio al
Maestre Don Gómez. La oausa principal habia sey-
do porquel Maestre tiránicamente tenia ocupada la
villa de Gáoeres, donde el Clavero tenia muchos pa-
rientes é amigos, los quales del Maestre eran mal-
tratados, seyendo caballeros dinos de honor; é no
solamente aquella villa mas la mayor parte de aque-
lla provincia tenia así sometida é sojuzgada , é al-
gunas veces con soberbia deda que el Rey por po-
deroso que era no lo temia, como quiera quel Cla-
vero envió á demandar socorro al Rey Don Enrique
que nunca ge lo envió é pasó muy grandes trabajos
é fatigas, estando mucho apretado y de eonttno com-
batido con munchos pertrechos é artiUerias. é oos-
trellido por mucha necesidad después de haber sói-
do luengamente cercado, entregó la cibdad al Maes-
tre, é fuese á la fortaleza de Fertejo que habia to-
mado por escala. La toma desta cibdad ensoberbe-
ció mucho al Maestre de Alcántara ; é desde allí fué
á tomar la cibdad do Badajoz, quos cerca del rio Ifa-
mwlo Guadiana, con las qnalos cibdades quiso su-
blimar y engrandecer sus hermanos, el uno Uama*
do Gutierre , al qual entregó á Coria con título de
Conde , y al otro llamado Fernán Gómez puso en la
cibdad de Badajoz, cibdades obispados muy nobles
é antiguas é anejas á la Corona Roal.
CAPÍTULO XXXVL
De la moerte de Don Pedro Girón, Maestre de Galatrava, 6 del
gran milagro qne nnestro SeBor en ella demosirópor la Ilnstrf-
slna Infanta DoDa Isabel, ó de la calda de Don loan de Valen-
luela, Prior de San Joan , 6 de la muerte de Franelseo Esforu»
Dnqae de Niltn, 6 de la victoria qne en esteittempo ovo el gran
Toreo. ^
Don Pedro Girón , Maestre de Calatrava, no con-
tento de la gprah dignidad é rentas que la fortuna
le avia administrado , pensó mucho más sublimar
su estado, para lo qual ovo dispensación del Santo
Padre para casarse , seyendo frayle profeso de la
Orden de San Benito, é ovo pensamiento de aver
por muger la Serenísima Infanta Dofia Isabel, que
hoy esReyna é Sefiora nuestra , lo qual creyó lige-
ramente pudiese acabar según la parte que en el
Rey Don Enrique tenia ; para lo qual determinó de
venir en la villa de Ocafta con tres mil lanaas, don-
del Bey Don Alonso é la Infanta Dofta Isabel esta-
ban , con propósito do inclinar la voluntad de la In-
fanta á que quisiese casar con él, é quando de gra-
do no le pluguiese, tomarla por fuerza; la qual
como fuese certificada del propósito con quel Maes-
tre venia é con grande aparato, no solamente de
guerra mas de Corte é oon grandes aparejos para fa-
cer justas y torneos é todas las fíestss que se acos-
tumbraban facer en las bodas do los grandes prín-
cipes, la sefiora Infanta como desto fué muy turba-
da é triste, estuvo un dia y una noche las rodillas
por el suelo, muy devotamente rogando á nuestro
Sefior que le pluguiese matar á él ó á ella, porqueeto
casamiento no o viese ef eto, é viniendo ansí el Maes-
tre muy sano é alegre, dando forma en las fiestas
que en sus bodas se avian de hacer, llegando á un
lugar que se llamaba Villa Bubia, cérea de Villa
Beal, de súpito de la mano de Dios fué ferido de
esquinencia de tal manera, que dentro de tres dias
fué muerto, quedando todos los suyos sanos , é no
menos los vecinos de aquel lugar; é ansí nuestro Se-
fior quebrantó la elación é soberbia do aquesto ca-
ballero, en qnanto los hombres deben tomar enzem-
pío para no querer subir en mas alto de quanto les
conviene por la sobervia é vana presunción, que las
mas veces derribaron á quier que las toma , como
sea por Dios desamado, por lo cual el ángel del cie-
lo cayó, é el hombre del paraiso fué ochado, la torre
de Babilonia derribada, é Golias muerto. E allí el
Maestre repartió entre algunos de sus criados muy
gran parte de tesoros que consigo traía, é dexó el
cargo de sus hijos é la administración de sus bienes
á BU hermano el Marqués Don Juan Pacheco. Aquí
parece dina cosa oscrebirse un caso maravilloso
acaecido siete dias antes de la muerte del Maestro,
el qual fué que, como partiese de la villa de Porcu-
na para continar su viaje, fué á dormir á un casti-
llo llamado el Barrueco, que es do la cibdad de Jaén,
donde casi á hora do vísperas vido venir por el ca-
mino quel avia traído una muy gran muchedumbre
de cigfiefias, que era maravilla do las ver, viniendo
delante de todas una que las guiaba ; y llegando en-
40
cima del caatíllo , allí eetuyieron ñu graa rato fa-
ciendo tan grau raido con los picos, qae eraextrafta
cosa de ver ; é juntándose todas ficieron una redon-
deza tan grande, que aunque facia sol muy olaro,
el castillo oscureció, poco menos que si fuera de no-
che ;'de lo qual el Maestre fué mucho turbado é pre-
guntó á todos que qué les parecía de aquello, los
quales respondieron que no sabían qué decir, salvo
que nunca vieron semejante cosa, y el Maestre man-
dó que mirasen que camino seguían las cigüeñas, ó
fallaron que llevaron el derecho camino que otro
dia el Maestre había de llevar. E sabida por el Mar-
qués la muerte de su hermano, el Arzobispo de To-
ledo y el Marqués* é con ellos D. Juan Tellez, fijo
mayor del Maestre , se partieron de gran priesa de
la villa de Arévalo, y el Arzobispo se fué á Yepes,
y el Marqués á Úbeda ; é desdo allí dio forma como
las villas ó fortalezas del Maestre de Calatrava se
entregasen á Don Rodrigo Qiron , su sobrino ; y él
80 partió para la villa de Almagro , donde fizo jun-
tar los CJomendadores con los quales tovo tales f or- '
mas, que eligieron por Maestre al dicho Don Ro-
drigo, como quiera questa elecíon fuese contra las
Ordenanzas de la Santa Orden de Galatrava, asi por
la inhabilidad de su nacimiento como por la poque-
za de su edad. En este tiempo fué tomada la villa
de Sepúlvedaque por el Rey Don Alonso estaba por
gente del Rey Don Enrique, en la entrada de la
qual murieron algunos del Marqués do Villena que
en ella estaban ; ó ansi mismo pusieron cerco sobro
la cilnlad de Ubeda el Condestable Don Miguel Lu-
cas ó Don Juan de Valenzuela, Prior de San Juan
al socorro de la qual el Marqués de Villena ovo de
ir con trecientas lanzas; los quales como fueron cer-
tificados de la venida del Marqués, dexaron el arra-
bal que de Ubeda tenían tomado, é partiéronse para
Jaén ; é levantado el ooroo, en seguimiento del los
• fueron Día Sánchez de BenofvideB é Gonzalo de Sa-
yavedra é Garabajal, los quales, como quisiesen pa-
sar el rio indiscretamente, el Prior de San Marcos
se afogó y el Prior de San Juan con seiscientos de
caballo é ochocientos peones se fué á la villa de An-
duzar, é en el camino ovo recuento con Don Fadri-
quo Manrique, Hermano del Conde de Paredes, el
qual le quiso defender el paso de Guadalquevir,
donde ovo entrellos oruel batalla en que murieron
muchos de ambas partes , pero al fin como fuese
mucha mas la gente del Prior de San Juan que los
de Don Fadrique , que do súpito acaesció que Don
Alonso de Aguilar que llegó allí, que quería pasar
á Ubeda con gran gente, como sintió la pelea de la
gente, socorrió muy prestamente á la parte de Don
Fadrique su tío, é no solamente lo delibró, mas des-
barató los enemigos , ó mató é prendió del los mas de
doscientos, é recobró la presa que de los arrabales
de Ubeda habían traido éde allí el Prior de San Juan
fué f uyendo con muy poca gente, andando do dia é
de noche , ó oon gran peligro pudo llegar al castillo
de Consuegra donde sostuvo grandes trabajos y
intolerables necesidades, fasta que ovo de dar la
fortaleza, quedando menospreciado de sus propios
CRÓNICAS Dfi LOS REYES DE CASTILLA.
vasallos. En el qual tiempo Don Juan Ponoe de
León, Conde de Arco, cercó la cibdad de Cádiz , la
cual tomó hallándola muy vacía de gente por cau-
sa de la pestilencia que en ella había. En este tiem-
po fué muerto Francisco Bsforza, Duque de Milán,
estando seguro oyendo vísperas en la iglesia mayor
de aquella oibdad por un mal hombre, sin sabérsela
verdadera causa porque lo fizo, llegándose á él di-
ciendoque le quería fablar é le pasó una daga por el
ouerpo, deque súpitamente murió; y algunos decían
questo se fizo por quel Duque avia forzado uno her-
mana de aquel caballero ; otros decian que porque
quitó á un hermano suyo una abadía que rentaba
dos mil ducados cada afto. Como quiera quel Duque
se murió, como dicho es, é para lo poner en obra,
como dicho es , tuvo esta forma : que se conjuró
con otros dos, ó todos tres llegaron mostrando que
querían facer reverencia al Duque, y el uno le pasó
tros ó quatro voces la daga por ol cuerpo , é no so
pudo conocer qual dellos fuese , é los dos fueron
luego allí muertos , y el uno f uyó, é después se supo
queste que fuyó lo había matado. E esto ansí pa-
sado, la Duquesa , como quiera que oviese gran do-
lor de la muerte del marido , luego de súpito prove-
yó en lo que más le cumplía é se metió en la forta-
leza con el primogénito heredero é con los otros sus
fijos; é luego mandó pregonar por mandado del
unigénito que ninguno fuese osado á traer armas so
pena la vida , é que todos honrasen é acatasen á su
primogénito heredero en d lugar de su padre, ol
qual desde aquella hora quitó todas las cesaciones
que su padre en aquella cibdad avia puesto , sola-
mente dozando para sí las rentas ordinarias que so-
lian levar los Duques de Milán , faciéndoles saber
que cualosquier costas quel Duque debía ó injusta-
mente avia llevado , los mandaba luego en dinero
contado pagar, é quería que su hijo el nuevo Duque
se rígicse é fuese gobornado en tanto que fuese
mozo por consejo do nobles cibdadanos escogidos
por el pueblo ; é luego escribió á los ginoveses ro-
gándoles afectuosamente que quisiesen estar en la
foe que habían estado del Duque Francisco Esf orza,
é después de su hijo Galcaso ; é tanta fué la virtud
de la Duquesa, que todas los cosas sosegó en tiempo
de tan dura é grave adversidad. En el qual tiempo
el gran Turco ovo una gran Vitoria contra los Alba-
loses por la pereza ó tloxedad é discordia do los
Príncipes ; ó para más sin temor natural, dizque los
que lo dieron tenían en su casa fecha una estatua
del Duque, al qual llegaban á dalle de manera que
cuando vinieron al efeto le tenían ya perdido el
miedo, el qual fué dia deSant Esteban.
CAPÍTULO XXXVIL
De U Embalada quel Santo Padre en estos Reynos onvid por el
])oclor Miscr Leonardo.
Grande ocasión dieron los Santos Padres de nues-
tro tiempo á las discordias ó da&os de los príncipes
cathólicos, los cuales, como supiesen los escándalos
é dcsinaciones que entrellos pasaban , no oon aquel
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS.
41
fervor é ardionto deseo doblen uuivorsal ponian loe
remedios que los antiguos Padres Santos solian bus-
car é con gfan diligencia poner, mas buscando sus
propios provechos, oon desordinada codicia de los
Rey nos oxtrafios, buscan nuevas ocesione8,y el Papa
Pablo de aquestos, mostrando que por dar libertad
al Arzobispo de Santiago, questaba oprimido por los
Grandes de Galida, enviaba su embaxador Mister
Tieonardo, varón g^ave 7 muy docto, el qual mas
para buscar provechos para el Santo Padre, que
por otra cosa, páreselo venir en estos Rey nos, é á
fin de conseguir su propósito mostraba por blandas
palabras, ansia la parto del Rey Don Enrique como
á la del Rey Don Alonso, querer la concordia ; do
la venida del qual otro ningún provecho se siguió;
é por trato del Arzobispo Don Alonso de Fonseca
en esto tiempo se dio alguna suspensión en los ne-
gocios ; é si agora por esténse se oviese descrebir
las formas ó tratos, é juntomientos de gentes, é cer-
cos de cibdades é villas ¿ fortalezas que se fícieron
desde la sublimación del Rey Don Alonso fasta su
fallecimiento, mucho pasarían los términos de lo pro-
metido en el ezercicio deeta obra, é por esto todas las
otras cosas dexadas, solamente se fará esencion do
la batalla acaecida entre estos dos Reyes cerca de la
villa de Olmedo, é de las cosas más principales acae-
cidas fasta la muerto desto Rey Don Enrique.
CAPÍTULO XXXVIII.
I>e U batalla ise se oto eerea de la villa de Olmedo entre los Re-
yes DoB Bnriqve y Don Alonso.
En este tiempo Don Pedro de Velasco , primogé-
nito de Don Pedro Hernández de Velasco, Conde
de Haro, que hoy es Condestable, que algún tiem-
po habla seguido la parto del Rey Don Alonso, con
gran diligencia ayuntó todas las gentes que pudo
en Castilla la Vieja para venir en ayuda del Rey
Don Enrique, é ansi lo fícieron Don Diego Hurtado
de Mendoza, Marqués de Santillana é sus hermanos
en la provincia de Toledo, é Don Beltran de la
Cueva, Duque de Alburqnerque, é no menos el Rey
Don Enrique, dexada la pereza que solía toner, ni
perdonaba las despensas ni el trabajo ; é queriendo
aver venganza de las cosas pasadas, con toda soli-
citud se esforzaba de venir á poner el cerco sobre
el Roy Don Alonso su hermano , que en la villa de
Olmedo estoba; de lo qual como el Rey Don Alon-
so fuese certificado , como quiera que le fallasen
principales ayudadores, detorminó con consejo del
Arzobispo de Toledo, Don Alonso Carrillo, é de Don
Diego Hernández de Quifiones, Conde de Luna, de
dar la batalla oon esa gento que tonia, si el Rey
Don Enrique á la villa de Olmedo se acercase ; é
para la venir ayudar estoba muy poco tiempo; é
como el Marqués de Villena estoviese en la provin-
cia de Toledo empachado en diversas cosas , y el
Conde de Placencia y el Maestre de Alcántara es-
toviesen mucho lexos para poder al tiempo venir
é solamento el recurso quedaba en el Almiranto
Don Padrique y el Arzobispo de Sevilla, Don Alón-
so do Fonseca, nuovamonto al Roy Don Alonso
reconciliados, y el Conde de Luna, Don Diego Fer-'
nandez de Quifiones, que poca gento to^ia, y el
Conde de Miranda, Don Diego de EVstufiiga , que
traxo fasto ochenta lanzas ; é desdo aquesta guerra
se conxuró el Arzobispo de Toledo nunca menos gon-
to haber tonido que entonces, no creyendo poder ve^
nir las cosas en el punto en questoban ; pero como
quiera que la gente quel Rey Don Alonso tonia era
muy poca en comparación de la mucha quol Rey
Don Enrique traia , pero habia en ellos hombrea
muy nobles y estrenuos caballeros ó muncho espe-
rimentodos en las cosas do la guerra , que serian
todos en número ochocientos de caballo, en que
pedia haber docientos hombres de armas, é la gen-
to del Rey Don Enrique serian mil é setecientos
de caballo é mil peones, en los quales habia ocho-
cientos hombres de armas, é de la gento quel Rey
tonia falleciéronle el dia de la batolla bien decien-
tas lanzas de guisa é luego que le no quedaron seis-
cientas. Al qual tiempo se llegó Don Enrique En-
riquez, hijo del Almirante Don Fadrique , con de-
cientas lanzas, ó ansi mesmo Fernando de Fonseca,
hermano del Arzobispo de Sevilla, con ciento é cin-
quento de la Condesa de Benalcazar, hija del Con-
de de Placencia, é de algunos comarcanos que le vi-
nieron se compiló número de mil é trecientas lanzas,
en las quales todas podía haber quatrocientos hom-
bres de armas; y el Rey Don Enrique con la gente
ya dicha partió de Tudela con el propósito ya di-
cho, continuando su camino para Olmedo enton-
diendo que según la poca gento quol Rey Don Alon-
so tonia, le con venia estar dentro de los muros de
Olmedo, ó locamento pelear, ó facer deshonesto
partido , oa entrellos no se facía mención de la ba^
tolla, creyendo que los del Rey Don Alonso no la
osarian dar , é que si el Arzobispo locamente darla
quisiese, muy por cierto temían la vitoria ; é vinien-
do ansí por el camino, cometieron de tomar la f or-
tolezade Yecar, ques dol Conde de Miranda, 6 no la
pudieron aver; ó como ya llegasen quatro ó dos le-
guas de Olmedo. Como Don Qarciade Padilla, cla-
vero de Calatrava, que hoy es Maestre, fuese muy
noble y esforzado caballero y estuviese en el cam-
po con fasto cinqnento de caballo por mandado
del Rey Don Alonso para ver la ordenanza quel
Rey Don Enrique traia, visto por él la gento, lo fizo
luego saber al Arzobispo de Toledo é como el Du-
que Don Beltran de la Cueva un escudero dé la com-
pañía del clavero quel mucho conocía, dándole se-
guro, le rogó que quisiese fablar con él, el qual to-
mando letras del clavero so llegó á la fabla, y el
Duque le preguntó si creía que la gento do Olmedo
osase pelear oon la que allí venía , y él le respondió
que no solamento lo creía, mas era cierto que si á
la villa de Olmedo se acercaban la batolla no se po-
dría escusar ; de lo qual el Duque riéndose tomó á
decir si aquello que decía lo avia por cierto ; ol cual
lo tomó afirmar, y el Duque le dixo que si ansi fue-
se él se ofrecía de le dar cinqnento mil maravedís de
juro, el qual toníéndogelo en merced lo aoeutó , é á
42
0RÓNIGA8 DE LOS UEYES DE OA&mLLA.
ruego dol Duque estovo allí faaU que todaH las ba-
tallas dol Rey Don Enrique parecieron, lo qual el
Duque quiso facer, porque TÍsta la muchedumbre
de la geuto quo venia, lo dixese á los de Olmedo
parales facer temor; el qual méusagoro se vino
para Olmedo é dixo al Rey Don Alonso é al Arzo-
bispo todo lo pasado, é ávido su consejo , se deter-
minó quel Rey Don Alfonso otro dia muy de ma-
ñana saliese con sus gentes á dar batalla á loe que |
acercarlos querían. E deudo á pooo el Rey Don
Alonso fué certificado que los enemigos estaban
cerca; é luego el Arzobispo de Toledo salió al
campo é ordenó su batalla ; é aunque el Rey Don
Alonso era mozo, armóse de todo arnés é salió al
campo, encima de su caballo encubertado, ó con
él el Cionde de Miranda, hermano del Conde de
Placencia, y el Obispo de Coria y otros algunos
de los continos, los quales todos se pusieron de-
lante del Monesterio de Santo Domingo , que es
cerca de la villa de Olmedo, y el Rey Don En-
rique se apartó de sus batallas é con fasta trein-
ta de los que mas quería seguirle ; é llamó á Me-
sen Fieros de Peralta , caballero navarro que de
aventura era allí venido por negociar con él, que
era ávido por muy estrenuo é mucho esperimentado
en cosas de guerra, al qual rogó quisiese ordenar
BUS batallas, las qnalee ól ordenó en cinco ; en la
primera puso al Coronel Juan Vernandoa Qalindo,
con trücicntosde caballo ; é después del al Marqués
de Santillaua con dos esquadras de gento , la una
de cien hombres de armas, ó la otra de ciento
de ginetes; ó cerca del venia Don Beltran de
la Cueva con cient hombree de armas ó ciento án-
queuta ginetes; ó cerca desto venian hasta mil
peones é con ellos cinquenta de caballo ; é luego
venia Don Pero de Velasco con docientos ginetes 6
quatrodentos hombres de armas; é como el Rey
Don Enrique viese las batallas del Rey Don Alon-
so con tan poca gente, maravillóse mucho del Ar-
zobispo do Toledo osar pelear con tanta muche-
dumbre de gente quanta ól traía, lo qual ninguno
de los que allí venian podían hacer. El Rey Don
Enrique determinó quo antes que la batalla so die-
se, fuese enviado mensagero al Arzobispo de Tole-
do, el qual fuó un religioso de la Orden de la
Trenidad, acompafiado de un trompeta, el qual lle-
gó al Arzobispo é le dixo que el Rey Don Enrique
le enviaba decir quisiese no empachar su camino,
quél queria seguir para la villa de Medina del Cam-
po sin intención de haber batalla ; al qual el Aheo-
bispo respondió que dixese ó Don Enrique que otros
munchos caminos pudiera tomar si quisiera para ir
á Medina, sin acercarse tanto á Olmedo, sin perjuicio
ni ofensa del Rey Don Alfonso ; pero como parecía
questo á sabiendas se facía por ir á vista de los dos
exércitos donde vergüenza ó batalla se siguiese, é
como escusarlale fuese mejor, debía desde allí tomar
otro camino porque por alli no podía pasar sin la ba-
talla, la qual en las manos tenia. E luego el Arzo-
bispo, ordenadas sus baUllas, puso sobre si su coU
do armas 6 un estola colorada con ornees blancas,
en el contrario de lo qual los enemigos traían ; é ya
las batellas de .los enemigos, cercándose muncho^
las del Rey Don Alonso se pusieron á encontrallo,
do las quales la primera llevaba Dou Enrique En-
riques, hijo del Almirante Don Fadrique, con do-
cientos é cinquente de caballos suyos é del Conde
de Luna, para palear con la primera batalla ; ó oo-
mo quiera quel Conde de Luna estoba muy mal de
una vieja f orida que en la {nema tonia, no doxó do.
entrar en la batalla contra el querer del Rey, en la
qual fizo su deber como muy buen caballero, é lue-
go Don Garda de Padilla, davero de Oalatrava
oon docientos de á oaballo, é oerca del Femando de
Fonsecat hermano del Arzobispo de Sevilla con
ciento ó cinquente de caballo para pelear oon el
Marqués de Santillaua ó oon el Obispo de Calahorra
é oon los otros sus hermanos, los quales tenían el á
la siniestra dd Rey Don Enrique. Contra la batalla
de Don Pedro de Vdasco que mas fuerza traía, se
puso la batalla dd Arzobispo de Toledo oon ciento
6 vdnte hombres de armas é dodentos é quarente
ginetes, los quales iban debaxo del pendón real, é
oerca dellos iban ciento é cinquenta hombres de
armas 6 dodentos é quarente ginetes del Conde de
Placencia y de su hija la Condesa de Benalcasar,
viuda, los quales gobernaba Pero de Ontivoros. E
como súpitamente Don Pedro de Vdasco oon gran
ímpetu mudase la orden do su batalla porquol sol
dafiase a los enomigos, el Arzobispo de súpito pro-
veyó de manera que aquello no hobiese lugar, é
Don Enrique, hijo del Almirante é Femando de
Fonseca, con tan grande animo firió en los enemigos
que fuó cosa maravillosa, los quales pelearon con
el Duque de Alburquerque, el qual se ovo muy va-
lientemente en la batdla,ó con él algunos nobles
que en su compafiía venian, ó con todo eso se vido
en tan gran pdigro , que oviera de ser muerto ó
preso , é salvóse por la bondad de su oaballo , que
como llevase las riendas cortedas é llevase cubier-
tos el cuello é testera, salvó á su Sefior metiéndolo
entre su gente ; ó Don Enrique é Fernando de Fon-
seca, hermano del Arzobispo , peleaban como muy
valientes cabdleros ; on la qual batalla Fernando
de Fonseca fué f erido de dos f cridas muy grandes,
é donde á siete días que fué la batalla murió , é con
todo ese nunca dexó de pelear ; el qual siempre en
la batella fué acompafiado de dos escuderos suyos
que al fin fueron alli muertos. El Arzobispo de To-
ledo con animoso corazón esforzaba sus gentes é pe-
leaba como caballero muncho esforzado; é como
quiera qud brazo izquierdo le fuese pasado de un
encuentro de lanza, nunca por eso dexó de pdear de
tal manera , que munchos de los que poco ante pen-
saban ser vencedores iban f oyendo por esos campos;
otros fallaban resistencia é desamparaban las ban-
deras , ó Don Enrique Enriquez é Pero de Fontive-
ros siguieron muncho el alcance de los que ansi
f uian ; é como ya se volviesen cansados , recon-
traron oon alguna gente de los enemigos que ha-
blan f nido y estaban muncho apartados de donde
se fuian, é alli fueron presos. En tanto d Arzobifl-
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAS.
tí
po de Toledo peleaba oon gran vigor en medio de
las batallas de los enemigos, contra el qaal peleaba
Don Pedro do Velasoo como caballero mny esfor-
zado , é los que primero rompieron en el lado is*
quierdo de la batalla de Don Pedro de Velasco fue-
ron Girónimo de Baldevieso é Bartholomó Malaver
é Alonso Oano, que iban hombres de armas, é por
enxemplo de aquellos mnnobos otros entraron sin
temor é desbarataron aquella ala de Don Pedro de
Velnsoo é los mas de aquellos se socorrieron á las
batallas del Marqués de Santillana é del Duque Don
Beltran. B paresciendo á los del Rey Don Alonso
que oFÍesen la vitoria no mirando quauta gente en-
tora quedaba debaxo do la bandera de Don Pedro
de Velasco, que era la mayor fuerza quel Rey Don
Enrique tenia, comenzaron á robar, y en diversas
partes diversa fortuna seguia á los unos é á los
otros, porque algunas partes parecieron vencedores
los del Rey Don Enrique y en otras los del Rey Don
Alonso ; ansi fueron tomadas diversas banderas asi
de los unos como de los otros ; que por la parte del
Rey Don Enrique fué tomada la bandera del Arzo-
bispo de Sevilla, en tanto que su hermano Feman-
do do Fonsooa siguió el alcance do los advorsarics
que iban huyendo, é fué tomada la bandera del
Clavero de Oalatrava é las banderas del Conde de
Plaoenoia é su hija la Condesa de Benalcazar. Por
la parte del Rey Don Alfonso fueron tomadas siete
banderas, en las qnales fué la de Don Pedro de Ve-
lasco, é dos banderas del Marqués de Santillono', ó
otras dos del Duque Don Beltran, ó un pendón real
del Rey Don Enrique , que venia metido en una
arca. Asi fué tan dudosa esta vitoria, que no es
quien pudiese verdaderamente juzgar qual do las
partee enteramente la oviese ávido ; é duró esta ba-
talla por espacio de tres horas, é por maravilla se
halla aver acoescido batalla de la manera que aques-
ta ; la suma do la verdad es que como el Roy Don
Enrique en el comienzo de la batalla viese los su-
yos huir oon fasta quarenta de á caballo, se fué á
mas andar á una aldea que se Ilahia Pozaldes, ques
á legua y media de Olmedo , ó allí esperó donde
ovo diversos mensajeros que diversas nuevas le
traian de lo que en la batallase facía, ó muy gran
parte de la gente del Roy Don Enrique f uyó, de la
qual unos fueron á la villa do Cuellar , é otros á Va-
lladolid é á Simancas; é de los que mas firmes do
su parte estovieron fueron los de Don Pedro de
Velasco é del Duque Don Beltran , é de los de la
parto del Rey Don Alonso fuyó casi la tercera
parto, ó otro tanto se ocupó en el robo, en que poca
lionra ganaron, é la otra tercia parte peleó valien-
temente como en ella quedasen munchos hombres
hijosdalgo é buenos. De los de la parte del Rey
Don Enrique quedaron muertos en el campo qua-
renta, é de los del Rey Don Alonso ciento, é de amas
partes murieron docientos é ochenta caballos, é mun-
chos otros murieron después, ansi de la una parte
como de la otra, de los que fueron f eridos en esta
batalla, en la qual de la parte del Rey Don Alonso
fueron presos sesenta, é de los del Rey Don Enri-
que dodentoe ó quarenta, entre los qual^ fué preso
Ami^ de Solier, hermano de Juan de Velasoo, va-
ron noble y muy esforzado que en esta batalla muy
valientemente se ovo. El Arzobispo de Toledo nun-
ca dexó de pelear aunque estaba munoho f erido, fas-
ta que en el campo no fallaron oon quien, é ansí
estovo fasta la noche ser tenebrosa. B los que mas
valientemente se ovieron en esta batalla de la par-
te del Rey Don Enrique, fueron Don Podro de Ve-
lasco é munchos de los suyos, y el Duque Don Bel-
tran y gran parte de los suyos, y el Marqués de
Santillana, y el Obispo de Calahorra é algunos de
los suyos, é Juan Fernandez Galludo, 6 Martín Ga-
lludo, su hijo, ó Barrasa, hijo de Barrasa el viejo, é
munchos otros cuyos nombres no so saben. E los
que de la parte del Rey Don Alonso mas valiente-
mente se ovieron fueron el Arzobispo de Toledo, é
Don Enrique Enríquez, hijo del Almirante Don Fa-
drique. Mayordomo mayor que fué después del Rey
Don Femando de Castilla y de Aragón, en cuya he-
rencia sucedió el Conde de Alba do Liste, su nieto
y Don Enrique , hermano del Conde que vive en
Baeza, y el Conde de Luna, ó García de Padilla.
Clavero de Colatrava, ó Foraaudo do Fouseca, her-
mano del Arzobispo do Sevilla, y Troyllos Carrillo,
el Conde de Rívadeo, Juan de Vivero é Poro do
Foutíveros, Gironímo do Valdovicso ó Bariholomé
de Malaver , é Marchena é Carriaso. E ya pasa-
da alguna parte de la noche, el Arzobispo de To-
ledo se fué para ol Rey Don Alonso, al qual halló
donde lo había dexado ; é rocogida toda la gente
antes quel Rey entrase en la villa , guardando la
orden que en las batallas se suele tener, el Rey Don
Alonso mandó facer muy grandes fuegos en el cam-
po é se pregonó la vitoria ávida por él , é las bande-
ras que por su parte fueron tomadas fueron colga-
das en la plaza de Olmedo, en sefíal do la vitoria
ávida por él do su adversario, y el Roy Don Enri-
que escribió á mimclias cibdades é villas destos
Reynos faciéndoles saber como había peleado en
campo con su adversario é avia ávido la vitoria del.
La fama dcsta batalla voló por diversas partes, do
lo qual cada uno hablaba según ol partido que se-
guia; é como el Rey Don Enrique oviese visto ir las
cosas en otra manera quél pensaba, envió á gran
priesa d llamar d todos aquellos de quien creia ser
servido é ayudado, y entre aquellos se vinieron pa-
ra él todos los que de la batalla de su porte habían
huido, é luego se comenzó por diversas partes des-
tos Reynos la guerro de que grandes daOos en él se
aiguieron, é la dbdad de Sogovia se tomó por el Rey
Don Alonso, de que gran caimiento se siguió al
Rey Don Enrique; la qual tomada, creció tanto ol
partido del Rey Don Alonso, que se juntaron con
él corea de seis mil lanzas, é d gran pena quedaron
con el Rey Don Enrique dos mil, ol qual, mengua-
do de consejo, determinó de se ir para Coca , don-
del Arzobispo de Sevilla estaba, al qual encomendó
todos sus hechos, dexdndolos d su arbitrio é volun-
tad, é para certidumbre desto le dio en prendas la
hija de la Reyna quel suya llamaba ; é los Grandes
44
CRÓNICAS DB LOS BE7B8 DE CASTILLA.
que al Rey. Don Enrique siguien determinaron de
Be ir á suB tierras. £1 Marqaée de Santíllanaió bub
hermanoB se fueron á Gnadalazara , y el Conde de
Trevifio á Najara, é anfli lo ficieron todoe los otroB
movidos ; é se determinó qae para dar alguna oon-
oordia entre estos Beyes , el Rey Don Enrique tí-
niese al Alcázar de Segovia que por él estaba , con
seguro é voluntad del Roy Don AlouBo que en Se-
govia estaba , el qual vino allí y entró en el Aloá-
zar solamente con cinco de muías, dezando defue-
ra toda la gente de caballo que traía , de la qual ve«
nida, como fué certificado el Rey Don Alonso, ca-
balgó ó andovo por toda la oibdad faciendo á todos
saber como la venida de su bermano en el Alcázar
era por su consentimiento, y en el dia siguiente se
acordó que se diese el bábito ó los pendones del
Maestre de Santiago á Don Juan Paobeco, Marqués
de Villena, lo qual se puso ansí on obra en la Igle-
sia mayor do aquella cibdad, donde los mesmos au-
tos ó corímonias avian sóido f cobas tros afios avia á
Don Beltran de la Cueva por Maestre de Santiago,
é allí los electores del Maestrazgo ó los otros oo-
niendadores besaron la mano á Don Juan Pacheco
por Maestre do Santiago , ó le fué tomado el jura-
mento é pleito homenage acostumbrado ; en el qual
tiempo se acordó que la Reyna saliese del Alcázar é
viniese ala Iglesia mayor , donde le esperaban los
Maestres de Santiago é Alcántara, é los Condes de
Placencia, é de Alba de Tormos, é Don Enrique En-
riquez. Conde de Alba de Liste, é Don Alonso Enri-
quez , primogénito del Almirante Don Fadriquo,y
el Condestable Don Rodrigo Manrique, y el Conde
de Cif uentes , é Gómez Manrique , é García Manri-
que, hermanos del Condestable, é juntos todos estos,
el Rey Don Enrique les dixo que notorio era á to-
dos ellos quantas turbaciones é daños é males eran
venidos en los Rey nos de Castilla ó de León des-
pués que los Grandes dellos , ansí prelados como
caballeros, é todos los otros eran divisos é por ar-
mas contendían si el cetro Real destos Reynos per-
tenecía á él ó á Don Alonso su hermano que por
alguno dellos habia sido sublimado en estado real,
como á ellos fuese notorio estos Reynos él oviese
ávido por derecho hereditario , después de falleci-
miento del Sofior Rey Don Juan su padre , é los
oviese poseído pacíñcamente algún tiempo por vo-
luntad de todos, ninguno discrepante, é la dispc
rencia mostraba cuanto mas cada dia los daños se
acrecentaban , si por el camino comenzado oviescn
de proseguir , lo qual él todo deseaba mucho escu-
Bar, é con todas sus fuerzas le placía buscar la paz
é f uir toda discordia é rigor, é por eso, dexado todo
su exército con poca gente , avia ido á la villa de
Coca, ó do allí era vuelto on el Alcázar de Segovia,
donde las partes estaban, é á él placía no refusar
ninguna condición por venir á la paz aviendo con-
fianza en los homenajes é juramentos pasados en-
trelloB, é su honor é libertad é fortuna é todo lo en-
oomendaba al arbitrio dellos , é si en otra manera,
según la calidad de los negocios, á la sospecha se
diese lugar, mucho dañosa seria la tardanza, é por
oausa suya no quadaria de venir ¿ toda honesta
oompusicíon , rogándoloB en esto ningún engaño ni
tardanza oviese. Estas cobsb dichas por el Rey Don
Enrique , todos los de la parte del Rey Don AIoubo
se apartaron é ovieron consejo oon sí en lo que de-
bían responder, como quien seria el que por todos
respondioBe ; é fué dado el cargo de la respuesta al
Condestable de Castilla Don Rodrigo Manrique, no
solamente por ser un paballero anciano é muy gra-
dóse y esforzado , mas por ser muy discreto y elo-
cuente ; el qual en el exordio de su f abla loó mu-
cho las ooaaB dichas por el Rey Don Enrique , que-
riendo dospusB de tuntas sospechas dar via ó lugar
á la paz; é desourriendo por su fabla, comenzó á
increpar á cualesquiera que hablan comenzado la
guerra , é diciendo que si el Don Alonso era su-
blimado, é ávido por Rey, avia sido por justas é
verdaderas causas, las quales por todos eran clara-
mente conocidas, á lo qual facer la dobida lealtad
de suditos les obligaba, é aquella mesma lea oostro-
ñia siempre á sostener su honor é guardar su servi-
cio , como las leyes destos Reynos le disponían é
mandaban. Estas cosas así dichas por el Condesta-
ble, comenzóse á entender en lo que se debía dÍB-
poner del Alcázar de Segovia, é concluyóse quel
Rey Don Enrique alzase el pleito homenaje á Pe-
rucho, Alcayde de aquel Alcázar, é lo diese al Maes-
tre de Santiago, é diese á Perucho, Alcayde , el Al-
cázar de Madrid ; é Perucho como temiese las oosae
de la concordia é no llevar fundamento de verdad,
requirió al Rey que no entregase aquel Alcázar á
ningún caballero. El Rey , teniendo en poco el re-
querimiento de Perucho, entrególo á Don Juan Pa-
checo, Maestre de Santiago, y el Rey Don Enrique
se fué á Madrid. Como todos los negocios estaban
en gran peso é avian de verse en ellos munchas co-
sas, acordaron de dexar por entonces la determina-
ción dellsB , é por todos se acordó que dezasen en
depósito, en poder del Conde de Placencia é del Ar-
zobispo de Sevilla, todas las joyas de gran precio en
el Alcázar de Madrid, donde quedase Pero de Fon-
ti veros, é un hermano de Perucho, y el Rey dio á
Poro de Fontiveros , en nombro del Conde de Pla-
cencia muchas joyas que se avian prometido. En
este tiempo el común de la dbdad de Toledo envió
á suplicar al Rey Don Alonso por sus mensajeros
que le pluguiese aprobar todas las cosas que en
aquella cibdad eran fechas contra los conversos, é
hiciese merced á los que poseían sus bienes é oficios
que libremente los poseyesen ; á los quales el Rey
respondió que no pluguiese á Dios quél aprobase
petición tan injusta é tan inicua, que su intincion
no era agraviar á ninguno ni tomar á persona lo su-
yo sin justas causas , siendo los tales oídos ; é dixo
al Alcayde Fernán Sánchez Calderón , que era el
principal mensajero: «Bachiller, mucho soy ma-
ravillado de vos, por ser hombre de letras de buena
fama é acetar tan iiif.-ime é deshonesta embazada,
suplicándome que yo diese autoridad á los malos,
no solauíente aprobando su maldad , mas oue se les
diesen las fi^iendas de los robados.! El qual res-
MEMORIAL DE DIVEBSAS HAZA^Aa
45
pondió al Bey : que no plagniese á Dios quél oyieae
tomado aquel cargo, salvo por haber lagar de ma-
nifestar á su eselenoia las maldades fechas por
aquellos malvados robadores, los quales afirmaban
que si lo por ellos demandado no les otorgaban,
que darían la obidenoia al Bey Don Enrique, al qual
el Bey respondió : • fagan lo que quisieren, según
su maldad, tanto que no sea A cargo mió ; é yo co-
mo á malos los entiendo de castigar que no es mi
voluntad de facer mercedes á los malf echores ; asaz
les debe bastar que las cosas tan mal fechas por
ellos pasen so disimulación por la tribulación del
tiempo; masque las cosas nefandas é aborrecidas*
yo haya de confirmar, deshonesta é torpe cosa se-
ria* • Estas oosas ansí pasadas, el Bey se partió pa-
ra Arémlo y llevó consigo la Illnstrísima Prínoesa
su hermana, la qual dende pocos días llevó á la vi-
lla do Medina del Campo , á la qual dio la posesión
della oon todas las rentas que le portonccian ; y en
comienzo del afio de mil é quatrocieutos é sesenta
y ocho afios se comenzaron á romper las cosas en
8egovia asentadas é ordenadas ; é la Beyna Dofia
Juana se fué á Alahejos con el Arzobispo de Sevi-
lla, y el Bey Don Enríque se partió para Placenoia,
é los Maestres de Santiago é Alcántara, é los Condes
de Placenda, é de Alba de Tormos, é de Alba de Lis-
te se juntaron en Pefiaranda; é como en el ayunta-
miento se apuntasen munohas cosas en perjuicio del
Bey Don Alonso, el Obispo de Coria Don Iñigo Man-
rique , varón muy noble ó muy entero defensor del
bien destos Beynos, sabiamente é sin temor fizo
protestación en nombre del Arzobispo do Toledo é
del Almirante Don Fadríque, su tío, é del Condes-
table Don Bodrigo Manrique { su hermano, é do los
tres Estados de los Beynos de Castilla é de León
que no consintió ni oonsintia en cosa alguna de lo
que allí era acordado, lo qual, si ansí oviere de pa-
sar, sería en gran dallo é perdimiento destos Bey-
nos é del verdadero poseedor del cetro , de los que
era el Bey Don Alonso ; y ansí discordes se partio-
ron, y el Bey Don Enrique se fué para Quadalupo,
el Arzobispo de Sevilla para Alahejos, y el Maestre
de Santiago y el Obispo de Coria se volvieron á
Arévalo para el Bey Don Alonso , donde acaso un
dia antes del alba, yendo el Bey Don Enríque de
Santijusti para Olmedo, topó con el Obispo de Co-
ria Don Ifiigo Manrique, donde pensaron los que
con el Bey iban que lo mandara matar ó prender,
antes le trató bien é le dixo : tTio, ¿ dónde is? — A
tal parte.— Anda con Dios.s— Y á los del Bey pesó
por no prenderlo.
CAPÍTULO XXXIX.
De li aierte 4e la llsstrltimí Rejoi DoSa Jsaii, HOfer del
Rey Don Jsib de Aragón.
En este tiempo falleció on la cibdad do Tarrago-
na la Illnstrísima Beyna Dofia Juana , hija del Al*
mirante Don Fadrique, muger del preclarísimo Bey
Don Juan de Aragón , siendo presente el Bey su
marido, el qual habia tres afios que era privado de
la vista por grandes cataratas que se le habian fe-
cho ; ó como el Bey tuviese muy gran corazón , tra-
bajaba con maestros que del curaban que se quita-
sen las cataratas con fierro, lo qual la Beyna como
soberanamente lo amase , diferia de dia en dia , te-
miendo que del dolor en las quitar, lo podría ocurrir
otro mayor dafio ó peligro , de lo qual tan gran cui-
dado la Beyna tenía. Ansí con el enojo del trabajo
del Bey, como de no poder remediar en lo que tanto
deseaba, le vino callentura , de tal manera, que en
trece días del mes de Febrero, del dicho afio la Illus-
trísima Beyna partió dosta vida en edad floreciente,
después de aver recebido todos los sacramentos con
muy gran reverencia é contrición , . f ablando muy
cathólicamente, en consolación del afloxido sefior é
marido, sin aver memoria de cosa alguna de las
temporales, do donde se croe según sus virtudes é la
forma que on su vivir tovo é la muerte gloriosa
que ovo , ser cibdadoiia on aquella soberana cibdad
á que todos sospiramos ; para lo qual creer, allende
de lo dicho, se afirma por hombres muy dínos de
fée que en el punto que la Beyna espiró tan suave
olor procedió de su cuerpo, que sobraba á todos los
olores naturales, de que todos los presentes se ma-
ravillaron ó ovieron por muy bien aventurado su
fallecimiento. Dif íoile cosa sería do contar , é mun-
cho mas de creer, con la paciencia quel Serenísimo
Bey comportó tan gran pérdida en edad tan decré-
pita como la suya ; é luego quiso esperimentar si se-
ria cierta la espirencia do poder recobrar In vista
que por los físicos se afirmaba; á lo qual, ayudante
nuestro Sefior, las cataratas le fueron quitadas é la
vista le fué retornada en tal manera , que conocia á
quien quiera, é afirmaba su nombre ton bien como
en el tiempo que cataratas no tenía.
CAPÍTULO XL.
De la dolorosa mverte del iBoceoté Rey Dos Alonso el onceno de
esle nombre en Castilla y en León.
Comeen este tiempo en la villa do Arévalo, do ol
Bey Don Alonso estaba muríesen do pestilencia,
acordóse que dende se partiese, é partió de Arévalo
postrímero dia de Junio, y llegó á Cardefiosa, qua-
si á dos leguas de Avila , é oon él la Serenísima
Princesa Dofia Isabel, su hermana ; é como se asen-
tase á comer, entre los otros manjares fuéle traída
una trucha en pan, quél de buena voluntad comía;
é comió della aunque poco, y lu^o en punto le to-
mó un suefio pesado contra su costumbre^ é fuese á
acostar en su cama sin f ablar palabra á persona, é
durmió allí fasta otro dia á hora de tercia , lo qual
no solia acostumbrar ; é llegaron á él los de su cá-
mara, é tentaron sus manos é cuerpo, é no le falla-
ron callentura, é como no despertaba, comenzaron á
dar voces, y él no respondió, é al clamor é grandes
voces que daban, el Arzobispo do Toledo y el Maes-
tre de Santiago y el Obispo de Coria con la Sofiora
Princesa vinieron, á los quales ninguna cosa habló,
é tocaron todos sus miembros, é no le fallaron lan-
dre ; é venido el físico á grao príesa, lo mandó san*
4«
CRÓNICAS DE LOS RETES DE OAfimLLA.
gnur, é nÍDgana sangre le ealió ; é finchóse la len-
gua, é la boca «e le paió negra , é ninguna sefial de
pestilencia en él pareció ; é asi doscsperadoa de la
▼ida dul Rey los qno muncho le amaban , mengua-
dos de consejo daban muy grandes yoces, suplican-
do á nuestro Sefior por la yida del Rey : unos fa-
cían yoto de entrar en religión; otros de ir á muy
largas romerías ; otros facian diversas promesas, é
sin ningún remedio el inocente Rey dio el espirita
á aquel que lo crió, en el quinto dia del mes de Ju-
lio del afio de nuestro Redentor de milé quatroden-
tos é sesenta ó ocho afios ; lo qual más se cree ser
yerbas que otra cosa, porque, aunque era de poca
edad, parecíales á los principales que con ól esta-
ban que seria más recio en la gobernación que su
bennano, y como peraonsa questaban mostrados á
snjuagar á su hermano, quisieron despachar á esto-
tro por tomarse al otro , el qual dicen que munchas
veces se oviera ido á su hermano si no le ovieran
puesto guardas. Vivió esto Rey Don Alonso catorce
aRos ó seis meses ó seis días; roynó dcsdol dia de
la sublimación suya tres afios é un mes. Tan gran-
de f uó el dolor que todos de su muerte o vieron, que
sobró á todos los dolores que por muertes de Prin-
cipes se mielen facer, y esa noche de la muerte su-
ya el ObvK|}o de Coria con los criados del Rey é con
lof» suyos se íuó á Arévalo con el cuerpo suyo, el
qual íuó sepultado en el Monestcrio do San Fran-
cisco fuera de los muros de aquella villa. Afirmase
por munchoB que en la mcsma hora qucl Illustrisi-
mo Rey Don Alonno dosta vida partió , ninrioron
Trtunchos de diversas enfermedades por algunos lu-
gares de las cibdades de Avila éSegovia, los quales
revelaron á la hora de su muerto su f alledmiento ó
8U eterna felicidad, mayormente los nifios, los qua-
les dlzoron aver de ir á la gloria en compafiia del
Rey Don Alonso, el qual aquella hora daba el espí-
ritu á Dios. El Arzobispo de Toledo y el Maestre de
Santiago partieron luego con la Serenísima Prince-
sa Dofia Isabel, legitima heredera destos Reynos
para la cibdad de Avila, donde fué requerida por
munchos do los Grandes que luego se llamase Rey-
na de Castilla é de León ó tomase la gobernación
delloa, pues de derecho le perteneeia; el qual re.
quirimiento le fué ansí mismo fecho por todas las
cibdades é villas que al Rey Don Alonso obedecían^
pues Don Enrique su hermano por sus deméritos
avia perdido el cetro Real ; á los quales la Illustrísi-
ina Princesa respondió que, pues á nuestro Sefior
avia placido llevar desta vida al Rey Don Alonso
su hermano, que tanto viviese el Rey Don Enrique,
ella no tomaria la gobernación, ni se llamaría Rey-
na, mas procuraría con todas sus fuerzas como el
Rey Don Enrique viviese 6 gobernase mejor estos
Reynos que lo habia fecho en el tiempo que paoífí-
camente los poséis. De donde se pudo bien conocer
qnanto fué grande la virtud dosta preclarísima
Princesa ; en lo qual á todos dio cierta osperansa de
ser tal que después en todo so ha mostrado.
CAPÍTULO XU.
De la nriable tarbados es ^le fieros psestot les tres citades
éttiM RejsM desasee ét b aserte dd Rey Dos AUhim.
La doloroaa é acelerada muerte del Rey Don
Alonso debe ser asas cierta prueba á todoa los mor-
tales de la vana é poca firmesa de las cosas desta
mundo y de Isa cosas del nuestro Rey Don Alonso.
Como dicho os, los tres' estados destos Reynos fue-
ron puestos en tan variable turbación, que los unos
quedaron como atónitos, y los otros como triunfan-
tes é vencedores, é los neutrales no menos ansiosos
é tristes que los primeros, creyendo quedar so la
única é dura gobernación del Rey Don Enrique, á
los qualea sola una esperansa quedaba ; esta era,
que como conociesen á la Dustrisima Princesa Do-
fia Isabel, su verdadera heredera destos Reynos, en
quien ya iban conociendo muy grandes virtudes en
tan tierna edad, creían que iria á tomar la corona ó
gobernación dellos, pues de derecho le pertenociaii,
la qual como después de la muerte del Rey Don
Alonso se fuese á la cibdad de Avila, desde allí es-
cribió A todas las cibdades y villas destos Reynos,
faciendo saber el fallecimiento del Rey Don Alon-
so su hermano, trayéudoles á la memoria la lealtad
que les obligaba á que la oviosen por legítima su-
oesora en estos Reynos y sefioríos ; la qual fué allí
requerida, no solamente por muchos de los Qran-
des dellos, mas por las mas cibdades é villas que al
Roy Don Alonso obedecían, que tomxiso la gober-
nación y título de Reyna pues le perteuecia como
á verdadera heredera^ del Rey Don Alonso su her-
mano ; á lo qual la Serenísima Princesa respondió
que nunca pluguiese á Dios que viviendo su henna-
no el Roy Don Enrique, ella tomase la gobernación
ni título de Reyna de Castilla; y lo que entendía de
facer seria que trabajaria con su hermano quanto á
ella posible fuese porque tuviese otra forma en la
gobernación destos Reynos que fasta allí habia te-
nido, y como quiera que desto fué muchaa veces
requerida, nunca le pudieron de su propósito mu-
dar.
CAPÍTULO XLII.
De la nriedad de eonsejos qae entre los Grasdes oto para dar
orden en la gobernación destos lieyoos, é de como se de-
tcrainó que U Príneesa Üoüi Isabel se viese con el Rey Don
Enrique, é de las cosas que se asentaron cerca ite los loros de
Guisando; é do como la Princesa Do&a Isabel fué allí Jnrada
por el Rey Don Enrique y por lodos los Grandes y Proeorado-
res de Cdrtes por legiüma beredera y sneescra en eaios
Reynos.
Como el Rey Don Enrique fuese gobernado é no
gobernador, avia gran turbación en las cosas des-
tos Reynos é óvose de dar forma que la Princesa,
juntos los Grandes dellos, se o viese de ver con el
Rey Don Enrique, á la qual vista el Arzobispo de
Toledo no daba consentimiento, conociendo la
poca firmeza qnu en el Rey Don Enrique avia ; é á
la fin el Maestre de Santiago Don Juan Pacheco,
ItEMOttlAL BE DIVEB8AS HAZASTAa
tanto OTO de trabajar, qne la Tista so concluyó, pa-
ra la qnal se acordó que la trincosa partiese del
moneaterio de monjas ques fuera de la cibdad de
Avila y se fuese A la villa de Zebreros , lugar llano
de la dicha cibdad , donde la Princesa se detuvo al-
gunos días, y oon ella el Arzobispo de Toledo con
dooientas lanzas en su guarda , ó los Obispos de
Burgos é Coria, en tanto quel-Maestre de Santiago
era ido á sa ver con los Condes de Plasencia é Be-
navente é con el Arzobispo de Sevilla, los quales
todos acordaron que la Princesa se viese con el Bey
Don Enrique su hermano en la villa de Cadahalso.
E las cosas estando en este estado y el Arzobispo
teniendo gran sospecha desta vista, de súpito llegó
tanta gente del Bey Don Enrique en tomo de la
villa, que la cercaron toda en torno , de lo qual el
Arzobispo ovo mny gran turbación, é pensó que to-
dos los que estaban en aquella villa serían presos ó
muertos; é no sabiendo darse remedio, recurrió al
consejo de la Princesa; la qual , como quiera qne
mucho se maravillase de aquella novedad é dello
toviese gran desplacer, rogó afectuosamente al Ar-
zobispo que en aquel caso no atentase fuida ni otra
cosa siguiese, salvo lo quel Maestre ordenase, el
qual creia que todas las cosas traerían al fin qne de-
seaban, paralo qual convenia disimular el miedo, é
ir donde quiera que el Maestre quisiese , y en esto
no dudase ni temiese, que donde su persona estaba,
no solamente de la muerte sería seguro , mas no se
trataría cosa qne no fuese en el acatamiento de en
honor y estado. T estando las cosas en este punto,
acordóse por dertos mensajeros que alH vinieron
que asi los qne estaban en Zebreroe como los que
estaban en Cadahalso con esperanza viniesen A la
mitad del camino , A una casa qne es cerca de los
Toros do Guisando, donde la vista del Bey é de la
Prínoesa se habia de facer, é alli la Princesa Dofia
Isabel , vino con ella (d Arzobispo de Toledo y el
Obispo de Burgos é de Coria é con ellos docientos
de caballo ; é de la otra parte vino el Bey, é con él
el Maestre de Santiago y el Arzobispo de Sevilla, y
el Obispo de Calahorra, é los Condes de Plaoencia
é Benavente, é Miranda, é Osorno, é Pedro López de
Padilla, Adelantado de Castilla, é otros muchos ca-
balleros oon fasta mil y trescientos de á caballo , y
allende destos vinieron oon el Bey Don Antonio de
Veneris, Obispo de León, Nuncio Apostólico Lega-
do del Santo Padre Pablo II ; el qual vino alH por-
que todas las cosas que en aquel ayuntamiento pa-
saban se hiciesen con su autoridad y mandado, por-
que para siempre quedasen válidas é firmes, porque
todos los rigores é dafios en estos Beynos ceeason y
de los autos en esto ayuntamiento foches resultase
pacifica holganza é conocimiento de la verdadera
snboesion destos Beynos. E como se acercasen los
unos de loe otros, el Arzobispo qne traia á la Prin-
cesa, dejó la rienda , é la Princesa se llegó al Bey
por le besar la mano , el qual no se la quiso dar por
mucho quella lo porfió ; y en todo esto el Arzobis-
po ningún acatamiento ni reverencia fizo al Bey ni
habló á ninguna otra persona, ó la Princesa se lle-
47
gó i él, y muy quedo le dijo que besase la mano al
Iloy é lo ficiese el acatamiento que debía ; á lo qual
él Arzobispo de Toledo respondió que ninguna cosa
él faria fasta quel Bey la declarase por legítima
heredera é sucesora destos Beynos ; é luego el Bey
en presencia de todos los Grandes susodichos, en
las manos del Legado juró la legítima sucesión des-
tos Beynos pertenecer á su hermana la Princesa
Dofia Isabel, verdadera heredera dellos, é de todos
loe otros sefiorios que so el cetro dellos se cuentan,
no embargante las cosas por él fechas antes de en-
tonces, en favor de Dofia Juana, hija de la Beyna
Dofia Juana, con juramento é solenidadde los Gran-
des destos Beynos é de los pueblos, según la costum-
bre de Espafia, lo qual todo avia por vano é por nin-
guno, como ya él fuese amigo de la verdad é de to-
da malicia enemigo ; lo qual afirmó por espontáneo
juramento, é dijo que ante Dios y ante los hombres
confesaba aquella Dofia Juana no fuese por él en-
jendrada , la qual la adúltera Beyna Dofia Juana
habia concebido de otro varón , é no del ; é por eso
no queriendo engafiar la lejítima sucesión destos
Beynos, esto avia querido confesar para oonfirma-
oion del derecho hereditario de la Princesa Dofia
Isabel, su hermana. E las cosas dichas ó puestas en
forma jnridica ó corroboradas por instrumento con
gran ruido de trompetas é gran solemnidad de to-
dos los Grandes que ende estaban por si é por los
ausentes, é por los tres estados destos Beynos, be-
saron la mano á la Princesa Dofia Isabel, á la qnal
todos juraron por Princesa é verdadera heredera
destos Beynos. E luego la Princesa mandó escrebir
ciertas letras dirigidas al Arzobispo do Tolcílo de
las quales el tenor es el que signe : a Dofia Isabel por
la gracia de Dios, Princesa legitima heredera des.
tos Beynos de Castilla é de León, mirando como
vos el reverendísimo in diristo padre Don Alonso
Carrillo, Arzobispo de Toledo, primado de las £s-
pafias. Chanciller mayor de Castilla, tío mió, se-
guistes en el tiempo pasado muy fielmente en ser-
vicio de mi sefior hermano el Bey Don Alonso,
cuya ánima Dios haya , y en la tutela de la suce-
sión destos Beynos con grandes trabajos é solici-
tud de vuestra persona é gentes focistes grandes
espensas, como muy leal é verdadero servidor ó
pariente , é aquello mesmo aveis siempre procura-
do después de la muerte del sefior Bey Don Alonso
mi hermano , lo qnal todo es muy gran cargo é
tengo en voluntad de siempre vos lo conocer en
regra de ser satisfaciendo vos en todo lo que á mí
posible será; é como quiera que después de la
mnerte del sefior Bey Don Alonso mi hermano , yo
pndiora tomar el título é corona destos Boynos si
quisiera, dejólo de facer acatando los inconvinien-
tes de guerras que se pudieran seguir en estos Bey-
nos entre el sefior Don Enrique, mi hermano é mí;
é por qnitar de fatiga á vos é á todos los otros
Grandes que aveis seguido é seguís, é por eso con
buena igualdad yo soy acordada con el sefior Bey
Don Enrique, mi hermano, así sobre la sucesión
destos Beynos, que después de su vida á mí perto-
ORÓNIOAS DE LOS RETES DE CASTILLA.
48'
tnecen, como sobre el título de laa otras cosas á
«ello concernientes. Por ende, yo vos rnego é man-
»do que si complacerme deseáis ó á mi mandamien-
Dto queréis segnir, con igual corazón qnerais acetar
sla concordia ó qnerais concertar yoestros fechos
•con el Rey mi hermano, lo mas honesto á mí, é á
•vos mas provechoso que pudiéredes; lo qual á mí
• mucho aprovechará, por respeto de la paz é fol-
«ganoia de todos, que á mi place quel Rey mi her-
•mano haya este título quanto viviere, 6 yo por
• agora me contento con titulo de Princesa, é vos
•ruego queráis prestar á ól la obediencia y fidelidad
•que á los Reyes de gloriosa memoria mis progeni-
• teres se acostumbra dar. E yo por el vigor é fuer-
•za de las presentes vos relieve, si necesario es, de
• qualquiera juramento á que f uéredes obligado á
•mi señor hermano el Rey Don Alonso, así como á
•Rey é sefior, é á mí como á Princesa heredera suya
•como la sucesión destos Reynos á mí pertenezca,
• en tal manera que solamente á mí seáis obligados
•como á Prineesa heredera destos Reynos ó al sefior
•Roy mi hermano como á Rey é sefior, el qual de mi
• consentimiento quiero que sea deüos llamado Rey;
•por ende yo vos ruego, ó mando é quiero é me pla-
• ce que vos le fagáis la reverencia que á Rey se
•conviene ó le fagáis el juramento de fidelidad que
• por ól vos será demandado ; la qual libertad é man-
•damiento do al reverendo in Christo padre Don
• Iñigo Manrique, Obispo de Coria, mi primo, é á
• qualquier otras personas eclesiásticas é seglares
•familiares vuestros, é por vigor de las presentes
•relieve á todos los susodichos de qualquier jura-
amento de fidelidad que tenían fecho al sefior Rey
• Don Alonso mi hermano é á mi obediencia fueren
•obligados alo facer; el qual juramento quiero é
•les mando que lo fagan al sefior Rey mi herma-
•no.» Las quales letras la señora Prinoesa firmó de
su mano ¿ mandó sellar de su sello.
E leídas las letras dichas en presencia de los su-
sodichos so leyeron las letras que se siguen : « Don
• Antonio de Veneris, Obispo de Leen, Nuncio Ora-
•dor é legado á latero embiado en estos Reynos, por
•nuestro muy Santo Padre Pablo II, con plenario
•poder de su Santidad, como vos Don Alonso Garrí-
•llo. Arzobispo de Toledo , primado de las Bspafias,
•Chanciller mayor de Castilla, ayais seguido ó ser-
•vido al Ilustrísimo Rey Don Alonso, cuya ánima
•Dios haya, é después de su fallecimiento ayais
• servido ó seguido á la II ustrisima señora Dofia Isa-
• bel Princesa destos Reynos, hija legítima heredera
• del Serenísimo Rey Don Juan, de gloriosa memo-
•ria y en defensión del derecho de la dicha sefiora
• Princesa ayais con grandes trabajos é despensas
•diligentemente trabajado , é agora por la divina
•gracia la sefiora Princesa por una buena igualdad;
•es aeordado por el sefior Rey Don Enrique su her-
• mano, así sobre la sucesión destos Reynos, oomo
•sobre el título dellos, quieren que vos le fagáis
•obediencia é juramento de fidelidad , relevando á
•vos de qualquier presente ó juramento á ella fecho,
lio qual vos ruego ó mando que fagáis por servicio |
de Dios ó por lo que cumple al bien é tranquilidad
é sosiego destos Reynos. E Yo en virtud del po-
der, por la autoridad por nuestro muy Santo Pa-
dre á mí dado , como legado en estos Reynos, re-
quiero é amonesto, ó de parte del Serenísimo Pon-
tífice, mando á vos el Arzobispo de Toledo que al
sefior Rey Don Enrique dedes la obediencia ó fa-
gades el juramento oomo á Rey se conviene , ó por
virtud de la dicha facultad de que uso vos asuelvo
de qualquier vínculo ó vínculos de sacramentos
que ayais prometido de qualquier calidad quesean
que en los tiempos pasados por vigor de los dichos
sacramentos seáis obligado á la dicha sefiora Prin-
cesa, de los quales quiero seáis relevado ó asuelto,
en testimonio de lo qual, mandó dar estas mis le-
tras subscritas de mi mano ó selladas con mi sello,
dadas en Cadahalso á diez y ocho dias del mes de
Setiembre del dicho afio, é por vigor de las presen-
tes letras por la apostólica autoridad asuelvo á vos
el Reverendo Padre Don Ifiigo Manrique, Obbpo
de Coria, ó á los otros Qrandes, así eclesiásticos co-
mo seglares , de qualquier juramento ó promesas
de fidelidad fechos á qualesquier personas ó por
qualesquier causas por ellos ó por qualquiera de-
llos fasta el dia de hoy, á los quales mando que al
dicho sefior Rey Don Enrique fielmente sirvan.s
Las quales letras fueron puestas en la Corónica por-
que queden para perpetua memoria. E como quiera
que al Arzobispo de Toledo f uó muy grave la re-
conciliación con el Rey Don Enrique , por facer lo
que de parte del Santo Padre, ó de la sefiora Prince-
sa le era mandado ó por la pacificación destos Rey-
nos, fuá contento de besar la mano al Rey Don En-
rique, y ól se volvió á Zebreros, ó con ól los Obispog
de Burgos ó Coria. E habióndose por bienaventura*
do por la Princesa Dofia Isabel ser declarada por
heredera destos Reynos con consentimionto del
Rey Don Enrique. E porque algunos dedan quel
Arzobispo tenia ocupada la fortaleza de Avila que
comunmente se llamaba el Cimero, entrególo por
mandado de la sefiora Princesa á Qonzalo Qiacon,
comendador de Montiel, ó desde allí al Rey Don
Enrique. E la Princesa su hermana 6 todos los
Grandes que con ól estaban se fueron á Casarrubios,
y el Arzobispo de Toledo ó los Obispos que con él
estaban se partieron de Zebreros á Yepes.
CAPÍTULO XLIII.
De Ut fomiu qve el Rey Don Enrique Uto para ir eontra loAv lo
•sentado cerca de los Toros de Gaisando.
Como la condición del Rey Don Enrique fuese
mudable , ó cerca de su persona o viese hombres que
sus costumbres siguiesen , acordó de se ir á la villa
de Ocafta, por ser del Maestre de Santiago, creyen-
do que todas las cosas allí se podían hacer según
su querer é voluntad ; ó mandó allí venir al Maestre
de Santiago ó á los Condes de Placencia ó Benaven-
te, ó al Arzobispo de Sevilla , ó al Obispo de Ca-
lahorra que ya era de Sigüenza, los quales quiso
juntar allí para dar suspensión en los negocios, es-
MEMORIAL ÜE D1VEBSA8 HAZAÍtAa
49
peoiolmente en el casamiento de la sefiora Prince-
aa, BU hermana, con el Principe Don Femando de
Aragón, el qnál casamiento el Ansobispo de Tole-
do con todas sus f aersaa procaraba, y el Maestre de
Santiago lo estorbaba é aborrecía ; ¿ para anular é
destruir todo lo asentado con Apostólica autoridad
cercado los Toros de Guisaddo, mandó que en nom-
bre de Dofta Juana, hija de la Bey na, se fícieee re-
damación é protestación é apelación de todo lo allí
fecho y espontáneamente por él jurado, de que se
siguieron grandes InconTenientes, dafios é murmu-
raciones generalmente por todos estos Reynos ; y
el Rey con todas sus fuenas procuraba que la se*
fiera Princesa su hermana casase con el Rey Don
Alonso de Portugal, en dafio universal destos Rey-
nos. E como Don Juan de Guzman , Duque de Me-
dinasidonia, fuese requerido por el Arzobispo de
Toledo que diese consentimiento al casamiento do
la sefiora Princesa dofia Isabel con el señor Prínci-
pe Don Femando de Aragón , estaba en ello dudo-
so, porque recelaba, si este casamiento se cumplie-
se, seria dar gran ^vor á Don Enrique, Conde de
Alba de Liste, con quien se esperaba contender so-
bre la sucesión suya ; é como sobre aquesto tomase
consejo con algunos, entre los qnalee habia diversas
opiniones, Alonso de Palencia , Ooronista , que era
nno de aquellos, dijo tantas é tales razones al Du-
que, que fizo dexar todas las dudas, é concertólo á
lo voluntad del Arzobispo de Toledo. E como en
esto tiempo el Duque Don Juan fallescieee, sucedió
en su lugar Don Enrique de Guzman , su hijo , el
qual siguió el camino comenzado por su padre. En
este tiempo, poco antes de la muerte deste Duque,
pareeció en Sevilla una cometa muy grande é ar-
diente que duró poco menos, de dos meses, de la
qual fueron proverticados los males é dafios que
después en aquella dudad se siguieron ; de la muer-
te dd qual los ciudadanos de aquella dudad ovie-
ron muy entrafiable dolor, como fuese de todos
mucho amado ; en el qual tiempo acaedó una cosa
muy oetrafia en la provinda de Toledo, en un lu^
gar que se llama Pero Moro , ques del Oonde de
Fuensalida, la qnal fué, que como fuese ya el tiem-
po de segar las cebadas y un hombre, el principal
de aquel lugar , fué con sus hijos para segar una
. pieza suya, del primero manojo que segó corrió tan-
ta sangre del, que fué cosa maravillosa; é como los
hijos viesen la mano del padre llena de sangro, vi-
nieron á gran priesa alo ver, pensando que se ovie-
se cortado con lafoz, y catando la mano, falláronla
sin ferida alguna é tomaron el manojo segado, é
vieron como por cada oafia salia viva sangre, don-
de todos los dd pueblo se llegaron é segarop algu-
nos otros manojos de los quales salia tanta sangre
como del primero, lo qual tomaron por testimonio,
é lo enviaron al Conde de Fuensalida á la ciudad
do Toledo.
CAPÍTULO XUV.
Cr.-^in.
De U enbajada qqel Rey Dob Alonso At Portugal enbió en Caa^
tilla, pensando concluir el casamiento sayo con laieAora Prin-
cesa DoOa Isabel.
Los grandes destos Reynos por diversos respetos
deseaban que la sefiora Princesa Dofia Isabd fuese
casada. E los que seguían la voluntad del Rey, aun-
que bien oonocian el casamiento dd Rey de Por-
tugal ser muy dafioso á estos Reynos , daban A dio
consentimiento, y el Ansobispo de Toledo é los que
verdaderamente deseaban el bien general contra-
deciendo , trabajaban quanto podían porquel casa-
miento con el Principe don Fernando de Aragón se
concluyese ; entre los quales principalmente el Ar-
zobispo de Toledo no cesaba por secretos mensaje^
ros á suplicar y requerir é amonestar á la Princesa
no consintiese en el casamiento del Rey de Portu-
gd ni otro alguno acetase , salvo el Príncipe Don
Femando de Aragón, el qual era el mas honorable
é mas provechoso é mas convenible para su verda-
dera bienaventuranza. Y estando las cosas asi sus-
pensas, el Rey Don Alonso de Portugal embió su
embajada solene al Rey Don Enrique, la conclusión
de la qnd era rogándole afetuosamente quisiese
darle en casamiento á la sefiora Princesa Dofia Isa-
bel su hermana, el qual como estuviese en propósi-
to de concluir este casamiento con el Rey de Por •
tugal, é oonodoso sor muy contraria la voluntad de
la Princesa su hermana , acordó que Don Pedro de
Vdasco, hijo del Conde de Haro, fuese á hablar con
la Princesa, é como aconsejándolo lo dixese que to-
davía cumplía seguir la voluntad dd Rey, é dexar
á su arbitrio lo que corea do su casamiento quidoro
facer; en otra manera fuese cierta que seria puesta
en prisión, la qual con muchas lágrimas respondió
quella esperaba en Dios se darla forma porque se
escusase de recebir tan grande injuria. Y en tanto
que estas cosas se pasaban , los embaxadores del
Roy do Portugal esperaban su respuesta, é como ,
ningún modo se fallase el casamiento de la Prince-
sa, atentaron de ponerla en el Alcázar de Madrid, lo
qual sabido por el Arzobispo de Toledo , envió se-
cretamente á f ablar con los prindpales oabdleros
de la villa de Ooafia, para que diesen lugar á la en-
trada de sus gentes en aquella villa para dende
llevar á la Princesa ; lo qual sentido por el Rey Don
Enrique é por los que le seguian, por la gracia de
nuestro Sefior condbieron tan gran temor, que acor-
daron de enviar á dedr á los embaxadores, que con-
venía sentar otros modos para aplacar la voluntad
de la Princesa, la qudnaturdraente era'enemiga de
violencia. Con la qual respuesta los embaxadores se
partieron, no mucho [degres, pero con todo eso no
desesperados del casamiento ; de lo qual todo á su
Rey ficioron relación. E como el Maestro de San-
tiago fuese mucho amigo de la suspenden, aunque
pareda este casamiento desear , é él trabajaba por
lo deferir, como supiese la venida del Cardend Tra-
papense, el qud solicitaba el casamiento de la se-
4
50
CRÓNICAS DE LOS BBTES DE CASTILLA.
fiora Princesa Dofia Isabol coa el Duque de Berri,
que después fué de Guiana, hermano del Rey Luis
do Francia, de la qual embajada venir en estos Rey-
nos al Conde de Placeada desplacía como estuviese
mucho aficionado al casamiento del Rey de Portugal,
con el qual dio su voto que la Princesa casase quier le
pluguiese 6 le pesase. En el qual tiempo Don Rodrigo
Maarique, Conde de Paredes, como fuese verdadero
celador del bien común destos Reynos, vino á Yepes,
donde el Arzobispo de Toledo estaba, é trujo el con-
sentimiento de los Condes de Medinaceli é Trevifio
ó Benavente é Buendia é de muchos otros grandes
que en ello avia traído Don Ifiigo Manrique Obispo
de Coria, para que la Princesa casase con Don Fer-
nando, Principe de Aragón, en lo qual el Almiran-
te Don Fadrique, abuelo del Principe, aprovechó
mucho, atrayendo á muchos grandes á este consen-
timiento.
CAPÍTULO XLV.
De una gran Vitoria que de los noros ovo Doe Lope Vaxqaei de
Aeufia» AdelanUdo de Cazorla , qae lioy es Coode de Buendia,
y el Comendador Aionso de ia Peflaeta, aieayde deQoesada.
En tanto questas diferencias en nuestros Reynos
estaban, el Rey de Granada, creyendo no aver re-
sistencia , pensó de facer en ellos gran dafio, para
lo qual juntó novecientas lanzas é tres mil peones
de la gente mas escogida que en su Reyno avia; y
envió sus capitanes, mandándoles que viniesen á
correr las ciudades de Ubeda ó Baeaa, ó quemasen
ó destruyesen la villa de Quesada , ques lugar des-
cercado, los qualcs lo pusieron así en obra, ó lleva-
ron de aquellas ciudades gran presa de vacas é bue-
yes é yeguas é ganados menudos é hombres del
campo: desde allí continuaron su camino para
Quesada. De lo qual como fuese certificado por el
dicho alcayde el dicho Don Lopes Vázquez de Acu-
ña, caballero noble, mancebo mucho esforzado, de-
seoso de servir á Dios ó al Rey, cabalgó con fasta
ciento de caballo é quatrocientos peones que pudo
aver, é á mas andar se fué á meter en la villa de
Quesada, donde todos los suyos tuvo tan encubier-
tos que aunque los moros vinieron, no sintieron
aver mas gente en la villa de los moradores della ;
é como los moros anduvieron la mayor parte de la
noche, estando ya quanto media legua de la villa,
los capitanes embiaron trecientos de caballo é mil
peones poco antes del alba para que entrasen en la
villa, é toda la otra gente se quedó con la presa que
de Ubeda ó Baeza avia traydo, y el Adelantado con
su gente ó con la de la villa tomó las entradas é
posos por donde los moros avian de venir, é veni-
dos, con tan gran vigor é fuerza el Adelantado y
Alcaydo ó sus gentes pelearon, que todos los moros
que 80 apearon para entrar en la villa fueron muer-
tos ó presos é los que pudieron fueron f uyendo para
se juntar con sus gentes, y el Adelantado como
quiera que conociese la ventaja sin comparación
que los moros del tenían , esfuerzo su gente, como
virtuoso caballero, la qual fizo un cufio ; ó con gran-
de ánimo fueron ferir en los moros que tenían la
presa, é de tal manera pelearon con ellos que ovie-
ron de dejar la presa ó ir fuyendo. Y el adelantado
y el Alcayde ganaron dallos trecientos caballos, é
gran despojo de jaeces é armas ; é mataron é pren-
dieron ochocientos ; en la qual batalla Don Feman-
do de Acufia, hermano del Adelantado, y mozo de
diez y seis afios, que contra su mandamiento é vo-
luntad entró en aquella batalla , hizo cosas tan se-
ñaladas, que paresció mas ser caballero anciano
que mozo ni mancebo ¡ el qual fasta aquel día no
avia tomado armas ni lanza en la mano para pe-
lear. Deste se afirma haber conservado su virgini-
dad fasta el día que casó, que sería de edad de
treinta afios, que fué una cosa muy maravilloaa, que
quando la primera pelea se comenzó , las mugeres
de la villa tomaron armas ó siguieron á sus maridos
peleando virilmente, é fállase que entre estas fué
una que vido estar siete moros en la concavidad
de una pefia, ó con una lanza en la ^lano fué sola á
pelear con ellos é los prendió ó trajo á todos á su
casa. E en esta batalla el Adelantado ganó catorce
banderas, las cuales hoy trae en tomo de sus armas.
Algunos de los que fueron cativos en esta batalla
afirmaron que la gente que el Adelantado traia, con
la de la villa que traia el Alcaide , les pareció mu-
cha mas que la suya, é que avian visto encima del
armadura de la cabeza de Don Fernando de Acufia
tan gran claridad, que les tiraba la vista; de que
oreyan verdaderamente nuestro Sefior aver embia-
do á los Christianos ayuda en esta batalla, en la qual
ganó y ovo un quento en moros é despojo el dlclio
Alcayde, la qual dicha alcaydia Ubeda le dio la qual
provee de alcayde cada afio.
CAPÍTULO XLVI.
De la tnn diligencia qoe Don Rodrigo MaBriqoe, Conde de Pa-
redes, OTO para qae do solamente ilos grandes destos Reynos
diesen eonsenUmiento al casamiento de la seftora Princesa Do-
fia Isabel con ei Principe Don Fernando de Aragón, mas ias
ciudades é Tillas dellos.
En este tiempo Don Rodrigo Manrique, Conde
de Paredes, se vino á la ciudad de Toledo, el qual se
concertó con Pero López de Ayala su suegro, el
qual Conde avia sido casado la primera vez con hija
de Gómez Suarez de Figueroa, Sefior de Zafra é de
Feria, de quien avia ávido muy nobles hijos y es-
trenuos en caballería , ó segunda vez con hija de
Diego Furtado de Mendoza, montero mayor del Rey
Don Juan, de quien ningunos hijos ovo, é ya en la
vejez tercera vez casó con hija de Pero López de
Ayala, pero con todo eso tan robusto ó tan hábil so
halla para todo lo que facer queria, como seyendo
mancebo ; el qual discurrió por muchas partes, pro-
curando el consentimiento ya dicho. En el qual
tiempo el Maestre de Santiago procuró de llevar al
Rey al Andalucía, el qual determinó que antes de
la partida fuese tomado juramento á la Princesa
Doña Isabel que ninguna novedad fiziese en su ca-
samiento, creyendo el Rey que quebrantando la
MEMORIAL VÉ DtVEBSAS HAZAÑAS.
61
PrínoeflA este juramento bastada para destrair su
derecho, y si esto no atentase , parecería aver co-
metido todo su querer é autoridad al mandado é
querer al Rey; é como deseasen que la Princesa que-
brantase aquel juramento, diéronle mayor libertad
é mandaron partir cerca della todos los que podian
empachar su voluntad para escrebir é oir, 'estando
tan cercana del Arzobispo de Toledo , que en Tepes
estaba de donde cada di a pedia enibiar los mensa-
geros que quisiese é proseguir el negocio comenza-
do en favor del Príncipe de Aragón ; el qual casa-
miento la Príncesa ya tenia acetado antes del jura-
mento que por el Rey le fué tomado. T en tanto que
estas cosas pasaban, el Arzobispo de Toledo acordó
de embiar en Aragón al Ooronista Alonso de Palen-
cia, por aver veinte mil florínes que eran prometi-
dos de se dar al tiempo quel casamiento se acetó, é
un collar muy rico de gran valor de piedras ó per-
las para la Príncesa.
CAPÍTULO XLVII.
D« la embajada qoel Rey I.nia de Franela embid al Rey Don En-
riqoe sobre el eatamiento de la Princesa Dofla Isabel eon el
Dnqte de Derrl é de Galana , sa hermano.
En este tiempo los embaxadores del Rey de Fran-
cia vinieron al Rey Don Enrique, el principal de los
quales era Guillelmo , presbítero Cardenal llamado
Trapacense, é después Albacense , hombre al pare-
cer mucho letrado ó soberbio. La conclusión de su
ambaxada era demostrar al Rey qnanto el Rey de
Francia deseaba el matrimonio de la Ilnstrísima
Princesa dofia Isabel, su hermana, con Carlos Du-
que de Gkiiana é de Berrí , su hermano , mostrando
quanto este casamiento era provechoso é honroso,
asi á los españolee como á los franceses. La res-
puesta desta embazada se detuvo, é á la fin fué
respondido á los embaxadores, que si les placia po-
der ir á ver la ciudad de Sevilla en tanto que el
Boy consultaba este negocio con los grandes de su
BeynOy loe quales lo pusieron asi en obra, como
quiera que desta respuesta fueron mal contentos,
pero con todo eso el Cardenal tovo esperanza que
si él pudiera fablar á la Princesa, el casamiento
avría conclusión ; la qual en este tiempo era parti-
da de Ocafia para Arévalo, é desde alli se fué A Ma-
drígal, por ver á la señora Rey na su madre que allí
estaba. Y el cardenal Albacense, sabido como la
Princesa estaba en Madrígal, se partió para allá
donde fué visitar la Princesa ante la qual propuso
su embazada, mostrándole por quantas razones de-
bía facer el casamiento del Duque de Gniana. La
Princesa con gran discreción respondió no aproban-
do ni negando lo quel cardenal decia, mas con gran
modestia en breves palabras dijo que ella había do
seguir lo que las leyes destos Reynos disponían é
mandaban en honor é gloría é acrecentamiento del
cetro real dallos. Con la qual respuesta el Cardenal
mal contento se partió para Francia,
CAPÍTULO XLVra.
De las cosas qvc aflrroaron el easanlento do la Serosísima Prla-^
eesa DoDa Jnana con el lluslrlslmo Principe Don Fernando,
qnando la Toriuna mas contraria se mostraba.
Trabajaba mucho el Arzobispo de Toledo la difi-
cultad del negocio comenzado, como cada día le
viniesen mensajeros de las turbaciones en los cosas
de Aragón, asi por la graveza de la guerra de Bar-
celona, como por la tardanza del collar é suma de
oro quo se habia do traer para la Señora Príncesa,
quel Arzobispo de Toledo avia prometido de le dar
al tiempo que se concertó su casamiento con el
Príncipe de Aragón. É allende desto le fatigaba
mucho sabor que entre los grandes de Aragón é aun
comunmente entre los plebeyos , avia gran diversi-
dad de opiniones, porque á los unos parecía bien es-
te casamiento é á los otros desplacía, pareciéndoles
que seyondo el Príncipe de Aragón Rey de Castilla
con tan gran poder podia oprimir al Reyno , lo qual
no podia seyendo solamente Rey de Aragón; é
creyan que dándose aquella suma de oro y el collar
quera prometido, el casamiento se concluiría. É co-
mo Alonso de Falencia, coronista, allí se fallase,
como por mandado del Arzobispo fuese venido an
Tarragona donde el Rey D. Juan de Aragón estaba,
ante su Alteza eeplicó la embazada que traya , y el
Rey la oyó graciosamente , aunque estaba mucho
empachado en dar orden A la armada que faoia de
muchas naos é galeas para hacer cruda guerra á los
de Marcela é Barcelona, como el Rey de Francia
mucho apretase la guerra por tierra, aviando toma-
do el Condado de Rosellon é alguna parte de Am-
purias ; las quales cosas mucho trabajaban al Bey,
aunque las comportaba con gran corazón ; é lo que
mas pena le daba era conocer la voluntad de los
Grandes de su Reyno ser lejos de su querer en el ca-
samiento del Príncipe su hijo, en lo qual Alonso de
Falencia dijo al Rey su parecer, el qual el Rey
aprobó ; é para esto mandó que los Grandes que allí
estaban fuesen presentes, é que ante todos Alonso
de Falencia esplicase su embajada, los quales eran
don Pedro de Urrea, Patriarca de Antioca, Arzo-
bispo de Tarragona, é Don Juan de Cardona, Con-
de de Paredes, é Beltran de Ugon de Rojabeltrin,
Castellan de Amposta, Prior de la Orden Militar de
San Juan, é Don Juan Pajoso, Vico Canciller; los
quales todos Tensaban el matrímonio del Príncipe
Don Fernando con la Princesa de Castilla doña Isa-
bel. É después de Alonso de Falencia aver esplica-
do su embaxada que al Rey se dirigía, fabló á los
Grandes que alli estaban largamente reprobando su
errada opinión, mostrándoles muchas evidentes ra-
zones por que ninguna cosa en el mundo tan bien
les podia venir como el casamiento de la Príncesa
de Castilla, de que loe contraditoree de aquesto que-
daron vencidos de tal manera, que acordaron de
dar é dieron el casamiento por el Rey deseado. É
luego el Rey determinó que el Príncipe se viniese
de Cervora, donde avia ido por socorrer á los de
62
CRÓNICAS DB LOS BETBS DE CASTILLA.
aquella proyincia, despuee que la foitaleza de Mon-
tef alcon avia aéido ocupada por un ladrón que
grandes dafioa eñ ella habia fecho. Con la venida del
Príncipe el Bey ovo gran placer , é con acuerdo de
amos el Bey quedó en Cervera, y el Principe se vi-
no en Valencia, por quitar el collar queataba en
prendas por gran suma de dineroa. É desque tres
días en uno estuvieron entendiendo en sus nego-
cios, estando presentes todos los Grandes, al Prin-
cipe amonestó que á toda virtud se diere é siempre
ficiese bienes é mercedes á los que bien y lealmen-
te sirvieren, amonestándole que al Arzobispo de
Toledo en lugar de padre tuviese , é ansí lo acata-
se é honrase é gratificase, á quien mas debia que á
persona del mundo , que le páresela con todos sus
Beynos no poder enteramente pagarle lo que le de-
bia faciendo mención de la libertad fecha por él á
)a Bey na su mujer ó de las inumerables ayudas, que
le avia fecho en tiempo de muy grandes necesidades
é la vigilancia ó dolencia maravillosa que cerca de
aquel casamiento avia tenido, é por eso le manda-
ba que lo mas presto que pudiese embiase al Arzo-
bispo el collar, é la suma de oro que á la Princesa
le era prometido, con grande humildad de cumplir
todo lo á él por el Bey mandado. É luego el Prínci-
pe desde allí se partió para Valaguer, é dende so-
f uó en Valencia , donde ligeramente ovo el collar ó
los veinte mil florines ; lo qual todo mandó dar á
Alonso de Palencia é á Pedro de la Caballería, hon-
rado ciudadano do Zaragoza, los quales lo traxeron
todo é lo entregaron al Arzobispo do Toledo que
estaba en la Villa de Alcalá de Henares ; el qual
con su venida fué mucho alegre, dando gracias á
nuestro Señor porque tan grandes dificultades tan
ligeramente avia determinado. Bestaba con todo
eso socorrer á la Princesa que estaba en Madrigal,
con la sefiora Beyna su madre, la qual el Maestre
de Santiago solicitaba do aver en su poder. En este
tiempo Don Alonso de Monroy, Clavero de Alcán-
tara, con muy poca gente desbarató quatrocientos
de caballo quel Maestre de Santiago tenia sobre la
fortaleza de Montanchez.
CAPÍTULO XLIX.
De como el Rey Don Enrique se partió para la Ciadad de SeTilla
con intención de prender al Duque de Medinasidonia é apode-
rarse de aquella ciudad, é de como el Arzolilspo de Toledo fué
llamado por la Princesa Dofia Isabel, y do la deliberaclua snya
fecba por él.
En este tiempo el Bey Don Enrique se partió
para el Andalucía con propósito de prender al Du-
que de Medinasidonia y apoderarse de la ciudad de
Sevilla ; y sabido por el Duque Don Enrique la ve-
nida del Bey, embió á Cantillana á suplicalle que
no metiese consigo al Maestre de Santiago que era
su enemigo , lo qual el Bey mucho porfió asi alli
como después en Alcalá de Guadayra, desde donde
embió á llamar ciertos veinte y quatros de la ciu-
dad para quejarse dellos diciendo que , siendo su
s^Aor no consentille meter á quien él quisiese ; y un
veinte y quatro llamado Sancho Mexia, dijo quellos
tenían mas razón de quejarse por aver dado el al-
Caydia mayor al Duque de Medina, que antes que
la tuviese , lo echaba la ciudad cada vez que que-
ría, y con ella entraba en cabildo y tenía parte pa-
ra ser lo que su Alteza veia , así por el voto como
por la vara ; y aunque el Bey entró en Sevilla, es-
tuvo poco por causa del Maestre ; y como no pudo
hacer lo que quería, determinó de ir en Extrema-
dura, con voluntad de dar la plaza de Truxillo al
conde Plasencia. T venido en Truxillo , vista por
los moradores de aquella ciudad la intención del
Bey, hicieron conjuración con el Alcayde, llamado
Qracian de Sesé, y resistieron al querer d<d Bey, de
tal manera que gastó allí algún tiempo ain acabar
oosa de lo que quería ; la qual tardanza aprovechó
mucho á la libertad de la Princesa, porque si el Bey
pasara los montes á la parte de Toledo, no pudiera
la Princesa ser libre como lo fué , porquel Maestro
de Santiago continuamente solicitaba al Arzobispo
de Sevilla, que en Coca estaba, que juntase gente é
viniese á Madrigal é se apoderase de aquella Villa
é prendiese á la Princesa porque no se concluyere
el casamiento con Don Femando Príncipe de Ara-
gón , para lo qual el Bey escribió á los moradores
de aquella villa rigurosamente mandándoles so gra-
ves penas que ningún favor diesen á la Princesa
porque la opresión suya era muy conveniente á la
pacificación é bien común destos Beynos. Lo qual
sabido por la Princesa escribió á gran priesa al Ar-
zobispo de Toledo demandándole ayuda; el qual,
vista su letra , se partió con trescientos de caballo
mucho escogidos , é continuó su camino todavía es-
perando mas gente, la qual le vino, é ansí llegó á un
lugar que se llama Pozaldes oon asas gente , donde
fué certificado que cerca de allí en una aldea esta-
ba Don Alonso Enriques, primogénito del Almi-
rante Don Fadrique , con decientas lanzas para el
mismo remedio por llamamiento de la Princesa,
donde supo que, si tres dias tardaran, el Arzobispo
de Sevilla viniera en Madrigal con gran compaña
de gente, é se apoderara de la villa é prendiera á la
princesa. É desde aquella aldea el ai-zobispo embió
á la Princesa el collar muy rico que el Príncipe le
amblaba, que fué estimado por grandes lapidarios
en quarenta mil fiorínes, é le embió ocho mil flori-
nes , de los veinte mil que Alonso de Palencia é
Pedro de la Caballería avian traído, qne avian sal-
do prometidos á la sefiora Princesa al tiempo quo
se concluyó el desposorio suyo ; é de allí el Arzo-
bispo de Toledo, é con él Don Alonso Enriques, fi-
jo del Almirante don Fadrique, é don Ifiigo Man-
rique con gran copia de gente, la Princesa salió de
Madrigal, é se vino al Monasterio de monjas ques
fuera de los muros de aquella villa ; é allí so dio
forma que viniesen algunos perlados é caballeros ;
los quales vinieron dende tres dias con seiscientos
de caballo ; é ansi la Princesa se partió de allí, é no
tomó á entrar en la villa, temiendo que en ella ovieso
traycion, quedando el Obispo de Burgos é otros que
con olla estaban muy tristes é afligidos é no quitos
MEMORIAL DB DIVERSAS HAZAÑAa
53
de temor, como no OYieeen podido oonolnir lo á
ellos mandado. É la Prínoeea dixo al Obiq>o de
Burgos que se podia ir donde le pluguiese, é ansi
el Obispo de Burgos se partió muy triste , é la Frín*
cesa oon grande alegría é sonido de muchas trom-
petas é atabales se fué para la Tilla de Fontiveros.
CAPÍTULO L.
De COMO Gvtiem 4e Glrdeiu , maestre sala de la sfffora Pria-
eesa 4ofla Isabel, 6 Alosso de Palesela, eoronlsu, fnereD em-
Uadoe es Araf en por eoaeordar la feílda del Priaelpe Don
Fenasdo en estos Reyeos.
Oran cuidado tenía el Aisobispo de Toledo por
otmoluir este casamiento, ya tanto deseado por el
Plríttoipe Don Femando e por la Plrincesa, lo qual
■e acordó que Qutierre de Cárdenas , que después
fué Comendador mayor de León é Contador Mayor
de Castilla, primero fundador de la casa del Ade-
lantado de Granada, su hijo, al qual la dicha se-
fiora Princesa fiso muchas mercedes después de
Beyna, que ovo á Torrijos é á Maqueda y á otros
lugares en el Beyno de Toledo , y en el de Granada
¿ Marchenilla y su tierra, y en Aragón á Elche y
Orerillent y Aspe; él qual estuvo mucho tiempo
con el Aisobispo de Toledo Don Alonso Carrillo
muy proveniente con ño mas de una muía. Era so-
brino de Gk>nsalo Chacón, que lo puso con la sefto-
ra Princesa. Alonso de Palenda fuese en Aragón
por concertar la venida del Príncipe D. Penando,
porque cesase el pensamiento del Cardenal Trapa-
cense, de quien se creia o viese de volver en estos
Beynos continuando su propósito comensado , los
quales continuaron su camino para Zaragoza donde
fueron certificados quel Príndpe Don Femando es-
taba; al qual fecha la reverenda, le suplicaron les
quisiese oir; lo qual con muy alegre voluntad él
biso, é se metió con ellos solos en una capilla en
el monesterio de San Frandsco, y explicada su em-
bajada, acordóse que se f ablase oon d Arzobispo su
hermano , é con Mesen Remen de Bspes, é con Me-
sen Pedro Baca ; los quales visto lo dicho por Gu-
tierre de Cárdenas é Alonso de Palenda, ovo di-
versas opiniones, é al Arzobispo paresda quel Prín-
dpe se devia puür sin tardanza alguna, del qual
se sospechaba querer mas infortunio ó dafio del
Príncipe que su felicidad, como parecía queste don
Juan, hijo bastardo del Rey de Aragón, tenía pre-
sunción de aver d Reyno ; é allende de otras cosas
por donde esto se sospechaba, parecía que nunca
quiso recebir orden sacra , como quiera que muchas
veces le oviere sddo mandado é rogado por el Roy
de Aragón su padre é Mesen Pero Baca, decía que
tan gran negodo antes se debía consultar con d
Rey de Aragón que ponerse en obra, el qual enton-
ce estaba en la provincia, de Balaguer ; é de otra
parte miraba como en este casamiento estaba todo
el bien de aquellos sefiores , é se acababan todos
los trabajos é angustias de los Aragoneses ; é visto
por el Príncipe las opiniones en esto tenidas, deter-
minó quel sefior Rey su padre fuese en esto con-
sultado, é le fuesen dichos todos los bienes é utili-
dades que de su ida se esperaban , é quanto la tar-
danza de su ida en Castilla le podría dafiar, d por
ventura el Rey diese lugar á la tardanza, é la par-
tida del Principe todavía se fioiese ; ó ante de Venir
la respuesta dd Rey el Príncipe secretamente se
partió con cinco ó seis servidores, por engallar á loe
que bien no le querían ; é and d Príndpe contínó
su camino fasta que llegó al Burgo de Osma , donde
Don Pedro Manrique, Conde de Trevifio, primero
Duque de Najara, estaba con decientas lanzas : ó
como el Príncipe llegase á media nodie , el Conde
á gran priesa se levantó, ó mandó encender antor-
chas é lo redbió é besó las manos oon la reverenda
que debía ; d qual con gesto muy alegre le dio paz,
é las trompetas con grande alegría por mandado
dd Conde sonaron, de que los vecinos del lugar re-
cibieron grade espanto é no menos los que velaban
la fortdeza, y el Príncipe y d Conde y los que con
ellos estaban pasaron d río é se fueron á Osma,
donde estaba aposentada la gente dd Conde, y d
Príncipe desde allí escribió al Arzobispo de Zarago-
za su hemiano, faciéndole saber todo lo pasado ; y
el día «guíente el Príncipe se fué á Gumiel de Mer-
cado, donde estaba Dolía Juana Manrique , mujer
de Don Femando de Rojas, Conde de Castro, don-
de fué slegremente reoebido é servido según con-
venía ; é allí le vino nueva de la liberación de Juan
de Vivero, questaba preso eñ d Castillo de Curíel,
el qual fué deliberado por la gran diligencia del
Arzobispo de Toledo que dio muy grandes dádivas
á quien lo delibió. E aÚí fué el Príndpe certificado
de un gran desbarato que ovo la gente del Papa
Pablo, cerca de la villa de Armiño, en Italia, fecho
por caballeros del Rey Don Femando de Ñápeles,
de la qud nueva fueron todos alegres, no solamen-
te por la victoria habida por el Rey de Ñápeles, su
primo , más porque el Papa Pablo favoreciese quan-
to podia la parte del Rey D. Enrique.
CAPÍTULO LL
Déla Tealda de GiUerro do Cárdenas é de Aioaso de Paleaeia á
la Tilla de Valladolid con la nae?a de la blenaveotarada vcalda
del PrlBcipe Don Femando y de la Uegada saya A la ttUa dé
Dielas.
Gutierre de Cárdenas é Alonso de Palenda con-'
tinuaron su camino desde d Burgo de Osma fasta
Valladolid , andando de noche é de día por los ca-
minos mas encubiertos que pudieron, fasta que lle-
garon á la villa de Valladolid, donde fallaron á la
illustrfdma Princesa é al Arsobispo de Toledo, á los'
qudes dijeron el próspero suceso que el sefior Prín-
cipe en su viaje avia ávido , é cómo era pasado á la
villa de Duefias. Con las quales nuevas la Princesa
y d Araobispo fueron nn comparación degres , é
no monos todos los que lo supieron , é luego se fizo
un gran juego de cafias de muchos cabdleros con
grande degría ; en el qual Troylos Carrillos ovo un
gran infortunio , que su cabdlo cayó con él é fué
forído de tal manera, que oviera de morir, la qual
64
OBÓNIOAS DB LOB RBYB8 DE OACTILLA.
caída turbó mucho el Alegría de todoa, porque se
verificase aquella sentenoia del sapientíBÍmo Salo-
món que dice que en loa grandes gosoa siempre ae
mésela alguna trlateza. En tanto queetaa cosas se
facían , el Principe Don Femando entró en la yilla
de Dueftas, á nnere de Octubre del afio de nuestro
Bedentor de mil é quatrodentos é sesenta é nueve
afioa con gran compallía de noble gente, donde mu-
chos mas le vinieron á facer reverencia como cono- .
cieron aver de aer de todos sefior. B después de
aver estado el Príncipe en la villa de Duefiaa cinco
dios, recibiendo grandes servicios é fiestas, secre-
tamente de noche, por concierto del Arzobispo de
Toledo se vino á ValladoHd con 9olos tres servido-
res, para en presencia suya ver la sefiora Princesa;
y entre los que con la aefiora Princesa estaban , ovo
gran debate de la forma que se avia de tener por la
Princesa en la vista del Príncipe, la qual no curan-
do de las vanas opiniones tenidas por algunos, que
cerca dolía estaban , determinó con consejo del Ar-
sobispo de Toledo , de facer al Príncipe todo el aca-
tamiento que debía como á su esposo ; y el Príncipe
á catorce de Otubre entró secretamente por la puer-
ta del campo, é con él solamente Mesen Remen
Despee é Mosen Gaspar su hermano, donde el Arzo-
bispo llegó al postigo á lo recebir, é trabajó por le
besar la mano, y el Príncipe no se la quiso dar, é
abrazólo con muy alegre cara , é honrólo mucho ; é
ansí el Príncipe se fué á ver á la Princesa, ó con él
el Aizobispo , la qual lo recibió muy alegremente
con aquel acatamiento que á su esposo dobia ; ó pa-
sadas dos oras después de la media noche , el Prín-
cipe se volvió á la villa de Duefias, habiendo rece-
bido de la Sefiora Princesa las dádivas que se sue-
len dar á los esposos , tales quales convenía de ae
dar por quien se daban é quien las recebla.
CAPÍTULO LU.
De l« tolMiidid os te flio á las bodas destos sereaísUaes Prin-
cipes Don Fornando y Dofia lubel.
Fecha la f abla entre el Príncipe é la Princesa,
presente el Arzobispo de Toledo, como de la tar-
danza so esperase algún inconviniente, determinóse
el matrimonio de aquestos Príncipes se aceleraae, é
acordase que loe desposorios públicamente se hicie-
sen con la debida solemnidad , ni estuviese escon-
dida la utilidad que á todos estos Beynos desto se
seguía, é ansí el Príncipe estovo pocos días en Due-
ftas, é al sexto dia en honor de San Lúeas Evange-
lista con gpran número de gentes aceleradamente se
"Volvió en la villa de Valladoiid, al recibimiento del
qual el Arzobispo de Toledo salió con muy noble
gente , así de su casa como do vecinos de la villa ;
el qual fué de todos recebido con grande alegría, é
con mucha tristeza y enojo de los que allí eran ve-
nidos por mandado del Maestre de Santiago é del
Oonde de Placencia, á quien mucho desplacía este
casamiento ; é ya venida la noche y el Príncipe en-
trando en la posada de la Princesa, en presencia de
todo el pueblo é del Almirante Don Fadrique, agüe-
lo del Príncipe, é de todoa los otros grandes é no-
bles que allí estaban, el Arzobispo de Toledo fizo
presentaoion de la Bula Apostólica, por la qual el
Papa Pío segundo , sucesor inmediato de Pablo se-
gundo, daba la dispensación para el oaaamienVo del
Príncipe Don Femando con la Princesa Dofia Isa-
bel, legítima heredera de loa Beynos de Castilla é
de León , mostrando á todos como el deudo que avia
entrellos , ningún empacho les dava para su casa-
miento, é ansí el Arzobispo fizo su desposorio por
consentimiento del Príncipe é de la Princesa. Este
auto ansí fecho , el Príncipe se fué á la posada del
Arzobispo , é otro dia, que fueron diez y nueve de
Otubre, el Príncipe se volvió á la casa de Juan de
Vivero , donde Ja Princesa posaba , é ante que cele-
brasen los desposorios, segunda vez el Arzobispo
mandó facer la protestación ya fecha ; el Arzobis-
po los desposó y veló, é aquel dia todo se consumió
en fiestas y danzas é mucha alegra ; é la noche ve-
nida, el Príncipe é la Princesa consumieron el ma-
trimonio. Y estaban á la puerta de la cámara cier-
tos testigos puestos delante, los quales sacaron la
sábana que en tales casos suelen mostrar, demás de
haber visto la cámara do se encerraron, la qual en
sacándola, tocaron todaa las trompetas y atabalep
y menistrUes altos , y la moatraron á todos los que
en la sala estaban esperándola, questaba llena do
gento. E por siete días duraron las fiestas, é guar-
dándose la católica costumbre, pasados estos dins,
el Príncipe é la Princesa fueron á oír misa solene
en la Iglesia Colegial de aquella villa, por rocebir
las bendicioucB ; la qual miaa dixo el Arzobispo.
Estas nuevas sabidas por el Roy Don Enrique é por
el Maestre de Santiago, oTÍeron dellas gran triste-
za , ó pesóles mucho de aver gastado vanamente el
tiempo en la estada de Truzillo , sin facer caso al-
guno de lo que deseaban ; en lo qual ae dio lugar
al Príncipe Don Fernando para que libremente pu-
diese tomar su mujer. E con grande enojo él se fué
para Segovia, y el Maestre de Santiago, muy fati-
gado de quartana, se partió para Ooafia. Y luego el
Príncipe y la Princesa, por consejo del Arzobispo
é del Almirante, embiaron al Rey sus embaxadores ;
los qualoB fueron Mosen Pero Baca é Diego de Ri-
bera, el Ayo del Rey Don Alonso, é Luis de Ante-
zana. La conclusión de la embaxada era suplicando
humildemente al Rey quisiese aprobar el matrimo-
nio fecho , no dando en esto cargo alguno al Arzo-
bispo , como él lo oviese trabajado, conosciondo la
verdadera medicina de loa males dostos Reynos,
ser el ayuntamiento destos dos Príncipes, é que
sin duda si él conociera otra cosa para esto maa con-
veniente , él la procurara con toda diligencia ; lo
qual el Rey debía aprobar, si le piada el remedio
común de los males destos Reynos ; á lo qual el Rey,
por consejo del Ansobiapo de Sevilla, ninguna otra
cosa respondió salvo que convenia esperar la veni-
da del Maestre de Santiago , con consejo del qual
aprobaría lo que fuese de aprobar, é siguiendo esta
seña mandó dar sus letras á los embaxadores , los
quales carecían de título del Príncipe. Los quales
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZASAE
▼ueltosá Valladolid, fué determinado quel Ano-'
bÍBpo embiase familiarmente al Maestre dé Santia-
go en sobrino, afetoosamente le rogando quisiese
tener manera con el Bey como aprobase lo f ecbo,
é qnisiese tratar el Principe é Princesa como á obe-
dientes menores hermanos, lo qual asi puesto en
obra ninguna cosa aproyeohó.
CAPÍTULO LIIL
De Ui dltisioDes y 4olos leiMidos en Us ciudades de Stlanaa-
ea é Córdoba » é de la Tenida de los fhineeses en el eondado de
Ranpvrdan, é de la f nerra del gran Tnreo.
En este tíempo el Rey Don Enrique , continuan-
do su dallado propósito por ayer á Don García, Oon-
de de Alva, físole merced de la ciudad de Salaman-
ca, en la qual como de grandes tiempos acá oviese
bandos de la mayor parte de los caballeros della,
algunos por dineros, otros por ser del ayudados en
sus bandos le servian y acataban. E como en este
tiempo OTiese debate entre ellos, el Oonde de Alva,
como fuese tan vecino , vino allí con color de los
poner en paa aoompafiado de muchas gentes , así de
caballo como de pié , con intención do se i^derar
de aquella ciudad. E como con algunos f ablase, di-
ciéndoles la merced que el Bey dellá le habia fecho,
creyendo atraerlos á su querer , ellos seyendo ami-
gos de su libertad , fablaron con los principales de
aquélla ciudad, faciéndoles saber el propósito con
quel Oonde allí era venido, lo qual sabido por ellos
reoorrierott á las armas, é fecho grande ayunta-
miento de gentes, pelearon con el Oonde de tal ma-
nera, que ovo de salir de la ciudad con grande pér-
dida é dafio suyo é de sus gentes. Lo qual sabido
por el Rey, salió de Segovia con seiscientos de ca-
ballo con propósito de prender al Príncipe é A la
Princesa, lo qual no pudo acabar porquellos esta-
ban en tan buen recaudo que los no osó prender.
En este tiempo se fizo en Córdoba otra mayor
guerra, de la cual fué causa la ida del Bey en aque-
lla ciudad, so color de allanar loe debates della é
restituirse las fortalesas quel Oonde de Cabra é Don
Alonso de Aguilar contra su voluntad le tenían to-
madas ; y entonces dio el Alcázar de Oórdoba y la
Torre de la puente al Conde de Cabra, de que mu-
cho desplugo á Don Alonso de Águilar, é pensó
como podría recobrar aquellas fuerzas, y esperó al-
gunos dias, fasta que allí vino el mariscal Don Die-
go de Córdoba, al qual Don Alfonso prendió á cau-
sa de la qual prisión ovo entrellos grandes debates,
é Don Alonso combatió con gran gente la fortale-
za, é ansí mismo la torro de la Puente, lo qual todo
obró en gran dafto é muerto de sus gentes. E como
quiera que de todo esto el Bey fuese avisado , nin-
gún remedio á ello dio.
En este tiempo oi Príncipe Don Fernando embió
en Aragón al coronista Alonso de Paloncia, por su-
plicar al Bey su padre lo mandase embiar dinero
para pagar el sueldo á mil lanzas quo tenía é le
con venia tener en Valladolid é sus términos, por-
quel Bey Don Enrique no oviese lugar de lo ofen-
• 65.
der como lo procuraba cada día , no demandándple
otra cosa, salvo que á él é á la Princesa quisiese oir .
á Justicia. En el qual tiempo el Bey de Aragón es-
taba en la villa de Monzón, donde avia llamado los
tres Estados t>or ir á resistir á los franceses , que ya
tenían ocupada alguna parte del Condado de Nam- .
purdan , mostrando el Bey Luis de Francia esto fa-
cer por ayudar al Duque Juan , fijo del Bey Benel,
que se llamaba Bey de Aragón, que poseía á Bar-
celona é á Gerona para lo qual avia metido en Ca-
talufia veinte mil hombres de armas ^ creyendo que
si por la vejez del Bey de Aragón, é por estar pobre
é por el Bey Don Enrique do Castilla serle contra-
rio, podia ligeramente tomarle la tierra ; y en aque-
llos días se comenzó guerra por el Duque Cario de
Borgofia en favor de su cufiado Duarte, Bey de Li-
glaterra, y en Italia se ovo gran turbación por el
armada del gran Turco á que los prínmpes christía-
nos poco curaron socorrer, como el Bey Luis de
Francia curase mas entender en la injusta guerra
que al Bey de Aragón facía, é los otros príncipes
cada uno curase mas de entender en su bien parti-
cular, que en el universal provecho de todos.
CAPÍTULO LIV.
De la perllnaeia y ensaSoea diflslon qvel Rey oto por esperar la
Tenida de loa franceses, é déla snplleaelon de los vizealnos é
llspnseanos, ¿ déla Tenida y embazada de Francia é de sn
parttda para Bretafia.
Muy poco aprovechó cerca del Bey Don Enrique
la justa suplicación é protestación fecha por los
Prbicipes Don Femando y Doña Isabel , estando el
Bey muy atento esperando la venida del Cardenal
Trapacense por concluir el casamiento de la hija de
la Beyna Dofia Juana, que suya llamaba, con el Du-
que de Guiana, hermano del Bey Luis de Francia,
el qual venia aoompafiado de muchas gentes é con
él venía el Oonde de Bolonia; la qual embazada
el Bey embió á mandar quo viniese á la villa de Me-
dina del Campo. En el qual tiempo los visoainos é
lipuBcanoe, sabiendo] que este casamiento se trata-
ba , é seyendo certificados quel Bey Don Enriquo
avia fecho merced á Don Pedro de Velasco, Conde
de Haro, de la villa de Bilbao, del gran sentimien-
to que tenían, acordaron de suplicar al Bey que no
quisiese facer este casamiento tan dafioso para sus
Boynos, ni qnisiese meter en ellos franceses, quo
seria encender fuego que muy tarde se acabase. E
los primeros queste dafio avian de sentir serian ellos
por la cercana vecindad que tenían. E los embaza-
dores de Francia llegaron á la ciudad de Burgos en
fin del mos de Julio de mil quatrocientos setonta
afios para desde allí se venir en^ la villa de Medina
del Campo; y en el camino ovieron nuevas por
mensageros del Bey de Francia, por los quales fue-
ron certificados que la Beyna su muger avia parido
hijo i la qual ante do entonce avia siempre parido
hijas ; de lo qual el Cardenal fué muy triste, porque
en el trato del casamiento del Duque de Guiana,
siempre deda él ser verdadero heredero de los Bey-
50
ORÓNIOAS DB LOS BEYES DE CASTILLA.
nos de Francia ; é aal después del parto de la Bey-
na de Francia , muchas novedades se oomensa^
ron, é por mandado del Bey de Francia mudaron el
consejo, dejando de proseguir la comenzado, é par-
tiéronse para Bretalla, porqnel Bey Duarte de In-
glaterra ó Carlos Daque de Borgofia comenzaban
facer gnerra al Bey Lnis de Francia. En el qnal
tiempo el Conde de Barruy ó muchos de los nobles
.de Inglaterra sacaron de prisión al Bey Enrique,
que días a?ia estaba preso, y el Bey Duarte oto de
ir ftiyendo en Boigofia por demandar ayuda al Du-
que su cufiado.
CAPÍTULO LV.
De lai so? edades qoel Rey Lite de Pnneit en las parles de llalla
BOTld.
El Bey Luis de Francia como fuese codicioso é
promovedor de guerras, siempre procaraba noveda-
des; é como ya oviese puesto discordia entre los
Grandes de Inglaterra, después del nacimiento de
su hijo comenzó de hazer alianzas ó nuevas amis-
tades en Italia , ó poner diferencia entre los Princi-
pes é los pueblos della, para lo qual ovo mayor lu-
gar seyendo Padre Santo Pablo Segundo , á quien
siempre novedades plaoian ; é como se fallase muy
rico é poderoso, pensaba todas las cosas poder traer
á su voluntad por difíciles que fuesen ; é como el
Bey Luis de Francia oviese poco cuidado de repa-
rar los males quel gran Torco á los christianos f acia,
curó solamente de atraer á sí la voluntad del Duque
de Milán, Qaliazo María Esforza, hijo del Duque
Francisco Esforza ; el qual aunque en muchas cosas
siguiese las pisadas del padre, engafiado por el
deudo que ya tenia con el Bey de Francia, como
fuese casado con hermana de la Beyna, acordóse
con él, é ovo entrellos consejo que se ficieee amistad
é alianza entrellos y algunos principes é pueblos de
Italia, lo qual el Papa Pablo trabajaba, atrayendo
á esto el Bey Femando de Nápol, requiriendo en
esto los florentines, los quales avian por grave do
se partir de su vieja amistad , é demandaban algún
tiempo para que mas honestamente aquello pudie-
' sen facer. La concordia se fizo del Papa con el Bey
de Nápol, la qual trajo al Bey mas provecho que
honor al Santo Padre, como él Bey ovo del Papa las
^ ciudades de Benavente é San Germán que á la Sede
Apostólica pertenecían, porque la dudad de Armiño,
poco antes ocupada, fuese restituida al Papa , é el
hijo de Sigismundo , á quien la habia querido res-
tituir, la tuviese consigo en la provincia de Nápol,
ó le proveyese dándole equivalencia por la ciudad de
Armifio quel Santo Padre avia dado como aquella
ciudad á el hijo de Sigismundo perteneciese por ser
patrimonio de su Padre ; é como esta amistad no to-
viese verdadero fundamento de virtud , della se si-
guió gran dafio al negocio principal de laguerra de
los turcos, como los venecianos al oomienzo destas
cosas estoviesen como atónitos , é no pudiesen pro-
veer á los negocios de Italia como oonvenia en las
cosas de la guerra de los turcos, en que todos esta-
ban turbados, no sabiondo donde la armada suya
dispararía*
CAPÍTULO LVL
Del perdimleiU» de la Isla de Nefroposle.
E por la poca resistencia quel gran Turco en
los príndpeB christianos falló , acrecentó mocho la
gloría é la grandeza de su imperio, tituláudose de
títulos muy injuriosos á la ohristiana religión ; é ya
hallán(^osetan poderoso sin fallar ninguna repunan-
cia parecióle grave de comportar que los veneciauoa
libremente poseyeren la isla antiguamente llamada
Boeoia,que agora Negroponte se llama, que es en el
mar greciano, donde fué la muy ezcdente dudad de
Tobas, que malaventuradamente cayó, oeroa de la
qual es el monte Parnaso é no muy alongado de allí
la dudad de Laoedemonia ; é los venedanos sospe-
charon quel gran Turco quería séftorear aquella pro-
vincia, é algunos dedan que avia de ir sobre Cedlia,
é otros en la isla de Creta, é otros en otras diversas
partes. Pero como los venecianos conodesen el gran
desamor quel gran^Turoo los avia dempre, cre-
yeron que iría sobre Boeda , para lo qual proveye-
ron enviando un capitán suyo llamado Nicolao de
Canal, con quarenta y dnoo galeas é quince carracas,
mandándole que estuviese en las islas Caladas para
socorrer é guardar sus tierras , é para prostamenle
resistir á la flota dd Turco donde quiera que supie-
sen que estava. En este tiempo d gran Turco em-
bió con su flota un capitán llamado Mahoniad, viz-
cdno, con qoatrodentas é trdnta y cinco vdas de
diversos navios ; é mandóle que fuese en la ida de
Boeda, sin que persona del mundo supiese donde
iba; é así la flota del Turco se vino en el mar Egoo,
y llegó á la bla de Tenedos d dia prímero de Junio
dd afio de nuestro Bedentor de mil é quatrodentos
é setenta afios. E de dlí se partió en once de Julio
en la isla de Embros , donde tomó por combate una
villa que tenia un capitán veneciano llamado Juan
Marcos, caballero muy esforzado, el qual fué allí
muerto, é con él trecientos hombres escogidos. E de
allí la flota se fué en la isla de Lemnos, la qual te-
nia Antonio Jacobo, dudadano de Veneda ; en la
qual dnco dias continuos combatió un castillo Ha-
modo Policastro, é no lo pudo ganar por ninguna
fuerza ni arte. E de allí se fué á la isla llamada Ca-
taron, donde quemó una pequefia villa, el castillo de
la qual no pudo ganar, é desde allí se fué á la ida de
Boeda, agora llamada Negroponte ; y en el mesmo
dia que la flota allí surgió, llegó el gran Turco con
infinitas gentes de caballo é de pie, que avia paaa-
do por Tesalia é por Aoaya, é lu^o mandó facer
artificiosamente sobre naves una maravillosa puen-
te en que avia en luengo trecientos pasos é quaren-
ta en ancho , por donde toda su gente pasase en la
isla un trabajo. E de la flota descendieron allí con
su capitán cinquenta é cinco mil combatientes;
el qual puso su real ceroa del monesterío de San
Francisco, y el gran Turco puso el suyo junto oon
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZÁfiA&
57
el monetfterio de SanU Oían , é todas ana tiendas
eran coloradas. Y el primogónito del Torco paso su
real también de tiendas coloradas de la otra parte
de la Tilla. E traia el gran Tnrco, entre mnohas otras
artillerías, dios tan gruesas lombardas, que nn hom-
bre poesto de rodillas podía entrar en qualqoiera
dellas sin llegar cabeza arriba , é treinta coitagas
de grandeaa increíble, é machos engcftos é trabu-
cos é cabritas, con que combatía la villa de tal ma-
nera , qne de dia ni de noche nn momento no habían
de descansar. Oon todo eso la virtud é valentía de
los christianos era tan grande , que aunque ningu-
na esperanza tenían en los muros ni fosados, que
estaban llenos de agua, según los pertrechóse puen-
tes é bastidas y escalas que los enemigos tenían, no
dejaban de ferir muchos turcos , creyendo por las
manos poderse defender, como quafcro días sin ce-
sar oviesen maravillosamente peleado sin les poder
entrar por ninguna parte con bastidas ni escalas; é
so creía que no les entraran , si no fuera por la trai-
ción de Tomas Iliríco, que dio lugar á los turcos;
los quales avian muerto todos los moradores de las
islas ya dichas, solamente dejando para su servicio
los mozos y mozas; y el gran Turco mandó cegar
el fosado, questaba lleno de agua, con gran muche-
dumbre de gabillas de sarmientos, donde queriendo
entrar los turcos, fué puesto fuego por algunos ca-
balleros italianos que alli estaban, donde por fierro
6 por fuego fueron muertos catorce mil turcos é
muy pocos christíanos. Y el siguiente dia, como los
chrístíanoB toviesen su bandera sobre la cerca, los
turcos ovieron tan grande enojo , que súpitamente
todos vinieron ¿ combatir la villa por diversas par-
tes ; é como los christíanos oviesen muchos tíros de
pólvora é gran ballestería, tan duramente pelearon
que mataron dallos diez y seis mil. E otro dia vol-
vieron á combatir la villa no con menor ardidez é
osadía que los dias pasados, en el qual combate mu-
rieron tras mil turcos ; y en este dia se mostró cla-
ramente la traición de Tomas lUrico, por ayuda é
favor del qual los christíanos vinieron en perdimien-
to, é los turcos se esf onsaron tanto, que subieron por
la parte de los muros questaban derribados, é allí
fué la pelea muy agpramente peleada por ambas
partes ; é tan grande era la mortandad de los hom-
bres é caballeé, que se fizo con ellos llana la entmda
del fosado. Duró tanto esta pelea que era cerca del
dia qnando los turcos ganaron el muro de la villa,
é la crueldad del Turco fué tan grande, que ningu-
na persona perdonó ; é muertos todos los christianos
por mandado del gran Turco', fueron contados to-
dos lo» muertos ansí turcos como christianos, é fa-
llóse de los turcos ser treinta y nueve mil , é de los
christianos treinta mil. Y el mal aventurado caba-
llero Nicolao de Canal, capitán de los venecianos,
que muy cerca dende estaba con quarenta y cinco
galeas ó quince caracas, no quiso socorrer á los déla
villa, ni tampoco á los caballeros italianos que su
ayuda esperaban ; el qual les pudiera mucho valer
si quisiera. Esta vitoria ávida por el gran Turco, de
alli se oartió para islas cercanas , las quales todas ,
se le dieron sin pelear. De lo qual gran variedad
avia do pensamientos en el Senado de Veneoia, por-
que este caballero en muchas cosas pasadas se avia
mostrado forzado é valiente, é siempre avia dado
do sí buena cuenta; é los unos creían questo fueso
por trato que con los turcos toviese , otros creían
esto ser fecho por parte del Santo Padre, porque
como quiera que pareciese ayudar é defender é fa-
vorecer á los venecianos, muchos dias avia que
tenia con ellos secreta enemistad , porque siendo el
padre Barbo ante que fuese Santo Padre, el Senado
de Venecia avia desterrado de allí á algunos parien-
tes suyos. Gomo quiera que sea , este mal caballero
pudiera mucho ayudar su partido si quisiora, según
el gran poder que tenia, por cuya cúlpalos venecia-
nos recibieren gran dafio, que toda la christiandad
no bastaría á remediarlo.
CAPÍTULO LVII.
De la nieva enbajada de los franeeses venida por el easamlenlo
de Garios, Daqne de Gnlana, con Dofta Juana, hija déla
Rayna.
En este tiempo el Rey Luis de Francia, quo no
solamente dejaba de ayudar é f avorocer á la religión
christiana mas aun á los principes é provincias á
quien debiera traer á dar ayuda, injustamente fati-
gaba é contra ellos facía guerra, é fasta las postri-
meras partes d^Espafta metía discordias y disensio-
nes. E del colegio de Boma sacó al Cardenal Trapa-
cense, porque con la soberbia é audioia é maliciosa
astucia de aquel buscase cosas nuevas, al qual quiso
fuese corredor del dafioso é aborrecible casamiento
de Garlos, Duque de Guiana, su hermano, con Dofia
Juana, fija de la reina Dofta Juana. El qual por su
mandado vino en la villa de Medina del Campo oon
deciéntase cinquenta cabalgaduras, dondel Bey Don
Enrique los esperaba é los Grandes que se siguen :
Don Juan Pacheco, Maestre de Santiago, Don Alva-
ro d'Estuftiga, Duque de Arévalo é Conde de Placen-
cía, é los Condes de Benavente é Miranda, é Don Pero
González de Mendoza, Obispo de Sigfienza; los qua-
les todos con gran pompa lo salieron á recebir, ó des-
que fueron juntos en el palacio, el Cardenal esplioó
su embazada por palabras muy deshonestas, ca era
hombre sin vergüenza é osado , é parecíale que la
sabiduría en aquello consistía ; y entre las otras co-
sas dixo algunas injuriosas al Príncipe Don Fer-
nando ó á la Princesa Dofia Isabel y al Arzobispo
Toledo, é atacaba de malicia é de infidelidad á la
gente d*Espafia, y con su soberbio fablar pensaba la
voluntad de los oyentes, á quien claramente inju-
riaba, atraer á lo qne quería , deseando quel casa-
miento del Duque de Guiana se concordase con
Dofia Juana, hija que se llamaba del Bey Don En-
rique, é allende destas cosas otras muy mas locas
palabras. En presencia del Bey é de todo su Conse-
jo habló, no habiendo veigfienza de injuriar al Bey
Don Alonso, é á todos los Grandes que con él esto-
vieron, ni menos á los ausentes príncipes Don Fer-
nando é Dofia Isabel , al Bey tan conjuntos. Eoi
58 CBÓNI0Á8 DB LOS
deudo de lo qoal, el Bej como fueee ntedo de lo-
frir iojnruMi niognn eentimiento moetró^ ni tampo-
co loe GnMidee que pretentee eetaban, antee el Bej
detenninó de faoor eete casaoiientOy é machos oro
de loe noblee deete B^no, así de U caaa del Ar-
xobiapo de Toledo , oomo de otroe Grandee, qoe
determinaron poner lae manoe. en el Cardenal al
tiempo que deatoe Be3mos saUeae , j mu dada ae
poaiera en obra at el Arzobispo j él Almirante Don
Fadriqae á ello dieran logar ; 7 el Bey oontinvan-
do aa propéeiio, dio forma de ir á la cindad de 8e-
gOTÍa para á facer el deepoeorío de Dofia Jaana,
qae aa fija llamaban, con Carlee, Daqae de Qoiana,
hermano del Bey Luis de Francia ; para lo qoal
tomóconaigo á Don Joan Pacheco, Maestre de San-
tiago, é al Conde de Placencia, Don Alvaro d'Eatn-
fiiga , llamado Daqae de Aréralo , é al Arzobiapo
Tiejo de Sevilla, Don Alonso de Fonaeoa, é á Don
Diego d'Bataftiga, Conde de Miranda, é á otroa ma-
chos qne favorecían este tan gran error. T en veinte
diaa de Otubre del afto de naeetro Bedentor de mil
é qaatrocientoa é setenta afioe ae partió de Segovia,
é se fué al monesterio de Cartojos qae ae llamaba
Sotos Albos, donde el Marqaéa de Santillana.é sas
hermanoe avian de venir con Dofia Jaana, hija de
la Beyaa; U qaal como el Bey sapo qae veaia, por
la maa honrar, la aalió á recebir ; é desqoe todos
fueron jantes en an valle qaes entre Bajrtrago é
ana peqnefia aldea qae ende está, se comenzó á en-
tender en el negocio, é el Bey en presencia de to-
dos declaró sn volontad en gran dafio de la prince-
sa Doña Isabel aa hermana. Faciendo dia mny cla-
ro, an viento aápito se levantó con ana tan grande
escnridad de fiublados é de agaa é granizo tan
grande, qne no se pndiendo remediar, se partieron
los anos de los otros , buscando cada ano donde
pudiese gaarecorse, dejando á Dofia Juana sola. Ni
el Bffy que era asado de sof rir muchas voces nieves
é vientos, no se pado sof rir, qne no desamparase U
hija tan amada , la qnal sola quedó con nn mozo
despnelaa, el qual la puso debajo de algunos robles,
y estuvo allí una gran pieza fasta que pasó aquella
turbación; é los caballeros con gran vergüenza vol-
vieron á la bascar , de los qualea algunos ovo que
pronosticaron de aquel caso los males que después
vinieron, á causa deata Dofia Juana, nacida por
dafio universal d*Eflpafia ; lo qual conocían por la
voluntad divina aver aeído fecho, porque fuese por
todos conocido el aborrecible ayuntamiento ser allí
fecho en ofensa de Díoa y en dafio oomnn dostos
Beynos. Después desto, el Bey con todos los caba-
lleros ya dichos se volvió en Segovia por dar conclu-
aion en lo por él deseado. E queriendo el Bey que
los autos del desposorio se celebrasen , los embaxa-
dores del Bey de Francia dixeron que antee questo
se fioiese, querían ver el derecho qne Dofia Juana
tenía á la auoesíon de los Beynos de Castilla é de
Leen; que como á todos fuese notorio el debate
que avia sí esta sucesión pertenecía á Dofia Isabel,
su hermana del Bey, ó. á Dofia Juana su hija,^ao ó
ellos convenia ver la certitumbre de aquesto, ante
BEYES DB CASTILLA.
qae se obligase el Dnqoe de Chiiana á este casa-
mienlo á elks encomendado , porqoe de aqoi no se
sigaiese goerras ó dafios entre los franceses é espa-
fioles, entie los qosles svia busos paz. A los quides
el Bey é la Beyns reqpondierai qne enua prestos á
moslnr la obedencts fedia por legftima heredere
sooesore destos Beynoe á Dofia Joans sa bija, con
juramento y omento de los Grandes de los B^^os
de Castilla y de León, por todos los pueblos dellos;
el qnal joremento é omenaje fasta asas firme el de-
recho hereditario de Dofia Juana, so hija ; pero n
allende desto otre mayor seguridad qnerian, porque
no fuesen acusados de negligenais por el Bey de
Franda é por el Daqae de Guiana qne avia de ser
príncipe de CsstilU é de León, le plsda en piUblioo
delante de todos, la Beyna, en la IglesU mayor de
Segovia, solemnemente recibir el Gaerpo de naee-
tro Sefior, y diciendo la misa el Cardenal, é antes
qne acabase de consagrar, tomó el Oorpiu en las
manos, y subió la Beyna Dofia Juana al altar ma-
yor, y en presencia de todos juró ser hija D.* Juana
del Bey Don Enrique y della, de que los embaza-
dores fueron contentos ; é dixo que por tal la daba
de muy buena voluntad por e^oea á Carlos, Duque
de Guiana, con consentimiento , aai de los Grandes
destos Beynos, como de los pueblos; lo qnal los
embazadores acetaron , y el deaposorio se fizo oon
grsndes alegrías y juegos. T Inego el Bey Don En-
rique reprobó á so hermana por oiertas dánsnlas
escritas en letras que por estos Beynos envió, por-'
que todos fuesen certificados de la reprobación fe-
cha por ól de Dofia Isabel, su hermana. No ovo te-
mor de Dios ni vergfienza del mondo el Bey Don
Enrique de facer este áborresoible desposorio;
aviendo pasado los autos ya escritos cerca de los
Toros de Guisando, en presencia de los Grandes dee-
tos Beynos y del Obispo de León, legado á latero é
Nuncio Apostólico , é ^"<ip«t^ gentes , donde con-
fesó espontáneamente é juró en las manos del dicho
legado públicamente, Dofia Juana ser hija adulte-
rina de la adultera Beyna Dofia Juana, ó no suya;
é allí juró é fizo jurar á todos los Grandes que allí
cataban por princesa é legítima heredera destos
Beynos é sefioríos á la sefiora Dofia Isabel, sn her-
mana.
CAPITULO LVni.
Del bfeoaTeDtarado parto de la Serenísima Princesa Dota Isabel,
¿de eomo le foó tonada por el Rey Don Enriqae la villa de
Medina del Campo.
Como en este tiempo no solamente machos de los
Grandes destos Beynos , mas generalmente todos
los pueblos estovieeen deseosos de ver el parto de
la Princesa, mayormente los que en la villa de Due-
fias estaban con ella con muy mayor ansia lo espe-
raban ; é como ya se acercase el dia é las sefiales
pareciesen, estaban en gran cuidado recelando su
peligro. E plugo á nuestro Kefior que á qnatro ho-
ras del dia del mes do Otubre del afio do nuestro
Bedentor de mil quatrocíentos setenta afios, la se-
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAa
59
flora Princesa parió uaa hija, á quien llamaron
Doña Isabel como á en madre. E cerca del Bey Don
Enrique eetaban dudosos si era hijo 6 hija. Como
de la verdad fueron certificados por mandado del
Rey, Rodrigo de UUoay Alvaro de Bracamonte, se*
fueron á Medina del Campo que era de la Princesa,
é luego quitaron su justída é pusieron otra nueva
en nombre del Rey ; é de las rentas de las ferias
que en aquella villa dos veces en el afio se facen, el
Rey dio la mayor parte á Don Garda de Toledo,
Duque de Alva, é la otra parte dio al Arzobispo vie-
jo de Sevilla en gran mengua y dafio de su herma-
na la Princesa en galardón de no haber querido to-
mar él titulo de Reyna quando el Rey Don Alonso
su hermano murió. E trabajaba porqucla ciudad de
Avila, que á la Princesa obedecía, le fuese tomada,
á la qual empachó el presto remedio del Principe,
que luego á ello envió á Gonzalo Ohacon con cien-
to é cinquenta de caballo, é envió á mandar á Pe-
dro de Avila, señor de Villafranca é de las Navss,
que se juntasen ambos á dos é toviesen la guarda
de aquella ciudad. En el qual tiempo de dos forta-
lezas queran del Arzobispo de Toledo é se las auian
furtado, se f adán grandes robos, la una llamada
Canales, que tenia Cristóbal Bermudez, é la otra
Perales, que tenia Vasoo de Cóntreras ; á los quales
el Rey Don Enrique mucho f avoreda. En este tiem-
po vino en estos Reynos un caballero de la Orden
de San Juan, Guido de Monte Alvaldo enviado por
embozador del maestre de Rodas con facultad suya
é con letras del Papa Pablo para proveer del Prio-
razgo de San Juan á Don Alvaro d'Estufiiga, hijo
del Duque de Arévalo, al qual el padre en ninguna
cosa ayudaba, porquel Maestre de Santiago ayuda-
ba á Don Juan de Valenzuela , que por Prior de San
Juan se avia ; al qual el Principo é la Princesa y el
Arzobispo de Toledo f avorederon. A Don Alvaro
d^Estufliga desbarató la gente quel Maestre avia
embiado en favor de Don Juan de Valenzuela, é to-
mó la fortaleza de Consuegra é labróla é fortificóla;
y en este mesmo tiempo Don Alonso de Monroy,
Clavero de Alcántara, como sopiese que doscientas
lanzas del Maestre Don Gómez de Solis estoviesen
cerca de Guadalupe, se fué á pelear con ellos, é me-
tiéronse en la villa, é allí los cercó ; é los principa-
les se le dieron, é á los otros despojó de caballos é
armas é anm los embió ; de que gran dafio se siguió
á los moradores de aquella villa.
CAPÍTULO LIX.
0« U filia q«e ovo Don Jorge HtBriqve , qte ayudaba i Don
Joan do Valeoitola , prior de San Jaaa de qnel oto la fl-
torla.
Ed mucho fué culpado de todos el Duque de Aré-
valo por dexar de ayudar á Don Alvaro d*EBtufiiga
su hijo por complacer al maestre de Santiago, que á
Don Juan de Valenzuela) favorecía ; el qual Don
Alvaro ovo de buscar el favor del Arzobispo de To-
ledo é de sus primos los hijos del Conde de Pare-
des, Don Rodrigo Manrique, entre los quales Don
Jorge Manrique comendador de Montizon maravi-»
liosamente favoreeció á Don Alvaro d'Estufiiga su
primo ; el qual como fuese caballero mucho esfor-
zado é con entera voluntad quisiere ayudarle, mu-
chos de los que al Rey Don Enrique seguían y es-
tovieron juntos en Ajofrin, lugar de la ciudad de
Toledo, Don Jorge con la gente que pudo avor,
aunque no era igual número de la que ayudaban á
Don Juan de Videnzuela, determinó de ir á pelear .
con ella, é salió de la villa de Alcázar, en un dia del
mes de Diciembre del afio setenta ; é porque la gen-
te de caballo que llevaban era poca, acordó de lle-
var peones bien armados , é porque no se cansasen,
mandólos sobir en carretas ; é como el camino era'
llano, andubo á gran priesa ; é visto los enemigos'
que ya estaban en el campo, mandó que todos pres.
tamente viniesen é puso la gente de caballo en un
tropel, é mandó poner los peones á su mano dere-
cha é con grande osadia paso á paso fué f erír en los
contraríos, donde la batalla fué ásperamente pelea-
da por ambas partes ; é los peones siguiendo el
mandado de Don Jorge , firíeron tan sin temor en
los enemigos, que mataron muchos caballeroe é los
que allí cayeron fueron luego por los peones dego-
llados, de tal manera que los del Rey Don Enrique
á rienda sudta ovieron de foir ; é los enemigos así
vencidos, Don Jorge se volvió á la villa de Alcá-
zar donde avia salido. «
CAPÍTULO LX,
De la mverte del Daqae loas bijo de Rene!, que faé Rey de Cesi-
lla , é del malaventarado oaao acaecido al primogéiiito Goade
de Fox.
Mucho ayudó la fortuna á loa serenidmoe Prín-
cipes Don Femando é Dofia Isabel en un gran da-
fio que se les aparejaba, si los franceses mucho
tiempo poseyeran á Barcelona. Como el Rey Luis
de Frauda desde allí ganara la mayor parte de las
fortalezas del Príndpe Don Femando , ansí en Ca-
talufia é Aragón como en los Reynos de Castilla é
de León , como sea derto que tanto quel Duque
Juan tuvo á Barcelona con ayuda del Rey de Frau-
da, cada dia se aumentaba d sefiorío del Rey Don
Juan de Aragón ; el qual ya no pedia resistir los
enemigos, así por la decrépita edad suya, como
por la demengua del dinero, lo qual todo quiso
nuestro Sefior remediar maravillosamente; donde
quiso que se cumpliese aquella sentenda de Grigo-
rio que dice que entonce nuestro Sefior embia los
remedios, quando los hombres no esperan de aver-
íos, cayendo estos dafios sobre aquellos que busca-
ron sin causa destmir al verdadero Rey y su legí-
timo heredero ; como ya no tuviesen ninguna ayu-
da á tan grandes fatigas, donde por la mano de
Dios vino en el intruso Duque Juan que Roy de
Aragón se llamaba tan grave enfermedad, que fué
verdadera medidna á los trabajos é infortunios de •
Don Juan, verdadero Rey de Aragón, en tanto que
como el Duque Juan se viese en peligro de muerte
é conodese aquella enfermedad serlo venida por la
60
CRÓNICAS DB LOS REYES DE CASTILLA.
mano de Dios , mandó llamar á todos los principa-
les de Barcelona á los quales amonestó é requirió é
rogó que no quisiosen estar más en la rebelión qae
contra su verdadero Rey avian estado y estavan,
mas á la clemencia snya con grande hamildad per-
don demandasen, á quien sin duda la potencia di-
vina ayudaba como pareciese que en tanta edad,
aviando perdido la vista, se la avia tomado. É co-
mo los barceloneses estovicsen endurecidos, en su
malvada pertinacia, trayeron de lo postrimero de
Espafia á Don Pedro, Condestable de Portugal, bi-
jo del Infante Don Pedro , al qual por Rey recibie-
ron, y en breve tiempo mdaventuradamente murió;
é oomo en su enfermedad conociese que nuestro Se-
fior quisiese dar fin á los trabajos del Rey Don
Juan de Aragón , á los barceloneses exbortó que en
otra manera mirasen las cosas que fasta allí las
avian mirado, é inclinasen los coraaones á la ver-
dad, ni quisiesen tener la malvada rebelión que
fasta allí contra su Rey avian tenido , en tal perdi-
miento é desolación de aquella miserable ciudad,
certificándoles que si do aquella enfermedad se le-
vantaba él, buscaria modo como con buena conve-
. nencia é sin peligro de los ciudadanos el Rey de
Aragón fuese señor de lo suyo, é si la muerte lo
llevase, que otra vez y otra les rogaba y amones-
taba que no buscasen otras nuevas redes en que se
embolver , é conociesen á su Rey , ó fuesen ciertos
que la desordenada codicia y ambición del Rey Luis
de Francia avia fecho venir en aquella ciudad al
Duque Juan su primo, por no solamente apode-
rarse del Condado de Rosellon 6 Concentayna , más
4e la provincia de Ampurdan , con sed inestingui-
ble de ocupar todo lo que pudiese. Estas cosas ó
otras se afirman ser dichas á los barceloneses, los
quales oomo ya estoviesen obstinados en su per-
tinacia, ninguna cosa de su propósito les pudo
tirar ; con todo eso, después de la muerte del Prin-
cipe, aunque mostraron defenderse con ayuda de
los franceses, ya los populares claramente osaban
decir mal de los mayores, é loaban la virtud del
Rey á quien contra toda justicia tan luengamente
avian aflejido; é turbó mucho los corazones de
todos el mal aventurado caso acaecido al primo-
génito del Conde de Fox, á quien esperaban ser
Rey de Navarra, al qual el Rey Luis de Francia
avia desposado con su hermana, con quien enten-
día meter viva sentella en los Reynos de Aragón.
É oomo en este tiempo viniese la nueva al Rey de
Francia de ser fecho el desposorio de su hennano
el Duque de Guiana con Doña Juana, llamada hija
del Rey Don Enrique, ficieron en su corto grandes
fiestas por este desposorio, entre las quales se or-
denó una justa de guerra, en la qual el mal aven-
turado mancebo primogénito del Conde Fox justó,
é por liviano é feble arnés f uéle dado un encuentro
que todo el cuerpo le pasó, é ansí súpitamente mu-
rió ; por quien muchos dixeron esto aver seido di-
vino misterio, como el Rey de Francia con este
pensase muy mayores daños ministrar al ilustrisi-
mo Rey de Aragón porque desde Navarra nueva
guerra los franceses pudiesen faoer á Don Fer-
nando, Príncipe de Aragón, Rey de Cisttia, á
quien la sucesión pertenecía de los Reynos de Cas-
tilla é de León , y por cierto en otra manera lo dis-
puso la soberana Providencia, que todos los casos
dichos quiso é ordenó que fuesen en favor é ayuda
del Principe Don Femando por destrair la maldad
é porfiosa obstinación de los baroeloneseS| los qua-
les con toda el ayuda de los franoeses nunca pudie-
ron cobrar el puerto de Colibre, ques oerca de Gi-
rona, por la industria é buena guarda de un capi-
tán natural de Mayorga á quien el Rey de Aragón
la avia dado , donde murieron muchos de los fran-
oeses con tiros de pólvora é ballestas por la virtud
de los buenos que en aquella f ortaleaa estaban, que
oon mano vigorosa ficieron fuir los franoeseii
OAPtrULO LXI,
D« la MiM q«« OTO para los <obatet é fierras do Doa Pedro do
Velasco, Conde do Baro, eoa Doa Poro Maaiiqíot Conde Tre-
tliOfPrlBOsnyo.
La vecindad de la tierra de estos señores dio cau-
sa que entrellos oviese algún desamor ; é como los
vasallos del Conde de Treviño recibiesen algunos
agravios de los vasallos del Conde de Haro, y él no
lo remediase, el Conde de Treviño tenia desto gran
sentimiento, como quier que lo disimulaba por no
aver tiempo para se vengar : donde ansí fué que co-
mo el Rey Don Enrique todavía estoviese en pro-
pósito de casar á Doña Juana, hija de la Rey na,
con el Duque de Guiana é conociese esto desplacer
á los vizcaynos é lipuscanos, parecióle ser necesa-
rio ponerles freno, para lo qual acordó de embiar
en aquellas provincias á Don Pedro de Velasco,
Conde de Haro, con sus poderes muy bastantes pa-
ra los oostreñir é apremiar á facer su querer é vo«
luntad ; é como el Conde de Haro era hombre sa-
gas é desease acrecentar su estado, parecióle esto
le venir muy bien, é con muohas gentes se apoderó
de la ciudad de Vitoria ques cabeza de la provincia
de Álava, é desde allí trató con los de Malbaseda
oon quien tenia antigua amistad, á los quales atra-
jo á su querer é desde Vitoria se fué para la villa
de Bilbao, ques la más noble de Visoaya, donde
quÍBO mostrar su grandesa ; é como loe viaoainos
tengan antiguas leyes é costumbres que puedan
desnaturarse del Rey si atentase quebrantarlas, y
el Condestable ay quisiese algunas cosas facer con-
tra sus leyes é costumbres, los viscainos fueron
dello muy mal contentos, é pensaron buscar su re-
medio, aunque la antigua discordia entrellos, en
que inumerables gentes por fierro é por fuego avian
sido muertos, ansí de linaje de Ofieu como de Gam-
boa que aquella provincia señoreaba, les dava gran-
de e¿orbo, y el odio que entrellos avia repunaba
al deseo de la libertad, é la enemistad que ninguno
fasta entonces pudo quitar de entre estos dos lina-
jes á la ambición y deseo de señorear aquella pro-
vincia. El Condestable buscó nuevas vías de recon-
ciliar los enemigos de tan largos tiempos ; ni pu-
dieran ningimo0 religiosoB ni otna personas miti-
gar la ira de los ooraaones qnel amor de la libertad
podo templar en el Conde de Haro, olvidando ía
persuasión del mny virtuoso é muy noble padre su-
yo, el qnal al tiempo de su fallecimiento le rogó é
requirió que á los grandes de Vizcaya é Lipuzcoa
quisiese tratar amigablemente como á parientes é
mucho amigos, certificándole que si en otra manera
lo fioiese se le seguiría dello gran dafio ; é como ya
los TÍzcainos oviesen enteramente conocido el pro-
pósito con quel Oondede Haro en aquellas provin-
cias entrava, é fuesen ciertos que buscar remedio
en el Bey seria demasiado, determinaron de reque-
rir por ayuda á Don Pedro Manrique, Conde de
Trevifio , el qual como quiera que fuese primo del
Conde de Haro é como del eetoviese quejoso, pen-
só serle, venido tiempo para vengar sus injurias,
lo qual podia bien facer con aquella gente que en
tan gran fatiga se veia, é o vieron consejo de re-
conciliar á loe dos principales caballeros , los qua-
les eran Juan Alonso de Moxioa é Pedro de Aven-
dafio, hombres muy dispíertos en la guerra, los
quales vinieron á la villa de Carrion, donde falla-
ron al Conde de Trevifio ; los quales como el«Condc
conociese dias avia ser enemigos, maravillóse de su
venida, é fabló con cada uno dellos aparte, é meti-
dos en una oelda en el Monesterio de San Francis-
co fabló con amos á dos juntamente, é cada uno
dellos mirando el uno al otro estuvieron turbados é
ninguna cosa fablaron. É como el Conde viese la
turbación suya, comenzó la fabla, rogándoles mu-
cho que su vieja enemistad no turbase el bien co-
mún é libertad de todos. Entonces Juan Alonso de
Moxica dijo á Pedro de Avendafio : «Pedro de
Avendafio, ¿dónde está mi padro que vos cruel-
mente con fuego matasteis?» Al qual Pedro de
Avendafio respondió : «¿Qué voluntad pensáis que
os tenga aviendo por vuestra mano muerto á mi
hijo ó á mis hermanos é á muchos otros de mis pa-
rientes?» Oidas estas palabras por el Conde, dijo :
«Parientes, sefioresy amigos, dejad de fablar en
las viejas querollas; enoomendaldas áolvidanza,
pues otro remedio no tienen, é fáblese en las cosas
presentes de que mayor calda para todos se espera ;
¿qué dolor puede aver en los que ya perecieron
ensi de una parte como de la otra? más es de doler
de los que viven en miserable catividad que la
muerte de aquellos que en libertad la recibieron que
ninguna infamia podía ser igual á la de vosotros
gente noble Vizcaya, á quien nunca la mano real
pudo domar voluntariosamente, si quisiéredes el
yugo infame consentir. El justo imperio de los re-
yes nunca quisistes sofrir, ¿é sofrirois agora el tira-
no sefiorio del Conde de Haro? Pues tornad en vo-
sotros las fueneas que aTer soliades que vanamente
ejercitasteis, con detrimento é dafio vuestro éde
vuestros parientes é amigos, para conservar vues-
tra libertad con mayor gloria é fama, é si ayuda
habéis menester, aquí estoy yo, que no como prin-
cipal , mas como igual de vosotros pomé la vida y
estado por conservación de vuestra antigua liber-
MtiMOftlAL DE DlVEfil^ HAZA^Aa «1:
tad.» Lo qual teniéndole en mucha merced , los ca- '
balleros ya dichos fideron compromiso, é dejaron
todas las cosas á querer é voluntad del Conde de
Trevifio, el qual luego fizo amistad de los dos ca-
balleros con juramento é homenaje de siempro se
guardar é honrar, é fizóse casamiento de fija é fijo
de los dos porque mas la paz entrollos se corrobora-
se. É luego se dio forma á todas las cosas necesa-
rias para echar de la dicha tierra al Conde de Haro,
en ansí las gentes del un bando é del otro fueron
conformes para ello.
CAPÍTULO LXIL
De li bitilli que otleron el Conde de Itaro y el
Conde do Tre? Ifio.
No fué negligente ni perezoso el Conde de Tra^
vifio en llamar sus gentes , así de á pié como de á
caballo ; é luego en el comienzo se trabajó por de-
liberar la villa de Bilbao de la servidumbre en que
esperaba quedar, é comenzó de apremiar y castigar
algunos moradores della que eran conformes al que-
ror é voluntad del Conde de Haro, en gran dafio é
perdimiento de la cosa pública de aquella villa ; lo
qual ligeramente se acabó, como para ello los dos
bandos fueron conformes ; é de allí se acordó de *
embiar gente así dé caballo como de pié á la villa
llamada Villamal, que es de Pedro de Avendafio,
muy cercana á la ciudad de Vitoria, porquel Conde
de Haro no pudiese sin gran dafio pasar por la es-
trechura de los montes que allí hay. Y en tanto
questo se facia, la Condesa de Haro en persona vi-
no con asaz gentes por paáar á la villa de Bilbao
por el camino de Balmaseda, en el qual como quie-
ra que hay muchas labranzas, no es el lugar cerca-
do , pero hay muchas torres las quales por sus ban-
dosidades, todos tenían muy aparejadas de bailes- .
. tas é tiros de pólvora. É como ya la gente de Vizca^
ya toda fuese conforme para facer todo el dafio que
pudiesen al Conde de Haro é á sus gentes, de tal
manera tomaron los pasos, que la Condesa no pudo
pasar, é ovo de se volver con gran peligro de los
suyos, y el Conde de Trevifio estando cerca de Vi-
llareal con gran gente, cada día peleaba con los
del Conde de Haro, é por los llanos de Álava ve-
nían é facían en ellos grandes dafios, de que mu-
cho se acrecentó el homecillo entre aquellos sefio-
ros, en que muy gran dafio recibieron los del Conde
de Haro , é por eso acordó de dexar algunos dias de
facer guerra , porque idos los vizcaínos á sus luga-
ros, él quedaba muy mucho mas poderoso así de
gente como de dineros quel Conde de Trevifio , ma-
yormente que cada día esperaba ayuda del Rey Don
Enrique é del Maestro de Santiago ; y como todo
esto el Conde de Trevifio conociese, no tardó de
buscar ayuda que le convenia para lo qual roquiríó
á Pero López de Padilla, adelantado mayor de Cas-
tilla, cabidlero muy noble que ya en algunos peli-
gros avian sido oompafieros, del qual algunos sos.
pechaban que ayñdaria á la parte contraria como
fuese yerno del Maestre de Santiago \ á los quales
ÓRÓNI0A8 VÉ LOS ESTES DÉ OAfiTnLLA.
Conde de Haro é de Trevifio el Maestre de Santiago
envió af eotaoBamente á rogar que dejasen la guer-
ra, é para que esto oyieso lugar, tovo mafia como
el Bey se fuese á Burgos , creyendo questo sabido,
los Condes ambos á dos dejarían la guerra y el Bey
en persona, si menester fuese, loe iria á pacificar ;
ó como el Bey creyese la parte del Conde de Haro
estoviese roas poderosa é desease aquella oviese Vi-
toria, dotóvose mas de quanto debiera, y entre tan-
to la batalla de los Condes se di6 cerca de Monguia,
ques muy cercana á la muy noble villa de Bermeo,
donde la gente del Conde de Trevifio á quien mucho
ayudóles la aspereas de la tierra , sobró á la muche-
dumbre de la gente del Conde de Haro, donde muy
i^speramente por ambas partes la batalla se peleó ;
pero á la fin como quiera quel Conde de Haro pe-
lease animosamente como muy valiente caballero
y esforzase mucho su gente, todavía ovo de ser des-
baratado, é mucha della muerta, de la qual se afir-
ma ser perdidos más de mil hombres, de los quales
fueron bien trecientos de caballo , entre los quales
fué muerto Alvaro de Cartagena, caballero mucho
esfonsado, hijo de Pedro de CarUgena ; y el Conde
de Salinas, Don Diego, ó Don Luis de Velasco pri-
mo del Conde de Haro con gran trabajo se pudieron
salvar; y el Conde de Haro fuera allí muerto ó pre-
so , salvo porque fué bien guiado por algunos que
la tierra sabían, é por muy ásperos ó montuosos
caminos con gran trabajo se pudo salvar. El Bey
* Don Enrique, que ante de la batalla otra voluntad
tenia, después de pasada comenzó averse más blan-
damente en las cosas que solia. | Oh quanto dafio
trae á los mancebos menospreciar el consejo de los
padres ancianos 1 Que por cierto si este Conde de
Haro creyera el consejo de su excelente padre, no
viniera aquel rompimiento que vino con su primo,
ni tomara por enemiga la nación de Vizcaya que
por amor siempre sirvió á su padre, el qual con
prudencia muchas veces supo hacer de los enemigos
amigos, é tentó fué cariUtivo é christiano é amador
de sus vasallos , que como en algunas villas suyas
oviese muchos judies é con los logros le pareciese
aquello emprobecer, mandó so graves penas ningu-
no fuese osado de dar á logro ; é como algún tiem-
po esto durase los vasallos se quejaron á él dicien-
do que muy mayor dafio recibían en no fallar di-
neros á logro ni en otra manera como ya, no los fa-
llando, les convenía vender sus ganados é lanas é
pan é otras cosas adelantodo, é por ende le suplica-
ban que diese liberted á quel logro se diese. El
Conde queriendo en esto remediar, mandó poner
tres aicas en Medina de Pumar y en Herrera y en
Villadiego , poniendo en cada una dellas dodentos
mil maravedís, en los alfolies de cada una destas
villas dos mil fanegas de trigo, mandando dar las
llaves de lo ya dicho á quatro regidores de cada
nna de las dichas quatro villas, mandándoles que
qnalquier vasallo que menester oviese dineros ó
pan fasto en cierto número, dando prendas ó fian-
za le fuese prestedo por un afio , con lo qual con-
servó todos los vecínes de aquellas villas que todos
vivieron fuera de necesidad. Cosa fué por cierto
esta de muy oathólico é prudente varón é muy dina
de memoria.
CAPITULO LXUL
De 1« mocrta maUTeatonda del Papi Pablo seg indo»
Conveniente cosa parece esorebir aquí la nueva
manera de muerte del Papa Pablo segundo , no vis-
to semejante en el mundo f aste entonces , el qual
mucho favorecía al Bey Don Enrique y encobría
sus errores, la maravillosa muerte del qual dio tes-
timonio de su torpe vida, el qual quando vivió
siempre se ejercitó en cosas vanas, y en juegos, y
en buscar las figuras de las monedas de los tiempos
mas antiguos, y en nurar sus tesoros é piedras pre-
ciosas en lo qual siempre contemplaba, é procura-
ba tener cerca de sí nigrománticos é fechiceros ; el
qual, como fuese muy hermoso de gesto, é de cuer-
po muy grande é muy sano, sin enfennedad algu-
na, la noche que murió fué fallado en su cama ton
pequefio é tan fiaco, como de un mozo pequefio de
diez ó doce afios , todo consumido é f crido el rostro
é la cabeza en muchos lugares é los huesos de tol
manera como si fuesen quemados en fuego ; el qual
se afirma toner en un anillo un espíritu familiar,
por el qual muchas cosas sabia. É muerto así el
Padre Buito , los suyos dieron muy gran priesa á su
enterramiento, porque no fuese á todos manifiesto
la nueva forma de su muerto , la qual bien confor-
me fué á su vida, como siempre se diese á deleites
é pompas é obras vanas dejando entender en las co*
sas á que su divinidad le obligaba. Solo esto fizo bue-
no en su pontificado, que recobró algunos bienes del
patrimonio de la Iglesia, que tiránicamento eran to-
nidos por algunos ; é murió esto Padre Santo en el
mes de Agosto del afio del naacimiento de nuestro
Bedentor de mil é quatrodentos é sesento y un afios,
el qual no contento del ezcelento palacio edificado
por Nicolao quinto cerca de San Pedro, mandó fa-
cer otro mucho mayor cerca de San Marco en Bo-
ma. Fué enterrado miserablemento en una pobre
sepultura, é sucedió en su lugar Sixto quarto, fray-
le de San Francisco, antes llamado Francisco de
Ona, ginoves, maestro de Santo teología, el qual
muchos cardenales crió de sus parientes ; que en
este tiempo nuestro los Padres Santos parece que
para sublimar sus deudos son puestos en la silla de
San Pedro , siendo en todo contra el orden de la
Santo iglesia.
CAPÍTULO LXIV.
De los eseindalos aeaeeidos en la eiadad de Sevilla, entre Don
Enrique de Guarnan, Duque de Medinaaidonia , é Don Rodrigo
Ponce de León, Marqués de Cidií, ¿ de la salida del Marqués
de la ciudad de Sevilla.
Como en esto tiempo las voluntodes del Duque y
Marqués estuviesen dafiadas por las cosas entre
ellos pasadas, é como ya muchos de los ciudadanos
HBMOBt AL DB DtVEItSAS BAZAÍ^A&
6d
esto viesen en dosgrado é mal querencia del Mar-
qués , la parte del Duque se hacia cada dia mucho
mayor ; é como de contíno entre las gentes destos
sefiores oyiese debates é contiendas é muertes é fe-
ridas de hombres, acaesció que en veinte y cinco
días del mes de Julio del afio del nacimiento de nues-
tro Redentor de mil é quatrocientos é setenta y un
afios, ovo un tan gran roído entre las gentes destos
señores, que duró quatro días, en que murieron
é fueron f eridos muchos de la una parte é de la
otra, é puesto fuego en diversas partes de la ciu-
dad, en que se quemaron muchas casas; é como
quiera que allí estoviesen el Adelantado Don Pedro
Enriques é Don Pedro Estufiiga que según quien
eran debieran poner paa entre aquellos sefiores,
ayudaron enteramente á la parte del Duque, por-
que el Adelantado y él eran casados con dos her-
nianas, é Don Pedro era casado oon su hermana, é
como los suyos fuesen muchos más que los del
Marqués , oviéronse de retraer en dos coiliciones de
Banta Oatalina é San Román, donde se ampararon
é defendieron dé la muchedumbre de la gente del
Duque é de los otros caballeros que le ayudaban ;
é algunos religiosos queriendo el servicio de Dios
y el bien común de aquella ciudad , se interpusie-
ron y dieron medio como el Duque y el Marqués
fuesen amigos é se juntasen en la laguna, é de allí
anduviesen junios por toda la ciudad porque fuese
por todos conocida la amistad suya. B para mayor
oorroboracion de aquello, los relip^iosos tuvieron
manera como el Duque y el Marqués hiciesen ju-
ramento é pleito omenage de se guardar verdadera
amistad ; é para mayor firmeza de lo ansí complir é
guardar, partieron ambos á dos el cuerpo de nues-
tro Sefior, de todos los caballeros ciudadanos é co-
munidad de aquella dudad fueron mucho alegres,
creyendo que la pas entre ellos para siempre se
guardaría. La qual duró ffista un miércoles veinte y
siete de Julio del dicho afio, en el qual dia algunos
dicen que estando el Marqués durmiendo la siesta
muy seguro, según las cosas entrellos pasadas, que
dos hombres de pié el uno del uno, y el otro del
otro, murieron, é comenzaron á llamar apellidos.
Juntóse mucha gente de una parte y de otra, de
manera que comenzaron á pelear, tanto que entra-
ron por el barrio del Marqués, firiendo é matando
é robando á los suyos, é otros afirman que la gente
del Marqués comenzó aquesta pelea, é que sobre
aquello ovieron de venir la gente del Duque y él en
persona ; lo qual dice se hizo tan de súpito, que los
del Marqués no se pudieron tanto ayudar de las ar-
mas como les cumplía ; oon todo eso pelearon de tal
manera, que muchos dellos fueron heridos é muer-
tos, así de la parte del Duque como del Marqués;
el que viéndose así apretado , puso estancias en las
calles donde fué combatido tres dias ; en el qual
tiempo fueron muchos muertos é ferídos,*ansí de
una parte como de la otra, é A la fin, como el Mar-
qués viese la gran ventaja de gente que el Duque
tenía, á quien ajrudaba la mayor parte de la ciu-
dad, y él se viese arrinconado en una pequefia par-
te de allí, tomó por remedio dezar la ciudad é par-'-
tirse para Alcalá de Guadayra [lo qual fué causa
por lo mucho que quiso alargar sus estancias ; é co-
mo tenía poca gente , é como tenía mucho que guar-
dar, no pudo sofrir, de que de necesidad ovo de ir-
se. Ido, le robaron la casa, y estándola robando,
llegó el Duque, y el Adelantado dizo al Duque qu^
seria bien que no se la robasen , y dizóle el Duque
que entrase él allá, y entró , toda la qual halló que
no se había robado, é dióla á Dofia Isabel de Leen,
mujer de Don Pedro el Bayo, hermana del Mar-
qués ; é demás dé todo esto fué la causa principal
el fuego que pusieron los suyos á la iglesia de San
Marcos, la que se quemó, y viéndola arder el Mar-
qués dizo que no había medio de apagalle ; al qual
pesó mucho del fuego que se puso ; y la Marquesa
su mujer, después de él muerto, dio para ayuda á la
labor de la iglesia] (1); é como la fortaleza de Alca-
lá de Guadayra, tuviese Hernán Dariasde-Saave^
dra, cufiado del Marqués, casado con Dofia Constan-
za, su hermana, mandó Uamar todos los- caballeros
y escuderos que ende tenía, de los quales algunos
vinieron, é otros no quisieron dezar sus estancias,
no sabiendo lo quel Marqués queria hacer, é así el
Marqués salió de la ciudad por la puerta del Hosa-
rio, con fasta dooientos de caballo é se fué á Alca-
lá de Guadayra. É allende lo fecho, la comunidad
é gente del Duque robaron más de mil é quinien-
tas casas de los parientes é aficionados al Marqués ;
é así el Duque quedó en Sevilla, de lo que se si-
guieron infinitos dafios é males, no solamente en
aquella ciudad, más en toda su comarca ; y el Mar-
qués de Alcalá embió llamar toda la gente do sus
villas é lugares, é á los Alcaides de Osuna é Morón,
llamados el uno Luis de Pomia y el otro Luis do
Godoy, los quales vinieron á gran priesa con la mas
gente que pudieron é ay se juntaron con el Marqués
fasta mil é quinientas lanzas é dos mil peones, con
la qual gente el Marqués salió de Alcalá de Gua*
dayra á tres dias de Agosto de dicho afio é dio á en-
tender á todos los que allí iban que querian entrai
en la ciudad, é tomó su camino derecho para ella,
é como allí estoviesen espías del Duque, fuéronselo
á decir ; el qual mandó luego armar toda la gente
de la ciudad para se poner en defensa ; é como el
Marqués llegó quanto media legua de la dudad,
tomó el camino del Olivar que va para d Alcanta-
rilla é anduvo tanto , que antes de que anocheciese
llegó á las Cabezas con toda su gente ordenada en
batallas; é otro dia, que fué sábado, á quatro de
Agosto, amanesció sobre la ciudad de Xeres [como
quiera que los de Xerez tenían fecho concierto en-
tre sí que si el Duque de Medina viniese; dizesen
que no lo podían resdbír de miedo de la parddi-
dad del Marqués, é d el Marqués viniese los del
Duque de Medina dizesen lo mismo do manera que
al uno ni al otro lo rescibiesen. Al tiempo que llegó
eran salidas mil y dnquenta lanzas á partir lostér-
(f ) Este troco eoBsla solamenle en el Códice de qae dos hemos
iorrido para eiia edición.
64'
0BÓNIGA8 DB LOS BETES DB OAOTILLA.
minos con los moros,-^ salió á 41 Pedro de Vera oob '
un capote vestido , qoe le mostró por donde avia de
entrar porque aun los mas de los caballeros estaban
dostc concierto, é algunos tenia él ciertos á su vo-
■ luntad ] (1) ; y entró en ella por el postigo del
Alcázar , que por él tenía Manuel Riquel , ó otros
entraron por la puerta de Santiago, de tal manera
que el Marqués de súpito tomó todas las fuerzas de
la ciudad, é sin apearse, hizo prender de oasa en
casa á todos los aficionados al Duque, ain ponerse
ninguno en defensa, salvo Ifiigo López, Veinte y
quati^o, el qual se defendió por gran espado é fué
f erido en la cabeza, é á la fin óvose de dar á prisión;
los quales luego embió á su tierra y les robaron to-
do lo que en sus casas tenian. Luego el Marqués
mandó pregonar cartas del Rey por las quales le .
embiaba á mandar que toviese aquella ciudad con
la administración de la justicia ; las quales prego-
nadas é obedescidas, toda la gente se sosegó; el
qual fortificó la fortaleza é hizo en ella aquel fo-
sado que agora tiene , para lo que derribó todas las
casas que eran mas vecinas á la fortaleza ; é los ca-
balleros que mandó prender, dellos embió á Marche-
na é otros á Arcos, é algunos mandó que quedasen
allí, é de allí en adelante se hizo tan cruel guerra
entre el Duque y el Marqués como entre moros é
christianos. Como el Duque tuviese en San Luoar al-
gunas naos armadas , decían ser para venir sobre
•Cáliz ; entre las quales avia una llamada la Bena-
deva que era muy grande. Sabido por el Marqués,
mandó armar en Cáliz ciertas naos é carabellas , é
envió en ellas ciertos capitanes que fuesen á San
Lucar é peleasen con la flota del Duque, certificán-
dole que como ellos llegasen en San Lucar, él por la
tierra iría con toda la gente de Xerez, lo qual así se
puso en obra ; é la flota del Marqués peleó de tal ma-
nera que fué desbaratada é tomada por el armada del
Duque. É como los capitanes della quedasen orgu-
llosos por la Vitoria ávida, movieron su flota el río
arríba hasta cerca de las Horcadas, tomando é ro-
bando todos los navios que fallaron. Bn el qual
tiempo un corregidor quel Duque en San Luoar te-
nía, llamado Diego de Villalan, como fuese caba-
llero esforzado , á muy gran priesa metió gente en
algunas gruesas naos que en Barrameda estaban, é á
la vuelta de la flota del Marqués peleó con ella , de
manera que el armada del Marqués fué desbaratada,
é le fueron tomados algunos navios de los que lle-
vaba, é los otros navios con gran trabajo salieron
del puerto después de haber recibido gran dafio.
(f ) Toáo este párrafo eonsU tal en el eéáiu que hemoa aepi-
do para noeatra Impreaion. En otroa qoe bemoa conaniuéo élee
como aigne : «y eomo quiera qne el Duqne tnvieae gran parte en
aquella dudad y todos loa allelonadoa * él rondaaen aquella no-
che, A la maftana ae fueron é dormir, al qual tiempo el Marquéa
llegó i la ciudad y enlrd en ella por el postigo del Aicáiar, que
por ¿I tenia Mannel liequel, ele.»
CAPÍTüLO LXV.
De la adf eraa fortina aeaescida al Rey Diarle de Inglaterra , é de
la batalla qne ovo despuea de vtelta en Inglaterra eon d Rey
Enrique en que murieron el Rey Enrique y el Conde de Barry
é muchoa otroa.
Como estas cosas en los Beynos de Castilla é de
León pasasen, é buscasen contrariedades á la biena-
venturanza de los Príncipes Don Femando é Dofia
Isabel , gran dafio se siguió al Rey Luis de Franoia
por la tomada del Bey Duarte en Inglaterra, el qual
como después de salido del Reyno en él tomase oon
favor del Duque Carlos de Borgofta su cufiado , é
oon muchos otros que le ayudaban, prósperamente
peleó, é ovo Vitoria; en el destierro del qual el Bey
Luis de Francia por estrafios modos avia trabajado,
y en aquel tiempo atentó de pelear con Carlos, Du-
qne de Borgoña, en la qual batalla ovo la fortuna
contraría; así que costrefiido el Bey de Francia por
gran necesidad, ovo de buscar algunas formas con
el Duqne vencedor, como ya no pudiese ayudar en
aquellos días al Conde de Barrunque ; el qual como
fuese certificado del gran poder quel Bey Duarte
tenia en muy grande armada aparejada, é oviese te-
nido muchos navios asi de ginoveses como de espa-
fioles por sueldo el Duque Carlos para este pasage;
el Conde de Banrunque oon gran diligencia ayuntó
qnantas gentes pudo de las qne deseaban la restitución
del Bey Burique con el qne todos juntos vinieron
en batalla contra el Bey Duarte, en la qual tan pros-
pera fortuna ovo Duarte, que el Bey Enrique y el Con-
de de Banrunque é todos los grandes qne lo seguían
fueron mqertos, é los qne ende fueron presos dentro
de tres dias los mandó degollar en la dudad de
Londres, en el dia de la pasión de nuestro Sefior del
afio de mil y quatrodentos y setenta y un ailos.
Muerto así el Boy Enrique é todos los que le seguiaui
fallesdó la esperanza al Bey Luis de Frauda, pro-
movedor de todas estas cosas, que pensaba aver ma-
yor poder para destruir al Bey Don Juan de Ara-
gón é á su hijo d Príncipe Don Femando éá todos
los que lo seguían, y estudiaba no menos hacer en
Italia como pensase destrair al Bey Fernando de
Napol, aviendo ya por amigo á los venecianos ; é
pensaba de aver para esto la voluntad del Duque de
Milán, Galiazo María Bsf orza , é los ginoveses é los
florentínes ; y d papa Paulo en esto estovo dudoso;
y el Bey Don Alonso de Portugal buscaba nove-
dades entre el Bey Don Enrique y él ; é comenzó de
tratarse casamiento de Doña Juana hija de la Beyna,
su sobrina, con él, aunque en público estaba despo-
sada con el Duque Carlos de Quiana, hermano del
Bey Luis de Frauda ¡ el qual conosciendo el error
que avia hecho , buscaba como el desposorio so di-
solviese ; lo qual como d Bey Don Enrique conos-
dése, buscó de tratar casamiento de Dofia Juana
con Don Fadrique, hijo del Bey Femando de Na-
pol; lo qual d el Bey Femando aceptara, quedara
enemigo del Bey de Aragón, su tío, é dd Príncipe
• Don Fernando, su primo. B doxando esto, el Maes-
MBMOBIAL PB D
tre de Santiago Don Joan Pacheco, procuró casa-
miento desta Dofia Juana con Don Bnríqne llamado
Fortuna, hijo del Infante Don Bnrique, Maestre de
Santiago. B porque mas notorio sea la forma quel
Bey Luis de Francia en su vivir tenia, paresció ser
cosa rasonahle aquí en escribir un trato muy desho-
nesto por él oomensado, en gran dafio é mengua
del Rey Don Bnríqne de Casulla, teniendo con él
muy estrecha confederación é alianza, el que fué
que envió en Inglaterra solene embazada al Rey
Duarte, enviándole á rogar é requerir que quisiese
con él amistad, é hiciese guerra en los Roynos de
Castilla é de León, pues de derecho le pertenescian,
ele daba su fe que en el tiempo que pusiese plan-
ta en tierra con su flota en los Reynos de Castilla,
él poderosamente entraría por la tierra, por manera
que ligeramente amos á dos podrían ganar estos
Reynos, de los quales pnra si no quería, salvo los
muebles que pudiesen aver para sus despensas, é los
Reynos enteramente quedasen para él, pues justa-
mente le pertenescian, y ellos quedasen para siempre
amigos é confederados. E al tiempo que el Rey de
Francia esta embaxada en Inglaterra embió, estaba
ende por sn embajador del Rey Don Bnríque do
Castilla, Don Alonso de Palensuela, frayle del Or-
den de San Francisco, hombro muy noble en vida y
en ciencia, Obispo de Ciudad Rodrigo, que después
fué de Oviedo ; á la qual embazada el Rey de In-
glaterra no quiso en secreto responder, ante embió
á decir á los embazadores de Francia que viniesen
al Palacio á ezplioar su embazada , presentes todos
los de su Consejo, y embió decir al Embazador de
Castilla que fuese presente á oir la embaxada quel
Rey Luis lo embiaba ; é juntos asi todos en presen-
cia del Rey, los embazadores del Rey de Francia
ezplioaron sn embazada en la forma dicha, á los
quales el Rey Duarte dizo : c Vosotros diréis al Rey
»Luis que oi las cosas que de su parte me dizistee,
»de que ño poco soy maravillado, sabiendo la eetre-
>cha amistad, confederación é alianza que él tiene
Dcon el ilustrfsimo Príncipe Don Enrique, Rey de
lOastilla é de León ; la qual estando muy firme en-
strellos, mover trato tan feo é tan detestable entre
»qualesquier personas, qnanto mas entre Reyes,
>cosa paresció muy estrafia de oir ; é á lo que dice
•que yo tengo derecho á los Reynos de Castilla é
sLeon, diréis que no lo tiene bien aprendido, porque
>tanto que durare el linaje del Rey Don Juan mi
>tio, de gloríosa memoria, ellos son herederos de
^aquellos Reynos, y ellos vivientes, yo no tengo á
>ellos derecho alguno ; é al Rey Don Bnríque yo lo
samo mucho, y lo ayudaría é f avoresoería quanto
. Dpudiese en todo lo que me menester oviese ; é de-
»cirleeis que yo no tengo en el mundo otro eneml-
Bgo sino á él, como él posea el Reyno que á mi me
spertenesce, é que por eso tenga por cierto que,
nquandono pensare, yo iré á tomar lo que me per-
ntenesce.» B poco tiempo después desto el Rey Duar-
te de Inglaterra pasó poderosamente á Frauda, é
comenzando facer la guerra , el Roy Luis tovo con
él tales formas, que él pagó las despensas que avia
Cr.~IIL
jVbhsas haza£ía& tt
fecho y el pasage porque se volviesen en su Beyno,
sin le facer mas dafio, dándole por cierto tiempo
cinquenta mil coronas cada alio, las qufdes algún
tiempo el Rey Luis de Francia le pagó é sin empa-
cho é vergüenza públicamente decia que el Rey de
Inglaterra vivia con él é le daba cinquenta mil co-
ronas cada afio de acostamiento. En este tiempo el
Rey Don Bnríque de Castilla embió su embazada al
Rey Don Alonso de Portugal para afirmar el casa-
miento de Doña Juana hija de la Reyna Doña Jua-
na. B al tiempo que los embazadores llegaron, fa-
llaron al Rey de Portugal embarazado, que se par-
tía para África ; y como supo la venida de los em-
bazadores, salió de la nao donde estaba por los oir,
de que los Grandes que con él iban ovieron gran
enojo, sospechando la causa de la embazada, é su-
plicándole que ne quisiese venir en el casamiento
de Dofia Juana sobre qnellos creían aquella emba-
zada venia después de ser .tantas veces ofresoida é
dada á Carlos, Duque de Guiana, é con ella quisiese
tantos yernos buscaré con este bueno buscase todo
el mundo enfioionar, é no oviese parte donde con él
no oviesen tentado ; é le suplicaban no quisiese á
tan gran gloria quanta avia ganado, tan gran torpe-
dad se juntase. Con todo eso, el Rey de Portugal
determinó de aceptar el casamiento ; é después de
haber hablado secretamente con los embajadores, en
público dizo aver salido de la nao por resoibir mas
honradamente aquellos embazadores por respeto de
quien los embiaba ; y en presencia de todos dizo á
loa embazadores que podian certificar al Rey Don
Enrique, que dándole Dios próspero suceso, con muy
buena voluntad se veriaoon él, é daría forma como
el amor para siempre entre ellos quedase con gracia
de ambos á dos. Las quales cosas en público dichas,
el Rey se tomó á la nao é mandó dar las velas al
viento.
CAPÍTULO LXVI.
D« la Teniái de D. Rodrigo Posee de León, Marfiét de Gálli, á
la oltdad de Sofilla.
En este tiempo Don Rodrigo Ponce de León, de-
seando hacer algún ultraje al Duque, determinó de
se venir á Sevilla, paralo que con muy gran priesa
embió á rogar á todos sus ayudadores , paríentes y
amigos que á derto dia fuesen con él en Xerez ; loe
.quales muy prestamente vinieron, é asi mismo to-
das las gentes de sus villas é lugares. B como el
Duque supiese el llamamiento que el Marqués ha-
da, embió llamar todos sus amigos, de los quales
ninguno quiso venir, salvo Don Alonso de Cárde-
nas, Comendador Mayor de León, que después fué
Maestre de Santiago, del que una sola hija que te-
nia era esposa de Don Pedro de Guzman, hermano
del Duque, el que vino en Sevilla con tredentas y
treinta lanzas. El Marqués á gran priesa se partió de
Xerez, contra la voluntad de mnchos que con él ve-
nían, por mostrar á los sevillanos del infortunio pa-
sado averie resultado mayor poder, lo que tan-
to mas provecho se le pareada, quanto mas presto
6
66
lo hidesoí oomo de la tardanza muy grandes doe-
pensas se le sigaiesen, é al enemigo se le acrecen-
tarían las fuerzas ; lo que hizo por consejo de Don
€k)nzalo de Sayavedra, Comendador Mayor de Mon-
talvan, el que so color de entender oontra estos ca-
balleros, se vino á la ciudad de Xerez , é quedó en
ella por guardar la fortaleza ó ciudad con algunos
de quien el Marqués se confiaba, y el Marqués con
mil ó quinientos de caballo é tres mil peones se
vino ala villa de Alcalá de Quadayra, ques muy
cercana ala ciudad de Sevilla, lo que sabido por los
sevillanos, todos recurrieron á las armas, especial-
mente el pueblo que mucho deseaba la batalla ; ni
era persona que pensase que escnsarse pudiese. Y
el dia siguiente que el Marqués á Alcalá llegó, sacó
sus gentes é ordenó sus batallas para ir á Sevilla, y
el Duque salió de la ciudad con fasta mil é trecien-
tos de caballo, é con tan gran número de personas
que pasaban de diez mil muy bien armados ; los
qnales todos iban con muy gran voluntad de pe-
lear. E las cosas estando asi , dinero é consejos se
ovieron de cada parte, é ya pesaba á la gente del
Marqués ser venida tan cerca de Sevilla, como se co-
nosciese ser muy pocos para pelear con tan gran
muchedumbre de gente como delante de si veian.
El Marqués esforzaba mucho los suyos. Oonoscien-
do su temor los sevillanos, esperaban comenzar la
batalla por ordenanza del Comendador mayor de
León, á quien el Duque habia dado el cargo , é con
palabras trabajaba quanto podia por quitar el temor
á los suyos. El Duque incierto del consejo que debia
tomar, oyó diversos consejos de los principales que
con él estavan. Eran algunos que decían que los peo-
nes armados apartasen de la ciudad porque la oeroa-
nia de la guarida no les diese ocasión de fuir. Fué el
consejo del Adelantado, el qual respondió quél no
quería dar consejo en aquello, é antes se desvió, é dixo
que lo quel Duque determinase facer que eso haría,
que eran chrístianos, é que él no queríadar su parecer
en ninguna cosa, sino hacer lo que el Duque hiciese.
B Don Pedro d'Estuñiga, hijo mayor del Duque de
Plasencia, dixo que era bien de mirar qué cara los
enemigos f acian, antes que mas á ellos se acercasen.
El Comendador Mayor de León, á quien era dado
el cargo de ordenar las batallas , confirmó lo dicho
por Don Pedro, é ordenó que quedasen con el Duque
ciento y quarenta hombres d'armas de caballos en-
cubertados é que toda la otra gente de la gineta se
partiese por escuadras, de las quales una fué con
Don Pedro d'Estufiiga para se acercar á los enemi-
gos é los tentar é poner temor, lo qual así se fizó, ó
fasta entóneos siempre fué sospechoso el consejo del
Comendador Mayor. E oomo Don Pedro d'Estufiiga
livianamente comenzase su escaramuza con los del
Marqués, luego en ellos se conosció el temor. Esto
conoscido por los sevillanos, todos dieron muy gran
clamor, diciendo al Duque que si era deseoso de
honra, que á tiempo estaba de la aver , y en aquel
dia podia ganar paz perpetua para si é para todos
los de aquella ciudad, destruyendo el enemigo, lo
que muy ligero los parescia de hacer, como fuese
CBÓNICA8 DE LOS RETES DE CASTILLA.
cierto aquella gente era allí venida oontra su volun-
tad; el Comendador Mayor dio tantas razones porque
la batalla no se debiese dar, que turbó las voluntades '
de los unos y de los otros, é la batalla se esousó por
causa de los priores de la Cartuja é de San Jeróni-
mo é de otros monesterios que en ello anduvieron
de una parte á otra muchas veces. Ovo gran tardan-
za en debatir quien primero partiese mano del cam-
po; ó después de muchas alteraciones, determinóse
que quien primero avia presentado la batalla, pri- .
mero se partiese del campo. E así el Marqués ovo
de volverse primero ; lo que se hizo contra el dere-
cho de armas, el qual quiere quel demandado salga
primero del campo ; é así el Marqués que presentó
la batalla debiera quedar en el campo fasta quel
Duque se metiera en la ciudad. Y el Duque después
se fué á la villa de Alcalá, é fué conosoida cosa con
quanto temor los ayudadores del Marqués miraron
la muchedumbre de los sevillanos, entre los quales
uno de los principales llamado Luis de Pemia, ca-
ballero muy esforzado y criado desde su nifies so la
disciplina militar, trabajaba quanto podia por es-
cusar la escaramuza ; el que tanto se metió á apartar
los unos de los otros, que no se pudo esonsar que no
recibiesen un encuentro de uno de los de Sevilla, de
que fué asaz herido ; el qual dixo al Marqués que
avia sido mucho engañado en pensar con la gente
que allí traía podria contra los de Sevilla prospera-
mente pelear ; los quales si el Duque fuera acostum-
brado á las armas é supiera hacer lo que cumplía,
según la gente que allí tenia, el Marqués y todos
los que allí venían sin duda fueran perdidos. La
gente de Sevilla se quejaban mucho del Comenda-
dor Mayor de León, al qual decían muchas injurias
y palabras por no aver dado lugar á que la batalla
se diese donde tan conocida ventaja el Duque tenia*
El Comendador Mayor, mostrando tener grande eno-
jo de las cosas á él dichas , se volvió en su tierra,
quedando 103 cosas en pendencia entre el Duque y
el Marqués. E después el Duque con mucha gente
fué á dar vista á Xerez , á dó le fueron cerradas las
puertas , é algunos de los del Duque echaron lanzas
por encima del adarve , á do mostró mucha cobar-
día el Marqués de no salir, oomo hizo el Duque á él
quando fué á Sevilla.
CAPÍTULO LXVIL
De osa baUlla que Don Alonso do Aragón, hijo bastardo del Has-
trfsloio Hoy Don Joan de Aragón , oto cerca de Barcelona con
franceses é Italianos ó catalanes, de que oto la Tletoría.
En este tiempo vinieron al príncipe Don Feman-
do alegres nuevas de una gran Vitoria que Don
Alonso de Aragón, hermano suyo, ovo cerca de
Barcelona, teniendo muy poca gente , con gran mu-
chedumbre de catalanes é italianos , de los quales
ovomay gran despojo é muchos prisioneros, estan-
do el sefior Rey su padre en la provincia de Ampur-
dan , después de aver recobrado á Gírona é aver fe-
cho cosas muy famosas contra los franceses. E como
ávida esta victoria Don Alonso se viniese para el
MISMOttlAI. t)B DIVEBSAS HAZÍlAaS.
él
Üej BU pa^re, é ovieee alganoB de aquella proyin-
oía que moBirando Bor amigoB del Bey metieron los
franceses mny cerca de Peralada, por tal manera
qne mny poco fallesdó de se perder el Bey é toda
BQ hneste, como los franceses llegasen antes qne
amanesciese , é la hneete del Bey estayiese segara
dnrmiendo, é como Don Alonso de Aragón se fa-
llase mas presto oon algpmos pocos de caballo, de
tal manera dio en los franceses, qne mató é hirió
machos do ellos é salvó la yidade su padre ; con to-
do eso el Bey perdió allí mas de doscientos de ca-
ballo é algunas tiendas. E después deste infortunio,
el Bey recogió bus gentes é siguió los enemigos , ó
los desbarató é yenció, é contra la opinión del so-
berbio enemigo se of resoió á dalle batalla ; é así los
franceses despojados é huidos de la oonpacion d*Am-
pnrdan, mayor gloria se siguió al excelente Bey ; é
oon tan gran voluntad todos los de la provincia se
juntaron con él que pudo luego poner el cerco sobre
Barcelona.
CAPÍTULO LXVIII.
De «orno Don Bnrlqae , Dnqite de H edtnt , partió de li dndad de
SeTiUa con iDtendon de tomar la dudad de Xerex.
En fin del alio de setenta y uno el Duque de Me-
dina Sidonia Don Enrique de Quzman , determinó
de ir á Xerez, donde el Marqués de Cáliz estaba, des-
que supo que los ayudadores del Marqués eran par-
tidos de Xeres. E como el Marqués fué certificado
que el Duque se aparejaba para venir ooqtra él, em-
bió á gran priesa á llamar bub vasallos de Arcos é
Marchena é de todos los otros sus lugares, é algunos
de BUS amigos, conque juntó fasta ochocientos de
oaballo é odio mO peones , oon la qual gente se fué
á Librixa é de allí á San Luoar de Barrameda. Lo
qual como el Marqués supiese, todos los sospecho-
sos echó de la dudad de Xeres , é mandóles estar en
los arrabales, é metió toda la gente que le era veni-
da en la ciudad é las mujeres é hijos pequeños do
los que mandó estar en los arrabales, los quales hi-
Eo estar sobre buena guarda , é las haciendas dellos
mandó meter en la dudad so color que no resdbie-
sen dafio, é solamente los varones quedasen para
pelear con los enemigos. E como el Marqués supie-
se el Duque venir cerca, dejada en orden la guarda
de la dudad é arrabales, dando á entender á todos
que quería ir á dar la batalla al Duque, cabalgó con
solamente dodentoe de caballo, é fué mirar las
batallas del Duque en la ordenanza questaban ; é
vistas, se volvió á la dudad. Y el Duque llegó á la
villa que es cerca del arrabal de San Miguel , y allí
esperó por ver si el Marqués le daría la batalla, ó si
los de Xerez que por secretos mensajeros le habían
fecho allí venir, habrían osadía de pelear contra el
Marqués como los toviese opresos contra su volun-
tad. E oomo ninguna destas cosas sucediese , páre-
mele ser demasiado su venida ; é como oviese diver-
008 consejos de lo que se debía facer, determinó
de se venir á San Lucar , é dende á Sevilla, de qne
mucho desplacía á los mas de los sevillanos, los qua-
les ovieron por mal quel Duque no quisiese tentar
los arrabales, que creían se podían tomar ligera-
mente según la muchedumbre de gente quel Duque
allí traía, é. con la voluntad que todos le tenian de
combatir ; y esto así fecho comenzóse á tratar tregua
entre estos sefiores é firmóse por quatro meses que
fueron fasta el postrimero día de Mano del dicho
afio.
CAPÍTULO LXIX.
De eomo catando el Rey Don BnriqM en la eladad de' Gdidoba,
deternind de so Ir é la tilla de Andvjar por desapoderar ddla
al Condestable Don Mlgnel Lneas.
Como al Maestre de Santiago desplnguiese del
gran poder quel Condestable Don Miguel Lucas te-
nia, procuró como el Bey que con poca gente fuese
¿ la villa de Andujar é ddla se apoderase, lo qual
d Bey puso en obra ; é llegando en Andujar , f lieee
para la fortaleza la qual tenia un virtuoso varón lia*
mado Pedro Desoabias, de quien el Condestable Don
Miguel Lucas mucho confiaba. Al qual oomo d Bey
demandase la fortaleza, y él denegase de se la dar,
el Bey mucho le amonestó que mirase en qne obli«
gadon loB hijosdalgo estaban de dar qualesquier for-
taleza que toviesen á su Bey é Señor natural , qne
quan feo nombre les quedaba para siempre á los que
lo contrarío hacían , é bien debía saber quan gran
dafio se avia seguido á todos los de aquella provin-
cia por el Condestable aver ocupado la dudad de
Jaén é las villas á ella comarcanas ; al qual Pedro
Desoabias respondió : « Sefior Bey, todo lo que vues-
» tra alteza dice es á mi notorío , d lídto sea llamar
iiBey á quien por su voluntad se faoe dervo; é
nderto es las leyes destos Bey nos disponen á los
» Beyes no se nieguen las fortalezas por Jos Aloay-
ndes, ni creo yo ser notado por desleal avíendo
n fielmente guardado esta fortaleza por d Condesta»
«ble, que tanto que los desleales á vos oon muy
Agrandes injurías vos trataban, yo siempre gnar-
B dando vuestro servicio y el bien de la tierra , tiran*
sdo muchos dafios della, resistiendo aqudlos de
» quien era deservido é duramente injuriado ; y aque-
» líos queréis que sean de vos sefiores é ad oonfir-
B mais é facéis verdad todas las coeas que de vos se
n dicen, porque verdaderamente mas mostruo ó brn-
Bto anunal debe ser llamado que Bey, é á los tales
B Beyes gran servicio se les hace en denegarles las
«fortalezas porque dellas no pueda usar en dafio su-
» yo y en destruimiento de los bienes de la Corona,
B ni estos avran vergüenza según bu fidelidad Ua-
»mar lo que ellos hicieron maldad, los quales olvi-
B dados los grandes beneficios de vos recibidos, no
B solamente vos son ingratos, mas siempre acres-
Bdentan en vuestras injurias, é consentÍB ser nota-
B dos de infidelidad aquellos que grandes angustias
B é trabajos han sufrido por vuestro servicio, á quien
B el gran poder de los infieles A vob no pudo jamas
^B atraer á seguir sus errores. En la memoria debiades
B tener el áspero y duro cerco que la ciudad de Xáen
Bpor vuestro servido sufrió del Maestre de Calatrava
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CRÓNICAS DB LOS BBTB8 DlLGÁfiTILLA.
• Don Pedro Xiron, el qaal asi meraio qouiera eeU
i yilla ocupar oon toda la provincia de Andalnda.
• En ninguna parte deata comarca éradca ávido por
• Bey, ealvo en la ciadad do Xaen y en esta villa; é
» 8i noBotro8 de infidelidad somos notados por aver
» pasado los trabajos ó fatigas qne paternos, tenien-
• do siempre vuestra firme obidtencia, ¿por qnó
i cansa podéis aver por leal al Maestre, á quien te-
» neis por Sefior é obedesceis por diversos respetos
•contraríos, é aveis por fiel á quien por estonce de
«necesidad conviene tener por verdadero ó agora
' >por desleal? El qnal é los otros de su parcialidad!
> ingratos á tan grandes beneficios ciertos que de
svoe rescibieron, más sin vergflensa y temor inju-
• rieron de gran fealdad de obras é palabras vuestra
• persona real, lo cual todo tenéis olvidado por las
• leycB por ellos quebrantadas ó por nosotros guar-
• dadas, ¿é á ellos queréis aver por leales ó á nos-
> otros por traidores?» Estas cosas oidas por el Bey
oon gran turbación, ninguna cosa respondió, é
vueltas las riendas salió de la villa, é fuese para él
Maestre que lo estaba esperando , é desde allí se par-
tió para la ciudad de Baesa, ó de allí se fué á la pro-
vincia de Toledo , con intención de no dar al Maes-
tre la noble villa de Madrid. E donde el Bey se vol-
vió á Segovia con propósito de darle la villa de Se-
púlveda, porque asi de la una parte de los montes
como de la otra el Maestre toviese libre sefiorío.
Lo qnál como sintiesen los vecinos de' aquella villa
temiendo la dura servitud que muchos dias avian
• trabajado por escusar, á muy gran priesa embiaron
al Principe suplicándole quisiese ocuparla. El qual
luego embió á Don Beltran de Guevara é á Pedro de
Avila, sefior de Yillafranca , nobles y estrenuos ca-
balleros oon ciento y setenta de caballo del Ano-
bispo de Toledo ; los quales se apoderaron de la vi-
lla. B luego lanzaron della algunos de quien avian
sospecha que la querían dar al Maestre de Santia-
go, en dafio universal de toda aquella provincia, lo
que ovo por muy grave el Bey , y «crecentó mucho
el desamor suyo que á los príncipes avian ; ni se pu-
do abstener el Maestre que no hiciese grandes ame-
nasas á los moradores de aquella villa.
CAPÍTULO LXX.
D« la embi^adi q«e Cirios , Daqae áe Borgofia , embló i loi Prli-
eipea Oon Fernando é Oofta Isabel.
Partido el Príncipe Don Femando para Catalufia,
donde se esperaba con su ida fuese quebrantada la
provincia de los barceloneses, en este tiempo los
embazadores de Carlos, Duque de Borgofia, vinie-
ron á los Principes Don Femando é Dofia Isabel por
' confirmar la consideración é alianza y estrecha
amistad que de largos tiempos acá avian seido en-
tre los Beyes de Aragón é los Duques de Borgofia, de
la venida de los quales la Princesa Dofia Isabel res-
cibiógran placer, aunque le desplugo el sefior Prin-
cipe ser ausente. É en el rescibimiento de estos em-
baxadores é la manera de su aposentamiento, con
larga mano les fueron ministradas todas las cosas
nesoesarias por el Arzobispo de Toledo, como la Prin-
cesa esto viese en Alcalá de Henares, los quales des-
de allí se fueron en Catalufia por visitar al Bey Don
Juan de Aragón é al Principo Don Femando su lu-
jo, ó por concluir el efeto de su embaxada, en la
qual oir el Bey y el Príncipe fueron mucho alegres,
como la vieja amistad de los Duques de Borgofia
oon los Beyes de Aragón á las partes amas á dos
fuese muy provechosa, é mucho mas agora lo era, el
Bey siendo en edad tan decrépita, é al Principe su
hijo como después de aquella afirmada mas y mas,
el Duque seria obligado resistir la crael tiranía del
Bey Luis de Francia, el qual con tiránica voluntad
todo el mundo entendía ocupar, con todo eso tres
veces avia seido desbaratado por la fuerza é vigor
del Duque Caries de Borgofia , la grandeza del co-
razón del cual siempre quiso socorrer á los amigos
qne menester le oviesen ; é por esta causa embió
embazadores de los principales de su casa, no sola-
mente noblos , mas pradentes y esforzados, por dar
enojo á los adversarios del de Aragón é de su hijo,
é á ellos consolación é alegría.
CAPÍTULO LXXI.
Do li batelU fíese oto ob la villa áe Garmoaa, ¿ 4e la nnerto
áesulrada de Lola de Pemla.
En estos dias, pasada la tregua que era puesta
entre el Duque de Medinssidonia y el Marqués de
Cáliz, el Marqués dio forma oomo los que seguían
la parte del Duque fuesen echados de aquella villa,
é Luis de Gk>doy, que era alcayde de las dos forta-
lezas, no cesaba de molestar é dafiar aquanto podía
á Gk>mez Méndez de Sotomayor, alcayde de la ter-
cera fortaleza de aquella villa, el qual la defendía
virilmente, á gran pesar del Maestre de Santiago,
que mucho averia deseaba ; para lo qual , no con-
tento Luis de Godoy de tener las dos fortalezas, las
iglesias ocupó é puso en ellas mucha gente é tiros
de pólvora é ballesteria, é en aquellos logares sa-
grados algunos hombres mataron ; é ya estaba en
propósito de combatir la fortaleza que Comez Mén-
dez tenia, so la qual los vecinos de aquella villa
rescibieron muy grandes dafios, é ya no les queda-
ba ningún remedio , si la fuerza oon la fuerza no re-
sistían , oomo los de Sevilla oonosciesen si aquella
tercera fortaleza se tomase, fuese la mayor parte
del dafio suyo, acordaron embiar á Gomes Méndez
socorro para la defensa de su fortaleza, donde has-
ta allí estaban encerrados, de lo qual Luis de Go-
doy con gran rabia embió á requerir á Marchena y
Arcos , de donde le vinieron asaz gentes, é con ellos
Don Manuel Ponce de León , hermano del Marqués,
y después vinieron ende Luis de Pemia, alcalde de
Osuoa, é Perea, alcayde de Moion, de donde fué
forzado á los sevillanos de luego enviar socorro á
Gómez Meudez de gente de caballo é de pié, lo qual
Luis de Godoy menospreciaba , diciendo los sevi-
llanos aver ávido mal consejo en embiar aquella
gente perdida á pelear con setecientos de caballo é
otros tantos peones usados de guerra, é así pensó
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑAa
64
Luis de Godoy poder sefiorear toda la villa, é de tal
manera la guardar que los ecYiilanoB no pudiesen
ayudarles ; é como de amas partes so aparejase la
pelea, llegó oon la gente de Sevilla Don Gastón de
Castro , caballero mancebo muy noble y esforzado, é
mandó de súpito derribar una albarrada de piedra
quelos de la parte de Godoy tenian para su defensa,
é no solamente entró con grande osadía, mas luego
descendió á lo llano por dar la batalla, y luego los
Xerecianos caballeros , que primero de Sevilla ha-
bían venido, de quien Godoy avia burlado , comen-
aaron á pelear con tan grande osadia, que los de la
parte de Godoy se turbaron. E luego Luis de Per*
nia, como fuese caballero muy esforzado , é quisie-
se á gran priesa socorrer á su valia, é como él fue-
se el primero que iba ordenado con su gent6^ fué
herido de un espingarda de tal manera , que de sá-»
pito murió, el qual en muchas batallas contra los
moros, con poca gente, muchas veces de gran mu-
chedumbre se halló vencedor, con cuyo nombre los
enemigos algunas veces se espantaban; el qual
siempre aborresdó las batallas dentro de lugares , é
mucho contra su voluntad fué esta venida suya en
Oarmona. Asi fué muerto este virtuoso y esforzado
caballero por la mano de un barbero mancebo , en
el mes de abril del afio del nascimiento de nuestro
Redentor de mil é qnatrooientos é setenta y dos afios.
Fué este caso dé gran temor á Godoy é los suyos, é
dio gprande audacia á los sevillanos, los qnales por
diversas partes iban venciendo los enemigos, en
que muchos dé ambas partes fueron muertos. B ve-
nida lanoohe, la cual cubrió la fuida de muchos,
algunos no curando de los caballos que en las posa-
das dezaban, se fueron huyendo á meter en sus
iglesias que por su parte es^ban tomadas. Así fue-
ron tomados por los sevillanos bien ciento y noven-
ta caballos de los de los de Arcos é Marchena é Mo-
rón é Osuna, é otro dia las iglesias tomadas por los
de Gk>doy fueron libres ; é ninguno otra cosa en la
villa les quedó , salvo las dos fortalezas que Godoy
tenia , y en todo lo otro quedaron apoderados los se-
villanos vencedores. E después de la vitoría ávida é
tomado el despojo, con mucha alegpria se Tolvierou á
Sevilla ; los quales partidos, los de Garmona rescibie-
ron muy grandes dafios , é fueron muchos muertos é
heridos, é puesto fuego por muchas casas, y las igle-
sias ocupadas por Gk>doy y por loe suyos, robando y
matando y forzando mujeres sin ningún temor de
Dios. E así los sevillanos no sabiendo usar de su vito-
ría, dieron lugar á que los vecinos de aquella villa
rescibiesen grandes dafios , y los cometedores de tan
grandes excesos quedasen impunidos, y no mucho
tiempo pasó que habieron la paga de su negligenoia.
CAPÍTULO LXXn.
De COBO el Rey Don Jaia de Angoo paso el eerco lobre la eia-
dad de Bareelona , é se le dtó.
Acabada de sojuzgar la provincia de Ampurdan , el
ilustrisimo B<»y Dou Juan luego puso el cerco sobre
Barcelona, aunque con poca gente, del qual los.de
Barcelona ovieron muy grande temor y los del pue-
blo improbaban á los principales, notándolos de in-
fidelidad por la rebelión tenida contra su Rey tan
humano y tan benino, y maravUlóse de su hijo ser
venido á le visitar, y no detenerse por le quitar de
los trabajos de la guerra ; mas el Príncipe, como le
cumpliese mucho la venida en Castilla, partióse
para Tarazona é desde allí se partió para Castilla, é
con todo loor y gloria quiso guardar nuestro Sefior
para el serenísimo Rey su padre , el qual benina é
mansamente tiró el temor que del tenian los barce-
loneses, é todos aunibles y conformes, determina-
ron de dar la obidencia á su Rey , poniéndose todos
á la voluntad suya, á quien tan gravemente habían
errado. En ente cerco fueron muertos de un tiro de
pólvora el noble y esforzado caballero Diego de
Guzman, hermano del Conde Don Jerónimo deGuz-
man , é fué dada al bietn aventurado Rey Don Juan
la ciudad de Barcelona, en un dia del mes de no-
viembre del afio del nascimiento de nuestro Reden-
tor de mil é quatrd cientos y setenta y dos afios.
CAPÍTULO LXXIIL
De como Dea Rodrigo Ponee de Leoa, Msrqvés de Cilit, toaid
de loi moros li TÜlt de GirdeU é ta forttleía, é de la vasida
del Prfodpe Doa Feraaado ea loe Reyaot de Gaitllla.
Éntanto que la tregua duraba entre el Duque de
Medinasidonia y el Marqués de Cáliz, el Marqués
no dejaba de pensar como pudiese haoer guerra á
los moros , paralo qual embió secretamente sus ada-
lides para tentar la villa de Cárdela , ques muy fuer*
te, é como por ellos fuese certificado poder aquella
villa escalar y estuviese por estonce menguada de
gente , como la mayor parte de los moradores della
fuesen idos á la guerra dé Müaga, el Marqués de-
terminó de la tomar. Para ello ayuntó toda la gente
que pudo demostrando que la juntaba para hacer
guerra al Duque; el qual se fué de su ciudad de
Arcos, é aUÍ juntó cerca de tres mil de oabaUo é
tres mil peones é partió á media-noche sin persona
saber donde iba , sino sus adalides ; é tomó el cami-
no para Cárdela ques quatro leguas de allí, sobre la
qual amanesció. E antes que á la villa llegase , fue-
ron muertos tres moros que en el campo se fallaron.
E como los moros desde la villa vieron la muche-
dumbre de gente que venia , subieron todos loé mo-
ros pensando poderse defender, según la fuerza
que tenian , oomo otras veces oviese sido cercada de
chrístianos é nunca oviese seido tomada. B burla-
ban de los chrístianos peleando todavía valiente-
mente. T el Marqués mandó á los chrístianos poner
fuego á las puertas é á la villa, é se entró por fuer-
za de armas ; é los moros se retrageron á la fortale-
za oon todo lo que pudieron llevar , los quales pen-
saban estar allí seguros según la altara de aquella
fortaleza. E tanto la fortuna favorespió al Marqués,
que como oon él se hallase un hombre que avia sei-
do algún tiempo pastor en aqu^a tierra é sabía un
postigo que avia á las espaldas de la fortaleza ques-.
taba cerrado, é aunque la subida para él era muy
CRÓNI0A8 DS LOS BETBS DE CASTILLA.
70
alta é muy agrá , dixo al Marqués : « To sé por don-
» de esta fortaleza se pudiese ligeramente tomar sin
apeligro; por ende, Sefior, mandad fuertemente
B combatir por la parte de la villa, porque los mo-
irossoeorran allá, que de las espaldas bien piensan
» estar seguros , é mandad que conmigo vaya algu-
B na gente , é yo les daré luego la torre del omenage
»on las manos.» En lo qual el oir el Marqués fué
mucho alegre, é luego su hermano Don Manuel
dizo quel queria tomar el cargo , é tomó consigo al-
guna gente, é siguió aquel hombre queste ayiso avia
dado ; é visto el lugar é subida tan agrá ovo por di-
ficile poder subir por pefias tan altas. Oon todo eso
el hombre leq dio cierta esperansa de aver presto la
fortaleaa, subiendo él primero que otro ; é como Don
Manuel fuese caballero muy esforzado , é viese aquel
labrador tan osadamente subir , siguiólo , é todos los
otros siguieron á él, aunque con gran trabajo, de
tal manera que como los moros estobiesen ocupados
en defender su fortaleza no recelando de las espal-
das, antea que fuesen sentidos, Don Manuel é los
que oon él iban tenian tomada la torre del omenaje,
é como parescieso á todos imposible hombre poder
subir desarmado por donde Don Manuel con todas
BUS armas subió, óvose por cosa maravillosa, é Don
Manuel comenzó á pelear con los moros , é ellos fue-
ron espantados de lo ver , y uno dollos muy deno-
dadamente se vino para él , al qual luego mató, é los
otros le demandaron misericordia é se le dieron. B
porque no rescibiese dafio dixo á los que oon él iban
que les había dado seguro , y no consintió que dafio
reecibiesen. E asi esta fortaleca se tomó por el aviso
de aquel buen hombre , é por el grande esfuerzo é
osadia de Dou Manuel , é los moros fueron todos to-
mados á vida, salvo algunos que avian sido muer-
tos peleando. Este noble caballero Don Manuel fnó
tanto deseoso de honra , que hizo voto de pasar en
Berbería é no volver en Castilla hasta aver muerto
en pelea tres moros por su mano , é así lo puso en
obra; é cumplido su voto vino en Cárdela con else-
fior Marqués su hermano, é óvose allí en la forma
ya dicha. El Marqués escribió este caso al Roy Don
frique é á los grandes del Reyno , de que todos
ovieron gran placer porque la toma desta villa era á
los moros gran quebranto , como fuese guarda y
amparo de los lugares á ella mas cercanos, é la di«
visión é guerra quel Duque y el Marqués tenian no
pudo tanto que en Sevilla no oviesen por ello gran-
de alegría, como supiesen que después que los mo-
ros A España ganaron, que ha mas de setecientos
afios, en este tiempo aver sido esta villa muchas
veces oeroada de christianos é ser sobre ella mucha
sangre derramada, é no aver sido tomada, la qual
el Marqués reparó é basteció de gente y armas é de
las vituallas necesarias, é hizo consagrar la mezqui-
ta, é puEO en ella clérigos , é los ornamentos nece-
sarios al culto divino. Después de ser así tomada la
villa de Cárdela por el Marqués, el Bey de Grana-
da oon muy gran gente puso sitio sobre ella, é
mandóla combatir de tal manera, que fueron que-
madas las pueitas , y entraron algunos moros den-
tro en ella ; é los christianos que eran solamente se-
tenta oon su Alcayde llamado Bemal Diafiez , pe-
learon tan valientemente, que echaron los moros
fuera y mataron y hirieron machos dellos, é como
quiera que algunos de los christianos fueron allí
muertos y los mas dellos feridos, diéronse tal re-
caudo , que los unos firieron en los moros con ba-
llestas é tiros de pólvora, é los otros cerraron Isa
puertas de piedra seca de tal manera que los moros
Be partieron del combate ; y visto por el Rey moro
el gran daño que los suyos reseibian , é creyendo
que prestamente serían socorridos , según quien el
Marqués era, levantó el cerco de aÚi con poca hon-
ra é gran perdida desús gentes.
En tanto que estas cosas se hacían, en muchas
partes de Castilla se comenzaron grandes escánda-
los entre algunos de los Grandes. Como Don Bodri-
go Pimentel^ Conde de Benavonte, ocupase la noble
villa de Carríon quel Conde de Trevifto, Don Pedro
Manrique, decía pertenéoorle, la qual tomó con in-
dustria de algunos vecinos della, y del solar donde
la casa de los Manriques antiguamente avia seido, el
Conde de Benavento hizo fortaleza, en mengua ó
oprobio do la corona Real de Castilla é de la antigua
nobleza de los moradores de aquella villa ; é Don
Diego Sarmiento, Conde de Salinas^ por escslas ocu-
pó la villa de Santa Gadea, quos de Pero López de
Padilla, Adelantado Mayor de Castilla, é Don Alon-
so deFonseca, el viejo Arzobispo de Sevilla, inten-
tó de tomar las villas de Olmedo é Madrigal. Todos
estos nuevos oríroonos é excesos reproveyó é sosegó
la venida del Ilnstrisimo Príncipe Don Femando.
CAPÍTULO LXXIV.
Od U Ttsa é Uorou t airada del Castillo 41a aa llana de la Rej-
oa ea la tilla de Carnona, é de la inerra é dado qie el Mar-
qate de Calli hlxo é los moros en la Tilla de Graeuf o.
En este tiempo, en el Andalucía, el Duque de Me-
dinasidonia, por consejo de Gk>mez de León, criado
suyo, cobró la fortaleza de Calanis é de Araohe,
quel Marqués de Cáliz avia tenido algún tiempo , y
en el comienzo de su guerra la fortaleza de Cons-
tantina avia tenido duramente cercada. E después
el Adelantado Don Pedro Enriquez, que la parte del
Duque f avoresda , tomó la fortaleza de Tenpul, ques
de la ciudad de Xerez , de que gran dafio al Mar-
qués é á aquella ciudad se siguió ; é como estas co-
sas bienaventuradamente al Duque pareedese ha-
ber sucedido , determinó de tomar la fortaleza que
se llamaba de la Reyna en la villa de Carmena , el
cargo de la qual dio á Gomes de León, hombre de
quien él mucho fiaba, de que grandes dafios se si-
guieron ; ó como Gómez de León tuviese este cargo
en aquella fortaleza, estaba por Godoy un hombre
muy malicioso llamado (1) deseoso de ha-
cer venganza de la gente del Duque, por las cosas
allí pasadas. Este dixo á Godoy que si quisiese, li-
geramente podrían ser los del Duque engafiados, lo
(1) Hay iftlBD traio ea blaneo en el eédiee original.
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAÑA& 71
qnal se podría facer habiendo él habla secreta con I tos en tomo, salvo una pequefta parte que nó se po-
Gomes de León , de qoien el Duqae mucho se fiaba,
la qual fabla ¿ste proonró, é fingió tener muy gran-
de enemistad con Godoy é con sns hermanos , dán-
doles cansas é fingiendo dellos haber rescibido
grandes injurias, habiéndolos servido lealraonte; el
qual ya cansado de sufrir injurias y daños intolera-
bles de aquellos hombres que más les parescia ser
esdavo que libre en sofrir la compafiía de tan ma-
los hombres, se avria por muy bien aventurado, é
anteponiendo la fuerza á la virtud , quería buscar
modo de se vengar si pudiese juntamente con su
propia libertad; lo qual todo Gk)meE de León creyó,
y alegremente oyó lo dicho por aquel enemigo, al
qual en nombre del Duque grandes dádivas prome-
tió, si él daba lugar á la toma de aquella fortaleza,
é concordaba la traición de aquel que avia de dar
la fortaleza. Gómez de León lo fabló con el Duquo,
é dióse orden como Gómez de León tomase docien-
tos de caballo, é fingiese ir á Almodovar del Rio á
Gonzalo de Córdoba, hermano del Conde de Cabra,
que aquella fortaleza tenia, é á media noche, por el
camino más escondido que pudo se fué para Car-
mona, é llegó por aquella parte é con aquel enemigo
quedó concertado ; el qual como sintió la gente, co-
menzó á cantar, que era la señal que avia quedado
concertada con Gómez de León. E luego descendie-
ron de los caballos é fueron por sus escalas é subie-
ron cinco, los quales por la mano del traidor fueron
puestos en un apartado lleno de hombres de armas,
é después de aquellos subieron otros quatro, los qua-
les todos fueron muertos; é quando el deceno subió
é sintió el ruido de la gente de armas, no quiso más
adelante pasar; lo qual visto por la gente que abajo
quedaba se hubieron de retraer é volver á Sevilla
con el daño ya dicho. T es cierto que si gente aper-
cibida oviera en la fortaleza para salir, según el lu-
gar donde la gente del Duque era metida, uno sólo
. no pudiera escapar. Fué por cierto este caso al Du-
que muy dañoso, é peligroso á los que en Car mona
la parte suya seguían, y el mesmo dia que esto
acaesció, se ovo en Sevilla una terrible y espantosa
señal, la qual fué dos lobos que saliendo el sol, cor-
riendo entraron por medio de la ciudad, los quales
dando muy grandes ahullidos se fueron á la iglesia
de Santa Catalina y llegaron fasta el altar, estando
el sacerdote diciendo misa, y el uno dellos le trabó
de la vestimenta, é de allí se fueron á la iglesia de
San Pedro , el uno de los quales iba herido de dos
dardos, al qual cortaron la cabeza é la llevaron al
Duque, y el otro fuyó é se fué á Santa Luda, é sin
rescibir ninguna herida salió de la ciudad. De la
qual señal diversas señas se dieron ; mas lo común
fué que al Duque venía algún grtax caimiento, oomo
por obra después paresdó.
En este tiempo el Marqués de Cáliz fué certifica-
do por sus adalides que la villa de Cadiago estaba
do tal manera, que la podía bien robar ó quemar si
quisiese, para lo qual él juntó toda la gente que pu-
do, é anduvo tanto una noche qnanto quo ante que
amanesdese, él tenía la viUa cercada de todas par-
día cercar por unas grandes peñas queetaban; é co-
mo los suyos entraron la -villa é dieron gran grita,
los moros oon temor sacaron las mujeres é mozos
por aquella parte que no avia gente , é comenzaron
á defenderse quanto pudieron , é á la fin todos los
que ende quedaron fueron muertos é presos; é sacó-
se de allí muy gran despojo ; é los moros que huye-
ron apellidaron la gente de la tierra, é luego vinie-
ron fasta tresdentos, tan sin ruido que no se sintió
su venida, fasta que estuvieron dentro de la villa;
é como alguno de los diristianos peones quedaban
robando las casas, fueron algunos ddlos muertos;
é oomo el Marqués quisiera tomar á la villa é la
estada fuese muy estrecha, mandóle poner fuego
por muchas partes, é allí fué muerto Pero Nuñez de
Villavicencio , Veinte y cuatro de Xerez, que era
muy buen caballero, de quel Marqués ovo muy
grande enojo ; é así se volvió vitoríoso é oon su pre-
sa á la ciudad de Xerez.
CAPÍTULO LXXV.
D« li maliTeDtaredft merte 4« Garlos, Dn<nie áe Gaitna, fe-
eht MU yerbM , segiB m attnni , dadas por maodado del Rey
Lito i« henaano.
Ayudó mucho á la perversidad dd Rey Don En-
rique la maldad del Rey Luis de Francia, el qual,
en tanto que las cosas dichas en España pasaban,
el Rey de Francia, como desamase mucho al Duque
de Guiana su hermano, porque parescia favorecer
al Duque Carlos de Borgoña, é porque de los Gran-
des, é aun de los pueblos, era mas amado quel Rey,
é como fuese notorio quel Rey Carlos seteno , pa-
dre destos , mucho mas amase á este Duque que á
Luis primogénito é lo desease dejar Rey, m la for-
tuna le ayudara, tanto quanto mas esto el Rey sa-
bía, tanto mas esperaba el destierro suyo, y disi-
mulaba el odio que le avía; concordóse á vista
destos dos hermanos con consentimiento destas dos
partes que entonces parecía el Reyno estar partido
é la fabla entre ellos duró poco espado; é lo que se
' pudo conoscer á los de la una parte é de la otra fué
que se partieron con gesto alegre, y el Rey mandó
dar al Duque derta suma de oro y socorro de sus
necesidades y algunas piezas de seda y de paño, de
que todos los que lo vieron fueron alegres. E den-
de á pocos di as el malaventurado Duque súpita-
mente ovo tal enfermedad, que se le cayeron las
barbas é cabellos é cejas, é las uñas se le apartaban
de la carne, con gran dolor, é muchas otras señales
parescieron en él , de donde se conosdó aver yer-
bas resoebido , de que d Rey ningún sentimiento
mostró, antes con cara serena dio forma de ocupar
la señoría de su hermano é todas las otras cosas
que poseía; lo qual dio suelta licencia al Maestre
de Santiago de traer en Castilla á Don Enrique
Fortuna, al qual hizo estar on Roqueña, é de allí lo
hizo venir al castillo de Garci Muñoz, donde estu-
vo dos meses, mandándole servir con tan gran pom-
pa oomo si fuese Rey, enviando con él á fablar la
72
GBÓNIOaB da los BBTES de 0A6TILLA.
forma que se ayja de tener de bu despoeoño con
Dofia Juana» bija de la Rejrna Dolía Juana, la qnal
fabamente le ofrecía por mandado del Bey ; ¿ asi
Don Enrique era de todo engafiado ; las quales oo*
sas, aunque sean secretas, no se escondieron al Rey
de Aragón en la provincia de Ampurdan, donde
estaba; á causa de lo cual algunas yeces pensó
prender al sobrino ; é asi esoríbia al Principe Don
Femando su hijo todo lo ya dicho , amonestándole
lo que avia de hacer; el qual siguiendo el mandado
del padre, no quiso acebtar el consejo de algunos
que se ofrescian á lo prender; el qual vanamente
pensaba sefiorear estos Reynos, si su casamiento
oviera efeto. En este tiempo el Serenísimo Rey
Don Juan de Aragón tomó toda la provincia de
Ampurdan, ó todos los puertos della, alguna parte
por fuerza de los moradores, en tanto que los fran-
ceses estaban en Viana, con intención de hacer la
guerra al Conde de Armella, que ya era vuelto de
Espafia en sn tierra.
CAPITULO LXXVI.
De It mierte éú naUteBturtdo Goade d« Amefla, féebt i
triicioo.
Este Conde de Armefia que en tiempo del Rey
Carlos de Francia, padre de Luis, muchos trabajos
avia pasado por las culpas y excesos por él come-
tidos, como oviese ávido en su propia hermana dos
hijos ó la oviese tenido públicamente por manceba
en oprobio de nuestra Santa fe Cathólica , temien-
do las censurss del Santo Padre y las amenazas del
Cathólico Rey, no aviendo venganza de las quere-
llas qne dól se daban por todos los comarcanos, ovo
de ser desterrado de su propia tierra, andando por
el mundo vagando, siendo privado de su heredita-
rio dominio , é después fué tornado en posesión de
lo suyo, que contenía muchas fortalezas é villas é
grandes tierras , en las quales afirman aver mil y
seiscientas plazas de puentes levadizas, en que hay
tres notables ciudades, la una llamada París, que
es Arzobispado, 6 la otra Leytora é la tercera Ro-
dee ; é como ya este Conde fuese restituido, é ovie-
se por mujer una hija del Conde de Fox, el qual
casamiento hizo por quitar antiguas enemistades
que entre dos casas habia , é por mas confirmar el
amistad, algunas veces estos sefiores se juntaban
en sus gasajadas é deportes. Esta amistad turbó la
malicia del Rey Luis de Francia , de toda concor-
dia enemigo, mayormente deseando destruir al Con-
de de Armeña , para lo qual cada día buscaba oca-
siones mostrando del tener grande enojo, diciendo
qne habia fecho guerra á los de Ampurdan en fa-
vor del Rey de Aragón. E porque algún tiempo
avia tenido amistad á los ingles^ ó avia tenido
ocupado el Ducado de Guiana, por lo qual una vez
con su mujer era venido en Fuenterrabía, en tanto
qual Rey Don Enrique de Castilla allí estaba , el
qual en los Rejrnos de Castilla poseía el Condado
de Cangas ó Tineo, por cuyo ruego ovo perdón del
Rey Luis; tornado en sn tierra requerido por al-
gunos que de sus infortunios mucho se dolían , se
vino en la ciudad de Leytora ques muy fuerte , así
por el sitio y altura que tieno, como por algunos
notables edificios , donde determinó esperar qual-
quier fortuna que le viniese. E luego el Rey Luis
le comenzó á faoer cruda guerra, é ninguna cosa
dexó de buscar de qñantas pndo para lo destruir ; é
como el Rey conoscieee aquella ciudad ser inpuna-
ble é perder ol tiempo qne sobre ella eetoviose,
gastando en balde dineros é gentes, determinó que
ninguna cosa le podría aprovechar más qne la trai-
ción para conseguir su deseo, ó con muerte de un
hombre excusar los dafios é muertes de muchos y
ensanchar sn sefiorío, á quien después de la muerte
del Conde pertenescia, como el Conde hijos no tu-
viese que fuesen dinos de heredar su sefiorío. Estas
cosas en la voluntad del Rey asi concebidas, deter-
minó de buscar personas que pudiesen poner en
obra la traycion por él pensada , é ninguna halló
mas á propósito para aquella maldad que el Carde-
nal Trapacense, el qual fué intérprete del malaven-
turado casamiento del Duque Carlos de Quianacon
Dofia Juana, llamada hija del Rey de Castilla Don
Enrique, el qnal algunos pensaban aver seido parte
en la muerte del Duque de Quiana; pero como quie-
ra que sea, después de sn muerte, siempre fué muy
probado é único principal consejero dcd Rey Luis,
no haciendo ningún sentimiento de la muerte del
que tanto en sn vida loaba, mas con alegre cara,
sin vergüenza alguna, iba por las calles con las ma-
las mujeres hablando ; é como el Cardenal mas al
Rey que á Dios obedeciese, é le mandase que en-
trase en la ciudad de Leytora oon siguro del Con-
de é con fe que le diese de trabajar con el Rey que
lo perdonase é perdiese del todo enojo, el malvado
Cardenal con grande instancia procuró la habla con
el Conde de tal manera é oon tanta familiarídad|
quel Conde ya enteramente se confiaba del creyen-
do todas sus palabras; el qual dixo al Conde que si
quería bien librar, entregase al Rey la ciudad é sus
bienes é su vida. El Conde oonosciendo la crueldad
del Rey, dudaba mucho en esto, y deda que quan-
to viviese serviría al Rey con toda la lealtad, y pa-
ra esto daria toda la sigurídad que el Rey deman-
dase, tanto que le dexase vivir en sola aquella ciu-
dad sin injuría de ninguno ni opresión de los pue-
blos, é como ya fuese viejo é pobre, la edad que le
quedaba pasar haciendo penitencia de los grandes
errores en que avia caldo, suplicando al Cardenal
que le pluguiese procurar con el Roy como su justa
suplicación oviese efeto ; é como la fe por ambas
partee fuese dada, el Cardenal entraba fiablemente
en la fortaleza todas las veces que quería, é trata-
ba secretamente como el Conde fuese muerto ; el
qual ninguna cosa de aquello sospechaba. E como
un día el Conde estuviese muy atento en la fabla
que el Cardenal le hacía, por uno de los que con el
Cardenal venían lo fué puesta una daga por los pe-
chos, de que súpitamente murió ; é luego el castillo
fué tomado, é la ciudad ocupada, é asimismo todas
las otras ciudades é villas ó fortalezas que al Con-
MEM0BI4L DB DIVERSAS HAZAÑAS.
78
de peiieneoiáii , diciendo pertenecer al Bey , como
el Conde hijos no toyieeé que heredarlo devieeen;
lo qaal todo ee cree pertenecer á Garlos de Arme-
fia, qnee hijo legitimo sayo. Deete caeo el Oardenal
Trapaoense quedó muy nf ano , como trianfante é
vencedor de maldad tan conoscida, é muy cercano
á la Tolantad del Bey, como fuesen muy conformes
en BUS condiciones.
OAPÍTUIíO Lxxvn.
Oe como el Rey boa Joan do Arafon reeobró It niy noble tHU
áe Perplfian, é la miehedombre de fraBeeses qoel Rey de
Francia enbitf por defender It fertalea qte por él estaba, é por
recobrar la filia.
En tanto quel Rey Luis de Francia se ocupó en
acabar esta obra tan dina de memoria, de hacer ma-
tar al conde de Armefia, que por la forma dicha,
los de Perpifian, mirando la prosperidad que Dios
avia dado al serenísimo Rey natural sefior suyo,
que no solamente oviese recobrado la muy noble
ciudad de Barcelona, mas toda la provincia de An-
purdan, dello por f nersa é dello voluntariamente,
determinaron de lo embiar llamar como le viesen
en su vejes aver fecho eosas notables , dignas de
eterna memoria, <é paresció claramente la divina
gracia ayudarle como en tan grande y decrépita
edad le oviese retomado la vista que algunos afios
avia tenido perdida, é aver muerto todos los intru-
sos en el cetro real á él perteneciente, é oviese qucr
rído alongar de allí tan grande enemigo como era
Luis Rey de Francia, dándoles nuevas ocupacio-
nes ; así los de Perpifian secretamente embiaron á
suplicar al Rey suMefior quisiese venir tomar su vi-
lla, ni tuviese en mucho el poder del Rey Luis en
que tuviese la fortaleza que los franceses tenían
muy armada. El Rey recibió alegremente la emba-
zada de sus fieles vasallos, poniendo luego en obra
lo por ellos shplioado, no temiendo ningún peligro
que venir le pudiese, ni á los de Perpifian les es-
pantó el gran poder del Bey Luis de Francia, te-
niendo en poco qualquiera mal que venirles pudie-
se por recobrar su libertad , la qual por ninguna
otra vía podian aver, salvo seyendosocorrídos de su
Bey. B como la gente de los franceses á ellos mu-
cho desamase, é siempre fuesen enemigos los Oata-
lanes é Aragoneses, é fuese cruel é agena de toda
virtud é incomportable su condición , la qual siem-
pre fué tener oprimidos á los que á ellos se sojuzga-
ban, el magnánimo Bey, ganada la voluntad de sus
fieles vasallos, quiso igualmente con ellos esperi-
montar la fortuna. Ávida esta embaxada, el Bey se-
fialó dia en que los de Perpifian con los franceses
de súpito peleasen, certificándoles en aquel dia mes-
mo sería oon ellos, el qual lo puso así en obra, é los
de Perpifian pelearon tan duramente con los fran-
ceses , que les echaron de la villa , matando é hi-
riendo muchos dellos ; é sin duda si la fortaleza no
tuvieran, donde se retrajeron , maravilla fuera ene-
migo poder escapar de ser muerto ó preso. El Bey
sobrevino al tiempo por él asignado, é mandó lue-
go facer un gran fosado sobre la villa, entrella y la
fortaleza, por la parte por donde los franoesee po-
dian salir á hacer dafio á los de la villa, donde man-
dó poner los ingenios é lombardas para combatir la
fortaleza por dar temor á los franceses é seguridad
á los suyos. E como la provincia de Bosellon sea
cercana á Narbona, á la parte del Oriente, é al Occi-
dente tenga amas provincias, el Bey tovo forma de
tomar la ciudad de Helna, situada en los valles no
muy alongados de Perpifian , que paresoen del al-
tura de los montes Pirineos, que derechamente van
del Occidente al Oriente, é se estiende al medio dia
fasta el mar Mediterráneo y llega fasta el puerto
de Oolibre. Los de Helna quando vieron la magna-
nimidad del Bey que á todo peligro se ponia por
la salud de sus subditos, valientemente pelearon
contra los franceses que la ciudad tenían, y resci-
bieron el ayuda que el Bey su sefior les embió, dan-
do libre entrada á los catalanes y aragoneses de la
provincia de Ampurias en Buisellon. El Bey que-
riendo proveer en las cosas venideras, mandó ha-
cer un grueso muro entre la villa de Perpifian y el
castillo por mucho mas fortificar el fosado que ha-
bla mandado hacer, é desde allí de dia é de noche
el Bey mandaba combatir la fortaleza oon ingenios
é lombardas é con todas las otras artillerías que
aver pudo, de tal manera que gran parte de las tor-
res é muralla le derribaron, de forma que los france-
ses fueron puestos en tanta estreches é necesidad,
que ningún remedio esperaban, salvo el socorro del
Bey de Francia, el qual se i^daba^ como estuviese
ocupado en la guerra del Duque de Borgofia; la
qual quiso dmcar con cierta convenencia que oon él
ovo, é compila entonces mucho al Bey de Francia
aver el puerto de Golibre ; é como la provincia de
Narbona ningunos puertos tenga, é desde Marsella
fasta Golibre no haya lugar para poder estar naves,
salvo allí donde Aguas Muertas se llaman , é allí
suelen muchas veces las galeras estar, así era gran
cuidado á los franceses por recobrar otra ves á Per-
pifian é á Helna, é á los catalanes en recobrar á Go-
libre é otras muchas villas cerca del lemar en los
llanos del Buisellon. Golibre, como estuviese ocu-
pada por valiente gente de Francia, no se pudo re-
cobrar; cobráronse oon todo eso algunas villas,
unas por fuerza y otras por su voluntad. La villa
de Salsas cercana á Narbona convenía tomar, la
qual estaba guardada por muchas gentes de fran- .
ceses : así duró por muchos diss la contienda de los
unos por recobrar aquellas villas, é de los otros por
defenderlas.
CAPÍTULO LXXVIIL
De eono el Harqnéa de Calii Don Rodrigo Posee de León tomó
por eacala el cuUllo de Alanla y deapnes le tond el Dnqne.
Gomo el Duque dcMedina-Sidonia, después de los
debates comenzados entre él y el Marqués de Gáliz,
oviese tenido la villa é fortaleza de Alanis, dio
la tenencia de ella á un escudero llamado Pedro de
Nadal, al qual dio muy pobre tenencia, é como él
74
viese la poca gente que podia aostener, esoríbió ma-
chas Teces al Daque suplicándole le quisiese pro-
veer de gente é de vituallas, con que pudiese aque-
lla fortaleza defender ; é como el Duque no lo pro-
veyese, determinó de Írselo á requerir en persona; ó
venido el Duque, fué avisado que el Marqués se
aparejaba para venir á tomar aquella fortalesa ;
dióle muy poca provisión, é mandóle que muy pres-
tamente so volviese aponer recaudos en su fortalo-
sa, é por mucho que él anduvo, quando llegó ya la
fortaleza era tomada por el Marqués ; á la qual toma
el Marqués avia enviado un caballero de su casa
llamado Christobal Mosquera, hombre no perezoso
ni cobarde, el qual la tomó con muy gran gente
que (lol Marqués llevó, como la fallase acompasa-
da de solos dos hombres ; é luego se apoderó de la
villa é fortaleza. El qual era en ella mucho amado,
é tenia allí grande heredamiento. El mensajero de
la tomada de la fortaleza fué el miserable alcayde,
de lo qual en Sevilla por todos se ovo gran tristeza,
como esperasen las cosas del Duque siempre ir de
mal en peor, como desde Alanis é desde Alcalá de
Quadayra podia defender el paso para Bdja y Car-
mena , é desde Oonstantina eran tomados quales-
quiera que de Córdoba viniesen con pan ¡ é como el
afio fuese menguado, ninguna buena esperanza á los
de'Sevilla quedaba, y ala provincia de León era ocu-
pado el camino , lo qual era siguro si Alanis estovie-
ra guardada, é asi tomada de los enemigos, gran
' clamor en la ciudad se hacia, dando gran culpa é
cargo al Daque de la toncada desta fortaleza. E ovó-
se gran consejo en la ciudad por buscar remedio
para la recobrar, é fueron muy diversas opiniones,
é á la fin visto el dafio universal que en la ciudad se
seguia, aunque al Duque convenia remediar este
caso, como por culpa suya fuese aquella fortaleza
perdida, la ciudad acordó de sacar el pendón , é oon
él mil é quinientos de caballo é seis mil peones, é
partieron así, é oon ellos el Duque, por dar libertad
á la ciudad en lo qual consistia la vida y honra
de todos los ciudadanos de aquella ciudad, y en
la tardanza perdimiento con grande instaiioia é
infamia; é así fueron todos con grande animo é vo-
. luntad por recobrar aquella fortaleza. E salió esta
gente de la ciudad de Sevilla á diez de hobrero del
afio de nuestro Redentor de mil é quatrocientos y
setenta y tres afios. Lo qual como el Marqués supie-
se, llamó á gran priesa sus ayudadores, é como en
Xerez alguna sospecha toviesen, llevó consigo so-
lamente setecientos de á caballo é fuese á Aloalá de
Quadayra, con esperanza que ovo de aver entrada
en la ciudad por algún trato que en ella tenia, el
qual como fuese sentido, los que en el trato eran
fueron enf oreados en vista del Marqués, é sin duda,
si en Sevilla capitán hubiera , pudiera en la pasada
rescibir muy gran dafio, ó Christobal de Mosquera
como era caballero discreto y esforzado, reparó su
fortaleza y esforzó la gente que tenia , esperando
todavía el socorro del Marqués ; el qual pasó sus
batallas ordenadas juntas con la cerca de Sevilla, y
fué' pasar por el vado que se llama de las Estacas ; é
CRÓNICAS DB LOS RETES DE CAffflLLA.
tomó el camino de Alcalá del Rio, el qual en otro
tiempo fué muy bien murado, é agora está derriba-
da la cerca, en la qual villa el Marqués entró é hizo
en ella muy gran dafio ; é alli se detovo dos dias, é
volvió por cerca de Sevilla; é llegando á la puerta
que se llama Gradada, ques una legua de la ciudad,
en la qual avia una torre muy buena questaba por
el Duque, é la tenia un esforzado escudero llamado
Pedro de Montesdooa, mandóla combatir. E como
los de Sevilla esto supieron, determinaron de salir
á defendeila, como les pareciese grave cosa de com-
portar quel Marqués oon tan poca gente tan grande
injuria pudiera hacer á la dudad de Sevilla ; é como
Rodrigo de Rivera, hombre de noble linage, pero
doblado é maneroso, oviere quedado alli como prin-
cipal, no lo consintia, diciendo que guardase su
ciudad, é de otra oosa no enrasen fasta que el Du-
que viniese ; y la torre se combatió , y el Marqués
mandó poner bancos pinjados y de manera que se
pudo cavar por el pie, é puesta sobre puntales le
pusieron fuego, é la mitad de la torre de súpito cayó,
ó mató quatro de los que en ella estaban que avian
valientemente peleado, é otros quatro quedaron en
la mitad de la torre, á los quales el Marques dejó ir
á Sevilla, é llevó consigo al alcayde. T en tanto que
estas oosas el Marqués hacia, el Duque tenia el oerco
sobre la fortaleza de Alanis, el qual determinó de
la combatir por tres partes. £1 un oombate tomó
para sí ; el otro dio á Don Pedro d'Estúfiiga, su cria-
do ; el tercero, que era el mas fuerte é mas peligroso,
dio á Hernando de Rivadeneyra, que era capitán
de la gente del Adelantado don Pero Henrique ; y
en quebrando el alba, el oombate se aoonteoió dura-
mente por todas portes. Christobal Mosquera esfor-
zaba la gente que en la fortaleza tenia, é peleaba
valientemente como buen caballero, dando espe-
ranza á los suyos que el Marqués muy presto los
socorrería. Hernando de Rivadeneyra, como fuese
caballero esforzado é desepao de ganar honra, oon
tan gran fueiza apretó el combate por su parte, que
derribando mucho del muro, puestas las escalas, la
fortaleza también por él se entró, y el alcayde toda-
vía valientemente peleando con los suyos, de ma-
nera que allí fueron muclios muertos é heridos, así
de la una parte como de la otra, é á la fin fueron
todos los de la fortaleza presos, é algunos balleste-
ros que estaban en la fortaleza, que eran del comen-
dador Mayor de Calatrava, el Duque los mandó ir
libremente , é á todos los que de la villa en la for-
taleza halló mandólos enforcar. El alcayde man-
dó honorablemente tratar. E sabido por d Marqués
como la fortaleza de Alanis era tomada con grande
enojo fué á Alcalá de Quadayra. El Duque tardó
en la toma desta fortaleza trece dias é ovo consejo
si desde alli iría con la gente que tenia sobre Alcalá,
donde creía el Marqués estoviese, por ver si le que-
ría dar batalla, ó por ventura si los de la villa, visto
sobre sí tan gran poder , avrian corazón de pelear
contra el Marqués, que tiránicamente los tenia opri-
midos, seyendo ellos vasallos de la dudad ; lo qual
como d Marqués sóplese, dejó á Aloalá la mejor
MEMORIAL DE DIVEBSAl^ HAZAftAa
guarda que pado, y partíose para Xerez. El Daqne
con todas las gentes que traia é con la qoe de Se-
villa mandó venir, qne fueron todos veinte mil
peones é mil é oohodentos de oaballo, se fué para
Alcalá de Gnadayra, donde estovo esperando gran
piesa si f aria algo de lo que avia pensado ; é oomo
su pensamiento fálleselo, él se volvió á Sevilla con
toda sa gente.
QAPÍTULO LXXIX.
De la dolorosi é nal aveslarada nserte de Dos Pedro de Gix-
nan, é de Dos Alonso, hermanos del Diqae de Hedinasldonla;
é;dei desbarato de Don Pedro d*BstdlÍp, éde la prisión de
Don loan, hermano del Onqne.
Oomo entre el Duque y el Marqués se hiciesen
cruel guerra é cada dia oviese recuentos del uno y
del otro , é que á las veces llevaban los unos á los
76
garon á g^an priesa y enviaron un mensagero á mas
andar á Pero Mosquera, rogándole que luego vol-'
viese, é los capitanes de Alcalá, é Qodoy con la
gente que traia fueron paso á paso al camino que
los caballeros de Sevilla Vaian, é fechos todos un
tropel , tomaron un cerro, é como los caballeros de
Sevilla traian todos camisas blancas sobre las ar-
mas, como los vieron los contrarios tomaron las ar-
maduras de cabesa é las lanxas en las manos é man-
daron salir todos los pages de la batalla, é asi vi-
nieron los unos contra los otros , é asi en la mitad
de la ladera del recuesto se dieron de las lanzas , é
cayeron muchas asi de los unos oomo de los otros, é
allí fué la batalla muy duramente f erida por amas
partes, é los caballeros del Marqués estaban ya po-
co menos vencidos ; y estando la batalla en este es-
tado llegó Pero Mosquera con la gente de Marcbena
é dio tan de sópito en los caballeros de Sevilla, que
aei ouo , o que a lao tocob iierauMi ios anuo a loo e aiO VBu ae supivo en ion c»D»uoruv uo odtiii», 4u«
otros ventaja, é á veces los otros, no se pedia des- I los desbarató ; é alli fueron muertos Don Pedro é
to cierta cosa escrebir, pero entre las otras fué una
que se puede bien decir batalla, la qual acaesció
en esta guisa : que como el Marqués tuviese cien
lansas en Alcalá de Quadayra, de las quales eran
capitanes Hernán Darlas de Saavedra, cufiado del
Marqués, é Martin Galindo, hijo del Oomendador
Juan Fernandea Galindo, é de allí hiciesen conti-
nua guerra á los de Sevilla, acaesció que un dia,
miércoles de las tinieblas del afto de nuestro Reden-
tor de mil y quatrocientos y setenta y tres aftos, sa-
lieron de Sevilla Don Pedro d'Estúfiiga, primogéni-
to del Oonde de Plasenoia, é Don Pedro é Don Alon-
so é Don Juan, hermanos bastardos del Duque Don
Enrique de Gusman, é con ellos fasta ciento ó ciu-
quenta de caballo fle hombres muy principales de
aquella ciudad, con intención de acuchillar á los de
Alcalá , si en el campo los fallasen. É oomo Fernán
Darias de Sayavedra é Martin Galindo fuesen certi-
ficados de la salida deetos caballeros de Sevilla, em-
biaron luego decir á Godoy, Alcayde de Oarmona, é
á Pedro Mosquera, Alcayde de Marcbena, rogán-
doles que á mas andar viniesen con la mas gente
que pudiesen, porque ellos avian enviado alguna
gente de la que allí tenian por algunas cosas cum-
plideras al servicio del Marqués ; los quales, vistas
las letras , partieron á mas andar , de manera que
el Jueves de la Oena en amaneeciendo llegaron á
Alcalá con fasta decientes de caballo ; é luego pu-
sieron gran recaudo en la villa é fortaleza, temien-
do que por aventura oviese allí algún trato ; é salie-
- ron los capitanes con docientos é cinquenta de ca-
ballo é siguieron la via por donde creyeron que los
caballeros de Sevilla avian de venir, é hicieron dos
batallas no muy lejos la una de la otra, y estuvie-
ron así esperando gran pieza del dia, é desque vie-
ron que ninguna gente páresela acordaron de se
volver cada uno para su lugar ; é como Pedro Mos-
quera oviese mas larga la jornada, acordó de se ir
luego , é Godoy se detuvo á dar cebada á sus caba-
llos, é los capitanes de Alcalá quisiéronle tener com-
pafiía fasta que fuese á caballo para se partir. T es-
tando así, vieron venir la gente de Sevilla, é cabal-
Don Alonso, hermanos del Duque, é viéndolos, to-
mándolos uno del Marqués á vida é después de co-
noscidos matólos , de lo qual al Marqués pesó mu-
cho ; é Don Juan su hermano preso é á Don Pedro
d'Estúfiiga mataron el caballo é dióle otro un carni-
cero de Sevilla, el qual se salvó á nfia de caballo ;
en la qual batalla murieron otros quince escuderos,
é fueron muertos muchos caballeros así de la una
parte como de la otra ; é fueron presos Monsalve,
criado del Bey Don Juan , é Arellano , hijo del Ma-
riscal Garlos de Arellano , y el Oomendador Pedro
de Oabrera , hermano del mayordomo Andrés de Oa-
brera, que después fué Marqués de Moya, é los dos
hermanos Morales é otros muchos ; é los caballeros
del Marqués ojearon el campo é ovieron gran des-
pojo de caballos, é jaeces, é sillas, é armas, rica-
mente guarnidas ; é así vitoriosos con todo el des-
pojo , se volvieron á la villa de Alcalá , aunque tris-
tes por la muerte de aquellos caballeros é de algu-
nos otros con quien deudo tenian. É allí mandaron
enterrar todos los muertos , salve los dos hermanos
del Duque, los quales embiaron á Sevilla, puestos
en sendos ataúdes, en dos acémilas acompafiados de
alguna gente ; lo qual sabido por el Marqués mos-
tró sentimiento de la muerte de los dos hermanos
del Duque, é puso luto por ellos; é mandó llevar á
Don Juan é á los otros presos á 1« villa de Marche-
ña, donde los mandó bien servir y honorablemoute
tratar. El Duque fué tan remiso é tan poco cuida-
doso, que tomó la salida de tan nobles caballeros de
Sevilla ; oomo ellos saliesen é llegase al Duque un
pastor é le dixese: cSellor, yo sé cierto que en Al-
calá son venidos asas gAeqiedes, é por eso seria nes-
cesario que mandasedee enviar mas gente á los se-
fiores vuestros hermanos»; é como allí se hallase
Rodrigo de Rivera, dixo al Duque : cSefior, no cu-
réis de enviar mas gente, que para el ayuda que
puede venir á los de Alcalá asas basta la gente
questos caballeros llevan»; é oomo fuese presente
Alonso de Palencia, ooronista, dizo al Duque: «Si
bien seria que V. SL* mandase enviar alguna mas
gente, que de las cosas dudosas siemgre debe tomar
76
CRÓNICAS DE LOS RETES DE CASTILLA.
lo mas segaro.» £1 Daqae como hombre adormido
éimpróyido,re80Íbió tac gran dafio de que otros
muy graodea daftoa ó malee se sigaieron , por dejar
de creer á qaicn buen consejo le daba,
•
CAPÍTULO LXXX.
De li feoidí áe D. Bnriqae Fortant «■ CaitiUa, é 4e U forma
qoe el Rey Don Enriqoe con él tavo.
El Rey Don Enrique determinó de embiar por
Don Enrique Fortuna , para lo qual ordenó de le
embiar embaxadores de autoridad que de parte suya
lo llamasen é le ofresciesen el oaaamiento de Dofta
Juana, hija suya, con esperanza de haber estos Rey-
nos después de su fallesoimiento , para lo que avia
consentimiento , no solamente de los Grandes , mas
aun de los procuradores de las ciudades ó villas de-
líos; en tanto que algunas cosas se emparejaban ó
Don Femando é Dofta Isabel eran desterrados, lo
que ligeramente sería de acabar que Don Enrique
Fortuna se viniese á la villa de Requena, qnes cer-
cana á Yalencia, donde el Rey embiaria gran copia
de dinero en plata é caballos é muías ó todas las
cosas á su estado oonv inientes. Oida esta embaxada
por Don Enrique creyó todo lo que era dicho, ó su
madre para la venida le dio muy gran priesa olvi-
dando los beneficios rescibidos del Rey de Aragón
su tio, é no aviendo memoria del juramento é ome-
nage que tenia hecho de no hacer cosa de si, sin sa-
biduría é consentimiento suyo, oonosciendo las mu-
dansas que en el Rey Don Enrique avian, el qual
sin mas pensar se vino á Requena. Este Don Enri-
que Fortuna faó hijo del Infante Don Enrique her-
mano de los Royes de Aragón Don Alonso ó Don
Juan, el qual fué Maestre de Santiago , caballero de
gran virtud , por cuyo merescimiento el Rey Don
Juan de Aragón no solamente dexó de punir ó cas-
tigar los excesos de Don Enrique Fortuna, mas tra-
tándolo como á hijo le hizo siempre merced é bene-
ficios, é como por su mala gobernación oviese per-
dido la ciudad de Segorve, que por derecho heredi-
tario era suya , é no la pudiese recobrar, le dio re-
compensación de aquella en la provincia de Am-
purdan, una muy noble villa llamada Castillon, lo
qual todo olvidado, Don Enrique ensoberbecido con
vana esperanza se vino á Requena , é desde allí el
Marqués le hizo venir en el castillo de Qarcimufioz^
en el comienzo del mes de hebrero de mil y quatro-
dentos y setenU y tres afios como pensase muy li-
geramente los príncipes sus primos podian ser des-
truidos, y el Rey de Aragón preso en poder del Rey
Luis de Francia , ó que él podia poseer á Valencia é
al Reyno de Aragón con ayuda del Rey Don Enri-
que , que ya oreia ser su yerno, lo qual todo después
sucedió muy lejos de su pensamiento.
CAPÍTULO LXXXI.
De como el Rey de Gnaada por feeru de armu recobró la villa
. de Cárdela.
Haciéndose la guerra duramente entre él Duque
de Medinasidonia y el Marqués de C¿Iiz, en un dia
del mes de Agosto del afto susodicho, el Rey de
Qranada sacó muy gran gente , é vino á poner sitio ■
sobre la villa de Cárdela; lo qual como supiese el
Marqués de Cáliz, determinó de la ir socorrer. É co-
mo d Duque de Medina supiese la gente quel Mar-
qués allegaba, sacó muy gran gente de Sevilla, é
vínose por la villa de Utrera, de lo qual como el
Marqués fuese certificado, como quiera que ya te-
nia mucha gente ayuntada,. así de sus vasallos como
de sus valederos, vióse forzado de dejar de ir á so-
correr á Cárdela, temiendo que el Duque viniese
por le tonwur á Xerez. El Rey de Qranada, temiendo
que Cárdela sería socorrida, dio tan gran priesa en
el combate, que aunque los christianos que en ella
estaban se ovieron valientemente, é la defendieron
valientemente quanto pudieron, al fin ovieron de
retraerse á la fortaleza ; é como los mas de los chris-
tianos estoviesen heridos, ovieron de darla con con-
dición que libres les dejasen ir, y asi el Rey de
Qranada recobró la villa de Cárdela , é así fueron
llevadas las cruces é cálices é campanas é todas otras
cosas sagradas que el Marqués allí avia dado, é la
iglesia fué tomada mezquita , de quel Marqués ovo
muy entrafiable sentimiento, é propuso de perder la
vida y estado ó aver venganza del Duque, á causa
del qual aquella villa se avia perdido. £1 qaal com-
bate los moros hacían peligrosamente, y el Rey con
un terciado y una adarga les dijo: «Arriba, per-
ros, que hoy será Cárdela de Morosji Avia Rey nue-
vo en Qranada.
CAPÍTULO LXXXIL
De eeno el Marqaét do Calis tomé por escala la villa y forlalesa
de MediAasIdoola.
Estando el Marqués muy lastimado por la pérdi-
da de Cárdela, cada dia andaba buscando como pu-
diese dafiar al Daque en oosa que mucho le dolie-
se, para lo qual mandó á Bemal Diafies, el qual
avia sido Alcalde algunos dias en Cárdela, que se
fuese á estar en la torre de Lopera quel Marqués
avia tomado á Payo de Ribera, que desde allí ha-
da grandes dafios é males á todos los carainantea
así naturales como estrangeros. El qual estando en
aquella torre, como fuese cerca de Medina é fuese
en invierno, iba muchas noches por tentar aquella
fortaleza é hallábala ámal recaudo, donde no pá-
resela velar mas de un viejo, é la mayor guarda que
en ella avia era raochedumbre de perros que de dia
tenían atados , é de noche soltaban por la f oitale-
za. É Bemal Diafiez , que muchas veces venia sin-
tiendo aquellos perros, conosoió no se poder escalar,
pero con todo no dejaba de venir muchas noches á
tentar aquella fortaleza, en la qual era Alcayde un
caballero llamado Pedro de Basurto , el qual como
quiera que era casado, dábase tanto á mugeres, que
pocas veces durmia en la fortaleza, é á fin de no
gastar no tenia gente, é todo su gasto era en caba-
llo y en jaeices, de que mucho se preciaba, é no te-
nia mas en la fortaleza de dos viejos. É como la ma-
dre de este Alcayde oviese grande enojo de su mal
MBMOBUL DB DiVEftBAB HAZAÍf AS.
Í7
▼iviri é yiafle la fortaleza tan mal aoompafiada, é
machas veoes lo ovieee refiido al hijo é que ningu-
na ooea le aproyeohaae, á fin de que tomase gente,
mandó matar todos los perros. É como Bemal Dia-
fies á menudo yiniese á requerir aquella fortalesa, é
una noche llegare allí é ning^ perro ladrase, ni
oyese mas de una vela, la noche siguiente trajo sus
escalas é suhió á la fortaleaa, é yido el mal recaudo
que en ella aria , é continuó esto algunas veces ; é
como conosció sin peligro poderse aquella f ortalésa
tomar, Tenida la Pasqua de Navidad , Bemal Diafies
se fué para el Marqués é le hizo relación de todo lo
pasado ; é luego el Marqués mandó llamar á Don
Diego, su hermano, é á Pedro de Vera, Alcaide de
Arcos, á los quales dio gente escogida de sus cria-
dos, é mandóles que siguiesen á Bemal Diafiez, ha-
ciendo fama que ihan á tierra de moros por hacer
algún hecho sefialado. É así Don Diego partió de
Xerez la primer noche de Navidad, é tomó el cami-
no de la ciudad de Arcos, é anduvo dos dias por los
montes por desatinar la gente , é la tercera noche de
Navidad, que fué á veinte y siete dias del mes de
Diciembre del afio susodicho, llegó á la fortaleza
de Medina, é como la noche fuese muy escura é hi-
ciese gran niebla, no fueron sentidos. É Don Diego
mandó al Alcayde Pedro de Vera que siguiese á
Bemal Diafiez, y embió con ellos cien escuderos,
hombres principales, para que fuesen á poner las
escalas ; é Don Diego quedó con toda la otra gente
de caballo é de pié para socorrer, desque la fortale-
za fuese escalada, media legua ó algo mas ; la qual
se escaló sin ser sentidos, é como ya estuviesen en-
cima é la vela que andaba rondando llegase á ellos
ñn sentir ni ver cosa alguna, con la grande oscuri-
dad, fué luego preso é pusiéronle los pufiales á los
pechos, diciendo que lo matarían si voces diese. É
luego subió toda la gente, é dos ó tres fueron con
aquella vela á la torre del omenage, é mandáronle
que llamase, diciendo que el Alcayde venia, el qual
dormía fuera de la fortaleza ; é dos pages que en la
torre estaban abrieron la puerta creyendo que el Al-
cayde venia ; los quales fueron luego presos é ame-
nazados que callasen ; é dieron luego las llaves de
la fortaleza á Pedro de Vera, el qual fué luego á
abrir el postigo por el qual Don Diego entró con
toda la gente que de fuera avia quedado ; é todo lo
dicho ninguna cosa se sintió por la madre del Al-
cayde, ni por su mujer, ni por los esclavos y escla-
vas que en la fortaleza estaban. É luego Pedro de
Vera fué al palacio donde estaba la madre del Al-
cayde é su muger é sus hijos, é cercóles el palacio
por defuera, é tomadas ya todas las torres é apo-
sentamiento é todas las cosas que en la fortaleza se
haDaron , Don Diego envió un hombre de á caballo
á mas andarí á dedr al Marqués lo que era hecho, el
qual anduvo tanto, que partió de allí á media noche
é llegó á Xerez en quebrando el alba. É la tercera
noche de Navidad la fortaleza se escaló; é como
Don Diego mandase á toda la gente del Marqués
que en la fortaleza estaban que diesen una gran gri-
ta, y el Alcayde lo oyese, vino como hombre turba-
do oon fasta dnquenta ó sesenta hombres, é llegan- .
do cerca de la fortaleza salieron algunos de los que
en ella estaban é comenzaron á pelear, y el Alcayde
Diego de Basurto, hombre desesperado, metióse tan-
to en los enemigos, queriendo quebrar una cadena
de la puente levadiza, que fué ferído de una lanza-
da por la boca que le pasó al colodrillo, de que lue-
go súpito murió ; é así juntamente perdió la vida é
honra é bienes y el ánima é fué en tan gran peligro
quanto paresce que debe ir, según se dice de su vi-
da. É muerto, dijo Pedro de Vera á su madre y her-
manas que estaban en un palacio encerradas, que lo
tomasen allá, que estaba muerto. Respondió la ma-
dre que el que lo mató que lo pusiese en cobro, sin
tomar voz ninguna ni hacer ningún sentimiento. B
afírmase que los muebles que le robaron valían mas
de un quento. B sin duda, si este malaventurado Al-
cayde oviese leído la segunda partida, no pusiera
en tan mal recaudo su honra é su vida ; la muerte
del qual á todos los Alcaydes debe ser enjemplo,
para que sepan poner cobro en las fortalezas que les
son encomendadas. Sabida esta nueva por el Mar-
qués, ovo grande alegría, é mandó repicar las cam-
panas é salió de la ciudad de Xerez con quatrocien-
tos de caballo , é fuese á Medinasidonia. Llegando
á la ciudad, los vecinos della le salieron á rescibir
é le besaron la mano como si fuera su sefior natu-
ral, de lo qual fué causa la enemistad que los mas
de los vecinos tenían con el Alcayde, é les injuria-
ban é les quitaban las mujeres por fuerza, aunque
algunas veces se quejaban al Duque del , y ningún
castigo en ello puso. El Marqués dejó por Alcayde
en la fortaleza de aquella ciudad á un hermano de
Pedro de Vera, llamado Martin Qomez, y encomen-
dó la justicia á Francisco de Vera, jurado de la ciu-
dad de Xerez, é basteció la fortaleza de gente é ar-
mas é de todas las vituallas nescesarías , é hizo re-
parar la fortaleza, é mandó hacer en ella una bar-
rera á la parte donde fué escalada, y una cava asaz
honda ; y estas cosas así hechas, el Marqués se vol-
vió á Xerez, é mandó que Pedro de Vera tomase
todos los bienes del Alcayde Pedro de Basurto por
le satisfacer de quanto el Duque tomó á Xtmena,
teniéndola este Pedro de Vera, donde entonces Pe-
dro de Basurto ovo todos sus bienes. É volviendo
el Marqués á Xerez, fué certificado cómo el Duque
era salido de Sevilla con muy gran gente, pensan-
do poder socorrer á .Medina, é como por mensage-
ro cierto fuese certificado la fortaleza é ciudad eran
pacíficamente por el Marqués, volvióse á Sevilla
con gran tristeza y enojo, al qual tomó la nueva
llegado á Librixa.
CAPÍTULO LXXXIIL
De loi snaéei áafios acseieldoi es !■ ciscad de Góréoki.
De las diferencias é guerras pesadas entre el Du-
que de Medina Sidonia y el Marqués de Oalis, resul-
taron grandes males , no solamente en la ciudad de
Sevilla, mas en Oérdoba y en Sanlúcar é la mayor
parte del Andalucía. E como en aquellas ciudades
78
loB príndpeB Don Femando é Dofia IsAbel foeaen
mucho amados, algonoa qne bu aeryicio no d«ea-
ban, proonraron de meter gran cisafia entre loe
Christianoa YÍejoaó nneyoe, especialmente en la ciu-
dad de Córdoba, donde entre ellos avia grandes ene-
mistades ó grande envidia, como los ohristíanos
nuevos de aquella ciudad estoviesen muy ricos y les
viesen de contino comprar oficios de los quales usa-
ban soberbiosamamente, de tal manera que los
christianos viejos no lo podian comportar. E como
Don Alonso de Aguilar toviese aquella ciudad por
estonce enteramente á su mandar é querer, favores-
cianlos quanto podian por grandes servicios que le
facian, é tanto eran de Don Alonso favorecidos, con
la amistad y envidia que dellos tenían y aviendo
quien siempre afiadiese discordia entre estas gentes,
de tal forma que esta causa se ovo de hacer una con-
juración en la ciudad so color de donación, en que
entró la mayor parte della , á la qual llamaron her-
mandad de la ciudad, hicieron en ciertos dias pro-
oisiones , mostrando hacerse con grande devoción ;
é acaesdó que un dia yendo así la precisión, una
moza de edad de ocho ó dies afios derramó una poca
de agua por la ventana de una casa de un conver-
so, la qual cayó encima de la imagen de nuestro
Sefíora; é como allí fuese un cetrero, qne en aque-
lla cofradía ó hermandad era ávido por muy prin-
cipal, di6 muy grandes voces diciendo aquellos ser
meados echados á sabiendas, en injuria é menospre-
cio de nuestra santa f é católica , ó á grandes voces
diciendo : cVamos todos á vengar esta gran injuria,
é mueran todos estos traidores é herejes.» E como
los chistianos viejos tuviesen el odio concebido con
los conversos, iban todos juntos por quemar las ca-
sas de los conversos ; é como por allí pasase un es-
cudero del Alcayde de los Donceles , llamado Pedro
de Torre blanca, hombre de sana é buena intención,
comenzó á decir que no hiciesen tan gran movi-
miento y escándalo , de que se podía seguir muy
gran dafio é deservicio á Dios é d Rey ; é como es-
tas cosas dixese, el cetrero le dio una grande heri-
da , é luego vinieron muchos en ayuda de Torre-
blanca, y allí se comenzó muy gran pelea y el her-
rero con los de su compafiía se fué huyendo á San
Francisco, é de súpito se llegó allí mucha gente, é
Don Alonso de Aguilar vino allí á muy gran priesa
no solamente por el dafio que Torreblanoá avia res-
dbido, mas por escusar el dafio qpe esperaba que de
aquello se avia de seguir. B como Don Alonso allí
llegase, el herrero salió primero, ó habló á Don
Alonso con gran soberbia , lo qual Don Alonso no
pudiendo comportar, le tiró una lanza de que le pasó
de parte á parte, que luego murió; y Uevado á su
casa el herrero muerto, afirmaron que milagrosa-
mente era vivo, de que ovo muy gran turbación en-
tro los conversos, é se fueron retrayendo á sus bar-
rios é casas , donde se aparejaron para su defensa ;
é muchos christianos viejos fueron á casa del herre-
ro dando muy grandes voces, diciendo que era vivo
é sano , é así lo fueron publicando por toda la du-
dad, á causa de lo qual la mayor parte de la ciudad
ORÓNIGAB DS LOS RETES DE OASTILtiA.
se levantó por matar é robar los conversos. E como
Don Alonso de Aguilar ay ostoviese, salió armado
é con gente de caballo pensando escusar el gran
dafio que estaba aparejado ; ó vino ala casa dd her-
rero creyendo con su presencia poder pacificar aque-
lla gente ; é como en aqnella ciudad estuviese un
caballero llamado Pedro de Aguayo, hombre codi-
cioso, trajo consigo muchoa de sus vecinos, con
voluntad é propósito de robar sin vergüenza é aca-
tamiento de Don Alonso. Comenzó el robo, y allí se
hizo muy gran pelea , é fueron tirados por los del
pueblo muchas piedras á Don Alonso, de tal mane-
ra qne se ovo de retraer ala fortaleza ; é así por to-
das las calles de la dudad se comenzó gran pelea
entre los christianos viejos é nuevos ; en el qual
tiempo se fallaron allí muchos labradores que ve-
nían al mercado, los quales publicaron por toda la
comarca el estado en que aquella dudad estaba , á
causa de lo qual muchos vinieron á robar ; é como
quiera' que algunos de los hidalgos de la dudad
ayudasen á los conversos, conosdendo la maldad
con que eran muertos é robados, muchos dellos, vis-
to la muchedumbre de los robadores , diéionles lu-
gar, é ad todas las cosas de los conversos ó algunas
de los christianos viejos fueron quemadas 6 puestas
á robo, ó matronas desonrradas, ó algunos muertos;
é ningún linage de crueldad quedó que aquel dia
no se ejecutase por los robadores ; lo qual acaesoió
en diez y déte dias del mes de Abril dd dicho afio
de setenta y qnatro. E la pelea duró dos dias oontír
nos, en que mucha gente murió, así de la una parte
como de la otra , é al tercero dia se hizo el robo ge-
neral ; en el qual dia muchas mas casas fueron que-
madas, é los que por los campos fueron vistos por
los labradores luego los mataban ó robaban ; é fué
hecho pregón por la ciudad que todos los conversos
fuesen para siempre privados de los oficios públicos
della, éde los que escaparon muy gran pártese fuá
á la villa de Palma, donde por exemplo de lo de
Córdoba, así allí como en Edja y en Xerez, hicie-
ran otro tanto si lo condntieran los sefiores qne las
gobernaban ; y en Andami y en Montero y en la
Rambla fueron robados ,y lo mesmo hicieron en Ca-
bra, d el conde de Cabra Don Diego Hernández,
sefior della, lo oondntiera ; el qual en algunos qne
comenzaron á robar hizo muy crudo castigo ; y en
la villa de Almodovar del Campo algunos conver-
sos fueron muertos é robados por mano de los la-
bradores, los principales de los quales fueron en-
f oreados por mandado de Don Rodrigo Jirón, Maes-
tre de Calatrava , é donde quiera que no habia quien
los pueblos castigase, semejantes robos se facian.
CAPSULO LXXXIV.
fe
De li mveric áel Coidetlable Don Miguel Lucas, é del robo de
Bttclioi eonversoe moradores en la dudad de Xerei.
En este tiempo entró el Rey de Granada podero-
samente á correr las ciudades de Ubeda y Baeza
quemando é talando gran parte do la tierra con dos
mil de caballo á quince mil peones; por lo qual el
MSMOBtAL Í>B DIVEBSA8 HAZAJfA&
1^
Condestable Don Migael acordó de tomar nn puerto
oon qoinientoB de caballo é tres rail peones por ha-
cer daño en los moros. E vista la mnchednmbre de-
UoB, el Condestable receló de continuar lo comenza-
do , lo qnal dio osadia á los moros de pasar oon sn
presa de que los de Xaen daban muy gran culpa é
cargo á la flaqueaa del corazón del Ck^ndestable sn
capitán, como es cierto que, según el lugar donde
estaban, si él quisiera lo que caballero debía, los
moros podían recibir muy gran dafio , é luego co-
menzaron todos entre si de murmurar é decir mal
del Condestable, é buscar algunas novedades, é no
tratarlo con el acatamiento ni reverencia que solian,
é hízose entre algunos del pueblo conjuración en
que se cree cupiese Gonzalo Mexía, caballero de no-
ble linaje, el qual tomó algunas torres de aquella
ciudad, é puso en ellas gente de armar para su de-
fensa , de que el Condestable ovo grande enojo ; é
luego mandó llamar gente é comenzóse la pelea mu-
. oho mas grande de quanto el Condestable pensaba,
en la qual murió un caballero llamado Diego de Que-
sada, pariente muy cercano de Dofia Teresa de Tor-
res, muger del Condestable. A todos los do la parte
contraria pareado que ya no pedia bien venir des-
pués de la muerte de aquel caballero , si algún re-
medio no se buscase, por quien pensasen ser esemi-
dos de la dura servidumbre en que estaban, sefio-
reados por el Condestable , contra la condición de la
gente de aquella ciudad , la qual siempre sufrió de
mala voluntad sujeción. B como fuesen asi muchos
armados, discurriendo por la ciudad , diciendo que
querían saber qué mandaba hacer el Condestable,
como entrasen todos en una iglesia donde él acos-
tumbraba á oir misa é hacer sus ayuntamientos,
cerno el Condestable pusiese las rodillas para hacer
oración, uno del pueblo que mas cerca del se halló,
le dio un tan gran golpe con una ballesta de acero
en la cabeza, que dio con él en el suelo , é todos los
que cerca del estaban le firieron con lanzas y espa-
das de tal manera que, no quedó en él sefial de
persona humana. B luego todos juntos fueron robar
é mltar los conversos ; y en tanto que la multitud
del pueblo en aquello se ocuparon, Dofia Teresa de
Torree, muger del Condestable, oomo fuese muy
noble é de gran corazón , temiendo la crueldad é
maldad de aquella gente, con sus hijos é con los
hermanos del Condestable, se metieron en la fortale-
za, é la basteció de gentes é de armas é de todas las
otras cosas nescesarías , de tal manera que hacian
cruel guerra á los de la dudad , donde muchos de-
llos fueron muertos. B tal fué la maldad de los del
pueblo de Xaen , que no contentos de la muerte del
Condestable é de los conversos , que sin causa al-
guna avian muerto , fueron en un lugar llamado
Torre del Campo, cercano á la dudad de Jaén, é
combatiéronlo é mataron al Alcayde llamado Juan
de Marruecos, é á su muger é hijos y esclavos é ser-
vidores, é robaron la torre : tan grave fué la rabia
desta crueldad ; é como ya conosciesen los grandes
males que habian fecho é dello se arrepintiesen,
acordaron de retornar en la ciudad los caballeros y
escuderos que el Condestable avia desterrado por se
ayudar dellos para la defensa de aquella ciudad, é
oostrefiidos por necesidad , acordaron de mitigar el
rigor, embiando por Fernán Lucas comendador de
Oreja, é por Martin Lucas, comendador de Monti-
zon, é por consentimiento de la Condesa viuda Dofia
Teresa los dierOn la administración déla dudad.
CAPÍTULO LXXXV.
De eómo •• declaró el esfefio qve el Rey Dos Biriqse flxo á
Don Enrique Portont con ana eipennu de etMinleito tnyo eos
Dofta Jama hija de la Reyna.
Estas oosas así pasadas , el Maestro Don Juan Pa-
checo páreselo ser tiempo de declarar el engafio que
el Rey habla fecho á Don Enrique Fortuna, dicién-
dole cierto del casamiento suyo oon Dofia Juana
llamada su hija, pasando tiempo con él, hadéndole
venir á Requena é al castillo de Garcimufioz, é des-
pués á la villa de Madrid, donde estaba muy pobre
é^ amenguado, en tanto que oostrefiido por estrema
necendad , se ovo de ir al conde de Benavente su
primo , con el qual estuvo algún tiempo asaz men-
guado oon su madre donde estovieron é sintieron la
pena de su ligero creer. Y en este tiempo el Rey
Don '^Enrique y el Maestre de Santiago no olvida-
ban de revivar el casamiento del Rey de Portugal
que dias avia tenian asegurado con Dofia Juana,
hija de la Reyna Dofia Juana , oon esperanza de ha-
ber estos Reynos después del fallescimientodelRey
Don Enrique ; é óvose consejo muy secreto que el
Rey de Portugal ayuntase todo el tesoro que pudie-
se y aparejase las gentes de su Reyno de caballos é
armas é de navios é de todas las otras cosas necesa-
rias pi|ra facer guerra, socolor queso aparejaba para
pasar allende para hacer guerra á los moros, en
tanto que se trabajaba para delgazar el poder de los
Principes Don Fernando é Dofia Isabel. E como ya
ovieseopremido los pueblos del Andalucía, que mas
opremir deseaba, á los unos por robos é muertes, é á
los otros por temor, al Duque de Medinasidonia
que seguia la parte de los principes avia fatigado
é fatigaba por cruel guerra que el Marqués yerno
del Maestre le avia fecho é fada continuamente; las
quales cosas procedieron de la pereza é flojedad del
Rey Don Enrique, é por la malida de los que cerca
del estaban , á quien placia de todos los dafios y es-
escándalos en estos Reynos aoaescidos, creyendo
por aqudlos poder mas sublimar sus estados é acre-
c-entar sus rentas, con ayuda general de- la fé pu-
blica dallos.'
CAPÍTULO LXXXVI.
Del cerco de Perpifiao é del Consejo que le oto para qne el Prín*
cipe Don Femando fneae á socorrer al serenlsiaio Rey sa
pa4re.
En tanto que los Reynos de Castilla é de León tan
grandes trabajos sostenían , é los catalanes pensa-
sen en algo de sus trabajos ser aliviados, después de
aver recobrado á Perpifian , ninguna otra oosa les
to
OBONIGAS DB LOS BBTIS DB GAffTILLA.
pATMia de advaraidad lee quedar, ealvo loe caeti-
Uoe de aquella villa é de Ck>libre , que los íranoeeea
tenían. £1 Bey Luis de Franoia eufría de mala vo-
lontad qae el Rey Don Juan de Aragón ovieae reco-
brado las yillaB de Perpifian é de Helna é por eao
trabajó de se oonoertar con el Duque Cárloa de Bor-
gofii^ porque pudieee todas sus fnersas poner para re-
cobrar á Perpifian , para lo qnal ayuntó gran copia
de gentes, con los quales embió estrenuos é valien-
tes capitanes, é con ellos al Cardenal Trapaoense, y
al llamado Albaoense, oomo superior é amonestador
de las oosas que facer se debían. Esto sabido por los
catalanes ó aragoneses, que con su Bey agravado en
tanta vejes estaban, suplicaban al Bey que le plu-
guiese de dejallos el cargo de la defensa de aquella
villa, é pusiese su persona real en mas seguro lu-
gar ; ni quisiese ponerse en peligro tan conocido,
como sola su libertad podía mucho mas aprovechar
á los trabajos de sus subditos que si igualmente é
ellos fuese coreano, porque les pareeoía ser necesa-
rio de embíar sus mensageros al Principe Don Fer-
nando su hijo, los quales le amonestasen que todas
las cosas dejadas en Castilla, viniese socorrer á su
padre , oomo él fuese en estremo caballero é mancebo
é pudiese prestamente discurrir por las provincias
cercanas á los Beynos de Aragón, el qnal podía
traer gran copia de gentes para resistir álos enemi-
gos ¡ lo qual si dejaba de hacer con gran corasen ó
duresa , ponía en peligro su persona real con gran
infelicidad suya é miserable servitud de los suyos.
A lo qual el fortisimo Bey respondió : cCaballeros,
mucho estoy maravillado de la prudencia y virtud
de vosotros como ayaís ávido el honor que resoe-
bístes con lag^^erra, pensásedes agora la verdadera
salud de Perpifian é de todo el Condado de Buyse-
' \1on no estar en mí presencia, que yo estando nin-
gún espanto nos puede hacer el ezércíto de los
franceses por grande que sea; é sí yo me par-
tiese, por la opinión concebida ser de miedo, los que
cerca de mi estando, serían valientes, con mi ausen-
cia enflaquecerían , é por aventura darían la villa ¿
miserable sujeción ó podía ser que algunos de los
moradores della se inclinar á la dar por traición.»
E visto el propósito del Bey, los aragoneees é va-
lencianos é catalanes que allí estaban acordaron de
embíar sus embazadores suplicando al Príncipe Don
Femando quisiese venir ayudar á su padre puesto
en tan decrépita edad, entre tan grandes trabajos é
peligros. Bstas cosas oídas por él Bey mandó lla-
mar generalmente á todos que viniesen á la iglesia
mayor, donde algunas veces mandaba hacer sus
ayuntamientos , é allí en presencia de todo el pueblo
hÍEO un juramento en forma de nunca se partir de
Perpifian fasta tanto que aquella villa fuese librada
del temor que tenía del cerco venidero de los fran-
ceses, quitando mucho la venida dellos con gran
muchedumbre de gentes , las quales pensaron opre-
mír al Bey é á todos los de la villa por contíno com-
bate de tiros de pólvora é trabucos é ingenios é por
hambre, apretándolos de tal manera, que do nin-
guna parte le pudieee venir socorro, mayormente
como les pareciese que el atajo que el Bey avk
mandado facer entre la villa é la fortalesa no pedia
ser bastante para se poder amparar é defender; é
tenían los franceses dlende desto esperansa de ha-
ber la villa por traídon de algunos moradores da-
lla , é creian el Bey tan viejo no podría sostener tan
grandes trabajos é fatigas , é convenille ya enco-
mendar el cargo algunos de quien los moradores de
la villa no acatasen con reverencia, lo qual por
derto mucho lejos acaescíó del pensamiento de los
franceses oomo el valientísimo Bey desde la horade
la nona armado , encima de un caballo andaba de
estancia en estanda , requíríéndolas é poniendo en
oada una un estrenuo caballero por capitán, é gen-
tes escogidas para las guardar é con maravillosa so-
licitud ninguna cosa le quedaba de proveer en todo
lo necesario ; pero con todo eso los franceses tenían
en poco la virtud del Bey confiando en la traición
que algunos días estaba puesta en obra, oomo tu-
viesen una mina fecha desde el campo, que entra-
ba en la casa de un traidor hombre muy principal de
aquella villa ; é oomo la gente de los ¿ranoeses de
súpito saliesen por aquella casa, el Bey que en to-
das las calles avía fecho contraminas, temiendo
aquella traición poderle ser fecha, socorrió con
muy gran prestesa con quarenta caballeros, é en la
mitad de la noche valientemente combatió aquella
casa de tal manera que todos los franceses que por
la mina entraron ninguno quedó que no fuese muer-
to ó preso , y en los otros que de fuera estaban se
biso tal dafio , que pocos dellos volvieron sanos á la
fortalesa, é todo aquel día los franoeses gastaron
en proveer los caminos oomo no tuviesen mucha es-
peransa de aver la villa por combate, ó los france-
ses hicieron en tomo de la fortalesa tres fosados,
porque los catalanes é aragoneses aunque eran po-
cos en comparación de la muchedumbre de los fran-
ceses, no pudiesen entrar en la fortalesa épor la
tardansa del tiempo con la hambre oviesen de dar
la villa; é como en este tiempo los que en ella esta-
ban con Don Juan, Arsobispo de Zaragosa, ^hijo
bastardo del Boy de Aragón, corrían el campo é
traían provisiones á Perpifian, é hacían grandes da-
fios en los franceses, pero con todo eso los de Per-
pifian, temiendo el largo cerco, enviaron sus mensa,
geros al Principe Don Femando , suplicándole se-
gunda ves no tardase de venir socorrer á su padre,
oomo el cerco cada día mas amenasase la toma de
aquella villa, según la muchedumbre de los enemi-
gos que cada día mas se acrecentaban , como la vo-
luntad del Bey Luís de Francia mas atenta en esto
fuese que en otra cosa, é si por batallas á banderas
desplegadas no eran socorridos, dífioíl sería, ó mas
verdaderamente hablando, imposible no ser muer-
tos por hambre. Visto este mensaje por el Príndpe,
aunque continamente pensaba venir socorrer á su
padre, determinó de aver d consejo de la Princesa
Dofia Isabel, su uiuger, é del Arsobispo de Toledo,
los quales como quiera que conoedesen quanto dafio
venían en las cosas de Castilla por la partida del
Príncipe , paresoioles ser cosa rasonable de dejar to-
itEUOBtAL DE DIVBBSAS HAJZAff AS.
él
do8 loA otnNi negooioB por socorrer en tan estrema
nescesidad donde pendia la vida del padre é la liber-
tad de loe fieles oaballeros é vasallos suyos, é que
oonvenia sin tardanza alguna la partida suya poner-
se en obra , como quiera que al Arzobispo quedaba
gran cargo después de la partida del Príncipe con
muy delgada sustancia, después de aver hecho muy
grandes despensas ; é como entonces Troyllos Car-
rillo tuviese siete mil florines por aver el derecho
del Condado de Agusta en la isla de la ulterior Ce-
cilia, mandó el Arzobispo que los diese para pagar
sueldo de decientas lanzas que con el Principe fue-
sen por dos meses , sin que el Bey de Aragón ni el
Principe les oviese de dar cosa alguna. El Principe
loó mucho la mananimidad é liberalidad del Arzo-
bispo , é todos los otros grandes que á los Principes
seguían se ofrecieron de le hacer mas largo servi-
cio, los quales todos con palabras satisficieron, sal-
vo solamente Don Alonso Manrique , hijo mayor del
Almirante Don Fadrique, el qual trajo setenta lan-
zas muy escogidas é algunos otros peones hijos-dal-
gos que quisieron ir á servir al Principe , con la
qual se acrecentó el número de la gente que el Prin-
cipe llevó en Aragón fasta quatrocientas lanzas, lo
qual incitó á los de Zaragoza á hacer ayuda al Prín-
cipe con decientas lanzas é á los de Valencia no me-
nos movió la ida del Príncipe é la calidad de tan es-
trema nescesidad en que su padre estaba. E con es-
tas gentes el Príncipe continuó su camino fasta lle-
gar en Perpifian.
CAPÍTULO LXXXVII.
Del blesiTsatirido toeeto qse ovo el Principe Don Fenrado ee
It Ida de PerpMín, é de la mverle del Gardeíai Albaeense é
de la eoneordla feeha entre lea Heyea de Franela é de Aragón.
En otra manera sucedió el viaje del Príncipe Don
Femando de como lo pensaba el Rey Don Enrique,
el qual, como continuase su camino, muchos de los
aragoneses, valencianos é catalanes lo quisieron
seguir, aviándose por bien aventurados en poderse
fallar en servicio de tan gran Príncipe contra sus
enemigos; ni menos los que estaban en Perpifian
con su Rey trabajaban por conservar su salud é la
libertad de sus subditos, en tanto quel Príncipe
Don Femando recogía sus gentes para venir en so-
corro del Rey su padre. Ni los que en Perpifian es-
taban dejaron de pelear continuamente con los
franceses, de los quales, aunque en número eran
mucho menos, en virtud eran mayores, é de tal ma.
ñera se avian con ellos, que siempre los sobraban é
llevaban dellos ventaja conosdda. E como los fran-
ceses á los caminos saliesen, los que estaban en
Helna con el Arzobispo de Zaragoza , hijo del Rey
de Aragón, aguardábanlos, é mataban é prendían
machos dellos; é inoreible y maravillosa cosa es
con quales artes y engafios los aragoneses conser-
vaban la vida de su Rey é la libertad general de
todos, oomo fuese tan poca gente dentro en Perpi-
fian en comparación de la muchedumbre de los
■
libre de los franceses á la parte de Colibro é |& la
provincia de Narbona ; é á los catalanes ninguna
salida les era sigura sigun la disposición é ordenan-
zas de las estancias que en loe caminos los france-
ses tenían, á los quales pudo engafiar el estrenuo é
valiente caballero Mesen Pierres de Peralta, Con-
destablo de Navarra, el qual como supiese la lengua
francesa, vistiéndose hábito de fraile menor, dis-
currió por todas las estancias de los franceses é por
todo el Condado de Ruysellon , y entró en el Real
de los franceses, é con ellos muy largamente f abló
haciéndose á ellos muy principal ; é como entre los
franceses é catalanes peleasen , é algunos cayesen
de los franceses mostrándose misericordioso é así
con los que se volvían á Perpifian se metió, de quel
Rey ovo gran alegría , el qual en muchas cosas les
avisó, de que gran provecho se le siguió ; y de con-
tino este caballero, aunque viejo, con dos hermanos
llamados el uno Deltran de Almendares y el otro
Juan de Almendarez que. mucho habían servido al
Rey de Aragón en el tiempo de la rebelión de Bar-
celona, cabalgaban todos tres con poca gente é tan
sabiamente lo hacía, que siempre mataban é pren-
dían algunos de los franceses, de tal manera que ni
osaban ir al campo, ni solamente á dar agua á sus
caballos, ni á traer lefia , que saliendo de su real
no fuesen presos ó muertos. E acaesdó que como
cada dia bienaventuradamente los navarros peleasen
con los franceses, tanto cresció en dios la osadía,
que como los franceses dexasen las puertas del
real abiertas, Juan de Almendarez con tres de ca-
ballo én la entrada del real fué preso, é contra la
ley de la guerra, ppr la furia de los franceses fue-
ron muertos. El Rey con el gran enojo de la muerte
de aquel caballero é de los que con él iban, mandó
degollar todos los prisioneros franceses que tenía»
lo qual como en el real se sintiese, embiaron luego
humilmente suplicar al Rey le pluguiese usar de
clemencia é misericordia por la muchedumbre de
prisioneros que tenía, perdonando el error hecho
por algunos sin consentimiento ni voluntad del ca-
pitán ni de los otros principales que con él esta-
ban, é quisiese creer que dende en adelante las le-
yes de la guerra se guardasen. Al clementísimo Rey
plugo de acetar el ruego de los franceses, los quales
como ya sintiesen la venida del Príncipe Don Fer-
nando, pensaron hacer alguna cosa hazafiosa ante
de su venida, para lo qual hicieron una mina secre-
ta por debajo del atajo que el Rey de Aragón había
mandado hacer, é un dia antes que amanesciese,
salieron por la mina la gente de armas de los fran-
ceses, é pusieron las escalas al muro, é subieron al-
gunos por ellas; é como uno quisiese tomar una tor-
re en la qual estaba un velador , de quien ante de
entonces muy poca cuenta se hacía , tan valiente-
mente peleó, que mató á aquel que primero subió,
é defendió de tal manera el muro, que antes que los
franceses pudiesen tomar ninguna torre el velador
fué socorrido por los espafioles, é la virtud de solo
un hombre pudo tanto, que por su esfuerzo la villa
franceses, teniendo tan grandes fuerzas, é fuese I no se tomó é muchos de los franceses fueron muer-
82
OBÓNIOAS DB LOS BEYBS DB CASTILLA.
tos. B dejadas de escribir otras mnohas cosas con
▼iril osadía hechas por la gente del Bey de Aiagoiii
e« de escribir todo lo aoaescido al Príncipe Don
Femando ante que pasase de la provínola de Am-
pnrias é la villa de Holna de donde los que en la
guarda della estaban socorrían la mengua de vian-
das que los de Perpifian tenían; é como á los fran-
ceses paresciese que aunque se juntasen los de Per-
pifian é los de Helna no bastarían para pelear oon
ellos y el contrario tenían creído los espafioles co-
mo siempre en las peleas pasadas oviesen llevado
conosoida ventaja á los franceses, é los de Helna
sefialaron un día á los de Perpifian por sus mensa-
jeros para que fuesen prestos para su socorro, por-
que entendían en aquel día al tiempo del alba pe-
lear oon los franceses, donde pelearon de tal ma-
nera que los franceses fueron desbaratados, é allí
fueron presos los capitanes llamado el uno Mesen
Dolao ó el otro el Senescal de Baloayrecon muchos
nobles é otra mucha gente común ; é los que esca-
par pudieron se fueron huyendo á su real ; lo qual
acaesdó en veynte y dos días de Junio del dicho
afio. El Principe Don Femando llegó á un paso lla-
mado el puerto de Mosana, la subida del qual era
muy alta é difícil de subir. Bn aquel dia hiao un
viento tan grande que á todos pareada ser imposi-
ble poder pasar á causa de lo qual los grandes que
con el Principe estaban le suplicaron no quisiese
contender con la adversidad del tiempo, ni quisie-
se poner á sí ni á los suyos en tan gran peligro, el
qual querer por el gran esfuerzo suyo é porque el
espíritu divino lo llevaba, porfió contra la volun-
tad de todos continuar su camino , é sabio en la
cumbre de increíble altura, ó por ezemplo suyo to-
da su gente subió, ante que fuese quatro horas del
dia, é pssó de manera, que sin perder oosa alguna
casi á cinco horas del dia el Príncipe Don Feman-
do en vista de los enemigos ordenó sus batallas; el
qual como viese grandes lumbres en el real, que
de lejos paresciesen las batallas de loa enemigos
aparejadas para pelear, el Principe amonestó á to-
dos rogándoles tuviesen buen corasen y esperasen
bien aventurada vitoría , como á todos ellos fuese
notorio la maldad de los franceses ; que quisiesen
aver memoria de los maravillosos acaesoimientos
en que siempre la divina Providencia ayudó á la
verdad, ni les pareciese cosa grave de recobrar de
los franceses lo que en.Gatalufia tenían ocupado,
como la muchedumbre dallos no pudiese sufrir la
ferocidad é valentía de los espafioles y como fuese
peligrosa oosa á la muchedumbre de gente medro-
sa pelear en campo oon banderas desplegadas oon
gente escogida aunque en número sea muofio mo-
nos como muchas veces la muchedumbre de los
franceses haya sido desbaratada de los pocos que en
Helna y en Perpifian estaban con gran dafio de
sus capitanes: cé si por v^tura, dixo el Príncipe,
•aquí hay algunos que teman pelear por la muohe-
• dumbre de los franceses, díganlo ante que la ba-
B talla comencemos, porque el temor do aquellos no
9 traiga dafio á la virtud de los esforzados varones,
»come mas segura les sea oon los pooos eaoogidos
» terribles cosas cometer, que oon muchedumbre de
» gente medrosa, donde la turbación de los tales
» suele traer perdimiento de todos. > Las quales co-
sas como todos oyesen, á muy grandes vgoes dixo-
ron : • Sefior, vamos á ellos, que aquí no hay ningu«
B no que tenga temor, mas todos queremos ya pe-
Blear é no perder tiempo. Vamos, vamos oon la gra-
sda de Dios.» Bntónces sonaron las trompetas , é
las compafiías de Helna é las batallas del Principe
á banderas desplegadas se movieron. Bl Bey en
este tiempo requirió todas las estandas de torres é
puertas, en las quales proveyó de la gente necesa-
ria, ó salió contra los enemigos con los peones na-
varros acostumbrados de guerra ; ó mandóles que,
quando menester fuese, dguíesen las banderas é
hidesen lo que les fuese mandado. Bl f ortisimo Bey
armado de todas armas é fortísimo amos, enoima
de un gran caballo discurrió por sus batallas, or-
denándolas; con d qual estaba Don Alonso, su hi-
jo bastardo; y d Oonde de Paredes, é Beltran Ugon
de Bodelmin, Prior de la orden de San Juan, d Caa-
tdlan de Amposta é Vosen Pierres de Peralta, Con-
destable de Navarra y Femando de BeboUedo y
Beltran de Almendares; oon los quales acordó de es-
perar la venida del Príncipe, para ver d seria mejor
juntarse todas las gentes para la batalla, ó darse ca-
da una por su parte, como la muchedumbre de los
franceses fuese tanta que serian bien quarenta mil
hombres d'armas, de los quales en las pdeas pasa-
das desde el principio del cerco fueron perdidos por
diversos casos bien quince mil hombres, algunoa
por hierro é otros de fiebres é grandes enfermeda*
des; y d Cardenal Albacense fatigado de grande en-
fermedad se avia partido del real, d qud dado á to-
da conrupcion é malas costumbres, ovo muerte muy
penosa, en testimonio de su torpe vida; d que fué el
primero que en esta guerra mandó poner fuego en
las iglesias, y amonestó á los franceses osar de crad-
dad aun dlende de su naturd costumbre. B los otros
capitanes franceses, mirando como eran presos loa
prindpales dellos , é sabiendo como d Príndpe Don
Femando venía con gran gente contra ellos de Caa-
tilla en otra manera, pensaron de hacer de lo que d
Bey de Aragón ni su hijo crdan, los quales manda <
ron poner fuego á su red con intención de dar la
batalla, con mas voluntad de se ir á la villa de Sal-
sas ques cercana á la provincia de Narbona; los qaia«
les cometieron á poner fuego á su real, á tiempo qoa
vieron á lexos por la ladera de un monte d Principa
Don Fernando con sus batdlas ordenadas; y d Bey
de Aragón eso mesmo esperaba d ver lo qne loa
franceses querian hacer y querian dar batalla anta
quel Príndpe llegase. Bntre tanto los franceses pa-
so á paso se fueron sus batallas ordenadas como si
ovieran de pelear; ó visto por d Bey lo qne los fran-
ceses hacían, embió á gran prieaa á quien conosofe-
se por qué causa el real de los f ranceaea ae quema*
ba; é los que fueron hdlaron algunos que oon la
fuerza del fuego no pudieron salir; lo qud como el
Bey oonosciese, movió con toda su gente de oaba-
liEMORtAL DB DÍVBRSAB HAZAffAá
és
Uo por ir reséibir al Prinoipe qae no muy lexos pa-
roioia' por la parte de Helna é oomo llegase muy
oeroa las twtallas del Rey é del Prinoipe, loa Gran-
des qae oon el Prinoipe yenian llegaron besar las
manos al Bey , é los qne oon él estaban oon mny
gran goso foeron besar las manos al Prinoipe , el
qnal, oomo y ido al B^, oon gran reyerenoia le yi-
no besar las manos, y el Bey le dio paa é le dixo:
c Agora me tengo por bienayentorado, pnes engen-
dró á quien dio libertad en mi tierra. To quiero qne
seáis mi huésped é mi oonyidado en Is oiadad de
Helna qne está mny oeroa, donde oomeremos, é
después de oomer iremos á Perpifian.» E asi lo pu-
sieron en obra ; é antes de las yisperas llegaron á
Perpifian, donde los salieron los hombres é mujeres
oon gran goso á resoibir , y oon muchos oantos é
danaas é juegos , dando grandes gradas á nuestro
Sefior é loando muoho la yirtud del Bey é no me-
nos del Principe, que en tan gran nesoesidad les yi-
no socorrer é á dar libertad á los de aquélla yilla é
toda la comarca, dándoles hartara que muoho de-
seaban después de tan gran hanbre pasada.
CAPÍTULO LXXXVIII.
D» «nao el PriaelH !>•« Pcfuaéo el dli tlgaieste stlió i átr !■
btUHt i lof fnaeesM , é de ■■6hu eont «le tetesderoB aate
q«e d f riaelpe fiMMe; é de alfaMS eeus qoo n MbaHera
tttaudt Doi Doate , niele del Rey l»ee Doiit de Pertvial , blxe
••(•■de ea eerriele del llvtlHsiao Rey Don !••■ de Anf en.
Bl siguiente dia el Principe Don Femando salió
de la yilla de Perpifian oon sus batallas ordenadas,
é fuese á la proyincia de Narbona, donde supo que
los franceses se hablan retnñdo, paresoiéndole ser
poco ayer fecho leyantar el oeroo de Perpiftan á
gran mnchedumbre de franceses , si oon elies no pe-
lease,* á los qnales eayió presentar la batalla á baa»
doras desplegadas ; y en tanto que el Principe esto
hacia, el Bey Don Juan su padre mandaba comba-
tir oon gran yigor U fortalesa que los franceses te-
nían , da los quales muchos delios estaban derra-
mados por la proyincia de Bosellon , é cerno supie-
ron la yenida , se yinieron á juntar oon la muche-
dumbre de los franceses que con sus capitanes esta-
ban; é luego todos los lugares questaban oeroa de
Perpifian se dieron al Bey, é muchos otros questa-
ban en la ribera de la mar, en tal manera, que to-
dos los franceses estaban ya juntos en un lugar. 13
Principe Don Femando lleyaba sus batallas ordena-
das , é oomo sus corredores- diseurriesan por diyer-
sas partes, todos los franceses que topaban é iban
por se juntar oon sus capitanes, los mataban ó
piandian; é tantos, caballos les fueron tomados,
que por un florín de Aragón se fallaba un caballo.
IVya el Prinoipe cerca de los franceses, perdida la
soberbia que sellan tener , como quiera que fuesen
muchos maa que los espafioles, no osaron dalles ba-
talla, aunque ningún recelo pudiesen ayer de cela-
da , como las batallas del Prinoipe en oampo llano
todas paresciesen. En aquel dia , oon doscientos gi-
netes salió un capitán de los fraüceses á escaramu-
zar oon la gente del Principe , oon ios quales de tal
manera los del Principe pelearon , qne muchos de-
lios fueron muertos , é los otros oon su capitán á
gran trabajo pudieron llegar á su real ; el qual te-
nian muoho fortaleaido de cayas y palisas de guer"
ra, según costumbre francesa, sin yoluntad de dar
la batalla; lo qual como el Príncipe conosciese, des-
pués de haber gran pieea esperado, sus batallas or-
denadas , se yolyió en Peipifian ; lo qual todo oomo
fuese escrito por los franceses, el Bey de Francia
oye tan grande enojo , que mandó llamar toda la
gente que ayia embiado contra los ingleses é breto-
nes é borgofiones, que oon capitanee muy escogidos
yiniesen contra el Bey de Aragón ; el qual estaba
como atónito y espantado que en tan grande edad é
con tan poca gente, é menguado de dinero pudiese
ayer recobrado á Buisellon é á Barcelona é á Perpi-
fian é á todas las yülas cercanas á ella, é oyiesen
combatido é combatiesen cada dia la fortalesa de
Perpifian que él pensaba ser inespanable , é oyiese
muerto é yenoido tanta gente suya ; é allende desto
dolíale moche perder las rentas de Buisellon que
eran muy grandes , asi por mar oomo por tierra, poi«
que en esta guerra estaba mas atente que en nin-
gún otro negocio el Bey de Aragón, creyendo que
después de ayer los franceses tan grandes dafios res-
oebido no podían tan presto le hacer guerra, é
dio licenoia á la mayor parte de la gente que tenia
dejando solamente quiníentcs de caballo ; é luego
llegó al Bey de Aragón la fama de la yenida de los
franceses otm mu<^o mayor ejército qae antes ha-
blan yenido , é los grandes qne oon el Prínoiife es-
taban mostraron gran temor, é solo el Bey sin otro
consejo determinó de irles dar la batalla y oon él so-
lamente quinientos de caballo y dos mil peones que
tenia. B como el Prinoipe fuese al Bey muy obi-
diente é conosoiese sa pertinacia, obedesció su man-
dado, é ninguno fué de los grandes que ende esta-
ban que osase contradeoir el querer del Bey, espe-
rando oon todo eso que á la yista de los enemigos
se tomase consejo , de que el Bey yiese la muche-
dumbre grande de ellos , é quan poca gente era la
suya para poder con ellos pelear. E así el Bey oon
sus batallas andando , embió algunos pocos de ca-
ballo que supiesen qué tanta gente era la francesa
los quales miraron discretamente el real y dixeron
que podían ser treinta mil combatientes é fnas; lo
qual dixeron al Principe Don Femando é á los Gran-
des que con él estaban , los qualas pensaban aquel
dia Espafia perderse si peleasen tan poca gente oon
tan gran muchedumbre de enemigos. La mayor
parte de los susodichos eran de caballo, é oon quan-
to temor los espafioles tenían, ninguno oyó que osa-
se decir al Bey sa parescer como ya al Bey oyiesen
yisto en grandes peligros ; é fué acordado que un
escudero que allí estaba llamado Lope Alonso de
Laguna, aposentador del Príncipe , criado del Ar.
achispo de Toledo , á quien el Bey mucho quería, le
fuese dedr la yerdad de la gente que los franceses
tenian , mostrándole quan gran peligro sería con
poca gente ayer de dar la batalla á tan gran mq«
H
CRÓNICAS DÉ LOS BSTffi DB CASTILLA.
oheduDibre ; á lo qnal el yalieiitisiino Rey reepon-
dió: cVoBotrofl log qae nunca esperimientasteB la
» faena de loa franceses, ligeramente vos espantáis
I viendo la muchedumbre delloa ; mas nosotros que
• muchos afios ha que los conocemos , é mucho de
• sangre avernos derramado por dar libertad A esta
B tierra , podemos mejor conoeoer qué peligro , qué
• infortunio nos pudiese venir si pocos espafio-
• les contra muchos franceses peleasen, é ya de loa
»mios ninguno avrla quedado, si temor de los mu-
B ches franceses oviesen concebido ; por eso , Lope
B Alonso, yo vos ruego queráis aver buen corasen,
B que yo vos certifico que ante que sea hora de vis-
» peras, seréis muy alegares con nueva victoria. b B
Lope Alonso dixo al Roy que no sabia como espera-
se victoria quien vela cien franceses para un espa-
fiol. AI qual el Rey dixo : «Andad, ios, que otra vea
B certifico avremos victoria por la gracia de Diosj
El qual espantado é maravillado con esta respuesta,
se volvió al Principe y á los Grandes que con él es-
taban , los qnales como quiera que viesen tan cerca-
. no el peligro , no pudieron estar que no riyesen de
la respuesta del Rey ; é como todos estoviesen des-
esperados , vista la voluntad del Rey dende á poco
espacio en grande alegria se convirtió la tristeaa de
los espafioles , como por la mano de Dios á los fran-
ceses llegó un mensagero , el qual lee dixo que fue-
sen ciertos que infinita gente de espafioles venian ;
é como este mensagero les llegó de súpito , levanta-
ron el real, dejando en él todas las artillerías de
mayor peso, las qnales el Roy de Aragón mandó lle-
var á Perpifiao , y los franceses espantados iban di-
ciendo que por demás era el Rey de Francia con-
quistar aquella provincia en tanto que el Rey Don
Juan de Aragón viviese , no se ganarla por mucha
gente que contra él viniese. Las nuevas de todo esto
fueron en Borgofia y en Bretafta, de que el Rey de
Francia ovo gran turbación , é pensó de tomar otra
forma, y envió al Rey de Aragón personas que en-
tre ellos moviesen tratos de eoncordia, lo qual mu-
cho ayudó al Rey de Aragón cansado de tan gran-
des trabajos é larga guerra ; y en tanto que el Prín-
cipe Don Femando en los Reynos de Castilla se vol-
vió , determinó de embiar al Rey de Francia solen-
ne embaxada, en que fueron principales Don Juan
de Córdoba , Conde de Paredes, é Bernaldo ügon de
Rocabertin , Castellón de Amposta, é con ellos cin-
qnenta caballeros é gentiles-hombres, con grande
aparato, allende de la gente de servicio, por mos-
trar el poder de los aragoneses , porque no pensase
el soberbio Luis de Francia la nobleza de Espafia
fuese del todo consumida. Ni por eso el Rey de
Aragón dexó de fortificar el atajo que avia fecho
entre la villa de Perpifian é la fortaleaa, el qual
acrecentó mucho, asi en hondura como en largura,
é puso en él muy gruesas lombardas para combatir
la fortaleza, así de las que de los franceses tomó
oomo de las suyas. El Príncipe Don Femando con
mucha alegría é triunfo tomó licencia del Rey su
padre , é fuese visitar é proveer algunas ciudades de
(latalufta é Aragón que su presenoÍA dMeaban.
Poco tiempo antes desto avia «atado en servicio
del serenísimo Rey Don Juan de Aragón un caballe-
ro llamado Don Donis, nieto del Bey Don Donis de
Portugal, el qnal en servicio del Rey avia ganado
algunas villas é f ortalesas de los rebeldes á él , é
avia venido al socorro de Cervera, pasando veinte y
quatro leguas por tierra de enemigos, oon ciento y
cinquenta castellanos que le seguían ; é aviéndole el
Rey grande amor, é deseando facerle merced, en-
gafiado por el Rey Luis de Francia oon vanas eq>e-
ranaas, dexó el servicio del Rey de Aragón é pasóse
á los franceses con la gente castellana que la se-
guía, de que el Rey de Aragón ovo mucho enojo. B
oomo el Rey de Francia ninguna oosa cumpliese oon
él de lo que le fué piometido, dejó su oompafia, é
fué servir al Duque Carlos de Boigofia, é después de
su muerte ha servido y sirve al Bey de los Roma-
nos , hijo del Emperador Federico de Alemania.
CAPÍTULO LXXXTX.
De li fesida del Prfacipe Dos Feratsdo tm CasttUt, é del esgt-
flo qte «I Rey Luis de Franela hito al Rey Don Inaa de Arafos.
Estas cosas aai pasadas , el Príncipe Don Feman-
do se vino en Castilla, é aqte que de Catalnfia vi-
niese el Rey Luis de EVancia, mas con propósito de
seguir á se vengar que de aver buena paa , fingió
de tener loe caballeros quel Rey de Aragón avia en-
viado por embaxadores, en el oomienso de las con-
diciones de la mistad que entre ellos se avia de ha-
cer, con esperanza del casamiento del Delfin su hi-
jo con Dofia Isabel , hija del Príncipe Don Feman-
do é de la Princesa Dofta Isabel, diciendo que esto
hecho , daria qualesquiera fuenas que él toviese to-
madas en el Condado de Ruisellon , oon tanto quel
Rey Don Juan de Aragón dentro de on afio le pa-
gase trescientas mil ceronaa que él avia prestado
para hacer la guerra á los*rebeldes catalanes, la con-
firmación de lo qual se cometiese al Conde de Pare-
des é al Castellan de Amposta, en galardón de la
embaxada ; áloe qnales el Rey de Francia desto cer«
tífico , é como estos caballeros oviesen entrado en
Francia con muy noble oompafiía é grande aparato
é mucha costa, defirió la fabla mostrando tener al-
guna duda, porque en la tardanza estos caballeros
creyeron no tener franca libertad ni se les daba lu-
gar de rescibir cartas , ni las embiar, ni menos ya
ir donde querian , lo qual al Parlamento de París
páresela muy mal. El Rey de Francia de nada desto
curó, é mandó que los cinqfienta caballeros que allí
eran venidos con el Conde de Paredes é oon el Csa-
tellan de Amposta, se volviesen al Rey de Aragón,
é los dos principales con poca compaftia de los ser»
videros quedasen allí , simulando esto faoer no por
los privar de su libertad, mas que fasta tomar con-
clusión de los ingleses é borgofiones é bretones, no
pedia entender en las cosas de Espafia ; lo qual el
Rey de Francia hiao por aver lugar de poder enviar
gente poderosa para no solamente ocupar el Conda-
do de Ruysellon , mas Catalnfia é Aragón é las pos-
trimeras partes de EspafiSt
MEMOBIAL DE DIVEB8A8 HAZAÑAS.
CAPÍTULO XC
Del Mreo 4e Alcalá de Gudayra fecho por el Doqne de Mcdinasl-
denia , é de la vealda del Marqnéa do Galli por aoeorrer i la di*
cha villa , é del trato qie entre elloa ovo.
Bn tanto que eetas coeas pasaban, otros moyi-
miontOB de Andalucía se movieron, como aún dura-
se la gaerra entre el Doqae de Medinasidonia , Don
Enrique de Qusman, y entre el Marqués de Oalis,
Don Rodrigo Ponce de León. E como la villa de
Alcalá de Guadayra tuviese Fernán Darlas de Sa-
yavedra, cufiado del Marqués, é desde allí siempre
rescibiesen dafio los de Sevilla, el Duque acordó de
allegar gran campafia de gente, diciendo que quoria
ir á Xerez; é como Alcalá sea dos leguas de Sevilla,
mandó sacar sus pertrechos muy grandes do lombar-
das é quartagos é trabucos, é varios pinjados, é to-
das las otras cosas nesoesarías para combatir, é vi-
no poner el ceroo sobre Alcalá de Quaddra con fas-
ta tres mü de caballo , é ocho mil peones. £ como
el Marqués fuese certificado el Duque combatir la
villa de Alcalá, escribió á todos sus amigos ó ayu-
dadores, é juntó poco monos gente de la quel Du«
que tenia, donde es cierto que de la una parte é de
la otra fué puesta la mayor parte de la noble gente
del Andalucía ; é como el Duque oviese comenzado*
á combatir la villa, en la qual estaban Don Alonso
Ponce de León, hermano del Marqués, é Fernán Da-
rías de Sayavedra, é Martin Qalindq é algunos otros
buenos caballeros criados del Marqués, trabajaban
quanto podian por la defender ; é con el Duque ve-
nían algunos á quienes placia que la villa se toma-
se, los qualee tubieron forma que los dichos caballe-
ros fuesen avisados de todo lo quel Duque hacer
quería, entre los quales se afirma aver seido el prin-
cipal Alonso Pimentel, de quien el Duque mucho
confiaba; é allende desto un Oomendador de la or-
den de Santiago, llamado Mosquera, criado del
Maestre Don Juan Pacheco , que hizo grande ompa-
dio porque la villa no se tomase, el qual fingió aver
seido herido por la mano de Maestre Alonso , lom-
bardero del Duque, el qual como fuese á poner fue-
go auna gruesa lombarda, dióle una gran cuchilla-
da en el pescuezo de que luego cayó en el suelo co-
mo muerto; lo qual como el Duque supiese, como
quier que él naturalmente no fuese inclinado á
crueza , gran ira ovo que puesta mano á la espada,
la puso por el cuerpo á Mosquera, de tal manera
que de parte á parte lo pasó, é de la muerte del tan
grandes dificultades ovo é nascieron, que se dio
grande estorbo en la tomada de aquella villa. Con
todo eso el arrabal de San Migael se combatió por
los del Duque , é como llegase la nueva de la veni-
do! Marqués, ovo turbación de consejos de lo que
se debia hacer, é algunos dixeron que como el Du-
que allí tuviese gran muchedumbre de gentes , que
debia escoger los que mas le pluguiese para tener
el ceroo, é con la otra gente el debia ir á darle ba-
talla al Marqués. Otros fueron de acuerdo que el
Duque debia levantar el cerco, é con toda la gente
S5
dar la batalla, y el Conde de Tendilla, Don Ifiigo
de Mendoza, é Alooso de Velasoo , hermano del Con-
de de Haro , dixeron que su parescer era que por al-
gunos medios el Marqués fuese tentado para dar
entera paz entre el Duque y él ; é como el Duque .
fuese mas deseoso del reposo que de la guerra , ovo .
por bueno este consejo como su final intención fue-
se recobrar la ciudad de Medina que tenia perdida,
de que no solamente se le seguía aquel dafio , mas
desde allí se esperaba perder la mayor parte de la •
tierra que le quedaba. El Marqués estaba en grande
agonía , porque si la batalla se daba pareada muy
gran sobra de gente la quel Duque tenia , é , si tar-
daba de la dar, érale gran trabajo haber de pagar
sueldo á tan gran gente ; é los caballeros que al
Marqués ayudaban avian por grave oosa aver de
pelear con gente tan demasiada, é con quien tan
gran dinero tenia para la pagar , é deoian ser ma-
nifiesta locura del Marqués si presumía pelear con
la gente que el Duque allí tenia. Y el Marqués es-
tando en esta agonía, llegaron áél el Conde de Ten-
dilla é Alonso de Velasoo, los quales quisieron aver
por oompafiero á Don Fadrique Manrique, que ha-
bía traído la gente de Ecija á favor del Marqués, el
qual mucho deseaba poner la paz entre estos caba-
lleros, espedalmente porque Don Pedro d*Estufii-
ga, sobrino suyo , que mucho amaba , estaba allí
con el Duque é al Duque así mesmo amaba ; é dán-
dose la batalla ninguna alegre nueva le podía venir.
E todas estas cosas vistas , el Marqués fué ligero de
hacer atraer á facer el compromiso, el qual se hizo
por parte del Duque en el Conde de Tendilla é en
Alonso de Velasoo, é por parte del Marqués en el
Obispo de Cáliz Don Pedro de Solís y en Don Fadri-
que Manrique, de que mucho desplacía á los sevi-
llanos, mayormente á los peones, los quales desea-
ban mucho pelear. Y el comienzo de lo asentado por
los dichos jueces fué que el Duque y d Marqués se
fuesen al castillo de Marohenilla, lugar de Alonso de
Velasco , quos muy cerca de Alcalá do Guadayra , é
con ellos entrasen cada tres servidores sin armas al-
gunas llevar, é que de allí no saliesen hasta que los
jueces susodichos determinasen en todos los deba-
tes que entrellos estaban. La sentenda en suma fué
la nguiente : que la una parte á la otra hiciesen per-
don de qualesquier muertos que oviesen pasado de
los unos á los otros , é que todo lo tomado de los
unos á los otros se tomase ásus duefios, é la ciudad
de Medinaddonia , que por el Marqués estaba ocu-
pada, la restituyesen al Duque, cuya era, en cierto
tiempo, é que el Marqués oviese perpetua libertad
para pescar los atunes oerca de la ciudad de Cáliz,
después de ávidos los prívillejos por el Duque en
que alien desto todas las cosas que restituir se pu-
diesen de la una parte á la otra fuesen restituidas á
sus duefios ; lo qual todo se concluyó en tres días,
como quiera que muy grave fué al Marqués la res-
titución de la dudad de Medina.
86
CRÓNIOAS DB LOS BETE8 DB CASTILLA.
CAPÍTULO XCL
Do !■ fOBldi ea TIxeaya d« los Bnbaudoret dol Daqno Cirios
do Borfofii, ol qHtl cod slofular amor ombió al Prlneipe Dod
Fornando sa dovba del Tqsod do oro.
En este tiempo el Principe Don Femando faó
certífioado que en Yicoaya eran Tenidos para él
embazadores del Dnqne Cárloa de Borgolla, á los
qualos luego eeoríbió rogándoles qne se quisiesen
venir á la dadad de Burgos, donde mejor pudian
estar que en otra parte , fasta que oviese despacho
de los debates de Oarrion ; é aunque ovo diversidad
de consejos donde el Príncipe los debiese recebir,
al fin acordóse que fuese en la villa de Dneftas, lo
qual así se puso en obra; donde vinieron quatro em-
bazadores del Duque de Borgofia con asaz gente é
grande aparato. La causa de su embazada fué el
Duque desear confirmarse oon el Príncipe Don Fer-
nando el amistad que antiguamente avia sido en-
tre los Reyes de Aragón Don Alonso ó Don Juan,
y él Duque Felipe su padre, la qual deseando te-
ner el Duque Carlos , oon verdadero amor embiaba
al Príncipe Don Femando su devisa del Tusón, la
qual avian tenido los Beyes de Aragón ya dichos.
T el principal de estos embazadores era uno de los
de la divisa, el qual dijo al Príncipe las condicio-
nes que debían guardar los que esta devisa tuvie-
sen, la qual el Duque le enviaba por firmesa in-
violable que para siempre entrellos se guardase por
juramento militar para se ayudar é socorrer en qua-
lesquier necesidades que se viesen; la qual divisa
tanto aprovechó al Rey Duarte do Inglaterra, que
como fuese echado de su Reyno oon el ayuda de
Carlos, Duque de Borgofia, le hizo fuese su Reyno
restituido ; la qual embazada fué ezplicada ante el
Príncipe Don Femando en la Iglesia de Santa Ma-
ría déla dicha villa; á la qual por mandado del
Principo fué respondido por Maestre Hemando de
Moya. E de allí los borgofiones se partieron para
Portugal. B ante quel Príncipe de Duefias partiese,
fué certificado de la concordia fecha entre el Du-
que Don Enrique de Guzman y el Marqués de Cáliz
Don Rodrigo Ponoe de León.
CAPÍTULO xcn.
Do la vanlta dol Príaolpo Dos Pomando od Sof ot la é do la svo-
va quo lo vino de la onfermodad del Rey so padre.
Fué forzado el Príncipe Don Femando de se
partir de Segovia é ir en Aragón á causa de la en-
fermedad del Rey su padre , en tan grande edad
ocupado en grandes trabajos, é afiadió á esto qne
páresela ser conveniente el apartamiento del Prín-
cipe é la Princesa por el peligro que se aparejaba
de amos á dos , si juntos estuviesen, é de la estada
de la Princesa en Segovia se esperaba suceder pro-
vecho común, como ella allí estando , siempre que-
daría á los del Reyno alguna esperanza de conve-
nenoia con el Rey Don Enrique , ni el Maestre de
Santiago habria lugar de ocupar aquella ciudad que
mucho deseaba, como lo avia comenzado luego que
de Caxrion vino; pero fué puesta tal guarda por la
ciudad por algunos hombros que la parte del Mayor*
domo Andrés de Cabrera siguian, y mudios desea*
han el servido do los Principes, que no se dio lugar
á lo pensado por el Maestre ni por los que lo se-
guían, los quales trabajaban por destruir la repú-
blica destos Reynbs, queriendo someter en misera-
ble servitud , trabajando quanto podían por concluir
ol casamiento del Rey Don Alonso de Portugal oon
Dofia Juana, hija de la Reyna. E como no sucedió
la ocupación de Segovia como el Maestre de San-
tiago pensaba, el Rey se partió por correr monte
como solía. Alli dio las villas de Landrades del
Colmenar al Duque Don Beltran de la Cueva , oon
previllegio quel Colmenar dende adelante se llama-
se Monbeltran. E con aquella montería, el Maestre
encubrió algunos días la ida de PortugaL E ya el
Rey enojado de las cosas de Segovia no haber su-
cedido como quisiera, se partió para los confines de
Portugal, pensando en el viaje é conoordia concor-
dar los Qrandes del Andalucía para que consintie-
sen en el matrimonio del Rey Don Alonso de Por-
tugal oon Dofia Juana, hija de la Reyna, lo qual no
pudo acabar, oomo todos oonosciesen este casa-
miento ser total destraimiento destos Reynos.
•
CAPÍTULO xcin.
Do oomo ol Prlnolpo Don Femando so partid para Aragón, é do
la nnerto de Ximono Gordo» foolia por JosUeia , por mandado
del Príncipe Don Femando en Zaragosa.
En el mes de Agosto del dicho afio de nuestro
Redentor de mil y quatrodentos y setenta y qua-
tro afios, el Príncipe Don Femando ávido su con-
sejo, se partió para Aragón , dejando en Segovia á
la Princesa Dofia Isabel , en tanto que el Rey Don
Enrique y el Maestre de Santiago estaban en los
confines de Portugal, á los quales era esperanza de
acabar ligeramente lo que deseaban por las nuevas
angustias é perplejidades en que oonosdan al Prín-
cipe Don Fernando estar, como fuesen dertos el
Rey Luis de Frauda tuviese ayuntado muy gran
ejérdto para venir sobre la ciudad de Helna é pro-
vincia é sobre los otros lugares que por el Rey de
Aragón estaban en el Condado de Rosdlon. B ávi-
do por el Príndpe cierto mensajero destas nuevas,
determinóse quel Príncipe se partiese para Aragón,
donde los que su servicio deseaban estaban con
gran temor por ver su Rey en tanta vejez, mengua-
do de gentes é de dinero para contender con ene-
migo tan rico é tan poderoso. El Principe con gran-
de ánimo se partió, é quiso en el camino ver al Ar*
zobispo de Toledo que en Alcalá de Henares esta-
ba , é desde allí determinó ir por Qnadalajara, por-
que si pialara por el camino que llaman la senda
Galiana, é no fuera por Quadalaxara, paresdera
poner el Marqués de Santillana alguna sospecha. E
allí el Príncipe estovo dos días rescibiendo del Mar-
qués grandes servicios é fiestas é desde allí d Princi-
pe se partió para Zaragoza, é alli comenzó á enten-
MBHORIAL DB DIVBB8A8 HAZÁÍtAS.
der en las coam neoeearías para la guerra que de
loa franceses esperaban; donde fné certificado qnan
disolatamonte Xlmeno Qordo en aquella ciudad yi-
▼ia, é le fueron nunoiados grandes crímenes é deli-
tos por él cometidos é perpetrados; el qual con gran
avaricia y deseo de haber mando en aquella du-
dad, como quiera que él fuese de noble linage, re-
nunció el estado de la nobleza é tomóse ciudadano,
porque en aquella dudad los hidalgos no pueden
haber ofidos; el qual era hombre astuto é malicio-
so é tenía la lengua muy despierta é dulce, con que
atraía á si d pueblo. B como quiera qué el Bey de
Aragón oviese ddo algunas yeoes avisado de las
maldades deste hombre, como quiera que estoviese
ocupado en grandes negodos ó por ser naturalmen-
te misericordioso é benino, dejólo sin punición. Bl
Fríndpe muy secretamente quiso saber la verdad
de las cosas cometidas por este Ximeno Gordo, é
sabidas, dedmuló con él mostrándole muy buena
cara é mandaba que hidese algunas cosas, llamán-
dole mudias veces; é como de aquello Ximeno Gor •
do estuviese muy contento, el primero que en el
palacio venía era él, no sospechando que siniestra
cosa le pudiese venir. B acaeeció que en un dia ante
que el sol saliese, el Príncipe lo envió llamar, d
qual muy prestamente vino, y el Príncipe le pre-
guntó d avia puesto en escrito algunas cosas que le
había mandado. Él respondió que d. Y luego d
Príncipe le mandó que se subiese arriba á lo mas
alto de la casa, é con él Mesen Bamon de Bspés é con
ellos un secrotario, para hablar algunas cosas que le
cumplían, en tanto que él oia misa. B como el Prín-
dpe vido ser ya Ximeno arriba, él se subió á gran
priesa é díxole la conclusión dd negocio, el qual al
Príncipe respondió maravillándose mucho dd caso;
y el Príncipe respondió é replicó diciendo que haría
mejor de se arrepentir de sus pecados é dar consejo
á su ánima, pues le conven ia luego desta vida par-
tir. Al qual Ximeno Gk>rdo respondiendo que don-
de estaba el clérigo que lo había de confesar , co-
mensó luego á dar grandes voces porque oyesen en
la dudad lo que hacía, porque según las leyes della
el Bey no podía matar á ninguno después que ape-
lase ante el pueblo, fasta que fuese visto por dero-
cho; la qual esperansa el Príncipe lo quitó mandán-
dole luego ahogar, después de leída ante él la sen-
tencia en que se contenia todos los excesos é malo-
fidos por él cometidos. Al Príncipe fué suplicado
por los presentes que oviese misericordia de Xime-
no Gordo é se le acordase de muchos servidos que
le había fecho , los qualoe fuesen en compensación
de los males por él cometidos ; á lo qual el Príndpo
respondió que á él pluguiera por los servicios facer-
le merced, mucho mas que aver de punir sus deli-
tos, si la calidad de aquellos fuera tal; pero á él con-
venia facer justidá, é los servicios que Ximeno €k>r-
do le tenía fechos, á sus hijos los entendía gdardo-
nar, porque sus graves excesos no quedasen sin pe-
na, ni los servidos dn galardón ; lo qual ninguno
supo, salvo aquellos que por mandado del Príncipe
hicieron la ejecución. B luego d Príndpe , oída mí-
87
sa, mandó llamar un pregonero, é mandó que subie-
se airíba, é tomase al hombro que allí estüía muer-
to é lo Uevase á la plasa, el qüal como oonosciese
ser Ximeno Gh>rdo, quedó atónito pensando .de la
muerte de aquel se dguiese grande escándalo en la
ciudad. B aunque con gran temor, biso el mandado
dd Príncipe, é llevó el cuerpo de ^meno Gordo á
poner en la plasa, é por mandado del Príndpe en
alta voB progonó que ninguno fuese osado á llevar
aquel cuerpo sin mandado del Príndpe, so pena de
la vida. La muerte de aqueste dio gran temor á to-
dos los ciudadanos de Zaragoza, mayormente á Me-
sen Femando de Lanuza, como pareada este haber
ddo consentidor en los crímenes y excesos cometi-
dos por Ximeno Gordo, que como tuviese poder dd
Bey para punir y castigar los malfechores, oviese
dejado este sin pena. Beto fecho, el Príndpe deter-
minó de se partir para Barcelona para el Bey su pa-
dre, é mandó d Gobemador Mesen Juan de Torre-
llas que luego oomo él se partiese, fioiese degollar á
Bstéfano de Urrea, porque se probaba ser falsario é
oompafiero en los crímenes oometídos por Ximeno
Gordo. Bl Gk>bemador hiao d mandado dd Prínd-
pe cen grande admíradon del pueblo, é no menos
de los Begidores é nobles de aquella ciudad, de que
todos condbieron temor, como nunca oviesen visto
en sus tiempos semejantes justicias facerse.
CAPÍTULO XOIV.
Del graa exérdto qae el Rey LaUde Pnncli ayuntó ea la ela4aé
de Narboaa para enblar ea la dadad de Helea é Perplfiaa, é
de lot eonaejos qae el Rey Don loan ovo sobre la faerra qne fa-
cer le eonvenia é sobre el casamiento de la infinta Dofta Jnann
sv hija.
Por maravilla fué ávido en tan grandes neoedda-
des y en edad tan tierna el vigor y esfueno que d
príndpe Don Femando mostraba, como fuese der-
to dd grande ayuntamiento de gentes, así de caba-
llo como de á pié que el Bey Luis de Frauda tenia
en la ciudad de Narbona, con tantas é tan grandes
artillerías para combatir, como nunca fasta enton-
ces en las partes de Bspafia fueron vistas para ve-
nir sobro la ciudad de Helna, que es dtuada d pié
de los montes Perineos, á la una parte Buysdlon, é
i la otra parte la provincia de Ampurias, para facer
guerra no solamente en los lugares que por el Bey
de Aragón avian seido recobrados , mas en todo lo
otro que le quedaba. Bl Bey de Aragón en tan decré-
pitaedad, fatigado de tan grandes cuidados, desea-
bamucho la venida dd Príndpe Don Femando su hi-
jo,así por consultar conél las cosasquo leoonvenian
para resistir á tan duro adveisarío, como por enten-
der en el casamiento de la infanta Dofia Juana, s4i
hija; que ya era en edad de casar, los quales nego-
dos así difíciles le paredan. Bl Príndpe siguiendo
la voluntad del padre, se partió de Zaragoaa, é se
vino en Barcelona, donde el Bey largamente comu-
nicó con él todas las cosas que le paresdan, ad en
lo uno como en lo otro ; y el Príndpe no menos es-
plicó al Bey los gT«p4<ia dafios , agravios y males
N.i-r.-ír*
se-
que reflcibia del Rey Don Enrique é del Maestro de
Santiago Don Joan Paoheoo , quejándose de la /nal-
dad del Rey Don Alonso de Portugal , á quien el
Rey de Aragón oviese mucho amado, oomo fuese
sobrino suyo, hijo de su hermana, y el Roy se ma-
ravilló de la ingratitud á él mostrada por el Rey Don
Alonso de Portugal, intruso en sus Reynos, olvidan-
do el deudo tan oeroano que con él tenia, é no sola-
mente con esto el Rey de Portugal habia mostrado
su malicia , como él fuese cierto que mostraba ale-
gría en saber las aflicciones é trabajos que en tanta
vejez estaba , é maravillábase como seyendo el Rey
de Portugal en fama de hombre prudente, quererse
meter en las cosos perdidas del Roy Don £nrique,
regido por el Maestre de Santiago é de los grandes
de Portngal, á los quales siempre faé aborrecible la
infelicidad do los Castellanos. B* oomo en el comien-
zo de Iss cosas en Castilla acaecidas al príncipe Don
Femando, él estubiese incrédulo de las formas que
contra él é contra la Princesa su mugerse tenían, la
ospirioucia lo mostró ser verdad ; todo lo qual Alon-
so de Palencia coronista le habia dicho cerca do los
casamientos de Dofia Juana, hija de la Reyna, en
Francia y en Italia y en Cataluña , los quales todos
avian seido dejados, porque oviese efeto el casa-
miento de Don Alonso , Roy de Portugal, que avia
seido desechado por la princesa Dofta Isabel ; don-
de el Rey do Aragón conosdó enteramente la ono-
miga amistad del Maestre de Santiago, ol qual siem-
pre le habia seido capital enemigo, é ni por mego
ni por promosss nunca su propósito quiso mudar.
Por lo que el consejo para proveer on estas cosas
fué el siguiente : que el Rey de Aragón se fuese á la
provincia de Ampurias, é se pusiese en la villa de
Castellón ques cerca de los montee Pirineos , é aque-
lla villa é fortaleza hiciese mucho fortificar é apa-
rejar de todo lo necesario, é pusiese la gente de ca-
ballo de Valencia en la villa de Figueras, é con
ellos algunos de los peones de Navarra ó Vizcaya,
é los caballeros mss acostumbrados de la guerra de-
jase en la ciudad de Helna con los caballeros ita-
lianos quel Rey Don Femando de Nápol le avia
embiado, con un su capitán llamado Julio , é que de
los caballeros questaban en Peipifian ninguno fuese
llamado, é que el Príncipe Don Femando se fuese
en Aragón é hiciese Cortes generales, donde apro-
base las leyes aprobadas, é las que fuesen de spro-
bar confirmase, é demandase el sueldo para tres-
cientos de caballo , los quales á muy gran priesa
luego le embiase á la provincia de Ampuriss, é con
gian diligencia buscasen dinero para el armada que
mucho le convenia hacer, como el Rey de Francia
fuese cierto que tenía grandes galeas contra la cos-
tumbre antigua de los franceses para traer en ellas
gran muchedumbre de gentes, E dado consejo en
las cosas dichas, el Rey quiso saber el parecer del
Principe cerca del casamiento de su hija Dofia Jua-
na, el qual era demandado por notables embalado-
res por parte del Rey Don Femando de Nápol, para
él ó para su hijo segundo , llamado Don Fadrique ;
á lo qual el Principe respondió, ninguno destos ca-
CRÓNICAB DE LOS REYES DE CABULLA.
samiontos le pareeda se debiese facer, oomo en el
deudo pequefia diferencia ovieso entre el padro y el
hijo ; é como el padro dospucs de haber perdido la
primera muger muchos afios, recusó nuevos casa-
mientos por no dar madrastra á los hijos, y el ma-
yor hijo suyo, Don Alonso , principe de Capuana é
Duque de Calabria, tuviese hijos de su mujer y her-
mano del Duque Qaleazo de Milán , al primogénito
del qual pertenescia la corona del Reyno; asi su pa-
rescer era el ya dicho al Rey , con todo eso pares-
oia seguirse algunos agravios é inconvinientes, é
dejándose de facer alguno destos dos casamientoe
oomo menospreoiándolos, no solamente ingratitud
so mostrarla al sobrino Rey de Nápol, de quien mu-
chas veces avia seido socorrido con gente é dinero,
mas paroscia tener con él enemistad , é no solamen-
te á esta causa dejaria de dar ayuda, mas podriaser
de ocupar la isla de Cecilia que por él mucho
era deseada, oomo le fuese muy ccroana; por las
qualos causas le páresela so debia acotar el casa»
miento del Roy Don Femando con su muy ilustrí-
sima hija, lo qual era mas conveniente que darla al
hijo segundo, como ya su hija quedaria Reyna. E
como al Roy paresoiese esto se debiese consultar
con la hija, porque grandes inconvinientes se si-
guian do los casamientos que se hacen sin consenti-
miento do las mugeres , el Rey mandó llamar á la
Infanta su hija , é díxole todo lo que en este caso
avia pasado é visto con el Príncipe su hermano, on
las causas quo le movían á este casamiento; porqucl
Rey ninguna cosa dcsto queria concluir sin volun-
tad é consentimiento suyo ; é así lo mandaba quo
daramente le dixese su determinada voluntad. Lo
qual oído por la Infanta, resdbió vergüenza en este
caso sver de hablar ; pero como fuese toda de mu-
cha virtud é discreción , respondió que como ella
fuese nascida para casar é la razón esto demandase
é la bienaventuranza suya fuese en el casamiento,
esto era de remitir á nuestro Sefior, en cuyabenini-
dad esperaba querria mirar con ojos de misericor-
dia los grandes trabaxos del Rey su sefior é su pa-
dro on los qualos algún remedio se daria si ella bien-
aventuradamente casase , é ya ella fuese en edad
conveniente demandada por aquellos principes al
Rey muy parientes é caros ; é pues á su parescer el
Rey esto dexaba, teniéndoselo en merced, é besan-
do las manos por ello , respondía parescerle ser maa
conveniente el casamiento del Rey Don Femando
su primo ; á lo qual dio muchas y evidentes razones^
las quales el Rey aprobó y el Príncipe loó mucho el
ingenio y virtud de su muy amada hermana. E á los
embaxadoros del Rey de Nápol, oída esta respuesta,
con grande alegria fué luego denunciando ; é presr
tamente subcedió otro nuevo embazador del ya di-
cho Rey de Nápol, el qual siempro siguió las pisa-
das del Principe. E como ol Rey de Nápol toviese
gran vigilancia, en cada parte del mundo procura-
ba tener hombres disorotos que en todas las partes
supiesen las cosas, é por sus letras se las h?desen sa-
ber. Estas cosas así fechas en Barcdona, el Prínd-
pe Don Femando se volvió á Zaragoza por proveer
ttlSMOBIAL DE DIVEBSAS HAZAÑAB.
an 1u oosaB iegan el mandamiento del Bey an
padre,
CAPÍTULO XOV.
Do iM ettiM en este tiempo en PoriagBl teaescidae A de la muer-
te de'Doi ISM Picheco, Micstre de Saittago.
En eete tiempo el Maeatre de Santiago Don Joan
Pacheco á reqüeata del Bey de Portngal se yido oon
él. Entonce, entre todos los Príncipes Ohristianos,
tenia fama de ser el mas prudente é mas casto, te-
niendo el oetro, por Dios á él encomendado, en aque-
llos dtas pacificamente ; ni aviacansa de tener guer-
ra oon ninguno , salvo oon los moros que á él era
muy honrrosa, el qual habia rescibido aquel Beyno
asaz menguado de riquesas, é por industria del In-
fante Don Enrique su tic, hombre muy notable de
grande edad , le habia enriquecido, mostrando á los
portugueses naregar. E ya el Bey Don Alonso, ávi-
do por muy daro entre los príncipes Chrístianos, no
pudo guardarse de los engafics de la fortuna, oomo
tuviese esperanza de aver el casamiento de Dolia
Juana , llamada hija del Bey Don Enrique ; é cre-
yendo haber estos Beynos de Castilla é de Lcon des-
pués de la muerte de aquel , tovo forma con el Maes-
tre Don Juan Pacheco oomo el dicho casamiento
oviese efeto, sabiendo ser aquella la voluntad del
Bey Don Enrique , é para eUo oviese público con-
sentimiento, no solamente de loe Grandes, mas de
las dudados é villas é pueblos dellos; y como en esto
ya se sonase muy poderoso, desde allí comenzó paso
á paso de entender en el negodo, tentando el pares- *
cer de los guandos de su Beyno , porque los otros
casamientos de que ya es fecha mendon , se avian
estorbado, é todas estas oosas ad pasadas, de con-
sentimiento destos dos Beyes se ofresció oportuni-
dad para hacer este casamiento, en tanto que el Bey
Don Enrique estaba en los confines de Portugal, el
qual habia de dar al Maestre Don Juan Pacheco la
dudad de Truxillo , la qual días avia que avia ddo
dada al Duque de Arévalo ; la posesión do la qual
dada al Maestre de Santiago, se avia de facer el
desposorio dd Bey Don Alonso de Portngal con
Dofia Juana, hija de la Beyna Dofia Juana; la qual
dudad de TruxillO| el Duque de Arévalo no avia
ávido porque le fué dado d Maestrazgo de Alcén-
tara para su hijo Don Juan Pimentel , en recompen-
sadon della; é el Bey Don Enrique vino á Madrid en
tanto quel Maestre de Santiago oon autoridad suya
ablandaba los corazones de los de Truxillo, é podía
atraer á Gradan de Sesé , Alcayde de la fortaleza
de Truxillo, á que la entregase. En tanto questas
cosas se trataban , d Maestre estaba en la villa de
Santa Cruz, ques cercana á Truxillo, y desde dlí
por sus mensageros solicitaba los grandes de Anda-
luda, que diesen consentimiento al desposorio del
Bey Don Alonso de Portugal oon la dicha Dofia
Juana. En el qual tiempo nuestro sefior quiso que el
Maestre de Santiago no viese el casamiento por el
Bey de Portugd tanto deseado en daAo universal
destos Beynos , porque en éí se verificase aquella I
89
sentencia del santo Job que dice : Dios éUsipa lo9
peatamientoB de ¡09 maloi, porque nu manoi no pué'
dan acabar ¡oqwdesean, E su voluntad fué que de
la misma enfermedad de que murió d Maestre de
Calatrava, su hermano , muriese él ; é ad el Maes-
tre de Santiago Don Juan Pacheco murió en la villa
de Santa Cruz , á quatro de Octubre del afio de inil
é quatrodentos é setenta y quatro aftos, estando eii
los tratos oon d Alcayde Gradan , y quando esta-
ba al cabo, ovo de venir él Alcayde á hablarle , y
hideron sentar al Maestre en una silla , y que se es-
forzase lo mas que pudiese, haciendo que la cama-*
ra estoviese escura , porque el Alcayde no le viese
la flaqueza que tenia, á do concertó que le entrega-
se la fortaleza. Y luego otro dia, en yéndose el Al-
cayde , murió el Maestre , y fué tanta la astucia de
Pedro de Baeza que lo contrataba , que aunque el
Alcayde estaba receloso dello, le dio tanta priesa
que le entregó y dio d Maestre al Alcayde Gradan
á Sahdices de los Gdlegos. El Maestre dejó por h^
redero á Don Diego López Pacheco, Marqués de Vi-
llena, primogénito suyo, al qual entre las cosas
grandes que le dejaba , encomendóle fuese dada la
guarda de Dofia Juana , que según él creía avia do
ser esposa del Bey Don Alonso de Portugd ; é á Don
Pedro Puertocarrero, su hijo segundo, dejó el Al-
caydia Mayor de Sevilla en la casa que avia sido de
la Marquesa de Villena, su madre, con todas las
otras rentas que tenia en Sevilla y on sus términos,
y las villas de Villanueva y Mognll , oon otros pe-
quefios lugares que en el Anddncía tenia; é á Don
Alonso Tdlez , su hijo tercero , dejó el castillo de
Montalvan é la Puebla de Montdvan é otras rentas
de dinero ; é á Don Alonso Pacheco, hijo suyo bas-
tardo , Comendador de Guadalherza , de la Orden
de Calatrava, dejó algunas rentas de dinero. E fa-
lleecido ad d Maestre Don Juan Pacheco, tóvose su
muerte encubierta algunos días fasta que lo lleva-
ron á depositar al Monosterio de Guaddupe, para
desdo allí tradadar sus huesos á la sepultura por
él ordenada en ol Moncsterio dol Parral de Sogovia,
de la Orden de San Jerónimo.
CAPITULO XCVI.
De los Grandes dettoi Bejiios que peeearon ntr el Haestraigo
de Sntiago A de It forma ao pessada qie el AnoblaiK» de To-
ledo ea esto tivo.
Grande fué ol alegría que los mas pueblos destos
Beynos ovieron de la muerte del Maestre de Santia-
go, é mucho mayor de dgunoe de los Grandes, cada
uno dellos creyendo aver aquella dignidad , no con
Dios ni con orden, mas por modos esquisitos; de
los qudes el principal fué Don Enrique de Guzman,
Duque de Medina Sidonia , que no avia seido en la
Orden, ni avia razón dguna para lo demandar, sal*
vo por su grandeza ; y el Conde de Benavente, que
ya en vida de su suegro pensó aver esta dignidad
nn tener para ello razón alguna , con grande ansia
la procuraba, tomando enjemplo en los Maestres
Don Alvaro de Luna é Don Juan Pacheco, los qua-
• **«^*«#« I
90
ORÓNIOAB DE LOB BBYE8 DE CASTILLA.
l6B mAB yerdaderamente ininuos que maestrei 90
podieroD decir, ó oomo de esta dignidad, mas fono-
Bamente qne por debida elección, reaoibieron. El
Marqnés de Saniillana con gran solicitad demandó
esta dignidad, diciendo no quererla á catba de las
rentas, mas por reformarla ^ por ser nieto del Maes-
tre Don Alonso Suares de Figneroa, que fnó muy
buen caballero é reformó mucho esta Orden. Entre
todos estos competidores, el Marqués de Villena,
Don Diego Tellea, con mayor raeon pensaba aver
el Maestrazgo, como después de la muerte de su
padre luego se fuese para el Rey Don Enrique; el
qual mucho lo consolaba é le decia que él mesmo
amor que avia tenido á su padre quería tener á ól«
É como entonces el Marqués adolesciese cada dia, el
Bey le visitaba, é mandaba allí venir menistriles é
cantores por darle placer. É dióle forma para poder
•aver el Maestrazgo de Santiago, la qual fué que se
fingiese el Maestre su padre averie renunciado el
maestradgo, é sobre ello haber suplicado al Santo
Padre é tenor su consentimiento. E sobre este fun-
damento el Bey envió suplicar al Santo Padre en
favor del Marqués, para lo qual le parescia tener
grande ayuda en el Arzobispo de Toledo, el qual, no
mucho ante de la muerte dcA Maestre, le avia recon-
ciliado á si , é le mostraba grande amor, el qual te-
nia muy gran parte en Alaroon que enteramente
gobernaba el Arzobispo, á causa de lo que , el Bey
Don Enrique ya mostraba grande amor al Arzobis-
po de Toledo ; é como quiera que ya todos los dichos
trabajaban cada uno para sí, no menos lo hadan los
caballeros de la Orden, á quien con mayor razón el
Maestrazgo pertenescia; entre los quales demanda-
ba esta dignidad Don Bodrígo Manrique, Oonde de
Paredes, que muy mayores razones tenia para lo
aver, como ya ovieso seido llamado Maestro de San-
tiago por voluntad Apostólica del Santo Padre Eu-
genio quarto, aviendo respeto á la grandeza de su
linage é antigüedad en la Orden, é merescimiento
de su persona, como fuese cierto aver peleado ca-
torce veces á banderas desplegadas con los moros
enemigos de nuestro Santa Fé, é haber delios siem-
pre ávido Vitoria, aviendo delios ganado la villa de
Huesca por fuerza de armas con derramamiento de
su propia sangro é muerte de muchos criados su-
yos, el qual Maestrazgo Don Alvaro de Luna for-
zosamente le avia tomado después de la muerte del
Infante Don Enrique, hermano de los Beyes de
Aragón Don Alonso é Don Juan. É pensaba Don
Bodbrigo Manrique tener ayuda en el Arzobispo de
Toledo, no acordándose de las cosas pasadas, mas
siguiendo el querer de Alarcon, fué degollado en To-
ledo afio de ochenta ; hombre perverso é malo , f a-
voresoió quanto pudo el Marqués de "aliena su so-
brino. Esta mesma dignidad pretendió haber Don
Gabriel Manrique, Comendador Mayor de Castilla,
- Conde de Osorno , muy magnifico caballero en aque-
lla Orden, él qual trabajó por ser elegido .é ovo al-
gunas voces, así por la antigüedad que en la Orden
tenia, como por la nobleza de su linage. Fué el ter-
cero Don Alonso de Cárdenas, Comendador Mayor
de León, el qual procuró de ser elegido, para lo
qual atrajo á sí á (bornea de Miranda, intruso en el
Priorazgo de San Marcos, é otros tres ó quatro de
los trece á quien pertenesoe la elección ; de los qua-
les Don Bodrigo Manrique tenia ocho con autori-
dad del prior de üclés ques á do se ha de hacer la
elección , é no en otra parte ; el qual prior los ha de
convocar y estar presente, y ansí Don Alonso de
Cárdenas afirmaba perteneoer la elección según las
constituciones de la Orden al prior de San Marcos,
por ser muerto el Maestre Don Juan Pacheco en la
provincia de León, por lo qual él decia, la elecdon
de Don Bodrigo Manrique ser ninguna. La quarta
elecdon decia tener el Duque de Medina, con color
de la renundadon que le avia de hacer Juan de Al-
varado, Comendador de Lobon, el qual por ruego
del Duque avia dejado el nombre de Maestre. Allen-
de destos, Don Beltran de la Cueva, Duque de Al-
burquerque, que ya otra ves avia sddo elegido á
esta dignidad, pretendía aver derecho é con gran
instancia la demandaba, mas d Bey, con gran per-
tinada, procuraba la sublimadon dd Marqués do
Villena menospreciando todos los otros.
CAPÍTULO xova
Dd la prisión del Marqna da VUlasa é dd poeo laber qsd «I Con-
de de Osorno lovo en lo fniurdar, é de Iss formu qne el Aro-
blspo de Toledo Jnnlo eon U volnntid del Rej Don Snriqno en
esto OTO.
En tanto questas cosas pasaban, estaban los Qran-
* des como atónitos mirando d entrafiable amor que
d Bey Don Enrique mostraba al Marqués de Ville-
na, el qual les parescia así en la dignidad como en
todas las otras cosas aver de tener d lugar de su
padre cerca dd Bey, que poco miraba el bien do
sus Beynos. Lo qud visto por dgunos que á su pa-
dre desamaban , á él mostraban f avorescer, entre los
quales el prindpd d Arzobispo de Toledo que ya
parescia á causa dd Marqués tener gran parte en
d Bey y procuraba con todas sus fuerzas la subli-
madon dd Marqués ; entre los qudes Don Chibriel
Manrique, oomo pensase aver d Maestradgo de
Santiago, ad por dgunae voces que de los Electo-
res tenia, oomo por la noblesa de su linage é por
ser Comendador mayor de Castilla, oomo viese al
Bey tanto inclinado á dar el Maestradgo contra to-
do derecho al Marqués de Villena, determinó de
buscar forma para lo prender, al qual como d Bey
pensase atraer á que diese su voto en el Maestrazgo
al Marqués de Villena, envióle muchas embazadas,
lo qual asimismo con gran solidtud el Arzobispo
procuraba, el que en el oomienzo se mostró muy
grave, dando muchas razones para mostrar oomo
el Marqués no podia ni debía haber el Maestradgo,
como en esto resdbirian muy grande agravio los
ancianos Cabdleros de la Orden, habiendo de dar
esta dignidad á hombre tan mancebo fuera de la
Orden, contra los estatutos é decretos della, donde
paresceria que ya por herencia esta dignidad se ha-
bla de aver, ad oomo avia acaesddo en d Maes-
MEMORIAL DE DIVERSAS HAZAlf Aa
iradgo de Oalatrara qne, muerto Don Pedro Xiron,
0it hijo espúreo naeoido, oontra todo derecho, ovo el
MAeetradgo* E todas estas cosas é otras mas respon-
didas por el Conde de Osomo, como otra nueva em-
bazada le viniese con grandes ofrosoimientos, res-
pondió mas blandamente diciendo que deseaba mu-
cho ver aquella Orden reducida á su primer estado,
como estuviese muy abasada, é si él fuese cierto
que oon el poder del Marqués, á quien el Rey tanto
amaba, la Orden fuese sublimada oomodebia, por
aventura daría lugar que las Constituciones della
en este caso fuesen derogadas; la qual respuesta
fué muy agradable al Rey, é no menos al Arzobispo
de Toledo ; é habiéndose n^ucho de una parte á otra
é faciéndose al Conde engaftosos o&escimientos,
aeordéee fabla, á cierto dia en lugar sefialado, oon
igual oompallia del Marqués é del Conde ; é de oomo
el Marqués oviese visto á su padre tener en poco las
asechansas, no resoeló de venir al lugar acordado,
el qual trazo consigo hombres de poco valer, pen-"
Bando venir al lugar seguro. El Conde de Osomo
fixo el contarario trayendo consigo hombres sefiala-
lados, é puso en celada gente escogida para ser so-
corrido si no bastase acabar lo pensado oon los que
consigo tenia. É como á la fabla se juntase, é algo
la fabla durase, los suyos sin faoer repugnancia so
fueron huyendo dejando preso al Marqués, el qual
maravillado de su prisión dizo al Conde que por
qué rason le avia prendido así á mala verdad. El
Conde respondió que porque el Maestre su padre
siempre avia sido quebrantador de la fé é de los ju-
ramentos que hacia ; el qual en tiempo del Rey Don
Alonso le avia jurado de le dar la villa del Made-
ruelo, porque él renunciase el derecho del Maestrad-
go de Santiago, é después de tomada la posesión,
sin ninguna vergftensa le avia mentido diciendo que
mas le plaoia ser ávido por quebrantador de la fé
que aver do dar la villa de Maderuelo, el qual per-
juro en él queria vengar, lo qual no era sin rasen.
i sabida por el Rey la prisión del Marqués, pensó
salir fuera de si como hombre sin sentido, é como
naturalmente fuese de flaco oorason, comensó de
llorar agrámente, é por mucho que lo consolaban
los que oerca del estaban, ninguna oonsoladon que-
ria oir ni rescibir. Todas las cosas tenia en poco en
comparación de la liberación del Marqués. B luego
recorrió al Arzobispo de Toledo, al qual no menos
desplacía la prisión del Marqués ; é Alarcon aqueja-
jaba mucho en que se diese en eUo remedio, como
fuese mucho suyo é le oviese dado la villa de Zafra
en el Marquesado é oviese del de acostamiento qna-
tro mil florines en cada un afio ; y el Conde de Be-
navente fué requerido por ayuda para la delibera-
ción del Marqués , como fuese casado oon su herma-
na; é prestamente fué recogida gran gente para ir
combatir la fortaleza de Fuente Dúefia, donde el
Marqués estaba preso, para lo qual el Arzobispo fué
, en persona, é, oon toda la fuerza quel llevaba, la ma-
yor esperanza que ovieron de la liberación del Mar-
qués fué el engafio, por lo qual faoer, se juntaron
I^pe Vasquea de Acullá, hermano del Arzobispo, é
' 91
Juan de Vivero , hermano de la Condesa de Osomo, *
los quales se pusieron por medianeros para tratar
con el Conde si queria dar alguna forma en la deli-
beración del Marqués ; é determinóse questos dos ca-
balleros hablasen en ello con la Condesa de Osomo,
la qual como saliese á la fabla con ellos, fué con-
certado que Lope Vázquez la prendiese, mostrando
que al hermano de Juan de Vivero pesaba dello , é
ficiese muestra que la quisiese defender, é que no
podía resistir á la fuerza de Lope Vázquez ; é si an-
tes el corazón del Conde estaba flaco , mucho mas
enflaqueció después de la prisión de su muger; é
luego el Conde descendió á muy mas bazo partido
de lo que primero demandaba, el qual deliberó al
Marqués en esta forma : que le diese la villa de Ma-
deraelo. Lo qual oomo fuese sabido por los que al
Marqués mal querian, ovieron dello gran desplacer,
é ni por eso el grande animó de Don Rodrigo Man-
rique, que Maestre de Santiago se llamaba, dezó de
perseguir lo comenzado, oontra voluntad del Rey é
del Arzobispo de Toledo , que ya en este negocio
enemigo se le mostraba; é oon toda esta oontrarie-
ááá Don Rodrigo Manrique no dezó de poseer la
provincia de Castilla que al Maestrazgo de Santiago
pertenescia, é lo mismo hacía en la provincia de
Leen Don Alonso de Cárdenas, Comendador Ma-
yor, sojuzgando á sí y á todo lo que podía, oomo
quiera que mucho les estorbaba la vecindad del Con-
de de Feria, con favor del Duque de Medinasido-
nia, é de algunos otros caballeros de la Orden que
se juntaron oon la parte del Comendador Juan de
Alvarado*
CAPÍTULO xcvin.
Del eeroo qie lof frusMSM pnsleroii lobre la elodad de Helna
é de la loma della, é del masdamleito del Coisefo del Rey Don
lúa de Aras 01.
•
En tanto questas cosas pasaban, él Rey Luis do
Francia no dejó de perseguir lo concertado é tovo
consigo al Conde de Paredes Don Juan de Cardona é
al Castellan de Amposta , embazadores que el Rey
de Aragón le avía embiado ; el qual los prendió, é
aviéndoles dado seguro porque oon ellos iba la flor
de los caballeros de Aragón , mandando ayuntar
gran muchedumbre de gente , así de caballo como
de pié en la provincia de Narbona, oon muy gran-
des artillerias é pertrechos ¡para combatir; é vinie-
sen en él Condado de Ruisellon para él mes de No-
viembre porque la dudad de Helna no pudiese de-
fenderse. Lo qual sabido por el Rey de Aragón,
ajuntó caballeros para la defensa della, aunque pen-
saban que los franceses no venian tan presto por la
braveza del invierno, los quales acostumbran tam-
bién facer guerra en inviemo oomo en verano, é para
estar en el campo hacen casas soterrafias para ellos
é para sus caballos; para lo qual tenían muy poca
gente y f erramientfts con que prestamente las ha-
cen, é luego se cerca de fosados de tal manera, que
se hacen tan fuertes como si dentro del lugar mo-
rando estuviesen. El Rey de Aragón estando en
92
CRÓNICAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
Castellón estrafiaba Iob franceees no poder tomar á
Acafia, así por la fortaleza della é gente qne en ella
tenia , como por las grandes nieves ó yelos que en-
tonce avia é algunas vocee el Rey dixo que avia
piedad de los franceses, aunque fuesen sus enemi-
gos, por emprender cerco en tal tiempo, y los caba-
lleros que en Helna estaban cada dia embiaban á
decir al Rey qne ningún temor tenian de los ene-
• migos , aunque el tiempo fuese bueno, como creye-
sen que aun el muro primero, según la gran fuerza
que tenia, no podia ser derribado por ningunas ar-
tillerías, é mucho menos lo alto de la ciudad que
naturalmente estaba cercado , donde si tal necesi-
dad viniese podrían socorrerse y ampararse ; la qual
confianza trajo gran dafio, como dende en ocho
dias que el cerco se pusiese, la cerca primera se
derribó, é los caballeros que en la villa estaban no
podían resistir los enemigos como fuesen quarenta
mil combatientes ó los defensores á quatro mil no
llegaban, ó los ciudadanos no los ayudasen é ansi no
tardó veinte dias do so tomar la dudad, como no
solamente los muros é torres con las lombardas der-
ribasen, mas fícieron minas para entrar en lo mas
alto de la ciudad, do lo qual tan grande espanto los
ciudadanos tomaron, que ya quisieran aver dado
á si é á sus hijos á los enemigos , en tanto que la
vida pudieran salvar de la briosa crueldad de los
franceses, donde la estrema nesoesidad fizo que la
ciudad se diese á partido, que quatro de los princi-
pales que en la ciudad estaban seguros de la vida,
fuesen levados al Rey de Francia, é todos los otros
dejasen las armas ó caballos é se fuesen donde qui-
siesen, é los ciudadanos quedasen en su ciudad sin
dafio reseibir, so el sefiorio del Rey Luis de Francia.
Fué pública fama que fué causa de darse esta
ciudad Julio caballero italiano, capitán que allí es-
taba con decientas lanzas, que el Roy Don Hernan-
do de Nápol al Rey do Aragón habia embiado, el
qual aunque estaba en fama de buen caballero ante
de entonces, en la defensa de aquella dudad teme-
roso é flaco se mostró, ó desde el comienzo do aquel
cerco siempre amonestó á los espaftoles que no con-
fiasen mucho en la fuerza de aquella dudad según
el gran poder de los franceses , ó ¡buscasen algún
partido para su salvación ; lo qual mucho enflaque-
ció los corazones de algunos. La toma de esta du-
dad fué muy dafiosa á los de Perpifian, los quales
luengamente sostuvieron el cerco con fambre tan
Qstrafia, que comian los ratones é gatos é i>erros»
después de aver comido los caballos é muías ; é so
afirma algunos aver comido carne humana de los
cuerpos muertos de los enemigos, é lo que mas gra-
ve paresoe, algunas madres aver comido á sus hi-
jos. Cosa es muy difícile de creer los trabajos é an-
gustias que los de Perpiñan tan luengamente tu-
vieron sin esperanza de socorro como los franceses
toviesen tomados todos los pasos por donde pudie-
sen ser socorridos. Después de tomada Helna y Alon-
so de Palencia coronista é Luiz Gutiérrez, secreta-
rio del Principe Don Fernando, llegaron á Castellón
donde el Rey de Aragón estaba • asaz seguro no te-
miendo la toma de Helna, el qual oon atento ánimo
oyó todo lo que por estos embaxadores le fuese di-
cho, é oomo mucho amase á Alonso de Palenda, la
mayor parte de dos dias é dos noches gastó en le
preguntar el estado de las cosas de los Reynos de
Castilla, y entre las otras oosas tuvo gran onidado
de los negocios del Duque de Medinasidonia, al qual
decia que el Príncipe no solamente avia de ayudar
é f avorescer en el negocio del Maestrazgo de San-
tiago, mas en todas las cosas, que de lo propio suyo
le debía largamente dar, pues á él no podia falles-
oer, pues con el ayuda de Dios tan grandes Reynos é
sefioríos esperaba ; é que así le amonestaba é rogaba
é mandaba, si como padre facerlo podia, que no so-
lamente en el Maestrazgo, mas por todas las vias que
pudiese al Duque de Medinasidonia ayudase é f avo-
resdese ; é luego él quería escrebir á sus procurado-
res qne en Roma tenia, que ayudasen é favorecie-
sen en los negocios del Duque de Medinasidonia;
que ol Príncipe así lo debía poner luego en obra, si
dosoaba facerle placer, é que dejadas todas las oo-
sas se fuese al Andalucía, según por el Duque do
Medinasidonia le avia sido suplicado, de lo que al
Príncipe se seguiría gran provedio é á los adversa-
ríos dafio oonosddo , como la posesión de aquella
ciudad de Sevilla dempro aprovechó mucho á los
que la tuvieron, é que él como hijo quidese ser en
todo certificado de su voluntad la calidad de las
cosas lo excusasen si el inconsulto prestamente en
el Andalucía se oviera ido , por ende dn tardanza
alguna se partiese para el Andalucia, acordándose
de aqnd común viejo proverbio que dicen : quando
te diere la cabrílla, etc. Y d Rey aprobó mucho la
solidtud de Alonso de Palencia. E con esta respues-
ta, Alonso de Falencia que con ello había venido y
el Secretario se volvieron alegres á Zaragoza ;é
vista por ol Príncipe la rospnesta del Rey, comen-
zó á aparejaran partida para el Andalucía, la qual
estorbó la triste nueva de su mensajero que luego
faciéndole saber la toma de Helna, con revocación
del mandamiento primero , mandando al Príncipe
que todas cosas dejadas se fuese para él, é si mas
no pudiese, si quería, con tres ó quatro ; lo qual pa-
resciamuy gravea todos los que al Príncipe debían
consejar, los quales decían que en él no debía par-
tir fasta llevar los tredentos de caballo quel Rey-
no debía pagar para servicio dd Rey é fasta aver
despachado todas las cosas neoosarías para la guer-
ra, sí se deseaba que la cosas do la provincia de
Ampurías bien se hiciesen.
CAPÍTULO XCIX.
De It UIsleía qoe el Prlneipe Dos Fernando reselbld de la lona
de la elodad de Helna é de la varia deieroiinaelon de eonaejoa
en la Ida del Principe A Ampnriaa, como anlea invleae determi-
nado de proveer las coaaa del Andalucía.
Aunque el Príncipe Don Femando naturalmente
fuese magnánimo, tan grande fué el enojo de la
toma de Helna é tanta turbación resdbió con el se-
gundo mandamiento dd Padre, que fué f onado de
MBIÍOBIAL t)A DiVfiBSAS Ha2a:S[A8.
9á
lo dewmlirir por rnnohaB sefiales, como oonoBciese
para la ida de Amparias ser nesoesario miioha maa
gente de la que él por enionoee pedia arer, é le pa-
reciese qae yendo él oon poca gente, mayor deama-
yo seria áloa de Ampariaa, como lee parecería que-
dar desesperados de mayor favor, quando viesen al
Príncipe oon poca gente contra enemigos tan pode-
rosos, porque les parecía mny mal consejo él que
él Bey su padre avia tomado en aver revocado su
primero mandamiento, el qoal avia pensado con solo
sa hijo podría defender aquella provincia con pe-
quefio ejército, é parecía ser mas sabio oonsejo en-
comendar la gente qne tenia de Valencia en Figne-
ras y en Castellón al ilostre Don Alonso , Maestre
de Oalatrava al qnal mandase díscunrir á unas par-
tes y á otras, proveyendo en tanto qne él podría
jantar la gente necesaria para resistir á los france-
ses, los qaalos, después de ávida aquella victoria, si
viesen al Príncipe venir con tan poca gente, como
antes de su venida, no es duda que requerían la ba-
talla, la qual convenía acebtar con peligro inrepa-
rable, 6 vergonsosamente denegarla quedando cer-
cados, el qual oerco sería mucho peor que perder la
tierra; é páresela á los prudentes consejeros ser pro*
vechosa la sentencia del Principe, el qual estaba du-
doso qnal mejor sería, si obedesoer al mandamiento
del padre, que á todos dañoso páresela, 6 facer
aquello que por mas snbtil era de todos ávido ; en
lo qual la voluntad del magnánimo Principe estaba
suspensa por escoger qual mejor consejo le seria, é
fué acordado en lasigulente sentencia que luego par-
tieson de allí trescientos de caballo pagados por el
Reyno debaxo de la capitanía de Don Juan de
Aragón, Arzobispo de Zaragosa, é Don Alonso
Maestre de Oalatrava, sus hermanos bastardos , en
tanto que el Rey por su parte allegaba mas gente, ^ ^^ ^,, ^^ ^^ „,^ «^.p^ ^g cum ^ hit^^on y de la
él por la suya encomendando las cosas del Andalu- mierte éal Rey Don Enrlqie.
da al Duque Don linrique de Gusman, para lo qual
pechosos, dando esf uerso á los temerosos oon espe-» .
ranza de toda fielldad, é rogando á Gomes Snares
é al de Palencia que prestamente se partiesen; é
como á causa de Gomes Suarez de dia en dia se de-
tuviesen, cada dia venían nuevas mas tristes de la
provincia de Ampurias, como los franceses cada
dia mas afligesen á aquella provincia que ningún
socorro esperaban , é afirmábase el Rey Luis oon
dádivas é promesas aver atraído á sí los embaxado*
res del Bey de Aragón que consigo tenia, dándoles
esperanza de lee dar muy mayor poder de lo que
tenian, é álos de Barcelona esto mesmo movían, co-
mo ya oviesen seido rebeldes é ya fuesen avisados
por fieles. T en este tiempo algunos mensageros de
Navarra vinieron faciendo al Príncipe saber q^o
de aquella parte algún peligro se esperaba aver,
como Dofia Leonor, hija del Rey de Aragón, des-
pués de la muerte de su hija el Príndpe muy mal
rigiese, é al Rey su padre, verdadero Rey de Na«
varra, nuevos dafios buscase, favoredendo á loe de
Biamonte contra los Agramonteses <lue al Rey ser-
vían, por lo qual aquel estrenuo caballero Mosen
Pierres de Peralta, principal entre los Agramon-
teses, tan duramente se avia, que ya por loé ene-
migos era buscado por subddio, como parecía aquel
Reyno en vivas llamas arder por diversas partes,
por la crueldad de algunos caballeros que á los po-
bres labradores destruían , de tal manera que so-
lamente las mugeres ya tenian cargo de la labor y
la fama ya cada dia crescia que con tantos tra-
bajos los navarros muy ligeramente á los franceses
80 darían.
CAPÍTULO O.
mandó á Alonso de Palenda que juntamente fuese
con el noble caballero Gomes Suarez de Fígueroa
para que á los de Sevilla diesen esperanza de la
ida suya en aquella dudad, que tanto por ellos era
deseado. En Zaragoza los consejos eran muy con-
traríos, é algunos de los Grandes se mostraban es-
tar deseosos de ir prestamente en este socorro é
buscaban otras formas para se detener, ^ alegrá-
banse por las angustias que en las cosas veían, como
durando la guerra pensaban poder abiertamente
robar ; y en el comienzo muchos de los nobles estor-
baron el casamiento dd Principe con la ilustridma
Princesa Dofia Isabel, parescíéndoles que con esto
se aumentaban el poder del Rey viejo, al qual ya
cansado por vejez y pobreza en poco estimaban; el
qnal teniendo poder quería dar pena á los disolutos
hombres, los quales como no pudiesen estorbar este
casamiento, de qualquler trabajo que al Rey vinie-
se les piada ; así que en aquel ayuntamiento de
Zaragoza muchas maldades se buscaron para estor-
bar la verdadera provídon, sobre lo qnal el Prínci-
pe de dia é de noche no cesaba de hablar con los
^ue d conosda ser mas fieles é apartar de sí los sos-
Cada dia venían mensageros al ilustrísimo prin-
cipe Don Femando de como en Castilla había gran
compotonda entre algunos de los grandes por ha-
ber el Maestradgo de Santiago, los quales todos
acusaban la negligencia de Don Gabriel Manrique
é la nueva solidtnd que el Arzobispo de Toledo te-
nia en procurar esta dignidad para el Marqués de
Villena, olvidando la vieja amistad que avia tenido
oon Don Rodrigo Manrique, Conde de Paredes, oa^
ballero tan noble é de tanto meresdmiento é tan an-
ciano en aqudla Orden , é no menos recusaban d
poco cuidado que el Arzobispo tenía de su mesmo
honor, gobernándose enteramente por Alarcon, hom*'
bre conoscido por todos por muy malo'é disoluto,
el qual públicamente decía poder traer al Arzobis-
po do Toledo á todo lo que quisiese} en tanto que
d él le quisiese mandar dezar el hábito pontifical, ó
vestir ropas de rufián 6 poner espada é broquel é cas-
quete en la cabeza, que él lo podía hacer ; é de aquí
afirmaba Alarcon que pues él avía de servir al Mar-
qués , que con el favor del Arzobispo no solamente
avría el Maentrazgo de Santiago , mas qualquiera
otra COSA que quisiese , mayormente que el Arsobis^
94
0RÓNI0A8 DE LOS BETXB DE GAflTitLA.
po ya Begnia al Bey Don Enrique, al qoal ante de
entonce había mucho aboiresoido, é ad pareaoia
agora aprobar lo que innohas veoea avia reprobado
por las qualea oosaa no solamente muchos de los
grandes, mas los pueblos que solian amar é loar al
Ansobispo porque velan que siguia á los Principes,
murmuraban del é desamábanlo. Todas estas cosas
Yístas por el Cardenal de Espafia que al Ansobispo
era contrario, determinó de se ir á SegOTia é allí
continuar, porque él y el Oonde de Benavente pu-
diesen tener lugar cerca del Bey Don Enrique, que
ya seguía en todo el querer del Marqués de Ville-
na, á quien ya el Anobispo siguia con esperansa
que él avia de estar por principal cerca del Bey, é
después el Cardenal ; é como esto al contrario suboe-
diese, aviendo de tener segundo lugar después del
Cardenal, enojado de aquesto se fué á la villa de Al-
calá de Henares, lo qual hixo contra voluntad del
Marqués, el qual quisiera que continuara con el
Bey, como quiera que mucho amaba al Cardenal é
al Conde de Benavente, los quales al Arsobíspo eran
contrarios, salvo en la espedicion contra él Conde
de Osomo que por consentimiento de todos se hizo
después de la partida del Arsobispo de Toledo. El
Marqués de Villena pensó para siempre tener la vo-
luntad del Bey Don Enrique á su querer y ordenan-
sa, á la qual presunción mucho afiadia el tener á
Dofia Juana, hija de la Beyna. Todo este pensa-
miento turbó la muerte arrebatada del Bey Don En-
rique, el qual ante de entonces tenia muchas pasio-
nes, como fuese muy mal regido y en ninguna cosa
siguiese rasen, ni quería obedesoer en sus enfenne-
dades á los físicos que del curaban ; é al fin un sú-
pito fingió de sangre le vino, que ninguna cosa le
pudo aprovechar, como en dos días toda la fuena
perdiese, de manera que se tomó tan disforme, que
era cosa maravillosa de lo ver, é con todo eso pen-
só esforsarse contra la enfermedad si viese los fie-
ros animales que en el bosque del Pardo tenía, é con
este deseo cabalgó en un caballo pensando i>oder
llegar allá; é muy c«rca de la villa enflaqueció de
tal manera, que ovo de volver, lo qual á muy gran
pena pudo facer; é así, vuelto en su palacio con
pocos de ios á él mas allegados estuvo echado en su
cama, fallescido de todas sus fuersas ; é como quie-
ra que oonosdese ser cercano al su fin, ninguna
mención biso de confesar ni rescibir los cathólicos
sacramentos, ni tampoco hacer testamento ó oodi-
cilio, que es general costumbre de todos los hom-
bres en tal tiempo hacer ; é los que ende estaban
apartábanse diciendo unos á otros qué remedio se
podría dar á tan gran presura, é como el físico fue-
se preguntado con grande instancia dixese qué le
paresda de aquella enfeimedad, respondió que muy
pocas horas quedaban al Bey de vida, é luego los
unos fueron llsmar al Cardenal, otros al Marqués,
otros al Conde de Benavente, otros á un devoto re-
ligioso llamado Fray Juan de Máznela, que habla
sido prior en el Monesterio de Santa María del Pa-
so, el qnal á muy gran priesa vino ; é como conos-
oiese estar este Boy en fin do sus días, dulce é sa-
biamente le suplicó recorriese á curar de su ánima,
como este fuese él mayor remedio que tenía y lo que
mas le cumplía ; lo qnal oído por el Bey enmudeció
estando en la cama mal vestido , no á la forma que
á los enfermos suelen estar, mas teniendo calzados
borceguíes ; é ya mostraba el resuello apresurado,
comenzándosele á turbar la lengua ; é como alguno
de los que allí estaban lo preguntase á quién dexa-
ba por heredero destos Beynos , á su hermana ó á
su hija sospechosa, respondió que Alonso González
de Turuégano su capellán sabía en esto su intin-
cion ; é como aquel religioso, presciando al Carde-
nal, le requiriese que abiertamente dixese áqual de
las dos Princesas dezaba por heredera destos Bey-
nos , ninguna cosa respondió. Entonces el devoto re-
ligioso le dixo : cSefior, gravemente erráis á Dios é
» mucho ofendedes á vuestros súdictos en no deola-
srar la verdad, que ya , Sefior, vos sabéis é á todos
les notorio que cerca de los Toros< de Guisando, en
ipresenoia de muchos de los Grandes destos Bey-
»nos, en público dedarastes el adulterio de la Bey-
»na Dofia Juana é confesastes Dofia Juana su hija,
»que antes de entonces mandastes princesa llamar,
ino ser hija vuestra, mas engendrada de otro va-
iron , lo qual bien se verifica por dos razones , allen-
» de de vuestra confesión primera, por vuestra noto»
1 ria impotencia en el ayuntamiento de las muge-
»ros, segunda perla disolución é oonoscída infa-
>mía de la Beyna Dofia Juana vuestra muger, si
> tal se pudiese dedr ; é allí, en aquel general ayun-
atamiento, jurastes é mandastes á todos jurar por
ilegítima sucesora heredera destos Beynos é sefio-
irios á la Sefiora Princesa Dofia Isabel, vuestra
» hermana, y por tal en vuestra presencia por todos
>le fué besada la mano ; é por eso, Sefior, con Dios
>vos requiero no queráis callar la verdad, como en-
>tre todos vuestros pecados este sería el mas detes-
»table é mas enorme, como de todos los otros po-
> dríades ser asuelto por Dios todopoderoso, si fiel-
emente lo confesáis, aviendo dellos verdadero ar-
»repentimiento, é deste nunca, pues por vuestro ca-
pilar dexais llama encendida en que vuestros Bey-
>nos se quemen, é daréis lugar á los malos para
> perseverar en su acostumbrada tiranía.» Cosa res-
pondió, mas comenzó á revolverse en la cama tor-
ciendo la boca é los ojos , é moviendo los brazos á
una parte y á otra, comenzó de temer como ya su
muerte fuese cercana , é luego fué mandado poner
el altar pensando provocarlo á devodon, é ni por
eso mostró sefial de cathólico, ni menos arrepenti-
miento de sus culpas é pecados , é ansí dende á po-
co espacio espiró, poco ante que amanesciese | en
doce dias de Didembre dd afio de nuestro Beden-
tor de mil é quatrodentos y setenta y quatro afios.
Fué levado su cuerpo á Santa Maria del Paso sin
pompa alguna de las que se acostumbraban facer
en d fallesdmiento de los grandes Principes, é allí
estovo depositado fasta que fué llevado á Santa
Maria de Guadalupe, donde está sepultado cerca de
la Serenísima Beyna Dofia Maria su madre. Vivió
este Bey poco mas de cinquenta afios i tovo el cetro
kkMOBtAL bÉ DIVeBSAB HAZAfiAá
M
nal yelnte «IkMi é cinco mesas (1) sin cosa •}eroer
al ofido real oonTiniento. Fué yerdaderamente pró-
digo, en ninguna cosa liberal, salvo en algunos no-
bles edifidos qne biso, oomo en la dudad de Segó-
▼la oonstiinyese d monesterio de Santo Antonio,
faera de los moros, el qnal dio ¿ los frayres de ob-
senranda de San Francisco , el qnal ornó de mny
rióos ornamentos é de todas las cosas nescesarias
al coito divino; y en esta mesma dndad reydifi-
oó moy Bontocsamente el monesterio de Santa Ma-
ría del Parral, de la Orden de San Jerónimo, é
dotólo de grandes rentas; é fortificó marayillosa-
mente el Alcasar, é biso endma de la puerta del
una muy alta torre labrada de masonería, y en el
oorredor que se llama en aquel Alcázar de los Oor-
dones, mandó poner todos los Beyes que en Gas-
tilla y en León ban seido después de la destruidon
d^Bspafia, comensando de Don Pdayo fasta él, é
mandó poner oon ellos al Cid, é al Conde Fernán
Gonsalesy por ser caballeros tan nobles é que tan
grandes cosas bideron, todos en grandes estatuas,
labradas muy sotílmente de maderas cubiertas de
(t) Hasti ti|af negan otros códieoí q«o hemos eonsollalo. El
qie sofalmos I la letra fitde toáo lo qva resta huta el flial de
te Crdiica, qie luertamos más eomo eirtosidad fve por poder
aiimar fit sea okra dd eroaista Yalen,
oro é plata. É biso en erte AlcAsai^ ño fosado muy
fondo, picado en la misma pefia ; é cerca de la Igle*
sia de San Martin desta ciudad biso una casa asas
notable para su aposentamiento. É en Balsain, ques
á dos leguas de allí, biso otra casa asas buena para
su rocreadon, oon un bosque muy grande cercado
de cal y canto, en qne tenía muy gran muchedum-
bre de bestias salvages ; y en la villa de Madrid,
fuera de los muros , biso un monesterio de la Orden
de San Jerónimo, llamado de Santa María dd Paso,
á quien dio grandes rentas y ornamentos muy sun-
tuosos; y en el Pardo , ques á dos leguas desta vi-
lla, biso otra casa asas notable , con un bosque poco
menos bueno que el del Balsain, y en otras partes
biso otros edificios asas suntuosos. Fué este Bey de
gran cuerpo, bien proporcionado, blanco y colorado
mesuradamente, los cabellos rubios. Era romo, de
una cdda que dio seyendo nifio. Fué gran caballero
de la gineta, buen bracero. Dióse demasiadamente
i la música; cantaba y taftia muy bien. Era grande
escribano de toda letra ; Ida maravillosamente. Fué
docto en la lengua latina. Oia de mala voluntad ¿
quien quiera que á él venia. Era n.ucho apartado.
Vestíase mal. Tovo mucbos privados á quien oon
larga mano dio muy grandes dádivas. Fué dempre
regido por su voluntad, fuyendo de todo sano oon*
seje.
«M^
CRÓNICA
DEL
REY DON ENRIQUE EL CUARTO
DE ESTE NOMBRE,
POR Sü CAPELLÁN Y CRONISTA
DIEGO ENRIQUEZ DEL CASTILLO.
Cr.—líL
Oi.^
COMIENZA LA HISTORIA
DEL
REY DON ENRIQUE EL CUARTO
DE ESTE NOMBRE,
DE aLOBIOSA HBHOBIA.
Tanto los principes sefislados y antiguos varones
de las edades pasadas quedaron famosos, é sus vir-
tuosos trabajos cubiertos de renombre, quanto la
dulce pluma de los sabios oradores, haciendo vivos
sus nombres los quiso prestar memoria ; á los qnales
oon sus inmortales letras, con su perpetua scriptura
tan nombrados quiso doxar é tal gloria mundana
permitir, que ni el pasado tiempo los tiene morti-
guados , ni la nueva edad adormidos , ni la vida lar-
ga los olvida, ni él corto vivir los amengua. E así,
aunque de siglos tan luengos hayan discurrido, y de
tiempos tan antiguos pasados, siempre ante los ojos
tenemos sus hasafias, no solamente figuradas , mas
en nuestras fantasías imprimidas é sefialadas; por-
que tanto alguna cosa estimamos ser mejor é la te-
nemos por mas buena , quanto mas lexos se mues-
tra , quanto mas es apartada ó quanto menos es ve-
cina de nuestra conversación. Pues^i aquellos fue-
ron dignos de tanto don sefialado, 6 de tal excelen-
cia merecedores, que la sola scriptura ansi nos re-
presenta sus bienes , é en tal manera los desea loados,
alcancen nuestros dias con vivas raaones, merezcan
nuestros tiempos con dulces historias , gane nuestra
edad con mano estudiosa las insignes obras, los
pangrientos sudores é trabajos fatigosos de nuestros
preeontes ; porque ellos renombrados, á toda inmor-
talidad sobrepujen en tal manera, que ni la anti-
gaedad los olvide, ni transcurso de tiempo los con-
suma ; oa injusta cosa seria si el pregón de sus loores
del todo quedase mudo, é sus hasafias calladas. E si
los altos ingenios de los scriptores, la viva luz de
sus renglones, ó la dulzura de su estilo hicieron loa-
bles á los Qríegos, é notables á los Romanos; cuya
perdurable fama, ni el pincel de loe pintores, ni el
martillo de los plateros , ni el hierro de los sculpido-
res pudieían hacer inmortal, si la heroica pluma de
aquellos olvidada la dexara. No menos el resplandor
de nuestros invictisimos Godos, la pujanza de su
grandeza é la excelencia de sus obras merecen al-
canzar memoria , como sea cierta cosa é muy sabi-
da verdad que aquellos la porfía de los unos con ma-
no armada venciendo, é la soberviade los otros con
sangrienta espada derrocando , abatieron su presun-
ción , é destruyeron su osadía ; é así quedaron, no
solamente renombrados é temidos , mas famosos _
estimados. De cuyos varoniles hechos, caballerosas
cosas, reales exerdcios y empresas tan altas grande
testimonio nos representa aquel sefialado Bey Theo-
dorico, que así como fuerte guerrero, esforzado va-
ron y caudillo animoso, con su gente gótica no so-
lamente sojuzgó toda Italia, mas con sus belicosas
armas puesta en servidumbre, al Emperador Zenon
despojó del sefiorio , y echó fuera del Imperio. B no]
solamente aquesto de que inmortal gloria é famo-
sa nombradla les debe ser otorgada, porque asi co-
mo magnánimos supieron sefiorear, y como pruden-
tes capitanes facerse vencedores, mas de tanta no-
bleza fueron acompafiados, y de tanta clemencia
fueron revestidos, que alcanzada la victoria, con
muy gracioso amor, con dulce benignidad, con gran-
de piedad humana trataron sus enemigos. De quer"
azaz claro testimonio ó prueba manifiesta nos es
aquella insigne bondad,' y piadosa virtud del Bey
Alarico, que combatida la oibdad de Boma, tomada
por fuerza de armas , apoderado y fecho sefior dé
ella, con pregones de amenazas, so graves penas
mandó que las muertes, estragos, é dafios, é cruel-
dades fuesen del todo cesadas, é que ningunos des-
de allí adelante osasen entrar en los templos, ni ho-
llar los santuarios ; mas que los vencidos fuesen li-
bres é seguros , los christianos é sus eglesias no fue-
sen damnificados; donde publicando su manse-
100
0R0NI0A8 DB LOS BBTB8 DE CIASTILLA.
dambre, y manif estando su noble humanidnd, de-
oia: con los Romanos lo avernos , oontra ellos pe-
leamos, é á gaerrearlos venimos; los siervos de
Cbristo queremos sean libros. En tal manera que su
bondad fué muy loada , ó su grandeza en mayor re-
verenda tenida; porque templando su furia, puso
freno ásn poder, é amansando su rigor, se abrazó
oon la clemenda. E no solamente aquesto , de que
tan largos títulos de bonra, é tan cumplidas ala-
banzas les deben ser otorgadas , mas si , discurrien-
do lo pasado , ó viniendo á nuestros tiempos , que-
remos esondrifiar sus historias , y saber de sus baza-
ftas , aunque somnolientas é ciegas , aunque dezadas
olvidar por poco cuidado , tantos é seflalados he-
chos, tan altase tan grandes cosas terniamos para
decir, que sus comienzos serian muchos, sus loores
infinitos, y su fin nunca hallado. No solamente
aquesto ; mas como entre aquellos haya sido mas
derto el afecto belicoso é la costumbre de la guer-
ra, que el estílo del hablar, mas de contino fatiga-
ron sus manos en el uso de las armas, mayor deley-
te sintieron en el menear de las espadas , que en el
rodear de la pluma. E así , menospreciando lo uno,
que famoso nombre les diera, ó anteponiendo lo
otro, que sangrienta muerte traia, dieron ezerddo
á sus fuerzas, é adurmieron sus memorias ; donde
con sobra de suefio pasadas , y en silendo dormi-
dos, dexaron entonces los unos muy sepultada su
fama , é los otros agora cegada su nombradla , de
tal guisa, que ni los pasados lo leyeron , ni los pre-
sentes lo saben. A los quales como su negligencia
. haya sido madrastra , é su menos cuidado enemigo,
quise, condolido de tan grave pérdida , é sentido del
error en que así cayeron los pasados , despertar las
hazafias, decir los famosos hechos de los que agora
viven é son, para que revivan sus nombres, ó sue-
ne su fama , asi de los buenos para su mayor ala-
banza, como de los malos para su vituperio. Oyan
por ende los presentes, atiendan los que veman,
sepan los ignorantes é noten los que leyeren , que
del muy esclarecido quarto Bey Don Enrique de
Castilla é de León, sus hechos é vida tratando , su
puxanza é grandeza diciendo, sus infortunios é tra-
bajos recontando, oon testimonio de verdad prosi-
. guiendo , yo el Licenciado Diego Enriques del Cas-
tillo, Capellán é de su Consejo, como fiel coronista
suyo protesto relatando scribir su Corónica. E pues
que á los historiadores sefialadmente se otorga, é á
ellos solos , como jueces de la fama é pregoneros de
la honra es dado de la gran prosperidad recontar
enteramente, é de las adversidades hacer larga re-
lación , diré sin dubda ninguna lo que vieron mis
ojos, las cosas que sucedieron, la causa de donde
emanaron , é también del fin que ovieron ; porque el
sobrado sefiorío á los mas bien afortunados jamas
les ponga soberbia , ni los trabajosos males hagan
á los hombres cobardes ; ca sabida cosa es, que tan-
to á los osados ayuda mas la fortuna, quanto puede
á los mayores derribar de lo mas alto. E quanto
quiera que hablar de tan alto Principe , de los Gran-
des de sus reynos ó de los otros mas bazos parezca
A
«*:-
presunción de rudo marinero , que puesto en la fu-
ria del mar, lanza su batel en las hondas, é da sus
velas al viento, sin saberse gobernar, pero supli-
cando á la infinita bondad del soberano Redentor
que de sus inmensas gradas me preste alguna par-
te , para que obedeciendo al mandado, é la licencia
del poderio Real , que para esto me fué dado, po-
niéndolo por obra , pueda dar fin á mi promesa.
Pero d aquesta Corónica no fuere tan copiosa é
oomplida como debe , de las cosas que sucedieron
en la prosperidad dd Rey , primero que le viniesen
las duras adversidades, merezco ser perdonado oon
justa escusacion ; porque fui preso sobre seguro en
la dbdad de Begovia, quando fué dada por traydon
á los caballeros desleales ; donde me robaron , no so-
lamente lo mió, mas los Registros con lo procesado
que tenia scripto de ella , visto que la memoria, se-
gún la flaqueza humana , tieno mayor parte de la
olvidanza, que sobra de la recordación.
CAPÍTULO L
De U flsonomit « vU« é eondlcloa del Rey.
Quanto mas alta cosa es aquella de que se debe
tratar, tanto su grandeza pone temor en d decir; é
quanto de mayor excelencia, tanto es d defecto de
las palabras mas graves ; porque antes el estilo de
screvir, que materia de hablar fallesce. Siempre
nuestras lenguas son mas aparezadas á disparar sus
dichos que las plumas á componerlos ; y aun aques-
to la misma experiencia natural nos lo muestra,
como sea cosa derta que d uso común de la habla
es á todos generd , y á muy pocos la perfección del
decir ; é no dn cabsa los humanos ingenios mayo-
res cosas entienden que saben proponer, é mejor
las conciben que aciertan á pronunciarlas, ni decir
lo que de dentro sienten. E porque tratando de tan
dto Rey, dtas é grandes cosas se deben notar pri-
mero que al proceso de la historia vengamos, para
que de todo prestemos razón, é la reprehensión de
la ignorancia se escuse, algo de su gesto y f aodones,
de sus condiciones é vida oonvemá que digamos;
en tal manera, que relatada su figura é la orden de
su vivir, emprima sefial ó noticia en los que su his-
toria leyeren. E pues conviene al coronista y eo ne-
cesario que sea zeloso de la verdad, ageno de la
afición , quito de amor y enemistad , en tal manera,
que reprehendiendo los culpados, é alabando los
buenos, escriba sin pasión, é proceda como juez en
las cosas de la fama ; yo desde aqui protesto que
todo lo que dizere y mi pluma reoontare, sea para
cumplir con Dios en descargo de mi conciencia é
del cargo que me fué dado; é asi agora, procediendo
con la reverenda que debo, fablaré primero del
Rey. Era persona de larga estatura y espeso en d
cuerpo, y de fuertes miembros ; tenia las manos
grandes y los dedos largos y recios ; el aspecto fe-
roz, casi á semejanza de león, cuyo acatamiento
ponia temor á los que miraba ; las narices romas é
muy llanas, no que asi naciese , mas porque en su
nifioz roscibió lision en ellas ; los ojos ganóse algo
• -.
DON ENRIQUE CUARTO.
101
eepATcidot , encamlzAdoB los parpados : donde po-
nía la vista, mucho lo duraba el mirar ; la cabeza
grande y redonda ; la frente ancha; las cejas altas;
Us sienes sumidas ^ las quizadas luengas j tendi-
das á la parte de ayuso ; los dientes espesos y tras-
pellados ; los cabellos rubios ; la barba luenga é po-
oas Teces afeytada ; el tes de la cara entre rojo y
moreno; las carnes muy blancas; las piernas muy
luengasybien entalladas ; los pies delicados. Era de
singular ingenio y de gran aparencia , pero bien ra-
sonado , honesto y mesurado en su habla ; placente-
ro con aquellos á quien se daba; holgábase mucho
oon sus servidores y criados ; avia placer por darles
estado y ponerles en honra : jamas deshiso á ningu-
no que pusiese en prosperidad. Gompafiia de muy
pocos le placia ; toda conversación de gentes le da-
ba pena. A sus pueblos pocas reces se mostraba ;
huia de los negocios; despachábalos muy tarde. Era
muy enemigo de los escándalos; acelerado é aman-
sado muy presto. De quien una ves se fiaba, sin
sospecha ninguna le daba mando é favor. El tono
de su vos dulce é muy proporcionado ; todo canto
triste le dabadeleyte : preciábase de tener cantores,
y con ellos cantaba muchas veces. En los divinos of-
ficios mudio se deley taba. Estaba siempre retraydo;
tafiia dulcemente laúd ; sentia bien la perfección de
la música: los instrumentos de ella le plaoian. Era
gran casador de todo linage de animales y bestias
fieras ; su mayor deporte era andar por los mon-
tes, y en aquellos hacer edificios é sitios cercados
de diversas maneras de animales, é tenia con ellos
grandes gastos. Grande edificador de iglesias é mo-
nasterios, y dotador é sustentador de ellos: dábase
á los Religiosos é á su conversación. Labraba ricas
moradas y fortalezas ; era sofior de grandes tesoros,
amigo é allegador de aquellos, mas por fama que
oobdicia. Fue grande su franqueza, tan alto su oo-
raion , tan alegre para dar, tan liberal para lo oum-
plir, que de las mercedes hechas nunca se recorda-
ba, ni dez6 de las hacer mientras estubo prospera-
do. En la guarda de su persona traia gran muche-
dumbre de gente, de guisa que su corte siempre se
mostró de mucha grandeza , y el estado real muy
poderoso. Los hijos de los Grandes, los generosos y
nobles , y los de menor estado , con las pagas de su
sueldo se sustubieron en honra. Era lleno de mu-
cha clemencia , de la crueldad ageno, piadoso, á los
enfermos caritativo , y limosnero de secreto ; rey sin
ninguna ufanía , amigo de los humildes, desdefia-
dor de los altivos* Fué tan cortés , tan mensurado 6
gracioso , que á ninguno hablando jamas deda de
tá, ni consintió que le besasen la mano. Hacia poca
estima de sí mesmo. Con loe principes y reyes, y
con los muy poderosos era muy presuntuoso. Pres-
oiábase tanto de la sangre Real suya é de sus ante-
pasados, que aquella sola decia ser la mas excelente
que ningima de los otros Reyes do Christíanos. Fue
' jBu vivir é vftTtir mtiy honesto, ropas de pafioe de
de lana del trage de aquellos sayos luengos, y ca-
puces é capas. Las insignias é cerimonias Reatos
muy agenas fueron de su condición. Su comer mas
fué desorden que glotonía , por donde su complexión
en alguna manera se corrompió , é asi padecía mal
de la ijada, y á tiempo dolor de muelas ; nunca ja-
mas bebió vino. Tubo fiaquesas humanas de hom-
bre, y como Rey magnaminidades de mucha gran-
deza. Era gran cabalgador de la gineta, y usábala
de contino, tanto que los del Reyno á su exemplo
conformados dexaron la polecia de ser hombres de
armas. Tubo muchos servidores y criados, y de
aquellos hizo grandes señores ; pero los mas de ellos
le fueron ingratos, de tal guisa que sus dádivas y
mercedes no se vieron agradecidas , ni respondidas
oon lealtad. E así fueron sus placeres pocos, los
enojos muchos, los cuidados grandes, y el descan-
so ninguno. Mas dedme agora, reyes de la tierra,
compañeros de la oobdicia, é amigos de la sober-
bia y padrastros de la humildad , cuya libertad es
captíverio, cuyo señorio es servidumbre, cuya gran-
deza congoja, cuyo poder persecución, ¿de quál
bienandanza vos podéis alabar, de quál prosperidad
presumir, que ni el retrete vos descansa , ni la car
ma reposa, ni el tesoro oonsuela,^ el dar basta? O
¿ de quál perfección mas digna queréis alcanzar re-
nombre, quando ni siendo señores tenéis libertad,
ni como poderosos la dids á ninguno? Baste pues
saber de vosotros que quanto mas grandes, mas
congojados, é quanto mas altos, mas sin descanso.
CAPÍTULO IL
Cono fué Jorado por Rey, 7 la f«Ma qve hiioi loo Graadei de tai
Cortes, pira lolur á los Coades qve teali presos.
La muerte natural, que á todos hace iguales,
aquella que á ninguno jamas perdona, é á los mas
poderosos priva del mando, y los quita el señorio,
trasportó del mundo, y agenó del estado al según*
do Rey Don Juan en la villa de Valladolid, por
cuyo fin los Grandes del Reyno, que allí se hallaron
á la sazón, alzaron por rey al Príncipe Don Enri-
que, su hijo primogénito. Donde hechas los obse-
quias funerarias de su padre en el monasterio de
Sant Pablo con aquella solemnidad que para tal acto
se requeria, según la excelencia de tan alto Rey;
dada la orden en las pias oabsas del alma, él nuevo
Rey queriendo manifestar su demencia é la gran-
deaa de su corazón , para dar buen exemplo de su
realeza, mandó llamar los Perlados, é Caballeros é
personas de estado que en la Corte estaban. Los
quales venidos delante su real presencia, con ale-
gre cara é gracioso semblante les dixo : cSuele al-
i gunas veces el gpran poderio mover á los que reynan
a antes á mal hacer que á bien obrar ; y el absoluto
•señorio de reynar á los altos Principes, á usar mas
a del furor que de la graciosa mansedumbre. Por
• esto es necesario álos que en tal cumbre y tan alta
a suceden, si quieren mirar á la nobleza, y ser teuit
a dos por talos , que hayan de ser revestidos de cle-
a mencia é oofiidos de piedad* Ca el mando é la po-
a tencia en la persona Real , el regir y gobernar en
a el virtuoso el Rey , solamente ha de ser pant ba-
aoerlo magnánimo, gracioso y benigno, olvidador
102
CRÓNICAS DE LOS REYES DE CASTILLA.
Bde las injurias é galardonador de los servicios. Do
» donde se signe , qno á los reyes es dado , é á ellos
•propríamente conviene ser agenados de la ira y
9 apartados del rencor ó mny despojados de toda
B enemistad. B por esto, oonsideraudo quanto mas
Bsegnra es la piedad , que el rigor de la justicia, yo
• agora porque veáis que tan humano Rey quiero
B ser á los culpados , amoroso á los leales y amigo
Bde los buenos I vencido de mi propia voluntad, y
B usando de aquella liberalidad que á loe reyes de
B tan alta sangre como la mia pertenece , perdono á
bD. FemanDalvarez de Toledo, Conde de Alva,óá
B Don Diego Manrique , Conde de Trevifio, que ten-
Bgo presos, y he tenido de algunos tiempos acá: á
bIos quales desde agora suelto é pongo en su liber-
B tad ; ó mando que les sean tornadas sus tierras sin
B dilación alguna.» Oyda su habla, é vista la reale-
za de que asi usaba con aquellos Condes presos, que
mandaba soltar, todos los que presentes estaban,
con grande reverencia las rodillas en tierra, dixeron
que se lo tenían e(i mucha merced, besando sus rea-
les manos ; que bien páresela que esta era la reale-
za de su sangre , pues que el primero dia que rey-
naba, ansi les daba tan cumplidas sefiales de bien,
por las quales no solamente los obligaba para lo
amar y obedescor, mas que los robábalos corazones
paira le servir y acatar de alli adelante con mayor
roverenoia. |0 singular excelencia, la virtud del per-
don , que donde quiera que mora, siempre roba los
corazones y gana las voluntados para mayor añcionl
(Dionaventurados los roynos que do talos Reyes son
suf ragáneosl que si el rigor de su poderío no se tem-
plase con la mansedumbre de perdón , ni los subdi-
tos osarían ser vasallos, ni los que sojuzgan la tier-
ra hallarían quien los sirviese. Asi que la clemencia
puebla los reynos , y los hace vivir contentos, y la
crueldad los disipa, y hace ser querellosos.
CAPÍTULO ra.
Gemo el Rey naiidd llamar á los eenrldoras é crtadoe de ii pa-
dre« é eoBsoladoa sraeiosameate^ les confirmó los oflelos que
tenias.
E por la muerte del Rey sus servidores quedaron
muy afligidos, en tanto grado que hacían muy do-
lorosos llantos, sin que ninguno los pudiese conso-
lar. E como fuese notificado al Roy, mandó que fue-
sen llamados ; é venidos á su Cámara, con graciosa
beg^inidad les dixo : a No dudo que la muerte del
sRey, miSefior, que haya sancta gloria, os haya
B puesto grave dolor ó tristeza, asi por la pérdida de
B su Real peisona, con que estábades amparados é
Bcon favor defendidos, como porque podría ser que
B vos toméis é receláis de perder los oficios con que
Bteniades cabida en su Casa Real , y segura susten-
B taoion de la vida. Mas porque de aquesta sospecha
B seáis seguros, é conozcáis que las tales novedades
shan de ser muy agenas de los reyes, mayormente
Bde mi condición , y que si aquello se hiciese, pare-
Bcería mas crueldad que magnificencia, é mas po-
Bquedad que realeza, quiero, é es mí determinada
B voluntad, que todos quedéis en vuestros oficios, se-
Bgnn los teniades con el Rey mi Sefior (que Dios
B haya) sin novedad alguna que en ellos se haga. T
B aquesto por dos razones, la primera, porque sin-
B tais que si en él perdisteis sefior, en mi tenéis se-
Bfior é defensor; la segunda, para que con aquel
Bmesmo amor é lealtad me sirváis queserviades ásu
BSefioría qnando era vivo, é por ello merezcáis otras
B mayores gracias y mercedes. Por tanto , yo vos
B mando que desde agora cada uno de vosotros me
B sirva en el oficio que tenéis; é viváis alegres é oon-
Btentos.» Los cuales oyda su habla, é la merced que
les hada tan realmente , hecha su reverencia, salie-
ron dando gracias á Dios, porque en pos de tan no-
ble padre les sucedía Un excelente hijo, que ansi
los amparaba é reoebia con amor.
CAPÍTULO IV.
Como ol Rej dio medio entre los eapelUnes del Rej sa padre é
los suyos, para qno en conformidad todos lo siniesen, y la
graliflcacion que los hlxo.
Entre los capellanes del Rey Don Juan su padre
é los suyos hubo grande división é diferencia, ansi
en el servicio, como en los asentamientos déla Ca-
pilla , queriéndose preferir los unos á los otros ; so-
bre lo qual esUban en gran dobate , diciendo que
pues algunos de ellos eran primeros en tiempo por
ser del Rey pasado, que deberían ser mejores en la
proominoncia , é procodorles on el asontor. Los otros
respondían quo ellos avian servido al Roy siondo
Príncipe, para quando sucediese en el Reyno ; é que
asi como primero sucedieron en los trabajos, era
justa cosa que venido á ser Roy , gozasen en el asen-
tamiento de la mesma prerogativa que ellos avian
gozado con su Roy de que vino á reynar ; é por esta
razón debían conseguir de hecho lo que por muchos
servicios tenían merescido. E como aquesto fuese
notificado al Rey, mandó que todos viniesen á su
Real cAmara é presencia: donde todos venidos, les
dixo: «Si á vuestras porfias se diese lugar, seria
»cabsa de mayor enconveniente , é cabsa de mas
amal exemplo dexaros perseverar. Mas por quitaros
Dde contienda y dar medio entre vosotros, quiero
»que sepáis que yo no solamente sucedí en el esta-
ndo, lugar é sefiorio del Rey mí Sefior, que ponga
bDíos en su gloría, mas en todas las otras cosas
Dde que su Real persona se servía, y entre aquellas
nen esta Capilla euya : por donde paresce que tam-
»bíon los unos como los otros sois míos para servir^
))me. Por tanto cumple que todos de hoy mas seáis
sconf ormes sin contradicción alguna; ca de otra gui-
ttsa yo no seria bien servido, ni vosotros haréis lo
»que debéis como buenos servidores. Pero por qui-
ntar el escándalo en que agora estáis, y escusar la
^enemistad que de aqui adelante se puede recrescer,
»quiero é mando que el Capellán mayor del Rey mí
»Sefior, y el mío, que por agora no sirvan, hasta que
»á alguno de ellos se dé algún obispado en equíva-
»lencia de su oficio , y entretanto, que en lugar de
lellos sirva Don Justo Alonso Chirino, Abad de Al-
DON ENRIQUE CUARTO.
103
«cala. E asi mesmo mando quo los oficiales jnnta*
n mente sirvan sas oficios en macha conf onnidad , é
Dqne los Capellanes sea sienten los mas antiguos so-
mbre los que despoes entraron é vinieron ; oa seria
Boosavergonzoia que siendo del estado eclesiático,
«donde ha de resplandecer el bien de la pas é sosie-
«go, ovioso de nacer discordia y rancor en las vo-
sluntados.» Dada esta orden ó medio entro ellos, que-
daron todos pacíficos y contentos, é servían oon
mucho amor. B dende á pocos dias , como vacase el
Obispado do Cartagena , fue dado al Capellán ma-
yor del Rey Don Jnan sn padre , y el sayo tomó á
servir hasta tanto qae le hicieron Obispo de Sego-
via. Visto aquesto , todos los otros capellanes é can-
tores fueron muy alegres , y desde aquella hora en
adelante oon speranza de recebir mercedes trabaja-
ron de servir sin enojo ; por donde fueron sublima*
dos oon granes dignidades , é no sin cabsa; porque
el Rey se deleytaba mucho en los Oficios divinales,
y asi daba grandes rentas á los quo lo servían.
CAPÍTULO V.
Cono hizo ptz eoB el Rey de Navarn, so (lo, 6 lo eomprd los lo-
fsres qoe tenis en CssUlla, 6 perdonó si Almlrsnle ó A otros
esbslleros, qoo estaban desteñidos del Reyno» é les mandd
tornar lo snyo.
Después que asi liberalmente, é oon tanta gracio-
sidad ovo tratado sus subditos, acordóse como entre
el Roy Don Juan do gloriosa memoria su padre, y
el Rey de Navarra su tío avia sus grandes diferen-
cias, de que se idguieron batallas campales, guer-
ras, muertes, robos é prisiones tales, é tan crudas
é do tal forma, que muchos caballeros principales é
otras personas de menos condición se salieron hu-
yendo del Reyno , é quedaron despojados de sus es-
tados, no solamente por ser parciales de los enemi-
gos, pero porque á banderas desplegadas, pelearon
contra su Rey : de que asaa enemistad quedó arrai-
gada por grande tiempo de la una parte á la otra.
Pero él como rey humano, queriendo que la discor-
dia pasada fuese convertida en sus dias en amor, é
la guerra en mucha paz , é porque antes fuese ama-
do que temido, determinó aunque. poderoso é sin
necesidad de aver menester á ninguno, por enxen-
plo de virtud de hacer amistad con su tío ; para lo
qual envió sus embaxadores , que fueron muy bien
recebidos por él. T su embazada contenia dos co-
sas : la primera, que para quitar todos los debates é
controversias pasadas, le vendiese las villas de
Atienza é de la Pofiaé do Alcázar quo tenia on Cas-
tilla ; la segunda, que visto el deudo que entre ellos
estaba tan cercano, quería hacer oon él perpetua
paz é confederación de firme amistad. Oyda su
habla, el Rey de Navarra respondió que de aquello
era muy contento, é le plascia de lo hacer; poro con
tal condición, que pues el Almirante Don Fadri-
que , é los hijos del Conde Castillo, é Juan de To var,
Sefior do Berlanga , con otros caballeros se avian
perdido por él , é estaban ño solamente desterrados
de Castilla, mas despojados de sus tierras , le plu-
guiese perdonarlos, é mandar restituir lo suyo, que
el Rey su padre le avia tomado. A lo qual respon-
dió el Rey que le plascia de lo asi hacer , asi por
contemplación suya quegelo rogaba, como porque
sus naturales oonosciesen quanto era contento de
loe tratar, mas oon beninidaj-, que con rigor, é ser
para ellos mas amigable rey , que duro sefior. E asi,
concertada la cantidad que se avia de dar por las
villas , é pagada , las villas fueron entregadas, é
puestos eñ ellas alcaydes por el Rey. E luego veni-
dos delante su Real presencia el Almirante Don Fa-
dríque é los otros caballeros , que andaban dester-
rados, el Rey oon alegre cara los recibió, é dixo al
almirante : «Tic, é vosotros Caballeros, ya sabéis
» que los reyes reynan en lugar de Dios sobre la tier-
nra ; é porque asi se representa su seftorío divinal,
n todos los subditos débanles fidelidad , lealtad, te-
« mor, reverenda y obediencia. De donde se sigue
nque los naturales han de ser obedientes , é no re-
«beldes, servidores, é no enemigos , é leales, é no
B traydores ;' porque el resistir al poderío terrenal de
«los reyes, es resistir á Dios , que los pone en su
«lugar, para que manden é sefioreen. E pues ve-
ndes agora la humanidad con que liberalmente vos
9 perdono , y el amor con que vos resdbo , é como
«vos mando tomar todo lo vuestro , sin acordarme
» de vuestros hierros , catad que vos amonesto, que
»vos emendéis , é miréis por mi servicio mejor que
Alo hicistos contra el Rey mi Sefior, que Dios haya^
«porque tenga yo oargo de haceros meroedes, é por
«lo contrarío no toméis á ser peregrinos, é andar
» por tíerras agenas.9 Entonces el Almiranteen nom-
bro suyo é de los otros caballeros que oon él veniaU,
respondió que besaban las manos á su Alteza, pro-
testaban de lo hacer asi como su Real Sefioria lo
mandaba. E tomada licencia, se fueron para sus
tierras, que les fueron entregadas.
CAPÍTULO VL
Como el Rey envió embsxadores si Rey Don Alonso de Arafon,
qoe estaba en Ñipóles» 6 se eonllnnsron las paees entre Cas-
tilla 6 Aragón.
E luego que asi ovo perdonado á estos caballeros,
é recobrado las villas que el Rey de Navarra tenia
en Castilla, para mayor cumplimiento de reposo,
acordó de enviar sus embaxadores al Rey Don Alon-
so de Aragón, su tío, que estaba en el Reyno de Ñá-
peles, donde oon gran triunfo, é vitoria de sus ene-
migos reynaba pacificamente , asi para le notificar
el suceso de su próspero Real estado, porque le ama-
ba mas que á ninguno de sus hermanos é parientes
de su linage, é le tenía en grande acatamiento, co-
mo para confirmar las alianzas é paces, que estaban
entre Castilla é Aragón. Llegados aquestos embaja-
dores cerca de la cibdad de Ñápeles , notificada su
ida al Rey, mandó que les fuese hecho honrado re-
cibimiento, é que fuesen no solamente bien aposen-
tados, mas proveídos copiosamente de todas las co-
sas qae hubiesen menester. B así recebidos con mu-
cha honra é tratados con mucho amor, después que
104
0BÓNI0A8 DB LOS BBTBS DE CASTILLA.
la negodaoion é capitaloB de la pai faeron oondoio
do8 entre los embajadores é los depntados por el
Bey de Aragón , estavieron en gran diferencia d^
batiendo sobre que en la soriptura qual de los Be-
yes se pomia primero* B como de ello de amas par-
tes altercasen alegando sus razones, qnales á cada
nno pertenecía en favor de sa Bey, los embaxadores
de Oastílla dixeron , que aquella contienda querían
que su Bey la determinase. Ante quien relatada la
controversia en que asi estaban, respondió, que pues
él venía de la casa de Castilla, y el Bey Don Enri-
que su sobrino.era el tronco de quien él y el linaje
Beal de los Godos de Espafia deoendian, que le pia-
da, é mandó que el Bey su sobrino le precediese, 6
fuese primero puesto en las scripturas ó capítulos
que se hiciesen. E dada la oondusion de todo ello,
el Bey de Aragón queriendo mostrar d mucho
amor que con el Bey su sobrino tenia, ó quanto
deseaba honrar á él é á sus cosas, ansí por ser el ma-
yor é principal del linaje, como pprque era hijo de
la Beyna Dofia María su hermana, á quien él mas
que á todos sus hermanos avia querido, convidados
estos embaxadores á comer, bisóles grande fiesta é
mandóles hacer muchas mercedes, con que despedi-
dos, se tomaron al Bey. B recontadas las noblezas
que el Bey Don Alonso su tío con dios avia fecho,
é la forma con que los avia tratado, quedó mas afi-
cionado con él, é ad puestos sus Beynos en tanta
paz é sosiego, quanto nunca se vieron en tiempo de
su padre. Él quedó tan próspero, y obededdo, y acá-
' tado y tan estímado por el mundo , que á todos sus
comarcanos hacía ser embidiosos, en tanto grado
que ninguno de los reyes sus antepasados se pudo
decir mas glorioso, ni con tal triunpho mundano, si
todavía quisiera la fortuna serle favorable. Pero con
todo, mientras que le fué parcial, muy mas próspe-
ramente sttbcedieron sus cosas, quel supiera deman-
dallas.
oapItulo vn.
' Osé penonia^seiiladts tavo el K«f sa n Goifi(|e par»
foberntr.
B porque dempre suele é debe aver cabe los Be-
yes personas sefialadas, así para su secreto consejo,
como para la gobemasdon de sus Beynos, conve-
nible cosa es que se digan quién fueron las princi-
pales personas que con aqueste Bey ovieron cabida,
é dé quien confiaba las cosas de su consejo é de la
gobemasdon. Tenía á Don Juan Pacheco, Marqués
de Yillena, que quando mozo pequefio, fué paje de
Don Alvaro de Luna, Maestre de Santiago, Condes-
table de Castilla, é después que algún tiempo le dr-
vió, diólo al Bey quando era Príncipe. Sdiótan dis-
creto é de tan buen seso é reposado, que para qual-
qniera debate, ó oontradicdon solia hallar muchos
medios. Daba en todas las cosas sanos expedientes,
en tal manera que su pradenda era mas provechosa
que de otro ninguno de quantos por entonces le ser^
vian. B así diego á tener grande cabida con d
Príndpa antes que fuese Bey; por donde quedó con
grande amor con él, en tanto que por su solo saber
se gobernaba; por dó subió á ser Marqués de Yille-
na, é alcanzar rico casamiento. B quando el Bey vi-
no á reynar, como aquel se avia criado en su casa,
é le tenía por hombre de singular ingenio , quedóse
en aquella mesma cabida que primero tenía, de td
guisa, que era d mas prineipal hombre de su Con-
sejo. Tenía así mesmo á Don Alonso de Fonseca, que
fué Capellán Mayor dd Bey Don Juan su padre, é
desde dli subió á ser Obispo de Avila, é después
Arzobispo de Sevilla; é porque aqueste siempre fué
mas afidonado á él que á su padre, quiso que fuese
segundo con el Marqués de Yillena para su servi-
do. Pero aqueste , puesto que tenía viveaa de in-
genio, faltábde gravedad é perfecta discredon pa-
ra gobemar; mas no por eso dexó de ser muy leal
al Bey. B and el Marqués con pradenda, y d con
lealtad é viveaa de ingenio, rigieron é gobernaron
sabiamente, de tal guisa, que el Bey por mucho
tiempo vivió descansado á su plasoer sin que ad-
verddad le perturbase.
CAPÍTULO YHL
Gomo el Rey hiio Cortes genéralos» é determiaó hacer goerra
eoBtra los moros.
Traídas todas las obediencias de las dbdades é
villas de su Beyno, é prestada la fiddidad de to-
dos los grandes, así perlados, como oabdletos ; des-
que ya conoció quanto prósperamente sucedían las
cosas en sublimación de su estado Beal, queriendo
manifestar su gran poder é grandeza, determinó de
hacer Cortes generdes. B ad Uamados los tres Esta-
dos, é convenidos en la villa de Cuéllar ante su Beal
presenda , les dixo : c Entre los varones romanos
» siempre fué la paz mas peligrosa que la guerra,
1 porque con ella puestos en ocioddad, se dieron
»mas á los deleites que al exercido de las armas,
>y procurando sus particulares intereses, menos--
apreciaron la fama, pospusieron el bien de la pa-
»tria común, é perdieron el sefiorío universd del
» mundo, que como industriosos guerreros dcanza-
»ron é poseyeron. Mientras les tuvo la guerra fue-
iron siempre virtuosos, sefiorearon la monarquía,
» vencieron sus enemigos, sostuvieron la república,
> multiplicaron d bien de ella, é quedaron renom-
»brados. Pues d tdes y tantos bienes suelen nascer
»de la guerra, justa cosa é muy necesaria es que
» nosotros los católicos como verdaderos ohristia-
»nos la queramos emprender, porque con ella des-
techando loa vicios é tomando las virtudes, destru-
»yamoslos enemigos que persiguen nuestra fe; pe-
B leemos céntralos moros que usurpan nuestra tier-
Dra, tomada por gran trddon á aquellos que ge la
» dieron. Para lo qud tres cosas sefidadas son que
anos ayudan : la primera, que nos mueve justa can-
osa; la segunda, que tenemos clara justicia ; la ter-
»oera, que nuestro propódto es sancto, y el celo de
» Dios nos guia, cuya causa es la que se hace. Asi
a que guerreando contra ellos, nosotros pelearemos
a por la verdad y ellos por la mentira ; nosotros por
DON SNBIQUB CUARTO.
105
fglorifioar á Dios, los otros tK>r ofenderle. Por don-
•de espero en la infinita bondad dé nnestro Reden-
» tor qne nos dará venoimiento de ellos tal, é de tal
V manera, qne tornaremoe oon honra , é reoobrare-
amos lo qne nuestros antepasados perdieron. Para
«lo qnal qnise mandaros llamar^ porque con vnes-
stro aonerdo se haga, é dándome ynestro consejo,
a digáis vnestro parecer de lo qne hacerse debe, pnes
> aveisoydo mi determinada voluntad.» Acabada la
habla del Rey,'aqueIlo8 sefioreségentesqne allí esta-
ban de los tres Estados quedaron tan contentos, que
loando su propósito, é aprobando su deseo por cosa
muy sancta , rogaron á Don Ifiigo Lopes de Men-
dosa, Marqués de Santillana, Conde del Real de
Manzanares, que en nombre de todos ellos é suyo
quisiese responder á su Altesa. El qual aceptando su
mego, oon muoha gravedad propuso, diciendo: «Bien
9 parece sin duda, serenísimo Rey, quanto sea exce-
diente la grandesa de vuestro real corason, quando
9 asi ha querido el dia de hoy convidamos para tan
9 titos é sefialados exeroioios de bondad. Pero por-
9 que délas cosas deliberadas é con discreción pro-
9 veidas ningnn arrepentimiento se atiende, con tan-
9 ta reverencia como puedo, le suplico qne quiera
9 saber, y sepa, que para tan arduo negocio y sefia-
9lada empresa, primero qne se comience, antes que á
9 las manos vengamos , es necesario que con madn-
sro seso se piense, é que oon deliberado acuerdo se
9 haga; porque adonde asi se aventura la vida, don-
9de asi se pone la honra, é donde peligro cuelga, no
9 quiere rasen, ni consiente qne con liviandad sea.
9 Pues asfjSefior, se comience la guerra, é asila Ue-
9 vemos delante sin pereza, que por ella alcancemos
9la Vitoria, destrayamos los enemigos, é merezca-
smos ser conocidos. Para lo qual tres cosas son ne-
9 cesarlas, sin las qualee sería imposible vencer. Pri-
9mera, franca liberalidad, como que se gana lahon-
9ra, é se trasdobla la fama, oon que las gentes obe-
9deoen y se animan á servir. Segunda , que vuestra
9 Real Magostad tonga continuo en su hueste pra-
9 dentes capitanes é diligentes cabdillos, que sepan
sgoberaar las batallas sin hacer jamas errada ; ca
9 la guerra é sus astucias son de tal calidad é de tal
9 proporción compuestas, que luego dan la pena del
serrar que se hiciere; que sean tan animosos, tan
9 sufridos de miedo, con tal presunoion de eeforza-
9 dos, que se arreen de vencer, é jamas nunoa huir;
9 que se prescien,é se atrevan, mas en la fueraa de
9 BUS manos, qne en la ligeresa de sus pies. Terce-
9ray que con mucha dulzura, con gran beninidad tra-
9te á las gentes qne le fneren á servir , para que le
stengan amor, é obedezcan su mandado; ca la hu-
9manidad de los príncipes hace que los subditos sn-
9fran muchos trabajos, é les plega oomportalloB ; lo
9 qual, muy esclarecido Rey, con la humildad que
sdebo, protesto que sea dicho. 9 Estonces él Rey con
Alsgre gesto dixo : «Marqués, bien paresce que tales
9 palabras sustanciosas é discretas propiamente con -
9 vienen para la lengua de tan buen caballero, gra-
90Í080 en el hablar y esforzado en las armas : yo
sagradezoo vuestro consejo, é lo apraebo por muy
9 bueno. 9 B así fué allí determinado qne la guerra
se comenzase en el afio venidero , que se contaron
mil é quatrodentos é cinquenta é cinco afíos del
nascimiento de nuestro Salvador Jesn-Christo : de
que todos fueron muy contentos. E así tomada li-
cencia del Rey, se tornaron á sus tierras para se pro-
veer de las cosas á la guerra necesarias.
CAPÍTULO IX.
Cono el Rey dexó por Virreyef en Vallidolld i Doa Alonso Cer-
rillo, AnobUpo do Toledo , é i Doa Pedro PerMidei de Ve*
leseo. Conde de Haro.
Entre tanto que las cosas de la guerra se adere-
zaban, é se aoercaba el tiempo de irá los moros, el
Rey por sus cartas envió á llamar á Don Alonso
Carrillo, Arzobispo de Toledo, é á Don Pedro Fer-
nandez de Yelasco, Conde de Haro. E venidos á su
Corte les dixo: «Bien sabéis como yo determiné do
«guerrear contra los moros, é porque ya se acerca el.
«tiempo de ir á la tal guerra, quiero y es mi volun-
9 tad que vosotros entramos quedéis en mi lugar por
«virreyes en Valladolid , para que en las cosas de
«la justicia dedee aquella orden y expediente que
«según Dios, é vuestras conciencias viéredes que
9 conviene. Por manera, que los litigantes no ayan
9 de ir en pos de mí, ca sería cosa grave para ellos,
9é á mí darían pena en avellos de oir. Por tanto yo
9 vos encargo, que como varones prudentes y de
«conciencia administréis á todos igual justicia, é
9gobemeis según de vosotros conflo ; y espero que
9 haréis por manera que ningunas apelaciones ni
«querellas ayan de ir ante mí entre tanto que allá
«estubiere. E mando al Presidente é Oidores de la
«Chancilleríaque se junten con vosotros, é vos obe-
« desean é acaten como á mi mesma persona. « Los
quales obedesciendo lo que su Rey les mandaba, to-
madas sus provisiones, é ávida su licencia, se par-
tieron para Valladolid , adonde estubíeron residen-
tes hasta que el Rey volvió del Andalucía.
CAPÍTULO X.
Gobio el Rey le pertló pen el Andilnela , y los Graadea del Reyao
qne fneron eoa él.
Venido el mes de Abril del afio siguiente de sn
reynado, qne se contaron mil é quatrodentos é cin-
quenta é cinco afios del nasdmiento de nnestro Sal»
vador, en qne la guerra se habla de comenzar en i
Andalnoia contra los moms, el Rey se partió pa
Córdoba, donde los grandes del Reyno , é las otn
gentes, asi de á caballo como peones, se avian d«
juntar. Los sefioree que alli vinieron, fueron los que
aqni serán nombrados. Del estado eclesiástico , Don
Alonso de Fonseca, Arzobispo do Sevilla, con otros
algunos perlados. Del estado militar, Don Fadríque
Enriques, Almirante de Castilla, tic del Rey, Don
Jnan de Quzman , Duque de Medina Sidonia y Con-
de de Niebla, Don Ifiigo López de Mendoza, Mar-
qués de Santillana, Conde del Real de Manzanares,
con BUS hijos ; Don Diego Hurtado, Don Pero Laso
106
CR0NI0A8 DE LOS BEYBS DB 0A8TILLA.
Don Ifiigo López, Don Loreiuso Suares, Don Juan
Pacheco, Marqués de Villona, Don Pero Girón, 8u
hermano, MaoBtro do Oalatrava, Don Alvaro de Es-
iufiiga, Oonde do Plazencia, Don Joan Pimentel,
Oonde do Benavente, Don Femand Alyarez de To-
ledo, Conde de Alva, Don Pedro Ponce de León,
Oonde de Arcos, Don Juan de Luna, Oonde de San-
tísteban, Don linrique Enriquez, Conde de Alva do
Liste, Don Juan de Acnfia, Conde de Valencia , Don
Pedro de Córdoba, Conde de Cabra, con su hijo el
Mariscal D({n Diego de 06rdoba, Don Garoi Fer-
nandez Manrique, Conde de Castafieda, Don Ga-
briel Manrique, su hermano, Oonde de Osomo é
Comendador Mayor do Castilla, Don Rodrigo Man-
rique, Conde de Paredes, Don Pedro, Sefior de
Aguilar, Pedro do Mendoza, Sefior de Almasan , y
otros caballeros de estado. Llevaba el Bey de las
gentes de sus guardas tres mil de á caballo , hom-
bres d'annas ó giuetes : Alvaro de Mendoza , hijo de
Rui Diaz do Mendoza, Sefior de Castro Xeriz, capi-
tán de mil ó quinientos hombres d*armas ; Rui Diaz,
su hermano, capitán de quinientos ginetes ; Gonza-
lo Carrillo, capitán de quinientos ginetes; Rodrigo
de Marchena, capitán de quinientos ginetes ; Garda
de Jaén , capitán de trescientos ginetes moriscos.
Demás, é allende de aquestos tres mil rocines ya
recontados, iban duoientos ginetes on jaezados, de
los hijos de los grandes é nobles, quo solamente to-
nian al Rey por capitán , que de continuo aguarda-
ban su persona Real quando cabalgaba. Asi quo
ontre la gente del Roy ó de los caballeros , serian
por todos catorco mil do á caballo y ochenta mil
peones. Juntados aquestos, y hecho el alarde, el Rey
partió con todo este ezéroito poderosamente , é por
sus jomadas caminó fasta que llegó á la Vega de
Granada, adonde fué asentado su roal. T quando
quiera que los moros salían á trabar escaramuzas, el
Rey no daba lugar que ninguno de su hueste salie-
se á ellos, antes mandaba á sus capitanes que ja-
mas consintiesen , ni diesen lugar á que se mezcla-
sen con los moros ninguno de los suyos , recelan-
do, como era la vordad, que los moros eran mas in-
dustriosos en aquello, é que saliendo á se mesclar
oon ellos, avria más muertes de oliristianos quo de
moros. Oa su voluntad era solamente hacer la tala
por tres afios, para ponellos en muoha hambre ó
mengua de vetuallas, é luego poner su cerco y estar
obre ellos hasta tomarlos. E asi fedia la tala muy
ando, mandó levantar su real , é salióse á la villa
Aleándote; é por aquesta quedaron los caballe-
4 muy descontentos, en tanto grado, que algunos
ios mas de ellos confederados de secreto oon el
(aestre de Calatrava Don Pero Girón, acordaron
e prender al Rey. E asi dieron el cargo de lo eze-
¿utar á Don Femand Alvarez de Toledo, Conde de
Alva, é á Don Rodrigo Manrique, Conde do Para-
les. E como do aquesto fuese sabidor Don Ifiigo
^opez de Mendoza, hijo tercero del Marques de
Santillana, sin descubrir el caso de la traición al
Rey, le dizo el mesmo dia que le avian de venir á
prender, que le páresela que si su Alteza quisiese.
que seria muy bien partirM luego , é pasarse á dor*
mir á Córdoba, donde podría estar de mayor repo-
so. Vista la muoha gente que alli cargaba, siendo
el lugar pequofio, ó porquo Dios os guardador do
los reyes é el defensor de sus ungidos, púsole en
voluntad que lo pusiese por obra é se partiese, si u
ningún detenimiento , en tal manera, que quandu
los condes fueron á executar su dafiado proponte,
hallaron partido al Rey, é como se iba camino de
Córdoba; é asi quiso Dios librarlo, porque aquella
traición no se cumpliese. { O falsa deslealtad de va-
sallos, feo pensamiento de subditos naturales, des-
honesta empresa de caballeros subditos, crael atre-
vimiento de caballeros, que tal osadia atrevíades, ó
prcsumíades emprender, para desdorar la nobleza
de vuestra sangre I Decidme pues agora , indiscre-
tos varones, ¿quién defendiera vuestra limpieza,
quando vosotros la destraiais sin temor de haber in-
famia? ¿quién sostuviera vuestra honra, quando
vosotros la donostábades, sin recelar vituperio?
Baste, pues, saber de vosotros que vos piaseis per-
der lo que ninguno vos pedia dar, é queríadea aba-
tir lo quo jamas reoobrariades. Llegado el Rey á
Córdoba, porquo la gente de la hueste venia fati-
gada, mandó que les pagasen todo el sueldo que les
era debido, é se fueson ¿ sus tierras con tanto que
estuviesen apercebidos para el afio venidero. E asi
derramada la gente, después que el Rey reposó allí
algunos dias, fuéle descubierta la trayoion que cou-
tra él 80 avia ordenado. Y entonces ól como católico
Roy dio muchas gracias á Dios, quo lo avia libiadti
do tan grand maldad. Pero ni por oso dexó el pro-
pósito de la guerra contra los Moros, antes deter-
minó de la hacer todavía con tanto que ninguno de
los grandes no fueso, salvo que cada uno enviase
cierta gente. Ávida esta consideración entro sí mes-
mo , partió para Madrid.
/
■■L
CAPITULO XL
Como el Rc| tornó á entrtr ei U Vegí, é hixo la UU.
Llegado el Rey á Madrid, tuvo alli el invierno é
las fiestas de Navidad con mucho placer : donde los
montes é la caza ora su mayor deporte, porque en
aquoUo era su contino pasatiempo. £ venido el mes
de Abril, que era el tercero afio do su reynado, man-
dó llamar sus gentes, é de cada uno de los grandes,
soguD su estado, ciertos hombros d'armas é gine-
tes. £1 ,Rey se partió para la Vega de Granada, ó
llegado á la cibdad de Ecija, se partió donde víspe-
ra de sant Marcos, que fué á veinte é cinco dias del
mes do Abril de dioho afio , y el Marques de Villena
con él, oon trecientos de caballo. T entró muy po-
derosamente en tierra de moros con propósito de es-
calar la villa de Archidona oon algund ardid que
para ello tenia ; é anduvo todo el dia é la noche ; é
quando llegó, era cerca del sol salido; de manera
que no ovo lugar de facer lo que pensaba , é mandó
correr la tierra, y fizo el daño que pudo, ó volvióse
á Ecija. E donde alli envió sus cartas á todos los
graudes del Reyno , mandándoles que cada uno le
DON ENBIQÜE GÜABTO.
«nyiase los dichos hombres d*armas y giiietes á la
cibdad de Córdoba para cierto dia, é que el que pu-
diese enviar quinientas lanzas enviase ciento , é por
este respecto todos los otros ; é que fuesen de hom-
bros muy escogidos, ó polidamente armados ó bien
cabalgados. Y en tanto que esta gente so juntaba,
acordó oon consejo del Marques, é del Maestro, su
hermano, de tomar á entrar en tierra de moros, é
partió postrimero de Abril con hasta ochocientos
hombres d*armas, é docientos ginetes. E vinieron á
él los pendones de las cibdades de Sevilla y Oarmo-
na y Xerea y Eci ja y Jaén , que podian ser hasta
seis mil de caballo, y veinte mil peones; y puso el
primer real cerca de Lora ; y otro dia siguiente se
asentó en la Vega de Antequera, é de alli fué á ta-
lar los campos de Archidona, é los moros salieron
por defender la tala, é fueron resistidos, é por fuer-
za d*armas retraídos á la Villa. E otro dia , que fué
segundo de Mayo, continuó su camino para Mála-
ga, é asentó su real ceroa de la villa de Alora, en
un valle que es entre dos ríos, é alli fueron presos
algunos moros é tomado el ganado que ende se ha-
lló, é talados los panes. Dende á dos dias fué á po-
ner su real á una legua de Málaga ; é otro dia man-
dó pasar el real media legua de la cibdad, donde
estuvo seis dias , en los cuales se fizo asas dallo en
panes é vifias. E se huvieron algunas escaramuzas
en que murieron mas moros que ohrístianos, aunque
no fueron muchos ; é se quemaron é robaron dos lu-
gares, que se llamaba el uno Pupiana, y el otro
Loubin, oon una fortaleza asaz buena, y otro lu-
gar llamado Churriana con otra fortaleza bien fuer-
to. En los quales lugares vinieron algunos moros, ó
alli vino el Rey Ciriza de Granada á facer rovereu-
cia al Rey. E puesto que los caballeros mancebos
asi generosos, como hljos-dalgo é otras personas se-
fialadas, iban ganosos de hacer algunas cosas haza-
fiosas, famosas do varones, por ganar honra é al-
canzar nombradla, sogund la costumbre de la no-
bleza de Espafia, quando los moros sallan á dar las
escaramuzas, jamas el Rey daba lugar á ello, por-
que como era piadoso, é no cruel, mas amigo de la
vida de los suyos, que derramador de su sangre, de-
cía que pues la vida de los hombres no tenia prés-
elo, ni avia equivalencia, que era muy grand yer-
ro consentir aventuralla, é que por eso no le pias-
eis que los suyos saliesen á las escaramuzas, ni se
diesen batalla, ni combates. E quanto quiera que en
las tales entradas se gastaban grandes sumas de di-
neros, quería mas expender sus tesoros, dafiando
los enemigos poco á poco, que ver muertos y es-
tragos do sus gentes. E asi bocha la tala , mandó
alzar el real , é salióse á la Cibdad do Córdoba, adon-
de venido, mandó pagar su sueldo á toda su gente,
para que se fuesen á sus tierras, y que para el afio
siguiente estuviesen apercebidos. E despedida toda
la gente, el Rey tomó á Madríd, é de Madrid á Se-
gó via, donde reposó hasta que fué tiempo de hacer
látala.
107
CAPÍTULO xn. I'\
Como el Rey torso i estnr por la Vega , 6 lo qne allí sscedió.
Venido el mes de Abril, que era el quarto aRo do
su reynado, convocadas las gentes de sus Reynos,
asi de á caballo, como peones, salvo los grandes,
que no quiso llevarlos, el Rey se fué para Córdobs,
é de alli entró poderosamente en la Vega de Grana-
da. Donde llegado, luego otro dia siguiente, oomo
los moros, segund su costumbre, saliesen á dar sus
escaramuzas, ciertos caballeros mancebos del real
con deseo de ganar honra, sin ser sentidos de los
capitanes, se desmandaron, é salieron á los moros.
Donde vuelta la escaramuza muy brava , fué muer-
to un caballero de la Orden de Santiago', que se lla-
maba Gardlaso de la Vega, varón de mucho esfuer-
zo é de grand merescimiento. El Rey fué muy pe-
sante, é se indignó de tal guisa, que luego mandó
hacer la tala muy crudamente, en tanto grado, que
no solamente los panes, pero muchas vifias é huer-
tas é olivares fueron destrnydos. E desde alli f ue^
ron sobre una villa que dicen Gimena, lugar muy
fuerte , el qual mandó combatir ; donde muchos no-
bles hijos-dalgo aprobaron tan bien, que la Villa
oon la fortaleza tomaron por pura fuerza de armas.
Entonces el Rey de Granada, visto aquesto, temien-
do la furia del Rey, envióle sus embajadores, su-
plicándole quisiese tomar del algunas parías y tn-
butos en sefisl de vasallage, oon tanto que luego
saliese con toda su hueste ; y como el Rsy estaba
indignado por la muerte de Garoilaso, respondió
muy ásperamente. E al fin vencido de las suplica-
ciones que los moros mensagoros le hicieron do par-
to de su Rey, aceptó las treguas oondicionalmente,
que cada afio le diesen doce mil doblas feroces , é.
seiscientos captivos chrístianos; é si faltasen chrís-
tianos, que fuesen moros, puestos en Córdoba á cier-
to dia seiüalado. E asi concertados con estas condi-
ciones , y que la guerra contra ellos se quedase abier-
ta por la parte del Reyno do Jaén , fueron alli luego
traídas las parías de aquel afio prímero, y el Rey se
volvió á Córdoba, donde mandó despedir toda su
gente, y él se quedó alli por algún tiempo.
CAPÍTULO XIII.
Cobo el Rey deleraiÍB<) ie eaaarse , y ae eaad eos li IsAsta Dol»
Joana , hemiaBa del Rey Doa Alonso de Portssal.
I
Pasados algunos dias que reposó el Rey en la
dad de Córdoba, mandó llamar los perlados é c
Ueros de su Reyno que alli estaban ; ó oonvoni
en su palacio, los dixo: c Quanto sea cosa justa
9 debida que los reyes hayan de ser casados, las le-
tyes divinas é humanas lo disponen é lo mandan.
vPues si aquesto es convenible entre todos los esta-
ftdos, porque la generación del linage humanal vaya
9 de gentes en gentes, é los nombres de los padres
i revi van en los hijos, mucho mayor é mas necesa-
9 río ó convenible cosa es en los estados Reales;
9 porque quando en ellos falta la sucesión, cresoen
108
CRÓNIOAS DE LOS BBTES DB OAfifTILLA.
•muohfts divÍBÍonM| y hay grandes esoándaloa y tn-
«bajoB ; ó loe reynoe donde tal acaeece son damnifi-
»oado8 con Bobra de gran detrimento. E por esto, co-
lmo yo eeté ein muger, según vedes , seria gran ra-
Bson de casarme, ansi por el bien de la generación
«quesuboeda en 'estos Bey nos, quando Dios me qui-
«siere llevar, como porque mi Real estado con ma-
»yor abtoridad se represente. B pues ya vos he do-
«olarado mi voluntad, quería saber vuestra detor-
»minaoion, y el consejo que para esto me dais.»
Oyda su habla por los grandes que presentes esta-
ban, respondieron cada uno por su orden, que el
proposito é voluntad de su Alteza era justo é nece-
sario, é que les páresela que se deb{a luego poner
por obra; pero que le suplicaban les quisiese decir
con quien le agradaba, é sería cosa convenible que
su casamiento se contratase, é que entonces le sa-
brían decir mejor su parescer. 7 el Rey les respon-
dió, que su deseo ó gana era de se casar con la In-
fanta Dofia Juana de Portugal , hermana del Bey
Don Alonso de Portugal, porque de aquella sabia ó
avia oydo ser muy señalada muger en gracias é en
hermosura. Los Grandes respondieron que aquello
aprobaban é avian por muy bueno, é que su voto
ora que luego se enviasen sus embaxadores á lo con-
tratar.
CAPÍTULO XIV.
Como el Rey odtIó sos embaz«dores al Rey Dob Alonso de Parlo-
gal, par^qae le diese á la Infanu Oofta Joaaa 8« hermana por
mnf er, y ae eonclayd el easamlcoto.
Ávido el consejo é acuerdo de los Grandes de la
Corto, el Bey envió por embazador á Don Feman-
do, su Capellán Mayor, al Bey de Portugal , que le
diese á la Infanta Dofia Juana su hermana. E asi
roscibidas sus letras con la instrucción de la nego-
ciación é cabsa sobre que le mandaban ir, el Cape-
llán Mayor se partió para el Bey de Portugal, don-
de fué muy bien rescobido ó festejado , asi por el
Bey, como por los principales de su reyno. Donde
oyda su embazada con que asi venia, muy alegre-
mente respondió que le placía , pero con tal condi-
ción, que ol Boy hubiese de dar á la Infanta su her-
mana á Cibdad Beal , é la villa de Olmedo , é ciertos
qnentos de renta situados en dote y arras; ó que
diese su palabra Boa! , que daría casamiento á cier-
\as damas que la Infanta su hermana llevaría con-
vo quando se fuese á casar con el Bey. B consul-
>s con él, y ordenados los capitules de ello, é
^rmó ó juró, segund que en tales casos se acos-
ibra á hacer. B asi cumplido, é acordado por am-
^ las partes, asignado asi mesmo el tiempo que
avian de venir por ella, ol Bey mandó á Don Juan
de Guzman , Duque de Medina Sidonia, que fuese
por ella á Badajoz, donde le seria entregada; y la
truzese cun aquella solemnidad é honra, que para
muger de tan alto Boy pertcncscia. E asi el Duque
se partió muy acompafiado de singulares caballeros
é nobles personas, é se faó á Üadajoa, donde la
Beyna le fué entregada. E asi rescebida, el Duque
la truzo, haciendo muchas fiestas en todos los la-
gires en que se aposentaban, hasta que llegó á Cór-
doba. Sabida su venida, mandó el Bey que la fuese
fecho muy alto recibimiento, asi por los sefiores é
grandes de su Corte, como por parte do la cibdad, é
con muchos entremeses 6 alegrías grandes entró en
la cibdad. E luego llegada , los desposorios fueron
celebrados por Don Alonso de Fonseca, Ansobispo
de Sevilla, é pasados tres dias, se celebraron las
bodas. Ansi celebradas, el Bey se fué á Sevilla con
la Beyna, donde le fueron hechas muchas fiestas do
justas, é juegos de cafias , correr toros , é señalada-
mente un torneo de cien caballeros, cinquenta de
cada parte, de que fueron capitanes el Duque de
Medina Sidonia é Don Juan Pacheco, Marques de
Villena; que fué cosa muy sefialada do ,ver. Pasa-
dos algunos dias después de aver reposado alli con
la Beyna, acordó de andar por su Beyno ; pero por-
que la frontera de los moros de la parte del Begno
no quedase á mal recabdo, mandó que Don García
Manrique, Conde de Castafieda, quedase en la cib-
dad de Jahen por capitán frontalero con dos mil lan-
sas. E asi puesto, el Bey se partió con la Beyna 4
toda su Corte para Msthid.
CAPÍTULO XV.
Como el Papa esfló al Rey ■■ aombrero y osa etpaéa , y ie^ilie
deabarataron loa moroa al Cosda 4a CaalaAeda.
Venido el Bey á Madrid, estuvo alli grand tiempo
mucho á su placer, asi porque se holgaba con la
Beyna, como porque sus cosas sucedían próspera-
mente. E como la fama de su'grandeaa se publica-
se por todo el mundo con muy claro renombre, di-
ciendo que guerreaba contra los moros enemigos da
la sancta Fé católica, conquistando el reyno de Gra^
nada, era tenido en grande estima entre los prínci-
pes chrístianos, mayormente por el Papa Calizto,
que entonces era Sumo Pontifico en la Iglesia Bo-
roana. El qual teniendo dól muy alto concepto, é
viéndole por el mejor de todos los reyes que enton-
ces reynaban en la christiandad, y porque el dolor de
la perdición de Costantinopla , que el Turco avia
tomado, estaba muy reciente en los corazones de
todos, parecióle que él mas dignamente merescia
ser honrado por la Sede Apostólica , que ninguno
de los otros. E ansi bendizo el sombrero y el espa-
da, que la noche de Navidad á los maytines el Papa
pone en el altar quando celebra la Mita del gaüo, B
acordósele de enviar con un mensagero , ezortándo-
le por su Breve , que pues tan varonilmente se avia
en defensión de la Fé católica é aumento de ella,
quisiese continuar su santo propósito comenzado;
notificándolo asi mesmo, que él, siguiendo su cami-
no, enviaba una grande armada contra ol Turco
por el mar con el Cardenal Patriarca de Aqailoya,
su Legado á laiere, para que le hiciese cruda guer-
ra. El Bey con mucho amor rescibió el Breve y «)1
presente del Papa, é mandó hacer grandes merce-
des al mensagero. Pero como ningún gozo en esta
vida sea cumplido , ni tun lleno ni entero , que con
DÓtl EMÍltQÍJÉ OtJAtim
169
álgon pesif no ie mesóle, aoontescíó qae el Oonde
de GaeUfieda, que avia dezado el Bey por capitán
frontalero oontra loe moros en Jahen , eiendo más
remiao qae diligentei mas deeooidado que astuto en
las cosas de la gnerra, é mas escaso que franco para
la gente de su hueste, en tanto grado, que á todos
daba mal recabdo del cargo qne asi tenia, lo fué en
tal manera , que los moros, vista sn desorden y mal
procedimiento, armaron oontra él ana grande cela-
da secretamente de machos caballeros é grande
peonaje, y echaron sas corredores qae robasen el
campo. T como esto faese notificado al Oonde, sa-
lió á resistir la cabalgada con poco tiento é menos
orden de sa gente, de tal gaisa, qne sin se saber go-
bernar, ni mirar los ongafios de la guerra qae los
enemigos. snelen armar, sigaiendo contra los corre-
dores, dio en la celada, donde é\ fué preso, é sa
gente destrosada, machos feridos, muertos é capti-
▼08, de tal son, que resoibió grandísimo dafio ; asi
que podríamos decir aqni aquello del refrán viejo,
uno vale por mil, y mil no valen por uno. Do este
destroBO el Bey fué muy pesante, no tanto por la
pérdida de su gente, quanto por la fama quo de ello
sonaría por el mundo. Entonces el Bey envió luego
otro capitán , y mandó qae del todo se concertase
pas con el Bey de Granada, con tanto que las parias
acostumbradas al tiempo limitado se pagasen, y fué
rescatado el Oonde por grand suma de doblas. Bn
este medio tiempo fálleselo Don Alonso de Oarta*
gena, Obispo de Buigos, y fué dado el Obispado á
Don Luis de Acullá, Obispo de Segovia; y el Obis-
pado de Segovia á Don Hernando, su Oapellan ma-
yor del Bey, é la Oapellania mayor á Don Luis Da-
sa, pariente del Marqués de ViUena.
CAPÍTULO XVI.
Cmst prafSfA el Rey derlas dignldadei, qie eatabis neis, á ras
criados.
Acordábase al Bey que algunos Grandes de sus
Beynos se avian confederado, para lo prender; lo
qual queriéndose remediar contra lo semejante,
para tener seguridad en su estado y estar con me-
nos recelo de lo tal, acordó de sublimar algunos de
sus criados y hacerlos grandes hombres ; porque asi
fechos é puestos en estado , toviese servidores lea-
les, que mirasen por su servicio y osasen poner las
manos en quien lo desirviese. E como por entonces
estaban vacantes la Oondestablia de Castilla, y el
Maestrazgo de Alcántara, y el Prionusgo de Sant
Juan, proveyó é dio el Maestrazgo de Alcántara á
Don Gk)mes de Cáceres, su Mayordomo mayor, é la
Mayordomia á Don Beltran de la Cueva, otro^cría-
do suyo, que avia sido paje de lanza ; é la Oondes-
tablia dio á Don Miguel Lucas Diranzo ; y el Prio-
rasgo de Sant Juan á Don Juan de Valenzuela. E
asi fechos é pnestos estos tres criados en grandeza
de sefiorio, parescióle que su estado Beal estaba
mas crescido é con mayor seguridad. En este medio
tiempo fálleselo Don Ifiigo López de Mendoza,
Marqués de Santillana. Subcedió en el sefiorio Don
Diego Hurtado, su hijo mayor, él qual vino alli á
Madrid luego con sus hermanos el Obispo de Ca-
lahorra, Don Ifiigo López, Don Lorenzo Suarez,
Don Juan y Don Hartado á hacer reverencia al
Bey, para dar la obediencia é fidelidad acostumbra-
da. El Bey le confirmó su sefiorio con los títulos de
Marqués y Conde, que su padre tenia, é mandó que
Don Juan é Don Hurtado andubiesen continos en
BU corte como otros hijos de Grandes estaban.
CAPÍTULO XVII.
Cómo viso asen qia era maerlo el Rey Don Aloaso de Arafoa.
La cibdad de Segovia é la villa de Madrid fue-
ron dos sefialados lugares, donde el Rey mas se hol-
gaba, é mayor descanso para su reposo resoebia. E
no sin cabsa : porque como él en alguna manera
era retraído, avia alli bosques en que estaban gran-
des montes espesos, amigables á su inclinación y
calidad, en tal manera, que naturalmente se deley-
taba en andar por ello, y entremeterse en la caza de
los animales salvages , que alli naeciesen y anda-
ban , é aun porque asi mesmo los negocios de la
gobernación lo daban pena, é eran muy ágenos de
su condición. Verdad es que ni por esto se dexaba
el regimiento del Beyno, ni el despacho de los li-
brantes ; ca dada la orden, y expidionte de las cosas
por los de su alto Consejo, el Bey firmaba las previ-?
sienes que aquellos le enviaban. Tampoco se per-
dia la administración de la Justicia ; que siempre
se daba en ella tal orden , que la Corte estaba en
mucha paz é sosiego ; los insultos castigados de tal
guisa, que ninguna violencia ni opresión se hacia.
E quando quiera que al Bey era necesario andar
por su Beyno á remediar é proveer en las cosas del,
no le páresela tener reposado asiento, salvo quando
estaba en algunos de estos lugares, sefialadamente
lo mas del tiempo en Madrid, porque la comaixMi
suya era mas abundosa de vituallas é mantenimien-
tos para los cortesanos. Estando el Bey alli en Ma-
drid con grand contentamiento , no solamente por
la pujan^sa de su próspero estado, mas por las mu-
chas y diversas fiestas que los caballeros é nobles
de su Corte le hadan, asi por le servir , como por
cabsa de la Beyna su muger, que nuevamente era'
venida, á cuyo respeto páresela que todos avian
gana de festejar, y de expender el tiempo en cosas
de placeres, según el estilo y costumbre de la Cor-
te; llegó la nueva como el Bey Don Alonso su tic
era fallescido en la cibdad de Ñápeles, de que ovo
grand sentimiento ; ca lo amaba muchOf é tenia en
lugar de padre ; porque á la verdad era persona que
meresció ser querido de todos los grandes , y todas
las gentes, asi por sus muchas é sefialadas virtudes,
como por las grandes excelencias que hizo mientras
murió. B asi tomado luto por él, mandó que le f ue^
sen fechas solemnes é ricas obsequias, segund qne
á tan sefialado Bey pertenescia. Subcedió en su lu-
gar, porque no tuvo hijo legítimo, en los reynos de
Aragón el Bey Don Juan de Navarra, su hermano,
y en el reyno de Ñapóles Don Hernando , su hijo
iio
bastardo. A este oontradixo el Papa Oalisfco, que-
riéndole primar de la aoboeaion del reyno, diciendo
qne pues aquel Sefiorio era feudatario á la Iglesia,
á él como Sumo Pontifico perteneecia poner Bey é
confirmarlo; por donde padeeció asaz trabajos, ó
grandes persecuoiones. Pero en aqueste medio tiem-
po f alleBció el Papa Oalisto, é suboedió el Papa Pió
Segundo, que f avoreoió á este Bey Don Hernando
por amor de las gprandezas del Bey de gloriosa me-
moria su padre^ é lo tomó á pacificar en el Beyno.
CAPÍTULO xvra.
Como el Rey miado preader i lo» 4e Lvaa, é le fsltó él Sefio-
rfa qne tenia*
Algunos caballeros é grandes del Beyno por afi-
ciones siniestras de la paz que unos con otros te-
nían, estaban aliados para poner al Bey en necesi-
dad é acrescentar sus estados. Entre los quales era
uno Juan de Luna, sobrino de Don Alvaro de Luna,
Maestre de Santiago, é Oondestable de Castilla, que
estaba poderoso en el Beyno , no tanto por anti-
güedad de su estado, quanto porque el Maestre su
tío le avia apoderado en algunas tenencias , así de
la oibdad de Soria, como de otras Villas que le avia
dado con singulares fortalezas, asi mesmo el Conda-
do de Sant Estoban, que estaba todo de su mano
después de la muerte del Conde Don Juan de Luna,
Lijo del Maestre Don Alvaro de Luna ; é la hija he-
redera como tutor de ella y gobernador del Conda-
do. Y como el Marqués de Villena avia grand gana
de aver aquel sefiorfo con las tros Villas del Infan-
tazgo para Don Diego Pacheco su hijo mayor, y ca-
salle con aquella hija succesora y heredera de aquel
condado y sefiorio , ovo manera de indinar al Bey
contra este Juan de Luna, para que le prendiese,
diciendo, que pues aquel era parcial de los caballe-
ros deservidores de su alteza, é tenia usurpada la
fortaleza y oibdad de Soria, y el Condado con las
Villas del Infantado, que desde alli, si se rebelase,
podria hacer mucho dafio. En tal manera, que el Bey
determinó de ponello en obra, diciéndole que le iba
á deportar por las tierras del Condado, y fuese para
Ayllon, donde Juan de Luna estaba; el qual con
mucho amor y ganosa voluntad le rescibió é fes-
tejó lo mejor que pudo. E después á la partida,
quando Juan de Luna salió con el Bey, el Marqués
de Villena tenia dado cargo á ciertos criados suyos,
que vista su señal, que les avia de hacer, que le cer-
casen é prendiesen en el campo , junto con la per-
sona del Bey. E ansi salido Juan de Luna al campo,
y fecha la sefial por el Marqués, aquellos que tenian
el cargo, le prendieron muy rigurosamente, é pre-
so, mandó el Bey que le llevasen á buen reoabdo,
diciendo que le mandaria degollar , si luego no en-
tregase todas las fortalezas que tenia, asi do Soria,
como del Infantazgo , é del Condado é las suyas,
con la Condesa de Sant-Estevan, que estaba en su
poder. Entonces Juan de Luna, temiendo de morir,
mandó luego entregar todo quanto le fue pedido
por el Bey; é ansi entregado, el Bey puso sus al-
CBÓNICAB DB los BEYES DE CAfiTnLLA.
caydes en todas las fortalezas. Pero donde á poco
tiempo fue entregado al Marqués todo lo que era
del Condado, con el Infantazgo y la Oondesa ;don
de apoderado, hizo lo que adelante será contado por
la historia.
CAPÍTULO XTX.
Como Alonso Flurdo foé deitnildo por loe males <|iie haeia en el
reyno de Mnrda contra los ebrisUanos en faior de los moros.
Alonso Fazardo fue un caballero de los mas prin-
cipales en el reyno de Murcia ; el qual por las tur-
baciones del Beyno, que fueron en tiempo del Bey
Don Juan, se avia apoderado de la oibdad de Car-
tagena, é de Loroa con otras fortalezas é lugares,
asi del Maestradgo de Santiago, como del Marque-
sado de Villena y de la Corona BeaL T como esta-
ba poderoso, hacia muchos males, unas veces me-
tiendo moros, que robaban la tierra , é captivaban
los christianos, é otras guerreando, é desipando
muchos lugares, que no se querian someter á su
mandado, porque eran sus vecinos é comarcanos.
Sabido que fué aquesto por el Bey, é visto como se
hacia grande ofensa á Dios, é deservido suyo, asi
mesmo el Marqués de Villena, porque peneguia á
sus vasallos, le suplicó mandase castigar tan feos
insultos como aqueste caballero hacia. E luego el
Bey mandó á Gonzalo de Saavedra, un caballero do
su Consejo, prudente varón, para capitán, que fuese
luego sobre él, é le cercase con seiscientos caballos.
El qual fué, y dio tal orden on cercarle, é púsolo on
tanto estrecho , que muy presto le tomó quanto te-
nia usurpado, é solamente se quedó escudero de
una lanza; empero teniéndolo en merced seftalada,
porque el Bey no le mandaba degollar. Donde pá-
reselo que la mano poderosa de Dios le quiso cas-
tigar, asi por su vana soberbia , como por la par-
cialidad que tenia con los moros en ofensa de la
Fé, é dafio de la religión ohristiana. | O quanto se
'deben guardar los que tienen estado, de hacer mal,
y los que son poderosos, de tener presunción, y ser
desdefioBos I Porque ninguna cosa hay que tanto
desagrade á la divina voluntad, quanto el menos-
precio délos ultrajosos, y la soberbia de los alti-
vos : oa ni los unos quedan sin abatimiento , ni los
otros sin ser avergonzados.
CAPÍTULO XX.
De las eosu eieélentes qne el Rey hito 6 dixo eomo Principe
mafoinimo.
AJtas cosas de mucha grandeza , é sefialados di-
chos do magnánimo Príncipe tuvo el Bey en los
tiempos que prósperamente suboedieron sus cosas ;
porque mientras la fortuna lo fué favorable y no
contraria, muy famosos hechos y seRaladas obras
de grandeza fueron las suyas: por donde meresció
claro renombre entre los reyes de su tiempo. T no
sin cabsa: ca traia de contino en la guarda de su
persona tres mil é seiscientas lanzas, hombres d'ar-
mas y ginetes, con muy singulares capitanes. An-
Don enbiqüe oüabtó.
111
daban de oontino en bq Corte machos nobles hijos
de grandes, é otras notables é generosas personas,
á quien no solamente mandaba pagar eneldo é acos-
tamiento, mas ayuda para su costa con otras ma-
chas mercedes : de tal forma que siempre andaban
lucidos, é tan caballerosamente ataviados, que bien
representaban quién ellos jeran, é á quién servían.
E como BUS realezas é magnificencias fuesen mu-
chas é sefialadas de oontino, acaesció un dia que
Diego Arias su Ck)ntador mayor é Tesorero, que-
riendo pagar sueldo á todas estas gentes, le dizo :
• Ciertamente Vuestra Alteza tiene mil escesivos
•gastos é sin provecho ; porque sin dubda manda
9 dar de comer á muchas gentes, que no le sirven,
»ni lo merecen, é seria bien que se diese otra forma,
9y es que solamente sean pagados los que sirven, é
•no los que son sin provecho, n A lo qual el Rey
como magnánimo Príncipe y liberal, respondió :
»Vos habláis como Diego Arias, é yo tengo de obrar
ncomo Rey , en quien como en espejo todos se han
•de mirar é tomar doctrina ; porque sabida cosa es
» que con los enxemplos del Rey se conforman los
» del reyno. Asi que si bien consideramos la dignidad
•Real, y como Dios la hizo para sofiorar en el mundo
•por el bien universal de todos, no son nasoidos los
•Reyes para procurar sus propios intereses, ni para
•hacer lo que solo á ellos cumple , mas que aprove*
• chen á todos, é quieran la utilidad de los muchos;
• ca de otra guisa mas se podría llamar tiranía que
•realeza, é mas codicia desordenada, que sefial de
•bondad. Porque los buenos Reyes ansi han de ser
•amigas de sus subditos, é parciales de la franqueza,
• que no á si mesraos, mas que á todos ayuden y se ale-
•gren quando dieren. T pues no es magnanimidad
9 dar y perder, salvo perder y dar, quiero é mando que
•dedes de comer, á unos porque me sirvan, é á otros
•porque no hurten y mueran desonrados. Tampoco
•me place que para esto mis pueblos sean despecha-
•dos, ni tampoco les pongan nuevos tributos, pues
•que por la grada* de Dios que me lo dio, tengo rentas
•y tesoros para ello grandes. • De alli adelanto fué
muy amado de los buenos, y temido de los malos y
servido de los suyos, pero en lo secreto mal querido
de los Grandes; porque todos los hijos-dalgo y gente
común dexaba de vivir con ellos , por ir á servir ul
Rey, que les hacia muchas mercedes. Andaba por
su Reyno muy poderoso ; todos los suyos ricos , con-
^ontos y ganosos de su servicio; la justicia bien ad-
ministrada en su Consejo, donde se oian las cabsas
de la Corte ; y la Chancilleria , donde pendian los
pleytos, tenia Perlados Presidentes, Letrados f amo-
sca de conciencia, donde se descubría la verdad , y
por ninguna oosa se torcía la justicia. Para la puni-
ción de los malhechores avia prudentes alcaldes, que
executaban sus delitos ; y ansí andando por sus ciu-
dades y villas, vino á la villa de Arévalo, donde se
descubrió una grand falsedad de un secretario suyo
qul) so llamaba Poro de Tiedra, qno él y otras per-
sonas falseaban la firma del Roy é do los otros Ofi-
ciales, y vendían las cartas en grandes sumas de di-
neros, los quales fueron justiciados públicamente.
CAPÍTULO XXL
Como el ¡ley Alé i It etbdad do Leoo y de lo qne illl hlio.
Partió el Rey de la villa de Arévalo, y fué á la
cibdad de Loen, donde fué rescibido con gran so-
lemnidad; pero porque el Rey era poco amigo de
las cirímonias Reales, y jamas quena qne fuesen
hechas en grande aparato, mandaba que á la Reyna
se hiciesen; y ansí era ella resoibida con palio y
con las otras insignias que á los Reyes pertenes-
cen, porque con aquello se abtorízaba lo que él avia
menospreciado. Luego que alli f aé llegado á León,
fuéle dada querella de ciertos hijos-dalgo que por
traycion avian tomado una fortaleza de un caba-
llero en el reyno de Galicia, y se la tenian por fuer-
za oon favor de algunos enemigos suyos; y como
aquello fuese caso aleve, mandó á cierta gente de
sus guardas con un capitán, que fuesen sobre ellos
y se los trngesen presos. Asi tomada la fortaleza,
fueron traídos á la cárcel ; de los quales mandó el
Rey hacer justicia, diciendo que pues todas las for-
talezas de su Reyno estaban so la guarda y amparo
de su Real persona, y á él primero se juraban los
omenajes qne los aloaydes hacian por ellas, que
aquellos escuderos en hurtar tales fortalezas avian
cometido traycion y en quebrantar su seguro; y
mandaba que fuesen degollados. Asi fueron públi-
camente justiciados, y el caballero querelloso resti-
tuido en su fortaleza; lo qual páreselo cosa muy
bien hecha, y digna de gran loor; porque mientras
el Rey hacia tales justicias oomo aquestas, reynó
pacíficamente con mucho amor do sus pueblos. Ca
sabida cosa es que mientras los Royes se trabajan
por ensalzar la justicia, y con sana voluntad la ad-
ministran sin usar de crueldad. Dios pelea por ellos,
y los hace vivir prósperos sin contradicción algu-
na; ca escrito es : pelea por la justicia, y Dios pe-
leará por tí contra todos tus enemigos. Pasados al-
gunos dias después que el Roy estuvo en León, so
partió de allí para la villa do Escalona.
CAPÍTULO XXIL
Como elUey fué é la vlllt de fisealona, y de lo qse ailf bisó.
La villa do Escalona fué del Maestre Don Alva-
ro de Luna, donde labró una singular fortaleza oon
muchos é ricos aposentamientos, grandes é visto-
sos. Y por ser tal ó sefial ada casa, é asi mesmo la
tierra suya fértil y deleytosa, acordó el Rey de irse
allí á tener las fiestas de Navidad con la Reyna é
oon toda su Corte; donde estuvo mucho á su con-
tento, así por verse no solamente próspero, mas
acompañado de muy notables personas, así perla-
dos, como caballeros é otras gentes de abtoridad é
merescimiento. Estuvo allí mucho á su reposo, é
oomo se deleytaba en los oficios divinales, traya
Bcfialados varones en su Capilla, así capellanes do
grande abtoridad, como cantores de dulces voces,
que de contíno le descian sus Oras cantadas. Estos
eran en tanta cantidad, que ningún emperador por
J12
0RÓNIOA8 DB LOá BBTES DE 0A8TILLA.
monarcha qae fuese, podría traer mas abtorízada
Capilla : con que sin duda resplandesoia la grande-
aa de bu Real estado. Verdad eB, que por la mayor
parte, unos eran generosos é otros letrados de gran-
de merescimiento; é como fuesen tales, de contíno
los sul^limaba, á unos para obispos, y á otros en
grandes dignidades é rentas; por manera que se
animaban á le baoer agradables servicios sin enojo.
E no solamente aquesto, mas siempre los mandaba
hacer mercedes é socorros para sus gastos; do gui-
sa, que con aquestos vivían tan ricos como con la
renta que la Iglesia les daba. En este mesmo tiem-
po subcedió que como el Papa Pió segundo fuese
asumpto en el Papazgo, llamó todos los principes
christianos para la dieta que hizo en Mantua. Donde
convenido con sus cardenales quiso primero resce-
bir las obediencias de todos los Beyes, para notifi-
carles después la cabsa de sa llamamiento. E como
ansí fuesen embazadores de cada reyno, el Bey en-
vió por su embalador á Pon Ifiigo Lopee, hijo ter-
cero de Don Ifiigo Lopoz de Mendoza, Marqués de
SantUlana, caballero prudente y gracioso, segnnd
que para tal embazada convenía. T concedidas las
peticiones que cada uno de los embazadores avia
menester para su Bey, el Papa declaró como quería
ir en persona contra el Turco, enemigo guerreador
de la Christíandad, rogando á todos los Beyes, que
para esto le quisiesen dar favor é ayuda. E así des-
pedidos los embazadores, para que aquesta cabsa
de tanta importancia consultasen con sus Beyes,
Don Ifiigo López de Mendoza suplicó á su Santidcd
le quisiese conceder un Jubileo para una hermita
de la advocación de Santa.Ana, que él tenia en una
villa suya que se decía Tendilla; porque la quería
hacer Monasterío de devotos Beligiosos. Entonces
el Papa considerando la calidad de tan generoso
caballero, y la grandeza del Bey que le avia envia^
do, liberalmente se lo quiso conceder, con tanto
que los que visitasen aquella Iglesia, desde las pri-
meras vísperas de la vigilia, fasta las segundas del
día de Santa Ana, y diesen cada dos reales, que ga-
nasen todos los perdones y plenarias indulgencias,
que ganan los que van á Jerusálen, y á Boma é á
Santiago. Publicada esta indulgencia por todas las
Espafias, vinieron asaz gentíos; y de lo que ansí se
ofresoió, Don Ifiigo López hizo allí un singular
Monasterío de la Observancia del sefior San Geró-
nimo, que agora se llama Santa Ana de Tendilla.
Dotólo en alguna manera muy bien, y hizo allí su
enterramiento; pero después Don Ifiigo López, y el
Arzobispo de Sevilla su hijo, le ennobleció mucho
mejor. Publicado el propósito del Papa, é notificado
á los reyes christianos, dio indulgencias plenarías
con infinitos é grandes perdones para todos aque-
llos, que á su costa por un afio le fuesen á servir é
ayudar en la Santa Oruzada contra el Turco enemi-
go de Jesu-Ghristo, perseguidor de la religión chrís-
tiana; para lo qual se movieron infinitas gentes de
divorsaa naciones, do muchas partes. Entretanto
que estos gentíos se iban allegando, ol Papa mandó
hacer una armada grande do muchos é diversos
I
navios, para entrar por mar, é pasar oontra al Tur-
co á Costántinopla, donde estaba muy poderoso. E
así adereszadas todas las cosas que para su viaje
eran nescesarías, é juntas las gentes, el Papa se
partió de Boma con todo el Oolegio de sus Carde-
nales muy poderosamente, y con todos los otros
Perlados de la Corte, y se fué camino de Ancona,
para embarcar allí. Donde llegado, le tomó el mal
de la muerte de que f allesoió; por donde fálleselo
la justa guerra comenzada y las gentes se fueron
para sus tierras; é los Cardenales se tomaron á Bo-
ma, y entrados en su conclave eligieron el Papa
Paulo Segundo. Pasado algunos dias que el Bey
reposó en Escalona acordó de ir á Madrid.
CAPITULO XXIIL
Cómo él Rey se foé i Madrid, y las eosss qoe alU sibeadleroa.
El Bey con toda su Corte se fué á la villa de Ma-
drid, donde vldo concurrían siempre muchas gentes
de todas partes, así de mayores estados, oomo de
menor condición, tanto por ver la grandeza de su
potencia, quanto por negociar lo que avian menes-
ter. E oomo las cosas de sus estados subcedian
prósperamente, la mayor parte del tiempo se distri-
buía en justas, convites, galas, juegos de cafias y
correr toros^ de tal guisa, que ó los cortesanos esto
les era su mayor deporte. Entonces el Arzobispo de
Sevilla Don Alonso de Fonseca una noche hizo sala
al Bey é á la Beyna con todas sus damas; é después
que niuy espléndidamente uvieron cenado, en lugar
de la colación mandó sacar dos platos con muchos
anillos de oro, en cada uno diversas piedras pre-
ciosas engastadas, para que la Beyna é sus damas
tomasen el anillo con la piedra, que mas les agra-
dase. E quanto quiera que la Beyna era la mas
hermosa del Beyno, ó tenía singulares mugeres
desenvueltas é palancianas que le portenesoian para
estado de Beyna, entre aquellas avia una que se
llamaba Dofia Guiomar, que era de singular presen-
cia, y hermoso parecer, y agraciada; con la qual el
Bey tomó pendencia de amores, de que se le siguió
asaz honra y provecho. Verdad es que ella con el
favor tomó alguna presunción , mas que la razón
quería, en tal guisa que hacia muy poco acatamien-
to á la Beyna, de donde subcedió, que vista su poca
mesura, la Beyna puso las manos en ella ayrada-
mente, de que el Bey uvo grande enojo. B así man-
dóla apartar de la compafiía de la Reyna, é que se
aposentase dos leguas de la Corte. Pero dióla esta-
do de gran sefiora, y gente de abtoridad que la sir-
viese é acompañase; é iba el Bey muchas veces á
la ver, é holgar con ella. De aquesta Dofia Guiomar
era el Arzobispo de Sevilla muy parcial, y el Mar-
qués de Villena de la Beyna, de tal guisa que cadn
uno honraba su parcialidad.
CAPITULO XXIV.
Ú9 ni «mbaxidor qie viao del Doqie da Brotafla, y de Us fren-
des Uestes é ménades qee el Rey le mandó hacer.
Estando el Rey así moy acompaflado de loa
Grandes de so Reyno é de loa otros nobles, qne con
tal trinnf o honraban su Corte, el Duque de Bretafia
le envió una embazada con un prinoipal caballero
de su casa, en que le pedia su confederadon é
alianaa; dé que el Bey fué muy contento, y le re-
cibió graciosamente. Entretanto que se daba con-
clusión en la demanda que traia, mandó que fuese
hecha gran fissta; ó porque mejor se mostrase la
pujanaa de su grande estado, quiso que se hiciese
en una casa suya de bosque, que se dice el Pardo,
lugar muy deleytoso y dispuesto, así por la espe-
sura de los montes que al rededor avia, como por
los muchos animales que dentro del sitio estaban,
que es 4 dos leguas de Madrid. Allí fué aderezada
la fiesta muy ricamente, así de atavíos de casa,
como de grandes aparadores, en que habla mas de
veinte mil marcos dorados. Aquí mostró el Bey una
gran nobleaa de real magnaidmidad; que como
viese que dos escuderos en ávlto é demostración de
abtofidad llegaron disimuladamente á los aparado-
res y hurtaron ciertas piesas de plata, fingiendo
que no los vela, les dezó abarcar su hurto y llevar-
lo; é qnando los reposteros hallaron menos la pla-
ta, y se lo notificaron, respondió: tíos ladrones eran
ipersonas que lo avian menester, y puesque lo hi-
ncieron con necesidad, mas vale que se atreviesen
»á lo mió que de otro ninguno; yo les hago merced
idello: por ello no curéis de buscalloj» La fiesta duró
quatro dias: el primero se hiao una fiesta de justa de
veinte caballsros, dies de cada parte, todos con muy
ricos paramentos y atavíos; iba precio de una piesa
de brocado, y otras dos de terciopelo carmesí para
los que mejor lo hiciesen. El segundo dia corrieron
todos á caballo, é después un juego de cafias, en
que avia cient caballeros, cincuenta por cincuenta,
los mas principales nobles y hijos de grandes que
avia en la Corte, todos con jaeces dorados y gran-
des atavíos de sus personas. Bl tercero dia fu4 una
sefialada montería donde se mataron muchos é di-
versos animales bravos é peligrosos, así á caballo
como 4 pió. Para efttas fiestas hizo el Boy muchas
mercedes de dineros, brocados, sedas, pafios é sin-
gulares enf orros de martas, armifios, grises y veros,
no solamente á la Beyna, ó á sus damas é á los
principales de su Corte, mas á sus criados ó servi-
dores ó á los otros nobles oaballeros que la seguían.
Bl quarto dia fué como el Bey tenía entonce por so
mayordomo un caballero qne se llamaba Beltran
de la Cueva, antiguo hidalgo de los mas generosos
de Úbeda, persona muy acepta á él, tanto que nin-
guno de los privados pasados hasta allí tuvo tan
grande privanza, ni tanta parte en la voluntad del
Bey como él solo; é no sin cabsa: que ciertamente
avia en él tantas partee de bondad, qne le hacían
merecedor de toda bondad y prosperidad é bien
ar,-ni.
Don eñbíqob ouabto. üs
andanza que le vino. Era grande servidor é sin
enojo para el Bey, y magnífico en sus cosas, cortés
é gracioso con todos; hada liberalmente por los que
4 él se encomendaban. Era grande gastador, f este-
jeador é gran honrador de los buenos; gran cabal-
gador de la gineta, gran montero é cazador, costo-
so en los atavíos de su persona, franco é dadivoso.
E como ya oviese alcanzado estado de grand sefior
é corazón para eUo, acordó que para la toma del
Bey y de la Beyna é Embazador con los otros sefio-
res á Madrid, se hidese un Paso en el medio' del
camino cerca de la vUla en aquesta guisa. Estaba
puesta una tda barreada en derredor, de madera
con sus puertas, por donde avian de entrar los que
venían del Paido; en cuya guarda estaban dertos
salvajes que no oonsentian entrar á los caballeros é
gentiles hombres que llevasen damas de la rienda,
sin que prometiesen de hacer con él sds carreras, é
si no quisiesen justar, que dezasen el guante dere-
cho. Estaba junto, cabe la tela, un arco de madera
bien entallado, donde avia muchas letras de oro
muy bien obradas, é avia tal postura, que cada ca-
ballero que quebrase tres lanzas, iba al arco é to-
maba una letra en qne comenzase d nombre de su
amiga. Avia así mesmo fechos tres cadahalsos al-
tos, uno para que comiesen é mirasen d Bey, y la
Beyna con sus damas, y d Embazador; otro para
los grandes setteres; é otro para los jueces de la
Justida. La comida que se dio á todos fué muy
suntuosa, en grandídma abundancia é con mucha
orden, sin descenderte ninguno. Duró esta fiesta
desde la mafiana hasta la noche, que se retruzo d
Bey con la Beyna á sus Palacios. T como aquel
Paso fué cosa sefialada, queriendo el Bey honrar su
Mayordomo é favorecer su fiesta, mandó allí hacer
un Monasterio de la Orden de Sant Gerónymo,
qne se llama agora Sant €lerónymo del Paso. Aca-
badas les fiestas, y d Embszador tratado con tanta
honra, dada condurion en su embazada, d Bey le
mandó hacer grandes mercedes de caballos, muías,
plata, dineros y piesas de brocado y de seda; con
qne se partió muy contento loando la grandeza de
su estado.
capítulo XXV.
doma el ¡ley lomó li eibdad de Gaadalaxara, y eekd fnera de ella
al Harqsés de Santtilana é t sts hanstnot.
Don Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de
Bantillana , tenia la dbdad de Guadaíazara, donde,
estaba muy apoderado, ad de la fortaleza é puer-*
tas, como de los oficios de día , que toda estaba en
su poder segund que sus antepasados le avian te-
nido, en tal manera, que páresela estar mas cierto
é seguro que los otros Grandes del Beyno, ad por
d asentamiento é morada que en lugar tan sefidado
tenia, como por la pujanza é grandeza de su esta-
do. Hallábase ad mesmo próspero con dnco her-
manos, un Obispo, é quatro Cabdleros, todos prós-
peros é bien afortunados. Mas como las bienandan-
zas del mundo tarde ó nunca ae hallan sin aver ad-
8
Il4
0RÓNIGA8 DE LOS RBTES DB OASTILLA.
venidad que las oombata , ni sin envidia que las
mal8igne,ni ain maldicientes que las revuelvan por-
que el poderío temporal jamás está en su ser, ni
vive sin adversarios ; aoaesoió que teniendo él por
Aloayde de la fortaleza un hidalgo , orlado antiguo
de su oasa, qué se llamaba Alonso de Gaona, mo-
vido con propósito más de dallar ásu Sefior, que no
hacer lo que debía , ó mas con gana de intereses que
de servir á su Boy, trató muy sooretamonto que le
daria entrada on la oibdad por la fortalosa que él
tenia, y que asi podrían prender al Marqués é ásus
hermanos , é apoderarse de su oibdad ; lo qual el
Bey aceptó de buen grado, porque estaba descon-
tento del á oabsa de la confederación que tenia con
Don Alonso Oarrillo, Arzobispo de Toledo , y otros
Grandes del Beyno en deservicio suyo. E fecho el
concierto, é asignado el dia en que él les daria la
entrada, el Bey envió al Comendador Juan Feman-
des Galindo, un caballero de los mas leales de su
Consejo, con seiscientos rocines; el qual disimula-
damente partió sin que fuese sentido á donde iba,
é llegó á media noche por la parte de la fortaleza ;
y allí llegado, el Aloayde le dio entrada por la for-
taleza, por la puerta de Bramante. Entonces Juan
Fernandez con toda la gente que llevaba cercó la
casa del Marqués; el qual como se vido cercado, te-
mió ser preso ; asi meemo el Obispo de Calahorra,
su hermano , que allí estaba con él. Y estando asi el
Comendador Juan Fernandez Galindo, llamó al
Marqués que se parase á una ventana, y parado le
dizo: tSeftor Marqués, el Bey nuestro Sefior vos
B manda que le dexeis su oibdad , é vos vais á vues-
Dtra tienra.0 El Marqués le respondió : tOomenda-
B dor, ¿seremos seguros yo, y mis hermanos de pri*
Bsion? Elle dixo; a sefior, sí; pero cumple que lue-
• go vos y eUos partáis é salgados de la oibdad. • T
asi el Marqués y el Obispo con los otros sus herma-
nos que alli estaban con él é sus hijos, se salieron ó
se fueron á mas andar á la villa de Hita ; y donde
á pocos dias el Bey y la Beyna con toda su Corte se
vinieron á Guadalaxara , donde estuvo de reposo
alg^un tiempo. E luego como alli fue venido, man-
ió á Alonso de Gaona , que le dexase la fortaleza,
donde puso por Aloayde á Diego de Sepúlveda. B
mandó luego hacer una barrera en derredoi con
una caba; é dexó alli por Asistente al mariscal Her-
nando de Bibadeneyra con gente para guarda de la
oibdad ; é partióse para Segovia.
CAPÍTULO XXVL
Como el Roy Oegó á SegoTla, y lO partió Inogo pan Valladoliá,
é lo q«e allí sucedió.
E después que el Bey uvo reposado algunos dias
en Segovia, yendo al plascer de sus montes é de sos
bosques, partióse para Valladolid muy poderosa-
mente , asi porque llevaba consigo á la Beyna y al-
gunos grandes del Beyno, como por la gente de
sus guardas que era mucha é de sefi alados hombres.
Alli f né rescebida la Beyna con grande solemnidad,
porque entonces entraba nuevamente después que
era casada. Estando alli gobernando su Beyno con
mucha justicia, f uéle notificado oomo el Bey Don
Juan do Aragón se habla confederado con el Almi-
rante Don Fadríque su suegro, é con Don Alonso
Carrillo, Arzobispo de Toledo, é con el Maestre
Don Pedro Girón, é con todos los Manriques y con
otros caballeros algunos, para lo deservir y daftar.
E asi mesmo porque su dafiado propósito se pudie-
se mejor exocutar, el Bey de Aragón tenia fecha
cierta alianza con ol Bey Don Alonso do Portugal,
y quería que una hermana suya casase eon el Prin-
cipe Don Carlos, su hijo. B oomo aqueste trato fue-
se descubierto á Don Alonso deFonseca, Arzobispo
de Sevilla , primero que á ninguno, usando de mu-
cha lealtad como fiel Consejero, lo hizo saber al
Bey secretamente, para que lo remediase. Entonces
el Bey envió al Obispo de dbdad Bodrígo, é á Die-
go de Bivera con cierta embaxada al Bey de Ara-
gón , para que disimuladamente tratasen con el
Prínoipe Don Carlos, oomo no casase oon la Infan-
ta de Portugal, ó que le daría la Infanta Dofta Isa-
bel BU hermana para su muger. 7 oomo aquello era
lo que el Principe Don Carlos deseaba, é le cum-
plía á cábsa de la enemistad que el Bey Don Juan
su padre le tenia por respecto del Almirante, apor-
que oon el favor de la oasa de Castilla estaría mas
SQguro é oon mayor favor, aoeptó lo que el Bey que-
ría, é denegó el casamiento de Portugal. E asi de-
negado, la Infanta de Portugal se metió luego mon-
ja ; por donde el concierto fecho contra el Bey pá-
reselo quedar vano. Durante aquestos tratos que
ansí pendian , el Bey en alguna manera tomó sos-
pecha contra el Marqués de Villena, diciendo que,
pues su hermano el Maestre de Calatrava era en la
liga é confederación de sus enemigos , no podia ser
sin su acuerdo é consentimiento, é por aquesto
deliberó de prenderlo. E como aquestas cosas po-
cas veces se pueden tener secretas , sefialadamente
donde hay ¿versas aficiones, el Marqués de Vi-
llena fué avisado , é por algunos dias dexó de ir
á Palacio, disciendo, que se sentía mal diq[>nes-
to, é poniendo su persona á buen recabdo. T en-
tre tanto dio forma de reoonciliarse con el Bey,
de manera, que tomó á su privanza, tanto, y
mas que de primero , é no solamente aquesto, pero
muy cautelosamente rodeó con^l Maestre de CJala-
trava se apartase de la confederación del Bey de
Aragón é de los otros caballeros que eran oon él , é
se tomase á servicio del B^. Lo que asi fecho, el
Bey por gratificarle hízole merced de la villa de
Morón, que era una principal encomienda del Maes-
tradgo de Alcántara. B porque de alli era Comen-
dador Diogo de Belmente, críado suyo, envióle á
desoír que Ja dexase para el Maestre de Calatrava;
el qual rehusó de la dar. Entonces el Bey le mandó
prender, hasta que la dexó é le fué dada equivalen-
cia por ella. E dio asi mesmo el Bey al Maestre de
Calatrava, á Fuente Ovejuna, que era el lugar mas
grande que avia en tierra de Córdoba , é de alli
quedó mucho á su servicio. Pero como el Marqués
de Villena 8oq[»echó que á oabsa del Arz<i)ispo de
DON ENBIQUÜ CtJAB^.
lié
Sevilla el Bey le habla querido prender, qaedó en
lavolontad mny enemigo rayo, é no menos el Maes-
tre de Oalatrava, sn hermano , oon propósito de le
echar fnera de la gob«rnaolon é del Consejo, segnnd
qae adelante será relatado. B como por entonces el
Arsobispo de Seyilla estaba mny conjunto con el
amor del Bey, y Tacase el Arzobispado de Santia-
go, el Bey se le ái6 para Alonso do Fonseoa sn so*
brino, qne era Dean de Sevilla. El reyno de Galicia
estaba á la sason alterado, á oabsa de Don LnisOso-
lio, hijo del Oonde de Trastamara, qne estaba en-
tniso en el Arsobispado ; y grande parte de aquella
provincia era oon él. Por manera que psresció cosa
dificultosa al sobrino poderlo aver, y por esto el
tic quiso que proveyesen al sobrino del Araobispa-
do de Sevilla, y á él el de Santiago, por donde muy
mejor se pudiese aver la posesión del Ansobispado,
y echar fnera él intruso ; pero con tal condición,
entre tio y sobrino , qne pacificado lo de Santiago,
tomasen á destrocar los Ansobispados : en la qual
provisión rabcediólo que adelante se dirá. Después
que el Bey uvo estado asas de tiempo en Vallado-
lid, acordó su partida para Segovia. Estando allí,
adolesció el Ansobispo Don Alonso de Fonseca, y en
andas le llevaron á su villa de Ck>oa , donde estuvo
hasta que fué s&no é tomó á la Oórte.
CAPÍTULO XXVII.
Gomo el Rey ie Araxoi prendid ti Prfeelpe Don Caries se bijo
por ledecteleeto del Almirante Don Fadrlqee, é de lo qae teb*
eedió de aqaeili prisión.
El Almirante Don Fadrique Enriques fué nieto
del Maestre Don Fadrique, hermano de un vientre
del Bey Don Enrique el segundo, hijos del Bey Don
Alonso, el que gnnó á Algezira. E quanto quiera
que fué de sangre real , aunque de bastardía , era
presuntuoso, é queria ser de todos muy acatado é
tenido en grande reverencia. Presdábase de ha-
cer por sus parientes, tanto porque le siguiesen,
como por les hacer mercedes. Era caballero bulli-
cioso, y si como venia de sangre real, se presciára
de ser pacifico, y .viviera en sosiego sin escándalos,
no se viera en los trabajos qne se vio , é menguas
que padescié, ni anduviera peregrino ni avergon-
sado por tierras agenas en algunos tiempos como es-
tuvo. Fué padre de la noble Beyna Dofia Juana,
muger del Bey Don Juan de Aragón , en quien sin
duda moraba gran perfección é muchas virtudes.
Era muy amiga de castidad y limpiesa, abrigo de
la bondad, reparo de la nobleaa, en tanto grado,
que mas se pudo llamar madre de las excelencias
mundanas , que hija de hombre humano. Aquesto
Almirante siempre tuvo secreta enemiga contra el
Principe Don Oárlos, hijo del Bey Don Juan de Ara-
gón, después que su hija casó con el padre ; en tan-
to que por toda via trabajó en poner discordia é mal
querencia entre padre é hijo. Qual fué la cabsa de
dio, ligeramente se podrá juzgar en el seso de los
pradentes. Ansi el Príncipe Don Carlos sintiendo
su propósito é siniestra voluntad con que le trataba,
un dia sé desoomedió á le desoir feas y descomedi-
das palabras, de donde se quedó la enemistad ar-
raigada entre ellos. Domo asi estuviesen las volun-
tades dalladas el uno contra el otro, después que el
Almirante vio que era descubierto lo qne ansi estar
ba concertado entre él y los otros caballeros confe-
derados, é como no pedia sortir efecto | envió se-
cretamente un caballero de su casa, qne se llamaba
Juan Oarrillo , al Bey de Aragón é á la Beyna su
hija, notificándoles como el Príncipe Don Oárlos
se avia confederado con el Bey para ser contra
ellos, é daba orden como fuesen danificados é des-
truidos, en tal manera, qne indignada la voluntad
del padre contra el hijo, rodeó como el Principe fue-
so preso en la cibdad de Lérida ; de que todos los
tres estados del Prinoipadgo de Oatalufia sentidos,
é aviéndolo por muy grande mal, se levantaron
contra el Bey de Aragón, disciendo que por su man-
dado , é sobre su real fe ellos avian dado seguridad,
é sido fiadores del Príncipe Don Oárlos su hijo¿para
que seguramente pudiese venir á él sin temor é sin
rsscelo de prisión é muerte , é que sobre aquesta se*
guridad , que ansi ellos avian dado al Príncipe , so
avia venido á él como hijo de obedienda, ganoso
de servir é acatar á su padre ; y pues él , no guar-
dando lo que como Bey habia jurado é prometido,
tan rotamente les avia quebrantado su palabra real,
y mandado prender á su hijo injustamente , le su-
plicaban é requerían una é muchas veces le manda-
se soltar, é se lo diese libremente sano y asento ;
donde no, que á ellos era necesario, é les convenia
foraadamente buscar cofno, libertasen su Príncipe^
seyendo como era legítimo subcesor, para reynar
después de sus dias en aquellos reynos é sefloríos. E
quanto quiera que todos ellos insistieron con él que
ge lo diesen , siempre el Bey traia dilaciones, dán-
doles palabras sin efecto. Entonces ellos, ávido su
acuerdo, determinaron de se poner en armas ; pero
entretanto que aquesto se ponía por obra, acorda-
ron de enviar sus mensageros al Bey, notificándole
la prisión del Principe, suplicándole les quisiese so-
correr con favor é con gente.
OAPÍTÜLO XXVUI.
De como llegido el Rey i Htdrid, svpo la prisión del Principe por
los enbtzadores de GatalnBa,y envió gente pamayndarlos has-
ta que Aiese snelto; y lo qne snbeedid es el Andalncfa contra
los moros.
El afio que se contaron mil é quatrodeptos é se-
senta y dos afios del Nasoimiento de nuestro Salva-
don Jesu Ohristo, se partió el Bey de Valladolid, y
se fué para Segovia, donde estuvo muy poco, y
luego se pasó á Madrid. T esUndo allí, le llegó la
mensageria de los Oatalanes, notificándole la pri-
sión del Principe Don Oários, como el Bey Don
Juan de Aragón le avia prendido á cabsa de la con-
federación é amistad que con sn Altees habia f eoho,
porque tenia acebtado el casamiento de la Infanta
Dofia Isabel sn hermana, y dezado el de la In£anta
de Portugal. Sabido aquesto, el Bey envió al Oo-
mendador Gonaalo de Saavedra con mil ó quinien-
lié
CÉÓNIOAS DB LOS BBTEB DB OAOTILLA.
to8 rodiles en favor ó ayuda de loe Oatalanee, é
mandóle qoe n el Bey de Aragón no eoltase loego
al Principe , que le hicíeee guerra por el royno de
Aragón muy crudamente. Bl Comendador, allegada
la gente que con él avia de ir, oe partió é entró por
el reyno de Aragón fasta la frontera de Cataluña;
por cuya llegada loe Catalanes se esforzaron mucho
contra el Rey Don Juan, diciéndole como le con*
yenia soltar al Prineipe su hijo luego, é dárselo sano
é vivo. Bntonces el Bey de Aragón, visto el favor
y ayuda que el Bey les hacia, y el atrevimiento de
los Catalanes, que con tanta osadia le hablabaui
f uéle necesario soltar al hijo contra todo su grado ;
de tal guisa , que por no se endinar á las rogarlas
ó suplicadones de sus subditos , lo que primero pu-
diera hacer á su honra, uvolo de hacer por fuersa,
sin que le fuese agradesddo. )0 quinto es excelen-
te virtud en los Príncipes ser convencidos de rue-
go , é jamás vendicativcsl Nunca experimentar su
poder , ni probar su gran pujanza ; porque la resis-
tencia no los ofenda, ni la contradicción los traiga
á mengua; ca solo el poderío de Dios es aquel que
sin resistenda alguna puede quanto quiere , y quie-
re quanto puede. Ansi que fuera mejor á este Bey
de Aragón oir el clamor de sus vasaÚos, ó amansar
su safia ; que usar de voluntad, para verse en tal
afrenta. Parescia mas honroso aver piedad de su
propia carne, que ser carcelero de lo que engendra-
ron sus lomos ; fuera mas justa cosa escuchar á sus
vasallos, que creer los advérsanos y enemigos de su
hijo. Bntregado el Principe á los Catalanes, muy
triunf antemente, con grande honra ó grande alegría,
le llevaron á Barcelona; ó ansi libertado, d Comen-
dador Qonsalo de Saavedra con su gente se volvió,
al Bey. B como todas sus cosas subcedian próspe-
ramente , y se hadan mucho mejor que él quería,
acaeedó que d Infante Muley Bulhacem con dos
mil é quinientos rocines, é dies mil peones salió de
la casa de Granada para hacer cavalgada en tierra
de chrístianos , é vino á correr la villa de Bstepa,
donde robó mucho ganado, é mató é cautivó muchas
ánimas de los que andaban por d campo. B como
la nueva de este rebato vino de Mardiena á Don
Bodrigo Ponce de León , hijo mayor del Conde de
Arcos , salió de presto con dentó de caballo, é fue-
se camino de Bstepa. B como llegó cérea de Osuna
donde era Alcayde Don Luis de Pernia , salióle á
rescebir ; é como aUl se certificaron de la entrada de
los moros , tomó otros ciento do á caballo, ó juntos
se fueron para socorrer á Bstepa. B como asi cami-
nasen de grande príesa, supieron el gran dafio é ro-
bo que los moros avian fecho allí en Bstepa, y como
llevaban gruesa cavalgada é algunos captivos. Bn-
tonces Don Bodrigo ó Luis de Pernia como caballe-
ros animosos, animaron su gente , que sería hasta
dudentos é sesenta de á caballo , é seisdentos peo-
nes , que se vinieron juntando con ellos de los luga-
res por do pasaban, de tal guisa que les puderon
gana de pelear. Tendo asi ordenadamente recogidos
por tan sefialados capitanes , llegaron á Pefia- rubia,
Ó dli doi|ii9Mu:on la recag* de los n\9r(Hi| dpnde ma-
--*■•
I *ik <•<•-«_
taron algunos de ellos. Pero ni por eso los chrístia-
nos se desordenaron , antes con mucho tiento iban
dgmendo el rastro de los moros ; y llegando al río
de las Teguas, vieron subir los Moros por la ladera
de la atalaya, que se dice de MadrofiaL Luego que
los moros vieron á los chrístianos , apartaron hasta
dos mil é trecientos de á cabdlo, los mejores armar
dos é de mayor esfuerzo que entre ellos avia, y en-
viarontoda la otra gente, asi de á caballo como de
peones, con la cavalgada ; y enviados, se hicieron
tres batallas. Y quanto quiera que los chiistianos,
vista la muchedumbre de los moros, desmayaban,
Don Bodrígo é Luis de Pernia los puderon tanto
esfuerzo, que los hicieron cobrar nuevo corazón Ó
osadia para pelear; é ad desplegada la bandera de
Don Bodrígo Ponce, mandó tocar sus trompetas « ó
con mucho denuedo se fueron dusdentos é sesenta
de á cabdlo, é seiscientos peones á dar en los mo-
ros, dondo la batalla fué tan refiida de ambas par-
tes por una gran pieza, que ninguna ventaja ni me-
joría se mostraba de los unos á los otros; pero al
fin los chrístianos volvieron sobre la mano derecha,
hiriendo tan de redo á los moros, que los desbara-
taron , é hicieron fuir del campo á rienda sudta sin
resistenda ninguna. T non solamente aqueste des-
trozo, mas un capitán moro con trecientos rocines
se avia arredrado, para dar en las espddas, ó los
chrístianos dieron en él tan de redo, que lo desba-
rataron é hideron ir huyendo en pos de las otras ba-
tdlas. Bntonces Don Rodrigo Ponce é Luis de Per-
nia mandaron tocar las trompetas para recoger su
gente , y recogida , hallaron que de los suyos que-
daban muertos treinta de á cabdlo, é dentó é cin-
cuenta peones , é de los moros infieles mil é quatro-
dentos, sin los que llevaron presos. Ávida la victo-
ria de los moros, infieles enemigos , aqudla noche
se fueron á reposar á la Fuente de piedra, de la que
otro dia vinieron por la matanza, para acabar de
recoger d despojo de los venddos; é dli vieron como
el ganado que los moros llevaban se volvia, á cab-
sa de lo aver desamparado por huir. Fueron toma-
das en aquella batalla las banderas é atabdes é afia-
files del Lifante Albuhacem con otros instrumentos
suyos ; é asi mesmo grand despojo , que fué dli re-
partido entre todos. Sabida esta nueva de tan gran-
de é señalada victoria , d Bey mandó hacer gran-
des procesiones é degrias en su Corte. Bstuvo alli
en Madrid asaz tiempo, é fué acordado que pasase
los puertos.
CAPÍTULO XXÜ
Como el Rey so partió do Htdrld, é puados los psertos, ra¿ i U
villa de Sepülveda; é vlnleros i so sonrlclo el Marqués de Sao-
Ullana y el Obispo so herBiaao.
Después que d Príndpe Don Carlos fué liberta-
do de la prisión , d Bey acordó de se partir de Ma-
drid y pesar los puertos ; el qud se fué á S^ovia, é
luego de dli se fué á la villa de Sepúlveda, donde
reposó algunos dias. Bntonces el Marqués de San-
tiUana y d Obispo de Cdahorra su hermano por sus
DON ENRIQUE OÜABTO.
117
raensageios notifioiron al Bey como elloé querían
aer aayoa é Teñir á sn aemdo. Oída an embaxada,
el B^ aceptó an ofrecimiento j obediencia; 7 para
dar medio j oonclnaion en lo' qae asi proferían,
mandó al Maiqnée de VlUena é al Arzobispo de Se-
▼illa qne saliesen á verse con ellos, para qae se die-
se asiento en lo que oonyenia para su servido. Las
vistas foeron entre Baitrago é Sepúlveda ; donde,
convenidos , foÓ concertado qne el Bey le mandase
volver al Marqués á Guadalazara con todo el man-
do é preenünenda qne en ella tenia ; pero que el
Obispo de Oalahorra uviese contino de eetar en la
06rte; y que el Marqués de Santillana enviase á su
liijo Don Juan en rdienes á la Oórte oondidonal-
mente, que no saliese de día ein licencia y expreso
mandado del Bey. B asi desde en adelante d Mar-
qués y el Obispo y los otros sus bermanos fueron
dempre firmes é muy constantes é leales servidores
del Bey. Dada oondudon, ó firmada esta concor-
dia, d Bey se partió de Sepúlveda para Aranda.
CAPÍTULO XXX.
Como «1 ¡ley M Alé ft li filia do Aranda, 7 do las eons qno allí
te MeloroB, é nboodleroB oa ol Ro|bo.
Partióse el Bey de Sepúlveda, y fuese á aposentar
á la villa de Aranda, donde reposó gran tiempo con
muoba tranquilidad é sodego de sus Beynos, é mn
adverddad alguna, que á la pujansa do su estado
pudeseperturbadon, teniéndose por muy servido
de los dos príndpdes sefiores que traiaen su conse-
jo, el Arsobispo de Sevilla y el Marqués de Ville-
na, los qudes por mucbo tiempo parescieron estar
conformes, si todavía les durara. Mas como las co-
sas mundanas nunca están en un ser, antes de con-
tino se mudan é trastuecan, unas veces levantando,
otras veces trastornando, sefialadamente aquellos
que mas cercanos se bailan de la sombra é favor de
los reyes, los qualee suelen ser combatidos de las
furíosaa adverddades é subversión tempestuosa de
la fortuna ; ad fué, qne este Arzobispo de Sevilla,
deudo muy enteramente del Bey fiel consejero é
vasdlo, celador de la honra é real estado de su se-
fior, hadando lo que debia, no respondió d tiempo
con lo que la rasen demandaba, antea d contrarío,
que el Marqués de Yillena, Don Juan Pacheco, so
espede de buen servidor, teniendo pendendas en
diversas partes mas dniestraa que convenibles d
servido dd Bey, con sus modos astutos, antes fun-
dados sobre intereses que llenos de leal consejo,
dempre rodeó como los ledos fuesen arredrados del
costado del Bey , y los que tdes no eran acogidos,
según que sus obras lo mostraron é fueron testigos
de ello. B asi acordándose como el Bey lo quiso
prenderen Vdladolid, creyendo que á cabsa dei
Arzobispo de Sevilla fuese , and mesmo veyendo
que en dguna manera le contradecía algunas cosas
de las que él proponía en d Consejo delante del
Bey, sefidadamente en las de la gob^adon, pensó
de lo expeler y echar fuera del Consejo y apartar
de cabe el Bey, en tal manera, que mostrándose muy
paroial de este Arzobispo de Sevilla, queriendo lo
que él quería, y que era lo mejor, espeddmeute
contra el Bey de Aragón, dizo : que el Bey en todo
caso debia de ir á guerrear d reyno de Navarra, ad
para damnificar al B^ Don Juan de Aragón, como
para ayudar é favorecer d Principe Don Carlos, que
tanto era suyo, é por seguir su partido le avia pren-
dido el padre. E que para esta guerra Don Pedro
Qíron su hermano, Maestre de Cdatrava, vemla oon
gruesa gente á lo servir. B así mesmo , porque el
Arzobispo de Toledo y d Almirante Don Fadríque
Enríquez estaban juntos en Yepes, y se crda qué
querían ayudar d Bey de Aragón, y mostrarse por
él, que le pareada debia enviar dgun caballero que
tratase con ellos, para los traer á su servido. B vis-
to que en tierra de Campos avia muchos caballeros
poderosos, de qmen podría nascer dgun escánddo
por su ausencia de la entrada en Navarra, que sería
bien enviar á Vdladolid persona prindpal por vir-
rey, para tendlos en paz é sosiego. Ávido este con-
sejo por muy bueno , según que entre el Bey y d
Marqués estaba de secreto acordado, el Bey deter-
minó que venido el Maestre de Calatrava oon la
gente, el Marqués fuese á negodar con d Arzobis-
po de Toledo y con d Almirante que viniesen á su
servicio, y d Arzobispo de Sevilla quedase por vir- .
rey en YaJladolid ¡ y tomada esta ddiberadon , d
Bey envió luego á llamar d Maestre de Cdatrava.
En aqueste medio tiempo subcedió que el Obispo de
Palenda Don Pedro de Castilla, subiendo á ver una
labor que en su casa se hada, oayÓ de laa osoderas
abazo, é muríó ; é fué dado el Obispado á Don Gu-
tierre de la Cueva, hermano de Beltran de laCueva^
Mayordomo dd Bey. Estando dlf la Beyna se hizo
prefiada, de que d Bey fué muy dogre. El Maestre
de Cdatrava obedesdó el mandado dd Bey, é vino
oon dos mil é quinientos rocinos de gente muy In-
dda é ataviada ; de que el Bey se tuvo por muy
bien servido por su venida. E así acordada au parti-
da, mandó que el Marqués de Villena fuese á Oca-
ña, para tratar con el Arzobispo y oon d Almiran-
te, porque de Ooafta á Yepes avia dos leguas; y d
Arzobispo de Sevilla fuese á Vdladolid; y la Bey-
na por su prefiez se quedase en Aranda. Y luego d
Bey se partió muy poderosamente ad oon la gente
de auB guardas, como con la que Don Pedro Qiron
traia; llamando ad mesmo á los perlados é caballe-
ros de aqudlaa comaroaa, que con sus gentes lo vi-
niesen á servir: é así se fué para la dbdad de Lo-
grofio*
CAPITULO XXXI.
De como ol Roy Até i Logrólo, y do lo qio ilU m Mío ooatra ol
R«y do Ninm , é los loforot qio so finaroa.
Luego que el Bey fué llegado á la dbdad de Lo-
grofio, los que estaban en la guardia temieron aer
cercados, é que resoibirían mucho dafio, é acordaron
darse al Bey. E ad hecho su trato, qual entendían
que les cumplía, obedederon su mandado, é le en-
tregaron la f ortdeza é las puertas de la villa ; é pu-
118
ORÓNIGAS DE LOS BISYES DB GASTILLA.
Bo el Bey allf por ftloayde á Rodrigo de Meadosa.
Díéronae asi mesmo los Arcos, Sant Vioente é otros
lagares pequefios de enderredor. B Inego qae estos
lugares fneron tomados, é puestos aloay des en ellos,
acordó de poner oeroo sobre Viana ; é así dio el car-
go á Gonzalo de Saavedra, Comendador, capitán
mny prudente, é astuto en las cosas de la guerra,
sabio é discreto para gobernar grandes ezércitos de
gentes , persona de grande confiansa en lo que él
Rey se fiaba del para la guerra. B si tal fuera des-
pués en el fin quales fueron sus comiensos en ser-
vicio del Rey, quedara sin dubda su fama mas lim-
pia que non la dexó. Dentro de Viana estaba por ca-
pitán Mosen Fierres de Peralta, Condestable de Na-
varra; el qual se defendió muy bien por alg^os
días; pero los dafios que le Laoian con las lombar-
das, quartadgos y tiros de ingenio fueron tantos, é
de tal manera, que por sobra de los males que asi
rescibia, sin se poder defender ni amparar, vino á
demandar por partido que le diese seguridad de
muerte é prisión para él ó los suyos, é que le deza-
ria la villa. Dado el seguro por el Rey , é firmado é
sellado, se salió por una puerta cubierto de luto con
todos los suyos ; ó luego entró la gente del Maestre
de Calatrava, ó se apoderó de la villa. B asi apode-
rado, alzaron luego pendones por el Rey, ó fué allí
puesto por alcayde Mendosa el Prestamero. Bntre
tanto que la guerra so hacia contra Navarra, el Prin-
cipe Don Carlos envió al Rey por embajador un ca-
ballero catalán, que se descia Mosen Juan Trayllas,
así para concluir é capitular su casamiento con la
Infanta Dofia Isabel, su hermana del Rey, como por
verla ó llevar nuevas de ella al Príncipe, De aques-
to fué el Rey muy contento, é fecha la capitulación
é concluida , mandó al Obispo de Astorga , que lo
Uevase á la villa de Aróvalo donde la Infanta esta-
ba, é se la hiciese ver y hablar ; de cuya vista é pre-
sencia el embaxador fué muy contento, é se fué pa-
ra el Príncipe. Tomada Viana, el Rey acordó de ir
en persona á poner cerco sobre la villa de Lerin,
donde estuvo por espacio de dies dias. B como era
lugar enrocado é muy fuerte, no se pudo poner allí
cerco sin gran peligro, mayormente que no se podia
batir ni bombardear ; é por eso mandó el Rey levan-
tar el cerco , é tomóse á Logrofio, donde llegado,
mandó derramar su gente. Bn este comedio vino allí
Don Pedro Gk>nzalez de Mendoza, Obispo de Calahor-
ra, hermano del Marqués de Santillana, para andar
de contino en la Corte s^gun se avia capitulado
qnando él é sus hermanos se tomaron al servicio del
Rey ; é traxo consigo á su sobrino Don Juan , hijo del
Marqués su hermano, para que anduviese allí en re-
henes donde quiera que el Rey fuese. Derramada la
gente de guerra, el Rey se partió para Aranda.
CAPÍTULO XXXIL
Como d hsy te ^0 á la fUla de Araada é la dió á la Royna ss
mager.
B venido el Rey á la villa de Aranda, estuvo allí
alíennos dias holgando con la Reyna, así porque la
amaba mnoho como porque estaba prefiada de tres
meses, B por gratificar su prefiez, que tsnto avia
sido deseada, hízole merced de aquella viUa de Aran-
da é su tierra, donde luego fué jurada é obedecida
por Sefiora. Fecho aquesto , estando allí el Rey oon
grande contentamiento, el Marqués de Villana le
escribió desde Ocafia , notificándole como él Arzo-
bispo de Toledo y el Almirante querían estar mny
á su servicio , oon tanto que el Arzobispo hubiese
de estar en su Consejo, asi para entender en la go-
bernación del Reyno, oomo en la administración de
la justicia; por tanto que cumplía á su servicio que
luego fuese para Madrid. B oomo el Rey mny ente-
ramente se guiaba por el querer de entrambos her-
manos, determinó su partida, é mandó que la Reyna
se quedase allí en su villa, hasta que él enviase por
ella.
CAPITULO xxxni.
Cobo el Rey se fté i Madrid , é vlao alU el AnoUepo de SevUto,
pan avisarte de laa ealitelu que eoslra él traiaa, éso le qoiso
oir Di eseoehar.
Después que el Rey vino á Madrid, el Arzobispo
de Sevilla veyendo el camino tan errado que lleva-
ba el Rey, é cómo aquella confederación del Ano-
bispo de Toledo con el Marqués de Villena avia do
redundar en grande deservicio suyo, puesto que por
entonces paresoia que echando á él fiíera de la go-
bernación del Reyno, ser cosa que lecnmpUa, acor-
dó de le venir á hacer rerverenda, é avisalle de lo
que le convenía hacer. B como ya el Rey estaba in*
diñado á el querer del Marqués de Villena é de su
hermano el Maestre, é determinado entre ellos lo que
se debia de hacer, no le mostró buena cara, ni mu-
cho menos le quiso oir, antes le mandó que luego
se tomase á Valladolid ; el qual obedesdendo lo que
su Rey le mandaba, se partió. |0 quánto se deben
guardar los Reyes de tener consejeros parciales de
sus enemigos, é aficionados A sus propositóse inte-
reses, é nunca dexar á los que con amor é fidelidad
sirven é guardan su servido! Ca las tales mudan-
zas mas peligrosas son que seguras, mss vergonzo-
sas que honestas , é mas dignas de reprehensión que
de alabanza ; porque jamas pudo ser ni se vido que
los interesales fuesen sanos consejeros, ni pudo nas-
cer lealtad de la arraigada mal querencia : así que
ni dd árbol infidonado salió buen fruto ^ ai de co-
razón dafiado buen servicio.
CAPITULO XXXIV.
GoBM el Bey foé i la Tilla de Oeafia, é le vino á haeer reveresela
el Arzobispo de Toledo é el Almiraale.
Luego que el Aizobispo de Sevilla se partió, el
Marqués de Villena envió á suplicar al Rey que se
fuese á Ocafia, lo que el Rey puso por la obra. Don-
de llegado , le fué fecha rdadon de lo que se avia
concertado: de que el Rey mostró algún contenta-
miento, creyendo que tales estaban las entrafias de
dentro, quei demostraban sus lenguas por palabras.
B así fué acordado que le viniesen á hacer reveren-
DON EMRIQÜft' OüABTO.
119
cía oada uno por d. Luego donde á dos diaa vino
el Arsobispo de Toledo deede Yepes, que está dos
leguas de Ocafia ; el qual vino muy acompafiado de
sefialadas personas, asi de los Manriques como He
otros generosos varones. El Rey le resoibió muy
graciosamente con alegre cara, mostrando ser con-
tento de su servicio para estar en su consejo, y en-
tender en la gobernación del Beyno. B así aparta-
dos hablaron un rato, donde páreselo el Rey estar
alegre de su venida, todavía el Arzobispo mostran-
do grand deseo é gana do servirlo , é el Rey prome-
t¡¿ndole honras é mercedes. Acabada la habla, el
Arsobispo se tomó á Tepes, é otro dia siguien-
te vino el Almirante; é llegado delante del Rey
con grande reverencia dixo que protestaba de áUi
adelante le seria leal servidor : el Rey le respondió
que asi le haría muchas mercedes. Fecha su habla
en breve, el Almirante se despidió del Rey, é se
volvió A Tepes , é desde allí para su tierra. Eston-
ces el Rey se partió para Madríd, y envió á mandar
al Arsobispo que luego se fuese para la Oorte, por-
que su ida era necesaria.
OAPÍTÜLO XXXV.
Gomo él Rey le taé I Madrid, 6 de la nanera qae se tenia en la
adBlaistneloa de la Jnatida.
Tomado el Rey á Madríd, vino allí luego el Ar-
sobispo de Toledo, que fué muy bien resoibido por
todos los Grandes de la Oorte, é tratado con mucho
amor del Rey ; por cuya venida fué acordado que
de alli adelante todos los viemesse uviese de tener
Oonsejo público de la justicia en la posada del Ar-
sobispo, é que todos los letrados del Consejo de la
justicia fueseh alli convenidos, para que relatadas
las oabsas de los pleytos que ante ellos ocurrían,
determinasen lo que por justicia se avia de hacer, é
fuese luego exeoutado ; porque los pleyteantes no
se gastasen : don(^ continuamente de aquesta guisa
iban todos despachados sin dilación de tiempo é
perdición de sus haciendas. Entre las otras cosas
que alli venían ¿ pedir justicia, acaesció que uno
llamado Garci Mondes de Badajoz, entremetido de
servir al Rey de cosas interesales de qualquier
suerte que fuesen , ovo tomado ciertas joyas á un
mercader estrangero, diciendo que porque no las
avia manifestado en los puertos por donde entró, las
avia perdido ; é asi tomadas , presentólas al Rey. B
como el mercader se vido injustamente despojado
de lo suyo, reclamó muy ásperamente del agravio
ó violencia que le era fecha, delante- del Arzobispo
é del Marqués, presentes todos loe del Consejo ; é
asi mostrada la verdad é su inocencia , é llamado
Garci Mondes para que mostrase las cabsas por
donde avia tomado lo de aquel mercader, conosde-
ron por su respuesta la grande sinrazón que á aquel
mercader se la hacia, é condenaron á Garci Méndez
en el príncipal é costas ; é mandaron que aquella
• sentencia fuese notificada al Rey , para que su Al-
teza mahdase dar las joyas que asi avia llevado á
su Cámara. El Rey respondió alegremente que le
píasela, é que si Gard Mondes merescla pena cor-
poral por averias tomado injustamente, que fuese
castigado. B llamado aquel mercader, mandóle el
Rey no solamente dar las joyas é pagar las oostas,
mas hizole merced. De aquesta guisa por algún
tiempo estuvieron las cosas de la justicia muy prós-
peras, é la gobernación del Reyno en mucha orden
é grande sosiego.
OAPÍTÜLO XXXVI.
Gobio el Roj eavid por la Reysa, é Tino ft parir A Madrid^
Vista la gobernación del Reyno é administración
de la justicia que andaba en tanta orden, oon mu-
cho sosiego, sin turbación de cosa ninguna, el Rey
se hallaba descuidado é contento. Así para su ma-
yor placer, acordó de enviar por la Reyna, que vi-
niese á parir alli á Madrid, donde él estaba. B ávi-
do su acuerdo con los del su muy alto Oonsejo, rogó
á Rodrigo de Marohena que oon la gente de su
guarda fuese por ella, é la trazóse en andas^ porque
viniese reposada, é sin peligro de la prefiez. Obe-
desciendo el mandado del Rey , fué por ella, é la
trazo muy aoompafiada, según que á tan alta Rey-
na pertenescia. B como Juan €hiillen tenia la guar-
da de ella, traia siempre den rocines en su capita-
nía. Llegada la Reyna cerca de Madrid, el Rey con
todos los Grandes de su Corte la salieron á rescebir;
é visto como venia en las andas, mandó que la pu-
siesen á las ancas de su muía, porque con mas hon-
ra é reposo entrase en la villa hasta el Alcázar
donde se avia de aposentar, en que se mostró el mu-
cho amor que el Roy la tenia , por donde era muy
acatada é tenida en gran reverencia. T si ella asi se
quisiera conservar con templada honestidad, é re-
girse discretamente. según que estaba estimada en-
tre todos, sin duda muy renombrada fuera su gran-
deza, é mayor la gloria de su fama ; mas como po-
cas veces suelen los sefiores terrenales pasar sin
adversidad, ella como las otras también pac»ó sus in-
fortunios.
OAPÍTÜLO XXXVIL
Gono I fraude Instanela del Anobiapo de Toledo, 6 i aopUea-
clon del Marqoéa de ViUena el Rey mandó traer d loa lafaaies
i la Corte.
El Rey Don Juan de gloriosa memoria ovo en la
Reyna Dofia Isabel, su segunda muger, dos fijos : á
la Infanta Dofia Isabel, que nasoió primero , y al
Infante D. Alonso. Aquestos dos Sefiores, después
que el padre faUeeció, siempre el Rey los trató oon
mucho amor é grande honra, é no menos á la Reyna
su madre ; ca los tuvo todavía en lugares seftalados,
una vez en la villa de Escalona, y otra vez en la
villa de Cuellar. Traia con ellos en su guarda un ca-
pitán con ducientos rocines; estábanle contíno
proveídas sus personas de todas las oosas que les
oran necesarias, é convenian al estado de hijos de
tan altos reyes. El como el Arzobispo de Toledo y
el Marqués de Villená tenían algunos siniestros
motivos, ágenos de lo que al estado del Rey con-
120
CBÓNI0A8 DB LOS RETES DE OASULLA.
venia, inmstíeron oon el Bey que mandaee traer
á loB Inf antee sus hermanos , para qne de ooniino
anduviesen por la Corte, porque allí serian mejor
criados, y aprenderían mas virtuosas costumbres
quQ estando apartados del Rey« El Rey aviendo por
bueno su consejo, mandó quo los truxesen ; é traí-
dos) dio cargo del Infante á Diego de Ribera, caba-
llero de limpia sangre , ¿ crianza de mucha virtud,
para que fuese su Ayo, ó le doirínase como á hijo de
Rey pertenescia ; é mandó que la Infanta Dofia Isa-
bel de contino estuviese con la Reyna, de la qual
con mucho amor ó hermandad fué dempre tratada.
CAPITULO xxxvin.
Como la Reyía parió «na bUa qae lo llamó Dofto Jsana, é do
eómo flio el Coide de Armeftaqoe por embalador del Rey Lato
de Praacla ft eoalrmar lu allaniu eaire eatramboa Royea.
Estando las cosas del Reyno en próspero estado, '
fallesdó el Rey Carlos de Francia, é subcedió en
el reyno el Rey Luis su liijo ; el qual, queriendo con-
. servar la antigua confederación ó hermandad quo
sus antepasados tuvieron con la casa de Castilla, en-
vió por su embazador al Conde Armefiaqne^ para
que se confirmase. Sabida su venida, el Rey mandó
que le fuese fecho honrado rescibiraiento, como la
rasen quería, é así fué tratado con mucho amor,
rescibiendo grandes fiestas, y entre ellas el Ano-
hispo le presentó mil fanegas de trigo, ó mil de
cebada, é mil cántaras de vino, é mil pares de ga-
llinas, é quarenta pavos : lo qual fué luego llevado
á su despensa. En aqueste medio la Reyna se sintió
de parto, donde fueron convenidos, teniendo ala
Reyna en medio, puestos por orden : de la una par-
te el Rey, y el Marqués de Viilena, y el Comenda-
dor Gonzalo de Saavedra é Alvar Gómez, secretario;
de la otra parte el Arzobispo de Toledo, y el Co-
mendador Juan Fernandez Galindo y el Licenciado
de la Cadena, estando la Reyna en los brazos de
Don Enrique, Conde de Alva de Liste. Tuvo en al-
guna manera trabajoso parto, é parió una hija, por
cuyo nascimiento se hicieron alegrías en la Corte de
muchas justas é juego de cafias é de correr toros.
Pasados los ocho dias después del parto, fué acor-
dado que el baptísmo se hiciese en la capilla dentro
de su palacio real. Baptizóla el Arzobispo de Tole-
do : tenia por asistentes al Obispo de Calahorra, y
al de Cartagena y al de Osma ; y fueron padrinos
el Conde de Armefiaque y el Marqués de Viilena, é
madrinas la Infanta Dofia Isabel, hermana del Rey,
é la Marquesa de Viilena. Sacó en brazos á la Prin-
cesa el Conde de Alva de liste, y túvola en la pila;
pusiéronla por nombre Dofia Juana, como á su ma-
dre. Por todo el Reyno se hicieron grandes alegrías,
asimesmo los reynos comarcanos, haciendo merce-
des á los que llevaban las nuevas.
CAPÍTULO XXXIX.
Como el Rey Uso eoade de Ledeami á Don Beliraa de la Coeva,
y dló la Mayordomfa á Aadrea de Cabrera otro eriado suyo.
Pasados algunos dias después del baptísmo de la
Princesa, el Rey veyendo los merescimientos del
su Mayordomo Beltran de la Cueva, é oonosdendo
los servicios qne le hada sin enojo, paresoióle cosa
convenible sublimar su persona con título de mayor
honra ; é asi, ávido su acuerdo con los de su alto
Consejo, determinó de le hacer merced de la villa
de Ledesma, é darle titulo de Conde. E así determi-
nado, un domingo después que el Rey ovo oido la
Misa cantada solemnemente, salióse á su sala real
acompafiado de los Sefiores del su alto Consejp,
como de los caballeros de su Corte, estando allí pre-
sente el Conde de Armefiaque, qne junto con el Rey
estaba. E estando sai, el Mayordomo Beltran de U
Cueva entró por la sala adelante con muchas nobles
é generosas personas que lo acompaftaban. Donde
llegado en presencia del Rey con humilde reveren-
cia, hechas las cerimonias é solenidades que en tal
caso se requerían, le fué dado título de Conde con
todas las insignias que á la dignidad pertenesoen.
E como aqueste Conde era magnánimo, asi de su
propia inclinación , como por la mucha parte que
en la voluntad del Rey tenia, quiso aquel día hawr
sala y fiesta al Conde de Armefiaque que presente
estaba, é á los otros Grandes é principales de la
Corte; donde mucho fué loada su liberalidad y
magnificencia ; porque á la verdad era tal, é tan
cumplido en todas las cosas, que después del nin-
guno meresció ser prívado del Rey. E después que
asi fué criado Conde, quiso el Rey, por dalle mayor
honra, que dende alli adelante entendiese en la go-
bernación del Reyno, é anduviese en todos los ne-
gocios en que los otros Sefiores de su alto Consejo
entendían, como uno de ellos. E porque por el títiüo
de Conde, que asi le avia dado , vacaba la mayordo-
mfa, hizo merced de ella á otro criado suyo, que se
llamaba Andrés de Cabrera ; el qual aunque de
poca edad en los dias, era viejo en el seso é leposo;
de quien el Rey se confiaba, é le daba parte de sus
secretos. Este era casi medianero entre el Rey y el
Marqués de Viilena ; porque entrambos hallaban en
él habilidad, é suficiencia para ello. Capitulada é
concluida la capitulación de las alianzas de Franciai
el Rey mandó hacer muchas mercedes al Conde de
Armefiaque, é se partió muy contento, parcial é afi-
cionado al servicio del Rey.
CAPITULO XL.
De eomo el Rey Uso Cortea f enersles, 6 mandó Jorar á la Priaeo-
sa Dofia inaaa so bija.
Después que la Princesa Dofia Juana ovo dos
meses, el Rey determinó de hacer Cortes generales,
donde fueron convenidos Perlados, é grandes Se-
fiores, caballeros é Procuradores de sus Reynos. Los
quales ayuntados é venidos delante su Real presen
cía, é de los Infantes sus hermanos que estaban á
par de él, les dixo: uQuanto sea grande la premi-
anenda de los primogénitos Reales, las leyes divi-
a nales é humanas lo disponen ; porque asi como es
acosa de mucho peligro morir los Reyes sin dezar
asubcesion, por los males é escándalos que de ello
ase siguen en los reynos donde tal acaesoe, asi es
DON BNBIQÜB ODAIOO.
121
•grin bien fellálado qüaado plaoe á Dios é tiene por
•UeD dalles generación en qnien miboeda el iefio*
irlo. B pnee en bendita bondad qaiao darme froto
ide bendición en qnien enbceda la memoria de loe
iBeyee mía antepasadoa é mia, é aquella yaya é
ipaae adelante, yo le rindo infinitas gradas, é ha-
tmildemente saplioo á su piadosa demencia, qniera
•darme grada, qne asi se lo sepa senrir é agrades-
ioer, que siempre le reoonoaoa, y nnnoa le ofenda.
•Per tanto yo asi, como Tueetro Rey é Sefior natn-
•ral, mego á los Perlados, é mando á los Oáballeros,
•i Fkocnradores qne aqni estáis, é á los otros qne
•son absentes, qne luego jnreis aqui á la Princesa
•Dofia Jnana, mi bija primogénita, ó la prestéis
•aquella obediencia ó fidelidad, qne á los primogé-
•nitos de los Reyes se suele é se acostumbra á dar,
•par» que quando Dios nuestro Sefior dispusiere de
•mi baya después de mis dias quien berede é reyne
•en aquestos mis Beynos.^ Acabada su babla, mandó
al Araobispo de Toledo que tomase á la Princesa
en los braios, é tomada, llegaron primero los In-
fantes á la jurar é dar obediencia besándole las ma-
nos ; ó luego en pos de ellos los Perlados é Oáballe-
ros qne alH se bailaron. B porque entre los Procu-
radores de las dbdades é Tillas avia algunas dife-
rencias, sefidadamento entre los Burgdeses y To-
ledanos, queriéndose preferir los unos á los otros,
alegando sos justas raaones, estonces el Bey, vista
su controyersia, mandó que ninguno de ellos llega-
se á dar la obedienda primero^ dno quien él quisie-
se é nombrase. B ad llamando primero á los de
SegoTia, juraron, é después como él los nombraba,
é am quitó la porfia. Pero cuando todos llegaron
ddante dd Bey, dizo : yo bable por la dbdad de
Toledo ; bablen los de Burgos é los de Leen. Dada
la obediencia , é pasada por autos públicos según
que las leyes en tal caso disponen, el Bey por d-
gunos dias reposó alli en Madrid , andando en sus
montes é bolgando con la Beyna.
OAPlTULO XLL
Cotto el Rey se pirtM de Madrid , é se taé I la filia de Alfaro, pa-
ra paitar dertaa direreadas qoe estaban entre 61 y el Rey Dos
Jaaa de Aiagea , si tío , y de lo «ne snlteedló por ealonees.
Estando el Bey mnobo á su plascer con descan-
so, se recresderon dgunas dif erendas entre él y d
B^ Don Juan de Aragón , su tío , do pareada an-
tes esperar discordia que paz, é mayor escándalo
que sodego. Pero porque entre ellos se tomase d-
gnn medio conyenible, é la rotura cesase, fué acor-
dado qne el Bey se fuese á la Tilla de Alfaro, y d
B^ de Aragón para la dbdad de Tndela, dd rey-
no de Nayarra, qne ay quatro leguas de un lugar á
otro. Tomado aqueste concierto d Bey se partió de
Madrid para 8egoTÍa, é Hoyó consigo á la Beyna.
BstOYO allí dgunos diaa, por irse á su bosque áde*
portar, é de Segoria se partíó para Aranda. Donde
llegado, porque la B^yna estaba prefiada de tres
meses, d B^ mandó que se quedase aUi, oondde-
rando d pdigro que sude aoontesoer á las muge-
res prefiadas] quando caminante fuese ala villa de
Alfaro, donde llegado, supo como ya d Bey de Ara-
gón , sn tío, estaba en Tudda. B porque d Marqués
de Villena era prudente negociador, é sabia dar
medios en qudesquier dd>ates é oontratadones,
mandóle d Bey que fuese de su parte á bablar con
d Bey de Aragón. Y puesto que él obedesdó d
mandado del Bey, fué necesario que para seguridad
de su vida demandase que el Bey de Aragón envia-
se á la Tilla de Alfaro d Araobispo de Zaragosa,su
bijo, á poder del Bey, para tener rehenes, entre-
tente que él iba áTudda á hablar con él. Bl Bey de
Aragón fué muy placentero ddio , é mandó á sn fijo
que fuese ; el qud Tino á hablar d Bey é hacerle
reverenda , donde fué muy bien resdUdo é feste-
jado. Estuvo alli un dia é nna noche, hasta que d
Marqués fué tomado, y él se fué á Tuddá. Entre-
tanto que aquestos tratos pendían, é de oada parte
se buscaban los medios que le oumplian , subcediÓ
que dli en Alfaro un dia vino muy súbitamente un
muy fiero y espantable nublado, tenebroso y oscu-
ro, el qud traxo consigo tan terrible pedrisco, con
muy grande é furioso viento, que td nunca fué vis-
to entre los vivientes de aqnd tíempo. Duró la tem-
pestad por espacio de una hora; las piedras que ad
cayeron fueron gruesas é muy muchas, tanto , que
pareada aver nevado. Fdlóee que dgunas piedras
de aquellas pesaban mas de nna Kbra. Fué tsnta la
destrudon é dafio que biso en aquella tíerra el pe-
drisco, que oad por dos afios no se pudo coger fru-
to ninguno que aprovechase. Bntoncea visto d md
é pérdida que é los moradores de aquella tierra les
era venido , él Bey movido á compadon de sn tra-
bajo hiaoles merced de sus dcabalas é tordas por
tres afios, con que se pudiesen remediar de su pér-
dida. En pos de aquesto llegó nueva como la Beyna
estando un dia d rayo dd sol^ que entraba por una
ventana de su cámara, le encendió fn^go en la ca-
besa, que le quemó un pooo de los cabellos ; é d no
fuera presto socorrida , qne le mataron el fuego las
mugares que con ella estaban , fuera peligro de su
vida. Ad mesmo de aqnd espanto avia movido un
hijo de sds meses, de que el Bey no solamente fué
pesante, mas turbado é muy triste. Sobre aquesto
ovo diversos juicios entre las personas notables dd
Beyno, pronosticando los trabajoa que después vi-
nieron sobre d Bey é sobre la Beyna, aegun será
recontado, por el proceso de la Oorónica. E porqne
la condudon de los debates que entre entrambos
los Beyes pendían , llevaba diladon, é á oada uno
de efios convenía ir á entender mas en las cosas de
sus Beynos, tomaron poi^ expediente que para d
despadio de todo ello el Marquéa áñ Villena ovieae
de ir á Zaragosa, donde el Bey de Aragón , é la no-
ble Beyna su muger se iban á reposar, é que dll
se tomada medio , é oonclndon é concordia. E and
el Bey se partió para Aranda á mas andar, y d
Marqués se quedó en Alfaro, para ir á Zaragosa. E
llegado el Bey á la villa de Aranda, hdló á la Bey-
na fiaoa y descayda, ad por el espanto del caso en
ella aoontesddo , como por d md parto dd hijo ta*>
122
GBÓNI0A8 DE LOS BEYES DE OÁffnLLk.
ron qoe avia movido , de que ein dubda estaba muy
triste ; pero con la venida del Boy ella se alegró ó
convalesoió dé tal guisa, que pudo luego caminar;
ó partióse oon el Bey , é fuéronse derechos á Sego-
via , é de alli á Madrid. E en aqueste medio tiempo
el Marqués de Villena se partió de Alfaro para Za-
ragoza, donde llegado , halló que el Bey de Aragón
era ido al Principado de Catalufia para tomar muy
presto. E como asi fué llegado , la Beyna lo mandó '
aposentar, é le resoibió con muy alegre cara. Otro
dia siguiente quiso que comiese con ella, é le man-
dó asentar á su mesa ; é entre las otras fiestas que
alli resoibió fué ima señalada, que solas las damas
sirvieron sin varón ninguno á la mesa de todos los
oficios que todos los Beyes suelen ser servidos. Es-
tuvo alU el Marqués algunos dias esperando la ve-
nida del Bey, é luego que vino, fué concluida la
negociación , é firmada la pasé ooncordia entre am-
bos Beyes. E asi el Marqués, tomada licencia del
Bey de Aragón , é de la Beyna su muger , se vino á
Madrid , donde estaba el Bey y la Beyna oon los
Grandes de su corte.
OAPlTÜLO XLn.
Como Dolí Beltrtn de la Caen se casó coa la biJameaor del lla^
qvés de Sanlillaaa.
Por la venida del Marqués de Villena el Bey fué
muy alegre, asi por aver puesto ooncordia entre él
y el Bey de Aragón, su tío , como por los negocios
de la gobernación del Beyno que les daba buen ex-
pediento, y el Bey se confiaba mucho del. E como
el nuevo Oonde de Ledesma se vio puesto en esta-
do con el g^nde é continuo favor del Bey, deter-
minó de buscar parentela con quien se pudiese abra-
Bar é tener mayor parte de valedores qnando fuese
menester. E asi, ávido su acuerdo con el Bey, su-
plicóle tratase casamiento con una hija del Marqués
de BantiUana, la menor, que estaba doncella; de
que el Bey fué muy contento, asi por lo que cum-
plía al Oonde de Ledesma, como porque ya tenia
por mocho suyos al Marqués y al Obispo de Oala-
horra su hermano. Para lo qual envió sus embaxa-
dores al Marqués, y él en persona habló al Obispo
que andaba en la corte, en tal manera que luego fué
concluido. E asignado el dia de los desposorios, el
Bey por honrallos, determinó de ir á Quadalazara
oon la Beyna é oon toda su corte ; donde ido, le fue
fecho solemne rescibimiento por el Marqúese todos
sus hermanos. Los desposorios se hideron con mu-
chas fiestas de diversas maneras , torneos, correr
toros y sortija : de noche oon muchos faroles. De
aqueste casamíAito desplugo mucho al Marqués de
Villena , ansí por la grand parentela que el Conde
de Ledesma tomaba con la casa de Mendoza , á cu-
ya cabsa temia mayor parte en el Beyno, como por
la voluntad del Bey tan inclinada para lo querer
prosperar y poner en grande estado, fi siempre fué
que la envidia pare discordia, acarrea enemistad,
busca novedades é formas cautelosas para dafiar;
así que podemos desoir que aqueste casamiento fué
sementera de los males que después subcedieroo*
Acabadas las fiestas, é pasados pocos dias, el Bey
determinó su partida , é mandó que la Beyna oon la
Princesa é los Infantes sus hermanos, ó los del Oon-
sejo, é toda la corte se fuese para Segovia. Y él
con muy pocos de los suyos se fué á la villa de
Atienza por verla , é holgarse allí un dia ó dos ; en
la qual avia mandado labrar tanto, que casi de nue-
vo paresda ser tomada. Llegado alli , paresdóle tan
bien , que quiso reposar en ella mas de ocho dias, y
estuvo alli mucho á so plascer.
•
OAPlTÜLO XLHI.
*
Como, fállesete el Prfneipe Dos Cirios en Bareeloaa, y porsn
muerte se rebelaron los CaUlanes de todo el PrlBcipadf o con-
tra el Rey de Arafoa, 6 embiaron su embejador al Rey coa la
obtdleoela de vaullos sayos , para qie ios resetbiese é eavlase
socorro ; é llegó so embalador allí i la lUla de Atleasa ; y lo
que el Rey respondió.
Después que él Bey don Juan de Aragón sacó de
la prisión al Príncipe Don Oárlos, su hijo , é lo lle-
varon los Oatalanes á Barcelona, nunca se sintió
bueno, ni tuvo disposición de salud en su persona,
antes la enfermedad cresdó tanto en él, que sin
rescebir mejoría fallesdó. Por cuya muerte todos los
del Prínoipadgo de Oatalufia ovieron grand senti-
miento, é se rebelaron, é pusieron en armas contra
su Bey, disciendo que él avia sido cabsa que mata-
sen al Príndpe su hijo oon hierbas, teniéndole pro-
so en poder de los que le avian mas gana do matar
que darle la vida ; por donde paresda que mas lo
avia sido enemigo que padre , é mas desipador de
su salud, que ganoso de conservarla, vistas las
grandes crueldades que contra él por su mandado é
consentimiento se avian cometido ; de lo qual daban
derto testimonio las claras é páblicas prisiones
donde lo avia tenido los tiempos pasados. B así
puestos en rebelión, haciendo públicos actos en for-
ma jurídica con grandes protestadones, enviaron
sus querellas delante la See Apostólica, publicando
la crueldad con que duramente los trataba , no como
su propio Bey, ni como Sefior natural, mas como
adversario é perseguidor porfióse ; por donde justa é
legítimamente, como damnificados en la vida y en
la libertad contra sus fueros é priviUejos, que to-
dos los Beyes sus antepasados les juraron é guarda-
ron sin violenda ni quebrantamiento alguno , onde
visto que él ansí se los usurpaba é corrompía contra
toda raaon , que lo podían desobedecer ; por tanto,
que ellos lo denegaban de Bey é Befior, é le quita-
ban toda la obidiencia é fidelidad que hasta alli co-
mo subditos é vasallos le avian tenido , é la pasa-
ban á la casa deOastilla, é al Bey Don Enrique, su
verdadero Bey é Sefior, á quien según derecho divi-
no é humano pertenesda el Beyno de Aragón é se-
fiorio de Oatalufia ; al qual desde allí elegían é to-
maban por su Bey é Befior natural, é que así, como
verdaderos subditos é vasallos suyos, se ponían de-
baxo de su protección é amparo é defendimiento
real. Fecho aquesto , todos en una conformidad en-
viaron por su embazador al Bey un caballero letra-
DON BtmiQüB OÜABTO.
128
do , qve se defloia Moien Oopones ; el qaal por temor
del Rey de Aragón é de sus gentes Tino en ávito di-
simnlado, hasta qne llegó á la villa de Atienza, don-
de el Bey estaba. EA qxud llegado delante de sn real
presencial oon grande sentimiento , oon lágrimas
en sns ojos , propaso diciendo : « May alto é serení-
» simo Bey : si el Bey Don Juan, naestro Bey que
• solia ser, se acordara de la olemenda Beal y de
• la noble oepa gótica de Castilla , donde él desoen-
t dia , tratara á sa propia carne con mayor demencia
» é piedad que la trató. Mas como todo aquello es-
» taba desterrado de sus entrafias , y era muy age-
» no de su condidon, sabrá vuestra Beal Magestad
1 que el Principe Don Garlos de gloriosa memoria,
isu hijo, estando en la isla de Sidlla mas temeroso
» que oontento de su padre , por las prisiones en que
• le avia tenido tan largos tiempos , é sospechando
s mayores enconvenlentes é males de los pasados,
» tenia determinado de estar alli apartado , así por
ino provocar la ira de sn padre, como por esousar
» los pdigros que sospechaba y después le sobrevi-
» nieron. B qnanto quier que los Sicilianos , segnnd
» los privillejos de la casa de Aragón, que los primo-
sgénitos de ella se han de llamar Beyes de Sicilia,
»lo querían aliar Bey, él deseando ser obediente é
1 no salir del querer de su padre, jamas consintió ni
» quiso aoeptallo ; antes como hijo de obidienda
» dixo que quería esperar, y ver lo que d Bey su pa-
» dre mandaba é disponía. B como asi estuviese es-
sperando lo qne le fuese mandado, el Bey á ins-
1 tanda é suplicación de los tres estados de sus r^-
1 nos determinó de lo llamar é traer. Pero porque d
1 Príncipe dn rescelo osase venir , mandó á los per-
1 lados del estado dedástico , é á los otros nobles va-
» roñes é cábdleros del Príndpadgo de Oatalufia,
1 que sobre su fe y palabra red , que publicamente
1 é con juramento nos dio, le di¿iemos todas las se-
1 guridades que él nos demandase é á nosotros pa-
»iesdese ser necesarias para en td caso , que él las
• guardaria inviolablemente, é lo tratarla de dll
1 addante oon todo amor paternal, segund qne todo
» padre piadoso suele tratar á su hijo. E así el Prín-
• dpe confiándose de nosotros , é creyendo el seguro
1 que ad le dábamos, vino muy alegre á la obidien-
1 da de sn padre. B puesto que el Bey le rescibió
1 oon gracioso semblante , é mostró aver plasoer oon
1 su venida , antes qne mucha dilación de tiempo
» pasase, no solamente le mandó prender feamente,
• é tratar oon gran crueldad , mas disimuladamente
1 consintió é dio lugar qne su propia carne é lo que
1 engendraron sus lomos fuese á manos de devosos
» muerto con hierbas venenosas. B asi muerto el hi-
» jo, enoendido con mayor safia, puso por obra de
» disipar los bienes é consumir la vida de sus vasa-
» líos, en tal manera, que ni podemos sufrír sus ho-
imiddios, ni comportar sn desenfrenada ira. Por
» donde justa é debidamente le pedimos denegar de
»Bey , é qdtar la fidelidad é obidienda que como
1 subditos le debiamos ; porque si oomo vasallos le
» debíamos servidumbre é temor, él oomo Bey nos
• avia de responder oon piedad é oon amor. La qud
obidienda ad quitada, todos los de aquel Prínd-
padgo é sus dbdades é villas muy conformes, é
sin disorepadon alguna de los tres estados, ave-
mos elegido á vuestra Beal celsitud por nuestro
Bey é legitimo é verdadero Seftor naturd , á quien
segund deredio divino é humano por reta descen-
denda la casa de Aragón é Prindpadgo de Oatdu-
fia pertenesce. Por tanto , yo en vos y en nombre
de iodo aquel Prínoipadgo é sns dbdades é villas
é lugares, por virtud de los poderes que de ellos
traygo , aquí vos resdbo por Bey ; é y o en su nom-
bre vos doy la obidienda ó fidelidad , que como
subditos dd>emos y avemos de dar ; suplicando
con quanta reverencia y humildad puedo, nos
quiera tomar por vasaUos, é amparar con su
sombra real» Oida su embajada, el Bey con mu-
cha gradoddad le respondió : • Yo agradeaoo á los
del prindpadgo el amor é buena voluntad que han
mostrado en quererme por su Bey. Placerá á Dios
que ellos resdban de mí no solamente muchas
mercedes, mas tdes obras , que dempre sean con-
tentos de tenerme por Sefior. Pero porque este ne«
godo es de gran importandai.é para lo aceptarse
requiere seso é maduro consejo, será necesario aver
ddiberadon é oonsdtdlo con los del mi Oonsejo,
para que en ello se dé la orden que conviene. Por
tanto, convemá que ayais paciencia hasta que yo
vaya á Segovia, que dlí seréis respondido, é se
httá lo que cumple, i Dicho aquesto , mandó que
le aposentasen muy bien, y se fuese en pos del
quando se partiese. Pasados ocho días que d B^ se
holgó en Atiensa , se partió para Segovia.
CAPÍTULO XUV.
Gome nnldo el Rey i Secovia, é llimadoi lot ée n alto Goise-
Jo, OTO aeseráo, é eiiflé faate es iMorro de loa GatalaBca.
Venido d Bey á Segovia, Uamados los del su dto
Oonsejo, les dixo : sMuchas veces avemos visto é
lasí mesmo Iddo que á los dtos Prindpes altas é
tgrandes empresas se les suelen ofrecer, á unos con
t grande trabajo, é á otros con poca fatiga; é de aquí
»es que aquellos se jusgan ser famosos, que oon
imayor corasen las osan emprender* E por esto los
•antiguos poetas dixeron que la fortuna es de tal
•condición compasada, que á cada uno de los varo-
•nes se le presenta delante, cogidos los brazos é
idescabdlada la cabeaa, para que quien mejor la
•supiere asir de los cabellos é tener que no se le
•vaya, aquella seftoree é triunfe con vitoria sin te-
•mer sus adverddades. B pues agora se me ofrece
•sefialada prosperidad sin fatiga, sefiorio sin tra-
•bajo, vasallos que se me dan sin iflos á conquistar,
•yerro manifiesto seria é cobardia de coraion deza-
•llos de resoebir. Avds de saber qne el Prindpad-
•go de Oatalufia se ha rebdado contra el Bey de
•Aragón á cabsa de la prisión é muerte del Prind-
•pe Don OárloB, que Dios aya; é todos los tres Es-
•tados unidos é conformes me han elegido por Bey
•y por Sefior, é me han venido á suplicar con un
•cabdlero suyo, que á mí es venido por embaxador,
124
ORÓNIOAB DI LOB BETES DE OASnLLA.
»lo« quiera regoebir por mis lúbditM é vasalloa. B
«porque aquesto parece dispoeioion de la divinal
•Providencia, é loa tiempos lo acarrean, parésoeme
»qae se debe aceptar. Por eso quiero oir vuestro pa-
•reacer, y esperar vuestro consejo; porque de las
Acosas deliberadas nunca viene arrepentimiento.»
Oido lo que el Bey avia propuesto, todos los del
Ctonsejo fueron maravillados de aquella tan grande
novedad; é como las voluntades de los mas prind-
pales estaban divisas y en diversas aficiones pues-
tas, unos votaban que aquello no se debia aceptar
porque era contra su tío; otros afirmaban que era
oosa justa tomallo, porque su tic mas le avia sido
contrario que buen pariente, qiíando hiao sus alian-
aas con los caballeros de Castilla y con el Bey de
Portugal contra él. Al fin, dezadas las altercacio-
nes, acordaron que Mesen Copones fuese allí llama-
do; é venido fué preguntado quó ^a lo que al Bey
demandaba, é quería que el Bey biciese en favor
de los Catalanes. El qual respondió é dixo que dos
cosas eran las que principalmente pedia é deman-
daba en nombre de aquellos que le enviaban: la
.primera é mas principal que el Bey los tomase por
sus vasallos, pues que ya le tenian elegido por su
Bey, y el sefiorío de Aragón é Oatalufia le pertenes-
cia por legitima subcesion; la segunda que les en-
vii^ gente, para que con su favor alzasen pendones
por él, é labrasen luego su moneda, é para que los
defendiese de quienquiera que los quisiese guer-
rear. B que pues tan sin trabajo de conquistor é de
gasto lo ponian en el sefiorio, que su Altesa no le
debia rehusar, ni mostrar flaqueza de corasen en
dezar de aoepter lo que Dios é las gentes le daban
é ponian en las manos sin contraste ninguno. En-
tonces los del Consejo, visto que el Bey se indina-
ba, é estoba ganoso de lo hacer é aceptar, dizeron
que convenia enviar para caso tan grande sefiala-
dos capitanes y copia de buena gente, é fué acor-
dado que fuesen dos mil é quinientos de á caballo.
E asi el Bey mandó á Don Juan de Biamonte, Prior
de la Orden de San Juan en el reyno de Navarra, é
á Juan de Torres, un caballero principal de la db-
dad de Soria, que fuesen por capitones de aquella
gente, é diesen orden como alzasen pendones en
todo el Prindpadgo, sefialadamento en Barcelona;
por manera que en todo se diese buen recabdo qual
cumplía á su servicio. Los quales tomada su gento
se partieron é pasaron sin contrasto ninguno basto
que llegaron á Barcelona, donde fueron muy bien
rescebidos. Llegados alli, todos los de la cibdad
muy conformes alzaron pendones por d Bey, é la-
braron luego su moneda ; ad mesmo por las otras
dbdades dd Prindpadgo.
CAPÍTULO XLV.
orno el Rey ie f\ié I la vUla de Agreda, j de lo qw allí
tvbeedió.
Enviada la gento al Prindpadgo de Oatalufia, fué
acordado que d Bey se allegase á la frontera de
Aragón é Navarra; é asi fué á la villa de Agreda,
que está junto con entrambos reynoe, para haoer
espdda á los suyos é toner en sodego aqndla tier-
ra, que no se osase hacer rebato ninguno. Estando
allí, con grande poder é triunfo de sefiorio, le llega-
ron degres nuevas é prósperas mensagerias de di-
versas partes. Sus capitanes le hideron saber como
todo el Prindpadgo te Catdufia era suyo muy pa-
dficamente. Üególe mueva como Don Juan de Guz-
man, Duque de Medina-Sidonia, Conde de Niebla,
con su gento é la de Xerez é de aquellas comarcas
al derredor avian tomado la cibdad de Qibrdtor
de poder de los Moros ; y sabido , mandó que
aquella de dli adelanto se pusiese en el titulo
de sus ditados. Vínole otra nueva, como Don Pe-
dro Qiron, Maestre de Calatrava, avia tomado de
los Morosis villa de Archidona, lugar muy fuer-
te. Vínole otra nueva del Bey Don Femando de
Nápol su primo, suplicándole que lo tomase por
suyo de acostomiento, para que con nombre de
suyo é con su favor fuese defendido en su Beyno,
por quanto lo guerreaban sus enemigos para lo
echar del Beyno. E llególe otro mensagero por par-
to dd Papa Pió é dd Colegio de los Cardendes, ro-
gándole que quidese hacer perpetua oonf ederadon
con la Sede Apostólica. E llególe ad mesmo otro
mensagero por parto de los Ginoveses é Veneda-
nos, didendo que Genova se le queria dar en per-
petuo vasallage de su Corona Bed, é Veneoia en
perpetua amistad, para ser por siempre amiga de
amigos y enemiga de enemigos con la Casa de Cas-
tilla. E puesto que todas estas cosas de tan alto
prosperidad é honra temporal le vinieron, era tan
magnánimo, que nunca mostró mas altoracion por
ello, como si ninguna oosa ni oferto le ovieran fe-
cho é ofresddo. Lo qud muy pocas veces sude
acaescer entre los poderosos; ca bien tarde se vido
que los altos Principes, á quien semejantes prospe-
ridades suele acarrear la fortuna, se pudiesen abs-
tener de presuntuosa vanagloria, ó sin ramo de
f antada ó de soberbiosa dtives. Pero aqueste Bey, á
quien propia cosa era reynar é haoer mercedes, en-
salzar los hombres é ponerlos en grandes estados,
si la desloaltad no le fuera contraria é pudiera en-
clavar la rueda de la fortuna, que nunca se tastor-
tomára, and era singdarmento magnánimo, que
todas las honras, prósperos sucesos, pujanza de se-
fiorios é grandeza de estado en qué viniese, estima-
ba de ser merecedor é digno de rescebirlas. Mas
como la dededtad de sus fdsos consejeros iba cres-
dendo, su poco amor se desdoraba, é sus dafiados
deseos, tratos é pensamientos se descubrian, todas
las cosas de prosperidad que ad le venian, impug-
nándolo ellos, las contradecían disoiendo que aque-
llas cosas mas eran vanas, de poca certidumbre, é
grandes gastos, que de honra ni provecho alguno,
é mas peligrosas que seguras, en td manera que le
hadan atibiar el corazón, no sólo para aoeptollas
como la razón queria, mas para proseguillas como
á los animosos varones conviene. T asi de contino
buscaban ezquisitas formas de dilación, con que las
cosas aparejadas é ligeras de aver efecto se perdianí
DON SNBIQÜE OÜABTO.
ISS
oon grand infamiti mengua é vituperio del Bey, se-
gund que sus obras fueron daros testigos que dieron
testimonioi como adelante será relatado por el pro-
ceso. Ca por esta cabsa apartaron de cabe el Bey
al que oon entrafias leales daba sano consejo, é oon
afición Tcrdadera procuraba su bien ó aumento de
la Gerona Beal. Estando asi el Bey en calma, que
no se sabia elegir qual camino le seria mejor é mas
pfoyechoso para su estado, vino secretamente un
escudero nayarro á hablar con el Conde de Ledes-
ma, proferíéndose de le dar una puerta principal de
Tndela de Navarra con una torre, para que el Bey
se apoderase de ella ó oviese la oibdad de su mano
oon tanto que le hiciese algpma merced. Entonces
el Conde habló con el Bey, é por su mandado oon-
oertó con el escudero, dándole grandes seguridades
é promesas muy firmes, que entregada la cibdad é
apoderado el Bey de ella, le daria cierta renta de la
misma cibdad, é dineros de juros situados en la vi-
lla de Agreda. Fecho el concierto, el Conde envió
con el escudero un caballero de su casa llamado Pe-
dro de Ouaman oon otros veinte hombres, para que
aquel tratante les entregase la puerta con la torre
como estaba ooncotado, y entregada, se alzasen
con ella, é serian luego socorridos; porque el Conde
iba en pos de ellos oon gruesa gente para socórre-
nos. B yendo una noche, como el trato era falso, en
llegando á la puerta de la oibdad fueron luego pre-
sos, de que el Bey ovo grande enojo, é mandó al
Conde de Ledesma que tomase mil rocines de los
de las guardas, é fuese sobre Tudela, é si no le en-
tregasen luego los presos, sin detenimiento que hi-
ciese luego talar las vlftas é las huertas, é pusiese
fuego á toda la tierra. Pero como el Conde llegó, é
vieron todos los de la cibdad que comenzaba á talar
sacaron luego los presos é se los entregaron, é así
librados, el Conde mandó cesar la tala, é se tomó
para el Bev. Pasados algunos dias que el Bey ovo
estado en Agreda, fué determinado que se fuese á
tener la Navidad á la villa de Almasan.
CAPÍTULO XLVI.
Cobo oI Rey vito i la ftlla de Alnana, é do lo que allf nbeedló
eoB los Catalanes.
Luego que el Bey fué venido á la viUa de Alma-
san con la Beyna é la Princesa é oon los Infantes
sus hermanos, é aposentados los de su Corte, tuvo
alli la fiesta de Navidad oon mucho placer. En
aqueste medio tiempo llegaron otros dos embaxado-
res del Principadgo de Oatalufia, uno Eclesiástico,
que era Arcediano de Girona, é otro Caballero, que
se llamaba Mosen Cardona; los quales le traian la
obidiencia del todo el Principadgo oon grand con-
formidad, en que le juraban por Bey, é le prestaban
la fidelidad que los vasallos acostumbran dar á su
Bey quando le resoiben por su Sefiort Donde veni-
dos, é juntados oon el otro Embajador que vino pri-
mero, fueron al palacio Beal; é presentado delante
del Bey é los de su Consejo, oon grande reve-
rencia el Arcediano de Girona propuso, diciendo:
•Serenísimo Sefior, é muy poderoso Bey: si el Bey
»Don Juan de Aragón, que solía ser nuestro Bey, se
«recordara de la grandes Beal de Espafia, de don-
9de su padre y él descendian, fuera por cierto mas
B piadoso é humano para sus subditos que lo han
«mostrado sus obras, después que sobre nosotros
sreynó. Mas como su reynar era contra derecho, y en
sgraUtde perjuicio de la Corona Beal de Castilla é
»de á quien de derecho divino é humano pertenes-
Bcia, no quiso Dios que tanta sin razón padesoiése-
Amos,ni que fuésemos agenados de quien eramos
A oon justicia. E por eso él olvidando la clemencia
sé benignidad que como Bey avia de tener con sus
s subditos, no solamente fué cruel para nosotros,
smas en nombre de padre fué capital enemigo con-
stra su hijo, desipador contra nuestra república^ é
sdesbaratador del bien común de aquella, matándo-
snos é privándonos del verdadero y ligítimo suboe-
ssor que sobre nosotros avia de reynar, dando lugar
sque fuese muerto con hierbas, aviéndole nosotros
s asegurado de muerte é de prisión, sobre su fé é
«palabra Beal que nos dio é juró. Por donde los
«tres Estados de Principadgo de Catalufia justa é
«debidamente lo pedimos é debimos denegar por
«Bey, é damos á quien de derecho pertenesciamos,
«que sois vos, muy alto é muy poderoso Bey. E
«pues asi tan piadosamente nos aveis Sefior abri-
«gado, enviándonos socorro de gentes é capitanes
«que nos socorriesen é asrudasen é defendiesen,
«viéndonos ya libres de la cruel servidumbre en
«que vivíamos con tanto temor de perder las vidas,
«venimos á vuestra Beal celsitud, para que asi como
«allá vos elegimos en ooncordia, y quedamos por
«vuestros vasallos, asi acá en nombre de todos ellos
«besamos vuestras reales manos, é damos la obi-
sdiencia como á Bey é Sefior natural. A cuya Beal
«excelencia notificamos que el Bey Don Juan ha
«empefiado la villa de Ferpifian con ciertas fortale-
«sas al Bey de Francia, é se la ha entregado condi-
«otonalmente, que le prestase ciertas mil coronas, é
«le ayudase con gente de guerra para nos destruir;
«por manera que ha enviado gente de armas contra
«nosotros, é destruye la tierra. Porque humilmente
«con quanta humildad podemos, le suplicamos quie-
«ra defender lo suyo, é enviar luego tal socorro de
«gente, que nuestros enemigos no nos puedan da-
«fiar, é quedemos libres é exemptoe, como vuestros
«vasallos, para vuestro servicio; porque sepan los
«Franceses que la casa de Castilla mató sus Pares
«de Francia, é destruirá su soberbia quando fuere
«menester. Pero porque todo aquesto lleve cimiento
«de salud, é del buen principio se atienda próspero
«fin, con quanta instancia podemos le suplicamos
«se quiera luego entitular é tomar nombre de Bey
«de Aragón é Conde de Barcelona; porque oon sólo
«aqueste nombre seremos amparados é abrigados é
«defendidos; y entre todas las naciones oon solo
«este apellido avremos lugar é cabida4« Acabada su
habla el Bey les respondió, que les agradesda mU'»
cho la voluntad é buen amor con que se avian mo«^.
vido á ser suyos, é que estaba ganoso, no solamente
126
OBÓNIOAS DB LOS BBTB8 OB OA&mLLA.
de los amparar é defender, mas de haoelles mDohaa
mercedes, oomo á buenos servidores; pero qne para la
conolusion de aquello que pedían era necesario con-
sultallo con los -de so Oonsejo, ó ávido sa acuerdo
ó deliberación, les mandarla responder con efecto.
Entonces todos tres embaxadores, fecha su reveren-
cia, salieron muy contentos, é salidos, el Bey habló
con los de su Consejo, ó les dixo que sería bien lue-
go hacer 6 poner por obra lo que aquellos eknbaja-
dores de Oatalufia pedían é suplicaban, ansi de lo
uno oomo de lo otro, porque él tenia mensageros de
los principales de Aragón en que se proferían que
si tomase titulo de Bey de Aragón, que se levanta-
rían por él la cibdad de Zaragoza; ó ansi mesmo de
otros Valencianos, que le prometían de le dar á Va-
lencia cada é quando se llamase Boy de Aragón. £
que bien considerado lo que Dios así le traia á las
manos é le ofrescia con tan poco trabajo, que seria
manifiesto error no rescebillo: por tanto, qne su voto
era de avéUo de aceptar é poner por obra lo que
con tanta instancia le suplicaban, porque tarde é
muy pocas veces se avia ofrecido semejante caso.
Algunos de su Oonsejo, loBLmas príndpales, que mas
gana avian de le ver abatido que prosperado, res-
pondieron qne las tales empresas, quando asi venian
tan de rebato, mas era tentación humana que pro-
visión divina; é que aquellos que tan ligeramente
se proferían á tan grandes cosas, mas lo hadan por
voluntad de algund interese, que por gana de le ser-
vir; é que su parescer era que en ninguna manera
aquel titulo de Bey de Aragón se debia tomar hasta
que todo fuese ganado é sometido á su Sefioría. El
Bey, replicando, desda que dezar de lo hacer, era
mostrar mas cobardía que esfuerso, é que no era
cosa justa que los Aragoneses é Valendanos se le-
vantasen contra el Bey de Aragón, sin que viesen
que él se intitulaba Bey de ellos, é que todavía era
su voto que se debia poner por obra lo que pedian
los Catalanes, pues que de justo titulo le pertenesda
d llamarse Bey é socorrerlos. Mas como los que im-
pugnaban ó contradesdan con grand instancia lo
que al Bey convenia, y fuera mejor aceptar, eran los
príndpales del Oonsejo, conviene á saber, el Arzo-
bispo de Toledo y el Marqués de Villena, los otros
que alli estaban, puesto que velan ser sus dichos
ágenos de la verdad é les pesaba, no tenian osadía
de votar lo contrario, ni menos contradedrlo. En
fin fué acordado, porque aquellos dos lo quisieron,
que les fuese respondido á los Catalanes que si que-
rían gente, que trazesen dinero para pagalla, y se
la darían; é qnanto al tomar dd título, que el Bey
lo tomaría quando fuese tiempo. B ávido aqueste
acuerdo, el Arzobispo y el Marqués con los otros
del Oonsejo salieron á la habla con los embaxadores
é apartados con ellos, el Marqués les dixo: tEl Bey
«nuestro Seftor oyó vuestra embajada, y entendidas
»las cosas particulares de ella, puesto que sea bue-
»no lo qne asi traéis á su Alteza en querer daros
9 por vasallos suyos, paresce que desdora con lo que
Bá la postre pedis, d es que vos dé gente para vues-
itradefendon contra los Franceses que vosguer- |
irean; porque su Alteas ya vos envió dos mil, é
«quinientos rocines con sefialados capitanes, por
icuyo socorro no vos han dafiado vuestros enemi-
sgos, é pedir agora mas gente de nuevo, es que
9 haya de gastar de sus tesoros para vuestra libertad.
9 Mas pues tanta neceddad tenéis de gente, y con
9 tanta instancia la pedis, fuera razón que truxera-
9 des dinero para pagalla, porque fuérades mas pres-
9to socorrídos.9 Por la habla del Marqués ñutieron
bien los Catalanes que el Marqués y d Arzobispo
mas eran parciales dd Bey de Aragón, que verda-
deros servidores dd Bey. E por eso Mesen Cardona
tomó la habla, é dixo. «Por derto, sefior Marqués,
esa libertad que vos deds ser nuestra es acrecen-
tamiento de la corona y estado dd sefior Bey mas
que provecho nuestro; é d dgo aqui su Altesa
gastaba de sus tesoros, era trasdoblallos de renta*
Mas queríamos, Sefior, saber de vuestra merced é
ser certificados de una sola cosa: si dando nos-
otros d sueldo que deds para dar á su Beal Sefioría
la tierra del Prindpadgo que le ofrecemos y da-
mos, d seremos seguros, é tememos certidumbre
qne su Alteza quiera intitularse de Bey de Ara-
gón. 9 A esto respondió d Marqués titubeando, é
dixo que sin duda quando ellos truxesen dinero para
pagar sueldo á la gente que demandaban, que éü
sería contento de llamarse Bey de Aragón. Luego
que aquesto oyó d Arcediano de Qirona, dixo: sSe-
fior Marqués, si aquesto que vuestra merced dice es
and, y somos seguros de ello, muy mas cumplida-
mente lo quiere hacer el Prindpadgo de Oatalufia
é nosotros en su nombre, porque ansi nos es man-
dado, é traemos sefialados pbderes para ello de to«
das las dbdades é villas, y de los perlados, condes
barones é caballeros sefidados que en él viven y
están é tienen sus tierras é sefioríos, qne desde
el dia que su Alteza se intitulase é llamase Bey
de Aragón é Conde de Barcelona, en sesenta dias
prímeros prometemos y aseguramos que le da-
remos setedentos mil florines de oro puestos en
Castilla, con que podrá guerrear nuestros enemigos
é quedar pacífico Bey de Aragón é nosotros libres
é perpetuos vasdlos de su Corona Beal. Mas ave-
rnos, sefior, oido, é aun somos certificados, que al-
gunos de los que estáis en su alto Oonsejo eetorbds
que su Magostad no acepte aquesta impresa tan
alta é gloriosa de emprender, ligera de acabar, y
segura de sefiorear. Pues dertamente osamos afir-
mar, é somos ciertos, que si lo semejante fuera
ofrescido al Bey Don Juan que nos persigue, con-
tra los reynos de Castilla, que sin tantos rodeos é
acuerdos é dilaciones lo hubiera emprendido é
puesto las manos con mejor esfuerzo é denuedo
que acá se ha rescebido. Por ende, sefiores, por
parte de aquella provinda que acá nos envia, vos
«suplicamos é requerimos, pedimos por merced é
amonestamos, si de fieles consejeros, verdaderos
servidores, é leales vasdlos vos presdais, le que-
ráis consejar que luego se llame Bey de Aragón é
Conde de Barcdona, é lo acepte sin dilatar, pues
que Dios é su justicia se lo da; é los setecientos
Don enbiqüb cuarto.
m
»mil florines qae asi leproferimoB, crea bu Reftl
soelsitad qne dn dabda se los doremos, so pena que
siodoB tres, como aqai oslamos, perdamos la vida.»
Oído su razonamiento, é lo que tan liberalmente pro-
ferían, todos del Consejo quedaron maravillados.
Pero como el Marqués y el Arzobbpo t^ian daña-
das las voluntades, é muy agenas de lo que al Rey
é á la sublimidad de su Estado oonvenia, respondie-
ron que aquello era necesario comunicarse con el
Rey, ó que sabida su deliberada voluntad, los tor-
narían á hablar. Mas la comunicación que con el
Rey hideron fué burlar é juzgar por cosa vana lo
que avian proferido disciendole, que mucho mejor
é mas segura cosa era tractar con el Rey de Fran-
cia, para que tuviese forma como le diesen alguna
parte del reino de Navarra, que le cayese mas jun-
to de sus Reynos, que no el Principadgo de Catalu-
fia. Y puesto que el Rey fue avisado é amonestado
é requerido por algunos del Consejo é leales servi-
dores é criados del grande dafio y engafio que le
haoian en hacer dezar lo cierto por lo dudoso, é que
se guardase que por cosa del mundo no desampa-
rase á los Catalanes, porque en aquello consistía la
seguridad de su Estado, la pai é sosiego de sus
Reynos, no «e curó de eÜo, antes se indinó á lo que
el Marqués y el arzobispo desdan é le aconsejaban.
E como ya ellos de secreto tenian intdigenda con
los Reyes de Francia é de Aragón, enviaron á de-
cirles que viniese á hablar con el Rey uno de aque-
llos capitanes Franceses que estaban contra Catalu-
fia, é que el Rey se iria á la viUa de Monteagudo
con muy pocos de los suyos en son de ir á caza, é
que álH se tomaria algún medio. E asi el Rey se
fué á Monteagudo el dia de Afto Nuevo, donde ve-
nido el Capitán, habló con el Roy en el campo disi-
moladamente, é fué concertado con él que el Rey
de Frauda envisse un caballero principal de su
Corte á concertar vistas entre ellos. T tomado aques-
te acuerdo^ el Rey se tomó á la villa de Almazan,
donde estuvo la fiesta de los Reyes con mucho
plasoer y reposo, fest^Andole Mendoza, Sefior de
la villa.
CAPÍTULO XLVII.
Cono esttado el Rey en Almaun, Tino an embaudor del Rey de
FMnefa, é te aeordaroB las vtttat de Foeiterrabla, é de lo qoe
iUi tMbeedld de aqiella embaxida.
. Tornando el Rey á la villa de Almazan, tuvo allí
la fiesta de los Reyes con la Reyna é con la Prince-
sa é con los Infantes sus hermanos, pasando d tiem-
po en mucho plasoer. E no sin cabsa, que ^ra razón
de sentirse alegre, ca se via puesto en la mas alta
cumbre de sublime estado que nunca estuvo ningún
Rey de sus antepasados de grandes tiempos, ni tan
poderoso ni temido ni tan enjoyado , viéndose no
solamente poseedor de grandes tesoros, más Seffór
de los ricos, porque todos en sus Reynos estaban
enriqueddos é nunca despechados. Pasadas asi las
fiestas de los Reyes, vino allí un embaxador del Rey
de Francia, dónde oída su embazada, en que rogaba
al Rey quínese verse con d Rey de Francia su Be-
fior, para dar algún medio en los debates dd Prin-
dpadgo de Catalufia con el Rey Don Juan de Ara-
gón, fueron acordadas las vistas entre Fuenterrabía
é Bant Juan de Luz, pasada la fiesta de la Resurrec-
ción. Tomada así la conclusión de las vistas, d Rey
mandó hacer fiesta á este embajador, y fué que la
Reyna con todas sus damas saliera ala sala dd Rey,
donde los caballeros de la Corte danzaron oondlas^
é porque el embaxador resdbiese mayor honra, qui-
so que danzase con la Reyna. E como el embaxador
vio quanta honra seftalada le fué danzar con tan al-
ta Reyna, acabado de danzar con la Reyna la baxa
é la dta, hizo voto solepne en presencia dd Rey é
de la Reyna que jamas danzaria con dama ningu-
na, pues que con tan dtasefiora habia danzado. El
Rey mandó hacer mercedes á este embaxador, oon
que se partió muy contento. Luego fué acordado
que d Rey se partiese para Segovia oon toda su
Corte.
■
CAPITULO XLVIIL
6oflio «I Rey estillo en SegofU algnnoadias , y de allf se partttf
pan Bsrfoa , pera vene eos el Rey de Pnaeia.
Después que d Rey ovo reposado en Segovia al-
gunos dias, como ya se acercase d tiempo asignado
para las vistas del Rey de Francia , d Rey mandó
que la Reyna y la Princesa con los Infantes sus
hermanos se quedasen, y el Comendador Juan Gui-
llen en su guarda con ciento de caballo, é él con to«
da su Corte se fuese á la dbdad de Burgos, donde
estuvo hasta que la Quaresma fué entrada, é desde
allí se fué á Bant Sebastian. Llegado allí, oomo el
Arzobispo de Tolodo y d Marqués de Villena eran
los mas principdes por quien las cosas del Consejo
se gobernaban, é tenian voluntad de sostener d Rey
de Aragón, rodearon por sus exquidtas formas co-
mo el Rey oviese de poner los debates de Catdufia
en las manos del Rey de Francia, para que él sen-
tendase entre él y d Roy de Aragón su tic; por ma-
nera que se tomase medio convenible, é se quitasen
las diferendas. El Rey, creyendo que tdee tenian
dentro los corazones qud fuera lo manifestaban
sus lenguas, dio su consentimiento, é otorgólo co-
mo ellos quisieron. Para conclusión de lo qual, con-
formAndose con su querer y voluntad , mandó, que
ellos entrambos y Alvar Qomes de CSbdad Real, su
Secretario, fuesen embaxadores d Rey de Frandaí
así para entender en la forma de la sentencia, que
fuese á su honra é provecho, oomo para ooncertar
las vistas quando é donde avian de ser. De aquesta
embaxada se siguieron los infortunios é infamias é
dolorosos trabajos dd Rey , no solamente por la dl->
soluta mddad que aquestos sus mensageros hicie-
ron é cabsaron en la sentencia que contra la honra
y estado y fama de su Rey ordenaron é consintie-
ron, haciéndose pardales de los enemigos de su Rey,
mas porque siendo él amonestado é requerido por
muchos de sus ledes servidores que se guardase de
ellos é supiese cómo avia de sor engafiado é des-
128
0B0NI0A8 DE LOS BETES DB OASTIIiLA.
honrado por so cabBa,iio los qniso creer, é hizo oon-
fianza de los qne le Tendieron. Después que asi fue*
ron entrados en Francia, se jontaron con el Bey en
ia cibdad de Bayona. Laego el Marqués tomó acos-
tamiento de él, é llevaba cada un afio por suyo do-
ce mil coronas. El Arzobispo se alió é cozífederó
con ól, y Alvar Gómez quedó por su servidor, en
tal manera, que teniéndolos por suyos, fué ordena-
da ó capitulada la sentencia á mengua é abatimien-
to del Bey é á honra é provecho dd Bey de Ara-
gón ; porque el fin é conclusión de todo ello fué
mentira, é con intención de mentir é engafiar al Bey,
según que la obra dio testimonio de ello, é por el
proceso de la Oorónica será recontado. Luego que
la sentencia fué concluida, firmada é consentida por
el Bey de Francia é por estos embazadores, el Arzo-
bispo y el Marqués escribieron al Bey que se pasase
á Fuentorrabia , donde el Bey con la caballería de
su Oorte, vino luego. Llegado el Bey á la villa de
Fuenterrabía,fué acordado que el Marqués viniese
á hablar con él, é por parte del Bey de Francia el
Oonde de Oomenge á le notificar mas falsías que
verdades. Aunque hablando aquí sin pasión, pues-
to que sin mucho dolor é sentimiento no se podria
escribir, la venida del Conde de Oomenge al Bey,
mas fué por colorar la falsedad é disimular la ma-
licia de sus embaxadores , que por ser necesaria.
Mas como los tales insultos siempre van cubiertos
de alguna dorada razón , mientra que no se descu-
bren parece que todo es oro , é después son como
falsa moneda, que en nombre de ser buena va llena
de falso metal : así fué lo de estos tratos que , ci-
mentados sobre poca verdad con dafiadas entrafias,
fueron descubiertos al tiempo que no llevaban re-
medio. E porque todo lo que al Bey oonvenia fuese
de mal en peor , quisieron que en aquellas vistas, ó
mas propiamente ciegas, quedase entes ofendido su
Bey que honrado, mas desabtorizado que tenido en
estima. Oa lo qne debiera ser en medio de los tér-
minos de Castilla é de Francia, hiciéronle que pa-
sase todo el río y entrase en el reyno ageno, no mi-
rando á lo que la lealtad les obligaba, é á la decen-
cia de su Bey convenia. Pues decidme agora, grand
Perlado é grand Caballero, ¿ qué tan buenas obras,
qué señaladas mercedes pudisteis resdbir del Bey
extranjero é ageno, que no fuesen muy mayores las
que de vuestro Bey natural teniades rescebidas?
¿ Qué interese tan grande vos pudo venir de honrar
al Bey ageno, que no fuese mayor pérdida la men-
gua de vuestro Bey, que vos puso en su lugar, para
negociar lo que á su estado é honra tocaba ? ¿ Qué
pudisteis ganar en ser parciales á los enemigos de
Vuestro Bey, que no perdieseis mucho mas en ser
ávidos por traydores, no mirando al servicio de
vuestro Bey, ni perdonando á vuestras propias
famas?
CAPÍTULO XLIX.
Gomo so Tioros los Royes, é de Is roma qoo so toTo oa sos vls-
us^ é ísé leyda é proaoBeisas U seotoneia sobre ol debato do
Gatalofla.
El dia que ovieron de ser las vistas, el Bey de
Francia se vino á Sant Juan de Luz, que está jun-
to oon el rio de Fuenterrabía, é con él el Arzobispo
da Toledo, que aquel dia comió con él ; y el Bey con
mucha caballería é principales Sefiores de su Corte
pasaron en barcas hasta la otra parte del rio , donde
el Bey de Francia con muchos sefiores y periados le
estaba esperando á pié. El Bey iba en una barca , y
oon él el Marqués de Yillena y el Obispo de Cala-
horra , y en tomo de la barca del Bey iban otras
muchas barcas y en ellas los Sefiores que aquí serán
nombrados. En una barca iba Don Gómez de Cáoe-
res. Maestre de Alcántara, é con él muchos caballe-
ros principales de su Orden ; en otra iba Don Juan
de Valenzuela, Prior de Sant Juan , con otros mu-
chos caballeros de su Orden ; en otra iba Don Luis
de Acufia, Obispo de Burgos, con mucha notable
gente de los suyos; en otra barca iba Don Beltran
de la Cueva, Conde de Ledesma, acompafiado de
muy notables caballeros. En otras barcas iban otros
muy sefialados caballeros de Estado, cuyos nombres
seria grand proligidad contar por extenso. Todos
fueron tan ricamente ataviados é vestidos, quanto
en ningún tiempo se pudo ver en Castilla ; tanto é
de tal guisa que los Franceses quedaron muy ma-
ravillados. Y como los Beyes se vieron, el uno des-
de el agua, y el otro en tierra, oon mucha mesura
quitaron los sombreros, é salió el Bey en tierra. El
de Francia se vino para él, é quitados los bonetes á
la par , se abrasaron ; é abrasados oon acatamiento,
el uno del otro se tomaron de las manos ; é juntos á
la par se fueron hasta una pefia baxa que está á la
orilla del río, donde el Bey se arrimó las espaldas,
y el Bey de Francia se quedó delante de él sin arri-
marse, y en medio de ellos se puso un valiente le-
brel é hermoso, sobre el qual tenían ambos Beyes
puestas las manos. El Bey comenzó la habla con el
Bey de Frauda, que estaba muy atento á ella , por
espacio de un quarto de hora. Acabada la habla, él
Bey de Francia le respondió ; é luego llamó al Ar-
zobispo de Toledo, y al Marqués de Villena, y al
Conde de Oomenge y junto con ellos á Alvar Gó-
mez, que traia la sentencia ; al qual mandaron que
la leyese, en que el Bey de Francia dio por su sen-
tencia que el Bey desistiese de la impresa de Ca-
talufia , y que en equivalencia de aquella y de los
gastos que habla hecho , el Bey de Aragón le diese
la cibdad de Estella con toda su meríndad, que es en
el reyno de Navarra, é así mesmo cinquenta mil
doblas ; é que todo aquesto le oviese de dar é cum<»
pílese dentro de seis meses. E que para certinidad y
seguridad del cumplimiento de todo ello, la Beyna
Dofia Juana de Aragón se pusiese en rehenes en po-
der del Arzobispo de Toledo en una villa de Navar-
ra, que se dice Lárraga, la qual le fué luego entre-
DOK ENBIQUE OUAfttO.
129
gada y pnesta en ella la Reyna. B que el Rey man-
dase á sos capitanee oon la gente que tenia en Oata* -
Infla salieaen de toda ella dentro de veinte dias pri-
mero» signientee, ó mandase á loa Oatalanes qne se
volviesen luego á la obidienoia de su Rey , oon que
el Rey de Aragón los perdonase. Leyda la senton-
dia, ó consentida por ambas partes, el Rey se despi-
dió del Rey de Francia, é oon toda la caballería se
tomó á las barcas en que avia venido, é se fué á
dormir á Fuenterrabía.
CAPÍTULO L.
Como el Rey nasdó Uimir los embiudores de Gattlnfli, jrlos
dlxo, COBO era neeestrlo te tomasen á la obldlenela do ao
Rey, el qul lea darla todaa las aeg nrldadca que ellos qalaie-
soD, ¿ lo q«o ellos resposdieroo^ é allf sobeedld.
Venido el Rey á Fuenterrabfa, y con ól el Mar-
qués y el Arzobispo, mandó llamar á los embalado-
res de Oatalufia; é venidos delante de su real presen-
cia, les dixo: «El Rey de Francia, como hermano
»mio de armas y amigo del Rey de Aragón, oon
tmucba instancia procuró que aquestos debatos de
»Catalufia, por el bien de la pas é por escnsar las
•muertes é dafios que tan .aparexados estaban, se
• pusiesen en sus manos, para que determinase en
• ello lo que mejor é mas convenible le paresciese
•para entrambas las partes ; lo que se huvo de com-
• prometer. B segund lo que él ha pronunciado por
•su sentencia, vosotros aveis de tornar á la obidien-
•da de vuestro Rey ; poro con tal condición que vos
•dé seguridad, y vos perdone lo pasado , é dé aquí
• adelante vos haya de tratar muy benina é graci^
•sámente*, sin mirar á cosa ninguna de lo pasado.
•Por tanto yo vos mego que así lo queráis hacer,
• porque para eUo vos serán dadas las seguridades
•6 firmezas que vosotros demandáredee ; y esto es
•necesario que hagáis, porque á mí me conviene
•sacar toda mi gente que allá está.^ A esto respon-
dió Mesen Copones con mucho denuedo: «Pensaba-
•mes, serenísimo Rey, qne por avernos acomenda-
ndo á la casa de Oastilla y á vuestra real Bzcelen-
•cia,oomo á nuestro Rey natural, que aviamos de
•ser amparados, é somos destraidos; é que aviamos
• de ser defendidos, é somos maltratados, Qnerria,
• Sefior, que mirase vuestra Altesa , y estos Sefiores
•de su muy Real €k)nsejo, é nos dixese á qué razón
•quiere que nos podamos confiar y esperar piedad
• alguna, de quien nunca la ovo de su propia oar-
• ne, y así tan cradamente consintió matar á su pro-
•pío hijo. Nosotros nos dimos á vuestra Real Ooro-
•na, sabiendo muy bien que el reyno de Aragón oon
•el Príndpadgo de Cataluña é su señorío según de-
•recho divino y humano le pertenescia, esperando
•como suyos ser libres de las manos de nuestros
•perseguidores, é de nuestro capital enemigo ; é
•agora somos puestos al cuchillo por quien nos de-
•biera amparar y defender. Poro pues así le plasce,
•é quiso antes creer á sus desleales servidores é con-
Rsejeros, qne tomar lo que Dios le daba, de tanto le
• cortífloo, y téngalo bien en su memoria, que nunca
•á vuestra Real Magostad faltará de aquí adelante
•sobrade muchas guerras y persecuciones, ni á los
• Catalanes quien los defienda en gran menosprecio
• de vuestra real Alteza, é vituperio de su Consejes
B dicho aquesto, él y Mosen Cardona sin mas dila-
ción se salieron del Palacio, y se pasaron en Fran-
cia, disciendo á grandes veces: Descubierta es ya
la traydon de CastiUa; llegada es ya la hora de su
grand desventura é deshonra de su Rey. Pero d Ar-
cediano de Qirona y el otro su compañero se que-
daron allí con el Rey hasta que se partió para 8e-
govia y fué con él. Y el Anobispo de Toledo se fué
á Lárraga, é le fué luego entregada. Donde vino
luego la Reyna de Aragón, é se puso en su poder
segpmd la forma de la sentencia. El Marqués de Vi-
llena quedó aUí por algunos días, disoienda que con-
venía para bien de lo capitulado.
CAPÍTULO M.
Gomo venido el Rey i Sef otia, eonosció el eag alo qse afia roa-
cebldo, é lo qse hizo.
Venido el Rey á Segovia, é salida sn gente de Ca-
taluña, dntíó el engaño que habia resoebido en con-
sentir ia sentenda dd Rey de Francia, é como todo
aquello se avia hecho por sacar al Rey de Aragón de
la necesidad en que estaba, é que el Arzobispo de
Toledo é d Marqués á este fin lo avian rodeado. B
and muy sentido del Arzobbpoy del Marqués, con-
oibió alguna enemistad contra ellos , y pensó en d
de no cumplir cosa de lo sentenciado. Y pensándo-
se remediar de tan grande pérdida, ad de la honra,
como del señorio, mandó llamar al Arcediano de
Girona, que ée avia quedado en Fuenterrabía, é ve-,
nido, habló con él largamente, rogándole que se fue^
se á mas andar á Barcelona, é trabajase como no se
hideee mudanza ninguna, é que luego ternaria á
enviarlos muy gruesa gente con que se defendiesen;
y el embazador como estaba ganoso de servirlo, res-
pondió que le píasela de ir á trabajarlo con todas
susfueizas. Entonces mandó el Rey hacerle merced
é socorro, con que se partió luego. Pero puesto que
este embaxador iba oon buen deseo , su ida aprove-
chó muy poco ; porque ya los Catdanee, viéndose
desamparados, avian degido por su Rey á Don
Pedro, Condestable de Portugal, y enviádole á
llamar.
CAPITULO LIL
Gomo el Anobispo de Toledo y el Merqate de Vlllesa enflaron á
llamar al Rey, que se ráese á Lofrofto; donde llegado, le hiele-
ron entrar en la filia de Lerln, é lo qne allí sabcedió.
El Rey estaba descontento del Arzobispo y del
Marqués, sintiéndose mucho en lo secreto de su
poca fidelidad é menos amor que avian mostrado á
su honra é servicio, en lo qne de eUos avia confia-
do. Mas como á la decencia de los Reyes pertenesoe
mostrar en los enojos serena cara , é disimular lar
cosas con alegre semblante , é fingir con apariencia
lo que en la voluntad no tienen , puesto que ansí
i»
m
OttÓNICÁB DB LÓB BÉtES DÉ OASULLA.
estobft Motído, niinoa m boca díiparaba palabra
d«Bhoneeta ni rabioaa oontra elloa. Loa qualaa , pa-
ladoa algunofl días qae el Bey avia reposado en Se-
goyiá, le eaoribieron que ee faeae á Logrollo oon
8tt gente I poique alli estaría maa cerca por oabia de
loe tratos. Ávida sn carta, el Bey se foé á Logrofioi
donde llegando, le tomaron á escribir qne seria
^ mejor qne se entrase dentro en Navarra á la villa de
Lerin, qne estaba asi poróL Entonces el Bey se faé
á aposentar en ella, y estuvo alli por espacio de
tres meses sin que condosion alguna se diese, antes
las mentiras se multiplicaban é las cabtelas iban
trasdobladas sin verguensa ninguna, tanto , que ya
el Bey cansado de sus falsías, no daba crédito al
Marqués que ibaé venia con los tratos, antes quan-
do iba al Consejo, no se le hada la cabida que de
antes se le solia hacer y tener. B quanto quiera que
todo el tiempo que alli estuvo se pasó en vanidad,
subcedió luego otro mas disoluto caso, y fué que
Mosen Fierres de Peralta entró en Estela, y se apo-
deró de la fortaleea é del lugar, fingiendo rebelarse
en ella oontra el Bey de Aragón, para no ge la dar
ni consentir que se enagenase de la Gerona de Na-
varra. B no solamente aquesto, mas para temorisar
al Bey de la gestada en aquella villa, se echaban
algunos escritos, de ellos en las escaleras, y de dios
en las salas, diciendo que se guardase é pudese
grande guaidaen su persona, que estaba en grande
peligro su vida. De manera que vista la poca ver-
dad é grand falsía de los que avian de ser ledes é
vdadores de su honra, determinóse de partir, é fue-
se á la dbdad de Logrofto ; el Marqués de Villena
se quedó dli todavía tratando é fingiendo negodar
sin provecho. Llegado el Bey 4 Logn>llO| se partió
lu^go de alli para Segovia.
CAPITULO UIL
Cose si Bsf Mftrttd pan Safovla, y da alM á «aéiié » é éa le
qnaaUtaabcaéló.
Mas enojado que contento llegó elB^ á Begovia,
donde reposó dgunos dias; é luego se partió para
Madrid desde Segovia con la Beyna é la Princesa é
los Infantes. Brtaudo alli el Bey de reposo, y con él
el Obispo de Odahorra, y el Oonde de Ledesma con
otros dg^os del Consejo, vino alli d Maestro dd
Espina, y Fray Femando de la Plasa con otros Be-
ligiosos de la Observancia de Sant Francisco á no-
tificar d Bey, como en sus Beynos avia grande he-
regia de algunos qne judaizaban, guardando los ri-
tos juddcos , y con nombre de chiistianos retaza-
ban sus hijos ; suplicándole que mandase hacer in-
quidcion sobre ello , para que fuesen castigados. So-
bro lo qud se hideron dgunos sermones ; y en ee-
pedd Fray Fernando de la Plasa , que predicando
dizo que d tenia prepudos de hijos Christianos con-
versos, que avian retazado sus hijos. Sabido aques-
to el Bey les mandó llamar, é les dizo , que aquello
de los retazados era grave insulto oontra la Fé Ca-
thólioa , y que á él pertenesda castigarlo, é que tra-
trazese luego los prepudos , y los nombres de aque-
llos que lo avian fecho , porque él quería entender
en dio. Fray Fernando le respondió, que gdo avian
depuesto personas de antoridad ; d Bey mandó fue
dizese quién eran las personas | denegó desdllo;
por manera que se halló ser mentíra. Bntonces vino
dli Fray Alonso de Oropesa, Prior Ctonerd déla or-
den de Sant Qerónymo , oon dgunos Priores dé su
Orden , é se opuso contra ellos , predicando delante
del Bey, por donde quedaron en alguna forma los
Observantes confusos. Pasados pocos dias deqraes
de aquesto, vino el Marqués de Villena con un nue-
vo trato que le avian movido para equivdenda de
la merindad de Bstdla. Pero como el B^ estaba
sentido y enojado de las mentiras pasadas, no le
dio d crédito qne solia, antes se apartaba de d sin
mostrarie d amor que primero le mostraba, en td
manera, que al Bey creada la enemistad, y al Mar-
qués d temor y la sospecha; por donde loa hierros
del uno contra d otro se oomensaron á multiplicar.
7 puesto que aquestas cosas pasaban, d Marqués
era astuto, é de grande sufrimiento, y oon mucha
pasdenda didmulaba los ultragea y desdenes; pero
de seorato comenaó su trato con los Ghrandes dd
Beyno; mas para deshonrar y destruir d Bey que lo
hico, que para servirlo. Y esto es lo que dizeron loa
antiguos, que los que yerran nunca perdonan, antes
sospechando la pena de sus culpas, multiplican en
dmaL B desde dli en adelante el Obispo de Cala-
horra y d Conde de Ledesma oomensaron á enten-
der en las cosas de la gobernadon del Beyno, y ser
oad los prindpdes dd Consejo^ y mayormente d
Conde, como que tanto estaba en su voluntad del
Bey, de td guisa , que la enemistad entra d Mar-
qués y d Conde quedó dd todo arrdgada sefiala-
dámente, porque las cosss dd Consejo se goberna-
ban por las manos del Obispo y dd Conde. Pero el
Bey por convencer las mdidas del Marqués y Ue-
varias fiMta d cabo, mandó que él y d Obispo de
Odahorra juntamente fuesen á Navarra para enten-
der en aquel nuevo trato que d Marqués dizo que
traia ; los ^udes fueron, é llegados aUá, como las
cosaa iban cimentadas sobre falsedad, fué tan vana
su ida é dé tan poco fruto, que ninguna oondudon
se pudo tomar sobra dio. B acordaron de escribir d
Bey y embiarle un mensagero á le notificar como
el Bey de Aragón é la Beyoa su muger dedan qne
en ninguna forma podian cumplir lo sentenciado,
ad por la mucha neceddad en que estaban, como
porque Bstdla la tenia Mosen Pierres de Peralta, é
no la queria dar. Entonces el Bey, oídas las vanas
escusadones, y vista la dafiada voluntad del Arzo-
bispo y dd Marqués, les envió á mandar que hide*
sen lo que mejor les paresdese y se viniesen á Ma-
drid. Vista la respuesta, el Arsobbpo soltó á la Bey*
na que tenia en rehenes, y entrogó Lárraga áel Bey
de Aragón. B ansi entregada, d Arzobispo, y d Mar-
qués y el Obispo de Odahorra se vinieron juntos
basta Madrid , y estuvieron alU esperando al Bey,
qne era ido al Andduda, y á Gibraltar, donde se
vido con el Bey de Portugd, que estaba en Cepta^
segund seré contado
dAPÍTüLO LIV.
Cono dloroi aaen al Roy qoo la elbdad do Sevilla estaba miy
alborotada, para se perder, y ellley se fné allá I grande priesa,
éloqiealllso biso.
1)0Ñ BÜTBIQUÉ OUÁBtÓ. lÜl
ron ahoroadcMi búb hombni de loB qñe estaban pre-
80B y de Im TenUnae de ras casas , como perpetrado-
res del insulto; é á los otros mandó que los llevasen
presos á Madrid. E asi sosegada la dbdad, partióse
para Gibraltar.
Imego que el Marqnés de Y illena y el Obispo de
Oslaboif a se partieron para Navarra, llegó nneva al
Bey como la oibdad de Sevilla estaba moy alterada
para se perder ; porque él nnevo Arzobispo de Se-
villa y la Oomnnidad estaban puestos en armas con-
tra los Caballeros y laOlerecia, ácabsadeno querer
el Arsobispoobedesoer los mandamientos del P^>a,
en que mandaba que pues su tío de esto Anobispo
avia pacificado el Arsobispado de Santiago, que le
avia dado el Bey para ól, segund que ya fué re-
contado por la bistoria, le tomase é desase el de Se-
villa. B asi estando él rebelado, é apoderado en los
lugares é fortaleaas, y en la Iglesia mayor, que te-
nia encastillada, piesumió de se defender. E como
á él Papa fuese fecha reladon de la ingratitud de
esto Araobispo contra su tic, dio un mandamiento
monitorio penal en que le mandaba que luego se de-
sistiese del Arsobispado de Sevilla, é lo desase pa-
cifico para él tic , que tan bien le avia fecho i é se
fuese á su Arsobispado de Santiago, so graves pe-
nas é censuras, no solamente contra él, mas contra
toda la clerecía de la oibdad, y los caballeros de ella,
para que no le oviesen por Anobispo , nile obedes-
desen, salvo ásu tic. B como asi estaba endurecido^
lleno de ingratitud tonla muy engafiadala comuoi- !
dad con muy grandes promesas , ^ara poner á cu- |
diillo toda la dereola, é caballeros, porque avian '
obedesddo los mandamientos Apostólicos en tal ma-
nera; que muerta la clerecía, avia prometido los be-
nefidos suyos á los hijos de aquellos que le ayuda-
ban en los insultos. Bn aquesto comedio Uegó d Bey,
é mandó al Doctor Diego Sanchea dd Oastlllo , ra
Oidor é del su Consejo, que hiciese la pesquisa; é
fecha, hallóse que no solamento queria hacer aque-
lla crueldad , mas que osecutada, se avia de alsar
con la dbdad e hacerla comunidad , é tomadas las
galeras que estaban en las Atarasanas, hacer guer-
ra por mar, é defenderse por tierra, para que de alli
addanto no fuesen sujetos al Bey ni reconoedesen
sefior ninguno. Sabido aquesto, é visto la pesquisa
en el Consejo, d Bey mandó llamar á los prindpa-
les de la Comunidad, que oran capitanes de aquella
conjuración con el Arsobispo; é venidos delanto de
él , dentro en d Alcéaar mandó prender algunos de
los mas culpados ; y entretanto que se hada justida
de ellos, mandó que el Anobispo como inventor é
oabsador de los tales insultos estuviese dotonido en
su casa, é no saliese de ella so pena de perder la na-
turalesa de sus Beynos. E porque en menoepredo
de la Sede Apostólica tonia encastillada la Iglesia
Mayor é muy fortalecida, mandó derrocar todo lo
que asi estaba fecho é dar la posedon dd Araobis-
^ pado al tío; lo qual fué muy alegremento obedecido
por todos, ad dignidades, y canónigos, como por
los cabdleíos de la dbdad. B dende á tres dias f ue-
CAPÍTÜLOLV.
Gomo el Roy foé á Gibraltar, é fino el Rey de Porlafal, qae oslaba
ea Copla, á forse oon él.
Partióse el Bey de Sevilla para Gibraltar, porque
después que se avia ganado de los moros, nunca
avia estado en ella; é llegado allí, sopo como el Bey
Don Alonso de Portugd estaba en Cepta de la otra
parto dd Estrecho , de qned Bey ovo mucho plas-
cer, y le envió á rogar se qdsiese ver oon él é ve-
nirse á holgar con él ; lo que el Bey de Portugd
acepto de buen grado, é se vino á Qibrdtar con muy
poca gente. Fué rescebido con mucho amor, segund
que se acostumbra entre propios hermanos^ y estu-
vo alli por espado de ocho dias, comiendo entram-
bos á una mesa. Fué tratanto entre dios, para loe
conformar, Don Bdtran de la Cueva, Conde de Le-
desma; púsolos en grande alianaa é confederadon,
y quedó la conclusión dedertos capitules para otras
vistas, que después se hicieron, segund que ade-
lanto será contado, de las quales se encendió el fue-
go de Castilla. Conduido aquesto, é ávido sus de-
portes de mucha montería, donde los mas dias se
sallan á solaaar, el Bey de Portugd se despidió
para tomarse á Cepta, y d Bey salió con él hasta la
ribera del mar. B luego que d Bey de Portagd fné
partido, el Bey quitó la alcaydia de Qibrdtar á Pe-
dro de Porras , que la tenia desdé que la dbdad se
ganó, y la dio d Conde de Ledesma, y d Conde
puso dli por él á Estovan de Villa-Creces, casado
con una tía suya. T esto hhso el Bey porque avia
grand voluntad de prosperar al Conde, vista la ene-
miga que el Marqués tonia contra él sin cabsa algu-
na. Después que el Bey ovo reposado en Qibrdtar
dguncs dias, partiese para Edja.
CAPÍTULO LVI.
Gomo el Rey fué á Ée^a, y de allí feo sobre Graaaáa, pan qoo
le dioaea las parias, y dadu, ao partid i Jabea» é lo qoo alli
sieeéid.
Venido el Bey á la dbdad de Édja, mandó jun-
tar toda la gento de á caballo que alli estaba , é por
toda la comarca, é partióse para la vega de Qrana-
da, donde puso su Beal ; y puesto, los moros salieron
áél con las parias acostumbradas, é con ricos pre-
sentes de ricas é diversas cosas que le presentaron.
Estovo alli una noche, é á otro dia derramada la
gente, se fué para Jahen, donde fue mtay bien res-
cebido por el Condestable Don Miguel Lucas Di-
ranso, que tonia la gobernación con los Alcásares.
Venido alli el Bey para reposar dguncs dias, vino
á le facer reverencia Don Pedro Qlron , Maestre de
Calatrava, mas con propósito de dafiar d Conde de
Ledesma, que de ver d Bey. Solamento fné su ve-
. •
nidacabieloBa, para aaplicar al Rey diese el Mao0".
trazgo de Santiago al Oondeetable, sospechando que
lo quería dar al Conde de Ledesma. Gomo el Rey
ya estaba indignado en la voluntad contra el Arzo-
bispo de Toledo y el Marqués de Villena su herma-
no, por las formas que avian tenido contra él sobre
las cosas de Cataluña, y que él no avia de ser con-
tra el hermano, antes ayudalle en deservicio suyo,
no le mostró el amor que solia , ni le quiso otorgar
lo que le suplicaba porque vio que aquello que pe-
dia no lo pedia de verdad, ni lo descia para que se
hiciese, salvo para enemistar al Condestable oon él
y oon el Conde de Ledesma. Y no solamente aques-
to, pero el Rey se apartaba de él é se retraia; por
manera que se ovo de tornar á su tierra. En este
medio tiempo vino un torbellino en Sevilla tan es-
pantable é tan temeroso, que jamas fué oido ni vis-
to, segund los grandes males que hizo. Arrebató un
par de bueyes unidos con su arado colgado del yu-
go, é llevólos en el ayre un grand trocho. Arrebató
una campana de la Iglesia de Sant Agustín, que la
echó de alU un grande tiro de ballesta. Derribó cier-
tos arcos de los caños de Carmena , é muy grandes
podases de los muros de la oibdad. Arrancó de raiz
muchos naranjos, y echólos tan altos , que pujaban
sobre las paredes de quatro é de cinco tapias á la
parto de fuera de las huertas ; é otras muchas co-
sas temerosas de oir. Afirmaron algunas personas
de buena vida é niños inocentes que vieron venir
en el aire gentes armadas, peleando unos con otros
con estruendo muy grande. Entro tanto que ol Roy
estaba en Jahen, el Arsobispo y el Marqués esta-
ban en Madrid con la Royna, puesto que entendían
en la gobernación del Reyno é administración do la
justicia. E aunque algunas querellas les venian de
Jos agravios que se hadan en algunas oibdades por
los corregidores de ellas, asi de robos, como do
muertes injustas, mas les piada dello que no de re-
mediallo, segund que lo solían remediar é castigar
antes, siendo remisos en aquello. Con mayor dili-
gencia procuraban sus confederaciones é aliansas
con los Grandes del Rejrno ; é como quiera que sus
capitulaciones que asijhaoian no declaraban ser con-
tra el Rey, tampoco declaraban que guardando su
servicio; pero el fin de todo ello fué para destruir
BU Estado, según que las obras dieron testimonio
donde á poco tiempo. E puesto que de todo aquesto
fué avisado el Rey por muchos de los suyos, asi
grandes como pequeños, que amaban su servicio,
fué tan remiso , que no lo quiso creer , ni curó de
ello ni de remediarse ; de guisa que el malino de-
seo de sus enemigos ovo lugar de se cumplir. Des-
pués que el Rey ovo reposado en Jahen por algún
tiempo, acordó su partida para tomarse á Madrid.
CAPITULO LVn.
Gomo el Rey vioo I Midrld, y lo qao allí sueedid; é eoao se vldo
coa el Rey de Portugil es U poenle del Anobispo, y de lo qoe
•111 le concertó.
Venido el Rey ó Madrid, como ya estaba mas sos-
pechoso que contento del Arzobispo y del Marqués.
CRÓNICAS DE LOS REYES DE CASTILLA
é ellos temerosos de él^ las cosas de la gobernación
eran mal administradas, é peor proveídas, en tal
manera, que los negocios que ocurrían no avian
conclusión, ni los librantes despacho, ni la jnstida
execucion ; porque quanto el Rey oon el desgrado
que con ellos tenia , estaba tibio y atónito , tanto
ellos con sus dañados propódtos y pensamientos di-
lataban lo que muy ligeramente se podia despachar.
Mas como su determinado propósito era mas para
destruir que para reparar, antes deservir que no
ayudar, andaban por su camino hasta ponello en el «
cabo. E asi dieron ocasión que las querellas de los
menudos, y el mal contentamiento de los mayoreS|
ellos ayudando, oresciesen. Pero si como el Rey era
enagenado de la crueldad, é amigo de la demencia
que jamas le plugo matar ni destruir á ninguno,
fuera vendicativo, y executor de los que tales yer-
ros ensayaban, quedara temido é servido é acatado,
E no solamente aquesto, mas quando el Anobiq>o
y d Marqués iban á Palado, si por caso no les abrían t
tan presto, los suyos se atrevían con palabras desho-
nestas contra los porteros. Estando asi las cosas mas
en vegilia de rompimiento que de paa , para que
mas se doblase el temor é la sospecha en d Ano-
bispo y en el Marqués, escribió el Rey de Portugal
al Rey é á la Reyna como iban á tener novenas á
Quadalupe, rogándoles quisiesen ir á la Puente áéí
Araobispo, para que se viesen alli. El Rey ovo plas-
cer de ello, é sin consultar cosa alguna con el Arzo-
bispo ni con d Marqués , determinó su partida , ó
mandóles que se quedasen , é llevó consigo á la Rey-
na, é la Princesa oon los Infantes sus hermanos.
Llegado el Rey á la Puente del Arzobispo, vino allí
d Rey de Portugal ; donde vistos, hicieron grandes
alianzas é confederaciones ; y entro las otras cosas
que alli se concluyeron, fué que el Rey de Portugal
casaría con la Infanta Doña Isabel , hermana del
Rey. E fechos sus conciertos, firmados é señalados,
d Rey de Portugal se tomó á Quadalupe, é de dlí
para su reyno.
■
CAPITULO LVIIL
Cono partido el Rey, el Arzobispo y el Marqoét de Villesi ea*
Ueron de Madrid, y se fneroa 4 Álcali do Heoares, é lo qoe alU
sobcedld.
La partida del Rey muy acelerada, dn averia
consultado con el Marqués ni con el Arzobispo , ó
sin avellos llevado consigo , fué para ellos muy es-
candalosa, é los puso en tanta sospecha, qtie temien-
do ser presos é destruidos , determinaron de ir á la
villa de Alcalá de Henares , y no tornar á Madrid
ni estar en la Corte ; y aquesto no dn justa oabsa,
ca razonable cosa era aver miedo donde la concien-
cia dañada remordía, é reprehendia la deslealtad,
é acusaba las maldades y malvadas obras. E asi
partidos, ó pospuesta toda vergüenza, poniendo por
obra sus malos deseos, comenzaron de hacer nue-
vos tratos , provocando á los Grandes á rebelión,
é desobidenda al Rey , en tal manera, que algunos
de los mas principales descubiertamente lo aceta-
DON BNRIQÜJ5 CUARTO.
133
ron. De loe qnalee fueron el Almiranfce Don Fadri-
qne Entiqaes, é Don Rodrigo Flmentel , Conde de
BenaTente, hierno del Marquéa de Villena, el Obis-
po de Coria, é todos ene hermanos de la seqflela del
Arzobispo de Toledo. E no solamente aqaesto, mas
entretanto que el Rey estaba en las TÍstas oon el
Rey de Portugal , el Marqués de Villena oomo as-
tuto é mas industrioso en las oabsas de oabtela, se-
oretamente, sin que fuese sabido, oon dos de muía
que le aoompafiaron, se fué á meter por las puertas
de Don Alvaro de Zufiiga, Conde de Plasenoia, é de
Don Garoi-Alyares de Toledo, Conde de AWa. Con
los quales se oonf ederó oon grandes seguridades,
para ser juntos oontra todas las personas del mun-
do, é si fuese menester, oontra el Rey. E asi oonf or-
mados, fué el ooncierto que on lo públioo fingiesen
estar enemigos, para engafiar al Rey, como adelan-
te se dirá, é aver á los Infantes á sus manos ; y
esto fecho, se tornó para Alcalá. B qnanto quier
quel Arsobispo y él paresoian estarse alli de reposo,
no á lo menos tan descuidados que sus mensageros
cesasen de andar por todo el Reyno, moviendo y al-
terando las gentes para escandalisarlos. Y no sola-
mente ellos alli donde estaban sembraban discor-
dia, mas el Maestre de Calatrava Don Pedro* Girón
por toda la Andalucía hacia lo semejante. E puesto
que cada dia iban mensageros al Rey á le notificar
las noyedades é formas deshonestas que con él se
hacían , fue tan remiso en se proyeer y remediar,
que lo trageron á los trabajos en que se vido.
CAPÍTULO LIX.
Gomo «I Rey ton5 i Hairiil, é de loque alli snbeeditf.
Venido el Rey á Madrid , é yista la novedad del
Arzobispo y del Marqués, que asi avian fecho en se
apartar de donde él los avia mandado quedar, es-
peró su venida por espacio de quatro dias, é luego
enviólos á rogar é mandar que se viniesen, para co-
municar oon ellos las cosas que con el Rey do Por-
tugal se«vian negociado, asi mesmo acerca del ca-
samiento de la Infanta su hermana, y de otros ne-
gocios particulares que cumplían á su servicio. Ellos
respondieron que si su Alteza oviera gana de les
dar parte de las cosas concertadas con el Rey de
Portugal, les mandara ir oon él, y pues les mandó
quedar, pareado que no le plugo de ello. E que se-
gund avian visto é conoscido en los dias pasados,
la experiencia mostraba que tomar á su Corte é an-
dar en su servicio les era cosa de grand peligro é
de poca seguridad, asi por lo que do su real Sefioría
les era notificado, é lo sabían de cierto, como por la
enemiga que contra ellos tenían algunos de los que
andaban cerca del. E que por aquello é otras cosas
notorias, que á ellos eran notificadas , avian deter-
minado de se apartar de su Corte, por escusar los
enconvinientes que se les podían seguir ; mas que si
su Alteza quisiese salir á verse con alguno de ellos
en el campo, alli serian notificadas todas por exten-
so las cabsas de su apartamiento; y puesto que
por una parte se ponían eni pendencia de tratos, por
la otra buscaban el reparo é seguridad de bus vi- '
das y estados, basteciendo sus fortalezas é aperd-,
hiendo sus gentes. Pero aunque el Rey era sabidor .
de aquesto, disimulaba no sabello. Al fin por con-
firmar su malicia, é no Uegalla hasta el cabo, de-
terminó de salirse á ver oon el Marqués entre Ma-
drid é Alcalá. E como ya se iba rompiendo el velo
de la vergüenza, óresela el desamor, é reynaba la
deslealtad ; por manera, que de aquellas vistas nin-
guna conclusión se pudo tomar, antes de contino,
fingiendo mayores sospechas, ó porque sus concien-
cias los remordían, ó sus culpas los acusaban , se
movían nuevos tratos sin conclusión de* ning^unos.
Al fin, después de tomados muchos acuerdos, fué
determinado que para la seguridad de su venida
del Marqués de Villena á Madrid , que el Marqués
de Santíllana é D. Pedro de Velasoo, Conde de Haro,
se oviesen de ir á la fortaleza de Alcalá la Vieja, y
ponerse en rehenes en poder del Arzobispo de To-
ledo, y estar alli fasta que «1 Marqués de Villena
fuese tomado á Alcalá. Tomado aqueste medio, el
Marqués de Santillana é D. Pedro de Vdasco se
fueron á la fortaleza de Alcalá ; é asi puestos en po-
der del Arzobispo, el Marqués de Villena se fué á
Madrid; donde venido, por enemistar al Rey con
los Grandes, para que ninguno se fiase de él ni cu-
rase de servirlo, dixole que Don Alonso de Fonse-
ca, Arzobispo de Sevilla, era su enemigo capital , é
que.si no le mandaba prender para destmillo, que
él en ninguna manera se fiaría de andar en su. Cor-
te. Y aquesto hacia él para que viesen todos, é to-
masen mal onxomplo del Roy, que dostroia sus lea-
les, sefialadamonte aquel, quo por muy fiol lo avia
echado fuera do la gobernación. E no solamente
movió la' voluntad del Rey á ello, mas hizo creer al
Obispo de Calahorra, que, prendido el Arzobispo, le
daría el Arzobispado de Sevilla; por manera, que'
el Obispo oon la cobdicia fué indtador de la pri-
sión suya con el Reyj porque de aquella prísion se
alterarían los Grandes para no se oonfiar dd Rey ;
é seria forzado por pura necesidad que oviesen do
creer sus engaaos, y querer lo que él quisiere, y no
la voluntad dd Roy que le avia levantado del pol-
vo. T quanto quiera que el Jley sentía sus oabtelas,
deseando quitar los escándalos, porque las cosas no
viniesen á rompimiento, para convencer su malicia,
consintió en ello, é mandó á Juan Femandez Galin-
do, Comendador de Reyna, é del su Consejo, porque
siempre fué leal servidor é consejero, que fingien-
do irse á su casa, fuese l^ Cantillana, é prendiese al
Arzobispo de Sevilla, que por fuerza, quo do grado.
El Marqués por otra parte secretamente envió á avi-
sar al Arzobispo dé Sevilla qne se pudese-en salvo,
porque el Rey le enviaba prender. E ad el Anso-
bispo quedó enemistado con el Rey, é amigo suyo;
por manera, que quando llegó Juan Femandez Ga-
lindo, ya el Arzobispo estaba en Bejor. De donde
resultó que los que estaban ganosos do servir al
Rey, quedaron sospediosos ó con rescelo do lo se-
guir ; por donde los malos deseos del Marqués de
Villena ovieron cabida en los pensamientos de mu- -
134
OBÓNIOAS DB LOB BBY£8 DB OAflTILLA.
ohoB, que esUbiui faera de la Oorte, é no ae oaaban
móatrar por el Bey, ca no aabian de que forma pa-
saban las oosaa.
CAPÍTULO LX.
Como qilileroi prender al Roy ei el Aleaiar, é prender I loi
Infontei, y «nebnnUdu lu puertos, entnron por faeru en la
Cftmara del Roy.
PaaadoB alganoa días después qae el Marqués
▼ino á Madrid, yendo á Palacio anas veces solo, ó
otras aoompaftado, apartábase á solas con el Bey,
para hablar en las diferencias que traían. T desque
sintió la grand afición que el Bey tenia, oon el Con-
de de Ledesma y con él Obispo de Calahorra, y
como en aquel propósito perseveraba , acordó de
llamsr algunos caballeros de su confederación. Don-
do vino luego Don Alonso Bnriquea, el hijo mayor
del Almirante, ó Don Bodrígo Pimentel, Conde de
Benavente, ó Don Bodrigo Manrique, Conde de Pa-
redes, y otros algunos caballeros é personas de
quenta. B asi venidos, ó ávido su consejo secreto
entre ellos, acordaron que todos juntamente se fue-
sen á Palacio con sus secretas armas, para tomar
los Infantes de su mano, ó prender al Bey y al Con-
de de Ledesma. B como quiera que los tratos pen-
dían, siempre él Bey estaba sobre aviso de poner á
sus hermanos á buen recabdo, por manera, que la
maldad pensada no oviese efecto, ó lo mas del tiem-
po del día los mandaba estar en la torre del ome-
nage con guardas. B como aquel día venían con da-
ñado propósito, llamaron á las puertas oon gran ri-
gor, é sin acatamiento ninguno : de tal son que las
quebraron , entrando todos por fuersa á pesar de
los porteros. Bntonces el Bey, oydo el estruendo de
la entrada con tanto alboroto, sospechando la des-
lealtad de los que ansi entraban , tomó consigo al
Conde de Ledesma, é retrúxose en un retrete peque-
fio, donde pudo estar en alguna manera seguro ; de
guisa, que quando pensaron hallar al Bey en la
sala y al Conde de Ledesma con él, no los pudieron
aver, ni tampoco á los Infantes. Pero el Marqués de
Villena, como era astuto, visto que su mal propósi-
to no se podía ezecutar, disimuladamente hablan-
do, fingiendo rigor, oomensuS á retraer la gente, dis-
oiendo algunas palabras mas lisongeras que de re-
prehensión. B asi apartados fuera de la puerta de la
Cámara, fuese á donde el Bey estaba, é fingiendo
ser pesante de lo que avian fecho, dixole que su
Alteas debía de mandar castigar aquel insulto.
Mas si el Bey quisiera tener esfnerso de varón é
osadía de caballero , é para tan feo atrevimiento le
plugiera mas él castigo que la toleraoion de ello,
> muy ligeramente les podía dar el pago de su des-
vergonsBada osadia. B porque fue muy remiso quan-
do debiera ser ezectttívo,é mostró fiaqneaa quando
debiera de tener esfuerzo, sus desleales cobraron
osadia, y él quedó mas amedrantado que con de-
nuedo. Luego que el Bey vio ai Marqués de Ville-
na, díxo : «¿ Parecevos bien , Marqués, esto que se
ha fecho á mis puertas ? sed seguro , que ya no es
tiempo de mas paciencia j Bl Marqués, de que vido
la indignación del Bey, salióse de Palacio con to-
dos los que avian venido oon él ; é para aplacar la
indignación del Bey, envióle aquella tarde al Conde
de Benavente su hiemo oon trato de mas livianas
cosas que de sustancia. T esto no sin eabsa : ea co-
mo de la condídon del Bey sabia que era inclÍBaiBe
á los tratos, é oon aquellos le avia de traer á quan-
to él quisiese, todavía buscaba oon él nuevas pen-
dencias sin conclusión ninguna.
CAPÍTULO LXI.
Gomo el Reyaeordé de dar el Maestradfo de SaaetUgo al Conde
de IjedeaMa.
liando el Bey el feo atrevimiento que se avia fe-
cho á sus puertas, é que aquello se hacia maliciosa-
mente por apartar al Conde de Ledesma de la Cor-
te é quitalle de su favor, croscióle mayor afldon de
ponello en mas alto estado. B asi para mayor des-
grado del Marqués de Villena, determinó de le dar
el Maestradgo de Santiago, que él tenia en admi-
nistración desde la muerte de D. Alvaro de Luna,
Condestable que fué de Outilla, asi para hacerle
mayor pesar , como para que oon la grandeaa del
estado pudiese competir oon él. Ávido su acuerdo
entres! mesmo, mandó llamar al Obispo de Calahor-
ra y al Condo do Ledesma é á Alvar Qomea su se-
cretario, y apartado oon ellos en grand secreto, les
díxo : «Conocida tengo la maldad y dafiado propó-
Acdto del Marqués é de estos caballeros que á cabsa
nsuya andan, no solamente por me deservir y enojar
•segundee ha mostrado por el perverso atrevimien-
nto que á mis puertas hicieron, mas porque yo aya
nde apartar de cabe mi al Conde de Ledesma que
naqui está. Pero porque sus malinos deseos no ayan
Alugar,níse cumpla lo que ellos quieren, tengo
1 determinado, y es mi deliberada voluntad de ha^
icelle Maestre de Sanctiago, para que como Orando
lé oon la grandeza de su estado me pueda mejor
•servir, é competir con él Marqués de Villena, que
nta^ta enemistad ha concebido contra él sin cabsa
1 ninguna, é á mi ha deservido con tantos enojos é
B pérdidas que por él me son venidas. Por tanto yo
A desde agora como administrador del dicho Maes-
ntradgo lo renuncio en las manos de nuestro muy
nSancto Padre, que agora es para que su Sanctidad
A lo provea déL B asi mando que todas las provisio-
nnes, é todo lo que fuese necesario lo despachad
» luego Alvar Gómez, sin que sea sabido.» B con
este mensage fué un capellán de su Capilla, que se
llamaba Suero de Solis, al qual dieron luego cator-
ce mil fiorínes para la data y expedición de las bu-
llas , oon que se partió disimuladamente é á grand
priesa. Bntre tanto que este mensagero iba su ca-
mino de Boma, como Alvar Qomea era muy aficio-
nado y parcial al Marqués de Villena desde la mal-
dad de la embaxada de Francia, en que tanta pér-
dida cabsaron contra el Bey, todo el negocio de la
renundaeion del Maestradgo le descubrió, por don-
de la enemiga creció mayor en el Marqués contra el
DON ENBIOUB OUABTO.
186
Bey é contra el Conde de Ledesma ; por manera qae
las ooeai deede alli adelante iban roas daftadas é
de peor eaerte; y el Marqués tnyo tiempo de ma-
yores ooníederadones con los Grandes del Reyno,
para qne cuando las bullas de! Maestradgo de 8ano-
tíago fuesen Tenidas, que todos se alterasen é rebe-
lasen contra el Rey ; de tal forma, que por todas las
Tias é formas que pudo buscar, buscaba la perdi-
ción del Bey é destmdon de su magnifico estado, é
tan pacifico. E porque aquello se pudiese mejor
ezecutar, dixo al Bey que aquellos negocios mejor
se acabarían en Segoyia, qne en Madrid. Aquesto
no lo procuró sin cabsa ^ porque estando alli temia
mas cercancs los caballeros de su partido, para
quando fuese menester venir á las armas ; les qua-
ka eran el Almirante con los Manriques, é los Con-
des de Plasencia, é Alva, é Benavente con otros de
menor estado. El Maestre de Calatraya se pasó lue-
go á su Tula de Pefiafiél ; é fue acordada la partida
de loe rehenes que estaban en Alcalá la Vieja , que
eran el Marqués de Santillana, é Don Pedro de Ve-
lasco, como arriba se dixo, é asi mesmo el Conde de
tSaldafia Don Pedro y Don Juan de Mendosa que
estaba en Uaeda en lugar del padre ; pero por algu-
na seguridad quiso el Marqués de ViUena, que el
Obispo de Palenda, hermano del Conde de Ledes-
ma se pusiese por rehenes en Peftafiel, en poder del
Maestre su hermano ; é puesto, el Bey se pasó luego
á Segoyia con la Beyna ó la Princesa su hija, é con
Ice Infantes sus hermanos, y el Marqués de Villena
en pos del.
CAPÍTULO LXn.
Cme llégate el Roy A SflfSf U, sveadlerov (nata sofadAdet.
Después que el Bey fué llegado á Segoyia, donde
mas pensaba reposar, el Marqués de Villena publi-
caba que los Condes de Plasencia y de Alva eran
BUS enemigos, y que siendo aquellos contra él, no
pedia estar seguro en la Corte; que por eso oonve-
nia que el B^ les enviase á mandar que se aliasen
con él. B esto hacia él porque ctiando los Condes le
ayudasen, que fuese por su mandado. El Bey cre-
yendo ser asi, enyió(sus mensageros á los Condes.
Durante aquesta falsa pendencia, el mensagero qne
avia enviado á Boma fué tan solícito , que despa-
chó la provisión del Maestradgo de Sanctíago para
el Conde de Ledesma, é trazo las bullas, de que el
Bey fue muy contento. B asi envió á llamar al
Marqués de Villena, é venido, notificóle , como el
Papa avia proveydo del Maestradgo de Santiago al
Conde de Ledesma, rogándole quisiese dar su con-
sentimiento en ello. El Marqués respondió que si á
suplicación de su Alteaa se le avia dado el Papa, á
él no convenia sino obedesoer, pero que fuera me-
jor avallo consultado con los Grandes de su Beyno,
é no esperar los grandes escándalos que por ventu-
ra se podrian seguir, por no avallo sabido antes;
mayormente pues que tenia á su hermano el Infan-
te^ á quien de derecho le pertenesoia, y lo debia de
aver. El Bey no curando de aquello, porque sintió I
ser dicho con malicia, otro dia siguiente acordó de
gelo confirmsr, é darle las insignias que como á
Maestre le portenescian. Entonces el Marqués de
Villena vista la novedad , y como el Conde de Le-
deema, seyendo Maestre, era mayor seftor qne.no él,
procuró y trabajó quanto pudo la deshonra é per-
dición del Bey, en tal manera, que luego procuró
que los Ghrandes de su confederación allegasen sus
gentes é se pusiesen en armas y estuviesen aperoe-
bidos. B asi pensó como pudiese prender al B^ con
la Beyna y la Princesa, é tomar á los Infantes, ó
tenerlos asi de su mano, é matar al nuevo Maestre ;
para lo qual se puso en tratos secretos con un capi-
tán del Bey que se llamaba Hernando Cerrillo, hijo
de Gonsalo Carrillo de Córdoba. Brte Úemando
Carrillo era casado con una dama de la Beyna, que
se llamaba Dofia Mencia de Padilla. Esta Dofia
Mencia era á la saaon dama de la Infanta Dofia Isa-
'bél, que después fue Beyna de Castilla. B porque
entrambos dormían dentro del Pelado de la Beyna,
que estaba junto cabe con el Pelado dd Bey, pro-
metiéndole ^prendes mercedes , concertó con dios
que una noche seftalada les diesen entrada por la
puerta de la Beyna secretamente, é los apoderasen
dentro la casa, para que él tomaseá los Infantes, d
Conde de Paredes prendiese al Bey, el Maestre de
Calatrava d nuevo Maestre de Sanctíago, é lo de-
gollase, é loe Condee de Alva y de Plasenda á la
Beyna Ó á la Princesa. B ad concertados é todos
apercebidoB, para lo poner en obra, plugo ala bon-
dad de Dios, que nunca se paga de la traydon ni
de la ingraütud, que aquella mesma noche qne
aquello se avia de ezecutar, tres horas anües fuese
descubierto d Bey, estando d Marqués con él en su
Pelado, de que el Bey fue turbado. B apartado con
algunos principdee de su Consejo, para se lo mani-
f eetar, todos eran de acuerdo que lo prendiesen, pues
lo tenia dentro de su Pelado é ten feas cosas per-
petraba contra él ; pero d Bey no lo quiso hacer,
didendo, que seria infamia de su Bed persona ;
porque él era venido dli sobre el seguro suyo, é que
á todos no seria notorio el caso de su traydoni como
seria manifiesta la prisión, é que de dli se podría
seguir mayor escándab é menos confiansa de su
pdabra Bed, segund d estado en que las cosas es-
taban ; pero mandó que Gonsdo de Sayavedra é
Alvar Gomes se lo entrasen á notíficar, para saber
lo que respondía. E respondió qne él no sabia tal
cosa, é pluguiese á Dios que no oviese de caer en
td feddad ; que él iria á saber la verdad, é que d
algunoe de los suyos eran en onlpa los entregarla á
la justída para que fuesen castigados. B asi con
gesto demudado salió de Pdacio, é sin ir á su casa,
se fue d Parrd fuera de la dbdad , donde puso su
persona á grand recabdo con gran guarda de gente.
E después nunca entró en la dbdad, antes hada que -
el Bey adíese á hdblar con d, pero no d nuevo
Maestre.
136
CAPÍTULO LXIII.
Como se IraUroB vistas entre el Rey > los Condes de Plasenela y
de Al va, y ^nlsleron prender al Rey.
• Deique tío el ICarqnés de Y Hiena que se etía des-
ottbiexto el trato de su trayoion , é que por alli no
se. podía exeontársa dafiado propóeito, pensó oon
BUS cabtelosaB fonnaa otro nuevo trato de mayor
escándalo, y fué hacer que loa Condee de Plaaencia
ó de Alva pidiesen Tistas con el Bey , diciendo que
de su boca querían saber lo que le plasoia que se hi-
ciese en la paz con el Marqués de Viilenai y en que
forma los mandaba concertar con él porque después
sil Alteaa no los culpase de. lo que sobreviniese. B
como el Bey tenia grand gana de la paz, respondió
qne le plasoia, ó que las vistas fuesen entre Sant
Pedro de las Dnefias ó Villa-Castin , donde ellos es-
taban. B asi concertadas , el Bey se fue alli á Sanff
Pedro', que es un Monesterío de 1 a orden de Santo
Domingo , á quatro leguas de Segovia, con la gen-
te de sus guardas ; é fué con él el nuevo Maestre de
Sanotiago con quinientos rocines, y el Obispo de Car
lahorra con sus contínos, é los otros caballeros é le-
trados del Consejo. Los Condes estaban en Villa-
Castin con qnatrocientos rocines ; y el Marqués de
Villena , fingiendo su enemistad oon los Condes , se
vino á Lastrillas con trescientos rocines ; y el Maes-
tre de Calatrava á Tuerégano con quatrocientos ro-
ñes , é con él el Conde de Paredes y el Obispo de
Coria con ciento ó cinqueuta rocines. Pero porqne
el ^Maestre de Calatrava é los Manriques estaban
ocho leguas del lugar donde las vistas estaban con-
certadas , é para el dia sefialado , que se avían de
hacer, no pudo llegar, y el Marqués dilató las vis-
tas para otro dia siguiente , que el Maestre su her-
mano podria llegar , y se hiciese lo que entre ellos
estaba concertado contra el Bey. £1 I^y aquella
noche en el Monesterio reposó sin sospecha de lo
que contra él se ordenaba , é á la media noche lle-
garon dos mensageros á grand priesa, uno en pos
de otro, haciéndolo saber que el Almirante Don
Fadrique se avia puesto en. armas en Valladolid,
para levantarse con ella , é que avia alzado pendo-
nes por el Infante su hermano, diciendo : Castilla
por el Bey Don Alonso; é que los de la villa avian
ido contra él , é lo avian echado fuera, no solamen-
te á él , mas á todos los de su valia ; por manera
que la villa estaba á su servicio , y que le suplica-
ban, que pusiese luego remedio , é les enviase so-
corro de gente, y capitán que los gobernase. B sa-
bido aquesto, elBey^nvió luego al Comendador
Gonzalo de Sayavedra del su Consejo, con trescien-
tos rocines de las guardas , qne se partió luego á
mas andar; y entrando en la villa, puso luego guar-
da. Venido el dia siguiente de las vistas, los Con-
des enviaron á descir al Bey qne su Alteza comiese
luego de mafiana, porque las vistas serian después
mejor é ternian mas largo espacio para platicar é
comunicar los negocios, pero aquesto rodeaba al
Marqués cabtelosamente por dilatar el tiempo, para
CBÓNICA8 DB LOB BB YBS DB CASTILLA.
que el Maestre su hermano pudiese llegar á las vis-
tas é juntarse con ellos. Después que el Bey ovo co-
mido, salió al campo con la gente de sus guardas,
aunque era poca la que allí estaba, é asi mesmo la
del nuevo Maestre, esperando la venida do los Con-
des. Estando asi , llegaron quatro de á caballo cor-
riendo á muy grande priesa por diversos caminos,
haciéndolo saber como el Maestre de Calatrava é los
Manriques venian oon seiscientos rocines con deli;
horada voluntad délo prender; de lo qual avian sido
avisados de los que venian con él Maestre para que
lo notificasen á su Alteza ; é en el concierto de la
trayoion eran los Condes, é principalmente el Mar*
qués de Villena, á cuya requesta estaban todos con-
formes, é que se venian á juntar para ello. Quanto
quiera que el Bey se turbó de aquella nueva , con
disimulado semblante llamó al Obispo de Calahor-
ra é á mí, como su Coronista é del su Consejo, é nos
mandó que de parte suya fuésemos á los Condes , é
les dixésemos aquella novedad , que se desoía, é le
* avian venido á descir por tantas partes ; que se ms;
ravíllaba de ellos de caer en tan gran fealdad, é que
quería saber sí era verdad , para ver si los avia de
tener por suyos ó no. B asi el Obispo é yo con él
tomamos nuestro camino para Villa-Castin, por
donde los Condes venían; pero apócemas demedia
legua qne andovimos, encontramos con otros, qne
íbaná desengafiar al Bey; porque avian cabida en el
secreto, é como lo avían de prender en aquellas vis-
tas, é le cumplía no esperar allí ni verse con ellos.
Entonces el Obispo do Calahorra acordó que yo tor-
nase al Boy á mas andar, para notificalle lo que allí
nos avian certificado. B desque llegué al Bey, é le
notifiqué todo lo que al Obispo é á mi avían dicho é
descubierto, tomó consigo veinte de á caballo, é su-
bióse por lo alto de la sierra, camino de Segovia ; é
mandó hacer apellido por todos los lugares de la
sierra, para que la gente saliese á le acompafiar , ó
llevasen sin resoelo. Fecho el mandado, salieron
mas de cinco mil peones, qne lo adompafiaron hasta
las puertas de Segovia. B como el nuevo Maestre de
Sanotiago se quedase en el campo con su gente é la
de las guardas ordenando sus esquadrones, para dar
la batalla al Maestre de Calatrava, subiéndose el
Bey á la sierra , envióle á mandar conmigo que mo-
viese su gente, é se fuese camino de la dbdad lo
mas ordenadamente que pudiese, é que por cosa del
mundo non pelease ni consintiese revolver escara-
muza ninguna. El nuevo Maestre, oydo lo que yo
le dixe de parte del Bey, movió sus batallas oon
buen tiento camino de Segovia ; pero como el Maes-
tre de Calatrava , llevaba seis cientos rocines, si es-
tuvieran los Condes y el Marqués juntos oon él, sin
dubda todavía se diera la batalla al Maestre do
Sanotiago. B como por todo aquel dia no se pudie»
roQ juntar hasta la noche, no ovo lugar de pelear;
por manera quel Maestre Don Beltran de la Cueva
pasó sin con tradición alguna fasta que llegó á Sego-
via, donde halló al Bey, é le plugo, porque no avia
peleado. Entre tanto que el Bey y el Maestre Don
Beltran de la Cueva se fueron á la cibdad, el O bis-
DON SNBIQUB GUAHTO.
187
po de Calahorra llegó donde loa Ck>ndeB yenian por
tn camino adelante ; é como loa rió yenir armadoa
en son de pelear oon propóaito de prender al Bey, él
lea dixo : oPor cierto, Sefiores Condes , feo apellido
» pareaoe aqueste qae traéis el día de 07 , qne fián-
adose el Rey de yoaotros, é saliendo él SQgnramen*
» te á verse con vosotros como con sus subditos é
• naturales vasallos, deseando pacificar vuestraa
• discordias, vengáis con tanto disoluto é peligroso
• pensamiento, que queráis prender á vuestro Rey.
• Parecería mejor por cierto presumir de serviUo
• con lealtad, que procurar de perseguillo sin cabsa,
• mayormente acordandovos de los bienes é meroe-
•des sefialadaa que hizo á vuestros padres, qnando
• al uno hizo tomar la tenencia de Burgos é dar
•la dbdad de Plasencia con título de Conde , é al
•otro soltó de la prisión é mandó dalle lo suyo. De
• tanto yo vos aseguro, pues que con tanta ingrati-
• tud, é sin cabsa ninguna vos movéis á perseguillo,
•que antes hallará su Alteza caballeroB que lo sir-
•van é sigan con su lealtad , que vosotros uñ tal
• Rey, que tales mercedes voshaga.B Equanto quie-
ra que los Condes quisieran trabar largo razona-
miento con él para colorar su yerro, el Obispo so
despidió delloe , ó se tomó á Segovia con diez de á
caballo que le acompafiaban.
CAPÍTULO LXIV.
C0HO los catalloros se fseron á la eibdad de Burgos , y lo qne
illl lesUron é Uderoa coatra el Rey.
Luego aquella noche se juntaron el Marqués do
Villena y el Maestre de Calatrava con los Condes, y
halláronse confusos y descontentos, visto que el
Rey y el Maestre Don Beltran de la Cueva se avian
ido en salvo. Verdad es que si el Rey quisiera como
varón tener osadía del Rey y esfuerzo de caballero,
para que aquella mesma noche fuera sobre eUos,
muy ligeramente los pudiera prender y destruir para
siempre , porque ellos estaban derramados é mal
proveídos é sin orden ; mas como era remiso , é la
rotura may agena de su condición, antes quería
pendencia de tratos, que destruir sus enemigos. Es-
tonces sus enemigos acordaron que para la execu-
don de su propósito, seria bien ir á la dbdad de
Burgos; porque allí ternian mayor seguridad que en
otro ningún lugar del Reyno, visto que la fortaleza
estaba por el Conde de Plasencia. 15 amdetenninado
otro dianguiente partiéronse, é se fueron derechos
hasta entrar en la eibdad ; donde llegados, la ma-
yor parte del pueblo se alborotó, veyendo la nove-
dad con que venian. Pero el Marqués de Villena,
como era astuto, comenzó de convocar la gente an-
dando por las Iglesias , hablando con los vecinos,
é perroquianos dellas, é asi mesmo por las plazas,
donde mayores ayuntamientos se hadan. A los qua-
les oon dulces razones halagüeñas comenzó á apla-
car é atraer, disciendo que ellos no venian á damni-
ficar la dbdad, ni alterar el Reyno, salvo para re-
mediar los grandes Insultos é graves delitos é agrá
la culpa del Rey é de au mala vida. El qual se po-
dría mas propiamente llamar enemigo del. Reyno
que sefior , mas disipador que Rey, mas tirano que
gobernador, mas erad que justiciero. E que sobre
aquesto ellos seyendo de los mas principales del
Reyno , é sintiéndose de tantos males que ad se ha«>
dan , en nombre de todos los grandes sefiores é ca**
bailaros del Reyno, se avian venido á meter en aque-
lla dbdad , como principal é cabeza dd Reyno, para
que juntamente oon ellos se diese forma que los ma-
les é dafios fuesen remediadoa ; é que esto querian
que se hiciese oon su acuerdo é consejo é consenti-
miento. B asi colorando sus razones, y desdorando
la honra é fama dd Rey , aplacó algún tanto su al-
teradon ; mas no enteramente, que á los discretos ó
personas de abtoridad no pareciese cosa muy des-
vergonzada é de mal enxemplo lo que asi el Mar-
qués de Villena proponía de hacer ; é asaz mormu*
raudo de su feo atrevimiento, é de su disoluta osa^
dia, daban sobre él diversas sentendas. Unos le
juzgaban por alevoso servidor, disciendo que pues
era levantado del estiércol, é fecho tan grand sefior,
é puesto en tan alta cumbre, pareada cosa muy de-
testable, fiera é de muy grand abominadon poner
la lengua tan rotamente en el Rey , que lo avia fe-
cho , é disfamar á quien tan sobrado sefiorío le avia
dado. Pero ni por esto doxaban de sentir ni conos-
cer que aquello que asi se intentaba, era muy age-
no de la verdad ; é que no lo hada por odo que tu-
viese al bien común, ni afidon á la justicia , salvo •
por su propio interese, é á fin de aver el Maestrad-
go de Sanotiago, é quitallo á quien lo tenia. Aca-
bados sus largos razonamientos por diversas partes
de la eibdad , y en el ayuntamiento donde la ma-
yor parte del pueblo concurría , dixo que para la
prosecución de esta sancta empresa convenia que
algunos principales hombres de los oibdadanos se
juntasen con él é con los otros sefiores que alli es-
taban y esperaban venir ; donde todos juntamente
diesen orden en el bien del Reyno, é los dafios del
fuesen lluego remediados. E asi, elegidas algunas.
sefialadaa personas, vinieron á su congregación , é
venidos, acordó el Marqués de Villena, como guia
é cabdillo de aquella congregación, que se escribiese
una carta al Rey, la qual sin dubda iba tan desme-
surada con espuelas de rigor, tan fuera de todo aca-
tamiento, sin freno de templanza, que ni á los sub-
ditos era conveniente envialla, ni á ladeoenda del
Rey rescebilla. Mas como ya él avía perdido al mun-
do la vergüenza, é á Dios el temor, é de su anima
la oonsdenda, pospuesta la honestidad, que siquie-
ra como grande Sefior fuera razón de tener, dn em-
pacho ninguno, ó sin memoria de lassefialadas mer-
cedes é bienes rescobidos, quiso que allí pública-
mente en presencia de todos se leyese. E puesto,
que toda ella era disoluta, é llena de feas palabras,
quatro muy sefialadaa cosas en ella se contenían :
La primera, que su Alteza en ofensa de la Religión
ohristiana traia consigo ordinariamente capitanía
^ ^o-- de morca infieles, enemigos de la sancta fee catho-
▼ioi enormes que contra toda razón ae hadan por I lica, que fojraaban las christíanas^ é hadan, otroa.
188
CRÓNICAS DB LOS BSYBS DB CASTILLA.
muohofl gravas iii8altoB| sin ser pugnidoa ni OMti-
gadoa. La aegaoda, que loa oorreglmient08| ó ofi-
cioa da la Juatíoia eran dadoa á peíaonaa inhábiles,
agenaa de todo meredmiento é de malaa ooncien-
.ciaa; en tal manera, qne con poco temor de Dios
▼endian la jnatioia, hadándolo dn miedo ninguno.
La teroera , que ay ia dado d Maeatradgo de Sanotia-
go á Don Ddtran de la Cneva, Conde de Ledesma,
en grand perjuicio del Infante an hennanoj á quien
de derecho perteneaoia como hijo del Rey Don Juan
BU padre. La qnarta, que en grand peijuido á ofen-
sa de todos sus Beynosi á de los legítimos suboeso-
res sus hermanoai avia fecho jurar por princesa he-
redera á Dofia Juana, hija de la Reyna Dofia Jua«
na, su muger, sabiendo ál muy bien, que aquella no
era su hija, ni como legítima podía subceder , ni
ser heredera después de sus dias. Por tanto, que
le suplicaban á amonestaban á requerían con Dios,
una á muchaa veces , quidese remediar tan grandes
agravios ; á remediados, mandar luego jurar por
PHndpe heredero al Infante Don Alonso su hermas-
no , y dalle el Maeatradgo de Sanctiago como á le-
gítimo hijo del Rey Don Juan su padre ; pues que
de derecho divino á humano le pertenescia.
CAPÍTULO LXV.
Cdfto d Rey m faé I Valladolld , é de lu míu qae allí tab-
cadieros.
Luego como el Rey supo que los caballeros esta-
ban en Búrgoa, á lo que andaban ordenando, acor-
dó de se ir á Valladolid con grande poder de gen-
tes, ad de sna guardaa como de dgunoa caballerea
que lo venían á servir, por estar mas cerca de dice.
B d como traía sobrado poder, quídera tener ea-
f nerso de varón, á osadía de caballero á atrevimien-
to de Rey, muy livianamente dn peligro nioguno
loa pudiera destruir ; en tal manera , que castigan-
do sus yerros, rescibieran el pago desu desvergfleil-
ea ó maldad,, á perpátua memoria de sus gravea cul-
pas, á quedaran denostados para dempre con feo
apellido de dealedes, y ál como Rey vencedor, á
prosperado á con glorioao renombre entre todas laa
nacionea. Llegado d Rey á Valladolid á notificada
su venida á los caballeros, acordaron de le enviar
un menaagero con la carta que ad tenían ordena-
da. La qual reacebida á viata por ál, hiso tan poco
sentimiento, quanlo ai ninguna cosa llevara, ni fue-
ra en derogadon de su persona Real ; de que to-
dos, así los de su Red Consejo, servidores á criados,
como los otros que segdan su partido , fueron no
solamante maravillados, mas tristes á muy descon-
tentos, viendo quan tibiamente á con quanta floje-
dad se descuidaba, á ponía á las espddaa lo que tan
crimindmente en la honra le tocaba y en la fama.
Maa como los jnicioa de la divinal providencia aon
altos á muy oscuros, nuestros humanos entendi-
mientos no los pueden oomprehender, ni bastan A
conocer sus profundos secretos. Mi avrA quien aepa
desoír de un Rey tan poderoso, tan rico, y tan pros-
perado, á tan temido desdo d día quo reyná^ siendo
de peisona tan dispuesto, teniendo tan varonil aca-
tamiento, para atemorisar A las gentes, puesto en
edad de vdentia, que no avia quarenta afics, donde
laa fnersáa ooipondes á la ira dd corason avian de
resplandecer, y hervhr, asar bravo I cómo perdido
el esfuerso, la eayó la caadla, á murió an denuedo,
para penMguir sus enemigos dededes á vengar aus
enjurias; antes como atónito, ni á lo uno daba re-
medio, ni á lo otro socorría con tiempo, quando era
menester. Baate, pues, saber que ni en los grandes
estadoa eatá la fortdesa, ni loa muy poderosos tie-
nen mayor caadla, á que la omnipotencia de Dioa
es aquella que manda loa corasones de loa R^es, é
los guia quanto qmere, para que anden en vano é
vayan fuera de camino. Leyda la carta que ad le
trazaron de parte de loa caballeros, mandó llamar
á los dd su muy alto Consejo, principalmente A Don
Beltran de la Cueva, Maestre de Sanctiago, á A Don
Pedro Gk>nsdes de Mendosa» Obiíqio de Calahorra,
á A Don Lope de Sarrientoa, Obispo de Cuenca, qua
por mandado del Rey era venido dlí, porque avia
aido su ayo á su Maestro, á A les otros caballeros ó
letrados dd su Consejo. A los quales convenidos en
su Cámara, á mostrada la carta, dízolea que sobre
ella queria que le dixesen á aconsejaseD lo que ha-
cer se debía. B como d Obispo de Cuenca era entre
todos el mas antiguo, á de maa letras, que en los
tiempos del Rey Don Juan su padre, avia cabido en
la gobernación dd Reyno, todos conformes dixeron,
que le pertenesda hablar primero. B ad tomada la
habla, dixo, que au voto era que su Altesa no vi-
niese con ellos A partido ninguno , advo en todo
caso ddles la batalla; á que aería dn dubda vence-
dor por quatro rasónos: la primera, porque sus ene-
migos eran traydorea, y dempre Dioa destruía la
trayoion; la segunda, porque sus dedeales vaaallos
traían la falsedad como mentírosos, y ál la verdad,
á la justida; la tercera, porque ál estaba rico, á po-
deroso á con mucha gente, á aus enemigos pobres,
á desacompafiados, aborrecidos de los pueblos á de
los suyos menospredadoa ; la quarta • porque ál iba
contra ellos como Rey y Seflor naturd de todoa
ellos, y ellos venían como vasalloa traydorea des-
agradeoidoa ; á que en loa tdea casos dempre ayu-
daba Dios A los Reyes, como ungidos suyos ; á por
aquello su voto era que todavía lea diese la batalla,
mediante la qud era muy cierta coaa que sería ven-
cedor, á quedaría poderoso á temido para dempre, ó
sus desledes enemigos destruidos dn reparo. B co-
mo d pelear y d rígor de las armaa era muy ageno
de su condición del Rey , á cosa muy aborresdda
para su voluntad, un poco riguroso se volvió contra
el Obiapo, á díxole : tLos que no aveíade pdear, ni
• poner las manos en las armas dempre haceia fran-
» quesa de las vidas agenaa. ¿ Querríadea vea, padre
1 Obiapo, que á todo trance dieae la batdla, para que
• pereciesen las gentes de amas partea? Bien parea-
» oe que no son vuestros hijos los que han de entrar
» en la pdea, ni vos costaron mucho de criar. Sabed
i que de otra forma se ha de tomar eate negodo, á
•no como vos desds, y lo votaia.i Bstonces el Obis*
DON RNKIQÜE OUABTO.
po como er» osado, respondióle con pooa padenda,
é dizole: tTa he oonoscido, Sefior, é veo que yues-
lira Altesa no ha gana de reynar pacificamente,
1 ni quedar como Bey Uhertado ; y pues que no quie-
»re defender sn honra, ni vengar sos injarias, no
•esperéis reynar con gloriosa fama. De tanto tos
soertifioo, que dende agora quedareis por el mas
» abatido Bey que Jamas oto en Espafia, é arrepen-
» tiros heis, Sellor, quando no aproTechare.» Pero ni
por estas amonestaciones el B^ dex6 de Teñir á
tratos con el Marqués de Villena, pensando de ha-
llar algún medio para pas é sosiego ; 6 con esto que
•si Tieron los del Oonsejo , acordaron el callar sin
desdr su parescer. Luego el Bey euTió secretamen-
te á desoir al Marqués de Villena é A los otros csba-
Ueros de su partido que se Tiniesen á Duefias , que
está seis leguas de Valladolid, por oabsa de los tra-
tos; é ari él é los otros caballeros se Tinieron alli
luego, y d Almirante y d Arzobispo de Sevilla se
Tinieron alli á Juntar con ellos, donde los tratos an-
duTieron de una parte A la otra ; é d fin fué concer-
tado para mayor engafto del Bey é persecudon su-
ya, que los caballeros se Tiniesen A Óigales é A los
lugares de d derredor, y que el Bey se fuese A Oa-
beson ; é desde alli se sddrian A Ter él y el Mar-
qués de Villena, é se tomarla medio para la paa é
concordia.
CAPÍTULO LXVI.
Coao tllley te fió MB el Harviés de VUleaa, y le entrefé al la-
fante. Dos Aloato as henuiso.
Dado d oonderto do las Tistes, é asignado el dia
en que se avian de hacer , el Bey se fué A Gabeson
con dguna gente de sus guardas, y d Maestre de
Saactíago y los Obispos deOdahorra é de Cuenca
con los otros del Consejo se quedaron en Vallado-
lid; é los oabdleros se Tbieron A Óigales é A los
otros lugares de d derredor. B Tenido el dia adg-
nado de las tísíss , se salieron A ver en aquesta for-
ma: que d Comendador Qonado de Bayavodra con
oinquenta de A caballo sdió A mirar d campo por
parte dd Bey, é por la otra parte sdió Pedro de
FontiTcros con otros dnquenta. B requerido é ata-
layado d campo, el Bey salió con tres de A odl)dlo,
T d Marqués con otros tres. E ad Tistes, después
(que juntamente se oTieron paseado una grand ple-
laa por d campo, fué determinado entre dios que d
I Bey entregase d Infante Don Alonso su hermano
Men poder del Marqués de Villena; é que asi entre*
' gado le mandaria jurar por Prindpe heredero ésub-
cesor de sus B^jrnos , con que dios prometiesen que
^jjcasase con la Princesa Dofia Juana su hija; é que
iDon Bdtran de la CucTa renunciase d Maestradgo
j^Sanctiago, é lo dexase para el Infante Don Alon-
so su hermano ; é que ad mesmo para d regimien-
to é gobemadon dd Beyno é ponello en justida,
fuesen diputados quatro caballeros; é que Fray
Alonso Oropesa, Prior Ghmeral de la Orden de Banct
QerónymOy fuese tercero entre dios, para que don-
de él se acostase con los dos de los diputados, aque-
159
Uo Taliese é pasase; é que para mayor seguridad de
que ol Bey darla y entregaría d Infante su herma^
no dentro de doce dias, que Don Bdtran de la Cue^
va. Maestre de Sanctíago, se púnese en poder del
Comendador Qonaalo de SayaTodra en la fortdeaa
de Portillo, hasta qué el Infante fuese entregado; é
que de parte de los caballeros d Conde de Bena-
vente se pudese en poder del Conde de Sancta Mar-
ta en la fortdeaa de Mncientes para seguridad que
dios en aqueste comedio no harían ninguna nove-
dad. E asi puestos estos dos seftores en rehenes, ju-
rados é sdlados, é firmados los capítulos por ambas
partes, el Bey con muy poca gente se partió para
Segovia donde halló A la Beyna é A la Ftíncesa con
los Infantes sus hermanos, que estaban dentro del
Alcasar A buen recaudo. Iba con el Bey Alvar Co-
mea, su Secretario. Luego que d Bey fué llegado A
la cibdad, muchos de sus criados é servidores le su-
plicaron, requirieron é amonestaron que se guar-
dase de entregar A su hermano é de lo sacar; por-'
que si d contrario fioiese, luego lo alsarian por Bey,
que no lo querían para otra cosa, é que no se lo
demandaban por otro respecto. B como Alvar Go-
mes tenia ya raygada lá maldad en el cuerpo, é to-
da su afición era con el Marqués de Villena, comen-
só de insistir con el Bey, disdendo: que le conve-
nia guardar lo que avia capitulado é puesto con los
caballeros, porque de otra guisa seria grand infa-
mia suya é pdigro quebrantallo ; é que entregando
al Infante, padficaba su Beyno, y de otra guisa
pomia grand fuego, é se rebolveria mas cruda guer^
ra. De tal forma que el Bey convencido de la false-
dad de sus entrafias, entregó d Infante, é mandó A
él como Secretario suyo, que lo llevase A la villa de
Sopólveda , que entonces la avia tomado al Bey d
Marqués por traycion ; é alli estaban dertos caba-
lleros suyos esperando que gelo llevasen , para to-
mallo. E and entregailo en poder de aqndlos, Al-
var Gomes se tomó A Segovia d Bey; é desde Se-
govia el Bey se tomó A Valladolid. Donde llegado,
los dos sofiorcs Maestro de Sanctiago é Conde de
Benavente fueron librados de los rehenes en que es-
taban.
CAPÍTULO LXVIL
Cono al Rey so lomó i ter con todos los eabaUoroa sss ooaln-
rios entre Csboxon é Gigales, y Joraron si Infiiile por Prlaeipe -
heredero» é M ordenada la Depsiadoii ea Mediaa del Ganpo.
Para dar conclusión en lo que asi estaba capitu-
lado, é jurado entre el Bey é los caballeros, el Bey
fué A Cabeson, é con éMos perlados é oabdleros de
su alto Consejo ; donde llegados, luego otro dia si-
guiente sdió el Bey d campo con ellos, é de Is otra
parte los perlados é cabdleros que dli estaban, que
aquf serAn nombrados : Don Alonso Carrillo , Arzo-
bispo de Toledo ; Don Alonso do Fonseca, Arzobis-
po de Sevilla; Don Ifiigo Manrique, Obispo de Co-
ria ; Don Fadrique Enriques, Almirante; Don Juan
Pacheco, Marqués de Villena ; Don Alvaro de Zdfii-
ga, Conde de Plasenda ; Don Garn-Alvareí de To-
.- 1
140
0BÓN10A8 DE LOS B6YE8 D£ CASTILLA
ledo, CoDdo dé ALva; Don Rodrigo Manríqae, Con-
de de Paredes ; el Conde de Sancta Marta, el Conde
de Bibadeo ó otros machos caballeroB. Donde todos
así convenidos juraron al Infante Don Alonso Prín-
cipe heredero é subcesor en los Beynos después de
los días del Rey , que presento estaba. £ que así
inesmo todos ellos juraban ó prometían que á sn
leal poder trabajarían é procnrarían como el Prín-
cipe Don Alonso, que asi avian jurado , casase con
Dofia Juana su hija del Rey, ó no con otra muger
ninguna. Fecho aquesto , el Rey dixo que para la
diputación acordada nombraba de su parte á Don
Pedro de Velasco, hijo primogénito heredero de
Don Pedro Hernández de Velasco , Conde de Haro,
y al Comendador Gonzalo de Sayavodra, de su Con-
sejo. Los caballeros nombraron al Marqués de Ville-
na y al Conde de Flasencia, é de consentimiento de
todos á Fray Alonso de Oropesa , por tercero. Los
quales así nombrados, juraron solemnemente que
guardarían el bien del Reyno é lo que cumplía á la
administración de la justicia. Dada conclusión en
todo esto, el Rey por aquella noche se tomó á Ca-
bezón , é los caballeros á sus aposontamientos. B
luego otro dia siguiente por la mafiaua vinieron al
Rey por parte de los caballeros el Licenciado de
Logrofio, y Hernando de Arce, paira que su Alteza
t mandase á Don Boltran de la Cueva que renunciase
al Maestradgo de Sanctiago según estaba capitula-
do. £1 obedosciendo el mandado del Rey, dixo que
como leal servidor , é sin aver hecho traycion , ni
cosa por dó debiese perder el Maestradgo ; mas por-
que el Rey gelo mandaba ó por el bien de la paz, que
desde alli lo renunciaba en manos del Papa, aunque
contra todo su grado. E así renunciando , el Rey en
auivalencia del le dio la villa de Alburquerque con
alo de Duque, é dióle las villas de Cuellar, de
Roa, é Molina, é Atienza, é la Pefia de Alcázar con
tres quentos é medio de renta situados en Ubeda y
en Baeza y en otros lugares del Andalucía, donde
él quiso. E dende allí adelante dezado el título de
Maestre, se llamó Duque de Alburquerque y Conde
de Ledesma. Fecho aquesto, el Rey se partió de
Cabezón para la villa de Olmedo; los diputados se
fueron á la villa de Medina del Campo, é los perla-
dos é caballeros se aposentaron por los lugares
de al derredor, esperando la sentencia de los dipu-
tados.
CAPÍTULO LXVIIL
Gomo dorante la dipotaeioa el Alnlranie y el AriobUpo de To-
ledo trataron con el Rey de ser sayoa , y el Rey los resclbló ; y
lo qae snbeedió de la dlputaelon.
Entretanto que los cinco diputados entendían en
las cosas A ellos encomendadas, Don Alonso Carri-
llo, Arzobispo de Toledo, é Don Fádrique, Almiran-
te de Castilla, fingiendo estar descontentos del Mar-
qués de Vi llena é de sus formas interesales, y de
como en todos los negocios se hacia parcial , trata-
ron secretamente con el Roy, diciendo que de allí
adelante querían ser suyos enteramente, é eervillo
contra todas las personas del mundo, vistas las cab-
telaa y engafios de poca verdad que el Marquéu
traía con todos. E que si su Alteza les diese las se-
guridades con que ellos se pudiesen fiar del, que lo
vemian luego á seguir é servir lealmente, para que
el Marqués de Villeua fuese destmydo, y el Prínci-
pe Don Alonso su hermano tomase á su poder é
sombra real, como la razón lo requería. Y él creyen-
do que el Arzobispo de Toledo era perlado de mu-
cha verdad é firmeza, é que á cabsa suya el Almi-
rante no sería movible, como fasta allí avia sido
muchas veces , acordó de los rescibir é fiarse de
ellos. B así capitulado con ellos, se conoertó| que
para la seguridad que así demandaban, daría al Ar-
zobispo la fortaleza, y el Clmorro de la oibdad de
Avila, é la Mota de Medina del Campo , y al Almi-
rante haría meroed, é le daría de juro la villa de
Valdenebro con la tenencia de Valladolid. E en tal
manera, que ellos mostrando contentamiento de ser^
vir al Rey, quedaron dende allí adelante por suyos,
dando para ello sus firmas é sellos con grandes jura-
mentos. Fecho aquesto, con que el Rey paresció te-
ner algún contentamiento, acordó de enviar á lla-
mar á Don (}omez de Cáoeres, Maestre de Alcánta-
ra, é á Don Pedro Puertocarrero, Conde de Mede^'
Ilin, que viniesen con las mas gentes, que pudiesen
traer ; á los quales él mandó llamar , porque de po-
bres escuderos los avia fecho grandes sofioros ; y
ellos respondieron que les piaseis, é que lo pomian
luego por la obra, quanto su gente fuese allegada.
Puestas las cosas en aquestos términos , con que el
Rey pensaba llevar bien cimentado lo que á la se-
guridad de su estado convenía, creyendo que el Ar-
zobbpo y el Almirante é aquellos sus dos oríados,
que así mandaba llamar, le avian de ser firmes, é no
desleales, quando pensó tener descanso, ovo nuevo
cuidado. £ aquesto fué porque las cosas de la dipu-
tación subcedieron tan adversarías, que así los di-
putados por BU parte, como los otros estrecharon el
poderío del Rey en tanto grado é de manera, que
casi ningún sefiorío le dezaban, salvo solamente el
título de Rey sin libertad de mandar, ni preminen-
cia. De que el Rey fué avisado , é como muy senti-
do dello, quiso saber la verdad, y halló que Don Pe-
dro de Volasco, inducido por el Marqués de Villena,
no solamente seguía su querer é de los otros caba-
lleros de su parte, mas que de secreto estaba ya con-
federado con ellos, como dende á pocos días lo mos-
tró por la obra , oa se pasó á ellos , é dezó de seguir
al Rey ; y de aquello fué pesante el Conde su padre,
é jamas quiso dalle gente ninguna, de manera que
se andaba solo éntrelos otros caballeroS|é desacom-
pañado ; Qonzalo de Sayavedra halló que era con-
sentidor, é le plasda de lo que asi se ordenaba en
detrímento de sn persona real ; Alvar Qomez su se-
cretarío, que yendo é viniendo del Rey á la deputa-
cion, era cabMdor, inventador é perpetrador de to-
do lo que contra la honra, y estado real suyo so avia
fecho é ordenado. Elstonces el Roy , para ser del to-
do informado antes que la sentencia se diese ni se
acabase de firmar, envió á llamar al Comendador
DON ENRIQUE OUARÍTO.
Gotoxálo dé Sayavoára y Alvar Gómez; pero ellos,
como ya los acosaba sn colpa, é los condenaban sus
yeiTos , é remordía la coiisüioncia de su falsa des-
lealtad, boyeron ascondldamente , ó se fueron sin
ser sentídos. E porque sn trayoiou fuese del todo
cumplida, fuéronse á encontrar con el Maestre de
Alcántara, y con el Conde de Medellin , que yenian
con mil do á caballo á servir al Roy. A los qualos
falsificadamente mintiendo , biciéronles creer que
el Bey los enviaba á llamar para los prender é des-
truillos; en tal manera, que ellos creyéndoles lo que
asi les desdan , dexaron de ir al Rey, é se fueron
todos quatro juntamente á juntar con los caballeros
desleales. E pnes^ aquestos como perversos así se
quisieron sefialar en la deslealtad, para ser conoci-
dos por tales en perpetua memoria de su traycion,
rasou será que diga quien fueron. Gonzalo de Sa-
yavedra, aunque fué de limpia sangre, ensució los
descendientes de él, é puso alguna mancilla en su
linage. Aqueste por aver seido del Condestable Don
Alvaro de Luna, Maestre de Sanctiago, el Rey lo
quiso para su servicio , é después de aver rescebido
muchas mercedes, lo hizo de su Consejo, é dióle car-
go de algunas capitanías, de que dio buena quenta,
por donde lo puso en estado de caballero ; pero quan-
do debiera de ser mas leal, é servir al Rey , que lo
hizo, cególo su malicia, é fué traydor contra su Rey.
Alvar Gómez de Cibdad Real , así fué de baza san-
gre, que de su linage no conviene hacer memoria.
Este después que el Rey lo hizo secretario, confió de
él quanto de ningún secretario se pudo hacer ma-
yor confianza. H izólo Seftor de Maqueda ; ganó tan-
to con el favor de la Secretaria, que pudo comprar
á Sanct Silvestre é á Torrejon de Velasco. Estaba ri-
co é prosperado y puesto en estima de mucha hon-
ra ; mas como sus merescimientos eran pocos, é los
defectos muchos, huyó de la lealtad, é halló cabida
la traycion; en tal manera, que no acordándose de
quien era, ni délas mercedes rescebidas, pospuso el
temor de Dios é la vergüenza de las gentes , para
destruir á su Rey.
OAPtTüLO LXIX.
Cono el Rey flo partM de Olmedo para Sef ovia , y loa eaballcroa
ae roeroB i Plaaesda eoe el Principe y lo qae ae blio en eate
ilenpo.
Luego como el Rey sopo como Don Pedro de Ve-
lasoo era con los caballeros é se avia pasado á ellos,
é vio la traycion de Gbnzalo de Sayavedra y de Al-
var Gómez, que así avian huido é estorbado la ve-
nida del Maestre de Alcántara é del Oondo de Mede-
llin á su servicio, é los hicieron ir á juntar con los
caballeros sus enemigos, quedó muy enojado. Y
puesto que de todos tros tenia sentimiento, mucho
mas lo tenia de Alvar Gómez; porque él avia sido
el inventor de las maldades, é descobridor de los se-
cretos de su Consejo : de tal forma, que sus pisados
fueron las de Judas, que vendió á su Rey é á su Se-
fior. E así, movido con indignación, mandó á Pedra-
rias de Avila, hijo de Diego Arias DáviUi su Oon-
. 141'.
tador mayor é servidor leal, que fndse luego á cer»
car á Torrejon de Velásco , é lo tomase para sí, de
la qual le hizo merced. E no solamente aquesto, mas
estaba muy sentido é descontento délas ordenanzas
y estatutos que los diputados avian fecho en dero-
gación de su prominencia é dignidad real ; como
quiera que todo aquello , é todo lo al que hacian,
procedía de las dafiadas entrafias del Marqués de
Villena, cuyo propósito era dé destruir é deshonrar
al Rey. E por eso él revocó, é dio por ninguno todo
lo que así avian fecho é ordenado, poniendo sospe-
cha en ellos como en enemigos de su servicio. Fe-
cho aquesto, el Rey se partió de Olmedo para Sego-
via; é los caballeros, sentida la indignación ^el
Rey, tomaron al Príncipe Don Alonso, é se fueron
con él á la cibdad de Plasenda ; donde llegados, se
vinieron á se juntar con ellos el Maestre de Alcán-
tara y el Conde de Medellin, é con ellos los dos tray-
dores que los inducierou : los quales fueron bien res-
cebidos, porque con ellos parosció crescer su parti-
do. El Maestre de Calatrava se partió al Andalucía^
así para levantalla contra el Rey, como para guer-
rear á los leales servidores, segund adelante será re-
contado. El Arzobispo de Toledo y el Almirante
Don Fadrique se fueron á sus tierras, para seguir al
Rey quando los llamase.
CAPÍTULO LX3L
Cono el Rey ae partió de SegoTla para Madrid, y el Anpblspo de
Toledo Tino allí, pan lo aervlr, é de lo qoe allí aibcedló. *
Pasados algunos dias que el Rey estuvo en Segó-
via, partióse para Madrid, é mandó que la Rey na é
su hija é la Infanta su hermana se quedasen alli cou
buena guarda. E venido á Madrid, el Arzobispo de
Toledo se vino lueg^ á su servicio á grand prisa ;
porque supo que la muger del Marqués de Villena
venia á él con tratos del Marqués su marido é de
parte de los otros caballeros. Con su venida el Rey
fué muy alegre, é fué muy bien rescibido asi del
Rey como de los otros perlados é caballeros que en
la Corte estaban. E otro dia siguiente mandó llamar
al Obispo é á los otros del su muy alto Consejo.
Donde convenidos ante su Real presencia les dizo :
«Ta creo aveis visto é conoscido las formas desho-
«nestas que el Marqués de Villena, mi criatura é
A hechura desagradecida ha tenido para me destruir
né deservir é poner en necesidad,, no solamente po-
nniendo osadía en los corazones de mis subditos,
Dpara que sin vergüenza se atreviesen ó pusiesen en
«armas contra mí, para quererme prenderen el cam-
»po, mas después con sus cabtelosas formas rodeó
«que yo le oviese de entregar al Infante mi her-
»mano, disoiendo, que jurado por Príncipe, avria
npaz é sosiego en mis Reynos. E asi convencido de
Dsus pocas verdades, confiándome del como de cría-
ido, é considerando que á mí como á padre del
» Rey no pertenosoia cscusar la rotura é procurar el
«sosiego, porque las muertes é males de mis natu-
» rales se escusasen, plúgome de lo dar. E asi entre-
igado é jurado en tanto perjuicio de mi honra é de
. «
142
cmÓNIQAS ÜB LOS BBTES DB OASfFItLA
•la justicia de mi hija, qaando pentó tener aoflÍe|^,
«veo mas alteración y menos acdego; porque él é
•los caballeroB de mi confederación agora qne tienen
ȇ mi hermano en su poder, andan pneetos en ar-
»mas por mis Beynos, cabeando alteraciones en mis
» pueblos por donde van, en grand deservicio de Dios
ló mió. Por tanto quiero aver vuestro consejo, élo
sqúe vos parece que sobre ello se debe hacer, i Aca-
bada su habla, todos los del CSonsejo, que alli estaban,
dieron sus veces al Arsobispo, porque como era pri-
mado, respondiese primero ó diese su voto. El qual
con grand reverencia propuso, disciendo : cSin dub-
• dsi Seftor, vistas las desórdenes del Marqués é de los
» otros caballeros de su confederación, mucho me-
1 jor fuera no avelles dado al Infante vuestro her-
• mano, para jurarlo por Prfndpe, según lo que ve-
imos, que se hace y el camino tan roto que llevan;
ipero pues ya es fecho, conviene buscar el remedio.
aB porque ellos en lugar de estar sosegados andan
•deshonestamente por vuestros Beynos con gente
sarmada, escandalizando los pueblos é alborotando
lias cibdades ; por tanto mi parecer es, que vuestra
• AltcEa les envié luego á mandar que le tomen
s luego á el Principe vuestro hermano, visto que es-
Atará mucho mejor debaxo de vuestra sombra Beal,
ique no en su poder ; ca teniéndolo ellos, procura-
»rán de escandalizar vuestros Beynos, é poner en
• necesidad vuestra persona real, para que les haya
•de dar, é tengan cabsa de pedir. E quando asi no
•quisieren obedescer, que se proceda contra ellos,
•como contra rebeldes é desobedientes vasallos é
•subditos naturales ; é que con mano armada é su
•grand poder, vuestra excelencia los vaya á buscar,
•yéndose á Salamanca, cerca donde ellos están; en
•tal manera , que con la pujanza de su poder los
•haga venir á obediencia por fuerza quando no qui-
•sieren de grado. To entre tanto llamaré mis gen-
ates, é serán luego conmigo, para proseguir esta cab-
•sa en vuestro servicio.» Oydo lo que asi avia pro-
puesto el Arzobispo, quedó el Bey muy contento, é
los otros del Oonsejo que presentes estaban, pen-
sando que tales estaban los enforros de dentro qual
se mostraban en la cara por las palabras de fuera.
B asi aprobando lo que desda, é aviéndolo por mas
sano, fué acordado que luego se partiesen para Sa-
lamanca, disciendo que tomarían á los enemigos de
sobresalto, sin que se pudiesen proveer ni estar aper-
dbidos. A este voto se llegaron los otros del Oon-
sejo ; é asi acordada la partida, el Bey con toda su
Oorte é la gente de sus guardas se partió camino de
Salamanca.
JAPÍTÜLO ISXl.
Como DoB Garel-Altirai de Toledo, Conde de Alví, eatió ft sa-
pUearal Rey te quístese Ir por aqoclls sa villa, á reseeblr Oea-
us ; t doade el Rey Ué, y el Conde qaedó por soyo.
Luego que el Oonde de Alva supo la pasada del
Bey á Salamanca, le envió á suplicar que quisiese
venir por aquella su villa de Alva, á rescebir fiesta
é servicio ¡ lo lual el Bey aceptó. E venido, estuvo
alli por espacio de quatro dias, y el Oonde le festejó
quanto mejor pudo, no solamente á su persona real,
mas á los otros sefiores que iban con éL T estonces
d Oonde queriendo satisfacer y enmendar d yerro
pasado de las vistas de Sant Pedro, dixo al Bey
que le queria servir é ser suyo, é que suplicaba á su
Alteza, que perdiendo el enojo de lo pasado, le qui-
siese rescebir por suyo é para su servido. De aques-
Ito fué d Bey muy contento , e le respondió que los
Beyes nunca avian de acordarse de sus propias en-
junas, mas disimuladamente olvidallas ; porque de
otra guisa serian vendioativos, é por dio no mere-
cedores de reynar ; que á él plasda de lo que asi le
hablaba, y era muy contento de su servido, é le pro-
metía grandes mercedes. Fecho este concierto con
el Oonde de Alva, el Bey se partió para la cibdad
de Salamanca.
oapItülo Tixxn.
Como el Rey llesé d SaUsnaca, é de lo qie aUi aakeedlé.
Después que el Bey fué llegado á Salamanca, é
con d d Arzobispo de Toledo y d Duque de Al-
burquerquey d Obispo de Oalahorra é los otros dd
Oonsejo, fué acordado que el Bey enviase su carta
patente á los cabdleros que estaban en PlasenciSi
en que le mandaba que luego le diesen y entrega-
sen d Principe Don Alonso su hermano , porque
ya ellos sabían que lo avian demandado para la pa-
cifioadon é sodego del Beyno, y que dios le traían
haciendo escándalos y alborotos, andando con gen-
te armada por las cibdades é villas é lugares de sus
Beynos sin su licencia é mandado : por tanto , que
era necesario é convenia que gelo oviesen de tor-
nar á su poder ; é que como á subditos les mandaba
que depusiesen las armas é viniesen á su servicio^
segund que todo leal vasallo era y es obligado á
su Bey: en otra manera, que los avria por rebeldes
é desobedientes , é mandarla proceder contra ellos,
asi como contra deservidores de su Bey é sefior na-
tural. Entre tanto que aquesto se trataba , é la res-
puesta de los caballeros venia, d Arzobispo de To-
ledo, como ya se acercaba el tiempo , para lo que
él deseaba é movía de secreto , envió á suplicar al
Bey quisiese cumplir lo que con él y con el Almi-
rante estaba capitulado, é su Alteza tenia prometi-
do para la seguridad de sus personas, pues que es-
taban prestos é aparejados para su servido. El Bey
respondió que le plasda de buen grado ; pero que
entre tanto que venian los Alcaydes de Ávila é de
Medina dd C^mpo ó de Valdenebro, para mandalles
entregar las fortalezas, que llamasen luego sus gen-
tes é las juntasen ; el Arzobispo la suya, que la tru-
xese allí condgo , y el Almirante la suya ; é que la
tuviesen en Valladolid, para guardar la villa ; é les
mandarla dar luego sueldo para día. B quando
quiera que por una parte estos dos Sefiores pedían
al Bey que cumpliese con ellos lo capitulado é con-
certado, por la otra parte tenian de secreto su trato
con el Marqués de Villena ó con los otros caballe-
ros "«ne estaban en Plasencia para ^ae se hiciese lo
DON ENBIQOB OOAWSO.
148
qué presto le uiortrA por U obra. Llegado el mensa-
gero del Bey A Ptasencia, é presentada la oarta á
loa oaballeroe que él Bey los enviaba, é vista, ávido
■n aonerdo entre ellos, respondieron por otra oarta,
disdendo qae sn Altesales avia dado para segnridad
de sos estados al FHnoipe Don Alonso sn hermano,
y qne ellos le tenian oon aqnel acatamiento qne á
lodo Prindpe heredero se debe tener, y lo serdan
oon aquella revereftda qne se debia; porque sn
real sefioría los persegnia, é venia oontra ellos oon
mano armada, pidiéndoles oosas injustas. Por tan-
to, que humildemente le suplioaban no los quisiese
molestar ni estreohar $ é pues que elloa como sub-
ditos se arredraban é huian dé su ira, que su Alteas
no loa quisiese mas perseguir ni ir oontra ellos. B
donde aquello no bastase, para aplacar su indig-
nación, tomando A Dios por testigo, se despedían de
■n servido : é que le suplicaban, noquidese casar la
Infanta DoHa Isabel su hermana oon el Bey de Por-
tugal sin grado é consentimiento de los tres Esta-
doade Castilla, é de sus Beynos. Tomando d men-
sagero con la respuesta, que and enviaban los ca-
balleros al Bey, é vista por algunos de sus orlados
é servidores, le dizeron é amonestaron que su Alte-
as quidese mirar é notar las palabras seftdadas de
aquella carta, en que los caballeros desdan que se
despediaii de su servido ; pero que no se desnatu-
raban desús Beynos, por las qudesse manifestaba
la dallada voluntad de todos dios, é pareada que-
rían hacer Bey A su hermano: por tanto, que viese
bien lo que le cumplía, é se remediase con tiempo;
é que ad mesmo sospechaban é aun eran certifica-
dos que el Araobispo de Toledo y el Almirante se
avian de pasar A los cabdlerós quando les «fuesen
entregadas las fortdesas é dado el suddo que pe-
dían. B como el Bey era mas remiso que diligente,
mas descuidado que proveído en sus cosas, pasó
muy livianamente por todo lo qne ad le fué de-
puesto, dlsdendo que queria cumplir oon el Aiiso-
bispo y con d Almirante, confiando de su bondad
que le serian leales, é que oon ellos se estorbarla el
dafiado pensamiento de los caballeros. B ad veni-
dos los Alcaydes de Avila é de Medina dd Oampo
é de Yaldenebro, mandóles entregar las fortdesas:
al Arsobispo la de Avila con el Oimorro, é la Mota
de Medina del Oampo, é para el sueldo de mil é
qnatrodeiitas lansas le diesen doce mil Bnriques ;
é d Almirante fuese dada la villa de Yaldenebro^
de Juro, con la tenencia é guarda de Vdladolld , é
para suddo de ochodentas lansas ocho mil Bnri-
ques, con que luego juntasen sus gentes, el Arso-
bispo para andar con el Bey , y el Almirante para
estar en Valladolid. Hecho aquesto, mandó el Bey
llamar A los de su muy dto Consejo, donde conve-
nidos, fué acordado por voto del Arzobispo que d
Bey se fuese A poner cerco sobre Arévalo, dlsden-
do que los caballeros, por no perdor aquella villa,
se pomlan en dgnn trato do venir en lo que el Bey
queria ; é que entre tanto que su gente se acababa
de juntar, que su Altesa con sus guardas devia de
Ir prestamente A la cercar ; é que venida su gente.
seria luego ooii él, é vemia por la otra parte la gen-
te dd Almirante ; por manera que muy prestamente
pudiesen tomar aquella villa. Ávido aqueste acuer-
do, d Bey mandó aperod)ir sus guardas é pagarles
sueldos. Entre tanto qne en aquesto se daba oonoln-
sion é priesa para partir, aoaesdó un dia por la ma-
fiana, estando el tiempo muy asosegado y d ddo
muy sereno, que vino A desora un viento muy gran-
de é muy furioso, que arrrebató d tablado que es-
taba en la picota en medio de la plasa mayor de
Salamanca, é lo echó un gran tiro de piedra en lar-
go, de que algunos astrólogos, qne dli estaban,
pronosticando, dizeron algo de los nudes é trabajos
que al B^y le sobrevinieron.
4
CAPITULO IiXXm.
Cobo el R«f se sartió pira Miear It Tilla de Arévalo» y lo ^
é» §qmtí eaaiao lakeedltf.
Entregadas las fortdesas de Avila é Medina del
Campo d Anobispo, é Yaldenebro al Almirante, é
apoderado en la villa de Yalladolid, é resoebidos
veinte mil enriques de sueldo , el Bey se partió para
Medina dd Campo oon las capitanías de sus guar-
das, é mandó que el Duque de Alburquerque, é el
Obispo de pdahorra con los otros Caballeros de la
Corte se quedasen aUl en Salamanca ; y que el Ar-
sobispo de Toledo , recogida su gente , que tenia en
Hontiveros , se fuese luego en pos de él sobre Aré-
vdo, é la gente del Almirante acudiese dli. B asf
llegado A Medina del Campo , envió A mandar A Juan
Guillen, que tenia la guarda de la Beyna en Segovia,
qne la tmzese luego dli, é A la Infanta Dolía Isabd
su hermana oon ella, é que A su hija la dezase en d
Alcaaar en poder del Alcayde Perucho de Monzar-
ras, que la tuviese A buen recabdo. Puesto por obra
lo que el Bey mandaba, la Beyna fué trayda é muy
bien resceblda por el Bey. Pasados tres días que la
Bejrna fué venida , mandó el Bey que día é la In-
fanta su hermana quedasen dli en Medina , é Juan
Guillen oon dentó de A caballo en su guarda. 13 Bey
se fué sobre Axévalo con las gentes de sus guardas,
esperando la venida del Arsobispo, é la gonte dd
Almirante. Mas oomo ya ellos tenian fecho su con-
cierto oon los caballeros, é dado su asiento en la
maldad que se puso por obra , su venida para d Bey
fué pasarse A los enemigos de la ledtad , en tal ma-
nera , que su fiddidad se tomó en rebdion. Yiendo
el Bey la tardansa del Arsobispo, acordó de enviar
por él oon un secretario suyo , que se llamaba Her-
nando de Badajos, didéndole, queso maravillaba
de su tardansa, é rogAndole quidese venirse presto
para poner el cerco, porque oon su venida, é oon la
gente dd Almirante tomarían muy presto aqudla
villa. Como aqueste mensagero llegó d ArBobispo,
hdlóle en el campo oon su gente , que se Iba camino
de Avila , é dizole: tSofior, el Bey esté esperando
vuestra ida, para que se haga lo que por vuestro
consejo ordenaste que se hiciese, i El Arsobispo le
respondió furiosamente : t Id é decid A vuestro Bey,
que ya esto harto de él é de sus oosas ; é que ago-
144
ORÓNIOAS DE LOS BBTBS DB OA&rriLLA.
ra seTorá quien es el verdadero Bey de OastUlfu»
Estonces el secretario , ojrda su desmesurada res-
paeeta , tomóse á gprand prisa al Rey, é recontóle lo
qae le avia dicho el Arzobispo. Llegó luego otro
mensagoro presurosamente, haciéndole sabor cómo
el Almirante Don Fadrique so avia alzado con Va-
lladolid, disoiendo: ¡Viva el Rey Don Alonso! En
la misma hora llegó otro mensagero , notificándole
como el Marqués de Villena é los otros caballeros
que estaban en Plasencia , la noche de antes se avian
partido para Avila, á juntarse con el Arzobispo de
Toledo , para alzar por Rey al Príncipe Don Alonso
su hermano; é que, para atraer loa caballeros que
hiciesen aquesto, se avia pasado á él, éno para ser-
virlo. I O reverendo Perlado I |0 quánto se podría
agora escribir de til \ que si tanto dolor ovieras de
tu vergonzosa infamia , quando asi te deleytaste en
hacer tan grand yerro , ni tu honra quodára denos-
tada, ni tu fama tan abatida en el mundo! E pues
mucho te presoiaste de lo que debieras aborresoer, é
procuraste con diligencia tan vituperioso nombre,
quedarás para siempre con feo apellido , é tu denos-
tada memoria para siempre avergonzada. E tú,
grand Sefior Almirante de Castilla , si tanto te pres-
ciabas de la sangre real venir, si mucho te gloria-
bas descender de aquella oepa , ¿ por qué denegriste
tu persona con obra tan deshonesta? ¿ por qué desdo-
raste tu fama con tan vergonzosa f azafia ? ¿ por qué
ofendiste tu memoria con forma tan disoluta? así
que según aquesto , mas te podría llamar enemigo
de tu linage , que conservador de su claro renom-
bre. B estonces el Rey , oidas las nuevas que así le
traían de cada parte, secretamente retraído , las ro-
dillas en tierra, é las mapos alzadas acia el cielo,
oon grand devoción , dixo así : c A tí glorioso Re-
» dentor, por quien reynan los reyes en el mundo,
» en cuyo poderío son todos los derechos de los rey-
» nos , me encomiendo ; en tus manos pongo mi vi-
B da ; infinitas gracias te doy , porque así te ha pía*
» cido acuitarme por mis culpas; mas es lo que yo
«merezco, é menos lo que padezco. Plágate, Sefior
A soberano. Rey de la gloria, que aquestos trabajos
» mios sean en descuento de las penas que mi áni-
9 ma por las culpas que he hecho tiene merecidas. E
» si á tu infinita bondad place que por mí hayan de
» pasar tantos denuestos , dolores y males , suplíco-
»te, quanto puedo, me quieras dar pasciencia con
» que los sufra , é seso y entendimiento con que me
» gobierne. » Acabada su oración , mandó tocar sus
trompetas á cabalgar , é fuese para Medina antes
quo amaneciese. Donde llegado , tomó á la Royna ó
á la Infanta su hermana , é se partió á mas andar
para Salamanca , é todas sus gentes en pos del.
CAPÍTULO LXXIV.
Gomo los ciballeros entrotanto qoe el Rey llegó i SaUmaaei con
la Rcyna 6 la Infanla , partieron para Avila, é feclia la eatilaa
del Key, la deaeompaaleron, é aliaron por Rey al Prinelpe Don
«Alonso.
Entretanto que el Rey llegaba á Salamanca oon
la Reyna y la Infanta su hermana , e^ Arzobispo de
Toledo se apoderó de la cibdad de Avila y del oi-
morro de la Iglesia Mayor , que estaba de su mano;
é así apoderado, vinieron allí luego los caballeros
que estaban en Plasencia oon el Príndpe Don Alon-
so ¡ donde fueron convenidos é juntados los que aquí
serán nombrados: Don Alonso Carrillo, Arzobispo
de Toledo ; Don Ifiigo Manrique , Obispo de Coria;
Don Juan Pacheco , Marqués de Villena ; Don Alva-
ro de Zúfiiga, Conde de Plasencia ; Don Qomez de
Cáceres, Maestrp de Alcántara; Don Rodrigo Pimen-
tel. Conde de Benavente ; Don Pedro Pnertocarrero,
Conde de Medellin ; Don Rodrigo Manrique, Conde
de Paredes ; Diego Lopes de Estáfiiga, hermano del .
Conde de Plasencia, oop otros caballeros de menos
estado. Los quales manuaron hacer on cadahalso fue-
ra de la cibdad en un grand llano , y encima del ca-
dahalso pusieron una estatua asentada en una silla,
que descian representar la persona del Rey , la qual
estaba cubierta de luto. Tenia en la cabeza una co-
rona, y un estoque delante de bÍ| y estaba oon un
bastón en la mano. B así puesta en el campo , sa-
lieron todos aquestos ya nombrados aoompafiaudo
al Principe Don Alonso hasta el cadahalso. Donde
llegados, el Marqués de Villena y el Maestre de Al-
cántara y el Conde de Medellin , é oon ellos el Co«
mendador Qonzalo de Sayavedra é Alvar Gk>mes to-
maron al PrÍDcipe , é se apartaron con él un grand
trecho del cadahalso. T estonces los otros sefiores que
allí quedaron , subidos en el cadahalso, se pusieron
al derredor de la estatua ; donde en altas voces man-
daron leer una carta mas llena de vanidad que de
cosas sustanciales , en que sefialadamente acusaban
al Rey de quatro cosas: Que por la primera, meres-
cia perder la dignidad Real ¡ y entonces llegó Don
Alonso Carrillo, Arzobispo de Toledo, é le quitó la
corona de la cabeza. Por la segunda, que merescia
perder la administración de la justia ¡ así llegó Don
Alvaro de Zúfiiga, Conde de Plasencia, é le quitó el
estoque que tenia delante. Por la tercera , que me-
rescia perder la gobernación del Reyno ; é así llegó
Don Rodrigo Pimentel , Conde de Benavente , é le
quitó el bastón que tenia en la mano. Por la qnarta,
que merescia perder el trono é asentamiento de Rey;
é así llegó Don Diego López de Zúfiiga, é derribó la
estatua de la silla en que estaba, disoiendo palabras
furiosas é deshonestas. | O subditos vasallos! no te-
niendo poderío ¿ cómo descomponéis el ungido de
Dios? I O sugetos sufragan eos I no teniendo liber-
tad , ¿ cómo podéis deshacer al que Dios é la natura
quisieron que fuese Rey? | O gente sin caridadl sien-
do criminosos, ¿ cómo podistes ser jueces y acusa-
dores, imponiéndole vuestro crimen? Pensando que-
dar sin culpa, vos fecistes mas culpados; por abo-
nar vuestros yerros , fecistes mayor errada. ¿De qua-
les defectos querréis condenar á vuestro Rey, que
los vuestros no sean mayores ? ¿ Quáles infamias le
queréis imponer, que las vuestras no sobrepujen? Si
f uerades naturales del Reyno , huviérades dolor de
desfamar vuestra nación. Porque érades estrange-
ros, de tierras agenas venidos, deshonrasteis al Rey
natural de los Reynos de Castilla. Mas como fuisteis
tyOít ENRIQUE CUARTO.
Í45
fl genos é de «gena ntoion yenidos, no yos oondolis-
tos ni otíbíos compasión de robar agena fama. Asi,
por cobrir Tuestras mancillas amancillasteis los lim-
pios, ó quedasteis ensuciados en la fama para siem-
pre. — Lnego qne el abto de la estatua fué acabado,
aquellos buenos criados del Rey, agradesciendo las
mercedes que de él reecibieron, llevaron al Princi-
pe Don Alonso hasta encima del cadahalso ; donde
olios é los otros perlados é caballeros , alzándolo so-
bre sus hombros ó brazos , con voces muy altas di-
zeron : i iCastilla por el Rey Don Alonso!» E asi dicho
aquesto, las trompetas é atabales sonaron con gpran-
do estruendo. Estonces todos los Qrandes que allí
estaban , é toda la otra gente llegaron A besalle las
manos con grand solemnidad, sefialadamente el
Marqués de Villana é los criados del Rey que seguían
sus pisadas. | O oiíansa desagradecida I | O f echura
sin bondad I que después de puestos en tanta pros-
peridad , subidos en alta cumbre y estados , con tan-
ta ingratitud olvidasteis los beneficios que del Rey
reoebisteis. | O servidores perversos que asi vos con-
formasteis, para deshonrar á quien vos honró I ¿Por
qué tan nueva perversidad aveis devisado é demos-
trado á las gentes? ¿ Por qué tan sin miedo abris-
teis las puertas de la traycion, é quitasteis el velo
de la vei^ensa á la deslealtad? ¿Por qué aveis
querido que la lealtad sea traycion, é la traycion
por lealtad coronada? Oygan agora pues las gen-
tes de las Espafias ; tomen enzemplo las naciones
del mundo; aprendan los leales A ser agradesci-
dos; sepan los hidalgos mantener lealtad, é los
principes terrenales noten bien é contemplen la
nobleaa de aqueste Rey é la vileza de sus cria-
dos , que resabiendo menosprecios é vituperios é
baldones, se tomó siempre mejor , y ellos resoibien-
do siempre beneficios é honras é sefiorios se hicie-
ron muy peores ; de tal guisa , que por la grand bon-
dad del sefior, hayan oonosoiraiento de la malvada
villanía de sus perversos criados, é vean é conozcan
con quan doloroso manto cubrieron sus personas
para herencia de sos hijos.
CAPITULO LXXV.
De lo qve tutéió oa Salaminea , y lo qóo el Rey biio , ^rnnéo
sopo la lovedatf qiolos eabaUaros hieteroB coatra él.
Sabida la novedad y el caso tan feo que los caba-
lleros avian fecho en Avila, el Rey con mucho re-
poso , sin tomar alteración , dixo : • Agora podré yo
» descir aquello que dixo el Profeta Isaías en perso-
iina de Dios contra el pueblo de Israel, quando ido-
• latrando se apartaron de él, para seguir á los fdo-
.«los de los gentiles. Crié hijos é póselos en gprand
» estado, y ellos menospreciáronme. Pero puesto que
» aquellos mis criados é los otros caballeros como
« desleales pensaron ofenderme con aquel corruto
« traslado de la estatua de mi persona, que así des-
» compusieron, apartándose de mi servicio, para
a conseguir sus ordenadas tiranías , no podrán tanto
A hacer, que el original verdadero que soy yo, no
» se quede muy sano para sscnrlos mentirosos. Es-
a.-ni.
» pero en la soberana voluntad de mi Redentor Je-
» Bu-Chrísto , como justo juez de los Reyes , que su
a maldad será destruyda, é mi limpia inocencia ma-
a nif estada ; porque quanto agora se glorifican de
a ser traydores , vernán después con mayor dolor, y ,
a lloren porque nascieron.a | O palabras dignas de
ser pronunciadas por boca de Rey , si así se consi-
guieran las obras con el dicho 1 Mas como los cora-
Konos de los Reyes están en las manos de Dios, vuél-
velos adonde quiere ; múdales el querer ; quítales el
enf uerzo ; hácelos errar como beodos , é andar fuera
de camino , sin que sepan atinar. Certificado el Rey
por oxteoso do los abtos que se hicieron por los ca-
balleh», acordó de llamar, así á los Qrandes de su
Reyno que '.sintió que le serian leales , como á las
otras gentes comunes é populares ; é así acordado,
mandó hacer sus cartas de llamamiento. En este me-
dio tiempo comenzaron de llegar á él mensageros de
diversas partes con nuevas mas dolorosas que pla-
centeras, ó mas tristes que llenas de solas. Unos le
hicieron saber como en la cibdad de Toledo , Pedro
López de Ayala y el Mariscal Payo de Ribera con
otros caballeros ó grand parte del pueblo , se avian
puesto en armas é prendido á su Asistente Pedro de
Guzman, é le tomaron el Alcázar é las puertas ; é
ansí tomadas , que alzaron pendones por su herma- -
no. Otros mensageros le hacían saber como la cib-
dad de Burgos era rebelada contra él ,'é avian alza-
do pendones por su hermano. Otros mensageros le
certificaron como Don Pedro Girón , Maestre de Ca-
latrava , andaba muy poderosamente por el Anda-
lucía, é avia fecho rebelar las cibdades de Sevilla é
Córdoba contra él , y al Duque de Medina Sidonia
Don Juan de Guzman , é á Don Juan Ponoe de LfOon,
Conde de Arcos. Entonces el Rey, oidas las nuevas
de tantas rebelioi\es , respondió con grand pascien-
oia : c Desnudo sal! del vientre de mi madre , é des-
a nudo me espera la tierra: no puede morir ninguno
atan pobre como nació: si agora me azota Dios por
a mis pecados, después les dará remedio é salud;
a porque su infinito poder es el que mata y el que
a resucita , el que enferma y el que sana , el que
a da los sefiorios y los quita, el que haoe los Re-
ayes é los deshace, quando él quiere.» Dichas
aquestas palabras, mandó despachar sus cartas por
todo el Reyno á todos los Estados, notificándo-
les la grand traycion é maldad de los caballeros que
así se avian levantado contra él é alzado por Rey al
Príncipe Don Alonso su hermano , para que le vi-
niesen á servir é ayudar á destruir los traydores,
prometiendo mercedes y exemptiones , libertades é
franquezas, en tal manera, que muy grand parte
del Reyno se movió , é vinieron muy ganosos á lo
servir. E como Don Garci- Alvares de Toledo, Conde
de Al va , era ya suyo, é estaba mas cercano de Sa-
lamanca que ninguno de los otros caballeros de su
partido, vino primero á servirlo con trescientos .
hombres dVmas, é duscientos gínetes , é mil peo-
nes ; donde fué muy bien rescebido. E así venido,
fué acordado que el Rey con su hueste se fuese alle-
gando contra los enemi^s, para qne sonando por el
10
ud
ORÓNIOAS DB LOS ROTES DE OASTtLLA.
Bey no que el Bey loe iba á oeroar, reoorreria ma-
yor número de gente A servillo , é con mejor gana.
Concertada la partida, el Bey mandó qae el Ck>nde
de Alva con en gente, ó Joan Fernandez Qaliiido,
Capitán General do todas eoB gaardas, é Don Alva-
ro de Mendosa con la gente d^armas , ó los otros Ca-
pitanes con sos gentes se f aesen jantes ordenada-
mente á aposentar á Zamora. El Bey con poca gen-
te se fué por Ledesma, é Hoyó consigo á la Beynaó
á la Infanta su liermana ; donde llegado , el Dnque
de Alburqaerqae le bizo alli mncbas fiestas. Elntre-
tanto que así le festejaba , jnntó doscientos houibres
este Maestre de Oalatrara trató vistaa con él, é des-
pués de dadas grandes firmezas é seguridades de
cada parte, venidos entrambos A las vistas, el Maes-
tre rogó al Prior quisiese dezar la voz del Bey ó
confederarse oon él, é seguir el partido del Príncipe
Don Alonso , á quien él llamaba Bey ; y el Prior le
respondió, que nunca Dios quisiese que él oviese de
olvidar los beneficios que el Bey le avia fecho é ser
contra él. Estonces el Maestre, quebrantando su fé
y palabra, que con tanta firmeza é seguridad avia
dado, prendiólo muy deshonestamente, é púsolo en
muy grand estrecho, hasta que le hizo entregar A
d'armas é trescientos ginetes. Pasados ocho días que Lora y á Setefilla, que son una villa é dos fortalezas
^1 r» X T ^j j* j •_ j n j.i T» • j j_ a ^ t ^ir m a__ « i
el Bey estuvo en Ledesma , acordó de se ir A Zamo-
ra é juntarse con sus gentes; ó mandó que la Beyna
se fuese desde allí A ver con el Bey de Portugal su
hermano , para que si necesario fuese , concertase
con él que seg^n la confederación ontre ellos fecha,
le enviase gente. Con la Beyna fué la Infanta Dofia
Isabel ; pero A la verdad aquellas distas aprovecha-
ron poco. £1 Bey se partió para Zamora , donde le
fué fecho solemne recibimiento con gránd alegría
de todo el pueblo. Llegado el Bey A Zamora, vino
allí luego A lo servir Don Alvar Pérez Osorio , Con-
de de Trastamara, con ducientos hombres d'armas,
é otros tantos ginetes. En pos de él vino Don Juan
de Acufta , Conde de Valencia , con cien hombres
d'armas é ducientos ginetes, en tal manera, que ya el
partido dol Bey so mostraba crescido. B entretanto
que las otras gentes , así de los caballeros Grandes,
como de los otros pequefios venian, mandó A'dos ca-
pitanes suyos que con trescientos rocines se fuesen
A Segovia , é truxesen A su hija Dofia Juana. La
qual traída, mandó que le fuese fecho rescibimiento
do Princesa ; é así fué rescebida con mucha solem-
nidad, é metida en la oibdad con su rico pAlio, se-
gún se acostumbraba hacer A los Príncipes here-
deros.
CAPÍTULO LXXVI.
Como el Maestre de Caletraví hito ftrandea noTedades en el An-
dalucía eontra los serridores leales del Rey, é lo fie alli sab-
eedid.
Aunque las cosas del Bey parescian llevar algu-
na mejoría y estar en camino de recobromiento, así
por los muchos sefiores que eran de su parte, como
por la grand muchedumbre de gentes que lo venían
A servir, por donde se hallaba tan poderoso , que A
otra mayor hueste que A la de sus enemigos pudiera
vencer y destruir, ni por eso cesaba jamas la desen-
frenada desobediencia de Don Pedro Girón, Maestre
de Calatrava, do guerrear A los leales servidores del
Bey, é perseguir las cibdades que estaban por él en
el Andalucía, en tal manera, que unas veces rogan-
do, otras con dAdivas, otras amenazando, é otras ve-
ces con halago, hacia pervertir A muchos, que esta-
ban oon buen deseo de servir al Bey, para que fue-
sen tales como él y siguiesen sus pisadas. E como
Don Juan de Volenzuela, Príor de Sanct Juan , fue-
so uno de los leales que seguían el partido del Bey,-
del Príoradgo de Sanct Juan. T entregadas, é suel-
to el Príor, fué luego, é tomó la villa de Alcázar de
Consuegra; é tomada, puso luego cerco sobre la for-
taleza de Consuegra, hasta que por hambre el Al-
cayde é los que estaban dentro se ovieron de dar ; y
entregada, puso lu^o su Alcayde. E no solamente
aquesto, que fué quitalle la mayor parte de so Prío-
radgo, mas despojólo para siempre del sefiorío de
él; porque lo entregó A Don Alvaro de Zúfiiga, hijo
tercero del Conde de Plasenoia ; por donde nunca
se pudo recobrar. E no contento oon aquesto , trató
vistas con el Obispo de Jahen, que se desda de pe-
leas, y esoríbióle como se iba A folgar é verse oon
él en un lugar de su Obispado , adonde estaba lo
mas del tiempo , que se dice Bezixar ; y llegado
allí, el Obispo le rescibió con mucho amor, é le hi-
zo la mayor fiesta que se pudo ; y el Maestre por
pagalle la honra que le avia fecho, é que así avia
rescebido en su casa, porque no quiso ser contra el
Boy, que lo avia fecho, mandóle robar todo el dine-
ro é la plata é joyas é atavíos que allí tenia; tanto,
que le dexó pobre por muchos días. Fecho aquesto,
para dar cumplimiento en la romería de su dañado
propósito, rompió guerra contra los caballeros é cib-
dades é villas del Andalucía que estaban por el Bey,
en tal manera, que de los unos é de los otros se ha-
dan muchas muertes é robos ; é lo que peor é mas
abominable paresoió A los oyentes fué que no sola-
mente se glorificaba de guerrear y alterar la tierra
contra su Bey natural, que lo hizo, mas ponía rota-
monte la lengua en su Beal persona, tanto que po-
nía terror en los corazones. | O Maestre Don Pedro
Girón, ingrato criado y desvergonzado subdito! ¿qué
infamia querrAs imponer al Bey, que te hizo, que la
tuya no sea mayor? ¿ de qué insultos lo querrAs acu-
sar, que A tí mesmo no te condenes? ¿qué males di-
rAs que hizo, que no sea escupir en tn cara? ¿ en qué
lo querrAs desdorar, que tú no quedes vestido de lo-
do? Pues dime agora , ingrato criado, al que dem-
pre te hizo mercedes, al que te dio tanta pujanza, al
que te subió en tan alto estado, al que nunca te hi-
zo yerro, é tantas veces perdonó los tuyos, al que
siempre te trató oon mucho amor, ¿cómo lo pediste
deshonrar? ¿ qual corazón te bastó para perseguillo
tan sin piedad ? ¿qué crueldad fué la tuya dalle tan
feo pago por tan altos beneficios como de él resoe-
biste? Pues, blasfemador de Dios , é roncador de
su divinal bondad, ofendedor de su bendita clemen-
ÜON ENRtQÚB GÜAATO.
147
cia, con tan poco temor de m grand poderío, no me
qniero maravillar que deelionree al que te hÍEo del
polyo« — E puesto que oon sa maldeeoir atraía algu-
nos, otros como discretos, temerosos de Dios é cela-
dores de la lealtad, sostenían la toe del Rey , é de-
fendían la tierra de su persecución. B pues como
leales se mostraron en serriclo de su Rey aquestos,
que oon las armas Iban contra el Maestre de Oala-
traTa, justa cosa es que sean nombrados, porque
gocen sus suboeeores de la lealtad de sus padres , é
se glorifiquen de su limpieza. El primero fué Don
Juan de Valenanela , Prior de Sanct Juan , que se
perdió por ser leal ; é Don Miguel Lúeas Díranso,
Condestable de Oastilla, que defendió la dbdad de
Jahen con toda su tierra, sosteniendo la Tozdel Rey;
é Don Pedro de CSórdoba, Conde de Cabra, é sus hi-
jos; é Don Diego, el Mariscal de Castilla, é Don
Martin su hermsno, Comendador de Estepa; é Mar-
tin Alonso, Seflor de Alcaudete. E si aquestos como
leales deben quedar remembrados, no dexemosni
pongamos en olvido á los desleales que sin ver-
g&ensa se armaron contra su Rey; porque por el
loor de los unos queden los otros en perpetua me-
moria denostados pan vituperio de sus herederos.
Era el primero Don Pedro Girón, Maestre de Cala*
trava; é Don Juan de Quzman, Duque de Medina
Sidonia, Conde de Niebla; é Don Pedro de Zúfiíga,
su yerno, hijo mayor de la casa de Plasencia ; Don
Juan Ponce de León, Conde do Arcos, é Don Rodri-
go Ponoe de León, su hijo mayor. Aquestos se alza-
ron con Sevilla, é se rebelaron contra el Rey. Don
Alonso de Agnilar se rebeló con la cíbdad de Cór-
doba, é acogió en ella al Maestre de Calatrava, á cu-
ya cabsa se hicieron grandes males por todas las
comarcas.
CAPÍTULO LXXVIL
Gomo el Rsf le pirtió de Zasftri , é se fué ft Toro coa 6« hseste»
« é lo qne despaes sobeedid.
Desque el R^ vio que su poder iba cresciendo, y
grand multitud de gentíos venían de contino A lo
servir con mucho amor, vista la maldad de los ca-
balleros tíranos que contra él se avian mostrado, fué
acordado en su alto Consejo que se debía ir A Toro
oon todo el ezército de su hueste, donde se acaba-
ñan de juntar los otros sefiores, que lo venian á ser-
vir. E ad llegado á Toro, fuéle notíficado como los
caballeros tiranos avian salido de Valladolid, y eran
idos sobre Pefiaflor, é la aportillaron todo el muro
en derredor; é que def>de allí se iban á poner cerco
sobre Simancas. Estonces el Rey mandó á Juan Fer-
nandez Galíndo, su Capitán General é leal, que se
fuese luego é meter dentro con mil de A caballo pa-
ra def endélla ; é que si fuese menester mas gente,
que él iria en persona oon toda su gente. E asi Juan
Fernandos se fué á Simancas, donde llegado, é pues-
ta buena gualda en la villa, vinieron dende A dos
días los tíranos sobre ella, é pusieron su real encima
de una cuesta que estA casi junta con el lugar. Pero
como ya la villa estaba muy bien bastecida así de
gente, como de las otras cosas que eran necesarias
para defensa de ella, no la pudieron facer dafto nin-
guno, antes los oercadoree les resoebían, y estaban
mas temerosos que los cercados. E de aquí cresció
tanto esfuerzo y osadía & los de dentro, que los mo-
zos d'espuelas que allí estaban, to vieron atrevimien-
to de se juntar una grand copia de ellos, é así jun-
tos acordaron de hacer entre sí una estAtua, que re-
presentaba la persona de Don Alonso Carrillo, Arzo-
bispo de Toledo, al que llamaban Don Opas, herma-
no del Conde Don Julián, que metieron los Moros
en Castilla contra el Rey Don Rodrigo , por donde
fué perdida Espafta. E así fecha la estatua, é pues-
ta en prisión, uno de ellos se asentó como Juezi é
mandó traer la estAtua delante de ól, é pronuncian*
do sentencia, dizo: o Que por quanto Don Alonso
Carrillo, Arzobispo de Toledo, siguiendo las pisadas
del Obispo Don Opas, el traydor destruidor de las
Espaftas, avia seido traydor A su rey é sefior natu-
ral, rebelAndose contra él con los lugares é fortale-
zas é dineros que le avia dado para que lo sirviese:
por ende, que vistos los méritos del proceso , por el
qual se manifestaban sus feos insultos y deliotoB,
mandaba que fuese quemado, llevAndolo por las ca-
lles é lugares públicos de Simancas, A voz de prego-
nero, diciendo : «Esta es la justíoia que mandan ha-
cer de aqueste cruel Don Opas ; por quanto rescebi-
dos lugares, fortalezas é dineros psra servir A su
Rey, se rebeló contra él : mAndanle quemar en prue-
ba é pena de su maleficio : quien tal ñzo\ que tal
haya. » Dada la sentencia, un mozo d'espuelas tomó
la estAtua en las manos, y así pregonando la saca-
ron fuera de la villa A vista del real, don esta estA-
tua iban mas de trescientos mozos d'espuelas, acom-
pafiAndola. A las voces de aqueste pregón se para-
ron los caballeros é gentes del real A mirar ; é des-
que los mozos llegaron casi en comedio del real é
de la villa, hicieron una grand foguera, donde que-
maron aquella estAtua; y quemada, comenzaron A
desoír en alta voz un cantar, que deiscia:
Esta es Sinsneas,
Don Opss traidor.
Esta es Slnaneas»
Qse Bo Pefiaflor»
con otras coplas muy feas, que contra él se desdan.
Aqueste cantar duró grand tíempo en Castilla , que
le cantaban A las puertas del Rey é de los otros ca-
balleros. E quando los cañileros del ceit» vieron
que estar sobre Simancas no aprovechaba, ni se po-
día tomar por combate,, ni mucho menos por ham-
bre, é que ya el Rey se acercaba con grand poder
contra ellos, acordaron de levantar su real^y levan-
tado, se tomaron A Valladolid.
CAPITULO LXXYIII.
Cono estando el Rey en Toro Tino nueba gente i lo servir » así
caballeros de frandcs estados, como de otra gente de i pie y
de i eaballo.
Después que por el Reyno se fué conosciendo la
grand tiranía é deslealtad de los caballeros enemí-
l48
CRÓNICAS DB LOS RETES DEi CÁStlLLA.
gOB del Rey, é tíbU la persecución é dolorosa infa-
mia de BU Rey, mny ganoeamente se movieron
grandes gentíos, así de mayor condición como de
menor, é vinieron para lo servir. B Inego vino allí á
Toro Don Diego Hartado de Mendoza , Marqués de
SantíUana, é Conde del Real de Manzanares con se-
tecientos rocines hombres duermas é ginetes, é con
mucho peonage. Vino Don L^is de la Cerda, Con-
de de Medina-Celi, oon quinientos rocines é grand
peonage. Vino Don Pedro de Mendoza , Conde de
Almazan, oon duscientos rocines. Llegaron al mis-
roo tiempo muchos hijos-dalgo de las montaftas, asi
de á pié como de á caballo en tan grand cantidad é
en tal manera, que la hueste del Rey no podía ca-
ber en lo poblado , é fué necesario salir luego al
campo, é poner su real Ordenadamente. Halláronse
allí ochenta mil peones é catorce mil de á caballo,
ganosos de pelear é venir á las manos con los tira-
nos que avian deshonrado su Rey natural. B si tal
fuera la gana del Rey, como el deseo de sus subdi-
tos, é si tal corazón quisiera tener para destruir á
sus enemigos , como aquellos venían dispuestos pa-
ra dar la batalla, muy ligeramente é sin muchas
muertes se alcanzara la victoria y fueran destrui-
dos. Mas como en esto y en las otras cosas se hace
lo que Dios quiere , y no lo que piensan los hom-
bres, vienen los sucesos como lo dispone la divinal
providencia. Visto el grand poderío con que el Rey
80 hallaba, así de muchas gentes, como de grandes
tesoros para pagallos, mandó llamar á consejo á to-
dos aquellos sefiores, que allí eran venidos 4 sorvi-
llo ; é convenidos ante su real presencia, dízoles que
viesen lo que se debia hacer, y diesen orden en ello.
Fué acordado que se fuesen derechos á poner su real
cerca de Simancas ; porque estando allí paresoeria
que tenia cercados á sus enemigos, é afloxaria su
partido. Ávido aqueste acuerdo, luego otro día si-
guiente a juntados todos aquellos sefiores en la Igle-
sia del Sancto Sepulcro, oyeron su misa solepne é
bendichas las banderas oon grand cerimonia, an-
dubieron oon ellas en procesión al derredor de la
Iglesia.
CAPÍTULO LXXIX.
Como el Rey partió de Toro eos toda aa hueste, y ae fné ft poner
an real eerea de Slmancaa , y lo qno allí anbcedid.
Después que las banderss fueron bendichas , é
todas las gentes aperoebidas , el Rey con toda su
hueste é Corte se partió otro dia siguiente , sus ba-
tallas ordenadas en esta manera : que por quanto el
Conde de Alva fué el primero que lo vino á servir,
que llevase la delantera de todas las batallas contra
los enemigos ; é de la batalla Real , donde el pen-
dón é las banderas del Rey iban desplegadas, que
fuese capitán el Obispo de Calahorra; é después to-
dos los otros sefiores , cada uno con las batallas do
su gente. Aquel dia se fueron á juntar y aposentar
junto con la villa de Castronufio, ribera del rio de
Duero. Otro dia siguiente , tocadas las trompetas,
tomaron su camino , é f uéronse á aposentar al
deiredor de Tordesillas, ribera del rio. Entretanto
que la hueste llegaba al aposentamiento , donde
aquella noche avian de reposar, aoaesció que un ca-
pitán del Rey, llamado Garci-Mendez de Badajoz,
salió oon duscientos rodnes de su capitanía por una
traviesa cerca de Valladulid, por donde so encontró
con un cabal leru del Almirante, que sollamaba Juan
Carrillo, el qual traía consigo hasta cinquenta de á
caballo. B como el Gard-Mendez lo vio, fuese luego
contra él, é por la sobra de su gente fué herido
Juan Carrillo de muerte, é preso él y toda so gente;
é así preso trúxolo á una ermita, que estaba en un
llano fuera de Tordesillas á la parte del rio. E co-
mo Juan Carrillo se vio preso y herido de muerte,
rogó á Garci-Mendez que de su parte suplicase al
Rey le quisiese ver, para decirle algunas cosas que
mucho ci)mplian á su servicio y al bien de su vida,
é para el descargo de su propia conciencia ; é Gar-
ci-Mendez lo hizo así. Estonces el Rey á suplicación
de su capitán fué allí á la ermita, é llegado, como
Juan Carrillo vido al Rey, oon muchas lágrimas, le
dixo : a Por cierto, Sefior, yo he seido traydor contra
» vuestra Alteza tantas veces , que aunque muchos
Bdias me quedasen para vivir, é no tengo dos ho-
» ras, dubdo si podria hacer satisf ación y enmienda
ttdello. E lo que agora oon todo lo otro mas me re-
» muerde la consciencia, es que yo é algimos otros
«caballeros de mí suerte por mandado de algunos
» sefiores, que mandárnoslo podían, estábamos con-
Acertados de matará vuestra Alteza, poniendo la»
» manos cruolmento en su Rual persona. E para bus -
»car lugar é tiempo convenible para ello, era hoy y o
» salido al campo, donde mis pecados me compren-
fi dieron é me dieron el psgo de mis merecimientos.
»Por tanto con quanta humildad é reverencia pue-
«do,á vuestra Excelencia suplico que usando de su
» acostumbrada clemencia y humanidad, me quiera
» perdonar ; porque si vuestra Real Sefioría, como
nmi verdadero Rey y Sefior natural , á quien tanto
»he deservido, por hacer placer á mi.sefior el jflmi-
nrante, me perdona, espero en la misericordia de
sDíos, que habrá piedad de mi ánima pecadora.» El
Rey oyda su habla, con mucha benignidad le di-
xo: ttJuan Carrillo, según mi condición, no es mu-
Aclio perdonaros los yerros que contra mí aveis co-
» metido, porque los Reyes siempre han do perdonar
»sus propias injurias; y mayor plascer avría que vi-
Bviésedes para haceros mercedes por ese arrepenti-
» miento que agora mostráis, para que conociésedes
«quánto meplasce mas la clemencia que la vengan-
»za. Yo vos perdono de buen grado : plega á mi se-
Bfior Jesu-Christo vos perdone; pero conviene que
» me digáis quien son los que cabían con vos en la
•trayciou do mi muerte.» Respondió Juan Carrillo,
que le piaseis de decirgelo en secreto ; é así aparta-
dos todos los que presentes estaban, le dixo muy
paso quien eran ; pero tanta fué la nobleza del Rey,
que jamas los descubrió, ni se pudo saber quien
eran. E luego que el Rey se partió de allí, espiró
Juan Carrillo, y otro día siguiente se partió el Rey
con sns huestes, ordenadas las batallas. Era tanta
DON BNRIQUE OUÁRTO.
149
la muohidumbre de los gentíos qaevenian, asi de á
caballo como de A pié, que sin duda ponian admi-
ración A los qae los miraban. Fnéronse A aposentar
en un grand llano entro el rio de Daero y el rio Pi-
snerga, qae pasa por Valladolid, adonde entrambos
se juntan, en tal manera , que el real estaba bien
f ortAleoido é seguro de los enemigos ; y el Rey con
BQ hija se fué á aposentar á la villa de Simancas,
CAPÍTULO LXXX
Ds eoBO la tenida de! Rey á Simaneti fné sin pro?eebo ilg ano.
Venido el Rey A Simancas poderosamente, asen-
tado el real, é fortificado con las cavas de la una
parte é de la otra con los dos rios, que cercaban casi
la mayor parte de él, estando la gente muy ganosa
de pelear é de venir A las manos con los tiranos,
suboedieron las cosas de tal manera y forma, que
los días se pasaron en vano ; los gastos eran excesi-
vos en las pagas del sueldo, é sin provecho ; y el
trabajo de tantas gentes con menos fruto , de tal
guisa, que por forma de los tratos engañosos del
Marqués de Villena, por muohas vistas en el campo,
de ninguna ovo conclusión por espesas mensagerias
de poca verdad é de grandes mentiras. B asi la ca-
ballería se tornó trAfago de n^odar, el exéfcito
belicoso interese desvergonzado , el esfuenso varo-
nil poresosa floxedad, la aníscada osadia flaqueza
de corazón ; é ansi ni la guerra truxo paz, ni las ar-
mas dieron sosiego , ni el bullicio puso descanso ;
antes denegada la batalla, se cabsaron mayores ba-
tallas, recrescieron mayores escAndalos, é suboedie-
ron muohas muertes. Pero do aquesta negligencia
é flaca solicitud, no se podria el Rey escusar de
grand culpa, ni sus caballeros quedar sin mucho
cargo de dura reprensión ; porque cosa justa fuera
so quisieran conformar, de tal guisa, que sin desore-
par de lo que al bien é prospero subceso de tan ar-
duo negocio convenia, sin diferencia ninguua se
debian conformar, sin hacer variación hacia diver-
sos fines ; porque si con celo de justicia se movian,
y el sancto proposito de sostener la verdad ios guia-
ba, convenible cosa fuera que dexando las malicias
fiparte, y arredrando las oabtelas de su seno, eñ tal
manera debieran estar unidos, que si en los caballe-
ros faltaba la gana de ponello A las manos, el Rey,
A quien mas que A iodos tocaba, como soberano de-
biera tener sobrado querer para hacerlo executar ;
y si en el Rey se apocaba la voluntad de lo que mas
le cumplía, en sus caballeros debiera sobrepujar el
deseo de lo poner en arrisco ; ca sabida cosa es é
muy manifiesta que la honra de la victoria siempre
cuelga del peligro , y no do rehuir la batalla. B
puesto, que aquestos caballeros como leales vinieron
A servir A su Rey, no se les quitarA por eso la cul-
pa de ser i^misos en lo que pudieran é debieran ha-
. oer si quirieran, pues que no lo hicieron ; porque
muchas cosas quieren los reyes como grandes, que
les debieran ser denegadas é como A hombres con-
sentidas, é otras que como A hombres se las deben
arredrar, é como A Reyes aver por buenas , oonside-
raudo que de los principes é reyes que sefiorean é
rejman en el mundo, unos son buenos reyes é ma-
los hombres , é otros son malos hombres é buenos
reyes; como sea cosa cierta, que quanto los unos
como hombres, quando suben A la cumbre del sefio-
río, son derramadores do sangre, omioidas sin com-
pasión, vendicativos, crueles y ágenos de piedad,
tanto los otros como reyes, quando tienen el Impe-
rio, tienen vestiduras de humanidad, enforros de
clemencia, é mantos de caridad, con que dignamen-
te son merecedores del trono real que poseen. B
pues de aquestas excelentes insignias , é otras tales
conosoian los caballeros leales que estaba compues-
to su Rey, razonable cosa fuera que ellos, sin espe-
rar su mandado, grado ni consentimiento, procura-
ran de dar la batalla, desafiando A los tiranos y afean-
do su tiranía, mayormente pues que sabían que el
Rey en alguna manera tenia mas flaqueza é piedad
que esfuerzo y osadía. Mas hablando agora con re-
verencia de tan alto Rey, so enmienda de la noble
caballería é leales servidores que lo seguían, ¡quAnto
bien paresciera no solamente A los que por estonces
vivían, mas Ales que después subcedieran, quando
fueran sabidores por el proceso de esta historia, que
encendidos en ira el sefior é los subditos, desenfre-
nados con safia se quisieran vengar de sus disolu-
tos ofendedores I Pues que Dios lo permitía, é que-
ría que se hiciese; porque destruidos los tiranos,
crueles disfamadores de su Rey é de su nación é del
Rey no en general, rescibieran el pago de sus obras;
si quiera porque punidos los traydores, quedaran
ellos coronados como leales , é su Rey para siempre
restituido en su honra é recobrada su fama', en tal
manera, que lloraran los desleales su abatimiento,
y los leales se glorifloaran de aver sido limpios, sin
ensuciar su línage. Verdad es que según la mucha
gente del Rey, é la poca que los tíranos tenían en
Valladolid, no tuvieran osadia de salir A la batalla,
puesto que una vez les fué ofrescída; pero ellos
como los acusaba su dañada oonsciencia , é remor-
día la gravedad de su pecado, no la quisieron acep-
tar, ni se atrevieron A salir, antes aunque las bata-
llas del Rey se allegaron junto A los muros de la
villa, jamAs se mostraron ni dieron lugar A que nin-
guno saliese fuera de las puertas. Bn aqueste me-
dio tiempo llegó la Reyna A Simancas, é la Infanta
Doña Isabel con ella, que venia de verse con el Rey
de Portugal su hermano, puesto que las vistas fue-
ron dn provecho ,. con cuya venida el Rey ovo
plasoer.
CAPÍTULO LXXXI.
Cono el Rey le fido eon el Harqnés de Villeai, y lo qne allí ee
eoneerté.
Desque ya sintió el Marqués de VíUena la floxe-
dad del Rey, é vido como les avía ofrescido la ba-
talla, é les era peligroso aoeptalla, pasadas algunas
vistas entre el Rey y él , un día acordó de verse con
el Rey A solas en el campo. B como el Rey natural-
mente era mas inclinado A los tratos que al rompí-
150
OBÓNIOAS DB LOS RBYiBS DE 0A8TILLA.
miento, plúgolo de ello, é salió á él. E asi virtoe, el
Marqnée le prometió que basta derto tiempo limi-
tado daria orden como él é todos los otros caballe-
ros é perlados de su partido se tornasen á su obi-
dieñcia é servicio, y quitaría á su hermano el titulo
de Bey, con tanto que mandase luego levantar el
real y derramase la gente : lo qual el Bey aceptó
de buena gana. \ O Bey poderoso, Príncipe de tanta
grandeea, subido on tan alta cumbre ó puesto en
tan próspero estado , quanto nunca Bey do sus an-
tepasados se vio t ¿ cómo te osas confiar de aquel que
asi te destruyó ? ¿cómo puedes dar crédito á aquel
que con tantos vituperios te dexó deshonrado? ¿qué
mas peligrosa confíansa , qué mas vana seguridad,
ni engafiosa certidumbre pudo ser para tí, que dar
crédito al mentiroso, convencerte de su falsedad, é
consentir en sus engafios? Ga ciertamente no se po-
dría llamar pascienoia la tuya, ni enzemplo de hu-
mildad, mas gana de ser engafiado, é voluntad de
vivir sojuEgado. E tú. Marqués de Villena, espejo
de la ingratitud, urania é insaciable codicia desor-
denada, ¿quál corazón te pudo bastar, ni tuviste,
para destruir á quien te hizo , y deshonrar á quien
te honró, y perseguir á quien te dio tanta grande-
za? ¿ Por qué disfamaste al que te hizo famoso?
¿ Por qué denostaste al que te puso en estado? Con-
tentarte debieras con que te hizo tan grand Sefior,
é no pesarte porque á otros hiciese grandes í ca
bien sabes tú que los Beyes tienen el oficio de Dios
en la tierra, é ensalzan á los pobres, y levantan á
los pequeños del polvo. Tan grande fué tu cruel-
dad como la de los Qriegos contra los Troyanos.
Tan despiadado fué tu insulto, como el de las ma-
dres cercadas en Jerusalen, que aquellas sin piedad
se comieron á sus hijos. B tú, desleal, ¿cómo á tu
Bey é á tu Sofior, y al hacedor que te puso en tan
alta cumbre, quieres mas perseguir? ¿Porque no te
contentas de los engafios pasados, que a£^ra de
nuevo lo tomas á engafiar ? Prometes para no cum-
plir, é juras lo que no harás, é certificas lo que nun-
ca vemá en efecto, ni tú has gana que se cumpla.
Fíase tu Bey de tus palabras, deseando la paz, por
escusar muertos é robos; y túceme escandaloso bus-
cas alteraciones. Oréese tu Bey de tus promesas, é
tu, alborotador, despiertas los bollicies. Después
que el Bey ovo determinado de hacer lo que el Mar-
qués de Villena le pedia, é quedó asi concertado,
turnóse é Simancas , y el Marqués para Valladolid.
CAPÍTULO LXXXII.
Como el Rey mandó lenntar sn retí ; y li bibU que biso 4 loi
eaballeros ; y Ui mercedes qne lee dld, y coDflrmd.
Luego que el Bey fué venido de las vistas á Si-
mancas, mandó llamar á los caballeros é personas
principales de su real ; los quales venidos delante
de su Beal presencia, les dixo : a Todos los Beyes
ttChristianos, porque reynan en nombre de Jesu-
B Christo en la tierra, han de ser padres de sus súbdi-
stos, sus tutores é defensores, para quitallos de la
•muerte é procurarles la vida. B por eso, yo avien-
sdo compasión de mis naturales , aeftaladamente d»
•tantos nobles, asi hombres de estado, como peque-
Bfios caballeros, é las otras gentes que aqni estáis
sajuntados en mi servicio, he determinado de levan-
star el real sin que se dé la batalla; porque, pues
saqui tengo á todos por hijos, áspera cosa me sería
B poneros en arrisco de la muerte, é ver derramar
•vuestra sangre, mayormente porque espero en la
B grand bondad de nuestro Sefior que él, como justo
• Juez, verá la maldad de los que en tanta necesi-
•dad han puesto mi persona é mis Beynos por sus
•propios intereses, é les dará el pago que su des-
• lealtad meresce. B asimesmo verá el fin con que
• yo me muevo, y el deseo que tengo de la paz é
•concordia. To vos agradezco muy mucho el traba-
• jo que aveis sufrido por mi servicio ; é porque se-
•ría injusta cosa é de mal enxemplo, qne vuestra
•grand lealtad quedase sin galardón, quiero y es mi
•determinada voluntad que antes de todas cosas
•seáis todos pagados 'del sueldo que se vos fuere
•debido^ é después haceros mercedes tales, que res-
•pondan á vuestros servidos ,0 por ellas crezcan
•vuestros estados ; en tal manera, que quanto vos-
• otros oomo leales quedareis con famoso renombrcí
• los traydores queden vituperiados para siempre ,6
•sus nombres denostados.» Hecho el pago á la gen-
te común, no solamente del sueldo, pero de muchas
exenciones é franquezas que les mandó dar, con que
se tomaron muy contentos á sus casas, mandó el
Bey que los caballeros é personas principales de es-
tado se fuesen con él á Medina del Campo. Donde
llegados, estuvo alli algunos dias, haciendo gran-
des mercedes á los sefiores que le avian seguido é
servido. | O mercedes bien empleadas ! | ó dádivas
bien merecidas, ganadas por la lealtad, compradas
por limpios servicios I | caballeros dignos de galar-
dón, varones merecedores de satisfacción, cuya
lealtad pide corona, su fidelidad premio condigno,
sus virtuosos trabajos perpetua memorial Pues
sorvisteis á Dios, sirviendo á vuestro Bey, y tanto
sin reproche pagasteis vuestra deuda, cumpliendo
con la verdad é con vosotros mismos, justa' cosa es
que vivan vuestros nombres con inmortal nombra-
dla, y que quedéis entre las gentes por espejo de
lealtad, y de gentes en gentes por tales renombra-
dos con dulce pregón ; en tal manera que reviva
vuestra fama é jamas nunca perezca. E pues que
tan lealmente cubristes vuestras personas con man-
to de firmeza, sin hacer mudanza ninguna , debida
cosa es que asi vuestros nombres como las merce-
des que por ello rescebistes, se declaren por escrip-
to ; porque quanto vosotros dezasteis glorioso ape-
llido á vuestros descendientes, tanto mas será dolo-
rido é triste é lleno de mancilla el título que pusieron
los traydores á sus hijos. A Don Diego Hurtado de
Mendoza, Marqués de Santillana, dio la^ villa de
Santander porque estaba junta con su Marquesado,
con setecientos mil maravedís de juro situados en
el servicio é montadgo. A Don Pero Qonzalez de
Mendoza, Obispo de Calahorra, dio las tercias de
Guadalaxara é su tierra. A Don Iñigo Lopes de
DON BKBIQUB OUABTO.
161
MtindoBa bq hermano, é á Doo Lorenn) Baares, Vis-
oonde de Torija, 6 á Don Jaan ó á Don Fartado, á
cada uno de eeios dio dineroa do jaro , aogun el ca-
tado y edad que tenian. A Don Lnia de la Oerda,
Oonde de Medina-Oeli, dio la Tilla de Agreda é na
tierra. A Don Qarci- Alvares' de Toledo, Oonde de
AlTa, dio el Oarplo, y oon él ciertos Ingarea de tier-
ra de Salamanca y y le tomó á Bnendia, que dice qae
íné de au padre. A Don Alvar Pérez Osorio, Oonde
de Traatamara, Se&or de la caaa de Villalobos, dio
la oibdad de Aatorga, é le hiso Marqués della. A
Don Jnan de Aoofia, Oonde de Valencia, dio el Oon-
dado de Prayia é Gijon, é le hizo Daqne de Valen-
cia. A Pero de Mendoza, Sefior de Almazan, dié tres-
cientoa mil marayedis de jnro, situados en el puer-
to de Monte- Agudo. A Alvaro de Mendosa, su ca-
pitán de la gente d'armas, dio la villa de Bequena,
oon todos los derechos del puerto. A otros muchos
dio ansimesmo dineroa de juro, ansi á los que alli
rirvieron en la guerra, como á los de la Andalucía,
é de otras partes del Beyno, que sostuvieron su
partido contra el Maestre de Oalatrava é contra
loe otros traidores. De aquestas mercedes , que asi
hizo el Bey, algunas de ellas ovioron efecto, y otras
no se cumplieron, mas por culpa ó floxedad de
aquellos á quien se ficieron, que por falta do la vo-
luntad del Bey. Fechaa aquestas mercedes, é dados
los privillejos dellas á cada uno , los caballeros se
tomaron á sus tierras muy contentos , y el Bey se
fué para Seg^via, y llevó consigo á la Beyna y á
su hija é á la Infanta su hermana.
oapItulo lxxxiu.
<¡eBo al Coada de Poi tono la elbdad dt Galahoin, y k) qaa
•111 iibcedló.
Aunque el B^ levantó au real, é despedida la
gente se tomó á Segovia, esperando el cumplimien-
to de la fe del Marquéa de Villena, no se abajaron
los escándalos, ni cesaron loa bollioios del Beyno ;
antes de cada dia crescieron mayores novodadoa,
ansi de robos é muertes y prisiones, como do otras
violencias y fuerzas que se haoian, en tanto grado
que ninguno osaba salir de lo poblado, ni andar
por los caminoa ain grand oompafiia. E porque el
Marquéa de Villena no se avergonzó de quebrantar
BU promesa, que quitarla el título de Bey al Prínci-
pe Don Alonso, é que baria que los sefiores de su
oonf ederaoion tornasen á servicio del Bey, afiadien-
do tráfagos á las mentiras, truxo tan largas dila-
ciones, que siempre sus cabtelaa se renovaban, é
jamás sus palabras traían conduaion , antes siem-
pre mayores engafios. Ni por eso se congojaba de
los grandea males que se hacían, ni se curaba de
remediallos, en tal manera, que no solamente den-
tro del Beyno eran los dafios multiplicados entre
los naturales que se guerreaban unos á otros, mas
como la cisma de doa Beyea estaba raygada entre
ellos, los unos diciendo Enrique, é los otros dicien-
do Alonso, sin temor de Dios ni de sus conciencias
de los cismáticos é tiranos, que lo tal acarrearon, los
estrangeroB tomaron osadía é denodado atrevimien-
to de entrar en el Beyno con mano armada, á usur-
par la tierra; aefialadamente el Oonde de Fox, que
aeyendo casado con la Princesa Dofia Leonor, hija
del Bey Don Juan de Aragón, hermana del Princi-
pe Don Oárloa de gloriosa memoria, por cuya muer-
te le pertenescia la subcesion del reino de Navarra.
Este Oonde de Fox, llamándose Príncipe de Navar-
ra por parte de la muger, vino aobre la oibdad de
Oalahorra, é la tomó mas por traycion que por lar-
go cerco ni combate. E luego que aai tomó la oib-
dad é se apoderó della, envió un mensagero al Bey,
suplicándole que quisiese envialle luego una perso-
na fiable con quien pudiese hablar é negociar algu-
naa cosaa aobre su entrada en el Beyno ; porque au
deseo é voluntad mas era de tener amiatad y confe-
deración oon él , que no discordia , para que acerca
de todo ello ae tomaae algún medio. Oyda la habla
que au embaxador propuso, el Bey respondió que
le píasela de hacer lo que el Oonde do Fox le envia-
ba rogar ; y apartado con los de su Oonsejo acordó
que yo como su Oapellan y Ooronista y de su Oon-
aejo debiese de ir con aquella embaxada. B asi acor-
dado, mandóme proveer de gente que me aoompa-
fiase por el peligro de loe caminos, é que León, uno
de sus Beyes d'armas , fuese conmigo. E tomado mi
camino, yo me fui derecho á Oalahorra, .donde el
Oonde de Fox, Príncipe de Navarra , é la Princesa
BU muger estaban. E después de ser bien rescebido
do sus caballeros, vine delante doilos, é dadan laa
cartas del Bey> les dixe : c Ilustrea Sefior y Sefiora:
»el Bey de Oastilla, mi soberano Sefior, oyó la au-
»plicacion de un embaxador que á su Alteza enviaa-
»tcs con cartas de crehencia, para que acá enviase
» alguno suyo; su Beal celsitud, queriéndolo hacer
»ansi lo que en nombre vuestro le fué pedido, me
»onvia á vuestras Sefioriaa, á dos principales oo-
vsaa: la primera, para que vos dixese que él no
» puede saber qu^ aoa la cabsa que vos haya movi-
» do á tan grand atrevimiento y osadía de entrar
» asi en su Beyno con mano armada, y tomar é ocu-
»par aquesta su oibdad, mas por la traycion de al-
agunes cibdadanos que vos la dieron, que no por
o fuerza de armas, estando en hermandad é oonfe-
» deradon de perpetua paz con el Bey y oon el rey-
»no de Francia. E que su Alteza no tiene sonti-
» miento tanto de la pérdida de esta oibdad, que sin
» cabsa ae la aveia usurpado, quanto de la neoesi-
»dad en que eatá por la traycion de aos subditos,
a Porque sabida cosa es, que si fuera della estuvie-
»ra, ni vos, Sefior ni Sefiora, vos cnrárades de em-
» prender tomalla, ni vuestro atrevimiento ae que-
fdara sin venganza. Pero como las cosaa de loa re-
vyes aean juicios de Dios, é todas procedan de su
» divinal providencia , halo querido tolerar con pa-
9 ciencia, eaperando en su infinita bondad que aque-
sllas muy presto subcederán en muy próspero au-
amento de su estado real, é lo que agora eatá en-
afermo, presto se convertirá en salud, é ae tomará
Bla enmienda que tales osadías uierescen. La aegun-
ada , para saber que es lo que á la Sefioría de vos-
152
OBÓNIOAS DB LOS BEYES DE 0A8TILLA.
»otro0 plftoe, y qae oabM yoa movió á pedir mi y»-
» nida 4 vuestras Ezoelenoiasji El Oonde de Fox res-
pondió qoe la tomada de aqaella cibdad solamente
avia sóido para haeer prendas por los lagares de
Navarra que el Rey en los tiempos pasados avia to-
mado ; é que á esta oabsa ellos avian escripto á su
Real oelsitud les enviase persona fiable con quien
pudiese tratar é negociar sobre aquello ; é pues yo
era alli venido, ellos eran muy placenteros. Des-
pués de pasadas muchas altercadones é largas ha-
blas , contrastando sus soberbias , é respondiendo á
sus demandas, fué acordado entre ellos é mi y el
Obispo de Pamplona, que era el Qobemador dellos,
y por quien se reglan , que oviese de enviar conmi-
go un licenciado suyo,. de quien se naba, por Em-
bazador al Bey, para que de parte suya le suplicase
dos cosas: la una, que su Alteza le quisiese dar los
lugares que asi tenia en Navarra , é que se entre-
garía luego su dbdad de Calahorra; la otra, que
en satisfacion de los gastos que se avian fecho en
el cerco de los dichos lugares quando los^tomó, que
le serviría con cierta gente quanto durase la guerra
con sus subditos. Estonces yo aceptó lo que asi de-
mandaban, pero con tal condición, que ellos no
aceptasen trato ninguno de los caballeros tiranos,
ni los envia!¿en mensagero ninguno. Y esto quiso yo
pedir ó oabsa de un embaxador, qoe alli estaba por
parte de ellos. A esto me respondieron el Conde é la
Princesa su muger que les plaecia, é me dieron su
palabra Real de lo cumplir. Aquesto asi determina-
do, tomé su embaxador conmigo, é tornóme al Rey
á Segovia ; donde llegados , é venidos ante el Rey,
en su presencia ó de los del su muy alto Consejo
aquel embaxador propuso y explicó lo que por sus
Príncipes de Navarra le era mandado. Óyda su fa-
bla, el Rey le respondió que le piaseis de lo haoer
con tanto que pues le quería entregar los lugares
que ansi le demandaban, que para seguridad é cer-
tidumbre de lo que asi proferían , le o viesen de dar
en rehenes á Don Juan, Sefior de Narbona, é á Do-
fia María de Navarra, sus hijos, con las otras condi-
ciones que sobre aqueste caso se concertasen. Esto
fecho ó concertado, y esta capitulación fecha, man-
dó el Rey que yo tornase ó los Príncipes con gran-
des poderos, para que si los rehenes me fuesen en-
tregados , les entregase los lugares é f ortalozss de
Navarra, é alzase los pleytos omenages ó los Al-
caydes que las tenían ; asi mesmo para capitular ó
negociar con ellos todo lo que me paresciese con-
venible é necesario. Y porque los rehenes que de-
mandaba me fuesen entregados , envió ciertos capi-
tanes suyos con trescientos rocines á la cibdad de
Logrofio, para traellos seguramente. Acordado
aquesto con el embaxador é despedido del Rey, él y
yo nos partimos y fuimos derechos ó Logrofio. E
llegados alli , el liicencíado embaxador se entró en
Navarra para notificar á sus Príncipes como yo iba;
los quales luego que supieron de mi ida , me escri-
bieron que me fuese ó la villa de Alf aro , porque el
Conde de Foi^ se iba ó Corella, una villa de Navar-
ra que está una legua de Alfaro, Y como llegué ó
Alfaro, supe que la venida del Conde de Fox á Co-
relia, era por mirar donde podría poner sitio para
oeroar á Alfaro. E sabida por el Oonde mi venida,
envióme á descir que me saliese al campo , donde
quería que hablásemos; é salidos, después de mu-
chas hablas que paseando entre él é mí pasaron, sen-
tí del que no avia gana de cumplir con el Rey lo
que su embaxador avia proferído, antes que de sal-
to, si oviese oportunidad , quería dar sobre Alfaro.
Como supe aquello , proveí luego muy seoretamen-
te, y envié á llamar á dos capitanea de los que alli
el Rey avia enviado con gente para llevar los rehe-
nes, los que se llamaban, el uno Gomes de Boxas,
é el otro Pedro Faxardo, los quales vinieron con
oient rocines de noche, sin ser sentidos; proveí asi
mesmo de muchos tiros de pólvora. En este medio
tiempo el Oonde de Fox se tomó á Tudela, para
apercebir su gente é venir al ceroo ; é quando se par-
tió de Corella, envió un Doctor de su Consejo, que
se llamaba Mosen Menaute, y el Mariscal de Bear-
ne, que viniesen por mí é me llevasen ó Tudela,
donde fui bien resoebido é aposentado. E luego otro
día siguiente , el Conde de Fox y Is Prínoesa dipu-
taron al Obispo de Pamplona, é á Mosen Martin de
Peralta, é al Doctor Mosen Menaute, é á los Maris-
cales de Fox é de Bearae, para que negociasen con-
migo cerca de las cosas por sus Príncipes deman-
dadas. Estaban de mi parte como vasallos del Rey,
Don Juan de Beamont, Prior de Sanct Juan de Na-
varra, é el Conde de Lerín su sobríno. E como es-
tuviésemos juntos altercando lo que se debía de ha-
cer para el bien de amas las partes, vi que el Obis-
po de Pamplona, no solamente desviaba la concor-
dia, mas hablaba con poco acatamiento é menos re-
verencia del Bey con algunas demostraciones de
enemistad. E quanto quiera que fué amonestado por
mí, que se honestase y midiese en sus palabras,
visto que no lo quería .hacer, yo le dixe: c Sefior
«Obispo, en la tierra de los discretos, donde mera
sla prudencia, é la nobleza tiene parte, suelen los
s virtuosos é los que de limpia sangre se prescian
•quando hablan de los Beyes, tener mucha tem-
iplanza, mesura é comedimiento, mayormente de
vaquellos que por la grandeza de su estado é sole-
snidad de su sangre son excelentes ; é los tales oo-
smo vos les deben no solamente reverencia, mas
B humilde sujeción ; y los que de otra manera lo ha-
scen , dan testimonio de su liviandad y baxa crían-
»za. Digo esto, sefior Obispo, para que sepáis, que
» quando los tales como vos hablan de los Beyes de
vCastilla, han de poner la boca en el suelo en sefial
sde humildad, é no con la soberbia que aveis mos-
vtrado con poca temperanza é menos tiento para ser
•perlado. E si vuestro Príncipe es discreto, ha de
s hincar la rodilla, é pedir mercedes como Principe
Achico á Bey grande, qoe las sabe hacer é puede.
»E pues tan desenfrenado sois de la lengua, desde
Bsqui vos digo que no quiero negociar con vos, por-
sque la decencia de mi embaxada no lo oonsiente.»
Acabada mi habla, Don Juan de Beamont, que es-
taba á par de mí asentado, dixo : «Sefior Obispo,
DON ENRIQUE OUARTO.
163
•bien pareíoe á qaieo envía el Rey de Castilla por
•embaxador á eatoa aeftorea PiinoipeB; 6 por lo qne
»aqui se voa ha dicho, no debéis de marayillaros ni
•tomar alteración; porque debéis de saber que la
soasa de Navarra nunca biso acatamiento á ningún
•Rey de la christiandad, salvo al do la casa de Cas-
> tilla. E pues vos fuistes destemplado para hablar
• sin acatamiento de tan alto Rey, su embaxador vos
•ha respondido como varón de limpia sangre é per-
•sona de orianaa. Por eso no curéis de alteraros,
•que sin dubda él ha fecho lo qne debia como leal
•embaxador ; é de lo qne asi vos dizo á todos los na-
•turales de Navarra nos plasce é somos alegres de-
pilo.» Estonces el Obispo, viéndose confuso, muy
oortesmente se bol vio á mí, disciendo : aSefior Em-
•baxador, yo hablé mas con pasión que con mesu-
•ra ; protesto de lo enmendar de aqui adelante.s Pe-
ro como él era el mas principal de Navarra y esta-
ba aficionado á la parte de los caballeros tiranos,
siempre desvió la conclusión de la concordia, en
tal manera, qne ningún medio de paa se pudo to-
mar. Estonces vista su ailacion é las formas exqui-
sitas que conmigo tenia , dixe al Oonde de Fox é á
la Princesa su muger que les pluguiese de dar or-
den como cumpliesen conmigo lo que avian profe-
rido al Rey, mi soberano seftor, con su embaxador;
é que si aquello no entendían cumplir, que me lo
dixesen, porque yo me quería partir, é no expender
el tiempo en vano. A esto el Conde de Fox me res-
pondió con alguna indignación , disciendo que no
entendía de dar rehenes uing^unos, ni la gente para
ayudar al Rey, antes que si luego no le daba los lu-
gares de Navarra, pomia cerco sobre Alfaro é lo to-
maría. Estonces le respondí : c La villa de Alfaro
•está á tan buen recabdo , que non ha miedo de ser
•tomada ; é si vuestra Sefioría la hace cercar, de
•tanto vos certifico, que avrá quien* vos la haga
• desoeroar.» Estonces el Conde de Fox con grand
furia me dixo que ninguno le baria levantar el cer-
co sino Rey, ó hijo de Rey poderoso. Yo le respon-
dí, qne le certificaba é prometía que no sería Rey
ni hijo de Rey el que vemía á hacerle levantar el
cerco por pura fuerza contra su grado. E pues qne
aai rehuía de la pas, é procuraba la guerra, que
aquella le seria tan enteramente dada, que á él des-
pluguiese de avalla comenzado. E asi despedido del
é de la Princesa, me partí para Alfaro, donde estu-
be por espacio de quatro días basteciéndola é per-
trechándola de las cosas necesarias. E asi proveí-
da, me salí derecho á Soria é á los otros lugares
de la frontera, apercibiendo la gente, asi de caba-
llo como peones. Entretanto qne yo apercebia la
gente, el Oonde de Fox vino sobre Alfaro, é le dio
doa combates muy ásperos, donde con los tiros de
pólvora que traia, derribó un grand pedazo del mu-
ro. E quanto quiera que por quatro partes le pusie-
ron las escalas, los de la villa se defendieron tan
bien , que los hicieron abaxar de las escalas y arre-
drar de los muros de la villa. E no solamente los va-
rones se mostraron animosos y esforzados, pero las
mugares se ponían á las almenas, é defendían su
parte quanto podían , tirando muchas piedras oon
hondas é mandrones. Sabido el cerco, dí grand príe-
aa para juntar la gente, de guisa , que en espado de
doce dias se juntaron mil é trescientos de á caballo
é oinco mil peones. Iban por capitanes Don Alon-
so de Arellano, Seftor de los Cameros, é con él otro
capitán qne se llamaba Alvaro de Hita. B ansí jun-
tados, con mucha orden fueron á socorrer á Alfaro:
donde llegados á vista del real, el Conde de Fox se
levantó del cerco, muy vergonzosamente huyendo,
y se fué á Tudela. Luego dende á pocos dias se le-
vantó la cibdad de Calahorra, donde fué fecho
grand estrago en los Franceses qne alli avia dexado
el Conde de Fox, y de alli quedó grand enemiga
entre los Navarros é Franceses. De que subcedió
que Mesen Fierros de Peralta, Condestable de Na-
varra, sintiendo la traycion que el Obispo de Pam-
plona cometía contra el Conde de Fox é contra el
reyno de Navarra é naturales de ella, lo mató á pu-
fialadas, de que todos los Navarros fueron muy
alegres.
CAPÍTULO LXXXIV.
Como la Tlllt de Villiéolid se ilzó por el Rey, qae li tenias
loa UriBos.
Entretanto que las cosas de la frontera de Navar-
ra pendían , acaesció que los vecinos é moradores
de la villa de ValladoUd, viendo la tiranía de los
caballeros , é lo que el Almirante avia fecho contra
el Rey en rebolarse con aquella villa , que le avia
dado en g^uarda para su servicio, é como se avian
apoderado de ella los tiranos, que traían al Princi-
pe Don Alonso , llamándolo Rey ; considerando co-
mo estaban puestos en tan feo nombre de traydo-
res , como los escismátioos que los señoreaban ; pen-
sando libertarse por dar la villa á su Roy, espera-
ron disposición de tiempo convenible. E como un
día salieron fuera los tiranos con su Príncipe, para
ir á la villa de Arévalo, todos muy conformes con
mano armada se levantaron por el Rey, disciendo
t Enriques ; donde peleando con algunos de los tray-
dores que alli avian quedado , los echaron fuera de
la villa, y echados, enviaron á llamar luego al Rey,
que viniese á tomar su villa é la sefiorease como
Rey é seftor de ella. Sabido aquesto , el Rey se par-
tió luego de Segó vía poderosamente, é se fué allá,
donde fué bien rescobido con muchas fiestas é gran-
des alegrías. Estuvo alli algunos dias, asi para so-
segar 61 pueblo, oomo para dalles contenUuniento é
seguridad con su estada. En este mismo tiempo
acaesció que el Almirante con propósito de guer-
rear é hacer mal á los de Valladolid, porque se
avian alzado por el Rey, envió secretamente una |io-
che ciertos hombres que escalasen á Simancas, para
hacer en ella guarnición de gente contra ellos;- >E
oomo los que asi fueron á escalar pusieron las es-'
calas, fueron vistos por los qne velaban la villa, y
prendiéronlos, é asi presos lleváronlos á Vallado-
lid, é fueron desquartizados por justicia. Pero pues-
to que de aquestas cosas muchas hacia Dios por el
154
OEÓNIOAB DB LOS BVYBS DB CASTILLA.
Bey, nunca por eso él qaÍBO ayndarae, ni tomar oaa-
dia de varón para haoerae temer. Tampoco el Mar-
qués de Villena cesaba de lo perseguir y engaftar,
en tal manera, que si el uno se presoiaba do hacer
ongafios, el otro so deleytaba en sofrillos con pa-
ciencia. Quando el Marqués de Villena vio que el
partido del Rey iba cresciendo y el suyo se apoca-
ba, é las voluntades de todos se aflacaban contra
él, porque ya se descubrían su tirana condición é
poca verdad con que se contrataba , para contentar
á los caballeros de su valia , acordó con ellos de tra-
tar vistas con el Roy para prendello, de que el Rey
fué avisado por algunos que lo deseaban servir,
aunque seguían agono partido, é ansi denegó las
vistas, y en su lugar envió al Obispo de Calahorra
y á Juan Fernandez Galindo que se viesen con él ;
de que ningún buen fruto ni conclusión de paa se
pudo tomar. B quando quiera que de contíno se des-
cubrían sus cabtelosas formas é dafiados propósitos
de mal hacer, nunca el Rey perdió la gana de que-
rerlo tornar á su servido y hacer pas con él. De que
no pocos deservicios se le recrescieron, no solamen-
te por querer á quien contino le deshonraba é pro-
curaba su perdición , mas porque á esta oabsa se ati-
biaron los corazones de los que lealmente le avian
seguido é servido en su necesidad ; é asi arredrá-
banse de su Corte , y no curaban de ir á ella. Verdad
es que ni aun por esto la casa do Mendoza, el Mar-
qués de Santillana , y el Obispo de Bigucnz<i é los
otros sus hermanos dejaron de ser siempre leales , é
Don Pedro Fernandez de Velasco, Cohde de Haro,
Don Juan de Acufia, Conde de Valencia, Don Al-
var Pérez de Osorio, Marqués de Astorga y Conde
de Trastamara, y Don Beltran de la Cuera, Duque
de Alburquerque y Conde de Ledesma , el Conde de
Cabra é sus hijos, Don Miguel Lucas do Iranzo, Con-
destable de Castilla con la cibdad de Jahen , Martin
Alonso, Sefior de Aloabdete, y Pedro de Mendoza,
Sefior de Almazan, que jamás hicieron mudanza,
mas siempre estuvieron firmes en el servicio del
Bey. B después que el Rey ovo sosogado la villa de
Valladolid,y echado fuera los sospechosos, dezó
alli alguna gente en guarda de ella , y partióse para
Segovia.
CAPÍTULO LXXXV.
De lo qse inbeedló deipies de venido el Rey á Stf ovU,
Vino el Rey á Segovia , donde páreselo hallarse
con mas prosperidad, que primero, por ave^ reco-
brado á ValladoliQ , y aun porque algunos Grandes
del Reyno se le enviaban á ofrecer con ganosa vo-
luntad de servillo por el desgrado é contentamiento
malo que tenían de las formas interesales que el
Marqués de Villena traía con todos. B si como el
Rey tonia afición con él é avia gana de su amistad,
le quisiera ser entero enemigo, todos, ó la mayor
parte de los que seguían á la parte contraria de su
hermano , se vinieran á su servicio. B no menos el
Principe avia gana de se tomar á su servicio y som-
bra é obediencia por el mal contentamiento que te-
nia. Bi qual intentó de lo hacer, salvo que fué sen-
tido, é le pusieron en grandes temores , disciendo
que lo matarían con yervas, si se pasaba. Bstando
asi las cosas en calma , sin oonolusion ni esperanza
de ooncordia, vino el Arzobispo de Sevilla JD. Alon-
so de Fonseca oon un trato secreto , grave é no ho-
nesto por parte de Don Pedro Girón, Maestro de
Calatrava , con acuerdo é consentimiento del Mar-
qués de Villena su hermano, diciendo que si el Rey
le daba á la Infanta Dofia Isabel, su hermana, por
muger, que lo vemia á servir oon tres mil lanzas
á su costa , é le prestaría setenta mil doblas, é su
hermano el Marqués de Villena prometía de se ve-
nir luego á su servicio, y traer al Principe su her-
mano é ponello en su poder , en tal manera, que se-
ria luego mas pacifico Rey que de primero. B como
el Rey estaba deseoso de la paa según su condición,
y visto el ofrescimiento de entrambos hermanos,
aceptó el trato oon deliberada gana de lo hacer ; é
asi dado su consentimiento para ello, fué acordado
que él mandase ir de su Corte al Duque de Albur-
querque y al Obispo de Calahorra. B como entram-
bos anduvieron siempre en propósito é voluntad de
obedesoer y servir al Rey , el Duque de Alburquer-
que se fué á sus villas de Cuéllar y Roa, y el Obis-
po de Calahorra á la cibdad de Guadalaxara con sus
hermanos. Bl Arzobispo de Sevilla quedó oon el Rey
entendiendo en el negocio que traía, y en las cosas
del Consejo, B como el concierto del casamiento es-
tuviese capitulado oon las seguridades é firmezas
que para ello convenían para entrambas las partes,
el Roy con grand placer , esperando la venida del
Maestre de Calatrava, envióle á decir que se vinie-
se lo mas presto que pudiese ; el qual se partió lue-
go de Almagro con grand poder , asi de gente como
de dinero. Pero como los juicios de Dios son de tan
altos misterios y profundos secretos, puesto que
los hombres proponen , el infinito poder de su pro-
videncia dispone lo que le plasce. B asi, como el
Maestre de Calatrava viniese con aquel proposito
de casar con la hermana del Rey, é no queriendo
Dios lo concertado , é no dando lugar á tan grand
falsedad , súpitamente le tomó en el camino el mal
de la muerte , en tal manera , que dentro de diez dias
murió, mas con poca devoción, que como oathólico
Christiano debia morir, en tal manera, que su da-
fiado propósito no pudo aver efecto, ni idcanzar lo
que procuraba. De la muerte suya fué el Rey muy
pesante, porque se tenia por cierto que oon su ve-
nida recobraria su estado.
CAPÍTULO LXXXVL
De lo qae ssbeedld deipoet de U mnerte del MaeiUe de
CalttnTa.
Aunque alguna turbación ovo en la voluntad del
Rey por la muerte del Maestre de Calatrava (por-
que se tonia por supuesto , que tomaría en su prós-
pero estado por él, si o viera efecto su venida), fué
provechosa para la honra é prosporídad de la Inf an-
i ta DofU Isabel , por lo que después subo^ó en su-
DON ENBIQUB OUABTO.
165
blimadon de an Real penona. B ad maerto Don
Pedro Qiron, quedó su Maertradgo en Don Alonso,
BU hijo , por TÍrtud de una Bulla Apostólica que avia
ganado, en que el Papa dispensaba que el hijo des-
pués de la yida del padre snboediese el Maestradgo,
é asi fué luego obedesddo por los caballeros do la
Orden. Empero así el Maestradgo, como el sefiorío
del Condado de ürofia , por otro hermano del nuevo
Maestre, todo quedó al mando ó gobernación dol
Marqnós de Vlllena, porque á la verdad tenia seso
7 prudencia, para la administración de aquello é do
otra mayor cosa. Entretanto que las cosas estaban
en calma sin declinación de pas ni de guerra , mas
todos de una parte y de otra sospechosos y con po •
ca oonfiansa, subcedió que el Conde de Beuavente,
hallándose avergonzado é confuso , por aver sido
contra el Bey en las cosas pasadas en su deservicio,
queriendo enmendar el yerro pasado, trató secreta-
mente con él, suplicándole que lo quisiese perdo-
nar é tomarle por suyo ; de que el Bey fué muy
contento. B como por estonces, sobre cierto tracto
é oonveniencia que hiso con el Alcayde de Portillo,
ovo la f ortalesa de su mano é apoderóse de la villa,
é asi apoderado , suplicó al Bey que le hiciese mer-
ced de ella, lo qual el Bey liberalmente hizo, é |;ola
confirmó ; por donde le páreselo al Conde quedar en
mayor obligación de lo servir de allí adelante. E
visto el descontentamiento que el Bey tenia del Ar-
zobispo de Toledo , así por la fealdad que hizo quan-
do se rebeló contra él con la Mota de Medina dol
Campo y con la cibdad de Avila, donde fué oabea-
dor de la scisma que allí se hizo ; y no solamente
aquello , mas iriempre trabajaba por lo deservir y
enojar, y poner la lengua en él sin temperahsa nin-
guna ( verdad es que los que una vez yerran en
eiqpecial tan gravemente como él , nunca jamás se
enmiendan , antes siempre aorescientan é multipli-
can en el mal), el Conde de Benavente deseando ha-
cer algún servicio agradable al Bey , é visto que el
Arzobispo traía al Príncipe de su mano, que él é
los otros caballeros de lascisma Uamaban Bey, mas
para colorar su feo insulto que para dar paz é sosie-
go , é mas para tiranizar que para administrar jus-
ticia ; queriendo hacer algún servicio agradable al
Bey,acaesció que pasando el Príncipe de Toledo
para Arévalo, acompafiándole el Arzobispo é los
otros sus parciales que lo seguían , salvo el Marqués
de Vlllena, que se avia quedado en su tierra, vinie-
ron una noche á dormir á Portillo, donde el Conde
los rescibió muy bieh é con mucho amor. El Prín-
dpe fué aposentado en la fortaleza, y el Arzobispo
é los otros caballeros en la villa. E luego otro día
siguiente por la mafiana, qnando todos aquellos se-
fiores vinieron juntamente á la puerta de la fortale-
za , y esperaban al Príncipe para partir, el Conde
de Benavente envió á desdr al Arzobispo que se
fuese en buen hora, porque el Príncipe no avia do
andar mas debazo de su mando, ni andar coica de
él ; de que el Arzobispo se sintió muy amenguado.
Por manera que la enemiga entre él y el Conde
estuvo grimd tiempo arraigada. Pero porque el Mar-
qués de Vlllena nunca daba lugar á rotura ninguna
entrS los caballeroe de su partido, después que tor-
nó de su tierra, tuvo forma de los conformar en
amistad, aunque las voluntades siempre estuvieron
dafiadas. De aquesto que hizo el Conde, se tuvo el
Boy por muy servido , on tal manera , que lo tuvo
por mucho suyo , para hacerle grandes mercedes. B
como ol Conde sintió quo ya le tenia ganada la vo-
luntad, envió á suplicarle quisiesee hacerle merced
del Maestradgo deBanctiago, pues que no avia Maes-
tre, ni Administrador que lo gobernase; lo qual ol
Bey se lo otorgó liberalmente con mucho amor. Es-
tonces el Conde de Benavente , fiándose del Mar-
qués de Villena su suegro, creyendo que le ayuda-
ría é sería buen padre para él , hizoselo saber para
que le diese su voto é consentimiento ; el qual se lo
otorgó mas con la boca, que con el corazón ; por-
que luego procuró secretamente de lo aver para sí ;
porque aquel fin lo avia movido á todo quanto mal
hizo contra su Bey. E así con sus cabtelosos modos
trató con los Comendadores de la Orden para que le
[ eligiesen por Maestre, según que adelante será re-
) contado , en tal manera , que mostrando ayudar al
hiemo , lo reoabdó para sí ; de donde se reoresció la
enemiga entre ellos muy grande y criminosa, según
lo que recontará la historia adelante por su pro-
ceso, r
CAPÍTULO LXXXVII.
Cobo el Rey é eierlos eaballeros del bando contrario te Jaataron
es la Tilla de Coea , pata dar alg lo medio de pax, é no ae dIÓ.
Las muertes y robos ó males que se hacían por to-
das las partes del Beyno, eran tales é tantas, é tan
disolutos é feos sin temor de Dios por falta de jus-
ticia y ezecucion de ella, que ninguna gente no
osaba caminar ni salir de poblado , «n tal manera,
que apenas tenían seguridad en sus casas. E como
los pueblos se viesen tan afligidos y puestos en
tanta necesidad é peligro , inspiró Bíos en ellos de
tal guisa , que todas las cibdades , y villas é luga-
res se movieron é conformaron para hacer herman»
dad ; por donde se remediaron los trabajos , y se dio
seguridad on los caminos, de tal guisa , que ya las
gentes andaban sin miedo por todas partes. Verdad
es que los malos é de malvados deseos, ansí los
del bando del Bey, como de los tiranos, trabajaron
porque no se hiciese, é después de fecha, procura-
ban de desbaratarla; poro plugo á la bondad de
Dios , que sus dafiados deseos no se pudieron cum-
plir. E porque el Bey la quería , y daba todo su fa-
vor para ella, prevaleció en tanto grado, que por
los muchos castigos que se hacían , fué cabsa de tan
gran sosiego é de ser cada uno sefior de lo suyo. E
así haciendo sus congregaciones á ciertos tiempos
en diversos lugares , ordenaron singulares estatutos
é leyes. E como ya estuviesen en grand prosperidad
ajuntadoB en la villa de Tordesillas , ol Boy me man-
dó que yo les escribiese esta carta siguiente: —
a Dado vos os el poderío de Dios : por tanto quien
» quisiere puede razonaren qualquier ajuntamiento.
166
OBÓNIOAB DB LOB RETES DE 0A8TÍLLA.
ft quanto aqaello qae se traUmas general se demaee-
» tra, y tanto de aquello entre ellos dupntar, qiílm-
»to el oomun interese lo toma cabea propia; por-
« que allí donde el bien ó el mal de todos en común
» se trata, quien quiera tiene licencia de llegar á dar
» su voto , como sea cosa cierta que la mesma pro-
«piedad hace á cada uno juez de lo suyo, é presta
«osadía de hablar en guarda do su derecho. Por
> ende, padres conscriptos ó honorables sefiores, oy-
sdas las nuevas de vuestra congregación, como
V por la bondad de Dios érades ajuntados para rede-
» mír é reparar las grandes vexaciones, los feos in-
»sultos, los públicos robos, las grandes tiranías, ó
> las nefandas infamias de aquestos cuitados é mal
«aventurados Beyuos, por nuestros pecados entre
» ellos venidos ; quise asi como uno de sus hijos, ven-
Bcido de piedad é condolido de sus males, ante
» vuestro consistorio entregerir algún dicho, no por-
> que aquel pueda hacer largo edificio, mas porque
«delante varones tan famosos, donde la prudencia
« parece tener mayor vigor é fuerza, sea presentado
«y se muestre mi deseo. ¿Quién fuera poderoso en
«tanta conformidad á juntar tan grandes gentíos,
«si la mano de aquella soberana bondad, por su in-
« finita clemencia , en ello no pusiera su gracia? Los
» quales venidos con deseo tan cathólico, allegados
«con propósito tan noble, fechos conformes con
« celo tan justo , de tan diversas voluntades tomadas
« en una , de tan varios corazones reducidop en un
nquerar, é todos finalmente tras un virtuoso fin
«aguijando, bien paresce sin duda lo tal ser des-
« cendido del cielo , é propio nombre de sancta her-
» mandad aver alcanzado. \ O bienaventurados los
« días en que tal obra se hizo y tíempos dignos de
« gloria, que tal merced rescibieron , que levantase
9 Dios á los baxos en confusión de los mayores, des-
«pertase los flacos en vergüenza de loe fuertes, é
« privase del consejo á los grandes , para dallo á los
«chicos I Podremos pues por ello desoír, cantando
«con el Profeta : Aquesto es fecho por Dios, y es
« maravilloso en nuestros ojos. Pero si en ellos fuen-
» te de lágrimas dolorosas nos pudiese ser empresta-
« da, |ó quán bien paresciera sin duda, para que pu-
» diésemos llorar , no con David los muertos de su
« pueblo, ni con Jeremías los cautivos de sus pro-
« vincias, mas como nuestro Salvador la destrayoion '
«de Jerusalen, la destruycion é perdimiento de
« nuestra mezquina Espafial La qual por mayor do-
« lor es ya tomada en menosprecio de las gentes vi-
«tuperio de los estraftos, conseja de los viandan-
» tes, é comparación de todas las miserias. ¡O tierra
« desconsolada cubierta de maldición 1 1 0 reyno sin
« abrigo cercado de tantas infamias! |0 naden avil-
«tada llena de tantos denuestos, que si algunos
« hasta aquí de ser castellanos por el mundo se pres-
« ciaban , do quier que ahora fueren , por baldón se-
«rin desechados 1 ¿A quién seremos ya buenos,
« quando á nosotros somos malos? ¿De quién avre-
«mos piedad, quando á nosotros somos crueles?
» ¿Ouién nos querrá por amigos , quando asi nos des-
« truymos , seyendo todos hijos de una patria? E no
«solamente aquesto , mas aun por mayor dolor fe«
«cbos desvatadores de nuestros propios bienes, di-
«sipadores de la honra, ministros de los engafios,
» maestros de la maldad, inventadores de los yer-
« ros , oabsadores de los insultos, padres de la oruel-
« dad, 6 de la natura enemigos , perversos para to-
« dos , é á nosotros peores ; puestos en la onmbre de
«todas las blasfemias é infamias, é tomados bebe«
« dores del vino de la Babilonia ; ni la potencia de
« Dios nos espanta, ni su grandeza nos atemoriza,
« ni su justicia nos castiga , ni su bondad nos refre«
« na, ni sus juicios nos enmiendan , ni sps amoríos
« nos convierten, ni el morir nos pone miedo, ni la
«memoria del infiemo nos quita del mal vivir. E así
« atraydos en seso tan reprobado. Lacemos lo que nos
« conviene , porque sea cumplido en nosotros aque-
«lio del Sapiente que dice : ¿ Qué será de aquellos
« que hayeron de mí, oa prevaricaron, 6 serán des-
«truydos? | O venerables canas de los castellanos
« envejecidas en mal, para ver tantas angustias! |0
«tierna juventud I (O varonil mancebía sin dubda
«mal empleada en vida tan vergonzosa! | O siglos
« atribulados de los Beynos de Oastilla, que en tan-
«to abatimiento la trazo su desventura! ¿A dónde
» se bolverá que tristeza no la cerque y angustias
« no la rodeen ? Ga sus grandes valentías convertidas
n son en robos , la verdad en falsedades , la justicia
« en tiranías, la virtud en grandes vicios, la gloria
« en deshonor , la firmeza tan presciada tomada es á
« viva quid I vence. Donde ni á los generosos la su
« limpia sangre, ni á los sabios su ciencia, ni á los
« grandes el estado , ni á los buenos la verdad, ni á
«los justos la limpia vida, ni á los caballeros las
« armas, ni á los oficiales su trabajo, ni á los reli-
« giosos su apartamiento, ni á los labradores el ara-
« do podrán absolver de^la infamia , ni librar del feo
« apellido ; porque con Jeremías llorando, podremos
« sin consuelo desoír : Caída es la corona de nuestra
« cabeza, y en triste llanto tomada la dulce vihue-
« la. Mas vosotros , honorables sefiores, á quien des*
«pertó la virtud, para reparo de tantos males, á
« quien ensalzó la divinal demencia, para librar los
«afligidos, cuyo espejo es la verdad, cuyo fin el
«bien común, é cuya grand fortaleza tomará el
«Beyno en su ser; con cuya vigorosa mano los pue-
« bles son defendidos ; en cuyo valor y esfuerzo es-
« peramoB aver paz ; á cuya sombra é amparo son
« seguros los caminos ; y en cuyo sancto favor vivi-
« remos en justicia : vosotros sois los cabdillos , vos-
« otros los defensores, por cuya fuerza é abrigo será
« mejorada la honra, restituida la fama , ensalzada
« la Beal Corona , multiplicados los bienes , honra-
«dos los virtuosos, galardonados los buenos, esti-
«mada la escíencia, conoscidos los malos, é casti-
« gados sus yerros. E dguiendo el justo camino que
«tends encomenzado, aviendo compasión de nues-
« tras tribuladones, vencidas de piedad vuestras en-
« trafias, doledvos por solo Dios en amor de caridad,
« vos requiero , ó suenen en vuestras orejas los ge-
« mides de los pobres, las lágrimas de las viudas, la
« sin razón de los huérfanos , la muerte de tantas
DON ISHÍtIQÜE CÜÁBTO.
167
k genioi, el despojo de los templos, la inregularidad
s de los profanos, la persecaoion 7 escándalos de la
s patria, madre nuestra , 7 el falso adulterio de ella,
s en que f onsadamente la tienen. Salid con yaestros
» pendones ; desplegnense las banderas, qne dios so-
sbrepnjarán á ciento, é donto serán mil, é mil
» vencerán á todos ; qne si Yosotros no f aerados, 7a
B dexará de ser OastiÚa ; si no vos levantáredes ago-
s ra, ella ca7era para siempre ; é si Dios no vos des-
» pertára, ella sin ningnn reparo dormiera. |0 pues,
B padree conscriptos é venerables Sefiores I si fuertes
»en las batallas hasta aquí tos demostrasteis, for-
«tfsimos varones agora vos conviene qne seáis; por-
B que puestas las manos á ello , mas vuestra virtud
• que su maldad prevalezca, é mas vuestra ver-
B dad que su errada sobrepuje. Catad que la glo-
B rí^ de Espafia , 7 la grand corona de ella en vues-
B tras manos es puesta ; é si celo de Dios 6 de justí-
Bcia, é si amor de la república, 7 del bien común
B de ella, é si deseo de la pas 7 sosiego de los Be7-
Bnos vos mueve, como creerse debe, no se pasen
bIos dias en vano, ni los tiempos sin provecho, ago-
Bra qne él menester lo demanda, é la necesidad lo
B requiere. Que si de esto por ventura vos dezáse-
B des, como lo sospecho , gran desmerecimiento da-
Bríades á vuestras personas, mostrando vimblemen-
B te que por grandes culpas vuestras érades torna-
B dos indignos de tan sánete seguimiento. Ni por
B eso tampoco se entienda que proceder de ligero é
B con alguna pasión de parcialidad é aficionada con-
B tra rasen sería servicio de Dios , ni cabsa de pros-
Bperidad; como á los que en tan alta cumbre son
B asentados oomo vosotros no convenga, antes sea
Bmu7 peligroso, ser á los unos afidonados jueces, 7
B á los otros adversarios ; ni tampoco afición nín-
B guna agena de la verdad vos ha de hacer g^uiar
B ni mover , antes como ágenos 7 despojados de todo
B amor é enemistad tener igual el peso 7 el ceptro
B de justicia, dando ácada uno lo que SU70 fuere,
Bsin usurpar su derecho; porque no venga sobre
B vosotros aquello de la Sapiencia, que se dice:
1 Siendo ministros del Re7no, juzgasteis injusta-
B mente, sin guardar las le7es de la justicia , ni se-
B guir la voluntad de Dios ; por eso verná sobre vos-
B otros cruel espsnto ; ca será fecho durísimo jnlcio
B sobre aquellos que presiden. E si algunos ha7,
1 como no dudo , en que lo tal fuera sentido, ma7cr
B sea la tardanza de sabello , que de ser lanzado f ue-
B ra de vuestra congregadon ; porque si los afios pa-
Bsados así se hiciera, no se viera tan derribada
B vuestra fuerza , ni tan abatido vuestro poder oomo
B sabéis que se vio. Por tanto , pues quiso Dios que
B sanase 7 así prevaleciese, diré 70 á vosotros, ho-
1 norables Seftores , aquellas palabras de nuestro Sal-
Bvador, qne á el ciego alumbrado dizo : Gata que
seres 7a sano ; no peques de aquí adelante, porque
Bpeor no t^ acontezca. Por tanto vos requiero que
Bochando el veneno fuera de vuestro consejo, é la
Bponzofia fuera de vuestra goberoaaion, tomando
B aquello que buenamente podéis alcanzar sin peH-
B gro , con sanas voluntades procedáis ; porqne el po-
B dorio de Dios á vosotros dado, la virtud de su al-
B teza lo guie é la sancta hermandad prevalezca.B •*
En este medio tiempo andando la vanidad de los
tratos entre el Re7 é los caballeros tiranos , fué con-
cordado con el Be7 se fuesen á juntar ciertos caba-
lleros del bando contrario en la villa de Ooca, so la
salva guarda de Don Alonso de Fonseca, Aiaobis-
po de Sevilla, así porque la villa era sa7a, como
porque entrambas las partes se fiaban del sin sospe-
cha. Y porque algunos de los tiranos se estaban en
sus tierras é no avian gana de venir allí, acordaron
que todos los que no viniesen , cada uno enviase su
hijo ma7or en rehenes, para que estuvieran por lo
que allí se concertase 7 conclu7ese. Mas como el
Marqués de Villenaeramas amigo de los tratos que
del oonderto, é le píasela mas andar en pendencias
que tomar conclusión de paz ni sosiego , fueron ta-
les sus astudas, é tan cabtelosas sus formas, qne á
cabo de veinte dias que allí estuvieron, ningún me-
dio ni provecho se sacó de su estada, é salieron de
allí tan sin fruto como de las vistas é juntamientos
pasados, antes con ma7or discordia que de prime-
ro. Así el Be7 se tomó á Segovia, é los caballeros á
la villa de Arévalo.
CAPÍTULO LXXXVIII.
Como la Tilla de Madrid foe pneata es poder del Anobiapo de Se-
villa, para qoe allf ae Jantaaen el htj é ciertoa eaballeroa del
bando eontrarto, i dar orden en la pax , é lo qne allí anbcedld.
Qoanto quiera que muchas vistas, é ajuntamien-
tos se hicieron, para dar medio en los trabajos del
Re7no, nunca en ninguno de ellos se concla7Ó paz
ni concordia , antes los trabajos é males se enoen •
dian tnos de cada dia , en tal manera, que siempre
crescia ma7or fuego sin aver quien lo matase ; por-
que el Marqués de Villena quería pendendas sin
conclusión 7 tratos sin dar remedio. E como 7a mu-
chas personas, ansi grandes señores, cpmo religio-
sos 7 varones de consciencia lo afrentaban, é daban
mucha culpa, disciendo que de los insultos 7 males
que se hadan , él tenia la culpa, porque sus propios
intereses no daban lugar á la paz, por donde serian
excusadas las muertes 7 robos 7 escándalos é albo-
rotos del Re7no ; asi viéndose afrentado, mas para
colorar sus tiranos deseos , que para arredrarse de
su acostumbracla voluntad é condidon de mal hacer,
é antes para poner al Be7 en necesidad, que para
quitallo de ella, é tenello mss sojuzgado que libre,
demandó, que la villa de Madrid con el Alcázar é
las puertas se pusiese en poder de Don Alonso de
Fonseca, Arzobispo de Sevilla, para que él la tuvie-
se por espado de sds meses; donde el Be7 con der-
tas personas de su partido , 7 el Marqués de Villena
7 Oonde de Plasenda con otras personas de su ban-
do se juntasen á dar medio é forma de paz é sosie-
go ; é que alli estuviesen todos seguramente só la
salvaguardia del Anobispo de Sevilla ; lo qualmu7
liberalmente otorgó el 607; é se la mandó hiego en-
tregar. Donde apoderado el Arzobispo de Sevilla
puso alca7des en los alcázares , 7 tomó de su mano
158
ORÓNIOAS t>E LOS RETES DE CASTILLA.
las puertas. Laogo que asi fué apoderado el Arzobis-
po en la YÍHa , el Rej vino alli, é sa persona fué
aposentada en el Alcázar, é los suyos por la villa.
Dende á pocos dias vinieron el Marqués de Villena,
é Conde de Plasencia é otras pereonas de menos con-
dición. El Arzobispo do Toledo é los otros caballe-
ros tiranos llevaron al Principe á la villa de Oca-
fia, donde se i^sentaron de reposo. Después que
asi se juntaron en Madrid, comenzaron á negociar
con el Rey , é con los de su Consejo, mas dilatando
que concluyendo, mas engafiando que aprovechan-
do , é mas multiplicando discordia que sembrando
-paz ; en tal manera, que ninguna conclusión se to-
maba. E asi con acuerdo é consentimiento de amas
partes fué determinado que la Condesa de Plasen-
cia ovieso de venir allí, de que el Rey fué muy ale-
gre ; porque ella se mostraba muy aficionada á su
servicio , é el Roy la tenia por mucho suya. A la
qual desque vino, le fué hecho honroso reecibimien-
to por el Rey, é por los grandes que allí estaban.
CAPÍTULO LXXXIX.
Como el Marqate de Villene rodeó por esqaiilus formtt, qae
Pedreriai faeie preso, pera Indignar lu volnnUde* de los lea-
les contra el Rey.
Entretanto que los tratos pendían , y ningún me-
dio de concordia se tomaba , el Marqués de Villena,
que siempre buscaba novedades dañosas contra el
Rey, é provechosas para sf , secretamente envió á
pedir é requerir á Pedradas de Avila, Contador ma-
yor del Rey, caballero de mucho esfuerzo, buen
guerrero é capitán , é muy leal servidor del Rey,
para que quisiese seguir su partido é dezar al Rey ;
lo qual Pedrarias denegó, diciendo que nunca plu-
guiese á Dios que en ninguna cosa él fuese traydor
á su Rey, que tanto bien le avia fecho á él y á su li-
nage, y los avia puesto en tanta honra y estado. Es.
toncos el Marqués, visto quo Pedrarias denegaba lo
que asi le rogaba, trató con el Arzobispo de Sevilla,
que era todo juntamente con él aliado é confedera-
do desde la scisma de la estatua que en Avila se hi-
zo , para que , pues tenia el Alcázar y al Rey en su
poder, lo indignase de tal manera, que mandase
prendello, buscando sus rodeos para ello, para que
fuese no solamente preso mas destruido. Y aquesto
hacia el Marqués porque hecho aquello, los que es-
taban en propósito de servir al Rey se arredrasen é
temiesen de venir á su Corte y estar á su servicio,
visto lo que tan injustamente se hacia contra aquel,
que tan bien lo avia servido. E asi el Arzobispo de
Sevilla , poniendo por obra lo que el Marqués de Vi-
llena quena , indignó en tanto grado la voluntad
del Rey contra Pedrarias , que lo mandó prender , ó
dio consentimiento para ello , no aviendo otra cabsa
justa , salvo porque fué leal servidor. El qual lla-
mado por su mandado, como entró en el Alcázar
halló al Rey cabalgando que se iba al Pardo, é di-
xóle : «Pedrarias venios conmigo al Pardo s; y dicho
aquesto, el Rey se salió por la puerta que está sobre
el río, pensando que se fuera en pos de éL £ quando
Pedrarias quiso salir en pos del Rey, que estaba en
un caballo á la gineta halló todas las puertas cerra-
das é mucha gente en el corral fuera del Alcázar, que
ledescian á grandes voces: «sed preso.» Estonces él
echó mano á su espada, para defenderse ; pero como
eian muchos contra él, no pudo resistirlos; y entre
tanto que asi andaban alderredor de él para lo pren-
der, uno de los que tenian cargo de prendello , lle-
gó por el costado, é dióle una estocada por el lado
deredio, que le entró hasta lo hueco; y como la llaga
fuese peligrosa, él en alguna manera desmayó, en
tal forma, que le ovieron de prender; é preso lo sa-
bieron á la torre que está encima de la otra puer-
ta del Alcázar. E de aquesta prisión muy alterados
fueron asi los del bando del Rey , como los del otro;
sedaladamente los criados é servidores del Rey,
visto lo que asi se hacia oon los que lealmente ser-
vían, é como el Rey daba lugar á tal fealdad. Pero
pues licencia de escribir se me otorga, y osadía de
hablar me debe ser dada, digo con reverencia de tan
alto Rey, que aquesta prisión tan injusta mas fué
ser persegr^idor de los leales, que enemigo de los
traydores, y que más le pesó con la lealtad, que oon
la trayoion le desplugo. ¡O que mal exemplo de Rey I
¡O que deshonesta hazafia de Príncipe! |0 qué feo
consentimiento y descinta lioendal el que habia de
ser defendedor de sus servidores, hacerse persegui-
dor de ellos, el que avia de amparar su hechura leal,
mandalla prender, é dar lugar á su muerte. Luego
que asi fué preso Pedrarias y puesto en poder desús
enemigos, el Arzobispo de Sevilla como parcial del
Marqués de Villena, para que las voluntades de las
gentes mas se alterasen é quedasen mas indignadas
contra el Rey, y perdiesen la afición de servillo,
hizo al Rey que se partiese luego para Segovia 6
prendiese al Obispo, disciendo que preso aquel, no
avría alteración ninguna. El Rey , creyendo que su
engafioso consejo fuese lo mejor, puso por obra su
partida, y otro dia siguiente se partió para Segovia
con propósito de ezeoutar lo que asi le aconsejaba.
De aquesto fué luego avisado el Obispo, é púsose á
tan buen recabdo é con tal defensa, que el Rey no
lo pudo prender, ni tampoco lo intentó, antes como
arrepentido de su venida se tomó luego para Ma-
drid, en tal manera, que ya pareada ser mas pardal
de sus trabajos , que ganoso de libertad , é que mas
le plasda andar corrido que tener reposo. |0 infini-
ta grandeza de Dios! {O alto poder soberano! ¡quáa
hondos son tus juicios , quán incomprensibles tus
secretos, e quán escures tus misterios! Tú haces
acobardar á los Reyes , é afeminar sus corazones ;
tú los agenas del seso, y mudas el entendimiento; tú
los haces andar á ciegas fuera de todo camino , por-
que vayan desatinados sin tener tiento ning^o.
Este Rey, que quando Príncipe en los dias de su
padre se mostraba tan osado , tan esforzado en las
armas, tan denodado en las batallas, tan temido en-
tre las gentes, tan sin miedo en las afrentas, ¿quién
le privó del esfuerzo? ¿quién le quitó la osadía?
¿quién lo hizo tan medroso ? ¿ quién captivo su li.
bertad? ¿quién le sojuzgó el poder, é le puso en tal
DON ENBtQÜE OÜABTÓ.
159
Bomdombre? El que solia mandar, es yenido á ser
mandado ; el que reynaba é sefioreaba, qneda pues-
to en Bervidambre ; á el qae todos se sojosgaban, ya
ninguno lo obedeoe , y él obedece á todos. En tanto
grado es ageno de qaien era, qae no se acuerda si
fué Bey , ni si nadó para ello. Asi que según aques-
to, té sola, Providencia divina , eres la que trans-
mutas los Beyes, la que les quita el sentido y pone
en seso, reprobando que vengan en menosprecio y
hagan lo que no cumple.
CAPÍTULO XO.
Gomo los Aloaldat do la Hermandad de la mayor parte del Reyno
finieron i sapUear é requerir al Rey qne aollaae ft Pedrarias, é
eomo lo aoitó, é lo qne anbeedid.
En aquesto medio tiempo como las Hermandades
del Beyno estuviesen en grande prosperidad, é
su justicia muy temida, hisose la junta de ellas en
la villa de Valladolid , donde sabida la prisión de
Pedrerías, é como injustamente é contra toda razón
lo avian prendido, determinaron que los Alcaldes
della de los Beynos de Castilla é de León fuesen
juntamente á suplicar é requerir al Bey le pluguie-
se soltar á Pedrarías, é dargelo liberalmente. Los
quales venidos delante su Beal persona, é fecha su
habla al Bey, tomó deliberación para respónde-
nos. B ávido su acuerdo con algunos de su alto
Consejo é otros criados suyos, determinó de los sol-
tar, y dárgelo ; é así mandó que lo soltasen y entre-
gasen á los Alcaldes de la Hermandad, y ellos se
lo tuvieron en seftalada merced. Esta deliberación
del preso, que el Bey fizo, fué muy loada por todos
los que estaban on la Corte , puesto que desplugo á
los tiranos, sefialadamente á los que avian sido cab-
sadoresde su prisión. De donde surtió que los tra-
tos de la concordia, sobre que el Bey é los caballe-
ros desleales eran alli venidos, se desmanaron de
tal forma que ningún medio de concordia se pudo
tomar entre ellos, antee el Marqués de Villena y el
Conde de Plasoncia se partieron luego para Ocafia,
donde estaba el Príncipe, é de allí pasaron con él á
la villa de Tllescas. Verdad es que la Condesa de
Plasencia se quedó en Madrid por algunos dias,
mostrándose aficionada al servicio del Bey, median-
te lo qual andaba en algunos tratos, que de nuevo
se comenzaron, según que adelante será recontado,
por lo qne dellos resultó. Estonces el Arzobispo de
Sevilla, visto el desmano de los negocios, desapo-
deróse de la fortaleza y de las puertas, y el Bey
puso en ella por su Aloayde á Pedro de la Plaza,
criado suyo antiguo.
CAPÍTULO XCL
Como se resbttó la partida del Rey para Bijar, y lo qne allí sn-
eedió.
Como la Condesa de Plasencia se quedó en Ma^
dríd, el Marqués de Villena tomó á los tratos por
mano de ella, disciendo que si el Bey con la Beyna
y; con su hija é con la Infanta su hermana se fue-
sen á Béjar, só la salvaguarda del Conde de Plasen-
cia su marido é della, que él y los otros se&ores de su
partido llevarían allí á su Bey, donde todos juntos
los concertarían y darían entre ellos algún medio
de concordia é forma en la gobernación y regimien-
to del Beyno ; pero aquesto era de sus cabtelas del
Marqués de VUlena, porque rodeaba de tener al Bey
de su mano para destruir á los leales que lo avian
seguido. B movido aqueste trato por la Condesa, el
Bey quiso oonsultallo con los del su Consejo, é como
algunos de ellos eran parciales del Marqués de Vi-
llena, votaron que lo debía hacer, puesto que otros
tenían lo contrario. Al fin el Bey convencido de los
aficionados al Marqués de Villena aceptó de lo ha-
cer, é dio su palabra dello aunque mucho contra su
Cprado. E asi dado su consentímiento, fue acordado
el día de la partida, para que él é la Beyna é su
hija y la Infanta Dofia Isabel su hermana se fue-
sen juntos con la Condesa de Plasencia, é los caba-
lleros con su Bey!por otro camino, hasta que los jun-
tasen á todos en Béjar. Venido el día que se avian
de partir, los caballeros críadosé servidores del Bey
que alli estaban , viendo quan 'aceleradamente le
hacían partir, é como él con toda la cepa Beal se
iba á poner en las manos de los enemigos caballe-
ros tiranos, donde los temían mas sojuzgados que
libres, por donde avrian poder é mando, para des-
traír los leales ; poniendo ante sus ojos la lealtad
é firmeza, oon que tan limpiamente avian servido
á BU Bey, acordaron de se juntar todos en una Igle-
sia que se dice de Sant Qines. E juntados, enviaron
á rogar á los Alcaldes de la Hermandad que alli eran
venidos sobre la deliberación de Pedrarías, quo les
pluguiese de venir á hablar con ellos. Los quales
venidos, rogaron á mí como eclesiástico y antiguo
criado del Bey, quisiese desoír é proponer la cabsa
de su ajuntamiento. E aii convencido de su ruego
les dize: «Tanto los leales se deben presciar de su
• lealtad, quanto mas limpiamente vivieh>n en ella,
n porque quanto á los traydores desdora su traycíon,
•tanto á los otros arrea é compone su mucha firroe^
iza. E de aquí es que tres cosas son las que mayor
» dolor y sentimiento suelen poner en los corazones
«de los buenos : la primera, quando los libres nací-
ndos en libertad son privados de ella é puestos en.
nsujecion de los tíranos ; la segunda , quando loa
Aléales son mandados é sefioreados por los traydo-
ares ; la tercera y mas grave, quando los Príncipes
sé Beyes poderosos son venidos á servidumbre de
» los siervos é criados que criaron. B como aquesto
nes la mayor fealdad é grave abominación, lo que
nmas nos debe afligir es ver como vemos el abati-
ntimiento, la deshonra y vituperio en que á nuestro
•Bey é Sefior natural han puesto aquestos que él
serió, los que levantó del polvo, é hizo de nada,
•que no solamente se han contentado del feo aba-
ntimiento en que lo tienen, mas lo traben tan acor-
srido é afligido é asenderado, qne agora de nuevo
I después qne le hicieron prender á sus leales ser-
»vídoressin cabsa, por enemístallo oon todos é que
•perdiesen la gana de scrvillo, han rodeado con sus
160
CRÓNICAS DB LOS BET88 DE CASTILLA.
• utooiosot tratofl como su Altesa oon toda la oepa
iBaal de su descendencia se vaya á poner debaxo
»de BU mano, é á su mandado é gobernación en la
»yilla de Béjar, para que ni tengamos Rey que nos
» ampare, ni sombra que nos cubra, ni abrigo que
tnos defienda; en tal manera, que quando á ellos
«agradare, nosotros los leales seamos puestos á ou-
vohillo sin reparo, ó asi nuestra lealtad será sojus-
igadapor trayoion,y ellos reputados por leales. Pues
B ciertamente. Señores, asi es necesario é cumple que
nresistamos su partida, y de tal guisa defendamos
ni nuestro Rey, que nunca lo consintamos llevar en
»captiverio; ca dura cosa seria, seyendo como so-
• mes unos criados suyos é antiguos , ó otros subdi-
Btos naturales celadores de su servicio, consentir
vtan grand maldad, y dezamos desabrigar sin ex-
»perimentar nuestras fuenas é poner á ello las ma*
»nos. Asi que, concluyendo, digo que será cosa con-
svenible y loable hazafia que antes como varones
•nos perdamos , que como ovejas destrozadas nos
•despojen de la vida. » Oyda aquesta habla , todos
quedaron muy contentos, y tanto oonf ormes en ello,
que sin replicato ninguno , asi los Alcaldes de la
Hermandad, como los otros criados é servidores del
Rey, aviendo por muy bueno lo que asi lee era di*
cho, determinadamente deliberaron de lo hacer é
poner luego por obra. Para lo qual fué luego acor-
dado que primero con mucha humildad fuese su-
plicado al Rey que desase la partida , ó quando por
suplicación no lo quisiese hacer, que con mano ar-
mada le fuese resistida. Basi fueron diputados qua-
B puede seguir, todos los vasallos é criados é servi-
adores de vuestra excelsitud tememos, é los que
• agora sospechamos de esta partida, que vuestra
• Aiteaa quiere hacer para Béjar, donde parece que
• inconsultamente por voto de dos 6 tres parciales y
•enemigos suyos, se va á poner en las manos de
•aquellos que tan crudamente le han tratado con
•sus lenguas, é disolutas obras. B no solamente que
•vuestra Real persona vaya á su poder, mas toda
•la cepa Real do vuestra descendencia, do que otros
•muy grandes y mas perversos males se podrían
•cabsar y recrescer* Por lo qual muy humildemente
•con qaanta reverenda podemos una é muchas ve-
• oes le suplicamos quiera é tenga por bien de cesar
• su partida ; porque de aquella no solamente redun-
•dará peligro en la persona Real de vuestra Mages-
•tad y de toda su sangre Real, mas en la vida de
•todos aquellos que con lealtad lo han servido é se-
Bguido; protestando, que si todavia quiere ensistir
•en la partida, que la resistiremos con todas nuestras
•fuenas, fasta poner las manos en los que lo con-
• tri^rio de aquesto le quisieren acoosejar é procura-
Bren desde el mayor estado hasta el menor.» Acaba-
do mi habla, quanto quiera que al Rey le agradaba
lo que asi le suplicábamos, se apartó con algunos
de su Consejo para tomar su acuerdo é deliberación
con ellos de lo que se debia hacer. Pero como al-
gunos de ellos eran parciales del Marqués de Ville*
na, votaron é diéronle por consejo que todavia se
partiese, y que á nosotros respondiese que su parti-
da era muy necesaria, é era cosa muy cumplidera á
tro Alcaldes de la Hermandad, que por parte de I su servicio. Oyda aquesta respuesta, é divulgada
todo el Beyno fuesen primero á se lo suplicar, é le entre los criados é servidores del Bey, é por las
notificasen como su partida era peligrosa para su
Real persona é de su cepa Real, é grande perdición
de sus Reynos ; é donde no lo quisiere hacer, que
protestasen de le resistir la partida, é no consenti-
11a por ninguna manera. Luego que aquestos fue-
ron oidos é propusieron su embaxada, fueron en
pos de ellos de los criados é servidores del Rey otros
quatro Diputados, que eran Frey Arias de Rios, Co-
mendador de Bamba, é Juan Guillen, Guarda ma-
yor de la Beyna, é Martin Galindo, hijo mayor de
Juan Fernandez Galindo é yo, para que de parte de
sus criados é servidores é de toda la gente de sus
* guardas, le suplicásemos lo mesmo que los Alcaldes
de la Hermandad. B asi llegando delante de su Al-
teza con otros algunos caballeros, é sefiaJadas per-
sonas que nos acompafiaban, dieron á mí el cargo
de proponer, y dixe : cTantos insultos y tan gran-
• des é tan disolutos yerros se han ensayado contra
• la Beal persona de vuestra Excelencia, queaque-
•Uos nos hacen sospechar otros mayores malos ; é
•au mesmo, Sefior, avemos visto quantos tratos han
•andado de que ninguna conclusión ni ningún mo-
rdió de paz se ha tomado, ni se espera según la
• muchedumbre de las mentiras que en tanto grado
•han prevalecido ; por donde medio alguno de con-
•cordia no se debe atender. B como ya lo pasado
•nos da sospecha de las cosas adelante venideras
•qué tales podran ser, y del fruto que de lo tal se
gentes de sus guardas, é por los Alcaldes de la Her-
mandad, é visto como su partida se aceleraba muy
prestamente, se pusieron todos en armas en tal ma-
nera, que la villa fué muy alborotada, dando favor
á la Hermandad, éá los criados é servidores del
Rey, con las guardas. Entretanto que asi andaba el
alboroto, el Arzobispo do Sevilla é la Condesa de
Plasencia con un capitán suyo, que se llamaba Pe-
dro de Hontiveros, con trescientos rocines cabalga-
ron amas andar, é se pusieron de la otra parte del
rio enfrente del Alcázar, esperando al Rey que sa-
liese con la Reyna é con la hija é con la hermana,
para llevarlas consigo. E como el Rey salió por la
puerta del Alcázar, que está sobre el rio, fue muy
grande el escándalo de la gente por todo el pueblo,
disciendo á grandes voces, « que llevan al Rey pre-
so.» E luego sin detenimiento alguno salió toda la
gente de la villa, asi de á caballo como de peones
armados, disciendo , a mueran, mueran los traydo-
res, que llevan preso al Roy» ; en tal manera, que
llegados con muy grand furia, cercaron al Rey en
tomo, de tal guisa, que no pudo de salir de entre
ellos. E como aquesto vieron el Arzobispo de Sevi-
lla y la Condesa de Plasencia ó su capitán, que ea^
peraban al Rey, ovieron tan grand temor, que sin
detenimiento ninguno se fueron huyendo é mas an-
dar hasta la villa de Yllescas, donde estaba el Mar-
qués de Villena y los otros Sefiores con ol Principe^
DO» BNBIQÜB CUARTO-
161
Á qtiSen ellos tUmaban Rey. Los qnalee á la misma
hora se partieron aceleradamente, é pasaron lo^
puertos para la villa de Arévalo. Hecha la resibten-
citt, y estorbada la partida del Rey, y tomado al
Alcázar, é con él sus servidores y criados con los Al-
caldes de la Hermandad y i;entes de las guardas
que alli estaban, pusieron lueg^ tan grand recabdo
de guardas enderredor del Alcázar, que ninguno
podía entrar ni salir sin que fuese visto, y sabido á
quo venia ó iba ; de tal forma, que los tratos de la
nña parte á la otra no tuvieron lugar de andar. Y
asi todos puestos como en cerco suplicaron al Bey
quo su Alteza mandase que ciertos hijos-dalgo ó
personas de autoridad de los que alli estaban entra-
sen en el Alcázar, para que juntamente con el Al-
cay de estuviesen en la guarda de su Real persona y
de la Reyna y de su hija é su hermana, lo qual el
Rey tuvo por bien ; é asi deputadoa los quo avian
de estar, y entrados en el Alcázar, levantáronse de
alli donde estaban en el campo ; é de tal guisa los
que entraron en el Alcázar pusieron recabdo, que
ni el Rey podia enviar tratos, ni los caballeros á
él. De aquesta resistencia fueron muy alegres é con-
tentos los servidores é caballeros del partido del
Rey, asi por la libertad de su persona Real, como
por la seguridad do sus propios estados é vidas, que
sin duda fueran destruidos, si el Rey fuera á Bejar
en poder de sus enemigos ; porque la principal cab-
sa que á loe tiranos movía á llevar al Rey en su po-
der é tenello de su mano, era aquella. E por esto
luego que la resistencia íué hecha, vinieron alli á
Madrid algunos Seftores de su partido , seftalada-
mente Don Luis de la Oerda, Conde de Medina Celi,
é Don Pedro Qonzales de Mendoza, Obispo de Ca-
lahorra, que avia grand tiempo que estaba fuera de
la Corte ; por cuya venida el Rey fué muy alegre é
contento; porque páresela estar su persona Real
con mas abtoridad. Estonces ávido su Consejo, de-
terminaron que el Rey se partiese para Segovia.
CAPÍTULO XCII.
De lo ^0 raeeéló despaet qse el Rey se pertié pan Segovia.
Pasados algunos dias después que el iLey ovo lle-
gado á la cibdad de Segovia, vino alli Pedro de
Hontiveros, disciendo que por parte de los caballe-
ros tiranos traia cierta contratación. Pero aquello
era falso; porque el fin de su venida fué tratar con
Fedrarias de Avila la trayoion é vendida de aquella
cibdad, que por su secreto mensagero les avia profe-
rido de dar. Y asi como su venida eraagena de lo que
él fingia traer, se tomó sin conclusión alguna ; por-
que ya las cosas de la paz é sosiego se iban de con-
tino empeorando, é tanto las novedades credan de
cada dia é las traydones se multiplicaban, que un
hombre de balo estado, que se llamaba Pedro de
fiilvaí aviendo rescibido mercedes de la Reyna, ou«>
ya era la villa de Ohnedo, é teniendo la goberna-
ción de ella por su mandado, porque era casado con
una doncella suya, pospuesta la vergftenza, ensu-
ciando BU linage, é envileeciendo su persona con
nombre de traydor, vendióla álos tiranos desléales,
é dióles entrada por un postigo del muro, que esta-
ba junto con su casa; donde luego los caballeros con
su Rey , que desoían , se vinieron alli á aposentar.
Sabido aquesto por el Rey , é ávido su deliberado
acuerdo, envió á llamar al láarqués de Santillana,
que viniese con la mas gente que pudiese traer ; el
qual obedesciendo su mandado , vino con quinien-
tos rocines, y se aposentó en una aldea que se dice
Sanct Chrístoval, que está media legua de Segovia.
E así aposentado , envió á desoir al Rey que pues
su Alteza quería servirse de él como de leal caba-
llero que siempre le avia sido , que para seguridad
de su estado, é de sus hermanos é parientes que lo
avian de servir, le diese en rehenes á su hija. B
quanto quiera que sobre ello ovo algunas diferen-
cias, al fin él gela ovo de entregar en esta manera,
que salió con su hija hasta la subida del puerto, y
el Marqués salió á larescebir, donde le fué entrega-
da. B así tomada de su mano, la dio á Don Ifiigo
López de Mendoza, Conde de Tendilla , su herma-
no , que la Uevase á Buytrago, é la tuviese en grand
guarda, y el Marqués con toda su gente se fué á Se-
govia. Donde venido, él y el Obispo de Calahorra,
su hermano y el Conde de Medina Celi comenzaron
á entender en la gobemaoion y cosas del Consejo.
Pero según aquellas subcedian,y se iban empeoran-
do , fué acordado que el Rey con toda su Corte se
fuese á la villa de Ouéllar, y que la Reyna y la In-
fanta Dofia Isabel se quedasen allí en Segovia. La
ida del Rey á Cuéllar páreselo ser cosa necesaria,
así por mostrar que se acercaba contra sus enemi-
gos, que estaban en Olmedo, como por hacer espal-
das á los de Medina del Campo , que de oontino pe-
leaban contra el Alcayde de la Mota, que estaba por
el Arzobispo de Toledo rebelado contra el Rey. £
luego que así fué llegado á Cuéllar, vinieron ciertos
escuderos de la villa de Medina del Campea deman-
dar ayuda é socorro é amparo contra el Alcayde que
los perseguía y hacia grandes da&os desde la forta-
leza, porque se diesen al Príncipe, rey que se des-
da. Oyda su habla y la necesidad con que venían,
el Rey con aquellos caballeros de su Consejo acordó
de los ir á socorrer , pero entretanto que el socorro
les iba, les dizo que estuviesen á buen recabdo, é se
barrease la villa, por manera que no resoíbieeen
dafio alguno. Tomado aqueste acuerdo, é dada for-
ma de ir á socorrer aquella villa, porque no la se-
fioreasen los enemigos, llegó Don Pedro de Velasco
secretamente por mandado del Conde su padre, su-
plicando al Rey que le perdonase si algún deservi-
do ó enojo le avia fecho; porque en enmienda é sa-
tisf adon del hierro pasado le queria venir á servir
con quatrocientos hombres d'armas é tresdentos gi-
netes condidonalmente, que todavía fuese á socor-
rer á Medina del Campo porque no se perdiese ; de
lo qual fué el Rey muy contento, ad con su venida
para lo servir, como por la proferta que trda, yista
la neceddad en que estaba y quanto era su venida
provechosa. E ad regradesciendole muoho el deseo
con que venia é la proferta que le daba, mandólo
11
162
luego 86 foeM á recoger aa gente 6 qae ee bolviese
muy preeto. E luego el Rey se tornó á Segoy ia, don-
de mandó recoger toda la gente de ana guardaa y
la de loa otroa caballeroa que allf eran venidoa á aa
aoryido ; é aal meemo mandó llamar á loa otroa qae
tenia por auyoa é ae avian proferido de venir á aer-
▼irlo por laa meroedea qae lea avia f eoho. Entre loa
qaalee principalmente envió á llamar á'Don García
Alvareí de Toledo , Oonde de Alva, é mandó á mi
qae faeae á Ól de parte aaya con carta de creencia.
Al qual llegado, deapnoa de machaahablaa qae en-
tre ól é mi paaaron, reapondió qae éataba may al-
canaado é en grand neceaidad de dinero, aai para
pagar algana parte de aa gente, como para otraa
ooaaa qae avia meneater ; qae ai aa Altesa lo man-
daae aocorrer con medio qaento de maravedla, qae
lo iria laego á aervir. De lo qaal tomada por mi aa
fee ó palabra qae anai lo faria, dixe qae enviaae
conmigo aa Camarero , ó qae le haría dar recabdo
de aqaello qae demandaba ; ó laego me tomó para
el Rey. Al qaal recontando lo qae el Ck>nde pedia,
dizo : a Bien aó é aoy certificado que ól no ha de ve-
»nir; maa porque no pareaca que dezo con ól de
vcnmplir en no darie lo que dñnanda, yo mando
•que luego ae le dó» ; ó aai fuó dado á au Camarero,
que conmigo avia venido.
CAPÍTULO xcm.
Oinno los de MedlM éA Campo demandaioa toeorro al Rey por
•1 peligro ea ^ae eiUbto ; é Tenido Doa Pedro de Velajeo con
sa gonle, fné aeordado de Ir á loeorrer A Medina del Campo.
Entretanto que la gente ae allegaba, loa debatea
de Medina del Campo contra el Aloayde de la Mo-
ta ae avian de tal manera, que cada día llegaban á
polcar unoa con otroa , donde peligraban de cada
parte; pero loa de la villa tenían ciertaa Igleaiaa
f ortaleddaa alderredor de la Mota, donde ae defen-
dían, ó reaiatian laa aalidaa deauacontraríoaá la vi-
lla. E como el Príncipe Don Alonao , rey ¡que ae
deacia, cataba en Olmedo oon loa caballeroa ó Perla-
doB de au partido, daban favor ó hacian eapaldaa al
Alcayde de la Mota, ó loa de la villa no aclámente
cataban oon temor, maa en grand peligro que una
noche vemian de aalto ó darían aobre elloa ó loa
deetruyrían de tal guiaa, que la villa quedaae del to-
do por elloa, y loa que tenían la voa del Rey queda-
aen deatraydoa. B aai iban de contino menaageroa
al Rey, dándole príeaa que loa vinieae á aocorrer an-
tea que aña onemigoa vinieaen ó dar en elloa, ó que-
daaen robadoa y echadoa fuera de aua caaaa ; pero el
Rey que atendía la venida dd Conde de Alva, ae-
gun la fee ó la promeaa que avia dado, ó á Don Pe-
dro de Velaaoo, reapondíalea que ae defendieaen,
que ól aeria muy preato con elloa. En aqueate me-
dio tiempo llegó Don Pedro do Velaaco á la villa do
Cuóllar con loa aetecientoa rooinea que avia prome-
tido al Rey ó con aaas peonage; donde llegado, el
Duque de Alburquerque y ól eacribíeron al Rey que
puea la venida del Conde de Alva ao dilataba, au-
plicaban á au Altesa que ae vinieae luego oon aua
CRÓNICAS DE LOB BBTflB DI QAflTtLtJL
guardaa ó oon aqaeUca aellorea que alli cataban, pa-
ra que aocorrieaen á loa de Medina del Campo antea
que loa enemigoa dieaen aobre elloa ó loa deatroza-
aen. Eatoncea el Rey ae partió de S^govia á maa
andar con el Marquóa de Bantillana y el Obiapo de
Calahorra, ó Don Juan ó Don Hartado ana herma-
nea, ó toda la gente de aoa guardaa^ ó mandó que la
Reyna ó la Infanta au hermana ae quedaaen alli , ó
Joan Guillen con cierta gente en au guarda. Lle-
gado el Rey á Cuóllar, fuó acordado que otro dia ai-
guiente ae partíeaen camino de Medina, ó que aa
ida fueae por delante de Olmedo. B qnanto quiera
que el Eey lo eatorbaba por excnaar la batalla, y
que ae fueaen por otra parte, el Marquóa de Santi-
Uana y el Duque de Alburquerque ó Don Pedro de
Velaaco y el Obbpo de Calahonh ó Juan Femandea
Qalindo, capitán dd Rey, como cataban ganoaoa de
pelear contra aua enemigoa, inaiatieron todavía de
paaar por alli, y aai oon aquella ddiberadon ae par-
tieron de Cuellar con toda au hueate, ordenadaa muy
bien aua batallaa, y aquella noche ae fueron á apo-
aentar d monte de Hiacar. Eatando alli apoaenta-
doa, can á la media noche llegó un Rey d'armaa
aecretamente d Duque de Alburquerque de parte
de Don Alonao de Fonaeca , Arsobiapo de Sevilla,
hadóndole aaber que quarenta caballeroa hijca-dal-
go de la caaa del Principe, que ae deda Rey, ó del
Arsobiapo de Toledo avian fecho voto aolene« quo
todoa ó cada uno de elloa lo buacarian por toda la
hueate de la batalla, quando ae dieae , ó lo prende-
rían ó lo matarían, ó perderían la vida en aquella
demanda ; ó que le rogaba, ó le requería como ami-
go, que á la batalla no adieae con armaa conocidaa,
porque le aería en peligro de au vida y de la hon-
ra. El Duque reapondió al Rey darmaa : t Decid d
BBCfior Arsobiapo, que yo gelo ten£^ enaefidada
» merced, porque me paga la debda de buen amigo;
upero que en loa tdes tiempoa conviene á loa oaba-
B lleroa adir aefialadoa, ó moatrarae á aua enemigoa,
•porque la honra dempre cuelga del peligro. E por
D tanto á voa como oficid de armaa requiero que á
» loa cabdleroa que ad han jurado de me prender ó
amatar en la batalla, lea dígala que laa armaa ó la
•inaignia con que yo he de pelear en la batdla, aon
» laa que aqui vedea : por cao cumple que laa conoa-
»oaÍ8, ó ae laa aepda blaaonar, para que por dlaa me
»conosoan ó aepan quien ea el Duque de Alburquer-
nqne.» E mandóle dar una ropa de aeda y dineroa
con que ao tornaae, ó tomado el Roy d'armaa, noti-
ficólo á loa od»dleroa que avían fecho aquel voto.
CAPÍTULO XOIV.
Gomo el Maréate de VlUeaa te hlio Maeetre de Santlafo.
En el tiempo que aai eataa ooaaii pendían y cata-
ban en vigilia de tanto rofnpimionto dn caperanaa
de concordia, do que tan^a muortea ó dafioa ae aten-
dían, Don Juan Pacheco, Marquóa de Villena, que
oon au hambrienta codicia no dormía, avia buacado
aua forroaa ó mañerea aatutaa con loa Comendado-
I rea de la Orden, que le dieaen el hábito de Sandia-
DON ENBIQÜE CUARTO.
163
gO|¿le eligiesen por Maestre. B aii con la mayor
parte é mas principal dallos' era ido á la villa de
Ooafia, adonde resoibió el hábito, é fué Inego eligi-
do por Maestre de Sanotiago, y obedecido por todos
los caballeros de la Orden; en tal manera, qne sin
grado ni oonsentímiento del Bey, ni del Principe sa
hermano, por qnien avia de ser renunciado , ni de
los perlados é grandes del Reyno, é sin lo consultar
oon el Papa, no corando de ser proveydoporél, ab-
solutamente se intituló Maestre de Sanctiago. ¡O
desvergonsado caballero, ingrato criado, y desleal
servidor 1 que por subir en tan alta dignidad, aba-
tiste la grandeaa del que te puso en tan alto esta-
do, disipaste su honra, denigraste su fama, denos-
taste sus rejrnos, sus gentes y nación. Por poner la
espada de la caballeria en tu pecho , pusiste á cu-
chillo tanta gente é inocentes, que murieron por tu
cabsa: por hacerte Maestre, destruyste á quien te
hizo I cabsaste infinitos robos, hiciste muchas viu-
das, desabrigaste muchos hijos de sus padres, é
desconsolaste á tantos padres de sus hijos. Por in-
titularte de Maestre, intitulaste tu persona con feo
renombre y dejaste á tus hijos oon vergonsoso ape-
llido. Dime, pues, agora, caballero tirano, ¿qué te
pudo aprovechar la honra transitoria de tan breve
tiempo, qnando el pregón de tu infamia irá de gen-
tes en gentes y quedará por memoria quanto el mun-
do durare y parieren las mujeres?
CAPÍTULO XCV.
Gomo el Anobiíj^o 4e Toledo é loi otros caballeros , ((le estaban
en Olaeáo eos el Prfselpe, se pnslcroa ea araas é salieron
al eaapo para resistir el paso de Nodina al Rey é á sns caba-
lleros.
Quando el Arsobispo de Toledo, é los otros caba-
lleros y capitanes que estaban en Olmedo, supieron
como el Bey oon sus batallas ordenadas iba á so-
oomr á Medina, y querían pasar por delante de las
puertas de Olmedo, determinaron de se poner en
armas é resistir la pasada. E asi ajuntadas sus gen-
tes , quanto mas presto pudieron, salieron á ponerse
en el campo muy juntos con los muros de la villa;
de tal guisa, que por aquella parte pudiesen tener
seguras las espaldas. E quanto quiera que asi estu-
viesen puestos en armas en el campo, bien quisie-
ran que la batalla é el rompimiento de ella se es-
ousara, con tanto que el Bey con su hueste se fuera
por otra parte. B puesto que para ello enviaban al-
gunas personas religiosas que se lo suplicasen é re-
quiriesen , mas no con aquella reverencia é acata-
miento que como subditos debian tener á su Bey,
mas como soberi>iosos é rebeldes enemigos, que
ninguna obediencia le qóerian demostrar. Verdad
es que el Bey estaba muy ganoso de estorbar la ba-
talla y traer las cosas á conclusión de pas, si ser
pudiera; pero vista su deeonestidad é poco acata-
miento, di6 consentimiento á la rotura, é quiso to-
davía que la pasada fuese por delante las puertas
de Olmedo. B otro dia siguiente, que fué Jueves,
dia áp S|Q(^ ^[^aldo I á veinte dias de Agosto se
levantó do mafiana el Bey ; el qUal , oyda su Misa é
todos los otros Seftores en sus tiendas, mandó to-
car sus trompetas para que todos cabalgasen 6 se
pusiesen en orden de caminar. E asi llamados aque-
llos sefiores é caballeros del real, é venidos ante su
Beal presencia, les dixo: tSin dubda, caballeros,
mucho me pluguiera que el rigor de la batalla fue-
ra hoy escusado, asi porque las muertes, de donde
ma^or enemiga recrece, se quitaran , como porque
de la guerra nunca procede amistad ni concordia,
Pero concdderando la poca templanza é menos aca-
tamiento del Arsobispo de Toledo é de los otros
caballeros é grandes que están en Olmedo contra
mi servicio , é visto como quieren mostrar mas so-
berbia que obediencia, é mas presunción que cor»
tesia, sin venir en conocimiento de sus yerros, que
con tanta fealdad han ensayado , quiero contra mi
grado dar lugar al rompimiento que hoy se espe-
ra. E pues que vosotros como leales, hadando lo
que debéis, é pagando la debda de vuestra noble-
sa, soys alegres é contentos oon la batalla , yo con-
formándome con vuestro deseo é animoso querer,
doy á ello mi consentimiento con protestación que
hago , tomando á Dios por jues y testigo , que me
desplace de ello, y que seria más contento oon su
obediencia que con la rebeldía que tienen, perma-
neciendo como están en su dafiado propósito de
deslealtad. Por tanto ordenad vuestras batallas é
vamos contra ellos; porque soy derto é tengo tal
seguridad de la grand bondad de Dios, que nos
dará hoy vendmiento contra su soberiiia; en tal
manera, que serán abatidos los enemigos, é nos-
otros prosperados. t Dicho aquesto, mandó que
Don Pedro de Velasco fuese ddantero de cara los
enemigos, é los otros caballeros é sefiores en pos de
él. Estonces las batallas se ordenaron de aquesta
guisa : Don Pedro de Vdasoo llevaba tres batallas ;
á su mano derecha iban Don Luis de Vdasco y Don
Sancho sus hermanos con una esquadra de tresden-
tos ginetes ; á la mano izquierda iba Don Juan de
Velasco, su primo, el Sefior de Siruela, con otra
batalla en que iban ochenta hombres d'armas; Don
Pedro de Velasco iba en medio con otra esquadra
de tresdentos é veinte hombres d'armas ; en pos de
aquestos iba Don Diego Hurtado de Mendoza, Mar-
qués de Santillana, con dos esquadras ; él llevaba la
una de ducientos hombres d'armas; el Obispo de
Calahorra, é Don Juan de Mendosa, é Don Hurta-
do de Mendoza, sus hermanos, á la parte derecha con
otra esquadra de ciento é cinquenta ginetes; y el
Comendador Juan Fernandez Qallndo llevaba una
esquadra de tresdentos ginetes de las guardas mal
armados ; é por eso fué acordado que se pusiese á
la mano izquierda del Marqués de Santillana ; en
pos de aquestos iba Don Beltran de la Cueva, Du-
que de Alburquerque, con dos -batallas; él llevaba
una de dentó é cinquenta hombres darmas, é Don
Pedro de Velasco á la mano izquierda oon otra es-
quadra de dudentoe ginetes. E quanto quiera que
aquel dia suplicaron al Bey que mandase sacar su
pendón Beal ó alguna de siu banderas, respondió
164 * CRÓNICAfl DB LOS
que paes él no traia batalla do goute d'armas, que
no era razón que so pendón Beal saliese al oampo,
ni se desplegase tampoco bandera ninguna.
CAPÍTULO XOVL
Coma d Anobiipo de Toledo 6 loi otros otballeros que eiUbaí
en Olmedo ordenaroi sai bsUUu.
Los enemigos de que vieron que la batalla no se
podia esousar, y que el Rey oon sus gentes se iba á
pasar derecho por donde ellos estaban puestos en
el oampo, ordenaron sus batallas en esta guisa: la
batalla primera adonde pusieron al Príncipe, su
rey que se desoia, era de seiscientos rocines, hom-
bres d'armas ó ginotes, y de aquesta batalla era ca-
pitán el Arzobispo do Toledo, ó Don Diego de Qni-
ftones. Conde de Luna. £n medio de aquesta bata-
lla estaba una lombarda armada, para tirar á los
primeros encuentros; de aquesta mesma batalla
eran sobresalientes el Conde de Ribadeo y Pedro de
Onti veros, capitán de la gente del Conde de Plasen-
cia, oon ducientos ginetes. Estaba á par de aques-
ta batalla otra de qnatrocientos hombres d*armas é
ginetes, de la quol era capitán Don Qarcia de Pa-
dilla, Clavero de la Orden de Calatrava ; estaba otra
batalla de quinientos ó cinquenta rocinos do diver-
sos caballeros que los avian enviado ; de aquesta
batalla era capitán Don Fernando de Fonseca, her-
mano del Arzobispo de Sevilla. E puesto que asi es-
taban en el campo ordenadas sus gentes, todavía
quisieran que el rompimiento se escnsara. E ansi en-
viaron al Rey á Mesen Fierres de Peralta, Condes-
table de Navarra, y consuegpro del Arzobispo de To-
ledo, para que le suplicase que aquella batalla se
eecusase, considerando las muertes, ó dafioe, ó ma-
les que de alli se podrían reeorescer. B como ya sus
batallas iban acercándose á mas andar á sus enemi-
gos, aprovechó poco su venida, por manera que su
rotura no se pudo excusar. Pero puesto que los ca-
balleros leales de la parte del Rey, como animosos
y esforzados varones, se pusieron á pelear oon asaz
denuedo, fueron tan malamente proveydos, que de-
xaron la persona del Rey sin gente alguna que la
guardase, ni quedaron con él sino quatro ó cinco
de á caballo é Mesen Fierres de Peralta, parcial de
los enemigos ó poco servidor del Rey. Y no sola-
mente fueron negligentes en esto, mas todo el far-
daxe que traian, aunque era mucho, se quedó tan
desacompafiado , que ninguna gente de resistencia
pusieron para guarda, salvo los azemileros ó mozos
de espuelas, que supieron mas huir que defender.
CAPÍTULO xcvn.
Como pelearon las baUllas , y faeron los enemigos del Rey
venetdos.
Luego que las batallas se vieron unas á otras, la
pelea se ordenó de aquesta forma : que Don Pedro
de Velasoo pelease oon la batalla principal del Prin-
cipe, donde el Arzobispo de Toledo era capitán ; el
Marqués de Santillana é sus hermanos é Juan For-
RKYES DE CASTILLA.
naudez üaliudu con la batalla del Clavero de Cala-
trava; el Duque de Albnrquerque con la batalla de
Hernando de Fonseca. Y asi arremetiendo los lea-
les contra los enemigos, el Marqués de Santillana
hirió primero en la batalla del Clavero, donde mez-
clada la esquadra dol Comendador Juan Fernandez
Galindo, fué luego desbaratada; porque yendo con
I flacas é pocas armas, no pudieron sufrir la furia de
los contrarios, é asi la mayor parte de ellos huye-
ron ; pero el Marqués con su gente hirió tan brava-
mente en la batalla del Clavero , que por pura fuer-
za la hendió por medio , é la desbarató de tal mane-
ra, que bol viendo sobre ellos no halló con quien
pelear que resistencia le hiciese. Don Pedro de Velas-
oo envió dolante do sus batallas á Don Juan de Ve-
lasco su primo, con su esquadron de ochenta hom-
bres d^armas, que hiriesen primero en la batalla
principal del Príncipe; el qual se adelantó un buen
trecho, y entró como caballero esforzado con tal de-
nuedo, que hendió la batalla é se poso de la otra par-
te hádia la villa de Olmedo, é pasando, derribó su
pendón y llevólo consigo. En pos de él entró Don
Pedro de Velasoo con las otras dos batallas, é hirió
tan de recio en ellos, que los llovó de arrancada sin
resistencia ninguna hasta las puertas de Olmedo.
Alli fué herido el Arzobidpo do Toledo en el brazo
izquierdo, é preso el Conde de Luna sobro su fé,
puesto que después no quiso acudir á ella, aunque
fué llamado por Don Juan de Velasoo que le pren-
dió. E como Don Juan de Velasco avia hendido
aquella batalla, é pasado por medio de ellos hasta
la otra parte, no conociendo que Don Pedro de Ve-
lasco la llevaba de vencida sin resistencia, pensan-
do que toda la batalla del Príncipe y del Arzobispo
iba á dar en él, huyó de la batalla con su gente , y
no se halló en el destrozo de los enemigos. Huyó
asi mesmo Don Juan de Mendoza, hermano del
Marqués de Santillana ; pero Don PeÑdro de Velasco
aquejó tanto á los enemigos, que los hizo meter en-
tre la cerca é la barrera de la villa, y en algunas
iglesias que muy cerca de alli estaban , de tal for-
ma, que ninguno de ellos osaba salir á la batalla.
El Duque de Albnrquerque con sus dos esquadrones
hirió en la batalla de Hernando de Fonseca, y él en
la suya, de tal guisa, que cada uno de ellos oon los
suyos se daba tan grand priesa é buen recabdo á pe-
lear unos contra otros , que bien páresela estar ga-
nosos de menear las espadas : donde asi andando en
la furia, como el Duque de Alburquerque iba muy
señalado, sogun lo avia prometido al Rey d'armas,
que le fué á avisar del juramento contra él fecho,
los caballeros y hidalgos que lo buscaban por el
voto hecho contra él, halláronlo allí, é tomado en
medio, pusiéronlo en grond estrecho, aquexándolo
que se diese á prisión, en tonto grado, que si el
Marqués de Santillana su suegro no lo socorriera,
todavia fuera muerto , porque jamás se quiso dar á
prisión. Pero después que fué socorrido tomó á pe-
lear tan bravamente, que bien páresela tener oobdi-
cia de ganar honra. E ansi andando peleando en la
batalla, halláronse á las manos él y ílornando do
DON ENRIQUE CUARTO.
165
Fonscoa, y ol Duque lo dio un golpo do ospoda con
la punta I que le entró entro la babera é la oelada,
qno lo birió mortalmente en la cabosa, do que ina-
rió donde á qnatro días. E como loa sayos lo vieron
ABÍ berido ó sin esfuerso para pelear, fueron mny
pesantes é prestamente desbaratados. Entretanto
qne las batallas de los leales iban ganando victo-
lia, y el Rey se avia quedado solo, Mosen Fierres
do Peralta, no negando la afioion que tenia al Ar-
isobispo de Toledo, é la poca gana de la boura del
Rey, bisóle orear qne los sayos eran todos desbara-
tados por las gentes de las guardas qne al comien-
zo salieron bayendo, é que si de alli no se aparta-
ba, qne á sn persona correria grand peligro en es-
tar alli. E asi el Rey, oreyendo sa mentira, se apar-
tó del campo, é se fué á media legna de alli á ana
aldea, qae se dioe Pozal de Gallinas, donde se es-
tuvo paseando por las eras , fasta saber alguna nue-
va de los suyos una gran pieza. En este medio tiem-
po, como el Oonde de Ribadeo é Pedro de Hontive-
ros andaban sobresalientes á todas las partes del
campo sin pelear, desque vieron qne el f ardage es-
taba á tan mal reoabdo sin guarda ninguna, mas
ganosos del interese qne no de la bonra , dieron en
61 , y mandaron á los sayos que lo pusiesen á saco-
mano, en tal manera, que llevaron la mayor parte
de ello é lo metieron en la villa de Olmedo. Betón-
•
oes los caballeros leales, conociendo la gloría de su
triunfo, é como ya el oampo ORtaba por ellos, sin
resistencia dieron en el Conde do Ribadoo y Podro
Hontiveros, de tal forma, que muy ligeramente
fueron desbaratados, é Pedro de Hontiveros preso
sobre sa fé. E luego que los caballeros leales vio-
roD que sin oontradioion alguna el oampo quedaba
por ellos, é ninguno de los enemigos no paresoia,
acordaron de reposar alli un grand rato oabe de
nnas anorias á donde ellos é su gente se refresca-
sen. E asi ayuntados, é feoba su pesquisa, halla-
ron que el pendón del Principe Don Alonso , Rey
que se descia, era ganado é traydo á su poder con
ciertas banderas de sus capitanes , é sa alférez Die-
go de Merlo herido é preso, é así mesmo el Conde
de Luna , é Don Enrique Enriquez , hijo tercero del
Almirante sobre lafé, é Pedro de Hontiveros. Es-
tos dos respondieron á la fé, quando fueron llama-
dos á Medina ; pero el Conde de Luna no quiso ir,
dando algunas vanas excusaciones. De la parte del
Rey fueron presos é llevados á Olmedo algunas per-
sonas de baxa suerte, no en la batalla, mas porque
se apartaron de sus capitanes. Estonces yo que como
Ooronista avia estado presente, é visto los trances de
la pelea fasta el fin, é como ya los enemigos que-
daban desbaratados é vencidos, busqué al Rey, pen-
ssndo que estaba alli donde se avia quedado á mi-
rar, é fallé que por falsa relación mentirosa se avia
absentado del campo, de que sin duda fui maravi-
llado. E asi sabido su (4>artamiento, fuílo á buscar
A grand priesa por el rastro hasta ol aldea donde
estaba, y hallindole le dize: «¿Como los Reyes
•que son vencedores, é pelea Dios por ellos ansi se
•han de arredrar de su hueste , que tan varonilmen-
ite han alcanzado la gloria de sn triunfo? Andad
»acá, Sefior, que soys vencedor, é vuestros enemi-
Agos quedan vencidos é destruidos.» E quando el
Rey oyó lo que asi le descia , con alegre risa me
dixo: tCoronista, si con tan sanas entrafias como
nías vuestras me aconsejara el Condestable de Na-
1 varra , que aqui estaba aoonsejándome , y haoién-
»dome creer lo que él deseaba, é no el efecto do Ift
«verdad, ni yo me apartara de donde estaba, ni vos
«tomárades ol trabajo en venirme á buscar; mas
iibien parece quanta diferencia hay de vuestro leal
n deseo á su dafiada voluntad, que él en son de tra-
itar paz, vino como parcial délos traydores, é vos
•como leal é verdadero servidor me traéis nuevas
•placenteras é de tanta gloria» ; é asi despedido el
Condestable de Navarra se tomó á Olmedo, mas
avergonzado que oon plaoer. Estonces el Rey salió
al encuentro de sus leales servidores , que venian
con tan prospera victoria; é vistos, escribió una car-
ta de su mano para los de Medina, é mandóme que
yo fuese á mas andar á notificarles el suceso de la
batalla, é que los aposentasen aquélla noohe lo me-
jor que pudiesen ; pero porque era peligro ir des-
aoompafiado , mandó á Pedro de Sandoval que me
acompafiase con veinte de á caballo quo traia. B uA
llegado á Medina, vista la carta é la relación que
les hice de la victoria con que el Rey venia, no so-
lamente se alegraron, mas con mucho amor obe-
descieron quanto en nombre del Rey les mandaba.
E puesto luego por obra , abrieron todas sus puer-
tas, é ficieron grandes hogueras por las calles, é
pusieron lanternas á las ventanas, en tal manera,
que paresoia ser de di a según la mucha claridad que
se mostraba. Pasado un grand rato de la noche, en-
tró el Rey con toda su hueste , donde fueron resoe-
bidos, no solamente en la villa, mas dentro en sus
casas con grand alegria aposentados; porque según
venian fatigados de la pelea é del camino avian me-
nester reposo é descanso. E quando sentí que todos
estaban ya sosegados, mandé á los de la villa que
pusiesen luego guardas grandes por sus estancias
contra los de la Mota, por manera quo no pudiesen
salir A hacer algún rebato ni mal alguno.
CAPÍTULO XOVIIL
0« lo que sQbMdló en Meélaa después qw sDl vino el Rey «oa
sa hoeste.
Venido el dia siguiente, fué acordado por aque-
llos leales servidores é caballeros que para regraciar
á Dios la grand victoria que les avia dado contra
los enemigos tiranos, se hiciese una procesión so-,
lene desde la Iglesia de Sanct Antolin hasta el Mo-
nesterio de Sanot Andrés , que es de la Orden de
Sanoto Domingo, en que jtor el medio de ella lle-
varon casi rastrando el pendón Real é las otras
banderas de los enemigos quo avian ganado en la
batalla con tanta gloria. Verdad es que como el Rey
era tan poco amigo de la presumpcion é vanaglo-
ria, no quisiera que ninguna cosa de aquellas se hi-
ciera, salvo solamente la procesión ; pero el Obispo
i...
166 CRÓNICAS DE LOS BBTE8 DE OAflTILLA..
de Calahorra iiuiisiió todavia que se Uevaaen alli
laa banderas ; é asi llevadas se oolgaron delante del
altar mayor del dicho MonesteriOi donde estavieron
por algnn tiempo. Sonada la nueva de la viotoria
por el Beyno, muohos caballeros se vinieron á ser-
vir al Bey, entre (los quales se vino luego Don Pe-
dro Manrique, Conde de Trevifio oon ducientos
rocines, é vino Pedro de Mendoza, Sellor de Alma-
san , oon ciento oinquenta de á caballo é grand peo-
nage, é otros de menor estado que venian con la
gente que podían. E vinieron de la villa de Valla-
dolid dente de á caballo, é grand peonage , é otras
muchas gentes diversas que con afición lo vinieron
á servir, deseando su prosperidad y la destruioion
de sus enemigos.
CAPÍTULO a
Como el f%H ^^$ nbi4a la novoiUd do loo eoMloroi é porfa-
éot deilealef , oavló il Oblt^ do Leoo Anioolo do Vooorii
por so MoMlo Ufado, á traUr pas ootro ol Ro| é tas dosloa-
los OBOBilgof ; é tino aUl É U TiUa do Modlaa, y lo fÉ« boelio ol
raioeblBiento ^ao so lo dobla.
CAPtrULO XdX.
Gomo ol Coido do Aln «oobnutó so fo y paUbra, ¿ so pasó i los
traydoros.
Pasados algunos pocos de dias después que el
Bey con su hueste fué llegado á Medina, visU la
tardanza del Conde de Alva, que no venia, mandó
el Bey al Obispo de Calahorra que fuese á hablar
oon él á la villa de Alva, para que viniese á su ser-
vido según que lo avia prometido , é dado su lé
quando le enviaron medio quento de maravedís oon
Pezelin su Camarero ; donde d Obispo fué, é des-
pués de muchas hablas que entre ellos pasaron, tor-
nó á dar BU fe que irla á servir al Bey quando su
gente fuese ayuntada. E ad d Obispo se tomó mas
dudoso que cierto, según lo que pudo sentir, porque
sabia que era cabdlero movible, é de poca firmeza,
mas amigo del interese que no de la honra. E como él
era persona de captelosas formas, solamente fué su
tardanza para conoertarse con los enendgos y deser-
vidores del Bey, esperando la venida de Don Juan
Pacheco, Marqués de Villena, que avia ido á Ocafia
para hacerse Maestre de Santiago ; é luego que fué
venido á Olmedo hecho Maestre , fué oonduido su
oonderto oon eUos de aquesU guisa : que Don Juan
Pacheco, d nuevo Maestre de Santiago, le entrega-
se á Montdvan, y d Arzobispo de Toledo la Puen-
te dd Arzobispo, para seguridad de ciertos vasallos
que le prometieron. B quando aquesto le fué en-
tregado, envióse á despedir del Bey con un caballe-
ro de su casa que se llamaba Pedro de Barrientes;
é despedido, pasóse luego á los enemigos oon qui-
nientos de á oabdlo hombres d'armas é ginetes.
Aquesta mddad que ad hizo, pareado tan fea á los
de su partido á quien él se pasó, como á aquellos á
quien mintió su f é é pdabra ; de que todos los de
entrambos partidos mormurando descian que se
avia vendido en pública almoneda á quien diese mas
por él. B no solamente aquesto, mas por todo el
Beyno fué tan publicado é ávido por muy md he-
cho, que los mozos de espuelas se atrevían á deedr
sin miedo donde quieran que lo vian, ¿ quién dá
mas por el Conde de Alva, que se vende á cada can-
tón ? ¿ay dgnnoB que lo pongan en preado?
Quanto las novedades son mas criminosas i tanto
el pregón de aquellas corre oon mayor priesa, y pu-
blica BUS mdes por todas partes. E como d insulto
de los dededes enemigos, que se rebdaron contra
su sefior é su Bey naturd, fué de tan grand fealdad
é desvergozado atrevimiento qual nunca jamas fué
oydo ni visto, entre todas las nadónos fué oondena-
do\ é ávido por muy abominable caso é dboluto
yerro. Lo qud llegado á las orejas dd Papa Pau-
lo n, que por estonces era Snmmo Pontiflce en la
Igleda universal, aviéndolo por cosa denostable,
oon consejo é acuerdo de sus Cardenales fué deter-
minado que enviase su Nuncio Apostólico oon po-
derío de Legado ó Laier* , para que amonestase á
los perlados é caballeros que se avian rebelado
contra el Bey, se tomasen é su obediencia, é para
que persuadiese d Bey, que benignamente los per-
donase, é tornase en su servido. Aqueste Nundo se
llamaba Antonio de Veneris, que era Obispo de
León. El qual como llegó á Medina del Campo des-
pués de la batdla, é fuese notificada su venida al
Bey, mandó que le fuese fecho aqud solene resce-
bimiento é honra que á semejante nuncio pertenes-
da. E ad fué rescebido por los perlados é capella-
nes del Bey é con la derecía en proceden hasta la
Iglesia. E luego desde allí se fué d Pdado Bed,
donde d Bey le rescebió con mucha graciosidad.
Estonces el Nundo, dado d Breve del Papa, le dixo:
aSerenísimo Bey, nuestro muy Sanoto Padre , sa-
•biendo la discordia y escisma que dgunos Perla-
•dos é caballeros de aquestos vuestros Beynos oon
•poco temor de Dios perpetraron contra vuestra cel-
» situd, aviendo este caso por muy exorbitante y oon-
a doliéndose de dios, como él sea Vicario de Jesu-
iChrísto, á qden pertenece remediar lo semejante
•é quitar las discordias é sembrar paz é sosiego, bu
•Santidad como verdadero padre espirítud de la re-
sligion Chrlstiana me mandó venir acá, para enten-
líder en ello. Por tanto á vuestra Magestad de su
aparte ezorto é requiero como ácatholico Bey Chris-
atiano, quiera obedescer sus mandamientos Apos-
atólicos, en td manera que vuestras redes entra*
•fias se inclinen á¡la piedad, é quieran ser conven-
• oídas de lo que yo le suplicare, é su Santidad vob
•envía á mandar, según que vuestra Alteza por su
•Breve podrá sentir y ver; porque la rotura de las
• guerras, de donde las muertes suceden, dd todo
•ceso, é la tranquilidad é sodego puedan permane-
•cer en aquestos vuestros Beynos. Ca sabida oosa
•es é muy cierta, que de los Beyes se espera la de-
• menda, y á dios pertenesce la virtud dd perdon.i>
Acabada su habla, d Bey leyó d Breve dd Papa, é
leydo, dn tomar acuerdo ni ddiberaoion para res-
DON BNBIQUE OUABTO.
167
ponder, oon grand tiento é mucha gravedad, le dizo:
a Bien pareeoe sin dnbda qae nuestro muy Sanoto
Padre ha querido manif eetamoe quanto ee recto
Pontifico 6 yerdadero subceeor de Sanot Pedro en
el poderío de Jesu-Chriato, que siguiendo las pisa-
das de aquel, tan cumplidamente nos da testimo-
nio de BU Apostólico deseo y paternal afección. Yo
se lo agradesoo quanto puedo, y gelo tengo en se-
llaládá merced, é por ello beso los pies é las manos
de BU Santidad* Verdad es que si los perlados é
caballeros que son errados contra mí en tanta
oí enea de sus honras, quisiesen venir á mi servicio
con ian sanas entrafias como yo tengo las mias
aparejadas para perdonaUos, muy prestamente se
baria la pas. Mas como ellos sin cabsa han perpe*
trado tan feos insultos é feas maldades quanto su
conciencia los acusa, asi los remuerde, que dios
de sí meemos sospechando, nunca se perdonan ni
tienen seguridad ; y por esto quiero creer, y aun
afirmo que seguñ están endurecidos en su dafiado
prOpÓÉito de rá>eldia , que tarde ó nunca se osaran
confiar, ni mucho menos los podréis atraer al co-
nocimiento de sus culpas, para que ellos se oonfor-
men oon la gana que yo tengo de excusar los es-
cándalos é procurar sosiego; porque á los Beyes
pertenesce como á padres de sus reynos perdonar
las ofensas, é olvidar sus propias injurias, sin to-
mar vénganla de ellas. To desde agora digo é afir-
mo é doy mi palabra real, que si vinieren á mi ser-
vido como subditos naturales, no solamente los
quiero perdonar, mas hacelles mercedes y acrecen-
talles sus estados. Por tanto pues vos para esto
sois venido, y su Santidad vos envia, mirad que
yo como hijo de obedienda obedeaco su manda-
miento, é me place complillo.» Acabada su habla
del Bey, d Nundo se despidió é se fué á su aposen-
tamiento. En este medio tiempo, como Don Juan
Pacheco, Marqués de Villena, estuviese en Ooafia,
donde ya se intitulaba Maestre do Sanctíago, de don-
de nadó la enemistad capital entre él y su hiemo el
Conde de Benavente, según que adelante será re-
contado, llegó la nueva de la batdla, é sabido todo
el suceso de eUa, pesóle mucho ; é así llegada toda
la gente que pudo de hombrea d'armas é gastes, se
tomó á Olmedo , donde llegado, increpó mucho d
rompimiento de la batdlá ; y como traia grand so-
corro de gente, fué muy bien rescebido. Estonces d
Nundo Apostólico, por dar buena quenta del cargo
que trdaí mandó publicar sus cartas patentes, por las
quales mandaba á los caSalleros, asi de la parte dd
Bey, como de los eeoismáticos, que estaban en Ol-
medo, só pena de excomunión papal, que todos de-
pudesen las armáÉ; é depuestas, les ponia inducias
6 treguas por un afio, para que entretanto se diese
medio de pai y de concordia, é los rebddes se tor-
nasen á la obidienda de su Bey. Mas como los ca-
balleroé é perlados que estaban en Olmedo, según
los graves insultos que avian cometido, tenían pos-
puesto el temor de Dios Ó la vergfienia del mundo,
no curaron de obedesoer sus mandamientos, , antes
Abn grÉud nienospredo burlaban de él. Oon todo le
enviaron á desdr que saliese á verse con dios en
el campo, á cuya instanda d Nundo adió. E sali-
do entre Medina é Olmedo, esperando la venida de
los prindpdes que se avian de venir á ver con él,
vinieron de sobresdto mas de treodentos de á ca-
bdlo muy furiosamente sobre él, disdendo c muera,
muera» , y disparando palabras muy desvergonsa-
das contra él, y contra el Papa que lo avia enviado,
queriendo poner las manos en él, de que dn dubda
el Nundo se vido en grand peligro, B ad después ~
de rescebidos muchos ultrages é tratado con mucho
vituperio, sdieron á d el Maestre Don Juan Pache-
co y otros machos caballeros de los que estaban en
Olmedo, donde la habla fué mas engafiosa que der-
ta ; de tal guisa, que dn ser obedesddas sus censu-
ras, ni él ser acatado como la raaon lo requería, se
tomó medroso é con poca honra á la villa de Me-
dina del Campo.
CAPÍTULO OL
Geao Painriat da Avila faadió la aibéad ia Sag ovia A lea asa-
■if aa ial Rajf y loa a^aré aa alia.
Al tiempo que d Bey se quiso partir de Segovia
para dar la batalla, fué avisado que Pedrarias de
Avila trataba con los enemigos para dalles la db-
dad y metdlos dentro. Mas el Bey confiándose en
las mudias mercedes é honras que al padre é á los
hijos avia fecho, é visto que le avia dado la conta-
duría mayor de su padre, y hecho merced de Tor-
I rejón de Velasco por la traydon de Alvar Gomes,
cuya era primero, é las mudias riquesas que, por
ser suyos, avian ganado, con que mercaron los va-
sdlos y heredamientos que tenían, é como avia he-
cho Obispo de Segovia á su hermano Juan Arias,
no lo quiso creer ; antes mandó llamar á entrambos
hermanos, é después de aver hablado oon ellos
largamente, encomendóles la guarda (de la dbdad,
disdendo que de dios la confiaba. B así tomados
grandes juramentos é fiddidades que la temían é
defenderían para su servido, se partieron para Se-
govia. Pero como Pedrarias estaba muy sentido,
ad por la prídon que en Madrid le avían fecho,
como por la estocada que le dieron, Jamás aquel
rencor se le apartó del corasen, antes de contino se
le trasdoblaba; de td manera, que desque vido
tiempo aparejado para vengarse y executar su salla
é dafiado proposito, envió secretamente á uno suyo,
que se llamaba Luís de Mesa, para que tratase con
el Maestre Don Juan Padieco é oon los otros de su
partido, que estaban en Olmedo, que les quería dar
la dudad é apoderdlos en ella , por vengarse dd
Bey. De aquesto fueron muy contentos, ad el Maes-
tre como los otros perlados é caballeros enemigos
del Beyt segund el sentimiento é dolor que sentían
de aver sido vencidos é presos algunos de sus capi-
tanes, é perdido su pendón BeaL B asi fecho d
trato, é adgnado d día tercero, en que gela avía de
dar, otro día dguíente se partieron con su Bey é
con su hueste camino de Segovia. En el trato de la
traydon fueron con él d Obispo do Segovia, su her-
168
CRÓNÍ0A8 DE LOS BEYES DE OASTILLl.
mano, y el Maestre Sd^^Frexamo , que al presente
era Provisor del Obispo, y gobernaba á entrambos
hermanos, ¿ Fray Rodrigo de Mesa, Prior del Par-
ral, é Luis do Mesa su hermano, que iba con los
tratos al Marqués ó á los otros de su partido, é Pe-
rucho de Monjaraz, Alcayde de la fortaleza, que
oomo parcial de Pedrarias, y consentidor en la tray-
cion, dio entrada á loa enemigos por un postigo que
estaba debazo do la fortaleza en la casa del Obispo,
en tal guisa, que quando debiera él como leal Al-
bieron por un camino qu^ está junto á las pcfias
dé la fortaleza, hasta que encontraron por el posti*
go que avia fecho el Obispo grand tiempo* aviay
que estaba pegado á las paredes de su casa. £ ansi
entrados á vista cíel Alcayde , Pedrarias los llevó
hasta el Palacio, adonde la Infanta estaba, la qual
desde allí adelante se apartó dol Bey y se quedó
con el Príncipe su hermano. Luego que asi entraron
poderosamente con tanto gentío, se apoderaron de
la oibdad é la pusieron en sosiego, sin que d pueí-
cayde defender la cibdad para su Bey, dio lugar á | blo se osase alterar, puesto que á todos los dbdada
la traycion, é quiso que se hiciese. ¡O perverso Al-
cayde, enemigo de la lealtad , é. parcial de la tray-
cion ! Si tú eras el principal defensor de la cibdad,
para guardalla á tu Rey, ¿como no te avergonzaste
de dezar entrar en ella á sus capitales enemigos,
pudiendo livianamente resentirlos ? Si eras obliga-
do á defendella como Alcayde, ¿por qué no defen-
diste la entrada de sus enemigos, que la venian á
tomar ? que con muy chicas pedradas, con pocos
tiros de pólvora, con pocos ingenios y ballestas los
pudieras hacer huir é arredrar que nunca entraran.
¿ Qué tan grande podía ser tu amistad con Pedra-
rias, que no fuese mayor la que á tu Bey de-
bías ? ¿ Qué tanto dolor pediste sentir en la prisión
y herida de Pedrarias, que no fuese trasdoblado lo
que era razón consideraras? ¡quanto era mayor
mal la perdición é abatimiento de tu Bey, que de
mozo de alanos te hizo su Alcayde, y te puso en
poder de tan ricos tesoros! Mas porque moraba
contigo la ingratitud , y estaba desterrada de ti la
bondad, volviste alegre la cara á la deslealtad, do
que debieras apartarte , é huisto sin provecho del
bien de la lealtad, donde te debieras remirar. Asi*
denostaste tu nombre y apedreaste tu fama. La
gravedad de los insultos es de sí misma tan públi-
ca pregonera, que quando los perpetradores presu-
men tenella muy secreta, estonces ella mas públi-
camente se manifiesta, en tal manera, que ni el
rincón loe asoonde ni la plaza los calla. E asi fué
que como se llegase la hora en que los enemigos
venian al llamamiento de Pedrarias, é se acercaban
á mas andar para entrar en la ciudad, notificaron á
la Beyna é á la Infanta Dofia Isabel, como avia
trato de traycion, é que á cabsa de ello venían ios
softores que estaban en Olmedo. De que la Boyna
atemorizada é con grande alteración se acogió á la
Iglesia Mayor, é de allí con grandes ruegos impor-
tunando al Alcayde , que la quisiese acoger en la
fortaleza, se metió dentro; porque la Iglesia é la
fortaleza están muy juntas. Verdad es que por es-
tonces el Alcayde mas la rescibió por encubrir algo
de su maldad, que por gana de hacer virtud. Aco-
gió asi mesmo á la Duquesa de Alburquerque con
mucha mejor voluntad ; pero la Infanta Dofia Isa-
bel no quiso ir con la Beyna, antes se quedó en el
Palacio Beal oon sus damas. £ pasada la noche,
quando ya venia el alba, todas las gentes, ordena-
das sus batallas, llegaron debazo del Alcázar , sin
que resistencia ninguna les fuese fecha por el Al-
cayde ni por los suyos, antes muy seguramente su-
nos pesó muy gravemente de su entrada, porque sin
duda amaban mucho al Bey ; é así ovo lugar de
cumplirse el mal propósito é dafiada voluntad de
Pedrarias, no recordándose de las mercedes y hon-
ras que el padre é los hijos é todo su linage avian
rescebido del Bey. ¡O desagradecida persona, agena
de la virtud, y de buen conocimiento I que si tanto
dolor te pusiera la fealdad de tu obra quanto á mí
pone en escre villa, ni tú te deley taras de tu infa-
mia, ni á los oyentes dieras cabsa de maldecirte.
¿ A quién podras ser bueno, quando á tí fuiste malo?
¿ A quién serás tú fiel , quando á tí fuiste enemigo?
¿Qué dafio tan grande pediste rescebir del Bey, que
te hizo de nada, que no sea mayor el que tú mismo
f eoíste ? Si bien te recordaras de quien era tu pa-
dre, quando el Bey le tomó por suyo, é le puso ou
tan gran estado de ser su Tesorero , é su Contador
mayor, no sintieras mucha pena en verte preso ni
herido. Debieras considerar que él te dio meresci-
miento para ser tenido por bueno y estimado entro
los mejores, y no asi tan ciegamente , sin temer los
juicios de Dios y de los hombres , y el cargo de
consoienoia , abatír á quien te ensalzó , destruir á
quien te honró, vender á tu Sefior y Bey, y vender
tu propia patria y denostar tu memoria. Asi que ni
tu queza te hará disculpado, ni jamaste librará del
feo apellido, é denostado vituperio, con que asi te
cobizaste.
CAPÍTULO GIL
Gomo tábida la Irayeios, se partié el Rey de Nedina para Ca6-
llar, y lo que sabcedié en el camino.
Venida la nueva de la traycion que Pedrarias
avia hecho, y como los enemigos del Bey estaban
dentro en Segovia muy apoderados de la cibdad sin
contradicion alguna, el Bey determinó de se tomar
á Cuéllar; é asi ordenadas ras batallas, con poco
plascer se partieron. E como de camino pasasen jun-
to á la fortaleza de Isoar, supo el Conde de Trevifio
que la Condesa su madre estaba allí dentro, la qual
en alguna manera era mas disoluta que honesta,
porque la tenia allí Don Diego de Zufiiga, Conde
de Miranda, por su manceba; y el hijo doliéndose
de la infamia de su madre, y de la deshonra que
por ello le venia, suplicó al Bey le diese licencia
para combatir la fortaleza de Iscar, é sacar dende
á su madre ; lo qual el Bey le otorgó, é mandó pa-
rar allí las batallas por una £prand pieza. Estonces
el Conde, ávida la licencia, con su gente é con la
DON ENBIQUE CUARTO.
169
del Msrqués de Santillana é la del Duque de Albur-
querque é la de Don Podro de Velasoo dio el com-
bate por todas quatro partee de la fortaleza muy
varoDilmente. E puesto que el Alcayde se defendió
un rato lo mejor que pndo, no tuvo tantos pertre-
ohos, ni tanta oópia de gente, que pudiese resistir
la furia de los combatidores ; porque le dieron tan-
ta priesa, que apenas tuvo tiempo de estar aperoc'
bido, para poderse defender, de tal guisa, que por
f uersa de armas á escala vista entraron en la f orta-
leaa, 7 el Oonde prendió á su madre, é la envió lue-
go á su tierra á buen reoabdo. Dado el combate, é
presa la Obndesa é tomada la fortaleza, el Rey man-
dó mover las batallas, é aquella noche se fué á apo-
sentar al monte de Iscar; donde llegados reposa-
ron, é otro dia siguiente se fueron á la villa de
Ooéilar.
CAPÍTULO OIII.
Como Uogado él Rey á Ciiélbr se faé i Goea i manos 4e sas ene-
mifos, é se apartó de sos caballeros, eriados y servidores lea-
les qao le avias servido.
Luego que el Rey fué llegado á Ouellar con toda
sn hueste, sintió en tanto g^ado la pérdida de Sego-
via, que todas las turbaciones pasadas sobre él ni
las alteraciones de las cibdades y villas que contra
él se rebelaron, en comparación de aquella no le
afligieron tanto ni hicieron tanta impresión de tris-
tesa en él, quanta fué la que asi se manifestó por
BU gesto. Y no sin oabsa : ca desde su nifiez se crió
en ella, y la tenia por su propia naturaleza, como
si fuera ano de los ciudadanos de ella; la qual no
poca honra é menos acatamiento^ porque si muy
' poca gente llevaba, con la menos parte de ella fué.
acogido dentro de Coca. De aquesta partida del
Rey tan acelerada quedaron muy sentidos los caba-
lleros de su partido é las otras gentes que le avian
venido á servir , no tanto por la poca qnenta que
de ellos se hizo, quanto por la mengua é perdición
del Rey, que se fué á poner en las manos de aque-
llos, que vengándose del 'é trayéndole asenderado,
no le ponian remedio ninguno, segund que después
pareado y las obras dieron testimonie de ello. Pasa-
do el Rey á Coca, todos los unos é los otros se der-
ramaron, é se fueron á sus casas é tierras ; é no so-
lamente aquesto fué desmano para ellos, mas des-
abrigo é persecución para sus criados é servidores,
que se quedaron desamparados é corridos, en tal
manera, que ni los acogían donde su Seftor estaba,
ni hallaban quien los amparase ; é asi andaban tan
persignidos sin remedio, que se avergonzaban en
desdrcuyoseran. |0 grandeza de Dios omnipoten*
te! qne asi trastornas los estados Reales, y quie'
res que prosperen los malos ; destruyes la prudencia,
y discreción y seso de los Reyes, y despiertas la
maliciii de sus adversarios; abates la lealtad quan-
do quieres, y ensalzas á los traydores quando te
plasce ; consientes que los buenos sean afligidos, é
que los perversos prevalescan ; que disipen los so-
hervios á los humildes, é los crueles á k» piadosos,
é prevalescan sus insultos ; que anden loe Reyes
abatidos como siervos llenos de pobresa y miseria,
y los siervos como Sefieres, ricos é muy prospera-
dos. ¿Quién podrá considerar tus juicios, ni escu*
drifiar tus secretos? Conoz(2jamo8 de aqui adelante
solamente avia ennoblecido, renovándola con mu- I que tu profundo saber tiene tanto poderlo, que nos*
ohos edeficios, mas tenia en ella todos sus tesoros,
que eran sin duda muchos , en gránd cantidad de '
diversas riquezas, que yo vi muchas veces. B asi
mismo alli tenia los montes en que se deleytaba é
deportaba é tenia su mayor pasatiempo ; de donde
resaltó la grand afición que con ella tenia. B de tal
forma se entristeció, que ningún hombre humano,
de qualquiera suerte que fuera, pudiera mostrar tan
poca disimulación como él. Pero como los tratos
nunca cesaban por su duro perseguidor el Maestre
Donjuán Pacheco, acaesció qne aquella mesma no-
che secretamente envió un mensagero, disciéndole
que se fuese á Coca, é dexase los caballeros que le
avian seguido, y que le prometía de hacer sus co-
sas muy cumplidamente. B como ya el Rey estaba
cansado según su condición de sufrir tantos desas-
tres, é tenia gana de reposar, si las persecuciones le
dexáran, creyendo la poca verdad de su enemigo,
sin mas consultar su ida con aquellos que le seguían
ó servían con tanta lealtad , aceptó de lo hacer. B
luego otro dia siguiente, llamados los seftoree que
alli estaban, les dixo que su determinada voluntad
era desoirá Coca, porque ya tenia seguridad que
se harían sus cosas muy bien. B asi desamparados
los caballeros leales, criados é servidores, con muy
pocos de los suyos se fué á la villa de Coca , donde
por el Arzobispo de Sevilla fué resoebldo con muy
otros no lo sentimos , ni lo sabemos conoscer. En-
tretanto que ansi andaba la persecución de loe tira-
nos, los leales desechados por traidores, corridos
é deshonrados sin temperanza ni caridad alguna,
y los traydores estimados y puestos en la cumbre
del sefiorio, snbeedió que yo sobre seguro del Prín-
cipe, Rey que se descia, é de los Perlados é caballe-
ros qne con él estaban, fui á Segovia, para poner
en salvo lo mió, qne allí tenia. Donde llegado, fuá
mayor la tardanza de poner los pies en mi casa, qne
de ser preso, y quebrantado el seguro desús firmas é
sellos queme avian dado. Y no solamente prendie-
ron á mi persona con grand deshonestidad, mas ro-
báronme todo lo que yo tenia, con las esoripturas
de la Corónica del Rey , que hasta entonces tenia
ordenada y escrípta. T tan innominosamente me
trataron, comea los que suelen ser traydores, acu-
sando mi lealtad por alevosiaj y poniendo sus des-
lealtades por cosa de mucha honra hasta las nubes.
Mas yo, que sin reproche de sus vergonzosas culpas
me hallaba, como vestido de mas limpio manto que
el suyo, sin temor alguno é con grand osadía in-
pugnaba sus reprehensiones é contradescia sus acu-
saciones falsas, en tal manera , que fué reprobada
BU mala escisma y defendida mi fidelidad. B [jorque
mi verdad los concluía é ponia en conclusioni de-
terminaron de matarme; pero aquella soberana de-:
170
OBÓNIOAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
menoU de tmeitro Redentor, que nano* ee oAiiaa
de obrar misericordia, me libio de fiu manoa,' y es-
capó con la vida.
CAPÍTULO CIV.
Cono el Roy se foé deudo Gooa á moter en ol Aleiur do Sof ovio,
pora Torao oon el Miostre do SoneUtgo ; y ?Uto lo oalrof ó ol
• Aleánr ; 6 JíibU eomplld ooa él eon il(aoi de analto lo pro-
■oileroa.
Paaado el Bey á la villa de Coca, é puesto al qae-
rer de sos enemigos, el Maestre Don Joan Paobeoo
le envió á desoir qne sería bien qne se fnese al Al-
cisar de Segovia, porque alli estaría mas cerca , y
prestamente se daría el concierto de lo qne se avia
de facer. Entonces el Bey, visto como sos enemigos
tenían la dbdad, y él avia determinado de estar á
todo BQ querer, puso luego por obra su ida. B antes
que llegase á la fortalesa, salieron á ól Don (}omes
de Oáxeres, Maestre de Alcántara, y Don iG^arci-Al-
vares de Toledo, Conde de Alva, media legua fue-
ra de la clbdad, tan sin verg&ensa ninguna como ai
mucho le ovieran servido, ó nunca les oviera fecho
mercedes. E asi acompaftáronlo fasta cerca del Al-
oáaar, donde Perucho su Aloayde lo resdbió de
mala gana y con peor gesto. Entrado el Bey en el
Alcásar,fuó acordado que se fuese á la Iglesia ma-
yor, ó que alli venda el Maestre Don Juan Pache-
co con ciertos caballeros de su partido , ó se verla
alli con ól, donde convenidos después de largas f a-
blas fuó concertado que el Bey mandase entregar
el Alcásar al Maestre Don Juan Pacheco, con tanto
que el tesoro con todas Iss joyas y cosas que alli
estaban se pasase al Alcásar de Madríd, y que Pe-
rucho fuese el Alcayde de Madrid y tenedor de los
tesoros, 6 que la Beyna se pusiese en rehenes en po-
der del Aisobispo de Sevilla, con que prometieron
ó aseguraron que dentro de seis meses restituirían
al B^ en todo su estado. B asi puesto por obra,
que el tesoro ó las otras cosas se pasaran á Madríd,
la Beyna fuó llevada á la fortalesa de Alahejos, y
el Alcásar de Segovia se entregó á Juan de Dasa
para el Maestre Don Juan Pacheco. Quando el Ei^y
pensó que las promesas de lo capitulado, ó concer-
tado con ól se cumplirían, hallóse tan en vano como
en todas las otras promesas pasadas; de tal guissi
que con solas palabras de vana esperanaa le hicie-
ron andar por sus Bejruos, mas en son de peregríno,
que como Bey ó Sefior. B asi muy avergonaadamen-
te con diee cabalgaduras se fuó á meter por las
puertas del Conde de Plasencia;ó quanto quiera
que ansi andaba corrido , todos los pueblos se con-
dolían de ól, disciendo á grandes voces | O buen Bey,
piadoso ó franco, que nunca nos despachabas mal!
Mal haya quien te persigne, i O traydores criados,
ó malos caballeros, que ansi te han destruido por
hacerse á si mismos grandes 1 T llegando el Bey á
Plasencia, el Conde y la Condesa le reacibieron con
mucha honra, y le aposentaron oon mayor amor en
lafortáleBa, ó desde alli adelante procuraron de lo
restituir en su estado | y en ello trabajaron quanto
podían. Pero ni por eso el Maestre Don Juan Pa-
checo jamas se movió á cumplir oon el B^ cosa
ninguna de quantas le prometió, antes de contino
lo hacia por el contrario. B ansi el Bey estuvo allí
en Plasenda por espacio de quatro meses, esperan-
do alguna conclusión de quantas promesas el Mar-
qnós le daba ; de donde vino qne el Conde y la
Condesa, sabiendo las formaa tan siniestras á la
virtud que asi tenia con ól Bey, determinaron de ser
suyos , y ayudarle por todas las vias y modos que
pudiesen. E como el Maestre Don Juan Pacheco
sintió aquesto, vino alli á Plasencia á verse con él
Bey y oon el Conde y la Condesa, mas para mentir
que para cumplir , y mas para dilatar que para po-
ner en obra. De tal guisa, que con pslabras dulost
dilataba, ó oon promesas vanas hada tener espe-
ransa ; y asi hacia estar abatido al Bey, y andar por
casas agenas amenguado, no como Bey que tantas
mercedes le biso, ni como sefior que en tanta honra
le avia puestoi mas como enemigo de quien desea-
ba vengarse. T no sin cabsa , que pues sin meresd-
miento le avia dado tanta prosperidad, ó seyendo
ageno de la virtud, puesto en tan alto estado,
aqudlo era el agradecimiento con que avia de res-
ponder ; oa sabida cosa es ó muy cierta que los ma-
los resdbiendo benefidos, se tornan peores, y aqud
pago dan á quien los ensalsa ó hace ser grandes.
CAPÍTULO OV.
Coao en tqaosto medio tioaponed ol OSioptdo de Slfdem, ^
foó dtdo ti OMspo do Ctlaiiom, é lo qoo iobro ello suodid.
Al tiempo que estas cosas pendían en el Beyno,
faUesdó Don Hernando de Luxan, Obispo de 8i-
güensa, ó quedó apoderado en las fórtalesas y db-
dad con toda la hacienda del Obispo Diego Lopes
de Madrid, Protonotario , ó Dean de la Igleda Ma-
yor de la misma cibdad. B como este Diego Lopes
era hombre de baxa suerte, veyóndose rico ó oon
tantas fórtalesas de su mano, presumió de aver
aqud Obispado; ó ad acordó de seguir el partido
del Principe Don Alonso, ó tomó por sefiores ó fa«
vorecedores al Maestre Don Juan Pacheco ó al Ar*
achispo de Toledo, los quales por tendió de su psr-
te, le dieron grandes promesas y firme esperansa de
le hacer aver el Obispado. Estonces ól, convocados
los Canónigos ó Dignidades de la Iglesia, hisose
elegir por Obispo ; ó elegido, cuando pensó que oon
d favor de su partido sería Obispo, el Papa Paulo,
aviendo por vana su dedon, y tenióndolo por esds-
mático contra el Bey, proveyó d Obispado á Don
Juan de Maella , Obispo de Zamora, Cardend de
Sancta Prisca. E asi proveydo , desque vinieron á
tomar la posedon por parte del Cardenal oon las
Bullas Apostólicas , el Dean no quiso obedescer al
Papa, antes dixo que apdaba de ól y de todas sus
censuras para el futuro Condlio. De que d Papa
Paulo muy indignado contra ól mandó pronuiciar
entredicho; pero ól nunca jamás quise venir á obe-
diends, ni etros ciertos Canónigos ó Dignidades
que eran sus consortes y altados. Estonces d Papa,
DON ENRIQUE CUABTO.
1»
▼»U 8a rebeldía, en qao mí estaban enduresddoB,
mandó facer proceso contra él é contra todos los de
sn liga, é fueron privados de quantos benefloios te«
nian, é fecha provisión de ellos á ciertos cortesanos
en Boma, y á otros en Castilla. Durante aquesta re-
belión, en que el Dean todavía estaba apoderado
de la dbdad é f ortaleaas del Obispado , murió el
Cardenal, y el Bey suplicó al Papa por el Obligado
para el Obispo de Calahorra, y fué proveydo de él.
B quanto quiera que el Dean estaba desobediente
contra el Papa, é puesto en rebelión con los caba-
lleros tiranos, queriendo el Bey usar de benignidad
y ayudar al Obispo, que le tenia mucho amor, man-
dó que yo fuese de su parte al Dean, para que desa-
se libremente aquel Obispado, y que á él dañan el
Obispado de Zamora con el Abadía de Huerta. Mas
oomo ya él estaba no solamente endurraido, mas lleno
. de oobdicia, creyendo de se quedar con el Obispado
de SigQensa, no quiso acetar el partido que el Bey
le f acia ni venir á su servido. Estonces Pedro de
Almasan, Alcayde de Atiensa, deseando servir al
Bey, movió un trato secreto con un criado del Dean,
que se llamaba Qonealo Bravo , para que le diese
entrada en la fortalesa, prometiéndele grandes co-
sas. E asi fecho su trato, é acordado el dia en que se
avia de facer, Pedro de Almasan fué una noche , é
por mano de aquel Qonsalo Bravo, puestas sus es-
calas en la fortalesa de SigOensa, entró con mucha
gente, é prendió al Dean, y al Tesorero su hermano,
y tomó todas las joyas y plata y dineros é atavíos
que avian quedado en su poder, é asi mesmo lo suyo,
que era asaz, que por todo era una g^and suma. E
presos, llevólos á la fortalesa de Atiensa, donde apo-
derado de la fortalesa é de la cibdad , envió á desdr
á Don Pedro Gonsalea de Mendosa que viniese 4
tomar su dbdad, el qual fué luego á la tomar. Don-
de tomada la posesión del Obispado , y apoderado
de la dbdad y fortalesa , dentro de quince días le
fueron entregadas las otras f ortalesas del Obispado,
con que mucho se fortificó el partido del Bey, y se
aflacó el de los caballeros tiranos. Por aqueste ser-
vido, que am hiso Pedro de Almasan al Bey é á la
Sede Apostólica, el Papa lo hiso Canónigo de 8i-
gfiensa, y el Bey le confirmó la tenencia de Atiensa
de juro.
CAPÍTULO OVL
06 lof CMSt laattralos, ^ea es ate tftmpo aeaeseieroa por él
Rtyno.
Después que d Maestre Don Juan Pacheco é los
otros tíranos de su partido se ovieron apoderado de
la dbdad de Segovia con el Alcasar, dezaron á Pe-
drarias en guarda de ella, y al Obispo su hermano,
y partiéronse de allí para la villa de Arévalo, donde
llevaron al Príncipe. B como el Bey estaba en Pla-
senda, y tenia muy ganadas las voluntades del Con-
de y de la Condesa su muger, que estaban determi-
nados de lo servir é ayudar, vistas las pocas verda-
des del Maestre Don Juan Pacheco, enviaron desde
allí con los tratos á la villa de Arévalo á Pedro de
Hontiveros su capitán de la gente d'armas , d qual
estaba muy enemistado con Qil de Vivero, hijo de
Alonso Peres de Vivero. E quanto quiera que ad
estaba la enemiga entre ellos, Pedro de Hontiveros
tenia en poco á Gil de Vivero, que estaba muy sen-
tido del por algunos ultrajes que entre ellos eran
pasados áoabsa de sus mugeres ; é como un dia el
Pedro de Hontiveros partió de Arévalo para ir á
Plasenda, salió Gil de Vivero al camino coa gente
de A caballo é matólo A lanzadas. Luego en pos de
aquesto subcedió, que como Ckurd-Mendes de Bada-
jos, un capitán dd Bey, oviese guerreado á los bur-
galeses porque estaban rebelados contra el Bey,
prendiendo algunos mercaderes de ellos, é robándo-
les Bushadendas é mercadurías, en td manera los
tenia amedrentados y en tanto estrecho, que nin-
guno osaba sdir de la dbdad, sdvo muy aoompa-
fiado, de que la enemiga de todo el pueblo estaba
muy arraygada contra éL Este capitán tenia muy
estrecha amistad con un mercader de Burgos , que
se Uamaba Pedro de Masuelo, Tesorero de la mone-
da de aquella dbdad, el qual trabajaba por la pas
entre él y los mercaderes, y envióle á rogar secreta-
mente que se viniese d Monesterio de Sanct Juan,
para dar conclusión á la pas. El Gard Mondes fué
muy encubiertamente dlí ; pero su ida no pudo ser
tan secretamente que se pudiese encubrir, é ad fué
publicada su venida por la dbdad. En tal manera,
que d pueblo común á vos de hermandad se levan-
tó con mano armada, é venidos al Monesterio don-
de él estaba, quebrantaron las puertas por fuersa,
donde fué preso, é sacado fuera en una plasa, que
está delante de la Iglesia, determinaron de matarlo.
E como quiera que algunos prindpdes de la db^
dad, ad ecledásticos como seculares, vinieron dlí,
por librarlo de las manos de aqudlos, que así lo te-
nían en medio con tanta furia, no pudieron escapar-
lo, porque muy acderadamente , dn ser oydo,lo
mataron á puñaladas.
CAPÍTULO CVIL
Gosio el Hpa» sabida la foma deshonesta qae los eakalleros ti-
vleroi eoaCra si Raneio Legado, é eooio le sallaros al eamlao
i poner las manos en él, se eaojd , y eavid dos Breves, el sao
al Rey, y el otro á los Perlados é eaballeros qao eslabaa eoa ai
PilBsipe Don Aloaso.
Luego que al Papa le fué notificada la desmesu-
ra é feo atrevimiento de los perlados é caballeros
tiranos que intentaron oontra Don Antonio do Ve-
neris. Obispo de León, su Nundo Apostólico con
poderío de Legado de JLolare, é quan deshonesta-
mente le avian tratado end campo , aviéndole ro-
gado que se saliese á ver con eUos, ovo grand sen-
timiento, é acabó de conoscer sus tiranías en que
andaban con su Bey. B and envió luego un trotero
con dos Breves plomados, el uno para d Bey, con-
solándolo é rogándole que no se afligiese por las
injurias é persecuciones que sus ingratos orlados é
los otros natnrdes de su Beyno le avian fecho; que se
acordase quanto fueron mayores las ofensas de Je-
ORÓNIQAS DE LOS BEYES DE OAfiTriLLA.
fu-Ohruito, vendido por sa Aposto! Jadaa en tan vil
é bazo precio é deshonrado tan vituperiosamente
por los de su pueblo ; ó si mucho sentimiento tenia
de aquellos que avia criado é fecho é puesto en tan
alta honra, se acordase que Jesu-Qirísto hizo mayo-
res é mas altos beneficios á los judies, y en pago de
aquellos lo truxeron á la muerte , é oon tantos tor-
mentos órneles lo crucificaron ; ó si sus criados fal-
samente lo disfamaron, que se acordase que mayo-
res é mas fabos fueron los testimonios de los ju-
díos contra Jesu-CShristo, con que lo hicieron con-
denar á muerte sin meresoerla. Por tanto que otras
muchas veces le rogaba quanto podia pospusiese el
dolor é aflicción que de lo tal avia rescebido é sen-
tido, é que dexase á Dios la venganza dello ; porque
dlgela daría tan cumplidamente, que todos verían
como su justicia divinal castigaba á los tiranos é
Ingratos, é les daba el pago de sus obras. E asi mes-
mo le rogaba ó requería por las caritativas entra-
lias de Jesu-Ohrísto, que si los tales subditos, aun-
que desleales , viniesen á le demandar perdón, con
mucha benignidad los perdonase é rescibiese en su
servicio, acordándose que la soberana clemencia
de Dios, continuamente perdona, ó rescibe los pe^
oadores, disciendo : Quien viniere á mi no lo echaré
fuera. A este Breve respondió el Bey que besaba
los pies é las manos de su Santidad por la dulce
consolación que le avia enviado, y que obedescien-
do su mancado, le plascia y era contonto de perdo-
nar á todos los que viniesen á suservicio é obedien-
cia como eran obligados. El otro Breve era para
los perlados é caballeros, que estaban rebelados con-
tra el Bey, en que les mandaba so pena de anathema,
que 'conosoiendo sus culpas del feo error que avian
cometido contra su sefior é Bey natural, se tomasen
luego á su servido é obediencia , é se apartasen de
la escisma que avian puesto é seguían tan injusta-
mente, poniendo nombre de Bey á quien no lo era,
ni ellos gelo podían dar ; ni tampoco su poder bas-
taba, ni tenian abtoridad para quitar de Bey á
quien según las leyes divinas é humanas déla Beli-
gion chiistiana era el verdadero Bey de Castilla é
de León. Por tanto, que él como Vicario de Jesu*
Ohrísto les ponia perpetuo silencio , é les mandaba
que no llamasen Bey al Príncipe Don Alonso, ni
por tal le obedesciesen, salvo solamente al Bey Don
Enrique, legítimo é verdadero subcesor de Castilla
é de León, amonestándoles que si asi lo hiciesen,
los ternia por hijos obedientes de los mandamien-
tos Apostólicos ; é que si en lo contrarío endure-
cidos permaneciesen, que aviéndolos por escismáti.
eos, procedería contra ellos, como contra enemigos
de la unión é paz del Beyno, é como disipadores de}
bien oomun de la república , cabsadores de omici-
dios. Estonces los perlados, é caballeros tiranos,
vistas las censuras del Breve, acordaron de respon-
der al Papa sobre ello. E asi enviaron por sus Em-
baladores á Don Pedro Fernandez de Solis, Abad
de Parraces, y al Comendador Fray Hernando de
Arce, Secretarío de su Príncipe ; los quales llegados
cerca de Boma, é notificada su ida al Papa, envióles
á mandar que no entrasen en su Corte ni parescie-
son ante él. Ellos obedesciendo su mandado estuvie-
ron algunos dias, que no osaron entrar en Boma ; é
como con grand instancia procurasen su entrada
para hablar con su Santidad , dióles lioencia , pero .
con tal condición é apercebimiento , que no se osa-
sen llamar mensageros del Bey, salvo solamente
del Príncipe, sopeña de anathema. Los quales, obe-
desciendo todo lo que asi les era mandado, vinieron
delante d6 su Santidad, é oidas algunas razones de
las que traían encargo de le hablar por parte de los
perlados é caballeros, que los avian enviado, el Papa
les dixo: «Decid á esos períados é caballeros, que
acá vos enviaron, que yo mas los judgo por esoismá-
ticos que por oathólioos christianos ; é que si ellos
por sus pasiones deshonestas ó aficiones interesa-
les se movieron livianamente á cometer tan grand
insulto, é quisieron usurpar el Infinito poder de
Dios á quien solo pertenesce quitar é poner Beyes
quando quiere, que no se lo tengo de aprobar ni
consentir que lo hagan , antes castigallos como á
usurpadores de la potencia divinal, cuyas veces yo
como su Vicarío tengo en la ^tierra, presidiendo en
la Silla de Sanot Pedro. Por tanto descildes, que yo
lee mando, só pena de anathema, que se tomen pres-
to á la obediencia de su verdadero sefior é Bey na-
tural, é que se guarden de seguir mas al Príncipe,
porque Dios lo llamará presto , é los que lo signen
se verán avergonzados é confusos, b Estonces el
Abad de Parraces y el Comendador, tomada su li-
cencia, se volvieron á Castilla.
CAPÍTULO CVIII.
Como el Conde de Bentfente qalto meUr al Maestre Dos Inaa
Pacheco, aa aaegro, porque le qeltó el Uaestradg o de SaocUag o
qae el Rey le avia dado» 6 se lo tomó para sf.
La cobdicia desordenada, que es raíz de todos los
males, siempre hace falsos á los hombres, corrompe
la virtud, niega el amistad, desdefia el bien de la
parentela, dafia la consciencia, pierde la vergüenza,
es insaciable, nunca vive contenta, é por sus pro-
pios intereses pospone los ágenos. Ansí hizo el
Maestre Don Juan Pacheco, que por ser Maestre de
Sanctiago, no solamente deshonró al Bey, é puso
fuego en todo el Beino , é despojó al Duque de Al-
burquerque, mas engafió al Conde de Benavente su
hiemo, que se lo quitó, a viéndole el Bey hecho mer-
ced del, y consintiendo él en ello, é dado su pala-
bra de ayudalle , de que el Conde de Benavente que-
dó muy sentido, é tomó tanta enemistad contra él,
que determinó de matallo. É asi fué que el Maestre
Don Juan Pacheco, estando en el Palaoio del Prin-
cipe hablando con la Infanta Dofia Isabel , el Conde
con ciertos caballeros de su casa bien aunados vino
á Palacio para executar su propósito, quando el sue-
gro saliese. É si no fuera avisado do ello, sin dubda
allí lo matara, salvo que salió tan prestamente déla
cámara que aquellos que lo aguardaban no pudie-
ron ni tuvieron tiempo de poner las manos en él,
en tal guisa, que se salvó y salió libre de entro
ÜON BNÍElIQüte OÜAÍtTO.
I7á
ellos; pero desde álli adelante siempre anduvo á
buen recabdo oon asas gentes qne guardaban su
persona, é siempre andaba armado con armas se-
cretas, é á caballo. É quanto quiera que el Conde de
Benavente después de aquello disimulando se ha-
blaba con él, siempre tuvo aquel rancor en las en-
trafias raygado , buscando y esperando tiempo para
Vengarse. Poro el suegro todavía se rescelaba del, é
asi el exonde se partió luego de Arévalo para Pla-
sencia, donde fué muy bien resoibido por el Bey y
el Oonde y la Condesa, porque eran primos, hijos
de hermanos.
CAPÍTULO CIX.
Como el Arzobispo de Sevilla , é loi Condes de PltseneU y de
BenaTente y do Iftranda se deelararon por senldores del Rey,
y se raeros eos él A la filia de Madrid, 6 lo qae allí aeaescló.
DoHpues que el Areobispo de Sevilla é los Condes
de Benavente é de Plasencia é de Miranda vieron
las pocas verdades é vanas palabras del Maestre
Don Juan Pacheco, é como no se avergonzaba de
traer al Rey tan abatidamente, sin cumplir oon él
cosa alguna de quantas le avia prometido al tiempo
que le entregó el Alcázar de Segovia é no solamen-
te aquesto , mas que traía tratos secretos con el Al-
cayde Perucho para que le diese el Alcázar de Ma-
drid oon todo el tesoro que allí estaba, determina-
ron dé lo seguir y servir. É porque la traycion de
Perucho no oviese lugar ni pudiese aver efecto,
acordaron que el Bey se fuese luego á Madrid, y
ellos juntamente con él. Donde venidos, fué deter-
minado que se buscase modo é forma como el Alcá-
zar fuese quitado á Perucho , porque ya su traición
se iba descubriendo en tal manera , que muy pocas
veces dexaba entrar al Bey dentro, é si alguna vez
entraba era con muy poca gente ; de tal guisa, que
su maldad ya no se podía disimular. Pero con todo
el Bey tuvo sufrimiento por algunos días; hasta
que vido tiempo apto para hacer lo que adelante
será recontado.
CAPÍTULO ex.
. Como la Clbdad de Toledo se aleó por el Rey, y qaleaes fileros
los qne lo hleleron , é las cosas qoo sobre ello seacseleron.
Entretanto que asi estas cosas pendían, y las gen-
tes iban oonoscíendo la perversidad de los tiranos.
Dios como es justo Juez é sabidor de la verdad, que
quería manifestar la inocencia del Bey é la cruel-
dad de sus enemigos, inspiró en los corazones de
los buenos que se apartasen de la escisma é se tor«
nasen á la verdad, para dar al Bey lo suyo, que tan
injustamente estaba usurpado. É asi fué que Don
Fray Pedro de Silva, Obispo de Badajoz, como leal
é justo Perlado, veyendo que las cosas de los tira-
nos perseguidores del Bey iban en tanta ofensa de
Dios, en grand conf usioif del Beyno, é en daño de
las conciencias de aquellos qno seguían la traycion
de los desleales , habló muchas veces en secreto con
su herpana Pofia María de Silva, muger de Poro
López de Ayala, disoiéndole quanto era cosa peli-
grosa para el ánima é ala fama consintir quo aque-
lla cibdad de Toledo, donde ellos vivían y tenian
algún mando, estuviese asi rebelada é desobediente
contra su Bey natural , considerando que aquellos
perlados y caballeros qne asi la hicieron rebelsr,
eran mas disipadores de la Corona Beal para sus
propios intereses, que procuradores del bien oomun
del Beyno, según que la esperencia lo mostraba en
sus tiranías é robos ; por ende, quo le rogaba é amo-
nestaba con Dios una é muchas veces que se quisiese
juntar con él pora dar forma como todavia la db-
dad se desenbarraganase é la tomasen al Bey, cu-
ya era según Dios é verdad, pues que sabia muy
bien, que los falsos testimonios oontra él levanta-
dos eran mentirosos. A lo qual Dofia María respon-
dió convencida de razón é temor de Dios ganosa-
mente, que le plasda, é que aquello era lo que á
ella mas le agradaba é avia por mejor, porque sabia
que era lo cierto, y lo ál todo falsedad é mentira.
Pero que le páresela que aquello se debía tratar con
el Bey, sin que Pero López dé Ayala su marido lo
sóplese ; y que entretanto, que ella trabajaría de lo
atraer al servicio del Bey, para que fuese plasoente-
ro de lo que ellos entrambos tratasen. Entonces el
Obispo y ella enviaron su mensagero secretamente al
Bey, notificándole el deseoso propósito é voluntad que
tenian de servirlo, é dalle su cibdad, de qne el Bey
fué muy alegre ; é asi él les respondió, que si ellos
ponían en obra lo que le proferían ^ no solamente
les haría grandes mercedes, mas que les acrecenta'-
ría sus estados. Ávida esta respuesta del Bey, acor-
daron , que sería bien una noche secretamente traer
al Bey á la casa del Obispo, que estaba junto con
Sanct Pedro Martyr, é que después de venido allí,
llamarían á Pero López de Ayala, disoiéndole que el
Obispo le rogaba que se fuese allá para f ablar con
él, é que allí lo aplacarían do tal manera, que fuese
suyo , y que él saliese desde allí á tomar su dbdad
juntamente oon él. É fecho este conderto , llamaron
al Mariscal Hernando de Bivadeneyra, que estaba
en una fortaleza suya, que se dice Cabdílla, el qual
vino luego encubiertamente , sin ser visto ni oydo,
ni sabido ni conocido; é venido, fablaron con él,
notificándole el caso para qne lo llamaban, visto
que él era leal servidor del Bey. Que fuese luego
por él á Madríd , para que lo truzese á su fortaleza,
é desde allí, quando fuese anochecido, lo metiese
en la cibdad. El Mariscal aceptó de lo facer, é des*
de allí se partió esa noche para Madrid ; donde lle-
gado habló largamente con el Bey, para que luego
se fuese con él á tomar su cibdad. E quanto quiera
que el Bey fué muy alegre de la embaxada, para su
partida ovo grandes alteraciones entre él y aquellos
señores que allí estaban, espedalmente el Arzobis-
po de Sevilla le descia quanto peligro era apartarse
de Madríd, pues que sabía que Perucho su Alcaydo
era mucho del Maestre Don Juan Pacheco é del
Arzobispo de Toledo, ó como rodeaba de dalles el
Alcázar con todos los tesoros. Finalmente fué acor-
dado qne el Boy fuese solo con el Mariscal disimula-
174
ÜftONíOAS t)É Los ftBtÉS DB QAfiflLLA.
damentei y qae ol Arsobispo de SeyilU oon los
Condes qne allí estaban quedasen en goarda de la
Villa é del AlcAsar oontra la traydon del Aloayde,
é qne si algo de mal sintiesen , que llamarían la ca-
sa de Mendosa, que yemia á sooorrellos; é qne Juan
Fernandéa Gidindo con ducientos de á caballo se
fnese camino de Toledo, para qne amanesciese jun-
to oon las puertas. E llegado el Bey á Oabdilla, yino
allí un Secretario de Dofia Maria de Suva, para que
á mas andar se viniese luego el Rey á la cibdad,
porque Hernán HeniandeE, el portero, le daría li-
bremente la entrada por la puerta del Cambrón.
Estonces el Rey se partió, é llevó consigo al Maris-
cal Hernando do Bivadeneyra oon otras tres cabal-
gaduras , ó quedó concertado que Pedro de Rivade-
neyra, bijo del Mariscal, dende á poco fuese en pos
de ellos oon ochenta hombres d'armas, que allí esta-
ban juntados. E como el Rey llegó á la puerta, fuéle
dada sin detenimiento ; pero yendo para el Mones-
terio de Sanct Pedro Martyr, donde estaba junta
la casa del Obispo, fué el Bey conocido por un
hombre del Mariscal Payo de Ribera, é se lo fiío
saber á la mesma hora. Estonces el Mariscal Payo,
como era enemigo é desleal servidor del Rey, fue-
se á juntar oon Pero Lopes de Ayala, que ninguna
cosa de todo ello sabia ; los quales juntados, man-
daron dar á la campana mayor de la Iglesia y á la
de la Hermandad , de que todo el pueblo fué muy
alterado é puesto en armas para ir á combatir la
casa del obispo á donde el Rey estaba. El Mariscal
Hernando de Rtvadeneyra, oyendo el escándalo de
la gente, que asi venían derechos á combatir la ca-
sa del Obispo para prender al Rey, salió con hasta
cioquenta hombres, qne pudo haber de presto, é
comenzó á pelear con los que asi venian á prender
al Rey ; con los quales peleando, los detuvo una
gran piesa, por manera , qne no pudieron llegar á
combatir ni hacer dafto en la casa del Obispo. En-
tretanto que asi estaba trabada la pelea, Pero Lopes
de Ayala, como prudente caballero, queríendo es-
cusar los males é dafios que vio tan aparejados, di-
xo al Mariscal Payo de Ribera que sería mejor en-
viar á requerir al Rey, que se saliese de la dbdad,
porque saliéndose él , se esousarían muchas muertes
é £prandes inconvenientes, que se podían reorescer
de sn estada. É así ávido aquello por buen acuerdo,
enviaron á Pero Lopes de Ayala, y Alonso de Sil-
va, hijos de Pero López de Ayala, é á Pero Afán de
Ribera, hijo del Mariscal Payo de Ribera ; los qua-
les entrados donde el Rey estaba, le dizeron, que
le convenia salirse luego de la oibdad, porque toda
la gente del pueblo estaba muy alterada é puesta
en armas contra él , é que su estada era muy peli-
grosa para su persona é para otros muchos, que se-
ría necesario morír si no saliese. Oyda su habla, el
Rey les respondió mansamente sin alteración algu-
na: cA los Reyes pertenece evitar los escándalos,
»y escnsar las muertes, porque son padres de sus
sreynos é como tales han de buscar el sosiego é pro-
» curar la vida de sus súbdditos. Verdad es que fue-
ura mejor para vuestra lealtad no alteraros contra
»mí| pues sabéis, é no podéis negir ser yo voestio
•verdadero B^, á quien aveis de obedesoer ; mas
•queriéndome conformar con la voluntad de Diosy
•que le plasce que asi se haga, digo qne me plasoe
•de salir , pero soy cierto que antes de mnobos diss
•será mi tomada á Toledo con vuestro grado é amor,
•aunque no de todos.» E dicho aquesto, puesto qne
venia muy cansado, é muy fatigadas las bestias
que aquel dia avian caminado diea é ocho legnasi
tomó su camino. E porque su persona Real saliese
segura, aquellos tres caballeros salieron con él ca-
balgando, é envió á llamar al Mariscal Hernando
de Rivadeneyra , para que fuese oon él ; el qual íes-
pendió, que su Altesa se fnese en buen hora, por-
que él no entendía salir de la oibdad sin ser preso
ó muerto por su servicio. E asi cargando toda la gen-
te sobre él, fué luego preso é llevado al Alcásar.
Quando llegó el Rey á la puerta, visto qne sus bes*
tias iban tan cansadas que no se podían mover, di-
xo á Pero Afán de Ribera que le emprestase su oa-
ballo en que fuese, el qual, poq;>uesta la lealtad,
como quien tenia raygada la trayoion de su padre
en el cuerpo , sin vergüeñas ninguna dixo que no
quería. \ O vil corasen de caballero é meaquína con-
dición de hidalgo, que mayor deleyte puso la esoa-
oesa en tus entraflas, que no la noblesa de la vir-
tud! Desdefiaste la gloria de la liberalidad, por
quedar vestido con tan feo manto de mosquino. SÍ
te presciabas de limpia sangre ¿qual mayor biena-
venturanza te podía venir, para ganar dulce fama,
que servir á tu Rey con un caballo en tiempo de
tal afrenta? Si presumías de generoso, ¿qual mejor
memoria pedias dexar á tus hijos, y renombre á tu
linaje, que prestar un caballo á tu Rey de quien
tantas meroedes tu y los de tu sangre aviados resce-
bido? Mas porque teníades dalladas las entrafias
con veneno ponsofioso, no pediste denegar tu ma-
ligna condición, ni trastornar el fructo que nacía
de tal árbol. Estonces Pedro de Ayala y Alonso de
Silva, vista la desmesura de Peraf an de Ribera é su
poco acatamiento, descabalgaron de sus caballos, é
con grand reverencia suplicaron al Rey que toma-
se aquellos, uno para su Real persona, y otro para
su paje de lansa ; é asi á pié con mucho amor salie-
ron con él fasta fuera de las puertas, y se tomaron.
¡O virtuosos caballeros dignos de rico nombre, que
vencidos de vuestra propia noblesa servistes á vues-
tro Rey en tiempo de tanta necesidad 1 | O varones
merecedores sin duda de muy limpia fama, que
quando el pueblo liviano de vuestra patria denega-
ba el servicio de vuestro Rey. vosotros como leales
lé pagastes vuestra deuda 1 1 ó generosos hijos-dal-
go, que como leales é buenos socorristes á vuestro
Rey, quando mas fué menester, ssí que ni morirá
vuestra fama, ni perecerá vuestra memorial Salido
el Rey de la oibdad, é recogida la gente que avía
venido por su mandado , tomóse para Madrid ; é
luego Pero Lopes de Ayala anduvo por la oibdad
sosegando el pueblo. E para mayor sosiego é con-
tentamiento de todos envió á rogar al Obispo de
Badajos que luego dentro de media hora se saliese
DON ENBtQDB GüABfd.
laert de la oibáid, él qnal siii tardansa alguna sa-
lió, é se faé á (TO huerta, qae dicen del Rey, qne
eetá oeroa de la oibdad, junta oon el rio de Tajo.
Fecho todo aquesto, la gente se fné á desarmar é
recoger á sos casas.
m
CAPÍTULO CXI.
De eo«o te oHend la entrida del Rey es Toledo, y faé reseebide
ees maelia letta, é le qie allí sabcedió.
Desque Pero Lopeí de Ayala tomó á sn casa, ha-
lló mnj afligida é oongoxada á Dofta María de Silva
su mnger, en tanto grado qne apenas pedia fablar,
así por la salida del Rey, como por la mengua en
que avia caydo en ayerlo traydo, para que fuese
echado con tanta mengua, de que Pero Lopes de
Ayala su marido fué muy pesante, porque la amaba
mucho. Pero desque ella tomó en sí, fabló con su
marido de tal forma, que lo convenoió é traxo al
aerricio del Rey muy enteramente, en tanto grado,
que luego determinó de lo poner por obra, y dar
orden en levantar la cibdad por el Rey, é tomarlo á
meter con mucha honra. E como él era bien quisto
de todo el puebb fabló de secreto con aquellos que
gobernaban la comunidad, que eran ciertos Jurados
de las Collaciones principales, en tal manera, que
los provocó, é ganó las voluntades para todo lo que
él quisiese. B asi atraydos, luego otro dia siguiente
envió á mandar al Mariscal Payo de Ribera, é á
Perafan de Ribera su hijo, é i todos sus adherentes
que luego sin detenimiento saliesen de la cibdad,
cuyo mandado fué luego obedescido sin excusación
alguna, é salieron prestamente sin dilatar una hora.
Esto fué cosa de grand maravilla, obrada por mano
de Dios, que dentro de cinco días que salió el Rey
de la cibdad con tanto menosprecio del pueblo,
todos oon una conformidad tomaron con mucho
amor al servicio del R^, en tanto grado, que nin»
gun apellido avia por toda la cibdad, sino viva el
Rey Don Enrique, é mueran los traydores. Estonces
Pero Lopes de Ayala é Dofia Maria de Suva su
muger escribieron al Rey que viniese á tomar su
cibdad; y entretanto que atendía su venida, mandó
soltar al Mariscal Hemando de Rívadeneyra, que
estaba preso en una torre del Alcáaar. B así Pero
Lopes y él anduvieron cabalgando por la cibdad
con mucha gente de á caballo é peonage; é tomó á
BU mano, no solamente la fortalesa, mas todas las
torres de las puertas, é puso en todo alcaydes. B
luego otro dia siguiente, Domingo por la mafiana,
entró el Rey á comer en la cibdad, donde fué res-
oebido con grand solenidad é fiesta, é fuese á posar
á las oasaa de Pero Lopeí de Ayala, por ver á Dofia
Maria de CSlva, y regraciarle la lealtad é tan sefia-
lado é grand servicio, como le habia fecho, la qual
se holgó mucho. E luego mandó el Rey que el Obis-
po de Badajea se tomase á la cibdad.
CAPÍTULO oxn.
De eoae cierta feete de la elbdad alborotadaaeste fbderen i
pedir al Rey ua exeaeloa é mereed eien.
Los pueblos ignorantes donde mora continamen-
te la malicia, siempre son escandalosos enemigos
del sosiego, desean novedades, huélganse con los
boUioioB, ensalsan los malos, é aborreoen los bue-
nos. Así fué qne alguna gente común de la cibdad,
mas oon liviandad de pooo seso que conocimiento
de la rasen, después que ovieron comido, hallándo-
se mas llenos de vino que de pradenola, por induci-
miento de otros tales como ellos, aquel domingo se
juntaron hasta dos mil hombres; é asi juntados, vi-
nieron á las casas de Pero Lopes de Ayala, donde
el Rey estaba, dando grandes voces é disciendo que
querian ver il Rey, para pedirle cierta franquesa,
asi de las alcabalas como de las otras cosas, de qne
la cibdad de Toledo era esenta é previllegiada é que
aquella convenia que su Alteza les diese é confir-
mase. E quanto quiera que el Rey mandó á ciertos
caballeros é personas de sn Consejo que saliesen á
hablar con ellos é de su parte les dixesen que le
plascia de les hacer las mercedes que demandaban,
mas que convenia entender en ello para dar la orden
y forma que era necesaria, ellos jamas quisieron
apartarse de allí, antes todavía insistieron que que-
rian ver la cara del Rey, para que él en persona
gelo otorgase, é fiítease, de tal manera, que el Rey
por contentarlos salió á los corredores é les dixo
que subiesen dos ó tres de ellos á hablar oon él. E
subidos aquellos que eran cabsadores del bollicio,
diéronle una escritura mas vana que provechosa,
para lo que así demandaban; la qual el Rey les fir-
mó liberalmente, é firmada les dixo que se volvie-
sen á sus casas, qae otro dia les mandaría dar todo
el despacho que para ello avian menester, los qua-
les se fueron. E no contentos de aquello, otro dia
siguiente, lunes, sin templanKa alguna tomaron á
su bollicio, disciendo que lo firmado por su Alteza
no estaba bien ordenado; que les firmase otra escri-
tura que allí traían. Estonces Pero López de Ayala
é sus hijos, y el Mariscal Hemando de Rivadeneyra
cabalgaron con grand gente armada, y tomados los
alcaldes y alguaciles, entraron por ellos, tropellán-
dolos de tal guisa, que presos algunos de los albo-
rotadores, unos fueron ahorcados, y otros desoreja-
dos, é otros azotados. E asi viéndose desbaratados,
fueron huyendo cada qual á su casa, en tal manera
que la cibdad fué luego puesta en mucho sosiego
sin alteración alguna. Pero porque el Abad de Me-
dina estaba rebelado en la torre de la Iglesia Mayor
con algunos Canónigos de parte del Arzobispo de
Toledo, mandó el Rey poner estancias sobre él, é
puestas, luego el Abad de Medina demandó seguro
de la vida para sí é para los que con él estaban; é
dada la seguridad, entregó la torre, é la Iglesia
quedó desencastillada, en tal manera, que toda la
dbdad quedó muy llana y enteramente al servicio
del Rey. Fecho aquesto el Rey mandó llamar á )os
lié
OBÓNIOAÓ DE L08 RBYB8 DB CASTILLA.
Hogidores é Jnradot é caballeros é gente principal;
loe qoalee conyenidoe delante de aa Beal presencia,
dizo á Pero López de Ayala: «Poco aprovecharía la
«lealtad, si á los que la hacen no se respondiese con
»el galardón de su meresciiniento; porqne asi como-
»es jnsta razón quo los traydores sean destroidos
»en la fama y en sus estados é bienes temporales
i fasta en la quarta generación, asi es debida cosa,
•seguní Dios é verdad, qne sean los leales galardo-
»nados para siempre en lo uno y en lo ál. B pues
•vos, Pero López de Ayala, tan alto servicio de
iloaltad me aveis fecho como éste en restitairme
»mi cibdad nsnrpada por los desleales tiranos qne
•yo fice é crié, es necesario qae no solamente yo
•responda á vuestra lealtad é persona con honras é
•con mercedes é acrecentamiento de estado, mas al
•Obispo de Badajoz é á Dofia Maria de Silva vues-
•tra mnger, que con tan leales entrafias comenza-
•ron é se movieron á me servir. Ni tampoco es de
•olvidar la leal nobleza que vuestros hijos Pedro
•de Ayala é Alonso de Silva hicieron á la media
•noche el Iones, qnando yo salí de esta cibdad, que
•con tan grand amor me dieron sus caballos en qu^
•fuese, como hijos de quien eran. E porque tales ser-
• vicios tan seflalados no queden sin pago, es mi mer-
eced, que en sofial é comienzo de lo que facer on-
•tiendo con vos é con ellos, que la guarda é gober-
• nación de aquesta cibdad quede y esté á vuestro
•mandado y querer como caballero prudente, para
•que así como leal me la distes, con lealtad é disore-
•cion la rijáis é gobernéis; é mando á todos los que
«presentes están, é á todos los otros vecinos é mora-
adores de ella, que vos obedezcan y acaten como á
•mi mesma persona sin contradicción alguna. • S
dicho aquesto,, mandóle dar asaz poderes, é dados,
acordé de partirse luego, é otro di a siguiente se
tornó para Madrid. Donde llegado, mandé que yo
como Coronista, á quien pértenescia loar la lealtad
é vituperar la traydon, escribiese á los de Toledo la
carta siguiente, loando el leal servicio que le avian
fecho i i Tanto son los buenos merescedores de ala-
abantas, quanto sus hechos y obras son conformes
iá la virtud. E tanto aquellos deben sor estimados
•mas, quanto el fin por que so mueven es de mayor
•perf eoion. De donde se sigue que á los verdaderos
•vasallos su propia voluntad los despierta, á los
«animosos hidalgos su generoso é noble deseo, é los
«famosos caballeros pelean por la verdad en tal
•manera, que todos conformados en uno, siguiendo
«el justo camino, desechando de sí los yerros, bus-
•cando olaro renombre, desviando de sí las oulpas, y
•queriendo aver corona, ponen la lealtad por espejo.
•De tal guisa, que vestidos de nuevos renombres ga-
znan para sí meemos limpieza, combidan á los que
•miran, é (laman á los oyentes, é aquesto no sin cah*
»sa: oa los actos de la bondad no solamente consis-
sten y están en el solo bien obrar, mas en la sana
•voluntad con que se hacen, é de si meamos son pro-
•vechosos. Porque según la verdadera conclusión,
lia bienaventuranza de los humanos tanto está en
if aViícíar á los próximos, quanto en aprovechar d sí
•meemos. Lo qual aprobando Tolio Cicero en su li-
•bro de los Oficios dioe: ¿quál mayor bienandanza
•podria venir á ninguno, salvo ser nacido para de-
•fender é ayudar á los hombres? como sea cierta
•cosa qne todos en general son mejores para si mes-
amos que buenos para los otros. Aquesto, pues, ago-
»ra sin dubda, sefiores eclesiásticos, ó nobles caba-
•UeroB é pueblos virtuosos, bien se ha mostrado por
•experiencia en vosotros, que conosciondo el yerro
•disforme en que avíades caydo, alumbrados de res-
•plandor divinal, temiendo su potencia, resoelandó
• el rigor de su justicia, é saneando vuestras oons-
•ciencias, quisistes con entera lealtad de subditos é
•naturales, con verdadera fidelidad de vasallos res-
•titnir al Rey su cibdad, é á vosotros tan en limpia
•fama tornando á él lo suyo, é á vosotros vuestra
•limpieza; á él en su sefiorio, é á vosotros en vuestra
•honra. ¿Qué podremos pues descir de lo tal, siso
• que convencidos de la verdad, é celando el bien de
•la patria, desechastes las tinieblas que tenían oe-
•gados vuestros entendimientos, y oobrastes el res-
•plandor de la vuestra claridad antigua; tiocastes
»Ia fealdad por el buen nombre, la enfermedad por
•la salud, el escándalo por el sosiego, y el temor
•por la seguridad? ¡O bienaventurada gente, pueblo
•diño do gloria, nación moresoedora do ronembrot
•que mudando el feo apellido cabsado por los rebel-
ados, é quitando la infamia qne los tiranos vos pu-
•sieron, con tan leal obediencia quisistes trocar lo
•uno en loable memoria, y lo ál en perpetua fama.
»E así manifestada su maldad, é conocida vuestra
i virtud, fué descubierta su tiranía é publicada
•vuestra obediencia; por donde quedastes vosotros
•inmortalmenté famosos, y ellos sin recurso para
•siempre denostados. E pues vos así vos rodeastes
«de tan alto merescimiento, é oefiistes de tan alto
•valor, justa cosa es que voléis en el mundo por in-
•inortal fama, y en los siglos venideros por memo-
•ria perdurable. E digamos por vosotros aqueUo
• del Profeta Isaías, que dioe: ¿Quién son aquellos
«que vuelan como nubes, é así como palomas están
•á sus ventanas? Sin dubda, Sefiores, si bien queréis
•considerar vuestro piadoso servicio, y en ello oon-
•templar vos pluguiere, hallareis que no solamente
•servistes á vuestro Sefior é Rey natural, mas si con
•ojos espirituales lo miráis, en la cabsa de Dios y
•en el bien de su fe sagrada mucho edifícastes, no
•solamente como subditos de vuestro Rey, mas como
•varones devotos é cathólicos obristíanos; porque
•si en dar al Rey lo suyo por ventura vos dilatára-
«des, y vuestro grand conocimiento, oomo privado
•de la razón se detuviera, para no execntar lo que
•hizo, sabida cosa es que ni á los rudos quedara
• creencia, ni á los buenos esperanza, ni los malos
•ovieran miedo, ni los justos osadía, ni los simples
»tubieran ley, ni los sabios que descir. E no sola-
» mente aquesto, mas aun osaran decir y afirmar que
•el poderío de Dios daba favor á los pervereos;
•porque ya su malvada secta proepei-aba sin contra,
•dicción, BU crueldad tenia mando, mi falsa prcva-
pricacion licencia de texer maldades; y así fuora
DON BÑftIÓUB CUARTO.
m
«miefitra S^^afiA tornada Babflonia, oneya de ladro-
snes y cabafia de malefidos. ¡O gloriosoe caballeros,
«▼irtuofloa hijoB-dalgO| sefialados dbdadanoel ¿con
» qaé gracias y loores, con qné amor y gradosldad
•podremos regraciar vuestra virtnd é galardonar
»tan grand servido? ¿Qaál paga será condigna, 6
•qnál retribución igual, que á nosotros saque de
•debda, é á vosotros dexe contentos? |0 hijos de
•bendidon, padres de grand nombradia, que con
•sólo hacer lo que debiades, tamaño bien nos hicis-
•tesl Vosotros nos restaurastes; á vosotros somos
•obligados; vosotros liberalmente nos redimistes; á
•vosotros somos en cargo; vosotros fuistes principio
•de tornar la libertad en su ser; á vosotros somos
•debdores, que osastes hacer justicia, é trocar guer*
•ra con mengua por pas muy honrada. Al tino de
•vuestra lumbre verán los descaminados, al tono de
•vuestro canto responderán los gentíos, al son de
•vuestras trompetas baylarán todos los pueblos;
• porque sea cumplido en vosotros aquello de los
•Proverbios, que dice: «Kn la bondad de los justos
•se alegran las dbdades.* Pues si vosotros, Sdiores,
•guia de nuestro favor, y favor de nuestra verdad,
•sois las lumbreras relucientesf, de quien así resd-
•bimos tan grand claridad, fuentes de lios cabdales
•de donde tal dulzura nos mana, y doctrina exce-
diente de quien lealtad deprendemos, suban vuestaros
• gritos al cielo, cerquen los pregones la tierra, den
• apellido las lenguas, fagan clamor las gargantas,
• vaya vuestra vos por el Reyno, ó suene por todos
• los pueblos. Requiera á los rebelados que se tomen,
•á los desleales que paguen sus debdas; á unos
•que sean constantes, é á otros que tengan firniesa;
•que dexar de convertir á los errados, é cesar de ha-
•blar donde conviene, quasi confusión de idolatría
•é pecado de menosprecio parece; ca escrito es: No
•detengas la palabra en el tiempo de la salud, ni
•asoondas el saber de su propio resplandor. Por ende,
• Softores, pues que vuestra lealtad con grand certi-
•dumbre se prueba, y con tanta verdad se conosce,
•tanto vos certifico que será para siempre espejo
•para los buenos é castigo para los malos, en tanto
•grado, que ninguno lo contradiga sin cargo, ni lo
•menosprecie dn vergüenza. • Ldda esta carta, to-
dos muy alegres respondieron, que daban muchas
gracias á Dios porque les avia alumbrado para des •
echar las tiniebras de la traydon y venir á la luz
de la lealtad.
CAPÍTULO OXIII,
Coao el Rey eerttieedo de la trtyelon de Peroeho le qaltd el Al-
entar, é le prendió, 6 despees se ovo plidossmente eon él.
Tomado el Rey á Madrid, fui certifioado como
Perucho tenia concertado de dar el Alcázar al Maes-
tre Don Juan Pacheco, y al Arzobispo de Toledo; 6
sabido, fué una tarde para entrar en el Alcázar, y
como el portero que guardaba la puerta, estaba ino-
cente de la traycion de su amo, abrió la puerta sin
oonsultallo con él, de que Perucho fué muy altera-
do, é con soberbia muy deshonesta deshoni^ al por-
ar,-^III.
tero porque lo avia dexado entrar. B no solamenie
aquesto, mas con la persona del Rey se puso en al-
guna manera riguroso con armas en las manos. B
como d Rey vio que ya se iba dd todo descubriendo
su maldad, hablóle benignamente por aplacallo, é
determinó de no salir del Alcázar hasta quitárselo,
porque su traydon no oviese efecto ni pudiese aver
lugar de cumplirse. B como ya lo amansó un poco,
dfxole: «Peraoho, yo quiero aposentarme en mi Al-
• cazar, porque es cosa deshonesta que yo pose en
•casa agena, teniendo tal aposentamiento como éste
•y es vergflenza mia é vuestra. Por ende mi deler-
•minada voluntad os de haceros mercedes, é sefiala-
•damente vos dó la villa de Sanot Martin de Valde*
•Iglesias, para que por vuestra vida seáis 8eftor
•deUa é viváis en reposo con honra; por eso haced
•luego escrebir el previllejo, para que lo fiíme, y
•enviad luego á tomar la posesión de eUa, é dexad
•mi fortaleza. • Bstoncos Peraoho, visto que su da-
fiado propósito no se pedia cumplir, intentó de poner
las manos en el Rey, si los suyos fueran traydores
como él y le ayudaran; pero plugo á Dios nuestro
Seftor en cuya mano está la vida y estado de los
Reyes, que no se cumplió su daftado y maligno de-
seo. Luego el Rey, vista su púbica traydon, mandó
á Juan Quillón que lo prendiese, é preso, puso por
su Alcayde al Comendador Juan Hernández Qalin-
do, su leal servidor é fiel Capitán General. B puesto
que el Rey justamente pudiera mandar justiciar á
Perucho, asi por público traydor y vendedor de su
Alcázar é tesoros á los enemigos desleales, como
porque intentó poner las manos en su Real persona
y darle pena 5 castigo, la que á los tales quieren las
leyes divinas é humanas que se den, fué tanta su
demencia é tan grande su beninidad, que dend^ á
pocos dias, soltado Peraoho de las pridones, vino
delante su Real presencia, demandándole misericor-
dia é perdón de sus culpas. Estonces el Rey, vudta
la cara acia los que estaban ddante del, dixo: «Ma-
•yor fué la maldad de Judas, que vendió á nuestro
•Sefior'é Salvador, é si hiciera lo que éste ahora
•hace, lo perdonara y oviera piedad del; é asi es
•justa razón que yo ad lo haga; porque á los Reyea
•pertenesoe seguir las pisadas de aquel que nos re-
•dimió, y en su nombre reynamos en la tierra. Por
•oso, Peraoho, porque Dios perdone mi ánima quan-
•do de esta vida partiere, yo vos perdono de buen
•grado: id vos en buen hora para vuestra tierra, é d
•no tenéis con que vos podáis ir, yo mando que vos
•den lo que ayais menester. • É mandólo lu^o sol-
tar, é se fué. ¡O gran mananimidad de Rey que ol-
vidando los yerros contra él cometidos, y no acor-
dándose de las injurias que los traydores le dixeron
ni curando de los f dsos testimonios y traydones
({ue sus criados le pusieron y le hicieron dempre, le
plugo mas el perdón que la venganza, mas la de-
menda que la craeldad, mas la piedad que el rigorl
Nunca se deleytó de matar, ni le plugo de. destruir
á ninguno.
•. -T
li
178
ORÓNIQÁS DE LOS RETES DE CASTILLA.
OAPtrULO CXIV.
Gomo el Príncipe Don Moho, Rej que so désela, murió de pes-
tileneie en Cardeftoie eerea de Avile.
Entretanto qne «qnestas cosas pasaban y sobce-
dian , é Dios peleaba por el Bey, mostrando su ver-
dad ó descubriendo la traycion do los tiranos, por-
que los. pneblos oonosolesen los yerros manifiestos
de aquellos ó dexasen de seguillos , suboedió que el
Príncipe Don Alonso , Rey que se desda, é los'des-
leales caballeros é perlados que con él estaban en
Arévalo, como supieron la nueva de Toledo, que se
avia alzado por el Rey, y que estaba pacificamente
d su servicio, fueron muy pesantes, no tanto por la
pérdida de tan sefialada cibdad, mas porque veían
que BU maldad se iba descubriendo y les daban po-
co crédito. B asi acordaron de partirse de allí para
la cibdad de Avila, disciendo que iban á cercar á
Toledo. Asi fué que acaesció que en esto tiempo
por todas aquellas tierras é comarcas , por donde
iban , avia grand pestilencia ; é desque llegaron
una noche á una aldea, que se dice Oardefiosa, quo
está dos leguas de Avila, el Príncipe se sintió malo
de una seca, en tanto g^ado, que luego parescieron
en él sefiales de muerte, en tal manera, que no lo
pudieron sacar de allí ; donde estuvo por espacio de
quatro dias, cada dia mas aquezado, hasta quo al
quinto dia f allesció , martes en la nocho , á cinco
dias del mes de Julio, afio del nasoimiento de nues-
tro Salvador Joeu-Gliristo do mil ó quatrocicntos ó
sesenta é ocho afios. Pero fué cosa do grand mara-
villa que tres dias antes que murióse, fué divulga-
da su muerte por todo el Reyno, de que todos los
perlados é caballeros quo lo seguían , fueron muy
tristes é temerosos. E luego enviaron al Príncipe á
la villa de Arévalo al Monesterio de Sanct Francis-
co, donde fué sepultado. Estonces los perlados é
caballeros que alU se hallaron tomaron á la Infan-
ta Dofia Isabel, é fuéronse á mas andar con ella á
la cibdad de Avila, donde se pusieron grandes guar-
das por todas las partes.
CAPÍTULO OXV.
Como el Rej envió i requerir i los eabelleros é pedidos qae es-
ubtn en Avile, qne viniesen á ta obedlencli.
Luego que la muerte del Príncipe Don Alonso
fué sabida, el Arzobispo de Sevilla é los Condes de
Plasencia é de Benavente é de Miranda con los otros
caballeros que en Madrid estaban, tomaron á jurar
é obedescer al Rey por su sefior. E asi jurado é obe-
descido, fué acordado que su Alteza con sus cartas
patentes enviase á mandar é á requerir á los perla-
dos é caballeros que estaban en Avila con la Infan-
ta su hermana que viniesen á su obediencia; para lo
qual envió al Doctor Qarci López de Madrid, éá
Rodrigo de ÜUoa, y al Licenciado Antón Nufiez de
Cibdad Rodrigo, todos tres del su Consejo. Los
quales llegados á la cibdad de Avila , y hecho su
requirímiento, el Maestre Don Juan Pacheco res-
pondió en nombre de todos que ellos enviarían en su
nombre á su Alteza tal persona de abtoridad é de
estado, que tratase entre ellos; de tal forma, que
las cosas viniesen á bien de paz é concordia. E asi
despedidos los mensageros, escribieron luego al
Arzobispo de Sevilla, rogándole quisiese llegar
donde ellos estaban en Avila, para que por su ma-
no se contratase é concluyese la paz é concordia.
Luogo que el Arzobispo rescibió su carta, con li-
cencia del Rey se partió é fué para Avila ; donde
llegado, le dizeron como on nombre de todos ellos
avia de suplicar al Rey, que jurase á la Infanta Do-
fia Isabel su hermana por Princesa heredera, é que
luego todos irían con ella juntamente á le besar las
manos , ó obedescer por su Roy ; é de aquí enoo-
menzaron los tratos. En aqueste mismo tiempo se
alzó la cibdad do Burgos por el Roy á cabsa do Don
Pedro de Velasco que allí estaba, y enviaron sus
mensageros con la obediencia. Entretanto qne pen-
dían los tratos, vinieron el Marqués de Suatillana
y el Obispo de Sigüenza con sus hermanos á hacer
reverencia al Rey ; porque asi como en las adversi-
dades lo avian servido bien é fíolmoute, en la pros-
peridad se gozasen con él. Los quales fueron muy
bien rescibidos oon asaz honra ; porque el Rey con
los grandes de su Corte los salió á rescobii:, é mos-
tró grand plasoer con su venida, como era rason.
CAPÍTULO CXVL
Como venido el Arsoblspo do Sevilla con el trato de los perlados
j caballeros de Avila, el H arques de Sanllllana é sus hermanos
so ¡lartlcron muy dcnconicutoa do la («orto , porque sintieron
que ul llcy tiñería Jurar ft la Infanta su hermana por l'rinccsa.
Pasados algunos dias después que el Marqués do
Santillana, y el Obispo de Sigüenza é sus hermanea
fueron venidos á la Corte, vino el Arzobispo de Se-
villa con el trato de los perlados é caballeros, que
estaban en Avila, en que la suplicaban que pues el
Príncipe Don Alonso su hermano era fallescido,
quisiese en lugar de él jurar Princesa heredera y
sucesora do los Reynos después de sus dias á la In-
fanta Dofia Isabel , su hermana. E puesto que aque-
llo fuese muy molesta cosa para el Rey, porque
era contra su voluntad, como ya estaba harto do
muchas congojas é de poco reposo, según su condi*
don, é tenia grand gana de tornar á su servicio al
Maestre Don Juan Pacheco , para tener algún des-
canso é reposo , pensando que de esta manera lo
temía, sin consultar cosa alguna de ello con los
Mendozas , aceptó de lo hacer ; de que el Marqués
de Santillana y el Obispo de Sigfienza é los otros sus
hermanos fueron muy descontentos, así por la men*
gua del Rey, como por la perdición de su hija , quo
ellos tenían en rehenes ; é ansí, en son de muy eno-
jados, se partieron de Madrid para Quadalaxara.
CAPÍTULO CXVIL
De como la Reyna Dofit Joans, qne estaba en Alahejos en poder
del Arzobispo de Sevilla, se soltó de la Fortaleza, y se fué á
Duytrago donde estaba su hija.
Entretanto que asi estos tratos pendían , la Rey-
na Dofia Juana , que contra su gradq la avian lie-
DON SNBIQÜft CUARTO.
179
yado á la f orUleea de Alahejos en poder del Arzo-
bispo de Sevilla, eetaba mny deaoontenta por Terse
paesta debaxo sa mano , é hiao cierto trato oon al-
gunos del Alcayde para qae una noohe se descolga-
se por los adarbes. B dada la orden de com6 se avia
de hacer y vino Luis Hurtado, hijo de Rui Días de
Mendoza, á cierta hora diputada para esto , y pues-
to secretamente al pié de la fortaleza , la Reyna so
descolgó en un cesto ; é como la soga oon que la
descolgaban era corta, que no alcanzó hasta el sue-
lo, los que la doscendian, pensando que ya estaba
en el suelo, soltaron la soga, y cayó en tierra ; por
manera, que se lijó un poco en la cara y en la pier-
na derocha. Pero luego que asi cayó, fué arrebata-
da, ó puesta eh las ancas de la muía de Luis Hur-
tado ; é asi á mas andar sin parar, se vino con ella
hasta la villa de Buytrago , donde estaba su hija.
Sabido aquesto por el Arzobispo de Sevilla, ovo
tanto sentimiento, que dio grand priesa en los tra-
tos, é fué concluido que todavía el Rey mandase
jurar á su hermana, para lo qual fueron acordadas
las vistas entre Oebrerosy Cadahalso, á la venta de
los Toros de Guisando ; é desde alli en adelante el
Arzobispo de Sevilla fué tan enemigo de la Reyna,
que siempre trabajó por dostruilla.
CAPÍTULO OXVIIL
De eomo li lofiota Dofta Isabel fué j orada por Priseesa y loi
perlados é caballeros desleales se finieron con ella á obedien-
cia del Rey.
Después que la contratación fué concluida, fir-
mada é sellada entre el R^ é la Infanta é los per-
lados é caballeros que la seguían, para que fuese
jurada y obedescida por Princesa, el Roy se partió
de Madrid para Cadahalso, y fueron con él el Ar-
sobispo de Sevilla, é los Condes de Plasencia é Be-
navente é Miranda , é los otros de su Consejo é ca-
balleros de la Corte ; y la Infanta Dofia Isabel se
partió de Avila para Cebreros, é fueron con ella el
Maestre Don Juan Pacheco, é Don Alonso Carrillo,
Arzobispo de Toledo , é Don Luis Acnfia , Obispo de
Burgos, Don Ifiigo Manrique, Obispo de Coria con
los otros caballeros é gentes que la seguían. E asi
venidos, otro día siguiente lunes de mafiana, que
00 contaron diez é nueve días del mes de Septiem-
bre, año de nnestro Salvador Jesu-Christo de mil
ó qnatrocientos é sesenta é ocho afios, el Rey oon
loe perlados é caballeros que le acompañaban, salió
al campo cerca de la venta de los Toros de Guíbool-
do ; é por la otra parte salió la Infanta Dofia Isabel
oon los perlados é caballeros que la seguían. Donde
asi convenidos con otras muchas é diversas gentes
que alli se juntaron, que vinieron á mirar aquella
solemnidad , mandó el Rey leer una carta patente,
en que desoía : Que por quanto los perlados é caba-
Mleros que allí estaban , le avian suplicado por el
I bien de la paz é concordia de sus Roynos é sefioríos»
quisiese mandar jurar por Princesa heredera é sub-
oesora suya d la Infanta Dofía Isabel su hermana,
Vque alU estaba presente , que él queriendo condes-
cender á la suplicación de sus subditos, é porque |
los escándalos, é muertes , é robos y dafioS cesasen,
y las gentes toviesen seguridad é reposo, que le
píasela é lo tenia por bien. Por tanto , que él desde
allí la juraba en manos de Don Juan Pacheco, y la
tomaba por hija, para que después de sus días ella
suboedioee y heredase su Reyno y reynase en los
Reynos de Castilla é de León. E que rogaba é man-
daba á los perlados é caballeros que allí estaban , y
á todos los otros del Reyno, que la jurasen é obe-
desciesen por Princesa é subcesora suya. Leída la
carta, propuso luego Don Antonio de Veneris, Obis-
po de León, Nuncio é Legado del Papa, é díxo : Que
por quanto de aquella concordia é juramento que
allí se hacían, se atendía grand paz é seguridad é..
sosiego en los Reynos de Castilla é de León, é se
escusaban muchas muertes, robos y escándalos que
de lo contrario se podían seguir ; por ende que él
por virtud del poderio é abtoridad que traía del
Sancto Padre Paulo II, relaxaba é daba por ningu-
nos qualesquíer juramentos que antes de aquellos
sobre aquel mesmo caso fuesen fechos, é los daba
por ningunos, é solamente confirmaba é aprobaba
é avia por buenos los que allí se hacían, para jurar
é obedescer á la Infanta Dofia Isabel , que presente
estaba , para tenella por Princesa heredera , é sub-
cesora de los Reynos, después de los días del Sefior
Rey. Estonces los perlados é caballeros que estaban
allí con el Rey, la juraron é obedescíeron ; é luego
el Maestre Don Juan Pacheco, después de tomado
el pleyto omenage del Rey, él y los que venían oon
él y con la Infanta juraron al Rey, é después á ella.
Fecho aquesto , el Rey con la nueva Princesa su
hermana y heredera , se fueron juntos aqueUa no-
ohe á Cadahalso con toda la caballería que los aoom*
pafiaba, salvo el Arzobispo de Toledo y el Obispo de
Burgos y el de Coria, que se tomaron á Cebreros.
Pero el Arzobispo de Toledo desde alli qnedó que-
zoso é mal contento , porque pensaba que la Prin-
cesa avia de estar siempre debaxo de su mano é
guarda é gobernación, é desque vido que aquello le
fué quitado , fuese á Yepes, donde estuvo grand
tiempo.
CAPÍTULO ÜK13L
Oe cono el Rey 6 la Princesa si berraana se fseron I aposentar
á Casa-Rubios, y desde alli se raeros el Rey y el Maestre i Rat-
cafria ; y eofiaron 4 mandar á Pedrarias é al Obispo sv bennt-
no qne so saliesen de la elbdad do So|OTÍa, é so salloros.
Otro día siguiente, después que ovíeron reposado
aquella noohe, el Roy é la Princesa se vinieron jun-
tamente á Casa-Rubios , donde reposaron algunos
días ; é fué acordado que la Princesa se quedase
allí con toda la Corte, y el Rey y el Maestre con
poca gente se fueron para el Pardo, é desde allí pa-
ra Rascafria. Donde llegados, enviaron luego á
mandar á Pedrarias de Avila é al Obispo su herma*
no que se saliesen de la dbdad de Segovia é la de-
xasen libremente ; lo qual ellos hicieron luego con-
tra todo su grado, mas arrepentidos que contenton
180
ÚRÓNIOAS D^ LOS BBTES DE 0A8TILLA.
por lo qoe contra el Bey avian fecho ; por manera,
qne qnanto fué grande el plaaoer que sintieron de
averia mandado é gobernado ocho meeea, tanto fné
mayor la tristeza que sintieron de perderla , para
nnnca recobrar la gloria qne perdieron por sn in-
sulto cometido. |0 quánto se pueden alegrar los
qne de las tales erradas son libres , los qne nnnca
ensuciaron sus personas, ni escnrecieron su linage
oon semejante fealdad 1 y ¡quánto deben llorar sus
infamias los que con tan deshonesto apellido, é
abatido nombre se quisieron sefialar, para quedar
envilecida su fama ó deshonestada sn memorial
Estonces el Bey hizo merced de los oficios de Bego*
via con la gobernación de ella á sn Mayordomo An-
drés de Oabrera, que desde allí comenzó á prosperar
ó subir en grand favor ; pero el Alcázar por eston-
ces se quedó en poder de Don Juan Padieco. Des-
pués que la dbdad quedó muy asosegada por el
Bey oon grand contentamiento de todo el pueblo,
quisieran que el Bey se fuera luego allá, salvo que
avia grand pestilencia en ella ; pero anduvo por alli
algunos dias á monte, é tornóse luego para Oasa-
Bubioa, donde la Princesa lo atendía.
CAPÍTULO GXX.
Como It Reyai Dofta Jitoa estló 4 iatlmir oa sombro do tm hija
loa apolaeioa auto ol Obispo do Lood, Nancio é Logado dol
Papa.
Entretanto que estas cosas subcedian é las dispo-
nía la divinal providencia de Dios con su infinito
poder, sin que los sesos humanos puedan conosce-
ilo ni mucho menos sentillo, la Beyna Dofia Juana,
que estaba en Buytrago con su hija, luego que su-
po como la Infanta Dofia Isabel era jurada por
Princesa, fné muy triste, asi por la deshonra qne de
éUo le venia, como por la perdición de su hija con
tal vituperio. De que á la verdad, hablando sin afi-
ción é sin pasión, grand culpa é cargo se le debe
dar ; porque si mas honestamente ella viviera, no
fuera su hija tratada con tal vituperio. Estonces,
ávido su Consejo, hizo ciertas protestaciones en
nombre de su hija, é hechas, dio su poder bastante
á Luis Hurtado de Mendoza para que en nombre
suyo é de su hija fuese á Casa-Bubios , donde esta-
ba el Nuncio Apostólico del Papa, delante del qual
hizo su apelación extrajudioial, disciendo : Qne por
quanto él como Nuncio ó Legado de la Sede Apos-
tólica avia fecho una absolución de ciertos . jura-
mentos de la subcesion de los Beynos de Castilla 6
León , é revocando aquellos , avia mandado hacer
o^os de nuevo, lo qual todo ora en dafio é perjuicio
de la Princesa Dofia Juana, hija del Bey é de la
. : Beyna Dofia Juana su muger , qne él en nombre de
la dicha Princesa Dofia Juana , é por virtud de los
poderes que para ello tenia, é traia de la BeyUa
Dofia Juana su madre, asi como sn tutora, apelaba
de todo ello una é dos é tres veces según forma de
derecho, protestando que todo ello fuese en si nin-
guno y de ningún valor ó efecto, é de se quexar
del como de injusto juez é parcial delante su San-
tidad del Papa Paulo II. E de como asi lo desda,
lo demandaba por testimonio para eii guarda é fa-
vor del derecho de su parte. Donde fecho su reque-
rimiento é apelación, se partió á mas andar sin de-
tenene un solo punto. E puesto que la Princesa
Dofia Isabel supo todo aquello, túvolo por cosa
vana.
CAPÍTULO OXXI.
Goflo «I Rey é la Priaeofa a« bormasa m fseroa i la tilla do Oea.
ia, é laa aoaaa qao alU iscoJioroB.
Luego que el Bey fué llegado á Oasa-Bubios,
donde la Princesa sn hermana lo estaba esperando,
fué acordado que se fuesen ala villa de Ocafia, don-
de reposaron grand tiempo. E como el Maestre Don
Juan Pacheco sabia que el Marqués de Santillana,
é el Obispo de Sigfienza, ó sus hermanos é asi mes-
mo Don Pedro de Velasco su cufiado, se avian par-
tido muy descontentos de Madrid, á cabsa de la
subcesion que se avia dado á la hermana del Bey,
porque era en perjuicio de la sefiora, que ellos te-
nían en su guarda y rehenes, procuró de se ver con.
ellos, asi por aplacar su indinacion , como por te-
nerlos en afidon y en amistad. E asi concertadas
las vistas para un lugar que se dice el Villarejo,
que es de la Orden de Santiago, salió el Maestre y
el Arzobispo de Sevilla y el Conde de Plasencia ; de
la otra parte vinieron el Obispo de Siguenza é Don
Pedro de Velasco; y juntados, fué acordado entre
ellos qne la hija del Bey casase con d Príncipe de
Portugal, é la Princesa Dofia Isabel oon el Bey de
Portugal , que estaba viudo ; é condioionalmonte
que si el Bey de Portugal no oviese hijo varón en
la Princesa Dofia Isabel, y el Prindpe lo oviese en
la Sefiora Dofia Juana, hija del Bey, que ellos sub-
cediesen en los Beynos. B acordado aquesto entre
ellos, determinaron qne para la condusion de todo
aquesto el Bey en persona oviese de ir á verse con
el Bey de Portugal, é que la Beyna Dofia Juana
fuese con él á las vistas. Pero temiéndose día que
la dexarian en poder dol Bey de Portugal su her-
mano, para nunca tomar á Castilla, denegó la ida ;
porque sabia que d Arzobispo do Sevilla era su ene-
migo, é trabajaba quanto podía su destruycion, á
cabsa de averse sdido de Alahejos. E puesto que
aquestas cosas asi pendían y se concertaban, la Prin-
cesa Dofia Isabel jamás tuvo propósito ni voluntad
de casarse con d Bey do Portugal, ni para esto ja-
más quiso dar su consontimiento ; pero ni por eso
el Bey ni d Marqués dezazon de lo insistir.' Y el
Maestre escribió al Bey de Portugd que debía de
enviar sus Embazadores , pensando que en aqueste
medio tiempo pudieran convencer á la Princesa que
viniese en dio.
CAPITULO CXXil.
Como ol Roy ao aatld á ver con el Obispo do Sigdenu é eon U(»ii
Pedro de Velaseo á la barca de Oreja é los traxo ft la Corte.
Quanto quiera que el Obispo de SigQenza é Don
Pedro de Velasco se vieron con el Maestre Don Juan
/
DON laff&IQÜE OÜABTO.
181
Pacheco y con él Anobispo de SeWlla y Conde de
Plasonoio, siempre mostraron estar desoontentos
por el juramento hecho d la Princesa Dolía Isabel
de la saboesion del Beyuo ; porque el Marqués de
SantiUana y ellos favorecían é ayudaban quanto
podían i la hija del Rey, que ellos tenían en su po-
der ; i cuya cabsa el Maestre Don Juan Pacheco
avia fecho jurar i la Infanta, no solamente para
abaxar el partido de la casa de Mendosa , mas por-
que las dafiadas obras suyas con algún falso color
se encubriesen, en tal manera, que jamás daba
conclusión en cosa alguna. Verdad es, que quando
los de Mendosa vieron que la Reyna Dolía Juana
no quiso ir i las vistas de su hermano el Bey de
Portugal según que se avia concertado , ellos que-
daron descontentos della, y poco ganosos de la ayu-
dar á ella ni á su hija, segund que después pares-
ció, puesto que mostraban lo contrario por el inte-
rese que de alli se les seguía. Estonces él Rey, vis-
tas las dilaciones y el poco fruto que de ellas re-
dundaba en su servicio, acordó de irá vistas con el
Obispo de Sigttensa é con Don Pedro de Velasco ; é
vistos, fué determinado á consentimiento del Maes-
tre que el Rey ayudase Ó favoreciese de secreto á
su hija, sin que la hermana lo supiese ni el Arzo-
bispo de Sevilla. E asi acordado, con aquesta segu-
ridad, se vinieron con el Rey á Ocafta, para andar
en la Oorte ; dpnde veiiidos, pareado en alguna ma-
nera que las cosas iban en son de mayor paa ó so-
siego.
QAPÍTÜLO OXSin.
Da eotto alfSiOi Sel ores Gnndei del Ileyso qvederoa deieon-
tenlos de te estreeha amlsted del Rey eos el MeeiUe Don Joan
Pacheeo.
Después que la hermana del Rey fué jurada por
Mocosa, el Rey se conformó con el Maestre Don
Juan Pacheco para estar á su gobernación; pero los
otros Sefiores ó Grandes del Reyno, asi los de Oastilla
y del Reyno de Leen, como de Andalucía, queda-
ron muy descontentos y quexosos, asi ¡por la poca
quenta que se avia fecho de ellos en el jurar de la
hermana, porque no fueron llamados, ni consultados
para ello, como porque el Rey tan estrechamente se
avia juntado con el Maestre Don Juan Pacheco,
aviéndole sido tan duro enemigo, á cuya cabsa tan-
tos males é trayciones avian sido contra el Rey. Los
quales muy sentidos de todo esto, se confederaron
con el Ansobispo de Toledo, dando al Rey sus que-
rellas del Maestre ; é cada uno por si le enviaba sus
tratos. Mas como el Rey estaba determinado de te-
ner al Maestre Don Joan Pacheco en su compafiia,
y estar á su gobernación é consejo, jamás quiso dar
orejas á sus tratos, asi por parte del Arzobispo, co-
mo de los otros caballeree ; por manera que siempre
crssció en ellos mucho desgrado y poco amor de
servir y seguir al Rey, visto qnan vergonzosamen-
te se avia sometí lo á la gobernación del que con
tantos vitupeiioF. lo avía deshonrado, solo por se fa-
cer Maestre de Banetiago, á cuya cabsa nunca falta-
ron alteraciones é bullicios en el Reyno, con poco
reposo é menos descanso de su Real persona. En este
medio tiempo murió Don Juan de Guarnan, Duque
de Medina Sídonia é Oonde de Niebla, é subcedió en
el Sefiorio Don Enrique de Guaman , su hijo bas-
tardo.
OAPÍTULO OXXIV.
De eoflio el Rey tato las teatei de Nafidad ea Oeata, é lo «ae
alU aibeedió.
Quando quiera que algunas novedades se hacían
por el Reyno, sefialadamente en el Andalucía, nun-
ca el Rey se movió de su villa de Ocalia , donde es-
tuvo algún tiempo, ó allí tuvo las fiestas de Navi-
dad con alguna manera de plascer, aunque no muy
contento, segund el suceso de las cosas mas adver-
sas que prósperas. Pero con todo, pasadas las fies-
tas, mandó llamar á los Procuradores de las cibda-
des é villas del Reyno, asi por consultarles las co-
sas de la gobernación de los pueblos, como para el
bien déla justicia. E puesto que todos obedeciendo
vinieron al llamamiento del Rey, los del Andalucía
denegaron su venida, porque las mas de las cibda-
desde ella estaban aun alteradas, sin averie envia-
do la obediencia, é los Grandes que en ellas vivían
las hadan detener , no tanto por lo que al servicio
del Rey tocaba, quanto por la enemiga que tenían
con el Maestre Don Juan Pacheco, vistas sus formas
interesales é conocidas sus cabtelosas astucias, que
con todos traía con poca honra del Rey y menos-
precio del Reyno ; en tal guisa, que ninguna con-
clusión de pas ni sosiego se tomaba. E no solamen-
te aquesto ; pero la Princesa su hermana parecía
tomar algunos siniestros contra su grado , porque
de secreto trataba de casarse con el Principe do
Aragón, Rey de Sicilia ; á cabsa de lo qual denegó
él casamiento del Rey de P<Mrtugal que le trataban,
segund que adelante será recontado, de que el Rey
estaba muy sentido, en tanto grado , que determinó
de tomar sobre la hija, é ayudarla para que subce-
diese ella y no la hermana. Verdad es que segund
la deshonesta vida de la Reyna Dofia Juana su mu-
gar, fué grand sospecha en los corazones de laa
gentes sobre la hija que avia, ca muchos dubdaron
ser engendrada de sus lomos del Rey, por donde
nasoió toda la novedad de la subcesion. Pero ni por
eso el Rey jamás la denegó por su hija, antes en
público y en secreto siempre afirmó ser suya, é la
tovo por tal, puesto que desamaba mucho á la Rey-
na, é la tenia en tanto aborrecimiento, que no se
curaba della. E asi escritas ciertas.cartas de su pro-
pía mano, una para el Papa Paulo, en que le supli-
caba con grand instancia que no confirmase la
subcesion de los Reynos á la hermana , salvo sola-
mente á su hija Dofia Juana, otra para su Procura-
dor en Roma, que con diligencia solicitase con el
Papa que- no oonsíntíese en lo concertado, otra para
el Rey de Portugal, que él así mesmo escribiese al
Papa sobre ello; é asi escritas, mandó á mí que se^
creta é disimuladamente me partiese é las llevase á
180
ÚRÓNIOAS DI} LOS BBTES DE 0A8TILLA.
por lo qae contrA el Bey avian fecho ¡ por manera,
que qnanto f aé grande el plaaoer que sintieron de
ayerla mandado é gobernado ooho meaea, tanto fné
mayor la tristeza que sintieron de perderla , para
nunca recobrar la gloria qne perdieron por sn in-
sulto cometido. |0 qnánto se pueden alegrar los
que de las tales erradas son libres , los que nunca
ensuciaron sus personaSi ni esourecieron su linage
oon semejante fealdad 1 y | quánto deben llorar sus
infamias los que con tan deshonesto apellido, é
abatido nombre se quisieron sefialar, para quedar
envilecida su fama ó deshonestada su memorial
Estonces el Bey hizo merced de los oficios de Bego-
via con la gobernación de ella á su Mayordomo An*
drés de Cabrera, que desde allí comenzó á prosperar
ó subir en grand favor ; pero el Alcázar por eston-
ces se quedó en poder de Don Juan Pacheco. Des-
pués que la dbdad quedó muy asosegada por el
Bey con grand contentamiento de todo el pueblo,
quisieran que el Bey se fuera luego allá, salvo que
avia grand pestilencia en ella ; pero anduvo por alli
algunos dias á monte, é tornóeo luego para Gasa-
Bubioa, donde la Princesa lo atendía.
CAPÍTULO OXX.
Cono li Reyai Dofta Juna envió i intimar en nombre de en hija
ana apelación ante el Obiapo do León, Noneio é Legado del
Papa.
Entretanto que estas cosas subcedian ó las dispo-
nía la divinal providencia de Dios con su infinito
poder, sin que los sesos humanos puedan conosoe-
llo ni mucho menos sentillo, la Beyna Dofia Juana,
que estaba en Buytrago con su hija, luego que su-
po como la Infanta Dofia Isabel era jurada por
Princesa, fné muy triste, asi por la deshonra que de
éUo le venia, como por la perdición de su hija con
tal vituperio. De que á la verdad, hablando sin afi-
ción 6 sin pasión, grand culpa é cargo se le debe
dar ; porque si mas honestamente ella viviera, no
fuera su hija tratada con UA vituperio. Estonces,
ávido su Consejo , hizo ciertas protestaciones en
nombre de su hija, é hechas, dio su poder bastante
á Luis Hurtado de Mendoza para que en nombre
suyo é de su hija'fuese á Casa-Bubios , donde esU-
ba el Nuncio Apostólico del Papa, delante del qual
hizo su apelación extrajudicial, disciendo : Que por
quanto él como Nuncio é Legado de la Sede Apos-
tólica avia fecho una absolución de ciertos jura-
mentos de la subcesion de los Beynos de Castilla é
León, éievocando aquellos, avia mandado hacer
otros de nuevo, lo qual todo era en dafio é perjuicio
de la Princesa Dofia Juana, hija del Bey é de la
> : Beyna Dofia Juana su muger , que él en nombre de
la dicha Princesa Dofia Juana , é por virtud de los
poderes que para ello tenia, é traia de la Beyna
Dofia Juana bu madre, asi como su tutora, apelaba
de todo olio una é dos é tres veces segnn forma de
derecho, protestando que todo ello fuese en si nin-
guno y de ningún valor ó efecto , ó de se quexor
del como de injusto juez é parcial delante su San-
tidad del Papa Paulo II. E ie como asi lo désela,
lo demandaba por testimonio para eñ guarda é fa-
vor del derecho de sn parte. Donde fecho su reque-
rimiento é apelación, se partió á mas andar sin de-
tenene un solo punto. E puesto que la Princesa
Dofia Isabel supo todo aquello, túvolo por oosa
vana.
CAPITULO OXXL
Gomo «I Rey é la Prineen aa bermana fo fwroa I la tilla do Oea.
fta, 6 laa eosu qne alli aneoJieron.
Luego que el Bey fué llegado á Casa-Bubios,
donde la Princesa su hermana lo estaba esperando,
fué acordado que se fuesen ala villa de Ocafia, don-
de reposaron grand tiempo. E como el Maestre Don
Juan Pacheco sabia que el Marqués de Santillana,
é el Obispo de Sigfienza, é sus hermanos é asi mes-
mo Don Pedro de Velasco su cufiado^ se avian par-
tido muy descontentos de Madrid, áoabsa de la
subcesion qne se avia dado á la hermana del Bey,
porque era en perjuicio de la sefiora, que ellos te-
nian en su guarda y rehenes, procuró de se ver con.
ellos, asi por aplacar su indinacion , como por te-
nerlos en afidon y en amistad. E asi concertadas
las vistas para un lugar que se dice el Villarejo,
que es de la Orden de Santiago, salió el Maestre y
el Arzobispo de Sevilla y el Conde de Plasencia ; de
la otra parte vinieron el Obispo de Siguenza é Don
Pedro de Velasco; y juntados, fué acordado entre
ellos que la hija del Bey casase con el Príncipe de
Portugal, é la Princesa Dofia Isabel con el Bey do
Portugal , qne estaba viudo ; é condioionalmonte
que si el Bey de Portugal no oviese hijo varón en
la Princesa Dofia Isabel, y el Príncipe lo oviese en
la Sefiora Dofia Juana, hija del Bey, que ellos sub-
cediesen en los Beynos. E acordado aquesto entre
ellos, determinaron qne para la conclusión de todo
aquesto el Bey en persona oviese de ir á verse con
el Bey de Portugal, é qne la Beyna Dofia Juana
fuese con él á las vistas. Pero temiéndose ella quo
la dexarian en poder del Bey de Portugal su her-
mano, para nimoa tomar á Castilla, denegó la ida ;
porque sabia que el Arzobispo do Sevilla era su ene-
migo, é trabajaba qnanto pedia su destruyciou, á
cabsa de averse salido de Alahejos. E puesto que
aquestas cosas asi pendían y se concertaban, la Prin-
cesa Dofia Isabel jamás tuvo propósito ni voluntad
de casarse con el Bey do Portugal, ni para esto ja-
más quiso dar su consentimiento ; pero ni por eso
el Bey ni el Marqués dezaron de lo insistir.' Y el
Maestre escribió al Bey de Portugal que debia de
enviar sus Embaxadores , pensando que en aqueste
medio tiempo pudieran convencer á la Princesa qne
viniese en ello.
CAPÍTULO CXXil.
Como ei Rey ae aalld á ver con el Obispo de Sigdenu é con Don
Pedro de Velasco á la barca de Oreja é ios traxo ft la Corte.
Quanto quiera que ol Obispo de SigQenza é Don
Pedro de Velasco se vieron con el Maestre Don Juan
/
DON KNftlQÜB OÜABTO.
181
Pacheco y con él Ansobispo de Sevilla y Conde de
Flasoncia, siempre mostraron estar desoontentos
por oí jaramente hecho á la Princesa Dofia Isabel
de la Boboesion del Beyno ; porque el Marqnés de
Santillana y ellos favoreoian é ayndaban qnanto
podían á la hija del Rey, que ellos tenían en su po-
der ; á cuya oabsa el Maestre Don Joan Pacheco
avia fecho jurar á la Infanta, no solamente para
abaxar él partido de la casa de Mendosa, mas por-
que las dafiadas obras sayas con algún falso color
se encubriesen, en tal manera, que jamás daba
conclusión en cosa alguna. Verdad es, que quando
los de Mendosa vieron que la Beyna Dofia Juana
no quiso ir á las vistas de su hermano el Bey de
Portugal según que se avia concertado , ellos que-
daron descontentos della, y poco ganosos de la ayu-
dar á ella ni á su hija , segund que después pares-
ció, puesto que mostraban lo contrario por el inte-
rese que de alli se les seguia. Estonces él Bey, vis-
tas las dilaciones y el poco fruto que de ellas re-
dundaba en su servicio, acordó de ir á vistas con el
Obispo de Sigttensa é con Don Pedro de Velasco ; é
vistos, fué determinado á consentimiento del Maes-
tre que el Bey ayudase é favoreciese de secreto á
su hija, sin que la hermana lo supiese ni el Arzo-
bispo de Sevilla. B asi acordado , con aquesta segu-
ridad, se vinieron con el Bey á Ocafia, para andar
en la Oorte ; dpnde venidos, pareado en alguna ma-
nera que las cosas iban en son de mayor pas ó so-
siego.
QAP¿ruLo oxsin.
De eoBO alftioi Seftorw Gnndei del Reyío «¡aedaroa deseoa-
tsntof deit estrMht amistad del Rey eos el MaetUe Don Joan
Pacheeo.
Después que la hermana del Bey f aé jurada por
Mocosa, el Bey se conformó con el Maestre Don
Juan Pacheco para estar á su gobernación ; pero los
otros Sefiores é Grandes del Beyno, asi los de Oastilla
y del Beyno de Leen, como de Andalucía, queda-
ron muy descontentos y quexosos, asi tpor la poca
qnenta que se avia fecho de ellos en el jurar de la
hermana, porque no fueron llamados, ni consultados
para ello, como porque el Bey tan estrechamente se
avia juntado con el Maestre Don Juan Pacheco,
aviéndole sido tan duro enemigo, á cuya oabsa tan-
tos males é trayciones avian sido contra el Bey. Los
quales muy sentidos de todo esto, se confederaron
con él Ansobispo de Toledo, dando al Bey sus que-
rellas del Maestre ; é cada uno por si le enviaba sus
tratos. Mas como el Bey estaba detetminado de te-
ner al Maestre Don Juan Pacheco en su compafiia,
y estar á su gobernación é consejo, jamás quiso dar
orugas á sus tratos, asi por parte del Arsobispo, co-
mo de los otros caballeros ; por manera que siempre
cresoió en ellos mucho desgrado y poco amor de
servir y seguir al Bey, visto quan vergonsosamen-
te se avia sometiio ala gobernación del que con
tantos vituperior. lo avia deshonrado, solo por se fa-
cer Maestre de Banetiago, á cuya oabsa nunca falta-
ron alteraciones é bnllicios en el Beyno, con poco
reposo é menos descanso de so Beal persona. Bn este
medio tiempo murió Don Juan de Gusman, Duque
de Medina ffidonia é Oonde de Niebla, é subioedióen
el Sefiorio Don Enrique de Gusman , su hijo bas-
tardo.
OAPÍTÜLO OXXIV.
De eoBio el Rey tavo las tesUs de Ifa?idad es Ooata, é lo qae
allí sibeedló. .
Quando quiera que algunas novedades se hacían
por el Beyno, sefidadamente en el Andalucía, nun-
ca el Bey se movió de su villa de Ooalia , donde es-
tuvo algún tiempo, ó alli tuvo las fiestas de Navi-
dad con alguna manera de plasoer, aunque no muy
contento, segund el suceso de las cosas mas adver-
sas que prósperas. Pero con todo, pasadas las fies-
tas, mandó llamar á los Procuradores de las cibda-
des é villas del Beyno, asi por consultarles las co-
sas de la gobernación de los pueblos, como para el
bien déla justicia. B puesto que todos obedeciendo
vinieron al llamamiento del Bey, los del Andalucía
denegaron su venida, porque las mas de las dbda-
desde ella estaban aun alteradas, sin averie envia-
do la obediencia, é los Grandes que en ellas vivían
las hadan detener , no tanto por lo que al servicio
del Bey tocaba, quanto por la enemiga que tenian
con el Maestre Don Juan Pacheco, vistas sus formas
interesales é conocidas sus cabtelosas astucias, que
con todos traia con poca honra del Bey y menos-
predo del Bojmo ¡ en tal guisa, que ninguna con-
clusión de pas ni sosiego se tomaba. B no solamen-
te aquesto ; pero la Princesa su hermana parecía
tomar algunos siniestros contra su grado , porque
de secreto trataba de casarse con el Principe do
Aragón, Bey de Sidlia ; á oabsa de lo qual denegó
él casamiento del Bey de Pmrtugál que le trataban,
segund que adelante será recontado, de que el Bey
estaba muy sentido, en tanto grado , que determinó
de tomar sobre la hija, é ayudarla para que subce-
diese ella y no la hermana. Verdad es que segund
la deshonesta vida de la Beyna Dofia Juana su mu-
gar, fué grand sospecha en los corasones de las
gentes sobre la hija que avia, ca muchos dubdaron
ser engendrada de sus lomos del Bey, por donde
nasció toda la novedad de la suboesion. Pero ni por
eso el Bey jamás la denegó por su hija, antes en
público y en secreto siempre afirmó ser suya, é la
tovo por tal, puesto que desamaba mucho á la Bey-
na, é la tenia en tanto aborredmiento, que no se
curaba della. B ad escritas ciertas cartas de su pro-
pia mano, una para el Papa Paulo, en que le supli-
caba con grand instancia que no confirmase la
subcedon de los Beynos á la hermana, salvo sola-
mente á su hija Dofia Juana, otra para su Prooora-
doren Boma, que con diligencia solicitase con el
Papa que* no oondntiese en lo concertado, otra para
el B^ de Portugal, que él asi mesmo escribiese al
Papa sobre dio ; é asi escritas, mandó á mi que sO"
creta ó didmuladamente me partiese é las llevase á
CRÓNICAS DE LOS BBYB8 DB CASTILLA.
182
la Boy na aa muger, que estaba en Bay trago oon la
hija, para que luego onyiase á Boma á mas andar
persona diligente que lo supiese negociad. Donde
yo llegado, se dio tal ordenamiento, que luego en
la hora se partió un mensagero para Boma, é otro
para el Bey de Portugal. B puesto que muy oculta-
mente llegué á Buy trago de noche, y me partí antes
del día, luego fué sabidor de ello el Arzobispo de
Sevilla, de que ovo mucho enojo porque desamaba
mucho á la Beyna, tanto que procuraba sndestrui-
oion é quería estorbar si pudiera lo que el Bey tenia
gana ; salvo que el Maestre Don Juan Pacheco avia
sido en aquel trato, é le plascia mucho de ello ; por
manera que el mal propósito del Arzobispo no huyo
lugar de hacer mal á la Beyna.
CAPÍTULO CXXV.
Da COMO ol Rey se ^tÚ6 de Oeafie may deseonteeto, é se fié 4
Madrid eoD muy poca gente, y entrefó el.Aleáur eos los leso-
ros á sa Mayordomo Andrés do Cabrera.
Como el Bey avia determinado de ayudar é favo-
recer el partido de su hija, á cabsa de los desgrados
que tenia de la Princesa su hermana , partióse de
Ocafia muy descontento, é fuese á Madrid oon muy
pocos de los suyos. Donde llegado, halló que Juan
Fernandez Gal indo, alcayde dol Alcázar, estaba
muy malo en peligro de la muerte ; é como él era
leal caballero é servidor fiel, temiendo que por su
muerte no se siguiese algún encon viniente en el
servicio del Bey, suplicóle con grand instancia que
pusiese otro alcayde, porque sus tesoros ó joyas es-
tuviesen á buen recabdo.. Bntonces el Bey, oon
acuerdo é consejo del Maestro Don Juan Pacheco,
mandó dar el Alcaydia á su Mayordomo Andrés de
Cabrera ; por donde comenzó de subir en estado, é
Mego después á ser grand sofior, porque de allí ade-
lante cabía en los roas secretos consejos del Bey y
del Maestre, según la grand parte que tenia en la
voluntad de entrambos. Bn aqueste medio tiempo
aoaescló que Don Diego de Quifionoe, Conde de Lu-
na, á trato secreto do uno que'se llama Alvar García,
vecino de la cibdad de León, vino una noche á hurtar
lacibdad de León é alzarse con ella por los caballe-
ros enemigos del Bey y del Maestre Don Juan Pa-
checo ; pero como la traycion fué descubierta , antes
que el Conde llegase, fué preso el traydor é justicia-
do, por donde la traycion no pudo aver efecto. Des-
. pues que el Bey ovo entregado el Alcázar al Mayor-
domo Cabrera, é reposado allí por algunos días á
ffu plascer , yendo é viniendo del^ Pardo, el Maestre
Don Juan Pacheco, é los otros Perlados é caballe-
ros que estaban en la Corte, le enviaron á suplicar
que se fuese á Ocafia, lo qual hizo contra su grado.
CAPÍTULO CXXVI.
Gomo el Maestre Don Joan Pacheco dló el titulo de Marqnés de
VUlena i Don Diego sn hijo , é lo easd con la Condesa de San-
tlslevan.
Luego que el Bey fué tornado á la villa de Oca-
fis, como ya el Maestre Don Juan Pacheco se vido
pacifico en su Maestradgo, porque ol Papa gelo avia
confirmado , suplicó al Bey que le diese el título de
Marqués de Villema á su hijo primogénito Don Diego
López Pacheco. B asi dado, casó con la Condesa do
Santistovan, hija del Conde Don Juan de Luna, é nie-
ta del Maestre Don Alvaro de Luna, la qual tenia en
I su poder desde que Don Juan de Luna fué preso é
destruido. B desde allí adelante el estado del Maestro
Don Juan Pacheco se mostró de mayor grandeza é
pujanza sobre los otros Sefiores del Bcyno. Aunque
hablando la verdad sin pasión , pues de aquella to-
dos deben ser amigos, y no de lo contrarío, no pue-
do pensar ni sentir de aqueste grand caballero su-
bido en tan alta cumbre por formas tan disolutaBí
que tan alto pudo ser el estado é sefiorio que asi
procuró tener y alcanzar, que acordándose del pago
que dio á quien lo hizo de nada, é como deshonró á
quien lo subió en tanta grandeza, que no se aver-
gonzase de sí mismo, é no le remordiese su con-
ciencia, é lo acusasen sus culpas de la grave mal-
dad cometida contra quien mas debiera servir quo
destruir, para que nunca presuman sus huesos allá
dó yacen , de gloriarse que fué criado leal á su Bey,
ni fiel servidor á su Sefior ; ca por él no solamente
fué perseguido é avergücnzadó, roas la caballería
del Bey no hizo tomar en tratos de tiranía , é la cla-
ra nobleza en cobdicia desordenada. Bl en su vida
abrió la puerta de la traycion á los malos, é quitó
el velo do la la vergüenza á los traydoros. Asi que
ni viviendo se pudo llamar varea de limpia fama,
ni en la muerte dig^o de rica merooria.
CAPÍTULO CXXVIL
De como el Rey de Portugal enviiS sos Embaladores al Rey, para
tratar su casamiento con la Princesa DoAa Isabel, é ella no
quiso.
Como el Maestre Don Juan Pacheco avía envia-
do al Bey de Portugal sus roensageros, para que en-
viase Bmbaxadores á contratar el casamiento suyo
con la Princesa Doña Isabel, é como aquello ora lo
quo el Bey de Portugal deseaba, envió al Arzobis-
po do Lisboa y á otros dos caballeros muy princi-
pales de su Corte con grandes poderes para concer-
tarlo é concluirlo. Pero desque )a Princesa Dofia
Isabel supo que venían sobre aquello, envió á des-
cir al Bey que le suplicaba que no entendiese de ca-
salla con el Bey de Portugal ni se lo mandase, por-
que ella en ninguna manera entendía de lo hacer
ni consentir en ello ; de que el Bey no solamente
quedó alterado é sentido, roas enteramente ganoso
de llevar á conclusión su propósito comenzado de
favorecer é ayudar á su hija, para dexalle la subce-
sion de los Bey nos. Mas bien podemos aquí decir é
traer á propósito aquel antiguo proverbio que dice :
Proponen los hombres , é Dios dispone lo que quie-
re ; porque quanto el Bey y el Maestre trabajaban
con diligencia por desheredar á esta Sefiora, tanto
la divinal Providencia disponía y ordenaba lo con-
trarío , para que ella subcediese, según se mostró
por la obra, quando el Bey pasó de esta vida. B
DON ENBIQUB OUABTO.
puesto que todos los Grandos que por estonces es-
ftabañ en la Corte , negociaban con ella para que
quisiese lo que el Rey quería, jamás la pudieron
'oonveno^, en tal manera, que TÍsta su voluntad , é
oomo nunca se mudó de aquel propósito, fué aoor-
'dado que el Arsobispo de Lisboa é los otros oaba^
ileros Bmbaxadores que con él venian los aposenta-
sen en una aldea que se llama Oienposuelos, donde
eituyieron veinte dia& T aposentados, salió el Rey
á verse con ellos á la barca de Oreja, é vistos, man-
dó que se viniesen á Ocafia, donde fueron muy bien
resoebidos é festejados por el Maestre Don Juan
Pacheco. Estonces el Arzobispo de Lisboa é los
otros caballeros Embazadoree, tomada licencia del
Rey, se despidieron é se fueron sin conclusión nin-
"guna de su embaxada ; y el Rey, vista la voluntad
de la Princesa su hermana, mandó que los Frocura-
dores del Reyno se partiesen ñn juralla por Prin-
\j2fi0Ai ^ 00 fueron i sus casas.
CAPÍTULO OXXVnL
De como el Rey se partió pan Andaloef a , é dexó i It Ifrineesa es
hermana en Oeafia baita qne él tornase , é de lo qve soboedió
do so Ida, 6 de la qoedada de so hermana.
Oomo el Roy sintió el mal propósito de los caba-
lleros del Andalucía, que no daban lugar, ni con-
sentían que las oibdades donde dios vivían se alza-
.sen por él ni fuesen á darle la obediencia que de-
bían , determinó de ir allá, é mandó que el Conde de
Ben avente é Don Pedro de Velasco quedasen por
Víreyes en ValladoHd , é con ellos el Presidente é
Oidores de la Chancillería. Pero antes que se par-
tiese, rogó á la PrincmajBU.^^bfi23ja&nA.jque.8e_j[u^
Sg"anren Ocafla, é que no dispusiese dero persona
ñlñgünáTcosa fasta que él tornase del AAdalucfa^ é
.??-?J?^' ^rawidqTjie.lenfcéiidería. enjam casamiento,
colmo ella fuese contenta , é ella dio flU..paÍiabrAjdfi
lóliácér ag^Jistonces el Rey se partió, é fueron con
ir el Haestre Don Juan Pacheco, y el Arzobispo do
Sevilla, y el Obispo de Sigüensa con los otros de
su Consejo y Corte ; y el Arzobispo se quedó enfer-
mo en CHbdod-Real, donde estuvo por algún tiem-
po curando su dolencia, é procurando do su salud.
E el Rey continuó su camino hasta la villa de Osu-
na, donde llegado , acordó de ir á la oibdad de Ja-
hen, y asi envió allá sus aposentadores. T como el
Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo tenia
aquella cibdad por el Rey, y avía sido siempre leal
y fiel en su servicio, vistos los aposentadores, y lei-
da la carta que el Rey le enviaba, respondió que
aquella su leal cibdad de Jahen avia estado siempre
y estaría á su servicio ; é de la venida de su Alteza
no solamente todos eran alegres é muy contentos,
mas deseosos de ver su Real Excelencia ; é que a9i
él y todos ellos juntamente le suplicaban se fuese
luego á su cibdad con sus leales servidores ; pero
que le pedían por merced é requerían con mucha
humildad que no llevase consigo á los traydores
que tan malamente lo avian deshonrado é perse-
guido, porque en ninguna manera serían alH aoo-
188
.gídos, é que aquello decían por el Maestre Don
Juan Pacheco é otros algunos de los que con su .
Alteza venían. Eetonces el Maestre, oyda la res-
puesta del Condestable, acordó de quedarse allí en
Osuna, é el Rey se fué de Jaén ; donde llegado, el
Condestable le salió á rescebír con mucha gente de
á caballo. E al tiempo de la entrada de la cibdad él
se puso de la parte de adentro , y en entrando el
Rey, dizo al Obispo de Gigftenza que iba junto con
él : «Entrad vos, leal perlado, merecedor de mucha
n honra, que vos y vuestro linaje servistes siempre
»é seguístes al Rey mi Sefior como noble é de lím-
»pia sangre»; y en pos del dexó entrará los del
Consejo , é á los criados é oontinos servidores del
Rey. E como Rodrigo de ülloa fuese para entrar,
púsole el quento de la lanza á los pechos , discíen-
dole: «Teneos vos allá fuera, Rodrigo de Ulloa;
«que la dbdad de Jahen no suele acoger á los tray-
n dores, sino á los que fueron leales al Rey mi 8e-
»fior» ; é asi mesmo avergonzadamente le mandó
dar con la puerta en el rostro, é dezallo fuera. B
luego tomó el Rey muy alegremente , é llevólo á
aposentar en su casa con la mayor fiesta que pudo,
é todos los otros fueron muy bien aposentados ; y
estuvo el Rey aposentado allí por el espaoto de ocho
días mucho á su plascer. Pero oomo ya se goberna-
ba por el Maestre Don Juan Pacheco, luego que lo
envió á llamar, se partió de Jahen para Onmm.
CAPÍTULO CXXIX.
Cobo el lley fOé con gente sobre Górdobs, é lo os «Di eibeedld.
Venido el Rey á Osuna, estuvo allí tres días, é
desde allí se fué á aposentar á Castro del Rio, don-
de falló á Don Pedro de Córdoba, Conde de Cabra,
é á sus hijos con su hiemo Martin Alonso, Sefior de
Alcabdete, con mil de á caballo, que atendían su
venida á guisa de leales servidores, de que el Rey
fué muy contento. E asi venido alH, fué acordado que
fuese sobre Córdoba, porque Don Alonso de Agui-
lar estaba dentro contra el servicio dol Rey, é no
oonsentía que la oibdad se alzase por él. Verdad es
que aquello se hacia con grado é consentimiento
del Maestre Don Juan Pacheco , porque. Don Alón*
so avia sido siempre con él en las turbadonee pasa-
das , é á esta cabsa estaban entramos muy confor-
mes , puesto caso que la demostración era por el
contrario. Pero ni por eso dexó el Rey de ir á po-
nerse sobre la cibdad, é puesto, el Maestre Don.
Juan Pacheco en son de tratante, quiso entrevenir
en la concordia ; é fué la conclusión que el Rey
diese cierto juro situado á Don Alonso ; é asi dado
é confirmado, entregó la cibdad al Rey. El qual
rescibidocon mucho placer del pueblo, estuvo allí
algún poco de tiempo hasta pasada la fiesta de
Corpus Christi ; y estonces el Rey mandó á Don
Alonso que doxase el Alcázar é las puertas de la
cibdad, el qual lo hizo asi ; é dexadas, el Rey se
apoderó de todo ello. E visto como el Conde do
Cabra y Don Alonso de Aguílar estaban muy ene-
migos á cabsa de las turbaciones posadas, é que
18i
0RÓNI0A8 P¿ LOB BSnB DE GAffTILLA
el Conde de Oabra avia sido leal| é no Don Alon-
so, el B^, queriendo qnitar la enemistad entro
ellefly mandó qne fnesen amigos ; é tornó el Algua-
cilado Mayor de la oibdad ó la Tenencia del Al-
oáear al Oonde de Oabra, por qnanto aqnolloera
suyo, é de sos antepasados^ Pero puesto que los biso
amigos, aquella paz no quedó muy raygada en
Don Alonso, segund lo que á oabsa suya suboedió.
E fué que como cada uno de ellos oyiese tomado
alig^unos lugares de la oibdad de Oórdoba, y ostn-
▼iosen apoderados de ellos como de vasallos sala-
riegos, quanto quiera que por diversos é diferentes
respectos, porque el Conde, é Martin Alonso los
avian tomado, guerreando contra la oibdad, quan-
do era traydora , como leales servidores dd Bey ;
el Conde de Cabra tenia á Castro del Rio , é Mar-
. tin Alonso i Montoro, de que ol Rey les avia fedio
merced ; ó lo que Don Alonso usurpaba, fué como
parcial á los traydores, ó uno de ellos con feo color
é apellido. Pero como aqueste tuviese tanta parte
en la voluntad del Maestre, confiándose en aquella,
visto que él no pedia quedarse con lo que asi avia
usurpado, desirviendo al Rey, queriendo dafiar al
Conde é á Martin Alonso, para que no gosasen de
los lugares que. poseían, secretamente movió la co-
munidad á que viniesen reclamando ante el Rey
que mandase dexar á todos los caballeros lo que te-
nían de la Corona Real, Donde el alboroto del pue-
blo fué tal, que al Conde de Cabra é á Martin AJon-
so les fué necesario desístirse de los lugares que
asi teman, é también Don Alonso ; los quales en las
manos del Rey hioieron pleyto omenage que donde
á ciertos diaa los dexari&n libres y desembargados
para el Rey. Fechó ansí el omenage, y renunciadas
las mercedes, el Conde de Cabra y su yerno Martin
Alonso quedaron, no solamente descontentos, mas
muy quexosos, visto que el Rey á cabsa del Maes-
tre Don Juan Pacheco f avoresoia á los traydores,
é maltrataba á los leales, que tan bien é fielmente
lo avian servido ; de que sin dubda fueron muy al-
terados, de tal forma, que estando el Rey otro dia
siguiente en el Monesterio de Sanct Gfórónymo, que
está una legua de la oibdad , ellos se partieron ace-
leradamente sin tomar licencia del Rey, é se fueron
á sus tierras , de que grand parte de la dbdad fué
muy escandalizada, é mostró sentimiento mormu-
rando é disoiendo palabras mas feas que honestas.
Estonces envió el Rey á Don Lorenzo de Figueroa,
Vizconde de Torija, para que hablase con ellos, y
los aplacase ; pero aquesto aprovechó poco , porque
, la enemiga quedó tan arraygada entre el Conde de
Cabra é Don Alonso, que de allí se siguieron algu-
nos inconvenientes que adelante serán reoontados.
CAPÍTULO GXXX.
Como ol CarioMl AtrabalOMis ?iao por Babasador dol Rey Luis
4o Frauda, á confirmar la pas j hermandad entre CasUUa é
Francia ; porqoo ol Rey ae avia confederado con ol Rey de In-
glaterra , deundo ol amiatad de Franela.
Al tiempo que el Principadgo de Cataluña se al-
zó por el Reff y se levantaron pendones por él en
grand conformidad, el Rey de Francia le fué con-
trario, ayudando al Rey Don Juan de Aragón ¡ y
no solamente aquesto, mas quaudo el Rey se fué á
ver con él á Fuenterrabía, é puso aquel debate en
sus manos, dio una sentencia en que en todo se mos-
tró mas contrario que buen amigo, en tal manera,
que no solamente él Rey quedó perdidoso, mas
amenguado, de que estaba muy sentido é quexoso,
asi de su falsa hermandad, como de las cabtelosas
formas qáe contra él avia tenido. B por cato deter-
minó de le quitar la antigua hermandad que estaba
entre los Reynos; é confederándose con el Rey de
Ingalaterra, hizo su paz é alianzas con él ; é fedias,
mandó que los naturales de sus Reynos desde allf
adelante ayudasen á los Ingleses contra los Fran-
ceses, do que el Rey Luis é los de su Reyuo resce-
bian no solamente dafio mas grand pérdida ; porque
los mercaderes de Castilla no iban á Frauda con
BUS mercadurías. B por esto, viendo los inconve-
nientes que de aquello se le seguían, envió por Em-
baxador al Cardenal Atrabatensis, é con él otros
ciertos caballoros. El qual , como llegó á Córdoba,
fué rescebido por el Rey, é por los grandes del Rey-
no que estaban en la Corte con grand solonidad se-
gund que á tal persona pertenesda. E asi rescebi-
do, fuele dado singular aposentamiento; é luego
otro dia siguiente el Roy le dio audiencia en la Igle-
sia Mayor en la Capilla de los Royes ; é como aquel
Cardenal ora grand letrado, propuso en latín por
espacio de una hora largamente. B el comienzo do
su oración fué un dicho del Apóstol Sanct Pablo,
que dice : Fecho soy á todos toda cosa ; y en fin
concluyó que el Roy no avia podido desfacer la
hermandad de Castilla y de Francia ; porque aque-
lla era fecha de gente á gente , é de reyno á reyno,
é de Rey á Rey , en perpetua confederación é paz
inmutable ; é qne por tanto él de su parte suplica-
ba, y en nombre de su Rey rogaba é pedia quisiese
tornar en su graciosa hermandad é amistad , por-
que aquello que sus antepasados guardaron é man-
tuvieron en los dias de ellos, no se perdiese. Aca-
bada su habla , el Rey se apartó con el Maestre de
Sanctiago é con el Obispo de SigÜenza é con los
otros de su Consejo que alli estaban , é mandó al
Obispo de Sigüenza é á Don Pedro de yelasco que le
dixosen como él estaba contento de su habla, y so-
bre aquello avrian su acuerdo é le mandarían res-
ponder. E después de ávido su acuerdo é delibera-
ción con el Maestre Don Juan Pacheco, por cuyo
querer se guiaba el Rey en todas las cosas, espe-
dalmente en aquello, porque el Maestre era entera-
mente del Rey de Francia, é á su respecto era veni-
da aquella embazada , fué acordado de aceptar la
hermandad de Francia é dexar la confederación
del Rey de Inglaterra, é publicar guerra con los
Ingleses. Aquesto dn dubda páreselo cosa muy fea,
porque sin necesidad alguna que por estonces tu-
viese de la casa de Francia, sin averie errado los
Ingleses, tan presto hicieron al Rey quebrantar su
palabra. En aqueste medio tiempo murió Don Frey
Lope de Barrientes, Obispo de Cuenca, é fué dado
DON ENRIQUE CÜAKTO.
186
el Obispado A Don Aiitonio de Venerís, Obispo de
León , y él Obispado de León al Doctor Vergarai
Prooarador del B^ en la Corte Romana.
CAPÍTULO CXXXI.
D« COMO U PriBccsa doBa Isabel m partió de OeaBt sin lleenelt
del Rej, éwMi la vUlt de Madrigal» é le qie deapaea sib-
eedld.
Entretanto qne las oosas así pendían y se ordena-
ban, mas al qnerer del Maestre, que á la honra* ni
provecho del Rey , la Princesa Dofia Isabel su her-
mana se partió de la villa de Ocafia, donde el Rey
la avia rogado qne espertae su tomada del Andalu-
cía. E así partida, sé fné derecha á la villa de Aré-
valo, pensando averia de su mano por cierto trato
que tenia con el Alcayde qne allí estaba por el Con-
de de Plasencia, á quien avia sido empefiada por el
Príncipe Don Alonso é por los perladoB é cabidleros
que estaban de su partido quando le alzaron por
Rey. Pero aquel trato fué descubierto, é preso el Al-
cayde ; por manera^ que su entrada en la villa no
pudo ser ; é ansí, desde allí se pasó á Madrigal, don-
de estuvo por algunos días. Notificada su partida al
Rey, quedó muy alterado contra ella, porque sintió
que todavía so quería casar con el Rey de Sicilia,
Príncipe de Aragón, de quien estaba sospechoso
por la enemiga que estaba entre el Rey de Aragón
su padre y él sobre lo del Principadgo de Catalufia;
é tenia rescdo que aquel casamiento sería cabsa de
mayores enconvinientes é peligros de su vida. B
por esto fué acordado en su Consejo que aquel Car-
dpnal embazador que allí estaba y el Araobispo de
Sevilla o viesen de ir i ella é requerílla que no se
casase con el Príncipe de Aragón, salvo con el Du-
que de Berrij hermano del Rey Luis de Francia, á
quien por estonces pertenesda la subcesion del Rey-
no de Francia; pero aquesto la Princesa lo desechó
con tal menosprecio, que el Cardenal quedó muy
sentido, é tomó grande enemistad contra ella , en
tanto grado que determinó de favorecer é ayudar á
la hija del Rey, lo qual luego puso por obra segund
que adelante será recontado. Verdad es que aquella
desobediencia de la Princesa contra el Rey toda se
fiso por acuerdo é consejo é rodeo de D. Alonso Car-
rillo, AnEobispo de Toledo, y del Almirante Don
Fadriqüe, por cuyo seso é querer ella se regia é go-
bernaba; é asi ovo lugar el consejo é deseo é volun-
tad de ellos para que el casamiento del Príncipe de
Aragón con eUa se concluyese, segund que luego se
fiso ; lo qual será recontado por el proceso adelan-
to. En aquesto medio tiempo murió Don Alonso Gi-
rón, Conde de Urefta, hijo bastardo del Maestre Don
Pedro Qiron; subcedió en el señorío Don Juan Qiron
su hermano, nifio de poca edad.
CAPITULO CXXXIL
De eono el Rey le partid de Córdoba para Éeijá, é lo qnt allí
sibeedld.
Partido el Cardenal embazador, el Rey se fué á
la Rambla, que es un grueso lugar de la tierra de
Córdoba, por aver algún oonoierto oon él Conde de.
Cabra, que estaba muy quezoso del y del Maestre
Don Juan Pacheco, donde se estuvo por espacio de
quatro dia8;é desde allí se fué á Écija, é mandó que
el Maestre y el Obispo de Sigüenza quedasen allí
para aplacar al Conde de Cabra y concluir la pas
entre él y Don Alonso de Aguilar. Llegado el Rey á
Écija, fué rescebido con mucho amor é plascer del
pueblo, é mucho mas por Don Martin de Córdoba,
hijo del Conde de Cabra, que la tenia como Alcayde
é Gobernador della, á quien todos los vecinos é mo-
radores de aquellacibdad amaban é querían mucho.
Pasados algunos pocos de días después que el Rey
llegó allí, mandó á Don Martin que dezase las puer-
tas y el corregimiento de la cibdad é de la justicia;
é dezado, fué dado al Doctor Qarci- Lopes de Ma-
drid, que era uno de Idn de su Consejo. Después que
el Maestre y el Obispo de Sig&ensa dieron asiento é
concordia entre el Conde de Cabra é Don Alonso de
Aguilar, viniéronse á Écija; donde venidos, como
las oosas del Maestre eran fundadas sobre su propio
interese, é sobre aver por bien la deslealtad que con-
tra el Rey se avia fecho, htao que el Rey quitase la
tonencia de la fortalesa á Don Martin, é se fuese
de la cibdad. E porque no parosciese que desnuda-
mente lo echaba, trató como le diese cierto juro sin
efecto ; é asi desapoderado de la fortalesa, luego
fué entregada á Don Fadríque Manrique con los
ofidos é puertas de la cibdad. De aquesta novedad
todos los del pueblo, grandes é pequeftos, fueron
muy tristes é descontentos, en tonto grado, que des-
dan públicamento ser arrepentidos é pesantes, por-
que avian rido leales al Rey , visto como desechaba
los. leales é daba las toiioncias é los oficios á los que
tanto le avian deservido é sido traydores; sefialada-
mento á Don Fadríque, público enemigo de su hon-
ra é servido. E no solamonto pesó á ellos, mas A to-
dos los criados del Rey pareado cosa fea é de mal
enzemplo ; ca bien veían qual era d intento dd
Maestre , que quería facer leales de los traydores,
porque los leales quedasen amenguados é sin
honra.
CAPÍTULO CXXXIIL
Gomo el Rey ae fué á la cibdad de Aoteqaera , para lerae coa «a
eabdillo de Nilaia , qie ae deaeia Allqaesole, é ee lo qaiao
eeoger el Aleayde deutre aleo ooo diet cebal|adiru, é todoe
loa qie iban eon él ae qvedaron feera.
Después que Don Fadríque fué apoderado de la
cibdad, é fortaleza é puertas de Édja, é tomó el
corregimiento en su mano, acordó d Rey do se ir á
ver con el Aliquesoto, un caballero moro eabdillo
de Málaga, varón famoso entre los moros , el qual
siempre se avia mostrado servidor suyo; é ad por
esto, como por consultar con él algunas cosas cum-
plideras á su servido, determinó de lo ver y hablar.
B porque la dbdad de Antequera es el lugar mas
cercano de Málaga, mandó que lo fuesen allí á apo-
sentar ; pero como Hernando de Narvaes, d Alcay-
de della, supo de su venida, sospechó que iba por
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CBÓNIOAS DB LOS RfiYBS DE OAOTILLA.
dalU á Don Alonflo de Agullar , que avia gratid
. tiempo que andaba por amella ; é con aquesta flos-
. pecha jnntdBe la fealdad que Be hizo en Éoija con-
tra Don Martin de Córdoba, aviendo aoido tan leal
caballero á bu seryicio, quitalle la fortaleza ó puer-
tas para dallas al desleal, de tal manera, que deter-
minó de eetar á buen recabdo. E asi desque el Bey
Uegó á las puertas de Antequera que estaban cerra-
das ó con gentes que las guardaban , salió allí Nar-
vaez, y díxole que su Alteza avia de entrar con has-
ta quince cabalgaduras é no mas , é todos los otros
hizo aposentar en los arrabales de fuera. Verdad os
que de aquesto no f uó posante el Bey, antes le plu-
. go. Estando el Bey allí, fué concertado el dia de las
vistas oon Aliquezote ; é concertado pasóse á la vi-
lla de Arohidona', porque estaba mas cercana de
Málaga ; é desde allí salióse á ver con él al campo,
do Aliquezote vino desarmado , é llegó al Bey oon
muy grand reverenoia é humildad como propio va-
sallo. E después que ovo hablado un grand rato,
Aliquezote presentó al Bey dertos caballos de allen-
de, ó otras cosas moriscas, con que el Bey ovo mu-
cho plascor, teniéndoselo en servicio é agradescién-
doselo mucho. E de allí adelante lo tuvo por mucho
suyo, para le favorecer é ayudar contra el Bey de
Granada que lo quería destruir ó echar fuera de
Málaga, donde estaba muy querido.
CAPÍTULO OXXXIV.
Como el Rey se fié 4 Cvnona , é de lo qae elll ssbeediá.
Tomado el Boy de las vistas de Aliquezote fuese
para la villa de Oarmona, que es un lugar umy
fuerte. Venido allí, estuvo algún tiempo , é como
aquella villa tiene ti'es alcázares, de los quales el
Maestre Don Juan Pacheco tenia los dos, é del otro
ora Alcayde un caballero que se llamaba Gk>mez
Méndez de Sotomayor, pariente, é muy bien quisto
do los Sefiores ó caballeros de Sevilla ; el Maestre,
para hartar su demasiada oobdioia, acordó que el
Bey enviase á mandar á GU>mez Méndez que le die-
se BU Alcázar, é que le baria mercedes, y en equiva-
lencia otras cosas quo á ól mas gustasen; pero el
Alcaydo no salió á ello, y respondió que no lo podia
dar ni entregar sin consultarlo con los Señores ó ca-
balleros de Sevilla. E luego envióselo á notificar; de
que el Duque de Medina Sidonia, é Don Bodrigo
Ponce de León, é Don Pedro de Zúfiiga su cufiado,
y el Adelantado de Andalucía, é los Begidores é
caballeros de la cibdad fueron muy alterados. So-
' bre lo qual acordaron de suplicar al Boy no quisio-
se enagenar aquella villa de su corona Beal , por-
que de' ello se le seguirla grand deservicio á su Al-
teza ; y que pues Gómez Méndez avia seido siempre
leal Alcayde, é que no avia quien no le quisiese por
pariente ó amigo en aquella dbdad , que su Alteza
no le quisiese quitar el alcaydía. E asi enviados sus
mensageros , propusieron su embaxada con mucha
osadía. Estonces el Bey, sintiendo d escándalo de
¡la dbdad, respondió muy dulcemente que á él le
plasda de hacer lo que le suplicaban, é avia por
I
bien que Gómez Méndez tuviese d Alcáasar. Mas el
Maestre que su sed no le dexaba doBcansar, ui su
cobdicia reposar, hizo al Bey que tomase á deman-
dar el Alcázar á Gómez Méndez, el qual denegó de
dalle. Sabido aquesto por el Duque de Medina é por
los otros caballeros. Bogadores, ó Jurados é Oficia-
les, acordaron de oombatir el castillo de Triana, ó
combatido, fué tomado, é preso d Mariscal Her-
nap d'Arías de Saavedra que le tenia, é puderon allí
otro Alcayde por dios. Fecho aquesto el Duque
ajuntó grand compafia de gente, ad de caballo co-
mo de peones, de que el Bey fué muy enojado, y el
Maestre se rescdó de ello ; pero acordaron que se-
ría bien se acercasen mas á la cibdad de Sevilla. Y
asi el Bey con toda su Oorte se fué luego á aposen-
tarse á la villa de Alcalá de Guadayra , creyendo
que desde allí se podría mejor contratar alguna ma-
nera de paz é sodego. Donde venido el Bey, envió
á mandar que derramasen aquella gente que tenían
junta, porque era cosa muy fea, é paresoia que es-
taba contra su servicio. El Duque le respondió que
la gente y él estaban á su servicio, é que nunca plu-
guiese á Dios que él otra cosa ninguna pensase; mas
que le páresela que el Maestre Don Juan Pacheoo
se mostraba su enemigo, é que ee temia que con d
favor de su Alteza le quería dafiar, porque dempro
procuraba sus propios intereses, dafiando á todos,
según que la experiencia de las cosas pasadas en el
Beyno^á su oabsa lo mostraba, y en lo de Carmena
bo avia visto, de que su Alteza avia sido mejor tes-
tigo que todos ¡ é que por aquello no entendía der-
ramar su gente, ni su Beal Sefioría se lo debía do-
mandar; mayormente que no la tenia salvo para se-
guridad de su persona é de sus parientes é amigos,
é no para deservir á su Excelenda , en tal manera
que dempre tovo su gente allegada. Entonces d
Maestre, por disimular el disfavor que de aquello
rescebia, envió é rogar al Duque que quidese verse
oon él, para que allí se diese dgun asiento de con-
cordia entre ellos. E quando quiera que d Duque
determinó de adir á las vistas, é le respondió que le
plasda, los otros Sefiores, é caballeros é BegidoroB
no quisieron dar lugar á ello, disciendo quo puos d
Maestre ora cabteloso , que lo traoria en algún ea-
gáfio de los que acostumbraba con todos. E asi es-
torbadas las vistas , paresció que los corazones do
todos en aquella dbdad quedaron indignados, é oon
mayor enemiga oon el Maestre. E como en aquesta
conformidad estaban muy juntos el Duque de Me-
dina, é Don Bodrigo Ponce de León , é Don Pedro
de Zúfiiga, é Don Alonso Enríquez , Adelantado del
Andalucía con todos los Begidores, caballeros é Ofi-
ciales de la dbdad, enviaron al Boy una embaxada
de personas principales, suplicándole con grand ins-
tancia, que en ninguna manera no quisiese enage-
nar do su corona Beal la villa de Carmena, é con-
firmase el alcaydía á Gómez Méndez de Sotomayor,
ó admismo pluguiese á su Alteza do roraodiar algu-
nos agravios, que á la cibdad eran fechos, porque
asi cumplía á su servicio. Oyda su habla é lo que le
suplicaban, el Bey liberalmente se lo otorgó , dis-
DON ENJDtlQUE GUAUTO.
187
dendo qae pues bu petición era justa , conveuia que
lee fuese otorgada. B quanto quier que estaba some-
tido al querer del Maestre, vistas sus cobdioias des-
ordenadas, sin dubda le plasoia quando tales afren-
tas le venían, porque no se cumpliese lo que su ham-
brienta codicia deseaba é procuraba, mayormente si
los lugares que él pedia se le defendian, é no se le
daban,
CAPITULO OXXXV.
Como el Rey te yartltf I CrntlIUní, é lo qve tlll lobeeditf.
Visto el desacuerdo del Maestre é del Duque, é
como ningún medio de concordia se ponía entre
ellos, antee la enemiga crescia de contino, acordó el
Rey de so partir á Oantillana, asi por tomar dos-
Oanso de su fatiga espiritual, como por escusar al-
gunos inconvenientes de rotura entre aquellos dos
caballeros. Donde venido , acordó el Maestre que el
Rey enviase á llamar á Don Alonso de Aguilar; el
qual, visto su llamamiento, vino luego , y el Rey le
mandó que pues él era tan amigo del Maestre y del
Duque de Medina, entendiese entre ellos, por mane-
ra que se uniesen, y entrambos quedasen conformes;
lo qual Don Alonso puso por obra, y andando del
uno al otro, conoertó como se viesen con cada trein-
ta de á caballo entre Sevilla ó Oantillana. E vistos
páreselo que se conf onnaron ; é fué acordado que el
Rey oviese de entrar en Sevilla, para que allí fuese
fecho el resoebimiento que convenía. T asi luego el
sábado sígnente el Rey se fué á la cibdad, y con él
el Obispo de Sigftenza, y el Maestre quedó en Oanti-
llana. Fué el Rey con grand solenidad reeoebido asi
en la Iglesia, como por los caballeros é oibdadanos
del pueblo, mostrando todos mucho goso con su ve-
nida. Estuvo allí hasta el lunes rescibiendo fiestas;
é quanto quiera que quisiera reposar allí algunos
días, el Maestre le envió á decir que se partiese lue-
go, é asi fué, en acabando de oír misa , sin que nin-
guno de los caballeros de la cibdad lo supiesen ; de
que todos quedaron maravillados y descontentos.
Llegado el Rey á Oantillana, fuéle notificado como
el Arzobispo de Toledo y el Almirante con algunos
caballeros de Oampos se avian juntado con la Prin-
cesa BU hermana, é la avian llevado áValladolid pa-
ra casalla con el Rey de Seoilia, Príncipe de Aragón;
el qual avia venido encubiertamente por mandado
de la Princesa, y del Arsobispo de Toledo y del Al-
mirante; é que llegado á Valladolid, se hiso luego
el desposorio, é otro día siguiente se celebraron las
bodas. E como para ninguna cosa de aquello fué
consultado el Rey, ni se lo hicieron saber, ovo grand
sentimiento é enojo, é acordó sn partida para Tru-
xillo.
CAPÍTULO OXXXVI.
Come la ida del Rey i Traxillo fié pan í* '*' *í Conde de Pla-
•eneia, é no pedo a?er la Forlalexa, é de lo fie eerea drJIo
avbcedió ; é de ana carta qne la Prtneeaa Dolía laabel escribió
al Rey su hermano eerea del eaiamlento aiyo coa el Principe
Don Femando.
Porque D. Alvaro de Záfiiga, Conde de Piasen-
ola, avia sido muy parcial é servidor del Rey en las
adversidades pasadas, queriéndole remunerar sus
servicios é serie agradecido, asi porque él lo avia
gana, oomo porque el Maestre D. Juan Pacheco lo
queria, determinó de dalle la cibdad de Truzillo, é
asi se partió para ella. E oomo aquestas cosas tardo
ó nunca no pueden estar secretas, fué notificada á
los caballeros oibdadanos de Truxillo lacabsadesn
ida del Rey, los quales cauta é muy calladamente
hicieron su concierto con el Alcayde que se llamaba
Qracian de Sosé, para que no diese la fortaleza ni
saliese á partido ninguno que le moviesen. .El Al-
cayde se confederó^ con ellos, é les dio tales seguri-
dades é firmesas, que quedaron muy ciertos de su
palabra, en tal manera, que desque vino el Rey á la
cibdad, y envió i mandar al Alcayde que le diese
aquella fortalesa, respondió que su Alteza venia
agenado de su propia libertad, puesto en poder de
algunos caballeros enemigos de su servicio, por cu-
yo endudmiento quería dar aquella cibdad é apar-
talla de la Corona Real ; por tanto, que le suplicaba
con quanta humildad podía no curase de gela de-
. mandar porque él no la queria dar, ni oumplia á su
servicio ni al bien de sus Roynos ; y que por esto
no entendía desapoderarse de ella, salvo tenella é
guardalla para su servicio. E quanto quier que el
Rey insistió con él para que se la diese, jamás la
quiso dar ni desapoderarse de ella. Entretanto que
así pendían aquellos tratos, Don Qomes de Cáceresi
Maestre de Alcántara, vino allí á hacer reverencia
al Rey, mostrándose culpado de sus feas culpas é
demandándole perdón. E oomo el Rey fué siempre
encunado á piedad, perdonólo liberalmente con tan-
to que le dexase la cibdad de Badajos é villa de Cá-
cores que tenia usurpadas ; las quales dezó luego, é
quedaron libres é desembargadas para el Rey. Es-
tonces á suplicación de entrambos Maestree, el de
Sanctiago é de Alcántara, fiso merced de la cibdad
de Coria á Don Gutierre de Cáoeres su hermano^ue
ya se deda Conde della, é confirmóle el dicho título
de Conde. E porque el Clavero de Alcántara D. Alon-
so de Monroy avia sido siempre su leal servidor,
guerreando contra el Maestre do Alcántara é los
otros traydores, hísole ciertas mercedes, dándole
grand cabida y favor en su casa é Corte. Pasados
algunos días después que el Rey vino á Truxillo, la
Princesa Dofta Isabel su hermana le envió esta car-
ta siguiente :
cMuy alto, é muy poderoso Rey y Sefior: bien
» sabe vuestra Sefioría oomo después que el muy
» iluitre Rey Don Alonso, hermano de vuestra Sefio-
» ría é mío, pasó de esta presente vida, é algunos de
» los grandes, é perlados é caballeros , que le avian
188
CBÓNIOAS DE LOS RBTE8 DE OAGTILLA.
seguido é servido, quedaron en mi servicio en la
cibdtid de Avila , yo pudiera continuar el titulo é
posesión que el dicho Rey Don Alonso mi herma-
no antes de su muerte avia conseguido. Pero por
el muy grando ó verdadero amor qae yo siempre
ove é tengo á vuestro sorvicio é persona Real, ó al
bien é paz ó sosiego de estos vuestros Reynos, ó
sintiendo que vuestrsrAlteea deseaba que las guer-
ras y escándalos ó poligros ó movimientos é muer-
tes é turbaciones se pacificasen , é acordadamente
80 compusiesen, quise posponer todo lo qqo pareóla
aparejo de mi sublimación, y mayor sefiorio é po-
derlo, ó por condescender á la voluntad ó disposi-
ción de vuestra Excelencia. La qual asimismo co-
nociendo que la snbcesion verdadera de estos Rey-
nos ó sefiorios pertonescia é pertenece á mf como
legítima subcesora y heredera de ellos después de
los días do vuestra Seftoria, que Dios muchos aftos
conserve é acreciente, tuvo por bien que oo las
vistos acordadas ó fochas entre Oadahalso ÓZobre-
ros, donde vuestra merced personalmente quiso
venir, é yo vine , intreviniendó ol Obispo de León
Don Antonio de Venerís, Nuncio Apostólico, con
poderío de Legado á Latere de nuestro muy santo
Padre, en presencia de muchos grandes, ó perlados
é caballeros, ya por mi mandamiento informados,
ó venidos allí á vuestro servicio ó obediencia, por
actos Apostólicos, y escripturas patentes fuese en-
de publicado ó denunciado por todos vuestros
Reynos é partos diversas de la Christiandad per-
tenecorme la dicha suboesion. E luego por romo-
diar el peligro é dafios que podrían rocrescer, si
los dichos Reynos ó sefiorios no tuviesen quien
adelante legítimamente en ellos subcediese , fué
acordado por vuestra Excelencia ó por los grandes,
ó perlados ó caballeros de su Oorte é muy alto Con-
sejo, quo según las leyes y ordenamientos que
cerca de lo semejante disponen, se viese con dili-
gencia quál matrimonio de quatro que á la saseon
se movian del Príndpe de Aragón, Rey de Secilia,
é del Rey de Portugal , é del Duque de Berrí, é del
hermano del Rey de Inglaterra páresela mas hon-
rado á vuestra corona Real, é mas cumplidero á la
pacificación y ensanchamiento de los dichos vues-
tros Reynos, ó se conosciese ser en todo mas con-
forme. B como quier que la calidad do tan alto ne-
gocio requiríese juntamente oon la observancia de
las leyes é ordenamientos de estos vuestros Reynos
1(1 presteza, no solamente dio vuestra Merced lu-
gar á la dilación é quebrantamiento de las cosas
á mí prometidss é contenidas en las escripturas é
actos públicos, corroborados é solenisados, quan-
do el acuerdo ó unión susodicha se hizo , para pa-
cificación universal de vuestros Reynos, é remodio
de los escándalos pasados ó advenideros ; mas aún
vuestra Alteza sin ser consultados los grandes do
los dichos vuestros Reynos, según que yo lo pedia
é pedí, é sin intrevenir en la tal consultación é
acuerdo los Procuradores de las mas príncipalee
cibdades é provincias sujetas á vuestra Real coro-
ns, olvidando todo lo provechoso ó honroso, por
consentir el acuerdo particular de algunos, envió
mensageros al Rey de Portugal mi primo, no es-
perando que antes de su parte fuese movido é pro-
curado, según la razón lo requería. E venida la
embazada, sin tenerse la forma oonvenientOy algo-
nos Procuradores de las cibdades é provincias, que
por el llamamiento de vuestra Seftoria eran llama-
dos ó venidos á vuestra Corte, fueron requeridos é
amonestados, teniéndolos encerrados ó apremiados
en cierto lugar, é usando con ellos de ciertas ame-
nazas, para que viniesen en el acuerdo é consen-
timiento del dicho matrimonio. E asimesmo con-
migo fueron traídas algunas formas de dilaciones
en quebrantamiento de lo que por lo capitulado se
avia de hacer ó cumplir. Y en los razonamientos
de vuestra Alteza, é de algunos por su mandado '
claramente se conocía como vuestra Seftoria, con-
vdesoendiendo á la voluntad de algunas particula-
res personas, me quisieron oonstrefiir é apremiar
al dicho casamiento. Do lo qual procedió que yo
asi como sola y enagenada de la justa é debida li-
bertad, é del poderio del mi franco alvedrío, que
en negocio matrimonial, después de la gracia de
Dios, principalmente se requiere, secretamente
hice sabidores á los grandes, é perlados é caballe-
ros, vuestros subditos, ó naturales, ganosos del
servicio de Dios é vuestro, é del honor é gloría y
grand exaltamiento do vuestros Reynos, signifi-
cándoles las formas conmigo tenidas, é demandán-
dolos su muy leal parescer, según el qual , diesen
BU voto ó doclarosen lo quo mejor ó más oomplido-
ro les parescia al servicio de Dios ó vuestro, é pro-
vecho de estos Reynos. A la qual requesta respon-
dieron é denunciaron muchas cabsas notorias, por-
que en manera alguna no cumplía al bien de los
dichos vuestros Reynos el casamiento de Porta-
gal, ni el que se movia de Francia, según mas lar-
gamente en sus respuestas se contiene. E confor-
mes del todo loaron é aprobaron el matrímoniodel
Príncipe de Aragón, Rey de Secilia, alegando las
cabsas muy evidentes, que á la tal aprobación los
movian. Las quales cabsas nunca pudieron mover
ni solicitar á los que procuraban lo que conocían
ser siniestro á vuestro servicio, y al bien é honor
de estos vuestros Reynos. Cuyos deseos mas se ma-
nifestaron, quando ya visto el descontentamiento
de todos vuestros subditos é naturales cerca de
casamiento de Portugal, é conocidas las fuerzas de
la razón repugnantes á su deseo, mostraron trocar
su prímero acuerdo, teniendo manera que vuestra
Alteza diese plascientes orejas á la embajada de
Franoia, no se queriendo revocar de semejante so-
licitud por algunas de muchas razones manifiestas
á los deseosos do vuestro servicio, é del bien ó ho-
nor de vuestra corona Real é Reynos. Cuyo deseo
é voto f uó que no casase en parte tan lexos de mi
naturaleza, disciendo asimismo, que quanto quiera
que sea el Duque de Berrí excelente é muy noble
Príncipe, pero que su advenidero ensalzamiento á
B la posesión de la corona de Francia, principalraen-
» te allegado por los que el dicho matrimonio indu-
liOtí feÜRÍQÜIS CUARTO.
l$tf
» cian, ee dadoBO por Ia8 rasónos é cabaos en sas vo-
» ios mas largamente expresadas. E aunque el caso
• adogese la snbcesion del rejno al dicho Dnque de
, • Berri , mostraban ineonvinientes por la prinoipali-
s dad é mayoría del título que los Franceses á BVan-
» cia otorgarían, teniendo á estos muy notables Roy-
inos é grandes sefioríospor provincias sufragáneas.
9 T no menos les páreselo ser muy peligroso á vues-
» tros sefiorios, segnnd que de verdad se conoce, el
» favor que se ha procurado dar á los Franceses con-
» tra el mny Ilustre Rey de Aragón vuestro tio ó
»mio, para que ocupen é conquisten sus sefiorios,
» no considerando los males é dafios que do la tal
• ocupación se podrían recrescer, segund el grand
B poderío que se les añadirla, é segund la cercanía
» que temían á las principales partes de vuestros
«Roynos; allende de la grand ignominia é abati-
» miento que á vuestra Real persona vemia, ocupán-
»doso por naden estrangera los sefiorios poseydos
«por Reyes vuestros tan cercanos parientes, cuyos
«progenitores fueron asiroesnio progenitores de
B vuestra Seftoria é mios; á los quales han porfiado
» antes de agora, y al presente porfían hacer ágenos
» é adversarios de vuestra corona, no muy deseosos
s de vuestros servidos, é de la paz é sosiego de los
tt dichos vuestros Reynos é sefiorios. B, muy alto Rey
» é Sefior, vistas las respuestas é leales votos en todo
• conformes de muy muchos grandes, é perlados' é
B caballeros, deseosos del servido de Dios é vuestro,
B y del bien é honor é ensalzamiento de todos los
B dichos vuestros Reynos é sefiorios por cabsa de tal
B matrimonio ; é conoscida la verdad de sus razones,
Bpor ellos, como dicho es, asignadas, cerca de la
B conformidad mas honrosa é provechosa del casa-
(b miento del Rey de Secilia^ considerando la edad é
*B unidad de nuestra antigua progenie, é lo que se
ii afiaderia ala Corona Real de estos vuestros Reynos
^ por cabsa de tal matrimonio, é los meresclmientos
Bmuy claros del Rey Don Femando de Aragón,
Bag&elo del dicho Príncipe, Rey de Secilia, herma-
Bno del muy esclarecido Rey de gloriosa memoria
B Don Enrique, agüelo de vuestra Sefioria é mío ; ou-
/ B ya postrimera voluntad en su testamento fué que
j B aempre se continuasen nuevss oonexiones ma¿ri-
\n moniales con los descendientes por linea recta del
Vdicho Rey Don Femando ; é por otras cabsas mu-.
B chas aquí no expresadas, yo oviera luego manifes-
B tado mi oonf orme parecer á vuestra merced como
B hermana menor, é obediente hija deseosa de vuee-
B tro servido é de la verdadera paz é tranquilidad
B de vuestros Reynos é sefiorios, salvo por ser derta
B que se recrecerían de la semejante manifestación
B mayores é mas escandalosos estorbos é dafios, pro-
B curados por loe que segnian caminos siniestros é
B muy desviados de lo que cumplía á vuestro serví-
B ció é á los provechos suso contenidos. E asimismo
B porque de la venida del Cardenal Atrabatensis , é
B del Arzobispo de Sevilla, que por consentiraionto
Bde vuestra Alteza vinieron á la villa de Madrígal,
B donde yo estaba, pude mejor conoscer que vuestra
B Sefioria por complascer á personas no ganosas del
B engrandecimiento de estos vuestros Reynos é de
B la gloría de la vuestra corona Real, qnalquier otro. '
B casamiento menos provechoso han mostrado desear .
B que se concluyese porque se desechase el matrimo-
B nio del dicho Principe, Rey de Seeilia, tanto oum-
B plidero ó honroso, como dicho os. Lo qual fué mas
B manifiesto por se absentar secretamente algunas
B damas, mis criadas é servidoras, que ya conosolau
B el intento de vuestra Alteza, é sabían como vnes-
Btra Sefioria daba orden como yo fuese presa y
Benagenada de mi libertad, segund paresció por
Bunas cartas mensageras que vinieron á mi notida,
B é por la carta patente que vuestra Merced mandó
B enviar al Concejo de la dicha villa de Madrigal
B disclendo é mandando que me detoviesen é apre-
B miasen, segund que por la dicha carta original mas
B largamente se puede ver é saber. Por lo qual me
Bfué necesario enviar por el muy Reverendo en .
BChristo Padre D. Alonso Carrillo, Arzobispo de
B Toledo, Primado de las Espafias mi tic, para que,
B viniese luego dó quiera que yo fuese ; y en tanto
B por esousar la dicha prisión, y enageuamiento de
Bmi debida libertad, mandé venir algunas gentes
B del Almirante mi tio, que estaban mas cercanas.
B E como quier que yo probé, si dentro de la dicha
B villa de Madrigal seria rescebido el dicho Arzobis-
Bpo, fasta que notificasen á vuestra Alteza mi justo
B temor, y las querellas de que debía de usar, por las
B formas que vuestra Alteza mandaba conmigo te-
Buer, segund dicho es, nunca pude facer que allí
B fuese rescebido ; é por quitar los miedos que algu-
Bnos cabtelosamente ponían á los vednos de la di-
B cha villa, yo me partí dende é me fui á Fontive-
B ros ; é dende allí otra vez los requeri, que quisiesen
Brescebirme con los que me acompafiaban, époif,
B los temores que los avian inducido, no lo quisieron
B facer. Por lo qual acordé de me ir á la mi cibdad
B de Avila ; é supe de la grand pestilencia que en
B ella óresela mas cada dia , ansí que fué necesario
B venir i esta noble villa de Valladolid , que es lu-
B gar sano. Dios loado, é mas seguro é padfico, don-
B de acordé de estar, para esperar la respuesta de
B vuestra Sefioria, y entender en la mas provechosa
B consultadon de lo cumplidero al servicio de Dios
B é vuestro, é al bien é paz é sodego de estos vues-
Btros Reynos. E luego después que á esta dicha
B villa vine, los que ocupaban la villa de Arévalo,
B de la qual es sefiora la muy illustre Reyna Dofia
B Isabel mi sefiora madre, ño seyendo contentos de
B la resistencia que hideron quando yo vine allí .
B desde Ocafia, por solenizar las obsequias del dicho
B Sefior Rey Don Alonso mi hermano, é de otros in*
B sultos é ocupaciones ende por ellos cometidos con-
B tra el pleyto omenage antes fecho; agora, según
B se dice, con mandamiento é abtoridad de vuestra
B Alteza han ocupado la jurisdicion é sefiorio é ren-
B tas de la dicha villa é su tierra, privando della é '
B de cada una cosa é parte delta á la dicha sefiora
B Reyna, en total perjuicio de la justioia, y en opre- •
B sion de su viudez, y en acrescentamiento de su do-
• lor y soledad, y en menosprecio de loe huesos é
Í90 ORÓNIOAS DE LOS BBTBS DE CASTILLA.
«nombre del maj eedarecido sefior Bey Don Joan,
» padre de voeetra Altesa é mió. Las qualea oosas
I de 0080 oontenídaa, y loa nuevos insaltoa é acome-
• timientoB y escándalos me movieron al oonsenti-
» miento de algnnos remedios repagnantes á la so-
» licitad é siniestra voluntad de los que lo contrarío
B avian procurado é procuraban. Por ende, muy alto
» Rey é Sefior, suplico á vuestra Alteza quiera man-
» dar que todos aquestos agravios cesen , é mande
» aprobar al Beal Consejo el buen parecer de los que
t verdaderamente aman vuestro servicio ó procuran
» la honra de vuestra corona Real , y desean el en-
Asalsamiento y sosiego de estos vuestros Reynos.
B Y si vuestra Altesa ha dado fó á los que, no obs-
B tantee las cabsas dichas tan evidentes é favorables
B al consentimiento del matrimonio del dicho Prín-
B cipe Rey de Sicilia, por ventura ponen temores,
Bdisdendo que si el dicho matrimonio viniese en
B efecto, se recresceríau por ello muchos escándalos
B é detrimentos é diminuciones de vuestro Real es-
B tado é de las rentas debidas á vuestra Real Befío-
B ría, como quier que no quisieran, ni desearían en-
B tender en tal consultación; pero por apaciguar, é
B pacificar é asosegar el ánimo Real de vuestra Se-
Bftoria, si por semejantes inducimientos se conmue-
B ve, é por dar término á tantos malos y escándalos,
B como de cada dia se intentan é crecen; yo por la
B presente desde agora me obligo de dárteles sanoa-
B mientes, que vuestra Alteza se deba tener por
B bien contento é seguro del cumplimiento do mis
B promesas é obedientes ofrecimientos, ó de la che-
B diencia que el dicho Príncipe do Aragón debe y
B entiende en presentar á vuestra Sefioría, si lo qui-
B siere rescibir por obediente hijo. B dende agora
B ofrezco mi voluntad é propósito deobedescer vues-
Btros Reales mandamientos, asi como de amado é
B mayor hermano, á quien por padre é Sefior tengo,
Bé propongo tener; cuya vida é real estado Dios
B largos tiempos prospere é conserve. De la noble
B villa de Valladolid á doce días del mes de Octubre
B de mil ó quatrocientos é sesenta ó nueve afios.»
Vista esta carta por el Rey é por los de su alto
Oonsejo, fué acordado de no responder por escripto,
pero dizo al mensagero que él sería presto en Segó-
via, é allí se determinaría lo que fuese mejor. Como
ya el Rey estaba enojado de su larga estada en
Truxillo sin provecho, vista la dureza del Alcayde
. Gradan de Sesé é de los caballeros y gente de Tru-
xillo, acordaron él y el Maestre do gratificar al Con-
de Plasencia con la villa de Arévalo, la que él tenía
empefiada por ciertos quentos que prestó al Príncipe
Don Alonso quando se llamaba Rey. E así dada esta
seguridad, é confirmada la merced de Arévalo, é
dado el titulo de Duque della, el Rey se partió para
Guadalupe, é de allí á Segovia. En aqueste medio
tiempo murió el Marqués de Astorga y el Conde de
Cifuentes, é subcedieron.sus hijos en los títulos é
sefioríos.
CAPÍTULO oxxxvn.
Da como el Rey fino á Segofla é de lo qae alU sibeedió.
Después que el Rey fué venido á Segovia, donde
era su mayor contentamiento que en otro ningún
lugar de su Reyno, como ya era consumido el ma-
trimonio de la Princesa Dofia Isabel su hermaní^
con el Príncipe de Aragón , Rey de Sicilia , ellos,
ávido su acuerdo é consejo con el Arzobispo de To-
ledo é con el Almirante D. Fadrique, por cuyo seso
se gobernaban, acordaron de enviar al Rey sus em-
baxadores, y escribirle, notificándole otra vez su
casamiento, para que le pluguiese aprobarlo, y ha-
ciéndole saber en qué forma é con qué condición se
avia fecho é concluido. Los mensageros de aquesta
embazada fueron Mosen Pero Vaca por parte del
Príncipe, é Diego de Ribera, Ayo que fué del Prín-
cipe Don Alonso, por parte de la Princesa, y Luis
de Atienza por parte del Arzobispo de Toledo, para
que por vía de creencia explicasen su monsagería
en la forma siguiente.
Lo que vos Mosen Pero Vaca, é Diego de Ribera,
é Luis de Atienza aveis de desoír de nuestra parte
al muy excelente Rey é Sefior, el Rey de Castilla é
de León nuestro hermano é padre, es lo siguiente:
Primeramente, que ya por cada uno de nosotros su
Sefioría ha sido sabidor de lo que fasta aquí es pa-
sado; é que agora notificamos á su Excelencia como
mediante la gracia é voluntad de Dios somos ajun-
tadoB por casamiento, segund manda la Santa Ma-
dre Iglesia de Roma, lo qual diferiéramos fasta ver
el consentimiento de su Merced, y los votos é con-
sejo de todos los perlados, é grandes hombres de
todos estos sus Reynos, á los quales generalmente
fuera notificado, si entre ellos oviera la paz, ó tran-
quilidad é concordia que en los tiempos pasados,
en que los tales casos ocurrieron, avia; mas soyendo
tan claro é tan manifiesto, como á todos es, que si
de todos se oviera de atender el acuerdo é consenti-
miento, fuera muy difícile de averse, ó pasara tanto
tiempo, que en estos sus Reynos ocurrieran grandes
peligros por la falta de los subcesores, nuestro Se-
fior Dios, que en las tales cosas muesca su grand
poder, así lo tenía ordenado. De donde nosotros,
con acuerdo é consejo de los perlados é caballeros
de sus Reynos, cuyos votos é consejos ovimos, acor-
damos de contraher el dicho nuestro matrimonio lo
mas sin escándalo que pudimos, como á la merced
suya es manifiesto, no metiendo algunas gentes ex-
trangeras, ni haciendo otros ningunos movimientos,
por evitar las materias escandaloBas é grandes peli-
gros que podrían ocurrir; porque en la verdad nues-
tro determinado fin ha seydo, y es y será, plasciendo
á la Merced suya, de nos ajuntar, para servir á su
Excelencia con amor é acatamiento y obediencia do
hijos, é averie en paternal reverencia en todos los
dias de su vida, que Dios haga tan largos quanto por
la merced suya es deseado; é de conservar é de acre-
centar su corona Real é alto estado, é de le ayudar
á concordar, é pacificar estos sus Reynos é sefiorío:i,
DO» ENBIQÜE CUARTO.
m
por manera qne él sea boIo Seffor dellos. E asi mea-
mo de honrar, é aoatar é bien tratar á todos sos na-
turales, á cada uno segund su dignidad requiere, é
favoreoer con todas nuestras f uensas á la justicia, la
qual por cal>sa de los movimientos pasados está
flaca, como so Sefiorfa lo yo. E porque áp todo esto
qne decimos su Sefiorfa sea mas cierto, proferiréis
á su Merced de nuestra parle todas é qualesquier
certinidades, que para el saneamiento de la volun-
tad suya fueren necesarias, y á nosotros posibles é
hacederas. B porque su Sefiorfa conozca esta ser
nuestra final determinación y voluntad, decirle eis,
que antes de nuestros desposorios fueron apuntados
é concertados ciertos capítulos, los quales pública-
mente yo el Príndpe aprobé, otorgué, firmé é juré
muy solemnemente. El tenor de los quales es este
qne se sigue.
Capilulaeim hecha y jurada por ti mxí^ ilustre y ex-
célente Príneipe Rey y SéSíor^ el Rey Den Hernan-
do^ Rey de SiciUaj primogénUo y legitimo eubceeor
de loe reynos de Aragón^ é la muy epeeelente y mvy
esclarecida séiora la séRora Doña Isabel^ primogé-
nita leg(ti$na subeesora de los reynos de Castilla y
de León.
Primeramente, que su Sefiorfa como cathólioo
Príncipe é Sefior, será devoto é obediente á loe man-
damientos de la sancta madre Iglesia y Sede Apos-
tólica, y de los Pontífices della que canónicamente
á la sancta Sede Apostólica fueren elegidos, é tema
encomendados á los Perlados é personas eclesiásti-
cas y religiosas con la honra é acatamiento que se
debe á la sancta Madre Iglesia, y á la libertad ecle-
siástica.
Iten, que con toda fiel reverencia tratará é obe-
descerá al muy alto é muy poderoso Príncipe, Rey
é Sefior, el sefior Rey D. Enrique, y que en todos los
dias de su vida le tema por su Rey y lo acatará, que-
riéndole su Alteaa así recibir; y que á todo su leal
poderío no consentirá, qne persona afgana de qual-
quier estado é condición que sea se aparte de su
servicio é obediencia; mas que trabajará con todas
BUS fuerzas, que todas é qualesquier personas de
estos sus Reynos le obedezcan é sirvan,
Iten, que con toda veneración y acatamiento
avrá é tema por madre é sefiora á la ilustre sefiora
Royna Dofia Isabel, madre de la dicha sefiora Prín-
cecá.
Iten, que á todo su leal poder será unánime y
conforme con el dicho sefior Rey Don Enrique, para
facer guardar la justicia é todos los buenos usos é
costumbres de estos sus Reynos é sefiorfos, y lo que
así on él fuere lo cumplirá é guardará, é será asi-
mesmo en qne se guarden los establecimientos é
leyes de estos sus Reynos.
Iten, que jura y promete de guardar la con-
cordia é paz hecha entre el dicho sefior Rey Don
Enrique é la dicha sefiora Princesa, guardando
asimcsmo la dicha concordia su Alteza del dicho
sefior Rey.
Iten, que juia é promete que oonsomido él matri-
monio con la dicha sefiora Princesa, que estará con
ella en los dichos Reynos personalmente, é qué
nunca se partirá de ellos rin voluntad é determina-
do consejo, é que no la sacará fuera de estos Reynos
sin su consentimiento.
Iteo, que jura ,é promete que quando le dé Dios
alguna generación así hijo como hija, segund que
de nuestro Sefior se espera, que á los tales hijos é
hijas nunca los apartará de ella, ni los sacará fuera
de estos Reynos, mayormente al primogénito que
de ella oviere, sin su licencia y expreso consenti-
miento.
Iten, que jura é promete que en todas é quales-
quier cartas y provisiones, é otras qualesquier es-
cripturas que se hayan de firmar é enviar, se hayan
de intitular entrambos juntamente, é se firmen por
él dicho Príncipe é por la dicha Princesa, y que
esto moemo se guardará en los Reynos é sefiorioíf,
que el dicho sefior Príncipe tiene 6 toviere. .
Iten, que jura é promete de no traer ni poner al-
guna ni algunas personas en el Oonsejo, así de la
justicia como de los otros fechos, de qualquier ca- *
lidad que sean, de la dicha sefiora Princesa ni del
dicho sefior Príncipe, salvo personas naturales de
estos Reynos sin su consentimiento é deliberado
consejo de la dicha sefiora Princesa.
Iten, que jura y promete de guardar qne la dicha
sefiora Princesa reciba por sí todos los juramentos
é pleytos omenagcs de qualquiera cibdad, villa ó
lugar 6 fortaleza, que en el principadgo de estos
Reynos é sefiorfos la dicha sefiora Princesa tiene ó
toviere de aqnf adelante de los dichos Reynos, al
tiempo que ella los aya de aver, é que á la diclia
sefiora Princesa pertenezcan, para después de los
dias del sefior Rey Don Enrique; mas que antes to-
dos los Alcaydes que ovieren de ser, hagan los pla-
tos omenages á la dicha sefiora Princesa.
Iten, que agora ni en ningún tiempo no hará ni
proveerá en cosa alguna del dicho principadgo é
sefiorío de la dicha sefiora Princesa, ni de los dichos
Reynos al tiempo que los ella aya de aver por snb-
cesion del dicho sefior Rey Don Enrique, ni provee-
rá de oficio alguno salvo á. personas castellanas é
naturales de estos dichos Reynos é sefioríos.
Iten, que jura é promete que no dará tenencia de
alguna fortaleza salvo á los naturales y á quien-
quiera que determinare su Sefioría poner en ellas á
su servicio é bien de ambos.
Iten, que jura é promete que quandoquier que su
Sefioría quisiere facer merced de qualquier villa, ó
lugar, ó juro 6 otras qualesquier cosas, que las pue-
da facer sin embargo alguno, é que la tal merced él
la guardará, como si él mesmo la hidere; 6 dando su
fé ó palabra sobre ello la dicha Princesa, que él la
guardará é cumplirá como ella mesma.
Iten, jura é promete que por qualquier injuria
que el sefior Rey su padre 6 qualquier de los suyon
oviese rescobido en otros tiempos en estos dichos
Roynos, asimismo qne por otro qualquier enojo ú
odio que el dicho soOor Rey su padre ó otro qual-
/■
1^
ÓRÓNIOAS DÉ LOS ttÉYÉS DE 0AJ311LLA.
qáier de loe enyoi OYieae contra qaalqaier persona
de eetos Beynoe, por eeta cabee no procnrará oon
él dioho eefior Bey que las talee personas resdban
dafio ó enojo, ni hará inovacion alguna oontra las
tales personas, antes por contemplación de la dicha
Princesa apartará de si qualqnier ranoor y enojo
que tenga contra qualqaier personas que sean de
estos Beynos.
Iten, que jura é promete de no tomar empresa
alguna de guerra ó confederación de pas con qnal-
quier Bey 6 sefior comarcano, ó oon qualqnier ca*
ballero ó sefior de estos Beynos eclesiástico ni se-
glar, sin voluntad de la dicha sefiora Princesa é de
su determinado consejo ; porque mejor se hagan
todas las cosas á servicio de Dios ¿ del dicho sefior
Bey, é bien del uno ó del otro 6 destos dichos Bey-
nos.
Iten, que jura é promete de dar á la dicha sefiora
Princesa en acatamiento é confederación de los
Beynos de Castilla, que él ha oon ella, para después
de los diás del sefior Bey Don Enrique, en acrecen-
tamiento de su dote, en el Bey no de Aragón á Bor-
ja, é á Magallon; y en el Beyno de Valencia á El-
che y á Orevillen; y en el reyno de Seoilia á Zara-
gosa y Oatania: los qnalee lugares siempre fueron
dados á las Beynas de Aragón antepssadas.
Iten, que jura é promete de dar á la dicha sefiora
Princesa allende los lugares susodichos, en cada uno
de los didios Beynos un lugar que ella quisiere y
escogiere, excepto que los tales lugares no sean ca-
beza de los dichos Beynos ó prinoipadgos; é que la
dicha sefiora Princesa en su vida aya é tenga los
pochos ó derechos é todas las otras rentas de los di-
chos lugares; pero que los Alcaydes que oviere de
poner en los dichos lugares, que sean narurales de
los dichos Beynos é no extrangeros. E que si por
caso Dios dispusiese del dicho sefior Bey, que la
dicha sefiora Princesa en sus dias aya é tenga y po-
sea los dichos lugares é vasallos é fortalesas; é des-
pués de sus dias los ayan é tengan los herederos del
dicho sefior Bey, é se tornen á la corona Beal. T
esto mismo se entienda, así en los lugares que se
dieron á las otras Beyuas de Aragón en casamien-
to, como en los lugares que han de ser dados á la
dicha sefiora Princesa en su escogimiento.
Iten, que jura é promete que si se hallare que á
la muy ilustre y excelente Boy na ó sefiora Dofia
María, mnger del Bey Don Juan ó á la muy exce-
lonto sefiora Dofia Juana, madre del dicho sefior
Bey, allende de los lugares susodichos, les fueron
dados otros lugares 6 sefioríos, ó hechas otras man-
das 6 concedidas prominencias, que todo le sea dado
y entregado á la dicha sefiora Princesa luego que
el matrimonio fuere contraído ó consumido.
Iten, que jura ó promete de dar en arras á la di-
cha sefiora Princesa en mejoría é acrecentamiento
de todo lo susodicho otra tanta cantidad quanta se
hallare que el Bey Don Alonso su tío. Bey que fué
de los Beynos de Aragón é de Sicilia é del Bejno
.de Nápol, prometió ó dio á la Beyna Dofia María su
inuger, hermana que fué del muy esclarecido sefior
Bey Don Juan, padre de la dicha sefiora
lo qual promete de cumplir desde el dia que fuere
contraydo é consumido el matrimonio hasta dos
meses primeros siguientes.
Iten, que jura é promete el dioho sefior Principe
á la dicha, sefiora Princesa de la dar y entregar
dentro de quatro meses primeros siguientes cien
mil florines de oro del cufio de Aragón, para man-
tenimiento é sustentación de su honra y estado, y
para otras qualqnier necesidades, y dende en ade-
lante sostener su estado bien y enteramente segund
quien es la dicha sefiora Princesa.
Iten, que jura é promete que si algunas roturas
nasderen en estos Beynos, que el dicho sefior Prín-
cipe estará en ellos personalmente oon quatro mil
lanzas, hasta que las dichas roturas cesen, é si las
dichas quatro mil lanzas no truxere, que el dicho
sefior Príncipe sea obligado á las pagar.
Por ende diréis á su Merced que le suplicamos
con la mayor reverencia é instancia que podemos,
que mitigando qualquier enojo 6 desgrado que de
lo pasado aya tenido, quiera recebimos por verda-
deros hijos, é como tales aprovecharse y servirse de
nosotros, é no permitir que otros esoándalos n} mo-
vimientos se hagan. Porque si las cosas comenzasen
á entrar por roturas segund las alteraciones de eetos
sus Beynos é sefioríos, sería deservido é molestado
oon las fatigas que do los tales movimientos suelen
resultar, como su Sofioría bien sabe, é su Beal coro-
na se acabaría de destruir. Por tanto diréis á su
Merced que otra y otras veces le tomamos á supli-
car que pues conformándonos oon la razón é debáo
voluntariosamente lo queremos acatar é servir como
verdaderos hijos, que á la merced suya plega acep-
tar nuestra suplicación, pues es tan justa y razona-
ble que no debe ser negada. E porque por las hablas
é gestos de las personas se conoce mucho lo que
tienen los hombres en los corazones, é aun porque
oon grand deseo deseamos facer reverencia á su
merced é besarle las manos, desoírle eis, que le su-
plicamos quiera dar forma como podamos ver á su
Excelencia en lugar convenible é sec^o; porque
allí conocerá de nosotros, é de los perlados, é caba-
lleros é servidores suyos é nuestros que están en
nuestra compafiía, que las obras no discrepan de las
palabras, segund mas largamente vos hablamos.
Por ende muy afectuosamente vos rogamos y en-
cargamos como á naturales de estos Beynos, que
pues la dicha nuestra suplicación es justa, vos con-
forméis, para suplicar á su Merced aquello mesmo,
porque pues á su Sefioría proferimos de nuestras
propias voluntades todo aquello que debemos, obli-
gados soys á lo facer así, é procurar el atajo de to-
dos los rigores, por evitar los ínreparables dafios
que de ellos se esperan seguir á todos generalmen-
te; lo qual en agradable servicio vos tememos, é.
fiarnos en nuestro Sefior que por nosotros vos sea
remunerado. Yo el Príncipe. Yo la Princesa.
Oyda su embaxada é dada la creencia que así
traían, el Bey después de haber hablado con los del
su Consejo, habló con ellos, é les respondió que
DON ENBIQÜB CUARlk).
aquello que traiAn era boea de macha importanoia,
é qae requería deliberación é acuerdo; que conyenia
ooinunicarlo oon loe grandes de sus Reynoe quealli
avian de venir, é que ávido su acuerdo é conaejo
con ellos, él los mandarla responder. E así se toma-
ron sin respuesta ninguna los raensageros.
CAPÍTULO OXXXVIIL
De cono Dos Alosso d« Afiliar sobre el amistad fecha por el
' Bey entre él y el Conde de Cabra é sos hijos prendió al Ntrls-
eal Don Diego de Córdoba , y de lo i|ve sobre ello sabeedió.
Al tiempo que el Rey estuvo on Córdoba, vista la
enemiga que estaba entro oí Conde de Cabra é sus
hijos oon Don Alonso de Agnilar , mandó que fue-
sen amigos, é asi venidos delante de su Real pre-
sencia, habláronse ; .pero como Don Alonso tenia
raygada la enemistad contra el Conde y sus hijos,
no estimó su amistad ; en tal manera, que siempre
fueron incompatibles en la vivienda de la cibdad,
mayormente que confiaba en la grand parte que te-
nia oon el Maestre Don Juan Pacheco. E asi fué quo
el Mariscal Don Diego de Córdoba , hijo mayor del
Conde de Cabra, vino á la cibdad de Córdoba sobre
aquella seguridad , que de razón debia de venir co-
mo Alguacil mayor della por él Conde su padre.
Donde fué rescebido por Don Alonso con alegre
semblante ; é como él ya tenia fecha su confedera-
ción oon algunos de los mas principales Regidores
y caballeros de la cibdad , luego quo todos vinieron
al Ayuntamiento , donde se acostumbraban juntar,
para entender en las cosas del regimiento é gober-
nación de la cibdad , Don Alonso de Aguilar se le-
vantó con mano annada, é con ayuda de aquellos
que eran oon él , prendió al Mariscal Don Diego de
Cóxdobaé á Don Sancho su hermano ; é presos muy
deshohestamente, envió luego al Mariscal á su for-
taleza de Caftete, donde lo pusieron en grandes
prisiones, é á Don Sancho tóvolo consigo por algu-
nos dias. Sabido aquesto por el Rey, ovo grand
enojo, é se indinó contra Don Alonso de Aguilar,
porque asi avia quebrantado la pas y amistad en
que los avia dexado ; é luego sin mas dilación en»
viole á mandar que lo soltase sin detenimiento nin-
guno, con apercibimiento, que si lo contrarío ha-
da , de ir en persona contra él. Llegado aqueste
mandamiento i Don Alonso, soltó al Mariscal; y asi
suelto é puesto en su libertad en la villa de Baena,
determinó de le afear é reprochar á Don Alonso, lla-
mándole á trance de batalla ; pero antes que le es-
cribiese ni hiciese nada, escribió al Rey una carta
en la forma siguiente :
« Muy alto é muy poderoso Principe y Seftor. Don
» Diego vuestro Mariscal , y Alguacil mayor de la
b cibdad de Córdoba , beso 1 as manos de vuestra Real
% Sefioría ; la qual bien sabe y es notorio en vuestra
b Corte y en todos vuestros Reynos, como estando
1 yo en la misma cibdad de Córdoba en las casas del
» Cabildo en buena paz é concordia con todos los de
1 la cibdad , un dia miércoles , que fueron veinte y
• cinco dias del mes de Oetubre, afio de mil é qua-
Cr,— III.
198
9 trocientes, é sesenta é nueve aftos, Don Alonso de
Agilar me envió á rogar oon Alonso de Ángulo
que yo subiese á lo alto de la dicha casa á hacer
colación con él, é yo subí por su ruego ; y estando
entrambos ya acabando de comer y beber , recres-
ció gente armada , la qual él tenia junta para me
prender , y el dicho Don Alonso me prendió con la
dicha su gente armada ; lo qual hizo, sin proceder
desafio, que por él me fuese fecho, ni injuria que
yo le hiciese, ni otro caso por donde me debiese
prender, como me prendió; y en la prisión que
me hizo me trató asaz injuriosamente, por lo qual
segnnd las leyes y prematicas reales de vuestros
Reynos, el dicho EÍon Alonso incurrió en crimen,
é casó de aleve. B porque , muy poderoso Seftor,
yo le quiero demandar , é afear en 'presencia de
vuestra Sofioria, quo yo con el ayuda de Dios, é
do mi Señora la Virgen Maria, é del Apóstol San-
tiago , é con la justicia é verdad que tengo , en-
tiendo de le facer confesar el mal caso de alevo-
sía en que cayó, ó le mataré, ó echaré del campo
en presencia de vuestra Real Magestad ; porque
aquesto ara por mi fecho, vuestra Alteza le man-
de por su sentencia las penas que por las leyes y
ordenamientos do vuestros Reynos son estableci-
das contra los alevosos. E dándome vuestra Sefio-
ría esta licencia é facultad , usará de su justicia é
hará aquello que á Rey justo pertenece y es debi-
do de facer , y hará en ello á mí merced. B quan-
do , lo quo á Dios no plega, á vuestra Alteza no
le pluguiere darme esta libertad y licencia, y me
la denegare por palabra , ó disimulare la respues-
ta en tal manera, que la tal licencia no me quiera
dar, si yo buscare lugar é manera por donde yo
pueda satisfacer á mi honra, y aclarar la fealdad
é alevosía que el dicho Don Alonso de Aguilar
fizo , yo protesto de por ello no caer ni incurrir en
caso ni pena alguna; porque lo haré, si lo hiciere,
por me ser por vuestra Sefioria denegada la justi-.
cia, é no querer dar lugar á que yo la alcance de-
lante de vuestra Real Magestad, cuya vida y es-
tado Real nuestro Seffor acresciente por Inengos é
A-bienaventurados tiempos. Fecha á veinte é siete
1 de Mayo , afio de setenta.»
Leyda la carta é visto lo que sus mensageros le
suplicaban , como aquellas cosas eran muy agenas
de la condición del Rey, é los escándalos le deepla*
cian, respondió que aquellas cosas que el Mariscal-
demandaba no cumplían al servicio de Dios ni al
suyo ; y pues que lo semejante era defendido en la
religión christiana, él no entendía dar la tal licen-
cia para lo que pedia, mayormente considerando
qnanta enemiga entre ellos quedaria raygada de
aquella tal licencia, é los muchos males que por ello
se seguirian. Pero puesto que el Rejr denegó esta
licencia, el Mariscal no dezó'de seguir su propóaito
comenzado ; é asi envió su cartel á Don Alonso de
Aguilar reptándolo , é afeándolo de alevosía, y de-
safiándolo á batalla. En fin, pasados entre ellos sus
carteles, mas deshonestos que cumplidos de corte-
sía , el Mariscal asignó el campo en la vega de Gra-
13
194
nada', enviando Begoro del Rey de Granada, para
quefaeeen allf , devisando las armas Don Alonso de
Agoilar. El qual , puesto que devisó las armas, no
f aé al oampo sefialado por el Mariscal. Estonces el
Mariscal Don Diego de Córdoba se foé á poner en
el oampo sefialado oon las armas que Don Alonso
avia devisado en su primera respuesta , donde estu-
vo el Mariscal esperando él dia aplazado y asigna-
do entre ellos por el Rey de Granada ; y como Don
Alonso allí no vino, el Mariscal biso sus actos y
llamamientos contra él con sus Oficiales d'armas. B
fecbos, después que fué traspuesto el sol, el Ma-
riscal tomó una pintura pintada en una tabla de la
figura del dicbo Don Alonso, y atada á la cola de
su caballo, las piernas arriba é la cabeía abaxo, la
truxo rastrando por todo el campo, disciendo á
grandes voces : a Aqueste es el alevoso Don Alonso
de Aguilar, que denegando su palabra, no vino al
piase sefialado.» T fecho aquesto, el Bey de Gra-
nada lo dio por vencedor , é condenó á Don Alonso
por alevoso. B luego dende alli envió por todas las
cibdadea del Reyno muchas tablas con aquella pin-
tura colgada á la cola de su caballo de las piernas,
y la cabeza abaxo , con un escripto en cada una, que
decía : a Este es el alevoso de D. Alonso de Agui-
lar. » En este medio tiempo el Almirante Don Fa-
drique escaló una noche á Simancas , é tomada la
fortaleza, se hizo sefior delta sin grado ni licencia
dol Roy.
CAPÍTULO CXXXIX.
Como el Rey da Franela eiiTló tva emkaiadorea aobre dUertot
easoi.
Eotretanto que aquestas cosas subcedian por el
Reyno, el Maestre Don Juan Pacheco se partió
de Segovia para Ocafia , y dexó en su lugar con el
Rey ¿ Don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevi-
lla. Y oomo el Maestro llegó & Ocafia, adoleció de
' una grave enfermedad , que después resurtió en
quartana ; por manera que su estada en Ocafia fué
por algún tiempo , de que el Rey sentiagrand pena
por su atuioncia, porque sin él ninguna cosa se des-
pachaba. En aqueste mismo tiempo el Rey do Fran-
cia envió una embaxada al Rey , demandándole á
Dofia Juana su hija para el Duque de Guiana su
hermano, que por entonces esperaba subcederenla
corona de Francia, porque el Rey de Francia no te-
nia hijo varón. Oyda la embaxada que aquestos
mensageros traian , hizolo saber al Maestre, el qual
respondió que su Alteza lo aceptase, é asi el Rey
respondió que le piaseis y que era muy contento;
que enviase su embaxador qual convenia para tan
arduo negocio, y que estonces se concluiría é farían
los desposorios con aquella solenidad que de razón
convenia. Despedidos Aquestos mensageros, vinie-
ron otros dos mensageros Doctores eclesiásticos con
cartas de creencia del Rey de Francia ; y explicada
su creencia, demandaron al Rey que quisiese ser
junto oon el Rey de Francia para demandar conci-
lio contra el Papa Paulo, que por estonces era Sumo
CRÓNICAS DB LOS BBTB8 DE CAGTriLLA*
Pontífice. A esto les respondió el Bey sin consulta-
lio con los del su Consejo, que los Beyes de Casti-
lla sus antepasados jamás avian seido escismáticos
contra la Sede Apostólica, mas siempre en su fa^
vor, y que él no quería quebrantar lo que ellos
avian guardado ; mayormente que él era en mucho
cargo al Papa, porque en las turbaciones pasadas
siempre le avia seido muy parcial ó ayudador con-
tra los Perlados é caballeros que lo avian deservi-
do. Por tanto que le rogaba que en aqueste caso no
curase de insistir, porque él antes avia de ayudar
al Papa que ser contra él , ni dar lugar á lo que el
Bey de Francia quería. E asi fueron despedidos
aquellos Doctores , é se fueron.
CAPÍTULO CXL.
Do como boa Alouo do Moaroy, ClaToro do Aleiatara, ooa lot
Comeodadorot do la Orden ao lovajitaroa oostra el Maeatro do
AleiDlara , y ftié deatmido.
Don Gomes de Cáoeres, Maestre de Alcántara, ño
solamente erró contra el Bey que lo hiio, mas fué
tan mal acondicionado, que trató muy perversa-
mente á los Comendadores de la Orden, en tal ma-
nera, que no pudiendo sufrír los agravios y sinra-
sones que les faoia, se rebelaron oontra él. De don-
de subcedió que Don Alonso de Monroy, Clavero
de la Orden, porque siempre avia sido leal servidor
del Bey , todos los Comendadores se ayuntaron lue-
go oon él ; é asi vista la maldad del Maestre, é quan
perversamente los trataba, en una conformidad con
mano armada fueron contra él para lo prender ; y
si el Maestre no lo supiera , é se pusiera prestamen-
te en buen cobro, y huyera, toda vi a fuera preso ó
muerto. Entonces el Clavero é los Comendadores,
visto que no lo podían aver á las manos , determi-
naron de cercar las villas de Alcántara , Valencia é
Badajoz; donde estando en el cerco, el Maestre,
allegada la mas gente que pudo, fué por descercar á
Alcántara ; pero el Clavero y los Comendadores sa*
lieron contra él al camino por donde venia é le die-
ron la batalla , donde fué desbaratado é destrozado,
de tal guisa, que nunca jamás pudo tomar á reha-
cerse. E como el Conde de Coria , su hermano , vio
el destrozo del Maestre, acordó de ir á meterse por
las puertas del Conde de Alva, que era tio de su
muger, rogándole con grande instancia quisiese ayu-
dar á su hermano , para descercar los lugares que
los Comendadores tenian cercados. Estonces el Con-
de de Alva, como era astuto é discreto caballero,
vista la necesidad con que venia , respondióle que
le piaseis de ir á socorrer é ayudar al Maestre su
hermano ; pero que debia de considerar que no avia
de ir á su costa ; mas que si le daba dineros con que
pagase el sueldo á la gente , que le plasoia de ir
de buen grado. El Conde de Coria le respondió que
él y el Maestre su hermano estaban tan alcanzados,
que luego no le podian dar dinero ; pero que 1 e da-
rían en prendas algún lugar, y tal seguridad con
que él fuese contento. El Conde de Alva dfxole que
le diese en prendas la cibdad de Coría , é que luego
DON ENRIQIÍB CUARTO,
iría con él á iiooorrer al Maestre. El Oonde de Coría
oon la gana que tenia de aocomr é ayudar al Maes-
tre BU hermano , é vengarae del dayero é de loaOo-
mendadoree, entrególe la cibdad de Ooría con la
iorUleaa. E aai apoderado della el Conde de AUa,
Juntd en gente é fné á aocorrer al Maestre para des-
cercar á Alcántara éálatf otras Tillas. Sabido aques-
to por el Clavero 6 por los Comendadores, que es-
taban en su cerco, quebraron todas las barcas é
puentes que avia en Tejo, por manera que el Con-
de ni el Maestre no pudieron pasar ni socorrer á
alguno de los lugares que asi estaban cercados, y
se ovieron de tomar , é por estonces la cibdad de
Coría se quedó en poder del Conde de Alva. Desde
allí adelante el Maestre de Alcántara siempre fué
descayendo, sin poderse recobrar, hasta que murió,
no como Maestre de Alcántara , mas como Qomea de
Céoeres, qual era quando vino á la casa del Rey;
porque la soberana justicia de Dios es aquella queá
los tales ingratos nunca dexa sin pena, ni consien-
te que permanesoan sin rescibir el pago de sus
obras. Oa pues este Maestre, enemigo de la lealtad,
no quiso acordarse de la honra señalada y alto es-
tado en que su Rey le puso sin merecerlo, écon tan-
ta deslealtad é deservicios le fné enemigo sin oab-
sa*, convenible cosa era que asi padesciese é fuese
destruidora desposeido en la vida , oomo él fué en
deshonrar é perseguir al Rey , que lo hiso ; é que
muríese deshonrado como él deshonró á quien tan-
ta honra le avia dado.
m
CAPÍTULO CXLIL
Cono el ney se M i Madrid, é las eosas ^e sabeodleroa por el
Rejvo estaado alU.
CAPITULO OXLL
Como el Maestradfo de Aleintara fné dado i Doa Joan de Zefilga,
hijo del Coade de Plasenela, é se lo confirmó el Rey.
Don Alvaro de Zufiiga, Conde de Plasencia, y la
Condesa su muger fueron tan aficionados servido-
res del Rey , que merescieron ser galardonados en
diversas maneras. E como la Condesa tuviese cer-
tidumbre de la buena voluntad del Rey, quiso sa-
ber secretamente, si avría desplacer que ella supli-
case al Papa que proveyese del Maestradgo de Al-
cántara, que asi estaba vaco , á Don Juan de Zufii-
ga su hijo , y el Rey le respondió que antes sería
placentero dello. Entonces la Condesa envió ciertos
presentes al Papa suplicándole, que pues el Maes-
tradgo de Alcántara estaba vacante, su Santidad
proveyese del á Don Juan de ZAfiiga, hijo del Con-
de su marído y suyo; lo qual el Papa le otorgo, é
dio sus bullas Apostólicas; é venidas, el Rey gelo
' confirmó con mucho amor. B quanto quiera que el
Clavero, é muchos de los Comendadores por eston-
ces estuvieron alterados é desobedientes, al fin ovie-
ron de venir á darle la obediencia ; porque á la ver-
dad la Condesa, oomo era varonil, por pura fuerza
de armas ganó la villa de Alcántara é otros muchos
lugares del Maestradgo ; por manera que unoé Co-
mendadores por amor, y otros por fuerza, y otros
por miedo, vinieron á obedecer á su hijo por Maes-
tre^ y quedó pacificamente con el Maestradgo.
Como el Maestre Don Juan Pacheco, á cabsa de
su larga enfermedad, no se atrevía á venir á Segó-
via por el largo camino é asperidad de los puertos,
acordó el Rey de pasar á Madrid porque estaría mas
cercano del, para la consultación de los negocios
que de contino ocurrían; donde venido, reposó. E
pasados algunos dias, el Conde de Armefiaqne se
vino huyendo á se poner debazo de su amparo, por-
que el Rey de Francia lo quiso prender é le toma-
ba toda la tierra ; no porque le avia fecho traycion
alguna, salvo que sin su licencia é mandado se avia
casado con la hija del Conde de Fox , Príncipe de
Navarra. E asi venido, el Rey le mandó hacer hon-
rado rescebimiento , é fué muy bien aposentado , é
estuvo allf por algún tiempo , hasta que el Rey de
Francia lo envió á llamar á trato del Cardonal Atra-
batensis. El qual sobre grandes seguridades que le
dio por parte del Rey de Francia , é partida con él
la Hostia del Corpus ChrisU, lo mataron á puff ala-
das muy crudamente; pero al Cardenal que tan
grand insulto consintió, no le dezó Dios sin pena,
quo después se quemó de fuego salvage sin reme-
dio alguno ni cura que le pudiese prestar sanidad;
é asi murió mas desesperado que con devoción,
aunque tardó algún tiempo. Después que él Maes-
tre de Sanctiago se sintió mas convalescido, aun-
que avia quedado quartanario, hfzose traer en an-
das á Madrid, donde el Rey en persona con los per-
lados, é caballeros de su Corte, lo salió á resoebir
oon mayor solenidad que si fuera otro alguno su
ig^al. I O singular é maravillosa grandeza de Dios,
alto, poderoso, infinito I iquán altos son tus miste-
ríos I tquán oscuros tus juicios I ¡qnán profundos
tus secretos! Al que fue desonrador de su Rey ; al
que oon tantos vituperios lo amenguó ; al que oon
tantas deshonestidades lo persiguió, ¿ cómo, Sefior,
consientes y te plasoe que con tanta honra lo res-
dba su Rey, por él ofendido, con tanta obediencia
salga el Sefior á su siervo, y el hacedor á su hechu-
ra ? Entretanto que el Maestre convalescia de su
quartana, siempre el Rey con toda su Corte estu-
vieron en Madrid hasta que fué libre; pero todos
los negocios del Reyno se despachaban por su ma-
no. En este medio tiempo que él asi convalescia, '
aconteció que Luis de la Cerda, Alcayde de Esca-
lona, al tiempo de las turbaciones del Reyno, se re-
beló oon la fortaleza é con la villa contra el. Rey
por la parte de los tiranos, y estuvo siempre só
aquella rebelión. E puesto que muerto el Príncipe
Don Alonso , todos los Perlados é caballeros vinie-
ron á la obediencia del Rey, él jamas quiso venir,
temiendo que le quitarían la tenencia. Pero como
era mortal , é avia de entrar por el camino estrecho
de la carne humana, adolesdó de una grave enfer-
medad, de que muríó; y estando asi, de que cooos-
I ció su muerte, mandó á todos los suyos que entre-
196
gasen la fortaleza ó la villa al Bey rin detenimien-
to alguno. Entonces loe suyoa obedeeoiendo aa man-
dado como bnonoe seryidorea, acabado de enterrar
á BU aefior, enviaron á decir al Eiej que vinieae á
tomar su fortaleza é la villa de Escalona, de que el
Bey fué muy alegre ó plaaoentero , porque quería
aquel lugar para su deporte é recreación ; pero su
plascer luego se tornó en doblado enojo ; ca como
el Maestre Don Juan Paobeco supo de la muerto
de Luis de la Oerda, y que los suyos querían entre-
gar la viUa é fortaleza al Bey, envióle suplicar le
hiciese merced della. E quanto quiera que el Bey
dio algunas legítimas excusaciones porque no la
debia dar ni agenar, en fin la importunidad del
Maestre fue tanta, que contra su grado se la dio y
mandó dar y entregar. B porque aquelloe que den-
tro estaban dixeron que no la avian de dar 6 otro
ninguno, salvo á la persona del Bey, el Maestre lo
hizo que fuese luego á mas andar á Escalona, don-
de llegado, fué rescebido , y asi la entregó al Al-
cayde que el Maestre envió. En aqueste medio
tiempo fálleselo Don Pedro Hernández de Yelasco,
Conde de Haro, ó subcedió en el sefiorio Don Pedro
de Velasco, su hijo mayor. Aqueste Conde fué el
que en aquestos tiempos se halló vivir é morir mas
catholicamente como verdadero cristiano é con mas
honrada fama de varón temeroso de Dios que nin-
gún caballero ni señor de todas las Espafias; por-
que retraydo de la Corte, y de todas la vanidades
del mundo en una villa suya, que se dice Medina
de Pumar, hizo un Monesterío encerrado do mon-
jas generosas, donde puso tres hijas suyas, é hizo
un hospital para doce hidalgos que viviesen en po-
breza, donde fuesen sustentados honrosamente ; y
dotó el monesterío y el hospital en grand abundan-
cia; hizo asimesmo una capilla, i donde puso sus
antepasados, y él se enterró. Y no solamente aques-
to, mas antes que muriese, hizo el descargo de su
conciencia en suma de mas de quince quentos, que
de muy pocos ó de ninguno se podría descir lo se-
mejante. Asi que podemos descir por él que dexó
perdurable memoria para certidumbre de su salva-
ción, é que mayor envidia deben de aver los nobles
de su fin que do su estado que dexó. En pos do
aquesto subcedió que el Conde de Benavente estan-
do en algunas diferencias con el Conde de Lemos
é con el Vizconde de Bazan, el Conde de Luna, que-
riéndolos conformar é poner en paz, trató vistas
entre ellos, para que se juntasen en la villa de Vi-
Ualpando. Donde convenidos, el Conde de Benaven-
te prendió al Vizconde de Bazan, é preso, mandó-
lo llevar á la fortaleza de Benavente. Luego sin
dilación fué con grand gente é puso cerco sobre
Matilla, una villa que era del Conde de Lemos, é la
tomó. E porque los antepasados del Conde de Be-
navente avian usurpado , é tenian injustamente los
Barrios de Salas, que eran de la Iglesia y Obispado
de Astorga, á cuya cabsa estaban puestas graves
censuras contra todos ellos, él queriendo ser obe-
diente á la Iglesia, se desapoderó de todos ellos, y
los entregó á Don Qarcia do Toledo, que por en-
CBÓNIOAS DE LOS BEYES DE ÓAfirTILLA.
toncos era Obispo de Astorga, y fué absuelto de la
descomunión papal que sobre aquesta cabsa estaba
puesta. En aqueste medio tiempo subcedió que co-
mo el Arzobispo de Toledo se mostraba muy si-
niestro al servicio del Bey, y en aquello inaistieae,
un Capitán muy acepto al servicio del Bey, qne se
decia Christobal Bermudes, vista la poca obedien-
cia que mostraba contra el Bey, fué con la gente
de su capitanía, Ó combatió la fortaleza de Canales,
que es de! Arzobispo de Toledo, é iomóla por com-
bate, de que el Bey fue muy contento, é lo tovo en
servicio ; pero el ' Arzobispo ovo tan grand senti-
miento, quanto si otra mayor injuria le fuera fecha;
en tal manera, que de allí se siguieron asas escán-
dalos é robos é males de cada parte por el Beyno
de Toledo. Pasados algunos días después qne el
Maestre fué convalescido, f ué^aoordado entre el Bey
y él que pues avia dado su palabra Beal al Conde
de Plasencia de le facer equivalencia por la oibdad
de Truxitlo, que le hiciese merced de la villa de
Arévalo con título de Duque ; é asi fecha la merced
é oonfirmándogela, lo hizo Duque de Arévalo, aun-
que la villa era de la B^na Dofia Isabel , mnger
que fué del Bey Don Juan de gloriosa memoria,
padre del Bey. £ porque al tiempo que los tiranos
alzaron por Bey al Principe Don Alonso, quando lo
truxeron allí, se la empefiaron por ciertos quentoe
de moneda, Ó la tenia en prendas de lo que avia
prestado, el Bey le hizo merced della. Esto en
alguna manera paresció cosa de mal enxemplo, por-
que desheredar á las viudas , mas fué querer hacer
fuerza, que usar do franqueza. De lo qual la Prin-
cesa Dofia Isabel, como hija, ovo grand sentimiento,
puesto que por estonces no lo pudo remediar.
•
CAPÍTULO CXLHL
Gomo el Rey te partió de Utdrid pan SegOTia, é délas cosas qae
SQbcedieron.
Después que el Maestre fué libre de la quartana,
fué acordado que el Bey se fuese á Segovia, donde
páresela tener algún descanso, asi por la salud del
Maestre, como porque él lo descuidaba de los nego-
cios que subcedian é ocurrian ; por manera, que sin
empacho se pedia andar por los montes, y estar en
sus bosques á su plascer. Pasados algunos dias des-
pués que estaban en Segovia, el Maestre entregó el
Alcázar al Bey, y fué dada la tenencia del al Ma^
yordouio Andrea de Cabrera. En este medio tiempo
vino allí el nuevo Conde de Ilaro á hacer reveren-
cia al Bey, donde fue rescebido con mucho amor,
y tratado con grand honra, asi por el Bey como por
los sefiores de la Corte. E como por estonces avia
grandes males de bandos é questiones en las pro-
vincias de Guipúzcoa y de Vizcaya, acordó el Bey
de enviar allí oon grandes poderes de Virrey al
nuevo Conde de Haro, asi porque estaba muy ve-
cino dellos, como por ser el mayor é mas poderoso
de aquellas comarcas y porque era caballero pru-
dente é muy cuerdo. El qual obedesciendo lo que
asi le era mandado por su Bey , fuélo á cumplir y
DON ENRIQUE CUARTO.
197
ponerlo por obrii, y entró may poderosamente, ee-
gund qne para tal caso convonia. Donde entrado, é
obedeeoido por entrambas provinoias, fecha sa pea-
qnlsa con grand diligencia, halló que Pedro de Aven-
dafio ó Jnan Alonso de Moxica con algunos pa-
rientes é Taledores suyos eran cabeza de bandos, á
cuya cabsa se seguían muchos escándalos é muer-
tes y robos 'é males que de contino se hadan. B
así administrando justicia, vistos los insultos que
por ellos se reoresoian, mandó por su sentencia que
Pedro de Arendafio, é Juan Alonso de Moxica sa-
liesen desterrados fuera de ambas provincias, é no
tomasen á ellas fasta que fuese la voluntad del
Rey, é que para tomar les fuese dada expresa licen-
da de su Alteza, so pena de la vida, é de perder
sus hadendas, si lo oontrario hiciesen* E después
de justidados muchos ladrones é malhechores, que-
dó la tierra en grand paz é sosiego, si el diablo no
tomara á sembrar su discordia y á tender las redes
de BUS escándalos , para lo que después subcedió,
segund que addante será recontado. El Maestre
Don Juan Pacheoo que tenia enagenada la su villa
de Montalvan en poder del Ck>nde de Alva desde la
batalla de Olmedo, quando se la entregó en pren-
das de los vasallos que él y los otros thranos le
prometieron, para que rompiendo su f ee tantas ve-
oes dada, dexase al Rey, é se pasase á ellos, traba-
xaba oon el Oonde, que gela tomase. Pero d Oonde
nunca quiso desapoderarse de día, antes requería
al Maestre cumpliese con él lo que mas principal-
mente que los otros le avia prometido, y que en otra
manera no la entendía de dexar. E quanto quier
que el Maestre traía sus rodeos , disdendo no ser
obligado á cumplir aquella promesa, nunca el Oon-
de de Alva quiso dexar la villa. Estonces el Maes-
ore acordó que el Oonde se viniese á ver coq él é
oon el Arzobispo de Sevilla á Banct Pablo de la Mo-
raleja. Donde convenidos, and para concluir su de-
bate, como para dar algún medio de paz en el Rey-
no, el Almirante Don Fadriqüe les envió esta car-
ta ngoiente:
• Sefiores amigos, enemigos de Dios y de Oasti-
lUa : vosotros y nosotros ¿por qué querds que de-
nnos mal enzemplo de todos los que agora vivimos
»y estados tenemos, que para siempre perdamos
»las almas, y en las Oorónicas las famas ; que en
» nuestro tiempo se sufra tal destradon , que es peor
»que la de Don Rodrigo; que por las cobdidas é
»omedllos seoretos y públicos sea destraida la mas
«honrada fama de Rey é de caballeros que en Rey-
» nos de Ohristianos solia é pudo aver ? Ta todo lo
t pasado era tolerable, aunque vergonzoso é dafio-
• so ; porque los prídoneros de las guerras se daban
«sobre las jfoes , y era toda la guerra entre parien-
» tes é amigos ; é asi los oabsadores como los defen-
» sores oon sola la lengua é conodmiento unos á
tetros se soltaban ; los vencidos ó presos é los von-
» oedores se doUan del trabajo de los otros. Mas ago-
» ra los enemigos de Dios é de nuestra sancta Ley
s metidos por pardales en estos Reynos, se glorifl-
» oan ad vencidos como vencedores en ver la san-
ftgro de los Ohristianos derramada, é los hombres,
• mugeresy niftos captivos ; los qnales dan vocea
» ante Dios y el mundo por las susodiohas cosas, é '
ft por otras que qmero odiar. Por lo qual me pareoe
» que la vergftenza de lo pasado y la f ee de lo pre-
ft senté é por venir nos debrian de cerrar los corazo-
ft nes á la cobdida, é abrirlos á la conciencia, para
» que dexados nuestros particulares provechos, en-
% tendamos todos en el bien oomun y paz de estos
A Reynos. Por ende , Sefiores , pues agora yo he sa-
A bido que vosotros todos tres tenéis la péñola dd
» Rey nuestro Sefior en vuestras manos, é ahí vos
» juntáis , y estos muy esclarecidos Principes se jun-
»tan en Duefias con d muy reverendo SeAor el Ar-
« zobispo de Toledo é oon otros Grandes que allí
«seremos, plégavos por solo el servido de Dios y.
n por la honra de todos los que agora vivimos, de
1 dar orden como se dé un lugar, dó todos nos po-
» damos ayuntar , para que se dé entre todos td f or-
ama, que no pasen los mdes adelante; que harto
» es de mala ventura entre tantos debdos é parien-
I tes tan cercanos no aver de hallar quien tenga esta
Dsdvaguarda, pues que entre moros y Ohristianos,
0 personas de quien se puede fiar , hallarse suelen.
1 E paréceme que seria bien dar tal orden , que es-
1 tandp todos alli ayuntados, y en manos del mejor
0 clérigo ó fraile que á vosotros paresdede, é aver-
»se pudiese, puesto el cuerpo de Ohristo delante, y
» él revestido, tomase á todos los que alli estuvié- •
9 sernos juramento que aquesto que seguimos , que
• creemos ser verdad quanto á Dios é d mundo i\
» todo nuestro creer é saber , é lo seguiremos sin
• otra alguna pasión, amor ni interese. Para esta
» cónclave deben ser llamados todos los Grandes del
9 Reyno que quieran venir, é si esto no quisieren '
• jurar, juren de seguir lo que seguiéremos los que
• juráremos. E porque ad oreo podría ser remediado
» este fuego inf emal como en este Reyno está en-
• oendido , con esto me descargo ante Dios é ante
• todos vosotros, é vos pido por merced ésta mos-
• treis al Rey nuestro Sefior, porque vea y conozca
• nú deseo. Al qual no escribo, porque sé que no
j^aproveoharia, como en las otras cosas pasadas
• hasta aquí , que vosotros los Grandes é yo le ave*
• mes escripto. Nuestro Sefior vuestras personas y
• estados conserve é acreciente. De la mi viUa de
• Valdonebro á quatro de Noviembre. El Almi-
• rante. o
Ley da su carta , no curaron de le responder por
estonces , porque el Maestre y el Arzobispo de Se-
villa noestaban de aquel propósito que el Almiran*
te queria, mas eran de contraria opinión, y sola-
mente procuraron de se concordar con el Oonde <^o
Alva, para lo que eran allí venidos. E como el
Maestre era tan astuto, que á todas las diferendas
sabia dar remedio , sefialadamente á las de su inte-
reso , concertó oon el Oondo do Alva, que pues él
tenia la cibdad de Ooria, y el Maestre de Alcántara
y el Oonde de Ooria su hermano eran muertos, qoo
él se la haria dar é confirmar de juro, oon que le
haría dar título de Duque de Alva,' é Marqués de
198
Oorí* é Gonde del B«rcO| oondicionalmente que lue-
go dexase á Montalyan y i U Poente del Anobis-
po. Lo qiuü el Oonde de Alva aceptó de buen gra-
do, porque au deeeo era de acrocentar bu estado, é
subir en títulos de tanta dignidad é honra , y asi el
Maestre, haciendo liberal franquesa de lo del Bey,
recobró su Tilla, y envió las provisiones al Bey
para que las firmase, él qnal, puesto que le desplu-
go , no lo oontradixo , antes luego las firmó é despa^
chó. Dadas las provisiones al Oonde do Alva, en-
tregó á Montalvan é dexó la Puente del Arzobispo,
é de alli adelante se intituló Duque de Alva é Mar-
qués de Ooría , é Gonde del Barco. B despedidos con
-mucho amor, el nuevo Duque de Alva se volvió á
su tierra , y el Maestre y el Arsobispo á Segovia.
Donde llegados , vino al Bey el Licenciado de Al-
calá por parte del Arzobispo de Toledo con una car-
ta de creencia, que descia :
aLo que vos el Licenciado de Alcalá aveis de des-
leír de nuestra parte al Bey nuestro Seftor, es lo si-
sgniente: Primeramente, después de besadas sus Bes-
óles manos en nuestro nombre , diréis á su Altesa
»que ya sabe los grandes escándalos que en estos
ttBeynos se han levantado de siete aftos é esta parte
ȇ cabsa de la subcesion de ellos. E como quiera que
nías opiniones de los unos ó de los otros en el princi-
iipio es de creer que fuesen fundadas sobre justo zo-
ilo, bien se puede descir que al medio ni al fin no
>han conseguido, ni consiguen con el comienzo, se-
Dgun los grandísimos malos é dallos , é destruioiones
nque se han seguido do cada día, é so continúan. E
oque á su Merced es manifiesto el estado'en que se ha
apuesto su Beal dignidad , é como estos sus Beynos
»están en total perdición por falta de justicia, que
sen ellos no hay alguna , salvo aquella que la nece-
>BÍdad ha puesto y pone en algunos pueblos, añu-
sque pocos ; y en las otras partes parece que no hay
votio derecho salvo la fuerza. Asimismo ve su Alte-
>za un intolerable dafio que se ha seguido é sigue de
sla moneda, el qual ha traido é trae tan g^and con-
sfusion , que bastarla para destruir un Beyno muy
»sano, quanto mas uno tan quebrantado como este,
iiy tan lleno de miserias é afliciones, é tan mengua-
ndo de todas las cosas convenibles al sostenimiento
»de la república. Asimismo, que bien ve su Merced
slas guerras particulares que al presente hay entre
SBUS naturales en las montañas, en las Asturias, en
»Qalicia , en Estremadura , en Sevilla, en Córdoba y
ven otras partes de menor calidad ; en las quales ha
savido tanta efusión de sangre, é tantos robos é tan-
ates quemas, que si huviese seido en los tiempos
opasados, sería dolor de lo oir , quanto mas de lo ver
>los que lo vemos por los ojos, veyendo en estas tur-
obaciones levantarse hombres de sendas lanzas , é
j»con latrocinios y robos llegar á tener ciento é dos-
Ycientas , é sostenellas con el sudor de los misera-
sbles, comiendo sobre aquellos los tales robadores,
scomo sejhiso en Francia en tiempo de sus devisio-
snes. E diréis á su Seftoría que todos estos males en
salguna manera serian reparables por tiempo , ex-
icepto las muertes ¡ porque si se toman fortalezas ó
OBÓNIOAS DE LOS BEYES DE OAfifTILLA.
•villas, ó otras oosas de unas partes á otras , todo se
»queda en sus Beynos, y en poder de sus naturales;
>empero las muertes que de cada dia subceden , no
>hay remedio ; y aun esto es mayor mal, por lo que
sagora parece que se comienza, entrando los moros
yenemigos de nuestra santa Fé poderosamente , ha-
»dendo las crueldades é males que se hacen, matan-
ido, é quemando é destruyendo sus tierras; que
saquesto parece un mal irreparable , según la f amia
ssnena del esfuerzo de este Bey de Granada, é la en-
otrada que agora hizo á dó ha muy grandes tiempos
»que moros no llegaron; é si agora no se lee pone al-
sguna resistencia , segund las contiendas que están
sen el Andalucía, mucho se debe do temer el perdi-
imiento de aquella tierra , é aun mas adelante por
sloe aparejos que parece que hay para ello, é mas por
slos grandes pecados de todos. Y diréis que como
>nos seamos constituidos en esta dignidad , que es la
smayor de estos Beynos, y llegados en tal edad, que
•por estas cosas somos mas obligados á procurar el
>servicio de Dios y el bien oomun que otro ninguno,
»ó instimulados de estos grandísimos males é daftos
•que vemos acrecentar, é de los que se nos figuran
sqne entre ellos pueden venir, si nuestro Seftor Dios
sno lo remedia, é nosotros todos no lo remediamos
>é no nos ayudamos mejor que fasta aqui, acorda-
smos de vos enviar á su Altesa por descargo nuestro
»á le suplicar é requerir con Dios nuestro Seftor, que
»pues se muestra todo esto resultar del debate do
>esta subcesion (porque durante esto, no parece que
su Seftoría puede asi remediarlo, porque lo que una
»parte dice, la otra lo niega); que á su Beal Seftoría
splega por servicio de Dios, é por facer bien é mer-
eced á estos Beynos suyos , é por el bien universal
»de aquellos que en esto se entienda. E diréis que el
»parescer nuestro queremos desoír asi como uno de
>los principales de sus Beynos según somos obliga-
»dos, BÓ pena de caer en malcaso; el qual seria, ásu
>Seftoria plasciendo, que se toviese esta forma : que
•su Alteza permitiese é mandase que nos ayuntase-
>mo8 en alguna parte convenible los Perlados é Gran-
ados de sus Beynos , en especial los que sean mas
^cercanos , para prestamente se poder juntar, y que
oá mi ver podríamos ser estos que se siguen : De los
•caballeros: el Maestre de Sanotiago, el Duque de
•Arévalo, el Marqués de Santillana, el Duque de Al-
•burquerque , y el Gonde de Uaro, y él Duque de
•Alva , y el Gonde de Benavente , y el Gonde de Tre-
>vifto y el Almirante. De los Perlados: Micer Biano-
•rio. Nuncio Apostólico, el Ansobispo de Sevilla, el
•Obispo de SigQenza , el de Burgos , el de Gória y
>nos, é otros algunos , si para esto pudiesen oonve-
•nir, como dicho es; por manera que fuésemos en
•número nones. E para este ayuntamiento, por las
•diferencias que hay entre algunos de éstos, oviese
•algunas seguridades entre nosotros, para nos guar-
»dar durante aquel. B juntos jurásemos en el sepul-
»cro de Sanct Vicente de Avila sobre la Hostia con-
•sagrada en manos de un Preste de dar aquel medio
•en aqueste fecho qual nos pareciese ser cumplidero
•al servicio de Dios é suyo, y á la paz, é sosiego é
DON BNRIQUB OUABTO.
•buena gobemaoion de estos sos Reynos é selioríos,
>é sosteoitnieiito de su esUdo Real; ea grand Ter-
igftenza é dafio es de todos sos naturales que siendo
sel naestro Sefior é Rey, tenga las necesidades ó po-
ico poder é desabtoiizamiento que su Meroed tiene;
»que los oeptrcs Reales acompallados quieren ser de
omoderadas riqnesas é poderío, con que puedan sa-
stísfaoer los servidos, é castígar los maleficios. E
lasimismo para dar orden en todos los otros daftos
Mobrediohos, é príncipalmento en lo de la moneda,
>7 en lo de la resistenda de los Moros enemigos de
muestra santa Fé ; que grand oprobio debe ser 7 es
ȇ la noblesa castollana que los comarcanos pasen
slos msres á conquistar tan grand muchedumbre de
imoros, 7 que setos pocos que tenemos aquende del
»agna no solamente se nos defiendan, mas nos en-
stren á tomar la tierra. E que dsstos, que ansí nos
sjuntáremos, se conformen lo menos con la detor-
sminacion de los mas , 7 que á su Altesa plega de
vestar al consejo de estos. E nos procuraremos que
>asi mssmo hagan los Seffores Príndpee; 7 placerá
ȇ nuestro Sefior , que usando de su acostumbrada
imisericordia, alumbrará á todos, para que hallemos
sentero saneamiento para agora é para de aquí ade-
»lante ; que 7a se hall6 en otros tiempos por permi-
vsion de Dios en otros tan grandes debates; el qual
»no tiene agora menos poder que solía , si nosotros
»áél nos encomendásemos. Y quando entero sanea-
umiento no se hallase, no podría ser que algún mo-
ldo no se diese porque en la vida su7a dorante no
loviese sobre que debatir, 7 el debate se suspendió-
»se , 7 los Resmos se padflcasen 7 gobernasen , por
imanara que Dios fuese serrido, 7 su Sefioría tenido
16 acatado como es raaon, é los enemigos de nuee-
itra sante Fé resistidos 7 aun molestados. Por tanto
idiréis que una 7 muchas yeces amonestamos é tor-
mamos á suplicar á su Altesa que quiera Tolver los
lojos de la discredon que Dios le di6, sobre estos
iRe7nos que le encomendó, é poner alguna meled-
sna sobre tan grandes llagas como en ellos ha7.
iPara todo lo qual podréis de nuestra parte certificar
»á su Real Sefioría que hallará toda nuestra persona
lé cssa dispuesto, 7 que ninguna cosa que á nos sea
ipodble de hacer, nos será graTo. B que de esto, que
. icon Terdadero selo dd bien común 7 de toda pa-
ssion é interese particular despojados suplicamos é
saoonsejamos á su Real Sefioría, como somos obll*
igados segün las le7es, hacemos testigos á nuestro
iSefior Dios en los cielos, é á su Sefioría é á todos
líos que lo supieren en la tierra, para descargo de
muestra condenda é honra de la flaldad que le de-
abemos.» Viste esta creienda é leida por el Rey, res-
pondió al Licenciado, é díxole : tDeoid al Anobispo
ique 70 le agradesco su buena voluntad, é que plas-
iciendo á Dios , en todo lo que él envia á desoír por
»su creenda , se dará presto tel modo 7 orden qual
lél Terá.1 Aquesto desda el Re7, porque 7a espera-
ba el embazador de Frauda.
199
OAPÍTÜLO OXLIV.
Oe como ei Prfadpe de Ang ob y U SeSora Prin«eta Dolía Isa.
M, siBtteado ia noveéaé qna qserit hacer el Ref , le escribie-
ron la carta slfiiente.
El Príncipe Don Femando, 7 la Princesa Dofii
Isabd, ▼e7endo que siempre el Re7 mostraba eno-
jo contra ellos, aunque honestemento lo disimula-
ban, é que ninguna respuesto por esoripto les daba
las otrss Teces que le avian esoripto 7 enriado su
embaxada, ñutiendo el desposorio que quería ha-
cer de la hija con el Duque de Quiana é tomarla á
hacer heredera si le aproveohára , acordaron de le
escribir otraoarte en la forma siguiento :
aMu7 alto, é mu7 poderoso Príncipe, Re7 é Se-
fior. Ta Tuestra Sefioría sabe como en d mes de
Octubre dd afio pasado ovimos enviado á vuestra
Alteza nuestras cartas con Mosen Pero Vaca é Die-
go de Ribera é Luis de Atiensa con cierta creen-
da por esoripto. La qual en efecto contonia : pri-
meramente facer saber á vuestra merced el cesa-
miento nuestro, é la razonable cabsa porque para
ello no se avia atendido el mandado, consejo é
consentimiento de vuestra Real Sefioría; é des-
pués de aquesto certificado , avene aquello fecho
con puro respecto del servido vuestro, é no
con otro fin que á aqud fuese contrario , é pidien-
do por merced á vuestra Altesa, que d por esto se
aver fecho ansí, oviese ávido algund desgrado,
quisiese, por nos facer merced, de postpondlo ; su-
plicándole que nos rescebiese por verdaderos hijos
é servidores, ofreciéndole nuestra obediencia 7
servicio lo mas acatada é humildemente que pu-
dimos con of redmiento de sufidentes é determi-
nadas seguridades, para lo demostrar por obra, se-
gund que mas por estenso en la dicha creencia se
contenía. Aquesto embazada vuestra Real Sefioría
resoebió é 076 mu7 gradosamente, é nos respon-
dió que como viniesen á vuestra Oorto algunos
Ghrandes destos vuestros Re7nos que esperaba,
que estonces entonderia en dio é nos respondería.
La qual respuesta, mu7 poderoso Sefior, de día en
día avernos atendido con la pas é sodego é obe-
diencia que vuestra merced ha visto. B aun en es-
to comedio aprobando por la obra , avemos dado
orden, rogando á esta vuestra mu7 noble villa de
Valladolid é á las otras oibdades 7 villas 7 tierras
que no estaban á vuestra obediencia, que en ella
se pongan ; é d otra cosa nos quedase de facer,
para mostrar el amor , é fidelidad é deseo que te-
nemos á vuestro servido, prestos estamos, para lo
B cumplir. B, niu7 ezcdento Sefior, 7a pasados son
cerca de quatro meses que vuestra Sefioría no nos
ha respondido, é agora por muchas partes avemos
sido avisados que en lugar de aceptar nuestra su-
plicación justa, por algunos rodeos é maneras mu7
poco cumplideras á vuestro servido, é á la pas é
sodego de vuestros Rotscs, se procuran de metor
gentes estrangeras á esta vuestra nadon mu7 odio-
sas, é faoen otros movimientos contra nosotros, é
200
OBÓNIGAS DB LOB RETES DE OASTILLáu
• oonira la derecha é legítima saboedon i noa per-
•tenesoiente. Lo qaal yuestra Alteaa de sa libre
•Tolantad, asando de rason ó jostioia, i mi la Prin-
» oeea en pública plasa, estando en TneBtro poder, en
»las ventas de Guisando en presencia del Delegado
•de nuestro mny Sancto Padre, é con su abtoridad,
% aquello mesmo biso jurar i los muy Beverendos
» en Ghristo Padres, Arsobispos de Toledo é de Se-
% villa, 7 al Maestre de Sanctiago, y donde de Pla-
«sencia, ó Obispo de Burgos, é de Coria, é de otros
» Duques ó Condes que á la saaon allí se juntaron. E
ft después en la villa de Ocafia por mandamiento de
» vuestra Seftoria, é otros muchos Perlados ó Pro-
1 curadores de las cibdades é villas de estos vues-
• tros Reynos lo juraron, segnnd que vuestra Sefto-
• ría bien sabe, é á todos es notorio. B, mny ex-
• célente Beftor, porque nosotros todavía estamos ó
ipennanescemoe en él deseo que vos enviamos á
•desdr que tenemos de vos servir, acatar y obedes-
1 cer como á Bey ó Beftor é Padre verdadero, de lo
' squal queremos dar cuenta á Dios nuestro Sefior en
• los cielos, que es el verdadero sabidor de las in-
•tenciones publicase secretas, éá vuestros natura-
viesen la tierra, y aun á los estrafios, acordamos de
• escribir esta presente carta i vuestra Merced ; á
• la qual por ella con reverencia de hijos y servido*
• res suplicamos quiera acebtar la nuestra primera
• justa suplicación; é acobtando aquella, rosciba
• nuestra obediencia 6 servicio ; ó postponiondo todos
•los otros enojos é desgrados por servicio de Dios
• nuestro Seftor, é por la pacificación de estos vues-
• tros Reynos é sefioríos, é por hacer merced á noe-
f otros, cuya voluntad nunca f uó ni será, á vuestra
• Seftoria plasdendo, de vos enojar, ni deservir. B
• si por ventura, muy excelente Seftor, á vuestra Al-
•tesa no le placerá hacer esto, asi graciosamente
•como lo pedimos, suplicámosle lo que de justicia
• no nos puede denegar; es á saber, que antes que
• los tales rigores se comiencen , loe quales serán
• malos de atajar después de comenzados, y de ellos
• se podrían seguir grandes ofensas á Dios, y da-
•ftos irreparables de estos vuestros Reynos, y aún
•oreemos que se extenderían á muy grand parte de
•laChrístiandad, que á vuestra merced plega do
•nos oir é mandar guardar nuestra justicia, en os-
•ta manera : que vuestra Alteea venga en plascerlo
•que á quatro grandes de vuestros Reynos, que á
•las partes sean fieles, sea entregada una villa con
•las solenidades que se requieren para en tal caso,
•á dó á BU salvaguarda vuestra Alteaa, é los per-
• lados é grandes de vuestros Reynos puedan venir,
•á los quales vuestra merced mande llamar ; é asi-
• mismo nosotros y aquellos que nos siguen poda-
•mos ir ; y allí vuestra Sefioría mande llegar los
• Procuradores de las cibdades ó villas, ó los prín-
• cipales Religiosos en vida y en letras de todas
• las Ordenes de vuestros Rejmos, los quales oygan
• lo que vuestra merced les querrá desoír, ó asimis-
• mo lo que nosotros diremos, é quiera estar á la
•determinaoion de ellos, 6 de la mayor parte de ellos
•sobre solene juramento que hagan de determinar
lo que les pareciere mas justo. A la qual determi-
naoion nosotros por servicio de Dios é vuestro, é
por evitar grandísimos males oomo de la rotura,
si se comensase, se podríip seguir, desde agora
nos ofrecemos, é proferímos de estar obedientei^
sin poner á ello ninguna oontradioion. E porque
pocas veces los muchos se acordaron en una oosa,
si entre en los susodichos oviere alguna diferen-
cia en la determinación , á vuestra Altesa pías*
ciendo, plasoerá á nosotros que quatro religiosos
ó mayores perlados de las Ordenes de* Sancto Do-
mingo, y Sanct Francisco, y Sanct Gerónimo, é
de la Oartuxa en estos vuestros Rejmos entiendan
en las tales diferencias , é las i^jen como en sus
conciencias vieren y entendieren ser mas cumpli-
dero al servicio de Dios, y á la pas universal de
estos vuestros Reynos ; á la determinación de los
quales asimismo ayamos de estar só cargo del di-
cho juramento que prímero hagan. Por ende, muy
poderoso Seftor, pues tan llanamente nos ofrece-
mos, ó nos sometemos al juicio y justicia de vues-
tros naturales, suplicamos á vuestra Real Seftoria^
6 si menester es, le requerimos con aquel Dios po-.
deroso que suele ser y es justo jues entre los em-
peradores, ó reyes ó grandes seftores, que no nos
quiera negar aquesto que le suplicamos, y que al
menor de vuestros Reynos negar no se puede ni
debe. Lo qual una ó muclias voces tornamos á su-
plicar ó requerir á vuestra Seftoria con quanta ins-
tancia podemos, ó reverencia debemos. IjO qual
entendemos publicar en vuestros Reynos é fuera
de ellos ; porque si esto asi no se resoibiere, y en
la defensa de nuestra justicia hiciéremos aquello
que á todos es permitido por los derechos divinos
ó humanos , seamos sin cargo quanto á Dios é
qnanto al mundo. B de esto suplicamos á vuestra
Seftoria ayamos luego la determinada voluntad ó
respuesta, o
Rescebida esta carta é loida por el Rey, oomo ya
estaba determinado de poner en obra lo que des-
pués se hizo contra la Princesa su hermana, aunque
aprovechó poco , segund lo que dispuso la divinal
Providencia en favor de ella , quando los días del
Rey fueron cumplidos, ó pasó de esta vida» res-
pondió mas tibiamente que las otras veces, dis-
ciendo que lo voria con los de su Consejo, y les man-
darla responder.
CAPÍTULO CXLV.
Como el Rey cod toda sh Corte te fu¿ A H ediae del Campo, ¿ alli
fino la embalada de Fnncla aobre el easamlenlo de aa hija, é
de lo qoe aibcedid por el Reyno. *
Pasados algunos días que el Rey estuvo en Segó-
via, mas á su grado que á provecho del Reyno, su-
po como venia la embazada do Francia; é fué acor-
dado que él fuese á Medina dol Campo á recebilla,
porque traya la conclusión del casamiento del Du-
que de Quiana para su hija. B asi acordado, mandó
que toda la gente de la Corte se fuesen derecha-
mente á aposentar en Medina del Campo , y el Rey
DON ENRIQUE CUARTO. 201
con el Maestre de Sancliago y el Obispo de Siguen- I Ponce de León, hermano bastardo del Conde de
Ba se faeron á la villa de Coca i holgar con el Ar- Aróos Don Rodrigo Ponce, oomo capitán de la Con-
sobispo de Sevilla, donde estuvieron seis dias, res- desa de Medellin, llevaba dos hijas soyas dende
dbiendo fiestas ; 6 dende allí se faeron á Medina, é
oon ellos el Arzobispo de Sevilla. Donde llegados,
vinieron machos de los grandes del Reyno , asi per-
lados como caballeros. Verdad es que todos ellos es-,
taban ganosos de pas é sosiego, aanqae desconten-
tos del Maestre de Santiago, porque velan qaan so-
jnsgado tenia al Rey oon poca honra ; poro los mas
de ellos estaban aficionados á la Princesa Dofia
Isabel, é no sin cabsá ; ca bien sabian el deshonesto
vivir de la Reyna Dofia Jnana, por donde sospechan-
do, afirmaban qae aquella hija mas fuese agena
que del Rey. Estando el Rey asi en Medina del
Campo aoompafiado de muchos perlados é caballe-
ros llegó la embazada de Francia , en que venian
personas sdialadas, conviene á sabor : cí Cardenal
Atrabatensis y el Seftor de Torsi en nombre del
Rey ; y el Conde de Bolonia y el Sefior de Mani-
oomi por parte del Duque de Galana oon grandes
poderes suyos, para desposarse en su nombre con lá
hija del Rey. Aquesta embazada fué resoebida muy
honradamente, asi por los sefiores de la Corte que
salieron á la rescebir al camino , oomo por el Rey,
quando le entraron á facer reverenoia, que con mu-
cho amor les habló, mostrando grand plasoer con
BU venida. Y asi rescebidos y aposentados , dende
á tres dias el Cardenal é los otros embazadores vi-
nieron al palacio del Rey , é entrados en una sala
ante su Real presencia, estando presentes los per-
lados é oaballeros de su Corte, el Cardenal propuso,
dlsoiendo que oomo el Rey de Francia toviese mu-
cho amor con él, y lo quisiese como á hermano,
confederado é aliado, queriendo que aquella her-
mandad fuese mas firme é durable, enviaba á él é á
los otros cabaUeros que con él venian á su Alteza,
para contratar con su Alteza el casamiento del Du-
que de Guiana su hermano con la sefiora Dofia Jua-
na su hija ; é aquí disparó algunas palabras contra
la Princesa Dofta Isabel, tales, que por su desmensu-
ra, son mas dignas de silencio que de escriptura ; é
asi concluyendo, dizo que pues el Rey de Francia
enviaba á él y aquellos caballeros que oon él ve-
nian sobre aquel negocio de parte de su Rey , ro-
gaban á su Real Magostad lo quisiese aceptar, é
aceptado, les mandase dar personas fiables á su ser-
vicio, para lo concluir y negociar. Oyda su habla,
el Rey con mucha graciosidad le respondió, que
avia mucho plasoer de la demanda que traian ; por-
que aquello era lo que le. agradaba ; por tanto, que
desde allí nombraba é deputaba el Maestre de
Banotiago, é al Arzobispo de Sevilla é al Obispo
de Siguenza, para que lo contratasen é concluye-
sen. B asi dada la respuesta, el Cardenal é los otros
Embazadores se tomaron á sus aposentamientos ; é
desde alH los Diputados por el Rey comenzaron i
platicar é dar orden en la negociación á ellos enco-
mendada, yendo de contino á hablar con el Carde-
naL Entretanto que así estas cosas pendían ése con-
oertaban, aoaesció en Estremadura que Don Alonso
Toledo, donde se las avia entregado el Conde de
CSfuentes con hasta ciento é oinquenta de á caballo,
ó con él otro capitán del Maestre de Alcántara, que
se llamaba Pedro de Grijalva. T oomo el Maestre
de Alcántara, antes que fuese destruydo, avia pre-
so al Comendador de Lares, pardal é grande amigo
de la sefiora de Benalcazar, que se desoía Dofia El-
vira de Zúfiiga, é la Condesa de Medellin toviese
presos á Nufio Mezia, é otros caballeros, los quales
eran parientes de los Chaves, é de otros oabidleros.
hidalgos de Truzillo, quando Dofia Elvira é los
otros de Truzillo sopieron como aquellos dos capi-
tanes traian aquellas doncellas, é se iban á Guada-
lupe con ellas, allegaron presto grand copia de. gen-
te, asi de á caballo oomo peones , é dando cargo de-
la Capitanía general sobre todas á Don Francisco
de Zúfiiga, hermano de Dofia Elvira, vinieron so-
bre ellos de salto, en tal manera, que no solamente
los hicieron acoger á la villa , é de allí, herido Pe-
dro de Grijalva , ir huyendo , ó puestos en venci-
miento, se retruzeron todos á la iglesia del Mones-
torio no solamente ellos, mas con todas sus besUas,
y f ardage que llevaban : en tal manera, que la igle-
sia por estonces fué mas establo que lugar sagrado;
é á las doncellas oon las duefias que las aoompafia-
ban, metieron los frayles en la claustra del Monee-
torio en una capilla porque allí estuviesen mas ho-
nestamente. Estonces Don Francisco y un caballe-
ro de los mas principales de Truzillo, que so llama-
ba Nufio de Chaves, acordaron de cercar el Mones-
terio y la iglesia con muchas guardas por todas
partes, y quanto quier que los cercados que asi es-
taban dentro, sintieron pena, no fué mucha, por-
que los frayles los provman de comer á ellos é á sus
bestias. Pero oomo los cercadores vieron é conos-
cieron aquello, comenzaron de estrechar el Monee-
terio , quitándoles el agua é las otras provisiones
que les venian y eran necesarias para su manteni-
miento : en tal manera, que también los religiosos
oomo los cercados estaban en asaz trabajo. Visio
aquesto por el prior é frayles, enviaron á grand
priesa dos religiosos al Rey, suplicándole como á
protector suyo, los mandase socorrer y enviar ro-'
medio. Oída su petición por el Rey , é avisado por
los frayles del estrecho en que estaban ellos y el
Monesterio, el Rey ovo mucho enojo , é mandó á
mí oomo á persona del su Consejo, que fuese lu^o
allá á mas andar con grandes poderos, para que en
qualquiera manera que yo mejor pudiese, hiciese le-
vantar el cerco, de tal guisa, que el Monesterio
quedase sin opresión alguna ; lo qual puse luego
por obra, é me partí con los religiosos que avian
venido. E como llegué á la viUa, visto el oerco que
asi estaba de gente armada en tomo de la iglesia,
mándeles de parte del Rey só graves penas, por vir-
tud de los poderes que llevaba, que se arredrasen
bien afuera de la iglesia, los quales obededéndome,
se apartaron. Esto asi fecho, vino é mí Don Fran-
ORÓNIOAS DE LOS BETE8 DE OAOTILLA.
oMoo de Zúftiga, é mostróme una ooDtrataoion que
tenia fecha con Pedro de Qrijalva, que fué allí he-
rido á la entrada del lugar ; en la qnal avia jurado
ó firmado que ai dentro de ciortoa días no le viniese
socorro, so darla á prisión, y que ya el dia sefiala-
do del socorro era pasado, é que ninguno era veni-
do á le ayudar ni socorrer ; que me rogaba é reque-
ría que lo hioioso cumplir la fó é palabra que ól
avia jurado é prometido. Lo qual visto ó leido , fui
A ól donde estaba herido, y hablando con ól larga-
mente, le hice cumplir su promesa ; é asi salió, y se
puso en poder de Don Francisco de Zúfiiga con
ciertas seguridades que le hice prometer, y le fue-
ron guardadas. Pero entretanto que aquesto pen-
día, yo escribí secretamente á la Condesa de Mede-
Uin, que remediase sus hijas porque estaban en
grand peligi'o de ser presos ; mas ella no curó de
ello. Luego que los Truxillanos ó Nufto de Cha-
ves en su nombre vieron preso á Pedro de Grijalva,
insistieron muy aquezadamente que les entregase
las hijas de la Condesa, ó á Don Alonso Ponce
que Us traia. E como pareciese exceso grande que
se oviese de quebrantar la inmunidad de la iglesia,
respondiles que aquello que demandaban era cosa
de sacrilegio, ó muy fea ; ó que á mí no me perte-
nescia quebrantar la eclesiástica libertad, antes de-
f endolla, ó que no 16 entendía do facer, mayormen-
te que aquellas doncellas oran nifias , ó no tenían
edad ni saber para contratar ni conocer lo que en
tal caso les cumplía, ni para saber disponer de sí
mesmas de que los Truxillanos quedaron muy des-
contentos ó alterados. E luego senti como la gente
que estaba en la iglesia con Don Alonso Ponce de
León se trataba con los de fuera, 6 se concertaba de
prenderlo y entregarlo sin partido ninguno, con tan-
to que los que asi lo prendiesen y entregasen fue-
sen libres. Estonces yo conosciendo que Don Alon-
so estaba enemistado , á cabsa de un caballero que
avia muerto en Sevilla, rescelando su perdición, hí-
oeselo saber, para que luego se remedíase y viese lo
que le complia; el qual agradesoiéndome lo que le
avisaba, mo rogó que yo negociase con Don Fran-
cisco de Zúfiiga, que él solamente lo tomase por su
prisionero, con tal condición, que no lo entregase
en poder de sus enemigos, ni consintiese ni diese
lagar que por persona alguna le fuese fecha injuria
ni dafio en su persona ; ó que quando le oviese de
soltar, le diese todas las armas ó caballos é atavíos
que ól pusiese en su poder. Esto asi capitulado, ó
jurado en mis manos por Don Francisco, é sellado
ó firmado, Don Alonso Ponce salió de la iglesia de
ou propia voluntad, con todos los que estaban á la
gobernación de su capitanía, y se pusieron en po-
der de Don Francisco. Pero ni por eso los Truxilla-
nos cesaron de insistir que les entregasen las hijas
de la Condesa, para lo qual vino allí Luis de Cha-
ves, un caballero de los mas principales y mas pru-
dentes de Truxillo, el qual después de muchas al-
tercaciones que entre ól y mí pasaron, á consenti-
miento del prior ó religiosos de la casa f uó acordado
que Luis de Chaves como principal ó mayor de loe
Truxillanos de su apellido é nombre, ó los otros que
lo seguían , entrasen con mano armada , quebran-
tando las puertas del monesterio, y las sacasen de
la iglesia por fuersa. Lo qual pusieron luego por
obra con asas escándalo ; é asi fecho, se partieron,
dexando la villa fatigada ó con mucho dafio, y la
iglesia quedó tan sucia de las bestias ó hombres
que avian estado dentro, que ninguna privada po-
día estar tan llena de mal olor como ella ; éasi des-
pués de limpiada pasaron muchos días antes que en
ella se pudiese celebrar el Oficio Divino. E luego
que el cerco fué levantado, ó toda la gente ida, yo
me tomó al Rey, para le recontar lo que se avia fe-
cho, ó como el Monesterio quedaba libre, de lo qual
fué muy contento.
CAPÍTULO OXLVL
De eomo el Rey eos los Baü^aiadont áe Fraaeia é to4« ts Corto
M pardo do Modlsa para SofOTto, para gasar el Joblleo, qoo el
Papa habla otorgado es la Iglesia Mayor de la cibdad , y de lo
qso allí ssbeedid.
Concluida la negociación del casamiento, firma-
dos é sellados los capítulos dello, fué acordado que
el Bey con toda su Corte y los Embaxadorea de
Francia se fuesen á Sogovia, asi para que la hija
del Bey que estaba en Quadalaxara en poder del
Marqués de Sanctillana, fuese allí traída, ó so lii-
oiose el desposorio , como para ganar una Indulgen-
cia plenaria, que ^ Papa había otorgado á suplica-
ción del Rey , para que se hiciese la claustra do la
Iglesia Mayor , que se ganase desde las primeras
vísperas de la Natividad de nuestra Sefiora , hasta
las vísperas segundas del dia , con que loe de ma-
yor estado ofreciesen á quatro reales , ó los media-
nos á tres , ó los menores á dos. Pero el Papa otor-
góla oon tal condición , que el tercio del dinero
que asi se ofreciese, fuese para su Cámara Apos-
tólica ; por manera, que si alguna suma de dinero
se allegó , no fué de tanta cantidad , como fuera
menester , para acabar la claustra. Mas como el Bey
naturalmente era caritativo, visto la poca cantidad
que se llegó, mandó dar para que se acabase no so-
lamente aquesto, mas hizo derrocar toda la i^^esia,
para tomarla á facer de nuevo ; ó dióle una proce-
sión de capas de brocado , ó instituyó ciertas cape-
llanías ó dotólas. Después que el Bey fué venido á
Segovia, envió sus mensageros al Mwrqués de Sano-
tillana, para que le tomase á su hija como se la
avia entregado, y que para recompensación de sus
gastos le queria facer mercedes. E asi fué acordado
que le diesen las tres villas del Infantadgo, que
se dicen Alcocer , y Valdeolivas é Salmerón, las
quales eran de la Condesa de Santístevan, muger
del Marqués de Villena , hijo del Maestre Don Juan
Pacheco, en equivalencia de las quales le dio el Bey
de juro la villa de Bequena con todos los derechos
del puerto , que e^ mucha mas renta que las tres
villas del Infantadgo. E asi fechas las mercedes ó
confirmadas, quedó que para cierto dia el Marqués
traería la hija del Bey y se la entregaria. Entre-
DON ENRIQUB OÜARTO.
f03
tanio que asi artas coaaa pendían, y los Embazado-
res esperaban la venida de la hija del Rey, para ha-
cer los desposorios, aoaesoió en Valladolid qoe los
christianos conversos é los ohristianos viejos ovie-
ron grand discordia, en tal manera, qne venidos á
las armas, pelearon, de donde se sigoió grand alte-
ración en todo el pneblo. B como Juan de Vivero
estaba mas apoderado en la villa qne otro ninguno»
porqne estonces era el más principal de ella, é la
tenia contra el grado del Rey , sigaiendo la parte
del Principe é de la Princesa Dofia Isabel , mostróse
favorable á la parte de los christianos viejos. E
porque mas fuesen favorecidos 6 ayudados, acordó
de traer secretamente una noche al Principe é á la
Princesa que estaban en Duofias , é con ellos al Ar-
sobispó de Toledo ; é traídos, aposentólos dentro de
su casa , que la tenia muy fortalecida con cavas é
barreras enderredor pegada con el muro de la villa.
E como aquesto fué sabido por los del pueblo, como
todos estaban aficionados al servicio del Rey , fue-
ron muy escandalicados ; asi en tal manera, que se
conformaron juntamente los unos con los otros, 6
confederados se pusieron en armas para ir á com-
batir la casa de Juan de Vivero , é prender á los
Principes , é á Juan de Vivero é al Arsobispo de
Toledo, y no sin oabsa: ca todos los pueblos esta-
ban muy destruidos de las guerras pasadas , ó te-
míanse no viniesen otras, segund las novedades que
veían de cada día por el Reyno , é los males é muer-
tes é robos, que por todas las partes so hacían sin te-
mer al Rey ni á la justicia. E asi movidos con de-
liberado propósito de los ir á combatir , como allí
estuviese el Obispo de Salamanca por Presidente de
la Ghancilleria , aunque era pariente de Juan de Vi-
vero , visto el escándalo y el alboroto del pueblo,
fué á muy grand priesa á los Principes á los reque-.
rír que se fuesen muy prestamente, y no esperasen
la furia del pueblo que asi venia contra ellos, por-
que no se recresciese algún peligro en suspeisonas.
Estonces los Príncipes , temiendo algo de aquello
que el Obispo les desda ^y conformándose con el
tiempo que por estonces no les convenia esperar
afrenta ninguna especial de gente común, saliéron-
se á mas andar de Valladolid , é tomáronse á Due-
fias, é Juan de Vivero desamparó su casa, é no osé
atender allí, y fuese con los Principes. Estonces el
Obispo, apoderado de la casa, envié á ciertos cib-
dadanos á llamar al Rey que vinieee á tomar su vi-
lla, el qual vino luego á mas andar, y con él el Maes-
tre de Sanotíago y el Oonde de Denavente. Donde
venidos, é asosegada la villa del escándalo que en-
tre los oonversos y ohrirtianos viejos avía , acordé
el Rey que el Oonde de Benavente se quedase aUí, é
tomase la casa de Juan de Vivero, así para la de-
fensión de la villa, como para tenella en pas é so-
siego. E fecho aquesto , el Rey se tomó á Segovía.
CAPÍTULO OXLVII.
De eomo trauroi la hija del Rey á Valde-Loioya, é se hicieron
allí loe desposorios.
Tomado el Rey á Segovía con mucho plasoer, fué
asignado el día de los desposorios, é determinado
que se hiciesen en Valde-Loaoya, que es entre Sego-
vía é Buy trago para que allí fuese trayda la hija del
Roy, y entregada en su poder. Fecho aqueste con-
cierto, el Rey se fué á aposentar al Monesterio del
Paular, é por. el valle se aposentaron todos los per-
lados é grandes del Reyno, que aquí serán nombra-
dos : el Maestre Don Juan Pacheco, el Arsobispo
de Sevilla , el Duque de Arévalo , el Oonde de Be-
navente , el Duque de Valencia, éí Oonde de Miran-
da, el Conde de Sancta Marta y otros muchos oaba-
lloros de menos estado. Vino asimismo el Cardenal
Atrabatensis con los otros Embajadores de Francia.
Vinieron con la Reyna é con Dofia Juana su hija' el
Marqués de Santillana, el Obispo de ffigfiensaé sus
hermanos , é los Condes de la Comfia é Tendilla,
é Don Juan é Don Hurtado. E asi venidos todos de
una parte é de la otra en un grand llano, que es en
el mismo valle de Lozqya,^ riberas del rio, ayun-
tados allí o&os muchos gentíos, que concurrieron á
ver aquella tan grand novedad , é desque asi todos
fueron juntos, el Rey con sus perlados é caballeros,
el Cardenal con sus Embazadores, la Reyna é su
hija con toda la casa de Mendosa , mandó el Rey al
Licenciado de Cibdad Rodrigo que leyese una c«Í^
ta patente firmada de su mano, é sellada con su se-
llo Real, qne desda: que por quanto él Rey á raego
de los perlados y suplicación de los caballeros é
Grandes de sus Reynos, é por la pas é sosiego de .
ellos , deseando dar fin á los males é dafios é traba-
jos pasados, que hasta allí avian seído, tovo por bien
de mandar jurar por Princesa heredera, é legítima
subcesora de sus Reynos é sefiorios á la Princesa de
Aragón Dofia Isabel su hermana, con tanto qne ella
fuese hija obediente, y estuviese á su mandado y
gobernación, y qne no curando de lo que asi le ha-
bía prometido, .desechando los casamientos que
él le avia traído y tenia concertados, y no sola-
mente aquello , mas contra su querer é grado é con-
sentimiento, pospuerta la obediencia que como á
padre é hermano mayor le debía tener, se había ca-
sado con el Rey de Secilía, Principe de Aragón, se-
yéndole amonestado que no lo hiciese. B que por
tanto , visto su poco acatamiento é menos obedien-
cia que mostré en se casar por su propria abtoridad
sin su acuerdo é licencia, é por otras justas cabsaa
que á ello le movían, él por aquella presente carta
la desheredaba, é daba por ninguna é de ningún
valor qualquler carta ó título de Princesa y subce-
ihnr de iiereders, que así le oviese dado ¡ é que ro:
gaba é mandaba á los grandes, perlados é Qrf)i^l^rnM
de sus Reynos y sefiorios que presentes tfftB^sn^ ái
todos los otros sus subditos é naturales, quejde .aJU
adelante no la tovíesen por Princesa legitima hace-
ndera, ni la obedeciesen | é que asi lo mandaba; é
804
CBÓNI0A8 DE LOS HBTBS DB OAGmLLA.
.)
:^
qae solalnente oviesciu potFrÍAQfifl^ heredera 1<^-
Éma Bobceaora á la sa muy amada hija Dofia Joa-
na¿"qae "presente estaba , é la dieeeja_la_Qh^ieiicia ,
e la lorasen con aquella solenidad que do Derecho
en tal caso ae regneria, para qne despnes desús dias
ella Bubcediese, y h eredase los dichos sus Reyn^s.
Xeida la carta en presencia de todos, el Cardenal
Atr abatensls se allegó á la Beyna, é tomándola un
grand juramento la dixo, que si juraba é afirmaba
que aquella seffora Dofta Juana que alli estaba, y
ella habia parido, era verdadera hija del Bey su ma-
rido ; ella respondió que si. Entonces ^ Cardenal se
llegó al Bey , 6 tomándolo asi mesmo juramento si
oreiaó afirmaba que aquella sefiora Dofia Juana que
allí estaba era su hija, el Bey respondió que creia
ser hija saya, y que oon tal certidumbre de hija la
tenia é habla tenido desde que nasdó, ó por esto la
mandaba jurar y prestar fidelidad é obidienota qne
I á loa primogénitos de los Beyes es debida, é se acos-
K..lipnbra á dar. Estonoes llegaron los perlados, é ca-
balleros que alli estaban, é todos los otros, ó besan-
do su mano , la juraron é obedesderon por Prince-
sa. Luego que asi fué jurada, llegó el Conde de Bo-
lonia, é presentados los poderes que traia del Du-
que de Guiana, el Cardenal les tomó las manos , Ó
hizo los desposorios oon aquella solenidad que se
requería; é luego las trompetas estábales, enco-
menzaron de sonar una grand pieza. Fecho aquello
el Bey é la Beyna con la Prínoesa se fueron á apo-
sentar al Moneeterio del Paular, é ios otros sefiores,
asi embaxadores, como perlados, é caballeros por
los lugares de Valdelozoya. Otro dia siguiente el
Cardenal se tomó á Segovia con todos los caballeros
de BU embaxada; pero en el camino, al pasar del
puerto que dicen de Malagosto , le tomó una grand
tempestad de viento, ó aguaé nieve, que se vido en
asaz trabajo é peligro, en que perecieron algunas
personas sin podellas remediar* Por manera que el
Bey ni los otros Sefiores no se atrevieron á pasar;
pero visto el dafto de los que asi perecieron, avién-
• dolo por desastrado prodigio, echaban diversos jui-
oíos, pronosticando mas mal que bien alguno. B asi
pasados tres dias qne el tiempo se sosegó , el Bey y
la Beyna oon muy poca gente se fueron á Segovia,
y los perlados Ó caballeros con grand oompafiia de
gente aoompafiaron á la Princesa hasta la cibdad,
donde le fué fecho solene reaoibimiento, qual se
debia facer.
CAPÍTULO CXLVIIL
De eomo el Cardesal é lot olree Bmbaiiéores de Fneela te par-
' Ueren, reseebidat nacliat mercedes, y de lo qne sobcedió.
Después que el rescibimiento de la Princesa fué
fecho, el Bey mandó hacer grandes mercedes de di-
versas cosas al Cardenal é á los otros embaladores
que con él venian ; los quales regradesoiéndole sus
mercedes, se despidieron para partir, é se fueron. E
porque ellos en alguna manera se resoelaban del
Principe de Aragón y de la Princesa Dofta Isabel,
su hermana del Bey, mandó él Bey al Obispo de
Sigftensa que con cierta gente de sos guardas los
acompafiase hasta la oibdad de Burgos. B puestos
alli en salvo, el Obispo se tomó al Bey, y ellos se
fueron á Franoia. Donde llegados, subcedieron gran-
des novedades entre el Bey Lois é los Grandes de
su Beyno, en tanto grado, que de ello nacieron guer-
ras é batallas campales é muchas muertes; sefiala-
damente se afirmó que el Duque de Ghdana era
muerto oon hierbas que le dieron, resoebido el Cor-
pus CktUú^ en tal manera que los desposorios fue-
ron vanos é sin provecho ; porque las oosas que el
infinito poderio de Dios quiere, sn etemal providen-
cia las rodea, é da sus toques francos, donde le plaa-
oe, para que se cumpla lo que él ordena; é quiere
que reynen loa que á él le agradan, é mas justamen-
te les pertenece; ca ni las gentes hnmanas saben to
que se piden, ni sus flaooa juioioa oonocen lo que
les cumple, salvo solamente aquel cuyo poder es sin
contradicción, sn saber sin igualdad, é su querer
sin remedio é sin resistencia. B no solamente este
Duque de Guiana falleció, mas el Duque de Borgo*
fia fué muerto en batalla, y degollado él grande
Condestable de Franoia, que se desda Conde de
Sanct Polo, é otros asas grandes de aquel Beyno
muertos é destruidos. En aqueste medio tiempo snb-
cedió que como el Arsobispo de Toledo, á oabaa de
la suboesion, estaba siniestro en el servido del Bey,
porque de oontino andaba y estaba en oompafiia de
los Principes Don Femando é Dofia Isabel, favore-
ciendo y ensalzando su pi^rtido, Vasco de Oontreras
deseando de servir al Bey, le tomó una fortaleza ¿el
Arzobispado, que se desda Perales, la qual bastedá^
é estuvo muchos dias á desgrado dd AnoUspo, ha-
dando desde alli dafios en su tierra, de que d Bey
fué muy placentero; y teniéndoselo en seftalado ser-
vido, mandóle dar todo el favor é ayuda qne oviese
menester en dafio é disfavor dd Arzobispo, é ad
tovo la fortaleza asaz tiempo. En aqueste afio, que
se contaron de mil é quatrocientos é setenta afios
del Nascimiento de nuestro Sdvador Jesu-Christo,
concurrieron dos grandes trabajos é muy grandes
males en d Beyno : lo primero grandinma carestía
é mengua ad de pan é de vino, como de todos los
otros bastimentos para la vida humana , en tanto
grado, que las gentes comían pan de cebada é de
grama é de otras legumbres, de que en algunas
tierras se halló peresoer é morir la gente de hambre.
En este mismo afto se descubrió una g^and f dsedad
de la moneda, que por diverBas ó muchas casas se
labraba en tanta cantidad de mala, que fué necesa-
rio abaxdla, ad la del vellón, como la de oro é pla-
ta, de que vino muy grand pérdida á muchas perso-
nas en diversos lugares, en td manera, que sobre
ello se recresoieron grandes escándalos y alborotos
en los pueblos. Pero aquesta baza que asi se hizo
era necesaria é muy convenible al bien común del
Beyno ; porque toda la moneda, en espeoid la del
oro, ora tan falsa , que ninguna de ellas estaba en
su justo precio, antes sobrepujaba de la mitad de su
justo valor. En aqueste mismo tiempo subcedió que
estando la Condesa de Sancta Marta en Galicia en
t>OK BtlBlQUÉ OÜABTO.
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una Tilla iayai iub yasalloe se levantaron contra
ella é la mataron á pnfialadas, é puesto que aá la
mataron, aoboedió el hijo pacificamente porque elloe
le obedeaoieron, y él loe perdond. Entretanto que
rntoa males é plagas oorrian por el Bejno, siempre
el Rey se estaba en Segovia retraído, no porque le
faltaba seso ni disoredoni para sentir é conocer los
trabajos de sus Beynos, mas porque estaba tan so-
juzgado al querer é voluntad del Maestre Don Juan
Pacheco, que no se acordaba de ser B^y, ni como
I Seffor tenia poder para mandar, ni como varón li-
l bertad para vivir; en tal manera,- que por tales indi-
I oíos se sospechaba que por hechioerias 6 bebedizos
I estaba enagenado de su propio ser de hombre; por-
/ que por ninguna resistencia ni oontradioion salla
\ del gprado é querer del Maestre, é por esta cabsa to-
\ dos los grandes del Reyno avian gana de estarse en
\ sus casas, é no andar en la Ck)rte.
CAPÍTULO OXLIX.
De como el arxoblspo de Toledo pato eereo sobre Perales, y el
Rey se partió á ais sndsr para Madrid, y de allf salió contra el
Anobispo, y le biso le? antar el eeito.
JSÍ afio que se contaron de mil, é quatrocientos é
setenta é un afios del Naacimiento de nuestro Sal-
vador Jesu-Christo, tuvo el Bey la fiesta de Navidad
en Segovia con poco plascer é menos sosiego, por-
que le fué notificado como el Arzobispo de Toledo,
que estaba en Duefias con los Príncipes, avia pasa-
do los puertos, é tenia cercada la fortaleza de Pera-
les, dándole rescios combatee. B sabido por el Bey,
mandó luego apercebir sus guardas, é pasada la fies-
ta se partió para Madrid, donde llegó la víspera de
los Beyes ; é donde á ocho dias salió al campo con
ochocientos de á caballo é gran peonage ; é salido,
envióle á mandar al Arzobispo que se quitase del
cerco sin mas detener. Estonces el Arzobispo, te-
miendo la furia del Bey, se levantó mas por fuerza
que de grado, é respondió que por acatamiento de
su Alteza le piaseis levantarse. B asi levantado, se
fué para su villa de Alcalá, y el Bey á Madrid con
el Maestre de Sanotiago, y el Conde de Haro, y el
Obispo de Sigüenza é con otros caballeros que se-
guían su Corte. E puesto que el Arzobispo se levan-
tó del cerco sin rescebir dafio alguno, ni ser destro-
zada su gente, que muy ligera cosa fuera de facer,
si el Bey diera lugar para ello, nunca el Arzobispo
dexó el partido de los Príncipes ni se apartó de se-
guillos; en tanto grado que de contino procuraba
de enojar y destruir al Bey; sobre lo qual el Bey
aoordó de notificar al Papa los insultos é atrevi-
mientos suyos é del Obispo de Segovia, hermano de
Pedrarias. El Papa, oidas las querellas del Bey, é
sabido el poco acatamiento que estos dos perlados
mostraban contra su Bey natural, envióles dos bre-
ves: uno para el Obispo de Segovia, en que le man-
daba que dentro de noventa dias, visto aquel su bre-
ve, paresciese personalmente ante su Santidad , asi
parale examinar de su suficiencia, como para lo
castigar por la traycion en que avia caido con su
heimano Pedrarias oontra su Bey, quándo vendie-
ron la cibdad de Segovia á los tiranos enemigos, fen
el otro breve enviaba á mandar que el Bey oon los
del su muy alto Consejo, llamados quatro Canóni-
gos de la sanota Iglesia de Toledo, oon los quálee
juntamente por via jurídica se hiciesen ciertos
amonestamientos al Arzobispo de Toledo, requirién-
dole que viniese luego á su servicio como subdito
natural, é se apartase de los Príncipes Don Feman-
do é Dofia Isabel. E asi requerido, qüando no qui-
siese venir á estar á su obedienóia, é como rebelde
perseversse endureoido en su propósito, que hecho
su proceso oontra él, se lo enviasen á buen recabdo,
que él lo castigaiia de tal manera qual meresda la
culpa y la pena de. sus errores como Perlado escan-
daloso. Entre tanto q^fi los troteros iban á Boma é
venían , mandó el Bey que sus tesoros é joyas que
estaban en los Alcázares de Madrid, los tomasen al
Alcázar de Segovia ; é asi fueron luego trasportados
con grand fardaje de bestias é copia de gente que
los acompañaban. En pos de aquesto subcedió una
requesta mas voluntariosa que necesaria entre Don
Manuel Ponce de León, hermano de Don Bodrigo
Ponce de Leen, é Don Femando de Velasco, herma-
no del Conde de Símela, en que huvieron de salir
entrambos al oampo entre Madrid é Alcalá para pe-
lear. E sabido aquesto por el Bey, ovo enojo porque
semejantes usos eran ágenos de su condición; é asi
mandó á su Mayordomo Andrés de Cabrera que sa-
liese allá oon las gentes de sus guardas y los sacase
del campo sin dexallos llegar á las manos ; el qual
salió prestamente, é se puso entremedias de entram-
bos, para conoertallos que con amor se tomasen.
Fttéle dicho, que ya estaban puestos á caballo, é se
iban el uno contra el otro ; entonces el Mayordomo
Andrés de Cabrera corrió á grand priesa, para dote-
ner á Don Fernando de Velasco, écomo iba desapo-
derado, é la gente de á caballo en pos del, su caba-
llo estropezó en tal manera, qué él y el caballo ca-
yeron en tierra , de tal guisa, que á oabsa de la grand
polvareda que hacían, no fué visto, é asi pasaron
por encima del tan furiosamente, que quedó amor-
tecido sin sentido alguno. Sabido aquesto por el
Bey é por el Maestre de Sanotiago, salieron al oampo
donde estaba, é visto como yacía tan sin oonooi-
miento alguno, fueron muy pesantes, porque le te-
nían mucho amor, é le querían bien ; é así manda-
ron que lo llevasen en unas andas al Alcázar de
Madrid, donde estuvo algunos dias sin sentido al-
guno. Pero fué tan bien curado é con tanta diligen-
cia, que convaleció, Ó recobró grand parte de su sa-
lud, aunque siempre le quedaron algunas reliquias
de pasión é turbamiento de oabeza á tiempos.
CAPÍTULO CL.
De eoBio Aleros Uasiados qiatro Casóolfos de Toleát, é lo ffls
se blto eontn el Anoblspo.
Lu^go que los Breves fueron venidos de Boma,
ávido el Bey su acuerdo con los de su alto Con-
sejo, envió á mandar por sus cartas al Cabildo de la
;ÍÓ6 . OttÓNIOAS bs LOfi
3ftiiU Igleti* de Tolado que le enviMe qoatro Cknó-
nigoB de su Colegio, qnalee ellos depatasen ; para
lo qual fueron nombrados Hernán Peres de Ayala,
hermano bastardo del Conde de Fnensalida, Diego
Delgadillo, Maroos Pérez, ó Don Francisco de Pa-
Icnda, Prior de Aroohe. E asi nombrados se partie-
ron para Madrid, donde fueron aposentados ; ó ve-
nidos delante del Rey ó de su alto Consejo, fué man-
dado al Licenciado Antón Nufiea de Clbdad- Rodri-
go, que les notificase la oabsa para que eran allí ve-
nidos é llamados. B asi notificado lo que el Papa
mandaba, y el Rey ordenaba que hiciese, Hernán
Peres de Ayala, que era el mas principal ó mas an-
tiguo respondió : Que según el afición, amor ó deseo
que las Dignidades, é Canónigos é Beneficiados de
aquella Sancta Iglesia tenemos al servicio de vues-
tra Alteea, y segund que deseamos todos la prospe-
. ridad suya y quieto estado de vuestra Excelencia,
no solamente querriamps que el Arzobispo de Tole-
do, que es nuestro Perlado, estuviese á su servicio
y obediencia, mas que el restante del mundo fuese
sometido á su servidumbre y obediencia; y pues que
con aqueste propósito venimos, é asi nos fué man-
dado por los que acá nos enviaron, vea vuestra Ma-
gestad é los sefiores del su muy alto Consejo lo que
se debe facer; que á nosotros nos plasce de ser en
olio, é lo avremos por bien fecho. Estonces el Li-
cenciado Antón Nufiez replicó que por quanto el
Arzobispo de Toledo como Metropolitano podria
poner entredicho, é facer censuras Eclesiásticas, asi
contra la persona del Rey, como contra todos los
que siguiesen su servicio, mayormente que lo que
se avia de facer, era dentro del Arzobispado, é con-
tra (ü ; que por eso convenia ante todas cosas apelar
de todas, é qualesquier censuras que él ficiese ó pu-
siese. E dixo que el Rey que presente estaba, apela,
ba una, é dos é tres veces de qualquier censuras que
Don Alonso Carrillo, como Arzobispo de Toledo pu-
siese contra él ; é que él desde allí ponía su Real
persona s6 la protección é amparo de la Santa Sede
Apostólica. E luego el Maestre de Sanctíago y el
Obispo de Sigfienza y el Conde de Haro y todos los
otros que allí estaban del Consejo, dixeron que se
aderian é allegaban é allegaron á la mesma apela-
ción del Rey ; é asi mesmo los Canónigos dixeron
otro tanto. E luego el Rey dixo que aquella su ape-
lación, no solamente quería que se entendiese por
él y los que allí estaban de presente mas por todos
los grandes, criados, é servidores suyos, é por todos
aquellos que se quisiesen aderír é allegar á ella.
Fecha asi esta apelación por actos públicos, fué
acordado que un Doctor é un Caballero con un No-
tario público Apostólico fuesen á le requerir que se
apartase del Príncipe de Aragón, Rey de Seoilia é
de la Princesa, faciendo grandes protestaciones
contra él, é requiriéndole que luego lo pusiese por
obra. E asi requerido, respondió que ya su Alteea
sabia como le avia mandado en las vistas de entre
Cadahalso é Zebreros jurar á su honnana por Prin-
cesa heredera subceeora de sus Reyuos, é que aque-
lla entendía seguir é tener por tal, é no otra ningu-
RÉTEB DE CASTILLA.
>
na ; por tanto, que suplicaba á su Alteza que aque*
lio quisiese aver por bien, é no insistir en lo contra-
río, porque aquella era su determinada voluntad. E
como quier que vista su respuesta, el Rey quisiera
proceder contra él, é poner en exsecucion é cumplir
lo que el Papa mandaba, el Maestre de Sanctiago,
usando de lo que solia, hizo que se dilatase, dicien-
do que aquello seria mejor por tratos que por rigor.
E asi acordó el Rey y el Maestre que yo fuese á él
secretamente con sus cartas de creencia, prometién-
dole tres mil vasallos para sus hijos Troylos Carri-
llo é Lope Vázquez, con tanto que se apartase de
los Príncipes y se pasase á su servicio. Pero como
el Arzobispo era muy constante varón, é mantenía
mucho su fé é palabra quando la daba, no quiso
aceptar el partido que yo llevaba, ni apartarse de
seguir al Principe Rey de Secilia y á la Princesa.
Estonces el Maestre, mas como parcial del Arzobis-
po, que fiel servidor del Rey, acordó que so diese al-
gún sobreseimiento con él, disoiendo que al Rey
convenía ir luego á Segovia ; y asi dado él sobresei-
miento, los Canónigos de Toledo se despidieron m^l
contentos, porque los avían mandado venir para
cosa tan vana é sin fruto ; é asi tomada su lioendaf
se partieron. E como seguramente se fuesen por su
camino, salió Pedrarias de Avila desde Torrejon de
Velasco por mandado del Arzobispo, con quien él
vivía, é prendió los tres de ellos, salvo á Fernand
Pérez de Ayala, que se apartó por una vereda, é se
fué derecho á la Fortaleza de Canales, que estaba
por el Rey. Sabido aquesto por el Rey, ovo mucho
enojo, é mandó á lo»^ Capitanes de sus guardas que
saliesen con gentes á los caminos, é prendiesen á
todos los que pudiesen aver del Arzobispo, asi ecle-
siásticos como seglares; donde fueron presos Don
Diego de Guevara, Canónigo de Toledo criado suyo,
é otros algunos Clérigos é muchos de sus contiuos
servidores; por manera que al Arzobispo convino
soltar los canónigos que avia mandado prender, y
el Rey estonces mandó soltar los que tenia presos
en el Alcázar. En este medio tiempo suboedió que
el Maestre Don Juan Pacheco con sus exquisitas
formáis de cobdicía se apoderó de la dbdad de Alea-
ras porque estaba junto con su Marquesado, é supli-
có al Rey que le confirmase la tenencia de juro, é le
diese todas las rentas de ella, donde puso por Alcay-
de é Gobernador á Juan de Haro, un pariente suyo.
Viendo aquesto y otras semejantes cosas que se ha-
cían por el Maestre, é como de contino apropiaba
para sí en detrimento de la corona Real , é otros
Grandes del Reyno, conformados á su enxemplo se-
guian aquellas pisadas, el Conde de Benavente cercó
á Villalya, una Villa de la Duquesa della, que avia
seydo siempre leal servidora del Rey, é por fuerza
de muchos combates la tomó é se apoderó de ella,
la qual fortaleció muy mucho. T como sefiorease á
Valladolid, prendió á Pedro Nufto, Merino mayor de
aquella villa, é quitóle aquella meríndad, é dióla á
Don Pedro Pimentel su hermano. De aquestas tira-
nías é otras tales que el Maestre favorecía, é á su
cabsa se quedaban sin castigo, vino la justicia é ad-
DON ENBÍQOB GüAim).
80?
mioistraoion deDa en tonto detrimento, que sin to*
mor de Dios ni del Bey, por todaí lai dbdadesépue-
bloe del Reyno se cometían grandes ó feos insultos,
é machas maertes públicas, robos, injarías, faenas
é Tiolenoias, qae las gentes ningana seguridad te-
nían dentro de sas casas. En tol manera qae los pae-
blos, vistos sas trabajos, escándalos ó males qae asi
padecían , acordaron de buscar formas de remedio,
para asegurar sus vidas ó haciendas; é asi en cada
' cibdad é Tilla de cierto en derto tiempo elogian dos
boenos hombres, que anduTÍesen acompafiados con
gente armada para castigar los malhechores. E no
solamente plugo al Rey de aquello, mas mandó que
las hermandades se tomasen á confirmar y estar
fuertes para guarda é seguridad de los camines,
puesto que el Maestre de Sanotiago y sus sequaces
las estorbaban quanto podian, disciendo que los vi-
llanos é gente común se harían Sefiores, ó presumi-
rían de mandar sobre los hidalgos. Mas el Bey é al-
gunos de sus leales servidores ensistieron tanto, que
prcTaleció en tol manera, que con los buenos hom-
bres de los pueblos, ó con la Hermandad de los ca-
minos, se puso el Reyno en mucha seguridad, é asi
po^an las gentes caminar i tratar para Tivir. E lue-
go que el sobreseimiento fué dado en lo del Arso-
bispo de Toledo, el Bey se partíó para Segovia.
CAPÍTULO olí.
De eoaio al Rey le pirtló pira Sefotta , é 4a lo ^«a svbaadió en
elReyao.
Venido el Bey á Segovia, donde parecía tener al-
gún descanso de sus congoxas é cuidados, falleció
Don Juan Ponce de León, Oonde de Arcos, ó subce-
dió en el sefiorío Don Bodrigo Ponce de León su
hijo. El qual en los tiempos pasados de las turba-
ciones, ó mas propiamente trayciones del Beyno , se
avia sefioreado de la cibdad de Calis , é rebeládose
con ella, teniéndola usurpada con el mesmo titulo
de tírania que los otros caballeros sojuzgaban los lu-
gares que podian tomar. Mas como este era hiemo
del Maestre Don Juan Pacheco, desposado con una
hija suya , suplicó al Bey que le hidese merced de
dar á su hiemo á Calis con titulo de Marqués, lo
qual el Bey otorgó roas contra su grado que de bue-
na voluntod; é an desde alli adelante se llamó Oon-
de de Arcos é Marqués de Cáliz. En pos de aquesto
snbcedió .que como Don Pedro de Velasco, Oonde de
Haro, o viese desterrado de las proTincias de Vizca-
ya é Quipuzcoa como Virrey de ellas á Pedro de
Avendafio é á Juan Alonso de Moxica, por los gra-
ves insultos que con su favor se cometían ; los qua-
les viéndose fuera de sus casas peregrinos por tier-
ras agenas, f aérense á meter por las puertas del Conde
' de Trevifio, que por estonces estoba muy enemistado
con el Conde de Haro á cabsa de un ultrage que la
Condesa de Haro le avia fecho; é fué, que cierto
geote suya por su mandado avian salido contra él,
é lo corrieron; é asi venidos, el Conde de Trevifio
los acogió con mucho amor, é quiso tomar su alian-
con él á rompimiento. Donde confederado con dios
^ con Pero Lopes de Padilla, Adelantado dé Casti-
lla, nn grado del Conde de Haro, é dn licenda dd
Bey los tomó á sus casas. Sabido aquesto por d Oon-
de de Haro, partióse á mas andar de la Corte, é fue-
se para Burgos, donde llegado con su gente, éla
del Oonde de Salinas é de sus hermanos Don Luis é
Don Sancho de Velasco que en persona le vinieron
á servir y ayudar con otros valedores, se fueron lue-
go á Vizcaya; donde los desterrados con el favor
del Conde de Trevifio é del Adelantado andaban pú-
blicamente, dn temor é menos vergüenza de los in-
sultos por ellos perpetrados é á su cabsa fechos.
Luego que el Conde de Trevifio y el Adelantado su-
pieron la entrada dd Conde de Haro , como cabí^
lloros que avian gana de pelear , se pusieron en ar-
mas, no solamente dios con asaz gente de á caba-
llo , mas Juan Alonso de Moxica y Pedro Avenda-
fio con grande peonago. E asi fueron contra él á le
tomar un cierto paso por donde avia de pasar cerca
de un lugar que se llamaba Monjia. B allí junto-
das las gentes de ambas partes pelearon muy bra-
vamente ; en tol manera, que de cada parte fué muy
. bien refiida la batolla. Poro como d peonage era
mucho de la parto del Conde de Trevifio, é dlí va-
llan mas los peones que la gente de á cabdlo, el
Conde de Haro, como iba sin peonaje, fué desbara-
todo, é con grand dafio é destrozo de los suyos fue-
ron presos el Oonde de Salinas é Don Luis de Velas-
co, é ovo muchos muertos é feridos de ambas par-
tes; y en aquella batdla fué muerto Alvaro de
Cartagena, hijo de Pedro de Cartagena. E luego que
el Bey supo aquel ayuntomiento de gentes que es-
tos Condes hadan , partióse á mas andar para Bur-
gos , pensando escusar la batalla é los dafios que
allí se hicieron. Llevó oondgo al Obispo de Sigfien-
za y otros dgonos de su Consejo , y el Maestre de
Sanotiago se quedó en Segovia en guardado la Bey-
na é de la Princesa su hija del Bey. E puesto que el
Bey caminó á grand priesa, en llegando á Burgos
sopo como los Condes avian peleado , y d destroio
que en la batalla se avia fecho, de que fué muy pe-
sante, é se partió luego para Ordufia ; donde llega-
do, mandó que los Condes dentro de tercero dia sa-
liesen de las provincias de Vizcaya é de Ghiipuzcoa,
y que el Conde de Trevifio soltase los presos que te-
nia sin detenimiento ninguno, é puso treguas en-
trellos para determinar é dar entreUos medio de paz
é concordia ; é ad fecho aquesto se tomó á Buigos.
Entretanto que estas cosas pendían , aoaesoió que
Don Pedro Manrique, hijo del Conde de Paredes,
dguiendo las pisadas é bellidos de su padre, fizo
cierto trato con algunos vasallos de Alearas, que
le diesen entrada en la dbdad ; é fecho, fué una no-
che secretamente, y entró dentro, pensando apode-
rarse de la dbdad sin contradicdon dguna. Pero
Juan de Haro, que estaba allí por d Maestre,- como
vio la gente de A caballo y peones que allí eran en-
trados, éconoBcidala trayóion de los que los avian
metido , retrúxose con los suyos A una f ortoleza, que
za é amistad por enojar d Oonde de Haro é venir j estaba á un cabo de la dbdad ¡ donde se' defendió
208 ' ÓBÓNI0A8 DÉ L06
yaronilmente. Sabido aqaesto por el Maestre de
8anctiagO| partióse prestamente de SegoWa oon la
gente que pudo allegar, é fuese dereobo á sa villa
de Ooafia, donde ayuntados ocbooientos rocines ó
algnn peonage, envió á sa hijo el Ifarqaós de Ville-
na con ellos en socorro de JuandeHaro. Oomo Don
Pedro Manrique vio el buen recabdo que se daba
Juan de Haro en la f ortaleaa, é supo el socorro que
veniSi temiendo ser preso é destrocado, salióse de
la cibdad. Estonces el Marqués do Villena, sabido
oomo Don Pedro Manrique era ido, é la cibdad que-
daba libre, tomóse á Ocafia, é desde alli padreé
liijo se fueron á Segovia. Luego que el Rey ovo da-
do algún asiento é forma de sosiego entre los Gon-
des, tomóse para Segovia.
CAPÍTULO OLIL
líelo o« labccdió en It eibdad de Toledo, porqse el Conde de
Feennllda so qilso ereer lo que el Rey le obtIó á deelr cos-
Blf o, 4ie fié aperclblrle'qae te f úrdate.
Después que el Rey fué tomado á Segovia, y es-
taba allí mas oon pena que oon descanso, segund
los escándalos y alteraciones que andaban por cada
parte del Reyno, viéndose poco temido é menos
acatado, acordóse de los .servicios que el Oonde de
Puensalida Pero Lopes de Ayala le avia fecbo, á
cabsa de Doña Maria de Silva su muger, quando le
dieron la cibdad al tiempo de las turbaciones pasa-
das, é por ello les avía fecho merced de Casarrabios,
con título de Ck)nde, ó dineros de juro situados en
la misma cibdad. Subcedió que on aquel mismo
t tiempo fálleselo Dofia María de Silva, por cuya
muerte el Oonde so marido resoibió asaz detrimeuto
en la honra y en el estado ; porque el Obispo de
Badajos su cufiado , que lo debiera guardar é no
engafiarlo, fiao con él cierto trato, en que le certificó
que si se confederaba con el Oonde de Oif neutes é
' con Don Juan de Ribera, é los motia en la cibdad,
porque estaban fuera como enemigos, que el Oonde
. de Oif uentes se casaría con Dofia Leonor su hija. B
aqueste trato hacia el Obispo de Badajoz oon grado
é acuerdo del Maestre Don Juan Pacheco , para te-
ner mayor parte en la cibdad ; porque el Oonde é
Don Juan eran suyos, é lo avian seguido en las tnr-
baoiones pasadas. Sabido aquesto por el Rey, fué
muy pesante de ello, ca sintió como aquello era en
deservicio suyo é perdición del Oonde de Fuensali-
da, é que solamente era é se facia, por echallo de la
cibdad, sin cumplir con él cosa alguna de lo que
asi le prometían. Estonces mandó á mí que secreta-
mente fuese oon carta de creencia suya, á le notifl-
' car el engafio que le f adán, é le amonestar é reque-
rir que por ninguna cosa metiese aquellos dos ca-
balleros en la cibdad ; ca sabia muy bien que si en-
traban , á él lo echaría fuera , é que él no podría
remediallo. Pero puesto que yo se lo fui á desoír , é
delante de sus hijos é parientes lo afronté que se
guardase de metdlos en la cibdad , él jamas quiso
obedescer al Rey, ni aceptar las amonestaciones que
MÍ le hioCí antes luego concluyó sus amistades é ca-
BlBYBS DB OAOTILLA.
pitnló el casamiento de su bija oon el Oonde de Oi-
fuentes, de que se le siguió lo que adelante se dirá.
Vístala dureza é lo que asi avia fecho, me tomé a)
Rey, é le notifiqué lo que avia pasadof de q^e al Bey
desplngo mucho, no solamente por lo que avia pa-
sado en dafio del Oonde de Fuenealida, sino porque
también sospechó que el Oonde de C9f uentes é Don
Juan de Ribera como deservidores suyos se confor-
marían con ol Príncipe Rty de Secilia y con la
Princesa Dofia Liabel su hermana, ó les darían aque-
lla cibdad.
OAPlTULO OLIIL
Como fe 6 aeordado de eeliar roen del Reyao á loa Priaeipet pos
Fernasdo é Dota laabel» y lo q«e aobeedló por el Reyso»
Oreyendo que los escándalos del Reyno en alguna
manera se amansarian, si los Principes Don Fernan-
do é Dofia Isabel fuesen echados fuera del Reyno,
fué acordado que mandase el Rey llamar á los Qran-
des del Reyno y perlados é caballeros que eran de
su partido, é viniesen á su Oorte, é trazóse cada uno
la mas gente que pudiese, lo qual luego fué puesto
por obra. E porque Medina del Oampo era lugar é
comarca dispuesta para sufrir todo el ezército de la
gente, fué acordado que allí fuese el Roy á recoger
la gente. B asi determinada su partida, mandó que
el Oonde do Uraefia y ol Mayordomo Andrea de Oa-
brera quedasen allí en Segovia en guarda de la
Princesa Dofia Juana, y el Rey se partió para Ooca,
y oon él el Maestre de Sanctiago y el Obispo de Si-
gfienza. Venido alli, como el Arzobispo de Sevilla
seguía el querer del Maestre mas por miedo que por
amor, trató con él díxese al Rey que la venida de
los Grandes á la Oórte se dezase por estonces, para
echar los Principes fuera del Reyno, disoiendo que
aquello mejor se baria por tratos que por rigor de
armas. Aquello hacia el Maestre, mas por asegurar
su estado y engrandecello, que por mirar la honra
del Rey ni proaperallo, salvo solamente por tenello
en necesidad de competidores, para que siempre lo
tuviese debaxo de su gobernación, en tal manera,
que ninguna firmeza avia en el consejo, ni ezocu-
cion en lo que se determinaba. B asi hicieron al Rey
que enviase á mandar á los Grandes que se holga-
sen en sus casas , y él fuese á Medina del Oampo;
donde llegado, supo oomo los moros avian entrado
en tierra del Maestradgo de Oalatrava, ó oaptívado
muchos ohrístianos varones é mugeres, é que mu-
rieron muchos, é quemaron un pequefio lugar. Sa-
bido aquesto por el Rey, envió á mandar al Marqués
de Oaliz é Oonde de Arcos, que rompiese guerra oon
ellos , el qual como esforzado caballero é prudente
capitán, haciendo lo que el Rey le mandaba , entró
luego con gente é tomó por combate una villa que
se dice Oardela, é captivo asas moros é moras que
halló dentro ; pero aqueste lugar dende á pocos dios
se tomó á perder por el mal recabdo del Alcayde,
que allí dezó el Marqués de Oaliz. Bstando el Rey
en Medina, vino luego el nuevo Duquo do Alvaé
Maroués de Ooria á hacer reverencia al Rcy^ el qnal
DON lüNRIQUB OÜABTO.
faé bien resoeUdo por él, porque el Maestre de
Sanctíago lo qnieo. Eetanda asi las cosas en yegilia
de algan sosiego , porque todos los grandes avian
gana de reposar, é deseaban saber lo qae avian de
segnir, estonces fuá alli acordado que se debian de
envii^ mensageros al Bey de Portugal , para que
contratasen con él que casase con la Princesa Dofta
Juana, de que faé dado el cargo al Maestre de Sano-
tiago. El que envió personas de su casa con este
mensageal Bey de Portugal, é asi ávida su respues-
ta, fueron acordadas vistas entre amos los Beyes
para cierto dia sefialado , como adelante será dicho.
Entretanto que entendían la respuesta del Bey do
Portugal, el Bey determinó do irso á Segovia, é
mandó que el Arzobispo de Sevilla y el Duque de
Alva quedasen en Medina por Virreyes, hasta que
.él tomase de Estremadura, donde avia de ir á las
vistas.
CAPÍTULO CLIV.
De lo qae isbeedtó por el Reyno detpveí qae el Rey se fié á Se-
fOTli.
Después que el Bey fué tomado á Segovia, como
el Obispo de Sigttensa avia grand tiempo que tra^
bajaba por aver el Capelo de Cardenal, y el Bey,
considerado su linage, avia escrípto muchas veces
al Papa sobre ello, suplicando se lo mandase dar,
sintió como el Maestre de Sanctiago queria que con
él juntamente fuese criado Cardenal el Obispo de
Burgos su sobrino, é que á esta cabsa se avia dila-
tado de lo facer Cardenal, de que estaba muy des-
contento , é asi muy disimuladamente se fué de. la
Corte para su casa á Guadalaxara con sus herma-
nos, donde estuvo por algún tiempo retraydo. Es-
tando el Bey en Segovia, supo como el Conde de
Gífuentes é Don Juan de Bibera su tic se avian
puesto en armas contra el Conde de Fuensalida, que
como á parientes los metió en la oibdad, confiándo-
se de su amistad, que le avian jurado y prometido,
é que peleaban cada dia, donde se recresoian muer-
tes é males. Sabido aquesto, el Bey fué muy pesan-
te, asi porque el Conde de Fuensalida no quiso creer
lo que conmigo le avia enviado á requerir, como
por los escándalos de la oibdad, cuyo pueblo livia-
namente se suele alborotar é facer novedades. So-
bre aquel fué acordado que el Bey partiese para allá
para lo remediar, antes que mayores males se re-
cresciesen. Llegado el Bey á Madrid vinieron cier-
tos Begidores de Toledo, á le notificar como de ca-
da dia era mas brava la pelea, é se f acian mas gran-
des males por la dbdad , suplicándole que luego
quisiese ir á lo remediar. ÍSstonces el Bey y el Maes-
tre acordaron que el Obispo de Burgos é yo con él
fuésemos á mas andar, é trabajásemos por los po-
ner en treguas, fasta que ellos llegasen, lo qual pu-
simos luego por la obra. B como llegamos allá, ha-
llamos como querían pelear ; pero pusimosles gran-
des penas de parte del Bey, é que luego depusiesen
las armas é no saliesen á pelear. Los quales obedes-
cieron lo que en nombre del Bey les dizimos, é es-
Or.-.IIL
209
tuvieron en treguas, fasta que él Bey vino. B pues-
to que el Bey quisiera ayudar al Conde de Fuensali-
da, porque le avia muy bien servido, no pudo tanto
facer que la voluntad del ^Maestre no sobrepuxi^
se, para que prevaleciese mas la parte del Conde de
Cif uentes é de Don Juan de Bibera. B asi ordenó
que el Bey mandase al Conde de Fuensalida que de-*
xase éí Aloásar é las puertas de la oibdad que las
tenia barreadas, é fueron entregadas al Doctor Qar-
ci-Lopes de Madrid con ofido de Asistente é gran-
des poderes con ello. Estonces el Conde de Fuensa-
lida, visto el disfavor é mengua que contra él se
f acia, aunque no por grado del Bey, salió de la oib-
dad, é fuese para su tierra. El qual no solamente fué
engafiado por la contratación del Obispo de Bada-
jos su cufiado, pero la hija deshonrada y sin espo-
so; porque el Conde de Cifuentes, visto que él é la
Dofia Leonor, hija del Conde de Fuensalida , eran
muy cercanos debdos en sangre por muchos é di-
versos vincules de consaguinidad, é que sin dispen-
sación no podian casar, librado de la censura del
derecho , que en tal caso dispone, por Juee ordina-
rio, é absuelto se casó luego con otra. Estando el Bey
alli en Toledo llegó nueva, como en la dbdad de Se-
villa el Duque de Medina Sidonia é el Marqués de
Calis avian peleado, de que se rescrescieron muchas
muertes, quemas é robos de cada parte ; porque el
Marqués de Calis era echado de la dbdad, é se fué
á Xeres de la Frontera, que tenia la f ortalesa dolía;
é que desde alli con su gente é la de los Maestrad-
gos de Sanctiago é Calatrava que le ayudaban, y el .
Duque de Medina Sidonia con los caballeros é gen-
te de Sevilla se hadan muy erada guerra. Verdad
es que el Maestro favorecía al Marqués de Calis su
yerno, é por esta cabsa, aunque el Bey quisiera lue-
go en ello proveer é remediar tan grand rotura,
donde tantos males se hadan , no se pudo hacer,
porque el Maestre lo estorbaba, en tal manera, que
la guerra se quedó mn ningún remedio de pas ni tre-
gua ; de tal guisa , que guerreando é saliendo á pe-
lear de contino , murieron personas sefialadas, en
especial dos hermanos bastardos del Duque en un
reencuentro entre Sevilla é Alcalá de Gnadaira, que
d Marqués de Calis tenia. T en tanto grado se ha-
da la guerra cruda entre dios, que los pueblos co-
marcanos no tenían seguridad de sus vidas ni ha-
dendas; pero ni por eso consintió d Maestre que
el Bey enviase personas ni caballeros que lo reme-
diasen. De donde subcedió que d Marqués de Calis,
como astuto guerrero, con el favor que su suegro le
daba, fué una noche y escaló la fortalesa de Medina
Sidonia, é tomada, se apoderó disolutamente de la
villa é tierra. B d Duque muy sentido, aviéndolo
por grave injuria, fechos grandes pertrechos de ar-
tillería, é juntadas muchas gentes asi de á caballo
como de peones, suyas é de sus vdedores, determi-
nó de dar sobre su villa para recobrarla. El Mar-
qués asimismo fortaleció la villa para defendérsela,
de tal manera, que cada uno hada grandes ayuni»^
mientes de gentes, é pertrechos é provisiones, de
donde se atendía grand perdición é perpetuas ene-
14
. <
210
0RÓNI0A8 DB LOS RETES DE CASTILLA.
mirtadefl en toda el Andalnofa. Sabido aquesto por
el Bey, opn acuerdo ó coneentiiniento del Maestre
envió alláá Don Yftigo Lopes de Mendosa, Ck>nde
de TendiUa oon grandes poderes, para qne se apo-
derase de la oibdad de Sevilla , ó apoderado , diese
medio de paa ó concordia entre ellos. El qual se
partió á mas andar, é llegado á la cibdad , haUó co-
mo ya el Duque de Medina queria salir á cercar su
villa de Medina, y el Marqués se aperoebia para da-
lle la batalla en el campo. Visto aquesto por el Con-
de, como era caballero prudente, acordó con mucha
discreción é dulsura, ó hizo á todos deponer las ar-
mas ó derramar las gentes que asi tenian ayunta-
das, é puesta su tregua real entre ellos, dio forma
como aquellos dos Sefiores se viesen en una f ortale*
sa de Don Alfonso de Yelasco , que dicen Marohe-
nilla, teniendo el Ck>nde con su gente en el campo
seguro á entrambas las partes. Donde convenidos é
vistos, dit entre ellos tal medio de paz é concordia,
que con mucho amor salieron de alli hechos ami-
gos. Luego el Marqués de Oaliz dexó la villa de Me-
dina Sidonia, y el Duque puso su Aloayde en ella.
E hecho aquesto, el Oondo desató algunos agravios
que se avian fecho de la una parte é de la otra ; por
manera que toda la tierra quedó en mucho sosiego;
ó sosegada, el Oonde se tomó al Bey á le notificar
lo que asi por su servicio avia fecho.
CAPÍTULO CLV.
De lo fse nbcedid 4eipies 4e qso fia» el Rey 4e Toledo
i SegOTiO'
Tomado el Bey á Segovia, Dofia María Puerto-
carrero, Marquesa de Villena, muger del Maestre de
Sanctiago, adolesció de un zaratán en la cara, cuya
enfermedad fué insanable, de que murió. Pero antes
qne fallesciese, como era católica Christiana, teme-
rosa de Dios, fizo llamar al Maestre de Sanctiago su
marido, é venido donde ella estaba en la cama, llo-
rando oon muchas lágrimas, le dixo : «acordaos, Se-
ifior, por amor de Dios, y mirad que por faceros
I Maestre de Sanctiago, é subir en tanto sefiorío,
lavéis cubierto vuestra persona de tanta infamia, ó
idexais á vuestros hijos con tan feo apellido de
idesleaL Acordaos como el Rey Don Enrique vos
I dio, é con su favor é sombra aveis alcanzado lo
I que agora tenéis, é considerad el mal galardón que
•por ello le aveis dado, ó como le aveis perseguido
I ó corrido ó abatido, poniendo tantas infamias en
Bsu persona Beal. Catad, Sefior, que sois mortal, é
lavéis de morir, é muerto, que seréis llevado delan-
I te de aquel juicio divinal, donde seréis acusado de
I vuestra ingratitud, é de la grand deslealtad oon
I que aveis deservido é deshonrado á quien no sola-
I mente debiérades honrar é defender, mas morir por
I su servicio. E si no queréis condoleros de vuestra
I deshonra é infamia, habed dolor de vuestra alma,
I porque no se pierda, ni vaya con Judas condenada
isin redención; y si fasta agora le fuistes deserví*
idor é enemigo, de aquí dolante le sirváis con leal-
9tad ó sigáis oon firmeza, para que sea Roy entero.
lé no despedazado como lo tenéis. Dezad ya los la*
itoreses é las oobdicias desordenadas, que tanto y
I en tal grado tienen escureoida vuestra conciencia.
lE pues vedes que mis dias se aoaban, una é muchas
I veces os suplico é requiero é pido por merced, que
I por reverencia de aquel Dios que nos vino á xede*
imir, lo queráis asi facer, porque restituyendo al
I Rey que vos hizo en su Reyno, restituyáis á vos
I en la honra, é cobréis nuevo nombre de leal.»
Oída su habla, el Maestre le respondió que le agra-
deecia mucho su sancto consejo, é que le piaseis de
facer lo que ella le requería é amonestaba. Pasados
dos dias después de aquesto, ella fálleselo é fué se-
pultada en el Moneeterio del Parral, donde le fue-
ron fechas muy sumptuosas é honradas obsequias;
de cuya muerte el Maestre ovo muy grand dolor é
sentimiento, porque sin dubda fué sefiora de mucho
meresdmiento, y en quien moraba mucha bondad.
Pero puesto que el Maestre prometió de prosperar
al Rey é servirle con lealtad, mas tardó ella en mo«
rir que él en olvidar la promesa que hizo, é si ma-
cho lo tenia cegado el interese, mucho mayor ce-
guedad le puso después.
CAPÍTULO CLVI.
De COMO el BOCitre eos frani tsiUncU inpertnd el Rey ^o lo
dteie la tUU de Sepdhedt, é lo que lobre ello sobcedió.
Al tiempo que los bollicies del Reyno se comen-
zaron, el Maestre Don Juan Pacheco una noche hur-
tó la villa de Sepúlveda, é óvola por algún tiempo
contra el grado de los vecinos de ella; pero después
quando el Real de Simancas, ciertos hidalgos de la
villa vinieron al Rey secretamente con trato de se
la dar, para que enviase persona fiable oon gente á
tomarla, é que le darían la entrada libre é segura.
E porque el trato se hacía por mano de Alfonso de
Badajoz, su secretario, mandóle tomar de las gentes
de sus guardas, é que fuese á tomarla, lo qual puso
él luego por obra, é fué sin ser sentido; é llegando
á las puertas de la villa, le fueron abiertas sin de-
tenimiento ninguno; donde entrado, estuvo en ella
buenos dias fortificándola é teniéndola por el Rey.
E como después el Maestre vino á servicio del Rey,
é toda la gobernación del Reyno se administraba
por su querer, hizo al Rey que lo echase de alli, dis-
ciendo que los de la villa eran tan buenos, que no
avian menester gente é capitán que los sojudgase.
E asi echado, los de la villa quedaron mucho á ser-
vicio del Rey, aunque con buenas guardas A las
puertas é velas de noche por los adarves. Mas la
hambrienta oobdicia del Maestre era tan insaciable
que siempre abarcaba é queria mas, é nunca se har-
taba, en tal manera que todos los lugares que cerca
de sus señoríos estaban; pensaba que le pertenescia
por fuero de tiranía. E asi porque aquella villa de
Sepúlveda estaba junta con la tierra del Condado
de Sanct Estovan, importunando al Rey muchas
veces, insistió que se la diese, de que el Rey fué
muy enojado é descontento. E retraído con algunos
do BUS criados leales, un dia dixo: «O quién fuera
DON ENBIQDB ODABTO.
2U
laefkor del mando por oóbo diut Pregnntándole ¿á
«qué fin lo deoia? respondió qne para hartar la
• hambrienta tirania é desordenada oobdicia del
«Maestre de Sanctiago.i E asi despnes de pasada la
fiesta de Kayidad, qne oto alH oon pooo plasoer,
partió contra sn grado de Segovia, é fnese á aposen-
tar á nna f ortalesa del Maestre que se descia Osstil-
noYO, qne esti dos legnas de Sepúlveda. Donde Te-
nido, enTió á llamar dertos hombres de la TÜla, ó
llegados anta sn Real presencia, les dizo, qne onm-
plia á sn serTido y lee mandaba qne tomasen por
sefior al Maestre, porque él le aTÍa fecho merced
de aquélla Tilla; respondieron que suplicaban á su
Altesa, que no se lo mandase ni pluguiese á Dios
que jamás fuesen enagenados de su corona Real, ó
que una ó mudias Teces le tomaban á suplicar que
no se lo mandase, porque no lo entendían de facer,
ni era cosa qne cumplía á su senricio; é que si sobre
aquesto fuesen molestados ó importunados, se por-
nian á tan buen cobro, que no aTrian miedo de ser
ágenos ni apartados de la cotona Real, porque aque-
lla TÜla no era para ser sujeta de otro ninguno que
de Rey ó hijo de Rey. B quanto quier que algunos
de los que presentes estaban, como pardales é afi-
donados al Maestre, les dixeron que les cumplia en
todo caso hacer lo que el Rey les mandaba, respon-
dieron, que aqud mandamiento era contra su ser-
TÍdo, ¿ por importunidad mas que por su grado, é
que por eso ellos no lo entendían obedecer, ni mu-
cho menos cumplir; pero que lo comunici^an con
los otros Tecinos ¿ moradores de la Tilla, é euTiarian
la respuesta á su Alteas. B ad despedidos del Rey, é
tomados á su lugar, sin mas dilaciones alearon pen-
dones por la Princesa Dofta Isabel, ó la euTiaron la
obediencia; la qual luego les enTió gente con que
se defendiesen. Bstonces d Rey, Tista la noTsdad
ó que ad se aTÍa perdido y enagenado aquella Tilla
fué muy descontñito y enojado de tan poca cuenta
como del se hacia en lo que á su honra y estado
perteneda, y del poco fruto y menos proTCcho que
acarreaba la Tenida dd Maestre á su senrido; é tor-
nóse á SegOTia mas enojado que contento.
CAPÍTULO CLVII.
Ceso <l Rey it fié i itt eos el Rey ie Portagal, é lo ^e etU
iibeedM4
Tomado el Rey á SegoTia muy descontento y
enojado por las pérdidas que de contino se le reores-
clan á cabsa de la cobdida desordenada del Maestre
de Sanctiago, donde estando ad con tan poco plas-
cer, fué acordado que se fuese á Ter con el Rey Don
Alfonso de Portugal sobre él casamiento de la hija
según que lo aTian concertado los mensageros del
Maestre de Sanctiago; é porque fuese mas abtorisa-
do, mandaron que yo fuese con sus cartas do creen-
da $1 Obispo de Sigfiensa á Quadalazara, rogándole
por parte dd Rey é del Maestre que saliese luego á
Madrid, adonde el Rey se iba, para que después se
fuesen desde allí con él á las Tistes del Rey de Por-
tugd; pero oomo d Obispo de Sigfienaa estaba des-
contento del Rey é del Maestre de Sanotíago, á
cabsa de las diladones que se STian dado sobre el
Capdo de Cardenal, respondió muy ásperamente»
disdendo que ya no era criado Oardend porque
quería el Maestre de Sanctiago que juntamente con
él hiciesen Oardend d Obispo de Burgos sn sobrino
é que á esta cabsa se STia tanto dilatado de le dar
d capelo, é aun porque dubdaba d la Princesa Dofia
Juana era hija del Rey, Tisto d disoluto TÍdr de la
Reyna.su madre, é ad dando sus grsTes quezas de-
negó su ida, puesto que para dio fué muy importu-
nado. B quanto quier que d R^ oto grand enojo
de aquesta respuesta, didmuló oon padenda, por
no indignar las Toluntades de otros dgunos, qne
sabido aquesto se pudieran alterar. B ad determi-
nada su partida desde Madrid, donde estuTO dgu-
nos dias, mandó que el Obispo de Burgos llcTase á
la Reyna é á la Prínoesa á la Tilla de Bsodona, ó
dende allí adelante dempre la Princesa estuTo en
poder dd Maestre de Sanctiago. B puesta alli, d
Obispo de Burgos se fué en pos del R^, y el Rey
y Maestre se fueron á Quaddupe, donde estUTO
quatro días, é se partió para Trudllo. B allí Tino el
Duque de AiÓTalo é Conde de Plasenoia, con cuya
Tenida d R^ oto grand plascer, por estar acom-
pañado con mas abtoridad. Desde dlí se partió para
Badajea, que estaba en poder dd Conde de Feria,
el qud no quiso acoger d Rey dentro en la dbdad
sdTo en los arrabdes, disdendo qne la quena para
dar al Maestre Don Juan Pacheco. Dende allí d Rey
salió á las TÍstas con el Rey de Portugal, entre Ba-
dajos é TelTCs; é porque d Bey de Portugd tenia
mda opinión del Maestre de Sanctiago, que sabia
de sus pocas Tcrdades, é mucha cobdida, é confián-
dose poco de las formas tan dedionestss con que
trataba d Rey, no quiso aceptar d casamiento,
puesto que para la seguridad de su persona le da*
han dertas dbdades é Tillas de las principales del
Reyno; pero él jamas quiso aceptallo, é ad se par-
tieron discordes é dn oondudon alguna. Grandes é
dlTerscs son los juióios que sobre este caso podrían
facer los discretos, selldadamente aquellos en quien
algún temor de Dios é odo de la juatida cabe. Que
aquesta Sefiora jurada dos Teces por Princesa here-
dera, seyendo inocente, é sin cdpa, ad se le hayan
desmanado tres casamientos tan solidados: uno del
Prindpe Don Alonso, hermano dd Rey d tiempo
que lo juraron, que fué con td condidon de casarse
oon ella; otro del Duque de Ouiana, que lo mataron
con yerbas; é después aqueste que se desmanó por
la poca confiansa qne dd Maestre de Sanctiago se
tenia. B de las mudanaas de Castilla ¿qué podria-
mos deedr acá en Castilla? sino que las culpas de
los padres suelen á las Teces traer á perdidon á los
hijos; porque d la Reyna, madre de aquesta Sefiora,
quisiera títít honestamente sin ofensa de su honra
é dd próspero matrimonio que Dios le aTÍa dado
con tan dto R^y, no padesdera la hija tanta infa-
mia, ni quedara tan abatida, ni oon tan grand de-
nuesto deshonrada para dempre. Tomado el Rey á
BadajoS| é Tista la poca obedienda é rebdion dd
212
OBÓNIOAS DB LOS BETB8 DB OAOTILLA.
Oonde de Feri», que no le quiso «coger en tu db-
dad| aoordó de se pasar á Mérída, donde llegado
acordó de se ir á Oórdoba, é de alli andarse por An-
daluofa, B asi desde Marida se fué al Maeatrftdgo
de Calatraya, y el Maestre de Sanctiago se fué á la
provincia de León. Bl Rey desde el Maestradgo de
Calairava se pasó á Córdoba, donde le resoibieron
con asaa plascer é mncho amor de toda la gente. B
oomo el Duque de Medina Sidonia supo de su veni-
da á Oórdoba, ó que de allí quería irse á Sevilla, te-
miéndose de ser echado fuera por la enemiga que
estaba entre él y el Maestre de Sanctiago, ayuntó
dos mil de á caballo, é apoderóse de los aloAsares
é de las ataraaanas é de las puertas de la oibdad,
donde puso alli luego alcayde de su mano. Sabido
aquesto por el Rey, sospeobando alguna traycion,
dezó de ir allá, é desde Córdoba pasó á Baesa, don-
de reposó algunos dias, mas congojado que con des-
canso, vista la poca reverencia é poco temor que á
cabsa del Maestre de Sanctiago le tenían, denegan-
do de le acoger en sus villas é cibdades. Bstando
allí, llegó nueva como el Oonde de Cif nenies é Don
Juan de Ribera con otros caballeros sus pardales
avian prendido al Doctor Oard-Lopes de Madrid
que allí avia dezado por asistente, é preso, avian
tomado la Puente de Sanot Martin, é las otras puer-
tas de la cibdad, las quales estaban é ^nian toma-
das de su mono, é asimismo que teman puestas sus
guardas en derredor del Alcázar, puesto que el Al-
cayde que alli estaba por el Doctor Qarci-Lopea se
defendía muy bien. FnÓle asimismo notificado que
Don Juan de Morales, Arcediano de Quadalazara é
Francisco de Falencia, Prior de Aroche, Canónigos
de la sancta Iglesia de la dbdad de Toledo, con
otros muchos servidores é pardales de su Altesa se
pusieron en armas é tomaron la Iglesia mayor, ó
luego acudieron allí los Mariscales Perafan de Ri-
bera é Femando de Ribadeneyra; donde todos se
juntaron con asaz gente, y enviaron á requerir al
Oonde de Oifuentes é á Don Juan de Ribera que
soltasen luego al Asistente, é se apartasen del Alca-
cer dn le dar combate, donde no, que saldrían á
pelear con ellos é les harian apartar de allí mal de
su grado. Visto aquesto por el Oonde é D. Juan su
tío, ó como BU dañado deseo no se podía cumplir
como ellos querian, soltaron luego al Asistente, Ó
arredráronse de la fortaleza sin mas combatilla.
Sabido aquesto por el Maestre de Sanctiago, vino
luego á mas andar á Toledo, y entrado en la cibdad
desterró al Oonde, é á Don Juan, é á Don Lope de
Zóftiga, é á Arias de Silva é á Pero Oomes Barroso,
porque todos estos eran de una liga ó confedera-
ción; é así desterrados, los que estaban en la Igle-
sia depuueron las armas, é saliéronse á sus casas. B
puesto que el Rey vino luego á la cibdad, jfa los
escándalos estaban sosegados; é porque morían en
la dbdad, no qñiso entrar dentro, mas aposentóse
fuera en el Monesterio de la Sisla; pero aunque los
perpetradores de la sedidon fueron desterrados, no
les fué dado otro ningún cargo ni pena, porque
eran del Maestre de Sanctiago. Después que la db-
dad en alguna manera fué puesta en sodego, el Bey
se partió para Segovia, donde llegado, hsJQó que
dertos escuderos de los mas principales de allí, con
algunas gentes de los arrabales é de otra comuni-
dad se avian levantado con mal propósito, é puesto
en armas contra el Corregidor, de que se rescrede-
ron muertes é asaa vertimiento de sangre. De aques-
to fué muy enojado el Rey, é sabida la verdad por
la pesquisa, falló muy culpados los escuderos, á los
quales mandó prender é llevar muy avergonsada-
mente con grillos, en sendas acémilas, al Alcázar
de Madrid, donde estuvieron presos por algún tiem-
po. Bl Maestre de Sanctiago se quedó en Escalona,
donde estuvo algunos dias, hasta que el Rey le en-
vió á llamar.
CAPITULO OLVni.
Cobo ol Vaeilra de Sanetitfo te cmó coa U hUt 4ol Gosdo
doHtro.
El Maestre Don Juan Pacheco viéndose en algu-
na manera desamado de los Grandes, é con pocos
parientes é amigos, procuró de se confederar é aliar
con la casa de Mendoza , é de Velaaoo , é and an-
dando con ellos en sus tratos , fueron acordadas vis-
tas de ellos con él entre Segovia é Pedraza. De la
una parte salieron el Conde do Medinaceli, y el
Obispo de Sig&enza, y el Oonde de Haro y el Obis-
po de Falencia; y de la otra parte vino d Maestre
de Sanctiago y d Obispo de Burgos; donde junta-
dos, fué concluido, que para mayor firmeza é segu-
ridad de su confederación el Maestre de Sanctiago
casase con hija del Oonde de Haro, porque el Mar-
qués de Sanctillana no tenia hija ninguna por ca-
sar. Ad oonoerUdos , fué asignado cierto día para
los desposorios , de que el Roy fué muy contento, é
acordó de salir á verse con ellos, para que todos
conformados estuviesen muy juntos á su servicio.
B asi conduido todo con mucho amor, mandó el
Rey que los desposorios é la boda todo fuese junta-
mente fecho. Estonces el Maestre se fué á la villa
de Pefiaftel , que era del Oonde de Umefia , su sobri-
no, é allí vinieron d Conde de Haro é la Condesa
su muger, con la hija que se avia de casar con el
Maestre. Donde convenidos con mucho plascer é
amor, los. desposorios é la boda fueron luego cde-
brados con muy grandes fiestas. B ad fechas , el
Maestre dezó á la Duquesa su muger en Pefíafiel
por algunos dias, é dende se fué luego á Segovia, y
el Oonde de Haro é la Condesa se tomaron á sus
tierras.
CAPÍTULO CLIX.
De como el Rey se parUÓ para Madrid, é tíoo allí el Delegado
del Papa , é lo qne allí lubeedld.
Después que el Maestre de Sanctiago fué venido
de Peñafiel á Segovia, fué acordado que el Rey se
fuese á Madrid , donde vino el Obispo de Sigfiensa.
B porque el Rey y el Maestre avian gana de le com-
plascer al Obispo, é procurar su honra, prometía-
DON. BNRIQUB OUABTO.
213
lonle de prooarar con todas sas faenas que faese
fecho Oardenal, de qae el Obispo faé satisfecho de
las qnexas pasadas. Estando allí el Bey con sigan
oontentamiento , llególe la nneva como por la muer-
te del Papa Paulo , avian elegido por Sancto Padre
al Papa Sixto, y enviaba por Delegado á Bspafia á
Don Rodrigo de Borxa, Viohandller, é Cardenal é
Obispo de Albania , de qae el Rey fué muy conten-
to, é le plogo que entrase en sus Reynos. Pero por-
que sa venida fuese mas abtorisada, el Rey con los
de su alto Consejo acordó que el Obispo de Sgfien-
la fuese á Valenoia, donde el Legado era ya des-
embarcado, y esperaba el oonsentimientó del Rey,
para usar de sn delegación. Estonces el Obispo fué
muy bien aoompafiado de asas principales caballe-
ros de su linage, é llegado á Valencia, notificó al
Legado el consentimiento y el plascer que el Rey
tenia con sn venida , é que le rogaba que se fuese
luego para su Corte con él ; é asi determinada su
entrada en Castilla, se partieron , y entrados en el
Reyno, se vinieron por las tierras del Maestre de
Banctiago resoibiendo fiestas. Luego que el Rey y
el Maestre supieron de su venida, mandaron que yo
toviese cargo de dar orden en el rescibimiento que
se le avia de facer. Donde aparejadas las cosas to-
das, que para lo tal eran menester é necesarias, el
dia que ovo de entrar, le fué fecho aquel solene res-
oibimiento que para Legado á Laiere pertenesoia,
asi por el Rey con toda su caballería, que en diver-
sas maneras salieron al campo , como después á la
entrada de la viUa, de Clérigos é religiosas perso-
nas de diversas Ordenes en sn procesión ordenada-
mente, todos vestidos con muchas é muy ricas ca-
pas, y el Obispo de Astorga vestido de Pontifical
con sus asistentes, é una Chus en la mano en que
adoró el Legado. E los Regidores é caballeros de la
villa estaban con un rico palio de brboado sobre sus
varas, oon goteras pendientes, en que estaban pin-
tadas las armas del Papa y del Rey. Debazo de
aqueste palio entró el Legado cabalgando, y el Rey
á su mano izquierda un poco antes, hasta que lle-
garon á la Iglesia de Sanctiago, donde descavalga-
ron. B entrados dentro delante del Altar, el Legado
dio la bendición, é otorgó Indulgencia plenaría de
tres afios é tres quarentenas de perdón á los que
presentes estaban. Fecho aquesto , el Rey tomó al
Legado por la mano, é á pié le puso en su aposen-
tamiento, que estaba junto con la Iglesia, é llegan^
lo oon él hasta las puertas, el Rey se despidió, y el
Legado se entró en su posada. Pasados quatro diss
le su venida, el Rey fué á oir su embazada á Sanot
Glerónymo del Paso, donde venido el Legado en
'presencia del Rey é de los de su muy alto Consejo,
i dado al Rey el breve del Papa , propuso con mu-
)ha elegancia que el Papa ffixto IV le enviaba por
lu Legado á Laiere en todas sus Espafiaa é ínsulas
vdherentes, para visitarlas como padre espiritual de
oda la Religión Christiana, é Vicario de Jesu-
thristo , á quien pertenesoia conoscer sus ovejas é
alies aquella medecina espiritual que á sus almas
srtenescia ; é oon esto juntamente , para comuni-
car con su Alteía Real las otras cosas particulares,
necesarias al bien de la See Apostólica ; por tanto,
que le ploguiese nombrar una persona que fuese leal
é acepta á su servicio , para que anduviese é tratase
entre ellos. Oida sn habla , el Rey le respondió que
le avia plasoido con su venida y era goooso , porque
persona tan singular viniese á sus Reynos con tan
altos negocios, y que él como Rey cathólico é hijo
de obediencia estaba presto áé cumplir lo que el
Sancto Padre por su Bula le enviaba á mandar , y lo
que él como Legado de parte de sn Sanctidad le di-
zese ; y que para lo al que particularmente se avia
de comunicar entre ellos, nombraba á mi como á sa
Ooronista é Capellán é de su Consejo, oon quien su
Reverendísima Paternidad podría comunicar todo lo
que quisiese. El Legado oido su graciosa respuesta,
le refirió muchas graoiss; é asi despedido el uno del
otro, se fué cada uno por su parte A sus aposenta-
mientos. En aqueste medio tiempo suboedió como el
Rey Don Juan de Aragón recobró la cibdad de Bar-
celona, que avia grand tiempo que estaba rebelada
contra él A cabsa de la muerte del Principe Don
Carlos, donde fuérescebido con grande amor detodo
el pueblo é de la gente , y él alegremente perdonó á
todos en general sin descirles fealdad alguna, ni
palabra deshonesta, lo qual fué tenido A mucha no-
blesa é humanidad. Acaesdó también en este tiem-
po que el^y Luis de Francia ovo batalla campal
con los Duques de Borgofia é de Bretafia, é fué
muerto el Duque de Borgofia, de A donde se siguie-
ron otras muchas muertes é grandes males en cada
parte. E puesto que vino allí otro Delegado A los
poner en pas, ó en tregua, no pudo aprovechar su
venida, porque se dieron otras batallas campales,
de que el Rey Luis fué vencedor , é quedó oon muy
próspero triunfo é sus enemigos destruidos por grand
tiempo. Pasados algunos dias después que el Legado
fué venido, el Rey y el Maestre, para cumplir la
promesa que avian dado al Obispo de Sigftensa de
lo hacer Cardenal, hablaron oon él rogAndole afeo-
tucsamente que escribiese al Papa muy encargado,
para que hiciese Cardenal al Obispo de Sigftensa,
de que el Legado fué muy contento, y asi escribió
él y el Rey, y el Maestre, y fué despachado un Cor-
reo oon las cartas. El Legado y el R^ tuvieron la
fiesta de Navidad allí en Madrid oon asas plascer;
los quales juntamente se fueron A oir Misa solene A
Sancto Domingo , que es monesterio de monjss,
donde él Legado dio su bendición pon muohos per-
'dones.
CAPÍTULO CliX.
De eoaio el Rey mb el Lsf ido m ÍMoroB i Secovta , y lu eorn
qae tIU isbMdleroa*
Pssadas las fiestas de Navidad,, fué acordado en-
tre el Rey y el Legado que se fuesen A Segovia, A
donde le fué fecho solene rescibimiento, según que
para Legado pertenesoia, ansi por |la olereda, co-
mo por los caballeros é gente de la cibdad. E el Le-
gado fué aposentado en las casas del Obispo , que
214
GR0NI0A8 DB LOS BEYES DE OAfiniLLA.
eetán judío con U iglesia mayor. Venido allí al Le-
gado , mandó juntar de todo el Reyno de oada Igle-
sia Catedral una Dignidad y un Canónigo , donde
fueron ayuntadas as^ peisonas de denda é abtori-
dad. Los quales venidos delante del, los notificó la
neceddad en que el Papa estaba é que se quería ser-
vir dellos oon algún subsidio ; ó que por tanto les
mandaba , exhortaba é requería lo aceptasen 6 pusie-
sen por la obra. La clerecía respondió que avrían su
acuerdo é deliberación, sobre lo qual ovo asas dife-
rendas; finalmente determinaron de se lo dar , oon
tanto que su Santidad otorgase á todas las Iglerias
Ostedrales del Reyno peqpetuamente dos Oalongías,
que fuesen, para que en cada Iglesia Catedral, quan-
do Tacasen, el Perlado y d Csbildo diesen la una á
un Teólogo, é otra á un Canonista, lo qud d Papa
lo otorgó odiMfjMliMmi rd SMsioriasii. Fecho aques-
to , publicó unas Bullas de indulgencia plenaría de
diversos precios, según el estado é condición de las
personas que las quisiesentomar. Pero puesto que la
mayor parte de la clerecía del Beyno vino al llama-
miento dd Legado , quedaron algunos que no vinie-
ron porque eran aficionados á los Príncipes Don Fer-
nando ó Dofia Isabel, entre los quales fué mas prín-
dpd Don Ilügo Manrique , Obispo de Coria, que en
nombre de los otros insistió oon d Legado que se
saliese de Segovia é se fuese á estar en Vdladolid,
donde le serian notificadas algunas cosm que oum-
plian d servicio del Bey é d bien de la subcesion
de los Beynos de Castilla. Vista la importunidad
oon que and lo aquezaba que se fuese de dlí , envió
por mí como deputado entre el Bey y d , para en-
tender en los negodos ocurrentes ; é como asi me
notificase d caso de la importunidad dd Obispo, yo
lo hice saber d Bey, é su Altesa envió á desoír d
Legado que le regraciaba d amor é buena voluntad
que le tenia, y que le rogaba que pues conoscia las
¿ormss de Castilla, no curase de dar orejas á seme-
jantes casos é personas, que eran maliciosas é lle-
nas de mucho escándalo ; el Legado respondió que
ad lo entendía haoer, porque ya avia sentido algo
dello. Pasados dos meses que el Legado estuvo allí
negodando lo que el Papa le avia mandado, acordó
de partirse para Alcalá de Henares, para ver á los
Príncipes Don Fernando é Dofta Isabel, que estaban
allí con el Anobispo de Toledo, donde fué resoebi-
do con gran solenidad , é festejado de muchas ma-
neras. Estuvo allí dgunos días, é pasóse á Guada-
lazara , é fué muy bien rescibido por el Marqués de
Santillana é por los Condes sus hermanos, é posó
oon el Marqués dentro de su casa, é reposó dlí d-
gun tiempo. En este medio subcedió en la dbdad de
Córdoba que la comunidad oon favor de dgunos
oabdleros se levantaron contra los conversos con
mano armada, donde fueron muertos muchos de-
llos, é todos robados sin redstencia ninguna en tal
manera, que los que escaparon , ninguno ddlos osó
vivir mas en aquella dbdad, ni entrar en día é no
dn cabsa; oacomo todos ó los mas dellos juddza-
ban sin vergftenaa ninguna, permitió Dios que los
unos por hacedores, é los otros por consentidores.
todos pereciesen é fuesen muertos é destruidos. Lúe- -
go en pos de aqudlo acaesoió que en Jaén la oomn^
nidad admismo se levantó contra los conversos ; é
porque d Condestable D. Migud Luoss no daba lu-
gar para que fuesen robados, un dia estando d en
la Iglesia mayor oyendo Misa, entraron todos é alli
delante dd dtarlo mataron crudamente, é luego sin
tardar fueron robados todos los conversos, é mnchos
ddlos muertos sin piedad ninguna. Siguiendo aques-
tas pisadas los de Ando jar , hicieron otro tanto é
otros lugares del Andalucía. Sabido questo por d
Bey , puesto que le pesó é ovo sentimiento dello, no
hiao castigo ninguno ; pero A ruego é snpücadoii
del Maestre de Sanotiago dio la CondestabUa al
Conde de Haro, y d sdlo de la Chanoillería d Obis-
po de Sigflensa.
CAPITULO CLXL
Gobio ol Roy osvid por ol loCiolo Doo Eori^oo i Boreelooo , fsrt
MUrio coa U Prioeou ii IJa , ó lo fio ollf loboeáió.
Después que el Bey vio que tantos casamientos se
avian desmanado A su fija , habido su acuerdo oon
el Maestre de Sanotiago , determinó de enviar por d
Infante Don Enrique su primo , fijo dd Infante Don
Enrique, hermano déla Bey na Dofia María su ma-
dre, el qud estaba en Barodona. E ad aoordadO|
envió un mensagoro de secreto , para que oculta-
mente hablando con él , lo trazóse sin que fuese
sentido fasta que estuviese en Castilla. Entretanto
que este mensagoro iba é n^ociaba d cargo que le
era mandado, el Maestre de Sanotiago dizo al Bey
que para el bien de la suboesion de su hija, le man-
dase entregar el Alcázar de Madrid , para tener alli
á la Beyna é á la Princesa su fija, donde estarian
mas seguras é guardadas que en ningún lugar dd
Beyno, é las podría ver quando quidese mejor que
en Escalona , donde por estonces estaban. Luego d
Bey mandó al Mayordomo Andrés de Cabrera, quo
entregase d Alcázar al Maestre ; é puesto que le fué
áspero , é dio algunas dilaciones , findmente le fué
necesario entregallo, y entregado , el Maestre puso
dlí su Alcayde. E quantoquier que se apoderó del
Aloázar ó de la villa , sintiendo como Andrés de Ca-
brera é la Bobadilla su muger eran mas aficionados
á la Princesa Dofta Isabel , porque ella era oríada
suya y la avia casado, parescióle que d Aloásar é
las puertas de Segovia estarían mejor en su poder
que no en mano de ellos , é asi con mucha instancir
procuró el Maestre que el Bey también se lo quita-
se, para que lo toviese él de su mano. Sobre lo qua
ovo asaz diferencias , porque á la verdad el Bey es-
taba en grande confusión é no sabia determinar es
cuyo poder estaría mas seguro su Alcázar é su cib
dad oon los tesoron que dlí tenia. E asi dilatando ^
tratando, jamas el Mayordomo quiso entregar e
Aloásar, de que el Maestre fué indignado contra é
é determinó de lo destruir , é ad llamó secretament
ciertos hidalgos de la dbdad, y entre ellos porprin
oipal á Diego de Tapia, é trató oon ellos como par
derto dia señalado alborotasen el pueblo contra U
DON ENRIQUE CUARTO.
dl5
oonvonoB.é loe robaBen; pero qne prinoipalmeuto
procarasen de prender al Rey y al Mayordomo Ca-
brera , para qne el Rey mandase luego cercar el Al-
cázar y dársele , y el Mayordomo lo entregase por
fnerza. E fecho aqueste concierto, los hijos-dalgo
pusieron por obra lo que asi los era mandado, é ayi-
do BU acuerdo I determinaron que dende á ciertos
días, qnando ya toYiesen convocados todos los del
pueblo, un Dominga después de comer diesen cinco
badaxadas en la campana de Sanct Pedro de los
Priores, é á la misma hora se comenzase la pelea en
cinco partes de la cibdad. Diego de Tapia en el ar-
rabal de Sancta Olalla y Sancta Goloma con los ofi-
ciales é gente común de entrambas colaciones, y los
de Gontreras á la Iglesia de Sanct Juan, para que
allí abriesen un postigo de los adarves , que están
junto con la Iglesia, por donde avian de entrar Die-
go de Tapia con la gente de los arrabales ; otro rui-
do se avia de trabar á Sanct Martin ; otro á la plaza
de Banct Miguel, y otros de sobresalientes que an-
duviesen á todas partes. De aquesta sedición fué
avisado el Rey por el Legado, que estaba en Gua-
dalazara, tres dias antes ; é sabido , mandó al Ma-
yordomo que se apercibiese con tiempo de armas é
gente, é lo hiciese saber á los oonveiBoe, para qne
estuviesen sobre aviso, é no les tomasen de salto.
Estonces el Mayordomo Cabrera con algunos 4iidal-
go6 amigos suyos ó gente de su casa, é asi mesmo
los conversos se proveyeron de tal manera, que ve-
nida la hora de la pelea, se hallaron tan apercebi-
dos é bien armados é con tal esfuerzo, que desba-
rataron á sus enemigos sin recibir dafio ninguno.
Fué muerto Diego de Tapia, principal incitador de
los escándalos , con un pasador que le pasó la ca-
beza hasta los sesos, é su casa, puesta á sacomano
sin resistencia ninguna. Los Gontreras fueron des-
baratados é presos, antes que pudiesen abrir el pos-
tigo, é la gente común de los arrabales quedaron
muy mal parados, porque ovo muchos muertos é
f eridos dellos ; de tal manera , que en breve espacio
no avia lanza enhiesta en todos ellos. Estonces el
Maestre, visto que su dallado trato no se cumplía
como él quisiera , é como sintió que los vencidos
descubrían é publicaban que á su requesta lo avian
fecho , rosoelándose de algún enconveniente, salióse
de la cibdad aquella noche á dormir en el Parral, é
otro dia de mafiana determinó de se partir para
Madrid. Sabido aquesto por el Rey, fué á hablar con
, mairavillándose de su acelerada partida ; el Maes-
e respondió que él no entendía estar mas en So-
>via, ni entrar en eUa, mientras que las puertas é
Alcázar della estuviesen en poder del Mayordo-
3 Cabrera é de la Bobadilla su mugor, do quien
jtenia mas sospecha qne seguridad ; por tanto, qne
I Alteza le perdonase ; é asi se partió muy descon-
nto, de que el Rey ovo asaz enojo. Pero vistos los
cándalos de la cibdad , fué necesario quedarse allí
T algunos dias, asi por asosegar el escándalo del
sblo, como para dar algún medio de concordia é
^ego entre amas las partes de los bandos. Queda-
) con el Rey en Segovia el Obispo de Sigüenza y
' el Conde de Benavente; el qual aquel mesmo dia
tenia concertado de matar al Maestre de Sanctisgo
su suegro, para cuya execudon estaban encerradas
en su casa ciertas personas de secreto ; é si la pelea
del pueblo no interviniera, todavía lo pusiera por
obra.
CAPÍTULO GLXII.
Como vino el Infante Don Enrriqne I la Tilla de Reqnena con la
InfanU iv «adre, 7 el Rey te fné I Madrid, é lai eosas qne
sobre ello anbcedleroa.
Entretanto que estas cosas subcediaui é pasaban
sin castigo con poco temor del Rey, aunque él es-
piritualmente se oongozaba é le pesaba dello, el In-
fante Don Enrriqne vino á la villa de Reqnena, é la
Infanta su madre luego en pos del. Donde venidos,
é notificado al Rey como eran llegados, para ver lo
que mandaba, ovo mucho plascer, y esorivióles que
reposasen allí algunos dias, hasta que proveyese
al Infante de las cosas necesarias para su estado. E
luego mandó que le llevasen una bazilla de plata
muy rica, é camas é atavies, é acémilas é todas las
otras cosas que pertenesdan á la decencia de su
persona. B fecho aquesto, fizólo saber al Maestre
de Sanctiago, que estaba en Madrid, el qual envió
luego al Infante dos caballeros de su casa, para que
lo truzesen a1 castillo de Qarci-Mufioz, donde él y
la Infanta su madre estuviesen á su plasoer, hasta
que el Rey los enviase á llamar. E fecho aquesto,
el Rey acordó que el Obispo de Sigfienza fuese á
verse con el Maestre de Sanctiago á Quadarrama,
donde vistos, acordaron que el Rey se partiese é se
pasase á Madrid, pues que el Maestre de Sanctiago
no quería venir á Segovia. E asi el Rey pasó á Ma-
drid , é con él el Obispo de Sigüenza, y el Conde de
Benavente é los del Consejo con toda la Corte. Don^
de Uegados , fué luego traída alli la Reyna é la Prin-
cesa BU hija , con que el Rey ovo plasoer, é páreselo
tener algún contentamiento, por no estar ni verse
en los escándalos de Segovia, é aún porque según
su condidon no se hallaba rin el Maestre para las
cosas de la gobernación del Reyno, puesto que el sn
gobernar mas era por su proprio interese, que para
honra ni provecho del Rey ni bien del Reyno ; pero
porque oon aquello pareada tener descanso en al-
guna manera, plascíale sufrirlo. Estando el Rey alli
en Madrid, llegó un trotero oon un Breve del Papa,
notificándole como el Obispo de Sgfienza era cria-
do Cardenal, de que el Rey fué muy alegre é pla-
centero ; é por dalle mas honra, dixole que de alli
adelante se intitulase el Cardenal de Espafia, el qual
titulo le duró toda su vida. Estonces el nuevo Car-
denal acordó de se ir á Guadalazara, donde estaba el
Legado, para dalle las gradas de lo que por él avia
fecho, é para comunicar con él algunas cosas que
sobre el mismo negodo convenían. Sabida suida, d
Legado le salió á resoibir, é ayuntados con mucho
amor, porque aún no le avian traído d Capelo , el
Legado y él entraron en roquetes con sus bonetes de
grana á la par, aoompafiados del Marqués de Santl-
216
llana é de los GoDdéS'BOB hermanos, é de otros mu-
ohoB parientes snyos ó caballeros, j estovo allí algu-
nos dias á BU plaaoer ; pero el Bey le escribió , rogán-
dole que se viniese á la Ck>rte, el qual lo biso asi ;y
el Bey y el Maestre, y el Oonde de Benavente con
toda la caballería de la Oorte le salieron ¿ resoibir;
é aquesta fué la primera honra que como Cardenal
resoibió. E luego como ad fué venido , acordó el Bey
de enviar por el Infante Don Enrriqne para que vi-
niese allí, y la Infanta su madre con él ; d qual
vista BU carta, se partió é vino á G^tafe, donde el
Bey le mandó aposentar y estar hasta que saliese á
verse con él. Luego el Bey con el Cardenal y el
Maestre de Santiago y el Conde de Benavente salió
á vers^ con él entre Madrid é Qetafe. B quanto
quier que el Bey lo quisiera traer consigo á Madrid
para que álli fuera aposentado, el Maestre acordó
que fuese á Odón, donde estaba una casa fuerte,
donde Be podrían aposentar muy bien y estar segu-
ros; ansi por estonces el Bey se tomó á Madrid, y
el Infante é su madre se fueron á Odón. B como el
Bey tenia grand gana de ver á su hija desposada,
apartado en su secreto con el Maestre, quiso saber
del lo que se avia de hacer en aquello , é como el
Maestre avia poca gana que aquel casamiento se
concluyese, dando sus dilaciones, descia que pues
quena casar su hija, convenia casarla con BÍey ó
Príncipe poderoso, pero que si le agradaba que se
hiciese con el Infante, era necesario que se hiciese
gruesa gente, é veinte quentos para pagalla, é que
fuese luego á Segovia, ó que los sacase de sus te-
soros en dinero é plata ; é asi el Bey determinó de
Ir á Segovia, é llevó consigo al Cardenal é algunos
^ del Consejo. Donde llegados, é requerido el Mayor-
domo Cabrera que los diese, respondió que le pías-
ela, é por otra parte buscando justos impedimen-
tos, dilató tanto, que ninguna cosa se cumplió de lo
que el Maestre demandaba ; é visto aquesto, acordó
el Bey de reposar allí en Segovia. Entretanto que
el Bey estaba en Segovia descontento de oir tantos
tráfagos, é descontento de lo que veia, subcedió en
Madrid que el Maestre y el Conde de Benavente,
como se avian quedado allí , llegaron á muy malas
palabras, disciéndole el Conde que pues el Infante
Don Enrrique era su primo hermano del Bey, fuera
rason que mirara mejor lo que le cumplía, é no
traello asi burlado con tantas cabtelas é formas de
poca verdad, engafiando no solamente al Bey é al
Beyno , mas á todos los grandes que con él esta-
ban ; é asi muy descontento se fué á Valladolid. Es-
tando el Bey en Segovia, subcedió que Don Alonso
de Fonseca, Arzobispo de Sevilla, fálleselo en su
villa de Coca. Sabida su muerte, el Bey suplicó al
Papa que proveyese del Ansobispado al Cardenal de
Espafia con retención del Obispado de Sigüenza, Jo
qual el Papa concedió libremente; y concedido, en
pos de las bullas del ArEobispado vino un mensa-
gero del Papa con el capelo, que hasta estonces no
se lo avian traído. E venido, para que lo rescibiese
con la solenidad que convenia, el Cardenal se fué
á oír Misa á la Iglesia mayor, y el Mayordomo Ca-
CBÓNICA8 DE LOS BEYES DE CASTILLiL
brora con toda la caballería de la Cort^ salieron
fuera de la cibdad, donde el mensagero del Papa
estaba esperándolos ; é puesto el capelo sobre una
vara alta, el Mayordomo lo llevó hasta la Iglesia
mayor, donde el Cardenal oia la Misa, é allí el men-
sagero que lo traía le dio el breve del Papa y el Ca«
pelo con las cerímonias acostumbradas.
CAPÍTULO CLXin.
De COBO el Mtastrt de SanctUf o faé á 8«Beta Vtrlt <• mm , y
el Rey coa el Garéenal y toda sa Corte ?ioo tlli; é ui «esnio
el IsfiBle DoB EBrriqoe eos It lafasta ea mdre.
Desque el Maestre de Sanotiago sintió que el Bey
no avia gana de ir á Madríd, porque ya desamaba
á la Beyna é no la quería ver por su desoluto vi-
vir, acordó de pasar los puertos, é vinoso á Sancta
María de Nieva. Donde venido, el Bey se fué apo-
sentar allí con toda la Corte, y envió á mandar al
Infante Don Enrriqne é á la Infanta su madre que
viniesen alU, puesto que su venida les aprovechó
poco según lo que subcedió. Estando allí el Bey, en-
vió á llamar allí á los Perlados del Beyno é los Pío-
curadores. Donde venidos , hizo que las Hermanda-
des se conñrmasen é hiciesen por todos los Beynos,
é mandó desatar algunos agravios que estaban fe-
chos en los lugares é cibdades é villas que se avian
alzado por el Príncipe, quando los tiranos le pusie-
ron nombre de Bey. B asi meemo mandó que por
quanto él estaba puesto en mucha necesidad, se re-
partiese cierto pedido é moneda, con que fuese so-
corrído, lo qual le fué otorgado, é mandó luego re-
partir é coger el dinero. B como el Maestre avia
gana de aver á sus manos el Alcázar é las puertas
de Segovia, é sobre aquello era todo su pensamien-
to, para d^truir al Mayordomo Cabrera dizo al Bey
que para concluir el casamiento del Infante Don
Enríque con su hija, convenia que se hiciese con
acuerdo é consentimiento de los tres Estados de bu
Beyno, sefialadamente de los Perlados é caballeros,
para lo qual convenia que su Alteza mandase al Ma-
yordomo Cabrera que entregase al Marqués de San-
tillana las puertas de Sanct Juan é de Sanct Mar-
tin, para que sobre su salvaguarda todos se junta-
sen allí en Sogovia, donde se daria medio é orden
asi en los desposorios de su hija, como en lasuboe-
sion. B quantoquier que al Bey plugo dello, é man-
dó que asi se hiciese, el Mayordomo Cabrera é la
Bobadilla su muger rescelándose perder la teneno
del Alcázar, de donde se seguía su dostruioion, tr.
bajaron astutamente como aquello se estorbase, p
ra lo qual hallaron favor é ayuda en el Cardenal <
Espafia, que ya de secreto estaba confederado #<
la Princesa Dofia Isabel, á quien ellos queria¿
rodeaban meterla en la cibdad é hacerla Beyna dé
pues de los días del Bey, que fueron pocos ; é asi t
hubo lugar lo que el Maestre de Sanctiago queri
En este medio tiempo subcedió que como el Mae
tre de Sanotiago trabajaba por ocupar é tener d4«
mano las principales cibdades é villas del . VLaf
procuró de aver la f ortalesa é la puente de Alc>^
DON ENRIQUE CUARTO.
«7
* tara de Tolodo ; é tmáo so acuerdo , oonf ederóse con
él Conde de Fnensalida, porqne era el que mayor
parte tenia en Toledo por la antigüedad de sa lina-
ge en aquella oibdad , é porqne siempre él y sos
antepasados la mandaron ó gobernaron. E asi fecha
su alianza, qniso qne oomo suyo entrase en la cib-
dad , para tenerla ó gobernarla por él , con tanto que
el Mariscal Femando de Ribadeneyra saliese fuera
de Toledo; el qüal oomo fné siempre leal seryidor
del Rey, y el Dean de Sevilla y el Prior de Aroche
vieron la novedad que contra el Mariscal se hada,
juntáronse. todos tres como buenos servidores del
^y» 7 oonvocada la mayor parte del pueblo, echa-
ron fuera de la oibdad al Conde de Fuensalida é á
todos sns valedores ; é asi echados , todos tres que-
daron por gobernadores de la república por algún
tiempo. Pero los dichos caballeros, como se vieron
fuera de sus casas, fecha su confederación, comen-
Earon de guerrear mny bravamente por todas las
partes, tanto qne no les doxaban entrar ningunas
provisiones, é á esta cabsa los ponian en estrecho.
Sabido aquesto por el Rey, fué luego allá, é puesto
qne vido el atrevimiento de los caballeros que guer-
reoban á su oibdad é perseguían á sus leales servi-
dores é criados, no biso castigo en ellos, porque
eran del Maestre , mas dexólos en treguas , que du-
raron poco tiempo. En este medio tiempo subcedié
que vino allí el Marqués de Villena, fijo del Maestre
de Sanctíago, á hacer reverencia al Rey, con cuya
venida fné muy alegre el Rey, en tanto grado, que
desde allí entró en grand privanza con él. Entretan-
to que el Rey estaba en Toledo , el Maestre se fué á
PeAafiel á ver la Duquesa su muger, con la qual se
holgó buenos días, hasta que pasaron las fiestas de
Navidad. Luego que el Rey puso la tregua, acordó
de partirse para Segovia, y el Marqués de "aliena
con él. Venido el Rey á Segovia, el Marqués de Vi-
llena se fué á aposentar al Parral, que no quiso en-
trar en la oibdad á cabsa de la enemiga que estaba
entre el Maestre su padre y el Mayordomo Cabré-
ra; pero el Rey los mas de los dias se iba aUf á oir
Misa, por verlo y hablar con él. Estando asi las co-
sas en calma, la Princesa Dofia Isabel, hermana
del Rey, por trato que movió con algunos vecinos
de la villa de Aranda, que era de la Reyna Dona
Juana, la tomó é se apoderó della, é se vino luego
allí de estada ; de que el Rey ovo grand sentimien-
to, puesto que desamaba á la Reyna.
CAPITULO CLXIV.
Je COBO et Mayordoaio Andrés de Cabrera d la Dobadilla sa ma-
ger traxeroB i la Princesa DoBa Isabel, é la metleroa en el Al-
eásar» j el Arxoblspo de Toledo con ella , é de lo qne allí sa«
eedld.
Después que la pelea de Segovia entre los hidal-
:os é conversos fué pasada, siempre el Mayordomo
labrera é la Bobadilla su muger estuvieron soq>e-
hosos é con temor que el Maestre de Sanotiago
)n sns astucias y modos los destruyría, si con tiem-
uno Be remediaban. E asi, después que algunas
veces hablaron oon el Rey, diaoiéndole quanto m^-
jor seria tener á su hermana consigo y estar con
ella oon mucho amor , pues que vela que el Maes-
tre do Sanotiago le ponia de contino en mayores
necesidades, é nunca le daba á descanso ni reposo,
y de oontino abarcaba quantas cibdades é villas po-
día, en tal manera, que ablandaba un poco la vo-
luntad del Rey, acordaron de traer á su hermana la
Princesa allí á la cibdad de Segovia, donde el Rey
estaba ; é porque el trato fuese mas cierto é secre-
to, la Bobadilla se fué á la villa de Aranda, donde
la Princesa estaba, vestida como labradora encima
de un asno, muy encubiertamente, sin ser conocida
ni sentida. E asi fecho su concierto con la Prince-
sa, que para cierto dia viniese, é la meterian en el
Alcázar, se tornó tap secretamento oomo fué. Do
aqueste trato fueron sabidores é consentidores é
consejeros el Cardenal de Espafia é el Conde do
Benavente. E quantoquier que el Mayordomo é la
Bobadilla de contino desdan al Rey las tiranías
del Maestre, é que por qué consentía en ellas y él
lo conocía, pero no porque se alterase, ni mostrase
su indignación contra éL Estonces ellos sospechan-
do que la venida del Marqués de Villena seria con
alguna cabtela de las del Maestre su padre, deter-
minaron de poner en obra su propósito comenzado.
E asi pasado el dia de Afio nuevo, estando el Rey
en el bosque, enviaron sus mensageros á la Prin-
cesa qne viniese á mas andar ; ella vino, é traxo
consigo al Arzobispo de Toledo Don Alonso Carri-
llo, é antes que amanecieso, entró en el Alcázar,
donde fué resoebida con aquel amor qne la llama-
ron. Esto fizo con grado é consejo del Cardenal de
Espafia, que estaba confederado con la Princesa
Dofia Isabel sobre firmas é sellos. E como el Mar-
qués de Villena, que posaba en el Parral, supo la
entrada de la Princesa en el Alcázar, temiendo ser
preso, á la misma hora se partió en un caballo á
mas andar camino de Ayllon. Luego que la Prín-
oesa fué entrada en el Alcázar, el Conde de Bena-
vente y el Mayordomo Cabrera cabalgaron antes
del alba, é fueron ambos al bosque donde el Roy
estaba, é notificada la venida de su hermana, le su-
plicaron que se viniese á la cibdad, é asi le truxe-
ron eonsigo. E asi venido á su Palacio, después que
ovo comido é reposado, el Conde de Benavente y
el Mayordomo le tomaron á suplicar que fuese á
ver á su hermana, el qual fué luego al Alcázar, é
ella salió hasta el patio á lo rescebir ; é vistos, se
abrazaron oon mucho amor, é se retruxeron á una
sala, donde asentados estuvieron por grand espacio
hablando. En fin, oomo la Princesa era prudente é
de mucho seso, le dixo: «Sefior, yo soy venida por
» dos cosas, la primera, por ver á vuestra Alteza
»oomo á padre é sefior y hermano mayor, pues el
» deudo de la ssmgre lo requiere ; la segunda, á le
» suplicar que le plega, si algún enojo contra mí
B tiene, apartallo de sí ; é scgund que por mis cartas
» se lo supliqué, qniera mantener é guardar lo qno
» prometió é mandó, quando quiso que me jurasen
«por Princesa é legitima áuboesora vuestra ; porqne
218
OBÓNICAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
9 de aqaesto será Dios serrido, é de lo contrario es
I cierto qacBe segairán grandes malee, vieto que
«eegnnd Dioa ó justo derecho á mí pertenesce la
nBuboeeion de eatoe Beynos deepues de loe dias de
» Tueetra Alteza, que Dios por muchos afios aero-
• oientejí El Rey le respondió , que avia seydo alegre
con su venida, porque avia deseo de la ver, ó que
fuese muy bien venida, y que quanto á lo al, que
él la mandaría responder ; é asi se despidió della con
grande cortesía. Entretanto que esto asi pendía, ó
se tomaba deliberación de lo que se debía de hacer,
el Maestre do Sanotiago, que estaba en Peftafiel con
la Duquesa su muger, trató luego vistas con el Du-
que de Alburquerque, que estaban muy enemista-
dos sobre las cosas pasadas en el Reyno contra el
Bey ó contra él ; é vbtos, quedaron muy amigos é
confederados. B asi puestos en amistad el uno con
el otro, el Maestre se vino á Guellar, donde el Du-
que de Alburquerque b rescibíó y aposentó grado-
sámente. Estonces el Maestre envió á rogar al
Condestable su suegro que viniese allí, el qual vino,
' ó juntados todos tres, el Maestre enviaba de contí-
no sus mensageroB con tratos al Bey para que la
Princesa su hermana fuese echada de Segovia ; é
quanto quier que el Bey salía á ello, é le piaseis,
aprovechaba muy poco porque los dd su Consejo
estaban devisos en diversas opiniones é afidones.
El Maestre de Santiago y d Duque de Alburquer-
que y d Conde de Benavente y oí Liccndado do
Cibdad-Bodrigo querían ó procuraban el partido de
la hija dd Boy ; y d Cardenal de Espafia y d Con-
destable y el Mayordomo Cabrera é Bodrígo de
Ulloa y el Doctor de Madríd querían de secreto á la
Príiicesa, hermana del Bey, aunque no lo demos-
traban claramente, en td manera, que níngund se-
creto avia en el Consejo del Bey. Verdad es que la
Princesa, hermana del Bey, envió dgunas veces
con tratos d Arzobispo de Toledo, para que hablase
con el Bey; pero aquello aprovechaba muy poco,
porque el Bey no respondía otra cosa, salvo lo que
el Maestro le enviaba desoír. Estonces vistas las di-
ladones por la Princesa , é que ningún efecto bue-
no se seguía de los tratos, aunque andaban de con-
tíno, envió á llamar d Príncipe su marido, creyendo
que su venida seria cabsa do tomar algún expedien-
to mas convenible, d qud vino luego: ó venido, co-
mo el Mayordomo Cabrera é la Bobadilla su muger
tonian parto en la voluntad del Bey, suplicáronle
con mucha instoncia que lo quisiese ver y hablar,
visto el deudo tan cercano que entre ellos esUba.
Convenddo el Bey de su suplioadon, quísolo hacer,
é junto con la vista, hicieron que juntamente cabal-
gasen é anduviesen por la cibdad, do que el pueblo
fué muy contento ó alegro. E porque todos tres her-
manos estuviesen é pudiesen estar conformes é con
mucho amor, acordó el Mayordomo Andrés de Ca-
brero de haceUea fiestas d día de los Beyes en las
casas del Obispo , que están juntas con la Iglesia
mayor é con d Alcázar. Donde todos tres asenta-
dos, d Bey á la cabecera de la mesa , é la Princesa
su hermana un poco mas abazo del , y el Principe
junto á par della, ad comieron oon asas plascer. E
porque d segundo Bey Don Juan de gloriosa me-
moria, su padre dd Bey é de la Princesa, avia fe-
cho merced con privillejo rodado al Conde de Bi-
badeo Don Bodrígo de Villandrando por un sefia-
lado servido que le hizo, que en td día como aqud
se sentase oon él á la mesa, é la ropa que el Bey
aqud día se vistiese, le fuese dada á d en su vida,
é después á los primogénitos que del descendiesen,
mandaron que su hijo ol Conde de Bivadeo que dlí
se sentase, porque la preeminencia de su previllojo
le fuese guardada, é gozase de la honra que su pa-
dre ganó. Después que ad ovieron comido, el Bey
é sus hermanos se retruxeron á una cámara á oir
mósioa ; fuéles dada una suntuosa colación , é pasa-
do dgnnd espado de tiempo, el Bey se sintió malo
de dolor dd costado ; de tal son, que fué necesario
irse á reposar á su Palacio, donde por dgunos dias
estuvo muy trabajado. Pero fechas dgunas prooi-
dones é rogarías en la cibdad y en los Monesteríos
por su sdud, páreselo aver mejoría en su personsí
sin sentir dolor dguno, aunque nempre le queda-
ron reliquias de cámaras é gómito, y echar sangre
por la orina, hasta que muríó. En esto medio tiempo
de su enfermedad, los Principes sus hermanos Ibanlo
á ver, é por otra parto los tratantes le suplicaban qui-
siese confirmarles la subcedon que le avia mandado
jurar ; é puesto que de cada parto se alegaban mu-
chas cosas peligrosas de escrebir, ningún medio do
paz se pudo tomar entre dios ; de manera que la
Princesa como sesuda é de grand prudencia, deter-
minó de estarse queda en Segovia é no sdir della.
El Maestre de Santiago, que por aviso del Bey sa-
bia todo lo que pasaba, trató secretamento con d
que una noche entrase derta gento suya en la cib-
dad, para que se apoderase de dgunas torres de las
Igledasé casas, ó apoderados, que élsobrevemia
con gruesa gente, é que prenderían á los Príndpes
BUS hermanos y d Mayordomo Cabrera. Aquesto
trato no pudo aver efecto , porque fué descubierto,
é no sin cabsa , porque aqudlo que en los ddos se
ordena, é quiere d consistorio de la divind Trini-
dad que se cumpla en la tierra , es necesario que
asi se haga sin oontrádidon alguna, que para lo con-
trario no bastan los deseos humanos, ni d ingenio
de las gentes lo podría contrastar ; porque los Prín-
cipes de la tierra, quando contienden y debaten, si
supiesen lo que hacen, ¿ qué quedaría para el.infi
nito poderío de Dios que los mueve? Ad que di
hemos concluir y notar, que según es d soberan
poder de Dios, nosotros no lo entendemos ni sabe
mos conocer.
CAPÍTULO CLXV.
De lo qoe sabcedió sobre U Tilla de Carrioa, qae tesit el Cod4'
de Benatente.
En las turbadones pasadas dd Beyno el Cond
de Benavento tomó la villa de Carrion é se apodar
della, donde fizo una fortaleza, y d Bey por la buc
I na voluntad que le tenia, é por respecto dd Maestr
DON BNRIQUB OUABTO.
219
sa ra^grOy que w lo soplioá, gela tTia oonfirmado.
Lo qaal fué oom nray molesta al ICarqués de Ban-
tíllana ; porqae allí era el enterramiento é la natn-
raleaa de grande parte de en linage, aefialadamente
de los de la oasa de la Vega ; é aumesmo el Conde
de Trevifio, porque sm antopasadoe y él to vieron
allí macha parte á cabaa de la cercana vecindad de
BU sefiorío, qne allí janto tenian ; é como asi la vie-
sen enagenada en mano de hombre poderoso, esta-
ban entrambos descontentos. B como el Marqués de
Santíllana sopo como el Oonde de Benavente trata-
ba mal é f acia algunos agravios á ciertos hidalgos
allí de Oarrion, los quales eran suyos, envióle á ro-
gar que por su respeto se quisiese aver graciosamente
oon ellos, asi porque eran de los hidalgos de su pa-
rentela, como perla antigua naturalesade su linage
en aquella villa, é por los huesos de algunos de sus
antepasados que allí estaban enterrados. A lo qual
el Oonde de Benavente respondió con poca dubiura é
menos cortesía, disdendo que aquellos huesos de
sus antepasados los mandarla coger en una esporti-
lla y gelos enviarla, para que él los fioiese enterrar
en Guadalaxara oon los otros sus abuelos ; de que
el Marqués fué muy sentido , é luego envió á desoír
al Oonde de Trevifto, que tratase con los hidalgos
de la villa oomo se rebelasen contra el Conde de
Benavente, é que él con toda su gente y parientes
iria muy presto al acorro dellos, en tal manera, que
la villa se recobrase para la Corona Beal, y el Con-
de de Benavente quedase despojado della. Eston-
ces el Conde de Trevifio, fecho su conderto con
aquellos hidalgos agraviados, é aquellos con los
otros sus parientes é amigos puestos en armas, me-
tieron de noche al Oonde de Trevifio, é puesto cerco
sobre la fortalesa, envió á llamar al Marqués de
Sántillana, que le viniese ayudar, el qual partió á
mas andar de Guadalaxara, allegando su gente, en
tal manera, que cuando llegó cerca de Carrion es-
taba muy poderoso, no solamente oon la gente de
su casa, mi|s el Condestable y el Duque de Albur-
querque le enviaron la suya, é los Condes de Casta-
fieda é Osomo fueron en persona oon los suyos á le
ayudar. Pero todavía el Conde de Trevifio é los hi*
dalgos de Carrion combatían reciamente la fortale-
sa, puesto que el Alcayde se defendía muy bien, es-
perando ser socorrido del Conde de Benavente , el
qual estaba en Segovia á la sazón ; é como supo
aquesto, se partió á grand priesa para Valladolid,
•de ajuntó asas gente suya é de sus parientes é
adores. El Maestre deSanctíagosu suegro le on-
toda la mas gente que de presto pudo allegar, y
ó al camino á juntarse con él ; y el Conde de Cas-
Don Alvaro de Mendoza vino en persona con
ia su casa á le ayudar. Estonces el Bey acordó
ir allá, é llevó consigo al Cardenal de Espafia ; y
XBáoñ á Valladolid, supieron oomo el Conde de
\avente iba á socorrer la fortalesa, y el Marqués
antillana le salia á encontrar al camino. Sabi-
aquesto, el Bey á mas andar pasó á Falencia,
i ponerse en medio dellos, y estorbar la batalla,
?ríncipe Don Fernando, Bey de «Sioilia, fué por
otra parte á ponerse oeroadel Marqués de Sántilla-
na, para le ayudar, é sor con él en la batalla, ha-
ciéndole saber como venia para ayudalle con su
persona ; el Marqués le respondió que se lo tenia
en sefialada merced, y le suplicaba que se estuviese
quedo, é no curase de pelear ; mas que se guardase
para Bey de Castilla, porque Á\ tonia consigo tal é
tanta gente, que bastaba para destruir al Conde de
Benavente ó á otro mayor que él. E desde allí pares-
ció quedar grand confederación entre el Principe y
el Marqués. El Bey desque vido el peligro tan apa-
rejado, si se diese lugar al rompimiento de la bata-
lla, rogó al Cardenal de Espafia como á hermano
del Marqués, y al Maestre do Santiago oomo á sue-
gro del Conde de Benavente , que se pusiesen á tra-
tar con ellos, é buscasen algún medio para concor-
darlos, para que el rigor de la pelea cesase. B oomo
entramos oomensaron á negociar andando de una
partea otra, d Marqués de Santíllana, vistas é co-
nocidas las formas dd Maestre, que tenia mas dul-
ces palabras que buenas obras, respondióle orgu-
llosamente oon poca paciencia, requiriéndole que no
viniese á él mas con trato ninguno, porque sus ha-
blas eran mas llenas de poca firmeza que de certí-
dumbre ninguna. Lo qud el Maestre con alegre
semblante didmuló, porque á la verdad era caballe-
ro de grand sufrimiento , é aún porqae los que de
esta forma tirana é mafiosamente viven, aquello los
es mejor é mas sano remedio que les conviene se-
guir. B no solamente aquesto ; pero tomóse oontra
el Cardenal su hermano, disdéndole con mucha fu-
ria que se fuese, é no curase de hablar con él en
aqud caso. B ad con grand rigor mandó tocar sus
trompetas, para salir al encuentro contra d Conde
de Benavente, que venia á ddle la batalla. Eston-
ces d Bey saUó al campo, é púsose enmedio, é pues-
to, mandó d Conde de Benavente tornar atrás ; é
apartado con el Cardend , rogóle que le diese su
villa de Magafia, é que le daria otra mejor satisf a-
don por ella, con que contentarían d Conde de Be-
navente por equivalencia de Carrion; lo qud d
Cardend hizo liberalmente, é asi fué Magafia en-
treg^a d Conde de Benavente, y el Alcayde que
tenia la Fortaleza de Carrion á la misma hora se
salió della, é fué luego puesta por tierra ; por tal
manera, que la villa quedó libre para la Corona
Bed. Derramada la gente de amas partes, d Bey
se tomó á Vdladolid, é con él el Cardend y d
Maestre de Sanctíago y d Conde de Benavente ; y
d Marqués de Santíllana , yéndose á Guadalaxara,
pasó muy cerca de Segovia, é la Princesa Dofia Isa-
bd salió á verse con él á Sanct Christoval, é de allí
adelante el Marqués quedó secretamente por ellos,
para los ayudar á reynar después do la vida del Bey.
Derramada la gente é puesto algún sodego en toda
la tierra, el Bey se tomó á Segovia, y con él el Car-
dend de Espafia, y d Maestre se tomó á Cudlar, y
el Conde de Benavente se quedó en su tierra ; y lle-
gado d Maestre á Cudlar, y d Bey á Segovia, es-
tuviéronse dgunos días reposando, y el Maestre en-
vió á suplicar al B^ que se pasase á Madrid, por-
220
CRÓNICAS DB LOS RBYIfiS DB CASTILLA.
que allí estarían judíob é se daría orden en lo que
á 8U eerrioio oumplia,
CAPÍTULO CLXVI.
Como el Koy ton el Cardeul so íoé á Madrid, y el Maeitre eoD
. la Ouqaeaa sa nuger faeroa allá desde Caellar, é de lo qae
alU subeedltf.
Venido el Bey á Madrid, j con ól el Cardenal ó
los de BU Consejo, é toda la gente de la Corte, vino
desde Cuollar el Maestre de Sanotíago con la Du-
quesa su muger. Donde ayuntados, aoordó el Maes-
tre, que el Cardenal de Bspafta fuese á Segovia pa-
ra procurar de dar algún medio de concordia entre
el Rey é los Príncipes sus hermanos; pero puesto
que el Maestre hacia ir al Cardenal con aquel trato
á los Príncipes, mas fué para llevar al Rey donde
le íiao ir, que no por la gana que tenia de concorda-
11o con los Príncipes. Bl Cardenal se partió para Se-
govia, y estando las cosas de la subcesion en pen-
dencia, de que tanto peligro corría á los cuerpos ó
á las ánimas , según las diferencias é contiendas que
entre la una parte é la otra avia, él Maestre de Sano-
tíago, que mayor cuidado tenia de sus propios in-
tereses que de la honra del Rey ni del Reyno, hizo-
le partir para Estremadura , no aviendo lugar ni
cabsa de necesidad alguna para ello, salvo solamen-
te para que le hiciese dar la cibdad de Truzillo, é
mandase al Alcayde Gracian de Sesé que se la en-
tregase. Donde llegados , el Rey mandó A los caba-
lleros é vecinos de la cibdad, que no se alterasen, y
al Alcayde que entregase la fortaleaa é la diese al
Maestre ; el qual, después que dio sus legítimas ex-
cusaciones porque no la debia de entregar, vista la
voluntad del Rey que se lo mandaba, púsose á trato
con el Maestre, para que le diese equivalencia é le
hioieee partido. Estonces el Rey , visto que los tra-
tos llevaban dilación, acordó de se partir, asi por-
que la tierra estaba mal sana , como por la indispo-
sición é poca salud de su persona, que desque enfer-
mó en Segovia, le fatigaban cámaras é gómito, y
echar sangre por la orina, en tal manera, que de
oontino iba descaeciendo y empeorando su salud, y
asi vínose á Madrid, donde estaba la Princesa su hi-
ja en poder del Marqués de Villena, pero la Reyna
apartada d^ allí por su deshonesto vivir. B oomo el
Maeí^tre se quedó en un lugar que se díoe Sancta
Crus, á dos leguas de Truzillo , hizo desde allí su
trato con el Alcayde, é dióle la villa de Sahelices de
los Gallegos del Conde ümefiasu sobrino, con que el
Alcayde se tuvo por contento. Entretanto que este
trato se hacia, adolesció el Maestre de una grave apos-
temación en la garganta , echando mucha sangre
por la boca, de que murió, pero los suyos lo tuvie-
ron encubierto , hasta que la fortaleza fué entrega-
da. I O Maestre de Sanctiago, que tanta gargante-
ría é hambre tuviste en este mundo , para abarcar
sefiorios 1 ( tantas congoxas , fatigas y astucias por
regir é mandar en Castilla I (tantos rodeos disolutos
y deshonestas formas para subir á ser Maestre! Di-
me agora, enemigo de tu alma, desipador de tu fa-
ma, perseguidor dé tu Rey, que te hizo perseguidor
del Reyno en que naciste é fuiste criado , la pujan-
za de tu poder, la grandeza de tu estado, las muchas
fortalezas é villas que usurpaste, los títulos de no-
bleza que adquiriste, ¿qué te aprovecharon, quaado
una pequefia apostemación en la garganta , un mal
de tan poca fuerza ansi tan prestamente , sin arma-
dura ninguna, te venció é agenó del mundo, é privó
de lo que tenias, é te destruyó la vida, é apartóte el
cuerpo del ánima? Pues ¿qué memoria será la tu-
ya? ¿qué renombre dexas á tus hijos? ¿ qué fama
sonará de ti entre las gentes del mundo , sino que
perdiste la vida, usurpando lo ageno? Bástete, pues,
saber de cieito que dexas feo apellido de tu nom-
bre , y mayor infamia de tus obras. En este medio
tiempo el Arzobispo de Toledo con licencia del Rey
cercó la fortaleza de Canales, é sin esperar comba-
te ni afruenta ninguna, gela entregó al Alcayde.
CAPÍTULO OLXVn.
Deeoaio naerto el Maestre de Saaetiafo, el Rey eoDlmó al Mar-
qués do Villena sa bijo todo lo qae el padre teaia, é le dio
el Maestradfo de SaaUago, sla coasoltarlo eoa los graadet
del Reyao, y lo qae sabeedló.
Sabida la nueva de la muerte del Maestre, el Rey
fué muy pesante , é como Rey amaba ya mucho al
Marqués de Villena su hijo, visto que tenia á su hi-
ja en su poder, queriéndole gratificar y echarle miis
cargo, para que la sirviese é mirase por ella, confir-
móle todas las tenencias que su padre tenia de ia
Corona Real de las cibdades é villas é fortaleaas. K
no solamente aquesto , mas porque sintió que algu-
nos grandes del Reyno, que él tenia por mucho su-
yos, tenían mas afición con la Prinoesa su hermana
que con la hija, dióle el Maestradgo de Sanctiago,
sin comunicarlo con ellos, ni con los caballeros de
la Orden, y envió sus suplicaciones al Papa que ge-
lo confirmase, de que asas indignación se puso en
los corazones de todos los del Reyno , mormurando
del Rey, porque asi f acia tan sefialadas mercedes, é
mostraba tanto amor al hijo de su capital enemigo,
que lo avia deshonrado é destruido ; pero ni por eso
¿ no dexó de lo favorecer é ayudar, é dalle mayor
parte de mapdo é gobernación que á su padre. De
donde subcedió que la mayor parte de los perlados
é caballeros del Rey se aficionaron á la Princesa su
hennana, poniendo grand dubda en la hija. Lueeo
que el Cardenal que estaba en Segovia, para dar
gnu medio entre el Rey y la hermana, sopo la i
dad de la muerte del Maestre de Sanctiago, é lo
el Rey avia fecho, vínose á Madrid, y con él el C
destable. Donde llegados, trabajaban quanto pod
con el Rey, suplicándole quisiese por bien de su co
ciencia, é por escuaar muchas muertes é males •
la subcesion del Reyno á su hermana, pues que
bia quanto sospechosa cosa era á todos los gran
ser su hija la Princesa Dofia Juana; á lo qual el I
disimulando, respondió con alguna manera de d
cien que sería cosa sancta é justa, si para esta i
rencia se pudiese tomar algund medio convenit
DOH ENBIQUB OÜAft'TO.
221
entrannM las partee, porque loe eacindaloe ee quitap
sen. Estando asi aqueste negocio en pendencia, sab-
eedió, qae el Marqués de Villena, creyendo ser Maes-
tre, esperando las bullas de Roma, para ganar la to-
luntad de los principales de la Orden, púsose en tra-
tos con algunos de]los,sefialadamente con el Oonde
de Osomo, Oomendador Mayor do Castilla, rogándo-
le que se quisiese yer oon él. El Ck>nde respondió que
le plasda; mas porque él se sentia mal dispuesto,
que la Oondesa su muger saldría á las vistas oon éli
é seria su convidado en el ViUarejo donde estaria, é
reposaría é hablarían mas á plascer. Fecho el con-
cierto, é asignado el dia de las vistas, el Marqués y
el Obispo de Burgos se fueron al Villarejo, donde la
Oondesa los esperaba. E como descabalgaron, para
entrar á comer con ella, saüó gente armada sobre el
Marqués é fué preso luego é prestamente llevado á
la fortaleaa de Fuentiduefia. Sabido aquesto por el
Bey, fué tan indignado é rescibió tan grand enojo,
que se le dobló su mal ; pero como amaba mucho al
Marqués, sin mirar el peligro de su vida, se partió
luego para Estremadura, é desde allf procuró de ver-
se oon la Condesa de Osorno, y puesto que ella salió
á las vistas, fué tan dura , que á ningún ruego del
Bey se quiso mover ; é asi vista la descortesía de la
Oondesa, so tomó el Bey á Madrid. E desde allí acor-
dó de verse con el Arzobispo de Toledo en un lugar
que se dice Villaverde ; donde vistos, quedaron muy
conformes, para que dende allí adelante el Ansobis-
po fuese enteramente suyo. E asi con deseo de ser-
virlo tomó el cargo de ir luego á poner cerco sobre
Fuentiduefia ; é puesto el cerco, el Rey se fué allá en
persona, quantoqnier que él era con poca salud é
mal dispuesto. Durante aquel cerco, Lopes Vázquez
de Aoufia, hermano del Arzobispo , trató vistas con
la Oondesa de Osomo, á las quales salieron ella é un
hijo suyo ; é salidos prestamente fueron presos la
madre y el hijo, é llevados á la fortaleza de Huete.
De aquella prisión fueron muy alegres el Rey y el
Arzobispo ; porque sintíeron, que aquello sería cab-
sa de la liberación del Marqués de Villena. Estonces
el Cardenal y el Oondestablo vinieron allí, é comen-
zaron á tratar con el Conde de Osomo ; el qual sabi-
da la prísion de la Condesa su muger é de su hijo,
determinó de soltar al Marqués , con tanto que le
diese una fortaleza é ciertos vasallos, que se dicen
del Maderaelo ; la qual le prometió el Marqués de
Villena de le dar, é fué suelto con tanto que Don Pe-
dro de Velasco quedase allí en rehenes dentro de la
fortaleza, hasta que la Condesa é su hijo fuesen allí
tomados, y que el Cardenal y él fuesen fiadores del
Marqués, de Villena, que cumpliría lo capitulado.
Estonces el Marqués salió con el Cardenal á besar las
manos al Rey, que oon tanto trabajo de su persona
avia procurado su libertad. E desde allí el Cardenal
é el Marqués oon López Vázquez de Acufia se fueron
á Velez para procurar la libertad de la Condesa é su
hijo, que estaban en Huete; é sueltos, los enviaron
á Foentjduefia, y el Rey se tomó á Madrid , y el Car-
denal y el Marqués se volvieron luego á la Corte, y
el Aizobispo se fué á su villa de Alcalá de Henares.
CAPÍTULO CLXVIIL
De como ol Rey tono i Midrld, é lo apretó It doleselt,
é BSrIá.
Tomóse el Bey á Madrid oon mas plascer que sa-
lud por la deliberación del Marqués de Villena, de-
seando reposar para remediar su persona, que esta^
ba flaca é muy debilitada de andar por los campos
en tiempo de tanta frialdad, en el mes de Octubre é
Noviembre. Donde, creyendo descansar, cargó en él
tan apoderadamente el mal de sus cámaras é gómi-
to, que luego paresció ser mortal sin remedio algu-
no, en tanto grado . que luego los físicos pronosti-
caron ser muy cercano su fin. Pero todavía acorda-
ron de k) purgar un Domingo por la máfiana, é pur-
gó livianamente , oon que paresció en alguna mane-
ra sentirse mas aliviado, hasta que ovo comido, é
dormió por espacio de una hora y media muy sose-
gadamente. E luego que despertó dióle un tan grand
dolor de costado, y tan agudo que ningún reposo ni
sosiego le dexaba tener; en tanto grado, que siem-
pre le fué oresciendo, é nunca menguando, é duróle
aquel dolor por espacio de diez horas. Estonces di-
xeron los físicos á los Seftores que allí estaban , que
eran el Cardenal y el Condestable y el Conde de
Benavente y el Marqués de Villena oon otros del
Consejo, é muchos criados, é servidores suyos, que
le suplicaban que le hiciesen luego contear é orde-
nar su ánima, por quanto no tenia mas de tres ho-
ras de vida. Oydo aquesto, mandaron llamar á Fray
Pedro Máznelo, Prior de 8anct Gerónymo del Paso,
con quien el Rey se confesó por espacio de una ho-
ra gprande. E acabada la penitencia, el Religioso lo
dixo que mirase como disponía su ánima, é donde
se mandaba enterrar, y el Rey respondió sosegada-
mente, que dexaba por sus Testamentarios y Alba-
ceas al Cardenal de Espafia, y al Duque de Areva-
lo, y al Marqués de Villena é al Conde de Benaven-
te, é les encargaba sus conscienoias ; é mandaba que
su cuerpo fuese llevado á Sancta María de OnadaJu-
pe , é lo enterrasen debaxo de la sepultura de la
Reyna su madre Dofia María. E asimesmo mandaba
que do sus joyas é tesoros fuesen pagados é satisfe-
chos sus criados é servidores de lo que les era en
cargo. Dicho aquesto, oon muy poca pena espiró á
las dos horas de la noche, que se contaron once dias
del mes de Diciembre, afio del Nasoimiento de
nuestro Salvador Jesu-Cliristo, de mil é quatroden-
tos é setenta é quatro afios. Vivió quarenta é nueve
afios, é onde meses, é once dias, y reynó veinte é dos
afios, poco mas ó menos. Quedó tan deshecho en las
cames, que no fué menester embalsamallo. Fué de-
positado por estonces en el Monesterío de Sanot
Gerónymo del Paso, que él hizo, donde le fueron fe-
chas seftaladas obsequias según que á Rey pertenes-
oian. Dixo la Misa el dia de su enterramiento el Car-
denal de Espafia con algunos perlados qué allí es-
taban por asistentes oon él en el Altar. | O Reyes
poderosos, que sojuzgáis los Imperíos! |0 Príncipes
temporales, que sefiorpais on el mundo I Tomad ago«
m
CBÓÑIOAS DB tX)S tlBTES DB CASTILLA.
ra enzomplo en la pajansa de eate Bey, qaando oo-
menzó á reynar. Sean en Toa espejo ens altoe trían-
foB, qno le di6 la fortona, sa franca liberalidad, una
piadoBae obras , su macha clemencia, con qne go-
bernó ana aúbditoa. Mirad que ni lo uno le libró de
la peraecncion de ana traydorea criadoa, ni lo al lo
eacapó de la maerte, que lo privó de loa Beynoa é le
deapojó de aua aefioríoa. Si primero ae vio con glo-
ría, loa suyos ae la robaron. Si fué Sefior de grandea
teaoroa, aquelloa le empobrecieron. Si ganó muchas
tierras, é si algunas provincias se alzaron por él,
aquellos como ingratos se las fícieron perder. Ellos
rescibiendo mercedes, se tomaron peores ; él sufrien-
do sus injurias, se fizo mejor, é asi feneció su vida
con mucha pacienciai é acabáronse sus días con po-
co descanso, é salioron sos carnes de los trabajos
mundanos, é reposó su espíritu de tantos afanes , y
duermen sus huesos sin verse corridos. Pues si dis-
creción é saber alcanzáis, si sesd é prudencia tenéis
vosotros, los del Oetro Beal, contemplad su próspero
estado, su graciosa humildad, sus mercedes infinitas,
sus grandes persecuciones , sus trabajos é afanes, sus
desmedidas fatigas ; é veréis que ni la mucha poten-
oia os debe cabsar soberbia , ni las sobradas riquezas
haceros avarientos, ni los oasos desastrados privar
de la virtud, ni las fueites adversidades agenar el
corazón de la condición Beal, mas con serena cara
faced á todo sereno semblante, é de tal guisa su«
frirlo , que ni por lo muy próspero se muestre mas
alegre, ni por las adversidades seSalada tristeza.
CRÓNICA
DE LOS SEÑORES REYES CATÓLICOS
DON FERNANDO Y DOÑA ISABEL
■
DE CASTILLA Y DE ARAGÓN,
BSORITA
POR SU CRONISTA HERNANDO DEL PULGAR,
OOTKJADA
CON ANTIGUOS MANUSCRITOS
Y AUMENTADA
DE VARIAS ILUSTRACIONES Y ENMIENDAS.
■^•^—ifc-^K
PROLOGO 1)E LA EDICIÓN DE 1780.
O&esoo fd público la Crónica de los Beyes Católicos Don Femando j Dofia Isabel , esori-
ta por Hernando del Pulgar , nna de las mas importantes por su objeto y por su estilo de
las mas bien escritas que tenemos. Como desde el principio anduvo en diversas manos, donde
se desfiguró , mudó y aun llegó i perder el nombre de su verdadero autor , no será estrafio
que tomemos el asunto en su origen para hacer ver los defectos que contrajo , y la diferencia
que hay de esta edición i las otras dos anteriores.
Hernando del Pulgar , sugeto versado en letras divinas y humanas , empezó á escribir la
Crónica de los Boyes Católicos por autoridad pública el afto 1482 , como parece por su Le-
tra XL escrita i la Beyna Doña Isabel. Bien es verdad que en ella menciona lo escrito has-
ta allí j pero se puede comprender que solo lo escribió por diversión , y fiJto de las noticias
originales ; y asi lo manifiesta la misma Crónica llena de errores en lo substancial de los he-
chos y y aun en lo cronológico, pues coloca muchos de ellos fuera del tiempo en que acaecie-
ron. Después prosigue oon bastante exactitud, como quien vio las mas de las cosas que escri-
be, y las que no vio pudo saber de sugetos que las presenciaron , y aun de los mismos que
las hicieron; y concluye en el año de noventa. El motivo porque la dqó en este estado no
sabemos y ni si le cogió la muerte , pues se ignora enteramente el año en que murió : hasta
aquí llegan las noticias que tenemos del Pulgar. Después paró esta Crónica original en ma-
nos del Doctor Lorenzo Galindez de Carvajal, del Consejo de los Beyes, y éste se la entregó
á Antonio de Nebrixa para que la tradujera (1). Tenia también Nebrixa tituló de Cronista
Beal, y ó que quisiera aumentar esta obra, y continuarla hasta su tiempo , ó por otro motivo
que no sabemos, lo cierto es que la traduxo, y le puso aquel Prólogo ó Dedicatoria que él lla-
mó IHvinatíOj en que mas se explica como autor que como traductor, y lo mismo repite en
la exhortación al lector. También podria conjeturarse que el encargo del Bey i Nebrixa fué
que escribiera en latin, y que este, cansado y viejo , ó no quiso fatigarse en inquirir notidaSi
ó creyó que en ningún otro las hallaria mas originales que en el mismo que las habia escrito
de orden del Bey ; y á esto induce el modo oon que se explica al principio de su Dedicato-
ria (2). Con esto queda á ini ver desvanecida la acusación que se hace i Nebrixa de que se
quiso apropiar esta obra ; y yo no creo que un hombre por tantos títulos £unoso, restaurador,
de la Literatura Bomana en su patria, y de los estrargeros tan justamente venerado, quisie-
ra arrogarse trabajos ágenos que no le hadan falta para su gloria. Poco después murió Ne-
brixa, con cuya muerte se perdió la memoria de su obra, y de la de Pulgar, que permanecie-
ron olvidadas mucho tiempo hasta que Sancho de Nebrixa, hijo de Antonio, habiendo encon-
trado la obra latina entre los papeles de su padre, la imprimió en Granada, en folio, en 1545,
junto oon el Cronicón Latino del Arzobispo Don Bodrigo, y otras obras de Historia Nado-
nal, y poco después en octavo en la misma Granada en 1550, dedicada al Prindpe Don Fe-
lipe, que después fué segundo de este nombre. Como esta obra estaba en latín, oorrió en sua
dos ediciones muchos años sin hacerse mendon de la de Pulgar , hasta que se publicó en Va-
Uadolid en 1565 , también atribuida á Antonio de Nebrixa. Yo soepedio que habiéndose en-
contrado entre sus papdes, se creyó desde luego sin mas examen que era suya , y oon esta
(1) Galind. Prtfac al RegUtro de la$ Joma- (2) Gui iniñorUlia gesta tna laiiDO sermone des*-
da$ M8. críbenda mandares, /mi. DhfuuU,
Or.~UI. 15
226Í ORÓNIOAS DE LOS REYES DE OAffHLLA.
buena fe se dio al público en bu nombre; pero como había muchas copias en las cuales lleva-
ba el de su verdadero autor^ salid dos afioa después con el nombre de Pulgar en Zaragoia
1567 j que son las dos ediciones que tenemos.
Mucho se ha dicho sobre esta obra, y muy varios son los juicios que de ella se han hecho;
pero también es cierto que los innumerables errores que tenia en los impresos apenas dejaban
lugar para formar juicio seguro. El Doctor Lorenzo Galindez de Carvqal, que la tuvo origi-
nal en su poder, no deja de culpar al autor de poco exacto , y de que omite circunstancias , y
aun hechos muy notables, en perjuicio de personas particulares; pero no sabemos sobre qué
recaiga esta particular acusación : la falta de exactitud en los primeros aftos oreo está bastan-
te disculpada con que no tuvo originales; en los tiempos que los tuvo, no sé si otro ha sido
mas puntual en describir hasta las mas menudas circunstancias. Otros le acusan de lenguaje
grosero» algunos de que sus oraciones son prolijas, y el Arzobispo Don Antonio Agustín lle-
gó á decir que le tenia por escritor bárbaro (1). A la verdad esta Orónica no está tan exacta
como lo requeria el ser historia de tan grandes Príncipes, llena de tantos y tan varios suce-
sos, y de tantos y tan ilustres varones como ennoblecieron esta monarquía en la guerra y en
la paz. Muchos de los sucesos están contados con nimiedad, otros con escasez , y en toda la
obra se echa de ver que su autor, ó no quiso, ó no tuvo tiempo para corregirla. En lo que to-
ca al estilo no veo que se le pueda achacar que no fuera común á todos los de su tiempo, y
aun á todos ellos lleva muy conocida ventaja : su lenguaje es puro , cortado , sin mezcla de
latinismos ni de palabras compuestas, agradable, claro, y para aquel tiempo me atrevo á de-
cir qoe elocuente: este dictado le dan casi todos los que de él han escrito. En las oraciones
sí que es algo prolijo, pero se le debe agradecer el haber sido el primero que las introdujo en
la lengua castellana, á ejemplo de Livio y Salustio: en algunas de ellas se ven pedazos disi-
mulados de uno y otro. Por ñn, yo no alcanzo cómo ó por qué Don Antonio Agustín le pu-
diera llamar escritor bárbaro^ y me he entretenido en esto de propósito porque no preocupe á
otros la autoridad de un tan insigne varón. Los escritores que hablan de Pulgar le dan mu-
chos y crecidos elogios , que por ser tantos , y no hacer principalmente á mi propósito , me
contentaré con remitir al lector á que los vea en sus originales (2). De la vida civil de Pul-
gar son muy escasas las noticias que nos quedan, pues no se sabe ni el año de su nacimiento,
ni el de su muerte, ni los empleos que ejerció, bien que de sus cartas se colige que era perso-
na de autoridad , y que desempeñó algunas importantes comisiones. Solo advertiremos que
algunos llevados de la semejanza del npmbre, le confundieron con Hernán Pérez del Pulgar,
Señor del Salar, Capitán señalado, cuyo valor se distinguió do tal modo en la Guerra de Gra-
nada, que le mereció ser denominado el de las hazañas, por las muchas y singulares que hizo
en esta conquista. Entre otras, fué muy notable cuando siendo Granada aun de Moros entró
una noche sólo con quince hombres en la Mezquita mayor, y tomó posesión de ella para Igle-
sia Catedral, como después lo fué, en cuyo reconocimiento el Emperador Don Carlos le dio
privilegio de sepultura para sí y sus descendientes , y de poderse sentar durante los Oficios
Divinos en el Coro do dicha Iglesia. Por la fecha del privilegio que es de 1526 , y la muerte
de este Pulgar en 1531, como dice su epitafio, se ve claramente que no es nuestro Cronista
como creyó Gonzalo Argote de Molina , y aun Don Nicolás Antonio lo puso en duda (3).
(1) Carta á Jerónimo Zurita en Tarragona á 5 de
Diciembre 1678.
(2) Marín. Bical, init. L.XX, De reb, HUp, To.
Vaaaens, (^ron. HUp^^ cap. IV. Sohott. Biblioih.
Hi^.jp. 449. Salasar, Oran, del Card. MendoMa^ L. J,
ec^. 43. Mariana, De reb. Hisp., LXXIV^ cap. 17.
Hicol. Antón. , Bib. Nav., T. J, p, 295.
(3) Trae este Privilegio Podraza en la Historia
de Granada, Pari. IV^ cap. 49, p. 214 ; j el epitafio
de BU sepulcro Don Luis de Salasar y Castro, que
también pone el árbol de su descendencia, L.XIV^
cap. 3, de ¡a cata de Lara^ y en las Pruebas, Tom. /F,
pág. 577. Don Nioolas Antonio comete aquí dos er-
rores : el uno en dudar si el Pulgar que compuso la
Orónica de los Beyes Católicos es el mismo que es-
cribió la del Gran Capitán, y el otro en atribuir á
Pulgar, sea el quo fuere, esta última Crónica impre-
sa en Alcalá en 1584, pues no es sino otra impresa
en Sevilla en 1527, y pertenece á Pulgar del Salar.
Nicol. Antón., Bib. Nov., T. /, p, 295.
PfiÓLOOO DE LA SDIOION DB 1780. 22.
Para dar esta obra lo mas conforme que ser padiese al original de su atttor , se ha coteja-
do con varios manuscritos, unos de su tiempo, y otros muy cercanos , por donde se ha cor-
regido de los innumerables errores que tenia en las otras dos ediciones* Bl que principal-
mente ha servido, y por donde se han corregido muchos lugares , es uno que en lo correcto
se a ventea á todos los demás, propio del Ilustrisimo Sefior Don Miguel María de Nava, del
Supremo Oonsejo y Cámara de Su Magostad, que se conserva en su preciosa y selecta libre-
ría. Otro manuscrito se ha tenido presente, que es del Sefior Marqués do Alc4ntara| también
bastante antiguo, aunque incompleto; otro algo mas moderno de la Biblioteca del Escorial,
y uno del mismo impresor Monfort , que es el de mayor antigüedad. Este cotejo s^ debe al
cuidado y diligencia del Sefior Don Vicente Blasco, Maestro de los Serenísimos Sefiores In-
fantes, y Canónigo electo de Valencia, que se ha tomado el penoso trabajo de cotejar los
ejemplares impresos con los manuscritos ya citados, y con prolija puntualidad, apuntar las
varias lecciones , corrigiendo por los unos lo que faltaba i los otros, hasta dejar la obra en el
estado que se imprime, sin perdonar trabajo ni fatiga para contribuir á la perfección della y
i los deseos y esperanzas del público. También se han puesto algunas notas, pero pocas y
breves, y i mi entender necesarias, ó para corregir, ¿ para ilustrar, ¿ para afiadir algún
suceso muy notable. Los autores de donde las he sacado son todos contemporáneos i los Re-
yes Católicos, ó bien otros que por su oficio ó proporción tuvieron á mano las noticias origi-
nales. Lo que me ha servido mucho para dicha ilustración es el Memorial ó Registro de las
Jomadas de los Reyes Católicos, del Doctor Lorenzo Galindez de Carvajal, de quien ya se
habló en el Prólogo i la Crónica de Don Juan Segundo: obra manuscrita, pero muy puntual
y exacta, porque su autor se halló presente d los mas de los sucesos que escribe y los anterio-
res sacó de un Sumario que estaba en el cuarto de la Reyna Católica. También se ha tenido
presente la Historia manuscrita de estos Reyes que escribió el Cura de los Palacios Andrés
Bemaldez, de la cual he disfrutado un ejemplar que fué de Rodrigo Caro, anotado en algunas
partes , y rubricado al principio de su mano; autor de mucho crédito, aunque algo sospechoso
en las cosas del Marqués de Cádiz que trata con sobrada afición. Las Epístolas del Protono-
tario Pedro Mártyr de Angleria , que contienen en breve casi toda la historia de aquel tiempo,
me han sido de muy particular uso, y asimismo los Anales de Jerónimo Zurita, á quien por
BU puntualidad se debe un lugar inuy distinguido éntrelos Historiadores de Espafia.
Ya se hallaba muy adelante la impresión de esta obra, cuando me ocurrió el pensamien-
to de continuarla escribiendo con brevedad , y d modo de Comentarios los veinte y cuatro
afios que faltan hasta la muerte del Rey : aquellos afios felices en que la Monarquía Espafiola
con tantas y tan ilustres conquistas, dentro y fuera, fué arraigando su poder y echando los
fundamentos de la grandeza que ahora tiene. La sobrada prolijidad con que trata estas cosas
el cronista Zurita , me hicieron pensar en la necesidad de esta obra , que creí pudiera servir
de continuación i la Crónica ; pero el deseo de publicarla luego porque el público la espera-
ria con ansia, y otros incidentes no previstos , me han obligado á dilatarla ejecución de este
pensamiento , aunque no lo he abandonado.
La ortografía de la Crónica es la misma de sus originales en cuanto es inseparable del len-
guaje antiguo en que escribia su autor: en lo demás se ha seguido exactamente la de la Real
Academia Espafiola. Las correcciones se han puesto en el cuerpo de la obra por no abultarla,
con varias lecciones, poniendo los textos conforme al original mas correcto, y donde habia
diversidad notable se ha notado al pié para mayor ilustración; el orden, y número de los
capítulos, que también iba errado en los impresos, se ha corregido conforme al que llevaban
uniformemente los manuscritos. En fin , no se ha omitido diligencia ni cuidado que pudiera
contribuir i la perfección de esta obra : si este leve trabajo no fuere absolutamente despre-
ciado de los doctos, habré logrado bastante, y esto roe alentard d dedicar de hoy en adelau*^
te mis tareas en obsequio del Público y de la Nación.
CRÓNICA
DE LOS MtJY ALTOS É MUY PODEROSOS
DON FERNANDO É DOÑA ISABEL,
REY É REYNA DE CASTILLA, DE LEÓN, ETC.
Con el ayuda de Dios é de la Reyna celestial, en-
tendemoe escroblr la Crónica de la muy alta é mny
excelente Princesa Dofia Isabel, hija del mny alto
é mny poderoso Bey Don Juan el Segundo de Cas-
tilla é de Leen. En la qual se yerá como por la
gracia de Dios subcedió por Boyna en los Beynos
del Rey su padre, é casó con el Príncipe Don Fer-
nando hijo heredero del Rey Don Juan de Aragón é
de Sicilia : el qual ansimesmo subcedió por Rey en
aquellos Reynos, é juntos en matrimonio reynaron
en toda la mayor parte de las Espafias. B porque la
Historia es lus de la Tordad, testigo del tiempo,
maestra y exomplo de la vida , mostradora do la
antigüedad; recontarómos , mediante la voluntad
de Dios, la verdad de las cosas, en las quales verán
los que esta historia leyeren, la utilidad que trae á
los presentes saber los hechos pasados, que nos
muestran en el discurso desta vida lo que debemos
saber para lo seguir, é lo que debemos huir para lo
aborrecer. Otros! haremos memoria de aquellos que
por sus virtuosos trabajos merecieron haber loable
fama, de la qual es rason que gocen sus descen-
dientes.
CAPÍTULO PRIMERO.
De la genaraoloa del Rey Dos Inan, é tomo foé jorado por Tria-
eipe é iludo por Rey el Infinte Don Alonso.
B para mejor información de los que esta Cróni-
ca leyeren, es de saber que el Rey de Castilla Don
Joan ol Segundo, padre desta Princesa, casó dos ve-
ces : una con la Reyna Dofia Maria, hija del Rey
Don Fernando do Aragón su tio, de la qual ovo un
hijo, que subcedió por Rey en estos Reynos, é ae
llamó el Rey Don Enrique Quarto. Muerta aquella
Reyna Dofia Maria, casó con la Reyna Dofia Isabel,
hija del Infante Don Jukn, que fué hijo del Rey
Don Juan de Portogal, de quien ovo primero esta
Princesa, é después ovo un hijo que llamaron el
Infante Don Alonso. Muerto el Rey Don Juan , la
Reyna Dofia Isabel su muger, madre desta Prince-
sa, sintió tan grande dolor por la muerte del Rey
su marido, que cayó en enfermedad tan grave é
larga de que no pudo convalecer. Este Rey Don
Enrique Quarto, hijo del Rey Don Juan, luego que
muerto el Rey su padre reynó, casó dos veces : una
con la Princesa Dofia Blanca , hija del Rey Don
Juan de Navarra su tio, que fué después Rey de
Aragón : con la qual seyendo Príncipe estovo casa-
do por espado de trece afios, durante los quales no
ovo á ella allegamiento de varón. E por esta causa
ovieron tan gran desacuerdo, que fué hecho por el
Papa divorcio entre ellos ; porque fué alegado por
ella, que él era inhábil para engendrar, é por parto
del se alegaba que el defoto de la generación eraon
ella, é no en éL Hecho esto divorcio, tomó por inu-
ger á la Reyna Dofia Juana hija del Rey de Porto«
gal. B porque en las esperiencias que deste Rey Don
Enrique se ovieron, fué hallado impotente para en-
gendrar, los Perlados é grandes sefiores del Reyno,
é comunmente todos los tres estados del, conocien-
do esto su defecto, tenían á su hermano el Infante
Don Alonso hermano desta Princesa por heredero
legítimo de los Reynos de Castilla. Pasados oinoo
afios de su casamiento, la Reyna Dofia Juana oon«
oibió : del qual concepto todos los del Reyno ovie-
ron grand escándalo, porque según la impotencia
del Rey conocida por muchas esperiencias, creían
que lo concebido por la Reyna, era de otro varón 6
no del Rey, é afirmaban que era de uno de sus pri-
vados, que se llamaba Don Beltran de la Cueva,
Duque de Alburquerque, á quien el Rey amaba mu-
cho. E por consejo de algunos que eran cerca del
Rey, estos dos Infantes Don Alonso é Dófia Isabel
sus hermanos fueron tomados de poder de la Rey-
na su madre, é puestos en gran guarda ; porque de-
Uos np se siguiesen al Rey los inconvinientes que
la conscioncia errada teme que le pueden venir por
BU yerro, que siempre le acusa. Lo qual sabido por
algunos Perlados , é caballeros, é por algunos reli-
giosos de buena intención, á quien la impotencia
del Rey para engendrar era notoria ; dellos en per-
sona, delloe por cartas é mensageros, le suplicaron
é aun amonestaron , que diese orden como aquel
290 GBÚNIGA8 DS LOS
pr«ftadoM«iOttbríeM;poniiiA;MKOii UiiotorMd«l
é oertídombr» de m ünpaüoda, da lo qna pwiaM
U BefSA, te flgnim á él diÉÍftinus é al Be jrno gran-
de aaoándalo. B Bajr Tayéndoaa por aaloncaa mvj
podacoao da gantaa é rico da taaoroa, qnariaiido en-
eaMr al dafecto natural qna tania para aagandrar,
■o qniao dar oiajaa á Um amoncatacioDaa é aopUca-
aionaa quB adbra aato la fnaron, é poblioó al prefia-
do da la Bajna aer aoyo (1). Brta Bayna parió ana
hija qna llamaron Dofia Jaana:á laqoal al Uej
biso qoa loa Qrandea del Eajnoélaacibdadeaé yi-
Daa délytraidoa por dÍTanMamaneraa^anoa por mia-
do, é otroa por intanaa, jaraaen por Princeaa hará-
daia datioa Bajmoa para deapnaa da ana diaa. Dal
qnaljnramaiilo alganoa Pariadoaé grandaa lefto-
rea ó caballaroa dal Be/no reclamaron aeoraUmaa-
ta, diciendo haberlo haoho por temor del poder
grande qna al Baj por aatonoea tenia. Loa qoalea é
otroa algmioa danda á poooa diaa rebelaron oontra
al Baf 9 é la amblaron á dadr qne no conaintirían
qna aquella Dofia Juana OTÍeae la aubceaion del
Beyno, pnea aran ciertoa qna no era ao hija. E de-
mandáronle, que juraae por legitimo anbceeor del
Bejno para deapnet de ana diaa al Infante Don
Alonan an hermano , no embargante el juramento
qna eonatrafiidoa por fuerza, hablan fecho á aque-
lla Dolía Juana, que decían aer au hija. El Bey con-
aidarando que todoa loa dal Bejno qnerian que el
Infanta an hermano, por eer hijo derto del Bej Don
Juan, OTieae la anboaaion del Bejno, otorgólo ó in-
titulóle Príncipe heredero de Oaatilla é de I^eon.
Deapnaa de pocoa diaa paaadoa aa juntaron Don
Alonan Oarrillo, Ansobiapo de Toledo, é Don Fadri-
que, AUniranta mayor da Oaatílla, é Don Juan Pa-
checo, Marques de Viilena, que fué deapuea Maea-
tre de Santiago, é Don Pedro Qiron, au hermano,
Haeatra de OalatraTa, é Don Gomes de Oéceres,
Maeatra de Alcántara, é Don Alvaro da Eatúfiiga,
Oonde de Plaaencia, que fué deapuea Duque de Aré-
lalo, é Don Bodrigo Alonao Plmentel, Oonde da
Benavante, é Don Bodrigo Manrique, Oonde de Pa-
redes, é Don Qabriel Manrique, Oonde de Oaorno,
Oomendador mayor de Oaatilla, é otroa Oaballeros é
Perladoa del Beyno. E por algunos deacontenta-
mlantoa que ovieron del Bey Don Enrique, publi-
caron del muohoa defetos , por los qualea dizeron
qne era inhábile para reynar. E tomaron aquel Prin-
cipa Don Alonso, que era de edad da once aftoa, y
haciendo diviaion en Oastilla le alaaron por Bey del
Beyno en la oibdad de Avila, en el mes de Junio (2)
(1) fUeld ti IsraBU DoSi Juna llamtda eoninmesta Ai B«^
tr§iuí0t nt%Vít Us frataf deeiu qie era bija de Dod Beltran de
li Cseta, qae despnes Alé Oaqoe de Albtrqoerqoe, t prUeiplof
del aflo 1461
^ Ktle manoraUe fieeto, qie vaelve detpset á tpsBiar ea
el eap. 4, taeedló ea Miéreolef elaeo de Juaio, y es uno de loe
Biu tlsfalaree q«a la laarta en laa hiiteriat. Loi Caballerea qie
aqal saaibra y olrof qae aeaso ealla por reapetot pariicalaret for-
MaroB aa teatro ea ana ilaaara eerea de AtIU » donde eoloearon
la etlataa del Rey eoronada y eablerta de lato, aeatada ea ana
silla coa todu las taslfalas reales. Laego leyeron an manifiesto
aa qae seflaladameate le seasabaa de caatro eosas : por la pri-
men (daelM) «eracU perder U dlfaldad Real, y eatdaees el Ar-
DBGASIILLA.
afio dal Saftor da mfl j quatioeiantoa j asaanta y
cinooafioa. Para haoar eata diviaion faenm reque-
ridoa Don Diego Hurtado da Mendosa, Marqaea da
SentiOana, Oonde del Beal da Mansanarea, que fué
daspnaa Duque del Infantadgo, y Don Paro Fer*
nandaa de Velaaoo, Oonde de Haro, j Don Oaroi
Alvares da Toledo, Oooda da Alva, qna fué deapnaa
Dnqnede Alva,y Don Pero Alvares da Oaorio, Mar-
qnea da Aatorga, y Don Paro Manrique, Oonde de
Travillo, que fué deqpuea Duque da Najara, y Don
Ifiigo Lopes de Mendosa, Oonde da Tendilla, j Don
Lornnao Snares de Mendosa, Oonde de Oornfia, h
hermano, y Don Pero Gh>nsa]es de Mendosa, Obi^io
de Oalahorra, qne fué deapuea Oardenal da Eapafta
y Aiaobiapo de Toledo y Obiapo deSigikensa, y otroa
Oaballoroa. Loa qoalea, conaidorando loa oomnnea
daCkoa que en los Beynoa di visca aa signen, dudaban
ser en ella, eapecialmente creyendo qne aquelloa
cabaUarca lo hacían por su interese particular, y no
por la buena gobernación general qne publicaban.
T aobro aato hubieron algunca oonaejoa para aa de-
terminar mejor en lo que e^gnn Dioa y rason da-
llan erguir : y porque conocían de aquel Obiapo de
Oalahorra ser hombre letrado , generoso, y de buen
entendimiento , quisieron oír su voto , el qual lea
dizo : «Notorio es, Sefiores, que todo el Beyno es
habido por un cuerpo^ del qual tanemoa el Bey ser
la cabesa; la qual si por alguna inhabilidad ea en-
ferma, parecería mejor conato poner laa melecinaa
que la rason quiere, que quitar la cabesa que la na-
tura defiende. Especialmente debemos considerar,
que por rason ni por juaticia podemoa quitar el ti-
tido que noa dimoa, ni privar de au dignidad al qne
reyna por derecha subcesion ; porque si loa Beyea
son ungidos por Dios en laa tierraa, no se debe
creer que sean anbjetoa al juicio humano los que
son puestos por la voluntad divina. La Sacra Es-
criptura espresameote defiende rebelar, y manda
obedecer á loa reyes, aunqne aean indotoa; porque
sin comparación son mayores las destruioionea que
padecen los roynos divisos , que las que se sufren
del rey inháblL T por eso los varonea notablea, con-
formándose con los mandamientoa divinoa, deben
huir de toda división, y soyendo lealea á au Bey,
pugnar por el sosiego de su propría tierra, donde
hubieron el nutrimento ; porque si rehusan de lo
haber, allende de ser ingratos á la tierra que los
crió, necesario lea será si ella padece, padecer jun-
soblspo de Toledo le qnlió la eorona de la eabeu ; por la segan-
da merecía perder la admlnistraeion de Jnstlela, j ol Conde de
Plasenela le qulid el estoque; por la tercera merecía perder el
fobiemo del Reyno, y el Conde de Benavente le quitó el bastón
qae teala en la mano ; y por la dltlma merecía perder el trono y
roTerencla real , y Dlcfo Lopeí de Zdftlga le derribó con ifnoml-
nla del trono. Hecho esto, los Grandes, qae yá bablaa condaddo i
aqael parage al Infante Doa Alonso, le colocaroa ea ol troao real,
y en altas Toces aclamaron : CmíOUm , CmíüUú pf $1 Jl«f Dm
illMMe, ceremonia asada en las proclamaciones de los Reyes , y
qae faé segalda de las demds acoatembradas ea ifaales caaoa. A
esta espantosa eacena se slgnieron todos los borrores de las gaer
rae cIvUea qae hicieron funestos estragos en Castilla. Reflere este
bocho paatnalmente Bariq. del Castillo , Cn)a. US, i$ Don ^nrl-
qu ¡Y, ce/. 74. Mariana, /M. iü, m/. 9.
DON FERNANDO É
tamente oon ella ; y por tanto es mejor trabajar por
la pas de loa mochos, que caer con el mal de todos.
Otrosí debemos considerar, que si los Oaballeros y
Perlados que se mueven & haoer tan gran novedad,
hubiesen intendon recta para la hacer, sería buen
oonsejo que nos juntásemos con ellos, no á hacer la
división que hacen , mas á la buena gobernación
que se debe hacer. Pero pues vemos que para pro-
veer á la mala gobernación del Rey Don Enrique,
que publican, quieren hacer buena la del Príncipe
Don Alonso, seyendo moco de once afios, manifiesto
parece, no seyendo aquella edad capaz para gober-
nar, que no por el bien (general que publican, mas
por su interese particular que desean, quieren apro-
piar á d esta gobernación, no mirando que do quier
que muchos quieren mandar, difioil es guardar ver-
dadera conformidad. Así que, Sefiores, si aquellos |
Oaballeros y Perlados se quieren partir de la divi-
sión que han hecho, cosa justa es que os juntéis con
ellos,: y por via jurídica, como hombres temerosos
de Dios, leales á su Rey, y seladores del bien de
su tierra, proveáis á la buena gobernación del Rey-
no, como aquellos que viven vida A placer del que
da la vida, sin el qual ningún oonsejo , ningún uso,
ninguna dotrína vale, instruye, ni aprovecha. Y si
todavía quisieren insistir en la división que han |
principiado, mi parecer es, que nos apartemos de
hombres soismáticos, que mas parece que se oponen
á impedir la razón que á evitar el escándalo.» Oidas
estas razones que el Obispo dizo, todos aquellos ca-
balleros y otros parientes y parciales se detormina-
ron A sostener la parto del Roy Don Eurique, y no
ser en la división del Reyno, yae aquellos otros ca-
balleros hicieron ; y pelearon unos contra otros en
la batalla real que se ovo cerca de la villa de Ol-
medo (1) , donde fueron vencidos los del Rey Don
Alonso. El qual vivió en aquella división tres afios
oon título de Rey, en poder de aquellos Perlados y
oaballeros ; y luego murió de pestilencia en Oarde-
fiosa, aldea de la cibdad de Avila (2), estando oon
él el Arzobispo de Toledo , y Don Juan Pacheco,,
que era ya Maestre de Santiago, y el Oondo de Pía-
sencia, y el Oonde de Benavento, y otros algunos
de loe caballeros y Perlados que le hablan alzado
por Rey, según que en la Orónica del Rey Don En-
rique mas por extonso se recuenta.
DOSA ISABEL.
2at
CAPtrULO II.
(1) Esta bstalli fvé Jietes Télate de AgottOt dit de Sis Be^
nerdo de 1467. Foeron desbarttadot loe del Rey Dos Alonso» el
Arsoblspo de Toledo herido es en brsso, tomido el pendes retí
y presos el Conde de Lans » el Conde de Alta , Pedro de FontlTe-
ros y alfnnu otros Sefiores principales. El ReyjDon Bnriqne, ere-
yendo ser perdida la batalla , se reUró i ana aldea tecina, de don-
, de no salló basta que le bailó alU triste y eonfoso el misoio Cro-
aisla qne lo refiere y le dió la nneta del Tcnclmlento. Enrique,
Crin, áe Bwrtq, IV, t^f, 96.
(i) Martes en la noche á cinco de Jnllo de 1168. El Cronista de
Enriqne IV nota qne tres días antes se habla esparcido la nne?a
de sn mnerto por todas Iss clodsdes del Reyno. Tal tes en eso
debió fnndarse la opinión de los qne dijeron qne hsbls mnerto de
Toneno, y ana Alonso de Falencia uegira qne se lo hito dar el
Harqaes de Víllena. Otros con Pnlgar atribuyen sn murte i la
pestilencia que reynaba en sqneUos lasares. Bnriq. del Castillo,
OrH. U M9riq, IV, ctp, III Msriana, Ué. 18, M|r, 11.
Como la Princesa M Jurada por snbcosora del Reyno en los to-
ros de Calando, y la ^neordia que hito con el Rey Don En-
rique.
Veyóndose desamparados estos Perlados y caba-
lleros por la muerte del Rey Don Alonso que ha-
blan tomado , y enemistados oon el Rey Don Enri-
que su hermano, que habian dexado, estaban en
gran temor , recelando la indinaoion del Rey , á
quien por cartas y por palabras, durante la divi«
sion, habian torpemente injuriado ; y no hallaban
otro remedio para su defensa, sino continuar la
soisma que habian comensado en el Reyno, alzan-
do en él por Reyna á esta Princesa Dofia Isabel en
lugar de su hermano ; porque con ella, por ser per-
sona reall, y legítima suboesora del Reyno , pudie-
sen mejor defender sus personas y estado de los
males que rescelaban resoebir del Rey Don Enrique,
por lo que contra él habian cometido, y quisieran
luego ponerlo en obra. Y suplicaron á la Princesa
que estaba con ellos en la cibdad de Avila, que to-
mase título de Reyna de Castilla y de León, según
lo tenia el Rey Don Alonso su hermano , pues le
pertenecía de derecho ; y quo todos los Oaballeros
y Perlados, y las cibdades y villas que estaban por
él, estarían á la obediencia della, y el Rey Don En-
rique no habría lugar de dar la suboesion del Rey-
no á aquella Dofia Juana que decía ser su hija. La
Princesa, d qaíon no había placido la división pa-
sada, por las destruícíones y tiranías qne de oontíno
veía crecer en el Reyno, deliberó de no tomar títu-
lo de Reyna en vida del Rey su hermano, y de se
conformar con él, si quitos los eecándalos, le jurase
para después de sus días la subcesiondel Reyno que
le pertenecía, según había hecho al Príncipe Don
Alonso su hermano. Oon esta voluntad de la Prin-
cesa se conformó Don Juan Pacheco, Maestre de
Santiago, el qual mostraba ser arrepentido de la di-
visión pasada, y aun se cree que el pecado de la in-
gratitud lo acusaba gravemente ; porque habiendo
seydo criado del Rey Don Enrique , y de quien re-
cibió los bienes y el estado grande qne tenia, le ha-
bía errado, seyendo principal causa de aquella di«
visión pasada ; durante la qual había visto muchas
yeoes su persona y estado y de sus parientes en
grandes aventuras y destruicion : y así por esto, co-
mo porque sabia bien que el Rey le perdonaría^ y.
allende de le perdonar, estaría á su gobernación en
ledas las cosas, tuvo manera qne se moviese habla
de concordia entre él y la Princesa su hermana; y
embiáronle á decir que si sn voluntad, quitos todos
rigores, le quisiese otorgar la suboesion destos Rey-
nos para después de sus días, pues le pertenecía de
derecho, ella y los Oaballeros y Perlados que oon
ella estaban, vemian luego á su obediencia, y le
servirían ; y estando él y ella concordes en la sob*
cesión del Reyno, cesaría la división, y los robos, y
tiranías, é otras desobediencias qne en él había , y
él en su vida sería único R^sln contención* En es^
238
0RÓNI0A8 DÉ LOS BETB8 DB GA8TILLA.
te trato do oonoordia ODtondielon Don Alom» do
FoQseoa, Anobiapo do Sevilla, y Andrea de Oabro-
ra. Mayordomo del Bey , qne deapues faó Marqnea
do Moya ; y eatoa doa le dieron á entender qae lo
debía haoor, pnee la eaperienoia de laa ooaaa paaa-
das le amonestaba goardarae de laa f ataras, y le
mostró el peligro de sa estado y el dafio aoaecido
en sos BeynoSy por tener aqnél propósito ; y que en
esto principalmente servirla á Dios, porque cesante
la división, oesarian los males qne della se espera-
ban, y él gozaría del fruto de la paz, y seria libre
de todos trabajos y gastos , y del pooo reposo y
quietad que su persona padecía. Algunos de los que
cerca del Bey estaban, y deseaban que fuesen puni-
dos los caballeros y Perlados que babian puesto
división en el Beyno, trabajaban de indinar al Bey
contra ellos ; y decíanle que bien sabia quantos ca-
sos Dios le babia ofrecido en los tiempos pasados
para castigar á aquellos sus deservídores j que pu-
blicando voz de justicia y de buen regimiento del
Beyno, lo habían puesto en escándalos, robos, y ti-
ranías ; y que nunca se dispuso á executar en olios
las penas en que habían incurrido por el grave cri-
men que cometieron. Decíanle asímesmo, que con-
siderase agora qne la muerte del Príncipe su her-
mano en tal edad y tiempo venida, era un caso ma-
ravilloso que Dios ofrecía , para que hubiese lugar
la execudon de su justída, contra aqnollos que pos-
puesta la obediencia debida á su Bey, tan rotamen-
te habían maculado su persona real, diciendo que
no era hábile para reynar, y que era hombre ef omi-
nado, y que había dado de su voluntad la Beyna
su muger á su privado Beltran de la Oueva, á quien
hizo Duque de Alburquerque, cuya hija afirmaban
qne era aquella Dofia Juana, y que era odioso á la
justida, y distribuía el patrimonio real á sus pri-
vados, y á quien ellos querían con gran prodigali-
dad y disolución , y que era envudto en luxurias y
vides desordenados, y otras cosas feas ; y que no
solo las habían dicho , mas aun las escribieron por
sus letras al Papa, y las publicaron por toda la
Ohristíandad; cuyos treslados estaban hoy en todas
las dbdades é villas destos Beynos. Decíanlo así-
mesmo, que todas estas cosas habiendo lugar de se
castigar y no se castigando, parecía otorgar las in-
habilidades que aquellos Perlados y caballeros tan
rotamente del habían publicado. Las quales eran de
tal calidad, que ni eran perdonables, ni los que las
dixeron eran dignos de perdón ; porque no lo ve-
nían á pedir con aquella humildad y arrepentimien-
to que deben venir aquellos que conociendo sus
yerros merecen ser perdonados, antes perseverando
en ellos, le requerían que quitase la subcesion á la
que deda ser su hija, para que se diese á su her-
mana. Otrosí le dedan, que ninguna cosa podía ser
mejor que la paz; pero que así como la vida sin
paz no es vida, menos la vida ain honra se puede
á los reyes dedr vida ni paz, la qual se debía pro-
curar por guerra , cuando sín guerra no había lu-
gar la razón ; y decíanle otras cosas para le provo-
car á indignadon contra aquellos caballeros. Otros
algunos de sus prívados conociendo que su oostum-
bre y natural inclinación era dispuesta á deleytos
y aborrecer negocios, conformaron su consejo con
lo que conocían de la condición del B^; y dedan-
le, quo pusiese en obra aquello que el Arzobispo do
Sevilla y su Mayordomo Andrés de Cabrera le
aconsejaban, y d Bíaestre de Santiago le embiaba
á decir ; porque visto por los dd Beyno la oonf or-
mídad del y de la Prínoesa su hermana , cesarían
los deseos malos de los hombres oríminosos, que
tenían puesto d Beyno en guerras y tiranías. De-
cíanle admesmo que el Maestre de Santiago ver-
nía ásu corte, y continuaría con él en su servido, y
y quo según las habilidades del Maestre, y el po-
der grande que tenia en el Beyno , con su mano y
consejo seria Bey temido y obedecido, Y de secre-
to le decían, que como quier que por agora otorga-
se la subcesion á su hermana la Príncesa, pero des-
pués se podía tener on tal manera que se la quitase,
casándola fuera del Beyno , ó on otra forma que
para ello se daría, estando on su poder ; lo qual no
así bien se podía hacer estando fuera del. Y qne
podía casar la que decía ser su hija con tal perso-
na á quien apoderase dd Beyno, en td manera que
su hermana la Príncesa no pudiese en él tener par-
te. £1 Bey oídas aquellas razones, con esperanza de
poner en obra lo que en secreto sus prívados le do-
dan, acostóse d partido que d Arzobiapo de Sevi-
lla, y su Mayordomo Andrés de Cabrera le movie-
ron, y dixo que le piada otorgar la subcesion dd
Beyno á su hermana la Príncesa, y que ella y el
Maestre de Santiago viniesen á su corte, porque
pareciese en todo el Beyno la concordia que ha-
bía entre ellos. La qual fué asentada con condi-
ción, que el Bey dentro en quatro meses ombiase
á la Beyna Dofia Juana su muger , y aquella Dó-
fia Juana que había parido, á Portogal, y pro-
curase con d Papa divorcio dd casamiento he-
cho entre él y ella, porque aquel no se había po-
dido celebrar entre ellos legítimamente en dero-
gación del primero matrimonio que había celebra-
do con la Príncesa Dofia Blanca su primer muger.
Iten, que diese á la Princesa su hermana las dbda-
des de Avila, y Buete, y Molina, y Medina del Cam-
po, y Olmedo, y Escalona , y Ubeda, para sostener
su estado. La Princesa otorgó, qne guardando el
Bey esto que le había prometido, no casaría sín su
licencia; y desta manera fué asentada concordia
entre ellos. Don Diego Hurtado de Mendoza, Mar-
ques de Santillana , y Doo Pero Gonzdez de Men-
doza, Obispo de Sigüenza su hermano, qne fué des-
pués Cardenal de Espafia y Arzobispo de Toledo, y
Don Pero Fernandez de Velasco, Conde de Haro,
que fué despaes Condestable de Óistilla, y otros si-
gnóos Perlados y caballeros , que según habemos
dicho no quisieron ser en la división pasada, y tu-
vioron düinpre la parte dol Hoy Don Bnríquoj
quando supieron la concordia que el Bey sin gela
hacer saber habia concluido con la Príncesa su her-
mana, f aeron muy descontentos ; porque habiéndo-
le bien servido , y peleado por él en la batalla que
DON FBBNANDO
habieron oeroa de Olmedo oon el Rey Don Alonso
BU hennano, en remaneracion del premio que por
la virtud de su oonetancia doblan haber, los deza-
ba fuera de aquella oonoordia ; y reoelando quedar
en alguna indinadon oon la Prinoesa, y en des-
aouerdo oon ol Arzobispo do Toledo, y con el Maes-
tre de Santiago, y con los otros caballeros y Perla-
dos que con ella estaban, embiaron á decir al Boy,
que ellos hablan sabido como determinaba perdo-
nar aquellos caballeros y Perlados que con el Bey
Don Alonso su hermano habian hedió división en
estos Beynos, y le plaoia declarar á la Princesa su
hermana por snboesora dellos, do lo qual les piada
mucho, porque ordan cesar por esta causa todos
los escándalos y guerras en el Beyno ; pero que le
suplicaban, si acordaba perdonar á aquellos caballe-
ros y Perlados quo habian soydo sus deservidores,
no condonase á olios quo eran sus servidores, pues
con tanta constancia é loaltad le habian servido. Y
d ontendia que era bion quitar la dividen entre él
y la Princesa su hermana, no la dexase entre los
Perlados y cabdleros de su Beyno, que por causa
suya habian seydo divises: porque aquellos que
por le servir se enemistaron con ellos, no quedasen
fuera de aquella concordia, y padeciesen los dafios
que con su mano rod les podrian hacer, estando los
otros oon él en su corte, y ellos absentes. Oidas es-
tas raaones, bien quidera d Bey, que luego se hi-
dera reoondliaoion deles cabdleros de la una par-
te y de la otra ; pero su espíritu inclinado á quie-
tud, y ageno de todo negodo, le sometía á la go-
bernación dd Maestre de Santiago, de td manera
que ninguna oosa hacia sdvo lo que él ordenaba. Y
por su consejo determinó que se hidese luego la
oonoordia suya y de la Princesa su hermana, y des-
pués se entenderia en la recondliadon de los ca-
bdleros de la una parte y de la otra ; y para esto
acordaron, que el Bey que estaba en Madrid vinie-
se para Oadahalso ddea de la villa de Escdona ; y
la Princesa, y d Arsobispo de Toledo, y el Maestre
de Santiago, y el Ck)nde de Plasenda, y los caballe-
ros que estaban con ella en la dbdad de Avila, vi-
niesen para 2Sebreroe. Venidos & aquellos lugares,
acordaron un dia que se juntasen en los Toros de
Guisando , que era en comedio de un lugar y de
otro ; é allí se juntaron d dia adgnado el Bey y Ja
Prinoesa su hermana , y el Arzobispo de Toledo, y
el Maestre de Santiago , y Don Alvaro de Estúfiiga
Oonde de Plasenda, y Don Bodrigo Alonso Pimen-
tel Oonde de Benavente, y Don Gabriel Manrique
Oonde de Osorno, y d Arzobispo de Sevilla, y Don
Ifiigo Manrique Obispo de Ooria, y Gomes Manri-
que su hermano, y los otros caballeros y Bicos-
Omes que venian en la Princesa, Venidos á aquel
lugar, el Maestre de Santiago llegó al Bey, y le
dixo, que sí algunos deservidos d Arzobispo de
Toledo y él y aquellos caballeros y Perlados que
dgmeron la via del Bey Don Alonso su hermano,
habian hecho á Su Sefioría en los tiempos pasados,
le suplicaban que los perdonase y olvidase todas
las cosas pasadas : porque ellos entendían en las por
ÉDOSÍA ISABEL. 288
venir servirle de td manera, que perdiese todo eno-
jo deilos. Y que en esta oonoordia que se hada entre .
él y la Prinoesa su hermana, se daba td sodego en
fus Beynos, que Dios seria servido, y d obededdo de
sus subditos. El Bey redbió bien á la Prinoesa su
hermana, y á aquellos Perlados é caballeros que oon
día vinieron. E luego el legado del Papa Antonio
de Véneris Obispo de León, que fué despueé Obispo
de Ouenoa é Oardend, por la autoridad que tenia
del Sumo Pontífice, á pedimiento del Bey, absolvió
á aqudlcs Perlados é caballeros é á todos los otros
del Bejmo, del primero juramento que hablan he-
cho, quando en las Oortes de Madrid juraron por
Prinoesa á la otra Dofia Juana, que se deda hija del
Bey. B ansi absueltos, luego el Bey dixo que de-
claraba la subcesion de los Beynos de OastiUa é de
León para la Princesa Dolía Isabel su hermana que
estaba presente, é la constituía por legítima here-
dera é sefiora dellos dospues de sus días ; por quan-
to confesaba, que por ser fallecido d Prindpe Don
Alonso su hermano, no quedaba otro verdadero
snbcesor ni legítimo heredero del Beyno, sdvo día.
B juró á Diosé á Santa María é á lasefid de la oruz
en manos de aquel Legado del Papa, de nunoa gela
perturbar ni contradecir en ningún tiempo ; é man-
dó á aquellos Perlados é cabdleros que eran pre-
sentes, é á todos los otros de sus Beynos , é á las
dbdades é villas é tres Estados dellos, que le jura-
sen en la suboedon según que él lo habia jurado.
Hecho por el Bey este juramento, los otros Oabdle-
ros é Perlados que allí estaban, juraron solennemen-
te en manos de aquel Legado del Papa á esta Prin-
oesa Dofia Isabel por suboesora de los Beynos de
Gastilla é de León, y heredera legítima ddlos, para
después de los dias dd Bey. E desto mandó dar
sus cartas para todos los Grandes é caballeros, é
para las dbdades é villas del Beyno, haciéndoles
saber esta concordia, é las oondidones ddla* Y em-
bióles mandar que jurasen por heredera destos Bey-
nos ¿ la Prinoesa su hermana para después de sus
dias, según que él é los otros Perlados é oabdleros
que con él á ello fueron presentes , lo habian jura-
do (1), Hecho el acto deste juramento, luego el
Bey é la Princesa, é con ellos el Maestre de Santia-
go, y el Arzobispo de Sevilla, y el Oonde de Plasen-
da, y el Oonde de Benavente, y el Oonde de Osor-
no, é los otros Perlados é caballeros que vinieron
oon la Princesa, fueron con el Bey para la villa de
(1) Rftiwe etta oovcordla es lot Toros da Goiaido, Lmes 19
de SotleBbrt do 14$8. Es estrafto no ipaote el CrooltU lot es-
fOenoB qae eos esta ooTodid hlso la Reyna Dota Jaava. La 4«al
labldo en Dnytrag o el onenago qie te habla prettado i ta etSa-
da, y qne qnedaba por tnceetora del Reyno detpnet de la mierta
de tn beraiano, embld á Lait Hartado de Nendota (el mitnio qie
la bebía tacado de la fortaleía de Alabejot ) con plenot poderet
al Legado del Papa, ante qnlen Interpnto tn apelación nna, dot y
tret veeet, en forma dederetbo, para el Papa Paolo U, protestan-
do qne lodo lo becho fnera nnlo y de nlnffn> ^lor por el peijol-
elo qne tegnla A tn hija Dota Jnana. flecho lo qntl jr pedido de
ello testimonio te rol? M á la Reyna. Pero el mitmo Cronista qne
lo retere dlee qne la Reyaa Dota Itsbel, annqne lo tnpo, lo tnto
por cota lane. Galind., Mentar, ét ht Refet Ctíéñ», MS. nSe 1464.
Enriq. del GatttUo, CrMe. U S»rtt, tf, 9^. US f 118.
234
OBÓNIOAS DB LOS BBTE8 DB OASTILLA.
Madrid ; y el Anobwpo de Toledo f aé á sa tierra, é
(leede Madrid acordaron de Ir para la villa de Oca-
fia, do ee juntaron loa Proooradorea del ReTno, ae-
fpm estaba ordenado.
CAPITULO III.
Ceno nM li Rayat Dofii Jmbs» migar 4el Rey Ooi Eari^ie,
4o Alihejos, é foé i Biylrago.
É paramas clarainfonnaoion do aquellos que es-
ta historia leyeren, es de saber, que la Beyna Dofta
Juana muger deste Rey Don Enrique, por cierto
pacto que hiao se obligó de estar algunos días en la
fortaleza de Alahejos en poder del Arzobispo de
Sevilla, cuya era aquella yilla. Esta Reyna, como
en la Orónica del Bey Don Enrique su marido dobe
ser relatado, deleytándose mas en la hermosura de
su gesto que en la gloria de su fama, ni guardó la
honra de su persona como debia, ni menos la del
Bey su marido. É la causa deste hierro , algunos
querian afirmar que prooedia della , por ser muy
moza y hermosa, é muger á quien placían hablas de
amores é do las otras cosas que la mocedad suele
demandar ó la honestidad debe negar. Otros algu-
nos certificaban, que la principal causa de sus yer-
ro habla seydo ol Bey , á quien placía que aquellos
sus privados , en especial aquel Duque de Albur-
querque oviese Uegamiento á ella : é aun se decía
que él mandaba é rogaba á ella que lo consintiese.
Este yerro, quier procediese della, quier del ó de
ambos á dos, fué tan notorio en todo el Beyno , que
los caballerea é Perlados que alzaron por Bey al
Principe Don Alonso, la principal causa que ovie-
ron para la división que hicieron, era haber dado
el Bey esta Beyna su muger á aquel su privado
Don Deltran de la Cueva, & quien había hecho Du-
que de Alburquerque, é que aquella Dofia Juana era
hija de aquel, é no del Bey. Esto se afirmaba por-
que babia en su palacio y en sus retraimientos
grandes é casi manifiestos indicios que lo afirma-
ban ; é allende desto por la vulgar opinión era creí-
da la impotencia del Bey, porque siempre tovo co-
mi^nicacion con otras mugeres, é procuraba de con-
tino estar cerca dellas, é nunca se halló antes ni
después haber Uegamiento de varón á ninguna (1).
Esta Beyna estando en aquella fortaleza de Alahe-
jos fué prefiada de un mancebo sobrino del Arzo-
bispo de Sevilla que se llamaba Don Pedro , que es-
<l) Eariqíes del Catlillo atribiye etle hecho do It f oKon de It
Reyui 00 Lula Uortado hijo de Hay Dlai de MendoUf qoioo di-
ee qae la deacolfé en va cesto, y que habléadoae roto la aoga ae
laatimd la cara y la pierna derecha, pero qoe poniéodola i las as-
eas de SB mala la lie? ó con seg aiidad i Bajtrago. Nada mencioaa
del oiro aiceao qne apunta Pulgar, ni podía estando en seniclo
del Rey so marido, pero en algnnaa partea de su Crónica no deja
de insinuar el mal porte y poco recato de esta Reyna , i quien,
con lodo, no ha faltado quien defendiera, diciendo que ae puede
sospechar que gran parto de estas Mbulaa se forjaron en gracia
de los Reyes Don Femando y Dola Isabel, quando el ttempo ade-
lante reynaron , y que les dld probabilidad la flojedad grande y
descuido del Rey Don Enrique , Junto con el poco recato de la
Reyna y su soltura. Mariana, fi^.tt, My. Mf. Enriq. del CastíUo,
Oráñe, , C^» iVk
taba con ella por guarda : la qual tovo manera con
él, que una noche la descendiese por la cerca de la
fortalesa; é teniendo bestias aparcadas andovo
aquella noche, y este Don Pedro con ella, fasta que
otro día llegaron á la villa de Buytrago donde es-
taba su hija Dofia Joana, á la qual tenia en guarda
Don Ifiigo Lopes de Mendoza, Conde de Tendilla,
hermano del Marqués de Santillana.
CAPÍTULO IV.
En qae se sigue la plfttica habida sobre la sabcsaloB del Reysi
entre la Princesa ¿ la Reyna Dofia Juana.
Quando la Beyna Dofia Juana sopo que el Lega
do del Papa habia relazado á loa Perlados é Gran-
des del Beyno el juramento qne á su hija Dofta Jua-
na hicieron al tiempo de su nascimiento, é que el
Bey y ellos por su mandado y en presencia auya
hábian jurado & la Princesa Dofta Liabel por Prin-
cesa y heredera de los Bey nos, pesóle mudio, é de-
cía que aquel juramento no se debiera hacer, por
ser contra el que á su hija se habia hecho; é á fin de
la hacer subcesora de los Beynos, quería dar á en-
tender que era hija del Bey, diciendo que por tal
se debia tener, pues habia nasctdo en su casa du-
rante el matrimonio del Bey é suyo. Pero esto é
quanto la Beyna podía decir en favor de su hija,
carecía de fundamento , porque se tenia por muy
cierta la impotencia del Bey ; la qual por muchas
experiencias era conocida , é sefialadamento porque
¿ todo el Beyno era notorio que estovo casado con
la Princesa Dofia Blanca, hija del Bey Don Juan
de Navarra, por espacio de trece afios é mas, en los
quales nunca ovo á ella acceso como marido lo de-
be i la muger , ni menos se halló que lo oviese en
todas sus edades pasadas á ninguna otra muger,
puesto que amó estrechamente á muchas, ansí due-
fias como doncellas de diversas edades y estados,
con quien había secretos yuntamientos, é las tovo
de oontino en su casa, y estovo con ellas solo en
lugares apartados, é muchas veces las hacia dormir
con él en su cama, las quales confesaron que jamas
pudo haber con ellas cópula carnal. É de esta im-
potencia del Bey , no solamente daban testimonio
la Princesa Dofia Blanca, su muger, que por tanto
tiempo estovo con él casada, é todas las otras mu-
geres con quien, como habemos dicho, tovo estre-
cha comunicación, mas aun los físicos é las muge-
res é otras personas que desde nífto tovieron cargo
de su crianza. É como era pública la impotoiicia
del Bey, é que la Beyna Dofia Juana no guardaba
la honestidad de su persona, adulterando oon al-
gunos privados del Bey é con otros, nunca aquella
Dofia Juana fué tenida ni reputada por hija del Bey,
antes se creyó é afirmó generalmente por todos des-
de el día que se publicó ser concebida , aquel con-
cepto ser de Don Boltran de la Cueva, Duque de
Alburquerque, é no del Bey. É si por ser uascida
durante el matrimonio del Bey é de la Beyna como
la Beyna decía, habia de aor reputada é tenida por
hija del Bey , é por consiguiente haber de heredar
DON FERNANDO
al Bey, é sabceder en los 8qb Reynoe , por la misma
razón hablan de ser tenidos 6 reputados por hijos
del R^ , é oon mayor rason heredar estos Reynos
por ser varones, Don Fernando y Don Apóstol , hi-
jos de la Reyna é de Don Pedro de Oastillá, qne al
presento se orlaban on Santo Domingo el Real do
Toledo, en poder de la Priora de aquel Monesterío,
tía de aqael Don Pedro, pnes habian nasoido de la
Reyna también oomo aqoella Dofia Juana, durante
el mismo matrimonio del Rey y suyo. T por estas
oausas é por otras , todos los mas Perlados é Gkan*
des del Reyno, á quien el Rey á instancia y por
instigación de la Reyna, hizo jurar á esta Dofia Jua-
na al tiempo que nasoió, hicieron reclamaciones en
secreto y protestaciones que hadan aquel juramen-
to contra su voluntad, y coetrefiidos por temor que
habian del absoluto poder de que por entonces el
Roy usaba, y de la gran parte que la Reyna tenia
en su voluntad. Pero que cada y quando viesen
tiempk), en que sin manifiesto peligro de sus perso-
nas y estados pudiesen hacer lo que debian , reoo-
nocorian por herederos destos Reynos para después
de la vida del Rey, al Infante Don Alonso, y en fa-
llecimiento suyo sin generación, á esta Princesa Do-
fia Isabel su hermana, hijos legítimos del Rey Don
Juan. Y ansí en un gran ayuntamiento que los Per-
lados y Grandes del Royno hicieron oon el Rey, en-
tre Cabezón y Óigales (1), el afio de mil ó quatro-
ci cutos é sesenta é quatro afios, vey endose ya en
olguna libertad, queriendo guardar sus consoien-
cias y la fidelidad que á estos Reynos debian , y
usando de las reclamaciones y protestaciones que
on secreto habian hecho , todos juntamente oon el
Rey, y en su presencia y por su mandado, excluyen-
do totalmente aquella Dofia Juana de la subcesion
destos Reynos , juraron públicamente por príncipe
heredero dellos al Infante Don Alonso. Oon el qual
juramento, ansimismo por cartas y mandamientos
del Rey que sobre ello embió por todo el Reyno, se
conformaron todos los Perlados y Grandes que alli
so acortaron , y las cibdades ó villas principales de
todos los Reynos. Por virtud de los quales juramen-
loR hechos al Príncipe Don Alonso y á esta Prince-
sa Dofia Isabel, y de la relaxacion que el Legado
del Santo Padre hizo del juramento hecho á la hija
do la Reyna, fué habido por ninguno y de ningún
vigor y efecto el juramento hecho á aquella Dofia
Juana. Y todos perseveraron en el juramento hecho
á esta Princesa Dofia Isabel , y en aquel permane-
ciendo lo tornaron á renovar, quando por fin del
\Uy Don Enrique la obedecieron y juraron por Rey-
II I y Scfiora de aqnestos Reynos. Muchas otras ra-
r.iMics tocantes á esta materia se dezan aquí de de-
d' Bn este ayintanienlo Joraron los Grandes que A él se ha-
llaron de procvrar A lodo si leal podar qne el Infante Don Alonso
rasase ron aquella llolla Joans qne se deeia hija del Rey. Asi-
miümo biKo el Rey renonelar i Don Retiran de la Goeta el Maos-
tntKd de Sanliaso , y lo did en enmienda la villa de Albvrqoer-
qne roo lítalo de Rucado, y las villas de Cnéllar , Roa^ Molina,
Aticou, y la PeAa do Alrizar, con otras mercedes. Enriq. del
CasL, CráH. de Dw Enriq, lY, cf, 67.
É DOflíA ISABEL 235
cir por la honestidad, y por exousar eecrlptura <|ite
sea en injuriado persona Real ; y aun las reconta-
das se dexarian, salvo porque la fidelidad nos obli-
ga á recontar algunas cosas de laS que en verdad
pasaron sobre esta materia , espedalmento algunas
de aquellas que muestran claramente el derecho que
esta Princesa Dofia Isabel tovo á la subcesion des-
tos Reynos. Y con toda verdad podemos testificar
que el Rey mandó' prender por causa deste adulte-
rio á aquel Don Pedro, lo qual sabido por la Reyna,
atribulóse oon tantos lloros, que el Rey no pudien-
do sufrir la pena oontina que veia recebir á la Rey-
na, le mandó soltar. Ninguno tenga por cosa grave
de creer esto qae leyere deste Rey ni de otro algu-
no, que siguiendo sus apetitos y dándose á vides,
pierda el verdadero conocimiento de las cosas, y se
convierta en naturaleea flaca. Porque este es el fru*
to que dan los deley tes camales al que dellos se de-
xa vencer, y no sabe quando mozo resistir las ten-
taciones y combates que recibe la mocedad flaca de
consejo, por la poca experiencia de las cosas. Este
Rey quando fué Prinoipe, oomo era uno solo al Rey
Don Juan su padre, fué criado con gran temosa , y
en gprandes vicios y deleytes, y fuéle puesta casa en
edad de catorce afios, y apartado del Rey su padre
en la oibdad de Segovia ; y en tiempo de su moce-
dad no resistió á su apetito cosa de loque le deman-
dase, ni otro gelo osó refrenar, aunque le veia se-
guir tras deleytes no debidos. Y en esta manera so
biso libre de toda doctrina, y subjeto á todo vicio,
porque no sufria viejo que le doctrinase, y tenia
mozos que le ayudasen á sus apetitos y deleytes. Y
desta manera siguiendo sus deleytes hizo hábito de-
llos, y vino en tanta flaqueza de su ánimo y dimi<>
nudon de su persona, que después quando reynó
por fin del Rey Don Juan su padre ya estaba sub-
jeto á mozos que tomaba por privados. Verdad es
que en los primeros afios que reynó, por los muchos
tesoros que llegó fué temido ; pero después quando
los del Reyno oonoderon que todo su pensamiento
era cumplir sus deleytes, y que hacia dádivas sin
medida á los mozos que eran sus privados, y los su-
. blimaba dándoles grandes dignidades y rentas , y
que posponia las cosas que á su ofido real cumplían
por se dar al deleyte carnal ; luego á pocos afios
le perdieron el miedo. Y según en su Orónica debe
ser recontado, se juntaron Don Alonso Oairillo, Ar-
zobispo de Toledo, y d Almirante Don Fadrique, y
el Oonde de Plasenoia Don Alvaro de Estúfiiga, y
Don Juan Pacheco, Maestre de Santiago, y Don Pe-
ro Qiron, su hermano. Maestre de Galatrava, y Don
Qomez de Cacares, Maestre de Alcántara, y Don
Rodrigo Manrique, Oonde de Paredes, y Don Ga-
brid Manrique, Oonde de Osorno, con otros algu-
nos Grandes y Caballeros del Reyno, y le quitaron
el título real, y alzaron por R^ al Prinoipe Don
Alonso su hermano en la dbdad de Ávila, y dixe*
ron del , y escribieron por todas las partes de la
Ohrístiandad, las cosas deshonestas que habernos
recontado. Y tanta era la habituadon qne él tenia
en los ddeytes, qne oon dificultad era traido por d
986
0RÓNIGA8 DE LOS BBTES DB OASTILLA.
Marqués de SantiUana, y por el Obispo de SigUense,
y por los otros Oaballeros qae oerca del oran á on-
teoder en las oosas que oumpliao á la oonservacion
de su preeminenoia, y guarda de su patrimonio. Y
por esta oansa vino su estado real á tanta diminu-
ción, que si alguno le desobedecía y movía guerrai
antes le baoia mercedes porque le dexase en sus de-
lectes, que le castigase por los yerros que cometía.
De manera que dando á los tiranos porque no le
enojasen, y á los privados porque le agradasen, to-
do casi el patrimonio real se distribuyó en poco
tiempo, y su persona vino en necesidad tan extre-
ma, que los del Beyno le tenian por rey para reoe^
bir del mercedes, y no para le servir y obedecer co-
mo á su rey. Y do aquí se siguió que los ministros
de la justicia que eran en aquellos tiempos , pensa-
ban mas en sus provecbos particulares, que en él
bien general. Fervian astmesmo los deleytes ilícitos
en todo género de voluntad , y aquel era enemigo
que esto reprebendia, aquel era aborrecido á quien
desplada. Cosa foé por cierto do grandísimo ezem-
plo y dotrina para todos los Royes y aun para to-
dos los bombres, ios quales no crean que la grande-
sa de los estados ni de los reynos, no los tesoros ni
las rentas, no el miedo ni el poderío de las buestes
baoen sortener los grandes estados, si no signen el
camino de la virtud, y ponen freno á los vicios , en
' que la humanidad de contino nos guerrea, y lo hace
todo caer.
* CAPÍTULO V.
D6 lu eons qne pauros as la Tilla de Oeafia.
Hecho el acto del juramento , que se biso en los
Toros de Guisando, luego en este año el Bey y la
Princesa fueron á la villa de Oeafia, y con ellos el
Maestre de Santiago, y el Arzobispo de Sevilla, y el
Cbnde de Plasenoia, y el Conde de Benavente, y el
Conde de Osomo ; y allí vinieron los Procuradores
del Beyno, y juraron á la Princesa por legítima
subcesora destos Beynos ; y tratóse asimesmo amis-
tad entre el Maestre de Santiago, y el Marqués de
Santillana, y el Conde de Haro, y el Obispo de Si-
gaensa. Y vinieron á la Corte el Obispo de Sigüen-
sa y el Conde de Haro ; los quales juraron á la Prin-
cesa por heredera y subcesora destos Beynos para
después de loe días del Boy. Este juramento hicie-
ron estos dos juntamente, porque decían ser infor-
mados de personas fidedignas del adulterio de la
Beyna y de la impotencia del Bey ; y ansimismo
porque el Bey gelo mandó en persona, según habe-
rnos contado, que lo mandó á los otros caballeros y
Perlados que la juraron. Estando el Bey y la Prin-
cesa su hermana en aquella villa, el Bey dilató de
embiar á la Beyna Dofia Juana y á su hijaá Porto-
gal, y de procurar el divorcio della dentro en el
tiempo de los quatro meses que era obligado de ha-
cer; y no dio á la Princesa su hermana las villas que
otorgó de le dar ; y tuvo manera que el Bey de Por-
togal qne estaba viudo, la embiase á pedir por mu-
ger, á fin de la embiar fuera del Beyno ¡ y allí á
Oeafia vino el Anoblspo de Usbona á demandarla
por mugor para el Bey de Portogal. El Anobispo de
Toledo trataba ansimesmo casamiento á la Prince-
sa con Don Femando Príncipe de Aragón, que era
B^ de Sicilia, hijo del Bey Don Juan de Aragón.
Y para hablar en este cesamiento, vino á la su villa
de Yepes, y secretamente por medio de un Maestre-
sala de la Princesa, que se llamaba Chitierre de Cár-
denas, le embiaba á decir las causas porque no le
cumplía el casamiento del Bey de Portogal, y las
utilidades que había en el casamiento con el Prín<
cipe de Aragón. Este Maestresala trabajaba con la
Princesa que lo oonduyeso, y despidiese el Cksa-
míento del Bey de Portogal , diciéndole que el Bey
su hermano le trataba aquel casamiento por la echar
del Beyno, á fin de quedar ddla libre, para casar la
que decia ser su hija con el Príncipe de Aragón , ó
con otro Príncipe alguno que traxese al Beyno para
lo apoderar del ; y que olla y sus descendientes es-
tando absentes del Beyno perderían la subcesion de
Castilla ; y porque d Bey de Portogal tenia hijo he-
redero, no se esperaba que su generación oviesc he-
rencia ninguna en Portogal. Del Príncipe de Ara-
gón, le deda, que era mozo y hombre de buena dis-
creción, y andmesmo eran sus deudos de sangre to-
dos los Grandes que había en el Beyno, los quales
deseaban que fuese Bey de Castilla ; y que casando
con d, tenia toda la mayor parte del Beyno para
contraía otra Dofia Juana que se decia Princesa, si
en algún tiempo tentase de haber la subcesion. Otro-
sí le deda, que era Príncipe de Aragón, y esperaba
la subcesion de aquel Beyno, y otras grandes utili-
dades porque lo debía concluir. Y mostrábale tales
inconvenientes del casamiento del Bey de Portogal,
porque lo debía negar. La Princesa consideradas es-
tas cosas, y como el Bey su hermano dilataba de
cumplir lo que con ella había asentado, y quo pro-
curabK con todas fuerzas de la casar con d Bey de
Portogal, estaba puesta en gran cuidado, especial-
mente porque era aquexada de todas partes por la
conclusión de su casamiento ; en el qual ella deli-
beró de privarse de toda voluntad , y mirar sola-
mente aquello que á honra suya, y paz destos Bey-
nos cumpliese. Y después de muchas pláticas habi-
das en esta materia, considerada la líicíon que co-
noció á todos comunmente tener á este su casamien-
to oon el Príncipe de Aragón , dio en secreto pala-
bra de casar con él, habiendo los votos de los Gran-
des del Beyno que para ello entendía consultar ; y
despidió el casamiento que le traían con el Boy de
Portogal. Aqud Arzobispo de Lisbona, vista la di-
lación que la Princesa daba despidióse del Bey Don
Bnríque y della, sin haber conclusión alguna de su
embaxada. Por esta causa fué el Bey muy descon-
tento de la Príncesa su hermana ; y recolando que
se casaría contra su voluntad con persona que á él
no pluguiese, habló secretamente con alguno de
aquellos sus prívados que la quería prender ; y pu-
siéralo en obra , salvo porque ovo reedo de hallar
contrarias las voluntades de los Grandes y de los
otros caballeros ó gentes del Beyno. Y porque supo
DON natNANDO
qne el Anobiipo de Toledo trataba él caaamlento
del Prinoipe de Aragón oon ella, fué indinado oon-
tra él, porqne no contento de las cosaa pasadas oo-
metidas en sa desenricio y en escándalo de sos Bey-
nos, agora de nnevo le tomaba á errar, oontrari^-
dolé sn voluntad acerca del casamiento de la Prin-
cesa su hermana, y quisierais prender y destruir ; y
para lo poner en obra trabajó de ganar la voluntad
del Maestre de Santiago y del Arzobispo de Sevilla,
y del Obispo de Signensa que estaban oon él ; los
qnales secretamente se conformaron con el Bey en
la destraidon del Anobispo de Toledo. Pero creía-
se que él Maestre de Santiago avisó al Araobispo
para que se pusiese guarda en su persona, porque
no le piada su destraidon , asi porque era su tio,
como porque este Maestre era hombre de gran seso,
y platico en las cosas mundanas, y oonoda bien la
oondidon del Bey ; y por le tener siempre en nece-
sidad, dedase que favorecía de secreto á sus deser-,
videros, ó á lo menos tenia tales maneras porque no
se procediese contra ellos. Y oon esto tenia las co-
sas en suspenso, y á los hombree en necesidad , los
quales recorrían á él con sus negocios ; y en - esta
manera gobernaba las cosas grandes del Beyno , en
la qual gobemadon siempre procuraba acrecenta-
miento de su estado.
CAPITULO VI.
Como el Rey Dos Enrique partid do Oeafii para el Aadalsela,
j la PrineeM fué A la tilla de Árenlo.
Visto por el Bey Don Enrique como no podía
concluir el casamiento de la Princesa su hermana
con el Bey de Portogal , deliberó dé partir de Ocafia,
é ir al Andalucía para asentar las cosas de aquella
provinda ; porque las principales dbdades y villas
della hablan estado por el Bey Don Alonso su her-
mano, y fueron con él el Maestre de Santiago, y el
Obispo de Sigüensa. T porque hallase mas prestas
á su obedienda las dbdades y caballeros de aqudla
tierra, llevó cartas de la Princesa su hermana, noti-
fioóndoles la concordia que tenia con él ; y la Prin-
cesa por hacer las honras del Prindpe Don Alonso
su hermano, fué á la villa de Axévalo, que era de la
Beyna su madre, é la tenia el Conde de Plasenda.
El qual recelando que la Princesa se apoderase do-
lía, como quier que se deda haberle hecho seguri-
dad de la tener por la Beyna su madre, y para día;
pero procuró con el Bey Don Enrique que le hidese
merced, y le diese título de Duque della. T porque
el Maestre de Santiago conocía bien que la posesión
de las cosas agehas da pena á quien las tiene , y le
pono en continos trabajos por las defender, procuró
oon d Bey que g^ la diese , á fin do tener al Cond^
de Plasenda en necesidad, de la qual crda que no
pedia salir teniendo aquella villa , é tomó titulo de
Duque della. Lo qual hiao luego el Bey por enojar
ala Princesa, y porque, según es dicho, ligera-
mente distribuía lo de la corona real. Desta dádiva
que el Bey hiso de la villa de Arévalo, pesó mucho
á todos los dd B^no generalmente por el agravio
i DOlfA ISABEL . ttf
que se hada á la Beyaa madre dista Priiüoesa, cuya
otrosi porque vdan una de las priádpales
era,
villas del Beyno apartada de la oorona real ; y ad-
mesmo fué oausa de embidia á ios Grandes del Bey-
no , porque d Conde de Plasenda se hada oon
ella mayor que todos. Quando la Princesa supo
que el Conde de Plasenda habla tomado titulo de
Duque de Arévalo, é habla mandado á Alvaro de
Bracamente, un Caballero de su casa, qne se apode*
rase oon gente de las torres y fuerzas della, dezó de
ir á aquella villa, é vino para la dbdad de Ávila,
donde hizo las honras del Prindpe Don Alonso su
hermano.
CAPÍTULO vn.
De los tratos de casaBilento Qve se siotieroa i la Prliedsi.
Estando la Princesa en Ávila d alio ngoiente dd
Sefior de mil y quatrooientos y sesenta y nueve
afios, tornáronle á hablar en su casamiento de parte
del Bey de Sicilia Prindpe de Aragón. É como día
oonoda que este era negocio de grand importan-
cia, asi por tooar á su persona, como porque aqud
que ella tomase por marido habia de ser Bey con
ella destos Beynos, quiso haber el voto de algunos
Grandes dd Beyno con quien lo comunicó. T todos -
aquellos que consultó acordaron que debia tomar
por marido al Bey de Scilia, Prindpe de Aragón,
antes que al Bey de Portogal, porque era mozo y de
buena disoredon, y esperaba heredar los Beynos de
Aragón y de Sicilia ; é porque si ella no concluía
con el su casamiento , el Bey Don Enrique estaba
en proponte de casar oon él á aquella que deda ser
hija, y le apodoraria quanto pudiese en el Beyno^
de tíd manera que día fincaria desheredada, ó á lo
menos habria gran divinen entre ellos. De parte dd
Bey de Portogal era annmesmo aquexada que oon^
duyese con él su casamiento ; é los que en ello de
su parte hablaban le daban á entender, que no ha-
bia persona real que iñas le conviniese tomar por
marido que áél : porque como quier que era viudo,
pero era un Príncipe asaz mancebo, é tenia Beyno
vecino de Castilla, y asaz riquezas é poder para de*
f ender la subcesion que le pertenecía del Beyno de
Castilla, d alguno ge la quisiese ocupar ; y que por
no tener más hijos de solo d Principe, podría ser
que este su casamiento dispudese Dios de tal ma«
ñera, que la generación que oviese heredase á Cas*
tilla é á Portogal, y allende desto se oonformaria
con la voluntad dd Bey su hermano que lo desea-^
ba, y escusaria grandes escándalos en Castilla que
de hacer lo contrario se dguirian.
CAPÍTULO VIH.
Como el Rey Don Lats de Franela embid d pedlf por sidfer d la
Princesa DoBa Isabel para Don Gdrlos Dtqne de Galana j do
Berrf sn bermaso.
Sabido por el Bey Don Luis de Franda como la
Princesa era por el Bey é por todos los del Beyno
jurada por heredera de Castilla, é que se trataba su
iBé
OBÓmOAS Dt LOS BEYES ÜB OASfTILLA.
matrimonio oon él Bey de Portogal, y con el Prín*
oipe de Aragón, recelando el inconveniente que se
podría aeguir á él y á ana Beynos ai oon qoalquier
deetoa doa Príncipes se casase , porqne ellos y sna
Beynos son de la liga de Ingalaterra , embió luego
al Cardenal de Albi, qne era nn gran Perlado en
sna reynos, y de gran soiencia, y con él otros caba-
lleros, por Embaladores á la Princesa qne estaba
en la villa de Madrigal, á la demandar en casa*
miento para an hermano Don Garlos que era Duque
do Berry y de Guiana ; el qual casamiento se Labia
tratado en vida del Bey de Francia Don Carlos su
padre que lo deseaba. Este Bey Don Luis qne sub-
oedió en el Beyno de Francia, porque creia que el
Duque so hermano habria los Beynos de Castilla si
casase oon la Princesa, é por excusar que no los
oviese ni el Príncipe de Aragón , ni el Bey de Por-
togal, por el inconveniente grande qne de qualquie-
ra de aquellos dos Príncipes ge le podría seguir,
mandó á sus Embaxadores que trabajasen por lo
condnir. Como el Cardenal y los Caballeros de Fran-
cia vinieron á la villa de Madrigal, propusieron su
embaxada ante la Príncesa; á la qual dieron á en-
tender que debía aceptar aquel casamiento, porqno
renovaría las antiguas é loables paces é amistades
que son entre los Beynos de Francia y de Castilla,
los qnales el Bey Don Juan su padre é los otros Be-
yes predecesores prometieron que guardarían todos
BQS subcesores, y ella como Príncesa heredera de
Castilla, y suboesora legítima de sus Beynos era
obligada de guardar; la qual obligación de amistad
sería á ella difícile do guardar si casase en Portogal
ó en Aragón, por ser aquellas dos casas de la liga
de Ingalaterra, que es enemiga de Francia. Otrosí
le dedan grandes loores de la persona de aquel Du-
que, porque lo debía hacer ; é suplicáronle oon glan-
de instancia que considerase bien qne el Bey Don
Juan BU padre si fuera vivo, no la consintiera casar
con el Príncipe de Aragón, ni menos oon el Bey de
Portogal seyendo viudo y teniendo hijo heredero,
aunque no fuera Príncesa heredera de Castilla,
quanto mas seyóndolo, y esperando tan gran subce-
sion como es la destos Beynos; y que allá en la otra
vida daría alegría al ánima del Bey su padre si su
casamiento concluyese con este Duque, por el grand
amor que era entre los Beyes padre del uno y del
otro. AJlende desto decian que el Ducado de Guia-
na era en los confines de Castilla, y que casando oon
el Duque, sería todo un sefiorío ; con el qual y con
el otro Ducado de Berry que tenia habría asaz sub-
oesion para la generación que á Dios pluguiese de
les dar. Decian ansimesmo otras cosas, é mostraban
grandes utilidades que concurrían en este casamien-
to porque lo debía aceptar. Ofrecíanle ansimesmo
de tener tal manera oon el Bey Don Enrique su her-
mano, que diese consentimiento para ello. La Prín-
cesa oida la embaxada, biso mucha honra al Carde-
nal ó á los Caballeros que venían oon él ; y después
de habida su deliberación , respondió, que ante to-
das cosas ella remitía á Dios , que en sus negocios,
y especialmente en este que tanto le tocaba , mos-
trase su voluntad, y le enderesaae para aquello que
fuese á su servido y bien destos Beynos. Después
desto les mandó responder, qne ella había delibera-
do no disponer en esta metería de su matrimonio,
salvo siguiendo el consejo de los Grandes y caba-
lleros destos Beynos, con los quales ella haría con-
sultar lo qne el Cardenal le habia propuesto ; y ha-
bido su voto haría aquello que de Dios fuese orde-
nado, y ellos le consejaaen. El Cardenal é los otros
caballeros que con él venían , como quier que cono-
deron la respuesta de la Príncesa ser oonviniente,
pero no fueron della contentos , porque les paredó
que habría alguna dilación en la consulta que que-
ría hacer, y tomaron á insistir en lo que habían
propuesto, é decir otras razones por llevar conclu-
sión de su embaxada. Al fin no podiendo llevar otra
respuesta, con esta fueron despedidos.
CAPÍTULO IX.
Cobo u eoaelsyé d cuamleato de la Priaeesa eos el kej
do Sicilia , Priseipa da Arafos.
La Prínoesa aquexada do todos partes porqne
oonolnyese su casamiento, embiólo hacer saber otra
segunda vea á los Grandes del Beyno, encargándo-
les la consoienda, pora que le dixesen lo qne les
paresda que debía hacer, pospuesta toda oficien, y
propuesta todo utilidad del Beyno. Algunos dellos
públicamente le embioron decir que debía ooncloir
su casamiento con el Príncipe de Aragón, por los
razónos que habernos dicho, é porque era natural
del Beyno. Otros alfíimos Grandes de los que esta-
ban de lo porte del Bey Don Enrique, secretamente
le embiaron consejar esto mesmo ; é hubo bien po-
cos que discrepasen deste consejo, quier didéndo-
gelo en público, quier en secreto. Los Caballeros y
Duefias, sus criados y servidores que estaban en el
servido contino de su casa, vistas las embaxadas
que eran venidas sobre esta materia á la Príncesa,
é como á ninguna dellas se determinaba ni respon-
día oon efecto ; visto ansimesmo quanto le cumplía
que su casamiento con el Príncipe Don Femando
de Aragón, mas que con ninguno do los otros quo
le eran movidos, se concluyese; conodendo qne
porte de lo dilación que lo Princesa daba, era por
algún empacho que la honestidad suele á las don-
cellas impedir la determinadon de sus casamientos
proprios, porque lo deseaban servir oon afición, es-
pecialmente aquel su Maestresala Gutierre de Cár-
denas le decía , quontos veces en su consejo ero de-
terminado, que según su edad lo era neoesarío ca.
sor, porque estos Beynos que de derecho le perte-
necían, no fincasen sin derecho subcenon. £ como
quier que mostraba placerle del voto de sus criados
y servidores, y de todos los otros de su consejo,
pero según lo dilación que dobo en coso qne tan
presto efecto requería, creían qne lo honestidad de
su persona real le ponía empacho para hablar y se
determinar en su matrímonio. Decíale ansimesmo
aquel su Maestresala, que verdad ero que lo plática
de semejante matería no á la parte príncipol mas á
DON FERNANDO É
los padres pertensoia, é á los hermanos é parientes
tnas propinqaos quando los hay; pero que debia
considerar oomo era hnérfana del Bey sa padre, é
careóla del benefldo de la Reyna sa madre por sa
larga é grave enfermedad , y qae el Bey sa herma-
no no solamente tenia pooo cuidado del casamiento
que le oamplia, mas tenia yolanladde la casar don-
de á él placia y á ella no venia bien ; y qae donde
tantos casos ocarrian, todo empacho quitado debia
aclararse, y entender en la conclusión de su casa-
miento. T que debia considerar, que los Principes
qne la demandaban eran el Bey de Portogal, y el
Duque de Ouiana hijo del Bey de Francia, y el
Príncipe Don Femando de Aragón ; y que no veian
por agora otro Bey ni Príncipe en la christiandad
qne debiese contraer con ella matrimonio ; y que las
calidades que en estos Principes y en sus sefioríos
ocurren, ella las sabia bien, porque en su presencia
diversas veces se habia platicado, en lasquales plá-
ticas siempre hablan concluido, que como quier que
el Bey de Portogal y el Daque de Guiana eran no-
tables Príncipes, pero qae se hallaba el casamiento
con el Príncipe de Aragón ser mas conveniente que
otro ningnno, porque era Príncipe de edad igual
con la suya, ó porque esperábala subcesion de Ara-
gón y de los otros sefioríos del Bey su padre, que
confinan con ios Beynos de OastiUa, en que espera-
ba con el ayuda de Dios subceder ; é porque estos
Beynos ó sefioríos juntos con ellos puestos en un
sefiorío, era la mayor parte de Eepafia. Allende des-
to deoia, qne todos los Grandes del Beyno á qaien
sobre esta materia habia consultado, quier en pú- I
blico, quier en secreto, por descargo de sus cons-
ciencias le hablan embiado á decir, que por el bien
destos Beynos, dexadas todas las otras oosas, lo
concluyese con él. T no solamente los Grandes, mas
los Perlados, los clérigos, los caballeros, los ñdal-
gos, los cibdadanos, y generalmente todos los tres
estados y oomaaes del Beyno mostraban placerles
del matrimonio con el Príncipe de Aragón, por las
utilidades y conveniencias que en él mas que en
otros parecían, y les pesaría si en otra parte ló oon-
duyese. Por ende que mirando quanto cumplía ásu
servicio y bien destos Beynos laego aclarase su vo-
luntad, pues tenia presentes servidores tan leales, á
quien con entera confianza lo podia decir. T que no
lo tuviese mas suspeneo, porque dello ge le podia
recrecer del servicio, y en estos Beynos de Castilla
grandes é irreparables dafios, de que Dios Nuestro
Sefior seria deservido. La Princesa, oidas estas maso-
nes, conociendo que gelas dcdan con selo de leal-
ÍX){fA I8AB£ti. SSd
tad, dixo, que Dios testigo de los oorasones sabia
que pospuesta toda afición miraba solamente lo que
al bien destos Beynos camplia. Y pues los votos de
los Grandes del Beyno eran en esto conformes , do
parecía placerá Dios, ella, conformándose con su
voluntad, se remitía al parecer de todos; é dio lae-
go comisión á este Gutierre de Oárdenas, sa criado
y Maestresala, para lo conduir. Este Caballero fué
laego á las personas qae para esto eran depatadas
por el Bey de Aragón, que le estaban esperando
para entender en esta materia; y en fin plogo á la
voluntad de Dios, qne lo oonduyese oon el Principe
de Aragón, según le fué consejado por los Grandes
del Beyno. E luego partió de Madrigal , é fué para
HoDtivoros, aldea de la cibdad de Avila, donde vino
el Ansobispo de Toledo que lo trataba, y de allí fué
para Valladolid, donde estaba el Almirante Don
Fadrique, abudo del Príncipe, y Don Pedro de
Acufta Conde de Buondía, é Don Ifiigo Manrique,
Obispo de Coria, é otros algunos Caballeros qne
para la conclusión deste casamiento fueron juntos
en aquella villa. Donde vino luego el Principe de
Aragón, é con él Don Podro Manrique, Conde de
Trevifio, Adelantado mayor del Beyno de León, é
otros Caballeros de Aragón , y celebraron sos bo-
das (1), de las quales plogo mucho á toda la mayor
parte de los Grandes y Caballeros dd Beyno ; prin- *
cipalmente plogo á todas las comunidades y pue«
blosdéL
(1) Es my BoCable es etU Crésica el defeelo de fechu. SI ei*
uniento de los Reyes se eelebrd ce Vslladolld Miércoles 1S de
Octabre, día de San Ldeas, de 1469, en las easas de Isas de Vi-
vero. Bl Principe dio en arras i Boija y Magalloa en el Reyno de
Arayon, en Valencia i Elche y GeTillenle, y en Sicilia d bngo-
sa y Gatania. Los eapltuloa de la concordia celebrada al lieaipo
de estas bodas trae é la letra Enriq. del Castf lio, GrMo. 4e lía-
rif M lY, etp, 1^. BeraaM., CrMc. dé l$9 Refu CtíáOcot, Uf, 9.
Galind., Memor,, dh 14G9. Aan es ñas notable qae el Cronlata, fih
nléndose i escribir de propésito la hiatorla de loa Reyes Catdlicos^
no aponte el nacimiento y descendencia de ano y otro. La tteyna
DoBa laabel nacld en Afila (otros dices en Madrigal) ei 19 de
Noviembre día de Santa laabel de 1150. Fné bUa del Rey Don
Jnan II de Castilla, y de su scgonda nuyer DoBa Issbel, bija del
Infinta Don Jnan de Portigal y nieta de Don Enriqne el Enferao
y de Don Jnan 11 de Portafal. El Rey Don Femando nacid en Sos,
villa del Reyno de Aragón en los cenlnes de Navarrat i 40 dlu
de Mano de 145Í. Fné bijo de Don Jnan II do Aragón y I de
Navarra y de sn segnnda nngf r DoBa Jnana, bija de Don Fadri-
qne Enriques, Almirante de Castilla y nieto por sn padre del Rey
Don Fernando de Aragón el elegido en Caspe, bermano de Don
Enrique III, abuelo de la Reyna. Por conslguiento, eran estos
Principes primos segundos. No me ha parecido deber omitir esta
genealogía, aunque común, por la luz que da ft la Historia y porque
sin ella apenas se podrian entender muchos sucesos, como se
verft adqlante. Benald», CrMe. dé Mt Rayas CtíéücH^ cap. S y 9.
■h ■■ « M 'i— ■^^■^«MW
COMIENZA LA CRÓNICA
DE LOS MUY PODEROSOS Y EXCELENTES
DON FERNANDO É DOÑA ISABEL,
PRÍNCIPES HEREDEROS
■
DE LOS REYNOS DE CASTILLA Y DE ARAGÓN.
CAPÍTULO PMMBBO.
Cono el Prlnelpe y li Prineesa enbUron tres caballeros al Rey
DoB Enrique é le haoer laber as easamlento.
Oelebradas las bodas de los mn^ excelentes Prin-
cipes Don Femando é Dofia Isabel de OastíUa é de
Aragón (1), acordaron de embiar al Roy Don Enri-
que BU hermano tres caballeros : el uno de la Casa
del Bey de Aragón , qne se llamaba Mosen Pero
Vaca,é otro qne se llamaba Diego de Ribera, Ayo
qne fué del Principe Don Alonso, é otro qne se lla-
maba Luis de Antesana. Con los qnales le embiaron
haoer saber sn casamiento, é qne le pedian por mer-
ced qao lo oviese por bien, pnes habiéndose hecho
con madnra deliberación, é con placer de todos los
del Reyno, parecía ansimesmo qne plogo dello á
Dios, é qnefnese cierto qne ellos estaban en propó-
sito de le servir y estar á toda sn obediencia como
(i) La f^lncoaa tales de eondatr so easamIeBto habla emblaio
de Valladoltd» eon foeha do It del mlsno Octnbre, una larga carta
al Rey aa hermano, de qoe Pnlgar no hace mención. Kn la cnal
le manifestaba toa moUtos porque de coman consentimiento de
los Grandes qoe para este efecto habla llamado, habla preferido
el casamiento del Principe de Aragón i ios demás qoe se le ha-
blan propuesto, recontando los agravioa qne en perjuicio do lo
tratado so hermano le habla hecho, ya procurando casarla con
el Rey de Porto gal pera alejarla del Reyno, ya mandando ft los de
Madrigal qne la prendiesen, y dando la villa de Arétato ti Conde
dePlasenela, qoe era de la Reynt madre; no obstante todo lo
cnal ella se ofrecía i dar al Rey tal aeguridad por sf y por el
Principe de Aragón, qne el Rey fuese contento, y ofirecla qne en-
trambos le serrlrlan como hijos, al quisiese recibirlos como tales,
y cnmpllrian fielmente sos mandatoa como de Rey y Seftor. A la
coal carta el Rey no respondió basta que celebradu las bodas, sie-
te días después embiaron segunda tci otra carta por estos emba-
jadores Mosen Pero Vaca, por parte del Príncipe, Diego de Ribera,
por la Princesa , y por el Anobispo de Toledo Lnls de Anieuns,
ñi la cual Insertsban Is concordia de sn caumiento y es la misma
|ue aqoi eitracta Pulgar, y trae i la letra como la antecedente
Snriq. del Gasilllo, Cróm. de Doñ Enriq. ¡V, eof. 134 f 135. He
querido extractar la carta antecedente, por la alta idea qoe pre^
aenta de la Princesa Dofia Isabel y del respeto que siempre tuTo
al Rey su hermano aun después de Jurada por heredera. Enriques,
Crúñ.dé Emriq. IY,CMp.ZL
Or.— IIL
hijos; é qne no le moviesen informaciones de per-
sonas qne deseaban indinarle contra ellos, á fin de
poner necesidades é hacer alteración en el Reyno
por sns proprios intereses, segnnd veia por ekperíen-
cia que lo habian acostumbrado. Ansimesmo le sn-
plicaban que no le ploguiese haoer mudansa, ni to-
mar otros propósitos nuevos contra lo qne habla
asentado é jurado cerca de su subcesion, porque
aquello tal redundaría en grand deservicio de Dios
é suyo é dafio destos Reynos. El Rey, oidos aquellos
embaxodores, respondióles que esperaba algunos
Grandes de sns Reynos qne presto habian do venir
á BU Corte, con consejo de los quales embiaria sn
respuesta. Esto fué respondido por consejo del Maes-
tre de Santiago, al qnal pesó mucho de aquel matri-
monio, porque tenia el Marquesado de Viliena, qne
habia seydo del Rey Don Juan de Aragón, padre del
Principe, y el Maestre de Santiago tovo tal manera,
que el Rey quando era Principe se conformase con
el Rey Don Juan su padre, para echar del Reyno al
Roy de Aregon que era estonces Rey de Navarra, é
al Infante Don Enrique su hermano, é los deshere-
dase de todo el patrimonio que el Rey Don Fernán-
do de Aragón su padre les habia dezado en Costilla,
segund en la Crónica del Rey Don Juan es mas lar-
gamente reconUdo. Este Maestre Don Juan Pache-
co, viendo que tenia el patrimonio del Rey de Ara-
gón, siempre vivió con recelo de lo perder, como vi-
ven aquellos que poseen cosas agenas. E por lo sos-
tener, continamente ponia indinacion entre el Rey
Don Enrique y el Rey de Aragón, porqne la discor.
dia entre estos dos Reyes entendían ser remedio
para poseer lo que tenia del Marquesado de Villana,
y el Maestradgo de Calatrava, que tenia sn sobrino
Don Rodrigo Tellos Girón, fijo de su hermano Don
Pedro Giren ; el qual habia poseído Don Alonso,
hijo bastardo del Rey de Aragón. B considerando
que este casamiento del Principe de Aragón con la
Princesa fortificaba mucho la parte que tenia en el
Reyno de Castilla , é que wa camino para que su hi-
16
242
CRÓNIOAS DE LOS REYES DE CASTILLA.
jo perdiese el Marquesado de Villena , del qual le
era ya hecha merced é dado el título de Marqués,
quisiera mucho que aquel casamiento no se hidera.
B por aquella causa, no solamente movia discordia
entre el Bey ó la Princesa su hermana, mas daha
lugar que cada uno de los Grandes é otros caballe-
ros del Beyno se apoderasen del patrimonio real, por
quitar de todas partes las fuerzas al Príncipe, ó po-
nerlo en necesidades tanto grandes, quo entendiese
que la menor de todas fuese cobrar el Marquesado
de Villena que él tenia ocupado, y el Maostradgo
de Calatrava que tenia su sobrino, hijo del Maestre
BU hermano que era ya fallecido. En el afio siguien-
te del Señor de mil é quatrocientos é setenta afios,
allí en Valladolid fué notificado al Príncipe é á la
Princesa que ol Roy Don Enrique quería mover
guerra contra ellos para los echar del Reyno, é que
requería para ello algunos Grandes é caballeros.
Esto sabido, hubieron consejo de ir á la yilla de
Duefios, que era de Don Pedro do Acufia, Oonde de
Buendía, hermano del Arzobispo de Toledo, donde
estuvieron algunos dias; é allí parió la Princesa á
la Infanta Doña Isabel su hija (1), primero dia de
Octubre deste afio de mil é quatrocientos é setenta
•9 años. Estando en aquella villa, algunos Grandes é
Perlados del Beyno que supieron como el Roy Don
Enrique quería mover guerra coutra ellos por los
echar del Beyno, sintiéndolo grave» les ombiaron
ofrecer que les ayudarían con sus personas é casas,
para defender la subcesion del Beyno que pertene-
cía ala Princesa, é que no consentirían que otro al-
guno la oviese desde aquellos dias. El Bey Don En-
rique, por consejo del Maestre de Santiago, é de
otros algpmos que pensaban acrecentar sus estados
habiendo discordia en el Boyno, mostró indinacion
contra la Princesa su hermana por causa del casa-
miento que había hecho sin su consentimiento ; ó
poniéndolo por obra le tomó las rentas de la villa de
Medina del Campo, élos otras rentas que tenia para
su mantenimiento, las quales le había dado al tiem-
po que la juró por Princesa é subcesora del Beyno.
En este afio no pasó otra cosa que sea de contar, sal-
vo que el Maestre de Santiago embió secretamente
al Bey de Francia á lo decir que embiaso su emba-
zada á pedir por muger para el Duque do Guiana
su hermano, á Dofia Juana que se decía Princesa é
hija del Bey, ó que él temia manera con el Bey que
(1) Esta PrlDeesi tratada primero do easar eon oí Deían de
Franela qae después fué Carlos VIH, scgan parece por el tratado
de alUBza heebo entre Lnls Xi j los Reyes Catiilleos, Uego qne
éstos snbleron al trono, en Paris 4 30 de Enero de 1475, cató
despaes eon Don Alonso, Príncipe heredero do Portugal, hijo de
Don Jaan II de aquel Reyno. Pero habiendo muerto dosgraciada-
mente de la caida de un caballo poco tiempo despnes de sus bo-
das, sucedió después ft Don Juan en el Reyno de Portagal el
Duque Don Manuel, primo hermano del difunto, y casó con esta
Princesa. Tuvo do. ella & Don Miguel, de cuyo parto murió su ma-
dre en !23 de Agosto de flt98. El l*rineipe Don Miguel murió poco
después en Granada en W de Julio de 1500, ya Jurado Principe do
Espafia y Portugal. Galind., Memor., año^de 1470. Mariana, lib. 25,
Mp, 14; fiK i7, eap. 3. Trao el Tratado de alianu qne citamos
el Abad Lenglet en sn Edición do las Memorias do Cominea,
T. ///, p. 3CÍ, Prew. n. CCXXYL
gela diese ó oviese con ella la suhcesion del Beyno
de Castilla.
CAPÍTULO II.
Como el Rey Don Luis de Franela ambló ra embatada ft pedir por
mager i DoDa Juana, qne se decia bija del Rey Don Enrique,
para el Duque de Gnlana sn bormano.
En ol afio siguiente del Sefior do mil é quatro-
cientos é setenta é un afios (2), el Bey de Francia,
mostrando grande enojo porque la Princesa no qui-
so aceptar el matrimonio que por su parte le fué
movido para el Duque de Berry sn hermano, é por
que lo concluyó con el Principe de Aragón, embió
al Cardenal de Albi é otros Caballeros con él al Bey
Don Enrique, á le demandar por muger para ol Du-
que su hermano á la que llamaban Princesa é decían
ser su hija. Y estando él Bey en su palado en la
villa de Medina del Campo, é con él el Maestre de
Santiago, y el Duque de Arévalo, y el Arsobispo de
Sevilla, y el Obispo de Sigfienaa, y el Obispo de
Biirgos, é Don Bodrigo Alonso Pimentel, Conde de
Benavente, é otros Caballeros é Perlados de sü Con-
sejo, aquel Cardenal propuso sn embaxada, en la
qual recontó el amor que siempre fué entre los Bo-
yes do Francia é de Castilla, é la paz que de largos
tiempos se habia guardado entro los subditos de la
una parte é de la otra. É después propuso la mate-
ria do aquel casamiento que traia en cargo, é dixo
al Boy que le ploguiese de dar su hija la Princesa
en matrimonio para el Duque de Guiana, hermano
del Bey de Francia, porque se continase el amor
que antiguamente habia seydo entre los Beyes de
Francia é de Castilla. Oida por el Bey esta emba-
zada, plógole mucho é respondió A aquel Cardenal
é á los Caballeros que venian con él, que le placia
de dar su hija en casamiento á aquel Duque de
Guiana, é de le otorgar la subcesion del Beyno ; é
luego mandó poner graud diligencia para que se
concluyese. É porque la Boyna Dofia Juana é aque-
lla Dofia Juana, su hija, estaban en la villa de Buy-
trago, acordaron que el Bey é todos los que estaban
con él, é asimesmo el Cardenal é todos loe caballe-
ros Franceses que venian en aquella embazada fue-
sen á Lozoya, que es cerca de Buytrago, porque mas
prestamente se concluyese el desposorio. É ponién-
dolo por obra, la Beyna Dofia Juana é su hija con
ella, y el Marqués de Santillana, Don Diego Hurta-
do de Mendoza, é los Condes de Tendilla é de Co-
rufia, é Don Juan de Mendoza, é Don Hurtado de
(2) Pnlgar adelanta eslos sucesos nn afio. El desposorio de Do«
na Juana'con el Duque do Guiana so hito en Loioya viernes %0 do
Octubre de 1470. Despostase con ella el Conde de Dolofia qne traia
poderes del Duque junto eon el Sefior de Monaeoni. El Cardenal
y el SeAor de Torey venian en nombre del Rey i^ara antoritar los
tratos. Tomóles el Cardenal las nianos y los desposó. Forreras y
Zurita llaman eqnivocadaDicntc á este Cardenal Guillermo, y aun
por eso el primero no le encontraba en las promociones de Calis-
to III ni de Pío II. Llamábase Juan Godofredo de Arras, y fué
creado por Pie II en tas Témporas de Diciembre de 1461. Enriques,
Crá». de Enriq, ¡Y, cap. 143 y 14». Zurita, iU. 18, cap. 31. Naria-
I na, tík. 23, cüp, 15. llermilii, TVed. de Fcner, T. YU^ p. 241.
DON FERNANDO
MendoESi bob hennanoB, qae venian con ella, salió-
ron de la yilla de Baytrago qnanto nna legna ca-
mino de LoBoya, donde estaba esperando el Bey y
el Cardenal é los otros qne habernos dicho. É allí
en el campo el Rey, y el Maeetre, é todos los otros
Duques é Oondes que con él vinieron, por las gran-
des dádivas é maravedís de juro de heredad, é pro-
mesas de mercedes de vasallos, é de otras rentas
que el Rey Don Enrique les dio é prometió, juraron
do nuevo á aquella Dofia Juana como á hija del Rey
por Princesa heredera de Castilla. El Marqués de
SantíUana ni el Obispo de Sigfienza ni los otros sus
hermanos no hicieron aquel juramento, porque di-
zeron que ya lo hablan hecho al tiempo que por
todos los del Reyno generalmente habia seydo ju-
rada. É luego el Cardenal de Albi, por poder que
tenia del Duque de Guiana, se desposó por palabras
de presente con aquella Dofia Juana como Princesa
heredera del Reyno. Hecho aquel acto, d Rey Don
Enrique é la Reyna su muger, é aquella Dofia Jua-
na, y el Cardenal de Albi, y el Maestre, é todos los
otros Duques é Perlados é Caballeros que estaban
con el Rey, fueron para la cibdad de Segovia donde
les fué hecho solemne recebimiento. fi allí estovo
el Cardenal é los otros caballeros Franceses pocos
dias; y el Rey les dio de sus dones, é los despidió.
De aquel desposorio pesó mucho á todos los mas de
los Grandes é Caballeros del Reyno, especialmente
á las comunidades de las dbdades é villas, porque
entendían que era materia de escándalo é de guer-
ras en el Reyno, é afeaban mucho á los que venci-
dos de cobdicia, tan varios juramentos hacian unos
contrarios de otros; é asi por esta causa como por
las tiranías que se hacian en el Reyno sin resisten-
cia ni castigo, quanto mas el Rey y el Maestre es-
taban en odio de los comunes, tanto el Príncipe é
la Princesa crecían en amor del pueblo, é siempre
se confirmaba mas en las intenciones de todos sn
derecho de la subcosion. Como esta Dofia Juana fué
despoBada con el Duque de Guiana, luego el Maes-
tro de Santiago se apoderó dolía, pensando que te-
niéndola en su poder ternia el Rey mas cierto á lo
que quisiese, ó que su estado sería mas conservado
é acrecentado por causa della. Sabido por el Prínci-
pe ó la Princesa el acto de casamiento hecho cerca
de Lozoya, é como el Rey mostraba clara enemiga
contra ellos, la qual el Maestre de Santiago despera
taba é hacia que se continuase por lo que dicho ha-
bemos, acordaron de escrebir al Rey nna letra en la
forma siguiente.
«Muy alto é muy poderoso Príncipe, Rey é Sefior :
B Vuestra Sefioría sabe como en el mes de Octubre
•del afio pasado ovimos embiado á Vuestra Alteza
i nuestras letras con Mosen Pero Vaca é Diego de
•Ribera é Luis de Antezana, con cierta creencia por
•escripto; la qual en efeto contenia primeramente
•facer saber á Vuestra Alteza él casamiento nues-
• tro, é la razonable causa porque para ello no se
•habia esperado el mandato é consejo é consenti-
» miento de Vuestra Real Sefioría, é después certíft-
• cando á oquella como se habia hecho con puro
É DOÑA ISABEL.' 248
•respeto del servicio vuestro, pidiendo por merced
•á Vuestra Alteza, que si por haberse hecho asi ál-
•gun deBgrado oidese habido, quisicBe por nos ha-
tear merced de ponerlo, ofreciéndole nuestra filial
•obediencia é servido, lo mas acatada é homiknen-
•te que pedimos, con ofrecimiento de sufidentes
•oertinidadeB é seguridades para lo mostrar en obras
nsegund en la dicha creencia mas por extenso bo
• contiene. Esta embazada Vuestra Real Sefioría re-
• dbió é oyó graciosamente, é noB respondió que
• oomo viniesen á vuestra Corte algunos grandes
•destos vuestros Reynos que esperaba, entendería
•en ello é nos responderla. La qual respuesta, muy
•poderoso Sefior, de dia en .dia habemos atendido
•en la paz é sosiego é obediencia que Vuestra Mer-
eced ha visto, é aun en este comedio, aprobando
•en obras nuestras palabras habemos dado orden,
•rogando á esta muy noble villa de Valladolid, é á
• las otras dbdades, villas é tierras que no estaban
•á vuestra obedienda, que en ella se pongan; é ri
• otra cosa nos queda de hacer para moBtrar d
•amor é filial deseo que tenemos á vuestro servido,
•prestos estamos paralo complir. É, muy excdente
• Sefior, ya son pasados cerca de quatro (1) meses,
•é Vuestra Sefioría no nos ha respondido. Agora por
•muchas partes habemos seydo informados é avisa-
•dos que en lugar de aceptar nuestra justa suplica-
•don, por algunos rodeos é maneras muy poco
•complideras á vuestro servido é á la paz é sosiego
• destos vuestros Reynos, se procuraban de meter
•gentcB estrangeras, á esta vuestra nadon muy
•odiosas, é de hacer otros movimientos contra nos-
potros é contra la derecha é legítima subcesion á
•nos perteneciente. La qual Vuestra Alteza de su
• libre voluntad, usando de razón é de justicia, juró
•á mi la Príncesa en pública plaza, estando en vues-
•tro poder en las vistas de Guisando, en presencia
•del Legado de nuestro muy santo Padre, é con sa
•autoridad; é aquello mesmo hizo allí jurar á los
•muy reverendos in Christo padres Arzobispo de
•Toledo é de Sevilla, é al Maestre de Santiago, é
•Conde de Plasencia, é Obispos de Burgos é Coria,
•á otros Duques é Condes é Ricos-HombreB que allí
• á la sazón se acertaron; é después en la villa de
nOcafia por mandamiento de Vuestra Sefioría lo ju-
• raron otros muchos Perlados é Caballeros, é Pro-
•curadores de las dbdades é villas destos Reynos
•según Vuestra Merced bien sabe, é á todos ellos es
• notorío. É, muy excelente Sefior, porque nosotros
• todavía estamos é permaneoemos en d deseo que
(1) Segva eso esU earU debió eseriblrae é iltimos de Pobrero
de 1470. De donde se dedsee mts claro el error de Pniffsr, qae
sdelanta estos sneesos ti afio 71, debiendo referirse si anterior.
Enrlqnes del Castillo tno también esta carta annqne mwj diml-
anta en sn Oóñ., cap. 149. Tampoco es cierto qne la cansa do es-
cribir los Príncipes esta carta fliera la qne aqnf se eipllca de be-
ber sabido lo beeho en Letoya, qne no foé sino alfonos meses
despnes, en el de Octubre, como dejamos notado, ni en sn conte-
nido se hsce mención de tal coss, sino los remores qne se hablan
esparcido de qne el Rey qnerla rerocar el Jnremento hecho i fa-
Tor de sn hermane j hacerio de nneto 4 fttor de sn pretandlda
hija.
244
OBÓÑIOAS DS LOS BETBS DB OASTILLA.
» TOS embiamoB decir de tos aemr é aoator é obede-
»oer como á Rey ó Sefior é padre Toidadero, de lo
» qual queremos dar ouenta á Dios Naestro Sefior 6q
il6s cielos, que es verdadero sabidor de las intenoio-
• nes públicas é secretas, ó á yuestros naturales en la
•tierra, é aun álos extrafios, acordamos esorebir
«esta presente carta á Vuestra Merced. A la qual
»oon reverencia de hijos ó servidores suplicamos
•quiera aceptar nuestra justa suplicación; 6 acepta-
»da aquella reciba nuestra obediencia é servido,
•posponiendo todos los otros enojos é desgrados
•por servicio de Nuestro Sefior, é por la pacificación
•destos vuestros Reynos é seftoríos, é por bacer mer-
ioed á nosotros, cuya voluntad nunca fué ni será
•de vos enojar ni deservir. É si por ventura, muy
• exoelente Sefior, á Vuestra Alteea no placerá baoer
•esto asi graciosamente oomo lo pedimos, suplicá-
•mosle lo que de justicia no nos puede negar, es á
•saber : que antes que los tales rigores se comien-
• cen, los quales serían malos de atajar depues
. •de comensadoB, é dellos se podrían seguir muy
•grandes ofensas á Dios ó irreparables dafios á es-
• tos vuestros Beynos, ó aun oreemos que se exten-
• derian á muy grand parte de la christiandad, que
•á Vuestra Merced plega de nos oir, é guardar nues-
• tra justicia en esta manera: Que Vuestra Altesa
• mande é le plega que á quatro Grandes de vues-
• tros Beynos que á las partes sean fieles, sea entre-
• gada una villa con las segurídades que se requie-
• ren en tal caso; donde so salvaguarda de Vuestra
•Alteza á los Perlados é Grandes de vuestros Bey-
•nos mande venir, ó ansimesmo nosotros ó todos
• aquellos que nos siguen podamos ir, é alH Vuestra
•Sefioría mande llamar los Procuradores de las cib-
•dades é villas, é á los principales religiosos letra-
idos de todas las órdenes de vuestros Beynos, los
• quales oyan lo que Vuestra Merced querrá decir, é
•ansimesmo lo que nosotros diremos; é quiera estar
•á la determinación dellos, ó de la mayor parte, so-
mbre Bolenne juramento que hagan de determinar lo
•que les pareciere ser mas justo. A la qual determi-
• nación nosotros por servicio de Dios é vuestro, é
• por evitar tan grandísimos males oomo de la rotu-
• ra, si se comienza, se podrían seguir, desde agora
•nos ofrecemos de estar obedientes sin poner á olio
• ninguna 'contradicion. É porque pocas veces los
• muchos se concordaron en una cosa, si entre los
•sobredichos oviere alguna diferencia en el deter-
» minar, á Vuestra Alteza placiendo, á nosotros pla-
• cerá que acatada la honrada edad é vida é apar-
•tamiento do los temporales negodos, ó la grand
• dlscredon de Don Pero Fernandez de Velasco
•Conde de Haro, que él con los quatro religiosos é
•mayores Perlados de las órdenes de Santo Domin-
• go é de Sant Frandsco, é de Sant Hie|rónymo, ó de
•la Gartuxa en estos vuestros Beynos, entiendan en
•las tales diferendas, é las atajen é determinen
•oomo en sus consciencias entendieren ser mas
•complidero al servicio de Dios, é á la paz é bien
•universal destos vuestros Beynos. A la determina-
• oion de los quales, ó de los tres destos rdigiosoü
•con el dioho Oonde ansimesmo hayamos de estar,
• so cargo del dicho juramento que primero hagan.
•Por ende¿ muy poderoso Sefior, pues tan llanamen-
•te vos ofrecemos la paz, é nos sometemos al juido
• é sentenda de vuestros naturales, suplicamos á
• Vuestra Beal Sefioría, é si menester es, le requeri-
•mos con aquel Dios poderoso que suele ser y es
• derecho 6 justo juez entre los Emperadores é Be-
•yes é Grandes sefiores, que no nos quiera negar
• aquesto, que al menor de vuestros Beynos negar
•no se puede ni debe. Lo qual una ó muchas veces
•tomamos á suplicar é requerir á Vuestra Merced
•con quanta instancia podemos ó reverencia debe-
•mos. Andmesmo lo entendemos publicar en vues-
• tros Beynos é fuera dellos: porque si asi esto no
• se recibiere, y en la defensa de nuestra jnstida
• hideremos aquello que á todos es permitido per
• los derechos divinos é humanos, seamos sin cargo
• quanto á Dios é quanto al mundo: ó desto suplica-
• mos á Vuestra Alteza que hayamos su determina*
•darespuesta.^
El Bey, vista aquella letra, embió decir á la Prin*
^oesa, que no ovo buen acuerdo en concluir su ina-*
trimonio sin gelo hacer saber é haber su consenti-
miento para ello, por los inconvinientes que de se-
mejantes cosas se solian seguir en los reynos. É que
bien parecía en este su casamiento hecho contra su
voluntad, que aun no placia á Dios que cesasen los
males é guerras que habia en el Bey no. El Prínd-
pe ó la Princesa, vista la respuesta del Bey, acor-
daron de ir para la villa de Bioseco, que es del Al-
mirante, por mayor segurídad de sus personas, en lo
qual estovieron algunos dias, durante los quales, el
Maestre de Santiago quiso haber para sí de juro de
heredad la villa de Sepúlveda ó su tierra, y el Bey
le hizo luego merced della. Oonodda por los pueblos
la flaqueza é poca resistencia que el Bey tenia en
conservar lo de la corona real, ó la gran disolución
Con que lo daba, todas las oibdades é villas del Bey-
no guardaban de sor agenadas en poder de caballe-
ros; los quales, como se hace en semejantes tiempos,
procuraban de se apoderar cada uno por su parte de
todo quanto mas podían. É por esta causa, los de la
villa de Sepúlveda que estaban avisados de esta
merced, se defendieron de tal manera que el Maes-
tre no la pudo haber; é trataron con el Príncipe é
con la Príncesa, que viniesen á la villa é la tomasen
en su sefiorío, porque entendiau que ellos habían de
ser subcesores del Beyno, y estarían bien guardados
en su poder para la corona reaL
OAPÍTüiX) III.
Cobo el Príncipe é U Princesa fneron i la ▼illa de Sepúlveda
é Aranda, é lo qve aUf hicieron.
Y el afio dguiente del Sefior de mil é quatroden-
tos é setenta é dos afios, el Príndpe é la Príncesa
partieron de la villa de Bioseco, é fueron para la
villa de Sepúlveda, que estaba por ellos; en la qual
fueron bien reoebidos, é tomada segurídad de los
prindpales de la villa que la guardarían, fueron á
DOH FERNANDO
U vill* de Alcalá de Henaree. Y eeUndo en aqaella
TÜla^ con el Ansoblspo de Toledo, alganos prínoipa-
lee de la Tilla de Aranda de Dnero, que era de la
Reyna Dofia Juana, rebelaron contra ella, é pnrao-
ron la Tilla en el eefiorfo de la Princesa; y echaron
de la Tilla la joatioia é todos los oficiales qne esta-
ban pneetoB |M>r la Beyna Dofia Jaana. Anstmesmo
porqne el Rey Don Enrique habia hecho merced de
la Tilla de Xgreda á Don Luis de la Cerda, Ck>nde de
Medinaceli, los de la Tilla se pusieron en defensa, é
como quier qne.el Conde guerreó é biso muchos da-
fios, robos é quemas á los de la Tilla ó su tierra por
la sefiorear; pero al fin se defendieron y entregaron
la Tilla á la Princesa, por ser defendidos en su poder
para la corona real. Otrosi el Alcayde de Castronu*
fio, un tirano de quien adelante en esta Crónica se
hará mención, estaba apoderado do la Tilla de Tor-
desillas , é un caballero de la casa de la Princesa,
que se llamaba Alonso de Qaintanilla, toTO trato se*
cretamente con algunos de la Tilla que diesen lugar
al Príncipe para entrar en ella. É una noche del mes
de Mayo deste afio, el Príncipe y el Duque de AWa
oon él, hicieron traer secretamente barcos, é con
gente de armas, unos por el rio, é otros por parte de
la tierra, entraron en la Tilla. É aquel Alcayde de
Castronufio que estaba en ella apoderado, TÍsto como
el Príncipe poderosamente entró en ella, dexóla é fué
oon toda su gente para Castronufio ; é así quedó la
Tilla de Tordeaillas para el Príncipe é para la Prin-
oesai libre de la>opresion en que la tenia aquel tirano.
CAPÍTULO IV.
Cobo él R<y Dos Bariqne se fido en Bidajoi eos el Rey do Po^
tofil, é lo qne se tntd ende del oasamlenlo de Dofta isena.
En el afio siguiente del Sefior de mil é quatroeien-
tos é setenta é tres afios, al principio del afio Tino
nucTa al Rey Don Enrique como él Duque de (1)
Guiana, esposo de Dofia Juana, la que decia ser su
• hija, era fallecido, é murió en la Tilla de Bayona,
que es del Ducado de Guiana. Algunos de aquel
Reyno de Francia decían que fué muerto oon pon-
BOfia que el Rey su hermano le habia hecho dar,
porque recelaba que se juntaría con los Duques de
Bretafia é de Borgofia, é con otros Duques é Se-
fiores del Reyno de Francia contra él. Sabida por
el Bey Don Enrique la muerte del Duque de Guia-
(1) Cirios, Duqse de Guiase, hemano dnieo dé Lols XI de Frau-
da, es el mismo que ea el eapftnto II liorna Deqae de Berry. Este,
desunes de ereeloado sa desposorio eos Dolía Jaasa eomo Bota-
mos arriba, pensó j aon quiso por feeria easar coa ina hija del
Duque de Borgofia. Pero su moerte, aeaeelda en ti de Mayo de
147t, deseoBcertd tus medidas j las de sss aliados, qne eos el ho-
seeto nombre de ¡a U§a M lie» fükñeo hablan conspirado contra
el Rey. Por entonces se creyd que Jordán Fanre Abad, de San Jaan
de Anyell , le dio ft comer nn melocotón entenenado, y no falta
qnien diga con Pnlgar qne se lo biso dar sn mismo hermano re-
celoso del ^oder qne adqnlria con el nnoYO enlace. Un extracto de
b Instmccion dada al Arxobispo de Tonrs, comisionado para la
cansa del Abad de Saa Jaan de Angelí , pabllcó el Abad Lenglet
en sa edición de Cominee, T. 111, p* <79, Premt., n. CCIX, Allí
mismo panden terse las obserraclonessobre esta maerte de Vr. 6o-
defroy» r. ¡n,p. 1$7. Prm., n. CLXXXUI.
i D09A IBABEL. 246
n% mostró graad sentimiento; é luego pensó des-
posar aquella Dofiá Juana, que decia ser su bija,
con el Rey de PortogaL A poniendo en obra su
pensamiento, por consejo del Maestre de Santiago
embió su mensagero al Rey de Portogal á le ha-
cer saber en oomo seria necesario que se Tiesea
en uno para platicar algunas materias, que al ser-
vicio de Dios é al bien de sus Reynos por eston-
ces ocurrían. É porque estas vistas fuesen al R^
de Portogal mas fáciles, de parte del Rey le fué
dicho que se Uegaria á las partes cercanas de su ;
Reyno de PortogaL El Rey de Portogal respondió
que le piada de verse con él Rey; é ambos Re-
yes se juntaron en la cibdad de Bodajos, é ovie- .
ron habla él un Rey con el otro solos. É después
por medio de personas de su Consejo se platicó
la materia de aquel casamiento del Rey de Por-
togal oon aquella Dofia Juana su sobrina. En las
qualos pláticas intervinieron el Maestre de Santia-
go, que continamente estaba con el Rey, y el Du-
que de Arévalo, Oonde de Plasencia; los quales de
parte del Rey prometieron al Rey de Portogal la
suboesion del Reyno de Castilla. É por parte del
Rey de Portogal fueron demandadas muchas cib-
dades é villas é f ortaleaas en el Reyno para segu-
ridad de lo que le era prometido; las quales eran
dificiles de entregar segund la poca fuersa que el
mando del Rey tenia estonces en el Reyno, é por
esta causa el casamiento no ovo efeto. Algunos
deoian que el Rey de Portogal dexaba de lo con-
cluir porque su consdencia no se saneaba bien
del derecho do su sobrina, por las cosas pasadas
qno habia oido publicar de la Reyna su hermana.
Otros decian que no quiso aceptar aquel casamiento
por la grand parte que tenia el Principe é la Prin-
oesa su muger en Castilla, en especial en los pue-
blos, SQgun lo qual le fuera difidle adquirir el Rey-
no en vida de aquellos; ó que era mas cierto que
aceptaba empresa para sostener oontína guerra, que
para haber Reyno pacífico. É ansí se despidieron de
aquellas vistas sin haber conclusión do aquel casa-
miento (2).
CAPÍTULO V.
Como el Rey Doa Eariqae tratd casamieato de Oofta Jaiía coa el
infante Don Bnriqae.
Despedido el Rey Don Enrique de aquel oasa-
miento que trataba oon el R^ de Portogal, luego
quiso desposar aquella Dofia Juana que deda ser so
hija oon d Infante Don Enrique, hijo dd Infan-
te Don Enrique^ que estaba en Aragón en poder
dd Rey Don Juan de Aragón su tío; el qud le
(f) Barlqaei del Castillo dice qae qaaado el Rey Doa Eariqae
faé i Badajos, balld qae estaba apoderado de ella el Conde da
Feria, qaiea no le qnlso abrir ni dar entrada, diciendo qae la gaar-
daba para el Maestre de Saatiago, de donde el Rey se tld en pre-
cisión de ver al de Portnfal faera de la cladad, y éste, escandaíl-
sado de la snlcelon en qae el Rey estaba, y temeroso de los malos
tratos del Maestre, no obstante qne se le ofrecían en sef nridad
rallas .ciadadei,ao qaiso aceptar el easamiealo. Crda., Mjp. tSS.
246
CBÓNIOAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
habí* criado é soetenido despaea que el Infante 8a
hermano murió de la herida qne le dieron en la
batalla que ovieron con el Rey Don Juan cerca de
Olmedo , según en bu Crónica será contado. Este
casamiento deseaba macho hacer el Rey Don En-
rique con este Infante, por dar competidor al Prin-
cipe é á la Princesa en la subcesion del Reyho.
É trató secretamente con Don Rodrigo Alonso Pi-
mentel, Conde de Benavente, el qual ora primo deete
Infante Don Enrique, que embiase por él á Aragón,
para darle aquella Dofia Juana que decia ser su
hija por muger, é otorgarle la subcesion del Rey-
no. El Infante que estaba á la obediencia del Rey
de Aragón, oido lo que le fué moyido cerca deste
casamiento, deliberó de lo aceptar é yenir luego
para Castilla á lo concluir. É como quier que vela
bien que no guardaba lo que debia en se apartar
del Rey de Aragón su tio sin su licencia, pero
considerando que le impediría su venida, porque
era contra el Principe su hijo, é contra la Princesa
sa muger, que esperaban la subcesion del Reyno,
pospuso lo que debia hacer de presento, esperando
lo que pensaba haber de futuro; ó sin lo comuni-
car con el Rey sa tio se partió del, é vino para
Castilla, donde fué bien recebido del Rey Don
^ Enrique (1).
CAPÍTULO VL
Del raido qae oyó es Seg o?U , é de lo que ilií aeaeeid con el
Mayordomo Cabrera.
É para mas clara información de los que leyeren
esta Crónica , es de saber , que entre los criados que
el Rey Don Enrique tovo fué aquel su Mayonlomo,
de quien habemos hecho mención en el principio
de esta Crónica, que se llamó Andrés de Cabrera,
natural de la cibdad de Cuenca , mozo de buena dis-
posición é de buen juicio. Este fué uno de los pri-
vados que amó el Rey, é hizole Mayordomo de su
casa , é dióle las tenencias de los alocares de Sego-
via é Madrid , que eran los dos lugares que él mas
continaba en el Reyno ; especialmente á Segovia,
porque tenia cerca de la cibdad sus bosques para
sus apartamientos, é todas las otras cosas en qne so
deleytaba. Este Mayordomo Andrés de Cabrera ser-
via con afición al Maestre de Santiago quando se
apartó del Rey, é se juntó con el Arzobispo de To-
ledo, é con el Almirante Don Fadrique, é con los
otros caballeros que alzaron por Rey en Avila al
(I) No fselve ya ft aombrar eate Infante, ni dlee en qué paró as
casamiento. Ulciéronto salir de Arayon, sin licencia del Rey sn lio
como aqnf ae nota, y sin dejarlo entrar en Madrid lo detufleron en
r.etafe» donde deapues de mnchaa Idas y tenidaa ae deshicieron
los tratos, por Indadmlento del Maestre do Santiago, qne no gas-
taba qne se hiciese este casamiento, temiendo qao si llegaba i rey-
nar no lo qniíara las poaeslones qne tenia, qne hablan aldo del
lofante Don Bnrlqne an padre. A esto ayodó macho la poca cor-
dura y liviandad del Infante, qne aln tener sns cosas aaegnradas,
presumía ya aobrado, dando i besar la mano con arrogancia ft los
Grandes, qne le ofrecían la pai acostumbrada. Asi borlado y
descontento hubo de voherse á su tierra, y por esu deagracla le
qoedd el apellido de Don Enrique Fortuna. Enriq.» Crow, ie £»-
ripu lY, euf. 159 f 160. Mariana, ¡U, ti, Mp, 19.
Principe Don Alonso, é hicieron la división en el
Reyno qne habemos recontado. B tanta era la parte
que el Rey daba de si á sus privados, que este An-
drés de Cabrera pudo tener tales maneras con él,
para lo traer qne estoviese á la gobernación del
Maestre de Santiago, aunque estaba con su herma-
no en su deservicio. E ansí en vida del Principe Don
Alonso, Qomo después que murió, este Andrés de
Cabrera posponía todas lascosas por servir al Maes-
tre ; especialmente en le tener siempre en la gracia
del Roy, é para lo traer á sn Corte, según que ha-
bemos contado que pasó en Cadahalso , quando ju-
raron á la Princesa por subcesora de Castilla. £1
Maestre de Santiago como vido al Rey tan aficio-
nado por casar á aquella que deda ser sv hija con
el Infante Don Enrique , mostró doUo alg^n pesar,
porque venia por mano del Conde de Benavente su
yerno , que de secreto era su enemigo. B la causa
de su enemistad era porque el Conde tenia creído
que el Maestre su suegro le habla quitado el Maes-
tradgo do Santiago que él procuraba, é lo habla to-
mado para si. E como quier que al Maestre pesaba
que el Principe é la Princesa oviesen la subcesion
del Reyno, pero recelaba haber mayor peligro si la
oviese este Infante Don Enrique, por ser priiuo del
Conde su yerno á quien él mucho temía, y eso mes-
mo porquo mostraba algunas veces ser pungido de
su consciencia, si fuese en consejo de quitarle la
subcesion del Reyno á la Princesa ; ó por esta causa
puso grandes inconvenientes al Rey, porque no hi-
ciese este casamiento. Especialmente decia que si
el Infante Don Enrique oviese la subcesion de Cas-
tilla, él tenia poca seguridad de su persona y esta-
do ; é para lo haber pidió al Rey el alcázar de Ma-
drid, que tenia el Mayordomo Andrés de Cabrera, y
el Rey gelo prometió. Como el Mayordomo sopo que
el Maestre procuraba de haber para si aquella tenen-
cia, pesóle de ver la ingratitud que el Maestre le
facia en lugar de las mercedes que del esperaba, é
dizole: «Notorio es, Sefior, que algunos de los que
B han estado cerca del Rey, muchas veces ó por di»
a versas maiceras procuraron vuestra muerte é des-
» truicion ; é sabéis que os avisé de todas las cosas
n que os cumplían en todo tiempo que fué necesa-
nrio, poniendo muchas veces á peligro de muerte
n mi persona por salvar la vuestra. Agora me paro-
nce que en pago de los trabajos que ove por conser-
» var lo que tenéis, procuráis con el Rey de quitar-
ame lo que tengo. Digna por cierto é bien mere-
» dente remuneración de mis penas é trabajos es la
oque me procuráis. Decidme, Sefior, ¿do está aquoL
a tiempo que la Marquesa vuestra muger me 11a-
» maba padre de sus hijos , é vos me Uamávades
a hijo particionero con vuestros herederos ? B ¿ do
n están las promesas tan fervientes é tan complidas,
i que sin vos las yo pedir me hecistespara me acre-
n contar é honrar? ¿Mudáis por ventura vuestro pro-
» pósito porque mude yo el mió, ó habéis olvidado
» ya mis servicios, porque olvidé yo de vos servir,
s ó porque los perdí con algunos deservicios ? No por
» cierto. Mas parece bien que estaba engafiado quan-
DON FERNANDO
ft do loB hacia I pues hacéis agora oomigo cosa no
• tiata ni oída en ningnn tiempo ni edad. Porque
Atraer en olTÍdo el benoficio, acaece machas yeces;
• tenerlo en la memoria é disimularlo , visto lo ha-
• hemos ; negar el beneficio por no satisfacerlo, mu-
» chos lo usan ; pero confesar los senricios , é prome-
iter por ellos grandes bienes, y en lagar dellos dar
i grandes males, esto por cierto excede todos limi-
> tes de ingratitud. To , Seftor , no pido que me deis
> de lo vaestro , mas pido que no me quitéis lo mió;
» no pido cosa injusta ni impoAble de hacer , mas
• pido cosa justa é muy razonable de otorgar. Todo
• hombre que alguna cosa se pono á demandar, de-
i be considerar quien es el que se la demanda, é á
i quien la demanda, é que es lo que pide , é por qué,
»y en qué tiempo lo pide, é si se puede ó debe otor-
• gar lo que pide. To, Sefior, soy quien vos bien co-
inoceis, ó vos sois un Sefior que yo pensaba cono-
i cor. La cosa que pido es que no me hagáis mal,
» pues sois obligado á ftie hacer bien ; é pídelo, por-
» que TOS he muy bien é lealmente servido. T esto
• que pido , vos , Sefior , no solamente podéis , mas
• sois obligado á lo facer en todo tiempo , é á todos
• hombres, especialmente á mf, que tantas voces
• habéis fallado leal , quantas me habéis querido ex-
• perimentar. E si vos, Sefior, en pago de mis ser-
• vicios dafio tan manifiesto determináis de me ha-
Boer, claramente veo que Dios, justo galardona-
• dor , me muestra haber mucho errado, quando con
• tan ferviente afición vos servia. B por cierto,
» quando á tal servidor tal pago facéis , pocos ser-
» vidores hallaréis que semejautes servicios os f a-
• gan. »
Oidas estas razones del Mayordomo, el Maestre 1e
dixo que era verdad haber recebido del buenas obras
en los tiempos pasados, é que ni por esto se debía
alterar ni mudar su propósito. Porque bien sabia él
que para la seguridad de Su persona y estado le era
necesario de procurar aquella tenencia, é todas quan-
tas pudiese haber del Bey. Por lo qual , si su amigo
fuese, no debia haber enojo ni alteración , antte ha-
bía do haber por bien la seguridad suya, pues ha-
biendo aquella tenencia , recebia él gran provecho,
y el Mayordomo pooo dafio ; é por ende le rogaba
que oviese paciencia. E no embargante las quexae
del Mayordomo , todavía se entregó la fortaleza de
Madrid al Maestre ; é dende en adelante la amistad
que habla entre ellos se convirtió en odio é aborre-
cimiento, é no sin causa, porque toda amistad ha-
bida por respeto de interese ó deleyte, ha semejante
fin, como vemos que se face en las amistades mun-
danas, qne carecen de aquella virtud verdadera que
face durar los amigos , é permanecer en las obras de
su amistad. Este Maestre, como es dicho, era dis-
creto é home de buen entendimiento , é tenia sufri-
miento é habilidad para la gobernación destas co-
sas mundanas , y era franco é gracioso en sus f a-
blas , é con el gran juicio que tenia sabia encubrir
los pungimientos de todos los otros vicios, salvo la
cobdicia , qne ni la sabia encobrir, ni la podia tem-
plar ¡ porgue pensaba que los grandes estados aore-
É D09a ISABEL. 247
contándoles mas se conservaban mejor, é pues no
podían permanecer en un ser , de necesario era , si
no se acrecentaban, que se disminuyesen. Después
que el Maestre fué apoderado del alcázar de Mli-
drid, estorbaba oon dilaciones al Bey Don Enrique
el casamiento del Infante, é al Oonde de Benaven-
te que lo trataba, representándole algunos inconvi-
nlentes que en su persona y estado se podían seguir
si so fíciese. En especial decía que aun con el alca- •
zar de Madrid que le habla dado , no fallaba segu-
ridad de su persona si no le entregaba el alcázar de
Segovia, que tenia el Mayordomo Andrés de Cabre-
ra, porque estos dos alcázares eran donde el Bey
continaba , é quo sí golo diese , luego daría forma
como el casamiento se fioieso. Quando el Bey vído
que habiéndole entregado el alcázar de Madrid , de
nuevo demandaba el de Segovia, fué indinado con-
tra él, 'pensando las cautelas é dilaciones puestas
por el Maestre. Las quales no le osaba declarar, ni
menos negar lo que le pedia, porque tenia en su po-
der á aquella Dofta Juana que se decía Princesa , y
estaba tan apoderado en el Beyno , que no sabia dar
remedio á sus cautelas ; porque negándole lo que
pedía, recelaba de su obra mala, é dándogelo pen-
saba déla no hacer buena. Pero todavía le entrega-
ra también el alcázar de Segovia como hizo el de
Madrid, salvo porque el Mayordomo Andrés de Ca-
brera dio á entender al Bey" que menos haría el ca-
samiento entregándole la fortaleza de Segovia, que
lo fizo quando le fué entregada la de Madrid, é que
también le faltaría en lo uno como le había faltado
en lo otro. E de aqui quedó tan grand odio entre el
Maestre y el Mayordomo, que el Maestre estando
en Segovia procuró de alborotar la cibdad contra el
Mayordomo, á fin de le echar della, é le tomar por
fuerza el alcázar é las puertas de la cibdad de que
estaba apoderado. E un Domingo del mes de Mayo
deste afio , revolvióse por parte del Maestre un gran
ruido en la cibdad entre los vecinos deUa : los unos
que tenían la parte del Maestre, los otros del Ma-
yordomo , en la qual venció la parte de los dd Ma-
yordomo. B Inego la mayor ó mas sana parte del
oomun de la cibdad, visto el vencimiento que ha-
bían habido los del Mayordomo se juntaron oontra
el Maestre ; el qual visto el alboroto del pueblo que
80 enderezaba contra él, donde se aparejaba peligro
de su persona , acordó dexar la cibdad , é vino para
la villa de Madrid. Este afio fué criado Cardenal
Don Pedro Qonzalez de Mendoza (1), Obispo de
Sigüenza ; y el Papa Sixto le embió allí á Segovia
(1) Este Prelido M oreado Girdenai eos tltoio de SmU Morté
iñ DowtinUé por el Papa Sixto IV en ra segaeda promoeioa hecha
es ▼ternes 7 de Harxo de 1473. Bl nlsno afio deepnes de miebas
eontradleelones el mismo Sixto IV expidió Dnlas i favor del Car-
denal para el Areobispido de Sevilla Tacante por mnerto de Oon
Alonso de Fonseea, eon retenelon del de SlgSenn qne poseía, j
eon el mismo mensagero remitió el Capelo qne hasta entonces no
habla tenido. Recibiólo en Segovia eon las ceremonias acostnm-
bradas , y el Majordomo Andrés de Cabrera lo llevó en proeeaion
en ana vara alta , hasta la Iglesia Najor, donde celebró misá. En-
riqíes, Crán. ds Bmiq. lY, M¡p.« 150. Salaur, Cr&it, iel Qr, CarUf
M&1, Hé. I. e^.n. CteMM. te SIxL iV.
OBÓNIOAS DB LOS ÉBYEQ DB CASTILLA.
248 ,
el Cftpdo oon gran solemnidad, é ae intitoló d^do
en adelante Oardenal de Bapafia. Bate afio foó muer-
to mala é orudamente por algunos labradores del
oomun de Jaén , Don Miguel Lúoas (1) , á quien el
Bey habia f eobo Oondeatabla de OasUUa ; ó fué pro-
Teido del oficio de Condestable Don Pero Fernán-
dea de Velasco, Conde de Haro, Camarero mayor
del Bey.
CAPÍTULO vn.
Oei Legido del Papa que tino A Castilla , é de lo qne dio: é eo«
mo el Prlnelpe é la Princesa Yieleron & Scgof la , 6 de lo que
eade pasó.
Bn el afio siguiente del Sefior de mil 6 quatro-
cientos é setenta ó quatro afios , un Oardenal que era
Yicecanceller, ó babia Tenido en aquel tiempo
por (2) Legado del Papa á Bspafia, quiso ooncor-
dar al Rey Don Bnríque oon ^ Principe ó con la
Prínoesa, porque desta concordia se seguia la paa
de Castilla. B porque esto no se podia conseguir,
salyo detenuinándose la subcesion del Beyno para
aquel que la debia baber , habidas muohas infor-
maciones, por las quales sopo que pertenecía á esta
Princesa Dofta Isabel, trató concordia é reconcilia-
ción del Maestre de Santiago , con él Prindpe é con
la Princesa, porque entendió que este Maestre la
estorbaba , ó que cesarla de la impedir si lo reduxe-
se á su servicio. B porque el Maestre fuese seguro
de no recebir dafio en su persona y estado, fué asen-
tado por mano deste Legado, qne el Principe é la
Princesa fuesen á la cibdad de Gnadalaxara, ó oon-
(1) La eansa de sn mnerte faé el tomar d sa cargo la defensa do
]os Judies conversos eonlra qaien el pueblo se habla amotinado
con pretexto do religión , pretextando que Jndainban para poder
impnnemente oprimirlos y robarlos. Matáronle en la iglesia major
de Jaén estando oyendo misa , dia de San Benito, SI de Mano de
1473. £1 mismo ejemplo signieron en este afio varias dudados de
Andalnela como Anddjar, Córdoba y otros lugares, todos con igual
suceso , pues no se casUgó d ninguno. Por muerte de Oon Miguel
Ldeas dio el Rey el sello de GhanciUer mayor al Cardenal Don
Pero Gomales de Mendosa. Bnriq., Crá». de Dn Enriq, lY, capi-
tulo 157. Salasar , Crón. dtíCr. Cárd,, Uk, i, cap. 36. En este mis-
mo afio el Arsobispo de Toledo Don Alonso Carrillo celebrd Con-
cillo Provincial en el lugar de Aranda , cuyas consUtoelones en
ndmero de veinte y nuevo fueron publicadas en la Iglesia de San
Juan de dicho lugar en 5 de Diciembre , siendo presentes Don
Jaan Arlas, Obispo de Segovla , Don Diego de Mendosa , Obispo
de PalencU , y otros diferentes Prelados que asistieron por si ó
por sus Procuradores. Las Actas de esta Concillo imprimió el pri-
mero Severlno Blnlo en su Colección de Concilios ,T,¡V, p. 517,
y el Cardenal de Agnlrre en el 7. Y, p. 311 Marlans, qne no debió
verlas, dice <*ne solo publicaron qnalro decretos que séllala , y
acaso por serlos mas notables fueron los dnlcos que llegaron d
su noUcla. Mariana, Uk. «3, Mp. ülL
(i) Ksta Legado fué Don Rodrigo de BorJa, Vicecanciller de la
Corta Romana , y primer Arzobispo de Valencia, que después suc-
cedló en la Santa Sede d Inocencio VUl en 1493, y se llamó Ale-
jandro VI. Bn tiempo do su legada se decretó d subsidio que el
Papa pedia , y se Impetró Bula de sn Santidad para qne el Prela-
• do y Cabildo de cada una de laa Igtedas de Bspafia tuviesen la
presenladou de dos Caoonglas que hubiesen de caer precisamen-
te en un Teólogo la una, y la otra en un Canonista. Grada que
concedió luego Sixto IV; y parte de sn segunda Dula expedida
eon este motivo trae Mariana en su Uisloria LaUna, Hb. i3,cep. 18.
Pulgar atrasa un aflo la venida de esta Legado, qne no fué sino en
1473. Bnriq. dd CulUlo , Grd». 4s Don Enriq. lYf ú§p. 117,
fiasen sos personas al Marqués de Saniülana, 7 es-
tovieaen «n aquella cibdad entretanto que ae trata*
ban laa ooaaa que habían de asentar. Sabido esto
por el Arzobispo de Toledo, luego lo oontradixo,
porque no le plaoia que el Príncipe ni la Prinoesa
estoviesen en poder del líarquóa de Santíllana. B
como quier que le fueron dadas i entender talea ra*
sones porque le debia placer, oonaiderando que por
esta causa ae pacificaba la subcesion del Beyno , el
Arsobispo no lo quiso otorgar , ni menos mostrar
razones por que lo o|ptradeda. Bl Principe é la Prin-
oeaa, como quier que velan la grand utilidad que
dello ge les seguia , pero pof oomplaoer al Arsobia*
po de Toledo , doxaron de lo concluir. Oomo el Bey
Don Enrique sopo que el Maestre de Santiago ae
queria conformar con el Príncipe é oon la Prinoesa
para haoerles baber la subcesion del Beyno, pesóle
mucho dello ; é por consejo del Mayordomo Andrea
de Cabrera ó de Dofia Beatrii de Bovadilla, surau-
ger, el Bey trató de haber concordia con el Prínd*'
pe é con la Prinoesa su hermana. A los quales fué
dado á entender que el Bey les podia dar mejor la
subcesion que les pertenecía del Beyno, que el Maee*
tre de Santiago, con el qual el Mayordomo é su mu-
ger estaban enemistados, después de aquel ruido
que con él ovieron en Segovia. Este trato de recon-
ciliación entre el Bey é la Princesa su hermana, se
hizo secretamente ; y el Príncipe é la Princeaa , é
con ellos el Arzobispo de Toledo , vinieron para la
cibdad de Segovia donde d Bey estaba ; é posaron
en las casas del Obispo cerca de la Iglesia mayor«
£ como llegaron á la cibdad, vino el Bey á eUos é
hablólos amigablemente, mostrándoles buena vo-
luntad. De parte del Príncipe é la Princesa fué dicho
al Bey que ellos oon sana intención é yerdadero
amor que tenían al servicio real , yenian allí á le
servir é ser obedientes en todas cosas; é que en
aquella reconciliación que le placía hacer, parecía
claro ser en él infundí da la gracia de Dios, del
qual alumbrado yería bien los engaftos é cautelas
que algunos siguiendo sus propios intereses traían,
dándole á entender la mentira por verdad, é la des-
lealtad por lealtad. B con estas palabras é otros mu-
chos ofrecimientos que le ficieron quedaron con él
en buena paz é amor. Desta reconciliación pesó al
Maestre de Santiago ; é luego como lo sopo vino
para la villa de Cuellar, que era del Duque de Al-
burquorque, é fizo sus amistades con él paralades-
truicion del Mayordomo Andrés de Cabrera é de
Dofia Beatriz de Bovadilla, su muger. Y estando en
aquella villa de Cuellar trató el Maestre oon él Bey
que prendiese al Príncipe é á la Princesa , é al Ar-
zobispo de Toledo que estaban con él en Segovia, é
al Mayordomo Andrés de Cabrera, é que estos pro-
sos , luego haría el casamiento de aquella Dofta Jua-
na con el Infante Don Enrique , el qual estaba es-
perándole en la villa de Valladolid. E prometió que
si la prisión destos que dicho habemos ficiese, lue-
go entregaría aquella Doña Juana á la Duquesa de
Arévalo, prima del Infante Don Enrique é del Con-
de de Benavente, para que se concluyese esta casa-
DON FERNANDO
mienio. B ponjae él Conde de Benavente lo desea-
ba, movió al Bey seoretamente á aquella prisioii ; á
la qnal fné el Bey faraido ligeramente , no embar-
gante la reoonoiliaoion que fizo con ellos ; porque lo
fué dado á entender, que ellos presos fincaría sin
impedimento la subcesion del Royno á la que deoia
ser su fija, é liabria venganza del Arzobispo de To-
ledo por las cosas que contra él habia cometido. B
para poner en obra esta prisión, habia de entregar
secretamente en la cibdad de Segovia cierta gente,
que estaba acordado que entrase. Este trato fué co-
municado con el Cardenal do Espafia, que estaba
con el Bey ; é como lo sopo, dizo al Bey: «Nunca
• plegá á Dios , Sefior , que yo sea en deservicio des-
» tos dos.Príndpes, que de vuestra voluntad vinio-
> ron á vuestro poder. E pues el tiempo que vos plo-
»go que viniesen , no oomunicastes comigo su veni-
>da, menos debfados agora comunicar su dafio.
» Pero pues ya os plogo de me lo facer sabor, yo vos
«requiero con Dios, que no concibáis en vuestro
B ánimo tal f asafia ; porque no pongo en dubda que
» hayáis todo el Bcyno, especiatinente las comuni-
•nidades contrarias, las quales tienen creido que
» de derecho pertenece la subcesion á esta Princesa
• vuestra hermana ; é podría ser que se vos siguiese
• dello un gran deservicio, é aun peligro de vuestra
• persona real.» Por estas razones é por otras mu-
chas que el Cardenal dixo al Bey, impidió aquella
prisión que se ordenaba facer. E después de algunas
pláticas que sobre ello se oviexon, de las quales se-
cretamente fué avisada la Princesa, luego fizo que
el Príncipe su marído partiese de aquella cibdad , ó
fuese á la villa de Turuégano, que es del Obispo de
Segovia , por seguridad de su persona , é la Prince-
sa quedó en la cibdad. B como quier que sus cria-
dos ó otros caballeros de su casa le requirieron mu-
chas veces que ella ansimesmo saliese de la cibdad,
pero mostrando gran fuerza de ánimo, no lo quiso
facer ; é dio orden que el Mayordomo que estaba á
su servicio pusiese tal rocabdo en la cibdad , que no
pudiera haber lugar ninguna fuerza que se cometie-
ra contra ella. Quando el Bey vido que el Cardenal
no quiso ser en aquella prisión, é que el trato
que traia era descubierto, é vido ^nsimeemo el
esfuerzo de su hermana la Princesa, y el recabdo
que ponia en su persona y en la guarda de la cib-
dad, acordó de partir para la villa de Madrid, é la
Princesa quedó en la cibdad de Segovia. AUi á Ma-
drid vino el Maestre de Santiago , por cuyo consejo
el Bey tornó á la indinacion que tenia primero con-
tra la Princesa su hermana cerca de la subcesion
dolBeyno.
CAPÍTULO vm.
Como el Rey Dos Enrique fné i Trogllio, é como marló el
Maestre de SanUago.
El Bey habia dado en los dos afios pasados al
Maestre de Santiago perjuro de heredad la cibdad
de Alcaraz , é las villas de Bequena y Escalona ; é
allende de esto le mandó la cibdad de TrogillOi ó
É DOfiA ISABEL. 249
luego gola dio. B para haber la posesión della, tovo
manera que el Bey fuese en persona á gela hacer
entregar; porque Qracian de Seeé , que tenia la for-
taleza, no la queria entregar al Maestre, ni menos
al Bey que la habia del confiado , fasta tanto que
le dio la villa de Sant Felices de los Gallegos. E co-
mo este Qracian entregó la cibdad é la fortaleza de
Trogillo á un Pedro de Baeza, criado del Maestre,
que la recibió, luego ese dia murió el Maestre en un
lugar de tierra de Trogillo que sollama Santa Cruz,
de una postema que le nació en el carrillo (1). £
dende á pooos dias los de Sant Felices, vasallos de
aquel Gracian de Sesé , se levantaron contra él é lo
apedrearon. En esta manera ni el Maestre gozó del
sefiorio de aquella cibdad que tanto deseó, ni me-
nos Gracian poseyó muchos dias aquella villa que
el Bey contra su voluntad le dio ; é fué causa de la
fea muerte que ovo , por la oobdicia que le movió
de vender al Bey la fortaleza que del habia confia-
do. Este afio el Príncipe , que se intitulaba Bey de
Sicilia, tomó gente de Castilla, é de Aragón, é de'
Catalufia, la mas que pudo haber, é fué á socorrer
á su padre el Bey de Aragón , que le tenian cerca-
do los Franceses en la villa de Perpifian, y estaba
en extrema necesidad por los grandes combates que
daban á la villa. Ansimesmo estaba en tan gran
mengua de mantenimientos , que si el Principe no •
socorriera , el Bey su padre ó la villa fuera tomada
por ios Franceses.
CAPÍTULO IX.
Cono fsé preso el Varqnés de YUleaa*
Muerto el Maestre de Santiago, luego el Bey vino
de Estremadura para la villa de Madrid donde es-
taba la Bey na Doña Juana, é aquella Dofia Juana
que llamaba su fija, y estaba en poder del Marqués
de Villena, fijo del Maestre de Santiago, el qual
quedó apoderado de la villa de Madrid, é del alcá-
zar ó puertas deUa, como la tenia el Maeatre su pa-
dre; é luego tomó aquella Dofia Juana, é la llevó á
la villa de Escalona, para la tener allí oon mucha
guarda. El Conde de Paredes, Don Bodrigo Manri-
que, Comendador que era de Segura de la Orden de
Santiago, sabida la muerte del Maestre, luego tovo
manera con algunos Treces é Comendadores de la
Orden de Santiago, que le eligiesen por Maestre en
el convento de üclés, é intitulóse Maestre de San-
tiago. Otrosí Don Alonso de Cárdenas, Comendador
mayor de León, fizo que le eligiesen por Maestre de
Santiago los mas comendadores que pudo haber en
la provincia do León. De manera que estos dos
fioierón división en la Orden de Santiago ; Ó cada
uno decia que era Maestre, é que le pertenecía el
Maestradgo. El Conde de Paredes alegaba que la
eleooion verdadera de loe Maestres so habia de fa-
cer en üclés, do él fué elegido, é que el Prior de
Udés debia facer según habia fecho la oon vocación.
(i) Es 4 de Otínbn de 1474. Salaiar, Oís ic L§r; Tm, ¡h
^3oe.
250
OBÓNIOAS DB LOS BBTE8 DB CASTILLA.
de aquellos Treoes é oomendadorM qao le eligieron.
El Comendador mayor de León deda que eeg^n las
oonatituoiones de la Orden, el Maestre queeuboe-
dieie habia de aer elegido en la provinda do aoae-
cieae morir el Maestre pasado, é no en otra parte; é
porque el Maestre Don Juan Pacheoo murió en la
provincia de León, alegaba que el Prior de Sant
Mareos debia facer según habia fecho la convoca-
ción de los Comendadores é Treces que lo hablan
elegido. El Marqués de Villena, que se llamaba Don
Diego Lopes Pacheco, decia que el Maestre su pa-
dre habia fecho renunciación del Maostradgo en
manos del Papa , ó que esperaba ser proveído del, ó
procuraba de haber votos de los Treces ó Comenda-
dores de la Orden, en especial del Conde do Osorno,
que era Comendador mayor de Castilla, el qual an-
simesmo de secreto procuraba de haber para sí el
Maestradgo. E para haber el voto del Conde de
Osorno, el Marquós de Villena le fuá á ver en una
aldea que se llama Vasalmadrid, á tres leguas de
Madrid; é alli vinieron ambos á hablar. Y el Conde
habia pensado de prender al Marqués en aquellas
vistas, para lo qual tenia gente armada, é puesta en
lugar secreto. Y estando en sus fablas, como vido
el Conde tiempo aparejado para aquello que tenia
en el pensamiento, prendió al Marquós, ó llevólo á
una fortaleza queso llama Fuonteduefta, que es en
la Encomienda mayor de Castilla; porque entendia
que teniéndole preso, tenia la voluntad del Rey
para haber el Maestradgo. E como el Rey sopo la
prisión del Marqués, pesóle mucho, porque le quería
por estonces mas que á ninguno de sus privados. E
como quier que era apasionado de los rifiones ó de
la hijada, é á la hora aquella enfermedad se le había
agraviado, pero la afición que á las voces ciega los
caminos de la razón, le hizo posponer la salud do su
persona por el cumplimiento de su apetito. E contra
el voto é requerimiento de los físicos, fué luego al
Villarejo, que es cerca de Fuenteduefia , é fueron con
él el Cardenal de Espalla y el Condestable, Conde do
Haro, y el Marqués de Santillana, y el Conde de Be-
navente, y el Conde de Corufia, é otros caballeros;
é vino allí ansimesmo el Arzobispo de Toledo, y el
Obispo de Burgos. E ansí el Rey como todos estos
perlados é caballeros, venían ahorrados , é con poca
gente, con propósito de facer delibrar al Marqués de
Villena. El Cardonal y el Condestable entraron en la
fortaleza de Fuenteduefia, é fabiaron con el Conde
de Osorno, por ver si le podrían traer que soltaso al
Marqués con algunos partidos. El qual demandó al
Bey que le diese el Maestradgo de Suitiago, é deman-
daba al Marqués los maravedís é vasallos é rentas que
su padre el Maestre lo habia prometido quando le
dio su voto para haber el Maestradgo ; porque decia
no haber cumplido con él lo que estonces le habia de
dar. En este trato estovo el Rey, ó aquellos perlados
é caballeros por espacio de veinte días, á fin de librar
al Marqués de Villena; é fué libre por cierta compo-
sicion que se fizo con el Conde de Osorno (1).
(1) Dos Rodrifo Manriquo Conde de Paredes, qne dlUmanente
^sedd Maettre de SanUtf o, otorgó por eseriisrt pdblice eos piel-
CAPÍTULO X.
De lu coiaf qie pasaroa ss aqsel lagar de Piestedsefaa.
Bl Cardenal de Espal&a era por el Príncipe é por
la- Princesa tenido en gran veneración por respeto
de su dignidad , é porque era de buen ingenio é hom-
bro generoso, con quien todos los mayores del Rey-
no tenían deudo de sangre. B ansí por esto como
porque eran dertos de la fidelidad de su persona,
comunicaban con él sus cosas, en especial aquellas
qne conoernian á la subcesion del Reyno que espe-
raban. Y en aquellos días el Cardenal quiso saber la
final intención del Bey cerca de la subcesion del
Boyno, pues por la muerte del Maestro oesaban los
estorbos que ponía para que no la ovieie la Prinoe-
sa. E presentes algunos de su Consejo, el Bey lo
dixo que le placía declarar la subcesion del Reyno
para su hermana, é que se debían facer Cortes ge-
nerales en la dbdad de Segovia, é presentes los tres
estados del Reyno, baria aquella declaración, é ce-
sarían las dubdas que oeroa desto se habían. El Ar-
zobispo de Toledo, pungido por el honor que al Car-
denal se fada, ovo tan grand alteradon, y engen-
dróse en su ánimo tal escándalo, que le fizo mudar
el propósito, é tomar pensamientos nuevos en deser-
vido del Príndpe éde la Princesa. Allí mesmo pen-
só facer pardalidad nueva en el Reyno con el Mar-
qués de Villena, ó con el Maestre de Calatrava, ó
con el Conde de Uruefia su hermano, ó con otros al-
gunos sus parientes, contra el Príncipe é contra la
Princesa, tomando de su parte al Rey. Con el qual
en aquellas vistas secretamente |fató que diese la
subcesion del Reyno á aquella que deda ser su fija,
é que no declarase pertenecer á la Princesa su her-
mana. B porque el Cardenal sintió los estorbos que
de secreto ponía en esto el Arzobispo, pensó de lo
aplacar con razonas ; é presentes algunps caballeros
é otros sus criados, le díxo, que por las dubdas que
el Roy habia puesto oeroa de la subcesion destos
Reynos, se habían en dios seguido las guerras ó
males que á todos era notorio, los quales oresdando
tal manera, que el oficio de la recta razón ya gene-
ralmente se iba pervertíendo. E agora, según lo qne
el Hej algunas veces había f ablado, espedalmento
después que allí estaba, ansí bien habia dicho á los
de su Consejo, parecia que ya finalmente se deter-
minaba en declarar por suboesora destos Reynos á
la Princesa Dofia Isabel su hermana, Reyna de Si-
cilia. De lo qual daba gracias á Dios, porque está su
declaración haría cesar la división que estaba en el
Reyno, é todos unánimes seguirían un camino, como
fasta aquí habían seguido diversos. E por tanto en
presencia de aquellos caballeros le rogsba, é con
Dios nuestro Redemptor le requerís, que pospuestas
lo omeugo y Jiramenio beebo aaa, doa, y trea feeea d la ounia
deCaatllU, que al era elegido Maestro, no Impedirla, éetei poi
80 parte ayndaria eo quanto pudiera la libertad del Marqada de
Villena. Trae entera dlelia eserilnra Salaiar de Castro, Pruébate^
/• CoM 4eLéra, Tom. lY, p, S97.
DON FSBNANDO
todM opiniones gne padieMn impedir la pai, se dia-
pneiese á la procurar, puea miragloflamente se lea
ofrecía; déla qaal si no aabian naar segan debían,
parecería daro que de tanto beneficio aun no dinos
do los males que las guerrea traen eran bien mere-
oedoree. E porque la execuoion deato no ae ímpidíe-
ae, como quier que por reapeto de an .dignidad le
competía la precedencia ; pero por el gran deaeo
que tenia á la oonduaion deata concordia, le placía
que el Arsobiapo fueae el principal, é que aería ale-
gre de todaa laa ooaaa que en eata materia ordenaae.
E puea al Rey placía que en Segovia ae flcíeaen
Oortea generales, su parecer era que debían ser lla-
mados los Qrandes del Reyno, ó los procuradores
de las oíbdades é villas ; porque en presencia de to-
dos se fioíese aquella declaración y el asiento que
oumplia al servicio de Dios é pacificación destos
Beynos. La qual díxo que pertenecía procurar á
olios mas que á otros , ansí por la quietud de sus
personas, como por lo que debían á su propría tier-
ra , é porque tenían oficios de sacerdotes, que los
obligaba á lo facer, 6 siquiera por peraonaa moví-
dea á compasión de tantas deetruicionea como veian
cada día crecer; laa qualea ai no movieaen ana áni-
moa á compaaion, conocía bien quanta culpa á elloa
maa que á otroa ae debía imputar, por el hábito que
tenían, el qual eatrechamente lea obligaba á elli). El
Arzobiapo, oídaa aquellaa razonea del Oardenal, rea-
pondió , que él aíempre habia tenido á la Princesa
por legítima aubceaora deatoa Reynos deapuea de la
muerte del Bey Don Alonao au hermano, é que le
placía mucho que ae ficieaen aquellaa Ck>rtea en 8e-
govía, aegun se habia dicho, é que él seria en ellas
para que la Princ^ fuese jurada por legítima sub-
oesora de Oastilla ; é que nunca había seydo ni sería
en lo contrario. E ansí so despidieron de aquella fe-
ble, con propósito de juntar luego las Cortes en Se-
gó vía para facer este juramento ; como quiera que,
sogun habernos dicho, el Arzobispo traía otras fe-
bles secretas con el Bey Don Enrique, para dar la
subceeton á aquella Dofia Juana que decía ser su
fija, é no á la Princesa.
CAPITULO XL
Qo6 eoiiUene la moerte 4d Rey Doa Eariqíe.
Después do muchos tratos que so ovioron on aque-
llas viétas con el Conde de Osorno sobro la delíbra-
cion del Marqués do Villona, el Conde, según dizi-
mos, deliberó do le soltar de la prisión en que lo
tenia, por algunas cosas que le dieron en emienda
de lo que el Maestre de Santiago su padre decía
serle obligado. E luego el Boy vino para la villa de
Madrid, é donde á quince dias gele agravió la dolen-
cia que tenía; 6 murió alli en el Alcázar (1), á once
(1) El Rey Don Eiiriqve mn\6 f n la noche del óoce al doee de
Deeienbre de 14V4. Balo he podido dedacir de la direreneia de
fechas q«e se aalsnan, diciendo anos qne el día once y otroa que
el doce. Bn ricer debiera decirse qne el doce, porque ea ñas fe-
riabnil hahiesdo Iraado la eédila qte dies el GroelaU á las onee.
É DOSA ISABEL. 251
días de Deciembre desto afto de mil 6 qoatrocientos
é setenta é quatro aftos. Murió de edad de cinquenta
afios ; era home do buena complexión , é no bebía
vino; pero era doliente de la hijada é de piedra, y
esta dolenda le fatigaba mucho á menudo. No se
pone aquí la dispusicion de su persona, ni su con-
dición, porque en su Crónica, é ansimesmo en un
tratado que hecimos de los Claros Varónos de Cas-
tilla que ovo en su tiempo, está largamente reoon-
tado. Fueron presentes á su muerte el Cardenal de
Espafta y el Conde de Benavente, y el Marqués .de
Villena, é otros algunos de su Consejo é oficiales de
su casa. No hallamos que en su vida fidese testa-
mento, créese que lo dezó de facer, porque no pensó
morir tan presto. Lo que hallamos que fizo al tiem-
po de su muerte, eecríto de la mano de un Secreta-
rio que oe llamaba Juan de Oviedo, de quien él con-
fiaba, es lo siguiente : cEn Madrid á once días del
» mes de Deciembre, afto del Señor de mil é quatro-
1 cientos é setenta é quatro afios, á las once horas
»de la noche, el Bey nuestro Seftor dezó por sus al-
» baceas de su ánima al Cardenal de Espafia, é al
» Marqués de Villena ; é mandó que de la Princesa
» su fija se ficíese lo que el Cardonal y el Marqués
1 de SantíUana su hermano, y el Duque de Arévalo,
ly el Condestable, y el Conde de Benavente, y
9 el Marqués de Villena acordasen qne se debía
1 facer.»
Muerto el Bey Don Enrique, el Cardenal estovo
en Madrid todos los nueve dias de lasobseqmas, las
qve muriera después de media noche; pero eato Inperla poco. B
Bnitaflo de su sepultura hecho por el Cardenal de Mendosa ncrc
ce aer traaladado aquf por au purexa y naturalidad, poco comunes
en aquelloa Uempos.
Al lur ALTO T iscLAUcaao Silon Don Ennioon, m Caj>
TILLA T ra LnON RlT QUAUTO, PODBROSISIMO, PttinciYn
clihbutisiho, SiSoa turo ruoosisino. Peono on MnnHisA
GARanuL nn la Sakta Ulusia du Roía cono a QUina
TARTO Bcnu ooRaaend itiH tohvlo. Lloraror as aqsbrgia
T noinra la imiAninAd, clmircia t ■AcmncniciA. Pasó
DI RSTA TIDA A XI MAS DI DlClUnRI DBl ASO DILSiIOR
H ■.ceccLxxi?.
Gallndes en el sumarlo de este afio asegura que aunque el Cro-
nista dice que el Rey no hizo teatamento, ea cierto que lo hlso, y
que Juré que la Princeaa Dofia Juana era au hija, declarándola por
tal y por lef itima heredera de ana Reynoa. El qual leatamento un
Cura de Madrid amigo del escrihano qne lo habia hecho, ocuiló y
dicen lo enterró Junto con otras escrituras dentro de un cofre cer-
ca de Almeyda de Portugal, donde permanecld oculto, hasta que
un amigo del Cura A quien éste lo habla deacuhierto, llamado
Fernán Gomes de llerrera, re? eló el aecrelo A la Reyna , y ésta lo
mandó sacar de donde estaba, pero habiéndolo llegado A tener en
an poder pocoa dias Antes de sn muerte no pudo verlo. Dicen, qne
después lo ta?o el Rey Don Femando y lo mandó quemar, y otroa
que quedó en poder de un llcendado Zapata del Consejo del Rey,
por cuyo medio habla llegado á su noticia. Al dicho Fernán Go-
mes biso deapuea el Rey varias mercedes, y entre ellas de una
Alcaydla de la Corto. No he leido esto en otro ningún autor de
aquellos tiempos, bien qne es nottda muy reserrada, pero algo
debió traalucirae, pues el Gura de loa Palacios, autor eontampora-
neo» afirma que los Grandea que después fomentaron tas dlTlaiones
ae fundaban en una cIAuíídIi del teatamento del Rey Don Enrique,
en que nombraba por heredera A la dicha Dofia Inana. Esta Cédu-
la que aquí trae Pulgar pudo aer fingida por los apasionados al
otro partido. Gallad., di» WL Bernald., Crd». é$ hi Reffn Cata*
AMf, cnp. 10. ^lai., Cria. é$i Gr. Cari., Sé. i, Mjp. 40.
252 0RÓNI0A8 DE LOS
qiulea fiao flolemnemente en el moneaterio del Paao,
qoe ee oeroa de Madrid, do fué luego sepultado, y el
día dQ laa honras oantó mis*. £ fecho todo lo qae
oonTenia facer paralas obsequias, tomó los oftoiales
del Bey que se juntaron con él , é fué para Segovia
do estaba la Princesa que se llamaba Beyna, Des-
pués de algunos días el Cardenal fizo llevar el cuer-
BBTES DE OACmLLA. ^
po deste Bey Don Enrique al monest^rio de Quada*
lupe, donde él se numdó enterrar; é fiao á sus ex-
pensas un bulto é una sepultura muy sumptuosa,
cerca de la sepultura do estaba el cuerpo de la Bey-
na Dofia Maria, su madre; é fundó alli dos Oapella-
nias perpetuas, é dotólas á sus expensas proprias
por el ánima deste Bey,
Ilt. Jl
COMIENZA U SEGUNDA PARTE
DE LA OEÓNICA
DE LOS MUY ALTOS Y ESCLARECIDOS
DON FERNANDO É DOÑA ISABEL,
RBT É REINA DE OASTILLA É DE LEÓN É DE SICILIA ,
PRÍNCIPES DE ARAGÓN.
CAPÍTULO PRIMERO.
*
Cobo It Piinoesa Dolí Isabel %ñ intltald Reyoa detpnes de la
mverte del Rey Don Bariqíe.
Ck>mo la Princesa que estaba en la cibdad de Se-
govia sopo la muerte del Bey Don Enrique su her-
mano, luego se intituló Reyna do Oastilla é de León,
é fizo las obsequias muy solennes por el ánima del
Roy« Otros! allí on Segovia se fizo por los de la cib-
dad un cadahalso, do vinieron todos los Caballeros
é Regidores 6 la Clerecía de la cibdad, é alzaron en
él los pendones Reales, diciendo: CcatiUa^ Castilla
por él Bey Dan Femando 6 por la Reyna Doña Isa-
bel^ 8U muger^proprietaria destos Reynos; é besáronle
todos las manos, conosciéndola por Reyna é Sefiora
dellos, é fioieron la solennidad é juramento de fide-
lidad, que por las leyes destos Reynos es instituido
que se debe facer en tal caso á sus verdaderos Re-
yes. El Cardenal y el Conde de Bonavente que vi-
nieron luego alli, fioieron en público este mismo
juramento ; é luego en todas las mas cibdades é vi-
llas del Reyno alzaron los pendones reales diciendo
esto mesmo. Otrosí vino el Arzobispo de Toledo, é
públicamente en una sala del palacio do estaba la
Reyna, le besó la mano, é la recibió por Reyna é
Sefiora, é fizo en un libro misal ante todos este jura-
mento. Vinieron ansimesmo Don Diego Hurtado de
Mendoza, Marqués de Santillana, hermano del Car-
denal, é Don Qarci Álvarez de Toledo, Duque de
Alva, é Don Alonso Enríquez, Almirante mayor de
la mar, tío del Rey, y el Condestable Don Pero Fer-
nando de Velasoo, Conde de Haro, é Don Beltran
de la Cueva, Duque de Albnrquerque , é Don Pero
Manrique, Conde de Trevifio, é todos los mas de los
Grandes é Condes é Caballeros del Reyno, los quales
fioieron este mesmo juramento ; é los que no vinie-
ron, embiaron sus Procuradores con sus poderes que
lo fioiesen en su nombre. El Rey que estaba en Ara-
gon, sabida la muerte del Rey Don Enrique, vino
luego para Segovia, do estaba la Reyna, su muger.
E luego loe Grandes é Perlados ó Caballeros que
habemos dicho le besaron las manos , é le fioieron
el mismo juramento que habían fecho á la Reyna,
é le recibieron por su Rey é sefior, como á marido
de la Reyna, su muger, legítima subcesora é pro-
príetaría destos Reynos. Don Alvaro de Estúftiga,
Duque de Arévalo, ni Don Diego López Pacheco,
Marqués de Villena, que tenia en su poder á Dofia
Juana que se llamaba Princesa de Castilla, ni el
Maestre de Calatrava, ni el Conde do Uruefia, sus
primos, no vinieron, ni embiaron sus Procuradores
á facer el juramento que todos los otros del Reyno
habían fecho, porque cada uno destos demandaba
al Rey é á la Reyna que les ficiesen nuevos partidos.
El Duque de Arévalo demandaba confirmación de
Arévalo, é otras mercedes. El Marqués de Villena
demandaba el Maestradgo de Santiago, é confirma-
ción de todas las cibdades é villas é lugares, é ren-
tas do la corona real que tenia su padre, conviene
á saber: Alearas, Trugillo, Requona, Escalona, é la
tenencia de los alcázares de Madrid, é mas de dos
cuentos de juro de heredad, y el Marquesado de Vi-
llena, el qual pertenecía do derecho al Rey do Ara-
gón, padre del Rey. Otrosí demandaba confirmación
de todas las otras villas é lugares é tierras que tenia
el Maestre su padre. Demandaba ansiraemno confir-
mación de lo que tenia Don Pedro Puertocarroro é
Don Alonso Tellez Girón, sus hermanos, é de los
maravedís de juro de heredad que tenían ellos é los
^ suyos, lo qual era otra gran suma. E cada uno de
los otros querian confirmación de lo que tenían, é
demandaban otras mercedes de nuevo. El Rey é la
Reyna confirmaron al Cardenal de Espafia el oficio
de su Chanciller mayor del sello de la poridad, de
que el Rey Don Enrique le había fecho merced, é á
Don Juan Manrique, Conde de Castafieda, el oficio
264
de Ohtncfller mayor del sello de plomo; é al Oonde
do Haro el oficio de OondeeUble de Outilla, é Cama-
rero mayor del Bey; él qual ofido de Oamarero
mayor habia dentó é quarenta aftoe que él é sob an-
tecesoree hablan tenido de loe Reyee de Oaatilla.
Oonfinnaron annmeemo al Almirante en ofido de
Almirante mayor de la mar, é de todos los oficios de
Bepostero mayor, é Aposentador mayor. Y en los
ofidos de addantamientos é merindades del Beyno
no fideron mudanza de como estaban. El oficio de
Justtda mayor dd Reyno que tenia el Duque de
Arfiyalo, y el oficio de Mayordomo mayor que tenia
d Marqués de ViHena,ó los ofidos de los caballeros
sos hermanos ó parientes que no yinieron á les dar
la obedienda tovieron suspensos, que no dispude-
ron dellos por estonces. ProToyeron ansimesmo de
un ofido de Contador mayor á Gonzalo Chacón, que
habia servido muy bien á la Reyna en todos los
tiempos pasados. E del otro oficio de Contador ma-
yor proveyeron á Qutierre de Cárdenas su Maestro-
sala, d que habernos dicho que trabajó en la conclu-
sión de su casamiento, y en las otras sus necesida-
des les habia lealmente servido, y era home de gran
suficiencia. E del tercer oficio de Contador mayor
proveyeron á Rodrigo de UUoa, que lo habia tenido
por el Rey Don Enrique. E luego que comenzaron á
reynar fideron jusUda de algunos homes crimino-
sos ó ladrones que en el tiempo del Rey Don Enri-
que hablan cometido muchos deliotos ó maleficios;
é oon esta justicia que fideron ^ los homes dbdada-
nos é labradores é toda la gente común deseosos de
paz estaban alegres, ó daban gracias á Dios, porque
velan tiempo en que le piada haber piedad destos
Reynos, con la justida que el Rey é la Reyna co-
menzaban á osecutar; porque cada uno pensaba
dende en adelante poseer lo suyo sin recelo que otro
forzosamonte gelo tomase. E allende de la afición
que los pueblos tenían al Rey ó á la Reyna, con es-
ta justicia que administraban ganaron los corazo-
nes de todos de tal manera que los buenos les ha-
blan amor, é los malos temor; los hombres bollido-
sos y escandalosos que hablan cometido crimines
en los tiempos pasados, vivian en gran miedo, y es-
taban alterados é muy prestos á bellidos é guerras
por escapar de la justicia que se esecutaba. E por-
que estos eran en tanto número que se recelaba ve-
nir algún dafio en el Reyno si se juntasen con el
Marqués de Villena que tenia en su poder aquella
Dofia Juana, é con algunos otros tiranos que esta-
ban apoderados de fortalezas, do facian robos é
dafios en los pueblos, ovieron acuerdo de templar
por estonces aquella justicia, é perdonar todos los
males que generalmente hablan cometido hasta d
dia que reynaron. E ansi amansé por estonces la
alteradon que se recelaba por causa de la multitud
de aqudlos malos. Otros! embiaron luego un su Se-
cretario (1) al Rey Don Luis de Francia, á le noti-
(t) Domer nott que ea aa ejeapiar ■laoterito de eiU Créal-
€M, qie fié de Geróulmo Zariu , y en in ütmpo se eonsenraba en
el Arehivo dol Reyno do Aragón, se halla la nota siguiente OKrita
CRÓNICAS DE LOS RETES DE CAffTtLLA.
ficar como el Rey Don Enrique su hermano era pa-
sado desta presente vida. Porque era costumbre
quando algún Rey destos Reynos de Francia ó de
Castilla fallecia, el que suboediese por Rey en d
Reyno lo embiase á notificar al otro ; é como le era
notificado, embiaba su embaxada á refirmar las pa-
ces antiguas que son entre estos Reyes é sus Rey-
nos. E allende desta notíficadon que fué fecha al
Rey de Frauda, le fué dicho por aquel Secretorio
de parte del Rey é de la Reyna, que bien sabia en
como el Rey Don Juan de Aragón, su padre, le ha-
bia dado el Condado de Ruisellon, que es en el Prin-
cipado de Catalnfta, en prendas de cierta suma do
coronas que habia ganado de sueldo la gente que
embió contra los Catalanes ; el qual empefiamiento
fizo oon dertas condiciones, que el Rey de Francia
no habia complido, por lo qual el Condado era libre
del empefiamiento en que estaba, é debia ser resti-
tuido al Rey su padre ; por ende que le rogaba é re-
quería que gelo mandase restituir. El Rey de Fran-
cia oída esta embaxada, mostró algún sentimiento
de la muerte del Rey Don Enrique ; pero respondió
á aquel Secretario, que era muy alegre de la subce-
mon del Rey é de la Royna en los Reynos de Casti-
lla, é que le placia de refirmar con dios las antiguas
paces que fueron entre los Reyes sus progenitores
é sus Reynos. E quanto tocaba á la materia de Rui-
sdlon, respondió que por él ni por parte suya no se
fizo mudamiento de lo asentado con d Rey de Ara-
gón, antes le habia ayudado en sus neceddádes
contra sus rebeldes los de Barcelona é los Catalanes;
por lo qual mereda bien la suma de coronas que
montaba el sueldo que su gente habia ganado todo
el tiempo que en aquella guerra estovo ocupada. E
para mostrar las rozones que tenia poro tener oquel
Condodo, embió un Dolor de su Consejo que vino
con aquel Secretario al Rey é á la Reyna á platicar
esta materia, é darles á entender que d empefia-
miento debia durar fasta que él fuese contento de
lo que habia gastado en aquel suddo. Este Dotor
vino al Rey, que por estonces estaba en la villa de
Valladolid, é platicóse esta moterio en su Consejo.
Sobre lo qual plática, el Rey é lo Reyna tomaron á
embior segunda vez ol Rey de Froncio oquel su Se-
cretorio que primero hobion embiodo ; é asentó con
él que poro foblor en esto moterio embiorio un
Obispo é dos caballeros á Boyono, é que el Rey é lo
Reyno embiosen sus Procuradores á Fuenterrobío
y estos toviesen poder poro osentor é determinor
todos los diferencios que habió sobre lo moterio de
oquel empefiomiento de Ruisellon, é ansimesmo re-
firmosen las poces que se hobion de confirmar entre
estos dos Reyes é sus Reynos.
Agoró dexo lo historio de relotor mos esto mote-
rio que toco ol Rey de Frondo, é recuento los cosos
que posoron en Segovio.
de nano del oitsmo Zorita : EsU SeereUrh fké BenmUb iel Pul'
$Mr, cMno parece por U Uisioria ie Ahtuo áu l'aieueia, Uk. ?5, ea-
pUuh 6. Donaer, Pro§ret, ée !• Hitlúr, en Ara$im, Uk. 3, CBp, 4,
Sil
OAPlTüLO 11.
De li pliliM qte se ovo tobre li manera qse se babia de teaer
ei la fobenaelon del Reyao.
Hablóse ansimenno alli en Segovia acerca do la
aiiboedon del Beyno. Porque algnno de losGrandee
qne eran parientes del Bey decían qae pues el Rey
Don Enrique falleció sin dexar generación y estos
Beynos pertenecían de derecho al Bey Don Juan de
Aragón padre del Bey, porque no habia otro here-
dero Taron legitimo qne debiese subceder en los
Beynos de Castilla , salvo él que era fijo del Bey
Don Femando de Aragón, é nieto del Bey Don Juan
de Oastilla ; é por consiguiente venia de derecho al
Bey Don Femando su fijo, marido desta Beyna Do-
fia Isabel, la qual deoian que no podía heredar es-
tos Beynos por ser muger, aunque venia por dere-
cha linea. Decian ansimesmo que ansi por pertene-
cer al Bey la subcesion destos Beynos , como por
ser varón, le pertenecía la gobernación dellos en to-
das cosas, ó que la Beyna su muger no debia enten-
der en ella. Por parte de la Beyna se alegó que se-
gún las leyes de Espafia, é mayormente de los Be-
yes de Oastilla, los mugeres eran capaces para he-
redar, é les pertenecía la herencia dellos , en defe-
to de heredero varón descendiente por derecha li-
nea ; lo qual siempre habia seydo usado é guardado
en Castilla, según parecía por las Crónicas antiguos,
do se falla, que (1) Ormisinda, fija del Boy Pelayo,
en defeto de heredero varón , heredó el Beyno de
León é casó con el Bey Don Alonso el Católico. An-
simesmo Odiaitida, hermana de Froyla, Bey de
Lcon, casó con 8ilon, é subcedió por Beyna en el
Boyno, por dofeto de heredero varón que debióse
subceder. Otrosí Dofia Sancha, por fin de su horma-
no el Bey Don Bermudo , subcedió en el Beyno de
León , é casó con el Bey Don Femando el Magno.
Dofia Elvira, Beyna de Navarra, subcedió ansimes-
mo en Castilla, que estonces era Condado, é luego su
fijo Don Femando ovo el Boyno de Castilla, ó fué
d primero que se llamó Bey della. Dofia Urracaí
(i) No M esta la feí primera que svcedié hembra eo los Rey-
aos de Espafta. Cixllona , bUs del Rey Errtgio, sieedló i su padre
ea 687, coa sa marido Bglca , qne faé vagido por Rey segaa el
aso de aqoellos tiempos Domingo 17 de Noviembre de dicho afte,
dlex días despnes do la mnerte de so suegro , como trae Morales,
Cráñ, General, 1 19, eaij^, !>7. Tampoco es del todo cierto , qae
Ormesiada ó Brmesenda hcredaso por falta de heredero ?aroa. Kl
desgraciado Favila, bermaao de esta Priacesa» que reynó dos silos
despees de su padre Pelayo» tenia hijos al tiempo de sa macrte.
Asi se compraeba por aaa Inscrlpcloa qne trae Morales qae esU
ea Saata Gres de Ciegas, fnadaclon de dicho Fafila , la mas sntl-
gaa, segaa el mismo diee, qae de plama ni de piedra ae encaea-
tra ea Bspafia despees de sa destraecloa. Ea ella, despees de ha-
cer mención de Favila, se habla tamblea de sa mager Froylinba,
y de las preadss amadas de sas hijos. Este Rey marid desgracia-
dameate á meaos de aa oso el mismo afio de la lascrlpeloa , que
faé el de 739. No hay otra memoria de sas hijos. Morales dice qae
tsl Tcz qaedsriaa alAos ¿ lahibiles para la admlaistracioa. Tam-
poco sabemos si eran taroaes ó hembras. SI eraa bembraa queda
ea pi¿ la misma dllleultad, paes deblaa haber sucedido h sa padre
sales qae sa bermaaa, por el mismo derecho de la saeeesloa fe-
mealaa. Morales, Crdaiee Cea«r., JL 13, a 9 g tOL
que oasó con el Conde Doá BéBió'h de Tolosa, sub*
cedió en los reynos de Castilla é de León, por fin
del Bey Don Alonso, su padre, que ganó á Toledo; é
después casó con Don Alonso Bey de Aragón, é fué
madre del emperador Don Alonso. Dofia Berengne.^
la, la fija del Bey Don Alonso de Castilla, el que
Tenoió la batalla de las Navas de Tolosa , subcedió
en el Beyno de Castilla por fin de sn hermano el
Bey Don Enrique, el que murió nifio en Falencia.
Dofia Catalina, fija del Duque de Alencastre, fué ju-
rada por todo el Beyno en concordia por primogé-
nita heredera de Castilla, con su esposo él Bey Don
Enrique, fijo del Bey Don Juan el primero, bisagfle-
lo desta Beyna. É alegaron qne no se fallaría en
ningún tiempo, habiendo fija legítima descendiente
por derecha linea, que heredase ningún varón nas-
cido por yia transversal, como era el Bey Don Juan
de Aragón. Acerca de la gobernación del Beyno, se
alegó por parte de la Beyna, que pertenecía á ella,
como á propietaria del Beyno. Porque según los
derechos disponen, ningún reyno podía ser dado en
dote, é si no se podia dar, menos el Bey podia go-
bernar lo que de derecho no pudo recebir. Especial-
mente no podía facer mercedes, ni disponer de las
tenencias de las fortalezas, ni en la administración
de la hacienda ó patrimonio real ; porque estas tres
cosas hablan de ser ministradas por aquel que fue-
se sefior dellas, é no vallan de derecho si se gober-
nasen por persona que no tovioae facultad jurídica
para las ministrar. Esta materia se platicó entre
ellos , ó al fin se falló, que según las leyes ó la cos-
tumbre usada é guardada en Espafia, estos Beynos
debia heredar la Beyna, como fija legítima del Bey
Don Juan, aunque fuese muger, por qnanto era he-
redera>por derecha linea descendiente de los Beyos
de Castilla é de León , é que no podía pertenecer á
ninguno otro heredero aunque fuese varón, si era
transversal. Ansimesmo se determinó , que á ella
como á propietaria pertenecía la gobernación del
Beyno, especialmente en aquellas tres cosas qne
didio habernos. Fecha esta determinación, la Bey-
na dizo al Bey : t Sefior, no Enera necesario mover
A esta materia: porque do hay la conformidad qué
«por la gracia de Dios entre vos é mí es, ninguna
» diferencia puede haber. Lo qual como quier que
ase haya determinado, todavía vos como mi marido
» sois Bey de Castilla, é se ha de facer en ella lo que
amandáredes; y estos Beynos placiendo á la vo-
aluntad de Dios, después de nuestros días, á vues-
atros fijos é mies han de quedar. Pero pues plogo á
a estos caballeros que esta plática se oviese, bien es
a qne la dnbda que en esto habia se aclarase, segnnd
a el derecho destos nuestros Beynos dispone. Esto,
a Sefior, digo, porque como vedes, á Dios no ha pla-
a ddo fasta aquí , damos otro heredero sino á la
a Princesa Dofia Isabel nuestra fija ; é podría acae-
aoer que, después de nuestros días, viniese alguno
A que por ser varón descendiente de la casa real de
a Castilla, alegase perteneoerle estos Beynos aunque
a fuese por linea transversal, é no á vuestra fija la
a Princesa por ser muger , en caso que es herederf
¿fié
'ORÓNIC2A8 DB tOS ÉETES D8 OASTILLA.
• dellos por derecha linea : de lo qnal Tedee bien , ee-
Bfior, qiian gran inconveniente ae aigairía á nuea-
»troa deacendientea. É acerca de la gobernación
idestoa Beynoa debemoa conaiderar, que placiendo
ȇ la Yolantad de Dioa, la Princeaa noeeira fija ha
»de caaar con principe eatrangero, el qnalapropria-
B ría á ai la gobernación deatoa Beynoa, é querría
B apoderar en laa f ortalezaa é patrimonio real otraa
Bgentea de aa naden que no sean 0a8teIlanoB,do se
» podría aegnir que el Beyno yiniese en poder de
B generación eatrafia ; lo qual sería en gran cargo de
• nneetraa conacienciaB, y en deseryicio de Dios, é
•perdidon grande de nueatroa snboesorea é dennea-
Btros subditos é naturales, y ea bien que esta decla-
B radon se haya fecho por eacuaar loa inoonvinien-
Btea que podrían acaecer, b
Oidaa laa razonee de la Beyna, porque conoció el
Bey ser verdaderaa , plógole mucho ; é dende en
adelante él y ella mandaron que no se fablaae maa
en eata materia ; é acordaron, que en todaa laa car-
tea que diesen fuesen nombradoa él y día ; é que d
sdlo fuese uno, con laa armaa de Castilla é de Ara-
gón, Ansimesmo en la moneda que mandaron lar
brar, éstoviesen puestas las figuras dél.y dolía, é los
nombres de ambos. Esta Beyna trabajaba muoho en
laa cosas de la gobernación deatoa Boynoa, anai en
lo tocante á laa guerrea que en ellos acaecieron, co-
mo en la administración de la justicia, y en las
otraa oosaa que ocurrían ; é quando era necesario
que el Bey fuese á proveer en unaa partes é la Bey-
na á otraa, aunque estaban apartados, nunca ae falló
que el uno diese mandamiento que derogase á la
provisión que d otro oviese dado. Porque ai la ne-
cesidad apartábalas personaa, el amor tenia juntaa
laa voluntades. É aunque algunoa caballeros é otraa
peraonas de dafiadas intendonea , procuraban divi-
sión entre ellos, dando i entender al Bey , que como
varón debia tener toda la gobemadon ; pero el Bey
é la Beyna I conociendo que eatos talee procuraban
divimonea entre ellos por sus propríoa intereses, con-
f ormAbanse tanto , que no daban lugar á ninguna
división. El Bey, vista la grande auficienda de la
Beyna, de todas las cosas se descargaba, é ge las
remitía, é también laa que ocurrían de loa Beynos
de Aragón é de Sicilia , aquellas que eran arduas é
de grand importancia, porque tenia gran habilidad
é buen seso natural. Cosa fué por derto do gran do-
trioa y exemplo, porque el sefiorío pocaa ó ningu-
naa. veces sufre compafiia dn discordia. Pero con
tanta providonda sopioron gobernar, que pareció
provisión divina, para que con su conformidad fue-
sen bien proveídos tantea reynoa é tan estendidoa
seftoríos como tenían.
CAPITULO in.
De las coBdieionet é propordonet del Roy.
Este Bey era homo de mediana eatatura, bien pro-
porcionado en sus miembros , en laa f adonea de su
rostro bien compuesto, los ojos ríentee, los cabellos
prietos é llanos, é hombre bien compli^ionado. Te-
nia la fabla igual, ni presnroaa ni mucho eapadosa.
Era de buen entendimiento é muy templado en su
comer é beber, y en loa movimientoa de au persona;
porque ni la ira ni d placer f ada en él alteración.
Cabalgaba muy bien A caballo, en dlla de la guiaa ó.
de la gineta; justaba audtamente é con tanta dea-
tresa, que ninguno en todos sus Beynos lo fada
mejor. Era gran caaador de aves, é homo de buen
esfuereo, é gran trabajador en laa guerrea. De an
natural condidon era inclinado á facer justicia , é
también era piadoso, é compadecíaae de loa miaera-
bles que vda en alguna angustia. É habla una gra*
da aingular, que qualquier que oon él fablaae , lue-
go le amaba é le deaeaba servir, porque tenia la oo-
municadon amigable. Era anaimesmo remitido A
conaejo, en especial de la Beyna an mnger, porque
oonodaau gran auficienda ; deade au niftea fué cria-
do en guerrea, do pasó muchos trabajoa é peligroa
de an persona.. É porque todas sus rentaa gaataba en
laa oosaa de U guerra, y estaba en oontinas neoeei-
dades, no podemoa dedr que era franco. Home era
de verdad, como quiera que laa neceaidadea gran-
dea en que le puderon laa guerrea, le fadan algunaa
veces variar. Placíale jugar todoa juegos, de pelota
é axedrea é tablea, y en eato gaataba algún tiempo
maa de lo que debia ; é como quiera que amaba mu-
cho A la Beyna su muger , pero dAbaae A otraa mu-
gares. Era hombre muy tratable con todos, especial-
mente con sus servidores coutinos. Este Bey con-
quistó é ganó d rey no de Granada, aegun que ade-
lante en esta su Crónica seré visto.
CAPÍTULO IV.
De Ut eondieloBet é proporelonei de U Reju.
Esta Beyna era de mediana eatatura, bien oom-
pueata en au persona y en la proporción de aua
miembroa, muy blanca é rubia; loa ojea entre ver-
dos é azules, el mirar gracioso é honesto, laa f acdo-
nea del rostro bien puestas , la cara muy f ermosa é
alegre. Era mesurada en lacontinonciaé movimien-
tos de su persona ; no bebía vino ; era muy buena
muger, é placíale tener cerca de sí mugeros anda-
naa que fuesen buenas é do liuage. Criaba en su pe-
lado doncellaa nobles, fijas de los Grandes de sua
Beynos, lo que no leemos en Crónica que fidese
otro tanto otra Beyna ninguna. Facía poner gran
diligenda en la guarda dellaa, e de laa otraa mugo-
rea de su palacio; é dotAbalaa magníficamente, é fa-
cíales grandes mercedes por las casar bien. Aborre-
da mucho las malas; era muy cortea en sus fablaa.
Guardaba tanto la continencia del rostro , que aun
en los tiempos de sus partos encubría su sentimien-
to, é f orzAbase A no mostrar nt decir la pena que en
aquella hora denten é mueatran las mugeree. Ama-
ba mucho al Bey su marido, é celAbalo fuera de to-
da'medida. Era muger muy aguda é discreta, lo qual
vemos pocas é raras veces concurrir en una perso-
na ; f ablaba muy bien , y era de tan ezodente in-
genio, que en común de tantos é tan Arduoa nego-
cioB como tenia en la gobernación de sus BeynoS|
• DON PEBNANDO
* «
•6 di6 ti trabajo de aprender las letras latinaa; é al-
oánjsó en tiempo de nn afio saber en ellastanto, qne
entendía qnalquier £abla 6 esoríptnra latina. Era
católica é devota ; facía limosnas secretas en luga-
res debidos ; honraba las casas de oración ; visitaba
con Tolontad los monesterios é casas de religión, en
especial aquellas do oonooia que guardaban vida
honesta ; dotábalas magníficamente. Aborrecía es-
trafiamente sortilegos 6 ade vinos, é todas personas
de semejantes artes é invenciones. Placíale la con-
versación de personas religiosas é de vid» honesta,
con los quales muchas veces habia sus consejos par-
ticulares ; é como quier que oia el parecer de aque-
llos, é de los otros letrados que cerca della eran, pe-
ro por la mayor parte seguia las cosas por su arbi-
trio. Pareció ser bien fortunada en las cosas que co-
menzaba. Era muy inclinada á facer justicia , tanto
que le era imputado seguir mas la via de rigor que
de la piedad; y esto facia por remediar á la gran
corrupción de crimines que falló en el Reyno quan-
do subcedió en él. Quería que sus cartas é manda-
mientos fuesen complidas con diligencia. Esta Bey-
na fué la que extirpó é quitó la heregia que habia
en los Reynos de Oastilla é do Aragón, de algunos
ohrístianos delinage de los judíos que tornaban á ju-
daizar, é fizo qne viviesen como buenos christianos.
En el proveer de las Iglesias que vacaron en su tiem-
po ovo respeto tan recto, que pospuesta toda afición
siempre suplioó al Papa por hombree generosos 6
grandes letrados é de vida honesta : lo que no se lee
que con tanta diligencia oviese guardado ningún
Rey de los pasados. Honraba los Perlados é Gran-
des de sus Reynos en las fablas y en los asientos,
guardando á cada uno su preeminencia, según la
calidad de su persona é dignidad. Era muger de
gran corazón, encubría la ira, é disimulábala ; é por
esto que della se conocía, ansí los Grandes del Rey-
no como todos los otros temian de caer en su indi-
nadon. De su natural inclinación era verdadera , é
quería mantener su palabra : como quiera que en
los movimientos de las guerras é otros grandes fe-
chos que en sus Reynos acaecieron en aquellos tiem-
pos, é algunas mudanzas fechas por algunas perso-
nas, la ficieron algunas veces variar. ErtL muy tra-
bajadora por su persona, según se verá adelanto por
los actos desta Orónica. Era firme en sus propósi-
tos, de los quales se retraía con gran dificultad.
Érale imputado qne no era franca ; porque no daba
vasallos de su patrimonio á los que en aquellos
tiempos la sirvieron. Verdad es que con tanta dili-
gencia guardaba lo de la corona real, que pocas
mercedes de villas é tierras le vimos en nuestros
tiempos facer, porque falló muchos dellas enagena-
das. Pero quan estrechamente so habia en la con-
servación de las tierras, tan franca é liberal era en
la distribución de los gastos continos, é mercedes
de grandes quantfas que facia. Decia ella, que á los
Reyes con venia conservar las tierras, porque ena-
genándolas perdían las rentas de que deben facer
mercedes para ser amados, é diminuían su poder
para ser temidos. Era muger oerimoniosa en sus
Cr.— III.
i DOffÁ ISABELA Í57
vestidos é arreos, y en el servicio de su persona ; é
quería servirse de bornes grandes é nobles, 6 con
grande acatamiento é humillaoion. No se lee de nin-
gún Rey de los pasados, que tan grandes bornes to-
viese por oficiales como tovo. B como quiera que
por esta condición le era imputado algún vido, di-
ciendo toner pompa demasiada, pero entendemos
que ninguna cerímonia en esta vida se puede facer .
ton por estremo á los Reyes, que mucho mas no re-
quiera el estado real ; el qual ansí como es uno é sn-
. períor en los Reynos, ansí debe mucho estremarse,
é resplandecer sobre todos los otros estados, pues
tiene autoridad divina en la tierra. Por la solicitud
desta Reyna se comenzó, é por su diligencia se con-
tinó la guerra contra los moros fasto que se ganó
todo el Reyno de Granada. É decimos verdad anto
Dios, que supimos é conocimos de algosos grandes
sefiores ó capitones de sus Reynos, que cansando
perdían toda su esperanza para poderse ganar, con-
sidorando la dificultod grande que habia en po-
derla continar ; é por la gran constancia desto Rey-
na, é por sus trabajos é diligencias qne continamen-
to fizo en las provisiones, é por las otras fuerzas
que con gran fatiga de espíríto puso , dio fin á esta
conquista, qne movida por la voluntad divina pare-
ció haber comenzado, según qne adelanto en esto so
Orónica parecerá.
OAPlTÜLOV.
De til eosM qse ytsaroa coa el Harqsét 4e ViHeaa.
El Marqués de Y illena que estoba en Madrid, em-
bió al Rey é á la Reyna sus mensageroe, los quales
demandaron el Maestradgo de Santiago, porque de-
cía que su padre el Maestre gelo habia renunciado
en su vida. É ansimesmo pidieron que el Rey é la
Reyna casasen aquella Dofia Juana qoe estoba en
su poder, porque no se descargaría della, salvo ca-
sándola en lugar convenientoé honroso. En esta de-
manda dio á entender, que sino lo ficieeen en la ma-
nera que lo demandaba, él é sus paríentes, conviene
á saber el Maestre de Oalatrava, y el Oonde de
Uruefia é otros algimos, se juntarían é farían divi-
sión en el Reyno con aquélla Dofia Juana, á quien
llamaban Princesa de Oastilla. Por parto del Rey é
de la Reyna le fué respon^do, que como quiera que
aquella Dofia Juana no era persona con quien de
justicia se debiese facer división en sos Reynos,
porque era notorío en ellos no ser fija del Rey Don
Enrique, é aunque el Maestradgo de Santiago es una
de las mayores dignidades de Espafia , y estoba en
poder del Oonde de Paredes é del Oomendador ma-
yor de León que se intitulaban Maestres, los quales
les hablan bien servido ; pero por quitar todos in-
convinientes de sus Reynos, á ellos piada de casar
aquella Dofia Juana en lugar convenible, é suplicar
al Papa que proveyese á él del Maestradgo de San-
tiago, é de le dar la posesión del ; pero qne habla de
entregar luego aquella Dofia Juana á persona fiable
que la toviese fasto qne se buscase é concluyese su
casamiento, porque después de casada ni anto por
17
26S
OBÚNIOAS DB LOB BE7BS DE CASTILLA.
oauM della no n^ lea ngaieae dosemcio ni eseánda-^
lo en ene Beynoe. El Marqaée replicó que no la en-
tregaría fasta que fueae casada , é si la oviese do
entregar, seria á persona fiable á él , que la toTÍese
hasta qae él oviese el Maestradgo de Santiago. Por
parte del Bey ó de la Beyna le fué replicado, que si
él qnerla el Maestradgo de Santiago habia de entre-
gar ante todas cosas aquella Dofia Juana á persona
' fiable á ellos, tal que estando en su poder no se es-
perase alteración ni escándalo en sus Beynoe. É
porque no ovo estonces acuerdo sobre las personas
en cuyo poder aquella Dofta Juana habia de estar,
determinó el Marqués de la no quitar de su poder,
fasta que él fuese apoderado de la posesión del
Maestradgo de Santiago, y ella fuese para casar ; el
qual acuerdo ovo por consejo de algunos caballeros
sus parientes, é de otros sus servidores, é ansimes-
mo por las amonestaciones que algunos caballeros
del Beyno, hornea de malos deseos le fideron, ea-
pocialmente por consejo do un Licenciado que se
llamaba Antón (1) Nufios de Oiudad-Bodrigo, de
quien él confiaba, el quál habia seydo Contador
mayor del Bey Don Enrique ; é porque el Bey é la
Beyna no le daban aquella contaduría , puso tanta
turbación en el negocio, que no ovo conclusión , ni
el Marqués ni loa otros sus primos vinieron al aervi-
cío del Bey é de la Boyna. É luego se dizo que el
Marqués comenzaba á tratar de secreto con el Bey
de Portogal tio de aquella Dofia Juana, hermana
de la Beyna su madre, para que la tomase por mu-
ger, é se intitulase Bey do Castilla ; é que él é sus
paríentes é otros caballeros ayudarían á le dar
la suboesion del Beyno. Anaimesmo trataba se-
cretamente con algunos caballeros, para que Jun-
tos con él ficiosen Beyna de Castilla aquella Dofia
Juana, prometiéndoles mercedoa , é acrecentamien-
tos de sus estados ; lo qual vino á noticia de la
Beyna.
CAPÍTULO VI.
Cono el Anobiff o de Telado partió de It Corte porque el Rey no
le dld loi ofltloi de lo ceta.
El Araobispo de Toledo que estaba en Segovia,
sopo en como el Marqués de Villena por el des-
acuerdo que ovo con el Bey é con la Beyna, no ve-
nia á lee facer el juramento é obediencia que los
otros del Beyno habian fecho; ansimesmo sopo que
trataba con el Bey de Portogal, que tomase por mu-
ger á su sobrina, é que se intitulase Bey de Casti-
lla. É como conoció que nacian necesidades al Boy
é á la Beyna, para que le oviesen menester, deman-
(f) Antón Nnfiex, llamado de Cindad-Rodrigo por aer de aqne-
lla Ciudad » aegoa el oso de aqvellos tiempos, era ya persona de
consideración en tiempo do Don Joan II, pnea faó Corregidor de
Zamora en 14-17. El Rey Don Enrique iV le dió el cargo de Con-
tador mayor en 1405. Después de la muerte del Uey siguió el par-
Udo de su pretendida bija y del de l'ortngal, con quien so pasé á
¡«Isboa y después le acompafió en su niage i Francia, y dltlma.
mente volvld A la amistad de los ttejes de Castilla en 1419. Véase
el cap. 41 y 83. de esta Cri^nica. Salazar, Cotüde Lar; T. II,
f. 673.
dó al Bey ciertos oficios de su oasa, é otras meroe-
dea que seyendo Príncipe le habia prometido. Bl
Bey, considerando que estos oficios que el Araobis-
po pedia «ran de bornes criados del Bey so padre é
suyos, los quales le habian bien servido en sus guer-
ras é necesidades, é ansimesmo hablan seydo de sus
padres é abuelos, rogó al Araobispo que tomase al-
gunos delloB, los que buenamente se podian dar, 6
desase los otros, por los quales le faria otras mer-
cedes tales que debiese ser contento. Porque no le
seria honesto quitarlos á los caballeros sus criados
que los tenian, é le habian servido padeciendo en
los tiempos de las guerras pasadas grandes traba-
jos, esperando este tiempo do pensaban haber con
ellos honra é acrecentamiento; é pues él era su ser-
vidor, no debia procurar mercedes de que tanto de-
servicio geles pedia seguir. Bl Arsobispo respondió
que no dezaria aquella demanda, pues gela habia
prometido , é que se queria ir á su tierra. É como
qnier que el Bey por le mas encargar fué á su po-
sada, é le rogó mucho que no se apartase de su cor-
te, é le prometió grandes dádivas é mercedes , pero
insistiendo en su propósito, no quiso aceptar su rue-
go, ni recebir las mercedes que le prometía ¡ é de
secreto con amenasas orguUosas partió de la Corto,
é fué para la vOla de Alcalá. Este descontentamien-
to del Araobispo fué imputado por algunos á sober-
bia, otros decian que procedía de cobdicia, por no le
ser dados los oficios que demandaba ; pero nos cree-
mos principalmente proceder de embidia que ovo
del Cardenal, por la honra que el Boy é la Beyna lo
facian, é por la gran parte que de sus consejos le
facian mas que á ninguno por respeto de su perso-
na, é porque era homo de buen entendimiento , é de
grand autoridad. Este Arzobbpo era de linage do
los de Acufia, de naden Portoguesa, homo muy
franco, tanto que como quier que teníala renta del
Araobispado de Toledo, pero no le bastaba con gran
parte á los gastos é dádivas que faoia, é siempre
estaba en cstrema pobreza. T esto se seguia de dos
cosas: la una que era hombre bollicioso, é deleytá-
baso en guerras (2) y en movimientos, á los quales
era traído ligeramente, porque habia placer de te-
nor gente de armas en el campo , y entender en fo-
ts) Apenas hubo moflm lento alguno en tu tiempo en que deía-
ae de encontrarae este Prelado. Qnando los caballeros alzaron por
Rey al Infante Don Alonso en la llanura de Afila , él fué quien
quitó la corona ft la estatua del Rey Don Enrique, como notamos
arriba. Poco después teniendo cercada á Simancas coa tosca-
ballcroa de la parcialidad del Rey Don Alonso, los tecinosde
la villa salieron á los del real y muy cerca de él quemaron pú-
blicamente una eatatua que representaba al Araobispo de Toledo
con nombre de l>on Oppas, dando i entender que i aemejanu de
aquel causaba coa ana movbnlcntoa la ruina de au patria , y le
cantaban públicamente aquel cantar tan aabldo, EiU es Simmeut,
Don Oppas traidor, etta at Simaueat, que na PeOa/lor, dando 4 en-
tender que no aerian como los de esta villa que acababan de de-
xar cercada. Oeapues siguió la opinión del Rey de Portunal» como
se verú adelante. Estos y oíros eacesos que se le notaban, ae atri-
bulan A au facilidad en dexarse gobernar por eate Femando de
Alarcon, que después pagó su traición cun la vida y fué degollado
y arraatrado eu la plata de Xocodover de Toledo. Enriq. del Cast.,
Cr^M. de Ihu Eariq. IV, cap. 77. Oernald., Cr&ií, MS. de kt Heyet
Caléticoi, eup, 1S.
DON FEBNANDO
cho de gttetra, i procuraba qne sonase su fama é
sus fechos por mnchas partes ; la otra porque en-
tendia continamente en el arte del Alquimia, 7 en
estas dos cosas, y en lo qne dellas depende gastaba
lo mas de su tiempo , é toda sn renta ordinaria, é
qnanto mas podía adqnlrir. Ansimeemo era de tal
condición, que dado que gele mostrasen algnnos in-
conTÍnientes en las cosas qne comenzaba , siempre
quería llevar adelante sos propósitos , no mirando
que la prudencia quiere mudar los consejos segnnd
ocurren los tiempos ; lo qnal le ponia en trabajos
continos, é algunas veces en peligro de su persona
y estado. É tenia un privado que se llamaba Fer-
nando de Alarcon, que á los principios ovo noticia
del por el arte del Alquimia en que era mostrado;
después como este Alarcon era hombro agudo ó
cauteloso, é sabia seguir los apetitos é inclinacio-
nes del Arsobispo, servíale en olios do tal manera
que en poco tiempo le dio todo el crédito de su ca-
sa é de sus negocios.
OAPÍTÜLO VII.
Gomo el Rej él» Reyna partieron do Segofla para ValladoUd, é
cono el Manioéa de Villena reiialrió al Rey de Portogal, que
tomase por mager á so sobrina.
Partida el Arzobispo de la Gorte para su tierra
dende á pocos dias partieron el Bev é la Reyna de
Segovia para Medina del Campo. É demandaron al
Duque de Alva que iba con ellos la Mota de Medi-
na que tenia, é luego gela entregó ; ó donde fueron
A Valladolid, ó posaron en las canas do Juan do Vi-
vero, que 08 junto oon la puerta qnodicon de Oabo'^
zon, la qual tenia fortalecida el Ck>nde de Benaven-
to, é mandaron derribar todo lo fuerte della. É alli
en Valladolid estovieron algunos dias, é fioieron
grandes ftestas, é recibieron omenages de algunos
caballeros é cibdades é villas del Reyno que finca-
ban por recebir. Entretanto que estas cosas pasa-
ban en Valladolid, el Marqués de Villena é los que
con él estaban no cesaban do tratar con muchos ca-
balleros é otras personas principales, por los atraer
á la opinión de aquella Dofia Juana, para la intitu-
lar Reyna de Castilla. T embió públicamente al Rey
de Portogal A le decir : c Qne bien sabia como aque-
» lia su sobrina era fija del Rey Don Enrique, é por
»ser su legítima heredera le pertenecían de derecho
» los Reynos de Castilla é de Leen , los quales el Rey
» é la Reyna de Sicilia contra toda justicia hablan
A tomado, intitulAndoso Rey é Reyna dollos tiránica-
B mente ; é ansimesino sabia, que muerto el Rey Don
«Enrique solo quedaba él por amparo de aquella se-
» fiera, é por defensa deetos sus Reynos. Por ende
aque le ploguiese de tomarla por muger, é que se
» intitulase luego Rey de Castilla é de León, pues
» casando con ella lo pedia facer; é que no la des-
» amparase, ni consintiese tomar lo suyo, porque si
nél diese lugar á ello perderia los Reynos de Casti-
•Uo é de León, qne muy ligeramente podía haber;
bIo qual seria imputado á gran fiaqueza de Animo,
Bé contra las claras virtudes que por todo el mundo
ÉDOSA ISABBU ÍBi
B se publicaban de su persona, b B para proseguir
esta demanda ofreda qne serian ciertos para su ser-
vido *el Arzobispo de Toledo, su tic, y el Duque de '
Arévalo, y el Maestre de Calatrava, y el Conde de
Uruefia sus primos, que son de las mayores casas de
Castilla, los quales se juntarían luego con él. Otrosf
le oortíficaba, que intUulAndose Rey de Castilla ver-
nian A su obedienoia catorce cibdades é villas de las
principales del Reyno. Ofreció ansimesmo que ver-
nian A su servicio Don Rodrigo Alonso Pimentel,
Conde de Benavente , y el Marqués de Cáliz , Don
Rodrigo Ponce de Leen, é Don Alonso de Aguilar,
qne eran casados con sus hermanas, é ansimesmo el
Duque de Alburquerque é otros muchos que se de-
dararian sus servidores, qnando le viesen entrar en
Castilla como Rey della. Diéronle ansimesmo A en-
tender, que en las mas cibdades é villas dd Reyno
habia divisiones é bandos, é que de necesario seria
que la una parte tomase su voz, la qual een el fa-
vor de gente é dinero que toviese pujaria contra la
otra parte, é ansí temía todas las cibdades del Rey-
no A su obediencia. Dixeron ansimesmo que el Rey
é la Reyna no tenían gonto ni rebta alguna en
orReyno donde pudiesen sacar dinero para soste-
ner guerra poco ni mucho tiempo ; porque todo el
patrimonio real estaba enagenado, é no tenían for-
taleza ni caballero A su obedienoia , ni quien fidese
guerra ni paz por su mandado, dno A voluntad de^
cada uno ; é que en entrando en el Reyno de Casti-
lla poderosamente oon gente é con dinero, pues por
la gracia do Dios tenia asaz para lo facer, le seria
todo llano, ó vcmian todos A su servicio ó obedion-
da, de manera que en breve tiempo con poca pena
é mucha gloria habria estos Rejrnos para éi é para
sus subcesores. Estos mensageros le dixeron que
habia de dar d Maestradgo al Marqués de Vülena^
é confirmarle todo lo que el Maestre su padre tenia
de la corona real ; é que fidese merced al Arzobis-
po de Toledo de dnco mil vasallos en Castilla, é A
Lope Vázquez de Aoufia su hermano, de la cibdad
de Buete, é A otros sus parientes é criados otras mer-
cedes de ofldos é rentas, é al Duque de Arévalo otra
cantidad de vasallos en Castilla, é le confirmase la
merced déla villa de Arévalo, é A otros ci^alleros
que se habian de jurar con él A le servir en esta de-
manda, otras mercedes de vasallos é rentas.
CAPÍTULO VIIL
Como el Rey de Portogal determiad de easar coi si tobriii.
El Rey de Portogal, oída esta embazada, redbió*
la oon alegre voluntad ; é ansí por la oferta qne es-
tos mensageros le fioieron, como por otros mensa-
geros é ofredmientos que habia recebido de algu-.
nos caballeros de Castilla secretamente, como quie-
ra que le era dubdoso d derecho de la subcenon de
su sobrina, pero condbió luego en su Animo de
aceptar esta empresa, é de ser Rey de Castilla é de
León, para los juntar con su Reyno de Portogal. E-
oomo los caminos para ir A las cosas deseadas se
facen ligeros, aunque sean peligrosos, púsolo en
260
ORÓNIOAS DB LOS BBYIOSI DE QABTILLA.
^ obra pensando que esta empresa seria tan ligera-
mente acabada oomo le fué ofrecida. Á este su con-
cepto ayudaba mucho el deseo que tenia de haber
alguna venganza do la BoTua, porque quando la
eihbió á demandar en matrimonio no lo quiso fa-
oer. É luego puso en plática esta materia con algu-
nos caballeroBi ó otras personas de su consejo ; á los
qualesdió á entender, que su voluntad determinada
era de casar con su sobrina, é poner todas sus fuer-
zas por haber los Reynos de Oastilla é de León, que
de derecho le pertenecían, é demandóles su parecer
sobre ello. Aquellos caballeros é algunos otros de su
Consejo, vista la voluntad del Bey inclinada á acep-
tar esta empresa, pensando ansimesmo que en la
grandeza de Castilla habia para acrecentarse todos
en rentas ó sefioríos ¡ conformáronse mas con bk sfl-
cien del Boy de Portogal , que con ¡a rectitud del
consejo. É al fin todos le consejaron que lo debia
aceptar ó poner luego en obra, antes que él Bey é
la Beyna oviesen tiempo para se apoderar mas del
Beyno de Oastilla. Habido este consejo, luego fiío
asiento sobre todas las cosas que se hablan de com-
plir con el Marqués de Villena , é con el Aizobispo
de Toledo, é con el Duque de Arévalo, é con los
otros caballeros que habemos dicho ; y ellos ansi-
mesmo de lo que hablan do oomplir con él. É lue-
go embió un caballero con poder para se desposar
con su sobrina, habiendo dispensación del Papa. Y
escribió á todos los Grandes é Oaballeros de Casti-
lla, faciéndoles saber como él la tomaba por muger,
é oomo á su marido le pertenecían estos Beynos, la
posesión de los quales entendía con el ayuda de Dios
venir poderosamente á tomar ; por ende que se junr
tasen con él, é que lee faria muchas mercedes. Algu-
nos homes de aquel Beyno de Portogal, que mira-
ban aquel negocio sin afldon , recelando los gran-
des inconviníentee que en las grandes empresas
suelen acaecer, amonestaron al Bey de Portogal que
pensase mas é mejor en esta demanda que quería
facer: é dixeronle que las grandes empresas con
justos é grandes fundamentos se debían principiar;
é que debia considerar, que estos que le llamaban
para ser Bey de Oastilla é de León, eran el Arzobis-
po de Toledo ^ y el Duque de Arévalo, é los fijos del
Maestre de Santiago, é del Maestre de Oalatrava su
hermano ; los quales poco tiempo antes habían afir-
mado por toda Espafia, é publicado fuera della, que
la sefiora su sobrina no tenía derecho á los Beynos
del Bey Don Enrique, por la impotencia experimen-
tada que del publicaron ¡ é que debia bien mirar co-
mo estonces habían fallado no ser heredera de Oss-
tíUa, é agora dicen que es legítima subcesora, por-
que destas variedades é mudanzas en tan poco tiem-
po fechas, se podía sospechar que estos caballeros
de Oastilla no se movían por su servicio , ni menos
con zelo de la justicia que publicaban, sino á fin de
procurar sus intereses de acá é allá, é dar el derecho
do fallasen mayor utilidad. É por tanto le amones-
taron que sus oosas fasta hoy florecientes, no las
embolviese con aquellos que el derecho de los Bey-
nos miran, no según la verdad, mas según sus pa-
siones é proprios intereses : porque los propósitos
destos tales no suelen ser constantes según debeni '
mas mudables oomo suelen, para declinar á la parto
que la fortuna se mostrare mas favorable. Otrosí le
decian que el Bey tonia los mas de los Grandes del
Beyno de Oastilla por parientes, é que los pueblos
eran aficionados á él é á la Beyna su muger, é que
los Portogueses no se compadecían bien con los
Castellanos. É que mírase bien que comenzar guer*
ra quien quiera lo pedia facer, pero la salida della
suele ser como los casos de la fortuna se ofrecen,
los quales son tan varios é tan peligrosos, que los
estados reales no geles deben cometer sin funda-
mento de justicia é con gran deliberación. Otrosí le
decian que aquel que por odio ó por interese encu-
bre el bueno, é da color al mal consejo, el consejero
con todo lo que conseja perece. É por tonto querían
mas agora carecer de su gracia diciendo la verdad,
que perecer después habiéndola callado. Estas é
otras oosas le fueron dichas al Bey de Portogal pa-
ra le retraer de su propósito ¡ pero no fueron bien
secebídas , porque eran contra lo que tenia ya con-
cebido en su ánimo. £1 Marqués de Villena y el
Maestre de Oalatrava y el Conde de Umefia, sus
prímos, no cesaban de solicitar pdblicamento con
los que podían , diciendo que aquella Dofia Juana
era verdadera heredera de Castilla, é que. la debían
obedecer é tener por su Beyna é Sefiora , la qual les
faria muchas mercedes. É derramaban esto voz por
las cíbdades é villas, á unos diciendo los crimines
é yerros é tomas dol patrimonio real que habían fe-
cho en tiempo del Be^ Don Enrique, los quales les
serian perdonados por el Bey de Portogal ; á otros
poniendo miedo sí síguieson el partido del Bey é de
la Beyna, dándoles á entender que serian punidos
en las personas, é les tomarian los bienes é rentas
que el Bey Don Enrique les habia dado. É desto
manera prometiendo mercedes á unos, é poniendo
miedo á otros, trabajaban de traer á todos los que
podían á su opinión é al servicio del Bey de Porto-
gal. Muchos había que deseaban guerras é alboro-
tos, pensando que las nuevas cosas les traerian nue-
vas ganancias ; otros por miedo de los crimines que
habían cometido aceptaban aquellos ofrecimientos,
é se disponían á seguir el partido del Bey de Por-
togal. E con estas variedades, unos estoban escan-
dalizados, otros alterados; é no les parecía estor
obligados á orden ni subjecion alguna de Bey ni de
justicia, como suele acaecer en los Beynos do hay
división*
CAPITULO EL
Del reqicrinUesto qie el Rey de iVirtofil esibló á faeer al Rey 6
la Reyna.
Estondo el Boy é la Beyna en la villa de Valla-,
dolid entendiendo en la provisión de estas cosas,
embió á ellos el Bey de Portogal un Caballero de su
casa, que se Ikmaba Buy de Sosa. Con el qual les
embió decir que bien sabia que la Princesa Dofia
Juana su sobrina era fija legitima del Bey Don Sn-
DON PEfiNANDO
ríqne de Outílla é de León, y herodora do sue Boy-
nos, jnrada quando Prínoeea por Boyna é Sefiora de-
Iloa por los Grandes é Oaballeros, é por las dbdades
é villas del Beyno para despnes de los dias del Bey
sa padre; á la qaal él habla deliberado de tomar
por mnger. Por ende que les rogaba é rcqaeria, que
lo dexasen estos Beynos que tenian ocupados injus-
tamente, é lio se entremetiesen á los poseer , pues
no les pertenecían, É que si algún derecho pensa-
ban tener á ellos, que fasta ser visto é determinado
por quien é como dobla los desocupasen luego , é
desasen la posesión que usurpaban. É como quiera
que según derecho , todo legitimo heredero puede
por su propria autoridad entrar en los bienes que le
portenecian, é la Boyna su sobrina lo podia justa-
mente facer como legitima heredera del Bey su pa-
dre ; pero por esousar muertes é otros males que de
la guerra se pueden seguir, saliendo ellos del Bey-
no de Castilla, él suspenderla la entrada quo en ellos
quena facer, fasta que el derecho de la una parte,
6 de la otra fuese determinado. ¿ si luego no lo
querían facer, él entendía con la ayuda de Dios en-
trar poderosamente, é poseer estos Beynos como co-
sa suya, pues lo pertenecían á cansa do la Boyna su
sobrina é su esposa. É quo si por esta cansa algu-
nas muertos é otros males y escándalos so siguiesen,
tomaba á Dios por testigo, que fuese á cargo dollos
é no al Buyo, pues les requería antes con la rasen
que con la f uersa.
CAPÍTULO X.
Do It respVMla q«« dleroa el Rey 6 la Reynt ti reqverbslento
qso Ice eabld á facer el Rey de Portogal.
El Boy é la Boyna, oida aquella embazada que
por parte del Bey de Portogal les fué fecha, ovie-
ron BU consejo con el Cardenal de Espafia é con su
hermano el Marqués de Santillana á quien ficieron
Duque del Inf antadgo, é con el Almirante, é con el
Duque de Alva, é con el Condestable Conde de Ha.
ro, é con otros caballeros y perlados de su Consejo;
é con el acuerdo dollos respondieron, que se mara-
villaban mucho del Bey de Portogal, querer agora
de nuevo despertar materia tan injusta, la qual sa-
bia él muy bien que según razón se debiera callar,
por oscusar plática que de necesario redundaría en
injuria de personas reales ; é que no estaba por co-
nocer á él la verdad del derecho de Dofia Juana su
JBobrina quo agora quería proseguir, ni podrían creer,
por ser príncipe dotado de tan claras virtudes, que
pensase mover guerra tan grande sobre fundamen-
to tan injusto , rin haber primero mayores é mas
dertas informaciones , especialmente considerados
los cercanos é grandes debdos de sangre que con
ellos tenia, é la buena é loable paz que hay entre
BUS Beynos é los Beynos de Portogal. É que le plo-
guiose considerar, que aquellos caballeros que le
llamaban para ezecucion dosta justicia, mas lo fa-
cían movidos por sus proprios intereses, que con so-
lo del derecho que publicaban. Porque él sabia bien
que aquellos meemof é bus padree eran los que po-
É DOSA ISABKL. 261
00 tiempo antee hablan tenido el voto contrario, é
publicaron por toda Espafia é aun fuera dolía, que
aquella Dofia Juana ni era ni podia ser fija del Bey
Don Enrique ; é insistieron en ello para lo verificar,
faciendo grandes ayuntamientos de gentes , é po-
niendo escándalo en el Beyno. Lo qual daba clara-
mente á entender, como en la primera división se
mostrafon escandalosos, pues lo que afirmaron es-
tonces negaban agora, é agora se muestran oobdi-
ciosos, pues lo que agora confiesan negaron eston-
ces. Otrosí le embiaron decir, quesemombrase quan-
do el Bey Don Enrique le ofreció por muger aque-
lla su sobrina, é con ella le otorgaba la suboesion
de los Beynos de Castilla é de León ; que ni quiso
aceptar el casamiento , ni menos la suboesion , por-
que no estaba saneado del derecho que su sobrina
podia tenor á estos Beynos. Todo lo qual conside-
rado, con ánimo limpio de pasión , según que á la
conecioncia do persona real convenia, le rogaban,
que no le moviesen las razones de aquellos que ten-
tando sus intereses en una y en otra parte, determi-
naban el derecho do fallaban su mayor utilidad. É
que 80 dexase dosta opinión , do tantas muertes é
destruioiones de necesario se signirian ; en lo qual
f aria lo quo principe virtuoso é temeroso de Dios
debe facer. B que si todavía acordaba insistir en
esta demanda, le dizeee en como ellos poseían estos
Beynos por la gracia é voluntad de Dios, é por jus-
ta é derecha suboesion perteneciente á la Boyna he-
redera legitima dollos. É que si el Bey de Portogal
decía pcrtonecerle por alguna acción, ellos estaban
prestos de le responder por justicia; é bí otra algu-.
na vía de fuerza é de escándalo quería mover, á ellos
pesaba mucho. Pero que agora fuese por derecho,
según dobla, agora por fuerza , según decía, le res-
ponderían, tomando ante todas cosas á Dios de su
parte, porque no les fuese imputada culpa dé las
muertos , incendios é otros males , que dello se si-
gniosen en Castilla y en Portogal, pues él quena ser
movedor é causa principal dollos.
CAPÍTULO XI.
De lo fne el Rey é la Reyaa emblaroa á deelr al Har^iét
de VUlésa.
Despedido el Embaxador del Bey de Portogal
con esta respuesta, luego el Bey é la Beyna embia-
ron dedr al Marqués de Villena, que mirase' bien
quantas muertes é destruiciones se habian seguido
en estos Beynos por la división que en ellos prind-
palmonto causó el Maestre de Santiago su padre,
quando se juntó con algunos perlados é caballeros
del Beyno, é ficieron Bey al Prindpe Don Alonso.
De la qual enfermedad no aun libres, quería agora
tomar á facerlos recaer en la mesma dolenda que
habian padecido. É que d no quería nürar su oons-
cienoia, ni menos la fama que cobraba de homo, é
fijo de homo causador de esoándalos, i lo menos se
doliese de tantos males, quantos por su parteé cau-
sa en d Beyno se aparejaban; é quanto pdigro
ocurría eñ bu persona y estado, é quanto dafio de la
262
0BÓNI0A8 DB LOS BBTES DB CASTILLA.
guerra se podía seguir en su tierra é patrimonio,
porque no era posible estando todo elReyno en
guerra, que su tierra estoviese en pas. Por ende qu®
le rogaban ó requerían con Dios, que se dezase d^
aquel camino que quería llevar,, é pensase pacificar
su persona y estado ; é que ellos le confirmarían to-
do, lo que el Maestre su padre le dexó, é le darían el
Maostradgo de Santiago , é allende desto le-farian
. otras mercedes. El Marqués de Villena respondió
que ya no era tiempo de se retraer de lo que había
comenzado, ó que tenia por su rey é sefior deetos
Roynos al Rey Don Alonso de Portogal é á la Bey-
na Dofia Juana su esposa, á quien de derecho perte-
ueoian ; por endo que no le f ablasen mas en aquella
materia. Oida esta respuesta , luego el Bey ó la Bey-
na pensaron de poner gran recabdo en el Beyno, y
embiaron sus oartas á todas las cibdades é yillas pa-
ra que fuesen bien guardadas, de manera que nin-
guna persona se pudiese apoderar dellas. T escrí-
biorou á algunos Grandes é Caballeros del Beyno,
faciéndoles saber la embazada que el Bey de Por-
togal les había emblado , é la respuesta que le ha-
bían dado. É porque sopíerou que el Bey de Porto-
gal facía aderezos de guerra , é llamaba su gente
para entrar en C&stiUa , mandaron que estoTÍesen
prestos con sus gentes para les servir é defender
estos Bey nos, según que buenos é leales sdbdítosson
obligados á facer. Sabido esto en el Beyno , luego
los gentes del, comeen semejantes casos suele acae-
cor , ovieron diversos pensamientos. Á los unos pe-
saba mucho, recelando los males que vienen á tor
dos generalmente de las guerras é divisiones, y es-
tos eran los hornee pacíficos é de buenos deseos.
Otros aunque eran aficionados al servicio del Bey é
do la Bey na, placíales de aquellos escándalos, por
ver necesidades en que los oviesen de servir, por-
que ficiesen mención dellos é les ficiesen mercedes.
A otros deseosos de novedades piada, por ver mu*
danzas de tiempos, en que pensaban adquirir rique-
zas é honores. Otros pensaban de allegarse ala par-
to que mejor partido les ficiese. É ¿ otros muchos
placía, no por otro respeto , salvo por ver tiempo
. disoluto, sin ninguna orden ni miedo de justicia,
donde con robos é fuerzas pensaban adquirir bie-
nes. É ansí los unos como los otros, proveyendo á
sus proprios intereses, habían varios consejos, é da-
ban diversos juicios, y estaban escandalizados, los
ánimos alterados, dnbdando á qnal parte Dios é la
fortuna sería mas favorable. Pero los homes cíbda-
danos é labradores, é todos los mas de la caballería,
é los fijosdalgo de Castilla, eran aficionados al Bey é
á la Beyna, é odiosos á los Portogueses, por la ene-
mistad antigua que es entro Castilla é Portogal. Es-
pecialmente eran odiosos á aquella Dofia Juana,
porque creían no ser fija del Bey Don Bnríque , é
que habla seydo engendrada de feo é detestable en-
gendramiento, ó deseaban mucho la vitoría del Bey
é de la Beyna , por ser fija del Bey Don Juan. La
Beyna estaba muy turbada de ver los escándalos é
alteraciones del Beyno ; é cgmo desde su nifiez ha-
bía seydo huérfana é criada en grandes necesida-
des, considerando loa males que habla visto en la
división pasada, recelando mayores en la que veía
presente, oonvertióse á Dios en oración, é los ojos é
manos alzados al cielo dixo ansi : cTú, Sefior, que
sconooes el secreto de los corazones, sabes de mi,
sque no por via injusta , no por oantela ni tiranía,
»mas creyendo verdaderamente que de derecho me
9 pertenecen estos Beynos del Bey mi padre, he pro-
B curado de los haber, porque aquello que los Beyes
«mis progenitores ganaron oon tanto derramamien-
sto de sangre, no venga en generación agena. A tí,
sSefior, en cuyas manos es el derecho de los Bey-
Bnos, suplico hnmilmente, que oigas agora la ora-
scion de tu sierva, é muestres la verdad, é manifies-
stes ta voluntad oon tus obras maravillosas: por-
sque si no tengo justicia, no haya lugar de pecar
vpor ignorancia, é sí la tengo, me des seso y esfuer-
»zo para la alcanzar con el ayuda de tu brazo, por-
»que con tu graoía pueda haber paz en estos Bey-
»nos, que tantos males é dostruíciones fasta aquí por
Besta causa han padecido. » Esto oían decir á la Bey-
na muchas veces en aquellos tiempos en público, y
esto deda, que era su príncipal rogativa, á Dios en
secreto.
CAPÍTULO xn.
De lu amonestaciones qno Icieron al Arsobispo de Toledo por-
qie no se jnnlase con el Rey de PortofaL
Como el Bey é la Beyna sopieron que el Arzobis-
po de Toledo (1) tomaba propósito nuevo, é quería
favorecer la parte del Bey do Portogal , acordaron
de embiar á él algunas personas de su Consejo, por
le retraer de aquel camino. El qual respondió áspe-
ramente , mostrando con orgullo grandes querellas
del Bey é de la Beyna, didendo que no le habían .
tratado con la honra que debían, ni dado los oficios
que el Bey le habia prometido ; é deda otras razo-
nes , por do mostraba gran descontentamiento. É
de secreto se sopo que todavía determinaba seguir
aquella via del Bey de Portogal, porque el Marqués
do Villena que estaba con él, le había traído á la
opinión suya; cerca de lo qual ayudaba mucho
aquel Fomando de Alarcou, que habemos dicho
que era privado dol Arzobispo , á quien mediante
muchas dádivas é promesas, el Marqués de ViUená
habia corrompido é traído á su opinión. El Conde
do Buendia, Don Pedro do Acuña, quando sopo que
el Arzobispo de Toledo su hermano tomaba propó-
sito nuevo contra el Bey é contra la Beyna , con
gran sentimiento que dello ovo, vino á él é trabajó
(1i Con este motivo el Cronista Femando del Palear, por Ban-
dado, scfon entonces se dyo, de la Reyaa, escribió al Anobispo
ana larga carta, qne es la 3 do las snyu, haciéndolo ter sn mal
porto, y persoadléndole á qne mndara sn propósito y diese psx
al Reyno. A la qnsi el Arsobispo falso responder por«un caballero
criado de sn cssa, escnsándose, y dando i entender, qne no ba<«
ria nada qne no debiese contrs el Rey y Is Reyoa. Entonces el
Cronista, con la libertad qne le dabs la JnsUcis de sn cansa, toI-
I vid á tonar la ploma y escribid á dicho caballero la carta que
puede verse ignalnienie en Isa snyas, Letra & Una y otra trae 4 la
Iclia Mnald., UUt. d4 lot S^a CüMícoí, e, IS p 13.
DON FERNANDO
mitchoi ansí por tu persona, oomo niodiante algu-
nos religiosos é otros sos oriados, por le retraer de
aquella yia que tomaba. É ni la autoridad de aque-
llas personas, ni la fuersa de sus rasones, ni meroo-
des que le prometieron , ni inoonyinientos que le
mostraron, pudieron retraerle de aquel propósito. É
▼ista la pertinacia que mostraba , todos aquellos,
aunque sus debdos propinquos, fueron indinados é
mostraron grand odio contra él , considerando que
siempre habia serrido al Bey é á la Beyna en los
tiempos pasados, é agora que en tiempo de necesi-
dad era mas menester su serrioio, movido por Inte-
rese, ó por otra alguna pasión , no solo dezaba de
los serrir, mas deliberaba de los deservir, juntán-
dose con el Rey de Portogal á poner nueva divi-
sión en el Reyno ¡ sin haber respeto á los juramen-
tos que pocos dias antes habia fecho, de tener siem-
pre al Rey é á la Reyna por sus reyes ó sefiores na-
turales, é de los servir lealmente.
OAPÍTULO XIII.
Ds eoHO la R^yia pttd aqsMde los psertoi, é fino ptn Toledo.
Si Rey de Portogal, oida la respuesta que em-
biaron el Rey é la Reyna con aquel caballero Ruy
de Sosa, é oomo fué certificado por el Marqués de
ViHena que el Arrobispo de Toledo y el Duque de
Arévalo se juntarían con él é le servirían, luego fiao
llamar todas las gentes de guerra de su Reyno, en
número de cinco mil bornes de á caballo , é quince
mil peones. B según se decía, agraviando sus vasa-
llos en los pechos que les puso y emprestidos que les
demandó, llegó gran suma de dinero, é lu<^o movió
con aquella su gente para entrar en Castilla. Sabi-
do por el Roy é por la Reyna que estaban en Valla-
dolid, la entrada del Roy de Portugal en sus Rey-
nos, é como el Anobispo de Toledo determinaba
de se juntar con él ; luego acordaron, que el Rey
quedase en Valladolid, é con él el Cardenal de Espa-
fta y el Almirante, é otros algunos caballeros, para
proveer en toda aquella tierra é sus comarcas ; é
que la Reyna pasase aquende el puerto, é viniese á
Toledo para proveer desde aquella cibdad en las
cosas del Reyno de Toledo é del Andalucía y Es-
tremadura, é de todas aquellas partee. Ansimesmo
acordó de ver en aquel camino al Arzobispo de To-
ledo, por le retraer de aquel propósito que habia to-
mado. B mandó ai Duque del Inf antadgo, é al Con-
destable Conde de Haro, é al Duque de Alva que
fuesen con ella. B oomo llegó á Losoya, acordó des-
de allí embiar al Anobispo á le decir que ella que-
ría ir á la su villa de Alcalá á le ver é f ablar. IBete
acuerdo que la Reyna tomaba, pareció bien á los
caballeros que con ella venían, é á los mas de su
consejo porque ordan, que quando el Araobispo
viese á la Reyna, f arla todo aquello que le rogase,
mayormente compliendo con él en todo lo que se
pediese complir ; é loaban mucho su oondicion, por-
que pedia forsar su voluntad para ir á f ablar á un
natural suyo, después de tan agras respuestas oomo
lo haUa amblado. Otros algunos, en especial aque-
É DOSA ISABEL. ^ 268
Uos que conocían al Ansobispo é habían ido é él
por mandado del Rey é de la Reyna sobre esta ma-
teria, recelando su duresa, le consejaban que no
debía ir, porque no se guardaba su preeminencia
real. B que sería mejor consejo, ombiar uno de aque-
llos caballeros que iban con ella, que eran de los
mayores del Reyno, é personas de graiid autoridad;
porque si ella fuese en persona, mostraría gran fla«
queza de su partido , lo qnal dafiaria mucho en los
negocios principales que por estonces ocurrían. De-
cían ansimesmo , que no podía la Reyna ofrecer al
Arsobispo mas de lo que ellos de su parte le habían
ofrecido ; ni le podían decir ni consejar mas, de lo
que su hermano el Conde de Buendia é otros sus
paríentes é criados é algunos religiosos le hablan
amonestado é consejado; é que las semejantes vis-
tas, sobre cosa concertada se suelen é deben facer.
Porque si el Arzobispo no aceptase el ruego que la
Reyna le fidese en persona, doblarsería la enemis-
tad, é su meemo yerro le faria ser mas duro deser-
vidor ; de manera que vemia tarde la reoonci- ^
Haden que del por ventura en algún tiempo se es- *
peraba. B dedan otras muchas razones, por escusar
aquella ida que la Reyna en persona quería facer.
La Reyna respondió: «Porque yo tengo gran oon-
» fianza en Dios, tengo poca esperanza en el servi-
»vio, é poco temor del deservido que el Arzobispo
«puede facer al Rey mi sefior é á mL E m el Arzo-
B hispo fuese otra mayor persona, pensaría mas en
«mi ida é él ; pero porque es mí natural é ha. estado
Bcn mi servido familiarmente, quiero ir áél, porqué
«pienso que mi vista le mudará la voluntad, ó le
«podrá retraer deste propósito nuevo que quiere te-
B mar. E solo por satisfacer á la opinión del pueblo
Bque piensa que ha servido al Rey mi sefior é á mi,
B quiero facer esta diligencia, por no le dezar errar
Bm pudiere; é no quiero pues que puedo, quedar
B con pensamiento que me acuse , pensando que d
B fuera á él en persona, le pudiera retraer deste oa-
Bmino errado que quiere tomar.» B acordó que d
Condestable fuese primero á f ablar con él ; é la
Reyna quedó en Lozoya, ó con ella los Duques dd
Inf antadgo é de Alva. El Condestable por manda-
do de la Reyna, fué á la villa de Alcalá; é luego
d Arzobispo fabló con él, é repitióle los servidos
que habia fecho al Rey é á la Reyna ; é dfxole quan-
to eran notorios los peligros de su persona, é gas-
tos de su f adenda que habia fecho por les servir ;
é que siendo príndpes, teniéndolos en su casa é
tierra, le habia prometido para quando oviesen d
Reyno grandes mercedes, é que nunca ovo dallos
oficio ni merced. Andmesmo les diso, que mayores
honras facían, é daban mas parte de sus consejos
£ otros perlados é caballeros á quien no debian dar,
que á él que les habia and bien servido, oomo á to-
de el mundo era notorio. B que en todo le habían
seydo tan ingratos é le hablan tratado tan deshon-
radamente después que eran Reyes, quanto no pu-
dieran tratar al menor oapdlan de su casa ; é que
acordaba de tomar por su honra', é dar á entender
especialmente á la Reyna, en que manera se habia
264
de tratar persona que tan bien le liabia servido, ansi
eñ Btt oasamientOy como en todas las otras cosas.
EiSte Oondestable era home discreto ó bien f ablado,
é deseaba madio retraer al Arzobispo de aquel ca-
mino que tomaba ; é después que le oyó bien, é vi-
do que habia descargado sus quexas, como quier
que conooia bien quanto trabajo se requiere para
retraer al argullosodel propósito que tiene concebi-
do, le respondió :
«To, sefior, tengo creido, que mayor fama de
magnífico os dio vuestra naturalesa , que os pudo
dar vuestra dignidad. Pero si los actos de la mag.
nificenda carecen de rasen, mas serán reputados
actos de home voluntarioso , que de magnífico.
Oído habcmoB de voa muchas veces , que habéis
servido bien al Bey ó ala Boy na, seyendo prínci-
pes, ó qtie los habéis tenido en vuestra casa algu-
nos tiempos , é habéis pasado trabajos , fasta que
por la grada de Dios son venidos al estado real
en que están ; é conolub sobre todo de haber ven-
ganza desta ingratitud , que contra vos decís que
han mostrado. Verdad es por cierto , sefior, que
mejor fuera ni vos repetir vuestros servicios , ni
yo recontar lo que el Bey é la Beyna han fecho
por vos ; porque repetir el beneficio , parece acu-
sar la ingratitud. Pero tanto é por tantas partes
los publicáis por ingratos, que será forzado dar
rason desta ingratitud que les imputáis. Vos, se-
fior, sabois las guerras acaecidas en estos Boynos.
quando vos é otros perlados é caballeros alsastea
on Avila por Bey al Príncipe Don Alonso, é se
fizo aquella división ; la qual vos principalmente
la sostuvistes, publicando quasi por toda la ohris-
tiandad, que con sana oonsciencia no podíais so-
frir, que el Príncipe Don Alonso, fijo del Bey Don
Juan, de quien habíades recebido mercedes, per-
diese la subcesion de estos Beynos que de derecho
le pertenecía, ó la oviese aquella sefiora Dofia
Juana que se decía fija del Bey Don Enrique,
puerto el Príncipe, recelando la enemistad que el
Bey Don Enrique ternia con vos por las cosas pa-
sadas, acordastes de tomar por escudo de vuestra
defensa á la Beyna, que estonces subcedió Prince-
sa en lugar del Príncipe su hermano ¡ la qual se
dispuso á todo trabajo por librar vuestra persona
y eiitado. Vos, sefior, sabéis bien que según las co-
sas pasadas, no pudióradcs seguramente sostene-
ros, sin algún amparo cierto de persona real, por
cuyo respeto fuésedes defendido, según que lo
fuistes por la Bcjma todo el tiempo que con ella
estovistes. E allende desto sabéis los beneficios
honras, dádivas ó mercedes de dineros é otras co-
sas, que el Bey ó la Beyna muchas veces os ficieron,
las quales bien consideradas, sin dubda incurriría-
dea vos á ellos en mayor caso de ingratitud, si
dexásedes de los servir, que ellos á vos si no remji-
nerasen á vuestra voluntad los servicios que decís
haberles fecho. También sabéis que por sostener á
vos solo, dezó la Beyna de haber por servidores á
otros muchos Grandes del Beyno, que por vuestra
causa se excusaron de la servir. Pero dexemos
CBÓNIOAS DE LOB BBTE8 DE CASTILLA.
• agora, sefior, la fabla de los cargos secretos que
» vos tenéis del Bey é de la Beyna , ó de los serví-
icios públicos que decís que lesfioistes. Sabéis bieu,
» sefior, que muerto el Bey Don Enrique fueetes á Se-
Bgovia, donde jurastes públicamente sobre un libro
» misal, de tener por vuestra reyna é sefiora natural
»á la Beyna, según que los mas de los Perlados é
» Grandes, é Oaballeros del Beyno lo ficieron. Ago-
»ra, sefior, si mudáis el propósito dies afios contí-
»uuado por enojo de tres meses habido, querría sa-
»ber de vos como podéis sanear vuestra oonsciencia,
Ȏ guardar vuestra honra, contradiciendo lo que
Bcon tantas informaciones oreistes, é tanto tiempo
Bguardastes, é tan poco ha jifi*astes ó firmastes ; ó
»que casos de ingratitud pueden ser estos cometi-
tdos contra vos, dado que mas graves fuesen de k>
tque recontáis, que puedan quitar á la Beyna el
» derecho de su subcesion , é absolver á vos del ju-
trameuto que le ficistes, salvo sí pensáis que el dere-
»cho de sor ó no ser Bey de Castilla, consiste sola-
B mente en tener ó no tener á vos contento; é que
Bsolo vos por vuestra autoridad podéis quitar aquo-
bUo, que muchas veces publicastes haber dado Dios
ipor la suya. No parece por cierto, sefior, can-
B sa suficiente para quebrantar la fidelidad que se
Bdebe al Boy, porque no faga honras á quien las
B merece, ni mercedes á quien las demanda caso«quo
B ge les haya bieu servido; porque si este tal no
B ganase nombre de liberal, ni por esto perderá noui-
Bbre de Rey, ni el derecho de su reyno. Ni porque
Bos parezca que la Beyna ofendió á vos, no de-
B beis vos ofender á Dios , quebrantando lo que ju-
B raste^ ayudando á facer en el Beyno división. De
Bla qual como de pecado abominable todos debemos
Bfuir ; especialmente vos, que de los peligros de la
B división pasada debríades estar escannentado , ó
B tener ante los ojos, que si trabajastes por facer Bey
Bal Príncipe Don Alonso, ántts se fizo la división
Bque vistes, que el Bey que pensastes; é queréis
B agora recaer en el fierro que conociste haber cai-
Bdo, quando tornastes á la obediencia del Bey Don
B Enrique. Mirad bien por Dios, sefior, que estas va-
Briedades allende de ser peligrosas, no en pequefia
B injuria se reputan do persona de tal edad á dígni-
Bdad como vos tenéis. Debéis ansimesmo pensar
Bque ni Dios permitirá, ni las gentes consentirán,
Bque vos, movido por qualquier enojo, pensedee
» quitar ni poner rey on Castilla; porque quando lo
BquesÍBtes facer, oviutes mayor peligro en lo que
Bcometistes, que efeto de lo que pensastes. E por
B tanto, sefior, alimpiad vuestro espíritu desemejan-
Btes pensamientos é poneos on la virtud de la tem-
B planza, avenidora de la voluntad con la razón ; ó
B luego conoceréis el camino errado que tomáis, y el
B verdadero que sois obligado de llevar. E cerca de
B la querella que tenéis por estos oficios que pedís,
Boomo quiera que seáis merecedor de grandes mer-
B cedes; pero si consideráis que el home templado
B debe moderar también sus demandas, como tem-
B piar sus dádivas , conoceréis no ser cosa razonable
«haber pedido aquellos ofioioSi que los mas prínoi-
DON FJBRNANDO
pftloÉ ■enridores é oriados sayos tíenen, é toyieron
BUS padres é abuelos , sirviendo en ellos al Rey sn
padre é á él ; é Teréis ansimesmo el deservioio
grande que se le signiria , n por tener á vos solo
oontento, agraviase á los principales de sa oasa on*
yos son ; los qaales temian mayor razón de se que-
zar si les quitasen 16 suyo, que vos tenéis porque
no vos dan lo ageno. Allende destoparesceria que
el amor que mostr&bades al servicio destos nues-
tros sefiores, y el derecho que publioábades tener
la Rey na á estos ReynoSi no era por respeto de
verdad, mas por fin de interese, pues cesando
aquel, proourábadee de los deservir. Por ende, se*
flor, yo vos ruego oon Dios ó requiero que apar-
téis do vos este propósito ; é pues vuestra digni-
dad os obliga ser ministro de paa, vuestra condi-
ción no os fuerce ser materia de escándalo, ni pue«
da agora en vos mas la pasión que la razón. Per-
maneced en lo que habéis jurado é principiado, ó
uo perdáis los servicios que decis babor fecho oon
este deservido tan grande, que sobrepuja á todo
lo que habéis servido, dado que en mayor calidad
6 quantidad fuese. E pues la Reyna allende de
qnantas honras os ha fecho, se dispone á venir
por su persona á vos fablar, é le place oomplir en
todo lo que so pudiere oomplir ; básteos este tan
gran acto para satisfacción de vuestras querellas,
porque no siento yo injuria tan grande, que la
presencia desta nuestra sellora no os sanease, con-
siderada su grandeza, é la reverencia é obedien-
cia que le es debida. E no sintáis tanta graveza,
si el Rey é la Reyna tienen cerca de si otros Perla-
dos é Caballeros ; porque como sabéis, los reyes
«no deben cerrar su puerta, ni menos su voluntad
real, á aquellos que oon toda lealtad se dispo-
uon á los servir. E si por ventura el sentimiento
de la pasión que agora toneis, os venciere para no
servir á estos sefiores como debéis, á lo menos por
vuestra honestidad no los desirváis. B deliberar de
guardar vuestra autoridad, estando quedo en vues-
tra casa, ó no os juntéis con el Rey de Portogal;
porque pensando deservir al Rey é á la Reyna,
dañaréis vuestra consciencia, d disfamaréis vues-
porsona, para os traer en la indinacion de Dios , é
odio del pueblo.»
Oidas las razones del Condestable, luego pareció
que el Arzobispo se inclinaba á sus consejos é amo-
nestaciones , porque conoda que este Condestable
era heme de buen seso, é lo decia con sana inten-
ción. E muchos de sus debdos é criados quisieran
que el Arzobispo pusiera en obra el consejo del
CondesUble, el qual los parecía haber fecho mayor
ef eto en él por las razones que habia dicho , que
ninguna de las amonestaciones que otros muchos
lo hablan fecho ; é todos los mas le consejaban que
fioiese lo que lo amonestaba. E otros algunos le
dedan, que si no lo queria facer , á lo menos deli-
berase estar quedo en sn tierra, é no se mostrase
por la una parte ni por la otra. Pero al fin, partido
el Condestable^ como el Arzobispo estaba remitido á
la gobernación de aquel borne que habernos dicho
É DOfiA ISABEL. 2G5
que se llamaba Femando de Alaroon, é tenia cerca
de sí algunos caballeros ó otros homes de malos
deseos, que por sus proprios intereses le movían á
guerras y escándalos, inclinóse mas al consejo de
los escandalosos que á la amonestación de los pa-
dficos. E luego tomó á insistir en su dureza, ó dizo
que no queria mudar el propósito que habla to-
mado de soguir el partido del Rey de Portogal ; é
que no debia venir la Reyna alU do estaba , porque
si ella viniese, él determinaba de la no esperar, é
irse á otra parte. Quando la Reyna fué avisada del
propósito del Arzobispo, no curó mas del, é oontinó
sn camino para la dbdad de Toledo. Algunos cria-
dos é parientes del Arzobispo, viendo como negó la
vista de la Reyna, aunque en su- oasa habia diver-
sas opiniones (porque unos le consejaban que si-
guiese el partido del Rey de Portugal , á otros pe-
saba mudio de aquel camino que tomaba), pero
también los unos como los otros quedaron escan-
dalizados, é no sabían dar razón do aquella fealdad
que el Arzobispo fizo, é imputaban toda la culpa á
aqael Femtodo de Alaroon que gelo habia conse-
jado ; otros lo imputaban al Arzobispo, por dar cré-
dito en tan grandes cosas á homes de tan baza con-
didon.
CAPÍTULO XIV.
De lo qoe ol Gardestl escribió al Rey de Pertigal» é de so res-
pieeta.
El Cardenal de Espafia que quedó con el Rey en
Valladolid, visto el escándalo é las guerras que por
todas partes se movían en el Reyno , pensó poner
esta demanda en algún trato de concordia : y em-
bió un su Capellán al Rey de Portugal oon una letra
que decia ansí.
c Muy ezoelente Rey é Sefior : Las virtudes de
B vuestra real persona me mueven á os suplicar, é
«aun á ezhortar, que mirds mas en la entrada qae
» deliberáis facer en estps Reynos, porque la empre-
B sa que tomáis es grande, é los fundamentos que para
sella tenéis parecen poquefios. E por tanto, sellor, si
sos place suspender en ella por algunos dias, yo tra-
i bajaré con bueno é igual ánimo de concordar al Rey
»é á Reyna mis Seflores oon vuestra softoria, de tal
» manera que Dios sea servido, é la honra do ambas
Blas partes guardada.»
El Rey do Portogal, vista la lotra del Cardenal,
respondiólo en esta manera : t Agradézoovos mu-
Boho, Reverendísimo señor primo, vuestro buon de-
Bseo, y pluguiérame de lo facer, salvo porque estoy
Bya puesto tanto adelante en esta demanda, que
B con buena honestidad no me podría della retraer.
BtPero quiero que sepáis que tengo tantos é tan
B buenos fundamentos para proseguir esta empresa,
Bque quisiera teneros de mi parte por el bien vues-
Btro, é del Duque vuestro hermano, é de los Caba-
Blleros vuestros parientes.B
B and el Rey de Portogal no quiso por estonces
fablar en partido ninguno de los que le fueron mo-
vidos, por d grand orgullo que le ponia la gente ó.
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0RÓNI0A8 DE LOS BBYE8 DB GÁOTILLA.
dinero qoo trftU de Poriogal , é los Gabftlloros de
Castilia que se habían mostrado ya por su parle, ó
por otras muchas oíbdadea é villas ó oaballeros que
pensaba tener á su obediencia en pocos dias, según
lo habia seydo ofrecido por el Marqués de Villena
é por el Anobispo de Toledo.
CAPÍTULO XV.
Dtt las eoias qse el Rey flio allende del puerto, eoiretaato que la
Reyna esiovo en la elbdad de Toledo.
El Roy, con consejo del Cardenal é de otros ca-
balleros que con él quedaroui acordó de ir á lascib-
dades de Salamanca ó Zamora, ó refirmar las segu-
ridades é pleytos omenagos é juramentos , que los
Caballeros é Regidores de aquellas oibdades hablan
fecho á él é á la Reyna ; porque como dicho habe-
rnos, todos estaban dubdosos, é qualquiera nueva
que les venia , les ponia alteración en los ánimos.
Conocido por el Rey, tovo manera que los oaballe-
ros é homes principales dellas refirmasen las segu-
ridades que antes hablan fecho ; é juraron de nue-
vo, é fioieron pleyto omenage de servir al Rey é á
la Reyna con toda lealtad, como á sus Reyes é Se-
fiores naturales contra el Rey de Portogal, é contra
los otras personas que fuesen en su deservicio. Y este
mesmo juramento é pleyto omenage fiao en Zamora
Alonso de Valencia, Mariscal de Castilla, que tenia
la fortaloEa, é Juan de Porras, su suegro, un Caba-
llero que era Regidor é tenia gran parte en la db-
dad. A la cibdad de Toro no fué , porque Rodrigo
de Ulloa, Contador mayor dol Rey é vecino de aque-
lla cibdad , tenia la fortalesa, y estaba en servicio
oontino del Rey é de la Reyna. Pero otro su herma-
no mayor, que se llamaba Juan de Ulloa, estaba
apoderado de la cibdad. El qual teniendo las con-
diciones de homo tirano, habia fecho contra los
vecinos de aquella cibdad ó de sus comarcas gran-
des crimines, especialmente en el tiempo del Rey
Don Enrique fizo aforcar de las ventanas de sus
cosas un Licenciado que se llamaba Rodrigo de
Valdivieso, Oidor de la Audiencia del Rey, é de su
Consejo, ó á otro que se llamaba Juan de Villalpan-
do, caballero emparentado ó de los principales de
Toro. Otros! desterró á todos los oaballeros natura-
■ les della, ó tomóles sus bienes, á unos porque le im-
pidian BU propósito de señorear, á otros porque no
gelo impidiesen. E con estas formas que tovo que-
dó toda la cibdad á su mandado. Este Juan de Ulloa
recelando de los muchos querellosos que le acusa-
ban, é que sus crimines por ser de tan fea calidad
no eran perdonables, estaba obstinado é corrompi-
do de tal manera, que ni tenia pas consigo ni la
podía tener con otro ; é perseveraba siempre en de^
lites, aftadiendo unos ¿ otros, pensando salvarse de
unos males con otros. Los quales le ponían tanto
miedo, que el perdón que el Rey é la Reyna le fa-
cían, no le daban seguridad ; é pensó que sirviendo
al Rey de Portogal, é dándole la cibdad, consegui-
rla más é mejor seguridad de su persona é acrecen-
de Ir á la cibdad de Toro. Ansimesmo estaba en
aquella sason en el castillo de Caatronufio, que es
del prioradgo de Sanct Juan , un Aloayde, que se-
gún habomos dicho, habla cometido muchas fuer-
sas é robos ; el qual recelando las penas en que in-
currió por los crimines que habia cometido, no se-
guro en el perdón qne el Rey é la Reyna le fadan,
como quiera que costrefiidos por la necesidad pre-
sente gelo hablan prometido. Durante el tiempo
que el Rey estovo ocupado en estas cosas, la Reyna,
según habemos dicho , pasó á la cibdad da Toledo,
donde fué muy bien recebida ; y estovo alli algu-
nos dias proveyendo las cosas necesarias á la guar-
da de aquella cibdad, é de las oibdades de Andalu-
cía, é de Estremadnra, é de todas aquellas partes.
Esto fecho, dio sus poderes bastantes al Conde do
Paredes Don Rodrigo Manrique , que se llamaba
Maestre de Santiago , para poner guarda en todas
las oibdades é villae del Reyno de Toledo, é de sus
comarcas, é para facer guerra á sus deservidores. B
mandó á Don Juan de Silva, Conde de Cifuentes, é
á otros caballeros de la cibdad de Toledo, que oon
su gente viniesen con ella á la villa de Valladolid,
do el Rey estaba.
CAPÍTULO XVI.
De cono se alzaros los de Alearai, 6 cercaros la fortalon.
Entretanto que estas cosas pasaron, los de la cib-
dad de Alearas, que tenia opresa el Marqués de Vi-
llena, deseando salir de aquel seftorío é ponerse en
la libertad real, tomaron las armas oontra los dol
Marqués de Villena , ó cercaron la fortaleza que te-
nia un Alcayde que se llamaba Don Martin de Gus-
man. E como los de la cibdad por la osadía que co-
metieron se fallaron libres de aquel señorío, embia-
ronlo facer saber al Conde de Paredes, Maestre de
Santiago, para que les ayudase á tomar la fortale-
sa, porque la cibdad toda estoviese por el Royé por
la Reyna , sin el impedimento que de la fortalesa
recelaban. E luego el Maestre de Santiago , reoebi-
das las letras é mensageros de la cibdad, les respon-
dió, que ellos habían fecho como buenos ó leales va-
sallos del Roy ó déla Reyna, é que luego sería oon
dios á los ayudar con la mas gente que pediese.
Los de la cibdad que recelaban del Maestre de Ca-
latrava é del Marqués de Villena , que tenían gente
de armas junta para ir á recebir al Rey de Porto-
gal, fueron alegres del esfuerso que d Maestre de
Santiago les embió, ó continaron el sitio que tenían
puesto sobre la fortaleza, é llegaron mas las estan-
zas ; é luego é pocos dias el Maestre de Santiago
vino á la cibdad con gente de caballo ó de pié, ó
apretó mas el cerco con estanzas que puso por par-
te de la cibdad é defuera della. Quando el Marqués
de Villena sopo quo los do Alcaraz se hablan alzado,
fué con la gente de caballo é de pié de su casa é de
la casa del Maestre de Calatrava su primo , é del
Arzobispo de Toledo á socorrer la fortalesa que es-
taba por él. Los de la dbdad de Alcaraz, como se-
lamiento de su casa ; é por esta causa dexó el Rey | pierou quo d Marqués de Villena venia con tanta
DON F£BNANDO
genio, reoelaron la perdición de la cibdad, pensan-
do qno el Maestre loa desampararla por no tener
tanta gente como era necesaria para resistir al Mar>
qnés do Villona. Oonocido por el Maestre el miedo
qae los do la cibdad tenían : « Amigos , dixo , tened
1 buen ¿nimo y perseverad en vuestro esfuerzo : por-
t que con d ayuda de Dios é del Apóstol Santiago
» entendemos dar la orden que conviene en esta em-
•presa, para que no recibáis el dafio que teméis, é
•consigáis el fin que deseáis. Aquellos do yo vengo,
• ui acostumbraron fuir los enemigos ni desampa-
•rar ios amigos, ni yo menos lo faré ; antes entien-
•do dar aqui fin á este cerco defendiéndolo, ó á mi
• honra muriendo. •
Oidas estas palabras, los de la cibdad se esforza-
ron mucho, é continaron su cerco. Ansimesmo el
Rey é la Reyna quando sopieron que el Marqués de
Villona Iba á facor aquel socorro , luego embiaron
al Obispo de Avila é Alonso de Fonseca sefior de
Ooca, con gente do caballo, para qno se juntasen
con ol Maestre. El qual con la gente que tenia, é
oon la que ni Bey é la Reyna le embiaron, fortifioó
las estauzas que tenia puestas por defuera contra
la fortaleasn, de tal manera que ol Marqués de Vi-
llena que venia á la socorrer , no pudiera por nin-
guna parto entrar ni llegar á ella sin gran peligro
y estrago de su gente. Lo qual sabido por el Mar-
qués, ovo su consejo de se bolver 6 dexar perder la
fortaleaa. Quando el Alcayde que la tenia fué avi-
sado que el Marqués se habia vuelto porque no le
pudo socorrer, luego entregó la fortaleza al Maes-
tre, é quedó libre la cibdad al servido del Rey é de
la Reyna; la qual el Marqués de Villona tenia sefio-
reada como cosa de su patrimonio. Visto por el
Marqués de Villona lo que los vecinos de Alcaraz
ficieron coa el favor que el Maestre Don Rodrigo
Manrique les dio, recelando que no ficiesen otro tan-
to las otras sus villas é lugares, puso gran diligen-
cia en la entrada del Roy de Portogal ; é tomó
aquella Dofta Juana que tenia en su poder en la vi-
lla do Escalona, é llevóla á la cidad de Troxillo
donde estaba por Alcayde Pedro de Baeza criado
do su padre. Y escribió al Roy de Portogal que die-
se forma á su entrada en Cadtilla con la mayor di-
ligencia que pediese, porque de la tardanza, á él
vernia gran dosamricio, é los caballeros que estaban
á su obediencia dafios é males.
CAPÍTULO xvn.
De eoiso el Hey de Portogal entré es Gisttila,
El Rey de Portugi^l visto lo que el Marqués de
Villona le esoribió, luego entró (1) en Castilla con
aquella gente que habemos dicho. B venian oon él
(1> El Can de loi Pitaeloi sofiela las fechas de estos saeesos.
Olee ipie el ¡ley de Portof al (Don Alonso V) entró en Castilla por
el nos de Hayo» y qne habiendo pando en Plaseneia, en tt del
mismo Hayo, qne aqnei aflo Tné dia del Corpus» snbid eon sn so-
brina ai cadahalso que se babia hecho en la plasa» donde les des*
posó nn Obispo , á cayo acto se signid ei de aclamarlos por Reyes
en la forma acostumbrada. Bernaid.. €4f, 17.
É DOfiA ISABEL. 267
de SO Reyno el Daqoe de Guimarans; fijo mayor
del Duque de Berganzá, y el Conde de Faro sn her-
mano, y el Conde de Villareal , y el Conde de Por-
togal , y el Conde de Leule , y el Conde de Pineía,
y el Conde de Marialva , y el Conde de Pellamasor,
y el Arzobispo de Linboa, y el Obispo de Coimbra,
y el Obispo de Ébora , é Ruy Pereyra, y el Mariscal
de Portogal, é Don Alvaro, fijo del Duque de Ber-
ganzá , é todos los mas caballeros é gente de guer-
ra que habia en su Reyno. E los unos vendieron sus
patrimonios , é los otros empellaron sus rentas para
servir al Rey de Portogal en la prosecución desta.
empresa qne tomó. B la gente ó arreos de guerra
que traian, engendró en ellos tan grand orguUo,
que no creian que el Rey ni la Reyna osasen espe- '
rar en Castilla ; porque no tenían dineros ni rentas
donde lo oviesen, é ante de haber el vencimiento,
repartían los despojos de la victoria. B con esta,
gente, acompafiado de los caballeros que habemos
dicho, el Rey de Portogal vino á la cibdad de Pla-
senda donde le esperaba el Duque de Arévalo, se-
fior de aquella cibdad , y el Conde de Miranda Don
Di^gode Stúfiiga, su hermano, é otros oaballeros
castellanos con sus gentes. Algunos de los oaballe-
ros que eran en la compafiia del Marqués de Villa-
na é del Maestre de Calatrava , é del Arzobispo de
Toledo, é de los que SQguian el partido del Rey de
Portogal , considerando que la via que aquellos sus
sefiores llevaban , era oontraria á la via de la leal-
tad que eran obligados á guardar á su Rey é á su
tierra, se apartaron dallos. Bspeoialmente se apar-
j taren los dos prinoipales caballeros de aquella Orden
de Calatrava, conviene á saber : el Clavero Don Gar-
oia Lopes de Padilla, que fué después Maestre ^ é
Don Diego de Castrillo , Comendador mayor. Bl
Marqués de Villena que estaba en Troxillo , é soli-
citaba la entrada del Rey de Portogal, vino luego
á Plaseneia, é trazo á aquella Dofia Juana que se
llamaba Reyna de Castilla. T en la plaza de la eib-
dad se fizo un cadahalso, en el qual puestos el Rey
de Portogal ó aquella su sobrina é oon ellos todos
los caballeros que habemos dicho, el Rey de Porto-
gal se desposó públicamente con ella ; é tomadas
las manos , luego se intituló Rey de Castilla é de
Portogal , é á grandes voces un Faraute dizo ; Gu-
<s¿te, QuÜUapor el Bey Don Alomo de Portogal , é
por la lUynaDoíía Juana 9m muger proprieiaria det-
to$ Begnae. Luego el Duque de Arévalo y el Marqués
de Villena, é todos aquellos caballeros besaron las
manos al Rey de Portogal é á ella, é ficiéronles ju-
ramento é omenage de fidelidad, que según losfno-
ros de Bspafia se requería facer como á Reyes de
Castilla é de León. Bste acto fecho , luego el Rey
de Portogal ovo su consejo con aquellos caballeros
de oontinar el camino con toda su hueste para la
villa de Arévalo, que era muy fuerte y en comedio
del Reyno ; porque desde aquella villa toviose sus
tratos con los prinoipales caballeros del Reyno, é
con las cibdades é villas del , para que tomasen su
voz , é viniesen á su ser vioio ; é ansimesmo para im-
pedir al Rey é á la Reyna que no oviesen lugar dq
268
CRÓNICAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
juaUr gente. B Inego lo poso por obra, é vino para
Arélalo donde estoTO por espacio de dos meees.
CAPÍTULO XVIIL
De eoBO la lomaroDlu fUlit deNodaró de Alefreteee Por-
togal.
El Bey é la Bóyna, sabido aqael acto que el Bey
de Portogal habia fecho en Plasencia, ovieron con-
sejo deee inUtnlar Bey é Beyna de Portogal; poos
el Bey de Portogal les usarpaba sa títalo , llamán-
dose Bey de Castilla é de León ; é intitaláronse
Bey ó Beyna de Castilla é de León ó de Portogal é
de Sicilia, Principes herederos de Aragón. En aque-
llos dias , algunas gentes de las fronteras de Porto-
gal , por U parte de Badajos, entraron en el Beyno
de Portogal, ó tomaron una fortaleza que se llama-
ba Nodar. En la qual el Bey é la Beyna pusieron
por Alcayde á un caballero do Sevilla, que se lla-
maba Martin de Sepúlveda, Ye¡ftd é quatro de la
oibdad , el qual les fizo pleyto omenage por ella , ó
fizo guerra á los Portogueses por espacio de tres
aftos ; é al fin vendióla al Bey de Portogal, por di-
neros que le dio, ó no vino á Castilla de miedo que
ovo por aquel caso que cometió. En aquel tiempo
que tovo aquella fortaleza ; usó del pecado de la In-
xuria en toda manera de corrupción , é de la cruel-
dad en toda manera de tormento, é de avaricia en
toda manera de robos que fizo á amigos é á enemi-
gos. E después de algunos dias pasados acaeció que
este Alcayde quiso cometer otra traycion contra el
Bey de Portogal, ó fnyó de aquel Beyno. Ansimes-
mo Don Alonso de Monróy, Clavero de Alcántara,
que se llamaba Maestre, tomó otro lugar de Porto-
gal que se llamaba Alegróte ; el qual tovo con gen-
te de Castilla en servicio del Bey ó de la Beyna por
espacio de dos afios ; é al fin cargó gente de Porto-
gal sobre él , é cercáronlo , é porque no fué socorrido
lo tomaron á cobrar los Portogueses. E desde aque-
llos dos lugares, todo el tiempo que estovieron en
poder de Castellanos , se facía guerra á Portogal.
Ansimesmo Don Alonso de Cárdenas, Comendador
mayor de León , que como habemos dicho se llama-
ba Maestro de Santiago, visto que el Beyno de Por-
togal estaba vacio de gente de guerra, la qual el
Bey de Portogal habia traído á Castilla, recogió la
más gente que pudo de caballo é de pié de todas
aquellas fronteras, y entró bien quince dias dentro
en Portogal , é robó todos los ganados, é quemó é
taló todo lo que falló dentro en el Beyno, é tornó
con gran presa para Castilla. Los del Beyno de
Galicia por aquellas partes que son fronteras de
Portogal , facían ansimesmo guerra al Beyno de Por-
togal ; é los de Portogal facían al Beyno de Galicia,
é robaban los unosá los otros muchos ganados é bie-
nes, é llevaban de unos partes á otras prisioneros.
Especialmente uno que se llamaba Pero Alvares de
Sotomayor, que era natural de aquel Beyno de Ga-
licia, y estaba en la obediencia del Bey de Porto-
gal , desde algunas fortalezas que tenia facía guer-
ra ooutlaaá todas las cibdades é villas é tierras que
no querían estar á la obediencia del Bey de Porto -
gal. Este caballero Pero Alvares tomó la oibdad de
Tuy , que es del Obispo de aquella Iglesia, é intitu-
lóse Vizconde dellá; é tomó ansimesmo á Bayona
do Mlfio , é á otros lugares é tierras, los quales fizo
estar á la obediencia del Bey de Portogal. E duró
algunos dias en aquel Beyno la guerra; por causa
de la quaJ crecieron los tiranos é los robadores en
tanto número , que si la guerra de aquella manera
durara , todo aquel Beyno fuera destruido é despo-
blado.
CAPÍTULO XIX.
D« lo fu «a Ofte Ueapo laoeiO oa el Reyao do Pnada. '
En estos dias el Bey Eduarte de Ingalaterra, con
esfuerzo é promesa que fizo de ayudarle el Duque
diarles de Borgofla, fizo grand armada en su Boy-
no por la mar, é con quarenta mil combatientes des-
cendió en un puerto del Beyno de Francia en la
tierra de Picardía , que se llamaba Oontroy , con
propósito de guerrear á Francia, continando la vie-
ja question que aquellos dos Beynos antiguamente
han tenido. E porque el Duque estaba ocupado en
otra guerra que por estonces tenia con el Duque de
Lorena , no pudo venir á le ayudar. El Bey Don
Luis do Francia, visto que su enemigo el Bey de
Ingalaterra habla descendido en su Beyno con toda
su hueste, como quiera que tenia gran poder de
gente para le resistir; pero por ser libre de aquella
guerra para mejor seguir la guerra que tenia en
propósito de comenzar contra Castilla por la parto
de Guipúzcoa, é defender el Condado de Bosellon
que es en las partes de Catalufia; deliberó de se con-
cordar con el Bey de Ingalaterra , ó movióse trato
entre ellos de facer tregua por cierto tiempo. El
Bey de Ingalaterra, visto que el Duque de Borgo-
fia que era el ayuda principal que esperaba, no era
en tiempo do la f aoer , ó que los mantenimientos
para su hueste le faltaban, aceptó el trato, é con-
cordaron de ser ambos Beyes en un rio que se lla-
ma Sena, cerca de la villa de Amians en Picardía.
En el qual rio fué fecha una puepte de madera, y
en el medio della fué fecha una quebrada de fasta
quatro pasos; y en el un cabo es^ba el Bey de
Francia con seis caballeros, y en el otro el Boy de
Ingalaterra con otros seis , é la gente del un Bey é
del otro estaba ribera del rio, cada uno de la parte
que su Bey estaba (1). E allí fablaron é concertaron
que el Bey de Ingalaterra volviese para su Beyno,
é que el Bey de Francia le diese luego den mil co-
ronas de oro para ayuda de sus gastos ; e firmaron
tregua por siete afios, é que en cada un afio destos
siete, el Bey de Francia diese al Bey de Ingalater-
(1) Lai vUUi do ostos dos Reyes so hleieroa oa PeqoisoTí aa
eastUlo distaato tres iegaas de Amleas. Las cosas qae allí paaa-
roa me aiay á la larga Felipe de Gomlaes, Mtmoir., tík,A, eap. 10
y tig., y el Abad Leaglet ea sa osUaiable edieloa de estas Memo-
rias pablieó el tratado de tregaas qae aqaf eita Palgar, y so blio
eo dichis vistas ea 29 do Agosto desto afio. Umok, 4e Comía.,
T^m, lll, p, 307 y fiy. Prew., aftm. CCXXXiX.
1X)N ÍBRNANDO
ra oinqaenta mil coronas de oro , allende las cien
mil qne le habla dado ; é qae casase el Delfin de
Francia con la fija del Bey de Ingalaterra. B con
estos partidos el Bey de Ingalaterra toItíó para su
Beyno , y el Bey de Franda quedó libre de aqaella
gaerra.
CAPÍTULO XX.
Gomo el Rey de Portofil lio llgtt 6 smUladet eoa el Rey de
Francii ; 6 como M á li elbdad de Toro, 6 toad U forttleía.
El Bey de Portogal como se yido en Castilla con
titulo de Bey de ella , é con el aynda de los caba-
lleros Castellanos qae con él estaban, embió sos
Embaxadores al Bey de Francia. Con los qoales le
fiso saber la muerte del Bey Don Enrique, é como
él habla subcedido por Bey en los Beynos de Cas-
tilla é de León , que pertenecían de derecho á Dolía
Juana su fija , á quien él habla tomado por esposa ;
o á causa dolía él como su marido los poseía. Por
ende, que le plogpuiese refirmar con él é coa su so-
brina , como con Bey é Beyna de Castilla, las anti-
guas paces é aliansas que son entre estos dos Be-
yes é Beynos de Castilla é de Francia. Al Bey de
Francia plogo mucho dello, é como quiera que te-
nia fecho asiento de facer liga é ^mistad con el Bey
é con la Beyna como con Beyes de Castilla, según
habemos dicho que lo prometió á aquel Secretario
suyo que á él en los principios embiaron , pero par-
tióse de aquella promesa, é firmó (1) su amistad con
el Bey de Portogal ; á fin que el Bey é la Beyna no
pediesen facer la guerra que por la parte de Bose-
Uon recelaba que le ferian. Ecomonaó á facer guer-
ra por las partes de Bayona é do Laborte á la tier«
ra de Gutpúscoa. Sabido por el Bey de Portogal,
que el Bey de Francia habia aceptado su amistad
como con Bey de Castilla , é que en f aTor suyo fa-
cía gaerra á la tierra de Guipúzcoa , esfóreóse mas
para proseguir su demanda. Otros! Juan de Ulloa,
que tenia la oibdad de Toro , le embió á requerir
qne fuese en persona é tomase la f ortalesa de aque-
lla cibdad , que estaba por el Bey é por la Beyná,
de otra manera no podría defender la cibdad para
su senricio, teniendo por contraria la fortalesa. B
ansimeemo ie dio esperanza , que desde Toro podria
haber á Zamora ; porque creía que el Mariscal que
tenia la fortaleza , é Juan de Porras su suegro que
tenia gran parteen la cibdad, no embargante que
hablan fecho juramento é ployto omenage al Bey é
á la Beyna de estar en su servido ; pero como le
▼ieeen puesto en Toro, faciéndoles alguna merced
le darían la cibdad de Zamora. La qual habida ásu
obedienda temia muy gran parte en el Beyno; por-
que todos los de las otras oibdados , visto que
Zamora estaba á su obediencia , f allecerian en el
afidon que tenian al Bey é á la Beyna , é muda-
(1) Este tntado de tllanu keehí por el Rey de Pnseii eon el
Rey de Portnsal cono eon Rey de Casillli» eostra loe Reyes Ga-
tdlfeos y Snnado es Seiilit i 8 de Setiembre de 1415, psblieó
tenbleD el Abad Lesglet entre las Pniebas de las Memorias de
Cominee, T^m. lU^ p, 406. Presv., mm, CclIUf •
rian él propórito, como suelen f anr los oomanes
que ligeramente se mueren á la parte que la fortu-
na Toen ftiYorable. El Bey de Portogal, habiendo
estas consideradones fué á la dbdad de Toro eon
toda BU hueste; é luego como llegó, puso sitio so-
bre la fortaleza, é mandó poner las estansas bien
junto della; é ansí por la parte de la dbdad como
por defuera fueron tan fortificados, qae no pudie-
ra entrar en día socorro de gente un reoebir dafto ;
é por esta causa no se pudo sooorrer pord Bey. La
qual por no estar bien bastecida ni de pertrechos ni
de bastimentos según dobla, á pocos días la entre-
gó el Alcayde que la tenia al Bey de Portogal, con
partido de la vida que seguró á él é á los ^que ooñ
él estaban. B ansí quedó la cibdad de Toro con sa
fortaleza por d Bey de Portogal, la qual entregó á
Juan de Ulloa. E desde dlí tomó la villa de Oanta- -
lapiedra, que es del Obispo de la dbdad da Sala-
manca , é puso en ella gente de caballo é de pié
en guarnidpn. Veyéndose el Bey de Portogal apo-
derado de aquellos lugares , oyo acuerdo de esore-
bir al Mayordomo Andrés de Cabrera, que tenia el
alcázar de la cibdad de Segovia , en el qual estaban
fasta diez mil marcos de plata, que quedaron de^
todo el gran tesoro que ovo llegado el Bey Don
Enrique, mandándole que luego le entregase aquel
alcázar con todo el tesoro, é las cosas de cámara
que hablan quedado en su poder ; lo qud deda per-
tenecer á él é á la Beyna Doña Juana sa muger^
como á fija heredera del Bey Don Enrique su pa-
dre, é que le daría gran parte dello, é le faria otras
mercedes, é iria luego en persona con su haeste á lo
resoobir. B que si no obededese sus mandamientos
como de su Bey, mandarla exeoutar en su persona
tan cruel justicia , que fuese ezemplo á los ▼ivien»
tes. Oida por este Mayordomo la embaxada dd Bey
de Portogal, ni d miedo de las amenazas, ni la
oobdida de las promesas le piovió á facer lo que d
Bey de Portogal le embiaba á mandar. B respon-
dió que él no conocía otro Bey de los Beynos de
Castilla, sdvo al Bey Don Femando é á la Beyna
Dofia Isabel su muger, á la qual pertenedan de de-
recho, é á quien él habia fecho pleyto omenage por
aqudlos alcázares con todo b que en ellos estaba;
á los quales entendía acudir con ello cada que gelo
mandasen : por ende que lo oYÍese por esousado. B
luego entregó toda aquella plata al Bey é á la Bey-
na, de la qud se pagó sueldo por algunos días á la
gente de armas que embiaron á llamar. El Bey de
Portogd fué muy indinado contra el Mayordomo
Andrés de Cabrera, por no haber complido lo que
le embió mandar, é haber fecho todo lo contrario :
porque orda de ello seguírsele deservido, and por-
que aquella plata era algún ayuda para pagar suel-
do á la gente de armas que venia á llamamiento dd
Bey é de la Beyna, como porque voia la constancia
del Mayordomo para tener por dios la cibdad de
Begovia de que estaba apoderado.
^0
0RÓNI0A8 DB LOS BETBS DE OASTILLA.
CAPÍTULO XXI.
Cobo el Eay ét Porlof al ofo It dbdad de Zaaonu
Bmbió ansimeBino el Bey de Portogal á requerir
á Joan de Porras que tenia la cibdad de Zamora, qoe
le entregase aquella dbdad , é toviese manera con
an yerno el Mariacal, qne tenia la fortaleza, quo
gela entregase; é prometió de les dar luego una su-
ma de orO| é de les facer merced de cierto número
de yasallos de tierra de la cibdad, é otras muchas
mercedes. Lo qual sabido por el Bey,embi6 su mon-
sagero al Mariscal é á Juan de Porras su suegro, á
les dedr que ya sabian el juramento é ployto omo-
nage que hablan fecho de ser leales serridores, ó
guardar aquella cibdad para él é para la Beyna su
muger , ó do no acoger on ella persona alguna po-
derosa en su deserTido ; el qual pleyto omenage
segunda ves hablan ratificado , quando habia ido
en persona á aquella cibdad. Por ende, que como
caballeros é bornes fijosdalgos, guardasen su leal-
tad é lo que hablan jurado é prometido; ó si necesa*
rio era, les embiaría luego un capitán con gente de
^ armas , para que en uno con ellos guardasen la db-
dad como cumplía á su servido. Este Juan de Por-
ras , como tenia propódto de facer mas lo que á su
proTedio que ¿ su honra cumplía, á fin de qne el
Bey no embiaso gente á la dbdad para se apoderar
deÚai embió su respuesta simulada por dos veces,
mostrando por palabra grand obediencia á sus man-
damientos, ó diciendo que no plog^lese á Dios, que
él ni el Mariscal su yerno cayesen en error contra
sus honras, ni en cosa que fuese su deservicio; é quo
no era necesario gente que defendiese aquella cib-
dad , porque 61 ó los naturales della la defenderían.
E como quier que por algunos fué dicho , que este
Juan de Porras daba respuestas amuladas, é que era
home á quien la cobdicia f acia posponer la cons-
dencia ; pero el Bey segurándose en su respuesta,
no proveyó en embiar la gente que deliberaba em-
biar para la guardar. Juan de Porras en este come-
dio trataba con el Bey de Portogal secretamente de
lo entregar la cibdad ; é como ovo reoebido el oro
que le prometió, é las otras mercedes que le fioo,
laego se desnudó de aquella vestidura de simula-
don que al Bey mostraba defuera, é pareció de den-
tro el verdadero Juan de Porras; y erró é fieo errar
al Mariscal su yerno, é dieron su obediencia al Boy
de Portogal, é fiso alsar en la dbdad y en su forta-
lesa pendones por él. E luego el Bey de Portogal,
fué con toda su hueste á la cibdad , en la qual esto-
vo algunos pocos dias, é dozó la fortalesa al Maris-
cal ; é la puente dexó ansimesmo á un caballero na-
tural de la cibdad que se llamaba Francisco de Val-
dés, que la tenia primero en tenencia. Este Francis-
co de Valdes era sobrino de aqud Juan de Porras,
fijo de su hermana, é habia seydo uno de los priva-
dos dd Bey Don Enrique, é después por algunos
desacuerdos que ovo con él, fué é vivir con el Bey
siendo Principe de Aragón , é ovo gran lugar cerca
del y en su Consejo ;é cuando vido que el Bey de
Portogal entró poderosamente en CSastílla, luego
dezó al Bey, é fué á vivir con d Bey de Portogal , é
por aquella causa confió del la puente de la cibdad ,
que es una de las mas principales fuerzas della. De-
zadas las cosas de Zamora asentadas, luego volvió ci
Bey de Portogal para Toro do estaba su sobrina. Sa-
bido por el Bey é por la Beyna la deslealtad que Juan
de Porras y el Mariscal su yerno fideron en su de-
servicio, ovieron gran pesar, porque Zamora era una
de las mas principales oibdades del Beyno, é porque
el Bey de Portogal é los cabal loros de su parcialidad
se esforzaron mas para proseguir la guerra que te-
nían comenzada.
CAPÍTULO XXIL
De la f ente qae te juató ea Villadolld par Bandado del Rey
6 de la lleyna.
Según habemos dicho, el Bey é la Beyna acor-
daron de llamar á todos los caballeros é gente de
armas de caballo é de pié de sus Beynos, é de las
montafias, é de Vizcaya, é do Guipúzcoa; é de las
Asturias, é Castilla rieja. Las quales visto d man-
damiento del Bey é de U Beyna, vinieron con la
mas gonto de su casa que pedieron ; é laa cibdadea
ó villas embiaban á sus costas gentes de caballo é de
pió. Andmesmo vinieron los ftjosdalgo qne fueron
llamados, é otras personas particulares, por ganar
fidalguías é franquezas que les fueron prometidns;
é juntáronse todos en la villa de Valladolid , ezoep-
tas las oibdades é villas del Andalucía, qae no fue-
ron llamadas por ser tan lozos , é otrosí las del rey-
no de Murda, porque Periafiez Fazardo, Adelanta- ^
do de Murcia, con la gente de aqud reyno fada
guerrra á la tierra del Marquesado de Villena. An-
simesmo de la villa de Madrid no vino gente á su
llamamiento , porque estaba oprimida contra la vo-
luntad de los vecinos della , con gente dd Marqués
de Villena que tenia el alcázar. Fueron con el Bey
en aquel juntamiento el Cardenal de Espafia, y el
Almirante Don Alonso Enriques, é Don Diego Hur-
tado de Mendoza, Duque del Infantadgo, hermano
del Cardenal , y el Duque de Alva Don Gardálva-
rez de Toledo , é Don Pero Fernandez de Velasco,
Condestable de Castilla é Conde do Haro , é Don Al-
fonso de Arellano, Conde de Aguilar, é Don Ifiigo
Lopes de Mendoza, Conde de Tendilla, é Don Lo-
renzo Suarez de Mendoza, Conde de Corufia, herma-
nos del Cardenal , é Don Enrique Enriques, Conde
de Alva de Liste, é Don Pedro de Mendoza, Conde
de Montagudo , é Don Pero Alvarez de Osorio, Mar-
qués de Astorga, é Don Diego Peres Sarmiento,
Conde de Salinas, é Don Bodrigo Alonso Pimentel,
Conde de Benavente, é Don Juan Manrique, Conde
de Castafieda, é Don Qabriel Manrique, su herma-
no , Conde de Osorno , é Don Pero Manrique , Con-
de de Trevifio, é Don Pedro de Aoufia , Conde de
Buendia, é Don Diego Hurtado de Mendoza, Obispo
de Patencia. E generalmentete vinieron todos los
mas de los caballeroso sefiores , é periados del Bey-
no, ezcepto el Duque de Medinaddonia, Conde de
Don fbbnando
Hiébl*! é Don Diego Feraandes de Córdoba, Oonde
da Cabra y que no faeron llamados, porque eeUban
en guarda de toda el Andalucía oontra el Marqués
de Calis que estaba en Xerea, é contra Don Alonso
de Aguilar que estaba en Córdoba ; porque de aque-
llos dos caballeros se pensaba que seguirien el par-
tido del Bey de Portogal , por ser casados con dos
hermanas del Marqués de Villena, é por las grandes
mercedes que de parte del Bey de Portogal les eran
prometidas. Bl Duque de Alburquerque Don Beltran
de la Cueva tenia en su pecho varios pensamien-
tos ; porque de la una parte era traido por el afi-
ción de aquella Dofta Juana, de la otra parte el
miedo de la Beyna le refrenaba. Al fin , movido por
el gran número de gente que vido venir al servicio
del Bey é de la Bejma, vino ansimesmo con toda
su gente á los servir, recelando de perder lo que te-
nia, oomo quiera que se afirmaba haber dado pala-
bra do servir al Bey de Portogal, é se juntar con
él. Acaeció en aquellos dias, que Don Juan , Duque
de Valencia , estando en una torre de la su villa do
Valencia, cayó della é murió luego. Afirmóse por
muchas personas, que lo lancó de aquella torre un
caballero que se llamaba Juan de Bobres, su cufia-
do, casado con su hermana, que estaba f ablando
con él , por debates que con él tenia.
CAPITULO xxin.
C«mo el Rey botIó cob ta htesto ptra Ir contra el Rey de
Portofal.
Como estos caballeros con toda la gente de caba-
llo é de pié fueron juntos allí en Valladolid, el Bey
acordó de partir de aquella villa ,fé ir contra el Bey
de Portogal que estaba en Toro. E repartidas pri-
mero sus capitanías, é ordenadas sus esquádras, si-
guieron su camino por la otra parte del rio de Due-
ro con toda aquella hueste. La Beyna, que según
hábemos dicho , habia estado en Toledo, partió de
aquella oibdad , é oon toda la gente de armas é de
pié de las oibdades de Begovia é Avila , é de todas
aquellas comarcas, poniendo sus reales en el cam-
po , vino para la villa de Tordesillas , é juntó la gen-
te que traía oon la que falló que tenia el Bey ribera
del rio Duero. B todas aquellas gentes fueron repar-
tidas por sus capitanes en treinta é cinco batallas,
en que habia doce mil homes á caballo ; de los qua*
lee eran quatro mil homes de armas con caballos
encobertados, é todos los otros caballeros á la
gineta. De las montafias, é de todas las otras
partes del Beyno se juntaron treinta mil homes á
pié. B ansí como el Bey de Portogal quando en Cas-
tilla entró pensando en la multitud de su hueste
ovo gran orgullo, é tenia creído que el Bey no le
daria la batalla, ni aun esperaria en el Beyno : bien
ansí toda aquella gente Castellana, visto que eran
muchos mas de caballo é de pié que los Portogue-
sea, confiando en sus fuerzas, pensaron de los lan-
zar fuera del Beyno. Ayudaba á esto la afición
grande que tenían con el Bey é con la Beyna, é las
enemistades antiguas que tenían con los Portogue-
i DO^A ISABEL. itl
ses, é oon los CastellanoB que los metieron en él
Beyno é los favoreoian. El Bey con toda aquella
hueste llegó á las aoeftas que dicen de Forreros, que
éon en el rio de Dnero ; las quales tenia fortaleoi*
das el Alcayde de Castronullo con hombres que las
guardaban. B luego oomo allí llegaron los peones,
especialmente la gente que venia de Vizcaya é Gui-
p¿5coa; con ballesteria grande que tenían, comen-
zaron á combatir aquella fortaleza ; é tanta fué la
multitud de la gente que oargó en él combate, é
tanta é tan grande priesa le dieron por todas par-
tes, que los que estaban dentro no pudiendo socor-
rer á todos los logares por do eran combatidos des-
mayaron , é por fuerza fueron tomados , é aforoados
fasta treinta hombres de aquellos ladrones que en
ella estaban puestos por el Alcayde de Castrpnufio.
E mandó el Bey derribar aquella fortaleza» é mo-
ver su hueste adelante; é las banderas tendidas é
las batallas ordenadas, llegó otro día oeroa de la
cibdad de Toro por la parte de la puente. El Bey de
Portogal informado de la hueste que traia el Boy,
acordó de cerrar las puertas de la cibdad , é armar
toda su gente é ponerla en guarda de las puertas, é
del muro , é de las torres. B ansí estovo allí el Bey
por espacio de oinoo horas, dando vista al B^ do
Portogal, y esperándole en el campo que saliese con
él abatolla.
Quando el Bey vido que el Bey de Portogal no
salía de la cibdad, embió á él un caballero que se
llamaba Qomez Manrique, el qual le dízo de su par-
te : «Señor, el Bey de Castilla é de León é de Sici-
• lia é de Portogal, Principe de Aragón nuestro Se-
9fior, os embia á dedr, que ya sabedes oomo Bny
9 de Sosa , Caballero de vuestra casa que embiastes á
9 él é la Beyna nuestra sefiora Dofia Isabel su mu-
9 ger, les requirió de vuestra parte que saliesen des-
9 tos Beynos, que decís pertenecer á Doña Juana
9 vuestra sobrina, á quien afirmáis haber tomado
9 por esposa. Con el qual vos respondieron, que se
9 maravillaban do vos siendo Príncipe dotado do
9 tantas virtudes, erabiar demanda tan agrá, é des-
9 pertar materia escandalosa sobre fundamento tan
9 incierto , é tomar empresa de tontas muertes é in-
9 cendios se pueden seguir en estos Beynos y en el
9 reyno de Portogal. E os embiaron rogar, que qui*
9 siésedes dezar la vía de la fuerza, é tomar la via
9 de la justicia, por escusar los inconvinientes que
9 de la guerra proceden : lo qual no vos plogo acep-
9tar, intes habéis entrado mano armada en sus
9 BoynoB, é les habéis usurpado su título real, é ha-
9 beis publicado que los venís á buscar do quier que
9 los f alláredos para los lanzar dellos. Cerca de lo
9 qual les parece que habéis escogido á Dios por
9 juez , é á las armas por ezeoutores de aquesto de-
9 manda. Agora , señor, el Bey nuestro Señor os em-
9 bia decir, que á él place del juez é de los ejeouto-
9 teres que habéis escogido ; é que si le venís á bus-
9 car, él es venido á la puerta desta su cibdad á vos
9 responder á la demanda que traéis, é os requerir
9 que fagáis una de tres cosas : ó que luego salgáis
9destos sus Beynos, é dezeis el título dellos que
m
0BÓNIA8 DB JLÓS BfeTES D£ OASTtLLA.
» contra loda jiutioia queréis nsorpar ; é si algon
9 derecho enayueetra Bobrína decía qae tiene á ellos,
• á él place que se Tea é determine por el 8amo
B Pontífice ún rigor de armaa, ó aalgaia luego al
9 campo con vuestras gentes á la batalla que publí-
• castes que yeníades á le dar : porque por batalla
9 do suele Dios mostrar su voluntad ó la verdad de
• las cosas, lo muestre en esta que tenéis en las ma-
9 nos, 6 si por ventura lo uno ni lo otro vos place
9 aceptar, porque su poderío de gentes es tan gran-
9 de y el vuestro tan pequeño , que ne podríades ve-
9 nir con él en batalla campal ; por escusar derra-
9mam¡ento de tanta sangre, vos embia decir, que
9 por combate de su persona á la vuestra mediante
9 el ayuda de Dios, vos fará conocer que traéis in-
9 justa demanda. »
Oído por el Bey de Portogal este requerimiento,
embió su respuesta con un caballero de su casa que
se llamaba Alfonso de Herrera, el qual dixo al Bey
ansí:
cSefior, el Bey Don Alonso de Castilla é de León
9 é de Portogal nuestro sefior , vista la requesta que
9 con Qomes Manrique Caballero de vuestra casa lo
, 9 embiaates , vos embia decir : que él tiene derecho á
9 estos Beynos de Castilla é de Leen , como esposo
9 de la Beyna Dofta Juana su sobrina, á quien de
9 justicia pertenecen como á fija legítima heredera
9 del Bey Don Bnrique , la qual fué jurada en oon-
9Cordia por todos los tres estados destos Beynos
9 por Princesa heredera dellos sin contradicción al-
9guna, é fdé tenida por su fija natural é legítima.
9 Por ende vos requiere, como requerido ha, que
9 salgáis vos é la Beyna de Sicilia vuestra muger
9 dellos, é ge los dexeis desembargados ; y ellos an-
9 sí libres de la usurpación que en ellos facéis , á él
9 place que el Papa conosca este derecho, é lo libre
9 entro vosotros por justicia. E quanto toca á la ba-
9 talla que le presentáis, vos embia decir, que él
9 tiene los Qrandes de sus Beynos, é otras sus gen-
9 tes de armas repartidas en muchos lugares, los
9 quales entiende llamar prestamente é salir con vos
9 á la batalla que le ofrecéis. B cerca de lo tercero
9 que le requerís del combate de persona á persona,
9 porque tantas gentes que son sin culpa no peres-
' 9 can , vos responde ; que á él place dello , tanto que
9 se dé forma á la seguridad del campo do este tran-
9 ce se oviere de facer, é seguridad ansimesmo que
9 el vencedor consiga el efeto de la vitoría que Dios
9 le diere; porque si esta seguridad no o viese, en
9 vano venceria aquel á quien Dios diese la vitoria.
9 B que le parece que no pueden ser otros rehenes
9 mas ciertos deata seguridad , que la Señora Beyna
9 de Sicilia vuestra muger, é la Señora Beyna da
9 Castilla é de Portogal su esposa, pues estas son las
9 partes principales que competen sobre esta de-
9 manda.»
Oida por el Bey esta respuesta, respondió al Bey
de Portogal con Gómez Manrique aquel caballero
que habernos dicho que habla ido á él primero ; el
qual le dixo de su parte :
iSefior , el Bey de Castilla , é do León , é de Sici-
9lia, é de Portogal, Principe de Aragón nuestro
9 Sefior, vos embia á decir: que no es venido aquí
9á platicar por palabras el derecho destos Beynos,
9 salvo por las armas que vos quísistes mover, é que
9 le parecen superfinas estas alegaciones de deredio^
9 pues aquí no tenéis jues que las oya é determine.
9Ca si lugar oviese, alegarse ía como el Bey Don
9 Bnrique é todos los Qrandes de sus Beynos, con
9 autoridad del Legado del Papa juraron á la Sefio-
9ra Beyna su muger por Princesa heredera destos
9 Beynos ; ó también lo juraron los procuradores de
9 las oibdades é villas dellos. E aun se alegaria é
9 probaria , como el mesmo Bey Don Bnrique pocos
9 di as antes que falleciese , queria retificar aquel ja-
9 ramento , é mandaba que lo fioíesen todos loa gran*
9 des del Beyno é los tres estados del, por cortes
9 que se habían de facer en la cibdad de Segovia; ó
9 lo comunicó con el Cardenal de Bspaña, é con el
9 su Condestable de Castilla Conde de Haro, é con
9 el Conde de Benavente, é ansimesmo con el Mar*
9 qués de Villena que está en vuestra compañía, é
9 con otros Caballeros é Dotores de su Consejo. B
9 aun allende desta probanza, dice que con el secie*
9 to de vuestra consciencia se probaria la inha)>ilí-
9 dad de la señora vuestra sobrina para esta deman-
9 da que proseguís. Pero pues que no hay aquí juea
9 que lo oyga por la vía de la justioia, y es necesa*
9 rio venir á la vía de fuerza que vos esoogistes :
9embíaos á decir, que por quanto para tan altos ó
9 tan poderosos Beyes como vosotros sois, no se fa-
9 Uaria reyno seguro do fuésedes á facer estas ar-
9 mas, con que vos combida de su persona á la
9 vuestra, é aun porque buscar tal seguridad seria
9 dilación casi infinita; por ende le parece que se
9 deben nombrar quatro caballeros, dos Castellanos
9 nombrados por vuestra parte, é dos Portogoeses
9 nombrados por la suya ; é porque ninguna dila-
9 cien en esto se pueda dar. Su Alteza nombra lúe*
9 go de los Portogueses al Duque de Guimarans, é al
9 Conde de Villareal que están oon vos; é que vos
9 nombréis otros dos Castellanos de los que están
9 con él , para que estos quatro con cada ciento 6
9 docientaa lanzas, con grandes juramentos é fide-
9 lidados que fagan , tengan el campo donde ficiére-
9 des las armas, seguro como debe ser en tal caso.
9 E que esta negociación se concluya dentro de ter-
9 cero día , porque no es honesto á tan altos Prinoi-
9 pes la dilación en semejante materia. E acerca de
9 los rehenes que embiastes á nombrar de la Beyna
9 nuestra Señora, é de la Señora vuestra sobrina; á
9 esto vos embia decir , que estos rehenos no llevan
9 ninguna proporción de igualdad, la qual desigual-
9 dad es muy notoria á todo el mundo, é no menos
9 á Vuestra Señoría ; por onde que no oonviene fa-
9blar en ello. Pero por vos satisfacer, é porque no
9 parezca que por falta de seguridad queda por fa-
9cer este trance, á él placo de dar la Princesa su
9 fija, é todas las otras seguridades é rehenes que
9 sean necesarias para seguridad que el vencedor
9 consiga efeto de su vitoria ; é si en esta formo vos
9 place aceptar, luego se porná en obra vuestro
Don FERNANDO
• tranoe ; donde otra oom placerá á Vaeatra Alteza
«afiadir 6 mengaar, no me es mandado replicar
• mas.»
El Rey de Portogal embió Alonso do Herrera,
aqnel caballero qne habia embiado primero al Rey,
el qnal le dixo de sn parte:
c Sefior, el Rey de Castilla, é de León, é de Por-
itogal, nuestro Sefior, risto lo que le embiastes á
«replicar con Qomes Manrique, dice ansi : qne á él
B place nombrar los caballeros Castellanos , segnn
• qne Vneeta Alteza nombró loe dos Portogneses,
• para qne tengan segnro el campo do oviéredes de
» facer el trance. Pero cerca de los rehenes que
9 se han de dar para seguridad de la Vitoria que
»oyiere el vitoríoso, él no recibirá otros algunos
» salvo á la Reyna de Sicilia vuestra muger ; porque
»si ella quedase libre, salvo qne él venciese, que-
» daba todavía el debate de la subcesion deetos Rey-
• nos é no se definía por vuestras armas, según que
9 vos decis que lo deseáis. Por ende , si ella se pone
9 por rehenes , á 61 place de venir en todas las otras
9 cosas que por vos son movidas : en otra manera,
9 no me mandó fablar mas cerca desta materia.»
CAPÍTULO XXIV.
Cono el Rey tseDté real sobre Toro , é eomo lo alié.
Visto por el Rey en como el Rey de Portogal no .
salía á la batalla campal, é que traia impedimento
en el combate que le movió de persona á persona,
acordó de asentar su real ribera del río de Duero
cerca de la cibdad de Toro , y estovo allí tres dias,
en los quales la hueste ovo gran falta de manteni-
mientos. Porque aquel Alcayde de Castronnfio que
habernos dicho , tenia gente en las fortalezas de
fiete Iglesias é Oastronufto ; é la otra gente contra-
ria que estaba por el Rey de Portogal en otras, for-
talezas cercanas á la cibdad do Toro facían guerra,
é no consentían pasar los mantenimientos que ve-
nían al real. Y en los tres dias que estovo allí el
Rey llegó á valer el pan diez maravedís , qne un día
antes se habia vendido por dos maravedís , é por
consiguiente todos los otros mantenimientos. Quan-
do el Rey é todos los caballeros de su Consejo sin-
tieron fidta de los mantenimientos, é como óresela
mas cada hora , é que no lo podían remediar por el
estorvo qne les f adán aquellas fortalezas ; de que
vieron ansimesmo, que aunque pudiesen estar allí
mucho tiempo, ni por eso la cibdad de Toro estaba
cercada , porque de la otra parte del río no habia
gente que resistiese la entrada é la salida de los Por-
togueees, ni el rio se podía vadear para qne de la
otra parte se pudiesen quitar los mantenimientos
que entrabap en la cibdad ; é según la gran gente
que estaba dentro con el R^ de Portogal , era ne-
cesario asentar real de la otra parte de la cibdad, en
qne oviese tanta gente quanta el Rey. allí tenia, ni
menos tenia dineros para pagar sueldo , é para las
otras cosas necesarias á tan grand exército como
allí con él estaba, ni habia pertrechos para comba-
tir la puente, pot remediar el dafio qne la hueste
Or.-HL
É D09a ISABEL. Vti
recebia, é porque no oviese otro mayor, ovo conse-
jo el Rey de alzar el real, é venir á la villa de Me-
dina del Campo. La gente de los comunes de pié é
de caballo que allí vinieron, que eran en gran nú-
mero , quando sopieron que los caballeros conseja-
ban al Rey que alzase el real, é le facían bolver sin
haber fecho obra ninguna ; no mirando las causas
que le oostrefiian á lo alzar ^ comenzaron á murmu-
rar , é partíanse en partee. Los unos dedan qne el
Rey venia allí engafiado, é' qne los caballeros qne
con él estaban lo querían prender ; otros dedan que
le consejaban mal, porque teniendo junto tan gran-
de exército de gente , lo facían derramar dn facer
alguna obra , porque no podría juntar en muchos
tiempos otra tanta é tal gente , é con tanta volun-
tad de le servir. Dedan ansimesmo , qne los caba-
lleros no contentos de las dividones é guerras pa-
sadas, agora do nuevo querían tener formas de di-
lación , porque esta división del Rey de Portogal
durase en el Reyno , á fin de ganar con el un Rey 6
con el otro , por acrecentar sus estados, é amenguar
é destruir de todci punto el estado reaL Este mor*
murío anduvo entre ellos, é oresdó de tal manera,
que vinieron algunos dellos al Rey, é le dizeron co-
mo los caballeros que le consejaban que alzase el
real, no le eran derechos servidores : por ende .que
debía mirar cerca dello lo que compila á su servido,
é que para qualquier cosa que quisiese facer, todas
aquellas gentes de armas de los comunes qne allí es-
taban se juntarían con él. B sobre esto ovo gran es-
cándalo en el real , porque los caballeros que fueron
avisados destas fablas so escandalizaron, é cada uno
con sn gente se ponía guarda ; é de tal manera iba
creciendo el escándalo, que toda la hueste estovo
en punto de se perder. El Rey que era home de buen
ingenio , é tenia condición amigable , oonodó qne
eomo quiera que los comunes no miraban bien las
causas que le constrellian alzar d real , pero queso
movían á dedr aquellas cosas oon deseo de sn ser-
vicio. Eso mesmo sabia, qne los caballeros, oon toda
lealtad, le consejaban la verdad de lo que debía fa-
cer, según las neceddades ocurrían á la hora* B por-
que vido que no podía durar allí toda aquella gente
muchos dias dn reoebir gran dafio, trabajó de padfi-
cartodo aquel escándalo; é fabló con los prindpales
de aqudlos comunes, las cansas que le movian do
alzar el real, é oon buena razón satisfizo al buen de-
seo de los comunes, é á la inocencia de loe caballe-
ros, é á la concordia de los unos é de los oíros. Lue-
go mandó alzar el real, é vino para la villa de Me-
dina del Campo. E al tiempo de la partida aquellas
gentes de las comunidades,' indinados por la poca
execnoion qne habían fecho de lo que tanto desea-
ban, derramáronse por muchas partes desordenados,
de tal manera que d el Rey de Portogal fuera ddlo
avisado , solos dos mil rocines qne soltara é fueran
en pos dellos , fideran tan grand estrago en los Cas-
tellanos , que en aquel día oviera acabado su em-
presa , d la providencia de Dios, que guia las cosas
á los fines que tiene ordenados , no le impidiera el
conocimiento de aquella ventura que ge le ofreda,
18
274
0RÓNI0A8 DB LOS RETÍS DE OACmiiLA.
OAPItüLO XXV.
De lo qae puó ea HodiDa del Caapo, 6 del lenerdo qoe se oto
pin tomar la piau de las Iglesias.
El Boy, según es dicho, acordó de venir á Medi-
na; é la Beyna qoe estaba en Tordesillas vino lue-
go para él , é allí se despidieron para ir á sus tier-
ras todos los mas de aquellos Grandes é caballeros
que con ellos estaban, é todas las otras gentes que
habían juntado. E quedaron con el Rey ó con la
Rejma el Cardenal de Espafta , y el Duque de Alva,
y el Almirante, y el Gondestable Conde de Jiaro , y
el Oonde de Benavente , y el Oonde de AWa de lis-
te , é algunos otros caballeros , é gente de caballo é
de pié que estaban en la guarda del Bey ó de la
Beyna. Estando allí en Medina , sopieron que un ca-
ballero que se llamaba Don Bodrigo de Oastafieda,
hermano del Oonde de Oifuentee , que TÍTÍa con el
Marqués de Villena, quería venir de noche con gen-
te á quemar los arrabales de Medina. De lo qual el
Bey é la Beyna fueron avisados; é porque vieron
que con tan poca gente no podían estar seguros en
aquella villa por no ser fuerte , en especial estando
el Bey de Portogal tan cerca é con tanta gente, ovie-
ron su acuerdo de volver á Valladolid. E porque no
tenían dinero para pagar sueldo á la gente de armas
que con ellos estaban, pensaron por muchas mane-
ras donde lo pudiesen haber, porque les convenía
sostener la guerra comenzada. E después de muchas
pláticas habidas por los del su Consejo cerca desta
materia , dixeron al Bey é á la Beyna , que ya veían
quanto les era necesario tener gente de armas jun-
ta , pues el Bey su adversario la tenía, é como quier
que sus subditos con voluntad de los servir vemian
cada que los llamasen , pero que era necesario dine-
ro para les pagar sus gages, é que esto no veían
donde se pudiese haber, porque todo el patrimonio
real estaba enagenado con las turbaciones pasadas
é guerras presentes. Eso mesmo les dixeron, que
ellos eran Beyes é no tiranos , para que diesen lu-
gar á robos ni fuerzas , porque esto tal , ni seria ser-
vicio de Dios, ni suyo, ni aun de semejante gente
se suele haber provecho; porque no les pagando
sueldo no tienen obedienbia , é sin obediencia f arian
mucha mas guerra á las personas é pueblos que es-
tán á su servicio, que á los que están por su adver-
sario ¡ é desto se siguiria que la afición que los co-
munes tienen á sus reales personas, se con vertiese
en odio é malquerencia. E que no seria buen conse-
jo , teniendo justa guerra dar lugar que se faga in-
justa con la mala conscí encía de su gente ; porque
aquellas guerras han prósperos fines, cuya gente
tiene freno á loa robos, é do esto no hay, no sola-
mente los contraríos, mas Dios se muestra enemi-
go. Todo esto considerado , é ansimesmo que su ad-
versario tiene mucho dinero de lo que traxo de su
reyno , é que cada día le traen de sus rentas con que
paga sueldo , é face mercedes, é se sostiene en Cas-
tilla; dixeron que habían pensado , que se debía to-
mar la plata de las Iglesias ; é que no ovíese esto
por cosa nueva ni grave, porque permitido era
quando extrema necesidad, como esta, ocurría en
los reinos, que se suele tomar no solo la plata, mas
los bienes é las rentas de las Iglesias, é de las co-
sas sagradas. Lo qual se habia fecho machas veces
en otros rey nos é provincias; é aun se lee en lo Sa-
cra Escríptura, que para las necesidades que ocnr-
rian en Jerusalem , no solamente se tomaba el teso-
ro del templo, mas tomaban los ornamentos é las
limosnas que se ofrecían para la fábrica , é para las
otras cosas pías, para remediar á las necesidades
que ocurrían on la tierra ; porque aquel/emedio tam- *
bien es para las cosas eclesiásticas, como para las
seglares , porque no padezcan los males é destrui-
cíones que de las guerras geles siguen. B después
de fenecida aquella necesidad , los buenos Beyes
restituían lo que tomaban del santuario. E que ansí
esperaban en Dios que les daria victoria, é restitui-
rían lo que tomasen, é f arian otras mayores limos-
nas á los templos. E pues los Perlados é Clerescía
del Beyno serian contentos dello, su voto era que de-
bían dar sus cartas luego é poner receptores que re-
cibiesen esta plata , de que se pudiesen socorrer sola-
mente para pagar sueldo ala gente, é para las otras
cosas necesarias á la guerra ; é que esto no se gaste
ni destribuya en ning^una otra necesidad , salvo so-
lamente en esta de la guerra. El Bey é la Beynai
oídas estas razones', parecióles grave cosa tocar en
los bienes de las Iglesias ; pero considerando su ne-
cesidad, é conocido que á los Perlados é Clerescía
placería dello, acordaron que se tomase solamente
la meytad de la plata de las Iglesias, é la otra mey-
tad quedase para el servicio del culto divino , con
obligación que ficieron de la pagar. Para la qual
paga luego diputaron treinta cuentos, que se habían
de pagar en el Beyno del pedido é monedas dentro
de tres afios; é dieron sus cartas, y embiaron sos
tesoreros é receptores para la recebír. Toda la Cle-
recía , considerada la necesidad de la guerra, de su
voluntad dieron la meytad de la plata que tenían
en cada una Iglesia del Beyno. De la qual manda-
ron pagar sueldo , é tomaron llamar gente limitada,
tanta que pudiese sor bien pagada, é della sostuvie-
ron por algunos días la guerra, que en otra mane-
ra no pudieran sostener. La qual fué después paga-
da á las Iglesias de aquellos treinta cuentos, é de
otra gran suma de maravedís que para ello fué li-
brada. E cerca desta paga, la Beyna puso gran díli-
rmcia porque se ficiese complidamente, é dio cargo
los Padres Priores de los monesteríos de San Qe»
rónimo de todo el Beyno, que oviesen información
cada uno en su provincia, sí esta plata se restitoia
enteramente á las Iglesias. Los qoales fueron solici-
tadores dosta restitución que enteramente fué fecha,
CAPÍTULO XXVI.
De las cosas qoe el Conde de Paredes facía en el Reyno
de Toledo.
En el tiempo que estas cosas pasaban , el Conde
de Paredes, Maestre de Santiago, é Don Diego Fer-
DON FERNANDO
faftnáeB de 06rdoTa, Ck>nde de Cabra, por yirtud de
los poderes que tenían del Rey é de la Reyna, fa-
cían gnerra á las tierras del Maestre de Oalatrava
é á la tierra del Conde de Umefia, sn hermano, é
del Marqués de Villena su priipo, qne según habe-
rnos dicho estaban en la obediencia del Rey de Por-
togal, é tomaron á Cibdad*Real, que tenia el Maes-
tre de Calatrava, é reduxeronla á la obediencia del
Rey ó de la Reyna. E de tal manera estos dos caba-
lleros tenían ocupada la tierra del Maestre de Oala-
traya, que él ni gente suya no pudo ir en ayuda del
Rey de Portogal , porque le era necesario guardar
con ella sus lugares, por la guerra que desde Oibdad-
Real les faoia el Maestre Don Rodrigo Manrique , y
el Conde de Cabra. Los quales cobraban las rentas
de muchos lugares de los contrarios, de las quales
pagaban sueldo á la gente de armas que tenían. B
después que estovieron juntos algunos dias , acorda-
ron que ¿ Conde volviese al Andalucía á proveer en
las cosas de aquella tierra, en lo que fuese neoesa-
rio al servicio del Rey é de la Reyna, y el Maestre
viniese á üolés, é ansí se partieron cada uno con su
gente. El Maestre como fué en Uclés, luego oomen-
sé á facer guerra á todos los lugares del Marquesa-
do de Villena, é tomar las rentas que pertenecían
al Marqués. B porque los moradores de las villas é
lugares de aquel Marquesado aborrecian á loe Por-
togueses y eran aficionados al Rey é á la Reyna, acu-
dían de buena voluntad con las rentas al Maestre
de Santiago. Los vecinos de Villena , como vieron
capitán por el Rey é por la Reyna puesto en la co-
marca que les pudiese favorecer, rebelaron contra
el Marqués, é mataron é robaron algunos de la vi-
lla, é quitaron los oficiales que tenia puestos el Mar-
qués, é pusieron justicia por el Rey é por la Rey-
' na, é cercaron la fortaleza. B para los favorecer en
aquel cerco, vino un caballero de Aragón, que se
llamaba Mosen Gaspar Fabra, con gente de Aragón,
el qnal apretó el cerco en tal manera, que en pocos
dias tomó la fortaleaa. El Rey é la Reyna, por el
servido que les ficieron los de aquella villa , prome-
tiéronles de la no apartar de su corona real. Otrosí
los vecinos de las villas de Utiel, é Almansa, é
Iniesta, y Hellin , é Tovarra, é todas las mas de las
otras villas del Marquesado de Villena, algunas por
su voluntad é otras por temor, visto lo que los de
la villa de Villena ficieron, luego rebelaron con-
tra el Marqués , é se pusieron en obediencia del Rey
é de la Reyna. A los quales el Maestre dixo que se
conservasen so el imperio del Rey é de la Reyna,
cuyos naturales eran, e amonestóles, que si alguna
mudansa ficiesen de lo que hablan principiado, se-
rian privados de las vidas é de los bienes; é que á
él en lugar de amigo farían adversario, é al Rey é
á la Reyna en lugar de reyes piadosos, farian jus-
ticieros crueles. Ansimesmo Pedro de Arronis, Al-
oayde de la fortaleea de Requena, veyendo que el
Marqués de Villena por quien él tenia la fortaleea,
seguía el partido del Rey de Portogal, é que no la
podía defender, porque los de la villa la querían
cercar, embió su obediencia al Rey é á la Reyna, é
i D09a ISABEL. m
físoles pleyto omenage por ella. Des tas cosas el
Marqués estaba aquexado, porque de todas partes
le recrecían necesidades, á que no podía proveer, é '
recelaba que sus villas del Condiido de San Estovan
é otros suB lugares rebelarían contra él ; é sus Al-
caydes por este temor le embíaban requerir, que les
Iembiase gente é bastimentos para las defender ; é á
fin de proveer á estas necesidades, repartió toda la
gente que pudo haber para guardar las villas que le
quedaron. Esta misma fatiga tenían el Maestre de
Calatrava, y el Conde de üruefia , su hermano, y el
Duque de Arévalo, é todos los caballeros que se-
guían el partido del Rey de Portogal, é les impedia
que no le sirviesen con la gente que habían prome-
tido. El Rey de Portogal , visto que no era servido
de aquellos caballeros según el asiento que con ellos
fiso, é que el Comendador mayor de León, que se
llamaba Maestre de Santiago, se había entrado en
su Reyno con gente para lo destruir; veyendo eso
mesmo los robos que de las fortaleaas de Alégrete
é Nodar se facían continamente en su tierra, qui-
siera embiar alguna de su gente para resistir aque-
llos dafios que en su Reyno se facían ; pero recolaba
quedando sin gente, que recibiría mayor dafio en
Castilla, é si no la embiase, lo recibiría en Porto-
gal. E veyéndose por esta causa en pensamiento
trabajoso, embió decir á aquellos caballeros Caste-
llanos que estaban en su obediencia, que lo que veía
por obra, no era conforme á la promesa de la pala-
bra que le habían fecho, ni mehos á las grandes fiu-
cias y esperanzas que le habían dado al tiempo que
había entrado en Castilla, quando le prometieron
de le servir en esta demanda con cinco mil homes
de armas á caballo, é facer que catorce dbdades é
villas de las mas principales del Reyno se pusiesen
en su obedienda. E porque ninguna cosa destas, ni
otras muchas que le habían certificado , sucedieron
aegund ellos lo habían prometido, mosteó gran des-
oontentamiento dellos. Ansimesmo dios veyéndose
por tantas partes oprimidos é puestos en necemda-
des le decían, que tener junta su gente oon él, ó
tenerla en defensa de la tierra que estaba por él, to-
do era servido suyo, por el qual, é por le facer Rey
de Castilla, sufrían muchas pérdidas de su patrimo-
nio ; é allende de aquellas, tenían sus personas é los
bienes que les quedaban en aventura de los perder,
é desta manera ovíeron algunos descontentamien-
tos los unos de los otros.
El Cardenal de Ijppafia que fué informado de las
cosas que pasaban entre el Rey de Portogal é aque-
llos caballeros , pensó que sería tiempo conveniente
de fablar en alguna concordia; y embió su mensa-
gero secretamente á fablar con el Rey de Portogal
para le traer á algún trato de paz. El qual condde-
rando que las cosas que veía presentes no corres-
pondían á las que pensó al tiempo do su entrada en
Castilla, respondió al Cardenal quAe piada de ve-
nir en partido de concordia d le dexasen las dbda-
des de Toro é Zamora qne él tenia, é le diesen el
Reyno de Galicia para juntar con su Reyno ; é ansi-
mesmo demandaba una gran suma de dineros , por-<
m
CRÓNIOAS DE LOS B1B7ES DE OASTÍLLA.
que 86 desase de aqvella i^queeU. La Reyna, oida
esta demanda que el Rey de Portogal fiso, respon-
dió que como quiera que el Bey su marido y ella es-
taban en tantas necesidades quantas eran manifies-
tas á todos ; pero que faciendo sos diligencias para
que estos Beynos fuesen conservados ó no diminui-
dos, antes lo pomia todo en las manos de Dios para
que dispusiese dellos á su voluntad, que en sus dias
consintiese apartar dellos ni sola una almena, para
que fuese enagenado en otro sefiorlo, ni mudarlos
de la manera que su padre el Bey Don Juan los ha-
bía dexado. B corea del dinero que el Bey de Porto-
gal pedia, le placia dar una suma de oro que fuese
raaonable, é aun sufriría que fuese excesiva, por
remediar estos Beynos de las guerras ó trabajos en
que los Labia puesto. Oerca de lo qual pasaron por
estonces algunas f ablas é tratos en diversos tiem-
pos ; pero la historia aquí no face mendon dellos,
porque ninguna cosa dello vino en efeto.
CAPÍTULO xxvn.
Cobo m puo eoroo sobre ol cisttUo de Bdrsoe.
.Después que el Bey ahsó el real de sobre Toro, é
vinieron el Bey é la Beyna para Valladolid, reci-
bieron mensageros de la cibdad de Burgos ; los qua-
les les ficieron saber, que Juan de Stdfiiga, Alcayde
,del castillo de la cibdad, con gente del Duque de
Arévalo, les apremiaba é les fada guerra, porque
no obedeoian al Bey de Portogal por so Bey é que
hablan quemado mas de tredentas casas cercanas
al castillo en una calle príndpal de la cibdad , que
se llamaba la calle de las Armas; é que les fadan
de día ó de noche tanta guerra con los trabucos que
tenían en el castillo , ó con la gente que salia á ro-
bar é á matar los de la cibdad, que no lo podrían
sufrír si no toviesen alguna gente para los resistir.
Otrosí que ol Obispo de Burgos, que se llamaba Don
Luis de Acufta, que estaba en la obediencia del Bey
de Portogal, Jes fada guerra desde una su fortale-
za cercana á la cibdad que se llamaba Babe. Por
ende les suplicaron que los acorríesen con alguna
gente, en tanto número que pudiesen cercar d cas-
tillo, é resistir á los males que recebian. Oida esta
embaxada , d Bey ó la Beyna, considerado d servi-
cio grande que de aquella cibdad recebian , ó que en
tenerla ¿ su obediencia tenían muy ciertas las mon-
tañas , acordaron que el Bey fuese á cercar d casti-
llo de Burgos. T entretanto que se aderezaba la
gente de armas que había de ir con él, embiaron á
Don Alonso de Arellano , Oonde de Aguilar, é á Pe-
ro Manríque, é á Sancho de Bozas, sefior de Oavia,
é á un Oapitan que se llamaba Estovan de Villacre-
ees, con gente para resistir las fuerzas é robos que
fadan los del castillo. Estos caballeros fueron á la
dbdad de Burgos, é pusieron sus estanzas por par-
te la dbdad contra el castillo, ó contra una Iglesia
que se llama Sama María la Blanca, que es cerca
de la fortdeza, é defendían que no saliesen del cas-
tillo á facer tantas fuerzas é robos como solían f a-
•
cer. Pero como los del castillo tenían dentro y en
aquella Iglesia mucha gente, facíanles poca reds-
tencia, porque por la puerta de la Coracha salían
fuera de la fortaleza libremente, é robaban á los que
venían con mantenimientos é otras cosas á la cib-
dad. Sabido esto por el Bey, deliberó de venir en
persona á sitiar el castillo ; y embió llamar gente de
pió de toda aquella tierra de la comarca, ó de las
montafias. Vino asimesmo Don Alonso el bastardo
de Aragón, hermano del Bey, que era Duque de
Villahermosa, y d sa Condestable Conde de Haro.
E mandó poner estanzas por de dentro de la dbdad
ó por defuera contra el castillo, ó contra aquella
Iglesia de Santa María la Blanca. Mandó ansimes-
mo facer grandes cavas en circuito de toda la for-
taleza, de manera que ninguno podía sdír ni entrar
en ella. E las estanzas que estaban por defuera do
la cibdad fueron fortificadas de cavas ó baluartes ;
porque sí d Bey de Portogd la vÍDÍese ó socorrer,
no pudiese gente ninguna entrar en la fortaleza sin
recebir gran daño. Mandó ansimesmo poner inge-
nios, lombardas, ó otros tiros de pólvora, que con-
tinamente tiraban al castillo. T en esta manera cer-
có d Bey al castillo de Burgos por todas partes.
CAPÍTULO XXVIIL
De eomo la Reyaa fué á Leos , 6 de le qse esde iso.
Entretanto que estas cosas pasaban, la Beyna,
que había quedado en Valladolid , ovo nueva que
Alonso de Oblanca, Alcayde de las torres de Leen,
tenía f abla secreta con algunas personas por parte
del Bey de Portogal , que le ofredan gran suma de
dinero, é le facían otras mercedes, porque le entre-
gase aquella fortaleza. Como la Beyna fué certifi-
cada desto, luego á la hora partió para Leen, é con
ella d Cardenal de Espafia. Los de la dbdad, como
sopieron la venida de la Beyna, ovíeron mucho
placer, é juntáronse todoji con ella. E luego mandó
llamar al Alcayde, el qual salió á ella, é díxole:
c Alcayde, á mi servicio cumple que me entreguéis
» esta mi fortdeza que tenéis.» El Alcayde alterado
en ver la venida tan acelerada de la Beyna, dixo :
«Sefiora, ¿por qué vos place quitarme el cargo de
ttla guarda destas torres , pues no he fecho cosa por
«que se me deba quitar? » La Beyna le respondió:
«Alcayde, no digo que sois en cargo, pero á mí
«servicio cumple que luego me la entreguéis.» El Al-
cayde le replicó : « Sefiora, pues que ansí vos. place,
» dadme espado para sacar mis bienes que en ella
«tengo.» La Beyna le dixo : «A mí me place que sa-
«quds todo lo vuestro, pero no comple á mi serví-
«cio que os apartds de aquí do yo estoy, fasta tan-
»to que yo sea apoderada de mí fortaleza.» El Al-
cayde quando vído que la Beyna no le daba lugar
para volver á la fortaleza, entrególa luego á un
caballero de su casa, que se llamaba Don Sancho de
Castilla que venia con ella. Beoebída aquella forta-
leza por aquel caballero , la Beyna proveyó en la
guarda de la dbdad , y en la justicia , y en otras co-
sas que entendió ser necesarías á toda aquella tier-
ra í ó volvióse para Valladolid.
DON FERNANDO
CAPÍTULO JXDL
Del Mátele qte le did en Saieta María la Dlanea ea Birg os.
Bl B^ contiDÓ siempre el oeroo del oaetfllo de
BArgoi ; é «oordó de combatir aquella Iglesia de
Santa María la Blanca, qne era cercana al castilloi
oomo ákho habernos, porque entendió qne aquella
Iglesia tomada, se podría haber mas presto la for-
talesa. B firo aderesar los combates por seis pattes
oon tiros de pólvora , é ballestería ; é un dia por la
mafiana comenaaron á llegar los pertrechos. Los
que estaban en la Iglesia se pusieron en defensa; é
recelando que si fuesen tomados, serian puestos á
cuchillo, oomo hombres que defendían la vida, pe-
leaban oon grande ánimo. Duró aquel combate por
espacio de seis horas, en las quales no pudo ser to-
mada por la gran defensa que ficieron los que esta-
ban en ella , con los pertrechos é muchos tiros de
pólvora que tenían. E porque el Rey vido algunos
muertos é feridos de los suyos, é que cada hora fe-
rían mas , mandó retraer su gente ; é cesó el comba-
te por estonces, con propósito de la tomar á com-
batir con mas ó mejores pertrechos. E porque la
gente de armas quedó enflaquecida por el poco fru-
to que de sn trabajo se había conseguido, el Rey
pensó de los eef orsar, é díxoles : « No penséis oaba-
f Ueros que habéis fecho poca fasafia en el combate
i que ayer fecistes, aunque no ovimos fruto de nues-
•tro trabajo. Porque oomo quiera que aquellos mis
• rebeldes no fueron tomados, pero muchos dellos
•son feridoSi ó los que quedan sanos están ya tan
• cansados de vuestras manos, que no esperarán se-
•gundo combate. Ni menos se oree , que vuestra fla-
• queaa é su valentía los ha defendido ; mas defen-
• diólos la dispusioion del lugar, ó su desesperación
i que los face pensar ser muertos la hora que fueron
• tomados. Por ende si á ellos conviene ser oonstan-
i tes en su trabajo por escapar, á nosotros es neoe-
• sario perseverar en nuestro esfuerso por vencer ; é
f nó perdamos la voluntad que teníamos al tiempo
• que fedmos el primer combate ; é con los pertre-
• ohos mas é mejores que he mandado traer, tome-
•mosála facienda, é yo espero en Dios que los
•habremos á las manos.»
Los que estaban en la Iglesia, que serian en nú-
mero de quatrodentos hombres de armas, queda-
ron cansados, ó muchos muertos é feridos ; é rece-
lando que el Rey mandaría tomar al combate, é que
ellos no tenían gente ^ana para resistirlo, ansimes-
mo porque no tenían las cosas necesarias para los
feridos, que eran muchos, é de los principales, de-
mandaron pleytesía al Rey, qne les segurase las vi-
das, ó que le entregarían la Iglesia. El Rey oomo
quier que había mandado aparejar todas las cosas
para el segundo combate necesarías , pero por no
dar causa á mas muertes, otorgóles aquello que de-
mandaban , ó tomó la Iglesia, en la qual estaba por
capitán uno que se Usmaba Juan Sarmiento , her-
mano del Obispo de Burgos , é luego puso el Rey
en ella por capitán mayor á Don Juan de Gamboa,
É DOÍÍA ISABEL. .277
un caballero su criado oon gente de las montanas, é
dende allí fueron mas apretados los del castillo. Ha-
bida aquella Iglesia, porque informaron al Rey qno
podía por minas tomar él agua del poso del oasti-
Uo, mandó luego minar por seis partes debaxo de
tierra. Los del castillo que sintieron las minas, fi-
cieron sus contraminas, é todos los aparejos que
pudieron para no recebir dafio dallas. Pero veyón-
dose muy trabajados , ansí de los reparos que f adán
para las minas, como para los tiros de los ingenios
qne de dia é de noche les tiraban, é de las lombar-
das que tiraban al muro, é ansimesmo tenían falta
de vino, acordaron de embiar su mensagero al Du-
que de Arévalo á le requerir que les socorriese, por-
que de cada dia eran mas apretados, é les crecían
mayores necesidades d no fuesen socorridos. El Du-
que de Arévalo que tenia gran naturalesa en aquella
dbdad, porqpe su padre é abuelo habían tenido la
tenencia de aqud castillo, embió al Rey de Porto-
gal que estaba en Toro aquel caballero Juan Sar-
miento, hermano del Obispo de Burgos, oon el qual
le embió á dedr, que sn casa era una de las mayores
de Castilla, é qne la mejor cosa de toda ella era la
tenencia del castillo de Burgos, la qual había tenido
sn padre é abuelo , é cox^ ella fueron siempre honra-
dos, é sosto vieron , y él sostenía el estado é patrimo-
nio qne sus padres é abuelos le dexaron ; é que le
facía saber que los Reyes de Castilla teniendo aque-
lla fortaleza tenían título al Rey no, é se pueden con
buena confianza llamar Reyes del, porque es cabeze
de Castilla ; é que había quatro meses que el Rey
Don Femando de Sicilia la tenia cercada , é la oom-
baiia continamente de noche é de dia con ingenios
é lombardas, é con minas debazo de tierra; en los
qnalos combates oran muertos é de cada dia morían
muchos do sus criados é parientes , é los que queda-,
ban, con grande angustia llamaban á grandes voces
desde el muro á Don Alonso, Rey de Castilla é de
Portogal, que les socorriese en el aprieto é peligro
en que estaban. Otrosí le dixo que dado que tovíe-
sen mantenimientos en abundancia , no podían su-
frir muchos días la fatiga grande que recebian, pe-
leando de dia por se defender, é de noche trabajan-
do por reparar lo que destruían los ingenios é lom-
bardas. E que un grande lienzo de la cerca estaba
para caer en el suelo, é que si aquel oda, juntamen-
te oon él caería todo d estado del Duque, é aun d
suyo redbiria gran mengua, é temía poca parte en
Castilla ; porque los ojos de todos no miraban otro
fin en esta demanda, sino el fin que o viese d cerco
puesto sobre el castillo de Burgos. Por ende le supli-
caba, que socorriese á los que estaban en él, porque
no pereciesen, 6 ayudase al Duque, porque no lo
perdiese ; é proveyese á él mesmo que proseguía es-
ta demanda, porque no recibiese d dafio que fiabria
si el castillo viniese á manos del Rey sn adversario.
Oídas estas razones, luego acordó el Rey de Pori»-
gd de ir á socorrer el castillo de Burgos : porque
ovo consejo que aqud socorro le era necesario do
facer para conseguir el ef eto de sn empresa. Pero no
tenía tanta gente para lo facer como quidera, por*
278
0BÓNI0A6 DB LOB BEYES DE OAflULLA.
qae UfaiaB de la gente portogueea que habia -meti-
do en Oaatilla era ya gastada, delioa tomados á
Portogal, é dallos muertos é destroaados en algunos
recuentros que hablan habido , é dellos consumidos
en la guerra que seguían. Pero con esa gente que te- '
nía, partió de la dbdad de Toro, é fué para la villa
de Arévalo ¡ ó allí vino á él el Arzobispo de Toledo
con toda la gente de su casa , é le besó la mano , é le
obedeció por Bey, é le fiso juramento é pleyto ome-
nage de le servir ó obedecer como á Bey de Oastilla
é de León,
Oomo la Beyna , que estaba en Valladolid, sopo
que el Bey de Portogal era venido á la villa de Aió»
valo', acordó de embiar gente de caballo con Don
Hurtado de Mendosa, é con Qutierre de Cárdenas,
su Contador mayor á la villa de Medina del Campo
é á Don Juan de Silva, Conde de Cifuentes á la villa
de Olmedo, para que desde aquellas villas ficiesen
guerra al B^ey de Portogal que estaba en Arévalo.
El Conde de Cifuentes venido á aquella villa, deli«
beró un día de salir al campo con la gente que traía
en su capitanía; ó fué cerca de la villa de ArévalO|
é puso sus celadas, y embió sus corredores por ver
si podría haber alguna presa de los Portogueses. É
oomo fué sentido, los Portogueses salieron de Ar^
valo, é corrieron á los corredores del Conde que ha-
blan robado el campo, los qnalea se retraxieron fas-
ta el lugar do estaba el Conde en la celada en un
pinar; el Conde salió luego de la celada con toda la
gente que tenia, é como quiera que vido los Porto-
gueses ser en mayor número de gente que los que
él traía, quisiera acometerlos, ó mandó á su ensefia
que fuese adelante. Algunos caballeros que con él
estaban dixeron : «Sefior, no nos parece que tenéis
» gente para acometer álos Portogueses, porque son
«mas que nosotros, é salen de refresoo de sus casas,
» nosotros é nuestros caballos estamos fatigados de
» la mala noche, é por esta causa nos parece que vos
» debela retraer, pues á vuestra honra lo podéis fa-
•cer, antes que mas gente de los Portogueses haya
D lugar de salir de Arévalo: porque es derto que
«aquellos Portogueses ya ce habrían acometido, sino
«pensando que hay segunda celada, é recelando esto
¿no pasarán mas adelante de aqud lugar do están,
i Por ende debéis recoger vuestra gente, é volver
^ «para la villa de Olmedo do salimos : porque antes
«debéis cometer vuestras cosai á la razón, que á la
«fortuna.« Otros habla ende que le consejaron que
no era su honra retraerse, é que todavía debía pelear
con los Portogueses, aunque no toviese tanta gente
como dios. É los que esto le consejaban eran tan
orgullosos, que sin esperar otro consejo quisieron
socorrer algunos corredores que aun no eran traídos
y estaban escaramuzando con los Portogueses; é no
fué eá mano del Conde que no se soltase la gente por
socorrer á los que escaram^saban; é ansí se encen-
dió la pelea du orden ninguna, é se revolvieron los
nnos con los otros, é se firieron con las lanzas, é
después pelearon gran rato con las espadas, do mu-
rieron muchos de la una parte é de la otra. É al fin
los Oastdlanos no pudiendo sufrir d dafio que rece-
bian de los Portogueses, retraziéronse á un cerro, é
allí el Conde recogió la gente que pudo, é volvió
para Olmedo; é los Portogueses recogieron todo el
despojo, ó se volvieron oomo victoriosos á Arévdo.
CAPITULO XXXI.
Gomo el Rey és Poilofal eonbaUó U lUli ie BtUtau é preadió
•1 Casde 4e Bsuvesie.
El Bey de Portogd quando se vido aoompafiado
del Arzobispo de Toledo, é del Marqués de yiHena
é de sus gentes, partió de la villa de Arévalo ó fué
á la villa de Pefiafiel, que era del Conde de Uruefia;
é allí se juntaron con él alguna gente de aquellos
caballeros Castdlanos que estaban en su pardali-
dad, oon intención de ir á socorrer el castillo de
Burgos. Todo esto sabido por la Beyna, partió
luego é fué para la dbdad de Palenda, é oon ella
el Cardenal de Espafia y d Almirante y el Conde
de Benavente, con la mas gente que pudo llegar.
É mandó ppner sus guardas por los caminos é
sus espías, para saber la hora que d Bey de Porto-
gd partiese de Pefiafiel: porque día entendía ir
luego á las espaldas é ayudar al Bey. É porque sopo
que el Bey de Portogal esperaba mas gente en Pe-
fiafiel para facer aquel socorro, mandó entrotanto
repartir la mas gente de pié ó de caballo quo oon
ella venia, en los lugares que estaban en tomo de
Pefiafiel, para facer gueira al Bey de Portogal por
todss partes, é quitarle los mantenimientos, é and-
mesmo por saber mas presto quando saliese de aque-
lla villa. Entre los caballeros que tomaron aqud
cargo fué uno d Conde de Benavente, d qual oon
la gente de caballojé de pié de su casa, fué á aposen-
tarse á una villa muy ceroana de Peftafid que se
llamaba Bdtanas; é desde aquella villa fada guerra
al Bey de Portogd é á los que con él estaban en
Pefiafiel. Los cabdleros é criados del Conde, consi-
derada la fiaqueza de aqud lugar do estaban, é que
por no tener defensas podían retebir dafio, conee-
jaban algunas veces d Conde, que pues no tenia
tiempo de fortificar aquel lugar, debía dezarlo ó re-
traerse á otro que toviese mejor defensa, é que esto*
yieso mas loxos de Pefiafiel. El Conde menospre-
ciando aquellos consejos porque mostraban dguna
flaqueza, esforzaba mucho á los suyos diciéndoles :
que ni mostrarla tan gran mengua de su persona,
ni menos por su causa parecería flaqueza en los
fechos del Bey é de la Beyna, la qual conocerían
los contrarios d de aquel lugar so traxiese; é que
to viesen buen ánimo, que estando allí recibirían
honra é no dafio ninguno. Los suyos que conside-
raban bien la gran confianza del Conde é la poca
defensa del lugar, le dixeron: «Mirad por Dios, se-
« fior, que muchas veces dafia la confianza, y el mie-
»do proveo. Cosa razonable es que rocelemos los
«dafios que pueden venir, porque los podamos es-
«cusar agora que podemos, é no lo dexemos para
«cuando no pudiéremos, « El Conde confiando en su
esfuerzo, no quiso retraerse de aqud lugar, é toda-
vía facía guerra á los que eatAban en Pefiafid. El
DON FBBNANDO
Rey de Portogal como Tido que el Oonde de Bena-
▼ente se había llegado tan cerca é la guerra que le
facía; sabido eao mesmo que aqoel lugar que ee de-
cía Baltanas era llano é que tenía la cerca flaca y
en muchas partes aportillada, é sin ningún anda-
mio ni otro adórese de defensa, acordó do ir á lo
combatir; é fiao aderesar toda su gente, é partió de
noche, é con él el Arsobispo de Toledo y el Marqués
de Yillena; é al alba del día comenzó el combate por
ocho partes do estaba la cerca mas flaca. El Conde
de BeiyiTente púsose en defensa con toda su gente
é repartióla por aquellos lugares que entendió ser
mas necesario; é duró el combate desde la mafiana
fasta hora de vísperas. Bn el qual tiempo los Por-
togueses é Castellanos que Tenian con ellos, en-
traron dos Teces en d lugar, é otras dos Teces fue-
ron laucados fuera por f uen^ de armas. T en estos
combates cayeron muertos é fueron f eridos muchos
de los unos ó de los otros. Bl Conde trabajaba requi-
riendo los lugares flacos é peleando por ellos, é pro-
Teyéndolos de gente descansada. É al fln la gente
dd Bey de Portogal entró por uno de aquellos lu-
gares que estaba aportillado, porque la gente del
Conde que lo guardaba, cansados ya, é dellos muer-
tos é feridoB, no lo pedieron defender; é ansí los
Portogneses pedieron por fuerza de armas entrar
la Tilla. El Conde quando TÍdo los enemigos den-
tro é su gspte destrozada; púsose en defensa en
una calle con pocos de los suyos que pudo recogper;
é allí pelearon é mataron é firieron muchos de los
que con él estaban, y él fué ferido é preso; é los
Portogueses prendieron á todos los principales del
Conde, ó robaron todo el lugar é la Iglesia del. Ha-
bida esta TÍtoria, el Roy de Portogal toItíó para
Peftafiel, é Iíctó preso al Conde é á todos los otros
caballeros de su casa, con todo el despojo que oto
en el lugar. Desta prisión del Conde pesó mucho al
Bey é á la Beyna, ansí porque su g^nte se dimi-
nuía, como pensando que el Bey de Portogal toma-
ría mayor orgullo para ir á socorrer el castillo de
Burgos. É luego la Beyna mandó que toda la otra
gente que estaba puesta en guamicionos en tomo
de Pefiafielf se recogiese é TÍniese para Palenda do
ella estaba, para irá las espaldas del Bey de Porto-
gal si moTÍese para ir á Burgos. Ansimesmo el Boy,
sabida la prisión del Conde de BenaTente, fortificó
mas de gente é caTas é baluartes las estanzas que
tenia puestas contra el castillo por la parte de fuera
de la dbdad, de tal manera que ninguna gente pu-
diera entrar en él sin rescebir gran dafio. Lo qual
sabido por el Bey de Portogal, é ansimesmo porque
OTO certinidad que la Beyna con la gente que tenia
estaba presta para ir á se juntar con el Bey su ma-
rido, por lo qual le fuera peligroso facer aquel so-
corro; otrosí porque le dizoron que había algunos
tratos en la dbdad de Zamora para la dar al Bey
é á la Beyna, oto su acuerdo de dexar el socorro
del castillo de Burgos é volTer para Zamora, porque
creía que aquella dbdad era el mayor é mejor fun-
damento que tenía para su demanda, por ser dbdad
fuerte é populosa, é cercana á su reyno de Portogal;
É OOfiA ISABEL. 279
é acordó de tener allí y en la dbdad de Toroj toda
su gente aquel ínTiemo. É con este acuerdo partió
de la TÍlla de Pefiaflel, é fué para la TÍUa de ArÓTa-
lo, do estaba la Duquesa muger dd Duque de Aré-
Talo, que era prima del Conde de BenaTente; la
qual trató con d Bey de Portogal, que soltase al
Conde su primo é á los suyos, porque le diese las
fortalezas de las Tillas de Portillo é Máyorga é Yi-
llalTa, que eran del Conde, é á su fijo mayor en re-
henes, por seguridad que no ayudaria al Bey ni á
la Beyua. Las quales fortalezas fueron luego entre-
gadas al Bey de Portogd, é puso en días gente
Portoguesa en guarda, é fué d Conde de BenaTente
suelto de la prisión; é como fué libre, luego Tino á
do estaba la Beyna. É como quier qne por d Rey
de Portogd le fué ofredda libertad é acrecenta-
miento grande de su casa; pero ni su ánimo fué
Tencido por el Boy de Portogal, ni su afición apar-
tada dd Bey de Castilla (1).
CAPÍTULO XXXIL
De las cosas fn^e pasaron ei el alo slgaleato de m\\ qaalrodeii-
tos é sateaU 6 seis aftoa, é eoao se als4 Ocaia por al R^ é
por la Reysa.
En el afio siguioínte dd Belior de mil é quatro-
trooientos é setenta é seis afios luego al principio
dd afio, los Todnos de la TÍUa do Ooafia que estaban
oprimidos con gente del Marqués de Yillena, tra-
taron con el Conde de Cifuentes é con Don Juan de
Bibera, quo estaban en la dbdad de Toledo, de res-
tituir la Tilla en obediencia del Bey é de la Beyna,
é de acoger en ella al Conde é á Don Juan con toda
su gente. É un dia por la mafiana juntáronse todos
los mas de la Tilla, é dieron lugar que entrasen en
ella los caballeros naturdes que fueron echados da-
lla porque estaban á la obediencia del Bey é de la
Beyna. É and entrados, echaron de la TÍlla á la gen-
te del Marqués de Villena, é acogieron en ella al
Conde é á Don Juan de Bibera, con gente de armas
que traían de la dbdad de Toledo; é apoderados de
la TÍlla, luQgo la entregaron por mandado de la Bey-
na al Maestre de Santiago, Don Bodrigo Manrique.
Sabida esta nucTS por el Marqués de Villena, é an-
simesmo oomo de cada dia se lo rebdaba é perdía
toda su tierra, oto acuerdo de dexar al Bey de Por-
togd é Teñir para el Marquesado de Villena, por
defender dgunas Tillas que le quedaron, de la guer-
ra que le facía el Maestre de Santiago Don Bodrigo
Manrique. Como TÍno d Marquesado, é TÍdo quo
había perdido la mayor parte del; ansimesmo oon-
dderando que no pedia sostener lo que le quedaba,
por la guerra que facía el Maestre, embió dedr d
(I) Bn eata alo da 1475, i 13 de Joaio día de San Antoalo,
rid ea Madrid la Reyaa Dofia laaoa moger del Rey Don Bariqae,
y foó sepultada ai la Iglesia de Sao Franelseo Jaato al aliar np-
yor al lado del Bfaafello, donde loa Reyea CaldUaos Bandaros
baeerie ra ■agnlleo sepolcro, qee despees M remofido de alK
aoB el motlTO qee apoata Qalnlana, Gmieu ie MUiU, /. S,
Mp. 80, que trae vsrias particalartdades sobra los dlUnos ales y
moerte da esta Reyea.
280
OBÓNIOAS DE LOS BBTE8 DB CASTILLA.
Bey de Portogál que bien sabia oon qnanto amor é
Tolnntad él ae habia movido á le servir, é como le
habia entregado á la Reyna su esposa, é que al
tiempo que ge la entregó, prometió de oonsenrar su
estado, ó le facer otras grandes mercedes, las qna-
les no quiso recebir, del Bey é de la Reyna, como
qniera qne ge las ofrecian oomplidamente. Agora
le fada sab^ que toda la mayor parte de las villas
é lugares del Marquesado de Villena habia perdido
por su servicio, las quales se hablan puesto en obe-
diencia de la Beyna; é todo lo que le quedaba esta-
ba en punto de se perder, por la guerra contina que
el Conde de Paredes, que se llamaba Maestre de San-
tiago, le fada, el qual agora de nuevo habia tonudo
la villa de Ocafia que estaba por ól; é que conside-
rase, que como quiera que la tierra fuese suya é la
perdiese, pero también la perdia él, pues en ella era
tenido por Bey é Beftor de Castilla. Por ende que le
suplicaba, quisiese pasar los puertos, ó venir para la
villa de Madrid que estaba por él : porque desde
aquella villa podria haber luego á Toledo, é recobrar
la villi^ de Ocafia é todo lo que habia perdido. É que
sin dubda todas las dbdades é villas del Beyno de
Toledo ó la tierra de Estremadura, vemlan á su obe-
diencia, porque la tierra del Arzobispo é del Maestre
de Oalatrava estaban por él é tenían su vos, desde la
qual con su favor é veyéndole con gente en aqudlas
partes, se podría ligeramente haber todas aquellas
tierras á su obedienda, é también las dbdades é vi-
llas del Andalucía; lo qual deseaba mucho d Mar-
ques de Cáliz que tenia el castillo de Xeres de la
frontera, é Don Alfonso de Aguilar que estaba apo-
derado de la dbdad de Córdoba; los quales d le vie-
sen en d reyno de Toledo, luego se mostraxian sus
servidores é f arían tomar á aquellas dbdades, é otras
muchas de la Andalucía su voz, é tenerlo por Bey é
Sefior dellas; é ge le siguirían otras muchas é muy
grandes utilidades si pasase los puertos. Suplicábale
ansimesmo, que considerase quan mal ezemplo sería
desampararle é dexarle destruir, lo qual seria cansa
que los caballeros que estaban en su servido, é otros
que deseaban venir é le servir, visto el poco reme-
dio que le daba, se apartasen de su servicio é le se-
rían deservidores. El Bey de Portogál, oido lo que
el Marqués de Villena le embió dedr, ovo su conse-
jo, que si él fuese á la villa de Madrid perdería todo
lo que tenia en esta otra parte de los puertos. É por
tanto embió á decir al Marqués, que no compila á
su servicio por el presente su pasada allende del
puerto, porque su adversario el Bey de Sicilia con
quien él por fecho de armas habia de librar esta f a-
cienda, estaba desta otra parte de los puertos; é que
no sería bien considerado teniendo su adversarío
delante, dexarle libre é ir á otras partes que serían
muy ligeras de adquirír seyendo vencida la parte
principal, d qual vencimiento con ayuda de Dios
entendía prestamente facer por batalla. Bespondió
ansimesmo, que si él se ausentase destas partes, las
dbdades de Toro é de Zamora que estaban á su
obediencia, nn ninguna dubda se perderían é redu-
cirían al Bey é á la Beyua; é que no era buen con-
sejo perder lo que tenia derto, por esperar de ganar
lo que estaba dubdoso. É que él fuese seguro, que
deseaba su bien, é no oonsentiria su perdldon: para
lo qual sí conviniese pomia su estado real. Dada
esta respuesta, luego d Bey de Portogál que estaba
en Toro, vino para la dbdad de Zamora con toda su
gente, é dexó en guarda de la dbdad de Toro á Juan
de Uiloa. É ansí quedó el Marqués en grandes peli-
gros é necesidades, que cada dia le reoredan por
las pérdidas que veia de su patrímonio, é por la poca
esperanza que tenia en la ayuda del Bey deJPorto-
gal; é no tenia determinada elección si permanece-
ría en BU partido, ó d se redudria á la obedienda
dd Bey é de la Beyna asegurándole solamente su
persona é patrimonio. Estando en Zamora d Bey de
Portogál sopo de derto trato que algunos de la db-
dad trataban para la dar al Bey é á la Beyna; é fizo
prender quatro de los que eran en el trato, é mandó
facer justida dellos, é acordó de templar su ven-
ganza, porque de la crueldad vista por el pueblo no
se recreciese algún escándalo,
CAPÍTULO XXXIII.
Da lag eosu qne puaroo eo el aereo del aatUlo de Bárg oa.
Sabido por la Beyna que el Bey de Portogál dexó
de socorrer al castillo de Burgos é que fué para Za-
mora, lu^o partió de Palenda, é con eBa d Carde-
nal de Espafta, é los otros caballeros que estaban en
su corte, é volvió para Valladolid. Porque siempre
tovo tal diligencia en esta guerra, que el Bey, ó ella,
ó sus Capitanes por su mandado, con gente de armas
se ponían lo mas cerca que podían dd logar do d
Bey de Portogál estaba. El Bey oontinó dempre el
cerco del castillo de Burgos, é mandó poner gran di-
ligenda en las minas que iban debaxo de tierra ; é
los minadores trabajaban de minar d pozo de la for-
taleza que estaba hondo, é pensaban que tomada el
agua se tomaría el castillo. Ansimesmo los trabucos
de noche é de día no cesaban de tirar á la fortaleza
é las lombardas gruesas é otros tiros de pólvora ti-
raban continamente. É algunas veces salían los de
la fortaleza á pelear con los de las estanzas que es-
taban puestas por defuera de la cibdad, é con los
que estaban por la parte de dentro, é otras veces
peleaban con los de las minas que habían fecho. De
manera que muchos días acaeció pelear por dos par-
tes debaxo de tierra, y encima de tierra por tros ó
quatro partes. En los quales combates, por la dis-
poddon de los lugares do peleaban, pocos tiros de
pólvora ó de ballestería se fadan, que no firíesen ó
matasen á los de la una parte é de la otra; é aqudla
batalla era menos cruel, que venia entre eUos á las
manos con lanzas y espadas. T en estos combates,
el Bey y el bastardo su hermano, Duque de Villa-
hermosa, y el Almirante, y el Condestable trabaja-
ban veces peleando por sus personas, veces prove-
yendo é f avoredendo de gentes á unas partes é á
otras do era necesario. El Duque do Arévalo tenia
muchos criados é bornes principales en la cibdad,
los quales al tiempo que el castillo fué cercado, se
DONrEBNANDO
noogieron dentro par* lo def endor. Ansimesmo em«
bió ftlU otrof mndlios de eos criados, é grandes per-
trechos: porque aqnella tenencia tenia en mas esti-
ma qne la mejor oosa de sn casa. T esta gente, que
serla en número de qnatrooientos hombres, fioieron
muchas cavas é baluartes para se defender ; é los
unos peleaban, é loa otros reparaban lo que derriba-
ban loe trabucos é las lombardas, é con los ingenios
que tenian en la f ortaleaa tiraban i la dbdad, é des-
truían é derribaban muchas casas, é facían tanta
guerra, que ninguno podia andar seguro por las
oallfls de la oibdadi
OAPlTüLO XXXIV.
Gomo el Roj UtrnA la dbiad de Zanora.
Entretanto que estas oosas pasaban en Burgos, la
Beyna trató secretamente con aquel Francisco de
VaJdes, que habernos dicho que tenia la puente de
Zamora, de lo reducir á su servicio. Este Francisco
de Valdes, considerando que habia seydo primero
en la casa del Bey é habla recebido del mercedes , é
que tenia poco cargo del Bey de Portogal, aceptó el
trato que le fué movido, é fabló con un Alcayde que
tenia puesto en la puente, que se llamaba Pedro de
Maaariegos vecino de Zamora, lo qne le era f ablado.
▲1 qual plogo mucho dello, porque como buen cas-
tellano, ni su noluntad se apartó de servir á la Bey-
na de Oastilla, ni se juntó al servido del Bey de
Portogal. Este trato anduvo algunos días, é al fin
fué asentado, que el Bey fuese con gente, y entrase
de noche en Zamora por la puente; é que tomaria al
Bey de Portogal, ó i su sobrina que estaba con éL
Tratóse esto tan secretamente, que ninguno enten-
dió en ello, salvo el Bey é la Beyna, y el Cardenal
de Espafta, é una persona raligiosa que lo trataba.
E porque convenie que el Bey viniese en persona
á lo facer, la Beyna le embió á decir, que simulase
estar enfermo, porque ninguno conodeso que se
habia ausentado de la cibdad de Burgos, é que lue-
go A la hora partiese, ó viniese secretamente para
ValladoUd do ella estaba, é allí tomaría la gente
que habia de llevar para la entrada de Zamora:
porque el trato de su entrada en le dbdad, era con-
cluido con Franoisoo de Valdes. El Bey, oído lo que
la Beyna le embió á decir, f ablólo ton el bastardo
su hermano. Duque de Villahermosa, en gran secre-
to, é con el Almirante su tic, ó con el Condestable,
que estaban con él, é cop Bodrigo de Ulloa, su Con-
tador mayor, é con un su Secretario de quien él
confiaba, que se llamaba Femand Alvares de Tole-
do. Este Secretario fiso poner por mandado del Bey
dos caballos fuera de la cibded, cerca del moneste-
rio de las Huelgas, é á la prima noche el Bey, deza-
do el cargo del cerco á aquellos caballeros, salió si-
mulado de BU palacio solo con aqud caballero Bo-
drigo de Ulloa, su Contador mayor, é coi\ aquel su
Secretario, é fué al lugar do el Secretario puso los
caballos, é de allí partieron, é fueron á Valladolid.
Aquellos caballeros á quien dexó el caigo del casti-
llo de BúigoSi publicaron otro dia que el Bey no sa-
É DOffA ISABEL. S81
Ha fuera de sa cámara , porque se habia sentido
enojado. Como el Bey fué en Valladolid, estovo alli
aqud dia secretamente en la cámara de la Beyna ; é
acordó de partir con toda la gente que la Beyna te*
nía llegada, é de emblar delante con gente de caba-
llo á Alvaro de líendosa, para que entrase primero
en la dbdad. Este trato no pudo ser tan|^eto, que
no lo sospechase alguno , que avisó dello al Bey de
Portogal ; d qual por la sospecha que ovo, quinera
luego desapoderar de la tenencia de la puente i
Francisco de Valdes. E la noche que lo sopo embió*
lo llamar, é como respondiesen los suyos que guar-
daban la puente, qne no estaba allí, pensó esa no-
die de tomar la puente por alguna manera de enga-
ño. T embió i decir con Juan de Porras, tío de Val-
des, i aquel Pedro de Masariegos que tenia la puen-
te^ que la abriese para que saliesen dertos caballe-
ros que el Bey de Portogal amblaba esa noche i
facer cosas que compilan i su servido, y esto sé
fada i fin que quando la gente estovlese en la
puente, se apoderasen della, y echasen fuera al Al-
cayde é á los que con él estaban. El Alcayde respon-
dió, que no era aqndla hora plira recebir gente nin-
guna en la puente; pero á la mafianafaria lo que le
mandasen. El Bey de Portogal, aunque dubdoso de
la respuesta de aquel Alcayde, pero por no facer
claró al que estaba deservidor encubierto, dozole
por esa noche , esperando tomar la puente otro dia
por la maftana. Quando el Alcayde Pedro de Masa-
riegos sintió que el Bey de Portogal habia sabido el
trato, é que aquella gente que emblaba por la puen-
te era para gela tomar, trabajó esa noche con los
que con él estaban de facer con piedras grandes un
baluarte ahí dentro de la puerta de la puente ; é no
lo fiso por defuera por no ser sentido que facía de-
fensa contra la dbdad. T embió decir al Bey, que
viniese i mas andar con gente, porque el B^ de
Portogal habia sentido el trato, é le queria tomar la
puente. Otro dia por la mafiana vino á la puente
aqud Juan de Porras que habernos dicho, con fasta
den hombres á caballo, dmulado que iba camino, A
dixo al Alcayde qne abriese é dexase pasar por la
puente aquella gente que el Bey emblaba. El Alcay-
de quando los vido, tirando piedras é saetas y es-
pingardas, á grandes voces dixo : OcuUUa^ Csfliíla,
por el S9¡f Don Femando ¿por la Reyna Doña lea'
M. Como la vos fué al Bey de Portogd, ovo grande
Indinadon ; é mesclada la Ira con tristesa se armó
luego, é mandó armar toda su gente, é vino en per-
sona i la puente , é mandola combatir. Los Porto-
gueses comenzaron el combate, presente el Bey, tan
redo que ovieron lugar de poner fuego i las puer-
tas de la puente, aunque ovo aUl mudios muertos é
feridos. Quemada la puerta, d Bey de Portogal en-
cendido en Ira contra los que la guardaban, mand»«
ba i los suyos que osadamente llegasen. Loe quales,
pensando haber luego la entrada, fallaron d baluar-
te que hablan fecho la noche antes, é tomaron á pe-
lear é combatir aqud baluarte ; en d qual combate
los Portogneses peleaban osadamente, pero oomo el
fuego qne hablan puesto ó la puerta de la puente
282
0RÓNI0A8 DE LÓB BBYES DE CASTILLA.
l66 üópedia la entrada , reoebian gran dafio do los
tíroB de eepingardas é ballestas qne tiraban los de
dentro, en especial por la dieposioion del logar qne
era tan estrecho, qne los de dentro se defendían á
poco peligro, é los de f aera ofendían á sn gran da-
fio. En este combate morieron algunos criados del
Itey de I)ytogal, ó oficiales do su casa, porque
aqaáUos eran los qne con mayor osadía llegaban al
peligro, Toyendo presente al Bey sa sefior qne los
esfonsaba, é ansí dnió el combate desde la mafiana
fasta después de hora de TÍsperas. E YÍsto por un
caballero Portogpies, hombre anciano, que estaba
con el Rey de Portogal, el gran dafio que recebian
los Portogueses, y el poco fruto que se esperaba de
aquel combate, movido á compasión de los muertos
é feridos que yeia, trabajaba por quitar al Boy de
Portogal la ira que mostraba , é díxole : iQue la ira
• que mostraba contra sus deservidores, no le ocu-
•pase la piedad que debía haber de sus seryidoroS|
9 é qne pnes no se podía executar la justicia contra
» ios unos, usase do la misericordia que debía con
» aquellos mancebos qué había criado, é veía morir
» sin conseguir f ructo.» El Araobispo de Toledo que
estaba con el Bey de Portogal , ansimosmo lo dixo :
«Sefior, yo sé bien qne aquel que tiene aquella puen-
» te, espera presto socorro de gente, porque de otra
» guisa , no es do presumir que cometiese tan grand
» osadía. E conozco al Boy é á la Boyna de Sicilia,
> que, ó vemán ellos presto, ó embiarán tanta gente,
> que puje á la gente que tenéis para pelear ; ó no es
> vuestra honra que peleemos por las calles de Za-
»mora, do tornemos á todos los yecinos dellapor
» enemigos : por ende deliberad luego de partir de
«aquí, porque esto es lo que cumple á vuestro
9 servido.» El Bey de Portogal oídas aquellas pala*
bras, é considerando que lo que el Arzobispo é aquel
oaballero decían era cosa de creer, visto ansimesmo
que había estado allí todo lo mas del día sin facer
fruto, fizo retraer á los del combate é fué á su pala-
cío, é mandó armar toda su gente ; é sin mas tardar
toinó á su sobrina que estaba allí con él, recelando
del pueblo no fidese con él algún alboroto, é con los
mas que pudo recoger partió esa noche de la cibdad,
é con él el Ansobispo de Toledo, é fué á la cibdad de
Toro ; é toda su cámara é otros arreos que tenia fizo
poner en la fortaleza en poder del Mariscal que la
tenia. E fué ansimesmo con él Juan de Porras, aquel
oaballero que habemos dicho que era natural de
aquella cibdad ; el qual no osó quedar en ella, por
el fierro que había cometido contra el Bey é contra
la Beyua. Partido de la cibdad de Zamora el Bey
de Portogal, luego donde ápooo espacio llogó Alva-
ro de Mendoza con la gente que d Bey é la Beyna
le habían dado, y entró dentro en la dbdad. E la
gente de los Portogueses que no ovieron espacio de
partir con el Bey de Portogal, retraxéronse á la
Iglesia mayor que estaba cerca de la fortaleza, é
metieron en ella el f ardage é las otras sus cosas que
' pudieron meter, para lo salvar, é pusiéronse en de-
fensa. La gente de Alvaro de Mendoza, como llegó
de noohOi tendióse por la dbdad á robar muchos de
los bienes de los Portogníases qne no habían podido
guardar. Otro día por la mafiana al albadd dia, Al-
varo de Mendosa juntó toda la gente de su capita-
nía é mucha gente de la. dbdad, é comenzaron á
combatir la Iglesia. Estando en el combate, llegó d
Bey, é con él el Almirante, y d Duque de Alva, y
d Ck>nde de Alva de Liste, é otros caballeros, con
toda la gente de armas de su hueste. Quando los de
la Igleda vieron que el Bey entraba en la dbdad,
demandaron partido que les salvase las vidas é loa
bienes que tenían en aquella Igleda, é luego la de-
xarían libre. El Bey otorgólo, porque de su natural
condidon era home piadoso; é ovo consejo de no se
ocupar en d combate de aquella Iglesia, por escasar
muertes, é porque habida, se podría mejor poner
dtio sobre d castillo que estaba cerca dolía. Los
que estaban en la Iglesia, habido el seguro del Rey,
luego salieron con todo lo que tenían, é se fueron á
Toro do estaba d Bey de Portogal. £1 qual , como so
vido desapoderado de la dbdad do Zamora en la
forma que habernos recontado, como qiiier que fué
gran disfavor para su demanda, pero pensó de es-
forzar los de su partido, publicando que esta de-
manda no se había de librar tomando ó dexando de
tomar castillos ó cibdades, sino por batalla campal,
ó cercando á su contrario el Bey de Sicilia, lo qual
entendía facer prestamente. E luego embió mandar
al Príncipe de Portogal su fijo, que estoviese presto
con toda lamas gonto do pié é de caballo qne podie-
se habor en todo su royno, para quando le embíaso
á llamar.
OAPlTüLO XXXV.
De las cosas qaa pauron ea el cerco del caslillo Se Bdrgos,
é como se eatregé i la Reyaa.
El Bey fué muy bien recebido en Zamora, é con
grande amor de los del pueblo, é luego mandó tomar
los bienes de aquel Juan de Porras , é dd Mariscal
que tenía la fortaleza, é de todos los otros dededes
que con él estaban. E mandó facer una grande tapia
por atajo, la oud apartó la fortaleza do la cibdad
do manera que por la fortaloaa no podía ninguna
gente entrar en la cibdad. E por defuera de la cib-
dad mandó poner once estanzas contra la fortaleza,
é cada una de aquellas estanzas msndó forneoer de
mucha gente bien aderezada de armas é pertrechos
é artillería. E otrosí mandó fortificar cada una des-
tas estanzas de grandes cavas é baluartes á la le-
donda, é de grandes defensas, por manera que aun*
que alguna gente viniese á socorrer la fortaleza por
defuera de la oíbdad, no pudiesen entrar dentro ni
desbaratar las estanzas sin gran dafio y estrago de
gentes; é ansí fué cercada la fortaleza de Zamora
por todas partes, é mandó ansimesmo traer engenios
é lombardas para la combatir. Entretanto que estas
cosas pasaban en Zamora, Don Alonso d Bastardo,
hermano dd Bey, Duque de Villahermosa, y el Con-
destable, contínaban el cerco dd oastillo de Burgos
é los minas que se f adán ; é daban tan gran dilígen*
oia| que de noche ni de dia no cesaban los tiros de
\ DON FlfiBNANDO
la ODA parte ni de la otra. Aoaed<^ que los déla for-
talece movieron un dia por la maftana eecaramnBa
con loe de las estansae por tres partee , é por nna de
las minas; y eetando en la mayor priesa de la esca-
ramnsa, odiaron gente por una de las otras minas,
é pusiéronle fuego, é quemóse toda, porque los que
la guardaban no lo pudieron resistir, é cayó toda la
mina en tierra. E porque á loa oercadores costrofiia
la Terg&ensa é á los oercadoa la neoesidad, cayeron
en aquel dia en los oombates é peleas muchos muer-
tos é feridos de la nna parte é de la otra. Especial-
mente los de la f ortaleaa recibieron tanto dafio, que
▼oyendo como la gente ge les diminuía é iba per-
diendo cada dia, acordaron de guardar la fortalesa,'
é no salir mas á las escaramusas como solian. E las
estansas puestas contra la fortaleza olieron lugar
de se poner tan cerca de las torres, que podían tirar
piedras con la mano que llegasen fasta lasestansas;
é fablaban muchas veces los unos con los otros, ó
los del castillo docian á los do las estansas, que te-
nian esperansa muy firme que el Rey de Portogal
había de venir á los socorrer, porque lo había pro-
metido, é que tenían ansimesmo fiucía en la guerra
que el Rey de Francia fada á la provincia de Qui-
púacoa, é que había de entrar gran poderío de Fran-
ceses en OastíUa en favor del Rey de Portogal. B
con estas cosas estaban mas rebeldes, ó no querían
aceptar fabla ni partido ninguno, é llamaban desde
el muro á grandes voces : A^muo^ Aífimto, Parto-
gal^ PoriogaL
Un Alcalde de Burgos que habla nombre Alfonso
Días de Onevas, á quien el Rey había dado cargo
con gente de la cíbdad de una estanza de las mas
cercanas al muro, oonoda bien á los principales de
los que estaban en la fortaleza que eran sus amigos,
é oía aquellas fablas; é deseando guardar las vidas
á aquellos é la fortaleza al Rey, dedales A altas vo-
ces: t O engafiados ! desde Iss almenas de Burgos
i cabeza de Castilla, llamáis á Portogal que os so-
i corra I Mal pensamiento es el vuestro, si aoordais
9 de esperar las penas de la muerte con tantos tra-
9 bajos de la vida, esperando socorro de aquellos á
9 quien vuestros padres é agttelos siempre tovieron
9 por enemigos. Pésame, dizo él , d la afición os tiene
9 tan ignorantes de las cosas, que no oonoóds que
9 sería ya venido el Rey de Portogal á os socorrer ri
9 pudiese; é mucho mas si lo sabéis, é con desespe-
9 radon no sabéis remediaros. Gemir por cierto de-
9brían esas almenas, gemir debrian loa vecinos des-
9 te lugar, é aun toda la lealtad castdlana ; porque
9 nunca pensaron las gentes, que tan gran desaven-
9 tura había de pasar por la dbdad de Dúigos, que
saqudlos que guardaban su castillo llamasen á los
sPoitogueseapor ayudadores. Ni menos se pensd,
9que los de Zamora que son cercanoa á Portogal,
9 guardando su lealtad como buenos Oastellanoa
9 echasen al Rey de Portogal de la cíbdad ; é los dd
9 castillo de Bárgos lo llamasen por su Rey, é que-
9 masen por le servir la cíbdad de su naturaleza. El
9 reyno de Portogal, como sabéis , porteneqia de de-
9reoho al R^ Don Juan, bísagfielo dd Rey é de la
É DOftA ISABEL. 283
sReyna nuestros seftores, por parte de la Reyna
9 Dolía Beatriz su muger; é los Portogneses quisie-
9 ron por su Rey al Maestre de Avís (1), agfldo des-
9 te Rey de Portogd, aunque era frayle profeso é
9 bastardo, antes que sofrir por Rey á home Oastdla-
9 no, aunque ^a legítimo é tenia derecho daro al
9 reyno de Portogal. E vosotros Oastdlimos tenéis
9 Rey Oastellano, é Reyna fija legítima del Rey Don
9 Juan, á quien sabéis que pertenecen estos Reynos:
9 é llamáis por Rey á Don Alonso Rey de Portogal,
9 porque casó con Dofia Juana su sobrina. ¿No ha-
9 beis verg&enza de sostener td opinión? ¿Dónde
9 está vuestro entendimiento? ¿dónde está vuestra
9 lealtad? No habéis memoria, que poco tiempo ha
9 vímoa á los mas principales de los que ahí estáis
9 con las espadas en las manos, é con g^an seqnda
9 de gente por las calles de Bárgos, diciendo : cQud-
9quíer que dixere que d Príncipe Don Alonso no
9 es heredero legítimo é verdadero do los Reynos de
9 Castilla, nosotros le sacaremos el ánima: porque
9 no pleperá á Dios, ni sofrirán Iss gentes, que Dofia
9 Juana, fijado Don Beltran de la Cueva, reyne en
9Castilla.9 ¿Tan presto habéis olvidado aquella
9 lealtad que publícábades? ¿Tan presto sois veni-
9 dos en olvidanza de vosotros meemos, é morís por
9 sostener aquello que á otros consejábades, é aun
9forzábadesque no sostuvieseu? Querría yo saber
9 de vosotros, sí tomó agora de nuevo aqudla sefio-
9 ra Dofia Juana á ser fija'dd Rey Don Enrique,
9 porque no se confirmó la villa de Aiévalo d Duque
9 Don Alvaro. Andad, díxo, engafiados; andad, é
9 tomad á vuestro entendimiento, é dezaos destas
9 opiniones dafiadas: ca nunca opinión venció á la
9 verdad, é la verdad d fin dempre vendó á la opi-
9 nton. Ni porque no se confirmó Arévdo d Duque^
9 no confirméis vosotros tan gran mácula á vuestras
9 personas é á vuestros descendientes; ni sufráis la
9 vida tan mda que tenéis, ni la muerte tan erada
9 que esperds, oon fundamento tan injusto. Dexaos
9 destas esperanzas vanas de socorros de Franceses,
9 porque cansados llegarian por cierto los de Paris á
9 socorrer á los de Burgos; ni menos de los Poito-
9 gueses que llamáis, porque asaz tiene que facer d
9 Rey de Portogal en socorrer á d é á las estremas
9neoeddades en que está puesto, las qudes son tan
9 grandes, que le facen estimar muy peqnefia esta
9 que vosotros tends por grande. Ni esperéis, que
spues d Rey ha estado tanto tiempo en d cerco
9 deste castillo, é lo tiene en td estado, lo dexe por
9 ninguna otra neceddad aunque sea grande ¡por-
(1) Este fsé DoB JsM I de Porti|il, bfjo <el Rey Des Pedro,
4«e por eleeeioi de loe Portogiesee tiendo Maestre de Atíí te-
cedió i te lieraavo Don Feratndo, hi|o lefftimo del mIobio Dos
Podro y de ta primera Meger Dola Costtanu, bija de Doa Jiai
MaBaolSefior de VlUent. Don Joan I de CatUlla pretendía el rey-
no de Portngal, por el derecho de tn meger Dolía Beatrii» bUa del
Rey Don Femando de Pertigal y de Dofta Leonor de Menetet, i
qelen tln dnda pertenecía. Pero detpnet de Mnebot reencnenlrot,
bablendo tido derrotado en le Memorable batalla de AUnbarrota,
en 1885, bttbo de ceder i la fortina, y tn competidor qnedd en pa^
cilea potetlon del reyno. Cróñ, ée Aes Jum I, eSe 7, cuqi. 14,
Mariana, S». iS, «y. S.
884
0BÓNI0A8 DE LOS RBTES DE 0A8TILLA.
i qii« ningono debe dezAr el trebejo de le ooee, te-
i aiendo le atiiided del fin ten oeroe. B mired, que
9 im Heneo de eee oeroe eete noohe ó demefiena oee-
irá, é Yoeotroe todoe eeteie en peligro de loa TÍdee.
i Ni eepereie qne tomeda la fortaleza , aunque eeoa-
1 peie oon lee Tidae, Tueetroe trabajos é aerTioios ee-
eran miredoe ni remuneradoa por el Duque Don
i Ahrero, ni menoe por el Bey de Portogal, porque
•el fin de la ooea ee mira, é no loe trebajoe della.
iBeduoíos por Dioe á Yueetro buen entendimientOi
«é luego oonooereis le vordad , é penaareie de oe re-
educir al eenrioio del Bey é de le Beyue, oomo aois
iobligadoa. Loe qualee son tan hnmanoe é piadoaoe
•con sus naturales, que no mirando vuestroe yerros,
• cederán vide ó reparo de vuestras personas. He-
• bed ye por Dios compasión de vuestra naturaleza
•é de vuestras moradas que vedee arder; é habed
• piedad de vosotros meemoe é de vueetra fama, ó
•siquiera de vuestres mugeres ó fijos, que viviendo
• vosotros andan oomo viudas é huérfanos, é tienen
• la vida mala, é la eeperensa peor. «
Loe de la fortaleza oyeron las razones que dizo
aquel Alcalde Alf oneo Diez de Cuevee , al qual co-
noden que era hombre de buen entendimiento, é
tenia amistad oon algunoe dellos. E luego comen-
zaron á f ablar entre si , que debian venir en algún
partido, pues que lee faltaban ya muchas cosas que
habian neooeario para d mantenimiento é pera la de-
fensa de la fortaleza ; ó ansimesmo habla entre olios
muchos ferídoB, é algunos muertos, y esperaban
cada dia mayores neoesidadee. E decían que no ee-
ria buen consejo esperar necesidad tan extrema que
no oviesen lugar de facer partido ninguno ; pues
▼dan que el Rey de Portogal, ni el Duque de Aré-
velo ponian la diligencia que debian en su sooono.
E cerca deeta plática, habia entre ellos divereas
opiniones : porque unos deoian que debian morir
allí oomo leales, é otros dedan, que no podien creer
que no fuesen eocorridoe, eeyendo aquel castillo la
principal cosa deeta demanda ; é que habiendo olios
fecho su deber, sería grande inhumanidad del Rey
de Portogal é del ';Duque de Arévalo, si no los re-
mediasen. Otros deoian, que ninguno f acia, aunque
fuese Rey, mas de lo que podía, ó que el Duque de
Arévalo no podía socorrer el castillo de Búrgoe un
gente é favor dd Rey de Portogal ; el qual habia
venido fasta Pefiafiel á loe socorrer, é ee volvió, é
deepues fué echado de Zamora, según lo qual no
veían manera para que f ueeen eocorridoe del. E
que lee seria imputado á gran ignoranoia, veyendo
las cosas en tal estado, no haber consejo de salvar
.sus vidas é bienee m pudiesen. E aun que desto no
peearia al Duque su sefior ; porque ya eran venidoe
A tal eetado, que les convenia sojuzgarse al remedio
que pudieaen, é no al que escogiesen, é de buscar for-
ma para conservar la vida, é no para ganar gloria.
Eetando eetes cosas entre ellos en esta plática, un dia
por la mafiana cayó d lienzo de la cerca por do ti-^
raban lea lombardas, en que podía haber fasta
veinte pasos ; é luego pareció por dentro otro muro
de tapia, que habían fecho los del castillo para su
defensa ; al qual tomaron 4 tirar lee lombardas^
pero no podían en él facer tanto dafio, porque lea
piedree dd muro que habían oddo, eran grand am-
paro dd muro de tapia que habían f edio. El Al-
oayde quando vido d muro caído, A requesta de .
aquellos que procuraban que ee dieee la fortdeaa A
partido, loe qudes eran de loe mas prindpalee que
eetaban oon d, veyendo otrosí que le iban menguan-
do loe bastimentos é creciendo las neoeddadee, de-
mandó fabla con d Oondeetable. El qual llegó áfa-
blar oon seguridad que ovo de la una perte é de la otra
é deepuee de dgunae plátioae, que en tree ó quatro
diae ovieron , acordaron que daria la fortaleza oon
seguridad de las vidas de loe que eetaban en ella ; é
que d Rey é la Beyna loa perdonaeen é restítuye-
een bus bienee. E luego el baetardo hermano del
Rey, y el Oondeetable, eecribieron A la Beyna que
eetaba en Vdledolld, que viniese A asentar d parti-
do, é A reoebir su fortaleza* La Reyna, vistas las
letras del Duque é del Oondestable, partió de Valla-
dolid (1), é vino para la dbdad de Burgos, é posó en
las casas dd Obispo. E allí vinieron A ella personas
diputadas por parte dd Alcayde, éde loa que estaban
oon él en el oastillo ; é perdonoloe, é mendolee ree-
tituir sus bienee, é recibió el cestiUo, en d qual puso
por Alcayde A Diego de Ribera, Ayo que fué dd
Principe Don Alonso su hermano ; é dio orden en el
baetimento é reparo dd oastillo, y en la justida é
guarda de la dbdad. Esto fecho, volvió luego para
Vdladolid, é dende vino para Tordedllas, por eetar
mas cerca de Toro é de Zamora para proveer las
cosas necesarias A la guerrai
CAPÍTULO XXXVL
De U reeoaelUaeioB del Daqse Don Alnro eoa li R^yit. -
Estando la Reyna en la villa de Tordedlles, vino
ante ella Don Pedro de Stúfiiga , fijo del Duque de
Arévdo, A proourar perdón para el Duque su padre,
é reducirlo Aeu servido. Este Don Pedro, oomo quier
que d Duque su padre é la Duqueea au madrastra
siguieron la vía del Rey de Portugal , pero él esto-
vo siempre en ol sorvicio dd Rey ó de la Reyna, ó
con esta confianza vino A la Reyna. Ala qual dízo,
oomo la vejez de eu padre habia engendrado on él
tan gran negligenda acerca de la gobemaoion de
su casa, que ni de lo malo que en día ee fada le
debía ser imputada culpa, ni por lo bueno meieoia
gradas. Porque toda la administración de eu fa-
denda, é aun de su honra, junto con la gobemaoion
de su persona habia remitido A la Duquesa su mu-
ger ; y él aunque presente, ee reputaba oomo abeen-
te de todo lo que en eu casa se facía. E que la Du*
quesa eu madre habia poepuesto la honra de su
marido, é muchas veces había aventurado A todo
peligro su casa é mayoradgo, A fin de facer gran
(1) BsU Meeto y los ptstdoi Mgie él tomtrio de Galiedei»
deben referirse il afio antecedeate de 1475, poea aeftala la ida de
la Reyaa de Valladolid á Bdrgoa ü recibir el oalilio en diebe aáo»
y en el mismo la partida del Rey A 1q de Zamora. Galindex, Utwior^
Uo 1479i
bO» J^BttNANDO
Mftor á l>oii iuiok ta hijo ; porque oonoda qno en
perderlo ella peidia pooo de lo rayo. B que le supli-
oalM que ovieee piedad del , que siempre le habla
servido ; y en aquel yerro que oontra su magostad
real la oasa de su padre habla cometido , mostrase
BU magnanimidad , é no quisiese que él padeciese
por el yerro que su padre, ciego de ignorancia, y
engaftado por la oobdida de su muger , habla come-
tido : mayormente pues que en este yerro, fué ma-
yor la ceguedad de la cobdicia de su madrastra, que
la malicia del Duque su padre. Todo lo qual consi-
derado, él traía oomision de poner, é ponía en sus
manos reales al Duque su padre, é á él é á toda su
csHa, para que de todo ello fioiese lo que su volun-
tad fuese. La Beyna perdonaba los yerros que le
facían con .gran dificultad, pero considerando la
humildad con que vino á ella Don Pedro, é que ha-
bia servido al Bey é áella, é habia de heredar aque-
lla casa, perdonó al Duque su padre, é la Duquesa
MI muger, é redúxolos á su servicio. Los quales sir-
TÍeton después al Bey é á la Beyna tan bien é leal-
mente, que le entregaron la villa de ArévAlo que
tenían ocupada; é habiéndose por bien servida da-
llos les dié oonsentimiento para que oviese el Maes-
tradgo de Alcántara Don Juan su hijo, que era
proveído por el Papa. Y este Duque mudó el título
que tomó de Arévalo, é llamóse Duque de Plasencia,
de la qual se solía intitular Oonde.
CAPÍTULO XXXVIL
De las eosu f se patiroa es Fientembfi.
Según habemoB dicho, el Boy de Francia fiso su
amistad é confederación con el Bey de Portogal
como con Bey de Costilla. E como se vido libre de
la guerra que el Bey de Ingalaterra loquería facer,
é vista la necesidad en que estaban el Bey é la Bey-
na por la guerra é división que tenían dentro en su
Beyno ; acordó de embíar á la cíbdad de Bayona,
que es en la frontera de Castilla, quarenta mil com-
batientes, para facer guerra á la provincia de Gui-
pÚBCoa, é poner cerco sobro la villa de Fuentera-
bfa, que es muy fuerte. E f uole dado á entender,
que tomada aquella villa por ser la primera é la
mas fuerte de toda la provincia, muy ligeramente
tomarla las otras, é ansimesmo las del Condado de
Viscaya, do hay muchos é muy buenos puertos de
mar, con los quales su reyno que es menguado da-
llos, seria abundado de puertos de mar, é de gente
belicosa, é muy sabía en el arte de marear. La villa
de Fuenterabia es puerto do mar, y está asentada i
la boca de un río que se llama Aldnida, é nace de
los montes Pireneos, y entra en la mar de Espafia, é
viene del Beyno de Navarra , é parte términos en«
tre Costilla é la tierra de Lobrot, que es en el Duca-
do de Quiana, del seftorio de Francia. E aunque la
villa está puesta en alto, é los muros della son al*
too; pero la mar en los crecientes rodea todo lo
mos del oirouito della, é sube mas de f osta lo mey-
tod del muro. E de la parte de la tierra está muy
torreodaí é la dispusloion del lugar la face mas
¿DOfiA ISABEL. 286
fuerte : porque todo lo que eetá eü su circuito por
lo porte de lo tierra, es lugar frogoso é montuoso,
donde á gran peno pueden andar oabolloo ni otroo
bestias por el impedimento del lugar. Los France-
ses pasaron aquel rio, que muy ligeramente se pue-
de pasar á las menguantes del mar ; y entraron en
la provincia de Quípúscoa, é quemaron las villas de
la Bentería, é de Oyarsu , é fideron cruda guerra á
los Guipuzes. Los de la provincia, visto el gran po-
derío de los Fronceoes , embioron á lo Beyno, que
estaba en Burgos, en el tiempo que el Bey su mari-
do estaba en Zamora, á le suplicar, que embiose al-
guno'gente de ooboUo, para que con los peones de
la tierra pudiesen resistir áloe Franceses. LaB^jrna
proveyó luego, y embió sus poderes á Don Diego
Peres Sarmiento, Conde de Salinos, su Merino ma-
yor de /Guipúzcoa, con gente de cobollo ; ansimes-
mo ombió á Don Juon de Gamboa, un caballero na-
tural de aquella tierra, para que entrase en Fuen-
terabia, é tomase la capitanía de ella. E dio sus car-
tas para todas las villas que son en Vixcaya, é Gui-
púzcoa, é Castilla vieja, é Álava', é Burueva, é las
Asturias, é para todos los valles que son en laa
montafias; por las quales mandó que fuesen resis-
tir á los Franceses que habían entrado á facer guer-
ra en sus Beynos , é se juntasen para ello oon el
Conde de Salinas á quien embiaba por su capitán
mayor. E luego aquel Don Juan de Gamboa entró
en la villa de Fuenterabia oon fasta mil hombres
de la tierra, é fizo grandes cavaA baluartes, é otras
defensas, é fomociola de muchos tiros de pólvora,
é de todas las cosas necesarias á la defensa de la
villa. Los Franceses troion mucho gente de Goscu*
fio, que son vecinos á lo provincia de Guipüsooo,
homes guerreros. Entredice quales venia un ooba^
llero que se llamaba Mesen Juan Paigueta, capitán
de mil lacayos, con los quales facía gran guerra á
toda aquella tierra de Guipúzcoa, porque sabia las
entradas é los puertos é pasos della. Este capitán
aposentóse un día en un lugar cerca de Fuenterabia,
que se llama Iruniranzu. Los Guipuzes oon el sen-
timiento grande que tenían de las quemas é robos
que este capitán les f oda con aquellos lacayos, sa-
bido como estaba aposentado en uno coso de oqnel
lugar juntáronse fasto tres mil hombres de pie ; é
uno nodie por los lugares de lo tierra que elloe sa-
bían, ondovieron con tan grond ardideza, que ontes
que fuesen sentidos por los guardas, dieron sobre
él, é cercaron la casa do estaba ; é antes que fuese
socorrido de los Franceses que estaban en el real
pusiérole fuego, é quemáronle á él dentro, é fasta
docíentos hombres que estabon oon él, é retroze-
ronse á Fuenterabia. Los Franceses como lo sopie-
ron, tomoron ormos poro ir empos de los Guipuzes,
los quoles como sabían los posos é lugores de lo
tierra mas f rogosos, fueron por ellóe ; é los Fron-
ceoes que venían á caballo, no los pudiendo seguir
de noche por aquelloe pasos. Volvieron á su real, y
estovieron en él espacio de diez días. B como era
gran número de gente, é no tenían ya montenimien-
I toe, porque la tierra es muy estéril, volvieron pon^
Í66
0RÓNI0A8 DÉ LOS BEYES DE OAGmiiLA.
Bayona, que es oinoo legnas de Faenterabia ; é allí
se proveyeron de mantenimientoB qne ficieron traer
por mar, é de pertrechos, é de tiros de pólvora, é de
las otras oosas necesarias para el oombate, Gomo
fueron f omeoidos do todas estas cosas , volvieron
para Faenterabía oon toda su hueste; é ala men-
guante del mar pasaron el rio, ó con toda el artillería
ó pertrechos que traian, asentaron ribera de aquel rio,
oeroa de la villa de Fuenterabia por espado de tres
mil pasos* E como no podían llegar los pertrechos
á la villa para la combatir, porque la impedian los
muchos tiros de pólvora que tiraban los Quipuzee,
acordaron los Franceses de facer una mina d[)ierta
honda en tierra, obra de estado é medio de un home;
la qual ficieron á vueltas , tomando una ves á la
mano derecha, otra ves á la mano izquierda, porque
los tiros que facían desde la villa no les pudiesen
facer dafio. Los de la villa acordaron de la defen-
der por lo bazo della, desde los baluartes, é desde
las cavas que tenian fechas ¡ ó para esto derriba-
ron lo alto de las torres ó de las almenas, porque si
el artillería de los Franceses tirase al muro é lo der-
ribase, las piedras que del cayesen, no ñriesen ni
ocupasen á los que andaban debaxo en derredor de
la villa por defuera para la defender. Los France-
ses por aquella gran mina que ficieron, llegaron fas-
ta la villa tanto cerca, que peleaban los unos con
los otros desde las cavas. Los de las villas de Sant
Sebastian, ó del Pasage é de Ernani, é Tolosa, é
Zaraus, ó Quetaria,'é Deva, ó de las otras villas cer-
canas, sabiendo que los Franceses querían comba-
tir á Fuenterabia, juntáronse fasta tres mil hombros
de toda aquella tierra , ó pusiéronse en las cuestas
• altas que están en derredor, y en las pefias y en otros
lugares que están en cirouito, dispuestos de tal ma-
nera, que poca gente se puede defender de mucha,
é facerles dafio, é desde aquellos lugares escaramu-
saban oon los Franceses que quedaban en guarda del
real, ó ferian é mataban muchos dellos. Los Fran-
ceÍBes, aunque eran muchos en número , pero por
la díspusicion de la tierra no podian socorrer á las
escaramuzas que aquella gente defuera les f ocia, ó
á los combates do la villa, pero peleaban los unos ó
los otros oon mucho esfuerzo. Esta manera de com-
batir duró entro ellos por espacio de nueve días ; ó
con los tiros de pólvora, é de ballestas é arcos, mo-
rían muchos de la una parte é de la otra. Los de la
villa esforzábanse cada diamas, especialmente por-
que quando les era necesarío entraban en la villa
con las crocientes del mar barcos cargados de las
cosas que habían menester para su provisión. Los
de la provincia armaron naos, é pusiéronlas al paso,
porque por mar no pudiesen venir bastimentos á
(os Franceses. Los quales, visto el poco dafio qne
f aoian en la villa, y entendiendo que podrían facer
menos según el sitio della, é la dispusicion de la
tierra, ó la mucha gente que la defendía, é ansi-
mesmo porque les faltaban los mantenimientos,
acordaron de se retraer é volver á Bayona.
Sabido por el Rey de Francia como su gente no
habiendo conseguido fruto del cerco que habían fe-
cho, se retraxeron á la villa de Bayona, ovo grand
indinacion contra ellos, é tomó á embiar otros ca-
pitanes, ó mas gente ; á los quales mandó que tor-
nasen á poner real sobre la villa de Fuenterabia, 6
que en ningún caso la alzasen sin la combatir é to-
mar ; é que en esto se pusiese estremada diligenota
fasta que ovieae efeto. En este comedio los de
Fuenterabia, recelando que los Franceses volverían
á la combatir, fortalecieron la villa de muchas ca-
vas é baluartes, é de gentes de la tierra escogidas
para la defender ; y en tal manera se proveyeron
que no habían tanto recelo de la multitud de los
Franceses, ni de sus pertrechos é artillería. Bspe-
oialmente porque si se viesen en algún apríeto, es-
taban apercebidas todas las gentes de las comarcas
por mandado de la Beyna paia los ir á socorrer»
Otrosí mandaron, que entrasen en ella otros mil
hombres escogidos de la tierra; é vino allí Sancho
del Oampo, un capitán que embió la Beyna, é Juan
de l4»cano , é Juan de Salazar oon gente de armas
á caballo, é oon el artillería que pudieron haber de
aquella* tíeira. El Rey ansimesmo había embiado i
aquella villa una lombarda gruesa, mayor que nin-
guna de las que traian los Franceses, é otros muchos
tiros de pólvora, ó maestros de artillería. Los Fran-
ceses ficieron de su parte mayores aparejos de
guerra qne antes habían fecho, é otros artificios
para el combate, é traxeron mayor abundancia de
bastimentos para bastecer su real, porque por falta
dellos no lo oviesen de alzar como habían fecho las
otras veces. Los quales mantenimientos no les po-
dían venir por mar , porque según habemos dicho,
los Guipuzes habían armado naos, que estaban en
guarda para impedirles el psso ; ó oomo por tiem
de muy lezos habían de venir al real de los Fran«
ceses, por ser gran número de gente, no se podian
sostener mudios diss en aquella tierra; ó por aque-
lla causa vinieron proveídos para mas tiempo. B
asentaron real en el lugar do lo hablan asentado la
primera vez; é un día movieron con su artillería
ordenadamente para la poner en los lugarea del
oombate. Los Guipuzes oon sus capitanes salieron
de la villa con su artillería ó pertrechos para la de-
fensa, y escaremuzaron con los Franceses; ó doró
la escaramuza entre ellos desde la maftana fasta la
noche, en la qual muríeron muchos de la una parte
é de la otra. Los Franceses por el dafio que reoe-
bian en su real , con quatro lombardas grandes, é
con los otros tiros de pólvora que continamente
les tiraban, acordaron de lo retraer, é pusiéronlo
mas lexos de la villa cerca de aquella aldea que
diximos que se llamaba Iruniransu , que es nna le-
gua de Fuenterabia. E aquel día no pudieron los
Franceses asentar el artillería oomo pensaron, por
la gran defensa que los de la villa pusieron. Otro
día perla mafiana tomaron los Franceses á la esca-
ramuza con el artillería ; 6 los Guipuzes salieron de
la villa, como el día antes habían fecho , é puestos
en la pelea, como los Guipuzes sabían los lugares
ó pasos de la tierra, atajaron por un lugar á los
Franceses, ó ficieron grand estrago en ellos , é to-
' \
DON FERNANDO
m«roiile8 álgonos denuí perireohoe. Los capitanes
de los Franceses, visto el dafto que sn gente recebtA,
letrazeronse al real, que lo tenían muy fortalecido.
Otro dia acordaron de tomar á asentar los pertre-
chos Ipara combatir la villa, é de los llevar por
aquella mina abierta que hablan fecho ; é pusieron
gente por guarda en aquellos lugares por do habían
recebido dafto el dia de antes, é dispusiéronse todos
con grand Animo para asentar la artillería. E como
eran en número de qnarenta mil combatientes, é los
de la villa habían quedado tan cansados de las es-
caramusas habidas los días pasados : como quiera
que salieron algunos á escaramusar con los France-
ses, pero no los podiendo resistir retrazeronse á la
villa ; é ansí ovieron lugar los Franceses de asentar
la artillería. Y en la pelea que pasó aquel dia , ti-
raban de la una parte é de la otra muy grandes ti-
ros de pólvora ; ó llegaron á pelear por las cavas
tan juntos unos de otros, que se tiraban piedras de
mano, é lanzas é dardos. E ansí ddraron los Fran-
ceses en aquel sitio por espacio de dos meses, en los
quales los mas días habían con los de la villa gran-
des escaramuBas é peleas, donde morían muchos de
la una parto é de la otra; pero los Franceses no po-
dían llegar al muro por las grandes defensas que
la villa tenia por defuera, é por la gran gente de
dentro que la defendía.
Agora deza la Crónica de recontar esta conquis-
ta de Fuenterabía, ó torna á recontar las cosas que
pasaron estando el Bey en la dbdad de Zamora.
CAPÍTULO XXXVUL
De las eottt f «e el Rej lio en U eibdad de Zamora.
Después que el Bey entró en la eibdad de Zamo-
ra , siempre tovo la fortaleza sitiada por parte de
dentro é defuera de la eibdad con las estanzas que
habemos dicho. É como quier que el Bey perdona-
ba al Mariscal, é le ofrecía restitución de sus bie-
nes porque le entregase la fortaleza, é aunque se
facían contra él é contra los que con él estaban los
actos que se deben facer contra los que son rebel-
des , pero sus fierros le ponían tanta sospecha , que
le quitaban toda seguridad. É por esta causa siem-
pre estovo pertinaz é no quiso oír partido ninguno,
con esperanzIDque el Bey de Portogal le socorrería
é le f aria grandes mercedes. El Bey veyendo su per-
tinacia, mandó fortificar el cerco, y embiar por mas
gentes é artillería y engeníos para combatir la for-
taleza. Durante este tiempo el Bey de Portogal so-
po como venían ciertas lombardas y engeníos á la
eibdad de Zamora, é pensó de ir en persona con to-
da su hueste á los tomar, porque fué informado que
el Bey no tenía tanta gente para le resistir, é que sí
saliese con toda su hueste, le seria forzado alzar el
ritío que tenía puesto sobre la fortaleza, ó dexar las
estanzas con tan poco número de gente , que los de
dentro pediesen salir á facerles dafto. É con este
propósito salió de la eibdad de Toro con toda su
gente puesta en orden de batalla, é llegó fasta cer-
ca de Zamora por espacio de una legua. É porque
i DÓ^A I8ABÉL. ád^ :
sopo que la artillería que iba á tomar estaba ya en
salvo é que no la podía haber, embió requerir al Bey
con sus farautes é reyes de armas, que alzase luego
el céreo que habia puesto sobre la fortaleza de la
eibdad de Zamora, é anstmesmo saliesen él é la Bey*
na destos reynos de Oastílla é de León, que eran su-
yos é le pertenecían por él derecho que á ellos tenia
la Beyna Dofta Juana su esposa , según otras veces
le había requerido. É si esto no quisiese facer salie-
se luego con él al campo donde le esperaba con to-
do su exéroito, porque por batalla esta demanda fe-
neciese, é las guerras é males que por causa della
habia en estos Beynos cesasen. Oídas por el Bey las
razones que el Bey de Portogal le embió decir, ovo
consejo con el Almirante, é con el Duque de Al va,
é con el Conde de Alva de Liste, é con los otros ca-
balleros que con él estaban. £ algunos capitanes
mancebos, con deseo de se ver en batalla con los
Portogueses, consejaban que el Bey con toda su
gente debía salir á la batalla, porque era gran men-
gua de los Castellanos ver los Portogueses en el
campo, é no salir á ellos aunque fuesen mayor nú-
mero : porque decían que la multitud de peones
que el Bey de Portogal traía, mas era vulgo desor-
denado que gente dispuesta para pelear , é que la
desorden é cobardía do los semejantes suden mu-
chas veces dar causa al vencimiento é caída de su
mesma hueste. É dedan otras razones con gran fer-
vor que tenían de pelear. El Bey mandó i Don En-
rique Enriques, Conde de Alva de (Liste, que estaba
con él én su Consejo y era caballero andano y ex-
perimentado en los fechos de las guerras, que díxe-
se su parecer ; el qual dixo :
«Vos', sefior, que tenéis cercada esta fortaleza, in-
» juríades al Bey de Portogal ; é para guarda de su
»honra le conviene sooorreHa, ó faceros alzar d cer-
» 00, porque esta es su demanda , é á vos conviene ,
»por gaarda de la vuestra, continuarlo fasta la to-
amar. É si vos, sefior, dexésedes el cerco por salir á
ala batalla, él acabaría su demanda, pues vos fada
a alzar el sitio, é vos no la vuestra, pues no tomáis
ala fortaleza : en la qual recibiríades gran mengua, .
apor no dar fin al fecho de armas que oomenzastes.
aÉ según la orden de la disciplina militar, ningún
aprincipe ni capitán debe dexar la empresa de ar-
a mas en que está puesto , fasta la acabar, por nin-
a guna otra que le intervenga ; é durante aquella,
a relevado es de responder á otros fechos de armas,
a Allende desto, no sé yo qué necesidad hay de sa-
a lir á la batalla con el Bey de Portogal : porque
a vos, sefior, en el campo estáis con vuestras gentes
aguardando las estanzas que están contra la forta-
aloza, y en el campo le esperáis continuando, vnes-
atra empresa. 8í él viniese é dexásedes el dtío, re-
acibíríades mengua ; pero continuando vos vuestra
a demanda, él recibe mengua si no viene é acaba la
asnya. Ansí que, sefior, á mí parece que por ninguna
a vía se debe alzar el sitio, que tenéis puesto, é que
alo debéis continuar fasta tomar la fortaleza, é no
a responder por agora á la batalla que el Bey de
I a Portogal os presenta: porquo si batalla boscaí
S8é
. CfRÓNIOAS DB LOS ftEtlES DB OASTILLÁ
>iqni lá puede fallar ai qnidere yenir. É tomada U
sfortaleui, allegareia vueatraa gentea que tenéis
•repartidas en las otras gaamicionea , qne defien-
iden loe roboa qne ae facen por loa Portogaeaea
adesde Cantalapiedra , é Oaatronofto, ó de laa otraa
•fortalezaa que eatan por el Bey de Portogal. Ver-,
ana anaimeamo el Cardenal de Eapafia, que eaperaia
aoada dia, oon la gente de au oaaa, ¿ oon la que ea-
•taba aobre el oastillo de Burgos , puea en aquellas
•partea no hay por agora neooaidad en que deba
•eatar ocupada. Testoncos podéis con el ayuda de
•Dice reaponder por batalla al Bey de Portogal
•acompafiado de muchaa gentea, aegun debe ir un
•Rey tan poderoso oomo tos aoia.»
Oidaa aquellaa raaonea que dizo el Conde de Al-
▼a de Uate, pareció a^Bey é á loa otroa caballeros
del au Conaejo , que decia muy bien. Y embió decir
al Bey de Portogal con 8U> reyes de armas : que 61
tenia puesto sitio sobre la fortáleaa de aquella oib*
dad de Zamora que le cataba rebelada por algunoá
dealealee aua vasallos , el qual sitio con el ayuda de
Dios entendía continuar, fasta la poner en au obe-
diencia. Por ende , que si habia voluntad de bata*
llar con él, viniese á socorrer á aquellos que esta-
ban en eUa é tenian su vos y eeperansa que los lia
de socorrer ; é allí f aera en el real que tiene puesto
sobre ella le esperaba, donde mediante el ayuda de
Dios le respondería con las manos á la batalla que
le presentaba. Oida por el Bey de Portogal aquella
respuesta , porque se informó que laa estanaas que
estaban puestas sobre la fortaleza por parte de fue-
ra de la cibdad eran muy fortalecidas ó asentadaa
de tal manera , que no ae podria combatir por la
mucha gente que tenian, ni menos podrían entrar
en la fortalesa á la socorrer, acordó de volver para
la cibdad de Toro. El Bey continó su cerco, é man-
dó armar loa engenios que tiraban á la fortaleza é
derribaban las oaaaa que estaban dentro; ó mandó
aníriraesmo traer de laa oomarcaa toda la artillería
que habia, para tirar contra el muro.
CAPÍTULO XXXIX.
D«l reeaentro qae ofo Alt aro de Mendoia eon el Coade de Pefta*
Biaior, é cono le preadió.
Estando el Bey en el cerco de aquella fortaleza
de Zamora, vínole nueva como habia aalido de To-
ro gente de los Portogueses por tomar á un capitán
de la Beyna que se llamaba Críatoval de Valladolid
las provisiones que traía á Zamora ; é mandó á Al-
varo de Mendoza que fuese en socorro de aquel ca-
pitán, porque los Portogueses no lo tomasen. Esto
caballero Alvaro de Mendoza cabalgó luego con la
gente de su capitanía, é llegó fasta dos leguas de
Toro; é porque aopo que aquel capitán con todo lo
que traía era ya por otra parte pueato en aalvo,
acordó de bolver para Zamora. Como notificaron al
Uej de Portogal sus guardas, que habían víate
gente de caballo que venia camino de Toro, mandó
á un capitán auyo que ae llamaba el Conde de Pe-
fiamazor, que fuese oon toda la gente que mas
presto pndieae haber, é aopieae quó oabálleroa eran
aquelloa que habían salido de Zamora y estaban tan
cerca de Toro. Aquel Conde de Peftamasor fué con
loa mas caballerea que pudo haber preatoa , ó vino
para el lugar donde laa guardaa dizeron que habian
viato loa oaballeroB Caatellanoa. Venidoa á aquel lu-
gar loa caballeroa Portogueaea , vieron á loa Caate-
llanoa, é loa Caatellanoa vieron á loa Portogueses.
Alvaro de Mendoza dizo á loa caballeros de au ca-
pitanía : c A mí parece, caballeroa, que puea aquello
•que veníamos á aalvar oatá on aalvo, nosotroa de*
•bemoe bolver á Zamora , é que no debemoa pelear
• conloa Portogueses; porque son mas gente que
•nosotros, ó salen cada hora maa de la cibdad.» Loa
caballeroa por el acuerdo de au capitán , volvían á
Zamora. El Conde, de Pefiamazor, é loa Portogueaea
que oon 61 estaban , visto que los Castellanoa bol-
vían, comenzaron á andar maa, é ir empoa delloa
por loa alcanzar; pero estaban apartados portante
distancia de tierra, que no pudieran llegar á ellos,
ai loa caballeros Caatellanoa quiaieran aeguir su ca-
mino. Quando loa Castellanos vieron que los Porto-
gueees venían empos dellos, sintióronlo á grand in-
juria ; 6 dizeron á Alvaro de Mendoza , que debrían
volver y esperar los Portogueees para pelear con
ellos, puea preaumian de loa correr; 6 que dado que
ae podrían salvar, no debrían dar lugar á que los
Portogueses llevasen aquel dia honra ninguna de-
llos, diciendo que los habian oorrído. Alvaro de
Mendoza dizo: t Nosotros no vamos en fuida, para
• que se pueda decir que recebimoe mengua; 6 por
• tanto debemos continuar nuestro camino.» Los ca-
balleros Castellanos eran de los príncipales de la
guarda del Bey , 6 homes de buen esfuerzo ; 6 sin-
tiendo ser injuriados veyendo venir loa Portogueses
á las espaldas, iban descontentos 6 quezándoao del
capitán, porque no daba lugar á la pelea. Alvaro de
Mendoza, visto la voluntad de aquelloa caballeros^
dizo :« Pues vosotros tan grand deseo tenéis hoy
• de pelear, no plega á Dios que por mí se diga en
• ningún tiempo que el capitán enflaqueció el es-
•fuerzo de su gente : aparejad pues agora las manca
• 6 mejor los corazones, 6 volvamos á ellos.» É di-
ciendo estas palabras, volvió las riendaa á au caba-
llo, 6 todos juntos dieron de las espuelas á los ca-
ballos, de manera que muy presto ftKron oon los
Portogueses. É los Portogueseo venían ya abiertos
unos empos de otros, como homes que van en al-
cance, 6 los Castellanos entraron por ellos, 6 del
primer encuentro cayeron muchos de los Portogue-
ses, 6 tomaron sobre ellos , 6 los Portogueses sobre
los Castellanos; 6 flrí6ronse los unos á los otros de
manera, que quedaron muy pocos de los unos 6 de
los otros que no fuesen muertos ó f erídos. É la pe-
lea duró entre ellos por espacio de quatro horas ; 6
quando bien miraron los unos por los otros , no se
fallaron ni de los Portogueses , ni de los Castella-
nos, dooientos caballeros que pediesen pelear á ca-
ballo ni á pie : porque todos los otros eran muertos
ó f erídos. Estos tornaron á pelear con gran corage;
6 algunos habia , que perdidas 6 quebradas ya las
bOÑ FBR*ÍANDO ¿
Mpaáas, peÍMibftn con los pnfialea deede loe caba-
llos, do 86 Tortia mnoha Bangpre.. Al fin loa Porto-
ig^eaes no podiendo aofrír la fiiena de loa Oaatella-
no8, fueron Tenddos é desbaratados, é pocos dallos
pedieron f nir , porque aquel Oonde de Pefiamazor é
todos los mas de los que con él quedaron , fueron
f eridos é presos. É volvió Alvaro de Mendoza para
Zamora, é llevó preso aquel capitán é á los caballe-
ros portogueses que quedaron de los que con él ba-
bian salido de Toro ; todos los otros fueron muertos
ó f eridos é quedaron en el campo , que no podian
andar de laa f cridas que recibieron. Otros muchos
recuentros é fechos de armas pasaron entre los del
un partido é del otro, ansí en aquella comarca do
estaban, como en otros partes del I(eyno, do fueron
vencidos, veces los de la una parte , veces los de la
otra. Pero la Corónica no face mención dello, salvo
deste, por ser muy ferido, ó porque fué preso aquel
Oonde que era persona principal , ó de quien el Roy
de Portogal fiaba.
CAPITULO XL.
Gomo el Rey ditf ? isUi al Rey do Portogal á las puertas
de Toro.
• Sabido por la Reyna que estaba en Valladolid,
como el Rey de Portogal había presentado la bata-
lla al Rey su marido, rogó al Oardenal de Espafia
que con toda la gente de su casa é con otra gente
. de caballo de sus guardas, fuese á Zamora do el Rey
estaba. El Cardenal recogida toda aquella gente,
fué á la cibdad de Zamora ; y el Rey ovo placer con
él é físole posar en su palacio. É Juego dieron orden
en apretar mas el cerco é fortificar las estanzas que
estaban contra la fortaleza. T el Rey con acuerdo
del Cardenal, embió luego por mas gente á Galicia.
Y el Conde de Lemos/Don Pero Álvarez de Osorlo,
Señor de Cabrera, le embió gente de armas á caballo
de óu casa, é dos mil peones, bornes usados en la
guerra. Vino ansimesmo el Conde de Monterey , é
otra mucha gente de caballo é de pie del reyno de
Qalicia. Como los caballeros de la hueste del Rey
vieron aquella gente junta, é pensaron que las es-
tanzas puestas sobre la fortaleza podian quedar
bien fornecidas de gente, é ir el Rey á presentar la
batalla al Rey de Portogal, suplicáronle que le plo-
guiese de lo facer, porque se sentían menguados de
los Portogueses, por no haber salido á la batalla que
el Rey de Portogal pocos días antes le había pre-
sentado. Desta opinión eran ansimesmo los vecinos
de la cibdad, los quales mormuraban contra los ca-
balleros principales que estaban con el Rey , pen-
sando que ellos lo eetorvaban por algunos malos
respetos de deelealtad. El Cardenal é aquellos otros
Grandes que estaban con el Rey , como quier que
eonocian bien que durante el sitio que estaba pues-
to sobre la fortaleza de Zamora no era razón res-
ponder á otra nueva requesta de anuas fasta con-
cluir aquella ; pero habiendo consideración que al-
gunas veces es necesario satisfacer á la opinión del
pueblo, consejaron al Roy que lo ficiese. É proveído
DOftÁiSABEiL. ' 28Í .
lo necesario para la goarda de tas estanzas, partió
de la dbdad de Zamora con toda su hueste ; é las
esquadras ordenadas para la batalla, llegó cerca de
la cibdad de Toro quanto medía legua, é presentó
la batalla al Rey de Portogal. El qual vista la gen-
te del Rey, ovo consejo de no salir por estonces á la
batalla, porque no se vido tan poderoso de gente
para la dar; é mandó poner gran guarda en las
puertas é torres de la cibdad, porque ninguno salie-
se fuera della, salvo algunos caballeros que salie-
ron á escaramuzar con los corredores que el Rey
había erobiado delante. Visto por el Rey , que había-
estado allí esperando por espacio de quatro horas, é
que el Rey de Portogal no salía á la batalla, volvió
para la cibdad de Zamora, é oontinó el cerco que
tenia puesto sobre la fortaleza ; la qual se combatía
con engeníos, porque aun no ora llegada toda la ar-
tillería que había mandado traer para denibar el
muro. En este comedio faltó al Rey el dinero para
pagar sueldo á la gente de armas, é por esta causa
algunas gentes se volvían para sus tierras, é la hues-
te se diminuía. Visto este inoon viniente, acordó el
Cardenal y el Almirante y el Duque de Alva da
prostar al Rey toda su plata en que conrian, por re-
mediar el dafio que de aquella necesidad se pediera
seguir.
CAPÍTULO XLI.
Gomo el Rey de Portogal, eos la gente qne ? lao de n Reyno ees
el Principe sa hijo, paso real sobre la pnente de Zamora.
El rey de Portogal visto en como había perdido á
Zamora, y el castillo de Bárgos, é que loa caballe-
ros castellanos que estaban en su partido , por esta
cansa dubdaban permanecer en su servicio , acordó
de embiar á llamar al Príncipe de Portogal, su fijo,
con toda la gente de su Reyno para avivar mas su
partido, é llevar mas adelante su empresa. El Prfn'*
cipo que estaba apercebído, por mandado del Rey
su padre vino luego á su llamamiento, é trazo gen-
te de pie é de caballo del Reyno do Portogal, fasta
el número de veinte mil combatientes ; é llegó con
toda aquella gente fasta la cibdad de Toro, do es-
taba el Rey su padre. El Bey de Portogal quando
se vido aoompafiado de la gente de su Reyno, con-
siderando que junta con la otra que él tenía, había
asaz número de gente para pelear con el Rey, em-
bió requerir á los caballeros castellanos que estaban
en su servicio, que viniesen á él, ó embiasen su gen-
te á le servir, porque él en persona quería ir á pe-
lear con el Rey, ó le cercar en la cibdad de Zamora
donde estaba. Especialmente embió sus mensageros
á Don Alvaro de Stúfiíga, Duque de Plssencía, á le
decir, como el Príncipe su fijo era venido con tanta
gente, que podía socorrer la fortaleza de Zamora, ó
poner sitio sobre el Rej^ é pelear con él, é lo echar
del Reyno de Castilla; é que agora tenia tiempo pa-
ra recobrar d castillo de Burgos, é dar fin á toda su
demanda. Por ende le rogaba que embiase la maa
gente de armas é peones que pudiese para le ayu-
dar á lo poner en execucíon. El Duque considerando .
19
0BÓNI0A8 Dfl LOS BETlfiS DB QASTII4LA.
290
la negligencia qne ^1 Bey de Portogel habia pneato
en Booorrer al oaatíUo de Bárgoa, por 007a pérdida
estaba lastimado, ó porque aborrecida ya por esta
cansa la compafiía del Bey de Portogal, babia am-
blado á Don Pedro sa fijo á tratar oon la Beyna su
reconciliación para ser en sn servicio ¡ respondió á
los mensageros del Bey de Portogal , qne Á no de-
bía anteponer sn servicio al servicio del Bey Don
. Femando é de la Beyna Dofia Isabel, Beyes verda*
derofl de Oastilla é de León, por la voluntad de Dios
declarada á los hombres en todos los fechos pasa-
dos. É que si todos los destos Beynos eran obliga-
dos de estar en su servicio , mucho mas lo debia él
ser, porque el Bey de Portogal se ovo mas cruel-
mente con sus parientes é criados que estaban en el
castillo de Burgos, que el Bey Don Femando é la
Beyna Dofia Isabel , pues que él los dexaba morir
sirviéndole, y ellos les dieron vida desirviéndo-
les. (l)tAnsique decid vosotros al sefior Bey de
«Portogal, que allí debe ir a buscar servidores, don-
ado no se sabe el socorro que fiso á los del castillo
•de Burgos, que le esperaban por remediador de sus
i trabajos. É no pienso que aquello fué poqüefio
» exemplo á todos los que le servían en este Beyno,
• porque miren bien como ponen sus personas y es-
•tadosen condición de se perder por le servir. É
• por tanto, dixo él, faga el sefior Bey de Portogal
•su guerra como entendiere ¡ é de mí ni de mi casa
•no espere otra ayuda para su necesidad, salvo la
» que yo fallé en él para la mia.«
El Bey de Portogal, oida la respuesta del Duque,
sabido ansimesmo como Don Pedro, su fijo mayor, é
otros algunos de su casa estaban con la Beyna,
luego lo tovo por ageno de su servicio ; é pensó
con la gente que tenia de su Beyno , é del Arzobis-
po de Toledo , que estaba oon él , de ir á Zamora é
poner sitio sobre ella por la parto de la puente. E
una noche á la primera hora, partió con toda su
hueste de la cibdad de Toro, é al alba del dia an-
tes que fuese sentido, amaneció sobre la puente, é
asentó alli su real ; y él se aposentó en el moneste-
rio de Sant Francisco, que es cerca de la puente , é
físo poner tiros de pólvora muy cerca de la boca de
la puento, por manera que ninguno podia salir do-
lía para pasar donde su real cataba. Como el Bey
vido por la mafiana el real que el Bey de Portogal
asentó en aquel lugar, é que no vino por la otra
parte del rio do estaba la fortaleza para la socorrer,
no pudo pensar que utilidad gela podia seguir de
aquel asiento ; porque ni quitaba los mantenimien-
tos que podían venir á la cibdad por la otra parte
del río , ni menos podia por aquella parte socorrer
la fortaleza que estaba sitiado. B como quiera que
los capitanes é gentes del Bey quisieran salir por la
(t) EsU respoosu es nsy semejante i la qae eon semejanle
oeasiOB dieron los Voklanoa, pocblos de la antigua Espafla. i los
Romanos qne los solicitaban por amigos después de la memora-
ble p6rdida de Sagsnto : IH quMerMtíi ioeio* oenieo,ukí Sfuntí-
«• ctüin i§noía itt: HitfauU populU Ucut tngubre , íla mtigtu tf«-
eumeaüm SüíumIí rtUuM úru»l, ne quit (idei Romwnüe aul totíeM
coBfidoL Llf., 11b. M, eap. S.
puente, la gente de los Portogueaes, é los tiros de.
pólvora qne estaban asentadoe contra la boca de la
puente lo impedían de manera, que no podían salir,
salvo bien pocoa; á loaqnalesel peligro de la salida
ora tan cierto, que muy pocos homes de los de fue-
ra lo podían resistir. Puesto el real del Bey de Por-
togal en aquel lugar , embió luego sus cartaa á io-
dos los caballeroa caatellanos qne estaban á su obe«
diencia ; por las qualee les fada saber como tenia
puesto su real sobre la dbdad de Zamora do estaba
el Bey, al qual entendía oon el ayuda de Dios de te-
ner cercado , fasta lo tomar y echar del Beyno. T
esto mesmo embió á facer saber al Papa, é al Bey de
Francia, é á todas las villas é oibdades de su Beyno
de Portogal, é de loa Beynos comarcanos de Oasti-
lla. £1 Bey , é todos los Grandes é Oaballeros que con
él estaban , reputaban á grand injnría la fama que
el Bey de Portogal habla divulgado, oomo quiera
que no podian recebir dafio en el cerco que tenían
puesto sobro la fortaleza de Zamora ; ni menos la
estada del Bey de Portogal en aquel lugar f acia
empacho para los mantenimientos, ni para otras 00-
saa que venían á la cibdad por la otra parte del rio.
B los Oastellanoa estaban oon gran deseo de se ver
en batalla oon los Portogneses, é proouraron mu-
chas veces de romper el oabo de la puente ida ]$k
parte do estaba el Bey te Portogal , para salir al
real de los Portogneses. Procuraron ansimesmo de
pasar el rio , é cometieron otraa muchas vias para
salir al campo oon olios, é ninguna fallaron segura
paralo poder f acer. Eansí duró el real del Bey de Por-
togal en aquel lugar por espacio de quince dias, en loa
quales desde la dbdad tiraban muchos tiros de pól-
vora al real, é dd real á la cibdad, de los quales re-
cebianaaaa dafio en la una parte y en la otra; é and-
mesmo la fortunado los fríos tenia muy fatigada la
gente de los Fortogueses , é sus caballos que esta-
ban en el real. La Beyna que estaba en Tordedllas,
sabido oomo el Bey de Portogal habla puosto real
en aquel lugar , é oomo divulgó por mudias partea
que tenia cercado al Bey su marido é á los Grandes
é Oaballeros qne con él eran , peaóle mucho , é con
la gento que tenia fada guerra á la cibdad de Toro,
é ¿ las f ortalozas de Oastronufio , é Siete Iglodaa
que estaban por el Bey de Portogal. E mandó al
Duque Don Alonso, hermano del Bey, é al Infante
Don Enrique , que era ya reconciliado con el Bey é
con ella , é á Don Pero Manrique, Oonde de Trevt-
fio, que luego fuesen con dos mil hombres á caballo
á se aposentar en las villas de la Fuente dd Sabu-
co é Alahejos, que son cinco leguas de do estaba
el Bey de Portogal , para le guerrear é quitarle loa
mantenimientos que viniesen á su red.
CAPÍTULO XUL
De las vistas que se trataron eon el Rey do Portogal.
Estando el Bey de Portogal en aquel lugar, tra-
tóse muy secretamente que d Bey y él se viesen
para platicar en dguna forma de concordia. Para
I lo qual el Bey de Portogal fiase su persona en el
DON f EBNANDO
gttfo que el Sey le ficieee, é puaee el rio en nn bar-
co con dos hombrea Boloa|«y el Bey eaperaae de la
otra parte del rio con otros dos, é qne alli se fabla-
sen é oonoordasen ; porque cada uno dellos enten-
día qne le venia bien la concordia, por las grandes
neoesidadee qne de la discordia geles reorecian. En
este trato entendió Don Enrique Enriques, tío del
Bey, é sn Mayordomo mayor. E acaeció que el Bey
de Portogal, la noche sefialada para las yistas entró
en un barco con dos hombres solos; ó como movió
para pasar para la otra parte del río donde el Boy
le esperaba, el barco donde iba se finchió de agua,
tanto que el Bey de Portogal , oonstrefiido por el
peligro que yido, se tomó é no osó ir mas adelante
fasta haber otro barco; y embió otro dia á decir al
Bey con una persona religiosa que trataba aquella
Tista, el impedimento que aquella noche ovo, por
el qual no pudo pasar á verse con éL E quedó asen-
tada la vista para la otra noche siguiente , la qual
se asentó para la una hora después de media noche.
El Bey , según fué acordado , vino al lugar de la
ribera do habia de esperar al Bey de Portogal, y
estándole esperando á la hora entre ellos asentada,
el relox de la oibdad que andaba errado , dio las
tres horas debiendo dar la una ; é como el Bey pen-
só que se habia tardado ^considerando que el Bey
de Portog^ debiera ser^nido , é se habria buelto,
porque no le habia fallado á la hora asentada entre
ellos, acordó de se volver luego á su palacio, por-
que sus guardas no le sintiesen andar á aquella ho-
ra por aquellos lugares. El Bey do Portogal , á la
hora asentada, pasó en el barco á la parte de la cib-
dad al lugar de la ribera , do pensó fallar al Bey;
é visto que no estaba á la hora, ni en el lugar entre
ellos asentado, volvió para su real ; ó acordó de no
volver tercera ves, considerando que aquellos es-
torvos eran por algún misterio. Muchas cosas que
se f ablaron é trataron entre estos dos Beyes sobre
esta materia , se dexan de poner en esta Orónioa,
porque no o vieron efecto. Ni esta se pusiera, salvo
porque es bien que los homes quando procuran al-
gunas cosas, é ponen sus fuersas para conseguir el
eibto que desean, é intervienen algunos estorbos ó
Impedimentos semejantes, conosoan que proceden
de la voluntad divina, quetíene ordenadas las cosas
á otros fines contrarios de los que los homes procu-
ran. E ansí todo home que esta consideración ovie-
re, quando no consiguiere el fin que procura, habrá
buena paciencia , si se conformare con la voluntad
de Dios, en cuya mano son los derechos de los rey-
nos é de todas las otras cosas. Sin dubda la Beyna
veyendo las necesidades que de todas partee le ocur-
rían , é por quitar las guerras y estragos que se fa-
cían en sus BeynoB, estovo en propósito de dar al-
guna suma de oro al Bey de Portogal para sus gas-
tos , ó para ayuda al casamiento de aquella Dofia
Juana; é siempre intervinieron tales é otros seme-
jantes impedimentos, que estorbaron la conclusión.
É DOSa ISABEL.
201
CAPÍTULO XLIIL
Gomo el Rey de Porf o|il tlió el real de sobre la psente de
Zamora.
El Bey de Portogal , visto el poco fruto é gran
dafio que habia de la estada en aquel lugar , sabido
ansimesmo como la Beyna que estaba en Tordesi-
Uas habia amblado gente á la Fuente del Sabuco é
AlahejoB para quitar los mantenimientos que ve-
nían á su real, é que ya el Bey acordaba de facer
portillos por la parte de la puente para que su gen-
te pudiese salir á pelear con él ; pensó de levantar
su real , é retraerse á la oibdad de Toro. E para lo
facer mejor, acordó de embiar secretamente una
noche, con seguridad que ovo del Bey, á Don Al-
varo , fijo del Duque de Berganza, ó con él al Licen*
dado Antón Nuñes de Oibdad-Bodrígo en un barco
á la clbdad; los quales llevaban comisión del Bey
de Portogal de asentar tregua por algunos dias, en
los quales pudiese á su salvo alzar el real. Oomo es-
tos embaxadoree pasaron el rio, é vinieron al pala-
cio del Bey , é movieron algunos partidos de con-
cordia , en los quales parecía al Bey é á los de su
Consejo que no se debía platicar por no ser rasona-
bles; visto por Don Alvaro é por aquel Licenciado
que no se aceptaban , dixeron que se deberia facer
alguna suspensión de guerra entre los Beyes por
quince dias, durante los quales vemia la Beyna al
lugar do fuese acordado, é presente ella se podria
mas largamente f ablar en la materia ; é que espera-
ban en Dios, que se asentaría en ellos toda paa, la
qual eran obligados á facer por servido de Dios, é
por dar sodogo en sus Beynoe é tierras. A esta fa-
bla fueron presentes con el Bey , d Cardonal de Es-
pafia, y el Almirante, y el Duque de Alva, y d
Conde de Alva de Liste, é dgunos otros oabsJleros
de BU consejo. El Bey quiso saber el voto de aque-
llos que con él estaban en su consejo , cerca de la
tregua qne aquellos embaxadoree demandaron. Y
el parecer de dgunos era que la dobla otorgar;
porque honra del Bey era dar logar que d Bey de
Portogd se fuese de alli do estaba, pues iba sin so-
correr la fortalesa ni conseguir fruto ninguno de
lo que deseaba, de lo qud venia cdda en su fecho,
é no podía ser mayor honra d Bey , que embiar el
Bey de Portogd sus embaxadoree é le pedir tregua.
E allende desto decían, que el Bey de Portogd ^ es-
taba en tierra agena, é odiosa á él é su gente ; é que
diminuyendo é gastándose de cada dia mas , de ne-
cesarío le sería , ó dexar el Beyno , ó d en él quide-
se estar, reoebir gran mengua en su persona y esta-
do, ó venir en partido ventajoso al Bey é la Beyna
é injurioso á él. E por tanto que la tregua que pe-
dia gele dobla otorgar, é no solamente de quince
dias , mas de quanto tiempo él quidese , en d qud
se gastarla é consumiría, é desta manera se doan-
saria vénganse del mas presto que por otra via« El
Bey estaba dnbdoso de otorgar aquella tregua, é
quiso saber d voto del Cardend, é rogóle que dixe*
se lo que le parada; d Cardend propuso and;
á92 '
« Sefior , por la reconciUacioD ó pas del humanal
» linago I Dios nuestro Bedemptor mnohas injarias
• 8a£ri6, ó vos por la paa de vuestros Beynos de-
» beis sufrir la injuria que parece habeoos fecho el
» Rey de Portogal en asentar su real allí donde lo
B asenta ; pdro quelasufiais vos por tregua de quin-
» 00 dtas, no ine parece que es senrido vuestro ni
» de la Beyna mi Sefiora, ni menos honra de vues-
B tra corona real. Porque venir 61 allí con ánimo de
» vos injuriar , é procurar tregua de quince dias pa-
a ra poder alzar su real en salvo, ¿ quó otra cosa se-
» ria, sino haber oomplido so propósito, ó facer ver-
il dadera la fanía que divulgó , como tenia puesto
» sitio sobre la cibdad do vos estáis , ó que lo puso
» quando entendió, é lo alsó quando le plogo, é to-
» do á BU salvo sin resistenoia ninguna? To, Sefior,
9 f ablaró en esta materia , no como fijo de la reli-
» gion 6 hábito que resoebf , mas como fijo del Mar-
»qués de Santillana, mi padre, que por el grand
V exeroioio de las armas suyo ó de sus progenitores,
» fué experimentado en esta militar disciplina. No
» es de sufrir, diría yo, á ningún cabaUero, mayor-
t mente á un Rey tan poderoso como vos sois, que
» otro Rey estrangero venga á poneros sitio dentro
* »de vuestros Rey nos quando quisiere, é lo levante
Bsin dafio quando entendiere que le comple, salvo
B necesidad constrifiente. B si esta tregua se flciese
» estando el Rey de Portogal en otro lugar de vuee-
B tros Reynos, flaqucEa mostrariamce, ó ventaja da-
B riamos á los Portog^eses que entraron y están en
B ellos con tanto escándalo 6 injuria vuestra é de
» todos vuestros subditos. Pues mucho mayor fla-
B queaa nuestra parecería, si se otorgase habiendo
B venido , y estando allí donde está. La qual estada,
B no á la grandeza de su hueste , ni á la flaqueaa de
8 vuestro poderío se debe imputar , mas á la dispo-
B sicion del lugar que fallaron para impedir la sali-
B da de vuestros caballeros , caso que muchos mas
B fuesen que los Portogneses. Bste impedimento qui-
B tado, ¿quién impedirá la venganza de la injuria
B que ante los ojos tenemos, si no fuese gran flaque-
B za nuestra , é subjecion otorgada á los Portogue-
B ses ? Los quales pues no vinieron por la parte don-
B de la fortaleza se dobia socorrer, ni su estada allí
B impide los mantenimientos ó otras cosas necesarias
B á la cibdad , claro parece haber venido solo por
B adquirir gloria de la fama que han divulgado.
B Esta por cierto deben llevar sangrienta, é no ansí
B'lhnpia como presumen llevar ; porque allí do pu-
B blicaron tener sitiada vuestra persona real, se se-
Bpa ansimesmo como ovieron el pago de su indis-
B creta osadía. Oa de otra guisa, seríamos transgre-
B sores de las leyes de la caballería, que defienden
Bla disimulación de semejante injuría, teniendo,
B como tenéis por la gracia de Dios , fuerzas para la
B vengar. E mucho debria gemir el estado reiJ vuee-
B tro é de la Reyna mi sefiora , mucho vuestra hon-
. B ra ó la suya, mucho los grandes, los generosos,
B los caballeros , los fidalgos , é generalmente todos
B vuestros Reynos , si de tal injuria no se mostrase
Bsentipaiento. El qual la Reyna ha tanto mostrudo
ORÓNIOÁS DE LOS RETES DE OASTILlA.
BOU palabras, ó proveído en obras, forneoiendo
B vuestra hueste de gentes ó de las otras cosas nece-
B serias , que seria mostrar gran flaqueza si dexáse-
B des el fin para que todo ello se aparejó. Habemos
B de considerar , muy poderoso Sefior , que durar los
B Portogueses en aquel lugar muchos ni pooos dias,
B caso que la pena del tiempo y el dafio que reciben
B pudiesen su&ir, no seria posible por la falta de
bIos mantenimientos que la gente que embió la
B Reyna puesta á sus espaldas les face. Ansí que de
B necesario les será alzar de allí , ó volver donde sa-
B lieron. B la vuelta que facen los exórdtos ñn f a-
Bcer fruto, notorio es que les pone gran flaqueza,
B porque los brazos geles caen juntamente con loa
B ánimos, é no vuelven con aquel vigor con que sa»
B len á la facienda. E ansí bien es de creer, que el
B orgullo que estos Portogueses traxeron quando allí
B vinieron, el poco fruto que han conseguido, y el
B mucho trabajo que han padecido, les ha puesto
B mas en deseo de reparar , que de pelear. Repre-
B sénteseos, Sefior, qnanta fuerza 6 quanto deseo de
B pelear tenia la gran hueste que llevastes á Toro
B á presentar la primera batalla que presentastes al
B Rey de Portogal ; é pensad también quanta fla-
B queza ó desorden á la vuelta traíamos , por no con-
B seguir el efecto que pe^^bamos. De lo qual si loe
B enemigos fueran avis^Rs, pudieran con pocos
B desbaratar toda aquella multitud de gente que allí
B con Vuestra Sefioría venimos , si Dios no les c^a-
B ra el conocimiento. Desta ceguedad , muy podero-
Bso Sefior, debemos carecer, pues vemos la razón
B junta con la experiencia, que nos avba é amoues-
B ta lo que debemos facer. Allende desto es de pen-
B sar que ellos están en tierra agena, que natural-
B mente les pone temor, ó de los Castellanos que es-
B tan con ellos , no bien seguros é trabajados é muy
B fatigados de la fortuna del tiempo que han pasa-
B do en el campo. Los vuestros por la gracia de Dios
B deseosos de serviros , é de se vengar de aquella
B osadía que han cometido los Portogueses : sus per-
» sonas 6 sus caballos han estado en casas, defendi-
B dos de la fortuna del invierno. Están igisimesmo
B muy dispuestos para la batalla, porque ellos salen,
BÓ los contrarios vuelven. Conoced pues, Sefior, la
B ventura que diviuainente so os ofrece. Sabed usar
B della ; no la perdáis , ni la prolonguds , porque no
B fagáis esta question inmortal* La qual, otorgando
B treguas, do necesario durará, ó andaréis luchando
B con las mudanzas que la fortuna suele facer ; en
Blas quales vuestras fuerzas se enflaquecerán de tal
B manera, que no podréis negar á los vuestros las
B mercedes que os demandaren, ni castigar los yer-
B ros que fícieren , por las necesidades continas que
B en la división teméis. E ansí en poco tiempo á vos
B ó á la Royna quedará poca facultad para dar , é
B menos para usar de la justicia que sois obligados:
B donde se sigo irá que estos Reynos se conviertan
B en una disolución de tiranías, de que Djos sea de-
B servido, 6 vos podría ser que oviésedes alguna
B tentación por el pecado de la negligencia.»
DON FBBNANDO ¿
CAPÍTULO XLIV.
De U respqesUi qne llenron los embaladores del Rey
de PortogaL
Mucho plogo al lley é A todos los mas do los
Grandes é Oaballeros que oon él estaban, déla fabla
qae el Cardenal fizo ; por la qoal el Bey deliberó de
no otorgar aquella tregua, ni por sola una hora, ó
mandó llamar i Don Alvaro é á aquel Licendado
para les dar la repuesta. Aquellos embaxadoros
venidos al Consejo, porque el Cardenal estaba muy
pesante de la destruicion que ol Rey de Portogal
habia fecho en el monestorio de Sant Francisco,
donde asentó el real , les dizo : «Decid vosotros al
9 Bey de Portogal que mal ha guardado la casa
> consagrada, donde Dios, de quien él esperaba ayu-
•da, era adorado. Mucho estamos ac¿ maravillados
• de su devoción consentir tan gran destruicion on
•templo tan notable. Los bárbaros qnando por fuer-
•zade armas entraron la cibdad de Boma, con gran-
•de veneración guardáronlos templos, é nunca con-
• sintieron en ninguna casa de oración facer una
• sola violencia de las muy muchas que Su Señoría
•ha fecho é permitido facer en aquel santo templo.
•De mi parte le decid que mucho debe á Dios por
•causa desta transgresionl ansi para lo satisfacer en
•obra ext^ior, como en penitencia é contrición in-
• terior.» B porque el Bey habia rogado al Cardenal
que les diese la respuesta acordada , les dixo que el
Bey habia deliberado en su Consejo de venir en
qualquiera medio de pan é concordia raEonable, aun-
que en algo fuese perjudicial á él é á la Beyna, por
dar pas é sodogo en sus Beynos. Poro que esto con-
venía facerse luego desdo aquel lugar do el Bey de
Portogal estaba, pues por estar tan cerca podrían
platicar mas prestamente en las materíasé dar oon-
clusion en ellas, lo que no se podría ansi buenamen-
te facer estando apartados el uno del otro. B que
para estar allí donde estaba en tanto que duraba la
plática de. la concordia, razonable cosa ora quo so
fidese la tregua que de su parte se movia ; pero quo
fuese cierto que de alli no se habia de apartar solo
un paso sin perpetua paz ó cruel batidla. Bcon
aquella respuesta voHieron Don Alvaro é aquel
Licendado que oon él vino.
CAPÍTULO XLV.
«
De U batalla Real qve faé feeha eitre Toro é Zamora.
Bl Bey de Portogal é la gente de su hueste, no
podiendo sufrir mas la estada en aquel lugar, ansi
por la fortuna. del tiempo, como porque la gente
que la Beyna habia puesto en la Fuente dd Sabuco
les quitaba los mantenimientos , acordó de alzar el
real que habia puesto. B porque Don Alvaro y el
Licendado de Cibdad-Bodrigo no hablan traido
conclusión de la tregua que habia embiado procu-
rar; pensó de lo alzar de noche, é tan calladamente
que las guardas que estaban en la puente no lo sin-
tiesen, y embió todo su fardage adelante. B un Vier-
DOÍfAISABBL. 293
nes por la maftána, primero dia de Marzo deste afio
de mil é quatrodentos é setenta é seis afios, ante im
poco del alba del dia, ordenadas sus batallas volvie-
ron para la cibdad de Toro. Qnando las guardas ¿e
la puente vieron bien por la mafiana como d Bey
de Portogal habia alzado el real, é que el impedi-
mento de la salida al campo por la puente era ya
quitado, fuéronlo á decir al Bey. B como lo sopo, .
mandó luego armar su gente ; la qual comenzó á sa-
lir por la puente, é la salida era tan estrecha, é las
cavas é baluartes ^ue estaban fechos ddante la ,
puente eran tantos, que no podian salir los del Bey,
sino pocos á pocos. B tanta era la voluntad que to-
dos tenian de salir, é de ir empos de los Portogue-
ses, que muchos de los peones sallan en baroos, é
otros se aventuraban á salir por la presa que estaba
en el río. De manera que quando todos fueron sali-
dos por una parte é por otra, era ya pasada gran
parte del dia. B porque muchos, and de pie oomo
de caballo, iban desordenadamente empos de los
Portogueses, el Bey mandó á un su capitán , que lla-
maban Diego de Ovando de Cáceres, que con do-,
cientos hombres á caballo fuese á tener la gente,
que no fuese desordenada, fasta que todos los de su
hueste fuesen salidos de la dbdad é puestos en or-
den de batalla. Como la gente de armas é peones
salió fuera de la cibdad, luego d Bey mandó orde-
nar todas sus gentes de armas en esta manera. Bn
su batalla real iba Don Bnríque Bnriquez, su Ma-
yordomo mayor, con algunos caballeros sus oriadoe,
é otros fijosdalgo oontinos del palacio red* Ansi-
mesmo iba la gente de armas de Gdida, que embió
d Conde de Lemos, é otros oaballeros de aquel Bey-
no ; é las gentes de armas de Salamanca, é Zamora,
é Cibdad-Bodrigo, é Medina, é Valladolid, é Olme-
do, que hablan venido á le servir. Otrod ibaú seis
esquadras de gente, en una de las qudes iba por
capitán Don Alvaro de Mendoza, á quien el Bey é
la Beyna dieron títdo de Conde de la su villa dé
Castroxeríz ; y en esta iban Gutierre de Cárdenas, é
Bodrigo do Ulloa, sus Contadores mayores. Bn otra
esquadra iban por capitanes d Obispo de Avila, ó
Alonso |de Fonseca, sefiorde Coca é Alahejos. Bn
otra iba por capitán un caballero que se llamaba
Pedro de Quzman. Bn otra esquadra iba otro que
se llamaba Bemd Franoes. Bn otra esquadra iba
por capitán Pedro de Velasoo. Bn otra esquadra iba*
Vasoo de Vivero. Todas estas seis esquadras de
gente iban á la mano derecha de la batalla dd Bey,
á la parte de las cuestas que se facen yendo de Za-
mora á Toro por aqudla parte de la. puente. Bn la
ala izquierda de la batalla del Bey, á la parte dd
río de Duero iban d Cardend de Bspafla con la
gente de su casa, é luego cerca del iba d Duque de
Alva oon otra esquadra de la gente de su oasa ; é de .
la otra parte d Almirante Don Alonso Enriques,
tio del Bey, y en aquella batdla iba Don Bnriqne
Bnriquez, Conde de Alva de Liste. Bn otra batalla
iba Don Garda Osorio, capitán de la gente dd Mar-
qués de Astorga, su sobrino, y el peonage iba enme-
dio de aquellas batallas; Puestas todas estas esqua-
29€
OBÓNIQAS DE LOS BISTBS DE CASTILLA.
drasde gentes en Orden, el Bey con oonsejo del
Cardenal é de aqnelloe caballeree qae con él iban,
mandó mover ene haces, é fueron empos de las ba-
tallas del Bey de Portogal, fasta el medio oamino
qae es de Zamora á Toro. B llegaron á un portillo
estrecho, que se face entre las cuestas y el rio, por
el qnal no puede pasar mucha gente junta. E por^
que fué dicho al Bey, que no podria alcanzar al Bey
de Portogal, é que antes que oviese pasado aquel
portillo, todas aquellas gentes portogueeas serian
puestas en salvo en la cibdad d% Toro, mandó estar
quedas las batallas, é que so juntasen los capitanes;
é juntos allí en el campo, preguntóles si seria bien
pasar su hueste mas adelante. Ovo ende algunos
cuyo consejo era que el Boy se tornase á Zamorii,
pues en llegar fasta aquel lugar empos de su adver«
sario, habla fecho todo lo que se debia faceré com-
pila á BU honra, mayormente que el Bey de Porto-
gal no esperaba, é iba como de fuida, é no volvía la
rienda para pelear. B ansimesmo deoian, que era ya
tarde, y en el tiempo que era menester para pasar
la gente aquel portillo, seria tanto de noche, que no
podrian pelear. T estando el Bey en esta dubda, el
Cardenal le dizo : aSefior, si mandáredes, yo pasaré
• aquel portillo, é veré las batallas del Bey de Por-
Dtogal, é vista la forma como van ordenadas, ha-
sbr^is acuerdo si debéis pasar el portillo; porque
B agora ni vuestras batallas ven á las suyas, ni los
w suyas ven á las vuestras, para que vey endose los
• unos á los otros, se pueda conocer de que propóei-
» to están los Portogueses. Porque, Sefior, un ánimo
pone la absencia, é otro la presencia del enemigo.
t Quando los Portogueses vieren vuestras batallas, é
»no esperaren, estonces se puede decir que van fu-
» yendo, ó podéis mandar soltar alguna gente que
• vaya empos dellos para les facer dafio. E si de aquí
» acordáis volver sin ver vuestro adversario, é lo
•poner en fuida, no se puede con verdad decir que
• él dia de hoy habéis llevado la honra que vos que-
• reis é todos deseamos. B sabe bien Vuestra Sefioría,
• que el deseo de todos vuestros caballeros era verse
•en campo con los Portogueses ; é no me parece co-
•sa de caballeros, agora que vemos lo que desea-
•mos, no poner en obra lo que mostrábamos desear.»
El Bey oida aquella razón del Cardenal , dixo que
era muy buen consejo. E luego el Cardonal, solo
con un capitán que se llamaba Pedro de Quzmau,
pasó el portillo ; é vido la geuto del Bey de Porto*
gal é sus haces , que iban puestas en orden de bata-
lla, peto no iban desconcertadas ni en fuida. Porque
oomo sopo el Bey de Portogal que el Bey liabia sa-
lido de Zamora con su hueste para venir contra él,
ovo consejo con sus caballeros, que era grand inju*
ría desordenar su hueste. El Cardenal quando los
vido, tomó al Bey, é dízole : a Señor, el Bey de Por-
•togal no vafuyendo oomo decían, antes lleva sus
• batallas ordenadas; é si vos mandásedes agora
A volver vuestras gentes, é no fuésedes contra él,
• llevaría hoy do vos toda la honra que vos pensáis
• llevar del, pues no le ponois en fuida. Por ende
«carecería que debéis mandar pasar adelante toda
• la gente, é que se aparejen todos para la batalla,
» si el Bey de Portogal esperare; é fio por Dios en
» cuya mano son las victorias, que vos dará hoy el
• vencimiento que todos esperamos.» Luego el Bey
mandó á todos aquellos capitanes, que fuese cada
uno al lugar do hablan dezado su esquadra de gen-
te ; é movió oon su batalla adelante contra los Por-
togueses ordenadamente, oomo homes que habían
de pelear. E amonestóles que ficiesen como fidalgos
é buenos y leales vasallos deben facer, é que tovie-
sen ante los ojos la injuria que habían pooo antea
rocebido de los Portogueses, asentando allí do asen-
taron su real ; é que no ge les olvidase en el campo
la voluntad que tenían en casa de pelear oon ellos.
Los capitanes se apartaron del Bey, é cada uno de-
llos fué para su gente, é la amonestó lo mejor que
pudo para la batalla, é pasaron todos aquel portillo.
Sabido por el Rey de Portogal que el Bey venia
empos del, reputando á gran mengua si no tornase
á pelear, mandó volver sus batallas, y esperar al
Bey é darle batalla, porque había poca diferencia
en el número de la gente de caballo del un ezército
al otro. E sus batallas iban ordenadas en esta ma-
nera. En la batalla suya iba el Conde de Lenle, é
Pereyra su guarda mayor oon sus gentes, é muchos
caballeros y escuderos Castellanos que estaban en
su compañía. En la ala de su mano izquierda iba el
Principe su fijo con otra esquadra, do iba de la me-
jor gente de toda su hueste, é oon él iba en otra es-
quadra el Obispo do Ebora con su gente ; y estas
dos batallas del Principe é del Obispo, iban fome-
cidas de gran número de espingardas é otros tiros
de artillería. En la ala de la mano derecha iba otra
esquadra, do iba por capitán el Conde de Faro con
su gente é oon la gente del Duque de Guimarains,
su hermano. Y en otra batalla iba el Arzobispo de
Toledo con toda la gente de su cosa, y en esta ala
iba otra esquadra, do iba por capitán el Conde de
Villareal, y en otra batalla iba el Conde de Monsant
con sus gentes. El peonage del Bey de Portogal
venía repartido en quatro partes, todas á la parto
del rio. E ansí el Boy de Portogal, como todos aque-
llos capitanes, amonestaban sus gentes á la batalla,
é poníanles esfuerzo, para que oon mejor ánimo po-
loason. Puostos los unos é los otros en orden de ba-
talla, como las banderas enemigas se vieron, fecho
por las trompetas el signo de pelear, los unos se
vinieron para los otros con recio cometimiento, é
las batallas se invistieron unaa en otras; é nom-
brando cada uno su apellido, los unos Fernando, los
otros Alfonso, se enoontraron con las lanzas. E lue-
go aquellos seis capitanes castellanos, que habemos
dicho que iban á la mano derecha de la batalla del
Bey, contra los qualea vino á encontrar el Príncipe
do Portogal y el Obispo de Ébora, volvieron las es-
paldas é se pusieron en fuida, porque en ellos no
había tanta gente cómo en la batalla del Principe
de Portogal, é porque la batalla de los Portogueses
iba toda junta, é la de los Castollanos repartida en
seis partes, en especial por ol gran dafio que á los
primeros encuentros recibieron de la muchedumbre
DON FEBNANDO
de tts Mpingardas é trtínerla qne yenU en U bata-
lis del ránoipo. El B^ é los de aa batalla, é loa
otros Ghrandes é Caballeros que iban en las otras es-
qnadras á la mano iaqnierdaí enoontraron con la
batalla del Bey de Portogal é del Arzobispo de To-
ledo, é contra las otras de los Portogneses qae iban
en e) ala de sn mano derecba; é quebradas las lan-
ías, yinieron al combate de las espadas. B todos
reyneltoa nnoa con otros, sonaban los golpea de las
armas y el estniendo del artillería é las roces, anos
nombrando su apellido, otros gimiendo sus llagas
é caídas, otros demandando aynda, otros repreben-
diendo loa qne veian negligentes en pelear, y esfor-
aándolos qne peleasen. E porqne entre los Castella-
nos é Portogneses babia la vieja qnestion sobre la
faerza y el esfaeno de las personas, cada nno por
sn paite se disponía á la maerte por aloansar la Vi-
toria. Duró la fortuna saspensa desta batalla por
espacio de tres boras , qne no se mostraba el venci-
miento de la nna parte ni de la otra. En este tiempo
los capitanes ayudaban y esforzaban á los sayos,
cada uno en el lagar do era menester. Al fin no po-
diendo los Portogneses sofrir las fuerzas de loa
Castellanos, fueron desbaratados, é vueltas las es-
paldas se pusieron en fuida por escapar en la gua-
rida que tenian cerca en la cibdad de Toro. B mu-
chos de los peones portogneses é otros caballeros
se lanzaron en el rio de Duero pensando escapar
nadando ; algunos de los quales fueron fallados en
Zamora, que los llevaba el rio. El Bey de Portogal
como vido su gente desbaratada, acordó de dexar
el camino de Toro, por no reoebir dafio de los del
Bey 4^0 seguían el alcance; é con tros ó qnatro que
quedaron con él de todos los que tonian cargo de
guardar su persona, aportó esa noche á Castronufio,
do fué recebido é servido por el alcayde en la for-
taleza. Muchos de los que fueron en aquellas seis
batallas de los Castellanos desbaratados al principio
por el Príncipe de Portogal, visto el vencimiento
que el Bey é los de las otras batallas que con él
eran babian fecho por la parte do ¡aleaban, volvie-
ron é juntáronse con la gente del Bey, é tomaron á
pelear. E allí fué tomado por el Cardenal é por la
gente de armas que guardaba su persona, el estan-
darte del Bey de Portogal. E porque se detenia que-
riendo escapar de muerte al alférez á quien fué to-
mado, aqud ci^allero Diego de Ovando de Cáceres
que habemos dicha, le dizo : Seguid^ ieñor, la vitaría
que Dio9 ka querído dar oy al R«y^ é no vos oen-
péi$ en €iio qué ntá ya vencido. El Cardenal dexó
aquel lugar, y encomendó el estandarte á dos caba-
lleros que se llamaban , el uno Pedro de Velasoo, y
el otro Pero Vaca, los quales lo tornaron á perder.
E fueron tomadas ocho vanderas de los Portogne-
ses, é traídas á la cibdad de Zamora; é fueron muer-
tos ranchos do la nna parte é de la otra (1). Pero de
(1) Bl Cira de los Pilaeios dieeqoe, i lo qoe pudo stbarae/
morlerov de los del Rey Don Alonso hasta mil y doelentos, entre
ellos el Alféres qae llevaba el penden real ; ciyo arnés y tamblea
el pendón diee se eonserraba en sn Hempo en la eapilla de los
Kejes de Toledo. Bl Cronista no apante el logar izo déla batailai
É D09A ISABEL. 296
los Portogneses fueron mas los que murieron lanzán-
dose en el rio por escapar, que los que mató el fierro
peleando. Fueron ansimesmo presos mudios de los
Portogneses, entro los quales fué preso el alferes
que traía el pendón real del Bey de Portogal, é
traído á la cibdad de Zamora. El Bey é la Beyna
mandaron poner el ames de aquél alferes que fué
tomado, en la capilla de los Beyes de Santa María
de Toledo, do está puesto fasta el presente día. Fe-
cho el desbarato, é venida la noche, fué tan grande
la turbación que los Portogneses ovieron en la ba-
talla, que no miraron por su Bey, ni ovieron lugar
de le guardar ; é por escapar la vida, lea fué turbado
el consejo de lo qne á la hora eran obligados de fa-
cer, é siguieron la via de Toro, do pensaron que su
Bey habría aportado. De la parte del Bey fueron
algunos muertos é feridos en la batalla, pero nin-
guno fué preso, salvo Don Enrique Enriques, Conde
de Alva de Liste, el qual pensando que iba acompa-
flado deles suyos, fué tanto adelante en el aloancci
que cerca de la puente de Toro fué preso por los
Portogneses. En este alcance fueran mnohos mas
Portogueses muertos é presos, salvo por el impedi-
mento de la noche, é de la gran lluvia que aquella
hora facía ;é ansimesmo porque veyéndose en aprie-
to los Portogueses, acorríanse al apellido de los
Castellanos, é llamaban Femando^ Femando; é con
este apellido muchos dellos fueron libres de muerte
é prisión. El Príncipe de Portogal, visto que la gen-
te del Bey su padro era vencida é desbaratada, pen-
sando reparar algunos de los que iban fuyendo, su-
bióse sobro un cabeao, á donde taftendo las trompe-
tas, é faciendo fuegos, é recogiendo su gente, esto-
vo quedo con su batalla, é no consintió salir dellaá
ninguno. Contra él qual el Cardenal de Espafia, é
ansimesmo el Duque de Alva, quisieran ir con al-
gunos que pedieran recoger de aquellos que v^ían
del alcance, é de otros que andaban derramados por
el campo tomando caballos é prisioneros; é no pe-
dieron recoger la gente ni moverla, porque \% noche
era tan escura, que ni se veian ni se conocían unos
á otros, é la gente estaba cansada, é déUos no habían
comido en todo el día, porque de Zamora habían
salido mucho por la mafiana. EH Bey volvió luego
para la cibdad de Zamora, porque le dixeron qne
podria venir gente del Bey de PortogiÚ, de la que
había quedado en la cibdad de Toro por la otra par-
te del rio, á dar en las estansas que dexó sobro la
fortaleaa de Zamora. T el Cardenal y el Duque de
Alva quedaron en el campo recogiendo la gente, é
volvieron oon ella á la cibdad de Zamora.
CAPÍTULO XLVL
De las eosat qve pasaron ea Toro la noche del f eaehalealo.
El Duque de Guimarains, que había quedado por
mandado del Bey de Portogal en la guarda de la
qae fié el Campo de Pelayo Geniales, ana le^oa de Toro» eomo se
fe por nn despaeho del Hoy Don Femando heeho ea Zamora en 9
de Mano, qne trae Záfiiga, Anei. éé BiHiUt^ ele 1476. Beraatd.,
296
OBÓNIOAS DE LOS BEYES DE 0A8TILLA.
cibdad de Toro, veyendo venir la gente Portoguesa
desbaratada, ó que el Ansobiepo de Toledo é loe
otros oaballeros é capitanes Portogneses vonian sin
el Boy de Portogal, del qual no sabian decir nue-
vas, sospechó que los Castellanos que estaban en
su oompafiia hablan cometido alguna traycion en
la batalla contra él ; ó fizo guardar el muro ó. las
puertas de la cibdad, ó acordó de poner gente de
armas á la puerta de la puente , ó no dexar entrar á
ninguno en la cibdad fasta que el Bey de Portogal
viniese. El Arzobispo de Toledo ó los otros caballe-
ros, ansí Portoguesescomo Castellanos, é otras gentes
que venian fuyendo de la batalla, especial los feri-
dos que se querían curar, recelando prisión ó muerte
si los del Bey siguiesen el alcance, daban voces, los
Castellanos repitiendo el servicio que hablan fecho
al Bey de Portogal poniéndose por él á la muerte;
otros lloraban sus llagas, otros lloraban las muer-
tes de sus amigos é parientes, otros daban voces
preguntando por sus sefiores. Los Portogneses de
dentro , escandalizados por la sospocha que hablan
concebido, agrandes voces preguntaban á los de
fuera si venia el Bey. Los de fuera con recelo del
peligro en que estaban , rogaban que les abriesen. E
ansí en los unos como en los otros habia turbación
é confusión, especialmente porque los Castellanos
que alH eran recolaban de los Portogneses, é los
Portogneses de los Castellanos. T en aquella hora
ni habia seftor que los mandase ni discreción que los
ministrase ; é ansi duró la turbación entre ellos fas-
ta que el Principe de Portogal llegó , el qual luego
entró dentro en la cibdad, é mandó que abriesen al
Arzobispo de Toledo é á todas aquellas gentes, an-
si Portogueses como Castellanos. Esa noche, como
el Bey de Portogal no pareóla en el campo, ni ha-
bia aportado á la cibdad de Toro, ni lo fallaban por
ninguna parte , é la noche era tan afortunada de
escuridad é de lluvia , que no podían ir á lo bus-
car, estaban todos en gran turbación ; en especial
aquellos caballeros fidalgos de su reyno é todos sus
criadoi^ estaban avergonzados; porque vencidas las
personas con el peligro de la muerte, les fué turba-
do el juicio para facer lo que eran obligados cerca
de la guarda de su Boy en la hora de la necesidad.
El Duque de Guimarains que habla quedado en
guarda de la dbdad , los reprehendía gravemente,
i O fidalgos de Portogal, decia él , ¿do está vuestro
•Bey? ¿Do está vuestro sefior? ¿ Do dexastes vues-
stra cabeza é vuestro capitán? No sé yo porque no
» sopletes guardar todos á uno solo , que era guarda
»de todos; ni sé como podéis verla gente, ni sofrír
nque la gente vea á vosotros, habiendo dexado
B vuestro Bey en el peligro, por escapar vosotros
sdél. Si perdistes la fuerza para pelear con él, no
.Bsé como perdistes el entendimiento para venir sin
»él. Guardábades la persona del Bey en la cámara,
sen la tabla; guardábadesle en las fiestas, en los
splaceres, é dexástesle de guardar en la batalla, do
»BU honra é vida habíades mas do mirar.» E aquellos
caballeros estaban tan turbados, que ni lloraban
ni respondían, porque la vergüenza y el pesar les
impedía las lágrimas é la f abla. El Principe de Por-
togal estaba ansimesmo muy turbado porque no
sabia del Bey su padre , é porque le ponían en sos-
pecha de los Castellanos qno hablan comotido algu-
na trayoion. El Arzobispo de Toledo ó los Castella-
nos que en aquella batalla se acaecieron, estaban
en recelo por la sospecha que dellos se habia ; de la
qual eran tan inocentes con el Bey de Portogal,
quanto culpados con su Bey natural por haber sey-
do en batalla contra éL Otro dia por la mafiana, el
Bey de Portogal que la noche pasada habia estado
en cuidado grave, pensando qué fortuna habia sey-
do la de su fijo el Principe, embió á decir á los de
Toro como habia aportado esa noche á Castronufto;
ó luego él en persona vino á la cibdad de Toro , é se
juntó con el Príncipe su fijo.
La Beyna que estaba en Tordesillas, sabida la
victoria que el Bey ovo , é como el Bey do Portogal
habia aportado fuyendo á Castronufio, luego mandó
juntar la clerecía do la villa, é faoor gran procesión;
en la qual fué á pié ó descalza desde ol palacio roal
do estaba, fasta ol monestorio de Sant Pablo, que
es fuera de la villa, dando gracias á Dios con muy
gran devoción, por la victoria que habia dado al
Bey su marido é á sus gentes.
CAPÍTULO XLVIL
De Us eous qao pasaros es Zamora despaes de habido el Tenel-
mleato de la batalla real.
El Bey habida aquella victoria, luego otro dia
mandó Hogar mas las oetanzas que estaban puestas
contra la fortaleza do Zamora. E las gentes ^ue el
dia antes fueron on la batalla, repartían los despo-
jos que habian habido ; como quier que por ser de
noche é muy escura , fueron en poca cantidad , se-
gún el gran número de la gente que fué desbarata-
da. Muchos do los Portogneses que quedaron de la
batalla, ansí de caballQ como de pié , se volvían pa-
ra Portogal. E porque á la entrada en Castilla con
el orgullo que tiaian, ficieron algunos rebosé fuer-
zas do mugeres en una tierra de Zamora por donde
entraron , que se llama Val de Sayago, los de aque-
lla tiorra mataban é prendían todos los Portogneses
que por allí volvían á Portogal, é muchos dellos cas-
traban por las fuerzas de las mugeres que habian
fecho. E por este recelo juntábanse muchos de los
Portogueses, é facían su partido con qualquier de
los del Bey que fallaban , porque los pasasen segu-
ros á Portogal, é dábanlos porcada uno un roal do
plata. Esto sabido por ol Bey, fué platicado en su
Consejo si se debia dar lugar que los Portogueses
pasasen en salvo á Portogal. Algunos caballeros é
otros homes de la hueste del Bey, cuyos fijos y her-
manos é parientes fueron muertos é ferldos en la
batalla, con el dolor que tenian del daDo de suspro-
pinquoB, trabajaban de provocar al Bey que usase
de crueldad contra aquellos Portogueses que se vol-
vían á Portogal, á fin de los matar ó poner en ser-
vidumbre. E traian á la memoria del Bey las inju-
rias é muertes crueles que los Portogueses habian
DON FfiKNAMDO
fecho á los GastellaaoB en^la batalla de Aljubarro-
ia, donde olvidada la piedad, usaron de toda cruel-
dad contra los Castellanos, quo con el Bey Don
Juan su bisabuelo fueron. Hcprosentdbanle ansi-
uiesmo el orgullo é sobervia grande con que hablan
, entrado en sus Reynos á los tomar, ó las injurias de
dicho , 6 los robos ó muertes de fecho que contra los
labradores ó gente pacifica hablan cometido. E su-
plicaban al Rey que no perdonase á los que no per-
donaran, ni salvase á los que no salvaran, si ven-
cieran: Estas é otras rasones decian aquellos caba-
lleros al Bey, porque les diese lugar de se vengar de
los Portogueses, eepeoialmonte porque los deseaban
tener por esclavos. lA Bey estaba en dubda de lo
que habla de facer.
El Cardenal de Bspafin le dixo : « Matar al quo se
Brinde, mas se puede decir torpe venganza, que
•gloriosa victoria. Si vosotros, caballeros, matára-
»des peleando á estos Portogueses, fecho era de ca-
Bballeros ; pero si se os rindieran é los matárades, á
•crueldad se reputara, é mucho se ofendiera el uso
>de la nobleza casteUana que lo defiende; quanto
»mas viniendo á pedir misericordia desús vidas, ó
» libertad de sus personas. Cosa es por cierto agena
»de toda virtud matar los desarmados que no se de-
Bfiendon, porque no los pedimos matar armados
» peleando. Estos Portogueses que se vuelven á Por-
Btogal, gente es común, que vino por fuerza á 11a-
nmamiento de su Bey ; ó si fuerzas han cometido en
•este Reyno, también las cometiéramos nosotros en
bcI suyo si el Rey allá nos llevara. Pero González de
•Mendoza, mi bisabuelo, sofior de Álava, en aqne-
•11a batalla de Aljubarrota que vosotros decis, pe-
• loando sacó al Bey Don Juan del peligro de muér-
ete en que estaba, é puesto en salvo , tornó á la ba-
• talla, donde fué muerto peleando ; é desta manera
•fenecieron allí algunos mis parientes, é otros mu-
•chos homes principales de Castilla. E no es cosa
•nueva que con el orgullo del vencimiento se ficie-
' •sen aquellas crueldades que decís, porque difioile
•es templar el espada en la hora de la ira. Pero so-
bria cosa inhumana,^ pasados diez dias de la bata-
•Ua, que durase la furia para matar á los que vie-
•nen demandando piedad. Nunca plega á Dios, di-
• xo él, que tal cosa se diga, ni en la memoria de
•los vivos tal ezemplo de nosotros quede. Trabajo-
•mos por vencer, é no pensemos en vengar, porque
• el vencer es de varones fuertes, y el vengar de
f •mogeree flacas. E si venganza queréis, ¿qué ma-
•yor puede ser, que no vengaros del que os podéis
•vengar, é dar vida é libertad al enemigo, podiendo
•darle muerte é captiverio? Por cierto si la pasada
•fuese impedida á estos qiie se van, do necesario
• les seria quedar en vuestros Beynos, para facer en
•ellos guerras é males , é por tanto parece que es
•mejor consejo dar fugar al enemigo para fuir, que
•darle ocasión para quedar á facer mal.»
Oidas las razones del Cardenal, el Bey mandé
pregonar que no impidiesen la ¡pasada á los Porto-
gueses, ni les fidesen mal alguno; é fizo merced á
un capitán de los ginetos del Duque de Alva de to-
É DOfÍA ISABEL .297
do lo 'que pediese haber de los Portogueses por los
posar en salvo. Aquel capitán pasó á todos aquellos ,
que se iban á Portogal por precio que cada uno la
daba ; lo qual fué reputado á inayor vencimiento é
caída de los Portogueses, que la que ovieron el día
de la batalla. Ansimesmo algunos de los que fueron
presos é despojados en la batalla é traídos á Zamo-'
ra , venían demandar merced ; y el Bey los manda-
ba vestir, é darles lo que ovieeen menester. Este
Cardenal era fijo del Marqués de Santillana, Don Ifii-
fiígo López de Mendoza , Conde del real de Manza-
nares, é nieto de Don Dleg^ Hurtado de Mendoza,
Almirante mayor de Castilla. Era heme esforzado,
é de grand ingenio ; é siempre fué visto procurar el
pacifico estado, é celar el honor de la oorona real de
CastiUa.
CAPÍTULO XLVIII,
Gomo ol Rey tomó U forUleu de Zamori.
El Mariscal Alfonso de Valencia, visto el venci-
miento que ovo el Bey, é como ni había habido, ni
esperaba haber soporro del Bey de Portogal, de
mandó fabla con el Cardenal, y encomendóse á él,
que ganase perdón del Bey para él é para todos los
que con él estaban , é restitución de todos sus bie-
nes. El Cardenal, acatando que tenia debdo de san-
gro oon él, suplicó al Bey que le perdonase. El Bey
luego otorgó aquel perdón á suplioaoion del Carde-
nal, porque ovo consideración que era mozo, é ha-
bía errado mas por ignorancia soyendo engafiado
de su suegro Juan de Porras, que por malicia é des-
lealtad; é mandóle restituir sus bienes. E recibió
del la fortaleza, en la qual estaba la cámara é arreos
del Bey de Portogal , que dezó alli en guarda quan-
do partió de Zamora. Las qualee cosas él Bey no
quiso tomar para sí, ni menos faoer merced dolías
á ninguno de los cabi^lleros é oapitanes que las de-
mandaron, po^rque sopo que eran cosas de la cáma-
ra del Bey de Portogal , é arreos de su persona. Al-
gunos de aquellos caballeros é capitanes que esta-
ban quexosos porque ni el Bey lo tomaba, ni lo
daba , le dixeron : a Por cierto , Señor, lo que el Bey
•de Portogal en estas guerras ha podido haber de
• vos é de los vuestros , no lo ha dexado libre, como
• vos dexais esto que buenamente podéis tomar.»
Bespondióles el Bey : « Queremos, si pudiéremos,
• quitar al Bey de Portogal mi primo loe malos con-
» ceptos de su voluntad, é no los buenos arreos de su
•persona.» E luego mandó tomar todas aqueUas co-
sas que allí fallaron, é lleváronlas en salvo al Bey
de Portogal á la cibdad de Toro. Tomada la forta-
leza de la cibdad de Zamora, el Bey dio la tenencia
della á Don Sanoho de Costilla ; é con acuerdo del
Cardenal de Espafta, é de los otros caballeros que
con él estaban, deliberó de venir á la villa de Me-
dina del Campo. La Beyna que estaba en Tordesi-
llas , vino ansimesmo para Medina.
El Cardenal , creyendo que el Bey de Portogal por
el desbarato que ovo, estaría mas iuclínado á faoer
algún partido que esousase mayores dallos , le em-
•• • •
CRÓNI0A8 DE LOB BETES DE 0A8TILLA.
298
bió á deolr que oonsiderise oomo esta «a demanda
no viniera á tanta rotara , si á los principios le plo-
gaiera ponerla en algnn medio de igaala oonveni-
ble á ambas las partes ; ó qne agora los inconvinien-
tes principiados irian en orecimiento, é nacerían
otros mayores adelante , si al yencedor duraba la
ira, é al vencido crecía el odio. Por ende le suplica-
ba que el acuerdo que no le plogo haber fasta
aquí , le plogniese haber agora ; ó que embiase sos
diputados á Oastrónufto , y el Bey é la Beyna em-
biarian los suyos á Alahejos, los quales platicarían
en las materias , ó placería á Dios que se diese tal
fin en ellas, con qne Dios fuese servido, é los incon*
vinientes é guerras comenzadas cesasen , é se con-
virtiesen en paa, que al venoedor convenia , é al
▼encido es necesaria. B que esto que le suplicaba
también gelo daba por consejo , é aun le amonesta-
ba que lo floiese ; porque m muy presto no se diese
me^o de conclusión en esta su demanda, le certifi-
caba qne gele aparejaba injuria , ó otro dallo irrepa-
rable en su persona y estado. El Bey de Portogal,
considerando que el partido que en aquella sason fi-
ciese, ni sería á su honra , ni menos on tanta utilidad
como á los principios le era ofrecido, por éí desbarato
que OTO en la batalla, embió decir al Oardenal que
le agradecía su buena voluntad, pero que no enten-
día al presente f ablar en partido ninguno. E luego
' puso guarniciones de gentes en Oantalapiedra , é
Oastronufio, é Cabillas , ó Siete Iglesias , é Víllalf on-
80, é la Mota, y en Portillo, y en Villalba, y en
Mayorga , que estaban por él ; é mandó que ficíesen
cruda guerra por todas partes de las comarcas, por-
que no tenía otro remedio por estonces para su de-
manda , salvo la guerra que destas fortalesas se fi-
ciese. En [aquella sason el Condestable trabajaba
mucho por traer al servicio del Bey ó de la Beyna
al Conde de Uruefia é al Maestre de Calatrava, su
hermano ; ó suplicó al Bey é á la Beyna que loe per-
donasen, é los reduxesen á su servicio, porque se
adelgazasen mas las fuerzas del Bey de Portogal , ó
le quedase menor parte en el Beyno de la que te-
nia. E para que esto viniese en ef eto é conclusión,
el Condestable dio una su fija en casamiento al Con-
de de Uruefia. El Bey é la Beyna inclinados á las
suplicaciones que el Condestable fizo, considerando
ansimesmo qne el Maestre y el Conde de Uruefia su
hermano eran mozos , ó que no habfan errado de su
voluntad , salvo por ignorancia , traídos y engcifia-
dos por el Marqués de Víllena é por aquellos que le
administraban, perdonáronlos, é reconciliáronlos á
su servicio. Lo qual sabido por el Bey de Portogal,
é ansimesmo veyendo que los otros» caballeros que
le habían traído á Castilla ni le servían, ni podían
servir con gente según él pensaba y ellos le habían
prometido, por la ocupación é necesidad que cada
uno tenia en la guarda de sus tierras, acordó de for-
necer bien aquellas fortalezas de gente, é de todas
las otras cosas necesarías á la guerra, é ir él en per-
sona al Bey de Francia á le demandar ayuda de
gentes é dineros, para tomar poderosamente á Cas-
óla á la conquistar; poique según las ligas é con-
federaciones que con él tenia, esperaba que le daila
gran número de gente é todo lo que oviese neoesa*
rio para esta conquista.
CAPÍTULO XLDL
Como se partió ti Anoblipo áil Rej 4e Poitogil, é toMs le
toMtroB las fortalasas 4a Attanu A Garaeaaa.
El Bey é la Beyna que estaban en Medina, vista
la guerra que se facía por todas partes , acordaron
ir á la villa de Madrigal , é llamar los Procuradores
del Bcyno, é facer cortes para dar orden en aque-
llos robos é guerras que en el Beyno se facían; é
ansimesmo poner sitio sobre Cantalapiedra, é sobio
Castronufio , do estaba la mayor parte de las gentes
del Bey de Portogal. Durante este tiempo, el Arzo-
li'oo de Toledo que estaba con el Bey de Portogal^
había nuevas cada día qne su tierra estaba altera-
da, é so quería rtbelar oontra él. E recelando algún
inconviniente en su persona y estado, aoordó de de-
zar al Bey de Portogal en la cibdad de Toro , é pa-
sar los puertos para proveer en las cosas de su tier-
ra, porque no se alzase; é luego partió de Toro
muy secretamente. E para seguridad de la pasada,
porque no recibiese dafto de la gente del Bey é de
la Beyna, el Bey de Portogal le dio un oajMtan con
gente de caballo Portog^eses, que fuesen con él
fasta lo poner en salvo en la villa de Alcalá de He-
nares. B por ir mas seguro dezó todos los oaminos
derechos , é rodeó por partes muy remotas de los lu-
gares do estaba la gente del Bey é de la Beyna ; é
andando grandes jornadas, aportó á la vflla de
Atienza, porque el Alcayde de aquella fortaleza es-
taba en el partido del Bey de Portogal. Sabido por
el Bey é por la Beyna que el Arzobispo de Toledo
era partido de la cibdad de Toro , luego manda-
ron á Don Pero Manrique, Conde de Trevifio, que
con la gente de su casa , é con otra gente que le die-
ron de BU guarda , fuese empos del é le prendiese,
deseando proceder contra él con grand indínacion
que tenían, por los yerros que oontra ellos había
cometido. El Conde de Trevifio le siguió todo el ca-
mino, é no lo pudo alcanzar, porque el Arzobispo
andovo tanto, que entró en la villa de Alcalá antes
que el Conde llegase. E luego fortificó de caTas é
baluartes aquella villa , é las otras de su Arzobispa-
do. E porque el Bey de Portogal daba sus poderes
á qualquier Alcayde ó Caballero que queria tomar
su voz, para recebir los derechos reales del Beyno,
é para facer guerra é todas las otras cosas que él
podía facer, procuró el Arzobispo que en común de
los otros Alcaydes á quien daba este cargo, lo diese
al Alcayde de Atienza Pedro de Almazan, qne se-
gún habemos dicho estaba en su partido , é á otro
caballero que se llamaba Juan de Tovar, Sefior da
Caracena é de Cevico. Los quales so color de rece-
bir los derechos reales, fadan guerra en todas las
tierras ó comarcas que estaban en la obediencia del
Bey é de la Beina. Visto esto por un caballero na-
tural de aquella tierra que se llamaba Gaici Bravo,
borne de buen esfuerzo , trató con un mozo de aquel
DON FEBNANDO
V 0
AlcMiydo de Atieiusa que la noche qae le cmpiese la
▼ela echase ima aoga é eahieae ana escala de oaer-
da por do sabiesen loe sayos é tomasen la f oriale-
aa. Lo qaal se fiao ansí, é la noche qae asentaron
con aqael moeo, se poso en obra; é aqael caballe-
ro Garci Bravo con fasta cien hombrea sabio por
la escala I é prendió al Alcayde Pedro de Almaaan
é á sa mager é fijos, é apoderóse de la fortaloaa ; é
sópoee por verdad, que en oro é plata, é pertrechos,
é armas, é bastimentos, tomó dentro de la fortale-
sa valor de cien mil florines de oro. De lo qaal to-
do, é de la tenencia de la fortalesa le fícieron mer-
ced el Rey é la Reyna, porqae les fizo gran servicio
en qnitar aqael tirano de aqaella tierra, qae la te-
nia tiranisada. B ansimesmo las salinas de Atien-
aa, que es una gran ronta qae pertenece á los Be-
yes de Oastilla. Dende á pocos dias este -caballero
Garci Bravo combatió la fortelesa de Oaracena, é
la entró por fnensa, é prondió á Joan de Tovar, el
otro tirano que facía guerra en aquellas comarcas
sosteniendo la voa del Rey de Portogal. Haber des-
fecho aquellos dos tíranos en* ten poco eq>acio de
tiempo, especialmente considerando la muy difícil
subida del castillo de Atienza, podemos creer que
mucho mas clara se mostró allí la volunted de Dios
que la osadía de los homes.
Agora dexa de conter la historia deeto, é contará
lo que pasó en la villa de Madrid.
CAPÍTULO L.
De hs eosas qae pasaron es la Tilla de Madrid.
Según habernos contado, el Marqaés de ViHena
esteba apoderado de la villa de Madrid é de sus al-
cázares. É porque teniendo aquella villa de su mano
entendía que esteba seguro su estado, puso en la
guarda della á Don Rodrigo deOastafieda, hermano
del Conde de Oifuentes, con toda la mas é mejor
gente que tenia, los quales trabajaban mucho en la
guardar. Porque como quier que Juan Zapato, un
caballero principal de un bando, é otros algunos
caballeros y escuderos naturales della vivian con
el Marqués, pero otro caballero principal de otro
bando, que se llamaba Pero Nufiez de Toledo, con
otros caballeros de su parentela, que por estar en
el servicio del Rey é de la Reyna fueron echados de
la villa, con la mayor parte del común eran de opi-
nión contraria, é quisieran que la villa estoviera á
la obediencia del Rey é de la Reyna. É como la vo-
luntad forzada desea siempre ser libre, algunos de
la villa trateron con Pedro Arias de Ávila, Sefior de
Torrejon, é con aquel Pero Nufiez de Toledo, é con
sus parientes, que viniesen de noche con gente, é
que ellos darían forma para los acoger dentro. Es-
tos dos caballeros Pedro Arias é Pero Nufiez, con
deseo de facer servicio al Rey é á la Reyna é de
entrar en sus casas, trateron con el Duque del In-
fantadgo que esteba en la cibdad de Quadalazara,
que viniese con la gento de su casa á entrar en la
villa, porque los vednos della habían acordado con
ellos de les dar entrada por lugar cierto. El Duque
É DOÑA ISABEL. *' 299
consultó esto trato con la Reyna, y ella le embió á
mandar que lo aceptase, é ficiese todo su poder por
tomar la villa; para lo qual le embió á Diego del
Águila, é á Juan de Robres é á Juan de Torres, ca-
pitanes de cierto gento de armas de su guarda, á los
quales mandó que se juntasen con el Duque é flcie-
een todo lo que él mandase. El Duque habido este
mandamiento, con la gento de su casa, é con aque-
llos dos caballeros Pedro Arias é Pero Nofies¿ é con
la gento que la Reyna le embió, vino para la villa.
E como quiera que los vecinos della se dispusieron
á dar la entrada, pero no lo pudieron facer, porque
sabido el trato, aquel capitán Don Rodrigo de Cas-
tefieda eohó de la villa á todos los mas principales,
é puso ten gran guarda en ella, que el Duque no la
pudo por estonces haber. É acordó de aposentane
en el arrabal, é poner la villa en tel estrecho, que
de necesario la entrogasen, é fizo poner sus estan-
sas en drouito, é apretó el cerco de tal manera, que
por ninguna parto podían haber mantonimientos.
É mando facer minas por debazo de tierra, que sa-
liesen á la tom que está sobro una puerta de la vi-
lla que sale al arrabal, que se llama la puerta de
Gaadalaxara, para la poner en cuentos, é la derri-
bar con quarenta pasos de la cerca. Como esto fué
sentido por un caballero, que se llamaba Pedro de
Ayala, Comendador de Paracuellos, que tenia en^
guarda aquella puerta, recelando el dafio que á élw
é á toda la villa se slgulria si por fuena de armas
se entrase, trato con el Duque de le dar entrada en
la villa, con tal pacto, que fuesen seguros todos los
del bando de Juan Zapata que era de su parentola,
é no recibiesen dafio de los caballeros del otro ban-
do de Pero Nufiez que estaban con el Duque : lo
qual el Duque prometió, y en aquella manera le fué
entregada la villa. Don Rodrigo que estaba allí por
oapitan, é todos los que con él eran, visto que la vi-
lla era entrada, luego se retraxeron á los alcázares;
los qaales estaban bastecidos de armas, é bastimen-
tos en grand abundancia. É luego el Duque fizo
poner estansas contra los alcázares, por dedentro
de la villa é por defuera, las quales feneció de la
gento que era necesaria. É dio cargo á Don ífiigo
López de Mendoza, Conde de Salda&a, su fijo mayor,
para que andoviese requiriendo las estanzas que es-
taban puestas por defuera de la villa, é las prove-
yese de gente, é las socorriese, si los del alcázar sa-
liesen á pelear con ellos. É por dedentro de la villa
mandó facer una tapia entre el alcázar é la villa, la
qual era tan grande é tanto ancha, que los de la
fortaleza, dado que fuesen socorridos con gento po-
derosa, no podían entrar en la villa, ni menos
los de la villa pasar al alcázar, salvo por lugares
ciertos, do guardaba la gento del Duque que entra-
ba á pelear con los del alcázar, en el qual estaban
fasta qnatrooientos homes. É todos los dias habían
escaramuzas con los de fuera, é por la dispusicion
de los lugares, recebian dafio los del Duque: en una
de las quales fué muerto Diego del Águila, uno de
los capitanee que la Reyna había embiado, é otros
algunos criados é caballeros de la casa del Duque^
Otrmrf Jaán ZapaU, aquel caballero que hábemoi
dicho que era principal do ud bandoi retráxoae á
una fortalesa auya dos leguas do la villai que se
llama el Alameda^ é otro que se llamaba Pedro de
GMova, que tenia la fortalesa del Pardo; é deede
aquellaa fortalezas facían guerra á la tiena del Du-
quoi é llegaban loa mas días fasta Madrid, é mata-
ban de los del Duque, é robaban lo que podían ha-
ber. Oontra los quales el Daqne puso ansimesmo
gente en el campo, para resistir los robos é muertes
que fadan. É todos los dias había esoaramusas ó
muertes de homes, é robos entre los del Duque é
aquellos dos caballeros que estaban en aquellas
dos f ortalesas. É desta manera estovo sitiado aquel
alcázar por espacio de dos meses ; en comedio de los
quales, el Rey é la Reyna que estaban en Madrid,
flcieron cortes generales, en las quales los Procura-
dores de las cibdades ó villas del Beyno en concor-
dia, juraron á la Princesa Dofia Isabel por Princesa
heredera de los Beynos do Castilla 6 de León para
después de los dias de la Beyua, que era la propie-
taria dellos, é flcieron algunas leyes é ordenanzas,
que según la dispusioion del tiempo convinieron de
se facer.
Agora deza la Crónica de fablar lo que pasó en
el cerco del alcázar de Madrid, ó fabla de como se
flcieron las hermandades en Castilla.
CAPÍTULO LI.
Como m JasUron lu herBindades en GulUla.
Bn aquellos tiempos de divÍBion, la justicia pa-
decía, é no pedia ser exeoutada en los malhechores
que robaban é tiranizaban en los pueblos , en los
caminos, ó generalmente en todaa las partes del
Reyno. É ninguno pagaba lo que debía, si no que-
ría; ninguno dezaba de cometer qnalquíer delicto,
ninguno pensaba tener obediencia ni snbjecion á
otro mayor. É ansí por la guerra presento, como por
las turbaciones é guerras pasadas del tiempo del
Bey Don Enrique, las gentes estaban habituadas á
tanta desorden, que aquel se tenía por menguado,
que menos fuerzas facía. É los oibdadanos é labra-
dores é homes pacíficos no eran sefiores de lo suyo
ni tenían reourso á ninguna persona, por los robos
é fuerzaa é otros males que padecían de los alcay-
des las fortalezas, é de los otros robadores ó ladro-
nes. É cada uno quisiera de buena voluntad contri-
buir la meytad do sus bienes, por tener su persona
ó familia en seguridad. É f ablóse muchas veces en
los pueblos de facer hermandades ó dar alguna or-
den entre sí, para se remediar de tantos males ó
fuerzas como continamente sofrían. Pero fallecíales
persona tal, que oviese zelo á la justicia é á la paz
del Reyno, que lo moviese, é ficíese alguna congre-
gación de pueblos en la qual se diese orden para
remedio de aquellos males. Porque el Rey é la Rey-
na, como quier que castigaban lo que podían, pero
el impedimento de la guerra que con el Rey de
Portogal tenían, no les daba lugar para lo remediar
como quisieran. Esta plátioa venida á noticia de un
CRÓNICAS DE L06 RETBB DB CASTILLA.
caballero que se llamaba Alfonso de Quintanllla
Contador mayor de cuentas del Rey é de la Reyna,
natural de Asturias de Oviedo, é Don Juan de Or-
tega, Provisor de Villafranca de Montes de Oca, Sa-
cristán del Rey, natural de la cibdad do Burgos,
doliéndose de la corrupción ó males que veían en la
tierra, fablaron con el Rey é con la Reyna, por sa-
ber dellos si les placería que se flciese alguna oon-
gregacíon de pueblos para ordenar entre sí herman-
dad, en la qual se ordenasen algunas cosas oompli-
deras á servicio de Dios é suyo, é bien general de
todo el Reyno, é para defensa é resistencia de aqn^
líos males que veían. Desto plegó mucho al Rey ó
á la Reyna, porque deseaban el bien é paz de sus
Reynos; é mandáronles que trabajasen porque vi-
niese en efeto. Estos dos varones, Alfonso de Quin-
tanllla é Don Juan de Ortega , Provisor de ViUafran-
ca, propusieron de poner sus personas á todo trabajo
é peligro, por remediar los males que veían; é fa-
blaron con algunos homes príncipaJes de las oibda-
des é villas de Burgos, é Palencia, é Medina, ó Ol-
medo, é Avila, ó Sogovía, é Salamanca, é Zamora, é
de aquellas partes, mostrándoles los náales é dafios
que padecían, é quanto mayores los esperaban si
con tiempo no se remediasen. Estos oada uno en
sus pueblos platicaron esta materia, ó al fln ovieron
su acuerdo, que cada cibdad é villa embiase'sus
proouradores, los quales se juntasen á día cierto en
la villa de Duefias. É para aquel día que asignaron,
todos los Procuradores de aquellos pueblos, que fue-
ron en gran número, se juntaron en la villa de Due-
fias, por solicitación ó diligencia de aquel caballero
Alibnso de Quintanilla, é del Provisor de Villafran-
ca. É los unos á los otros f«blaban ó recontaban con
grand angustia los robos é males 6 reecates que so-
frían de los alcaydes de las fortalezas, é de los tíra-
nos ó otros robadores que cada día crecían; é que-
zábanse dellos los unos á los otros. É partidos en
partes, los unos daban remedio de una manera é loa
otros de otra, é ni daban conclusión, ni se ooncor-.
daban, é queríanse todos volvor para sus casas por-
que no veían remedio para los males que padecían.
Aquel caballero Alfonso de Quintanilla, doliéndose
porque no se conseguía fruto de su trabajo, fabló á
todos los Procuradores en esta manera:
iNo sé yo, señores, como se puede morar tierra
»que su destruicion propia no siente, é donde los
» moradores della son venidos á tan eztremo infor-
stunio, que han perdido ya la defensa que aun á los
«animales brutos es otorgada. No nos debemos que-
»zar por cierto, sefiores, de los tiranos, mas quezé-
9 monos de nuestro gran sufrímíento; ni nosqueze-
smos de los robadores, mas acusemos nuestra dis*
voordia, é nuestro malo é poco consejo, que los ha
9 criado, ó de pequefio número ha fecho grande; que
BBÍn dubda, si buen consejo toviésemos, ni oviera
n tantos malos, ni sufríérades tantos males. É lo mas
9 grave que yo siento es que aquella libertad que
• natura nos dio, é nuestros primeros ganaron con
sbuen esfuerzo, nosotros la habemos perdido oon
» cobardía é caimiento, sometiéndonos á los tiranos.
DON FEttNANlX)
ki>e Io0 qnales m no nos libertamoe, ¿qnién podrá
BOicnsar que no crezca mas la subjccion de loe bue-
»no8, y el poder de loe malos qae ayer eran eend-
vdoree, é boy los yemoe sefioree porque tomaron
9 oficio de robar? No heredastes por cierto, señores,
«esta snbjeoion que padecéis, de vuestros antcc(»o-
»reB ; loe quales como quiera que fuesen pequefto
»némero en aqnella tierra de las Asturias, do yo soy
iinatural, pero con deseo de libertad, como varones
»ganaron la mayor parte de las Espafias que ocnpa-
»ban los moros enemigos de nuestra santa fe, é sa-
»oiidleron de si el yugo de servidumbre que tenían.
»Ni monos tomamos doctrina de aquellos buenos
» castellanos, que fidcieron la estatua del Oonde
»Feman Oonealea, en sefior, que estaba preso en el
.»ReyQo de Navarra, 6 siguiendo aquella figura de
»piedra, ganaron la libertad para él é para ellos.
»Ni menos la tomamos de otros notables varones,
»cuya memoria es inmortal en las tierras, porque
•ganaron libertad para si é para sus reynos é pro-
•vincias; los quales ovieron gloria por ser libres, é
» nosotros bebemos pena por ser snbjetos. Machas
iveces^veo que algunos sufren con poca paciencia
• el yugo suave, que por ley 6 por rason debemos
• al cetro real, é nos agraviamos é gastamos, é aun
•trabajando buscamos forma por nos libertar del ; é
•deala otra subjedon, que pecamos en sofrir, por
•ser oontra toda ley divina é humana ¿no trabaja-
bremos é gastaremos por nos libertar? No puedo yo,
•sefioree, por cierto entender como pueda ser que la
•nadon castellana, que nunca buenamente sufrió
• imperio de gente extrafia, agora por falta de buen
• consejo sufra cruel sefiorio de la suya, é de loe
•malos é perversos della. No tengamos por Dios,
•sefiores, nuestro entendimiento tan amortiguado;
•ni se refrié en nosotros tanto la caridad é se olvi-
•de el amor de nuestras cosas proprias, que no sin-
• tamos d perdimiento nuestro é dellas; é remedie-
•mos luego los males que vienen de los bornes, an-
otes que vengan los que nos pueden venir de Dios.
•B!l qual también da pena al que doxa de facer obra
•buena, como al que la face mala; é tan bien da
•punición \ los buenos como á los malos, á los ma-
llos porque son malos, é á los buenos, aunque bue-
• nos, porque consienten los malos é podiéndolos
•castigar, dezan crecer sus pecados, dellos por ne-
•gligoocia, dellos por poca osadía, é algunos por
•ganar 6 por no perder ni gastar, otros por querer
•complacer, ó por no desplacer á los malos, 6 por
•otros respetos ágenos mucho de oc^uello que bome
•bueno 6 recto es obligado de facer. Nosotros, sefio-
•res, visto lo que vedes, ó considerando lo que cada
•uno de voseaos considera, nos movimos por sor-
•vicio de Dios, é por el bien é libertad de la tierra,
•á procurar con vosotros que esta congregación se
•fioiese, creyendo que este vuestro juntamiento no
•es de la calidad de otros, donde muchas veces acae-
zco que en el fin y en los caminos para el fin hay
•diversos consejos é opiniones contrarias; antes
•creemos que todos nnáoimes vais á un fin, é tam-
•bien pensamos que os conformaréis en tomar los
i DOÑA ISAfiBti. 801
» caminos mas ciertos para lo oonseguir. É si esto
•de vosotros no conociésemos, vano seria por derto
•nuestro trabajo, é mucho mas inútil nuestra fabla.
•É por tanto no me déteme mucho en recontar los
•males que sofrímos é padecemos, porque cada uno
•de vosotros lo sabe, é aun lo siente; pero breve-
• mente diré el remedio que nos parece para ellos.
•Siete cosas, honorables sefiores, á mi parecer se
•deben considerar en esta materia que tratamos. La
• primera, si es servicio de Dios, é dd Rey é de la
•Beyna nuestros sefiores. La segunda, quien sois
•vosotros. La tercera, quien son aquellos con quien
• debatimos. La quarta, la calidad de la cosa sobre
•que debatímoe. Ija quinta, en qué tierra es d déba-
nte. La sexta, qué oosas son necesarias para aquello
•que queremos comenzar. La séptima é postrimera,
•quo es el pro ó el dafio que en el fin se nos puede
•seguir. Quanto á lo primero, no es necesaria mucha
•plática; porque manifieeto es el servicio grande que
•facemos á Dios, é al Rey é á la Reyna, si tomamos
•consejo é ponemos en obra de castigar los tiranos,
•é dar paz al Reyno en general , é á cada uno en
•especial. Quanto á lo segundo, menos f aré larga
•fabla; porque sabido es que vosotros sois homes
• caballeros, é fijosdalgo, cibdadanos, é labradores,
• deseosos de paz é sosiego del Reyno; é ansimesmo
•que sabéis seguir la guerra quando conviene, é
•procurar la paz quando comple. Lo tercero, sabe-
•moa bien que debatimos con homes tiranos, ladro-
•nes, é robadores, á quien su yerro mesmo face na*
•turalmente cobardes. Vimos en el tíempo de las
• otras hermandades pasadas, que uno dellos no. pa-
dreóla en el Reyno; é duraran fasta hoy en sus des-
atierros, n nosotros duráramos en nuestras ordeoan-
•zas. Vimos andmesmo que d Rey é la Reyna
•comenzando á facer justicia de algunos dellos en
• Segovia luego que reynaron, quantos dellos fnye-
9 ron, é qnanta paz é sosiego por aquella causa se .
• siguió, la qual fasta hoy se continuara, si la divi-
•sion del Rey de Portogal no interviniera. And que,
•sefiores, por experiencia vemos que nuestra quis-
•tion es con gente á quien sn maldad face flacos é
•fuidores; los quales no tienen mas esencia ni resis-
• teucia de quanto vieren nuestra pacienda é poca
• diligencia. La calidad de la cosa sobre quo deba-
étimos, que fué la quaiia parle de mi dividen, es
• sobre defensión de nuestras personas é de nuestras
• f aciendas, é de nuestras vidas, é sobro nuestra li-
•bertad, que vemos perder é diminuir. Considerad
• agora, sefiores, d son estas cosas de calidad que
• deban ser remediadas. É lo mesmo condderad que
•vida seria la nuestra, d no la remediásemos con
•gran parte de lo que tenemos, é d no con parte, con
•todo cuanto tenemos, porque seamos homes libres
• como lo debemos ser, é no subjetos como lo somos.
•La quinta es, saber en qué tierra debatimos. Á m(
•parece, sefiores , que esta nuestra quistion no es la
•empresa de Ultramar, ni menos habemos de ir á
•conquistar provindas estrafias. La conquista que
• habemos de facer en nuestro Reyno es, en nuestra
•tierra es, en nuestras dbdades é villas es; en nnes^
itA
ÓBÓNI0A8 DE LOS ílBtBS DÉ 0A8TÍLLA.
ttros oampoe et, en nneeiraB oasM y horedamientoe
lee, donde estando jontoB ó concertados, segnnes-
ipero que lo seréis, no digo yo á aquellos pocos 6
•malos tiranos, mas á todo di restante del mundo
»que viniese, podriadee resistir ó defender, é aun
•ofender. Porque oomo sabéis, gran diferencia
•hay de las fuerzas que defienden lo suyo á las
• del ladrón que viene por lo ageno. La sexta es,
ver las cosas que para el remedio desta nuestra
requesta son necesarias. Las quales según pen-
samos son tres: la primera es el dinero; la se-
gunda gente é capitanee; la tercera ordenanzas
por donde nos gobernemos. É qnanto toca al di-
nero, según los clamores que á todos en general,
é á cada uno en especial vemos facer por los
malee que recibe, no creemos que haya perso-
na que no dó la meytad de sus bienes, por tenor
la otra meytad é su persona ¿ de sus fijos é parien-
tes seguros: pues quanto mas dará la pequefia ó
bien pequefia cantidad, que le podrá caber en los
repartimientos que se farán on los pueblos para
esta f adeuda. La segunda es, haber gente é capi-
tanes; é para haber esto, no habemos de ir fuera de
nuestro Beyno, porque dentro dól abundamos en
asaz número de gente sabia en la guerra, é bien
armada, tal ó tanta, qué no es menester trabajo ni
pensamiento para la haber. La tercera cosa es, fa-
cer nuestras ordenanzas y estatutosi é penas según
se requiere á los delictos ó crímenes que se come-
tieren. É para esto, sefioros, tenéis la voluntad del
Bey é de la Beyna, que vos darán facultad é auto-
ridad para las facer, é poder para las exectitar, ó
tener vuestra jurisdicion apartada de la ordinaria
en los pueblos, de tal manera que no habréis estor-
bo ninguno de su jurisdicion en lo que quisiéredes
ordenar, ó salvar; é vos darán ansimesmo todo el
favor necesario, para que esto que con el ayuda de
Dios queréis comenzar, venga en efeto. Ansí que
el mayor trabajo de esta nuestra obra, es comen-
zarla: esto fecho, la mesma cosa abrirá los cami-
nos para el fin que deseamos con el ayuda de Dios,
en el qual, quanto mayor fe tovióremos, tanto mas
cierto teméis el efeto de la justa petición que fi-
ciéredes.
• Bien creo yo, sefioros, que hay algunos á quien
esto geles fará difícile, creyendo que no nos po-
dremos juntar, é juntos no nos podremos conoor-
dar en los repartimientos de los dineros, é otras
cosas que son menester. B cerca desto , no parece
que debe haber dificultad , porque todos sabemos
que la mayor parte del Beyno viene de voluntad
en esta contribución, é que ningunos hay que la
contradigan, é si los hay son bien pocos; los qua-
les veyéndose fuera del beneficio é utilidad que
de nuestra hermandad se puede seguir, ¿quién
dubda que no quieran ser comprehendidos en ella,
por s^urídad suya ó de lo suyo? Otros algunos
hay que dubdan en la constitución desta nuestra
hermandad , reeelando ser cosa de comunes é de
pueblos, do habrá diversas opiniones ó volunta-
des , las quales podrían ser de tanta discordia , que
lo derribasen é destruyesen, según se fizo en las
otras hermandades pasadas. De lo qual se segui-
ría quedar los pueblos é personas singulares mu-
cho mas enemistados con los alcaydes é tiranos ó
con los robadores , para nos poner en mayor sub-
jecion de la que agora tenemos. B para sanear es-
te recelo son de notar dos cosas. La primera es
que si las otras hermandades pasadas no perma-
necieron en su fuerza , aquello fuá porque se entre-
metieron á entender en muchas cosas mas de lo
que les pertenecía ; é nosotros á ningún caso otro
habemos de facer hermandad , salvo al que viá-
romos ser necesario para seguridad de los cami-
nos, é para resistir é castigar los robos é prisiones
que se facen. La segunda es que el Bey Don En-
rique, que las habia de sostener é favoreoer, este
las oontradeda ó repugnaba de tal manera, que
las destruyó en poco tiempo ; y esto tenemos ago-
ra por el contrarío, porque el Bey ó la Beyna, nues-
tros sefioros, mandan que estas hermandades en
sus Beynos se constituyan , é dan sus cartas para
ello, ó las quieren con gran voluntad favorecer,
de manera que permanezcan, considerando el gran
servicio de Dios é suyo, ó la paz ó sosiego que do-
lías en BU Beyno se puede conseguir. E por tanto
mi parecer seria, que luego debéis diputar entre
vosotros caballeros ó letrados que vean los casos
desta hermandad que debemos facer, é quales é
quantos deben ser ; ó sobre ellos establezcan é ins-
tituyan las leyes ó ordenanzas que entendieren , é
con las penas que les paredere. Ansimesmo se
deben diputar entre vosotros personas que entien-
dan luego en el repartimiento del dinero, oomo 6
quanto se debe repartir , é que personas lo deben
pagar ¡ 6 otrosi en la gente que se debe juntar, y
en los capitanes que se deben elegir, é quanto
sueldo geles debe dar. Esto fecho, esperamos en
Dios, que conseguiremos el fin de la seguridad
que deseamos , que fué la séptima é útima iwite
desta mi proposición, •
Oomo este caballero Alfonso de QuintaniUa ovo
acabado su razonamiento, todos aquellos caballe-
ros , ó letrados, ó dbdadanos, ó labradores que allí
estaban, fueron contentos, é loaban la fabla que
habia fecho, é mucho mas su buena intendon cerca
del remedio de aquellos males que padedan. £ to-
dos unánimes, despertando los ánimos que tenían
caídos de los dafios que recebian, dixeron que era
cosa justa é razonable que la tierra se remedíase ; é
que se debía facer la hermandad. que deoia, 6 re-
partir loe dineros necesarios, é llamar la gente de
armas, é facer todas aquellas cosas que aquel caba-
llero habia propuesto. E luego todos estos procura-
dores, que allí vinieron con poderes bastantes cada
uno de sus cibdades ó villas ó pueblos , ficieron é
instituyeron una hermandad que durase tres afios,
para responder unos á otros , é se ayudar contra los
tiranos é robadores ; é diputaron dorios osballeroB
é letrados , los quales ficieron ó ordenaron cinco ca-
sos de hermandad , en que habían de entender los
oficiales que fuesen puestos para ministrar esta her-
l)Qt^ t*BRNANDO
mandad. Y el primero caso era, toda fueraa, ó robo,
ó furto , ó ferida feoha en el oampo. ¡El segundo,
todo robo , 6 fuerza, 6 furto fecho en poblado, quan-
do el malfechorse fueae fuera del poblado do lo fizo
ó á otro lugar. El tercero, todo quebrantamiento de
casa. El quarto , toda fuerza de muger. El quinto,
quando alguno fueee contra la justicia é la desobe-
decteee. E inatituyeron que oviese en cada cibdad,
villa 6 lugar dos alcaldes de hermandad, que to-
viesen plenaria jurísdicion para juzgar é determi- •
nar en estos dnoo oasos de hermandad cada que
acaeciese. Eso mesmo ñderon cierto número de
quadrillas, para perseguir los robadores ó malfe-
chores. ítem diputaron ciertos caballeros, é perso-
nas sabias é de buena intención , á quien cometie-
ron el repartimiento del dinero que se hablan de
coger en cada pueblo. Y estos diputados acordaron
que cada cient vecinos de todas las cibdados é vi-
llas 6 lugares do los Reynos do Oastilla é do León,
que entraron en aquella hermandad, pagasen el
sueldo é acostamiento de un borne á caballo, el qual
siempre estoviese presto con el capitán que le die-
sen para seguir qualquier malfechor. E tomaron
por capitán general de la hermandad que flcieron,
á Don Alfonso de Aragón, Duque de VUlahermosa,
hermano bastardo del Bey , y eligieron otros ocho
capitanes, algunos de trecientas, otros de decien-
tas, é de cient lanzas , á cada uno de los quales pa-
gaban el sueldo é aóostamiento que le montaba ha-
ber para la gente que tenia en su capitanía. T estos
estaban continamente juntos con sus armas é caba-
llos, en los lugares é provincias do les era manda-
do, ítem para conocer de los debates quo oonrrírian
oonoemientos á los oasos do hermandad , ó para los
determinar, eligieron por Presidente á Don Lope de
Bibas, Obispo de Cartagena, un perlado antiguo, con
el qual estaban de cada provincia un diputado con-
tinamente ; y estos se llamaban dipotados genera-
les para oir é determinar las cosas que ante elloa
venian , los quales tenian plenaria jurisdicción para
determinar, é del juicio destos no habia apelación.
Otrosí, porque los agraviados con sus querellas no
oviesen de trabajar en venir con sus agravios al
lugar do estaba el presidente é diputados genera-
les, ordenaron que en cada provincia estoviese un
diputado provincial para las oir é remediar, el qual
entendiese en las contribuciones que so habían de
facer para la hermandad, de manera que todos pa-
gasen segund sn facultad , é ninguno fuese agravia-
do efí los repartimientos. Otrosí, para entender en
todas estas cosas, 6 para dar orden en poner teso-
reros é recabdadores, é pagar é repartir el dinero á
quien é«como se debía dar , porque era cosa de gran
confianza ; el Bey é la Beyna dieron cargo á aquel
caballero Alfonso de Quintanilla é al Provisor de
Villafranca,que seg^n habemos dicho, fueron pro-
movedores é solicitadores para que la hermandad se
fioiese. E todos estos recurrían por la final determi-
nación de las cosas al Bey é á la Beyna é á su Oon-
seje. Ansí fueron constituidas hermandades, en las
qualee fueron comprehendidas todas las cibdades é
i DO^A ISABEL
tíllaa é lugares de los Beynos de Oastilla é de León
é del reyno de Toledo é del Andalucía é de Gkdida.
Los lugares é tierras de sefiorfo no entraron luego,
por los impedimentos que los seftores dellas le po-
nían. Sobre lo qual fuá requerido Don Pedro Fer-
nandez de Velasoo, Condestable dé Castilla é Conde
de Haro , que era d que tenia maa número de vasa-
llos que ningún otro sefior de todas aquellas tierras
de allende los puertos, para que diesS' lug^ que sus
tierras entrasen en aquella hermandad. El qual res-
pendió que le placía, é no solamente daria lugar
que sus tierras entrasen en ella, pero que él ge lo
mandaría é oonstreftiria qué lo ficiesen, é contribu-
yesen en día con todos los que habían entrado. B
allende desto , él é todos los de su casa, queria que
fuesen comprehendidos en aquella santa herman-
dad, considerando quanto era servido de Dios é del
Bey é de la Beyna, é bien é seguridad del Beyno.
E luego mandó á todos los de sus villaa é lugares
quo se juntasen con aquellos que habían entrado
en la hermandad, é fuesen particioneros en ella; é
and lo ficieron luego todos los de sus tierras. Este
Condestable era heme generoso é recto , y era gran,
sefior en las raontafias ; é nunca le vieron ser en re-
belión contra ningún Bey , antes era obediente á
los mandamientos reales, é daba exemplo á otros
que lo fuesen. Visto por todos los caballeros é sefio-
res que tenian vasallos, como el Condestable había
mandado á sus tierras entrar en la hermandad, lue-
go mandaron á sus villas é lugares que ansimesmo
entrasen en ella. E de lo que contribuían los pue-
blos en esta hermandad , se pagaba sueldo oontina-
mente á dos mil homes á caballo, que estaban pres-
tos para lo que el Bey é la Beyna mandaban , é se-
guraban los caminos, é perseguían los malfediores,
E vista la grand utilidad que della se seguía, se
prorogó por otros tres afios addante.
B porque á los principios que esta hermandad se
constituyó , condderando que la utilidad era común
á todos , fué ordenado que todos contribuyesen en
olla , también los eeontos como los no esentos ; los
fijosdalgo del Beyno sintiéndose agraviados desta
contribudon por ser en quebrantamiento de la li-
bertad que tienen por razón de su fidalguia, reda-
maron ante el Bey é la Beyna, é soplicéroides que
pues dios en las guerras presentes, é sus padres é
agflelos en las pasadas habían servido á los Beyes
sus progenitores, and en la guerra contra los mo-
ros, como contra todas las otras personas que les
era mandado, y estaban dispuestos por sus personas
de se poner á la muerte por su servicio ; que les plo-
guiese mandar guardar el privilegio de su fidalguia,
que nunca habia seydo quebrantado en estos Bey-
nos. El Bey é la Beyna, vista la razón de los fidal-
gos, luego ge lo mandaron guardar; é dende en
addante los fidalgos no contribuyeron en aquella
hermandad todos los afios que duró.
ORÓNIGAS DB LOS RB7B8 DÉ OASTltLA.
CAPÍTULO LH.
De eofflo 6l Rej uenió nal sobre Canuiipiedra , é de las cosas
qee alli pasaron.
Segnn habernos recontado , el Rey de Portogal
f oraeoió de mucha gente ó pertrechos é bastimentos
las fortalezas qne tenia en dronito de la cibdad de
Toro donde ól estaba ; en especial la villa de Canta-
lapiedra , en la qual puso por capitán á un caballe-
ro castellano de los que seguían su partido , que se
llamaba Alonso Peres de Vivero, con muchos bo-
rnes á caballo é á pió. Bl Rey ovo su acuerdo de po-
ner real sobre aquella villa, é ansimesmo poner
guarniciones de gente contra los que estaban en
Castronufio , por escasar los robos qué de aquella
villa se facian en las comarcas. B di6 cargo al bas-
tardo su hermano, Duque de VUlahermosa, é al Con-
de de Trevifio , de la gente que mandó estar sobre
Oautalapiedra, porque le era necesario estar en las
cortos que tenia en Madrigal , los mas dias con la
gente de su guarda , é desdo Madrigal iba á Cántala-
piedra á proveer las guarniciones que tenia puestas
contra Castronufio é Siete Iglesias. B mandó poner
artillería y engenios sobre aquella villa do Cántala-
piedra, é apretar á los que estaban dentro, á fin do
la tomar \ porque tomada so quitaba gran parto del
impedimento que habia para poner sitio sobre Cas-
tronufio , ó sobre las fortaleisas de la comarca que
estaban por el Rey de Portogal. Los que estaban
dentro pusiéronse en defensa, para lo qual tenían
grandes aparejos, cavas ó baluartes, ó otros edifi-
cios. B después de muchas escaramuzas que ovieron
' en algunos dias, mandó el Rey aderezar el comba-
te. Los de la villa salieron á pelear con los de fuera
por las partes que los del Rey llevaban los pertre-
chos, é por otras coevas secretas que tenian fechas,
desde las quales podían ofender, ó no recebir dafio.
B antes que llegasen los pertrechos, porque el Rey
conoció que por las cavas ó cuevas que los de den-
tro de la villa hablan fecho secretamente , pudiera
su gente recebir gran dafio, mandó retraer los per-
trechos , ó acordó que aquel día no se combatiese la
villa. Los Portogueses, veyondo que los pertrechos
se retraían, cobraron mayor esfuerzo, é salieron á
escaramuzar con los del Rey á caballo ó á pié. Y en
aquella escaramuza, y en otras que otros dias ovie-
ron , fueron muchos muertos é f eridos de los unos é
délos otros. Los de la villa, como quiera que se es-
forzaban , porque tenian al Roy de Portogal cerca
esperando que los socorriera , poro porque los apre-
taban mucho los dol Rey , de manera que no les en-
traba mantenimiento ninguno, é ansimesmo porque
trabajaban de día en las cavas, é de noche en repa-
rar los muros é los baluartes que derribaban las
lombardas del Roy, ó poniendo defensas para los
dafioa que facian los engenios, é otrosí porque en
las escaramuzas que hablan habido, goles diminuía
la gente ; embiaron á decir al Rey de Portogal , que
los socorriese, porque estaban en grande aprieto.
Bl Rey de Portogal no touia tanta gente para los
poder socorrer, porquo habia sacado por dos veoes
de su reyno toda la gente que en él habia para esta
conquista ; é muchos dellos eran muertos, é otros se
volvían á Portogal por las grandes fatigas ó traba-
jos que hablan recebido en Castilla. B como se vido
puesto en necesidad , é ansimesmo porque el Arzo-
bispo de Toledo é los otros caballeros castellanos
que estaban á su obediencia , eran tan ocupados en
la guarda de sus tierras, que no le podían servir por
sus personas , ni embiarle de sus gentes , por conse-
jo de algunos sus caballeros é capitanes, acordó de
saUr al campo con toda la gente que tenia, é robar
ó quemar los lugares de tierra de Salamanca que es-
taban'cercanos á Toro , porque creía que el Rey irla
á los socorrer, é le sería forzado alzar el real que
tenia puesto sobre Cantalapiedra ; y en aquella ma-
nera entendía que los cercados serian socorridos, ó
los cercadores no darían fin á su empresa. Algunos
dolos de su consejo le dixoron que no era cosa dina
de Rey ir en poi-sona á robar ó quemar lugares, ó
doxar do socorrer su gente, quo á sus ojos estaba si-
tiada ; ó quo los Royos do tal manera hablan de salir
al campo acompafiados, que no recibiesen mengua
ni fuerza de sus contraríos. B que bien podia man-
dar á algunos de sus capitanes, que saliesen á fa-
cer aquella guerra, porquo si recibiesen dafio , á su
persona real ompocería poco, ó si saliese, podría po-
ner su persona y estado ó la empresa que tenia do
Castilla en perdición. B quo si por ventura el Rey
su adversario alzase el real de sobre Cantalapiedrai
é viniese con toda su hueste é resistir los dafios ó
quemas que ¿I quería facer, una de dos cosas le
con venia facer, ó haber con ól batalla, para lo qual
tenia igual poder de gente , ó retraerse al lugar do
habia salido , con poca honra. B amonestábanle , que
pues en esta demanda , á la fortuna tentada por tan-
tas vias bahía fallado dubdosa , antes que del todo
la oviese contraria , remediase á su persona , á sa
honra, á su gente , á su reyno , é ansimesmo á los ca*
balleros castellanos , que esperando algún nuevo fa-
vor duraban en su servicio, antes qué la dilación
del tiempo les ficiese mudar el propósito que habian
tomado de le servir. B que les parecía, que si el Roy
de Francia le era amigo cierto, según que con él te«
nía firmado é jurado , debia dexar reoabdo en aque-
llas fortalezas, é ir al Rey de Francia; el qual le
habia fecho grandes ofrecimientos para le ayudar
en esta conquista que tenia comenzada. B que ooa
el poder de gente é dinero que le darla , podría ve-
nir como á Roy pcitenece , é recobrar el Reyno de
Castilla ; ó que no debía gastar su tiempo en robos
é quemas de lugares, porque aquella tal guerra,
mas era de homes rateros, que de Reyes. Decíanle
ansimesmo, é certificábanle, que el ayuda del Rey
de Francia le era muy cierta; porque esta empresa
de Castilla, tanto la tenia por suya como el Rey de
Portogal , ansí por la question que tenia con el Rey
por causa del debate de Ruisellon , como por el da-
fio que gele seguiría si su adversario fuese Rey pa-
cifico de Castilla.
B como cu su consejo habia diversas opinionoSi
DON t'ERNANDO.
é contrarias «nat de otras, algnnoa de bq Consejo
le dixeron : «Voa, Sefior, para socorrer los yaestros,
» tenéis cerca la necesidad presente, ó tenéis la aya-
» da del Rey de Francia incierta, é de f atoro. Por.
»qae oomo qaiera qae tos tengáis gran oonfiansa
» en la amistad qae pon el Rey de Francia flcistes,
»ansf por lo qae os tiene jabado en escripto, oomo
» por los glandes ofrecimientos qne vos ha embiado
» decir por palabra ; pero visto habernos , qae mn-
» ches son los principes qae veyendo á otros en pros-
• peridad , estonces les facen ofrecimientos, los qaa-
B les se madan qaando los Teen en adversidad. £ si
» vos, Sefior, vais en persona á él, mostrando qae sois
» venido en tal estado qae habéis menester sa aya*
ida, no sabemos si tema aquella voluntad en el
» tiempo de la obra , qae tovo en la hora del ofreci-
» cimiento, ^si estará tan libre para complir sas
B ofrecimientos, como estaba al tiempo que los fa^
» cia. B dado que la voluntad tenga buena, no sa-
B hemos si tema el poder para lo poner en obra ;
B porque sabemos que está muy ocupado en las
B guerras que tiene con el Duque de Borgofta vues-
Btro primo, y en otras partes. T es de mirar, que
B loa Reyes qnanto son mayores , tanto mayores son
Bsus necesidades ; é que no deben dezar de proveer
B á las suyas , por socorrer á las agenas , ni vos de
B buena hermandad lo debéis pedir, si en tal neoeei-
Bdad le vedes puesto. Portante, Sefior, parecería
iique debéis ir antes á socorrer los vuestros, que
B esperar las ayudas agenas. £ no parece ser incon-
B viniente, que vos salgáis en persona al campo á
B facer guerra en las tierras que están por vuestro
B adversario ; pues él ansimesmo está en el campo
B con su hueste, faciendo guerra á las vuestras.» El
Rey de Portogal, oidas estas rasónos, dexó por es-
tonces de entender en su ida á Francia, é acordó de
partir de la cibdad de Toro, é salir en persona al
campo con toda la mas gente que pudo ; é aderesó
su camino con su hueste á la parte de aquella tier-
ra de Salamanca, que estaba cercana á Toro, é ro-
bó é quemó ciertas aldeas cercanas de aquella cil>-
dad. Ck>mo el Rey sopo la guerra que se facia en
tierra de Salamanca, creyendo que él Rey de Por-
togal habla embiado algunos caballeros á la facer,
é que no habla ido él en persona, mandó á Don Pero
Manrique, Conde de Trevifio, que fuese luego con
gente de caballo ala resistir, con intención de le ir
á socorrer en persona, si la gente del Rey de Por-
togal fuese mayor que la del Conde. El Conde por
mandado del Rey , fué á aquellas partes donde se
facia aquella guerra; é llegando cerca del lugar
donde el Rey de Portogal estaba por espacio de una
legua, fueron tomados por los del Rey de Portogal
diea hornea á caballo, de los que el XDonde habla
embiado á tomar lengua é saber quanta gente era
aquella que facia aquellas quemas é robos. Estos
dies homes fueron llevados ante el Rey de Por-
togal , é preguntados que gente habla salido del
real, le dixeron en como el Conde de Trevifio con
gente venia por mandado del Rey á le buscar, é
que el Rey venia ansimesmo empos del con gran
Or—IIL
ú Doíf A Isabel. * toS
parte de su hueste á le socorrer. Oomo esto sopo el
Rey de Portogal, pensando que no sería su honra
pelear en persona con el Conde de Trevifio , acordó
de volver para la cibdad de Toro ; y el Conde fué á
las espaldas siguiéndole , é faciendo dafio en la re-
aaga de su gente , fasta que todos se pusieron en
salvo dentro do la cibdad de Toro.
Quando el Rey de Portogal conoció que no pedia
socorrer á los que estaban por él en Cantalapiedra,
ni tenia tanta gente para salir al campo, movió tra-
to de partido al Rey , que alease el cerco que alU
tenia puesto , é que soltarla la fe que tenia del Con-
de do Benavente, é le restituiría sus fortalesas, con-
viene á saber, á Portillo, Mayorga, é Villalva, que
lehabiatomado.fi ansimesmo que el Rey soltase
al Conde de Pefiamasor que tenia preso , é que res-
tituyese al Licenciado Antón Nufiez de Cibdad-Ro-
drigo sus bienes é rentas y heredamientos que le
habia mandado tomar. Otros! que dentro de un áfio
no le fíciese guerra en el Reyno por la gente que
estaba, ó estoviese en Cantalapiedra. B para con-
cluir este trato, vino por parte del Rey de Portogal,
al Real el Conde de Faro. B plogo al Rey de lo con-
cluir en esta manera que habernos d|cho , á fin de
libertar al Conde de Benavente de la fe que habia
dado al Rey de Portogal , é de le restituir sus forta-
lesas ; é luego el Rey alzó el cerco que tenia sobre
Cantalapiedra , y el Rey é la Reyna fueron para Va-
lladolid. B ficieron merced al Conde de Benavente
de quatro quentos de maravedís, en enmienda de
los gastos é dafios que ovo por su servicio en la
prisión. E ansimesmo le hablan fecho merced de \h
cibdad de la Corafia de juro de heredad para siem-
pre jamas, quando vino á les servir coütra el Rey
Portogal ; é mandáronle entregar la f ortaleaa della.
E oomo los de la cibdad vieron puesta la fortalesa
en poder del Conde de Benavente , é que él Rey é
la Reyna le hablan dado la cibdad, é que eran apar-
tados de la corona real , fueron de tal manera atri-
bulados, que no podiendo sofrir sefiorio apartado
del sefiorio roal , propusieron de se libertar del Con-
de, é posponer sus vidas, é perder sus bienes, por
dezar tal memoria y ezemplo á los venideros para
qne nunca consintiesen apartar aquella cibdad de
la corona real de Castilla en ningún tiempo. E oomo
quiera que entro losmoradoresé caballeros de aque-
lla cibdad, habia algunas divisiones y enemistades;
pero todas las pospusieron, é conformes y en unión
tomaron armas , é pusieron sitio sobre la fortalesa,
é foraederoñ la mar de navios é á sus espensas, ó
combatían todos los días al Alcayde qne tenia la
fortalesa por el Conde , é á sus <úriados que habia
puesto para la defender. Quando el Conde que es-
taba en Castilla sopo aquello, juntó toda la gente
de su casa, é ansimesmo la de algunos de susparien-
tes é amigos, é fué á socorrer su fortalesa, é á fa-
cer guerra contra los de la oibdad que la tenian cer-
cada. A los quales el temor del Conde fiso cobrar
mayores ánimos para se defender; é fortificaron
mas sus estansas por parte de la tierra é del mar, de
tal manera que el Conde no pudo entrar ni en la oib-
70
OBÓNIOAS DB LOS RETES DE CASTILLA.
306
dad ni en U f ortaleM á U Bocorrer- E al fin de gran-
des trabajos, ó machos gastos que fiso, dezó aque-
lla demanda sin consegnir el fruto que esperaba. El
Aicayde , é los otros sus criados que estaban en la
fortaleza , sabido . que el Conde no los pudo socor-
rer, entregáronla luego á los de la oibdad ; la qual
fué libre del sefiorio del Conde , é restituida á la co-
rona real, por las fuersas é buen ánimo de los veci-
nos de ella.
CAPÍTULO Lin.
Gobio el Rey flié ft socorrer ft Fnenterrftbii, é eomo los Frtneeses
litaros el cerco qne tenían sobre ella.
•
Estando el Bey é la Beyna en Valladolid acordó
el Rey de ir á los Reynos de Aragón é de Cataluña,
porque el Rey su padre muchas veces le embió á de-
cir que oonvenia su presencia, para proveer en las
cosas que por estonces ocurrían en aquellas partes.
E la Reyna vino ala villa de Tordesillas con gente
de armas , para estar mas cerca de la cibdad de To-
ro, do estaba el Rey de Portogal. Estando el Rey en
Aragón proveyendo las cosas de aquel Reyno con
el Rey su padre ; porque f uó informado de la cruda
guerra que lo^ Franceses facían en la provincia de
Quipúzcoa , ó áloe de la villa de Fuenterrabia, acor-
dó de ir á las montafias á socorrer aquella tierra, é
la librar de la guerra que lo facían los Francosoa. E
vino para la cibdad de Victoria, donde juntó fasta
cinqflenta mil combatientes de Castilla la vieja, é
de todas las montafias, é Asturias , é de las merinda-
des é villas de aquella tierra : con los qualee movió
á entrar en la provincia de Quipúzcoa, para ir á
Fuenterrabia, donde estaban los Franceses. Los qua-
les, visto que si esperaban recibirían gran dafio,é
que no tenían tanto número do gente para socorrer
el cerco, acordaron de lo alzar, é volver para la villa
de Bayona. T embiaron á decir al Rey de Francia
los trabajos qne hablan pasado todo el tiempo que
• estovieron en aquella tierra, ó la mucha de su gen-
te que allí habia perecido en las escaramuzas habi-
das con los Guipuzes. E que dado qne murieron mu-
chos dellos, ó asentaron el artilleria ; pero qne con
ella facían poco dafio á los muros de la villa, los
quales estaban amparados con la gran altura de las
cavas, é otras dioneas. E ansimesmo sabían de
cierto, que venia el Rey Don Fernando con gran nú-
mero de gente á la socorrer; é que no era buena go-
bernación de guerra , poner sitio sobre plaza que
tenia tan presto el socorro , ó de tan gyande é ma-
yor número de gente que eUos eran. E que dado
que esto pudiesen sufrir, en ningún |caso podrian
sostener la mengua de los mantenimientos que to-
dos los días esperaban de las tierras lozanas. Las
quales cosas consideradas, é otrosí el asiento que
aquella villa tiene por parte del mar é de la tierra,
les parecía dif ícile poderla combatir, sin tener grand
armada é aparejos por el mar. Lo qual le facían sa-
ber, porque no les imputase culpa, sí la villa no se
combatía. El Rey de Francia, oídas aquellas razo-
nes, mandó que quedasen algunas de sus gentes en
gnamidon en la villa de Bayona^ para que fioíesen
guerra á la provincia de Quipúscoa, con propósito
de facer grand armada por mar para la tornar á si-
tiar: porque fué informado, que si no ponia-grun
guarda por el mar también como por la tierra , no
podria haber la villa. Dende en adelante los Fran-
ceses facian guerra á los Guipuzes, é los Guipuzes
á los Franceses: donde se recrecieron muertes, é pri-
siones de bornes , é otros dafios en el un sefiorio y
en el otro. En esta guerra los Guipuzes se mostraron
leales á su Rey , esforzados en las peleas , é libera-
les de sus bienes, porque mantovieron la guerra á
sus proprias esponsas todo aquel tiempo que duró
la guerra. Sabido por el Rey, en como los France-
ses alzaron el real que tenían puesto sobre Fuenter-
rabia ó qne se habían retraído á Bayona, mandó
derramar la gente que tenía junta para facer el so-
corro que acordaba facer; y entró en las montafias, é
con él el Condestable Conde de Haro. £ fizo justicias
en hombres orimínosoB é robadores, é mandó derri-
bar casas fuertes donde se facían fuerzas; é dexó
en aquella tierra su justicia, é volvió para la cibdad
de Victoria, do vinieron algunos caballeros del Rey-
no de Navarra de la parte del Conde de Lerin ; los
quales ofrecieron de le dar la obediencia de la cib«
dad de Pamplona , é de otras muchas villas é luga«
res é fortalezas de aquel Reyno de Navarra que ellos
tenían. A los quales el Rey respondió, que no que-
ría reoebír ninguna cosa que lo fuese dada de aquel
Reyno, porque no le pcrtenecia, é conocía bien que
de derecho era del Rey Febus su sobrino; pero que
le placía entender .en los debates que eran entre
aquel Conde de Lerin é los caballeros de su paren-
tela, y entre Mesen Pedro de Peralta, é los otros
caballeros de la suya, é los determinar, porque es-
tovíesen en toda paz. E luego los fizo venir ante él,
é les puso treguas, é determinó entre ellos algunos
debates que tenían, los quales habían durado mu-
cho tiempo, do se recrecieron tantas muertes é ro-
bos é quemas de lugares en aquel Reyno de Navar-
ra , que casi estaba ya en punto de se perder. El Car-
denal de Espafia que tenia amistad con el Rey de
Francia , deseando que cesasen aquellos rigores de
guerra entre Francia é Castilla, é ovicso concordia
entre los Reyes destos dos Reynos, según siempre
la ovo, embió á él un su Capellán , que era Vicario
de Festan, con el qual le escribió una letra en latiui
que decía ansL
CAPÍTULO LIV.
Li carta qne embió el Cardenal de Espafia al Rey de Franela fin
que oviese pas entre CaatUla é Francia.
cChristianísimo é muy poderoso Rey é Sefior: Los
nCastelianos, en especial los de las provincias de
^Guipúzcoa é Vizcaya, siempre tovíeron guerra por
»mar é por tierra con los Ingleses vuestros ancianos
^enemigos, é contra los Portogueses sus aliados ; é
^derramaron su sangre por conservación de la co-
breña real de Francia vuestra, é de vuestros pioge-
•nitores. Ved agora que aquella sangre qne se der-
IX)N FERNANDO
wnmé en favor TneBtró, mandáis qoe m derrame
npor loe Tnestroe , f aToreciendo á los Portog^eses
vqiie no son Tuesiros ; esto oe digo, Sereníeimo Se-
«ftor: qne ni la razón lo consiente, ni la humanidad
nlo puede aofrir. Pidoos por merced, Sefior, qne man-
»deia oeear la gnerra por vooetra parto; é yo tomó
«acá manera con el Rey é con la Reyna de Oaetilla
»mi8 eefioree, qne la manden aneimeemo Bobreeeer
»por algún tiempo , en el qual se dará aquella ór-
»den que cumpla á servicio de Dios, é á oonserva-
»oion de la loable pas é amistad qne siempre ovo
sentre estos dos reynos, y entre los naturales dollos.
vOeroa de lo qual, mi Oapellan os fablará mi inten-
>oion, é ansimesmo os dirá en el estado que está la
•guerra qne movió en Castilla el Rey de Portogal. »
Este Vicario, Capellán dol Cardenal , que se lla-
maba Alonso Yanes , Tesorero de la Iglesia de 8i-
güenaa, llevó la letra, é fué é vino algunas veces al
Rey de Francia con este trato do concordia ; é al fin
asentó tregua por tiempo de un afio, dentro dol qual
viniesen diputados del Rey é de la Reyna á Fuen-
terrabía, é diputados del Rey de Francia á Bayona,
con poderes de amas las partes ,'paf a íablar en con-
cordia entro los Reyes de Francia é Castilla ó sus
Reynos.
CAPÍTULO LV.
De las cosas qse pasaros on el céreo de Ueles.
Durante los cercos que el Rey tenia sobro Canta-
lapiedra , y el Duque del Infaotadgo tenia sobre el
alcázar de Madrid , el Conde de Paredes Don Rodri-
go Manrique, que se intitulaba Maestre de Santia-
go, fué á lo villa de Udes, do es el Convento del
Maestradgo de Santiago en la provincia de Castilla,
y entró en la villa ; la qual é la f ortalesa della esta-
ban por el Marqués de Villena. B la tenia por él un
su Alcayde que se llamaba Pero de la Plazuela ; el
qual fué fequerído algunas veces por el Maestre,
que le entregase la fortaleza pues era suya, é le
pertenecía de derecho como á Maestre de Santiago;
é ofreoiale grandes intereses é rentas si gela entre-
gase, porque es la principal, é cabeza del Maes-
tradgo de Santiago en la provincia de Castilla ; é
junto oon los ofrecimientos, le puso grandes temo-
res si no la entregase. Este Alcayde , ni aceptó los
ofrecimientos, ni temió las amenazas ; é todas oosas
pospuestas, respondió, que no acudiría con ella, sal-
vo al Marqués de Villena su sefior, qne gela babia
encomendado. El Maestre vista la intendon final
de aquel Alcayde , entró en la villa , é acordó de
poner sitio sobre la fortaleza, é puso sus estanzas
contra ella de dentro de la villa é por defuera. El
Alcayde pósete en defensa quanto pudo , é oon la
gente que oon él estaba facia gran dafio en las es-
tanzas del Maestre, porque las habla puesto muy
cercanas á la fortaleza. Este oerco duró por espacio
de dos meses , en loe quales ovo grandes fechos de
armas ; porque aquel Alcayde era homo esforzado, é
sabia bien en que tiempos , ó porque lugares habia
de salir á dar en los que guardaban las estancas. AI
É DOlf A ISAfiEL. . Wl
fin, no se pudiendo mas sostener por la falta que
tenia de los mantenimientos, embió á dedr al Mar-
qués de Villena que estaba en la villa de Aléala de
Henares oon el Arzobispo de Toledo , que viniese
á socorrer su fortaleza, porque le faltaban ya los
mantenimientos, é no la pedia sostener. B oertifi-
cole, que él é la gente que oon él estaba, habia mas
de quince dias que otra cosa no comían sino pan
é agua mucho daftada, que ya no se podia beber
sino con gran dafio de las personas. Ansimesmo que
le f allecian muchos homes de los que gela ayuda-
ban á defender, dellos muertos, dellos feridoe, é al-
gunos dolientes del poco é dafiado mantenimiento
que oomian. El Marqués de Villena, considerando
quanto le compila tener aquella f ortalesa, por ser
la principal de todo el Maestradgo de Santiago,
acordó de la socorrer. E comunicólo con el Arzobis-
po de Toledo, en el qual falló presta el ayuda para
en aquel socorro, porque si aquella fortaleza de Udes
fuese tomada, á él é á su estado, é al partido que
seguia vemia gran dafio ; y espeoialmente enflaque-
cerían las fuerzas á López Vázquez de Aoufia su
hermano , que estaba apoderado de la dbdad de
Jinete. E luego juntaron fasta tres mil homes á ca-
ballo, é quatro mil peones para el socorro de aque-
lla fortaleza. Lo qual sabido por el Maestre , quiso
conocer d ánimo de los caballeros é oapitanes que
con él estaban cerca de aqudla afrenta que espera-
ban, é demandóles su parecer. Algunos dellos le
consejaron, é aun le requirieron , que pues los con-
traríos traían gente que pujaba á la suya, no debia
oometer su persona ni su gente á la fortuna ; por-
que do la ventaja era tan paredda, le sería impu-
tado mas á presumpdon indiscreta, que á esfuerzo
de caballero. E que conociendo el tiempoi que la
prudencia en tales casos debe mirar, les parecía que
debia dexar por agora aquella demanda , oon espe-
ranza de volver á día f omeddo de tanta gente, que
ninguna otra gela pndiese forzar. E que si por ven*
tura este no le pareda consejo oonviniente, le roga-
ba qne él quisiese poner su persona en salvo, é de-
zase en la villa con aquella su gente á uno de sus
hijos ; con el qual ellos quedarían, é pomian sus
personas á todo pdigpro por la defender. El Maestre
era buen oabdlero, é toda la mayor parte de su vi-
da gastó en guerra de moros é de christianos, don-
de ganó por las armas mucha honra. B oonnderan-
do, qne retraerse de aquello que habia príncipiado,
le era gpran mengua, pospuestos todos inconvinien-
tes que le presentaban , acordó de esperar al Arzo-
bispo é al Marqués. B dizo á aquellos oabdleros,
que no se retraería ni alzaría d dtio: porque él te-
nia confianza en Dios, y en la Vírg^ gloriosa su
madre, y en el Apóstol Santiago, que le ayudarían
á sostener aquello que con derecho é intención bue-
na habia comenzado proseguir en servido de Dios
é del Rey é de la Reyna, y en utilidad é conserva-'
don de las oosas de aquella su Orden. B fizo luego
fortificar las estanzas, que por de dentro de la villa
tenia puestas contra la fortaleza, é g^rdar las
puertas é muros dellSi é barrearlas calles; é diputó
CRÓNtOAS ÜE LOS fiKTES DB OÁSttLtÁ.
oapiianoi é gente en oada una para las guardar. Bl
Araobiapo j el Marqués , no creyendo que el Maes-
tre de Santiago esperaría la foersa desn gente,
qnando sopioron qae los esperaba 6 se ponía en de-
fensa , llegaron con sus gentes fasta la Tilla por la
parte de la fortaleaa, 6 fideron apear mndia de
aquella gentb de armas qno traian. Los qaales en-
traron en la fortaleza por parte de fuera; é ansi en-
trados, comenzaron á salir á pelear con los de las
estancas que estaban puestas contra la fortaleza por
de dentro de la villa. La qual pelea duró desde la
mafiana fasta la noche, do cayeron muchos de la
la una parte ó de la otra , en especial de los del Ar-
zobispo ó del Marqués , por la dispnsioion de los lu-
gares, que ayudaba mucho á los del Maestre á de-
fender la entrada de la villa por las cavas é defen-
sas que tenian fochas. Lo quid visto por el Arzobis-
po é por el Marqués, é conociendo que no podian
entrar en la villa, aunque muriesen muchos de los
suyos, retraxéronse á la fortaleza, é dezaron de pe-
lear por aquellas partes, por las quales la entrada
en la villa velan que les era peligrosa. BS porque no
.hablan traído viandas parala bastecer, pensando
que el Maestre no esperaba en el sitio, acordaron de
sacar la gente que estaba enferma en la fortaleza,
,é los que no eran para pelear, é dexaron en ella otra
gente, la mejor que fallaron parala defender. E
partieron de allí, con propósito de tornar luego á la
bastecer de los mantemmientos que fuesen necesa-
■ ríos, é para traer algunos pertrechos é artillería, que
derríbasen aquellas estanzas que les impedían la
pasada desdo la fortaleza á la villa. B la ira quo
concibieron contra el Maestre, por no haber conse-
guido el efeto que deseaban, é porque dezaban la
fortaleza menguada de mantenimientos, les fizo po-
ner presta diligencia para volver luego á la proveer;
y en espacio de veinte dias tomaron con la gente
que tenian, é con toda la mas que pedieron haber^
con intención de combatir las estanzas y entrar en
la villa. Lo qual sabido por el Duque del Inf antad-
go, que estaba en el sitio que tenia puesto sobre el
alcázar de Madrid ; considerando que con las gen-
tes é pertrechos que el Arzobispo y el Marqués lle-
vaban, podian desbaratar al Maestre, de lo qual se
seguía deservicio grande al Bey é ala Reyna, éá él
podría venir gran daño on el cargo que tenia, si en
aquella facienda el Arzobispo y el Marqués queda-
sen victoriosos ; acordó de embiar á Don Hurtado
de Mendoza su hermano , con gente de caballo é de
pié en ayuda del Maestre, porque no recibiese dafio
en aquella necesidad. Este capitán Don Hurtado,
como sopo que el Arzobispo y el Marqués eran
partidos de Alcalá, luego partió de Madrid con gen-
te para los resistir. Y en llegando el Arzobispo y el
Marqués quanto dos leguas déla villa de Ucles, Ue-
gó Don Hurtado cerca de aquel lugar, é puso toda
su gente entre la fortaleza é los contrarios para les
Impedir la entrada, y embió á facer saber al Maes-
tre su venida. Gomo el Maestre sopo de la gente
que el Duque del Infantadgo embiaba en su fa-
vor, tomó grand esfuerzo , é mudó' el consejo que
primero tenia de los esperar dentro en ia villa; i i
dezadas sus estanzas bien fomeoidas, con toda la
otra gente salió al campo , é juntase con el oapitán
Don Hurtado , é ordenó sus batallas para /pelear
con el Arzobispo é oon el Marqués. Bl Áitohlaipo y
el Marqués, aperoebida é amonestada toda su gente
la pusieron en orden de batalla. Esto ya era bien
cerca de la noche, la qual les impedia que no aco-
metiesen los unos á los otros : porque cada uno se
fortificó, é puso en lugares los mas seguros que pudo
para tener ventaja al otro. E ansi estovieron los
unos é los otros las lanzas en las manos , é dispues-
tos para la pelea, fasta la media noche, sin acome-
ter los unos contra los otros. El Arzobispo y el Mar*
qués, considerando que no podian entrar en la for-
taleza sin pelear, é que de la pelea gelee podía se-
guir gran dafio por la gente del Duque del Infan*
tadgo que había recrecido en ayuda del Maestre, ni
menos podian proveer la fortaleza de los manteni-
mientos que traían, é otrosí, consideimndo que sus
gentes é caballos estaban fatigados de los dias é no-
ches pasadas , recelando ser vencidos, si venido el
día el Maestre é Don Hurtado los acometiesen, acor-
daron de volver á un castillo que estaba ceroa qno
se llamaba Gastil de Acufia , que era de Lope Váz-
quez hermano del Arzobispo. E como el Maestre vido
que el Arzobispo y el Marqués volvían las espaldas,
mandó algunos caballeros que fuesen empos dellos;^
los quales les fícieron algún dafio en el fardage, é'
ficieran mas salvo por ser de noche, é tan escura
que no podian mas seguirlos sin recebir dafto. Otro
dia por la mafiana, vÍBto por el Arzobispo é por el
Marqués, que no podian socorrer la fortalesa ni la
bastecer, acordaron de volver para Alcalá. El Al-
cayde conociendo que no le podian socorrer, ni te-
nia mantenimientos para se sostener, sin procurar
ni recebir interese de los que el Maestre le ofrecía,
acordó de entregar la fortaleza, solamento oon par-
tido de la vida suya é de los que con él estaban , ó
los bienes que tenian en la fortaleza, y el Maestre
gelo otorgó.
CAPÍTULO LVI.
Gomo el Rey de Portofal fué ft n Reyao , é dende partid pan el
Reyno de Francia.
El Rey de Portogal , vista la poca ajruda que fa-
lló en el Arzobispo de Toledo , y en el Duque de
Plasencia, y en el Marqués do Villena , y en otros
caballeros Oastellanos que le habían metido en Cas-
tilla , é como las cosas no le sucedieron según él
pensaba y ellos le habían prometido ; é porque
aquel Juan de Ulloa que había entregado la dbdad
de Toro era muerto, el qual murió sópitamente,
acordó de dezar en guarda de la cibdad de Toro al
Conde de Maríalva, é ansimesmo poner alguna gen-
te en las fortalezas que por él estaban, para que fi-
ciesen guerra en los lugares de la comarca. T él
partió de aquella cibdad para su Bejruo de Porto-
gal, é llevó en su poder á Dofia Juana su sobrina; é
luego como fué en su Beyno , pensando que seria
DON FBBNANDO
gran mengua si desase la empresa de Oastilla qee
habia comensado, para la qaal no tenia aquella fa-
cultad de gente ni de dinero que era necesaria , te-
niendo ánsimesmo gran confianza en las promesas
é juramentos que el Rej de Francia le habia fecho
para haber los Reynoa de Oastilla, acordó de ir en
persona á éL É mandó aparejar algunas naos , é
fornecerlas de pertrechos é bastimentos, é de las
otras cosas necesarias para el navegar ; é fué para
el Beyno de Francia, con ciertos caballeros é oficia-
les de su casa en número de decientas personas. É
desembarcó en la Provensa en un puerto que se
dice Marsella, é de allí fué por tierra del Bey de
Francia fasta la yilla de Torres (1) en Torayna. Sa-
bido por el Bey de Francia en como el Bey de Por-
togal era reñido, luego mandó á ciertos caballeros
de su casa, que fuesen á él á le acompaftnr é servir;
é que le dizesen que le placia de su venida , é le
rogaba que estovieee en aquella villa reposando del
trabajo de su camino, fasta que le viniese á ver é
f ablar. Dende á pocos dias vino el Bey de Francia
á aquella villa de Torres, ó mandó A los caballeros
que embió aoompafiar al Bey de Portogal, que cuan-
do fuese, á su posada á le ver, no le consintiesen sa-
lir de la cámara do estaba para le facer ninguna ce-
rimonia. É como el Bey de Portogal sopo que el
Bey de Francia venia á le ver, quiso salir á le re-
cebir, é aquellos caballeros Franceses que con él
estaban, no gelo consintieron; pero no pudieron
sus palabras tanto reñstirle , que no saliese fasta
la puerta de su cámara, é allí se vieron é abraza-
ron. É después de. las primeras salutaciones, el Bey
de Portogal le dixo : Stñor, todoB mis trabajo» reputo
á gran prosperidad^ pues fueron ocutsa que viese la
presencia vuestra , que era eldeseo mayor que jamas
tove. El Bey de Francia le respondió: Que él ánsi-
mesmo daba gradas á Dios^ é se reputaba por el Rey
mas bienaventurado del mundo, porque veia al Prín-
cipe mas noble é virtuoso que habia en la christiandad.
É dichas aquellas palabras por el uno é por el otro,
el Bey de Francia le fizo grandes ofrecimientos y el
Bey de Pbrtogal gelos regradeció mucho ; é de allí
se partieron, el Bey do Francia para su posada, é
no consintió que el Bey de Portogal le ficiese nin-
guna oerimonia, ni saliese con él de su cámara.
CAPÍTULO LVIL
Os las eons que pitaros entre el Bey de Franela j el Rey
de Portogal.
Fecho aquel recebimiento, é pasados algunos
dias, el Bey de Francia partió de la villa do Torree,
é fué á la cibdad de Paris, por dar orden en la guer-
ra que tenia cerca de aquellas comarcas con el Du-
que de Borgofia. El Bey de Portogal fué ánsimes-
mo para Paris (2), donde el Bey de Francia estaba.
(f ) Toirs, dndad Anoblspal en Tarena y capital de aquella
profinda.
(i) La Crdniea de Lnls XI, llamada BsamásiciSt séllala la en-
trada del Rey de Portnsal en Paria Sábado 93 de NoyIc mbre de
, 1476, y describe eoe partfenlaridad las ceremonias con qne fnó
recibido. Unflet, Tom. li ée$ Mmoir. is CfsHñ,, p. I38w
É DOfiA ISABEL. d09
El qual por sus mensageros le embió á decir que
bien sabia quanto loe Beyes eran obligados de se
ayudar unos á otros, en especial para que sus sub- ;
ceeores heredasen sus reynos pacíficamente, de ma-
nera que ninguno tiránicamente gelos ocupase. É
que si esta general obligación ligaba á él como
á rey, también le obligaba oomo á príncipe virtuoso,
de quien tantos fechos notables por el mundo se
predicaban; é. mayormente leol>ligaba el amistad
é confederación que con él tenia, como con Bey de
Castilla. É que sabia bien, que el Bey Don Enrique
dezó por su fija legítima é subcesora de los Beynos
de Castilla é de Leen á la Beyna Dofia Juana su
sobrina, á quien él tomaba por muger, la qual ha-
bia seydo jurada en concordia por heredera de
aquellos Beynos, después de los dias de su padre; é
que el Bey Don Fernando de Sicilia, é la Beyna
Dofia Isabel su muger, los tenían ocupados é usur-
pados, intitulándose Bey é Beyna dellos sin tener >
para ello título ni derecho alguno. É que si á esta
tan grand injusticia se diese lugar, ¿cuál heredero
sería seguro de la herencia de su padre? en especial
de la suboesion de los reynos , donde los hermanos
menores tomarían osadía de usurpar los reynos á los
legítimos ó verdaderos subcesores: desque Dice se-
ría deservido, y en las tierras se siguirían grandes
divisiones é derramamientos de sangre. Bepresen-
táronle ánsimesmo la enemiga que el Bey é la Bey-
na tenían con él por causa del Condado de Buise-
Uon ; é que si les consintiese haber pacíficos los
Beynos de Oastilla con los Beynos de Aragón é de
Catalufia, é de Valencia, que esperaban heredar, se-
rian muy poderosos, é que ligarían en amistad con
el Bey de Ingalaterra, é ferian guerra á sus Beynos
de Francia por muchas partes,' ansí por cobrar el
Condado de Buisellon que les tenia ocupado , oomo
por se vengar de la guerra que les habia mandado
facer en la provincia de Gulpúscoa y en especial en
la villa de Fuenterrabía. Por ende le rogaba é le
requería por el amistad é confederación que con él
tenia, que le diese socorro é ayuda de gente ^ara re-
cobrar los Beynos de Castilla ; en los quales deda
que él tenia gran parte de caballeros é perlados
principales de aquellos reynos, é algunas cibdades
é f ortaleías que estaban por él , é otras muchas que
se reducirian á su servicio é obediencia, si le viesen,
como le esperaban ver, tomando al reyno con gran
poder de gente.
Como esta demanda que se facía por parte del
Bey do Portogal , era de grand importancia , quiso
prímero ol Boy de Francia deliberar sobre ella al-
gunos dias. É al fin respondió que él estaba impe-
dido por estonces en las guerras que tenia con el
Duque de Borgofia, y en las que esperaba haber
con el Bey de Ingalaterra; en las quales, é ánsimes-
mo con la gente de armas que por le ayudar tenia
puesta en Bayona contra la provincia de Guipúscoa,
tenia ocupados muchos de sus caballeros; é que él
estaba en propósito de le ayudar , é dar gente con
que pudiese conseguir el efeto de su conquista. Pe-
ro que le parecía para m^or fundamento de su de-
310
ORÓNIOAS DE LOS URTES DE OAOTILLA.
nuindtt, qoe ante todu ooaas él Be debia ceear oon
8tt sobrina ; porque ante de ser casado con ella, no
se podría intitolar Bey de Castilla, ni él era obli-
gado de le ayodar como sa amigo é confederado,
fasta qne jnsta é legítimamente oviese título de
B^ de aquel ReyuQ. É pues el casamiento con su
sobrina no se podía facer sin baber primero dispen-
sación del Papa , esta se debia procurar ante todas
cosas : la qual habida, y él legítimamente casado
con ella, estonces podría con derecho intitularse
Bey de Oastilla, é como Bey de aquellos Beynos
hennano é confederado suyo, le podría é con rasen
le debria ayudar.
Esta respuesta habida, como quiera que el Bey
de Portogal conoció que era forma de dilación, por-
que según los ofrecimientos por palabra é obliga-
ciones que tenia por escrípto del Bey de Francia,
pensaba que luego le diera gente para venir en Es-
palia ; pero porque al no pudo facer, le replicó, que
él decía muy bien, é que se debia ansí facer, é para
lo poner luego en obra, por parte del un Bey é del
otro, fueron embíados embazadores á Boma. Loa
quales propusieron su embazada ante el Santo Pa-
dre, é le suplicaron que lo ploguiese dispensar con
el Bey de Portogal , para que pudiese casar con
aquella Dofia Juana su sobrina. Bsta embazada sa-
bida en corte Bomana, oyó alguna alteración entre
los de la nación Francesa é Portoguesa de la una
parte , é los de Espafia de la otra ; é fué mucho re-
pugnada é contradicha por los embazadores del
Bey é de la Boyna que estaban en Boma. En espe-
cial por un Datario del Papa, que se llamaba Don
Francisco Obispo de Goría, Maestro en santa Teolo-
gía, gran letrado é natural de la dbdad de Toledo:
ei qual puso conclusiones en Boma , por las quales
se ofreció á defender, que no se debia conceder
aquella dispensación, por los escindalos é muertes
que della evidentemente se signian , é por el dore-
dio claro que la Beyna tenia al Beyno. Este Obis-
po Datarlo, con los otros embazadores del Bey ó de
la Beyna, impidieron por estonces que no se diese la
dispensación. Pero porque el Papa estaba en nece-
sidad del Bey de Francia, é le quiso por estonces
gratificar ; é ansimesmo porque algunos cardonales
é otros oficiales que estaban cerca del Papa , eran
quezosos del Bey de Aragón, padre del Bey , por
causa de la posesión de algunas dignidado« que les
impedia en sns Beynos de que oran proveidoB, por-
que las provisiones habían seydo fechas por el Pa-
pa contrarías á su suplicación ; estos, en lo secreto,
dieron á entender al Papa , que debía dar aquella
dispensación. El Papa, por información é consejo
destos que tenían lugar cerca del, la concedió no
nombrando persona alguna, salvo dispensando con
aquella Dofia Juana , que pudiese casar con qual-
quier debdo suyo dentro del quarto grado. Esta dis-
pensación fué dada en Boma tan secretamente, que
ninguno sopo della, salvo dos ó tres á quien fué re-
velado é mandado por el Papa so pena de escomu-
nion que no lo descubriesen fasta que fuese traída
al Bey de Francia é al Bey de Portogal« Quiso el
Bey da Portogal ansimesmo gratificar al Rey de
Francia, é ofrecióse da ir al Duque de Borgofia su
primo, con quien tenía guerra, para le leconcilíar
oon él é quitar de entre ellos toda materia de dis-
cordia, porque el Bey de Francia estoviese mas li-
bre para le ayudar en su conquista. É luego el Bey
de Portogal fué para el Ducado de Lorena, que es
en los confines de Alemafia , donde el Duque de
Borgafia estaba faciendo guerra al Duque de aque-
lla tierra de Lorena. É fabló con él cerca de los de-
bates que tenia con el Bey de Francia, para dar me-
dio alguno de concordia entre ellos. B después que
se despidió del é tomando para el Bey de Franda,
casi á una jomada de donde se había partido, ovo
nueva como le habían muerto en una batalla que
ovo con aquel Duque de Lorena. Sabida por el Bey
de Portogal aquella nueva, continó su camino para
la oíbdad de Paris, do estsba el Bey de Francia. El
qual luego que sopo la muerte del Duque de Bor-
gofia, adereaó su ezérdto, é lo embió por tres partea
á tomar el Ducado de Borgofia que decía pertene-
cerle, por quanto el Duque murió sin dezar fijo va-
ron legitimó qne lo debiese heredar ; é por aquella
cansa deda el Bey, que el Ducado de Borgofia tor-
naba á la corona real de Francia. Veyéndose el Bey
de Francia ocupado en tomar esto Ducado de Bor-
gofia, dilató d ayuda que le pedia el Bey de Porto-
gal ; ó decíale que se viniese para Espafia, é que se
casase con su sobrina por virtud do la dispensación
que tenia ; porque casado con olla, estonces como ó
Bey do Castilla le podía ayudar, lo que no po-
día facer justamente no soyendo oon ella ca-
sado.
El Bey de Portogal (1) que esperaba ser grande-
mente ayudado del Bey de Frauda, y esperaba an-
simesmo volver á Castilla con gran número de
Franceses, vista aquella respuesta dd Bey de Fran-
cia, muy lozana del pensamiento que le había mo-
vido á venir en persona á él, cayó en tan gran cui-
dado, que pensó apartarse del mundo en alguna re-
ligión. B poniendo este su pensamiento en obra,
despidió los suyos para que volviesen á Portogal,
con los quales escribió al Principo su fijo, que su
propósito era do se apartar del mundo y entrar en
religión : por onde quo tomase la gobernación dd
Beyno, é se intitulase Bey de Portogal. T él se
apartó en un lugar con dos servidores suyos á quien
descubrió su propósito. Algunos decían que su in-
tención era de so meter en religión en el santo se-
pulcro do Hiorusalom. Sabido esto por algunos ca-
balleros é otros oficiales sus criados que habían ve-
(1) Felipe de Comlnes, qne se hiUibi á esta siion ea Frasela j
fu6 uno do los DipuiaJos para los tratos de ambos Reyes, dice
qne el de Portugal, viendo qne se ponían dilaciones A su pretcn-
sión , llegó ft temer que el do Francia qncrla prenderle y entre-
garlo á su enemigo el de Castilla, y se huyó de Francia disfraudo,
lomando el camino de Homa para ponerse religioso. Conoeiéron-
le en Normandia, y el Ucy de.Francia, noticioso del Seeho.le
mandó conducir á su Ucyoo con navios de so nados. Los Histo-
liadores Portugueses callan este viage á Francia y n salida, y
aun se arrogan la victoria de la baUlla de Toro. Comis.,
M, Y, oap. 7. Faria, UtU. de Port., P. lU. cü^. 13.
DON FERNANDO
nido oon él , filáronle á boicar , é falláronle én un
logar de Franola, del qnal quería ya partir para se-
goir 011 oamino de HiemBálem. É fablaron oon él é
reprobaron mncho aqnel propósito qne tomaba, en
especial el Oonde de Faro le dixo que aquella mn-
dansa tan grande que de sn persona qneria facer,
mas seria reputada por todo el mundo á flaqueza
que á devoción, por ser fecha en tiempo que las co-
sas no sucedían á su voluntad. É que todos los bo-
rnes, mayormente los Reyes, están obligados á los
golpes de la fortuna ; los quales deben estar arma-
dos con fuerza de ánimo para sofrir tan bien la
adversa oomo la préspera , é no deben mostrar fla-
queza por ningún infortunio que venga, el qñal
muchas veces viene á los buenos por permisión de
Dios para los enmendar, pero no para los desesperar^
de tal manera, que si pierden los bienes y el sefio-
lio , pierdan el corasen é buen entendimiento con
que se cobran. É con estas razones , dándolo gran-
des esperanzas de la fortuna que le seria favorable
en lo por venir, oomo le habla seydo adversa en lo
presente é pasado, le retraxeron de aquel propósi-
to; é consejáronle , que pues el Rey de Francia no
respondia á su amistad según del esperaba, debia
venir para su Reyno, donde recobrara mayores
fuerzas para conseguir el ef eto de su empresa. El
Rey de Portogal condescendió á los ruegos é conse-
jos del Oonde de Faro é de aquellos otros caballe-
ros suyos, que en esto lo consejaron ; y embióse á
despedir del Üey de Francia, é vino por mar para
su Reyno de Portogal.
CAPÍTULO LVIII.
De lu eoaas que panros en el afio de mfl é qoelroeieetos é se-
tenia é siete afios, 6 cono la tleyaa mandó ^oner gvarnielones
eontra la elbdad de Toro.
En el afio siguiente del Sefior de mil é quatro-
dentos é setenta é siete afios, entretanto que el Rey
de Portogal estaba en Francia entendiendo en las
cosas que habétnos reodtitado, porque la Royna que
estaba en Tordesillas, sopo que en Toro no habia
mas de trescientos hoinés á caballo, que hablan
quedado en guarda de la dbdad con el Oonde de
Marialva, fué consejada por algunos caballeros, que
debia embiar á combatir la cibdad por muchos lu-
gares ; pensando que como tenia gran circuito, los
de dentro no podrían socorrer á todas partes, é se
entrarla á escala vista. La Reyna por consejo de
aquellos caballeros, embió gente de armas oon el
Almirante Don Alonso Enriquez tic del Rey, é con
Don Rodrigo Alonso Pimentel Oonde de Benaven-
te, é comenzaron el oombate un día por la mafiana
al alba del día. Los Portogueses que estaban aper-*
cébidos parala defensa, fomeoieron los lugares por
do entendían ser combatidos de mucha gente, é de
los pertrechos é defensas que les eran necesarias. T
en espacio de cinco horas que el combate duró, los
Oastellanos recibieron tan gran dafio de los Porto-
gueses que no pudieron por ninguna de las partes
que combatían entrar en la dbdad. El Almirante y
É DOÑA ISABEL. 81Í
el Oonde, visto qne muchos de sus driadca, é de las
otras gentes que con ellos estaban en aquella fa-
denda eran muertos é feridos , é quanto mas se' es-
forzaban al combate , tanto mayor dafio redbian,
acordaron de se retraer, é se volver para Tdrdesi-
llas. La Reyna veyendo que la cibdad de Toro no
se pudo tomar, mandó poner guarniciones de gen-
tes contra los que estaban en aquella dbdad ; las
quales mandó que estoviesen en esta manera. A un
capitán que se llamaba Pedro de Velasco, con la
gente de su capitanía, mandó que estoviese en Sant
Román de Omija. Á Don Fadrique Manrique, oon la
gente de su capitanía, que estoviese en una aldea
que se llama Pedrosa. A Vasco de Bivero é á Juan
de Biedma. mandó que estoviesen en Bacanes. Al
Obispo de Avila,' é á Alonso de Fonseca, mandó es-
tar con su gente en Alahejos. T ella quedó en Tor-
demllas, é oon olla el Oardonal de Espafia, y el Al«*
mirante, y él Oonde de BenaventCi oon toda la otra
gente de la hueste.
OAPÍTULO UX.
De IM eosas que pasaron en SegoTla , enando Haldonado se álfd
eon el alclnr.
El Rey é la Reyna habían dezado todos estos
tiempos pasados á la Princesa Dolía Isabel su flja
en poder del Mayordomo Andrés de Cabrera , é de
Dofia Beatriz de Bovedilla su muger, que tenian
por dios la cibdad de Begovia é su alcázar; en d
qual habia estado por Alcayde puesto por el Mayor-
domo un caballero que se llamaba Alonso Maldo-
nado ; é después d Mayordomo qmtóle la tenencia
é puso por Alcayde á Mesen Pedro de Bobadilla su
suegro. Aquel Alonso Maldonado (1), veyéndose
desapoderado de la tenenda del alcá^, sintiólo á
gran mengua ; é pensó que en aquellos tiempos de
guerras Ó turbaciones qualquier hazafia había lugar
de cometer, é que podría telir con ella ; é imaginó
de tomar por aJguna traydon d alcázar é la Pri|i-
cesa que estaba ende aposentada, á fin qne le
fuese fecho algún partido por parte del Rey é de la
Reyna, ó por parte del Rey de Portogal É oomo
tenia libertad de entrar quando quería en el alcá-
zar, porque aquel Mesen Pedro que le tenia, no sos-
pediaba del ninguna trayoion, un día que oonodó
estar en el alcázar pocos hombres, pidió líoenda al
Alcayde Mesen Pedro que le dexase sacar una pie-
dra grande que estaba en el alcázar , el qual gela
otorgó. É para gda ayudar á sacar, entraron con él
quatro hombres con armas secretas, los quales lua-
go en entrando mataron al portero que guardaba la
puerta, é le tomaron las llaves é fueron para el Al-
(1) Bste sneeso y la tena de Toro deben referirse al afio ante^
eedente, eono apnnta Galindes en el snmarlo de este alio, y Col-
nenares, qne vid la eédnla original dada eon este «otiTo. Sneedid
lo de Segof la en 1 de Agosto de IM, y la Reyna fenaaneeló alU
hasta ti de Setiembre, qne lo llegd la notida de la tona de Toro,
qne habia sido Jnétes en la noehe i 19 del propio nes. Gallnd.,
año 1470. Golnenares, Bití. U Sitwfi; e§f. 34,pff. ill. Znrlta,
Hk, 19, «^. n p 58. %
•• • t •«• 0 ,
812
OBÓNIOAS DB LOB BEYES DB OASTILLA.
otydalfoMn Pédroé prandiáronla Lcm hombres do
MoMn Pedro que eiUben en el eloáur, como cono-
cieron U traydon de aquel lialdonado, é yeyendo á
en eefior preoo, pensando que era mas número de
gente con 61 en la trayoion | no les vino en aquel
momento otro consejo , salvo ir luego á una torre
donde estaba la Princesa, é apoderáronse della con
propósito de la defender fasta que fuesen socorri-
dos. Aquel Maldonado como tenia preso al Aloay-
de^ fué luego con él para aquella torre do estaba la
Princesa por se apoderar della , é no lo pudo facer
por la resistanda que floieron los homes del Alcay-
de, que se habían della iq;K>derado. El Maldonado,
vista la resistencia qué los del Alcayde facían, co-
metió de matar al Alcayde, á fin de que los suyos
le entregasen la torre. Los homes que dentro esta-
ban, con grand osadía defendieron aquella torre do
estaba la Princesa , no fadendo mendon alguna de
la vida del Alcayde. YIbU> por aqud Maldonado
que no podía haber la torre do estaba la Princesa,
apoderóse dolo otro que pudo en d alcáiar. Esta
voi fué luego por toda la cibdad, é todos los caba-
lleros é dbdadanos se puderon en armas, é vinieron
para el alcásar en gran número. Aquel Maldonado
como se vído con tan poca gente , porque no tenía
sino solos quatro homes, é pensó que no podía guar-
dar d dcáiar con ellos, tomó seguridad de algunos
de la cibdad, en especial de uno que se llamaba Joan
de la Hos, é de otro que se llamaba Juan del Rio, ó
de Femando del Río su hermano , que eran vadnos
de la dbdad, é de otros dgunos que tenían gran pa-
rentela en ella, é dexólos entrar dentro con sus gen-
tes. Los quales se apoderaron de todo lo mas que
pudieron dd alcásar, pero no pudieron apoderarse
de la torre, ni de la parte donde estaba la Princesa,
porque aquellos homes de Mesen Pedro que la ha-
bían tomado, la defendían. É and estovo en este es-
cánddo la cibdad é la fortalesa por espacio de un
día. É luego el Obispo de aqudla cibdad , que se lla-
maba Don Juan Arias, que estaba fuera della por
los debates que tenia con el Mayordomo Andrea de
Cabrera, entró en la cibdad ; é juntáronse con él to-
dos los cabdleros, é la mayor parte dd pueblo; á
los quales trda el Obispo á su opinión contra el Ma-
yordomo é contra los que eran de su parte, dándoles
á entender que no era cosa de sofrir d mando ni la
administradon déla justicia, é las otras opredonee
que d Mayordomo é sus oñddee facían. E luego d
pud>lo, que quando está dborotado, ligeramente es
trddo á facer insultos , en eepeoíd con el favor que
fallaban en d Obispo, combatieron las puertas de
la dbdad, en espedal la puerta de Sant Martin é la
puerta de Santiago que tenían los dd Mayordomo,
é luego las tomaron. Otra puerta que se dice de Sant
Juan, no la pudieron tomar, porque era mas fuerte,
y estaba mejor provdda de defensas.
Esto sabido por la Beyna que estaba en rTordesi-
llas, luego á la hora cabalgó, é con día el Oardend
de Espafia y el Conde de Benavente, é vino á Sego-
vía. E como fué cerca de la dbdad, é se sopo por
el Obispo é por los cabdleros della que la Reyna
venía, embíaronle á suplicar dos cosas. Ls primerSi
que no quisiese entrar en lacíbdad por la puerta de
Sant Juan que tenia d Mayordomo Andrés de Ca-
brera, advo por una de las puertas que d pueblo
había tomado. La otra enplicadon fué, que le plo-
guiese mandar d Conde de Benavente é á Dofia
Beatris de Bovedilla, muger dd Mayordomo, que
no entrasen con día en la dbdad, porque d Conde
era grande amigo dd Mayordomo é de su muger, é
por esta rasen era muy soq^echoso d pueblo. El
qud estaba tan dterado y escandalísado, que d otra
cosa la Beyna fidese, podría seguíisde gran deser-
vicio : espedalmente porque de la mayor parte dd
dcáiar estaban apoderados aqudlos dbdadanos que
se habían juntado con d pueblo ; é que todos los
mas de los caballeros é prindpales della estsban
^bdiosos d Msyordomo é á su muger. B con estas
razones, los que iban por parte de la dbdad á la
Beyna, le ponían grandes temores é le consejaban
que debía tener grato d pueblo é complír sos peti-
ciones, á fin que no ovíesen lugar de errar contra
su servicio ; porque d una ves enrasen, el miedo de
la pena les faria perseverar en el yerro. B con estas
rasones que dedan á la Beyna, se trabajaban de la
índinar contra d Mayordomo é c<mtra su muger,
para que le quitase el dcásar, é las puertas, y d
cargo que tenia de la jostida de la dbdad; porque
constrefiidá por la neceddad que tenía presente,
diese d cargo de todo ello á aqudlos principdes de
lacíbdad, que traían el pueblo á lo que querian. La
Beyna que conoció bien el engafio que aquellos
principdes fadan, para conseguir con vos dd pue-
blo lo que á ellos complia, respondióles and : t Decid
vosotros á esos caballeros é dbdadanos de Sego^
vía, que yo soy Beyna de Castilla, y esta dbdad
es mía, é me la dexó el Bey mí padre; é para en-
trar en lo mío no son menester leyes ni condicio-
nes algunas, de las que dios me puderen. To en-
traré, dixo la Beyna, en la cibdad por la puerta que
quidere; y entrará comigo d Conde de Benaven-
te, é todos los otros que entendiere ser oomplídero
ámi servicio. DeciiÜeB ansimesmo, que vengan
todos á mí, é fagan lo que yo les mandare, como
leales subditos, é se dexon de facer alborotos y es-
cánddos en mi dbdad, porque dello goles puede
seguir dafio en sus personas é bienes.» E respon-
diendo esto, entró en la dbdad, é con día d Carde-
nal y d Conde de Benavente, é luego fué para el
dcásar. La gente que había dentro estaba partida
en dos partes : en la una estaba la Princesa con los
homes de aquel Mesen Pedro de Bobsdílla, é otros
algunos, que á la hora se mostraron de la parte dd
Mayordomo, que defendían aquella parte; y en la
otra estaban aqudlos dbdadanos que habemos di-
cho que se spoderaron de derta parte dd alcásar.
T entre los unos é los otros había tan gran confn-
don y escánddo, que no había lugar para lo pacifi-
car : porque la furia que ala hora tenían, les priva-
ba el entendimiento para obedecer á la Beyna como
debían. El Cardend é los otros que la aoompafiaban,
estaban puestos en gran turbación, é no sabían que
DON FKRNANDO
remedio der para que áqnel eeoindalo f aeee pacifl-
oado. Estando las ooeaa en este estado, por parte del
Obispo é de aquellos otros oibdadanos, faé movido
todo el paeblo, dándoles á entender que á la Reyna
.placía qae todos á una tos se jontasen á le snplicar
qne quitase al Mayordomo la tenencia del aloásar
é las puertas é la justicia de la oibdad, é lo diese á
homes dbiiadanos é naturales della, que lo guarda-
sen para su serrioio mejor que el Mayordomo ni los
suyos lo habian fecho. B con esta demanda Tenia
toda la multitud del pueblo, los quales llegaron á
la puerta del alcAsar, demandando que les abriesen.
B partidos en partes, los unos oon furia decían:
c Combatamos las torres 6 pongamos á espada todos
»los del Mayordomo»; los otros tomaban oonsejos
▼arios é malos. Bl Oudenal y el Conde de Benaven-
te, é los caballeros 6 capitanee que estaban con la
Beyna, le dtxeron : iSefiora, si dais lugar que algu-
• nos de los que allí Tienen entren en el aloásar, de
• creer es que cometan algún grand insulto en Tues*
» tro deserrioio, é mal de todos los que aquf esta-
• mos, porque Tienen mas armados de furia que de
• rason. Por ende, mandad que se guarden las puer-
•tas, porque ninguno deUos pueda entrar.» Oídas
estas palabras por la Beyna, é conocida la turba-
don de aquellos qne con ella estaban, luego se le-
vantó, é dizo al Cardenal é al Conde é á los otros
oaballeros, que no se apartasen de aquel lugar do loe
dexaba. T ella fué para el patín del alcázar, é con-
tra el parecer de aquellos caballeros que con ella es-
taban, mandó que abriesen las puertas para que en-
trasen todos quantos pudiesen entrar. B luego fué
un mensageroque les dizo: • Amigos, la Beyna
• manda que todos entréis quantos aquí Tcnisj» B
abiertas las puertas, entraron todos quantos pudie-
ron caber dentro; é la Beyna allí con ellos, les dizo
ansí : • Decid agora Tosotros mis Tssallos é serrido-
» res lo qne queréis, porque lo que á Tosotroa Tiene
• bien, aquéllo es mi serrido é me place que se faga,
• pues es bien común de toda la cibdad.» Aqudla
gente, ddas las palabras de la Beyna dichas á su
Tolnntad, luego se aplacó é mitigó la furia con que
Tcnian; é fabló uno dellos, é dizo : iSefiora, lopri-
•mero que este pueblo suplica á Vuestra Altesa es,
»que el Mayordomo Andrés de Cabrera no tenga la
•tenenda deste alcázar.» B como procedía á otras
demandas, la Beyna le impidió que no dizeee mas,
é dízoles : • Eso que queréis Tosotros, quiero yo ;
» por ende subid luego á esas torres, é á esos muros,
•éno dezeis ende persona alguna del Mayordomo,
» ni desotros que me tienen ocupado este alcáaar ; d
iqual quiero yo tener é confiarlo de un mi criado,
«que guarde la lealtad que debe á mí, é ala honra
•de todos Tosotros.» Oidas por aquel común estas
palabras, luego á gran priesa, como Tulgo f aTored-
do de su Bey, subieron á las torrres é al muro, di-
ciendo á grandes tocos: Viva la Ee^na. T eohaion
á quantos fallaron apoderados ddlas, ansi de la par-
te del Mayordomo, como de los otros dbdadanos
que las habian tomado. B aquel Mddonadoque ñso
aquella traydon« oon la tnrbadon de los unos é de
A DOÑA ISABEEi, 318
. los otioB, OTO lugar de fuir. Esto fecho, dentro de
media hora quedaron libres las torres é muros de la
fortaleaa, de aquellos que las tenían. B la Beyna
mandó á Qonsalo Chacen , su criado é Contador
mayor, que Tenia oon ella, que se apoderase de todo
el aloáísar. Visto por los dd jtueblo como d aloásar
quedaba en poder de la Beyna, é fuera del todos
los del Mayordomo, fueron muy contentos; e la
B^na, aoompafiada de toda aquella gente del co-
mún, salió del aloásar é tíuo á su palacio, que es
cerca de la Iglena de 8ant Martín. E con esta for-
ma que la Beyna sopo tener, pacificó aquel esoán-
ddo, é ni el Obispo ni los otros oibdadanos que in-
dndan al pueblo, oondgnieron el efeto de lo qne
pensaban. Como la Beyna TÍno á su pelado, dizo á
toda la gente que Tenia oon día, que estaba de pro-
ponte de guardar á los Tednos de aquella cibdad
sus personas é bienes , de manera que cada uno tí-
Tíese seguramente en lo suyo, é no recibiese agra-
TÍo del Mayordomo ni de sus oficiales. Por ende, que
todos fuesen á sus casas é á sos labores, é se pacifi-
casen, é no fideeen mas yuntamientos ni alboro-
tos, é diputasen tres ó quatro dellos, que TÍniesen
á le recontar los agraTios que redbian, y día los
remediaría como compila á su serrido é bien de
todos. Todo aquel pueblo con estas rasones se pa-
dfloó, é otro día diputaron ciertas personas, que tí-
nieron ante la Beyna á le dedr, que el Mayordomo
é sus lug^artenientes facían dgnnas dnrasones, ro-
bos é fuerzas, é otras injurias, de las quales dgunas
recontaron particularmente. B la Beyna mandó fa-
cer inquiddon oon gran diligencia sobre todas las
querellas que se dieron dd Mayordomo é de los su"*
yes ; é porque d Mayordomo no se f dló en culpa,
é d dguna había era bien pequefta, é no cometida
por él, salTo por sus ofiddes ; la Beyna mandó lue-
go restituirle la tenenda dd alcázar é las puertas
de la dbdad ; porque conoció bien aquel escándalo
ser fecho por inducimiento de dgunos caballeros é
dbdadanos príndpdes de la dbdad, que dborota-
ron d pueblo á fin que la tenenoia dd dcásar se
quitase d Mayordomo é se diese á dios.
CAPÍTULO LX.
De la recoBclUaeloB qae floieros eon la Reyoa el Anoblspo
de ToMo j el Marqite de VlUena.
Los fechos del Arzobispo de Toledo é del Mar-
qués de VUlena, and por las cosas pasadas, como
por la toma que el Maestre Don Bodrigo Manrique
fizo de la Tilla é castillo de Udes, iban en perdi-
don ; é pensaron de se reparar, reduciéndose d ser-
TÍdo dd Bey é de la Beyna. B oon la confianza
derta que tenian en la intercesión que por dios fa-
ria el Bey de Aragón, padre dd dby, acordaron de
embiar algunos rdigiosos de la Orden de Sant
Francisco á |a Beyna, que estaba en SegoTÍa; los
qudesle suplicaron, que OTÍese memoria. de los
serTÍdos que el Arzobispo había fecho al Bey é á
día en los tiempos pasados, é olvidase los deserrí-
cíos que había f eoho en los presentes, é que le pío-
314
ORÓNÍOAS DE L06 BETE8 DE OASTILLA.
gaieee perdonar á él é al Marqués de ViUena, é re-
dñcirloi á BU aervicio, é apartar de fi el enojo que
delloe habia ; porque tanto mayor ae mostraba la
grandeza ó magnanimidad, de los Reyes, quanto de
mayor gravosa era él yerro que perdonaban á los
de la Asia, después que oro tomado la dbdad da
OonstúitinopUs é Pera, é Gafa, é otras oibdades, é
villas é provinoias de diristianos, en las quales fiso
grandes robos é quemas é otras muchas crueldades,
tomó ansimesmo una cibdad de Venecianos que se
mayor gravosa era ei yerro que peíaooaoan • ion lomo anairaivmo uus uiuuau uo t ououmuub «|uv w
que oon obediencia venian á pedir perdón. El Bey I llama Nigroponte, lugar muy fuerte y en tal sitio
de Aragón ansimesmo intervino on esta reconcilia-
ción, 6 muchas veces insistió con el Bey su fijo ó
con la Beyna, que los perdonase. E como quier que
los yerros que cometieron hablan seydo grandes 6
la Beyna conoció que la necesidad é no la voluntad
constrefiia al Arsobispo á facer esta suplicación,
pero por complacer al Bey de Aragón, su suegro,
cuyos megos no le paréela cosa honesta contradedr,
considerando ansimesmo las grandes humiliaciones
que de parte del Arsobispo le ficieron aquellos Be-
ligiosos, perdonó al Arzobispo, ó perdonó ansimes-
mo al Marqués de Villena; é mandó desembargar
algunos bienes é maravedís de juro que tenían on
sus libros. Y el Marqués fiso entregar á la Beyna el
alcázar de Madrid, que estaba cercado por el Duque
del Infantazgo, según lo habemos recontado. E an-
simesmo se oonoordó con él, que entregase la forta-
leza de Trogillo en tercería á Gonzalo de Avila,
Sefior de Villatoro, para que la toviese fasta ser
complidas ciertas cosas que oon él se habían de
complir. Desta fortaleza en los tiempos pasados
había fecho grandes opresiones á la cibdad aquel
Pedro de Baeza, á quien el Maestre Don Juan Pa-
checo la encomendó al tiempo de su muerte. Ansi-
mesmo se concertó, que Lope Vázquez do Acnfia,
hermano del Arzobispo, entregase á la Beyna la
cibdad de Huete é su castillo, de la qual é de su
tierra el Bey Don Enrique le habia fecho merced
por juro de heredad. E desta manera se fizo la re-
conciliación del Arzobispo é del Marqués, los quales
juraron de servir al Bey é á la Beyna como á sus
Beyes naturales, é de no se juntar oon el Bey de
Portogal ni con otra persona en su deservicio. Es-
cribió ansimesmo el Arzobispo al Papa una letra,
faciéndole saber las variedades que habia fecho, é
opiniones contrarias unas de otras que habia tenido
cerca de la subcesion do los Boynos de Castilla ; é
• confesaba haber errado gravemente en aquel jura-
mento que habia fecho al Bey de Portogal é aquella
Dofta Juana su sobrina, y en los haber servido; é
que se habia reconciliado é reducido al servicio de
la Beyna, conociendo verdaderamente el derecho
de la subcesion en los Beynos de Oastilla ser suyo :
é que ella usando con él de clemencia le habia per-
donado. Lo qual le facia saber, porque era cosa
justa de le dar razón de las cosas pasadas como á
superior.
ÓAPlTüLO LXI.
De lu eosai qio es aquellos días faela el Torea.
En aquellos tiempos acaesció (1) que el Turco,
un gran Príncipe de los moros, sefior de gran parte
(i) La toma de Negroponle por ei Terco Mahomet II faé en i9
da Mayo de 1471. Dergomeni, Su¡»im, CroaUar,, M, 16.
asentado, que era paso muy dispuesto para entrar «
en la tierra de Italia, en especial en las tierras de
Veneoia, y en la cibdad de Bodas; en las quales
tierras los capitanes de aquel Turco facían cruel
guerra, é mataban é llevaban christianos captivos
en gran número. B tanto se estendió su sefiorío en
aquellas partes, que la cibdad de Venecia, no po-
diendo defenderse de los males que continamento
sofrisn de los turcos , embiaron á notificar al Papa
é á todos los Príncipes de la christiandad las guer*
ras que de los turóos recibían, las fueisas de los
quales eran tanto grandes, que ellos no las podían
resistir sin alguna ayuda que les fuese dada. Por
ende, que les requerían como afieles christianos, les
ploguiese embiar sus gentes para resistir aquella
gente bárbara, la qual tanto mas crecía en crueldad,
quanto mas les daban lugar de estender su sefiorío.
T en esta amonestación insistieron los Venecianos
por muchas veces, pensando ser ayudados de algu-
nos Beyes de la christiandad. E como quier que al-
gunos homes ungulares á sus proprías expensas iban
por servicio de Dios é por la salvación de sus áni-
mas á se juntar oon los christianos que guerreaban
á los turcos, pero por estonces ningún Príncipe ni
Bey embió el ayuda que les era pedida ; algunos
porque estaban impedidos en las guerras que tenían
en sus comaroas, otros por impedimentos de guer-
ras é necesidades que tenían dentro de sus Beynos,
é otros faciendo poca mención de aquellas guerras,
por ser muy lexanas de sus Beynos, do entendían
que les no podrían empecer. B aun se deda, que
aquelloa Beyes Ó Principes que confinaban oon los
Venecianos, no les pesaba que perdiesen sus tierras
é señoríos, porque eran tanto grandes, que sobrepu-
jaban en grandeza á todos los comarcanos. E por
esta negligencia el Turco ovo lugar de estender mas
su sefiorío en la tierra do los christianos que era en
su comarca.
OAPÍTÜLO LXII.
De COBO se falló la mina del oro.
En aquellos tiempos, en las partes de Poniente,
muy lexanas de la tierra de ESspa&a, podría ser en
número de mil leguas por mar, se fallaron unas
tierras de gente bárbara, homes negros, que vivían
desnudos y en chozas; los quales poseían mineros
grandes de oro muy fino, é fallóse desta manera.
Una nao de un puerto de los de Espafia oon fortuna
que ovo, tiró por la mar adelante contra aquellas
partes de Poniente, donde el viento forzoso la llevó
é paró en aquella tierra. La gente do aquella nao,
queriendo saber donde estaban , ovieron noticia de
aquella gente; la qual como vieron los homes de la
nao, vinieron á ellos desnudos, é oon muchos peda-
DON FERNANDO
80S de oro en las manos para trocar por Testidos
Tiejoe é por otras cosas de poco valor, q«ie llevaban
en la nao. Los de aquella nao trocaron sus vestidos
viejos é las otras cosas de sa nao que podian esoo-
sar, por los pedasos de oro que aquellos bárbaros
les daban. E habida gran suma de oro en aquella
manera, volvieron para Espafia, é notificaron espe-
cialmente en aquellos puertos del Andalucía, lo que
habian fallado, é probaron ol oro que traian, é fa-
llaron ser fino. Esto sabido, algunas personas de
aquellos puertos fornecieron una caravela, é aven-
turáronse de ir aquel viage. Loa quales onaimesmo
vinieron con mucho oro trocado á vestidos viejos 6
á latón viejo é á cobre. Esta fama se estendió tanto
por aquellos puertos del Andalucía, que todos tra-
bajaban por ir á aquella tierra; ó acaeció haber do
un viage diez mil posos de oro, quo era cada peso
valor de dos florines de Aragón, en especial el quo
llevaba conchas de la mar muy grandes, aquel traia
por cada una veinte é treinta pesos de aquel oro ; ó
todos C4urgaban de aquellas conchas el que las pedia
haber; las quales se habian en los puertos de las is-
las de Canaria, é una concha que no era estimada
en precio ninguno, acaeció valor por aquella causa
en la cibdad de Sevilla y en aquellos puertos del
Andalucía veinte reales de plata, por la gran reques-
ta que dellas habia para llevar á aquella tierra.
Esto sabido por el Rey é por la Reyna, veyendo
la grand utilidad que en aquella f adeuda se habiá,
pusieron la mano en ello; ó mandaron, que ningu-
no fuesu á aquellas partes sin su licencia, porque de
lo queendeseoviese, dios recibiesen la' quinta parte
que les pertenecía como ásefioresde la tierra, de lo
qnal se ficieron grandes derechos para su cámara.
La gente que iba á aquellas partes, escogían naos
pequefias é caravelas, porque habia algunas rías por
donde habian de entrar en aquella tierra. Lo que
llevaban é se demandaba por las gentes de aquellas
partes, eran ropas viejas traídas, que no toviesen
pelo, é almireces de cobre, é candeleros de latón, é
manillas de latón ; y en especial llevaban de aque-
llas conchas, que eran allá mucho demandadas. De-
cíase que eran preciadas, porque en aquellas parti-
das oaian muchos rayos del cielo, ó creían aquellos
bárbaros, que qualquier que traia una concha de
aquellas era seguro do los rayos. El tiempo que tar-
daba una nao en ir á aquellas partes, era dos meses
ó tres, porque iban siempre abaxando; y en la ve-
nida duraba siete ú ocho meses. Eoomo se llegaban
á aquellas partes y entraban en las rías, lueg^
aquellas gentes bárbaras venían á ellos, cada uno
con el oro que tenia, é trocábanlo á las cosas que
llevaban. Muchos de los que iban peligraban en el
camino, porque la tierra es muy calurosa, é con el
calor bebían mucha agua , ó comían de las frutas
de aquellas islas que fallaban en el camino ; pero el
que escapaba quedaba rico. Todos los que venían
de aquellas partes é andaban en aquella negocia-
ción, decían que quando algunas naos arribaban en
aquella tierra, luego las gentes della se llamaban
con vecinas unos á otros, porque moraban en los |
i DOÑA ISABEL. 315
oampos, é todos aeudian á aquellos puertos á trocar,
su oro. Esta negodaoion oomo era de gran ganan-
cia, fué usads de tantos navios de Castilla é de Por-
togal que iban con las cosas que habernos dióho á
aquella tierra, que aquellos bárbaros se avisaron
mas, ó sopieron el precio de aquel su oro, é no lo
daban ya con tanta liberalidad como lo daban á los
principios ; pero siempre habian gran ganancia los
que allá iban. No sabemos si esta tierra donde este
oro se traía, fuese la tierra de Társia, ó la tierra de
Ofir, de que face mención la Sacra Escríptura, en el
libro tercero de los Reyes, de donde traian al Rey
Salomón oro, para la obra del templo que labró.
Agora dexa la historia de f ablar desta materia, ó
toma á proceder en las cosas que acaecieron en
Castilla.
CAPÍTULO LXIÍL
De eomo faó tomada la cibdad de Toro.
Estando el Rey en el Reyno de Aragón, é la
Reyna en Segovia, do habia venido por los debates
y escándalos acaecidos en aquella dbdad , según
que lo habemos recontado , vínole nueva en oomo
los capitanes é caballeros que habia dexado en las
guamidones contra la dbdad de Toro , habian en- ,
trado en la cibdad y estaban apoderados della ; é
la forma como se tomó fué esta. Un pastor que
guardaba ovejas, que se llamaba Bartolomé, natural
de aquella ciudad de Toro, vino á Don Pedro de
Fonseoa Obispo de Avila , que era uno de los que
tenían cargo principal de aquellas guarniciones
que la Reyna mandó asentar en drcuito de Toro é
de Castronufio, é dizo que ól sabia lugar cierto por
donde se podría entrar la cibdad de noche sin peli-
gro ninguno de los que la entrasen, é que él iria con
la gente que le diesen é mostrariapor donde la en-
trasen. El Obispo oída aquella razón, quísose infor-
mar del logar que el pastor le dixo , é de la forma
que se habia de tener en la entrada. El pastor le
respondió que él guardaba continamente sus ove-
jas, h» quales traia en derredor de Toro, é que mu-
chas veces las llevaba entre el rio é la cibdad por
lugares tanto ásperos é altos, que la meema altura é
los barrancos que habia por aquella parte, es la mu-
nición é fortaleza de la cibdad. E dixo, que en
aquellas partos por su grand altura , no se ponían
guardas, ni se presumía que ninguno pudiese en-
trar por aquel lugar ; é que él guardando su ganado,
de noche entraba en la cibdad por aquella parte mu-
chas veces é nunca fué sentido. El Obispo que era
natural de aquella dbdad, oída la razón del pastor
parecióle cosa razonable , porque sabía bien aque-
llos barrancos, é aquel lugar que el Pastor le decía ;
é aunque pensó ser cosa que podria venir en efeto,
pero quísolo primero experimentar, porque le pa-
reció cosa muy difícUe la entrada de la gente por
aquellos barrancos. 7 embió una noche diez escu-
deros hornos, naturales de la cibdad, á aquel lugar
que decía el pastor, para verlo Ó tentar la entrada.
Los quales fueron con el pastor que los guiaba, ^
■»*^ M*^ •« -^ k ttB • t» É ■ >»1
316
por aquéllos Ittgaras é bamnoos ásperos de grado
en grado, sobiendo el pastor delante, los puso den-
tro de la oiudad ; ó vieron que ninguna de las guar-
das estaba en aquellas partes, los qnales tomaron á
salir por aquel mesmo lugar seguramente é dixe-
ron al Obispo lo que hablan fecho , é oertiflcáronle
que muy ligeramente podia subir por aquel lugar
la gente de armas y entrar en la oibdad, según que
ellos hablan entrado sin peligro. E porque aquellos
que el Obispo embió eran bornes de buen entendí*
miento, dióles fe á ello. Y embió por Don Fadrique
Manrique, ó por Pedro de Velasoo , ó por Vasco de
Vivero, ó por Pedro de Guzman, é por Bemal Fran-
cés, é por Antonio de Fonseca capitones de la gen-
te de las guarniciones que la Beyna habla dexado ; é
comunicóles lo que el pastor le dixo, ó como lo ha-
bla ezperimenUdo con aquellos escuderos que em-
bió. Lo qual visto ovieron su consejo , que fuesen
fasto seiscientos escuderos á pie con aquel pastor 6
con aquellos escuderos que hablan primero tentado
la entrada, é toda la otra gente fuese por defuera
de la oibdad , é se pusiesen á una puerto della ; é
que una parte de aquellos seiscientos escuderos,
que entrasen en la cibdad, peleasen con las guardas
ó rondas, é la otra parto fuese á aquella puerto á la
abrir, porque pudiesen entrar por ella toda la otra
gento. Esto acuerdo tomado por el Obispo é por
aquellos capitones, pusioronlo en obra, é aguardan-
do una noclie escura, fueron Don Fadrique Man-
rique, éTedro de Velasco, é Antonio de Fonseca
con aquel pastor, é con aquellos otros escuderos que
hablan ido primero. E puestos al pié de la subida,
algunos escuderos dubdaban el fecho, é ponían sos-
' pechas é recelaban de subir, poniendo inconvinien-
tes, é dando á entonder, que podia ser algún trato
doble, que aquel pastor traia en deservicio del Bey
é de la Reyna, y en perdición de todos ellos ; lo
qual decían que se certificaba mas , porque aquel
pastor facía ton fácil é ton sin peligro la entrada
en la cibdad. E daban razón do su sospecha dicien-
do, que no era cosa de presumir que los caballeros
Portogueses que con tanto diligencia guardaban
la cibdad estoviesen á ton mal reoabdo que de-
xasen paso ni lugar en el circuito de la cibdad,
sin guarda é ronda. Decían ansimesmo , que la
entrada primera que aquellos diez escuderos ha-
blan fecho por aquel lugar, era causado mayor sos-
pecha: porque decían haber subido y entrado en la
cibdad sin haber sentido ni oido ninguna guarda
ni ronda;' y era.de creer haberlos dexado entrar
porque eran pocos , á fin de tomar después Jos que
entraren quando fuesen muchos. Con estas razones
é sospechas amonestoban á los capitanes que no
entrasen ni aventurasen sus personas ó gentes, ni
menos creyesen de ligero aquel fecho , donde ton
gran deservicio se podria seguir al Rey é á la Rey-
na. El pastor que los habla puesto en aquel lugar,
afirmaba todavía la seguridad de la entrada, é qui-
tábales la dubda, é decíales : «Venid vosotros en pos
i de mi,éno hayáis recelo ninguno.» El oapiton
Pedro de Velasco, que habemos dicho, era heme de
ORÓNIGAS DE LOS BEYEB DE 0|ErnLLA.
gran esfuerzo é de buen entendimiento, é conocida
la símplesa del pastor, en la qual entendió que no
podia haber mistura de maldad, les dixo : • Oaba-
sUeros, si en las faaaftas de caballería no oviese
«aventura, no habria honra; é tanto ea mayor la
•honra del caballero , quanto mayor es el peligro
«que oometo. Bueno es, dixo, tener algún miedo que
»nos faga haber memoria de Dios, porque alcemos
•los ojos á él, para que nos ayude en nuestros fe-
schos ; con la ayuda del qual yo dispongo subir es-
»tas cuestas , siguiendo el camino que esto pastor
» me mostrare, porque tongo creído qu^ ni tiene do-
sbladura en su condición , ni menos en este fecho
»de que nos ha avisado.» E luego Antonio do Fon-
seca subió el primero , en pos del subió Pedro de
Velasco, é luego subió Vasco de Vivero, é toda la
otra gento siguió á estos. Veyendo á sus capitanes
esforzados, cobraron ánimo, é llevando por guia á
aquel pastor por aquellos barrancos é lugares áspe-
ros, subieron de grado en grado fasto que todos es-
to vieron dentro en la cibdad, é no fueron sentidos,
porque en aquella parto estaba todo despoblado sin
morador ninguno. Puestos en la cibdad , la mayor
parto dellos fué á la plaza con grand ímpetu ; los
otros fueron á abrir la puerto por do entrase toda
la gento que estaba aguardando por defuera para
entrar. Algunos Portogueses que andaban en la ron-
da como sintieron la gonto de armas en la cibdad,
comenzaron á pelear con ellos. La qual pelea duró
poco espacio, porque pensaron que los vecinos de la
cibdad les hablan dado entrada, é que toda la cib-
dad estoba contra ellos ¡ y esto sospecha los fizo
luego retraer á la fortaleza. E como vieron que toda
la gento de las guardas hablan entrado por la puer-
ta, é se hablan apoderado de la cibdad, el Oonde de
MaríaWa, que estoba por guarda della, acordó de
dexar la fortaleza á Dofia María Sarmiento muger
do Juan de Ulloa , é ir con toda su gento á Gastro-
nufio, é donde fué para Portugal. B ansí quedó la
gento del Roy é de la Reyna apoderada de la cib-
dad Toro , é aquella Dofia María quedó apoderada
con ciertos escuderos suyos en la fortaleza. Gomo
la Reyna sopo que sus gentes habían tomado la
cibdad de Toro , partió de Segovia é fué para allá,
do fué recebida con placer de todos, por se ver li-
bres de la subjecion en que estoban de los Porto-
gueses. E luego mandó restituir la posesión de sus
casas é bienes y heredamientos á todos los caballe-
ros y escuderos de aquella ciudad que estaban des-
torrados ; á los quales habia fecho grandes agravios
é robos aquel Juan de Ulloa que habemos dicho.
E fizo merced al pastor que mostró la entrada de la
cibdad para su mantonimiento de dineros de juro
do heredad para él é para sus descendientes, é fizó-
los francos de todos pechos é tributos. E mandó
luego poner estonzas contra la fortaleza, é traer
lombardas y engenios para la combatir. Visto por
algunos parientes de aquella Dofia María la indina-
don que la Reyna tenia contra ella, suplicáronle
que le ploguiese considerar, que el yerro cometido
por aquella duefia, habia seydo por mandado de su
Don FERNANDO
IkMUriclo, é no de in Tolontad : lo qnal pared* olaro,
porqae ella agora que se veia libre, deseaba tomar
á ea serricio , y entregarle en fortaleaa ; é si en al-
guna defensa se ponía, no era oon intención de re-
belar á sns mandamientos, salvo por el miedo gran-
de que babia de sn indinadon , é á fin de le supli-
oar por la seguridad de su persona é de sus fijos é
parientes é criados : la qual habida, luego Temia á
obediencia é á todo lo que la Beyna mandase. La
Reyna, oidas aqudlas raaonee, considerando que era
hermana de Don Diego Peres Sarmiento Oónde de
Salinas, é de otros caballeros que en aquellas guer-
ras le hablan bien serrido , movida ansimesmo á
piedad» porque era duefia viuda, 6 venia á le supli-
car por su seguridad con toda obediencia, concedió
á las suplicaciones que de su parte le fueron fechas,
é perdonóla é á todos los que oon ella estaban. E
luego entregó el castillo á la Beyna, é la fortaleza
de la Mota al Mariscal Diego de Benavides cuya
era, las quales Juan de UUoa marido desta duefia
habia tomado é poseído muchos tiempos tiránica-
mente. Estas cosas fechas, por mandado de la Bey-
na, quedaron dertos capitanes é gentes de armas en
circuito de Oastronufio é de Oantalapiedra, Ó de
las otras fortalezas que estaban por el Rey de Por-
togal ; é la Beyna vino para Valladolid con inton-
cion de esperar en aquella villa al Bey su marido,
para dar orden en los sitios que acordaba de poner
. sobre aquellas fortalezas , por los grandes robos Ó
dafios que ddlas se facían.
CAPÍTULO LXIV.
De eoao la Rejia partió de ValladoUd, é íaé i líeles, pan impe-
dir la eleeden qae los Comendadores qnerian facer de Maestre
de Saallago.
Estando la Beyna en Valladolid , vínole nueva
que el Oonde de Paredes Don BodrigO Manrique (1),
que se llamaba Maestre de Santiago , era muerto.
Fué ansimesmo informada, que el Comendador
mayor de León Don Alfonso de Oardenas venia oon
gento de aimas, desde la provincia de León á la
provinda de Castilla, para que los Treces Ó Comen-
dadores de la Orden en concordia le eligiesen por
Maestre de Santiago en el convento de Udes. E
porque la Beyna habia suplicado al Papa que diese
aquel Maestradgo en administración al Bey, partió
luego de Valladolid y en tres dias vino á la viUa de
Ocafia ; ó como quier que era de noche á la hora que
llegó, é fada afortunado tiempo de aguas, pero
luego partió ó fué á la villa de Udes. B mandó ve-
nir anto ella los Treces é Comendadores que alli es-
(1) El Maestre de Santiago Don Rodrigo Manrique «arló en
Oealla i II de NoTiembre de 1476, como ae eompraeba por sn
epiuflo qae trae Salatar, y lo dice también Galindes en el SQmsrio
de diebo afio. El epitafio diee asi :
Aqoi taci il «AGMlnco siRoa non nonaieo harriqos,
■Atsras Dt sAnTueo, mijo ml aoblamtabo voh nono «am-
niQos T ai nollA Lsonon db castilu , bl qoal tució tbuitb
T aQATRO SATALLAa DB MOROS T GRISIIAROS. VORIÓ AAO RB
f476, Al! DBROflBRRRB.
Salaur, Pr. da /« coaa «Te L§r§, t. ii, pig. S16.
É DOÑA ISABEL ílí
taban juntos ; ó dfzoles, que bien sabían oomo aqnd
Maestradgo de Santiago era una de la mayores dig-
nidades de toda Síspafia, ó que allende de ser tan
grande en rentas é vasallos , habia en él muchas
fortalezas derramadas fronteras de los moros, ó de
los otros reynos comarcanos ; ó por esta causa los
Beyes sus progenitores siempre pusieron la mano
en esta dignidad é la tomaron en administración, ó
la dieron á su fijo segimdo, ó á persona muy fiel á
la casa real de Castilla. B oomo quiera que el Co^
mendador mayor de León era persona leal al Bejr ó
d ella ; pero por agora habia deliberado que el Bey
toviese aquel Maestradgo en administración, lo
qual habia acordado de suplicar al Papa. Por ende,
que les mandaba que suspendiesen aqndla elección
que querían facer, porque no compila al servido
del Boy ni suyo ni al bien de sus Beynos. Otrosí,
que suplicaban al Papa, que les diese por adminis-
trador al Bey; porque ansí oomplia d la buena go-
bernadon de la orden é de sus bienes, y embió á
dedr al Comendador mayor que estaba en d Corral
de Almaguer, que dexase la solicitud que tenia de
haber esta dignidad , porque no compila al servido
del Bey ni suyo ; é que le seguraba por su fe real,
que si el derecho que alegaba tener se averiguase,
ella lo mandarla guardar enteramente. Oida por
aquellos Treces ó Comendadores lafabla y el mandar
miento que la Beyna les fiso, porque era muy temi-
da de todos, acordaron de obedecer sus mandamien-
tos ; é suplicaron al Papa que proveyese al Bey de
la administradon de la orden, según la Beyna g^lo
mandó. Ansimesmo d Comendador mayor, habido él
mandamiento de la Beyna, como quiera que gele
fizo grave dexar aquella demanda, porque alegaba
tener derecho al Maestradgo, pero obededó al man-
damiento de la Beyna. E luego volvió para la pro-
vincia de León, Ó se dispuso de servir al Bey é á la
Beyna en la guerra que hablan con Portogal , tan
lealmeute como d le oviera dado el Maestradgo ;
porque propuso de no haber aquella dignidad salvo
limpiamente, seyendo elegido según los preceptos
é constitudonesdo su Orden, é annmesmo de volun-
tad del Bey ó de la Beyna, según era la costambre
en Castilla.
■
CAPITULO LXV.
Del Conaejo qne ae ovo para qne el Rey feeae allende el paerte
6 la Reyna i tierra de Bstremadvra; 6 como fndaron el m#
nesterio de Ssn Joan de loa Reyea en Toledo.
Como el Bey ovo fecho el socorro de Fuentera*
bía, é las justicias que ditimos que exeoutó en las
montafias, lueg^ vino para la dbdad de Toro, é pro^-
veyó en algunas cosas que entendió ser necesarias
á las gentes de armas que la Beyna dexó en guar»
nidones contra Ca8tronufio,é Cubillas, é Siete Igle*
mas ; é dexó con sus poderes para proveer en la
justicia y en las cosas tocantes á la guerra, y en to-
das las otras cosas qne fuesen necesarias en aquellas
partes, al basterdo su hermano Duque de Villaher-
mosa, é al Conde de Haro su Condesteble. Fecha
dié
ORÓNIOAS DE LOS BBTBS DE OAffFILLA
aquella provisión, vino para la vina de Ooafia, don-
de la Reyna estaba , ó de allí partieron el Bey 6 la
Beyna para la cibdad de Toleda, donde fioieron
algunas limosnas é otras obras pias, que habian
prometido por la victoria que á Dios plogo les dar ;
especialmente fundaron un monesterío de la orden
de Sant Francisco, cerca de dos puertas do la cib-
dad, que se llama la una la puerta de Sant Martin,
la otra la puerta del Oambron. E mercaron algunas
casas que estaban cercanas á aquellas puertas do la
cibdüd, que fueron derrocadas para fundar aquel
monesterio, según está magníficamente edificado,
á la invocación de Sant Juan, el cual se llama hoy
Sant Juan de los Beyes. Gomplidos los votos
ó devociones que el Bey 6 la Beyna habian pro-
metido de facer, luego partieron de Toledo, é vi-
nieron á la villa de Madrid , donde ovieron nue-
vas que la gente de Portogal, por las partes
de Badajos é Gibdad-Bodrigo, entraban á facer
guerra en Oastilla; é ansimosmo, que los do las
f ortaleaas que estaban por el Bey de Portogal, fa-
cían guerra á todas aquellas comarcas, á las quales
• no podian resistir las gentes del Bey é de la Beyna,
que habian dexado en guarnición. Habidas estas
nuevas, luego proveyeron á la defensa de la tierra,
y embiaron sus poderes al Comendador mayor de
León, é á Don Lorenzo Xuarez de Figueroa, Oonde
de Feria, que eran vecinos en aquellas fronteras de
Portogal, para que defendiesen la tierra, é fioiesen
guerra al Beyno de Portogal ; é dieron sus cartas
para todos sus fijosdalgo é gentes do armas de ca-
ballo é de pie de aquellas partidas , que se juntasen
con ellos cada que los embiasen á llamar, ó fíciesen
lo que les mandasen. Estos dos caballeros cada uno
por su parte facían guerra á Portogal, é defendían
de los Portogueses la tierra do Castilla en aquellas
comarcas ; y entraron algunas veces en Portogal
ó traxeron robados ganados é bestias é prisioneros.
Eso mismo entraban los Portogueses en Castilla por
aquellas partes, é por la frontera de Cibdad- Bodri-
go, ó llobaban cavalgadas de todo lo que fallaban.
En estas entradas que los Castellanos facían á Por-
togal, ó los Portogueses á Castilla, ovieron algunos
recuentros, donde fueron muertos é presos muchos
de la una parte ó do la otra, é de coutino había cu-
tre ellos cruda guerra. El Bey 6 la Beyna pensaron,
que si ellos fuesen á aquellas partes de Estremadu-
ra, se daría mejor provisión en la guerra de Porto-
gal, ó pacificarían aquella provincia, que estaba de
largos tiempos puesta en robos ó tiranías, por algu-
nos caballeros é otras personas naturales de la tier-
ra, é por los alcaydes de las fortalezas. E f arian an-
BÍmesmo que la fortaleza de la cibdad do TrogíUo,
que tenía el Marqués de VíUeua, se pusiese en terce-
ría, según que el Marqués era obligado de la poner.
Ansimesmo fablaban do ir á proveer en la guerra que
facían los de Castronufio, ó Cubillas, é Siete Iglesias,
ó Cantalapiedra. E estando en deliberación de lo
uno é de lo otro, pensaban sí seria mejor provisión
para aquellas dos necesidades , ir el Bey á proveer
en lo uno ó la Beyna eu lo otro ; é quisieron cerca
dello saber el pareoer de los oaballeros, 6 periados,
¿ doctores de su Consejo. E después do alguna plá-
tica habida, algunos de su Consejo dizeron que ni
el Bey é la Beyna juntos, ni cada uno por si debían
ir á aquellas parte de Estremadura. Lo primero,
porque les era necesario tener alguna cibdad ó villa
en aquella provincia, donde sus personas reales 6
sus gentes pudiesen estar seguramente aposenta-
dos, sin recelo de las fortalezas que eu ella había. E
como quiera que todas las cibdades é pueblos esta-
ban á su obediencia, pero que ninguno había que
no toviose fortaleza enagenada en poder de algún
caballero', 6 tirano, que en los tiempos pasados
oviese cometido, y en el presente cometía tales cri-
mines, por los quales estoviesen temerosos de la
justicia. E que veyendo sus personas reales en aque-
llas partes, el temor les f aria alterar de manera que
no querrían entregar las fortalezas que toviesen ; ó
que no sería razón que su personas reales en tal
tiempo se aposentasen en pueblo, do semejantes ho-
mes estoviesen apoderados de la fortaleza. E que
no habiendo la seguridad que á sus personas reales
convenia, temían mayor necesidad de se guardar
de los alcaydes que de los contrarios. E dado que
deliberasen poner sitio sobre alguna fortaleza para
la haber de su mano ; esto decían ellos, que les pa-
recía mayor inconviniente, porque debiéndose ocu-
par en la guerra contra sus contrarios, se impidi-
rían faciéndola á los que la dedan ser sus servido-
res. E allende desto, era de creer que, puesto sitio
sobre uno dellos, todos los otros se escandalizarían
é rebelarían : do donde se seguiría, que los que ago-
ra se mostraban servidores, se tomasen deservido-
res, de que se podrían seguir gran deservicio suyo,
é otros dafios irreparables , por ser todas aquellas
fortalezas fronteras de Portogal. Especialmente de-
cían, que en aquella provincia donde era necesario
mostrarse mas la obediencia de sus subditos, había
muchas fortalezas donde estaban apoderados algu-
nos tíranos , que continamente facían robos é f ner-
zas; éque faciéndose en su presencia , sin remediar
á los agraviados é punir á los malfechores, manifiesto
era el deservicio grande que dello goles seguiría. E
por estas razones decían, que ni el Bey ni la Beyna
debían ir á aquellas partos de Estremadura, fasta tan-
to que la tierra estuviese mas pacificada, é obedien-
te á sus mandamientos ; la qual pacificación se po-
día mejor facer mediante algún capitán que embia-
sen é aquella provincia con gran poder de gente, y
este 80 juntase con el Comendador de León, é con
el Conde de Feria, para asegurar toda aquella tierra
é resistir á los Portogueses, é facerles guerra quau-
do entendioBon que so debía facer. Ansimesmo les
parecía que el Bey debía ir á poner sitio sobre las
fortalezas do Castronufio, é Cubillas, é Siete Iglesias,
é Cantalapiedra, é la Beyna debía estar en la cib-
dad de Toledo, porque desde aquella cibdad podria
proveer prestamente todas las cosas que ocurriesen,
ansí en la tierra de Estremadura é del Andalucía,
como en todas las otras partes, por en comedio de
sus Beynos, ó donde los Beyes pasados, habida est«
txm FERNANDO
eoondenmoii, U mayor parte de los tiempos toyie-
ron su riUa real. El Rey é la Reyná oyeron aquellas
raaones de los del so Oons^o ; é como quiera qae
les parecieron rasonables, pero la Reyna qne esta-
ba inclinada á proveer en toda aquella tierra de Es-
tremadnra, é la pacificar, é poner la fortalesa de
T^ogillo en tercería, según que el Marqués de Ville-
na era obligado , respondió á aquellos de su Conse-
jo: «To siempre oí decir, qne la sangre como bue-
»na nuestra ya siempre á remediar las partes del
» cuerpo que reciben idguna pasión ; pues oír conti-
» ñámente la guerra que los Portogueses como con-
strarios é los Oastellanos como tiranos facen en
a aqueles partidas, é sofrirla con disimulación , no
«sería ofldo de buen Rey, porque los Reyes que
» quieren reynar han de trabajar. A mí me parece
• que el Rey mi sefior debe ir á aquellas comarcas de
•allende el puerto, é yo á estotras partes de Estre-
• madura, para proreer en lo uno y en lo otro. Ver-
sdad es que en mi ida algunos iuconvinieutes se
•muestran de los que habéis declarado ; pero en to-
•dos los negocios hay cosas ciertas é dubdosas, é
•tan bien las unas como las otras son en las manos
•de Dios, que suele guiar á buen fin las justas é con
• diligencia procuradas.* Al Rey plogo do aquello
que la Reyna determinó, é á algunos de su Consejo,
porque conocía della ser muger de grand ánimo. E
luego partieron de Madrid, el Rey para aquellas
partes de allende el puerto , é la Reyna para Estre-
madura.
CAPÍTULO LXVL
Cobo al Rey piio sillo sobra las forulatas da Gistronifio ,
é Cabillas, 6 Gantilapladra, é Slata Iglasias.
El Rey partió de la Tilla de Madrid , é vino para
Medina del Campo ; y embió á mandar á los capita-
nes que estaban en guarnición contra las fortalesas
de Castronufio, é Cantalapiedra, é Cubillas, é Siete
Iglesias, que viniesen á él. E ovo consejo con el
bastardo su hermano Duque de Yillahermosa, é con
el Conde de Haro, su Condestable, de poner sitio so-
bre todas aquellas fortalezas, de las quales se fa-
dan continamente grandes robos é muertes, é se
despoblaba la tierra de la comarca ; los quales sitios
podia poner con menor dificultad , porque ya , se-
gún habernos dicho, estaba á su obediencia la db-
dad de Toro é su fortaleza, que fasta aquel tiempo
era grand impedimento para guerrear aquellas for-
talezas, é las sitiar. E luego mandó llamar las gen-
tes de armas de las comarcas , é puso sitio en un día
sobre aquellas cuatro fortalezas ; Ó dio cargo al bas-
tardo BU hermano del cerco de Siete Iglenas, é á
Pedro de Guzman del oerco de Cubillas, é al Obis-
po de Ayila, é á Vasco de Vivero , é á Alfonso de
Fonseca, é á Don Sancho de Castilla, del cerco de
Cantalapiedra, é á Don Luis, fijo del Conde de Buen-
dia, é á Don Fadríque Manrique, del cerco de Cas-
tronufio. Puestos estos sitios, el Rey andaba todos
' los dias dd un oerco al otro, proveyendo las cosas
necesarias, B luego á pocoe dias el alcayde de aque-
i DOl^A ISABEL. 8ld
Ha fortaleza de Cubillas demandó al Rey merced
que le segurase la vida é los bienes, é que la entre- .
garía. El Rey lo fizo, Ó redúxole á su servido, é to-
mó la fortaleza. E mandó á Pedro de Quzman que
con la gente que tenia en el cerco della, pdbase al '
sitio que estaba puesto sobre la fortaleza de Castro-:
nufio , porque en la defensa de aquella villa estaba
mayor copia de gente que la guardaba. El bastardo
hermano del Rey, puso ansimesmo gran diligenda
en el sitio que tenia puesto sobre la fortaleza de
Siete Igledas, y en espacio de dos meses la puso en
miicho estrecho ; é al fin la combatió con las lom-
bardas tan de recio por todas partes, que d alcay-
de, é los otros qne con él estaban, no se podiendo
mas defender, demandaron partido de las vidas, é
que entregarian la fortaleza; y el Rey otorgólo, é
luego la entregaron. Algunos de los que fueron to-
mados en los combates y escaramuzas mandó afor- ^
car, é toda aquella fortaleza luego el Rey la mandó
derribar. Los que estaban en Cantalapiedra, veyen-
do que no se podían defender, é que habían estado
cercados por espacio de tres meses , é no habían ni
esperaban haber socorro, demandaron ansimesmo
partido al Rey que los dexase ir d Portogal. El Rey
gelo otorgó, y entregaron la villa , Ó mandó derribar
todo lo fuerte della, é cegar las cavas é otras defen-
sas que tenían fechas, é mandóla restituir d Obispo*
de Salamanca, cuya era. E ansí quedó solo el sitio
que estaba puesto sobre Castronufio, alqual mandó
pasar toda la gente que estaba en los cercos de las
otras fortalezas que eran entregadas. E mandó po-
ner dos reales, é guardar por la parte dd rio de
Duero, porque por d agua, ni por la tierra, no pu-
diesen haber entrada ni salida en la villa ; esto fe-
cho, acordó de combatir la villa. Algunos capitanes
de los que dlí eran quisieron impedir el combate,
porque les pareció peligroso, por estar la villa tan
fortalecida de cavas é baluartes é otras defensas, é
bastecida de mucha gente para la defender ; é de-
cían que teniéndolos cercados algunos dias sin los
combatir, geles enfiaquecerian las fuerzas; Ó tra-
yendo mas pertrechos, se podria con mayor fuerza
é menor peligro facer el combate. Otros dedan qne
se debia combatir luego durante el disfavor é temor
que los de dentro tenían por la entrega de las otras
fortalezas ; porque sí dilataba el combate, sus gen-
tes é los caballos que tenían allí en el campo por
ser comienzo de invierno, se perdcrian ó no lo po-
drian sofrir. Eso mesmo se dafiaria la pólvora ó loé
otros pertrechos que tenían, é todo su exérdto re-
cibiria mucho dafio ri en tiempo de invierno este-
viesen como estaban en el campo , é que le seria ne-
cesario alzar el real, de lo qual.gele nguiria gran
deservicio ; é que entendían con el ayuda de Dios
que se daria tal diligencia en el combate, que por.
fuerza entrasen la vÜla; é aposentada la gente en
las casas podrían pasar el invierno, é tener sitiada
la fortaleza como complia. El Rey, oída aquella ra-
zón, parecióle que el combate se debía dar, é man-
dó luego aderezar las cosas que para ello eran ne-
cesarias. E una mafiana al alba dd día, comenzaroii
á2Ó
OBÓIHOAS t)B iiOB ÍLJgtEB DA OASVlLLiL
á llegar loi pertrechos ¡^ára cegar las cayas, 6 der-
ribar las otras def enaas que teDÍan fechas , porqae
padiese» llegar las escalas al moro por aquellos lu-
gares que enteudieron que podían llegar. Los de
dentro salieron de la villa á pelear con la gente que
traían los pertrechos por los impedir que no llega-
sen ; é fué la polea tan grande aquel dia entre los
unos é los otros, que murieron é fueron feridos mu-
chos de la una parte é de la otra ; é al fin los de den-
tro é los do fuera se retraxeron , porque la noche les
impidió de manera que no pudieron mas pelear. Otro
dia por la mafiana tomaron con los pertrechos á ce-
gar las cavas con mucho peonage que el Rey man-
dó llamar. Los de la villa salieron según que de pri-
mero hablan salido á pelear, é desde las defensas é
baluartes que tenian fechos defendían quanto po-
^ dian que las cavas no se cegasen, porque la gente del
Bey no oviese lugar de llegar las escalas al muro.
Esta manera de combatir unos con otros duró por es-
pacio de diea dias, en los quales murieron é fueron
feridos muchos de la una parte é de la otra. El Bey
andaba á todas partes esfonando sus gentes, é pro-
veyéndolos de las cosas necesarias al combate, fas-
ta que acabaron de cegar por fueras de armas todas
las cavas, é derribar los baluartes por aquellos lu-
gares donde acordaron de dar el combate. Otro dia
por la mafiana , como quiera que la gente del Bey
habla reoebido grandes dafios en los combates de
los dias pasados, pero con grand ánimo llegaron á
poner las escalas al muro ; las quales puestas con
el gran número de artillería é ballestería que tira-
ban, los de dentro no lo podiendo mas defender, é
visto el dafto que recibían , y el poco fruto que fa-
cían, desampararon la villa e retraxéronse á la for-
taleaa, é las gentes del Bey entraron en ella por
• fuersa de armas, é todos quantos pudieron haber
pusieron á espada, que ninguno escapó. £1 Bey, en-
trada, la villa, mandó aposentar en ella sus gentes,
é barrear las calles, é poner estanzas en circuito de
' la fortaleaa,las quales fomedó de muchas gentes é
pertrechos, los quales eran necesarios: de manera
que la fortaleaa quedó aitiada por todas partes. El
Alcayde púsose en defensa, para lo qual tenía qua-
trocíentos homes Castellanos é Portogueses, entre
los quales habia mas de cien escuderos Oastellanos,
homes cursados en la guerra que vivían con él. Te-
nia ansimesmo muchos bastimentos de pan é vino
é carne , é de todas las otras cosas necesarias al pro-
veimiento de los que con él eran, y esto tenia en
grand abundancia. Tenia ansimesmo gran copia de
pertrechos ó artillerías para defender é ofender : de
todas estas cosas estaba tan bien f ornecído , que nin-
gún Rey pudiera mejor bastecer ninguna fortalesa
que con gran diligencia quisiera tener proveída.- B
porque los que esta Orónica leyeren tomen exemplo
en las cosas pasadas para las que tovieren presen-
tes, é sepan quanto deben fuir de ser causa de di-
visión en los reynos, porque es un pecado detesta-
ble , ó de que Dios es deservido , é los reynos donde
los hay son destruidos, é los malos han lugar para
sus malos deseos, ó los buenos son oprimidos é fa-
tigados : es de saber que este Alcayde de Oast|on«<
fio fué un home de baza manera, que se decía Pe-
dro de Mendafia (1) , fijo de otro Alcayde de Castro-
nufio Gallego ; y este fué natural de Paradinas, al
qual puso en aquel castillo por Alcayde Don Juan
de Valenzuela, Prior de la Orden de San Juan, que
fué privado de aquel Prioradgo. T en el tiempo que
el Arzobispo de Toledo , y el Maestre de Santiago , y
el Almirante de Castilla , y el Duque Don Alvaro , é
otros caballeros é perlados ficieron la división en el
Beyno quando afasaron por Bey al Príncipe Don Al-
fonso en la cibdad de Avila ; este Alcayde de Cas-
tronufio, veyendo tiempo dispuesto á su deseo é in-
clinación natural , recibió en aquella fortalesa mu-
chos ladrones é robadores con los furtos é robos que
facían en las comarcas, é defendíalos en aquella
fortalesa. Eso mesmo defendía á otros homes mata-
dores é criminosos é adebdados, é á otros que ha-
bían cometido excesos é maleficios. Los homes des-
ta condición crecieron en gran número so la defen.
sa deste alcayde ¡ ol qual como se vído acompafiado
de gente á quien su maldad apremiaba que le aoom-
pafiasen. Dios que muchas veces permite las guer-
ras para punir ó enmendar los pecados de los ho-
mes, permitió de crecer el coraaon deste Alcayde á
mayores cosas, é tomó las fortalesas que habernos
dicho de Cubillas, é Cantalapíedra, é fortaleció la
de Siete Iglesias , é puso gente en ellas ; de las qua-
les continamente robaban por aquellas comarcas, é
acudían á él con la mayor parte de lo robado. Tomó
ansimesmo la villa de Tordesillas, de la qual estovo
apoderado, é de tal manera creció su poder, que Isa
cíbdades de Burgos, é Avila, é Salaoianoa, é Sego-
vía, é Valladolid, é Medina, é todas las otras villas
de las comarcas, lo daban cierta quantía de pan é
vino é maravedís por haber seguridad. B allende
desto les facía otras demandas de dineros é de ga^
nados, é todo le era pagadq á su voluntad , é con
esta tiranía llegó á tanta riqueaa , que continamente
pagaba sueldo á trecientos homes á caballo. E to-
dos los Grandes del Beyno de aquellas comarcas le
habían miedo , é le daban dádivas porque no lee fl-
ciese guerra en sus tierras. E desto vino á tener mu-
chos servidores é grande estado; en especial tenia
homes dispuestos para la guerra, que vivían con
él , los quales destruían las costumbres de los homes
también como los bienes. E ¿este alcayde tomaron
exemplo otros muchos alcaydes del Beyno, que se
pusieron á robar é rescatar pueblos, é facer é defen-
der los crimines é maleficios que los robadores fa-
cían: en loa qualoa crimines se manifestó bien el
justo juicio de Dios ; porque los mas de los caballe-
ros que fueron causa de aquella división que habe-
mos dicho , por la qual este alcayde ovo crecimien'
to, fueron guerreados é injuriados, é continamente
ofendidos del é de los otros alcaydes é tíranos ; de
(1) Ba el MaBuerito del Escorial te lee Pedro de Á9máúMp, j
en el del Seflor Nítí, de MMétUo, El Cera de los Palacios le llama
Pedro de Meadaflo , y dice qae era Mjo de na svrrador de Para-
dinas , aldea de Salamanca ; en lo demás va conforme con esta
Crónica. Bemald., UitlotU 4c lo$ A^m CétáHcoi, cap. lu.
tiiáiierá <itie no feo podian Mmediar á las guerras é
rMoatéa que á ellos 6 á sus vasallos é tierras faoian
de contíno. Donde podemos bien creer qne fuera
menos dafio á los caballeros sof rir qualesquier ma-
les que de los Beyes , aunque fuesen malos, les pu-
dieran yeuir, que aquellos que de tantas partes so-
frían, por la inobediencia que al Rey mostraron , é
división que en el Reyno fideron. Este aloayde an-
simesmo títís con grande miedo de los estrafios, é
mas de los suyos, ¿ ni lugar ni hora le eran segu-
ros, ni la noche tenia sin pena, ni el dia con repo-
so, porque estaba acompañado de malos homes, de
quien recelaba ser muerto , é quisiera retraerse de
aquella manera de vivir con parte de sus riqueaas,
salvo que estaba ya tan enlazado de los mdes en
qne él mesmo se metió , que ni estar en aquella vida
le era seguro , ni para salir della tenia lugar. B an-
sí se mostró como los malos de sus mesmos males
son combatidos , porque detios los nacen talos tra-
bajos, que los face vivir en contina pena. Oomo la
villa fué entrada, luego el Aloayde puso gran re-
cabdo en su fortálesa, é repartió su gente á pelear
con la gente del Rey que estaba en las estansas, do
morían y eran feridos muchos de la una parte é de
la otra, con los grandes tiros de pólvora é de balles-
tas que se tiraban. El Bey como dezó cercada aque-
lla fortaleza, partió de allf , é fué para la villa de
Medina del Oampo á proveer en las cosas que ocur-
rían y eran necesarías en aquellas comarcas.
OAPtrULO LXVII.
De cono el Rey tomó la fortaleu de Monlees.
Estando el Rey en la villa de Medina del Campo,
vino á él un caballero qne se llamaba García Oso-
rio, que tenia el cargo de la justicia en la cibdad de
Salamanca ; é notificóle como un caballero natural
de aquella cibdad que so llamaba Rodrigo Maldo-
nado, fué desobediente á la justicia, é vivia mal é
tenia tiránicamente el castillo de Monleon , que es
de aquella cibdad bien cercano al Reyno de Porto-
gal, en el qual habia labrado moneda falsa, é ha-
bla cometido otros crimines en deservicio de Dios é
suyo, é dafio de toda la tierra, la qual tenia muy
oprimida con robos é tiranías. El Rey oida aquella
querella, é informado de los delictos que aquel al-
oayde habia fecho, luego á la hora cabalgó, é solo
con un Secretario é con un Alcalde de su Corte que
se llamaba el Licenciado Diego de Proafio, en es-
pacio de ocho horas fué desde Medina á la oibdad
de Salamanca donde estaba aquel Maldonado; é
descabalgó en la posada del Corregidor, el qual le
avisó como aquel aloayde estaba en su casa con otros
caballeros de la cibdad. El Rey que estaba allí se-
cretamente, cabalgó en su caballo, é fué para la
casa do estaba aquel caballero; é luego se sopo de
uno en otro oomo el Rey estaba en la cibdad | é to-
dos los caballeros 'é gentes della se armaron , é vi-
nieron para el Rey. Aquel aloayde como sopo que
él Rey estaba en la oibdad| é que la salida de su 1
a.-IIL
A htíSk tdkhisL 821
casa no le era segura, porque el Rey estaba ya á la
puerta con mucha gente, fuyó por los tejados, é me-
tióse en el monesterio de Sant Franoisoo. Como el
Rey lo sopo, mandó á las gentes que cercasen por
todas partes el mo.nesterio. El €hiardian é los Fray-
Íes, oomo vieron qne el Rey mandaba entrar en el
monesterio, suplicáronle que no quisiese facer vio-
lencia en aquella casa de oración, é que le ploguie-
se acatar aquella reverencia que cathólico principe
debe á los templos de Dios, é le ploguiese dar segu-
ro para que aquel caballero no padeciese muerte ni
lisien en su persona, y dios g^lo entregarian para
facer lo que Su Altesa mandase. El Rey oomo quie-
ra que fué informado que aquel aloayde habia co-
metido delictos de tan mala calidad , qne no era dig-
no de gozar del privilegio de la Iglesia ; pero por
reverenda de aquel templo , é acatadas las humildes
suplicaciones del Guardian é de aquellos Frayles,
prometióles de salvar la vida de aqud aloayde | se-
gún gelo suplicaron, si entregase la fortaleza de
Monleon. Los Frayles habido el seguro dd Rey, en-
tregáronle aquel caballero, é mandólo poner en pri-
dones, é llevarlo á la fortalesa; é quando fué cerca
della, le dixo ; • Aloayde, cumple que luego me deis
a esta fortdesa.» El Aloayde dizo: • Pláceme de lo
•facer ; dadme, Sefior, lugar que fable con mi mu-
» ger é con mis criados que están dentro para que lo
•fagan.» El Rey mandó que saliesen seguros de la
fortaleza á fablar con d Alcayde aquellos que él
llamase ; é luego salieron á él algunos de sus cria-
dos, d los quales el Aloayde dixo : t Criados, el Rey
«demanda esta fortaleza , é yo estoy en sus manos, é
» mi vida está en las vuestras ; por ende oumple que
«luego salgáis della, é dedd á mi mug^r que la en-
e treguo á quien d Rey mandarejí Aquellos sus cria-
dos tornaron con el mandamiento del Alcayde, é
quando se vieron dentro, dixeron que en ningún/
caso la entregarían al Rey, d no fioiese grandes
mercedes d Alcayde Ó á ellos. Dedan ansimesmo
que si facían dgun mal d Alcayde , luego se junta-
rían con los Portogueses á facer cruda guerra en
Castilla. Como el Rey vido que se dilataba la entre*
ga de la fortalesa, é que demandaban mercedes, é
fadan amenazas, dixo con grand indinaoion al Al-
oayde: t Disponeos, Alcayde, á la muerte, que os
i dan esos á quien fiasteis la fortdeza. i B mandó
que luego á vista de su muger, é de todos los que
estaban en la fortdeza, le degollasen. El Aloayde,
vista la sentencia dd Rey é oomo lo llevaban á de-
gollar, daba voces á los suyos, é demandábales que
entregasen la fortdeza, porque le escusasen la
muerte. Los suyos desde las almenas le dedan que
en ningún caso la entregarían ; é que d él padecie-
se por aquella causa, dios ferian td guerra en Cas-
tilla, por donde su muerte fuese bien vengada. Trd-
do ya d lugar do el Rey mandó que lo degoUssen,
llamó á su muger, é díxole : tO muger, gran dolor
• llevo por haber conoddo tan tarde el amor tan
•falso que me mostrabas ; dñ dubda parece agora ^
•bien que te pesaba de mi vida, pues eres causa de
•mi muerte; no me mata ñor cierto el Rey, sino tá|
21
ílíA
6bÓnICA6 Í)E LAS retes DB OASntLÁ.
»ni menot mo nuiU aste qoe me «U lu maiiot,iiiaf
BmáUnnm mis crúidcM , porque les fié lo mió. B qna
imei^iroirochA, docUéi,yo nmerto, U TengaiizA
»do mi muerte?» Ettee 6 otrae coww qoe decian oian
loa de la fortaleea ; loa qnalea yeyendo que ya le
qnenaa degollar, moTidoa á oompaaion de aqneliaa
palabrea, llamaron á yooea é dixeron qoe eotrega-
rian la fortaleza ^ ■oyendo aegaroa de la vida del Al-
oayde é de la aaya. B lo^o el Bey dio el seguro
que demandaban, y elloa salieron de la fortalesa, 6
la dezaron libre; la qnal mandó el Bey entregar á
un oaballero su criado, qoe ae llamaba Diego Ruis
de Montalyo, natural de la Tilla de Medina del Oam-
po« Oomo el Bey oro aquella fortaleza , volvió para
la cíbdad de Salamanca, é dende fué á proveer en
el sitio que tenia pneato sobre la fortalesa de Gta-
tronufto.
CAPÍTULO LXVm.
Dt íu coMS <■• la Reyu lio n la Uerra it Ealrma4ara , é las
fortaleías qae eade tomé.
Según habernos recontado, quando el Rey partió
de Madrid para proveer en los oercos de Oastronu-
fio, é de las otras fortalezaa que estaban por el Rey
de Portogal, la Reyna anaimesmo partió para Es-
tramadora, é vino para la villa de Guadalupe. B de
allí embió un su Secretario á Pedro do Baeza, AU
oaydedela fortaleza de Trogillo, con el qual le
embió mandar que la entregase á Qonzalo de Avila,
Sefior de Yillatoro, que la habia de tener cierto
tiempo en teroerfa, fasta ser oomplidas algunas co-
aaa asentadas con el Marqués de Villena. Aqnel Al-
cayde que estaba muy fortalecido, respondió que
en ningún caso la entregaría, antes entondia de la
defender fasta el postrimero dia de su vida ; é dixo
en reapuesta otras cosaa muy duras , é sio esperanza
de la entregar. La Reyna, oída aquella respuesta,
embió otra ves aquel Secretario á le prometer gran-
des dádivas é mercedes porque la entregase, á fio
de no venir al experimento de la fuerza por los in-
convinientes que algunos de su Gonsejo le decian
que ae podian seguir poniendo sitio sobre aquella
fortalesa, por estar tan cercana al Roy no de Porto-
gal. Bl Aloayde, oidas las promesas que la Reyna
le embió á facer, respondió mas duramente que pri-
mero habia respondido , y embió suplicar á la Rey-
na que ni le mandase entregar la fortaleza, ni me-
nos vinieae á aquella cibdad, porque le sería nece-
sario ponerse en defensa, de que ella podria recebir
algún deservicio. La Reyna, oida aquella respuesta
del Alcayde, ovo grand indinacion contra él. «¿E
»yo, dizo, tengo de sofrir la ley que mi subdito
» presume de ponerme, ni recelar la resistencia qoe
» piensa de me facer ? ¿ E dexaré yo de ir á mi cib-
»dad, entendiendo que cumple al servicio do Dios
lé mió, por el inconviniente qoe aquel Alcayde
1 piensa de poner en mi ida? Por cierto ningún buen
']^Rey lo fizo, ni menos lo faré yo.» E luego mandó
llamar gentes de armas de laa cibdades de Sevilla é
OórdoTft, é de todaa las otras del Andalucía; las
qnales vinieron á su llamamiento. B partió luego cU
Guadalupe, é fué para la cibdad de Trogillo , donde
fué muy alegremente reoebida por tódoa loa caballe-
rea é pueblo de aquella dbdad. B vinieron á ella loa
caballerea de aquella provincia é de soa comaitsaa ;
é anaimeamo vino alli á la servir el Maestre de Oa-
latrava, que oomo habemoa dicho era ya perdonado
é reducido á su servicio, é Don Alonso de Monroy,
Clavero de Alcántara, que ae llamaba. Maeatre do
aquel Maeetradgo, por la elección que algunos Oo-
mendadorea le ficieron por fin del Maestro Don Gó-
mez de Gáceres, postrero Maestre que fué de aque-
lla Orden. Mandó anaimesmo traer toda la artilürfa
é lombardas y engenios que habia en aquellaa co-
marcaa, y en algunos lugarea del Andalucía. B
porque se informó de los robos é crímines que se
f adán de algunas fortalezaa, especialmente del oaa-
tillo de Madrígalejo, donde cataba por Alcayde uno
que se llamaba Juan de Vargas, é de Gastilnovo,
donde estaba por Alcayde otro que se llamaba Pe-
dro de Orellana, luego loa mandó carear. B los Al-
caydes dellas, recelando la indinacion de la Reyna
si por fuerza f ueaen tomadoa, demandaron partido
á los capitanes que estaban en loa sitios , que la Rey-
na les perdonaae loa yerros é crímines que habían
cometido en los tiempos paaadoa, é que entregarían
las fortalezaa. La Reyna les perdonó su justicia , á
tal pacto, que satisficiesen á los agraviados de to-
doa los robos que hablan fecho, é se fallasen en po-
der de qnalesquier personas ; é con este partido en-
tregaron las fortalezas. B porque la Reyna fué in-
formada que de la fortaleza de Madrigalejo so ha-
bían fecho mayorca críminea é robos, mandóla der-
ribar. Do lo qual so imprimió tan grande miedo en
todos los de aquella tierra, que ningún alcayde de
toda Estreraadura osó facer robo ni fuerza de laa
que eolian facer, é todos vinieron, ó embiaron sus
gentes á la servir. Mandó anaimesmo la Reyna que
tornasen á fablar con aquel alcayde de la fortaleza
de Trogillo, para qae la entregase en tercería aegun
el Marqués de Villena lo habia prometido. Bl qual
le embió á suplicar con gran humiliacion que le plo-
guieso embiar por el Marqués que habia fiado del
aquella fortaleza, al qual la entregaría luego: por-
que no tenia mandamiento suyo para la entr^ar á
otra persona, ni menos de la dar en la tercería que
el Marqués era obligado de la poner. La Reyna de-
liberó sor mejor consejo embiar á llamar, al Marqués
de Villena para que la ficiese entregar, que poner
sitio sobre la fortaleza. B luego embió á su Seore-
tarío Fernán Alvarez de Toledo, con el qual embió
á mandar al Marqués que ficiese entregar aquella
fortaleza á Gonzalo de Avila, que la habia do tener
en tercería según ora obligado, é que si entendía
que aquel su alcayde no la entregaría por su carta,
viniese luego en persona á gelo mandar. El Mar-
qués, oído el mandamiento de la Reyna, porque
creía que aquel su alcayde no la entregaría, salvo
á él, según gelo habia prometido quando del la con-
fió ; recelando la indinacion de la Reyna , vino á su
llamamiento. E como el Marqués llegó á Trogillo
1X)Ñ l'EttÑANbO
laego lá tteyna le mandó q,ae entregaie la foriala-
sa á Gonzalo de Avila, para qne la tovieoe en torce- -
ría segan estaba obligado, £1 Marqués le respondió
qae le placía, pero que bien sabia 8u Real Mag^-
tad que antes que aquella fortaleza oviese de poner
en tercería, se hablan de asentar otras cosas que
vBXí tabladas , tocantes á la restitución de algunos
ms oficios ó bienes, é de las Tillas é lugares del Mar-
luesado do Villena, que le estaban tomadas. La
^eina, oida la respuesta del Marqués, le dixo que
pospuesta toda dilación complia á su servicio que
entregase aquella fortaleza antes que en otra cosa
30 f ablase ; la qual entregada, ella mandaría enten-
der en sus negocios, y expedirlos, según de justicia
«e debian expedir, fil Marqués, vista la determina-
ia voluntad de la Beyna, mandó á aquel su alcayde
que entregase la fortaleza á qualquler persona que
la Beyna mandase. E luego el Alcayde abríó las
puertas de la fortaleza, y entraron en ella todos los
que la Reyna mandó. £ después entró ella acompa-
Ja de muchas gentes, é como quiera que la pudiera
ornar, é poner en ella por Alcayde á la persona que
.e ploguiera; pero por complir lo que estaba asen-
tado con ol Marqués , deliberó que se entregase á
aquel caballero Qonzalo de Avila, Sefior de Villato-
ro, que habemos dicho que la habia de tener en ter-
cería cierto tiempo, é no la quiso tomar en otra ma-
nera.
ÚAPÍTÜLO LXIX.
De cono la Reyna faé á Cteeres , é de lo qae allí fizo.
Puesta la fortaleza de Trogillo en tercería, luego
ia Reyna partió de lacibdad de Trogillo, é vino
para la villa de Gáoeres, en la qual estovo algunos
días ocupada, faciendo justicia de algunas personas
de aquélla villa , é de las otras de su comarca, que
%*eclamaron ante ella de fuerzas que habían padeci-
do en los tiempos pasados. £ otrosí , porque fué in-
formada que los oficios de regimientos , é mayordo-
mía, é fialdades, é otros algunos de la villa, eran
proveídos por elección fecha cada un afio á personas
de la villa , sobre la qual elección habia grandes de-
bates entre las dos parcialidades que allí eran ; de
lo qual se recrecieron cada afio muertos é otros in-
convinientes ; la Reyna por esonsar estos dafios, or-
denó por constitución perpetua , que los oficiales de
fialdades , é regimientos , é mayordomía , é los otros
oficios que fasta aquel tiempo habían seydo electi-
vos cada afio, fuesen donde en adelante por la vida
de aquellos d quien este afio cupiesen por suerte. E
mandó que viniesen ante ella tantos de la una par-
to como de la otra ; é aquellos que por suerte les cu-
piese, fuesen regidores de la villa para toda su vi-
da, é quando alguno muríese, ella é los Reyes sus
suboesores proveyesen á quien entendiesen que com-
pila á su servicio. T esto estableció en aquella villa
este afio por ley perpetua según habemos dicho ; de
la qual constitución todos los de la villa fueron con-
tentos , porque se quitó entre ellos la causa de sus
enemistades , é los males que cada afio dolías se se
i DOtik tSÁBÉL m
guian, por causa de la elección qne faoiañ do aque-
llos oficios. Proveyó ansim^smo en la frontera de
Portogal , é puso gente de armas en la cibdad de Ba-
dajoz , y en los otros lugares que debian estar para
defensa de la tierra. Estas provisiones fechas , ovo
su consejo de ir á la cibdad de Sevilla.
CAPÍTULO LXX.
De eeno la Reyna faé á la elbdad de Sefiila, é de laa eoaas
qne ende flio.
£n la cibdad de Sevilla ovo algunas guerras é di-
visiones entre Don Knrique de Guzman Duque de
Medinasidonia , é Don Rodrigo Ponce de Leoo Mar-
qués de Cáliz. T en la cibdad de Córdoba, ansimes-
mo habia otros grandes debates y enemistades entre
Don Diego Fernandez de Córdoba Conde de Cabra,
é Don Alonso de Aguilar Sefior de Montilla. Por
causa de las quales en aquellas dos dbdades y en
sus tierras é comarcas acaecieron en los tiempos
que reynaba el Rey Don Enrique, grandes escánda-
los é guerras, do se siguieron muertes de hemos , é
otras fuerzas é deliotos en gran destruioion de la
tierra. T especialmente fueron enagenadas las forta-
lezas que son en las tierras de aquellas oibdades en
poder de personas que ni al Rey ni á las oibdades
respondían con ellas; é facían guerra é paz á su ar-
bitrio sin conocimiento ninguno de superior. Ansi-
mesmo el Duque estaba apoderado del alcázar é tara-
zanas de la cibdad de Sevilla , y el Marqués de Cáliz
de la fortaleza de Xerez de la Frontera , é los Al-
caydes que tenían las fortalezas , cada una seguía
la parcialidad que le placía seguir. En esta manera
estaba aquella tierra por esta causa divisa en dos
partes. La Reyna, considerando que aquellas cib-
dades é sus comarcas, por los debates destos caba-
lleros no estaban ordenadas en justicia según de-
bian, acordó de ir d aquella provincia del Andalucía
por la pacificar, é quílar los debates que en ella ha-
bía. £ fué luego á la ciddad de Sevilla (1), donde
fué recebida con grande solemnidad é placer de los
caballeros, clerecía, cibdadados, é generalmente de
todo el común de la mbdad ; é para este recibimien-
to flderon grandes juegos é fiestas que duraron al"
gunos dias. Como la Reyna asentó en aquella cibdad,
é fué informada que había en ella muchos agra-
viados qne la deseaban ver por ir á ella con sus
querellas ; acordó de dar audiencia pública los días
de los Viémes en una gran sala de sus alcázares. Y
ella asentada en ana silla cubierta de un pafio de
oro , puesta en estrado de gradas altas , mandaba
qne se asentasen en un lugar baxo de donde ella es-
taba, á la una parte los perlados Ó caballeros, é á
la otra los dotores de su Consejo ; é los Secretarios
qne estoviesen delante della , é tomasen las peticio-
nes de los agraviados , é le fioieeeii relaoion dallas.
(II SI Cira de los Pataelof aeiata la entrada de la Reyna en Se-
Tilla i fS de Jnllo de 14T7, rayas UaTea y las de la forulesa le
enlregó el Daqae de Medinasidonia, qne estaba apoderado deella
desde la mnerte del Rey Don Bnriqne. Berasld., HI$L If S. tfs Ist
JleystCeMA,04r.l9.
S24
Ifandaba anslpudamo esUr delante della á los aloal-
dea é algnaciles de aa Oorte, ó aaa balleateroa de
mava. E mandaba f aoer á todos los querellantes oom-
plimiento de jnaticia sin dar Ingar á dilación. E si
alguna causa venia ante ella, que requiriese oír la
parte , cometíalo á algún dotor de su Consejo ; é
mandábale que pusiese diligenoia en examinar aque-
lla causa , é saber la yerdad de tal manera, que den-
tro de tercero dia alcanzase el agraviado justicia.
B desta manera en espacio de dos meses se fene-
deron y executaron muchos pleytos ó debates civi-
les 6 oríminales. Otrosí fueron muertos por justicia
algunos malfechores, é restituidas muchas perso-
nas en la posesión de los bienes y heredamientos,
que forzosamente les eran tomados ; los quales mu-
cho tiempo antes estaban pendientes. E con estas
justicias que mandaba ezecutar era muy amada de
los buenos , é temida de los malos ; los quales rece-
lando la justicia que la Beyna mandaba executar, se
ausentaron de la cibdad , é dallos se iban á tierra
de moros, doUos al Reyno de Portogal, 6 á otras
partes. E porque estos eran en gran número , ó rece-
laban que seria mayor, si la justicia con rigor en
todo se executase, los caballeros é cibdadanos é co-
munidad de la cibdad , considerando que según la
gran disolución de los tiempos pasados, pocos ha-
bla en la cibdad que careciesen de culpa, porque fa-
ciendo , ó favoreciendo , 6 en otras formas é circuns-
tancias de pecar, habia gran número de culpados,
oyieron su acuerdo de suplicar á la Rey na por per-
don general para todos. B platicaron este acuerdo
con Don Alonso de Solis Obispo de Cáliz (1), que
en aquella sazón estaba en la cibdad por Provisor
del Cardenal de Espafia Arzobispo de aquella Igle-
sia. B un dia aquel Obispo con gran multitud de los
caballeros é cibdadanos, con los quales iban algu-
nas mugeres, cuyos maridos, fijos y hermanos, el
miedo de la justicia habia fecho absentar de la cib-
dad , fueron ante la Reyna. 7 ella estando en su si-
lla real , el Obispo propuso ansí : «Muy alta y exce-
slente Reyua é Sefiora, estos caballeros é pueblo
9 desta vuestra cibdad , vienen aquí ante vuestra
9 real Magostad ; é vos notifican , que quanto gozo
» ovieron los días pasados con vuestra venida á esta
• vuestra tierra, tanto terror y espanto ha puesto
9 en ella el rigor grande que vuestros ministros
• muestran en la execucion de la justicia; el qual
• los ha convertido todo su placer en tristeza, toda
»sn alegría en miedo , é todo su gozo en angustia é
• trabajo. Muy excelente Reyna é Seftora , todos los
• homes generalmente, dice la Sacra Escriptura,
• que somos inclinados á mal ; é para refrenar esta
(1) Ed el US. del Steoria! se lee il nárreo la doU elfnieaie:
«Este Obiipo era natnral de Coea, hijo de ao labrador. Llandae
» non Pedro de Solia. Fué Obtapo de Tvl » y de Gddli, y Abad de
> Pfrraies. LlamÓae Soils porqae era arfado de Svero de Solia,
•tecino de Salamanea. EaU enterrado ea Coea en la capilla (|ae
»él blio, qae ertft janto i la Iglesia atayor.» El Cara de loa Pa-
léelos le llama Don Pedro Femandes de Solía, y diee qae fnó ano
de los eneargados perla Reyna para el primer esUblecimlento de
U Inqoisicion. Bemald., BM. i9 hi Reffn C»íáL, c^. 43.
ÜRÓlttOAg DE LOS ReV^ DE ÚASTÍLLA.
mala inclinación nuestra, son puestas y estableci-
das leyes é penas , ó fueron por Dios constituidos
reyes en las tierras , é ministros para las executar,
porque todos vivamos en paz é seguridad. Pero
qnando los reyes ó ministros son tales de quien no
se haya temor , ni geles cate obediencia , no nos
maravillemos que la natura humana , siguiendo
su mala inclinación , se desenfrene, é cometa de-
lictos y excesos en las tierras : especialmente en
vuestra Espafia , donde vemos que los homes por
la mayor parte pecan en un error oomnn, antepo-
niendo el servicio de sus seflores inferiores á la
obediencia que son obligados álos Reyes sus sobe-
ranos sefiores. E por cierto, ni á Dios debemos
ofender, aunque el Rey lo quiera, ni al Rey aun-
que nuestros sefiores nos lo manden. E porque per-
vertimos esta orden de obediencia, vienen en loi.
reynos muchas veces las guerras que leemos pasa-
das, é los males que vemos presentes. Notorio es,
muy poderosa Reyna é Sefiora, los delictos é crí-
menes cometidos generalmente en todos vuestro»
Reynos en tiempo del Rey Don Enrique vuestn
hermano, cuya ánima Dios haya, por la negligen-
cia grande de su justicia é poca obediencia de sufc
subditos ; la qual dio causa , que ansi como ovo di-
sensiones y escándalos en todas las mas de lascib-
dades de vuestros Reynos, ansí en esta, estos dos
caballeros vuestros sábditos Duque de Medina é
Marqués de Cáliz, se discordasen, é, con el poco
temor de la justicia real, se pusiesen en armaS|
en fuerza de las quales cada uno procuró de se-
guir su propósito en detrimento general de toda
esta tierra. Y en esta discordia cibdadana, pocos,
6 ningunos de los moradores della se pueden bue-
namente escuear de haber pecado , desobedeciendo
al sceptro real , siguiendo la parcialidad del uno {
del otro dcstos dos caballeros. E dexando do recon-
tar las batallas que entre ellos ovo en la cibdad (
fuera della , é tomando á los males particulares,
que por causa dolías se siguieron en toda la tierra;
no podemos por cierto negar que en aquel tiem-
po tan disoluto no fueron cometidas algunas fuer-
zas, muertes 6 robos, é otros excesos por muchos
vecinos desta cibdad ó su tierra, los qualea causó
la malicia del tiempo , ó no escusó la justicia del
Rey ; y estos son en tanto número, que pensamos
haber pocas l^asas en Sevilla que carezcan do pe-
cado, qnier cometiéndolo , quier encubriéndolo, 6
seyendo en él participantes por otras vias é cir-
cunstancias. E porque de los malos de las guerras
vemos caídas é destruidones de pueblos é ^ cibda-
des, creemos verdaderamente, que si esta guerra
mas durara, é Dios por su misericordia no lo re-
mediara asentando á Vuestra Magostad en la silla
real del Rey vuestro padre, esta cibdad de todo
punto pereciera é se asolara. B si estonces , muy
excelente Reyna é Sefiora, estaba en punto de se
perder por la poca justicia , agora está caida por la
mucha é muy rigurosa que vuestros jueces é mi-
nistros en ella executan. De la qual todo esta pue-
blo ha apelado I é agora apela para ante la olamsn-
DOK FERNANDO
« ola é piedad dé Vaeetra real Mageatad ; é oon las
» lágrimas é gemidos qae vedes 6 oiS| se humillan
» ante vos , é os Suplican que hayáis aquella piedad
» de vuesttus subditos, que Nuestro Sellor ha de to-
9 dos los vlYientes, é que vuestras entrafias reales se
9 oompadesoan de sus dolores, de sus destierros, de
9 sus pobresas , de sus angustias é trabajos, que oon-
9 Unamente padecen, andando fuera de sus oasas
9 por miedo de vuestra justicia. La qual, muy ezoe-
• lente Beyna é Sefiora, como quiera que se deba
i executar en los errados , pero no oon tan grande
) rigor que se cierre aquella loable puerta de la ole-
9 mencia, que face á los reyes amados , é si amados,
• de necesario temidos, porque ninguno ama á su
9 Bey, que no tema de le enojar. Verdad es, muy
9 excelente Beyna é Sefiora, que Nuestro Sefior tan
9 bien usa de la justída como de la piedad ; pero de
9 la justicia algunas veces, 6 de la piedad todas ve.
9 oes, é no solamente todas veces , mas todos los
9 momentos de la vida ; porque si siempre usase de
9 la justicia según siempre usa de la piedad, como
4 todos los mortales seamos dinos de pena, el mun-
« do en un instante pereceria. B anumesmo , porque
9 vuestra real prudencia sabe que el rigor de la jus-
9ticia engendra miedo, y el miedo turbación, é la
9 turbación algunas veces desesperación é pecado;
9 é de la piedad procede amor , é del amor caridad,
9 é de la caridad siempre se sigue mérito é gloria.
9 B por esta razón fallará Vuestra Excelencia que
0 la Sacra Scrlptura está llena de loores , ensalzando
9 la piedad, la mansedumbre , la misericordia, é la
9 clemencia, que son títulos é nombres de Nuestro
9 Sefior , el qual nos dice que aprendamos del , no á
9 8or rigurosos en la justicia : Moi aprended de m(,
9 dice, que eey humilde é maneo de eoroMon, La Santa
9 Iglesia cathólica continamente canta : Llena eetá
9 Señor la tierra de tu mieerieordia, B por el contíno
9 uso de su clemencia le llamamos : Mieeraior^ mi-'
9 eerieore , paUene, muUae mieerieordiae. Mire bien
9 Vuestra Alteza quantas veces refiere este su nom-
9brede misericordioso, lo que no fallamos veces
( 9 tan repetidas del nombre de justiciero, 6 mucho
9 menos de riguroso en la justicia ; porque él rigor
9 de la justicia vecino es de la crueldad , 6 aquel
9 principe se llama cruel, que aunque tiene causa,
9 no tiene templanza en el punir ; é la piedad oficio
9 os contino de nuestro Bedemptor , del qual toman-
9 do exemplo los Beyes y Emperadores , cuya fama
9 resplandece entre los vivos, perdonaron los humil-
9 des , é persiguieron los soberbios por remediar á
9 aquel que les di6 poder en las tierras. Entre los
9 quales aquel sabio é Bey Salomen , no demandó á
. 9 Dios que se membrase en los trabajos, no de las
9 limosnas , no de los otros méritos del Bey David
9 su padre , ni menos de las justicias que fizo , é pe-
9 ñas que executó. Mas mUmhraief dixo, Señor de
9 David f é de toda tu maneedumhre; por méritos de
9 la qual etttendia aquel Bey ganar la mansedum-
9 bre é la piedad de Dios , para remisión de sus pe-
9 cades é perpetuidad de su silla real. E vos, Beyna
9 muy excelente I tomando aquella dotrina mansa
i D09A ISABEL.* 825
9 de nuestro Salvador , é de los Beyes santos é bue-
9 nos, templad vuestra justicia, é repartid vuestra
9 misericordia en vuestra tierra; porque tanto seréis
9 junta oon su divinidad, quanto le remedáredes en
9 las obras ; é tanto le remedareis en las obras, quan-
9 to f uéredes piadosa ; é tanto seréis piadosa, quan-
9 to os compadeoiéredes é perdonáredes los misera*
9 bles que llaman y esperan con grande angustia
9 vuestra clemencia. La qual , muy excelente Bey-
9 na , debe estar principalmente arraygada en vues-
9 tra memoria, y en los conceptos de vuestra ánl-
9 ma ; porque se miembro Dios de vos é de vuestra
9 mansedumbre, é vos perdone oomo vos perdona-
9 redes, é vos dé vida oomo vos la diéredes ; é per-
9petúe vuestra silla real en vuestros descendientes
9 para siempre , especialmento oon los desta oibdad
9 aunque hayan errado, considerando que entre
9 tanta multitud de errores difícil era vivir por sola
9 inocencia. El Bey Don Juan vuestro padre, no solo
9 en una dbdad , ni en una provinda, mas en todos
9 sus Beynos fizo perdón general quando las disen*
9 sienes y escándalos en ellos acaeddos con los Li-
9 f antes de Aragón sus primos. Vemos ansimesmo,
9 que vuestra demencia manda poner en libertad á
9 los Portogueses que entraron en vuestros Beynos
9 á vos deservir, é cometieron en ellos grandes de-
9 Hotos é maleficios ; é no solamente los mandáis po«
9 ner en libertad, mas mandalslos proveer de vues*
9 tras limosnas, é reducirlos á sus tierras. Beduoid,
9 pues , Beyna excelente á los vuestros, á la piedad
9 que habéis con los estrafios, habadla con vuestros
9 naturales. Los quales ansí oomo el ánima enferma
9 de cobdlcia, aunque embuelta en el deseo de los
9 bienes temporales , siempre sospira á nuestro Dios
9 que las repare oon su misericordia , bien ansí estos
9 vuestros subditos , aunque embudtos en las guer-
9 ras é males pasados, pero todavía tovieron un fer-
9 viente deseo de vuestra victoria é prosperidad;
aporque en virtud de vuestro soeptro real , gozasen
9 de paz é seguridad , la qual muy humilmente os
9 suplican que derraméis en este vuestra dbdad é
9 tierra, porque ansí oomo damos gracias á Dios por
9 los males que refrenó vuestra justída, bien ansí
9 ge las demos por la vida que nos otorga vuestra
9 clemencia.»
Oomo el Obispo ovo feoho esta suplicación, la
Beyna veyendo la multitud de aquellos homes é
mugores atribulados , movida á oompadon de sus
lágrimas, respondió al Obispo, que liberalmente
mandarla remitir los yerros de aquellos homes cri-
minosos ; pero que no podía oon sana conscienda
perdonar las Injurias agenas , ni negar la justicia á
las personas que continamente redamaban delante
della , para que les ficlese justida de los agravios
que hablan reoebido. El Obispo replicó : t Sefiora,
9 muchos de los que aquí vienen á vos suplicar por
9 piedad, son los que ansimesmo vos demandan jus-
9 ticia. E ansí, muy excelente Sefiora, considerado
9 bien por vuestra muy alta prudencia , fallará que
9 esta cansa que se os presenta, es de calidad que
9 sufre bien recompensadonde las Injurias que unos
B26 GBÓNIOAS DE LOS BBYES DB OASTILLA.
i oometiaron á otros ; paea aquellos que 1m snírie-
i ron, Umbiea laa cometieron , mayormente por to-
• oar á gran número de peraonaa , donde el perdón
» ha mayor lagar por reparo detodauna cibdad.B
La Beyna, ooneiderando la calidad de todas aque-
llas querellas, é de sus oircunstanoias, respondió
que le placía conceder á su suplicación , ó que man-
daría dar la Orden que entendiese ser compUdera al
serricio de Dios é suyo , é á la seguridad de todos
ellos. B después que platicó la materia algunos dias
con los de su Gonsejo , mandó publicar perdón ge-
neral á todos los vecinos de la cibdad de Seyilla é
de BU tierra é Arzobispado, de todas las muertes y
excesos ó crímenes por ellos cometidos fasta aquel
día, ezoepto el crimen de la heregía. B ansimesmo,
que fuese restituido lo robado á la persona á quien
fuá tbmado en aquel tiempo que se fallase. Mandó
ansimesmo á ciertos homes que habían cometido
feos crimines , que fuesen desterrados de la cibdad
é de su tierra, dellospara siempre, dellos por algún
tiempo , según la calidad de sus excesos. B con este
perdón tomaron á la cibdad de Sevilla é su tierra
mas de quatro mil personas que andaban f nidos por
miedo de la justicia.
CAPÍTULO LXXL
D« lat alegieiones qse leieroi el Dsqoe da Medlni y el Maréate
de CilU , sno costra otro.
La Beyna veyendo la multitud de los pleitos é
negocios que había en aquella cibdad', mandó á sus
porteros que dexasen entrar á donde ella estaba to-
dos los que viniesen con algunas querellas ; ó con-
tinaba las audiencias públicas en su cámara. É los
de su Gonsejo é Alcaldes de su Gorte trabajaban por
BU mandado todos los dias en oír las querellas, é
facer complimiento de justicia á los agraviados.
Mandó ansimesmo, que si pleytos algunos viniesen
ante sus comisarios en que ovieee alguna dubda,
que le ficiesen relación dellos, é que ella por su per-
sona los determinaría, porque las gentes no gasta-
son su tiempo é bienes demandando justicia. Y en
estos tales entendía todos los dias, los quales exa-
minaba con tal diligencia, que conocía las alegacio-
nes que con malicia, é con intención de dilatar se
alegaban ; é sin dar lugar á ellos mandaba luego
executar la justicia. Esto fizo de tal manera , que
allende de las restituciones que se fícieron por bus
sentencias ó de bus comisarios , las gentes estaban
tan sometidas é temorizadas de las ponas que se
executaban, que qualquier que se sentía tener car-
go de otro, facía justicia de sí mesmo, é satisfacía á
la parte agraviada por temor, ó por vergüenza de
venir á juicio delante de la Reyna. Otrosí el Duque
de Medínasidonia, que tenía en aquella cibdad gran
parcialidad de parientes ó criados , suyos é do su
padre é abuelos, ñzo relación á la Beyna, como el
Marqués de Cáliz, é muchos de su parcialidad ha-
bían fecho é cometido grandes crimines é delíctos
en toda la tierra; é habían puesto aquella dbdad en
tanto escándalo en tiempo del Rey Don Enrique sn
hermano, qne algunas veoes estovo en ponto de so
perder. É después que ella habia sucedido en el Bey-
no, había tratado con el Bey de Portogal oosas cri-
minosas en sn deservioiOi mediante el Marqués de
Villena, cuya hermana tenia por muger. É represen-
tó á la Beyna sus servicios, diciendo los trabajos de
sn persona, é grandes gastos que había fecho de su
faoienda, por tener á su obediencia aquella oibdad
é toda aquella tierra, é la defender de las guerras
públicas é otras formas secretas qne el Marqués de
Cáliz habia tenido por entrar en ella é la poner en
obediencia del Bey de Portogal. Díxole ansimesmo
que el Marqués tenia la cibdad de Xerez opresa, é
los moradores della fuera de toda libertad, con las
grandes sinrazones que les facía. É que tenia tira-
nizada la fortaleza de Alcalá de Qnadayra, é otras
fortalezas de la dbdad de Sevilla ; é favorecía á los
aloaydes para qne no aoudiese^ con ellos á la cib-
dad cuyas son, ó para que desde ellas ficiesen las
fuerzas que habían fecho. En espedal favorecía al
Mariscal Femandarías de Sayavedra, qne tenia la
villa y el castillo de Tarifa, é la fortaleza de Utrera,
donde se habían fecho , é f adán robos é fuerzas á
los moradores de la comarca. En fin suplicóle, que
proveyese como Beyna justiciera debía proveer, re-
munerando á él los servicios que le había fecho, é
procediendo contra el Marqués por los crimines que
habia cometido. La Beyna, oídas aquellas razones,
respondió al Duque, que la principal causa porque
deliberó venir á aquella tierra, fué por quitar della
todos crimines é tiranías ; en lo qual entendía con
el ayuda de Dios, trabajar, fasta la poner on toda
seguridad. É díxole que o viese buena esperanza, é
pacificase los caballeros de sn parcialidad; porque
habiendo respeto á la justicia, ella estaba en propó-
sito de honrar su persona, é guardar las cosas que
le tocasen coiho de leal servidor. Los de la cibdad
de Sevilla, ansí los caballeros como los cibdadanos
é plebeyos, por la mayor parte eran afidonados al
Duque por la gran naturaleza que él é su padre é
abuelos de luengos tiempos tenían en aquella cib- \
dad ; é publicaban que según las cosas pasadas, el \
Marqués i-ebelaria á los mandamientos de la Beyna
é se pomia en resistencia contra ella si algo le man-
dase. É daban á entender á la Beyna, é consejában-
le que mandase aderezar todas las cosas necesarias
á la guerra contra el Marqués, antes que o viese lu-
gar de se proveer, porque bastecía la fortaleza de
Xerez, é las otras fortalezas que tenia ; é trabajaban
de índínar á la Boyna contra el Marqués, por qnan-
tas maneras podían. La Beyna, movida por estas
inf ormadones , é considerando que el Marqués no
había venido á le facer la reverencia qne debia
concibió alguna indínadon contra él. Como esto vi-
no á noticia del Marqués, acordó de venir á la Bey.
na solo con un su servidor. É una noche estando la
Beyna retraída en su cámara, el Marqués entró, é le
dixo estas palabras : a Védesmeaquí, Beyna muy po-
nderosa, en vuestras manos ; é si á Vuestra real Ma-
vgestad ploguíere, mostraré mi innocencia, é aque-
slla vista, faga Vuestra real Sefioría do mí aquello
DONFBBNANDO
»i|tie le placerá. Yo no vengo aqai oon fiaoia de la
«seguridad qae Vuestra real Magostad me baya da-
idO| pero vengo oon la que mi inocencia me da. Ni
•vengo á decir palabras, mas vengo amostrar obras;
nni menos quiero dafiar vuestras orejas reales, con-
• donando á ninguno, mas quiero salvar á mi con la
B verdad, que siempre salva al inocente. Embiad 6e-
• fiera á recebir vuestras fortalezas de Xeres, é de
•Alcalá, aquellas que mis adversarios vos dan á en-
• tender, que oon gran gente, é mucho tiempo son
•difíciles de haber; é si las de mi patrimonio com-
•plen á vuestro servicio , dende esta vuestra cámara
•las faré entregar, pues entrego mi persona. É por
•no enojar á Vuestra Magostad, dezode decir como
•el Duque mi adversario juntó la mayor parte del
•pueblo desta cibdad, ó vino á mi casa, é roe eclió
•della, é me desterró de mi natural esa. Ni menos
•quiero exprimir los agravios que á mi é á los mios
• ha fecho, porque Vuestra Señoría lo sabrá por ver-
•daderas informaciones. É sobre todo crea Vuestra
•real Sefioria, que me consolaré antes sofriendo
•vuestra ira que su orgullo. É si yo traté con el Bey
•de Portogol, ó fice alguna cosa en vuestro deservi-
• cio, á Dios que sabe las intenciones secretas doy
•por testigo, é á vos que habéis visto las obras pú-
•blicas.» La Royna, oídas aquellas razones fué muy
contenta, porque f abló breve, é con ef eto , é díxole:
«Marqués, verdad es que yo he habido do vos no
•buenas informaciones, pero la confianza que vos
•ha fecho venir aute mí, da sefial del descargo vues-
•tro; é dado que fuésedes diño de pena, haberos
•puesto desta manera en mis manos, me obligaria á
• usar con vos de benignidad. Entregad luego esas
• mis fortalezas de Xorez é de Alcalá que tenéis, ó
•yo mandaré entender en los debatea que son entre
•vos y el Duque de Medina , é determinaré aquello
•que sea justicia, guardando en todo vuestra hon-
•ra.^ El Marqués como vido á la Rey na aplacada, ó
sin indinacion, dizo : «Que le placía de entregar lue-
ngo aquellas fortalezas que le mandaba.» Otrosí le
dizo : «Téngovos, Sefiora, en merced sofi alada, que
•vos plega entender en estos debates que son entre
•mi y el Duque, porque fallará por cierto Vuestra
•real sefioria, que ninguno hay, salvo que quiere el
•Duque solo sefiorear esta cibdad ; é que ai vos, que
• sois softora, uséis de vuestro señorío, ni el caballo-
•ro que es natural, goce en ella de su naturaleza. E
• cerca de la información que vos ha fecho de los
•tratos que yo he tenido oon el Roy de Portogal en
• deservicio vuestro, por respeto de mi cufiado el
• Marqués de Villena; verdad es que yo soy oasado
•con su hermana, pero no me obligó el casamiento
•á que yo quisiese lo que él quiere, ni siguiese el
•camino que él siguió : cada uno es libre para facer
• aquello que entiende que debe seguir. É si por
•ventura por alguna via pública, ó escondida, Vues-
•tra Alteza fallare que yo en estos tiempos pasados
•favorecí la parte del Rey de Portogal, qualquiera
• pena que me mandáredes dar sufriré con paden-
• oia. Verdad es que no servia las guerras pasadas
»á Vuestra Alteza como debia, ó ^o deseaba, por los
i DOÑA ISABEL. 8^7
•impedimentos é guerras grandes que por parte del
•Duque me eran fechas ; en las quales no serví por
•cierto al Rey de Portogal, como el Duque dioe,ma8
•resistí á él como todos saben. » Dichas estas pala-
bras, partió de la cámara de la Reyna, é fué para la
cibdad de Xeres. La Reyna embió oon él á Juan de
Robres, un su capitán á tomar la fortaleza de Xerez,
é usar en la dbdad del oficio de justicia. El Marqués
entregó luego la fortaleza á aquel capitán, é ansi-
mesmo la fortaleza de Alcalá de Quadayra, la qual
mandó la Reyna que recibiese un caballero ,de su
casa, que se llamaba Pero Vaca.
CAPÍTULO LXXII.
Délas fortalezas de Sevilla, qoe so eatregaroB ft la Reyaa.
Como la venida del Marqués, é la entrega que fizo
de aquellas fortalezas, fué contra el pensamiento
del Duque , é de todos los de su parcialidad, é ge-
neralmente contra la opinión de todos loo de aquella
tierra, fueron maravillados; é pesó de aquella obe-
diencia que el Marqués fizo á algunos hemos de ma-
los deseos , tan bien de su parcialidad , como do la
parto contraría; porque oon la rebelión que espera-
ban del Marqués entendían que habría en aquella
tierra guerras y escándalos , do pensaban sor acre-
centadoo. Gomo aquellas fortalezas de Xerez é Alca-
lá fueron entregadas por el Marqués, luego mandó
la Reyna al Duque, que ansimesmo entregase las
fortalezas que tenia de la dbdad. El Duque, vístala
entrega que el Marqués habia fecho, entregó luego
las fortalezas de Frexenal, Aroche, Araoena, Librí-
xa, Alanis, Gonstantina, Alcantarilla i que d Duque
y él Marqués, é algunos caballeros de sus parciali-'
dados tenían. É puso la Reyna en días por alcaydes
hemos naturales de la dbdad, que venían con día é
no eran de ninguna destas parcialidades. Embió an-
simesmo la Reyna á mandar al Mariscal Fernanda-
rías de Bayavedra, que tenia la fortaleza de Tarifa,
que la entregase al Almirante Don Alonso Enríquez
tío del Rey, porque aquella tenenoia habia tenido el
Almirante Don Fadrique su padre. Otrosí le mandó
que entregase la fortaleza de Utrera, que era de la
cibdad de Sevilla, para que la toviese por la dbdad
la persona que ella mandase, según habia dispuesto
do todas las fortalezas de la cibdad. Aquel Maríscal
Fernandarias respondió , que las tenencias de aque-
llas fortalezas habían seydo de Qonzalo de Saya-
yedra su padre ; é que el Rey Don Enrique las ha-
bia confirmado á él, é no habia razón porque debie-
se ser desapoderado dellas. Y embió á mandar al
atcayde do la fortaleza de Utrera, é á los que esta-
ban oon él que se defendiesen é no la entregasen á
la Reyna , porque él los socorrería si fuesen cerca-
dos. La Reyna, sabida la respuesta dd Maríscal,
mandó luego á dertos capitanes do su guarda , que
fuesen á poner dtio sobre la fortaleza do Utrera. É
al cabo de quarenta días que estovo cercada, é fe-
chos algunos portilloB en el muro con las lombardas
que le tiraban ; por mandado do la Reyna fué á re-
quorír aquel sitio Gutierre de Cárdenas, su Contador
328
OBÓNIOAB DB LOS BETB8 DE 0A8TILLA.
mayor, por ver U dispiuddon en qve esUb*, é pro-
veer eii las oosaa que faeeen neoeaariaa. El qaal fué
á requerir al alcayde, ó á loe que oon él eran , qne
la entregasen á la Reyna, eegnn que buenos subdi-
tos é naturales eran obligados de facer, é qne les
salvaría las vidas: las quales merecían perder por
la rebelión qne habían mostrado á los mandamien-
tos de la Reyna, El aloayde, é los qne oon él esta-
ban, respondieron, que no la entregarían, salvo al
Mariscal Femandarias de Sayavedra , que allí los
habia puesto. Gomo esto oyó Gutierre de Cárdenas,
é conoció la rebelión de aquel alcayde, é de los que
oon él eran, ordenó la gente que en aquel sitio es-
taba en quatro partes, é oada una fomeció de per-
treohos, é mantas, é arülleria, é ballestería, la que
entendió ser necesaria para el combate. É todas las
cosas aparejadas, un día por la maflana combatió la
f ortalesa por quatro partes : en el qnal combate
murieron algunos homes de los defuera. Murió an-
simesmo el alcayde de la f ortaleaa , que se llamaba
Pedro de Quzman ; é duró el combate todo el día fas-
ta después de vísperas. Al fin los de dentro, porque
dellos eran muertos, dellos mal feridos, é todos los
otros cansados de la priesa que la gente de la Beyna
. les dio por todas partes, como vieron muerto al al«
cayde falleciéronle las fuerzas para pelear (1). É los
defuera ovieron lugar de entrar en la fortaleza por
fuersa, en la qual entrada fueron muertos é feridos
algunos escuderos de la guarda de la Reyna, que se
mostraron esforzados en aquella facienda, é fueron
presos veinte é dos homes que quedaron vivos de los
de la fortaleza. Estos traídos á la dbdad de Hevilla,
porque fueron rebeldes, é habían cometido grandes
crimines é robos, la Reyna los mandó aforcar.
CAPÍTULO LXXIII.
De lai eoiuqse pesaros el alo tlfiil<*te 4e m\\ é qoetrociestoi
é eetcDte é oebo eflos, é como eele efto nació el Principe Don
Jain.
El Rey, que según habemos contado , tenia pues-
to sitio sobre la fortaleza de Oastronufio , veyendo
qne no se podía combatir porque el lugar do estaba
fundada, era una cuesta alta é redonda , que se lla-
ma la Muela, en la qnal estaba gente de armas de
aquel alcayde , que la defendían , é la artillería no
habia lugar de tirar i parte ninguna donde ficiese
daño, por la dispusicion del lugar; acordó de dexar
en aquel cerco sus capitanes proveídos de lo qne
era necesario para el sitio. É vino (2) para la dbdad
(1) B flüo ét Utrera te pnao i Altinoe de Noftembre, pero no
te tomó hasta el Domlofo óe Qoaslmoóo óel slf nlente óe 1478^
como relere el Cara de los Palacios, aotor bien lastmldo en \u
cosas de Andalacla. También varia el nombre del Alcayde, á quien
llama Alonso Tcllex, un escudero qne vivía en casa del Marlsal
Fernand Arlas. Bemald., «ep. SI.
(i) El Rej entró en SoTlIla de alU á nn mes qne In Rejna, i ti-
timos de Agosto, como relere el Cnra de los Palacios, qne supone
que qnando el Marqués de Cádls se presentó estaban los Rejos
ya juntos» y es mu probable, porque Us resnlus de siiUr las
íurUleías rebeldes son posteriores á la venidn del Rey. Bemald.,
de Sevilla do estaba la R^na, é fué recebído por
todos los de la cibdad oon grand alegría ; é allí esto-
vo algunos días, en los quales la Reyna se fizo pre-
fiada. Este prefiado era muy deseado por todos los
del Reyno, porque no tenían sino á la Princesa Do-
fia Isabel que había siete aflos; en los quales la
Reyna no se había fecho prefiada. É oon grandes
suplicaciones é sacrificios, é obras pías que fizo, ple-
gó á Dios que concibió é parió en aquella cibdad un
fijo que se llamó el Príncipe Don Juan ; el qual na-
ció en aquella cibdad de Sevilla á veinte é nueve
días (3) del mes de Junio deste afio de mil é qua.
trocientos é setenta é ocho afíos. Por el nacimiento
deste Príncipe se ficieron grandes alegrías en todas
las dbdades é villas de los Reynos de Castilla é do
Aragón, é de Sicilia, y en todos los otros sefioríos
del Rey é de la Reyna, porque plogo i Dios darlos
heredero varen. £n estos días que el Rey é la Rey-
na estovieron en la cibdad de Sevilla , el Rey de
Granada embió sus embaxadores á demandar tre-
guas por cierto tiempo. £1 Rey é la Reyna acorda-
ron de gelas dar, pagando oada afio las parías que
los Reyes Moros acostumbraban dar. El Rey Moro
que se llamaba Muley Albohacen , respondió , que
los Reyes de Granada que solían dar parías eran
muertos; é que en las casas do se labraba estonoes
la moneda que se pagaba en parias , se labraban
agora fierros de lanzas para defender que no se pa~
gtson. £1 Rey é la Reyna , como quiera que cono-
cieron ser soberbiosa respuesta, pero acordaron de
gelas otorgar por tiempo de tres aflos, sin que se
pagasen las parits acostumbradas , por causa de la
guerra que tenían con el Rey de Portogal , é pen^
diente aquella, no estaban en tiempo de mover
guerra contra moros. Otrosí embiaron sus capitanes
contra aquel Maríscal Fernandarías , que habemos
dicho que tenia á Tarifa, para le facer guerra por
la rebelión que habia mostrado contra sus manda-
mientos, é mandáronle tomar todos sus bienes. El
Mariscal visto que no podía resistir el poderío real,
embió á suplicar al Rey é la Reyna, que le perdo-
nasen, é le mandasen restituir sus bienes que le ha-
bían tomado. £1 Rey é la Reyna, por contemplación
del Marqués de Cáliz , é de otros caballeros de la
cibdad parientes de aquel Mariscal , que les habían
bien servido, concedieron á sus suplicaciones, é
perdonáronle. É luego entregó la villa de Tarífa al
Almirante Don Alonso £ur¡quez tío del Rey; el
qual dio la tenencia della á Don Pero Enriquez su
hermano, Adelantado mayor del Andalucía. Ansi-
mesmo embiaron mandar á Pedro de Godoy un ca-
(S) El snmarlo de Galindes seAala el nacimiento del Principe
en f8 de Julio, y Nebrixa en t9; pero no fué sino ft SO, como
eslA en los Impruos, y lo comprueba Zdftiga por la carta de aflso
qne tuvo la ciudad de Sevilla en Miércoles i do Julio qne dice
como parló el dia antes. El mismo ano ft t9 de Jnlio^ Miércoles,
bubo eclipse de Sol total, visible en Europa, Asia y África , á it
polpdas del centro al S. 0. y empezó á observarse en Sevilla
como á las dos de la tarde. Gilínd., eie 1178; Bemald., eep. 34.
Este autor trae muy é la larga las fiestas que so blcleron al ukI-
miento del Principe , y isa solemnidades de sa bantiio y salida
de la Reyna i misa, up, 8i p 33.
DOS FBÜtHANDO
ballero que tenU la Tilla é loa alcásares de Oarmo-
na, qna Inego los antregaae. É como quiera qae eete
caballero quisiera demandar eqaiyalenoiaB é meroe-
dee por aquella tenencia que le quitaban ; pero con-
Btderando que no tenia lugar de mostrar desobe-
diencia áloe mandamientos reales, é vista la gran
diligencia que ponia la Reyna en cobrar las f ortale-
las de su Rejno que estaban enagenadas, é por la
justicia que vido que se executaba contra los rebel-
des á BUS mandamientos, ovo su acuerdo de las en-
tregar; la tenencia de las quales fué dada perla
Bejna á Gutierre de Cárdenas su Contador msyor.
CAPÍTULO LXXIV.
J0« cono ftié dado el Macttndgo de Sinett^go al Conendador *
mayor Don Aloeso de Cárdeeat .
El Comendador mayor de Loon, que so intitulaba
Maestre de Santiago, no embargante que, según ha-
bemos contado, la Reyna estorbó que no fuese ele-
gido en el convento de XJcles; pero nempre sirvió
con gran lealtad al Rey é á ella en la guerra contra
el Reyno de Portogal, en el qnal entró dos veces
con gente de armas, é fizo grandes quemas de luga-
res, é talas, é robos, é otros estragos. É siempre sir-
viéndoles con gran humildad, les suplicaba les plo-
guiese guardar su derecho cerca de la elección que
los Treces é Comendadores de la Orden le hablan
fecho en la provincia de León, é la qae todos en
concordia querían confirmar en el convento de
Ucles. El Rey é la Reyna, como qnier que hablan
acordado que el Rey oviese el Maestradgo en ad-
ministración, pero considerando los servicios é obe-
diencia del Comendador mayor, é que por ningún
estorbo ni contradicion que le ficieron cerca de su
elección, le mudaron la constancia que tovo en las '
cosas de su servicio; especialmente porque sintieron
algún cargo de sus consdencias, por contrariar las
constituciones de la Orden; acordaron de gelo otor-
gar, é dieron lugar que fuese elegido en conoordia
ó suplicaron al Papa que lo confirmase, y el Papa
lo confirmó. El Rey é la Reyna asentaron con él,
que de las rentas del Maestradgo fuese tonudo de
les dar todo el tiempo que fuese Maestre cada un
afio tres cuentos de maravedís, para el reparo é
bastimento de los castillos que son frontera de Gra-
nada, é para las otras cosas ooncemientes á la
guerra de los moros, y el Maestre lo otorgó, y en
esta manera ovo el Maestradgo de Santiago. Como
este Maestre fué proveído del Maestradgo, fué an-
simesmo proveído Don Gutierre de Cárdenas, Con-
tador mayor del Rey é de la Reyna, de la enco-
mienda mayor de León que tenia el Maestre. Este
Maestre era fijodalgo, é borne esforzado, é de buen
entendimiento, é heme piadoso, é limosnero; fué
natural de Ocafia, fijo de un caballero que se lla-
maba Don Garci López de Cárdenas, que fué Co-
mendador mayor de León en esta Orden de San-
tiago.
í DOlf A ISAfetíi. ' 829
r
CAPÍTULO LXXV.
De COMO el Rej fsé á ver al Rey de Anfoi n rtáre.
Recebidas las fortalezas de la tierra de Sevilla,
é de la villa de Carmena, el Rey partió de Sevilla
é fué á la cibdad de Trogillo, é tomó la fortaleza de
poder de Gonzalo de Ávila, que la tenia en tercería,
porque el término que la habla de tener era pasado:
la qual entregó á Sancho del Águila un caballero
de Avila, é proveyóla de gente, é de las otras cosas .
necesarías para la guerra que se continuaba contra
Portogal. E luego partió de Estremadura, é fué á la ,
cibdad de Victoría, donde esperó al Rey de Aragón
su padre; el qual vino allí, y el Rey le salió á reci*
bir fuera de la cibdad, é Uegó á él, é demandóle la
mano para gela besar, y el Rey de Aragón no gela
quiso dar. Otrosí se puso á su mano izquierda y el
Rey do Aragón no lo consintió. É ansí entraron en
la cibdad, el R^ de Aragón á la mano izquierda
del Rey su fijo, y el Rey fué con el Rey su padre
fasta su posada, é descabalgó en ella para le poner ,
en su cámara. El Rey de Aragón, quando sopo que
aquella era su posada, dixole: «Vos, fijo, que sois Be-
»fior principal de la Casa real de Castilla, donde yo
» vengo, sois aquel á quien todos los que venimos de
V aquella casa, somos obligados de acatar é servir
«como á nuestro Sefior é pariente mayor; é los ho-
s ñores que yo os debo en este caso, han mayor lu-
Bgar que la obediencia filial que vos me debéis
«oorno á padre: por tanto tomad á cabalgar, yo* me
Biré con vos á vuestra posada, porque ansí lo quiere
«la razon.B £1 Rey por los ruegos que el Rey su
padre le fizo, consintió que fuese con él f asMi su po-
sada. El Rey de Aragón estovo en aquella cibdad
por espacio de veinte dias, dando orden en las cosas
del Reyno de Navarra, que perteDoda al Rey Febo
su nieto, y en la paz é seguridad de aquel Royno.
Otrosí en las cosas que concernían á la buena go-
bernación de los Reynos de Aragón, é de Sicilia, é
do las otras islas; para lo qual era necesario plati-
car el uno con el otro. En todos los otros actos pú-
blicos é secretos que allí pasaron entre los dos Reyes
no consintió el Rey de Aragón que el Rey su fijo
le ficiese la cerimonia que le debia como á padre;
é todas las que él debia facer, fizo al Rey su fijo
como á pariente inayor. Fechas é asentadas todas
las oosas, para que allí se hablan juntado, el Rey
de Aragón volvió para su Reyno, y el Rey vino
para el sitio que tenia puesto sobre Castronufio, en
el qual falló que sus gentes tenían bien opremldos
á los que estaban en la fortaleza; porque como
quier que de los bastimentos no tenían mengua,
pero faltaban muchos homes que eran muertos é
feridos en las escaramuzas que de oontino facían.
El Rey, conocido él estado de aquel sitio, fizo mo-
ver partido al alcayde que entregase la forUleza.
El alcayde dio fabla, é púsose en trato de la dar
al Rey: porque el mucho tiempo que habla estado
sitiado sin haber mensagero ni esfuerzo del Rey de
Portogal, le fizo perder esperanza del socorro que
S80
CRÓNICAS BH LOS BEYES DE CASTILLA.
!• bAbift prometido. É anmmeBmo porque ya no Be
confiaba en la gente qne con él eataba, á la qnal
habla acostumbrado de tal manera, que recelando
de la dotrína qne él metmo les había dado, pensaba
que le matarían, é darían la fortaleza al Rey. £1
Rey ansimesmo, porque ovo nuevas que el Rey de
Portogal era despedido de Francia para pasar á su
Reyno, é considerando los inconyinientes que en la
dilación del tiempo podían nacer, condescendió al
partido que el Alcayde le demandó; é díóle seguri-
dad para que fuese á Portogal con todo lo que te-
nia en la fortaleaia. Y en esta manera la entregó al
Rey, la qual mandó luego derribar por los muchos
robos é fuerzas que della se habían fecho, é porque
no OTÍese lugar donde mas en adelante se fíoiesen.
Como la fortaleza de Caatronufio fué derribada, y
el Rey ovo expedido las cosas que fueron necesarias
en aquella comarca; luego vino para la cibdad de
Sevilla donde la Reyna estaba. É acordaron de par-
tir do allí para la cibdad de Córdoba, por dar órdon
en la justicia de aquella cibdad é de su tierra, é res-
tituir las fortalezas della que estaban tiranizadas,
é desagraviar á muchas personas que en los tiem-
pos pasados habían recebído dafios é fuerzas en sus
bienes. Antes qne partiesen de la cibdad de Sevilla,
el Marqués de Cáliz suplicó al Rey é á la Reyna qne
le diesen lugar que volviese á la cibdad á estar en
su casa, é no consintiesen que tanto tiempo estovie-
se desterrrado de su naturaleza, sin haber otra cau-
sa, salvo la enemistad que con él tenia el Duque de
Medina. El Rey é la Reyna, considerando que si
tornase á la cibdad, según las enemistades que ha-
bía entre el Duque y él, no se podrían escusar entre
ellos algunos inoonvinientes é daflos á los vecinos
do la cibdad, y escándalo en toda la tierra; acorda-
ron que ni él volviese á la cibdad de Sevilla, ni el
Duque estoviese en ella, é cada uno estoviese en su
tierra. É mandaron al Duque salir luego de la cib-
dad, é que no volviese á ella sin su licencia. Este
mandamiento que al Duque se fizo, le fué grave,
porque decía, que siempre había servido al Rey é á
la Reyna; é qne en los tiempos de las turbaciones
é guerras pasadas había sostenido con grandes tra-
bajos é peligros aquella cibdad para su servicio, é
que les había fecho leales sorvioios dinos de gran-
des mercedes; é que no solamente no gelas facían,
mas en lugar dellaa, le daban pena de destierro de
su casa é naturaleza. Decían ansimesmo, que no de-
bía ser fecha comparación de su persona é servicios
á la persona del Marqués de Cáliz que había deser-
vido. É decía otras razones, por do mostraba ser
agraviado de aquel mandamiento que le fué fecho.
El Rey é la Reyna, considerando qnaato compila al
servicio de Dios é suyo, é quantos dafios é muertes
se escusában estando absentes aquellos dos caballe-
ros de la cibdad, é que farían agravio al Marqués
si le doxasen fuera quedando el Duque en la cibdad,
insistieron en su primero mandamiento, é ficieron
salir de la cibdad al Duque; é prometieron al uno é
al otro, que habido tiempo convíniente entenderían
en sus debates, é darían tftl órdon, que con paz é
amor volviesen á estar en sus casas en la dbdad.
Embiaron ansimesmo en aquel aflo desde la cibdad
de Sevilla á Don Juan de Qamboa un caballero de
la Montafta criado del Rey, que era Alcalde de
Fuenterrabía, é al Licenciado Don Juan de Medina
Arcediano de Alraazan, del Consejo del Rey é de la
Reyna, por sus diputados á la villa de Fuentorra-
bia (1) con sos poderes bastantes para platicar é
oonf erir con el Obispo de Lnmbiers, é con otro ca-
ballero Francés, qne el Rey de Francia había em-
biado á la villa do Bayona por sus diputados, sobre
las materias de la paz que el Cardonal de Espafia
trataba que so finnase entro el Roy é la Reyna, y
el Rey de Francia é sus Reynos, é sobre las cosas
de las guerras pasadas.
CAPÍTULO LXXVI.
De la iraaéa qae m lio por mu, para cosqoitUr Ua Islat de la
Gran Canaria.
Acordaron el Rey é la Reyna de facer armada
por mar, y embiar á conquistar las islas do la Qran
Cañaría, aquellas que eran rebeldes é no estaban
sobjotas á sefiorío. E mandaron fornecer muchas
naos de armas, é bastimentos, é caballos, y embia-
ron por su capitán de aquella conquista á un caba-
llero natural de Xerez de la Frontera, que se lla-
maba Pedro de Vera, homo de buen esfuerzo, y
experimentado en las cosas de la guerra; el qual
descendió en las islas de la Qran Canaria, é peleó
muchas veces con las gentes bárbaras que moraban
en ellas. La qual conquista duró por espacio de tres
afios, en los quales ovo con aquellas gentes guerras
continas. Y el Rey é la Reyna ficieron grandes gas-
tos, porque oontinamento en todo tiempo embiaban
gentes de guerra, é otras grandes provisiones de
vino, é lienzo, é fierro, é pafio, é armas, é de todas
las otras cosas que eran necesarias al sostenimiento
de las gentes, quo por su mandado estaban en
aquella conquista. É al fin fueron puestas en subje-
cion del Rey é de la Reyna. Aquellas islas son tier-
ra muy caliente, é fértil de pan, é de muchos ga-
nados domésticos, é miel, é otros muchos frutos.
Las gentes que allí moraban no se vestían ropas
de lana, salvo pellejos de animales; ni tenían fierro
é defendíanse con piedras, é con varas de árboles,
que aguzaban con piedras agudas, las quales varas
por el grand uso que tenían de tirar, silian de sus
brazos tan recias como de ballestas é de arcos, é
pasaban una adarga; é defendíanse en cuevas, é
dellas facían tanta guerra que ninguno osaba me-
terse entre ellos por la espesura de las cuevas qne
tenían. Moraban en chozas, é ramadas de árboles,
5ue los defendían del fervor del sol é de las aguas.
I labraban la tierra con cuernos de vacas, é con
poca labor cogían mucho fruto, por la gran fertili-
dad de la tierra. Su creencia era en un solo Dios de
lo alto; é tenían un lugar do facían oración, é su
(1) Eo el MS. de Moifort hay «aa nota margtoal qso dice: Bil$
DON FERNANDO
rita era rociar aquel lugar do oraban con leche de
cabras que tenian apartadas, é las criaban para sólo
aquello; 6 á estas cabras llamaban ellos animales
santos. Su lengua era bárbara muy cerrada, é apar-
tada de la lengua castellana. Pero porque habla
ende otras islas, que estaban en la subjeoion del
Bey é de la Beyna, que eran ya chrístianos, los
qnales iban é venian muchas Teces á la cibdad de
SeTÍUa, y eran mostrados en nuestra lengua; de
aquellos tales llevaban intérpretes que entendían.
El Rey é la Reyna embiaron á aquellas islas fray-
Íes é clérigos, que los convirtiesen á la fé de Nues-
tro Salvador. Aquellas gentes eran muy agudas de
su natura, é placíales saber y entender las cosas de
nuestra fé. Ansimesmo en aquellos días partieron
de la cibdad de Sevilla é do los otros puertos del
Andalucía fasta treinta ó cinco caravelas para la
mina del oro : en las qnales iban muchos mercado-
res é personas que so sentían dispuestos para sofrir
el largo camino de la mar, é las dolencias que se
recrecían en aquella tierra. Los quales llevaban
cargadas las naos de aquellas ropas viejas, é con-
chas, é almireces, é manillas de latón, é de las otras
cosas que eran demandadas por las gentes que en
aquellas tierras moraban. T embiaron el Rey é la
Keyna en aquella flota por capitán un caballero que
se llamaba Pedro de Oovídes, á quien mandaron que
obedeciesen todas las gentes é mercaderes que iban
en aqneUa flota. É de todo el oro que se traía de
aquella tierra, el Rey é la Reyna habían la quinta
parte, de lo qual habían gran renta.
CAPÍTULO LXXVII.
De la bereeía que se falló en Sevilla y en Córdoba, y en oCna al-
ffiinaa elbdadea de loa Reynoa de GaaUlla, é Araron, é Valónela
ó CaUlafia (1).
Algunos Clérigos é personas religiosas é otros
muchos seglares, informaron al Rey é i la Reyna,
que en sus Reynos é sefioríos había muchos chrís-
tianos del linage de los judíos, que tomaban á ju-
dayzar, é facer ritos judaycos secretamente en sus
casas; é ni creían la fé christlaha, ni facían las
(1) El Cronista refiere en este eapflalo varias cosas qae perte-
necen i distintos tiempos. La ordenanza 6 edicto del Cardenal de
Mendosa fué beeha y publicada en este afio, pero no la conce-
sión de la Bola, ni el ostabieclniento do la Inqniaidon. Los Re-
yes i sn partida de Sevilla dejaron encarrado este negocio at
Provlaor Don Pedro de SoUa, al Asistente Diego de Merlo, y á nn
Religioso de San Pablo llamado Fray Alonso, y estos formaron el
primer pian de la Inqniaicion, sobre el qnal se pidió la Bita á
Sixto IV y éste la concedió en 1480, alendo encargados de esto
negocio en Boma Don Francisco de Santilian, Obispo de Osma, y
aa bermano Don Diego de Santilian ambos Sevillanos, bljos del
Doctor Ray García de Santilian, del Consto del Rey Don Joan II,
como trae Zdfilga en ana ÁnuL, año ii80, p, 389. Pero el esuble-
cimiento formal de la Inqnlslclon no se efeclaó basta el año 1481,
como afirma el Cora do los Palacios, y comprneba el mismo Zd-
ftiga por la lápida qoe está on la portada de dicho Tribunal en
Sevilla. Am/., «ffo 1481, f, 589. Bernaldez sefiala los tres primeros
Inquisidores, fM Amtm íom Frffiet d$SmUo Dominfú, m PrtH».
do/ i m Vicario, oi ano ¡Umédo Fro§ Mifuei, y oi otro Frtf Jtum,
é con eiiot el Mor de Meiln», Clérigo do Sm Pedro, eie* Bernald.,
Myr. 4Sy44.
É DOÑA ISABEL. * 831
ohras <lue oath^cos chrístianos debian facer. É so-
bre este caso les encargaban las consoiendaSi re-
quíriéndoles, que pues eran príncipes oathólioos, cas-
tigasen aquel error detestable; porque sí lo dexasen
sin castigOi é no se atajaba, podría crecer de tal ma»
ñera, que nuestra santa fé oathólica recibiese gran
detrimento. Eeto sabido por el Rey é por la Beyna,
ovieron gran pesar, por se fallar en sus sefioifíos
personas que no sintiesen bien de la fé oathólica, é
fuesen hereges é apóstatas. Sobre lo qual el Carde-
nal de Bspafia Arzobispo de Sevilla, fizo oierta cons-
titución en la cibdad de Seyüla, conforme á los sa-
cros Cánones, de la forma que con el christiano se
debe tener desde el día que nace, ansí en el sacra-
mento del baptismo, como en todos los otros sacra-
mentos que debe recebir, é de lo que debe ser doc-
trinado, é debe usar ó creer como fiel christiano, en
todos los días é tiempos do su vida, fasta el día áe
su muerte. É mandólo publicar por todas las Igle-
sias de la cibdad, é poner en tablas en cada parro-
quia por firme constitución. É otrosí de lo que los
curas é olórigos deben dotrínar á sus feligreses,
é lo que los feligreses deben guardar é mostrar á
sus fijos. Otrosí el Rey é la Reyna dieron cargo á
algunos Frayles é Clérigos, é otras personas reli-
gicsas, que dellos predicando en público, dallos en
fablas privadas é particulares, informasen en la
i i á aquellas personas, é los instruyesen, é reduze-
sen á la verdadera creencia de Nuestro Sefior Jesu
Christo, é les mostrasen en quanta damnación per-
petua de sus ánimas, é perdición de sus cuerpos é
bienes incurrían por facer ritos judaycos.
Estos Religiosos á quien fué dado este cargo, co-
mo quier que primero con dulces amonestaciones, é
después con agras reprehensiones, trabajaron por
reducir á estos que judaysaban, pero aprovechó
poco á su pertinacia ciega que sostenían. piOs quBr
les aunque negaban y encubrían su yerro, pero se-
cretamente tomaban á recaer en él, blasfemando el
nombre é dotrina de nuestro sefior é redemptor Jesu
Christo. £1 Rey é la Reyna, considerando la mala é
perversa calidad de aquel error, é queriéndolo oon
grand estudio é diligencia remedisr, embíáronlo á
notificar al Sumo Pontífice, el qual dio su bula, por
la qual mandó, que ovíese Inquisidores en todos
los Reynos é sefiorios del Rey é de la Beyna, los
quales inquiriesen de la fé, é castigasen los culpa-
dos del pecado de la herética pravídad ; é dio el car-
go principal desta inquisición á un Belígioso de
vida honesta, que tenía gran zelo de la fé, que se
llamaba Fray Tomas de Torquemada, Confesor del
Rey, é Prior del monesterio de Santa Cruz áh Sego-
via, de la Orden de Santo Domingo. Este Prior que
era principal Inquisidor, substituyó en su lugar In-
quisidores en todas las mas cibdades é villas de los
Reynos de Castilla, é Aragón , ó Valencia, é Oatalu-
fia. Los quales ficieron inquisición sobre aquella
materia de la herética pravídad, en cada tierra ó
comarca donde eran puestos ; é ponían en ellas sus
cartas de edites, fundadas por derecho, para que
aquellos que habían judayzado, ó no sentían bien
882
ORÓNIOÁS BE LOS BETES DE OAfiTILLA.
de la fé I dentro de cierto tiempo viniesen á decir
fus onipas, é ee reconciliasen con la Santa madre
Iglesia. Por yirtnd destas cartas y editos, muchas
personas de aquel línage, dentro del término que
era sefialado, parecían ante los Inquisidores, é con-
fesaban sus culpas ó yerros qae en este crimen de
heregía hablan cometido; Á los quales daban peni-
tencias según la calidad del crimen en que cada uno
habia incurrido. Fueron estos mas de quince mil
personas, ansi homes como mugeres. E si algunos
habia culpados en aquel crimen , é no yenian á se
reoonciliar dentro del término que les era puesto,
habida información de testigos del yerro que ha-
bían cometido, luego eran presos, é se facían proce-
sos contra ellos, por yirtud de los quales eran con-
denados por hereges é apóstatas, é remitidos á la
justicia seglar. Destos fueron quemados en diversas
veces y en algunas oibdades é villas, fasta dos mil
homes ó mugeres; é otros fueron condenados á cár-
cel perpetua, é á otros fué dado por penitencia, que
todos los días de su vida andoviesen sefialados con
cruces grandes coloradas, puestas sobre sus ropas
de vestir en los pechos y en las espaldas. B los inha-
bilitaron, ansí á ellos como á sus fijos, de todo oficio
público que fuese deoonfianaa, é constituyeron que
ellos ni ellas no pudiesen vestir, ni traer seda, ni
oro, ni cliamelote, so pena de muerte. Ansimesmo
se facía inquisición, si los que eran muertos dentro
de cierto tiempo habían judayzado; é porque se fa-
lló algunos en su vida haber incurrido en este peca-
do de heregia é apoetasía , fueron fechos procesos
contra ellos por vía jurídica, ó fueron condemnados
é sacados sus huesos de las sepulturas, é quemados
públicamente; é inhabilitaban sus fijos para que
no ovieeen oficios ni beneficios. Destos fué fallado
gran número, cuyos bienes y heredamientos fueron
tomados, é aplicados al fisco del Bey é de la Beyna.
Vista esta manera de proceder, muchos de los de
aquel línage, temiendo aquellas ezecuciones, des-
ampararon sus casas é bienes, é se fueron al Beyno
de Portogal, é á tierra de Italia, é á Francia, é á
otros Beynos, contra los quales se procedía en ab-
sencia por los Inquisidores, é les eran tomados sus
bienes : de los quales é de las penas pecuniarias que
pagaban los reconciliados, por quanto eran de aque-
llos que habían ido contra la f é, mandaron el Bey
é la Beyna, que no se destribuyesen en otra cosa,
sdvo en la guerra contra los moros, ó en otras co-
sas que fuesen para ensalzamiento de la f é cathólica.
Algunps parientes de los presos é condemnados, re-
clamaron, diciendo que aquella inquisición y exe-
cucion era rigurosa, allende de lo que debía ser; é
que en la manera que se tenia en el facer de los
procesos, y en la ezeoucion de las sentencias, los
ministros y executores mostraban tener odio á aque-
llas gentes. Sobre lo qual el Bey é la Beyna, come-
tieron á ciertos perlados homes de consoiencia, que
lo viesen é remediasen con justicia. Falláronse es-
pecialmente en Sevilla, é Oórdoba, y en las oibda-
des é villas del Andalucía en aquel tiempo quatro
mil casas é mas, do moraban muchos délos de aquel
línage ; los quales se absentaron áp la tierra con sus
mugeres é fijos. E como quier que la absencia de es-
ta gente despobló gran parte de aquella tierra, é fué
notificado á la Beyna, que el trato se diminuía ; pero
estimando en poco la diminución de sus rentas, é
reputando en mucho la limpieza de' sus tierras, de-
cía, que todo interese pospuesto quería alimpiar la
tierra de aquel pecado de la heregía ; porque enten-
dia, que aquello era servicio de Dios é suyo. E las
suplicaciones que le f aeren fechas en este caso, no
la retraxeron deste propósito, é porque se falló que
la comunicación que aquella gente tenia con los
judíos que moraban en las oibdades de Córdoba é
Sevilla é sus diócesis, era alguna causa de aquel
yerro, ordenaron el Bey é la Beyna por constitu*
cien perpetua, que ningún judio, sopeña de muertCi
morase en aquella tierra: los quales fueron constre*
fiidos de dexar sus casas, é ir á morar á otras partes.
OAPlTüLO LXXVIII.
lu eoMi qae el Rey é la Reyni flderoa ea la elbdaá áe
Córdoba.
Fechas é asentadas las cosas que habemos recon-
tado que ficieron el Bey é la Beyna en la cibdad de
Sevilla, doxaron en ella por Asistente oon cargo de
administrar la justicia, á un caballero que se llama-
ba Diego de Merlo, é partieron para la eibdad de
Oórdoba, en la qual había dos parcialidades ; de la
una era Don Diego Fernandez de Córdoba Conde de
Cabra, é de la otra Don Alonso de Aguilar Sefior de
Montilla ; entre los quales en los tiempos pasados
ovo tales é tan grandes enemistades, que Don Alon-
so de Agolar con los de su parcialidad , echó fuera
de la cibdad al Conde de Cabra é á los de la suya, é
le tomó los alcázares é la Calahorra , que tenia el
Conde en tenencia. E por causa destos debateS| an-
si en la cibdad de Córdoba y en su tierra , como
fuera della en las comarcas, acaecieron muchas
muertes é robos é otros grandes crimines entre los
caballeros é otras personas de la una parcialidad ó
de la otra. B las fortalezas de la dbdad ansimesmo
estaban en poder destos dos caballeros é de sus pa-
rientes é allegados ; los quales no acudían con ellas
á la cibdad, ni facían deltas guerra ni paz, salvo á
su arbitrio é voluntad, sin conocimiento de superior.
Como el Bey ó la Beyna fueron en aquella cibdad,
luego entendieron en la administración de la justi-
cia, é dieren audiencias públicas, según lo ficieron
en la cibdad de Sevilla. E oyeron á muchas perso-
nas que reclamaron de robos é fuerzas, é otros agra-
vios que habían reoebido de algunos caballeros é de
otras personas de la cibdad é su tierra, á las quales
luego mandaron desagraviar; é ficieron aquellos
días restituciones de bienes y heredamientos que
algunos caballeros habían poseído largo tiempo
forzosamente. Ansimesmo mandaron facer justicia
de algunos ladronea ó robadores que habían come-
tido feos delictos; é con esta justicia que ficieron,
toda la cibdad se pacificó. Otrosí tomaron las forta-
lezas de Homaohuelos, é de Anduxar, é de los Mar-
DONÍEttNANDO
mólejodi é de U Rambla, é de Santaella, é de Baja-
lance, é de Montero, é del Pedroohe, é de Oastro del
Rio; é pusieron en ellas por alcaydes á personas pa-
cificas qne las teTÍesen por ellos. Mandaron ansi-
mestno i Don Alonso de Agoilar, qne estaba en la
cibdad, que dexase los alcAsaros nnevo é viejo, é la
Calahorra qne tenia, é qne saliese de la cibdad é no
YolTiese á ella sin sn licencia é mandado, porque
ansimesmo el Oonde de Cabra esteba fuera de la cib-
dad. T entendieron que lo mas necesario para con-
serracion del pacífico estado de la tierra, era el ab-
sencia de aquellos dos caballeros déla cibdad. Vino
ansimesmo á noticia del Rey é de la Rejna, qne se
daban é repartían grandes dádivas, ansí ¿ los de su
Consejo, como álos sus Contedores mayores é i sus
oficiales, é i los Alcaldes de sn Corto, 6 Secretorios,
7 Escribanos de cámara, ó á otros que servían los
oficios de su corto; las qnales dádivas se recebianso
color de derechos de sus oficios ; é los oficíales se
atrevían á demandar mas de lo que debían haber.
Por la qual causa los negociantes é librantes recla-
maban de los grandes cohechos que les llevaban, é
de la gran corrupción que cerca desto en todos los
oficios é oficíales de la corte generalmente había. E
habida sobre esto información, unos fueron priva-
dos de sus oficios, otros penados en sos bienes. B
por la solicitud de un honesto Religioso é devoto,
que se llama Fray Hernando do Talavera, Prior del
convento de Santa María del Prado cerca de Valla-
dolíd, de la Orden de Sant Gerónimo, persona de
muy honesto vida, é de gran suficiencia, el qual era
Confesor de la Reyna, é de quien mucho fiaba; es*
tendo en Córdoba el Rey é la Reyna ficíeron orde-
nanza, que ninguno del Consejo, ni los Contedores,
ni Alcaldes de la Corte, ni otro Juez, ni Comisario,
llevase presente, ni precio alguno de dinero, ni otras
cosas, de las personas que ante ellos tratasen pley-
tos. E ansimesmo fideron ordenanza de lo que los
oficíales de los Contadores ¿ los Secretorios y Escri-
banos de cámara, é todos los otros oficíales de la
corto, habían de haber de sus derechos. E constita-
yeron, que ninguno excediese do aquella tasa, so
pena que lo pagase con las setenas. Allende desto
todos los oficiales en presencia del Rey é de la Rey-
na fideron juramento de guardar é oomplir aquella
constitución. E porque fué procedido contra algu-
nos que la quebrantaron, á que pagasen las setonas
de lo que allende de sus derechos habían llevado,
ninguno dende en adelante fué osado de demandar
allende de lo que contenía la tasa que fué ordenada
que llevasen. .
ÓAPlTÜLO LXXIX.
Cono et Aejr é la Ae^a ovleron meta qae el Rey da Portsfil
era Toeíto I n Bejiio; 6 lo qde Gdmei MiMqae M\6 á loa
6e Toledtf.
Estando el Rey é la Reyna en la cibdad de Córdo-
baj ovíeron nuevas dé como d Rey de Portogal era
tenido de Frauda por mar á su Éeylio de Portogal;
i que esteba en propósito de proseguir la guerra que
A DOSa ISABlíti. : íjte
tenía comenzada contra estos Reynos de Castilla, é
mandaba poner gran dilígenoía en la guerra que se
facía en las fronteras. Ansimesmo sopieron oomo el
Arzobispo de Toledo, ó porque los yerros pasados
no le daban seguridad, ó porque su natural Inclina-
ción era delejrterse en guerras, é ver novedades de
tiempos, junteba gente de armas en la ira villa de
Alcalá de Henares, para favorecer al partido del
Rey de Portegal, é para lo meter otra ves en Castí^^
lia; porque entendía caer sn fama en la estimación
de las gentes, si se retrazese del proponte comen-'
zado. E olvidando el torceré juramento que fizo de
ser siempre leal servidor al Rey é á la Reyna, é no
favorecer al Rey de Portogal, le escribía contina-
mento avisos é consejos como debía entrar en estos
Reynos, é contínar' su demanda; dándole á enton-
der, que agora tonía mejor lugar para la proseguir
que en ningún tiempo do los pasados. Porque de-,
da que había algunos Grandes é Caballeros en el
Reyno descontontos del Rey é de Ja Reyna; los
quales deseando liberted disoluto, se juntarían con
él luego que entrase en Castilla, é le serian servido-
res leales. Ansimesmo, que muchas dbdades é pue«-
blos le recebirían con g^an voluntad, porque no po-
dían sofrir las imposiciones é tributos que les eran
impuestos, en espedal las derramas que se cogían
de la hermandad en todo d Reyno , para sueldo de
la gente de armas, que continamente pagabab. E
que debía venir luego oon gento para la su villa de
Tala vera, é de allí vemia para la cibdad de Tole-
do, donde le daba oertínídad que sería recebído por
Rey é Sefior , porque los principales del común ddla
e8taba\i á sn mandado, é se levanterian contra Chi-
mes Manrique, que tonía la tonencia del alcázar é
la administración de la justicia. E que esto cibdad
habida en su sefiorio, con buena confianza se podia
llamar Rey de Castilla. Aquel caballero Gomes
Manrique, que sabía el trato del Arzobispo, tonía
continos trabajos en guardar la dbdad, no tonto de
los contrarios, quanto de la mayor parte de sus
mesmos moradores; que por ser gentM de diversas
partes venidas allf á morar por la gran franqueza
que gozan los que allí viven, deseaban escándalos
por se aorecenter con robos en cibdad turbada. Los
quales no toniendo el amor que los naturales tienen
á su propría tierra, ni sentían, ni les dolía su dafio.
Estos por sugestión de algunos alborotedores, en
los treínto afios pasados, rebelaron muchas veces
contra el Rey Don Juan , é contra el Rey Don En-
rique su fijo , é puneron la cibdad en incendios é ro«
bos,.é agora incitodosé atraídos con promesas é
dádivas del Arzobispo de Toledo « fioieron una óon^
juraoíon secreta de matar aquel caballero que tenía
la guarda de la dbdad , é tomar por Rey al Rey de
Portugal ; é daban á entender en sus f ablas secre^
tas á los que pensaban ser mas prestos al escándalo^
que mudando el estodo de la cibdad geles mudaría
su fortuna^ é habrían grandes intereses de las fa-
bíendas de los mercadetes é oíbdadanos ricos como
otras veces habían habido, é grandes dádivas é mer«
oedee del Rey de Portogal , si tomasen armas, é po«
(mÓNIOád DB LOS ItETEé Ü2 GASTILtA.
884
sietan la cibdaá en sa obediencia. E con eatae plá-
tioae que tenian, loe comimee, qao ligeramente son
traídos á faoer en los pueblos levantamientos, os-
laban alborotados, ó los cibdadanos pacffioos ate*
morisados de aquel escándalo qae sentían , é de los
malee qne por él recelaban. Algunos cibdadanos pa*
dfioos ó de bnen deseo, requirieron á aquel caba-
llero qne basteciese al alcásaré algunas torres é
puertas de la dbdad , ansí de armas, como de man-
tenimientos é gentes para donde se pudiesen re-
traer en tiempo de extrema necesidad fasta que
fuese socorrido. El qual les respondió que no en-
tendía retraerse , ni conocía lugar fuerte para se
defender contra el pueblo, porque toda la cibdad
era fortaleza, j el pueblo de Toledo era el Alcay-
de, é quando el pueblo era confbrme á la rebelión,
ninguna defensa pedia haber; pero aunque conocia
estar alborotado la mayor parte, creia haber en él
dos mil bornes que fuesen leales, é lo que entendía
facer era, ponerse con el pendón real en la placa,
é con aquellos leales que se allegasen al pendón
real había deliberado de pelear por las calles de la
cibdad contra los otros alborotadores é desleales. Al
fin por algunas formas que discretamente este ca-
ballero sopo tener en aquel peligro, sabida la ver-
dad de la conjuración , prendió á algunos que pudo
haber de los que en ella fueron participantes, é fizo
delloB justicia, otros f ujeron á lugares do no pu-
dieron ser habidos ; é ansí libró la cibdad de aquel
infortunio que recelaba. Fecha aquella justicia, pre-
sente la mayor parte del pueblo en su congrega-
ción, aunque sabia haber algunos entre ellos délos
que hablan seydo en la conjuración ; pero porque
la exeoucion de la justicia en los muchos pensó ser
dificile é peligrosa, acordó en la hora de disimular,
é con algunas reprehensiones é amonestaciones cor-
regir al pueblo , no nombrando á ninguno, porque
el secreto diese causa al repentimíento, é dfxoles
ansí : aSi jo^ cibdadanos, no conociese , que los bue-
s nos ó discretos de vosotros deseáis guardar la leal-
i tad qne debéis á vuestro Rey, y el estado pacífico de
• vuestra cibdad , mi f abla por cierto é mis amones-
1 tacíones serían supérfluas: porque vana es la amo-
unostacion á los muchos quando todos obstinados
•siguen el consejo peor. Pero porque veo entreves*
• otros algunos que desean vivir pacíficamente, veo
• ansimesmo otros mancebos engafiados con pro-
A mesas y esperanzas inciertas, otros vencidos del
Apocado de la cobdioia, creyendo enriquecer en cib-
B dad turbada con robos é f uezas; acordé en edte ay un-
«tamíento de os amonestar lo qae á todos conviene,
• poique 'conocida la verdad no padezcan muchos
B por engafio de pocos. No se turbe ninguno, ni se
«altere, sí por ventura oyere lo que no le place;
» porque yo en verdad bien os querría complacer,
npero mas os deseo salvar. Toda honra ganada é
B toda franqueza habida, se conserva continando los
B leales é virtuosos trabajos con que al principio se
B adquirió , é se pierde usándolo contrario. Los prí-
B meros moradores desta cibdad seyendo obedientes
lé lealsi i los Beyes, firmes é no variables en sus
B propósitos, caritativos é no órneles á sus oibdada-
B nos, acrecentaron sefiorio, é ganaron honra é fran-
B queza para sí é para vosotros. B según nos pare- '
Boe, algunos de los que agora la moran, con fasa-
B fias de crueldad, desleáltad é inobediencia, traba*
B jan por la perder en gran peligro suyo é general
B perdioion de todos vosotros. Los servicios que los
B primeros caballeros é cibdadanos de Toledo ficie-
Bren á los Beyes de Eapafia, é la lealtad que les
B guardaron, porque merecieron la franqueza é li-
Bbertad que oy tenéis no conviene aqui repetir,
» porque fueron muchos y en diversos tiempos f e-
B ches, é aun porque las grandes franquezas é Uber-
B tades de que esta cibdad mas que otra ninguna de
B Bspafia goza, muestran bien ser leales é muy se-
B fialados. Pero soy constrefiido traer á vuestra me-
B moría los deservicios ó rebeliones que de pocos
B tiempos acá en esta cibdad son cometidos contra
B los Beyes de Castilla ; porque si por ellos no ovis-
B tes pena , que á los malos enfrena, hayáis vergüeu-
B za que á los malos reprime. El Bey Don Juan, pa-
B dre de la Beyna nuestra sefiora, vino á esta cíb-
Bdad, donde debiera ser reoebido como Beyé sobe-
Brano Sefior; é vosotros, cometiendo grave caso,
B é dando mal exemplo i los oyentes, le cerrasteis
B las puertas, é apoderastes en la cibdad contra su
B expreso mandamiento al Infante Don Enrique su
B primo, qne á la hora no estaba en su grada. Des-
Bpues perdonado vuestro yerro, é tomados á su
B obediencia, dende á pocos días tomastes á desobe-
Bdecer é rebelar contra él, é sufristes que viniese
B poderosamente á poner su real sobre vosotros. B
B seyendo único rey natural, y estando todo su rey-
B no pacífico á su obediencia, solos vosotros presn-
B mistes de le quitar su título real por vana é loca
B sugestión de los alborotadores de quien sois lige-
BTamente traídos á semejantes yerros. Muerto el
B Bey Don Juan , é jurado por Bey en todo el Bey-
B no y en esta cibdad su fijo el Bey Don Enrique ,
Brebelastes contra él; é faciendo división en el Bey-
Bno, tomastes por vuestro Bey al Principe Don
B Alonso su hermano. E después pasados algunos
Bdias dexastes al Principe Don Alonso, é tomastes
B al Bey Don Enrique; el qual venido á esta dbdad,
B por voluntad de algunos do vosotros, el día que
B entró en día, mudando vuestro propósito, tomas-
B tes armas, é le oonstrefiistes á salir fuera dalla, é
B tomastes á la obedienda del Príncipe Don Alon-
Bso. Lueg^ á pocos dias tomastes á la obedienda
Bdel Rey Don Enrique, dn haber razón para las
Bunas, ni para las otras mudanzas, sino solo el in-
B dudmiento y engafio de vuestros alborotadores,
B que degos de cobdicia é ambición, ni saben dar
B buena paz, ni usar do justa guerra. Podemos ver-
B daderamente creer, que si la primera ó segunda re-
Bbelíon fueran punidas según la graveza del yerro
bIo requería, ni oviérades atrevimiento para las
B otras , ni dellas á los reyes que recebistes, ni á la
B dbdad que moráis , tantos dafios, robos, é destruí -
B cienes se siguieran ; porque cosa es cierta d pue-
B ble castigado obedecer, é muchas veces perdona-
IjOlT FERNANDO
mAo floberUar. BÍaerto el Rey Don Enrique, todos
• vosotros en nnion conformo reoebistes al Rey é á
• laReyna, proprietari a verdadera destos Reynos,
• por vaestros seftores naturales ; é les íecistes la
t solemnidad del juramento de lealtad, que subditos
»son obligados de gnardar ¿ su rey. Agora qnerria
» saber, ¿ qué oaasa, qué razón tenéis , é qné f neizas
sreoebis, 6 receláis recebir, porque contra Dios, é
• contra vuestra lealtad , y especialmente contra el
» juramento que poco ha fecistes , dais orejas á los
• esoandalÍEados é alborotadores del pueblo; que
• propuesto su interese, é vuestro dafio, ponen ve-
• neno de división en vuestra cibdad , é no cansan
»de vos inducir é traer á los robos é incendios
• que han acostumbrado, é vos engafian que toméis
B armas , é pongáis esta cibdad en obediencia del
%Rey de Portogal con dafio é destruicion de to-
B dos vosotros? ¿No habria alguna consideración al
• temor de Dios, ni vos pungiría la vergüenza de
» las gentes , ó siquiera no habríades compasión de
» la tierra que moráis ? ¿Podríamos saber qué es lo
» que queréis, 6 quando habrán fin vuestras rebelio-
»nes, é variedades, ó podria ser que esta cibdad
» sea una dentro de una cerca ; é no sea tantas, ni
» mandada por tantos? ¿No sabéis que en el pueblo
s do muchos quieren mandar, ninguno quiere obe-
Bdecer? Yo siempre oi decir, que proprío es i los
» reyes el mando, é á loe subditos la obediencia ; é
«quando esta orden se pervierte, ni hay cibdad que
i dure, ni rey no que permanezca. B vosotros no sois
• superiores , é queréis mandar, sois inferiores, é no
» sabéis obedecer , do se signe rebelión i los reyes,
B males á vuestros vecinos , pecados á vosotros, é
B destruicion común á los unos é i los otros. Muchos
B piensan ser relevados deetas culpas , diciendo: so-
A mos mandados por los principales que nos guian.
B ¡O digna é muy suficiente escusacion de varones!
B Sois obedientes á los alborotadores que vos man-
B dan robar é rebelar, é sois rebeldes á vuestro Rey
B que vos quiere pacificar é guardar. E quercis dar
Bá entender, que la rebelión i los reyes, é los ro-
Bbos que habéis fecho á vuestros cibdadanos, se
B deben imputar i loa consejeros ; como si vosotros
Bno snpiésedes, que rebelar é robar son crimines
B tan feos, que ninguno los debe cometer traido por
B fuerza, ni menos por engafio de aquellos que de-
B cis que vos guian; á los quales si vosotros tenéis
B por principales guiadores, mucho erráis por cierto
B en la guia verdadera; porque sus principios des*
B tos principales son soberbia, é sus medios invidia,
B é sus fines muertes, é robos, é destruiciones. Ansí
B que menos podéis vosotros escusaros de culpa con-
B sintiendo, que dios de pena consejando. Verdade-
B ramente creed, que si cada uno de vosotros tuvie-
B se á Dios por principal , estos que llamáis prínci-
B pales, ni temian autoridad, ni serian creidos como
B prindpales ; antes como indinos é dafiadores se-
Brian apartados, no solamente del pueblo, mas del
B mundo; pues tienen las intenciones tan dafiadas.
B que ni el temor de Dios los retrae, ni el del Rey
líos enfrena, ni la condenóla los acusa , ni la ver-
É DOÑA iSABEti. M6
gfienza los impide, ni la razón los manda , ni la ley
los sojuzga. E con la sed rabiosa que tienen de al-
canzar en los pueblos honras é riquezas, carecien-
do del buen saber por do las verdaderas se alcan-
zan , despiertan alborotos , é procuran divisiones
para los adquirir, pecando é faciendo pecar al pue-
blo. El qual no puede tener por cierto quieto, ni .
próspero estado , quando lo que estos sediciosos
piensan , dicen , é lo que dicen , pueden , é lo que
pueden osan , é lo que osan ponen en obra, é nin-
guno de vosotros gelo resiste. |0 infortunados
aquellos, cuya memoria de tales crimines queda á
los vivientes 1 Allende desto querria saber de vos-
otros , qué riqueza , qué libertades, 6 qué acrecen-
tamientos de honra habéis habido de las alteracio-
nes é rebeliones pasadas, ¿Dan por ventura, 6 re-
parten estos alborotadores algunos bienes é oficios
entre vosotros, 6 falláis algún bien en vuestras ca-
sas de sus palabras y engafios, ó puede alguno de-
dr que poséis algo de los robos pasados? No por
cierto : antes vemos sus f adeudas crecidas, é las
vuestras menguadas; é con vuestras fuerzas é peli-
gros, haber ellos honras é ofidos de iniquidad. B
vemos, que al fin do todas las rebeliones é discri-
mines en que vos ponen, vosotros quedáis dem-
pre pueblo engafiado, dn provecho, dn honra, dn
autoridad, é con disfamia, pdigro, é pobreza ; é
lo que peor é mas grave es , mostráis os rebddes,
á vuestro Rey, destruidores de vuestra tierra, sub-» .
jetos á los malos que crian la guerra dentro de
la cibdad do es prohibida ; é no tienen ánimo fue- .
ra de ella , do es necesaria. E porque mi f abla maa
pura sea , é faga el fruto que yo deseo , é á vos-
otros cumplo, convemá aclarar una de las princi-
pales causas destos vuestros escándalos, afiuolla
en que, según pienso, el mayor número do vosotros
peca. Pienso yo, que vosotros no podéis buena-
mente sofrir , que algunos que juzgáis no ser de
linage, tengan honras é oficios de gobernación en
esta cibdad ; porque entendéis, que el defecto do
la sangre les quita la habilidad del gobernar. An-
dmesmo vos pesa ver riquezas en homes, que se-
gún vuestro pensamiento no las merecen, en espe-
cial aquellos que nuevamente las ganaron. E des-
tas cosas que sentis ser incomportables, se engen-
dra un mordimiento de invidia, é de la invidia
nace un odio tal , que vos mueve ligeramente á to-
mar armas , é hacer insultos en la cibdad. E no sé
yo que so puede colegir desto, salvo que querria-
des enmendar el mundo, porque vos parece que
va errado, é los bienes del no bien repartidos. |0
cibdadanos de Toledo , pleyto viejo tomáis por
derto , é querdla muy antigua, no aun por nues-
tros pecados en el mundo fenecida cuyas raices
son hondas, nacidas con los primeros homes, é sus
ramas de confusión que ciegan los entendimien-
tos, é las flores, secas é amarillas que afligen el
pensamiento , é su fruto tan dafiado é tan mortal
que crió é cria la mayor parte de los malee que en. .
el mundo pasan , é han pasado , los que habéis oí-
do, é los que habéis de oir. Mirad agora quanto
Aéé
(mÓÑIOAB DI tos líiYÉB DÉ OÁSTÍLtÁ.
» yem el apailonado dette •mor : porqae desando
i dO' deotr oomo yarní contra la ley de natura, paea
1 todoa Bomoa naoidoa de un padre é de una masa,
B é oyimoa un principio noble: y especialmente con-
»tra aquella clara Tirtnd de la caridad que noe
» alumbra el camino de la f elioidad Terdadera ; ha-
1 beia de saber que se lee en la Sacra Scriptura, que
1 ovo una nación de gigantes, que fué por Dios des-
» truida, porque según se dice, presumieron pelear
i con el cielo. ¿Pues qué otra cosa podemos enten-
• der de los que mordidos de invidia, facen divisto-
» nes é robos en los pueblos? sino que remedando
• la soberbia de aquellos gigantes, quieren pelear
1 con el cielo, é quitar la fuersa á las estrellas, re-
1 putando las gracias que Dios reparte á cada uno
icomo le place, en virtud de las quales alcanzan
1 estas honras é bienes, que vosotros presumís en-
» mondar ó contradecir. Vemoe por experiencia al-
B gunos homes destos que juagamos nacidos de baxa
B sangre, forzarlos su natural inclinación i dexar
B los oficios baxoa de loa padrea , é aprender scien-
Bda, é ser grandes letrados. Vemos otros que tie-
Buen inclinación natural á las armas, otros á la
B agricultura, otros á bien ó compuestamente f ablar,
B otros á administrar é regir, é á otras artes direr-
«saa, ó tener en ellas habilidad singular que les da
B su inclinación naturaL Otrosí vemos diversidad
B grande de condiciones, no solamente entre la muí-
B titnd de loa homes, mas aun entre los hermanos
B nacidos de un padre é de una madre : el uno ve-
amos sabio, el otro ignorante ; uno cobarde, otro
B esforzado; liberal el un hermano, el otro avaríen-
Bto ; uno dado á algunas artes, otro á ningunas.
BEn esta dbdad pocos diaa ha vimos un heme pe-
B rayle , nacido ó criado desde su niftes en el oficio
Bde adobar palios , el qual era sabio en el arte de la
B astrología, y el movimiento de las estrellas, sin
B haber abierto libro dello. Mirad agora quan gran
B diferencia hay entre el oficio de adobar pafios é
B la sciencia del movimiento de los cielos ; pero la
B fuerza de su constelación le llevó á aquello, por do
Bovo en la cibdad honra é reputación. ¿Podréis por
B yentura quitar á estos la inclinación natural que
B tienen, do les procede esta honra que poseen? No
B por cierto , sino peleando con el cielo , oomo ficíe-
B ron aquellos gigantes que fueron destruidos. Tam-
B bien vemos los fijos é descendientes de muchos re-
B yesé notables homes escuderos é olvidados, por ser
B inhábiles é de baxa condición. Fagamos agora que
o sean esforzados todos los que vienen del linaje
B del Bey Pirro, porque su padre fué esforzado. O
B f agamoa sabios á todos los descendientes de Salo-
Bmon, porque su padre fué el mas sabio. O dad rí-
B quezas, y estados grandes á los del linage del Rey
B Don Pedro de Oastilla, é del Rey Don Dionis de
BPortogal, p6ea que no lo tienen, é vos parece que
B lo deben tener por ser de linage. B si el mundo
B queréis enmendar, quitad las grandes dignidades,
B Vasallos é rentas é oficios , que el Rey Don Enri-
B que de treinta aflos á esta parte di6 á homes de
• baxo linage. Vano trabajo por cierto , é fatiga
B grande de espíritu da al ignorante este triste pa*
B oado, el qual ningún fruto de delectación tiene ;
B porque en el acto, y en el fin del acto engendra
B tristeza, con que llora su mal proprío, y el bien
B ageno. Ansí que no hayas molesto ver riquezas é
B honores en aquellos que á vosotros parece que no
Blas deben tener, é carecer dellas á los que por U-
B nage pensáis que las merecen, porque esto pro-
B cede de una ordenación divina , qu9 no se puede
B repunar en la tierra , sino oon destruicion de la
B tierra. B habéis de creer que Dios fizo homes
Bé no fizo linages en que escogiesen. A todoa fi-
B zo nobles en su nacimiento; la vileza de la san-
Bgre é obscuridad del linage, con ana manos la
B toma aquel que dexando el camino de la dará vir-
B tnd ae inclina á los vides dd camino errado. B
B pues á ninguno dieron decdon de linage qnando
Buadó, é á todos se dio decdon de costumbres
B quando viven, impouble seria según razón, ser d
B bueno privado de honra, ni d mdo tenerla, aun*
B que sus primeros la hayan tenido. Muchos de loa
B que desdenden de noble sangre, vemos pobres, á
B quien ni la nobleza de ana primeros pudo qdtar
B pobreza, ni dar autoridad. Donde podemos clara-
B mente ver, que esta nobleza que opinamoa, nin*
B guna fuerza natural tiene que la faga permanecer
Bdo unos en otros, dno permaneciendo la virtud
B que la verdadera nobleza da. Habemos andmesmo
Bde considerar, que anaí oomo el cielo un momento
Bno está firme ni quedo, ansí las cosaa de la tierra
B no pueden estar en un estado; todas Isa muda el
B que nunca ae muda. Sólo d amor de Dios, é la oa-
Bridad del préximo ea lo que permanece; la qual
B engendra en el christiano buenos pensamientos, é le
B da gracia para las buenas obraa que facen la ver-
B dadora fidalgnía, é para acabar bien esta vida, é
B ser, del linage de -los santos en la otra. To, sefio*
B res, condderando d crimen detestable que en esta
B dbdad imaginaban algunos cometer contra la ma*
B gestad real, bien quisiera estender maa la justicia
B que comencé á facer en dgunoa ddinqflentes, pero
B déxolo agora por dos respetos : el primero , por-
B que conozco, que el Rey é la Reyna nuestros Se-
B flores son tan piadosos, que no se gozan en la san-
B gre de sus subditos ; lo otro, porque entiendo que
B mis razonea f aran tal fruto en los errados , que co-
B nocido su yerro , é temiendo la justida, darán td
B reposo á sí é á vosotros, que olvidaran todo mal
B pensamiento.
Oidas las razones de Gómez Manrique, todas
aqudlaa gentes partidas en partes, los unos se sd-
vaban afirmando no saber aquella conjuración, otros
la agraviaban mucho , é decían, que todos los que
en día habian entendido debían ser castigados.
Pero and los que en su secreto sabían sus yerros, por
ser libres de pena, cómelos inocentes, por gozar de
la paz que deseaban, fueron alegres por la seguri^
dad que Gómez Manrique les dié. T en aquella ma-
nera se remedió el escándalo que en aqudla dbdad
se trataba.
DONFEBRANDO
OAPITULO LXXX.
Gomo el Rey é la Reyaa ftieroo avisados que el Rey da Poriogal
quería entrar otra toz en Castilla, é proToyeron en la («erra del
Marquesado de VUlena; é de la reeonelllaelon del Anoblspo de
Toledo.
El Bey é la Beyna, estando en la cibdad de 06r-
dova, fueron, segon habernos dicho, avisados que
el Ansobispo de Toledo trataba de nuevo con el Bey
de Portogal que entrase en Castilla ó viniese á la su
viüadeTalavera; éque allí vernian áél algnnos
grandes é otros caballeros del Beyno, á qnien él
solicitaba qne tomasen su voz ; é que dende aque-
lla villa proseguiría su empresa para haber los Bey-
nos de Castilla. Sopieron ansimesmo, que el Bey de
Portogal lo habla aceptado, é que el Príncipe su fijo,
é otros algunos caballeros de su Beyno le retraían
dello, é le consejaban que no lo aceptase Porque si
la primera entrada que fizo en Castilla con mejores
fundamentos é mayores fuerzas habia seydo incier-
ta, é le habia puesto en grandes peligros, quanto
mas lo sería la segunda, que no tenia otra certini-
dad, sino la que solo el Arzobispo le f acia. Bl Bey
de Portogal , considerando que en haber principia-
do é no acabado su empresa recebia gran mengua,
refusaba todo consejo que contra su voto le fuese
dado, porque entendí a que mayor honra le era morir
con infortunios en Castilla prosiguiendo esta de-
manda, que vivir con prosperidad en otras partes
dexáudose della. Otrosí ovieron nueva que el Mar-
qués de Villena habla ido á la cibdad de Chinchilla
á resistir el sitio que el Gobernador que la Beyna
puso en el Marquesada tenia sobre aquella cibdad,
é le habia impedido algunas execuciones de justi-
cia, que con los poderes reales quería executar en
aquella tierra, especialmente en la cibdad de Chin-
chilla , didendo que aquello que executaba era in-
justo, é procedía dé voluntad de aquel Gobernador,
é no de voluntad de la Beyna, porque era contra lo
asentado con él al tiempo que le habían recondlía-
do á su servicio. Et^é fecha relación al Bey é á
la Beyna, oomo el Marqués habia fecho aquel mo-
vimiento, porque conocía la necesidad en que esta-
ban puestos en la guerra que con el Bey de Porto-
gal se esperaba, á fin de recobrar las villas é tierras
que habia perdido del Marquesado de ViUena. El
Bey é la Beyna, habidas estas nuevas, embiaron
por capitanes á Don Jorge Manrique fijo del Maes-
tre Don Bodrígo Manrique, é á Pedro Bnis de Alar-
oon, bien proveídos de gente de caballo al Mar-
quesado de Villena, para guardar aquella tierra, é
resistir qualqnler fuerza que el Marqués en ella
tentase facer ; é para facer guerra á la cibdad de
Chinchilla, é á las villas de Belmonte é Alarcon , ó
al castillo de Garcimufioz que estaban por él. Otrosi
proveyeron en aquel nuevo escándalo que el Arzo-
bispo facía, é dieron cargo al bastardo hermano del
Bey, Duque de Villahermosa, que estuviese en la
villa de Madrid ; el qual puso gente de armas en
aquellos lugares comarcanos de la villa do Alcalá
Or^m.
ÉDOÍÍA ISABEL - 887
donde el Arzobispo estaba, ptra le irésistir ú mot- ,
viese á facer guerra, 6 d fuese á Toledo según pen-
saba que irifU B mandaron dar sus cartas para to-
das las dbdades , villas é lugares del Arzobispado
de Toledo, recontando el ollas el perdón que pocos
días antes fideron al Arzobispo de los yerros pasa-
dos. De los quales no contento, afiadiendo otros ma-
yores, trataba con el Bey de Portogal para lo me-
ter en sus Beynos, é mover nuevas guerras en gran
deservido de Dios é suyo, é quebrantamiento del
segundo juraikíento que poco antes le habia fecho :
por las quales cosas ellos querían proceder contra él,
é procurar con el Santo Padre quele privase del Ar-
zobispado, é le diese pena condigna de tales é tan
desleales crimines. T entretanto mandaron embar-
gar todas sus rentas. Otrod mandaron á todos los
qne con él estaban , que luego se apartasen de su
compañía, é no le diesen favor ni ayuda, so.pena
quo perdiesen sus bienes, é les derribasen las casas
de su morada. E de fecho fueron derribadas en la
villa de Madrid las casas do algunos , que oontra el
mandamiento dd Bey é de la Beyna estovieron oo.ü
d Arzobispo.
Como estas cartas fueron publicadas en todos los
lugares del Arzobispado, luego fueron embargadas
las rentas del Arzobispo, é no le era acudido con
maravedís ni pan alguno dallas; é muchos de los
que con él estaban se despidieron del, porque sus
casas no fuesen derribadas. Andmesmo Diego Ló-
pez de Ayala un capitán de la Beyna , entró secre-
tamente en la villa de Talavera, é apoderóse de la
fortaleza della. Las otras villas é lugares dd Arso*
Uspado que eran llanas, considerando quan desho-
nesta era la mudanza quo d Arzobispo fada, estaban
alteradas para se alzar oontra éL Los caballeros de
su casa é sus criados , por la mayor parte estaban
descontentos de aquel camino quo el Arzobispo
tomaba á seguir , é requerianle que lo dexase. B
porque ordan que el Arzobispo facía este nuevo es-
cándalo por consejo de aquel Alarcon, á quien ha-
bernos dicho que daba gran crédito , fué de tal ma-
nera amenazado, que no creyendo que podria esca-
par de sus manos, acordó de se absentar, é fué para
d Beyno de Frauda. Pero ni por d absencía do
este Alarcon, el Arzobispo dexó de oontínar su
propósito contra el voto de los prindpales de su
casa. Entre losqudes uno que se llamaba d Doctor
Don Tollo de Buendia, Arcediano do Toledo, letrar
do, é homo de loable exemplo de vida, criado anti-
guo del Arzobispo, veyendo que no le podían apar-
tar do la oompafiia dd Bey do Portogal, é que su
f edio iba en perdición, habiendo respecto á lo que
buen heme es obligado de facer por sn sefior en tiem-
po do extrema neoesidad; como quiera que fuese bo-
rne viejo, é apartado ya de toda negodadon mun-
dana, fué d Ansobispo á le consejar que dexase
aquel camino que quería llevar adelante, é dixolo:
c Seffor, si entre tanta multitud de gentes vedes qne
Bplogo á Dios degiros por Prelado de la Iglsia ma-
lyor de las Espafias ; en pago de tanto benefido, no
»debeis escandalizar la tierra, ni poneria en guenra,
22
^ 838
CRÓNIOAB DE LOS BEYES DE OASTILLA.
•mnoho Agena de yaettro hábito ó religión; por-
•que os moatraríadee ingrato i Dios que vos dio
•esta dignidad, y enemigo de la tierra á quien de-
•bei8 ser padre. Oontemplemos, eefior, en la breye-
•dad de nuestra vida, é gastémosla en enmendar
•los jerroB 'pasados; porque dezen^os acá buen
•exemplo, é aloancemoe allá verdadera gloria. »
El Arzobispo^ veyendo que algunos grandes del
Beyno con quien trataba no le respondían según
esperaba, é que no le acudian con sus rentas, ni te-
nia dinero para pagar el sueldo á la gente de armas
que tenia junta; veyéndose puesto por muchas par-
tes en extremas necesidades, conociendo ansimes-
mo la sana intención doste Arcediano , dióle comi-
sión para facer aquello que entendiese que debia
facer en guarda de su honra y estado. Esto Arce-
diano fuá con esta comisión al Rey é á la Beyna
que estaban en Córdoba, los quales le tenian en
les piada de usar con el Aisobispo de la piedad
que á ellos oonvenia, é no de la josticia que él me-
reoia, é que le perdonaban otra vea, ansí por gratifi-
car al Bey de Aragón, á quien sabian que placerla
dello, como por las buenas raaones é humillaciones
que de su parte les había fecho. Pero demandaron
que les entregase el Arzobispo todas las fortalezas
que tenia, por quitarle del pensamiento los alboro-
tos que en fiucia deUaa imaginaba facer en deser-
vicio de Dios, é dafio de su conaciencia, y en agra-
vio general de la tierra. £1 Arcediano do Toledo, de
parte del Arzobispo prometid de las entregar luego
á quien el Bey é la Beyna mandasen. El Arzobispo,
cumpliendo lo que el Arcediano prometió de su
parte^ entregó las fortalezas de Alcalá la vieja, é
Brihuega, é Santorcaz , é la Guardia, é Almonaoil,
é Oanaies, é Uceda; en las quales el Bey é la Bey-
na pusieron sus Alcaydes, que les ficieron pleyto
gran veneración, por respecto de su soiencia é ho- I omenage, é prometieron de no acoger en ellas al
nestidad de vida. B como quiera que por la indina- Arzobispo, ni á otra persona alguna sin su manda-
oion que tenian concebida del Arzobispo, estaban
en propósito de no oir mensagero , ni trato que les
fuese movido de su parte; pero la bondad del men-
sagero fizo ablandar la ira que del Arzobispo tenian
concebida, é recebirlo humanamente. Este Arcedia-
no les dixo que la clemencia de los Beyes es un
vencimiento de mayor gloría que aquel que en las
batallas se alcanza ; ó que no venia á salvar al Ar-
zobispo, ni dar razones de sus yerros, ni menos que-
na decir que tenia confianza en su inocencia, pero
que la tenia en la magnanimidad del Bey é de la
Beyna, porque oreia que eran muy grandes, serían
muy piadosos, é mostrarían su grandeza en el per-
donar, é que no mirarían á los yerros presentes,
mas recordarían los servicios pasados , si algunos
les habla hecho el Arzobispo. Por onde que les su-
plicaba, que viesen la orden que daban, é lo que les
placia que se ficiese, é luego se pomia en obra ; por-
que él y todo lo que tenia, se ponia en sus manos
reales. El Bey é la Beyna, oidas aquellas palabras,
respondieron, que verían én aquello que habia pro-
puesto, é lo mandarían expedir prestamente.
CAPÍTULO LXXXI.
61fS0Bse !•• eossf qas pasaron en el alo do ntl 6 qnatroelestoi
é aeleoia é booto afioa. Como el Rey é la Royna roeron á Goa-
dalopOt é do laa eosaa que alU fldoroo.
Fechas é asentadas las cosas que el Bey é la Bey-
na fioieron en Córdoba, acordaron de partir de
aquella dbdad, é venir para la villa de Guadalupe,
por estar en comarca del Beyno de Portogal, para
proveer en las cosas necesarias á la guerra de
aquélla frontera, é ansimesmo en comarca del rey-
no de Toledo, é de la villa de Escalona, donde es-
taba gente del Marqués de Villena faciendo guerra
en aquella tierra. Venidos á Guadalupe^ después de
algunas pláticas habidas con el Arcediano de Tole-
do en aquel negocio del Arzobispo, acordaron de
olvidar los yerros, é dexar la ira que del Arzobispo
hablan oonoebid0| é respondieron al Arcediano que [
do. Asentaron ansimesmo, que la villa de Talaver^
eatoviese en poder de aquel Diego López de Ayala
que la tomó, é toviose la justicia é jurisdicion della,
ó no recibiese al Arzobispo, ni á otra persona pode-
rosa salvo al Boy é á la Beyna, ó á quien ellos man-
dasen ; é que el Arzobispo pegaso las tenencias á
los Alcaydos que el Bey é la Beyna pusiesen en
aquellas fortalezas, é les diese todos los bastimen-
tos é pertrechos que fueren menester para la pro-
visión é guarda dellas. Las quales entregadas á las
personas que el Bey ó la Boyna pusieron por Alcay-
des, é puesto en execucion todo lo que por aquel
Arcediano fué asentado, el Bey é la Boyna manda-
ron sus cartas para desembargar sus rentas al Ar-
zobispo. El qual como se vido sin fortalezas, cesó
de pensar pensamientos escandalosos, é cesó ansi-
mesmo la pendencia que tenia con el Bey de Por-
togal , porque lo f alloscian las fuerzas con que le
pedia ayudar; é donde en adelante vivió pacífica-
mente, sin dar á su espíritu inquietud , é al Beyno
de Castilla escándalos»
CAPÍTULO LXXXIL
Do la guerra qae so flio eontra el Marqaéa de VUlesa
en Escalona j en el Marquesado.
Estando el Bey é la Beyna en Guadalupe, man-
daron 1^1 bastardo hermano del Bey, Duque de Vi-
Uahermosa, qne era capitán mayor de la gente de
las hermandades, qne fuese con algunas gentes á
Almorox , un lugar cerca de la villa ^e Escalona,
para resistir á la gente del Marqués los robos é otros
males que facían por la comarca. T en aquel lugar
de Almorox, y en Maqueda puso gentes de caballo,
que todos los mas dias sallan al campo, é peleaban
con los do la villa de Escalona ; en la quál estaba
por capitán un hermano del Marqués bastardo^ que
se llamaba Don Juan Pacheco, que después fué
muerto en Zamora, é por Alcayde de los alcázares
un caballero natural de Madrid, que so llamaba
Juan de Luxan | los quales tenian qnatrooientoa
DON FERNANDO
liomet á cuballo, é qninientofi peones, que aalien
continamente por la tierra á traer loa baatimentoa
qne eran neoeaarioa* Anaimeemo en el Marqneeado
donde eataban por oapitanea contra el MarqnéS|
Don Jorge Manrique é Poro Bni2 de Alarcon, pe-
leaban loB mas diaa con el Marqnés de Villena é
con sn gente ; é habia entre ellos algunos recnen-
tros , en nno de los quales , el capitán Don Jorge
Manrique se metió ]con tanta osadía entre los ene-
migos, qne por no ser yisto de los suyos, para que
fuera socorrido le firieron de muchos golpes, é mu-
rió peleando cercs de las puertas del castillo de
Garcimufioz, donde acaeció aquella pelea, en la qual
murieron algunos escuderos é peones de la una é
de la otra parte. En aquella guerra habia algunos
prisioneros que se tomaban, é los capitanes del Rey
é de la Reyna acordaron de af orear seis homes de los
que prendieron, porque siguiendo guerra injusta,
peleaban contra el Rey en su Reyno. Visto por la
gente de armas que estaba con el Marqués aquella
justicia, recelando que qualquier dellos que fuese
preso seria aforcado, requirieron i un caballero qne
se llamaba Juan de Berrio capitán de la gente del
Marqués, que aforcase otros seis de los prisioneros
que estaban en su poder. Aquel capitán, temiendo
que su gente por aquella causa no enflaqueciese,
acordó de af croar algunos de los que tenia presos ;
é mandó que echasen suertes los presos, é los sds
dellos ¿ quien cayese por suerte fuesen degollados.
Acaeció, que una de las suertes cayó á un escudero
yecino de Villanneya de la Xara aldea de Alaroon,
heme de fasta qaarenta é cinco afios , casado é con
fijos; el qual tenia un hermano, que estaba ansi-
mesmo preso con él, mozo de fasta veinte é cinco
afios. Este meso, visto que por la suerte que habia
caído á su hermano mayor habia de morir, dizo:
1 Hermano, yo quiero morir en lugar vuestro; por-
i qne no podría sofrír la pena que habría en vues-
Btra muerte, é carecer de vuestra vista.» El her-
mano mayor le respondió : « No plegué á Dios, her-
» mano, que padezcas tú por mf ; yo quiero sofrír
i con paciencia esta muerte , pues i Dios plogo que
1 muriese de esta manera. No es razón que tü, que
■ eres mas mozo, é aun no has gozado de los bienes
xdesta vida, mueras en tan tierna edad ; enoomién-
tdote mi muger é mis fijos.» El hermano menor re-
plicó: I Hermano, vos sois casado, é tenéis fijos pe-
Mquefios, los quales quedarían sin abrigo; mas vale
»que muera yo, é dexe temprano las tribulaciones
idesta vida, pues de mi muerte no viene dafio á otro
»sino á mi.» Esta quistion pasó entre estos dos her-
manos, é al fin venció el menor ; é por grandes
megos que fizo al capitán fué degollado, é quedó
vivo el mayor : pénese aquí este caso por ser sin-
gular ezemplo de buena hermandad. El Marqués de
Villena, que estaba en él castillo ,de Garcimufioz,
publicaba, que él no era causa de aquella guerra, é
que sus armas eran por resistir, é no por ofender ni
desobedecer al sceptro real. E sobre esto embió al
Bey é á la Beyna un eaballero do su casa, [que se
llamaba Don Bodrigo de Gastafieda; con él qual
i DOSA IBABEIi. '839
les embió á dedr, que Dios erm testigo de sn volun-
tad, como no habia tomado armas ni movido guer-
ra en su deservicio, ni menos tenia olvidado el gran
beneficio que le ficieron en le perdonar; por el qual
estaba en obligación de los servir é obedecer en los
dias de su vida. E que les suplicaba mandase saber
la verdad del movimiento de aquella guerra, é fa-
Uarian que por él ni por parte suya fué movida,
salvo resistiendo al Gobernador que hablan embia-
do al Marquesado, el cerco que sin cansa habi«
puesto sobre la dbdad de Chinchilla, sin tener man-
damiento del Rey ni de la Reyna para ello ; porque
era contra lo que sos Altezas le hablan prometido
quando le recibieron á su servicio. B que si guerra
en aquella su tierra y en la su villa de Escalona ha-
bia recrecido, aquello era queriendo defender su
persona, é los bienes que le hablan dezado, éno
presumiendo de ofendelles ni desobedecer sus man-
damientos. E que les suplicaba no quisiesen creer
las malas é no verdaderas informaciones que algu-
nos, mas siguiendo sus pasiones que las vi as de la
verdad les f acian, é mandasen cesar aquella guerra
que contra él se facia, é oírle á su justicia.
El Rey é la Reyna , oida la suplicación del Mar-
qués, respondieron que si su gobernador en alguna
cosa habia excedido, debiera el Marqnés recorrer i
ellos por el remedio para que lo mandase castigar,
é que habia errado en querer por su propia autorí-
dad ponerse en armas á facer resistencia ; pero qué
ellos mandarían saber la verdad de todas las cosas
pasadas, é facer aquello que de justicia debiesen.
Aquel caballero Don Rodrígo de Oastafieda era ho-
mo de mas altos pensamientos quo fuerzas, y estan-
do allí en Guadalupe algunos dias, solicitando con
el Rey é con la Reyna la relevación de la guerra
que por todas partes se facia al Marqués ; porque se
falló contra él, que no mandándolo el Marqués, em-
biaba avisos al Rey de Portugal, dando orden en su
entrada en Oastilla, él Rey é la Reyna le mandaron
prender, é llevar á la villa do Talavera, donde es-
tovo preso algunos dias, é allí en la prisión muríó*
CAPÍTULO LXXXm.
De IM eons q«e pasaron coi los nensasaros lal Cltfero
da Aleintara, ¿ de la Condesa de Medeilln.
Vinieron á Guadalupe do estaba el Rey é la Rey-
na mensagoros de Dofia María Pacheco Condesa de
Medellin, hermana del Marqués de Villena, fija bas-
tarda del Maestre de Santiago Don Juan Pacheco,
muger viuda ; la qual poco 4ntes de aquellos dias
soltó á Don Pedro Puertooarrero Conde de Medellin
su fijo de las prisiones en que le tovo por espacio
de cinco afios. Esta Condesa fué la principal que en
los tiempos pasados sostovo las guerras en aquellas
partes de Estremadnra, favoreciendo unas veces á
unos, é otras veces á otros, muger de grandes atreví;
mientos. La qual tenia usurpada la villa de Mérida,
que es del Maestradgo de Santiago; é tenia por fuer-
za la villa de Medellin al Conde su fijo, é todos los
otros sus bienes. Estos mensagoros pidieron al Rey
ÜÓ
ÓRÓÑIÓAB DB LOB BBTBS DE QAffPlLLA.
é á 1a Beyna qae le dieBon la enoomitnda de «qne-
lU Tilla de Mérida, é qoe mandaaen que en toda bu
Tida toTieae la Tilla de MedeUin, é lleraae la lenU
della^ é que le diesen proTisionee para ello ; deman-
daron anaimesmo otraa coaas difíciles de facer. El
Bey 6 la Reyna, Tintas las demandas que de parte de
la Oondesa les fueron fechas, respondieron , que de
la Tilla de Herida ni de su encomienda, ellos no
debian disponer por ser de la orden de Santiago, ni
menos le düuian proTisiones ni fsTor contra el Gonde
su fijo, paira UsTar las rentas que le pertenecían.
Pero que Tistes las causas que entre ellos eran, pro-
de la Oondesa no fueron contentos de las tmpam*
tas dadas al uno ni al otro; porque pensalMm el Bey
é la Beyna estar puestos en tan grandes neoesida-
des de la guerra que esperaban con el Bey de Por-
togal, que de necesario seria otorgarles todo lo que
demandasen, é que ningana cosa les seria negada,
por causa de las f ortaleaas é gente ó parentela gran-
de que tenian en aquella frontera de PortogaL Des-
pedidos aquellos mensageros con la respuesta que
el Bey ó la Beyna les mandaron, el GaToro é la
Oondesa, que fasta aquel tiempo en las guerras pa-
sadas hablan seydo enemigos, é tenido partes con-
puestas ó oidas las razones del Oonde su fijo, man- I traiias, luego trataron amistad en uno , y embiaron
darían administrar sobre todo lo que fuese justicia
Vinieron ansimesmo mensageros de Don Alonso de
Monroy, OlaTero de Alcántara, que según habemos
dicho se llamaba Maestre, ó tenia contención con
Don AWaro de Stúfiiga Duque de Plasencia, sobre
la posesión del Maestradgo de Alcántara, del qual
era proTcido por el Papa Don Juan de Stúfiiga, su
fijo. Este OlsToro era home guerrero, é muy empa-
rentado en la tierra de Estremadnra, y estaba apo-
derado de algunas fortaleaas de su comarca ; é por
haber la posesión del Maestradgo, continuaba guer-
ra en aquellas partes, de la qual se siguieron mu-
chos 6 muy crueles fechos, ansí de robos, como de
muertes, ó tomas, é furtos de fortalezas, é otros
grandes dafios y engafios, en uno de los quales este
ClaTcro fué preso por el Aloayde de Magazela, de
quien se confió. En la qual prisión estoTO algunos
días, ó después por mandado del Bey ó de la Beyna
fué suelto, por las mercedes que ficieron al Aloay-
de que lo tenia preso. Los mensageros de este Ola-
Tero suplicaron al Bey é á la Beyna, que le diesen
fsTor para haber el Maestradgo de Alcántara, que
de derecho deoia pertenecerle, por la elección que
algunos Oomendadores de la Orden le ficieron. En
esta suplicación que ficieron , ansi los mensageros
de la Oondesa de Medellin, como los del OlaTsro,
insbtieron con gran instancia, é dieron á entender
que si el Bey é la Beyna no facían todo lo que su-
plicaban en su fsTor, luego se juntarían con el Bey
de Portogal, é lo meterían en Oastilla, é se pomian
en su obediencia. El Bey 6 la Beyna respondieron á
los mensageros del OlaTero, que el Papa, en TÍda
del Bey Don Enrique su hermano, había proTcído
de aquel Maestradgo por sus bulas á Don Juan de
Stúfiiga, fijo del Duque Don AlTaro, por TÍrtud de
las quales había tomado la posesión de Alcántara,
é de la mayor parte de las fortalezas ó tierras del
Maestradgo ; ó que ellos no podían en aquel caso
repnnar la proTÍsion fecha por el Papa, ni quitar la
posesión de las tierras que el Maestre Don Juan
había tomado ; ó que esta quistion era entre él y el
otro Maestre Don Juan, é la determinación della
pertenecía al Samo Pontífice, é no á ellos. Pero que
si el OlaTero deda tener derecho, por qualquíer
elección que le era fecha, ellos interTcnian , é tor-
nian tal manera como su justicia enteramente le
fuese guardada; ó para esto le darían el faTor que
necesarío le fuese. Los mensageros deste OlaTero é
sus mensageros al Bey de Portogal, ofreciéndole su
obediencia, é recibiéndole por su Bey, é obligáronse
de le senrircomoens subditos. El Bey de Portogal,
recibiendo el ofrecimiento del OlaTero é de la Oon-
desa, prometió de les ayudar en todas las cosss que
le demandaron. E por seguridad que la Oondesa
complíría con el Bey de Portogal lo que le prome-
tía, entrególe la fortaleza de Mérída.
OAPITULO LXXXIV.
De li «Mbauda que embM el Rey de Pnocia al Rey é i la Reyea,
é le qie propatieroo.
Vinieron ansimesmo á aquella TÍlla de Guadalupe
embaxadores del Bey de Francia, entre loe quales
Tenia un Perlado que era Obispo de Lumbiers para
refirmar la paz entre el Bey é la Beyna é sus Bey-
nos, con el Bey de Francia é con los sayos: la qual
había tratado por sos cartas ó mensageros en los
días pasados el Oardenal de Espafia. É aquel Obis-
po de Lambiere propuso ante el Bey é la Beyna en
BU gran consejo, los debdos de sangre que hay en*
tre los Beyes de Francia é de Oastilla, é las amiata-
des é confederaciones perpetuas que siempre en los
tiempos pasados oto entre los Beyes destos dos
Beynos é sus subditos é naturales. Otrosí dixo como
el Bey de Francia su sefior oto gran plaoer por ha-
ber subcedído la Beyna en la silla real destos Bey-
nos del Bey Don Juan su padre. É como quiera que
por algunas malas é siniestras informaciones, fe-
chas por parte del Bey de Portogal, pasaron algu-
nas diferencias entre el Bey de Francia su sefior, y
el Bey é la Beyna; pero aqaellas habían cesado,
porque no tenían fundamento de Terdad. T en con-
clusión dixeron que ellos Tenían allí por mandado
del Bey de Francia é con su poder, á refirmar las
paces é confederaciones antiguas que fueron jura-
das por los Beyes pasados de Francia ó de Oastilla:
las quales eran obligados de guardar sus subcesures.
Por ende, que les ploguiese de las jurar é firmar
con aquel amor é fraternidad que ellos las habían
guardado, é según que el Bey de Francia su sefior
estaba en Toluntad de las guardar é conserTar. El
Bey é la Beyna, oída aquella embazada, como quier
que conocieron la intención que á los principios
toTO el Bey de Francia de se confederar con el Bey
de Portogal, é la guerra que sin causa fizo en la
proTÍnoia de Quipúzcoa, é lo que agora le moTÍa á
. DON FEBNAIinDO
f aoer mudaiusa 6 ▼«&& pidiendo pas ; pero por oon-
Bejo del Cardenal de Espafia, moatraron inadverien-
oía á las yariedadea é sinieeira intendon del Bey de
Franda, é redbieron muy bien á ana embazadorea,
é no lea moatraron aentimiento de laa ooaaa paaadaa
é reapondiéronlea, qae lea plaoia aoeptar la amistad
é confederación por elloa propuesta, porque loa Be-
yes BUS progenitores les hablan obligado á ello. É
fideron mucha honra á aquelloa embazadores, é ce-
lebraron laa confederaciones é amistades acostum-
bradas; en laa quales se contenia que obligaban á
sí é á sus fijos primogénitos herederos de sus Bey-
nos, que serian amigos de amigos, y enemigos de
enemigos, según lo fueron los reyes pasados sus
progenitores, contra todas laa personaa del mundo,
excepto el Padre Santo. Lo qual juraron solemne-
mente aqudlos embazadores, por virtud del poder
que traiúi dd Bey de Francia su sefior; en el qual
juramento dizeron, é se obligaron de lo guardar é
mantener, no embargante la confederación é amis-
tad que el Bey de Francia su sefior habia fecho con
d Bey de Portogal pocos dias habia. Fechaa estas
ligas é confederadones, el Bey é la Beyna manda-
ron dar de sus dones á aquel Obispo é á los otros
caballeros que vinieron con él, é mandáronlos des-
pedir. É cerca del debate que habia entre el Bey é
la Beyna, y el Bey de Francia sobre el Condado
de Buisellon, acordaron que quedase al juicio de
dos personas, que nombrasen cada uno por su parte;
los qualea toviosen poder do lo determinar dentro
de dnoo afios. É que el Bey de Francia pudese
dentro de cierto tiempo la fortaleza de Perpifian, é
laa otras fortalezas de aquel Condado de Buisellon
en poder del Cardenal de Espafia, para que las en-
tregase al Bey é á la Beyna, cumpUendo lo que los
arbitros determinasen que habia de haber el Bey de
Frauda. Con estos embazadores mandaron el Bey
é la Beyna, que fuesen Don Juan de Gamboa, y el
Arcediano de Almasan, que fueron los diputados
que eetOYieron en Fuenterabía por su mandado. Los
qualea fueron al Bey de Francia, el qual en presen-
cia ddlos, é de los de su cons^'o, retiflcé é juró
todo lo que aqud Obispo de Lumbiers é los otros
sus embazadores en su nombre hablan fecho ; lo
qual fué pregonado, é mandado guardar .por todo
el Beyno.
CAPÍTULO LXXXV.
De) tnto de pii que noTlé le Infinta de Portogil, é eomo el Ptpt
revoeó la die pensadon qve habla dado al Rey de Portogal.
La Lif anta Dofia Beatriz de Portogal que habia
seydo casada con el Infante Don Fernando Duque
de Viseo hermano del Bey de Portogal, era una se-
fiora discreta, é conocia bien la calidad desta em-
presa que el Bey de Portogal habia tomado^ é los
infortunios que en la prosecución ddla le acae-
cieron. É como agora por consejo de algunos Cas-
tellanos, tomaba á la continar, posábalo dello, por-
que amaba mucho al Bey de Portogal é al Príncipe
•o fijo, que era su yern0| é anaimeamo á la Beyna
B DOSík IBABKL 341
de Castilla que era su aobrinai fija de su hermana ; é
deseaba quitar á ellos de quiation, é á sus reynos de
guerraa. É fabló con el Bey de Portogal algunaa
Teces, atrayéndole á la paz con d Bey é la Beynai
é dábale razones porque lo debia f aoer, é desar esta
conquista de Castilla, la qual ni habia auoedido se-
gún complia á servicio de Dios ni suyo, é mucho
menos á su honra; antes lo acaeddo fasta aqud
tiempo habia seydo en gran pérdida de su Beyno, é
peligro é muertes de sus subditos é naturales. A
este voto de la Infanta estaba allegado d Príncipe
BU yerno, á quien ansimesmo peeaba dd propésito
que su padre tomaba á tomar, é ayudaba á la In-
fanta BU Buegra en laa razones que deda al Bey su.
padre. Y embió un mensagero á la B^yna á le decir
aecretamonte, que se debia llegar maa á aqudla
frontera de Portogd, porque quanto maa oeroa ea-
toviese, habría mejor lugar de comunicar oon ella
dgunaa ooaaa que convenian á la paz del Bey su
marido é Buya oon el Bey de Portogal; é que oon el
ayuda de Dioa é de la gloríoea Víigen bu madre en-
tendía dar remedio de paz é concordia entre dios.
La Beyna lo regradeció mucho, y embide á decir,
que despedidos los embazadorea de Frauda, é algu-
nos otros negocios que el Bey y día tenían pen-
dientes en la villa de Guadalupe, luego, llegarían á
aquellas partea de la frontera de Portogal, é podrían
fablar en aquella matería, según que lo acordaba,
Otrod, como habemoa dicho, el Papa, á auplicadon
del Boy de Francia, é del Bey de Portogal, dio dis-
pensación para que aquella Dofia Juana pudiese ca-
sar con persona conjunta á día dentro en d quarto
grado de conaanguinidad. De la qud diapenaadon
el Bey é la Beyna se agraviaron, y embiaron á
mostrar sus causas de los agravios que el Papa lea
fizo en la otorgar. Lo qual viato en el colegio de
los Cardendes, oondderando Iob esoánddos, guer-
ras, é derramamientoB de sangre, que por oausa de
aquella diapenaadon ae podrían aeguir, el Papa
acordó de dar otra bula, en la qud dedaró, que la
primera bula había seydo impetrada, no le fadendo
rdadon verdadera de la peraona oon quien aquella
Dofia Juana había de casar, ni de otraa drounstan-^
daa que la impetración de la bula ae requerían é de-
bían ser dedaradaa : por ende que la revocaba é
daba por ninguna.
CAPÍTULO LXXXVI.
De la ivern qae el elaveró de Alcántara, é la GondeH de leda»
Uin leleron en favor del Rey de Portogal.
El Clavero de Alcántara Don Alonso de Monioy,
é la Condesa de Meddlin, que según habemoa dicho
se pusieron en la obediencia dd Bey de Portogal,
comenzaron á facer guerra en aqudlaa parteo de
Kstremadura deade las f ortdezas que tenían; é alle-
gábanse á dios muchos homes de mdos deseos,
cobdiciosoB de guerras que no sofrían orden de bien
vivir. É con estos se facían cada día mas poderosoa
é fortificaban en aquellas partea la voz dd Bey de
PprtogaL Bl Bey é la Beyna, por remediar aquella
342
CRÓNI0A8 DB LOS BBTES DB ÜÁSnLLk.
gnerrai é ánrimeamo por platicar en U concordia
qae la Infanta tía de la Bejma, hábia moyido; con
consejo del Cardenal de Eepafia, é de loa otros Ca-
balleros é Dotores de sn Consejo, acordaron de ir á
la cibdad de Troxillo. É antes que partiesen de
aquella villa de Guadalupe, vino nueva como el
Bey Don Juan de Aragón, padre del Bey, era falle-
macha gente de armas, para estar en la villa de Mé<>
rida, que le había entregado la Condesa de Ifede-
llin, ó facer guerra desde aquella villa á toda la
tierra de la comarca. £1 consejo que él Bey de Por-
togal por estonces ovo, era de facer desde aquellas
dos villas é de otras seis f ortaleaas que la Condesa
de Medellin y el Clavero tenian, guerra en toda Es-
ddo; el qual murió este afio de mil é quatrooientos I tremadura, tanta ó tan cruda, que el Bey ó la Bey-
é setenta é nueve años, dia de Sant Sebastian, á na no podiendo remediar á todas partes, les fuese
veinte de Bnero en la cibdad de Barcelona. É luego
todos los del Beyno de Aragón, é Valencia, é Sici-
lia, é Principado de Catalufla, é los otros sefioríos,
en absenoia deste Bey Don Femando, le recibieron
por su Bey é Sefior; y embiaronle á llamar, que
fuese á tomar la posesión de sus Beynos é sefioríos.
Habida esta nueva, luego partieron de Guadalupe,
é fueron para la cibdad de Troxillo, donde ficieron
solemnes obsequias por la muerte del Bey de Ara*
gen. Platicóse ansimosmo en el Consejo del Bey é
de la Beyna, como se debían intitular; é como quie-
ra que algunos de su consejo eran en voto, que se
intitulasen Beyes de Espafia, pues sucediendo en
aquellos Beynos é sefioríos de Aragón, eran sefiores
de toda la mayor parte della; pero determinaron
de lo no facer, é intituláronse en todas sus cartas
en esta manera.
iDoN Fernando é DoSá Isabil, por la gracia de
bDíos, Bey é Beyna de Castilla, de León, de Ara-
»gon, de Sicilia, de Toledo, de Valencia, de Galicia,
»de Mallorcas, de Sevilla, de Cerdefia, de Córdoba,
»de Córcega, de Múrela, de Jaén, del Algarve, de
»Algecira, de Gibraltar, Conde é Condesa de Bar-
Boelona, Sefiores de Vizcaya, ó de Molioa, Duques
«de Atenas, ó de Neopatria, Condes de Buisellon, é
«de Cerdania, Marqueses de Oristan, ó de Gk>ciano,
seto.» El Bey é la Beyna dieron orden en la guerra
que se facía contra el Beyno de Fortogal, é contra
el Clavero, é la Condesa de Medellin, y embiaron á
llamar á su Condestable, é gentes de armas de al-
gunas partes de las comarcas; las quales vinieron á
BU llamamiento, é pusieron guarniciones de gentes
cercanas adonde ellos estaban, por esousar los robos
é males que facían en la tierra. Otrosí fomecieron
de gentes de armas la cibdad de Badajoz, y embia*
ron á mandar al Maestre de Santiago, que con la
gente de armas de su oasa, estovíese en la villa de
Lobon, que es en comarca de la villa de Medellin,
do estaba la Condesa, ó de la villa de Mérida, do
estaba el Clavero. Y embiaronle para fortífioar su
guarnición, á Don Martin de Córdoba fijo del Con-
de de Cabra, é ¿ Alonso Enriques, é á Sancho del
Águila, capitanes de su guarda, con las gentes de
sus capitanías.
CAPITULO LXXXVIL
Cobo Ií gasta áal Ray da Portopl ro¿ dasbanUda j^or al Maattra
da Stattago.
Estando el Maestre en la villa de Lobon, fué avi-
sado como el Bey de Portogal amblaba al Obispo
de Ébora Don García de Meneses por capitán con
necesario desampararla ; porque ellos absentes, ha-
bría lugar de entrar poderosamente segunda vez en
Castilla. Como el Maestre de Santiago ovo aviso
que la gente Portoguesa venia, partió de Lobon, é
fué camino de Mórida, por esousar la |entrada en
aquella villa á los Portogueses é á los Castellanos
que venían con ellos , de los que habían tenido la
voz del Bey de Portogal. £ considerando el gran
dafio que le vemia sí el Clavero ovíese lugar de se
juntar con los Portogueses, porque serían en mayor
número de gente que la suya, ó no podía pelear
con ellos ; como era home proveído en las cosas de
la guerra, mandó á algunos caballeros que oorríesen
el campo, é llegasen bien cerca de la villa de Mérí-
da, y él con toda su gente se puso en celada en un
lugar cerca de Mérida que se llama el Albuhera, por
donde los Portogueses habían de venir. £1 Clavero
que conoció bien la celada, recelando della, recogió
toda su gente en la villa, é mandó que ninguno sa-
liese á pelear con la gente del Maestre. E como
quier que sabía bien de la gente Portoguesa que el
Bey de Portogal embiaba en favor suyo é de la
Condesa, pero no sabía el día que había de llegar á
Mérida, ni lo pudo saber por las grandes guardas
que el Maestre puso para que lo no sóplese. E ansí
como el Maestre iba mas adelante al encuentro de
los Portogueses, ansí el Clavero guardaba mucho
mas de no salir de la villa, porque veía las atalayas
é guardas que el Maestre había puesto ; á los quales
había mandado que se mostrasen algunas veces, á
fin que el Clavero los viese, y estovíese siempre en
recelo de su celada, porque no saliese de la villa á
se juntar con los Portogueses. £1 Obispo de Ébora
é la gente de su capitanía contínaron su camino,
fasta que llegaron el día primero de Quaresma dos
leguas de la villa de Mórida. Como el Maestre sopo
que los Portogueses se llegaban, fizo poner á punto
de batalla á Don Martin de Córdoba, é á Sanoho del
Águila, é á Alonso Enriques , capitanes que el Bey
é la Beyna le habían embíado, é ansimesmo á toda
la otra gente de su casa que con él iban ; los quales
ordenó en tres escuadras. T el Obispo de Ebora,
que venía por capitán mayor de los Portogueses,
traía otros tres capitanes, el uno se llamaba Gonza-
lo Faloon, que venía por capitán de la gente del
Príncipe de Portogal, y el otro capitán se llamaba
Cristóbal Bermudez, el qual era csstellano, é había
vivido oon el Bey Don Enrique en las guerras pa-
sadas, é se había pasado al Bey de Portogal, é otro
capitán Portogues que se llamaba Alonso de Al-
meyda, el qual traía en su batalla gente de Porto-
gal é de Castilla. El Obispo de Ébora, capitán ma-
DON inSBMANDO
yor trato en mi btUIlft aeteoientos homes de caba-
llo, en loe qaalea habia doeoientoe hornee de annae
caetellanoB, de aqoelloe que habían eetadb en Gae-
ironufio, y en Oantalapiedra, y en las otrae fortale-
288 qne hablan tenido la voz del Rey de Portogal.
Entre loe qualee venia el Adelantado Pedro de Pa-
reja, é Alonso Peres de Vivero , é Gonzalo Mufioa
de Caetafieda, é Bodrigo de Afiaya, é Pedro de Afia-
ya en hermano, é Alvaro de Luna, é Joan Sarmiento,
óotroemaohoe fijoedalgoecastellanoB, los qnalee ve-
nían con proposito de eofrir toda pena enCaetllla, é
al fin padeoer la mnerte antee que tornar á Portogal,
porque no eran bien tratados de los Portogueees. E
ansimesmo tenían propósito de facer tanta guerra,
que de necesario fueee al Bey é á la Beyna dexar
aquella tierra. Esta gente que el Obispo traía, ansí
Castellanos como Portoguesee, oran homee esforza-
dos, é usados en la guerra, é muy bien armados.
Quando el Maestre de Santiago los vido, é recono-
ció bien que aquella gente venia con intención de
pelear, juntó todos los suyos ; é como quier que era
heme de pocas palabras, díxoles ansí: «Señores
sé amigos, la honra de que el fidalgo goza toda su
•vida, en un día tal como este la gana, faciendo lo
•que debe, ó la pierde si no lo face. Ansimesmo tene-
tmos cierta experiencia en las batallas, que los ene-
smigos no nos faran tanto mal peleando, quanto
»f aremos á nos meemos fuyendo. Por ende vos rue-
»go, que cada uno piense en la vida é honra que
9 gana el vencedor , y en la muerte é deshonra que
t recibe el vencido. Y esto considerado, aparejad los
«brazos, y esforzad los corazones, para que sin te-
•mor acometamos á estos enemigos; é yo fio en
• Dios, y en el Apóstol Santiago, que en este dia
t santo primero de Qnaresma, habremos la victoria
ique deseamos. De mi vos seguro, que no veré á
•qualqúier de voeotros en peligro, que no ofrezca
9 mi persona por salvar la suya.» Acabada esta ra-
zón del Maeetre, todos quedaron tan esforzados que
pensaban no recebir mal si peleaban bien. E luego
lee fizo tomar por sefial sendas retamas, por apelli-
do Santiago ; é comenzó de andar de unos en otros,
esforzándolos, é faciéndoles que se pusiesen en
punto de guerra ; é dio cargo á un caballero su pri-
mo, que se llamaba Bodrigo de Gárdenas, hermano
del Comendador mayor de León , heme muy esfor-
zado, que con algunos caballeroé se adelantase á
romper la batalla del Obispo de Ébora, porque si la
desconcertase, la pudiese mas ligeramente vencer.
Los Portogueees é los Castellanoe que venían con
ellos, como vieron la gente del Maestre con propó-
sito de pelear , é que les habían salido al camino,
ordenaron sus batallas ; á los quales no era nece-
sario amonestar, porque cada uno dellos, en espe-
cial loe castellanos que allí eran, venían con gran-
de Animo de pelear, é morir matando ó venciendo,
antes que fuir ni dexar el campo. E ansí con ímpetu
muy riguroso se vinieron las unas f aoee contra laa
otras, é rompieron las lanzas los unos en los ctros,
é á los primeros encuentros cayeron de los caballe-
ros algunos de la una parte é de la otra. Los peoDOi
B DOfiA nULBKIi, 848
que el Maestre traía, oomo vieron los primeros en-
cuentros de los caballeros', é las batallas rebueltas,.
luego se apartaron é f uyeron. S los caballeros de la
una parte é de la otra, perdidas las lanzas vinieron
á las espadas, é andaban mezclados unos con otros,
firíéndose tan crudamente , que muchos dellos por
estar tan juntos, no se podían aprovechar de lae es-
padas, é peleaban con los pufiales. E ansí la fortu-
na do la una gente é de la otra estovo dubdosa, é
duró por espacio de tres horas, que no se mostraba
vencimiento por la una parte ni por la otra; porque
muchas veces llevaban los Portogueees á loe Caste-
llanos, é otras vocee llevaban los Castellanos á los
Portogueees. Y en estas vueltas caían muchos muer-
tos de la una parte é de la otra ; é ni los muertos
caídos en el campo, ni las llagas é sangre que de
sus cuerpos veían derramar desmayaba á los unos
ni á los otros para se dexar vencer ; antes parecía
que quanto mas sangre veían vertida, tanto mas sé
encrudelecían los unos contra los otros ; é olvidado
el miedo de la muerte, cada uno acometía á los ene-
migos, é se metía e& loe lugares mas peligrosos, te-
niendo en poco la vida por alcanzar la victoria. El
Maestre como era experimentado en semejantes fa-
ciendas, andaba con los que le guardaban de unos
en otros, socorriendo á los lugares mas flacos, é jun-
tando los que estaban derramados, y esforzándolos;
é peleaba por su persona vivamente contra loe ene-
migos que veía andar mae esforzados, por los ven-
cer é derribar ; é do quier que entraba facía tal es-
trago en los contrarios , que casi al fin del día se
mostró el vencimiento, é algunos de los Portoguesee
comenzaron á se retraer é ponerse en fuida. Otros
algunos se quisieron recoger en un cerro, que pare-
cían querer tomar á pelear. Aquel Bodrigo de Cár-
denas que dixímos, fué contra ellos con algunos do
los que pudo recoger ; é subióles el cerro por fuer-
za, é deebarotólo, é mató algunos delloe, y el fué
mal f erldo de muchae feridas en todo su cuerpo ; é
ansí quedó todo el campo por el Maestre. Fueron
tomadas allí todas las banderas que traían los Por-
togueees, en especial fué preso el Obispo de Ébora
su capitán mayor, en poder de un escudero de baxa
manera, á quien el Obispo prometió tanta suma de
oro, que le soltó, é se vino con él para Mérída. Fué
preso el otro capitán que se llamaba Crietóbal Ber-
mudez. Fueron muertoe peleando el Adelantado Pe-
dro de Pareja, é Diego Mufioz Sefior de Cheles, é todos
los mas de los CastellanoB. Fueron presos Alvaro
de Luna, é Bodrigo de Afiaya, é Pedro de Afiaya,
é otros muchos caballeros principales. Los Castella-
que fueron presos en aquella batalla fueron puestos
en prisión por mandado del Bey é de la Beyna.; ó
los Portogueees después de algunos días fueron
sueltos por intercesión de U Lif anta Dofia Beatriz
tía de la Beyna, que suplicó por ellos. Todos ios
otros que f uyeron, ése derramaron por algunas par-
tes, acudieron á la villa de Merida é de Medellín, ó
á las otras fortalezas que estaban por to Condesa ó
por el Clavero. Tomáronles en el despojo todo el
fardage que traían, que se dijo ser en gran oanti-
344
OBÓNIOAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
dad; porque los OébUUauoIi é «un moohoft de loe
Poiiogaaoei mas príndpalee, tndaii gran parte de
sos bienei^ oon propóeito de f aoer su asiento en
aquellas yiÜas. El Maestre fué ferido de dos feri-
das, é de los Oastellsnos do su parte fueron muer-
tos algunos, é feridos muohos. De los caballos de
la una ó de la otra parte se fallaron pooos yívos.
Esta batalla fué tan sangrienta, que todos los oapi-
tanes de la una parte é de la otra fueron feridos, é
todos los capitanes de los Portogueses presos. Los
caballeros é capitanes vencedores, que poco antes
el espantoso terror de la batalla habia oprimido,
habida la gloría del yenotmiento, unos llaman á
otros, júntense con alegría, cuentan sus oasosi
muestran sus f erídas, ensalsan los fechos de armas
fuertes é osados que hablan pasado, también los de
los enemigos como los suyos ; ó cada uno se gloria-
ba oon el vencimiento habido. E por cierto en nues-
tra humana costumbre vemos, que como en las ad-
versidades el esforzado es culpado de flaquesa, ansi
en las victorias aun el cobarde tiene licencia de se
gloriar oomo esforzado. El Maestre como vino con
toda la presa á la villa de Lobon , fizo luego curar
los feridos, proveer á^os que allf perdieron armas
é caballos; ó dando de lo suyo, é no tomando parte
del despojo, proveyó á todos los que en la batalla
recibieron dafio. B fizo saber al Bey é á la Beyna,
que estaban en Truxillo , aquella victoria que Dios
les habia dado ; los quales dieron gracias á Dios por
aquel vencimiento que habia mostrado en su favor,
T embiaron luego al Maestre una su carta, por la
qual le faoian merced de los tres cuentos, con que
era obligado de los servir cada un afio , para reparo
de los castillos fronteros de tierra de moros. E
mandaron degollar por justicia en aquella villa de
Lobon aun capitán castellano, que fuó preso en la
batalla, que se llamaba Cristóbal Bermudez, el qual
habia fecho en Castilla en los tiempos de las guer-
ras pasadas muchos robos é fuerzas.
CAPÍTULO LXXXVIIL
Gmio la Ootí de los Portogsetet desbarató i la Sota de ios
Castellanos, que bablaa Ido á la mioa del oro.
Según habemos contado, el afio antepasado par-
tieron treinta é cinco naos de los puertos de la mar
que son en el Andalucía, para ir á la tierra donde
habia la mina del oro. Los que iban en estas naos
fueron en salvo á aquellas partes, é trocaron á pe-
dazos de oro las conchas ó cosas de latón é ropas
viejas, ó las otras cosas que llevaban , que son pe-
didas é deseadas por los bárbaros que moran en
aquella tierra. Fechos sus troques, á la vuelta que
volvían con gran suma de oro, los Portogueses que
fueron avisados, oomo hablan partido á facer aque-
lla via, armaron ciertas naos, é aguardaron á las
naos castellanas al tiempo que entendían que po-
dían volver ; y encontraron oon ellas , é tomaron
todas treinta é cinco naos con todo el oro que traían,
é prendieron á todos los que iban en ellas, ó del oro
que el Bey de Portogal ovo del quinto que le per.
teneda de aquella presa, tovo dinero par A pagar
sueldo, é fozneoer la gente que fuó desbaratada por
el Maestre de Santiago. E fueron trocados muchos
de los Portogueses que fueron presos en la batalla,
con los Castellanos que fueron presos en las naos ;
ó ansí fueron libres los presos de la una parte ó de
la otra. Después que el Maestre de Santiago ovo
aquel vencimiento, el Clavero de Aloántara salió al
campo, ó recogió en la villa de Mórida la gente de
los Portogueses que habia fuido de la batalla, ó
fueron proveídos de armas ó de caballos, que el Bey
de Portogal les embió. T embió mandar al Obispo
de Ébora, que con la gento que pudiese haber, fue*
se á la villa de Medellin, por esforzar á la Condesa,
ó desde aquella villa ficiese guerra en toda la tier-
ra. El Obispo fué luego á aquella villa de Medellin,
donde fué recebido por la Condesa oon trecientos
homes á caballo, é otros algunos á pie ; é con esta
gente, é con la de la Condesa, facia guerra en todas
aquellas partes. El Clavero de Alcántara fué para
la villa^de Deleytosa, que tenia tomada á un su her-
mano, que se llamaba Bodrigo de Monroy, é puso
ansimesmo gente en ella ; é semejante provisión de
gente fiso en todas las otras fortalezas que estaban
por él é por la Condesa en toda aquella provincia,
desde las quales todos los dias facía guerra en aque-
llas comarcas.
CAPÍTULO TiXXXTX.
De las cosas que pasaros en Aledntara.
Después de algunos dias que el Bey ó la Beyna
estovieron en Is cibdad de Troxillo, acordaron de
ir á la villa de Caceras. T estando en aquella villa,
la Lifanta Dofia Beatriz tía de la Beyna, que trata-
ba la paz con el Bey de Portogal, embió decir á la
la Beyna, que para mas breve conclusión de las co-
sas que se habían de platicar, seria necesario que
estoviesen ambas en un lugsr cercano á la frontera
de Portogal. La Beyna, oída aquella embaxada,
embió á pedir á Don Alvaro, Duque de Plasenda, la
villa de Alcántara con su fortaleza, porque ella en
persona queria ir á estar en ella algunos dias, para
entender en los trstos de aquella paz que le eran
movidos. El Duque Don Alvaro, que era Adminis-
trador de aquella orden por el Maestre Don Juan
su fijo, embió mandar al Alcayde del castillo, que
luego la entregase á la Beyna, con todo lo que en
ella estaba, é saliesen él é los suyos fuera. El Al-
cayde entregó luego aquel castillo á Outierre de
Cárdenas Comendador mayor de Leen, á quien la
Beyna lo mandó tener. E luego partió de la villa
de Cáceres , é fué para la villa de Alcántara (1).
(1) Bl Rey partté de Cleeres Junto la Reyna f fueron ambos i
Tnxlllo, en tt de Mano de este afio. Allí se detnto alfo mas do
lo que pensaba, hasta el mes de Junio, que fué A sn naevo Rejmo
de Aragón, donde Miosn entrada enpdblieo en Zarafou A S8 del
mismo mes, y se detut o basta Noviembre de dlebo afio arreglando
tarias cous perteneeientes A la buena fobemseion del Reyno,
que el GronisU omite por no pertenecer A los sicesos de CasUtta.
Vetas Zurita, ano/., Uk. SO, ce#. 9S
DON FEBNAKDO
. Bl Bey ansimeemo partió de aqaella Tilla, é fué
para el Bejmo de Aragón á proveer en las ooaas de
aqneUoB reynoe ; para la qnal provisión fué machas
Teces llamado, é aan requerido por los caballeros
principales de aquellos reynos. La Infanta ansimos-
mo Tino luego para Alcántara, é la Rejna la reci-
bió con gran Teneradon, mostrándole mucho amor,
é mandóla aposentar en la fortaleza donde eUa po-
saba. Todos los del Consejo, é los contadores, é
otros oficiales, é la gente de armas , quedaron en la
Tilla de Cáceres ; é ninguno otro fué con la Rey-
na, salTO un letrado de quien mucho se confiaba,
que se llamaba el ¡Doctor Rodrigo Maldonado, que
era de su Consejo, é Femand AlTares de Toledo su
Secretario, é alguna gente de armas de su guarda,
que mandó estar con el Comendador major de León
en la guarda do la Tilla ó do su fortaleza. Venida la
Infanta á aquella Tilla, la Reyna f abló con ella en
los ocho días primeros algunas cosas , en las quales
ninguna persona interTino ; é después que fueron
platicadas, é puestas en eücripto, la Infanta deman-
dó á la Reyna licencia para ToWer, é término para
consultar con el Rey de Portogal, é con el Príncipe
su fijo. E la Reyna dio sus dones de oro é de plata
á la Infanta su tia, é á todas las duefias é doncellas
que con ella Tenían, é la despidió. E mandó al Doc-
tor Rodrigo Maldonado de su Consejo, que fuese
con ella para platicar con el Rey de Portogal é con
los de su Consejo las materias é apuntamientos é
seguridades allí fabladas é apuntadas con la Infan-
ta. E luego toItíó la Reyna á la Tilla de Cáceres,
donde la esperaba el Cardonal de Espafia y el Con-
destable, é las otras gentes de armas de su hueste, é
todos los otros oficiales de su Corte. £ dende á po-
cos días que estoTo en la Tilla de Cáceres, partió
para la cibdad de Troxillo.
CAPÍTULO xa
De los eereoff qae la Reina mandó poner sobre Herida, MedelUn,
Nontanehes , é Dcleytou.
Como la Reyna fué en la cibdad de Troxillo, en-
tendió luego en la proTision de las cosas necesarias
á la guerra que f aoian los Portogueses é los Caste-
llanos que estaban con ellos , especialmente desde
las Tillas de Mérida, é de Medellin, é Deleytosa, é
de Azagala, é CastilnoTO, é Piedrabuena, é Mayor-
ga ; do las quales se facia tanta guerra, que ni los
caminos se andaban , ni la tierra se labraba, é toda
negociación cesaba en aquella proTinoia. E todas
las aldeas cercanas á aquellas fortalezas é á sus co-
marcas estaban despobladas, é los moradores dellas
las desampararon , é fueron á morar, dellos al An-
dalucía, dellos al Reyno de Toledo, é á otras par-
tes. E ningunos mantenimientos se podían haber en
la cibdad de Troxillo, donde la Reyna estaba, sino
traídos de tierra de AtíU , é de Salamanca , é de
Toro , é del Reyno de Toledo ; los quales se ponían
en la TÍUa de Guadalupe , é de allí la Reyna embia-
ba gente de armas , que los traían en salTO fasta la
dbdad de Xroxiüo. Gomo algunos caballeros ó otros
ÉDOffAISABEU 845.
del consejo de la Reyna yneton la destroioion de
aquella tierra, considerando' las^neoesidades presen-
tes, é recelando las por Teñir ; veyendo anaimesmo
como las fortalezas que estaban rebeldes , crecían
cada día mas , oon mayor número de gebte del Rey-
no de Portogal, según lo qual parecía difioile aca-
barse aquella guerra , salTo en mucho espacio de
tiempo é oon gran número de gente, otrosí oonsi-
derando que la estada de la Reyna en aquella cib-
dad , no solo era trabajosa perla gran falta de man-
tenimientos , mas era peligrosa á ella, é á todos los
que con ella estaban ; suplicáronle que dexando
guarniciones de gentes en las oíbdades de Troxillo,
é Badajos, é Cáceres, é sus comarcas, ella se apar-
tase de aquella tierra, é fuese para la Tilla de Tala-
Tera, ó á otro lugar comarcano é mas se^ro. Por;
que según los parecía, con tan poca gente como álii
estaba, no podía remediar guerra tan grande, fecha
por tantas partes. B que no era su serTicío, ni me-
nos se guardaba su preeminencia real, sí estoTÍese
en aquella cibdad enmedio de todas aquellas forta-
lezas contrarias , Teyendo é oyendo los robos é pri-
siones que los Portogueses facían sin las remediar.
Otrosí decían, qae si cerca de la paz que se fabla-
ba con la Infanta su tia , alguna cosa fuese neoesa-
río consultar , ansí bien se podía facer desde otra
Tilla aunque fuese algo mas lexana, como desde la
cibdad de Troxillo. La Reyna, oídas aquellas razo-
nes, respondió: cPues ya soy Tenida á esta tierra
» ciertamente por f uir peligro , ni oscusar trabajo,
» no la entiendo dexar , ni dar tal gloria á los con-
• trarios , ni tal pena á mis subditos. Por ende yo he
«deliberado de estar aquí fasta Tor el oabo de la
» guerra que facemos , ó de la paz que tratamos. » E
luego embió llamar mas gentes de armas de todos
sus Reynos, é acordó de poner tres sitios sobre las
Tillas de Medellin, é Mérida, é Deleytosa. E mandó
al Maestre de Santiago que tomase cargo de sitiar
la Tilla de Mérida que es de su Orden , oon la gente
de su casa, é oon otra que ella le dio de su guarda.
E mandó á Luís Fernandez Puertooarrero^ Sefior de
la Tilla de Palma , que con dos mil bornes á caballo,
é tres mil peones, pusiese sitio sobre la Tilla de Me-
dellin, donde estaba el Obispo de Ebora oon gente
de Portogal é de la Condesa. B mandó á Rodrigo do
Monroy , cuya era la Tilla é fortaleza de Deleytosa,
que la sitiase oon gente que le mandó dar para ello.
Todos estos tres sitios fueron por su mandado pues-
tos er un día sobre aquellas tres fortalezas. E man-
dó al Conde de Fétía Don Lorenzo Suarez de Figue-
roa , quo estoTÍese por frontero en la cibdad de Ba-
dajoz con la gente de su oasa , é oon otra gente de
su guarda que le embió para facer guerra á Porto-
gal , é resistir la que por aquella parte facían los'
Portogueses. La Reyna estando en la cibdad de
Troxillo, é con ella el Cardenal de Espafia, y el
Condestable Conde de Haro ; todos los días daba or-
den, é proTeia de gentes é mantenimientos á aque-
llos tres sitios que mandó poner. Estando las cosas
de la guerra en el estado que hemos dicho, acaeció
que el ClaTero de Alcántara Tino á la fortaleea de
846
OBÓmOAS BB LOS BITE8 DB OACTTILIíA^
MonUnohes , U qual tenia im la oafiado , Oomenda-
dor de la Orden de Santiago, que se llamaba Pedro
Pnertooarrero, oasado oon en hermana, é trató oon
alia qae le dexaee apoderar de la fortaleza : la qnal
{>or megoe ó promesas de su hermano, tovo manera
que entrase con algunos bornes suyos, ó luego echó
fuera toda la gente del Comendador su cufiado, yol
quedó apoderado de la f ortalesa. £ comenzó á facer
i^uerra á la oibdad de Troxiilo , é los mas días llega-
ba BU gente fasta cerca de la cibdad ó tomaban pri-
sioneros, ó impedían qne no viniesen mantenimien-
tos á la cibdad. La Beyna, como quier que ovo gran
pesar de la toma de aquella fortaleza , pero luego
entendió en la provisión que se debia facer en aquel
nuevo dafio. £ mandó á su Condestable, é á Don
Gutierre de Cárdenas, Comendador mayor de León,
qae con la gente de armas que tenia en su guarda,
é con los caballeros continos de su casa, fuesen á
la fortaleza de Montanches, é la sitiasen , é resistie-
sen la guerra que f acia la gente que el Clavero de-
xó en ella. Aquella fortaleza de Montanches es
fuerte ó inexpugnable , pero el Condestable , y el
Comendador mayor de León se aposentaron con la
gente de armas bien cerca della, en tal lugar, que
no podían salir á facer los daftos que antes f adán.
El Clavero fué para las fortalezas de Piedrabuena,
éMayorga, é Azagala, ó Castílnovo que estaban
por él. £ desde aquellas fortalezas, andando de una
en otra, facía guerra á Badajoz, ó á Cáceres, ó á
todas aquellas partes de sus comarcas. £ algunas
veces metía gente de Portogal , con la qual facía
prisiones, é quemas, é robos, é grandes estragos en
todas aquellas tierras. Ansimesmo iba al Bey de
Portogal á impedir la paz qae trataban el Principe
BU fijo, é la Infanta Dofia Beatriz su suegra ¡ ó soli-
citaba con c^an diligencia que entrase poderosa-
mente ¿ socorrer su gente, que estaba sitiada en
qoatro partes. En especial le daba á entender, que
si socorriese solamente el castillo de Montanches,
todoB los otros sitios se alzarían ¡ é de aquella ma-
nera los suyos serían socorridos, y él quedaría vio-
toríoso. Porque alzados los sitios, podría ir con gran
poder de gente á la cibdad de Troxiilo , donde es-
taba la Beyna : la qual por falta de mantenimien*
tos, que eran trabajosos de haber, no esperaría en
aquella cibdad ; é que de necesario le convernía de-
xar toda aquella tierra , donde él quedaria Bey ó Se-
fior BÍn impedimento alguno. £ habida aquella pro-
vincia á su obeddiencía , podria conquistar mucho
mejor á Castilla, é con mayores fuerzas que primero.
£1 Condestable , y el Comendador mayor que eran
avisados de lo que el Clavero solicitaba con el Bey
de Portogal, ponían grande guarda, no solamente
contra la fortaleza de Montanches, que tenían sitia-
da ; mas recelando que vemia el Bey de Portogal
contra ellos, ponían guardas 6 sobreguardas, y es-
cuchas en los caminos, ó atalayas sobre las sierras
por no ser tomados de salto. T ellos ó los que con
ellos estaban, todas las noches estaban armados. B
porque el trabajo era tan grande é contino , que ni
ellos, ni la gente de armas que tenían en su capita-
nía lo podían sofriri aoordaroü de faoer «noima de
una derra cercana al castillo de Montanches un
circuito de piedra fuerte, donde ellos ó toda la gen-
te de s» capitanía pudiesen estar se¿uroa que no
fuesen tomados de salto ; el qnal fuó fecho é f ortifl-
cado en díee días. £ dentro de aquel circuito de
piedra, estaban ya seguros de no ser tomados, aun-
que viniese gfan poder de gente del Bey de Porto-
gal. £ todos los días sallan á pelear contra los de la
fortaleza, é los de la fortaleza contra ellos. Luis
Fernandez Puertocarrero, que tenia cercada la villa
de Medellin, había escaramuzas con la gente que
estaba en ella; los qualea eran tal número, que sa-
llan á pelear con los de fuera tantas veces que no lo
podiendo sofrír,fuó necesario á este capitán alzar el
sitio que tenia puesto cerca de la villa, é lo apartar
por espacio de media legua. £ por aquella causa ha-
bían lugar los de la villa de salir fuera por mante-
nimientos algunas veces. E después de algunos días,
acaeció venir en aquel cerco una tan gran multitud
de moscas , que la gente que allí estaba no se podía
valer , porque ninguno podía comer sino teniendo
ocupada la una mano en se defender de las moscas,
ó comían con la- otra ; ni menos podían dormir, si
no á gran 'pena, que las moscas les daban. Ovo en
aquel cerco grandes escaramuzas , en las quales pa-
saron fechos de armas sefialadoB ; porque los Caste-
llanos é los Portogueses contendían de valentía, é
quando venían á las manos , cada uno trabajaba de
sostener la honra de su nación ó la suya , y en es-
tas peleas murieron algunos de la una parte ó de la
otra. £ tantos caballos quedaron en el campo muer-
tos , que inficionaban de dolencias pestilenciales á
los unos é á los otros. Bodrígo de Monroy, que ansi-
mesmo puso el cerco sobre Deleytosa , tenía en es-
trecho á los que la defendían. A los quales después
de tres meses que estovieron sitiados , geles dafió el
agua ; ó porque veían jue el Bey de Portogal no les
embiaba socorro, según gelo había prometido, acor-
daron de no esperar á que geles dafiase tanto que
no la pudiesen beber ; ó demandaron partido que les
salvasen las vidas é los bienes, ó que entregarían la
fortaleza. La Beyna mandó que de su parte les
asegurase ¡ y entregáronla á aquel Bodrígo de Mon-
roy cuya era, al qual, según habernos dicho , tiráni-
camente la tenía tomada el Clavero su hermano. £
mandó la Beyna que la gente que en aquel sitio
había estado , fuese al sitio de Montanches do esta-
ba el Condestable y el Comendador mayor. El Maes-
tre de Santiago contínó el cerco que tenía puesto
sobre la villa de Mérida, é fizo grandes baluartes 6
cavas, ó otras muchas defensas, para que ól é su
gente estoviesen seguros , ansí de los cercados , co-
mo de qualquier otra gente que viniese defuera á
los socorrer. £ ansí en aquel cerco como en todos
los otros, fallecían muchas veces los mantenimien-
tos; é la Beyna lo mas del tiempo entendía en los
mandar traer é repartir por los sitios que estaban
puestos, y embiarles todas las otras cosas que eran
necesarias. Estos sitios duraron por espacio de cin*
00 nMses: en los quales allende do loa ir«bajoS|
DONrEBNANDO
maertet é feridM que loi oeroadores padeoieron en
loa oombateay aaoaramQsaa que oyieron oon los oer«
oadoS| aofrieron ansimeamo gran trabajo, por falta
de loe mantenimientoB, é tanta pena, que maphoa
diaa pasaban con solo pan é agaa. Porque las vian-
das que oomian eran habidas á gran deseo , é mu-
chos días se Tendió un celemin de oebada por un
real de plata. E ansimesmo reoibian fatiga en el
campo de grandes bochornos , de que se siguieron
enfermedades, é algunas dellas pestilenciales. El
Doctor Rodrigo Maldonado, que según habernos di-
cho , fué por mandado de la Reyna oon la Infanta
su tia á platicar con el Rey de Portogal, é oon los
de su Consejo en las materias de la paa que se ha-
blan apuntado en Alcántara, escríbia á la Reyna los
mas dias : que ol Príncipe de Portogal é la Infanta
su lia, no podian traer al Roy do Portogal á la paz
con aquellas condiciones que en Alcántara fueron
apuntadas , é que demandaba cosas nuevas. Otrosí,
que habia en su Oonsejo algunos Portogueses é Cas-
tellanos, que le daban á entender como reoebia
mengua en dexar el título de Rey de Castilla que
habia tomado ; especialmente el Clavero de Alcán-
tara le daba esperanza, quo habría toda aquella
provincia de Estremadura en poco tiempo, sola-
mente socorriendo la fortaleza de Montanches. E
con estas cosas, el Rey de Portogal estaba determi-
nado de proseguir la guena, para lo qual tenia jun-
ta la mas gente de su Reyno. Quando la Reyna sopo
que el Rqj de Portogal no estaba por los apunta-
mientos fechos oon la Infanta, é que demandaba
cosas nuevas, embió mandar á aquel Doctor, que
se despidiese, é viniese para ella. El Príncipe do
Portogal , é algunos caballeros, é otras personas que
estaban en el Consejo del Rey su padre, á quien no
piada de la guerra que quería proseguir, le repre-
sentaron los inoonvinientes que en esta demanda
ovo, é diéronle á entender que los habría mayores
si en ella insistiese; especialmente que no tenia
aquellas fuerzas de gente é dinero que eran necesa*
rías para la continuar. E que no debia dar crédito á
los Castellanos, que poniendo su estado real en pe-
ligro, querían cobrar los oficios é bienes que habían
perdido en Castilla. Porque era cierto aquellos estar
ocupados de pasión, é no podian rectamente conse-
jar. E suplicáronle, que mandase al Doctor que no
partiese fasta que mas viese en las materías con-
cernientes á la paz, que habían seydo platicadas. El
Rey de Portogiü , mudado aquel propósito por los
consejos del Príncipe é de la Infanta su suegra é
de los Caballeros é Doctores de su Consejo, mandó
al Doctor que no partiese , porque entendía ver mas
en las materias de la paz. El Doctor, por mandado
del Rey de Portogal se detovo, é tomó á platicar
mas con el Príncipe é oon los del Consejo del Roy
de Portogal; é después de algunas pláticas habidas
en otros quince dias que se detovo , feneció la guer-
ra, é fizóse la paz entre el Rey é la Reyna , é sus
Reynos é sefioríos de la una parte, y el Rey de Por-
togal ó BU Reyno de la otra , en esta manera.
É DOfiA ISABEL.
W
CAPÍTULO XCI.
Como U Roynt eonclsjó It pu oon el Rey de Portofal (I).
Primeramente, que el Rey de Portogal dexase el
título que habia tomado de Rey de Castilla, é las
armas de Castilla que habia puesto en su escudo.
Otrosí, que jurase de no casar en ningún tiempo,
con aquella Dofia Juana su sobrina. ítem que ella
toviese libertad por tiempo de seis meses de facer
de su persona lo que le ploguiese ; ó estando si qui-
siese en aquel Reyno de Portogal , ó yendo á otra
qualquier parte que á ella bien viniese: tanto que
el Rey de Portogal, ni otro alguno do su Reyno la
favoreciese. E que si por ventura delibrase no salir
del Reyno de Portogal, que complidos los seis me-
ses, luogo f uoso obligada de elegir una de dos vias :
ó que se obligase de casar con ol Príncipe Don Juan
de Castilla, y estoviese en poder de la Infanta Dofia
Beatriz tía de la Reyna, esperando fasta que el
Príncipe f ueso de edad para casar con ella ; ó si esto
no quisiese facer , entrase en religión en la orden de
Santa Clara , en uno de los monesteríos que le fue-
ron nombrados en el Reyno de Portogol. Otrosí
que el Príncipe Don Alonso fijo del Príncipe de
Portogal casase con la Infanta Dofia Isabel fija del
Rey é de la Reyna. E que por oertenidad de las co-
sas concordadas cerca desta paz , estos dos sefiores
Príncipe é Infanta estoviesen en poder de la Infan
ta Dofia Beatriz, tia de la Reyna, en* el castillo de
Mora, que es en el Reyno de Portogal ; el qual fué
entregado á la Infanta, que era suegra del Príncipe
de Portogal , para que los tovieso por cierto tiempo,
fasta que fuesen complidas las cosas quo se habían
de complir é habían seydo concordadas. Otrosí, que
la mina del oro quedase para el Rey de Portogal , é
para el Príncipe su fijo ; é que ninguno de los Rey-
nos é sefioríos del Rey é de la Reyna fuesen á ella,
so grandes penas. ítem , que oviese paz entre el Rey
é la Reyna de Castilla y el Rey de Portogal, y en-
tre sus Reynos é sefioríos é subditos é naturales de
la una parte é de la otra; é que esta paz fuese guar-
dada é oonservada so grandes penas, por tiempo de
ciento é un afios. ítem , que la Reyna perdonase al
Clavero, é á la Condesa de Medellin, é á todos los
Castellanos que habían rebelado oontra el Rey é
contra ella , é habían seguido el partido del Rey de
Portogal , do todos é qualesquier crímines é delic-
tos que oviesen cometido contra ellos , de qualquier
calidad que fuesen , é les mandase restituir sus bie-
nes y heredamientos é rentas , que por bu mandado
les fueron tomados en Castilla , los que tenían al
tiempo que fueron á servir al Rey de Portogal. Bn
esta manera fué fecha é firmada la paz oon el Rey
(1) Zorita trae mas á la larga este tratado de ptoés y eSadoqia
reflero aos eoBdleiosfO mas parUealameate por ser nai tiertaa j
disUntas qoe las eaeriba Hersando del Palgar. Bi misno se-
fiala el oaelrnteato de la lofanta DoHa Jdana en Sábado S de No-
Tlembre de este afio, pero la reeofteillaeioa del Maniiés de VI-
lliHia la trae eo el sigiileDte , y n concordia con los Reyea oa M
de Febrero del nismo aflo 1480. Zirita, AK W, 09. 84 f 8S.
848
ORÓNIOAS DB LOS BBTES DB QA8IILLA.
de Portogal 6 oon sa Beyno. B luego fueron ftbsa-
dos loe sitios , que estaban puestos sobre las f orta*
• lesas, é la villa de Marida fué restituida al Maes-
tre, porque era de su Orden; é la villa deMedellin,
mandó la Beyna que se entregase á aquel caballero
Puertooarrero , que la tovo por su mandado sitiada,
fasta que mandase ver los debates que la Condesa
tenia oon el Oonde de Medellin su fijo, á quien per-
teneoia de dereoho, é oídas las partes, determina-
se entre ellos lo que fuese de justicia. Fechas é asen*
tadas estas cosas , el Bey de Portogal las firmó ó
Juró , é las fiso pregonar en su Oorte , mandando que
se guardasen so grandes penas. Y embió sus emba-
xadores oon sus poderes bastantes á la oibdad de
Troxillo para las refirmar é ver firmar é jurar á la
Beyna. Lo qual la Beyna otorgó , é lo mandó pre-
gonar con trompetas públicamente en su Corte , se-
gún que fué pregonado en la Oorte del Bey de Por-
togal. E luego la Beyna embió facer saber al Bey
que estaba en Cataluña , la pas que habia concluido
con el Bey de Portogal, é la forma como se habia
asentado, de lo qual le plogo mucho. Fechas é con-
cluidas, todas aquellas cosas, la Beyna puso sus Cor-
regidores é oficiales en aquella tierra de Estrema-
dura, é dio orden para que todos viviesen en pas ; é
mandó facer muchas restituciones á algunas viudas
é miserables personas , de los bienes y heredamien-
tos que en los tiempos pasados les eran ocupados
por fuerza. Esto fecho, partió de aquella tietra de
Estremadura para la cibdad de Toledo. El Bey an-
simesmo vino para aquella cibdad , ó juró en pre-
sencia de los embazadores del Bey de Portogal los
capítulos de la paz, según que la Beyna lo habia
jurado é firmado. Y embiaron sus cartas á todo» los
Grandes de sus Beynos é sefioríos , é á todas las db-
dades ó villas dellos, notificándoles la paz é concor-
dia que habia fecho la Beyna con el Bey de Porto-
gal é oon su Beyno ; y embiáronles á mandar que la
guardasen so ¿gandes penas. Estando en aquella
' cibdad, vino el Marqués de Villena ante el Bey é
la Beyna , é suplicóles que por quanto quena mos-
trar ante Su real Magostad su inocencia, cerca déla
guerra que le acusaban haber movido , les ploguiese
oirle é guardar su justicia ; é ofrecióse á probar que
no fué culpante, ni promovedor de escándalo. E
dizo, que si él habia tomado armas, habia seydo
para defender su personado aquellos que no sabian
mostrarse servidores, salvo mostrando á otros de-
servidores : los quales movieron guerra contra él,
sin mandamiento de Su Alteza; 6 que si debieran
ser punidos si no la ficieran mandandogelo, mucho
mas lo debían ser por la haber fecho sin ser manda-
dos. El Bey é la Beyna mandaron poner en examen
de justicia la suplicación del Marqués. E porque se
falló, que no fué principiador do aquella guerra ; é
aosimesmo porque no se probó contra él , que des-
pués que fué perdonado , tomó voz del Bey de Por-
togal, ni monos trató con él en deservicio del Bey é
de la Beyna, fallaron que debian reconciliarle , é
seguraron su persona é bienes. Estando en esta cib-
dad de Toledo , parió la Beyna á Ift Infanta Dofia [ Uk. io, cap. 38
Juana en el mes de Noviembre deste ifio de mil é
quatrodentos é setenta é nueve aftos«
CAPÍTULO XOIL
Os como el Riy é la Reyna enbUron á Portogal m «sbauáo*
res, sobre la profesión qae Dofta Juana habla de faeer.
Según habemos contado, aquella Dofta Juana de
Portogal, tovo libertad de elegir una de dos vias , 6
esperar fasta que el Príncipe de Oastilla fuese de
edad para casar con ella , ó entrar en xeligion en
uno de cinco monesterios que le fueron nombrados
de la orden de Santa Olara. É porque eligió antes la
religión que el casamiento , el Bey é la Beyna em-
biaron á Fray Femando de Talavera, Prior del mo-
nesterio de Santa María de Prado su confesor, é al
Doctor Juan (1) Diaz de Madrigal de su Oonsejo,
por BUS embaxadores al Bey de Portogal, para refir-
mar la paz fecha entre ellos , é otrosí para ver la
profesión que aquella Dofta Juana habia de facer
en la orden que eligió. Estos embaxadores fueron
bien recebidos por el Bey de Portogal, é por el Prín-
cipe su fijo ; y en loor de la paz entre ellos celebra-
da, aquel religioso f abló al Bey de Portogal en esta
manera : «Muchas saludes, muy alto Bey é Príncipe
sesclarecido, ó muy cordiales encomiendas vos em*
»bian los muy altos é muy poderosos Bey é Beyna
»de Oastilla, é de León, é de Aragón, é de Sicilia
nnuestros soberanos seftores, con aquel amor é vo-
eluntad que á tan claro Bey é Príncipe, tan conjun-
»tos en debdo, tan confederados é aliados on vorda-
ttdera paz é amistad son debidas. Quisieron Sus Al-
vtezas que fuésemos scs embaxadores é portadores
Ddellas, como quier que muy pequefios en su muy
nalto consejo , pero no menos que otros familiares,
i>é aceptos á su servicio ; porque algunas cosas qiie
»á Vuestra Alteza é serenidad nos mandaron expo-
»ner é comunicar, son de tal calidad é misterio, que
Drequieren ministros de semejante profesión. É aun
spor corresponder á la manera que vuestra muy ex-
»celente prudencia tovo en las novísimas embaxa-
Ddas ó mensagerías que á Sus Excelencias fizo en
vestes días ¡ primeramente con el sabido Licenciado
»de Figueroa de vuestro muy alto consejo , é des-
»puos mas familiarmente con el devoto Beligioso
})Padre Fray Antonio vuestro Oonf esor. Manera por
ncierto prudentísima é muy provechosa, porque por
vesta via mas que por otra serán confirmadas é per-
npetuadas vuestras bienaventuradas paces é muy
»dignas amistades en aquestos tiempos dignamente
oreformados. Oa por esta via, mas que por otra, se
Dpodian certificar vuestras muy buenas voluntades
sé las suyas ¡ refiriéndolas á aquellos que las cono-
Dcen, como Dios cuyo es proprio asentar los cora-
(1) Zurita dice que el compafiero en esta embajada no fii¿ el
Doetor Jnan Diai de Madrigal como aqai dice Pulgar, sino el Doe-
tor Rodrigo Ualdonado de Talsvera. El uiamo refiere uua notable
resolución del Príncipe de Portugal quando loa tratados de pax,
sobre la f¿ de Garda de Resende , autor Portugués, que puede
Terse alii y euya verdad no es tiempo abora de eiamijiar. áae/..
DONVERNANDO
«zon6«, que éñgtm el Profeta eon difioilee de oono-
9oer é por cosa deste mundo no dirán sino yerda-
ides. Manera otro si decente é muy dina de sns rea-
»le8 excelencias é ynestras : porqae claramente de-
smnestra, qae no solamente sois Principes oientifl-
»cos , é Beyes animosos , é muy proveídos en los
»ezercicios belicosos é actos mi litares, como á todos
oes notorio, mas mny católicos é sublimados, en to-
ldo linage de heroyoas é perfectas yirtades, qnan-
ido ansi TOS place elegir é destinar tales nuncios é
Bmensageros. Porque es regla general tan bien en
»lo natural como en lo moral, é tan bien en las oo-
osas divinas como en las humanas , que los medios
^participan é han de pai*ticipar en alguna manera
lia condición de los extremos. Exemplo es muy su-
>fioiente, que Jesu Orísto nuestro Bedemptor, para
98er entre Dios é los homes perfecto medianero,
90V0 de ser Dios é home verdadero. É porque nos
icomenzamos á testificar lo que de cierto sabemos,
«crea vuestra serenidad , que la voluntad de núes-
»tros soberanos principes Rey é Beyna nuestros se-
nfiores (que por eso la decimos voluntad é no vo-
»luntades, porque en esto y en todo bien son con-
iformes, é tienen un querer é no querer, como muy
«esclarecidos conjugados en todo é por todo lo de-
»ben tener) es muy determinada, muy entera, muy
nconstante en la perfecta conservación de las dichas
«paces, y en el cumplimiento de todo lo por ellas
«capitulado, según que de las vuestras son certifi-
«cados, especialmente por el dicho devoto Padre, á
«quien Sus Alteaaa dan mucha f é por las razones
«ya dichas. É no sin causa vuestras muy ilustres vo-
«luntades 6 la suya, en esto son ó deben ser conf or-
«mes ; como esta bienaventurada paz ó concordia
«sea á Nuestro Sefior Dios muy apacible , que toda
«buena paz ama é aprueba, como aquel que es di-
>cho della (1). El qual por facer paz verdadera é
«perpetua con el linsge humanal , é paz entre sus
«santos ángeles é los homes, é paz entre los hom-
«mes de diversas condiciones, en la persona del fijo
«se^ristió de nuestra humanidad , y en ella recibió
«muerte é pasión , porque pudiésemos conseguir la
«paz del cielo, que es nuestra bienaventuranza, que
«sin la paz del suelo no se alcanza. É por eso quiso
«ser llamado príncipe de paz, é quiso nacer en tiem-
«po de paz, é que sus ángeles la snunciasen en su
«santa natividad, é la dexó por herencia á sus muy
«amados discípulos en su testamento é postrimera
«voluntad, é con ella les mandó saludar la casa en
«que entrasen , é con ella les saludó él mesmo des-
«pues déla gloriosa resurrección ; dando á entender
«que esta es verdadera salutación, y el mayor bien
«que se debe desear. É ansí la mandó dar en el tes-
«tamento viejo por bendición principal á su pueblo.
«Es otrosí la paz á vuestras serenísimas personas ó
«á las suyas, causa de mucho descanso é consolación,
«porque da oportunidad para toda buena gobema-
«cion : como por el contrario la guerra é la disoor-
(i) Parees qae alsde it epíteto «se da San PaMo á Dlof » llv
É DOSa ISABEL. 849
«dia son causa de muoha fatiga y enojo é taibadon.
»T es la paz necesaria é muy |Mro veohosa á todos los
«estados de sus reynos é de los vuestros , cuyo bien
«todo príncipe con muy mucho estudio debe proon-
«rar, é anteponer al suyo ; é aun oportuna é oonf e-
«rente á toda la religión ohrietiana, y especialmen-
«te en estos tiempos peligrosos ; y es mucho dafiosa
«é por consiguiente molesta é odiosa á los enemigos
«de la santa fé cathólioa, propinquos é remotos. É
«porque desto é de otras cosas que requieren au-
«dlencia mas familiar é secreta, diré á Vuestra real
«Magostad é muy ilustre Sefioria : agora facemos
«fin muy humilmente, suplicando perdón en lo
«que menos debidamente es dicho, é remitiendo al
«Doctor diño colega en esta nuestra legación, que
«como varón docto é prudente, supla lo que mi sim-
«pleza ha fallecido. « Después que aquel religioso
ovo f ablado, el Bey de Portogal le respondió muy
bien , é les dixo : cQue su intención era de perma-
«necer en la paz asentada, considerando el fruto
«loable que deUa se slguia.» El Do'ctor Yabló ansi-
mesmo las cosas que fueron necesarias de se propo*
ner, por algunas novedades que se hablan fecho do
unas partes á otras : sobre las qualee el Bey de Por-
togal mandó á los de su Oonsejo que entendiesen
con estos dos embaxadores, é aclarasen todo aque-
llo que de razón é justicia se debiese facer. Lo qual
fué ansí fecho, é fueron las paces confirmadas con
placer de ambas las partes. E después este Beligio-
80 y el Doctor, fueron á la oibdad de Ooimbra, don-
de estaba monja aquella Dofia Juana en el mones*
terio de Santa Clara. T este Beligioso lo fabló en
esta manera : «Somos aquí venidos, muy ilustre ó
»muy do vota sefiora, por mandado de los muy altos
a é muy poderosos Bey é Beyna de Castilla é do
• León, nuestros soberanos señores ; porque sus Al-
atezas han sabido que es vuestra deliberada volun-
a tad de facer profesión en esta religión de la bien-
•aventurada Santa Clara, cuyo hábito degistes, é
a vos plogo tomar. Es por cierto, muy noble Sefiora,
«el que vos quesistes é queréis el mejor de los esta-
•dos, é por tal habido é aprobado en el santo Evan-
agelio; en el qual Nuestro Sefior Jesu Christo alaban-
ado la contemplación , á la qual es dedicada esta
a religiosa vida, dice, que María Magdalena, por la
a qual aquella es figurada, como la vida activa por
t Santa Marta, escogió la muy mejor parte. Esta es
ala mas perfecta de las vidas, porque mas que nin-
aguna es dispuesta é ordenada para mas complida-
a mente amar á Nuestro Sefior ; lo qual es todo el
abien é perfecdon que en esta miserable carne vi-
a viendo se puede alcanzar. Conocida cosa es que
«el amor libre de las riquezas temporales, é libre
a otrosí, é apartado de los ddeytes camales, ó de los
a cargóse actos conjugales, é sometido en todo é por
ttodo á oomplir é obedecer la voluntad de Nuestro
t Sefior, la qual en cada cosa é causa nos deolara y
aensefia el perlado ó perlada , que entre nos é sobre
anos tienen sus veces, es mas dispuesto que ningu-
ano para perfectamente amar á Nuestro Sefior. Por-
aque como nuestro coraron no puedo careos d#
I
0RÓKÍCA8 DS LOS REYES DE GASTitLA.
«amoiTi que os de su propria operación, es forzadoi
9qae desamando, ó no amando las oosasbaxas, qnie-
»ra é ame las altas; é qae despreciando las cosas
B criadas, qne no hinchen sa capacidad é medida,
•precie, qniera é ame al hacedor ó gobernador de-
slías qae tiene é da perfección complida. Á esta caa-
»sa,é no á otra los Santos por Naeetro Sefior inspi-
irados é alambrados, notaron é ordenaron que yo-
• tasemos aquellos tres votos principales de pobre-
•za, castidad, ó obediencia, que son necesarias é
1 substanciales en toda religión perfecta ó aproba-
ida; por las quales son excluidas y desechadas
•aquellas tres cosas, que facen á los hornea indinos
•de participar y entrar al combite de las bodas oe-
•lestiales. Las quales tres cosas en el santo Evange-
• lio son figuradas y entendidas por la villa, quesig-
•nifioa el sefiorío é honra temporal ; épor la muger,
•que significa el casamiento é todo deleyte camal,
•é por las yugadas de bueyes , que significan las ri-
•queeas, que facen de terrenal esta perfección de
• amores. Esta es aquella preciosa, para la qual ha-
•ber, el santo Evangelio dice que habemos de ven-
• der todo lo que tenemos ; este es el tesoro abscon-
•dido en el campo, por el qual', como ese mesmo
•Evangelio dice, todo haber con mucho gozo debe
» ser da lo. Esta es la crus muy preciosa con que
• Nuestro Sefior quiere que crucificados le sigamos.
• Este es el su yugo suave é carga liviana, que nos
•face verdaderos discípulos suyos, amigos, fijos y
•hermanos. Y esta nos face dinos , como ese mesmo
• Evangelio dice, qne en el juicio universal, en si-
fe lias muy altas, seainos con él asentados á juzgar.
• Esta es la vida inocente é pura, alegre ó jocunda,
•pacifica é segura, é mas apta que ninguna, para
• facer complida penitencia de qnaleequier pecados
•é yerros,' por nosotros, ó á nuestra causa cometidos
•é fechos; pobreza muy rica, que quanto mas quie-
bre, tanto mas tiene, ó nada le falta, porque muy
•poco le basta. Castidad muy fecunda, llena é abas-
•tada de generación é deleyte espiritual. Subjecion
• llena de libertad ; maa libertad verdadera, é final -
•mente mas angélica que humana, é mas del cielo
•que de la tierra. Épor eso la aconseja el Apóstol
• Sant Pablo á todas las personas, que aun no están
• atadas ni cargadas de casamiento. Por eso la esco-
ftgioron Santa Inés, Santa Cecilia, Santa Lucía, San-
•ta Catarina, é vuestra madre Santa Clara, é otras
•muchas doncellas de claros linages,é desecharon
» esposos muy generosos , é las bodas temporales.
•Paes considerando, muy ilustre Sefiora, la bondad
•perfección é mejoría que á vos plogo de elegir, é
•place do continar, no seria buen pariente, ni buen
•amigo, ni buen consejero, quien de cosa tan buena
•vos cuidase apartar. Mayormente, que por maravi-
»11a es visto, antes nunca, qne personas de vuestro
•linage después que en el monesterío entrasen, ha-
•yan tomado atrás, ni doxasen el hábito de la santa
•religión, y el santo propósito con que el primero dia
• comenzaron ; agora entrasen por sola virtud, é solo
•amor de Nuestro Sefior, é deseo verdadero de su
•seguTA salvadon, agor* impelidas ó movidas por
• evadir qualquier necesidad, ó tribulación. La qual
• en tal caso llaman los Santos felicidad , porque
•compele á tomar estado de tanta excelenoia é de
• tanta virtud é bondad. Quanto maa que, bien oonai*
• dorando la deliberación con que vos plogo de tomar
•este estado, y el tiempo que para deliberarlo vos
•fué dado, é la intención oon que lo tomastes, que
•fué, no de probar, mas de siempre en él perseverar,
• el primero dia fuistes profesa , quanto á Dios, é
• quanto á la obligación de vuestra oonscienoia, aun-
•que no interviniese la solemnidad acostumbrada
•en la profesión expresa, que agora queréis facer
•en faz de la Iglesia. É aun yo seria mal frayle, é
• muy mal siervo de Dios , si tal caida é tal aparta-
amiento de su verdadero amor vos aconsejase. Mas
•porque podría ser, que teniendo vos alguna dubda
•é recelo , que los dichos Rey é Reyna nuestros se-
•fiores, no toviesen voluntad de complir lo que oon
• el muy ilustre Rey vuestro tío al tiempo de las pa-
•oes capitularon cerca de vuestro casamiento oon el
•serenísimo Príncipe Don Juan nuestro Sefior, vos
•oviese movido á querer elegir é tomar aqueste san-
Bto é bienaventurado é mejor estado; por esto vos
• facen saber, antes que mas vos atéis, aunque según
•lo dicho, quanto á Dios, é quanto á vos, é quanto á
•la Iglesia ya sois atada, que su voluntad fué, y es,
•é scorá de complir enteramente. É á mí dan por tes-
•tígo, que la sé como Dios, é por cosa deste mundo
•no diré sino verdad. Porque ansí vista, veáis bien
•lo qne facéis, é si de aquello dubdais, perdáis toda
•dubda. Alumbre Nuestro Sefior y esfuerce vuestro
• muy noble spíritu, para que aquello conozca é
• quiera, que á él es mas apacible, amen.^ Como
aquel Religioso Prior ovo propuesto esta exhorta-
ción é declaración á esta Dofia Juana, luego ella di-
xo, que al principio de la concordia , en su ánimo
habla elegido mas la via de la religión, que la del
casamiento : porque muchas veces Dios le habia
mostrado los estados reales é otras qualesquier pros-
peridades mundanas ser transitorias, é que el apar-
tamiento del mundo era causa de se apartar la cria-
tura de pecar, é la poner en amor de Dios, que es lo
que permanece. Por ende, que ella sin ninguna pre-
mia, salvo de su propria voluntad quería vivir en
religión, é facer profesión, é fenecer en ella en ser-
vicio de Dios é de la Virgen bienaventurada Santa
María su madre, pospuestas todas otras cosas. É lue-
go presentes este Religioso y el Doctor, é la Abadesa
é las Monjas de aquel monesterio de Santa Clara,
é algunos caballeroso duefias, é otras muchas per-
sonas, celebraron solemnemente lo que á tal acto é.
sacramento requería. É aquella Dofia Juana fizo
profesión en aquel monesterío, según orden déla
Iglesia.
Agora dexa la historia essa mataría, é contará lo
qne ficieron los turcos en la tíerra de los ohristianos.
\
CAPÍTULO xcm.
De como los tireoí omaroB h etadad de Rodag, é lo ove
onde patd.
En este afio los turcos fioieron gran guerra por.
tierra é por mar en aquellas partes de los christia-
nos, que confinaban con los moros, é llevaron gran
número de captivos , é fioieron robos é quemas de
lugares ; especialmente vino gran multitud de tur-
óos sobre la cibdad de Rodas, é toviéronla cercada
por espacio do ocho meses. É como la fama deete
cerco fué sabida por las tierras de la ohristiandad,
muchos Maestres ó Comendadores de la Orden de
8ant Juan, que son subjetos al Gran Maestre de
Rodas, fueron do todos los Reynos de la christiandad
por mar ó por tierra A socorrer la cibdad, ó al Maes-
tro qtie estaba en olla cercado ; ó ovieron grandes
batallas con los turcos, donde murieron muchos de
los Comendadores de la orden de l^ant Juan, é otros
homes principales que estaban dentro en defensa de
la cibdad. La qunl estovo en punto do se perder por
los grandes combates, que continuamente por tierra
é por mar los turcos le daban, é por la mengua
grande que padecían los christianos por falta de
mantenimientos, é de pólvora para la defensa de la
cibdad. É como quier que las naos que habían veni-
do á la socorrer estaban cerca, pero ninguno osaba
entrar en el puerto por miedo de la grande flota que
los turcos tenian en guarda. É los christianos es-
taban en turbación, porque de la una parte velan el
perdimiento de la cibdad, si no la socorrían, é de la
otra conocían su perdición , si se aventuraban á la
socorrer. Estando en la pena deste pensamiento , un
Comendador de la nación Inglesa, que había veni-
do con una nao, dixo á algunos de los capitanes de
las otras naos , que no sabia él qué aprovechaba el
trabajo y el gasto fecho en la venida fasta aquel lu-
gar, si se volviesen sin conseguir algún fruto de su
venida. É diciendo estas palabras, é disponiéndose
al peligro, mandó poner todas las velas á la nao ; é
peleando, é sufriendo muchos tiros de pólvora, que
le tiraban los de la flota de los turcos, entró por
fuerza de armas en el puerto , é basteció la cibdad
de las cosas necesarias , en especial de pólvora, con
que se pudo defender. É con esta fazafia grande
que aquel Comendador Ingles fizo, la cibdad de Ro-
das fué socorrida, é los turcos no ovieron lugar de
la tomar. Como los turcos vieron que la cibdad fué
en aquella manera socorrida, acordaron de la com-
batir ; é tan grande era la multitud de loe turcos, é
las fortalezas de los combates dados por todas par-
tes, que ovieron lugar de entrar en ella por unapar-
te del muro que habían derribado con el artillería.
É los christianos esforzáronse , é pelearon por las
calles oon los turcos, 7 echáronlos fuera de la cib-
dad. En este fecho de armas murieron muchos de
los unos é de los otros ; especialmente se fallaron
muertos de los de dentro catorce Comen d adores , to-
dos homes principales, que pelearon con grand es-
fiíeiso por botar los turóos fuer*. Ú como Tíeron
DON FERNANDO É DO^A ISABEL. 35l
los turóos que no podían. haber la cibdad, porque
había seydo socorrida, é por las grandes ayudas que
cada día le venían de toda la christiandad por mar
é por tierra, acordaron de alzar los sitios que tenian
sobre ella puestos. E ansí quedó la cibdad libre del
sefiorio del turco, pero muy destruida déla gran
guerra que le fué fecha, é de los combates que mu-
chas veces le dieron.
I
CAPÍTULO xav.
De las eoiis qoe panroa es Italia (i)^
En estos tiempos era Padre Santo Sixto Quarto,
un homo de la naoíon de Genova, el qual había sey-
do Cardenal é f rayle de la orden de Sant Francis-
co , buen teólogo, é home de buena intención ; pero
sometido á la gobernaoion do otroe » especialmente
do un su sobrino , quo so llamaba Mioer Ilieróni-
mo, á quien fizo Condado la cibdad de Imola. Este
era mancebo casado, de edad de veinte é ooho afioe^
ó muy cobdicíoso de haber sefioríos, é con la mano
del Papa alcanzó mucho de lo que deseaba. B ansí
como le creciótel estado, ansí creció laoobdicia pa'»
ra lo acrecentar; é pensó de sefiorear la cibdad de
Florencia, en la qual por estonces había dos ban-
dos, uno se decía de Pácis, otro era de los de Médi-
cis. E juntóse en amistad con los del bando de Pá-
cis, é prometióles el favor del Papa y el suyo, para
tener la gobernación de la cibdad sin impedimento
de los del otro bando de Médicís ; y ellos prometie-
ron á él de le tener por sefior é superior en la cib-
dad. E para conseguir el efecto deste su propósito,
por parte de aquel Conde Hierónimo fué embíado á
la cibdad de Florencia un su amigo que era Arzo*
hispo de Pisa, natural de aquella cibdad. E segan
después pareció, aquel Arzobispo con los del bando
de Pácis, acordaron de facer matar á Micer Pedro
de Médicís, é á Micer Lorenzo de Médicís, dos her-
manos que eran los principales de aquella parente-
la, que tenían por estonces la gobernación de la
cibdad. E un Domingo, estando el que se llamaba
Lorenzo do Médiois en misa, y el otro su hermano
Pedro de Médicís en \% plaza de la cibdad, aquellos
que tenian cargo de poner las manos en ellos, lo
pusieron en obra ; y el Micer Pedro de Médicís fué
muerto á pufialadas en la plaza por uno que se lla-
maba Francisco de Pácis. El Micer Lorenzo que es-
taba en la Iglesia, se defendió, como quiera que fué
ferido. Este insulto fecho, luego la cibdad se albo-
rotó, é se juntó oon Lorenzo de Médicís, é prendie-
ron á todos los que pudieron haber del otro bando
de Pácis: é prendieron ansimesmo á aquel Arzobis-
po de Pisa ; é á todos los suyos, é arrastraron é ma-
(f ) Este asee te de la reTolaelon de Ploreieia |»or el Conde Ge-
róDlmo aaeecdid el afto antecedente. BI Sefior de Argenten qae
fié eowiilonado por el Rey de Francia para paeücar eataa dire-
reacias, cuenta el snceso con mnebapartienlarldad 7I0 coloea en
dicho alio. El hermano de Lorenzo de Nédiela qne fné nnerto por
Pranelseo de Pacta, no se llamaba Pedro, sino Jnllan de Médicís»
padre de Jallo de Mediéis, qne detpiea ta¿ Papa y se llamé Cle-
mente Vil. Mem^^ M» 6, ciqp« Si PreiT.» uiau CfílCOU Te*
mouiyPtSSI^
362
0RÓNI0A8 DB LOS BE7ES DE OAffFILtiA.'
taron á aquel qne mató á Podro de Médiouu E toda
1a mayor parte de la oibdad eooendidos de ira, ma-
taron á todoa qaantoB de aquella parentela de Pácia
pudieron haber; ó ansimesmo af orearon á aquel Ar-
zobispo de Pisa, é á dies saoerdotes de misa que
venian oon él, é á todos los suyos. T en aquel Ím-
petu del pueblo fueron muertos algunos de los de
Páois, aunque eran inocentes, por el odio que la
oibdad concibió contra los del linage de Páds, por
la fazafia que imaginaron facer ; é todos los que se
pudieron salvar fuyeron ó fueron desterrados de la
cibdad. E ordenaron en su consistorio , que heme de
aquel linage de Pácis no estoviese jamas en ella,
porque fueron contra la libertad de los cibdadanos.
Por causa deste insulto toda Italia se alborotó ó di-
vidió en partes, de la una el Papa, oon el qual se
juntó el Rey Don Fernando de Ñapóles ; ó de la otra
el Duque de Milán, con las comunidades de Vene-
oia ó Florencia. E por causa dest^ división, ovo en
toda Italia este afio muchas guerras é muertes en
los de la una parte ó de la otra. Al fin visto como
la tierra se perdía por la guerra que f acian unos á
otros, é como los turcos ansimesmo por su parte
guerreaban, deliberaron facer treguas por idgan
tiempo entre el Papa y el Bey de Ñápeles, é las co-
munidades de Florencia, ó Venecia, ó Qénova, y el
Duque de Milán. Los turcos siempre continuaban
la guerra contra los christianos, ó tomaron la cib-
dad de Otranto , que es en el Reyno de Ñápeles ; é
armaban gran flota de naos para venir en Italia , y
entrar primeramente en el Reyno de Sicilia, porque
creian aquel Reyno ganado, se£^n la comarca don-
de está, é la grand abundancia que en él hay de
mantenimientos, que podrían guerrear todas las
Italias. Todos los caballeros é gentes del estaban
temerosos de ser guerreados de los turcos, y escri-
bieron al Rey ó á la Reyna el temor en que estaban
puestos, é como no había resistencia en toda aque-
lla tierra de Sicilia si los turcos viniesen ; porque la
luenga paz de que la gente de aquel Reyno goza-
ba, les había fecho ignorantes del exercicio de las
armas, ó que les faUecian homes cursados en guer-
ra é armas para defensa de la tierra. El Rey ó la
Reyna, considerando que era necesario proveer
aquel su Reyno, mandaron á ciertos mercaderes de
la cibdad de Burgos, que llevasen naos cargadas
de lanzas, é paveses, 6 corazas, casquetes, ó balles-
tas, ó almacén , ó artillería, é otras armas. Ansimes-
mo mandaron á Alonso de QuintaníUa su Oontador
mayor de caentas, é al Provisor de Villafranca, Qo-
bemadores de las hermandades de Castilla, que en-
tendiesen en los cosas necesarias para la armada
que acordaban facer por mar, según adelante será
recontado.
CAPÍTULO XOV.
De \u eo«ii qat pasaron en al afio algniante de mil é qnatróaien-
toa ¿ ochenta alos. Primeramente de las cortes qve se fleleron
en Toledo.
En este afio siguiente del Sefior de mil é quatro-
cientos é ochenta afios, estando el Rey é la Reyna
en la cibad de Toledo , acordaron de facer cortea ge«
nerales en aquella cibdad. Y embiároulas notificar
por sus cartas á la cibdad de Burgos, León, Avila,
Segovia, Zamora, Toro, Salamanca, Soria, Murcia,
Cuenca, Toledo, Sevilla, Córdoba, Jaén, é á las vi-
llas de Valladolid, Madrid é Quadalaxara; que son
los diez é siete cibdades é villas que acostumbran
continamente embiar procuradores á las cortes que
facen los Reyes de Castilla ó de Leen. Las quales
embiaron de cada cibdad é villa destas que son nom-
bradas , dos personas por procuradores con sus po-
deres bastantes para las cosas que en aquellas cortes
se oviesen de contratar. Ansimesmo vinieron á
aquellas cortes algunos Perlados é Caballeros del
Reyno ; y entendieron luego en restituir el patri-
monio real , que estaba enagenado de tal manera,
que el Rey ó la Reyna no tenían tantas rentas como
eran necesarias para sostener el estado real é del
Príncipe é Infantas sus fijos. E ansimesmo para las
cosas que se requerían expender cada afio en la ad-
ministración de la justicia é buena gobernación de
sus reynos ; porque el Rey Don Enrique lo había
enagenado en el tiempo de la división pasada que
ovo con BU hermano el Príncipe Don Alonso. Y este
enagenamíento de las rentas reales se fizo en mu-
chas maneras, á unos se dieron maravedís de juro
do heredad para siempre jamas, por loe facer mer-
ced en emienda de gastos , otros los compraron del
Rey Don Enrique por muy pequefios precios, por-
que la muchedumbre de las mercedes de juro de
heredad que se habían fecho, los puso en tan pe-
queña estimación , que por mil maravedís en dinero
se daban otros mil de juro de heredad. Y esta disi-
pación del patrimonio é rentas reales vino á tanta
corrupción , que se vendían albalaes del Rey Don
Enrique en blanco de merced de juro de heredad,
para qualquier que los quería comprar por poco
precio. E todos estos maravedís se situaban en las
rentas de las alcabalas , é tercias, é otras rentas del
Reyno, de manera que el Rey no tenia en ellos cosa
ninguna. Sobre esta materia los procuradores del
Reyno suplicaron al Rey ó á la Reyna, que porque
el estado real convenía ser bien proveído de los oo-
sas necesarias, ansí para sus gastos continos, como
para los otros necesidades que ocurrían en el Rey*
no, mandasen restituir las rentas reales antiguas á
debido estado ; porque no lo faciendo , de necesario
les era imponer otros nuevos tributos é imposicio-
nes en el Reyno, de que sus subditos fuesen agra-
viados. Otrosí les suplicaron que mandasen reducir
á BU corona real las cibdades ó villas é lugares
que en los tiempos pasados el Rey Don Enrique ha-
bía dado, ó revocar las mercedes que dellas había
fecho. Porque decían ser dadas por necesidad de
las guerras, en que le habían puesto algunos caba-
lleros, é no pbr leales servicios que oviesen fecho,
ni por otra justa razón que oviese para las apartar
de la corona é patrimonio real , ó las dar á aquellos
que las dio. Sobre esta suplicación que les fué fe-
cha, platicaron con el Cardenal de Espafia, é con
los Duques, ó Condes, é Perlados» ó Caballeros é
tooíi ins&SÁisnx)
DoetoiM ¿B tu Ooniejóy que oon ellos eetaban. B
después de mudu» pUtioas sobre ello liabidas, to-
dos oonoordaron que la renta é. patrimonio real de-
bía ser restituido I é puesto en tan debida orden , que
el estado real é las neoesidades que oourrían en el
Beyno pudiesen ser proveídas de las rentas anti-
guas, sin poner nuevos tributos é imposioiones. Pe-
ro no se acordaban en la forma oomo se debía fa-
eer; porque estos maravedís de juro de heredad es-
taban repartidos por grandes sefiores del Beyno , é
por otros Perlados é Oaballeros y Escuderos é Igle-
sias é monesteriosi é otras personas de todos esta-
dos. Y el voto de algunos era que se debía facer
revocación general de todas las mercedes de juro
de heredad que se fideron en el tiempo de aquella
división ; porque el Bey Don Enrique las había fe-
cho, oonstrefiido por necesidad, é no por justa oau-
sa; que asas bastaba el fruto que deUas habían to-
mado los que las tovieron en los tiempos pasados.
Otrosí decían que estas mercedes no se habían fe-
cho á todos de una manera, ni por un respecto; é
que si se fidese revocación general, no sería cosa
justa, porque algunos las habían habido por servi-
oioB que habían fecho, é por otras justas causas.
Otrosí algunos decían que no era cosa igual , ni bien
considerada que se quitasen á unos , é no á otros ; é
todos trabajaban de justificar las causas porque las
habían habido, sobre lo qual ovo diversos votos. B
porque esta negociación era ardua, é de grand im-
portancia, el Bey é la Beyna acordaron de escribir^
sus cartas á todos los Duques, é Condes, é Perla-
dos, é Bioos-homes de sus Beynos, que estaban
fuera de su corte, f adeudóles saber las grandes
neoesidades ó pocas rentas que tenían en todos
sus Beynos, por el enagenamiento que déilas ha-
bía fecho el Bey Don Enrique su hermano. Sobre
lo qual los procuradores de las dbdades é villas de
BUS Beynos, les suplicaron que las reduxesen á de-
bido estado. E porque era rasen de saber su voto
cerca de esta materia, é de las otras que se habían
de tratar en sus cortes, les mandaron que viniesen
personalmente á entender en todo ello. Pero que sí
estaban impedidos de tal impedimento que no pu-
diesen venir, embíasen á dedr lo que les pareda;
porque visto en su consejo, se fidese aquello que
mas cumpliese á servido de Dios é bien de sus Bey-
nos. Muchos de los grandes sefiores é Oaballeros é
Perlados dd Beyno vinieron á aquellas cortes, por
d llamamiento que les fué fecho de parte del Bey
é de la Beyna, é andmesmo los que no pudieron
venir, embiaron sus pareceres por diveisas mane-
ras ; pero todos concordaron que las rentas 6 patri-
monio real que estaba enagenado por las inmensas
;dádivas que del eran fechas, debía ser reduddo en
debido estado. El Oardenal de Espafia, cuyo voto
,el Bey é la Beyna quisieron especialmente saber,
! dixo que le parecía que aquellos maravedís de juro
de heredad, é de merced de por vida, é tordas de
lugares, é otras rentas que el Bey Don Enrique dio
)á algunos oaballeros é personas , las quales habían
loTi^ntado escándalos é guerras en el Beyno | é le
É DofiA máÉBti. ' m
habían puesto en neoeddad, solamente por haber
del mercedes ; que estas tales debían ser revooadas
del todo, ó aun de derecho debian restituir los fru-
tos que ¿ellas habían habido. E que las meroedes
que había fecho á otros oaballeros é personas que
le sirvieron bien é lealmente, é trabajaron por sos-
tener su persona y estado real, é por le relevar de
laa neceddades en que los otros le puderon ^ é pe-
learon con él en la batalla que ovo oon los caballe-
ros que tovieron la parte del Príndpe Don Alonso
su hermano, aquellas tales debian ser confirmadas,
é no les debían ser revocadas todas ni parte ddlas. -
Porque las habían bien merecido, sirviendo oon
lealtad, é trabajando porque la dividen se quitase
de sus Beynos ; é á estos tales, antes les debian afia-
dir mercedes , que quitar las que tenían. Ansímes-
mo, que se debían ver por los libros de contadores
los maravedís de juro de heredad que se dieron en
pago de suddos é tenendas. E si se fallase que ha-
bía seydo fecha en ello justa oompensadon, debian
ser á los tales oonfirmadas las mercedes que ovíe-
ron; ó d les fuesen revocadas, les debian ser paga-
dos en dineros los maravedís que debieron haber de
sus tenencias é sueldos. Otrod dtzo, que las merce-
des que el Principe Don Alonso en su vida, llamán-
dose Bey, di6 á aquellos Oaballeros é Perlados, que
fioieron dividen en d Bejmo, las quales por mane*
ras esquídtas fideron que d Bey Don Enrique les
confirmase, le pereda que debian ser revocadas. B
ansimesmo debían revocar las otras que se vendían
con albalaes que el Bey Don Enrique daba en blan-
co. Otrosí, que aquellos que mercaron del Bey ma-
ravedís de juro, é le dieron dinero por ellos, les de-
bian ser tornados los tales maravedís á los que Ice
dieron, é que les debian tomar los privilegios que
de laa tales mercedes ovieron, para que fuesen ras-
gados. E que cerca de todo esto se debía tener una
moderadon igual , é muy conforme á ía rasen é jus-
ticia, porque cada uno oviese lo que le perteneda
haber, é le fuese quitado lo que por maneras no de-
bidas había habido, según que á todos era notorio ;
é que fadéndose desta manera, ninguno temia ra-
sen de se agraviar de lo que le quitasen. Visto este
voto del Oardenal, algunos Grandes é Oaballeros 6
Doctores del Oonsejo dd Bey é de la Beyna confor-
máronse oon él, é.dizeron que era muy bien é justa-
mente dicho, é que se. debía and poner por obra.
Otros algunos dieron votos contrarios á este, porque
algunos maravedís de juro fueron dados á iglesias
é monesterios de tal calidad, que no se debian qui-
tar; é que se debía haber respecto á la dinídad de
las personas que los tenían , porque ri les fuesen qui-
tados se podria dello seguir deservicio al Bey 6 á
la Beyna, y escándalo en el Bejmo. El Bey é la
Beyna, oído el voto que dió el OÚdenal é los otros
Oaballeros é Perlados dd Beyno, mandaron que ca-
da uno de los que tenían meroedes de juro de here-
dad diesen informaciones por esoripto de las causas
por donde las habían hAbido. Otrod mandaron iraer
ante d los libros de todo d juro de heredad, é mer-
oedes de por vida, que los de sus Beynos general-
i»
854
GRÓNiOAB 01 tos BÉTIS DI ÓA8IILLÁ.
mente tenían* fi ovieron infonnaoionee de loe oon-
tadoree é oficielee del Rey Don Enrique, de las n-
Eonee por donde oada nno las ovo. E para f aoer 1«
determinaoion de lo que debian quitar, é de lo que
debían dexar, pneieron en sn oonaejo eeoreto al Maes-
tro Fray Femando de Talaverai Prior del moneste-
rio de Santa María de Prado, en oonfeeor, porque
era borne de gran suficiencia. B por oonsejo deste
religioso quitaron todas las mercedes de juro de be-
redad, é de merced de por vida, que el Bey Don En-
rique babia dado en aquellos tiempos, fasta en
quantía de treinta quentos de maravedís , poco mas
ó menos. A algunos quitaron la meytad , á otros el
tercio, á otros el quarto, á algunos quitaron todo lo
que tenían, á otros no quitaron cosa ninguna ; é á
otros mandaron que oviesen é gozasen de aquéllas
mercedes en su vida, juzgando 6 moderándolo to-
do, según las informaciones que ovieron de la for-
. ma que cada uno lo ovo. B desta determinación que
se fizo, algunos fueron descontentos ; pero todos lo
sufrieron , considerando como ovieron aquellas mer-
' <}edes oon disolución del patrimonio real. E manda-
ron que cada uno traxese dentro de cierto término
sus privilegios para rasgarlos, é les diesen otroe
nuevos de los maravedís de juro que les dcxában.
La Reyna no quiso que fuesen quitados maravedís
algunos, ni pan ni tercias, ni otras cosas de las que
ovieron los monesterios é iglesias é bospitales, ni
otras personas pobres. T en esta manera fué deter-
Bey é la Beyna facían, é determinaban las oansai
que ooncemian á la ftioienda é patrimonio real. B
de todos estos consejes recoirian al Bey é á la Bey-
na con qualquier cosa de dubda que ante ellos re-
oreda. E las cartas é provisiones que daban eran de
grand importancia ; firmaban en las espaldas los que
estaban en estos consejos, y el Bey é la Beyna las
firmaban de dentro. Otrod los tres Alcaldes de su
Oorte libraban fuera del palacio real las querellas
é demandas dvíles é criminales que ante ellos se
movían, y entendian en la justicia é sosiego de la
Ck>rte. T en esta manera el Bey é la Beyna tenían
repartidos sus cargos, é proveían en todas las cosas
de sus Beynos. Mandaron ansímesmo facer en aque-
lla cibdad justicia de mucbos bomes criminosos é
robadores, que en los tiempos pasados babian come-
tido delictos é crimines. E fué preso por su manda-
do aquel Femando de Alaroon, que bebemos dicbo
que estaba con el Arzobispo de Toledo ; é traído alli
fué degollado por justicia, porque confesó baber
movido mucbos escándalos en el Beyno, y estorba-
do la paz por intereses que babia bebido. E oon es-
tas justicias que mandaron ezecutar ovo gran paz 6
sosiego comunmente en todo el Beyno ; porque la
justicia que executaban engendraba miedo, y el
miedo apartaba los malos pensamientos, é refrena-
ba las malas obras. Provisión fué por cierto divina,
feoba de la mano de Dios, é fuera de todo pensa-
miento de bomes ¡ porque en todos sus Beynos poco
minada aquella materia que era muy ardua é de ^ antes Labia bomes robadores é criminosos, que te
gran confusión ; la qual se quitó á causa de la gran
moderación que en ella tovieron el Bey é la Beyna.
En aquellas cortes de Toledo , en el palacio real don-
de el Bey é la Beyna posaban, babia dnco consejos
en cinco apartamientos : en el uno estaba el Bey é
la Beyna con algunos Qrandes de su Beyno , é otros
de su consejo, para entender en las embazadas de
los reynos éstrafios que venían á ellos , y en las co-
sas que se trataban en corte de Boma con el Santo
Padre, é oon el Bey de Francia, é con los otros Be-
yes, é para las otras cosas necesarias de se proveer
por expediente. En otra parte estaban los Perlados
é Doctores, que eran diputados para oír las petícío.
nes que se daban, é proveer é dar cartas de justí*
• cía , las quales eran mucbas é de diversas calidades;
otrosí en ver los procesos de los pleytos que ante
ellos pendían , é determinarlos por sentencias difiní-
tívas. En otra parte del palado estaban Oaballeros
' é Doctores naturales de Aragón , é del Principado
de Oatalufia, é del Beyno de Sicilia, é de Valencia,
que veían las peticiones é demandas , é todos los
otros negocios de aquellos Beynos : y estos enten-
dian en los expedir, porque eran instractos en los
fueros é costumbres de aquellas partidas. En otra
parte del palacio estaban los diputados de las ber-
mandades de todo el Beyno, que veían las cosas
concernientes á las bermandades según las leyes
que tenían. En otra parte estaban los contadores
mayores é ofidales de los libros de la f acienda é
patrimonio real ¡ los quales facían las rentas, é
libraban las pagas é meroedeSi é otras cosas que el
nian diabólicas osadías, é sin temor de justicia, co-
metían crimines é feos delictos. E luego en pocos
días súpitamente se imprimió en los corazones de
todos tan gran miedo, que ninguno osaba sacar ar-
mas contra otro, ninguno osaba cometer fuerza, nin-
guno decía mala palabra ni descortés; todos se
amansaron é pacificaron, todos estaban sometidos á
la justicia, é todos la tomaban por su defensa. Y d
caballero y el escudero, que poco antes con sober-
bia sojuzgaban al labrador é al oficial, se sometían
á la razón, é no osaban enojar á ninguno, por míe-
do de la justicia que el Bey é la Beyna mandaban
executar. Los caminos estaban ansímesmo seguros,
é muchas do las fortalezas que poco antes oon dili-
gencia se guardaban, vista esta paz estaban abier-
tas; porque ninguno había que osase f urtarlas, é to-
dos gozaban de la paz é seguridad. El Bey é la Bey-
na acordaron en aqud afto de embiar Oorregidores
á todas las cibdades é villas de sus Beynos , donde
no los habían puesto. Otrod Aderen en aquellas cor-
tes leyes é ordenanzas, necesarias á la buena gober-
nación del Beyno y execudon de la justicia, and en
lo dvil como en lo criminal. Entre las quales orde-
naron una , por la qual confirmaron la ordenanza é
constitución antigua, fecha por los Beyes sus ante-
cesores; para que todos los judíos é moros viviesen
apartados en las cibdades é villas do moraban , é
que no morasen entre los chrístíanos , é traxesen las
sefiales antiguamente ordenadas. Otrod, que los ju-
díos no pusiesen plata ni oro en las toras ; é para
executar este apartamiento i mandaron dar sus car-
DON Ffi&MANDO
, tai, y embiaron penoau qne diMen orden en ello
é lo ezecQtMen dentro do un alio. A estas personas
dieron oargo de facer inqaisiciones en las oibdades
é Tillas, si habia algnnos que recibiesen agravios, ó
foensas de Caballeros , ó Aloaydes de fortalezas , é
los no osaban querellar, para que lo notifioason á
los Oorregidores, é ficiesen cumplimiento de justi-
cia. Otrosí les dieron cargo para que ficiesen resti-
tuir á las oibdades é Tillas é lugares los términos
que les estaban tomados en los tiempos pasados, por
qualeequier caballeros é otras personas. Otrosí ficie-
sen inquisición secreta si los Oorregidores adminis-
traban la justicia como doblan, 6 si eran negligen-
tes en ella por intetrese ó afición ; 6 si recibían dádi-
Tas, ó presentes, ó otros algunos intereses oorrom-
. piendo la justicia. T estos pesquisidores andaban
por todo el Beyno , faciendo las inquisiciones que
les eran encomendadas; é solicitaban que se exeou-
tase la justicia, é se quitasen las f nenas fecbas en
todo el Reyno. Ansimesmo mandó librar la Beyna
á aquel Maestro Prior de Prado su Oonf esor, cierta
suma de maravedís para descargar.su consciencía, é
satisfacer á las personas que fallasen que en su de-
servícío babian gastado algunos maraTodis, 6 ha-
bían perdido caballos , ó otros bienes en las guerras
pasadas ; é para proTeer á las mujeres é fijos de al-
gunos que eran muertos en su serricio. Y este Maes-
tro su Oonfesor la administraba por su mandado
con gran diligencia.
CAPÍTULO XOVI.
Cono (sé Jiraáo el Prfndpe Dob Jvm por Rey áe Gutllla,
áetpiet áe los <lti de la Rejaa.
En aquellas Cortee que se ficieron en la cibdad de
Toledo, acordaron los Grandes del reyno é los Per-
lados, é Caballeros, é Bicos-bomes, é los Procurado-
res de las oibdades é Tillas, de jurar al Príncipe Don
Juan por succesor destos Beynos de Castilla é de
Ldon. Y en un día del mes de Abril deste afio de
mil é quatrocíentos é ochenta afioe, estando presen-
tes el Cardenal de Espafia, é Don Luis de la Cerda,
Duque de Medinaceli, é Don Alonso de Cárdenas,
Maestre de Santiago, é Don Pero Femandea de Ve-
lasco, Conde de Haro é Condestable de Castilla, é
Don Alonso Enriques, Almirante de lámar, tio del
Bey, é Don Pero ÁlTarea de Osorio, Marqués de As-
torga, Conde de Trastamara, é Don Felipe de Ara-
gón, fijo del Príncipe Don Carlos, sobrino del Bey, é
Don Enrique Enriques, Mayordomo mayor del Bey,
é Don Diego Lopes de Stúfiiga, Conde de Miranda,
é Don AlTaro de Mendosa, Conde de Castro, é Don
Lorenso Suares de Mendosa, Conde de Corufia, é Don
Fernán AlTares de Toledo, Conde de Oropesa, é Don
Gutierre de Sotomayor, Conde de Belalcásar, é Don
Ifiigo Lopes de Mendosa, Conde de Tendilla, é Don
Diego de la CuoTa, Conde deLedesma, é Don Juan
de Silva, Conde de Cifuentes, é Don Diego Fernan-
dos de Quillones, Conde de Luna, é Don Diego Hur-
tado de Mendosa, Obispo de Palenoia, é Don Alonso
de Burgos» Obispo do Oírdobaí 4 Don Bomon d'Jb-
A DOÍTA ISABEL 866
peS| Obispo de ürgel, é Don AItst Peres de Gua-
rnan, Sefior de Santa Olalla, é Don Gutierre de Car- .
denaS| Comendador mayor de León, Contador mayor
del Bey, é Don Juan de Cardona, é Mesen Beque-
sens, Gobernadores de Catalufta, é todos los Procu-
radores de las oibdades é Tillas del Beyno, é otros
Caballeree é Btcos homes que se juntaron en aque-
llas C6rtes; estando todos en la Iglesia de Santa
María, delante del altar mayor, juraron solemne-
mente en un libro misal que tenia en sus manos el
Sacerdote que habia celebrado la misa, de tener por
Bey destos Beynos de Castilla é de León al Prínci-
pe Don Juan su fijo mayor del Bey é de la Beyna,
para después de los días de la Beyna, que era pro-
pietaria destos Beynos. É ansimesmo fideron pley-
to omenage de lo oomplir é guardar por sí é por sus
Bubcesores, é por todas las oibdades é Tillas destos
Beynos, según y en la manera que lo habían jurado.
Otrosí el Maestre de Santiago suplicó al Bey é á la
Beyna, que le entregasen los pendones é insignias
del Maestradgo de Santiago: por quanto la costum-
bre antigua de Espafia es que los Beyes de Castilla
entreguen de su mano por acto solemne los pendo-
nes del Maestradgo de Santiago, á los que son ele*
gidos por Maestres; porque en el acto se muestra el
consentimiento que los Beyes dan á los Maestres pa-
ra que hayan aquella dinidad en sus Beynos. É an-
shnesmo porque en aquella entrega se da á entender'
que le facen Capitán é Alf&nm del Apóstol Santiago
patrón de las Espafias, para la guerra contra los
moros, enemigos de nuestra santa f é. Y el Bey é la
Beyna oviéronlo por faienf é mandaron celebrar en
la Iglesia mayor una solemne misa; é después de
dicha, el Sacerdote bendixo los pendones con devo-
tas oraciones. Y el Maestre con fasta quatrocíentos
Comendadores é Caballeros de la orden, todos ves-
tidos de mantos blancos largos, según su costumbre,
é sus hábitos de cruces de espadas coloradas en los
pechos, pasaron en procesión entre los dos coros de
la Iglesia. Y el Maestre entró en él ooro, é fincadas
las rodillas ante el Bey é la Beyna, le entregaron
de su mano en la suya los pendones é insignias de
Santiago, é le dixeron : i Maestre, Dios vos dé bue-'
•ñas andansas contra los moros, enemigos de nues-
Btra santa fé católica. • El Maestre redbió aquellos
pendones, é besó las manos al Bey é á la Beyna; é
suplicóles que le diesen licencia, para que él con
toda la Orden de la caballería de Santiago fuese á la
tierra de moros, á les facer la guerra que era obli-
gado de faoer, porque sirriese á Dios é á ellos, é
cumpliese los estatutos de su Orden. El Bey é la
Beyna le dixeron, que sn suplicación era de oathólioo
ohristiano, é de buen caballero, ó que ellos ansi-
mesmo estaban en propósito de dar orden en la
gnerra contra los moros; pero que agora estaban
ocupados en mandar faoer armada contra los tur-
cos. Aquella expedida, luego entenderían en su su-
plicación, é le llamarían para lo que oeroa de aque-
Ua guerra se debía facer. En las Corteo de aquella
cibdad ficieron ansimesmo un estatuto, que ninguno
de los Duques de OastOb trassion ballesteros de
OBÓNIÓAS DB Loé ESTES DB GAfiTlttÁ.
866
masa ante sf, ni meñoe traxesen ooronelea en loa
aaondoB de ana annaa, ni traxeaen por orlaa laa ar-
maa realea, aalyo aqnelloa qne por jnata canaa laa
pndiaaen traer. Otrod defendieron qne ningún Du-
que, ni otro, quanto quier que fueae noble, no puaie-
ae an título encima de la letra que eaoribieae á aa
▼aaallo; porque eato pertenecía á la proeminenda
real aclámente. Ansimeamo en aquellaa Cortea, el
Bey é la Beyna conociendo loa lealea aervioioa que
el Mayordomo Andrea de Cabrera é su muger Dofia
Beatris de Boyadilla aefiorea de la villa de Moya
lea fioieron, aeyendo Prinoipee, é deapuea que fueron
Beyea, acordaron de loa remunerar, dándolea título
de Marquéa é Marqueaa de la su rilla de Moya; é
por loa honrar, mandaron que aquel dia comieaen
á BU meaa. É la Beyna lea fizo merced de ciertoa
luga^ en el Beyno de Toledo, que'ae llaman el
Seamo de Yaldemoro, loa qualea eran de tierra de
SegoTia, porque pudieaen mejor aoatener el catado
é dinidad que lea hablan dado.
CAPÍTULO XOVII.
De eoBo el Rey é U Reyat partieron de Toledo, d pasiroa loe
paertos, é teordaroa de ir ft Mediat del Cajapo» é dende ft la
vUla de ValladoUd.
Fechaii laa Cortea de Toledo, el Bey é la Beyna
acordaron de paaar loa puertea, ó yenir á la villa de
Medina del Campo : en la qual eatoyieron algunoa
diaa, é mandaron facer juatícia, é reetítuir loa bie-
nea y heredamientoa, que f orzoaamente en loa tíem-
poa paaadoa cataban tomadoa. Y en cate exeroicio
de la juatícia, anal elloB como loa Doctorea que ca-
taban en au Conaejo, trabajaban contínamente:
porque aegun loa grandea reynoa y eatendidoa ae-
fiorioa que tenían, lea oonyenia oír aiempre loa qne-
rdloaca, é loa proveer de juatícia. É mandaron de-
gollar por juatida á un caballero natural del Beyno
de Galicia, que ae Uamaba Alvar Tafieas de Lugo
vecino de aquella villa de Medina, heme muy rico;
d qual por haber ciertoa bienea de un heme, fiao
facer una eacriptura f alaa á un eacribano, é deapuea
porque el eacribano no lo deacubrieae le mató, y en-
terró aecretamente en au caaa. Bate delicto fizo tan
secreto, qne ninguno fué en él partícipe, aalvo aolo
él, é un heme auyo, á fin que no ae aupieae. Pero
todoa loa delictoa por aecreto que ae fagan, deecubre
el aol de la juatida de Dioa, en cuya of enaa ae facen;
ó la muger de aquel eacribano querelló deate delicto
ante el Bey é la Beyna. É mandaron facer peaquiaa
^ prender aquel caballero; el qual moatrándole loa
manifieatoB indicioa de au delicto, falladoa por la
peaquiaa, oonf eaó an pecado, é daba al Bey é á la
Beyna quarenta mil doblaa para la guena de loa
morca, porque le aalvaaen la vida. Algunoa ovo en
an conaejo, cuyo voto era que ae recíbieaen, puea
aquello en que ae habían de diatribuír, era coaa
aanta é neceaaria. Pero la Beyna no lo quiao facer,
é man A. degollar á aquel caballero, poapueato. el
grand intereae que le era ofrecido. B como quiera
que ana bieneai aegun laa leyeai eran apUoadoa á au
oAmara, pero no loa quiBo tomar, é fiao merced aé-
Iloa á ana fijoa, porque laa gentea no penaaaen, que
movida por cobdicia hábia mandado íbmh aquella
juatida.
capItulo zovm.
M preveialeato lae el Rejr d la Reyaa auadaroa faeer ea el
Reyae de Gállela.
Bn el afio «guíente dd Sefior de mil é quatro-
cíentoa é ochenta é un afioa, el Bey é la Beyna
acordaron de partir de la villa de Medina dd Cam-
po, é ir á la villa de Yalladolid. É deapuea de
haber catado en ella algunoa diaa, el Bey partió
para el Beyno de Aragón á proveer en la juati-
da, y en laa otraa coaaa que en aquellaa partea
ocurrían, donde era meneater an preaencia, eape-
dalmente para facer llamar á laa cortea que ae
habían de facer en aquel reyno. É la Beyna quedó
en Yalladolid, é con día el Cardenal de Bapafia, y
el Almirante Don Alonao Bnríquea, y el an Oondea-
table Conde de Haro, y d Conde de Benavente, 6
otroa cabdleroa. É porque el Beyno de Calida por
muchoa afioa había catado en guerrea é corrupcio'*
nea, laa qudea duraron tanto tiempo, que loa mora-
dorea de toda aquella provincia cataban aubjetoa á
loa tíranoB ó robadores; é ni el Bey Don Enrique,
hermano de la Beyna, ni menea el Bey Don Juan
BU padre, pudieron aojusgar aquel reyno como de-
bían; ni loa cabdleroB, ni loa morador ea del com-
plían BUB mandamientoB, ni lea pagaban aua rentaa^
salvo á la voluntad de loa que laa querían pagar:
é loa tiranos laa tomaban é apropiaban á d, Otrod
tomaban las rentaa é loa heredamientoa de laa Igle-
uaa, é facíanse patronea ddlaa; é muchoa monea*
terica no oaaban tomar de bub propíaa rentaa, advo
lo que el cabdlero que en diaa ae había entrado
lee daba de en mano. Ficiéronae andmeamo en
aquelloa tiempoa por todo aquel reyno muchaa fór-
taleaaa, ain licencia de loa Beyea paaadoa, donde
contínamente cataban ladronea é robadorea que te-
nían loa puebloa aubjetoa. É tanto cataban habi-
tuadoa en aquella aubjedon, que ya ae convertía
en tal coatumbre, que no se contradecía; é cada
uno apropríaba á ai los puebloa que maa podía so-
juzgar, é laa rentaa que podía tomar. Bataban an-
aimeamo opreaaa é tiranizadaa por loa cabdleroa
de aquel reyno laa dbdadea é villaa de Tuy, é
Lugo, é Orenac, é Mondofiedo, é Vivero, é todaa
laa otraa; en lafi qudea el Bey é loa Perladoa de-
llaa tenían poca parte. É como quier qne loa Be-
yea paaadoa embiaron Gobemadorea é Corregido-
rea á aquel reyno con gente de armaa, para loa
tener en juatida; pero tanta era la confudon é
multitud de loa tiranoa, que en ningún tiempo loe
pudieron poner en orden eegun debía. Bl Bey é la
Beyna, entendiendo que complia d servicio de Dios
é auyo proveer en la buena gobernación de aqud
reyno, embiaron á Don Femando de Acullá, fijo dd
Conde de Buendia, que era caballero de buen ea-
f neiaso é de aan« conadenciai é A un letredo de br
DON FBBNANDO
OonMJo, que se llamaba él tioendado Garci Lo-
pes de Chinchilla, qne era baen letrado, é home de
buen juicio, é constante en la administración de la
justicia. Este caballero y este letrado con poderes
del Bey é de la Reyna fueron al Reyno de Galicia,
é llevaron gente de armas á caballo, y entraron en
la dbdad de Santiago; é por virtud de los poderes
que llevaban, embiaron á mandar á todas las cib-
dades, é villas, é cotos del Beyno de Galida, que
embiasen allí sus procuradores, para comunicar con
ellos sobre las cosas concernientes á la pacificadon
de aquel reyno. Los quáles vinieron á la oibdad de
Santiago; é después que todos fueron juntos, aquel
caballero, é aquel licenciado les dixeron, como ellos
venian allí con cargo de administrar justída en
aquel reyno, é quitar del las tiranías en que estaba
puesto. Algunos de aquellos procuradores que allí
se juntaron dubdaban de los recebir, porque no
oreian tenor fuerzas para administrar la justida
oontra los tiranos, qne de tan antiguos tiempos es-
taban habituados á robar é tiranizar. De lo qnal era
la costumbre tan antigua, que los robadores adqui-
rían ya derecho á los robos, é los llevaban cada afio
de los pueblos; é los robados, tanto tenían ya en uso
Bofrir aquellos robos, que los consentían como cosa
debida. En especial fallaban ser dífícile desapo-
derar á aquellos tiranos de las fortalezas é castillos
do estaban fortalecidos, é punir tanta multitud de
ladrones como había en aquel reyno ; porque sí to-
dos los malfechores é tiranos se juntasen, como
otras veces se habían juntado, eran muchos mas
sin comparación que la ffente de armas que aquel
Pon Femando llevaba. É algunos que órdan ser
impodble poner en justida aquella provincia, res-
pondieron que ansí como traían poder del Bey de
la tierra, les era menester traer poder del Bey del
ddo, para poder punir tantos tiranos é malfechores
oomo en aqud reyno había; de otra manera no
ordan que pudiese facer ezecucion de justida. Es-
tas é otras muchas razones dedan aquellos procu-
radores, dubdando de los recebir, por no se enemis-
tar oon los caballeros é tiranos de aquel reyno;
pensando que d se mostrasen favorables á la justi-
da, se enemistarían con ellos, é la flaqueza de la
justida no temía fuerzas para los librar de sus
manos. Oídas aqudlas razones, aqud caballero y el
letrado, les dixeron: «Estad seftores de mejor Aní-
imo, é tened buena esperanza en Dios, y en la pro-
Avidencia del Bey é de la Beyna nuestros sefioree,
»y en la voluntad que tienen á la administración
Bde la justida, é ansímesmo en el deseo que nos-
AotroB tenemos de U executar en su nombre; é oon
id ayuda de Dios trabajaremos, que las tiranías
soasen, é los tiranos sean punidos, é cada uno de
slos moradores deste reyno vivan en sosiego, de
smanera que sean sefiores de lo suyo, sin padecer
i los agravios que fasta aquí habéis padeddo.i
Aqudlos procuradores, como quiera que indertos
de aquella promesa, pero deseando ver alguna jus-
tida, redbíéronlos al caballero por Gobernador, é
al letrado, por Oorregidor; é di](éronleB| que ettp-
¿DOJEfA BABEL. 867
»
viesen continamente sus personas tti aquel reyno,
é no lo desamparasen, fasta tanto que fuese puesto
en orden de justida, é que dios les darían favor é
gente para la executar. Aqud caballero é aquel le-
trado lo prometieron; é asentadas las cosas entre
ellos, los procuradores se volvieron cada uno A la
dbdad ó villa donde eran. É aqud caballero é
aqud letrado .comenzaron á oír algunas querellas,
é facer sus procesos por vía jurídica oontra los mal-
fechores, é prendieron algunos, 6 ficíeron justída
dellos. É tan grande fué el terror de la justida que
executaban, que en espado de tres meses se absen-
taron de la tierra mas de mil é quinientos ladrones
é omioianos. £ oomo las gentes oonoderon que
aqud caballero y d licendado, dn temor, dguno da
las amenazas que por los caballeros é tiranos les
eran fechas, é dn intereses, ni aoepdon de personas
executaban la justida, todos se juntaron oon ellos,
cada que los llamaban, 6 pagaban al Bey é á la
Beyna los pechos ordinarios, que de largos tiempos
tomaban los caballeros, é derribaron por todo el
Beyno de Galicia quarenta é seis fortaleaas, de
donde se f adán grandes fuerzas. É fideron justida
de muchos homés, que habían cometido en loe
tiempos pasados fuerzas 6 crimines; entre los quá-
les fideron justicia de un caballero que se llamaba
Pedro de Miranda, é de otro caballero que se lla-
maba d Mariscal Pero Pardo: loe quides no crdan
que podía venir tiempo en que la justida los osase
prender. É después de presos daban grandes sumas
de oro para la guerra de los moros, porque les sal-
vasen las vidas; pero aqud caballero é aquel letra-
do no lo quideron recebir.
Otrosí ficíeron restituir á las iglesias é mpneste-
rios, é A otras personas edeeiásticas, muchos bienes
y heredamientos 6 benefidos que estaban entrado»
forzosamente de muchos tiempos antepasados* É
oon esta forma qne tovieron, pacificaron en espado
de afio é medio todo el Beyno de Galicia; de ma-
nera que los moradores de aquella tierra, que no pen-
saban haber justída ni libertad, como redemidos de
largo oaptiverio, daban gracias á Dios por la gran
seguridad de que gozaban, 6 loaban mndio la dili-
genda qne el Bey é la Beyna'mandaron facer para
execudon de la justida; la qual se administró se-
gún debía, por la buena conformidad que aqudlos
ministros tovieron el uno oon d otro. Los quales
sufrieron grandes miedoa, teniendo aqudlas formas
que entendían para lo traer al estado que lo traxe-
ron; especialmente porque fueron tan reotos on los
juicios é tovieron las manos tan limpias de recebir
dones, que jamas fueron corrompidos por dádivas
que les fueron ofreddas. É sin dubda d jues que
toma, lu^o es' tomado é menoi^redado de aqud
que le da, é no puede escapar de ser ingrato ó In-
justo : ingrato, ú no face algo por d que le dio;
injusto, si lo face contra justida. É d por ventura
recibe algo porque faga justicia, yerra, también d
toma prado por aq|uello que sin prado es obli^do
de f acer.
868
OBÓNIOAS DE LOS BBTBS DB OASnLLA.
OAPlTÜLO XCIZ.
De la ármate qae m flio aoitra al Tireo.
Todos loi mas días Tenían nveyaa al Bey é á la
Beyna, qae el tnroo tenia grand annada por mar, é
qae embiaba á oonqniatar el Beyno de Sioilia, é an-
aimésmo qne por tierra oontinamente sob gentea
tomaban ohrístíanoB, é les faoian órneles muertes.
Lo qnal poso tan grande terror, que mandaron en
las iglesias de sus Rejnos todos los dias faoer ora-
oion á DiOfi, porque le ploguiese alzar sa ira, é li-
brar á los ohristianos de las f aereas é poderío de
aquel enemigo de la ohristiandad, É acordaron de
facer armada por mar, para favoreoer al Rey Don
Femando de Ñapóles, 6 defender el Beyno de 8ioi-
liai B mandaron á Alonso de Quintanilla, é al Pro-
▼isor de YiUafranoa, que administraban las cosas
de las bermandades, qae fuesen á Yiaoaya, é á Gui-
púaooa, é á las montafias, é tomasen las naos que
pudiesen haber, é la gente, é yituallas, é armas, é
artillería que fuese necesaria, é fidesen armada por
mar. Estos ministros fioieron juntar en la oibdad
de Burgos los procuradores de las yillas 6 lugares
de las behetrías, que por obligación antigua son to-
nudos de dar galeotes para las armadas que los Be-
yes de Oastilla mandaren facer. É porque los mo-
radores de las behetrías no tienen el uso de navegar,
por la gran distancia que hay de los lugares do
moran á los puertos de la mar, ficieron composición
con aquellos dos comisarios, de les dar cierta suma
de maravedis, con la qual tomasen otros galeotes de
laa yillas é lugares que son oeroa de puertos de mar,
y ellos fuesen libres de ir en el armada. Aquellos
dos comisarios recibieron la suma que les fué dada ;
é fueron al Oondado de Vizcaya é á la provincia de
Guipúsooa, é ficieron juntar los caballeros é fijos-
dalgo, é procuradores de todas laa villaa é lugares
de aquellas tierras. A los quales notificaron, como
el Bey é la Beyna mandaban faoer armada por mar
para ir contra los turcos, é ayudar á los ohristianos
é para defender el Beyno de Sicilia que el Turco
queria conquistar; é ansimesmo para que el Bey de
Ñápeles pudiese recobrar la oibdad de Otranto que
le tenían ocupada. É porque los que moraban en
aquel Oondado de Vizcaya, y en la provincia de
Chiipúsooa son gente sabida en el arte de navegar,
y esforzados en las batallas marinas, é tenían naves
é aparejos para ello, y en estas tres cosas que eran
las principales para las guerras de la mar, eran maa
instructos que ninguna otra nación del mundo ;
por ende convenía que luego se dispusiesen á la
facer, é diputasen entre sí hómes que procurasen
las cosas necesarias para ello. Porque si en otras
armadas que habían fecho, ansí contra Ingalaterra
como contra otras naciones en los tiempos pasados
habían seydo diligentes, é por la gracia de Dios
victoriosos; mayormente lo debían faoer en esta
que tanto era servido de Dios, 6 del Bey 6 de la
Beyna, é defensa general de toda la christiandad, y
ensalzamiento de nuestra santa fe oathólioa. Los mo-
radores de ysqudlas tierras son gente sospechosa, I
algunos dellos porque no les daban cargos, otros
porque no eran reoebídos sos votos, otros porque
no se contentaban oon los gages é sueldos que les
daban, é otros porque no querian dar sus naves
para el armada, ponían empacho, é impedían que
se fidese, diciendo ser contra sos privilegios, é
contra sus grandes libertades, de que los de aquella
tierra gozan, é les fueron guardadas por los Beyes
de Espafia, antecesores del Bey é de la Beyna. É
sobre esto ponían turbaciones é impedimentos de
tan mala calidad, que todaa aquellaa gentes se es-
candalizaron, diciendo que sus privilegios é liber-
tades eran quebrantadas. É aquellos dos comisarios
Alonso de Quintana y el Provisor de ViUafranóa,
fueron puestos algunas veces en gran peligro de
sus vidas, recelando el ímpetu de los pueblos que
estaban levantados. Porque los alborotadores les
daban á entender, que aquellos comisarios venían
4 los engallar, é quebrantar sus privilegios é á los
facer pecheros é tributarios. Los comisarios rece-
lando el ímpetu del pueblo, engafiado por aquellos
alborotadores, ficieron juntar todos los mas que pu-
dieron, é con palabras dulces les dieron á entender,
que ellos no venían á quebrantarles sus franquezas,
mas venían á gelaa guardar mejor que fasta aquí
les habían seydo guardadas. É que dízesen ellos lo
que recelaban, é de toda su sospecha les darían
el saneamiento que quisiesen ; 6 que les ploguie-
se considerar quan santa era la negooiadon que
ellos traían, é otrod los grandes estragos é derra-
mamientos de sangre que los tarcos habían fecho,
é de cada dia fadan en los christianos, é la gran
neoeddad en que toda la christiandad estaba de re-
sistir aquel enemigo. É que como buenos diristia*
nos debían dar gracias á Dios, porque aparejó oosa
tan grande, en que demostrasen el gran zelo que
tienen á la honra de bu Bey é de sa tierra, é al en-
salzamiento de la religión chriatiana; lo qual ellos
tanto mas eran obligados de facer, quanto eran mas
sabios en el arte de navegar, y esforzados en las
batallas marinas. É que debían tomar exemplo en
los Ingleses y en otraa naciones, que habían fecho
semejantes armadas; especialmente loa Portogue-
ses, los quales aunque de reyno pequefio, é caídos é
vencidos do las guerras y estragos que padecieron
en Oastilla, pero que habían fecho armada é iban
con ella en servicio de Dios ó de su Bey, é honra de
BU tierra. uÉ si vcaotrosa, díze él, cpodds sufrir
ique los Portogueses oon tanta honra vayan en la
iprosecudon desta santa demanda, é vosotros Oas-
atellanos, mas en número, mas poderosos, maa es-
a forzados, é mucho mas diestros en el arte de na-
avegar, acordáis quedar folgando en vuestras casas;
a quedad sefiores enhorabuena, a Díchaa estas é oteas
razones, los pueblos fueron no solamente aplacados
mas engendróse en ellos de súbito tal embidía, que
mudada sospecha en orgullo, é sus esousadones en
diligencia presurosa, dieron orden á faoer el arma,
da. T en aquellaa dos provincias de Vizcaya é de
Guipúaoca se armaran cinquenta naosi é juntaa en
DON FERNANDO
el pnetU} de Lftredo, dicha ende con gran solemni-
dad una mil», qne celebró aquel Provieor de Villa-
franca, é dichas ansimesmo las bendidonee sobre
las ensefias é banderas qne llevaban las naos, par-
tieron del pnerio do Laredo con gran gente de
aquellas montafias bien armada é bastecida. De la
quai iba por capitán Don Francisco Enriques, fijo
del Almirante Don Fadrique; é juntáronse con esta
flota de los puertos de Galida é del Andeluda otras
▼einte naos, de manera que en toda el armada iban
setenta naos. Las quales con su capitán llegaron
fasta el Re]mo de Ñápeles, donde ansimesmo vinie-
ron las armadas de Poitogal é de otros reynos (1).
i al tiempo que llegaron, al Bey de Ñápeles que
tenia cercada la cibdad de Otranto, porque no fué
socorrida del Turco, gele entregó á partido, en que
salvó las vidas de los turcos quo en ella estaban,
los quales desampararon la dbdad*
OAPÍTÜLO O.
Del debite qse oto entre Don Fidriqne Enrlqaex, é Rtmir^Naffo
áoGaxBian.
Acaeció en aquellos días, que estando la Beyna
en Valladolid (2) y el Bey en Aragón , una noche
el fijo mayor del Almirante, que se llamaba Don
Fadrique, ovo palabras con el Sefior de Toral que
se llamaba Bamir Nufies de Guzman en el palacio
de la Beyna, sobre el asiento cerca de las damas ;
de las quales palabras Don Fadrique se sintió inju-
riado. E otro dia notificóse á la Beyna, que se espe-
raba algún inconviniente de la discordia qne entre
aquellos dos caballeros habia pasado; por ende que
Bu Alteza lo remediase. La Beyna ovo informadon
délo que entre ellos pasó, é mandó áGarcilaso de la
Vega su Maestresala, que toviese preso en su posada
á Bamir Nuñea de Guzman ; é á Don Fadrique em-
bió á mandar, qne estoviese preso en casa del Al-
mirante su padre, é no saliese della sin su licencia.
T embióles á mandar, que de dicho ni de focho no
inovasen el uno contra el otío cosa alguna, porque
ella lo mandaría remediar por justicia ; é puso tre-
guas entre ellos, las quales mandó que guardasen
so ciertas penas. Don Fadrique presumiendo tomar
venganza por sus manos, é no por via de justicia,
absentóse porque los mandamientos de la Bejrna no
le fuesen notificados. E la Beyna quando oyó decir
. que Don Fadrique se habia absentado, fizo soltar á
Bamir Nuñez de Guzman, é dióle su seguro que no
recibirla daño ni injuria. E dende á pocos dias, an-
dando aquel caballero en una muía por la plaza de
(1) La armada de Eipafia qaebabia salido da Laredo ft tt de
Jinlo de este afto Ilefd á Italia á 1 de Oetnbre, y poeo antes la
PortQfvesa, pero nna y otra tarde, paes ya sebabia rendido
Otranto al Dsqne de Calabria eon partido de la vida del Goberna-
dor y doeientos bombres; los demás A mereed. üabia sido tomada
esta plaia por el Tnreo en 13 de Af osto del afio anteeedente» des-
pnes del indtil céreo de Rodas. Bemald., «ep. 15. Zorita, ñb, SO,
Cip. 40.
CO Galiades en el simarlo do este alo dleeqne este beeho pasd
ea Hedina del Campo, y qne el Cronista lo eoenta moy falta y dl-
■Initaaente eos poijilsio.do partos. Ro so aplica más.
¿DoSA ISABEL. 860
la Tilla, oonfiado de! seg^uro que la Beyna lé habla
dado , salieron á él tres homes á caballo cubiertas
las caras, 6 dióronle ciertos palca. Lo qnal sabido
por la Bcryna, como quiera qne faoia ala hora gran
fortuna de aguas , pero luego oabalgó, é salió sola
por la puerta del campo , que es en aquella villa de
Valladolid, é fué camino de ffimáncas, que tenia
el Almirante. E como se sopo por la corte que la
Beyna iba sola, lueg^ todos los capitanes da su
guarda cayalgaron, é fueron corriendo fasta que
la alcanzaron. E ansimesmo fué el Almirante, i al-
canzó á la Beyna que estaba ya á la puerta de la
fortaleza, é dizole : «Almirante , dadme Inego á Don
sFadrique vuestro fijo para facer justicia del , por-
sque quebrantó mi seguroj» El Almirante le respon-
dió : aSefiorano le tengo, ni sé dónde está.D La Bey-*
na le replicó : «Pues no me podéis entregar vuestro
»fijo; entregedme esta fortaleza de ffimáncas, é la
sfoitalesa de Bioseoo.i El Almirante le dixo : iBe-
sfiora, pláceme de buena voluntad entregaros estas
sfórtalezas é todas las otras que tengo.» B luego
llamó al Alcayde, y en presencia de la Beyna man-
dó que entregase la fortaleza á quien ella mandase.
La Beyna mandó salir á todos los homes del Almi«
rante que estaban en ella, é mandó á un oapitan que
se llamaba Alonso de Fonseca, que se apoderase de-
lla, é buscase si estaba dentro Don Fadrique , é no
fué fallado, é quedó la fortaleza en poder de la Bey-
na é de aquel su capitán, á quien la mandó entre-
gar, é fizóle pleyto omenage por ella. E ante que
de allí partiese, fizo que el Almirante embiase á
entregar la fortaleza de Bioseco : la qual le fué
luego entregada, porque no osó el Almirante faoer
otra cosa. E ansi quedaron aquellas dos fortalezas
en poder de la Beyna, é volvió para Valladolid.
Otro dia, del gran pesar que ovo por el quebranta-
miento de su seguro, é del trabajo que ovo del dia
antes, no se. levantó de la cama. Preguntada qué
enojo sentía, respondió: «Duéleme este cuerpo de
vlos palos que dio ayer Don Fadrique contra mi se-
sguro» ; é siempre mostró indinacion y enojo con-
tra el Almirante, aunque era tio del Bey su mari-
do, é contra sus parientes, por aquel delioto que
Don Fadrique comeüó en su corte. El Almirante ve-
yendo que la Bejma mostraba contra él é contra to-
da su parentela grand indinacion, ovo su consejo
de buscar á do estaba Don Fadrique su fijo, é de lo
entregar á la Beyna, é remitirse á lo que le ploguie-
se facer. E dende á pocos dias, el Oondestable de
Castilla que era tio de Don Fadrique, hermano de
su madre, lo llevó al palacio de la Beyna para gelo
entregar, é dlxole : a Señora, yo traigo aquí á Don
^Fadrique mi sobrino, é lo entrego á Vuestra Sefio-
nría, para que mande faoer del lo que por bien to-
•viere, pero humihnente le suplico, qne considere
sque no ha veinte afios , é que esta edad no es aun
i bien capaz para saber el acatamiento, é obedien-
»cia que se debe á los mandamientos reales: faga
•Vuestra Alteza del, ó la justicia que quisiere , ó la
amisericordia <yae debe.» La Beyna no quiso ver á
Don Fadrique i é maodó ^ne lo entregase á un Al'*
8(0
OBÓmOAS DB LOB BBTBS DB OACrFILLA.
1
oald« d« ia corto ; é miado al Aloalde que pública-
manto lo Ueyaac piaao por la plaaa de Valladolld, é
facae con tí á la villa da Aiéyalo, é lo entregaaa al
Aloayde de la fortoleea dalla ; el qnal lo recibió 6
lo toyo en priaionea muy eatreohaa, y en lagar qae
nadie lo yeia, aalvo el que le proyeia de lo neoeea«
rio. Deapnea de algún tiempo que eatovo preao, con-
■iderando que era primo del Bey, faé aaelto é dea-
torrado para el Beyno de Sicilia ; é faéle mandado
per la Beyna qne no entraae en Oaatilla ain bu man-
damiento, ao grandea penaa. Bato Bamir Ñafies, no
contonto de la pena qae la Beyna dio al fijo del Al-
miranto , preaamió tomar yenganaa por aoa manoa;
6 aguardó una noche que el Almiranto aalia del pala-
do del Bey é de la Beyna, Teniendo por una caUe en
la Tilla de Medina del Oampo ; aobrcTino cato Bamir
Ñafies con otroa qaatro de caballo que le guarda-
ban, é fué contra el Almiranto por le íerir con un pa-
lo; é de fecho le injuriara , aalTO por algonca homea
que le acompaftaban qae ae pusieron delanto, ele
ocuparon qué no le pudo f erir. B por cato acometi-
miento que Bamir Nufies fiso, el Bey é la Beyna
mandaron proceder contra él por joaticia; é le fueron
tomados todos sus bienes é rentas é castillos é f orto-
leeaa que tenia en el Beyno de León é de OastilUí y
él ae fayó| é ae fué para el Beyno de PortogaL
CAPITULO 01.
D« lu eosu 410 al Rey 4 la Rdjaa adema es loe Royaof do Ara-
f OB 6 éo Gfttaltai, 4 eoao M iartáo el Prlacipo Doi Jua por
aorodoro de iqeeUoe Reyíioe.
Según habemoB contado , el Bey partió de Valla-
dolid para loa Beynoa de Aragón , con pn>pÓ8Íto de
facer juntar en Oórtea é loa Oaballeroa, é Perladoa,
é Baronea, é á loa Procuradores de laa cibdadee é
Tillaa de aquel Beyno, para que jnraaen al Principe
Don Juan su fijo, por Bey de aquellos Beynos é Se-
fiorioapara después de sus diaa, é para facer otraa
ooaaa qne conTenien á la buena gobernación de
aquellaa tierraa ; é otroal por haber algún serTÍdo
de dineros para laa neceddadea que le ocurrían. La
Beyna que habia quedado en Valladolld, acordó an-
simeamo de ir al Beyno de Aragón, donde estaba el
Bey , é llevar al Príncipe au fijo para que fuese ju-
rado en persona. B dexó en Oaatilla con sua poderea
reales, para la adminiatradon de la justicia é de laa
otras cosaa que ocurrieaen, al Oonde de Haro su
Condestoble, é á Don Alonso Bnriques su Almiran-
to ; é con ellos mandó quedar algunoa Doctorea de
su Oona^o, para que oyesen laa causas, é proveye-
sen en ellas por justlda. Fecha cato proTidon, par-
tió para la villa de Oalatoyud, que ea en el Beyno
de Aragón, donde fué muy bien reoebida con fiea-
taa é alegrías de todos los de la oibdad. B luego Ti-
no allí d Bey que eatoba en Barcdona, é como fue-
ron juntoa, Tinieron d Justicia y el Gobernador , é
todos los Perlados, é Oabdleroa é Barones, é los
Procuradores de laa dbdades é villas, é todos los
otros ofiddes que suden facer laa cortes de aqael
' Beyno. B undia (1) dd mes de Mayo demilé qua-
' ti) D^viúifo i «O dalayo. Zarili. iasA, M. «^ o^ 40.
trodentos é ochento é on afioi, en la Iglesia deSant
Pedro de aqodla villa de Oalatoyud , donde suelen
facer iaa congregadonea é actos generdes ; estan^
do presentes el Bey é la Beyna y d PHndpe an fi«
jo, todos aquellos Oaballeroa é Barones é ofid.daa é
Proouradorea de laa dbdades é villaa dd Beyno, en
una concordia juraron aolemnemento de haber por
Bey é Seftor de aquellos reynoa é aefioríos de Ara*
gen d Príncipe Don Juan , deapues de los diaa del
Bey su padre. B anaimeamo el Bey é la Beyna ju«
raron de guardar aus privilegios é usos é costum-
bres, según que los Beyes paaadoa loa hablan guar-
dado. Pablóse anaimesmo por parto dd Bey é de U
Beyna en aquella congregadon , que condderados
los gaatoa f echoa en las guerraa paaadaa , é laa ne-
ceddadea que tonian preaentes, para sustontomien-
to del estodo red , en espedd para el armada que
fadanpor la mar, era neoeaarío que fideaen repar-
timiento de dguna suma de florinea con que pu-
diesen reparar dguna parte de aquellaa neoeaida-
dea que lea ocurrían. Fecha eaU requesta, loa Oaba-
lleroa é Baronea é los Procuradores de laa dbdadea
é villas, respondieron, que según los fueros guar-
dados en aquel Beyno, laa aemejantes ayudas no
se acostumbraban facer á los Beyes, faato que loa
•gravioa que eran fechos de unas personaa á otras
fuesen satíafechos, é se fldese justicia de las maer-
tes é otros crimines cometidos en d Beyno. B que
por la adminiatradon de la juatidase suelen facer
estaa ayudaa á los Beyes, é no en otra manera. Oi-
da cata reapuesto por el Bey é por la Beyna, de-
mandaron que les diesen por escrípto los agravios
que dedan ser recebidos de unas personaa á otraa,
para loa ver é deaagraviar por justicia : los qudes
fueron dados , y eetovieron algunoa días en aquella
dbdad de Oalatoyud entondiendo en dios. Entre-
tanto que estaa coaaa paaaban en laa Oórtea de Oa-
latoyud , acaecieron en Oaatilla algunoa debates en-
tre el Oonde de Valencia y el Oonde de Luna, que
tienen aua sefiorioa en el Beyno de León , é confi-
nan uno con otro : los qualea juntaron sus gentes,
é fioieron dgun esoánddo en aqudla provincia. Bato
aabido por el Bey é i)or la Beyna, embiaron man-
dar al OondeatoUd é d Akniranto , que tenían el
cargo de su joaticia, que por haber procedido aque-
llos dos Oondes en sus debatea, por vía de fe-
cho , é no esperaron aer remediados por la vía dd
derecho, faciendo escándalo en sua Beynoa, que
luego fuesen contra elloa é los prendiesen ; los qua-
lea fueron preaoa, y eatovieron en pridon muohoa
diaa, faato que su debato fué viato é determinado
por derecho ; é deapuea fueron aueltoa con dertas
penaa qae lea impuaieron.
#
OAPÍTÜLO OIL
Cobo el Rey 4 la Reyna fueron 4 Zertgoxa.
Después que el Bey é la Beyna eatovieron alga-
nos días en la dbdad de Oalatoyud, acordaron de
ir á la dbdad de Zaragoaa , donde fueron reoebidoa
con grandea fleataa é alegrías de todos los catadoa
•i
DON FBBNAKDO
de ia oibdad generalmente. B mandaron allí venir
los OaballeroB, Barones, é Prooilradores , é Diputa-
dos de las Oórtes que hablan estado en Oalataynd,
oon los qnales entendieron en desatar los agravios
. que en aquel Rejmo de Aragón eran fechos en los
tiempos pasados. En la qual negooiadon, oomo
qnier que el Bey é la Bejna estoTieron ocupados
algunos dias, y entendieron en ellos oon gran dili-
gencia ; pero porque las materias eran grandes é
de dironas calidades, no oyieron lugar por eston-
ces do las fenecor, según el fuero de aquel Bejrno
lo requiero. Estando en aquella cibdad, vino nueva
al Rey ¿ á la Reyna desde la oibdad de Venecia en
once dias, como el gran Turco eim muerto ; de la
qual muerte toda la christiandad generalmente ovo
placer, |ior(]ne ninguno puede imaginar el terror
grando quo aquel príncipe bárbaro tenia puesto en
los ooraisonos do todos los chrístianos , según las
tierras que había conquistado, é las que adqueriaé
ganaba cada día , sin que pudiese ser fecha resis-
tencia ásu gran poder. El Roy é la Reyna fioieron
grandes procesiones por la oibdad é saorífidos, é
otras muchas devociones é limosnas, porque plogo
á Dios quitar de la christiandad tan grand enemi-
go. Este turco murió de dolencia en edad de cin-
qüenta aftos , en el tiempo de su prosperidad ; el
qual continamente tenia en el campo dos grandes
huestes, una que guerreaba é ganaba tierras é pro-
vincias de chrístianos , otra que ' guerreaba contra
otros moros que confinan con sus tierras. Muerto el
Turco, luego sus fijos o vieron división el uno con*
tra el otro, y el mayor mató todos los que estaban
en el consejo de su padre ; y entró en la oibdad de
Oonstantmopla, é mató todos los que tenian la vos
de su hermano, é apoderóse de la oibdad. Durante
la división que habia entre aquellos dos hermanos
fijos del Turco, el Rey Don Femando de Ñápeles
cobró, según habemos dicho, la oibdad de Otranto,
que habia ganado el Turco , y echó donde los tur-
óos que estaban apoderados della, é restituyóla en
su sefiorío. Después que en la oibdad de Zaragoza
estovieron el Rey é la Reyna algunos dias enten-
diendo en las cosas de aquel Reyno de Aragón,
acordaron de irá la cibdad de Barcelona, que es ca-
beza del Principado de Catalufta; donde fueron re-
oebidos muy solemnemente con grandes fiestas é
placer de todos los de la cibdad.
oapItulo oin.
De las Córtet qie el Rey é la Reyíia SeieroB es la cibdad
de Bareelooa.
Oomo el Rey é la Reyna fueron á la cibdad de
Barcelona, luego entendieron en los negocios que
se hablan de contratar en las Oórtes de aquel Prin-
cipado ; para las quales en aquella cibdad estaban
juntos los Perlados , Oaballeros, é Procuradores, 6
Diputados, é generdmente todos los tres estados de
las dbdadea é villas. Plácenos recontar aquí breve-
mente la causa prindpal del juntamiento destas
Oórtes, porque los que esta Orónioa leyeren, sepan
É DOSA ISABEL. 861
la causa porque se fioieron. Esta dbdad en los tiem-
pos pasados fué también gobernada por los prind-
pales que tenian cargo de su regimiento, que fiore-
cia entre todas las oibdades de la christiandad ; é
todos los moradores della gozaban de seguridad de
sus personas é bienes , 6 de gran abundancia de las
cosas necesarias á la vida. E por la buena industria
ajusta oomunioadon, igualmente guardada tam-
bién á los estrangeros , oomo 4 los naturales , algu-
nas personas de otras partes remotas, informadas
de su buen regimiento, traian á ellas sus bienes , á
fin de vivir en paz é segn^rídad ; lo qual la engran-
deció, é fué populosa, é aun poderosa de gente é
riquezas. Pero la fortuna embidiosa de los grandes
estados , tentó de sobervia é los que la gobernaban;
los quales,' perdidas las buenas costumbres por men-
gua de buenos varones, so color de libertad, rebe-
laron contra el Rey Don Juan de Aragón', padre
deste Rey Don Fernando, é tomaron algunos prín-
cipes é sefiores por gobernadores), los quales por
muerte suboedió el uno al otro. Y en estos tiempos
siempre el Rey Don Juan la guerreó, á fin de la re-
ducir á su obediencia ; é ni por la muerte de los go-
bernadores que tomaron, ni por los trabajos, muer-
tes é gastos é destruiciones habidas en la guerra,
los de aquella dbdad dezaron su rebelión ; en la
qual cometieron contra su Rey é oontra la Reyna su
muger , é contra este Rey su fijo, que á la sason era
Príndpe heredero , muchos crimines é ddictos. Ovo
entre ellos grandes batallas , donde murieron mu»
ches de los vecinos de aquella dbdad étodo su prin«-
dpado. Gastaron ansimesmo todos sus tesoros, por-
que la mengua de los buenos les dio mengua de los
bienes. Al fin de catorce afios oontinos de guerra,
los de la oibdad , no pudiendo sofrir los daños que
recebian de la guerra que d Rey de Aragón les fa-
da , trataron oon él que los perdonase é rednxiese
á su obediencia, y entregáronle la cibdad ; la qual
de las guerras pasadas tenia ya caídas , no las tor-
res ni el muro , mas las costumbres é buena gober-
naciotf , mediante la qual los primeros governado- '
res, oon gran trabajo é mucho tiempo, la habían fe-
cho próspera é fioreoiente. Al fin el Rey de Aragón,
dexada la venganza, é usando de clemenda, los per-
donó é reduxo á su obedienda. El Rey é la Reyna,
habiendo oonsideradon á los trabajos de aquella
cibdad, é porque fuese reducida en su primero esta-
do ; otrosí por no dexar á los servidores dn galar-
dón, é á los deservidores sin piedad, concluyeron
las Oórtes en esta manera: conviene á saber , quo
todas las f aciendas é bienes raices, ansí villas oomo
lugares, heredamientos é rentas, que en d tiempo
de la guerra estaban tomados por los del Rey su pa-
dre á los que fueron sus contraríos é deservidorM,
and por título de merced, oomo en otra qualquier
manera, fuesen restituidos á los que de antes las
poseían ; é que el Rey é la Reyna fidesen equiva-
lencia é los que agora las poseían , acatados los ser-
vidos que ficíeron al Rey su padre , por respeto de
los quales hablan seydo dados aquellos bienes. E
para que d.Bey é la Reyna pudiesen faoer esta
868
0BÓNI0A8 DE LOS BBTES DB 0A8TILLA*
emienda, ¿ otrosí para aatiafaoeral Rey de algunoe
cargos, en qae eran al Bey so padre , la oibdad y el
principado de Oatalafia sirviesen luego con den mil
libras de oro, é ansimesmo les sirviesen con otras
doscientas mil libras ; las qnales por los trabajos 6
necesidades de la dbdad no se dieron laego en di-
neros , pero impusieron dertos derechos é impod-
dones sobre las mercaderías é mantenimientos de
aquel principado en dertos afios, para gelas pagar.
Andmesmo les mandaron guardar sus privilegios,
franquessas , é usos é costumbres, según quo goza-
ban antes que cometiesen la rebelión. Estando en
aquella oibdad de Barcelona, les vino nueva como
el Bey de Portogal era finado ; el qual falleció en la
dbdad de Lisbona, de enfermedad que duró vdn-
te é dnoo días. El Bey é la Beyna mostraron gran
sentimiento de su muerte, é ficieron celebrar allí en
Barcelona sus obsequias solemnemente. Ooncluidas
las Cortes del Principado de Oatalufia en la forma
que habernos dicho , el Bey é la Beyna partieron de
la dbdad de Barcelona, é vinieron para la oibdad
de Valenda ; en la qual fueron recibidos muy ale-
gremente, con grandes é muy snmptuosas fiestas,
ansí de gastos generales de la dbdad , como parti-
culares de muchos caballeros que fideron justas é
torneos en todas las plazas é calles príndpales con
grandes arreos ; en las quales fiestas los de aquella
oibdad mostraran tener muchas riquesas, é ¿limo
para gastarlas. Batas fiestas duraron los quince dias
que el Bey é la Beyna estovieron en aquella oibdad
é luego partieron ddla para venir á Oastilla.
CAPÍTULO CIV.
Dalu eens qso ptitroB es al tfto flgvlente ét mil d qulrodea-
tos é oebeau é dos iloi. Prinertmoace do lo que el Roy é la
Reyaa leieroa sobre la provUioa del Obispado de Caonea qne
elPapababla feebo.
En d afio siguiente dd Sefior de mil é qnatro-
dentos é ochenta é dos afios, al principio dd afio
el Bey é la Beyna partieron do la oibdad de Valen-
cia para la villa do Medina del Campo ; é allí vinie-
ron el Condestable y el Almirante, que habían te-
nido el cargo de la justida, á les dar razón de lo
que habían fecho. Estando en aquella villa enten-
tendieron en las provisiones de los Obispados é
Igledas de sus Beynos, para que se ficiesen en Bo-
ma á suplicación suya, é no de otra manera. E por-
que el Padre Santo habia proveído de la Iglesia de
Cuenca que era vaca, á un Cárdena! su sobrino na-
tural de Genova, la qud provisión el Bey é la Bey-
na no consintieron , por ser fecha á persona estran-
gera, é contra la suplicadon que ellos habían fecho
fd Papa, acordaron de le suplicar, que le ploguiese
facer aquella é las otras provisiones de las Igledas
que vacasen en sus Beynos, á personas naturdes
dellos, por quien ellos suplicasen, é no á otros ; lo
qual con justa causa acostumbraron facer los Pon-
tífices pasados, considerando que los Beyes sus
progenitores con grandes trabajos é derramamien-
to de so sangre oomo ohristianisímoa príncipes, ha-
bían ganado la tierra de los moros , enemigos de
nuestra santa fe cathólica, colocando en ella el nom-
bre de nuestro Bedemptor Jesu Christo, y extirpan-
do d nombre de Mahoma ; lo qual les daba derecho
de patronadgo en todas las igledas de sus reynos y
sefioríos, para que debiesen ser provddas á suplica-
don suya, á personas sus naturdes, gratas é fides
á ellos, é no á otros dgunos, oonsidersndo la poca
noticia que los estrangeros tienen en las cosas de
sus reynos. Deoian andmesmo, que las Iglesias te-
nían muchas f ortalesas, é algunas dallas fronteras
de los moros, donde era necesario poner goarda para
la defensión de la tierra, é que era deservido suyo
ponerlas en poder de personas que no fuesen nata-
rdes de sus Beynos.
Por el Papa se alegaba que era príndpe de la
Igleda, é tenia libertad de proveer de las iglesias,
de toda la ohristiandad á quien él entendiese ; é que
la autoridad del Papa, y d poderío que por Díoa
tenia en la tierra, no era limitado, ni menos ligado
para proveer de sus Iglesias á voluntad de ningún
príndpe, salvo en la manera que entendiese ser ser-
vido de Dios é bien de la Igleda. B por esta oansa
d Bey é la Beyna embiaron diversas veces sns em-
baxadores áBoma, para dar á entender al Papa,
que dios no querían poner límite á su poderío; pero
que era cosa razonable oonddorar las cosas suso
degadas, según lo consideraron los Pontífices pa-
sados en las provisiones que^fioieron de las igledas
de sus Beynos. B porque estos embaxadores no pu-
dieron haber condudon oon el Papa , según lo ha-
bían suplicado, el Bey é la Beyna embiaron man-
dar á todos sus naturales que estaban en corte Bo-
mana que saliesen ddla. Esto ficieron oon propód-
to de convocar los Principes de la christiandad á
facer concilio, ansí sobre esto como sobre otras co-
sas que entendían proponer, complideras al servido
de Dios, é bien de su universal Igleda. Los natura-
les de Castilla é de Aragón, recelando que d Bey é
la Beyna les embargarían las temporalidades que te-
nían en sns Beynos, obedecieron sus mandamientos
é sdieron de la corte de Boma. Estando las cosas en
este estado, d Papa embió al Boy é á la Beyna por su
embaxador oon sus breves credenciales auno que se
llamaba Domingo Centurión, heme lego, natural de
la oibdad de Genova. B como este llegó á la villa de
Medina, embió facer saber al Bey é la Beyna que
venia á ellos como embaxador del Papa, para les co-
municar algunas cosas sobre aquella materia que
por estonces se tractaba. £1 Boy é ala Beyna, sabi-
da la venida de aquel embaxador, embiaronle á de-
cir, que el Papa se habia nías duramente en sos co-
sas, que en las de ningún otro Príncipe de ia chris-
tiandad, seyendo ellos é los Beyes sus predecesores
mas obedientes á la Silla Apostólica que ninguno
otro Bey caihólíco; é que, habida esta condderacion,
ellos entendían buscar los remedios que según de-
recho podían é debían, para se remediar de los
agravios que el Padre Santo les facía. B que le man-
daban que saliese fuera de sus Beynos, é no se cu-
rase de les proponer ninguna embazada de parto
DON FERNANDO
del Papa ; porque eran ayisados que todo lo qae
de eu parte les qneria ezplioar , era en derogadon
de SQ preeminencia reaL Y embiaronle decir que
elloe le daban seguridad de sn persona é de los sa-
yos que con él yenian en todos sus Re3mos é sefto-
rios,por guardar el privilegio é inmunidad de que
los mensageros y embaxadores deben gosar, espe-
cialmente yiniendo por parte del Sumo Pontífice;
pero que se marayillaban del, estando las cosas en
el estado en que estaban, como habia aceptado
aquel cargo, bebiendo el Papa tratado tan inhuma-
namente sus embaxadores é procuradores, é no
queriendo oonoeder á sus justas é muy humildes su-
plicaciones. Aquel embazador, yista la indinacion
del Bey é de la Reyna en las razones que le embia-
ron decir, é considerando que era lego, é que ellos
eran Reyes tan poderosos , ombioles decir que él
renunciaba de su propría yolontad el privilegio é
seguridad que tenia como embaxador del Papa, é
no quería gozar del ; é qae si los plognieso, él que-
ría ser natural suyo , é como su natural quería ser
juzgado por ellos, é sometido á su imperio en todo
lo que les ploguiese facer de su persona é de sus
bienes. La respuesta humilde de aquel embaxador
templó la indinacion que el Rey é la Reyna habian
concebido. E después de algunos días, el Cardenal
de Éspafia intercedió por él, é suplicó al Rey é á la
Reyna, que se oviesen con él benignamente , é que
tomasen áfablar en la concordia con el Pipa; lá
qual, mediante el Cardenal, se fizo, para que de las
Iglesias principales do todos sus Reynos, el Papa
É DOÑA ISABEL. Stt
proveyese 4 suplicación del Rey é do la Reyna, á
personas sus naturales , que fuesen dinas é capaces
para las haber. T el Papa revocó la provisión que
habia fecho de la Iglesia de Cuenca al Cardenal do
Sant Jorge su sobrino, ó proveyó della á Don Alon-
so de Burgos, Capellán mayor de la Reyna, Obispo
que era de Córdoba, por quien habia suplicado. El
Rey é la Reyna, siempre miraban con diligencia de
suplicar por las iglesias que vacaban en sus Reynos
en favor de personas generosas, por remunerar á ellos
éá sus parientes que les habian servido ; é muchas
veces suplicaban por personas religiosas, bornes de
honesta vida é letrados, considerando que tanto las
cosas públicas eran bien gobernadas, quanto los
perlados é ministros de las iglesias eran homes de
buena vida, é doctos, é predicadores de buenas doo-
trinas, do quien todos tomasen exemplo de vivir.
Acaesció en estos tiempos asaz veoes, que el Rey ó
la Reyna rogaron con los Obispados de sus Reynos «
que ¡vacaron, á semejantes personas religiosas, é
aun los apremiaron que los aceptasen ; los quales
estaban tan apartados del mundo en sus monéste-
rioB, que no los querían aceptar, ni encargarse de
gobernación de iglesias ; y estos tales fueron apre-
miados por el Papa, so pena de obediencia que los
aceptasen. En especial fué mandado á Don Juan
de Ortega, fijo de Don Pedro de Maluenda, home
religioso, é general que fué de la orden de Sant
Hierónimo, que tomase el Obispado de Coria , é al
Doctor Tello de Buendia Arcediano de Toledo, que
aceptase el Obispado de Córdoba.
¿BiÉM^aa^ f f ' -■ '' !
' -U 1 lÉI
ÉñttÉ
COMIENZA U TERCERA PARTE
DE LA OEÓNICA
OE LOS MUY ALTOS Y MUY PODEROSOS
DON FERNANDO É DOÑA ISABEL,
RBY É BETNA DE OASTILLA É DE LEÓN É DE BIOILIA :
XN hk OUAL 81 EBOÜSNTA LA OONQÜIBTA QITB FIOISBON OOirTRA BL BIETHO DI GBANADA|
Ú 0TBA8 ALGUNAS OOSAS QX7H IHTBBYmiXBON.
OAPÍTÜLO PRIMERO.
Goao lot moros toBiroB la Tilla do Zahara;
El Rey é la Reyna después que por la gracia de
Dios reynaron eo los Reynos de Castilla é de Leoo,
oonosdendo que ninguna guerra se debia princi-
piar, salvo por la fe é por la seguridad, siempre to-
Tieron en el Animo pensamiento grande de conquis-
tar el Reyno de Granada, é lanzar de todas las Es-
pafias el seftorfo de los moros y el nombre de líabo-
ma, Pero el negocio era grande, y ellos estoyieron
tan ocupados en la guerra que toYieron con el Rey
de Portogal, y en poner orden en las oosas de Oasti-
11a, que no pudieron luego complir su deseo. E se-
gún en la segunda parte desta historia habernos re-
contado, dieron treguas á los moros por algunos
afios, durante los quales el Rey de Granada que se
llamaba Alimuley Abenhasan, por ayiso que oto
que en la yilla é castillo de Zahara no habia buena
guarda, Tino oon gente de moroa sobre ella, é üaola
una noche escalar ; é los moros que entraron en el
castillo, mataron al Alcayde, 6 apoderáronse de la
fortaleaa (1), é tomaron capthros todos los que en la
Tilla moraban, é robaron los ganados 6 los bienes que
f allaKon. Oomo el Rey é la Reyna, que estaban an la
TÜla de Medina del Campo, sopieron la toma desta
Tilla, é que los moros hablan quebrantado las tre-
guas que les habian dado, proTeyeron luego en la
seguridad de la tierra, y embiaron mandar á los
Adelantados é Alcaydes, é á las dbdades é Tillas é
lugares que son en la Andalucía y en el Reyno da
(f ) La toma 4o Zahira qso testa i as gurda o! Mariaeal Cos-
íalo Arias do SaaTodra hilo dol Mariscal Ponaad Artas, fiíé es SS
do IMelombro sofosdo día do Navidad dol aBo 1481, oomo reSoro
al Gara do los Palaalof, osp. 61. ZariU seAala ol día t7. ámL,
|II.Í0,Ay.4a.*
Murcia, que pusiesen buena guarda en todas aqué-
llas fronteras, porque no recibiesen dafio de los
moros. E mandaron 4 Don Alonso de Cárdenas
Maestra de Santiago, que fuese con gente de armas
á la cibdad de Écija, é á Don Rodrigo Tellez Girón
Maestre de Oalatrava que estoviesé en la comarca
de Jaén ; é á otros capitanes mandaron estar en
otros lugares fronteros de los moros , para les facer
guerra, é defender la tierra. Aquel Rey Moro tenia
estonces mayor número de gente á caballo é artille-
ria é las otras cosas necesarias á la guerra, que to-
TO ningún Rey délos que fueron en Granada todos
los tiempos pasados; é confiando en sus f nenas,
entraba á facer guerra en la tierra de los christia-
nos. E la gente de armas que estaban fronteros en-
traban á facer guerra en la tierra de los moros ; é
tan bien los unos como los otros facían robos de
ganados, é prisioneros, é talas é otros dafios, espe-
cialmente trabajaban de haber por furto dbdades
é fortaleaas, para se apoderar mas adelante de la
tierra.
CAPÍTULO n.
De oomo so tomd la dbdad do Albami.
Pasados algunos dias después que los moros tO'*
marón la Tilla de Zahara, aquel caballero Diego de
Merlo, á quien habemos dicho que el Rey é la Rey-
na pusieron por guarda é Asistente en la cibdad de
ScTilla, f abló con algunos escaladores é adalides en- .
cargándoles que se informasen do la guarda que ha-
bia en algunas TÜlaa é castillos de los moros, é Tie-
sen si las podrían escalar. É después que los adali-
des espiaron la tierra, 6 conoderon las faltas que en
la guarda de algunos lugares habia, informaron á
esto caballeroi que se podía escalar la dbdad do
^W ' ORÓNIOAB DÍS LOS
Málaga 2 la de Alhamai donde entendieron qne no
había tal guarda qne pudiese eer sentida la escala.
Habida esta, información, aqnel caballero lo coma-
nicó secrotamente con Don Rodrigo Ponce de León
Marqués de Oália é con Don Pedro Enriques Ade-
lantado mayor del Andalucía; y estos caballeros lo
ficieron saber á otros algunos caballeros ó Aloaydes
de la comarca; é juntáronse con ellos Don Pedro de
Stúfiiga, Conde de Miranda, é Juan de Bobles, Al-
cayde de Xerea, é Sancho de Ávila, Alcayde de los
alcásares de Carmena por Don Qutíerro de Cárde-
nas, Comendador mayor de León, é los Alcaides de
Antequera ó Arohidona é de Morón, é Don Martin de
C6rdoba, fijo del Conde de Cabra. B por algunas di-
ferencias que por estonces habia entre el Marqués
de Calis é Don Enrique de Gusman, Duque de Me-
dinasidonia, no gelo notificaron. Estos caballeros é
Alcaydes que habemos dicho, con Yoluntad de ser-
vir á Dios é al Bey é á la Beyna, é de facer fasafia
notable, se dispusieron á tomar la cibdad de Alha-
ma; é juntaron fasta tres mil homes á caballo é
quatro mil peones. É poniendo sus guardas, porque
no fuesen sentidos, llegaron fasta el campo de Can-
taríl , é fueron adelante, é pasaron las sierras que
dicen del Airacif e, é andovieron con gran pena fas-
ta que llegaron media legua de la cibdad de Alha-
ma, postrero dia de Hebrero deste afio.
Como allí fueron el Marqués y el Adelantado é
Diego de Merlo , mandaron que se apeasen fasta
trescientos escuderos, é que llevasen los trosos de
las escalas, é siguiesen al escalador é á los adalides
que iban delante. É como fueron ceroa del muro de
la cibdad, por la parte de la fortaleza, informados
de sus escuchas como no se guardaba por aquella
parte, pusieron las escalas ; y el escalador que se
llamaba Juan de Ortega vecino de Carrion subió
primero, y empos del un caballero que se llamaba
Martin Qalindo, é después subieron otros treinta es-
cuderos ; y entraron la barrera é subieron en el mu-
ro, é mataron al moro que lo guardaba, é á los otros
moros que fallaron en la guarda del castillo, ó pren-
dieron á la muger del Alcayde, é á otras mugen»
que estaban con ella , porque el Alcayde no estaba
allí, que era ido á unas bodas áVelezmálaga, é aquel
caballero Martin Galindo peleando con los moros
fué f crido de una cuchillada en la cabeza. Apode-
rados de la fortaleza abrieron la puerta que sale al
campo, y entraron el Marqués y el Adelantado y el
Conde de Miranda é Diego de Merlo , é con ellos to-
da la gente que pudo caber.
Los moros, á quien la gran fortaleza de la cibdad
daba seguridad de sus personas, como vieron perdi-
do el castillo, é que aquellos christianos osaron en-
trar tanto dentro de aquel reyno, tomaron armas, é
guardaron las puertas ^ la cibdad ] é apoderáronse
de las torres mas fuertes que estaban en el muro
para las defender, con esperanza cierta que tenían
de ser luego socorridos del Bey Moro , que estaba
en Granada á ocho leguas de aquella cibdad. Ansi-
mesmo barrearon las bocas de las calles que salían
^h íorUUeEa, é pudoroA ondlAs ballMterosy espin-
¿E7E8 D¿ QÁBÍIÍAJl
garderos , que tiraban á la puerta de la fortaleza
tantos tiros, que los christianos qne estaban dentro
no podían salir á la cibdad, sino á gran peligro por
ser muy estrecha la salida, lo qual les puso en gran
confusión, que no sabían que consejo tomar. Acae-
ció qne aquel Sancho de Ávila, Alcayde de los al-
cázares de Carmena, é Nicolás de Roxas, Alcayde
de Arcos, homes esforzados , se aventuraron á salir
por aquella puerta, á fin que saliesen empos dellos
algunos otros; é luego como salieron fueron muer-
tos de los tiros de las ballestas y espingardas que
los moros tiraron ; lo qual fué primero dia de Mano
deste afio. ^ta por algunos capitanes la muerte
do aquellos Alcaydes, y el peligro que habia por ser
la salida de aquella fortaleza tan estrecha, retrazé-
ronse. É algunos decían que la debían quemar é
'desamparar, porque según el peligro grande que
veían en la salida de la fortaleza para entrar en
la cibdad, y el socorro que los moros esperaban tan
prestox era cosa peligrosa esperarlos con tan poca
gente. El Marqués de Cáliz y el Adelantado é Die-
go de Merlo decían, que pues á Dios había pladdo
que aquella fortaleza fuese en poder de christianos,
sería gran mengua desampararla, habiéndola gana-
do con tanto trabajo. É por esta divereídad de vo-
tos estuvieron en alguna diferencia, porque de la
una parte les oprimía el cansancio de las noches é
días pasados, el miedo del Bey Moro que esperaban
venir presto, la entrada peb'grosa en la dbdad, y el
poco mantenimiento que tenían para se sostener; de
la otra parte les requería la virtud de la constancia,
que en tales fechos el caballero debe tener, é como
ningún fruoto consiguian de sus trabajos pasados
sí de presente no alcanzaban él fin ,que deseaban.
Esto considerado por el esfuerzo de aquellos caba-
lleros principales, no se desamparó. É acordaron de
romper un pedazo del muro del castillo por donde
pudiese salir gran golpe de gente junta ; é otrosí qne
fuesen algunos á pelear por la cerca, é otros subie-
sen por los tezados; de manera que fuesen los mo-
ros tan guerreados por todas partes, que por fuerza
desamparasen las calles é las torres que defendían.
É porque con mayor voluntad la gente se dispusie-
se al peligro , mandaron que la cibdad se pusiese á
sacomano; é que qualquier presa, ansí de prisione-
ros como de fadenda, fuese de aquel que la toma-
se. Habido este acuerdo, venciendo la cobdicia al
peligro, rompieron un pedazo de la cerca, é salieron
juntos por aquel lugar que derríbaron un golpe de
gente de armas, con los qnales salió por capitán ei
Marqués de CáUz ; los otros capitanes salieron , de-
llos por la puerta, dellos por los tezados, é otros por
el muro que va de la fortaleza á la cibdad, é pelea-
ron con los moros por las callesy desde la mafiana
fasta la noche^ do muríeron muchos moros, é algu-
nos christianos. Los moros por recobrar su cibdad é
por la defensión de su vida, é libertad de sus per-
sonas, peleaban con todas sus fuerzas ; y esperando
cada hora que les vernia socorro de Granada, dura-
ban en la pelea é no les turbaban las f^rídas é muer-
tes de los que peleando veiaa caer. Los duistianoi^
í)ON FBBNANDO
reoetando qae iodos seriáií perdidos ú la oibdad
faese Boconida^ peleaban oon grand ánimo por la
ganar antea que el Bey de Granada yiniese á eooor-
rerloe. Al fin loe moros no podiendo mas sofrir la
fuerza de los ohristianos, se reirazeron á ana mea-
quita grande, que estaba cercana al muro de la cib-
dad, é de allí tiraban tantos tiros de espingardas é
ballestas, que los ohristianos no podian llegar á los
combatir, salyo con gran peligro; pero recelando
que los moros serian socorridos, cobraron mayores
fuerzas, é con mantas é otras defensas que fideron,
llegaron á poner fuego á las puertas de la mezquita.
Los moros visto el fuego, como g^nte desesperada
salieron á pelear , é fueron muertos la mayor parte
dellos, é los otros fueron captívoe ; é los cbristianos
se apoderaron de la dbdad é de las torres que los
moros al principio hablan defendido. Fueron allí to-
mados captiros gran número de moros é moras, an-
simesmo fueron robados muchos bienes muebles,
oro é plata é ganados en gran cantidad , porque
aquella cibdad era rica é de gran trato. Otrosí al-
gunos caballeros é peones pensando que no se po-
dría sostener la oibdad, é que la habían de desam-
parar, quebraron muchas vasijas que fallaron llenas
de aceite, é derramaron el trigo que el Rey de Gra-
nada allegaba de sus rentas en aquella cibdad. Otro-
sí sacaron todos los ohristianos que los moros tenían
oaptÍTOs, y estaban metidos en mazmorras. Gomo
otro día por la mafiana se sopo en Granada la toma
de la oibdad de Alhema, yinieron fasta mil moros
á oaballo, é llegaron bien cerca de la cibdad por ver
si la pudieran socorrer. É como sopieron que los
cbristianos eran tantos, é que estaban ya apodera-
dos en todas las torres é puertas , acordaron de se
volver. Pasados quatro días después que aquella
oibdad se tomó, porque los chrbtianos padesoian
gran pena del mal olor de los moros muertos que
estaban por las calles é por las casas, acordaron de
echarlos fuera de la cibdad, é allí al campo do es*
taban salían los perros de la oibdad á los comer.
El Rey de Granada sabido como la cibdad de Al-
hema era tomada, vino con muchos moros á caba-
llo é á pié, é puso sitio en el campo do estaban los
cuerpos de los moros muertos que los chrístíanos
habían echado en el campo. É visto por los moros
que los perros los comían , tiraron con las ballestas
é mataron los perros ; é la ira fué tan grande sobre
los de aquella cibdad que fasta los perros della fue-
ron muertos é captivos. El Rey de Granada pensan-
do de recobrar la cibdad, antes que los cbristianos
fuesen socorridos, porque entendió que no tenían
mantenimientos, ni las otras cosas necesarias para
se sostener, fizóla combatir; é con el dolor que los
moros tenían por la pérdida de aquella cibdad^ por-
que estaba casi en el comedio de su Reyno, llega-
ban al muro, é ponían las escalas por todas partes;
é subían por ellas indiscretamente, no guardando
tiempo, ni llevando pertrechos, mas todas horas, é
con qualesquíer defensas, pensando que la gran
muchedumbre dellos combatiendo por muchas par-
tm, oonfundirian 4 los ohristianos é los vencerían.
Ú DOÍÍA ISABEL. éét
El Marqués de Oáliz, y el Oonde, y el Adelantado,é
Diego de Merlo é los otros caballeros é Aloaydes,
repartieron sus gentes por el muro 6 defendíanlo ; é.
algunas veces salían fuera á escaramuzar oon los
moros. En estos combates y escaramuzas oaian al-
gunos moros muertos é feridos, porque según habe-
mos dicho llegaban con loca osadía á los combates
por lugares peUgrosos. Al fin no podiendo por com-«
bate ganar el muro, pensaron de quitar el agua, é
de echar el rio que iba cerca de la oibdad por otra
parte. Los cbristianos visto que los moros quitaban
el agua, salieron á pelear oon ellos; pero no pudie-
ron resistir que los moros no quitasen gran parte
del agua, é la que dezaron no se podía beber , salvo
con gran trabajo, porque convenia que peleasen los
unos entretanto que los otros cogían agua para ellos
é para sus caballos , por una mina que salía de la
oibdad al rio. É por esta mengua del agua, todas las
horas del día é de la nodie peleaban , é morían mu-
chos de los unos é de los otros. El Marqués y el Ade-
lantado, como se vieron puestos en aquella neoesi-
dadf escribieron i las cibdades de Sevilla é de Cór-
doba é á los caballeros de las comarcas que les so-
corriesen é librasen del peligro en que estaban. Otro-
sí embiaron facer saber al Rey é á la Reyna , que
estaban en Medina del Oampo, como habían toma-
do la dbdad de Alhema, é la sostenían oontra el
Rey de Granada que los tenia cercados. É luego co-
mo en las dbdades de Sevilla é Córdoba y en las
oomaroas se sopo que aquellos caballeros habían
tomado la cibdad de Alhema é la necesidad en que
estaban, d Duque de Medinaridonia , como quier
que tenía debates con el Marqués de Oáliz, pero en
aquella hora olvidando el odio se dispuso á los so-
correr ; é juntó luego toda la mas gente de caballo
é de pié que pudo haber de su casa é de otras par-
tes. Otrod los caballeros é capitanes é alcaydes é
gente que estaban por fronteros, los que mas presto
se pudieron allegar, se dispusieron á socorrer á los
caballeros é gentes que defendían la dbdad«
OAPlTÜLO m.
De COBO el Rey fuUé de Nedb» del Canpo, é Tino á fierre de
moros i ioeorrer los etballeros qie babiis toiíado Ii elbdid
de Alhema.
Gomo d Rey é la R^yna sopieron que d Marqués
de Cáliz y el Adelantado del Andducía é Die-
go de Merlo é aquellos otros oabdleros, habían
tomado la cibdad de Alhema, é qne estaban cerca*'
dos de los moros, luego embiaron sus oartas é men-»
sageros á todos los caballeros, é cibdades é villas
del Andaluda, mandándoles que oon la mayor dili-
gencia que pudiesen juntasen toda la gente de pié é
de cabdlo de la tierra , é fuesen á los socorrer. El
Rey d día que lo supo partió de Medina dd Cam-
po, é vinieron oon él Don Boltran de la Cueva, Du-
que de Alburquerque, é Don Pedro Manrique , Con-
de de Trevífio, é Don ífiígo Lopes de Mendosa,
Conde de Ten^mia, é Don Enrique Enriques, su Ma-
yordomo mayori é Rodrigo de UUoa, so Contador
M
OBÓÑIOAS bB tiOB BETB8 DÉ OASTILLA.
mayor; 6 Don Joan de Btlva, Conde de Oifuentea
salió de Toledo á ir oon él, é á jomadas preeoroBas
llegó fasta la villa de Adamni , que es á dnoo le-
gnas de Oórdoba. É oomo llegó á aquel lagar j el
Dnqne de Alburqnerqne le dixo : c Sefior, no debéis
»dar tan gran priesa á esta Tuestra entrada en tier-
ira de moros , porqoe no tenéis gente de Oastilla
»oon que podáis faoer este sooorro, sino sola la gen-
ite del Andalncia* É los Beyes yneetros predeceso-
«res nanoa entraron en el Beyno do Qranada, sino
»aoompafiados de gran número do gente de Gasti-
illa. Otros! Sefior, debéis considerar qae el Daqne
i de Medinasidonia , y el Oonde de Cabra , ó Don
9 Alonso de Agnilar, é los otros oaballeros é aloay-
i des que estaban juntos , son asaz gentes para fa-
ioer este sooorrO| é no debe Vuestra persona Beal
lentrar á lo facer, pudiéndolo facer Tuestros súbdi-
itos ; porque los Beyes que tienen las gentes é los
» capitanes que vos tenéis, basta que embien algn-
»noBdellos á faoer las guerras que se puedan bien
»faoer sin que ellos sean presentes ; é sus personas
Adoben quedar á los esforzar.» El Bey, oídas aquellas
razones , le dizo : «Duque, si yo partiera de la villa
»de Medina con propósito de socorrer aquellos ca-
Bballeros, tos dábades buen consejo ; pero babien-
ido partido oon intención determinada de los so-
soorrer por mi persona , y estando en el fin del ca-
»mino, cosa seria por cierto contra mi condición
imndar el primero consejo, no babiendo para ello
9 nuevo impedimento ; é por tanto con las gentes
sdesta tierra, que están juntos, sin esperar la gente
9 de Castilla que habemos llamado, entiendo, con
»el ayuda de Dios continar mi camino.» É luego
embió mandar al Duque de Medina , é al Oonde de
Oabra, é á los otros caballeros é aloaydes que iban
á socorrer á Alhama , que le esperasen; porque él
acompaflado dallos queria entrar á la socorrer. El
Duque, y el Conde de Oabra, é Don Alonso de Agui-
lar, visto el mandamiento del Bey, bien le quisie-
ran esperar, según gelo embiaba á mandar ; pero
oontinaron su camino , porque estaban ya bien den-
tro en la tierra de los moros, y era peligroso ansí á
los que esperaban el socorro, como á ellos, si se re-
trazeran para tomar otra vez á entrar con el Bey,
porque se fatigaba la gente que oon ellos iba. El
Bey oontinó su camino, é llegó á la dbdad de Cór-
doba, é tomó las muías de los que le salieron á rece-
bir, para que en ellas fuesen los que iban con él,
porque las suyas estaban tan cansadas que no po«
dian mas durar. É con la voluntad grande que tenia
de facer aquel socorro , no paró en la oibdad; por-
que ovo nueva que el Duque de Medina, y el Conde
de Cabra, é los otros caballeros que iban á faoer el
socorro, daban priesa en su camino. É fué fasta un
lugar que llaman el Pontón del Maestre , do ovo
mensagero de aquellos caballeros, oon el qual le em-
biaron á decir, que no babian podido esperar según
gelo babia embiado á mandar, porque los caballeros
é aloaydes que estaban en Alhama los llamaban oon
necesidad grande que tenian de ser socorridos. E
Bey quisiera oon aquellos pocos que iban con él en-
trar en el Beyno de Granada, salvo que los que oca
él iban le amonestaron que no entrase, sin que fue-
se acompaflado de muchas gentes, por el peligro que
habia de las villas é castillos de moros por do habia
da pasar. É acordó de estar en la oibdad de Ante-
quera, donde le vino nueva como el Bey de (1) Qra^
nada alzó el cerco que tenia puesto sobre la oibdad
de Alhama ¡ é no babia esperado á los oaballeros é
gentes del Andalucía que iban á pelear oon él Sa-
bido por el Duque de Medina é por el Conde de Ca-
bra, que el Bey de Qranada alzó el cerco, é que era
vuelto á Granada, llegaron fasta la oibdad de Al-
hama; é como asomaron á vista de la oibdad, los
oaballoros é aloaydes que estaban en ella, oomo li-
bres de extremo peligro salieron oon deseo á los re^
cebir, é todos ovieron gran placer , los unos porque
ftoieron b que debían, é los otros porque escaparon
de lo que recelaban. El Marqués de Cáliz sabido oo-
mo el Duque venia allí oon tanta gente á le socor-
rer , informado de los gastos que fizo, é de la dili-
gencia que puso por le sacar de aquel peligro, llegó-
se á él, é después de las primeras saludes le dixo:
cSefior, el dia de oy distes fin á todos nuestros de-
» bates ; bien paresce que en nuestras diferencias pa-
»sadas, mi honra fuera guardada, si la fortuna me
»traxera á vuestras manos, pues me habéis quitado
» de las agenasé crueles» ; é allí se dieron paz, é qoo-
daron en buena amistad. É porque habían estado en
gran trabajo, ansí de las continas escaramuzas, co-
mo de la falta que teniátt de los mantenimientos,
acordaron de salir dé aquella cibdad dexándola for-
neecidade alguna gente que la defendiese, é venir
adonde el Bey estaba. Aquel caballero Diego de
Merlo no quiso salir de la cibdad, porque habla
principiado la toma della, é propuso de no la de-
xar , salvo de la sostener, fasta entregarla al Bey, ó
á su cierto mandado ; é quedaron con él Don Mar-
tin de Córdoba, hermano del Conde de Cabra, é Fer-
nán Carrillo, capitanes con gente de las hermanda-
des, é otros algunos; para los qttales dexaron aque-
llos oaballeros que los socorrieron mantenimien-
tos por- algunos días fasta tanto que el Bey é la
Beyna la mandasen f omecer de gentes é manteni-
mientos (2).
(1) El Rey ét Grasada abó el aereo da aobre Alhava • Tiéraes
99 do Mareo, despuea do trea aemaaaa qaa lo tenia paeato, aono
refiero el Cara de loa Palacioa, que caenta eale hecho coa naa
paataalldad, aefialaado días y aufetoa, qae omile Palfar. Toad
la Boen al Rey ea Lacena, de doado volvió á Córdoba , desando
por Capitán y Aleayde de Alhama al Aaiatente Diego de HeHo
con ochocientoa hombrea de pelea, qae era la tente de toa her-
mandadca. Bemald., cap, S2«
(t) En el HS. del SeSor Nata hay afiadldaí eatai palabras:
• Faeron deste socorro el Daqae de Medina, y Den Rodrifo Gl-
• ron Maeatre de Calatrava , y Don Alonao de Agallar Seilor de la
•caaa do Afollar, y loa Condea de Uarella, y Cabra, y Lopes Yai-
• qaez de Acafla Adelantado de Caiorla, y Mariia Alonso Mor do
• Alcaadcte, y el Aleayde de los Doncelea»
I
OAPtrULO ív.
M détele «le rro iobie la ptrUdos del deipeje qae te tone
ea Alhtat.
Gomo aqnellaa gentes qae tomaron la dbdad do
Alhama salieron della con los despojos que allí
oyieron, oto gran debate entre ellos é los qae Tinie-
ron á los Booorrer, los quales demandaban parte del
despojo qae se oto de los moros al tiempo qae se
tomó I porqae segon habemos dicho, era en gran
cantidad ; é alegaban perteneoerles, paes por el so-
corro qae ellos hablan fecho se habia ganado. Los
caballeros qae tomaron la dbdad decían qne á ellos
pertenescia todo, é qae los caballeros qae vinieron
á los socorrer no debían haber parte, por qaanto
ellos eran los qae oon grandes trabajos é peligros
Tinieron á ganar aqaella dbdad, é sofrieron ma«
días feridas en los combates qae fioieron dende las
torres, y en las peleas de las calles, fasta Tcncer á
los moros, ése apoderar de toda día, é los que por
la sostener habían pdeado con los moros todos los
dias que el Bey de Granada los toTO cercados, é los
qae sofrieron macha hambre é otros trabajos por la
guardar; é qae en todo esto las otras gentes que vi-
nieron á los sooorrer, no habían trabajado ni ovie-
lon aventurai salvo solamente que se dispuderon á
venir dn peligro fasta aqud logar por los sooorrer ;
4 lo qual eran obligados no solamente como dirís*
tianos, que deben facer guerra á los moros, mas co-
mo buenos ohristianos que deben socorrer á los
chrístianos. 15 ¿qué inhumanidad, dedan ellos tan
cruel, ó qué cobdida tan corrupta puede ser, que se
compare al querer tomar lo ageno ganado de tal
manera é con tantos trabajos? E con la ira que
concibieron dodan que no llevarían parte, dno ga-
nándola con derramamiento de sangre de los unos
é de los otros. Las gentes qae vinieron al socorro
dedan : c A nosotros pertenece, no solamente parte,
»mas todo d despojo que aquí es habido; porque
Aquanto mayores trabajos é peligros vosotros ovis-
ites, tanto mayor gloria á nosotros se debe Impu-
»tar, como á homes qne á vosotros é á ello libramos
»de muerte é perdidon. Verdad es que ganastes este
«despojo, pero vosotros y ello érades perdidos, por-
ique no lo podfadee salvar, é nosotros oon nuestra
» venida lo recobramos; é como cosa por vosotros
«perdida, é por nosotros de nuevo ganada, nos per-
»tenesoe. Básteos, dedan ellos, qué movidos á com-
Apasion dd peligro en que estábades, aventuramos
muestras personas, é fecimos gastos de nuestras
ifadendas por vos socorrer. E d batalla ni recuen-
•tro no ovimoa oon los moros, no se puede dedr
•que f Oímos, pues los venimos á buscar para vos
•salvar ; y es de considerar el fin en todas las cosas,
•especidmente en las guerras, mucho mas que los
•príndpios. Deste ñn é del interese que por causa
•del ovo, nosotros debemos ser partídpee, que fni-
•mos en d efecto final, por donde se acabó de ga-
•nar. B ¿qué ingratitud, dedan dios, puede ser tan
;i grande que niegue dar parte de los bienes álos
A DOttA iffiABEti. té9
•I
•que sdvan las vidas? > Sobre esta materia los unge
é los otros, tentados gravemente de la cobdida, rail
de semejantes torbadones, estaban en tanta discor-
dia, que se aparejaban á las armas.
El Duque de Medina, visto el grande dafio que
de aquella quistion se esperaba, apartó á los suyos'
é mandóles que no demandasen parte de aquellos
bienes; é dizo á los otros que vido mas puestos en
la cobdida : e Preguntóos yo, caballeros, ¿ qué gner-
•ra mas cruel nos farian los moros que la que d
•día de oy queréis facer á los chrístianos? Por der-
• to d venimos á dar vénganse 4 nuestros enemigos,
»é perdición 4 nuestros amigos, debds insistir en
• esta demanda que facds ; pero aquellos que to-
• vieren respecto 4 Dios é 4 la virtud , pospuesto el
•interese, aunque sea justo, se deben dezar ddlo en
•tiempo, por esousar tan grand inconviniente como
•desto que queréis se sigoiria. Nosotros, dixo él, no
•venimos aqoí 4 pelear oon los chrístianos en favor
•de los moros, mas venimos por servido de Dios
• é del Bey é de la fteyna 4 sdvar del poder de los
• moros 4 nuestros hermanos los chrístianos, ni mé«
• nos venimos con propósito de ganar bienes, mas
•de salvar énimas : esta fué nuestra intención. B
•pues 4 loor de Dios es compUda, en lugar de le dar
•gracias, no demos pena 4 nosotros, é gloría 4 nues-
•tros enemigos. Aquí, dixo, ha de vencer la mag-
•nificenda 4 la cobdida, é la caridad al escéndalo,
• que el diablo, envidioso de nuestra virtud^ procu-
•ra para nuestra perdición. To vos ruego que les
•dezemos sus despojos , porque sí sus trabajos die*
• ron 4 ellos aquellas ríquessas, los nuestros han da*
• do 4 nosotros mayor honra, pues gelas dimos jnn- '
• tamente con la vida.^ Vista la voluntad dd Du-
que, todas aquellas gentes se dezaron de aquella
demanda, é cesó aqud escéndalo que entre dios se
encendía (1).
OAPÍTÜLO V.
be les idereieifse le Refsa mendd íkeer pera eoatlaserle giei»
neoilre los Mores.
La Beyna,qae habia quedado en Medina ,dd
Oampo, escribió 4 algunos caballeros é 4 otras gen-
tes de las comarcas, que la dbdad de Alhama sa
habia ganado 4 los moros, é como d Bey iba 4 so-
(t) El CroBlste esilte la saessoBST aetab^e <|ie raeedlóel
etre dte de tonada Altesia, prinero de Mane. Lee aorof de
Roade,TleBdo aqnelle tierra desierte de erlitleeos, perqieeaal
todos estaban es el eereo de Albane , saüeroB lobre lee qse ha-
bla coa doseieDlos y sesenU de i eaballo. ToBares lodos loa cas-
tlTOS eoi los fssados qse apaeesiabas, y, sis temor de eseseslrd
elfSBe, ee Tolflas eos la pren á sss easas. Sabido por loa cris-
tianoa de Utrera, se Jsstaroa basta aetesta y dea de eaballo, y
eos ellos por eapltases Gooiei Mendei de Solonayor, Aleayde de
Utrera, y Mateo Sasehes, Aleayde de Bdrsos, y dasdo aobre les
moroe es ss eeiro qse diees el loaio del Isdio, qas seta des le-
sees de Bdrsoe, loe deebersuros, sutsrsa deste denos , y les
toanros toda la preee qte Uevsbas, y á bm sofeats eabeUos esa
Bsebu armas y otres eosu, todo eea Bserte de solea qsatie
erisHasoe. Retdrelo d Cera de loe Psleelee, WM. éé ki Aipi»
Cetfl, e&p. 57. Zsriis lo eaeaU ees slisas dlTeislded oa el ad«
Beto. áM§l.g ff>. n^ eiy. 41,
U
m
OBONIOAS DB los BITXS DB GAffnLUL
ooner loi oáballerot que la haMan tomado ; 7 em«
biólea mandar qne laego partiesen , porqne padie-
■en entrar oon 61 en el Reyno de Granada. Embió
aneimeemo ihb cartas de aperoebimiento á todos loa
oaballeros 7 escnderos qne tenían tierras é aoosta-
mientosdellai mandándoles qne estoyiesen prestos
oon sns aimas é oaballos para qaando loa embiase
á llamar para la guerra que entendía faoer contra
el Re7 é Bstuo de Granada. B porque ella ansi-
mesmo entendía de ir en persona al Andalnoia, para
proveer en las cosas qne fuesen necesarias , embió
también llamar á su Condestable para le dar cargo
de la gobernación de las tierras é provincias de
allende los puertos. Bl Ck>nde8table Tino luego al
llamamiento de la Re7na, é quando sopo que el Be7
erapaitido para el Andalucía, demandó licencia á la
Be7napara le ir á serrir. La Beyna le dixo qne no
compila al serrioio del £07 ni SU70 que fuese al
Andalucía, porque babiadetermioado de le dezar el
cargo de la justicia en toda la tierra de allende los
puertos, juntamente con el Almirante Don Alonso
Bnríquea. El Ck>ndestable le respondió : cSefiora, si
sen estas partes OTiese necesidad de guerra, como
lia ba7 en el Andalucía, seria en vuestra elección
imandar que os sirviese en qualquiera do las guer-
>ras que mandásedes ; pero babiendo, por la gracia
»de Dios, paa en todos vuestros Be7nos, é guerra
ioon los moros, ¿es cosa razonable que 7endo el Re7
»á la guerra, quede 70 en la tierra pacífica, tenien-
» do como vuestro Oondestable el cargo principal de
ivuestras huestes? Por ende humildemente suplico
9 á Vuestra real Magestad que no me mande facer
i aquello que 70 habría por mal, ¿ las gentes no
shabrian por bien si lo ficiese.» La Rejrna , vista la
voluntad del Oondestable, dióle licencia que fuese
con el Be7, el qual era 7a vuelto á la cibdad de
OÓrdoba, do esperaba á la Re7na. La Re7na proveí-
das las cosas necesarias á la tierra de allende los
puertos, dezÓ en ella al Almirante oon sus poderes
reales, é mandó á ciertos doctores del su Consejo
qne quedasen con él. B proveídas ansimesmo de
Corregidores ó Asistentes algunas dbdades é vi-
llas de aquellas partes, donde entendió que era ne-
cesario, partió de la villa de Medina, é fué para la
cibdad de Toledo, donde estovo los tres dias do
Pasque de Resurrección. B como quiera que estaba
preikada é trabajada del camino, pero luego otro
dia partió de Toledo, é fué para la cibdad de Cór-
doba, donde el Re7 la estaba esperando.
CAPITULO Vt.
Como él Roy do Crtaadi tono i poaor roal lobro los f«o fsodi*
roa ea U elbda4 do AlbtBi.
Bl Re7 de Granada, quando sopo que el Marqués
de Cálii é aquellos otros caballeros eran salidos do
la cibdad de Alhema, acordó de tomar á ella con
gran número de moros, é cercóla por todas partes,
é con los pertrechos que traía fizóla combatir por
los lugares que se pedia entrar. E los moros traba-
jaban mnchp en los XH)mbate8 7 escaramuzas que
hablan oon los chrís Janos, á fin de cobrar aquella
cibdad; porque entenc'ian que los lugares que son
en su comarca no podían tener seg^dad si aque«
lia cibdad fuese poseida de ohrístianos. Diego de
Merlo, é Don Martín de Oórdoba, é Fernán Oarrillot
capitanee, pusieron gran diligencia en la guarda,
é algunas veces sallan á escaramuzar oon los mo-
ros por los apartar del muro ; 7 en aquellos oomba-
tes 7 escaramuzas recebian dafto del artillería que
traíanlos moros, ün dia (1) perla mafianai ha-
biendo peleado toda la nodie, acordaron los moros
de escalar la cibdad por la parte de abaso , donde
es lo mas fuerte della, é por donde no se recelaba
qne se podía entrar por escala. Puestas las escalas,
subieron los moros á gran peligro, é fallaron una
vela dormiendo , é matáronla. Otra fué á grandes
voces á las otras partes donde combatían, diciendo
como la cibdad por aquella parte era entrada de los
moros. E antes qne los christíanos socorriesen, 7a
estaban dentro de la cibdad fasta setenta moros
bien armados, oon los quales los ohrístianos comen-
zaron á pelear por tres partes. Otros fueron al lugar
por donde los moros subían con las escalas á les de-
fender la subida, é pelearon oon ellos, é ficiéronlos
retraer; é algunos descendían por las escalas por
do hablan subido, é á otros algunos facian saltar
por las pefias abazo. B defendieron los chrutianos
aquel lugar por donde los moros subían, de manera
que no pudieron subir mas. Los otros moros que pe-
leaban por las calles , visto qne no subían mas mo«
ros á los a7udar, perdido el esfuerzo que tenían en
la pelea , fueron vencidos , é dellos fueron presos,
dellos muertos, é algunos fueron feridos , 7 escapó
la cibdad de ser tomada.
El Re7 de Granada visto como la no podía to-
mar, alzó el real, é volvió oon toda su gente para la
cibdad de Granada con propósito de convocar todos
los moros de su Re7no , é tomar otra vez á la cer-
car, porque estando aquella cibdad por christíanos,
ninguna seguridad tenían los moros. Algunos ca-
balleros é capitanes, especialmente del Andalucíai
que sabían aquellas tierras de moros, é conocían el
sitio é la comarca de la cibdad de Alhema, é los pe-
ligros que había para entrar á ella, considerando
que no se pedia bastecer, salvo oon gastos é traba-
jos grandes , por los muchos lugares de moros que
estaban en el circuito, consejaban al Re7 é á la Re7-
na que la mandasen derribar. B decían que 7a ha-
bla se7do ganada otra vez por el Re7 Don Feman-
do su trebisabuelo , é considerada la dificultad que
habla en la sostener la hablan desamparado. B de-
cían que era necesario juntar cinco mil rocines é
muchos peones cinco ó seis veces en el afio, para
meter la recua de los mantenimieutos para los que
la guardasen, porque de otra manera no podía ser
proveída. B que estos juntamientos de gentee, tan-
(I) Psd esto á tO do Abril. Dord el oereo doeo dlii, i|l cobo de
los qaales lo altó ol Rey toneroso do las feotes «oo véalas ooa
el Rey Don Feroando. Ea so defeosa so softalaroa Pedro do Pt-
Boda, y Don Alonso Ponce, deados asOios do li oasa del Marqués
do Cádii. ZoriU, UK tO, Mp, 49,
DON FEBNAKDO
ím 7 en tan pooo éepaoio de tiempo, serían dificilee
é maj ooetoeoe , loe qnilee no se podían esoosar, ai
la oibdad de Loxa no ae ganase. E qne Loxa era
gran oibdad, é para poner sitío sobre ella no habla
tiempo, porqne era ya el prínoipio del mes de Mayo,
él qñal se pasarla en la entrada que el Bey quería
facer á bastecer á Alhama; y era menester mas
tiempo, ansí para juntar las gentes, como para ha-
ber las proTisiones qne fuesen neoesarias traer de
Oastilla, porqne en el Andalucía aquel afio habla
habido mengua de mantenimientos. A laBeyna no
placía de aquel yoto, é deda que bien conoda co-
mo en todas las guerras se recrecían gastos é tra-
bajos, é con aquel presupuesto ol Bey y ella ha-
blan deliberado de proseguir la conquista contra
el Beyno de Ghranada; 6 pues aquella oibdad era la
primera que se habla ganado, entendía que sería
imputado á mengua si se desamparase. Habido por
el Bey é por la Beyna aquel acuerdo, luego el Bey
partió de la oibdad de Córdoba, y con él el Carde-
nal de Espafia, y el Duque de Villahermosa, y el
Condestable Don Pedro de Velasco, 6 Don Luis de
la Cerda, Duque de Medlnaoeli, é Don Ifilgo Lopes
de Mendosa, Duque del Iníantadgo, y el Duque de
AIburquerque,6 Don Alonso de Cárdenas, Maestre de
Santiago, é Don Bodrlgo Telles Qiron, Maestre de
Oalatraya, y el Marqués de Calis, é Don Diego Lo-
pes Pacheco, Marqués de Villena, y el Conde de
Cabra, y el Conde de Trevifio, é Don Alonso Tellez
Girón, Conde de üruefia, é Don Ifilgo Lopes de
Mendosa, Conde de Tendllla, é Don Diego Hurtado
de Mendosa, sn hermano, Obispo de Palencla, qne
fué después Arsobispo de Sevilla, é Patriarca de
Alexandria, é Cardenal de Espafia, y el Conde de
Oifuentes, é Don Gutierre de Sotomayor, Conde de
Belaloasar, é Don Enrique Enriques, Mayordomo
mayor del Bey, é Don Alonso, Sekor de la Casa de
Agnllar, é Don Gutierre de Cárdenas, Comendador
mayor de León, é Bodrigo de ülloa, é Don Juan
Chacón, Contadores mayores del Bey é de la Bey-
na, é otros muchos caballeros de Castilla , que la
Beyna mandó Teñir i la senrir, é otros algunos del
Andalucía ; é fueron con el Bey á la oibdad de Ed-
Ja, é dende oontinaron sn camino fasta qne entra-
ron en tierra de moros con fasta ocho mil homes á
caballo, é dies mil peones. B llegó el B^y (1) con
él Cardenal de Espafia é con toda aquella hueste á
la oibdad de Alhema, é bastecióla é fortalecióla de
todas las cosas necesarias para su defensa ; é sacó
della á aquel caballero Diego de Merlo, é i los otros
oapitanes é gente qne en guarda della hablan que-
dado ; é regradesoióles los trabajos que habian ha-
bido en la defender, é dexó en ella por capitán á
l^nis Femandes Puertocarrero, Sefior de Palma; é
mandó á Diego Lopes de Ayala, é á Pero Bnls de
Alaroon, é á Alonso Ortis, capitanes de quatroden-
tas lansas de las hermandades, que quedasen con
él ; é dexó anslmesmo con ellos fasta mil peones á
pié. B con quarenta mil bestias qne iban en su hnes-
i DtíSk ISABEL. 871
te cargadas de mantenimientos bastedó la oibdad
por tres meses de las cosas necesarias. El Bey é.la
Beyna fundaron tres Iglesias en tres mosquitas
priudpales que habla en aquella cibdad: la una
Igleda fundaron á la Tocadon de Santa María de la
Encamación, é la otra á la Tocación de Santiago, é
la otra de Sant Miguel, las quales consagró el Car-
denal de Espafia, é la Beyna las dotó de cruces é
cálices é Imagines de plata, é de libros, é ornamen-
tos, é de todas las otras cosas que fueron neoesarías
al culto dlTÍno. E allende desto moTlda con deTO**
don, propuso de labrar con sus manos algunos de
los ornamentos para aquella iglesia de Santa María
de la Encamación, por ser aquella la primera Igle-
sia que fundó en el prímer lugar que se ganó en
esta conquista.
CAPÍTULO VIL
De li Uli qse el Rey fiío ea li ?egi de Grisadi, é «dsio ll R«y-
sa Blindó Utmtr geste, é traer proTlilonei para eercar á Leía.
Entretanto que estas cosas pasaban, la Beynai
que quedó en Córdoba, mandó facer repartimiento
por todas las dbdades é Tillas del Andalucía é de
Estremadura, é las tierras de los Maestrasgos de
CalatraTa, é Santiago, é Alcántara, é dd Príorasgo
de San Juan, é de todo el. Beyno de Toledo, é alien*
de los puertos, fasta las dbdades de Salamanca, é
Toro, é Válladolid, é de aquellas comarcas, de cier-
to número de pan é tIuo é ganados é sal é puercos;
é mandó que lo trazasen la meytad en fin de Jnnll|
é la otra meytad en Julio al real que el Bey habla
de poner sobre la dbdad de Loxa, é que cada uno
lo Tendiese al precio que mejor pudiese. E mandó
ansiniesnio dar sus cartas para todas estas tierras é
para todas las otras de sus Beynos fasta Vizcaya é
OuipÚECoa para que amblase cada un pueblo al real
de sobre Loza derto número de caballeros é peo-
nes. Otrosí mandó traer lombardas é otros muchos
tiros de pólTora, é facer los otros aparejos que fue-
ron menester para aquel ntlo. El Bey como baste-
dó de gentes é mantenimientos la cibdad de Alhe-
ma, é fiso algunas talas en los lugares de la Tega
de Granada, toItIó para la cibdad de Córdoba, é
mandó á todos aquellos caballeros qne con él fue-
ron qne ficiesen Teñir la mas gente que pudiesen
traer de sus casas, é que estoTlesen prestos para Ir
con él al real que entendía poner sobre la dbdad de
Loza. Los moros temiendo los males que déla guerra
geles hablan seguido, é recelando de los haber ma*
yores, embiaron sus Alfaquíes á publicar por todos
los reynos é pueblos de África el g^an dafio que re*
cebian, é la necesidad en que estaban por la guerra
que el Bey é la Beyna de Espafia les facían , é que
temían perdidon de la tierra, si no les einblaban
ayuda de gentes é mantenimientos. Sabido esto por
el Bey é por la Beyna, mandaron facer armada de
naos é galeras por la mar, de las quales eran capi-
tanes Martin Días de Mena, é Charles de Valora, é
Arriaran. Estos capitanes por mandado dd Bey é
de U BeynA estaMn oontinamente en el estrecho de
3t2
OBÓNIOAS DB los Bttn&S DS OAGrrtLtiA.
GibralUr, é andábui por los pnertos de Afrioa , é
f «oian gaem á los Moros é no dexaban pasar na-
rios de la nná parte á la otra,
CAPÍTULO vm.
Cobo él Roy puo Roal lobro U elb4id do Lou» é lo q«o tlU
. Traídos los maoteidmientoSi é junta la gente de
pie é de oaballo que la Beyna mandó llamari el Bey
partió de la cibdad de Córdoba, é fueron con 61 los
caballeroso capitanes qne le sirvieron en la tala que
habia fecho en la vega de Qranada; é siguiendo su
camino con sus batallas ordenadas | llegó cerca de
la pibdad de Loza, ó asentó su real entre los olivares
qne estaban en unos valles é grandes cuestas cerca
del rio de Quadaxenil. Asentado el real, la gente de
la hueste ovo g^an mengua de pan cocido , porque
iodo. lo que hablan traído era ya gastado; ó como
qnier que habia gran cantidad de harina , pero no
ovó tiempo de facer en el real los hornos que eran
necesarios de se facer para cocer el pan, é las gentes
en dos días que duró el asiento del real, comían el
. pan cocido en las brasas. £1 Rey por mayor segu-
ridad de la hueste, mandó á Don Bodrigo Talles Gi-
rón, Maestre de Calatrava, 6 á su hermano el Conde
de üruefia, é al Marqués de Calis , é al Marqués de
de Yillena, é á Don Alonso, Sefior de la casa de
Aguilar, que con sus gantes se aposeutasen en una
cuesta que está cerca de la cibdad , á quien los mo-
As llaman Santo Albohaoon. Los otros caballeros
pusieron sus estanzas cada uno en el lugar donde le
fué señalado por el Bey. Los moros que estaban en
la cibdad, que serian fasta tres mil homes de pelea,
con un capitán que se llamaba Abrahen el Alatar,
heme muy esfonsado é cursado en la guerra, salían
de la cibdad á pelear por todas partes con loschris-
tianosque estaban en la guarda y en las estanzas. Y
en estas peleas los christianos recebian algún dafio,
porque el real estaba asentado en tan grandes cues-
tas , é habia tan grand apartamiento de las unas
cuestas á las otras, que no podían prestamente ayu-
darse unos á otros, porque la dispusioion de los lu-
gares gelo empedía. Acaescíó que el Sábado siguien-
te, que fué el quarto dia que el real fué asentado, los
moros acordaron de salir con gente á pelear con
los que guardaban aquella estanza de Santo Albo-
hacen , que habemos dicho que fué encomendada al
Maestre de Calatrava , é á los Marqueses de Cáliz é
Yillena, é al Conde de üruefia, é á Don Alonso de
Aguilar. Aquellos caballeros visto que los moros
cometieron la pelea con la guarda que tenían pues-
ta, salieron á pelear con ellos ; é los moros se pu-
sieron en fuida, á fin de apartar bien á los christia-
nos de su estanza, é como los vieron apartados, so-
br€fvioo otra esquadra de moros que estaba puesta
en celada, é subieron muy prestamente á la estanza
de aquellos caballeros , donde habia quedado en
, (1) El eoreo do Loxa fué i prlmoroi do Jolio. El somirio do
CtUndex iodilt U muerto del Miootro de Ctlitrin en troi do dl-
Oho mee.
guarda poca gente. É con aquellos alaridos qne loa
moros suelen pelear , entraron en ella , é mataron
algunos christianos, ó tomaron algunas cosas que
de presto pudieron haber. Aquellos caballeros visto
que los moros por otra parte habían subido la cues-
ta donde estaban sus tiendas, dexaron de seguir los
moros que iban en fuida , é tomaron á socorrer su
estanza, é pelear con los moros que la habían to-
mado. É luego los moros que iban en fuida , visto
que los christianos tomaban á socorrer su estanza,
siguiendo su manera antigua de pelear « volvieron
contra los christianos, é allí pelearon por espado de
una hora, fasta que los moros visto que cargaban
sobre ellos mas gente, se retraxeron á la cibdad* En
aquella pelea murió di Maestra de Calatrava de dos
saetadas que le dieron. Fué la una por bazo del bra- •
zo, por la escotadura de las corazas, tan mortal que
incontinente fué á caer del caballo , como oayerai
si no porque Pedro Casca, caballero de Ávila, que
iba á su lado, se abrazó con él, é le tomó, é llevó an-
sí fasta su aposento , donde murió dende á poco.
Desta muerte pesó mucho al Bey é á la Beyna, é co-
munmente á todos los que le oonoscian , porque era ^
mozo, é de poca edad,é buen caballero , é de bue-
nos deseps.
CAPITULO IX.
Do eoBio 10 ilxd roil do sobro Loxa.
El Bey visto, que ansí los caballeros que estaban
en aquella cuesta de Santo Albohaoen como to-
dos los otros que guardaban las otras estanzas, es-
taban en peligro por la dispusioion de los lugares,
acordó de rotirar el real de aquellos valles é barran-
cos donde estaba, é ponerlo en un lugar que se lla-
ma Bio Frió, apartado un poco mas de la cibdad, y
esperar allí las otras gentes que habían de venir,
para asentar dos reales sobre la cibdad ; porque de
otra manera no se podía empedir á los moros la en-
trada de los mantenimientos , ni el socorro de las
gentes que les podía venir por la sierra que estaba
de la otra parte del real. Este acuerdo tomado Sá-
bado en la tarde , luego otro dia Domingo por la
mafiana, antes que se pregonase la mudanza del
real, visto por alguna gente de los conceg^les, é al-
gunos otros de los que venían á servir en aquella
guerra, que se alzaban algunas tiendas del real, en
especial las tiendas de aquellos caballeros .que te-
nían la cuesta de Santo Albohaoen ; é visto que los
moros luego la subieron é se apoderaron dolía, ro-
celando que de noche habia entrado g^an multitud
de moros, no esperaron tiempo para saber la ver-
dad, ni tovieron esfuerzo para esperar la pelea, ni
menos atendieron mandamiento del Bey ni de sus
capitanes para lo que habían de facer. B pensando
fallar mas presta la salud en la fuida que en la
fuerza de sus manos , sin nengnn perseguidor, se
pusieron en torpe fuida, tan sin tiento, que ningu-
no de los capitanes ni otros caballeros de los prin-
cipales los pudieron detener. £1 Bey é los oapitanea
é caballeros que con él estubaui visto aquel descqn-
DON FERNANDO
oferto, y «1 peligro grande en que todoa esUbui por
la foida indÍBoreU de aquellas genteSi mostraron el
ánimo de f ortalesa qae faé necesario en tal tiempo
á la salud de todos, é fioieron rostro á los moros que
sallan de la dbdad para Ir en seguimiento de aque-
llas gentes que fuian. É cada uno de aquellos oabar
Ueros en su estansa con sus criados y las gentes de
sus casas pelearon con los moros, é floiéronlos re-
traer. El Bey con algunos caballeros púsose á ca-
ballo en un lugar bien peligroso de los tiros de pól-
Tora é ballestas que los moros tiraban; é desde aquel
lagar proveía á los lugares mas flacos que entendía;
é mandaba á algunos que fuesen ayudar á otros an-
sí á pié oomo á oaballo. Duró la pelea en gran pena
i fatiga de los christianos todo aquel dia, fasta que
OTO lugar de se alzar el real, é se alaó toda la arti-
Ueria. B todo ello puesto en salvo, el Bey 6 todos
los caballeros é capitanes principales vinieron á Rio
Frió adonde babian acordado de venir; é de allí vi-
no para la cibdad de Córdoba donde la Beyna esta-
ba. Algunas tiendas é mantenimientos que estaban
en el real no se pudieron salvar por falta de bestias
en que se oargasen; porque eran partidas del real
para traer oiros mantenimientos. El dafio que los
ohristianos en aquel desbarato recibieron no fué
grande, pero fuera sin dubda mayor , no solamente
de los que allí se acaescieron, mas generalmente de
todos los de Espafia, si el Bey é los caballeros é ca-
pitanes principales no repararan con esf uerso lafui-
da que aquellas gentes, que bebemos dicbo, fide-
ron. El Oondestable en aquella f adeuda redbió tres
golpes en la cabesa. El Duque de Medinaceli fué
derribado de los moros en el suelo, é socorrido de
los suyos. El Conde de Tendilla que tenia estanza
mas oeroana al muro de la cibdad que otro, redbió
grandes culpes é f cridas peleando ; é fuera muerto
ó preso, sino porque fué socorrido de Don Francis-
00 de Btüfiiga, fijo del Duque de Plasenda, que con
la gente de su padre á gran peligro se metió entre
ellos, faciendo estrago en los moros por le salvar.
Los dichos Ck)nde é Don Francisco salvaron aquel
dia mucha gente dd real que no peligrasen. El Mar-
qués de Cálii con los continos de su caSa pdeó con
los moros por la parte do estaba , Ó fizo retraer del
alcance adonde iban dguiendo á los ohristianos. É
todos los fijosdalgo é caballeros continos de la casa
del Rey é de la Beyna pdearon con aquel esfuerzo
é osadía que la extrema necesidad pone á los varo-
nes fuertes por salvar las vidas é guardar las hon-
ras. El desbarato, 6 mas propriamente fablando, d
desoonderto que los christianos en aquella jomada
ovieron, procedió prindpalmente de tener en poco
las fuerzas dd enemigo ; é de allí se dguió que no
fué bien mirado d dtio donde se habla de poner el
real antes que se asentase; por la dispundon dd
qud los diristianos recebian grandes dafios. Otrosí
por el orgullo de alguno de los prinoipdes , que no
creyendo que los moros esperasen en aquella cib-
dad, fueron negligentes en proveer las cosas nece-
sarias para la hueste que en reino esirafio entra á
faoergaenfti Qoando bBejnai que eetab« en OAr-
É DOÑA IñABEIi. ft78
doba, sopo que el real puesto sobre Loza se habla
alzado, é que no habla durado dno solcis dnco dias^
informada de la manera que se alzó, pesóle mucho,
ad porque con gran diligenda habia trabajado en
todas las cosas neoesarias para d proveimiento do
aqud real, como por d orgullo que los moros toma-
ban en verse tan presto libres dd trabajo que reoe-
laban. Pero ninguno pudo conocer en sus palabras
ni autos el gran sentimiento que tenia ; é propuso do
lo reparar, aderezando las cosas necesarias para que
el Rey tomase á entrar luego poderosamente en
tierra de moros á les facer dafios é bastecer á Al-
hema. Algunas de las gentes que quedaron en la
dbdad de Alhema con Luis Fernandez Fuertooar-
rero, é con Pero Ruis de Alarcon, é con los otros ca-
pitanes que el Rey dexÓ en guarda de aquella db-
dad, esperaban que se tomarla la cibdad de Loxa, é
que ellos habrían loable fin de los trabajos que por
sostener aquella dbdad habian pasado. É quando
sopieron que el red se habia alzado de aquélla ma-
nera, é que d Rey era tomado con toda la hueste
para la dbdad de Córdoba, recelando que serian
cercados de gran multitud de moros á quien no po-
drían resistir, dedan que seria buen consejo salir
de aquella dbdad, é la desamparar. Esta fabla quo
andaba de unos en otros los enflaquesda, é ponía
en tal miedo, que d á la hora los moros vinieran, to-
vleran poca ó ninguna resistencia. É como .vino á
noticia de los capitanes, antes que aquellos que es-
to murmuraban osasen mas fablar, ni d temor se
estendlese á otros, aqud capitán PuertooarrerA
acordó de lesfablar en esta manera.
cBien sabéis, cd)dleros, que fuisteis escogidos
>en la hueste dd Rey é de la Reyna por varones
»esf orzados para sofrir los pdigroe é pasar los tra-
sbajos que en la guarda desta dbdad se requieren;
sé de vuestra voluntad ofreoistds á ello vuestras
spersonas, por haber honra en esta vida, é gloria en
>la otra. Ansimesmo habéis mostrado fasta aquí
sdevodon de buenos christianos, y esfuerzo de no-
stables varones en la defensa destos muros é of en-
»sa de los moros de quien esperamos ser cercados é
scombatidos. Agora estos capitanes é yo habemos
«sabido que deepues que d Rey alzó el real que te-
snia sobre la dbdad de Loxa , habéis mostrado fla-
oqueza en algunas f ablas, dioiendo unos á otros que
sesta cibdad se debe desamparar por el peligro sin
sremedio que en eUa se espera. B d ello es and,
«bien daríamos á entender que mostramos esfuerzo
sfingido quando no era menester, pues en el verda-
idero falleecemos quando es necesario. Verdad es,
icaballeros, que d Rey, no por d desbarato que fi-
noiesen los moros, mas por d desoonderto que fide-
>ron algunos ohristianos, alzó d red que tenia pues-
sto sobre la dbdad de Loxa, é que es vudto con to-
»da su hueste á la dbdad de QMoba. É aun quiero
sque sepáis que por esta causa nosotros quedamos
saquí sin aqudla esperanza dd presto socorro que
sprimeto teníamos. Pero, d venddos ya de flaqnezai
laoordásemcs desamparar esta dbdad, que fué de
>nosotros oonfiidaí ¿por qué lugar os parece que po-
874
»demos Mlfr deito tierra para salvar la vida de to-
9doi| paae Temos que uno solo que embiamos, á gran
STentara se puede salvar, que no sea preso, ó mner-
>to? Mucho querría yo, caballeros, que si proveéis
sal daño que receláis esperando , remediásedee á la
smuerte que se espera luyendo ; é si en lo uno y en
tío otro hay peligro, escogiésemos el de menor da-
Bfio é de mayor honra. É porque esperando es oier-
»ta la gloria, é fuyendo es dubdosa la vida é cierta
»la deshonra, á mí me paresce que no solamente de-
»bemos aquí esperar faciendo nuestro deber , mas
>que debemos dar gracias á Dios, á quien plogo que
»á nosotros mas quo á otros se of rescieee este casoí
>en el qual dando buena cuenta á Dios de nuestras
lánimas, é al Bey de su cibdad, é al mundo de núes-
»tra virtud, fagamos larga, por fama, esta vida breve
«de días. Mayormente que no nos vienen de nuevo
>Ios peligros, las necesidades, los trabajos que en la
^defensa desta cibdad se requerían; cuando nos
Dofrescimos á la guardar, todo nos fué presente
squando aquí venimos y entramos. Agora si por so-
llo miedo sin ninguna f uensa desamparásemos es-
utos muros que nos fueron encomendados, de razón
Moríamos reputados como los homes livianos que á
itoda cosa se ofrecen sin deliberación, é se retraen
sdella con vergüenza ; los quales queriendo antes de
lia afrenta parescer esforzados, son soberbios ; pues-
»tos en ella, enflaquecen é caen. Oontrariode los va-
yrooes fuertes, que son templados, é no se ofrescen
»á toda empresa , mas eligen con deliberación aque-
Dlla donde muriendo ó viviendo resplandesce su
vloable memoria. É pues el dolor es de las cosas
«presentes, el temor de las futuras, é nosotros no
. Atenemos llagas que doler , ni vemos aun fuerzas
sque temer, yo vos ruego que no sea menos fuerte
^nuestro ánimo para la obra, que fué nuestra pala-
ibra para la promesa ; é que arméis* vuestros cora-
>zones de fortaleza, no por premia del capitán, mas
»por premia de la virtud ; no por esperanza de in-
vterese, mas por haber el claro nombre que da la
•fortaleza, quo se muestra, no combatiendo lo flaco^
>mas resistiendo á lo fuerte, é tiene mayor grado
•esperando al que comete, que cometiendo al quo
•espera. No quiero yo negar el miedo á todo heme
•quando espera mayores fuerzas ¡ mas el temor an-
•d como face caer á los flacos 9 ansí pone esfuerzo
>á los fuertes : los quales no son vencidos de mie-
»dos vanos, ni de amenazas inciertas, mas miran las
•cosas según su realidad, é no según la pasión que
•ocupa el entendimiento. Nosotros debemos consi-
•derar que estos moros son fuertes, si nuestra fla-
•qucza no los fíciere flacos , é que tenemos para los
•defender artillería é armas y el bastimento quepa-
•ra asas días es necesario. ¿ Qué pues f allesce aquí,
•salvo esfuerzo de buenos homes, é devoción de
•buenos christianos, para pelear en defensa de nues-
•tra fe, por el ensalzamiento de la qual con tanto
•mayor vigor debemos pelear , quanto mas verda-
•dera es nuestra santa ley que su mentirosa seta?-
•Pensemos ansimesmo, caballeros, en los casos de
•la fortuna que muchas veces acaescen. Por ventu-
09dNI0A8 DE LOS BE7EB DB OASTILLA.
•ra estos moros, cuya faen* rsoalaii| novanáa
•por la división que hay entre eUcSi é si vinieren,
•por ventura habrán tal discordia , quo los dasbara-
•te , oomo ha acaesoido en muchas huestes. Vimos
•la esperanza que poco ha teníamos de haber la oib*
•dad de Loxa por la fuersa de la gente que el Bey
•traxo sobre ella, é conocimos el grande miedo que
•tenían los moros de la perder; pero vimos quanto
•se fizo en contrario de lo que nosotros esperába-
•mos é los moros recelaban, É nosotros, ohristia-
•nos, ¿por qué perderemos aquella esperansa de la
•salvación de nuestra cibdad que los moros ovieron
•de la suya? No oreáis, caballeros, que puede nin-
•guno dar juicio cierto en los fechos de las bata-
•Uas , porque son muchos é varios. La dispnsicion
•del lugar, la fortuna del tiempo, la hora, el sol
•contrario, la muerte de un heme, la flaqueza da
•otro, una voz, un alarido, un caso que se atravie-
•sa, es causa de ser vencidos los mnchos que espe-
•ran ser vencedores. Léese que él capitolio de Bo*
•ma, tomada ya por los Franceses la cibdad, fué re*
•cobrado por el graznido de un ánsar que despertó
•las velas. É nosotros ¿por qué perderemos esperan*
•za de haber en nuestro favor alguno de los seme-
•jantes casos? Gomo quiera que de tal manera noa
•debemos proveer, que seyondo ó no seyendo la
•fortuna favorable, demos loable fin á nuestro buen
•principio.
•Bien creo yo, cabaUeros, que mis razones des-
•piertan vuestra virtud para ser constantes; pero
•también oreo que vos engafia el amor de la vida, é
•vos turba el temor de la muerte para tener entera
•constancia. E querría preguntaros ¿á qué lugar
•fuera de aquí iremos que no tengamos este miedo?
•ó ¿ qué otra cosa son á toda edad los días de la vi-
•da, sino dortas é presurosas jomadas para llegar á
•la muerte, para la qual todos nos debríamos apa-
rre jar, pues ninguno la puede fuir? Porque temer
•aquella cosa que escuaar no se puede , por cierto
•extrema flaqueza es, mayormente á nosotros que
•tomamos oficio que nos obliga toda hora á muerte
•honrada, é nos defiende f uida torpe. E si teméis de
•morir mancebos no habiendo aun gozado del en*
•gafioso dulzor desta vida, fallareis que mas muer*
•tos é mucho mas llorosas sufrió el Bey Príamo quo
•vivió mucho, que Troylo que vivió poco. Deseohe*
•moB pues los sentimientos que las vejezuelas flacas
•facen por los que mueren antes de tiempo, porque
•ninguno puede morir mal si vivió bien. E no pen*
•seis que Dios sea perezoso en los actos humanos;
•mas algunas veces proluenga sus remedios, á fin
•de experimentar la virtud de la constancia que de-
•bemos tener en las tentaciones y extremas neoesi*
•dades. Por esto, capitanes, é por mí vos seguro, que
•entendemos morir defendiendo á Alhema, é no vi*
•vir captivos de los moros en el corral de Qranada.
•Gomo quiera que debemos tener firme esperanzai
•que ni nuestro Dios desamparará su pueblo, ni
•nuestro Bey olvidará su gente. • Esterasonamien-
to fecho, todos aquellos caballeros y escuderos é peo-
nes cobraron nuevos corazones, é propusieron de
DON FBBMAÑSO
goaidir aquellA dbdádi é morir «n U defensa de-
]]«• B laego aquelloe oepitoaee piuietoii eoe eeUn*
sae por todo el miiroi en los logares que entendieron
ser neoesarios, é repartieron ansimesmo el pan que
era menester á oada nno ; la oame les f aUesoia por-
que los moros les habian llevado los ganados que
se apasoentaban oérea del muro, é oomian oame de
oaballos é bebían agua porque el vino les habla fal-
tado. Sabido por el Rey de Granada que el real de
Loza se alaó de aquella manera que habemos dioho,
luego juntó sus gentes, 6 oon dos mil homes á oaba-
Ho é dies mil á pié. Tino sobre Alhema (1), con pro«
pósito de la oombatir ; porque entendió que ligera-
mente la podria tomar, ansí por la falta que tenian
de mantenimientos, oomo porque entendió que no
podria ser tan presto socorrida. B puso su real bien
ceroa de los muros de la cibdad, é combatióla por
algunas partes, por donde entendió que se podria
tomar. Pero los christianos defendieron el muro de
tal manera, que los moros no lo pudieron entrar. £1
Bey é la Bejrna sabida la mengua de mantenimien-
tos qne habla en Alhema, ó que el Bej de Granada
habla venido sobre ella , luego tomaron á llamar
fasta seb mil homes á caballo é dies mil peones, con
propósito de ir el Bey en persona á socorrer á Al-
hema, ó mandaron traer veinte ó cinco mil bestias
oaigadas de vino é de las otras cosas necesarias pa-
ra él proveimiento de aquella cibdad. Como todas
las cosas fueron prestas, el Bey partió de Oórdoba^
é fueron con ól el Maestre de Santiago, y el Condes-
table, y el Marqués de Cáliz, é Don Diego Feman-
des de Córdoba, Conde de Cabra, y el Conde de Bo-
navente^ y el Conde de Trevifio, y el Conde de Be-
lalcásar, ó los alcaydes é capitanes ó gentes de las
oibdades de Córdoba, é Sevilla, y Ecija, ó Carmena.
El Bey moro^ quando sopo que el Bey venia á so-
oorrer á los que estaban en Alhema , luego alsó el
leal que tenia puesto sobre ella, ó volvió para la
dbdad de Granada. El Bey llegó festa la cibdad de
Alhema, é bastecióla de todas las oosas que fueron
necesarias. E porque sopo los grandes trabajos é pe-
ligros que Luis Femandes Puertocarrero ó los otros
capitanes que oon él estaban, sofrieron por sostener
aquella dbdad, gradedógelo mucho é descargólos
de aquel cargo. B puso en la dbdad por capitán á
Don Luis Osorio , Arcediano de Astorga, que fué
después Obispo de Jaén ; é mandó estar con él otros
capitanes é gente nueva de caballo é de pié, para la
guardar.
CAPITULO X.
Como «I R^f asiré á talir It v«gt de Gmada , é ceso los dirlt-
tfaset ptidlaree la fUla de Caleta.
Como d Bey ovo basteddo á Alhema, andobo
por aqudla tierra de moros faciendo talas , é que-
mando dgnnas dcarfas, é f adeudo otros dafios ; é
luego volvió oon toda su hueste para la dbdad de
(1) Deite lanar aereo so bablan loa denaa felitoriadoraa. El
€ara da loa Palaeloa Ubj^ooo habla da Doa Lela Oaorio, y aolo
Iteo ^a OB lagar do Paartoaarraro fké piaato Jiaa da Vara» Al-
aajda fu filé íb Jaas. Banald.» Mf, 55*
BDOfiA ISABEL. «7»
Córdoba. En estas entradas que el Bey flso en tierra
de moros se mostró d gran poder dd Bey é de la
Beyna, é la gran voluntad que tenian de facer guer-
ra á los moros ; porque en los meees de Junio é Ju-
lio é Agosto deete afto, juntaron quatro vecee gran
hueete, é quatro vecee entró d Bey por su persona
en tierra de moros, é ftso asas dafios é tdaSi, Por las
qualee los moros estaban en grandee traba joe, é
mengua de pan é de las otras cosas de que solian
ser proveídos, ansi por mar como por tierra; porque
el Bey é la Beyna tenian grand armada é manda-
ban guardar el eetreoho de Gibrdtar , para que no
pesasen moros de África á estas partes , ni los des-
tes fuesen allende. E loe oapitaneede la armada to-
maron muchos navios, é venderon algunas batallas
marinas contra los moros de allende que pasaban á
tierra de Granada con gentes é caballos é manteni-
mientos, é les ficieron otros dafios. Los moros and-
mesmo entraban en tierra de christianos , é facían
guerras é robos é otros dafios por lapartedeMurda
é de Loroa. Acaeeció un dia que los escuderoe é otros
moradores que estaban en la villa de Cafiete eran
idos á entrar en tierra de moroe ; é loe moros aquel
dia entraron en tierra de christianos, é pasaron por
aquella villa, la guarda de la qual tenia Don Pero
Enriques, Addantado del Andalucía. E como los
moros sopieron que los que guardaban aqudla villa
eran idos, é quedaban pocos en día para la defen-
der, combatiéronla y entréronla por fuerce, é lleva-
ron captivos todas las mugeres é viejos é nifios que
en ella f dieron , é quemaron la vÜla. E oomo esto
sopo el Adelantado que la tenia en cargo , vino á la
villa con la gente de eu casa, é propuso de no sdir
ddla fasta reparar los muros é torres que habian
destraido los moros; é puso en día moradores de
nuevo que la defendieeen, porque estaba en lugar
dispuesto para facer guerra á loa moroS| é guardar
la tierra de los christianos.
capItulozl
De la dIffatoB qeo babia oelie loa aMraa, é da las aafitasao fu
el Roy é la Rayea luuidaroa poaor oe la fireeiara.
Allende de los trabajos é mengua de manteni-
mientoe que padesdan los moros, ovo entre ellos
gran división ; porque la mayor parte de los alcay*
des é cabeceras de aqud Beyno, en espedd d lina-
ge de los Abenoerrages, dezaron d Bey , porque
habla degollado i dertos oabdleros parientes su-
yos, é tomaron á un su fijo, é daáronlo por Bey. El
''qual juntó gente contra su padre, é apoderóse de la
dbdad de Granada é del Alhambra é de otras fuer-
ces de la cibdad; y el Bey su padre se retraxo á la
dbdad de Basa. Entre d padre y el fijo ovo dgu-
ñas batallas, donde murieron muchoe moros. B un
dia d Bey viejo juntó la mas gente que podo lia-
ber, é vino á la dbdad de Granada; é un escalador
que traia diristíano escaló d Alhambra, y entraron
en ella festa quinientos moros, é mataron los moros
que podieron haber de los que la guardaban. B un
cabecera moro que estaba en día por dcaydoi que
876 •' r
■e llimabA AbMioomixár, tetrázosa á una tone de
lajfortalesA oon lot que con ól pedieron eeoepar. B
luego que el Bey yiejo, dexedoe elgnnoa en la fór*
taleía, salió i la cibdad de Granada, é por las callee
oomeoió á pelear con los que fallaba, loe de la cib-
dad é los del Albayoin qoe estaban por el Bey su
fijo, se Jantaron é pelearon contra él é contra la
gente qne traia; y cebáronle de la dbdad , é retra-
sóse á una fortalesa que estaba por él , cerca de la
oibdad de Granada, é aqnel capitán Abencomixar
tomó á recobrar el Alhambra. Pero ni por esta divi-
sión, ni por la enemiga grande que babia entre él
padre y el fijo , é los caballeros de la una parto é de
la otra, ninguna de las partes quiso recebir ayuda
de los cbristianos; é antes querían padescer la ham-
bre é muertes que recebian, que metor cbristianos
en su Beyno. Como el Bey é la Beyna ovieron pro-
Teido la cibdad de Alhama de nuevo capitán é gen-
tes é mantenimientos, acordaron de poner frontoroa
en los lugares necesarios contra tierra de moros , é
dieron bargo á Don Pero Manrique, Conde de Tre-
vifto, á quien flcieron Duque de NAzera, de la fron-
tera de Jaén; é á Don Alonso de Cárdenas, Maestre
de Santiago , mandaron que estoviese en la cibdad
de Bcija. T embiaron mandará todos los Adelanta-
' dos. Duques, Marqueses, Condes, é Bicoa-bomes que
moraban frontora del Beyno de Granada, desde
Loroa fasto Tarifa, é á todas las cibdades é villas é
lugares de aquellas comarcas , que eetoviesen aper-
cébidos é fidesen guerra á los moros y embiasen
su gento á aquellos capitanes mayores que dexaban
por fronteros con sus poderes reales, cada qne los
embiasen á requerir. E porque Diego de Merlo , que
era Asistento de la cibdad de Sevilla , era muerto,
encomendaron la justicia é guarda de aquella oib-
dad á Don Juan de Silva, Conde de Cifuentea E pro-
veidas las cosas que entondieron ser necesarias á la
provincia del Andalucía, partieron de la oibdad de
Córdoba, é vinieron para la villa de Madrid.
En el mes de (1) Junio desto afio parió la Beyna
á la Infanta Dofia Maria en esta^cibdad de Córdoba.
CAPÍTULO XII.
Os Ut eotti f se panroB en el alo de mil é qnalroeleoloi é oehes-
U é UM aflot. Prineraneate de la proTlfion qaa flderos al Rey
é la Reyaa es Ua hemaiidadaa.
Como el Bey é la Beyna vinieron á la villa de
Madrid, luego entendieron en las cosas de las ber-
mandades de sus Beynos, para dar en ellas buena
orden; porque les fué notificado qne algunos oficia-
les qne administraban los oficios de la bermandad,
no usaban como debían del cargo que teniao; é que
llevaban salarios demasiados é cosas extraordina-
rias. É para poner esto en exeoncion, mandaron
juntar los Diputodos de las provincias, é los Procu-
radores de las cibdades é villas que eran principa-
les, é todos los Tosoreros é Letrados é oficiales que
(1) k Tétate j Biere de Isaie bd día antes qoe el Rej parllen
al sitie de Leu. ZoriU, Ué. %, ap. 43.
OBÓmOAS DB LOB BEYES DE OAETTILLA.
tenían cargo de la gobemadon de las hermandades,
los quales fueron juntos en la villa de Pinto. T en
aquella junto cada im diputado é proonrador pro-
ponía los agravios que recibía el partido de que te-
nia cargo en las contribuciones, si entendía que su
partido estoba mas cargado de lo que debia pagar.
Otrosí se proponía qualquier menosprecio, ó deeobe-
dienoia fecha á los oficiales de laliermandad ; 6 si
los alcaldes ó quadrilleros é otros oficiales della ha-
blan seydo negligentes en la administración y eze-
cucion de la justicia, quier por dádiva, quier por
afición, ó en otra manera. Yenian ansimesmo ante
aquellos diputados las querellas de las dádivas é
cohechos que algunos hablan llevado no debida-
mente. Otrosí examinaban á los capitanes de la
gento de armas que pagaba la hermandad, si tenían
tantos homes quantos les eran pagados, é si tonian
caballos é armas. Todas estas cosas se trataban é
apuraban en aquel juntamiento, é facían restituir
qualesquier maravedís é otros bienes que fuesen
llevados oontra josticia, é punían á los que fallaban
culpantes, é privábanlos de los oficios. Otrosí enton-
dieron en los salarios que llevaban los Diputados é
Tesoreros é otros oficiales ; é quitaron algunos que
entondieron no ser necesarios, é moderaron la tasa
que entendieron ser convenible. Todo esto examen
mandaron el Bey é la Beyna facer oon gran díli-
genoia y execucion de justicia, sin recebir ru^go de
ningún gran señor, é sin acepción de personas ni de
interese. En esta junto demandaron el Bey é la
Beyna á los Procuradores é Diputados de las her-
mandades diez é seis mil bestias, é ocho mil homes
que fuesen con ellas, para bastecer de manteni-
mientos á Alhema. É como quiera que el Beyno
estaba fatigado de las derramas que continamento
en él se cogían, ansí para la guerra de los moros,
como para otras necesidades que al Bey é á la Bey-
na ocurrian, especialmento para las otras llevas de
mantonimí entes que habian embiado, pero luego
las otorgaron é fueron repartidas é puestas en fin
del mes de Mayo en la cibdad de Córdoba, según
les fué mandado, para bastecer la oibdad de Al-
hama.
CAPÍTULO xin.
De Ua cosM qae ea este tteape ^aarea es la Hem de Italia.
Becontado habemos en esta crónica las altoracío-
nes y escándalos aoaescidos en la cibdad de Floren-
cia, quando af croaron al Arzobispo de Pisa, é á
otros muchos de loe que eran del bando qne se lla-
maba de Pácis, donde procedió que toda la tierra
de Italia se puso en armas é se partió en partes.
Algunas comunidades é caballeros se juntaron oon
el Papa, é otros se juntoron con el Bey Don Fer-
nando de Ñápeles; el qual en favor de la comuni-
dad de Florencia fiao guerra al Papa é á la comu-
nidad de Veneoia, que eran de una liga. Esta guer-
ra fué tan cruel en Italia, qne el Bey Don Femando
embió á su fijo el Duque de Calabria oontra Boms,
é puso su real cerca de la cibdad, é tóvola en grand
DON FERNANDO
láprietoi porqve defendía U entrada de los mente-
almientoe, é de las otras ooeae qae' yenian á ella.
La comunidad de Venecia que ayudaba al Papa
embió un en capitán con cierta gente de annaSi loe
qnales entraron en Boma en yeoee por tan secreto
logar, que el Duque de Oalabria que la teuia sitiada
no lo sopo. Con este capitán veneciano se juntó el
Conde Hierónymo, que era capitán de la gente de
armas del Papa. E estos dos capitanes salieron jun-
tos una mafiana con sus gentes á dar en el real de
los Napolitanos; é antes que fuesen sentidos pelea-
ron con ellos. É como el Duque de Oalabria é sus
gentes no estaban apercebidos, fueron yenoidos é
desbaratados, é se pusieron en fuida; y el Conde
Hierónymo, y el otro capitán yeneciano fueron
yencedores, y entraron en el real que tenia puesto
el Duque, é oyieron todo el despojo que en él falla-
ron. Por este yenoimiento el Bey de Ñápeles acor-
dó de juntar mas gentes, ansí suyos, como de loe
otros sefiores é comunidades de Italia, que eran de
su liga; é tornaron á facer la guerra al Papa, é á los
Venecianos, mas cruel que de primero la f acian. El
Bey é la Beyna, conocido el inconyioiente que de
aquesta guerra de Italia se seguia en la Chrístian-
dad, especialmente por ser contra el Sumo Pontífi-
ce, embiaron sos embaxadores por diversas veces
al Papa, 6 al Bey de Ñápeles, á ansimesmo á todos
los sefiores é comunidades de Italia, faciéndoles
saber el pesar que tenían de la guerra nascida en-
tre ellos, conosciendo los inconvinientes que della
se podrían seguir en toda la christiandad si mas
durase, é que ellos por servido de Dios, é por el
bien de la pas querían entender en su concordia. É
suplicaron al Papa, é rogaron al Bey don Femando
é á todos los otros Duques, é Condes, é Marqueses,
é Comunidades de Italia, que les ploguiese dexar
las armas, é tomar la via de la concordia; é para la
tratar entre ellos ficieron grandes gastos en las em-
bazadas que diversas veces embiaron. É postrime-
ramente embiaron al Obispo de Girona, que se lla-
maba Don Juan, é á un Dotor que se llamaba Bar-
tolomé de Berrío. Estos embaxadores fueron al Papa
é al Bey de Ñápeles diversas veces, y escribieron á
los otros sefiores é comunidades de Italia; é fecha
una congregación en Boma de los embaxadores que
embiaron sobre aquella materia de la paz, por la
gran diligencia que el Bey é la Beyna mandaron
poner, fué concluida por estonces la paz en Italia, é
cesaron las muertes, é destruldones que en ella se
facían* T el i^apa escribió al Bey é á la Beyna un
su Breve plomado; el qual tomado en romance
deda ansí :
cHuy amados fijos: vuestros embaxadores Don
vJuan Obispo de Girona, y d Dotor Bartolomé de
vBenio, embiados á Nos á tratar la pas de Italia,
ifueron por Nos rescebidos, é oídos con ánimo gra-
>doso, ansí por la benevolenda que mempre ovi-
ymos á vuestras personas reales, como porque estos
yvuestros embaxadores son sabios varones, é de
yautoridad, é dignos de tan gran cargo ; los quales
»poderpn tanta/diligencia por traer la pas de Italia
É DOSfA ISABEL. • 877
>en éf eto, que ninguna cosa dexaron de facer de lo
>que vuestras personas reales les mandaron, por-
vque todos ffczásemos comunmente de entera tran-
vquilidad. B Nos fuimos inclinados á la pas, porque
^ninguna cosa deseamos mas, ni procuramos con
>mayor estudio. É d por ventura alguna injuria
>recebimos, declinando á la parte mas piadosa, la
yolvidamos, é quitamos de nuestro ánimo, é la re**
emitimos por respeto á vuestra Magestad red, per-
eque entendiésedes en quanta estimación é autorí-
>dad son habidos cerca de Nos vuestros megos ; ^
»los quales . con honesto ánimo concedimos é los
^otorgamos de buena voluntad. Ansí que, muy ama-
i»dos fijos, podéis gozar de vuestro loable trabajo,
»pues que es la paz de Italia conoldda. Esperamos
nque entraran en ella los Venecianos, á los qudes
«vuestros embaxadores son idos por vuestro man-
>dado, é continamente solicitan é tratan que sean
ven esta paz comprehendidos ; porque no quede
vcentdla ninguna por donde la tierra de Itdia haya
>ocadon de arder con dafio de la república, é detii-
Dmento déla christiandad. And que pues una -obra
>tan piadosa é tan santa, con tantas fuerzas é gas-
itos habéis procurado, é con tanta gloria habéis
:»dcanzado; finca agora que como Beyes Cathólicos
»é rdigiosos, procuréis con grand estudio é diligen-
»da de la facer guardar, según y en la manera que
>vuestros embaxadores de vuestra parte lo han pro-
>metido. É somos ciertos que vosotroe lo tenéis en
^voluntad, pues que todas las cosas están puestas
>en vuestra mano, é de ello se vos dgue gloría in- .
^mortal. Dada en Boma á dos días de Enero de mil
Dé quatrocientos é ochenta é tros afios.» £1 Colegio
de los Cardenales lea embió una carta que decía
ansí:
cMuy dtos é muy poderosos Príndpes Beyes é
vmuy amados Sefiores. Vuestros embaxadores, que
>por tratar la paz de Italia embiastes, han trabaja-
ndo con todas sus fuerzas por la traer en efeto; por
vía qud este Colegio siempre trabajó porque se
edcanzase. É pues vuestra real Magestad como
»instrumentos é causa de esta pas habéis habido
zgloría inmortal, afectuosamente vos rogamos ten-
ngais manera como aquella se conserve, pues todas
olas cosas á la pas concernientes están puestas en
•vuestras manos. Dada en Boma á dos dias de
•Enero de mil é quatrocientos é ochenta é tres
lafios.» El pueblo Bomano escribió otra carta que
decía ansí:
cMuy altos é muy poderosos Príndpes Beyes é
»8eftores. Los Cónsules del pueblo Bomano nos en-
icomendamos á vuestra red Magostad, la qud ha-
mbre sabido las guerras duras, é trabajos muy pelí-
>grosos acaeddos en Itdia. De las qudes procedió
>qne nuestro muy santo Padre, é su Bomana Curia
sestante en la santa dbdad de Boma donde la dlla
»de Christo está asentada, fuesen cercados é apre-
imiadoa, é quanto por ellas este pueblo Bomano
efuese fatigado, de manera que ninguno era osado
»de salir de la cibdad, por miedo de los grandes
opdlgros que se recredaní también de dentro como
Í7Í
OBÓNICAS DH LOB BETB9 DB GiSULLA.
nde'faera della. De manera qne todos eetábamoa de
vpropMto con nnestraa mogores é fijos de dexar la
»cibdad; empero plogo á Dioe, aquel qne no dexa
»pereoer la navecilla de 8ant Pedro, qne yoeotroa
»como oathóliooB príncipes, movidos á piedad de
»tantos estragos é dafios sin reparo como se espera-
»ban en Italia, vos qnesistes interponer á dar pai
sen la Silla Apostólica, 7 en toda la provincia de
«Italia. La qnal condayeron vuestros embazadores
>con la autoridad de vuestra Beal Magostad, é con
;»el trabajo que ellos pusieron; en lo qual se mostró
^vuestra santa intención, é la diligencia de vues-
stros embaxadores. El fruto de la qual pas , que
. igosamos, según parece por obra, dexamos de dedr
sen prolixidad de palabras. Por ende, muy altos é
>mny poderosos Príncipes é Beyes, dáinosvos mu-
i>ofaas gracias, de las quales sois merecedores en
>e8ta y en la otra vida; pues que con vuestros loa*
>bles trabajos é gastos habeb quitado á esta dbdad
Dé á toda la provincia de Italia, de los estragos é
smuertes é destmioiones en que ardia ; é nosotros
«quedamos por vuestros perpetuos servidores, ro*
sgando á Dios por los dias é prosperidad de vues-
stra Real Magostad. Dada en Boma á quatro dias
sde Enero de mil é quatrocientos é ochenta é tres
»afios.>
Esta pai de la Italia se concluyó por la gran di-
ligencia del Bey ó de la Beyna á doce dias del mes
de Diciembre afio de la Encarnación de nuestro Se-
fior de mil 6 quatrocientos é ochenta é dos afios. T
el Papa vino al consistorio aquel dia, é fizo llamar
á los embaxadores de los príncipes 6 potestades de
Italia 6 del Bey de Ñápeles; é todos vinieron al
consistorio, donde ansimesmo estaban todos los
cardenales. T el Papa embió á llamar al émbaxa-
dor de Venecia, el qual no quiso venir. É visto por
el Papa que aquel embaxador no quiso ser presente
á la publicación de la paz, en su absencia la mandó
publicar en su consistorio. Leídos los capítulos de
la paz, el Papa dixo : que por quanto el Bey é la
Beyna de Castilla, ó de León, é de Aragón, é de
Saoilia como cathólicos príncipes, oondoliéndose de
las guerras de Italia, ó de las molestias en que
aquella silla Apostólica estaba, se habían inter-
puesto, y embiado sus embaxadores por diversas
veces á tratar aquella paz, en la qual habían fecho
grandes expensas, é por la gracia de Dios la habían
concluido, á la qual él queriendo usar de benigni*
dad había concedido con ánimo sincero de la guar-
dar é conservar : por ende que lo notificaba á todos
porque sopiesen su voluntad, é ansimesmo el fruto
loable que se había consegido por el trabajo del
Bey é de la Beyna de Espafia, ó por la diligencia
que aquellos sus embaxadores por su mandado en
ello pusieron. El Papa en aquel auto fizo mas honra
á los embaxadores del Bey é de la Beyna, que á
ninguno de los otros príncipes ó potestades; porque
les fizo asentar é cobrir las cabezas, é todos los em-
baxadores de los otros reyes é principes, 6 comuni-
dades estovieron las rodillas fincadas é descubiertas
las cabezas. Aquella paz se asentó en esta manera :
Qae las cibdades é yíUií é logares é foiialsns qn^
eran tomadas de las nnas partes á las otras fuesen
entregadas al Bey é á la Beyna, ó á sa oferto man*
dado dentro de ciertos dias, porque ellos las entre-
gssen á aquellos que de derecho las hablan de hi^
ber. £n esta oonoordia no quiso entrar la Seftoría
de Yeneoia que tenia tomada á Ferrara; por lo qoal
el Papa y el Bey Don Femando é los otros seftores
que fueron comprehendidos en aquella pai ambla-
ron sos gentes de armas á la cercar en favor del
Marqués de Ferrara, para se la restituir.
Feoho este asiento, los venecianos veyéndoss
solos, é recelando que todos los sefiores é comuni-
dades de Italia se juntarían contra ellos, acordaron
de tratar amistad con los turóos que eran sus vad-
nos, psra se defender, é ofender á los christianos, é
les dar pasada segura por sus tierras para facer
guerra en Italia. E como esto fué sabido por d Bey
Don Femando de Ñápeles, embió tratar amistad
con los turcos, é prometióles su ayuda oontra los
Venecianos; porque se habían apartado é no quisie-
ron ser comprehendidos en la pas común que se
habia fecho. T embió al Bey é á la Beyna que ea-
taban en Madrid por su embaxador al Conde de
Tróvente; con el qual les embió á dar muchas gra-
das por el trabajo y expensas grandes que habían
fecho en la contratación de la pas de todas las Ita-
lias. En la qual como quiera que el Sumo PontífioO|
y él ansimesmo, é todos los otros príndpes é comu-
nidades de Italia quideron ser oomprehendidos;
pero los venecianos soberbiosamente se quideron
apartar, é no ser inclusos en ella, oon propódto de
tiranizar, é tomar lo ageno, según siempre lo aoos-
tumbraron facer. É que habían tratado amistad oon
los turcos, para les dar pasada por sus tierras á fin
de facer guerra en las Italias, especialmente en
el Beyno de Sicilia; é por escusar aqud ínconvi-
niente, él ansimesmo había tratado pas con los
turoos, para oontra los venedanos ; en la qual eran
comprehendidos todos los príndpes é comunidades
de Italia, vista la gran rebelión é soberbia que los
venecianos tenian. Por ende que rogaba é requería
al Bey é á la Beyna, que condderada la gran perti-
nacia de aquella gente venedana , les ploguiese ser
comprehendidos en aquella liga que él é toda Italia
facían con los turcos ; porque todos juntos en amis-
tad pudiesen guerrear á los venedanos, é abaxar
aquella su erada tiranía é antigua soberbia; é les
ficiesen restituir todas las cibdades é villas é forta-
lezas que tiránicamente posdan tomándolas por
fuerza á los sefiores cuyas habían seydo, é teman
á ellas justo título. Porque si esto no se pódese por
obra, su sefiorío se estendería cada dia mas en gran
detrímento é perjuicio de todas las Italias, de ma-
nera que ninguno fuese sefior de lo suyo. T en ea-
pecíd su Beyno de Sidlia estaba en punto de per-
dición, si se diese logar que ellos ficiesen amistad
oon los turcos; porque les darían pasada por so
tierra para venir á él seguramentoi é favor por la
mar para lo guerrear. Esta embaxada oída por el
Bey é por la Beynai respondieron que por quantQ
' t)ON yEBlJANDO A
•1 Doqae é Sefiorf* de Veneoia habian embfado á
•Uoii aoft émbazadorea por ganar aa pas 6 áegnridad
la qoal lea habian otorgado, é loa tenían por ami-
goa, qne no aeria ooaa raaonable quebrantar la
pai que lea habian prometido ain haber caiua por
do ae debieae romper. Pero qne ellos emblerian ana
embaicadorea á la oibdad de Veneoia á lea f aoer
aaber todas estaa oosaa que les eran propneatas; é
al no qniaieaen conceder lo qne de rason eran obli*
gados, eetoncea podrían con justa cansa entrar en
aquella liga que todaa las Italiaa y el Bey Don Fer-
nando facían oontra loe Tenedanos, 6 mandar á
BUS oibdades é Tillas é gentes del Reyno de Sicilia
é de las otras islas de su señorío, que se juntasen
oon ellos, é ficieeen aquello que de justicia debiesen
facer. É con eata reapueata despidieron al Conde
de Treyento,
' CAPITULO XIV.
De lof empreitldoi q«e se pidleroa por el Reyno» é del eabiidlo
9«e dld le elereeia pan la fiiem de loi moroe.
Ki el 4nimo de la Beyna cesaba de pensar, ni la
persona de trabajar en haber dineros, ansí para la
guerra oontra los moros, como para las otras cosas
que de contino ocurrían, necesarias á la goberna-
ción de sus reynos. Para la qual tenían gente de
armas continamente repartida en el Reyno de Gali«
cía, é con loe otros capitanes que tenían puestos en
la frontera de los moros, é la que el Bey é la Beyna
traían en su guarda; porque con esta gente estaban
poderosos é temidos, y en sus cartaa é mandamien-
tos obedescidos, é su justicia exeoutada; é ningún
grande ni otro caballero osaba facer fuersa ni in-
juria á otro, é todos sus Beynos gozaban de paa é
aeguridad. £ porque con el sueldo que pagaban á
esta gente de armas, allende de la gente que paga-
ban las hermandsdea del Beyno, 6 con los otros
gastos oontinos que se facían, ansí para las emba-
zadas, como para las otras cosas que se requerían al
aostenimiento del estado real é del Príncipe é de
laa Infantas, estaban en continas necesidades; fue-
ron constreftidos á demandar dineros prestadoa en
todoa sus Beynos á personas singularea, de quien
fueron informadoa que los podrían prestar ain dafio
de sus f aciendat; especialmente porque la cantidad
que se demandó á cada uno, era pequeña. É aque-
llos á quien fué demandada, lo prestaron de buena
Toluntadi consideradas las necesidades, é otrosí
porque los Tesoreros é Becabdadores lea asegura-
ban que lea seria pagado dentro de cierto término.
Ansimesmo el Papa por socorrer las necesidades de
la guerra de los moros, dio su bula, para que todos
los Perlados é Maestres y el estado Edeaiéstíco de los
Beynos de Castilla é de Aragón diesen una suma
de florines en subsidio. É allende desto embítf su
Nuncio apostólico al Bey é á la Beyna con sn bula
de orusada, la qual contenía grandes indulgencias
para todos los qué la tomasen. El Bey é la Beyna
recibieron este Nuncio del Papa, é aquella bula de
la emiada «n el monesterfo de Santo Domingo el
DOfiA. ISABEL* ftTff
Beal de Madrid, con una solemne procesión, en la
qual iban el Cardenal de España, é Don Alonso de
Fonseca, Anobispo de Santiago, é Don Diego Hur-
tado de Mendosa, Obispo de Patencia, é Don Oon-
salo de Heredia, Obispo de Baroelona, é Don Juan
de Maluenda, Obispo de Coria, é otros muchos Per»
lados; é la mandaron predicar en todos sus Beynos
é señoríos, donde se oto gran suma de dineros, lios
qnales se consumían en los sueldos, y en las otras
oosaa que ae requerían para la guerra de los moros*
CAPÍTULO XV.
De tai eoau que paaaroa aobro el easamlonto qae ae siofló del
Priodpe de CaaUlla eoa la Reyna de Nanrra.
Estando el Bey é la Beyna en la yilla de Madrid,
OTÍeron cartea é mensageros del Conde de Lerin , un
caballero del Beyno de Navarra, qne estaba casado
oon hermana bastarda del Bey, como el Bey de Na-
Tarra era muerto. Este Bey de Navarra, que se lia*
mabaFebus, era fijo del Principe de Navarra, sobri-
no del Bey fijo de su hermana, el qual murió ante
que oviese título de Bey. Era ansimesmo este Bey
Febus sobrino del Bey de Francia, fijo de su herma-
na. T el Bey de Francia trataba caaamiento secre-
tamente á este Bey Febus de Navarra, su sobrino,
con doña Juana de Portogal ; la qual , según habe-
mos dicho, estaba monja profesa en el monesterío
de Santa CÁara de Coimbra. Porque pensaba, fecho
aquel casamiento, que el roy de Navarra su sobrino
tomaría título de Bey de Castilla, á causa de aque-
lla Doña Juana, é le daría todo el favor que ovio'
se menester para poner división en el Beyno de
Castilla, é mover guerra al Bey é á la Beyna; la
qual pedia facer dende el Beyno de Navarra, por-
que confina con Castilla. B no embargante las pa-
ces é amistad que con el Bey é con la Beyna tenia
juradas é firmadas, pero por no se desapoderar ^
la posesión del Condado de Buisellon, penaando sa-
near la guerra que tenia dentro de d en tener lo
ageno , bascaba guerra defuera para lo mejor po«
seer, poniendo en necesidad al Bey é á Ja Beyna;
durante la qual creia, que no habría lugar de le de-
mandar aquel Condado, ni por vía de armas, ni en
otra manera. E ansimesmo porque este Bey de Fran-
cia ninguna cosa facía habiendo respecto á las co-
sas pasadas, ni á las por venir, salvo lo que ala ho-
ra le ocurría, é venia bien. Estas cosas consideía-
das, el Bey é la Beyna, sabida la muerte del Bey
Febus de Navarra, platicaron con el Cardenal de
España, é con los otros Duques é Condes é Dotores
que estaban en su Consejo sobra la snboesion de
aquel Beyno. A los quales abiertamente declararon
su voluntad , é dizeron que bien sabían como Dios
por su infinita bondad loe había asentado en las si-
lias reales de los Beyes sus padres, é los grandes
reynos é provincias qne tenían en su señorío ; é Dios
era sábidor, que mas era su intención de le dar gra<>
oías por la pas que en ellos les había dado , qne no
mover guerra donde fuese deservido; ni menos
querían adquirir otroa Beynos é señoríos | pues á
iao
OBÓMIOAB DB LOB BETEB DB CASTILLA.
Dio* graoiifli los qve tenian eran g^randea y eeten-
didoa.' Pero qae bien aabian la condición del Bey
Don Loia de Francia , y el trato de amistad que te-
nia con el Bey de Portogal ¡ é como no oontento de
la guerra qae en su favor fiao en la provinoia de
Guipúzcoa, agora de nuevo, despuea de haber f eolio
paa ó amistad, oon ellos, habia tratado casamiento
de aquel ,Bey Febus su sobrino con Dofia Juana de
Portogal que estaba monja, á fin de mover guerra
é poner escándalo en Castilla. E agora que era
muerto el Bey Febus, creian que su madre apode-
raría al rey de Franda en las fortalezas del Beyno
de Navarra ; desde las quales habría lugar de facer
guerra á los Beynos de Castilla é de Aragón con
' quien confinan. Por ende querían saber si sería bien
que se tratase casamiento del Príncipe Don Juan sn
fijp con una hermana de aquel Bey Febus, á quien
pertonescia el Beyno de Navarra, por escusarlosin-
convinientes é guerras que se podrían seguir del
mal conecto que el Bey de Francia tonia contra
ellos ; el qual no dubdaban que lo pomia por obra,
si oviese entrada en aquel Beyno de Navarra. Esta
matoría platicada en su Consejo, él Cardenal de
España, é todos los otros que allí estaban con el Bey
é con la Beyna, acordaron que se debia tratar aquel
casamiento ; é ansimesmo debian embiar luego al-
gunos capitanes é gentes de armas, para se apode-
rar de todas las villas é lugares del Beyno de Na-
varra^, que pudiesen haber, si el Bey de Francia
tentase de se apoderar del. Esto consejo habido,
luego el Bey ó la Beyíia embiaron al Doctor Bodrí-
go lialdonado, que era de su Consejo, á la Prínoe-
sa hermana del Boy de Francia é madre de aquella
Sofiora que habia suboedido por Beyna de Navar-
ra. Con el qual le embiaron á dedr prímeramento
el pesar que habian habido de la muerto del Bey
Febus su fijo, é á le consolar sobre ello. E después
de le haber dicho las palabras que se requerían á la
consolación de su trabajo, mandaron que le ficiese
fabla de casamiento del Príncipe Don Juan su fijo
oon su fija, que subcedió por Beyna de Navarra. Es-
to Dotor Bodrígo Maldonado fizo la embaxada en
la manera que el Bey é la Beyna le mandaron , é
dio á entonder á la Princesa la grand utilidad que
gele seguía de aquel casamiento ; porque su fija so-
lamento era Beyna de aquel pequefio Beyno de Na-
varra, é casando con el Príncipe Don Juan de Cas-
tilla, esperaba ser Beyna de los Beynos de Castilla,
é de Aragón, é de Navarra, ó de Sicilia , é de todos
los reynos é provincias é islas que son en elsefiorío
del Bey éde la Beyna. Otrosí porque aquel Conde de
Lerín , que habernos dicho , era un caballero que
touia la cibdad de Pamplona , é gran parte en el
Beyno de Navarra, y estaba en servicio del Bey 6
de la Beyna ; embiáronle á Don Juan de Bibera con
gento de armas, para le ayudar á toner aquella cib-
dad, é resistir á qualquier gento de armas, que el
Bey de Francia embiase á se apoderar del Beyno de
Navarra.
La Princesa de Navarra , oída la embazada do ca-
samiento que el Doctor Maldonado le propuso » res-
pondió qne le piada modio da lo aoeptar, é dar
forma oomo con la grada de Dioa se condnyeie con
la Beyna sn fija ;porque en toda la duristiandad no
podía haber tan alto, ni tan grande oaaaroiento oo*
mo d del Príndpe de Castilla, é por otraa manifies-
tas utilidades qne del ae siguian en aqnd Beyno do
Navarra. Pero que era ooaa raaonable de lo consul-
tar con d Bey de Franda, su hermano, é haber ao
parescer cerca dallo; é and quedó de faoer por es-
tonces d efeto aqnd caaamiento. El B^ é la Beyna
mandaron á ana capitanea que estovieson siempre
con sos gentes de armas en aqnd Beyno, para reaia-
tir á qudquier gente franoeaa qne viniese á apode-
rarse déL E acordaron que d Bey fuese á facer la
tda que esto afio se debía facer en d Beyno do
Granada, é la Beyna fueae á Logrofio, ó á dgnna
dbdad cercana al Beyno de Navarra, para enten-
der en aqnd casamiento dd Príndpe su fijo, y en
las otras cosaa que eran neoesariaa de proveer en
todas aqudlaa partidas de Burgos é Caatilla la
Vieja.
CAPÍTULO XVL
Como ptfUÓ el Roy U Mairié h» ir á Calida.
Contado habernos como el Beyno de Gdida, qne
muchos tiempos habia estado en guerrea y escín-
dalos, fué puesto en paz é segurídad ; é como Don
Femando de Acufta y el Licendado Gardlopea de
Chinchilla , que el Bey é la Beyna embiaron por
gobernadores é corregidores, tomaron dgnnaa for-
talezas de aqnd Beyno , ó las puderon en poder de
personas, á quien el Bey ó la Beyna mandaron ; en-
tre Isa qudes fuó tomada la fortdeza de Lugo, qne
es del Obispo de aquella cibdad, d qnd Obispo
era hermano de Don Pero Alvarezde Osorio, Conde
de Lémos é Sefior de Ponferrada. Esto Conde de
Lémos era el mayor sefior de aquel Beyno de Gali-
cia, é ñutiendo á injuria que la fortaleza de sn her-
mano le fuese tomada, visto qne Don Femando de
Acufia y el Licenciado Garoilopez eran absentes de
aquel Beyno, creyendo que antes podría tomar la
fortaleza que fuese socorrida, acordó de la cercar, y
embió gento de armas de su casa é de otros caba-
lleros sus amigos á poner dtio sobre ella. Lo qual
aabido por d Bey é por la Beyna, embiáronle á de-
dr que se maravillaban de haber osadía para cer-
car fortdeza en sus Beynos, especidmento aquella
que tonia alcayde puesto por su mano ; é que le
mandaban que luego alzase el sitio que tenia pues-
to, é la dexase tener libremento d alcayde que por
su mandado la tonia. El Conde, visto d manda-
miento dd Bey é de la Beyna, respondió que Don
Femando y el licenciado habian tomado aquella
fortdeza no debidamente. Porque como quiera que
tovieron razón de tomar otras f ortdezaa en aquel
reyno, por se haber fecho dellas algunos robos é
crimines, pero aquella fortdeza de Lugo dempre
habia estado en paz, 6 no se habian fecho ddla loa
dafios que de las otras que ae tomaron fueron come-
tidos. Ansimesmo embió decir que d é sn casa
dempr» liábiaa Mrrido il Bey é á la B^yna, é no
babian oometido coia oonira ra semoio ; é qae d
él se movió áoercar aqQoUa fortaleea de Lugo, era
porque el Aloayde habia impedido laa rentas del
Obiepo in bermano , 6 las tomaba , é babia f edio
otros ezoeeos oontra él é oontra sns yasalloe, por do
meresda no solamente ser privado de aquella te-
nencia | mas ponido por los males que babia co-
metido. Por ende qne snplicaba á 8a Alteza, que no
pensase qne babia en él presnmpoion de inobedien-
cia, salvo de escosar los dafios que aquel alcayde
f ada de cada dia á él é al Obispo su hermano , é á
sus vasallos é rentas. Bl Bey é la Beyna, vista la res-
puesta del Oonde, oomo quier que fué asaa bumil-
de ; pero porque no alió luego el sitio según gelo
amblaran á mandar, ovleron grand enojo. B luego
él Bey partió para ú Keyno de Galicia á punir al
Oonde por aquella osadía que cometió; y en el ca-
mino le vino la nueva oomo el Oonde babia aliado
él sitio, porque le dieron á entender el enojo que el
Bey é la Beyna hablan mostrado por lo haber pues-
to. E no embargante que el Bey sopo oomo el sitio
era alsado, todavia oontinó su camino para ir con-
tra el Oonde. B quando Uegó á la dbdad de Astor-
ga, sopo que el Oonde era muerto , é no pasó mas
adelante, porque habia de ser á dia cierto en la cib-
dad de Oórdoba, donde el Bey é la Beyna manda-
ron que se juntasen oiertos caballeros é gentes de
armas é peones, para entrar á facer la tala en la ve-
ga de Qranada. Este Oonde de Lémos dexó fijas le-
gitimas, é no dezó fijo vsron ninguno que heredase
su casa ; é un fijo que la heredaba, murió en vida de
su padre, sin dexar fijo legitimo, salvo un bastardo
que se llamaba Don Bodrigo, moso de veinte afios,
á quien el Oonde su abuelo en su vida apoderó de
las villas é f ortaleaas que tenia ; porque su volun-
tad era que aquel heredase su casa aunque era bas-
tardo. Bste Oonde Don Bodrigo luego como murió
él Oonde su abuelo, tomó titulo de Oonde de Lémos,
é juntáronse Oon él todos los criados del Oonde á le
sorvir, é favorescer, para que heredase su casa. La
qual Don Bodrigo Alonso Pimentel, Oonde de Be-
navente, decia que pertenescia á la fija mayor del
Oonde de Lémos, que era desposada con su fijo, por-
que era legitima, é aquel Don Bodrigo era bastar-
do é no debia heredar. E para haber la posesión de
aquella casa é rentas para la esposa de su fijo, jun-
tó gentes, ansí de su casa, como de sus parientes é
amigos. Ansimesmo Don Bodrigo que se intitulaba
Oonde de Lémos, juntó gentes para le resistir ; por-
que decia que le pertenesda , ansí por virtud del
testamento que el Oonde de Lémos su abudo fiao,
en el qud le constituyó heredero en todos sus bie-
nes, oomo porque aunque él era bastardo habia sey-
do legitimado por bula dd Papa* B sobre este de.
bate se juntó mudia gente de los parientes é amigos
de la una parte é de la otra, donde se esperaban
guerras é otros inoonvinientes« Lo qud sabido por
el Bey, como quiera que le era neoesario partir pa-
ra el Andduoia, pero detóvose en aquella cibdadde
Aitorga dgnnos dias | y embió mandar á aquellos
f 4
á T>OÍlk ÍBkAtL t6L
dos Oondes, é á la gente de armae que con eDos es- .
tabau, que luego se derramasen é desasen aqud es-
cándalo, é veniesen el uno y d otro á la dbdad de
Astorga, é mostrasen sus derechos que tenian á loa
bienes del Oonde de Lémos, y él les mandarla guar-
dar su jostida. Estos dos Oondes derramaron luego
la gente qne tenian junta , según por d Bey les fué
mandado, é vinieron á la dbdad de Astorga. El Bey
puso tregua entre ellos, fasta que su debate fuese
determinado por justicia. Otrod tomó la villa de
Ponf errada de que estaba apoderado aquel Oonde
Don Bodrigo, é dio la tenencia ddla áDon Enrique
Enriques, su tío é su Mayordomo mayor, para que la
toviese dertos dias ; y el Bey é la Beyna mandaron
entregar una de doa fortdesas que hay en aquella
villa á un caballero oontino de su casa, que se lla-
maba Jorge de Mendafto, que la toviese derto tiem-
po, en el qud se habia de ver d derecho de las par-
tes. B luego partió el Bey de la dbdad de Astoiga,
é vino para la villa de Madrid | donde la Beyna es-
taba.
OAPÍTÜLO xvn.
SIfsraM las Msti ဠla fiam áel alo de mil é qsitrodeatoi é
Mhenla é tres aflos. De «a eagiio qae aa eaeaáero lie 4 les
moros, é de lo qae el Rey é la Reyaa sobre ello leieroa.
La guerra de los moros todos los dias se oontina-
ba. El Maestre de Santiago, y el Duque de Náxera,
á quien el Bey é la Beyna dieron cargo de la fron-
tera por la parte de Jaén, y el Duque de Medinasi-
donia,y el Marqués de Oális, y el Adelantado del
Andaluda, é Juan de Benavides, é Don Juan Oha-
oon. Adelantado de Murda, cada uno por su parte
fadan entradas é tdas, é destruían la tierra de los
moros. Los moros ansimesmo entraban en la tierra
de los christianos, é llevaban ganados é prisione-
ros ; pero los moros reoebian tanto dafio en su tíer*
ra é por tantas partes, que estaban oprimidos, é pa-
decían mengua de pan por las talas que les ¿wian.
B la mayor fatiga que tenian era estar la c¡l>dad de
, Alhema en poder de christianos; porque estaba en
td comarca, que los moros no podían andar libre-
mente por aquellas partes , sino á gran pdigro de
ser muertos ó presos por la gente que el Bey é la
Beyna tenian en guardado aquella dbdad. Aoaesdó
que un escudero de los que estaban en la capitanía
de Diego Lopes de Ayala, que se llamaba Juan de
Oonral, borne de astndas oautdosas, conocida la vo-
luntad que los moros tenian de recobrar á Alhama,
con proponte de los burlar procuró seguro del Bey
de Qranada para ir á fablar oon éU Habido el se-
guro, la fabla que le fizo fué, que faria que el Bey
é la Beyna le restituyesen i Alhama, d el Bey de
Granada diese. cierto número de doblas é captivos.
El Bey de Qranada é los cabeceras que oyeron aquel
partido fueron muy alegres; é prometieron de tor-
nar á Zahara, é soltar todos loe captivos que oviese
en el Bdno de Qranada, é de dar luego treinta mil
doblas en servido al Bey Ó á la Beyna. 'E allende
desto, d les quínese otorgar tregua, darian una gran
suma de doblas en parias cada un alto de quantos
8¿2 OB¿NIOAS DS LOS BKYBB DÍ OABChit
gplfk otargasoL Isto Joan da Corral vino oon eata
partído al Boy é á la Reyna, é no lea dixo laa ooaaa
qne al Bey da Chranada lea ofreació; pero dizolaa
qne al Rey de Granada lea reatitoma á Zahara, ó
oon ella lea daría otroa oaatílloa é villaa del Reino
de Granada, que aon frontera da Oaatilla, é aoltaria
todoa loa ohriatíanoa qne eataban oaptÍToa, é darían
nnagranaamade.doblaa ai la tomaaen la oibdad
da Alhama,
Al Rey é á la Reyna plogo de aqnel partído, é
acordaron de la restituir á Alhamai é leadartregnaa
por ciertos afioa, oompliendoelloa aquello que aquel
Juan de Corral de au parte loa ofreada; porque era
mucho maa en cantidad y en calidad da lo que Al-
hama era. E mandaron dar au carta á eata Juan da
Corral oondicionalmente : contiena á aaber que en-
tregando loa morca aquellas TÍllaa é oaatílloa , é laa
doblas é loa oaptÍToa que prometían , la daban fa-
cultad para que de au parta lea prometleae que Al-
bama lea aeria reatítuida. Esta Juan de Corral fué
con esta poder, firmado de loa nombrea del Rey é
de la Reyna, é sellado oon au aello real, al Rey mo-
ro. El qual oidaa laa palabraa blandaa , é promeaaa
graciosaa que le fiao, mirando aclámente á la firma
é al sello del Rey é de la Reyna, é no azaminando
el poder limitado que dieron , ni la condición que
an él se contenia, dieron á eata Juan da Corral der-
taa doblas é captiToa, oon lo qual muy contento de
sí mesmo, porque habia sabido engafiar á loa moros,
vino para el Duque de Náxera. El Rey da Granada
oonoscido al angafio que aqnel eacudero habia fe-
cho, embió á decir con aua axeaa al Duque de Ná-
xera la contratación engafioaa que con él habia fe-
cho aquel eacudero, é lo que la habia dado , porque
le moatró poder del Rey é de la Reyna. E que no le
habia eogafiado Juan de Corral, sino la firma é se-
llo que vido de tan altea é tan poderoaos reyea ; los
qualea á aemejantea menaagaroa no debían confiar
ana cartas limitadaa ni en otra manera , porque so
color dellaa laa gentea ignorantaa no recibiesen en-
gafios. El Duque dt» Náxera aabida la manara da
aquel angafio, embió aquel Juan de Corral á la yílla*
de Madrid donde el Rey 6 la Reyna estaban ; á loa
qualea embió á decir la querella que loa morca te-
nían, por la manera que habia tenido para loa enga-
fiar. El Rey é la Reyna fueron muy indinadoa con-
tra aquel eacudero, ó mandáronle prender, y embiá-
ronle preso al Duque de Náxera ; al qual amblaron á
mandar que le ficieae restítuír luego las doblaa é
otroa qnaleaquier doñea que habia recebido de loa
moros ; é mandaron pagar el rescate que fué apre-
ciado por loa captívoa ohristíanos que habían solta-
do. E si luego no lo restituyese, que gelo antregaaa
preao , para que ficieaen del lo que les ploguiese,
porque ninguno de sus mensageroa no CTÍeaa cauaii
de engafiar con color da ana letras. El Duque da
Náxera, visto el mandamiento del Rey ó de la Rey-
na, embió preao aquel Juan de Corral ala dbdadde
Anteqnera; en la qual estovo preao en poder del Al-
cayda, fasta que enteramente restituyó todo lo que
babía habido de loa moroa«
CAPÍTULO XVilL
De li aisnt o* m eontiaó coatra Im Ulu U Ciasfli.
Dicho habemoa como la Reyna mandó Ufin graod
annada por la mar para ir á conquistar laa ialaa da
Canaria , é como embió por capitán á un caballero
que ae llamaba Pedro de Yeiyi, natural da la oibdad
de Xerea de la Frontera, el qual ganó algunas vi-
llaa de aquelloa Canarioa. Esta conquiata aiempre ae
oontínó por aquel capitán oon la gente é proviaio-
naa que la Reyna le embiaba en la flota, que conti-
namente tenía en la mar ; loa qnalea ganaron las ia-
laa que ae dicen la gran Canaria, en la qnal aqnel
Pedro de Yera ó la gente de au capitanía paaaron
grandes trabajoa, anal de las ooaaa neceaaríu al vea-
tir ó al oomer, porque habían de eaperar que lea vi-
nieae por la mar, como en la guerra que habían oon
aquella gente báíbara. Loa qualea, como quiera qna
no tenían armaa, pero peleaban con piadraa ó palca
agudos con pedemalea, é loa tiroa que facían eran
tan ciertoa, qne ninguno erraba donde queria dar ;
é tiraban recio , que pasaban una adarga , é oon tan
grand osadía arremetían á f arir, que poaponian él
morir por el matar. Estos Canarioa andaban deanu-
dos de la cintura arriba, é con yervaa é pellejoa ae
cubrían de la cintura abaxo, y eran muy diestros en
el pelear por el contino exeroicio qne tenían en laa
guerrea que habían unoa con otroa. Eata isla da la
gran Canaria fuera díficíl de ae ganar, aalvo porque
había en ella dea reyea contrarioa uno de otro ; y
él uno por haber venganza del otro au enemigo, se
juntó con este Pedro de Vera oapitan, 6 oon el ayu-
da que le dio, fué vencido el Rey au contrario. B
aquel capitán se apoderó de toda la iala, é la puao
en obediencia del Rey é de la Reyna; y embió á
este rey que le ayudó é á au mugar á la villa de
Madrid (1), do el Rey é la Reyna eataban ; loa qua-
les mandaron proveer de todaa laa ooaaa neoeaaríaa
i elloa é á todoa los Canarioa que oon elloa vi-
nieron.
CAPÍTULO
Como los ñoras éeibanbiroa al Maestre ie SaalUfo» é si Var-
qaéa de Cáliz, é 4 otroi aballeroa é upllaaei.
El Maeatre de Santiago Don Alonso de Cárdenas,
á quien el Rey é la Reyna dieron cargo da la fron-
tera do los moros por la parte de Ecija, é Don Ro-
drigo Ponce de Leen, Marquéa de Calía, fueron in-
formados por algunos adalidea que podrian facer
guerra á loa moros qne vivían en unaa grandea sier-
ras oercanaa á la mar, que se decían el Axarquía, é
que había un lugar cercano de la oibdad de Málaga
por donde laa batallaa de la gente que llevaaan po-
drian entrar é salir aeguramente sin recelo de rece«
(1) Pié eito por ISBlo de sita alo. Do lai UIu Cisiriu y m
eonqoiiUi y nedloi como Pedro de Vera traio oso do loi( dos ra-
yeeá Caftllla, babld mof lirgameote el Cen do loo Palacios*
DONtlSBNANDO
Mr dallo de 1m moroi. B porque Mtbian qao en Mi-
lega tiebie por estonoee poooa hornea á caballo, oo-
mo eetoa eaballeros faeron avisadoe del estado de
la tierra, aoordaron de juntar sos gentes. B ficiéron-*
lo saber á Don Juan de Silva, Conde de Oifuentes,
qne estaba por guarda é Asistente de la oibdad de
Sevilla , é á Don Alonso, Sefior de la oasa de Agui«
lar, é A Don Pero Bnriquea, Adelantado del Anda-
lucia ; los quales con sus gentes se juntaron con el
Maestre é oon el Marqués de Calis para facer aque*
Ha entrada. JuntAronse ansimesmo con estos caba-
lleros Bemardino Manrique, fijo de Garci Femandes
Manriqne, que tenia la guarda i la justicia de la
dbdad de Córdoba, é Juan de Bobres, Alcayde 6
Corregidor de la cibdad de Xeres, oon las gentes
de aquellas dbdades ; é los Aloajdes de Antequera
é Morón é Arohidona é de otras f ortaleeas coreanas
de tienra de moros ; 6 ansimesmo Juan de Aimaras
é Bemal Francés, capitanes de cierta gente de ar-
mas de les hermandades, á quien el Bey é la Beyna
mandaron que estoyiesen en aquella frontera A la
gobernación del Maestre de Santiago. Betos caba-
lleros juntaron sus gentes de A caballo 6 de pié. B
porque tantos é tales caballeros, é con tanta gente
facian entrada en tierra de moros, otros algunos de
las cibdades de Serilla, é de Córdoba, é de Bdja, é
de aquellas comarcas , dellos movidos por senricio
de Dice, otros por ganar honra, é otros por haber
robos, se movieron do su voluntad A ir con ellos.
Porque creian, según la mengua de gentes é de ca-
ballos é las otras fatigas que los moros de cada dia
hablan recebido, que no iomian fuensas para resis-
tir al poder que estos caballeros llevaban. Todos es-
tos capitanes con sus gentes se juntaron en la cib-
dad de Antequera, donde ovieron diversos conse-
jos. Bl voto de algunos ere que entrasen unos A unas
partes, é otros A otras. Algunos caballeros que sa-
bían aquella tierra, dixeron que la atperesa de
aquellas montafias era defensa de las gentes que las
moraban ; é que quando los venciesen habrían poco
provecho, porque eran pobres de ganados j ellos
se defenderían en las sierras j en los lugares Aspe-
ros, é dedan qne en las guerras no se debía aven-
turar lo mucho por haber lo poco. Al fin por aviso
de aquellos adalides aoordaron de entrar en aque-
llas partes, é ordenaron sus batallas en esta mane-
ra. Don Alonso, Sefior de la casa de Aguilar, y el
Adelantado del Andalucía tomaron cargo de llevar
el avanguarda, é oon estos iban por guiadores los
adalides. Después de aquella batalla iba el Conde
de ClfuenteSy do iban algunos homes principales de
la dbdad de SeviUa. Bl Marqués de CAfia iba des-
pués deeta batalla oon la gente de su oasa, é otros
algones tMbaUeros del Andalnda. La reguarda lle-
vaba el Maeetre de Ssntiago con los caballeros de
su Orden, ¿ de la cibdad de Bdja. Bstos caballeros
é gentes llevaban gran recuage de acémilas é bes-
tias, en qne iban providones para los días que en
tierra de moros estoviesen. Las batallas ordenadas
m esta manera, partieron de la dbdad de Anteque-
m mi din IGArooles del mes de Mansoí é andovieron
á DoérA IBABBL.
éé&
I
todo aqud dia é la noche signiente. B como aquella
tierra adonde habían acordado de ir es metida en
tierra de los moros, no pudieron llegar allA fasta
otro dia Jueves. Aqud día ya bien tarde llegaron A
algunas aldeas, que son «i aquella tierra de Axar-
quía; é por ser mucha la gente de los christianos , é
haber tardado tanto en la entrada, fueron sentidos
antes que «itrasen ; é los moros ovieron lugar de
alzar sus ganados é bienes, é se retrser A las torres
A derras é otros lugares fuertes que estaban en aque-
lla tierra. B por esta causa los diristianos no pudie-
ron tomar sdvo pocos ganados é pridoneros; pero
quemaron algunas aldeas que fallaron despobladas.
Aquellos caballeros é capitanes que llevaban la de-
lantera, é algunos otros, se derramaron por todas
partes A buscar robos de ganados 6 de prisioneros;
el Maestre iba en la retaguarda, é llevaba su gente
junta. B pasando por una aldea de las quemadas
que se llamaba Molinete, salieron los moros que es-
taban recogidos en el castillo; é como vieron A la
gente de cabdlo que el Maestre llevaba metida en
unas grandes ramblas é barrancos, donde los caba-
lleros no se podían bien rodear oon los caballos, sa-
lieron de la fortaleza é pelearon con ellos. Y en
aquella f acíenda recibió el Maestre dafio en los su-
yos, que los veía ferir é matar dn los poder socor-
rer, ansí porque estaba defendiéndose de los mo-
ros, como por la mda dispusidon de los lugares ; y
embió llamar la gente que iba delante, que le vi-
niesen A socorrer. Bl Marqués de CAlis quando sopo
que los moros peleaban con el Maestre , é le fadan
dafio en su batalla, tomó A le socorrer con la gente
de caballo é oon algunos peones que pudo recoger.
B con el socorro que el Marqués fizo, los mojros se
retraxeron, y el Maestre é su gente pudieron salir
de aqudlos malos pasos en que estaban metidos. Los
otros caballeros é capitanes que iban en la ddante-
ra, habían quemado dgunas aldeas é andaban der-
ramados buscando ganados é prisioneros. B porque
no sabían los malos pasos que en aquella tierra ha-
bía, metíanse en talos vdles é angosturas, que re-
oebian algunoe dafios de loe moros que salían A ellos
de unas partes é de otras, veyéndolos abarrancados.
Bl Conde é Don Alonso y el Adelantado, como so-
pieron que los moros peleaban oon el Maestre é con
d Marqués, recogiéronse, é vinieron donde d Maes-
tre y el Marqués estaban ; los quales juntos, porque
conoderon que la dispusidon de aquella tierra era
mas para recebir dafio que para lo faoer, espedal-
mente porque todos los homes é mugeres eran re*
trddos con sus bienes, acordaron de dezar la presa
de algunos ganados que habían tomado, porque les
impedía la salida, A volver A tierra segura. B man-
daron A los adalides que los guiasen para salir de
aquellas ramblas é lugares Ásperos. Los adalides A
quien cometieron la guia, pensando llevar la gente
por lugar mas seguro, tomaron camino de una der-
ra tan alta é tan fragosa, por donde d peen podía
andar A gran pena. Los moros todo aquel día é la
noche pasada, según su costumbre, fideron gran-
des fuegos por muchu partes en las cumbres de 1«9
m
bBóÑioAé bk LOS ttÉns db tiABtrLhk.
•ierniB y en otros Ingaroa altos; é jimtároiiBa ma-
chos de los que moraban en aquella serranía » é to-
maron la delantera por donde iban los christianos, é
dende aquellos lagares faoian en ellos grandes da-
fios con piedras é saetas que tiraban por los lados
en la reguarda que. llevaba el Maestre. B los ohris-
tianos trabajando por salir de los malos pasos don-
de estaban metidos, sobrevino la noche. B recelan-
do que en aquel camino por do eran guiados no re«
oibiesen mas dafio , volvieron á pasar un arroyo fon-
do debaxo de una sierra fragosa, que los moros ha-
bían ya subido. Quando los moros vieron á los ohris-
tianos metidos en aquel valle angosto, desde las
alturas tiraban piedras y esquinas, é mataban mu-
chos ohristianos; ó algunos de los que se aventura-
ban á subir la sierra por escapar, morian cayendo de
los barrancos altos, porque la esouridad de la noche
les impedia, de manera que ni veian, ni sabian el
tino por do hablan de subir. £ oyendo los alaridos
de loa moros, é turbados con la esouridad de la no*
che é con la aspereza del lugar, enfiaquescian, é no
sabian que remedio diesen á la perdición que veian;
é sufriendo esta pena estovieron fasta la media
noche.
El Maestre é aquellos caballeros é capitanes, ve-
yendo á sus parientes é criados é á las otras gentes
de BUS capitanías, á unos caer muertos, é á otros llo-
rar sus f cridas, é á otros gemir su flaqueza; ó como
no tenian fuerzas para pelear, ni con el cansancio
de la noche é de los dias pasados podían salir de
aquella fondura do estaban señoreados de los mo-
ros: t Muramos, dixo el Maestre, faciendo camino
9 con el corazón, pues no lo podemos facer con las
9 armas, é no muramos aquí muerte tan torpe. 6u-
» hamos esta sierra como homes, é no estemos abar-
» raneados esperando la muerte, é veyendo morir
9 nuestras gentes, no las pudiendo valer.» B dicien-
do estas palabras, delios á caballo, dellos á pié, acor-
daron de se poner al peligro que podían recebir en
la subida de la sierra, é no al que veían estando en
aquel valle. E defendiéndose como mejor pudieron,
subieron fasta donde los moros estaban. En aquella
subida se perdió el Alférez del Maestre con su se-
fia, que se llamaba el Oomendador Diego Becerra,
cuya era Torre Mexf a ; é murió peleando un caballe-
ro primo del Maestre que se llamaba Joan Osorío, é
Juan de Bazan , Sefior de la Granja ; é otros muchos
de sus parientes ó criados, 6 de los otros caballeros
que trabajando por subir i lo alto, caian con la
fuerza de las esquinas é piedras grandes que los
moros derribaban. £1 Marqués que subió por otra
parte guiándolo un adalid, pasó adelante de aque-
lla sierra con la gente que le había quedado de su
batalla. El Maestre y el Oonde de Oifuentes é Don
Alonso de Aguilar y el Adelantado é los otros capi-
tanes, que habían de seguir la vía que el Marqués
llevaba, ansí porque quedaron peleando con los mo-
ros, como porque fueron impedidos con la esourí*
dad de la noche, é turbados veyéndose rodeados de
los moros por todas partes, no pudieron seguir el
camino que él Marqués había llevado , 6 fuéles ne-
oesario desoender á otro vallo. B los moMs ovtéron
lugar de se poner entre la batalla del Marqués é del
Maestre é de los otros caballeros, de manera qne no
podían socorrer los unos á los otros, ni menos los
que estaban juntos se podían ayudar; porque oada
uno trabajaba lo que pedia por se salvar de los ti-
ros de piedras é saetas que por todas partes tiraban
los moros que sabian bien aquella tierra é los malos
lugares donde la fortuna metió loa christianos* El
Marqués de Celia , que pasó adelante, metióse con
la gente que le quedó en un valle, penaando en él
estar mas seguro, é recoger las otras gentes que ve*
nían en la rezaga. B alguna parte de los moros qne
tenian tomada la delantera, salieron al enooentro, é
pelearon con él é con la otra gente que le pudo acom-
pafiar. B oomo quier que fizo rostro á los moros é
peleóroon ellos, pero oomo su gente estaba caneada
del trabajo que habían pasado en subir aquellas
sierras, é muchos dellos tridos, é los moros salían
todavía mas de refresco, é sabían los paaos donde
podían pelear á su salvo ; los que estaban con el
Marquéa no pudiendo sofrír la fuerza de los moros
que entraban ya por ellos, fueron desbaratados; é
los que tovíeron fuerzas para fuír se pusieron en
fuida, é todos los otros fueron muertos é presos. Bl
Marqués visto el destrozo de los suyos, tomó otro
caballo, porque el suyo ya estaba cansado é mal fe-
rido, é guiándole un adalid por una aierra alta que
duraba quatro leguas, se pudo salvar. B los moros
siguieron el alcance fasta medía legua, matando é
capüvando muchos de los christianos. Allí en aquel
destrozo mataron los moros á Don Diego, ó á Don
Lope , é á Don Beltran , hermanos del Marqués , é á
Don Lorenzo, é á Don Manuel, sus sobrinos, ó otros
muchos de sus parientes é criados, é de los otros
que se llegaron á su compañía. £1 Maestro de San-
tiago y el Conde de Cifuentes y el Adelantado é Don
Alonso de Aguilar é los otros capitanes con las otras
gentes que quedaron en una ladera de aquella sier-
ra, oomo estaban muy cansados y enflaquecidos de
los trabajos de la noche é de los diaa pasados, é no
sabian los pasos de aquella sierra, oaían muchos al
fondo del valle. Otros se metían en poder de los ene*
migos, porque elegían antes perder la libertad que
la vida, pues no podían pelear. Los moros daban
grandes alaridos con el orgullo del vencimiento ; é
los ohristianos gemían las muertes que veían de los
suyos, é las que ellos esperaban. Los caballeros é ca-
pitanes principales puestos en angustia é no veyen-
do reparo, estaban turbados, é fallecíales el conse-
jo, porque todas sos gentes estaban derramadas por
aquellas sierras, é tan grande era él temor qne te-
nían, que ninguno sabia de su compafiero ni le po-
día ayudar. A tal estado vinieron los christianos en
aquella hora, que ni oían sefial de trompeta, ni
veian sefia que guardasen, ni donde se acaudilla-
sen. El Maestre de Santiago, visto el perdimiento
de aquella hueste, dixo: «O Dios bueno, grande es
»por cierto la ira que el día de hoy has querido moa-
Btrar contra los tuyos, pues vemos que la gran
B desesperación que estos moros tenían , goles hf
IX)Ñ nSBNAKDO ft DOftA I8ABIL.
BOonTeittdo «n tal oíadifti pan qae rin tnoas ha-
>/an TÍoioria de noeotrof armadiNki Algimoa da toa
parientea é oriadoa qoa oon él eaUbaui le dixetons
iTa vedea, Sefior, eate perdimiento; dexad el ea-
•fne^ao para pelear, é habed conato para eaoapar,
•puea yedea que no hay otro remedio , aino poneroa
•en aalTO, porque no padeacaia Yoa| é oon Toa to-
•doa eatoa voeatroa parientea é oriadoa, é laa otraa
Bgentea qnehapladdo á Dioa que queden yivaa;
•porque Tueatra eetada aquí no aea cansa de perdi*
•don de todoají Eato meamo deoian sus parientea é
oriadoa á cada uno de loa oiroa oaballeroa. El Maes-
tre porque no Teia lugar de pelear, é conodó que to.-
doa pereaoerian si él allí esperaae, dixo : tNo ruel-
•▼o laa eepaldaa por cierto á eatoa moroa, pero fu-
ayo, Sefior, la tu ira, que ae ha moatrado hoy con-
•tra noaotroa por nuestros pecadoa, que ta ha plaoi-
•do oaatigar con las manca deataa gentes infieles.»
E luego le dieron un caballo , porque estaba á pié ; é
guiéndole un adalid por lugares muy ásperos ae
aalFÓ. Salieron anaimeamo el Adelantado, é Don
Alonao de Aguflar, cada uno por su parto, aubien-
do aquellaa aierras por lugarea fragoaos, porque loa
moroa no loa aiguieaen. Huchea hornea que cataban
á caballo fueron muertos é presos en aquel deabara-
to; porque fuyendo por las cuestas áltaa, loa que
estaban á pié se aaian á laa oolaa deles caballoa, por
haber maa fuersa para aubir; é loa caballoa no pu-
diendo auf rir el trabajo de la aubida, caian é que-
daban en el camino el cabaUero y el peón. El Oon-
de de Oifuentes con algunoa de loa auyca que ae fa-
llaron con él en un lugat muy eatrecho, Teyéndoae
cercadoa por todu partea, é que no podían escapar
peleando, por la multitud de laa piedras é saetaa que
le tiraban, ae dio á priñon, é fué llegado él y otro
an hermano, que ae llamaba Don Pedro de Silva, á
la cibdad de Granada, con algunoa otroa de loa au-
yca que pelearon con éL Loa moros siguieron el al-
cance por todaa partea donde iban los cbristianos
fuyendo, é prendieron muchos dellos , é otros algu-
noa que tiraron por direraaa partea ae aalraron. Per-
dieron allí loa chriatianoa todaa laa armaa que Ue-
Taban, é la mayor parto de loa caballos, é todo el
fardage , que era en gran cantidad ; é fueron preaoa
loa Aloaydea de Antequera é.de Moren, é Juan de
Bobrea, é Bemardino Manrique, é Juan de Pineda»
é Juan de MonaalTO, é otroa muchoa caballerea prin-
dpalea, que fueron en aquella entrada. B la TÍoto-
ria de loa moroa fué tan grande , y d eafuerzo de
loa chriatianoa tan pequefio, que doa morca desar-
madoa prendían cinco 6 ada diriatianoa de los que
andaban perdídoa por aquellaa derraa, é loa UcTa-
han á la dbdad de Málaga, que era cerca de aquel
lugar donde fué esto desbarato. B algunaa mugerea
moras adían de la dbdad de Málaga, é prendían loa
duiatianoa que fallaban derramados é perdidos por
los campea. Falláronse allí mil captÍToa é maa que
fueron ÜeTadoa á otraa partea.
Esto desbarato que olieron loa christíanoa fué
grande, lo qud en lo pAblico pareció haber aeydo
p^ la mala guia de loa addidea; lo aeoreto ningu- I ¡Hlüt'SS^
no lo pudo conocer, aino aolo Dioa, en cuya mano
son los yencimientos de las batallaa. Paro aegun d
juicio de los homes, bien ae moatró haber acaeacído
por d orgullo é acberbia que toTieron loa chriatia-
noa, teniendo en poco laa fueraaa del enemigo ; é
porque olvidaban la confianaa que debían tener en
Dioa, la puderon en la fuersa de la ganto (1).
OAPÍTULO
Ds cerno él Coaée éa Cibra y el Aleayéa de los noaoeleí ?ei€if-
roa oa teUUa al Rey éo Gnaidt« é le preadieroa.
Contado habemoa la dÍTÍaion.que había entre toa
moroa^ é como la mayor parto de loa príndpalea de
aquel Beyno de Granada dexaron d Bey que tenían,
é se juntaron con su fijo mayor, é le abaron por Bey;
é como duranto cata dividen loa moroa tañían entre
d guerra, dlende de la que loa chriatianoa lea fa-
cían. El B^ Moro que ae llamaba Alimuley Babáb-
deli, veyendo que au poder era mayor que d de au
padre, é conodendo que loa moroa tenían afición á
aquel Bey que mayor guerra f ada á loa ohríatianoai
juntó la mas genta de píe é de oabdlo que pudo ha*
ber en d Beyno de Granada. É conaiderando que la
frontera de Córdoba, é de Édja, é de todaa aquellas
partea, por d deabarato que loe chriatíanoa ovieron
en el mes de Mano paaado, cataría menguada iie
gento , é que no fallarla reaiatoncia ; acordó de en-
trar en tierra de chriatianoa, é puso red sobre la vi-
lla de Lucena, que ea del Alcayde de loa Doucelea,
é tdó los panes é vífiaa de aquella villa, é de la vi-
lla de Aguilar, é de otroa lugarea de la comarca. La
nueva deata entrada vino á Don Diego Fernandas
de Córdoba, Conde de Oabrai que cataba en la au
villa de Baena; é luego juntó la maa genta que pu-
do, é fué para la villa de Lucena, donde aopo que
cataba el Bey de Granada con toda au genta, é dlí
ae juntó con él el Alcayde de loa Donoalea. Como
loa moroa aopieron que el Conde venía contra dloa^
ovieron su acuerdo de alaar el red, é volver con
toda la cavalgada que llevaban para la dbdad de
Loxa. El Conde de Cabra y d Alcayde de loa Don-
odea, taniendo menor número de genta á caballo é
á pie que tenia d Bey de Granada, movidoa mas
por dguna inspiradon divina que por ninguna ra-
son humana, acordaron de argüir á loa moroa, é
puderon td diligenda, que loa dcaniaron faata la*
gua é media de Lucena, en un lugar que ae llama d
Arroyo de Martin Gonaalea. É como fueron á víata
ddloa, puderon toda au genta en una batalla, y ea-
(1) Ba el MS. id SeaorMevi lo aaalo lo elftleate; «Le foal
•eaeauraa, §1 al ullr faena jintot eoa loe aésnea do Mdlafa:
»é porqae ao dieron lanUí fraelas á Dioa M*atu bablaa de dar
»por la loma de Alhema ; qae moeboa delioa lletalMB dlneroa para
veomprar el deapojo de loe moroa, de manera %w Itoa maaá
•mereadearqaeáaertlrdDIos: porqae peaaataa qoe kabla de
»aer el despojo eomo el de Alkama.a Soeedló eala derrota día de
San Benito, d ti de Mano, eomo apeala el snmario de Gallndei, y
maa larf amante el Can de loa Palaoloa, qae éaeata mu per me*
aor eate heeho, y diaerepa algo ea el admero de loe meertee y
prlatoaeroa, qae kaee aaMr baett aUl y qalaientee. Btr—lt^ ca*
88é
OBÓNIOAB DB LOS BBTES DB OAfimUJL
pcranm loi peonei qaa traian, é amonaitároiilet
qao fidfiMii lo que ba«noi ohriitianoi é homM ei-
f onados deben facer ; é que esperaban en la miae-
ricordia de Dioi , y en la Virgen gloriosa an madre^
qae lea daría yiotoria de aquella gente infieL Algu-
nos yeyendo que los moros eran en número mnobo
mayor que los cbriatianos , fueron turbados, ó de-
cían que con mayor deliberación debian salir al
campo, é con mas gente debieran seguir los enemi-
gos, ó ponerse en aquel lugar do estaban ; é quisie-
ran facer por su voluntad lo que la THrg&ensa les
impidia. El Oonde cuando yido los ánimos de aque-
llos dubdosos é algo enflaquecidos, esf orzábalos di-
ciendo que la vida en poco tiempo se t>a8aba,é
con pequefia dolencia se atajaba, é que la debian
aventurar por baber fama loable si yendesen, é
gloria si alli muriesen ; ó que en tal lugar estaban
puestos, donde toda esperanza de la vida estaba
puesta en el esfneiso, é no en la fulda. T eafonan-
do toda su gente oon semejantes rasónos, fueron
contra los moros.
Los moros yenian en tres batallas : en la upa ve-
nia el B^ de Ghranada, en la otra venia el Algua-
cil mayor, y en la otra venia por capitán el Alatar
de Loza. Bl Bey de Granada y estos capitanes mo-
ros quando vieron que él Conde de Oabra y el Al-
cayde de los Donceles con sus gentes venian contra
ellos en batalla, juntaron las tres batallas que traian
en una. B los peones moros siguieron adelante su
camino con la cavalgada que llevaban; é los moros
con gran alarido é muy gran denuedo vinieron con-
^ tra el Oonde é contra el Aloayde, pensando, según
su costumbro de pelear, que los cbristianos no pu-
diendo sufrir su arrebatado acometimiento, venci-
dos súbitamente de miedo, se pondrían en fuida. B
plogo á Dios é la Virgen su madre de les dar es-
fuerzo para sofrir aquel riguroso acometimiento de
los moros, B como los unos estaban ya cerca de los
otros para se encontrar, quan grande fué el amba-
tamiento que ovieron los moros para acometer, tan
grande é mayor fué para volver las espaldas ; é
luego sin esperar los primeros encuentros, se pu-
sieron en fuida. T el Oonde y el Aloayde de los
Donceles fueron contra ellos matando é captivando
fasta un lugar que se llama Xezna, que es cinco
leguas de Luoena ; é tomaron toda la cavalgada
que los moros desampararon. La nueva deste des-
barato vino á Don Alonso de Aguilar que estaba
en la dbdad de Antequera, é cavalgó luego con la
gente de caballo que pudo baber, é púsose en el
atajo de los moros que iban fuyendo, é captivo é
mató mucbos dallos. Bn aquel lugar se fallaron
muertos fasta mil moros, allende de los que murie-
ron en otras partes; é fué preso el Bey de Granada,
ó murieron algunos Alcaydes é cabeceras del Bey-
. no de Granada, en espedal murió el Alatar que era
Aloayde é capitán de Loxa, é fué tomado él recuaje
que traian, é fueron traídos presos á la villa de Lu-
oena é Aguilar muchoa dalles. B fueron tomadas
nueve banderas, Iss qualea con la oabeaa de un Bey
puesta en una cadenai d Bey A la Beyna dieron fft"*
cuitad que el Conde tnjese en el escudo de sos a^
mas^ y en laa orlas que están en drcuito dd escu-
do. Cogido d despojo, é traído d B^ Moro ante d
Oonde de Cabra, visto como poco antea la fortuna
le dio poder de r«y,y el infortunio le puso tan pres-
to en catado de subjeto, por le consolar le dixo
que d como borne discreto le condderase d presu-
roso movimiento de las oosaa bumanas, ni la prca-
paridad que poco antea tovo le debia dterar, ni la
adversidad que tan presto le vino le debia entriste-
cer. Porque and como d bien pasado no tovo fir-
meea, ansi el md presente se puede mudar. B con
eataai é con semejantea pdabraa consolándole, é
guardándole la bonra que debia como á rey, lo lle-
vó preao á la su villa deBaena. Sabido por loa mo-
rca esto desbarato, é como su Bey era preso, algunoa
caballeroa de aqud Beyno , que le obedeoian por
r^i se tomaron á la obedienda dd B^ su padre.
CAPÍTULO XXL
Gomo el Rey eatrá ea It lest de Giueáe» é áe U ttlt foa
lio.
Bl propódto del Bey é de la Beyna era oontinar
la guerra que tenian comenaada contra loa moros.
B acordaron que este afio se fimese tda en la v«ga
de Granada, é para la faoer mandaron aperoebir á
todoa los cabdleroa é gentea que moraban en aque-
llaa partea del Andalucía, é dd Beyno de Toledo,
é de dgnnaa oibdadea é vülaa que son allende loa
puertea hasta Castilla la vieja ; é mandaron adere-
zar todaa laa oosaa necesariaa á la guerra. B como
el Bey vino de la cibdad de Aatorga para la villa de
Madrid do estaba la Beyna, luego otro dia partió
para la cibdad de Córdoba. La Beyna ansimesmo
partió de Madrid, é fué para la cibdad de Sancto
Domingo de la Calzada, é fué oon ella d Cardend
de Bspafia , é dgunos otros Doctores dd sa Conse-
jo , para entender en laa coaaa tocantea á la gober-
nación del Condado de Vizcaya, é de la provincia
de Guipúzcoa, é de todaa aquellaa partea de Castilla
la vieja, é de otras oosaa tocantea al caaamiento
que era movido dd Príndpe Don Juan su fijo con
la Beyna de Navarra, que según habemos dicho,
snbcedió en aquel Beyno por la muerte dd Bey Fe-
buB su bermsno. B como el Bey llegó á Córdoba, no
ae detovo en aquella dbdad, porque el tiempo da
facer la tala se pasaba. B luego partió para la villa
de Almodovar, é fueron con él d Duque de Náza-
ra, y el Duque de Alburquerque, y el Maeatre de
Santiago, y d Marqués de Yillena, y d Marqués
de Cáliz, y el Conde de Cabra, é Don Pedro Pner-
tocarroro , Conde de Medellin , é Don Gard Lopes da
Padilla, Maeatre de Calatrava, y el Oonde de Mon-
te-Bey, é Don Gutierro de Sotomayor, Conde de Be-
laloázar, é Don Pedro de Aoufia, Conde de Buendía
é Adelantado de Cazorla, é Don Ifiigo Lopea de
Mendoza, Conde de Tendilla, é Don Juan de Gui*
man, fijo del Duque de Medinaddonia, é Don BnrI*
que Bnriquez, Mayordomo mayor dd Bey, é Lola
Fernandez Ih^ertocftmrpí Befior de Pahnai ó Bo«
t)bNFBBNANDO
¿rigo de tmoa, en Oontádor mayor , é Don Fernan-
do de Velaeco , capitán de la gente del Dnqne del
Infantadgo, 7 el Alcayde de loe Donceles, é Don
FranoiBOo de Eetúfiiga , fijo del Daque de Plaeenoia.
Vinieron aneimeemo á eenrir al Key é á la Reyna
nna gente qne se llamaba loe Sniaos, natnralea del
Beyno de Sneda (1), que ee en la alta Alemafia,
EetoB Bon hornee belicosos , é pelean á pié, é tienen
propósito de no yolver las espaldas á los enemigos;
é por esta cansa las armas defenÚTas ponen en la
ddantera, é no en otra parte del cnerpo , é con esto
son mas ligeros en las batallas. Son gentes que
andan ¿ ganar aneldo por las tierras , ó ayudan en
las guerras que entienden que son mas Justas. Bon
devotos é buenos christianoa ; tomar oosa por fuer-
aa repútanlo á gran pecado,
Gomo todas las gentes que el Bey mandó llamar
fueron juntas, partió de la villa de Almodovar, é
poniendo sus reales llegó fasta un lugar que dicen
él Oarriaal ; é allí esperó el artillerfa que iba en su
hueste, ansimesmo todo el recuage de los mante-
nimientos é otras oosas. E mandó facer alarde de la
gente que llevaba, é falló que estaban juntos en
aquel real fasta diea mil homes de caballo á la gi-
netaé á la guisa» é veinte mil homes á pié, é otros
treinta mil peones diputados solamente para talar.
E allende desto iban en aquella hueste otra gran
oopia de gentes que tenian cargo de ir con las bes-
tias que llevaban los mantenimientos para bastecer
la hueste. Otrosí los que llevaban los bastimentos é
cosas necesarias para proveimiento de la dbdad de
Alhema. En esta hueste iban con los bastimentos é
artillería fasta ochenta mil bestias de recuage. B
mandó el Bey ordenar las batallas de la gente de
armas é de pié en esta manera. Al Maestre de San-
tiago, é al Marqués de Oális, é á Don Alonso de
Aguilar, é á Luis Femandea Puertocarrero, 8e-
fior de Palma, mandó llevar el avanguarda con las
gentes de sus casas. A Don Garci Lopes de Padilla,
Maestre de Galatrava, é al donde de Monte-Bey
mandó ir en otra esquadra. A Don Francisco de
Estúfiiga con la gente del Duque de Plasenda su
padre, é del Maestre de Alcántara su hermano man-
dó ir en otra esquadra. Al Conde de Belalcésar, é á
Don Fadrique, fijo del Duque de Alba, mandó que
fuesen en otra esquadra. Al Duque de Náxera oon
la gente de su casa é con la gente de las dbdades
de Jaén é Úbeda é Baeaa mandó ir en otra esqua?
dra. Al Duque de Alburquerque, é á Don Juan de
Guzman, fijo del Duque de Medinasidonia, mandó
ir en otra esquadra. En la batalla real donde iba su
persona, iban mil caballeros, los quinientos homes
de armas á la guisa con caballos encubertados, é
otros quinientos á la gineta ; estos eran todos cria-
dos suyos é de la Beyna, que andaban continos en
su guarda. E mandó á Don Diego Lopes Pacheco,
Marqués de Villena, que fuese por capitán de aque-
lla batalla, en la qual iba por Alférea de su estan-
darte real Don Alonso de Silva que lo servia por
(I) A»i i(M el original qie aoi ttne ée texto.
li DOSA ÍSAfiEti. 887
Don Juan de Bilvaí Oonde de Ofuent^i su herma-
no, que estaba preeo en Granada. En la esquadra
de la reaaga mandó ir al Conde de Buendia, é á
Don Juan de Sotomayor, Seftor de Alconohél, é ¿ .
Don Femando de Velasoo, capitán de la gente del
Duque del Infantadgo, é á la gente del Duque de
Medinaceli, é á Martin Alonso , Sefior de Montema-
yor. Los peones mandó repartir en esquadras, cada
una con su capitán en los lugares convinientes. E
oon el artillería é fardage iban otras gentes á caba-
llo é á pié de las dbdades de Sevilla é de Córdoba é
de Écija é de toda el Andalucía oon sus capitanes.
Ordenadas las batallaa en eeta manera que habe-
mos dicho, el Bey fué fasta un lugar que se llama-
ba la Cabeaa de los Ginetes. E otro dia entró más
adentro en tierra de moros, é mandó asentar sn real
junto con Illora, que es villa muy fuerte de moros;
de la qual salieron algunos mory á escaramuaar
con la gente de Caballo que iba en la delantera, .é
con los peones que iban con ellos. Los quales pelea-
ron é retraxeron á los moros , y entraron juntamente
peleando con ellos por el arrabal. Los moros visto
que el arrabal era tomado, retraxéronse á la villa*
B como los christianos se apoderaron del arrabal, el
Bey mandó quemar algunas parvas de panes, que los
moros tenian puestas bien cerca del muro de la vi-
lla, recelando la tala que el Bey entraba á facer en
aquella tierra. E los moros por defender los panes
del fuego , é los diristianos por los quemar, pelea-
ron loe unos contra los otros, é fué entre ellos bien
f erida aquella escaramusa. En la qual los diristianoa
reoebian dafio de los tiros de piedras é saetas é es-
pingardas, que los moros tiraban desde el muro, por
defender los panes. El Bey visto el dafio que rece-
bian los suyos, fíaolos retraer de la pelea; é mandó
¿ los artilleros que tirasen con los ribadoquines al
muro, é á los otros lugares do estaban los moros de-
fendiendo, é de aquellos recelñan los moros tanto
dafio, que desempararon los lugares donde defen-
dían laa parvas , é los christianoa ovieron lugar de
ponerles fuog^, aunque estaban bien juntos oon el
muro de la villa. Mandó ansimesmoel Bey quemar
todo aquel arrabal, é quedó la villa destruida por
la gran tala que en todo aquel término se fiao. An-
dmesmo mandó al Conde de Cabra, é á Don Alonso
de Aguilar, que fuesen á nna villa que se llama
Monte Frío á la talar con dos mil homes á caballo, ó
diea mil peones taladores. Estos caballeros cumplien-
do lo que d Bey les mandó, fueron luego, é puderon
toda la gente de armas á la puerta de la villa, por
redstir á los moros d saliesen á defender la tda;
entretanto qne los peones tdadores tdaron todaa
laa huertasé panes, é otras cosaa que en d término
de aquella villa fallaron en dionito de nna legua. '
CAPITULO XXDL
De «orno te tomó It tUIí ée T^an.
Fecha la tda de aquellas villas , el Bey vino con.
toda su hueete á otra villa que se llamaba Tajara, é
puestas sus batallas en orden venían por d camino
888
tíBÓNIOAS t)B tX» ¿B7ES t>t OAffííLhL
los peones á pi< qae ertn eaftalidoe para .talar, é
derribando molinoa, é quemando bnertas, é talan-
do arbolea por todoa loa oampoa. B allende de lo
qne loa peonea taladores faoian, la mnltitnd de la
bneste no dexaba ooaa inbiesta doa leguas en der-
redor de la tierra qne paaaban. B oomo el Bey llegó
á aquella yilla de Tajara , porque estaba en tal oo-
maroa, qne los que guardaban á Albama, recebian
della gran dafio, é los moros de Loxa gran ayuda,
mandóla oombatir. B luego loa ferraros é oarpinte-
roa que traía en su bueste, de la madera de loa ar-
bolea que talaron, ficieron banooa pinjadoa , é man-
tea, é otraa oosas neoesarias para el oombate. B oo-
mo quier que los moros qne estaban dentro eran
bomea oursados en la guerra, é aventuraban la vida
por defender la entrada á loa obríatianoa ; al fin no
pudiendo sofrir los oombates que les fueron dados,
deaampararon la villa, é loa que pudieron ae retra-
zeron á la fortalesa, é loa obristianoa la pusieron á
saoomano. Bntrada la villa , los votos de algunos
caballeroa é capitanea eran que la fortalesa no se
combatiese , porque dedan . que el muro era muy
fuerte, é no babia lombardas gruesas oon que se
pudiese derribar. Bl voto de otroa era que debia el
Bey mandar llegar los banooa pinjados, é tentar
oon loa picoa él muro, por ver si se podría cavar
por baxo , para se poner en cuentos. Bl Bey visto
el parecer de loa unos ó de los otros , mandó que se
combatiese la fortalesa, conociendo que ae babian
recogido en ella tantos moros é moras de los viejos
é criaturaa, que no podian tener mantenindentoa
para se sostener, é que la turbación que tenian en
ver tomada la villa, lea quitaría las fnenaa para
defender la fortalesa. B mandó al Maeatre de San-
tiago, é al Marquéa de Oális, ó á Don Alonso de
' Aguilar, que toviesen caigo de combatir la una
parte del caatillo, ó al Duque de Názera, é ¿ Luis
Femandes Puertooarrero, mandó combatir por otra
parte. B á Don Femando de Vélaaco, capitán de la
gente del Duque del Infantadgo, mandó combatir
una de las torres que estaban á la puerta de la for-
talesa. B á Qarct Femandea Manríque mandó que
con la gente de Córdoba combatieae otro pedaso
del lienso de la oerca. Bepartidoa eatoa combates,
aquelloa caballeroa é capitanea, cada uno por au
parte comenaó el combate. B loa moros se pusieron
en defensa é tiraban piedraa, é tiroa de pólvora, é
saetea deade los muros é torres , é facían gran dafio
en los cbríatianos. Aquel combate duró dende la
mafiana fasta bora de viiperaa ; en el qual fueron
muertoa é ferídos algunoa fijos-dalgo, especialmen-
te fué ferído Don Bnríque Bnriquea, Mayordomo
mayor del Bey, de una espingarda en el pié. Los
moros visto que los obrístianos babian llegado al
muro , cebaban de arríba manojos de lino é de oá-
fiamo, bafiados en aseyte é pea ardiendo; oon los
qualea quemaron algunoa bancos pinjados, emen-
tas. Los cbrístíanos qne estaban debaxo, desampa-
raron loa bancos, que no los pudieron sostener por
el fuego que los moros de arriba babian lanaado. B
por esta causa aquel dia no se pudo tomar el cas-
tillo. Otro dia el Bey mandó tomar al combate, é
tan grande fué la prieaa que loa obrístianos dierooi
que los moros no pudiendo defender el muro por la
multitud de lea espingardaa é aaetas é otros tiros
de pólvora que lea tiraban, demandaron segurídad
á los que cambatian. B bebido el seguro, amblaron
un alfaqui al Bey, ale ofrescer él castillo, si leplo-
guiese dar aeguridad de la vida, é libertad de las
personas é bienes á los que en él estaban. Bl Bey
oomo quier que lea dio seguridad de las vidas, pe-
ro no les quiso otorgar libertad de las pensonaa, ni
de loa bienea, é mandó continar el combate. Algu-
noa de loa morca veyendo que no ee podian defenderi
acordaron de ae dar á priaion ; otroa decían que de-
bían morír en la defensa del caatillo. B porque esta
división que tenian lea enflaquecía maé las fnenas,
los obristianoa ovieron lugar de entrar por fuena
el castillo, é pusieron encima del muro la aefta real|
é prendieron todos los moros é moras, é fueron ro-
bados gran cantidad de bienes, é baatímentos, é
armaa, é caballos que en él estaban. B de los caba-
llos é otras cosaa de precio que allí se tomaron, él
Bey flso merced á algunos caballeros y escuderos
que con mayor esfuerso se ovieron en los comba-
tea. B mandó poner fuego á la villa, é derribar los
muros de la fortaleza para esousar el dafio que de
loa que allí moraban ae aiguia á la tienra de los
cbristianos. Talada é derribada la villa de Tajara,
él Bey acordó de ir con toda su bueste á bastecer la
cibdad de Albama. B continando aquel camino, la
bueste rocibió tan gran fatiga por mengua de agua,
que perecieron algunas bestiaa. T el Bey fué cons-
trefiido de abreviar las jomadas faata que llegó á la
cibdad (1), donde la gente ovo refrigerio, oon la
abundancia de las aguas que fallaron ; é luego la
fiao bastecer con treinta mil beatiaa oargadaade
provisiones. T entregó la tenencia della á Don DU-
go Lopes de Mendoza, Oonde de Tendílla, é dióle
la capitanía mayor de mil bomee á caballo é á pié^
que eetoviesen con él para la guardar, é facer guer-
ra á los moros. Bastecida la cibdad de Albama, lue-
go el Bey mandó mudar él real en la ribera del rio
de Cacin , fasta una legua de Albama. B otro dia
fué á otro lugar, que se llama Melaba ; é mandólo
quemar, é fueron derribadaa é quemadas fasta tre-
cientas torres, é cortijos, é alcaríaa que estaban en
aquel camino, y en dos leguaa de au oirouito. Otro
dia mandó aaentar au real en un lugar que se llama-
ba Albendin, que es una legua de Granada, junto
con la sierra Nevada, donde bay una legua de oH-
vares, é buertas, é panea, é viíLaa. B mandó poner
guardes por todas partes en los lugaree convinien-
tes, entro tanto qne loe que talaban derribaban to-
dos los Arbolee, é destruían loa panee é otras oosas
que fallaron. Loa moroa veyendo la destmicion que
se facía en su tierra, cometieron A escaramuzar con
los que tenian el avanguardia, é trabajaban por de-
fender ¿ los obristianoa la entrada en aquel lugar.
(1) Fié etta Mi 7 la tome áe T^an ^r Sta Jita U laale ile
este ato. B«rseM., «ly. 6S,
.\
DON FBBNANDO
Lo8 cIiiMmiiní qin ettabiB áoftlrnUo, faeirá oont^
ftqndloe moKNi, é retrazéronlot de tal manera, que
loa peonea OTianm lugar de entrar en aquel lugar
de Alhendin, é pvaieronle faego^é qnemaron todaa
laa pairas que eeUban en laa heraa cerca de la oib-
dad de Granada. Otro día el Bey fué con todaa ana
batallaa ordenadaa íaata bien oeroa de la dbdad de
Qranadaí donde eatoYO todo el dia, entretanto que
loa taladoree andaban talando por todas partea. B
como quiera que loa morca aalieron ¿ eaoaramnaar
algnnaa yeoea entre loa olirarea ; pero no pndiendo
reaiatir la tala que Tcian facer de ana fratoa, acor-
daron de enturbiar el agua que iba por laa acequias,
de donde loa cbriatianoa ae proTeian ; de manera
que la hueateno ae podia aproyechar della. B por
eata cauaa el Bey mandó mudar au real de aquel
lugar é ponerlo oeroa de una Tilla que ae llama
Huócar, porque la hueate no reoibieae dafio por
mengua de agua. E mandó á loa taladoree, que ta-
laaen la vega de Granada por todaa partea, ó por la
«Ibera de Guadazenil ; en la qual tala el Bey durara
mas tiempo, é puaiera aitio sobre alguna TÍUa, aal-
▼o porque f alleadan loa mantenimientos que eran
neceaarioa para proTcImiento de la bueate. Fecba
eeta tala en la manera que dicbo habemoa , el Bey
▼ino á Córdoba; é como llegó á la dbdad, mandó
pagar sueldo á la gente de armaa , é loa jomalea á
loa taladoree, é á todas laa otraa gentea que fueron
con él, ó mandólos despedir.
Deata entrada é de la tala que el Bey fiao en el
Beyno de Granada, loa morca quedaron destruidos, é
su tierra tan oprimida, que OTieron acuerdo de enriar
aua embaxadores al Bey á le auplioar que les diese
treguas por algún tiempo; é como ofrederonle gran
cantidad de oro cada afio de los que le ploguiese
otorgarias. El Bey oida la embazada del B^ de Gra-
nada , embiolo á comunicar con la Beyna, qué esta-
ba en la dbdad de Vicrtoria ; la qual embió á dedr
que BU parecer, d á él ploguieae, aeiia que aqudla
fragua no ae otorgase ¿ los morca, si no entregaaen
dertaa Tillaa é f ortaleaaa del Beyno de Granada por
aeguridad de lo que babian de dar en parias ; porque
ya otras ▼eoea lea babian seydo otorgadaa, é laa ba-
bian rompido quando no tenian tal premia que gdaa
ficieae guardar. E porque loa moroa no las quiaieron
entregar , é otrosí porque el Bey é la Beyna tenian
concebido en su ánimo de guerrear todo aquel Bey-
no de Granada, no lea fueron dadaa laa treguas que
demandaron. T embiaron á mandar que ae puaieaen
grandea guardas en los puertos, para que ninguna
persona pudieae meter mantenimientoa, ni pafio, ni
otraa coaaa de las que sellan llevar al Bey de Grana-
da. E como quiera que mucboa caballerea é otros de
los que estaban captiroa ae reacataban por alguna
cantidad de aieyte é ganados é pafioa é otraa algn-
naa proyisiones ; pero la Beyna no daba lugar, que
grande ni pequefia cantidad de prcreimientoa ae
llevaae á loa morca por reacate de ningunicbristiano.
B deliberaba de facerles ayuda de dineroa en gran
cantidad para ae rescatar, antea que dar licenda
para que oyieaen loa moroa proririon alguna.
É DtíSk ISABEL.
w
OAPlTULO ZXHL
Ita lu eofis %u pasarott en Córdoba eoi el Rej Mere qal
estaba preae.
Estando el Bey en la dbdad de Córdoba, vinie^
ron á él menaageroa de la madre de Mnley Babada^
li, B^ de Granada , que estaba preeo en poder del
Conde de Cabra, é de parte de otroa caballeroa é ci^
beoeraa del Beyno de Granada, que cataban áaa
obediencia, ¿ le auplioar que le ploguieae ponerle
en su libertad, é reducirlo á au Beyno ; porque de
lo tener preao , no recebia aenrido , é si lo soltaae,
ofreciéronle que seria su yasallo , é le daría ciertn
auma de oro cada afio de loa que le diese treguas , é
cierto número de cbriatianoa, qualea el Bey caco-
gieae de loa que estaban captiroa en tierra de mo-
rca. El Bey oida aquella auplioaoion, embió mandar
al Conde de Cabra que trazeae al Bey de Granada
é gelo entregaae. El Conde obedeaoiendo el manda-,
miento dd Bey, partió luego de la su rilla de Bae-
na, é riño para la dbdad de Córdoba, é traxo al
Bey de Granada preao, y entrególo al Bey. El Bey
redbió al Conde , é fíaole grande bonor, é no quiso
rer al Bey Moro fasta que acordaae d lo debía aol-
tar. E mandó á un caballero de au caaa que ae lla-
maba Martm de Alarcon que tenia la fcrtaleaa de
Porcuna, que torieae cargo de la guardar; y am-
bicie dedr con aqud caballero , que ae eaforsaae, é
orieae aqud placer que pone á los presos la espe-
ransa de la libertad. El Bey Moro oida la consola-
den que d Bey le embió, reepondió : tDeoid d Bey
ade Castilla mi sefior que yo no puedo aer triste ea-
1 tando en poder de tan altoa é podercaca Beyea co-
ime acn el Bey é la Beyna au mugar , eapedalmen-
ate aeyendo tan bumanos, é teniendo tanta parte
ade la grada que Dice da á loa reyes que bien ama.
iGtrori le decid que diaa ha que penaaba ponerme
1 debazo de su poderlo para recebir de aua manca d
iBeyno de Granada, aegun que lo redbió d Bey mi
•abuelo dd Bey Don Juan au auegro, padre de la
•Beyna. E que d trabajo mayor que tengo en eata
•prinon ea haber fecho por fuersa lo que penaaba
•facer de gradoj E porque era neceaario d Bey re-
ñir á la dbdad de Victoria do eatababa la Beyna, é
andmeamo ir d Beyno de Aragón para proreer en
la justida, y en otraa cosaa que en aqudlaa prorin-
das ocurrían ; acordó poner fronteroa en loa luga-
rea do era neceaario, para que la tierra eatorieae
guardada, é ae ficieae guerra á loa morca. Andmea-
mo quiso entender en laa coaaa que por parte dd
Bey moro le eran ofreaddas para laa dezar aaenta-
daa. E mandó á loa que procuraban su ddiberadon,
que laa declarasen en su Consejo. Los qudes en
presenda dd Bey, catando en au Conaejo d Maestre
de Santiago, é Don Gard Lopea de Padilla, Maeatre
de Calatrara, y el Duque de Alburquerque , y d
Duqye de Názera , y el Conde de Cabra , y el Mar-
quéa de Calis, y d Marquéa de Villena, y el Conde
de Bddcaaar, y el Conde de Corufia, é Don AlonaO|
Sefior de la caaa de Aguilari é Bodrigo de Ulloa, aa
m
OBÓNIOAS DE LOS BETIS DB GABTILLA.
Gontádor mayor , 6 otros oaballeros é dotoreí de su
OonMJOi é algunos oapitanes é alcaydes de la fron-
tera ; los mensageroB moros dixeron qve si el Bey
ponia en libertad al Bey de Granada , él seria so
yasallOi é le serriria, é.faria lo qne le mandase oo-
mp su subdito. Otrosí que le daría treoientos ehris-
tianos, qnales él esoogiese de loe que estaban oapti*
voB en tierra de moros, é dooe mil doblas de oro ca-
da afio de los que le plogaiese otorgar treguas á loa
logares del Beyno de Granada, qne estaban, ó den-
tro de dertOB dias estoyiesen por él. E para seguri-
dad que lo compliria, prometieron de dar en rehe-
nes un fijo legitimo de aquel Bey, é otros fijos de
Alcaydes é cabeoeras del Beyno de Granada de los
que estaban á su obediencia. Otrod demandaron
que el Bey mandase á sos gentes que le diesen f a-
Yor para f aoer guerra á algunos lugares é fortale-
sas que se hablan reducido al Bey su padre duran-
te su prisión , é A los otros que le hablan estado 6
estoyiesen rebeldes. E dieron A entender que si el
Bey no daba luego Orden en su deliberación , é se
tardaba algunos dias, todos los caballeros principa-
les del Beyno , é las cibdades é villas é castillos é
tierras, que hoy estaban por él i perdida la esperan-
sa de su libertad, tomarían A la obediencia del Bey
BU padre , como algunos ya hablan fecho. Oido por
el Bey aquello que por pute del Bey-^oro se ofres-
cia , quiso saber lo que A los Duqaes é Maestres é
Condes é Marqueses, é A los capitanes que con él es-
taban en su Consejo páresela. Sobre lo qual ovo di-
versos votos , poique algunos deoian que se debia
soltar é reoebir aquello que se ofresoia ; otros de-
cían que no lo debia facer porque no era su servi-
cio, antes era mayor la utilidad que se seguia de lo
tener preso, que la que se ofresoia seyendo libre. B
porque uno de los príncipales que sostenían esta
opinión era Don Alonso de CArdenaa, Maestre de
Santiago, por dar A entender mejor su parescer, di-
xo al Bey : t Muy excelente Bey é Sefior, tres cosas
»A mi ver deben considerar los Beyes en las con-
• quistas que mueven. La primera, si son justas ; la
asegunda, si tienen aparejo para las seguir ;^ la ter-
Bcera , si pueden forzar las fuerzas del enemigo.
»Quanto A la primera , quien bien mirare las cosas
• pasadas en estos vuestros reynos, después que por
»1a gracia de Dios, Vos é la Beyna en ellos reynas-
•tes, claro verA que Dios aderezó la paz con quien
sladebiades tener, quando la Beyna la concluyó
Bcon el Bey de Portogal, é vos despertó A la guerra
i»que sois obligados de seguir, quando los moros
•rompiendo las treguas que les distes, tomaron la
•villa de Zahara. Bien creo, Sefior, que sabe Vuestra
•real Magostad, como una de las cosas que los bue-
•nos Beyes chrístianos vos han embidia, es tener en
•vuestros confines gente pagana con quien no solo
•podéis tener guerra justa, mas guerra santa, en
•que entendáis é fagáis exercitar vuestra caballería;
•el qual exercicio no piense Vuestra Alteza ser po-
seo necesario para las guerras que nasoen en los
•reynos. Léese en las historias romanas, que TuHo
sOstilio el tercero Bey de Boma, movió guerra sin
•oausa oon los Albanos sus amigos é parientes, no
•por otro respecto, salvo por no dexar en odo su
•caballería. Pues ¿quanto m^or lo debe facer quien
•tiene tan justa, tan santa, é tan necesaria guerra
•como vos tenéis? en la qual se puede ganar honra
•en esta vida é gloria en la otra. Quanto A la según*
•da. Vos, Sefior, por la gracia de Dios , tenéis bue-
•nos capitanes, mucha caballeria obediente A vues*
•tros mandamientos é de la Beyna nuestra Sefiora,
•cursada en esta guerra, bien pagada de sus gages;
•tenéis villas é castillos cercanos A la tierra de los
•moros; tenéis artillería é todos los aparejos que se
•requieren para continar la guerra. Anal que no sé
•yo que oonsejo seria dexar de seguirla, pues no hay
«impedimento para que se deba escusar. La tercera
•es considerar si se pueden forzar las fueizas del
•enemigo. B cerca desto no conviene mucho decía-
•rar , pues las vemos tan flacas , que ansí los de la
•una parte, como los de la otra, vienen oon tanta
•cuita , que os ofrecen parias , é demandan tregua;
•por la qual muchas veces ha seydo ofrecida A
•vuestros capitanes alguna cantidad de doblase
•de captivos christianos, é ni A Vos, ni A la Bey-
»na ha placido otorgarla. Porque según todos sabe-
•mos , el fin principal vuestro é de la Beyna es fa-
lcar guerra, é ganar el Beyno de Granada, é no ce-
nsar della fasta le dar el fin que deseáis. En prose-
•cucion de lo qual, allende de los peligros, aventn-
•ras é trabajos habidos por vuestra persona real, é
•por vuestros capitanes é gentes ; es cierto que son
•fechos tantos é tan inmensos gastos, que sobrepu-
•jan A la cantidad de las parias que estos moros
•ofrescen , ni podrian dar en muchos afios. E no sé
•yo que aprovecharan los llamamientos de vuestras
•gentes, venidas de los fines de vuestros reynos, ni
•las batallas habidas con los moros, ni las talas é
•destruiciones que por vuestra persona real é por
•vuestros capitanes son fechas en su tierra , ni me-
•nos sé que aprovecharían los prestidos, los tribu-
•tos, las imposiciones puestas en vuestros Beynos,
•si teniendo la guerra para que se pusieron en el es-
tttado que la tenéis, la dexAsedos agora, para que se
•pierda juntamente con el fruto que della se espe-
•ra. Ansimesmo Vuestra Alteza ve que este Bey
•preso, no solamente quiere libertad, mas demanda
•vuestro favor para ganar las tierras del Beyno de
•Granada, que le están rebeldes. E si vuestras gen-
• tes se han de poner A los peligros que se requieren
"sen ganar la tierra para él, mejor seria que los ovie-
•sen ganAndola para vos ; porque los provechos de
•las parias que dieren , no son tan grandes que no
•sean mayores los trabajos que vuestra gente ovie-
•re, é los gastos que vos ficiéredes en le poner paci-
ttfico en su Beyno. Ni menos se debe tener confian-
•za en la promesa que face de ser vuestro subdito,
•porque si la necesidad que agora tiene le obliga A
•esta subjecion, la libertad que después toviere le f a-
•rA salir della. Allende desto , Vuestra real Sefioria
•prosigue agora guerra contra un rey viejo dolien-
•te, é desamado de los de su reyno ; el qual no pue-
•de bien seguir la guerra por el impedimento de su
« I
DON FERNANDO
•penona é por U inobedienoÍA do mu BÚbditoo. E si
>O0to roy preoo pónete en libertad, daisnos un ene-
•migo moco é sano, en Ingar de otro enemigo viejo
•é doliente ; é loe moros que agora están sin el ca-
• pitan que quieren, cobrarían el rey qae desean. De
•donde seguirla, que los enemigos que agora tene-
smos flacos é derramados por falta de buen oapitan,
lestarian fuertes ó juntos con buen caudillo. Ni me-
mos debemos tener oonfianza en la discordia que
ihay entre ellos ; porque dado que agora estén di-
•yersos, ¿donde seremos seguros que permanesoa
•esta división, é que no se reconcilien el padre y
•el fijo, é juntos sean mas fuertes para rebelar con-
•tra Yos, como ban fecho los Beyes de Ghranada con-
•tra los Beyes yuestros antecesores, todas las yeoes
•que han habido lugar de lo facer? Á lo qnal no les
•impedirán por oierto los rehenes que dan , aunque
•sean de mucho mas valor de lo que son estos que
•ofrescen ; porque los moros estiman en poco el
•captiverio, é no habrán empacho de perder los re-
•henes que dieren de algunos , por facer lo que
•cumple á todos. Otrosi sabrá Vuestra real Sefioría
•que el poder de los moros está agora caido por la
•prisión deste rey que amaban ellos, y están men-
•guados de gente de guerra é de armas é caballos
•por el desbarato que ovieron en la batalla do fué
•preso. B si agora le mandasedes soltar é diesedes
•tregua y el favor que piden , habrían lug^ de se
•reparar de todas las cosas de que están mengua-
•dos , é oriarfades un enemigo para vuestros ami-
•gos, é un amigo para los enemigos, contra el qual
•no podríamos ansí bien guerrear , como facemos
• agora contra su padre, que no tiene los aparejos
•que temía este si se viese libre. Ansí que mi pa-
•resoer es, que la guerra oomensada se debe conti-
•nuar, é que ni debéis soltar este rey, ni recebir las
•parias del otro; porque no movistes tan gran guer-
•ra para recebir lo que los moros os quisiesen dar,
•mas para que les quede lo que les quisiéredes de-
• xar, quando so vuestro imperio quisiéredes que vi-
•van. E lo que Vos, Sefior, podéis tomar, no espere»
•recebirlo de otro.^
Aoabado este rasonamiento, aquellos caballeros
é capitanes, cuyo voto era que la guerra contra los
moros se siguiese , por las rasones que el Maestre
de Santiago dixo, se esforsaron mas á aconsejar al
Bey que no soltase al Bey Moro, ni recibiese sus
parias, é que siguiese la guerra comenzada. El Bey
quiso ansimesmo oír á los que eran en voto contra-
rio, é oonsejaban que el Bey Moro se soltase , é las
parias se recibiesen. E porque uno de los principa-
les que lo sostenían era Don Bodrígo Ponce de
León, Marqués de Calis, mandóle que dixese su pa-
rescer, el qual dixo ansí:
« Para que Vuestra real Sefioría prosiga la guer-
•ra oomensada oontra el Bey é Moros de Granada,
•asas abundantes son por cierto las rasónos dichas
•por el Maestre de Santiago ; las quales yo no en-
•tiendo repunar , porque mi parescer siempre fuá,
•que la guerra contra los moros se continúe ; pero
•no hay en esta vida oosa tan gobernada por ra«
i DO£fA ISABEL. t»í
•son, que él tiempo y la edad é los oaaos nuevos
•no traygan pensamientos nuevos, para que aque-
•Uo que una ves nos parece que sabemos, otra ves
•no lo sepamos ; en lo que en un tiempo nos pare-
•ce provechoso , en otro nos parece daftoso é ageno
•de rasen. Esto digo, muy poderoso Bey é Sefior,
•porque la prisión deste rey, é lo que de su parte
•se ofrece, la división de los moros, la prisión do
•los chiistianos, traen cosas nuevas, que la pruden-
f cía nos amonesta disoemer para lo m^or é mas
•provechosamente proseguir. E ante todas cosas es
•de ver si Vuestra real Señoría gana honra alguna
•en tener preso este rey. E cerca desto , verdad es
•por cierto, que haberlo prendido un Oonde vuestro
•subdito , honra es é grande ; pero tenerlo preso
•ninguna. Porque los moros tienen poca fe con sus
•reyes, é les han tan poco acatamiento, queligera-
• mente los facen ¿ desfacen estando libres; ma-
» yérmente estando presos, según que en diver-.
• sos tiempos los habernos visto, é agora vemos en
•en la prisión deste. La qual sabida , luego los mas
•que estaban á su obediencia, tomaron á la del Bey
•su padre, é privaron al fijo del nombre de rey que
•le habían dado. T esto mesmo es de oreer que f a-
• gan los que quedan teniendo su vos, porque tanto
•menos le estimaran, quanto mas.le tovieron absen-
• te. Ansí que no se puede decir que tenéis rey pre-
nso, mss que tenéis un homo particular; de cuya
•prisión, ni los moros facen mención, ni los Ohris-
• tinos reciben honra. Veamos pues agora el prove-
•cho que su libertad da á los Ghristianos, y el dafio
•que su prisión escusa a los Moros. Notorio es, muy
•poderoso Bey é Sefior , que antes que este rey fue*
•se preso, la división que había entre él é su padre,
•los tenia tan ocupados , que la guerra que les fa-
• ciamos era mas provechosa á nuestra parte, é mas
•dafiosa a la suya ; porque queriendo cada uno de-
• líos seguir su propósito , ni se podían bien def en-
•der de la guerra que les facíamos defuera, ni po-
•dian bien remediar ala que ellos tenían de dentro.
•Agora después que este rey fué preso, é algunos
• de los principales de Granada, que estaban por el
•fijo se han juntado con el padre, han habido In-
•gar para defender mejor su tierra. To, muy pode-
•roso Bey é Sefior, no digo que cese la guerra que
•tenéis contra los moros ; pero digo que se suelte
•este que es causa |de su división, para que tengan
•dos guerras, una con ellos, é otra con nosotros,
•porque les podáis mejor guerrear , y ellos se pue-
•dan mejor defender. Lo qual no se puede ansí bien
•facer, teniendo este Bey preso, porque aquellos
• que le esperan libre, quitos desta esperansa de su
•libertad , no es dubda que tomen á la obediencia
•de su padre , é Vuestra Altesa pierda la ayuda que
• nos facía su división. El inoonviniente que se re-
seda de su libertad es, que seyendo libre se reoon-
•ciliará con su padre, é rebelará oontra vos. B sin
• dubda es oosa que puede aeaescer, pero mas debe-
•mos creer, que se continúe entre ellos la división
• que se espera, que la reconoliaoion que se recela.
I • Porque este nombre de rey entre los humanos es
OBÓNtOAB DS LOS BBKES DS OAffnLLA.
%á% tanta exoelendfti qne aqael que una yea lo to-
•ma por titulo, sino es pusilánime, no lo deja sino
• juntamente oon la vida. Y es oierto, que pues di
ireynarno snfre dos, aunque sean padre é fijo, ni
testo dexsrá la guerra fasta haber todo el Bejno á
1 su obediencia, ni el otro dezará su yengansa , ías-
ita quedar rey único oomo lo era. E para esta su
Idisoordia, ninguna oosa se pierde, si Vuestra alta
tSefiorla mandare farorecer á este, por manera que
idure la división entre ellos; para lo qual no sola-
1 mente se debe soltar este, mas debriades orlar de
» nuevo otro, si este no toviésedes. B puesto caso
•que este rebelase oontra Vos, desto por oierto de-
sbe facer Vuestra Altesa poca estima, porque en le
•dar libertad, se muestra magnificencia y en tener
>«n poco su rebelión, se muestra vuestro poderío.
sAnsi que, muy alto Bey é Seftor, mi parecer es
• que le debéis mandar soltar, é otorgar tregua de
»algun breve tiempo á la tierra que está por él, ¿
irecebir las parias é los captivos que ofresoe ; pues
ipor esto no se impide la continuación de la guer-
sra que faoels contra el Rey su padre. E fenecido
lel término de la tregua que le dais, el tiempo mi-
snistro é maestro de las cosas vos mostrará como
»é oontra quien debéis seguir la guerra quo tenéis
sen propósito de facer. Y esto debe facer Vuestra
s Altesa por dos rasones : la primera, por usar de
«caridad oon vuestros subditos los christianos que
• os ofrescen, redimiéndolos del oaptiverio que ovie-
sron «n servioio de Dios é vuestro; lo segundo,
«porque uséis de magnificencia é liberalidad con
«este Bey que vos la demanda, la qual si él no es
«merecedor de la recebir por ser pagano, Vos sois
«diño de la dar por ser católico ; é porque la virtud
«de Tuestra liberalidad resplandeooa inmortalmen-
«te entre los vivos, quando so oyere, que teniendo
«preso un rey enemigo, vuestra humanidad no su-
«frié que muriese en fierros, mas que le distes li-
«bertad, que es el mayor don que se puede dar.
«Leemos en las historias antiguas que muchos reyes
«prendieron en batallas á otros reyes , é con ánimo
9 cruel haberles dado diversas maneras de muertes é
«tormentos ; é otros que usando con ellos de piedad
«les dieron libertad. Pero la piedad que olmos de
«los unos, les da fama loable ¡ é la crueldad de los
«otros, áspera é absurda. E no sin cansa, porque
«mediante la yirtud que usamos, somos partícipes
«con Dios eterno; é usando de crueldad, participa-
«mos con las furias infernales. Los Reyes que usan
«de manificenda, no han de pensar en los gastos
if eches, ni en los trabajos habidos ; todo lo ha de
«posponer el corasen noble, quando se ofrece tal
«caso en que puede mostrar su virtud, la qual jun-
«tamente con yuestro gran podar mostráis teniendo
«en poco su rebelión. Porque dado que la faga,
«queda ynestra voluntad junta con el poder, para
«gela reprimir, é con él ayuda de Dios, tomarle
«todas horas en el estado que le quisiéredes poner.«
Las rasónos que el Marqués de Oálía dizo fue*
ron bien recebidas por todos^ especialmente por
aquéllos caballeros é capitanes, cuyo voto era que
el B^ Moro so soltase. ■ porque habla muchos vo-
tos contrarios, el Bey lo embió facer saber á la
Beyna por saber su parecer. La Beyna vistas las
rasones de la una parte é de la otra, respondió al
Bey, que vistas las voluntades de aquéllos caba*
lloros sobre la deliberadon del Bey Moro, porque
muchos Beyes de aquel Beyno de Qranada fueron
vasallos de los Beyes sus progenitores; si á 8a
Merced ploguiese, debia darle la libertad, é recebir-
lo por vasallo, especialmente porque se puedan re-
demirlos christianos que ofredan del oaptiverio que
tienen. Visto por el Bey el parecer de la Beyns,
embió á decir á aquellos mensageros que trataban
la libertad del Bey Moro, que le piada de lo soltar ;
y ellos tovieronlo á Su Sefioría en sefialada merced,
é otorgaron en su nombre que seria vasallo dd Bey
é de la Beyna, para facer su mandado, é venir ásu
llamamiento cada que gelo mandase. Otrod que les
daría quatrodentos diristianos de los que estaban
captivos en el Beyno de Granada, los tredentos da-
llos quales el Bey é la Beyna nombrasen, é mas
doce mil doblas saenes cada afio en parías. Otrosí
que las villas é cibdades é tierras que estaban y ento-
viesen por él, fuesen obligadas á dar pasada segura
é mantenimientos á las gentes dd Bey é de la Bey-
na, para facer guerra á los lugtres que estaban ó
estoviesen por el Bey su padre. Estas cosas acorda-
das, d Bey Moro prometió é juró en su ley de las
mantener é complir ; y el Bey otorgó treguas por
dos anos áél, é y á todos los lugares que estaban á su
obediencia, ó estoviesen dentro de treinta dias des-
pués que estoviese libre en su reyno. B á suplica-
ción del Bey Moro mandó á los capitanes é gentes
dd armada que traian por la mar, que dexasen pa-
sar libremente á un caballero Moro que estaba en
Afríca llamado Máhomad Abencerraje, que era en
su obediencia. Fechas é asentadas estas cosas, man-
dó el Bey que le traxesen al Bey Moro á la dbdad
de Oórdoba, é que todos los oaballeros de su corte
saliesen á lo recebir. E mandó dar é él é á cinqfien-
ta oaballeros moros que vinieron á procurar su de-
libracion, caballos é vestiduras de palios, brocados
é sedas, é otros ricos arreos, é toda la suma de di-
neros que ovieron menester para se reparar é tor-
nar á su tierra. E porque el Bey Moro habia de pa-
recer ante d Bey á le facer reverencia, todos los
Duques é Condes é otros oaballeroe que estaban en
su Oonsejo, acordaron que el Rey le debia de dar su
mano á besar oomo á su vasallo , por conocimiento
de sefiorío é superioridad. E dizeron al Rey ; tSe-
«fior, pues este Rey Moro vos viene á facer reveren-
«cia, y es vuestro vasallo, cosa raionablo es que
« como á vuestro subdito le deis la mano á besar.»
El Rey les respondió: tDiéragela por cierto, d es-
«toviera libre en su reyno ; é no gelo daré, porque
«está preso en el mio.tt Aqudlos caballeros oonod-
da la humanidad del Rey, no le f ablaron mas en
aquella materia. Asentadas estas cosas, d Rey Mo-
ro entró en la dbdad de Oórdoba , acompañado dé
todos los Duques é Condes é Marqueses é oaballeros
que estaban en la corte, é fué á palado do d Rej
I.
DON FERNANDO
etUba; é como Tído aí Rey , inclinó las rodillas en
el mielo, é demandó qve le dieae la mano á besar,
ansi porque era sa sefior, y él era su subdito, como
por el gran beneficio de libertad qae del recebia.
El Rey no gela quiso dar , como qoiera qae le su-
plicó con grand instancia, y el Rey le levantó del
suelo. S como un intérprete que abí estaba comen-
sase á f ablar de parte del Rey Moro , ofreciéndole
por serridor del Rey, é dándole gracias, é loándole
la magnificencia que con él habia usado ; el Rey no
sufriendo looref en presencia, le interrumpió, é dixo
al intérprete: tNoes necesaria esta gratificación:
»yo espero en su bondad, que fará todo aquello que
»buen home, ó buen rey debe facera B despedido
del, mandó á uno de los capitanes de su guarda
que lo acompafiase con gente de armas, fasta lo po-
ner seguro en él Reyno de Granada.
. CAPÍTULO XXIV.
Cono liSli Fonasdsi Portoearrero* 6 otros eapltiooi qao ottebas
os U frostoia, iosborataros leo Boros.
Despedido el Rey Moro, é proveidas las cosas
necesarias en la provincia del Andalucía, ansi las
4ue concemian á la guerra de los moros como á la
justicia de la tierra , el Rey partió de la cibdad de
Córdoba é vino para Santa Maria de Guadalupe,
donde tovo novenas, é dende fué á la cibdad de
Vitoria donde estaba la Reyna. En este tiempo,
los moros que estaban en obediencia del Rey viejo,
sabido que el Rey moso era libre, é que habia de-
mandado al Rey gente para facer guerra á los lu-
gares que le estaban rebeldes, concibieron grand
odio contra él, porque oreiau que meterían chris-
tíanos en su tierra para les facer guerra. E por
esta cansa fué aborrecido de todos los moros, é no
fué bien recebido por aquellos que hablan seydo
en su parcialidad , é de quien esperaba ayuda. E
porque los moros sopieron que el Rey era partido
de aquella provincia del Andalucía, acordaron de
se juntar quince alcaydes é cabeceras de las princi-
pales cibdades é villas del Reyno de Granada con
gran gente de caballo é de pié , y entraron á facer
guerra en la tierra del Andalucía. Acaeció en aque-
llos dias, que seis christianos Almogávares entra-
ron en la tierra de los moros, como algunas veces
lo acostumbraban facer ; é pusiéronse en asechanza
encima de una sierra para facer sus asaltos é pren-
der algunos moros. Estos seis christianos , estando
en la cumbre de aquella sierra, vieron los caballe-
ros moros que estaban juntos, é seguían su camino
para facer entrada en tierra de Sevilla, é de Xeres,
é de aquellas comarcas. E luego aquellos seis chris-
tianos se repartieron , los unos fueron á Luis Fer-
nandes Puertocarrero, Sefior de Palma, otros fueron
al Marqués de Calis, é otros á la villa de utrera, é
á los logares de aquella comarca ágelo facer saber,
é los avisar de la entrada que los moros facían. Có-
mo lo sopo Luis Femandei Puertocarrero, luego
fiso juntar á Figueredo Aloayde de Morón, é á los
Alcaydes de Osuna, é de todas las fortalezas de
i DOÜfA ISABEL. 398
aquella comarca ; é fizólo saber á Fernán Carrillo
capitán de cierta gente de las hermandades, é al
capitán de la gente del Maestre de Alcántara. E oon
la gente de su casa, é oon la que tenia en su capi-
tanía, informado del camino que los moros traían,
salióles al encuentro. Los moros ficieron tres partes
de su gente, unadexaron en la sierra, para guardar
el paso, porque no les fuese tomado por los chris-
tianos; y en esta quedaron la mayor parte de los
peones, é de las otras sus gentes que traían mas
flacas. Otra parte embiaron delante por oorredores,
á robar la tierra por el oampo de Utrera. La otra
mayor parte dexaron en celada, cerca del rio que
se dice de Lopera. Puertocarrero, é los otros alcay-
des é capitanes que oon él iban, informados del lu-
gar donde los corredores robaban , fueron contra
ellos. Los moros corredores, como vieron á los chris-
tianos, luego se retrazeron al lugar do estaba la
mayor batalla de su g^nte puesta en ociada. Los
Christianos ficieron dos partes de su gente: en la
delantera iba*el Aloayde de Morón, y el Aloayde de
Osuna, é Fernán Carrillo, y el capitán de la gente
del Maestre de Alcántara, en la otra quedó Puerto-
carrero con la otra gente. E la batalla delantera fué
al lugar donde la celada de los moros estaba, é con
grand osadía los moros que estaban en la celada,
todos juntos vinieron contra los christianos, é los
christianos, aunque no eran tantos como los moros,
fueron contra ellos; é las lanzas quebradas, á los
primeros encuentros andaban los unos con los otros
embueltos peleando.
Estando en esto, Puertocarrero llegó con su ba-
talla ; los moros quando vieron entrar en la pelea
gente nueva, no podiendo sufrir la fueraa de los
christianos, luego se pusieron en f uida, é tomaron
dos caminos pensando de se salvar mejor. Los
christianos fueron en el alcance, matando los moros
que iban f uyendo por la una parte. El Marqués de
Calis con la gente de su casa, é con los caballeros
de la cibdad de Xerez, que eran avisados de la en-
trada de los moros , é hablan salido por otra parte
á los buscar, encontraron á caso con los moros que
iban fuyendo, é hablan tomado el otro camino ; é
siguiéronlos, é prendieron é mataron muchos dellos.
De manera, que ansí los que fnyeron por la una
parte, como por la otra, fueron seguidos, é los mas
dellós fueron muertos é presos. Entre los quales
fué preso el Aloayde de Málaga, y el de Alora, y el
Alcayde del Burgo, é un Aloayde que se Jlamaba
Izbenñdre, y el Aloayde de Cohin ; é fueron muer-
tos el Alcayde de Velesmálaga, é un caballero que
se llamaba el Gebie, é otros cabeceras é moros de
los principales; é fueron tomadas quince bande-
ras (1).
Habido este vencimiento, luego Puertocarrero lo
fizo saber al Rey é ala Reyna, y embióles las quin-
(I) Fié Mta batalla, dieha oomnaieBto la do Loj^ra, Ulereo-
loi 17 do Sottombro do oslo atto. Mirloroi os olla f fioros oaaU-
TOi SMS do mil moroa do lea bII y doaolontoa qso bablai oiln-
do. A loo Aleajdoa oaaüfoa^ alado Bomaldoi lea do Goaiaros y
Marbella. Hktor. i$ ht Rq/tt Cé!éñm, c^,m.
8M 0RÓNI0A8 DB LOS BETB8 DE OASTILLA.
oe banderai qoe tomó en aquella bataUa. La Bejrna
ovo gran plaoer con aqaelia nnevaí é íótom por
bien aeryida de aqvel caballero, por la gran dili-
gencia é bnen eef aereo que oto en aquella faoien*
da. E por le facer merced, dio á sa mager la ropa
qne ella yifltieee todos los aftosde su vida el día de
los Beyes, por memoria de aquel yenoimiento, ó
fiao á él otras mdroedes.
OAPtruLo xxvr.
De lu eoMS «lo Ixo el Geide <e TeaéUli ea Alhastt.
Dicho habernos que la tenencia de la dbdad dé
CAPITULO XXV.
Ceno el Mainel ée aiU é Leis Penaedet Paerlectirero rteo-
bnroi la Yliia de Zabara.
El Marqués de Calis fué informado por algunas
espías, que podría recobrar la villa de Zahara, por-
que en ella 7 en la comarca habia poca gente. £
después que sopo de la gente que en ella estaba, é
de la manera como se guardaba, juntó la gente de
su casa é de la cibdad de Xerea, é llamó para aque-
Ha facienda A Luis Femandes Puertocarrero, é al-
gunos Aloaydes de su comarca. E fué para aquella
villa, é puso de noche un escalador con dies escu-
deros en un lugar escondido, é otros setenta escu-
deros cerca dellos en otro lugar, para socorrer A lo
que aquellos diez primeros cometiesen. Y él se puso
en celada con toda la otra gente, é fiao que ciertos
peones en esclareciendo corriesen el campo. Con-
tra los quales salieron fasta setenta moros A caba-
llo, é algunos peones de los que la noche pasada ha-
blan guardado el muro, porque no recelaban que
la villa se podría tomar de dia por escala. E como
los moros salieron, é quedó el muro sin guarda, ar-
remetió el escalador, é puestas las escalas, subió al
muro él é los diez escuderos que con él estaban, que
no fallaron resistencia ninguna, é comenzaron A pe-
lear con algunos moros que fallaron en la villa ; y
entretanto acudieron los otros setenta escuderos que
estaban en la celada, é subieron ansimesmo la esca-
la, é apoderAronse de las puertas é torres principales.
Los moros que hablan salido A defender el campo
contra los peones ohristlanos que lo coirian, sabido
que la villa era entrada, tomaron, é o vieron lugar de
se meter en ella. E luego el Marqués é Puertocarrero
salieron de la celada do estaban, por las sefias que
les fueron fechas dende el muro, é corrieron empos
de los moros, y entraron en la villa. Los moros
como vieron la villa tomada , retrazeronse A la for-
taleza; é luego el Marqués é Puertocarrero la cerca-
ron, é como eran muchos los que estaban dentro, é
no tenian bastimentos en ella para se sostener, saca-
ron partido que los desasen ir libres é dezaron la for-
taleza al Marqués. En estA mAnerA se recobró aque-
lla villa de Zahara, é se esousAron los dáfios qne
todos los mas dias fadan los moros que estaban en
ella A lAs tierras comArcanAs de los ohrístlAnos (1).
(1) Feé la toma de Zabara lieYea é tS de Oetnbre de eile aflot
día de Su Slmoa j ladu. El Cira de loa Palaeioi leoenta eoaio
el Rey blio aereed de Zabara al Marqaéa de CftUí, y del Utolo de
Doqee, pero qne él eatlmaba en tanto el de Marqvéa, qne nonea le
dejó, y Irmaba aleapre : M§rquét DsfM 4§ Calis, Hi$l»r^ éé U$
Alhema fué encomendada por el Bey é por la Bey-
na A Don Iftigo Lopes de Mendosa Conde de Ten-
dilla, porque era caballero esforsado, é de noUé
sangre. El qual apoderado de la cibdad, luego tra-
bajó de poner la gente de su capitanía en buenas
costumbres , é los doctrinar en cosas concernientes
al exercioio de la caballería; é defendió los Juegos
que falló, é otras luxurias que acarrean infortunios
en las huestes ¡ dAndoles A entender , como muchas
veces el justo fundamento de la guerra se pervertía
con el injusto exercicio de los que la siguen , é las
dalladas costumbres pierden el próspero ñn que se
espera en las guerras. E por los esfocsar é provocar
A virtud les dixo: • Caballeros, no digo que somos
n mejores que los otros que este cargo han tenido,
•para que con orgullo cay amos en algún error, ni
•menos somos peores para refusar los peligros de la
•muerte, por ganar la gloria que ellos ganaron. Con-
•viene, pues, qne en aquello que virtuosamente fi-
fi ciaron, les remedemos ; é si algo dezaron de facefi
•lo suplamos de tal manera, que los que en este oar-
>go suboedleren, reputen A buenaventura qnando
•pudieren igualar A nuestras fazaflas.» E púsolos
en tales costumbres, que olvidado todo juego é to-
da Inxuria, que ocupan el tiempo y el entendimien-
to para bien facer, entendían continamente en la
guerra que tenian presente. E habiendo avisos con-
tinos de los consejos é movimientos de los moros^
ni dexaba en ocio A los suyos, ni en seguridad A los
enemigos. E algunas veces salió de la cibdad, é
combatió muchas torres é casas fuertes que eran
cerca de Granada, é las derribó é tomó prisioneros é
bestias de arado, é otros muchos ganados. E tanta
solicitud ponía en la guerra, que los de la cibdad de
Granada, visto que fasta una legua no osaban salir
A sembrar, ni facer labor en el campO| se levantaron
contra el Bey viejo, é le pidieron remedio para po-
der salir de la cibdad seguros. El qual acordó de po-
ner gente de caballo, que estoviese en el campo de
contino, entretanto que las gentes de la cibdad fa-
cían sus labores. Acaeció en aquel tiempo , que con
la gran fortuna de las aguas del invierno, cayó una
gran parte del muro de Alhama, lo qual puso gran
miedo A la gente qne estaba en la guarda della; por-
que recelaban, que sabido por los moros el gran por-
tillo fecho en la cerca, vemiamultitud dellos A com-
batir y entrar en la cibdad por aquel lugar. Conoci-
do esto por el Conde, usó de una cautela, é luego pu-
so una gran tela de lienzo almenado que cubria to-
da aquella parte del muro que se cayó ; é de tal ma-
nera era el lienzo, que al parecer de los que se mira-
ban de lexos, ninguna diferencia habia de la coltf
del muro A la color del lienzo. E mandó poner gran
guarda en la cibdad, porque ninguno saliese para
avisar los moros del peligro en que estaban por la
falta de aquel muro caído; é puso ten gran diligen-
WÉ tmrANDO
da en lo facer, queenpooMdiaB lo iornó á fortale-
cer, tanto é mas q^ie- de primero estaba. B como
qiiier que loe moroe yinieron en aquellos días á cor-
rer la cibdad , pero no pudieron ver el defecto del
maro caído. Acaeció ansimesmo qne oto falta de
moneda en aquella cibdad para pagar el sueldo que
á la gento de armas se debia, é por esta causa cesa-
ba entre ellos el trato necesario á la vida. Vista por
el Conde esta falta, mandó facer moneda de papel
de diversos precios altos é bazos , de la cantidad
que entendió ser necesaria para la contratación en-
tre las gentes. T en cada picea de aquel papel escri-
bió de su mano el precio que Taiiese , é de aquella
moneda ansí sefialada, pagó el sueldo que se debia
á toda la gento de armas é peones, é mandó que va-
liese entre los que estoban en la cibdad , é que nin-
guno la refusase. B dio seguridad que quando de
allí saliesen , tomándole cada uno aquella moneda
de papel, le daría el valor que cada pieza toviese es-
oripto, en otra moneda de oro ó de plato. B todas
aquellas gentes, conociendo la fidelidad del Conde,
se confiaron en su palabra , é recibieron sus pagas
en aquella moneda de papel ; la qual andovo entre
ellos en la contratación de los mantenimientos , é
otras cosas sin la refusar ninguno, é fué gran reme-
dio á la extrema necesidad en que estaban. Después
al tiempo que el Conde dezó el cargo de aquella
cibdad, antes que della saliese , pagó á qualquiera
I que le tomaba la monedado papel que había rece-
bido, otro tanto valor en moneda de oro ó de plata
como en la de papel estaba esoripto de su mano.
Esto Conde de Tendilla fizo poner á sus espensas
en una torre de Alcalá la Real un farol que ardiese
para siempre todas las noches, para que los capti-
vos chrístianos que estoban en Granada y en los
otros lugares de moros que se soltoban de la prisión,
pudiesen venir de noche á se salvar al tino de aque-
lla lumbre. El qual dicho Conde por estas fazafias
é otras muchas, quando se ganó la cibdad de Gra-
nada, fué escogido para Alcayde é Capitán general
della, é quedó en el Alhambra con quinientos caba-
lleros é mil peones, quedando la cibdad é todo su
Beyno poblado de moros, como adelanto se dirá.
CAPÍTULO xxvn.
De lu eof u qie la Reyu Sio en Tltori».
El tíempo que el Bey estovo en el Andalucía
ocupado en la guerra de los moros, la Beyna esto-
vo en la cibdad de Vitoria, entendiendo en la jus-
ticia é buena gobemadon de las montafias. B por-
que la absencia de los reyes da osadía á las gentes
de aquellas partes que sigan bandos é parcialidades,
é cometan delictos é fuerzas con poco temor de la
justicia real ; estas cosas consideradas, la Beyna en-
tró en el Condado de Vizcaya , é fué á la villa de
Bilbao , é mandó ezecutar la justicia en algunos
malfechores; é puso gran temor á los moradores de
la tierra, de tal manera, que todos estoban someti-
dos á la justicia é vivían en paz, é sin pensamiento
de cometer las fnenas qne antes cometían. B man-
É DOSa ISABBli. 895
dó ezaminar sus leyes é fueros , é confirmóles los
que debían ser guardados para el bien común de la
tierra ; é puso sus Corregidores é Jueces en todas
aquellas provincias é valles. B mandó facer pesqui.
sa contra los Jueces é Coiregidores que antes este-
ban puestos , é prender algunos que falló haber per-
vertido la justicia por dádivas é intoresee, é facer
justicia dellos.
Bn esto afio murió el Bey Duarte de Inglaterra, é
dezó dos fijos varones, encomendados á su herma- .
no el Duque de Glocestre ; el quál los prendió , é
después los mató,é tomó para sí el Beyno.
En esto afio murió el Bey Luis de Francia, é sub- .
cedió por Bey en el Beyno su fijo que se llamaba el
Carlos mozo de trece afios. El qual por consejo de
algunos Duques é sefiores de la sangre real de Fran-
cia, fizo grandes restituciones de patrimonios é ren-
tas, que el Bey su padre había quitado á algunos
sefiores particulares de Francia. E los que eran
muertos, esto Bey usando de gran magnificencia
con sus fijos, gelo restitoyó entoramento ; porque
entendieron que el Bey temía su Beyno mas pacífi-
co, é sus subditos mas obedientes, quando le viesen
usar de magnificencia é piedad con aquellos caba-
lleros, á quien el Bey su padre había desbaratado
de sus patrimonios. Esto Bey Don Luis de Francia,
estondo enfermo de la enfermedad que falleció,
mandó facer dos campanas en la Iglesia de Santia-
go de Galicia ; y embió maestros é metal é todas las
cosas necesarias, para que se ficiesen mayores que
las mayores que ovíese en toda la cristiandad. Para ,
lo qual embió diez mil coronas de oro, é mandó que
ficiesen en la Iglesia de Santiago una gran tor-
re muy fuerto á sos ezpensaa, que las pudiese sos-
tener.
En esto afio el Bey Don Juan de Portogal dego-
lló por justicia al Duque de Berganza, un gran se-
fior de aquel Beyno. No sabemos la causa cierto des-
to justicia, pero sabemos que quando le llevaban al
cadahalso donde fué degollado , el pregón sonaba,
porque habia conjurado contra la sangre real. B se
decía que se tratoba con otros de matar al Bey, é to- .
mar por su Bey al Duque de Viseo , primo del Bey, '
fijo del Inf anto Don Femando su tic, mozo de vein-
to afios. Fizo ansimesmo matar por justicia otros
seis caballeros, porque se decía que eran partícipes
en aquella conjuración. Fácese aquí memoria de la
muerto deste Duque, porque era gran sefior é bien
cercano de la sangre real. Fueron ansimesmo des-
terrados de aquel Beyno el Condestoble de Porto-
gal, y el Conde de Faro, é Don Alvaro, tres her-
manos de aquel Duque, é otros caballeros é servi-
dores suyos.
CAPtruLo xxvra.
JSs qae se slgsea lai eens qae pasaros ea ai alo da mil é qai-
troeientos é oebeaU é qaatroaflos. B primeraneaia lo ^nepa-
sé sobra la resUtaeioa de loa Condados do RalsalloB é de Ger-
daaia.
Contado habemos oomo el Bey Luis do Francia,
que murió en esto afio pasado, tenia ocupados Ion
898
OBÓHIOAS Vi LOB BEYES DE QASníXJL
Oondtdoá de Bniiélldn í iie Oordania, qne ion en él
Principado de Oatalnfia. Por la restitiicion de los
qnalesi ansí por el Bey Don Joan de Aragón en en
vida, como defpnes por el Bey 6 por la Beyna qnan-
do aabcedieron por eefiorea de aqnel Principado, fué
requerido que gdos reatitoyeBe, pues no tenia rason
alguna para loa retener. B oomo qniera que mostra-
ba en ana respueetaa que le piada de lo faoér , pero
siempre tenia maneras para lo dilatar. Al fin ye-
yéndose oercano á la muerte, mandó que libremente
fuesen restituidos. E mandó al Obispo de Lumbiers
un Perlado de su Reyno , que fuese á facer la resti-
tución de aquellos Oondados al Bey é á la Beyna;
con el qual embió á absolver del pleyto omenage
que le tenia fecho el aloayde que por él tenia los
oastiUos de aquellas tierras. Este Obispo yendo á
facer la restitución, sopo en el camino como el Bey
de Francia era muerto ; é oomo lo sopo, acordó de
suspender en el cargo que llevaba, fsata lo consul-
tar oon el Bey Carlos su fijo,que luego subcediópor
Bey en aquellos Beynos , é con los Duques é otros
seftores de su Oonsejo. Los quales le embiaron á man-
dar que desase de faoer la restitución de aquellos
Oondados, fasta que mas viesen cerca de aquella
materia ; é por esta causa cesó de facerse aquella
restitución. B luego el Bey Carlos que habla subce-
dido por Bey en Francia , embió su embazador al
Bey é á la Beyna que estaban en la cibdad de Vi-
toria, á les notificar la muerte del Bey su padre, é
oomo él habia subcedido por Bey en Francia como
su fijo heredero; porque entre estos Beyes de Casti-
lla é de Francia es costumbre que qaando alguno
dellos muere, el fijo que subcede en el Beyno, noti-
fica al otro Bey la muerte de su padre, é se ofrece á
guardar con él las antiguaa alianzas que son entre
estos dos Beyes é sus Beynos.
Esta embazada oida por el Bey é por la Beyna,
fuéles respondido, que les habia pesado de la muer-
te del Bey su padre ; pero que les piada haber él
subcedido por Bey en su lagar, como su fijo here-
dero. Otrosí, que ellos embiarian á él sus embazado-
res, ansí sobre la entrega que debia facer de los
Condados de Buisellon y de Cerdania, según que el
Bey su padre lo habia mandado, como para refirmar
oon él las loables alianzas é confederaciones que
entre ellos é sus Beynos antiguamente eran. E lue-
go el Bey é la Beyna embiaron á Don Juan de Ribera,
Sefior de Montemayor , é oon él mandaron ir á un
Dotor que se llamaba Juan Arias (1) Dean de la
Jgleda de Sevilla, de su Consejo , por embazadores
al Bey de Frauda. A los quales dieron sus letras
de creencia é sus poderes, para facer con el Rey de
Francia las alianzas é confederaciones que anti-
guamente fueron entre los Beyes sus predecesores
é sus Beynos é subditos del uno é del otro. Pero
mandáronles, que no las otorgasen, fasta que ante
todas cosas restituyesen realmente aquellos Conda-
dos de Buisellon é de Cerdania ; pues la razón le
(1) Ba «I MS.do Moofort baj «o» soto mtrflBil, qne dtee: Dm
Jms ártM9 i$i YUUr, fM ééifuet M 0M4»# ié (hípiú %&$§•-
9Ul
obligaba alo facer, anal poique de Jostida é buena
igualdad no los podían retener, como porque cono-
ddo por el Bey su padre tenerlos no debidamente,
los habia en su vida mandado restituir.
Este oaballero aoompafiado de mudios escuderos
é fijos-dalgo de su casa, é compuesto de grandes ar-
reos, é otrosí aqud Dean que mandaron ir oon él,
iteren á la dbdad de Torres en Torayna , que es en
d Beyno de Frauda donde estaba d Bey. E des-
pués que de parte del Bey é de la Beyna le r^re-
sentaron sus gradosas salutadonesé ofredmientoS|
propuderon su embazada, estando presentes los se-
ftores de su sangre , é los Duques é Caballeros é Do-
tores de su Consejo. En la qual ezpresamente decla-
raron que ellos venían allí á ratificar las antigusa
alianzas é oonf ederadones que son entre los Beyes
é Beynos de Caatilla é de Francia, fadéndose pri-
mero la restitudon de los Condados de Buisellon é
de Cerdania, que el Bey de Francia tenia ocupados^
según que por d Bey é por la Beyna les fué man-
dado. E después de los haber recebido é tratado ho-
norablemente, les fué respondido por escrípto en
lengua latina, lo que en esta nuestra lengua se d-
gue.
•El Christianísimo Bey de Francia Carlos Octa-
1 vo , oon bueno, gradóse é alegre ánimo , vido , re-
Bcibió é oyó á los magníficos embazadores de los
> Serenísimos Beyes de Castilla é de León ; é plógo-
»le mucho de esta visitadon, por la qual da gra-
ttdas inmortales á Dios , y entiende dar obra para
•facer al tanto con gran fervor de amistanza. Cíer-
tttamente asaz es manifiesto á los Beyes de Frauda
>é á los moradores de su reyno haber dempre ama-
>do.á los Beyes de Castilla, é á los de su Beyno ; é
uno dn causa, porque estos dos reynos antiguamen-
ste fueron ligados oon saucta é inviolable confede-
9 ración , la qual d Christianísimo Bey de Francia
tt moderno ha constituido é ddiberado preaervar en
> tal manera, que ninguna cosa pueda aoaescer, que
B jamas della le pueda revocar. E por tanto ha acor-
> dado de embiar prestamente sus Legadoa muy di-
gnos, á visitar é honrar los ezcdentes Beyes de Cas-
B tilla, é allende desto á renovar é confirmar la vieja
Bliga que es entre ellos. E oomo quiera que no es
Buecesaría nueva confederadon , pues que ya fué
Bfecha por perpetuamente, no solo por los Beyes é
Bpor sus suboesores, maa también por d uno é por d
BOtro reyno, de la qual confederación tan sanotalos
Breyes no se pueden apartar, en perjuido de los mo-
B redores del uno é del otro reyno; pero porque los
Bcmbazadores parece haber propuesto ser difidle
B guardarse esta confederadon, sino se restituyesen
bIos Condados de Buisdlon é de Cerdania, la Alte-
Bza dd Rey ha deliberado , de cometer á los emba-
Bzadores que ha de embiar, para que cerca deste ar-
Btíoulo fablen abundosamente, de tal manera que
B ninguna cosa pueda intervenir qae dafie la muy
B vieja liga é benivolenda que es entre ellos; como
B quiera que la causa de Buisellon no pende del Bey-
Buo de Castilla, é no obstante aqudla, las oonfede»
Bradones antiguas deben permanesoer dn violenoi«i
DON nSBÑAHDO
i A íñB quálas él Berenisimo Bey de Franoia firme-
emente é OOB toda ooBfltanda se entiende allegar, é
•no faoer ooea que eea agena dellas ; j esto protesta
•expresamente declarando qne no quiere oon las
•Magestades de los Beyes de Oastilla contender,
•salvo de beniyolenoia é amistad singular. Dada en
•Torres á reinte é tres días de Marso , afio de mil é
•qnatrocientos é ochenta é quatro afios.»
Esta respuesta dada por el Bey de Franoia é por
los de su Consejo, é Tista por los embazadores del
Bey é de la Beyna, porque les pareció forma de di-
lación, pues no se ponia en obra la restitución de
aquellos dos Oondados y no fideron, ni refirmaron
oon el B^ de Franoia la liga é confederación que
llevaban en cargo de faoer. B acordaron de faoer en
nombre del Bey é de la Beyna un requerimiento en
forma ante Notarios apostólicos al Bey de Francia,
é A los de su Consejo, é A los tres estados del Beyno,
en presenda de sus procuradores que estaban pre-
sentes , por el qual dizeron , que bien sabian como
aquellos dos Condados de Buisellon é do Cerdania
eran del Bey, é le pertenesdan do derecho , por fin
del Bey Don Juan de Aragón su padre. El qual de-
recho sabido é conosddo por d Bey Don Luis de
Frauda de esclaresdda memoria, en su trida los
mandó restituir al Bey é A la Beyna , y embió al
Obispo de Lumbiers A facer esta restitudon , é ab-
soWió del pleyto omenage, que por las fortaleeas le
tenia fecho un caballero que se llamaba Dusillo , A
quien habia dado cargo de la tenenda dellas. La
qual restitudon fuera fecha si la muerte dd Bey no
interriniera; é pues la pas entre estos dos reynos
no puede ser guardada, seyendo agr aviados é des-
pojados el Bey é la Beyna de la posedon destos Con-
dados que de derecho les pertenescen : por ende re-
quirian al Bey de Frauda que le ploguiese man-
darlos restituir luego, según que d Bey su padre lo
mandó, pues no habia raion porque los debiese re-
tener. La qual cosa seria apadble A Dios é A los bo-
rnes, é oonforme A la justicia; especialmente A la
conservación de las ligas é loables oonf ederadones,
fechas é cdebradas antiguamente entre los Beyes
de Franda é de Castilla. Andmesmo se compliría la
voluntad que en su vida cerca deste caso mostró d
ilustrisimo Bey su padre ; la qual él , como su fijo é
suboescr, era tenido de complir. E que d no le pia-
da mandar facer luego esta restitudon, protestaban
que incurriese en las penas de oro é plata, y en las
otras penas contenidas en las alianzas é confedera-
dones , oomo tranagresor dellas, é fuese obligado él
é sus Beynos é subditos é naturales A todos los da-
fios é intereses que al Bey é A la Beyna, é A sus rey-
nos é subditos é naturales dallos por esta causa se
' recredesen.
Fecho este requirimlento por los embajadores
del Bey é de la Beyna, luego les fué respondido por
parte del Bey de Francia, que él estaba presto de
oontinar con el Bey é con la Beyna, como oon Be-
yes de Castilla aqudla loable amistad é antigua
eonfederádon, que los B^es sus anteoesores tovie-
ton é guardaron oon los Beyes pasados de Castilla^
Ú jyotljL ISABEL \ ' Wl
é que por su parte no faltaba de las renovar é afir-
mar luego con ellos. A lo qual no debia impedir la *
entrega de aquellos Condados, por ser en el sefiorio
deCatalufiá, qne no atafien en cosa ni en parte A
los Beyes é Beynos de Casulla, según que lo habia
respondido. B que él entendía oon el ayuda de Dios
embiar sus embazadores A contratar oon d Bey é
oon la Beyna sobre la materia de aquella restítn*
don, para que se fidese lo que de justida é buena
igualdad se debiese facer, según que primero lo ha-
bia respondido. Dada esta réplica, los embazadores
se despidieron del Bey de Franda, sin conseguir
efeto de las cosas que llevaban en cargo. E porque
la parte del Bey de Francia deseaba mudio la con-
firmación de las alianzas que oon los B^es de Cas-
tilla antiguamente tenían, este embazador Don
Juan de Bibera fué muy rogado que le plogmese
mostrar al Bey é A la Beyua la voluntad que el Bey
de Francia tenia A la pas oon sus reynos, y el amor
oon sus personas ; é que cerca desto tovlese Aquella
sinceridad que todo cabdlero amador de concordia
debe facer para la traer en efeto. E condderando
que loe gastos que habia fecho, é las dAdivas de
caballos é otras cosas que habia dado A algunos de
su corte, correspondían A la nobleza de su sangre,
le embió A su posada gran suma de plata. Y embió-
le A decir oon d Obispo de Lumbiers, é oon su Maes-
tresala, que redbiese del aquel don, porque ansí
como en sns actos habia dado A oonocer que era ca-
ballero diño de lo recebir, ansí bien era razón que
conociese como el Bey habia gran voluntad degelo
dar; é que le rogaba que recibiese aquella cantidad
de plata que le embiaba, con esperanza que le daba
de le facer mayores mercedes. Este caballero regra-
desdó mudio al Bey la liberalidad grande con que
le queria gratificar, pero embióle A suplicar qne no
gelo mandase recebir. T embióle A decir, que nin-
gún don le traeria tanto A su servido , quanto le
moveria la grand afidon qué tenia A le servir. No
ser recebido por este caballero aquel don que d Bey
de Francia le embió, fué muy molesto, and A él oo-
mo A los de su Consejo. E reputAndolo A muy grave
oosa, tomó el Bey A replicar, rogAndole que le pío*
guíese de lo recebir, porque los dones que los Be^
yes de Francia amblaban fasta las posadas de los
embazadores , no sellan ser refusados, ni tomados
A su cAmara por ninguno, quanto quier grande se-
ñor que fuese. Este oaballero reprimido de vergflen<*
a, por la mengua que el Bey mostraba en ser xefa-
ado lo que le daba, respondió: t NI yo por cierto
me escusaría de servir A la real magestad dd Bey
de Frauda, ni menos refnsarla de tomar sus mer^
cedes, porque yo reputo A gran prosperidad mia
quando su Alteza me falla diño de las redbir ; <
sin dubda las redbiera, d algún efeto oviera con-
seguido la embazada que habernos traído. Pero
restantes las materias de nuestro cargo en el esta*
do en que estAn, dedd vosotros A la Señoria del
Bey de Franda, qué le suplico humildemente no
haya por grave no recebir yo agora sus dones^
fasta que oon ayuda dd muy alto DÍoS| las mate*
édé CmÓmOAS DI LOS BKlhBS DB OAETFILLA.
i riai presentes qne entre el Rey é la Beyna mis so- I Don Joan de Ribera, aqnel oa1>allero que emblaron
» beranoB sefiores 6 Sa Alteaa penden , sean reduoi*
» das al fin deseado, estonces habrá mejor lugar 8a
• Sefiorf a para me facer merced, é yo ninguna causa
•para la no recebir.» E al fin de grandes ruegos
que lo fueron fechos, perdida toda cobdicia de
aquella gran suma que le fué ofresoidá, nunca esta
caballero lo quiso recebir ; porque según él estado
en que conoció estar las cosas pendientes, pensó
que yiniendo en alguna rotura de guerra, no era
cosa dina de caballero ser contrario en guerra, al
que era en cargo de dones. E ansí despedidos, toI-
▼ieron este Caballero é aquel Dean que habia ido
con él para Castilla, sin refirmar cosa alguna tocan-
te á la renovacioQ de las ligas é confederaciones
que con el Rey de Francia se debian facer, según
la costumbre antigua que entre estos Reyes é Rey-
nos habla. E porque esta respuesta dada por el Rey
de Frauda muchas reces, pareció ser mas forma de
diladon que condosion, no quedaron bien sanea-
das por estonces las yolontades de la una parte é
de la otra. E oonmderando que podria yenir en al-
gQQ rompimiento con el Rey de Frauda por causa
de aquella restitución, fallóse en aqudla saaon en
d Consejo dd Rey é de la Reyna, que se debian em-
biar dgunos capitanes 6 gentes de armas ó otros
aparejos de guerra d Prindpado de Catdufia para
recobrar aquellos Condados.
CAPITULO XXIX.
De U gente de eneu qao u paso frontera de Navarra.
Habemos andmesmo recontado como por parte
del Rey é de la Reyna fué movido casamiento de
Don Juan su fijo Príndpe de Castilla é de Aragón
con la Reyna de Navarra fija de la Princesa, tia dee-
te Rey Carlos de Frauda hermana de su padre. B
como la Princesa no lo quiso aoeptar, didendo ha-
ber gran desigualdad en las edades del Príncipe é
de la Reyna su fija; al fin la cas^ con el fijo del 8e-
fior de Labret, que es en la provinda de Gascufia,
dd señorío de Francia. E porque esta Princesa re-
fusó este casamiento, fué conoddo della que en las
cosas tocantes d Rey é á la Reyna , no tenia aque-
lla voluntad sana que de rasen debia tener. E creía-
se, que movida guerra á los Franceses por aquellas
partes de Catalufia, se juntaría con d Rey de Fran*
da su sobrino é le ayudaria, é daria lugar por el
Reyno de Navarra á los Franceses, que entrasen á
facer guerra á Castilla.
E conocida la voluntad de aquella Princesa, tó-
vose manera con dgunos caballeros é otros homes
prindpales, é con ciertas villas é lugares de aquel
Rejrno de Navarra, en especial con la villa de Tu-
déla, que estoviesen á servido dd Rey é de la Rey-
na, é no diesen lugar que por aquellas partes entra-
sen Franceses, ni fidesen guerra en Castilla. E pu-
sieron gente de armas é capitanes en la frontera de
Navarra, para resistir á los Franceses é Navarros, si
por aquellas partes quinesen entrar. E dieren el car-
go prindpd de la capitanía de aqudla frontera á
por embazador á Francia.
Agora dexa la historia de relatar lo que toca á
esta materia, é cuenta las cosas que se fideron sn
el Reyno de Granada.
CAPÍTULO XXX.
De la talaje ciertoa eakalleroa por nundado del Rey é de la
Rema Ideron en Uerra de mutw, en el alo de bU é qutro-
clentea ochenta é f natro aloe.
Después que d Rey vino á la dbdad de Vitoria,
do estaba la Reyna, porque estaban ocupados en la
goberaadon de las cosas que ocurrian de los Rey-
nos de Aragón, é de Vdenda, é Barodona y en
aquellas partes, no pudieron ir por estonces á la
guerra de los moros, y embiaron á un Tesorero que
se llamaba Ruy Lopes de Toledo, é á «n su Secre-
tario que se llamaba Frandsoo Ramirea de Madrid,
á la dbdad de Córdoba con sus cartas para d Maes-
tre de Santiago, é para el Duque de Medinaddonias
é para el Conde de Cabra, é para el Marqués de Ca-
lla, é para Don Alonso de Aguilar, é para Luis Fer-
nandea Paertocarrero, Sefior de Palma, é para otro,
caballeros, é capitanes é dcaydes, é para las dbda-
des é villas dd Andalucía, mandándoles que se jun-
tasen con los capitanes generales, y entrasen en el
Reyno de Granada con sus gentes, é con la otra
gente del Andduda, é tdasen los panes é huertas
de la dbdad de Málaga, é de los otros lugares de
aquellas comarcas. Estos dos Tesorero é Secretario,
dadas las cartas á los cabdleros á quien se diri-
gían, solicitaron c6n dgunas dbdades é viOas, que
ae juntasen con dice á facer la tala que el Rey é la
Reyna mandaban facer. E fueron con ellos el Al-
cayde de los Donceles, é Garoifernandes Manrique,
Corregidor de Córdoba con la gente de aquella db-
dad ; é Juan Guillen, é Pedro de Roxas con la gen-
te de Sevilla; y el Licenciado Juan de la Fuente,
Corregidor de Xeres, con la gente de aqudla db-
dad, é la gente de Bdja, é de Carmena ; é la gente
del Duque de Medinaddonia , é la gente del Conde
de Cabra con los otros capitanes que d Rey é la
Reyna embiaron; y el Alcayde de Morón, con la
gente del Conde de üruefla. Todos estos caballeros
juntos en el rio de las Teguas, ficieron darde, é re-
partieron las batallas en la forma que debian en-
trar, é faeron addante á poner real en los prados
de Antequera. E acordaron todos de estar á la go-
bernación del Maestre de Santiago, é del Marqués
de Cália, é Don Alonso de Aguilar. Los qudes pu-
deron justicia é ofiddes en la hueste, é dieron car-
go al Licenciado Juan de la Fuente, Corregidor de
Xerea, que era Alcayde dd Rey é de la Reyna en
su corte, que la administrase; é todos los manda-
mientos, é pregones, y execudones de justida, que
se f adán en d real, sonaban ser fechos por manda-
do dd Rey é de la Reyna. B porque en la hueste
venían muchas mugares mimdarias , aquellos capí*
tañes acordaron délas echar faera, é no condntíe-
ron que ellas ni otra persona dn proyecbo faesf
nos fBBNAHDO
•
«n Vtadlft liiiMto. E oidanaion BUS batallts en esto
manera: en la avangiiarda iba Don Alonso de Agoi-
lar, y el Alcayde de los Donoelesi é Pnertoóarreroy
é Jnan de Aimaras , é Jnan de Merlo, é O&rlos de
Biesma, oapiUnes del Bey ó de la Beyna oon las
gentes de sns oapitanlas. En otra batalla iba luego
el Maestre de Santiago y el Maiqués de Calis con
las gentes de sus casas, é Don MarUn de Ofirdoba, é
Antonio de Fonseca, é Fernán Carrillo, capitanes
con las gentes de sus capitanías, é la gente del Maes-
tre de Calatraya, é la gente de Gonsalo Mexía, 8e-
fior de Sanotofimia. T en las dos alas desta batalla
iba Gonsalo Hemandea de Córdoba, é Diego Lopes
de Ayala, é Pedro Buis de Alaroon, y el Comenda-
dor Pedro de Bibera, é Pedro Osorio, é Bemal Fran-
cés , é Francisco de Bovadilla , capitanes , con las
gentes de sus capitanías. En la otra batalla iba la
gente del Duque de Medina, ¿ la gente del Conde
de Cabra con sus capitanes, y el Alcayde de Morón
con la gente del Conde de Uruefia , é con la gente
de Martin Alonso, Sefior de Montemayor. fin la re-
guarda iba el Comendador mayor de Calatrava con
la gente de su capitanía, é con la gente é capitones
de Xeres y Ecija é Carmena. Toda esto gente, que
eran fasto seis mil bornes á caballo, é doce mil peo-
nes, ballesteros é lanceros, con gran copia de espin-
garderos, repartidos en estas batallas, entraron en
él Beyno de Granada contra las partes de Málaga,
6 talaron luego los panes é Tifias é oliyares é figue-
rales, é todas las otras cosas que fallaron en el cir-
cuito de la villa de Alora. 7 entretonto que la tala
se facía, la batolia de la gente del Duque de Medi-
na, é del Conde de Cabra, y el Alcayde de Morón
con la gente del Conde de üruefia , se pusieron de-
lante de la villa para facer resistencia á los moros
que estoban en guarda della que no saliesen á facer
dafio en los taladores.
Talada toda aquella tierra, la bueste pasó adelan-
te, é telaron todos los panes é olivares é vifias é
huertas é Agüérales, é todos los otros árboles que
fallaron en los valles é tierras de Cobin, é del Sabi-
nal, 6 de Casarabonela, é de Almexía, é de Cárta-
ma, en lo qual estovieron dies días. E los moros de
Cártama salieron á defender la tala que se facía en
las huertas que eran cerca de la villa ; é la gento de
los ohristianos que iba en la batalla de la avan-
guarda, pelearon con ellos, é los retrazeron á la vi-
lla, é robaron 6 quemaron todo el arrabal. Otro dia
pasó la gento adelante, é tolaron todos los panes é
viñas, é otros árboles de Pupiana , é por todo el ca-
mino, fssto que llegaron á la villa de Alhendin. B
los moros de aquella villa porque tenían grandes
olivares é huertas é gran copia de panes, cometieron
partido á los capitanes que no les tolasen su térmi-
no, é que les darían todos los ohristianos captivos
que tenían en su villa é comarca. El Maestre de
Santiago y el Marqués de Cálisnolo pudieron facer,
porque los taladores estaban yá ton tendidos por
todas partes talando é quemando, que no ovo lugar
de lo resistir; é aquella villa é tierra quedó del to-
do destruida, B cierto gento de Xeres con el Corre-
Á Dolt A ISABEL. ^
gidor, éla gento de Edja i de Oarmona pasaron la
sierra de Cártama por la otra parto, é talaion todos
los panes, é quemaron todos los olivares á almen-
drales que en aquella parto fallaron. Otro dia la
huesto fué adelanto, é tolo é quemó todo el término
de la torre del Atobal, é los valles de Pupiana é
Churriana, é toda la vega de Málaga, que ninguna
cosa dejaron enhiesta. E tanto fué la diligencia que
el Bey é la Beyna mandaron poner en las cosas de
la guerra, que aquellos oficiales é ministros á quien
dieron el cargo, tovieron manera que entretanto que
la gento estovo faciendo la tala en estos lugares,
llegaron á la costo de la mar bien cerca de la tierra
navios de las dbdades de Sevilla é de Xeres, que
traían los mantenimientos necesarios para la hues-
te, donde fué proveída de todo lo que ovo menes-
tor; de tal manera que por falto de mantenimien-
tos é de las otras cosas necesarias no dezasen la
guerra. Llegados aquestos navios, é proveída la
gente, el Maestre y él Marqués é los otros caballe-
ros é capitones, acordaron de ir oon sus batallas or-
denadas á la cibdad de Málaga por talar los panes
é huertas que estoban cerca de la cibdad. E como
llegaron con sus batollas, los moros salieron á pe-
lear con ellos, é duraron aquel dia todo esoaramu- *
sando, donde fueron muertos é ferídos algunos de
la una parto é de la otra. E duranto aquella escara-
musa la gento de los christianos andaba quemando
é tolando panes é vifias é huertas é olivares é al-
mendrales é palmas é otros árboles, é quebraron to-
dos los molinos que fallaron en el término de Má-
laga. Otro dia pusieron real sóbrela villa de Cohin,
é talaron todo lo que fallaron en circuito della, fas-
to que llegaron al término de Altasayna, é de Cu-
tero ; é tolaron ansimesmo á Alhaurin, é destruye-
ron toda aquella tierra é sus comaroas. En todos los
lugares que talaron ovieron escaramusas é peleas
oon los moros, donde fueron muertos é f eridos tam-
bién de los ohristianos, como de los moros. Había
en aquella huesto cirujanos, que la Beyna embiaba
quando entraba su gento en tierra de moros, á los
quales mandaba que sin ningún precio curasen los
ferídos, porque ella lo facía todo pagar. Fecha esta
tola, que duró por espacio de quarento dias, volvie-
ron todos aquellos caballeros é capitones oon sns
gentes para los prados de Antoquera. E alU se des-
partieron, con aperoebimíento que les fué fecho de
parto del Bey é de la Beyna, que estovíesen prestos
para entrar con el Bey á la tala que había de facer
en la vega de Granada, é bastecer la dbdad de Al-*
hama.
CAPÍTULO XXXL
Cmbo el R«y é It Reyi» faenm é la dbéai áo Tintosi.
El Bey que según habemos dicho era venido á
Vitoria, é la Beyna que habla salido de las monto-
fias de VÍEcaya, proveída la frontera de Navarra, é
las otras cosas que fueron necesarias de proveer en'
aquellas provincias, partieron de Vitoria, é f ueron-
á la cibdad de Tarasona, á entender en las cortes de
M
ORÓNIQAS DS Loe BSTKB DS OASlILtiL
Angón qnaie facUn cu «qnella dbdadi gobre al-
gooM ooMS oonoemiaitM á k tdmlnintraoion de
la joatioii^ é otras nooeaidadM que en aqael Beyíio
por astónoei oourrian. B Tinieroa á aqaella dbdad
por ro áiandado todos los mas oakalloros é yaronss
é prooondorss de las oibdades ¿ Tillas, é todos los
otros que aoostnmbraban juntarse en las oortes de
aqnd Beyno. B oomo fueron juntos, por parte del
Bey é de la Beyna les fueron notificadas algunas
neoesidades que por estonces tenian, ansí para re-
oobrarlos Oondados de Buisellon é de Oerdania,
como pan la guerra de los moros, que se contineba,
é páralos otros gastos, que pan sostener su estado
real eran neoesarios. Ansimesmo por los del Bejno
fueron propuestas al Bey é á le Bejna algunas co-
sas que pan conservación de sus fueros é leyes com-
plia de se ezecutar é remediar. Bn las quales enten-
dieron oon gran diligencia los dias que en aquella
oibdad estoTieron ; pero enn tantas é de tan diver-
sas calidades, que no se pudo dar fin á ellas por es-
tonces. B porque era ya el mes de Abril , y el tiem-
po para entrar en él Beyno de Gnnada á facer la
guem.é la tale que se babia de facer se pasaba , la
Beyna, que tenia mucho en el ánimo aquella guer-
ra de los moros, acordó que se debian dexar aque-
llas cortes de Aragón, por la dilación grande que se
daba en la conciuaion dallas, é todas cosas pospues-
tas debian ir al Andalucía en prosecución de la
guerra deles moros. Porque docia ella que era tan
justa é tan sanota empresa, que entre todos los prin-
cipes ckristianos no pedia ser mas honrada, ni que
mas dina fuese; pan que facióndose debidamente
se OTiese el ayuda de Dios y el amor de las gentes.
Bl yeto del Bey era que primero se debian recobrar
los Gondados de Buisellon é de Oerdania, que los te-
nia injustamente ocupados el Bey de Francia; é que
la guerra con los moros se pedia por agen suspen-
der, pues en yoluntaria, é para ganar lo ageno, é
la guerra con Francia no se debia escusar, pues er^
necesaria, ó para recobrar lo suyo. B que si aquella
era guerra santa , estotra guerra era justa, é muy
conviniente ásu honra. Porque si la guerra de los
moros por agora no se prosiguiese, no les seria im-
putada mengua ; é si estotra no se fidete, allende
de recebir dafio é pérdida, incurrían en deshonra,
por dexar á otro rey poseer por fuersa lo suyo, sin
tener á ello título ni razón alguna. Decía ansimesmo
que el Bey de Francia era meso, é su persona é Bey-
no andaba en tutorías é gobemadon agena; las qua-
les cosas daban oportunidad para facer la defensa
de los Franceses mas flaca, é la demanda de resti-
tndon mas fuerte. B que si por agora se dexase, era
de pensar que cresciéndole la oobdicia con la edad,
seria mas dif ídle de recobrar é sacar de su poder
aquella tierra. Otrosí deda que quanto mas tiempo
dexase de mover esta guerra , tanto mayor posesión
ganaba d Bey de Frauda de aquellos Oondados ; ó
los mondores delloS| que cada hon esperaban ser
tomados á su sefiorío, veyendo pasar el tiempo dn
dar obra á los recobrar, perderían la esperansa que
tenian de ser reducidos al sefiorío primero ; é que d
tiempo faria asentar sos ánimos en ser sábdUos del
Bey de Fhmdaí é perderían la afldon que tenian al
sefiorío real de los Bqr«i de Aragón. La qnd afidoB
deoia él que no en pequefia ayuda pan loe reoo-
brar prestamente. Otrod deoia que no podia bne*
ñámente sofrir los clamores de algunos caballeros á
oibdadanos de aquellos Oondados que, por seryido
ddBey su padro é suyo, han estado tanto tiempo
desterrados de sus casas y heredamientos ; é reda-
maban toda hon solidtando que se diese obn á la
redndon de aquella tiem, por tomar á sus oasw é
bienes. Todas estas rasones deoia el B^ á fin que
la guerra se moviese pan recobrar aquella tiem de
Buisdlon é de Oerdania. La Beyna que estaba muy
indinada áoontinar la guerra comensada contn loe
moros deda , que d agora estoviesen en tiempo de
degir qual de aquellas guerras se debia comensaTi
hablan logar las causas que el Bey deda pan co-
menzar la de Frauda é dexar la de Qnnada. Pero
que comensada ya de dos afios antes la guem oon
los moros, para la qual oon grandes trabajos eran
fechos aparejos, é se hablan fecho inmeneos gastos
é costas, and por mar como por tiem, é teniéndola
en el estado que la tenian, pereda mal consejo per-
dello todo por comenzar otn guerra de nuevo , pu-
diéndose proseguir la de los moros, proveyendo es-
totra que se espenba oon los Franceses, Para la
qual deda día que debrían quedar con d Bey en
aquellas partes de Aragón é de Oatalofia algunas
gentes de armas de Oastilla : oon los quales é oon
la gente de la tierra podia facer d Bey lo que que-
ría. B que ella iria en prosecudon de la guerra que
tenia comenzada contra los moros, y en esta mane-
ra se proveía lo uno é lo otro.
Bn este acuerdo asentaron d Bey é la Beyna é
los de su Oonsejo, é luego dieron orden en la admi-
nistración de la justicia que habia de quedar en las
tierras de allende d puerto ; de la qual dieron car-
go al Almirante Don Alonso Bnriques é d Oondes-
table Oonde de Haro , á los qudes mandaron que
estoviesen en la villa de Valladolid. Otrod manda*
ron á ciertos Dotores de su Oonsejo, que estoviesen
con ellos, é librasen las causas que pendían | é de
nuevo nadesen en aquellas partes, é proveyesen en
ellas : para lo qud el Bey é la Beyna les dieron sus
poderes bastantes.
Fecha eeta provisión, el Bey quedó en aquella
oibdad de Tarazona , entendiendo en las cortes que
se facían, é la Beyna partió de aquella dbdad, é
con ella el Oardend de Bspafia, é vinieron á la db-
dad de Toledo. B como la Beyna llegó ocrea de la
dbdad, porque era costumbro antigua, é muy guar-
dada, quequando loe Arzobispos éntrenla primera
vez en ella , los caballeros de la dbdad sden á le
recebir fuen de la oibdad ; é todos vienen con d á
pié en circuito dele oavdgadun en que entra, fasta
lo poner á las puertas de la Igleda donde deecaval-
ga é face oración á la cruz, oon que la dereda de
la Igleda le está esperando ; la clerecía de la db-
dad requiríó al Oardend que pues aqudla en U
primera vez que entraba en la dbdad , después que
DON VBBNÁNOÚ
fui ph>T«tdo del Afiot>isp«dO| le plogaleee guardar
la oerimonia debida á Iob ArsobispoB, y entrar en la
dbdad nn dia antee qne la Beyna entrase ; porque
entrando solo, los oabalIeroB ovieeen logar de le £a-
oer aqnella honra acostumbrada. E como la Beyna
le rogase aquello mesmo , el Cardenal le respondió :
i Seftora, pues yuestra voluntad fué de me procurar
• la provisión de este Arzobispado, yo reputo la ma-
» yor honra que puedo reoebir entrar acompafiando
•á yuestra persona real , é que vos me pongáis por
• vuestra mano en la posesión de la Iglesia que
»me procurastes;*— quédese, dixo, esta oerimonia
• para otro tiempo é lugar» ; é no quiso entrar en la
cibdad, salvo oon la Beyna, acompañándola. Aque-
lla respuesta que el Cardenal dio, éla voluntad que
en aquel caso mostró, fué notada á virtud de humil-
dad é de agradescimiento ; porque eligió antes ir
con los otros acompafiando á la Beyna , qne entrar
solo en la cibdad oon aquella gran oerimonia é hon-
ra que le era debida é le ofrescian. E ansí entró en
la cibdad acompafiando á la Beyna, á la qual fué
fecho grande recibimiento, y estovo en la cibdad
los tres días de Pasqua de Besurreocion ; é luego
partió para el Andalucía | é con ella el Cardenal, é
fué á las oibdades de Úbeda é Baesa é Andúzar é
Jaén. E vistas todas aquellas partes proveyó algu-
nas cosas que entendió ser necesarias á la adminis-
tración déla justicia, é buena gobernación de aque-
llas cibdades : en especial defendió el juego de los
dados en aquellas tierras y en todos sus Beynos so
grandes penas , é mandó á sus Corregidores que las
execntasen en qualesquler persona que los jugasen.
B los ministros de la justicia habían tan gran te-
mor de la Beyna, que executaban con mucha dili-
gencia sus mandamientos; é algunos por miedo de
las penas que se executaban , se refrenaban é dexa-
ban de jugar : de manera que los grandes de ver-
gflensa, é los otros por miedo de la pena, todos jue-
gos cesaron. Cosa fué por cierto dina de memoria,
porque esto se guardó tanto, que no se fallaban en
todo el Beyno dados para jugar, ni agora ninguno
los osaba tener ni vender. Asentadas todas estas
cosas por la Beyna en aquellas cibdades, acordó de
venir para la cibdad de Córdoba, á esperar la gente
de armas que había mandado llamar para facer guer-
ra en el Beyno de Granada.
CAPÍTULO XXXIL
fie las eons qu la Reyna lio es la elbdad da CórdoH , é eo»o
el Rey dexó las eortcs do Taruoia , é vloo á Córdoba do os-
laba la Rayia.
Como la Beyna llegó á la cibdad de Córdoba, lue^
go vinieron á su llamamiento el Maestre de Santia-
go, y el Conde de Cabra y el Marqués de Célis, y
el Marqués de VíUena, é Don Lorenzo Suareí deFí-
' gueroa, Conde de Feria, é Don Alonso de Aguílar,
y el Conde de Belalcáaar, y el Conde de Osomo ,Co-
mendador mayor de Castilla, y el Conde de Nieva,
y el Conde de üruefia , é Don Juan de Queman, fi-
jo del Duque de Medinasidonía con la gente del
d D09Á'l8ABfiL. 401
Duque su padre , é Don Juan de Sotomayor, Sefior .
de Aloonchel, é Puertooarrero, Sefior de Palma, é
Juan de Quzman, Sefior de Teba , é todos los otros
capitanes é gentes de armas que embió á llamar.
Otrosí, vinieron fasta mil peones ballesteros é lan-
ceros y espingardoros, é mandó traer gran número
de carroso madera é fierro é piedras é maestros para
las labrar, é todas las otras cosas que eran necesa-
rias para las lombardas é otros tiros de pólvora de
su artilleria, según la orden que para ello dábanlos
maestros que fizo venir de Francia é de Alemafia,
que tenían aquel cargo. E allende de las trece mil
bestias que ol Beyno le dio en servicio este afio para
meter los bastimentos necesarios á la gente que es-
taba en Alhema , mandó ansimesmo traer alquila-
das otro gran número de bestias é de carretas, para
llevar las cosas necesarias á las gentes de armas é
peones .que habían de entrar en la vega de Grana-
da. Otrosí mandó aderezar grande flota de naos é
galeras é carracas por el mar, é fornescerlas de ar-
mas é gentes é mantenimientos, para guardar el es-
trecho que no pasasen mantenimientos ni gentes de
las partes de África para favorecerlos moros. E dio
cargo de la capitanía de esta flota á Don Alvaro de
Mendozai Conde de Castro. Aparejadas todas las co-
sas que eran necesarias para la guerra, pensando
que el Bey se detemía en las cortes de Aragón, dio
cargo de la capitanía general de toda su hueste al
Cardenal de Espafia , para que entrase en tierra de
moros; y ella acordó de ir á las cibdades de Ante-
quera é Alcalá la Beal , para proveer en las necesi-
dades que ocurrieson ; porque la presencia de la
Beyna, é la forma que tenia en la gobernación de .
las cosas, facía á sus ministros é servidores poner-
las en obra con diligencia. Las oosas de la guerra
fechas é aderezadas por la Beyna en la manera que^
habemos dicho , el Bey dexó las Cortes de Aragón,
é suspendió en la guerra que estaba en propósito de
facer á los Franceses ; porque en aquellas Cortes no
falló por estonces el aparejo que era necesario para
la principiar, é vino para la cibdad de Córdoba don-
de estaba la Beyna. E juntos aquellos caballeros é
capitanes que estaban en su Consejo , f ablóse cerca
de la guerra que se había de facer aquel afio. E por-
que el voto de algunos era , que se debía facer tala
en la vega de Granada , según se había fecho los
afios pasados, y el voto de otros era , que so debía
asentar real sobre alguna Villa ; aquellos cuyo voto
era de facer la tala, decían que pues había tan gran *
recabdo en la mar, para que no pasasen manteni-
mientos de África con que los moros de Qranada se
pudiesen proveer, les parecía que debían entrar en
la vega , é facer la tala de los panes é otras cosas,
según que otras veces se había fecho. E qne quí-
tando á los moros por todas partes el mantenimien-
to, geles faria mayor gueira que en otra manera:
porque no pudíendo sofrir la mengua de los manto-
nimientos, seria forzado darse todos de hambre; y i
en esta forma seria fecha guerra general á todo él
Beyno , lo que no se faria cercándose una villa sola.
Los que eran en voto que se cercase alguna villai
26
4» 0BÓNI0A8 DB LOS
dedaa que U«n ieria faoena la tala, ú generalmen-
te ae padieae íaoer en todaa laa partea del Beyno
de Qranadaí pero que no le podía facer , aalTO ao-
lamente en la yega , é aon en aqnella no te podía
talar cumplidamente, aalTO algnnoa Ingarea ; é anal
quedaban todaa laa otraa dbdadea é TÜlaa é lagarea
é partea de aquel Reyno por talar, de donde loa mo-
rca ae podían proyeer. Anal que íaoer la tala era
una guerra de grandea coetaa á loa ohrístíanoa, 6
poco dafto á loe moros. Esto bien conaiderado , de-
dan que el Bey debia poner sitio sobre alguna Tilla
de laa de aquel reyno , pues tenía gran poder de gen-
tes é artillería para la guerrear é combatir. E ni por
esto cesaría la tala , pues que laa gentes de la huea-
te talarían asas tierra de la que estoTÍese en drouí-
to de la YÍlla que se sitiase. Sobre esta materia ovo
grande plática é diversidad de oonaejoa entre los oa-
balleroa é capitanes que estaban en el Consejo. Al
fin el Bey é la Beyna, viataa laa rasones que ae ale-
gaban por loa unos é por los otros , determinaron,
que ae debía poner aitio aobre alguna villa de mo-
ros é la combatir, porque entendían de la baber con
la fuerza del artillería. E determinaron que se sitía-
se la YÍlla de Alora , porque tomada aquella villa,
aseguraba gran parte de laa otras tierras de ohrís-
tianos que estaban frontera délos moros, de donde
se podía facer guerra á laa otraa villaa é tierras del
Beyno de Qranada, que estaban en la comarca. Este
acuerdo bebido, fué tan secreto que ninguno lo so-
po , salvo muy pocos de su Consejo. E aprovechó
tanto el secreto, que los moros no proveyeron aque-
lla villa de las cosaa que se requerían para su de-
fensa ; é recelando que el Bey cercaría otra vea la
dbdad de Loxa , pusieron en ella los moros guarda
de mucha gente é mantenimientos , é fortificáronla
' mas que otra ninguna oibdad ní villa de aquellas
partes. '
CAPITULO XXXIII.
Como el Rey tom^ la Tilla de Alora.
Habido el acuerdo que habemos dicho luego el
Bey partió para la oibdad de Córdoba con todos
los caballeros ó gentes de caballo ó de pió qae la
Beyna había fecho juntar ; é sus batallas ordena-
daa, vino fasta un lugar que se llama el Bio de las
Yeguas. Estando alli, mandó al Marqués de Calía que
con la gente de su casa, é con la batalla de la gen-
te de armas del Cardenal deEspafia, do iba perca-
pitan Don Antonio de Mendosa su sobrino , fuese
adelante á asentar real en lugar oonviniente. Como
el Marqués fué partido, el Bey lo aiguió, y entró
mas adelante en tierra de morca con toda su hues-
te, donde iban de las bestias que dio el Beyno, é de
las otras que la Beyna mandó traer alquiladas, faa-
ta en número de treinta mil cargas, que llevaban
los mantenimientos para la gente. Iba ansimesmo
gran nómero de carros con el artillería, é una gran
parte de los peones pasaban adelante por las sier-
raa' y puertos de aquella tierra, allanando los cami-
nos é lugares ásperos por donde pudiesen pasar los
SE CASTILLA,
oarroa, T en sata forma fué el Bi¡y poniendo anl
reales fasta que Degó aobre la villa de Alora, Yiér*
nes once diaa del mea de Junio deate afto. Loa mo-
ros que en ella estaban fioieron grandea apaiejoa de
defensaa en loa mnroa é torrea , y el Aloayde que
tenía la f ortalesa repartió sa gente en loa lugares
que entendió aer neoeaaríoa para la defender. Brta
villa ea tan fuerte é puesta en tal aitio , que loa mo-
rca recelaban poco de ninguna f nena ni combata
que lea fué fecho. El Bey, pueato su real, mandó asen-
tar d artillería , Ó que tíraae i dertaa partea dd mu-
ro é de laa torrea. Loa moroa anwmeamo tiraban
oon espingardaa , é con otros ti^os de pólvora, é aae-
taa oon yervaa é ferian algnnoa ohriatianoa. E para
curar loa ferídoa é loa dolientes, la Beyna embiaba
aiempre á los realea seis tíendaa grandea, é laa oa-
maa de ropa neoesariaa para loa ferídoa y enf ennoa;
y embiaba fidcoa é drujanoa é medidnaa é hornea
que loa airvieaen, é mandaba que no llevaaen pre-
oio alguno, porque eUa lo mandaba pagar. T estaa
tíendaa con todo eate aparejo , se llamaban en loa
realea d Hospitd de la Beyna. Asentadaa laa lom-
bardas grandes, é comensando á tirar, derribaron
dos torres ó á una gran parte del muro. B oomo
aquella parte del muro fué caída, loa moros traba-
jaron por facer otro muro de tapia por de dentro
para se defender ; pero los ríbadoquinea é otroa ti-
ros de pólvora tiraban tantas vecea á aqudla parta
do el muro había caído, que loa moros no tenían lu-
gar de facer ninguna defensa dentro ; é d dgunos
trabajaban de la facer , luego eran muertoa ó lisia-
dos con la gran muchedumbre de artillería que con-
tinamente tiraban.
Visto por el Bey como laa torrea oon aquella par-
te del muro eran oaidaa, mandó aderesar loa banooa
pinjados é gruaa é mantea, é loa otros pertrechos
neceaarios para d combate; é repartió loa lugarea
por do la villa se había de combatir á cada capitán.
Loa moroa, que prímero estaban eaf orsadoa é oon
poco temor de recebir dafio, quando vieron las tor-
res con grande parte del muro derríbado, é como
toda la artillería continamente tiraba ó derribaba
cada hora mas , é que no podían defender d muro,
ní andar seguros por laa callea ; sintiéndose guer-
readoa por tantas partea, requirieron al Aloayde que
dieae al Bey la villa, porque ni vdan manera para
la defender ni tenían fuersa para pelear. El Al-
oayde, visto que gran parte de sus moros perdían d
esfuerso , oon algunos que vído tener mejor ánimo.
se puso en una torre á fin de la defender ; é reprehen-
día á los otros por la flaquesa que mostraban, é de-
cides, que antes debían dlí morir que perder an
tierra, é ser puestos so la aervidumbre de loa chria-
tianos, á quien no conodan aino por enemígoa órna-
les. E con estas é otras semejantes rasonea trabaja-
ba de loa esforsar , pero loa moroa, veyendo loa
muertos é feridos é oomo cada hora ana muroa
caían, pueatos en aquella neoeddad peligrosa , la
turbación les privaba el entendimiento para tomar
acuerdo de lo que debían f aoer. Estando en esta
priesa, descolgáronse por la cerca tres moroa é tí-
DON FEBNANDO
nieron al B^ á le dedr el estado de la villa, y el
deeaonerdo qne había entre loe moros sobre la de-
fender ó entregar. Bstónoes el Bey les embió á de-
cir con nn faraate ó intérprete, qne él les asegura-
ba la yida é los bienes, é que los embiaria sin dafio
á qnalqnier parte 'qne qnisiesen , si luego le entre-
gaban la Tilla. Los moros, oyendo la piedad que el
Bey les ofrecía, esforséronse mas contra el Alcay-
de é decíanle : «^d, Alcayde, que nos mandas def en-
• dér, dénos si puedes vida para poder pelear, é plé-
» ceños morir defendiendo, si podemes defender pe-
• loando ; mas si no podemos guardar la vida para
• defender la Tilla, locura es perder la TÍda é la yl-
»lla. Tú quieres que muriendo Toamos moriré cap-
• tÍTar nuestras mngeres é fijos , é al fin que sepier-
» da la Tilla ; sábete que no lo queremos facer, én-
• tes queremos gozar de la piedad que el Bey nos
• ofrece, que usar del consejo que tú nos das.» £1
Alcayde, TÍsto que cada hora mas desmayaba su
gente con las muertes de unos é f cridas de otros,
acordó de entregar al Bey la Tilla ; y el Bey seguró-
les las Tidas é los bienes , é mandó al Comendador
mayor de León Don Gutierre de Cárdenas, é á Puer-
tocarrero Sefior de Palma, que entrasen en ella. A
los quales el Alcayde dio logar que se apoderasen
de una torre con fasta Teinte homes de armas , en-
tretanto que los moros de la Tilla recogrian sus bie-
nes, é los sacaban fuera. B luego fueron puestas
sobre las torres de la Tilla las banderas del Bey é de
la Beyna , y el pendón de la Cruzada. Fué entrega-
da esta Tilla al Bey, á Teinte dias del mes de Junio,
afio del nascimiento de nuestro Bedemptor de mil
é quatrocientos é ochenta é quatro afios* B mandó
poner en seguro todos los moros é moras con sus
fijos é bienes ; otrosí mandó rescatar todos los chrís-
tianos que estaban en ella captiTos. Como la Tilla
fué desembargada, el Boy entró en ella con una
solemne procesión , é fué á la mosquita principal , é
fundó en ella una iglesia, que por intercesión de la
Beyna fué intitulada Santa María de la Encama-
ción. É mandó reparar las torres y el muro que ha-
bían derribado las lombardas, é dio cargo de la ca-
pitanía mayor de aquella Tilla á Luis Fernandos
Puertocarrero, con decientes homes á caballo é otras
gentes á pié. E proTeyóla de mantenimientos é de
las otras cosas necesarias, é partió con toda su hues-
te para el Talle que dicen de Cártama.
Tomada la Tilla de Alora, el Bey mandó mOTor
su real é fué al Talle que dicen de Cártama por lo
talar; y embió delante al Marqués de Calis con la
gente de su casa, é con la gente del Cardenal de
Espafia, é otros capitanes , que serian fasta dos mil
de caballo. E como entró en aquel Talle, fué para
la Tilla de Alozayna; é los moros della, Teyendo
qne no se podían defender, salieron al Marqués, é
trataron con él de se poner en él sefiorío del Bey é
de la Beyna, é ser sus Tasallos. El Marqués embió á
dedr al Bey, como los de aquella Tilla querían ser
■US sierTOS, si les mandase guardar sus bienes. El
Bey le emÚÓ á mandar que la recibiese, é no les
guenrai 4 que los asegurase de su parte* T
ÉDp9A ISABEL. 403-
en esta manera aquella Tilla quedó en el sefiorío del
Bey é de la Beyna. El Bey con toda su hueste en-
tró en aquel Talle de Cártama, é asentó real sobre
una Tilla que se llama Oasarabonela. qne es fuerte*
E los moros que estaban en ella salieron á escara-
muzar por tales logares, que á su ssIto podían fa-
cer harto dafio en los christíaaos, é no reoebírlo, se-
gún la dispusicion de la tierra é de los grandes olí-
Tares é otras ramblas é barrancos que estaban en el
circuito. E algunos de los ohristianos con orgullo é
oobdida de robar, soltáronse de algunas batallas
sin orden é sin mandamiento de los capitanes , é
fueron á escaramuzar con los moros por aquellos lu-
gares que no sabían. Algunos de los capitanes TÍsto
aquel dafio entraron en la escaramuza, por retraer
della á los ohrístianos ; é la confusión é desorden de
pelear fué allí tan grande, que de los ohrístianos
fueron algunos muertos é muchos f eridos de los ti-
ros de saetas con yerTSsy espingardas que tiraban
los moros.
Muríó en aquella facienda de una saetada Don
Gutierre de Sotomayor, Conde de Belalcásar, que
entró á retraer la gente de su batalla. Este Conde
era mozo de Teinte é quatro afios, heme de muy
buenos deseos, é tan bien acondicionado , que pesó
mucho al Bey é á la Beyna de su muerte. Dio tan
gran tristeza en las gentes del real, que todos los
qne andaban en la escaramuza, oída la muerte de
aquel Conde, se retraxeron. E los moros de algunas
Tillas de aquel Talle , que por la toma de la Tilla
de Alora estaban tan caídos que pensaban darse
por subditos del Bey é de la Beyna , quando oyeron
el dafio que ficieron en aquella escaramuza, cobra-
ron tanto esfuerzo, que mudaron el propósito é no
se quisieron dar. El Bey mandó talar todos los pa-
nes é Tifias é olí Tares de aquel Talle, é por acuerdo
de algunos capitanes, deliberaba TclTor para Cór-
doba, é TÍno fasta los prados de Antequera. La
Beyna que todos los dias trabajaba embiando dine-
ros é gentes é requas é mantenimientos é f ada con-
tínos aparejos para aquella guerra , oído como el
B^y deliberaba tan presto dezar la guerra é salir
con toda su hueste de tierra de moros, embió decir
al Bey , que si le ploguiese debía facer la tala en la
Tega, ó poner sitio sobre alguna otra Tilla, pues
había aun asaz tiempo del Terano en que se podía
facer. El Bey sabida la Toluntad de la Beyna , co-
mo quier que ya la gente comenzada á se TolTor;
pero ansí los grandes sefiores , como los capitanes,
é todos los otros caballeros é gentes de la hueste,
TÍsto como el consejo de la Bejma era razonable;
tomaron á entrar en la Tega de Granada con el
Bey. El qual, ordenadas sus batallas, fué aun lugar
qne se llama Alhendln , é quemó las Tifias é olÍTa-
res é otros árboles é todos los panes que estaban en
las eras ; é quemó las casas de la Marbaha, é de
Gabiar, é Autora é Goxa. E otro día fué con algu-
nas gentes por cerca de un lugar que se llamaba
Dílar, que es al pié de la Sierra NeTada. £ fueron
muertos algunos moros que salían á escaramuzar
con la gente del Bqr, é otros fueron captíros; 4
4H
OBÓMIOAS DE LOS ]EtETBS DS OiffítLLL
faoroii qnenudoi üiixar é Aoibia doi lagares oer-
oanoe de la oibdad de Qranadaí é quemaron las par-
Taa de loa panes, é las yiftaa é haertaa, é otroa fm-
tales qve estaban en aquel circuito. Otro dia el Bey
con toda su hueste , sus banderas tendidas, é la gen-
te dispuesta á la batalla, fué camino de la cibdad
de Granada, por encima de Armilla, que es por la
p^rte de la Sieira Nevada, quemando ó talando todo
lo que fallaba en drcnito de dos leguas, é quema-
ron á Armilla la menor, é las eras de Abra, ó que-
braron los molinos de Jarambi, que son cerca de la
puerta de Granada que se llama Bibarrambla, é to-
dos los otros molinos que estaban cercanos déla db-
dad. El Bey con su batalla real se puso delante las
puertas de la cibdad, quanto un quarto de leg^a
por la parte de la Sierra Nevada, á pelear con los
moros, si saliesen «í defender la tala que los suyos
fadan por todas partes ; los qnales quemaron las al-
deas, alearías, ó casas, é torres, é mezquitas que los
moros tenian en aquella parte, é todos los oliyarea
y huertas j é parvas que estaban en las heras. E lle-
garon algunos caballeros é peones fasta cerca del
muro de la oibdad de Granada. Otros! la Beyna ha-
bla mandado al Duque de Medinasidonia, é al Con-
de de Cabra que, entre tanto que el Bey estaba en
la vega faciendo esta tala, entrasen en la tierra de
los moros con las gentes de sus casas : al Duque por
la parte de Ximena, é al Conde de Cabra mandó
que fuese al término do la cibdad de Loxa. Estos
dos caballeros, cumpliendo el mandamiento de la
Beyna, entraron en tierra de moros, é talaron é
quemaron é destruyeron todos los panes é vifias é
árboles que fallaron en aquellas partes , é traxeron
ganados é prisioneros en gran número. Fizóse en
espado de quarenta dias que el Bey duró en la ve-
ga, y en la entrada que estos dos caballeros cada
uno por su parte fizo la mayor tala é destruidon
que se fiso en aquella tierra, después que los moros
la poseen.
Fecha esta tala , el Bey vino con toda su hueste
para la oibdad de Alhama, é fizo meter en ella cin.
co mil bestias cargadas de mantenimientos que la
Beyna habia embiado de Córdoba pambastedmien-
to de aquella cibdad, é sacó della al Conde deTen-
dilla que la habia sostenido , é dio d cargo de la
capitanía mayor á Don Gutierre de Padilla, Clave-
ro de Ja orden de Calatrava. E dexando el provei-
miento de las cosas necesarias para aquella cibdad,
volvió con toda su hueste á la dbdad de Córdoba.
CAPITULO XXXIV.
Como el Rej tomó U tIIU de SetesiL*
Porque el tiempo del verano duraba para poder
estar gente en el campo , acordaron en su Consejo
el Bey é la Beyna de no dexar pasar el tiempo sin
facer otra entrada, é poner sitio sobre alguna villa
de moros. E como quier que ovo diversos votos en-
tre los capitanes que en esto entendían, porque unos
4edan que debían poner sitio sobre Cambil que es
oeroa de Jaén, otros decían que se debía ponéf S6«
bre Montefrio, otros sobre Ilion ; pero al fin aoor-
daron que se debia poner oeroo sobre Setenil , por
mudias rasones que mostraban ser esta villa mas
provechosa que las otras, d se pudiese haber, por
la seguridad que los duristianos habrían, é por d
dafio que los moros redbirian si se ganase. B oomo
qmer que la plática de estes cosas era secreta en sa
Consejo , pero aquello que determinaban faoer esta-
ba mucho mas secreto, porque ninguno sabia la
find determinadon sdvo muy pocos. Habido esta
acuerdo, luego el Bey partió de la dbdad de Cór-
doba con toda la gente de armas de su hueste , y
embió delante al Marqués de Cáliz; el qual con dos
mil homes á caballo fué muy presto á la villa da
Setenil , por guardar que los moros no se proveye-
sen , d oviesen aviso dd camino que d Bey lleva-
ba ]f ara la cercar. Otrod mandó llevar d artillería;
é como llegó d Marqués tomó dgunos moros que
andaban en el campo , de los qudes sopo oomo en
la villa no habia otra gente, salvo d Aloayde é los
vecinos de ella , pero sopo que eran aaaa para la de-
fender, é homes cursados en la guerra para pdear.
E luego el Bey vino con toda su hueste, é asentó su
red bien cerca de la villa ; é porque los caminos
eran fragosos por do hablan de pasar los carros en
que iba d artillería, mandó que viniesen delante al-
guna gente de peones oon picos é palas de fierro, é
otros aparejos para dlanar los logares altos é fra-
gosos por do pudiesen pasar. Los moros, veyendo la
villa cercada de todas partes, salieron algunas ve-
oes á escaramuzar con la gente que estaba en la
guarda ; pero visto los dafios que los tiros de pólvo-
ra facían en ellos, acordaron de no salir mas día es-
caramuza , é cerraron todas las puertas de la villa,
é tapiáronlas por de dentro, é acordaron de defen-
der el muro é las torres. E por esta cansa la gente
de la hueste estaba segura de los moros , que no te-
nian por do salir á pelear con la gente dd real ¡ d
qual estaba muy bastecido de todas las cosas nece-
sarias , porque la Beyna embió oficiales é provido-
nes é las otras cosas que eran menester para la hues-
te en grand abundancia ; otrosí embió las seis tien-
das que se decían el Hospital de la Beyna para los
dolientes é feridos, según lo acostumbraba á am-
blar á los otros reales. Asentadas las lombardas
gruesas, el Bey mandó que tirasen á dos torres
grandes que estaban en la entrada de la villa ; é
como tiraron por espado de tres dias, luego las
derribaron oon un gran pedazo del muro. Y entre-
tanto los otros tiros de cebratanas é pasabolantes é
ribadoquioes, tiraban á las casas de la villa, é ma-
taban los homes é mngeres é nifioa é derribaban
las casas. E tan gran temor puderon los tiros do
pólvora , é tanto dafio y estrago facían en los mo-
ros, que no lo podían sofrír, ni tenian vigor para
pdear, ni para se defender. E demandaron partido
d Bey que les salvase las vidas é las fadendas, é
les diese libertad para ir en sahro do les plogmesa.
El Bey otorgóles seguridad de las vidas oon todo
lo que pudiesen llevar ; é luego eli Aloayde é todos
V- »'
tV
DON FSBNANDO
Oi moroitntregaronlATilk al Bey (1).E mandó á |
doa capitanea qne oon la gente de ene capitanías
fnesen oon el AloajdOf é oon todoa loa moros, á
loa poner en aalTO en la oibdád de Ronda» Y el Rey
entró en la Tilla , é mandó reparar las torres é ma-
ros qne hablen derribado las lombardas, é ffsola
basteoer de pertrechos é bastimentos é de las otras
cosas necesarias. E dexd por capitán mayor á Don
Francisco Bnriqnes oon decientes homes de caba-
llo, é con la gente de pié qne fné necesario para la
guardar ; é Inego fnó con toda sn hueste para la
cibdad de Ronda, qne es á dos legaas de Betenil, é
fiao talar los panes é vifias é oli Tárese los otros fru-
tales que estaban á una legua en circuito de aque*
Ua dbdad. Sabido por la Reyna como la Tilla de Be-
tenil tan presto fué tomada, oto gran placer; por-
que fué cercada por algunoa Reyes pasados en otros
tiempos, é como quier que habla durado el sitio so-
bre ella mucho tiempo, nunca se pudo tomar; é
acordó de ir á la cibdad de SeTiUa. El Rey, qne ha-
bla salido de la tierra de moros, tíuo á ella al ca-
mino , é ambos entraron en la cibdad, donde esto-
Tieron el iuTiemo proT^endo en las cosas necesa-
rias, ansí á la buena gobernación de sus Reynos,
como á la guerra de los moros, al bastecimiento de
las Tillas que eran tomadas , é de las otras gentes
que estaban puestas en la frontera. En este tiempo
los capitanes que dexaron en Alhama, y en Alora,
y en Setenil, continamente fadan entradas en tier-
ra de los moros ; é les facían tanta guerra, que ca-
taban oprimidos , é no tenían aquellas fuerzas que
sellan para entrar á facer guerra en la tierra de los
ohristianoB por aquellas partes. E muchas Teces
ofrecieron gran número de oro en parlas al Rey é á
la Reyna, é que el Rey moro seria su Tasallo para
los serrir, según lo hablan seydo algunos moros
del Reyno de Granada de los Reyes de Castilla sus
antecesores. Pero porque su propósito, según habe-
rnos dicho , era de conquistar todo el Reyno de Gra-
nada, no lo quisieron aceptar. E mandaban á sus
capitanes é gentes que f SToreciesen al Rey mozo
oontra el Rey su padre, según gelo hablan prometi-
do. Los moros, considerando que aquel Rey mozo
recebia ayuda de los ohristianos, é recelando que
los meteria en su tierra , aborrescfanle, é apartában-
se del , y estaba retraído en la cibdad de Almería.
OAPÍTÜLO XXXV.
Aa las Miat qaa pasaros ea la Jaita qio lat Htmandaéet id
Reyso aderoa ea esta alo en la Ttlla io Orgsi.
Los diputados é oficialea de las Hermandades de
las cibdades, é Tillas é proTinoias, é otros! Alonso
de Quintanilla, y él ProTisor de Villafranoa que te-
nían cargo por el Rey é por la R^yna de los admi-
nistrar, acordaron de se juntar en el mea de No-
Tiemble de este alio en la Tilla de Orgaa, para en-
tender en las cosas de la justicia que el R^ é la
Bsjna les hablan dado facultad que entendiesen, y
(f)rMeilefsr8eilfBbnáasftoaao.BeniaM.t iqr*n«
A DOfiA ISABEL * 40^
en los repartimientos é 0^ « qtié cemplian dé
se facer. Fueron prese*- . *\ «ta junta el bastardo
de Aragón, Duque á*s ihermoaa. Capitán general
de la gente de armaa de laa hermandades , é Don
Alonso de Burgos, Obispo de Ouenca, qne era Pre-
sidente. E juntos en aquella congregación , é plati-
cadas algunas cosaa neoesariaa de ae proreer, aque-
llos ministros relataron loa trabajos en la guerr»
con loa moros , en la qnal se facían tan gratidea glas-
tos, que sobrepujaban á las rentas ordinarias que
el Rey é la Reyna tenian. Por ende lea encargaban
de parte de su Real Magostad, que considerada
aquella neoeaidad, é la cosa en que sehabian de
destríbuir, repartiesen allende del repartimiento or-
dinario alguna suma , para ayuda de pagar las He-
Tas de los mantenimientos qne se hablan de llcTar
al real el Tcrano siguiente, é para basteoer la db-
dad de Alhama ; otroaí para ayudar á pagar laa cos-
tas que se requerian facer en el artiUeria, é para
pagar los caballos que eran muertos en laa peleaa é
batallaa habidas oon los moros. Aquellos Procura-
dorea é Dipntadoa, oído lo que les fué propuesto, é
habida consideración á las cosaa para qne se de-
mandaba aquella ayuda, con buena TClnntad de to-
dos respondieron, que les placía de serTlr al Rey é
á la Reyna con todo lo que de su parte lea era de-
mandado: porque como Reyea exeoutaban la justi-
cia, é como sefiores defendían sus Reynos, é pomo
cathólicos celaban la fe, é como animosos guerrea-
ban loa enemigos , é como prudentes gobernaban en
tal manera sus Reynos , que cada uno era aefior de
lo suyo , é no daban lugar qne ninguno robaae lo
ageno; é porque con los tributos que les daban,
ellos eran Reyea mas poderosos , é oon su poder sus
subditos eran mas honradoa é defendidos. Ansimes-
mo respondieron , que si á los Reyes paaados se fa-
cían senricios é pagaban tributos , Tiste que algu-
nas Teces se distribuían menos debidamente que de-
bían, aquellos se otorgaban con cargo, é se repar-
tían con dificultad , é se cogían oon trabajo. Pero
considerando que la intención con que se pide este
serTÍdo es recta , é la guerra en que ae gaataba ea
sancta , éla manera del gastar Telan aer reglado; les
parada que la razón lea obligaba á contribuir nue-
Taa contríbucionea , puea se facían nueToa é neceaa-
rios gastos. E allende del repartimiento que ordina-
riamente pagaban para el aueldo de la gente dé ar-
mas que contínaba en la guerra, les piada de aer-
Tir este afio con doce quentos de maraTedfs, para
pagar los alqnilerea de laa bestias que hablan de'
UcTar los mantenimientos al real, é al proTdmien-
to de la dbdad de Alhama é de las Tillas de Alora é
Setenil ; é mas otro medio quento de maraTcdis para
pagar laa bestiaa é aoémilaa que ae murieron el afto
pasado llsTando los bastimentos, é anaimeamo lo
que se gastaba en el artílleria. Dada esta respuesta
por los Procuradores del Reyno , é presentada á la
Reyna por el Duque de Villahermosa, é por el Obis-
po de Ouenca, é por loa otros comisarios que fue-
ron presentes en aquella junta , la Reyna regrades-
dó la obedienda que los FSroouradores de sus E^«
406
0BÓNI0A8 DB liOS BETES DB OAfiTILUL
no* moftnuron ; é oonsiderando qoe porlaa darramaf
qae ie oogian en el Beyno , soe subditos sentirian al-
guna fatiga, acordó que no se repartiesen mas de
los doce quentos que eran n6cesarios para el alqui-
ler de las bestias que hablan de llevar los basti-
mentos al real, é al proveimiento de Alhama é Alo-
ra é Setenil, porque estas no se podían esousar. To-
dos los otros repartimientos mandó que cesasen, é
mandó dar sus cartas para los diputados de las pro^
viAoias, que no repartiesen otra suma allende de
aquellos doce quentos.
En este afio murió el Papa Sixto Quarto , é fué
elegido por Sumo Pontífice Inocencio Octavo. Otro-
sí, estando el Bey é la Beyna en aquella oibdad , les
vino nueva como el Bey de Portogal habla muerto
por su mano al Duque de Viseo su primo, hermano
de la Beyna su muger, é fijo del Infante Don Fer-
nando su tic, hermano del Bey su padre, é de la
Infanta Dofia Beatria tia de la Beyna. Este Duque
de Viseo era mozo de veinte afios , é como esta nue-
va vino dubdosa , porque unosdecian que era muer-
to , otros que era preso ; el Bey é la Beyna, por él
debdo de sangre que con ellos tenia , acordaron de
embiar á Don ítiigo Lopes Manrique, Obispo de
León é á Mosen Gaspar Fabra un caballero de Ara-
gón por embaxadores al Bey de Portogal , á le ro-
gar con grand afición , que si no era muerto el Du-
que, no prooediese contra él 4 la muerte, fasta que
con mayor piedad mirase la causa de su prisión ¡ é
si era muerto, de su parte consolasen 4 la Infanta
Dofia Beatris su madre.
Estos embaxadores partieron luego 4 la hora que
les fu4 mandado, é como sopieron ene! camino que
el Bey habla muerto al Duque , fueron 4 decir 4 la
Infanta la gran turbación que el Bey ó la Beyna
ovieron de aquel oaso acaescido al Duque sn fijo, é
4 le consolar según les fué mandado. Esta Infanta
era muger discreta, é como quiera que era tierno el
dolor que sintió por la muerte del Duque su fijo, es-
pecialmente porque se afiadió 4 la muerte del Du-
que de Guimaranes su yerno, 4 quien el Bey de Por-
togal el afio pasado habla fecho degollar por justi-
cia ; pero mostró tener aquella consolación que per-
sona discreta debía mostrar en tiempo de tal turba-
ción, y embió 4 regradescer al Rey é 4 la Beyua sn
buena consolación. E como quier que la muerte de
este Duque haya acaecido en reyno extrafio ; pero
porque era de sangre real é heme de grand estado,
plécenos de recontar aquí la causa , que oimos ha-
ber movido al Bey de Portogal de matar 4 este
Duque.
Según que en las cosas acaescidas el afio pasado
habernos recontado , un caballero de los principales
de aquel Beyno de Portogal é de mayores parientes
era el Duque de Guimaranes, 4 quien el Bey de Por-
togal habla fecho degollar por justicia. El qual é
los otros sus hermanos é debdos, sintiendo 4 gra ve-
za la poca estimación que el Bey facía dellos, por-
que seyendo cercanos 4 su sangre no los trataba con
aquella humanidad que el Bey su padre los habla
tratado ; not4banle ser de dura y esquiva oonversa-
don , é murmuraban del, imponiéndole ser averien- .
to, é injusto , é incapaz , é los otros defetos q«e los
que aborrescen 4 su mayor le suelen imponer quan-
do del est4n desoontentos. B de día en dia oresoió
tanto el odio entre ellos, que no cesaban de afear las
esquividadesé condiciones esperas del Bey: las qna-
les comparadas 4 la humanidad é dulce conversación
que tenían con el Bey sn padre les parecían mucho
mas grávese intolerables. Esta pl4tica se estendió en-
tre ellos tantas veces que vino 4 noticia del Bey como
I aquel Duque de Guimaranes é los otros sus henúa-
nos é parciales maculaban sus costumbres, é afea-
ban con palabras la manera de su gobernación. Do
lo qual se engendró entre ellos tan grand odio, que
el Bey no pudiendo sofrir los mordimientos de sus
s&bditos pensó como los castigase. T ellos creyen-
do no tener vida segura viviendo el Bey , dícese
que imaginaron de lo matar, é facer Bey 4 este Du-
que de Viseo sn primo. Informado el Bey de Porto-
gal de la conjuración que contra élsefadapor algu-
nos que se dice que la sabian, mandó prender al Du-
que de Guimaranes, é fecho proceso contra él, fué
degollado , según habemos dicho , por justicia. B
desterró el Bey á todos sus hermanos é parciales , é
mandó degollar 4 otros caballeros que eran partíci-
pes en aquella conjuración, é tomóles todos sus bie.
nes. E habiendo consideración que este Duque de
Viseo era su primo , é de tan poca edad , que no pe-
dia inventar fasafia tan criminosa, le díxo que le
perdonaba , é que dende en adelante se guardase de
creer 4 ninguno que en tal yerro con falsa esperan-
za le pusiese. Muerto aquel Duque de Guimaranes,
el odio concebido contra el Bey creció mas en aque-
llos que amaban al Duque, é desamaban al Bey;
mayormente porque continaba siempre en aquellos
apartamientos y esquividades que hablan seydo
principio de su odio. E díxose por parte del Bey,
que aquellos perseveraron en la conjuración , que
primero hablan imaginado, para lo matar é tomar
por Bey en su lugar 4 este Duque de Viseo. Eí qual
por las palabras de exaltación que de contino le de-
cían los que eran partícipes en la conjuración, elevó
su 4nimo 4 subir en silla real , é con esperanza de
reynar usaba de algunas pompas é cerímonias que
4 ninguno son debidas , salvo 4 Bey. Alleg4base 4
esto el vano conocimiento de algunos que presu-
miendo saber las cosas futuras , le decían que ha-
bla de ser rey é le pronosticaban el reyno , porque
la fortuna de su nascimiento le era favorable para
lo haber. E como los reyes, aunque son humanos,
pero por experiencia vemos tener alguna especiali-
dad divina , que naturalmente face imprimir en los
énimos de sus subditos un amor reverencial para
los servir é conservar : díxose que algunos de los
que sopieron la verdad de la conjuración, por gra-
tificar al Bey , é no caer en yerro tan feo como es
matar 4 su príncipe , le descubrieron el peligro que
contra su persona se ordenaba ; é le informaron de
los lugares é tiempo é formas como se había de exe-
cutar sn muerte. El Bey, informado de la con juta-
clon, recelando que la dilación no le fuese peligro-
DON FERNANDO
iAi antioipÓM á la utojftr. Y entrando una noche
es^ Duque en en cámara , el Bey moTido de ira fué
contra él con un pnfial ; t ¿E tú, traidor, dixo él,
» piensaB matarme , é reynar en mi lagar? Por der-
» to al mi brazo me ayuda , tu corazón no yerá ni
• habrá lo que piensa.» E diciendo eeto dióle dos pn-
fialadas, é lueg^ cayó muerto. Fizo prender anti-
meemo al Obispo de Ebora (1), un Perlado de gran
Buficenda, que se dixo ser partícipe en la conjura-
don ; é murió luego en la estrecha cárcel en que le
puso. Fizo andmesmo justicia de otros algunos ca-
balleros , que se dixo que eran partícipes en aquel
delito ; é otros muchos fnyeron, é Tinieron para Gas*
tilla. B and feneció aquel Duque , é todos aquellos
que se dixo haber entendido en aquella conjuración.
Verdad es que los Reyes deben fuir de toda execu-
don acelerada, é sin oir primero no deben facer jns-
tida, especialmente por su mano. Otrod deben ser
humanos é tratables con sus naturales, pero dado
que no lo sean , é tengan otros defetos, los subditos
no han de ser jueces de su rey ; porque Dios que
los puso por sus vicarios en la tierra , reservó este
juzgado para d. Leemos en muchas historias haber
acaecido conjuradones contra sus príncipes; las
quales si se descubren é no vienen en efecto, re-
dundan en perdición de los conjurados ; é d se exe-
cutan es mucho peor, porque habemos visto por ex-
períenda, é Iddo en historias seguirse muy mucho
mayores muertes é destruidones en las tierras do se
imagina é pone en obra el crimen tan detestable,
como es matar é perseguir los subditos á su Rey.
OAPmjLO XXXVL
Slf«eiiM las eosu pasadas en el afio de mil é qsatroeleBtos é
ochenta é elneo afios. Como el Infante Moro hennano del Rey
de Granada tomó la ettidad do Almería , é lo qio ende Iso.
Reoontado habemos en las cosas acaescidas en el
afio pasado, como el Rey de Granada mozo estaba
en la dbdad de Almería, esperando que viniesen ásn
obediencia los caballeros é cabeceras é las dbdades
é villas de aquel Reyno que no estaban en su par-
tido; é como el Rey é la Reyna le proveían de di-
neros é de las otras cosas que le eran necesarias, é
mandaron dar sus cartas para las dbdades é villas
é castillos que eran en comarca de Almería , para
que le favoredesen faciendo guerra á los lugares
de moros que no le obedescian. E porque el R^
viejo su padre era tan impedido de enfermedades
que no pedia gobernar su Reyno, ni salir fuera de la
Alhambra de Granada; los moros se llegaron á un
Infante hermano de aquel Rey viejo que se llama-
ba Muley Bahadeli , porque conoscian que era hábile
para defender la tierra de los moros, é guerrear la
de los christianoB. Este Infante trató con algunos
alfaquíes que estaban en Almería, que le diesen en-
trada de noche en la dbdad, para prender al Rey
(1) Don Careta de Menaies, el mlamo qne entrd de GapiUn en
Gattina, eiando el Rey Alonso ▼ dlspnlaba esU corona i la Re^
aa Ihilt liaM. rula, BpU. i$ U$ BUI^r. Pcrt^i,, f. Z, «9. ii
É DOJSÍA ISABEL. '407
mozo, porque era amigo de los christianos, é los que^
ria meter en el Reyno de Granada. B los alfaquíes
con otros moros de la dbdad aceptaron el trato que
les fué movido, á fin de destruir al Rey mozo , por-
que recebia ayuda de los christianos. Y el Infante
moro, con cierta gente de cabaUo é con cierto nu-
mero de peones, entró en la cibdad de Almería, por
el lugar que le dieron los alfaquíes con los otros
moros que con ellos eran en el trato. Y el Rey mozo
salió f uyendo de la cibdad , é fué á la tierra de los
christianos, donde se pudo salvar. Y el Infante en-
tró en la casa donde estaba é mató un hermano del
Rey mozo de pequefta edad é á los otros que pudo
haber de su parcialidad, é apoderóse de la dbdad»
é púsola en obediencia del Rey viejo su herma-'
no. Después, pasados algunos dina, los moros cono-
cidas las enfermedades del Rey viejo é como no te-
nia fuerzas para defender la tierra , tomáronle, é
con su muger é algunos servidores, le pusieron en
una fortaleza ; donde murió dende á pocos dina. Y
en su vida alzaron por Rey de Granada á este In-
fante su hermano líuley Bahaddi ; y el Rey mozo
vino á donde estaba el Rey é la Reyna.
CAPÍTULO XXXVII.
Como entró el Conde de Cabra con otros caballeros i facer
f nerra en clertoa logares del Reyno de Granada.
Entretanto que el Rey é la Reyna estaban en Se-
villa el invierno deste afto, los caballeros é capita-
nes que dexaron por fronteros en las dbdades de
Écija é Jaén y en los otros lugares dd Andalucía,
ficieron, según habemos dicho, algunas entradas
en tierra de moros, é sacaron captivos é ganados
aunque pocos : porque los moros con sus bienes es-
taban retrddos en las sierras y en otros lugares de-
f ennbles , por miedo de la guerra que continamen-
te les era fecha. De las quales entradas, por no haber
seydo en tanta cantidad , ni haber pasado recuen-
tros ni fechos de armas, no se face aquí mentioria.
Pero acaesdó que el Oonde de Cabra é Martin Alon-
so i Sefior do Montemayor , é Don Diego de Oastri-
11o, Oomendador mayor de la Orden de Oalatrava, Ó
Diego Lopes de Ayala, capitán de cierta gente de
las hermandades , é con la gente de las dbdades de
Úbeda é Baeza donde era Oorregidor, é Pero Rula
de Alarcon, con la gente de su capitanía, é Fran-
dsco de Bovedilla, Corregidor de las dbdades de
Jaén é Andúzar con las gentes de aquellas dbda-
des , por el aviso que ovieron de algunos adalides,
acordaron de facer una entrada en tierra de moros,
é pasar adelante una legua de la dbdad de Granada
hada la Sierra Nevada á facer guerra en dos luga-
res que se llaman el uno Nibar, y el otro Guáxar;
connderando que los moradores destos dos lugares,
pensando estar en tierra mas seg^a, no temían
tanto cuidado de se guardar. Estos capitanes que
habemos dicho con sus gentes entraron en tierra
de moros contra aqudlos dos lugares, llevando por
guia los adalides que sabían la tierra. El capitán
Pero Bula de Alarcon , que era caballero esf orzado
4M
GRÓNIOAB DE LOS BKTKB DB OABTILLJu
y «xperimontAdo lo mai do mi yida en la gaonra do
loo moros y Toyondo qoo entraban muy adentro en
la tierra de los enemigos , dixo al Conde de Oabraé
á los otros oaballeros que estaban jnntos , que de«
bian oon mayor diligenoia dar orden en la segnxi-
dad de la salida, qne en la manera de la entrada ;
porque la gente que va á facer semejante gnerra;
está dispuesta á obedeoer so espitan quando entra,
mucho mas que quando sale, y lleva las fuersas
mas títss quando ya á facer, que quando vuelve
de haber fecho. É quier sea por oansacio de lo que
han trabaxado, quier por orgullo del vencimiento
^ue han habido , oon deseo de salir de la tierra age-
na é volver á la suya , no guardan aquella orden en
la salida que tovieron en la entrada. B por tanto, dixo
él, que se deMa poner en los pasos é vados por do
habla de salir tal reoabdo de gente, que no recibie-
sen dafio al tiempo de la vuelta. £ por las amones-
taciones deste capitán, el Oonde é los otros caballe-
ros pusieron mucha guarda en los vados é pasos do
las sierras por donde habian de salir. Bstos capita-
nes que habemos dicho, entraron á aquellos dos lu-
gares, y embiaron oorredores adelante, é tomaron
los ganados é prisioneros que pudieron. B como fue-
ron sentidos, salieron de la cibdad de Granada
gran multitud de moros á pié é á caballo con el In-
fante que habian tomado por Rey. Bl qual embió
Ine^o de sus gentes á tomar la delantera, é los va-
dos é pasos por do entendían que los chrístianos ha-
bian de volver; pero no los pudieron tomar , por la
gran guarda que en ellos estaba puesta. Y el Rey
moro vino empos de los dhristianos que se volvian
con la presa. Bl Oonde é los otros] caballeros, como
vieron venir al Rey, é los moros contra ellos, pu-
siéronse en orden de batalla , é tomaron contra los
moros , que venían firiendo en la reguarda. B los
moros quando vieron que los chrístianos tomaban
contra ellos, volvieron las espaldas, é pusiéronse
en fnida, é los chrístianos fueron empos dellos, pero
tko los siguieron mucho, por recelo de caer en algu-
na celada. Los moros visto que los chrístianos no
osaban ir adelante, volvieron contra ellos, con gran-
des alaridos, según costumbre de pelear; y en aque-
lla vuelta firíeron en los chrístianos que iban en la
reguarda, é allí quedaron muertos algunos. Bsfor-
záranse los moros para los seguir mas adelante, sal-
vo porque el Oonde é los otros capitanes volvieron
tres veces contra los moros, é los resistieron pelean-
do oon ellos ; é acordaron de se juntar todos é po-
nerse en una cuesta, donde los moros no podían su-
bir salvo á gran dafio suyo. B ansí estuvieron los
unos á vista de los otros, é ninguna de las batallas
osaba acometer á la otra, porlaindispnsicion délos
lugares do estaban. Al fin los chrístianos ansí por-
que la noche se acercaba, como porque no habia
dispusloion en el lugar do estaban para pelear ; con-
siderando que si cometiesen la pelea, recebirian
mayor dafio venciendo, qne los moros seyendo ven-
cidos, acordaron de se volver con alguna parte de
la presa qne pudieron llevar, por los lugares é pa-
sos por do habian puesto las guardas; las quales fa-
llaron quehabiaa peleado oon algnnoi peones de loe
moros; que habian subido la sienra por tomar la de^
lantera; é visto que los no podían tomar, volvié-
ronse é dexaron la sierra. B los chrístianos como
s
vieron volver á aquellos peones moros, fueron con-
tra ellos, é mataron alguiSos, porque no pudieron
ser socorridos de los otros moros de caballo que ha-
bian quedado al pié de la sierra. B fuera mayor el
vencimiento que ovieron los chrístianos , salvo qne
los lugares do aquella fadenda acaesció, eran peli-
grosos , y estaban cercados por tantas partes de los
moros, que los chrístianos no osaban seguirlos, ni
oontinar la victoria que pareóla ofrécemeles : por-
que acordaron de estar siempre juntos en una bata-
lla, é no consentían salir á ninguno della , salvo á
aquellos que mandaban ir contra los moros quando
era necesario. Y en esta forma pasaron los chrístia-
nos aquella jomada, sin reoebir el dafio grande
que recibieran, sino guardaran la orden qne guar-
daron.
Pénese aquí este recuentro , no porque fuese en
gran dafio de los unos ni de los otros , mas porque
fueron libres los chrístianos, de ser todos perdidos,
por el buen consejo que ovieron en mirar tanto é
mas la segurídad de la salida que la forma de la
entrada.
OAPÍTULO xxxvin.
4
DslUMtu iu pasaros ea Satilla, «atando ol Hoy é It Reyaa ea
tqsoUa cibdad.
Bstando el Rey é la Reyna en la cibdad de Sevi-
lla, vino á ellos un Nuncio del Papa con poderes
para facer ciertas cosas en losReynos de Osstilla é
de León, especialmente para haber la posesión del
Arsobispado de Sevilla, que vacó por fin de Don
íñigo Manrique, Arsobispo que fué de aquella Igle-
sia ; de la qual el Papa había proveído á un Oarde-
nal que era su Vioecanceller , natural de la cibdad
de Valencia (1). Desta provisión no plogo al Rey
ni á la Reyna , porque entendían ser en deservicio
de Dios é suyo , é respondieron á aquel Nundo , ¿
por sus letras notificaron al Papa en como aquella
Iglesia era una de las mas príndpales de sus Rey-
nos, é tenia tierras cercanas á la tierra de los mo-
ros ; é que no era razón que fuese ddla proveída
persona estrangera, é no natural de Oastilla, por los
grandes é claros inconvinientes que de la tal provi-
sión se podrían seguir en deservicio de Dios é dafio
de aquella Iglesia é de las cosas della. B que para
la provisión de las Iglesias de sus Reynos debía es-
perar la suplicación que le ficiesen antes que dellas
proveyese, según fué asentado oon el Pontífice pa-
sado. Y especialmente de aquella Iglesia de Sevi-
lla, de la qual por ser tan insigne era necesario que
fuese provdda persona natural dellos que no esto-
(1) fil MS. del Baeorial aSado aqsl osa elánasla, tomada al pa-
recer de algaaa nota marginal, qne dice asi : «Este se llamó Don
• Rodrigo de Borja, que babia Tenido primero por Legado del
»Papa« y despnes fné Papa Alexandro Sesto.»
DON FBRHASDO
^1608 abtente de la tíem; porque de la abeenoia
del Perlado se podrían aegnir grandea é irreoapera-
bles dafioe, anaf ea laa tieirae de Igleaia, como en
todas aquellas comaróas do está colooada. E certifl-'
carón á Sn Sanotidad, qne guardando lo qne oomplia
á sos conoienoias oomo oathólioos principes, quan-
do algana Iglesia acaesoia Tacar en sus Beynos,
siempre le snplioaban por personas dinas , é qnales
oomplian á serrido de Dios é sayo , é á la buena
administración de las Iglesias. Por ende le snplioa-
ban que lo remediase de tal maneta que no oviesen
lugar los manifiestos incouTinlentes que de aquella
provisión se podrían seguir. El Papa habida sn in*
formación, condescendió á la suplicación del Bey é
de la Bejna, é tovo manera como aquel Cardenal
Vicecandller resinase en sus manos la provisión que
el fiso; é tomó á proveer de aquel Arzobispado de
Sevilla á Don Diego Hurtado de Mendosa , Obispo
de Palencia que fué Patríarca de Alezandría é Car-
denal de Espafia, por quien hablan suplicado ; é de
la Iglesia de Palencia á Don Alonso de Burgos
Obispo que era de Ouenca , Capellán mayor de la
Bey na; é de la Iglesia de Cuenca proveyó á Don
Alonso de Fonseca, Obispo que era de Avila ; é pro-
v^ó de la Iglesia de Avila ¿ Don Femando de
Oropesa , Príor del monesterío de Bancta María de
Prado, de la orden de Sant Hierónimo, Confesor
de la Beyna. Todas estas traslaciones é provisiones
fiso el Papa, según que por el Bey é por la Beyna
le fué suplicado : porque fué informado que mira-
ban primero si las personas por quien le suplicaban
eran dinas de la dinidad que les procuraban.
CAPÍTULO XXXIX.
De la dnifenda qie si Rey é le Reine aendebee poner en eia-
aiieer loe GoTtegldoree el ■eebia relemeiite de le Jsetfeie é de
loe eerf oe qae teeiea en lee elbdedee.
Estando en la dbdad de Sevilla, mandaron el
Bey é la Beyna que se ñciese la visitación que se
solia facer en las dbdades é villas é provincias de
sus Beynos , para saber si los Corregidores é otras
personas que tenían en ellas cargo de justicia , la
administraban rotamente ; é si por afícioa do per-
sonas oondenaban i algunos, ó por interese que te-
man relevaban ó otros de la pena qne merecian , ó
si eran negligentes en ella ; é mandaban executar
las penas en aquellos que en esto fallaban culpan-
tes. Otrosí mandaron que los Corregidores flcieeen
sus residencias en las cibdades é villas, do hablan
tenido cargo de justicia, en fin de cada un afio , se-
gún las leyes de sus Beynos lo disponen. Y en esto
tenían grande solicitud, que ninguno osaba corrom-
per la justicia, ni ser negligente en ella. B porque
fueron informados que algunos caballeros é cibda-
danos é otras personas por su propría autoridad te-
nían entrados algunos términos é dehesas é otras
tierras de laa cibdades é villas de sus Beynos, é las
hablan apropiado á sí, faciendo particular de uno
lo que era oomun de todos ; amblaron pesquisidores
á laa cibdadea é villas, los quales habida informa-
A DOfiA ISABEL. 409
don, fioieron restituir á las cibdades é villas todas
las tierras é térmfanoB que los caballeros é otras per-
sonas hablan tomado. E los que fallaron plantados
de villas é huertas , é otros qualesquier f ratos, los '
I fideron talar é arrancar, de manera que todos que-
daron esentos para los pueblos. E también manda- .
ron que se guardase la prohibición que la Beyna
fiso dd juego de los dados, é de tal manera man-
daban executar la pena en la persona qne los ju-
gaba, que ninguno los osaba jugar ; é las penas
que desto se habían, mandábanlas deetríbuir en co- '
sas pias* E antes que los Corregidores fuesen rece-
bidos en las cibdades, juraban estas cosas que por.
el Bey é por la Bejma fueron ordenadas, c Primera-
•mente, que bien é diligentemente é con toda leal-
•tad usaría de aquel oficio de justicia que le daban
»en cargo. Otrosí, que no tomaría alcalde, ni al-
•guadl, ni escribano, porraegoni interoesion de
•persona alguna, varón ni muger. B que no serian
• naturales del lugar do to viese el oficio , ni de los
•otros lugares sub jetos á su jurisdidon ; é que fue-
•sen los mejores é mas hábiles que para aqud ofi*
• do pudiese haber. Otrosí, que no so juntaría, ni
• faría, parcialidad con alguno ni algunos regido-
•res ni caballeros ni otras personas de los tales
•pueblos, salvo qne igualmente ternia á todos en
» juBtioia quanto á él posible fuese. B no redbiría
•dafio, ni aceptaría promesa de ninguna persona^
• durante el tiempo de su ofido; ni consentiría á
•BUS oficiales ni á su muger ni á sus fijos, ni á otra
•persona alguna, de cuya mano haya de venir á élf
•que redba mas de su salario é derechos que jus-
•tamente debiere haber. Otrosí, que lo mas presto
•qae podrá, sacará copia de las sentencias que son
•dadas en fs^ror del lugar do es Corregidor, sobre
•los términos ; é se informará quales dellas están
• ezecutadas, é las que fallaren que no eétan execu-
•tadas, ó después las tornaron á tomar contra el
•tenor de las tales sentencias, que las fará luego
•executar, é dexar los tales términos libres é des-
• embargados á la dbdad , villa ó lugar de donde
•fueren ; é fará execucion en bienes de la persona
•que ansí tíene ocupados los términos con el tenor
•de las tales sentencias, por la pena en ellas conte-
•nida. Pero si de la tal execucion se temiese escán-
• dalo, ó otra gran dificultad, que fará relación dello
• al Bey é á la Beyna, ó lo embiará al su Consejo lo
•mas presto qne podrá. Otrosí, que no Uevará, nt
•consentirá llevar á sus oficiales mas derechos do
•los que justamente debieren haber, según la tabla
•qne o viere escripta dallos en el lugar donde fue-
•re ; é sino la oviere, que la mande facer oon aouer-
•do de los oficiales dd Consejo, é poner en lo pá- .
•blico de su audienda; é que por aquella tasa Ue- '
• varán los derechos é no mas, é que executaría las
•penas de los que lo contrarío fidesen. Otrosí, que
• no llevaría ni consentiría á sus ofidales llevar de-
•rechoa de exeouciones por ningún contrato ni
•obligación, ó de sentencia de que se pidiere exe-
•cucion, fasta que el sefior de la debda sea pagado
»é contento. B que por un contrato é obligadon é
410
0BÓNI0A8 DE LOS BBTES DE OASTILLA.
•Bentenoia, é por mut debda no llevará nuui do un
I derecho, según lo quieren é disponen loa dereohoi
•é las leyes del Beyno. Otrosí, qoe no dará, ni con<^
•sentirá á sos oficiales qoe den dádivas ni presen-
» tes, ni farán promesas de les dar presentes á per-
•sona alguna de las que continamente residen en
• corte, ni á sos mageres é fijos , ni á oficiales, ni á
•otras personas, para que vengan á la mano de
•aquellas direeU ni kuUneié. Otrosí, que no llevará
•ningunas penas de las que disponen las leyes, sin
• que primero las partes sean oidas é vencidas é
•sentenciadas. Otrosí, que á todo su leal poder de-
•íenderá la jnrisdicion real en los casos que según
•derecho no deba ser ocupada. Iten, que ni pública
•ni ocultamente , directé ni Mireeié no procurará
•que le sean leidas cartas de los jueces eclesiásticos,
•para que sea impedida de guardar y executar la
•jurisdicion real : porque como el Bey é la Beyna
•quieren que la jurisdicion eclesiástica sea guarda-
•da, ansí quieren que su jurisdicion real no sea
•usurpada. Otrosí, que las penas ordenadas por las
•leyes, que pertenescen á su cámara , él ni sus ofi-
•ciales no las ocuparán ; mas luego que fueren sen*
•tenciadas por sentencia pasada en cosa juagada,
•poma diligencia en las cobrar ó poner en depósito
•en poder del escribano del Consejo, para que estén
•allí de manifiesto, y el limosnero pueda poner co-
•bro en ellas; y embie lo mas presto que podrá re-
•ladon dellas al limosnero para que las cobre.
•Otrosí, que no aceptará ruego, ni carta, ni mensa-
•gería que le sea fecha en favor de algunas perso-
• nas del pueblo donde estoviere, por palabra ni por
• escripto, aunque sea de qualquier persona de las
•que andan en la corte é contino residen en su ser-
fe vido. Otrosí, que castigará é fará castigar á sus
•oficiales las blasfemias, é juegos prohibidos, é los
•otros pecados públicos é no poma penss para sí ni
•las llevará. Otrosí, que [no llevará, ni consentirá
•llevar á sus oficiales las acesorias, ni vistas de pro*
•ceses para ías sentencias que diere. Otrosí, que
•fará á sus oficiales que juren todo aquello que el
•Corregidor jurare, antes que les sea dado el ofido
• é la administración del. Iten , que guardará é fará
•guardará sus oficiales las leyes del quaderno do
•las alcavalas, fechas por el Uey é por la Reyna,
•de la manera qoe se ha de tener en el demandar
•de las alcavalas á los labradores é oficiales, para
•que no sean fatigados indebidamente, o
CAPÍTULO XL.
0% la embiuda qie embió al Rey de Fes, 6 de la dlUg encía qae
ae faela para la g aerra de loa moroa.
Según en otras partes desta Crónica habemos di-
cho, el Bey é la Beyna tenían mayor voluntad de
facer guerra á los moros, que la tovieron ninguno
de los Beyes sus predecesores ; é tan grand afidon
mostraban á las cosas que para la proseguir eran ne-
cesarias, que pareció ser movidos á ella por algu-
na divina inspiración ; porque su pensamiento é
trabajo contino era mandar guardar los puertos por
tierra é tener gran flota do navíoa por la mar, por-
que no pasase gente , ni caballos , ni mantenimien-
tos de los Beynos de África á proveer el Beyno de
Granada. Otrosí, mandaban poner gran diligenda
en fomesoer el artillería, é tener bien pagada la
gente de armas de los sueldos é tierras que les
mandaban dar cada afto. E de lo que se cogia
de la Cnisada é subsidio de la clerecia, é de las pe-
nas que se ponían á los que habían judaizado , é se
recondliaban á la Iglesia, é de las otras sus rentas
ordinarias, é de todas las partes que podían haber
dineros, mandaban distribuirlo en las cosas de la
guerra. E porque su fama era divulgada por todo el
mundo, espedalmente por los Beynos de África, el
Bey de Fea les embió sus embaxadores con presen-
tes de caballos é jaeces para el Bey, é sedas é per-
fumes para la Beyna, é otras cosas délas que haj
en aquella tierra. T embióles á suplicar que le to-
viesen en su buena gracia, é le oviesen por reco-
mendado, é mandasen á sus capitanes que andaban
en armada por la mar, que no fioiesen guerra á sus
gentes , é que él quena ser su servidor en todas laa
cosas que le mandasen. El Bey é la Beyna gelo em-
biaron á regradescer, é respondieron á loa moros
embaxadores, que mandarían á sua oapitanes é gen-
tes que guardaban la mar, que no fioiesen dafio á
sus moros, tanto que ellos no lo fioiesen álos ohria-
tianos, ni pasasen al Beyno de Granada gentes, ni
armas, ni caballos, ni mantenimientoa. Otrosí el
Bey de Portogal embió su embazador al Bey é á la
Beyna, notificándoles la muerte del Duque de Viseo,
de la qual relatamos en las cosas esoriptas en el año
pasado ; y embió á decir las rasónos que le habían
movido á lo facer. E mandó á su embazador que
les mostrase la pesquisa que se fiao contra los que
hablan conjurado de lo matar; é las otras cosas que
habían pasado cerca de aquella muerte. E que les
rogaba que considerando el crimen tan detestable
como contra su persona se quería facer, le releva-
sen de culpa, é apartasen de sus ánimos todo mal
concepto, si alguno por este caso tenían.
CAPÍTULO XLI.
CoBio el Rey 6 la Rejaa maadaroa Jantar iu festea« f el Rey
^ entré en el Reyao de Granada.
El Bey é la Beyna el afio pasado habían dado sos
cartas de apercebimiento para algunas gentes de
armas é peones de Castilla ; por las quales les em-
biaron á mandar que estoviesen prestos para venir
á la dbdad de Córdoba en el mes de Ifaxao siguien-
te, para la guerra que entendían contínar contra el
Bey é moros dd Beyno de Granada, á donde d Bey
en persona había de ir. E partieron de la oibdad de
Sevilla para la dbdad de Córdoba, é con dios d
Principe Don Juan, é las Infantas Dolía Isabd é
Dolía Juana é Dofia María sus fijos ; y el Cardenal
de Espafia, é los otros caballeros é ofidales que por
su mandado continaban en su corte. E luego o orno
fueron en la dbdad do Córdoba, embiaron á llamar
todos los caballeros é gentes de caballo é de pié qoo
DON FERNANDO
bábian mandado apercebir. E vinieron á sn fiama-
miento el Ifaeatre de Santíago, y el Maeetre de Al-
cántara, y el Duque de Medinaoeli , 7 él Dnque de
Názera, é Don Juan de Queman, fijo del Duque de
Medinaaidonia oon la gente del Duque su padre, 7
el Conde de Benavente, 7 el líarquéa de O&liz, 7
el Conde de Cabra, é Don Bemardino de Mendosa,
Conde de Oorufia, é Don Pedro Enriques, Adelanta-
do ma7or del Andaluof a, é Don Alonso, Seftor de la
Casa de Aguilar, é Don Frandsoo de Estúfiiga oon
la gente del Duque dePlasencia su padre, é Martin
Alonso, flefior de Montemayor, é Don Hurtado de
Mendosa, oapitan de la gente de armas del Carde-
nal de Espafia su hermano, é Luis HemandesPuer-
tooarrero, Seftor de Palma, é Diego Fernandez de
Córdoba, Aloa7de de los Donoeles, é Pero Carrillo
de Albornos, capitán de la gente de armas que em-
hl6 Don Ifiigo Lopes de Mendosa, Duque del In-
f antadgo, é Juan de Villafuerte, capitán de la gen-
te de armas que embió Don Qaroiályares de Tole-
do, Duque de Alva, é Gardlaso de la Vega, capitán
de la gente de armas que embió Don Lorenso Sua-
res de Figueroa, Conde de Feria. Otrosí vinieron
caballeros 7 escuderos que tenían tierras é acosta-
mientos del Re7 é de la Be7na, é los peones que
embiaron á mandar que viniesen de las provincias
do Vi&oa7a é Quipúaooa, é CastilU la Vieja, é de
Álava, é do Bioja, é de las Asturias de Oviedo, é
delBe7no de León, é de todas las cibdades é villas
é tierras que embíaron á llamar. Otrosí vinieron á
servir á esta guerra los homes fl jos-dalg^, que go-
saban de f ranqneaas por rason de su fidalgnía. Don
Pedro Fernandes de Velasco, Condestable de Cas-
tilla é Conde de Haro , no fué llamado. E como
quier que le embiaron á mandar que residiese allen-
de los puertos oon el cargo de la justicia de aque-
llas partes , pero respondió al Be7 ó áU Be7na que
por quanto él estaba para servir á Dios é á ellos en
aquella guerra, les suplicaba que no le oonstríOie-
sen á que flciese lo contrarío ; poique no era honra
su7a, Be7endo su Condestable é 7endo el Be7 á la
guerra de los moros, quedar él sin le servir en ella
por su persona. E luego vino á la oibdad de Cór-
doba, é vinieron oon él Don Beltran de la Cueva,
Duque de Alburquerque, é Don Pedro de Estúfiiga,
Conde de Miranda, é Don Alonso Talles Girón, Con-
de de ürefia sus 7emos, é Don Bemardino de Ve-
lasco, su fijo , Sefior de Pedrasa, é Don Sancho de
Velasco, su hermano. E todos estos Duques é Con-
des é Maestres é caballeros vinieron cada uno con
la gente de su casa, que les fué mandado traer ade-
resada con grandes arreos de guerra, los quales se
presentaban con lasesquedras de la gente que traían
delante él palacio real. Vinieron ansimesmo á su
llamamiento las gentes de caballo é de pié del An-
dalucía. Otrosí mandaron traer gran número de
boe7es de las tierras de Avila é de Segovia, é de
otras partes ; é oarros para llevar las lombardas, é
otros tiros de pólvora , é las escalas, é mantas é
grúas 7engenios, é otros pertrechos para combatir:
con lo qual venían carpinteros oon sus ferramien-
i DOÍfA ISABEL.- 411
tas, é forreros con sus fraguas, que andaban de con-
tino en los reales7 en todas las otras partes por do
se llevaba el artilleria, é maestros lombarderos, 7 -
engenieros, é pedreros que facían piedras de canto
é pelotas de fierro, é todos los maestros que eran .
necesarios, é sabían lo que se requería para facer lá
pólvora, é para todos aquellos oficios , é para todas
las cosas que eran menester. De cada' lombarda da-
ban cargo á un heme, para que solicitase de tener
la pólvora, é todos los aparejos que le fuesen me-
nester, de manera que por falta de diligenda no de-
xasen de tirar. Otrosí mandaron que dos capitanes
oon la gente de caballo é - de pié de sus capitanías
andoviesen de contino en la guarda del artillería é
de la pólvora. E como las cosas neoeearías al arti-
llería é á los pertrechos fueron aderesadas , vinie*
ron luego gran número de bestias é carros alquila-
dos, é homes que los traían, allende las bestias que
el Re7no pagaba, para llevar las provisiones de pan
é de vino é de cebada; é otrosí los ganados é todas
las otras cosas que eran necesarías para el mante-
nimiento de las gentes de la hueste. Embió ansi-
mesmo la Reyna las tiendas grandes que se llama-
ban el Hospital de la Be7na ; con el qual Hospital
amblaba físicos é cirujanos, é ropa de camas é me-
dicinas, é homes que servían á los feridos 7 enfer-
mos ; é todo lo mandaba pagar, según lo acostum-
braba en los otros reales. Todas las cosas de la guer-
ra aparejadas en la forma que hemos dicho, el Be7
é la Be7na mandaron platicar en su Consejo, en qué
parte del Re7no de Granada se debía este afio facer
la guerra. E después de oídos los votos, acordaron
secretamente que el Be7 entrar debía aponer su real
sobre la oibdad de Málaga, é mandar al Conde de.
Castro su capitán ma7or do la flota, que pusiese
los navios acerca de la oibdad, porque esto viese
cercada por la mar e por la tierra. Pero acordaron
que era necesario tomar primero las villas de Ca-
sarabonéla é Cártama é Coin, é todos los otros cas-
tillos é lugares que están en el valle que dicen de
Sancta María, 7 en el valle de Cártama, que están
antes de la oibdad de Málaga ; porque ú estos cas-
tillos no se tomasen primero, los moros farían dafto
en la gente que fuese á los herbages, 7 en los que
trazieeen mantenimientos. Los grandes sefiores que
allí vinieron facían gastos demasiados en los ves-
tidos é arreos de sus personas, é otrosí tenían dema-
siada familia de pages é servidores, é de otros ho-
mes inútiles para la guerra ; é ansimesmo gastaban
excesivamente en traer cada uno delante de si mu-
chas hachas encendidas, é facían grandes gastos en
los platos de diversos manjares que se ponían á sus
mesas, 7 en todas las otras cosas que se requieren
para mostrar grandes estados; de lo qual tomaban
exemplo los otros caballeros que no eran de tanto
estado. E porque los gastos fechos en semejantes
cosas, allende de ser inútiles, crian en los homes
alguna mollesa, enemiga del oficio de las armas ; el
Be7 é la Re7na mandaron que se fablase oon algu-
nos príncipales de aquellos grandes sefiores, dándo-
I les á entender, quanto dafio é poco fruto habi# en
412
CRÓNICAS 1)B LOS RETES PE OAOTILLA.
aquellos gftrtos exoedrOB ; rogándoles qae los tem-
plasen, especialmente en tiempo de gnerra, porque
los otros tomasen exemplo dellos. Después de habi-
do consejo de lo que se debía facer en tierra de
moros, el Hej partió de la cibdad de Córdoba en
el mes de Mayo deeto aAo ; é fueron con él los Du-
ques é Condes ó capitanes que habemos dicho , é
llegó á poner real á un lugar que se llama el Pon-
tón de Don Gk>nzalo, que es junto con el río de Qna-
daxenil. B mandó el Rey otro dia mover su real de
aquel lugar , ó fué para el Rio que se dice de las
Teguas, donde estovo dos dias recogiendo las otras
gentes de caballo ó de pié que venian por otros ca-
minos. Otrosí llegó el artillería é pertrechos que
traían fasta mil carros, delante los quales venian
gran número de peones con picos é azadas, facien-
do llanos los caminos é pasos en las sierras y en los
lugares altos é ásperos por donde pudiesen pasar
los carros. E como todos los caballeros é gentes que
habemos dicho fueron juntos con el Rey en aquel
lugar, movió de allí su real con las batallas ordena-
das en esta manera. £1 avanguarda llevaba el Con-
destable, é oon él el Duque de Alburquerque, y el
Conde de Ifiranda sus yernos con las gentes de sus
casas é con mil homes á caballo de los fijos-dalgo,
, é oon los peones que vinieron de Castilla la vieja.
£ delante desta avanguarda, según la antigua cos-
tumbre de Castilla, iba el Alcayde de los Donceles
con algunos caballeros á descubrir la tierra. En otra
esquadra cerca del avanguarda iba de la una parte
Garoibravo Alcayde de Atienza capitán de quatro-
oientos homes á caballo ; y en la otra parte iba otra
esquadra de quatrocientos é cinqüenta homes á ca-
ballo oon el capitán Poro Vaca. En otra batalla iba
el Duque de Medinaceli con la gente de su casa. T
en otra esquadra iba Don Furtado de Mendoza con
la gente de armas del Cardenal de España, y el
Conde de Corufia, é Pero Carrillo de Albornoz, ca-
pitán de la gente del Duque del Infantadgo. En
otra batalla iba el Conde de Cabra, y el capitán
Sancho de Róxas con la gente de su capitanía. En
otra batalla iba Don Juan, fijo del Duque de Medi-
nasidonia con la gente del Duque su padre. Des-
pués destas batallas en esta manera ordenadas iba
la batalla real, en la qual iba por capitán Don Pero
Manrique, Duque de Názera. E otrosí iba en esta
batalla el Adelantado del Andalucía, é Diego Lo-
*pezdeAyala, é Luis Fernandez Puertocarrero, é
Pedro Ruiz de Alaroon, y el Comendador Pedro
de Ribera, é Bemal Francés, é Francisoo de Bo-
vedilla, é Antonio del Águila é Juan de Merlo,
capitanes de Us gentes de las guardas del Rey
é de la Reyna, é de las Hermandades, é las otras
gentes de armas que tenían tierras é acostamien-
tos del Rey é de la Reyna. £ cerca de la batalla
real á la mano derecha iba la gente de Sevilla , Ó
de ios Obispados de Córdoba é de Jaon. E con el
guión donde iba la persona del Rey, iba Don Qu-
tierre de Cárdenas, Comendador mayor de. León, é
Don Enrique Eoríquez, su Mayordomo mayor, con
todos los oriados é caballeros é fijos-dalgo que eran
oontlnos en la casa del Rey i de la Bsyna. Luego
después desta batalla iba todo el requage^ élas otras
bestias que llevaban las provisiones é manteni-
mientos para la hueste. En la reguarda de todo iban
las batallas de la gente de armas del Maestra do
Santiago é del Marqués de Cáliz, é oon ellos iba el
capitán Don Juan Manrique oon la gente de su ca-
pitanía. Los peones que fueron llamados, iban oon
sus capitanes, partidos en los logares que fué acor-
dado. Mandó ansimesmo el Rey á dos alcaldes é á
dos alguaciles de su corte, que fuesen con la hues-
te ; los quales con los alguaciles que el Condestable
tiene facultad de poner en los reales, considerando
los grandes inconvinientes que de la desorden é poco
temor de la justicia se siguen en las huestes^ jbcian
tan grandes castigos en los que erraban, que la gen-
te, aunque era en gran número iba tan atemorizada
déla justicia, que no osaba facer dafio en los panes
ni en las vifias de la tierra de los christianos , ni me-
nos osaba ninguno sacar armas contra otro, ni facer
fuerza ni exceso, por la gran diligencia que el Rey
mandaba poner en la execudon ¡de la justicia. Co-
mo el Rey con toda la hueste entró en la tierra do
los moros , por consejo de algunos escaladores é
adalides que sabían la tierra, acordó de embiar á
escalar una villa de los moros que se llamaba Mon-
tef rio ; porque si se pudiera haber, se ganara gran
parte de la tierra, é se habría mayor seguridad para
la gente que iba en la hueste. E moviéronse á ello,
porque fueron avisados que no había tanta gente
en aquella villa ni en su comarca para la defender ;
porque toda la mas gente de guerra de aquel Rey-
no, se había llegado á las partes de Málaga, é á las
otras villas é castillos de su comarca, por defender
aquella cibdad é tierra de la guerra que sopieron
que les sería fecha por el Rey este afio. E como los
escaladores con ciertas gentes de armas é peones la
quisieron escalar, fueron sentidos, porque los moros
que estaban en ella tenían tal guarda que no se pu-
do haber. Acaesdó ansimesmo en aquel tiempo que
vino una lluvia con tanta tempestad de truenos é
de relámpagos, que todos fueron espantados é pen-
saron perecer. E la gente de la hueste que iba orgu-
llosa, sabido que la villa no se pudo tomar, é vista
la gran tormenta que vino del cielo , .como pueblo
movido ligeramente por opinión, imaginaron que
era sefial de algún infortunio que les había de
acaescer, é caídos de la esperanza que tenían, falle-
cieron de las fuerzas que primero mostraban. Los
capitanes cada uno á sus gentes esforzábanlos di-
ciendo, que en las grandes conquistas no era nue-
vo acaescer semejantes alteraciones, é que aquella
gran tempestad pasada que vieron , y el tiempo se-
reno que veían, era sefial cierta para conocer que
después de los trabajos que oviesen gozarían de la
victoria que deseaban.
hOÉ ÍERNANDO
OAPtrULOXLIL
Come el R0J manió poaer dos roolet «obro la villa da Cola é do
Cártama, é las tomé; óansimosmo la vUla do Bonamaqaa» é
lo qao OH ella Iso.
Qaando el Rej llegó á aqael lugar que hmbemos
diohOy OTO consejo con el Maestre de Santiago, é
oon el Oondestable , é con los Duques é Condes é
otroa caballeros que con ¿I estaban, sobre lo prime-
ro que debian facer, porque el acuerdo que oyieeen
se pusiese prestamente en obra, antes que los mo-
ros se apercibiesen, ni sopiesen á qual parte debian
poner mayores defensas. Efué acordado en su Con-
sejo que el Maestre de Santiago , y el su Condesta-
ble, é Don Alonso, Sefior de la Casa de Aguilar, é
Pnertooarrero, Sefior de Palma, fuesen á poner cer-
co sobre la yilla de Cártama. Otrosí el Marqués de
Calis , y el Conde de Corufia éDon Furtado de Men-
dosa con la gente del Cardenal de Espafia , y el
Adelantado del Andalucía ^ fuesen á cercar la yilla
de Coin. E mandó á estos caballeros que pusiesen
estos sitios en un dia sobre estas dos villas. T el Bey
moTió adelante con toda la otra gente de su hues-
te, é pasó allende á la yilla de Alora, 6 asentó su
real en medio de aquellas dos villas de Coin é de
Cártama, en tal lugar, que podia ver á la una é á la
otra, ó socorrer, si fuese necesario, á aquellos ca-
balleros que embió á las cercar. T el dia siguiente
fué con algunos caballeros á ver las dispusidones
de estas dos villas, por ver donde era mas necesa-
rio que asentase su real. E conoscida la dispusicion
de ambos lugares; como quiera que la villa de Car-
tama vido ser muy fuerte, é asentada en lugar ás-
pero , pero porque conosció que la villa de Coin
era mayor, é la dispusicion de la tierra era mas
fuerte, porque toda estaba rodeada de cuestas
grandes é ramblas é de huertas é lugares ó ace-
quias é pasos que la fortificaban, acordó de po-
ner su real sobre ella. Acaesoió que el afio pasado
estando el Rey con su hueste en aquella tier-
ra, los de la villa de Benamaquex , que es una vi-
lla bien cerca de Coin, trataron oon el Marqués de
Calis que querían ser Mudéxares subditos del Rey,
é acudiría oon los tributos que acudían al Rey Mo-
ro , é que el Rey les asegurase sus personas é bie-
nes, é mandase que les fuesen guardadas las vifias
é olivares é frutales é panes é las otras cosas que te-
nían sembradas. El Rey condescendió á las humil-
des suplicaciones que le ficieron los de aquella vi-
lla; é mandóles guardar todos sus bienes, é no les
fué fecha guerra ni dafio. E los de la villa ficieron
pacto con el Rey de ser sus subditos, é de facer guer-
ra ó pas por su mandado, é acoger sus gentes, é le
acudir oon los tributos que al Rey Moro solian dar.
Después que el Rey é sus gentes partieron de
aquella tierra, luego los de la villa rebelaron, é
aoogieron álos moros, édieronles favor en la guerra
que facían á los ohrístianos. Conocido aquel engafto
que habían fecho , el Rey indinado contra ellos,
^01 iTo faré que la pena destossea temor Aotros,
¿ DOÁA ISABEÍi. ^ / iii
• para que guarden lealtad por fuenai qnando no U
Aguardaren de grados. E luego mandó combatir
aquella villa, é tanta fuó la ballestería y espingar-
das é otros tiros de pólvora que tiraban al muro,
que los moros que lo guardaban perdieron la fuer-
aa, é la gente del Rey que la combatía, pudo llegar
los bancos pinjados é las mantas al muro ; é los mo-
ros lo desampararon , de manera que los ohrístianos
entraron en la villa. T el Rey mandó facer justicia
de los moros que en ella estaban, Ó fueron puestos
á espada é aforcados ciento é ocho moros principa-
les della. E mandó que se tomasen captivos todos
los otros , é las mugares é criaturas que en ella fa-
llaron, é mandó quemar la villa , é .derribar el mu-
ro. Tomada é derribada la villa de Benamaquel,
embió el Rey á uno de los adalides que venían en
su hueste, que se llamaba Gonaalo Arias , é un in-.
térprete de arábigo , á facer saber á los de la villa
de Coin la justicia que se había fecho en los mo-
radores de Benamaquex ; por ende, que les manda-
ba que entregasen luego la villa á sus gentes, por-
que no recibiesen el dafio que veían padescer á sus
vecinos. Los de aquella villa de Coin no quisieron
oirlafabla, ni facer partido, ó pusiéronse en de-
fensa, é salieron á escaramuzar con la gente que
el Rey había embiado delante á la sitiar. E luego el
Rey mandó poner las estarnas en tales lugares que
la gente no recibiese dafio, pero no se pudieron asen-
tar por todo el circuito de la villa , por la grand as-
pereaa é dispusicion de los lugares do está asenta-
da. E mandó poner guardas é sobreguardas y escu-
chas, porque fuese sabido si los moros de las ser-
ranías que estaban cercanas á aquella villa se mo-
viesen á venir á ella ; é mandó poner guardas en los
caminos , porque las requas de los mantenimienuNí
que contíno venían al real no recibiesen dsfio. Otro-
sí porque entendió ser necesaria mas gente para
fortificar el sitio que mandó poner sobre la villa de
Cártama , embió al Duque de Alburquerque , é al
Conde de Miranda con la gente de sus casas, é al
capitán Alonso Osorio , é á Garoilaso capitán de la
gente del Conde de Feria, Ó á Pedro Carrillo , capi-
tán de la gente del Duque del Infantadgo é á Juan
de Ayala, Sefior de Cebolla, é al capitán Pero Vaca, é
á Juan Arias de Avila, sefior de Torrejon con sus gen-
tes, los quales serian fasta en número de cinco mil
homes á caballo, é diea mil peones ballesteros é lan-
ceros y espingarderos , para que estoviesen oon el
Maestre de Santiago , Ó oon di Condeatable , é con
los otros caballeros que primero había embiado á
poner sitio sobre aquéUa villa, porque de todas par-
tes estoviese cercada, y ellos fuesen mas seguros
de la multitud de los moros que estaban en las sier-
ras cercanas ; y amblóles ansimesmo parte del arti-
llería para la combatir. Sabido por el Rey Moro co-
mo el Rey mandó sitiar aquellas dos víUaSi luego-
embió á aquellas partea algunos caballeros Ó peones
para facer guerra á las gentes del real que salían al
herbage, é á los que traían los mantenimientos, los
quales tomaron algunas bestias que venían con bas-
timento para la haestOi é los homes que venían con
4l4
CRÓNICAS DB LÓS^BStüS DB ÓktítíLtL
ellas las desampararon, é se podieron salvar. Lo
qaal sabido por el Bey, mandó que les fuese paga-
do el valor de todo lo qne les fué tomado , porque
ninguno se escusase de llevar mantenimientos al
real. E mandó poner guarda de gente de caballo é
de pié en todas las sierras é pasos, j en otros luga-
res do podían haber peligro ; porque dende en ade-
lante no recibiesen dafio los que venían al real con
mantenimientos. Los meros de la serranía de Ron-
da, é de todas las serranías 6 valles de aquellas co-
marcas , como sopieron los cercos que el Rey man-
dó poner sobre la villa de Cártama ó Coin, vinieron
gran multitud dellos á la villa de Monda, que es
una legua de Coin, entre los qnales vinieron algu-
nos moros que se llamaban Qomeres. Esta gente de
los Gomeros son homes qiie en los Reynos de África
usan la guerra continamente, é pasan dellos á estes
partes del Reyno de Granada á ganar sueldo, é fa-
cer guerra á los christianos. Los moros de aquella
villa de Monda é aquellos Gomeros, desde las sier-
ras altas é desde los otros lugares isperos donde se
pusieron , salían á tirar saetas j espingardas , é al-
gunas veces cometían de pelear con las guardas
que por todas partes estaban puestas á las entradas
del reaL Y estos acometimientos de los moros fa-
cían estar toda la hueste en temor tan oontino, que
no solamente guardaban aquellos á quien cabían
las guardas , mas todos l6s caballeros é capitanes
guardaban ó trabajaban é facían trabajar á sus gen-
tes, por poner en gran guarda la persona del Rey é
toda la hueste. E cada uno amonestaba á los suyos,
que guardasen los lugares é pasos, y estovíesen
prestos á la pelea quando fuese necesario, é tovie-
sen aquel ánimo que varones esf oreados debían te-
ner para defender la vida ó resistir á aquella mul-
titud de moros. Los christianos que veían á los mo-
ros, deseaban venir con ellos á batalla campal, sí
la dispusíoion de la tierra do estaban no gelo impi-
diera ; ó quisieran mas disponerse á los peligros que
pudieran haber batallando , que sofrír aquella pena
contina que padesoian guudando ó resistiendo los
acometimientos que los moros facían. Entretanto
que estas cosas pasaban, el Rey mandó que con
gran diligenciase asentase la artillería repartida en
tres partes. Ansimesmo el Condestable y el Maestre
de Santiago con el artillería que el Rey les mandó
dar , f adán tirar al muro de la villa de Cártama : y
el sonido de las lombardas era tan grande que se
oían en él un cerco los tiros de las lombardas que ti-
raban en el otro. Los moros de la villa de Coin,
confundidos de los grandes sonidos del artillería
que continamente oían , é del dafio que vían facer
en los muros, no sabían que consejo tomar para se
remediar, especialmente porque vieron caer una
parte del muro de la villa ; donde se fizo un gran
portillo. Los moros Gomeros que habían venido á la
villa de Monda para socorrer á Coin, informados
oomo aquella villa é los moradores della estaban en
peligro, si la villa se entrase por fuerza de armas,
cometieron algunas veces de entrar en ella por la
defenderi ó no pudieron por la gran guarda que el
Rey mandaba poner en el real é fuera del. "É oomo
sopieron que la oeroa era derribada, un moro capi-
tán dellos les dizo: sEa, moros, quiero ver quien
»será aquel que se compadescerá de los nifios é mu-
» geres de Coin , que esperan la muerte y el oaptive-
• rio ; é aquel á quien la piedad de Dios moviere sí-
• game,que yo me dispongo á morir oomo moro
»por socorrer á los moros. • B diciendo estas pala-
bras tomó una sefia blanca , é siguiéronle los moros
(Comeres. B los moros de Coin que sopieron la hora
que los Gomeros hablan de venir, fideron tal reba*
to en el real , que no geles pudo resistir la entrada
que estos moros con gran osadía ñderon en la villa.
Los quales amonestaban á los vecinos della, diden*
dolos que se esforzasen á defender su vida é su vi-
lla, porque con buen esfuerzo se defenderían , é si
desmayaban se perderían ; y eUos porque eran cur-
sados en las guerras, tanto mas se esforzaban á de-
fender, quanto mayores combates les daban los
christianos. El Rey entendió que por el portillo que
fideron las lombardas en el muro se podrís comba-
tir y entrar en la villa. B mandó al Duque de Maza-
ra é al Conde de Benavente, que se aparcasen con
sus gentes para la combatir, é ordenasen d comba-
te con los pertrechos que fuesen necesarios para
mayor seguridad de sus gentes. Otrosí embió á man-
dar á Don Luis de la Cerda Duque de Medínaodí,
que embiase sus gentes á aquellos caballeros para
les ayudar. El Duque sintiendo grave el manda-
miento que el Rey le fizo, porque le mandaba em-
biar su gente á otros caballeros, respondió á los
mensageros: t Decid al Rey mi sefior, que yo vine
• á le servir con la gente de mi casa, é que si mi
• gente manda que vaya á qualquier parte, tengo
• yo de ir con ella, porque ni yo estaré en la guerra
• salvo aoompafiado de los míos, ni los míos es ra-
nzón que vayan á ningún fecho de armas, sin que
• vaya yo delante ddlos. Por ende que si Su Alteza
• se quiere servir de mi gente, yo qne soy su oapl-
• tan iré con ella do me mandare ; porque ni la gen-
• te pnode bien servir nn capitán , ni d capitán sin
• gente. •
Estando la cosa en este estado, aderezando d
oombate que el Rey mandaba ordenar, algunas gen-
tes del real con d capitán Pero Ruis de Alarooui se
anticiparon al oombate, é tomaron mantas é otros
pertrechos de defensas, y entraron la villa por
aqud portillo que las lombardas habían fecho, é
comenzaron á pdear con algunos moros que falla-
ron luego á la entrada de la villa por las oalles. B
los christianos peleando retrazieron á los moros fas-
ta una plaza de la villa, á la qud sobrevinieron de
súbito con grand alarido muchos moros de aquellos
Gomeros , é socorrieron á las oalles é á otros luga-
res por donde entraban los christianos, é pelearon
oon ellos. E los christianos no podiendo sofrír U
fuerza de los moros, ní los tiros de piedras é tesas
que les tiraban por las ventanas, é veyendose tor-
bados, porque no sabían los lugares ni las oalles por
do habían de pdear , volvieron las espaldas ; é los
moros firiendo en ellos ^ los echaron fuera do h vi-
DON FERNANDO
lU por nqatl portíDo que hablan entrado. B aquel
capitán Pero Buia de Alaioon oon algonos de los
qne entraron con él , peleó oon los moros en ona oa-
lle , do esperaba que sería socorrido de los ohrístia-
nos. B oomo qnier qne yido Tolver las espaldas á
los qne al principio con él estaban ^ pero oomo era
varón esforsado, y en otros fechos de aimás tan
experimentado, qne se aparcaba antes á esperar
mnerte qne á recebir mengna , queriendo pagar con
la Tirtnd la mnerte qne debia á la natora, dizo:
« No entré 70 á pelear para salir de la pelea fnyen-
»do.i B peleé con gran esfnenso faciendo estrago
en los moros, los qnales le rodearon por todas par-
tes; é no podiendo mas sofrir las grandes f cridas
qne tenia, cayé mnerto peleando oon fama de bnen
caballero. Bn esta manera qnedé libre á los moros
la Tilla qne habia seydo ja entrada por los christia-
nos. Murieron é fneron f eridos en aquella facienda
algunos ohristianos, entre los quales fué muerto
otro caballero que se llamaba Tollo de Aguilar. Ck>-
mo el Rey sopo la muerte de aquellos dos caballeros
y él desbarato que sus gentes oyieron, ovo grand
enojo , porque hablan principiado el combate sin su
mandado, é luego mandé apretar mas el cerco, é
que tirasen las lombardas gruesas é los otros tiros
de pólvora. Los quales f acian tan grand estrago en
los moros y en las casas de la villa, que no pudien-
do sofrir el dafio que veian , é recelando la muerte
que esperaban , demandaron f abla para entregar la
villa, é pidieron al Bey que les diese seguridad de
las personas é bienes para se poner en salvo. El Rey
que estaba indinado por la fuerza que los moros
hablan fecho en su gente, quisiera tomar la villa
por combate , é no segurar á los moros que la defen-
dían ; pero considerando el peligro en que estaban
el Condestable y el Maestre de Santiago é los otros
caballeros que con ellos eran en el cerco que tenian
sobre la villa de Cártama, por la gran morisma que
se habia puesto en las sierras que estaban en el cir-
cuito de aquellas villas, é por escusar los peligros
que á sus gentes podrian acaescer en el combate, é
otrosi por quitar los grandes trabajos que la hueste
sofria continamente en guardar las entradas del real
de la multitud de los moros que todas horas é por
muchas partes guerreaban ; acordé dar el seguro que
pedían, é recebir la villa con el partido que los mo '
ros demandaron. B los naturales della con sus mn-
geres é fijos, é los otros Qomeres que habían veni-
do á la defender, la dezaron libre al Bey, é se fue-
ron oon sus bienes. E luego el Bey la mandó derri-
bar, porque era de gran circuito, y en tal sitio pues-
ta, que no se podia defender, sino á gran peligro
de los que la guardasen. Entretanto que estas cosas
pasaron en el cerco de Coin , el Condestable y el
Maestre de Santiago é los otros caballeros é cepita*
nes que oon ellos estaban , ponian diligencia en el
ceirco de Cártama, é tenian á los de la villa en aprie-
to ; pero esperaban ser socorridos de los moros quo
estaban en las sierras cercanas á la villa. Bpor este
recelo que el Condestable y el Maestre tenian, es-
< taban é f adán estar la gente armada continamente
¿ DO^A ISABBt. iít
é presta á la batalla. Otrosí fadan que tirasen tS
muro de la viUa las lombúdas é otros tiros de pól-
vora , las quales pusieron tan grand 'espanto á los
moros , qne no pudiendo sofrir el gran dafio que les
facían , otrosi sabido que la villa de Coin era toma-
da , f allescieronles las fnersas qne al principio mos-
traban en la defender. Lo qnal sentido por él Maes-
tre é por el Condestable, embiaron á decir al Bey,
que pues la villa de Coin era ya tomada, y estaba
ya libre del trabajo de aquel sitio, le plog]Ddese de
venir al cerco que les habia mandado poner sobre
la villa de Cártama, porque creían que sabido por
el Alcayde é por los otros moros que la guardaban
como su persona real venia allí , luego se darian : y
era rasen, quier se tomase la villa por fuerza de
armas, quier usando con los que la defendían de
piedad, Su real Magostad oviese la gloría de qual-
quier de aquellos vencimientos. E luego el B^ vi-
no á aquella villa ; é sabida por los moros su veni-
da, no podiendo sofrir el dafio que recebian del ar-
tilloHa, suplicaron que les diese seguridad de la vi-
da é de los bienes que en ella tenian, é que gela en<
tregarian. El Bey, oon acuerdo de aqudJos caballe-
rorf, les dio la seguridad que pidieron , por escusar
las muertes que los christianos podrian haber en el
combate, é por estar mas libre para ir adelante é
á seguir su conquista. E luego los moros naturales
de la villa, é los otros Gomeros que hablan entrado
á la guardar, salieron della oon sus mugeres é fijos
é con todos sus bienes seguramente, é dezaron la
villa libre con su fortaleza al Bey. ESntretanto que
los cercos de Coin é Cártama duraron, los moros
vednos de las villas de Churriana é Popiana é Cam-
panillas é de Fadala é de Lahuin, é de Alburio, é
de Quarro, recelando de ser muertos ó captivos,
desampararon todas estas villas é se fueron oon los
bienes que se pudieron llevar á otras partes. E co-
mo sopo el Bey que estaban yermas , mandé derri-
bar todas las torres é muros é cortijos que tenian.
Otrosi mandé derribar la torre del Atabal, éotra
fuerza que se deda la torre nueva del Quizóte. To-
mada la villa de Cártama, el Maestre de Santiago
embió á suplicar al Bey, que por quanto aquella Or-
den de la oaballeria de Santiago donde él era Maes-
tre, fué fundada para facer guerra á los moros ene-
migos de la santa fe oathólica , y él estaba en propó-
mto de seguir aqudlo que por las oonstítudones de
su orden era mandado, le plogoiese de le dar el car-
go de la tenenda de aquella villa, porque era dos
leguas de la dbdad de Málaga, é asentada en lugar
dispuesto para seguir la guerra comenzada contra
los moros que estaban en aquellas comarcas. El Bey
vista la suplicadon del Maestre, é oonosddasu bue-
na intendon, mandé que se reparasen las torres é
muros que hablan derribado jlas lombardas, é bas-
tecerla de los bastimentos é pertrechos que fueron
menester, mandógela entregar. T el Maestre la re-
dbió, é le fizo pleyto omenage por eUa, é puso por
Alcayde en la fortaleza á un caballero de su casa
que se llamaba Juan de Céspedes. La Beyna que
habia quedado en U cibdad de Córdoba , mandaba
4lé (mÓNiOÁB DB tos
poner gran (UligenQÜi en repartir é traer loe mante-
nimientoe, porque todoa loa diaa andoyieaen laa re-
qaaa que iban oon elloa ; é mandaba ir loa ofioialea
é miniatroa é todaa las otras ooaaa qne eran neoeaa-
riaa para el proveimiento del reaL Otroaí tenia poi-
dado de embiar el sueldo para la g^nte de armaa , ó
.para loa otroa gastos que se requerían en la guerra,
lo qual era en gran oantidad. Y embió á mandar al
Oomendador mayor de León, su Contador mayor,
á quien di6 oargo de la administración de laa ooaaa
que en la bueate fuesen neoesariaa, que pusieae
gran diligenoia en mandar á loa teaoreroa que paga-
sen bien la gente, é la tovieaen oontenta, é prove-
yese en todaa las otraa cosas que fuesen menester,
tan oomplidamente, que por falta de lo neoeaario
no se dexase de facer la guerra como convenia. B
mandó ansimesmo poner paradas en el camino, por
laa qualea en poco espacio era informada de todo lo
que en el reíd cada bora ae faoia. Otrosí escribía
cartas graciosaa á los grandes de sus Beynos que
estaban en la bueste, é algunos otros caballerea é
capitanes, á quien entendía aer neoeaario: á unos
agradeciéndoles lo que facían , á otros loando su vo-
luntad de lo que deseaban facer. B con estos pro-
veimientos que la Beyna facia, tenia gratos á los
grandea sefiores é á los otros caballeros para aofrir
loa trabajos que pasaban.
CAPÍTULO XUIL
Como d Roy ooa alfnnot etballeros M A 4ar tUU A la dbda4
4« Málaga^
Bl Bey siguiendo el primer consejo que en Cór-
doba en presencia de la Beyna ovo, de cercar la
oibdad de Málaga 9 dexó su real puesto cerca de la
villa de Cártama, é con algunos caballerea é fijos^
dalgo que con ¿1 fueron, partió con bus batallaa or-
denadaa para la oibdad de Málaga, por ver el sitio
donde se debía poner el real. B como llegó cerca de
la dbdad, salió el Bey Moro con faata mil bomea á
caballo ; los quales , según se mostró en el srreo de
sus personas y en los caballea qne traían, parecían
bomes de guerra los maa escogidos que babia en to-
do el Beyno de Granada. Otrosí salieron oon él gran
número de peones , que se mostraron por laa buer-
tas 6 olivarea cercanos á la cibdad. B trabóae entre
loa unoa é loa otros una escaramuza, la qual cre-
dendo de grado en grado, se encendió tanto , que
caían mucbos de los unos ó de los otros ; é quanto
IOS moros se esforzaban á mostraren aquella f aoien-
da sus fuerzas, tanto los christianos pugnaban con
mayor ánimo por loa vencer. Bn esto pelea , una vea
loa cbristianos retraían á los moros fasto los poner
bien cerca del muro ; otra vez los moros con espin-
gardas é oon la multitud de saetea qne tiraban den-
de loa olivares é buertaa ferian mucboa bomes é ca-
ballos de loa cbristianoa é loa facían retraer del mu-
ro donde llegaban. T en esto manera duró aquella
flfloaramuaa entre elloa , f aato tanto que el Bey man-
dó á loa capitanea que fioieaen retraer su gente ; ó
loa moroa anaimeamo ae retraauwout Molieron é fue-
itBS DB ÜÁBSttAéL
ron faridoa en aquella eaoaramnaa algonoa Ae íoé
ohriatianoa, eapeoialmento morió Don Fernando da
Ayala , el heredero mayor de la caaa de Ayala, que
con oaadía de caballero ae metió tanto entra loa mo-
roa firiendo 4 recibiendo leridea^ faato que lo ma-
taren. Bstonoea el Bey mandó ver el aitio donde ae
podría aaentar au raál; é porque no ae falló lugar
do pudieae haber tanto abundancia da agua que
bastase para toda la hueato, -porque un rio que paaa
oerca de la cibdad eatoba aeoo; otroaí porque había
tonto multitud de moroa en la cibdad , que fuera pe«
ligroaa la guarda del raal que allí ae puateae; acor-
dó que por eqtoncea no se pusiese real aobre la eib^*
dad de Málaga , é volvió para la villa de Cartamai
donde ovo consejo de b que debiia luego facer.
Acerca desto ovo diversos votos^ algunoa decían
que baatoba la guerra fecha en aquella entrada,
puea con talea trabajoa é peligroa se habían ganado
laa víllaa de Cártama, ó Coin, ó Benamaquez, ó se
habían deapoblado laa otraa víllaa é torrea que ae
derribaron; é que en la guerra y eatrago grande
que en aquellaa partea se había fecho , laa gentea de
la hueato habían trabajado tanto que era raaon que
raposasen. Bl voto de otroa era, que puea quedaba
aaaa tiempo del verano para guerrear en otraa par-
tea de aquel Beyno, no lo debían perder ; é que de-'
bia ir el Bey á tolar loa panea é arbolea é vífiaa 6
buertaa de muchoa lugarea que eatoban metidoa en
los valles ceroanoa á aquella comarca, ó debia po-
ner real sobre la villa de Oasarabonela. Anaimeamo
quando la Bejrna sopo que laa víllaa de Coin é Car-
tama erai^ tomadaa , embió á dedr al Bey, que si á
él pareciese debia proseguir su oonquísta oontra
otraa partea, qualea entendiese en aquel Beyno;
pues había asaz tiempo del verano en que laa gen-
tea podian estar en el campo, é que ella embiaría
lo que fuese necesario para bsatocer la hueato.
Bl Bey, oído lo que la Beyna le embió á decir, é
los votos de los caballeroa que con él estoban , 'por-
que fué informado que alguna gente de pelea , que
guardaba la cibdad de Bonda, la hablan dezadopor
venir á socorrer á Málaga, é á los otros lugarea da
su comarca, é que los vecinos de aquella cibdad ea>
taban sin sospecha de ser cercados , pensó que sería
mejor acuerdo conquistar luego aquella oibdad que
ning^a otra de los moros. Bsto pensamiento que
el Bey ovo, comunicólo en su secreto con algunoa
caballeros é capitanea que sabían la tierra y enten-
dían laa cosaa de la guerra, los qualea le dizeron,
que la cibdad de Bonda era muy fuerto y el lugar
de su asiento era áspero , é que sería trabajoso el
cerco que sobre ella se pusiese, por la multitad de
loa moros que en laa sierras cercanaa á aquella cíb-
bad eatoban. E aunque loa principalea homea de la
guerra eran absentos dalla, pero por aer oíbdad po-
pulosa, síempra quedarían en ella asaa moroa pan
la defender. Maa porque vieron al Bey indinado á
la oeroari oonformáronae con él para lo poner en
obra»
'•»'
DON mUTAlíDO
OAFflüLD ZUY.
Cobo el Mr f «m nal fokre ta tíkiU 4o Roída, é la oooikatté
é la loiid.
El Bej poniendo por obra la yolantad qne tovo
de oeroar la cibdad de Ronda , mandó al Marqnée de
Oália , é á Don Pero Enríqaei , Adelantado del An-
dalnolai é á Don Fnrtado de Mendoza, capitán de
la gente del Oardenal de Eepafia, é á Rodrigo de.
Ülloa , en contador mayor, que luego fuesen para
aquella oibdad oon tres mil hornea á caballo é ocho
mil peonee , é guardasen por todo el circuito que
ninguno entrase ni saliese della.
Estos caballeros partieron luego como el Rey lo
mandó, é pusiéronse con la gente que llevaban cer-
ca de la cibdad á guardar la entrada é la salida de
los moros. El Rey, como dexó reparado el muro é las
torree de la Tilla de Cártama 6 bastecida de lo ne-
cesario para su defensa, movió su real de allí é to-
mó el camino de los prados de Antequera, que es
bien desviado del camino de Ronda. E como se vido
por todas las gentes la vuelta que el Rey oon toda su
hueste f acia para aquellas partes, los moros creyeron
que iba á poner sitio sobre la cibdad de Loza ; lo
qual ansimesmo creían todos los que iban en su hues-
te, salvo aquellos pocos á quien en su secreto habia
comunicado la voluntad que tenia de cercar A Ron-
da. É como todos pensaron que habian do ir por el
rio de Guadalheroe arriba, camino de Loza, volvió
pof aquel río abazo camino de Ronda por la via de
Teba é de los prados de Antequera. É mandó al
Oonde de Benavente que con dos mil bornes A ca-
ballo é quatro mil peones, tomare It delantera, é
fuese á Ronda á se juntar con «^l Marqués de Calis ,
é con los otros caballeros que habla ombiado prime-
ro ; é que asentasen el real en los lugares que en-
tendiesen , entretanto que el Rey llegaba con toda
la otra gente de su hueste.
La rasen demanda que fagamos aqui mención
del asiento desta cibdad de Ronda, é de la natura-
lesa de la tierra é su comarca, é de la condición de
la gente que la moraba. Esta cibdad es hacia la par-
te del poniente, apartada de la mar por espacio de
ocho leguas, y está asentada sobre una gran pefta
alta y asenta de todas partes; y en la parte de lo
mas llano de la pefta está fundado un alcásar, for-
talecido con tres muros, torreados con muchas tor-
res. De la otra parte está fortalecida con la dispn-
sioion del lugar, perqué las dos partes de la cibdad
rodea una boa, do está un vallé muy fondo, é por el
valle corre un rio do están los molinos. T estas dos
partes de la cibdad son inexpugnables, que no hay
juicio de home que las ose combatir; é debaxo de un*
pefia de las que están en aquella hos, á la parte de la
cibdad, sale una fuente oon un oafto de agua muy
grueso ; é desta fuente se sirven los de la cibdad|
por una mina que está fecha antiguamente dentro
del muro. De la otra parte de la cibdad están gran-
des pefias é lugares ásperos que la fortifican, é á la
parte del alcázar tiene dos arrübdeSi uno uto | i
ll DOltA IBÁBBti. ití
otro bazo. B ansí los muros de la elbdad, oomo loa
deles arrabales, son fortaleddos de muchas torres
é pefias que los defienden. La tierra cercana á la cib-
dad es montuosa de grandes sierras fértiles por laa
muchas é buenas aguas que abundan en ellas ; está
poblada de muchos moradores á quien la aspereza de
aquellas montafias face ser homes robustos é ligeros
é guerreros , porque en aquellas fronteras síerapre
continaron la guerra con los christíanos. Betas gen-
tes acostumbran mostrar sus fijos de pequefion á ti-
rar la ballesta , y en esta arte, por el graiid neo que
tienen , son tan maestros, que no yerran de dar en
qualquier lugar do tiran.
Los caballeros que habemos dicho , con la gente
que el Rey embió delante, llegaron á la dbdad, é
cercáronla por todas partes , de manera que ningu-
no pedia entrar ni salir della. B después que el Rey
llegó con todas los otras gentes, é llegaron los car*
ros de la artillería é de los pertrechos , mandó asen-
tar en el circuito de la cibdad dos reales. En el uno
se asentaron sus tiendas , é las de sus oficiales é
guardas; é cerca de las tiendas del Rey, á la parte
de la cibdad que dicen el Mercadillo, mandó apo-
sentar al Maestre de Alcántara, é al Conde de Bena-
vente , é al Maques de Oália con sus gentes. Otrosí
se aposentaron cerca destos otros capitanes del Rey
é de la Reyna oon las gentes de sus capitán! asi En
otro real, á la parte del alcázar, se asentó la artillería
é puso en guarda della al OondesUble, oon otros ca-
balleros é gente de la hueste. T en otra parte de la
oibdad estaba el Maestre de Santiago oon sus gen-
tes é con otros capitanes que fueron aposentados en
aquella parte. L^s otros caballeros é gentes de la
hueste se aposentaron cada uno en el lugar que les
fué sefialado por los Mariscales del Rey, é fueron
repartidas las estaozas en tales lugares, que la cib-
dad fué bien cercada por todas partes. Otrosí man-
dó el Rey poner guardas sobresalientes para socor-
rer á qualquier estauza que oviese menenter ayuda,
É á cada uno de los caballeros é capitanes que te-
man cargo de algunas estanzas, fizo facer cavas é
álbarradas é tapias para la fortificar. Asentado el
real é las estanzas en la manera que habemos dicho,
mandó el Rey poner guarda en el campo y en los
caminos, é sobreguardas y escuchas, para sentir
qualquier movimiento que los moros quisiesen fa-
cer. Este real estaba bastecido con abundancia de
pan é vino é carne, é de todos los oficios é oficiales,
é de las otras cosas que eran menester para la hues-
te , porque la Beyna mandaba , que no cesasen las
requas todos los dias de llevar provisiones. B por-
que mayor abundancia oviese, mandaba poner en
los reales dos grandes montones, une donde ovieee
vrinte mil fanegas de cebada, é otro donde oviese
otro tanto de harina; y estos montones estaban
siempre enteros, que no se tocaba á ellos, salvo al-
gún dia si cesaban las requas de venir con las pro-
visiones al real.
Oomo el Rey moro que estaba en Málaga , sopo
que el Rey habia puesto real sobre la cibdad de Ron-
da, embió algunos oaballeros á aquellas partes, é
27
41S
GBÓNIOAS DI LOB BITIB DI OASTlLíiA.
lotbomaiddgaemiiaiorilMdelaoibdady qn6«t-
tabui ídermde ella, oon las gentea quemoralMtneii
aqneUaaeerraniafli sa juntaron é yinieron bian ear-
oa da la eibdad. B púeatoa an laa rieiraa y an las
toma 7 enastas I é otros lagaña asparos, aalian to-
dos losdias á palear oon laa gnardaa que iban al her-
baja, é oon laa otras gnardaa qna eataban an loa oa-
minoa. Otrosi facían grandes fuegos encima da las
onmbres de las montafias, 6 deaoandian de aqnáüaa
altnraa oon impefcn rigorosoí segon sn ooatiunbra
da palear, é 'acometían oon grandes alaridoa A las
gnardaa de loa ohrístianoa. B como qnier qnafacian
muchos tiros da saetas y espingardas é piedraa , pero
el Bey defendió que ninguno sin licencia suya ó de
sus capitanea aalieaede la guarda donde cataba Apa-
lear oon loa morca, por eacnaar el dafio que aa pe-
dia seguir peleando con dloa por aquellos lugarea
do no babia dispnsicion para la pelea, aalvo A gran
ventaja da los moros. B todos los sefiores A caballe-
rea é capitanea de la hueate , oon gran diligencia tra-
bajaban cada uno en la parta do eataban; los unos
an defender laa entradas del real , é tener los peo-
nes que no subiesen la sierra , loa otroa en defen-
der laa ftstfiff»— que tenían pueataa contra la oibdad.
Acaeció algunaa vecea que los moros naturales de
la dbdad , oon el peaar que tenían de la ver oeroa-
da, acometían A las guardas, peleando con tanto
oofage, que indiaoretamenta se ofrecían A la muer-
ta, A fin de matar ó entrar en la oibdad A la defen-
der. La oibdad tenía un arrabal muy fuerte repar-
tido, oome babemos dicho , en dos partea, uno alto
é otro bazo ; y él Bey mandó que el artíllería ae
' asentase en tres lugares para que Ijrasen A tres par-
tea del muro que oeroába el arrabal. Loa morca de
la dbdad quando se yieron cercados, juntAronsa
con el Algualcil mayor de Bonda, é dispuaióronse A
la defender ; é pusieron sus guardas en laa torrea é
muroa , y en laa puertas de la oibdad é de loa arra-
balea, y en los lugarea que entendieron ser necesa-
riaa. Loa maestros del artillería oomenaaron A tirar
oon laa lombardas gruesas , é derribaron en espado
de quatro diaa el potril é las almenas, é todo lo alto
de tres torres , oon un pedaao dd muro que oeroá-
ba los arrabales. É de tal manera fué derribada la
defensa por aquella parte, que los moros no habían
lugar do ae poner A los defender, por los muchos
tiros de ribadoquines é otros tiros de pólvora que se
tiraban. Otrosí cayó en otro lugar, por do tiraban
laa lombardaa, un pedazo del adarve donde murie-
ron algiinoa moroa.
ble, que cataban en la gualda de maestanUí i4rfa
que laa lombardaa liabian desmodiado una to^ A 1%
parte que dloa guardaban, arrametlaron AUtoira A
subieron en ella. Bl Bey que continamente andaba
requiriendo laa astanzaa y eafonando lagente^ via-
to oomo aqudloa peeneahabianganadola tonáiea-
fonóloa maa.É mandó Ala gentedearmaa da aque-
lla estansa que socorriesen Aaqudloa peonea ; A con
d eafneno que d Bey lea puaoi anametieron oon
caadla al murOi A apodeiAronse ¡de aqnd tomijon.
Loa da laa otoaa estansaa arremetieron cada uno por
su parta, de numera que loa unce por unaa partea A
loa otroa por otras, entraron loa arrd>dea.
Aoaeaoió que un oaballero, que ae llamaba Alen*
so Fazardo, oapitande dertoa peonea, puao una aa-
oala al muro en la parta que combatía, A aubló d
primero por día, A luego anidaron traa él otroa m»
cuderoa A peones ¡ los qualea pdearon oon loa moroa
é ganaron aqudla parte del adarve. T eata oqdtan
Fazardo ae adelantó, A tomó la aella que Uevdba d
iifóreí de aquelloa peonea, A trabajó por lo poner
endma de la torro de una mosquita que cataba an
aqud arrabaL Loa moroa que guardaban la torro vi-
nieron contra d, A tomAronle la bandera. T Al pe-
leando oon dloa en loa tazadoa de la mecquita, A
vista de todoa la recobró por fuena de armaa con
ayuda que le fideron loa que le aeguian ; é pdearon
oon loa moroa de aqudla torro, faata que la ganaron
é ficiaron retraer A loa moros por las puertea dd d-
cAsar de la dbdad. Al fin loa moroa, veyendo loa
ohrístianoa entnur por tantea partea, é no lea pudien-
do redstir la entrada ni aofrir d dafio que reoebian
de los muchos tiros que d artillería fada, deaai|A-
pararon los arrabdea , A retrazióronaa A la oibdad,
é loa chriatíanoa quedaron apoderadoa delloa, A ro-
baron las casas, A todo lo que fallaron (1). Toma-
dos loa arrabdea de Bonda, luego otro día mandó
el Bey meter laa lombardaa grandea A loa otroa ti-
roa de pólvora , ó loa engeníoa é oortaoa para oom-
batír la oibdad. Loa que tenían cargo de proveer
las cosas necesarias en d red, trabajaban por aua
pevBonaa A aolidtaban A loa miniatroa que tenian
puestos, para que pusiesen gran diligencia cada uno
en d cargo que lea habían dado, porque no ovieae
punto de fdta en el tiempo que fuese manesteri
Otrod daban grand acucia, para que el artíllería se
asentase en loa lugarea que loa maeatroa acordaron
que se debía poner. B oomo fué asentada, luego
oomensaron A tírar juntamente laa lombardas grue-
aaa con loa otros tiros de pólvora medianoa é meno-
Loa chriatíanoa, visto'que eran derríbadaadgunaa I rea. AnnAronse ansímesmo loa engeniosA los cor-
almenaa 6 defensas dd muro, cobraron mayor ea-
fneno para combatír. É la gente del Conde de Be-
navente é del If aestre de AlcAntara , que guarda-
ban una eaUnsa, A gran peligro aubieronuna cues-
ta alta, por ganar aquella parte do combatían; A
por fuersa de armaa cobraron una pafia, que para d
combate era gran defensa A los moros é ayuda A loa
chriatíanoa. Los de laa otraa estanzaa que habemoa
dicho, cada uno por su parte trabajaba por llegar d
muro I y espeoialmente unos peones del Oondesta"
taos que tiraban A la eibdad. Otrod ficiaron loa i
troa dd artíllería unaa pellaa grandea de hilo de oA-
fiamo é pea ó alorovita ó pólvora, conf eodonadaa oon
otroa materídea, da td manera A oompoatura, que
poniéndoles fuego echaban de ai por todaa partea
centellas A Uamaa eapantoaas, é quemaban todo quan-
to alcanaaban, y d fuego que lanaaban de d du-
(1) Tomáronse loi tmbal« U ftoadt i«éf m Aom U Biio «a
bO» VBttNAHDO
rabft por grand «ptdo y er* tan riguoso, qae
ninguno osaba llagar á lo matar. Fioieron anaimea-
mo pelotas redondas grandes é pequefias de fierro,
idestas fadan muchas en molde, porque en tal ma-
nera templaban el fierro , que se derretía como otro
metal ; y estas pelotas f aoian grand estrago do quie-
ra que aloansában. Las lombardas grandes tiraron
tantas veces al muro de la oibdad é del aloásar que
derribaron gran parte de las almenas é de las otras
defensas que habia en las torres é adarves. Otrosí
por otras partes tiraban los cortaos é los engenios ;
é tantos é tan continos eran los tiros que facía el ar-
tillería , |Ue los moros que guardaban la cibdad A
gran pena se oían los unos á los otros, ni tenían lu-
gar de dormir, ni sabían A que parto socorrer; por-
que de la una parte las lombardas derribaban el mu-
ro, é de la otra los engenios é cortaos derribaban las
casas. B si los moros trabajaban por reparar lo que
las lombardas derribaban, no habia lugar de lo fa-
cer, porque los otros tiros de pólvora medianos que
continamente tiraban no les daban lugar á lo repa-
rar, é mataban todos los que estaban sobre la cerca,
Otrosí con un engenío echaron una pella grande de
fuego dentro en la cibdad, la qual venía por el ayre
echando de sí tan grandes llamas, que ponía espan-
to A todos los que la veían. Esta pella cayó en la
cibdad , é comenaó de arder la casa donde acertó*
' os de la cibdad, A quien su gran fortalesa largos
tiempos había dado confianaa de seguridad , muda-
da súbitamente su confianza en turbación, é su se-
guridad perdida coa el miedo , ni podían tomar ar-
mas ni administrarlas , porque veyendo A los unos
caer feridos , é A los otros muertos, arder las casas,
caer las torres , estaban turbados , que no sabíao A
quÜ logar socorrer , ni qué consejo tomar. Porque
ninguno podía estar , ni en el muro defendiendo,
ni por las calles andando, ni faciendo otra alguna
manera de defensa. Las mugeres, no acostumbradas
de tal infortunio é los nífios, enflaquecidos con el
espanto del fuego é de los golpes de las lombardas,
daban voces, ó lloraban unas las muertes de sus ma-
ridos é de BUS fijos, otras sus feridas, otras la des-
truícion de la cibdad. É con los gritos é lloros que
facían , desmayaban los moros principales, é priva-
do el sentido , perdían las fuerzas para dar remedio
A sí ni A la gente de la cibdad. Los ohristianos cada
uno por BU parte en el cargo que tenia, ponía dili-
gencia ; los unos en guardar los pasos A los moros
que venían por la sierras con grandes alaridos, fasta
cerca de las entradas del real ; otros en que se con-
tinasen los tiros del artillería. E quantos mayores
dafios veían recebir Ales moros, mayor esfuerzo to-
maban para los guerrear. T esta manera de comba-
tir duró diez días, fasta que los moros perdieron la
fuerza para pelear y el esfuerzo para defender ; é
recelando la muerte ó el captiverío general de to-
dos, demandaron seguro para f ablar en partido de
entregar la cibdad. T el Bey mandógelo dar , é que
eesasen por todas partes los tiros que facía el arti-
llería; pero que les oonvenía dezar libre la cibdad,
éqna los mofidoroi della se fuesen é vivir A otras
A DOtfA ISA6BL. 4t»
partes. Bl Alguacil mayor, é los otros vi^ é ca-
balleros moros, conociendo del Bey que no faria
otro partido, prometieron de le entregar la cibdad
é dexarla libre de los moradores della , dAndoles se-
guro de las vidas 6 de las faoiendas, para que se
fuesen los que quisiesen A los reynos de moros que
son en África, ó A la cibdad de Granada, ó A otras
partes. B sí algunos quisiesen morar en qualesquier
cibdades é villas del Beyno de Oastilla, qua el Bey
les mandase recebir en ellas , é les conservase en sn
ley , 6 mandase que fuesen tratados con paz. Bl Bey
prometió de lo Hoer según le fué demandado, por
esousar las muertes é otros dafios que pudieran ha-
ber los suyos en los combates y en la entrada de la -
cibdad, que era tan Áspera, que con pooa resisten-
cía que los moros fideran, pudieran facer gran da-
ño en los ohristianos , é otrosí por los relevar de
les trabajos contínos que tenían guerreando con
la multitud de los moros que estaban sobre aque-
llas sierras é logares Ásperos. Otorgado el partido
A los moros, por parte del Bey les fué demandado
que por seguridad de le que habían prometido,
apoderasen luego en una torre del álcAzar A un ca-
ballero que él mandase, porque no ovíese mudanza
de lo que con él habían asentado. Los moros res-
pondieron que les piada. B luego mandó el Bey A
Don Bernardino de Velasco fijo del Condestable^
que con gente de armas se apoderase de una torre
del alcAzar que los moros le entregaron ; el qnal
estovo apoderado della fasta que todos los moros
é moras con sus bienes fueron salidos de la dbbad,
é la dexaron libre al Bey. Bu la qual entró este Bey
Don Femando con los sefiores é caballeros de sa
hueste, Domingo día. de la Pascua de SanctispírituSí
A veinte y dos días de Mayo, contados del nasd«
miento de nuestro Bedemptormü é qnatrocientos
é ochenta é cinco afios.
Haberse ganado esta oibdad, fué cosa mas digna
de admiración que gobernada por razón ; porque
según su fortaleza é la multitud de aquellas gentes
herbaras que moraban en ella y en las serranías que
son en su circuito, no se pediera imaginar por loa
homes de la sitiar con esperanza de la ganar en mu-
chos tiempos é con gran multitud de gentes. B co-
mo la dbdad de Bonda fué tomada, luego aquella
multitud de moros que estaban en las montafias sa
derramaron , é los peones del real subieron aquellas
sierras empos dellos, é los signieron , pensando pe-
lear con eÚos é los matar ó captivar ; é no fué en
poderío de ninguno de los capitanes resistir A aque-
llos peones la subida; pero los moros que sabían la
tierra, se pusieron en las villas cercadas y en las
muchas torres que hay en aqudla serranía de Bon-
da, do se pudieron salvar.* Bl Alguadl mayor de
Bonda con sus fijos é parientes que era gente noble
entre los moros, demandaron que querían ír A mo-
rar en la cibdad de Sevilla y en la villa de AlcalA
de Quadayra ; dé lo qual plogo al Bey é A la Bey
na , é mandAronles dar sus cartaa para que los red-
biesen en aquellos lugares, é los tratasen bien é ho-
norablemente, é diéronlea franquoMS de todos til*
420
ÓBÓNlÚAS DB LOS ÉBTEB DB QASTÍLtA.
batos. (Hroeí las mindAron dar omm , é les fioieron
merced de pan, é de algimas otras proyisiones para
sa mantonimiento. Otros Teoinos de la oibdad se
faeroQ A inorar á la serranía de Bonda, A ser mu-
dézares oon los otros qne moraban en aqaella tier-
ra. Otros algunos pasaron oon seguro del Bey, á los
reynos de África ; é ansí quedó despoblada aqaella
cibdad de los moroSi que muohos tiempos antea la
habian poseído*
La Reyna , qnando sopo que la cibdad de Bonda
era tomada, oro gran placer, é mandó facer proce-
siones é grandes sacrificios , dando gracias A Dios
por aquellas victorias. B mandó dar la tenencia de
aquella cibdad A un caballero .de su casa que se lla-
maba Antonio de Fonseca. B fueron fundadas en
ella estas Iglesias : la primera se fundó en una mea-
quita, quo era la mayor, A la advocación de Sancta
Moría de la Encarnación. Otra se establesció en otra
mezquita A la advocación de Sanctispíritns, porque
la cibdad se entregó al Bey en aquel dia. Otra Igle-
sia cerca desta se estableció en otra mezquita A la
advocación de Santiago Apóstol. Otri^ Iglesia se es-
bleció A la advocación de Sant Juan Evangelista.
Otra Iglesia se estableció en otra mesquita que es-
taba cerca de unas tiendas que eran en el arrabal , A
la advocación de Sant Sebastian. E para todas estas
Iglesias embió la Beyna cruces é cAlices, y encen-
sarios de plata, ó vestimentas de seda ó de broca-
dos, é retablos , ó imAgines, é libros, é campanas, Ó
todos los otros ornamentos que eran necesarios para
celebrar en ellas el culto divino. Fueron ansimesmo
moradores cbristionos de las cibdades de Sevilla é
de Córdoba, é de otras partes A la poblar. E porque
los moradores de aquellos valles é serranías de Bon-
da despoblaban la tierra é se iban A otras partes, por
miedo que babian de ser muertos ó captivos, el Bey
les dio seguro, é mandó A todas sus gentes que no
les flciesen guerra ni dafio. B porque algunos tenta-
ron de quebrantar este seguro, ó tomaban algunaa
mugeres é nifios captivos, el Bey, informado de la
verdad, mandó facer justicia de los que se falla-
ron culpantes, é restituir todo lo que babian to-
mado.
Vistp por loa moros que el Bey les guardaba el
seguro, é facia justicia de los que les facían algún
robO| aseguráronse para estar en aquellas serranías
donde quedaron mudózares ó servidores del Bey é
de la Beyna; ó dende en adelante contratoban libre-
mente oon los cbrístianos, é venían seguros al real
del Bey por las cosas que eran necesarias*
CAPÍTULO XLV.
Gsme M entrtiiroa otros lagiroi de moros»
Sabido por aquéllas oomaroas de los moros como
la cibdad de Bonda era tomada, imprimióse en los
oorazones de las gentes de aquella tierra ton gran
terror, que recelando los vecinos de cada lugar que
si fuesen cercados serian muertos é perdidos, otro-
sí, informados como aquellos A quien el Bey asegu-
raba eran bien guardadoS| vinieron mensageros de
las villas que eran en la oomarca de kootbdaá ¿&
Bonda, é soplioAronle que le plogniese tomaika por
vasallos, pues que de sa voluntad venían A sa po-
ner en sa servidumbre; é como subditos que so^
obligados A su Bey, le querían acudir oon sus triba-
tos en la manera que acudían A los Beyes moros.
Otrosí le suplicaron humildemente que le plogoie-
se dar su seguridad : primeramente para que pudie-
sen vivir en su ley de Mahoma, é para que sus per-
sonas é de sus mugeres é fijos fuesen seguras , é po-
dieseo poseer sus bienes é oaaas y heredamientos.
Bl Bey dio el seguro que las villas aquí nombradas
embiaron Á pedir, oon oondidon que luego entre-
gasen las fortalesas de cada ana dellas, é todas las
torres, é qualesquier faenas que en ellas oviese, A
los que él mandase. B los moros prometieron de lo
facer, é fueron entregadas las f ortalesas sigoientes'
A las personas que el Bey mandó, en este manera.
La villa de Tunquera é su fortaleaa A Diego de
Barrase. La villa é fortaleaa del Burgo A Pedro de
Barrio Nuevo. B la villa de Honda é su fortaleaa A
Hartado de Luna. B la villa de Tolos é su fortele-
za A Sancho de Ángulo. E la villa é fortaleaa de
Guasin A Pedro del Caatillo. B la villa é fortaleaa
de Ouares A Sancho de Saravia. La fortaleaa de
Montexaque A Alonso de Barrio Nuevo. B las forta-
lezas de Hazualmara é Cárdela que son en la serra-
nía de Villaluenga, se entregaron al Marques de OA-
lis. Las fortalezas de las villas de Benauzan é da
Montecortol 6 de Audite mandólas el Bey derribar.
B todos los moradores destas villas é lugares que-
daron por siervos mudóxares del Bey é de la Bey-
na. B juraron loa alf aquíes é viejos de cada uno des-
tos lugares, por la unidad de Dios que sabe lo pú-
blico élo secreto, el que es criador vivo, é dio la
ley A Mahomad su mensagero, de ser buenos é lea-
les subditos é vasallos del Bey é de la Beyna, é
cumplir sus cartas é mandamientos, é de facer guer-
ra é paz por su mandado, é de les aoudir con todos
los tributos é pechos é derechos que en aquellas vi-
llas se acostumbraron dar A los Beyes moros; Ó qae
esto ferian bien é lealmente sin ningún engdlo. Bl
Bey les prometió en su palabra real de los conser-
var en la ley de liahomad , 6 de no facerles ni con-
sentir que les fuese fecha opresión alguna ; é oon-
sentir que sean juzgados sus pleytos por juez é al-
faquí, é A consejo del Alcalde, é por la ley de Ja-
racuna. E que les serán guardadas sus penonas é
bienes por qualesquier partes de sus Beynosé sefio-
rios que andovieren , con oondioion que no fuesen A
ninguna de las f ortelesas de los ohristianos qae son
en su sefiorio frontera de moros, para estaren ellas
una hora Antes que se pusiese el sol.
Vinieron anaimesmo A obedecer al Bey en la ma-
nera que habemos dicho los mensageros é procnra-
dorea de otras diez é nueve villas que son en la ae^>
ranía, que se dice el Arrabal ; A los procuradores é
mensageros de otras diez é siete villas é aldeas que
son en la serranía de Gausin. B de la serranía da
Villaluenga vinieron los procuradores de otras dooa
Tillas é aMeas. B todos estos procuradores jararon
DON FBBNANDO
«ODIO lofl de iM otns tíIIm ; y él Bey lee diólemee-
me iegmided oondidonade qae dio A los otroe. E
porqae todae lee TÜlas é lagares que eran en el ra-
lle de Oartama fueron paestas en el sefiorf o del Bey
é de la Beyna , é los de la yilla de Ousarabonelá qoe
es en aquel valle i no vinieron, según que todos los
otros de las oomaroas hablan venido, el Bey les es-
cribió su carta, embiándoles á mandar que entrega-
sen aquella villa oon su f ortalesa i quien ü manda-
se; é si lo fldesen , les asegurarla sus vidas é bieneg
para que no les fuese feoba guerra ni dafio, é si luego
no lo pusiesen por obra, que embiaria sus gentes á la
combatir, oon dafio é destruicion de sus moradores.
Los vecinos de aquella villa , oído el mandamiento
del Bey, escribiéronle una carta que decia ansí (1).
•Alabado sea Dios poderoso en unidad, que no
i hay otro en fas de la su grada é salvación que
• Mahomad nuestro profeta su mensagero. Escribi-
•mos la presente carta al gran Bey muy poderoso,
Bsefior de muy grandes reynos é sefioríos é de mu-
•chas provincias, poderoso é justo en sentendas, é
B amador déla justída. Bey de Castilla: ensálcelo
bDíos y esfuércelo. Nos la Comunidad, é Aiguadl é
•Alcayde dd castillo de Casarabonela (juuto oon
• esto aoredente Dios vuestro real estado) redbimos
•una carta, é leímosla, y entendimos lo en ella con-
B tenido, y estamos todos en voluntad de obedecer
Bá Vueshm Altesa, pues que oimos é vemos que
B vuestra palabra es verdad, é cierta en dicho y en
> fecho. Por quanto nos dixeron que Vueetra Aitesa
• habia dicho qu$ ewmdo ¡oí marot dé (kuarahonda
3vmierm á darme la obedieneiaf €8tónee$ faré yo ¡o
tqué dloi ftdtierm^ ensalce Dios á Vueetra Altesa.
•Nunca obedesdmos ni servimos á r^, ni á ningún
•caballero en toda nuestra vida, é fuimos honrados
•é acatados de todos los reyes ; pero á Vuestra Alte-
•sa nos conviene servir é acatar, pues vos flso Dios
•tan poderoso é dichoso en todas las cosas, é place-
•rá á Dios que siempre sea ansí. Por ende, pues que
•nos ponemos en manos de Vuestra Altesa, seamos
•bien tratados é honrados como dempre fuimos de
•todos los otros reyes, quanto mas seyendo Vuestra
• Altesa mas poderoso é mayor é mejor que no diosas
Becebida por el Bey esta carta con los mensageros
que aquella villa embió, luego les mandó dar su se-
guro en la manera que se dio á las otras villas é
tierras. E los de la villa fideron juramento de ser
subditos del Bey é de la Beyna, é de les dar é pagar
los tributos que daban al Bey moro, en la forma
que las otras villas lo fideron ; y entregaron luego
el castillo é todas las f uersas de la villa al capitán
Don Sancho de Boxas que embió d Bey á la reoebir.
OAPlTÜLO XLVL
Gtae él Kgf tono la dbdU de HaifcaDa.
Tomada la dbdad de Bonda é su serranía, é las
otras vülas é castillos é valles que habernos dicho,
(i) Trie Mti Bltai «tria eos aai aileniloB el eira 4e loa Pa-
ladea, y aeiala la estresi de Canrakosela Jiévea, éia Sel Ger-
fUt i ém ieissie de aate Ue. IítmíV., Mf, 71
A DOlfA ISABEL. 4tt
d Bey acordó de tomar la eibdad de Uarbdla, que
es en la ribera de la mar ; porque tomada aquella
dbdad, los moros de Halaga estarían mas oprimí*
des, é no podrian haber providones por la mar de
los reynos de África, salvo con gran dificultad. Ha«
bido este acuerdo, escribió una carta, mandándoles
que luego entregasen la dbdad á quien él mandase;
é que seguraba sus personas é bienes para que fue-
sen do quidesen. Los moros de la dbdad respon*
diéronle por una carta que decia ansí :
s Loado sea Dios. Esta es nuestra carta al sefior 6
mayor honrado nuestro sefior Don Femando Bey de
Oastilla é de León, que aoredente Dios los dias de
su vida é honra. Besamos vuestros pies é manos
vuestros servidores y esclavos é subjetos los de la
dbdad de Marbdla. E faoemos saber á Vuestra Al-
teza (é pedimos á Dios que sea ensalzado) nos lle«
gó una carta de Vuestra Alteza, que se entendió en
día de estar á vuestra obediencia é mandamiento;
aunque estaban fuera de aquí algunos, é por es-
perarlos se ha tardado. E después de juntos, acor-
damos de ser vuestros, y estar so vuestro amparo.
Y embiamos á Vuestra Alteza nuestro Alguacil
honrado Mahomad Abenaza con otros de nuestro
pueblo, á pedir á Vuestra Alteza que se haya con
nosotros piadosamente. Aquel que os dio d vend-
miento, os de la mansedumbre para nosotros.»
Becebida esta carta por d Bey , luego les embió
otra carta, regradedéndoles su buena voluntad, é
mandándoles que todavía dexasen libre la oibdad.
E prometióles seguridad para ellos ó para todas sus
cosas ; é que entregada la dbdad , si los moradores
della quidesen vivir en otros lugares cercanos , él
los mandaria guardar en sus usos é costumbres, é
que no les seria fecho md ni dafio. Pero porque en
su consejo se platicó, que si el Bey se absentase de
la tierra, los moradores de aquella dbdad se move-
rian de lo que d presente mostraban por su letra ;
el Bey ddiberó de Ir en persona con toda su hueste
á aquella dbdad , que es ocho leguas de la eibdad
de Bonda ; aunque el camino eS tan áspero de derras
agrandes montafias\ que los peones á gran pena lo
pueden andar. E mandó andmesmo que llevasen su
artillería para la combatir d los moros luego no la
entregasen. Este consejo habido, luego d Bey partió
de la dbdad de Bonda oon toda la gente de su hues-
te; é mandó poner su real cerca de la villa de Zahara,
é dende partió para la dbdad de Arcos. E porque los
caminos eran tan fragosos para pasar los carros del
artillería, é la gente de la hueste recebia gran fatiga
deteniéndose en los redes, otrosí porque era necesa-
rio ir ddante gran multitud de peones con picos é
azadones é destrdes, derribando pefias é tdando
árboles, é allanando los lugares por do pasasen los
carros ; d Bey acordó de se detener en aquella ciu-
dad de Arcos. B como los moros de Marbdla sople-
ron que d Bey estaba en Arcos é habla movido sn
red para ir contra dios, embiaron á él sus mensage-
ros, que le dixeron como los moradores de aquella
dbdad ge la dexarian libre é se irían á vivir á otras
partea T embiaronle otra carta que decia and:
4tt
GBÓHIGAS DB LOB BBTISS DB OASnLLJu
t Alabado iea Dioi. Hay poderoso, grande, alto,
eafonado, nombrado, gran gnerrero, fatigador de
los rejes é de sus tierras, qae de an oondioion es
asar de piedad é demenoia oon los pobres é oon
los qae tienen pooa facultad, é osar de rlgarod-
dad, é fatigar á los qoe no quieren obedesoer sas
mandamientos é servirle ; el excelente, faente de
yirtad, naestro sefior Don Femando "Rey de Oas-
tilla, ó de Aragón, 6 de Sicilia, é de la mar oon
todas sos islas, é de otras machas provincias é se-
fioríos, é de machas serranías é campos yermos é
poblados ; el qae fatiga á los reyes, ó sojuzga sos
sefioríos é pondos so sa obediencia; Sefior de to-
dos los Garbiades de Málaga, é de todas sus f orta-
lesas, cibdades, villas é lugares, rey grande^ temi-
do, nombrado é preciado, rey que la virtud con
¿1 mora : ensalce y prospere Dios poderoso vues-
tro real estado, é acreciente vuestra vida. Besan-
do vuestras reales manos vuestros servidores los
que esperan vuestra piedad é demencia, el alcay-
de, alfaqaf, algaacil, viejos, caballeros, dbdadanos,
é comunidad, vuestros siervos, que viven en el real
de Vuestra real Sefioría en la cibdad de Marbella;
plega á Dios poderoso poner en vuestro 6orazen
quiera usar oon ellos de piedad é demencia, y es-
peramos en Dios que ansí será. Porque con los que
son rebddes 6 no quieren obedecer, muestra su
poderío gran rigor ; é con los que vienen á ponerse
en manos de Vuestra Alteaa, usa con ellos de pie-
dad é virtud , aunque hayan mucho errado. Qaan-
to mas á los que de pura voluntad é buena inten-
don deliberadamente obedescen y entran en ser-
vicio de Vaostra real Sefioría, que somos, der-
tos que habedes de facer con dios segan con-
viene facer á vuestra grande ó muy alta ó real Se-
fioría. Porque según es cierto que Vuestra Alteza
dgue el camino recto é verdadero (por tanto visí-
teos Dios poderoso é grande), los que signen el se-
mejante camino Ó dguen la verdad, dcanzan lo
que quieren ; ó desta causa vencéis á los que ven-
céis, en mantener la verdad é aborreeoer su con-
trario, é satisfacer al agraviado de aqud que lo
agravia. E con esto vencéis é venceréis, fasta que
todo este reyno sea vuestro Ó so vuestra obedien-
cial é la verdad vence é su contrario es venddo.
Porque Dios no apiada al que no apiada al nece-
sitado; ni entra en paraíso primero que nadie, si-
no al que ha piedad ó demencia de las criaturas,
que sean de qualquier calidad. Saludes con acre-
centamiento de mucha vida, é grande honra 6 vic-
toria sean con nuestro sefior el Bey, é la piedad
de Dios é su bendidon ; junto con esto ensalce
Dios vuestro real estado. Vuestros humildes servi-
dores facen saber á Vuestra Alteza, como reoebi-
mos vuestro honrado mandamiento é carta, por el
qud nos embiábades á requerir é mandar ciertas
cosas, segnn que por él se contiene ; é prestamen-
te lo leímos é oimos, 6 luego lo obedecimos ; é dí-
ximos: lo cumpliremos con buena voluntad todo
lo que d Bey nuestro sefior, sojuzgador de los re-
yes é cervices de las gentes, nos embia á mandar:
laqud que da vida á las alma qne ostia en penai
sé las rdieva della. B lo mas presto qoe podimosi
tánte todas cosas embiamos á Vuestra Alteaa bien«
taventorada obedienoia oomo Vuestra AJtesa nos
sembla mandar. Oonsiderando é oonodendo el gran
•poder é poderoso estado é muy esforzado de Vuea- '
i red Sefioria, é confiando en vuestra mucha bondad
sé virtud, no se falló homo que oontradixese en la
idbdad, obediencia bienaventurada, oon d ayuda de
sDios é de todos los vednos que viven en la cibdad
»de Ifarbella, que es de Vuestra real Sefioría é toda
tsu tierra ; antes todos en generd oon apacible vo-
«luntad é agradable intención, todos entraron en
» servido de Vuestra real Sefioría , é le obedederon
»por rey é sefior, é se pusieron so su mandado é ju-
• risdidon, en la manera que Vuestra Alteaa mandó.
sQue los que quisiesen vivir aquí en esta tierra
ten las aldeas y en otras partes, viviesen sega-
vramente so vuestro amparo é defendimiento; y
9 el que quidese pasar dlende, Vuestra Alteaa lo
i pasaría seguramente en vuestros navios fasta don-
•de quidesen, con favor é amparo de Vuestra Alte-
iza ; de manera que pediesen seguramente asentar
•en los lugares donde Dios les pusiese en voluntad
•de vivir. Todo lo que conviene facer á los reyes
•que son como Vuestra Alteza. E por el muy pode-
•roso Bey nuestro sefior, que algunos desU dbdad
•de los príncipdes que tienen la fabla y d consejo,
•están absentes en Granada y en Málaga, é de ea-
•da día los esperamos. E si parece á Vuestra Alteza
• mandarlos esperar un mes, fasta que f abismos to-
• dos juntos les absentes é los presentes, y estonces
•veraá Vuestra Alteza á la cibdad ; esto rogamos é
•suplicamos , y el parecer de Vuestra Alteza es lo
•mejor. Aquí están algunas pardalidades de Qome-
• res, que tienen sus parientes ó sus mugeres en Má-
•laga : suplican á Vuestra Sefioría les mande dar
•su seguro, para que puedan sdir dende aquí con
•los que quisieren pasar. E ansimesrao sepa nuestro
•sefior el Bey, que la gente desta cibdad, mas que
•todos los de las otras cibdades del reyno de Gra-
•nada son muy pobres é necesitados ; é los que Dios
•ha ordenado que se vayan della á donde Dios qni-
•dere, son tan pobres, que d no piden por Dios,
•no se podrán remediar: de manera, quede su hora
•no podrian aderezar sus cosas. Por ende suplica-
•mos á Vuestra real Sefioría, que el que quidere ven-
•der alguDas cosas, que haya quien las compre por
•justo precio, por manera que no pierdan ninguna
•cosa. E si algunos quideren vivir ó quedar en sus
•casas, que queden según y en la manera que Vnes-
•tra Alteza asentó é capituló con todos los otros que
•quedan en servicio de Vuestra Alteza. Allá embía-
•mos ciertas personas de nosotros, para que fablen
•con Vuestra Alteza, ó asienten todas las cosas: los
• quales llevan poder do toda la cibdad, para que
•todo lo que ellos fícieren ó asentaren en todas las
•cosas susodichas, habrán por bueno é pasarán por
•ello. E suplicamos á Vuestra Alteza les mande dar
•BU seguro para el alcayde que está en la fortaleza,
•para que vaya do quidere ; porque él no quiso ser
DONFEBNÁNDO
»«» BOioiroi «n ningan* oom recelando do ea ee-
iftor, porque ao mtndMo pesar oontni él ; porende
eVneaira Altesa le mioido dar el seguro, para que
eél é todos los sujos yayan á do quisieren. Ansi-
imesmo soplioamos á Vaesira Altesa, que no pue-
ida entrar en la oibdad ningona gente sino la qne
•nosotros dizéremos, é que sea poca, fasta que pa*
ssen allende los qne OTieren de pasar , é acordaren
ide quedar los que OTieren de quedar. Porque mu-
II chas gentes recelan, que entrando mucha gente
sreoibirán algún dallo, lo qual no esperamos reoe-
sbir con el favor é ayuda de Vuestra Altesa. Quan-
sto mas, que todos chicos é grandes, en veyendo la
soarta de Vuestra Altesa, todos la obedecieron é
scumplieron el mandamiento de Vuestra Altesa. B
STuestro senridor el que leyó la carta de Vuestra
s Altesa á los chicos é á los grandes 6 la declaró é
sflso entender, é puso en sus corasones que la obe-
idedesen é cumpliesen, pide por merced á Vuestra
« Altesa á parte de los de la oibdad, algunas cosas :
ssuplicamos á Vuestra Altesa las quiera facer. Lo
sprimero darle seguro é aparte, pues que lealmente
«os sirria Lo segundo, una fusta para qne pasen él
«ó todos los que con ól están, anal los de su casa co-
ime sos parientes é parcialidades; é que puedan
•▼ender todas las cosas que tosieren de vender
tpor precio razonable, é lo que llevaren en la dicha
B fusta que sea seguro. Lo tercero, que el salario que
sel tenia del Bey de Granada eran quince pesantes
•por alcayde, é quarenta por alfaquí cada mes, é le
•son debidos desto diez meses, á causa de las guer-
•ras. Por ende suplica á Vuestra real Sefioría ge los
•mande pagar, é todo se f ara como Vuestra Sefioría
•lo mandare, é se entregará á Vuestra real Sefioría
•ó á quien mandare. Y esto suplica á Vuestra real
•Sefioría, porque es público é notorio á todos vues-
•tra gran virtud, é quanto bien lo face con todos,
•quanto mas oon qnien tan bien os sirvió. E Dios
•prospere y ensalse é acreciente la vida y estado do
•Vuestra muy alta é real Sefioría, é cumpla todo lo
•que por ella es deseado. Esorípta de veinte é dos
•de Jumedi en el primero, que es á dos de Junio.
•Otrosí muy grande, poderoso é preciado, é muy
•temido Bey nuestro sefior, facemos saber á Vues«
•tra Altesa, que son muy muchos los que quieren
•pasar allende; son menester buenas fustas. B an-
•simesmo sepa Vuestra Altesa, que los que estaban
•absentes de la oibdad en Granada y en Málaga, son
•venidos ; é todos juntamente de una voluntad da-
•mos la obediencia á Vuestra Altesa, é vos recebi-
•mos por Bey é por Sefior. B ante todas cosas iiu-
•plicamos á Vuestra Alteza, que nos mande dar nn
•navio para que pasen algunos de nosotros allende,
•á ver si nos quieren recebir, é ri nos recibieren,
•bien ; é sino, que siempre estemos so amparo ó se-
•guridad de Vuestra Alteza, é seamos siempre su-
•yes donde Dios quisieres
^^stoporel Bey la carta, é oidos los mensageros,
como^quier que la gente estaba fatigada de los tra-
bajos é caminos pasados ; pero todavía acordó de ir
«n persona á tomar aquella oibdad. Porque según
ÉDORAISABBL. 4S8
habernos dicho, ovo dubdA que absenté el B^ de la
tierra, mudarían los moros el propósito, é no la en-
tregarían á ningún capitán que allá embiase. B
mandó á la gente facer talcas por quince dias, 6
que el artillería quedase con gran guarda de gente
de caballo é peones en los prados de Anteqnera ; y
¿1 con toda su hueste fué á la oibdad de Marbella.
B como llegó á la oibdad, luego los moros ge la en-
tregaron , é salieron fuera della todos los homes é
mugeres que 1* moraban; á los quales el Bey dio
seguro para que pudiesen ir con todos sus bienes é
ganados donde quisieren. B otrosí mandó dar na-
vios é gentes, que pasasen seguros á los que quisie-
sen ir á la tierra de África. B quedó la oibdad libro '
al Bey, é mandóla fomeoer de gente, é bastecer do
los pertrechos ó mantenimientos que fueron menes-
ter, y entrególa á Don Pedro de Villandrando, Oon-
do de Bibadeo, el qual flao pleito omenage por ella
al Bey ; é á la Beyna. Otrosí sacó el Bey todos los
cabtivos chrístianos que falló en esta oibdad de
Marbella y en la oibdad de Bonda é su serranía, y
en todas las otras villss, é lugares, é tierras que to-
mó de los moros en este afio, é púsolos en libertad.
Los de las villas de Montemayor é de Oórtes é de
Alaricate, con otros diez lugares comarcanos á la
oibdad de Marbella , sabido como el Bey la había
tomado, se vinieron á él , é obligáronse de ser sus
subditos, é le fideron el juramento é obligación que
los de las otras villas habían fecho. T el Bey les dio,
seguro de sus vidas é bienes, según que lo dio á los
otros. Concluidas las cosas que fueron necesarias
para la provisión de Marbella, el Bey partió de
aquella oibdad ; é andando oon la hueste por la cos-
ta de la mar poniendo sus reales, llegó á un lugar
qne se llama la Fuente-Giróla. Bn estos dias la gen-
te de la hueste recebia gran fatiga, ansí del cansan-
do grande por la contínaoion de los caminos áspe-
ros é trabajosos , como porque f allederon los man-
tenimientos; é padederon tan grande hambre, que
no comían los homes ni los caballos otra cosa , sal-
vo palmitos é yerbas: porque los bastimentos que
se embiaron por la mar, con los vientos contrarios
no pudieron llegar á tiempo que pudiesen aprove-
ohar. B la gente ansí trabajada pasó adelante por la
ribera de la mar, é cerca de dos lograres de moros
que llaman el uno Oznar, y d otro Mixas. Bstos dos
logares se entregaran luego al Bey , salvo porque
algunos moros, ó malos chrístianos que iban en su
hueste, los avisaron de la gran hambre é fatiga que
la gente de los chrístianos padeda, Bl Bey asentó
su real cerca de un lugar que se llama Churriana,
que es una legua de Málaga. Los moros que fueron
avisados de la flaqueza que llevaban las gentes de
la hueste por la gran hambre que padedan, deza-
ron pasar gran parte de la gente que iba adelante
entre las derras é la mar por caminos muy estrechos
é vinieron á dar en d f ardage ; porque según la dis-
pudcion de aquellos lugares, poca gente podía pe-
lear oon mucha. Bl Maestre de Alcántara, é Don
Gutierre de Cárdenas, Comendador mayor de León,
que venían en la reaagai oomo vieron á los moros
424
GRÓNIOAS DI LOB BITBi DI GABTILLA.
que venían oontrt éIlM| ovltton recelo qne eerien
todoe perdidoe, eegon la fiaqueía é deeórden que to-
dos traían. B oonaideraado quanto grande faera el
infortunio, si después de habidas tantas é tan pros-
peras yictoiias, en el fin oviesen algan oaso sinies-
tro, ficieron juntar algunos óapi tañes que yenian
000 ellos en guarda de la reeaga. T encubriendo la
flaqueza que padeoian con el eefnerso que mostra-
ron, ficieron rostro á los moros, é pelearon con ellos
por aquellos lugares do ningunas otras gentes de
los chrístíanos que iban delante podían tomar á los
' socorrer, por la indíspusicion de los lugares angos-
tos donde iban. Y estos defendieron el fardage de
los moros que lo seguían, é peleando con ellos, los
retraxeron fasta los meter por aquellos dos lugares
de Oznar ó Mixas. El Rey con toda la hueste siguió
adelante su camino, fasta venir á un lugar que es-
taba encima de la mar á la vista de Málaga, que se
llamaba Benalmadala ; el qual mandó derribar, por-
que estaba en tal sitio que no se pedia defender,
salvo á gran peligro de los ohrístiaoos. Los de la
cíb<lad de Málaga, veyendo el poderlo del Bey, ansi
do gentes como de artillería , estaban en gran mie-
do de ser cercados, ó no dubdaban de ser perdidos,
ó de entregar la cibdad al Bey, según babian fe-
cho los de la cibdad de Ronda é de Marbella , é
las otras villas ó lugares que se entregaron. B sin
dubda el Bey ó los grandes sefiores é caballeros
principales que con él iban, bien quisieran poner si-
tio sobre aquella cibdad, salvo porque conocieron
^a grao fatiga é cansancio que la gente traía de ha-
ber andado tantos días por caminos muy ásperos ó
peligrosos, é por la gran hambre que habían por
falta de los mantenimientos. Otrosí, porque los ca-
ballos estaban flacos é tan perdidos, que los traían
de diestro, é otros muchos dezaban por los campos
que uo los podían mover. Ansimesmo ovo gran fal-
ta en el real de sillas é albardas, é de ferrage, é de
otras muchas cosas de las que son necesarias al pro-
. vei miento de las gentes que van en hueste. Estas
cosas consideradas, el Bey acordó de pasar adelante,
é poner su real cerca de la villa de Alora. B dende
partió otro dia ó fué á los prados de Antequera,
donde falló grandes requas de mantenimientos que
laReyna había embíado, é allí se proveyéronlas
gentes é satisfacieron á la gran hambre que por
mengua de mantenimientos fasta aquel día habían
padecido.
Estando el Bey en aquel lugar , ovo consejo con
algunos de los principales caballeros que con él ve-
nían, de lo que debía facer, pues tenía manteni-
mientos de los que la Beyna había embíado. É como
quier que había aaaz tiempo del verano , para pro-
seguir la conquista comenzada; pero porque cono-
cieron la indíspusicion de la gente, acordaron que
el Bey la debia doxar reposar algunos días, é des-
pués podría facer otra entrada en tierra de moros.
El Bey, habido por bueno aquel consejo, partió con
toda su gente, ó vino á poner real en el Bio de las
Teguas, é de allí vino á la villa de la Bambla, don-
de tovo el dia de Sant Jaan. La Beína, como mandó
ir laa requas do los mantenimientos 'por tf errt psrá
bastedmientos del real, bien ansí embió á mandar
A sos oficiales qne tenia puestos en los pnertos de U
mar, qne embiasen á la dbdad de Marbella trigo é
vino é mantenimientos, é todas las otras cosas neoe«
Barias para el proveimíeiito de aquella cibdad*
CAPÍTULO XLVIL
Cene el Rey estro es la elMaá ie Góiiels.
Pasado el dia de Sant Juan, luego otro dia partió
el Bey de la villa de la Bambla é todos los caballe-
ros é capitanes que oon él habían estado en la guer-
ra, y entró en la cibdad de Córdoba; é saliéronle A
recebir oon grande solemnidad todas las dinidades,
é canónigos é clerecía de la Iglesia mayor, é de las
otras iglesias de la dbdad* Ansimesmo salieron
fuera de la dbdad á le reoebird Príncipe Don Juan
su fijo, y el Cardenal de Espafia, é los embazado-
res de Veneoia é de Ñapóles é de Portogal, que ha-
bían quedado con la Beyna, negociando las cosas
de sus embazadas ; é salieron los Perlados é Docto-
res que estaban en su corte y en su consejo. Otrod
salieron la justicia é regidores é caballeros ancianos
que habían quedado en la gobemadon de la cib*
dad ; é los ofidales de todos los oficios fueron al ca-
mino , é por toda la dbdad ficieron grandes juegos
é alegrías, por la victoria que Dios le había dado.
El Rey aoompafiado de todas estss gentes entró en
la cibdad é llevaba delante todos los chrístíanos
que redimió del captíverío. É fué primero á la igle-
sia mayor á facer oradon , é dar gracias á Dios por
las victorias que le había dado. B después fué para
su palacio, donde falló á la Beyna, que le salió á
rodbir fasta la puerta del palacio , acompañada de
muchas duefias é doncellas que continaban en su
servicio. B ansimesmo las Infantas Dofia Isabd A
Dofia Juana, é Dofia María sus fijas, é oon ella»
las duefias sus ayas, é otras muchas duefias é don-
cellas arreadas de pafios brocados , é de sedas , é de
otros grandes arreos. B de esta manera fué reoe-
bido oon grande alegría de todos, é fueron fechas
por la Reyna grandes fiestaa en su pelado. Y el Rey
é la Reyna embíaron al monesterío de Sant Juan
de los Reyes que fundaron en la cibdad de Toledo
todos los fierros de los captivos chrístíanos que re-
dimieron de tierra de moros , los quales están en
aquel monesterío fasta d presente dia. Puédese
bien creer por todos aqudlos que eeta Crónica leye-
ren , que los grandee sefiores é caballeros é los capi-
tanes que sirvieron al Rey é á la Reyna en esta jor-
nada , ovieron singular sficion al servicio de Dios é
suyo; lo qual pareció en la grand obediencia que
ovieron á los mandamientos que les eran f eohoS|
porque desta obediencia habida por cada uno en es-
pecial, procedió gran concordia de todos en general;
é déla concordia se siguió buen conocimiento é reo-
to consejo, para administrar las cosas qne ocurrían.
E disponiendo sus personas al trabajo, é dando ^am-
pio á las otras gentes que se dispusiesen á lo mesmoi
so dguió el loable fin que habernos contado.
DON FSBMANDO i
OAPlTULO XLVIIL
D6 lo qie él Rey é li Reysi flderoa estando en Córdoba.
Después qae el Rey entró en \m oibdad de Oórdo-
bSf se pagó el sueldo á todos los caballeros é peones
é otras gentes de la hueste, E porque algunas gen-
tes, especialmente los que hablan Tenido de Casti-
lla, estaban fatigados de los trabajos pasados, é
habian de TolTor á sus tierras que eran lexanas, el
Bey é la Beyna los mandaron despedir. Otrosí acor-
daron de esorebir al Papa 6 al colegio de los Oarde-
nales las TÍotorías que Dios les habia dado contra
los moros, enemigos de nuestra sancta fe ; é las ciu-
dades é villas , é castillos , é tierras que habian ga-
nado, que eran gran parte del Reyno de Granada.
Otrosí le embiaron á decir, como mediante el ayu-
da de Dios é de la gloriosa Virgen su madre, ellos
entendian continar su conquista, fasta ganar todo
aquel Beyno ; é los trabajos habidos, ó los gastos
fechos^ en la guerra, ó los que se esperaban haber
en ella; é como habian redemido muchos ohristianos
que estaban captÍTOs en poder de los moros.
El Papa é los Cardenales, oida aquella nuera,
oyieron muy gran placer; y el Papa, considerando
los muchos gastos que en aquella conquista se re-
querían facer , otorgó segunda Cruzada con gran-
des indulgencias , á todos los que la tomasen en to-
dos los Beynos é sefiorios del Bey é de la Beyna.
Otrosi mandó por sus bulas, que la clerecía é las ór-
denes contríbuyesen para aquella guerra décima de
todos sus frutos; la qual cometió al Cardenal de Es-
paña que la moderase é ficíoso repartir en la mane-
ra que él entendiese. El qual la moderó en la suma
de cien mil florines de oro de Aragón. Otrosí acor-
daron el Bey é la Beyna de dar orden en la tierra
ganada de los moros. E mandaron á Juan de Tor-
res un caballero de los que estaban en el oontino
servicio de su palacio, é al licenciado Juan de la
Fuente, Alcalde en su corte, que fuesen alas cibda-
des de Bondm é Marbella, é á las Tillas de Cártama,
éCasarabonela,é Setenil, é alas otras villas, é valles
é serranías é tierras que se ganaron de los moros, é
pusiesen términos á cada una, é repartiesen las ca-
sas y heredades entre los moradores ohristianos que
nuevamente las fueron á poblar. Otrosí mandaron
poner las fronteras contra los moros en otras villas
é castillos, mas adelante de lo que primero estaban.
E por quanto la cibdad de Gibraltar, é las villas de
Ximena é Teba, é todas las otras villas é oastíllos,
que por ser en frontera de moros llevaban cada afio
pagas é llevas, estaban seguras por ser ya de chris-
tíanos la cibdad de Bonda é todas las otras villas
que se ganaron de los moros , mandaron que no las
ganasen* B mandaron poner las fronteras veinte le-
guas mas adelante , en los lugares que entendieron
ser mas necesarias. Otrosí, porque algunos marine-
ros é otras personas de los que pasaron los moros
allende la mar, contra el seguro que .el Bey é la
Beyna les habian dado , f urtaron algunos homes é
mugeies é oriatoraSi é les habian tomado sos bie-
D09A ISABEL. .415
nes ; é como el ooraion nobla no puede sofrir mal-
dad , la Beyna indinada contra los que esto fioieron
mandó á este Licenciado de la Fuente su alcalde,
que ficiese pesquisa quien oviese fecho aquellos fur-
tos, é los mandase luego restituir, y exeoutase su
justicia en aquellos que fallase culpantes.
Este alcalde, poniendo diligencia en lo que la Bey-
na \é mandó, informado quien eran loa robadores,
flso justicia dellos, é tomóles todo lo que habian
robado , é pasó allende la mar. E como llegó al puer-
to , embió á pedir seguro á los moros pera descen-
der en tierra, porque venia á restituir lo que les
habian robado. Los moros le respondieron, que
mensagero de tan altos é poderosos reyes, no habia
menester el seguro que demandaba, porque la gran-
desa de su rey daba seguridad A sos sábditos en to-
da la tierra. El alcalde, oida aquella respuesta, aun-
que fué amonestado que no se oonflase en las pala-
bras do los moros; poro pospuesto el temor de la
muerte é del captiverio que aquélla gente bárbara
le pediera facer: a Nunca niega Dios, respondió él,
que la virtud del Bey é de la Beyna mis seftores,
que estos moros facen cierta, mi miedo la faga dub-
dosa. » E diciendo esto con gran confianaa, é oon-
tra el voto de los que con él eran , saltó luego en
tierra; é puesto en poder de los moros oon todo lo
que les llevaba, lo repartió á las personas robadas.
E de tal manera fiso esta execudon de Justioia que
los agraviados quedaron satisf edios.
CAPÍTULO XLIX.
Como ftieroB desbaratado! alfviiof eaballaros ohilitlaaett 4«o
iaUorosdoAlluiBa.
Algunos caballeros de los que estaban oon el Ola-
vero de Calatrava en guarda de la cibdad de Alba-
ma, é otros algunos que vinieron A aquella cibdad
por facer guerra á los moros, cavalgaron un dia por
el aviso que ovieron de algunos adalides, é fueron
fasta bien cerca déla cibdad de Granada, é toma,
ron los ganados que fallaron de vacas é ovejas é
yeguas, é algunos prisioneros. La cibdad de Grana-
da estaba tan menguada de gente de caballo, que
no salieron los moros della A lo resistir, porque to-
da la gente de caballo de la oibdad estaba con el
Bey Moro en la defensa de la cibdad de MAlaga.
Loschristianos, veyendo que ninguna resistencia
les era fecha, perdido el cuidado quo convenía tener
en guardar la orden de la guerra, derramAronse
unos de otros por el camino que volvía Alhama oon
la cavalgada que traían. El Bey Moro, sabido como
el Bey habia dezado la tierra é se había vuelto oon
toda la hueste A la cibdad de Córdoba, partió de
MAlaga oon todos los caballeros que allí tenia, é fué
camino de la oibdad de Granada. E acaso sin saber
aviso alguno de los caballeros ohristianos que ha-
bian fechb aquella cavalgada, encontró oon ellos^
Los christianos que venían desordenados sin ningu-
na guarda, como vieron los moros venir óontra
ellos, luego desampararon la cavalgada , é se pusie-
ron «n fuida , é los moros los siguienmi fasta los
426
CRÓKICAS Dfi LOS B£Y£S DB 0A8TILLA.
meter por las pnerias de Alhama; y en el álctnoe
mataron mnohoa delloa, é tomaron el despojo de
oampo, é tomaron para la oibdad de Granada oon
todo ello I é oon la presa qne los ohristianos liabian
feoho.
oapItulo L.
Cobo 4atbir|Uroa loi moroo ti Coa4o do Gibrt «ona io
Hodia.
Visto oomo quedaba aun asas tiempo del rerano
para estar g^nte en el oampo , embiaron el Bey é U
Heyna sns oartas de llamamiento para algnnas gen-
tes de caballo 6 de pié de Estremadura é del Mar-
qnesado de Villena, é de SeyUla, é de Jaén, é Úbe-
da, é Baesa , é Andúxar , é sns oomarcas; los quales
á oierto día qne les fné mandado se juntaron en la
cibdad de Córdoba , para entrar oon el Bey este afio
segunda ves en el Beyno de Qranada. B oomo la
gente fué junta, el Bey é la Beyna aoordaron que
se debia poner sitio sobre alguna villa de moros,
pero ovo diversos TOtos' en su consejo. Porque el
parecer de algunos era , que el Bey debía asentar
su real sobre la villa do lUora, otros decían que so-
bre Montefrio. El Conde de Cabra que estaba en la
villa de Baena , escribió al Bey é ala Beyna, que te-
nia aviso oierto, que en la villa de lioolin no habla
tanta gente para la defender oomo oon venia, é que
Labia buena dispusioion para la cercar. Algunos
otros deoian, que pues era necesario bastecer á Al-
hema, el Bey debía entrar oon toda su hueste á la
bastecer, é bastecida, poner su real sobre alguna vi-
lla la mas cercana á Alhema ; é que Moclin no se
debia sitiar, por estar tan cerca de la cibdad de
Qranada, donde tenia presto el socorro de muchas
gentes. Oidos estos votos, porque el Conde de Ca-
bra todavía embiaba á certificar que la villa de Mo-
clin se podía cercar, é tomar presto ; el Bey oon
propósito de cercar á lioolin , partió de la cibdad de
Córdoba, é fué á Alcalá la Beal. E mandó al Conde
de Cabra, ó á Martín Alonso de Montemayor, é á
ciertos capitanes de su guarda, que fuesen adelan-
te, para que ningunos moros entrasen ni saliesen de
la villa. E mandó al Maestre de Calatrava é al Con-
de de Buendía, que iba por capitán de la gente del
Cardenal de Eq>afia, é iJ Obispo de Jaén, é á Gar-
ci Femandes Manrique, capitán de la gente de Cór-
doba, que con quatro mil de caballo qne llevaban é
seis mil peones fuesen á las espaldas del Conde de
Cabra é de los otros caballeros que habla embiado
delante, para que todas estas gentes cercasen la vi-
lla por todas partes. T el Bey, que estaba cerca, ha-
bía de venir luego con toda la otra gente para asen-
tar BU real. Otrosí porque las cosas que se requerían
para sostener el real fuesen mejor proveídas, acor-
dóse por todos, que la Beyna se acercase. á aquellas
partes de Alcalá. La qual partió de la cibdad de
Córdoba, é fué parala villa de Baena, aoompafiada
del Príndpe Don Juan, é do la Infanta Dofia Isa-
bel , sus fijos, é del Cardenal de Espafia. El Conde
de Cabra é los otros capitanes que fueron primero,
partieron á la media noche, é llegaron á la villa de
Moclin antes de la hora qne debían llegar , según se
había acordado oon el Maestre de Calatrava, é con
los otros caballeros é capitanes que iban oeroa del
en la reguarda. B acaeció que el Bey moro, infor-
mado que el Bey quería poner oeroo sobre Moclin,
vino oon veinte mil homes de oaballo é peones para
aquella villa; el qual puso parte de sn gente en una
albarrada bien cerca de la villa. B como alguna
gente de la que iba oon el Conde llegó de noche á
aquella albarrada é la abrieron, los moros pensan-
do que los christianos eran mas gente, fuyeron é
desampararon aquel lugar; é los christianos que en«
traron, entendieron mas en robar algunas pocas co-
sas que allí fallaron , que en seguir á los moros que
fuian. Los moros visto que los ohristianos no los se-
guían, tomaron á pelear oon ellos. Y el Conde llegó
oon su batalla á socorrer á los suyos, é peleó oon
los moros en una parte ; y embió á dedr á los otros
capitanes que venían en U resaga, que no entrasen
en aquel lugar do él habia entrado á pelear, salvo
que se pusiesen en lugar llano cerca del, para le fa-
cer ayuda. B ios moros como oonoderon qne 1* gen-
te de los christianos era poca, cargaron gran bata-
lla de caballeros é peones contra el Conde , é pelea-
ron oon él. Las otras gentes que venían en la resa-
ga, que no pensaban haber gente alguna en la guar-
da de la villa, oomo vieron U multitud de los mo-
ros que de súbito salieron contra ellos, fueron pri-
vados del seso con el grande miedo que ovieron, é
sin ser perseguidos de ninguno se pusieron en torpe
fuida. El Conde é los que con él eetaban, pelearon
lo qne pudieron fasta que el Conde fué f erido de
una espingarda en la mano , é su caballo de quatro
lanaadas ; é no pudíendo mas sostener la f uersa de
los moros, volvió las espaldas; é los moros siguíe«
ron el alcance fasta una legua contra él, é contra
las otras gentes que fuyeron. En esta pelea Ó alcan-
ce mataron á Don Gonsalo , hermano del Conde, é
muchos peones é caballeros de su tierra é de otras
partes; é mataran muchos mas, salvo porque el
Conde fuyendo, algunas veces tomaba contra los
moros por los detener ; é otrosí porque sobrevinie-
ron las otras batallas de gente donde venían el
Maestre de Calatrava y el Conde de Buendía y el
Obispo de Jaén, los quales fueron á socorrer á los
ohristianos que venían fuyendo, é resistieron á los
moros que los seguían. Murieron ansímesmo en
aquella facienda algunas cabeceras é capitanes de
los moros en los primeros encuentros que el Conde
ovo con ellos (1). Como el Bey sopo el desbarato del
Conde do Cabra é de las gentes que oon él hablan
ido en la delantera, ovo gran pesar ; é detovoseoon
toda la gente de sn hueste en el lugar do estaba que
se llamaba la Fuente del Bey á tres leguas de Mo-
dín, fasta haber acuerdo de lo que debia facer. E
algunos caballeros é capitanes le consejaron qne d»-
bia dexar el cerco de aquella villa, ansí por el grand
(1) Fsé otto detbaralo á S do SoUoabro do ofto aSo , eoiso se-
Stla el soBUiíio do GiUndoi j Ztrtta, ük, ÍO, Uf, Si.
DON FERNANDO
orgullo que lofl moros tenían con el yenclmiento
qae ovieron , oomo porqne era mal consejo poner
sitio sobre lagar donde tanta gente había para lo
defender I como el Bey tenia estonces para lo cer-
car. Otrosí deoian que lo guerreado este afio era asaz
tiemti é que debia dexar folgar las gentes de guer-
ra, porque estoviesen mas prestas para el afio si-
guiente. En especial deoian que el Rey no debia en-
trar en la tierra de los moros sin ir aoompafiado de
la gente de armas de Castilla, segnn habian fecho
los Reyes pasados, quando entraban á cercar qual-
quier Tilla de aquel Reyno. Otros decían ; que no
seria honra de sn persona real, antes sería contra
la estimación en que era tenido su gran poder, si
por el desbarato que oto un solo caballero de sn
hueste, se mostrase tan grande flaqueza, é dexase
de continar el propósito que llevaba de cercar aque-
lla villa, é que todavía lo debia proseguir. Otros al-
gunos afirmaban , que aunque el Rey quisiese poner
sitio sobre aquella villa, no habia dispusicion de lo
poner ; porque toda la tierra que estaba en el cir-
cuito era pefias é piedras grandes, do no sepodian
fincar estacas para armar las tiendas, ni atar los
caballos ; é que sería mejor consejo poner sitio sobre
alguna villa de la comarca. Y estos decian que por
quanto la necesidad de Alhama constrefiia tanto de
se bastecer, que si luego no se basteciese, estaba
en peligro de se perder ; que el Rey dexadas todas
las cosas, debia ir á la bastecer con toda su hueste,
é pedia cercar alguna villa de las que eran en su co-
marca. El Bey, oídas las variedades destos consejosi
no se determinaba en ninguno dellos. La Reyna que
habia quedado en la villa de Baena, sabida la nue-
va de aquel desbarato , aunque era de gran corazón,
pero la muerte de los chrístianos que allí cayeron
la fatigaba tanto que estaba en alguna turbación,
especialmente por la variedad de los consejos que
sopo haber entre los caballeros que con el Rey esta-
ban. Ansimesmo rescebia fatiga por el bastecimien-
to de Alhama, que de necesario debia faceras, é no
habia lugar para ello. El Cardenal de Espafia, conos-
dda la congoxa en que la Reyna estaba , le dixo:
« Sefiora , si en la guerra que tenemos con la tenta-
icion interior, recebimos alteración, no es maravi-
s lia haberla en la exterior que tememos con los ene-
s migos. Habéis , Sefiora, de creer, que ninguna con-
s quista de tierrss ni de reynos se fizo jamas, donde
B los que son vencedores algunas veces no sean ven-
ioidos; porque si no oviese resistencia en las con-
B quistas, mas se podria decir toma de posesión que
B actos de guerra. Considerad, Sefiora, que los mo-
B ros son homes beUoosos , é poseen tierra tan mon-
B tnosa é áspera, qne no se pudo conquistar en los
B tiempos pasados por ninguno de los Reyes vues-
B tros predecesores ; porque la dispusicion de la tier-
Bra, es la mayor parte de su defensa. Vos, Sefiora,
B debéis dar gracias á Dios, porque ansí como ovis-
Btes mas constante propósito que ninguno dellos
Bpara guerrear, ausí os ha dado gracia para adque-
. B rir mas dbdades é villas é tierras en tres afios, que
t los otros Reyes en dodentos afios qne las guerrea-
É DOfiA ISABEL 427
B ron. E por tanto , Sefiora , pnes el Rey ó todos los
B prindpales caballeros é capitanes que están con
sel, por la gracia de Dios son libres é sanos, no do«
Bbeis por el desbarato de aquella poca gente roce-
B bir tal alteración que ocupe el consejo para lo que
Bse debo facer. E si á vos, Sefiora, place, yo iré
B luego con tres mil homes á caballo mies é de mis
B parientes, á bastecer á Alhama, é proveeré ansi-
B mesmo á las necesidades de dinero, si algunas hay
B por el presente, b E diciendo esto, considerado que
la Reyna habría algún empacho de le declarar en
presencia la necesidad que á la hora le ocurría, tor-
nó la fabla á los del consejo que estaban presentes,
é díxoles: « Vosotros, pues platicáis con la Reyna
B mi Sefiora en las necesidades queocnrren, venid á
B mí con lo que Su Sefioría al presente oviere menee-
Bter; é si fuere menester alguna provisión de dine-
B ro, yo la farÓB ; é fizóla luego de lo que á la hora
fué necesarío. E disponíase á ir en persona do el
Rey estaba, salvo que la Reyna, oidas las razones é
ofrecimientos con obra del Cardenal, regradesoió-
gelo mucho ; é porque su oompafiía le era gran con-
solación, é sn consejo gran descanso, é remedio á
las cosas que ocurrían , no dio lugar que se apartase
della. E después que platicó con él é con los del su
Consejo en lo que se debia facer , determinó qne se
dexase por estonces la guerra de aquellas partes, é
que se pusiese sitio sobre las fortalezas de Cambil y
el Harrabal, que son tres leguas de la cibdad de
Jaén ; porque la Reyna tovo siempre cuidado gran-
de de tomar aquellas fortalezas, considerando los
grandes daOos qne dellas habian recebido , é de ca-
da dia recebian la cibdad de Jaén, é las otras oib-
dades de la comarca. T embió decir al Rey lo qne
con el Cardenal habia acordado , é que le páresela
que debia dexar por este afio la conquista de aque-
lla parte, é debia luego venir á poner sn real sobre
aquellas dos fortalezas : porqne la negligencia qne
se imputaba á los Reyes sus antecesores por no las
haber ganado en los tiempos pasados, agora no se
imputase ¿ ellos , si trabajasen en las ganar. Otrosí
mandó la Reyna á tres capitanes de sn guarda, qne
con mil homes de caballo llevasen á la cibdad de
Alhama algunos mantenimientos, entretanto quo
embiaba la gran requa de provisiones que después
embió.
CAPITULO LL
Como so futroB hs forttleas de CamblI y el HtrrabtL
Visto por el Rey el consejo qne la Reyna embió á
decir, parecióle bien, é luego mudó su real con toda
la hueste, para ir A aquellas dos fortalezas de Cam-
bil y el Harrabal. Y embió delante al Marqués de
Cáliz con dos mil homes A caballo, que guardase la
entrada ér salida de los moros, entretanto qne él lle-
gaba con toda su hueste. Otrosí mandó llevar toda
el artillería é pertrechos para la combatir, é la Rey-
na vino para la cibdad de Jaén, é con ella el Prín-
oipe Don Juan é la Infanta Dofia Isabel sus fijos, f
el Cardenal de Espafia.
428
OBÓinOAS DB LOB BETEB DB OAfifTILLA.
Oonyiene pnas agora que digamoa aqiil k oalidad
dé aetoa doa oantillos, y el ñtio doasUn asentadoa,
é la f onna de aa edificio. En lo baxo de im gran
Talle, rodeado por todas partee de altaa é grandea
oueatasi piiao la natara doa pefiaa graadee é altai,
tanto oerca la una de la otra qaanto nn tiro de pie-
dra. Bnoima de aqnellas doa pefiaa están edifioadoa
dos oastilloa f ortaleoidos oon nn grande moro é mu*
chas torres: al nn castillo llaman OamUl, é al otro
Harrabal. Por medio de ambos castillos, entre las pe-
fias do están asentados, pssa nn rio donde estaban
los molinos. E los Beyes de Granada, contíderando
que por estar tan cerca de la tierra de los christia-
nos , tenían dispusidon grande para la guerrear, pu-
sieron siempre gran diligencia en los guardar, ansí
con gfmte escogida para la guarda é para la guer-
ra, como proveyéndolos de muchas armas é mante-
nimientos, é de las otraa cosas necesariaa. En aquel
tiempo era Alcayde de aquellos dos castillos un ca-
ballero de los mas esf onsados del Beyno de Granada
que se llamaba liahomad Lentin, el qusl tenia mu-
chos homes de los Gomeres^ que le ayudaban á loa
defender. B como llegó la gente de armas que em-
bió el Bey con el Marqués de Oália en la delantera,
no fué necesario á los moros que los guardaban fa-
cer novedad alguna de defensa : porque siempre
ponian ellos grande guarda, y estaban en contina
guerra con los christianos de las comarcas. E des-
pués que el Marqués llegó á los castillos, el Boy
Tino con grandes trabajos que padecieron las gen-
tes é bestias de la hueste en los pasos de las monta-
fias fragosas é altas que pasaron para llegar á las
f ortalesas. E púsose el real repartido en tres cues-
tas altas, é apartadas una de otra, porque no habia
dispudoion de lugar donde en otra parte é forma se
pusiese. Puesto el real, la gente no pedia combatir
las fortalezas, porque eran inexpugnables; y espe-
raban que llegase el artillería, la qual estaba tres
leguas del real, é deteníase, porque según la aspe-
reza de las sierras , la gente pensaba ser cosa dif íd-
le poder pssar los carros que la traían. E por loa
mandamientos é gran solidtud que la Beyna fada^
los que tenian cargo de la llevar, buacaban por di-
versas partes de aquellas sierras algún lugar menos
fragoso, donde ficiesen camino para pasar los car-
ros. Al fin rodeando por otras partes, fallaron «er-
ras menos agres do pasar, por donde se pudiese
allavar algún camino. E porque vimos aquellas
grandes montafias, é pensamos ser can imposible
oon ningún trabajo ni industria de homes pasar car-
ros por ellas, plógonos ir á ver los lugares por don-
de acometieron facer d camino que se fizo. E falla-
mos que sds mil homes, que embiaron d Bey é la
Beyna, oon pióos é otraa ferramientaa derribaron
toda una derra, é la allanaron fasU la igualar oon
el valle baxo. T en otras partes flnohieron* valles de
grandes piedras que derribaron de lo alto, é de
grandes alcomoques é otros árboles que cortaron. B
ansí andando estos peones doce dias por los lugares
mas fragosos, cortando ó sacando piedras é derri-
bando árboles, pudieron aUsnarun camino por do
los carros dd artillería pudieron pesar ; dd qual pa-'
so los moros estaban bien seguios, porque ordan
ser dificile que mnchaa gentes y en muchos tiempos
pudiesen arrancar tantea é tan grandea pefias, ni
facer llanas tan dtas deiras,.como la natordeaa
habia criado en aquellos lugares, é faoar por ellaa
camino llano. B ciertamente en esto mas que en
otra cosa se mostró d gran poder é la gran volnaitad
que d Bey é la Beyna ovieron á esta conquista;
porque como quiera que otros grandes Beyes é
Príndpes hayan juntado muchas gentes , é conquis-
tado grandes provindss, pero no se lee oosa tan
dina de memoria como haber allanado montafias
altas, igudándolas con los valles baxos, oomo se
vee fecho allí en d presente dia. Llegada el artíUe-
ría, porque se deda que d Bey de Granada quería
venLr con gran multitud de moros á socorrer aque-
llas fortaleaas, d Oardend de Espsfia fué d red
donde el Bey estaba, por le aoompafiar en aquella
necesidad. E luego los maestros dd artillería dieron
gran priesa en asentar las lombardas en dos partes,
é los otros tiros de pólvora repartidos por diversos
lugares. E comenzaron á tirar las lombardas gruesas
un dia Miércoles, y en ese dia lanzaron ciento é
quarenta piedras ala fortdesa dd Harrabd, é der-
ribaron dos torres, é las dmenas, é otras defensas
que estaban sobre la puerta. E de td manera fué
aquella parte dd castillo desbaratada, que los mo-
ros que estaban dentro no podian ponerse á defen-
der aquelloa lugares, porque los tiros que facían de
contino los ribadoquines , é los otros tiros de pólvo-
ra medianos, derribaban los moros que en aquelloa
lugares se ponian á reparar ó defender. Visto perlas
gentes dd real como los moros no osaban ponerse á
defender los lagares derribados, llegaban d muro
por unas paites é por otras á lo combatir con pie-
dras é con saetas indiscretamente. Aqud Alcayde é
los moros que con él estaban, oomo vieron que nin-
gunas fuerzas les bastarian para redstir d artille-
ría, é que de qndquier defensa que fidesen no ha-
bría otro fruto, salvo morir todos ó d fin perder las
fortalezas, demandaron luego esa noche fabla para
las entregar, y el Bey dio seguro al Alcayde é á to-
dos los moros que con él estaban (1). E otro dia d*
gdente vino d Alcayde é despidióse del Bey, é con
todos sus moros se fué para Granada, é dexaron li-
bres aqudlos dos castíllos. Los quales la Beyna
mandó entregar á la cibdad de Jaén ; é los regido-
res é cabdleros y escuderos é común de la dbdad
toviéronsdo en sefidada merced : porque quitados
los robos é'muertes é oaptiverios que aquella cibdad
é sus comarcas padescian continamente de aquellas
fortalezas, dende en addante podian salir dn peli-
gro á las labores del campo, y estenderse á labrar é
criar sus ganados. Tomadas las fortalezas de Oam-
bil y el Herraba], d Bey vino para la dbdad de
Jaén, é acordó eon la Beyna que d Maestre de
(O Ziriti 4lee qie haII4 ei menortu ntlrm , qio eilof dos
eutUlosM tomaron dli de Stn Mateo, el misiio dia qie ao per-
dieron en Ueapo del Bey Don Pedro, Uo 1868. ímI., L SO, o§f^ 64.
JbóH fxjgiKANix)
8^^^V0t]r«llIinrt^d^0álii,éD<m Alfonso do
Agnilari é Rodrigo de UDos mi Oontador mayor, é
oon elloo los ospiUnas de svs guardas é otros oaba-
lleros del Andalada oon qnatio mil rooines é dnoo
mil peonesi faesen á poner segora la reqna de los
mantenimientos, qne estaba presta para basteoer á
Alhema.
CAPÍTULO LIL
GooM d dafaro fis «ttabs yor caytttB myor ai Alhtnit toiid ia
TlUa4eZalet.
SI CSayero de Calatrava, qne oomo habernos dicho
era capitán mayor en la oibdad de Aihama, tenia
oontina guerra oon los moros de las dbdades de Gra-
nada é de Loza é de los otros lagares oomaroanos
qne le guerreaban, especialmente con los moros de
la Tilla de Zalea, que era á dos leguas de la oibdad
de Alhema. Los qnales por ser tan cercanos, se po-
nían en los logares encubiertos, é fadan saltos, é
mataban , é eaptirában muchas reces á los christia-
nos que salían de la dbdad; é por esta causa los
constrefiian á estar encogidos, que no osaban saUr
della salvo oon grandes guardas. Un dia vino al da*
Tero un moro de Zalea, é dízole que le feria haber
aquella Tilla, porque estaba dentro nn su hermano
oon quien él tenia trato de dar entrada en la forte-
lesa. El OlaToro, oído d ofresdmiento de aquel mo-
ro , platícdo oon algunos capitanes é caballeroe que
estaban en su oompafiia ; los quales conocida la gen-
te que estaba en la fortalesa, é la gran guarda que
en ella ponían, pensaron qne aquel moro Tenia oon
algún trato engaftoso para tomar dentro los christia-
nos que la fuesen á tomar ; ó si era Terdadero, cre-
yeron que seria algún pensamiento lÍTÍano que
acaesce figurarse á hornee de poco saber, que pien-
san ser fáoile lo que es difidle; é puderon grandes
InconTÍnientefl al OlaTero, ainoneetándole que no
oreyeee lo que aquel moro deda. Este moro fablaba
oon solo el GsTero, é quanto mayores dificultades é
InconTinientes se ponían en la entrada, tanto la fa-
da d moro mas fácile ; é eseguraba é afirmaba que
no habla peligro alguno en la entrada, ni en eu tra-
to habla engefio ni malida. El GaToro ovo oonod-
miento en las palabras de aqud moro que no trda
trato doble. E para lo mejor eeperimenter, mandóle
que tomase á la fortalesa de Zalea, é afinnase bien
d trato con aquel su hermano que habla de dar la-
gar para la entrada, é TolTiese luego oon seguridad
derta que la daria.
Aquel moro fué á fablar oon en hermano, é traxo
seguridad é palabra que daria la entrada ; é asentó
oon él la noche y el lugar do él Tdaba, por donde
echaría un cordd para subir la escala. El CSaTero,
Tiste la certinidad qae aqud moro fada, é ansimes-
mo la utilidad que se siguiíia á la dbdad de Alhe-
ma d aquella Tilla de Zdea ee OTiese, é consideran-
do á quánta fiaqueaa de énimo le seria imputedo
d dexaee perder equella Tilla que oon tanta confian-
ka se le ofreda , informóse primero quánta era la
gente que la guindaba, é puso escuchas por los oa-
á DO^A ISAlbML. 42tf
minos, por Tsr d entreba gente nuera en la forte-'
lesa. Espiadas todas las cosas, é informado quetiin-
guna gente habla entrado de nuoTo en la f ortdeaa,
eefonó la gente de su oapitania, diciéndolee que
ninguna loable fesafia podía ser dina de memoria
do no interTinieee osedia de Tarónos que arentura-,
sen la Tida por ganar honra. E con estos é semejan-
tes esfuersoe que lee fiao, les quitó la dubda, é leÉ
puso muy grand ánimo para acometer qudqnier fa-
aafla. E Tenida la nodie que aqud moro aeentó oon.
d otro moro eu hermano, fueron oon él cierto núme-
ro de caballeros é peones; é oon las séceles é otros
pertrechos necesarios para la subida fué á la Tilla
de Zdea, é por d camino Uotó euelto d moro que
f eda el trato. E oomo llegó cerca de la f ortdesa,
mandóle atar las manos, é and atado púsolo al pié
de la fortalesa, por la parte que su hermano había
de echar la ouerde. E fecha la sefid que estaba entre
ellos, d moro que estaba en la torre Tdando y es-
perando que TÍnieee la gente , echó la cuerda, é ata-
da la eecala, subióla arriba, é subió primero perdía
un eecudero que se llamaba Gutierre Mufles, é dee-
pues del otro que se llamaba Pedro de AlTarado, é
luego subieron otros escuderos* E oomo fueron pues*
tos en el muro tres ó quatro ddlos, fueron sentidoe
por loe moros, é luego de improTÍso salieron oon
paToees é lauses, é comenaaron á pelear oon eque-
líos primeroe que habían subido; y estos, aunque
pocos, toTÍeron tan buen esfueiso, que fioieron ros-
tro á los moros , entretanto que loe otros á gran prie-
sa subían por socorrer á los primeros que eetaban
ya en el muro peleando. E allí acudieron de los unos
é de los otros, é los moros por defender, é los chris-,
tisnos por ganar dd todo la torre é un podase del
muro, duró entre dios la pelea por espado de una
hora; en la qnal fueron muertoe é feridoe muohos
de loe moroe é dgunos de los ohristianps. Al fin los
moros, TÍsto que loe christianos estaban apoderados
de las torres , é cada hora subían mas é se apodera-
ban de todo lo mas dd muro, fueron Tenddce é cap-
tivos todos. E and quedaron loe christianos apode-
rados de aquella TÍlla ; lo qud sabido por la Bey-
na, mandó que fuese una gran requa de manteni*
mientes oon gente de armas para la bastecer»
La toma desta Tilla por estar en d lugar do eetá
asentada, fiso gran dafio á los moros que eetaban
en la comarca, en espedd á los de la dbdad de Ve-
les-Málaga; porque todos los mas días era guerra-
da de los christianos que allí quedaron en guarni-
ción. El Bey é la Beyna proToidas las fronteras dd
Andducía, partieron para d Beyno de Toledo , é
acordaron de tener d ínTÍemo en la Tilla de Alcalá
de Henares.
OAPÍTÜLOLUL
Dee«ieilE^élaR«|it ftitleroB del Asáilaeit , I Hderea
para él Rflyse U Tdeée.
Porque la tierra dd Andducía estaba fatigada^
ansí por la fdta de mantenimientos oomo p<» los
Otros trabaos que los moradores ddla enfrian ooa
ité
0BÓNÍ0A8 DE LOS fttmEB Dt OAffTILLá.
las gootas d« guerra qne en ella hablan continado,
el Bey é la Beyna acordaron de la dezar f olgar el
invierno, é Teñir al Bejrno de Toledo, para qne laa
gentes de guerra é los otroe que venian á su corte
QO gastasen los mantenimientos que eran necesarios
para el yerano del afio signiiente, que entendían tor-
nar á la oibdad de Córdoba á oontinar la conquista
que tenían oomenzada. B proyeidas las fronteras de
los moros de las gentes que eran necesarias para
guarda de la tierra, yinieron á la yilla de Alcalá de
Henares, é con ellos el Principe Don Juan, é las
Infantas Dofia Isabel é Dofia Juana é Dofia María
sus fijos, 7 el Cardenal de Espafia, ó Don Diego
Hurtado de Mendoza, Arsobispo de Seyilla, Ó todos
los otros caballeros é perlados ó oficiales que conti-
naban en eu corte, la qual era llena de gente. Por-
que allende de los oficiales del Bey é de la Beyna,
el Principe tenia donceles é pages fijos de grandes
sefiores de los Beynos do Castilla é de Aragón é Si-
cilia , que le acompafiaban ; é ansimesmo todos los
oficiales que se requerían para el servicio de su per-
sona. Otrosí cada una de las Infantas apartadamen-
te tenia gran copia de homes, é duefias, é donce-
llas, é otras personas que tenían cargo de su crianza
é de las cosas que se requerían á su servicio.
Venidos á AJoalá, la Beyna parió á la Infanta
Dofia Catalina (1) Jueves á quince días de Dedem-
bredeste afio de mil 6 quatrocientos é ochenta é
cinco afios; é fioiéronse justas ó fiestas grandes. El
Cardenal de Espafia cuya era aquella villa de Alca-
lá, fizo un gran oombite al Bey ó á la Beyna é á to-
dos los caballeros ó duefias é doncellas de su cortOi
por honra del nascimiento de aquella Infanta.
Estando en aquella villa, porque los alcaldes de
la corte se entremetían á usar en ella de la jurisdic-
ción real, el Cardenal de Espafia alegó que no lo
debían facer en la tierra de su Ajrzobíspado, según
los privilegios de los Beyes de Castilla é la costum-
bre usada ó guardada en este caso todos los tiem-
pos pasados* La Bejrna repugnó mucho aquella ale-
gación que por el Cardenal se fizo, diciendo que la
jurisdicción superior de todos sus Beynos era suya, é
por esta superioridad sus oficiales tenían jurisdic-
ción en qu¿quier lugar de sus Beynos do estoviesen,
aunque fuese de Iglesia ó de qualquier de las órde-
nes, ó en otra qualquier tierra que toviese privilegio
de los reyes con qualesquier prerogativas ó faculta,
des ; las quales no podían ser tales que derogasen á
la superioridad del sceptro real. S sobre esta mate-
ria ovo grandes pláticas, porque la Beyna no daba
lugar que se impidiese la superioridad de su justi-
cia, y el Cardenal deda que en sus tiempos no daria
lugar que la Iglesia perdiese su preeminencia. E
todo el tiempo que en aquella villa estovieron duró
esta qftestion, é algunas veces juzgaban los del Ar-
zobispo, ó otras veces juzgaban los de la Beyna.
Fueron tomados por parte de la Beyna algunos tes-
tigos, los quales depusieron que habían visto en
(1) ZariU 7 el Samarlo de Gallades seftiUa el ntelnlento ds
eeu PrlseeM á 16» ük, 9Q, enf. 6i.
otros tiempos usar la juxiscHeoion real en las ÚtnU
del Arzobispado quando los Beyes estaban en ellas;
los quales fueron oontradichoa por paite del Carde-
nal, ó al fin acordaron que se viese él derecho por
letrados. E la Beyna nombró para lo ver cinco do-
tores de su consejo ; é por el Cardenal fueron nom-
brados otros dnoo letrados Canónigos de la Iglesia
de Toledo, para que estos diez sobre juramento que
ficíesen, determinasen lo que por derecho se fallase
sobre aquella qfiestíon. En la qual por estonces no
ovo determinación alguna, por el impedimento de
los jueces, é porque el Bey é la Beyna partieron
luego de aquelU villa de Alcalá para allende lofl
puertos.
Otrosí, porque en la oorte se trataban mnchoi
pleytos é causas ante los del consejo , los quales eran
tantos é de tantas calidades , que impedían á loe del
oonsejo que no pudiesen entender en las cosas que
ocurrian é habían de librar por expediente ; la Bey-
na acordó que todos los pleytos que eran entre par-
tes ó pendían en su oorte ante los de su oonsejo por
demanda é respuesta, se remitiesen á su chanoilleria
que estaba en Valladolid. En la qual puso por Plre-
sídente á Don Alfonso de Fonseoa, Arzobispo de
Santiago, ó con él ocho doctores de su oonsejo. B
mandó que ansí los pleytos que fuesen de todo él
Beyno por apelación, cómelos otros que eran oasos
de corte, fuesen á se tratar é difinir en la chancine-
ría; porque los del consejo que oon ella estaban que-
dasen libres para entender en laa mas cosas que
ocurrían en su corte.
CAPITULO UY.
De la embinda qw él Rey 4 le Reiie eabieíoa i Eoas*
Estando el Bey é la Beyna en la villa de Alcalá,
el Papa Inocencio Octavo embíó un mensagero á le
recontar las inobediencias é rebeliones, guerras é
otros dallos que el Bey Don Femando de Ñápeles
había cometido en los tiempos pasados contra la
Silla Apostólica; en los quales perseveraba de pre-
sente, porque de lo pasado no ovo pena condína á
sus doméritos, é que favor escía la una paroíalidad
de Italia, é solicitaba á algunos Cardenales ó á otros
Sefiores que le fuesen desobedientes ; é que no pa-
gaba el tributo que era obligado á pagar cada un
afio por razón de aquel reyno que tenía y era tribu-
tario á la Iglesia Bomana; ó que la rebelión que te-
nía había cerrado la puerta de la clemencia que con
él se debía usar. Lo qual les facía saber, porque si
contra él procedía á privación del sofiorio de aquel
reyno, é otras qualesquier penas de que él era me-
rescedor, conociesen que como el Bey Don Feman-
do perseveraba en sus yerros, ansí bien él Papa no
se podía escusar de los castigar. Otrosí el Bey Don
Femando les embíó un su embaxador, con el qual
les notificó que el Papa, debiendo ser padre de paz 6
carescíente de toda afición, había despertado las vio*
jas qüestiones de Italia, é había fecho otras de nue-
vo ; 6 que mostrándose favorable al bando de los de
Colona, había procedido contra la parte de los ür«
bO'Ét fERNANDO
(^00, i hatiU prendido dcM Oardenales, é solicitan-
do algunos Taronea é otros caballeros é oibdades é
▼illas de sa reyno de Ñápeles para qne rebelasen
oontra él, le habia moTido guerra injusta, por la
qaal le fa6 neoesario ponerse en armas, no para
ofender 4 la Silla Apostólica, mas para defender sn
persona y estado, é para proceder contra aqnéUos
sns subditos qne, instigados por el Papa, hablan re-
belado oontra éL Por ende les rogaba, por los deb-
dos de sangre é por la amistad qne con él tenían,
qne embiasen á mandar á sn reyno de Sicilia, 6 á la
oibdad de Barcelona, é á las otras islas de sn sefio-
río, que le faToreciesen con gentes é navios é con
las otras cosas qne oyiese necesidad, para se defen-
der de la gnerra qne el Papa le f acia. El Rey é la
Beyna, oidas las querellas de la una 6 de la otra par-
te, oyieron grande enojo; especialmente porque
eran informados de los que de aquellas partes ve-
nian como la guerra era grande entre el Papa y el
Rey Don Femando ; el qual habia perdido la dbdad
del Águila, é otras algunas dbdades é sefiorios de
su reyno. B que algunos varones é caballeros sus
subditos hablan rebelado contra él, diciendo que no
podian sufrir el duro sefiorío que usaba con ellos; é
por otras algunas sinrazones que alegaban haber re-
oebido en los tiempos pasados del é de sus fijos, é
que deoian ser intolerables. E por estas causas ha-
bían enviado á llamar al Duque de Lorena, nieto
del Rey Reinel, 4 quien dedan que pertenecía aquél
reyno , para le tomar por Rey, con gente é favor que
el Rey de Francia su primo le daba. B ansi por esta
causa que era grande é muy ardua , oomo porque, se-
gún habemos recontado en las cosas del afio pasa-
do , el colegio de los Cardenales habia elegido por
Padre Santo 4 este Inooendo Octavo por fin del
Papa Sixto, é porque la costumbre era de embiar su
obedienda al nuevo Pontífice : acordaron do embiar
por embalador 4 aquellas partee, con d cargo destas
oosas, 4 Don Ifiigo Lopes de Mendosa, Conde de
TendiUa ; porque , allende de ser caballero esf orsa-
do, era bien mostrado en las letras latinas, é heme
discreto é de buena prudenda para semejantes ne-
godos. T embiaron con él 4 un dotor de su conse-
jo que se llama Juan de Medina. Este Conde acep-
tó el cargo que d Rey é la Reyna le dieron , é fizo
grandes gastos en los arreos que llevó de su persona
é para las gentes que fueron en su compaftía. B co-
mo llegó 4 la dbdad de Florencia é vido la gran
guerra que sobre estas oosas habia en Italia, embió
sus mensageros al Papa 4 le notificar su venida y d
cargo que el Rey é la Reyna le hablan dado. B por-
que era servido de Dios é conservación de la pre-
eminencia que 4 Su Santidad era debida, le suplica-
ba mandase cesar la guerra por algunos dias, fasta
que él oviese propuesto ante Su Santidad el cargo de
la embazada que por mandado dd Rey é de la Rey-
na traia. Bl Papa, oído lo que el Conde le embió 4
deoir, como quier que estaba poderoso de gente para
. prooeder oontra el Rey Don Femando, al qual la
fortuna por estonces era contraria, por la guerra qne
le fadan los suyos dentro de su reyno, é por la que
l&Dó9AIBAÍb^ iái
enfria por los qne le eran contrarios defuera ; ' pero '
por la grand estimadon en que eran tenidos el Rey
é la Reyna, oonosoido por el Papa oomo no les pia-
da del dafio que d Rey Don Femando reoebia, ni
dd que adelante recibiese, é que le hablan de ayu«
dar 4 sostener su estado , condescendió 4 la suplica-
don que el Conde de su parte le fiao. B asentóse en«
tre las partea snspennon de gnerra por dias limita-
dos ; en los quales el Conde fabló secretamente oon
d Papa é con algunos caballeros que d Rey Don
Femando le embió. B después de algunas pléticas
habidas con los unos é oon los otros, el Conde con-
cluyó la pas con ciertas obligaciones fechas por la
una parte é por la otra ; de las quales la historia no
face aquí mención, salvo que d Rey Don Femando
é sus subcesores en aqud reyno pagasen dende en
adelante cada afio al Papa quaronta é ocho mil du-
cados de tributo, por razón dd feudo que eran obli-
gados 4 dar 4 la Iglesia Romana; é que el Papa fi-
cíese restituir al Rey Don Fernando las oibdades
é villas que se hablan rebelado oontra él, é fidese
tornar 4 sn obedienda los caballeros é varones que
se hablan snbtrddo de su sefiorío. E por la seguri-
dad que fué menester para cumplir las otras cosas
que se asentaron, fueron puestas en poder deste
Conde de Tendilla algunas fortalezas de ambas las
partes por corto tiempo. Y en esta manera el R^
Don Fernando, mediante el favor qne el Rey é la
Reyna le embiaron , é la industria é trabajos dó
aquel Conde, fué libre dd infortunio que estaba
aparejado oontra su persona é oontra su estado.
Asentada la paz de Italia en la manera que habe-
mes dicho, el Conde y el Dotor Juan de Medina que
después fué Obispo de Astorga, estando d Papa en
su connstorio con todos los Cardenales, le presen-
taron la obediencia con gran solemnidad de parte
del Rey é de la Reyna, é de los Reynos de Castilla
é de León é de Aragón é de Sicilia é de Yalenda é
de Catalufia, con todas las islas é otros sefiorios que
poseían.
En el mes de Marzo deste afio (1) ovo eclísis en
el sol, é las gentes estovieron muy temorizadas de
la fortuna que algunos astrólogos dixeron que ha-
bia de haber en la tierra. Después en los meses de
Noviembre é Dedembre siguientes, ovo tentase tan
contioas lluvias generalmente en todo el Reyno,
que la mayor parte de los ganados de todas mane-
ras peresderon. Otrosí cayeron muchas casas é mu-
chos edificios, especialmente los que eran nueva-
mente fechos ; é los rios cresderon tanto, que der-
ribaron los lugares que estaban cercanos 4 dice , é
destrayeron por gran tiempo todas las dehesas é
huertas é vifias que estaban en las riberas; é lleva-
ron todas las presas é molinos é azeftas é muchas
puentes é todos quantos edifidos estaban fundados
en los rios é sobre los arroyos; é ahQg4ronse mu-
chas vacas é yeguas que andaban en las riberas.
(1) Pvé Mte adipte á I e de Vano , visibla aa Bsropa, AlHea f
Asii il 0., eanlr. 89, 48, y debió eapaur á obiemna á lu Ireí y
■edla de la tarde aegas al Barldiaao da Madrid.
iii (»dNI<UB DS LOS SnSB Dii OASniíLA
EÉpedálmento el rio d» OaadalqniTir oraoió tan-
to oeroA de U oíbded de SeyillA, que entró por el
moneeterio de Ua Ourrasi é derribó ó deetrayó toda
la mayor parte del. Otroaí murieron mnohoa Tena-
doa é oierroB ó paerooa montesea ; é oon laa agaaa
manaron loa ailoaé dafióee mooho pan, é ahogáronae
mnohoa' hornea, é llevaron loa rioa todoa loa baroos;
é laa gentea no osaban andar por laa oallea por la
ipran tormenta de laa agaaa, ni eatar en laa caaaa de
miedo qne no ae oayeeen. E f aeren innmerablea loa
daftoa y eatragoa que laa agaaa floieron en ente afio,
talea t]ae memoria de bornea no ae acordaron ver
ni oir lo aemejante. B Taliendo ana fanega de tri-
go trea realea, llegó á valer ana fanega de fariña en
alganaa cibdadea veinte realea por falta de molien.
daa. Y eato meamo acaeció en loa reynoa de Aragón
é Portogal y en alganaa partea de Italia. Deepaea
en el mea de Jalio é Agoato é Setiembre ó Otabre
aigaientea, ovo tantea dolendaa de oalentaraa ge-
neralmente en todo el B^yno , qne oon verdad ae
paede decir no haber pertona qne escapaae ain do-
lencia, la qaal imprimió maa en loa nifioa, porqae
machoa fallecieron. Y en alganaa cibdadea ó tierraa
ovo gran peatilencia.'
Este afio, oontinándoae la inqniaioion comenzada
en el Beyno contra loa ohxiatianoB qne hablan eeydo
de linage de jodioa, é tomaban á Jadaisar, ae falla-
ron en la cibdad de Toledo algnnoa homea ó mage-
rea qae eacondidamente facían ritos jadáioos. Loa
qaalea con grand ignorancia é peligro de saa áni-
maa, ni guardaban ana ni otra ley; porqae no se
circancidaban como jadíoa segan ea amonestado en
elTeatamento viejo. E annqae guardaban el Sábado
é ayunaban algunoa ayanca de los judíos, pero no
guardaban todoa loa Sábados, ni ayunaban todos los
ayunoa, 6 ai facían un rito no facían otro. De ma-
nera que en la una y en la otra ley prevaricaban ; é
fallóse en algunas caaaa el marido guardar algunaa
cerimonias judaicas, ó la muger ser buena cbiiatia-
na, y el un fijo aer buen christlano, y el otro tener
opinión judaica ; é dentro de una caaa haber díver-
aidad de creenciaa, y encubrirae unos de otros. Des-
tos fueron reconciliados á la fe muchos, ó fueron
recebidoB á la Iglesia , ó lea f aeron dadaa peniten-
daaácada uno, aegun la confeaion que fizo. Algu-
noa otroa fueron oondemnados á cárcel perpetua, é
otros fueron quemadoa. £ porque en este caso de
la Leregfa ae recebian testigos moros é j adiós é sier-
vos ó homes infames é raecea, é por los dichos des-
tos talea eran presos alganoa ó condemnadoa á pena
de fuego, ee fallaron en esta cibdad algunoa judíos
homes pobres é raecea que por enemiatad ó por ma-
licia depuaieron falso testimonio oontra alguno de
loa oonveraoa , diciendo , que los vieron judaizar. E
aabida la verdad la Beyna mandó qne f neaen justi-
ciados porfalaarioB, é fueron apedreadoa ó atenasa-
doa ocho judioa.
culfItülo LV.
De lu Msu o« »u>»» ea «I aae 4e «II é fit^rMi^B^ ^
ocaenu é Mif aSM. B priaeraaaata áa laa faaiaialaaaa fie
la naadaraa posar aoatii al Casáa áa Léaei.
Becontado habemoa en esta crónica el debate que
había entre Don Rodrigo Alonao Fimentel , Conde
de Benavente, ó Don Bodrigo Osorio, Conde de Ló«
moB, é como él Bey fué á la cibdad de Aatorga ó
puso tregua entre ellos, ó tomó la villa de Ponfer^
rada , ó la entregó á un caballero que ee llamaba
Jorge de Avendafio, para que la toviese faata que
por joaticia se determinase en su Consejo quien de*
bia aubceder en el sefiorío de aquel mayoradgo. Es-
te Conde Don Bodrigo Osorio, visto que el Bey ó la
Beyna ae abaentaron de aquella tierra, no eapeió la
determinaoion que por justicia se habla de f aceri
maa tovo atrevimiento de cercar la fortalesa do
aquella villa de Ponf errada é tomóla por fuena da
srmas al alcaide que la tenia. De lo qual la Beyna
ovo grand indinadon por haber osadía de oombatlr
la fortaleza que cataba por el Bey ó por ella. E oon
propóaito de caatigar la inobediencia de aquel Con-
de, é dar ezemplo á otroa que no cometieaen aeme-
jante crimen, como quiera que el tiempo de ir á la
guerra de los moros se abreviaba, pero acordó da
pasar loa puertos, ó ir á aquellaa partea faata la vi*
lia de Medina dd Campo. Y embió á mandar áaqud
Conde Don Bodrigo, que dexase libremente la villa
é vinieae ante el Bey é ante día, á dar razón en el
crimen que había cometido en la combatir é tomar.
Aquel Ck>nde, por consejo de algunoa caballerea de
Calida, rebeló á los mandamientoa del Bey é de la
Beyna, é púsose en armaa, é fizo algunoa roboa é
fuerzas por la comarca para bastecer aqudla villa é
laa otras fortalezas que tenia en el Beyno de Gali-
cia. La Beyna, como quier que estaba en propódto
de ir en persona á proceder contra él, pero dexólo
por estÓDoes, á fin de ir á la guerra de loa moroa;
para la qual el invierno paaado había mandado
aparejar el artillería é laa otraa oosaa neceaariaa. E
por esta causa dio cargo al Conde de Benavente de
la capitanía mayor en aquella tierra , con el qual
mandó que eetovieeen algunas gentes de armas, an-
sí de las comarcaa como de laa Hermandades é de
laa otraa que andaban en su guarda. E pusieron
guamidon de gente en los lagares cercaooa de la
villa de Ponferrada, porque aqud Conde Don Bo-
drigo é laa gentes que con él estaban no oviesen lu.
gar de facer dafio en laa comarcaa. E luego el Bey
é la Beyna partieron de Medina, é fueron para la
cibdad de Córdoba.
CAPÍTULO LVL
aifiania Ua aoaas qaa aa la fsam aonUa loa «eraa aaaaalarea
aa al aao áa nll é qutroeiaataa é oabaata é lala aaos.
El Bey é la Beyna, oomo partieron de la villa da
Medina del Campo, vinieron para la dbdad de To-
ledo doode estOYÍeron alganoa diaa prQTOjwdo «n
D6K tV&NANDO
ia «áministraoion de la jiutioia j en otras ooeae
qa» entendieron ler neoesariás en aquellas partes.
B Inego partieron de aqnella cibdad, é fueron á la
oibdad de Oárdobaí é mandaron aderezar el artllle-
ria, é traer los mantenimientos é las otras oosas que
eran menester para la guerra. B oomo los eaballeros
é oapitanesi é la gente de pié é de oaballo que ha-
bían embiado á llamar fué junta , el Bey con toda
su hueste partió de Oórdoba. B Tino este afio 4 le
servir Don Iftigo Lopes de Mendosa, Duque del In-
f antadgo, él qual traxo de la gente de su casa qui-
nientos homes de armas á la gineta é á la g^isa, é
los peones de su tierra que le mandaron traer; é fiso
grandes oostas en los arreos de su persona, é de los
fijos-dalgo que vinieron oon él. Bntre los quales se
fallaron einqfienta paramentos de oaballo de pafio
brocados de oro, é todos los otros de seda, é los otros
arreos de guamidones muy rioas. Vinieron ansi-
mesmopor llamamiento del Bey é de la Beyna peo-
nes de Gafioia , é de las Asturias, é de Viscaya, é
Guipúzcoa, é de todos los otros valles é tierras que
son en aquellas montafias, y en Castilla vieja, é al-
gunos de los homes de armas que vivian en tierra
de Burgos, y en todas las otras oibdades é villas del
Beyno. Otrosi la gente de armas que embié el Oar-
denal de Bspafta oon uno de sus capitanes que se
llamaba Juan de Villanufio, é la de los Maestres de
Oalatrava é Alcántara, é del Duque de Alburquer-
que. Otrosí, oon propósito de servir á Dios é al Bey
é á la Beyna, vino este afio del Beyno de Ingala-
terra un caballero que se llamaba Conde de Bsoa-
las, home de grand estado é de la sangre real,é tra-
zo en su oompafifa fasta cien Ingleses archeros é
homes de armas que peleaban d pié oon lanzas, é ha-
chas de armas. Vinieron anidmesmo algunos Fran-
ceses con deseo de servir á Dios en aquella guerra,
é oon todas estas gentes que serian fasta doce mil
homes á caballo, é quarenta mO peones ballesteros
é lanceros y espingarderos, otrosí oon número de
setenta mil bestias de requage que llevaban los
mantemmientos, el Bey llegó al rio de las Yeguas.
B la Beyna mandó luego partir el artillería, que lle-
vaban dos mil oarros; delante del artillería iban
otros seis mil peones oon basadas é picos de fierro
allanando los lugares altos, é quebrantando algunas
pefias que impedían el paso á los carros. Y en esto
se ponían grandes fuerzas, con las quales se venda
la batura de las pefias, é la aspereza de las cuestas
altas, é las igualaban con los llanos; iban ansimes-
mo maestros que f adán puentes de madera para pa-
sar las acequias é arroyos.
Junta toda la hueste en d rio de las Yeguas, d
Bey ovo nueva en oomo el Bey de Granada mozo,
que se llamaba Mnley Bahabddi, no embaigante la
fidelidad que prometió y el juramento que ñzo de
ser vssallo del Bey é de la Beyna, é de complir sus
mandamientos, olvidadas las mercedes que de la
Beyna continamente recebia, había quebrantado la
fe que dio é la promesa que fizo, é se había juntado
' oon el Bey su tío, é habían partido d B^nodeGra-
É DOfiA IBABIti. 4ttl
que esto Bey mozo se había puesto oon gento eeoo-
gida de pié é de caballo en la dbdad de Loxa para
la defender, porque recelaba que d Bey la quería
tomar á cercar.
CAPÍTULO LVn.
G0BO 16 fSM el iMl sobre It eibdai ie Len.
M Bey é la Beyna que estaban sentidos dd des-
barato pasado que se ovo en el red de Loza, tenían
pensamiento secreto de la mandar dtiar. B and por
esto , como porque ni la providon de las vfllas ga-
nadas, ni la conquista de las por ganar se podía bien
facer, d aqudla dbdad no se oviese, según la co-
marca donde estaba, mandaron esto afio facer gran-
des diligendasé gastos, and en adobar d artilleríai
oomo en juntar mayor número de gentes á cabdlo é
á pié, á los quales se publicó en oomo el propódto
dd B^ é de la Beyna era cercar la oibdad de I/>-
za. Algunos que oonodan el adento é fortdeza de
aqudla dbdad , informados de la gento de moros
que en ella estoba para la defender, recelando que
la gento no redbiese mayor dafio en d cerco que
agora se pudese, que ovo en el que antes se había
puesto , suplicaron d Bey que mirase mejor como .
mandaba sitiar oibdad de tan áspero adento, é doxL-
de tanto gento de guerra estoba para la defender*
Porque según habían visto no podía ser bien cerca-
da, sin poner sobre día tres redes, é cada uno for-
neddo de tanto gento que pudiese pdéar con d po-
derío de Granada, porque la gento dd un red no
podía socorrer d otro , d mudia gento de moros de
los que estoban cerca viniesen á la socorrer. B que
día ezperienoia de las cosas pasadas era doctrina
en las por venir, el dafio que allí se recibió amones*
toba lo que se debía facer para no reoebir otro ma*
yor. Por ende que les parecía que se debia poner
oeroo sobre otra villa, que oon menor aventura se •
pudiese dtiar. Bl B^, dda aquella razón respondió
que el ded>arato que se ovo en aquel oeroo, ni se de-
bia imputar á la flaqueza de sus cabdleros , ni á la
fortdeza de los moros, mas á la dispuddon de los
lugares do acaesoíó d ded>arato pasado; el qnd sa-
ri oomo estonces fizo viotoriosos á los contrarios^
and f aria agora maestros á los suyos para saber
mejor guardarse de los dafios que se podrían haber
por la dispuddon dd lugar. B porque él era bien
informado en qué lugar se podría asentar su red
para seguridad de sus gentes, la voluntad suya é
de la Beyna era de poner todavía dtio sobre aque-
lla dbdad; porque entendía, según la comarca do
estaba asentada, que ni se podría bien oontinar la»
oonquista comenzada oontra todo d Beyno de Gra-
nada, ni menos habría seguridad para las tierras de
los christianoB que son en la comarca, d primero
aqnella dbdad no se ganase^ Los caballeros é todos
los otros capitanes, oonosdda la voluntad dd Bey é
de la Beyna, se diónideron d trabajo é aventura
de aqud oeroo. B luego el Bey partió del rio de las
Yeguas con toda la huesto , é sus batdlas ordena*
dftSi Uegt i po&er bq i^ 901911 de ana pefia quoia
CBÓNI0A8 DS LOB B15TIB DB OASTII^LA.
434
dioe de hm Enamoradiw (1) ¡ ¿ mandó poner gran-
des gnerdae por todoe los oeminoe ó partee donde
ke mofoe pudieran ler aTiaadoe de ra venida. Be*
tando en aquel real, acordó con loa oáballeroe é ca-
pitanee de mi hueste , que faesen en. la delantera
cinco mil hornee á caballo é doce mil peonee con el
Maestre de Santiago, 6 oon el Marqués de Oális , ó
con los Oondes de Oabra, é de Uruefta, é con Don
Alonso de Aguilar, é con el Adelantado del Anda-
iucfai é con otroe capitanee ; é que estos caballeros
trabajasen de pasar adelante de la cibdad á la par*
te de Oranada, é asentasen real junto con la cuesta
que dedan de Sanóte Albohaoen. Bl Bey con toda
la nueste siguió el camino que aquellos caballeros
Ueraban, para asentar su real desta otra parte de la
cibdad , porque de ambas partes fuese cercada. Co-
mo eetos caballeros que yinieron en la delantera
fueron cerca de la cibdad, comenaaron algunos de*
Uos 4 pasar las acequias é otros pasos 4speroe que
est4n en él valle baxo de la sierra cercano 4 la cib-
dad ; pero no pudieron pasar sino muy pocos por
la grand estrechura 4 fondura que habla en los pa-
sos por do paaaban. Estos caballeros , como viesen
el peligro en que estaban por iu> poder ser socorri-
dos de loe christianos si los moros de la cibdad sa-
lieeen contra ellos, ovieron acuerdo de tomar 4 se
juntar oon la otra gente, que aun no habia paaado;
pero no ovieron lugar de lo facer por los logares
que primero hablan pasado, sin gran pena 4 peli-
gro, porque los moros de la cibdad comensaban ya
4 salir contra ellos. B visto el dafio que geles apa-
rejaba, acordaron de se apear de los caballos é lle-
varlos de diestro ; 4 rodeando por otra parte de la
sierra por lugares muy 4speroe, se juntaron oon las
otras gentes, las quales, veyendo el gran trabajo que
liabian en el pasar de la gente por aquel lugar, ñ-
oieron pontonea de madera por donde la gente pa-
sase. Entretanto el Rey llegó con toda la hueste ; 4
porque habia peligro en asentar él real, mandó re-
partir la gente, unos que estoviesen en la guarda
para pelear con los moros, otros que asentasen las
tiendas. Los moros como vieron que el real se asen-
taba en partes donde recebirian dafio, salieron de la
dbdad 4 pelear con los christianos por aquella par-
te de la cuesta de Sánete Albohaoen, donde la otra
ves ovieron la victoria. E los christianos que eeta-
Dan aperoebidos, descendieron de la cuesta do es-
taban, 4 oomensóse la escaramuza entre ellos , que
duró por espacio de dos horas; en las quales los mo-
ros pelearon oon gran f uena, porque la dispusioion
de los lugares do peleaban , era grand ayuda para
se defender 4 ofender. Lss gentes que estaban en
las otras partes , aunque no podían venir 4 socorrer
4 los que peleaban por la grand espérese de los lu-
gares 4 malos pasos que habia de las unas cuestas 4
las otras ; pero entretanto que por aquélla parte pe-
leaban, oomensaron ellos 4 talarlas vifiss 4 huertas
4 4rboles que estaban en el circuito de la cibdad , 4
(i) Bfl ta monte mI llaimdo fl me^io eamiso estra Arehldoea
TAsteqai^rt. U hlstorii qie éi6 lugar t eiU lonbra, lr«9 MarU-
pa, H^, 19, cap, ft/A
cometían 4 entrar loe anabales. Los moros que pe-
leaban en aquella parte, por socoirer 4estotra paite
de los arrabales, aflojaron en la pelea que faoian, 4
retraz4ronse 4 lacibdad,4 los christianos empoe de*
Dos, tir4ndoles lanías y espingardaa ó saetas, fssta
que los metieron por el arrabaL En aquella pelea
se fallaron muertos muchos homes 4 caballoS| ansi
de los unos como de los otros ; 4 allí fu4 f crido el
Bey moro de doe f cridas. E al fin se asentaron por
fuersa las estsnsas de aquelloe caballeros 4 cepita-,
nee con las gentes que llevaban, en aquel lugar que
es cerca de la cuesta de Sant Albohaceni porque los
moros no lo pudieron resistir.
oapItulo Lvin.
CiMi« •• tQMMktm toe ambáki de Leu . f u aalreii
laelbda4.
Asentado el real sobre la cibdad de Loxa en la
manera que habemoe dicho | los moros, veyendo 4
los christianos en estancas tan cercanas 4 dstlosas
4 la cibdad, salian todas horas 4 pelear poruñas
partes 4 por otras ; 4 las salidas y escaramuzas que
f adán eran tan oontinas que no dexaban punto de
reposo 4 los christianos. El Bey, como vido aquél
dafto, mandó facer con gran diligencia una cava
fonda 4 tan larga, que rodeaba gran parte del cir-
cuito de la cibdad ; y en los lugares do no pudo al-
cansar, mandó facer baluartes 4 palenques 4 otras
defensas tantas 4 tales, que ni los moros que salie-
sen pediesen facer dafio, ni menos los que viniesen
4 socorrer pediesen entrar en la cibdad por ningu-
na parte. E mandó facer puentee de madera en el
rio de Guadaxenil, y en las acequias 4 arroyos fon-
dos, por do paaasen lss gentes 4 se ayudar de las
unas partes 4 las otras. Otrosí mandó poner guar*
da en el campo, en la qual continamente estaban
dos mil homes 4 caballo , 4 dos mil peones. E un
dia que cupo la guarda del campo 4 Don Ifiigo Lo-
pes de Mendoza, Duque del Inf antadgo 4 al Cbnde
de Oabra, el Duque embió un caballero de su casa
que se llamaba Pero Oarríllo de Albornos, para que
fue^ con cierta gente camino de Granada, 4 sintie-
se si alguna gente de los enemigos habia aalido de
)a cibdad. Este caballero estando en la guarda, so-
po de las escuchas que estaban puestas, como ha-
blan sentido slgunos moros que venias camino de
Loxa ; 4 aparej4ndose 4 la pelea, ftt4 contra elloS| 4
falló fasta veinte peones moros que venían 4 buscar
lugar por do pediesen entrar en la cibdad ; 4 peleó
con ellos, 4 mató algunos, 4 prendió 4 los otros. Es*
tos moros presos fueron traídos al Bey ; los quales
le dieron, que pocos dias 4ntes se habia levantado
un alf aquí en Qranada con otros moros, que decisn
4 altas voces en una plasa : i O Moros, guardaos de
» los homes que quieren sefiorear 4 no saben def en-
ader. ¿Para qu4 tenéis afidon 4 qaien oe trae á
iperdicion?! B que estas palabras andaba diden-
do por las piases de Granada. E que los viejos 4 al-
f aquíes, veyendo que la dividen era causa de su
perdición, requirieron 4 los dos reyes tio 4 sobrino^
t)OK fi'EftNANDO
que ie o6nooid««e& de maner» qae por oftiua de in
diicotdia no Be perdiesen loe moradores de la tierra.
Los qnales por las amonestaciones qne les íaeron
fechas, se hablan concordado en nno, é ann pasado
dádivas é presentes del nno al otrO| é hablan par-
tido el reyno de Qranada, para que cierta parte es-
toviese á la obediencia del nno, é la otra parte á la
del otro. B qne el rey yiejo de Qranada habia pro-
metido al rey moso sn sobrino qne si Loxa, ó otro
qnalqoier Ingar de los qne estaban 4 su obediencia,
fuese cercado de los christianos , él por sn persona
é con todo sn poder vemia 4 le socorrer. Dixeron
ansimesmo qne todo el pueblo de Qranada, sintien-
do grave el cerco de Loxa, hablan requerido al Rey
Moro que saliese de la cibdad 6 pelease con los
christianos ; é por las grandes amonestaciones que
le fueron feíohas, habia juntado gran multitud de
caballerosé peones , é puesto con aquélla gente en
el campo, algunos alfaqníes é capitanes le requirie-
ron que Tiniese 4 socorrer la dbdad de Loxa. El
B^ Moro les respondió que bien sabían como 4n-
tes que los Beyes de Qranada fuesen obedecidos por
reyes en aquel reyno, facían juramento en su ley
de no pelear en batalla campal con los Beyes de
Castilla. B pues el Bey Don Femando con todo su
poder estaba sobre Loxa, ni según su juramento, ni
según sn gente podia pelear con él. E dixeron mas
estos moros : que el Bey de Qranada habia dicho 4
todos los alf aqnfes é cabeceras que con él estaban,
que era bien cierto ñ ToWiese 4 Qranada sin so-
correr 4 Loxa, que ellos le matarían ; pero que mas
quería morir él solo , que poner 4 U muerte tantos
moros como peligrarían si polcase con el Bey de
Oastilla. B que en esta plática estaban los moros
con su Bey, é al fin hablan acordado de embiar 4
ellos, por tentar si habría lugar de entrar algunos
moros en la cibdad para la defender. B desta ma-
nera concordaron todos aquellos moros, tomando
de cada uno sn dicho 4 parte. Bl Bey, sabido este
aviso, mandó facer otras mayores defensas en los
lugares por donde les moros podían venir ; é man-
dó doblar las guardas y escuchas en el campo, para
que fuese avisado de qualquier gente de moros que
viniese. Otrosí acordó con los caballeros é capitanes
de sn hueste, que se combatiesen luego los arraba-
les; porque, aquellos tomados, los christianos esta-
rían mas seguros, é los moros mas retraídos, é no
habrían lugar de salir tantas veces ni por tantas
partes 4 pelear con los del real. B mandó asentar
con gran diligencia el artílleria, para que tirase 4
quatrp partes de los muros é torres de la dbdad; é
mandó, que todas las gentes fuesen prestas para el
combate de los arrabales, é sefialóles lugares do
combatiesen algunos de los caballeros é capitanes
de sn hueste. Gomo las mantas é grúas, é bancos
pinjados, é loa otros aparejos necesaríos para aquel
fecho fueron prestos, luego se oomensó el combate
por todas partes juntamente, é los moros con gran-
des alarídos mostrando esfneno, salieron 4 lo de-
fender. B como los de aquella dbdad eran hornea
guerreros é hablan fecho en U tierra de los chrís- I
É DOJRa ISAfiBL. : ^86
tianos mudias talas é prisiones é robos é otras cniet-
dades ; recelando la crueldad de la venganaa , po-.
loaban con grand osadía, por defender sus vidas é
sus bienes é sus muros ó la libertad de sus perso-
nas. Los christianos por su parte , especialmente los
Andaluzes, menbréndose de los robos é muertes é
oaptiveríos crueles qne continamente recebian de
los de aquella dbdad, con sobrada fuersa y esfuer-
so pugnaban por ser vencedores, tanto que cada
uno dellos osadamente aventuraba la vida por dar
la muerte al enemigo que tenia delante. Otrosí los
caballeros é fijos-dalgo de la casa dd Bey é de la
Beyna pdeaban con grand 4nimo por la honra é por
la vida, é por alcanzar venganza de la injuria rece-
bida en el sitio pasado de aquella cibdad. B ansí
duró el combate é la pelea por espado de ocho ho-
ras. Bn las qnales, porque algunos de los christianos
se cansaban, é otros veyendo d peligro del comba-
te desmayaban, los caballerosé capitanes, cada uno
por su parte en los lugares do combatían, esfotiBa-
ban sus gentes, é poniéndose ellos primero al peli-
gro, avivaban las fuerzas de los suyos, 4 facíanles
acometer é pelear: especialmente aqud Oonde de
Bscalas Ingles con los flecheros é hombres de armas
á pié que trda, se aventuraba en los lugares é ca-
sos peligrosos, é desta forma cada uno de los otros
peleaba por las partes que combatia. B porque es-
taba una torre fuerte é muy cercana al arrabal, en
la qual estaban algunos moros que f adán grandes
f eridas 4 los christianos que pdeaban , el Bey man-
dó 4 Don Francisco Bnríquez\ con la gente de su
capitanía combatiese aquella torre. Bste capitán
por mandado dd Bey se apeó con su gente» é con
dertas mantas é bancos pinjados combatió aqudla
torre por quatro partes, é 4 gran pdigro llegó é ella
é púsole fuego. Los moros , no podiendo sofriir d
fuego por ima parte é los oombates por otra, descen-
dieron 4 pelear con los dirístíanos, pensando que
se podrían sdvar y entrar en la dbÑdad. Los chris-
tianos fueron contra dios, é aqud capitán fizólos
atajar; é dli peleando firíeron é mataron dgunos
chiistianos, é todos aquellos moros fueron muertos.
Los moros que peleaban en el arrabd, vista la mul-
titud délas saetas y espingardas é flechas que los
christianos tiraban, é las muertes é f eridas qne re-
cebian, fueron turbados, é f allederon en las fneraas
de tal manera, que los christanos cobraron mayor
osadía para la entrada ; é unos por d muro, otros
por los texadoB, otros por las puertas, entraron los
arrabdes por todas partes. Los moros , visto que los
arrabales de la dbdad se entraban , pensaron de los
defender peleando por las calles, que eran muy es-
trechas, y odiar fuera 4 los christíanes. B dlí los
moros por defender, é los christianos por no perder
lo que habían ganado, pelearon por las cdles en
cinco partes, é feríense con golpes de lanzas é de
ballestas é de espingardas. T en esta pdéa se en-
cendieron los unos é los otr6s con tanto fervor,
que 4 ninguno turbaba ver caer ddanto de d 4 sn
compaftero, ni le ponía miedo d vertimiento que
vda de la sangre ¡ mas olvidado d miedo de la
m
CBÓNtOAd DK LOB MTtt DXOASntiLA.
muerto é deieando U gloria del yeiioíiiiiento, arre-
metían loi mioe oontra loe otroe : espedalmento loe
moroe, ofresoiéDdoee indiscretomento i la mnerto^
llegaban á férir en loe chrietianoe con loe pnfialee
é oon loa toroiadoe, reputando eer ealroe en la otra
TÍdaí ei murieeen matando ohiietíanoe en eeta. B
aquella manera de pelear duró entre elloe por eepa-
do de tree horaa, en las qnalee no oeeaban de tirar
al muro é á laa torree de la cibdad é de la f ortale-
la yeinto lombardae grueeas, é loe otroe góneroe de
artilleria. Al fin el rigor de la pdlyora yenoió la f u«
lia de loe moroe, é púaolee tan grand eepanto, que
lea privó lae fuerzae; é no podiendo aofrir mas laa
muertee ó feridaa que reoebian , ee retraxeron i la
dbdad. Loe ohiiatianoa loe aiguieron, pdeando 6
matando delloa f aata que todoe loe arrabalea fueron
ganadoe por loe ohriatianos. En eetoe oombatea mu-
rieron muohoe moroe que se f aUaron caidoe por laa
oaUea y en laa oaaaa. Anaimeamo murieron de loa
diríatianoa : eapeoialmento fu6 f erido de doe f erí-
dae aquel Oonde de Baoalaa; la una en la booa que
le derribó doe dientea; é fueron muertos algunoe
de loalngleeea que oon ól eatoban. Otroaí pelearon
en aquella entrada Don Enrique de Guarnan, é Don
Martin de Córdoba, é Antonio de Fonseoa, é Mar-
tin de Alaroon, é Juan de Aimaras, é Luis Feman-
dei Puertoearrero, y el Comendador Pedro de Bibe-
ra, é Qonsalo Femandei de Córdoba capitanea de
la guarda del Bey é de la Beyna, oon laa gentee de
Bua oapitanlaa é otros fljoe-dalgo continoa de au
oaaa ; 6 algunos fueron muertos é otroa f eridoa, por-
que en la eatrechura de laa callea donde peleaban,
pocoe tiroe babia de eepingardaa ó de balleetaa que
no fldeaen aangre en la una parto ó en la otra.
Acaeció que un moro texedor con au muger eatoba
tejiendo en au caaa, sin ninguna altoradon de lo
que yeia paaar en aqudla bora. E como au muger é
yecinoe le aquexaaen que ae retraxeee preato á la
dbdad por eaoapar con ana bienea, como todoa loa
otroa faoian, eeto moro reapondió: «¿Doquereia
que yamoa; ó para que noa guardarémoa? ¿ para
sla bambre, ó para d fierro, ó para la peraecodon?
iDigoto, mujer, que puea no bay amigo que ha-
ibiendo piedad de nueatroa malea me repare, quie-
iro eeperar enemigo que bebiendo cobdicia de nuee-
itroe bienea , me mato. E por no yer loa malea de
i mi gente, quiero mea morir agora oon fierro, que
i después en fierroe; porque ya Loxa, ofenaa de
iohriatíanoa é defenaa de moroe, ee feoba aepultora
ide aua moradoree é morada de ana enemigoa.» E
oon esto opinión quedó eeto moro en su casa, fasto
que loe diristianos la entraron ó lo mataron. Fallá-
ronse por las calles é por las casas dd arrabd fasto
quatrodentos ó dnqüento moros muertos, sin los
otros que se fallaron en la cibdad ; é porque el be-
dor de los muertoe era grande, fueron edhados de
la dbdad 6 quemadoe en d campo.
Tomadoe loe arrabalee de Loxa . luego d Bey
mandó poner laa eatansaa contra la cibdad bien
oercañaa d muro, y embió gran copia de bomea de
ikrmM é ge&tee d cempo, peía qae estoyieeen en h
guarda hada la parto deOranada. Otrod mandó qne
tirasen laa lombardae mayores é loe otroe tiroa de
pólyora medianos ó menoree, porque derribaaen
ciertaa partee dd muro , donde maa dn peligro ae
podieee facer d combato. B como el artilleria tiró
por eapado de un dia ó doe noohee, luego cayeron
dgunoB pedaioa dd muro, do ae fideron tan gran-
deaportilloa, queae ydanlaa oaaaadeladbdadé loe
homee que andaban por laa callea. B por aqudloa
portilloe mandó d Bey que tiraaen loa ribadoquinea
ó otroa tiroa de pdyora ; loe qudes derribaban laa
caaaa ó matoban bomea é mugares, é deatmian la db-
dad en todo lo qne dcanaaban. Tiraban andmesmo
loa cortaoe que echaban laa piedraa en dto, ó odan
aobre la dbdad ó derribaban é deatruian laa caaaa.
E laa piedraa que se tiraban eran tantas, que los
moros fueron puestos en grande turbadon, é no te-
nían espado para se remediar, ni aabian qne oonae-
jo tomaaen para ae defender. Y d dolor que aentian
en yer loa muertoe ó f eridos, é peneando en la gran
cdda que los moros habrian d aquella dbdad se
perdieee, por ser una de las mes prindpdes del
Beyno, les fada trabajar por reparar loe muroe ó
los otros lugares que el artilleria derribaba ; pero
los tiros eran tantos, que no les daban lugar á f a*
cer reparo, porque qudquier moro que se ponía en
d muro, luego era arrebatado oon la multitud de
los tiros de pólyora que ee tiraban.
Estando los moros en eeto turbación, loe maeetros
del artilleria tiraron con los cortaos tree pellas oon-
fedonadaa de fuego, laa qudea aubian en d ayre
echando de ai llamas é centdlaa, ó cayeron aohn
tree partee de la cibdad, é quemaron laa caaaa do
acertaron, é todo lo que dcansaron. Loe moros es-
pantados de aqud fuego, é yeyóndose por tontas
partee combatidos, no pudiendo ya mae sofrir las
muertes y eetragos que padeeoian é yeian padeeoer
á los suyos, yisto ansimesmo como d Bey Moro
estoba ferido, ó que todos los otros sus capitanes,
ddlos eran muertos é ddlos f eridoe ; demandaron
eeguro para dgunoa moroe que yinieaen á fablar en
entregar la dbdad, y el Bey mandógdo dar. E loa
moroe que yinieron ante d Bey, le auplicaron : pri-
meramente, que perdonase al Bey Moro, por haber
quebrantado la promeaa que habla fecho d Bey é á
la Beyna. Lo aegundo, que dexaria el título de Bey
de Granada, é que el Bey le dieae título de Duque
ó de Marquée de la dbdad de Guadix, d dentro de
seis meeee la pudiese haber. E d quideee yenir á
Oastílla, pndieee estar seguro en ella ; ó si quideee
pasar aÚende, el Bey é la Beyna le mandasen dar
seguridad para la pasada. Otrod que segurase la
yida de todos los moros que salieeen de la dbdad,
ó lasfadendas qne luego pudiesen lleyar; é que d
algunos delloe quidesen yiyir en los Beynos de Oas-
tílla, ó de Aragón, ó de Vdenda, lo pudiesen facer
seguramento. E que, esto seguro habido, elloe entre*
garlan libremento la dbdad é todos los captíyoa
cbristianos que en ella tonian. E que entretanto
que las cosaa ae aaentoban , mandaae auapender loa
tiroa de artilleria é loa olrosa otoe Í9 gQerre. El Bey|
DONFEBHANDO
habido ni aouerdo con el Duque del Inf antadgo, é
oon el Meertre de Santiago, é oon él Marquée de Qá*
lis, é eon loe otros oondee é oapita&ee é cabaUeros
que oon ¿1 estaban, como qnier qno conooian bien
qne los moros estaban en tal estrecho que se podia
tomar la cibdad por faersa de armas ; pero consi-
derando qne en los combates pasados eran muertos
algunos é f eridos muchos ohristianos, é por escusar
las muertes que en los combates podian acaecer,
mandóles dar el seguro que pedían. E mandó al
Marqués de Oális, é á Don Alfonso Seftor de la Oasa
de Aguilar, que de su parte fablasen oon aquellos
moros, é les otorgasen las oosas que demandaron.
Los quales de parte del Bey les dixeron, que como
quier que el Bey Moro habla errado grayemente
traspasando él juramento fecho al Bey é á la Bey-
na de ser su vasallo, é les servir oon toda fidelidad;
pero porque sopiesen los moros que todas las veces
que errasen, ni fallesceria él poder para los guer-
rear, ni clemencia real para los perdonar , al Bey
placía de usar oon ellos de piedad, é de les otorgar
el seguro que demandaron, para que, dexada la
oibdad , se fuesen libres oon sus bienes. E que si
querian que el artillería cesase de tirar, les con ve-
nia dar reboñes por seguridad que la cibdad se en-
tregaría luego. Los moros, vista la respuesta que el
Bey les mandó dar, como libres del peligro de la
muerte é del captiverío que esperaban, plógoles do-
lió ; é luego se pusieron por rebenes el Aloayde de
la fortalesa, é los fijos del Alatar de Loxa, é los
cabeceras é capitanes que allí estaban, los quales
el Bey mandó recebir á ciertos caballeros de su
oasa. B luego los moros dezaron la cibdad, é se
fueron con sus bienes á Granada.
Entregóse esta cibdad de Loxa é su fortalesa al
Bey Lunes á veinte é nueve dias del mes de Mayo,
afio del nascimiento de Nuestro Bedemptor Jesu
Ohrísto de mil é quatrodentos é ochenta é seis afios;
la tenencia de la qual el Bey mandó dar á Don Al-
varo de Luna, Señor de Fnenteduefia. Fueron libros
ciento é quarenta homes ohristianos que se falla-
ron captivos en aquella oibdad.
Sabido por la Beyna qne estaba en [Córdoba la
entrega de Loxa, ovo grande placer, é luego mandó
facer uua solemne procesión , en la qual ella é la
Infanta Dofia Isabel su fija, é todas las duefias 6
doncellas de su palacio, fueron á pió dende la Igle-
sia mayor fasta la Iglesia de Santiago ; é fizo algu-
nos saorifioios é obras pias , é repartió limosnas á
iglesias é á monesterios, é á pobres; é rogó á algu-
unas personas devotas que estoviesen en oración
oontina rogando á Dios por la victoria del Bey é
de su hueste. Otrosí embió grandes é muy ricos do-
nes á aquel Oonde de Escalas Ingles, entre los qua-
les le embió dos camas de ropa guarnecidas, la una
con paramentos brocados de oro , é doce caballos, é
topa blanca, é tiendas en que estoviese, é otras co-
sas de gran valor. El Bey ansimesmo le fué á visi-
tar á su tienda, é á le consolar por las llagas que en
los combates habla reoebido, especialmente de dos
dientes que le hablan botado de la boca. B dixole
Ú D09A ISABEL 4S7
que debía ser alegre, poique la su virtud le derribó
los dientes, que su edad ó alguna enfermedad le
pudiera derribar. E que considerando oómo y en
quá lugar los perdió, mas le facían hermoso que dis-
forme ; é que mayor precio le daba aquélla mengua,
qué mengúale facia aquella ferida (1). Aquél Oon-
de respondió, que daba las gracias á Dios é ala glo-
riosa Virgen su madre, porque se veia vÜitado del
mas poderoso rey de toda la christíandad, é que re-
cebia su graciosa consolación por los dientes que
habia*perdido ; aunque no reputaba mucho perder
dos dientes en servicio de aquel que gelos habla
dado todos. E fundáronse luego en la cibdad de
Loxa en dos mosquitas dos iglesias, la una que es
cerca de una fuente, á la advocación de Sanota Ma-
ria de la Encamación, é la otra á la advocación de
Sanctiago. E para estas iglesias embió luego la
Beyna ornamentos muy ricos, é cálices, é cruces de
plata, é libros, é todas las otras oosas necesarias al
culto divino. E mandó ir maestros é albañiles é car-
pinteros, para que reparasen lo que las lombardas
habiau derribado de los muros é de las torres de
aquella dbdad.
CAPÍTULO LEL
Gomo el R«7 eos toda U hsesto partió do la oibdad do Leu .
é fo4 á poBOr roal lobro Illoia*
Ganada la dbdad de Loxa, é proveída de gentes
de guerra que la guardasen, é de mantenimientos é
otras oosas necesarias para los que la guardasen, el
Bey acordó de ir mas adelante, é poner real sobro
la villa é castillo de lUora, que es qúatro leguas de
la oibdad de Chranada. Esta viUa está puesta en un
valle donde hay una vega muy estendida , y en
aquel valle está una peña alta, que softorea todo el
circuito ; y en lo alto de aquella peña está fundad»
la villa, de fuertes tonres é muros. T el Bey ovo avi-
so que los moros de aquella villa oon propósito do
la defender, hablan embiado á Granada todos los
homes viejos, é las mugeres é niños é otros que eran
impedimento para la guardar, é inhábiles para pe-
lear; é que habían quedado en ella fasta dos mil
homes para la defender. Habido este aviso , el Bey
mandó al Maestre de Santiago, é al Marqués de Oá-
liz, que con quatro mil homes á caballo , é doce mil
peones fuesen dolante, é viesen las partes mas se-
guras donde se asentase su real. B como aquellos
caballeros llegaron al valle oerca de la irilla , ovie-
ron acuerdo de poner el real en un oerro alto que
está en la otra parte de la sierra, camino de un
puerto que dicen el puerto de Lqpe hada la parte
de Granada. 7 el Bey que partió luego con toda la
hueste, asentó su red en un lugar que dicen el oer*
(1) Podro Hartyr eoosta do otro nodo oslo dlobo dol Ingloi. Dloo
fio habiendo Ido d eaapllmootar i la Reyna laofo qne hnbo en-
rado, y eonaolándole eala sobre la pérdida de los dientes, respon-
dió afndaaente: Qué DU$ que MU kecke tééé fuUu fihk^
quite uMr uiH uuu eeuteiíB puré eer wtefer h fue peteH ieuire.
Martyr, Epitiúkr., A*, i, eplei. 61. Bomaldos ioiala U loma de
Lou nn din áales« co/. 18»
438
0RÓNI0A8 DE LOS BBYES DB OAOTlíiLA.
ro de la EndnilUs é mandó repartir por loa oaballe-
roa ó capitanes de bu hneate las eatansaa en oiroai-
to de la villa en talee lagares , qae eatoviese cerca-
da por todas partea. Otrosí faó traída el artillería , é
delante della yenian nempre gran multitud de peo-
nes con ferramíentas para allanar los caminos ó fa-
cer carriles. Otrosí traían muchos carros de madera
para facer pontones, por do pasasen las acequias é
arroyos fondos. Asentado este real en los lugares
que Ijabemos dicho , el Bey ovo aviso que , por es-
tar los moros lastimados por la pérdida de Loxaó
por las pérdidas que recelaban haber, se liabian jun-
tado machos do los principales de aquel Beyno, é
amonestaron á los otros, que saliesen á se remediar
é defender su tierra, é que muriendo ó venciendo se
librasen de las fatigas que cada hora recebian , y
esperaban recebir.
Esto sabido por el Bey é por los caballeros , ó
otras gentes de su hueste, considerando la enemiga
que generalmente habia entre ellos por las muertes
é robos é captíverios crueles que todos los tiempos
pasaban de unos á otros, recelaron de algún ímpetu
furioso que la multitud de los moros que estaban
tan cerca en la cibdad de Qranada , ferian en las
gentes del real. E como muchas veces acaesce que
el miedo da aviso para el remedio en los peligros,
todas aquellas gentes de la hueste se pusieron al
trabajo de fortificar cada uno sus estanzas do cavas
é baluartes é palizadas, ó de tales defensas, que po-
dían estar seguros de qualquier acometimiento que
los moros flciesen. Otrosí mandó el Bey doblar las
guardas y escuchas en el campo, é poner gente do
pié é de caballo á la parte de la sierra que es cerca-
na á la villa , donde no se podían poner estanzas;
porque por aquella parte, ni pudiese entrar gente do
moros, ni salir á pelear con los del real. Otrosí man-
dó poner homes que guardasen en una torre que se
dice de los Yesos , que es camino de Granada, y en
otra torre que se llama de la Loma, y en la torre
del Hachuelo de Tajara, y en la torre del Agua de
Herida, y en la torre que dicen del puerto Lope;
porque de todas partes fuese sabido, si alguna gen-
te de moros se moviese á venir contra el reaL E pa-
ra estrechar la villa, acordó que se debian combatir
los arrabales, en los quales los moros habían fecho
grandes defensas ; especialmente habían f oradado
las casas, para que pudiesen andar ayudándose de
unas á otras, é habían fecho en las pu^es grandes
troneras ó saeteras , tantas que ninguno podía en-
trar en las calleB, sino á gran peligro de ser muerto
ó ferído. Otrosí quemaron é derribaron algunas ca-
sas que pudieran ser defensa á los cercadores, é da-
fio á los cercados. E como el Bey ovo este acuerdo,
el Duque del Infantadgo le suplicó que le diese
cargo de combatir una parte del arrabal , y el Bey
gelo otorgó. B como el real fué asentado, é las co-
sas para el combate aderezadas, el Duque con so
gente acometió aquella parte del arrabal que esco-
gió para combatir. Los moros, visto que los del Du-
que se acercaban, tiraron tantas espingardas é sae-
tas, ó tantos truenos é búzanos, quo la gente recola-
ba llegar al combate. Visto por el Duque qae loa
suyos no tenían aquel fervor de ánimo qae se re«
quería para acometer les dixo : c Ba, oáballeros, que
B en tiempo estamos de mostrar los coraaones en la
B pelea, como mostramos los arreos en el alarde ; é
»si os seflalastes en los rióos jaeces, mejor os debela
Bsefialar en las fuertes fazallas. Porque no es bien
» abundar en arreo, é fallecer en eafnerso ; é doblada
i disf amia habríamos habiendo tenido buen corazón
B para gastar, sino la toviésemos para pelear. Por
B ende, como caballeros esforzados pospaesto elmie«
Bdo, é propuesta la gloria, arremetamoa contra los
» enemigos^ y espero en DioS| que como ovimos la
B honra de homes bien arreadosi la habremos de ca-
B balleros esforzados, b Aquellas gentes, oídas las pa-
labras del Duque, comenzaron á mover adelante , é
sufriendo muchos tiros de piedras é de saetas, en-
traron por el arrabal. Los moros puestos en los pa-
lenques y en las otras defensas que tenían , pelea-
ban é ferian muchos de los del Duque. El Conde de
Cabra que peleaba con su gente por otra parte, otro-
sí los caballeros é capitanes que combatían por otras
partes, con grand esfuerzo acometieron, é peleando
con los moros é sufriendo muchas f cridas de saetas
y espingardas, llegaron por fuerza de armas, y en-
traron los arrabales ; ó luego fueron puestas laa es-
tanzas contra la villa bien cerca del muro. B asen-
táronse diez ó ocho lombardas grandes repartidaa
en tres partes ; ó para la guarda dallas é de la otra
artillería, mandó el Bey á los caballeros é peones
de las cibdades de Jaén é Andúxar é Ubeda é Bae-
za que pusiesen sus estanzas en los lugares cercanos
á los asientos do estaban las lombardas. Las quales
con todos los otros tiros é cortaos é pasabolantes é
cebratanas tiraron á la villa, é derribaron algunaa
torres é gran parte del muro. Otrosí tiraban con los
cortaos é ribadoquines á las casas, é pasábanlaa, é
mataban é destruían todo lo que alcanzaban. E tan-
ta fué la diligencia que se puso en los tiros de las
piedras, é tan grande estrago facían en las casaa y
en las torres y en los muros, que ni podían dormir
¡os moros, ni tenían espacio para comer , ni menos
se oían los unos á los otros, con el sonido ríg-uroso
que de contino oían. Al fin los moros, que cada ho-
ra esperaban socorro, veyendo que sus fuerzas fa-
Uescian, é las de sus muros no los podían defender,
é que según la priesa que los christianos daban al
combate, antes serian perdidos que socorridos, vi-
nieron á f abla, é demandaron seguro para se ir con
sus bienes, é dexar la villa libremente. El Bey man-
dógelo dar para sus personas é para sus bienes, sal-
vo las armas que les mandó dexar ; é ansimesmo
dexasen libres todos los captivos christianos que en
ella fallasen. E luego como el Bey les otorgó el se-
guro, el Alcayde é los moros entregaron la villa. El
Bey mandó á uno de sus capitanes que los llevase
á poner en lugar seguro camino de la cibdad de
Granada, é puso por Alcayde en aquella villa é su
fortaleza al capitán Gonzalo Fernandez de Córdo-
ba, hermano de Don Alonso, Sefior de la Casa de
Aguilar. E mandó reparar las torres é muros que
I
DON FEENAKDO ¿ DOftA ISABEL
489
derribaron Um tombardas 6 básioooila do «rmaB é
mantenimientoBi ¿ de otras cosas necesarias para sa
defensa.
CAPITULO LX.
Como la Reyna Tino i la elbdai de Lou.
Tomada la dbdad de Loxa é la villa de Ulora, el
Bey embió á rogar mvohas Tecee á la Beyna qne
▼iniese do él estaba, porque era necesaria sn presen-
cia para el consejo de lo qne se dobla facer en la
guttda é proveimiento de la tierra. La B^yna, mo-
vida por loe ruegos del Bey , é por oomanicar con
él algunas cosas arduas que ocurrían tocantes á la
gobernación de sus Beyncs, vino á la cibdad de Lo-
xa. E luego embió 4 visitar los caballoros é otros
oontinos de su casa que allí hablan quedado feri-
do8| diciéndoles que debían ser alegres, porque co-
mo caballeros se ofresoieron á los peligros por en-
Balsar la £é y ensanchar la tierra, é que si ella gelo
agradecía para gelo remunerar en esta vida, Dios
coya era la causa, no se olvidaria de gelo remune-
rar en la otra. B junto con esta consolación les em-
bió su Tesorero, que les diese dineros para ayuda
de sus gastos , á cada uno según la manera de su
estado. E porque el Bey, después que tomó la villa é
castillo de Illora, había movido su real para ir sobre
la villa de MocUn, la Beyna partió de la cibdad de
Loxa é fué do el Bey estaba ; y el Bey acompsfiado
de los caballeros é fijcs-dalgo de su hueste, la salió
á reoebir, é todas las gentes ovieron gran placer con
su venida (1).
CAPÍTULO LXI.
Como se gas^ 1> vUla de Moetla.
La villa de Modín fué siempre reputada on la
estimación de los moros é de los christianos por
una de las principales guardas que tiene la cibdad
de Qranada, ansí por la fortaleaa grande de sus tor-
res é muros, como por ser asentada en tal lugar, que
da seguridad si es amiga , é guerra á las comarcas
do es enemiga. Por esta causa , é porque los moros
sabían que el Bey é la Beyna estaban sentidos del
desbarato que sus gentes el afio pasado allí hablan
recebido, é que su intención era de la mandar otra
vea sitiar, ficieron grandes cavas é baluartes, é bas-
teciéronla de armas é artillería, é pólvora, é de las
otras cosas necesarias para su defensa. E pusieron
en eUa gente de guerra escogida para la defender;
é sacaron todos los viejos é nifios é mugeres, é to-
dos los que eran inhábiles para la guerra. Como el
Bey é la Beyna fueron con toda su hueste á sitiar
aquélla villa, después de pasados grandes trabajos
(i) El HS. del Seffor Han aBade estas palabras: A U fM/ #m-
kló i recikir Mei fU ile§§t$ é loxa, #/ Jfflffadf 4§ CáéiM f •/
A4ehMtU9 Dm P#dr« fiirJfMs. El Cara de los Palacios dice es-
to mlsaio y deseribe eoa prolijidad el reeiblaiieato y festijos qse
se Meierott por esta tealda de la Rejoa al real, qae fié Ldaes It
de Julo« qsttro diu desptes de tomada lUora. Benald., e^f^
ia/«7e.
on el oamino por las isperas sierras é sendas angos-
tas por donde fueron , luego que llegaron, asentaron ,
su real; y el Bey mandó poner las estansas en tor-
no de la villa, é guardas en el campo y en lasotrss
partes que fué necesario. Otrosí se pusieron en me-
dio del real dos montones, el uno de harina y el
otro de cebada, que se llamaba el albóndiga real. B
cerca de los mantenimientos que eran necesarios
para la hueste que el Bey traía en esta conquista,
queremos recontar con toda verdad , que se sofrían
mayores gastos que pudieron facer otros reyes en
las conquistas de los reynos é provincias que gana-»
ron; porque si tierras é lugares conquistaron, en ellas
mesmas había provisiones en abundancia para sus
gentes. Pero en la conquista deste Beyno de Gra-
nada, ninguna provisión se había de las villas que
se ganaban, porque las gentes quo las moraban eran
contrarias en ley, é diversas en lengua, y enemigas
en conversación, y muy pobrea de mantenimientos,
por las talas é guerras que de contino les eran fe-
chas. Otrosí, porque convenía lansar fuera de las
villas é lugares á los labradores, é otras peraopas sus
naturales, que usaban el agricultura é trato de las
mercaderias, é quedaban en ellas gentes de armas
que trabajaban en guardar é pelear, é no en labrar,
ni en criar, ni en otros oficios mecánicos necesarios
4 la vida. Lo tercero porque todo aquel Beyno es
villas cercanas é muy fuertes, é no había puebb sin
cerca que se rindiesen , do se pudiese haber alguna
ayuda de los mantenimientos. Lo quarto porque no
había en aquella comarca puertos de mar seguros
donde se pudiesen descargarlos mantenimientos
que de otras partes se traxiesen, é conveiiía qtie to-
dos los días andoviesen las roques da veinte ínll
bestias, trayendo de muy lexoa los manteüiikiíentoé
é vestuarios, é todos los oficios é oficiales é ferra-
mientas é pertrechos, é otras cosas necesarias á la
vida é i la guerra. Otrosí era necesaria gran copia
de gentes de armas que de contino entrasen é salie-
sen con las requas, porque las asegurasen de los ene-
migos que moraban en la comarca por do pssalmn,
en lo qual laé gentes sofrian trabajosi é facían
grandes gastos é oontinos.
Puestas las estansas en tomo de la viUs, loi arti-
lleros asentaron las lombardas en tres lugares, é r&>
partieron los cortaos é otros medianos tiro* pói:
otras partes en circuito de la villa, é coméüsáron á
disparar las lombardas, é firieron en las tortee prin-
cipales de la f ortalesa ; é continaron los tiroÉ aquél
dia é la noche siguiente , fasta que derribaron gran
parte del muro é del potril, é almenas 4e algunas
torres. Los moros reparaban lo que podían, é siem-
pre tiraban con los ribadoquines é básanos é otros
tiros de pólvora da que estaban proveídos, con los
quales facian dallo á las gentes del real. B duró por
sspaoio de dos noches é un dia el rigor de los tiros
del artillería que se tiraban tan contiñcs que espa-
cio de un momento no había en que no sé oyéáéñ
sonidos é se recibiesen dafios de la una parte é de
la otra.
En este comedio los maestros del artillería tiraron
Uo
OBÓmOAB DI LOB JBETEB DX.GASFILLA.
mm pálU conf ecdcwiada de Um qoa UiisftbAn oento-
llas de foego é subian en el ajro. S por caso qiie
parado traído de la divina providencia, vino á caer
en nna torre de la fortaleaa donde loe moros tenian
en gran guarda toda en pólvora, é alcanaó una de
lae oentellaa al Ingar donde la pólvora eaiaba, é
qoemóla toda, é quemó oiertoe moroa ó proviiio-
nee, é todaa las ooeaa oeioanae al logar donde cayó.
Loa moroa vitto aqnel dallo qne súbitamente lea
vino, é qne por ¿alleeoimiento de la pólvora no lea
quedaba ninguna manera de defensa, luego les fa-
llecieron las fuersas é no fallaron otro romedio 4
sus vidas I salvo venir á fabla ó demandar seguro
de sus perronas é bienes. El Bey é la Beyna gelo
dieron, el qual habido, los moros salieron de la villa,
ó dezaron en ella todas laa aimaa é mantenimien-
tos, y entregaron los ohristianos que tenian capti-
vos. T el Bey ó la B^yna mandaron á un so capitán
que los pusiese en lugar seguro camino de la oibdad
deChranada.
Haberse ganado por la manera que se ganó esta
villa en tan pocos dias, considerada su gran f orta-
lesa é la diligencia que los moros hablan puesto en
la guardar, bien pareció ser oosa traida por la ma-
no de Dios; porque de otra manera no se pudiera
tomar en laigo tiempo, é con mucho gasto ó pérdi-
da de gente. Falláronse en los campos que son en
drenito de aquella villa algunos cuerpos de ohris-
tianos muertos, de los que fueron en el desbarato
I que allí ovo el Conde de Cabra el afio pasado. Por-
que como fueron feridos en la batalla, no podían
fnir con las f eridas, é caían muertos en las matas é
tras las pefias y en otros lugares encubiertos; los
quales la B^yna mandó recoger é sepultar en las
ic^esias que se fmidaron en aquella villa.
OAPÍTULO LXIL
CiBSdB9ftilétalaflatifad«Gnaaia.é<<Nio le loaaroa
latvIUas de Moatofrio é ColMienu
•
Después que se ganó la villa de Moclin, el Bey é
lA Beyna, haMdo su acuerdo con él Maestro de San-
t Hago, ó con el Duque del Inf antadgo, ó con los Mar-
queses de Cálii é de Villena, 6 con los otros Condes
é oábaüeros de su Consejo, embiaron á los capita-
nea de la gente de Sevilla é de Xeres, ó de la villa
de Oarmona á poner sitio sobre la villa de Monte-
frÍO| que es oeroa de Moclin ; é mandáronles que
llevasen algunos tiros de pólvora para la combatir.
lia B^yna quedó en la villa de Moclin con las gen«
tes de armas de su guarda, donde recibió letras del
Oonde de Benavente, por las quales le fada saber
como el Oonde de Lémos permanescia en su robe-
lion, é qne bastecía sus f ortaleaas, é acogía en ellas
malf eohores que facían robos é f uersas en la tierra.
Bl Bey partió oon toda la gente de su hueste para
la dbdad de Granada A facer tala de los panes é
otros frutos que estaban en el campo. B las bata-
llas ordenadas, ó los taladores talando los panes 6
todos los otros frutos que fallaban, fué camino d^
la oibdads ornando asentar su real en un logar que
se dioe los Ojos de Hnóoar. B aquel diá el Máasiré
de Santiago y el Marqués de CáUstovieron la guar«
da del campo. Junio con los olivares de la dbdad. B
contra esta guarda salieron de Granada caballeros
moros á escaramusar, é duió la escaramuaa por es-
pacio de dos horas, do murieron algunos caballeros
de la una parte é de la otra; especialmente fueron
muertos dos hermanos moros, que habían seydo al-
oaydes, el uno de Illora y d otro de Moclin. Los
morop, visto el dallo que recelúan, retraxéronse á la
dbdad. Otro día, porque la tala se fidese mejor, ó
de los frutos mas oeroanosá la dbdad, mandó el Bey
mudar el real oeroa de la huerta que dicen dd Bey,
que está de la otra parte de Granada. Los moros,
visto que los ohristianos se aoeroaban á la dbdad|
salieron fasta mil é qoinientoe homes á caballo en
una batalla, é otras quatro batallas de gran número
de peones , é pudéronse cerca de unas huertas ro-
deadas de acequias é olivares que los defendían. El
Bey, vista la gran multitud de moros fuera de la db-
dad, mandó ordenar las esquadras de la gente, éto-
dos dispuestos psra la pdea pasaron addante; ó
mandó que todo d requage foese oeroa de su bata-
lla real, porque ninguna cosa de la hueste pudiese
recebir dafio. El Duque dd Infantadgo oon sus dos
batallas, la una de gente de armas é la otra de gi-
netes, quedó en la reguarda para facer rostro á los
moros si moviesen alguna pdea. B cerca de las ba-
tallas del Duque iba Don Garda Osorío, Obispo de
Jaén , é Frandsoo de Bovedilla, Conregidor de Jaén
con dos esquadras de gente de armas de las cibda-
des de Ubeda, é Baeza, é Jaén, é Andózar. B como
el Duque pasó por d rio junto con el camino que
dicen de Elvira, los moros que dempro en las pe-
leas usaron de astadas engafiosas, vista la grand
orden que los christíanos llevaban, no cometieron
á las batallas del Duque, pero movieron escaramuza
con la gente de aquellas dbdades que iban con d
Obispo, é con Francisco de Bovedilla, conregidor.
De laa quales sdieron dgunos cabdleros á escara-
muzar oon los moros, los quales mostraron que fnian
á fin que los ohristianos siguiéndolos se desordena-
sen. Los moros, como vieron que los ohristianos los
seguían con dgun desorden, tornaron oontra dios
é firieron é mataron dgunos. Las otras batallas del
Obispo é dd Comgídor, visto que los suyos se re-
trdan, movieron sus batallas por los socorrer, é d-
guíeron los moros fasta que los metieron por la
huerta del Bey. Los moros , quando vieron que los
christíanos se habían metido en aquel lugar , solta-
ron d río de Guadaxenil para que corriese por una
acequia grande que rodeaba d circuito donde aque-
llos caballeros ohristianos se habían metido. B co-
mo los vieron atajados oon d agua tomaron contra
ellos oon redo acometimiento. Los diristíanos, qa an-
do se vieron en aquel pdígro, dgonos que ovieron
mayor esfuerso pdearon oon los moros, otros se ro-
trdan y trabajaban por pasar d acequia é salir de
aqud lugar. El Duque del Infantadgo como vio al
Obispo é d Corregidor oon sus gentes en aqud pe-
ligro, mandó volver sus ensefiasi é á gran priesa
DORFBSNAKDO
f9úÉÍ la iMUlla ñé mm ginetM el acequia, é sooonió
á los de aquellas ewmadnuí que estaban pelean-
do con moros. Los moros qve estaban firiendo
en los ohrisüanos i qaando vieron qne la gente del
Dnqne ToMa á socorrer, tornaron á fnir; é la gen-
te del Daqne los siguió por él camino de Elvira
h¿cia la cibdad de Qranada. Y en aquella manera
escaparon aquellos caballeros de ser perdidos.
Murieron en aquélla pelea dos caballeros princi"
pales; el uno se llamaba el Oomendador Martin
Vaaquea do Aise, y el otro se llamaba Juan de Bos-
tamante, é otros algunos de los cbristianos. E por
pasar el acequia muchos perdieron sus caballos, é
cayeron é fueron lisiados é desbaratados ; 6 fuera
mucho mas el dafio, salvo por la baUIla del Duque
del Inf antadgo que los socorrió. Otro dia, oonUnán-
dose la tala , el Oonde de Cabra é Don Martin de
GSrdoba su'hermano con sus gentes, estando en un
lugar cerca del rio donde les fué encomendada la
guarda, comensaron una esoaramusa con los moros
que estaban guardando entre las huertas ; á la qual
acudieron gran multitud de moros que salieron de
la dbdad, j encendióse tanto la pelea entre ellos,
que fué necesario salir la ensefia real, é venir el
Bey con toda la gente á socorrer al Oonde é á aquel
capitán é á sus gentes, que estaban en grand aprie-
to rodeados por todas partes de los moros. En aque-
lla f acienda murieron algunos escuderos de los
ohnstianos é de los moros, que cayeron luego en el
primer acometimiento. Fecha la tala en cirouito de
Granada, el Bey con toda la hueste salió de la vega
por el puerto Lope. Otro dia vino á poner real cer-
ca de la villa de Modin, do estaba la Beyna. E vi-
nieron ante ellos los alcaydes de Montefrio é Oolo-
mera, é suplicáronles que diesen su seguro para los
moradores de aquellas villas é para sus bienes, é
que gelas entregarían. El Bey é la Beyna gelo
mandaron dar, para que fuesen con sus bienes á
Granada, deoumdo todas las armas é bastimentos
que en ellas oviese.
Tomadas estas villas é fecha látala en la manera
que habemos recontado, el Rey é la Beyna dezaron
por alcayde en hi villa é castillo de Moclin al Oomen-
dador Martin de Alarcon,'y en la villa de Montefrio
al Oomendador Pedro de Bivera. La villa de Ocio-
mera entregaron á un caballero de Alcalá la Beal, que
se llamaba Fernán Alvares de Alcalá. Y en todas es-
tas villas mandaron estar gentes de caballo é do pié
con estos alcaydes, para las guardar é facer guerra
á la cibdad de Granada. B repartieron otras gentes
de caballo é de pié en las villas de Cártama é Alo-
ra, para guerrear en aquellas partes qne son fronte-
ras á la cibdad de Málaga. Otrosí fundaron iglesias
en las villas de Illora, é Montefrio, é Moclin, é Oo-
lomera ; las quales proveyó la Beyna de cálices é
erases de plata, é de libros, é de todas las otras co-
sas necesarias al culto divino. Mandaron ansimes-
mo traer ciento é treinta mil fanegas de pan , las
quales se repartieron en todas aquellas fronteras
para provisión de la gente de caballo é de pié
que las guardaban. B proveídas de armas é de ar-
¿ DOfif A ISABEL. 441
tilleria, é de todas las otras cosas necesarias par*
su defensa, el Bey é la Beyna dieron el cargo do
capitán mayor de todas aquellas tierras á Don Fa-
drique de Toledo, fijo de Don Garci Alvarea de Tole-
do Duque de Alva, con cierta gente de caballo é de
pié. B mandaron á todos los alcaydes é gentes de
armas que dezaron en aquella tierra, que acudiesen
al llamamiento deste capitán mayor, é ficiesen lo
que él mandase. B luego partieron de aquella tier- *
ra, é volvieron para la, cibdad de Córdoba.
CAPÍTULO LXin.
De eomo el Rey eatrd en la elbdad 4e Góriobt.
Asentadas é proveidas las cosas en la manera que
habemos dicho , la Beyna vino para la cibdad de
Córdoba, y el Bey quedó con toda la gente de su
hueste algunos días en aquella tierra, para segurar
las requas de los mantenimientos que venían, é se
repartían por las cibdades de Loza é Alhema, é por
todas las otras villas que hablan ganado. E mandó
al Maestre de Santiago, que fuese con la gente de
su casa á segurar una grande requa de fariña que
se llevaba para provisión de las villas de Cártama
é Alora, é de los otros castillos que hablan ganado
en aquella comarca. Fecha aquella provisión, el Bey .
se fué para la cibdad de Córdoba, é salióle á rece-
bir el Príncipe Don Juan su fijo acompallado del
Maestre de Calatrava é de toda la caballería de Cór-
doba ; y entró por la cibdad bazo de un pafto de oro,
é fué á la iglesia mayor donde estaba el Obispo de
aquella cibdad vestido de pontifical, é acompaña-
do de los Obispos de Cuenca Ó de Coria é de León é
de Tuy, con toda la clerecía é las cruaes de las Igle-
sias. E como el Bey llegó á aquél lugar, descabalgó
del caballo, é fincó los hinojos en tierra; é fecha
oración á la cruz, entró en procesión con toda la
clerecía fasta el altar mayor, donde el Obispo le dio
la bendición. Fecho aquel auto, salió de la iglesiai '
é acompañado de todas aquellas gentes, fué á su
palacio donde la Beyna é la Infanta Doña Isabel
su fija con todas las dueñas é doncellas de su pala-
cio le estaban esperando vestidas de ricos arreos, é '
allí fué reoebido con alegría común de todos. B
acordaron de partir de aquella cibdad ; pero antes
que de Córdoba partiesen, dieron orden en los apa-
rejos que eran necesarios para proseguir la guerra
contra los moros el verano siguiente. B los maes-
tros que para esto pusieron, fioieron traer gran co-
pia de fierro para facer picos, é azadones, é palas, é
otras ferramientas necesarias para quelú'ar las pe-
fias, é allanar los caminos, é facer cavas é albarra^
das en los reales. Otrosí dieron orden para haber
los mantenimientos que se hablan de llevar al reaL
E porque de las contrataciones que los alhaqueques
facían entre cbristianos é moros, é de las fablas
que hablan con ellos, se podrían recrescer inconvi-
nientes , mandaron que ningún alhaqueque chris-
tiano fuese osado de entrar en tierra de moros, ni
menos consintiesen á ningún alhaqueque ni truza-
man morO| que viniese á tierra de christíanos, so
142 CRÓNICAS DE LOS BEYBS DE CASTILLA,
pena de muerte é de perdición de bqs bienes. Otrosí
mandaron facer pan bizcocho para proveimiento de
la flota qae andalia por la mar. E mandaron á Ifar-
tin Dias de Mena, é á otro qoe se llamaba Arriaran,
ó á Antonio Bemal capitanes, qae oon ciertas naos
6 caravelas andoyiesen por el estrecho de Gibral-
trar é por la costa de África, guardando que no pa-
sasen de allende homes ni caballos ni armas ni
mantenimientos á estas partes del reyno de Grana-
da ; ó que floiesen guerra á todos los puertos de
mar que estaban por los moros. Estos capitanes an-
dando en la guarda de la mar con sus navios , to-
maron muchas zebras é cárabos ó otras fustas de
moros que pasaban de allende á estas partes , é de
los que pesaban del reyno de Granada para los rey-
nos de África. E tenian en tanto estrecho aquella
parte de la mar, que ningún navio de moros de los
que solían traer trigo é otras provisiones, osaban
navegar, E algunas veces desoendieron en tierra
en los puertos ó playas de África, é tomaron capti-
vos, é robaron é quemaron alearías é lugares que
fallaron sin cerca ; é fideron tanta guerra, que fuó
forsado á las gentes que moraban en aquellas par-
tes cercanas á la mar dexar sos moradas é meterse
mas adentro á vivir.
CAPÍTULO LXIV.
De IM presUdM qse el Rey é U Reyu dentadiros.
El Bey é la Beyna f acian grandes gastos en pa-
gar los acostamientos á las personas que dellos
tenian tierras, é los sueldos á la gente de anuas que
continamente traían en su guarda , y en la guarda
de las dbdades ó villas é castillos que habían ga-
nado en tierra de moros ; é otrosí los gastos que se
requerían facer en el artillería, y en la provisión de
la gente de la flota que continamente andaba arma-
da por la mar. Otrosí habían necesario gran canti-
dad de dinero para pagar sueldo 4 la gente de ar-
mas é peones que mandaban llamar quando entra-
ban en el reyno de Qranada, é para los otros gastos
que eran necesarios continamente para provisión de
la guerra. B porque sus rentas ordinarias no po-
dían bastar para todos estos gastos, embíaron á pe-
dir prestidos á algunas personas singulares, los qua-
les prestaban de buena voluntad lo que les era pe-
dido, E algunos caballeros é otras personas se ofre-
cían á prestar de sus dineros sin gelos pedir, porque
veían que los gastaban en aquellas cosas que eran
servicio de Dios é honra de su corona real, é porque
la Reyna tenia gran cuidado de mandar pagar bien
á qualquier persona que le prestaba dineros para
aquellas necesidades. Otrosí, conociendo el Papa que
CHÍA guerra era tan sancta é para ensalzamiento de
la fe catholíoa, ó considerados los gastos 6 trabajos
que en ella se habían, embió su bula para qae toda
la clerecía pagase otra décima este afio de todas las
rentas de las iglesias ó monesterios é otras perso-
nas eclesiásticas, la qual fué tasada por el Carde-
nal de Espafia en cíent mil florines de Aragón.
CAPITULO LXV.
De la faena f se los meree se (teias laoe á otras.
Entretanto que estas cosas pasaban, él Bey viejo
que estaba apoderado de la dbdad de Granada é de
la mayor parte de aquel reyno , facía guerra contra
el Bey meso su sobrino ; é mandaba matar todos los
que tenían su voz sin haber dellos piedad', é tomá-
bales sus bienes, é á otros f adán andar desterrados
de sus casas. Otrosí sopo el Bey mozo que buscaba
su tío maneras como le traer á la muerte, dándole
yerbas, é prometiendo grandes dádivas á algunos,
porque fablando con él lo matasen. E para poner
esto en obra, le embió algunas embazadas, por las
quales le deda : que mirase bien como su división
era causa que se perdiesen dios, é ganasen los ohria-
tianos las dbdades é viUas é lugares dd reyno da
Qranada, que los Beyes de Castilla pasados nunca
pensaron haber. E que pues conocían la cansa de
su perdición é la podían remediar, le requería con
Dios que la remedíase, é que él quería dexar el titu-
lo de rey, é seria subdito, é faria lo que mandase,
dándole algún lugar do pudiese vivir retraído. El
Bey mozo sopo el secreto de como d Bey su tio, á
fin de sellorear solo, le embiaba aqadlos ofcead-.
mientes, é aun con ellos le embiaba presentes ; é
sopo qae aquellos que los llevaban, habían tomado
cargo de lo matar, ansí por las dádivas que el Bey
viejo les había prometido, oomo porque los moros le
tenían grand odio porque tomaba ayuda de diris-
tíanos. E por esta causa el Bey mozo no queria ver
á los que estas embazadas dd Bey su tio le traían.
E respondíale, que aquel reyno de Granada había
seydo dd Bey su padre, y él como su legitimo he-
redero había de trabajar de lo haber é de le cortar
la cabeza, porque sin piedad fizo matar á su her-
mano é á otros caballeros que seguían su parciali-
dad, quando entró en la oibdad de Almería , por la
traycion que algunos de la cibdad le fideron. E por
esta causa crecía mas la enemistad entre dios y en-
tre los caballeros do la una parte é de la oti'a. El
Bey mozo estaba en una villa que se llamaba Vélez
el Blanco, é algunas veces entraba en Castilla, y era
recebido en las dbdades é castillos de la frontera, é
f avoresddo de los christianos por mandado dd Bey
é do la Beyna.
CAPÍTULO LXVL
Como el Rey é U Reyni partieron de Cdrdoba 6 faeros para el
reyao de Galieia, é lo qae eade fleieron.
El Bey é la Beyna, movidos por las cartas é men-
sagerías que redbieron dd Conde de Benavente, por
las quales les facía saber la rebelión dd Conde de
Lémos, partieron de la cibdad de Córdoba para ir
al reyno de Galicia, á fin de proceder contra aquel
Conde por vía de justida , porque otro no tomase
exemplo de se poner en armas, é mostrar rebelión á
sos mandamientos ; é otrosí por reformar las cosas
de aquel reyno, donde los Beyes de Castilla se lee
t DON FEBHANDO É DOSa ISABEL
haber ido pooM veoei. T embiaron raí cartaa de
lUíDsmientos á todos IO0 caballeros é gentes de ar-
mas que moraban en aquéllas partes , para qoe á
cierto término se juntasen en la villa de BenaTonie,
do ellos entendían ir. B como fueron en aquella vi-
lla, vinieron i su llamamiento todas las gentes de
pié é de caballo que embiaron á llamar. Y amblaron
sus cartas é mensageros al Oonde de Lémos que es-
taba en la villa de Ponferrada, por las quales le
mandaron que luego saliese della, é la dexase des-
embargada de las gentes de armas que en ella tenia,
é viniese personalmente donde ellos estaban, para
estar á justicia sobre todo lo que le fuese deman-
dado.
El Oonde, conocida la indinaoion que el Bey é la
Beyna mostraban contra él, por no incurrir mas en
su ira, deliberó de obedescer sus mandamientos. E
aoompafiado de algunos oaballeros sus parientes,
pareció ante el Bey é ante la Beyna, é les suplicó
que lee ploguiese perdonarle ; porque si él no ha-
bla cumplido sus mandamientos luego que le fue-
ron mostrados, no era 4 fin de rebelarni desobede-
cer á lo que le fué mandado de su parte. Pero que
habla suspendido en la execucion dellos, por repu-
nar al Oonde de Benavente con quien tenia debate ;
el qual habla informado á Su real Magpestad de si-
niestras informaciones contra él, por lo poner en su
indinadon é haber los bienes de su mayorazgo que
le i)ertenesdan, é le habia dexado su abuelo Don
Pedro Alvareí Osorio, Oonde do Lémos. B pues esto
era debate de parte á parte , en que Su real Blagee-
tad por justicia habia de entender como superior,
que dobla cesar todo mal concepto que por la rela-
ción del Oonde de Benavente oviese habido contra
él. Otros! algunos caballeros parientes del Oonde su-
plicaron al Bey é á la Beyna que les ploguiese ha-
berse con él beninamente, pues la causa de su in-
obediencia no habia seydo por otro respeto, salvo
por el debate que tenia con el Oonde de Benavente.
El Bey é la Beyna, visto como aquel Oonde cum-
pliendo sus mandamientos, habia parecido ante
ellos, movidos á piedad por las suplicaciones de
aquéllos caballeros, perdonaron la vida al Oonde ;
pero mandáronle que no entrase en el Beyno de
Qalicia por ciertos afios, é que pagase el sueldo é
443
cuentos de maravedís para el casamiento de las
fijas del Oonde de Lémos, tias de aquel Oonde Don
Bodrigo, hermanas de su padre.
Fechas é concluidas estas cosas con aquel Oonde,
el Bey é la Beyna entraron en el Beyno de Galida,
en el qual habian puesto por Gobernador 4 Don
Diego Lopes de Haro, é visitaron la iglesia del
Apóstol Santiago, é dotáronla de sus dones magní-
ficamente. E después fueron 4 la dbdad de la Oo-
rufia, é 4 algunas otras oibdades é villas de aquellas
comarcas ; é como quier que los gobernadores é jus-
tidas que en aquel Beyno habian puesto los afios
pasados, é los que agora en él estaban, habian exe-
cutado algunas injustioias, é lanzado muchos mal-
fechores de la tierra; pero el Bey é la Beyna oye-
ron é remediaron grandes querdlas é fuerzas fechas
de mayores 4 menores. Sopieron ansimesmo como
muchos caballeros tomaban las rentas de las igle-
sias é de los monesterios é de los clérigos, é que de
largos tiempos las habian apropriado 4 si, encorpo-
r4ndolas en sus rentas patrimoniales, un haber para
dio otro titulo , salvo la fuerza que fadan. Falla-
ron ansimesmo que algunos caballeros se facian
comendadores de los monesterios, é por fuerza les
tomaban cierta renta por aquel cargo de la enco-
mienda. Otrosí oyeron muchos crimines é delictos
cometidos por los moradores de aquella tierra, ansí
clérigos como legos. E como fueron informados de
todas estas cosas, mandaron luego derribar fasta
vdnte fortalezas, de las quales fueron informados
que se habian fecho algunas fuerzas é robos. Otro-
sí pusieron todas las rentas de los dérigos é patri-
monios de las iglesias é monesterios é abadías en
libertad, y esentaronlas é ficieronlas libres de aque-
lla tiranía en que de largos tiempos estaban, en po-
der de aquellos que por fuerza las llevaban; 4 loa
quales mandaron , so grandes penas, que dende en
adelante las no llevasen, é dexasen las personas
edesiéstícas é sus bienes en toda libertad. B man-
daron facer justicia de algunos malf eohores ; é qui-
taron las fuerzas é opredenes é tiranías que falla-
ron fechas de largos tiempos, fasta en aquella sa-
zón, por algunos oaballeros é personas 4 algunas
villas é aldeas,, toméndoles sus términos é su ren-
tas, é apropri4ndolas 4 sL E reformadas é puestas
las costas que habian fecho todas las gentes de ar- I en orden todas las cosas de aquel Beyno, dexaron
mas que el Bey é la Beyna habian mandado estar
en guamidon contra él todo el tiempo pasado.
Otrod d de la que dios estonces habian mandado
llamar que era gran cantidad ; é para lo pagar entre-
gó luego dertas villas é castillos que tenia. Otrosí
le mandaron pagar é restituir 4 los agraviados é
robados todos los robos, é satisfacer las fuerzas que
hablan fecho él é los que en su compafiía estaban;
é que entregase dertas villas é rentas que perte-
nesdan 4 la Marquesa do Villaf ranea que era tía
deste Oonde de Lémos, fija del Oonde su abuelo ; la
qual era casada con el Marqués de Villaf ranea fijo
del Oonde de Benavente. Otrod tomó la Beyna para
si é para la corona real de sus reynos la villa de
Ponf errada, é dio en equivalencia della dertos
en él por Ghobemador é justida 4 Don Diego López
de Haro que 4ntes habian puesto. E otrod dexaron
con él quatro Dotores del su Oonsejo , que oontino
estoviesen en aqud Beyno, é toviesen audienda de
justicia, é la executasen, y entendiesen en las otras
cosas que al bien común de todos los moradores de
la tierra compliesen ; é no condntieeen las fuerzas
é tiranías que en ella se acostumbraban facer. E
mandaron salir de aquel Beyno algunos caballeros
naturales del, que entendieron ser complidero 4 su
servido é al estado padfico de la tierra. B manda-
ron 4 otros venir 4 la guerra de los moros y estar
en las villas é castillos fronteros, porque su estada
en aquel Beyno no fuese impedimento 4 la buena
gobernación é administración de la justida, E lúe-
^ OBÓNIOAS DB LOB
go partieron de alU, é vinieron pan U yilU de Be-
navento, donde el Oonde les fizo grandes fiestas^ é
dende acordaron de yenir á la dbdad de Salaman-
ca, por tener ende el invierno.
Estando el Bey é la Beyna en aquel Beyno de
Galicia, aoaesdó en la dbdad de Trozillo, que un
heme de la dbdad cometió nn crimen, por el qual
la justida del Bey é de la Beyna le mandaron pren-
der. Este home alegó ser de corona, é porque la
justicia real no le quiso luego remitir á la jurisdi-
cion eclesiástica, algunos dérigos parientes de aqud
preso tomaron una crus é salieron por la cibdad,
dando apellido, ó didendo á las gentes, que no era
f ecbo á la iglesia oiogun acatamiento, según chris-
tianos lo debían facer ; ó poique la fe do Nuestro
Señor Jesu Gbrtsto so perdia, que se doliesen, é to-
masen armas en defensión de la fe duistíana.
El pueblo alborotado por las palabras de los den-
gos, tomaron armas, é f adeudo grand alboroto por
la cibdad, fueron á la casa dd Corregidor , é oom-
batiéronla, é soltaron de la cárcel aquel malf ecbor
que esUba preso, ó todos los otros prosos que esU-
ban en eUa. El Oorregidor, yisto como la gente ovo
osadía de ofender de tal manera la justida real
fuélo á denundar al Bey é á U Beyna. Los quales',
^ habida información de aqud insulto, embiaron un
capitán con derto gente de armas de su guarda á
la dbdad de Troxillo ; el qual aforcó los que pudo
haber de los principales que fueron en aquel albo-
roto, é derribóles las casas, é á otros desterró, é á
otros que f uyeron condenó á pena de muerte, é 4
otros condenó en penas pecuniarias para la guerra
de los moros. E ios clérigos que fueron causadores
de aqud escándalo, fueron desnaturados de los
Beynos de OastíUa; é fuéles mandado que como
ágenos saliesen luego dellos,é de todos los se&orios
dd Bey é de la Beyna.
oapItülo Lxvn.
Sltaesfi laa eoiu que pasaron es elaSo ie oül é «oaUodealos
6 ochenu é aleta afios.
Estando d Bey ó la Beyna en la dbdad do Sa-
lamanca, fuéles querellado que el Mariscal Don Pe-
dro de Ayala, Sefior de Ampudia é Salvatierra, ha-
bla fecho degollar un escribano suyo sin haber jus-
ta causa para ello, salvo porque h bia dado á Dofia
María su madre, con quien tenia debate, una es-
criptura del testamento de su padre, que él no qui-
dera que fuera dada. De lo qual el Bey é la Beyna
quisieron haber información ; é habida, mandaron
á un aloayde é á nn alguacil de su corte^ que pren-
diesen luego al Mariscal Don Pedro. Este Mariscal
era casado con una nieta del Condestable fija del
Conde de Miranda su yerno, los quales en aquellos
días estaban en la corte. Otrosí embiaron á la villa
de Ampudia un alguadl de su corte á prender al
Alcalde de aquella villa, é á otros ciertos vecinos
delhi, que habían seydo en la muerte de aquel es-
cribano , por mandado dd Mariscal su sefior. B
porque resistieron al alguadl de la Beyna la prídon
BEYES DB OASmiiA.
que la mandó faoeri luego embió nn su oapitan eon
gente de armas i aqudla villa ; d qual prendió i
ciertos vecinos ddla, que fueron en resistir al al-
guadil, é á los que fueron en la muerte del eecriba-
no que d Mariscal mandó degoUar; i derribóles
sus casas, é quitóles sus bienes, los quales fueron
aplicados para la cámara de la Beyue^ é muchos
fueron sentenciados á pena de mueite , é otros á
pena de destierro por derto tiempo. T en esta ma-
nera fué exeoutada la justicia contra los que fue-
ron en resistir al dguadl de la Beyna en aqudla
villa. El Condestable porque crda que d Bey é la
Beyna estaban determinados de prooeder contra la
persona de aqud Mariscal, luego en la hora que
sopo su pridon, partió de la corte, y embió á dedr
al Bey é á la Beyna, que no quería ser presente á
la justida que querían facer de aquel caballero,
por d debdo tan cercano que con él tenia. La Bey-
na, porque no ovo pensamiento de proceder á muer-
te oontra el Mariscal, embió mandar al Condestable
que luego volviese á su corte, porque su intendon
era de haberse piadosamente, é no proceder contra
d Mariscal á pena de muerte, ni á lidon de su per-
sona. E luego d Condestable volvió á la corte, 6
fiao relación á la Beyna, que por quanto los incon-
vinientes que en aquel caso eran pasados é los que
adelante se podían segur, procedían de las diferen-
cias que aquel Mariscal tenia con su madre, sobra
razón del testamento que habla fecho su padre ; le
suplicaba las mandase ver en su Consejo, é deter-
minadas por derecho, cesarían todos los inoonvi-
nientes que sobre aquel caso podrían acaescer en-
tre madre é fijo, é los acaesddos se atajarían. El
Bey é la Beyna mandaron tener preso á aquel Don
Pedro, entretanto que las diferencias que d é su
madre tenían se vieron por los de su Consejo ; é
fueron determinadas por justida, é cesaron los de-
bates é pleytos que entre ellos había.
Otrosí estando en aquella cibdad el Bey é la
Beyna, mandaron ver por justida el debate que el
Conde de Miranda tenia con d Duque de Alva, so-
bre rasen de la su villa de Miranda que d Duque
le tenia ocupada. E porque se f dló que el Duque
no tenia derecho alguno para la tener, embiaronle
á mandar que luego la dezase, é la instituyese al
Conde cuya era. El Duque obedesdó los manda-
mientos del Bey é de la Beyue, y entregó luego
aquella villa al Conde, según gelo mandaron, por-
que no osó rebelar á sus mandamientos; é oesaron
los inconvinientes qae entre ambas part^ sobre es-
te caso se esperaban. Otrosí dieron por jueces cier-
tos Obispos é Dotores del su Consejo para que en-
tendiesen en la demanda que Don Alonso Enriques
Conde de Alvaddiste puso al Duque de Medinad-
donia, diciendo que todo el mayorasgo dd Duque
pertenesda á este Conde de Alvaddiste por parte
de su madre. B mandaron ver y expedir otros nego-
dos arduos que ante dios pendían, tocantes á dgu-
nos Grandes de sus Beynos. E quíderon ver algu-
nos pleytos que estaban pendientes ante los Oidores
de BU ohandllerla, é mandólos determinar, porque
Dolí ITBSNANDO
• 1m gentei no se (fistaaen iigitíendo pleytos largo
tiempo. B reformaron la ohandUeria, poniendo en
ella Dotorea eacogidoa en aoienda y experimenta-
doa en bnena oonaoienoia. Oiroal, guardando laa le-
yea que ñcieron en ana Oórtea, embiaron pesquisi-
dores á laa cibdadea é Tillaa, que tomasen residen-
cia á loa Oorregidorea, é se informasen de la ma-
nera que habían administrado la justicia, y embia-
sen la relación de todo lo que f aUasen ante^ellos.
Otrosí embiaron sus oficialea á laa dbdadea de Se-
villa é de Córdobft y Eoija é aquellas comaroas,
para que toviesen prestas las provisiones de man-
tenimientos, ó otras cosas que eran necesarias á laa
gentea que habían mandado llamar para la guerra
que entendían facer contra los moros el verano si-
guiente. Y embiaron mandar á Francisco Ramirea
de Madrid, el qual tenia cargo del artillería, que
fideae aderezar todaa las cosas que fuesen menester
para quando la mandaaen mover de la oibdad de
Eci ja ; y embiaron primero gentes de armas é peo-
nes para guarda del artillería en aquella guerra.
Y embiaron mandar á algunos Grandes de sus Rey-
nos que viniesen , ó embíasen cada uno derto nú-«
mero de gente de armas é peones para los servir en
aquella guerra. B ansimesmo embiaron sus cartas
de llamamiento á los caballeros y escuderos que
tenían tierras é acostamientos, é á las montafias de
Viacaya, é de Guipúzcoa, é á Galicia, é á las Astu-
rias de Oviedo é de Santiilana, é á todas las merin-
dades de Castilla la vieja, é á otraa dbdadea é vi-
llas de sus Reynos, ¿ á las hermandades, para que
embiasen derto número de peones; é que todaa es-
tas gentes fuesen en la oibdad de Córdoba para
veinte é dnco días del mes de Manso nguiente. B
porque en el Beyno de Galicia había muchos homea
homidanos, que por muertes é delitos estaban con-
demnados á pena de muerte é destierro, é otraa pe-
nas corporales, y estos eran en gran número, los
qualea por miedo de la pena^ habían fuido dellos al
B^yno de Portugal, ó dellos al Ducado de Bretafia,
é á Frauda, é á otras partes, mandaron dar sus car-
tas de seguro, para que todos estos homicíanoa vi-
niesen á la guerra de los moros, é sirviendo en ella
ogafio á sus costas, fuesen perdonados, para que
pudiesen tomar, y estar aeguramente en sus oaaas,
seyendo perdonados de los enemigos. Acaeció en
estos días que el Bey é la Bey na embiaron dertos
corregidores é oficiales de justida al Condado de
Vizcaya. B como los de aquella montaña son homea
preatoB al eacándalo, so color que sus privilegios é
naosé costumbres se quebrantaban, desobedesderon
á la justida, é maltrataron á los oficiales, é Aderen
insultos é alborotos contra ellos. Bl Bey é la Beyna
considerando que aquel negodo eradegrand im-
portancia, é que lo debían proveer con diligencia ,
habido su consejo, determinaron de embíar á aquel
Condado al Licendado Gardlopes de Chinchilla,
que era de an consejo , el qual había dado leyes é
puesto en alguna Arden de vivir á loa Beynos de
(Mida.
^í|lr(9'Mo«RP»#49 Pl* m p9dffoa c|el B^y é 4^ ^
A DOJETA ISABBti. .446
Beyna á aqnd Condado de T^zcaya, y estovo en ¿1
algunos días. B dando á entender á los de aqudla
tierra loa críminea que cometieron, por la desobe*
díenda que fideron á loa mandamientoa reales, loa
quitó de las alteraciones en que estaban, é procedió
por justicia contra los principales qué alborotaban
el pueblo, condemnando á unos á pena de muerte»
é á otros á destierro, é á otros á penas pecuniarias
para la guerra de loa moros. B lea dio leyes en que
viviesen, é revocó algunos malos usos ó costumbres
de que usaban, laa qualea eran cauaa de sus alboro-
tos, é quitóles de algunas opiniones que contra toda
razón tenían. Bspedalmente una vana é muy erró-
nea, que de largos tiempos estaba imprimida en sus
entendimientos, diciendo que d d Perlado de aquel
Obispado , ó otro qualquiera Obispo entrase en su
tierra, serian quebrantados sus privilegios. B pad«
fioó toda la tierra , é dióles orden para que viviesen
en pas dende adelante.
CAPITULO LXVnt
Si fseate Im comí qae puiros ea la fvem eontrt los morsi ea
•1 tfto de mil 6 qoitroeleatos é ochenta é liele afloi»
Bn los días que d Bey ó la Beyna estovieron en
el Beyno de Galicia y en la dbdad de Salamanca^
los moros que estaban en la obedienda dd Bey
viejo, ficjeron algunas entradas en la tierra de los
christíanos á las partes de Jaén, é Ubeda, é Baeza,
é Mnrda, é llevaron algunos ganados ó pridoneros.
Ansimesmo Don Fadrique de Toledo, que según
habemos didio quedó por mandado del Bey é de U
Beyna por capitán general en la frontera, fizo al-
gunas entradas en la vega de Granada, y en las
partes de Málaga, é Velezm¿laga ; ó ovo algunos,
recuentros y escaramuzaa con los moros que esta^
han en las serranías que dicen de la Algaibía é de
la Axarquía. B porque aqudla tierra es muy fra-
gosa, loa christianos pudieran recebir grandea da-
fies d este capitán no fidera tomar los puertos é los
pasos de aquellas sierras altas, porque los moros
no los tomasen. Ansimesmo Juan de Benavides, á
quien d Bey é la Beyna mandaron estar por capi-
tán de la dbdad de Lorca, oon la gente de su capi«
tañía é oon la de aquella dbdad é sus comarcaa
fizo algunas entradas en tierra de moros á la parte
de Baza, é Guadix, é de Almería. Bste capitán pe-
leó en campo dos veces con |los moros, é los venció,
é sacó captivos é ganados, ó guerreó á los morca da
aquellas partes. B por mandado dd B^ é de la
Beyna daba favor al Bey mozo contra d Bey su
•tio, é contra aquellas tierras que no le qnerian obe-
descer por su rey; de manera que por laa unas
partea é por las otras había contina guerra, é facían
dafio los unos á los otros, porque la gente de loa
moros en el arte de guerrear es mas sabida , que
fuerte para pelear en las batallas campales. Otrod
el Bey mozo, veyendo al otro Bey su tio apoderado
en d reyno que á él pertenesda, é que no era rece-*
bido en ninguna de laa dbdadea é villaa del, é vista
iié
CRÓNICAS DE LOS BEYES Dfe CASTILLA.
fiía, le dezaban cada día, porque no tenia que lee
dar ; oon aquel lentimiento que padeecen loi que
ven lo Bayo en poder ageno, ayentnróee á la muer-
te ó al Tonoimiento* , E oon alguna gente de oaba-
llo que oon él había quedado, pasando un dia é doi
noches á gran peligro, ansí de sus enemigos, como
de grandes montaftas que atravesó fuera de cami-
no, llegó una noche á las puertas del Albaycín de
Granada. E dexando los que con él Tenían en un
lugar cercano al Albaycín , con qnatro ó cinco que
tomó dellos, llamó á las velas é á los que guardaban
la puerta del Albaycín, sin tener con ellos trato ni
asiento cerca de su venida, ni de la hora que habia
de llegar. E según lo que después subcedió pode-
mos decir, que ansi como las guardas le abrieron
las puertas del Albaycín, ansí abrió Dios las vo-
luntades de los moros, para le recebír como á rey,
é no le facer mal como á enemigo. Quando fué den-
tro, andovo llamando á las puertas de los principa-
les que moraban en el Albaycín, é luego tomaron
armas para le defender, é ayudar contra el otro Bey
su tío que estaba en el Alhambra. E como por la
mafiana la vos fué por la oibdad de Gkanada, é su
tío sopo que el Bey su sobrino estaba apoderado en
el Albaycín, luego fizo armar la gente de guerra de
la cibdad, é vino contra los del Albaycín, é los del
Albaycín oon el Bey mozo fueron contra los de la
cibdad ; é salieron al campo, é ovieron entre ellos
una gran pelea do murieron muchos de los unos ó
de los otros. Habida esta batalla, los de la oibdad
pusieron estanzas centre los del Albaydn, é pelea-
ban con ellos continamente ; é las peleas que ha-
bían, eran tan crueles, que qualquíer que era toma-
do por la una parte ó por la otra, no tenia esperan-
za de vida. El Bey mozo, veyéndose aquexado de
los moros de la cibdad, embió sus mensageros á
Don Fadríqne capitán mayor, puesto por el Bey é
por la Beyna, faciéndole saber su venida al Albay-
cín, ola guerra oontína que tenia con los de la db-
dad, é que recelaba de los moros que oon él eran,
que cansados de ver las muertes é trabajos continos
que pasaban, mudarian sus voluntades, é darian en-
trada á los moros de la cibdad en el Albaydn, é
que él se veria en peligro de muerte. Por ende le
rogaba que le viniese á socorrer con la mas gente
de caballo que pudiese. Don Fadríque, sabido el es-
tado en que estaba el Bey mozo, é que había nece-
sario el socorro, juntóla mas gente que luego pudo
haber de caballo é de pié, é vino camino de Gra-
nada, é llegó bien cerca de la dbdad. El Bey mozo
quando vido á Don Fadríque que con la gente de
los christianosltt venia á socorrer, embióle un caba-
llero de su pardalidad que se llamaba Abencomixa
con alguna gente de caballo, y él quedó en el Al-
baycín.
El Bey viejo, como sopo que la gente do loschris-
tianos era venida en ayuda del Bey su sobrino, é
que estaba tan cerca de Granada, salió al campo
con toda le gente de guerra, ansí de pié como de
caballo de la cibdad, para pelear con los chrístía-
nos. E Don Fadríque, quando yido las batallas de
los moros puestas en el campo, puso toda stt gmié
repartida en los lugares que entendió que estarla
mas á su ventaja para pelear oon los moros. Ovo
ende algunos caballeros que oonooiao las artes de
los moros, é la enemiga que tenían oon los chris-
tianos, é sospecharon que todas aquellas diferencias
que los dos Beyes mostraban eran fingidas; é aun-
que fuesen verdaderas, recelaban que en aquélla
hora para mal de los ohristianos, se oonoertaaa el
tío con él sobrino, é los unos é los otros los toma-
rían enmedio por los matar ó c^tivar. Esto oomn-
nioado oon Don Fadrique, porque estaba ya puesto
oon la gente en tal lugar que no se pudiera retraer
sin gran dafio, pensó de mostrar esfuerzo á las gen-
tes para la batalla, é puso á Abencomixa, aquel oa*
ballero moro que el B^ mozo le habia embiado^
con su gente en la delantera ; porque si alguna tray*
don tenían pensada, no pudiesen f erir en las espal-
das de sus gentes. B fizo mover las esquadras mes
adelante contra él Bey Moro que estaba fuera de la
dbdad. Los moros comenzaron el escaramuza con-
tra aquel caballero Abenoomixa que estaba en la
delantera, é oon algunos de los ohristianos que le
ayudaban. Las otras batallas do estaba Don Fadri-
que é los otros capitanes, esforzaban á los de la es-
caramuza, y estsban prestos para entrar á pelear
oon los moros, si se apartaran de los olivares é ace-
quias donde se pumeron. E la escaramuza duró por
espado do qnatro horas, en las quales murieron al-
gunos de la una parte é de la otra. Los moros de
Granada, quando vieron que los ohristianos estaban
quedos, é que por ninguna cosa que les cometían
no desordenaban sus batallas, volvieron á la dbdad
é continaron la guerra que tenían contra el Bey
mozo, é contra la gente del Albaycín que le ayu-
daban. Don Fadríque, quando vído que los moros
se tomaron á la cibdad , quedó en el campo á vis-
ta de Granada por espado de un dia. E la gente del
Albaydn vistas las batallas de los chrístianos que
vinieron en su favor, tomaron mayor esfuerzo para
se defender de los de Granada ; porque Don Fadri-
que les embió á decir, que drviesen al Bey mozo
en aqudla necesidad, pues aquel era su Bey verda-
dero ; é que él de parte dd Bey é de la Beyna les
seguraba sus personas é bienes, para que pudiesen
salir á qualesquíer partes, é facer sus laboras, é tra-
tar sus mercaderías libremente nn dafio ninguno.
Los moros, visto el seguro, tomaron mayor esfuerzo
para ayudar al Bey mozo, é defender d Albaydn, é
guerrear á los de la cibdad. Las pdeas de noche é de
día que había entre los unos é los otros, se contina-
ron tanto, que el Bey mozo embió á decir á Don
Fadríque que le embíase alguna gente de pié y
espingarderos para que le ayudasen, porque los
moros de la cibdad habían fecho algunos portillos
en la cerca, é trabajaban todas las horas peleando
por entrar. Don Fadríque, condderando quanto com-
pila al bien de aquella conquista que el Bey mozo
fuese favoresddo, embió á Fernán Alvares de 8o«
tomayor, Alcayde de Colomera, con algunos peoi|ea
cBpingarderos ; los quales entraron en el Albaycín,
DON tlfiftMAKDO
é fueron U011 fooebidoe de loe moros, porque lee
eyudaben á peleer oonir» loe de U dbded. 8 antl
durifon en eiUi peleae por espado de oinqñenU
dtas loi unoa oontre loe otroe*
OAPItüLO LXIX. :
n«lat iwtM qee m Jntaroe «os el Reyeo Gdrdola»^niii*
tnr •■ «I Rejuo de Gnaala.
Oomo el B^ é U Beyne fueron en le oibded de
Oórdobe, luego TÍnieron á eu llememiento loe
Maeetree de Sentiego é de Alcántara, é Don Pedro
Manrique, Duque deNáxere, é loe Marqueaeede
Calis é de Villena, é Don Bodrigo Alonso Pimen-
tel, Conde de Benayente, é Don Juan Telles Girón,
Conde de üruefta, é Don Gsrd Alvares de Toledo,
Conde de Oropeea, y el Conde de Cabra, é Don Qo*
mes 8uares de Figueros, Conde de Feria, é Don Qa-
briel Fernandos Manrique, Conde de CÍM>mo, 7 el
Comendador mayor de León, é Don Pedro Puerto*
carrero. Conde de Medellin, é Don Pedro de VlUan-
drando , Conde de Bibadeo, 6 Don Enrique Bnri-
ques. Mayordomo mayor del Bey, é Don Pero Bnri-
ques, su bermano. Adelantado mayor del Andalu-
cía, é Don Juan Cbacon, Adelantado mayor del
Beyno de Murda, é Don Alonso, Befior de la Casa
de Aguilar , é Don Diego Femandes de Córdoba,
Aloayde de los Donodes, é Don Pero Lopes de Pa-
dillai davero de Calatrays, é Don Hurtado de Men-
dosa, oapitan de la genta del Cardenal de Bspafia.
¡B los oabaUeroe que no yinieron en persona , em-
btaron las gentes de armas é peones que por el Bey
é por la Beyna les fué mandado qno embiasen, é
rinieron al término que les fué mandado. La genta
del Duque de Alva, é la genta del Duque de Piasen-
oís, é la genta dd Duque de Medinasidonia, é la
gente dd Duque de Medinaodi, é la gente del Du-
que de Alburqnerque, é la gente dd Maestre de
Oalatraya, é la genta dd Marqués de Aguilar, é la
;(enta dd Marqués de Astorga, é la genta del Obis-
po de Cuenca, é la genta del Conde de Castro, é la
genta dd Conde de Corufia, é la genta del Conde
de Miranda , é la genta del Conde de Niera, é la
genta del Conde de Pliego, é la genta del Conde de
Fuensalida, é la genta dd Conde de Paredes, é la
genta dd Conde de Alvaddiste, é la genta dd Con-
de de Monteagudo, é la genta de Don Bemardino
de Velasco, fijo del Condestable de Castilla, é la
genta de Don Esteban de Qusman, Seftor de Santa
Olalla, é la genta de Sanobo de Boxas^ Seftor de
Cavia. Vinieron ansimesmo algunos capitanes de
las guardas dd Bey é de la Beyna oon Don Fadri-
que de Toledo, Capitán general de la frontera.
Otrod Tinieron Don Diego de Castrillo, Comendador
mayor de Cdatrava, é Luis Femandes Puertocarre-
ro, Seftor de Palma, é Don Martin de Córdoba, fijo
del Conde de Cabra, é Juan de Aimaras, é Antonio
de Fonseca, é Juan de Merlo , é Fernán Carrillo , é
Alonso Osorio, é Pedro Osorio, é Juan de Biedma,
é Antonio del Águila, é Hurtado de Mendosa, é
Bemal Francés, é Frandsoo de Bovadills, é Diego
É DofíA ISABEL U1
Lopes de Ayda, y d Comendador Pedro de Bibera,
é Don Femando de Aoufta, oon las gentes de sus
oaj^tanf as. Otrod yinieron las gentes de caballo' é
de pié de todas las dbdades é yillas é montaftas é
proyindas que embiaron á llamar ; é yinieron las de
las Hermandades de Castilla dies mil peones, de los
quales tanian cargo Alonso de Quintanilla un ca-
ballero de las Asturias de Oviedo, é Don Juan de
Ortega, Piroyisor de Villafranca, que eran goberna-
dores de las Hermandadee. Otrod yinieron loe ho-
midanoe del Beyno de Qdicia, á quien d Bey é la
Beyna otorgaron perdón porque yiniesen á seryir
en aquella guerra. E vinieron andmesmo los fijos-
dalgo, que eran tonudos deyenir á servir en las
guerras cada que fuesen llamados. E de los Beynos
de Aragón, é de Vdenda, é de Sidlia, é del Prind-
pado de Catdufta, é de las islas, é otros seftoríos dd
Bey é de la Beyna, vinieron Don Felipe de Nayar-
ra, sobrino del Bey, Maestre de Montees, é Don
Luis de Borja, Duque de Qandia, é Don Juan dé
Luna, Seftor de Lierta, é Don Blasco de Alagon, é
Mosen Manud de Seeé, Bayle generd de Aragón, é
Mosen Juan de Coloma, Barón del Alfagerin, é Mo-
een Ferrer de Lanusa, Seftor de Zaylla, é Mosen Pe-
dro de Peres, é Don Juan de Ventamilla, Barón de
Buxena, é Micer Bernardo Qayton, Barón de Sexe,
é Don Pero Masa de Lisana, Seftor de Mosen, é
Mosen Bequesens de Soler, Qoyernador de Catdu-
fta, éMoeen Gabriel Sancbes, Tesorero mayor del
Beff é otros caballeros fijos-dalgo de aquellas par-
tes. Quando todas aquellas gentes fueron juntas,
que podisn ser en número de yeinto mfl bomes á
caballo é oinqüenta mil á pié, platicóee en el Con-
sejo del Bey é de la Beyna , quAl cibdad de Moros
se debia conquistar primero eu esto afto , sobre lo
qud oyó diyersos consejos. Algunos fueron en ye-
to que d Bey debia poner real sobre la oibdad de
Málaga, porque d se tomase, por ser la prindpál de
aqndlas partes, luego se rendirian la dbdad de
Vdesmálaga, é todos los castillos é yillas que son
en su comarca, y en las serranías de la Axarquía,
que quiere decir en lengua Arábiga Oriente,, é dé la
Algarbía que quiere decir Ocidenta* El oonsejo de
otros era que el cerco puesto sobre Is dbdad de
Málaga eeria pdigproso psra la bueeto, d primero
no se tomsse la dbdad de Veles, porque está asen-
tada entre Málaga é Granada, y es muy fuerta é
grande, donde se recogerían muckoe moros que po-
drían yenir seguros desde Granada, fasta entrar en
eUa. Los qudee f adeudo guerra por la una parte, é
la genta de pelea que estaba dentro en Málaga por
la otra ; los que estoviesen en el red sobre Málsga
no podían ser seguros, é seria f oreado de lo alsar.
Otros dedan, que tomada la oibdad de Vdesmála-
ga, no era neoeearío al B^y poner sitio sobre la db-
dad de Málaga, puee quedaba por todas partes cer-
cada, de tal manera que ninguno podría entrar ni
salir en ella : porque de la una parta estaban las yi-
llas é osstillos de Cártama, é Alora é Casarabonda;
é de la otra parte, ganándose la oibdad de Vdesmá-
laga, é poniendo narlos por la mar que guardasen
íáé
oBújáoÁk Dit Loá ¿mrBs db oábíilíá.
la entrada de la dbdad á los de África, de neoeaa-
rio M rendiria , ñn que el Bey oon toda la haeete
faeee sobre ella. El voto de algunoa otros capitanes
é adalides que sabian aquella tierra, decían, qne si
oeroo se había de poner sobre la dbdad de Yelea-
málaga, era necesario asentarse en un valle rodea-
do perla ona parte de la mar, é por la otra de ás-
peras montanas pobladas de mochos moros, gente
belicosa, de los qnales se podria recresoer gran pe-
ligro si algona gente yiniese de Granada á les aya-
dar. Pero al fin de algunas pláticas, porque paresció
ser mas necesario el cerco de Velesmálaga, el Rey
acordó de ir sobre ella, é partió de la dbdad de Cór-
doba Sábado á déte dias del mes de Abril. T esa
noche antes que el Bey partiese, casi á las dos horas
después de media noche, oto terremoto en la db-
dad, especialmente en aqudla parte donde son los
pelados reales. Desta sefial fueron algunaa gentes
espantadas, pensando que d temblor de la tierra en
aquella hora era sofial de alguna fortuna que acaes-
oeria en la hueste ; otros creyeron aquello ser cosa
que suele acaescer como Temos las otras cosas na-
turales que de contino se Teen. Oon este acuerdo d
Bey partió de la dbdad de Córdoba, y embió man*
, dar á Francisco Bamirea de Madrid, d qual tenia
cargo del artíUeria, é á los otros capitanes de la
gente de caballo 6 de pié que andaban en guarda
della, que luego partiesen de Edja donde estaban.
B mandó al Maestre de Alcántara, é á las gentes
de caballo é de pié de la dbdad de Ecija, é á Mar-
tin Alonso, Sefior de Montemayor, é á los alcaydes
de Soria é de Carmena con las gentes de caballo é
de pié de sus capitanías, que fuesen en guarda dd
artillería. M Bey, continuando d camino con toda
la hueste , puso su real en d rio de las Teguas,
donde ovo tantas é tan oontínas lluvias que las gen-
tes é las bestias é todo el fardage redbió gran dallo.
Bl Bey moTÍó de dlí la hueste, é fué mas adelante,
é llegó el JnéTes de la Cena (1) á las TOgas que di-
cen de Archidona. B como qder que fada grandes
aguas, pero estoTo en aqud real por oir los ofidos
dÍTÍnos que se celebraban en aquellos dias ; é alli
fizo publicar la determinación que oto en su con-
sejo ddante de la Beyna para oercar á Velesmálaga.
Otro día, yendo mas adelante camino de aquella
dbdad, mandó asentar su real en un lugar que se
llama la fuente de la Lana. B porque las muchas
aguas hablan dafiado los caminos, acordó que la
artillería fuese por el mejor camino, porque los
bueyes que la llcTaban fallasen herbage que co-
mer, é no lo fallasen comido de las muchas bestias
que iban en la hueste; y el Bey con toda la hueste
fué por otra parte desviado del camino que llcTaba
el artillería. Bn aquel lugar mandó el Bey ordenar
sus batallas en esta manera. Bn la delantera iba el
Alcayde de los Donceles con los Mariscdes, é con
las gentes de cabdlo que embiaron el Duque de
Alburqnerqne, y d Oonde de Sant EstÓTan ; y estos
(f) l|tt«9Sl!tl9•m(llH!^^d9.M«vff A^vib
iban addante á Tcr los lugares donde d real se j^
dría mejor asentar. El aTanguarda Ueraba Don
Alonso de Cárdenas, Maestre de Santiago, con mil
é docientas lanías, é con dertos peones de las her-
mandades,é con las gentes dd Duque de Plasencia,
é del Duque de Medinacdi, que iban en lea alas. Bn
otra batalla iba Don Bodrigo Ponoe de León, Mar-
qués de Calis ; en otra iba d Oonde de ümefta, é
Don Alonso, Seftor de la Cesa de Agnilar. Bn otra
batalla ibad Oonde de Feria, éla gente de caballo
que embió Don Diego Hurtado de Mendosa, Ano-
hispo de ScTilla. Bn otra batalla iba la gente dd
Duque de Medinasidonia, donder iba por capitán
Pero Yaca. Bn otra batalla iba d ClaTero de Cala-
traTa. Bn otra batdla iba d Oonde de Cabía con la
gente de odiudlo é pié de su casa. Bn otra batalla
iba Don Hurtado de Mendosa con la gente de ca-
ballo é de pié del Osrdend de Espafia sa hermano.
En otra batalla iba d Duque de Náxera, é con él
iban NnUo dd Águila é Fernán Duque , oi^ltanea
dd Boy éde la Beyna con las gentea de sus casaS|
é con la gente que embió d Marqués de Astorga.
En otra batalla iba el Oonde de BenaTonte, y en
esta batalla iba Gard BraTO^ Alcayde de Atiensai
é Don AlTaro Basan oon las gentes que tenían de
sus capitanías. B después destas batallas iba la ba«
tdla real, donde iba por Aif érea d Oonde de Ci*
fuentes que UcTaba el pendón red ; y en esta ba-
talla iba Don Gutierre de Cárdenas , Comendador
mayor de Leen con la gente de su casa, é Don Fa-
drique de Toledo, fijo del Duque de AlTa, que tenia
cargo de la capitanía general de la frontera de loa
moros, y d Addantado del Andduola, é Don Fran-
cisco Enriques, é Luis Femandes Puertooanero^
Seílor de Palma, é Don Martin de Oórdoba, é Juan
de Aimaras, é Antonio de Fonseca, é Juan de Mer-
lo, é Fernán Carrillo, capitanes dd B^ é de la
Beyna con las gentes de caballo de sos oapitanisa.
Otrosí iban en esta batdla red todos los oaballeRNí
fijos-ddgo que TÍvian con el Bey é oon la Beynai
y estaban continamente en su corte; y en las dos
alas desta batalla iban las gentes de caballo é de
pié de las dbdades de Sevilla é Córdoba. B luego
cerca de la batdla real iba todo el fardage, y en
guarda del iba la gente de cabdlo é de pié de la
dbdad deXeres de la Frontera. T en la resaga iba
Diego Lopes de Ayala, é Francisco de Bovedilla, á
Pedro de Vera, y el Alcayde de Morón oon las gen-
tes de sus capitanías, é con las gentes de cabdlo é
é de pié que vinieron de las dbdades de Jaén, .é
Ubeda é Baesa é Anduxar. Los peones iban repartí*
dos en veinte é tres batallas. B porque con las mu*
días aguas los arroyos iban crescidos^ é había pasca
trabajosos de pasar alas gentes de pié, el Bey man*
dó d Alcayde de los Doncdes que iba delante, que
llevase dos mil peones é maestros carpinteros para
facer puentee de madera en los arroyos, é que fide-
se poner piedras grandes en los charcos de las aguaa
por donde las gentes de pié pudiesen pasar. C6n
estas batallas ordenadas en la manera que habemoa
41chO| el Bey mandó mgror #« r^nl j^ {^ mu
' lX)H FBBNAltlX)
«¿eliato; i porque el otmliio <iae hablan de llerar
era angoatOi mandtf ir adelante qnatro mil peonea
con piooa é palas de fierro para qnebrar las pellaa é
adobar loa malos pasos. B de i^aella manera la
gente de la haeete oon gran pena andoyo dnco le-
gnaa de montafias tan fragosas, que mnohas bestias
de las qne lloraban el f ardage peresderon porque
no se pudo fallar rio, ni dispusioion donde el real se
asentassi fasta que llegaron á un lugar qne se dice
Balmilla. B porque era metido entre las montafias
que poseían los moroS| el Bey mandó al Ck>menda-
dor mayor de Oalatrava que con algunas gentes de
caballo é de pié tomase los pasos de aquellas sier-
ras, porque los moros que las moraban no oriesen
lugar de los tomari é f aoer dafio en los ohristianos.
CAPÍTULO LXX.
Cerne m yue rsal tebrt la tíkUá le VélMMlla|ti
Pasados los trabajos de las lluvias é de los cami-
nos ásperos que habernos dicho, el Bey con toda la
hueste llegó cerca de la cibdad de Veieamálaga. Lle-
garon ansimesmo por la mar Don Juan , Oonde de
Trerento, con quatro galeras annadas, é Martín
Dial de Mena, é Arriaran, é Antonio Bemal, capi-
tanes, con las naos é caraTélas de la flota del Bey é
de la Beyna que tenían en cargo. Ésta cibdad «a
cercana á la mar por espado de media legua, y está
cercada de todas partes de grandes montafias, é una
dallas que ea la mas cercana á la dbdad, se continúa
fasta la eibdad de Granada. Estaba poblada de mu-
chos moros curMdos en la guerra. La cibdad está
asentada baso en la falda de una sierra , que se
aparta un poco de aquella montafia. La f ortaleaa ea
en lo mas alto, é la dbdad está tendida por la lade-
ra, bien cercada de muros 6 torres fuertes y espesas
oon una barrera que la cerca toda en tomo ; é tiene
Junto con los muros dos grandes arrabales fórtales-
ddos de albarradas é de grandes fosados. Otrod
cerca de la dbdad , por espado de una legua , en
nna derra alta, está fundada una villa muy fuerte,
que se llama Bentomis ; de manera que de la una
parte esta dbdad tiene la mar, é de todas las otras
partea está rodeada de montafias que poseen los
moros. Bl artillerf a no pudo llegar quando d llegó
con su hueste^ por d impedimento que OTieron de
laa aguas é de las derras é pefias, é otros mdos pa-
sos que habla en el puesto que dicen de Alf ornare,
por de habla de paaar. B como quier que los minis-
tros que la tenían en cargo cada uno por su parte
ponia gran diligenda en la traer ; pero á gran pena
podían andar en todo un dia una legua, porque era
necesario ir ddanté gente de pié con picos é palaa
de fierro qnd>rando pefias é allanando los lugares
de aqud puerto, por do pudiesen paaar loa carros,
domo el Bey llegó cerca de la dbdad, d yeto de
algunos oáballeroa era, que*el real se asentase baxo
en lo llano, é que no se pusiese en las cuestas que
estaban entre la cibdad é la villa de Bentomia ; por-
que estando entre dos lugares enemigos, é tanto
oeroanos el uno dd otro^ la gente podría redbir
É DOi^A ISABBL. 449
dafio. Bl voto del Bey fué qne se debía asentar en
aquellaa cuestas qne eran entre la dbdad é aquella .
villa de Bentomii, porque la gente dd real aunque
recibiese algún trabajo en la guarda, pero defen-
dería á qudquier gente que de aquella villa viniese
á entrar en la dbdad para la socorrer.
B aoaeació, que andando d B^ aoompafiado de
algunos pocos caballeros, mirando en que lugarea
menos dafiosos á sus gentes estarían las estanaas,
mandó poner derta gente de pié en un oerro qne
estaba sobre la dbdad; porque aquel guardado,
eran mas seguros los que estoviesen en el red ; é ^
para tener d cerco aprovechaba maa que otra están*
aa de las que contra la cibdad se pudesen. Los mo-
ros, veyendo que tomado ,aqud oerro gdea aeguiria
gran dafio, salieron una ¿nná esquadra de los qne
estaban en la dbdad, é tirando aaetas y eapingar-
daa, vinieron contra los que lo guardaban. Los peo-
nes tuibadoa del acometimiento arrebatado que los
moros fideron, desampararon d cerro, é se pude-
ron en fuida ; é loa morca los dguieron matando ó
firíendo en elloa. Bl B^, que como habemos didio
andaba á caballo proveyendo en el adento del real,
visto que los moros venían f adeudo dafio en loa
ohristianos, and oomo se fdló á la hora , armado
solamente de unaa coraaas é nna espada en la mano,
sin espersr otra arma ni ayuda de gente arremetió
contra los moros ; y entró tan de redo en dios, qne
algunoa de los christianos que venian foyendo, vis-
to el socorro que el Bey por su persona é por su
mano les f acia, tomaron tanto eafuerao, que toma-
ron á entrar en loa moros. B ansí juntos con el Bey,
puderon á los moros en fuida, matando é firiendo
en dios, fasta los meter por las puertas de la db-
dad. B recobrado por el Bey aquel cerro, mandólo
fomesoer de mas é mejor gente para lo guardar. Bn
aqudla hora los que se fallaron maa cerca dd B^,
fueron el Marqués de Oália , y el Oonde de Oabra, y
el Adelantado de Murcia, é otros dos cabdleros, d
uno se Uamaba Qarcilaso de la Vega, y el otro Diego
de Atayde. Batos cabdleros, visto el peligro en que
el Bey se metía, pndéronse delante porque no re-
cibiese dafio de la multitud de las espingardas é
saetas que los moros tiraban.
Sabido por la hueste oomo d Bey peleaba con los
moros , acorrieron allí mndias gentes ; é los Qran-
dea é caballeros que oon el Bey se fallaron, é los
otros qne después vinieron, como quiera que conos-
deron bien que aqndlo que el Bey fiso fué neoeaa-
rio para librar los suyos del dafio que recd>ian ; pero
veyendo de quanto predo era la vida dd Bey para
la oonservadon de todos, le dixeron , que pues tan-
tos Grandes é tan buenos capitanea é caballeros ha-
bla en su hueste, le ploguiese en semejantea casca
servirse dellos é guardar an real persona; porque d
príncipe qne ama sus gentes, guarda su vida, que
ea vida de los suyos. B que considerase quantas
huestes fueron perdidaa por la cdda de su rey ; per
ende le suplicaban qne dende en adelante lea ayu-
dase con la fuérsa de au ánimo gobernando, é no
oon ]Mkáp su cuerpo peleando. Bl B^ lea respondió
450
OBÓNIOAS DI LOS BISTIB DI OABTILtiÁ.
qao lei tenift m Mrrioio lo que !• daoUii| é qaeno
podrí* baenunente lofrir ver lof iayos padaioeri é
no «Tontiirar OQ penonA por lofialTar. Do obU reo*
paeoU todos los gontes ovioron gran plooori é to-
Duuron grond esfoorso , porqoo Toion quooomo Boy
los gobemoba, é oomo baoa oopitan los sooorria.
Bsoobrado aqael oorro, luego so ssontó ol real en
diTorBSS partos, segan la dispnsiolon del logarlo
reqporia. T ol Rey mandó otro dia por la maftaoo
qoo so oombatiesen los arrabales , para ol qual com-
bato la gonto del real se aparejói ó cada uno traba-
jando por mostrar ol esfoorso do so persona , Uoga-
ron por muchas partos á combatir los arrabales. B
los moros se dispusieron oon todas sus foersas por
las oaUes á los defender , é oomenaaron la pelea ; en
la qual los de la una parto por ofender, é de la otra
por defender, poniéndose oon osadía al peligro, tra-
bajaban encendidos oon mayor oobdida de matar ó
ferir al enemigo , que defender á sí mesmos.
Beta cruel pelea duró por espado de seis horas ,y
en todo este tiempo la fuena de los ohrístíanos no
pudo moTsr á los moros do los lugares que comen-
saron á defender. Visto por el Duque de Názera é
por el Oondo de Benayente la gran fuersa que los
moros tenían en la defensa de sus arrabales, yol
dafto que fiuiian en los ohristianos que los comba-
tían, llegaron oon sus gontes por dos partes al oom-
bateó acometieron la pelea oon tal osadía, que floie-
ron retraer los moros á la oibdad ; ó los ohrístíanos
quedaron apoderados de los arrabales. Murieron en
este combato Ñafio del Águila, ó Don Martin de
Acufia, ó fueron f eridos Gardlaso de la Vega , ó Don
Garlos de Guevara, é Fernando de Vega , ó Juan de
Merlo capitanes, ó otros fasta número de ochoden-
tos homes ; é falláronse muertos por las calles mu-
chos moros. Tomados los arrabales, d Rey mandó
al Duque de Názera, ó al Oondo de Benayente, ó á
Don Fadríque de Toledo con sus gentes , ó á Pero
Garríllo de Albornos, oon la gente del Arsobiapo de
Sevilla que tenia en su capitanía, que pudesen es-
tansas end arrabd contra la dbdad. fistos caballo-
ros las puderon luego bien oeroanas á los muros, ó
las f ortífioaron con cavas ó palenques , ó las fome-
cieron de gente de armas que las defendiesen. Otro-
d mandó d Boy al Ocmendador mayor de León é á
Bodrigo do ülloa que toviesen cargo de facer cavas
en tomo de la oibdad, que la dfiesen desde los ar-
rabales fturta d lugar donde estaban asentados los
reales; de manera que ninguno pediese entrar, ni
salir en la dbdad. Después que el Bey proveyó en
el adento del roal , luego entendió en la seguridad
de los caminos ; porque las recuas do los manteni-
mientos que la Beyna mandaba venir al red vinie-
sen seguras. B mandó que desde la villa de Arohi-
dona fasta el red, que son dies leguas, eotoviesen
gentes de caballo é de pié npartídas por las derras
y en los lugares mas necesarios, para segurar á los
que viniesen al reaL B mandó á Diego Lopes de
Ayala, é á FranoÍBoo de Bovadilla, que con las gen*
tes do sus capitanías, é con los oabdleros é peones
do las dbdades de Jaén , ó Ubeda i é Baeía ó Andó-
zar, pudesen red en un cerro dto apartado nnaW
gua dd roal , é cercano á una villa que so llama Go-
mares; porque la gente do moros que estaba en
dio y en las otras fortaleaas do Bentomis, ó Gani-
llas, é Oómpeta, ó Benamarhoja, otrod los moros
que estaban metidos en las breñas ó lugares óspo^
ros de aqudlas sierras^ no fideson dafio en las gen-
tes que venían oon las provisiones. B no embar-
gante la gran guarda que había en la seguridad do
los caminos , pero las montafias son tan ásperas, que
los moros habían lugar salir dallas , ó facer sdtos^ ó
mataré captívar algunos ohrístíanos que venían
oon poca compafiía al real. Otrod las gentes de las
villas é f ortdesas de moros que habemos dicho oer«
canas á la dbdad , é los que moraban en aquellas
montafias, encendían de noche grandes fuegos en
las cumbres de las sierras , é fadan acometimientos
de pelear con las gentes que estaban en la giyurda
del reaL T estos rebatos eran tantos, que convenía
álos dd red estar siempre aperdbidos, é con eqpo«
ransa oontína de pdear.
OAPÍTÜLO LXXL
Delueiieaaaatfi^d Rey muM ffttriar «nt rMÜet.
Bl Bey por quitar los ruidos é otros inoonvinien-
tes que en las grandes huestes acaescen , constituyó
é mandó progonar ciertas ordenansas, conviene sa-
ber : que ninguno jugase dados ni naypes, ni blas-
femase , ni sacase armas contra otro , ni revolviese
mido. Otrosí , que no viniesen mugeres mundanas,
ni mflanes d red ; é que ninguno sdiese á escara-
muza que los moros moviesen , dn licencia de su ca-
pitán ; é que todos guardasen el seguro que diese á
qualquier lugar de moros en generd , ó á cudquier
moro en espeoíd ¡ é que no se pusiese fuego á los
montes que eran oeroanos al red ni á los otros rea-
les que dende en adelante se pudesen. B franqueó
á todos los que traxiesen mantenlmíentoa á sus rea-
les por mar ó por tíerra, para que los pudiesen ven-
der libremente dn pagar derecho de qualquier ca-
lidad que fuese. B todas estas cosas mandó guardar
so dertas penas ; d temor de las qudes, visto que
se executaban en los culpados , engendró td obe-
dienda , que entre tantas gentes oomo concurrían
en los redes, no se f dló sacar arma , ni decir pala-
bra fea uno á otro , do pudiese haber escándalo.
Pasados quatro días después que el roal se asentó^
los moros que moraban en aquellas montafias se
juntaron en gran número, é descendieron á unas
cuestas oeroanas d red, oon propódto de ferir en la
gente que guardaba la una parte del red , y entrar
en la oibdad ; porque ellos juntos oon los que la
guardaban, ferian tanta guerrea los ohrístíanos, que
les fideson alsar el aitio. B si les viniese d socorro
de la mucha gente de moros que esperaban , dios
por una parte , é los que viniesen en su socorro por
la otra, podrían vencer á los ohristíanos. Oomo
aquellas gentes de moros fueron vistas, el Bey man-
dó á Don Gutierre de Oárdenas, Oomendador mayor
de León, é á Don Pero Lopes do Padilla, OlaYoro
tas FBRHANDO
áe OaUtraYfti ^né totí olerU gente de caballo é de
pié anbieeen luego á las oneataa do eetaban é pelea-
■en oon elloe. Otroaf mandó annar otros capitanes ,
para qne fuesen á las espaldas destos á los ayudar.
El Oomendador mayor y el OlaTero, cumpliendo el
mandamiento del Bey, subieron con sus gentes
aquellas cuestas. E los moros, luego que Tieron á los
christianos, flderon rostro; é como les tiraron los
primeros tiros de las muchas ballestas y espingardas
que traían , é yieron que los christianos los sufrian
é arremetían contra ellos, Tolvieron las espaldas é
pusiéronse en fuida, y el OlaTero con algunos de ca-
ballo é oon la gente de pié fué en el alcance. Pero
no pudo seguirlos mucho, porque se metieron en
otras sierras mas altas, y en tales lugares donde
eran seguros de los christianos que no los podian
seguir.
El Bey mandó poner gran diligencia para que vi-
niese el artUleria ; pero no pudo Teñir toda ; porque
los caminos eran tan fragosos, que ni se pudo fallar
camino por donde pasase, ni dispusicion donde
con grand industria é trabajo se pediese facer. E
después de dies dias que el real se asentó , llegó fas-
ta media legua del real una parte della, que traia
fasta mil é quinientos carros con algunos tiros de
lombardas medianas , é pasabolantes , é cebratanas,
é ribadoquines , é otros géneros de artilleria. Todas
las mas gruesas lombardas que no pudieron ser traí-
das, quedaron en la dbdad de Antequera.
CAPtrULO LXXIL
Como el Rej moro fie oi ttba n Gmadi , tIbo mb fasto i fo-
eorrari Ycteimáltfi.
Entre los moros de la dbdad de Granada é los
que moraban en el Albayzin doraban siempre las
peleas é las muertes de homes que f acian crecer en-
tre ellos las enemistades que tenían. Los de la db-
dad que seguían el partido del Bey yiejo, estaban
oprimidos por la guerra que teman dentro con los
moros dd Albayzin, é fuera con los christianos que
estaban en los castillos fronteros ; de manera que
todas horas les conyenia pelear, ó con los moros, ó
# con los christianos. Los alf aquíes é yiejos de la db-
dad, sabido que el Bey tenia gente por la tierra é
flota de navios por la mar sobre la dbdad de Veles;
recelando que si aquella dbdad se perdiese. Málaga
con todas las montafias que son cerca de ella , se
perderian, llegaron al Bey que estaba en el Alham-
bra, é preguntáronle: que d él trabajaba por ser
rey, de qnál tierra lo pensaba ser, si toda la dexa-
ba perder. Otrod le dedan é andaban predicando
por la dbdad , que estas peleas que hablan con sus
hermanos é parientes é las muertes que se daban
unos á otros, mejor sería que lo fidesen defendien-
do la tierra de los enemigos, que matando á sus
amigos ; é que se debían doler veyendo poseer á los
christianos las casas que edificaron , é gosar del
fruto de los árboles que plantaron sus padres é abue-
los; y en ver sus hermanos é parientes andar dester-
rados de la tierra que poseían ellos é poseyeron sus
ÉD09a ISABEL. 461
padres largos tiempos; los quales derramaron su
sangre por la ganar , y ellos la derramaban por la .
perder. El Bey viejo, oídas estas cosas é sabido que '
el B^ con toda su hueste estaba sobre la dbdad de
Velesmálaga, ovo gran turbación; porque nunca
pensó que los christianos tovieran osadía de se me«
ter entre tantas é tan ásperas montafias que los ro-
deaban por todas partes. E no quinera salir de la
dbdad , porque recelaba que luego el Bey su sobri-
no entraria en ella é sería recebido por Bey. T em-
bióle á decir, que se doliese de la perdición que do
dia en dia vela facer en los moros; é que pues los
chistianos se hablan metido en la huesa , agora te-
nían tiempo para les echar la tierra endma ; é que
él queria dexar el título de rey que habla tomado, é
venir baxo de su bandera á su gobernación ; é que
viniesen juntos á socorrer aqudla dbdad , é habrian
la vengansa que los moros deseaban é los dirístia-
nos temían. El Bey moso no quiso aceptar lo que su
tic le embió á ofresoer, por las grandes enemistades
que entre ellos hablan causado las crudas muertes
de los propinquos que habían muerto de la una par-
te é de la otra. T embióle decir, que estaba en pro-
pódto de se vengar é no concordar con éL E que no
se osaba fiar de sus palabras , porque sabia quántas
veces é por quántas maneras le habla tratado la
muerte ; é porque creia, que toda hora que pudiese
gela darla. El Bey viejo, desesperado de lo que pen-
saba que d Bey meso f aria , aquexado de las conti-
nas amonestaciones que los alf aquíes é viejos de la
dbdad de Granada le f adán, juntó el mayor núme-
ro que pudo de gente á caballo é á pié, é vino por
los lugares mas encubiertos de la montafta que vie-
ne de Granada á se juntar con aquella dbdad de
Vdeamálaga. E paresdó un dia en la tarde con toda
su gente en lo alto de la montafia donde estaba la
villa de Bentomiz. T estovo allí aquella noche f a-
dendo grandes fuegos por muchas partes de la mon-
tafia. Algunos caballeros é capitanes, quando vieron
las batallas de los moros, consejaban al Bey que
mandase armar toda la gente de su hueste é subie-
sen por aquella derra á pelear con ellos. E porque
el Bey vido que aqudlo no se pedia facer, salvo al-
aando d sitio que tenia puesto sobre la dbdad , man-
dó que toda la gente estoviese queda, é guardasen
las estanzas é los lugares que cada uno tenia en
cargo de guardar ; é no cometíesen á subir la der-
ra ni comenaasen pdea con los moros. Otro dia las
guardas que estaban puestas, tomaron dertos mo^
ros , que dixeron que d Bey de Granada venia con
propódto de embiar algunos moros á caballo, é
veinte mil peones á pelear con el Maestre de Alcán-
tara, é con las otras gentes que venían en guarda del
artilleria, porque los carros tomaban largo tredio
de tierra é podrian quemar qudquier parte del ar-
tillería, pensando que los christianos que la trdan
non eran tantos que pudiesen guardar la longura de
la tierra que traían los carros. E que si dgunos
christianos saliesen dd real ale defender, d Bey
moro podría darpor una parteen el real é ala misma
hora saldrían los moros de la dbdad á pelear con
0BÓHI0A8 DB LOB tETtS DS OASTÍLLÍL
lo6 qoe gUAidában 1m ««Uiism; de manera qae
pieneedoe por todee partee no ee pudiesen yaler , é
Caeeen yenoidoe.
Sabido eeto por el Bey, mandó al Oomendador
mayor de León, qae partiese eon cierta gente de
oalMllo é de pió á se jontar oon el Maestre de Al-
cantaral é que pelease oon los moros que yenian á
dar en el artillerfa. El Oomendador mayor partió
Inego con la gente qne el Bey le mandó lleyar; 6
yeia los moros que iban por lo alto de la rierra oon
propósito de destruir el artillería. Los moros ansi-
mesmo yeian á este capitán é á sus gentes que iban
por lo baxo ¿ la defender , é pelear con ellos ; ó los
unos é los otros esperando la pelea , temian la muer-
te. Bl Bey moro que estaba en las cuestas altas, yis-
ta 1a gente que partió del real á defender el artille-
ría, fiso yolyer á los moros que habia embiado á la
destruir ; porque pensó que su gente no podría for-
lar á la de los cbristianos que la guardaban. B acor-
dó de baxar de una sierra alta donde estaba á otras
ouestas mas baxas , para socorrer U oibdad. B sus
batallas de gente de caballo ó de pió ordenadas, cér-
ea ya de la noche comensó á mover por la sierra
abazo dando grandes alaridos , ó mostrando yenir
á 1a batalla oon grand esfnerao. El Bey habia man-
dado armar toda la gente del real, ó mandó al don-
de de Oabra, ó al Oonde de Feria, é á Don Hurtado
de Mendoza, ó al Adelantado del Andalucía, que
fuesen luego con sus gentes , ó se pusiesen al en-
cuentro de los moros en el camino por donde podían
descender para yenir contra el ntL Otrosí mandó á
Garoi Femandea Manrique , Oapitan de la gente de
Oórdoba , ó á los capitanes de la gente de Édja é
Oarmona que tomasen un cerro que era en la una
ala hacia la parte de la mar. T en la otra ala man-
dó estar al Oonde de üruefia é á Don Alonso de Agui-
lar oon ciertos capitanes é gentes encima de otra
cuesta; de manera que los moros estaban rodeados
de la gente de los cbristianos , ó no podían descen-
der de las cuestas pMa yenir contra el real por la
una parte ni por la otra, salyo peleando con algu-
nas destes gentes. Otrosí mandó al Maestre de San-
tiago que oon sus gentes ó otros capitanes que man-
dó estar con él, se pusiesen en la delantera contra
la oibdad, é ayudasen al Duque de Názera, ó al
Oonde de Benayente, é A Don Fadrique de Toledo,
é á Pero Oarrillo de Albomoi que guardaban las
estancas , si por yentnra loa moros de la oibdad sa-
liesen á pelear con eUos. E por todas las entradas
del real puso gentes de armas que las guardasen.
Bl Bey, acompafiado de muchos caballeros ó fijos-
dalgo de su hueste, andaba de unas partes á otras
amonestando A los caballeros é capitanes que ayi-
yasen las fuenas para pelear ; porque en tal lugar
estaban , que ninguna manera de guarescer había,
salvo el buen esfueno. E como le traxieron un ca-
ballo, oayalgó en él, é dexó una muía en que ve-
nia ; porque las gentes conociesen , que ansí como
era rey para mandar , seria oompafiero en la nece-
sidad. Algunos ovo en los quales el gran miedo en-
g«ndró nu^or esfuenso parit yenoer ó morir pdean*
do ; otros algunos, veyóndcse cercados por todas
partes de la mar ó de los enemigos, estebau con re-
celo, é dubdaban del fln que Dios é la fortuna te-
nia ordenado de facer en aquella hora. E los unos é
los otros daban diversos votos; unos decían, que se
debía buscar lugares por donde subiesen aquella
montafia A pelear con los moros; otros deoian, que
la subida por cualquier parte era trabajosa, ó que
la pelea que en aquellos lugares se fioiese, seria A
gran ventaja de los moros, ó A gran peligro de los
chistianos. El Bey, visto los votos de los unos é de
los otros, mandó que todas laa gentesestoviesen que-
das en los lugares que les habia mandado guardar
ó no fioiesen mudansa, salvo quando les fuese man-
dado. Sópese ansimesmo como el Bey Moro amo-
nestaba sus gentes, dioiéndoles, que si fuesen va-
rones esforsados, en aquel dia cobrarían todo lo
perdido en los pasados, é que les requeiia que tra-
bajasen por vencer ó morir en una vea , ganando el
paraíso matando cbristianos, é no en tantas veyen-
do los moros perder la tierra, é andando cuitados
por moradas agenas. Diciendo estas cosas el Bey
Moro movió sus gentes' un poco mas abaxo contra
la batalla de Don Hurtado de Mendosa, que estaba
en la delantera con la gente del Oardenal su her-
mano. Don Hurtado , visto que los moros se acerca-
ban contra él, movió su batalla mas adelante contra
ellos. Bl Oonde de Oabra y el Conde de Feria y el
Adelantado del Andalucía , que estaban con sus ba-
tallas un poco mas abaxo de la cuesta , é loa mas
cercanos A la batalla de Don Hurtado embiaronle A
decir, que habia fecho eomo caballero esf oraado en
haber ido adelante oon su batalla contra los moros;
é que ficiese en aquella jomada como fijo del Mar-
ques Don Iftigo Lopes su padre é nieto de sus abue-
los, que nunca fnyeron A sus enemigos; é que le
daban su fe como caballeros de le ayudar, quando
le viesen f erir en los moros. Todas estas gentes ca-
taban A pié, porque según la dispusicion de los lu-
gares no podían estar A caballo ; é A unos esf oreaba
la esperanza del claro renombre que habrian en la
victoria, é A otros enfiaquescia el temor de la muerte
que temían sí viniesen A la batalla. Los fuegos que
los moros habían fecho defuera, é los que parecían
dentro en las torres de la oibdad , eran tan grandes,
que todas aquellas montafias relumbraban tanto,
que se veían bien los unos A los otros , ir los ohris-
tíanos contra los moros, é loa moros contra los chris-
tíanos. E quando se vieron cerca comenzaron A ti-
rar por todas partes tiros de espingardas é de sae-
tas ¡ é tan grande era el sonido del artílleria quepa-
recia estremecerse la tierra , porque aquellas sierras
é valles resonaban de tal manera; que ninguno po-
día oir A au oompafiero. Aquel c^>ítan Don Hurta-
do trabajaba por subir aquella cuesta, é comenzar
la pelea oon los moros. Ansimesmo los que estaban
en las alas de su batalla los querian acometer , pero
la subida era tan Áspera, que los homes armados
no la podían subir sino oon gran pena é peligro,
por la dispusicion de los lugares do estaban. Loa
moros ansimesmo no osaban deso^ndor mas abazO|
DON FERNANDO
ni acometer 'á loe obrieUaaoe. T en eeU manen de
pelear con tiroe de pólTora é balleetae doraron gran
parte de la noche.
Venida el alba, é Tietas por los mcroe las bata-
Oas de los chiistíanos, é la Yolantad qne mostraban
de sabir oontra ellos , é la gran gnarda de gentes
que por todas partes estaba en el real y en todos
los pasos 7 entradas por donde podian acometer la
pelea; reeelando qne oomo yiniese el día snbirian
A eQos por nnas partes é por otras, perdieron las
fnems, é oomo gente oaida de la espéransa que
traian , el esfaerio que al principio mostraron, go-
les oonTirtió de súbito en gran miedo, é Tolvieron
las espaldas, é se pusieron en falda. É ansi oomo la
mnobedambre que presto se arma de locapresomp-
don, qaando se dilata la yictoria qae espera, ge*
les priyan presto las faersas; ansi aqaella maltitad
de gentes bárbaras, perdido el esfuerso y el sentido
se derramaron por las montafias, édexaron las lan-
sas, é las espadas, é las ooraaas, é las ballestas, j
espingardas, por estar mas ligeros para escapar fa-
yendo. Algonas gentes de caballo é de pié de los
ohristianos, qoe venido el dia faeron en seguimien-
to dellos, fallaron por la sierra gran maltitad de
aqaeUas armas, é Tinieron cargados dellas. LaBey-
na qae habia qaedado en la dbdad de Oárdoba,
qaando sopo qae el Bey moro con tanta maltitad
de gente habia ido oontra el Rey, llamó laego las
gentes de todas aqaellas partes del Andalaoia; é
mandó por sas cartas qae todos los homes de se-
senta afios abaxo é de Teinte afios arriba, tomasen
armas é fuesen luego donde el Rey estaba á le ser-
vir. Otrosí el Cardenal de Bspafia que habia que-
dado con la Beyna , ofresció sueldo ¿ toda la gente
de caballo que le quiriese seguir, é se dispuso á
partir luego de Córdoba, é hr do el Bey estaba, pa-
ra se fallsr con él é con la gente de los ohristianos
en aqaella necesidad. É porque las gentes que la
Beyna mandó llamar faeeenmas prestas, deliberó
de ir en persona á algún lugar cercano de donde el
Bey estaba; é cesó de lo facer, porque luego sopo
el desbarato que los moros ovieron. Algunos oaba-
Ueros é capitanes cursados en la guerra , que cono-
oian los engafios de que los moros machas Teces se
aproTCchaban , Tisto como hablan f uido tan súbi-
tamente, pensando ser alguna encubierta, dizeron
al Rey, que por Tentura los moros mostraban ser
yencidos ¿ fin que la gente de la hueste se ase^
gurase, é no poniendo en el real aqaella guarda
que conyenia , podrían salir de las brollas y espesu-
ras grandes do se hablan metido, é darían sobre la
gente del real. Bl Rey, conociendo que en las guer-
ras se debe poner remedio á todo lo que se puede
recelar, mandó que otra noche siguiente la gente
del reel estoyiese apercebida ; y en la guarda de su
tienda estoyieron mü caballeros é fljos-dalgo ar-
mados, según qae estoyieron las noches pasadss.
B laego se sopo de las guardas, como el Rey moro
era ido á la yillade Almufteoar, é de alli partió pa-
ra la oibdad de Afanerla, é tomó A la oibdad de
Goadiz. Los moros de la oibdad de Oranada, sabi-
É DOÑA I8ABBL 4tt
do el poco proyecho que fiso su R^ ( y el mucho
dafio que recibió la gente de los moros que fué oon
él á facer el socorro, luego llamaron al otro Rey
meso que estaba en el Albayoin , é le apoderaron
en el Alhambra, y en las otras fuenas de la oib- .
dad. É oomo se yido apoderado dellas, cortó las
cabeaas á quatro caballeros los mas principales de
la dbdad que le hablan seydo contrarios, y él que^
dó por Rey en la oibdad. É porque los moros de-
seaban haber seguridad para labrar el campo , é an*
dar libres por todas partes, el Rey moso qae esta-
ba en la dbdad de Granada, enyió suplicar al Rey
é A la Reyna, que les ploguiese asegurar A todos
los moros yednos de qnalesquier dbdades é yillas
é castillos del Reyno de Granada , que se reduzesen
A su obedienda, é se apartasen de la del Rey sa
tic, porque con deseo de seguridad , orda que to-
dos tomarían A su partido. JSk Rey é la Reyna por
le ayudar , mandaron A todas las oibdades é yillas
de la frontera, é A sos capitanes é aloaydes que le
fayoresdesen contra d Rey yiejo sa tic ; é mandá-
ronle dar sus cartas, para que todos los yednos de
Granada fuesen seguros , é pudiesen salir de la cib«
dad A facer suslabranaas, é ir A tierra de dirietia-
nos A traer della mantenimientos é pafios é todas
las otras oosast tanto que no fuesen armas. Otrosí
mandaron darsus cartas de segare para todas las
dbdades yillas é castillos de tierra de moros qae
estaban por el Rey yiejo , d dentro de seis meses
se aleasen por el Rey mozo, é le obedeoieeen como
A su Rey. B si dentro de este tiempo no lo fidesen,
que d Rey é la Reyna las pndiesen guerrear é to«
mar para sL
CAPÍTULO LXXIIL
Gomo io oBtrof ó la cUMtá do Votamiltp.
Los moros de la dbdad de VdesmAlaga, yistooo-
mo d Rey moro que los yino A socorrer era yudto,
é sus gentes desbaratadas, é que los carros dd ar-
tilleria llegaban d red ; perdidas sus faenas é re-
oelando las de los dkdstianos, procuraron de haber
seguridad para sus perednas é bienes, é de entregar
la dbdad ; é moyieron f abla d Conde de Cifuentes,
para que suplicase d Rey que le ploguiese dánda.
Bl Bey condderando que habia de ir A tomar la db-
dad de MAlaga é proseguir mas addante su con-
quista , porque el tiempo del yerano no se pasase
en aqud dtio, plególe dello. B mandó dar su segu-
ro A todos los que estaban en aquella dbdad, para
que fuesen A las partes de África, ó A otras quales-
qder ; é qae pudiesen sacar sus bienes, ezcepto las
armas é los mantenimientos y d artillería que en
día oyiese. B d quisiesen ser deryos dd Bey é de
la B^yna, é yirír en aquellas partes de sa sellorio,
que lo pudiesen faoer, tanto qoe no fuesen en lu-
gares cercanos A la mar. Los moros de la dbdad
otorgaron de lo facer; é luego mandó d Bey d Co-
mendador mayor de León, que redbiese aquella
dbdad é su fortdesa. B los moros apoderaron A él
oon sus gentes en todo ello I é puso d pendón de la
464
OBÓNIOAB DB LOB BBYB8 DB OASTILLA.
oros, é lof p«ndones del Apóitol Santiago é de laa
amaa reales en las torres del oastiUo ; é dio 4 los
moros término de seis dias para qne saliesen de la
dbdad, é para qae Tendiesen sos bienes muebles.
E los moros entregaron al Bey fasta dentó é rein-
te ohristianos oaptívos bornes é mogeres qne tenian
en aquella oibdad. B los unos fueron á los Beynos
de AfrioSi é otros fueron á otras partes.
los tributos 6 rentas, según que fasta aquí los pa-
gaban 4 los Beyes moros. Bl Bey les aseguré sos
personase bienes, éles prometió que lesdezaria
▼ivir en la ley de Mabomad , é guardar sus buenos
usos 6 oostnmbres. Otrosí les mandó que quando
fuesen 4 sus beredades no UsTasen armas, ni fue-
sen á ningún lugar de moros que no estoviese 4 su
obediencia , ni contraten con los que en ellos mora-
> Axnoa, e ocros xueron a oirás psnoa. vuouieuaui , ni ooairwoii oou lov quo «n euoa mora-
Entregóse esta cibdad de yeleam41aga al Bey { ren, ni )os redban en sus lugares ni en sus casas.
Don Femando Viernes (1) 4 reinte é siete dias del
mes de Abril , en el afio del nascimiento de Nues-
tro Bedemptor Jesu Obristo de mil é quatrooientos
é oobenta é siete afios. Fundéronse luego en (las
mosquitas de aquella dbdad dnoo iglesias; una 4 la
advooaoion de Sanota María de la Encamación,
otra á la advocación de Santiago, otra 4 la advoca-
don de Santa Grúa, otra 4 la advooadon de Sant
Andrés, é otra 4 Sant Bstevan : para las cuales la
Beyna embió ornees, é cálices, ó ornamentos, é to-
das las ooess necesarias al culto divino. Otrod d
Bey embió mandar 4 las villas é lugares que eran
en comarca de aquella cibdad, que las entregasen
4 Iss personas que embió 4 las reoebir. B luego en-
tregaron los moros laa villas é castillos de Bento-
mia, en la qual pnao por Alcayde 4 Pedro Navarro
y en la villa de Comeres puso 4 Pedro de Ouóllar,
y en la villa é castillo de Canillas 4 un caballero
que se llamaba Apolo, y en Naríja 4 Pedro de Cór-
doba, y en la fortaleaa de Xedalia 4 Juan de Hi-
nestrosa, y en la fortaleaa de Competa 4 Luis de
Mena, y en la fortaleza de Almexia 4 Moeen Pedro
de Sant Bstévan. Otrosí vinieron 4 se ofrecer por
subditos dd Bey ó de la Beyna todos los que mo-
raban en las villas ó lugares de Maynete, é Bena-
quer, é Aboniayla, é Benadaliz, ó Obimbecbinlas,
é Padalip, ó Bayros, ó Sitanar, ó Benicorran , Cads,
é Boas, é Casamur, Abistar , Xararaa,* Corbila, Bu-
bir, Alobonobe, Canillas de Abayda, Xauraoa, Pi-
tarxis, Lacus Albaraba, Acuohayla, Albintan,
Daymas, Alborgi, Morgosa, Machara, Haxar, Co-
tetroz, Albadaque, Almedira, Aprina, Alatin, Be-
rixa. Marro. B mandaron el Bey 4 la Beina, que
todas estas villas ó lugares é aleadas , é todos los
que morasen en aqudlas derras que llaman las Al-
puxarras, fuesen comprendidos so la jurisdicion
de yelesin4laga. Vinieron los viejos é alfaquíes en
nombre de todos estos lugares, é de todos los otros
que son en las AlpnxarraB, é parecieron ante el Bey;
é juraron por la unidad de Dios qne es un solo en
unidad , el qne es vencedor, ó alcanzador de las
cosas, sabidor de lo público ó de lo secreto, é por las
pdabras del Alcorán que Dios embió por la mano
Otrod que no vayan 4 las viUss é osstillos que es-
t4n por d Bey, salvo una hora 4ntes que se ponga
el sol. B que si dgun moro ó moros de los que es-
t4n captivos en tíenra de diristianos, ó algunos
obristíanos de los que est4n captivos en tierra de
moros se soltaren, é viniere 4 los lugares ó ossss
donde dios moran que los no encubran, é que
luego que vinieren , los entreguen al alcayde que
estoviere puesto por el Bey. B que ningún moio
entre en lugar ni villa de ohristianos con armas,
sdvo por llamamiento del Bey , ó de los doaydes
qne por d Bey fueren puestos. Otrod , que d gen-
te de moros dguna viniere de los lugares oontra-
ríos 4 los lugares donde dios moraren, que lo noti-
fiquen luego 4 los Alcaydes, ó gdos entreguen pre-
sos, d los pudieren tomar. B que todo esto cumplan
so pena de muerte, ó oaptiverío, ó perdimiento de
bienes.
CAPITULO LXXIV.
Gome el Rej pirtid de U dbdad de VeleimáU|t ptn ^ cibded
deMáUn.
Proveídas las cosss que en la oibdad de Veles-
m41aga y en su tierra fueron necesarias, d Bey,
continando su conquista, acordó de ir sobre la oib-
dad de Málaga ; porque las tierras é provindas de
moros que los afios pasados babia ganado, fuesen
seguras , é no guerreadas de las gentes que en aque-
lla dbdad estaban. B mandó cargar luego por la
mar la artillería, é aparejar todos los navios de la
flota; y 41 con sus batallas ordenadas por la tierra,
é los navios por la mar, partió de la dbdad de Ve-
les , é fué ese día 4 poner su red 4 dos leguas de la
dbdad deM41aga ríbera de la mar, cerca de un lu^-
gar que se llama Besmillana. B desde aqud lugar
embió 4 decir con sus mensageros 4 los déla oibdad
de Málaga, que el Bey de Granada con gran pode-
río de moros vino á socorrer la cibdad de Vdea , é
que babia fuido ; ó su gente fué desbaratada, é qne
la oibdad de Vdea gele babia entregado. Por ende,
que embiasen ante él algunos diputados para dar
la forma que se requería en la entrega que le hablan
de Mabomad su mensagero, qne ellos é sus deseen- I de facer de la cibdad ; é que les seguraría sus bie-
dientes para dempre jamas serian dervos é súbdi- nes é daría libertad á sus personas, según lo había
tos del Bey é de la Beyna, é después de sus dias
serían ledos subditos d Príncipe Don Juan su fijo
é 4 sus descendentes, é que obedesoerian é compli-
rían sus cartas é mandamientos, é farían guerra é
pas por su mandado. Otrod que les pagarían todos
(t) El eara de loe Palaciet dleeqeeá treí de Miyo, cap. 78.
fecho 4 los de las otras dbdades é f ortdecas , que
sin fueras de armas le habían seydo entregadas.
En aquella cibdad estaba estonces un capitán
príndpd, que se llamaba Hamete Zelí, 4 quien d
Bey viejo babia encomendado la guardia della. B
con este oapitan estaban gentes de los Ch>meres
que habían pasado de Afríca para la defender. E
DQH TESHAIÜDO
aiisIin«imo effcábta otras gentes en lee oomaroABí
que ae metieron en ella oon ana mngerea é fijoa é
bienea. Loa qoalea confiando en an grandeaa, j en
laa fortalesaa qaé teniai y en la gente qne la guar-
daba , penaaron guardar Ui dbdady é aer defendidoa
con laa fuersaa della.
Aquel capitán I oonaiderando la fortaleaa de loa
muroa é la mucha gente que tenia diapueata para
loa defender, tomó tan grand orgullo, qne respon-
dió á loa menaageroa del Rey , que no le habia aey-
do encomendada aquella cibdad para la entregar
como el Bey pedia , maa para la defender como ve-
ría. B loa menaageroa del Bey maltratadoa de loa
morca, Tolvieron á dar eata reapneata; loa qualea
le informaron del eatado de la oibdad, é de la mu-
oha gente que en ella habia ; ó que el capitán con
loa morca que con él eran , cataban en propósito de
poner todaa ana fuerzaa para la defender. Oida ea-
ta reapneata é comunicada entre loa Qrandes é ca-
pitanea que con él cataban , algunoa fueron en vo-
to, que puea la dbdad de Veleamálaga era toma-
da, é la oibdad de Málaga por todaa partea cataba
cercada de villaa é fortalesaa que cataban por el
Bey é por la Beyna ; poniendo guarda por la mar,
no era neoeaario que el Bey fueae sobre ella á la ai-
tiar; porque guerreada de todaa partea, en poco
tiempo aerían constrefiidos á la entregar, puea por
la parte de la mar ni por la tierra no tenían lugar
para aalir, ni entrar en ella. Otroa algunos fueron
en voto, que pues el Bey habia movido su real oon
propósito de ir á la sitiar é habia llegado tan cerca,
todavía la debia cercar. Porque ai por estar cerca-
da de laa fortalesaa que estaban por el Bey en cir-
cuito , loa moros serian conatrefiidoa á la entregar,
en maa breve tiempo la entregarían catando cer-
cados de gente poderosa pueata á laa puertas. Otro-
sí dedan, que ai el Bey no la aitiase, aunque la db-
dad eatovieae cercada por todaa partea , podrían ve-
nir por tierra gran multitud de morca, é meter en
ella mantenimientoa , é bastecerla de gente, é de
laa coaaa neoeaaríaa , cada que lo ovieaen menester;
de lo qual ae podría aeguir guerra larga con aque-
lla cibdad que eatorbaae la conquista que era co-
mensadaen todo aqud Beyno, é puea estaba tan
cerca con tantas gentes, no debia esperar otro tiem-
po en que mejor lo pudiese facer. El Bey, oídos los
votos de loa unos é de los otros, determinó depo-
ner real aobre la cibdad. E otro dia por la mafiana
mandó á laa gentea de la hueste que moviesen ade-
lante, é loa capitanea dd armada, que partieaen con
todoa loa navioa da la flota. B laa batallaa de la gen-
te por la tierra, é loa navioa de la flota por la mar,
llegaron en una hora aobre la dbdad de Málaga.
CAPÍTULO LXXV.
Ddasieito 4o la eibéadáelHlagi, é «orna si Rey paso real
sobre eüs.
■
La dbdad de Málaga aegun Qoa pareció, ea puea-
ta caai en fin de la Mar de levante á la entrada de
la Mar de poniente, é cerca dd eatrecho de Qibral-
ÉDQRaIBABBL. 4Í&
tar, que parte la tierra de Bapafia con la tierra de
África* Eatá aaentada en lugar llano al pié de una
cueata grande, é cercada de un muro redondo, f or«
taleaddo de muchaa torres gmesaa, éoercanaa unas
de otras. B tiene una barrera alta é fuerte, do an-
dmesmo hay mndiaa torrea. B d cabo de la cibdad
é d comienzo de la aubida de la cueata , eatá fun-
dado un doásar, que ae dioe d Alca8d>a, cercado
con doa moros altea é muy fuertea, é una barrera.
En estaa doa oercaa pedimos contar f aata treinta
é doa torres gruesaa, é de maravilloaa altura é ar-
tificio compueataa. B allende de estaa tiene en el
circuito de loa muroa f aata otraa ochenta torrea
medlanaa é menorea, oercanaa nnaa de otraa. Deate
dcáaar aale una como calle cercada de doa muros,
y entre muro é muro podrá haber ada paaoa en an-
cho ; y eata odie con loa doa muroa que la guardan
van aubiendo la cuesta arríba, fasta Hegar á la
cumbre, donde eatá fundado un caatillo que ae lla-
ma Gibralf aro ; el qud por ser en lo maa alto , é te-
ner muchas torres, es una fuersa inezpunáble. En
esta otra parte de lo llano de la dbdad eatá una
fortaleza con ada torrea grueaaa é muy dtas, qne
ae dice Oastil de Qinovesea. E después están laa ta*
razanaa torreadas con dertaa torrea donde bate la
mar. T en una puerta de la ciudad que va á la mar
eatá una torre albarrana, alta é muy ancha, que
ade de la cerca como un espolón, é junta oon la
mar. Otroai tíene doa grandea arrabdea puestoa en
lo llano junto con la cibdad; el uno que está á la
parte de la tierra , es cercado oon fuertes muros é
muchaa torrea ; en d otro que eatá á la parte de la
mar, habia muchas huertas é caaaa cddaa. B laa
muchaa torrea, é loa grandea edifidoa que están fe-
chos en los adarvea y en estaa quatro fortdesaa,
mneatran aer obraa de varonea magnánimoa, ea
muchoa é antiguoa tiempoa edifioadoa , para guar-
da de ana moradorea. B dlende de la fermoeura
que le dan la mar é los edifidos , representa á la
viata una imagen de mayor fermosura con. las mu-
diaa palmea é cidros, é naranjoa, é otroa arbolea é
huertaa que tiene en grand abundanda dentro la
dbdad y en los arrabalea, y en todo d campo que
ea en su circuito. Ocrea da aquel caatillo dto que
habemoa dicho que ae llama Qibralfaro , está un
cerro igud con él en dtura, é apartado por espado
de dos tiros de baUeata ; el qud tiene agrá é diffd*
le la subida, porque ea muy enhiesto por todaa par-
tes, sdvo de la parte que mira d castillo. Esteoer"
ro está puesto entre aquel caatillo é una gran der-
ra en tal lugar que la gente de los ohristianos no.
pedia pasar á poner red á la parte do están los po-
sos del agua, ni donde aon loa arrabdea : porque
los moros que los guardaban impedían d paao á loa
ohríatianca. Qnando aqud capitán moro vido venir
contra la dbdad las batallaa de la gente por la tier«
ra , é la flota de loa navioa por la mar , luego fiao
tomar armaa á loa morca, é puao guardaa en laa
puertea y en las torres é muros, y en las otras fuer-
saa de la cibdad, é puao fuego á laa caaes de loe ar-
rabalea que eran oercanaa 4 loa muroa* B fiao aalir
4M
OBONia&B DS LOB BITIB DS OAffFHiLA.
fasraá aqnallft parta da Gibralfaro por donda la
ganta da loi ahrinlianoa Taniai Iraa batallaa da mo»
roa. La una para qoa gnardaaa aqual oanO| é la otra
aaUba maa abaso an una allNurada oaroa dal ciatt-
lio por donda había da paaar la bnaatai é la otra á
la parta dala mar anolma da nna.oaaata alta.
Yiito por laa gantaa da oaballo é da pió qna iban
an la dalantara qna la bnaata no podía paaar d
aqnal oerro no aa tomasa, partiéronaa an doa partai
algnnoB paonea dal reyno da Galicia, 6 pugnaron por
aabir la oneata qna aataba á la parta da la mar.
Otroa algnnoa oaballaroa é fijoa-dalgo da oaaa dal
Bey é de la Bayna, oomatieron áloamoroa qna guar-
daban al paao que ara baso dal oanro por do había
de paaar la hoaata ; é loa nnoa é loa otroa paleaban
por eataa doa partea oon loa moroa. Bl líaeatra de
Santiago que lleraba la avangaarda, aatOTO quedo
oon an batalla da gante de oaballo an el ralla que
ea en aquel lugar entra grandea barranooa, faden*
do eepaldaaá loa que peleaban á la una parte 6 á la
otra ; porque en aqualloa lugarea había tantea ouea«
taa, que la gente de oaballo no podía pelear aín
gran dafio. Loa paonea del reyno de Galída aubie-
ron una Tea oon gran peligro la oueata que eataba
á la parte de la mar. Loa moroa quando loa rieron
JRibidoa en lo alto, fueron oontra dloa oon tan arre*
batado aoometímiento, que lo flderon reñir fuyen-
do la oneata ayuao. Al pié deata oueata eataban á
oaballo Don Hurtado de Mendoia , y el Oomenda-
dor mayor de León, é Rodrigo de Ulloa, é Garcila-
Bo de la Vega ; é oon elloa habia otroa fi]oa-dalgo
de la oaaa del Bey é de la B^yna. Loa qualea reoo-
gieron la gente de pié que reñían fuyendo ; é ae-
gunda rea eaforzadoa por el Comendador mayor é
por loa que oon él eataban, tomaron loa Gallegoa é
aubieron la oueata ; é anaimeamo loa moroa que ri-
aieron oontra elloa loa ficieron fuir otra rea, é de-
zar lo alto que habian ganado. B como el Oomen«
dador rido que era nbceaario ganar aquella oueata,
ambió deoir al Maeatra de Santiago, que le embiaae
de au batalla algunoa homea á oaballo, para [que
conloa oaballeroa que oon él eataban por una par^
te, é loa peonea por otra, trabajaaen otra rea por
aubir la oueata. B aunque el Maeatre de Santiago
le embió á deoir que la pelea en aquel lugar era
peligroaa, é que debía quitar afuera la gente de oa-
ballo é de pié que por alli peleaba, el Ck>mendador
mayor todaria oontínó la pelea por aquella parte
por ganar la oueata. Bntretanto que eata pelea pa-
aaba an aquel lugar, loa otroa oaballeroa que haba-
moa dicho peleaban oon loa moroa que guardaban
el oerro alto, que ea cercano al caatillo de Gibralfa-
ro. E porque loa moroa oonooíeron que la diapud-
don del logar do loa chriatíanoa eataban era á an
gran rentaja, arremetieron oontra elloa ; loa qualea
no podiendo aof rir la fueraa de loa moroa, rolrie-
ron laa eapaldaa fuyendo un reoueato abaxo é loa
moroa loadgderon tírándolea aaetaay eapingardaa,
faata que ae retraxieron ¿ la batalla del Ifaeatre de
Santiago que eataba oerca. B luego loa unoa por
' una parte é loa otroa por otra, tomaron á pelear ; é
algnnaa raoea loa ohriatiaiioa aoometlan á loa ma^
roa é loa retraían faata loa meter por laa oueataa al«
taa ; é otraa raoea loa moroa deaoandian contara loa
ohríaÜanoa,éae metían entra dloa oon tanto eafuar-
10, que pareada tener mayor deaeo da matar diria-
tíanoa, que de guardar aua rídaa $ y en eataa pdeaa,
que duraron por eapaoio de aeía horaa d aonído da
laa trompetea, laa rocea, loa alaridoa, d golpear de
laa armaa^ d eatmendo de lea eapingardaa é da laa
balleataade la una parteé de la otra eran tan gran-
dee^ quetodoa aqudloaralleareaonaban. Bloa chria-
tíanoa dntiendo muy grare no poder rénoer á loa
moroa, é loa moroa deaeando rerter aangra de ohria-
tianoai arremetían unoa oontra otroa faata que lla-
gaban á aa ferír oon laa eapadaa é con loa pufidea.
B tan grande era el deaeo de la rangania, que pri-
raba d deaeo de la cobdida ¡ porque ninguno pug-
naba por captírar d enemigo aunque podía, aalro
por lo ferír 6 matar. Todaa laa otraa batallaa de loo
diriatianoa de pié é de oabdlo que quedaban en la
reaaga, no podían paaar adelante; porque de launa
parte eataba la mar é de la otra una aierra muy
dta. B la aenda que eataba an medio por do la gen-
te paaaba era tanto eatreoha é de tan fragoaoa pa-
aoa, que la gente de caballo ni la de pié no podían
Ir aino uno traa otro. T el gran número de laa bea-
tíaa que lloraban el f ardage é también la gente de
armaa é de pié, ae empedían en aqudloa paaoa unoa
á otroa ; de td manera, que aunque dan d eatmen-
do de laa armaa y d aonído de laa trompetea y d
darído de loa morca, no podían ir adelante en ayu-
da de loa chriatíanoa que peleaban.
Dorante el tíempo de eataa peleaa, dertaa gentea
de peonea de laa Hermandadea é de otraa partea , ae
arenturaron á aubir lo agro de aquella derra, é á
gran trabajo paaaron adelante oon aiete banderea.
B pueatoa en la cumbre, moatráronae á loa moroa en
aquella parte de Gibralfaro, donde defendían d
paao á loa chriatíanoa. Loa moroa, riataa aqudlaa
batdlaa que reñían oontra elloa,retrazíéronae á
aquel cerro que habemoa dicho que eataba entre la
aierra y el oaatiUo de Gibralfaro. Bl Oomendador
mayor é Don Hurtado, por la otra parte de la mar
donde eataban con loa peonea de Galída é de otraa
partea, cometieron teroera rea á aubir aqudla otra
oueata. B como quier que la aubida era muy agre,
pero Bodrigo de ülloa é Garoilaao de la Yega é
otroa dgunoa de oabdlo oon dloa, oomenaaron á
aubir por una parte; y d Ck>mendador mayor eafor-
sendo loa peonea gdlegoa para que aubieaan por el
otro cabo, aubieron á lo dto de la oueata. Loa moroa
tirando aaetaa y eapingardaa como laa otraa doa
reoea habían fecho, rinieron oontra dloa. B loa
chriatíanoa fioiérodea roatro, eapedalmente un d-
f orea de loa peonea de Mondofiedo que ae llamaba
Luía Maaeda, aufríó el redo acometimiento que loa
moroa luego fideron, é ae metió con la bandera que
traía entre dloa. B dgunoa gdlegoa é caatellanoa
que le dgmeron, pelearon oon tan gran denuedo con-
tra loa moroa, que loa fideron fuir é catraer al oaa-
tíUo de Gibralfaro.
1.
4.-I
DON nBNASDO
Viáo por loi obrifliaiiM qaib peleabüi por otU
obra parto de Gibralfftro, oomo loo moros qne pdoa-
huk por la parto do la mar oe habian retraído, oo-
mo qider qae la sabida del oerro era tanto áspera
qae á gran pena lo podían sabir ; pero mabho mas |
la Tolontad qae la posibilidad, les fiao aoometor á
lo sabir : porque reian, qae ri aqael oerro no se to-
mase, la gento de la boesto no podia segoraménto
pasar é poner real en los lagares donde estoba acor-
dado. B oomo las oosas aanqae diñoilesi la f errien-
to Tolantod de las baber las face fáciles, dellos ca-
yendo, dellos levantondo, anos por anas partos,
otros por otras, tirando é recibiendo tiros de pie-
dras é de espingardas é ballestas, posponiendo la
▼ida por haber loable fama, sabieron el oerro ; é
los moros qae lo gaardaban, cansados 6 machos
dellos feridos, se retraxieron fayendo al oastUlo.
Oomo los ohristianos qae alli peleaban se apodera-
ron del cerro, laego el Bey con toda la haesto pado
pasar adelanto, sin haber el peligro qae de aqael la-
gar se esperaba. B porque en aqaeQas peleas y es-
oaramosas se pasó todo lo mas del dia, é la gento de
la haesto llegaron torde é fatigados, dellos de las
peleas, dellos del trabajo qae ovieron en los malos
pesos del camino , no se pado esa noche asentar el
real en los lagares donde conyenia. T el Rey, acom-
psfiado de alganos Grandes é caballeros de sa haes-
to, andovo esa noche poniendo estarnas contra la
cibdad, é gaardas é sobregaardas y escachas para
sentir qaalqaier moTimiento que los moros qaisie-
sen facer. Otro dia por la mafiana se asentaron las
tiendas del Bey en an lagar ; é allí faerOn aposen-
tados los caballeros qae andaban en sa gttarda é
todos sas oficiales. Bn otro lagar cercano á la mar
faeron aposentados los Maestres de Santíago 4 de
Alcántara con otros capitanes. Bn otro lagar esta-
ban las gentes de caballo é de pié de algonas oib- .
dados é TÜlai de las montafias. Bn otro lagar esto-
ba el artillería é las gentes de pelea qae la guarda-
ban, é los oficiales que labraban de contino el fierro
é las piedras é las maderas 6 otras oosas que eran
necesarias.
OAPlTüLO LXXVL
Gomo M isoBlurott las es lansu «ostra la olMad lo Milaga.
Oomo el real fué asentado, luego acordó el Rey
deponer las eetanzas contra la cibdad en los laga-
res donde oonTonia, é f ortolescer de topias é caTss
aquel cerro que estaba contra el cai|tillo de Gibral-
f aro ; ó mandó estar en él dos mil é quinientos de
caballo é catorce mil homes á pié, é fomeoello de
tiros de pólvora. B dio el cargo principal para lo
guardar al Marques de Oáliz ; é mandó al proYisor
de ViUafranca, que con algunos peones de las Her-
mandades estoTiese con el Marqués en ciertas es-
tanzas. B cerca de las estansas del Marqués mandó
tener otra estanza á Don Martin de Oórdoba con la
gento de su capitanía ; é junto con es(a estanza se
puso otra que tenia Hernando de Vega ; é cerca
desto estoba ^otra estanza que tenia Oard BravOi
ÉDOffAIBABBL 469
aloayde de Atiensá ; é faé puesto otra do estoban
Pero Vaca é Oarlos de Aréllano, capitán de la gen-
to del Duque de Medinactti. B cerca desto tenia
otra fieman Oarrillo ; é junto con esto tenia otra
estanza Jorge de Betota, aloayde de Soria ;.é cerca
de esto tenia otra estanza Miguel Dansa ; é después
desto estoba otra que tenia Francisco de Boyadi*
lia; é luego cerca desto tenia otra estanza Diego Ló-
pez de Ayala. Todos estos capitanes con las gentes
de sus capitanías , tenían estas estansas en toda
aquella parto que desciende desde el cerro alto cer-
cano á Qibralfaro, fasta dar en la mar. B desto otra
parto de la cibdad que viene desde Qibralfaro ro-
deando por los arrabales, mandó poner otras es-
tanzas en esta manera. Al aloayde de los Donceles
mandó tener una estanza contra una parto de la
cibdad que dicen la puerta de Granada ; é porque
esta tenia grande espacio de tierra, mandó estar
con él cierta gento del Duque de Medinasidonia é
del Duque de Alburquerque. B después desto tenia
otra estanza el Oonde de afuentes con la gento de
caballo é de pié de ladbdad de Sevilla ; é cerca desta
mandó tener otra al Oonde de Feria é al Oomenda-
dor mayor de Oalatrava ; é cerca desta tenia otra
el Olavero de Oalatrava con la gento de sa capita-
nía é con la gento del Maestre de Oslatrava é Alon-
so Bnriquez, capitán de la gento de Bcija. B cerca
desta toma otra estanza el Oonde de Benavente, con
el qual mandó que estoviese Pero Oarrillo de Al-
bornoz con la gento de su casa, é con la gento del
Arzobispo de Sevilla que tonia en su capitanía ; en
otra estanza cerca desto estaba el Oonde de ürue-
fia, é Don Alonso Sefior de la Oasa de Aguilar; otra
estanza cerca desta tenia el Duque de Náxera, con
el qual estaba un capitán del Rey, que se llamaba
Hernán Duque, con la gento de su capitanía; é
cerca desta estaba otra estanza que tenia Don Fa-
drique de Toledo, é con él estaba Juan de Almsras
é Alonso Osorio, capitanes, con las gentes de sus
oapitanías; cerca desta tenia otra estanza Don Hur-
tado de Mendoza con la gento del Oardenal de Bs-
pafia ;é junto con ella tenia otra estanza el Oonde
de Oabra ; é cerca desta tenia otra estanza el Oomen-
dador de León ; é cerca desta estaba otra que tenia
Garcif emandez Manrique con la gento de la db-
dad de Oórdoba; é cerca desto estaba otra estanza
que tonia el Maestre de Alcántara, con el qual man-
dó el Rey que estoviese Antonio de Fonseoa, é An-
tonio del Águila , capitanes, con las gentes de sus
oapitanías ; é luego junto con esto estanza estaba
el Maestre de Santiago, é con él estaba Puertocar-
rere, Sefior de Palma. B porque andando en tomo
de la cibdad, desde la una parto de la mar fssto la
otra habia grand espacio de tierra, convino cefiirla
con todas estas estonzas, porque estoviese cercada
de todas partes. B todas fueron fortifioadas de ca-
vas é baluartos, é repartidos en ellas espingarderos
é ballestoros, é otros homes de pelea que las guar-
daban. Otrosí mandó el Rey á Mesen Requesens
Oonde de Trevento, é á Martin Ruis de Mena, é á
Arriaran, é á Antonio Bemali oapitanesde lá flotA
i68 OBÓmOAS DB IX» BBTn DS OáSnUUL
qne tMb% aa U nuuri qae en Us noohet pnsieien
juntas todas laa naoa é laa galeras é las caraTdlaa é
todas laa otraa íostaa, por manera qne oifieaen la
oibdad por la parte que la cerca la mar. Loa morca
estaba^ proTeidoa de muchas lombardas é otros
tiroa de pólTors, é oficiales artUleros, é de todaa las
otraa cosas necesariaa para se defender, é ofender,
E quando vieron el real del Rey asentado en aqne*
Ilaa partes, oonoscido el lugar donde la tienda real
estaba, tiraron á eUa tantea tiros de truenos é bása-
nos, que fué necesario de la mudar, é poner tras
una cuesta en lugar maa seguro.
Asentadoa los reales é las estanzas en tomo de la
oibdad, luego el Bey mandó sacar de las naos el ar-
tillería que babia Tenido sobre Velsamálaga, 6 traer
las lombardas grandes, que por el impedimento del
camino fragoso babian quedado en la dbdad de An-
tequera. Llegó ansimesmo por la mar un caballero
que se Uamaba Don Ladrón de Guevara con dos naos
armadas que venian de Flándes, en las quales el
Bey de los Bomanos fijo del Emperador, embió al
Bey ciertas lombardas é tiros de pólvora, con todos
los aparejos que eran necesarios. Otrosí para facer
los pertrechos é provmmientos del artillería, había
muohoa oficiales forreros, carpinteros, aserradores,
hacheros, fundidores, albafiies, pedreros que busca*
han mineros de piedraa, é otros pedreros que las la-
braban, é asadoneros, carboneros que tenían cargo
de facer el carbón para las fraguas, y esparteros que
facían sogas y espuertas. Y en cada uno destos ofi-
cios había un ministro, que tenia cargo de solicitar
los ofioíalca, é darles todo lo que era necesario parala
labor que facían. Otrosí andaba gran número de car-
retas, ó con cada den carretas era dipntado un mi-
nistro que tenia maestros, á quien daba loa aparejos
necesarios para las reparar. B había otros maestros
de facer pólvora, la qual se guardaba en cuevas que
f adán debaxo de tierra tredentos bornes repartidos
de noche é de dia para la guardar. E mandó el Bey
traer de laa Alzedras que estaban despobladas, to-
daa las piedras de lombardas que el Bey Don Alon-
so el bueno su trasbisabuelo fiao tirar contra aque-
llas dos cibdades quando laa tovo cercadas.
Después que el artillería fué llegada al real, ó
fueron fechos los aparejos que se requerían para
que tirasen, el Bey mandó á Frandsco Bamirez, ca-
pitán del artillería, que ficiese subir á la cuesta
grande que guardaba el Marqués de OAliz contra el
castillo de Gibralfaro, cinco lombardaa gruesas é
otros tiros medianos é pequefios. T en la estanza
dd Marestre de Santiago, que es cercana á la huer-
ta que dicen del Bey, mandó asentar seis lombardas
con otros tiros de pólvora ; ó los otros tiros se re-
partieron por otras partes, do fué acordado por los
artilleros. E para facer los lugarea do se habían de
asentar las lombardas, fué necesario grande guarda,
porque los moros tiraban tantos tiros de pólvora ó
de saetas contra los que facían los adentos, que no
podían estar seguros ; é convino facerlos de noche,
é con grandes amparos, para escapar dd dafio que
los moros f adán con su artillería»
CAPÍTULO LXXVn,
Gomo te eoBbattó asa parte del anabal áe JlUast.
Según hábemos recontado, dun arrabal de la
oibdad tenia los muros fuertes, é poblados de mu*
chas torres. B porque su circuito era grande, los
moros tenían en él sus ganados^ é habían lugar de
aalir á pié é á caballo á pdear ; é pdeaban tantas
veces con los que guardaban las estanzas, que fa-
dan á las gentes dd red estar armados para los
combates que continamente les facían. B por escu-
sar aquel dafio, é porque ganándose una gran torre,
que está en d esquina de la cerca, se ganaba gran
parte del arrabd, d Bey mandó asentar contra ella
oiertaa lombardas , las qudes derribaron parte dd
muro que había de torre á torre, é las almenas é to-
das las defensas que aquella torre é otras oeroanaa
á ella tenian por la parte defuera. El Conde de Ol-
fuentea é Juan de Aimaras é Hurtado de Luna oa*
pitanes, é otros fi jos-ddgo de la casa dd Bey é de la
Beyna, visto que con menor peligro podían comba-
tir d muro , por ser derribadas las defensas que te-
nia por defiera, llegaron con algunos pertrechos á
aquella torre, é puderon las escalaa. Los moros por-
que en lo alto no tenian defensas, descendieron á
una bóveda de la torre, é desde aqnd lugar echaron
pez é reaina con lino é con cáfiamo, é quemaron las
escdas, é los otros pertrechos que estaban arrimados
á la torre. Los chriatianos por los muchos tiros que
los moros facían, fueron oonstrellidos por aquella
hora de apartar el combate. E porque luego salieron
de la oibdad muchos moros para defender aquella
torre, el Bey mandó al Duque de Názera, é al Co-
mendador mayor de Oalatrava, que viniesen al com-
bate con sus gentes. Otro dia por la mafiana los
christianos traxieron otros pertrechos é tomaron á
poner las escalaa, é subieron por ellas á la torre, é
pusieron en ella las banderas de los capitanes.
Los moros, visto que los christianos la habían se-
fioreado, asentaron dentro en d arrabal dgunos ti-
ros de pólvora con que tiraron á la torre por derri-
bar las defensas que amparaban en ella á los chris-
tianos que habían subido. É con gran peligro de las
piedras y esquinas que tiraban de alto, llegaron los
moros al pié de la torre , é cavaron cierta parte da-
lla , é pusiéronla en cuentos para la derribar. Loa
christianos , por socorrer á los que habían subido,
llegaron con pertrechos al muro, que estaba ya
tanto derribado de las lombardas, que podían ver
á los moros que pdeaban de dentro. É por aqud lu-
gar, los christianos pugnando por entrar é los moros
defendiendo la entrada , duró la pdea entre ellos
todo aquel dia é la noche siguiente. Otro dia los mo-
ros con los tiros que fideron derribaron dgunas al-
menas que en la torre habían quedado por la parte
de dentro; é porque aquellas defendían á los christia-
nos que estaban en lo alto , fueron oonstrefiidos de
baxar á la bóveda de la torre que los moros habían
desamparado. Loa moros , visto que con todas sus
fuerzas no podían lanzar los christianoa de la torre^
DON FBBNANDO
poBitfon faego i loa ooentM dé mftder», é cayó una
parto deÜa oon algnnoa de loa óhriitíaiioa qoe la de-
fendían. Loa otroa que quedaron oon gran pena del
bumo é de loatiroa qne faoian loa moroai defendie-
ron la torre f aata qne otroa ovieron lagar de sabir á
loa soeorrer. B dotpocs qoe la aofiorearon , tiraron
della tantea tiros de piedraa y eapingardas, qae ma-
taban é ferian mnohoa de los moros que la oomba-
tian por la parte de dentro. É los christianos qae
oombatían por defuera, pudieron subir al muro, é
aaltando el fosado que los moros hablan fecho por
de dentro, pasaron adelante peleando oon los moros
por espado de trea horas. B alli fué neoeaario el es-
fneno del ooraaon juntamente oon la f nena de laa
manos , porque la pelea en aquellos lugarea fué tan
ferida, que no se ganó paso de aquellos arrabales,
que no fuese regado con aangre de los unos é de los
otros. Al fin los moros, quando no pudieron sof rír la
fuersa de loschristianos , se retraxieron á la oibdad,
é los christianos los siguieron firiendo é matando
algunos dallos ; é ansi quedaron apoderados de toda
la mayor parte de loa arrabalea. Otro dia Don Hur-
tado de Mendosa combatió un portillo que estaba
en el moro del arrabal por aquella parte donde te-
nia au estanca, é peleando oon los moros entró oon
su gente, é ganó una torre que estaba cercana de
aquel portillo. B algunos de sus escuderos ó peones
tendióroneepor las callea é otroa lagaréa del arrabal
que no aabian. Los moros, que conocian laa en-
tradaa ó pasos de aquellas calles, salieron por otra
parte, ó atajaron á aquellos que andaban desman-
dados, é pelearon con ellos, é á unos flríeron, é á
otros mataron; otroa se retraxieron al portillo que
hablan ganado. Y el acometimiento qne loa moros
ficieron contra los ohristianoa fué tan arrebatado,
que aquellos que estaban sobre la torre que hablan
ganado, perdido el sentido se dexaron caer della, é
la desampararon con toda aquella parte del arrabal.
B Aderan los moros mayor dafio en los christianos,
salvo que Don Hurtado socorrió con la otra gente,
é peleando con los moros , los retraxo fasta los me-
ter por la dbdad ; é tomó á recobrar la torre que los
suyos hablan desamparado.
CAPÍTULO LXXVm.
Cono la Reyot flao al real de Málaga, é de las eoeu qse ende pa-
aaroB.
Bn algunos lugares de los qne son en comarca
de la oibdad de Málaga, habla en aqnelloa dias pes-
tilencia, é laa gentea de la hueste por esta causa ca-
taban en temor recelando no la OTiese en el real.
Otros! aoaesció algunas Tccea haber carestía en loa
mantenimientos, quando laa fustaa por la mar é las
recuaa que los traían por la tierra, tardaban en ve-
nir con ellos. E como en las grandes huestes suele
acaescer, que algunoa murmuran é se quexan quan-
do aemejantes oosaa ocurren , algunoa malea ohrís-
tíanoB de livianos sesos é dañados deseos creian que
el Bey por estaa causas no se podría allí sostener ;
é oon gran dafio de sua ánimaa ó peligro de sua ouer-
i DOSTÁ ISABBL. m
pea; se paaaban á los moros, ó lea informaban dea-
taa coaaa, é agraviándolaa maa en dicho que eran en
fecho, lea dedan que las gentes del real estaban
mal oontentoB, é que ae iban de dia en dia ain licen-
cia dd I^y é de ana c^^itanea. B allende deato lea
daban á ontondor que la Reyna, temiendo la peati-
lenoia, esorebia de contino al Bey, suplicándole que
fldese luego alaar el real , ó que embiaba á mandar
á loa Qrandea que oon él estaban, que gdo oonse-
jaaen , por d recelo qne habla de algún dafio que
por cata causa acaedese en sus gentes. Y estos ma-
los ohristianoa amoneataban á loa morca, que puea
eran tantos é tan escogidos homes que se detovie-
sen, é no fldesen partido de entregsr la dbdad al
Bey , puea que d real no pedia alli durar. Loa mo-
ros que ligeramente creen laa oosaa que deaean, ea-
f orzábanse, ó crescíalea maa su pertinacia, pensan-
do ser verdad lo que aqudloa malea ohristianoa lea
decían. E moatrando sus f uensas para defender la
oibdad , f adán en los lugarea menea fuertea grandea
fosados é palisadaa, é todos los diaa sallan á pelear
oon los christianos que guardaban laa estanzaa.
Gomo el Rey fué injformado que los moros crdan
qne la Reyna procuraba qne ae alaase el red , á fin
de los quitar de aquel propóaito embió decir á la
Reyna, qne para la brevedad de las oosaa de aque-
lla conquista oonvenia que ella vinieae en persona,
y ésto viese en aqud dtío ; porque loa morca por ex-
períenda viesen 1« voluntad que él y día tenian de
permaneaoer en aqud cerco , é de lo no alaar por
ninguna cosa qne ocurrieae fasta ganar la oibdad.
Qoando la Reyna foé certificada destaa oosaa por
laa cartea é mensageros del Rey , acordó de venir al
red', pensando que d loa morca aopieaen de su ve-
nida, ae dexariande la esperanaa que aquella falsa
inf ormadon lea habla dado , é qne entregarían lue-
go la oibdad. Otrod ae movió á venir, porque ocur-
rian dgunas oosaa, ansí tocantes al dinero que era
necesario para sostener la guerra , en qne ella prin-
dpalmente proveía, como en otroa negocioa árduoa
de sus Reynos que continamente ocurrían ; loa qua-
les era neoeaario comunicar con el Rey, é reoebian
dgun detrimento por no se platicar con óL
Oomo la Reyna vino d red fué recebida por d
Rey, é por loa Grandea é oábdlerbs ; é comunmente
por todaa las gentes de la hueste con gran placer,
porque su venida les paredó ser alivio de loa traba-
joa paaados , é se esf orzaron mas para loa continar.
B dgunoa caballeros é fijoa-dalgo, é otroa manee-
boa dados á virtud que no hablan seydo llamadoa
este afio para la guerra , sabido que la Reyna esta-
ba en el real , se movieron á venir por sus personas
á la servir. Venida la Reyna d red , luego d Rey
mandó apretar maa d cerco, é facer cavaa é pdiza-
das en loa lugares donde era mas neoesario. B man-
dó á un intérprete que f ablaaa oon loa de la dbdad,
faciéndolea aabor oomo la B^yna era venida d red,
é que estaba en propódto oon el ayuda de Dios de
permaneaoer en aquel cerco, é de lo no alaar por
ningún caao que acaeaoiese fasta ganar la dbdad.
Por ende que ae dexasen de qudesquier palabrea
ttO •
qne contra erto Ifls fuaiMi diohuypnei rúuL noier
Yerdmdeni; é qae entr^iiea Inego la olbdad, y ai
Bej é la Beyna aa habrian piadoaamente oon alloa,
é lea darían auguro para qna pndieaan Ir libreman-
ta oon ana bianea á laa partaa de África ó de Eipafia,
aegnnlo habla dado á loada yelesniálaga.B que no
aaperaeen' tiempo tal que an rebeUon dafiiae á aa
vida éá en libertad, para que no pudiesen librar á
af ni á ana mngerea é fljoa de muerte 6 de oaptiya-
río. Oida por loa moroa eata amoneiitaoion, Inego
aquel capitán Hamete Zeli, é otro oapitan da la
gente de loa Gomerea, que ae llamaba Aliderbart|
menoapreoiando el beneficio de la libertad que por
parte del Bey é de la Beyna lea fué ofreacido , no
quiaieron reeponder, ni dieron lugar que moro nin-
guno reepondieae á la fabla que lea fué fecha; é
continuaron en mayor rebelión , teniendo oonfianaa
en la fortaleaa de la cibdad| y en la gente qna te-
nían para la guardar. Otroaí tanian eeperansa que
aquel litio no podia durar muohoa dias, por laa Uu-
Tiaa que en aquella tierra auélen oaeri laa qnalea
traerían toda la gente de la hueeta en perdición ai
allí eq;»era8an. E también porque aquella ábdadno
tiene puerto, éau playa ea tan peligroaa á loa na-
TÍoa en tiempo de fortuna, que ninguno pueda ca-
tar en ella ; y esperaban que oon la primera tor-
menta las fustas de la ficta peligrarían , 6 lea aeria
fornido de ir á otros puertos, y ellos habrian libar*
tad por la mar de ir á África , é los de África reñir
á la dbdad á la socorrer con laa gentea é proTisio-
nea que oyieaen menester. Ansimesmo pensaban
que acaeacerian en el real otroa algunoa inconvi-
nientea de los que suelen acaescer en laa hueatea
que estén muchos diaa en el campo. T eataa espe-
ransaa que loa moros tenían , lea dieron eafnerso
para se defender é poner dobladas guardaa en to-
daa laa fortaleaaa é muroa de la cibdad. Para lo
qual se dividieron en quadrillas cada una de cien
homes con un capitán , los unos para rondar, otros
diputaron para que saliesen á pelear, otros manda-
ron que eatoyieaen sobresalientes para socorrer álos
que peleaaen; é todaa estas gentea proveyeron de
armas é da muchas espingardas é ballestas é otros
tiros da pólvora. Armaron ansimesmo por la mar
acia albatoaaa é fornesoiéronlaa de gente é de mu-
ohoa tiros de pólvora. B defendieron que ninguno
de ios moroa respondiese á los ohrístianos é qual-
quier fabla que les dixesen ; é ni ellos entre sí unos
con otros fablasen en dar la cibdad por qualquier
partido que les fuese fecho, so pena de muerte.
Ovo algunos moroa que en au fabla mostraron vo-
luntad de responder á los ohrístianos, ó que no pa-
recían tanto diligentes en la defensa de la cibdad ;
y eatos talea luego fueron muertos 6 ferídos por
aquellos Gomeros ó por sus capitanes, sin esperar
dallos raaon alguna. E con estas muertes ó feridaa
que dieron á algunos, todos estaban tan atemoriaa-
doa, qna ninguno osaba fablar con otro é parte , ni
mortrarse negíigente en fecho ni en dicho, que to-
oaae ala defensa de la dbdad. Écadauno penaaba
de mostrar al esfuenO| ó de lo poner á otroSi é de
(m&tííb£É^tlaOB BITIB rá OASTILIiA.
no aceptar ni oir partido algonOi qia por loa dirfa^
tianoa la fueaa ofreacido. Loa mercaderes é otraa
gentea padfloaa da la oibdad , á quien la manera da
su vivir había f edio agenca del uso da laa armaa,
fueron puestos en tnrbadon tal, que ni penaabaa
tener amparo ni lugar aeguro á su vida ni de ana
mngerea é criaturas , ni sabían ai ara buena aquella
defenaa que aa fada , ó si ara mejor conaejo entre-
gar la dbdad al Bey ; porque d miedo de loa ohr ia-
tianoa que loa guerreaban de fuera , é la fuena da
loa Qomeres que los sefioreaban da dentro , lea pri-
vaba d entendimiento para haber conaejo*
capítulo TiTnrnr,
nsUftfaa fss le eie cea Isfis la fortalan la GiaralteSb
Las lombardaa que d Bey mandó aaantar contra
doastillodaQibralfaro, tiraron algunoa diaa á una
torre la maa alta de aqud oastillo, é otra menor
que cataba cerca ddla, é á un muro que había en-
tre ambaa eataa torres; é derribaron gran parta del
muro é de laa torrea , de manara que pareacia no
quedar defensa ninguna á loa moroa para se ampa-
rar en ellaa, d d castillo por aqudla parta se com-
batieae.
Loa moroa, víate aquel dafio, luago fideron por
de dentro un fosado é lo f ortalederon oon palixadaa
é tapias, da manera, que la entrada por allí fuera
peligroaa é loa ohrístianos. Algunoa capitanea que
dnbdaban de la defensa que loa moroa Aderen por
de dentro , consejaban que d castillo se debía com-
batír, puea las lombardaa habían derribado todaa
laa defensaa que los moros podían tener en aquella
parte. El voto de otros era que no se dd>ia cometer
el combate ; porque sospechaban que loa moroa ha-
bían fecho laa dafenaaa que fideron. E dedan, que
d el muro se ganase, aqudlo aeria á gran peligro
de loa christianos ¡ é aunque lo entrasen , la entra-
da sefla sin provecho, porque no podrían paaar
adelante por la gran cava é defensaa que los moros
temían f ediaa por las partes de dentro. Al fin de al-
gunas plétícaa fué acordado que cesase d combate;
pero que d Marquéa de Gélía acercase maa su estan-
ca d caatillo por aquella parte de laa torrea derri-
badaa ; é que esto se podía facer seguramente , puea
que loa moros no tenían defensa dguna donde lo
podiesen resistir. El Marqués, visto el aouerdo que
sobre esto se ovo , aunque dubdoso de llegar su es-
tansa tanto cercana al muro ; peco porque no parea-
dm^ refusar qudquier trabajo aunque fuese pdi*
groso, fizo llegar au estansa cerca del castillo quan*
to un tiro de piedra de la mano.
Loa morca, visto que los ohrístíanoa se habían lle-
gado tan cerca, salieron faata dos mil ddlca dando
grandes darídos é tirando tiros de saetea é piedraa
y espingardas. E con el aoomotímiento arrebatado
que suelen facer, paaaron las dafenaaa que tenia el
estansa que había acercado d Marquéa, é firieron
é mataron algunos de los que la guardaban; é fue-
ron mas adelante pdeando con los christianoa que
venían á ayudar á los que cataban en d eatansa. El
t)ÓÑ FBBNAIIiX)
íian¡[u<tf é bou Mártiií de Oirdoba, é Gtroi Bravo,
Aloayde de Atiensa, é algnnos de loe gallegoe oon
ene oapitaníae, é otrae gentea de las Hennandadea
que eataban en otraa eetansas oercanaa á la del
Marqués , ealieroii luego á rerieiir los moros. B por
los grandes barranoos é quebradas que habla en
aquellas oueeUs , pelearon á pié unos eontra otros
con tanto denuedo, que llegaban á se ferir oon las
espadas é con los pulíalos ; é los unos calan muertos
de las f cridas , otros rodaban al fondo de las cues-
tas. É los moros peleando á su ventaja, é los ohris-
tianos á su peligro perla dispusidon de los lugares,
duré la pelea por espacio de una hora, fasta que
acudieron mas gentes que fioieron retraer á los mo-
ros. En esta pelea fueron muertos Garci Brayo, Al-
cajde de Atienaa, é Ifiigo Lopes de Medrano, se-
fior de Oabanülas, é Gabriel de Sotomajor, é otros
dos capitanes de los gallegos, que se llamaba el
uno Pedro Pamo j él otro Vasco de Keyda , é otros
tres capitanes de las hermandades , é algunos peo-
nes gsUegos é castellanos ; é fué el Marqués f erido
de una saeta en el braso, al qual no fálleselo fner-
aa en aquel lugar, pero falleció lugar para usar de
su fuena, porque la aspereaa de los barrancos lo
impedia ; é fueron feridos otros muchos.
Gomo los moros fueron retraídos al castillo, lue-
go el Marqués, Tisto el gran peligro é poco proTc-
oho que se habla en tener la estanaa tan cerca del
castillo, ffeola retraer al lugar donde primero esta-
ba. É cesé ansimesmo el consejo que algunos daban
para que se oombatíese , por d peligro que parcelé
en la gran defensa é mucha gente de moros que lo
guardaban.
OAPItUIiO LXXX.
Gomo MIomIÓ la pólfortt é do la provisioB qio lo lio |ifa la
habor.
Las lombardas é otros tiros del artillería, no cesa^
ban de tirar por todas partes tan continamente que
f allesció la pólyora. El Rey é la Beyna embiaron
luego tres galeras , una á la oibdad de Valencia,
otra á la cibdad de Barcelona , é otra al reyno de
Sicilia, para que traziesen pólTora. Otrosí embia-
ron ¡al Bey de Portogal, á le rogar que embiase la
mas pólvora que se pudiese haber en su reyno, é de
todas partes fué traída gran cantidad de pólvora;
pero los tiros eran tantos é tan continos, que se gas-
taba toda la que se traía por la mar é por la tierra.
Los moros, confiando en sus fuersas, salían á pelear
algunos días contra unas estansas , otros días contra
otras, según yeian la dispusíolon de los lugares
contra quien mas dafio podían facer ; é ningún día
pasaba que no peleasen por dos ó tres partea. E tan
oontinas eran las peleas, que conyenia á los ohiis-
tianos estar todas horas en las estansas armados é
^leroebidos, recelando ser acometidos por los mo-
ros. É destas peleas caían algunos muertos é otros
feridos , que se retraían á las tiendas que se dedan
d Hospital de la Beyna, donde eran curados.
I eomo quier que los moros yi^os é las magares
0
¿ DOÍt A ISABjtíi. 4él
é otras gentes de la cibdadfaoian plaatoégemianlas
muertes é lasferidas de sus fijóse de sus maridóse
de otros sus propíneos , é la destruicion que todas
horas yeian de su dbdad, pero ri alguno mostraba
desear ooncordía por escusar aquellos males, loa
Gomerea , gente inhumana, ó lo mataban , ó lo ator-
mentaban ) de manera, que ninguno osaba moyer
trato de concordia con d B^ é con. la Beyna»
Aoaesció un día que dgnncs homes pacíficoa de la
cibdad secretamente se concordaron de embiar un
moro oon una cédula de creenda al Bey é á la
Beyna, para moyer oon ellos trato de les entregar
la cibdad por una parte que dios entendían haber
para dar la entrada , oon seguro que oyiesen para
las yidas é bienes é libertad de sus personas é de
todos los que estoyiesen en la cibdad. Este moro sa-
lió secretamente é fué tomado por las guardas é
traído d Bréala Beyna. Los quales oída su em-
bazada, le dizeron que les piada dar seguro á todos
los de la dbdad en la forma que lo suplicaban. É
como el moro tomase con la respuesta por aqud lu-
gar é á la hora asentada oon aquellos que le embia-
ron, las guardas de los moros Gtomeres que le yieron
yenir, queriéndole prender, lo firieron. T d moro f e-
rido escapó de sus manos é pudo yolver foyendo d
red, é murió de las feridas que le dieron.
CAPÍTULO LXZXL
Do la oeraaqao lo flxo,é do la iiarda qto d Roy lia RofBa ttaa»
daros ^VMt on lu oolaiiaa.
Los moros sallan de la dbdad á pdear por todaa
partes con los que guardaban las estansas puestas
en la tierra, 6 con sus albatoias con las gentes que
guardaban la mar : de manera que las peleas no ce-
saban por la mar é por la tierra. E por dguna rde-
yadon de los trabajos que las gentes dd red habían
después que fueron ganados la mayor parte de los
srrabdes, d B^ mandó poner las estansas oercanaa
áloe muros de laoibdad.B porque eran muchas écon-
yenia que estoyiesen bien f ortalesddas oon oayas é
palenques é otras defensas é fomeeoidas de gentea é
pertrechóse de otras cosss necesarias; dBeydiócar-
go á tres caballeros de su hueste para que todos los
días andoyiesen por d circuito de la dbdad proye^
yendo á los de las estansas de las cosas que les eran
neoesariaa. El uno destos csballeros era Gardlaso
de la Vega, el otro se llamaba Juan deZéfiiga, y d
otro Diego de Atayde; é cada uno destos andaba
por su parte proyeyendo las oosaa que eran menes-
ter para fortificar las estansas , ae td manera que
los moros no pudiesen salir oomo muchas yeoes sa-
lían á pdear oon los que las guardaban. É porque
en aquellas partes que desdenden de las cuestas d-
tas de Gibralf aro fasta la mar , las estansas no se
podían bien fortificar con oayas é pdenques , por la
indispuddon de los lugares, d Bey é la Bqrna man-
daron que se ficíese una gran cerca que guardase
toda aquella parte que rodea la dbdad desde la for-
tdesa de Gibralfaro hasta la mar, é desta otra parte
{asta llegar á los airábales; é luego foé fecha de
V *•
Í6i
tmómOÁB DB tOB ítBtTEB DB OAemiitiA.
trefltaplM en alto; éfioi¿ronse en ellaalgnnoB por-
tillos, é mandaron poner en ellos gentes qne los
gnardasen. É oon esta oeroa, todos los qne guardaban
aquellas partes estaban mas seguros ; porque los
moros no habían logar de salir á dar en los ohris-
tianos, ni de faoer tanto dafio oomo faoian oon los
tiros que tiraban del muro é torres de la oibdad*
I
CAPÍTULO LXXXtl.
Do lof CoiiMjot qse le OTieron , it le debía eoMbitic, U cU^dad
d« Máltfa.
Bn el real habla grand abundanoia de manteni-
mientos, porque todos los dias yenian naTios de
los puertos de la mar que son en el Andalucía, car-
gados deproYisiones é de las otras cosas necesarias.
Algunos moros de África, sabido el cerco que esta-
ba puesto sobre aquella cibdad, armaron de sus
fustas , é puestos en el estrecho de Gibraltar , to-
maron algunos baroos de aquellos que oontinamen*
te iban ó venían con bastimentos é provisiones. B
por esta causa mandó el Bey á los capitanes de la
flota , que pusiesen en aquella parte navios armados
que guardasen la mar.
Otrosí algunos malos ohrístíanos , que según ha-
bemos dicho se aventuraban á entrar en la cibdad,
informaban á los moros del estado del real, dicién-
doles los que eran muertos é feridos, é los trabajos
6 dolencias que padescian 6 recelaban padesoor las
gentes de la hueste. Otrosí les decían , que los mo-
ros de allende tenían en la mar navios armados en
su favor, ó que escusaban los mantenimientos que
venían al real. B que las gentes déla hueste no po-
diendo sofrir estos trabajos , se iban de día en día,
é que el Bey constrefiído por estas causas alzaría
presto el reaL Los moros, informados de estas cosas,
como quier que los mantenimientos se les iban di-
minuyendo, pero todavía duraban en su rebelión é
no querian venir en ninguna f abla de partido , es-
perando que el cerco en breve se alzaría. B desea-
ban notificar álos de Granada 6 á los de las otras
dbdades , el estado de la cibdad é como les eran
necesarios mantenimientos é socorro de gentes. Al-
gunos moros de la cibdad con zelo de su secta é
amor de su gente, se disponían á morir ó á enga*
fiar; é salían de la cibdad, é poníanse en las manos
de las guardas , ofresciendose á ser ohrístíanos. T
estos informaban al Bey, de como la cibdad estaba
bien proveída de gentes é de mantenimientos; é
Goñosciendo que el combate seria peligroso á los
christianos, daban á entender al Bey, que la cibdad
se podía tomar si se combatiese por aquellas partes
donde las lombardas habían tirado. Otros moros
que salian de la cibdad, é se pasaban á los christia-
nos por falta de mantenimientos que había en la
cibdad , informaban al Bey de lo contrario , ó de-
oían que los mantenimientos se diminuían , ó no se
fallaba pan á comprar como solía, é que si de fuera
no fuesen proveídos , presto la hambre les f aria en-
tregar la cibdad.
Habidas estas informaciones contrarias unas de
otras, algunos caballeros é capitanes, reoeíando
que en la diladon del tiempo podrian venir lluvias
ó recrescerse otras cosas que ftoiesen alzar el oeroo,
consejaban al Bey, que debía mandar combatir la
cibdad por aquella parte que guardaba el Maestre
de Santiago, donde las lombardas habían derriba-
do algunas almenas é otras defensas de las torres é
del muro : porque entendían que después que los
moros perdieron los arrabales, no tenían aquellas
fuerzas que solían tener para defender ; é que si
viesen llegar los pertrechos al muro, por ventura
vemian en alguna fabla para entregar la cibdad.
Bl voto de otros era, que por agora no se debía
cometer el combate, porque los muróse barreras
de la cibdad eran muy fuertes é altos , é tenían tor-
res grandes éoercanas unas de otras, é había den-
tro mucha gente que las defendía. B oomo quier
que el artílleria había derribado las almenas é de-
fensas del muro é de algunas torres, aquello era
en solo una parte de la cibdad , é que las otras par*
tes estaban sanas é con enteras defensas. Decían
ansímesmo, que para combatir tan grande oibdad,
eran necesarios muchos mas tiros de lombardas
gruesas de los que había, para que fidesen portillos
en muchos lugares de la cerca, por donde la gente
pediese combatir, é los moros de dentro no podio-
sen socorrer á todas partes. B que combatiéndose
solamente por aquella parte , podrían peligrar mu-
chos ó de los mejores de la hueste : porque aqudlos
son los que con mayor esfuerzo osan ponerse á los
peligros. B portante decían que el combate debia
cesar, fasta que mas é mejores partes del muro fue-
sen derribadas. Otrosí dedan que debían esperar
para saber mas derta información del estado de la
dbdad , é de la falta de los mantenimientos que los
moros tenían; porque se debia creer, que cibdad
tan grande é populosa no podía durar muchos días
sin ser provdda de mantenimientos que le viniesen
de fuera ; ó que estos no habían logar de entrar por
mar ni por tierra, por las guardas que en todas
partes había.
El Bey, vista aquella diversidad de votos, estaba
en dubda de lo que debia facer, porque oomba-
tíondo era cierto el peligro é no cierta la entrada, y
esperando , se recelaban los inconvinientes que re-
crescen en la dilación de los cercos , considerando
que los moros satisfacen á la natura con poco man-
tenimiento. B después de algunas pláticas que so-
bre esto se ovieron, la Beyna acordó que se suspen-
diese d combate fasta que se pudiese facer con nu-
yor seguridad de las personas. B allende de los per-
trechos que estaban fechos para combatir, manda-
ron luego facer mantas reales , é mantas de carre-
tones encoradas con cueros de vacas , é mandare-
tes, ó bancos pinjados, encorados de manera que
no pudiese en ellos prender el fuego , para que oon
ellos se pudiese cavar el muro. Fideron facer ansi-
mesmo bastidas de diversas formas é de singular
artifido compuestas , en cada una de las quales po-
dían ir seguramente cíen hornos. B fioiéronse grúas
6 torres de madera ; é destas torres sallan unas es**
X
bOÑ t^BNANDO
c«Im oatíertos de madera por loe lados , pera echar
■obre loe miiroe ; j en eetaa eeoalae estaban enxeri-
das otras esoalaSi para descender el moro abaso.
Ansfanesmo mandaron facer galápagos de madera
graesa é oabiertoe de cueros , é otras escalas com-
puestas, é todas las otras cosas que eran necesa-
rias para que oon mayor seguridad el combate se
pudiese facer. B acordaron que se fioiesen minas se-
cretas por debazo de tierra ; dallas para poner al-
gunas partes de los muros en cuentos , é deUas para
que alguna gente entrase en la cibdad entretanto
que los combates se daban á los moros.
E mandó el Bey ai Duque de Náxera é al Qonde
de Benayente, que por la parte de sus estanzas fi-
oiesen una mina, é al donde de Feria mandó facer
otra por la estansa que guardaba. T en la estanza
del OlaTero de Oalatraya otra mina , é por la estan-
ca que guardaba Don Fadrique de Toledo se fioiese
otra mina.T en estas minas se puso gran diligen-
cia; porque todos los dias ó las noches andaban los
minadores con muchos peones cavando por aque-
llas quatro partes que el Bey acordó que se minase.
OAPÍTÜLO LXXXni.
D« las wni qas yiuroB ss Graitdt.
Entre los dos Beyes de Qranada orecia riempre
la enemistad , é como en los pueblos de los moros
se sopo que los de la cibdad de Málaga estaban
en necesidad de mantenimientos , quisieran poner-
se á todo peligro por los socorrer, salvo por la divi-
sión de los dos Beyes.
El Bey viejo que estaba en Guadiz, requerido
por algunos alfaquíes de la tierra, escogió algunos
moros de caballo é de pié, y embiólos camino de
Málaga con un capitán para que entrasen en la
cibdad. Ertos caballeros moros, creyendo que di
entrasen ferian grande f asafta , é si muriesen pe-
leando ganarian el ánima, iban con voluntad de
morir , ó entrar en la cibdad. Quando el Bey meso,
que estaba en Granada, sopo que el Bey su tío em-
biaba aquélla gente , juntó los mas moros que pudo
á pié é á caballo de la cibdad de Granada , y embió
un capitán á pelear oon ellos ; é desbaratólos, é ma-
tó algunos dellos, é los otros fuyeron, é tomaron
para la cibdad de Guadiz. T embió sus embazado-
res al Bey é á la Bejma, faciéndoles saber el venci-
miento que ovo contra aquéllos moros que les iban
á deservir. E ansimesmo les embió decir, como era
informado que en la cibdad de Málaga sediminuian
ios mantenimientos, é que mandase poner grande
guarda por mar é por tierra, de manera que no pu-
diesen ser socorridos de gente , ni de provisiones, é
que con esta guarda sin otro combate hsbria pres-
to la cibdad. Otrosi embió al Bey presente de caba-
llos é jaeces de oro, é á la Beyna embió presentes
de sedas é de perfumes ; é snplioóles que le oviesen
por su servidor, é le mandasen las cosas que fue-
sen en su servicio, porque él las faria oon toda leaL
tad. El Bey é la Bri^jma gelo embiaron áregradesoer
Ó mandaron dar sus cartas para todas sus clbdades
i D09A ISABEti. 4¿3
ovillas, é para los áloaydes de las fortaIeBas,que
le diesen el favor que oviese menester contra el
otro Bey su tío ; é queguardaien el seguro que ha-
blan dado á los lugares que estaban por éL Los mo-
ros que vivian en la cibdad de Granada y en todos
los oíros lugares , como quier que sentían gran do-
lor por el cerco que estaba puesto sobre la cibdad
de Málaga ; é por los mantenimientos que le falta-
ban quisieran ponerse á todo peligro por los socor-
rer, á fin que ellos no perdiesen, ni los christia-
nos ganasen cibdad tan noble ; pero no osaban
mostrar por obra la voluntad que tenian secreta,
por no perder la seguridad que el Bey é la Beyna
les hablan dado, oon la qual tenian libertad para
labrar el campo , é andar con sus mercaderias, é fa-
cer sus contrataciones seguramente por todas
partes.
QAPÍTULO LXXXIV.
Do loi eabiüeroi dsl Reyío ie ▼•lesela I del Prtiolpado do Ct.
talila 4S9 Tiilores al real.
Oomo en las dbdades de Valencia é de Barcelona
é de Zaragosa , y en aquellas partes fué la fama que
el Bey acordaba de combatir la cibdad de Málaga,
é algunos caballeros é fijcs-dalgo de aquellas par-
tidas sopieron que la Bejma estaba en el real, ó
oyeron los peligros é trabajos grandes que se ha-
bían en aquel sitio, movidos oon selo de virtud se
dispusieron avenir por servir al Bey é á la Beyna
en aquel fecho de armas. Los nombres de los qua-
les son los qoe se signen : Don Juan Buis de Oo-
rella , Conde de Oocentsjma oon una nao armada,
é Don Juan Francés de Prozita , Oonde de Almena-
ra é de Aversa , con otra nao armada, é Mesen Mi*
guél de Bnsquete, con dos galeas armadas, é Don
Diego de Sandoval, Marqués de Denla, oon fasta
otros quatrocientos fljos-dalgo naturales de aque-
llas tierras. E todos estos que eran homes é fijos de
homes principales, vinieron bien fomesoidos de ar-
mas é de las otras cosas necesarias á la guerra. B
algunos déUos que vieron los pertreches que el Bey
é la Beyna mandaron facer para el combate, é lo
que las lombardas hablan derribado , consejaban al
Bey que el combate se cometiese por aquellas par-
tes de la cibdad donde la artüleria habla derribado
parte del muro.
Durante estas cosas fueron tomados dos moros
de la cibdad, que certificaron al Bey é á la Beina,
que f allescia todo el pan de trigo , é que comían
pan de cebada. Esta información habida , el Bey é
la Beyna mandarotí , que todavía se suspendiese el
combate fasta saber mayor información del estado
de la dbdad. Otro día salió otro moro , que certificó
al Bey é á la Beyna la mengua de los manteni-
mientos que los moros sofrian ; pero que todavía
estaban en propósito de defender la dbdad. Porque
habian reoebido cartas é mensageros de la dbdad
de Basa, por las quales losesfonaban para que du-
rasen en aquella defensa que fadan ; é que les cer-
tíficaban , que ganaban tan gran corona de virtud
qae anii lof que eitábin «o U otra vida !«•
embidia, édefloaban eiUr en Málaga á mt paitíd-
pes oon eOoi en loa trabajoa que teman en defen-
der aquella oibdad; é qneeeperaban en Dioe, qne il
lasgentee de loamoroe no loeaoooirieeen, él por en
gran piedad loeiooorreriamilagroeamente.La ham-
bre oreioia en la cibdad,é loe moroa Gomerea anda-
ban por lee oasaa bascando pan do qnier que lo falla-
ban y é tomábanlo , é repartíanlo entre ai ¡ é qnan-
do algono negaba el pan qne tenia , matábanlo é
tomaban todo el mantenimiento qne tenia en en
caaa. En el real había gran ábandimcia demante-
nimientoe, porque ñempre estaban en el oampo
grandes montones de fariña é de cebada para qoal-
qnier que dallos quería oomprar. B allende desto
todos los dias ▼enian por la mar naTÍoa oai^adoa
depanéYÍno,éde paja é cebada» é de todaa las
prorisiones que eran menester de los puertos del
Andalucía, é del Beyno de Valencia, é de otraa
partes. S como concurrían gentes de tantea partes
al real, habla en la hueste muohce enfermoe , é la
gente estaba fatigada de loe trabajos que pasaban
é peleas que contino habían con loe moroe. £ por-
que eetaban fechas muchas ramadas, les qnales
estaban ya secas, recelaban de algún fuego qne
por caso se encendiese, ó que fuese echado por loe
moros mudóxares que andaban en el real ; é ansi-
mesmo se temía de algún veneno que se echase en
los pocos del agua donde las gentes bebían. B por
esta cauaa el Rey é la Reyna mandaron que todos
los moros mudóxares saliesen luego del real , é no
tomasen á él sin su licencia, B dende en adelante
mandaron que de día é de noche andoTÍesen oon la
justída homes que amonestasen á las gentee que
guardasen el inconviniente del fuego , é que mirase
cada uno por loe homee que andaban sin sefior , ó
sin tener causa de estar en el real, de quien se pu-
diese sospechar algún mal, é que lo notifloasen á la
justicia. B los Aloaldee ponían tanta diligencia en
esto, y en la exeoucion de la justicia, que el miedo
délas penas facía refrenar á loe malos, é tíyít en
seguridad á los buenos. Oosa fue por cierto dina de
exemplo , porque con algunas justicias que en el
principio se ezecutaron , no se falló entre tantas
gentes, y en tanto tiempo que uno sacase arma
contra otro, ni andoyiesen en el real latrooinioe, ni
otros excesos de los que en las grandes huestes sue-
len aoaescer.
CAPÍTULO LXXSV.
]>• til pdMi fio lanroii os lu mIbm qto m flderoe eoitn la
dbáad de MáUft.
La hambre crescia mas todos los dias en la db-
dad, ó no se fallaba pan ninguno de cebada ni de
trigo. Los capitanes moros andaban á lo buscar por
lascases , ó todo lo que fallaban ficieron juntar , ó
dieron cargo á algunos que lo toviesen | ó repartie-
een á cada un moro de los que peleaban quatro on-
sas de pan á la mafiana, é dos á la noche.
So ««toi disi U9 nÜAis qooie comenmon ando*
ÓBÓHIOAS DB Los tUSTBS DB GASl^LLÁ.
▼ienm adelante, ó las del Duque de Máxera, i ¿ti
Conde de BenaTente, ó del OlaTeio de CelatraTa,
llegaron á loe morca de la eibdad. Lea moroa como
las sintieron cafaron por dentro , ó fideron contra-
minas fasta que llegaron á se deeonbrir las nnaa
contrarias de las otrss; ó los christianoa por su par-
te, ó loa moroe por la suya , puderon grandes guar-
das. B loa moros acordaron de facer una gran cara
delante de la barrera en aquella parte donde habían
tirado las lombardas, porque á la hora del comba-
te loe pertrechos no pudiesen llegar á sos muros. B
comensando á carar por de fuera, loe christianoa
oomensaron la pdca con aqudloe que caTaban,ó
lansábanles tiroe de ballestaa ó de espingardas por
empadiarlee aquella labor. Loa moros pusieron
mantea ó otraa def enees para que pudiesen csTar
sinrecd>ir dallo. T entretanto que cavaban no oe*
eaban lae peleee entia loe unos ó loa otros, fasta
llegar tan juntos que se ferien oon laalansaa^ooa
las espadas; y entretanto que loa unos moros pelea-
ban, loa otroa cavaban. Bata manera de pelea du-
ró entre dice por eepedo de seis dias qne no cesó
el pelear ni el cavar, fasta tanto que los moros aca-
baron de feoer la cava que oomensaron. B In^go re-
quirieron lea minas , ó fallaron que otra mina qne
había comenzado Don Fadrique de Toledo , llegaba
á los muros de la dbdad ; y dice fideron otra con-
tramina , ó aventurándose á gran «peligro entraron
por ella, ó pdearon con los que la guardaban, y
echaronloe fuera, ó pusiéronle fu^go , ó derribaron-
la toda. Como vieron loe moroe derribada aquella
mina, cobraron tanto eefnerso, que pensaron co-
meter pdea por todas partee, á fin de quemar óder-
ribar las otras minas; ó armaron sos albalosas, ó
fomesderonlas de gentee, ó de tiros de pdvora. B
ordenaron que doe capitanee de cada den homea
fueeen á dar en laeetansa que guardaba la gente
de Córdoba, do era capitán Qard Femandea Manri-
que, ó que otroe quatro capitanee con quatrodentoa
homee sdieeen á dar en la estansa dd Akayde de
loe Doncelee. Andmeemo que otras gentee saliesen
á pelear con las gentee de las eetansas que guarda-
ban d cerro que estaba contra d castillo de Qibral-
faro. B mandaron áloe que guardaban lea minea,
que pdeasen con loe chrístíanos ; ó los unos por la
mar ó los otros por la tierra ó otroa por dd>axo de
tierra, todos á una hora cometieron la pelea con loa
duistíanos. Los capitanee de la mar embiaron al-
gunos navios pequefioe que Uegasen cerca de la
tierra para resistir á los moros que con eu artillería
fadan dallo en las fustas mayores. Otrod los de lea
otras eetansas, ó los que guardaban las minas, de-
fendiendo cada uno por au parte, pdearon con los
moros {ó por ladispusíobn de los lugaree, veoea
retrdan los moros á los christianoa, vecee pujaban
los diristianos contra los moros. Brtas pdees por
la mar, ó por la tierra, ó por debaxo de tierra dura-
ron por espado de seis horas.
Al fin los capitanee diristianos que pdeában por
la tierra, á gran pdigro arremetieron contra loa
moi^s, é recibiendo f eiidas d9 loi ikUr?^ 4 firtea^
{ . DON PBBNANÜO
do en lo0 moros, los fioleron retraer á la dbdad. B
los moros qae peleaban por las minas no oyieron
lagar de les echar fnego^ por la resistencia qae ficie-
ron los ohristianos qae las guardaban. Gomo los
. moros no tosiesen mantenimientos dentro, ni espe-
rasen socorro de fuera , é viesen en las peleas caer
cerca de sí unos muertos é otros f crides , cosa fué
dina de notar la osadia qñe aquella gente bárbara
tenia en pelear, é la obediencia que tenían á sus ca-
pitanes, é sa trabajo en reparar sus defensas, é su
astucia en los engaftos de la guerra, é la constancia
que toTieron en d propósito que comenzaron.
CAPÍTULO LXXXVI.
ito la esibandi é praMote qoe embM el Rey Í9 Treneeas.
En estos dias vino un embaxador del Rey de Tre-
mecen, que es en los Beynos de África, al Rey é á
la Reyna, con el qual les embió gran presente ; al
Bey de caballos moriscos é de jaeces de oro é al-
bomozes, é á la Reyna vestiduras de sedas de di-
yersas maneras, é argollas grandes de oro, é perfu-
mes, é otras cosas de las mas preciosas que se asa-
ban en aquéllas partes.
Aquel embaxador dixo al Bey é á la Reyna, como
el Rey su sefior habia oido la fama de su gran po-
derio, é que habia visto los muchos moros que ha-
blan pasado de estas partes á las partes de África
con su seguro, el qual les era guardado oompKda-
mente, é que por ser reyes tan poderosos é de tanta
verdad é virtud, deseaba ser bu servidor, é facer su
mandado. Por ende , que les suplicaba que le reci-
biesen en su encomienda, é que le mandasen dar
su seguro para él é para los de sn Beyno ; porque
no recibiesen dafio de sus flotas que andaban arma-
das por la mar, ni de sus gentes que descendiesen
en tierra. El Bey é la Beyna le respondieron, que
le agradesdan el presente que les habia embiado, é
mucho mas su buena voluntad é ofresdmiento ; é
dieron su seguro para todos los subditos de aquel
- Beyno de Tremecen. E mandaron á los capitanes
de la mar que lo guardasen, é no les ñoiesen guerra
ni dafio, guardando ellos de facer guerra á los su-
yos, é no ayudando á los moros de Granada con
gente, ni con armas, ni con mantenimientos.
CAPÍTULO LXXXyiL
De la ottdla qaa ooMetM sa Moro da loa Gomarea.
La hambre oresoia mas en la dbdad, é los moros
. ya no comian p&n sino muy pocos, é no tenían car-
ne, é los mas dellos comian carne de caballos é de
asnos ; é aquella gente de los Qomeres entraban en
las casas de los judies, que habia en aquella oibdad
é robaban los mantenimientos que tenian, é vinie-
ron á tal estado, que algunos de los jodies murie-
ron de hambre.
Sabida entre los moros de otras partes la hambre
que padecían los de Málaga, é los peligres que es-
peraban, quisieron ponerse á toda aventura por los
socorrer ; é tenian la voluntad para ello tan presta.
ÉD09A ISABEL 466
que con qualquierá de los Beyes se áventarabañ i
la muerte por librar á los de Málaga de aqud pe-
ligro. Un moro qué se llamaba Abrahen Algerbl,
natural de la oibdad de Guerbá, que es el Beyno de
Túnez, d qual moraba en estas partes en una aldea
de la oibdad de Gnadiz, condbió en su ánimo de se
disponer á la muerte por matar ál Bey é á la Bey-
ná ; porque con esta gran fazafia f aria alzar d real
de Málaga, é muriendo vengarla á los moros de to-
das las muertes é pérdidas de tierras, que les ha-
bían fecho los chrístianos. Este moro publicó entre
los moros que era santo, é que Dios le embiaba
con un ángd revelaciones de lo que habia de ser;
por las quales sabia que los moros serian reparados,
é la oibdad de Málaga quedarla victoriosa contra
los ohristianos que la tenian cercadai B como los
moros por la mayor parte son livianos, espedal-
mente atribuyen fe á sus alfaqufes, é tienen por
santos á los que viven en los yermos á manera de
ermitafios, juntáronse con este moro fasta quatro-
cientos moros, dellos Gomeros de allende, dellos na-
turales destas partes, é acordaron de le seguir , é
aventurarse á todo peligro , faciendo lo que les di-
xese. Estos moros vinieron camino de Málaga, é por
no ser sentidos de las guardas y escuchas, andovio-
ron de noche por las montafias é sierras ásperas
fuera de camino, fasta que llegaron cerca de la
dbdad ; é ahí acordaron de entrar per una estanza
la mas cercana á la mar por la parte de abaxo, do
estaban las estanzas oontra Gibralf aro. B una ma«
ñaua, oam al alba, los decientes dellos vinieron sú-
pito, é dieron en los christianos que guardaban
aquella estanza, é los otros cometieron á las otras
mas cercanas. Los chrístianos aunque salteados,
comenzaron la pelea con ellos. Los moros algunos
entrando por el agua de la mar, otros saltando por
los palenques , entraron en la dbdad fasta doden-
tos ; todos los otros fueron muertos é presos.
Aqud moro que tenian por santo venia en pro-
pósito de se of reoer por captivo á los ohristianos
para poder facer lo que en el ánimo habia concebi-
do. E porque.no faese muerto con la furia dd. ven-
dmiento, con grand astuoia que en aquella hora
tovo, se i^artó del lugar do peleaban, é púsose de
rodillas, é alzadas las manos al cielo ñngtó que ha-
cia oración. Los christianos habido d vencimiento,
buscando los moros por las cuestas é barrancos que
estaban en aqudla parte, fallaron aqud moro en la
manera que habemos dicho. E como vieron que no
fada movimiento ninguno , llegaron á él, é llevá-
ronlo preso al Marqués de Cáliz. E preguntándole
dgunas cosas, le respondió , que era moro santo , é
que sabia las cosas que hablan de acontecer en
aquel cerco, porque Dios golas habia revelado. Pre-
guntóle el Marqués d sabia quando é oomo se ha-
bla de topiar aquella dbdad, é respondió, que bien
sabia como é fasta quanto tiempo se tomaría,
pero que Dios le mandó, qoe no lo dixese á otra
persona salvo al Bey é á la Beyna en su secreto. El
Marqués, oomo quier qae conoció aqudlo ser livian-
dad 9 pero enviólo á dedr al Bey é á la Beyna«
30
I6é 0BÓNI0A8 D8 LOS BÉTBS DlC
Lm qnalet rnaadinm que lo traxieíoa ante elloai
y* en la forma que fué fallado qnando lo prendie-
ron, Teatido un albornos, é oefiido un terciado, fué
trudo á la tienda del Bey é de la Beyna, rodeado
de modiaa gentei qae le deaeaban yer, poiqae ya
la fama aonabá de aquel moro que ae decia aanto.
Aoaedó qae el Bey habla comido, é dormia á la
hora qae llagaron oon ¿1 á aa tienda. B aqoí pare-
eió claro como eeta Beyna era movida á laa ooaaa
por alguna inapiraoion divina, porque oomo qoier
que erahomána ó también ella oomo todaa laa gen-
tea le deaeaban fablar, pero foé ooaa marayilloaa
qae en aqaella hora la Beyna , tocada de algon es-
pirita dirino, dixo qae no lo qaeria yer, é mandó
qae lo gaardasen faera de la tienda fasta qae el
Bey despertase. B los qae lo traían metiéronlo en
ana tienda oercana á la tienda del Bey, donde po-
saba Dolía Beatris de BoyadiUa, Marqaesa de Mo-
ya, é otra daefia qae se dedá Dolía Felipa, mager
de on caballero qae se llamaba Don Alyaro de Por-
togal, fije del Daqoe de Bergansa, oon las qaaiea á
la hora estaba aquel Don Alvaro. Bl moro como no
sabia la lengua , creyó según él i^Nurato é vestidu-
laa que vido i Don Alvaro é á la Marquesa, que
aquellos serian el Bey 6 la Beyna, é poniendo en
obra su propósito, sacó aquel terciado édió á aquel
caballero Don Alvaro una gran cachillada en la
cábeaa, de la qual llegó á punto de muerte ; ó tiró
otra cuchillada á la Marquesa por la matar, ó oon
la tarbadon que ovo no le acertó ; é diórales otros
golpes, salvo que un tesorero de la Beyna que se
llamaba Buy Lopes de Toledo, que estaba á la hora
fablando oon la Marquesa , tovo esfuerso para so-
correr aquel peligro, ó se abrasó con el moro, ó le
tovo tan fuerte los breaos, que no pudo fftcer mas
tiros; ó In^go fué fedio pedasoe de la gente que le
rodeaban.
Oomo esto acaesció, loa caballerea ó capitanes ó
gentes del real fueran tuibadoe de aquella f asafii,
ó vitfon como Dice maravillosamente quiso guar-
dar laa peiBonas del Bey ó de la Beyna. B algunaa
gentes del real tomaron los pedasoe de aquel moro
y eduuronlos en la cibdad con un trabuco. Quando
los moros lo vieron , juntáronlos ó cosiéronlos oon
hilo de seda, ó lavaron el cuerpo, ó perfumado de
muofaoe olorea, lo enterraron oon gran sentimiento
que mostraron de su muerte. B tomaron luego un
christiano de los principales que tenian captivos, ó
matáronlo ; ó puesto sobre un asno, lo echaron al
real Luego fué acordado, que de mas de las gnar-
daa que continamente de dia ó de noche estaban en
U tienda del Bey ó de la Beyna, andovieaen con la
persona del Bey y estoviesen con la persona de la
Beyna dodentos caballeros fijos-dalgo de loe Bey.
nce de Oastilla é de Aragón con sos gentes, y estos
guardasen que ninguna persona llegase á dice con
srmaa. B mandaron que ningún moro entrase en d
real, ain que primero se sóplese quien é cuyo era,
é qae no llegase por ningún csso á laa personaa
oapItulo Lxxxvm.
Gosie file al real «I Dsf ■• ée IMIsaiUeaia » é eins fastet
«■e ée ■Mfo fieree IbMéaa for d Bey ft par to aeyea.
Don Bnrique de Qusman, Doque de Medinasidtf-
nia, oomo sopo que el Bey ó la Beyna estaban en el
real sobre Málaga, é como aqud aitio se dilatsbá
tantos dias, oomo qoier que habla embiado la gen-
te de cabdlo é de pié que al principio lo manda-
ron ; pero aoordó de venir al real con todos los ca-
balleree de su casa. T d dia que entró en d real,
llegaron por la mar den navios, dgonos de armada,
6 otroe cargadoa de providones. B fecha la reveren-
da d Bey é ala Beyna, le dixeran que le agrade-
cian mucho aa venida, especialmente por venir sin
que dice le embiasen á llamar. Bl Duque lea rea-
pondió, que la necesidad dd Bey Uama deaballe-
ro led aunque d Bey no le llame ; é que Ü venia
dliá loe servir con Don Juan sn fijo, é con toda la
gente que habla quedado en sn tieiTa, é con la fide-
lidad que aqudloa donde él venia habían aervido á
loe Beyea sus progenitores. Otrod, porque conoscia
quantoe gastos se requerían en la guerra que so
darga, é penaaba que por la diladon de aqud dtio
8u red Magestad estaría en dguna neoeddad, que
él traía dlí para les prostar vdnte mil doblas de oro.
Bl Bey é la Beyna redbieron aquel prestido, é se
ovieron por bien servidoe del Duque por la gente
que trazo é por d dinero que prestó, é mucho maa
por la voluntad que le movió á lo uno é i lo otro.
Aquella gente que d Duque traxo de sn tierra ó
otra mucha mas , era necesaria en d red ; porque
como quier que había en él mas de seeenta mÜ com-
batientes, pero loe muchos trabajoa é peleaa habi-
das en tantea diaa, é las guardas qne convenian es-
tar en los campos y en las estaniaa, y en laa minea,
é por la mar, y en otraa partee , tenian la gente tan
cansada, qne el Bey é la Beyna acordaron de em-
biar á llamar gente de nuevo que viniese á loe ser-
vir, T embiaron á las cibdadea de Toledo, é Sego-
via, é Madrid, é Alearas, é Tnudllo, éXTéocra, é Ba-
dajos, é otros lagares mas cercanoe, á demandar
gente de caballo é de pié. Otrod embió d Duque
del Inf antadgo un capitán con la gente de armas
de su casa; é otroe algunos csballeroe vinieron, é
otros embiaron sus gentes, según que el Bey é la
Beyna gelo embiaron á mandar. B con dgonos que
ovieron tiempo de llegar, fué alguna rdevadon de
loe trabajoa i los que habían estado en d red des-
de d príndpio.
OAPITÜLO t.tyttt
Ceao el CoMesiador nayor do Leos paso eia eatasia cercaaa
al aaro do U ettdad do Málaia.
Porque ni por la hambre que de dentro padeacian
loe moros, ni por la guerra que sufrían de fuera,
pareada en eUos ninguna flaquesa ó de oontino aa-
lían á pelear con loe ohrístíanos, d Bey é la Beyna
estaban en pensamiento de lo qne débiaa, facer;
1)0» FERNANDO
t^órqne At H nna pirto raian que no se debía alzar
aquel sitio aiii tomar la oibdad, de la otra recelabaii
que acaedeoe algnn oaeo que loe oonstrifiese á lo
aliar, B mandaban qne ee moviese f abla, ofreoien-
do eegnridad á los moros de la vida é de los bienes
é libertad de sos personas , si laego la entregasen.
Los moros no lo qnisieren f aoer, porqne , segnn ha-
bemosdioho, algunos malos ohristianos los avisa-
ban délos muertos é feridos é de algunas enferme-
dades que en el real habla, y estas informaciones
les fadan permanecer en la defensa é no venir á
partido. IHsta su pertinacia, platicóse en el consejo
del Rey é de la Rejma, qne forma se temía para los
apremiar é tener mas estrechos, 6 combatiéndolos,
6 llegando mas las estancas al muro. B porque la
Reyna no daba lugar qne el combate se oometiese,
recelando las muertes éf cridas que pudieran aoaea-
cer, acordóse de estrochar los moros, llegando mas
al muro algunas estanzas. El Gomendador mayor
de León Don Gutierre de Cárdenas , visto un sitio
donde se pedia poner estanza cercana á los moros,
en aquella parte donde los moros oomenzaban á
facer otras cavas por defuera de la barrera , á fln
de escusar aquella defensa y estrechar mas los mo-
ros, fizo un baluarte contra aquel muro. B andando
mas adelante faciendo baluartes de paso en paso
ganando tierra, llegó con su gente i poner la estan-
za tan cercana al muro , que oon una piedra tirada
oon la mano daban dentro en la oibdad,
Oomo los moros vieron aquella estanza tanto cer-
cana ásns muros, trabajaban por confundirla desde
las torres de la cerca con muchas piedras y esqui-
nas que tiraban á los que la guardaban. Otros sa-
llan con gran Ipeligro á facer la cava que habian
comenzado fuera de la barrera. Los ohristianos sa-
llan algunas veces á pelear oon los moros por la
escusar, é peleaban con las lanzas é con las espadasi
é sufriendo las piedras y esquinas que tiraban del
muro, arremetian contra los moros, é mataban é
prendían algunos delloe. Y en esta manera de pe-
lear contínaron algunos dias, f aAta que retrazieron
álos moros é les fioieron dexar aquella defensa que
comenzaron A facer, y escusaron los dafios que por
aquellas partes fadan en los ohristianos. Ansimesmo
pensaron algunos capitanes tomar por combate dos
torres del arrabal, que eran cercanas al muro de la
dbdad do estaba la puerta que se decía de Granada;
é los moros las defendieron de tal manera, que los
christianos dexaron el combate, porque conoscieron
el peligro que en él habla. E desde otras torres bien
cercanas que tenían, las guerreaban todas las horas
con ballestas y espingardas, de tal manera que los
moros las desampararon, pero desde otras torres
Cercanas defendían que los christianos no las toma,
sen. T en esta manera aquellas dos torres quedaron
sin nmparo, porque ni los ohristianos , ni los moros
osaban estar en ellas. E porque si se pudieran ga-
nar, los moros por aquella parte fueran muy retraí-
dos é se sofioreaba aquella puerta principal de la
dbdad ; el tesorero Ruy López con algunos criados
del Rey é de la Reyna tomaron á las combatir.
A DOÍfA ISABEL. 467
Oomo los moros vieron que les ponían las escalas,
luego subieron en las torres por las defender, é oon
grandes piedras que tiraron , derribaron las escalas
con los que en ellas estaban. Los christianos toma-
ron otra vez á las poner, é tirando por defuera mu-
chos tiros de ballestas y espingardas, ovo lugar de
subir primero en una de las torres un caballero que
se llamaba Pedro de Qñezana, el qual pdeó dentro
en la torre oon los moros que la guardaban ; é dan-
do é recibiendo f cridas, fué muerto porque ka
christianos no podieron subir ale socorrer. Bsta
combate duró por espado de dos horas, é algunos
de los ohristianos por fuerza de armas subieron al
muro, é peleando lanzaron de las torres álos moros
que las def endian. Visto por los moros oomo habian
perdido las torres, acorrieron muchos dellos é pu-
siéronles fu^go, é tan grande fué el fumo é los tiros
que les tiraban por bazo é desde las otras torres
cercanas, que los diristíanos las desampararon por-
que no las podieron sostener. En estos combates
murieron el Oomendador Juan de Viraes, é Alonso
de Santillan, é Diego de líazariegos, é otros seis
fijos-dalgo de la oasa del Rey é déla Reyna, é otros
algunos. B al fin ni los ohristianos ganaron las tor-
res, ni los moros las podieron tener, é fueron des-
amparadas por los unos é por los otros, según esta-
ban primero.
OAPÍTULO X€.
De lu eoiu qss ^utroa iwtto es la tibéad át HAItfi. '
La hambre oresda tanto en la dbdad, que los
mas dias algunos moros sallan á se ofresoer por ea-
davos de los christianos, eligiendo de su voluntad
el captiverio, por sostener la vida. Estos declan
que ya en la dbdad eran bien pocos los que podían
haber pan de cebada, é que comían cueros de va-
cas coddos, é á las oriaturas daban fojas de parras
picadas é cocidas oon aoeyte. Dedan ansimesmo,
que los €h)meres entraban en las casas é tomaban
por fuerza las cosas que fallaban de oomer, é que-
braban arcas, é derribaban las paredes é otros luga-
res donde pensaban fallar pan é otros manteni-
mientos escondidos. E que andaban ya tan disolu-
tos f adendo tales fuerzas, que los moradores de la
dbdad estaban atribulados por la hambre que pa-
descian é por las fuerzas qne reoebian ; é que llora-
ban la hambre de dentro, é la muerte ó el oaptive-
río que esperaban de fuera. B como quier qne en
la dbdad eran muchos los muertos é feridos, no
consentían los capitanes que se f ablase en ningún
trato de entregar la dbdad ; porque estaba dentro
un moro que tenían por santo, el qual les oertifica-
ba, como Dios tenia ordenado que saliesen un día é
diesen en el real, é que habian de haber victoria
cumplida de sus enemigos, é gozarian de los man-
tenimientos que estaban en el real. El Rey é la
Rejma no creían que la hambre de los moros fuese
tan grande , pues no movían fabla, ni querian oir
partido de entregar la oibdad, é continamente sa-
llan apalear por las minas, é con los que gnard%-.
468 OBÓNIOAS DB LOS
bui 1*8 flsUnsM é las torra del arrabal. Otrosí es-
caramusaban por la mar con las naos de la flota ; é
un día movieron una esearamnwi con sns albatozas
armadas, é metiéronse tanto entre los navios de los
christianos, que anegaron oon su ariilleria una nao
armada del Duque de Medinasidonia« é fioieron re-
traer los otros navios pequefios que llegaban á la
ctbdad« T en estas peleas marinas, los moros sallan
arrebatadamente oon sus navios» é f acian dafio con
los muchos tiros de pólvora que tiraban , é luego
prestamente se volvían á la orilla, donde eran defen-
didos de los que guardaban los muros por aquella
parte de la mar. Después de pasados algunos días
la hambre oresció tanto en la cibdad, que ninguno
oomia pan, salvo carne de bestias é cueros de yacas
cocidos, é comian lo seco de las palmas molido, de
que facían pan. Los moros oficiales ó mercaderes é
otras gentes, eligiendo mas el captiverio que rece-
laban que la hambre que padesoian, pospuesto el
temor de los Gomeros, osaban ya fablar á los capi-
tanes é á las otras gentes de guerra, amonestándo-
les eon Dios que entiegasen la cibdad al Bey é á
la Beyna. B juntáronse con un alfaquf que se lla^
maba Abrahen Alharis otros dos moros principales
de la cibdad, al uno llamaban Amar-Beoamar, é al
otro Alidurdux, con otros algunos mercaderes é
ofioialep ; ó aquel alfaquf dize al capitán Hamete
Zelf : «Bequirímoste con el Dios poderoso, que en-
• tregües luego la ciudad al Bey de los christianos,
•pues no tenemos otro remedio para guardar la
ivida, sino perder le tierra. B tú qae eres nuestro
•capitán, no nos seas mas duro enemigo matándo-
•nos de hambre, que los christianos que nos matan
• con fierro : porque esta nuestra porfia mas pares-
•ce buscar la muerte, que celar la libertad. Mira
•quántOB de nuestros peleadores ha muerto el cu-
•chillo, no quieras tú que la hambre mate á loe que
•quedan, é á nuestras mugeres ó fijos qae gimiendo
•demandan pao, é nos ponen dolor , porque no los
•podemos remediar. ¿ Son por ventura mas fuertes
•los muros de Málaga que los muros de Bonda ? ó
•sois vosotros mas guerreros que los caballeros de
•Loxa? La fortaleza de Bonda ya se humilló, é la ca-
•balleriade Loxa no pudo resistir el poderio destos
•Principes que oon gran poderío de gentes nos tie-
• nen tanto tiempo ha cercados : los quales ya no
•deben pelear oon nosotros, pues nuestra hambre
•pelea por ellos. Pero si os sentís aun tan valientes
•para os defender, salid fuera, ó pelead con los
•christianos, ó comeréis los que peleando quedáre-
• desTÍvos. ¿Qaé esperáis? ¿Qué es vuestra con-
•fianza? ¿Pensáis que podréis comer sino peleáis
•allá faera ó podréis pelear, sino coméis acá den-
•tro? ¿ O oonsejaisnos por ventura que padezcamos
• la hambre con esperanza de algún socorro? Ta
•no hay tiempo de esperanza: ya Qranada perdió
• su fuerza, ya Granada no tiene caballeros, notie-
• ne rey, perdió sus capitanes, perdió su orgullo.
•Por Dios no perezcamos con esperanzas vanas que
•nos ponen homes sin seso, é no esperemos de ha-
sber consejo para quando no hay tiempo de lo ha-
BBTBS DB CASTILLA.
•bor.^ Betas cosss osaban ya decir oomo desespé^
radosde la vida, porque veían la perdición de la
cibdad. Pero los capitanes moros confiando en lo
que les predicaba aquel moro que tenian por santo,
no querian dar oreja á ninguna razón con esperan-
za de salir fuera á pelear con la gente del real, el
día que aquel moro gelo dixese.
CAPÍTULO XCI.
Cobo m gué su toirt do li oiMai do Málofi 410 ottabt Jólo
Junto con la barrera déla cibdad de Málaga ha-
bía una puente con quatro arcos , y en el muro de
la barrera donde se principiaba esta puente habia
una torre, y en el cabo de parte defuera habia otra.
Bstas dos torres eran grandes é muy fuertes. El
Bey, visto que si aquellas dos torres se tomasen, la
cibdad con menor peligro se podría combatir, man-
dó á Francisco Bamirez de Madrid, capitán del ar-
tillería, que con la gente é oficiales de su capitanía
combatiese aquellas dos torres. Aquél Francisco
Bamirez, oomp lleudo el mandamiento del Bey, fizo
traer mantas é los tiros de pólvora necesaríos para
el combate. B porqoe la gente no podía llegar sin
gran peligro, fizo una mina que llegaba fasta el oi-
miento de la torre primera, é fizo cayar fasta que
llegó á lo hueco de la torre, é allí puso un cortago
la boca arriba, é armáronlo para que tírase al sue-
lo de la torre, sobre el qual estaban los moros que
la defendían. B por la parte de fuera faciendo ba-
luartes de paso en paso, para que la gente se defen-
diese, ganó tierra fasta llegar bien cerca de la tor-
re, é allí puso algunos tiros de pólyora, é comenzó
á combatir la torre.
Los moros que estaban endma defendíanse, é fe-
rian á algunos christianos, é desta manera' duró
aquel combate quatro días, que todas las horas ti-
raban de la una parte á la otra tiros de pólvora é do
saetas. Un día los christianos llegaron las escalas é
Iss mantas é otros pertrechos para subir á la torre;
y estando la gente en la furia del combate , los ar-
tilleros pusieron fuego al cortago que estaba arma-
do debaxo del suelo de la torre, é con el tiro que
fizo derribó gran parte del suelo do estaban los mo-
ros que la defendían, é cayeron quatro dallos. Quan-
do loe otros vieron que no podían andar libremente
sobre el suelo para defender la torre, luego la des-
ampararon, é se pasaron á defender la otra torre
que estaba fundada al otro cabo de la puente sobre
la barrera de la cibdad. Los christianos subieron á
aquella torre, é apoderados della tiraban tiros de
piedras é de saetas y espingardas á los moros que
guardaban la otra torre, é los moros á ellos. B por
baxo en medio de la puente, ni los unos ni los otros
osaban estar, porque la pelea en aquella puente era
peligrosa. Los christianos, viendo que se podía com-
batir la otra torre, comenzaron á facer en la puente
un baluarte con propósito de ir faciendo defensas
de paso en paso, fasta llegar á la otra torre. Los
moros, viendo que los christianos trabajaban por ga^
\
DON FERNANDO
nar lá puente, tiraron tantos tiros de básanos é lom-
bardasi que lo resistieron á los ohristianos; é pelea-
ban continamente lóennos del nn oabo de la paen-
te ó los otros del otro. T en aqnellos combates mn-
rieron algunos moros principales de la oibdad, es-
pecialmente murieron dos capitanes que se llama-
ban el uno CSdi Mahomad y el otro Abdurrbamen.
B por estos capitanes ficieron los moros gran sen-
timiento, porque eran de los naturales, é de loe mas
principales de la oibdad, éf ué canea qne se ganase.
Después que se entregó la oibdad, el Rey, conside-
rando los trabajos é grandes fechos de armas que
aquel Francisco Ramiros fizo en aquellos combates,
fallándole diño del honor de la caballería, le armó
oaballero en aquella torre que ganó por combate.
CAPÍTULO xai.
Como ulieroD loi noros do la elbdid i pelear eon los del real.
La hambre cresció tanto en la oibdad, que ya los
moros que la defendían no la podían sofrir. B aquel
moro que tenían por santo hs dixo qne saliesen á
pelear con los del real, é que Dios les daría victoria, é
yenganza de sus enemigos ; é amonestóles que guar-
dasen de pararse al despojo, salvo que peleasen como
Taronesesf oreados, é cada uno fuese adelante ma-
tando ohristianos, é que no perdonasen la vida á nin-
guno de quantoe topasen. Otrosí amonestólee que se
perdonasen las injurias unos á otros, é que la cari-
dad que OYÍese entre elloe loe f aria vencedores.
Los moros, por el consejo de aquel moro santo,
salieron un dia por la mafiana fasta ciento de ca-
ballo é quatro bataUas de moros á pié, é tirando
muchas saetas y espingardas , vinieron con grand
ímpetu á dar en dos eetanzas que guardaban el
Maestre de Santiago y el Maestre de Alcántara. B
como los ohristianos fueron súbitamente salteados,
no pudieron tan presto resistir á los moros, é ovíe-
ron lugar de matar é ferir algunos de los que las
guardaban. B luego acudió á un portillo del Maes-
tre de Santiago Don Pedro Pnortooarrero, ScKor de
Mogner, é Don Alonso Pacheco, su hermano, con
BUS gentes, é defendieron aquel portillo peleando
con los moros por espacio de media hora, de ma-
nera que les resistieron la entrada por aquella par-
te. Por la estanza del Maestre de Alcántara acorrió
á otro portillo un caballero de su casa , que se lla-
maba Lorenzo Suarez de Mendoza, con algunos su-
yos, é peleó é defendió la entrada álos moros, fasta
que acudieron muchas gentes de las unas partes é
de las otras, é pelearon con los moros, é matando é
firiendo en ellos, los retraxieron á la oibdad. Bn es-
ta pelea fueron f eridos ó muertos muchos moros, é
algunos eran los mas principales. T el dolor qne se
ovo en la oibdad de aquel vencimiento, é los llantos
de los homes é de las mugeres que f adán por los
muertos é por los f eridos fué tanto grande, que
aquel capitán principal no osó estar en la dbdad, é
se retraxo al Alcazaba, é dixo á los moros que ñcie-
sen partido de entregar la cibdad oon todas sus for-
talezas al Rey é á la Reyna.
A doETa ibabhl;
4«9
CAPÍTULO XdlL
Gotto aalieran dertos non» do MiUfa i doBaadar fartldo al Ra^
é á la Royaa para enlrefar la eibdad.
Los más de :los capitanes moros (Comeres eran
muertoe é f eridos ; é aquel capitán prindpal Héme-
te Zelí, según habemos dicho, se retraxo á la forta-
leza. B los moros de la cibdad constrefiidos por U
hambre que padesdan, demandaron seguro para
ciertos moros que querian embiar á dar forma sobre
la entrega de la oibdad. Bl Rey ó la Reyna gelo
mandaron dar, é vinieron ante ellos el alfaquí é loe
otros dos moros que habemoe dicho que se llamaba
d uno Alidurdux, y d otro Amar-Benamar, é otros
tres de los principales, los qualee demandaron al
Rey é á la Reyna que les dieee seguridad para sus
personas é bienes, é que ellos entregarian la cibdad
oon todas sus fuersas, quedando eUos en sus casas
por mudéxares , ñervos dd Rey é de la Reyna.
Otrod que lee dieeen la viUa de Odn para algunos
moros que la querian poblar; é que d algunos qui-
siesen dexar aquella tierra, é ir á las partes de Áfri-
ca, ó á otros lugares de Bepafia, les mandasen dar
eeguro para lo facer, según habían fecho á los de
Velezmálaga é de las otras oíbdades que hablan
oonquistado , é que les suplicaban que no menos-
predasen la snbjecíon de tantas gentes oomo geles
ofresoian por subditos*
Bl Rey é la Reyna, vista esta demanda, cometie-
ron la respuesta al Comendador mayor de León. Bl
qoal por su mandado les respondió que d al prind-
pio entregaran la cibdad según fideron los de Ve-
lezmálaga é de las otras dbdades, ellos les dieran
el seguro que á los otros dieron. Pero que después
de tantos días pasados é tantos trabajos habidos,
venidos en el estado en que en pertinacia los había'
puesto, mas estaban en tiempo de dar que de deman-
dar ni de escoger partidos. B que no les darían d
BOgruro que demandaban , porque bien eabian dios
que los vencidos deben ser subjetos á las leyes que
los vencedores quimeren. B que pues la hambre ó
no la voluntad les facía entregar la dbdad, que so
defendiesen, ó remitiesen á lo que d Rey é la Rey-
na dispusiesen ddlos ; conviene á saber, los que á
la muerte, á la muerte, é los que al oaptiverio, al
oaptiverio. Los moros volvieron á la cibdad, é como
notificaron á los vecinos della esta respuesta, dn-
tiéndola por muy grave, -reepondieron qne ellos da-
rian la dbdad al Rey é á la Reyna con todas sus
fortalezas, é con todos los bienes que en ella había.
Pero que si no les daban seguro para libertad do
sos personas, ellos colgarían de las almenas de la
oibdad fasta quinientos homes é mugeres ohristíanos
que tenían captivos, é puestos los viejos é mugeres'
é níftos en d alcazaba, pomían fuego á la dbdad, é
saldrian todos á morir matando ohristianos , por^
qne al fin el Rey é la Reyna oviesen la victoria san-
grienta; de td manera que d fecho de la dbdad
de Málaga fuese nombrado á todos los vívienteS| y
en todas las edades que d mundo durase»
«70
0BÓNIGA8 DB LOS B8TBS DB GAffnUiA.
Ouáiido él Bay ajó U reipa«iU de loa monM^
maiáSIm ádeoir qoe no bábrimn dól otro tegnrOy md-
▼o aquel que fuete en eiiTolontAd de lee dar, oomo
•1 prinoipio lee fué leepondido ; i qne faeaen oier-
tooi que ai aole un oaptívo ohriatiano mataaeiii aolo
un moro no quedarin yíto en la oibdad de MÁega,
qoe todoe peaarian por el ooohUlo.
Loe moroe eatában en gran tnrbadon, porque al-
funoe quiaieran iaoer algnnn gran faáaftai en la
qnal elogian morir antea que Tor oaptivoa á ai é á
eue fijoaé mugerea é propinooa en poder de ohria-
•tianoa. Otroe habia, que oon alguna eqieranza de
reparo quehay enú TÍda, refnaaban la mnertOi que
natoraimente ae fnye. Al fin, todoe aoordaron de
embiar al Bey é á la Beyna oatoroe hornea de oa-
loroe quadrillaa de gentea que habia en le oibdad,
para aaber en final intenolon. Oon loe qualee lee
embiaron una oarta que deoia en eata manera :
lAlabado Dioe poderoao. A nueatroa aefioree, á
anueetiVM Bojee el Boj é la Bejna, mayorea que
aiodoe loe reyee é todoe loe piínoipee, enaálceoe
nDioe, enoomiándenae en la grandeía de Tueatro
leatado, é beean la tierra debazo de vueetroe piee,
1 Tueatroe aerridorea y eeclaToa loa de Málaga gran-
idee é pequefioe : remédieloa Diea, ó deapnea deato
lenaáloeoa Dioe. Vueetroe aerridoree auplioan á
iTueetro eatado real, que loe remedie oomo oonyie-
ine iaoer á Tueetra grandesa, habiendo piedad é
•miaerioordia delloa , aegnn á vueatro real eatado
•oonTiene, é aegun fideron vueetroe padrea é voea-
¡Btroe abueloa loa Beyea grandea é poderoaoe. Ta
iihabiéia aabido, enaálceoe Dioe, oomo Oórdoba fué
.Boeieada gran tiempo, faata que ae tomó la mitad
^de la oibdad, ó quedaron loa moroe en la otra mi-
Btad, faata que acabaron el pan qae tenían, é fue-
aron mea eatrechadoa que noeotroa. Deapuea aupli-
Boaron al gran Bey Tueetro abuelo, é rogáronle que
•loa aaognraee, é aaegnrólee, ó recibió au suplicación,
•é oyó au fabla, perdóneloe Dioe, é diólea todo lo que
atonian, ana( facienda como joyas, é ganó la loa de
igran fama faata el día del juicio. B analmeamo,
anueetros Beyes, enaálceoe Dioe, aoaeadó en Alxeci-
ara algún día, y en Antequera con vuestro abuelo
sel grande, eaforaado é nombrado , el Infante, que
sel la cercó doe meses é medio , y entró la oibdad,
aó quedó el alcazaba por tomar obra de aiete días,
afaata que ae lea acabó el agoa que bebían ; y ea-
• tonoea le auplicaron, é ae echaron á au favor, ó
• demandaron del les aaegurase, para que saliesen,
Bcomo se demanda á loa príncipes é reyes que son
i oomo vos. B sacóloe, ó fecha au auplicacion, dió-
alee lo auyo é aua bienea é meroaduríaa, ó quedó au
afama á recontar el bien que fizo faata el dia del
ajuicio ; perdónelo Dioe ó á vosotros ensálceos Dios.
•Nuestros sefiores Beyee , mas honrados que todos
•lof royes é todos los principes , es publicada vuos-
Btra fama é vueatro favor, ha parecido vuestro se-
Bguro, é vuestra honra, ó vueatra piedad, sobre
alea gentea que ae dieron antea de noeotroa ; é ha
B ido vueatra fama á recontar vuestro aeguro aquén-
ade é allende entro los ohristianoa y entre los mo-
aroa^ E noeotroe vueetroe aervidoree y eaolavoa Uen
Boonoeoemoe nueatro yerro, é noe ponemoa en vuee-
Btraa manoe, y eohamoe nueatraa peraónaa á la
Bvueetm meroed; é auplioamoe de voa noe esegu-
areia, remedíela á honrar nueatraa penonaa, ó noe
Botorgueia eato, oomo perteneeoe á Vueetrae Altana.
bB todoe venimoe bien en que la oibdad, oon todo
alo que hay en ella, quede para Vueetrae Altesaa; é
Boon eato pareecerá el aeguro é U honra que eetá
Boon loe aefioree del poder, é noeotroa eetamoa od-
Bgadoa de vueatro favor, é noe metemoa ao vueetro
•amparo ; faced oomo conviene á vueetra grandeaa
• oon vueetroe aervidfMrae, é Dioe poderoso ponga en
Bvueetra voluntad que fagaía bien á vueetroe eier-
B voe, puea voa enaalaó Dioe, é aoia mayoree aefioree
• é loe prfndpee; é no plega á Dioe que fágala con
•noeotroe aino lo que conviene á vueetra grandeza
•de toda honra é de toda virtud. Eato ee lo que au-
•plican é piden vueetroe aiervoe, y en manee de
•Vueetrae Altesaa noe ponemoe, é Dioe poderoeo é
•alto aoreeoiente el eneakamiento y eatado de Vuea-
•trae Altezaa.» ^
Sabido por algonoe de la hneate el efecto deeta
oarta, quiaieran indinar al Bey é á la Beyna, para
que mandaaen que todoe loa morca foeeen pueetoe
á cuchillo, por laa mnertee é f eridaa que habían
fecho en loa chriatianoe. B dedan que puea la oon-
quiatano era acabada, é quedaban aun por tomar
algunaa grandee oibdadee 6 f ortalezaa de aquél Bey-
no, que doblan facer en loe moroa de Málaga tal
caatigo, que fueee exemplo para laa otraa dbdadee,
que no tovieeen oeadia de f aoer loe melea, ni durar
en la rebdion que loe de aqudla oibdad duraron. B
porque la Beyna no daba lugar á ninguna crueldad,
d Bey respondió á loe moroe una carta , que deda
en eata manera.
eELBar: Al Ooncejo, é viojoe, é vednoe ó mora-
•doroa de la dbdad de Málaga. Vi vueetra carta, por
•la qual me embiaatea á facer aaber que quereie
• entregar eata oibdad con todo lo que en ella eatá,
• é que voe dexe ir vuestras personaa libree do qui-
•déredee. Si eata auplicadon fldéradea al tiempo
•que voe embió á requerir (1) deede Vdeemálaga,
•ó luego después que aquí aaenté mi real, pareede-
•ra que con voluntad de mi aervicio vos movíadoa
ȇ dio, y estonces oviera placer de lo facer. Pero
• viato que habéis eeperado fasta lo postrimero de
•lo que os podds detener, á mi servicio no cumple
•de vos recebir de otra manera, aalvo dándooa á
• mi merced, como determinadamente voa lo embió
•á decir con vueetros mensageros. T este es menor
• inconviniente para voactros, que no haber de ea-
• perar mas, según el estado en que eetaia.a Qnan-
do loa moros de la dbdad vieron esta carta; ó sus
mensageros les declararon la voluntad dd Bey,
fueron puestos on gran turbación, ó habia ontre
elloa diveraoa votoa, unos indinadoa á oruddad
para matar loa captivos ohristianos, é quemar la db-
(1) Ot méié é refuerir. Bl MS. de Nivi aSide: CM Puk§r étí
SéUar, Pireee tonudo do alfaní nou Morfiatl.
DON FBBNANDO
^ Sad é ponenM ala muerte ; otroa oon esperanza de
yida se querían ofreaoer á lo qae el B^ delloa qni-
dese facer. Al fin como el entendimiento fatigado
con el mal ae consaela coneeperansa de algnn bien,
recelando que si crueldad cometiesen, aquella seria
causa de otra mayor que contra ellos se exeoutase,
tomaron á amblar sus mensageros al Bey é á la
Beyna, los quales dixeron, que pues aquella era su
determinada voluntad , embiasen á tomar la cibdad
con sus fortalezas , é que todos quantos habia en
ella se ponían en la misericordia de su corasen.
Pero que les suplicaban que su ira no se estendiese
también contra el inocente como contra el rebelde;
é que OTiesen consideración, que ellos é otros de la
cibdad procuraron que les fuese entregada en los
primeros dlaa, é o vieron por ello algunos tormen-
tos é peligros de'muerte. El Bey é la Beyna, habida
información de los que querían é no pudieron dar
la cibdad, mandaron que fuesen seguros ellos é sus
bienes con todas sus cosas. E mandáronles que tra*
siseen veinte homes de los principales de la cibdad,
é que estoviesen presos por seguridad de los que la
fuesen á recebir, fasta que fuesen apoderados de
olla. B luego como fueron traídos, mandaron al Oo*
mandador mayor de León que entrase oon gente en
la cibdad, é se apoderasen della é de todas sus forta-
lezas. E luego el Oomendador mayor entró primero
en la dbdad armado encima de un caballo, é des-
pués entraron oon él algunos de sus criados é otros
caballeros é capitanes del Bey é de la Beyna, é apo-
deróse de toda ella. B puso en una de las principa-
les torres del alcazaba el pendón de la cruz, é otro
pendón del Apóstol Sanctiago, y el estandarte real
con las armas del Bey é de la Beyna. T encomendó
la guarda de laa torres é puertas é fortalezas de la
cibdad á Don Alvaro de Bazan, ó á Buy Diaz de
Mendoza, é á Don Pero Sarmiento, éá Pero Méndez
de Sotomayor, é á Don Enrique de Guzman, é á Don
Luis de Acufia, é á Juan Enriquez, é á Juan Cabre-
ro, é á Alonso Osorio, é á Pero Vaca , é al Mariscal
Juan de Benavides, é al Mariscal Alonso de Valen-
cia, é á Don Alonso de Silva, é á Don Pedro de Sil-
va, su hermano, é á Don Bemardino de Quifiones,
é al (jk>hemador Juan de Cárdenas, é á Juan Velaz-
quez de OuóUar, é á Antonio de Luzon, ó á Furtado
de Luna, é á Alonso Enriques, ó á Gerónimo de
Valdivieac, é á Bodrigo de Cárdenas, é á Don Gar-
oia Enriques, ó á Antonio de Córdoba, é á Juan Za-
pata, é á Lope Alvarez de Osorio, ó á Don Juan
Manrique, é á Juan de Leyva, é al Oomendador
Buy Diaz Maldonado,é á Mesen Gralla, é á Juan de
Hinestrosa, é á Luis de Cárdenas, é á Diego Mufiiz,
é á Gk»doy , ó á Martin de Ortega, caballeros fijos-
dalgo de la casa del Bey é de la Beyna. Bepartidos
todos estos cada uno oon sus gentes en las torres ó
fuerzas principales de la cibdad, después que fué
entregada, é los christianos fueron della apodera-
dos, el Bey é la Beyna mandaron tomar todas las
armas é artilleria, é mandaron que todos los moros
é moras de la cibdad saliesen de sus casas, y entra-
sen en dos grandes corrales que sou en el idoazaba,
É DOlf A ISABEL. 471
bazo de dertas torres, de las quales estaban apo-
derados los christianos. E mandaron luego ' poner
en fierros al capitán prindpal que se llamaba Hé-
mete ZelL Preguntado aquel capitán que le movió
á tanta rebelión, pues veia traer dafio á él é á todos
los moros de Málaga, respondió, que él habia tomA-
I do aquel cargo oon obligación de morir ó ser preso
defendiendo su ley, é la dbdad, é la honra del que
gda entregó ; é que si fallara ayudadorea, qnidera
mas morir peleando que ser preso no defendiendo
la dbdad.
Los moros é moras que desampararon sus caaes,
esperando la muerte ó el captiverio en las agenas,
andando por las calles, tordan sos manos, é alzan-
do sus ojos al ddo dedan : c|0 Málaga, dbdad
«nombrada é muy fermosa, como te desamparan
9 tus naturalea ! ¿púdolos tu tierra criar en la vid%
a é no los pudo cobijar en la muerte? ¿Do está Ift
9 fortaleza de tua castillos? ¿Do está la f ermosura
9 de tus torres? No pudo la grandeza de tus muros
9. defender sus moradores, porque tienen ayrado su
9 criador. ¿Que farán tus viejos é tos matronaa?
9 ¿Que farán las doncellas criadas en seftorio delioa-
> do, cuando se vieren en dura servidumbre? ¿Po-
9drán por ventura les ohristianos tus enemigos ar-
> ranear loa nifios de los brazos de sus madres, apar-
9 tar los fijos de sus padres, los maridos de sus mu-
»geres, sin que derramen lágrimas? 9 Jfiítas pa-
labras é otras semejantea dedan oon d dolor que
sentían en ver como perdían su tierra é su libertad.
Después que la dbdad fué entregada, d Bey man-
dó acafiaverear doce christíanos que se tomaron
dentro en la dbdad, les que se pasaren á los moros^
é los informaban de laa cosas del real, é los esfor-
zaban para que no entregasen la dbdad. Estas cosas
pasadas, el Bey é la Beyna no quideron entrar la
dbdad fasta que fuese limpia de los malos olores
de les cuerpos muertos que en ella habia, é f aata
que la mezquita mayor fuese consagrada, para que
eUos fuesen primeramente á ella á facer oración, ó
á dar gradas á Dios, porque procurando el ensal-
zamiento de su sancta fe, lea habia dado la victo-
ria. E mandó asentar cerca de la cibdad una tíenda
é poner en ella un altar. T dios presentes salieron
de la cibdad con una cruz fasta quinientos captivos
homes é mugares en proceden, dando graciaa á
Dios, é al Bey é á la Beyna, porque les hablan li«
brado del duro captiverio en que estaban. E luego
les mandaron quitar los fierros, é proveer de vesti-
duras é de las otras cosaa que ovieron menester
para ir á sus tierras.
Tomada la dbdad de Málaga , luego d Bey é U
Bejma embiaron un capitán que se llamaba Pedro
de Vera con cierta gente de caballo é de pié, é oon
algunos tiros de lombardas á dos villas cercanas de
la mar; la una se deda Mijas, éla otra Osuna, que
estaban con k cibdad de Málaga en una conserva,
é de oontino fadan guerra á las gentea qiM iban é
venían al real , é mandáronlas combatir, é penar á
cochillo á todos los que en días fallasen, ri luego
no se rindieseoí sogiíh hablan fecho loa de Málaga»
472
Lm de aqaellM yüIm, TÍ«Uk amonestación qne les
. faé fecha, é que loe de Halaga ae hablan rendido^
recelando k mneriei se ofreeoieron al capÜTerio, é
luego faeron tomados étraidoe á los corrales donde
esUban los de la dbdad de Málaga.
0BÓNIQA8 DB LOS B1S7E8 DB CASTILLA.
CAPÍTULO XOIV,
Gmo ff nptrtf «roa lot botm 4t Málip, é mbo al R«y I la
Rejaa tairaroa ea la atbdi4.
Como la dbdad de Málaga faé limpia, Inego en-
traron en ella Don Femando deTalaTera, Obispo
. de AviUy é Don Pedro de Prezamo, Obispo de Ba-
dajos, é Don García de Valdiyieso, Obispo de León,
con todos los capellanes é cantores del Rey é de la
Beyna, é fueron en una solemne procesión á la mes-
qaita mayor ; é fechos en ella los actos que se re-
querían para la consagrar, intituláronla Sancta Ma-
fia de la Encamación.
Fecho aquel santo acto, el Bey é la Bejma, é con
ellos el CÜrdeoal de Bqiafta, aoempafiados de los
sefiores é caballeree que estaban en el real, entra-
ron en la cibdad, é fueron á aquella Iglesia en pro-
oesion, é oyeron una misa con gran solemnidad. E
porque la nobleza de aquella cibdad requería que
su Iglesia fuese Catedral , el Ctardenal de Espafia
oon consejo de aquellos perlados dio 4rden en la
cantidad é calidaíl de las dignidades, é calong^as,
é raciones, é capellanías que dobia haber, para que
el culto diyino fuese en ella celebrado como con-
Tenia al senricie de Dios. B fué ordenado que las
eibdades de Ronda, é Velesmálaga, é las Tillas de
Alora, ó Cártama, é Casarabonela, é Coin, con to-
das las Tillas é aldeas que son en la serranía de Ron-
da y eu la Algarbia y en la Axarquia, fuesen subje-
tos á la diócesi de Málaga. B porque un su limos-
nero llamado Don Pedro de Toledo, Canónigo de
la Iglesia de 8eTÍlla era home de vida honesta, é
buen edesiástico, instraoto en las letras sacras, el
Bey é la Beyna suplicaron al Papa Inocencio', que
estonces tenia el Pontifioado en Roma, que proTO-
yese de la perlada de aquella Iglesia á este Don
Pedro. Y el Papa á su suplicación le proTcyó de
aquel Obispado, ¿ confirmó las dignidades é calón-
gias é raciones é capellanías ó toda la orden que el
Cardenal de Espafia oon los otros Obispos institu-
yeron en aquella Iglesia Catedral , y en todas las
otras Iglesias que se fundaron en la cibdad. La qual
se entregó al Rey Don Femando é á la Reyna Dofia
Isabel su muger, á dies é ocho dias del mes de Agos-
to, andados del nascimiento de nuestro Redemp-
tor mil quatrocientos é ochenta é siete afios. Falla-
mos por las historías antiguas que fué poseída por
los moros sietecientos é setenta afios, desde el día
que la ganaron fasta este dia que la perdieron.
El Rey é la Reyna mandaron repartir los moros
que allí se tomaron en tres partes , la una la ofres-
eieron por amor de Dios para redempcion de los
oaptiTos que estaban en tierra de moros en las par-
tes de AfrícSi E para lo poner en obra mandaron
é todos los que tenían sus fijos ó debdos captÍTOs en
aquellas partes, que los fidésen esorebir en una copia,
para que fuesen rescatados. La otra segunda parte
mandaron repartir por todos los caballeros, é por
loe de su consejo, é por los capitanes, é otros fijos-
dalgo, é oficiales, é otras personas Outellanos, é
Aragoneses, é Valendanoe, é Portogneees, é por
todas las nadones que Tinieron á aqndla guerra,
habiendo respeto á las personas é á los serridos que
cada uno fizo. La otra tercera parte tomaron para al-
guna ayuda de los grandes gastos qne se fioieron en
el tiempo que duró aquel cerco. B primeramente
embiaron al Papa den moros de aquellos (lomeres,
y embiaron á la Reyna de Ñápeles dnqfienta mozas
doncellas, y embiaron á la Reyna de Portogal
otras treinta doncdlas. B la Reyna fizo merced, é
repartió otra gran cantidad de moras por algunas
dnefias de su Reyno, é por otras que oontinaban en
su palacio.
Otrod OTieron algunos dias plática oon d Carde-
nal de Espafia, é oon los otros caballeros é dotores
de su consejo, sobre las leyes é fueros que se debían
dar á la cibdad de Málaga, é sobre la forma que á
los principios se habla de tener, para que fuese po-
blada é conserTada en buenos fueros é costumbres.
E acordaron de le facer merced de las Tillas de Cár-
tama é Cazarabonela, é Coin, é de todas las Tillas é
serranías que son en la Azarquía y en la Algarbia,
para que fuesen tierra é jurisdicion de la cibdad. B
pusieron en ella por Alcayde á Garci Feraandes
Manrique, é diéronle cargo de la guarda, é poder
para usar de su justicia en día y en todas las tier-
ras que le adjudicaron. Otrosí criaron en ella cier-
to número de alcaldes é regidoree é jurados y escri-
banos, que toTÍesen cargo de regir é administrar la
república. Fideron annmismo merced de las casas
de la cibdad á muchas personas que luego Tinieron
á morar en ella ; é puderon repartidores para que
sellalasen los términos entre las Tillas é lugares é
aldeas que le dieron por tierra é jurisdidon. E dié-
ronle fueros é leyes en que TÍTÍesen, según enten-
dieron que complia para la buena eonserTsdon de
la dbdad é sus tierras.
Fechas é constituidas todas estas cosas, partieron
de la dbdad de Málaga é Tinieron para la cibdad
do Córdoba, donde fueron recobidos por el Príncipe
Don Juan su fijo, é por todos los caballeros que
quedaron en su guarda, é por el Obispo de la db-
dad, en una solemne procesión, oon la qual fneron
fasta la Igleda mayor, é ficieron oración ante el
altar mayor, é recibieron la bendidon dd Perlado.
CAPÍTULO XCV. .
Sffaensa las cesas qsa pasaros ea el aflo da aül é fiatrodestoa
é ochenta é ocho aSos. PriBieramaBta da laa barauadadaa é
otros eslalilcdaileatos qae se Sderoa ei el Reyno da Aragón.
ProToidas de gentes é de mantenimientoe las eib-
dades, é Tillas é castillos, que el afio pasado de mil
é quatrocientos é ochenta é siete afios d Rey é la
Beyna ganaron de tierra de moros, aoordaron de
partir de la dbdad de Córdobi^ é ir á la cibdad de Zv
DON FERNANDO
iTAgosa, que m en el Beyno de Aragón. E mandaron
llamar los Perlados, é OaballeroB ó Barones é Pro*
onradorea de las dbdades é villas de aqael Beyno
para faoer 06rtes, é proveer en las rentas del gene-
ral, é dar orden en la justicia, la qaal no se exeon-
taba segnn debía, por ana costambre antigua que
tenían que se llamaba firma de derecho , en fueraa
de la qnal la justicia se dilataba, é los malfeohores
no hablan la punición que debian. Porque en oo-
metíendo quaiquier crimen , recorrían á la justicia
de Aragón, por una provisión que les ¿aba, que se
decía manifestación, la qual impedia la justicia
real, de tal manera que no pedia prender ningún
malfeohor. B si oaso fuese que lo prendía, tomába-
lo de poder de la justicia quaiquier pariente del
criminoso sin pena alguna. E por esta causa nin-
gún crimen era castigado, é los malfochores habían
lugar de andar esentos sin miedo de la justicia.
Habida consideración por el Rey é por la Royna
del inconviniente grande que deste uso se seguía á
la ezecucíon de la justicia, necesaria para la buena
gobernación de los reynos, acordaron de lo reme-
diar. E para lo mejor facer, comunicaron su volun-
tad con un dotor natural de la cibdad de Zaragoza,
que se llamaba Micer Alonso de la Caballería, Vi-
oeohanoíUer del Reyno de Aragón, porque era gran
letrado, é heme de buena prudencia, é muy instruc-
to en los fueros é costumbres de aquel reyno. Oon
el qual , habido su consejo, mandáronle que plati-
case con los Perlados, é Caballeros é Procuradores
de las cíbdades é villas de aquol Reyno de Aragón
en las materias que en aquellas Cortes se habían do
tratar, y especialmente les declarase la voluntad
que tenían de proveer aquellos reynos de justicia,
por manera que OAstigando los malfechores, otros
se refrenasen de ser homicidas, é facer las inju-
rias que en fiucía de aquella firma de derecho se
facían, é todos viviesen en pas é seguridad*
Fecha la congregación , como quier que la cos-
tumbre antigua, quanto quier que sea daflosa on los
pueblos, pero sa antigüedad la justitíca, 6 face so-
frir su defecto á las gentes, las quales con dificul-
tad son traídas á mudanza de lo que por grandes
tiempos acostumbraron, pero este doctor fizo en
aquella congregación sus fablas sobre este caso,
fundadas con tales é tantas razones é autoridades,
que mudó las voluntades á las gentes que le oye-
ron, é fizo aborrescer aquello que dafiaba al bien
oomun, aunque lo tenían por ley en tiempos anti-
guos usada. E tenido delante el zelo del bien co-
man, los fizo unánimes para dezar aquella usurpa-
ción del derecho, é poner la gobernación de la jus-
ticia, que dende en adelante en aquel reyno se de-
bía tener, en el arbitrio é dispuslcion del Rey é de
la Reyna, é se remitieron á las leyes y estatutos
que ellos ordenasen.
Esto fecho, con consejo deste doctor Micer Alon-
so, é de algunos de loe otros principales de aquella
congregación , el Rey é la Reyna mandaron quitar
aquel uso, é otro qudquier que impidiese la execn-
don de la justicia. E porque mejor dende en ade-
¿ DOfÍA ISABEL. ' tíS
lante fuese executada, ordenaron que oviese Her-
mandados en aquella tierra, según las había en los
reynos de Castilla. E constituyeron leyes é orde-
nanzas, é pusieron jueces que determinasen, y exe- .
cutores qae executasen las penas en que los malfe-
ohores incurriesen en quaiquier de los* casos que
instituyeron en aquella hermandad, de lo qual to-
dos fueron contentos, porque oonoscieron ser pro-
veohoso á la seguridad coman. El qual provecho
se falló luego por experiencia, porque oesaron den-
de en adelante los robos, é muertes é crimines, que
sin miedo de la justicia se cometían oon la oonfian-
za que tenían en aquella firma de derecho fasta en
aquel tiempo osada. Otrosí proveyeron en las cosas
que conoemian al provecho ó rentas del general de
la cibdad ; de manera que dende en adelante esto-
viese bien proveído, según estovo en los tiempos
pasados. Otrosí fué notificado en aquellas Cortes los
grandes gastos fechos en la guerra contra los mo-
ros, é los que dende en adelante eran necesarios de
se facer, fasta concluir oon el ayuda de Dios la
conquista comenzada contra el Reyno de Granada.
Sobre lo qual, después que por todos se ovieron al-
gunas pláticas, los Perlados, é Caballeros é Barones
é Procuradores que en aquellas Cortes se juntaron
en nombre de todo el Beyno, considerando los gran-
des gastos que en la guerra de los mores se facían,
para los quales todos los Beynos de Castilla conti-
namente contribuían en gran cantidad ; otrosí, oon-
sideraudo quanto necesaria era aquella Hermandad
que nuevamente era constituida, é los salarios que
se habían de pagar cada afio á los oficiales é mi-
nistros que diputaron para la gobernar, i otrosí
para pagar el sueldo á la gente de armas que fuá
ordenado que siempre estoviese presta para favo^
resoer la justicia; aoordaron de repartir cierta su-
ma de libras de la moneda de Aragón, las quales se
gastasen solamente en las cosas necesarias á la
guerra de los moros, y en las otras oosas ooncer-
nientes á la execuoion de la justicia de aquel Bey-
no. Otrosí les sirvieron con ciento é quince tíkü li-
bras que montaron las sisas qué habían seydo co-
gidas en los tres afios pasados ; lo qual todo se dis-
tribuyó en la guerra de los moros. Otrosí, porque
en aquellos Beynos de Aragón é Valencia, y en él
Principado de Oatalufia había muchas personas del
línage de los judíos, cuyos padres é abuelos se ha-
bían tomado chrístianos, y el Bey é la Beyna fue-
ron informados que algunos de aquellos no creyen-'
do bien la fe christíana, facían ritos judaicos; em-
biaron los afios pasados á aquellos reynos é provin-
cias jueces que ficiesen inquisición, é procediesen
contra los qae en aquel pecado fallasen maculados..
Los deste linage que decimos eran muchos, é
abundaban en riquezas, é algunos dellos tenían los
oficios públicos de la cibdad, E reputándolo á grand
injuria porque afirmaban ser tan buenos chrístia-
nos, que no era necesario faoer inqoisfoion oon'
ellos ; algunos que mas grave lo sintieron, pensan-
do escapar si matasen un juez que creían que soU-
dtaba aquella inqoisioion mas oon enemiga qne les'
174
0BÓNI0A8 DB L06 BETES DE QA8TILLA«
lenia que con celo da U fe, moTÍdos con propotito
diabólico, tovieron manera que estando aquel in-
quisidor (1) en majrtines fincado de rodillas delan-
te un altar de la Iglesia mayor de la oibdad de Za-
ragosa, entrasen dos homes las caras cubiertas é le
matasen. Por este feo crimen fueron indinados to*
dos los de la oibdad. T el Bey é la Beyna, que
quando esto acaesoió estaban en la oibdad de Cór-
doba, mandaron proceder contra los que se falla-
ron culpantes en aquel delicto, ó fueron quemados
ellos, ó otros algunos que fadan ritos judaicos, ansí
en aquella dbdad como en las otras cibdades ó tíUss
de aquel Beyno. E fueron aplicados todos sus bienes
para la cámara del Bey ó de la Beyna, los quales
fueron en gran cantidad. Otros muchos fueron re-
conciliados á la fe, ó les fueron dadas penitencias
á cada uno s^gnn la medida de su yerro.
OAPÍTULO XCVI.
CoiBO el Rsy é U R«jii flieroB á la cibdad d« Yalesda » é lo qte
•Uf AaleroB.
Ordenadas las cosas que para la buena goberna-
ción del Beyno de Aragón eran necesarias, el Bey
¿ la Beyna, ó con ellos él Principe Don Juan, ó las
Infantas sos fijas, y el Cardenal de Espafia con otros
perlados ó caballeros que oontinaban en su corte,
partieron de la dbdad de Zaragoza, é fueron á la
dbdad de Valencia. E porque en aquel reyno habia
algunas disoluciones dañosas á la república, por
causa de los bandos antiguos que son entre los ca-
balleros de aquel rejmo, de los quales recresdan
muertes de homes ó otras injurias, ó se f adán gas-
tos ó destruidones de bienes ; otrosí porque se falla-
ron algunos agravios, ó tomas de bienes, é f nenas
fechas por caballeros, é otras personas singulares
de algunas yiUas ó pueblos de aquel reyno ; d Bey
ó la Beyna con gran diligenda entendieron en aque-
llas cosas que les fueron querelladas. B para pro-
veer en lo pasado, ó dar orden en lo porvenir, man«
daron facer Cortes, ó juntar en la cibdad de Orihue-
la los Perlados, ó Caballercs, ó Barones, é los tres
estados, é Procuradores de las dbdades ovillas que
acostumbran juntarse á entender en la gobernación
de aqud Beyno de Valenda. B después que fué pla-
ticado con dios en aqudlas materias, dieron orden
para que fuese la justida temida. B como fasta
estonces qualquiera que se sentía injuriado, menos-
preciando la via del derecho, recorria á los de su
bando, para que le ayudasen por via de fecho,
mandaron so grandes penas, que todo bando ó par-
cialidad cesase, é todos recorriesen á los jueces
para que por via de derecho el agraviado aloansase
el cumplimiento de justicia y el criminoso pade-
cí) Esta iaqslsldor M el Maestro Pedro Arbnes de Bpili, qae
koy veaoraMOi ea lot alUres, y el saceso de to herida ft 15 de Se-
Uembre de 1481 Mario el dia 17 eatl á la mlsnt hora qae habia
flido herido. Lat eircaaiUadu de este easo trsea por exleaso
Zarita, Uk. XX,cép. 65. y mas eueíameate Gerdalaio Blaaeas ea
sas hermosos Goneaurios de lu cosas de Arag oa, tm, Ili de
la BitjfM^ imUfUB, H9. 700.
oiese la pena que meresda. Otrosí acordaron de re-
partir en aquelUs Cortes dentó ó veinte ó dnco mil
libras, las dnqflenta mil dallas para satisfacer lue-
go los agraviados que reclamaban continamente
ante d Bey ó la Beyna, de los dafios que hablan
recebido ; ¿ por las setenta é cinco mil libras finca-
bles, puderon impodcion sobre dertas mercadurías
para pagar cada afio al Bey ó á la Beyna cinco mil
libras para la guerra de los moros. Estando d Bey
ó la Beyna en la dbdad de Valencia fueron infor-
mados que d Bey de Frauda embiaba ante ellos un
embaxador, á les proponer algunas cosas tocantes
á las confederadones antiguas que son entre los
Beyes é Beyncs de Francia é de Castilla. E como
sopieron que era entrado en la tierra de Catalufia,
embiaronle á dedr con un caballero de su casa que
se llamaba Mosen Ifarimon , que d trda comidon
del Bey de Frauda para lee restituir luego á Per-
pifian, ó á todas las tierras de los Condados de Bui-
sdlon ó Cerdania que injustamente les tenia ocupa-
dos, que viniese en buen hora á proponer ante
dios d cargo de su embaxada. Pero d esta comi-
don notraia, que se volviese, ó no entrase mas ade-
lante en su sefiorio ; porque ninguna buena pac se
pedia tratar con d Bey de Francia, ni trataida pe-
dia permanescer , durante d agravio que les f acia
en retendles aquéllos dos Condados que les perte-
nescian. Oido por el embaxador este mandamiento,
como quier que respondió que su embaxada seria
apacible, é della resultaria toda buena paa é concor-
dia entre d Bey de Frauda su sefior , y d Bey é la
Beyna, pero porque dtxo que no trda la comidon
que demandaban para entregar aquellos Condados,
cumpliendo la amonestación que le fué fecha, no
pasó mas addante, ó volvióse para el Bey de Frau-
da, sin ser recebido ni oido por d Bey é por la
Beyna.
CAPITULO XOVIL
Da las eosas qae aa Valeaeia so eoatrataroa eoa el Salor da
lahrit
Becontado habernos en esta Orónica como el Bey
Don Luis de Francia padre dd Bey Carlos, que
agora en aquel reyno reynaba, tomó el Ducado de
Borgofia, diciendo perteneoerle por fin del Duque
Charlea, que murió sin dexar fijo varón legítimo,
salvo una fija que casó con el Bey de los Bomanos,
fijo del Emperador de Alemafia. La qud ansimes-
mo murió, é 'dexó una fija que casó con este Bey
Carlos de Francia é un fijo pequefio que estaba en
poder de aquel Bey de los Bomanos su padre. El
qual and en vida dd Bey Luis, como después en
tiempo deste Bey Carlos, siempre trabajó por reco-
brar d Ducado de Borgofia, que decia pertenecer á
aquel su fijo. E sobre el recobrar del uno y d re-
tener del otro, ovo entre ellos guerras, do se recre-
cieron grandes dafios, muertes, ¿ robos, ó tomas de
cibdades é villas de la una parte á la otra en aque-
llas partee. Especialmente el Bey de Francia favo-
resdó á las dbdades de Gante ó de Brúxas, é á las
DON FERNANDO
otrts cibdadei é Tillas del Oondado de Flándes, que
perteneeoian al fijo deite B^ de los Romanos, para
qne se akasen oontra éL Los quales , oon los esfuer-
zos del Bey de Frauda, fioieron un insulto grande,
7 entraron en el palacio do estaba el Bey de los
BomanoB, é prendiéronlo, é apoderáronse de su fijo,
é mataron los principales de su Oonsejo. Esto sa-
bido por el Emperador su padre, vino con mucha
gente de los Alemanes, é constrifió á los de la cibdad
do Bruzas do estaba preso, que lo soltasen. E por
esta causa credo masía enemistad que habia entre
él Bey de Frauda é aquel Bey de los Bomanos su
suegro. Ansimesmo él Duque de Bretafia, y el Da-
que de Urliens, y el 8efior de Labrit, é otros caba-
lleros de Francia estaban en la indinadon del Bey
de Frauda, por algunos desacuerdos qne entre ellos
babia. Elas querellas credoron de tal manera, que
el Bey de los Bomanos por su parte, é los Duques
de Bretafia é Urliens, é aquel Sefior de Labrit por la
suya, acordaron de meter Ingleses que son enemi-
gos del Bey de Francia, para se ayudar dellos é fa-
cer guerra en el reyno.
Ansimesmo habernos recontado en esta Crónica,
como después que la Princesa de Navarra no acep-
tó el casamiento que le fué movido del Príncipe de
Castilla para su fija que era Beyna de aquel reyno,
é la casó con el fijo del Sefior de Labrit , el Bey é la
Beyna mandaron á Don Juan de Bibera, que con
derta gente de armas que le dieron, estoviese en al-
gunos lugares frontera del Beyno de Navarra, é se
apoderase de las cibdades é villas del , para remstir
á los Franceses , si quisiesen por aquellas partes en-
trar á facer guerra en Castilla. El qual tomó la villa
de Viana , é los castiUos de Sant Qregorio , é Irule-
ta, é otras algunas tierras dd Beyno de Navarra.
Aquel Sefior de Labrit, veyendo que de la una
parte estaba en la indinadon del Bey de Frauda, ó
que le habia tomado toda su tierra , é de la otra par-
te d Bey é la Beyna f adán guerra al Bey de Na-
varra su fijo , ó le entraban por su reyno ; acordó de
poner á él é al Bey su fijo , é á todo aquel Beyno
de Navarra en las manos dd Bey é de la Bejma, por
se pacificar con ellos , é haber su ayuda oontra el
Bey de Francia. B trató con Don Juan de Bibe-
ra que le aoompafiase , é ambos vinieron i la cibdad
de Valenda. Y este Sefior de Labrit propuso ante el
Bey é la Beyna, presente el Cardenal de Espafia é
otros caballeros é doctores de su Consejo, en esta
manera.
i Muy poderosos é muy temidos sefiores : aunque
~ lia neoeddad no me constrifiera venir ante vuestra
ireal líagestad, todavia me llamara vuestra mag-
1 nanimidad, que ni face, ni consiente facer fuerza.
1 Quinera yo, muy ezcdentes Sefiores, pues la ven-
1 tura me habla de traer á vuestras manos reales,
» haber principiado á servir, intes que comenzase á
B demandar : porque dentó pena en ser enojoso án-
stes que servidor. To , muy poderosos sefiores , d-
• guiendo la lealtad que mis predecesores guardaron
» á la corona real de Frauda , dempre serví al Bey
• LuiS|é á este Bey Carlos su fijo dn punto deyer-
É DOÑA ISABEL. 475
• ro, salvo d erré, no me placiendo sus yerros, i
» como quier que esto es notorio , pero este Bey Cár-
» los , que heredó también la oobdida como d Bey-
B no del Bey su padre ; hame tomado lo mió, porque
B le defiendo que no tome lo ageno que pertenece al
B Bey de Navarra mi fijo, sogun que todo es mani-
B fiesto á Vuestra red Magestad ; é hame trddo á
Btd estado que do quiera estoy mas seguro que
BOU mi tierra.» Después que ovo propuesto ante
el Bey é la Beyna estas razones , é las injurias é
agravios grandes que el B^ de los Bomanos, é
los Duques de Bretafia é de Urliens , y él é otros se-
fiores de aquel reyno de Frauda hablan reod>ido del
Bey Lde pasado, é los que agora reoebian deste Bey
Carlos su fijo, dizo que él confiando en la magnani-
midad del Bey é de la Beyna, habían acordado de
poner en sus manos i él, é al Bey de Navarra su fijo^
é á todo su reyno , para que ficiesen dellos todo lo
qne les ploguiese. Otrosí les dixo , como el Bey de
los Bomanos é los Duques de Bretafia éde Urliens,
é algunos otros sefiores de Frauda estaban á su ser-
vicio para los ayudar á recobrar los Condados de
Buisdlon é Cerdania, que d Bey de Francia contra
toda justida les tenia ocupados.
El Bey é la Beyna recibieron este caballero gra-
desámente, é fidéronle mucha honra. É depues que
ddiberaron sobre lo que ante dios propuso, acorda-
ron de se haber oon él liberalmente ; é mandaron á
Don Juan de Bibera que luego desase al Bey su fijo
la villa de T^ana, é toda la otra tierra de Navarra
que le habia tomado. É allende desto embiaron man-
dar á todas las viUas é lugares que son en los puer-
tos de Vizcaya é de Guipúzcoa, que fidesen una
grand armada , é que fuesen con este Sefior de La-
brit, é ayudasen por mar é por tierra al Duque de
Bretafia é á este Sefior de Labrit contra el Bey de
Frauda. Y embiaron por capitán de toda la gente de
la armada á un caballero Catalán Maestresala dd
Bey, que se llamaba Mesen Gralla. Los de aquellas
provindas, cumpliendo d mandamiento del Bey é
de la Beyna, juntaron luego gran flota de navios ;
y este capitán Mesen GraUa con aqudla gente des-
cendió en tierra de Bretafia. Ansimesmo vino de In-
glaterra oon gente en ayuda dd Duque de Bretafia
el Conde de Esodas. Lo qual sabido por el Bey de
Francia , juntó gente de armas , é tomó las dbdades
de Urliens é Blay a, é las otras tierras pertenedentes
d Duque de Urliens, é vino oon gran poder de gen-
tes d Ducado de Bretafia , á sus capitanes tomaron
algunos pueblos , é robaron é quemaron otros , é fi-
oieron cruda guerra en aqud Ducado,
Los Duques de Bretafia é de Urliens y este Sefior
de Labrit , veyéndose f avoresddos con la gente de
Espafia que les habia embiado el Bey é la Beyna, é
con la gente de Inglaterra que trazo aquel Conde
de Ewdas, salieron d campo á pdear oon la gente
dd Bey de Frauda, é ovieron una gran batalla eer-
ca de la dbdad de Nántes ; en la qual fueron ven-
cedores los capitanes dd B^ de Frauda, é murie-
ron muchos Bretones, é Ingleses, é Castellanos, que
hdixian ido álos ayudar. É alli murió pdeando aqud
47¿
OBÓNIÓAS DB LOS BETEB DB ÓASOLLA.
Oonde de BsmIm» porqoe no se quíBo dar á pririon.
Ofcnwf fué prefo él Daqne de Urliens , é otros oapi-
tuies é cáballeroe que eftab«n en ayuda del Duqae
de Bretaña ; entre los qoales fué preso aquel capi-
tán Mosen Óralla, qne el Bey é la Beyna lUbian em-
biado con la gente de la flota. T este Sellor de La-
brit, visto el desbarato que oTieron los de su parte,
ovo lugar de se salvar, é vino para la cibdad de Nan-
tes. E dende á pocos dias murió el Duque de Breta-
lia, ó dlxose que la causa de su muerte fué el pesar
grande que ovo en se ver vencido , é todos sus ami-
gos é valedores presos é muertos en aquella batalla.
Después de la muerte del Duque de Bretafia, su-
cedió en el sefiorlo de aquel Ducado una de sus fijas
la mayor, que se llamaba Madama Ana. A la qaal el
Bey é la Beyna oontinando su propósito, f avoresde*
ron para poseer el Ducado del Duque su padre, ó
para recobrar las villas ó lugares qne le tenia en-
tradas é ocupadas el Bey de Francia. É la Beyna, es-
tando el Bey ocupado en la guerra de los moros, em-
bió segunda vea áDon Diego Peres Sarmiento, Oon-
de de Salinas, é con él á Pero Oarrillo de Albornos,
. é otros caballeros é capitanes con mil homes de ar-
mas á caballo, é con gente de peones ballesteros é
lanceros y espingarderos á pié para ayudar á la Du-
quesa. 7 embió sus cartas para todas las villas é lu-
gares que son en los puertos del mar de Vizcaya é
Guipúzcoa é Oastíllala Vieja, mandándoles que lue-
go diesen al Oonde é á todos los que con él iban na-
vios é marineros para pasar ellos é las cosas que lle-
vaban.
SI Oonde de Salinas con todos los otros capitanes
é gentes que la Beyna embió con él, embarcaron con
ciertas naos é caravelas, é pasaron en Bretafia. Los
quales se juntaron con los Bretones , é oon algunos
¿igleses, que segunda vez habian venido en ayuda
de la Duquesa, para facer guerra á los Franceses.
oapItülo XOVHL
De lo qse el Refé U Reyna fleleron en U ellMUd deMarcia.
Estando pendientes las cosas que se babian plati-
cado en las Oórtesde la cibdad de Valencia, porque
se llegaba el tiempo del verano para continar la con-
quista comenzada contra el Beyno de Granada, el
Bey é la Beyna partieron de aquella cibdad, é vinie-
ron á la cibdad de Orihuela, donde concluyeron las
cosas que fueron movidas en las cortes del Beyno de
Valencia. En las quales constituyeron algunas leyes
é ordenanzas para que pudiesen vivir bien é segu-
ramente los de aquel reyno , é def e?. lieron so gran-
des penas las malas costumbres que traian dafio á
la república. De las quales ordenanzas é prohibicio-
nes, todos los de aquel Beyno de Valencia fueron con-
tentos, porque conocieron que les escusaban los gas-
tos del dinero é los peligros de las personas , quo te-
nían continos en la prosecución de los bandos ó
parcialidades que seguian. Otrosí les quitabaií la
causa del pecar, pensando en las muertes é vengan-
zas que se deseaban los unos á los otros. É todos los
Oaballeíos é Perlados é Barones é Síndicos Procu-
radores de las dbdades é villas de aquel Beyno de
Valencia, vista la utilidad común y el bien que á to-
dos se seguia, las obedecieron é juraron solemne-
mente en aquella cibdad de Orihuela de las guardar.
Después de fechas é oonduidas aquellas Oórtes, el
Bey é la Beyna, é oon ellos el Principe é las Infan-
tas sus fijas, y el Oardenal de Espafta, é los otros ca-
balleros é oficiales que andaban en su corte partie-
ron de la cibdad de Orihuela, é vinieron para la cib-
dad de Murcia ; porque por las partes de Lorca en-
tendían este afio facer guerra á las cibdades de Basa
é Guadix é Almería. E como fueron en aquella ci6«
dad, el Bey é la Beyna mandaron llamar todas la«
gentes de armas é peones que el afio paaado habian
apercebido. B como la gente fué junta, el Bey par-
tió de la cibad de Murcia á cinco dias andados del
mes de Junio deste afio, é fué á la cibdad de Lorca;
é fueron con él el Duque de Alburquerque, y el Mar*
qués de Oáliz , y el Oonde de Bnendía , y el Oonde
de Ledesma, y el Oonde de Monteagudo, é Don Al-
varo de Mendoza, Oonde de Oastro, é Don Diego de
Oórdoba , Oonde de Oabra, y el Oonde de San Esto-
van, é Don Enrique Enriques, su Mayordomo ma-
yor, é Don Juan Ohacon , Adelantado de Murcia, é
Pero López de Padilla, Adelantado de Oastilla, é
otros caballeros é capitanes fijos-dalgo de la casa
del Bey é de la Beyna.
E como el Bey llegó á la cibdad de Lorca , man-
dó al Marqués de Oáliz é al Adelantado de Murcia,
que fuesen con cierta gente en la delantera á poner
real sobre la cibdad de Vera. B como el Aloayde é
los cabeceras de aquella cibdad sopieron que el Bey
venia á los cercar , salieron á fabla con el Adelan-
tado, é dixéronles como estaban en servicio del Bey,
é que viniendo él en persona , luego le entregarían
aquella cibdad con sus fortalezas. Visto por aquellos
capitanes el ofrescimiento fecho por los moros, es-
cribiéronlo al Bey , el qual fué con toda la hueste á
aquella cibdad, y el Aloayde é los moros della sa-
lieron con las llaves, é se las entregaron. Y el Bey
seguró sus personas é bienes para que se pudiesen ir
á las partes de África, ó á las aldeas oomarcanas á
la cibdad, ó á otro qualquier lugar que quisiesen |
según que lo dio á los de las otras villas é castillos
de aquel Boyno, que sin premia se le habian entre-
gado. E puso por Aloayde é gobernador de aquella
cibdad á Garcilaso de la Vega su Maestresala (1).
Sabido por algunas villas é fortalezas de las co-
marcas , como la cibdad de Vera se había entregado
al Bey, luego vinieron ante él los Alfaquíes é Pro-
curadores de las Ouevas, é de Huesear , é Hueral*, é
de Sagena, é Alborea , é Moxácar, é Bedar, é Se-
rena, é Oabrera, é de Lubrer é Ulela, é Sorbas,
é Teresa, é Locayna, é Torrillas, é de Hiyunque,
é Suebro, é Taraba, é de Belefique, de Nixar, é
Iluórcar, é de Veloz el Blanco, é de Velos el Bu-
bio é de Oantoria , é de Oartabona é Oria, é Xer-
cos, é Albor, é Alxamecid, é Beniandála, é Be-
(1) U estreca de Vera fué 4 10 de Janlo de este aflo. Zsr., H*.,
^.75.
bok FBBNÁNDO
likaraís, i Atehelid, é Alardia, é Alhabia, é Be-
nialgaaoil, é Benilibel, é Bensano, é Benimina, é
Ahnánohes, é Ooiobar, é Benioaglat, é Lixar, é Fi-
nes, é Lnla, é de Hae^ga, é de One, é Galera, é
Oastiilejaé Búllar, é Benamaorel. Los qnales entre-
garon luego las f ortalesas que habia en estos luga-
res al Bey , é puso en ellas sus Alcaydes ; é dio se-
guro á los moros que dexaron la tierra, para que
fuesen á morar á las partes que quisiesen con todos
BUS bienes; é los qne quedaron por mudéxares en es-
tos lugares , fideron juramento de ser buenos ó lea-
les yasalloe, é sierros del Bey é de la Beyna, é de
les pagar sus tributos, según lo fioieron los otros
moros que quedaron por mudéxares en los otros lu-
gares que se ganaron en los afios pasados. Becebi-
dos todos estos lugares, é puestos los Aloaydee en
las f ortalesas que se entregaron, el Bey acordó de ir
á la oibdad de Almería, para ver el asiento della, é
si habría lugar este afio para la sitiar. É mandó al
Marqués de Oális, é al Duque de Alburquerque, é al
Adelantado de Murcia, que fuesen en la delantera,
losquales llegaron á vista de la oibdad. É cokno los
moros vieron aquella gente, recelando ser oercados,
pensaron de excusar el asiento del roal,é salieron de
aquella oibdad á escaramusar con las batallas que
iban en la delantera. E después que el Bey llegó
con toda la otra gente, porque vido que de aquella
escaramusa, por ser entre las huertas de la oibdad ,
los christianos recebian dafio , mandó oesar la eeoa-
ramusa, é retraer toda la gente. E. después que por
todas partes vido el asiento de aquella oibdad, tor-
nó con toda la hueste á poner real cerca del rio de
Almería, que es media legua de aquella cibdad. B
otro dia mudó su real , é fué para la cibdad de Baza
donde estaba el Bey viejo ; el qual salió de la cib-
dad oon gente de caballo é de pié á escaramusar
con las batallas del Marqués de OAlis é del Adelan-
tado de Muróla que iban en la delantera. E los chris-
tianos fueron tuto adelante peleando oon los mo-
ros, que los retraxieron fasta los meter por las huer-
tas , donde los moros tenian puestas sus celadas. T
en aquella f adeuda, por la dispusioion de los luga-
res donde peleaban redbleron mayor dafio los chris-
tianos I porque fueron f eHdos é muertos algunos de-
llos con los tiros de ballestas y espingardas qne los
moros tiraban. Espedalmente fué muerto de un tiro
de espingarda Don Felipe de Aragón, Maestre de
Montosa, sobrino del Bey, fijo bastardo del Frfndpe
Don Garlos, su hermano. Sabido por el Bey la muerto
de su sobrino, pesóle mucho ; é mandó á las batallas
que iban en la delantera, queretraxiesen la gente de
la escaramuza , é que se volviesen al real, qne man-
dó asentar dos í^fgnñB de la cibdad , cerca de nn rio
que se llamaba Guadalquiton. Los moros, como vie-
ron que se tomaban las batallas délos christianos, é
que los de la escaramuza se retraían , salieron mas
número de caballeros moros de refresco, oon gran-
des alaridos, é siguieron á los christianos que iban
en la rezaga de las batallas, matando é flriendo en
ellos, fasta qne por fnorza fioieron fnir á algunos é
juntarse con las batallas que iban en la deluntera.
É ÍX)Í^A ISABEL 477
Visto por el Adelantado de Murcia, que tenia
cargo de la reguarda, oomo los moros segnian á loa
christianos , volvió oon su batalla, é recogió la gen*
te de los christianos que iban fuyendo, é aoometi6
tan redo contra los moros, que los fizo retraer. Y el
Adelantado con sus gentes de pié é de caballo loa
dguió, firiendo é matando en dios fasta que loa
metió en las huertas de la dbdad. Eotro dia siguien-.
te el Bey vino para la dbdad de Huesear, la qual
gele entregó luego, é puso en ella por alcayde á
Don Bodrigo Manrique. E aUi mandó despedir toda
la gente, é fué á f aoer oradon á la Oruz de Oarava-
vaca; é de alli vino á la dbdad de Murcia donde
estaba la Beyna.
CAPÍTULO XCDL
De lu oonf f oe •! Rey ¿ U Rejsa ordenaron, áespaet oie el l^f
salid 4o tterra do aoros.
Oomo el Bey llegó á la cibdad de Mnrda, luego
el Bey é la Beyna acordaron de dar el cargo de la
capitanía mayor de todas las villas é castillos que
este afto ganaron de tierra de moros á Luis Fernán,
des Puertocarrero, Seftor de Palma. E mandaron á
los alcaydes que dexaron en las fortalezas é á loa
otros capitanes de gentes, que mandaron quedar en
la tierral que esto viesen á su gobemadon , para la
guardar, é facer guerra al Bey viejo que estaba oon
gente en las dbdades de Baza é Quadix. Otrosi pu-
sieron ofidales para que por tierra embiasen requas,
é por mar embiasen navios oon providones de pan
é otros qualesquier mantenimientos necesarios á los
alcaydes é gentes de armas que d&aron en los cas-
tillos é' tierras que este afio se ganaron en aquella
comarca ; y ellos acordaron de venir para la villa de
Valladolid á tener el invierno* E porque la guerra
que en aquella tierra se esperaba facer , and en el
defender, como en el ofender, era peligrosa ; algu-
nos mancebos fijos-dalgo que andaban en servido
oontino del Bey é de la Beyna, oon deseo de ganar
fama loable en los fechos de las armas, quedaron
de su grado con este capitán mayor, para le ayudar
en aqud cargo.
Aoaedó en estos dias que estando la Beyna en
Muroiai le fué certiftoado , qne d Alcalde mayor de
la tíeira del Duque de Alva , y el alcayde de una
fortdesa, que se deda Salvatierra, hablan injuria-'
do é apaleado al recaudador que cogia los derechoa
reales dd servido é montadgo de los ganados qne pa*
saban por aquella tierra dd Duque ó aun escribano
que andaba oon él. É oomo fué informada de aqueste
ddicto,enonbierto d sentimiento que dello ovo^ man-
dó secretamente á un Licenciado Diego de I^n>ano,
Alcalde en su oorte , qne oon diligenda fidese justi-
cia de los que fallase en aquel exceso culpantes.
Este dcalde partió secretamente de la dbdad de
Murda, é fué didmulado fasta que Uegó cerca dé
la villa de Alva de Tormos , é tovo tal astucia , que
prendió al alcayde dentro en la fortaleza de Salva-
tierra do estaba ; é ansimesmo al alcalde del Duque
^ aforoó luego al alcayde en aqnd mesmo luga^
lis
GRÓHICA8 DB LOS ¿RB DI OASÜLLA.
donde fis> U In jmüi al reetadador ; é tomó pnao
•I aleakb msjor , é Berélo auto loa Oidoraa de le
CSiaiicillerfai qae reaide en la tAU de Yalladolid.
Loa qnalea oonoddo el delieto, maadiionle oortar
la manot é deaterrar por toda an ride del Beyno.
DeaUa Jnatíciaa fechaa en peíaonaa tan aeffaladaa,
pea6 nindio á ka maloa , porqae ae lefrenaion en
ana maloa deaeoa, é plogo á loa boenoa, porque go-
lalNUí de la pas que doaeaban tener en mm peraonaa
óbienea.
oapítulo a
llelaiMfM4M€lB<y*laR6|iiad«fM eaTtlbiatM.
B Bey é U Bejma partieron de la dbdad de
liorda» é eon élloa el Principe^ é lea InCantaa mam
fijas j el Oaidenal de Bqpafia; é Tinieron á la TÜla
de ValladoUd por dar 6rden en la inqniaicion qoe
ae facía eontra loa beregea, é proToer de letradoaé
preaidente la Chancfllerfa, j en otras ooaaa oonoer*
nientea é la gobernación de la jnatida. E mandaron
ir bornea letradoa qne ftoieaen inqniaicion aobre loa
oorregidorea de laa cibdadea é Tillaa, á loa qoalea
amblaban á mandar, qne acabado el tiempo de an
corregimiento eatoTieaen treinta diaa sin tener car-
go de jnatídaí fiusieodo an reaidencia é dando razón
de lo qne baÚan lleyado de penaa é de otraa ooaaai
é como babian naado de an ofido. E d alguno fa-
llaban culpado, Hoyando algún coheoho, ó habien-
do fedio otro exoeao en la juatida, lu^go era traído
á la corte preao, é penado aegun la medida de an
yerro ; é á eate tal no ae encaigaba dende en ade-
lante ofido ninguno. Viato la gran diligenda que
en eato la Beyna ponia, todoe trabajaban por ae aal-
Tar, naando limpiamente de an cargo. Otrod man-
daron juntar en aquella Tilla todoa loa inquiddo-
lea qne babian aeydo pueatoa en laa dbdadea é tI-
I]a% é loa fiaoalea é reoeptorea y eacribanoe, é otroa
ofidalea que babian entendido en aquella negoda-
don. E deapnea de babidoa Jargoa oonaejoa aobre
eata materia, por quanto era ardua, é tocaba á mu-
obaa peraonaa, dieron derta forma que ae guardaae
en loa prooeaoa ó pridonea, é otraa ooaaa que en eata
gtTift dende en adelante ocurrieaen. Falláronae
mucboa judíoa bombrea raecee que depuderon f al-
aamente contra algunoa converaoa por loa traer á
la muerte. Lo qual fallado por verdadera informa-
don, fueron en Toledo apedreadoa por juatlda al-
gunoa ddloa. Otrod nombraron inquialdorea que
emblaron á algunoa Obiapadoa, para que fecha la
inquiddon ien forma jurídica, fueaen caatigadoa
loa qne f allaaen cnlpantea , é apuraaen del todoa loe
ritoa judiicoa que guardaban, é alimpiaaen la tierra
de aquella mala é iniqua opinión que algunoa te-
nían. Otrod ordenaron la ley de la plata qne dende
en adelante ae labraae en ana Beynoa, que fneae
apurada, é de la ley que ae Ubraba en la dbdad de
Paria. B puderon grandea penaa á qualquiera que
üquella ordenanza quebrantaae.
CAPÍTULO Ot
DeU
qm fiMüalMaeiMélM
laauat aae tiiil n p^
Brtando d Bey éla Beyna en la vüla de Valla-
dolid, ovieron nuera como por la mala guarda que
habla en la Tilla é caatillo de HIzar donde en al-
cayde Bemal Francea, loa moroa orieran lugar de
la combatir é recobrar, é que babian muerto á cu-
chillo aetenta eacnderoa, é todoa loa peonea qne la
guardaban. Anrimeamo que tomaron A recobrar
otra f ortdesa qne ae llanmba Oónqieta, é que d Bej
Tiejo que cataba en Qnadix fada cruda guecra á
toda aquella tierra que ae habla dado al Bey é A la
Beyna, donde hablan aeydo mnertoa é deabaratadoa
é ferídoa é preaoa en eeoaramunaa dgnnoa ofariatia-
noa. Bipedalmente fué muerto un mancebo Gomen,
dador de la Orden de Santiago, que ae llamaba Buy
Diez Mddonado, fijo dd Doctor Bodrigo Maldonado
Befior de BaTila Fuente, d qnd eligió antea la muer-
te peleando que aofrír la Tida con Terg&euBa fn-
yendo. Otrod aopieron como aqud Bey Tiejo que
cataba en Qnadix, Tino con gente de moroa A pié é
á caballo, é con mucboa pertrechoa A combatir la
Tilla é fortdesa de Callar, en la qnd no cataba A
la hora Cérica de Bledma á quien d Bej é la Beyna
hablan pueato en día por alcayde, é ae deda que
con recdo ae aalié ddla. B oomo quier que por la
diapuaiclon natnrd é obra artificial que eata Tilla
tiene parece inexpugnable, por laa grandea pefiaa
ó cneataa dtaa é grandea edifidoa de qne por todaa
partea caté fortificada, pero la multitud de loa mo-
rca y d oaado atrevimiento que ofredéndoae A la
muerte toTleron para la combatir, fué tan grande é
por tantea partea^ que por fnersa entraron en la Ti-
lla, é la robaron é mataron loa chrlatianoa que den-
tro pudieron haber. Otroa dgnnoa que ae ^Üapude-
ron á pdear por laa callea, no pudiendo reaiatir al
poderío é fueran de loa moroa, ae retraxieran á la
fortdesa con un alcayde que por eatoncea cataba en
ella, que ae llamaba Juan dcATdoa.
¿te alcayde fué tan conatante en la Tlrtud de la
Tcrdadera fortdeaa, que ni la multitud de loa mo-
roa le turbó, ni ana combatea enfiaqueaderon au éni-
mo, para morir defendiendo aquellaa torrea que le
fueron encomendadaa. Loa moroa, á quien la Ticte-
ria que OTieron en la entrada de la Tilla habla fe«
cho crecer au orgullo para combatir la fortalesa,
pudieron llegar con dgnnoa pertreohoe al muro;
é puderon en cuentoe una torro con gran parte del
líense de la cerca y entraron por fuersa la barrera.
Aqud doayde Juan de ATdoa pdeaba con grand
eafuerso, romediando A loa lugarea maa flacoa, é
poniendo eafuerso A loa que con él cataban, loa qaa-
lea viato el eafuenío del alcayde, ae diqraderon á le
ayudar. E oomo quier que loa moroa hablan ya ga-
nado la barrera, pero el dcayde con aqudloa que
le ayudaron, con muchaa piedraa y eaquinaa echa-
daa de lo alto, lanzaron A loa moroa fuera de la
barrera que liabian ganado. Este combate fué muv
i
t>b^ FERNANDO
rtgaroBOy i doió dnoo diás, porque los moros erui
en tanto número, que qntndo los unos se apartsban
del oombate, llegaban otros de nuero á oombatir:
de mañera que los ohristianos no toYieron una hora
de espaoio para se reparar. Pero oonosciendo que
según él dafio que habían feoho en los moros se-
rian todos muertos si fuesen tomados, el miedo
que ooncibieron les fizo avivar las fuerzas ó oonti-
nar los trabajos, fasta que los moros visto que per-
dían su gente é no ganaban el muro, acordaron de
quemar la villa é se retraer é dezar la fortaleza.
Otrosí dos oapitanes moros el uno se Uamaba Ali-
Alatar, que estaba apoderado de la villa é fortaleza
de Alhendin, é otro que se llamaba Iza-Alatar, que
estaba oon gente de moros en la villa de Salobrefia,
guerreaban desde aquellas á los moros de Granada,
que estaban por el Bey mozo, é á todos los chris-
tíanos é moros que estaban en las villas é lugares
que se habían ganado los afios pasados ; é traían
cavalgadas é tomaban continamente captivos, é
facian tan cruda guerra, que el capitán mayor é
los otros oapitanes é alcaydes de las oibdades é vi-
llas que estaban por el Bey é por la Beyna, no lo
podían resistir. Otrosí los moros de la cibdad de Al-
mería é de Tabernas, é los que moraban en el valle
de Purgena, é de todas aquellas partes, entraban en
la tierra de los ohristianos que son á las partes de
Lorca é de Murcia, é tomaban homes captivos, ó
llevaban ganados, é facian cruda guerra á todos
los que moraban en aqueUas comarcas. E para pro-
veer á estos dafios, el Bey é la Beyna embiaron
. mandar á Juan de Benavides, é á Garcilaso de la
y^g*» qao fuesen oon gente de caballo para resis-
tir á los moros por aquellas partes ó facerles guer-
ra. Otrosí embiaron á Francisco Bamirez Secreta-
rio, que tenia cargo del artillería, con sus cartas
para todos los caballeros, é cibdades é villas del
Andalucía, que son en aquellas partes , mandándo-
les que se juntasen é resistiesen aquellos daftos que
los moros facían. Los quales cumpliendo el manda-
do del Bey é de la Beyna se juntaron é resistieron
las guerras é cavalgadas que aquellos moros facian,
é ovieron con ellos algunas batallas é recuentos
donde murieron algunos christianos é moros. Pero
porque aquellos capitanes moros estaban en casti-
llos roqueros, do no había salvo gente de guerra,
nunca cesaban de facer guerra por todas las partes
que podían á los ohristianos.
CAPÍTULO OlL
Dé la embauda qsa al Rey de loa RomaBoa embid al Rey é Ala
Reyíia.
Estando el Bey é la Beyna en la Villa de Valla-
dolid entendiendo é proveyendo en las cosas que
suso habemos recontado, sopíeron como venían á
ellos embaxadores del Bey de los Bomanos, fijo del
Emperador de Alemania, el bastardo de Borgofia,
fijo del Duque Charles, é otro capitán que se Ua-
maba Juan de Salazar. Los quales habían venido
por mar, é .del puerto de la Corulla descendieron é
¿DO^AIBABEL. ilé
vinieron á la cibdad de Bárgos. B como la Iteyna
sopo que habían llegado á aquella oibdad, é que
del trabajo largo de la mar é fatiga que habían pa-
decido en los caminos , estaban no bien proveídos
de oavalgaduras, é de los otros arreos que les eran
necesarios, embió á eUos un tesorero, para que les
proveyese de las bestias é ropas é todas las cosas
que oviesen necesario.
Estos embaxadores llegaron á la villa de Valla-
dolid, é por mandado del Bey é de la Beyna les fué
feoho honorable recebimiento por los Duques é Con-
des é Caballeros é Perlados que estaban en su cor-
te. E como reposaron algunos días, propusieron su
embaxada ante el Bey é la Beyna, presentes el Car-
denal de Espafia é algunos Duques é Condes é Per^
lados de su Consejo ; primeramente las recomenda-
ciones é graciosos ofrecimientos que con toda be-
nivolenda el Bey de los Bomanos les embiaba. B
dixeron de su parte, que porque él amor grande que
había á sus personas reales, se consolidase oon ma-
yor debdo de afinidad é consanguinidad, había
acordado de embiar ante Su real Magostad, á les
rogar, que les ploguiese de otorgar la Infanta Dofta
Isabel su fija en matrimonio para él. Otrosí que les
ploguiese prometer ed matrimonio á la Infanta
Dofta Juana quando saliese de edad , para Filípo
Duque de Borgofta, Conde de Fléndes, cuyas eda-
des ansí del padre como del fijo, convenían bien oon
las edades de las Infantas que pedía. E cerca des-
tos matrimonios, que por la gracia de Dios se mo-
vían, é con su voluntad se esperaba concluir, re-
contaron algunas utilidades que á ambas partes se
seguían de presente, é mediante la ¡gracia divina
esperaban que se siguirian de futuro.
E acabada de proponer la materia destos dos ca-
samientos de las Infantas que pidieron, fideron sa-
ber al Bey é á la Beyna los agravios é injurias que
el Bey de Francia había fecho á su fijo el Duque de
Boigofia en le tener ocupado por fuerza su Duca-
do que le pertenesoia, é otras algunas tierras que
había heredado é poseído legítimamente por fin de
la Duquesa su madre. Otrosí tenia tomadas algunas
villas é lugares é puertos de mar de la Duquesa de
Bretafta, que era sobrina del Bey, fija de su herma-
na, é que pugnaba por desheredar totalmente tam-
bién en aquel Ducado como en el de Borgofia*
Otrosí que tenia preso al Duque de Urlíens, é le ha-
bía mandado tomar sus tierras; é anrimesmo al
Sefior de Labrit, é á otros eaballeros de Francia.
Gtrod recontaron la injustida que al Bey é á la
Beyna fada en les tener por fuerza los Condados
de BuíseUon é Cerdania que les tenia ocupados ; é
que parescia cosa contraria á la razón seyendo Be-
yes tan poderosos, consentirán su patrimonio fuer-
za tan notoria, para la qual ninguna otra osadía
tenia el Bey de Frauda, salvo la poca diligencia
que veía en gela redstir. E que mirasen bien que
su cobdida tanto m^s oresda para haber lo ageno,
quanto menos resistencia fAllaba para conservar lo
proprio. E sobre esta materia dixeron otras razo-
nes para indinar al Bey é á la Beyna contra el Bejr
480
CRONIQAS DB LOS BEYES DE 0A8TILLA.
de FrtndA. Tenoondoaion, ofresderon el amisUd
ó confederación del Bey en eefior, para ajndar al
Bey 6 á la Beyna, para recobrar á BoiBellon, £a-
dendo guerra al Bey de Francia por aqndlas par-
tea de Flándea é de Brabante, fasta que reatitnyeae
á ellos, éá él, é áen fijo, é á la Duquesa de Bretafia
todo lo que forzosamente les habla tomado. Para
lo qual afirmaron tener cierta el ayuda del Empe-
rador iu padre, é de muchos principes de Alemafia,
é la dd Bey de Inglaterra, el qnal embiaria luego
de sus capitanes é gentes para entrar en Francia
por la parte de- Bretafia é Flándes. E que fadéndole
guerra dentro de su reyno por todas partes, f aria
por fuersa lo que la cobdida no le consentía facer
por justida.
Oidas por el Bey é por la Beyna estas é otras ra-
Eones que en este caso propusieron, mandaron res-
ponder á aquellos embazadores, como á dios piada
mucho de su Yenida, é que eran alegres en saber dd
estado é buena dispuddon del Bey de los Bomanos
su primo, é dd Duque de Borgofia su fijo. E cerca
délas materias que hablan propuesto, íporque eran
grandes é arduas, les dixeron, que mandarían pla-
ticar sobre ellas en su consejo, é responderles aque-
llo que fuese servido de Dios, ó bien é honor suyo
é del Bey de los Bomanos su primo , é del Duque
su fijo. Estos embazadores estovieron en la villa de
Yalladolid por espado de quarenta dias, en los
quales el Bey é la Beyna mandaron facer justas é
torneos, ó otras muchas fiestas de grandes ó sump-
tuosos gastos é arreos. E al fin les mandaron res-
ponder, que ellos eran alegres en saber la buena
voluntad é amor que el Bey de los Bomanos su
primo mostraba á sus cosas, y el deseo que tenia de
lo refirmar con mayor debdo de sanguinidad; é que
cerca del matrimonio que demandaba de la Infan-
ta Dofia Isabd su fija les ploguiera mucho de lo
otorgar, salvo por la pendenda que tenia de su ma-
trimonio con otro Prindpe, por quien primero les
fué demandada; é que fasta ver el fin de aquella
pendencia, no seria honesto platicar cerca de su
matrimonio con otro príncipe. E cerca de lo que
tocaba á la Infanta Dofia Juana que pedia para el
Duque Felipe su fijo, les fué respondido, que su
edad no era aun perfecta para celebrar aquel acto
de matrimonio ; pero por el deseo que tenían de re-
firmar por nuevo debdo el amor que con él tenían,
les placía prometer que temhm manera con la In-
fanta su fija quando fuese de edad, que otorgase
aquel matrimonio, é celebrase en f aa de la sancta
madre Igleda los actos que para ello se requirían.
E cerca de lo que habían recontado tocante á las
fuerzas que d Bey de Francia había fecho é facía,
los mandaron responder, que no les venia de nuevo
todo lo por ellos recontado, lo qual sentían como
se debía sentir, é lo tenían en el ánimo para pro-
veer según que seria proveído, é á su honra com-
pila ; é que d fasta dlí no habían entendido en
ello, era porque habían estado y estaban ocupados
en la conquista que facían de las dbdades é villas
i tierras del Beyno de Granada, la qual era tanto
grande é de tantos discrimines é dificultades qu6
requerian grandes fuerzas é trabajos para la pro-
segmr, é que durante aquella no podian comenzar
otra guerra. Pero que dios hablan embiado una
flota armada con sus capitanes é gentes á la Du-
quesa de Bretafia. E allende de aquello entendían
embiar cada que necesario fuese mas gente para le
ayudar, é facer guerra al Bey de Francia, á fin que
recobre las villas é tierras que le tienen tomadas de
su patrimonio , lo qual ansimesmo seria ayuda al
Bey de los Bomanos , para ser restituido d Duque
su fijo en lo que le estaba tomado é ocupado. B
cerca de su amistad é confederación que demanda-
ban con el Bey de los Bomanos, respondieron que
les placía de la facer, é de le tener por su amigo é
confederado, para le ayudar contra d Bey de Fráng-
ela, para recobrar lo que tenia ocupado al Duque
su fijo.
Otrod estos embazadores por virtud del poder
que traían del Bey de los Bomanoa, juraron é pro-
metieron de ayudar al Bey é á la Beyna, é á sus
gentes é capitanes contra el Bey de Frauda cada
que fuese necesario para recobrar los Condados de
Buisellon é Gerdania. E como estas cosas fueron
asentadas, el Bey é la Beyna los despidieron, dán-
doles grandes dones de oro, é plata, é brocados, é
caballos.
oapItulo ora.
Cobo d Rej é la ReyM resUtijeroa U elMU 4e Pbteida
á tn corana reaL
El B^ Don Juan, padre desta Beyna Dofia Isa^
bd, fué oonstrefiído en tiempo de algunas disen-
uones acaescidas en el tiempo que reynó, de dar la
dbdad de Plasenda d Oonde Don Pedro de Stúfii-
ga, que era su justicia mayor, la qud dádiva revo«
có luego por ser ezcesiva, é contra su voluntad. El
efecto desta revocación no ovo lugar, por algunos
impedimentos que and él como el Bey Don Enri»
rique su fijo tovieron en aquellos tiempos que rey-
naron ; é por esta causa ovo lugar de heredar d
sefioriode aquella cibdad el Duque Don Alvaro fijo
de aquel Oonde Don Pedro de Stúfiiga, é después
del Duque Don Alvaro, su nieto, fijo de su fijo ma-
yor, que agora la poseía.
La Beyna que fué informada como la merced de
aquella dbdad fué fecha por importunidad, é re-
vocada con justa razón, trató con algunos cabdle-
ros é dbdadanoB principales de la cibdad, que, de-
zado el sefiorio de aquel Duque Don Alvaro, se tor-
nasen á su sefiorio real. Los qudes conosdendo que
aquella cibdad por ser una de las principales del
Beyno, é cabeza de Obispado , no debía ser aparta-
da de la corona red ; é que ellos sentían ser opre-
soB viviendo fuera del sefiorio red , poniendo en
obra lo que tenían en voluntad, se juntaron , é to-
maron armas, y echaron fuera de la cibdad á la
justicia é oficiales que el Duque Don Alvaro tenia
puestos; é cercaron la fortaleza, é puderon sus es-
tanzas para que ninguno pudiese salir ni entrar ea
DON FERNANDO
ella. Irto fecho, embiaron á decir al Bey é á la
Beyna el eetado en que tenian la oibdad ; por ende
que fuese luego el Bey á la recebir, é anaimesmo á
facer la fueraa necesaria al alcayde de la fortaleza,
si se pusiese en resistencia, para gela tomar.
Gomo esta nneya Tino al Bey ó á la Beyna, es-
cribieron luego sus cartas para los caballeros ó cib-
dadanoa de Plasencia, regradesciéndoles lo que ha-
blan fecho. E otros! el Bey partió para aquella oib-
dad, y escribió á todos los oaballeíos é gentes de
armas de las cibdades de Salamanca é Zamora, é
Toro, é Oibdad-Bodrigo, ó Truxillo, é Oáceree, é Ba-
dajos, é á todas esas comarcas, que con sus caba-
llos é armas viniesen para la cibdad de Plasencia.
E como el Bey con todas aquellas gentes llegó á la
oibdad, el Duque Don Alvaro que sopo el levanta-
miento fecho contra él en ella, ó como el Bey era
ido á la tomar, recelando que si se pusiese en alguna
resistencia perdería todo el otro su patrimonio, ovo
su acuerdo de obedescer los mandamientos del Bey
é de la Beyna, é fué luego, y entrególa con su f or-
talesa al Bey. T él la recibió, é puso en ella por Al-
cayde é Justicia á Antonio de Fonseca.
En este alio ovo en muchas partes de los Beynos
de Castilla é de Aragón grandes aguas mucho ma-
yores que las que ovo en el alio pasado ; é fíoieron
grandes destmioiones de molinos y edificios, é mu-
rieron muchos ganados. Especialmente en la cibdad
de Murcia y en su comarca llovió un agua tan recia,
que las gentes pensaron ser anegados; é algunos pas-
tores, é otros que andaban en los campos peligraron,
salvo los que buscaron torres é lugares altos donde
escapar. Ansimeemo en Santa Maria del Puerto en el
mes de Marzo de este afio llovió tanto que las gentes
creyeron ser otro diluvio. B los vecinos de aquella
villa veyeron una nube mucho negreé una multitud
de tordos volando en medio della ; é con arrebatado
viento que vino con aquella nube, todas las texas é
ladrillos de las casas cayeron é se quebraron, de tal
manera que parescian molidas. Oayeron ansimesmo
todas las casas de aquella villa, é murieron algunos
homes é muchos ganados; perdiéronse los mas de los
bienes que tenian en las casas. Ansimesmo quebran-
tó todas las fustas é barcos que estaban en tierra ri-
bera de la mar, que ninguna dexó sana. E una cara-
vela que estaban aderereaando ciertos maestros , el
gran viento la mudó de su lugar veinte pasos, é la
quebró todi^ ; é arrebató algunos barcos que estaban
en la mar, é los sacó á tierra todos fechos piezas en
el mismo ayre. Otrosí temblaron las torres de la for-
taleza ; é aquel terremoto, por do pasaba aquella
nube, fizo otras cosas tan espantables, que páreselo
á las gentes ser contra todo curso natural (1).
(I) El rara de loi Palíelos refiere lo de estat istas, j iftadeqie
én toda tierra de Andaloda habo tanta fertilidad, y Ul eoseeha
de iraDos, qae todo el tieaipo de la eoaeeha nlió la faiiefa de
triroá eioeienta aiarafodls, j en algvaaa partea á real, qoe nlla
enldieea treinta y nn marafedls. También ae aluron este alo los
noroa de Gsaeln y olroa de Sierra Bermeja, eonlados en lo Aler-
te de la eataelon y aspereza del slUo, hast» qne despuea fueron
svjetados por el Marqués de Cádls. BernaHI., Bhhr. iehtUeffet
Or.-IIt
É DOfÍA ISABEL.
481
CAPÍTULO 017.
Sígnense laa eosaa qne pasaron en el ato de mil 6 qnatroelentoa d
ochenta é nneve aftoa. R primeramente como fné el Rey á eo^
Uñar la gnerra oontra loa moros.
Porque el tiempo del yerano para proseguir la
guerra comensada contra el Reyno de Granada se
acercaba , acordaron el Bey é la Beyna de partir de
la Tilla de Valladolid. E fueron á U oibdad de Jaén,
é con ellos fueron el Principe Don Juan é las Infan-
tas sus fijas, y el Oardenal de Bspafia, é los otros
caballeros ó oficiales que acostumbraban andar en
su corte. T embiaron luego sus cartas de llamamien-
tos para todos los caballeros y escuderos é gentes
de armas, de caballo é de pié, á quien habían aper-
oebido para que se juntasen en las cibdades de Ube-
da é Baesa ; porque en aquellas fronteras que son
de Baza é Guadiz, acordaron de facer la guerra este
año. Especialmente determinaron de poner sitio so*
bre la cibdad de Baza ; porque fué platicado en su
consejo , que si aquella oibdad se ganase, seria me-
nos trabajosa |la conquista de las cibdades de Gua-
dix é Almeríai é de las otras cibdades é castillos que
en aquellas partes quedaban por conquistar. E como
las gentes llamadas se juntaron, la Beyna acordó de
quedar en la oibdad de Jaén, é con ella el Príncipe
é las Infantas sus fijas , y el Oardenal de Espafia. Y
el Bey partió de aquella cibdad á yeinte é siete dias
del mee de Mayo ; é mandó poner su real en el lu-
gar que se llama Botogordo, donde acordó de espe-
rar todas las gentes de caballo é de pié , para los or-
denar en batallas. Impidióse el juntamiento de aque-
llas gentes ocho dias, por las grandes aguas que re-
cresoieron ; las qualea dallaron los caminos, é ficie-
ron crescer los nos ; é trabajaron las gentes de tal
manera, que no pudieron juntarse oon el Bey al
tiempo que les fué mandado.
Después que con grandes trabajos del tiempo se
juntaron, el Bey mandóffacer alarde ; é faUáronse
en su hueste trece mil homes de caballo é quarenta
mil homes de pié , los qualee mandó que fuesen or-
denados en esta manera. Bbi la delantera mandó que
fuesen ciento é cinqftenta homes á caballo con el
Alcayde de los Donceles ; que según 1a orden anti-
gua de Espafia, debe ir con los maríscales para apo-
sentar las huestes. E mandó que fuesen en el ayan-
guarda el Maestre de Santiago oon mil ochocientas
lanzas; con el qual iba la gente de Édja con ciento
é cinqflenta lanzas é setecientos peones, é ciento é
cinqfienta espingarderos de la oibdad de Toledo. En
la una ala desta batalla mandó ir al Olayero de Oa-
latraya oon quatrocientas lanzas é mil peones. T en
la ala de la otra parte iba Pero López de Padilla con
decientas lanzas de los escuderos que tenían tier-
ras é acostamientos del Bey é de la Beyna, que
le fueron dadas en capitanía. En la segunda batalla
iba Don Diego López de Haro con dentó é oinqflen-
to lanzas é quatro mil peones del Beyno de Galicia
que le fueron dados en capitanía. En la tercera ba-
talla iban mil homes de armas é glnetes, é mil ho-
81
48á
ORÓNIOAS DB LOS BETE8 DB OASTILLÁ.
mes á pié del Oardenal de Espafia ; de los qaalea
iban por oapitanes Don Rodrigo de Mendoza, Sefior
del Oid , é Don Hartado de Mendoza, Adelantado
de Oazorla. En la qnarta batalla iba laa gentes de
pié é de caballo de las hermandades, cada qaadrilla
oon su capitán. En la quinta batalla iban Don Die-
go de Córdoba, Conde de Cabra, con decientas é
oinqüenta lanzas é trecientos peones; é Martin Alon-
10 de Montemayor oon ciento é setenta lanzas, é do-
cientos peones. La sexta batalla llevaba Don Bnri-
qne de Gosman oon trecientas é cinqflenta lanzas,
que le fueron dadas en capitanía. En la séptima ba-
talla iba el Marqués de Aguilar con ciento é cinq&en-
ta lanzas , é docientos peones ; é Fernán Duque oon
decientas é setenta lanzas , que les fueron dadas en
capitanía. En la octaya batalla iba Don Francisco de
Yelasco, capitán deciento é cinqüenta lanzas del Du-
que del Infantadgo, é ciento é ochenta peones, é
ciento é cinqüenta lanzas del Conde de Feria. En la
noyena batalla iban trecientas lanzas dol Duque de
Medinasidonia , é ciento é oinq&enta lanzas del Du*
que de Medinaoeli , con sus capitanes que ellos em-
biaron. En la décima batalla iba Don Alonso, Sefior
de la casa de Aguilar, oon trecientas lanzas é tre-
cientos peones. Delante la batalla real iba el Conde
de Tendilla oon quatrooientas é sesenta lanzas suyas
é del Arzobispo de Sevilla , su hermano , ó del Con-
de de Benavente ; é Don Martin de Acufia con cien-
to é veinte é cinco lanzas que le fueron dadas en ca-
pitanía. En la batalla real iba el Marqués de Cáliz
con quatrooientas lanzas é trecientos peones , é cíen-
la é cinqüenta lanzas del Adelantado del Andalucía,
é Gtonzalo Hernández de Córdoba con setenta lan-
zas , é Alonso Csorío con cien lanzas , é Martin de
Alaroon oon dnqftenta lanzas, é Bemal Francés con
cien lanzas, é Pedro de Ribera oon setenta lanzas ,
é Don Sancho de Castilla oon ciento é cinqflenta
lanzas, é Garoi- Alonso de ülloa oon dooientasé vein-
te lanzas, é Villa-Fuerte oon ciento é diez lanzas, é
Hernando de Ribera con (Sen lanzas, y el Comenda-
dor del Montijo oon ciento é ocho lanzas , y el Al-
cayde de Morón Luis de Figueredo, oon cien lanzas
é ciento é ochenta peones, é otros mil é oiento é se-
tenta peones de las Asturias de Oviedo, é quatro-
cientos peones de Vizcaya , é docientos é cinqflenta
peones de Álava é de Victoria, é docientos é treinta
peones de la provincia de Guipúzcoa, é quinientos
peones de Castilla la Vieja, é Trasmiera, é de las
. Asturias de Santillana. T en las alas de la batalla
leal á la mano derecha iba el Conde de Cifuentes
con quinientas lanzas de Sevilla é cinco mil peones;
é á la mano izquierda iban seiscientas lanzas é qua-
tro mil peones de la cibdad de Córdoba. E delante
del f ardage, porque no se mezclase oon la batalla
real , iba Don Pero Sarmiento oon setenta lanzas é
trecientos peones de la villa de Carmena, é cinqflen-
ta lanzas é docientos peones de Andúxar. E para en
la reguarda del f ardage iba Alonso Enriques, Cor-
legidor de Jaén , oon decientas é dnqflenta lanzas é
mil peones de Jaén, é Juan de Robres oon dooien-
,tfM lanzas é ochocientos peones de Xerez é Pedro
de Ángulo con trecientas lanzase mil peones de Úbe-
da é Baeza. Iban en la reguarda en una batalla Li|ia
Fernandez Puertooarrero , Sefior de PaUna, Capi-
tán de cien lanzas, é Don Rodrigo de León, o^^i-
tan de decientas é cinqflenta lanzas, é Pedro de Oso-
lio, oapitan de cinqflenta lanzas, é Miguel Danza,
capitán de treinta lanzas , é Garoilaso de la Vega,
capitán de quarenta lanzas, y el Comendador Mar-
tin Galludo, oapitan de ciento é cinqflenta lanzas, é
Franoisoo de Bovadilla, capitán de noventa lanzas,
é Hurtado de Luna, oapitan de cien lanzas, é Don
Diego de Córdoba, capitán de cien lanzas, é docien-
tas lanzas é mil peones del Adelantado de Murcia,
é Fernán Alvares, Alcayde de Colomera , oapitan
de cinqflenta lanzas. Otrosí iban en guarda de la per-
sona del Rey quatrociontos caballeros fijos-dalgo de
los sus continos, é de la casa de la Reyua ; en los
quales iban Don Enrique Enriques , su Mayordomo
mayor, é Don Gutierre de Cárdenas, Comendador
mayor de Leen , Sefior de Maqueda , é Rodrigo de
Ülloa , su Contador mayor, é otros caballeros é fijos
de grandes sefiores de los Reynos de Castilla é Ara-
gón , é Valencia é Sioilia.
CAPÍTULO OV.
De lu fitrdu qns austó d Rey en los caaisof , é esno eereó
étomóiatUlidsCdxar.
Como la gente fué ordenada en las batallas qna
habernos dicho , el Rey oon toda su hueste fué á si-
tiar la cibdad de Baza , según que fué acordado en
el Consejo, presente la Reyna. Páreselo difídle po-
ner aquel [sitio, porque los moros de GKiadix é de
las otras villas é castillos que son en la oomaroa, po«
drian impedir las requas de los mantenimientos , é
otras cosas que hablan de venir para el bastecimien-
to del real. E para remediar este inconviniente , el
Rey mandó á Alonso Enriques , Corregidor de las
oibdades(l) de Úbeda é Baeza que con las gentes de
caballo é de pié de aquellas oibdades, se pusiese en
aquél lugar de Sotogordo , que habernos dicho, el
qual es dos leguas de Quesada. E mandó á Diego
de Aguayo, Corregidor de la cibdad de Jaén é An-
dúxar, que con las gentes de aquellas cibdades so
pusiese más adelante otras dos leguas en un campo
que se dice Campo-Cuenca. E mandó á Luis Méndez
de Figueredo, que oon la gente de su capitanía esto-
viese cerca del castillo de Benzalema. E á estos oa-
pitanes con sos gentes mandó que estoviesen conti**
ñámente en aquellos lugares que les sefialó, segu-
rando las requas de los mantenimientos que' vinie-
sen al reaL £ allende destas guardas mandó repar-
tir otras gentes de caballo é de pié, que andoviesen
continamente las noches por las derras que son á
la parte de Guadix , é defendiesen los sietes é pre-
sas que los moros saliesen á faoer. B como quier
(1) De Uteda i Ba«M. Alonio Barlqoei era Correfldor de laaa«
cono te diee en el eaplialo antecedeate. Qaiiáa estarás aqal traa-
troeadoa ios aombres de Isa Ciedadea, y donde dice Vheiéé Bi#-
M, deber* decir Un i Anduxar; j al contrario. Pero lodoi los
\ (^iees fe conforman con el inpreí o.
1X)N FERNANDO
^e esUi genies ootí gran diligenoia gaaidaban los
caminos é las sierras ásperas que son en aquella par-
te ; pero los moros que sabían la tierra, siempre sa-
llan por lugares encubiertos á facer saltos , é ma-
taban homes é bestias , é tomaban algunos mante-
nimientos que yenian al real. Acordó ansimesmo el
Bey de ceroar la yilla de Cúzar, que es á dos legras
de Baza; porque si primero aquella yiHa no se tomase
fuera trabajo peligroso sostener cerco sobre la cib-
dad de Basa. El Bey Moro que estaba en Guadiz in-
formado que el Bey qneria cercar la oibdad de Ba-
sa, é oonosciendo que desde aquella Tilla de Oúxar,
según el lugar do es asentada , podría guerreando
impedir los mantenimientos é gentes que viniesen
al real , embióla á f orneoer de gente de caballo ó de
pié , é por la mejor defender cebaron los viejos é
nifios, é todos los que eran inútiles para pelear.
El B^ movió toda su hueste, é mandó que fuesen
delante mil peones , quebrantando las pefias, é alla-
nando los malos pasos , é faciendo puentes en los
ríos , que con las muchas aguas hablan crescido ;
otros! abríendo los caminos que por causa de la
guerra continada delargos tiempos en aquellas fron-
teras estaban cerrados. Después que con grandes
trabajos la hueste pudo pasar adelante, el Bey man-
dó poner real sobre aquella villa de Oúxar, é cercó-
la por todas partee ; é mandó poner guardas y es-
cuchas é atalayas por las torres é sierras que son
desde aquella villa, fasta una legua de las dbdades
de Baza ó Guadiz, para ser avisado de qualquier
gente que de aquellas cibdades se moviese á venir
en socorro de la villa. B mandó f ablar con los mo-
ros, requiriéndoles que entregasen la villa, é que les
ofresoiesen de su parte libertad de sus personas é
seguridad de sus bienes, é les certificasen, que si
luego no la entregaban ; que si escapasen de la
muerte, no serían libres del captiverio.
Los moros, confiando en la fortaleza de la villa,
que por natura é artificio está fortificada con mu-
chas torres é muros, no quisieron dar oreja á nin-
gún partido , que de parte del Bey les fué ofrescido;
é salieron de la villa á pelear con las gentes del
Bey. El Maestre de Santiago que llevaba el avan-
guarda, mandó á algunos escuderos que se apeasen
é peleasen con los moros por algunos lugares cerca-
nos á la entrada de la villa, donde la gente de ca-
ballo por la rambla é concavidades grandes que alli
habla no podían pelear. Otros! Don Diego López de
Haro por mandado del Bey con algunos gallegos
peleó con los moros por otras partes, fasta que los
retrajeron á la viUa. En esta pelea muríeron algu-
nos moros é christianos; pero los ohristianos su-
friendo tiros de espingardas é de ballestas, fueron
tanto adelante peleando, que pudieron ganar el ar-
rabaL En él qual mandó el Bey aposentar la gente
del reyno de Gkilicia, é poner estanzas de otras gen-
tes contra la villa por todas partes. Otros! mandó
asentar algunos tiros de pólvora, que tiraron á una
parte del muro , do estaban fundadas nua torre
grande é otras tres menores ; porque si aquella par-
to del adarve se pudiera con las lombardas derribar,
B D09A ISABEL. 488
fuera el combate de la villa menos peligroso. E man-
dó facer manderetes é bancos pinjados, para llegar
al muro. E los gallegos ficieron una mina , que lie-
gó fasta la torre mayor, la qual fué puesta en cuen-
tos. Los moros desde lo alto defendían con esquinas,
é por bazo sallan á pelear con los christianos ; é oon-
tinóse la pelea é los combates con toda osadía , de
los unos acometiendo, é de los otros defendiendo,
fasta que los moros cansados é muy trabajados
guardando de noche las minas, é peleando de dia
en los combates , al fin no pudiendo sufrir el dafio
que recibían , demandaron f abla para entregar al
Bey la villa, con seguridad de sus personas é bie-
nes. El Bey indinado, porque al principio no qui- '
sieron recebir lo que agora al fin demandaban , eno-
jado ansimesmo por las muertes que los moros ha-
blan fecho de algunos christianos , mandó que no
se rescibiese su fabla, é que se continasen las mi-
nas é los combates que facían con el artillería. Los
moros, visto que al Bey no piada otorgarles la se-
gurídad que demandaban, deliberaron morir pelean-
do, sino pudiesen vivir defendiendo. É trabajaron,
mucho mas en la defensa , faciendo contraminas ;
é con unas calderas asidas con cadenas una á otra,
echaron fuego, é quemaron los bancos pinjados , é
algunos mandaretes que estaban juntos con el muro;
é con daño que recibieron los christianos , se retra-
zieron del combate. Los moros como homes ofresd-
dos á la muerte, dando é redbiendo f erídas, peleaban
con indiscreta osadía. Visto por los caballeros é ca-
pitanes que con el Bey estaban , como la tardanza
sobre aquella villa era impedimento para el fin acor-
dado de cercar la dbdad de Baza, é por escusar el
peligro que en los combates pudieran recebir los
christianos; otros! porque los consejos de piedad ha-
blan mayor lugar con el Bey, que aquellos que se en-
derezaban á cruddad; le suplicaron que los recibiese
apartido , otorgándoles la vida é libertad, con tanto
que dezasen la villa con todas las armas que en ella
habia. El Bey gelo mandó dar, é los moros reoebida
esta segurídad , dezaron la villa libre , é se fueron
para la oibdad de Baza. Y d Bey mandó á sus gen-
tes que se apoderasen della, é puso por Aloayde á....
Otros! mandó al Oonde de Tendilla, que fuese á
dos fortalezas que son cercanas á la oibdad de Ba-
za, la uñase llama Froyla, la otra Baoos, é las com-
batiese. El Oonde, con la gente de su capitanía, fué á
estas fortalezas; é como quier que ni por fuerza , ni
por partido las pudo haber la primera vez que fué so-
bre ellas, pero dezólas de tal manera dispuestas, que
la segunda vez que fué á días mas fomecido de
gente , oostrifió á los alcaydes que las tenían, de tal
manera, que gelas entregaron; en las quales mandó
d Bey poner gentes que las guardasen. Otrod em-
bió el Bey á requerir al Alcayde moro que tenia la
fortdeza de Benzalema , que la entregase luego; el.
qual recelando la indinaoion del Bey, respondió que
le piada entregársela, veniendo él á la recebir en
persona. E oomo el Bey fué con su hueste, luego le
fué entregada , é puso en día por Alcayde á un ca-
ballero que se llamaba Juan de Ávalos«
484
CR0NÍÜA8 DB LOS BlETES D8 OAfimiiíiá.
Yifio por k» moroü qae artában en OanilUMi
oomo 1a villa de Gúxar ó laa otras fortaloaas que
eataban oercanas á Basa se entregaron al Bey, é
qae el Oonde de Tendilla iba sobre Canillas; oomo
qaier qae aqael lagar es faerte ó cercano á la db-
dad de Baza, por espacio de ana legna; pero los
moros qae en él estaban, recelando qae no lo po-
drían defender al poderío del Bey, lo desampararon
laego; y el Bej lo mandó tomar ai dicho Oonde, é
f omecer de gentes é mantenimientos, ó poner Al-
cayde en éL
OAPtrULO OVI.
Dtl aileito de la elMid de Baza, é cobo M protelda de rnte
é BúuiteBUiieBtei.
«
Sabido por el Bey moro qae estaba en Ghiadix,
como el B^ habla tomado la villa de Cúxar, é qae
deliberaba cercar la cibdad de Baza, mandó qae to-
dos los moros de pió é de caballo mas dispuestos
para la gaerra de las dbdades de Guadix ó Almería
é de Tabernas é Parchena, é de otros lagares de
. aqaélla comarca, é de todas las serranías cercanas
de aqaellas partes, é síganos moros de Granada,
qae de sa yolantad escondidamente venían á le
ayudar, entrasen en la dbdad de Baza, que serían
en número de diez mil moros á pié é á caballo, ho-
mes esforzados por el oontino exeroicio que tenian
en las guerras, é maravillosamente gobernados en
la pelea á sola una voz de su capitán. É como estas
gentes entraron en la cibdad de Baza, metieron to-
do el pan que habla en las comarcas, é las otras vi-
tuallas que pudieron haber para su mantenimiento,
é todas las armas é pertrechos que fallaron para su
defensa. É los de la cibdad, oomo quier que sus pa-
nes, según el tiempo era, no estaban aun maduros;
pero acordaron de los segar é los meter en la cib-
dad, á fin que la hueste del Bey no se aprovechase
dellos.
Oonviene agora, pues, que esoríbamos primera-
mente el sitio de la dbdad de Baza. Esta cibdad,
según nos paresdó, es ssentada casi al Mediodía,
desviada de la entrada de la mar de Levante por
espacio de diez leguas. Y en aquella parte do es
fundada, podrá haber de tierra llana ocho leguas
de largo, é tres de ancho, cercada por todas partes
de una derra que se llama Xabaleohol, do descien-
den las ag^as á lo llano. É á esta llanura, que se
dice la Hoya de Baza, ríéganla dos ríos: al uno Ua-
' man Guadalquiton, é al otro Guadalentín. La cibdad
está asentada en un llano al cabo desta derra bien
cercano á ella por espacio de quatro tiros de ballesta.
Sntre la cibdad é la derra está una cuesta do salen
dos grandes fuentes; é los moros llaman Albohacen
á la cumbre de aquella euesta. Los arrabales desta
dbdad son grandes, é puestos en circuito della,
pero no tienen tal cerca que los pudiese amparar,
porque es fecha de tapia baxa de casamuro. La cib-
dad tiene el muro muy fuerte, é las torres del mu-
chas é grandes, cercanas unas de otras; espedal-
paente á la una parte tiene quatro torree albiunranasi
altas, é tanto andias, que cada una sale del muró
por espado de quatro pasos. É al cabo de la dbdad
á la parte de la derra está fundado un alcázar arti-
ficiosamente f ortalescido con muchas torres é altos
muros. Luego á la salida de la dbdad, por la parte
de lo llano, está plantada una huerta espesa con
muchos é grandes árboles é frutales que ocupan
oad una legua de tierra en drouito. Y en esta huerta
habla mas de mil torres pequefias, porque cada ve-
cino de aquella dbdad que tenia en ella alguna
parte, facia una torre cercana á sus árboles; é aque-
llo que le pertenescia regaba oon aaequias de las
muchas aguas que descienden de aqudla parte de
la sierra. Y en cada pertenencia particular había
tantos ó tales edifidos, que fortificaban toda la
huerta. And que la dbdad está fortalesdda de la
una parte con la derra é grandes ramblas é cuestas,
de la otra oon la huerta grande y espesura de ár-
boles, é de la parte de la vega la fortificaban las
muchas azequias é barrancos altos é bazos artificio- .
sámente feohoe, donde corren las aguas. Y en la
dbdad estaban por capitanes el Oaudillo que se lla-
maba Mahomad-Haoen, ó por Aloayde otro moro
que llamaban Hamete Abahali; y estaban otros
ocho capitanes que se llamaban Yaya Alnayal, é
Aloaymalfot, ó Aliabocar, é Adalgan, é Mahomad
Alatar, ó Hamet Alatar, é Beduan {afaija, é Ali
Zabadon.
•
CAPÍTULO ovn.
Del altto qne el Rey nandd poner aobre la cibdad de Bau, é de
la batalla qae ea la baerla de la elbdad oto.
Bl Bey, según habla acordado, movió oon toda
gu hueste, para sitiar aquella dbdad. É como llegó
cerca della con sus batallas ordenadas, mandó po-
ner su real desviado de la huerta, que estaba plan-
tada cerca de los arrabales; pero en tal lugar, que
no impedia la entrada é salida de la dbdad á los
moros. Algunos oabdleros é otros adalides que sa-
bían las entradas é salidas de aquella dbdad, visto
el poco dafio que les moros recebian de la gente
que estaba en el real, por estar asentado en lugar
tan apartado, dixeron al Bey que debía mandar
que se ssentase dentro en la huerta cerca de los ar-
rabales ; porque los moros constrefiídos de los del
real no toviesen libre la entrada é salida como la
tenían. É porque paredó ser oonviniente aquel
consejo, d Bey mandó mudar el real, é asentarlo
dentro en la huerta bien cerca de los arrabales; é
mandó poner algunas de su gentes al rostro de los *
moros para les resistir la salida de los arrabales, en-
tretanto que el real se asentaba, é se f acian é for-
tificaban las estanzas que se habían de poner contra
la dbdad. Mandó ansimesmo al Maestre de Santia-
go, que entrase con sus batallas ordenadas á pié é
á caballo por medio de la huerta en derecho dd al-
cazaba. É al Marqués de Oáliz, é á Luis Femsndez
Puertocarrero, Befior de Palma, mandó que entrasen
oon sus gentes por la parte de la derra, é que fue-
sen oon ellos la gente de Castilla la vi^a é da laa
SON inSRNÁNIX)
Asturias. É mandi á Don Bodrigo de Mendosa, é á |
Don Hurtado de Mendosa, Adelantado de Casorla,
qne eran capitanes cada nno de quinientos homes
á oaballo de la gente del Cardenal de Espafta, é á
Don Sancho de Castilla é al Clavero de Calatrava,
qne entrasen por otra parte, é que fuesen oon ellos
la gente de oaballo é de pié de la cibdad de Écija,
é del Adelantamiento dé Casorla. É por otra parte
mandó que entrase la gente de caballo, é doce mil
peones á pié de las Hermandades, cada quadrílla
oon su capitán. É mandó áDon Juan de Silva, Con-
de de GUnentes, que con la gente de caballo é de
pié de la cibdad de Sevilla entrase por otra pate. É
mandó á Don Gutierre de Cárdenas, Comendador
mayor de León, é á Don Diego Lopes de Haro, que
con cierta*gente de las guardas é peonage del rey-
no de Galicia entrasen por la parte de la sierra que
es encima de la cibdad. É mandó á los Condes de
Cabra é de Tendilla é de Uruefia, é al Marqués de
Aguilar, é á los otros caballeros é capitanes de su
hueste, que con sus gentes á pié é á caballo eetovie-
sen repartidos por otros lugares contra la cibdad.
Como el Maestre de Santiago é los otros capitaues
é gentes entraron en la huerta oon sus batallas or-
denadas, certificaban á sus gentes, que Dios median-
te alcanzarían la victoria que deseaban, si acome-
tiesen con osadía é durasen en él esfuerzo. Los ca-
pitanes moros, recelando que si el real se ponia en
la huerta perderían la libertad que tenían para la
entrada é salida en la cibdad, é que los chrístiaiftis
habrían lugar de asentar el artillería bien cerca de
BUS muros, amonestaban á los suyos que saliesen
fuera, é peleasen por el sostenimiento de su ley,
por la defensa de su tierra, por la guarda de sus
parientes, é por la vida é libertad de sus personas;
los quales decían no tener otro remedio, salvo aquel
que Dios les embiase, y el que sus manos les diesen
con el esfuerzo de sus corazones. Los moros esfor-
zados oon las amonestaciones de sus capitanes, se
dispusieron á echar fuera de la huerta á los chris-
tianos. É fecho el signo de las trompetas de la una
parte é de la otra, juntáronse por muchas partes de
la huerta las armas enemigas unas contra otras, é
firiéronse luego con los tiros de las lanzas y espin-
gardas é saetas; é por unas partes se comenzó la pe-
lea á caballo, é por otras á pié. Pero las muchas
torres, los edificios de las casas, la espesura de los
árboles, las azequias, é angostura de los lugares,
daba mayor ventaja en la polea á los moros que es-
taban á pié que á los christianos que estaban á ca-
ballo; especialmente porque conoscian las entradas
é salidas de las azequias é de los lugares angostos
do habían de entrar para salir sin dafio. Visto por
algunos de los caballeros é capitanes christianos
este inconviníente, mandaron que se apeasen mu-
chos de los escuderos, é se juntasen con los peones.
Estonces la gente del peonage, favorecida con los
escuderos que se apearon, ovieron mayor esfuerzo
para pelear, é los christianos cometiendo con osadía
é los moros resistiendo con esfuerzo, encendióse en-
tre ellos la pelea' tan emel, que cadi^ uno parecía
É DOff A ISABEL. tíÁ
disponer con voluntad á U muerte pAirá darla al '
enemigo. É si los christianos pensaban ser vence-'
dores por ser mayor número de gente, los moros
no pensaban ser vencidos por la dispudcion de los
lugares do peleaban; é ansí los unos é los otros dan-
do é sufriendo f cridas, duraron en la pelea por es-
pacio de doce horas; en las quales ni los unos ni los
otros podían haber espacio para recobrar las fuer-
zas, porque también por las espaldas como por de*
lante é por todas partes, ocurrían cada hora enemi-
gos que salían á f erir é guerrear. En este tiempo ei
vencimiento entre los unos é los otros fué variable:
porque muchas veces los christianos como vencedo-
res retraían á los moros en algunos lugares; é por
otras partes cansados é vencidos de estar tanto
tiempo peleando, se retraían y eran vencidos de
los moros; é no podían guardar bandera, ni estar á
gobernación de capitán, porque la díspusioion de
los lugares les constrefiia á pelear derramados é por
diversos lugares, sin tener orden de batalla. E ansí
los moros como los christianos, andando sueltos
acá é allá, turbados de miedo, é algunas veces ocu-
pados con los árboles, f uian de los suyos meemos,
no oonosciendo si eran amigos ó enemigos. T el
presuroso sonido de los tiros, é ballestas, é ribado-
quines y espingardas, y el alarido de los vencedo-
res, y d gemido de los vencidos é f erídos, é la con-
fusión de las voces diversas en lengua é mezcladas
unas con otras, turbaban é ponían tal espanto á to-
dos, que ni sabían, ni podían ver quales eran los
vencedores, ni en qué partes, ni quales eran los
vencidos para los ayudar, por la turbación de la
batalla, ó la grand espesura de los árboles y edifi-
cios que les impedían. En este espado de tiempo
los christianos ganaron algunas torres de las que
estaban en aquella huerta, otras había que guarda-
ban los moros; é los christianos por ganar las que
tenían los moros, é los moros por recobrar las ga-
nadas por los chrístianoiL ofresciéndose á gran pe-
ligro, les ponían fuego. E oíanse los clamores mise-
rables de los que sufrían las llamas, é sonaban las
voces crueles de los que ponían el fuego; é ni los
unos ni los otros podían en aquel peligro socorrer á
los suyos, por el impedimento de los árboles é bar-
rancos que por todas partes había. Algunos caba-
lleros é capitanes christianos, vista la desorden de
aquella batalla, quisieran retraerse de la huerta con
sus gentes, salvo porque perdido el tino de la sali-
da, eran constrefiidos á durar en la pelea. La qual
fué tan cruel, que en todo el tiempo que duró, ni
los moros se retraían mostrando miedo, ni los chris-
tianos dexaban la pelea con deseo de vencer. M
Bey estovo con todas las otras sus gentes á una
parte de la huerta ayudando é proveyendo de gen-
tes de pié é'de caballo, y esforzando á los suyos do
era menester. Pero estaba en gran pena, porque con
el impedimento de los árboles é torres no podía ver
ni proveer á todas partes. Al fin plogo á Dios en
este tan peligroso descrimen de batalla, dar tan
buen esfuerzo á los christianos, que durando en el
trabajo que sufrieron peleando, cansaron á los mo-
4M CBOnCULB DI LOB
i«M, 4 Im Í0Íer«i Mimar á im logar qo* tenían £of»
teleeido de palkadM antea U hnarto é loa ambaki^
al ^nal impedía á loa ehiiafianoa que no loa podi»-
■an maa adelante aagnir,
Gomo loa moroa fueron letraidoai loa oimatianoa
por nn^^'^^ del Bej fideron mny praato eatiniia
foitaleoidaa con grañdea palliadaa, bien oeroanaa á
laa defénaaa qne loa moroa tenían fechaa; en laa
qoalea mandó el Bej poner gentea qaa laa gnarda-
aan, é mandó Inego alli en la hnerta aaentar an reaL '
Murieron é fueron f eridoa en aquella batalla al-
gonoa de loa ebriatianoa é de loa moroa: eapeoial-
mente fuó allí muerto un capitán principal de loa
moroai borne eaConeadOi que ae llamaba Beduan Za-
¿uja, por ouya muerte loa de la eibdad moakraron
gran aentímiento; faüáronae muertoa mueboe ca-
balleroa. Derribaron los moroa oon un bósano el
braco al Alares de una batalla de laa del Oardenal,
que ae llamaba Juan de Perea , sobrino del Ade-
lantado Bodrigo de Perea. É Don Bodrigo de Men-
dosa, fijo del Oardenaly que después fué Marqués de
Zenetoy espitan de su bneste, yista la bandera en
perdición , como quiera que f neee mozo ó aun no
experimentado en f eobo de las armas tan peligroso;
pero su inelinsoioni que en aquella bora pareció ser
de bome esforzado, le fiso avÍTar, É so&iendo loa
tiroa de balleatas y e^ingardas qne por todas par-
tes le tiraban, recobró su bandera, é fiso tener que-
da su gente, é ir adelante peleando contra los mo-
ros. El Maeatn de Santiago sufrió grandes peligros
4 trabajos peleando por su peisona y esfonando su
gente, especialmente por la guardar qne no reci-
biese el dafio grande que él y dios recibieran de los
moros por cansa de la grand espesura de los árbo-
les. Otrosí el Marqués de Calis é todos los otros ca-
balleros é capitanes, trabajaron peleando en aquella
fadenda tanto, que podían alcansar la TÍctoría que
en aquel día plogo á Dios de les dsr.
Otras particularidades é casos grandes acaesddoa
en eata batalla dexamos de recontar, porque ningu-
na rason de palabras podria igualar con la grande-
sa de los fechos que en ella pasaron. Pero pnédeee
bien creer por los que este fecho de armas leyeron,
é consideraren el logar do acaesció, j el ánimo que
los obiistianos toYÍeron para ofender, j el esfuerzo
que los moros cobraron para defender, que pocas ó
ningunas batallas se leen haber acaescido do tanta
gente j en semejante lagar concorríese, é que tan
cruel é peligrosa fuese é tanto durase, como la qne
en este día oyó este Bey Don Fernando; especial-
mente porque, según ¿í lugar do acaesció, ni los
cbristianos pedieron haber entera gloria del yencí-
miento, ni los moros grsn caída por ser Yencidos.
Después que los moros fueron rotraidos, dexada
la trístesa que debían tener por sus amigos muer-
tos, y encendidos de ira contra los enemigos vivos,
tornaban á aalir de sus estansas á pelear con los
cbristianos;; salvo que la oscuridad é la gente qne
el Bey mandó estar toda la noche armada é junta
con sus arrabales, les rofronó ia osadía que mostra-
ban tener.
BKTBB D8 GASniiLi.
OAPlTDLO OVUL
lenalé «1 isel ás It msita Se Baa, é fs
Bl aaiento del real, que aegun habemoa didio se
puso en la huerta, fué trabajoso, porque la espesura
da loa árlxdes é los barrancoa grandea, impedían el
asiento de las tiendaa de tal numera, que á gran
pena se fallaba lugar dondo buenamente se pedie-
sen armar. É porque esteban cercanas á las esUnsaa
de los enemigos donde se podria recrescer peligro
á loe del real, mandó el Bey que las guardaa de
aquella noche fuesen fórnecidaa de maa gentes, ó
que se repartiesen en tres lugares. É allende de loa
caballerea é peonea que eatovieron en laa gnardea,
fué neceaario que la otra gente de la bueato eato-
vieae armada; porque loa moroa no ceaaron toda la
noche de aalir é acometer á los cbristianos, veces
por unaa partea, vocea por otraa, tirando aaetaa y
eapingardaa, é cometiendo oon elloa eacaramuTaa.
Otro día por la mafiana, visto por el Bey él trabajo
é peligro qne sus gentes aquella noche en la guarda
del real ovieron, y el que donde en adelante se es-
peraba si allí estoviese, ovo consejo con los caba-
lleros ó capitanes de su hueste sobro el remedio que
cerca de este inconviniente se debía poner. É todos
loa mas acordaron que el real se debía quitar de la
huerta, porque la gente de armas no podria sufrir
el trabajo que se recrecía, anal en las guardas, como
en las peleas que los moros continamente movían.
El Bey, visto aquel acuerdo, mandó que se alza*
se, é se asentase en el lugar donde primero esUba.
É por escosar la pelea pelígroaa que entro los árbo-
les é barrancos se podía mover por los moros si ve-
yesen alzar el real, mandó que ninguna tienda se
desarmase, fasto que todo el f ardage fuese sacado
de la huerto; y entrotanto inandó f omooer da gen-
tes las estanzaa que estobsn contra las palíaadas ó
albarradas de los moros. T el Bey oon toda la otra
gento de su huesto se puso al rostro de la eibdad,
fssto que todo d fardage é las tiendas fué levan-
tado del lugar do estoba, é asentado do había de
estor. Oomo el real fué puesto, luego se retrazo el
Bey con todas sus gentes, é ansímesmo dessmpara-
ron las estonzas aquellos que laa tenían cercanas á
los arrabales.
Visto por los moros que los cbristianos dessmpa-
raban las estanzaa que tenían, salieron contra ellos
por machas partes á pié é á caballo oon tiros de
saetas y espingardaa, é arremetiendo é tirándoles
lanzas. Pero los cbristianos, que en semejantes ca-
sos conoscian la manera de pelear de loa moros;
recelando el inconviniente por venir, é proveyén-
dose antes que viniese, salieron de las ''■'^Tif^tns or-
denadamente faciendo algunas veces rostro á los
moros, otras veces siguiéndolos fasto loa meter en
sus albarradas; é ansí pedieron salir de la huerta, é
dexar las esianzas qae tenían sin dafio suyo. Des-
pués que el roal se asentó f ñera de la huerta, él Bey,
I considerando como estando apartado de la eibdad.
DON FBENANDO
lofl morog podían «dif y entrar Uln'emente en ella,
qniao saber de loe caballeroB 6 capitanes que con él
eran lo que se debia facer para que estoviese cer-
cada, de manera que los moros estOTÍesen oprimi-
dos é no toviesen aquella libertad que tenían. Sobre
lo qual OYÓ diversos Totos en su consejo; porque
algunos dizeron, que no solamente habia fecho
buen acuerdo en mudar el teal, mas que lo faria
mejor si mudase el consejo que oto de cercar aque-
lla cibdad , considerando el lugar do es asentada,
é la huerta, y edificios, é torres, é azequias, é cues-
tas, é barrancos, é albarradas, é otras fortaleaas de
que por natura é por artificio está fortalecida por
todas partes, é la mucha gente de los moros que la
guardaban. É que seria difícile con la gente que
allí estaba, aunque pasaba de ciuqfionta mil com-
batientes, cercarla como debia ser cercada, para que
ninguno saliese della ni entrase, salvo con mayor
copia de gente. Allende desto decían, que según la
información que el Bey tenia de los mantenimien-
tos é gente de guerra que estaba dentro, era me-
nester mucho tiempo ó g^n suma de dinero para
durar en aquel cerco, é que en los muchos días po-
drían nascer tales necesidades, que constrifieaen á
alaar el real. É por tanto que era mejor alzarlo
agora sin daño, que después con algunos inconvi*
nientes; é que les páresela que se debían fornecer
de gentes de caballo é de pié las fortalezas de Oa-
nillas, é Bensalema, é Benamaurel, é Cnzar, é Froy-
la, é Bacos, é Chillar, que el Rey tenia en circuito
de aquella dbdad para que la guerreasen por todas
partes; é que en aquella manera se podría decir que
estaba cercada la cibdad de Baza, mejor que estan-
do allí el Bey con sus gentes, donde consumido el
tiempo y el dinero é trabajada la gente, habia poca
esperanza de se ganar. É que debia de ir á conquis-
tar las TÜlas de Tabernas é Purchena, é otras algu-
nas que son en la comarca, las qudes se podían
haber con mayor certinidad é menor trabajo; é ha-
bidas, se pomian en tal aprieto las oibdades de Al-
mería é Guadiz, que seyendo otro afio taladas é
guerreadas por todas partes. Temían mas con fuer-
za de hambre que con fuerza de armas á la subje-
oion del Bey é de la Beyna, según que otros luga-
res habían fecho.
Después que el roto destos fué oído é platicado,
el Bey, movido á piedad de sus gentes por los tra-
bajos é peligros que habían pasado é creía que so-
frirían en aquel cerco si allí durase, é la dificultad
grande que había en los caminos por do se habían
de traer las provisiones á su real, determinó de lo
mandar alzar, é poner guarniciones en las fortale-
zas que estaban en circuito de la dbdad.
Esta humanidad conoscida en el Bey, inflamó la
afición á las gentes de la hueste, para se disponer
mas por su servicio á los trabajos é peligros que en
el cerco se podrían haber. B porque los moros pen-
sarían haber alcanzado victoria si el real so alzase,
estaban descontentos, é comenzaron á murmurar
por todo el real diciendo, que tan gran hueste é con
tanto trabajo llegada, no se debia derramar ni mo-
* DOÑA ISABEL. / tíSi
ver de aquel lugar, fasta lo tomar ; é leprebendiaa
á aquéllos que consejaban al Bey que alzase el reaL
Algunos otros de su consejo que eran de voto con*
trarío , dizeron al Bey que el cerco no se debia al*
zar, pues ya era puesto, porque los moros de aque^
lia cibdad, é los de las oibdades de Guadiz é Alme-
ría, é de todas aquellas comarcas, é también los de
la cibdad de Granada, pensando que por fiaqueza
que había, ó por algún otro peligro que se recelaba,
el Bey mandaba alzar el real, cobrarían orgullo
creyendo ser victoríosos; é que vista la absencia
del Bey, se juntarían según otras veces han fecho»
é cercarían alguna villa ó castillo de las que son en
aquella comarca, á la qual sería necesarío socorrer.
£ que para los semejantes socorros no todas veces
se fallan las gentes é los otros aparejos necesaríos
estando el Boy absenté, como estando sobre aque-
lla cibdad, doude toda la mas ó mejor gente de
guerra que había en todo el reyno de Granada es-
taba junta. Allende desto decían, que á todos era
notorío como los moros de la cibdad de Granada
deseaban victoría á los de Baza, é que les ayuda-
rían con todas sus fuerzas, salvo por el def 6ndi«
miento que el Bey mozo que estaba en el Alhambra
les ponía. Pero que su resistencia no ternia en esto
caso tanta fuerza con ellos, para que si veyesen
victoriosos á los de Baza no les ayudasen publica-
mente con gran multitud de moros, como agora les
ayudan de secreto con alguna poca gente é con to-
dos los avisos que pueden ; é que esforzándose en
este pensamiento, tomarían armas, é mostrarían
dará la amistad que tenían á sus moros, é la ene-
mistad encubierta que tenían á los ohristianos : lo
qual seria causa que la conquista comenzada se di«
látase por mas tiempo ; por ende decían que consi-
derados bien estos inconvinientes, d cerco comen*
zade sobre aqfuella dbdad se debia oontínar, é que
ante todas ^sas se debía talar la huerta que tiene
en circuito ; porque escombrando el campo á los
moros, se quítaria la defensa que tenían con la es-
pesura de los muchos árboles, é los ohristianos ter*
nian libertad de ver las salidas y entradas de la
cibdad para las resistir. B que talada la huerta 6
puestas estanzas en los lugares oonvinientes, se po-
dria quitar la salida y entrada á los moros. B como
quier que para esto se requería mucho trabajo, é
algún tiempo, é grandes costas, é mas gente de la
que allí estaba, pero que se notaría á mengua, si un
Bey tan poderoso, por escusar trabajo é por falta de
dinero, dezasede oontínar la empresa que había co-
menzado. B decían, que en muy poco se debían esti-
mar los trabajos habidos por respecto de virtud, ma-
yormente teniendo esperanza, que mediante aque-
llo se puede haber el fin deseado. B sobre todo esto
decían que debia consultar á la Beyna, que tenía
cargo de dar orden en el proveimiento de la guer-
ra, para haber su parescer cerca de las cosas que en
la oontinadon de aquel cerco eran necesarias. *
Bl Bey, vista la voluntad que la gente de su
hueste tenían, é las razones que decían aqudlos de
su consejo porque d real no se debia alzar, embió
M CBÓdlOAñ DS lOB
ádadráhiBayftaloiToCotqw pftnlavDoépM»
lo otio habift mt m ooomío ; poiqíM en dies hons
por 1m puidM qoa toman poeiUt, «ninforatftdA
do todas 1m oons qoo oo ol loal paaahan. La qoal
ambló á daeir al Boj é á loa Orandoo ó Oaballona
qoo aaftaban an aa oonoajo, i|iio oerca del oontinar
ó akar al oeroo do aobio la oibdad do Basa, no aa-
tandia dar dolarmiiiaoion alganoi é qo» lo remitía
á lo qoo ol Boy aa aa oonaojo aoordaaa ooa loa oa-
piUsao éoabaUeroa qoo aatalMuí oa aahoaato. Paro
qno ai aoordaban do oontinar al real aobro aqQoUo
cíbdad aaguu qao al prinoipiD todoa oonformea lo
hablan aoocdado, ella oon ol ajada de Dioa daría
drdon para qoo íoaaoa bion pvoroidoa do g^otoa, é
dinaroa, é proTÍaionaa, édatodaa laa otraa ooaaa qae
fneaan aaoaoaiiaa f aata qao aquella oibdad ao to-
OAPtrüLOCDL
Cmbo «lB<y
tibr la hB0|ta áa Basa.
Yiatalo reapoaata qao lo Bojna ombió, laago el
"Biíij acordó do oontíoar el oeroo qao tenia poeato
aobre la oibdad do Basa, poiqao anaí él, oomo to-
doa loa do aa oonaejOy oooádenunon qoo aqaeUaa oo-
aaa qae la Bejna ofraaoia aoa laa prinoipalea qaa
ooatíeaon laa gaerraa.
Sabido por laa gentea do U haaato el aoaordo
qae el Boj oro de permaneaoer en aqael aitioi ooaa
faó por dorto maraTÍlloaa de yer oomo la triatosa
qae todoa tooiao porqao ao alzaba el real, ae oon-
▼ertíó luego en alegría tan grande, qae pareacia
oada ano tenor lo TÍctoria delante ; é loaban de lea-
lea j eaforaadoa á loa qae habian dado el oonaojo
para qae el real daraao ; é deoian haber aejdo mal
oonaejo aaoarlo de la hoerta, porque eatando en ella
como al principio se poao, loa morca oataban oer-
cadoa é tan oprímidoa, que no tonian lagar do aalir
ni entrar en la oibdad. E deoian, que aé debían dia-
poner á todo trabajo , para lo tomar á poner do
primero eataba.
£1 Bej, oonaidorando el gran peligro qao habia
ai el real bo tornaae á poner en la haerta , dexadoa
todoa loa TOtoa que aobro esto ae daban en aa con-
oejo, mandó luego aaoatar doa reales sobre aquella
oibdad* En el uno mandó qae eatov^ieae el artillería
Ó todoa loa pertreohoa que se traían en la hueste
para combatir , j en este real mandó que se apo-
sentsson el Marqués de Cáliz, j el Marqués de Aguí-
lar, j el Ck>nde de Uruefta, é Don Alonso de Agui-
Isr, Sofior de Montilla, é Luía Fernandez Pnerto-
earrero, Sefior de Palma, é loa Oomendadores de
Alcántara é Oalatrava, é Prandaco de Boyadilla, ó
Juan de Almaraz con las gentes de sus capitanías,
é otras gentes de las Montaftaa é de las Proyíncías
de Vizoaja, é Guipúzcoa, é del Bejno de Galicia.
En el otro real eataba el Bey con todos los otros
oaballeroa é gentes de su hueste ; j en medio des-
tos dos realea estaba la oibdad, é de la otra parto
esUba la aierra alta, é de la otra parto de lo llano
oatoba )a huerta, é podía babor del un real al otro
DEGASmiiLA.
do modia kg«% ai faaiHi par mafiodoln
oibdad do en al oamino dafooho. Paro povqoo oon-
Tonia ir rodeando apartníJno do la cíbdad en oir«
coito do la hooita podría haber fasta
do mañana qao oon gran diflooltad podría
lagcntodoannalalotro;époreBta cana
el Bej facer grandeacaYas^ é palizadas, é otraa do-
fonaaa en amboa reales, porqao lo gente aatoneao
moa aognra. Aaentadoa eatoa doa roalea, al Boj
mandó talar la huoita; é conm quior qoo pareaoió
oooa trabajoaa por aer grande, é por loo modiooó
grueaoa arbolea que en olla había, pero luego ao
puso por obra, é dio el cargo prindpal á Don G«-
tierro do Gárdenaa, Oomondador major do .LaoOi
para que ftcieao aquella tala.
Sabido por lo Bojna oomo el Bej deliberaba do
oonttnarolroal, é que mandaba faoor ¡la tala dolo
huerta, mandó ir luego laa gentea ó ferramiontaa qoo
fué noceaario para la facer, é la formo oomo ao fn-
cía ora ésta. El Boj mandaba catar al roatro do loa
morca dos mü homes do caballo é cinco mfl peones^
allende do la otra gente que estaba por guarda en
lo alto de la aierra que deocubiia toda la dbdad.
En laa eapaldas de lo guarda andaban qualro mil
peonea talando oon deatralea por ol pié todoa loa
arbolea. T entretanto que ae faoia la tala, loa mo-
roaaalían contra la una guarda de la aierraé contra
la otra que estaba pueata al roatro do ana eatansas;
é talando é peleando, duró cata tala quarenta días,
porque la grosura j esposara do loo árboles fadan
tan gran impedimento á quatro mil taladorea, que
oon gran trabajo podían escombrar dies paaca cada
día. En esto tiempo ningún día falleció que loa
morca no aalleeen dos veces á escaramuzar oon loa
christtanoa, yecea por dos, yoces por tres, é Tooea
por quatro partes; j en estaa eacaramusaa oaian
muertos é f crides tunblen de los unos como de loo
otros. E como quier que loe moros recebian loa mas
días el mayor dafio, pero no paroscia falleoerlea d
esfuerzo otro día para aalir á las pelosa. Acabada
en estos días de talar la ma jor parto de la haerta,
páreselo maa clara la dbdad ; pero el drcuito en
tan grande é de tantea ooncayidades é cueataa do
todas partes, que ni los dos reales, ni menea Iss
guardas que do dio é do noche estaban á pié é á ca-
ballo, podian bien impedir la aalídaj entrada á loa
moros en la cíbdad. Visto que con d gran trabajo
que las gentes sufrían en las guardas, loa morca no
estaban cercados según debían, el Bej acordó de
facer una gran caya é palizada que llegaae del un
red dondo él estaba, fasta d red do mandó eatar
la artillería; j en cata caya se fizo una gran pali-
zada con los árboles que fueron tdados de la huer-
ta; é por maa la fortificar, mandó d Boj traer laa
aguas que descendían de lo sierra para que corrie-
sen por medio della. B allende desto, porque toma-
ba circuito de una legua , j era neceaarío copia de
gente para la guardar, mandó edificar en día
quince caatílloa do tapias con sus torras é almenas
do estoyíesen las gentea que la guardasen. Estos
castillos estaban derramados por lo oaTa, é podio
DON FERNANDO
haber dé caitillo á castillo treoientos pasos. El un
castillo mandó goardar á Bonifacio, capitán de la
gente de Burgos, ó otro mandó gaardar á Jaan Car-
rillo con gente de Castilla la Vieja ; otro á Anto-
nio de Arévalo, capitán de la gente de Qaadalaxa-
ra ; otro á Pedro de Ayala, capitán de la gente de
la Prorincia de Oastilla, que es de la Orden de San-
tiago ; otro á Alonso de Barahona con gente del
Arsobispado de Toledo ; otro á Alonso Alvares de
Avila con gente de la oibdad de Toro ; otro á Jaan
de Villacortes con la gente de la cibdad de León;
otro á Pedro de Gamarra, capitán de la gente de
Marda ; otro á Antonio de Morales con la gente de
la oibdad de Zamora; otro á Francisco de Bovadi-
11a con gente de la cibdad de Córdoba ; otro á Juan
de Calataynd con gente de la cibdad de Cnenca;
otro á Jaan de Robres con gente de la cibdad de
Xeres ; otro á Antonio de la Pefta con gente de la
oibdad de Troxillo ; otro á Hernando de Barradas
coii algunos escaderos de las montañas ; otro man-
dó gaardar á Bemardino de Lerma con gente de la
cibdad de Soria. B con esta cava é palisada qae
llegaba del an real al otro , en la qaal estaban fa-
bricados estos quince castillos, la cibdad estaba
cercada toda por la parte de lo llano, qae nin-
guno pedia entrar en ella ni salir. E por la parte
.de la sierra mandó el Rey facer otro castillo, en
el qaal mandó estar á Bernal Francés con la gente
de caballo é de pié que estaba en su capitanía. Y
en el campo que babia entre la cibdad é la cava
donde estaban estos castillos, ordenó el Rey que es-
toviese ana guarda de gente de caballo é de pié ; é
por la parte de la sierra cerca del castillo que guar-
daba Bernal Francés, mandó estar una guarda ; é
con estas guardas qae se mudaban de dia ó de no-
che, la cibdad estaba mejor cercada por aquellas
partes. Pero los moros tenían libertad por la parte
de la sierra de ir á qualquier parte que quisiesen, é
los mas días por aquella parte sallan de la cibdad,
é tomaban bueyes é bestias, é captivaban hornee de
los que saUan del real por provisiones, porque las
guardas no podian guardar tauta distancia de tier-
ra, que resistiesen á los moros la guerra que facían.
Visto por el Rey este inoonviniente, mandó que
se ficiese una cava é palizada, é que se consiguiese
con la otra que estaba fecha en lo llano, é subiese
la sierra arríbay é cercase la cibdad por aquella par-
te de lo alto, como estaba por la parte de lo llano ;
de manera que ni los moros pediesen salir fuera de
aquel circuito, ni otros podiesen entrar en la cibdad
á los socorrer. E dio el cargo de facer esta cava al
Comendador mayor de León , que había fecho la
cava en lo llano , é mandóle dar diez mil peones
para la facer. Este caballero con esta gente, puso
en obra el mandamiento del Rey, é duró en facer
aquella cava otros dos meses ; porque los peones
no podian facer sn obra todas horas, con el impe-
dimento que los moros les daban con las escaramu-
zas é peleas que movian contra el Comendador ma-
yor é contra los que con él estaban ; á los quales
convenia solicitar á los peones qqe facían la caya,
ADOftAISABfill 4M
é ansimesmo estar siempre armados, e prsstos para
la pelea que los mores les movian por estorbar que
no se ficiese. Esta cava tomaba en drcuito déla
sierra andadura de dos leguas ; en la qual convino
facer dos grandes é muy anchas paredes, fortifica-
das con piedras, é tierra, é madera ; y entre estas
dos paredes había una calle de qnatro pasos en an-
cho, á fin que la gente que estoviese en esta calle
toviese la una pared por defensa contra los moros
que quisiesen salir de la oibdad, é la otra pared con-
tra otros qualesquier que quisiesen venir de fuera
á los socorrer. Y en este edificio, que faé grande,
aquellos diez mil. peones continamente trabajaban,
unos en traer piedras, otros traían madera, otros
cavaban, otros tapiaban.
Este Comendador mayor puso tal diligencia, que
como quier que fué gran obra, se acabó en pocos
dias ; de manera que la cibdad estaba cercada por
todas partes, que ninguno pedia salir ni entrar en
la cibdad. Pero dentro de aquel drcuito, los moros
todos los dias sallan á pelear , veces con las guar-
das, é otras veces salian á combatir é guerrear á
los que estaban en los castillos. B porque algunos
dias peleaban por tres ó qnatro partes, convenia
que toda la gente del real estoviese armada para
socorrer á las guardas, é á los que guardaban los
castillos, é á las gentes que &cian las paredes por
encima déla sierra.
CAPÍTULO OS.
Gomo el Rey acordó en ol retí de Baxa de loatr la faente qie
eiUba debaxo del Albohaeea, é lo qee los noroe ideroa.
Durante el tiempo que las cavas, é palizadas, é
castillos se f acian en todo el circuito de Basa, ansí
por lo alto de la sierra, como por lo llano do es-
taba la huerta, algunos moros salian é se venían
al real, los quales avisaban al Rey del estado de la
cibdad, é de las otras cosas que entre los moros
pasaban. E algunos decían que había división en-
tre ellos, porque algunos amonestaban al caudi-
llo é á los capitanes , que fidesen partido con el
Rey, é que habiendo seg^dad para los bienes , é
libertad para las personas, le entregasen la oibdad.
Decían ansimesmo, que los mantenimientos se les
disminuían, é que no tenían ya carne, ni sal, ni
aceyte ; é que el pan que tenían no les pedia durar
veinte días. Otros dedan, que tenían bastimento
para dos meses ; de manera, que cerca de la provi-
sión que tenían en la dbdad no se pudo saber por
d Rey la verdad, por las variedades qne los moros
que cada día se pasaban al real decían. Pero todos
concordaban, que d la fuente que estaba debaxo de
la cuesta de Albohacen se tomase, la dbdad pade-
cería gran falta de agua, é allende delamengua, los
moros estarían tan apremiados, que no podrían de-
fender la dbdad. El Rey, habido consejo sobre los
avisos que daban los moros, deliberó de tomar por
combate aquella cuesta de Albohacen; porque
aquella tomada, se defendería la fuente á los mo«
ros que no se podiesen aprovechar della. Epara dar
490 GRÓNIOAB DB LOB BKTEB DB OABÜLLA.
6tt6 oombila numdó faoer un oastíDo d« maderai
el qaal iebabuda DflíTAr por picsai, é «rmane bien
oeroA de áqnelU caeeU de Albohfoeni é poner en
él gente qne defendiese á loe moroe le lalide, en-
tretanto qne en aquella coeeta ae fundaba otro oaa-
tillo de tapiaa.
Oteoaf fué neoeaário talar algnnoe arbolee, que
impedían el paso de la gente, ó de loa pertrechos
qne ae hablan de llevar para el combate. E mandó
él Bej al Oomendador mayor de León Don Gutierre
de Oárdenaa , que con derta gente de caballo é de
pié eatoyieae en la guarda de loa peones que hablan
de talar aquellos arbolea. Oomo la tala ae comenxó
é los moros lo sintieron, luego salieron con sus ba-
tallas ordenadaa para la defender. £ los christianos
por amparará los taladores, é los moros por defen-
der que no se ficiese la tala, oomensése la pelea en-
tre los árboles é ramblas que habla en aquel lugar.
El Oomendador imayor, vista la ventaja grande
que el lugar daba á los moros para pelear, acordó
de retraer la gente, é dezar de faoer la tala. E por-
que retrayéndose los que estaban á caballo podrían
recebir mayor dafio de los moroe , apeóse, é mandó
á todos que estaban á caballo que se apeasen ; é pe-
leando, é retrayéndose paso á paso, veces firiendo
en los moros, veces sufriendo sus fuerzas é tiros
desvió la gente de aquel logar con menor dafio que
pudo. E ansí como habla moros que de la dbdad se
pasaban al real , ansí bien habla algunos malos
christianos, que dexaban el real é se paaaban á los
moros, é los avisaban que en el real había mengua
de gente, é que no pagaban sueldo ; é les contaban
otras faltas del Beal , que les daban esfuerzo, é les
facían estar oonstantes en la defensa de la dbdad.
Especialmente los avisaron del consejo que el Rey
ovo de tomar aquella cuesta de Albohacen , por im-
pedir á los moros el agua que cogian de la f aente
que estaba cerca ; é que para lo poner en obra ha-
bla mandado armar un castillo de madera. Oomo
los moros ovieron este aviso, conociendo que si
aquella cuesta fuese tomada , ellos estarían oprimi-
dos , é no podrían salir de la cibdad ni guardarla
de dentro como doblan ; acordaron de fabricar en
ella un castillo do tapia. E luego la primera nodie
que lo sopieron, puesta gente de armas en la delan-
tera, comenzaron á tapiar ain qne ae podieae ver
por los del real la obra que fadan. E luego por la
mañana ae vido fecho un circuito de tapias , donde
pusieron un capitán con ciertos moros para las de-
fender ; las quales estaban en tal lugar, que no se
pedia combatir salvo á gran daño de los christia-
nos ; é luego la noche siguiente continaren su edi-
ficio. Ansí edificando en las noches ficieron un cas-
tillo de tapias en aquella cuesta de Albohacen , de
donde defendían su fuente , qne los christianos no
eran parte para quitalles el agua.
CAPÍTULO OXL
Od tebanlo qas alfiaof abaUarts faesiUaraa átf istl áa
Bau icieroaeBlMMorMéeGBaáii;aáalMCMUfatpaai.
roa ea Graaiaa.
Ertando d real aaentado aobre la ofbdad de Ba-
za , los moros que habemos dicho que cataban en las
fortalezas del Padul é Alhedin, é algunos otros de
laa dbdadea de Gnadix é Almería , aalian á facer
guerra en los lugares que estaban en la obedienda
del Bey é de la Beyna, é llevaban cavalgadas da
ganados é prisioneros. Ansimesmo síganos dolos
caballeros christisnos salían dd real, é iban á guer-
rear los moros á los lugares do eran aviaados que
podían haber presaa.
Acaeadó en aquellos diaa, que algunos manosbos
fasta tredentoa de caballo, é dodentoa peones de
los que estaban en d real, con ánimo de ganar hon-
ra é haber provecho, ae juntaron con Don Antonio
de la Oueva , fijo del Duque de Alburquerque,é con
otro caballero que se llamaba Frandaoo de BazaUi
informadoa de algunos adaUdea, que podrían faoer
preaa en ciertas aldeaa ceroanaa á la dbdad de Chia-
diz, faeron á aquellas partes, é tomaron algunos ga*
nados é prisioneros. B como venían con la presa,
salieron contra ellos por mandado dd Bey moro qne
estaba en Gnadix fasta seisdentos moros á csbdlo
é á pié para les defender la presa. Algunos de los
christianos, quando veyeron loa moros ser en mayor
número que elloa, decían que debían dexarla caval-
gada é aalvar aus petsonaa, puea lo podían facer
buenamente ; é que no debían pdear con los moros^
and porque estaban en td lugar que la pelea sería
á ventaja de los moros, como porque ellos é sus ca-
bdlos estaban cansados de dos noches é dos días
que habían andado trabajados por haber la presa
'que llevaban ; é qne se pomian en aventura de se
perder , si esperaaen la pelea con loa moros que sa-
lían de refresco. Los capitanes esforzaban la gente,
é amoneatábanlea que volvieaen é pdeaaen con loa
moros, porque mayor seguridad habrían moatrando
esfuerzo é peleando, qne retrayéndoae para dar lu-
gar á loa enemigoa que los siguiesen; especialmente
porque en el doance todoa los peones qne llevaban
serían perdidos.
Estaa amoneataciones de loa capitanea no esfor-
zaban mucho á aquellas gentes, porque eran homes
allegados de unas partea é de otraa , é no eran de
sua casas proprias, ni les daban suddo que les obli-
gase á servir. T estos tdes usando de su libertad,
no pensaban obedeacer peleando , aino advarse fu-
yendo. Otros algunos había, que doliéndose de como
los peones christianos se perderian si los desampa-
raaen , dedan que debían faoer rostro á los moros,
é pelear con ellos. E and estos como los capitanea,
amonestaban al alférez que volviese la bandera , ó
fuese con ella adelante contra los moros que venían
ya cerca. E porque había entre elloa diveraaa volun-
tades, el Alférez dubdaba de entrar en loa moros
con la bandera , según que los mandaban los oapi-
-^ IX)N FBBNANDO
ianei. VlsU Mti dlTÍBÍoii por un emmdero qne era
de las goardaa del Bey é de la B^yna, Aloayde de
la fortaleza del Salar, qae estaba en aquella oompa-
fiia, que se llamaba Hernán Peres del Palgar (1),
homo de baen esfueno, tomó mía tooa de lienso, é
atóla en su lanaa por vía de ensefiSi é dizo á aque-
llos oaballeros: «Sefiores ¿para qué tomamos armas
»en nuestras manos i si pensamos esoapar oon los
»piés desarmados? Pooas Teoes se ve venoido el
» esfuenso. Oj yerómos quién es el home esforsado,
»é quión es el oobarde ; el que quisiere pelear oon
»los moros, no le fallesoerá bandera si quisiere se-
9 gair esta tooa. » E diciendo estas palabras, volvió
BU caballo con aquella sefia contra los moros. E to-
dos los caballeros como veyeron aquello ;dello8 mo-
vidos de su voluntad, dellos vencidos de vergüen-
sa, siguieron aquella tooa mirándola por bandera,
y entraron en los moros é pelearon oon ellos. Los
moros, visto que los ohristianos mostraban esf uerao
para pelear , á los primeros encuentros se pusieron
en fuida, é los ohristianos los siguieron, matando é
firiendo, é oaptivando dellos, fasta bien cerca de
la cibdad de Guadiz. Fueron muertos aquel dia fas-
ta quatrocientos moros , que fueron despojados en
el campo por los chrístianos. Habida esta victoria:
vinieron en salvo para el real con la cavalgada que
tomaron. El Bey, informado como habla pasado
aquel f eoho, armó caballero á aquel Aloayde de Sa-
lar , é por memoria de su buen esf ueno , le dio li-
cencia para traer por armas una lansa con nnatoca
atada en el cabo della, que fué la bandera de aquel
vencimiento, por memoria do el buen esfuorso que
ovo aquel dia. Los moros de Guadix , veyendo que
su gente por todas partes se disminuía , é que si la
cibdad de Basa se tomaba, la tierra toda se perde-
ría, acordaron de embiar gente de caballo é de pié,
é con gran requa de fariña é de otras cosas necesa-
rias , pensando que podrían entrar de noche oon to-
do ello en la cibdad para la bastecer. B como el Bey
10 sopo por las guardas y escuchas que estaban
puestas por su mandado en los caminos, luego man-
dó alOonde de Tendilla é al Conde de Umefia, que
saHesen al encuentro de los moros, para que les de-
fendiesen la entrada en la cibdad. Los moros quan-
do sintieron la gente de los ohristianos que venian
contra ellos , acordaron de volver á la cibdad de
Guadix con la requa que traían; pero 'los christia-
nos no pedieron tanto guardar el campo, que algu-
nos moros no entrasen en la dbdad , andando por
los caminos é veredas ásperas que sabían de aque-
lla sierra. Otrosí algunos moros de la> cibdad do
Granada, visto que el cerco de la cibdad de Baza
se continaba, é oidas las escaramuzas é batallas
que se habían en aquel sitio, donde muchos de los
moros é algunos de los prinoipales que estaban en
(1) Bsla Henas Peres «el Pilfir, llanado el de lu hanftaa»
M el mismo que desptes eserlbliV y dedleé al Emperador Car-
los V on brere Samarlo de los lleehos del Gras Capitán, eonfiD-
dldo de mieboe eserilores eos ntestro Cronlsla, y hasU ahora de
aingino H^ je aepa perfeetameBie dlsttBgaldo ; de eslo se ba be-
blado BU largameBie es el Mlogo.
É DOKA ISABSIi. 491
defensa della, eran muertos, doliéndose dé sus da-^
fies pasados, é deseando remediar los por venir, aou-
saban la negligencia de los prinoipales de la cibdad,
é decíanles en secreto que veían á sus enemigos ma-
tar á sus amigos de su ley é de su sangre, é que mi-
raban como se perdía su tierra, é que tenían paoien«
cia para lo sufrir. Otrosí les decían que Dios estaba
ayrado contra ellos por sus divisiones, que les ha-
bían fecho perder la tierra é la libertad , é amones-
tábanles que despertasen é no callasen sus males
oomo fasta aquí habían fecho , é oon él ayuda del
poderoso se remediasen , é fuesen á ayudar á su san-
gre, pues se derramaba por salvar á todos ellos; por-
que si los de la cibdad de Basa se perdían, ningu-
na esperanaa habia de remedio. Estas, é otras cosas
semejantes andaban diciendo en la cibdad , por al-
borotar al pueblo contra el Rey moro que estaba en
el Alhambra, para lo matar, é para ir gran multi-
tud de moros á Guadiz, é dende socorrer á Basa.
El Rey moro que estaba en Granada , sabido este
alboroto , fizo pesquisa por saber quien eran bs que
lo movían ; é sabida la verdad, prendió á los prinoi-
pales que predicaban por el pueblo estas cosas, é fí-
soles oortar las cabeaas ; é con aquella justicia que
fleo , puso sosiego en toda la oibdad que estaba al-
borotada. A este Rey moro proveía la Reyna cada
mes de dineros para el mantenimiento suyo é de los
que con él estaban ; é por su respecto el Rey é la
Reyna dieron seguridad á todos los de Granada,
para que saliesen libremente á facer sus labores por
el campo, é iban con sus meroadurias seguramente
por todo el reyno de Oastilla.
OAPÍTÜLOOXIL
De la embazada qae d Gran Soldán embld al Papa, sobre esla
conqolsta de Granada qse d Rey é la Reyía faelan.
Los mOroB del R^yno de Granada, visto que la
gnerra contra ellos se continaba, é las tierras que
los afios pasados habían perdido ; pensando ser re-
parados en lo porvenir, embiaron su embazada al
Gran Soldán , faciéndole saber de la guerra que el
Rey é la Reyna habían movido contra ellos, é que-
rellándose á él gravemente de las opresiones é cap-
tiverios , é guerra cruel que sus gentes por su man-
dado continamente les facían , é de las dbdades, é
villas , é castillos , é fortalezas que les habían to-
mado, é cada dia pugnaban por tomar, é como los
habían lansado fuera de sus casas é tierras , que ellos
é sus antepasados largos tiempos habían poseído.
Por ende que le suplicaban que les diese ayuda para
recobrar lo perdido é para no perder lo que les que-
daba, é que si aquella ayuda por agora no les pe-
diese dar, les escribiese que los dezasen estar en sus
oibdades, é villas, é tierras libremente, según que
estovieron ellos é sus antepasados de largos tiem-
pos á esta parte.
El Gran Soldán, oída esta embazada, mandó á dos
Frayles del Sepulcro sancto de Jerusalem de la Or-
den de Bant Francisco , que viniesen á Roma al
Banoto Padre oon sus oartas ¡ por Iss qualee le em-
M
OROKIO AS DS LOB &BR8 DS GAfimLUL
bió á áttítf ootto habla nbido queel fi^ éUBey-
iia de Eqpalla que es ea la parta de Baropai habían
moyido guerra contra loa moroa del Beyno de Gra-
nada qne confina con ana aefiorf oa , é qae habian re-
oebido delloa grandea agrayioa éainrazoneai toman-
dolea ana TÜlaa é cibdadea , é apremiándolea que aa-
lieaen fnera de ana oaaaa, ó oaptivándoIo8,étomAn-
dolea ana bienea, é faciendo contra elloa otraa gran-
dea cmeldadea ; ó qne aquello era contra toda hu-
manidad natural , porque bien aabia el Padre Santo
como en aua tierraa ó aefiorioa habia gran copia de
ohriatianca que Tivian ao an imperioi loa qualea eran
oonaervadoa en bu ley, é guardadoa en ana bienea
y en an libertad. Por ende que le exortaba que
eacribieae al Bey é á la Beyna de Gaatiila que ce-
aaaen de aquélla guerra, é tomaaen á loa moroa to-
daa laa cibdadea é Yillaa é caatilloa 6 f ortalesaa que
lea habian tomado , é loa reduxeaen en toda liber-
tad , aegun y en la manera que 61 en aua tierraa é ae-
fiorioa mandaba tratar á loa ohriatianoa, E que ai
eato ficieae, 61 faria bien en ¡ge lo mandar , y elloa
farian aquello que notablea principeaaon obligadoa
ala piedad natural. E que ai no lo fioieaen, á él ae-
ria f oraado de tratar á loa chriatianoa de au aefiorio
en la manera que el Bey é la Beyna de Oaatilla tra-
taban á loa moroa que eran de au ley y cataban ao
BU amparo. El Papa, viataa eataa cartea, é oido lo
que aquelloa dos Fraylea embazadorea del Soldán
le dixeron , acordó de lo remitir al Bey é á la Bey-
na , y embiólea con elloe un BrcTc, por el qual lea
facia aaber lo que el Oran Soldán le habia eacripto:
por ende , que dieaen la seapueata que cerca dello
habian de dar, é ge la embiaaen con aquelloa dea
Fraylea.
El Bey éla Beyna, yiato el Breye del Papa, é la
carta y embaxada que el Gran Soldán le habia em-
biado, reapondieron al Papa que bien aabia Su San-
tidad , y era notorio por todo el mundo, que laa Ea-
pafiaa en loa tiempoa antiguoa fueron poaeidea por
loa Beyea aua progenitorea ¡ é que ai loa moroa po-
Bcian agora en Eapafia aquella tierra del Beyno de
Granada , aquella poaeaion era tiránica 6 no jurídi-
ca; 6 que por eaouBar eata tiranía loa Beyea aua
progenitorea de Oaatilla ó de León, con quien confí-
na aquel reyno , siempre pugnaron por lo restituir
á au aefiorio, aegun que antea habia aeydo.
Otrosí le eacríbieron que allende de tener loa mo-
roa tiránicamente eata tierra de Granada, habian fe-
cho 6 facían guerra oontina á loa christianos aua
BÚbditoa é naturales , que moraban en laa cibdadea,
6 yillaa , 6 tierraa que confinan con aquel Beyno de
Granada ; 6 habian pugnado por tomar , é tomaban
quando podían laa dbdadea , é yíllas, é castillos , é
fortaleaaa que aon en au aefiorio ; 6 robaban gana-
dea, ó tomaban de ellaa captiToa, ó facían guerra
cruel á todaa laa partea de loa chriatianoa que aon
en aua comarcas. Lo qual veía bien su Santidad que
no era de Bofrir, é que lea era neceaarlo cobrar lo
suyo guerreando , é defender á loa aayoa reaiatien-
do ; ó que ai el Soldán trataba bien á loa chriatianoa
que moraban en laa tierri^l 4^ Bfui aeftoríoS| elloa an-
aimeamo trataban bieo á otroa muohca mona qM
cataban derramadoa en Bua reynoa, é tierraa , é pro-
TÍnciaa *que viyen ao an imperio , é conaerran aua
personaa en toda libertad , é poaeen aua bienea li-
bremente, é loa conaienten yÍTÍr en au ley con toda
eaenoion , aín lea faoer premia ¡ é que eata conaer-
yacion 6 libertad habian guardado á loa moroa de
algunaa cibdadea 6 yillaa é tierraa de aquel Beyno
de Granada, que habian querido catar debaxo de an
imperio , é gozarían de ella con todoa loa que qni«
aieaen catar ; pero que á loa otroa robeldea, 6 á aque-
llos que tiránicamente preaumen de poseer la tier-
ra que no ea auya, é faoer guerra á loa chriatianoa
aua BÚbditoa, é pugnan por tomar laa cibdadea é yi-
llaa de BU aefiorio , queau Santidad yeia bien qnan-
ta rasen habia de resistir bu tiranía^ é de f aoerlea
guerra faata que dezen la tierra, aalyo ai quiaíeaen
yiyir en ella debaxo de su imperio como loa otroa
moroa que i|ioran é yiyen en otraa partea de aua
reynoa.
Esta respuesta dieron el Bey é la Beyna por sua
letraa al Santo Padre; é fablaron largamente con
aquelloa Fraylea del Sepulcro aanto de Jeruaalem ,
que traxieron eata embaxada del Soldán, informán-
dolea de eataa ooaaa, para que laa dieaen á entender
al Soldán. Dada eata reapueata, é despedidos aque-
llos Frayles embaxadorea, la Beyna lea dio mU dn-
oadoa cada afio aituadoa en aua rentaa ; loa qualea
dio orden que ae Ueyaaen á Jeruaalem por oambioa
cada un afio, para que laa ooaaa neceaariaa al culto
diyino ae ficieaen en el aanto aepulcro maa honra-
damente. Otroal lea dio un yelo , que ella moyida
con dey ocien habia fecho por ana manoa , para po-
ner encima del aanto Sepulcro.
OAPÍTULO OXIIL
Da li gasta fia la Eeyaa embM á Uanv 4a naevo pan atttr «a
el cerco de Bau.
El cerco de la cibdad de Daza ae dilataba porque
los moros, como quier que habia quatro meses que
cataban cercadoa, pero no moatraban tener mengua
de lo neceaario, 6 aiempre pareada catar yiyoa en
Bua fuerzaa, porque todoa loa diaa aalian á pelear y
eacaramuzar con loa chriatianoa. E algunoa de loa
moroa que ae aalian de la cibdad 6 yenian al real,
informaban al Bey que el caudillo de Baza loa ea-
forzaba, dioiéudolea que el real no podría durar allí
muohoa diaa, porque la primera Iluyia que yinieae
loa conatrífierían que lo alzaaen. OtroBÍ le decían
que algunoa christianoa de loa que ae paaaban del
real á la dbdad ayiaaban al caudillo de la poca
gente que el Bey tenia, porque mucha de la que ha-
bía traído era conaumida, delloa muertoa, é delloa
f eridoa, ó otroa dolientea. Otroaí , que le dedan de la
dificultad que habia en d traer de loa mantenimien-
tos , 6 de la gran carestía con qne se yendian , é de
la falta de dinero, ó de otraa menguaa que cada dia
recreacian en el real ; laa qualea coBaa,é también la
fortuna del inyíemo que eaperaban , oonatrifieria á
que lo alzaaen ; ó alzado , eUoa ae repararían de lea
ÍX>k FEBÍlAttoO
áialeB ]MMdo0 , é oobriritn !• tiem que habian per*
dido , é oomo ▼iotoriofloi goearian de aquella honra
qae ea otorgada á los yencedoree. E oon estas raso-
nes que oian los moros , estaban tan constantes en
la defensa de la dbdad , qae no querían oir partido
ninguno de los que les eran ofresoidos.
Bebido esto por el Bej, é considerando que el
cerco se prolongaría, é que en las peleas y escara-
musas pasadas la gente de su hueste se habla algo
diminuido, embiólo á decir á la Rejna, la qual em-
bi6 luego sus cartas é mensageros á algunos Gran-
des é Caballeros de sus Beynos, mandándoles que
viniesen por sus personas, 6 embiasen sus gentes
para oontinar el cerco que el Bey tenia sobre la cib«
dad de Basa.
Becebidss estas cartas, luego vinieron por el lla-
mamiento de la Beyna Don Fadríque de ToledOf
Duque de Alva, ó Don Fadríque Enriques, Almi-
rante mayor de Oastilla, é Don Pedro Bíanrique,
Duque de Názera, 6 Don Pedro Alvares Osorio,
Marqués de Astorga, é Don Gabriel Manrique, Con-
de de Osomo, é otros caballeros con gente de ca-
ballo é de pié; é algunos Grandes que no pedieron
venir, embiaron sus gentes con sus capitanes, se-
gún les fué mandado. Otrosí algunas cibdades é
villas á quien la Beyna mandó que embiasen peo-
nes espingarderos é lanceros é ballesteros , embia-
ron luego el número de la gente que les embió á
mandar. E con estos caballeros é gentes que vinie-
ron, se fomesoió el real de mas gente, é la hueste
pudo m^or comportar los trabajos de las guardas
é pélese continas que se habían con los moros. E
porque ambos á dos reales estoviesen mejor f omes-
ddos de gentes, mandó el Bey al Duque de Náze-
ra que se aposentase en el real do estaba el artille-
ría, é con él otros homes á caballo , é gentes de pié
de los que vinieron por el llamamiento de la Bey-
na. Y en el real donde el Bey estaba , se aposenta-
ron el Duque de Alva, y el Almirante, y el Marqués
de Astorga, y el Conde de Osomo oon toda la otra
gente de armas que trazieron. E como quier que los
moros velan las gentes que de nuevo venian á oon-
tinar en aquel sitio, pero entendiendo que aquella
dbdad habida por los ohristianos habría poca re-
sistencia en las cibdades de Guadiz é Almería, y en
todas las otras villas é tierras que estaban á la obe-
diencia del Bey Moro que estaba en Guadiz, acor-
daron de mostrar esf uerso^ é avivar mas sus fuer-
saa para se defender é pelear por la guarda de
aquella dbdad. Considerando ansimesmo la Bey-
na quanta disfama se imputaría á la conquista por
él Bey ¡é por olla oomensada oontra aquel Beyno
de Granada, d se alssse d real é no se ganase la
dbdad, trabajaba en bastecer la hueste de dineros
é gentesé de todas las cosas necesarias. Este real,
todo d tiempo que estovo puesto sobre aquella db-
dad, oosa es digna de memoria la abundanda que
•n él ovo de todas las cosas ; é no solamente de pan
é vino é oame, pero otrosí de armeros , silleros,
f roneros é de todos los otros oficios necesarios en
Jos reales; mas allende desto oononrríeron dll
ÉDCfiAtSABEÍi. 493
mercaderes de Castilla ,' é de Aragón, é del Beyno
de Valencia, é del Prindpado de Gatalufta, y del
Beyno de Sicilia. Los quales truzieron brocados, é
sedas, é pafios, é llenaos, é tapicerías, é dgunas
otras cosas que mollecen la gente de g^eira, é da-
fian é no aprovechan en las huestes.
CAPÍTULO OXIV.
De lit eteinsisuB fse •• hablm «on los aoroi «i «i mko de la
elMid de Btn.
Todos los dias sallan los moros á pdear oon los
ohristianos, veces oon aquellos que guardaban las
estanzas que tenían puestas los del real dd artille-
ría, é otras veces con las guardas de la derra, é
muchos dias oon aquellos que guardaban los oasti«
líos. T en estas peleas riempre facían dafto é lo re-
cebian ; é dgnnos dias f adán rebatos dos ó tres ve-^
ees, en los qudes oonvenia que todo el red tomase
armas para socorrer las partes do combatían.
Aoaesdó un dia en la tarde después de las escara-
musas que se ovieron en la mafiana por dos ó tres
partes, sintiendo los moros muy grave la cava é pa-^
Usada quehabemos dicho queso facía por la sierra
dta, acordaron de ferir en el Comendador mayor
Don Gutierre de Cárdenas, que tenia cargo de la fa-
cer. E pusiéronse en celada en una rambla fasta qua-
tro mil peones édodentos homes de caballo; é oomo
la noche vino, é los christíanos que trabajaban é guar-
daban en aquella obra se retrazieron, é los moros
veyeron que la guarda del dia se iba antes que la
de la noche llegase, arremetieron una esquadra
dallos oon gran Ímpetu é darido oontra d Comen-
dador mayor de León, é oontra Don Bodrigo de
Mendosa, capitán de la gente del Cardend que le
vino á socorrer. Y estos dos capitanes ficteron ro»-
tro á los moros en el primero aoometímiento é pe-
learon oon dios ; pero quando ovieron conocimien-
to de la cdada que tenían armada, retrazieronse
oon su gente á un cerro, fasta que vinieron Don ,
Seneho de Castilla y el Comendador Pedro de Bi-
bera capitanes oon sus gentes á los ayudar ; é cómo
los veyeron venir, tomaron contra los moros, é pe-
learon oon dios por lo alto é por las fddas de la
sierra; é algunas veces retrayendo los moros á los
ohristianos, é otras veoes los christíanos á los mo-
ros, caiaA homes é caballos de la una parte é de la
otra. El Bey, visto que la pelea se encendía, mandó
á dgunos capitanes que aoometíesen á los moros
por otras partes ; y él con las gentes de su guarda
fué por la derra dta por esforzar sus gentes que
peleaban. Los moros, visto que cargaba gente de
los ohristianos contra ellos por todas partes, se re- .
trazieron á sus eitanzas.
En esta batalla, que duraría por espado de dos
horas, recibieron algún dafio los chrístianos, porque
fueron ferídos pdeando Don Sancho de Castilla^
capitán, é Don Carlos de Guevara, é Don Alvaro de
Mendoza, fijo de Buy Dias de Mendosa, Maestreea-
la de la Beyna, é Pedro de Tezeda, oapitan de la
gente del Duque de Alva; é fué muerto Felipe Or-.
1 •
494
ff
ORONIOAS DB los ItKYBS DB OASTILtiÁ.
dofiei, otro capitán , de Im maohaB foridts que re-
cibió ; é faerou feridos é muertos otroe muchos do
pié ó de caballo. Aoaeeoió en eeta escaramuza, quan-
do ya los unos ó los otros se retraían, que un caba-
llero que se llamaba Martin Galindo, de la capita-
nía del Marqués de Cáliz, llamó á batalla singular
de uno por uno á un moro que estaba á caballo. El
moro visto que aquel caballero ohristiano le Hama-
ca, Tino pkoí él, y encontráronse de ¡las lanzas, y
y en el primero encuentro el ohristiano derribó al
moro del caballo. E luego como el moro se vido en
tierra, aunque f erido en la cara, se levantó presto é
cobró su lansa ; é antes que el caballero chrístiano
le pediese tirar golpe, fué contra él, é peleó con él
á pié con tanta f uersar é osadia, que le firió de dos
fondas, una en la mano, é otra en el brazo ¡ ó ferié-
rale mas, salvo porque fué socorrido.
Otros algunos mancebos de la hueste, embidlosos
de la destreza que este moro tovo, aunque en lug^*
res asaz peligrosos, se ofrescian á facer semejantes
armas con algunos de los moros. Pero el Rey, que
no menos cuidado tenia de la guarda de sus gentes
que de la victoria que esperaba, defendía los osa-
dos atrevimientos do se mostraba el peligro mani-
fiesto ; otrosi defendía, que no se moviesen escara-
muzas, porque allende de ser los moros mas mos-
trados que otras gentes en semejante arte de pe-
lear, los lugares do las movian los eran tan favora-
bles, que mas voces facían dafio en los ohristianos
que lo recibían. Después que esta pelea acaesció,
porque de los moros que hablan salido de la cibdad
é pasado al real, se sospedió que quier avisando á
los de la cibdad, quier imaginando de facer algún
mal en la hueste, se podría seguir algún inconvi-
niente, el Bey mandó pregonar que dende en ade-
lante ningún moro de los que hablan salido de la
cibdad estoviese en el real, ó que fuese libre á qual-
quier lugar que quisiese de aquellos* que estaban
por el Bey é por la Beyna ; é que si dende en ade-
lante algunos otros saliesen de la cibdad para se
pasar al real, que fuesen captivos. E no embargan-
te este pregón, algpinos moros que sentían la men-
gua de los mantenimientos que habla en la cibdad,
«alian é se venían al real, ofresciéndose de voluntad
por esclavos de los chrístianos antes que padescer
la hambre que decían padescer. Pero esta mengua
de mantenimientos no se sentía defuera, porque
reían el Bey é los de la hueste todos los mas días
salir caballeros é peones bien dispuestos, é que pe-
leaban como bornes esforzados, é no menguados de
mantenimientos.
OAPITULO GX7,
De la eeladi que el Rey mudó poner i loe morof de fian.
Los moros de la cibdad de Baza, según habemos
dicho, todos los dias salían á pelear, é acometían á
los ohristíanos que estaban en las guardas puestas
por todas partes, y en las estanzas é castillos que
estaban fechos en circuito de la cibdad por la parte
basa de lo llano. B allende desto, todas las veces
que los ohristíanos acometían á los moros, siempre
los fallaban prestos, é sallan á pelear por quales-
quier partes que les era movida la escaramuza. B
porque en algunos de los recuentros é peleas habi-
das en los días pasados los moros se sentían vence-
dores, cobraban tan grand orgullo, que algunas ve-
ces teniendo en poco la fuerza de. los enemigos,
arremetían á las estanzas de los ohristíanos, é de sal-
to ferian é mataban homes, é tomaban armas é ro-
pas, é otras cosas de las que ende fallaban. El Bey, •
que desde su menor edad fué criado en las guerras
que el Bey su padre tovo en la tíerra de Oatalufia,
y era bien mostrado en todos los actos que se reque-
rían para la disciplina militar, é tenia buena indus-
tria en las cosas del campo, vista la soltura de los
moros, é que su org^lo les ponía la vida en aventu-
ra, ordenó de armarles una celada en esta manera.
Mandó al Comendador mayor de Galatrava, é á
Antonio del Águila, é á Diego Hernández de Oór-
doba, que sueltos sin guardar orden de batalla cor-
riesen con las gentes do sus capitanes contra las
estandas de los moros. B mandó á Francisco de
Bovedilla, capitán, que estoviese en una celada ; é
al Marqués de Aguilar, é á Luís Hernández Puerto-
carrero, Sefior de Palma, é á Gonzalo Hernández de
Córdoba, capitán é Alcayde de Alora, que con sus
gentes estoviesen en otra celada; y el Bey se puso
en otra parte encubierta con sus gentes. B mandó
á los de las celadas que á cierto toque de las trom-
petas saliesen, é que la una celada fuese á atajar á
los moros si saliesen por una parte, é la otra celada
atajase por otra, é la otra gente arremetíese contra
los moros que saliesen.
Dada por el Bey esta orden, é puestos los capita-
nes en los lugares de las celadas, como veyeron los
moros las gentes de los tres capitanes primeros ir
sueltos é desordenados, imaginando que iban per-
didos salieron contra ellos, é siguiéronlos fasta el
lugar do estaba una de las celadas. B como allí fue-
ron, el Marqués de Aguilar, é Puertocarrero é los
otros capitanes oído el signo que el Bey mandó fa-
cer á las trompetas, salieron de sus celadas; é no
fueron derechos contra los moros, mss fueron por
la orden que el Bey habia dado, á los lugares do se
podían atajar. E como los capitanes moros veyeron
ansí BUS gentes atajadas de la una parte, é que los
de la otra celada venían contra ellos, conociendo su
peligro volvieron las espaldas, fuyendo á se meter
en sus albarradas, é los chrístianos empos dellos.
Pero antes que pediesen llegar á sus defensas, los
ohristíanos fírieron en ellos , é mataron fasta qua-
trooientos moros é mss de cien caballos, sin que los
moros volviesen rienda á se defender ni pelear. Los
chrístianos habido aquel vencimiento, se volvieron
sin recebir dafio. E ni por la caída que los moros
ovieron este día, se les amansó el ánimo para tor-
nar á la pelea, antes el dolor que sintieron les des-
pertó la ira, para luego otro día ponerse en una ce-
lada, para tomar algunos ohristíanos que andaban
desmandados, é otros cogiendo atocha. Y esperan-
do que la guarda de la noche se f uescí é antes que
hclS FBBNANDO
íítgiaé la qiie háblt de gnArdar el dia en aquella
parte, loe moroe ealieron fasta setenta de caballo é
quinientoe peones del Ingar do estaban encabiertoSi
é faeron contra los christianos, é mataron algunos,
é prendieron otros , é mataron algunas bestias, an-
tes que los caballeros que yenian á la guarda los
podiesen socorrer.
CAPÍTULO OXVL
De otfo reeaeatro que ofleros loe ehristiasos eos los moros es el
oereo é9 Basa.
El Bej algunos días iba desde su real á lo alto de
la sierra, por ver la cava é castillo que habernos
dicho que en aquellas partes se facían. E iban en la
guarda de su persona con sus gentes Don Diego
López Pacheco, Marqués de Villena, é Don Pedro
Enriques, Adelantado mayor del Andalucía, é Don
Enrique Enriques, su Mayordomo mayor. E mandó
á Don Rodrigo de Mendoza , é á Don Hurtado de
Mendoza, Adelantado de Oazorla, Capitanes de la
gente del Cardenal de Espafia, é á Don Sancho do
Castilla, que hablan tenido la guarda del campo en
la sierra la noche antee, que no dexasen la guarda
que tenian fasta que yinieseí^ los Condes de Cabía
éde üruella, y el Marqués de Astorga, é los otros
caballeros que hablan de tenerla guarda del dia en
aquel lugar, porque él pediese bien ver desde lo
alto la cibdad, é los lug^ares á donde mejor se pen-
dían acercar las estancias contra los arrabales.
Los moros, que tenian propósito de poner sus
f aereas para impodir la obra qiio sobre la sierra se
fada, salieron fasta quatrocientos de caballo é tres
mil peones, é fueron por la sierra arriba contra la
batalla de Don Rodrigo de Mendoza, é del Adelan-
tado su tic, é de Don Sancho de Castilla, é pelearon
con ellos. E porque de la cibdad sallan mas moros
en ayuda de los que primero acometieron la pelea,
el Rey mandó al Conde de Tendilla que acometiese
á los moros por otro lugar, afín que dexasen la pe-
lea comenzada contra los capitanes é gentes del
Cardenal é de Don Sancho de Castilla. El Conde
de Tendilla aoometió según le fué mandado por otra
parte á los moros que estaban cerca de la cibdad,
los quales salieron contra él, é comenzaron á ferir
en su gente con acometimiento tan arrebatado, que
algunos de los caballeros é peones que con él iban,
no podiendo sufrir el ímpetu riguroso de los mo-
ros, ni los muchos tiros de pólvora é saetas é lanzas
que tiraban , yolviercn las espaldas é dexaron al
Conde; el qual pensando que si se retraía del lugar
do estaba, podria él é los suyos que con él queda-
ron recebir mayor peligro, con grand esfuerzo sos-
tuTO aquel lugar peleando ó sufriendo la fuerza de
loe enemigos, fasta que de la gente del real vinie-
ron á le socorrer.
Visto por el Rey que los moros duraban en la
pelea por aquellas partes, embió á mandar al Maes-
tre de Santiago que cometiese á los moros por una
parte, é al Marqués de Cáliz , é al Duque de Náxera,
Íál<m Comendadores de Calatrava é Alcántarai é
É DOSA ISABEL 4ÓS
á Francisco de Bovádillá, que eniraien I ferir en
los moros por la parte del real donde estaba él ar-
tilleria.
Los moros ansimesmo salieron contra esta terce-
ra esquadra de gente, é pelearon con ellos, é algunas
veces los moros retraían á los christianoB, é otras
veces los christianos retraían á los moros. Cido por
los que estaban en el real que el Rey peleaba, ar-
máronse todas las gentes de la hueste, é fueron á
donde el Rey estaba ; é juntos con los que primero
peleaban, fueron contra los moros. Los quales no
podiendo sofrir la fuerza de los christianos que por
tantas partes les movieron la pelea, fnyeron por las
cuestas, é los christianos los siguieron firiendo é
matando en ellos, fasta que los metieron por los
arrabales de la cibdad, en los quales entraron mu-
chos de los peones christianos, é sacaron de las ca-
sas de los moros ropa é todo lo que fallaban. E po-
dieran los christianos aquel dia ganar los arraba-
les, salvo por las grandes cavas é palizadas que loe
moros tenian fechas, las quales defendían la entra-
da á los de caballo. También impedia que no po-
diesen entrar muchos peones juntos la estrechura
grande que habia en las entradas.
En la batalla deste dia, que duró por espacio de
quatro horas, los unos é los otros eran iguales en el
esfuerzo, pero á los christianos ayudaba el mayor
número, é á los moros el mejor lugar. E al fin los
caballeros é capitanes christianos, firiendo é sufrien-
do golpes de muchas partes, tovieron ánimo para
ser constantes, é haber el vencimiento de aquella
pelea ; en la qual si por ventura alguno de su natu-
ral era cobarde, la vergüenza del compafiero, é la
prosenda del Rey, le constrefiian á encubrir su fiar
queza, é á mostrar en aquella hora fuerzas y es-
fuerzo para pelear. E por cierto la presencia del
príndpe mucho face en las batallas, ansí para po-
ner ánimo á los suyos, como para que el esforzado
no quede sin ser galardonado, y el flaco no quede
sin ser oonoddo.
Falláronse muertos de los christianos trecientos
homes, caballeros é peones, pero ninguno prindpal,
salvo un mancebo que se llamaba Don Juan de Lu-
na, fijo heredero do la casa de Luna en Aragón, é
algunos, feridos. De los moros se fallaron muertos
mas de quinientos, é mudios caballos de la una par-
te é de la otra.
CAPÍTULO CXVIl.
De lu «osas qse se fleleron en d real de Basa, é cobo la Eejsi
■aadó adobar loa eamiaos.
Pasados dnco meses del tiempo que el Rey tovo
ceroada la dbdad de Baza, las gentes de la hueste
estaban trabajadas, porque era necesario salir dos
guardas cada dia, é otras dos de noche, una por la
parte del real do estaba el Rey, é otra del real dó
estaba el artilleria. E allende destas guardas, por-
que no era aun acabada la cava é los muros que se
f acian en cirouito de la cibdad por lo alto de la
sierrai é porque se recelaba que alguna gente de la
496
CRÓNICAS DB LOS BETBiS DÜ CASTILLA.
dbdad de GranadA vinieBen á Quadix para deade
allí venir á entrar en Baza, el Bey mandaba poner
en aquellas partes gente de caballo, que andoTÍe-
senpor sobreguardas en las montafias é lugares al-
tos, ó otras guardas escusafias, y escuchas en luga-
res ciertos , fasta llegar bien cerca de la cibdad.
Allende dMto, las gentes de armas estaban traba-
jadas de las escaramuzas é peleas que continamen-
te habían ooñ los moros, donde todos los mas días
habia ferídos 6 muertos homes é caballos ; pero la
esperanza de la victoria les f acia sofrir la pena de
los trabajos, especialmente porque los mas dias sa-
lían moros de la cibdad que se daban á los chris-
tianos, eligiendo mas el captiverio que la mengua
de los mantenimientos que decían haber en la cib-
dad. Y estos daban esperanza cierta al Bey que
prestamente la habria, especialmente por la men-
gua del pan ó de la sal, ó de otras cosas necesarias
á la vida. Ansimesmo decían, que el Caudillo é los
moros de la cibdad habrían demandado partido de
entregar la oibdad, salvo por algunos christianos
que se pasaban á elloB, ó les daban confianza derta
que el Bey no se podría sostener por los grandes tra-
bajos que las gentes padescian en los muchos días
que allí habían estado, é por las menguas ó cares-
tías de viandas que había en la hueste , é por el
tiempo del invierno que venia presto : en el qual
seria imposible según la calidad de la tierra, estar
gente en él campo. T estas informaciones que se
habían acá é allá, f adán á los unos é á los otros so-
frir los trabajos que padescian, los unos pensando
ser desoeroados, é los otros esperando haber la cib-
dad. La Beyna, que estaba en Jaén, siempre pro-
veía de dineros para el suddo, ó mandaba ir las ro-
ques de los bastimentos continamente, porque no
oviese falta de lo necesario en el real. Ansimesmo el
Bey mandó facer casas en el real , para defensa del
frío é de las aguas que con el tiempo del .invierno es-
peraban. E luego los Grandes, é caballeros, ó capi-
tanes que estaban en el real, ñderon casas de tapias,
é cubiertas de madera é texa, de tal manera que era
defensa para las fortunas del invierno, é del frío é dd
sol. En facer estas casas ovo tanta diligencia, que
en espado de quatro días fícieron mas de mil casas
puestas en orden por sus calles. E allende de las ca-
sas, todas las gentee de pie ficieron ramadas ó chozas,
cubiertas de tal manera, que defendían del frió ó las
aguas. Pero después que estas casas se fícieron, so-
brevino una lluvia tan grande, que derribó muchas
dellas, é la gente del real padesdó mucha pena, é
murieron algunos homes, é muchos caballos é otras
bestias. E allende de los trabajos que sofrieron con
aquella lluvia , se dafiaron los caminos de tal ma-
nera, que las requas que andaban con los manteni-
mientos no los podían pasar por el crecimiento de
los ríos, ó por la grandes hoyas é barrancos que la
fortuna de las aguas fizo. E porque solo un día por
esta causa cesaron de andar las requas, ovo tan
grande falta en el real de pan é cebada, que las gen-
tes, quitada toda esperanza de poder aÜí durar, se
^ueriao ir por miedo de la hambre que recelaban.
La Beyna, sabido aqud inoonvinlente, luego ém-
bió muchos oficiales é fasta seis mil peones, para
reparar los caminos. Y estos maestros é peones fi-
cieron calzadas ó puentes tantas, que duraron siete
leguas de tierra, por donde pedieron pasar las re-
quas de los mantenimientos. É las gentes de armas
que el Bey mandó estar de oontíno derramadas por
los cerros é por otros lugares para guarda de los
caminos, ficieron dos sendas, una para las requas
que iban oon los mantenimientos, é otra para los
que venían; porque yendo é viniendo los unos, no
impidiesen d camino á los otros.
OAPtruLO oxvin.
De It forma que It Reyna toTO para basteear ds dineros é ninte-
nlMieatoe á la kaeate qte el Rej tenia sobre Baxa.
Becontado habemos en esta Crónica como ningu-
na conquista de tierras ni de reynos se lee, donde
se requiriesen tantas cosas, ni oviese tantos peligros
para .llevar los mantenimientos necesarios á las
huestes, como en esta conquista del Beyno de Gra-
nada, que d Bey Don Femando ó la Beyna Dofia
Isabel su muger conquistaron; porque d dgnnos
reyes y emperadores guerrearon reynos é provindas
aquellos habían los mantenímienlos para su hueste
traídos por mar, 6 por riberas, ó en carros, 6 ha-
bíanlos de las mismas tierras que conquistaban,
que abundaban en vituallas; contrario de lo que
fué en esta guerra, porque no solamente convenía
traer mantenimientos para la gente de la hueste,
mas allende desto era necesario traerlos para la
gentes que moraban en la tierra que se ganaba, ó
para las gentes de armas que quedaban para la
guardar ; é ni habia mar cercana por do se trazie-
sen, ni ríos que se pediesen navegar, porque la
tierra era de tan altas uerras é tan fragosos cami-
nos, que ni por los ríos, ni oon los carros se po-
dían traer. Allende desto, era necesario gente de
armas, que contino andovíese con las requas que
iban á los reales, para los segurar de los enemigos.
É porque ningún mercader se movía á llevar man-
tenimientos para los vender por su interese proprio^
por las dificultades é pérdidas que habían en loa
llevar, la Beyna á fin de tener bastecida su hueste,
mandó alquilar á su costa catorce mil bestias» Otrosí
mandó comprar el trigo é cebada que se pudo ha-
ber en todas las dbdades, ó villas, ó lugares dd
Andalucía, y en las tierras de los Maestradgos de
Santiago ó Cdatrava, é del Priorazgo de San Juan
fasta Cibdad- Beal; é dio cargo á unos que lo red-
biesen, ó á otros que lo llevasen á los molinos, é á
otros que estoviesen en ellos estantes, solídtando
las moliendas, y entregando la fariña á las requasi
que de oontíno andaban acarreándolo al real; otros
tenían cargo de recebir la cebada y embiarla. Coa
cada decientas bestias andaba un heme que tenía
cargo de solídtar los roqueros, é los ministrar por
los caminos é proveerlos de lo necesario, porque solo
un día las requas no cesasen de andar. Y en esta
proviflioQ de los manteniíuientos, ó las cosas qu9
DON FBKNANiX) É DOff A ISABEL.
p$iá ello 80 roqaorian, U Boyna estaba contina-
ment^ entendiendo; é todos loe de su consejo é ofi-
ciales por sn mandado estaban solícitos, porqne era
necesario embiar todos los dias cartas é mensageros
á todas partes, porqne no cesasen las catorce mil
bestias qne tenia alquiladas para llevar la fariña é
cebada que era menester en el real; lo qual recebian
oficiales puestos por la Reyna, é lo ponian en un
lugar que se llamaba el albóndiga. É aquellos qne
lo recebian, tenian cargo de lo vender á los de la
hueste á un precio tasado, que ni bajaba ni subia
Á9!
CAPÍTULO anx.
De los balnartes qne el Rej mandó facer, é de las peleas qie
OTieroB eee los moros en el real de Basa.
En esta negociación, contado el precio que costa-
ba el trigo é la cebada, y el precio á como se ven-
día, é las costas que sobre ello se facían; se falló de
pérdida en tiempo de seis meses mas de quarenta
cuentos de maravedis. Pero allende de los otros
gastos que se facian, convenia á la Bey na facer
este gasto, á fin que las gentes del real estoviesen
bien proveídos, é no oviesen rasen de se quezar por
la carestía de los matenimientos. Otrosí, porque el
cerco que se puso sobre efta cibdad se dilataba, y
el tiempo babia consumido gran suma de dineros
que la Beyna al principio tenia, ansf de la cruzada,
como del subsidio é de sus rentas, para sostener
esta guerra, acordó de echar prestido en todos
sus Beynos. É luego embió sus cartas á todas
las dbdades é villas, para que le prestasen cierta
suma de maravedís, según el repartimiento que á
cada uno cupo. Allende deeto, escribió á perlados é
caballeros, é doefias, é mercaderes, é otras personas
singulares, que le prestasen lo que lo pediesen pres-
tar. É todos conociendo que la Beyna tenia cuida-
do de pagar bien estos prestidos, la prestaban cada
uno lo que pedia según su facultad. É algunos ca-
balleros é duefias, é otras personas, conociendo la
necesidad en que estaba, é veyendo en que lo gas-
taba, se movían de su voluntad á le prestar algunas
sumas de oro é de plata sin ge lo demandar, É por-
que estos prestidos, que podian ser en número de
cien cuentos, no bastaban á los gastos oontinos que
se recrescian en la guerra, acordó de vender alguna
cantidad de maravedís de sus rentas, para qne las
oviesen por juro de heredad qualesquier personas
que los querían comprar, dando diez mil maravedís
por un millar. É destos maravedís que á este precio
compraron muchas persones de sus Beynos les man-
daba dar sus privilegios para que les fuesen situa-
dos en qualesquier rentas de las cibdades, villas é
lugares de sus Beynos, para que los oviesen é lle-
vasen todos los afiOB, fasta que les mandasen vol-
ver las quantías de maravedís que por ellos dieron.
É deste empefiamiento de rentas se ovieron asaz
quantías de maravedís; pero porque todo este dine-
ro se consumía, é no bastaba á los grandes gastos
del sueldo contino, ¿ otras cosas concernientes á la
guerra; la Beyna embió todas sus joyas de oro é de
plata, é joyeles, é perlss, é piedras á las cibdades
de Valencia é Barcelona, á las empefiar; é se empe-
fiaron por grande suma de maravedís.
Cr.-nL
El real do estaba la gente qne guardaba el arti-
llerfa, era mas cercano á la cibdad que el otro real
do estaba el Bey. É como quier que según habemos
dicho, del un real al otro había espacio de una le-
gua; pero todos los mas dias el Bey iba á visitar
aquel real, é lo mandaba proveer de gentes é dé lo
qne era necesario. É porque consideró qne los mo-
ros de la cibdad estarían mas apremiados estando
las estancias de los suyos mas cercanas, mandó que
un baluarte que estaba fecho contra una estancili
do los moros se acercase mas adelante, é dio el car-
go para lo facer al Marqués de Cáliz é al Duque de
Náxera, é á los otros caballeros que estaban con
ellos en el real del artillería. É una noche que to-
vieron la guarda por la parte de la sierra el Maes-
tre de Santiago, é por la parte de lo llano el Duque
de Al va, y el Almirante de Castilla, y el Marqués'
de Astorga, y el Conde de Osomo, comenzaron los
chrístianos con dos mil peones á facer el baluarte
que el Bey mandó; é los caballeros peleando, é los
peones cavando, se acabó de facer tanto cerca de*
las estancias do los moros, qne se tiraban piedras -
de mano los unos á los otros. Los moros quando
otro día veyeron el baluarte fecho tan cerca de sus
estancias, tiráronle con sus búzanos, é movían pe-
leas contra la gente que lo guardaba; y estas eran
tantas, que convenía á los chrístianos mudar cada
hora la gente que guardaba aquel baluarte, porque
los unos descansasen en tanto que los otros pelea-
ban. Pasados quatro dias después que aquel baluar-
te se fizo, salieron de la cibdad fasta cient moros
de caballo, por tomar algunos chrístianos que ve-
yeron andar desordenados por el circuito do. había
estado la huerta. Como los vido Don Alvaro de Ba-
zan que acaso se acertó fallar en aquella parte, fué
con su gente contra aquellos moros, é revolvióse la
pelea entre ellos, que duró por espacio de una hora.
En este comedio Bernal Francés é Sanoho del Águi-
la, capitanes, salieron por otra parte á dar en una
estancia de los moros con propósito de la quemar;
é como llegaron con sus gentes cerca á le poner
fuego, salieron contra estos dos capitanes fasta
quinientos moros á pié é á caballo. Y estos por una
parte, é Don Alvaro de Bazan por la otra, pelearon
con los moros, donde la victoria fué varía, porqne
los moros retraían á los ohristianos, é otras veces
los chrístianos vencían á los moros. El Bey venía
en este tiempo á ver el baluarte, é la cava qne man-
dó facer en el real del artillería; y en la guarda de
su persona venían con sus gentes Don Diego López
Pacheco, Marqués de Víllena, é Don Enrique Enri-
ques, su Mayordomo mayor, é Don Pedro Enriques
Adelantado mayor del. Andalucía; é como vido
aquella pelea, mandó á aquellos caballeros que ve-
nían con él, que fuesen á yudar á Don Alvaro. É
como los moros veyeron venir contra ellos mas
32
498 OBÓmOAS DS LOB
gentef, ratiizteoiife á k oibdad oon dmfio que r»-
cíUeron eo kw rajos é fioisron ea kw cfarMÜanos,
donde muionm é fueron f erídoe algunos liomes é
eeballoe; espedalmente foé ferido eqnel oepiUa
Don Alvaro de BasaOi deepoes qne le mataron el
oaballo peleando.
«
GAFÍTÜLOGXX.
Do tlfiui Mcaiuiim, é olni Mtu fM fuana «■ «i rwL
SI oeroo sobre la dbdad de Basa se dilataba, é
las gentes reoebian grandes trabajos, ansi en Iss
oontinas sscaramnsss é peleas qae habían oon los
moros, oomo en Iss guardas de noche é de dia que
oonvenia tener f omesddas oon mucha gente de pié
é de oaballo en diyersas partes.
Considerado esto por el Bey , é recelando no recre-
ciesen en el real lluvias 6 otras cosas que le oons-
tii&esen á lo skar, é porque ovo verdadera infor-
mación que en la dbdad habla mantenimientoa
para tres 6 quatro meses; bien quidera facer algún
partido al oandiUo é á los moros, 6 algunas veces
les embió á ofrecer libertad de las personas é segu-
ridad de losbienee; é allende desto, fada otras mer-
pedes al caudillo porque se le entregase. Pero no lo
quiso sceptar, porque creyó que estos ofrescimien-
tos procedian de alguna mengua que había ó se es-
peraba haber en el real, é daba mayor esfuerce á los
moros para ser constantes en la guarda de la dbdad;
eepedidmente tenian por dertas las lluvias é las for-
tunas del invierno, é que de neoeddad ferian alzar
el reaL Oon esta confianza, otrod por mostrar que
ni les fsllesda esfuerzo en sus personaa, ni manteni-
mientos en su dbdad, sallan todos los diss por las
partee que entendían, á dar en los christianos que
estaban en las guardas de loe que fadan las cavas.
Acaesdó un día, que salieron de la dbdad fasta
trecientoe homes á oaballo é dos mil peones, é su-
bieron por la sierra i lo alto, á fin de tomar algunos
diristíanos, y estorbar la cerca que en aquella par*
te se continaba; é mataron algunos escuderee del
Conde de üruefia, que estaban cerca de las escuchas
puestas en aquella parte, é fueron contra otra es-
quadra de gente de á caballo que estaba en un cer-
ro por guarda, é fideronlos retraer. É siguiendo
tras ellos, sobrevino el Oonde de Tendilla, é Gon-
zalo Hernández de O&rdoba con sus gentes, ó flde-
xon. rostro á .los moros. É los moros se vinieron
para ellos, é fináronse de las lanzas; ó con muchos
tiros de espingardas que habia de la una parte ó de
la otra,'se revolvió entre ellos la pelea, de tal mane-
ra que los ohristíanos reoebian dafio de los moros
por causa del lugar do peleaban, fasta que acudie-
ron el Oonde de Urueña é Don Alonso de Aguilar
con ras gentes que guardaban en aquella parte. Es-
tos, cabellaos, áüni^ne á gran pdigro, acometieron
.taif 4e redo á los moros peones que estaban en un
cerro, que liBS ficieron perder d lugar que tenian, é
. retraer á sus albarradaa é defensas que tenian en
aquellas partes. En este recuentro murieron ó fue-
lon fsñ4<Hi algunos christianos; é los moros red-
BETB DS OáSntSáL
bienm mayor dafio, poique refarayfadosslos peonei
que dezaron en el cerro, el Oonde de ürueOa é Don
Alonso de Aguilar los sígnlenm fssU la dbdad, é
matalón gran parte dallos antes que Oegassn á las
defensas É oomo quier que and en el recuentro
habido este dia, como en los que se ovieron en los
otros psssdos, la gente de los moros menguaban
pero no lea menguaba d esfueno para salir todos
los diss á pdear por todas partes, é veoes teptsbsn
de noche á algunos oabaUeros de los que estsbaa
en lo llano, otraa veces rabian por lo alto de la
derra á los lugares donde entendían; é algunas Te-
ces prendían homes, é mataban bestlaai é traian á
la cibdad ganados de los que fdlaban cerca de
sus albarradaa, é fadan otros dafioa que no se
les podían resistir, porque tenian grand espado de
tierra do pediesen salir á ra salvo^ por los grandea
bairancoa é cuestss que habia en d eironito de la
dbdad ra la parte de la derra ; é saBan todas Isa
vocea que les era mandado por sus capitanea, loa
quales tenian sus gentes tan bien aoaudiUadas, que
ponióndoM á la muerte osaban facer todo lo que les
mandaban. É porque fallesdó dinero para pagar
suddo á los moros que pdeaban, d caudillo é loa
dbdadanos tomaron las manillas é sardlloa de las
mugares é todaa las joyaa de oro é de plata que tor
nian en la dbdad; lo qual ofredan de ra voluntad,
é ficieron ddlo moneda para pagar d raddo que
debian haber la gente de armas que vino á def en**
der la dbdad.
Oomo d Bey fué avisado de estas cosas que en
la dbdad paaaban, considerando que ni por las
muertee ni f cridas que todos los diss los moros pa-
descian les menguaba el esfuerzo para pelear, ni
por la mragua de las cosss neceeaiias que se deda
haber en la cibdad mostraban flaqueza para recebir
ningún partido de los que les ofresdan; acordó de
lo notificar á la Beyna. T amblóle á rogar que vi-
niese al real, que era oomo una villa donde había
mas de mil casas fechas, porque mejor fueee infor-
mada de las oosaa que allí paaaban. Los grandes é
caballeros que cerca del Bey estaban en su consejo^
le embiaron á suplicar esto mismo, dándole á enten-
der, que visto por loe moros que día venia á eatar
allí, é creyendo que el Bey oon ella estaría de amen-
to fasta tomar la cibdad, vemian en partido de la
entregar. É sobre esto embiaron á día diversas ve-
oes, suplicándole ó aun requiíióndola que le plo^
guíese de lo facer. Pero lo que se decía por verdad
que movía á estos que procuraban la venida de la
Beyna, era porque enojados de los trabajoe paaados
é temerosoe de los peligros por venir, é vista la per*
tinada de los moros, é sabido que tenian manteni-
mientoe para todo el invierno, estaban sin esperan-
za que la dbdad se podieee tomsr. É por la una
parte daban su voto, é consejaban de secreto d Bey
que alzase d real, é mandase poner las guamido-
nes en circuito de la dbdad que d príndpio acor-
daba de poner; é de la otra parte considerando
los trabajoe continos que la Beyna habia pasado en
f omeecer de grate^ ó dineros^ 4 mwtenimientoi ni
bON FERNANDO
tea)| i ai fin de tftnto tiempo no conseguirse el f ra-
to qne se esperaba^ recelaban de consejar en públi-
co lo qne al Bey consejaban en secreto. É porqne
la Reyna viese las peleas oontinas, é las mnertes é
f cridas qne todos los dias habla en el real, élas
ayentnras é grandes peligros é trabajos que sofrían
y esperaban sofrir las gentes de su huestOi y el
poco fruto qne de todo aquello se oonsiguia; insis-
tían suplicándole que todayia yiniese al real, porque
▼oyendo en persona lo que oia por informaciones,
que le placerla qne el real se alzase, dexando guar-
niciones de gentes en circuito de la oibdad.
CAPÍTULO OXXI.
Gomo It Reyat floo •! roal do Ban.
La Reyna, movida por los ruegos del Rey, é por
las muchas suplicaciones 6 amonestaciones de los
Qrandes é Oaballeros que con él estaban, platicada
primero sn ida con el Cardenal de Espafia é con los
otros de sn consejo ; acordó de ir al real que el Bey
tenia sobre la cibdad de Baza , é partió de la oib-
dad de Jaén, é con ella el Príncipe Don Juan é las
Infantas sus fijas, y el Cardenal de Espafia, é Don
Diego Hurtado de Mendoza, Arzobispo de Sevilla,
que después fué Patriarca de Alezandría é Carde-
nal de Espafia, y el Obispo de Avila y el de Coria,
é los otros Doctores que residían en su consejo , é
fué para la cibdad de Ubeda. B mandó quedar en
aquella cibdad al Principe Don Juan é á las Lifan-
tas, é oon ellos al Arzobispo de Sevilla, é á los otros
Obispos é Doctores de sn consejo ; y ella siguió su
camino para el real de sobre Baza, é con ella la In-
fanta Dofia Isabel, su fija, y el Cardenal de Espa-
fia ; é fueron ansimesmo con ella Doña Beatriz de
Bovedilla, Marquesa de Moya, é Dofia María de
Luna, mnger de Don Enrique Enriquez, Mayordo-
mo mayor del Bey , é Dofia Teresa Enriquez, mn-
ger del Comendador mayor de León Don Gutierre
de Cárdenas, é otras damas é doncellas fijas-dalgo^
que estaban en el contino servicio de su cámara.
E salió el Bey al camino á la recebir, é con él el
Maestre de SÜitiago, y el Duque de Al va, y el Al-
mirante de Castilla, é los Marqueses de Cáliz é de
Astorga, é los Condes de üruefia é dé Osorno, é to.
dos los otros oaballeros que estaban en el real, sal-
vo aquellos que quedaron en las guardas de la sier-
ra é de lo llano , y en las estancias que estaban
puestas contra la cibdad. La venida de la Beyna al
real fué oon placer común de todos ; especialmente
porque como las gantes estaban enojadas, deseaban
ver cosas nuevas, é cre\an que su venida traerla tal
novedad, que el cerco que había durado seis meses
con grandes trabajos é peligros, habria algún buen
fin(l).
Otrosí los moros, sabida la venida de la Beyna é
del Cardenal de Espafia, no podemos pensar, si ore-
(1) Fn¿ etU Ma de la Reyaa al real de Bau I ateto do HofiOM-
bre. Martyr, epitl, 79, /<!. Z, nota qae el aotor ao halló o« oole fi-
lio do Baia,
É DOSfA ISABEti. 4M.
yendo que venia para facer arienjto fista tomar la
•cibdad, ó movidos por alguna :Otra imaginación,
pero de qualquier cosa que éílo procediese, fué por
cierto caso digno de admiración ver la súbita mu-
taoion que en su propósito se vido. E porque fui-» ^
mes presentes é lo vimos, testificamos verdad de-
lante Dios que lo sabe , é delante los homeaf que lo
veyeron'; que después que esta Beyna entró en el
reai| paresció que todos los rigores de las peleas,
todos los espíritus crueles, todas las intenciones
enemigas é contrarias cansaron é cesaron, é pares- '
oióqúe. amansaron : de tal manera, qne loe tiros de
espingardas é ballestas é de todo genero de artille-
ria, que sola una hora no cesaban dé se tirar de la
una parte á la otra, dende en adelante ni se vido, ni
se oyó, ni se tomaron armas para salir á las peleas
que todos los dias antepasados fasta aquel día se
acostnmWaban tomar, salvo la gente del real que
continaba ir á las guardas del campo en los lugares
que sellan estar. E luego el Caudillo oomensó á fa-
blar oon los christianos, diciendo qne queria oir ia
que el Bey é la Beyna demandaban.
CAPÍTULO CXXIL
Gomo ol Roy é la Rojrna dieron eargo al Comendador mayor do
León qoo fablaao oon ol Candlllo de Ban.
■
Como el Bey é la Beyna sopieron que el Caudillo
de Baza queria venir á fablar cerca de la entrega
de aquella oibdad , porque la Beyna deseaba que
quito el rig^r de las armas , se oviese por partido;
dieron cargo de aquella contratación á Don Gutier-
re de Cárdenas, Comendador mayor de León, é man-
dáronle que fuese á fablar oon el Caudillo de lá
cibdad. El qaal informado de la voluntad final del
Bey é de la Beyna, asentado el lugar é la hora don-
de fablase, é dadas las seguridades que convenían
de se dar por la una parte é por la otra, el Comen-
dador mayor, aoompafiado de gente de armas, y el
Caudillo de Baza, aoompafiado de ciertos oaballeros
moros, se juntaron en el lugar acordado á vista del
real é de la cibdad. El Comendador mayor dizo al
Caudillo estas razones: a Si vos honrado Caudillo
^pensáis que fecho lo último de vuestro poder, po-
ndréis al fin defender la cibdad de Basa al poderío
ndel Bey é de la Beyna mis soberanos sefiores : di*
egoos, que aunque sois conosoido por oaballero es-
oforzado, seréis habido por homo mal aconsejado,
«porque según vos conocéis, ley común ee á todos
nlos humanos de obedescer al mas poderoso ; é
zqualquier que esta ley quiere repugnar, mas se
epuede decir cobdicioso de mala muerte, que araa-
»dor de verdadera libertad. E porque pienso que lo
nonti ende bien vuestra prudencia, vengo á os de-
Dclarar, que la voluntad del Bey ,é de la Beyna dé
«Espafia es haber en su sefiorío esta cibdad qne tíe-
»nen cercada. E porque conosoen ser mas seguro el
nreynar voluntario que el imperio forzoso, querrian
>que esto se ficiese con voluntad vuestra é de loa
ncibdadanoe della, á fin de usar oon vosotros do
opíedad, é no del rigor qne en la furia del venci-
¿bo
ORÓNIOAS DB LOS BETE8 DÉ OASnLLA.
imiento no tiene templansa. E por tanto, honrado
icaballero, que yo sin dabda deeeo maa el bien que
>1a perdición vuestra, tos amonestO| que el pensa-
smiento que fasta aquí habéis tenido de guerreari
»]o convirtáis en haber paz ; y el propósito que ba-
rbéis sostenido de defender, lo mudéis en obedes-
»oer ; é la crueldad que tiene ocupado vuestro áni-
»mo para dar ó recebir muertes, la redusgais en dar
>vida 6 seguridad á vos é á vuestros cibdadanos.
»£ si entendéis que á Dios é á vuestra cibdad habéis
>dado buena cuenta fasta aquí resistiendo, de aquí
•adelante ge la daréis mejor obedesdendo, pues no
»podeis resistir. Porque notorio es á vos, buen Gaodi-
»llo, quanto es vana é peligrosa la presumipcion del
>cercado que se detiene, si no espera^ser sooorrido;
»6 si no es cierto, que por las flacas fuerzas del oer-
>cador será descercado. E si por ventura vos espe-
Drais socorro de vuestros moros, yo os consejo que
«insistáis en vuestro propósito é defendáis vuestra
Boibdad. Pero si esto no esperáis, ó pensáis que la
afortuna del tiempo oonstrefürá que se alce el sitio
vque vedes sobre vuestra cibdad; mirad que la
^Reyna mi señora es venida, no á real forneoido de
atiendas, mas á cibdad poblada de casas. E si espe-
9rais que habrá mengua de combatientes en nues-
>tra hueste, mirad nuestras batallas llenas, é que
»todos los días vienen nuevas gentes de guerra. B
»si esperab la falta de nuestras provisiones, mirad
Anuestra albóndiga, que abunda en todas cosas ne-
vcosarias á nuestros mantenimientos. Esi por ven-
utura sois informado, que al Bey ó á la Reyna mis
sseftores faltarán dineros para sostener la guerra,
nno creáis buen caballero, que á los que poseen
agrandes reyáos» é seftorean ricos homes, puedan
ifallecerles riquezas. E porque acá sabemos que
ivuestros mantenimientos cada dia menguan, de-
»beis pensar que nuestra esperanza de haber presto
»la cibdad todas horas oresce ; mayormente porque
idebeis creer, que después de seis meses de tiempo
«pasados, ó después de tantos gastos fechos, é tra-
ibajoe habidos en el principio é medio de esta con-
«quista, seria mal consejo no atender el fin do se
«espera la victoria. E porque esta no se haya con
«aquel rigor, que á los de Málaga por ser pertina-
«ees vistee padecer ; tomando á Dios por testigo os
«requiero, que hayáis aquella piedad que todo buen
«capitán debe usar con sus cibdadanos porque no
«se pierdan ; ó agora que tenéis lugar, recibáis
«buen consejo, antes que venga tiempo en que no lo
«podáis haber. E yo de parte de Su Alteza os of rez-
«co, que si luego, quito todo rigor de armas, entre-
«gais esta cibdad, todos los que estáis en ella seréis
«guardados como sus subditos , é conservados en
«vuestra ley y en vuestra libertad, y en la posesión
«de vuestros bienes, como lo facen á los que de su
«gprado se han puesto en sus reales manos. E de
«esto vos é los de Baza podéis ser seguros, pues la
«experiencia vos ha mostrado, que ni ellos men-
«guan punto de su palabra , ni yo por cierto sería
«medianero de cosas fingidas. E si todavía delibe-
«ráredes continar en vuestra pertinacia^ considerad
«agora, buen caballero, quanto oa será eargo las
«muertes, captiveríos y estragos que daríades á la
«cibdad de Basa, que tanta honra é bienes vos ha
«dado. » Oidas por el Caudillo las razones que el
Oomendador mayor le fizo, respondió que le plaoia
mucho de su f abla, é mucho mas de su oonooimien-
' to. Porque como habia creído del ser caballero es-
forzado, ansí seria verdadero en sus palabras, é
que tenia en merced al Bey é á la Beyna el ofreci-
miento de seguridad que embiaba á él á á la cibdad
de Baza. Pero porque convenia oomnnioarlo con
los cibdadanos é viejos de la cibdad, habida esta
comunicación, responderla la final oondusionde
lo que aooidaaen.
CAPÍTULO cxxra.
De U coiSBiU qte ovieros el Rey Moro é los áe GaitfU, pin qae
enlregisen U eibdad de Biu.
El Caudillo de Baza después que oyó las razones
que el Comendador mayor de León le dixo, tomó,
según habemos dicho , término para deliberar con
los viejos é cibdadanos, é con los capitanes que oon
él estaban, lo que debían facer. Los quales acorda-
ron, que debían embiar al Bey moro que estaba en
Guadiz, á le notificar, que ni en la cibdad habia
mantenimientos para se sostener, ni en el real de
los chrístianos habia mengua d^oe porque so de-
biese alzar , ni menos se alzaría por ser oonstrefii-
dos de la fortuna del invierno por las muchas casas
que los chrístianos tenían fechas é de nuevo todos
los días f acíaú, para que, defendidos de las fortunas
del tiempo, pudiesen durar en aquel sitio. E para le
notificar estas oosas , el Caudillo embió al alcayde
de la cibdad de Baza, el qual dixo al Bey Moro el
estado en que estaban los de la cibdad, é las men-
guas que tenían de lo necesario, las quales cada dia
crescian, é como en seis meses que habían sofrído
el cerco que sobre ellos estaba, faltaba mucha de la
gente que habia entrado en la cibdad para la defen-
der delloB muertos, é dellos feridos, é muchos que
estaban enfermos. Ansimismo les f allecian las ar-
mas ó pólvora , é otros pertrechos necesarios á la
defensa, é que para se reparar de todo esto, les era
necesario socorro de gente. Porque según Dios sa-
bia é á los homes era manifiesto , el Caudillo é ca-
pitanes^ é otras gentes que en aquélla cibdad en-
traron, habían fecho fasta aqucd tiempo todo su
poder para la defender oon las muchas peleas que
las noches ó los días habían habido con los chrís-
tianos, las quales ya no podían continar por la fal-
ta de los muertos, é flaqueza de los que quedaban
vivos. Por ende, que si pensaba de los sooorrer oon
tanta copia de moros que pediesen pelear con el
poder del Bey Don Femando, todos los trabajos
habidos fasta aquel tiempo les serian alegres, si de
los mayores é mas peligrosos que oada hora recela-
ban los pediese salvar. B si este socorro no podía
facer, le plogniesedar tal consejo de salvación á la
gente de los moros, para que en lugar del gualar-
dou que por sus loables trabajos habían merescidO|
DON FERNANDO
no OTieson la muerte é captíverio que recolaban.
Allende de esto le dixo, que debia conaiderar quan-
taa dbdades é villas de aquel Reyno eran perdidas,
^ é quantoB de mm moradores vencidos é captivos, los
campos destruidos, la caballería destrozada, las ri-
quezas del Beyno perdidas y enagenadas ; é que en
todas las cosas pasadas hablan experimentado la
ventura que siempre hablan fallado contraría.
El Rey Moro, oido lo que el alcayde de Baza le
dixo, quiso haber deliberación con los alfaquíes é
viejos de la cibdad de Guadix, sobre lo qne debia
facer. B algunos ovo cuyo voto era, que debia re-
querir al pueblo de Granada que era grande ; por-
que vista la extrema necesidad en que estaban los
de Basa , se dispornian á tomar armas, é se junta-
rían con los de aquella cibdad de Guadix, é los unos
con los otros serian tan gran número, que los po-
drían socorrer. E que para facer este socorro se de-
bían disponer á todo peligro ; porque si la cibdad
de Baza se entregase á los chrístianos, todo el Rey-
no de Granada habrían en su poder, é los moros lo
perderían juntamente con la esperanza que tenian
de lo recobrar. Otros del pueblo , los mas principa-
les, decían que muchas vecee hablan requerido á
los de Granada , para que se juntasen con ellos á
socorrer á los de Baza ; é como quier que algunos
se disponían á lo facer, pero la mayor parte de la
cibdad por gozar de la seguridad que los christia-
nos les guardaban, eran negligentes, é ni se dispo-
nían á facer guerra, ni á se juntar con ellos á facer
aquel socorro ; é que los de Guadix no eran tantos
ni tales, para que solos lo pediesen facer. Por ende
dixeron, que debían los de Baza ganar seguridad
del Rey Don Femando é de la Reyna Dofia Isabel
para sus personas é bienes, é que les ',debian entre-
gar las fuerzas de la cibdad.
El Rey Moro, oídas aquellas razones, é conside-
rando que quanto era grande su deseo , tan flaco
era su poder para facer aquel socorro, respondió al
alcayde de Baza que su voluntad no era que sofrie-
sen mas trabajos, ni esperasen mas peligros aque-
llos que con f azafias dignas de memoria los hablan
sofrido tanto tiempo ; por ende, qne ficieaen aquello
que á la guarda de sus personas é bienes entendie-
sen que debia ser mas cumplidero. La cibdad de
Guadix era grande é populosa, é como á noticia de
la oomnnidad vino el voto que algunos de los prin-
cipales habían dado para qne la cibdad de Baza se
entregase, é como al Rey Moro f allescian las fuer-
zas del ánimo para sostener el sefiorio que perte-
nescia al título real que habla tomado, é para reco-
brar lo que habla perdido ; considerando que pues-
ta la cibdad de Baza en poder de los christianos, é
la cibdad de Guadix quedarían flacas fuerzas para
se defender, é que les seria forzoso venir en poder
del Rey é de la Reyna ; luego la gente común se
alteró, é la seguridad que de largos tiempos hablan
gozado se convertió en tristeza, considerando como
hablan de mudar la servidumbre que tenian anti-
gua, é venir nuevamente á subjecion de rey ageno
de su ley é de su lengua. B como quler que algunos I
É DOÑA ISABEL. fiOl
decían, que por la defensa de su ley é'de su liber-
tad debían tomar armas é poner en defensa^; pero
otros conoBcida su flaqueza é la fuerza del Rejr é
de la Reyna, decían que debían ponerse en la sub-
jecion de su imperio. E con esta diversidad de vo-
tos, ovo entre ellos grandes escándalos; porqna
privados del entendimiento con la súbita mudanza,
no pensaban tener lugar seguro, ni amig^ cierto
que los amparase, ni sabían procurar paz, ni seguir
guerra, ni los consejos de sus mayores tenian auto-
ridad, ni con la turbación sabían discernir lo que
les seria mas seguro. E todos vagando acá é allá,
llenos de miedo , é privados de toda buena razón,
preguntaban si podían haber seguridad de la vida.
Oonoscída por los principales de la cibdad aquella
confusión, con palabras de seguridad é de paz pro-
metieron de les haber toda libertad de sus personas
é pacifica posesión de sus bienes , é que permanes-
oerian en la ley de sus padres. E con estaa prome-
sas, el pueblo que ligeramente se mueve á todas
partes, cesó de aquella alteración en que estaba.
CAPÍTULO OXXIV.
De la respveita qoe el Ctvdlüo de Btit i\6 ti Comendador m^
yór de León eobre la entrega de la eibdad de Baia.
Quando el Caudillo é capitanes de Baza fueron
informados por el alcayde de la respuesta que el
Rey Moro que estaba en Guadix le dio, la qual nin-
guna esperanza les ponía de socorro, embió á decir
al Comendador mayor de León, que le ploguiese ve-
nir á aquel lugar donde lo habla movido la prime-
ra fabla, é que le daria la flnal respuesta. El Co-
mendador mayor, consultando lo primero con el
Rey é con la Reyna, é habida su licencia, 6 asenta-
das las seguridades de la una parte ¿ de la otra, se
juntó con el Caudillo, el qual le dixo ; o Noble ca-
»ballero, ni la mengua de nuestras provisiones, ni
»la.flaquoza do nuestros muros, ni menos la de los
•moros que los guardamos, nos constrifien á entré-
•gar al Rey Don Femando é á la Reyna Dofia Isa-
nbel la cibdad de Baza ; pero muévenos la gran vir-
»tud é nobleza de su real condición , que pone vo«
nluntad é estos capitanes ¿ á mí para gela entregar.
»E no solamente la habrá de mis manos , pero mo«
nvido con ferviente amor que tengo á su servicio,
nprometo á vos noble caballero tener tal manera,
»como sin trabajo ni costas las cibdades de Guadix
>é de Almería sean entregadas en su poder : con
»tal pacto, que los moradores dellas, viviendo so el
nimperío de su real sefiorio, puedan mantener la
oley de sus padres, é morar en sus casas, é poseer
»sus bienes. Otrosí habiendo de su real poderío la
»def ensa é seguridad que todo buen rey es obliga-
ndo á facer á sus leales siervos , según que vos de
Dparte de su grandeza lo ofrecistes. »
Esta respuesta dada por el Caudillo, é comunica-
da por el Comendador mayor con el Rey é con la
Reyna, agradescieron al Caudillo su buena volun-
tad é ofrescimiento, é prometieron de le facer mer-
cedes, é de recebir á él é á sus parientes en su serví"
*■-■•,
Í02
' do. B luego mandaron pregonar por los reales ae-
' ^goridad de la óna paria á la otnu Y el pacto da la
cibdad de Basa ae aaentó entre eUoa en eata mane-
ra. Frimeramentei que todos los caballeros ó peones
qae habían venido de faera de la cibdad á la de-
fender, saliesen luego é la desasen libroi ó que po-
' diesen ir seguros con sus armas é caballos á sus ca-
sal^ ó á otros lugares que quisieren. Otrosí: que to-
dos los que moraban dentro de la dbdad de Baza
saliesen á morar en los arrabales ; é que si en ellos
no quisiesen morar » podieaen ir seguramente oon
sos bienes áotraa partea donde les ploguiese. ítem,
que los que quedasen moradoreaen los arrabales,
, fidesen juramento de ser buenos é léalea sierros
dd Bey é de la Beyna, é que guardarían su serví-
do en todas cosas, é obedesóerian sus cartas é man-
damient0S| ó lo que de su parte les mimdaaen sus
oapitanes 6 alcaydés, é áqtf ellos que- to vieren su
, poder, ítem, que acudirían d Bey é á la' Beyna, 6 á
sus reboadadorea é receptores, con todos los pedios
é tributos que acostumbraron antiguamente dar á
los Beyes moros. El Bey ó la Beyna prometieron,
que guardando ellos lo que juraban, les conserva-
rían en la ley de Hahomad que mantovieron sos
padres, é los dexarían en el uso de sus leyes ó fue-
ros, por donde según la costumbre de los moros
suden ser juzgados é gobernados. Otrosí, de no lee
facer, ni consentir que les sea focha fuerza, ni ro-
bo, ni injuria; éd algono tentase de lo facer le
mandarían punir por justicia. Otrosí, que la cibdad
de Baza oon su dcazaba se entregase d Bey é á la
Beyna, ó á quien mandasen, dentro de seis dias; en
los quales los moros oviesen lugar de la desembar-
gar de todos sos bienes ó cosas qü'a en ella tenían.
£ para segoridad que dentro deste término d Cau-
dillo é capitanes complirían este asiento, entrega-
ron al Comendador mayor quince mozos fijos del
Caudillo, ó de los príncipales dbdadanos de la cib-
dad. Otrod, el Caudillo y d alcayde., que vinieron
á entregar los rehenes, ficíeron reverencia d Bey ó
á la Beyna, é se ofresderon de lo servir en todo lo
que les mandasen. T el Bey ó la Beyna los recibie-
ron por suyos, é les mandaron facer meroedes de
dineros, é ropas, é caballos é otras cosas
Bebido por los moros que moraban en las comar-
cas do Baza, como el Caudillo y el Alcayde de la
' cibdad habían fecho partido con el Bey ó con la
Koyna de ge la entregar, ó habian recebido y espe-
raban recebir mercedes por- la entrega que facian
luego los Alcaydea de Almnfiecar é Tabernas, é to-
dos los que tenían cargo de fortalezas en las mon-
tafias que llamaban Alpuzarras, y en todas aquellas
narras, les embiaron á decir, que ellos ausimesmo
ge las entrogarían con sus fuerzas, faciéndoles sa-
tisf adon de los gastos é costas que en la. guarda
dellaa habian fedio, é dándoles el seguro que daban
á loa moradores que quedaban en los arrabales de
Baza para que viviesen en su ley y en sus f acien-
das, quedando en la tierra por mudéxares. El Rey
é la Beyna, habido su consejo, aceptaron aquel
ofrescimiento, é respondieron que les placía de re-
0BÓNI0A8 DE LOS EETB8 DB GA8TILLA.
oebir las f ortdesas, é facer meroedes á los Alcay-
dea, é dar el seguro que pedían para todos los que
moraban en aquella derra, según lo habian dado á
los que de su grado ae ofresderon por sus dervos.
É luego vinieron los Alcaydea de las villas é forta-
lezaa, é los viejos é alfaquíea de todos los lagares
que son en aqudlas comarcas desde Almería fasta
Granada, á les entrogar las fuersas que tenían. El
Bey é la Beyna les ficíeron meroedes de dinero á
cada uno, según la calidad de la villa ó fortaleza
que entregaban, é pusieron alcaydea en ellaa. T en-
tro los Alcaydea moros que vinieron á facer la en-
troga de los caatíUos que tenían, vino un moro que
se llamaba Alí Abenfahar, Alcayde de la villa é
fortdeza de Purohena; é díxo d Bey é á la Beyna:
aTo, sefiores, soy moro é de linage de moros; é soy
sAlcayde de la villa é castillo de Pnrchena, que me
spusieron en ella para la guardar: vengo aquí ante
sYuestra real Señoría, no á vender lo que no es mío,
smas á entregaros lo que la fortuna fizo vuestro. É
vcrea Vuestra red Magestad, que d no me enfla-
aqueciese la flaqueza que f dio en los que me de-
sbian eaforsar, que la muerte me sería d precio que
sredbiese defendiendo la fortdeza de Purohena, é
sno d oro que me ofrecda vendiéndola. Embiad,
smuy poderosos Beyes, A recibir aquella villa que
«vuestro gran poder fizo ser vuestra. Lo que suplí-
neo á vuestro gran poderío es, que hayan en su en-
scondenda á los moros de aquella villa, é á los que
nmoran en su vdle, é los manden conservar en su
»ley y en lo suyo, é á mí den seguro, para que oon
Dmis caballeros é cosas pueda ir á las partes de
sAfríoa.» El Bey é la Beyna oída la rasen de aqud
moro, croyeron que fuese home led, é notaron
aquel su propósito en el grado de virtud que se de-
bía notar. É como quiera que le ofresderon meroe-
des de oro é caballos como á los otros, no lo quiso»
recebir. T embiaron luego ú recebir aquella villa á
Diego Lopes de Ayda, uno de los capitanes que
andaban en su guarda, con las seguridades que se
entregaron todas las otras fortdezas. Otrosí, paaa-
dos los seis dias del término asentado con el Cau-
dillo de Baza, luego entrogó el dcazaba é la dbdad
al Boy é á la Beyna; é pusieron en ella por capitán
á Don Enrique Enriquoa, Mayordomo mayor del
Bey, el qud puso por Alcayde á Don Enrique de
Ouzman, su primo, fijo del Conde de Alva de Liste.
Entregóse esU cibdad de Baza d Bey Don Fer-
nando é á la Beyna Dofia Isabel, á quatro dias dd
mes de Dedembre, afio dd nasdmiento de nuestro
Salvador Jesu Chrísto de mil é qnatrodentoa é
ochenta é nueve afios, habiendo estado oeroada por
este Bey Don Femando seis meses é vdnte dias.
Sacaron della d día que se entregó quinientos é
diez bornes é mugeres é nífios christianoa que esta-
ban captivos é puestos en masmorraa. Otrod el Car-
denal de Espafia, que era Arzobispo de Toledo,
puso en aquella cibdad su Vícarío; porque se falló
por Bula del Papa, que antiguamente era la cibdad
de Baza de diócesi de Toledo.
Fecha la entrega de la cibdad de Baza é de las
DON FBBNANDO
YÍ11«B ¡le Pnrohena é Tabernas^/é'de las Alpuzamuí
j* deAhnnfleoari é de todas las otraB'oomaroa8,el
Caudillo de Basa, que era ya subdito del Bey 6 de
la Beynaf é le habían mandado asentar sueldos é
acoBtamiento cada afio como á su vasallo, fué á la
eibdad de Guadiz, é dizo al Bey moro que pues
habla visto que la fortuna era contraria á los de
áqúel Beyno, é de dia en dia conosoian mas como
en todas las cosas fallaban á Dios ayrado de tal
manera, que no les quedaban fuerzas ni esperanza
para recobrar lo perdido, que conformándose con
lo que velan ser ordenado de arriba, fidese entre-
gar al Bey é á la Beyna las cíbdades de Guadix é
Almería, pues veia claro que ni tenia, ni esperaba
tener fuerzas para las defender al poderlo grande
de sus gentes; é que considerase bien la gente é
provisiones que la dbdad de Baza tenia para se de-
fender, é fecho lo último de su poder, ni ellos, ni
los de la eibdad de Málaga pedieron haber otra
cosa, salvo trabajos é peligros; 6 que los' unos que-
daron captivos, é los otros muertos é destruidos.
Dixole ansimesmo que la destruicion de la tierra se
debria sofrir qnando había alguna esperanza para
la recobrar; pero que quando esta no habia, á g^ran
crueldad le seria imputado, si no los podiendo re-
mediar, los consintiese destruir. É que no pensase
que recibía injuria en perder lo que poseia, pues ge
lo tomaba un Bey tan poderoso, á quien no pedia
resistir.
Oidas por el Bey moro estas rasones, é informa-
do como allende de la eibdad de Baza, todas las
otras fortalezas, é villas é lugares de la comarca se
entregaron al Bey é á la Beyna, veyóndose puesto
en aquella pena que sienten los Beyes, que ni á si
pueden proveer, ni á los suyos remediar, respondió
al Caudillo que determinaba poner su persona en
las manos del Bey é de la Beyna é de les entre-
gar las cibdades de Ouadix é de Almería, para que
del é dellas dispusiesen lo que su real sefioría to vie-
se por bien. El Caudillo vino al Bey é á la Beyna á
les notificar como la voluntad del Bey Moro era de
poner á él ó á toda la tierra que por él estaba so el
imperio de su real sefioría, para que del é dallos
dispusiese lo que les ploguieee.
EÜ Bey é la Beyna, oida la determinación del
Bey Moro, dixeron que ge lo agradescian, é que
lo mandarían tratar bien é honestamente é con toda
seguridad, según que á su persona pertenecía. É
luego partió el Bey de la eibdad de Baza, é fué
para la eibdad de Almería. ¿ llegando bien cerca
de la eibdad, vino el Bey Moro; é vista la persona
del Bey, desoavalgó del caballo para le besar la
mano. El Bey, guardando la preminencia debida al
título real que aquel Moro habia tomado, no con-
sintió la oerimonia que le quería facer, é rogóle que
tomase á cavalgar. El Bey Moro, cumpliendo lo
que el Bey quiso, é puesto en su caballo, se llegó á
él é le dixo : C|Oh Bey vencedor! aunque he oometí-
»do contra tú servicio cosas que no eran de pérdo-
Bnar, pero tu gran benignidad me dio aquella espe-
watiaa de salvación que me quitó la ignorancia de (
É DOfiA ISABEL. tOS
• omis consejos. Verdad es, Bey poderoso, qne qui'
»BÍera é no pude defender la tierra cíe los moros do
stii gran poder. Pero, pues plogo al soberano Bey
Dde los Beyes escaparte con prosperidad de los pe-
Dligros que te rodearon en el cerco de Basa, bien
*parooe qne su voluntad fué en el cielo quitar esta
ntierra á mí é darla á tí. É por tanto he deliberado
sque hayas ganado á mí por vasallo, oomo ganaste
9la tierra por subdita. E porque tu miserioordia .
screo será tan divina para perdonar oomo tu poder
ves grande para sefiorear, vengo ante tu real sefio-
srla por haber deUa no lo que mis deservicios me- .
srescón, mas lo qne tu piedad acostumbra.» El Bey
provocado á piedad por las palabras humildes que
el Bey Moro dixo, é considerando la oonfianza con
que se ponía en sus manos, respondió que si esperi-
mehtándo sus fuerzas se falló vencido, esperimen-
tando agora su gracia, se fallaría vencedor, é la
ganaba del para la conservación de su vida é liber-
tad; é mandóle tratar bien é honestamente con toda
seguridad. É luego el Bey moro confiando en la
palabra que el Bey le dio, entregó todas las fuerzas
é puertas de la eibdad de Almería al Bey é á la
Beyna. T encomendaron la guarda é capitanía da-
lla al Comendador mayor de Leen, el qual puso en
su lugar por Aleado á Don Pedro Sarmiento.
CAPITULO CXXV.
Cotto el Rey é la Reynt fveron i la dbdad de Gaadlx, é la nd-
bleroB, é otros logares de neros.
Becebida por el Bey é por la Beyna la eibdad de
Almería, é fornecida de gente de armas é pertre-
chos é mantenimientos, é de las otras cosas necesa-
rias á la gente que en ella dexaron por guarda^
dieron luego seguro á todos los moros de la dbdadi
para que pudiesen vivir en la ley de Mahomad; é
prometieron que no les seria fecha fuerza ni agra-
vio en sus personas, ni en la posesión de sus bienes;
é que consentirían que fuesen juzgados por sus al-
caldes, según sus fueros é costumbres antiguas. É
los moros de la eibdad juraron por el Criador
alto é por la virtud del Alcorán, que serian leales
siervos é subditos del Bey é de la Beyna, é que
cumplirían sus cartas é mandamientos, é las de
aquellos que su poder oviesen, é les acudirian cada
afio con todos los derechos é tributos que son debi-
dos al Bey, según lo acostumbraban pagar á los
Beyes de Granada. É que esto oomplirian cesante
todo engafio é pensamiento que lo pudiesen revocar.
Dado este seguro, é recebido este juramento de
los vecinos de Almeríía, el Bey é la Béjma, é oon
ellos el Cardenal de* Espafta, partieron de aquella
eibdad, é fueron para la eibdad de Guadix, é fué oon
ellos á gela entregar el Bey Moro, JÍ oomo llegaron
á la eibdad con toda su hueste, fueron recebidos
por los moradores della con buena voluntad. É no
embargante la enemiga que habia entre ellos é los
chrístianos criada de largos tiempos, por las' fier-
ras é muertes é cáptíveriós pasados de unos á otros,
pero visto que el Bey é la Beyna con grandiligen-
504
0BÓNI0Á8 DE LOfi BEYES DE GAffTILUL
I
da mandaban guardar ana personaa é oaaaa ó oam^
poa, é qae loa oercoa, muertoa é destndoioneB qna
otroa moroa padecían y elloa raoelaban, gales con-
yertia en pas 6 aegmidad; como gente libre de mie-
do, ovieron tan aúbito goso» que loaban al Rey é á
la Beyna, y enaakaban aiui peraonaa diciendo tener
entendimiento é fneraaa divinas, ó que eua oosaa
eran por mandamiento de Dioa fechas; é mostraban
placer por ser puestos so el yugo de su seryidum-
bre. É luego el Bey Moro entregó al Bey ó á la
Beyna el alcaaaba é todas las fueraas, ó torrea é
puertea de la oibdad de Goadix; ó dieron la tenen-
cia de la fortaleza é la capitanía de aquella cibdad
á Don burtado de Mendoza Adelantado de Gazorla.
Los caballeros ó gente de la hueste, visto como se
tomó la cibdad de Baza, é que se habían entregado
al Bey é á la Beyna Almería é Quadiz, cibdades tan
populosas é grandes, é las otras villas é caatillos é
. tierraa llanaa, é las montaHaa que son desde Alme-
ría fasta la cibdad de Granada, ain las muertea é
trabajos ó gastoa é dilación de tiempo que se espe-
raban de sofrir antes que se pudiesen ganar, fueron
maravillados, é creían proceder por voluntad divi-
na, pues pensamiento humano no pudiera imanar
que tan fuertes cibdades se pudieran en largoa
tiempoa haber sin grandes trabajos é industria de
bornes.
Entregadaa aquellas oibdadea é sus tierras, luego
los alcaydes moros que tenían laa villas é fortalezas
de Salobreña ó Almufiecar, é todas las otras villas
é castillos é fortalezas de los moros que quedaban
por ganar en el Beyno de Granada, vinieron de su
voluntad é las entregaron al Bey ó á la Bejrna; los
quales pusieron en ellas sus alcaydes é gentes que
las guardasen. É porque si echasen de las villas
cercadas á los moros que las moraban, creían que
la tierra se despoblaría, ovieron consejo de déxarlos
en ellas por mndéxares con sus mugeros ó fijos é
bienes. Los quales fícieron al Bey é á la Beyna se-
guridad é juramento según su ley, de ser sus leales
subditos é vasallos, é de no rebelar contra sus man-
damientos, ni dar favor, ni ayuda ni avisar por nin-
guna vía que fuese al Bey é moros de Granada, ni
á otros algunos contra el servicio del Bey é de la
Beyna. Otrosí ficieron merced al Bey viejo de cier-
tos lugares de tierra de moroa en que pudiese estar
é de toda lo renta dallos con que se pudiese soste-
ner. T este Bey Moro lo recibió; é dende á pocos
días, dexada la tierra que le habían dado, se pasó
allende la mar á los Beynos de los moros que son
en África, con pensamiento que ovo, pues ya no
podia ser Bey de aquel Beyno, no queria estar en
tierra donde lo había seydo é no tenia esperanza de
lo ser.
CAPÍTULO CXXVI.
De las eotif qve pasaron eon el Rey Moro que estaba en Grana-
da, desptes qte faeron tomadas las elbdades de Bau, é Gna-
db, é Almeria.
Según habemos recontado, el Bey que estaba en
la cibdad de Granada, después que mediante los
favores que ovo del Bey é de la Beyna fot reoebldo
por Bey en aquella cibdad, é siempre estovo en ella
á su servicio, porque ¿1 é los moradores délla goza-
ban del seguro que les habían dado, oon el qual te-
nia la libertad de aalir fuera ó facer aua labores en
el campo, é andar libremente oon sus negodacionea
por todas laa partea de Oístills, este Bey de Grana-
da había fecho partido oon el Bey é oon la Beynai
que tomadas las cibdades de Baza é Guadix é Al-
mería les entregaría dentro de cierto tiempo la cib-
dad de Granada oon su Alhambraé Alcazaba, 6 con
todas sus fuerzaa é torrea é puertas, dándole para
donde estoviese oon sus mugeres é fijos ciertos lu-
gares de tierra de moros. Después que fueron toma-
das laa cibdades de Baza é Guadix é Almería, é to-
daa las tierras é castillos de aquel Beyno, el Bey é
la Bejrna le embíaron á requerir que entregase la
cibdad de Granada al Conde de Tendüla oon otroa
sus capitanes é gentes dentro del tiempo que estaba
obligado, é que ellos le mandarían dar laa villáa,
tierras ó rentas que le habían prometido. Este Bey
Moro respondió que aquella cibdad era muy grande
ó populosa, é que allende de sus moradorea natura-
les, se habían recogido á ella otras muohas gentes
del Beyno de Granada, entre los quales había tal
división de votos é intenciones diversas, que no po-
día buenamente oomplir lo que había prometido,
dentro del tiempo que era obligado. É por esta cau-
sa, el Bey é la Beyna acordaron de facer nueva con-
veniencia con él, conviene á saber, de le facer mer^
ced de otroa lugares donde estoviese con la renta
dellos para su mantenimiento; é que dentro de cier-
to tiempo lee entregase la cibdad de Granada con
sus fuerzas. É porque la gente de aquella cibdad
era mucha, é no se podría sefiorear con gran gente
de christianos, aunque fuesen spoderados en laa
fuerzas é torres della, el Bey ó la Beyna acordaron
de pedir las armas ofensivas ó defensivas de los
moros que estaban en la dbdad, ansí de los natura-
les, como de los que de nuevo estaban en ella*
Otrosí, demandaron que dexasen libres ciertas ca-
sas que son en algunos lugares los mas fuertes de
la cibdad, para que las moraaen christianoa, porque
los capitanes é gentes puestos por el Bey é por la
Beyna en la cibdad la pudiesen mas seguramente
sefiorear. Los moros de la cibdad , vistas aquellas
demandas, como quier que algunos homes pacíficos
á fin de vivir en paz ó seguridad, quisieran otorgar-
las, pero algunas otras gentes de guerra no consin-
tieron que se otorgase aquel partido. T el Bey Moro
que estaba apoderado en Granada, ansí porque el
Bey ó la Beyna no le quisieron dar la tierra que él
demandaba, como porque fué inducido é traído á
rebelión por algunos caballeros moros que estaban
con él en la cibdad, mostró desobediencia contra el
Bey é contra la Beyna; é comenzó á facer guerra A
los christianos, é tomó la fortaleza del Padul, é al-
gunas otras torres é fuerzas que estaban en poder
de los christianos cercanas á la cibdad de Granada.
Visto por el Bey é por la Beyna como el Bey é loa
moros de Granada habían tomado propósito nuevo
•)
IX)N FERNANDO
rebelaado eontr* ellot, mandaron f orneecor de gen-
tes é de lis otras cosas necesarias las fortaleeas de
Alhendin é Modin, é Moniefrío, é Oolomera, é Hie-
ra, é Alcalá la Real, é Loxa, é todas las otras que
habían tomado, j estaban en oircnito de la oibdad
de Granada; de las qaales continamente so facia
gnerra por los christianos á los moros de Granada,
é por los moros á los christianos.
GAPtrULO OXXVIL
Sfgveiiso lu eous qae pauron ea el afio de m\\ ¿ qnatroeteDlos
é BOTenta afios. É primeramente eomo el Rey é la Reyaa man-
daron entender en la Juttela del Rejno.
El Bey ó la Beyna, qne estaban en la oibdad de
Córdoba, acordaron de ir á tener el invierno deste
afio á la cibdad de Seyilla. É como fueron en aque-
lla oibdad, luego entendieron en la justicia del Rey-
no, según lo faoian los afios pasados. T embiaron
á todas las cibdades pesquisidores eon sus poderes
bastantes, para tomar la residencia á los corregido-
res, é á los alcaldes é alguaciles y escribanos, é á
loe otros oficiales que hablan tenido cargo de ad-
ministrar la justicia é inquirir si hablan errado en
algunas cosas de las que hablan jurado de guardar
é administrar, al tiempo que recibieron el cargo del
corregimiento. É si se fallaban haber incurrido en
algunas dellas, eran traídos á la corte; é lee era de-
mandado por el Rey é por la Reyna en su consejo
razón de sus negligencias é yerros; é penaban á los
que fallaban culpantes, faciéndoles restituir con las
setenas lo que indebidamente habian lleyado. A
otros desterraban, é á otros inhabilitaban para que
dende en adelante no pudiesen usar oficios públi-
cos; é á cada uno daban la pena según la calidad
del yerro que habla cometido.
OAPÍTULO oxxvin.
De los embeudoref qne Tinleron de parte del Rey de Portofal i
demandar por esposa para sn fljo i la Infanta Dofta Isabel
Estando el Rey é la Reyna en la cibdad de Sevi-
lla, el Rey Don Juan de Portogal les embió sus em-
bazadores un caballero que se llamaba Don Her-
nando de Silveyra, é un dotor su Chanciller mayor.
Á loe quales el Rey é la Reyna mandaron recebir é
tratar honorablemente; é después de algunos dias
pasados propusieron en su consejo la embaxada que
traían en cargo. El efecto de la qual era contarles
los grandes é cercanos debdos do sangre que tenia
el Rey de Portogal con el Rey é con la Reyna; otro-
sí, la amistad que por la gracia de Dios se habia
celebrado entre ellos, é la paz que se habia guar-
dado entre los subditos é naturales de la una parte
é de la otra. É dixeron que porque el debdo que
entre ellos habia se renovase, y el amor se acrecen-
tase, venían por mandado del Rey su sefior, á les
rogar qne les ploguiese dar la Infanta Dofia Isabel,
su fija mayor, por muger para el Príncipe Don
Alonso, BU fijo primogénito heredero de su Reyno;
porque en este matrimonio entendían que Dios seria
A DOfÍA ISABEL. 605
servido, é Iss partes habrian aquella utilidad ijue
de tan bueno é loable yuntamlento se suele seguir.
Después que estos embazadores ovieron propuesto
su embazada, el Rey é la Reyna quisieron haber
su consejo con el Cardenal de Espafia, é con los
Duques é Condes é Perlados é Doctores que residían
en su consejo; los quales, después que sobre esta
materia platicaron algunos días, aoordaron que^ puea
muchas veces los Reyes é Príncipes destos sus Rey-
nos se habian juntado en debdo matrimonial con
los de la sangre real de aquel Reyno de Portogal,
por ser tan vecinos de Castilla, este matrimonio que
el Rey de Portogal embiaba á pedir, se debía otor'
gar, por la paz é otras utilidades que dello se po-
drían seguir. Fecha esta deliberación, é habido el
consentimiento para que este matrimonio se con-
cluyese, aquel caballero Don Hernando de Silveyra,
á quien el Príncipe de Portogal embié con su poder
para se desposar con la In€anta, se desposé con
ella. T en aquellos días que este desposorio se cele-
bró, que fué en el mes de Mayo (1) deste afio de
mil é quatrodentos é noventa afios, se fieieron en
aquella oibdad de Sevilla muy grandes fiestas é tor-
neos é grandes alegrías. É porque esta Infanta era
la fija mayor é th primera que el Rey é la Reyna
casaban, aquestas fiestas que se fieieron duraron
quince dias, é fueron muy ricas é sumptuosas, don-
de el Rey é la Reyna fieieron muy grandes gastos.
Otrosi los Duques é Condes é Caballeros que fueron
á ellas presentes, fieieron grandes arreos é vestidu*
ras de brocados de sus personas, é también de los
caballeros é pages de sus casas que los acompafia-
ban. Ansimesmo vinieron á estas fiestas muchos ca-
balleros é fijoB-dalgo de los Reynos de Aragón, é
Valencia, é Catalnfia, é del Reyno de Sicilia, é de
las otras islas é sefioiios del Rey é de la Reyna, ar-
reados de vestiduras de pafios de oro, é cadenas é
collares de gran precio. E los caballeros castellanos
que eran continos en la casa del Rey é de la Reyna
en número de cien mancebos fijos-dalgo, fueron
arreados de vestiduras brocadas, é chapadas, é bor-
dadas de oro é de plata; é ningún caballero ni fijo-
dalgo ovo en aquellas fiestas que pareciese vesti-
do, salvo de pafio de oro é seda. Otrosf la Reyna
salió á las justas é otras fiestas que se fieieron en
aquellos quince dias vestida de pafio de oro; é
salieron con ella é con esta Princesa de Portogal
Infanta de Castilla fasta setenta damas de los ma-
yores sefiores de Espafia, vestidas de pafios broca-
dos, é todas con grandes arreos de cadenas é co-
llares é joyeles de oro con muchas piedras precio-
sas, é perlas de gran valor. É para las justas que
duraron estos quince dias se fizo un campo grande
fuera de la cibdad, la tela de pafio de seda; é fueron
fechos cien cadahalsos, cinqüenta de la una parte
de la tela, é cinqüenta de la otra parte, donde
estoviesen las damas, é todos los otros sefiores que
(1) El Gnra de los Paléelos y Gerónimo Znrtta sef alas el des-
posorlo de esta Prlneesa en Domingo de Qnaslmodo» ^le fké 1 18
de Abril. Bemald., BM^rU U la lUfm CeMÜMi» JTS., ct0. Sa
Knrlto, An^let, Ué. XX, e^f. U.
fas* OBÓNIOAS DB LOB
Tinieron áaqnéDaifieiUs. Atodoeeitotóadahalflot
«ran oobiortofl de topioeriA é de pafU» de oro é de
■eda. En estM fieeUs fneron fechoe grandes gaa-
toa, anaf por el Bey oomo por loa Dnquea é Oondea
é grandea aafiorea ó caballeroa qne oontínaban en
la oorte, é otroa mnokoa qae finieron de otraa par-
tea, é anaimeamo por la Beyna, 6 laa Dnqaeaaa 6
CSondeaaa, é otraa aefioraa é doe&aa qne allí yinie-
ron; en lo qnal todoa moatraron grandea liqnezaa
é grande ánimo para laa gaatar.
OAPfrüLO
•»:4»:
Cobo te Mlaknroa las koáu oalro d Prfacipo 4o Porlofil éla
Priaeota Dotí ImM , iBÜuiU 4e CuUUa«
Oonoloidaa eataa fieataa, é aaentadaa laa ooaaa qne
ae hablan de oomplir, anal por parte del Principe
de Portugal, oomo por parte de la Princeaa en egpo-
aa, acordaron qne aer celebraaen laa bodaa entre
elloa para el mea de Noyiembre aigniente. 13 qnal
aaiento fecho, el Bey é la Beyna mandaron expedir
aqnelloa embaxadorea Portogueaea, é remnnerarloa
magníficamente con ana doñea de oro é de plata é
brocadoa é caballea. É para celebrar aquellas bo-
daa, el Bey é la Beyna mandaron aderezar laa ooaaa
qne ae requerían, en laa qualea quisieron moatrar
la grandeea de ana ánimoa, é abundancia de aua
Beynoa é aefiorioa; porque allende de la auma de oro
que le dieron en dote, aegun lo que ae acoatumbraba
dar en caaamiento á laa Inf antaa de Castilla, el Bey
é la Beyna le mandaron dar quinientoa marcea de
oro é mil marooa de plata, quatro coUarea de oro
con mnchaa perlaa é piedras preciosaa é otraa cade*
ñas é joyeles de gran valor. Otros! le dieron muchos
pafiOB de tapicería de oro ó aeda, 6 yeinte ropaa de
pafio brocado de diyeraaa colores, ó otras quatro
ropas de hilo de oro tirado, é otraa aeb ropaa de
aedas bordadaa con perlaa é chapadaa de oro; lo
3ual todo ae eatimó en cien mil florines de oro.
í allende deato le dieron ropa blanca de Uno é de
tanto yalor, que ansí en esta ropa blanca do había
cinqfienta camisas labradaa de hilo de oro é de seda
como en todaa laa otras cosas que se flcieron para
el arreo de su persona, fué estimado en yeinte mil
florines de oro. É para el tiempo que fué asentado
el casamiento, el Bey é la Beyna rogaron al Carde-
nal de Espafia que acompaftase á la Princesa fasta
la poner dentro en el Bey no de Portogal; é quando
la Princesa partió de la cibdad de Córdoba, fué
acompiAada del Cardenal. Otroaí fueron con ella
Don Alonso de Cárdense, Maestre de Sanctiago, é
Don Juan de Zúfiiga, Maeatre de Alcántara, é Don
Bodrígo Alonso Pimentel, Conde de Benayente, é
Don Alonso Suarea de Figueroa, Conde de Feria, é
Don Luis Osorio, Obispo de Jaén, é Bodrigo de
Ülloa, Contador mayor del Bey, é otros muchos
caballeros é fijos-dalgo oontinoa de la oaaa del Bey
é de la Beyna, en número de mil é qninientaa oa-
yalgaduiraa. Los qnalee la aoompafiaron faata el rio
de Caya, que parte término entre Caatilla é Portu-
gal, é allí yinieron á ía recebir de mano del Oarde'-
DI0A8TILLA.
nal, é de loa líaeatrea é Oondea é Oabaüerai que
con ella iban, Don Manuel Dnqne de Vlaeo, prima,
del Bey de Portogal, é loa Obiapoa de Ébora é
Coimbra, y el Conde de Moneante, y el Oonde de
Marialya, é otroa mnohoa Caballeroa fijoa-dalgo del
B^yno de Portogal, yeatidoa de yeaCidnraa brocadas
con grandea arrece. É deapnea de laa aalndea qne
allí en el campo el Dnqne preaentó á la Princeaa
de parte del Bey de Portugal, é de parte del Prín-
cipe an eapoao, la tomó por la rienda, é acompafiada
de aquelloe Oondea é Obiapoa é otraa mnchaa gentea
del Beyno de Portogal qne yinieron á la recebir,
entró en el Beyno de Portogal, é con ella el Oonde
de Feria, y el Obiapo de Jaén, é Bodrigo de XJlloa,
é otroa muchos Caballerea fijoa-dalgo de Oaatilla
que la fueron á aeryir en aquella jomada, é fuá
para la cibdad de Ébora, donde el Bey de Portogal
y el Príncipe an fijo la aalieron á recebir oon muy
grande é aolemne recibimiento, é todoe loa Periadoa,
é oondea é Caballerea é duefiaa, é generalmente to-
doa loa eatadoa de Portugal. É celebraron en aque-
lla cibdad laa bodaa con gran aolemnidad, é ficieron
grandea fieataa, jnataa é tomeoa qne duraron treinta
dias; é para lo qne ae requería á eataa fieataa, anaf
el Bey de Portogal como todoa loa aefiorea piinoi-
palea, é otraa gentea de an reyno, fideron grandea é
mny coatoaoa aparejoe en loe edificica do ae fide-
ron laa fieataa, y en loa recebimientoa grandea 6
juegoe que para ello ae adereaaron ; é otrosí en loa
muchos pafioa de brocadoa, é aedaa, é gnamidonea
que ficieron para arrece de aua personaa, y en laa
dádiyaa qne dieron. Lo qnal todo fné tan por ex-
tremo, que queriendo loa Portogueaea emparejar
con la grandeaa de loa Beynoa é aefiorioa del Bey
é de la Beyna, pareado tener mayor ánimo para
gaatar, que baataba en facultad para lo qne gaata-
han.
CAPITULO CXXZ.
De It tala qae el Rey ixo esto aSo ea la TOfa So Giaaaáa.
Concluidas las fiestaa que ae fideron en la dbdad
de Seyilla á los desposorios de la Infanta Dofia laa-
bel de Castilla, Princesa de Portogal, é deapedidoa
los embaxadores que hablan yenido aobre eata ma-
teria, luego el Bey é la Boyna partieron de aquella
cibdad, é yinieron á la cibdad de Córdoba, donde
informadoa, como muchas quadrillas de moros sa-
lían de la cibdad de Granada é andaban audtoa, é
como Almogáyaree robaban en los caminoa é f acian
aaltos por diyersaa partes, guerreando á los chris-
tianos é á laa yillas é tierras que estaban por dloa,
acordaron de acrecentar la gente de gnerra, para
que estoyiesen en los lugarea cercanoa á la dbdad
de Granada; y encomendaron la capitanía mayor
de toda la frontera á Don Iftigo Lopea de Mendosa,
Conde de Tendilla, el qual con la gente de todaa
laa capitanías, fué á la cibdad de Alcalá la Beal, é
repartió loa capitanea qne cataban en su goberna-
ción por todas las yillas é castillosqne estaban maa
cercanos á la dbdad de Granada, para resistir laa
r
DON FESBNANDO
goerrM que 'los m<tfot*de U oibdad salian i fftoen |
Oon loe qnalet se oTieron reonentros é peleas, donde
'algunas veces fueron yencedores los christianos, é
*otxas Teces los inoiros. É como el tiempo vino, en
•1 qnsl entendieron que se debia facer la tala de
* líos panes qae esta\)an sembrados en la TOga, y en
.benito de la dbdad de Qranada; el Bey é la Bey-
lia mandaron llamar los* caballeros é gentes de
guerra de toda el Andalucía. Los quales con la
-gente del Oardenal de Espafia ¿ del Duque de Me-
^inasidonia é del Marqués de Oáliz é del Conde de
Uruefia, é delOonde de Cabra, é dé Don Alonso de
Aguilar^ é de los otros caballeros de las oibdades
4 villas é tierras de aquellas comarcas, vinieron
'fasta en número de cinco mil homes de caballo, é
veinte mil peones. Bl Bey, acompafiado destas gen-
tes, entró en la vega de Granada para talar los pa-
nes que estaban en el circuito de lacibdad, é lle-
vando su hueste por jornadas é lugares mas seguros,
llegó á la vega de Granada, é mandó facer la tala.
É los moros, visto que los christianos les talaban
los panes é las otras frutas que tenian, salieron de
la cibdad; é repartidos por quadrillas, teniendo ma-
yor eonflansa en sus engafios, que en la fuerM de
BU gente, se pusieron en lugares mas seguros para
lo resistir. É porque los christianos se llegaban á
talar los panes é otros frutos mas cercanos á la cib-
dad, los moros trabajando por defender, é los chris-
tianos por ofender, en treinta dias que duró aquella
tala ovo grandes escaramuzas,' donde murieron mu-
chos de los unos é de los otros. En estas escaramu-
cas caian y eran feridós mas de los christianos que
de los moros, porque les convenia pelear tanto con
la dispusicion del lugar como con la fuersA del ene-
migo, que sabia é se ponía en los lugares mas se-
guros.
Considerado por el Bey que en aquellas peleas
los christianos habrían menor provecho seyendo
vencedores, que los moros podrían haber dafto se-
yendo vencidos, por la dispusicion de los lugares
-do peleaban, mandó retraer sus gentes. É fuéles
amonestado por el Bey é por los capitanes, que fi-
ciesen la tala, y eetovíesen quedos sin salir á las
escaramuzas que los moros todas horas movían por
el inconviníente que dello se seguía. Murió en una
destas escaramuzas un caballero hermano del Mar-
qués de Villena, que se llamaba Don Alonso Pa-
checo, é otro capitán, que se llamaba Esteban de
LuBon; y el Marqués peleando fué ferido de una
. lanzada que le pasó el brazo derecho. Otros algu-
nos de su capitanía fueron feridos é muertos; é
oviera mayor dafio en los christianos, salvo por la
osadía y esfuerzo de algunos caballeros, que ofres-
ciéndose á la muerte por haber fama, entraban á
socorrer á los christianos en lugares peligrosos do
'. se habían metido. En estos dias que duró la tala, se
talaron todos los mas panes que los moros tenian
sembrados en la vega de Granada, é los que se pe-
dieron talar de los que estaban mas cercanos á la
dbdad. Fecha aquella tala, el Bey dexó gente por
. fronteros en todas 1m villas é castillos que estaban
É DO»A IflAÉEL. ' • ¿ítoJ
• ' . '^ » *
en el circuito de Granada; é mikDidol^^Westovie-
sen á la gobernación del Marqués' de' VDléná,á
quien había dado ioargo de la 'capitanía mayor de
la frontera, é volvió, para la cilidad da Córdoba* '
Desta tala los moros quedaron menguados de lo
necesario; pero como son gente que se sostienen con
poco mantenimiento, é se proveían de 'las gentes
que moraban en las sierras que son de la otra parte
de Granada ; permanecían en su rebelión, é no da-
ban fabla, ni oían trato ninguno, que fuese para,
entregar la cibdad (1). A esta tala vino la Béyhá
Dofia Isabel y el Príncipe Don Juan, é la Princesa .
de Portogal sus fijos; é quedaron en Modín la Bey-
na é la Princesa. Y el Principe Don Juan fué al
real, donde fué armado caballero juntó á la acequia
gorda; é fueron sus padrinos el Duque de Medina^
sidonia y el Marqués de CáUz, estando el Principe
y el Bey su padre, que lo armó caballero, caval-
gando. El Príncipe armado caballero, armó caballe-
ros aquél día á fijos de Sefiores; el primero fué Don
Fadrique Enriques, fijo del Adelantado Don Pedro
Enriques, que fué después Marqués de Denia, é á
otros. Duró esta tala doce dias. Yino á servir al
Bey aquel Caudillo de Baza oon ciento é dnqñenta
de cabaUo, y el Alguacil de Baza, vasallos del Bey;
é tomaron el mas peligroso lugar; é tomaron la
torre de Boman que está dos leguas de Granada, é
dertos moros que en ella estaban, oon derto enga-
fio. Ansimismo vino á servir al Bey el Bey que ha-
bía seydo en Guadix oon dooíentos de caballo^ que
ansimesmo eran vasallos dd Bey.
CAPITULO CXXXI.
C<»no los moros tomaron el eastiUo do Albendla é lo derribaros;
é tomaros otras dos forlaleus, é corearon It Tilla do Salobrefia.
Fecha la tala que este afio fizo d Bey en la vega
de Granada, é vuelto para la dbdad de Córdoba,
d Bey de Granada con ayuda y esfuerzo que le
dieron algunos de la dbdad é los que moraban en
las serranías que son á la parte de la derra Nevada,
salió de la dbdad oon mucha gente de moros á pié
é á caballo, é oercó d castillo de Alhendin, donde
estaba por Aloayde un oabdlero que se llamaba
Mendo de Quesada, oon dodentos é dnqfieñtá ho-
mes dispuestos é cursados en la guerra. Este casti-
llo de AlhendÍD, por estar muy cercano á la dbdad
de Granada, tenia á los moros tan encogidos, que
no osaban salir á facer las labores dd campo, ni
tenian libertad de ir á otras partes que no fuesen
presos ó captivos, salvo si no saliesen tantos en nú-
mero que pediesen redstir á los que estaban en
aquel castillo de Alhendin. Los quales por manda-
do del Alcayde, é por sus proprios intereses, dem-
pre salían é se ponían en asechanzas, é captívaban
é mataban bien cerca de la dbdad á los moros que
salían della. Visto por los moros estos trabajos que
todas horas padesdan de los que estaban en aquella
<1) AetfUth 9lm le flcyao. Todo oslo qae slfio basta ol la
del capftnlo, no se leo es el MS. del BseoriaL
fi08
CBÓNIOAS DB LOS BETE8 DB 0A8TILLA.
íortaleeSy é considerando como el Rej oon toda m
hoeete era vaelto á la dbdad de Córdoba, acordaron
de cercar aquella fortaleza, porque creyeron que la
tomarían antea que el Bey podieae volver oon gente
á la socorrer. É pueato el real aobre ella, el Alcay-
de é loa christianoB que con él estaban, se pusieron
en defensa, é pelearon con los moros, el día que pu-
sieron el sitio; é otros seis dias continos, que no fá-
lleselo dia ni nocbe que cesasen entre ellos las pe-
leas por dos ó tres partes. Pero los moros, que eran
en gran número, é con los que todas horas sallan de
la dbdad de Granada, tenían gente para pelear los
unos entretanto que los otros descansaban, de ma-
nera que todas horas peleaban. Con estas peleas é
combates que los moros daban tan continos ó pre-
surosos, los chrístianos cansados con el poco dormir,
é no teniendo espacio para comer, ni lugar alguno
para reposar, fueron constrefiidos de se recoger á la
, barbacana de la fortaleza, la qual les fué dos veces
entrada por los moros, é fueron echados della con
la fuerza y esfuerzo de los chrístianos. Al fin el
Alcayde, veyendo los muertos ó ferídos que tenia en
su compafiia, é que no podían defender la barrera,
acordó de la dexar, é defender una gran torre prín-
'. cípal, é los otros lugares que le parederon def ensi-
bles en la fortaleza. Los moros, visto que los chrís-
tianos se habían retraído, arrimaron á la torre prín-
dpal las mantas ó bancos pinjados, ó otros aparejos
que traían; é cavaron la torre, é pusiéronla toda en
cuentos. Venida la nueva deste cerco al Rey é á la
Reyna que estaban en Córdoba, luego mandaron
llamar gentes de pió ó de caballo del Andalucía, ó
de las comarcas. É como fueron juntos, partió el
Rey para socorrer los que guardaban aquella forta-
leza, ó luego volvió para la cíbdad de Córdoba, por-
que sopo una jomada antes que llegase, como el
Alcayde la había entregado á los moros; porque
vído que los que le ayudaban, dellos eran muertos,
é dellos ferídos, é todos los otros estaban ya cansa-
dos de los continos combates, que les fallescían las
fuerzas; especialmente porque vído que toda la tor-
re que defendía estaba puesta en cuentos de made-
ra, é los moros la querían poner fuego para la der-
ribar. Y el Rey Moro tomó por captivos al Alcayde
ó á todos los que falló en la fortaleza , ó fizóla derri-
bar por el ioconvlniente que se siguiria á los moros
si los christianos la tomasen á recobrar.
Después que los moros tomaron aquella fortaleza
é la derribaron, cobraron mayor ánimo para guer-
rear ; ó salieron de la cíbdad de Qranada mucha gen-
te de pié é de caballo, é fueron contra otras dos for-
talezas que son entre la cíbdad de Quadix é Alme-
ría, é la una se llama Marchena, é la otra Buluduy.
E porque los alcaydes que las tenían no estaban
bien provddos de gente, ni de las otras cosas ne-
cesarias ala defender, los moros con los combates
presurosos que les dieron, o vieron lugar de las to-
mar, é llevaron captivos á los alcaydes é á los que
con ellos estaban. E como el Roy Moro se vído
victorioso por la toma de aquellas fortalezas, con-
siderando que no tenía puerto de mar por donde
podiese haber mantenimientos da Afirica, aoord6
de cercar la fortaleza de Salobrefia, qoe es cerca da
la mar. B poniendo en obra este acuerdo, tomó á
salir de la cíbdad de Qranada oon mucha gente da
pié é de caballo, é cercó aquella villa é su fortaleza.
(1) Bn este tiempo d Conde de TendiUa, que te-
nia á cargo la frontera de Alcalá la Real, ovo aviso
que eran entrados ciertos caballeros moros é cient
peones, á correr á Quesada ; é salió al camino con
dentó é dnqüenta lanzas, é púsose en Bardna, tres
leguas de Qranada, y esperó allí un dia ó una noche
en una cdada. Los caballeros que estaban con él
querian que el Conde se fuese , con el qual nunca
lo pedieron acabar, fasta que sus guardas vinieron
dos horas antes que amanedese , é ficieron lumbre
los moros en Feríate. B vinieron á dedr al Conde
como venían los moros, y el Conde fizo cavalgar la
gente, é los moros que venían con muchos oaptivos
homes é mugeres , é muchas azémílaa é joyas que
habían tomado de personas que iban seguras á
Baza, no ae cataron faata que el Conde dio sobre
ellos é los desbarató, é mató treinta é seis moros, é
captivo dnqftenta é cinco ; é tomaron quarenta 6
cinco caballos endllados, é los otros se salvaron
por la noche é por la aspereza de la tierra. B anal
el dicho Conde tomó á Alcalá la Real con los mo-
ros captivos, é los christianos é christíanaa libres.
Donde de toda la cíbdad fué recebido con grande
alegría, é de su muger que le habia venido á ver
este dia, á cabo de dos afios que no le habia visto,
la qual era fija deTMaestre Don Juan Pacheco é de
Dofia Maria Puertocarrero, Marquesa de Villena, su
muger.
Los moros que habian quedado por mudézares
en la villa, pospuesto el juramento de fiddidad que
ficieron al Rey é á la Reyna, dieron lugar al Rey
Moro para que entrase en la villa, é ayudaron á los
moros con armas é viandas , é las otras cosas que
ovíeron necesario para cercar la fortaleza. El Al-
cayde que en ella estaba, pueato por Francisco Ra-
mírez de Madrid que tenia el cargo principal de
aquella fortaleza, oon otros algunos christianos que
entraron á le ayudar, se puso en defensa, é repartió
las estanzas en los lugares por donde los morca
querían combatir. 8abido esto por Don Frandsco
Enriques, tío del Rey, Capitán de la cíbdad de Ve-
lez-Málaga, é por otros capitanes é alcaydes que
estaban en la comarca , vinieron para entrar en la
villa para la defender; pero no lo pedieron facer
por la multitud de los moros que por todas partcg
la tenían cercada. Visto por aquelloa capitanes
christianos que no podían entrar en la villa, é que
eran pequeño número para pelear con loe moros,
pusiéronse en una pefta que estaba cercana á la mar,
donde ni los moros á ellos , ni ellos á los moros po-
dían facer dafio ; pero esf uerzaban á loa de la for-
taleza diciéndoles que se detoviesen, porque presta-
(1) £» etlc tiempo. En el MS. del Eseorlal fiUt este inceso del
Conde do TendilU ; y aauquo so halla en el US. del Seftor Nara,
mas parece oota marginal, que rerdadero lexto de U Grdsiea.
DON ÍEBNAHDO
lAente yernia el Bey A los sooorrer. Y en aqaella
manera los moros tovieron oorcada aqnéUa forta-
lesa, combatiéndola por espaoio de quince dias.
Sabido por el Bey como los moros tenian cerca-
da aqnella villa, é que el Aicayde é los que con él
la guardaban estaban en muy grande aprieto por
los oontinos combates que los moros les daban,
partió de la dbdad de Córdoba con la mas gente
que pudo haber, é apresurando su camino, llegó cer-
ca de aquella villa por la socorrer. Sabido por el Bey
Moro como el Bey venia con gente en socorro, lue-
go alaó el real que tenia puesto, é volvió con toda
su hueste para la dbdad de Qranada, é ansi quedó
aquella villa libre. T el Bey é la Beyna ficieron
meroedes al Alcayde é á los que con él estaban é la
defendieron, por los trabajos que ovieron en la de-
fender, é porque fueron constantes contra los com-
bates que sufrieron, é miedos que les eran puestos
por los moros que los hablan cercado (1). E aqui
en esta fortalesa metió por un postigo el Alcayde
Pulgar en ella setenta homes. E habiendo falta de
agua, por mengua de la qual los moros la espera-
» ban tomar, porque perdiesen aquella esperanza, los
fiao dende el adarve colgar un cántaro della ; y en
albricias del combate con que los amenazaban, les
dio una tasa de plata ; que fué causa, que como los
cercados se esforzaron, los cercadores se alzaron.
CAPÍTULO cxxxn.
0
Cono el Rey tornó i la tega de Granidi, ¿ flxo tila en loa panl-
loa, y echó todos los moros de los Ivfares eercados.
Deseando el Bey é la Beyna dar fin á la conquis-
ta que principiaron del Beyno de Granada, man-
daron poner g^an diligencia en las cosas concer-
nientes á la guerra ; é acordaron que se ficiese en
el mes de Septiembre deste afio la tala de los pani-
zos que los moros tenian sombrados en drouito de
la dbdad. Habido este acuerdo , mandaron juntar
en la dbdad de Córdoba toda la gente de guerra,
ansi del Andalucía como de las provincias que son
comarcanas á ella. E como los capitanes con las
gentes de sus capitanías fueron juntos, el Bey par-
tió de la dbdad de Córdoba con sus batallas orde-
nadas; é porque fué informado que los moros ha-
blan alzado el cerco que tenian puesto sobre la vi-
lla de Salobrefia, volvió camino de Granada, é fizo
talar los panizos que estaban sembrados en drouito
. de la dbdad. Los moros, visto que les talaban los
mantenimientos, salieron de la oibdad*á lo resistir;
y en quince dias que duró aquella tala, ovo algunas
. . escaramuzas, donde murieron é fueron feridos al-
gunos de los moros é de los ohrlstianos. Fecha la
tala, porque se sopo que los moros después que to-
maron las fortalezas de Alhendin é Marchena y el
(f) E épd en etu fbrtéhta. Desde estas palabraa hasta el In
del eapf tolo faiu en el MS. del Escorial. Este Alcayde Pnlgar es
el del Salar de qnien se habló en el eap. III, y eventa él mismo
este soeeso eon algvna maa eilension en el Samarlo de loa He-
ehosdel Gran Capitán, pif. 1f, annqno eon la modestia de eenl-
Itr sa nombre.
É poííA ISABEL. eW
Buluduy, cobraron ánimo para salir ¿ combatir 6
tomar otras fortalezas, otrosí porque fueron infor-
mados que alg^os moros de los que hablan dexa-
do que morasen en las cibdades de Baza, é Guadix
é Almería, trataban secretamente con el Bey Moro
de Granada que los viniese á socorrer, porque ellos
entendían tomar armas, é se alzar con aquellas cib-
dades é viUas contra los que tenian las fortalezas,
las quales entendían con su esfuerzo combatir é to-
mar ; el Bey partió con toda su hueste, é fué para
aquellas partes. E mandó salir de aquellas tres cib-
dades é de sus arrabales, é de todas las otras villas
cercadas todos los moros é moras que en días ha-
blan dexado por mudéxares; é dióles seg^o para
que pasasen si quisiesen á Us partes de África, ó
si quinesen quedar con sus casas é bienes en sus
reynos é sefioríos, pudiesen morar en las aldeas é
alearías, é no entrasen en cibdad ni villa cercada.
Los moros, visto el mandamiento del Bey, luego
desampararon sus casas, é dexaron libres todas las
cibdades é villas cercadas ; é deUos se pasaron á los
Beynos de África, é dellos fincaron en aquella tier-
ra, é moraron en las aldeas é alearías, que no tenian
cercas ni fuerza donde pudiesen rebdar, ni facer
dafio á la tierra de los christianos. Con esto el Bey
remedió la tierra, é quedó seguta; porque los moros
cesaron de imaginar los insultos que deseaban far
cer morando en las dbdades é villas cercadas.
CAPÍTULO GSXiaiL
Como el Rey foé i Sevilla, é de allí foé ft cercar i Graaada ^a»*
do la tomé (2).
Acabada la tala é de echar el Bey á los moros de
los lugares ya dichos, partió de Córdoba para Se-
villa ; y en d camino en la [villa de Constantina
despidió á su fija la Princesa de PortogaL E desdé
Sevilla partieron á once de Abril afio de mil é qua-
cientos é noventa é un afios , é con dios el Príncipe
é las Infantas sus fijas. E la Beyna y el Príncipe é
sus fijas quedaron en Alcalá la Beal, y el Bey fué á
veinte dd dicho mes á poner su red á la cabeza de
los ginotes, y estovieron allí otro dia Jueves espe-
rando la gente. Otro dia Viernes fué al Val de Ve-
' Hilos, que es junto á la puente de Pinos, y el Sába-
do fueron á los Ojos de Huécar, que es una legua
de Granada, á do vinieron algunos moros de Grana-
da caballeros. E de allí esa noche el Marqués de
Villena con tres mil de cabdlo é diez mil peones
fué al Vd de Lendin, que son unas ddeas que están
á la entrada de las Alpuxarras, á destruirlas, á do
suele haber cosas de mantenimientos para Granada.
E por miedo que no se juntase contra el Marqués
mucha gente de las Alpuxarras, movió el Bey á fa-
cdle espddas. B los de Granada sdieron é dieron
(1) En el MS. del Escorial rallan los dos espitólos slgnlontes;
y d la ferdad no parecen de Polfar. Tal tes serdn parle de ana
Adición qne signe en farioa IISS., y entre ellos en el del Sefiot
NaTa. Aparte de la notoria difersidad del estilo, el Doctor Galin-
des de Canrajal, qoe tOTO esta Crónica orif Inal en an poder, afir-
ma expreaamente qne Pnlgar solo escribid liasta el afto noTcnta,
PrefMi él HfigiHn i» Isa /«mote 4s Im a«y«r MéUeei, US,
610
ÓRÓNIOAS &B LOS ítKTBS DB OAErPíLLL
en los de U-reeaga, los.qaálee entraron con ellos en
esoaramnzsSi é faeron tan apretados los christianos
que OYieron de f nir, á do ovo de los moros algunos
muertos. Bl Rey llegó al Padul, á do falló que ya
^ venia el Marqués de Yillena con su gente, los qna-
les como los moros del Val de Lendin estaban des-
cuidados, destruyeron nueve aldeas, é mataron mas
de quinientos moros, ó traxieron grande presa, an-
sí de moros ó moras, como de otras muchas cosas,
los qualee llegaron a) real Domingo en la noche.
Otro día Lunes, el Boy detenninó de destruir todos
los lugares que el Marqués habia comenzado á des-
truir, é otros que estaban mas adentro en las Alpu-
zsrras. El Domingo en la noche vinieron do Grana-
da por U sierra, muol^a gente de pió. ó de caballo
con tres capitanes á ponerse en un paso, para que
la gente no pasase A las Alpuxarraa. Otro día Lunes
partió la hueste, é algunas gentes delante ; ó fueron
á donde los moros estaban esperando A los ohristia-
nps, é pelearon con ellos, é los moros fueron fuyen-
do, quedando allí muertos mas de ciento, ó á vids
tomaron setenta. T el Rey pasó adelante, donde
quemaron é destruyeron las nueve aldeas, é otros
quince lugares mas, á donde murieron muchos mo-
ros é moras, ó se captivaron muchos ; é traxieron
mucho despojo por ser la tierra rica, ó después se
taló quanto habia sembrado en aquella ¡tierra. El
dia de Sant Marcos volvió el Rey al Padul, y en to-
do esto no murió ninguno, salvo un page de la Rey-
na que se llamaba Avellaneda. 7 el Rey volvió á la
vega, é asentó su real cerca de donde es oy dia
Santa Fé, que es cabe los ojos de Huóoar, que fué á
veinte é seis dias de Absil; el qnal real no se levan-
tó fasta que se tomó é ganó la dbdad de Ghranada,
é duró el cerco ocho meses. En el qual tiempo se
taló todo lo sembrado é huertas que pudieron; é
tomó todas las aldeas que pudo á la redonda. Des-
que el real fué f ortalescido, la Reyna con sus fijos
yino allí ; á los qnales los mas de los Grandes sa-
lieron A recebir. Sábado á diez é ocho del mes de
Junio, fué la Reyna á mirar á Granada, é la cerca
que tenia, é con ella el Príncipe é la Infanta Dofia
Juana, é fueron con ella mucha gente. E allegó A
una aldea que se llamaba la Zubia, que está junto A
la dbdad, é mandó poner mucha gente A la haldA
de la sierra que estA junto con el aldea, é otra gen-
te hAda la dbdad. La qual la Reyna se paró A mirar
desde una ventana de una casa de aquella aldea, y
embió A mandar que se escusase escaramuza, porque
no muriese gente, é no lo pudo esousar tanto que
no la oviesel E como los christianos que andaban
con ella eran muchos, para defender los otros ovo
de soltar la gente, é fideron retraer los moros fasta
la cibdad, é fueron tras dellos, é mataron mas de
seiscientos moros, é firíeron é captivaron otros mu-
chos, que serian por todos dos mil, é tomáronles dos
tiros de pólvora que traían. Los moros quedaron
desta ves escarmentados, é no osaron salir tan suel-
tamente de allí adelante. La Reyna en aquella al-
dea fizo un monesterio de Sant Francisco.
Wsnáo en el real, Jueves en la nochCi á catorce
de Julio, la Reyna mandó á una moia de clmsrá
quitar una vela de su tienda de una parte, é pasar*
la A otra, porque le estorbaba d dormir, é durmien-
do ella é todos los de su tienda, prendióse fuego A
la tienda de aquella vela, de cuyo fuego se encendió
mucha parte del real ; é salió la Reyna con mucho
peligpro, y día por una parte, y el Ñncipe é la In-
fanta por otra, se acogieron A otras tiendas. T el
Roy cavalgó con mucha gente, é salió fuera del
realhAcia Granada, porque los moros no viniesen A
facer dafio. En esta mesma noche se quemó la fe-
ria de Medina. T esta tarde antes, corriendo d Prin-
cipe Don Alonso de Portogal un caballo en la ribe-
ra de Tejo estando en Santaren, tomó el caballo un
hombre entre las manos, que fué causa que d Prin-
cipe cayese ; é nunca f abló ni tomó en su sentido
fasta que murió, d qual era yerno dd Rey é de la
Reyna. E d cerco de Granada Antes que se alzase
vino la Princesa su muger, é posó en Santa FJ,
que ya estaba fecha. Pasado este fuego, fioieron to-
dos oasas de texa, que pereda una dbdad con sus
calles ordenadas, é todas la cosas deseadas, en tan-
ta abundancia de sedas é pafios é brocados, é todo
lo demás, como d fuera una buena feria. Después
se fizo Santa Fé, la qual fideron las dbdades é los
Maestrazgos, é cada uno puso su letrero de lo que
fizo, lo qual fué parte de dexar guarniciones de
gentes sobre Granada, la qud fideron A la forma
de Villa-Real, que es una villa cabe Vallado , que
se fizo para lo mesmo con sus calles derechas , 6
quatro puertas una enfrente de otra muy fuertes.
En el mes de Dedembre, no teniendo sino muy po*
eos mantenimientos los de la dbdad de Granadal
demandaron partido, la f abla de lo qual duró trein-
ta dias ; y en los treinta de Dedembre entregaron
las fortalezas que d Rey Moro tenia, que la princi-
pal es el Alhambra, al Rey Don Hernando é A la
Reyna Dofia Isabel ; con tanto que todos quedasen
en su ley y en sus f adeudas é otros muchos capí-
tulos. E también los moros otorgaroxi otros ; y en
rehenes que complirian lo de las f ortdezas, é que
darian las armas que toviesen, dieron A muchos
principales de la cibdad.
Un moro loco andaba por las calles de la cibdad
alborotando el pueblo para que d partido no se
fidese ; con el qual se juntó tanta gente, que el Rey
Moro no osaba salir. E ansí otro dia SAbado mandó
llamar A los de su consejo, é A los que habían fecho
aquel alboroto ; é diciéndole ellos lo acontecido, les
dixo tales pdabras con que los amansó , diciendo
que ya no era tiempo de facer tal movimiento, pues
ya no tenían con que se poder sostener ; é lo otro
por las rehenes que estaban dadas, de donde ge les
siguiria mas cierto el dafio que el remedio, pues de
socorro no tenían esperanza. E dicho esto se volvió
al Alhambra, las quales fortalezas estaban asenta-
das que se entregarian el día de los Reyes. 7 el Rey
Moro escribió al Rey que él compliría lo asentado,
no embargante el alboroto, é que abreviase el tíem«
po. E visto esto, el Rey é la Reyna , A dos diss do
Enero con toda la hueste del red partió la via dq
t)OSr VEBSASÜO
drtnadft. Ha Itoyiit y el Príncipe éla Infanta Dofia
Juana se pneieron en un cerro cerca de Granada, y
el Rey con la gente junto de la cibdad , cabe el río
Geni!, á donde salió el Bey Moro, ó le entregó las
llayea, é ae quiso apear á le besar las manos. Y el
Bey lo uno ni lo otro no le consintió, é le besó en
el braao, é dióle las llayes. T el Bey diólas al Oon-
de de Tendilla, á quien habia f eoho meroed de la
alcaydla de Granada , é al Oomendador mayor de
León Don Gutierre de Cárdenas. Los quales entra-
ron en el Alhambra, y encima de la torre de OomA-
les aliaron la cms, é luego la bandera real. B dixe*
ron los Beyes de armas en altas voces : Oranadaf
Granada por lo$ Re^ei Don Femando é Dofia Isa-
leL Vista la oras por la Beyna, los de su capilla que
allí estaban cantaron el Te Deum laudamue. Fué
tanto el placer, que todos lloraban. Luego todos los
Grandes que con el Bey estaban , fueron á donde la
Beyna estaba, é le besaron la mano por Reyna de
Granada. B junto con el pendón real, se levantó el
pendón de Santiago que traía el Maestre.
Bste día fizo el Bey Moro dos actos de tristeaa, é
fueron, que tienen por costumbre loe Beyes moros
quando pasan algún rio de poca agua, que los ca-
balleros moros le cubren los pies é los estrívos con
los suyos, y ól no lo quiso consentir ; é quando su-
ben alguna escalera, dexan los alpargates, é gelos
lleva el mas principal moro que allí está, lo qual él
no quiso consentir. Bcomo fué ásu¡casa,que era en
el alcazaba, entró llorando lo que había perdido, é
dfxole su madre, que pues no habia seydo para de-
fenderlo como home, que no llorase como muger.
Falláronse en esta toma de Granada el Cardenal
de Espafta Arzobispo de Toledo, Don Pedro Gonzá-
lez de Mendoza, y el Maestre de Santiago Don Alon-
so de Cárdenas, é los Duques de Medinasidonia é
Cáliz, é Don Alonso de Aguilar, y el Marqués de
Villena, é los Condes de üruefta é Cabra; y el Ade-
lantado del Andalucía, é Don Diego Hurtado de
Mendoza, Arzobispo de Sevilla, é otros muchos Per-
lados, Condes é Marqueses. E por evitar los incon-
vinientes que en la cibdad podia haber, no estando
eUos en ella, mandaron el Bey é la Beyna pregonar
que ninguno entrase en Granada sin su licencia an-
tes de su entrada. E porque Pedro Gasea de Avila,
fijo de Gil Gk>nzalez de Avila, entró sin ella con
dertos escuderos suyos é de su hermano Luis de
Guzman, Comendador de Aceca, le mandaron pren-
der é mandaban cortar la cabeza. Pero siguiendo la
eondicion que los Principes han de tener para los
que los desean servir, eran estos Beyes tan agrades-
cidos, que considerando lo que este caballero los
había servido en todas las guerras, desde la de Toro,
no solo le perdonaron, pero le flderon mercedes en
aquella cibdad é reyno. •
Entregada el Alhambra, traxieron luego todas
las armas de la dbdad á ella, salvo las que se escon-
dieron, fll Bey Moro salió de alU con otros prind-
¿ DoifA'lSABÉti. iAi
pales, é se fué al Val de Purehena, que era lo que le
dieron para que estoviese. B después otro dia el
Bey é la Beyna entraron en d Alhambra , á donde
loe salió á reoebir el Arzobispo nuevo, Don Fray
Hernando de Talavera, oon mucha clerecía á la
puerta del Alhambra en procesión. Estovo el Bey
en Santa Fé en su real, é á las veoes en d Alham-
bra, fasta d mes de Mayo de mil é quatrodentos
é noventa é dos afios por dezar seguirá la dbdad.
En aquel tiempo ovo algunos alborotos de moros, é
fallaron una mina llena de armas, sobre lo qual se
fizo mucha justida, é de todos los que fideron los
alborotos. E dexaron en día mucho reoabdo, é par-
tiéronse para Castilla.
CAPÍTULO CXXXIV
Od tsreo qae enbltf ei Grai Mttitrs áe Rodti il Ptpt.
Ta habemos dicho (1) como el gran Maestre de
Bodas, á este hermano del Turco, queriéndoee so-
correr del contra d Ghran Turco su hermano, lo em-
bió d Bey Luis de Francia. El qud no solamente
no lo quiso recibir, mas aun no quiso que estovie-
se en su Beyno ; y d gran Maestre lo embió al
Papa. E porque su hermano el Gran Turco lo temía,
fizo su amistad oon el Papa, é prometióle de dar
cierta cantidad de ducados cada afio porque lo to-
viese á buen reoabdo. B ansí estovo fasta que el
Papa lo dio d Bey Don Carlos de Francia quando
fué á Ñápeles, el qud Turco murió allá. E por mas
oontentar al Papa d Gran Turco, le embió al Papa
Inocendo d fierro de la lanza oon que fué abierto
el costado de nuestro Bedemptor Jesu Christo, que
se oree habérselo embiado á pedir.
Sabido por el Papa que venia el fierro, embió dos
Obispos al mar de Ancona á recibirlo; é después d
Papa cen todos los Cardendes é clerecía salió en
proceden á reoebirlo. Y d Papa lo traxo en sus ma-
nos fasta dentro de la Igleda de Sant Pedro, á
donde se puso en mucha veneración. Al tiempo que
se traxo, este Turco fué á fablar al Papa; 'y estaba
el Papa en un cadahalso vestido de pontifioal con
todos los Cardenales é Perlados que habia en Bo-
ma ; é iba con el Turco d Maestre de cerímonias,
diciéndole do habia de fincar las rodillas y él no qui-
so facerlo. E subiendo que subió á lo dto dd ca-
dahalso, fué d Papa é abrazólo é dióle luego una
pdmada en las espaldas. E reprehendióle el Maes-
tre de cerímonias porque lo habia fecho, diciendo
que era Vicarío de Dios. Bespondió el Turco, di«
oiendo que él habia fecho mucho en lo que fizo por-
que no seyendo él christiano , ni creyendo en su
ley, é seyendo él fijo de Bey, y el Papa fijo de un
mercader, lo habia igudado oondgo.
(1) A primen fisto se eoaoee ^e este eapftsle es n rétete
•rbltrsriamente unido 4 los siiteriores; y todo desisestre que la
GrdBiea de Pilgar qaedó incompleta. (If . étí C.)
wa nmLk OBünoJu
smts
es
■bv^k:
tmmemtmtaam
APÉNDICE i:
CONTINUACIÓN DE LA CRÓNICA DE PULGAIL
POR UN ANÓNIMO (1).
Luego qne 06 tomó y entregó Buft , el Bey May-
ley Bahndili el Zagal, rey que se llamaba de Gaa-
áixj hÍBo sa« capitnlacioiies oon los Beyee Oathóli-
coe, é se paaó illende ; y en el mismo tiempo las
dadadee de Almería é Ghiadix é Pnrchena oon sus
tierras , é otras muobas tíUss y fortalezas. del dioho
reino de Granada, enviaron sus mensajeros al Bey
CathóHco á la oiudad de Basa , donde estaba, á ha-
oer sus oapitulaciones é partidos para entregarse, y
allí se hicieron y efectuaron ; y el Bey Gathólioo
embió sus capitanee é gente de armas á tomar las
dichas ciudades , y se le entregaron ; y los Beyes
Cathólioos hicieron merced de la tenencia de la for-
taleza é guarda de la dicha ciudad de Almería á
Don Gutierre de Cárdenas, Comendador mayor de
León, é de lafortalesa é guarda de la dicha ciudad
de Basa á Don Enrique Enriques, tio é mayordomo
del Bey, é de la tenencia é g^narda de la dicha du-
dad de Guadix á Don Hurtado de Mendoza, herma-
no del Duque del Inf antadgo , que entonces era , y
del Cardenal Don Pero González de Mendoza, y de
la guarda y fortaleza de la ciudad de Purchena á (2)
; y á todos los mandaron prever
y fueron proreidos de la gente de caballo y de pié
que tenían necesidad para la guarda de aquellas
fortalezas y ciudades ; y al mesmo tiempo le hide-
ron merced al Comendador mayor de León de la
fortaleza é tacha de Marchena, ques cerca de Alme-
ría, ques una cosa muy calificada, y á Don Bodrigo
de Mendoza é de Bivar, hijo del Cardenal Don Pero
Gonzalos de Mendosa, de las villas de Zenete é
Guadix y que son siete, oon título de Marqués do
Zenete.
Proveídas las cosas dichas, los Beyes Cathólioos
salieron al Andalucía, é porque la salida fué en lo
mas bravo del invierno y el afio fué muy lluvioso)
recibieron muy gran trabajo en la salida, y pades-
deron muchas bestias é gentes en los arroyos é ma-
(f ) Tomata 4e in MS. <o la BIMIoteet 4el Bseao. 8r. Oa^te
le Oaona.
(t) Bste hoeeo y loa alftileotei oatfn es el orlflial , eieepts
allano qnn reaalti de palabraa totalBOSte iloflblea.
Cr.-m.
los pasos, ó por el quebrantamiento y eaaaando de
tan largo oeroo. En la dudad de Granada y sus Ai-
puxares estaba y quedó por Bey el Muley Bahude-
li, d Chiquito, que dicen primogénito del Bey Mull
.Bnlhacen, padre de los infantes de Granada que
hoy viven, Don Juan é Don Femando ; é porque,
este Bey Muley Bahudeli, siendo mancebo, por in-
dudmiento del Alatar, que era cabecera de Loxa y
hombre muy sabio y esforzado en guerra y en toda
otra cosa, y alguno de los Abencerrajes y Audilloa-
res, que eran caballeros muy principales en el dicho
reyno, y de otros caballeros que seguían su partido,
se levantó por Bey contra el dicho Bey Muley Bul-
hacen, su padre, con las ciudades Loxa y Alhema y
Málaga é Veles Málaga y Bouda é Marvella é con.
todas las otras villas é fortalezas que están á la
parte del poniente, por esto le llamaron el Bey Chi-
quito. Este rey Muley Bahudeli el Chiquito salió
de Loxa, é oon él el Alatar y otros muchos caballe-
ros, é oon mas de mili de caballo y de siete á ocho
mili hombres de pié, entró por Iznajar por correr
las villas de Cabra y Lucena y otras muchas villas
é lugares questan oeroa dellas ; é salieron contra él
el Conde de Cabra que entonces era, y el Alcaide de
los donceles que se halló en su villa de Lucena oon-
la gente que pudieron juntar, que era muy poca se-
gund la que d Bey Bahudili tenia. T pelearon
oon él entre Cabra y Eznajar, cerca del rio que di-
cen de Bedera , y lo desbarataron , é fueron presos é
muertos muchos, y d Alatar, que era nn hombro
tan principal como está dicho, y viejo, no pareció
muerto ni vivo : tiénese por derto que se ahogó en
el dioho rio de Bedera ; y el rey Chiquito fué preso
allí, que le halló un vedno de Lucena apeado y es^
oondido en una mata, y fué llevado preso á la di-
cha villa de Lucena por d dicho Alcaide de los Don-'-
celes ; y porque cada tino pretendió que él lo había
prendido, y que se le habían de dar las indnias de*
la prídon, que la truxiese en sus armas, hubo gran-
des diferencias entre d Conde de Cabra y el Alcal-
de de los Donceles; y entendiendo el Bey é la Bey-
na Cathólioos la rason de cada uno, mandaron quo-
cada uno les truxiese igndmente, y and las tmWp
8»
<U. OBÓNIOAS pS LOB
é 166 hioféroii oirái meroedes de algonos jaros.
Breio este Bey Ohiqvito, faé traído á loe Beyee Ga-
tbóliooB, pienso qoe á Toledo, donde estuvo algunos
días. S después el Bey é la Beyna Oathólicos se con-
oertaron con él que quedase por su vasallo, y lo
soltasen, y que le diesen gente é dineros é favor
porque volviese á entrar en el Beyno de Granada y
se seftorease déL
Porque al tiempo que este Bey Chiquito se als6
contra su padre el Bey Muli Bnlhacem, este dicho
rey Muli Bnlhacem era ya muy viejo y ciego ; y en
su tiempo fué el mejor rey sabio y esf oraado y de
todas buenas maneras que los moros tuvieron. Apa-
sipnado del levantamiento del hijo, biso llamar á
un hermano suyo , que se llamaba Muley Babudili,
que estaba en Velez Málaga ; ó voniendo de camino
pasó por cerca de Alhema con setenta ó ochenta de
caballo, y muchos dellos en acémilas, en que venían
muchos alfaquis. Y al tiempo hablan siJido de la
ciudad de Alhama, que la tenia en guarda Don Gu-
tierre de Padilla, Clavero de Calatrava que enton-
ces era, y después fué Comendador mayor, é Pedro
de Ángulo^ Comendador que fué de Calatrava, con
hasta clnqftenta Caballeros, toda gente principal , á
correr la vega de Granada, é volviendo su camino,
dieron súpitamente con el Bey dicho Muley Babu-
dili é su gente ; y como los Chiistianos venían can-
sados y trasnochados y descuidados de tal encuen-
tro, desbaratáronse luego, é pusiéronse en huida; é
fué preso el dicho Comendador Pedro de Ángulo y
otros muchos Caballeros de la orden de Calatrava
con él, y muertos pocos y tomados muchos caballos ;
y con esta victoria Muley Babudili vino á Grana-
da, é fué recibido alegremente é con gran algasara
de todos los moros, y mas del Bey Mulhaoem , su
hermano. T porque como está dicho este Bey Muli
Bnlhacem (1) era muy viejo y ciego, renunció el
rey no en dicho Muley Babudili (2), su hermano, y
todos los moros le recibieron por Bey é le llamaron
el Bey Muli Babudili, que quiere decir esforzado,
y este nombre le pusieron los moros por la victoria
que hubo que arriba está dicho, porque entró con ella
én Granada ; y el Bey Muli Bnlhacem murió dende
apoces dias Estando las cosas en este es-
tado, vino el Bey Muli Babudili (3) el Chiquito con
concierto é favor de los Beyes Cathólicos al Beyno
de Granada. Y donde primero fué recibido por Bey
fué en Loxa, y áhi fué recibido, y en otras ciuda-
des, villas é lugares del reino , á cuya causa habla
guerras é diferencias entre estos dos reyes.
sobre si el rey é la reyna Cathólicos soltarían al di-
cho Bey Chiquito de la prisión en questaba, y para
ver lo que con él se debia hacer, hubo muy grandes
consejos y diversos pareceres, porque á la verdad
el punto delicado es en determinar si un rey cauti-
vo debe ser suelto ó no, pero fué muy grande mag-
nanimidad y prudencia soltar al dicho Bey Chiqui-
(1) Abol-HiMS Aly.
Cl) Abo-AbdU'I-Uh Mtihtmmid, hermano, «a efeeto, de Abol-
Pacen Aly.
(S) Abe-AbdU44ali NnHanoMid, bUo del dldio Abet-Saeei.
ftlEYBB DB OAStttU;
to, porque los moros no tienen respeto masa su rey
de quanto le tienen presente, porque teniéndolo
cautivo ó por otra qualquier cosa que sea fácil, al-
san luego otro, y porque era poco efecto tenello
preso y porque se eeperaba muy gran cosa soltallo
por la discordia y revoluciones que podían poner
en el dicho reino de Granada como de hecho los
puso, fué muy bien acertado lo que se biso. •
Estando los negocios en el estado aniba dich0|
por medios que este rey Muli Bahduli el Chiquito
tuvo, se rebeló y se levantó el Albaicin de la ciudad
de Granada, que es una parte de la ciudad, fuerte
de sitio y por k) llano está cercada de una cerca
que parte el dicho Albaicin de la Alcaaaba de la
dicha dudad, y podría haber entonces en el dicho
Albaicin hasta tres mil ó tres mil é quinientos veci-
nos, toda gente belicosa é feros, aunque la mayor
parte labradores. Visto esta rebelión y levantamien-
to del Albaicin y el Bey Chiquito, con favor que le
dieron, (Gonzalo Femandes de Oórdova, que des-
pués se llamó el gran capitán, que tenia la tenen-
cia de la villa de Allora, que es una villa dnco le-
guas de Granada, y Martin de Alarcon, que tenia
en la manera dicha la villa de Modín , que fueron
con él con la gente de sus capitanías, que eran de-
cientas lanzas, se metió en d dicho Albaicin, donde
estuvo mucho tiempo, y dende alli hacia guerra al
dicho Zagal (4), quesUba en la ciudad por de dentro
del dicho Albaicin, y en el campo con escaramuzas
continuas, y siempre estaba con él d dicho Gonza-
lo Fernandez de Córdova y Martin de Alarcon con
sus gentes, y después por tractos que el didio rey
Chiquito tuvo con algunos caballeros y alfaquie-
de la dudad, se levantaron en su favor contra el dis
cho rey Zagal, y entendido esto por el dicho rey
Zagal, questaba á peligro del Alhambra, que sale
al camino de Guadlx, se fué á Guadix. Y en tiem-
po deste, como arriba está dicho, el Bey é la Bey-
na Cathólicos ganaron la ciudad de Baza y las otras
cosas arriba dichas, echado el rey Zagal de la du-
dad de Granada, y d Bey Chiquito quedó rey pací-
fico en ella. Este Bey Chiquito cuando se concertó
con el Bey é con la Beyna Cathólicos para librar de
su cautiverio, para seguridad que compliria los
apuntamientos hedios , dio por rehenes dos hijos
suyos los quales puso en poder de Martin de Alar-
con en la dicha villa de Modín ; y estos son los que
arriba he dicho que se tomaron christianos.
Después que este rey Chiquito quedó pacífico
Bey en Granada, como arriba he dicho, d Bey y la
Beyna Cathólicos por diversos medios tractaron coa
él y le pldlan que compílese los apuntamientos que
con ellos tenia puestos quando le dieron la libertad*
y aunque sobre esto hubo muchos tractos é nego-
clacionea, vinieron en efecto, porque el dicho Bey
no se aUevIa por miedo del pueblo, y porque en la
Í4) Se ka mencionado al prindpio; pero foftrenUéndase one
ette Zagal es el Abo-AbdiM-lali Mnhammad, kcmuú de Abol.
Hacen. El otro Abo-AbdU, el Chiqnilo, era sobrino snyo» coma
kVú de diebo Abol-Hacen. U ignaldad de nombres ocasiona eoa-
fvslon en las personas, eeno ba saeedide ya alfua tu.
boifr FBRNANDO
Veráad no era i\ parte para oomplir los diohos apiia«
tamieotoa, qae tenian por fin principal qne entre-
gase á Granada.
Como en loa capitules precedentes está dicho , él
Rey é la Rejna Oathólicos, ganada Baza y todas las
otras cindades arriba declaradas, se yinieron á tener
lo qne restaba del inviemo en el Andalncia, qne
faé el principio del afio de ochenta y nueve, y veni-
da la primera vera , mandaron juntar sus ezércitos,
y embiaron á talar los panes de la vega de Qranada,
y asi se hiso, y lo mismo hicieron el afio de (1)
y esta providencia se hizo por que segund la mu-
cha gente qne en ella estaba y la estrechura y la
manera de las calles della, era imposible tomalla si
no era por necesidad de hambre; y para traerlos á
esta y porque el cerco después no fuese tan largo,
los hicieron talar los panes é panizos los dichos dos
afios, uno en pos de otro. Luego año de.
á la primera vera, loa Beyes Gathólicos mandaron
juntar los exércitos é gentes en que se tuvo por cier-
to doce mili de caballo é poco menos de cient mili
hombree de pié, y con estos exércitos el Bey Oathó-
lico entró ; y iban con él todos los grandes del An-
dalucía con sos casas é gentes, y algunos de Casti-
lla, aunque pocos, y con este exército , ordenadas
sus batallas, entró por la vega de Granada hasta un
lugar que dicen el (j(ozco, ques poco mas de legua
é media de Granada y un quarto de legua del río
de G^nil, y allí hizo asentar su Beal muy ordenado,
cercado de cavas hondas, y en ellas sus puentes
para las entradas é salidas de la gente. T en este
tiempo la Beina CathóHca quedó en la ciudad de
Xerez, y mandó labrar una casa en la fortaleza de
la villa de Moclin muy buena, é pasóse allí , porque
estaba quatro leguas del Beal, y allí residió mucho
tiempo porque se consultaban muchas cosas que
convenía para la provisión de los exércitos y para
los tractos que continuamente andaban con el rey
Chiquito para traelle á qne entregase á Granada; é
después la Beina CathóHca se pasó al Beal, donde
residió hasta que se tomó Granada. Duró el cerco,
hasta que Granada se entregó, ocho meses y algo
mas. Casi cada dia había escaramuzas, donde mu-
chas veces iba bien á los chrístianos, y otras por el
contrario, y seftaladamente sucedía esto el dia que
iban á talar los olivares y huertas y arboledas que
estaban cerca de Granada, porque los christianos
por hacer la tala, y los moros por resistirla, cada
ora se revolvían, donde de una parte é de la otra
había muertos é heridos. T entre otrss cosas que
desta manera sucedieron, fué una notable, y es que
el Bey y la Beyna Cathólicos mandaron un día mo-
ver sus exércitos dexando el Beal á muy buen recau-
do, y que fuesen á talar las huertas é vífias y oliva-
res y arboledas del Alcubia y otras alcanas que es-
taban allí cerca, lugares muy frescos y arboledas, y
para esta tala fueron el Bey é lá Beyna Cathólicos,
é con ellos todos los grandes é caballeroa é galanes
oortesanos que allí estaban, que al tiempo eran
(t) rieU ei I splir esta y Ui fediu qi« sigiea*
É DOÍfA tSABEli. 616
muchos; y porqne estas slcarias estaban cerca d<lla
sierra los caballeros de Granada y muchos balleste-
ros salieron por la parte que dicen Bubí, y pnsíé*
ronse repartidos en la mejor que pudieron para den-
de allí resistir la dicha tala. Bevolvióse una escara-
muza con muchos caballeros christianos que alli
andaban, y como estaban presentes el Bey é la Bey-
na Cathólicos y lo miraban los caballeros christia-
nos y otras gentes, apretaron tanto á los moros, qne
les hicieron volver las espaldas y vinieron en el al-
cance hasta el rio de Genil, que es poco mas de nn
tiro de piedra, é de Dar Albelda ques una puerta de
la ciudad. Bn este alcance murieron mas de dent
moros, porque ninguno se tomó á vida, todoa muy
buenos escuderos é gentes de guerra; é fué cosa de
mucho regocijo al Bey é la Beyna y á sos exérdtoSi
y en Granada por los moros se hizo gran sentimien-
to. E porque esto se acabó harto temprano, Don Alon-
so Hernández de Córdoba é Don Luís Puerto Carre-
ro, Sefior de Palma, Hiceigilio é Gonzalo Femandei
de Córdoba, que después fué gran capitán, oon otros
caballeros y gentes de sus casas pensaron un ardid,
é fué que luego que el Bey é la Beyna Cathólicos
oon sus exércitos se volvieron al Beal, que algunos
moros saldrian de la ciudad para recoger é llevar
los moros muertos, y que poniéndose ellos en algún
Tugar encubierto, saldrian á los moros que viniesen
á recoger los muertos y que harian en ellos alguna
cosa seftalada ; é para poner en obra su ardid, se
pusieron en celada muy cerca de la ciudad de Gra-
nada, donde les pareció lugar dispuesto para su
propósito, é que no podrían ser vistos ; é fueron sen-
tidos de los moros é salieron á ellos é desbaratáron-
los y híríéronle el caballo á Gonzalo Fernandez de
Córdoba, el Ghran Capitán, y desmayóle y quedó á
pié, é llegó á él un muy buen escudero que 6e de-
cía Valenzuela, y apeóse de su caballo,
é dióselo á Gonzalo Fernandez, y asi no había aca-
bado de cabalgar, cuando llegan los moros y alan-
cearon el escudero que dio el caballo á Gonzalo Her-
nández, y quedó allí, y Gonzalo Hernández se salvó
á muy gran trabajo, y después crío y casó loa hi-
jos é hijas deste escudero. Murieron en esta refrie-
ga hasta veinte é cinco escuderos christianos, é con
esto los moros se consolaron algo de su pérdida, é
los 'christianos templaron algo la alegría de la "rio-
toria que el mesmo dia habían habido.
A este cerco vino el Duque del Lifantadgo, agfie-
lo de este Duque que agora es, muy como sefior y
muy bien acompafiado de muchos caballeros de sn
linaje é continos de su casa, é quatrodentos hom-
bres de armas é docientos ginetes, que fué de ver
su entrada y redbimiento en el Beal.
El Bey Chiquito tenia consigo á su madre qué se
deda Ceti Esta nació christíana é* fué
cautiva cuando los moros robaron á Cieaa, que es
una villa en el Beyno de Murda, y como al tiempo
era chiquita, oon halagos y otros medios tomóse mo-
ra, y salió de buen gesto y muger de bien, y d rey
Muli Bulhacem casóse con día porque entre los
moros era esto tenido en mucho que el rey y otro
Ble CBÓmOAB DS L06
ooal^pdflr eÉbalkro pudieía «Mirooii muL •
qam M dnrMCUna tomad* moim. Deifco CMMnieiito
naeió el Bmy Ghiqailo. BiU Jtajmm era de gnmda é
Tilaroao ánimOy é oootndacU ooa toda poaflwKdad
que al Baj Chiquito an Id jo no antzagaaa al layno
da Qranada á loa Bsye^ Oathdüoüa ni aa ooncartaaa
ooB alloa^ j qua aapataaa la poatnra fortona é mu-
riaaa lay, é por aato al B/ej Chiquito aa guardaba
qoa aa madra noaaplaaa qna él trataba oon loa Ba-
yaa Galfaóliooa da aDtragallaa al raino ; j omcluida
ya la aapitalacion, oomo aatá diohoi lo anpo la Bai-
na ao madra^ é diaimnladamaota aa dioa qna lo tomó
por U mano y aa anbió á la torra da Gonutfea, qoa aa
an al lugar donda maa ao daacnbra la grandaaa da
Qfanada ;é daapoaa da habarla traído á la radonda
por toda U torra, y adiadoa antramboa antia doa al-
manaa, la dizo : c hi jo, mira qoé antragaa, y acoér-
daaeta qoa todoa toa paaadoa moriaron reyaa da
GnnadA y qoa al taino acaba an tLi
SI Bey é la Bayna Gathd|iooa| ^iato qoa al careo
aa dilataba y qoa loa moroa aataban finnai^ é qoa
cada dia aalian á las eacaramogaa y A reaiatír las
talaa qoa aa hacian, y qoa el InTiamo aa acercaba,
tovieron por difiooltoao da podar aoatanar el Beal,
principalmanta por la falta da loa baatimantoa, por-
qoe al antraaa al invierno y oargaaen laa agnaa, loa
baatimantoa aa harían oon moy grande difiooltad,
porqoa hablan de Ir del Andaloda oon el oreci-
mtento de loa rica y malea paaoa qoa hay. Pareació-
laa coaa moy difiooltoaa ó caai impoalble la perma-
nencia del Beal, é por eate reapeoto, habido ao oon-
aejo, mandaron hacer ana yllla de may boena ceroa
é moy boanaa cavaa, é con moy boanoa baloartea é
con aoa tiaTeaea^ é todo lo qoa ara maa neceaario
para qoa podieaen daíenaar é aoatenene jonto al
miamo Beal é caai dentro en él, é mandaron á laa
dadadea y érdenea que allí tenían gente qoe la hi-
deaan, y repartieron A cada ana ciudad y orden lo
qoe hablan de hacer por aoa qoarteleai é hísoaa en
moy brere tiempo, y pobléae toda da caaaa, é so
determinación era dexar allí moy boena gente do
goamidon para qoe hldeaan goerra á Granada é
no dazaaen adir é loa moroa A sembrar ni hacer otraa
coaaa del campo; é penaaban qoe con esto otro afio
la tomarían fAoilmenta.
Estando laa coaaa an este estado, loa moroa con
la gran neceaidad de hambre qoe padeaoian, permi-
tieron qoe d Bey Chiqoito hablaae en partido, é para
eato Tinleron oiertoa caballeroa moroa y alíáqaía
de Qranada d Beal, donde los Beyes OathóUcoa esta-
ban; y entre dloa fué ano qaa dentro de treinta
días la oiodad de Qranada y su Alhambra é fortde-
zaa ae -entregaae i& los reyes CathóUooa 6 A aa darte
mandado, y les besaron las manos; y entendido A
lo qoe yenian, lo oyeron con degre Animo y des-
pties seftalaron personas qoe entendiesen oon dloa
en hacer loa apantamientoa, y loa qna yo aé qoe aa-
fialaron foeron Don Gutierre de Oárdenaa, Comen-
dador mayor de León, y el Seoretarío Hernando de
Qafra, qoe en aquel tiempo entendía prlndpalmen-
te en todas las oosaa de la goeira; é aobra loa apon-
BITXB DS GASULLÁ. •
tamiantoa qna loa morao padian y loa qna aa alar-
gaban. Iinlw* modiaa plátícaa é paaé fiwiB^^ tiampok
é loa mona inaron rnndiaa Tacaa A Qranada A |^
ticallo CM& d Bey é can laa otraa paiaonaa qnaan
ello entendían, . haata qoa pingo A Dioa qmt dia da
Santa OstaÜna dd afio da noyanla é ono aa aaanfea-
ron é conemdaron é firmaron ka didioa capltaloa. .
T dorante d tiempo qoa oonianm loa didica
tidnta diaa^ loa moroa entregaron todaa laa aimas^
conforma A otro cáptalo, A las panonaa qoa para
ello aefialaron loa Beyes OatlWHicoa, é poaiéronaa en
d Alhambra.
Bl primar domingo dd afio de noTonta é dos, d
Bey é la B^yna OnthóUcoa moneron d Bed con to-
doa ana azérdtoa poaatoa en 6rden, é foeron la Via
deredia de Granada, é no ^traron por la dodad
■no por el Genil arriba, é por la poarta de loa Mo-
linoa é por d Bealejo haata la poaita príndpd dd
Alhambra, y allí aalió d Bey Chiqoito, y ae apeó da
ao caballo oon las UaTCS en las mai^M^ élee entregó
laa dichas llaTCS dd Alhambra é f ortaleBa 6 dudad
da Gkanada; é con eato ana AHaraa entraran an d
Alhambra y aa apoaentaron en la oaaa reaL
La Bejma Gathólica é aoa damaa foeron aqod
dia eaqoisitamente ataviadaa al modo qoe entóncea
se osaba, y eataTieron ay algonca dlaa, é A anplioa-
don dd Cardend Don Pero Ckmsdes hicieron mer-
ced A Don ífiígo Lopes de Mendosa, Conde de Ten-
dilla, de la tenencia de la dicha Alhambra y de las
otraa fortalesaa de la dudad de Granada, qoa aon
YiTataobin , de qoe hicieron ona boena fortdeía,
é la torre de la poerta Elvira, é para la goarda de-
xaron quinientaa lansaa é mili peones de moy páli-
da gente, é proyeyeron A Fray Femando do Tala-
yera, prior que era de Prado, de arzobispo da Qra-
nada, é dexAronle alU para la gobemacioii da la
dicha dudad é rdno, é fudo asolóte haata d afio
de noyenta é noeye, qoe los Beyes Cathólicea tor-
naron A la dicha dudad é puderon por Corregidor
en ella d licenciado Cdderon, Alodde de ao oaaa
é Corte, qoe d tiempo era, y proyddaa laa coaaa
dichas, y lo que maa les parado leo conyenia para
la gobemadon é para aostener d dicho reyno, 9»
yinieron A Caatilla.
ítem, entre otros apantamientoa de la didia capl-
tuladon que se biso, faé ono qoe d Bey Chiqmto
qoedase en las Alpnjarras por aefior ddlas en ao
yida con dertoa mili dooados de renta cada afio; é
porque esto era cosa de muy gran peligro quedar
el dicho Bey Chiquito an aquel rdno qoe eataya
cad todo poblado de moros» donde pndia cada qoa
le pareacieae rebotar d rdno.é poner en neoeridad
A loa reyes Cathólicos, qoando hirieron d rey Ca<
thólioo en Barcelona (1), d Chiqoito embió oiertoa
cabdleroa moroa críadoa sayos, y d Pequini, qoa
era un hombre princípd que deapoeo aa llamó
Don Femando Enríqoes, y d Bey é la Beyna Os-
thólicoa, é por aa mandado, contrataron oon eatoa
(1) 81 sus aa « au iatirealMlaa «tenf arisca «
á faé Tiesa iqst
DOSr FEBNAKDO
CAballerof moros qnB el Rey Chiquito les vendioee
todo lo que tenia en el reino de Qranads, y asi se
biso, é le dieron derioe mili oMtellanos con que el
rey Ohiquito «e paeaae allende, y lo mitmo le
hizo con otroe caballeros moroe qne tenían algunos
bienes, é de esto pesó en el alma al Rey Chiquito,
é se qnezaba é deoia qne sns caballeros no hablan
tenido poder para bacer esta oontraotacion, mas
fnele forsado oomplir lo qne se babia capitulado, é
pasó allende; é oon esto los Reyes Cathólicos y el
dicho reino de Ghranada quedaron muy asegurados.
Kl afio de noyenia é nnoTo los Reyes Cathólicos
fueron por Mayo á Qranada. El recibimiento que
se les bino fué muy solemne, é lo que mas fué de
Ter que en la Xarca del Albaioin y abáxo en todo
lo llano basta Sant Lásaro, babia treinta mili nioras
é mas, todas con sus almaraf as blancas, y era cosa
de admiración verlas, y estuTieron en Qranada has-
ta el mes de Octubre entendiendo en las cosas que
couTenian á la buena gobernación, é de allí fueron
á 8eTÍlla á tener el inyiemo; é quedóse en Qranada
el araobispo de Toledo Don Fray Francisco Xime-
nes, que después fué OardenaL El qual con buen
celo quísose informar de todca los moros que en
qualquior manera Tenian de linage de christianos,
y hacíalos traer ante sí, y por buenas palabras y
presumpciones procuraba oon ellos que se oonvir-
tiesen á nuestra sancta fé oatbóHca, porque se de-
oia que sin grandísimo pecado no se podría premi-.
tir que estos Tiyiesen en ley de moros, y los que sé
oonyertian en esta manera ameroedábalos y gratifi-
cábalos, y á los qne no se querían oonyertir echába-
los en la oaroel; é trabajaba con ellos por todos los
medios posibles que se couTirtiesen, y pareció que
esto tocaba á mucbos moros y se escandaliaaron
deUo; y estando así dia de nuestra Sefiora de la O
del dicho afio de noTonta y nueve, un alguacil del
dicho anobispo de Toledo fué á prender á un moro
al Albaioin, donde se juntaron algunos moros, é los
moros le mataron; y esto seria á las dos oras des-
pués de medio dia; y hecha esta muerte revolvióse
todo el Albaioin. Vino la nueva á la dudad, é todos
los cbristianos viejos se pusieron en armas y ocnr-
rieron á las puertas y adarves de la dicha ciudad
que salen á dicho Albaioin, y todo ese dia qne era
miércoles é la noche siguiente del jueves los cbris-
tianos y los morca tuvieron muy grande alboroto é
desaéosiego, y hubo algunas muertes; espedalmen-
te los moros mataron á un Barrionuevo, alguacil
del campo, pariente del dicho Corregidor Calderón
que inadvertidamente veniendo fnera de la dioha
dudad se entró en el Albaidn, no pensando que la
óosa estaba tan enoendida; é llegando á cierta paite
del dicho Albaidn que se dice la Xarca, le hide-
ron pedasos eaa noche de nuestra Sefiora de la O.
El Condado Tendilla, qne, como está dicho, era
aloayde é capitán general, á ora de las tres oraa
é media baxó dd Albambra oon alguna gente de
caballo é dé pié, porque lo demás dezó para guar-
da de la dicha Albambra, é vino junto al Albu-
oiOf 7 enoOmen4ó las pnertas qne salen al dicho
i DOfiA ISABEL. 517
Albaidn á algunos oaballeroa de la dudad, y él*
quedó aposentado en la dioha Aloaaaba, étoda
esa noche los unos é los otros pasaron en viinlia
con mucha grita é pedradas é algunas saetadas
como en estos pasos se suele haoer. El arsobiapo
de Qranada oon su orna y algunos clérigos que/
le acompafiaban salió por la puerta de Quadix é
fué á subir al Albaidn; é porque los moros tira-
ban muchas pedradas, el dérigo que llevaba la
orna no oaaba pasar addante, y eraraobispo le
tomó la orna, é con ella en las manos empesó á su-
bir una cuesta arriba hacia el Albddn, y aunque
le tiraban muchas piedras, continuaba au camino
haata qne algunas dinidades é canónigos de su
Igleda é oaballeroa de la dudad qne oon él se ha-
llaron le retiraron casi por fueraa.
Otro dia de mafiana el Conde de Tendilla vino
á la puerta dd Aloaaaba que sale al Albaioin, que
se dioe Bibalbnaut, é mandó llamar algunos bornes
príndpales moros que vivían en la dudad, é' pla-
ticó con ellos é oon otros oaballeroa christianos d
medio qne se debía é podría tener para padfioar
el Albaidn; y aunque muchas pláticas hubo, nin-
guna se concluyó hasta muy tarde qne se tuvo me-
dio qne muchos moros dd Albdoin prindpálea
saliesen á la puerta de Bibalbunut á hablar oon d
Conde é oon los moros é alf aquis qne oon él esta-
ban, y llegados allí, metíanlos de la puerta adentro
é reteníanlos, é desta manera se tomaron basU cad
ochenta, que embiaron á la cárcel, é la mayor parte
ddlos se tomaron cbristianoa luego, é los otros que
no se qnideron tomar christianos, por la rebelión
que babian cometido bíaoee justicia ddlos. E luego
otro día, viernes de mafiana, diéronse sus pregones
en parte donde los oían todos los del Albaioin , en
que ae oontenia qne á todos los que que quidesen
tomarse ohristianos, les perdonaban laa rebeliones
é muertes que babian cometido, é los que no se
quisiesen tomar cbristianoa, se procedería contra
ellos por los dichos delitos. B qnando fué viernes á
medio dia viideron á bacer sus oondertoa é apun-
tamientos, é se hicieron é entregaron las armas que
tenían, que eran goi^gnaes y lanaaa y pocas balles-
tas, y oon esto quedó paoífioo, y se tomaron chria-
tianoatodoa.
Luego se revoltó Quejar, qne ea un Iqgar graeso
junto á la Sierra Nevada, y fueron sobre él d Con-
de de Tendilla é' Qonaalo Feraandea de Córdoba,
qne después fué Qran Capitán, y por combatirse d
lugar desordenadamente y sin tiempo, mataron los
moros mas de oient christianos, en que fueron al-
gunos prindpdes y mas de quarenta hombrea de ar-
mas, y d combate se retiró ya noche, y d Conde y
Gk>nado Femandea se vinieron á dormir d alearía
de Quantar, y luego otio dia de mafiana vino nueva
qne loa moros babian dezado á Quejar y retirádose
d Castillo, qne está metido en la Sierra Nevada una
legua; y sabido sato por d Conde y Qonaalo Fer-
nandea, se volvieron á Quejar, y eatuvieron dlí dos
diaa, y después subió d Conde de Tendilla al Casti-
llo donde tuvo una noche harto trabajosa do frío,
518
OBÓHIOAS DB LQB BBTE8 DB OASTILLA.
7 otro dia de mallAiiA los omhnni m ODir^Mon, j
trtidoi á Qraiuidaí se Tendieron.
Bn eete mismo tiempo se levantaron las Alpnjar-
ras, que estaban todas pobladas de moros, donde
por ser tierra faerte y brava se faeron moobos mo-
ros hoyendo, j la rsaon de este lerantamiento fué
por nb tomarse ebristianos. El Bey Oathólieo vino
á Sevilla y á la dioba oindad de Granada, y biio
jqntar mncba gente de caballo y de pié de Ándala-
da, y mandó á Don Lnis de Yismonte, Oondestable
de Navarra, que al tiempo era Capitán General de
cierto número de gentes de pié é de caballo, qne én-
trese en las diohas Alpn jarres por el puerto de Hue-
nejay Andfiraz, y ¿ diobo Oondestable jontósa
gente en la viUa de Piaña y con bibiosa {ndj jomada
y dia de Osmestolendss pesó el poerto de Hueneza
donde babia mncba nieve^ y el ezéroito pasó con
barto trabajo. Y en el tiempo que los moros se re-
belaron, tomaron la fortaleaa de Lanxaron, y la
fortalecieron conforme á la brovedad del tiempo, y
esta fortaleía es la entrada de las Alpnjarrss ; y el
Bey OatbóHco movió con su ezéroito de la dndad
de Granada la via del diobo Lanzaron, y por ser la
tierra mny áspera y la entrada fragosa, el ezérdto
pesó con dificultad, y Inego qne pasó^ los moros bl-
cieron muy poca resistencia y se desbarataron, y
Lanzaron se entregó Inego, y los ebristianos siguie-
ron el alcance tras los moros qne buian basta la
villa de Orgiba, que son dos legues, donde fueron
muertos é captivos mucbos moros, y el Bey Oatbó-
lico mandó que no los siguiesen mas.
É luego otro dia se comensó á tractar que las di-
chas Alpuzarras se entregasen, y el concierto se
concluyó, y biso una oapituladon de mucbos capí-
tulos, y entro ellos fué uno que todos se convirtie-
sen obristianos, y con eso el Bey los perdonó la
rebelión y muertes que hablan cometido*
Entretanto que esto se hacia en Lanzaron, e)
Oondestable de Navarra , como está dicho, entró por
el diobo puerto de Hueneza, y salió á Andaraz, y
antes que llegase á Andaraz él ezéroito de loa
ebristianos desbarató dertos moros que hablan sa-
lido de Andaraz á ponerse en algunas albarradas
que tenían becbaalpara defender el paso, é incur-
rieron allí en d alcance hasta doscientos moros,
on que habla muchos alguaciles é gente prinoipal.
Este dia se tomó una parte prindpal de la dicha
Andaraz, y en la otra parte, que es algo mas
fuerte, se recogieron los moros, donde habla mucho
número, porque se hablan recogido á la dicha An-
daraz, y cqmo d lugar mas principal y mas fuerte,
muchos moros y moras de otros lugares de las di-
días Alpujarrss. T esa noche se capituló que otro
dia de mafiana se entrogasen todos los didios moros
y se tomasen ebristianos, y quando fué el dia se-
gundo á las nueve oras habieodo los moros entre-
gado las armas conforme á lo capitulado, dgunos
obristianos'dd ezéroito se soltaron por robar y en-
trar en donde estaban los moros, y se oomeniaron
á revolver unos oon otros, y como se sentió en el
ezéroito, fueron mudios allá y mataron muchos
moros y moras en número de msi de tres muí áni-
mas, qne en sola la meiquita murieron mes de seis-
oientos, que estaban allí recogidos, qne foé oosa da
muy grand lástima en todos los demás moros y
morss que fueron presos, y se sdtaron libremente^
y se tomaron obristianos oontorme á lo qne se oa-
pitnló con d Bey Oathólioo, y el saoo qne allí sa
biso fué muy grande, porque muy grand parte da
les riquesas de las Alpujarras estaban allí recogi-
das, y después acá la Alpnjarra está paoifioa.
En d alio de quinientos é nno luego segulentoi
se robdaron mnohos moros nnevamente conver-
tidos en la Sierra Bermeja, y d Bey y la Beyna
Oathólicos enviaron contra dios por capitanes ge-
nerdes al Oonde de Umefia y Don Abnso Fer-
nandea de Córdoba, cuya fué la casa de Agnilar,
oon mucha gente de caballo é de pié, y aUí fué
muerto Don Alonso una noche por los moros, é mu-
oboe cabdleros y deudos suyos é orlados con él, y
á esU causa el Bey Oathólioo fué desde Sevilla la
ciudad de Bonda, que es mny ceroa de la Sierra
Bermeja, é mucha gente de caballo é de pié, y den-
de á pocos diss que allí llegó, los diohoa moros de
la dicha Sierra Bermeja se entrogaron oon partido
que los que quidesen pasar dlende se pasasen, y
que se les diesen navios en que ellos y sos bienes
muebles pudiesen ir, y los qne quidesen quedar sa
tomasen ebristianos; y ad se estuvo,
Dende á pocos dias se levantó un castillo qne sa
dice Velef equi, que ee muy fuerte de su dtio, y dlí
serecogieron dgunos moros y cristianos nuevos. Ele-
gieron por su capitán ó rey un negro, que era var
liento hombre, y loe Beyes Cathólioos enviaron con-
tra dios d Alcayde de loe Donodee qne entonces
era, que fué después Marqués de Gomares, con gente
de caballo é de pié, y habiéndolos tenido oeroadoe
dgunos dias, se entrogaron á meroed, y se hiio
justicia dd negro y de los prindpdes dd levanta-
miento, y todos los demás quedaron Ubres, y los
qne no eran obristianos se bantlaaron, y con esto
se acabó toda la oonverdon dd reino de Granada, é
las robdionee que por causa do le dicha oonver-
don se hicieron.
En este tiempo fué nadda en Espafia otra mal-
dad, porque muchas gentes de judíos moraban y
estaban mesolados por d rdno viviendo entro los
obristianos, y algunos de los judíos que Fray Vi-
cente con su predioadon habla convertido, teniendo
en lo público hábito de obristianos é por tdee sa
mostrando, usaban oerimonias juddcas, por causa
de lo qud doliéndose estos christianísimos prínd-
pes, y porque Nuestro Sefior Jesn Ohristo no fuese
tan continuamente cradficado, y deseaiido puigar
sus reinos de tanta pestilenda, oon consentimien-
to é auotoridad del pontífice que en la Igleda da
Dios reddia, hideron inquiddor á Fray Tomas de
Torquemada, prior del monesterio de Santa Oros, qne
es eztramuroe de la ciudad de Segovie, de U Orden
de predicadores, que era hombre rdigioso y ezcden-
te letrado, y and mismo fueron dados jueces inqu|-
ddores que celasen nuestra sánete fé cathólioa por
DOH FERNANDO
d Belno de Castíllá, y ansi mismo en loe Beynoe de
Aragón é Oidlia é Valenoia, en los qnales Beynoe
el ezoelentfsimo Bey Don Fernando habla snoedi-
do por fin é muerte del Rey Don Juan sn padre. Á
estos inqoisidores que por el Papa fueron dados, en
que agora hablamos, el Rey é la Reyna dieron gran-
des favores, é á los jneoee depntados para oonosoer
deste orfmen oon oserranoia de regla verdadera en
la ciudad de Sevilla y en otras mnohas oindades é
partes del Beyno hallaron haber inoorrido en este
pecado diversas é mncbas personas, asi hombres
oomo mageres, é algunos de los tales delinqñentes
oonfesando sus errores y demandando á la madre
■anta Iglesia saludable penitencia, les fué por los
padrea de la santa Inquisición otorgada. Asi fueron
reoondliadoa é quitados de aquella herética pravi-
dad en que antes hablan vivido otros muchos que
en este crimen caldos se hallaron; é siendo por tes-
tigos vencidos, fueron quemados, ó purgada tan-
ta pestilencia aunque no del todo, porque algunas
reliquias duran hasta el día de hoy.
Sendo pues celosos de la fé el Rey é la Reina,
no quisieron poner tampoco en olvido las cosas que
de sn reino por el Rey Don Enrique enagenadas
estaban , las quales como á manera de pródigo el
Rey haUa dado, y todas estas cosas que enajenadas
estaban fueron tomadas por estos Reyes á su mis-
ma corona real, cuyas antes eran , aunque esto hi-
deron oon mucha dificultad é gran trabajo por estar
eem^antes cosas puestas en manos de hombres
grandes é poderosos; ó todos los que en servicio
del Rey é del Reino servido hablan, fueron de ma-
nos destos Reyes gratificados, haciéndoles merce-
des, asi oomo á cada uno oonvenia recibir por lo
que servido hablan.
Después desto é limpiadoel R^fno de maldades que
antea habla, todos loe duques, oondeay marqueses y
otioe grandes seftores é varones se pusieron é fueron
sometidos debazo de la obediencia real, aunque
antes que estos principes reinasen casi á señor ni á
reino reoonoecian. Ganaron ademas estos reyes las
Ínsulas de Oanaria, en donde la secta de Mahoma
se guardaba; é oomo en estos príncipes ninguna otra
intendon fué más principal que la de la fé, cond-
derando que el Rdno de Qranada estaba en Anda-
luda, dendo como era d quinto reino de los que
conquistaron, que perteneda al Rey de Espafia, aun-
que desde el tiempo dd Rey Don Rodrigo estaba
usurpado y en poder de los moros, condderando
quan grandes dafios á los christianos hadan los pa-
ganos y enemigos de la fé corrompiendo vfrgines,
maltraotando matronas, é violando los templos, en-
cendiendo lugares y quemando los campos, miran-
do otras muchas maldades que los moros de Gra-
nada contra nuestra sancta fé cometían, movieron
sus leales banderas y ezérdto de guerra 6ontra ellos,
y oon sus huestes batallando oon muchos trabajos é
dapnos y espensas que desto recredan, é muertes
de sus ff&bdiotos y naturales que en el servido desta
guem estaban, oon tanto ánimo é fé como habla
«n los ooriiotiei de estoa reyes, porque la fé de Jesu
¿ DOfiA ISABEL. 619
Ohrlsto fuese acrecentando, oon ayuda de su mismo
Dios, Redentor nuestro, ganaron aquel reino; el cual
así de riqueaas oomo de fuerzas Inezpunable pare*
da, y lo que otros reyes predecesores hablan guer-
reado contra aquel reino, oomensando, estos prin-
cipes de ganarlo acabaron, y dd misino Reyno
lanaaron la secta mahomética, y hlderon que el
nombre de Jesu Ohrlsto nuestro Sefior en aquellas
partes fuese conosddo y adorado. Hlderon ademas
en este reino, que oon tanto trabajo conquistaron,
un arzobispo metropolitano con cuatro Iglesias ca-
tedrales, é pusieron en ellas perlados que las gober-
nasen, é hicieron en este mesmo rdno otros mones-
terioB é parrochias, así do religiosos como de cléri-
gos, para que d sancto Evangelio predicasen; é
pusieron sacerdotes en él para que los santos ecle-
siásticos sacramentos administrasen á loe christia^
nos y moradores dd Reyno.
Era ganado ya como dicho es d Reyno de Gra-
nada y vudto en la observanda de la christiana
religión ; y oomo dentro de los términos de estos
idnos no hubiese provincia ni mendon que de dirls-
tlano no fuese, con el mismo hervor y deseo que
estos Reyes celadores de la f é tenían , mandaron
hacer una flota grande, aumentándola é bastedén*
dola de todas las cosas que sobre la agua para ella
fuesen necesarios, é puderon capitanea en las naos
para que fuesen por la mar, para que qualesquier
ínsulas que hdlasen que de christianos no fuesen
ocupadas, las ganasen, y deepues á nuestra Sanctis-
dma fé cathóUoa oonvertiesen los moradores que
en las tales ínsulas hallasen. T ad partieron na-
Tegando estos que en las naves yvan contraía par-
te oriental, y descubrieron unas grandes ínsulas
muy fértiles y abundosas; y estas ínsulas estaban
llenas [de gente beetid que idolatraba, á los qua-
les el sancto evangdio no les habla ddo predica-
do, y oonquistándoloa loa que en las naves yvan,
las ganaron é puderon nombres, é sometiéronlas
debaxo de la subjedon é mandado de la corona red
de estos excelentídmos príncipes y reyes. Los mo-
radores que en estas islas hallados fueron estaban
desnudos, y en modo de bestias fieraa vivían, é
carnes humanas por sus manjares comían , y ha-
blan otras necesidades no oídas, antes afirmaban
muchas personas de auctoridad que estas gentes
ád adoraban á los demonios, que muchas veces les
hablaban y recibían las respuestas de sua pregun-
tas; y esto les veian haóer mudios de los espafioles
que allí estaban.
En estas dichas ínsdas fueron hdladca muchos
mineros ad de oro como de plata y de otros meta-
les, de lo qud fué gran suma é cantidad de oro em-
blado á BUS altesaa oon lo que constituyeron y doc-
taron en estas ínsulas una Iglesia ardüepiscopld y
tres igledas catedrdes oon sus perlados, los qudes
oonvertiesen á nuestra sancta f¿ aquellas barbári-
cas gentes (y ad fué con ayuda de nuestro Sefior
Dios fecho), que viven oy en oonosdmiento y da*
banaa de su verdadera fé. Fué pues ayuntada nueva
I y desoabieit» tieira á nuestm Espafiai q«e se Uam«
520
GRÓNIOAS DE L06 BBTB8 DB OASTILUL
IndiAf', todo 6ito «n U felicidad prótpen deitoi
Oüthólioof prínoipos.
Qoedaba ademM on estos Reinos otra pestilencia:
grande námero é cantidad de judíos qae estaban
derramados y esparcidos por todos los reinoSi j es-
tos jndios tomaban las rentas y alcabalas del rei-
no, en qne ganaban é destmian á machos de los
clirístianoBi haciéndose rióos, dando é tomando á
nsnra todo lo qne más podian. Esta gente dapna-
da inficionando con sos maldades á estos pneblos
de Oastillat y haciendo á machos de su ley qne á
la naestra se habian conyertido, qae sigaiesen sas
Hotos y cirtmonias jadáicas, movidos por tal mo*
tivo é por qaitar tal ocasión , estos excelentfsimog
príncipes mandaron qne todos los judíos saliesen
del Beyno, sefialándoles piase é dia para qae asi
lo hiciesen, salvo aquellos que á naestra sancta
íó é religión christiana se quisiesen convertir, po-
niendo pena de muerte á los que dellos esto no
compliendo, en el Reyno se hallasen. Dado pues
' el pregón, algunos dellos fueron vueltos christianoa^
y otros se fueron más de cient mili, sin los hijos qae
llevaban; é ansí de género de hombres como de
mugeres saliendo destos reinos, vendiendo las ha-
ciendas que tenían, é llevando consigo los dineros
que más podían haber y alaar, salieron el dia é tér-
mino que por sus altezas asignado lee habla sido,
teniendo por cierto é seyendo de verdad, segund
qne por sus rabia les había rido dicho, qne la mar se
lee había de abrir en carreras, como había hecho á
los hijos de Israel en el tiempo del Bey Faraón. E
ya que á la mar fueron llegaos, hicieron sus ora-
ciones, y mirando que la mar no se les abría, muchos
dellos se volvieron é bautiaaron, otros desta mesma
generación entrando en sus naves por diversas par-
tes del mundo fueron derramados y esparcidos, y
otros de los mismos robados de los marineros que
los pasaban. E habiendo andado diversos reinos é
muchas provincias, é padecido diversas injurias,
despojados de todos los bienes que llevaron, volvie-
ron en Espafia á se tomar en christianos; si verda-
dera ó fingidamente á naestra sancta fé se convir-
tieron, Dice, esondriflador de los coraaones, es el que
lo sabe, porque muchos de ellos se hallaron tornar
á las cirimonias de la vieja ley que tenían, é confe-
sando sus pecados, por los padres ministros de la
inqnisíoion, pues suficientes testigos manifestaban
sus ofensas y culpas^ fueron quemados. Alumbra-
dos por la gracia de Dios é del Espíritu Sancto, la
generación que de los tales dedende bien puede
tener conoscimiento de nuestra verdadera é sancta
fé siendo buenos christianos, aunque áspera é dura
cosa parece dexar alguno de obrar 6 de hacer lo que
vio á sus padres ó lo que continamente es acostum-
brado.
Había allende destos otra barbárica gente que
la secta de Mahoma seguía, los quales con oficios
serviles que tenían , moraban en el reino, mante-
niéndose por sus trabajos, negando los tales ser
Ohristo Nuestro Sefior é Salvador Dios verdadero; y
«unque profeta, naddo de virgen, por gracia de
Dios engendrado, los tales le eonfesssen, oonvefsa-
ban y se entremetían entre los christianos no ha«
ciendo en perjuicio de la fe ningún escándalo, pero
seguían la secta de su legislador Mahoma; y como
de los christianos no fuesen opremidos ni sojnsga*
dos, no habian querido deacar la mala secta y opi-
nión que seguían; mas estos ohristianisimcs prínci-
pes, deseando que en su reino una santa fé é ana
cathólíca iglesia se honrase, menospreciando las
rentas que dellos á su oorona real se aoreoentabaní
mandaron pregonar públicamente que asimismo to-
dos los moros hasta cierto término y dia sellalado que
se les puso, 6 que saliesen fuera del Reyno, 6 que á
la f é de nuestro Sefior se convertiesen, poniéndoles
también para esto pena de muerte é de confiscación
de bienes. Llegado el término fueron convertidos á
la f é y bautisados todos los que en el reino estabaoi
aunque algunos dellos se pesaron en África; y asá
quedó Espafia limpia de tanta y tan mala genera-
ción, todoe vueltos christianos. Y plega á Dice que
estos nuevamente á la fe cathólíca convertidos, asi
sirvan á Nuestro Sefior Jesa Ohristo con el oorason
como le confiesan por la boca, y qne todoe crean,
confiesen y tengan una fé, un bautismo y ana Igle-
sia, fuera de la qual no hay ni puede haber salud
ni salvación.
Falleció el Príncipe Don Juan en la ciudad de
Salamanca y en Sanct Francisco, afio de míU é qoa-
trodentos y noventa é siete. Oasó con la Princesa
Dofia Margarita, y quedó prefiada del y mal parió.
Fué jurada en Toledo por princesa de CastíUa la
Reina de Portugal, hija primogénita, y el Rey do
Portugal como su marido. El Rey é la Reina Gathó-
lícos los fueron á jurar por príncipes de Aragón e|i
Zaragoza, y allí después de jurados, falleoió desta
vida la Reina Princesa, y allí parió un hijo que fué
jurado por principe de Castilla en las Cortes de
Ocafia, y se llamó el Príncipe Don MígueL
Estando el Rey é la Reina Cathólicos en la du-
dad de Granada, llevó Dios para sí al Príncipe Don
Miguel. Después desto fueron llamados Príncipes
de Castilla la Infanta Dofia Juana y Don Fejipe^
archiduques de Austria, los qualee vinieron á Cas-
tíUa é fueron jurados por príncipes en la ciudad de
Toledo, donde hubo muchas fiestas y justaa, y de
allí fueron á Aragón, y el Rey Cathólioo con ellos,
y fueron jurados por príncipes.
GafUslo de lof hijos y generielon del Rey Don Peniado y
Reina Dofli Uabel, y de eoao los eauron, y lo qse deepa«s
sBeedl4
No me parece que seria bueno dexar de dedr la
generación que hubieron estos excelentísímos Prin-
cipes y Reyes durante el tiempo del matrimonio; es
á saber: qne primeramente hubieron una hija lla-
mada por nombre Dofia Isabel, de vida y costum-
bres excelentes y asazmente adornada, la qual fué
casada con el Príncipe Don Juan de Portugal, hijo
primogénito del Rey Don Alonso, de quien arriba
la ooróníoa habla; y así hecho este casamiento, por
lo que convenia á la paa y servicio destos reyes y
DON FEBNAHDO
do iQ0 reinoÉ, eite Principe Don Jnaa pocos días
pasados despnes de se haber casado, oorriendo un
caballo fné mnerto, quedando la dicha Dofia Isabel
▼inda é virgen; la qnal después de machos afios in*
dacida más por el mandamiento destos Reyes sng
padres, que por determinada gana ni Toluntad de
se casar ni de reynar, fué matrimonialmente y por
legitima muger otorgada á Don Manuel, B^ de
Portugal, del qual hubo un hijo llamado Don Mi-
guel, de cuyo parto esta Beyna Princesa Dofia Isa-
bel su madre murió, y asimismo dentro en dos afios
este Prindpe de Oastilla y de Portugal, Don Miguel,
murió. Hubieron más estos Beyes otro hijo, que fué
llamado Don Juan, que era Príncipe de Asturias y
de Qirona. Este Principe Don Juan sucedió en estos
reinos de Castilla é de Aragón. Bra varen do muy
excelentes costumbres, siguiendo y sefialando las
mismas pisadas de sos padres. Casó con Dofia Mar-
garita, hija del Bey de Bomanos, y en el primer afio
que fué casado, murió en Salamanca. Llamóle Dios
para su Beino por las maldades y pecados deste
pueblo en Espafia, Dio su muerte el mayor dolor^
pérdida, tribulación y desventura que jamas dio
muerte de Príncipe, y con gran razón. Dexó prefia-
da á su legítima muger la Princesa Dofia Margarita,
la qual movió antes que el convenible tiempo de su
parto llegase. Sucesivamente hubieron estos Beyes
otra hija llamada Dofia Juana. Esta fué casada con
Don Phelipe, archiduque de Flandes, liijo primogé-
nito del sobredicho Bey de Bomanoe, é murió en
este mesmo tiempo el Príncipe Don Miguel que era
Príncipe de Castilla por la Boina de Portugal Dofia
Isabel, BU madre. Por la muerte deste Príncipe nifio,
la Archiduquesa Dofia Juana fué Princesa de Cas-
tilla, cómo subcesora é hija primogénita destos Bey
é Beina, y el Archiduque Don Phelipe Príncipe como
su marido; á causa de lo qual Don Felipe y Dofia
Juana vinieron de Flandes, pasando en Espafia en
la ciudad de Toledo, que es en el Beyno de Castilla,
y en la ciudad de Zaragoza fueren jurados por prín-
cipes dentrambos Beynos. Hubieron más el exce-
lentíssimo Bey Don Fernando é la sereníssima Bey-
na Dofia Isabel otra hija, por nombre llamada Dofia
María, que por dispensación del Papa fué casada
oon el dicho Don Manuel, Bey de Portugal. Hubie-
ron más otra hija llamada Dofia Catalina, que fué
casada oon Artos, Príncipe de Galles, hijo primogé-
nito del Bey do Inglaterra, los quales fueron pues-
tos en estado real con mucho gozo que hubieron
estos reyes sus padres, aunque por verlos de sí au-
sentes tristeza alguna tuviesen.
Capftolo de li g serra y dlseordla qse habo con el Rey de Frtn*
ela lobre el Reino de Ñipóles, é lo qne deepnes lobrevlno y
acontedó.
En el afio del nasdmiento de Nuestro Salvador
Jesu Christo de mili é quatrodentos é noventa é
cinco afios, reinando en Espafia los serenissimos
Beyes Don Femando é Dofia Isabel , el Bey Don
Carlos, Bey de Francia, afirmando é diciendo que
el reyno de Ñápeles á su corona pertenecía , con
á BtíSÁ ISABEL. S21
grand exercito y orgullosa salida de mnoha sober-'
bia fué contra el Bey de Ñápeles, Don Fadrique, y
le tomó su reino, y después desto este dicho Bey
de Francia entró en Boma, y ayuntándose ciertos
cardenales, tomó por fuersa de armas á Ostia, que
está colocada en la ribera del río Tibor ; y haciendo
asimismo muchas muertes y robos, pasó en el Bey-
no de Ñápeles , y con mucha dificultad le ocupó é
le tomó, é de allí deliberó de pasar á la ínsula de
Sicilia, que era del Serenisimo Bey Don Femando,
queriéndola conquistar y tomar ; por lo qual entre los
espafioles y franceses hubo grande discordia y ene-
mistad, asi por mar como por tierra, y á esta causa
fué embiado Oonzalo Hemandes de Córdoba, beli-
coso caballero, hombre muy esperto en las cosas
y exeroicio de la guerra. Este Qonsalo Femandes
es hoy Marqués de Terranova intitulado, y este
noble varón oon algún número de caballeros é gen<^ '
tes de pié pasó á resistir al Bey de Francia la en-
trada de Sicilia, é para que diese ayuda al rey Fe-
derico de Ñapóles, por donde me paresce que el
nombre de los numidas, que como escribe Salustio,
fué en Espafia renovado, con tunta mayor gloria
debe ser ensalsado en Italia y Sicilia y en todo el
mundo, por los memorables fechos deste estremado
y excelente caballero.
Fné estonces el Bey Don Femando á la ciudad
de Qirona, que es en el Principado de Catalufia , y
ordenó su hueste contra el Bey de Francia, movido
con ánimo de le destruir en su reino. Entre estas
turbaciones que á la sazón sobrevinieron , fué de-
nunciado á la Beyna Dofia Isabel como muchos
franceses, parte dellos armados, parto dellos sin ar-
mas, entraron en Castilla so color de ir en romeria
de Sanctiago ; los quales eran tantos, qne si de ma-
no de Dios no fuera proveido, como de ladrones de
casa el reino fuera é padesoiera grand detrimento
é mucho dapno. Entonces la serenisima Beina, con
el amor y celo que á su Beino tenia, mandó llamar
algunos que en su Consejo residian, diciendo su
Majestad dos estremos : que quitar la entrada á los
franceses, le era grande cargo de conciencia por no
quitar la visitación y romeria de Sanctiago á los es-
trangeros, que en tal romeria grandes indulgencias y
muchos perdones con peregrinación ganaban ; por
otra consideración decia parecerle que si tal entra-
da á los franceses se diese, questo seria en mucho
detrimento é dapno de su mismo Beyno, porque no
puede ser mas malvada cosa que el familiar enemi-
go ; y puesta en esta congoxa y perplexidad la
Beyna, mandó á algunos de su Consejo que todas
estas cosas de su parte dijesen al Arzobispo de To-
ledo, su confesor y consiliario , hombre de buena
vida y loable fama, y lo mismo mandó decir á Don
Alvaro de Portugal, varen de grande linage, docta-
do de mucha prudencia y Presidente del su Conse-
jo Beal ; á los quales por el mandamiento real estas
cosas fueron dichas ; á cuyo parecer y determina-
ción fué respondido que la entrada de los franceses
se debía estorbar ; la qual respuesta, después qne
fué por la Beina y Sefiora oida, tomó á decir que
02a
OBÓNIOAB DB LOS BSTB8 DB OASTILLA.
no era MI pweoer ni qaerU perturbar la entrada á
loafranoeiea, que más qneria atreTerte á oaer en
manos de kw enemigoB, qae no qaitar la Tiaitaolon
« del apóstol 8anctiag0| patrón de sus reinos Despa-
fia ; y siguiendo su alteza las pisadas del Bey é Pro-
pheta David, quiso más caer en las manos de Dios,
qpe no temer el poderlo de los hombres, y asi no
fué negada la entrada de su romería á los franceses.
Tomando nuestra coronice á decir lo que este ca-
ballero Qonzalo Fernandez hizo en el camino que
llcTÓ á Ñapóles, es de saber, que hizo al Bey de
Francia por fuerza de armas Tolver á su tierra y
desocupar el reino de Ñápeles que tenia tomado ;
y este rey Garlos de Francia, después que de Nápo-
> les fué echado, en los Alpes fué mal recibido de
cierta gente de guerra que en aquella tierra estaba,
á tanto fué perseguido destos, que apenas pudo sal-
var la yida de sus manos. Murió después este Rey
Garlos, é sucedió en el Beino el Duque de ürliens,
llamado Ludoyico, el qual con favor y ayuda del
Rey Don Garlos á Ñapóles habia pasado, y algún
tiempo después acaeció que este rey ajuntó gran
gente, y no con menos soberbia que el Bey Garlos
antepasado , la envió en prosecución del reino de
Ñápeles, diciendo pertenecerle, en pocos dias ocu-
pando la mayor parte del Reino ; por la qual otra
segunda vez tomó el Duque de Terranova, hoy lla-
mado grand capitán, en Ñapóles oon gran flota , é
igualando sus hechos con Julio Gesar y Aníbal,
en poco tiempo recobró por fuerza de armas y ocu-
pó todo el Reioo de Ñápeles, que el Rey de Francia
tenia usurpado, é le puso so la subjeoion del Rey
Don Femando y la Reina Dofia Isabel, después de
haber muerto en ciertas batallas que hubo más de
veinte mili franceses, y otros muchos que en Fran-
cia despojados volvieron. Doliéndose dello el Rey de
Francia, tomó á embiar otro ezeroito de guerra no
menor que el primero para cercar Salsas, fortaleza
muy singular, que está sitiada en las postreras par-
tes é términos Despafia ; y estos franceses pusieron
su Real y la cercaron muy fuerte por ganarla. Loe
que estaban en la fortaleza defendiéronse muy fuer-
temente matando muchos de los franceses que en
el Real, estaban. Estonces el Rey Don Femando, que
en Barcelona se halló con gran gente , que la Sere-
niasima Reina Dofia Isabel su muger de Segovia le
embió, fué contra los franceses, los quales oyendo
como el Rey con sus gentes contra ellos iba, alza-
ron el cerco é Real que sobre Salsas tenían puesto,
y dieron á huir , siguiéndolos el Rey oon su gente
de guerra, y fué en su alcance hasta dentro de Frau-
da, quemando y destruyendo todos los lugares que
en el camino estaban, salvando las vidss de los
hombres, pues por misericordia su alteza movido,
mandó que á ningún francés sos gentes matasen ;
y desta manera contra la voluntad del rey de Fran-
cia se ganó el Reyno de Ñápeles, el qual por derecho
al Rey Don Femando pertenecía. Esto acabado, el
Rey Don Femando se vino á la villa de Medina del
Gampo, donde estaba la Reina Dofia Isabel, que avia
allí venido 4 ver á la Princesa Dofia Juana, su hija,
pues el Príncipe Don Felipe era ido á Flandes; y el
Papa por su bula plomada declaró que en el dicho
Beino de Ñápeles no sucediese sino fijo ó fija que
naciese dentrambos cuerpos del Bey Don Femando
y la Beina Dofia Isabel, y los deoendientes dellos.
Capitsle áe lu insáts «iMlasalu <e U lUlsa Doit InM.
No pasemos en silencio tantas excelencias como
esta Beina tuvo : tractemos de algunas dallas, pues
que la natura no crió otra semejable que en su rei-
no asi gobernase ; que si en la antigfiedad se alabó
á Semiramis, ó á las Amazonas, ó á algunas otras
hembras por fechos claros que hiciesen ó por gran-
deza ó hermosura que tuviesen , todas estas, si algu-
nas gracias tuvieron, con algunas mancillas las en-
suciaron ; mas esta excelentísima Beina Dofia Isa-
bel desde el día de su nacimiento fasta el dia de su
muerte se halló siempre no menos fuerte que cons-
tante y magnánima haber sobrepujado á las que
arriba habernos dicho. Vivió tan sobre bondad com-
puesta, que nunca demasiada palabra alguna se ha-
lla haberle oído que dixeee. Fué castísima muger,
llena de toda honestidad, enemicisima do palabras
ni muestras deshonestas; nunca se vio en su perso-
na cosa incompuesta ; nunca se halló en sus obras
cosa mal hecha, ni en sus palabras palabra mal di-
cha. Por cierto debe creerse en sus pensamientos
muy sanctos é justos ; que aunque muger, y por eso
de came flaca, era alumbrada de dones y de gracia
espiritual. Fué fiel amiga, subjeota oara y carísi-
ma de sus amigos, favorescedora de las mugares
bien casadas, y de lo contrario muy enemiga, ca-
thólíoa y chrístianisima devota , fedelisima á Dios,
madre muy piadosa á sus subdiotos, reina muy justa
á sus vasallos , dada á contemplación y dedicada á
Dios: ocupábase en los ofidos divinos muy con-
tinuamente ¡ ni por eso dexaba la gobernación hu-
mana. Era religiosa y devota á todas las religiones ;
tenia grand caridad, suma pradenda, grandinmo
favor de justicia, mucha modestia, grand honesti-
dad y estudio de vida apartada : era exemplar de
buenas é loables costumbres, magnánima, liberalí-
stma en mandas y dones repartidos por todo el mun-
do. A los embaxadores que venian de otros prínci-
pes y á sus servidores é criados muy gracta ; á to-
dos los suplicantes y negociadores de sus reinos
muy apadble. Descargó en su vida y en dias do
salud y alegría grandes sumas de quentos de dine-
ros de sus descargos, deudas é promesas y obliga-
dones que dende lU tierna edad era obligada, y
también descargó las condenoias de sus progenito-
res. Su mansedumbre fué admirable ; su magostad
la mayor que jamas fué vista; su misericordia so-
bre todo loor ; mas aunque asi usaba de piedad, no
olvidaba el ceptro de la justioia. Todas estas virtu-
des tenia esta Reina , de tal manera asi allegadas,
que siguiendo la doctrina de Sant Gregorio, en to-
das las cosas que duda tenían, más á misericordia
que á rigurosa justicia se indinaba, é por esperíen-
da de sos obras asi lo demostraba dando grandes
limosnas que á todas las órdenes mendicantes, per-
DON rBRNANDO
sonaa in«ne0t«roMUi é pobies neoeutados largnísi-
mamente repartía ; á doncellas huérfanas doctaba, y
á otras oon grandes doctos las oasaba. Al sepulcro
sanoto de Jerosalem oon grandes limosnas é devoto
ánimo de corasen Tisitaba, pues que por la flaqueía
nugeril é por la dinidad real oon loe pies corpora-
les no pedia. Fué esta tan exoelentisima Beina, que
ni después que Boma fué fundada , ni tampoco des-
que Eispafta fué poblada, rey, príncipe, ni empera-
dor, ni otra excelentíssima muger que reinos go-
bernase, ninguna hubo á quien con goBO maravi-
lloso esta Beina no sobrepujase, y todos los pasa-
dos que por seguimiento de sus virtudes se puedan
en ausencia alabar, todas en presencia desta Beina
é Sefiora oon la mucha grandesa de sus obras é an
comparación se debrian callar; é segund dice la
Sacra Esoriptura, ninguno en su voluntad deba ser
loado. Oosa digna de publicar é manifiesto es que
el poderoso Bey Don Femando asi es doctado é
compuesto de todas aquellas excelentes virtudes
que desta christianidma Beina á hablar comensa-
mos, y faltarla ingenio para haberlas de contar.
Fueron Bey é Beina juntos por Dios escogidos, por
el ayuntados, que juntamente asi ayuntados reina-
ron é gobernaron treinta afios , y aunque en cuerpos
dos, en voluntad é unión eran uno solo. Firmaban
las cartas é provisiones juntamente el uno y el otro.
Ifirtos Beyes de templos y casas de Dios constitu-
yeron obras innumerables, y hasafias tantas hicie-
ron, que para mas verdaderamente hablar no se po-
dían escribir mas brebemente.
Gaf Ítalo ia la Sa é Biarta ieita eieelestlslma Relsa Dota
laabel.
Sobrevino recia enfermedad corporal á la Beina
Dofta Isabel ; é opremidas é agravadas las feme-
ninas fuerzas de la dhristianisima Beina , estuvo
por espado de dent dias continuos de grand enfer-
medad fatigada; é como en la Iglesia de Dios por
su salud muchas oradones, ayunos é sacrificios fe-
chos fuesen, é por su juido oculto poco aprovecha-
sen, viendo la ezoelentirima que d tiempo que á
su vida estaba por Dios determinado se acercaba,
mandtf que de rogará Dios por su salud corporal
los ededasticos cesasen , é fuesen por la sdud es-
piritual, y que los sacramentos ecledastíoos traídos
le fuesen. Bra tanta la honestidad é tan grande la
observanda de su pudioida, que al tiempo que la
estremaundon le fué dada j ningún miembro suyo
quiso que fuese visto, sino de solo d sacerdote, y no
de'ningun criado ni criada de su Beal casa. Hizo tes-
tamento tan ordenado y maravilloso, que cad di-
vino se puede decir ; la gobernación destos sus Bei-
nos que dexaba, á su marido el Bey Don Femando
encomendó, encargándole y pidiéndole que las ren-
tas de su corona real no enagenase ; y acabó sus
dias la excelentísima Beina Doña Isabel, honra
de las Espallas, espejo de las mugeres, en la villa
de Medina dd Oampo á veinte é seis dias del mes
de Noviembre, afto del Señor de mili é quinientos é
cuatro años» entrevias onceédoce dd dia| más cer-
A DOfiA ISABEL. 103
ca de Us doce horas ; oon la qual muerte' todo el go-
10 que España tenia peredó. Fué después tomado
su cuerpo por dgunos perlados é grandes dd Bd-
no, é puesto en d Beal Pelado en d hábito del Se-
ñor Sanct Francisco ; en el siguiente dia fué lleva-
do á enterrar al reino é dudad de Granada, d qual
Beyno sus alteaas habian ganado con mucho tra«
bajo. Fué por el camino de mucha gente acompa-
ñada: enterráronla humilmente, sin pompa algu-
na, como por su testamento antes que muriese ha-
bía mandado hacer. Desta Bdna, condderada la fé,
vida, é religión é fin , no sería temeridad afirmar
que está en el cielo : á lo menos que purgadas algu-
nas culpas de sus peccados, pues como dice el Após-
tol, no hay justo ni quien pueda decir que está dn
pecado, en breve será colocada en la celestial glo-
ria oon los Santos, dexando reino temporal para al-
canzar gloria para siempre jamas.
Gapltalo COMO despees de la Moerte de la Helna Dofta Isabel» la
Priaeesa Dofta Jaaaa, so legitima heredera, taé abada por
Relaa y Seflora destos Rolóos de Castilla y Leoo.
Siendo huérfana España de su Beina é Sefiorai
segund que ya arriba habds oido, comenzaron á
temerse las guerras é males antiguos que en d tiem-
po de su vida adormidas estaban; mas nuestro Se-
ñor Dios aviendo misericordia Despafia, quiso vol-
ver toda esta tristeza en placer, porque en este dia
que la Bdna murió, d Bey Don Femando oon gran-
des lágrimas salió de Pdacio oon muchedumbre de
grandes destos Beinos, é subió en un cadahalsoy
guardando las oirimonias que este tal caso reque-
ría, y hizo levantar pendones por la Bdna Doña
Juana, su hija, que era casada, como arríba dixi-
mos, oon d Principe Don Phelipe^ con trompetas y
rey de armas ; é teniendo un pendón real d Duque
de Alba en sus manos, dixieron QuHUa^ OatHUaf
CoMla^ por ¡a Reina Doña Jwma nue$ira Smora.
La Beina Doña Isabd de gloriosa memoria en su
testamento dexó por gobernador destos Bdnos al
poderoso y excelente Bey Don Femando, en ausen-
da de la Beina Doña Juana su hija, no viniendo á
estos Beinos porque estaba en Flandes ; é veniendo
la Beina, é no queriendo ó no pudiendo gobernar,
que el Bey Don Femando gobernase. Esta clausu-
la fué loida é publicada ddante gran número de
gentes, y and quedó por gobemador destos Beinos.
y los mantuvo en tanta justicia, paz é sodego
quanto estaban en d tiempo que la Bdna vivia. Du-
ró la gobernadon del Bey por espado de año é me-
dio. En este tiempo hubo dertas diferencias y con-
tiendas entre el Bey Don Femando y d rey Don
Phelipe su hiemo ; é fué td adento hecho é dada
esta concordia con los embaxadores que entre estos
Beyes entendian : que ambos juntamente rdnasen,
poniendo á esto dertas capituladones las qudes de
guardar y mantener ad d Bey Don Femando como
d embaxador del Bey Don Phelipe^ que en Castilla
eetaba, oon sus propias manos juraron. Dende á
poco tiempo, pasando el Bey Don Phelipe y la Beina
Doña Juana con gran flota que traían , entraron en
524
OBÓKIGAS DB LOS BETB3 DE CASTILLA.
Espafia en el m6i de Abril, afio áeü Sefior de mili é
qoinientoeé Beiaafioa. Aportaron al Reino de Oalioia
en la ciudad de la Oomfia á oayo recibimiento sa-
lieron machos grandes del Reino, é algunos afirma-
ron que por indaoimiento é consejo de algunos de-
llos fueron deshechas y rompidas todas las capitu-
laciones que entro estos Reyes antes juradas é
puestas estaban ; y el Rey Don Fhelipe con grand
compafiia de gente armada que consigo traía, salió
del Reino de Galicia entrando en Oastilla. £1 Rey
Don Femando le salió á recibir pacificamente á
dies é nueve días del mes de Junio del dicho afio,
y viéronse estos Reyes ambos juntos cabe la aldea
de Remesa , estando muy pocos presentes, y mu-
chos de lezos mirando la habla que estos Reyes tu-
Tieron. Después do haber hablado , pareció comun-
mente ser visto á todos que la fina reverencia por
el Don Phelipe acerca de su padre como convenía
no serle guardada. En este tiempo el Rey Don Fer-
nando, mas forzado dé voluntad que con ella, salió
destos Rdnos de Oastilla, y se partió para sus rei-
nos de Aragón , y dende alli con grande armada
pasó al Reino de Ñápeles.
Capftilo COBO el R«j Dos Pbellpe é It Reyat Dofia istia entrt-
ros es el Heleo de CasUUi , y de lu eosdldoses deete Rey
Doo Phelipe, é de si As y Mierte.
Luego que el Rey Don Felipe y la Reyna Doña
Juana entraron en Castilla y pacíficamente la pose-
yeron, dicha Dofia Juana, como fuese Reina é Sefiora
destos Reinos, no la veían sus subditos é naturales, é
por esta, causa les parecía que debía por el Rey ser
detenida á manera de encarcelada, porque estando
en poder del Rey Don Phelipe, ni gobernaba, ni
tampoco parecía, é si esto por su voluntad ó constre-
fiida por el Rey Don Phelipe así se hacia, en este
tiempo á saber no lo alcanzaron sino pocos. Después
deato fueron ayantados los procuradores de Cortes
en la villa de Yalladolid, donde juraron á la Reina
nuestra Sefiora por Reina é Sefiora natural destos
Reinos, y al Rey Don Phelipe como á Rey é Sefior,
como á su legítimo marido, y después de los días
de la Reina Dofia Juana al ilustríssimo Príncipe
Don Carlos, su primogénito heredero hijo, que ago-
ra nuestro Príncipe es. El Rey Don PheUpe, solo
contradioiéndole alguno del Reino, estos reinos go-
bernaba; y este Rey Don Phelipe careciendo de la
osperienoia y consejo que para regir ó gobernar
con venia, de buena gana daba á todos los grandes
todo lo que de la real Corona pedido le era, é por
consejo de algunos sus consejeros dio algunas cosas
que el Rey Don Femando y Reina Dofia Isabel sos
padres con grande vigilancia habían cobrado. Otros
grandes destos Reinos, viendo esto murmuraban, é
Iss comunidades destos Reinoe las gentes estra-
fias que el Rey Don Felipe consigo había traído,
aborrecían; y como los tales estrangeros fuesen
dados á demasiado comer y beber mucho, desórde-
nes y delictoB oometian, é comenzó la justicia algo
á enflaquecer y caducar. Era este Rey Don Felipe
mancebo, y de muy buen cuerpo y de muy hermosa
cara, y de liberal y gentil dlspusidon. Era blando
á todos, y apacible y mucho noble, mis que ningu*
no deseador de justicia, muy aparejado para todas
virtudes. Era asimismo dado á los juegos, y holga-
ba de fablas y tractar con mugeres; no le parecía
cosa mejor que los gentiles gestos de mugeres. Co-
mía é dormia bien; reinó por espacio de quatro me-
ses; llegó á la dudad de Burgos donde adoleaoió, y
dentro de sois dias, de su enfermedad opreso mu-
rió, á veinte é cinco dias del mes de Septiembre, afio
de mili é quinientos é seis afios. Muchos decían que
esta muerte deste Rey á este Reino habia sobreve-
nido por juicio de Dios, por la desobedienda que
este Rey tuvo al Rey Don Femando su padre; otros
afimaban que con mal regimiento deste siglo al
otro habia pasado. Dezémoslo al juicio de Dios ea
cuya mano ó determinación está todo.
Cepftilo COBO desvies de U Mierle detle Rey Dea FeliH M
el Heiie per los del Real Coisejo goberiedo, é lo ^le teaet*
eió; é cono el Rey Dei Penaido fué ei CislUla á gobenar
el Relio COMO aitea hada.
Quedando la Reina Dofia Juana viuda ó prefiada,
la qual así por d dolor que sintió en la muerte de
BU marido, á quien mucho amaba é quería, como
por la poca esperíencía que en gobemar reinos
tenía, é como qnidese no entender en la gobemadon
destos sus reinos, gobemóse el Rdno por las perso-
nas que estonces en el su real Consejo estaban. Dí-
cose en Iss historias romanas que Rómulo, el primer
fundador de Roma, después que credo en el Sefiorío
escogió cient varones para su consejo, los quales lla-
mó Senadores. Este de un rayo ó trueno desapareció;
los Senadores que antes habia tomado gobernaron
esperando si volvería. Estos fueron afio y medio
por esta causa tenidos en gran predo é mucha repu-
tación ; mas, los Despafia que por diea meses y más
solos gobernaron estos Reinos, dendo maltraotados
de algunos grandes del Reino, no por ser personas
que en d Consejo Real preddian, mías aun oomo
privadas, eran extremados en el trabajo é sudor que
tenían, y grande su vigilancia, y el ouidado muy
mayor. Eran estos varones dootados de denoiá, y
algunos dellos de aprobado linaje, y todos de cos-
tumbres leales como convenían ; eran por número
diez ú once, muy pocos en comparación de los que
leímos en d capítulo octavo de los Maoabeos, que
hacían consejo trecientos ó veinte varones cada dia
para gobemar las cosas públicas. Estos del Consejo
Red no son menos de loar que aqudlos que arriba
diximos, por los grandes trabajos que pasaron , en-
tendiendo con sudor continuo en aplacar tantas
desobediencias ó mddades como en estos Reinos
habían nacido. La Reina Dofia Juana envió á su-
plicar al Rey Don Femando, su padre, que viniese
á entender en la gobemadon deotos Reinos, y man*
dó al Doctor Oropesa y al Licenciado Muxica y
d Doctor Carbajal y d Licendado Polanco, todos
quatro de su Consejo, que le escribiesen ; y ad esta
embazada fué embiada d Reino de Ñápeles donde
estaba, y porque el Rey estaba ocupado en los ne-
t)ON FEttNANbti i DOSi ISABEL.
Sitfi
i-k
gocio0 de aquél KdnO| no pudo luego embaroane
para pasar á Oastilla , mas ombió á decir que aque-
llo acabado, 8a . Alteaa entendía Vendría á aceptar
la gobernación deetos Reinos ; y así fué que deepaee
se embarcó á qnatro días del mes de Jonio, afio del
Beftor de mili é quinientos é siete afios, aoompafiado
do gran flota, así de naves como de galeras de aquel
su Reino de Ñápeles. BstuYÍeron antes desto por
espacio de diea meses y más los Reinos de Oastilla
sin gobernación; en el qual tiempo muchos géneros
de males é dapnos é desobediencias se cometían;
entre los quales en silencio no es de pasar como
el Duque de Medina Sidonia, queriendo por fnersa
de armas tomar la ciudad de Oibraltar, siendo como
era de la corona y patrimonio real, allegó mucha
gente de armas para la ganar; los ciudadanos de la
qual con fidelísimo esfuenso y determinado ánimo
por la corona Real se tuvieron, y de tal manera se
defendieron, que quedando Tencedores al Duque y
á su gente que en el cerco estaba, huir del campo
como leales yasallos íe hicieron. Pocos días des-
pués que aquesto así aconteció, por el juicio de Dios
murió el Duque, y acabó sus días de enfermedad de
pestilencia.. Estando la república de Espafia en
aquestas turbaciones y cosas que sobreTenian, el
Conde de Lemos tomó la villa é fortaleza de Pon-
ferrada, que es. en el Reino de Galicia, que asi
mesmo era de la corona real, con mano armada;
contra el qual Oonde se firmó un proceso por los
del Real Consejo que en este tiempo el Reino go-
bernaban, y ari mismo contra el usurpador de la
corona real procedieron para le tomar la dicha vi-
lla y fortaleaa, é tomada, justamente tenían man-
dado que (odas las guardas é gentes de armas que
en el Reino estaban fuesen contra el Conde de Lo-
mos. Iban por capitanes generales desta gente Don .
Fadríque de Toledo, Duque de Alba, y el Conde de
Benavente, tomando esta empresa por servicio de
su Reino en tanta estima como caballeros de mucha
fidelidad é de mucho amor á su patria. T como el
Conde de Lemos sabidor fuese de la copia de gente
que contra él venia, usando de mejor consejo, dio de
su voluntad libre y desembargadamente la villa é
fortaleaa de Ponferrada á la persona que para reci-
birla los del Consejo enviaron; é si la venida del Rey
Don Femando no se esperara, cosas muy graves é
muy terribles por el Reino se cometieran. Asi Eispafia
opremida de tantos é tan diversos males, estaba es-
perando para so salud la venida del Rey, que allegó
por la voluntad de Dios en este tiempo en la playa
de Valencia, y dexando las ondas de la mar, saltó
en la tierra á veinte días del mes de Julio deste
dicho afio, sea dada gloria á nuestro Sefior Jeeu
Ohristo* La Reina Dofia Juana nuestra Sefiora,
oyendo la venida del Rey su padre, oon gran ale^-
gria fué personalmente á la Iglesia, dando gracias
^ á Dios, y mandó cantar el cántico de Sant Ambro-
sio y Sant Agustín Té Dmim Unidcamu, Estuvo la
Beina algunos días en un lugar pequefio llamado
Ornillos, é partiendo el R^ Don Femando de su
de yalenoia deode á poco tiempo, el amor
que ásu patria tenia le hiao tan de presto venir^
oon tanta y tan entera voluntad oomo tenia quan-
do oon la Reina Dofia Isabel era casado; y saliendo,
la Reina Dofia Juana á reoebir al Rey su padre,
vinieron á un lugar llamado Tortoles, donde á vein-
te é ocho días del mes de Agosto del mismo afio
que arriba diximos se vieron é hablaron. El Rey
tracto á su hija oon toda cerimonia y acatamiento,
y la Reina fincadas las rodillas en el suelo, de-
mandando las manos al Rey su padre para solas
besar, no queriendo el Rey dárselas, con aquel
amor paternal que le tenia, la abrazó é le dio paa,
y entraron en un mismo palacio, é con gran pla-
cer reposaron. La Reina oon el grande amor que
al Rey Don Phelipe su marido tenia, no avia con-
sentido que pusiesen debaxo de tierra su ouerpOi
antes en su sepulcro de plomo le mandó meter é
traerle consigo, haoíendo decir por su ánima sa- '
orificios divinos por muchas religiones é diversas
órdenes que desto cargo tenían.
Á veinte é cinco días del mes de Setiembre deste
afio se cumplió un afio que el Rey Don Phelipe muer-
to había; éseguiendo la Reina la costumbre Despafia
cerca desto, mandó decir solemnemente vísperas
cantadas por el ánima de su marido, y en el se-
guiente dia oon gran solemnidad mandó que se
cantase misa y oficios de réquiem, en los quales
estuvieron el Rey é la Reina é muchos grandes é
perlados del Reino, como se escribe en el segun-
do libro de los Macabeos, capítulo duodécimo, que
viendo que Philipo Rey avía muerto, piadosamente
pensando é creyendo en la resurrección, rogaban á
Dios nuestro Sefior por su ánima, devota y reli-
giosamente. Comenzó después desto el Rey Don
Femando á entender en la gobernación y cosas
deste Reino, el qual aunque estaba muy alborotado,
en poco tiempo después queste exoelentíssimo Rey
comenzó á gobernar, se levantó á estar en la mis-
ma' felicidad próspera que antes estaba, porque
escripto es en la sagrada escriptura escogerse para
la gobernación de la república un varón, y enton-
ces el pueblo estaba en paz. Declaró el Rey Don
Fernando el ánimo y intención de su venida, di-
ciendo como en reparación destos Reinos él había
dexado los suyos propios, porque Espafia estuviese
segura; oa así dice Sant Gerónimo que la gober-
nación del pueblo se debe dar á quien Dios es-
cogiere, en el qual sea claridad de ley é virtud
con todo el pueblo, y esto mismo se escribe en el
decreto. De ahí á pocos días partió la Reina y el
Rey Don Femando de Tortoles, é fueron á la villa
de Sancta Maria del Campo, que es lugar de la
diócesis de Burgos, y después desto el Rey partió'
de allí, dexando á la Reina en un lugar llamado por
nombre Aróos. El Rey fué á la ciudad de Burgos, en
donde por algunos meses é muchos días su Alteza
aposentado estuvo, y la Reyna en el lugar de
Arcos cerca de Burgos. La Reina Dofia Juana
estuvo en aquel lugar^ y el Rey Don Femando su
padre en la dudad de Burgos, de donde algunas
veces Tísitaba aunque pocas á la Reina su hija,'
DeqNMi qie el Baj fndito eitiiTo en U dadad de
Bmgoe que le paieeió logar más cooTeiiieate, do
tiiTo elgim repoeo {Mim enteoder en le gobemeoion
y pecifioo estado de loe Beinoe, trabajaba é peina-
ba qvanto podía eoeegar y traer al buen fin é tár-
mino qne antee eolian eeter algnnoe negocioe é ca-
eoe qne alendo él anéente naecieron é oomenxaron,
muy peijndioialee é dapnoeoe al bien de la repúbli-
ca ; y para ponioíon de alganoe crfminee y ezceeoe
qne en la oiadad de Córdoba y ene comaroae acae-
cieron, embió á llamar 8o Áltese al Licenciado
Henuund Qomei de Herrera, ono de loe Aloaldee de
la Gbea é Corte real, donde el dicbo Licenciado f or-
soeamente con gente ermada tomó y metió preeo a)
M arqoóe de Pliego en ona so f ortalesa de Montilla
donde lo tenia goardado y á mocho recaodo encar-
celado; y como este oseo tan feo Tino á oidoe del
Bey, coneiderando qoe si lo desase dieimolado, sin
ponicion y castigo, sería canea y opinión de otzoe
mochos á qnel dicho liarqoée 6 otroe se atrcTcrian
á hacer, poepoesto el bnen Bey todo trabajo, con
loe moy grandee caloree qoe como foego asan, por
el mee de Jolio, al tiempo qoe el Sol entra en el
sino de León, de la dicha dodad de Borgoe do es-
taba partió^ y á mocha priesa llegó á Córdoba, don-
de TÍsto y examinado con mocha diligenda d gran
enror y no debido atrerimiento dd dicho If arqoés,
d moy alto Coioejo Beal condenóle á privación de
todos loe oficios redes y meroedee qoe de la Coro-
na Bed tenia, y la moy boena f ortdeea de Monti-
lla derrocaron y arrojaron por el soelo por manda-
do de la jostida, qoe no parecía ddla coea algona
ni rastro qoe ende hobieee habido edifido ; y esto
ad fecho, 8o Áltese partió dende para Seyilla, por-
qoe d Doqoe de Medina Sidonia tampoco qoiso
complír ni efectoar algonas ceeas qoe le hablan
ddo mandadae por So Áltese ; y loego qoe Uegó á
Sevilla, de noche, calladamente, por loe moros de
la dodad como m^jor podo, con consejo é oompallfa
de Don Pero Qiron, primogénito dd Conde de üre-
fia, marido de la hermana dd dicho Doqoe, fué á
Portogd por setas inobediencias y rebeldías. Deter-
minó d Bey por máe segorar loe fechos refrenar
sos osadías, y por le traer á bien, tomar d dicho
Doqoe todas sos villas y tierras y f ortaleaas; y em-
biando dlá so exéroito de pie é de caballo, tomó la
villa de Niebla, qoe ee moy antigua, y de quien
hacen gran memoria las corónioas Despafia; y por-
qoe los vedóos de la dicha villa no se qusieron
dar ni obedescer el mandamiento red, mas resistian
y porfiaban qoanto podían por no ae dar á la gente
de armas, entró en la villa por foersa hadendo mo-
cho mal y dapno en los moradoree con harta orod-
dad; y con el dapno de la hadenda é bienes con-
tentoe los soldados, no cometieron muertes de hom-
bres, é adulterios y otros malee que en semejantes
Ingaree é tiempos acontecen; mas como no hay
quien impida á la gente de armas vencedora su
corso é querer, complieron todo á su voluntad* Con
esto, dado fin á lo del Andalucía, vino luego Su Ál-
twt á YdMolid, donde estovo can todo d «fio de
CBáNIOÁB im ¿08 B1ETB8 DB OÁBIILLÁ.
mili é qointentoe é noeve, entendiendo en mietiai
ooeas qoe para d pacífico é qoieto estado dd Beino
convenia comonicar é prever. Con todo esto, loego
qoe llegó dende An^^i"*^^ A Yalladolid, fné el Bey
al logar de Árooe donde estaba la Beina Dofia Joa-
na so fija, é sacándola dende, la traxo condgo á la
villa de TordesUlas, y ende la poso con dgona
compafia de servidores en loe paladee redee, y de-
xó de traeria consigo en corte por algonoe impedi-
mentos y enfermedadee qpe So Ákeaa padesda.
En este afio Don Fray Francisco Ximenea, de la
Orden de loe freyree menoree, Cavdend de la Sanó-
te Igleda romana, con títolo de Sánete Balbinay
Ársobispo de Toledo, Primedo de lee Eepafiaa, con
mucho odo y amor de enealsar la Sancta fé cathó-
lica, determinó paear en África para haoer goora
A loe moroe, enemigos de Dice noestro Sefior, con
grande y crecido exéroito de pie y de caballo, «m
sanoto propódto do aomentar la fé cathólica; ad
qoe allegado mocho grande y copioeo exérdto, é
moy crecida flota de nace, en d puerto de Cartage-
na entró el Ársobiepo y Cardend Primado de lee
Eepafiaa en la mar, y metió y emberoó todo d exér-
dto, aunque grande, en las naos qoe copioeamente
diego, y con próspero viento de bnen tiempo qoa
Dice le qoiso dar, allegó con edvedad de todoe loe
qoe trda en d Poerto de Masdqoivir, qoe ee en la
costa africana. Sabida en venida, qoe antes la ha-
bían oido loe moroe, ad do la moy antigoa y noble
dodad de Oran, como de les otras ciodades é villaa
é logarse é comarcas, se jontaron modio número
bien armados á pié y á cabdlo, y con mocha osadía
pdeando, porfiaron qoe d boen Ársobispo oon sa
gente no tomase ni entrase en la tierra, pero con d
ayuda de Dioe é boena ceadía y eefoerso qoe loe
christianos mostraron en aqod día, A peear de toda
la morisma qoe ende llegó, tomó tierra con todo ao
exérdto, matando é f eriendo mocfaoe moroe, deetro*
sendo las compafias é batdlas morisoae, y de td
manera é goisa con mooho eefoerso y proesa pdea-
ron loe christianos^aqud día, que mesdadoe loe once
con los otros, á so peear entraron en la dodad de
Oran, donde comensaron é trabaron gran combate
los doe exéroitos de christisBos y moros, los chris-
tianos moy esforsados y ardidos por la sancta fé
cathólica, los moros por neceddad de librar á sí y A
sus mugeree y fijos é propia ciudad y tierra, do
tantee tiempos é siglos moraron ; é con esto é por-
que oon la ira é furor de la batalla creda su énimO|
vdíentemente combatían y ae defendían loe moroe;
mas los christianos pensando en la justa cansa de
la fé, y como lee era honesto é josto é glorioso
morir en las armas de tan sancta expedición, mos^
traron tanta virtud é prohesa de armas, que A loe
moros arrancaron del lugar donde era la pdea y
ruido, é loe ahoyentaron fuera de los muros de la
dudad á md grado suyo, y murieron mndios y en
tan poco eepado, qoe esteban montonee de coerpoe
moertos y tropesaban en dice, resbdando en la
sangro homana que se vertia. Así los christianoe
no sin mucho misterio squd dia que descendieron
boK FERNANDO Á
«n Afriea tomaron é taTieron la ciudad de Oran por
■aya, é todos los moradores de ella, homes y muge-
res, grandes é pequefios, yiejos y mozos, presos, ex-
cepto los moros que peleando murieron, tomaron; y
asi mismo mucho oro y plata, joyas é perlas pre-^
oiosas, y otras muchas cosas y riquessas y aver que
no se podria bien numerar. El dia seguiente la mea-
quita mayor consagró el buen Oardenal Arzobispo
en Iglesia, y donde muchas veces el nombre de
Dios Jesu Ohristo nuestro Befior fué blasfemado,
allí fué loado gloriosamente con muchos sacrificios
y solemnes misas, é yísperas, y horas canónicas, no
oon poca alegría é placer de los christianos; é por
memoria que por el Arzobispo de Toledo se ganó la
ciudad de Oran, ende se crió y eregió una abadía
BubjeU á la SancU Iglesia de Toledo. Todo esto
fecho, el Rerwendísimo Oardenal á cuyo loor é
alabanza todo nuestro decir es inferior, vino con
todo su exéroito á su sancta Iglesia y silla arzobis-
pal de Toledo, dexando proveido á Oran de gente
de armas é vituallas abundosamente. Asimismo,
como el Oathólico Bey Don Femando tuviese siem-
pre gana de ensalzar y estender la sancta fé ca-
thólica y no desamparar la guerra que contra los
moros habia comenzado, encomendó al Oonde Pero
Navarro, varón muy diestro y esforzado en el fecho
de la guerra, que con muy grande flota é gente pa-
sase en África y conquistase las villas é ciudades
marítimas; el qual dicho Oonde como buen caba-
llero, segniendo el consejo de su Bey, con mucho
trabajo é peligro é oon harto discrimen de pelea
entró con su exército é tomó por fuerza de armas
la dudad de Tripol de Berbería, é de Bugia, las
quales en breve saquearon y robaron las gentes de
armas del exército christiano; y después que así
ganaron é robaron las dichas ciudades, las compa-
fias de los christianos muy ricos é cargados do oro
y de plata, é de joyas, é de hombres é de mugeres é
nifios moros de las ciudades robadas, que nadie es-
capó, volvieron á su propia tierra sin dapno ni le-
sión alguna con mucha victoria y honra»
B oomo en este exerdto tan poderoso, en uno con
el Oonde Navarro fuese capitán Don García de To-
ledo, hijo primogénito heredero del Duque de Alba,
hombre por cierto muy bien notado de toda arte é
oienda militar y de buenos desseos, determinó de
entraré tomar la Isla de los Qelves; é dicen algu-
nos que contra la voluntad del Oonde Pedro Na-
varro fué la entrada de los Oelves ; é como el dicho
Don Garda entró en la Isla de noche, y el dia si-
guiente pública y placeramente entrase con el exér-
cito christiano en la Isla, por d gran calor sin
quento que aqud dia hizo,' que asaba y quemaba, é
por la frogosidad de la tierra muy enemiga á los
estrangeros,é porque Dios ad lo quiso, valiente-
mente pdeaodo ende el dicho Don Garda y con él
otros caballeros espafioles que le s^uieron, muchos
■e ahogaron oon d calor, é muchos en la mar, y
otros quedaron presos y esdavos ñervos de los mo-
tos, y los que escaparon oon harta dificultad entra-
yon y «mbaroaron en la^ naoa después de haberna-
D09a ISABEL. ¿^
dado mucho; y aunque ej Oathólico Bey sentíese.
mucho deste desbarato é pérdida de gente, no por
eso abatió su corazón é sancto deseo que tenia de
servir á nuestro Sefior, é condderó que pues tenia
quatro dudados oon muy buenos puertos de mar en
la costa do África, conviene á saber, Hazarquivir,
Oran y Bugia é Tiipol, que son puerto y entrada
muy segura para toda África, á causa de quitar los
hombres de la maldita secta mahomética y allegar-
los nuestro Sefior Dios á su verdadera ley é doctri-
na, determinó firmemente d mesmo en persona ir
á pasar en África, pues tenia aparejo de las ciuda-
des ya dichas, y muchos reyes de África tenia en
treguas por sos vasallos pagándole cada uno dellos
tributo y censo en cada un afio ; é para este pasa-
je de su Beal persona convocó y ayuntó tanteé tan
noble exerdto de gente noble , quanto á la grande-
za de tal Príncipe, Bey é Sefior perteneda. E con
este proposito de pasar en África personalmente,
partió en fin deste afio dende é de Valladolid para
la villa de Madrid, é dende fué para mediado el afio
de quinientos é diez para Monzón á tener Oortes
generales, é que los aragoneses, catalanes é valen-
cianos le ayudasen é serviesen de dinero para esta
tan sancta é justa guerra que contra moros áfrica-
nos determinaba facer; porque ad convenia atenta
la forma de sus fueros é previlegios , que antes é
primero se junten Oortes é satisfagan los agravios,
que al Bey sirvan ni hagan ayuda de dinero. Ad
que Uamados para hacer é tener las dichas Oortes
los grandes, nobles é caballeros, y los tres estados
que conviene conforme á sus fueros ser llamados,
é juntadas las Oortes, pusieron los querellosos los
casos en que se metían por agraviados, é como en
todas las otras cosas era el Bey pradente, oon mu-
cho consejo é deliberación dio fin , satísf adeudo y
aplacando todos los querellantes, reparándolos en
tal manera, que nadie tuvo que hablar ni causa de
se qnexar, é de buena voluntad le concedieron d
servicio de dinero que le habían de hacer para la
guerra africana. Asi que concluido elnegodo délas
Oortes bien, tomó el Bey á Madrid , de donde prin-
dpiado el mes é afio de quinientos é once, partió sa
Alteza para Sevilla con harta tempestad de aguas,
nieves é frios muy redes , é con la mucha priesa de
andar que hizo, en pocos días llegó con su corte en
Sevilla; y avedes de saber que oomo antes tenia el
Bey mandado á sus ofiddes de guerra que tuviesen
aparejadas todas las cosas y mantenimientos nece-
sarios para el pasaje do África, sabido por los tales
oficiales que d Bey era llegado en Sevilla, muy
prestólas naos que primero estaban secrestadas é
sefidadas para este pasaje , é todos los manteni-
mientos é fardaje necesario á tan gran exército fue>-
ron llegando en la dudad de Oáliz , donde estaba
oonoertado de ante el ayuntamiento de la flota ó
gente de armas que habia de pasar con su Alteza ; lo
qual todos vimos manifiestamente con nuestros ojos,
é nadie puede negar, é todo d mundo confiesa que
lo sabe é vio. Sabido ya é divulgado por toda Espa-
fia que d Bey pasaba en personal mnohoa graodof
CRÓNICAS DE LOS BBTBS DB CAKFtLtiA.
■efiom, duques, marqiiews é periados, puerto que
en Altes» 4 nadie mandó ni pnao premio alguno, ae
ofreoleroo dedendo qne qnerian paear la mar oon-
tráloa moioa afrioanoa oon el Rey , á ana proptaa
eqMoaaa é minon, é moohoa delloa yinieron perM-
nalmenta Ala dndad de Sevilla dó el Rey eetaba, é
otro hombrea é caballeros é hijos dalgo é gente
popular qne oontra loa moros qniso paaar, teniendo
por cierto qne tívos é muertos alcanzaban premio.
Tanto era el número, que creer no se pnede, é Isa
muchas naos é grande flota qne en Cália se ayuntó
no copiara ni pudiera tener á tanta gente. Digooa
que de Inglaterra TÍnieron mnchoa manceboa para
serrir á su Alteas en eata santa guerra é pasar la
mar contra loa africanos , y ende ir con los espafio-
lea matando loa morca ; maa como el enemigo anti-
guo del humanal linaje, Satanás, considersse é mi-
rase qusntos comedios y proTechos nacían y recre-
cían deatas guerrea aanctaaó justaa, doliéndose mu-
cho de quantaa ánimas pecadoras perdía, que cada
día para penar las suele llevar al Infierno , las qua-
lea ai con estaa guerrea se tomasen chrisUanoa los
moros, era posible que se salvasen y aun fuesen
sanctoa entre todoa los Principes christianos, puso ó
meacló tantos é tan malos pensamieutos con que ea-
torbó la conqulata de los moros que se hacia, y tan
injustamente, que impidió la entrada en África.
Avino asi que en este tiempo en la Iglesia Romana
era Padre Sancto Julio Segundo, natural de Italia, y
andadoa del su pontificado ocho afios, porque á
ciertoa cardenalea no concedió todo lo que elloa
qnerian, los dichos cardenalea con favor ó ayuda de
Ludovico, Rey de Francia, se rebelaron contra el
Vicario de Jesu Ohristo. Decían eatos Cardenales, y
tomaban occasion para colorar an proposito, que
no fué justa jurídica é rectamente elegido por Papa,
salvo ende que por simonía tomó y subió al Ponti-
ficado á ser Vicario de Sanct Pedro, Con este pro-
pósito platicaron entre ai, salieron calladamente
de la corte Romana, é aalidos, sin vergüenza ni aca-
tamiento ning^o oonvocaion Concilio para conos-
cer sobre esta simonía y sobre estos crimines y ex-
cesos que alegaban tener el Papa, sabiendo ellos
muy bien que es defendido por los Sacros Cánones
que el Pspa m* juzgado por alguno en la tierra,
pues él ha de juzgar á todos, excepto por crimen de
heregia que hubiese en el Papa. Bl lugar para el
Concilio asignaron en Rabana, y escribieron todo
lo susodicho á todos los Prelados; y lo que fué
peor , al mismo Sancto Padre citaron é llamaron
para este Concilio. Eran los Cardenales que en esto
entendían hasta cuatro : el principal actor é guia-
dor dicen que fué Don Bemardino de Carbajal, na-
tural de Espafia, de noble generación, cardenal de
la Iglesia Romana con título de Sanota Cruz en
Jerusalem ; el qual asimismo ora Arzobispo do Si-
güenza , peuaando que con sus revueltas por ventu-
ra alcanzaría el Pontificado. Quien quiera que eata
inventaae, á él como á mas sabido y poderoso da
entre eUos ^e atribuyó la oqlpa , como Qomunmentf^
(^ todog los otros negocios acaeció. Por complir el
Rey de Francia, lo prometió i estos csidenaks, f
aunque ohnstianiaimo, loa puao ensata disoordisij
embió an ezercito en Italia para f avoresoer loa car-
denalea cismáticos é su oonciliábnlo, qne ya comen*
aaron á hacer. También nuestro Rey Catholico, y el
Key de Romanea, y el Rey de IngUtesra eatituy eron
y concertaron entre ai de defender y amparar al Pa-
dre Sancto oomo á verdadero pastor y Pontífice le-
gitimo , Vicario de Jean Christo, y por esto el noble
y bienaventurado CathóUco Rey Don Femando den*
de la ciudad de Sevilla, do estaba entendiendo en los
fechos de la guerra contra morca, como arriba dizi-
mos , dexadoa todoa sus pensamientoa y flota y per-
trechoa, que había aderezado oon infinita eoata, vi-
no para la ciudad de Dnrgoaá muoha priesa, y pensó
el buen Rey quemas juato y honeste era destruir loa
fieles domésticos, que los estraftoa de África: lo qual
da á entender é muestra qne á su AUeaa no movían
las guerraa con intención de reinar en mudioa pue-
blos, salvo por acrecentar la f é é compliria ; y luego
embió á mandar á Don Ramón do Cardona, an Víao-
rey é Lugar-teniente general enel Reino de Nápoleai
que con toda preateza viniese á Italia oon todo sn
exeroito, y se juntase con la gente del Papa, para
que ambos exeroitos juntadoa, eatorbasen y pusiesen
freno al exerdto francés , que era poderoao y co-
pioao, y lo deabarataaen ; é lo que loa trea Reyes
acordaron é concertaron entre si sobre esta guenSí
fué que el Rey de Romance y el Rey de Inglaterra
personalmente viniesen y se hiciese guerra á fuego
y á aangre, é nuestro Rey que también entrase por
la parte Despafia en Francia , é hiciese lo mismo;
é para esto el Rey de Inglaterra embiase cierta gen-
te de armaa para nuestro Catholico Rey , para que
ayuntado con el exercito espafiol, ganaaen el Du-
cado de Quiana, que dicen que perteneacia al Rey.
de Inglaterra , y tomado el dicho Ducado, lo resti-
tuyeaen al Rey de Inglaterra. El Rey inglés com«
pliendo lo prometido, envió diez mil hombres de pe-
lea, los qualea aportaron en el Puerto de Pasajea,'
ques en Guipúzcoa. Dallos se aposentaron en luga-'
rea é villaa cercanas á las costas de la mar, y otros
por otra tierra cercana, ^parando tiempo conveni-
ble para entrar en Francia. Nuestro exercito Despa-
fia se hacia para entrar podorosamento en Francia
con toda prieaa y diligencia. Entre tanto que estas
' cosas y aparejos se concertaban para entrar en
Francia por parte Despafia, acaescieron los hechos
de la guerra en Italia, de tal manera que no se pu-
do dilatar el ayuntamiento y la batalla que por fuer*
za había de haber, despuos de ayuntados , entre loa
espafiolea y francesea. Finalmente en diada Paaoua
de Resurecíon, el áfio de mili é quinientos é dooei
se ayuntaron ambos exerdtoa Deapafta y Franela,
uno cerca de la ciudad de Rabana, que es en Italia;
y allí hubieron su batalla, que los espafiolea, aui^i
que su proposito era dilatar y ey^ la batalláis
viendo á ojo el enemigQ exérdio francea, no du*
daudopeligro alguno, por la honra de cabi^Ueria
no pudieron \\fMtr sino romper; y aai comenzó li^
pelea y batalla entre los unos y los otros | en 1%
DOlí FBSNAiÍDO
qnál mtiohot de «mbas partes murieron y cayeron
y faeron heridos | y á poco de tiempo machas veces
estovo dndosa la Tentara de la TÍctoría , mas al fin
por poca destreza y constancia del capitán de nues-
tro exérdto , los enemigos sobrepajaron por la ma-
cha matanza qae con la artillería en los nuestros Des-
pafiaflcieron«No es de poner en olvido la fortaleza é
grande ánimo qae los infantes espaftoles ápié mos-,
traron en este día, porque casi á los primeros en-
cuentros, por desdicha , ó porque asi fué ordenado
de Dios, fueron desbaratados los hombres de ar-
mas é gente de caballo ; lo qual visto por la infan-
tería de la gente á pié, todos se juntaron en uno, y
hecha una rueda é tomo en ordenanza al rededor,
sufrieron todos los encuentros é Ímpetus que los
hombres de armas franceses arremetiendo contra
ellos hicieron ; é tanta virtud é fortaleza de ánimo
generoso mostraron, que catorce mili é mas perso-
nas de hombres enemigos del ezéroito francés por
su mal no mataron ; y aunque la muchedumbre de
los enemigos los cerraron por todas partes, é los
apartaron y rompieron de entre sí y los arrancaron
del campo , matando muchos dellos, aunque esta
victoria hubieron los franceses , sangrienta y muy
cara y á grande precio les costó. Acaeció otra ma-
yor grandeza de ánimo, que después de asi desba-
ratados los infantes españoles, otra vez los que es-
caparon de la muerte se tomaron uno á uno, é dos
á dos, é hicieron comienzo de batalla, levantando
BU sefia é pendón de batalla y polea , y estuvieron
en el campo alzados sus pendones y estandartes
por la honra del campo y de aquel día ; é tanto fué
el miedo que hubieron los franceses que se tenían
por vencedores de la batalla pasada, que no osaron
acometer ni ir contra las reliquias de los vencidos.
Acaeció esta batalla de tal manera, que puesto que
los franceses digan ser ellos vencedores y sefiores
de aquel día, á su mal querer forzadamente fueron
oonstrefiidosádezortodolo que en Italia poseían, é
fueron huyendo á sos propias villas en Francia, de-
xando por miedo las ciudades de Milán é Genova,
tan grandes é nobles ciudades é dotante importancia
é renta, que mucho tiempo de hecho y de derecho
poseyó el Bey de Francia , las quales vinieron á la
parcialidad nuestra é á nuestro amparo é liga Des-
pafia ; y la gran fortaleza que á todo el mundo pa-
recia inezpunable , que el Rey de Francia edificó en
Qénova y llamaban Lantema, que estuvo cercada
mucho tiempo, finalmente por no la poder socorrer
la potencia francesa, se tomó y derribó por el suelo.
Demás desto los cardenales cismáticos , que presu-
mieron con su Ooncilío dafiar al Papa dexado, des-
mamparado su conciliábulo é todo su aparato é
pensamientos ilícitos, huyeron desde Rabona do
estaban, é fuereña Francia á ufia de caballo, no
esperando el que antes pudo salir al otro ; á los que
en tanto, fecho proceso en corte romana, é legíti-
mamente declarados por herejes cismáticos quitán-
dolos é privándolos de todos sus oficios y benefi-
cios que eran de mucha renta, los dieron y confi**
lieron á otras personas eclesiásticas, especialmente
0r.-*IU.
É toSA ISABBti. 629
• • * • •
al Cardenal dé Santa Oros, privado del oUspado de
Bigflensa y de la Abadía de San Zoíl de Oarrion^ .
que en ESspafia poseía, y del Arzobispado de Gosen-
cia, que en Ñapóles tenía, de lo quid todo se hizo
colación é promisión á otros.
JBsto que dicho tengo, acaeció en Italia. Tor-
nemos entre estas palabras á lo que acaeció en
Espafia ; no lo dexarémos en olvido. Gomo dixi-
mos airíba, estaba asentado aquel exéroito Des-
pafia junto oon la gente que el Bey de Inglaterra
envió para que entrasen en Francia; mas como
esta entrada en Francia no se podía hacer segu-
ra ni cuerdamente, dexado en medio al Reyno de ,
Navarra, donde por casamiento con la Beína Dofia
Catalina, reinaba el Bey Don Juan, pariente del
Bey de Francia é natural de Francia, hijo del Se-
flor de Labrít, era de recelar mucho é le tener te?
mor é sospecha , y por esto le fué embíado un em-
baxador al dicho Rey Don Juan, preguntándole ai
queria entrar on paz é liga nuestra, ó no; alo qual
el Bey Don Juan de Navarra respondió que quería
estar en paz sin ayudar á ninguno , sin se mostrar
parcial ; mas para esto que respondió de no ayudar
á nadie , le fué pedida seguridad y rehenes de algu-
nas fortalezas é lugares de sa Beino de Navarra, lo
qual rehusó é no lo quiso haoer. Visto por el Papa
que el Bey Don Juan rehusaba, é no salía entera-
mente á lo que era razón , con sus bulas apostólicas
amonestó al dicho Bey Don Juan , y á la Beína Do-
fia Catalina, y á sus hijos, que al Roy Luis de Fran-
cia y á su exército ni parte del no ayudasen en pú-
blico ni en secreto direte ni indirete, sopeña de
privación del Beino; el qual Reino, si contra esto
que le protestaba y amonestaba hiciese, lo daría y
concedería á los Reyes é Príncipes fieles servidores
de Dios y de la Iglesia. A la postre, puesto que con
las bulas apostólicas fueron requerídos el dídio Rey
é la Reina de Navarra y sus hijos, no quisieron
obedescer al Papa ni sus mandamientos; á la qual
cansa, como ya se manifestaron é declararon los
corazones é pensamientos de los Reyes de Navarra
que se inclinaban á la parte de los franceses cismá-
ticos, determinó el Cathólioo Rey primero y ante
todas cosas de tomar el Reino de Navarra; y por
mas asegurarse, mientras que esto se aparejaba,
hubo algunas diferencias entre los ingleses, que
son gente incomportable é diferente á nuestra na-
ción en el vivir , y los de la provinoia de Guipúzcoa,
y muríeron pública y ocultamente muchos de am-
bas naciones ingleses y guipuzcoanos,^en tanto que
los ingleses sin mas cuenta ni razón, embarcaron
en sus naos y se fueron á Inglaterra, sin dar fin á
la guerra. Nuestro Cathólioo Rey que tenia ya ayun-
tado todo su exército poderoso, embió con él por
capitán general á Don Fadrique, su primo. Duque
de Alba, Marques de Coria, para conquistar el Rei-
no de Navarra, el qual en pocos días se ganó por
la parte Despafta, y echó fuera del Reino, sin que.
hombre muriese, sin que sangre se derramase, á
Don Juan y á Dofia Catalina, que reinaba en el di-
cho Reino de Navarra, los qunles fueron ál Roy de
M
580,
0SÓNI0A8 DS LOS SB7BS DS OAStlLLA*
Franoia á le pedir flooono (Mmtra nuestro Bey para
tornarlo á tomar, pues á en cfiosa lo perdieron oon
las honras y armas. No faltó en esto el Rey de Fran-
ela, antes mny prestamente, oomo quien se dolía
del perdimiento qne hnbo, embió gentes á pió é á
oaballo hasta dies ó siete mili é mas número de gen-
*te .lucida, instruta de armas, oon los qnales entró
el mesmo Don Juan de Labrit, Rey qne solía ser
en el dicho Reino, robando y quemando y destru-
yendo todo lo qne en medio halló ; é llegó á la ciu-
dad de Pamplona do estaba el Duque Don Fadrique
de Toledo, acompafiado de mucha gente noble é
gran número de caballeros espafioles ; el qnal luego
que supo la Tenida de los franceses, embió correos
y cartas al Rey Cathólico pidiéndole gran ayuda.
En esto los franceses puesto á la ciudad el cerco y
real , la combatieron por tres reces reciamente, é
con la su grande artillería rompieron el muro con
la gana que traían de entrar en la ciudad y haber-
la á sus manos; y no solo este mal facían, mas aun
lo que no es de decir, robaron las Iglesias que fuera
de la ciudad estaban , violaron las monjas, oome-
tieron estupros y adulterios : no se hallaba maldad
qne no cometiesen, como gente alongada del amor
é gracia de Dios. A los nuestros, como en otras
partes, y lugares é tiempos, no faltó ánimo de resis-
tir é impedirles la entrada de la ciudad por la parte
del muro que derrocaron , antes allí mesmo yaro-
nilmente se pusieron peleando con los franceses, y
no pudlendo tanto los franceses, los arrancaron de
alli , aunque hubo pelea muy crecida ó trabada en-
tre los unos y los otros. Murieron é fueron feridos
muchos, porfiando unos por entrar, otros por de-
fender la dudad ; é los franceses, viendo que no
aprovechaba nada por los grandes é recios combates
é golpes é f cridas é impetos que mas que hombres
hicieron, dexada la pelea é ruido del portillo ó mu-
ro quebrado, se retruxeron á su real. En esto acae-
ció que nuestro Rey estaba en la ciudad de Logro-
fio , no mny lesos de Pamplona, aparejando las co-
sas necesarias para la guerra; y porque supo que fal-
taba á los de la ciudad de Pamplona questaban cer-
cados, los mantenimientos y todo lo necesario, em-
bió para su socorro á Don Pedro Manrique, Duque de
Nájera, varen muy sesudo y en la arte militar muy
diestro, é probado de tiempo antiguo entre todos
los caballeros Despafia, con gente de armas á pié é
á caballo. Sabido por los enemigos como contra
ellos con ezército venia el dicho Duque, cuya fama
é gloriosa memoria en las armas sabían los capita-
• nes franceses y el mismo Rey Don Juan que fueron
vecinos, teniendo por cierto que no les había de
consentir tener cercada la ciudad, é les había de
dar batalla por les echar dende, acordaron la noche
algalíente de se ir, y de hecho dezaron la ciudad y
cerco que tenían, é fueron camino de Francia; á los
quales el magnánimo Duque como á vencidos no
quiso seguir ni matarlos, que pudiera, pues muer-
tos de hambre y de frió fuian, é decía el Duque que
puente de plata convenia facer al enemigo que
hala. Pues acaesoió que los hijosdalgo moradores
en la provincia de Gnipuscoa , porque el Bey tes
hiso saber que los franoeses iban levantado su real
la via de Francia , aalieron al encuentro y los halla-
ron en lugar llamado Veíate, é pelearon oon los
franoeses, é matando muchos, aunque por oompasion
dieron á muchos la vida, los echaron fuera de la
tierra, é les tomaron la artillería de oafiones de co-
bre que llevaba el Rey Don Juan y el ezército
francés, la cual artillería era de mucho predo é va-
lor increíble; é por memoria la llevaron los Ouípus-
coanos é pusieron en la ciudad de Pamplona para
que á los franceses con sus propias armas los mata-
sen. Acaeció mas : que los franoeses no contentos
con el cerco que tenían puesto sobre la dudad do
Pamplona con el ezército ya dicho, fecho y con-
gregado otro ezército grande oomo el que estaba
en Navarra, entraren en Quipuscoa, pensando de la
tomar, y an tomada, juntar el uno ezército que
entró en Qnipuzcoa con ol que estaba en Navarra, y
hacerse fuertes; é como pusiesen cerco á la villa de
San Sebastian, los de la dicha provincia sin ayuda
del Rey ni de la otra gente estrafta defendieron la
dicha villa, é mataron mucha gente francesa, é los
echaron de la tierra mal de su grado , é los despoja-
ron de todo. Así fecho, nuestro ezérdto se despi-
dió, é fué cada uno á su casa, con todo dezando en
Pamplona y en Navarra el recaudo que para la
guarda y gobernadon del Reino nuevamente ad-
querído era necesario y convenia ; y dezó su Alteza
con la gente que dezó en Navarra por Visorey al Al-
caide de los donceles de la casa real. El Rey red-
bíó con mucha alegría á los que vinieron de Na-
varra, y fué á tener la fiesta de Navidad en BurgoS|
de donde, pasada la fiesta, fué para Valladolíd|
donde estuvo casi todo d afto de mil é quinientos é
trece holgando ; é como por causa de la caza coa
que mucho se recreaba estuviese é morase en la Me-
jorada, ques un monasterio de la orden deSanct
Jerónimo , legua é media de Medina del Oampo,
adoledó gravemente, en tal manera y en tal grado,
que de juicio de todos era imposible escapar, por-
que los médicos desafudaron de su salud, didendo
questa enfermedad tan recia é tan súpita le vino
porque tomó ó comió, sabiendo ó no sabiendo, al-
gunas cosas de medicina que ayudaban á f aoer ge-
neradon. Otros piensan que le dieron yerbas, vene-
no ó tódco. A la postre guaredó de aquella enfer-
medad algún poco , pero nunca tomó á su primer
seso , é fuerza, é valor , é subjeto recto de persona
que solía tener, que dende á poco, porque no se pa-
día bien tener ni sostener á pié, para poder andar
aun en el Palacio Real se asentaba en una nlla de
caderas, y en ella se hacía llevar por sus criados
para subir y andar en las andas en que iba ala ca-
za ; aborreció los negocios á que era primero tan afi-
donado ; el resplandor y semblante sereno dd ros-
tro jocundo perdió, é casi en otro hombre dd que
solía se mudó ; la compafiia de los hombres, aun de
los servidores domésticos familiares de su oaaa, de-
negaba y rehusaba, y como d ciervo llagado con
saeta ó arma andaba por los campos y montes co«
DON FERNANDO
liados, pensando que desU manera eecosaría la
muerte propincna é cercana qae le estaba acechan-
do aparejada. Finalmente andando asi, partió den-
de la ciudad de Flasenda para ir á Sevilla, y en
Madrigalejo, un lugar cerca del nombrado y devo-
tísimo monasterio de Guadalupe, de la orden de
8anct Jerónimo, á veinte é dos de enero de mil é
quinientos é diea seis afios, dexó de usar desta vi-
da presente, é dio el alma á Dios, habiendo primero
recibido los Banctos Sacramentos eclesiásticos muy
devotamente , en edad de sesenta é qnatro afios de
su nascimiento, menos dos meses y algunos días,
después que reinó en Castilla y Aragón quarenta
afios ; cuya ánima tome reposo oon Dios, que nadie
de los Beyes antepasados fué mas justo en piedad
y de mayor gloria en las armas é batallas. Eligió
para su sepultura en la ciudad de Granada la capi-
lla que mandó hacer la Reina Dofia Isabel su mu-
ger , no inferior á él en virtud y excelencias; é fué
llevado allá su cuerpo al lado diestro del cuerpo de
la Reina oon muy magnificas obsequias y aniver-
sarios que á tan alto principe pertenecían. En su
testamento instituyó é dexó por heredera de todos
sus Reinos é Sefiorfos de Aragón á su hija Dofia
Juana, que era Reina de Castilla, León y Granada; é
por algunos impedimentos de enfermedad que su
Alteas padeda, dexó por gobernador dellos al
muy alto y excelente Sefior Don Carlos, que está
en Flandes supliendo cualquier defecto de edad,
que no habia sino diea y seis afios ; é entre tanto
que á estos Reinos viniese fasta que otra cosa man-
dase el Principe su nieto , mandó que los Reinos de
León é Granada recogiese Don Fray Francisco Xi-
mones de Cisneros, Arzobispo de Toledo, Cardenal
Primado de las Espafias, y la gobernación de Ña-
póles y Sicilia y Aragón su hijo Ansobispo de Zara-
goza. Plega á Dios que presto salvo é sano venga á
tomar la posesión é gobierno de tales é tantos Bd-
É DOÑA ISABEL: 53l
nos que le están aparejados y esperando oon toda
bienaventuranza.
El Principe Don Carlos siendo certificado de la
muerte del Rey Cathólico, su agüelo , embió pode-
res al Cardenal Fray Francisco Ximenes para go-
bernar estos reinos el tiempo de su ausencia, é con
mensajero propio escribió á los del Consejo Real
oon título y nombre de Rey para que entendieson
en las cosas que convenían al bien de los Reinos, é
ordenaron las provisiones por Dofia Juana é Don
Carlos, Reina é Rey , en Madrid, miércoles después
de medio dta, diez dias del mes de Septiembre de
mili é quinientos é diez y seis afios, en las plazas
de San Salvador , el presidente Arzobispo de Grana-
da é los Lioendados ZapaU y Maxica, y el Doc-
tor Carbajal, y los Lioendados Sanctiago é Polanoo
y Aguirre y Coalla; é oon un Rey de armas manda-
ron pregonar é publicar paz y alianza perpetua entre
sus Altezas y el Rey de Francia. Vino el Rey Don
Carlos en Espafia dende el Condado de Flandes oon
grande y gruesa flota y armada. Tomó tierra pri-
meramente en Villaviciosa, puerto de mar en el
Principado de las Asturias, en diez é nueve dias
dd mes de Septiembre de mili é quinientos é diez y
siete afios. Juntáronse Cortes en Valladolid,é vinie-
ron todos los Procuradores dd Reino, é recibiéron-
le y juraron en el monesterio de San Pablo por Rey
é Sefior destos Reinos, estando presentes asi mismo
muchos grandes é perlados que también le juraron
é besaron la mano como á Rey é Sefior dellos.
Bu la Corónica deste Roy que fué después elegi-
do por Emperador, hallarás algunas cosas verdade-
ras, é bien todas en la palentina Corónica en latin,
y mas en la Corónica de romance, y están en roman-
ce mas largamente en el libro intitulado historia, y
mochos que hablan de todos los Reyes Despafia ; y
comienza la historia del Rey Don Carlos en la foja
de aqud libro, fojas 17T fMta fojas 254. Dw gratku.
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I •
KtíKaSBS
APÉNDICE 2.
■* ■ U"
ANALES BREVES
dd reinado de las Beyes Católicas D. Femando y Daña Isabdj de gloriosa tnenuh
riaj que dejó manuscritas d Dr. D. Lorenzo Galindez Carvajal (1).
1.* Los Beyes Oalólioos D. Fernando y Dofia Isa-
bel faeron délos masesolareddos Pdnoipesqnehan
remado sobre la tierra , oaya fama oon gran rason
debe ser inmortal , de la oaal paeden tomar ejem-
plo todos los Beyes qae quisieren oon santidad y
pradenoia gobernar á sos rasallos. Faeron grandes
celadores de la religión y fe, de alto y Taleroso co-
rasen; sofrieron oon bnen semblante las adrersi-
dades que les vinieron, y recibieron oon gran tem-
planza las prosperidades y Titorías que taTieron,
ordenándolas á Dios y dándole gracias por ellas.
Faeron de gran consejo y providenoia, asi en las
cosas presentes como en las venideras, para qae no
les bailasen desapercibidos ; amaron macbo la jas-
tida y todo género de virtades, honrando y favo-
(i) Henot toatdo ette eserito iel tOMo XTin ie It Cúleceh»
4e isamaitu ktééUét paré U Hiil&rU ie EipHé^ por los seSoret
D. Nifiiel SaiTá 7 0. P«dro Stins da Banidi (lltdrid, 1SS1), don-
de M Issertí é la pif . W.
Piblled 7 anotó ealoa Analaa» al afto 1787, D. Hafaal Plonnes,
Sofior da Tannaroa, y para mayor lloatraaios antepcao aata ad-
▼ertaaaia.
Ciarlas obras de Gallndes ao eoaoddaa, Zdftlfa, plf . Sl% sol. 1
No aneontramoa con aata ^aauplar las damas Nenorlaa de aqaal
llampo qae Arfonaola cita en al eap. 40, pig . 8S8, con al nombra
de MmmterÜM curióte fn# «mImi ms laa Án^kt ití Dr. horeiuu
ié Cantiéi f «m ito éni* inpMf en loa anales so Irataba de la
desfraclada empreaa contra Argel por el Cardenal Jimenei, é ear-
fo del General Diego de Vera, dastrnlda por Barbarroja el dia do
San Jerónimo del aSo IMS.
(Al mirgen dlee:)
Batoloaftade
aqoi rioranea.
(coimu udse:)
Reapeeto qao ea esta obra se aseribe el me-
morable reinado de los Católicos Reyes D. Fer-
nando y Cola Isabel, para qae conato nn digno
y completo elogio de sn bnen gobierno, pondre-
mos aqnl el qne lee biio con eucta descripción
y mncha elegancia nn loctlaimo Consecro snyo
en Memorial qne dló é manos de sn nieto el Se-
Sor Bmpersdor Garlos V, d anal truladó Jnllan
del CasUllo en sn Jfitlarfe U ht Repet €Uoi,
Itb. IV, Dlse. XI, pdg. Sllyslgnlentes, edicioa
de Madrid, alo iS14, y por ai copia dice así:
Ufe Ceisi||ero de st tiempo d^ó eacrito nn Memorial, qne remi-
tió é la indita memoria del Emperador Carlea, qne per parecerme
mny é propóaito para el Intento qne Hoto, be qierido copiarle é
inlrodidrle es mi Historia, y dice ul:
reciendo con palabras y obras á los qae las poseían*
Faeron de gran Tenerabion en sas personas, en par*
tícalar la Beina ; clan ordinariamente oon gran be-
nignidad y mansedambre á sas Tasallos : taTieron
en sn Oonsejo y oficios y cerca de sos personas
hombres insignes y en número conveniente : tayie*
ron gran casa y corte acompafiada de Qrandee y
varones principales , á los oaales honraron y sabli**
marón conforme la calidad de sn grado, ocapáudo*
les en cosas en qne les podían servir, y onando se
ofrecía ocasión tenían memoria de les hacer mer-
ced ; con qne todos andaban satisfechos y deseosos
de servir en el gobierno del reino y de sa Consejo i
tavieron mas atención de poner personas prndentes
y de habilidad para servir, aanqoe fuesen media-
nas, qae no personas grandes y de casas principa-
les. En sa hacienda pasieron gran caidado , como
en la elección de personas para cargos principales
de gobierno, jastida, gaerra y hacienda ; y si alga-
na elección se erraba (qne sacedla pocas veces) al
panto lo emendaban I no dejando crecer el dafio,
sino remediándolo con prestesa; y para estar mas
prevenidos en las elecciones tenían an libro, y en ál
memoria de los hombres de mas habilidad y méri-
tos para los cargos qne vacasen ; y lo mismo para
la provisión de los obispados y dignidades eclesiás-
ticas (2). Despachaban los negocios oon toda bre-
(I) Téase abejo la petición OS de las Cortea de TaUadelid do
ÍS37, y é D. Francisco Bermndei de Podran en an libro Dei Se-
ertíMrto ití ñqi, Impreao en Madrid, aflo 16», Diac. 8.*, folio 18
▼nelto, donde dice: «Si en Eapafta háblese libro para eacribtr loo
•servicies de loa naalloa y memoria de premiarloa, ana Reyea,
•qne lo aon de coraionea , lo aerlan también de leones para se-
•Aorear lo qne reala del mondo, y cesarían las qn^as militares
•de qne ellos eonqnlstaa loa relnoa, y otros gonn el fmto da
•alloaé^
GéRTES DB TALLADOLID DB IQ37.
finaoii 68.
Otrosí, los Reyes Católlcoa de glorioaa memoria, fsestros abne-
los, psra informarse de las peraonaa de qnlen podrían serrirsot
conforme é sns bablUdades, psra todoa loa cargoa qne tenían qne
profoer eo eatoa relnoa , mandaban hacer Informadon acérela de
todas las ealldadea y habilidades de laa peraonaa de ana relnoa , é
tenían libro deato dentro en an Cámara Real : é porqne cato con-
flene é es maa neeeaario I V. M. por tener maa rolnoa é aaiortos;
é para leser «pcbo deseasso es se senrldei é los paaUot estt«
664 0BÓNI0A8 DB LOS
▼edad, teniendo dia sefUlado para esto ; y para los
demás negocios hadan andar á los ministros y ofi-
ciales con gran cuidado para qae los Tasallos no re-
cibiesen detrimento ni gastasen sn hacienda y
tiempo con dilaciones.
i.* Entraron estos Ínclitos Reyes á reinar en CSas-
tiUa con las armas en la mano, porque estaba el
reino dividido en dos parcialidades, la una tenia el
nombre de la Reina, y la otra sustentaba la opinión
de una sefiora que se decia ser hija del Rey D. En-
rique el Cuarto, hennano de la Reina Do&a Isabel,
siendo falso y fingido ; y esta parte siguieron mu-
REYE8 DB CASTILUL
ches de los mas principales del reino y con ellos el
Rey de Portugal; y juntándose con esta facción y
favoreciendo á aquella sefiora, que era su sobrina,
entró en Castilla con gran poder, y ocop6 algunas
placas en ella, y al fin se vino á determinar la cosa
por una batalla pública y campal, en que se derra-
mó mucha sangre de ambas partes , quedando la
victoria por el Rey Católico. Habida y alcanzada
esta victoria, hicieron perdón generad 4 los que
fueron contrarios, con algunas condiciones ; y des-
pués se hiso paz y alianza con Portugal ; y á los que
desirvieron y fueron perdonados siempre se les
guardó justicia; y á loa que bien sirvieron no sola-
rta mu fobenadoi : suplletmoi é ▼. M. se laforme é tengai libro
desto, Mgaa que loi lleyei GatóÜeos vaestros abuelos lo bl-
Bleron.
A esto vos respondemos: fue not huéemot iuforméio i hfor-
■MráMf tUmpn deüo.
Impresas es no euadeno de SO folios eo Valladoild por Sebas-
tian Martinei, Impresor, ft tO de febrero de 1553.
Este registro ( dice el autor que va á citarse, en el cap. 37, pá-
gina 587 ) es de mncba Imporlancla para los Reyes. Del sabio y
muy prudente Rey D. Felipe II se dijo que en su tiempo tuvo
otro como él, y le bablan de tener todos y en todo tiempo, y mas
cuando está menoscabado el poder y se van disminuyendo las
rentas, consamiendo Iss fuerxas, y la fortalexa de los enemigos
aumentando, etc.
Bste mismo libro de nson de ios bombres beneméritos para
emplearlos eo beoeScio del Estado, dejaba ól aconsejado en el
cap. 13, pág. 161.
El docto P. Pr. Joan de Santa María, franciscano descaUo, eo
su Uéro d$ Oro titulado RqrAklieü f poUeUt eristíaMu, impreso en
Madrid, aflo 1515, procarado «terminar después por el privado
duque de Lerma (aunque en vano ) por las verdades que le decía,
en el cap. 36, pig. 539, escribe lo siguiente :
«Uno de los principales Consejeros certificó á una persona
>grave qne siendo él Alcalde de Corte vacó un oficio de verdugo,
>y que fué tan pretendido y con tales Intercesiones , que convino
>baeer dos para cumplir con las demás obligaciones. Y de la Rel-
»Ba CatdUca Dofta Isabel se dice que cuando gobernaba con el
>rey Don Femando sn marido, se le cayd acaso un papel lie la
«manga en que tenia escrito de su propismano : Lépre0onerl§ de
•ié mdid te ka de dará /klaue, perpie tiene moffúr ves: y si en
»oflcio tan vil tenian aquellos tan Católicos y prudentes Reyes
atento cuidado con las calidades, ¿qué se debe taacer en los de
ajusticia y gobierno T iQué en las dignidades eclesiásticas, que
»son las columnas de nuestra Santa Religión T Cuando llegare el
»dia de la cuenta estrecba y rigurosa que pedirá Dios verán lo
»que esto Importaba.»
Pero el elogio mas completo de estos insignes Reyes Católicos
por la gravedad, acierto y Juicio do sus elecciones, se contiene en
la carta que el Consejo escribid á su nielo Carlos V, estando adn
en Flandes antes de venir á Bspafia, afio 1517, conservada por el
8r. Galindei en sus Anaiee, cap. 16, donde podrá verse.
Fueron muchos los viajes que blcieron de una parte á otra,
Bo habiendo sido la vida de estos Reyes mas de una continua pe-
regrinación. Hacíase esto entdnces con menos aparato y preven-
ción, porque no se dejaban aprisionar con los grillos de la gran-
deza, pareciéndoles qne esta se aseguraba mejor en el crédito de
lu gobierno qne en la ostentación de su casa ; teniendo por fan-
tasía la fama que no se funda en lo sólido de Iss virtudes. Asi lo
ejecutaron con grande utilidad de sus vassilos , que aunque los
Biuislros que tuvieron fueron los mas excelentes que hubo Jamás
•n otro reinsdo, como aquellos que eran de su mayor sstisfaccion,
ninguno hay que pueda suplir por el dneflo, que según rason debe
estar libre do los Inconvenientes á que está sujeto el que no lo
es, aunque sea de mayores prendas y talentos.
Asi el discreto D. Francisco Pinei y Monroy en sn Retrete del
He» 9Meailc, Ub. 1«, cap. 17, pág. SSl, Madrid, 1677.
De la poliHen que estos gloriosos Reyes seguían en la parte le<
gislativa, que es la mas dificll de las fundones de la soberanls,
IOS da la especie siguiente el ocioso D. Mateo de Lison y Bied-
Mh Soler de Alfulnje UUV.^" j Preeandor de Cdnei do ia
ciudad de Granada, en el DeeeM§eMú qne escribid para el Rey Don
Felipe IV en 13 de Junio de 1613, el cual se halla impreso entre
sus üiecvteef efuaiamUntot poUtíeot, fol. 16.
■ En la República romana, tan vigilante en sn gobierno cnan
•desinteresada en sus elecciones, las leyes qne hacían, antes que
tse publicasen, Iss fijaban en pdbllco, porque todos las pudiesen
»ver y csda uno qne quisiese dijese contra ellas: con lo coal se
avclan los defectos y las reformaban á lo mas conveniente. T el
•Católico Sefior Rey D. Fernando fué alabado de que las órdenes,
•premiticas ó leyes Importantes, las mandaba primero echar una
•vos á lo públleo para ver como se recibisn , y antes de publlcar-
• las reconocía los inconvenientes y dificultades que el común les
•ponía, y si eran considerables las reformaba : y así ftaoron sus
•mandatos un estlmsdos y bien ejecutados, y loa qne se publlca-
•ban un dia no se revocaban otro por mirarse tan bien sn conve-
•nencia. Y si esto se hacia en órdenes ó leyes escriUs, ¿cuánto
•mss se debe hacer en leyes vivas, que son los cons^eros, go-
•bemadores, corregidores y Jueces que las ejecutan ?•
De aquí creo yo provenga el hallarse muchas Audadones do
vínculos y mayorazgos, mejoras de tercio y quinto, que be visto
dispuur en esu Chsncillerla, arregladas á las leyes de Toro, sutes
de su promulgación en aquella dudad en 7 de mano de 1506, eo
los tres silos intermedios desde el de 1501 en qne se hideron en
Iss Cortes de Toledo , que deberán tener presentes nnestros Ju-
ristas en los casos que se ofrezcan.
• El Rey D. Fernando el Católico encargó al doctor D. Lorenio
•Galindez de Carvajal, de su Consejo y Cámara, la enmienda y po-
•blicacion de las Crónicas.» (Sempere, Eueeifo de une Biél. etpe-
ñola, tom. III, pág. 161.) Véase á KnrlU al principio dd libro Ctff-
reedou f enmienito, y el plan para la impres. de lu erónic. de
Cerda.
Zorita en el prólogo al libro de las CarreeeiM. p emtUead. de
/si Cránlo. de Afaia, publicado por los herederos de Dormer en
Zaragoza, afio de 1683. « El doctor Lorenzo Galindez de Carvajal
•postrersmente en tiempo del Rey Católico se biso censor y Juez
•psra emendar los escritos de los cronistas qne fueron de los Ro-
•yes D. Juan d Segundo y D. Enrique sn hijo, que por letras y
•autoridad lo podía muy bien ser.*
El doctor Carvajal, alabado por el doctor Frandsoo Lopeí do
Villalobos, médico del Empersdor Carlos V, in §teué Hierari tn
i.m et l.n jLiárM Jtítt. notar. Plinü , edit Complut. apnd Michad
de Egula an. 1514 ad D. Alphons. de Fonseca Toldan. Archlepls-
cop. ubi In prolog. loqueos de bis qul laborem snum vlde-
runt, alt.
«Postremo vero doctor Carvaglalis Imperstorls Conslllsrlns eam
•rgiosssm) Jnssu Cxssrls examlnavit , qul in utroque Jure et la
•cunelis lltteris emlnentis esse doctrine credltnr.«
Vid. Luc. Marin. Sicul. in Vlr. Illnstrib. qul tracUtns est.
Ub. XXV, su» de reb. hispan. Hlstor., fd. 168, et llb. 11, fol. 116,
ubi Ínter Consiliarios qul regnum regebant cum Frandaco Xlme-
úio.—Item Laarenüat Careaiaitue doctor egre§iMe et $eaiere noMi,
Este memorial siguieron y dtaron Zurita y Garlbay, y lo mismo
Alvar Gómez in Prmfal^on. ad kittor de rehu XloíenU.
Escribióle el doctor Carvajal, pasado d afio do 1813, de qne
refiere sucesos en el csp. 11, al fin.
Cronista le llaman muchos, pero no lo fué en rigor oon título do
los Reyes, sino de estudio privsdo y por propia aplicadon, y as(
no le pone el ilndre D. Luis de Salazar en la lista do oronistas
qne forma ea sos AdaerteM, kittdríc,, pág. 156 y 151«
DON FEBNANDO
mente jiistícia, sino también mucha gracia y mer-
cedes en lo que se ofrecía, siendo presentados y pre-
feridos en las honras y provechos en sos personas
y casas, qne fué cansa de ser estos Beyes sumamen-
te amados y temidos,
3.** Despaes de oompaestaa las cosas de la guerra
y estado, entendieron en extirpar los tiranos, qne
habia muchos por el rmno, multiplicados con la fal-
ta de justicia de los afios pasados, y tenian opresa
y agraviada la pobre gente ; y en esto tuvieron tal
modo, que en poco tiempo allanaron y plantaron
la justicia, andando por el reino de unas provincias
en otras, para que con su presencia temiesen los in-
solentes , y osasen pedir justicia los temerosos.
4.' Los cargos de justicia, gobierno, guerra y
hacienda, obispados, dignidades eclesiásticas , no
las proveían por favor , ruegos ni intervención de
nadie, ni por servicios, sino por virtud, habilidad y
méritos de los proveídos : y cuando alguno pedia
algo de lo dicho, alegando sus servicios, se le res-
pondía que en otras cosas se hablan de remunerar
los servidos, como se hacia ; porque en aquellas no
■e habia de atender sino al bien del negooio y bue-
na provisión del cargo ; y así para ellos se llama-
ban de sus casas á las veces los que mas sin pensa-
miento estaban de ser proveídos ; lo cual fué causa
que estos Beyes fuesen bien servidos, y los vasallos
tuviesen afición á la virtud. Tuvieron gran cuenta
con sus criados, que bien los sirvieron , y después
de muertos con sus hijos ; y esto también fué causa
de ser servidos con grande amor y fidelidad , te-
niéndose por seguros los que bien servían, que sus
servicios hablan de ser remunerados en sus perso-
nas 6 en las de sos hijos.
6.* Asentado que fué lo de la justicia, entendie-
ron en reformar las religiones de frailee y monjas
que estaban necesitadas de remedio, y aunque les
puso este negocio en cuidado, al fin se redujo todo
á mejoría y observancia.
6.* Después desto deliberaron de oonquistar por
fuerza de armas el reino de Granada, y le ganaron
valerosamente, y echaron de Castilla todos los mo-
ros que no se volvieron cristianos.
7.^ Después de expelidos los moros, mandaron
salir del reino todos los judíos, que habla muchos,
por el aumento de la fé cristiana, no atendiendo á
los muchos tributos que perdían.
8.® Expelidos del Beino los moros y judíos, pu-
sieron la Inquisición contra los herejes y perturba-
dores de la religión católica.
9.® Mantuvieron sus rdnos en grande autoridad
y reputación oon mucha gente de armas y caballos;
sus vasallos bien tratados y contentos; los pueblos
bien gobernados y alegres ; tenian personas de mu-
cha confianza y secreto que andaban por los reinos
disimuladamente informándose como se gobernaba
y administraba la justicia, y lo que se deda y ha-
blaba de los ministros; y las tales personas traían á
los Beyes nota particular de las faltas que sentían,
y lo remediaban como la neoeudad lo pedia.
Con este buena orden j templansa de au parte
i DOÍtA I8ÁBBL.' . Mí.
tuvieron ayuda y servidos de sus vasallos para con-
quistar, no solo el rdno de Granada y otras plaias
en la costa de África, sino también contra loe fran-
ceses, ganando los reinos de Ñápeles, Navarra y
condado de Buisellon. En su tiempo y buena ven-
tura se comenaaron á descubrir las Indias del mar
Océano, y oon haber tenido muchas guerras y
grandes gaBtos,'^dejaron sus rdnos desempefiados, y
á sus vasallos muy prosperados y ricos, y á sus rd-
nos en paz y tranquilidad con buen orden, religión
y justida, que duró mientras rdnaron.i
Memorial y registro hreoe de ¡o$ ¡ugaree donde d Bey
y Beina (htóUcoSy nuestros Señores^ estumerm cada
año desde elde 1468 hasta qw Dios ¡os llevó para
sí^eseriioporel doctor Lorenao Gatíndee de Car-
vqfaldesu Consto y del de Cámara de Carlos V,y
por merced suya {hecha año de 1626) (1) Correo
mayor del Perú, ó como aUi dieen, maestromayor
de los chasquis,
FBOIMIO.
La costumbre y uso del escribir historias y ooró-
nicas, asi en tiempos pasados como en los presen-
tes, paresce no solo haber sido aprobada por gran
discurso de tiempos, pero celebrada y confirmada
por todas las naciones y gentes capaces de razoni
como lo manifiesta la continuación que siempre
basto agora se ha tenido y tiene, y cabe en razón:
porque si en el escribir se guarda lo que se debe^
no solo se nos da manera para bien y virtuosamen-
te vivir, pero también somos instruidos en el fin
qne debemos seguv, de el cual esperamos alcanzar
aquella bienaventuranza para que fuimos criados;
la cual está claro se alcanza dguiendo y obrando
los actos virtuosos pasados, huyendo y apartándo-
nos de los vides presentes; porque entonces la co-
lónica tiene autoridad para ser imitada y seguida,
cuando en la ordenación de ella se guarda la for-
ma debida: pero muchas veces la poca verdad que
algunos con pasión desordenada tienen en escribir
las corónicas, disminuye la autoridad de ellas y 'las
hace tener en menos ; porque siendo el cronisto jue«
de la fama, testigo de la verdad, y espejo en que
se contempla en lo pasado, ni juzgan verdad, ni la
dicen, ni representan las cosas pasadas como pasa-
ron, antes ponen confusión en d tiempo, callando
y esouresdendo á unos, y esclareciendo y subliman-
do á otros como no deben, lo cual hacen pervirtien-
do la justida, que es dar á cada uno lo que es suyo,
y no pensando los actos de fama seg^n lo que va-
len y pesan ; mas mguen el tiempo y estado presen-
te, y la calidad que en él tenia la persona que los
hizo ; como m agora loo que tienen grandes estados
(i) La maread da Corrao siiyor da laa ladlts ae ta Uia la Ral-
na Dofla Jaaaa por eédala da II da mayo do 1514» y U aobraaartt
aa dal Bmparador por ae Coaaajo da ladlaa é 15 da ootabra da
1515, mandando qna ni al dicho D. Loranio Gallndaí, ni É ana
tanlantea aa laa ponga embaraio an el despacho da loa eorreoa.—
VeyUa j Linsfe, Norls ée lo eotUratscUm ie /adtet, traU larga-
Si«sU áe aa|a nereed, lih. i.'', aap. «^ nún. S.
.B86 ORÓNIGAB DE LOB BITB8 DB GASnLLá.
7 IngiTM eoa ptiTinift, faeaen al eterno, yniinos
habieran oomensado, 6 oomo si se concluyese de
necesario que los grandes estados y priyansa in-
fnndiesen Tirtades; siendo todo por el contrario,
que de la templaosa yinieron las riqnesas, y de allí
los estados justos , y no de las riquesas ni de la
acepción de los Principes la tonplanza , ni el uso
deyiyir yirtuosamente, así como cada día lo ye-
rnos, y páreselo claro en tiempo del Bey D. Enri-
que IV y en tiempo del Rey D. Juan n su padre,
que tantos fueron sublimados en dignidades y esta-
dos cuantos supieron agradar fuera de razón á los
FHncipes y á sus priyados ; pero ni por eso á los
poderosos debe de desmenuir el lugar justamente
habido, que merecen según lo que mas ayenturan ;
pero, pues, oomo dice el apóstol Omm$ potetta» á
Deo sfl, s<0., y pues se comete falsedad no solo di-
ciendo lo que no pasó, pero callando, ó disminu-
yendo ó alargando lo que pasó, claro es que el co-
ronista en todas estas maneras ofende la yerdad y
comete falsedad ; la cual es mas graye y detestable
cuanto es dicho ó escrito en perjuicio de honra ó
fama de alguno, ó en excelencia de otro que no lo
merece, y on tiempos que mas la yerdad se usó,
porque si se tiene por malo el hurto de la hacienda,
por peor se debe tener y estimar el de la honra y
fama : y ansí el tal coronista en muchas cosas ofen-
de á Dios, ó al Principe, é á la república, ó á la par-
te, cometiendo falsedad junta con hurto de el loor
agenocon engafio y dallo de muchos, ó por mejor
hablar, de^ todos : por lo cual se podría dedr lo del
poeta: Bie vo9 non voM«, etc. De esto se quejaba la
Sabiduría. . . . Stabunt JuaH in magna coMtanHaj etc.
Mucho se habla de mirar en la elección do la per-
sona que ha de escribir lacorónica, que fuese nom-
brada por el Príncipe con aprobación de muchos,
pues se hace de perjuicio de tantos, y no dar lugar
que cada uno fácilmente se ingiriese á escribir lo
que le place en loor de pocos, y en perjuicio de to-
dos: y en tal elección se había también de mirar el
bien de la legalidad de la persona, que el elegido
fuese de buena parte ; porque ni temor de los po-
derosos, ni afición de su gente le hiciesen apartar
déla yerdad. B ansí yernos que se hizo en los tiem-
pos pasados en la ley diyina y humana, y en nues-
tros tiempos, que fueron coronista Pero López de
Ayala y Hernán Pérez de Quzman. T no embar-
gante que Hernando del Pulgar, que por mandado
de la Reina Católica escribió esta corónica hasta el
afio de 1490, era buena persona , elocuente y dis-
creto , y es de creer que escribió yerdad , según la
relación que tuyo de los hechos , y que lo que dejó
fué porque no lo supo, ni alcanzó ; pero no se pue-
de negar haber pecado en muchos casos, y tanto
mas cuanto la corónica era de Príncipes mas glo-
riosos, como lo fueron el Rey D. Fernando y la
Reina Dofia Isabel Oatólicos; en cuyos tiempos
bienayenturados pasaron los mayores y mas nota-
bles hechos de yirtud , y religión , y justicia y es-
trenuidad de caballería que pasaron muy grandes
tiempos atrás. En todo ello el coronista pasa sucin-
tamente, que lo que esoiibe aim no es una sanii
muy breye de lo mucho que deja por decir; y lo
que peor es, que en muchas partes y lugares pro-
cede tan desnudo de particularidades, que ni nom-
bra las personas , ni dice el hecho entero con sus
circunstancias como pasó, antes trocándolo é abre-
yiándolo demasiadamente, lo confunde con alguna
retórica yana, de que muchas yeces se usa, en tanta
manera, que no se puede del todo bien juzgar si lo
hizo por dolo ó por culpa, porque aunque en las oo-
roñicas principalmente se deben contar las yidas y
hechos de los Príncipes ; pero no por eso se deben
dejar ni olyidar los hechos notables de las penonas
que inciden en el tiempo de que la corónica habla
y trata, nombrándolas y expresando los lugares y
circunstancias necesarias que se requieren para en-
tera noticia del hecho , y para mayor gloria de los
Reyes en cuyo tiempo los tales hechos pasaron, y
para memoria de los poryenir, fama y ejemplo da
sos subcesores, que se esfuercen á los seguir. A in-
felicidad grande por cierto de la nobleza de Espafia
se debe atribuir, siendo los tiempos felices y los actos
notables, que se repartieron por todos los linajes y
casas de Espafia , según la magnanimidad de tan
grandes Príncipes, que á todos amaban y de todos
se seryian y eran de todos seryidos, haberles dado
coronista tan escaso y estéril de dar á cada uñosa
talento. Y por eso no sé cual sea mejor, ser nom-
brado con los pocos ó callado con los muchos. Lo
que parece mas graye, que en unos lugares no cuen-
ta el coronista los hechos, mas júzgalos antes de
los contar, siendo por yentura á él incierto el fin é
intendon que en los hacer tuyieron los que los hi-
cieron } á la manera de los que testificaron contra
Cristo, que imponiéndole que habia dicho patMum
destruiré templum, etc. del templo de Salomen, fue-
ron tenidos por falsos, habiéndolo él dicho y enten-
dido de su precioso cuerpo. Y lo que no tiene excu-
sa es, que quiso en esta corónica tanto alabar y su-
blimar á uo prelado de estos reinos, aunque por
cierto muy digno de loor (1) que mas se puede de-
cir la corónici^ de él que del Rey ni la Reina; y á
otro suprimió y oscureció tanto, que aunque digno
de culpa, no se puede negar en algunos pasos ha-
berle sido este coronista asaz odioso y aun injurio-
so. Qyo otra desdicha esta corónica de Pulgar, que
cayó originalmente en manos de otra persona prin-
cipal, el cual hizo en su cosa propia algunas adicio-
nes, como le plugo, las cuales, puesto que fuera
yerdad , como es de creer, era especie de falsedad é
grande ambición ponerlas por su autoridad en coró-
nica de tan altos Principes, aunque algo le excusa
la escaseza y breyedad del coronista; pero aquellas
adiciones no yan en la corónica de suso escrita,
puesto que es de creer que algunos no adyertidos
de esto las ternán en sus libros, solamente se puso
en la dicha corónica á la letra lo que el coronista es-
cribió, como á él le plugo, sin mudar, ni desminuir,
ni acrescentar una sola palabra , por excusar mas
(1) El Cardenal Hendoia.
IX)N FBBMANDO
miidftnsas de Terdad \ exoepto oaando en algnnoB
nombras propios errd, los ontles te rodujoron á \m
Tordad. T porque los que pasaren por esta oorónloa
sepan enteramente los heohos, se presupone que la
oorónioa del Bey y Reina Oatólioos parte de ella fué
oopilada por dnoo autores (1). Bl uno fué Hernan-
do do Pulgar, de quien habernos contado, cuya es-
critura A la letra es puesta de suso. El otro fué Tris-
tan de Silya, Teoino de CSudad-Rodrígo, que escri-
bió poco, y de ello ninguna cosa se puso en esta
coróttica. Bl tercero fué un Alonso Flores, vecino
de la ciudad de Salamanca , familiar del duque de
Alba, que escribió lo de Toro y Zamora , y aquello
se dejó también de poner por algún respeto (2). Bl
cuarto fué Hernando de Ribera, vecino de Basa,
que escribió la guerra del reino de Granada en me-
tro : y en la verdad , según muchas veces yo oí al
Rey Oatólioo, aquello decia él que era lo cierto ;
porque en pasando algún hecho ó acto digno de es-
crebir lo ponia en coplas y se leia á la mesa de su
Alteas, donde estaban los que en lo hacer se hablan
hallado, é lo aprobaban ó corregían , según en la
verdad habia pasado. Pero eteriio (8) que por rela-
ción de personas dignas de fe se tiene por averiguado
que D. Bnrique Bnriques, tio del Rey, quiso saber
de este RiberSi que era su familiar , cómo le pooia
en la coiónioai y él respondió muy bien según la
verdad pasaba : A lo cual D. Enrique le replicó :
¿poneii lo dénU €9pingarda en ¡o de Tejara? (4).
Hernando de Ribera le respondió que no, porque no
hallaba cosa en aquello que le pudiese honrar ; de
lo cual D. Enrique se esoandalisó, y le tomó A pre-
guntar la causa ; y él dijo, quo ya sabia que no pe-
dia decir sino verdad, y que la espingarda mas se
podia imputar A caso fortuito, en que no oabia cul-
pa ni gloria ; porque aquella pelota que le dio en la
(1) Hace de todof memoria Laelo Mariaeo SIealo en sia BU"
flM y ea la HiUor, áé r$h. kltp§»,, llb. 10, fol. 113, j llb. 15, fo-
lio 168, j aaa meneiona alganoi mas. T él mismo le debe Inelalr
en el eatálofo. El eaal ademas de haber eompaesto «aoa AM*le$
éé h% Beifet Caltf/toM (qae elU ev el lib. f3, fol. i 10 Taelto, ha-
eieado el elogio de D. Antonio Fonseca), eseribitf de estos Reyes,
eaando alaf ana historia de ellos estaba pvblieada, libros 19, M
y SI, en qae east eomprende todos sas prineipales hechos, eon los
ilnstres tarones de sv reinado, qne ta poniendo en los tres sl-
gnientes. Pero el Sr. Gallndes no aleansó pnhlleada esta historia
eompleta en Aléala, afio de 1830. Béfase también memoria de
D. Gerónimo Gaseen de Torqnemada, dtado de Flores en las
A«f act, y el enra de los Pslaclos Andrés llernaldes, extraetado al-
fanas teees por Zdfiifa en sos Anai. tevUlM. Arfóte de Molina
en el Aidica á$ mmmterUo$, previo i sn NHUta i$ AMiMhtUt qne
invo presentes para escribirla , enenla en elloa la üitlorU 4$ U
furra ie Grmie i$ ht Rej/ei CñiAlieot por Fenunio 4$ Baeta,
(i) Esta üisloria de Alonso Flores de Salamanca , qne qnedó
mannscrits, es altada específlcamente, despees de haberla visto,
por el enrióse y elefante D. Franeiseo Pinel y Monroy en ss Ji«-
trñU del kuM fMo//a, pAf. 165. De Carolo Verardl italiano de
Cesena. Fabrie., tomo i, péf. 353.
(3) Al mftrfen del mannacrito dice: e$ cUrto,
(4) ABo 1488b En el cerco de Tajara fné herido de na espln-
farda D. Enriqoe Enriques, tto del Rey, y lleváronlo á enrar A
Alhema.— Palabras de Znrita, lib. SO. cap. 51, fol. 326, col. 1, to-
mo IV, afto 1183, en el mes de Jnnio.
El SIcaio no fné tan eaempnloso, y reflrid el esso en gracia de
aqnel ambicioso Grande, lib. S4, fol. 161 melto, en el Eh$ie M
aMW Vv^p^w jfa^^papnFi^^w#
A do9a isABifiL. mt
pierna haUa aido de reóudida, qne primero habla
dado en una pella é ein riesgo ninguno ni peligro .
■uyo ; de lo oual D. Ifinrique ae esoandalisó é tuTO
por no oontento, y dende algunos diaa imbió por la
oorónioa que estaba en un monasterio, y oasi que
por fuerza la sacó y quitó lo que quiso, y lo que de-
jó no se puso arriba, porque la oorónioa no quedó
tan cumplida, ni en la sinceridad que Bibera lo es-
cribió. El quinto autor fué Alonso de Falencia, dig-
no ooronista, que en latin por décadas, A la manera
de Tito livio, escribió larga y yerdaderamente eata
oorónioa del Bey y Beina Oatólioos hasta la toma
de Baza, con las circunstancias y particularidades
necesarias ; A la oual se debe siempre recurrir oomo
á fuente de agua limpia, y no sin causa, porque de .
él se dijo : Omatíorem hiekmographvm potuU aK-
qvando hábere Hiepania^ $ed veratorem ntrninem. Lo
que Antonio de Lebrija después escribió no fué
como ooronista, aunque tenia titulo de ello, sino oo-
mo traduoidor de romance en latín, de lo mismo
que tenia escrito Hernando de Pulgar ; porque yo
fui testigo que le di U oorónioa original para que
la tradujese en íatin'(6) ; pero ni Hernando de Pul-
gar, ni Alonso de Paíencia¡, como es dicho, acaba-
ron de eecrebir esta oorónioa, solamente llegaron el
Palencia hasta la toma de Baza, y el Pulgar al afio
1490, y no la acabó. El ooronista que le sucedió fué
Ayora (6), el cual, según se supo, comenzó A escre-
bir del afio 1500 en latín y en romance, por mane-
ra que quedaron rezagados diez años : es yerdad que
el protonotarío Pedro Martin, natural de Milán,
▼aren entero y asas docto , no como ooronista, mas
por una nueva manera de EpiBiolaa, escribió en latín
aquellos afios y otros muchos adelante : de cuya es-
criptura se podrá ver alguna lumbre de lo que en
ellos pasó (7) ; porque no saber lo de fuera, no es
(5) tvdo Marineo al principio del lib. SO, fol, 113^ diee también
de Nebrlia : «GirfM (Pnlfarll) wt§fmm wobmm te leSnMi termo'
M» werlU AnlMitea NééritatU; «tea 09$ IrUacUrntlt íbIAmi Ah»-
tései Utif te fie «alfa eUhoruue milA wiuui «ti, et lana e—Üeaté.*
te) De qnlen diee Znrita en Le 9léé éei Eap CaiMfea, lib. 8, ca-
pitulo 30, temo vi : « T entre todoa ae qieria seflalar Gonulo de
■Ayora como aqnel qne presomla ser mny diestro en la disciplina
■áilltar, y qne no aolo podía poner laa manos comoesalqoler ce-
spitan en loa heehoa de la fnerra, maa intervenir en loa conse-
»Jos, qne tenia cargo de ordenar la hiatoria del Rey , pero ejercité
•maa an eloeneneia ea el hablar qne en eaeribir las eeaü nota-
•bles de sn Uempo como fnera ratón. ■
(7) Algnnos enriosos bebo i mes de estos cronistas, qne hallln-
doae en la corte al tiempo de algnnos secesos sobresalientes, fo»
marón relacionea de elloa, y loa enviaron por noUela é persona-
jes de teera 6 A amlf oa de an aatiafaeclon, laa eaalea ha saeedido
ne perderse y llegar hasta casi nneatros Uempos: tal es aqnella
relación de Lope Yasqnei de Acnfia enriada al Rey D. Jaan do
Aragón, padre del Catélleo, al principio del aio 1474, de qne
habla Znrita, lib. 18, cap. 83, tomo it, del eariioso recibimien-
to qne el Rey I). Enriqoe IV, contrs todo lo qne podia esperarae,
biso en Segoris 4 sn hermana la Princeaa Dofta laabel la Catdll-
ca, yi an marido el Principe de Angón D. Fernando, hUo del
Rey, i qnien la escribe: y de la opípara merienda qne les dltf el
mayordomo Andrea de Cabrera (en la qne el tríate Rey D. Enri-.
qae se dijo haber qnedado herido de mnerte y. Tal el elegante
poema da TrHtmpkú GraaéieMH, en que el poeta Mareo Pompilio
Romano celebré la conqnista de Granada, y loa penonajea, gren-
dea, prorindas y nacionea del reino qne concnrrieron á ella : y
tales, en 8n, otras pteus sneltas de este género, de qae no dejan
de hallarse hoy algnnaa.
538 OBÓNIQAS DE líos BEYES DB GASniíLiu
eolp*! aunque saberlo lea loable; pero no saber lo
qne pasó en la propia patria y natnraleza, oomo sea
no saber lo de dentro de casa, es no solo calpa, mas
torpesa. Y porque después qne la Beina Oatólioa fa-
UeoU Tino á mis manos nn Sumario de sn cámara
dé iodoi ioM lugares m que $u$ AUtísa» eefuffieron
desde el afio 1468 que eran Príncipes, basta el afio
de 1504| que su Altesa falleció; el cual memorial
yo, oomo mejor pude, continué basta el afio de 1516
que falleció el Bey Católico su marido, mi Sefior»
oomo testigo de vista, porque nunca de él me partí;
ansi me paresció que lo debia juntar con la dicba
corónica, poniendo en él entrambos testamentos del
Bey y la Beina Oatólicos, á cuyo otorgamiento y á
su oidenaoion me bailé , con algunas adiciones en
los dichos afios de algunas cosas mas notables, se-
gún que lo vi, y lo qne no alcancé, lo supe de per*
senas dignas de fe, que lo vieron y se hallaron pre-
sentes á ello en la manera siguiente.
Memorial ó regisíro hreoede loe htgaree donde eiSey
y Beina Católicos^ nueeiroe Señoree, que hayan glo-
ria, estuvieron cada año deede el de 1468 en ade-
lante, haeta que Dios los üsoó para si, que fiteron
los de la Beina ansi de Princesa como de Beina,
treinta y seis, y los del Bey cuarenta y seis^ ansi de
Principe como de Bey , y de Gobernador de estos
reinos de CasHUa, etc,, sacando de esto lo que estu-
vo en Ñapóles, cuando partió de Castilla, y quedó
por Bey el Señor D, Phelipe, su yerno, marido de
la Beina Dofla Juana , nuestra Saiora , propietaria
de los dichos reinos, hija de los dichos Beyes Don
Hernando y Doña Isabel Católicos,
aSo 1468.
En el afio de 68 fué jurada la Beina nuestra 8e-
fiora Princesa de los reinos de Castilla y Leoui en
el mes de agosto (1) en los Toros de Guisando, é
▼ino á ser jurada desde Avila á Cebreros , y desde
allí á Cadahalso, y después dende á Casarmbios (2),
y desde allí á Ooafia (3). Y esto se hallará mas lar-
gamente en las corónicasdel Bey D. Enrique IV de
este afio.
(1) No foé fino dia lunes 19 de sellcmbre sefun ZsrlU.qaeestA
en eito pantualísimo y prodoeo documentos con que enmienda
los cronisus. Llb. 18, cap. 19, lom. iv és los Anetet de Aregom,
(1) Con el Rey D. Enrique, donde con feeba del dia S3 del mis-
mo setiembre, de conformidad y bajo de un contesto avistron A
los pueblos esU deseada concordia y acto. Un ejemplar de la cir-
cular trie Zurita donde arriba.
(3) Donde esiuTo todo el resto del alo , aunque no con mucba
libertad, lo ouo por ser lofar de D.ioan Pacheco, Maestre de
Santiago, que daba muestras de quererlo mandar todo; y lo otro
por las varias y encontradas relaciones de los tres mairimontos
con qne allí la mortlAcaron , uno con D. Alonso, Rey de Portugal»
que repelido ahora, después con la entrada en Castilla la dió bien
en que merecer; otro con Carlos, duque de Berrl, hermano del
Rey de Francia ; y el tercero que se logró y foó eíectivo, habién-
dole aceptado y jurado scereumente la Prineeia alli mismo án-
te^ de salir de Ocafia , con D. Fernando, Principe de Araf on y Rey
de Sicilia, que aceptó y juró las condiciones de 61 en Cervera, á 5
de marxo del afio siguiente, como todo se podr* ver en Zurita
con más instrucción y puntualidad que en otro. t.ib. 18, cap. tO
^ 11 , lom. if .
Afo 1469.
Este afio estuTO so Altesa en doafia hasta él mes
de agosto, que partió para Arélalo (4), y en él ca-
mino Tino nueya qne habla tomado A Arévalo la
Condesa de Plasenda y Alvaro de Braosmonte; y foé
S. A. á Madrigal (5), y estoTO allí hasta él mes de
ootnbre que partió para Valladolld (6), y ende por
la voluntad y gracia de Dios se casaron el dia de
San Lúeas el Bey y la Beina nuestros Befiores en las
oasss que agora son la Ohanoilleriai que entonces
eran de Juan de Bibero (7).
éAo 1470.
Bste afio (8) fueron sos Altesas A Doeftas ; é álll
nasoió la Sefiora Princesa Oofia Isabel, 1 .• dia del
mes de octubre (9) que después foé Beina de Porto-
gal y Princesa de Oastilla , que casó con el Príncipe
D. Alonso , hijo del Bey D. Juan de Portugal , y des.
pues segunda ▼» oasó con el Bey D. Manuel da
Portugal, que era primo hermano del dioho Bey
Don Juan , y hermano de la Beina Dofia Leonor so
mujer del dicho Bey Don Joan. Y foé la dicha Dofia
Isabel muy sabia y honesta y Oatólioa Beyna. Fá-
lleselo en Zaragoza de parto del Príncipe D. Mi-
guel, é 23 de agosto de 1498. Está sepultada en el
monasterio de Santa Isabel de Toledo, qne fonda-
ron el Bey y la Beina en las casas qne fueron de
Dofia Inés de Ayala, madre de Dofia María de Aya-
la, segunda mujer del Almirante D. Fadrique, cu-
ya hija fué Dofia Juana Beina de Aragón , madre
de este D. Hernando. Fálleselo el Príncipe D. Mi-
guel en Granada á 20 de julio de 1500 (10), y ellí
yace sepultado en la capilla Beal del Bey y de la
Beina (11).
(4) Qno era Tilla de su madre lu Reine Oofia Isabel, en euyt
eompaftia quería esUr, para sosegar si pudiese de laníos soio-
bras. Zurita, llb. 18, cap. S4, donde lo pone todo circnnsUnciado.
(5) Donde se bailaba la Reina viuda su madre, y donde también
recibió entre no pocos sobresaltos la utisfaccion del primer pre-
sente do sn esposo el Principo de Aragón, que fué un collar rico
estimado en 40.000 ducados, suma eiceslva, si clerU , pam aquel
tiempo, y un bolsillo con 8.000 florines, que fué monos dinero á
proporción. Zorita, ibid. Omite dallndei que do Madrigal pasó á
Onilveros, y de allí á Avila , de donde por la peste que se sintió,
le fué preciso trasladarse A Valladolld , lugar pacifico y uno; por-
que asi se halla en la carta satisfactoria que desde esta ciudad
escribióla Princesa al Rey su hermano el dia 8 de setiembre, y con
ella lo refiere Zuriu, cap. ^ llb. 18.
(6) A úenáe entró (dice ZuriU. elt., cap. t4) ei peeirere iei mee
de A90ÍÍ0, y fké reeeUida eom fren t esotro y fíeeU. Con que se
dejari para más adelante el mes de octubre en que pone esta en-
trada Ga lindel.
(7) Esto se halla mas largo en dicha coronice, y siempre mojor
que en otro en Zurita por su admirable puntualidad. Cap. 16 y i7,
libro 18.
(8) En principio de mayo, do Valladolld (Zurita cap. 80|.
(9) A S de octubre dice Zurita , cap. 31 , llb. 18.
(10) Véase adelante el afio 98.
i1i) Bn 1 de noviembre el Principe D. Pemando balUndeie ea
Duefias con la Princesa su muger, llegó i esUr tan apurado de
nnas fiebres malignes que se temió no saliese , pero á poco tiem-
po convaleció por la buena asistencia de sn médico, Urenso llt-
dos. Zurita , cap. 31. llb. i8.
DON FSBNANDO
AÉo 1471.
Este «fio ettnTieron tas Altezas enMedin» de Bto-
seco , 7 dende yinioron á Simancas (1), y dende Si-
mancas á Rioseoo 7 de ahí á Daefias (2), 7 en fin de
este afio á Tordelaguna, 7 de ahí á Sepúlyeda qne
se ganó, 7 desde Sepúlveda á Tordelagnna é á Ta-
lamanca é á Alcalá (3). Todo esto é otras cosas qne
en este afio pasaron, están cumplidamente en las
corónicas escritas de latin é romance del Be7 Don
Enrique, 7 del Be7 7 Beina Católicos.
AÑO 1472 T 1473.
Volvieron sos Altezas desde Alcalá á Tordelagn*
na (4), 7 de aqni á Sepúlveda, desde Sepúlveda á
Aranda, 7 dende aqni otra vez á Sepúlveda, 7 de
%qai á Segovia en el mes de ^ciembre do 1473 (5).
Fallesderon en este afio de 73 el almirante D. Fa-
driqne, 7 el condestable Mignel Lúeas (6), 7 el
maestro de Alcántara D. Gómez de Cáceres de So-
lis , 7 D. Alonso de Fonseoa , arzobispo de Sevilla,
(1) T de Slmaieas fsé el Principe i Tordesillii eos f ente á
soif renderta , llamado del bando de loa Cepedaa contra loa Al-
deretea; pero ae malofrd el ardid, y maclioa fncron preaoa, j al*
gnnoa aivertoa. (Zirila, cap. 85, lib. 18.) Con lo qoe atn otra ven-
laja ae reatltayd poco glortoao i Rloaeeo, donde eatavo con la
Princeaaan mager deade principio do Bnero. Ibld., cap. 89.
(5) Zorita, cap. 89, llb. 18.
<3> £n Alealft ae dividieron , qnedando alU la Princesa 7 pasan-
do el Principe á Aragón i verae con an padre el Rey D. !Jnan, lo
qne ya toca i los ancesoa del afio sigo lente 1471, en qne lo ea-
cribió Zorita, cap. 40, al med., lib. 18. De Alcaíii pasó la Princesa A
Tordclafona donde la balM la vuelta desn marido. Zorita, cap. 4t
y 49, llb. 18. T bebiendo estado allí todo el mes de febrero se vol-
vieron i Alcalá, donde loa vlaitó el legado del Papa, Cardenal de
Valencia, qne habla estado en Castilla sin adelantamiento, y se re-
tiraba ya la ria de Valencia (cap. 51).
(4) Estaban el Principe y Princesa en Talamanca á S6 de mano
de73.ZnriU,cap.81,Ilb. 18.
(8) Los vltcalnoa Jnntoa en Bilbao en el mes de setiembre de
1473 quitaron la obediencia i an Rey y Seftor natural el Rey don
Enrique á qnlen la tenían Jurada, y la dieron A los Principes don
Femando y Dofia laabel, reconoelAndoles desde luego por Sefio-
fes de Vlsoaya. Como por este bocho se les mortlfleaba do orden
del Rey con gnerraay proceeoa, para castigarioa y darioa por trah
dorea, aegnn Zorita, lib. 18, cap. 61, tom. iv, elloa necesitados de
socorro, estando la Princesa Dofia Isabel, ya as nneva Sefiora, en
Aranda, A 14 de octubre, la Interpelaron para qne lea confirmaae,
como lea confirmó y Jnró solemnemente, sus fueros y privilegios,
y les dió de esto la carta que Imprimen A continuación de .ellos
con dicha fecha.
(6) De Iranao , qne era también Canceller mayor del Rey Don
Enrique de quien hay crónica particular, qne no aé qne esté pu-
blicada. Su muerte¡fné el dia de San Benito, 1 i de mano, en Jaén,
donde rivla, inhumana y aacrilegamente por la canalla del pueblo,
catando oyendo miaa en la Iglesia mayor, A pretexto de qne volvía
por loa convenos de Judíos, A quienes d pueblo queria oprimir
panarrebatariea tos bienes, como por ese tiempo se hUo también
impunemente en Anddjar, Córdoba y otros pueblos de Andalu-
cía. Por au muerte proveyó el Rey la Condeatabllia en D. Pedro
Femandet de Velasco, conde de Haro , su Camarero, y el Caneo-
lento en el Cardenal D. Pedro Gonaalet de Mendoza , oblapo de
Sigfienu, luego Anoblapo de Toledo, que acababa de recibir por
gracia del Papa Slato IV, Armada en Roma, vtérnea 7 de este mes,
dos no pequefiaa, el Capelo y el anoblspado de Sevilla con rcten-
elon de la mitra de Stgfienn. Dieg. Bnriq., crontc. de D. H. IV,
eapltalo 157 y 189. Salaur de Mendou, erónic. del carden., Ilk 1,
eap. 86 y 37. Chao, tn Slit IV« Pnlg., crónic. de los RR. GG., par.
i.* al fln. Xlmena, AMiet ie Jmu, pAg. 414. Su elogio por la eona-
ttaela 7 IdoUdad A su Rey. Zurita, 4 pait. llb. 17, cap. 51.
ÉDOÑAtSABfiL. 589
qne biso el mayora^o de los de Fonseoa (7). En el
afio de 72 un dia áotee de la vispera de Navidad, á
á las dooe boras de la noobe, nació el qae esta sama
recopiló en la cindad de Plasenoia {al márgm dieef
cNacimiento del doctor Galindez.)»
Afio 1474.
Este afio el dia de los Beyes estavieron sus Alte-
zas y el Sefior Bey Don Enrique en Segovia en las
casas del obisyo, que son cerca de la iglesia mayor.
B desde alli fué el Bey por mayo alo de Oarrion, en
que el Oonde de Benavente escapó, de que faé ecba«*
do por el Duqne del Infantasgo é sos parientes. T la
Beina nnestra Sefiora qnedó en Segovia, y estovo en
ella basta qae el Bey D. Eoriqne f aHesdó en el Al-*
cazar de Madrid, domingo en la noobe, vispera de
Santa Lacia á once de diciembre de este afio (8). T
no embargante que el cronista diga qae no bi20 tes-
tamento, sino on memorial qae se bailó en poder de
Joan de Oviedo sa secretario, la verdad fué que biso
testamento, y en él dejó por sa beredera de los rei-
nos de OastiUa, etc., á aquella Dofia Joana'que se de-
da sa bija , y juró que era su bija , y dejó por testa-
mentario al Marqués de Villena y al conde de Be-
navente y al obispo de Sigüenaa ; y este testamen-.
(7) T pues Zdfilge en los Auolra de Saal/la, pAg. S66, en varie-
dad de oplnlonea no aabe reaolver al la muerte de este prelado ae-
villano fué en este afio ó el siguiente, diré por los papelea de sa
casa , que el Anoblspo D. Alonso de Fonseca murió en au rilla y
palacio de Coca , Idnea A la noche, 17 de mayo de 1473, y alli catA
enlcrndo con otros de su linaje. Bu la elección de aucesor para
Serilla hubo discordia , porque el Papa Slsto IV se anticipó A ex-
pedir las bulu pan su sobrino el cardenal D. Fr. Pedro RIarlo,
qne cargado mu de dignidades qne de afios, dlsolrió las dlflcul-
tades qne nueatroa Reyea y la misma Igleala serillana opualeton
A au elección , pernlcloM A la Regalía y A laa leyea de la Naden,
muriendo en Roma sin venir acA A 8 de enero del afio siguiente 74,
sin tener aun cumplidoa t9 de edad , ni aupllria la dónela y ex-
periencia. La igleaia postulaba con empefio A D. Fadriquo de Gua-
rnan (hijo del conde de Niebla D. Enrique, y hermano del Duque
de Medina-Stdottia D. Alonan Peres de Gotman), deán que habla
aido de ella, y abon obispo de Mondofiedo. Pero A pesar de loa
deseos de la Iglesia y de ana parienlea, que demasiado lompnno
se adelantaron A ocupar loa lugarea y rentaa de la dignidad, no
prevaleció alno el voto del Rey y Prlndpea D. Enrique, Dofia Isa-
bel y D. Femando, que aolo esta ves de acuerdo, enviaron la au-
plicadon por au igualmente amado el Cardenal D. Pedro Gonia-
lea de Mendosa, Oblapo de Sigflenia, Antes de Calahom , Antea
abad de Valladolld y de San Zoil , y primero arcediano do Gna-
daíajan au patria. Zdfilga , pAglna 866 A 367.
(8) Aunqno aquí y en otns partea ae dice que su muerte fué
domingo A la noche 11 de diciembre, realmente no fuA sino en-
trado ya el Idnea li A las dos de la mafiana. En el mismo dia Id-
nea tuvo ya la noticia su hermana la Princesa Dofia laabel que ae
hallaba en Segovia. Inmediatamente diapuso doa cosas : una des-
pachar propio con día A au marido el Prindpe D. Fernando au-
sente en Aragón , otn celebnr las exequlaa por el difunto ; y el
múrtes siguiente se blio proclamar on aquella dudad, y levantar
pendonea por ella y au marido como sucesore , y lo anundóiA laa
dndadea y Grandea auaentes pan qne hldeaen lo mlamo. A la
prorinda de Gulpdxcoa envió A soUdtario A Antonio de Raena, su
criado , y Bartolomé de Zaaiola, au vaaallo , con cartea dd 18 que
eslAn en sus fueros, pAg. 858 A 387, Brisando por la primen de
ellas haber sido la muerte del hermano d dmluf puirímerc pm-
$éác en iñ noche q99 fila éíié$etUpretmi me$é$ dldemére: y
A Sevilla destinó con Iguales carus del fO A Pedro de Silva su
maeatresala y penona de su eonfianu , como dice Zdfilga , pAgl-
Ba869y870.
^0
OBONIOAS DB los BBTBB DB OASmiiA.
to dejó Jaftn de Oviedo en poder de mi oléiigo cara
de Senta Onu de Madrid , el onal con otraa maohaa
eecrítnraa lo llevó en nn cofre y lo enterró cerca de
la villa de Almeida, qae ee en el reino de Portngal|
porqne no le fuesen tomadas. T esto vino á noticia
de la Reina Oatólica, mediante cierto aviso que de
ello dio el bachiller Fernán Gbmez de Herrera, ve-
cino de Madrid, que era amigo del dicho cura, al cual
y al dicho cura imbió su Altesa desde Medina del
Campo el afio de 1504 estando ya mal dispuesta de
la enfermedad de que f allesdó , á traer el dicho co-
fre con Us escrituras , y lo trajeron pocos dias antes
que fallesdese, y no lo pudo con su indisposición
ver, y quedó todo en poder del dicho Hernán Gomes;
y mediante el licenciado Zapata del Consejo, á quien
el dicho Hernán Gomes avisó, fallescida la Reinai
lo supo el Bey Católico, que quedó por Gobernador
de los reinos, y dicen que lo mandó quemar. Otros
dicen y afirman que quedó en poder de aquel licen-
ciado Zapata; y por este servicio al dicho Hernán
Gomes se le hicieron después algunas mercedes, en-
tre las cuales le fué dada un alcaldía de Corte, i se-
mejansa del siervo que dio al pueblo romano la es-
critura de que se hace mención en la ley 2. ff • de
Orig, Jur. Pero como aquel acto de jurar el Bey Don
Enrique que la dicha Dofia Juana era su hija, lo
hubiese hecho otras veces (1), como en su Coiónica
se lee, no es de maravillar que por encubrir que daba
su moger á sus privados lo continuase aconsejado
de los meemos ; é ansi muerto el Bey D. Enrique, la
Beina Dofta Isabel , nuestra Sefiora , como propie-
taria de estos reinos, y el Bey D. Hernando , nues-
tro Sefior, como su marido, fueron alzados por la
gracia de Dios por Beyes, aunque el Bey estaba au-
sente de estos reinos de Castilla en Aragón, como
mas largamente se cuenta en las coronices de ro-
mance y latín. Y en este afio á 1.* de octubre (2) mu-
rió el maestre de Santiago D . Juan Pacheco eñ una
aldea de Trujillo, que se llama Santa Qrua de la
Sierra . el cual está enterrado en el monasterio del
Parral de Segovia , en la capilla principal que el
Bey D. Enrique habia fundado para si. Y en este
afio fuó maestre de Alcántara D. Joan de Estúfiiga,
hijo del duque de Plasencia D. Alvaro é de la Du-
quesa DoOa Leonor Pimental, su segunda muger ; y
de justicia dicen que pertenescia aquel maestrazgo
á D. Alonso de Monroy OabMero (3) que fué de
aquella orden. B ansi lo poseyó alguo tiempo ; y esta
dicen que fuó la causa por quo después lo renunció
el dicho D. Juan en manos del Bey y Beina, como
adelante se contará (4).
. (I) U dlUnt y más solemne totes déT teitaménlo , qw f or
clreoBslaaelada y eonenrrida de Prelados, Gnodes y paeblos ad-
Blra como despaes se traslonió, fuó en el acto de Valde-Losoya
día viernes t6 de aovlembre da 1470. Véase i Pellleer, Mm^ti
del conde dé MirMds, fol. 61. despees delaa Crétíen y HUioriédo-
ret 9ul§Mret.
(i) Este mlsflio dia pone Haro, tom. ii, páf. 318. Pero en el
Hartes i de octubre dice ZnriU, Ub.tt, cap. 9.
(3t Al margen dice : /rtf-Clifsrv.
(4* Rn este afio faó el conceder t\ Papa Slslo IV á las Iglesias
catedrales de Bspafta, por sn bala dada en Roma & i*^ de dieUm-
iflo 1475.
Bn este afio (5) estnvieron sus Altesu en MeA«
na (6) y en Valladolid (7) ; fueron al Ahrojo , y de
allí partió la Beina nuestra Sefiora para Alcalá, y
el Bey nuestro sefior se quedó en Valladolid, y des-
de Toledo (8) volvió a A. á AviU, Medina (9)»
TordesiUss (10), donde se juntó la gente para él Beal
de Toro. De Tordesillas fué su Alteía á Vallado-
lid (11), y el Bey nuestro Sefior á Burgos á cercar la
fortalesa, y la Boina á Falencia, y de allí se volvió
á Valladolid (12). Bstando allí fué el reencuentro de
Almería, donde hirió Pedro de Ayila á D. Alvaro
de Portugal por el rostro, lo qual le qubiera mos-
trar D. Alvaro. Después, siendo presidente, se tomó
la residencia al dicho Pedro de Avila de la gober*
nación del Principado de Asturias, queriéndole to-
mar por ejecución una cadena que traia al cuello,
la cual el dicho Pedro de Avila puso so el pie y em«
pufió su espada ; y el Bey y Beina reprendieron al
dicho D. Alvaro lo que pretendió hacer (18). E de
bn, ampliada por oini dos de i.* de «lero del slgilgste n y IT
de abril de 76, las dos nnoTU prebendas magistral y doctoral , la
ana para teólogo y la otra para canonista , que se hablan de pro*
Teer por los prelados y eablidosde canónigos knécrtii oposldos
en los más beneméritos, segín lo qne babla qnedado asentado por
sn legado el eardeoal D. Rodrigo de Borja eoando estsTO scA al
principio de sn pontifleado, y capituló cierto sobsldio con el esta-
do edesllstlco. Zdfiigs, pág. 367, ndm. 3. D. Nicolás Gsrds, Tr§c-
iat. dé Benéfié., part. 3.*, cap. 4, nám. 169, eslampa la primera
de estas bulas y otra ann más eitenslfs del papa León X del ato
18il. Véase al P. Mariana, 11b. », eap. 18, al In en la Utlnay
castellana.
(5) A 1 de enero entró el Prfnelpe D. Femando ya Rey de Cas-
tilla en Segovia de Tuelta de Aragón, eomo por earta del 3 lo avt«
só á Sevilla, y permaaeclan allí en el 30 del mismo y dlu 15 y M
de febrero siguiente. Zdfliga, pág. 371, donde la Imprenta yerra
d aflo 1474 por 1475.
(6) Privilegio de juro allí de li.000 mrs. á Rodrigo de UUoa, á
t de mano, y cédula para Sevilla de 17 del mismo. Zdftlgs, Ibld.
ndm. 4.
i7) A i6 de abril ftrmaron aqnl para SevUla las eredonelales y
poder que relere Zdftiga eit, ndm. 4.
(8) EsUba la Reina en Toledo á tO de mayo y á ti Umblen el
Rey, según documentos que elts Zdfliga en este afio , ndm. 5,
pág. 371, donde Indivldualisa que estaba el Rey enTordesltlu
mientras la Reina en Toledo. Zdfliga, Ibld.
(9) Bsuban en Medina donde tenían Cortes y les otorgó el Rei-
no 172 cuentos de mrs. en 1.^ y 3 de agosto. Zdfligs, ndm. 7.
(10; Bn Tordesillas á 13 de Jnllo, otorgó el Rey sn primer testa-
mento tenleodo su Real cerca del puente que Iba sobre Toro. Zu-
rita, lib. «9, esp. i3.
(11) Donde esuba á 9 y 15 de agosto. Zdfliga con doenmenloe
ndm. 7 y 19. Bn Jueves 6 de oetobre en Sabagun. Vid. Eaealona,
pág. 695.
(12) Donde estaba á 31 de odnbre. Salaiar, Cot. di L&t,, tom. if,
pág. 397, y en i de noviembre libraron aquí el privilegio de au-
mento de armas y merced de la Bseusabaraja, día de Navidad en
cada aflo á D. Andrés Cabrera y Dofla Beatrli de BobadUla, dea-
pues primeros marqueses de Moya. PineL, Atflrol. d$i éuMWétMiht
págs. S38 y 849.
(13) Y bien lejos de dlsgnsUrse del beelio do D. Pedro DévUa,
ahora mismo estando en Valladolid á S8 de noviembre de este
aflo 75, atendiendo á sus grandes y fleles servieios que les bsbla
hecho aun desde antes que reinasen, le hicieron merced perpéion
para si y sus sucesores de la fortaleu y término del Risco cerca
de Avila su patria , con titulo de Conde. Véase el privilegio ea
Haro, tom. ii| pág. 93.
bol} IIBBKANbÓ
Vatladoliá partió la Reina (1) á reecebir el oastíllo |
de Burgos (2), j el Bey partió de Burgos al trato de
Zamora, ó U ganó (S), oomo ae oontíene enlaa ooro-
nioaa de latín é romanee de este tiempo.
jlSo 1476.
Bate alio la Bdna eatnyo en Valladolid en prin-
cipio de él. En el mea de mano (4) venció el Bey
Oatólioo al Bey de Portogal en la batalla de entre
Toro y Zamora. De allí fué á Tordeeillaa y de allí
▼ínieron ana Altesaa á Madrigal donde hicieron Oór-
tea y jnraron á la Princesa Dofia Isabel (6) é hicie-
ron leyes , y se ordenó la hermandad en la villa de
Dnefias (6). S de Madrigal fué el Bey A cercar á
Oantalapiedra, é allí ae libró el conde de Benavente
de la priaion de Baltanis, é le dieron sus fortale-
■as (7). Loa Beyes se vinieron á Medina é á Tor-
deeillaa (8), y de allí partió la Beina para Segovia,
cuando se alzó Maldonado con la Torre de Don
Juan (0) ; y el Bey partió á Bürgoa é A Quipuzooa
al Bocorro de Fuenterrabía, cuando la cercaron
los franceses (10). Y en este tiempo se tomó á To-
(1) A 8 de aovlesibre eaDvoiai, S tegaas de Valladolid, en el ca-
mino A Bárgos, libraren i Jean de Valladolid , negro , tUalo de
Jnes 7 mayoral de los nefros j negras , loros y loras , qne ya por
este ttempo se baMan traído en grande ndmero de Giineeft Sefi-
Ua , y residían de uleato en eqtella cindad. Zdaiga, ndm. 10 de
este lio.
(t). Qne se le rindió en enero 8i. Znrlta. T ese día lo af Isd de
1 nlli i Serilla. Záiiga, afio 70, ndm. 1.
(3) Estaba ya el Rey en Zamora él de febrero. Zditga, afio 76»
ndmero í.^H ganó el eleáiar á 19 de mano del afio slgnlente, y
nombre alcalde A D. Sancho de Cutllla. Zdfifga, afio 76, ndm. 1.
{kj Viernes día 4.^— Pnlgar, t.* paru, cap. 4S. Znrlta, ^míL*
tom. IT , Ub. 19, cap. 4i, y Zdfiiga eon cédula del Rey en qne lo
dice, dada en Zamora i 9 del mismo mes, afio 76, ndsk 1.* En 80
de marso estaban en Medina del Campo y libraron allí el privile-
gio y merced á las Condesas de Cabra del brlal qne las Reinss de
GasUlle risUesen el día de Pasees de Resnrrecelon de cada afio.
Salas., Adfert., pAg. 311
(8) Corrían esUs Cortes en t9 de abrU, y en ellas se scordó, en-
tre otras cosas , Jansen los pueblos los traudos matrimoniales
de esU Princesa con el Príncipe de Capna. Zdfilgneon ta orden A
SerUlt de dicha fecha, afio 76, ndm. l.«
(6) Todo esto fné desde mitad de Jnllo, día de Santlgo, do qne
es la fecha del enademo de la Hermandad, bocho en Jnnta de Dne.
fias, precedida otra y otro en Óigales A 13 de Jnnio, sin el prime-
ro de Madrigal de 8 de mayo, donde las pettdones de Cortes por
lo tocante A lo general del Reino aalieron firmadas en S7 de abril,
como todo consta por los mismos enademos.
<7) Esta pristen del conde de Benavente feé heeba por el mis-»
me Rey de Portugal en BaitanAs del Valle de Cernto el din 18 de
setiembre dei efio snterlor, y le llevaron preso A Pefiafiel, lugar
de sa contrario el conde de Uruefia , junto ai Duraton, donde en-
tra en el Duero. Zurita, lib. 19» cap. 33.
(8) En Valladolid A 16 de Junio libraron sus contadores privile-
gio de confirmación de otroe de nnjuro A Pedro de Herrera, Defie
Isabel y Dofia Merfe sus hermanas, la primen ebadesa que des-
* pues fué del monasterio de las Huelgas de esta ciudad de Valla-
dolid, y hermanes de Femando, Diego, Francisco, Sanche y Dofia
Inés de Herrera, todos ocho hijos de García de Herrera, guarda
del Rey D. Juan l\, difunto poce Antes del dia 18 de octubra de
i439 , en que por sa muerte este Rey empesé A confirmsr A les hi-
jos los mrs. de este jure.
(9) T sllf dls 13 de agosto confirmó el cuaderno de Hennandad
hecho en jnnta de Dnefias el dia 15 de Julio.
(10) Iba caminando A ese destino el dls 18 de junio, en que en
Guevara, lugar feerte del conde de Ofiate después do Vltoriey An-
tes del Puerto de Ssn Adrián, por donde entonces én el psso mAs
lenia de Alan á Giipnieoa, i|brd A esta dlttmt pioriaela la eé-
¿DOÍÍAÍSABBL ' . Wt
ro (1 1) é yino la Beina áToro deade Segovía, f el Bey
á 1.* dia de noviembre de este afio cercó á Castro-^
Nufio (12) estando la Beina en Toro: é desde To-^
ro (13) partió sn Alteas á Udéa sobre lo del Maea-
trasgo de Santiago : de allí toItíó á Ooafia y fué á
Toledo; é allí vino el Bey habiendo ganado A Oaa<
tro-Nufio. Fallesció eate afto dia de San Martin en
Ooafia A 11 de noviembre, D. Bodrigo Manriqae^
dula que clU el P. Heneo, tom. n, pAg. 891 Pero ae debió pasar
adelante por eotdnces y volrió A Vitoria, donde eua nos le de Zu-
rita (Ub. 19, cap. 80) en 19 del mismo mes. T en prueba de sa
puntualidad tengo la earU original firmada de su mano y refren-
dada de Felipe Gilmente sn protonotsrio, secreUrio y de su Cén-
selo , con feeha de ese dia 19 de junio en Vitoria , requiriendo A
los alcaldes de Itnrria y valle de Ámeseos, en le merindad de Bo-
tella, reino de Navarra, pan que hiciesen volver A Juan Sancbex
de Vleufia, el moxo» vecino de Vleufia, su vasallo , una yegua que
los de allA le hablan llevado, ó su valor, sin darle lugar A otro
procedimiento mAs sensible. Con feche del mismo dia 19 de junio
en Vitoria libraron Real fbculttd A D. Rodrigo Ponce de León,
Marqués de CAdU, Conde de Arcos de la Frontera, su primo, vt-
sallo y de sn Conseje (que así le llaman) para sacar de su mayo*
raigo las ciudades de GAdli y Arcos, y lu villas de Harahena, Ro«
ta, Dallen y Hatrena, y otros cualesquiera lugsras, dignidades,
oficios, bienes (y (rentas, y deJsrlos libremente ó en une d mAs
msyorasgos A sus hijas Dofia, ote. T en 9 y 17 de Julio siguiente,
en cuyo dia partió de aquella dudad para Bilbao A prevenir las co-
sss que elll dice, donde ye estaba el día 10. En el 30 se balisba en
Guernlca, donde confirmó y juró, como Seftor nuevamente venido
A Viicaya, los fberos de aquel sefiorio, con la formalidad qne se
Té en el mismo privilegio, impreso A continuación de los del día,
aunque no les toes, porque estos se hicieron pesterlormente. Allí
se dice parte del acompafiamiento qne llevaba, con olrido de dea
Antonio Carrillo, obispo de Pamplona, A quien ios viscsinos (qne
no permitían entrada de obispo alguno en Vizcaya, no sé por qué
eprehenslon antigua retenida en los fueros , que once afios des-
pees les prescribió Gard-Lepes de Cbinehllle enriado para ese y
otros efectos por este Rey A Vlzeajs) hicieron salir de los térmi-
nos del sefiorio; y porque habla pisado tierra de él en contraven-
ción A sus fueros y costumbres , dieron al Rey en aquella primO'
ra risU el raro y enfAüco espectAeulo de recogeria, quemaria y
arrojar al mar las cenlses, como todo lo cuenu D. Juan Margarte
después Obispo de Gerons y Cardenal, que Ibe en el riaje y lo
presenció, sdmlrAndolo no menos que todos. Estuvo el Rey en Vis*
csfu dando las órdenes psra la defenss de aquella costa contra los
frsuceses (sene Znrita, cap. 31) hasta el 15 de agosto, y de allí
Tolrió A Vitoria para donde lenU aplaiadas visUs con su padre el
Rey D. Juan II de Aragón, que habla llegado A aquello dudad el
13, y se teriflcaron A breves diss eon grande ludmlento y spsrato.
(11) Toro so entró jueves A la noche 19 de setiembre, y le
Rdne llegó sAbado 18, y le fortalen se rindió sAbado 19 de odu-
bre. Zurit, 11b. 19, cap. 88. Pero es debido hacer aqui mendon de
la noble toreaene Antonia García y Su marido Juan de llonroy, i
quieaee los Reyes en el pririleglo que concedieron A sus hijas y
descendientes confiesan deberse aqudla fortune A cosU de la vida
de ella, malamente sacrificada de orden dd Rey do Portugal, que
etrlbuyó la fidelidad A traición. En 6 de octubre, en Medina del
Campo libraron A Rodrigo de Ulloa pririleglo de Juro de 18,000
maravediaes cada afio. En 4 de didembre confirmaron un privile-
gio A Cuenca. Piad., pAg. 87.
(11) Cublllasy Siete Igledas, que filé un dU después de le lle-
gada dd Rey A Toro. ZuriL, ibid., csp. 58.
(18) En 4 do didembre firmaron alli pririleglo A Pedro de les
Cnevss de an juro de S.00O mn. En 5 de Didembre fué A Oqsfia,
ocupó aquella rilla y luego A Udée , cuyo convento también aae-
gnró A su poder, y eslebe de vuelta en Ocafia el sAbado II con lo
demás que escribe Zurit, lib. 10^ cap. í.^ y 1.^ donde dice que el
Rey tuvo le Pssene de Navidad en Medina dd Campo , y de allí
pasó A Ocafia donde en 9 de enere ya se hsllsba padficado, por la
buena diligencie de lu Reina, todo lo correspondiente A la paclQ-
cadon dd meestrasgo de Santiago en aqudla prorinda. T aun
se eflsdió la fellddad de reducir enteramente A su senieio A don
I Jaaa Talles Gtrea^eoide de Uruefib.
642
ORÓNICAS DB LOS BEtBB DÉ OÁffPtLLL
Conde de Paredee, Maestre de Santiago ; está ee-
paitado en el oonyento de üoléa. Faélnego Maestre
en aoto D* Alomo de Oárdenaii que también en vida
de D. Rodrigo ee llamó Maestre, j era Oomendador
mayor de León. Estas oosas y otras qne aoaescieron
este alio se hallarán mas largamente en las ooróni-
oas.de latín j lomanoe.
aMo 1477.
Este alio estuvieron los Beyes parte de él en To-
ledo (1), é por abril partió el Bey para el cerco de
Oantalapiedra qne ya estaba cercada, y la Beina
para Trajillo (2); é habida la forUlesa, que la tenia
Pedro de Baeaa por el Marqués de Villena, fué de
Oáoeres á Sevilla (3); de allí á Jerea de la Frontera,
y tomó á SoTilla donde estavo todo este afio (4). Y
en este dicho afio á once de jonio, dia de San Berna-
béy en la noche (6), fallesció en Salamanca en el mo-
nasterio de San Agustín Fr. Juan do Sagnn, y oo-
menso A hacer milagros A 28 de junio de 14^ vís-
pera de San Pedro y San Pablo, y después aoá ha
hecho muchos milagros (6). Este afio el obispo de
León , qne se llamaba el Dr. D. Bodrigo de Vergara,
natural de la dudad de Log^fio, biso matar al te-
sorero de la Iglesia que se llamaba Pero Baca, que
era caballero muy emparentado en la ciudad, y los
parientes de dicho tesorero cercaron al obispo en
sus casas, y él se salió huyendo, y llegó A las casas
del conde de Luna, donde le mataron estando en
las faldas de la condesa (7). Este afio mataron los
de Fuente Ovejuna A D. Hernán Qomes de Guz-
man, Ck>mendador de Odatrava, que era hijo de
D. Juan Bamirea de Gusman, que ensimismo fué
Comendador mayor de Glatrava y de Otos, y le ma-
taron A pedradas en su casa. Este afio en el mes de
mayo mataron en Sahelices de los Gallegos A García
de Sequeyra, sefior de aquella villa. Y este dicho dia
(f ) El Midrid á 9 de mino eonlrmaron A Valderu sa eiendOB
de aIe«]»aUt j peebos. Xlmeoi, ámmí, 4$ Jarnt^ páf . 430.
(f> Donde ee bailaba á 10 de Juno. Zdftlga» aflo 71, iitfm. i.»:
babiesdo pasado por Gaadalope es 10 do mayo. Ibid. ndm. 4, pá-
SloaS80.
(9) Balaba en Cfteeres á 4 de Jallo. ZUIga adm. 8, y od 16 es-
tro eoe pallo od Seftüa. Ibid.
(4) T el Rey qae entró el iS de aeHeabre y perBaneeian ea IS.
Znrita. Estaban en Xeres de la Frontera á tt y t8 de oetnbre, en
Utrera A 9 y 16 de noviembre, y ya en Seyilla de vuelta el SO. Zd-
filga, ndms. 8 y 9.
<8) De 1478. Vid. Fr. Jnan de Sevilla Ap. Herrera BitUrté i§
S§» AiutHñ de Salamanca, pAg. 67, 68 y WL
(6) En este aio A ii de mano morid en Roma O. Jnaa ¡Mas de
Govarrnblas y Goea, andltor y deeane de la Sacra Rota, obispo de
Calaborra y Antes de Oviedo, y primero Dean de Bdrf os, nataral
de aqnella clodad, en edad de 77 nftos. SepnItAronle on la Miner-
va, de donde sos bnesos faeron trasladados el afto 1480 A la capi-
lla de la Visitación de la Catedral de sn patria, A qnlen dejó por
bereden.Gll Gomales, Tetí. eckt,, lom. ii, pif. 364. Salasar, id-
•ertme. kiitúric., pAg. Ul. Sncedióle en la silla de Calahorra Don
Fr. Jnan de Qnemada, nataral do Toledo y visitador fencral de sn
anobispsdo, qne morid el año slgnlente 1418. Tejada, HUtarté U
Smtí^ Dowdm§ú éé U (MM»dé, pAf . 997, ndm. 4 y 5. Y le sncedid
D. Pedro de Annda, natnral también de Bdrfos, qne Inofo fné
Presidente del Consejo basU el aio 1494 de so mnerle.
O) Gartbay» lib. 18, cap. 18, tom. ii, pAf. 610, col. % tomAndolo
de aqni. Véase boy al P. M. Risco, tom. 36, donde Individnalist
clreuistisciM nny parttenlares qne bobo en este raro caso.
de San Bsteban á 26 de dicieiftbrs un escudare müt
al Duque de lOlan, que se llamaba Qaleaao, y es-
tando á unas oyendo misa, porque le tomó á su mu-
jer, el cual fuó luego muerto alU por las guardas del
Duque.
iffo 1478.
Este alio estuvieron los Beyes en Sevilla (8)
basta que nasció el principe D. Juan, que fué á 28
de junio (9). En este afio fué lo de OastronufioXlO).
£ á cabo del año vinieron á Oórdoba, é allí estuvie-
ron hasta en^fin del afio. Miércolea A 29 (11) de julio
de este afio de 78, hubo eclipsi dd todo scnro (12).
AÉO 1479.
En principio de este afio estuvieron los B^es en
Oórdoba (18), y desde allí fueron á Guadalupe, don-
de juraron laa páoes con Franda (14). B allí vino
nueva de la muerte del Bey D. Juan de AragoUi
padre del Bey D. Femando, y fué un martes á 19
de enero en Baroelona. B de alU fué la Beina á 04-
ceres, y desde allí A Alcéntara 4 las vistas con la
Sefiora Infanta Dofta Beatrís, madro del Bey Don
Manuel y de la Beina Dofia Leonor, mujer del Bey
(8) De donde vino el Rey A Madrid por Cabrero, y tUI tavo Jnntn
de los diputados de bs bermandades, y lofró se prorogasen por
tres afios mas, mandando lo mismo por lo tocsnte A las de Visca-
ya. Permanecía alli A ti de mano y se detnvo basta la do abriL
Zorita, lib. tO, cap. il. Zdftifa, alio 78, ndm. 1.*
(9) Zorita, lib. SO, cap. ii, le día A Impogna diciendo ^e taA A
postrero A las once del dia, y qne se bantlxd el dia IB do Julio sW
gnlente» y dice fnó padrino NicolAs Franco, obispo Palomino, le-
gado del Papa en Espafia, qne era veneciano, uisüendo tsmblen
al acto los embajadores de aqnella Repábllea en nnestra Corte, y
los Grandes y c&ndad con el grande esplendor qne correspondía A
in Principe heredero tan deseado, como por menor se podrA ver
ea Zdllíga, aflo 18, ndm. I", donde caillca babor sido el din del
nacimiento el qne dice Znriía, coa la carta de aviso qoe en el din
slgniente I.* de jnlio escribid el Rey panicIpAndolo A los pueblos.
A&ade, ndm. 3, qne salió la Reina A misa de parida A la Santa
Iglesia el domingo 9 de agosto, coya ioeidfsima fnndon dejd eo-
crita d cnra de los Pelados, testigo de vista qne allí copia. Ddn-
de estuvieron los Reyes después por todo d afio. Véase allí desde
el ndm. 4.
(10) En Sevilla A ti de agosto de este afio 1418 libraron prlvOo-
gio A D. Andrés de Cabrera y Dofia Bealris de Bobadilla, snmn-
ger, primeros Marqueses de Moya qne taeron luego, badéndoies
merced del seftorio de la casa y lugar de Ormau, conflsendo A
Gonsalo Mufios de Castafieda, por babor seguido Is vos del Rey de
PortngaL Pinel, Retrato iei Ami wmmUo, pAg. W7, cuyo privilegio
revocaron luego por baberle perdonado. En 18 de setiembre ana
permanecían en Sevilla, donde libraron la pragmAUca 186 contra
los de Córdoba y su Jurisdicción, que A preieito de ser ozentoe
de pedidos y monedas, extendían la eienclon A todos los demu
tributos y pechos, fin 30 de seUembre en Sevilla, titnio de Mar-
qués de Gibraitar A D. Enrique de Gusman, Duque de Medina Si-
donia. Ayala. fin 15 do noviembre estsban en Sevilla. Caneará, ás
la meit, tom. i, folio 180 vuelto, ndm 9S0.
(11) Á 19 dice Zdfilga, dUndo al cura de los Petados, testigo
ocular, afio 18, ndm. 4.
{i% Vid. el cnra de los Pelados ea Zdfilga, pAg. 884, ndm. 4.
(13) En 30 de enero libraron al Duque y Dnqueaa de Alba Dea
Garda Alvares de Toledo y Dofia Marta Enrtqnes, facultad Red
para fundar mayorasgos de sus estados y bienes. Sstas., Mmorim
iai «Mffnds da YUiaf^aMCñ , pAg. 181 y 184.
(14) No ya en Córdoba, sino en Gusddnpe, libraron eaita A Sevl-
Ita A 8 de enero, donde se mantanian el 16; pero en d II de él y A
1 y 19 de febrero so bdtaban en Trajillo. Zdfilga en Míe afio, a^.
mero l. Zurita, lib. 80, cap. 87 y 88.
DON FBBNANDO
Í>. Joan de Portagal. T de esta Dofia Beatriz era
hermana Dofia Isabel, madre de la Beina Católica
Dofia Isabel; la cual de allí ee yolvió A Cáceres, y
de Oácerea (1) á Tmjillo, donde estavo en tanto
qae faé la batalla de la Albuera, martes de carnes-
tolendas á 28 de hebrero, á donde fué vencido el
Bey de Portngal, mediante la ayuda que el Maestre
de Santiago D. Alonso de Cárdenas hizo. B fueron
los cercos de Merida é Medellin, y Montanohes, y
Castilnovo, y Deleitosa, y Magaoela, y Zalamea, y
Bienquerencia é Armonchon de la drden de Alcán-
tara, y se firmaron las paces de Portugal (2) ; y de
allí TÍnieron los Beyes ¿ Guadalupe, y de alli á To-
ledo en el mes de octubre de este afio (3). T en el
mes de noTiembre nasció la Sefiora Infanta Dofia
Juana, que casó con el Archiduque D. Felipe, conde
de Flándcs, hijo del Emperador Maximiliano, y de
Madama María, hija del duque Charles y Madama
Catalina de Borbón.
Afio 1480.
Este afio hicieron los Beyes Cortes en Toledo (4),
é hicieron las Leyes y las DwHaratmiaty todo tan
bien mirado y ordenado, que páresela obra diyina
para remedio y ordenación de las desórdenes pasa-
das (5). E allí estuvieron hasta en fin del afio, que
partieron para Medina del Campo, donde quedó la
Beina (6), y de allí fué el Bey á CalaUyud é á Za-
ragosa.
mAo 1481.
Este afio estuvieron los Beyes en Aragón y Bar-
celona y Valencia, y en fin de él volvieron á Medi-
(1) Ksttban los Reyes en GAeeres i io de mano y II de mayo.
Zariía, lib. to» cap. 31 Zdftiga, afio 79, adm. 4. T pennaveeleroa
allí hasta fS de mayo (no mano como se imprimió en Zorita), en
cayo día rinieron jonlos á Trujillo, donde el sdlmdo 8 de janio se
separaron, porque qnedando alli la Reina, el Rey se partid para
Aragón i Jnrarse Rey de aquellos reinos por mnerle de sn padre,
donde entró ev 11 de dlebo mes, habiendo eaminado por Gaada-
lope y Santa Olalla, donde se halló en 10 de él. Zurita, donde arri-
ba. La Reina permanecía en Trujillo A 18 de afosto.
(1) Cuya conclusión avisó la Reina á Sevilla desde la rilla de
Aimaras A S de octubre. Zdfilfa cita ndm. 4.
(S) Esto está malo. Los Reyes no vinieron Juntos ni ei ese
tiempo. Queda visto que el Rey pasó para Arafon solo ei el mes
de Junio. La Reina quedó en Trujillo, donde se hallaba ann en 18
de agosto, como acredita con documento Zdfllga, ndm. 4, y alli
mismo que estaba en Aimaras de Extremadura A 8 de octubre. En
n, pues, de este, acredita él mismo con carta suya se hallaba ya
en Toledo, adonde volvió el Rey de Aragón pocos días Antes de
parir alli la Reina A la Infanta Dolía Juana, después sn sucesora,
el dia sAbado 6 de noriembre entre lai 6 y 7 de la maflana. Zurita,
libro 10, cap. 54.
(4; En dos de mayo libraron alli la A villa de Salvatierra de
Ala?a privilegio con Inaerclon de otros de sas antecesores, en qne
le la confirmaron generalmente los suyos.
(5) Salaiar de Mendosa en la crónica del cardenal Mendou, li-
bro i, cap. 81, pAg. 174, cita y alaba este lugar de Galiiides as as
Mem^ritl á ñetkirú,
(8) Eataban ya alli el dia 19 de setiembre, en que libraron la
pragmAtlca Inserta en la 17, y en el día 9 de noriembre, en que la
Reina aola libró cAdnla que be visto original, firmada de au mano
y refrendada de Diego de Santander, an secretario, para qne los
aposentadores no diesen huéspedes allí en la posada en qne habla
de estar el doctor Jnan Ruis de Medina de sn Consejo, ni en casa
de Pedro Femandes de Rincón, qne asimismo habla de tener por
posadaa, no obstante que dicho doctor no se hallase en la dicha
villa, por cnanto su Áltese le enviaba A algunas cosas enmpUderas
I n lerrieio Cuera de etia vUla.
É DOff A ISABEL. 648
na del Oampo, á donde acaesoió la diferencia entre
D. Fadrique Enriques, hijo mayor del Almirante
D. Alonso Enriques, y Bamir-Nufiea de Guzman,
Seftor de Toral, en lo cual el coronista de romance
queda asas falto y diminuto en perjuicio de par-
tes (7).
Afro 1482.
En principio de este afio se ganó Alhema postre*
ro dia de hebrero (8) que fué la primera oosa que
se ganó del reino de Qranada, en que se halló Don
Bodrigo Ponoe de León, Marqués que se deoia de
041ia (9) ; y partieron loe Beyes con la nueva al so-
corro de Alhema, que la cercaron los moros. Y en
este afio estuvieron sus Altesas en la Andalucía, y
nació en Córdoba la Infanta Dofia María, que fuó
Beina de Portugal, segunda muger del Bey Don
Manuel, cuyo hijo es el Bey D. Juan do Portugal,
que después casó (10) con la Infanta Dofia Catalina^
hermana del Bey D. Oárlos , nuestro Sefior. En este
afio A 13 de julio mataron los moros de una saeta-
da con yerba en el Beal de sobre Loja á D. Bodri-
go Telles Qiron, Maestre de Oalatrava. En este afio
A l.<* de julio murió en Alcalá de Henares D. Alon-
so Carrillo, Arzobispo de Toledo (11); sucedió en su
(7) ABo 1481, en talladolld A tt de febrero, la Reina dióla
carta de co^mlslon y creencia al Reverendo Seftor D. Juan de Or-
tega, provisor de Villarranca, aacrlstan de SS. AA., y Alonso de
Qnintanflla, su contador mayor, directores de las bermandadea, 7
como tales enviadoa (según Pulgar, eate afto, cap. 99) A Yiscaya,
Gnlpdscoa y Monlaflas A diligenciar naoa, gente, vitn«illas, amas
y artillería para la amada contra el Turco, que infeataba eruel-
mente el reino de Sicilia y otros puertos de la cristiandad. Batos
comisarios parece qne también llevaban comisión para sacar con
buenas artea el mas dinero que pudiesen, pues aun de esta espe-
cie Umblen babii Cilta. Así lo blcleron (dice Pulgar) con los la-
gares de las Behetrías Juntos por sus Proeursdores en la ciudad
de Bdrgos, donde redimieron A dinero la antigua obligación (que
para, esta ocaalon no ae olvidó) de dar galeotes para las armadas.
Estéis comisionados paaando de allí llegaron A Vitoria y presenta-
ron sn credencial A la Junta f eneral de la provincia y hermandades
de Álava, día ti de marso de este afto, hallAndoae diputado de
ellas Lope Lopes de Ayala, aunque Pulgar no habla de eata pro«
▼Inela; y tOTleron tal mafia, qne por buena composlelon les saba-
ron un servido de 500.009 mrs. en dinero, aunque fuese con la
protesta qne an diputado y procuradores hicieron de qne esto no
eassaae perjuicio y elemplar A sus exenciones, franquens y pri-
Tliegios. Acta y adjunta la carta, caz. G., tit 31 Archivo de la pro-
vincia. En dos de abril del mismo afio 1481 libraron en Valiadolld
la pragmAtlca 198» interpretando y declarando el privilegio de las
exenciones de Simancas. Este afto, día 4 de abril, estaba ia Reina
en Valiadolld. Cédula que Imprimid Salaur, Cea. £ar. tomo iv,, pa-
gina 03. En 13 de agoato en Tordealllas, Caac^rH» i$ U Iftfale,
fol. 181, ndm. 834.
. (8) Del día en qne ae ganó, por quiénes y cómo hay nna carta
original en Alderete, AntíiUi. ie Btf., pAg. tl4, la enal se debe
'poner aquí porqne ea msy apreeiable. Vid. Prudaeo Gnxman^
NóHUúrt§ 9»h,^ Ortega , fol. 11 fuello.
(9) En 90 de mano eataban en Medina del Campo. Cmicori, i$
¡m MeiL, fol. 151, ndmero 837, y pragmANea 197.
(10) En Bstremos A 5 de febrero de 18S8, dice Mariana en el sa-
marlo. Sandoval lo toca tres yecos y nsnca sefiala el mes y dls,
mas de qne el caaamiento ae habla contratado en Valiadolld en
el yerano antecedente, lib. 11, f SI y t7 al fln, y lib. H, 1 14.
Sayas, Anelea de Ar9§ón^ cap. 119, pAg. 748.
(11) El mismo día sefiala Zurita, lib. 10, cap. 43, tom, ir, y Zd*
fiiga en los Antí, 4$ SetUU, pAg. 510, advierte con oportunidad y
utilidad haber sido eata U prlm4r§ wetnu é qm i» conemrié
fuMMkm M CmHUo dwa.i por h $rtúéM fw pe lea üípat isKos
544
ÚBÓNÍGAS DB tOB ItSYKS DB OASTIliLA.
dignidad el Oiidanal D. Pedro Qonsaleí de Mendo«
la, que era Arzobispo de Sevilla ; y eaoedió en 8e*
TiUa D. Ifiig^ Manrique, obispo que era de Jaén, y
Jaan se dio á D. Lnis Osorio, hermano de D. Alvar
Peres Osorio, primer Marqués de Astorga. T fálles-
elo este afio por mayo D. Gabriel Manrique, pri-
mer Oonde de Osomo : y murió en este afio por he-
brero D. Alvar Peres de Gnsman, Seftor de Santa
Olalls (1),
Aflo 1488.
Bste alio taló el Bey la vega de Granada y la
ooirió, y basteólo á Alhama, é tomó é derribó A Ta-
sara. Bn este afio murió el oonde de Lemos, D. Pe-
dro Alvares Osorio , en hebrero. T en este mesmo
afio fué el desbarate del Maestre de Santiago é
Marqués de Calis en el Ajarquia, que se dijo la de
las lomas de Málaga, dia de San Benito, 21 de mar-
co (2). La Beina estuvo este afio en Santo Domin-
go de la Oalsada y en Viscaya, y la Navidad en Vi-
toria, A donde vino el Boy que venia de Aragón. En
este afio fué preso el Bey Muley Boabdeoh de Gra-
nada, que llamaban el Áiquito, que le prendieron
él Oonde de Cabra y el alcaide de los Donceles, y
desbsrataron los moros, y mataron' é prendieron
gran mndiednmbre de ellos.
aMo 1484.
Este afio partieron los Beyes en principio de él (9)
desde Vitoria, y fueron á Tarazona, y de allí vinie-
ron á Gnadalajara, é á Toledo, é á Córdoba (4), y en
el mes de julio ganaron A Illora,y en el de septiem-
bre A Setenel, é invernaron en Sevilla. Este afio fué
el Bey al ardid de tomar la villa de Loja, y no se
biso (6).
áffo 1485
Xite aflo ganaron los Beyes A Bonda é su tierra,
é Ooin, é Cártama é otras mucbas villas é f ortalesas,
é ganaron A Cambiel. Este afio al septiembre fué des-
bfvatado él Conde de Cabra , yendo A cercar A Mo-
olin. B fueron los Beyes A invernar A AloalA de He-
nares. Y este afio lluvió desde Todos Santos hasta en
0ktaAiéf»ñfrmñUrt$ii»lultMti» é$iHirtl»09,pfrilmiiú
sil IM MMtfM M SMftfr pritmlMincU. Los motlTos, fandaoies-
tof y utoccdestaf qno habo pan esto, le podrin yer eoa eiten-
sloa es el éotíút Seissar de Meodon, CrMlM M caréen§l Míb-
á§Mé, Ub, 1, eap. n por todo él.
(i) Bd 18 de effotto de n ea Sorli. fiseá. ie U Jr«fl.all!, nd-
■ero 84S, poro peede ser eqoiToeaelon. Be SO de agosto en Gdr-
doba ctoaron en dseado la eiadid de Nijera , y dieron Iftolo per-
pétoo de Daqoe de ella i D. Pedro Hanriqoe, Coede de Tretlfto.
Salas., Cit. é* Lét,, tom. ii, pdf. 113^ y ton. i?, pág. ttS.
(I) En Madrid A t6 de abril UbraroB la praffmdtlea i36, ezeep-
toando de la ley de Toledo y de los oielos acrecentados manda-
dos per ella eonsamlr, los pertonectentos i hijos de los qne hu-
biesen muerto 6 murieren en la guerra de los moros, siéndoles
fenunelados, y ellos mayores de i8 silos para serrlrios.
(S) No debió ser un al principio de él, pues A 6 de abril en Ma-
drid libraron á Rodrigo do Ulloa, su conudor mayor, nn prlriie-
glo de Jnro de 67.800 mrs. en eada aSo.
(4) En Córdoba é tres de setiembre libraron la pragmétiea 179,
fiobiblendo entrar sal faera del reino.
CS) Graclu al nieresisimo y diestro esealader leonés Ortoga
de Prado, por cayo desengaSo se logró que el Rey no ayentorara
alU todo sn ejérelto, no bien aconsejsdo por serfldores de menos
fin de enero (6). Y en este alio nasoió en AloalA de
Henares A IG de €i»ero (7) la Infanta Dolía Catalina,
BeIna que después fué de Inglaterrs, que oaaó pri-
mero oon el Prinolpe Arctnro, j aquel falleoidOy oasó
con Henrique su hermano, B^ qne hoj es de In-
glaterra. T en este afio por el mes de mayo fallesdó
en Valladolid el Almirante Don Alonso Bnríquesi
que estAs^ultado en San Franoisoo de Palenois (8).
Aflo 1486.
En prin^pio de este afio estnyieron los Beyes en
AloalA de Henares, y desde alli se fueron A Córdo-
ba. T ese verano ganaron A Loja, Hiera, Moolin,
Montefrio y Colomera. T este afio fueron los Beyes
en romería A Santiago, y de oamiño cobraron A Pon-
ferrada y otras dllss y f ortalesas (9) y Tolñeron A
tener el invierno A Salamanca.
Alo 1487.
Este afio estnyieron los Beyes en Piiif^rf^sni^s (10) y
A prindpio del invierno en Córdobs, y fueron A cer-
car A Veles-lIAlaga, y fué cercada un dia después
de Pascua de Besurreooion, 19 de abril, y fué ga-
nada Veles. T cercaron A MAlaga A 17 de mayo del
dicho, y fué ganada el mes de septiembre (11) y fue-
ron tomados cautivos todos los moros y sus bienes,
y volvieron este invierno los Beyes A Zaragosa (12).
Aflo 1488.
Estuvieron los Beyes en principio de este afio en
Zaragoza (13),'y de allí fueron A Valencia (14), y de
(6) Terrible peeto y Sfiseeroe de esto nfto y el sifileato. Pil-
lar, 8.* psrte, cap. 64. Véue otra al afto 1488.
(7) Didméré, dice ZeriU, lib. tO, cap. 64 al la, y taabtoi Pie-
les en las Ratees, péf. 848, aaiqie seSato el día 18.
(8) T en 30 de oetobre 6 poco despaes, ea Lluros de Sleira-
MoroM, D. Alonso do Arafoo, Doqoe de ViUabersiosa, hormaio
basurdo del Rey. caya aiiierto pote aas adelanto en el alo 8S.
Bato afio dice Siol, adn. SS, en sn hf^rwu dsi áfcid— i$ Stenn-
Ms d FtHpe F, se biso concordato entre Roma y Rápala sobre
proTlJion de obispados, la coal descnbrid en dlcbo arcblro.
(9) Del color con qne el Conde de Leaios decía beberse spode-
rado de Ponferrada, Torése al Sefior Palacios Rebles, h€ tfsnelto-
9ib, ai fiéri^., § 68, ndm. 61 eC 01
(10| Donde llbrsron en 98 de enero Is pragvétiea 195 sobre las
btdalfnfas Tonales del tiempo del Rey D. Enriqna, sn antocesor.
T pasé en Salamanca lo demás qne refiere sn cronlsto Pnlgar.
(11) A 18 de agosto de este afio, segnn la crónica, en los dos
Impresos y en mi mannKrilo coeUneo, cap. 106, la crónica, S."
parte, cap. 98. Zurito, en el I Ib. 10, ap. 16, tomo it, to pone ea
foneral después de 6 de setiembre y por resnila de la mierto del
Dnqne D. Alvaro, qne se pone sqnf luego.
(11) Donde libraron en 14 de diciembre á los lugares del vallo
de Ordufla confirmación condicional de una sentonda y despacbo
con sn inserción qne tienen é sn favor de la cbanctlierfa del Rey
D. Juan I, librado por sus Oidores en Valladolid i 7 de diciembre
de 1388 del pleito sobre entramiento, litigado con D. Fr. Fernán
Peres de Ayala, su sefior^ En esto afio 1487 fué proveído obispo
de Oviedo D. Jnsu Arlas del Villar, deán de Sevilla y del Consejo
de los Reyes. Tomó posesión en 18 de agosto y le rigió Jnntamento
eon la presidencia de Valladolid, qne se le dió en 1491 basto 1498»
en que fué promovido é Segovia. Risco, tom. sxxti, pAg. 78 y 76.
(13) E% Zerefoso, donde A 18 de enero confirmaron fi la provln-
eU y bermandades de Álava el cuaderno de las ordenansaa eoa
que hoy mismo se rigen y gobiernen, dadas por 8 comisarios eon-
sqierae del Rey D. Enrique IV el afio 1463, como se podrft ver por
el mismo cuaderno en tos dos Impresiones de 1607 en Valladolid
y 1763 en Vitoria.
(14) DoBde é íü de abril libraron la pragmática sobre te ley do
la plato , cto , qus es la 123 de su colecdoo.
bOÑ tEÉSkSÜO
•lU á Korota (1), y ganaron erte «fio á Yon, Veles
Blanoo y Bnbio, HneBoe, Mnxecar y otrai túImb y
caetiUof ; y fueron á tener el üiTiemo á Medina del
Oampo (2). Y en fin de eete afio á 10 de octubre re-
cobraron loe Beyes A Plaaencia por mano de los
GarTajales y de otros caballeree (8). Y en este afio
por el mes de mayo mnrió D. Alvaro, dnqne que
era de Plasenda, hijo de D. Pedio, primero Conde
de este linaje. Y f alleeció D. Garoía Alvares, duque
de Alva por el mismo mee de mayo (4) , y sucedió
BU hijo D. Fadriqne; y en este mismo mes murió
D. Garda Alvares de Toledo, obispo de Astorga, y
le sucedió D. Bemardino de Oarabajal, que después
fué obispo de Badajos, Oartagena, ¿gfienza, Pla-
senda, y Cardenal de Santa Crus, que murió en Ro-
ma á 16 de septiembre del afio de mil quinientos
▼einte y tres.
Afio 1489.
Este afio (6) vinieron los Reyes á la Andaluda
por Guadalupe, y cercaron (6) á Basa, y en fin del
afio la ganaron, é AGuadix, Almería y Mufiecar, é á
Salobrefia (7) con todas las Alpujarras, y tuvieron
el invierno en Sevilla. Este afio por el mes de sep-
tiembre, á 16 dias andados, murió D. García Lopes
de Padilla, maestre de Calatrava, y tomaron la ad-
ministradon los Beyes por autoridad apostólica; ó
hoy está incorporado él y los otros maestrasgos por
bula apostólica que concedió Adriano VI. Y mu-
rió (8) D. Alonso de Aragón, duque de Villa-Her-
mosa, hermano bastardo del Bey D. Femando ; y
D. Pedro de Ayala, conde de Fnensalida, el cual
f allesdó en fin de este afio en Salamanca, donde era
Corregidor.
Afio 1490.
En principio de este afio estuvieron los Beyes en
(1) Donde es SO de Jallo libró l« Seine i Dola Mtrit Zapata,
en nombre de D. Pedro Batan sn bijo, Yfieonde de Paléelos, la
cédala inserU en la qee se imprime, llb. 5, ilt. 8, fol. 160 de les
Ordm, ié U Cka»eUieHa i$ y§Uadéni,
{% Bn 8de oetabre estaban en Valladolld. Cüuhue» $ahtar,
Oté ie Uré, tom. if , fif. 676, j «■ ios Orie^nun ée U Ckm^
eUMé, lib. 5, UU 8, fol. 160.
(5) Consta de doenmento del día ÍO que esUba el Rej en Pia-
senela, y qne en ese dta les Juró los raeros j priTlIeflos. P. Fer-
aandei, Ammí, i$ Pl^trnu,^ Hb. % cap. 13, ^f. 181. Anteeros ter^
tibies de este alo. Palfar, 8." part., cap. 103 al fln.
(4) Dia 10 de julo, bebiendo inles fondado por esMtsrs de 16
de oetnbre del alo anterior 87» eineo ilnstres mayoraig os para
eineo Uaslres b^os, tftnlAndose en ella Dnqnede Alba, Marqnde
de Coria, Conde do Salntlerra y Sefior de ValdeeomciJa , sin
ejemplar basta entóneos en Castilla de babor eoncnrrido Jantes
en na pereoaaje los Utnlos do Oaqae, Conde, Marqade j Seflor.
fialas., MmoHéi iel If orfsdt ée ViUsfimeñ, pág. lit.
(6) A se de enero en Valladolld libraron in prtTilegio dejare
de 8.000 mrs. i Rodrigo de UUoa, sa eonUdor, Sefior qno fÉé do
la Mota.
(6) A 6 de mano de 89 en Medina del Cempo. C&»e9ré, Mut,.
fol. 183 Toelto. A 14 de mano do este afio, en Medina, dieron or-
denansas 4 b Cbaneillerfa de Valladolld, lib. 1.* de ellas, tlt 3
adméro 81, fol. 41 fteito. '
(7) A 16 de majo estaban en Jaén. Cmcvré, é$ te Jf««l.. fo-
lio 183, ttdm. 848.
(9) No mnrió sino en el afio 1488, eomo expresamente so lo en.
plenda Zarita, llb. 10, cap. 61, tom. iv, fol. 339 Tielto. Vdase sa
erUdo Joan Peres de Var«as , ms. á^ JUm#«í.
]^ DOJfirA ISABEL. (^5
Sevilla (9), é allí se desposó la Princesa Dofia Isabel
con el Prlndpe D. Alonso de Portugal, hijo del Bey
D. Juan, y nieto dd Bey D. Alonso, que fué vend-
do en la de Toro (10), y casáronse por d mee de no-
▼lembre dd dicho afio. Y este afio taló d Bey la
vega de Granada, y volvieron loe Beyes á SeviUa <
donde estuvieron el invierno (11).
AÑO 1491.
Estuvieron loé Beyee en prindpio de este afio en
Sevilla, y pasada la Pascua florida partieron á cer-
car á Qianadapor el mee de abril, y entraron por d
mee de mayo, y corrieron la Vega y quemaron der-
tos lugares, y volvieron á poner Beal sobre la du-
dad, y edificaron la ciudad de Sauta-Fó, y tuvieron
el invierno en dicho BeaL T este afio tomaron los
Beyes asiento con Cristóbal Oolon, ginovés, natural
de Saona, sobre el descubrimiento de las Indias é
Islas del mar Occéano, de que tanta honra y prove-
cho se ha seguido á estos reinos (12). Brte afio fá-
lleselo d Príndpe Don Alonso de Portugal, á 18 de
julio de una eos de un caballo en la ciudad de Ebo-
ra (13). Este afio fueron quitados el Preddente é oi-
dores de Valladolid (14) juntamente , porque en un
(91 Donde en 6 de mayo libraron á la inlfertldad do Salamanea
la cédula impresa en las OrdmmMu ie U OmdlImrU U YtíU-
é0M, llb. 6, Ut. 8, rol. 161.
(10) ProTision en Córdoba 4 8 de noTlenüire. Salas., Cum U
I«r.,tom. ii,p4ff.ll0.
(11) Allí. Bn 6 de dieiembre de él libraron pri?Ueflo al eon-
Tonlo de San Ildefonso de Toro, eonSrméndole nn Jaro de 10.800
maravedís «no le cedió Rodrlso de UUoa, Seflor de la Mota, con
•arre de ciertas missa.
(li) El primer asiento coa Colon no M en este aflo, sino en el
siraiente 14W, eonqolsUda ya Granada, y estando loe Reyes en
Santa Fé A 17 de ebril. Zdfliss, Antd. áe S^aUte, pég . 411 Bn los
refistros orisinales de la corona de Aragón, consemdoe en sn
tesorería seaeral de Zaragoia, se notó lo slgnleote: « Bn el mes
•de abril de 1491, esUndo los Reyes Galtflieos en la Tilla de San-
»U Fé corea de Granada , capitniaron con D. Cristóbal Colon para
»el primer Tlaje de las Indias ; y por los Reyes lo trató sa secre-
•lario Joan de Coloma ; y para el gusto de U armada prestó Ule
•deSantaagel, escribano de raciones de Aragón, 17.000 flori-
>nes etc.» Extractó esta memoria Argensola en wm AnaUe,
conUnnando los de ZnriU, lib. 1 , cap. 10, pég. 100, donde aflade
lo de baber salido de Aragón el primer oro con qne se eqafpó el
fiaje de Colon; con el primero qne él trajo de relomo del Nnero-
Mondo qne descnbrfó, mandó aflea deapaea el Rey Católico se
dorasen los tecbos y eriesoaados do la sala Real del palacio de la
AUareria en aquella cladad. HebU fcnldo Colon á Espala y se
bailaba en ella é esta solicitad deede el afio 1484. Raestros Reyes,
ocupados entóncee en las conquistas de Andalucía, no pudieron
oirie, pero llenroa la política de eatreieBerie buia que las con-
cluyeron, y él mismo asistió A oiiaa y les sirvió ao poco con sn
pericia y valor. Hallándose estos Principes en Córdoba A 11 do '
mayo de 1489, eseribioron con osU fecba A la dudad de SoTlila
para que le dioee eposenUmtonto y ayuda de costa, porque Tonla
A su Corte A tratar de cosas de imporUncia. Abora . pues, con-
cluidas todas las empresas con le dltima toma de Graaada en 1
de enero de 1491, llegó el caso de cumplirte ios Reyes su pala-
bra y él A olloe lo suya, oyéndose mnteameate, entrando en ca-
pituiadoB A 17 do abril, y dando la orden A Seviiia para sn ario
en 18 de mayo, y bedéndose A la vola en 8 de agoste. Zóflica. nA-
gina 404,001.1 y 411, ndm. 11. ^*^
(13) Bn 8 de agosto libraron en d Real de la Vega la praamA-
tica 18 ; y A 10 do didembre en d mismo Real la 168.
(14) Don Felipe lY en tiemposmas modernos depuso en n dia A
todos los Conaejeros de Hadonda de suap lasas porqee no cumplían.
Mario, Caifftf. aé Uf, Sicul., pAg. 603, ndm. 4. D. Urrea, Alleg.
108, ndm. 11. Bolero ie eeeteri^. Fiad. Ifi. 1, q. 18, ndm. 1 el 11.
35
54«
OBÓNIOAS DB LOS BBTBS DB GAffTILUL
OAflo qae ante ellos Tino otorgaron una apelaoion
para Boma (1), debiendo ellos oonoscer de olla. Y
era Presidente D. Alonso de VáldÍTÍeso, obispo de
León, é oidores el Dr. Martin de Avila, el Ucenoia-
do Ghinohilla, y los Doctores del Gafio j de Olme-
dilla. Snoedió por Presidente el Dr. D. Jnan Arias
del Villar, obispo de Oviedo, qae después lo fué de
Segovia, ó oidores el Licenciado de Villena, el Doo-
torde Palacios, los Licenciados Villamnriel j Pa<
lados Rubios, y el Dr. de Yillobela y el Licenciado
Astudillo (2).
Afio 1492.
JL dos dias del mes de enero de este afio ganaron
y entraron los Reyes la honrada y gran dudad de
Granada, y la puderon á obediencia de nuestro Se-
fior Jesu-Gristo, y suya en su nombre, á honra y
gloría de Dios (3); y estuvieron en la dicha dudad
hasta d mes de mayo (4). E hideron Araobispo de
Qranada á Fr. Hernando de Talavera, de la orden
de San Gerónimo, que era obispo de Ávila, y prí-
mero Prior de Prado, de Valladolid , y su obispado
dieron á D. Francisco de la Fuente, Dean que era
de Toledo y de Granada; y dejaron por alcaide de
la Alhambra y por capitán al conde de Tendilla,
D. íftigo Lopea de Mendoza, nieto dd marqués de
Santillana; y partieron para Barcelona (6), do tu-
vieron d invierno. Este afio mandaron los Reyes (6)
desterrar de todos sus reinos de Castilla y León á
los judíos, por término de tres meses, que fueron, ju-
nio, julio y agosto (7). En fin de este afio, viernes á
(1) Mal admitida, porque de Bspafta ea lo dyU á Roña niafist
apelación podia haber. Omiic. ée D. Fernané» iVf aflo 130G, ea-
püalo ti, fol. 4t vaelto. Vid. Crome, dé D. AImío €iSaMo, eapf-
taio 75, fol. M voeKo» donde hay otro eaao.
(t) En 14 de noTiembre de este aAo 1491 realdia el Cknsejo en
Bdrgoa. Consta de la provisión de esta fecha qae se imprime en
los hurot de VIjMyo, después de la ley 3.*» tit. Z% j consta qne
i la sason era Virey y Gobernador de él, i nombre de sos Aite-
ns, el Condestable» pnes dice al In : « D. Pedro Femandei de
•Velasco, Gondestiblé de Castilla por flrtnd de los poderes qne
•tiene del Rey y de la Reina, nnestros SeSores, la mandó dar.»
(3) Como con la misma fecha lo avisaron de alli á la clndad de
Sevilla por la carta qae copla ZdAlga, páf. 40S.
(i; En cuyo día 17 libraron en SanU Fé la pragmática SI En
ü de jnnio bay cédala dada por sns Alteías en Gnadalupe remi-
tiendo A la Chaneillerla de Valladolid, y mandándola observar los
capilnlos de reformación reanltantes de la vlalta que en ella hi-
cieron O. Joan de Dasa, deán de Jnan, y el doctor D. Alonso Ra-
mlreí de Villaeaensa, corregidor de Valladolid. Ordenmus de Is
OumaUeria, fol. 206. Otra del dia 95. Salas., Cee. de Ler,, tomo u,
pág. 119, y tomo iv, pág. «9i.— Temo sea falsa la data de la 1.*
pragmática dada en ValUdolid á i3 de Jnlio de este aflo ii9S y la
cédula de 19 del mismo qne snena dada por ambos Reyes en A ren-
da y se halla Impresa en lu Ordénente» de U CheneilUrie de Ye-
UedoUd, lib. 5, tít. 8, fol. 190. SerUn dadas por el Consejo qne A
la uion residía en Valladolid, como lo dice alli mismo otra céda-
la qne signe impresa y es dada por sos Allesas en Zaragoia á tO
de aetlembro de este afto 9t.
(5) En 10 de agosto esuban en Barcelona. Ceneerd. de le Mee-
te, fol. 196.
(6) Por la pragmaUca 5.* de sn eoleeclon impresa, dada en Gra-
nada á SI de mano de este afio.
(7) No sino mayo, Jnnlo y Julio, á los dltlmos de cayo mes habla
de estar verificada la efectiva expulsión, sin llevar oro, plata, mo-
aeda amonedada ni otra cosa de las de saca prohibida. Le cMlte
ptie sfl «n e^e» dice la pragmática siguiente á esta do 5 de so-
6 de dioiembre, fué herido en Baroelona el Bey por
el famoso looo Juan de Oafiamares, que es tierra
que se llama de Remensa, natural de Oatalufia, ¿
hioieron justioia de él (8). B aquel afio se ordenó
la oofradia que hoy hay en la Corte. Falleadó en
este afto, dia de los Beyes, D. Pedro Femándes de
Velasoo, Condestable de Castilla; y en el mes de
hebrero (9) murió D. Pedro Enriques, Adelantado
de Andalucía, viniendo de Granada, en una Tenta
en el rio de las Yeguas, cerca de la ciudad de An-
tequera. Y en el mes de agosto (10) murieron en una
semana los duques de Medina-Sidonia, D. Enrique
de Queman, y D. Rodrigo Ponoe de León, duque de
Calis, y en el mes de septiembre murió D. Pedro de
Stúfiíga, conde de Miranda (11) : y víspera de Todos
los Santos murió D. Beltran de la Cueva, primero
duque de Alburquerque, y Fr. Diego de Muros,
fraile de la Merced é obispo de Ciudad-Rodrigo (12)
tic hermano de su padre D. Diego de Muros, obispo
de Oviedo que hoy es, que hizo el colegio de San
Salvador, que hoy está edificado en la parroquia de
San Bartolomé de Salamanca. Y fallesoió en este
afio el Papa Inocencio VIII á 23 de julio, y fuá
asumpto D. Rodrigo de Borja, que era Vice-Ohan-
ciller, y llamóse Alejandro VI, natural de Játiva,
en el reino de Valencia. Y este afio hioieron los
Reyes merced del Cénete á D. Rodrigo de Mendosa,
hijo del cardenal D. Pedro Qonaalez de Mendosa, de
que le dieron título de Marqués, y al condestable
D. Bemardino, hijo de D. Pedro Hemandea de Ve-
lasco, le dieron título de duque de Frias. Bn este
afio se acabó el colegio de Santa Chía que dicho
Cardenal hizo en Valladolid.
Afio 1493.
En principio de este afio estuvieron los Beyes en
Uembre de 1i99, qne íné para expeler nnevamente otra porción de
j odios Introdncldos despnes en el reino, qne pretendían perma-
necer, diciendo qne ellos no hablan sido de los expnlsos j qno
no les comprendía la pragmiitica; de cnja expulsión hito memoria
Jnan Pico escribiendo á la saion el libro 6 edeere, ÁMlrele§, Vede
Seiced. ed Lneempreet, crhni», eeaenie,, cap. 13, ndm. 9. Batos
Reyes procedieron en tal expulsión con Indiscreto celo y falta do
política, queriendo mis reinar i los desiertos qne á los poblados,
decnyo error se han compadecido los mejores políticos. VMs Jfo-
rinm CuieUnm ed Le§, Sleul., pig. 211 donde lo lamenta.
(8) En SO de este dicho mes de setiembre permaoedan en Bar-
celona. Cédulepere le CkeneUlerUde YelledeHd, lib. S, tit 1, fo-
lio 100 de sns Ordenenses.
(9) Dia 8, como enmienda Zdfilga el 4 de la Inscripción de sa
sepulcro, puesta 17 aftos después en sn apUla del eonvento de las
Coevas de Sevilla, pAg. 409 y 410.
(10) El primero, día 15 viernes repentinamente en sn viUt de San
Ldcarde Darrameda, y el segundo , Idnes 18 en Sevilla, donde
fueron enterrados, el primero en San isidro del Campo, y el ae-
gundo en la capilla mayor de San Agnstfn. T como no Atj6 hljoi
legítimos, sino hijas naturales, los Reyes Catdllcos so aprovecha-
run de eata ocasión para recobrar la dudad de Cádlx, dando al
heredero I). Rodrigo Ponce, hijo, te mayor en recompensa, el tf-
tulo de duque de Arcos con el de conde de Gaaares, y otras awf-
cedes por privilegio en Barcelona á 10 de enero del alio algilento
93. Züftiga, pig. 411, ndm. 1. Ramos, TUulet de CeelUle, pág. 81
á 33, g. 78.
(11) A 5 de octubre. Pellicer, Cete de Mireade, p4g. ei
(11) Y intes de Tuy, que murió, no en este afio sino en el ute>
rior, A 9 do didenbre.— Flores, ton. uii, pág. 143.
1>0N ÍTEBNANDO
fiaroeloBa (1), y en erte «fio Iob entregó el Rey
Garlos de FraadA la oiadad de Perpifian y sa f or-
talesa, con todaa las otraa villaa y fortalezas del
condado de Rídsellon (2). En el mes de septiembre
y en laa oaatro témporas de este mes faé creado
Cardenal de Santa Onu en Boma D. Bemardino do
Oarbajal á saplioadon de la Reina. Este afio al oo-
mienio de 61 tomaron los Reyes la oiadad de Calis,
qne tenia D. Rodrigo Ponoe de León, por merced
que el Principe D. Alonso (S) le habia hecbo, y
como mnrió sin bijos, tomáronla á incorporar en la
corona Real (4). Y tnyieron las Reyes el in7Íemo
en Zaragosa. Este afio á 1.* de jnlio mnrió en Lle-
rena D. Alonso de Cárdenas, maestre de Santiago.
Y estando los Reyes en Barcelona fueron todos los
Grandes del reino á los ybitar.
AÑO 1494.
En principio de este afio estuyieron sns Altesas
(I) Se Mateniaii tlll á 11 da mano yii9 dejillo en qae libra-
ron i la ClMDeillerfa de Yalladolld las eMnlas loprests en sos or-
denanzas, lib. 1, tft. 6, rol. 53, 7 Itb. % UL 10, íol. 100 vuelto, y li-
bro 4, Ut. % fol. Itt. Contlnaaban en Barcelona en 10 de agosto,
con enya fecbi libraron aiii la pragmática 90; y en tt de octubre
do qne es la eédnia impresa en las ordenanus de la Cbancillerfa
de Yalladolld, Hb. 6, tft. 1, fol 148: y á 1 de seüembre. ^Salssar,
Cm, de Ltr,, tom. ti, pftg. lil.
(1) En este Ingar bailé en Lnclo Marineo Slenlo, Hb. II, fol. IW
de la BUdo^ 4$ Atcñlá i$ ÍB33, la nota slgnlente, al mftrgen, pues-
ta de mano de aqoel tiempo ttnsiva al pasije en qne dice este
sntor Is liberalidad con qne el Rey Cdrlos VIH de Francia resti-
toy0 4 los nuestros los condados de Rosellon y Cerdania, levan-
tando mano al empréstito de los 300.000 ducados ó coronas de
Francia porque los babia empefisdo el Rey D. Juan de Aragón,
padre dol GaUHIeo, al Rey Lnis, padre de Cirios: «Ut mibi rela-
»tum fuit causa bojus liberalilatls hssc fuU: Carolus de qno ble,
•amere pulerm Dnclsm et ComIUsm Drltanl» captns, cnm ea con-
•Inbere foluit et ipsa renuit, ut fertur, eo quod Carolus mons-
•trosus erat, babeos maguum capul plusquam bumano bomini
•deeebat, quamvis ornatus sensu, et omni virtute, et re milltari
•strannus fortisque bello: qul cum despectum se vidlsset, bcllum
•Comltism intullt : qu« adJnU A Ferdlnando numls mllltibosque
•fuit, et nibiiomiaas bello supérala et é Carolo capta, partim per
»?im, predbusque enm eo eontnxlt, Reglnaqne Francim efela et
•á Carolo marlto nlmls dOeeU tail. Qum condlgnum prmminm ob
•prBdietnm adjutorlum Ferdiíando daré foleas, mérito suo Ca-
•rolo petiflt et predbus impetnvit (prcTontt, ut fertur, ab Ipso
•Ferdlnando) ut Ídem Csrolus Ferdlnando Comltatus Rusinonis et
•Ceriunim pignóralos restltneret; quod Carolas llbenter anuitet
•adimplevit, ut sertptun referí; licet postea Magnates et eonyen-
•tus Juridid Franeim certiores de boe fseti, molestb ferentes, fe-
•cerunl ut Carolus revocaret restltatlonem; quod Intempesta fult
•factum nam eo tempere jam Ferdinandus cepent posseslonem
•Comitauum, et in els munltlones possuerat: quod causa fuit dife-
•renti», qu» adhue durat Ínter Regem Franeim super Jure Comi-
•tatuum et eorum recuperatlone, et Regem Ilispani» pro defen-
•sioopji Sobra todo lo cual no obstante se podrá ver h Zurita,
lib. 1, cap. 18 de la JRtlsHo i€l Rey OUáUep, donde pone la total
entrega de aquellos estados i este Rey, legitimo heredero de ellos,
y presente él mismo i recibirlos en Perplflan á 10 de septiembre
de este aio 93, aeompaBindole la Reina , que A este Sn babian sa-
lido Juntos de Bareeloaa ei antecedente viernes 6, A donde, dejando
tomada la posesión y las cosas puesUs en orden, se restfluyeron
ei martes 9 id sinlnalo mes de oetubra y permueeian an allí
d día ti.
(Si lio , siso dd Rey D. Bariqíe, segaa el privilegie de reia-
eorporaelOB.
(4) EsU ineorporaeioB fué capitulada en Raraeloua A 7 de enero
con Dofia Beatrii Pacheco, duquesa viuda de Áreos, gobernadora
de los estados por d auero Joven sucesor 0. Rodrigo, nieto de sa
É DOÍtA ISABEL. 647
en Zaragoza, y de alli vinieron (5) á Valladolid, á
Medina, y Tordesillas. E alli en Valladolid, á26 de
enero, fallesoió Rodrigo de Ulloa, contador, hijo del
Dr. Per-Yafies, y consumióse su contaduría : queda-
ron solas dos, que fueron la do D. Juan Chacón,
adelantado de Murcia, y la de D. Gutierre de Cár-
denas, comendador mayor. Y en Medina (6) Tino
nueva de la muerte del Bey D. Femando de Ñapó-
les, primo hermano del Rey D. Femando el Cató-
lico, y casado oon su hermana. Y en Tordesillas hi-
cieron los Reyes capítulo general de las Ordenes de
Santiago y Calatrava, y estuvieron en Medina hasta
el mes de jimio (7), y de allí fueron á Arévalo á
donde estuvieron el San Juan, y de allí fueron á
Segovia, á donde estuvieron hasta agosto «(8), y de
alli fueron á Madrid, donde estuvieron el invier-
no (9), y fueron á Quadalajara á visitar al cardenal
D. Pedro González de Mendoza, que estaba muy
enfermo de la enfermedad que murió. Y en fin de
este afio se tomó por los Reyes asiento con D. Juan
de Zúfiiga, maestre de Alcántara, que dejase ol títu-
lo de maestre, y tomaron la administración los Re-
yes, y dieron al dicho D. Juan equivalencia. Y en
fin de este afio inviaron los Reyes desde Madrid á
Gonzalo Hernández do Córdoba, .que después fué
Gran Capitán on J!7ápoles. E inviaron nueva Chan-
cilleria á Ciudad Real para los negocios de Tajo
allende, y fué Presidente D. Alonso Carrillo, obisiK)
de Catanga, y después de Ávila ; y después el afio
1605, en fin de él , se mandó pasar esta Chancillería
á Granada. Y en fin de este afio se dio el obispado
do Salamanca al M.* Fr. Diego Dcza, qno era maes-
tro del Príncipe D. Juan, y después fué obispo de
Jaén, y arzobispo de Sevilla, é confesor del Rey, é
Inquisidor general, y después de electo ansobispo
de Toledo, murió afio de 1623 por junio.
Afio 1495.
En principio de este afio estuvieron los Beyes en
Madrid el mes de mayo. Y en principio de este afio
fálleselo el Cardenal D. Pedro González de Mendo-
za á 11 de enero, domingo: está sepultado en la oa-
■srido del mismo nombre; y el privilegio de incorporaeion el dis
90 de enero de 1495 A Is muerte de D. Rodrigo Ponee en VI de
agosto del afio anterior.
(5) Por Almasan, donde ft 5 de enero dieron lleenela para el
apartamiento y desistencia que Dolía Marta Ponee de León, hija
de D. Luis Ponee de Leen, hiio al pleito que habia pdeslo A los
estados de Áreos, y la transaeeioa en su razón otorgada entre los
interesados.
(6) Donde en 8 de febrero y 14 de mano libraron A la Chanci-
llería de Valladolid las cédulas Impresas en sus Úréim., lib. 4, ti-
tulo t, fol. 1«9, y lib. 6, UL 8, fol. 110. J otra A 14 de abril sobre
carta de la expresada de 14 de mano eit, fol. 199. T en ol dia 4
de abril la pragmAtica 196 pan no agnfiar A ios hidalgos en Jos
empadronamientos de pecheros nuenmenle mandados.
(7) En cuyo dia 17 libnron allí la pragmAtica 17, y la cédula
Impresa en las OrdeumuM i$ U CktmáUeriñ 4e ValttáoHd, lib. .*;,
m. 8, fol. 168.
(8) Y aun hasta setiembre, en cuyo dia 1.* eondrauíron alli la
tnnsacelon y aiuirtamlento que Dofia María l*onee de León, mogcr
de D. Antonio Alvareí Zapata y Toledo, biso al estado y mayoraz-
go de Arcos.
(9) T en 18 de noviembre libraron alli las pragmAticss 3i y 35,
54é
OBÓNÍOAS DE tiOS RETBS DB OÁSÉlLtJL
pilla mayor de Toledo; é se di6 el aisobiepado á
D. Fr. IVanciaoo ]^meneE de Cisneroe, proTÍndal
de loB franoiacos, que primero había sido aroipreete
de Uceda, 7 capellán mayor de Sigfienaa, y se lla-
maba el Br. Qonaalo- de Oisueros, hijo de Alonso
Ximenes, proonrador de cansas, vecino de Tordela-
gvna, qne fué despnea Cardenal de Santa Balbina,
.y c^bemador de los reinos de Castilla, qne faliesció
en la villa de Boa á 8 de noviembre del afio 1517.
Está sepultado en Alcalá de Henares en el colegio
de San Ildefonso, qne él f ando con el estudio qne
allí hay; y muerto D. Pedro Qonsales, dieron los
Beyes el obispado de Sigaensa á D. Bemardino de
Carvajal, que era obispo de Cartagena, y Cartage-
na á D« Juan de Medina, qne era obispo de Bada-
jea, y fué presidente después de la Chancillería de
Valladolid y obispo de Segovia ; y Badajos dieron
á D. Juan de Fonseca, que era arcediano de Sevi-
lla. Este afio á 16 de septiembre (1) murió D. Luis
de Acufiai obispo de Burgos: diese el obispado á
Fr. Juan Pascual de la orden de Predicadores (2);
y por el mes de junio partieron sus Altesas de Ma-
drid y fueron á Valladolid, á donde estuvieron
poco (3), y dende á Burgos, á donde (4) estuvieron
hasta el mes de agosto, y fueron á Tarasona (5),
y de ay fueron á Alfaro (6), é alli vino á sus Al-
tesas ^a Beina de Navarra. Y en este tiempo falies-
ció el Bey de Portugal D. Juan, dia de San Simen
y Judas. Y murió el Conde de Caruña en un rai-
do (7) en Valladolid ; y fueron sus Alteaas este in-
vierno á Tortosa á tener Cortes, Este mesmo alio
(1) No Alé siso ea el 14 de este mu, día Inaea, como dejd es-
erilo en «a ejenf lar del bitf iario Burfena de ai vao, el caadnlf o
Sedaño qne fivia entónees; el enal dice: Uorió $¡SH9r 0bU^ D<m
UU dé AmOé, ééUpé i$ Bérfút, kan VY dé iétUmkre i$ ICV, é
lu séU áéi dU á Éoqué dé ftimé. Florea, Esf^éMé, Sa§réda, to-
mo nxn, páf. 406, ndm. 17. .
(t) Coya mnerte ae Torft adelante al afte ISlt. Poé eonaafrado
en Bdrf oa en 1 de febrero de 1491 por el arxobiapo de Toledo, loa
eblapoa de Salaminea 7 Aatorga eon grande aolemnidad y eoo-
enrao, preaentea el Rey CatOUeo, a« bljo el Pi fneipe D. Joan y toda
la Corte. Véaae i Fr. Pranclaeo de Varfaa en el ApéndUé.
(3) En el medio eatá Santa Marta del Campo, donde eelebraron
eate aio Corlea, aegnn lo que dice en el proemio de la ley 1.* U-
tolo e, Ub. 6 de la liécéfilédw. Y debió aer en eate tiempo.
(4) En 8 de jallo dirigieron « la Cbaneílleria de Valladolid la
eédnla Impreaa en ana OrdéMMUi, 11b. 5, tiU 8, fol. 116, á favor
del boapltal Real de Bdrgoa.
(6) Donde en 5 y M de oetnbra dirigieron al eatndlo de Falla,
doild la pragmática U sobre provisión de edtedraa, y la eédnla
impreaa en tea OrdéMusét de m CJümoUUrié, lib. 5, til. 8, folio
118 vnelto.
(6) En Alfaro 4 10 de aetlembre libraron te pragmátiea Inaerta
en la 1C9, fomontendo la fábrica de navioa de porte mayor, por el
medio de ofrecer el mayor acoaiamlento 4 los del mayor baqoe.
(1) Véaae 4 Rodrigo Snareí, qne dice fué procesado por eate
qolmera, Repet. leg. Poat rem jadicatem, notebU. IX vera. Bst
aliaa caana edlüon. Salmantle. ann. ISSO, p4g. 36S, eoL 1, nbl Alina
Ita babet: «et qnla aibi accldlt de fado In cansa propia, cálamo m
•eztendii; nam fnli criminallter accuaatna soper morte comitis de
Camina 4 qoodam ejos famnlo Inadvorlenter occiai tn qnadam
■magna rlu qnm In hae villa accldlt» Camina estd temblen en la
edición Dnacena. de 1614. Y aai ba de aer; porque de loa condes
de Comfta, CruJIa ó Clnnia, ninguno murió en este aAo. El 1.*, don
Lorenzo Snarez de Mendosa y PIgneroa mnrló en 1481, y eli.^
D. Beraardino Snareí de Mendosa an b^o, en 1834. Haro, tom. t,
^g.405y406.
fueron oonoertados los desposorios del Príncipe
D. Juan con la Princesa Dolía Margarita, hija del
Bey de Romanos, y de la Infanta Dofia Juana
con el Archiduque D. Felipe, duque de Borgofia.
AÑO 1496.
Este afio estuyieron los Beyes hasta Pascua flori-
da en Tortosa (8), y dende partieron después de
Pascua para Almazan, y estuvieron ende hasta me-
diado julio, é de ahi partió el Rey para Girona, y
la Reina se fué á Burgos y á Laredo (9) á imhiar
á la Archídutiuesa para Flándes : fué con ella el
Almirante D. Fadrique y Dolia María de Velasco su
madre; é imbiada en buen hora, los Reyes se fue-
ron á Burgos (10). Y este afio de 96 fué lo de Salsas
con el Rey de Francia. T fálleselo la Reina Dofia
Isabel, qne estaba en Aréyalo, A 16 de agosto, se-
gunda muger del Rey D. Juan II y madre de la
Reina Oatólioa.
Aflo 1497.
En prbcipio de este afio estuvieron los Reyes en
Burgos (11), y vino la Princesa Dofia Margarita en
el mes de marzo, y casaron al Principe D. Juan é A
ella lunes de Quasimodo 8 de abril : Telólos el Ar-
sobispo de Toledo, y fueron padrinos el Almirante
y su madre. Murió en estas fiestas, que fueron muy
grandes, D. Alonso de OArdenas, hijo segundo del
Oomendador mayor de León D. Gutierre de Cárde-
nas. T por el mes de mayo se partieron y fueron A
Valladolid (12) é A Medina, y estuvieron en Medina
del Oampo basto el mes de septiembre (18), é partie-
ron los Beyes dicho mes A Madrigal (14), é dende
para Valencia de Alcántara. Y fálleselo en Salaman-
ca el Principe D. Juan A 4 de octubra de este afio
y fué llevado A Santo Tomas de Avila donde ya^
(8) Donde 4 9 de enero llliraron la edlebre prafmatiea ISS para
U Icnaldad (qne ann no ae ba yerileado; de lodoa loa peaoa y me-
didaa en el reino.
(9) Donde 4 3 de a|oato libraron tltnlo de eonde de Cedillo 4
D. Antonio Alnreí de Toledo, para deapnea de loa dlaa do Fer-
nán Alnreí de Toledo an padre, del Conaejo de ana AKeua, an
aecretario j notario mayor del reino do Granada, perpetno para a(
y ana anceaorea, 4 eondleion de aerrlr eon IB lansaa de bombrea
de armaa en todoa loa llamamlentoa genemlea de loa obilgadoa 4
eate aerfleio. Trdele Haro, tom. 11, p4ff. lis y 114.
(10) Donde Armaron en tO, ts de octnbre 7 tS do dleiembre In
eédnla para In Cbaneílleria de VaUadolid, qne ae baila Impreaa ea
ana Ordénmuat, ilb. 1, Ut. 5, fol. 81 Toelto, y to prafmdtlea 15, qne
ea la de fO de octnbre, y U 19, qne oa del tt, y la 80 de la mlamn
feeba.
(11) Donde A M de enero y 1 de mano libraron taa eddnlaa tan*
preaaa en lea Ordeamua» di U CAmeUlérU dé UllUéád, lib. 8»
tit. 8, rol. 189 fnelto y 196.
(1^ Bn tt dejnnlo libraron en Medina la prafm. 84.*
(18) Bn Medina 4 80 do Jnllo libraron la eddnla OntoMa. dé le
CkéaéiiléHé, Ub. 1, Ut 8» n. 61, r. 88. T en SO de afoato, ttt. 4,
n. 91. rol. 88. BnlOde aeUembre en Valladolid libraron la eonSr-
madon y provialon qne cita Golmenarea, BUi. dé Sé$nié, cap. 88.
i 11, p«g. 443, eol. l—Bn li del mlamo bablan fnelto 4 Medi-
na. Cédala alli con eaa fecba para la Obanclllerla de VaUadolM
en ana OrdMonana, 11b. 1, Ut. 6, n. 31, fol. 84.
(14) Donde 4 14 de 41 libraron 4 In Cbaneílleria do VaUadoHd In
eédnla Uapreaa en ana Ordénmuaé, Ub. % m. 1.0, n. 1. fol 81
vnelto*
.<■
DON FERNANDO
oé (1). T casaron este meamo afio el Bey D. Mannel
de Portugal con la Beina y Princesa Dofia Isabel,
qae había sido Princesa y mnger del Principe Don
Alonso de Portugal sa sobrino. Y yinieron sas Al-
teaas á tener el invierno á Alcalá de Henares, y
movió ende la Prinoesa Dofia Margarita una hija.
Este año á 28 de octubre (2) murió en Boma D. Juan
Arias de Avila, Obispo de Segovia, y dicen que ha-
bía ido á defender los huesos de su padre ; y suce-
dió en sa obispado D. Juan Arias del Villar, que
era obispo de Oviedo, y dióse el obispado de Ovie-
do á D. Qarcia Bamires de Villaescusa, que era
prior de San Marcos de León, ó de allí adelanté los
priores fueron anualeé (8), que antes eran perpe-
tuos (4). Bite afto por setiembre murió D. Juan de
Quzman, duque de Medina-Sidouia, hijo de D. En-
rique y de Doña Leonor de Mendoza, que ganó en
África á Melilla y Gazaza. Fallesció en este afio Don
Diego de Gastrillo, Oomendador mayor de Oalatra-
va,y la dieron á D. Gutierre de Padilla , que era cla-
vero, y la olaveria á D. Alonso de Silva, hermano
del Conde de Gfuentes (6). T en este afio á 27 de
noviembre en Alcalá de Henares cayó de una ba-
randa D. Luis Pimentel, marqués de Villafranca,
hijo mayor de D. Bodrígo Alonso Pimentel, oonde
de Benavente, de que murió, y fué enterrado en el
monasterio da San Francisco de Villalon, que fun-
dó su padre.
áSo 1498.
Bn principio de este afio (6) estuvieron los Beyes
(1) Coa el spItaSofie eoi^la Htro, tom. n,p. 6.
(9 Es el mlsBo día eontlene Colmenares, cap. S5, 1 13, eontra
Garibay qse le habla anüelpado al ti, y expone so testaaMoto y
eiKSlo de sos Bemorias.
(3) Ha de leerse irteaéUt por los doeagientos qao Boefamente
alega el M. Riaeo, tom. zxzix, pig. Si y 85, donde se Terá qne las
bolas para ello foeron en 1' de marzo de 1501, y de II de abril
Se 1603, y asi no anterior ia provisión del dlUmo prior perpetao
D. Garda al obispado de Oviedo.
(4) En eato ae eqnif oca , paes por ia promoción de D. Joan
Arlas del Villar ai obispado de Segovia , no se dio ei de Oviedo A
D. Garefa Ramires de Villaeseasa, sino á D. Jnan Dase, qoe le
foió basta 1509 , en qae fné promovido i Cartagena y de abi i
Córdoba, donde marid y fné sepnitado en 11 de mayo de 1510,
bebiendo aido Antes visitador de ia Cbandllerla de ValladoUd,
prealdente de ia de Granada y dltimamente del Consejo. T en-
tonces ( esto es en 1503) entró en O? ledo por obispo sncesor sayo
D. Garefa Ramírez de YUlaeseasa, prior qne babia sido 17 afios
de San MAreoa de León, y con cinco de obispado mtrió en Cas-
tropol A 13 de abril de 1508.* M. Risco, tom. zzzix , pAg. 79 A 86,
donde tinstra A aatisfaodon y eon paniualidad, oomo aeostnmbra,
laa memorias de todos.
(6) Bn 8 de noviembre en Madrid libraron sos Altesas la praf-
■Aliea n. T la clAnsula slgniente A esto en Galindei faA implada
por D. Lots de Salanr en el UeméiitU per d marqnés de Villá-
Iranca, pAg. 71, como aqn! va.
(6) Al prlBdplo de este aflo I48S, eatando sos Alteías es Alca-
lA, enviaron A mandar A todas las eindades del reino qne para dia
derto qte sefiaiaban enviasen aili dos personas, cada ana Inlell-
genles para amglar la moneda y ver la qne se babia de labrar. T
Valladolid, en el Iones 8, y miércoles 14 de enero, nombró para dio
A Frandseo López de Rdrgos, eon 150 mrs. de salario, d qne aa-
jió en el 15 slgniente, y eslavo en la Corte en AlcalA y caminó 64
dias en qoe devenfó 9.600 mra. La otra persona fné d conde de
RIvadeo, Regidor, qne se ofreció sin salario. Mr9 i$ tnurá&i.
Id. 39, 43 y 100 vadto.
É DOfiA ISABEL. 64^
en Alcalá de Henares (7), y de allí vinieron en fin
de abril á Toledo, é abi vinieron el Bey D. Mannel
de Portugal, y la Beina Prinoesa, y fueron jura-
dos (8) por Príncipes de Oastilla y León, y de allí
partieron á mediado mayo, y fueron á Zaragoaa (9),
donde la Beina Oatólioa estuvo (10), é murió la Boi-
na Prinoesa de sobre parto del PHndpe D. Miguel
á 28 de agosto, y fué jurado D. Miguel por Prinoi-
pe de Aragón y l^cilia : oeroa de lo oual se ha de
ver lo que está dioho de suso el afio de 1470 (11).
Aflo 1499.
En principio de este afio estuvieron los Beyes en
Ocafta (12) y estuvo la Beina muy mala (18), é ahi
juraron al Príncipe D. Miguel en Cortes por Prinoi- .
pe de Castilla y León en el mes de eoero. Y estn«
vieron en Ooafia hasta fin de hebrero. E allí fué
muerto en un raido trabado D. Alonso Pimentel|
hijo de D. Juan Pimentel y de Dofia Juana de Cas-
tro. E de allí se vinieron á Madrid (14). A I."* de he-
brero de este afio de 99 fallesció en Salamanca en
el monasterio de San Frandsoo Fr. Juan Hortela-
no, varón de santa y simple vida, el cual en vida y
después ha hecho muchos milagros (16). Bn el mes
de mayo murió el Bey Carlos de Francia, qne di*
jeron el Cabeaudo, y Dofia Leonor de la Cerda, hija
única del duque de Medina-Celi D. Luis de ia Cer-
da, muger de D. Bodrigo de Mendosa, marqués de
Cénete^ hijo del Cardenal D. Pedro Gonzalos de
Mendoza ; y casó segunda vea dicho D. Bodrigo con
Dofia María de Fonseoa, hija de Alonso de Fonse-
(7) Es SI de enero libraron alH A la Cbandllerla de Yalladdld,
la eédnla qne eatd en ana ÚráeHmMM, lib. 1, tit. 6, fol. 64 ? nello.
01) Domingo f8 del aiaaio abril. Salas. Coa. éU Lmr., tom. ii,
Vdg. IM.
i9) En eete afto d Í5 de Jnlio ealaba el Con aejo en Yalladoliá
7 era Virey y Gobernador de 61 eon poderes del Rey y Reina d
condeatable dnqne de Friaa, D. Bemardlno Fernandos de Yelaaeo.
CéiiíU ée /ca Orimumaat ii CkmidUerlg, lib. 1, til. 3, ndm. 8S,
fol. 43, y entre loa Conaejeroa qoe Srmaron eon d Aleoeer, Hal-
pirtida y Oropeaa. Otra á 7 del mlamo mes, lib. %, til 4, aúm. 139
fol. 84, eon mendon de estos Consejeros, y de qie era también
Virey eon poderes del Rey y Reina el dnqne marqnéa D. Fadri-
qne de Toledo, dnqne de Alba, por enyo mandado de aenerde eoa
ellos se libró ; y consla del libro de aenerdoa de la dndad.
(10) T en 1 de agosto Rey y Reina libraron allí la pragmMea 7.*
(il) En M de noviembre en Ooafia libraron A la Gbandllerfa de
Yalladolid la eédnla impreaa en ana OrtfflMnsaa, lib. 4, ttt. S. fo-
lio 134, problbiendo oomo anpersUdosos loe Jnramentos qneper-
mltlin y mandaban baeer en León sobre el aepnlero de San laldoro.
(It) En 15 de enero de 90, eédnla dll eoa inaerdoa de la anto-
eedente, problbiendo loa qae ae badán sobre d sepnlero de Sea
Tícente en Avila.
(IS) Se bieleron rogadonea pdblleaa por an Importante aalnd, y
en Valladolid nna proceden de dlsdpltnantes. Gonsts de la caen-
ta de Propina, donde ealá cargada la cera qne en eata proeedon ae
eonsnmió. Ukró de teumrééi de 1407 4 ISOS, fol. 114.
(14) Donde en 8 de mayo libraron eédnla dirigida A la Jnnla de
la provinda y bermandades de Álava, para qne Lope Lopes' do
Ayala , adnal diputado de ellas, lo Aieao por todoa los dias de sa
vida, ydespnes entraae A serio Diego Martines do Álava, oomo se
verifled desde el afio 1807 en qne Ayala mnrió. ár$kl»§ 4$ Uff"
flncio. Caí. A., tit 4, ndm. 1.
(18). En 19, 90, y 97 de marso(estabaa loa Reyei en Madrid doa-
do libraron las eédniu impresas en laa Ordanenint tfs U Ckmh
eUUrtM ie FolteMM, lib. 4, tfl. iO, fd. 141, y Hb. 8^ ttt. 8, fo-
lio 198^ y la dltima en el Ftera é§ FisMgn, eaUt las tnsertaq A
ppnttnnadon de la ley 3.% tiu Q,
SSb
OBÓNIOAS DB I1O6 BETE8 DB 0A8TILLA.
1M^ Sefior de Ooo* 7 Alabejos, y de Dofta María de
Toledo; cuya hija ea Doña Mencía de Meodoia,
mager de D. Borique .conde de Niúasaa. De Madrid
partíeron los Beyes por el mes de mayo para Gra-
nada, y llegaron allá en el mee de julio. E á 25 de
agosto mmi6 D. Pedro de Toledo, hijo bastardo M
Sélator^ que f uó el primer obispo que hubo en Má-
laga (1) después de la toma de aquel reino ; y sn-
oedió el lioenoiado D. Diego Bamires de ViUaeson-
sa, que era obispo de Astorga (2), y en Astorga su-
cedió el doctor Juan de Medina, que era procurador
de los Beyes en corte romana. T f allesció D. Rodri-
go Alonso Pimentel, conde de Benavente, á 4 de
septiembre de este afio (8) ; é á 27 de este mes £a-
llesdó Fray Alonso de Burgos, obispo de Falencia,
qne primero lo habia sido de Oárdoba y Cuenca,
qne fundó el colegio de San Qregorio en Valladolid,
dende yace ; al cual sucedió Fray Diego Deza, maes-
tro en teología, natural de Toro, de la Orden de los
dominicos, que era obispo de Jaén ; y en Jaén su-
cedió el doctor Alonso Suarez de Fuente el Sabuco,
que era obispo de Lugo , é Lugo se proveyó al li-
cenciado Pedro de Rivera, que era deán de Grana-
da. T fallesció también en Córdoba este mes Don
Francisco de la Fuente, obispo de Córdoba, que pri-
mero fué obispo de Avila é Inquisidor general \ y
en este mes fallesció Fray Tomás de Torquemada,
prior de Santa Cruz de Segovia é Inquisidor gene-
ral, que está sepultado en el monasterio de Santo
Tomas de Avila, que él fundó. Dióse el obispado de
Córdoba á Don Juan dé Fonseca, obispo de Bada-
joz, y el de Badajoz á D. Alonso Manrique, maes-
tre-escuela de Salamanca. En el mes de abril de
este afio partió la Princesa Dofta Margarita para
Flandes por f allescimiento del Príncipe D. Juan su
marido, y casó en aquellas partes con el duque de
Baboya, y luego tomó á enviudar ; é habia sido pri-
mero desposada con el Rey Carlos de Francia , que
dijeron el Cabezudo: En el dicho mes de octubre
de dicho afio vino á Granada la Reina de Ñápeles,
é desembarcó en Almeria, é venia con ella D. Luis
de Aragón, cardenal, nieto del Bey Católico Don
Femando, hijo de D. Bodrígo su hijo bastardo, y el
Bey la fué á reecibir á Guadix. Este afio á 16 de
noviembre, día de San Eugenio, nasció la Infanta
Dofia Leonor, hija del Principe D. Felipe y de la
Princesa Dofia Juana (4). Mediado el mes de no-
li) Paliar, 8 * par., eap. 91, fol. 169, coi. I, hablando de eaaa-
éo aetomó eo agosto de 1487, le alaba mvebo y dice ora limosne-
10 de to Reloa y eaoónlf o de Sevilla.
(t) Eacribiif uoa obra de religión cristiana mny aplaudida y
4os?eces citada del Seflor Palacios Rubios en sus obras de Jnrls-
prndenela AUeiüi. i» mo/^rto haresit, i 3 «¿5, pé§. 365, eot 1.*,
«1 367, coL 9, editUm. Lu§du»eiu, omu, oper. jurUUeor., mm 1376,
por qnlen la menciona Ü. Nicolás Antonio sin otra noticia. El afto
ISli continuando en la silla de Milaga , lo dedicó Antonio de Ne-
brlja tu edición ilustrada de las obras de nuestro antigno poeta
Aurelio Clemente Prudencio, acabada en Alcalá en casa de Brear
d día t de setiembre de aquel afio; tomo en 4.', letra de tórtis.
(8) El dia siguiente 5 libraron los Reyes en Sevilla la pragmA-
liea 6.* de su colección.
(4) No pndo nacer Dofia Leonor en 15 de noviembre de 69,
leindo como es constante que su madre parló al Principe D. CAr-
Yiembre (6) de este afio partíeron los Beyes de Gra-
nada, y vinieron para Sevilla á tener él invierno, y
vinieron para Alcalá la Real, Baena, Edja é Carme-
na, y entraron en Sevilla martes 10 de diciembre.
Este afio en fin de ¿1, víspera de Santa Maria de la
O, comenzó á hacer la conversión de los moros de
Granada á nuestra Santa Fé Católica el Araobispo
de Toledo, D. Francisco Ximenea, de la Orden de
San Francisco, de donde sacedlo por la voluntad
de Dios la conversión de todos los moros del reino
de Granada, aunque no sin gran escándalo de aquel
reino, porque dia de nuestra Sefiora de la O se re-
beló, é se hizo en la mezquita la iglesia catedral.
Bn este afio se hizo la pragmática que no cabalga-
sen en muía (6). Y este afto murió D. Luis Osoiio,
obispo de Jaén , y sucedió Fr. Diego Deza , que era
obispo de Salamanca.
Ufo 1600.
Estuvieron este afio los Beyes en Sevilla desde
enero (7), y partió el Bey desde Sevilla para Gra-
nada lunes á27 de enero, por el levantamiento que
hicieron los moros de las Alpu jarras, y quedó la
Beina en Sevilla (8). Este mes se tomaron cristia-
nos todos los moros é moras de Granada é sus al-
querías ; y fueron, según dicen, hasta cincuenta mili
almas, y dende arriba, y fueron consagradas todas
las mezquitas de Granada, grandes y pequefias á
á honor de la Santisima Trinidad (9). A 25 de fe-
brero de este afio, dia de San Matías, nasció el Prín-
cipe D. Garlos en Flandes, hijo del Archiduque Don
Felipe, Príncipe de Oastílla, y de la Princesa Dofia
Juana, y dijo la Beina Católica cuando lo supo : Ce-
ddit ior$ tuper Mathiam. En 1.* de marzo de este
afio entró el Bey en las Alpujarras, y el jueves 5 de
dicho mes mandó combatir á Lanjaron y fuó toma^
do ; y este mismo dia ciertos capitanes de sus Alte-
zas fueron á Andarax por mandado del Bey, y la ga-
naron ; y luego todas las Alpujarras se dieron, y los
moros de Guojar , Lanjaron y Andarax que se pu-
sieron en resistencia, fueron tomados cautivos (10).
En el mes de abril de este afio , jueves 80 dias, á la
tarde entró en Sevilla el Bey D. Juan de Navarra :
los, después Bmperador, el dia de San Mitfu, 15 de febrero del
afto siguiente, segnn reparó el M. Plorex en las B^nea CtAtteu^
lom. II , pig. 861, el enal por lo mismo pone sn Batimiento el afto
anterior 98.
(5) A 18 ann estaban allí, y libraron A la Chanelllería de Va-
lladolid la cédala impresa en sns OrdeuMMai , lib. 1, Ut 3» nd-
mero 81, fol. 11 vnelto.
(6) Dada en la muy nombrada y gran elbdad de Granada A SO
de setiembre de li99.— BsU en la eoleceion de las de su reinado,
pragmitiea 154.
(7 1 En enyo día 18 libraron allí la pragmAUa 16.
8) Donde se nuntenia en 31 de marso, en qne se libró allí sola
ia eédttla impresa en las OrdmoM. 4$ la CémteiUerié é$ Volteia-
Ud, lib. 5, til. 8, rol. líX) vnelto.
(9) En 17 de febrero en Granada libraron el Rey y Reina It
cédula impresa en las OrdeiMU. de U CkúndUetU ée yÉUúdoUi,
lib. 1, Ut. 5, nnm. 54, fol. 91 vuelto.
(10) En Í4 de mano esUba el Conato on Vatttdolid, donde li-
bró la pragmAllea 31 llrmada asi: • El Conde de Cabra, D. Diego
Femandex de Córdoba. Bl conde de Cabra por virtud de los po-
deres que Uene del Rey é de la Reina, nuestros seftorcs, la maa-
dó dar eon acuerdo de loa del Consejo do sus Alteus.»
DON FERNANDO
nábado á di6i y aeb de mayo á la mafiana se partió
de la Oorte de ana Altesaa el Rey de Navarra (1).
Lanee é 22 (2) de junio del dicho afio de 600 partie-
ron loa Reyea de SoTÜla para Qranada por la mafia-
na, y faeron é oomer é dormir á Marena; otro dia
martes fneroñ á Marohena : ay eatuTieron el dia de^
San Jnan. Juevea é 25 de dicho mea fueron á Su-
ma (3), y de allí é Bitepa, é Antequera é Luza (4)
é Santa Fóe, y entraron en Qranada eábado 28 do
julio. Falleació D. Ifiigo Lopes de Mendoza, duquo
del Infantasgo, á 15 de julio de cate afio. En eate
mea é 20 falleadó el Príncipe D. Miguel (5). Miér-
coles é 28 de septiembre se partió de Granada en
buen hora la Reina de Portugal Dofia María para
ae caaar, y fueron loa Reyes con ella (6), y estuyie-
ron en Santa Fée hasta miércoles 80, dia de San
Gerónimo, y se despidió de sus Alteaas. Fué con ella
D. Diego Hurtado de Mendosa, Ansobispo de Sevi-
lla, y Patriarca de Alejandría , que luego fué Car-
denal del título de Santa Sabina, hermano del con-
de deTendilla, cuyas hermanas fueron Dofia Cata-
lina, madre de D. Bemardino de Rojas, marqués
do Denia, y Dofia Menoía, muger de Pedro Carrillo
de AlbomoB, Juevea luego siguiente yinieron los
Reyes á Granada. En los meses de agosto, septiem-
bre y octubre de este afio por la gracia de Dios se
tomaron cristianos todos los moros de las Alpnjar-
ras, y de las ciudades do Almería, Basa ó Guadix,
é de otras muchas villas y lugares del reino de Gra-
nada. Miércoles á 21 de octubre partieron los Reyes
para Santa Fée (7). En los dichos meaos de septiem-
bre y octubre se alzaron loa morca de Belofigui y
Ni jar. Y quedaron por Gobernadores de estos rei-
dos de CaatiUa, en tanto que los Reyes estaban en
(I) Ea i.« da Julo en Sevilla libraron & la tilla de Madrid la
eédnia impresa en lai OriaumM. ie te CkmuAlUrU áe féHédcUét
Ub. 4, ttt. 10, rol. IS8 fnelto y 139.
(í) Bn ese dia libraron allí la eódala que cita Pinel en el Re-
trtU, del Imh vctftito, pig. SOO, baeiendo mereed I D. Mlgnel Ge-
rónimo de Cabrera de la eneomienda de Mores j Denasoia en U
drden de Santiago. T el dia slgniente t3 libraron allí la pragaiáü-
a Inserta en la 19 da sn voldmen.
13) Leo-OiniM.
(4) Usé.
(5) Dia 1t de satiembre en. Granada libraron & los primeros
marqneses de Moya D. Andrés de Cabrera y Dofia Bealris de Bo-
badllla sn mnger y sns sneesores perpetaamente el pntileglo de
la copa de oro en qne bebiesen los Reyes lodos ios afios el dia
de Santa Lnefa 13 de dleiembre. iPinel, Relr§t. i$l kum ímusUo,
lib. t, cap. 11, pif. t9l.
(6) Ese dia tales de Mlir de Granada irmaron para la Chanei-
llerla de ValladoHd la eédnia Impresa en sns OrinmMMS, lib. 3,
tit % al fin, fol 110 tácito. Sobrecarta para qne el presidente y
oidores qae babian tiste el pleito de la retorsión del talle de Lo-
Bii entre el eonde de Oftate y el flseal, en tirtnd de la elánsnla
Bnriqnefia, pnes no se eonformaba y tenían dnda, púlese cada
uno sn tolo y parecer separadamente y firmado , y los entiesen
todos bajo nn plegó eerrado I sns Altezas para qae en sn tlsta
providenciasen lo qae fbese Jostlcla, como tatos les fné manda-
do, y no lo babian eiactamente enmplldo.
(7) En 31 ann los sapone en Granada la fecha de sn pragmé-
tica 10, qne ea & fator de los b^Jos de estos moros, qae se babian
Tnelto erIsUanos, para qne sns padres moros no les negasen la
parte de bienes qae les tocasen por herencia entre los otros her-
manos. Contlnnaban los Reyes en Granada en 13 de notiembre en
qne libraron al Consejo qne residía en ValladoHd la eédnia qna
está á ceattaatelOB da ta pragaAUca 31 de $u Aiieiu.
■
¿ DOttÁ ISABEL. 561
Granada, D. Gk>meB Suarea de Figueroa, eonde de
Feria, é D. Diego Hernandea de Córdoba, oonde de
Cabra, y loa doctores de Aloooer y Oropesa, y el
lioenoiado Malpartida.
Afio 1501.
En prinoipió de este afio eatuvieron loa Reyea en
Granada (8), y tomáronse los dichos moros de Be-
leOgui en el mes de enero de este afio,y fueron muer-
toa é ajuaticiadoa todoa loa Taronea que eran para
pelear, é todaá las mugares fueron oaptiTas ; los de
Nijar y Gueoar fueron todos tomadoa oautiToa en
el miamo mea , é loa niftoa de once afioa abajo man-
daron loa Reyes que no fuesen oautiToa por aer ino-
oentea y tomáronloa criatianos. En el mea de enero
de eate dicho afio ae alzaron oiertoa lugarea de mo-
roa de la serranía de Ronda, Sierra-Bermeja é Vi-
Ualuenga, y mataron loamoroaá D. Alonao de Agui-
lar é á Franoisoo de Madrid é á otras gentes (9);
fué á 18 de marao de dicho lunea (10). A 22 del mis-
mo mea (11) partió para dicha aerranía el Rey, y la
ganó é allanó, ó á loa moroa de ella mandó luego
para allende (12). Volvió el Rey á Granada y entró
en ella sábado 15 de mayo á la tarde (13). Viernes á
21 de mayo por la mafiana partieron loa Reyea de
Granada con la Princeaa de Gales , Dofia Catalina,
que partió para Inglaterra en buena hora. Miercolea
2 de junio á la tardo partió de Granada la Reina de
Ñápeles para Valencia, y salieron loa Reyea oon
ella á la tarde hasta Albalate , donde durmieron eaa
noche ; otro dia jnevea Tolvieron á Granada. A
15 (U) de julio nasoió Madama Isabel , hija de loa
Prfnoipea D. Felipe y Dofia Juana. En el mea de
julio de este afio se entregó á los Reyes oatólioos y
al Rey de Francia el reino de Nápolea, y le partie-
ron ; de que después nasderon grandea diacordias y
guerras (15). A 26 de agosto de este afio ae embarcó
la Princesa de Gales para Inglaterra en la Corulla, y
fueron con ella el arzobispo de Santiago, D. Alonao
de Fonseoa, |y D. Diego Hernández de Córdoba,
conde de Cabra , y D. Antonio de Rojas, obispo de
Mallorca , que después fné arzobispo de Granada y
presidente del Consejo, patriarca de las Indias y
obispo de Falencia, y D. Pedro Manrique, cuya fué
(V) K 10 de mano libraron allí la eédnia Impresa an las OriS'
Mwsnf dé la CkámeiUtHú de YélUd&Ud, lib. ft, tít. 8, fol. 130.
(91 Kn 19 de febrero cataba el Consejo en ValladoHd , j era VI-
rey j gobernador de él con poderes del Hcy y Reina él conde de
Cabra D. Diego Femandes de Córdoba. Cédala Impreaa en el
Fuen de Vizce^; 1. 1/, Üi, 35.
(\0) En el día 10 del mismo mes de mano, estando los Reyes on
Granada, libraron la eédnia Impresa en las Ordenetuat de Is CÁatt-
elllerté d4 YelledoKd, lib. 5, Ut. 8, fol. 171.
(11) Este día antes de salir de Granada llbnron i la Cbaocillerla
de ValladoHd la eédnia Impresa en sns Ordeumut, Ub. 1, Ut. 8,
ndm. 1, rol. 45, y antes otra en 16, tlt. 6, einadem Ub., ndm. «9,
fol. 53THelto.
(ID Bn f9 de abril libraron en Granada la pragméttca 86, con
Inserción de la 85 para el estadio de Salamanca. •
(13) En el dia 8 ya firmó aUl la cédala i la CbancUleriada VaUa»
doHd, lib. 1, Ut \ ndm. 68, fol. 38 de ana OrdeaeHMM,
(14) A 18, dice Ponto llentero, y en Bmselaa.
m) En «I, 86 y 80 de Jallo libraron é hicieron pabllca? aa 6ra
nada íu pragaéticas ti 7 ÍI9 cntaado alU f ns Altam. *'
S62
GRÓNIOAS DE LOB BETBB DI OAGTriLUL
Yalde-lMArftj. 8o «1 mea de Agosto de dicho alio
toItíó por el mal temporal la Princesa de Qalea é
Laredo, y deade allí se embaroó segnnda Tea para
Inglaterra á 27 de Septiembre (1). En este mes ia-
Uesció D. Joan Arias del Villar, obispo de Segovia
j presidente de la CShanciUería de Valladolid en Mo-
jados I 7 fné sepultado en la capilla mayor de la
de-la iglesia, que él edificó la capilla mayor de San-
ta Clara en Valladolid , y di6 para la fábrica del
puente de BueoiUo (2)| al oual sucedió el doctor Don
Juan de Medina, obispo de Oartagena, y en Carta-
gena sucedió D. Juan de Velasoo, hermano bastar-
de del condestable D. Bemardino. Martes é la tarde
20 de octubre del dicho año partieron los Beyes de
Granada, y fueron é dormir á Santa iPée , y de allí
fueron á Alcalá laBeal, y de ahi á Baena y Espejo,
y entraron en Eoija sábado 7 de noviembre, y estu-
▼ieron (3) allí hasta Santa Lucía , que partieron de
Ecija para Seyilla, y vinieron á Palma, Alora, Gan-
tillana , é vinieron por el rio, y entraron en Sevilla
á 14 de diciembre ; y estuvieron ay la Navidad. Dia
de Santa Catalina 25 de noviembre de este afio fa-
llesció el Duque de Medina-Celi , D. Luis de U Cer-
da, hijo de D. Gastón y de Dofia Leonor de Men-
dosa, condes de Medina-Celi«
Ato 1602.
Sn principio de este afto estuvieron los Beyes en
Sevilla (4). A 3 de enero llegaron los Príncipes don
Felipe y Dofia Juana á Fuente-Babia, y vinieron
por sus jomadas por Guipúscoa y Vitoria hasta
Burgos y Valladolid, Medina, Segovia y Madrid. En
la cual venida fueron festejados en Francia por
aquellos Beyes; aunque en la verdad dicen que
quisiera el Bey de Francia que lo cataran subjecion
en algunos actos, que procuró que se hiciesen, dán-
doles cierta moneda, que fué en ofrescerla , la cual
la Princesa aunque estaba en reino eztrafio no qui-
to rescebir ; dicen que el Principe ofreció lo que la
dieron. En el dicho mes de enero recobraron los Be-
yes la ciudad de Gibraltar y su fortalesa para la oo-
«D Ba S 7 M 46 este mes m aianleaitn los Reyes en Gnaada»
y llbraroB tIU Ut prigniücu 8 y li.
(t) A la villa de ValladolM, ea eaya Jarisdleeion ae eomprendit
BoeelUo eaténeca, por hm parte 680.000 ntirt. porqne envió eoml-
•arlof i darle gradas en aeaerdo del Iones it de oetobre del aSo
anterior iSOO, y por otra 64f6 qne debía cobrar y remitió de an
apoaenUmiento del afio 1501 basta el día i de agosto en qne m-
lló de la presldeada, y partió de esU villa para la de Mojadoa,
doBde innrió. ¿Ore de écuerUt de réUaéúUd del afio 1497 y sl-
folentes hasta ISQi» fol. 181, 186 y 310. Por lo doaUa, en cnanto &
an eotlerro en Santa Clara y obn|s qne hito en este convento, con-
viene con el Sefior Gallndex, Antoltnes de Bdrgos en sn HUlorU
mamucrilé és Y»UMd9Hé, Ub. 1, cap. 86.
(3) SI es cierto el orden qne aqnf lleva el Sefior Carvajal, no lo
pnede aer el día 4 de seilenibre de la pragmática 9.* dada en la
clndad de EcUa. En Ecija 1 4 de diciembre libraron I la cnanci-
llería de Valladolid la cédala Impresa en sas OráenmuM .lia . 4,
Ut.t,ÍDl.lttvaelto.
(4) A t y 10 de enero libraron alH la pragmática t.* de sn co-
lección , y la cédala Impreca en las OrimmiMU 4$ le CkM^tíifiú
4ft féiUid$U4, Ub. 5, tfb 8p I^L flt.
roña Beal (6). Otrosí en este mea de enero (6) maa«
daron los Beyes salir de sus reinos de Castilla y
León todos loa moros que vivian y moraban en elloSy
por los meses de manso, abril y mayo, é aunque loa
mandaron salir, después de llegado el plaso no lo
consintieron sino que se tomaaen oristianoa (7). Sá-
bado 25 de hebrero fueron loa Beyes al Pedroao, y
estuvieron ende el domingo. Lunes 27 de hebrero
▼inieron á Oaaalla, y de allí á Guadaloanal, á la
Puente del Arsobispo, y entraron en Llerena jueveg
3 de marzo , y sábado 12 partieron de allí, y vinie*
ron á Valencia de la Torre , y estuvieron allí esa
noche y el donvngo ; y el lunes partieron de ay y
vinieron á dormir al Oampillo, y de allí se partieron
martes siguiente y vinieron á dormir á Zalamea , á
do estuvieron la Pascua de Flores. Miércoles á 30
de marzo partieron de Zalamea, y fueron el dia si*
guíente de Pascua á dormir á Quintana, TÍemes á
Oeden, y sábado á la casa de loa frailes de Guada-
lupe , que está cabe la venta de loa Palaoioa ; estu-
vieron alli el domingo ; el lunes siguiente que fue-
ron 4 de abril , estuvieron en Guadalupe, de donde
salieron miórcoles 13 de abril y TÍnieron á dormir á
la venta de los Palacios, jueTcs á otra venta que
está paaado el puerto de Airebataoapas , y viernes á
la puente del Arzobispo ; estuvieron ende sábado y
domingo, y partieron lunes 18 de abril y fueron á
dormir á Galera, é martes 19 entraron en Talavera,
miércoles SO fueron á Zebolla, jueves vinieron á Bu-
rujón, y yiemes 22 entraron en Toledo. Sábado 7 de
mayo entraron los Príncipes D. Felipe y Dofia Jua-
na en Toledo, habiéndose detenido ocho dias en
Olías, que el Príncipe estuvo malo de sarampión,
y dicen que el sarampión tenia la Princesa y noéL
Domingo 22 de mayo fueron juradoa por Príncipes
de Oaatílla y León en la Igleaia mayor de Toledo en
presencia de los Beyes Católicos, estando ende el
cardenal D. Diego Hurtado de Mendosa, el arzobis-
po D. Fr. Francisco Ximenez, el condestable Don
Bemardino de Velasoo , y los duques del Infanta-
do, Alba, Bejar y Alburquerque , el marqnéa de Vi-
(5) De poder de D. Inan Alonso de Gaxman, tercer da^e da
Medina Sldonla y segando aurfnás de GlbralUr, aln oírle nidario
por ella recompensa algnna queso sepa. Para ello sin conUr coa
él para nada, estando en Toledo & tt de diciembre del alo ante-
rior 1601 despacbaron con provisión á recobrarla parala corona á
Garcllaso de la Vega, caballero de sn casa y sn conSdente, co-
mendador mayor de CastUla,yá Uaaxonde Vera y ana tierras;
qnlen se presentó con este despacbo en Gibraltar domingo t de
enero Inmediato de 1501 y sin dlflcnlud se apoderó de todo. Aya-
la, ITiJ/or. i$ GlkréUar, pég. S08, y í(jmm«. , p«g. SO. T 1 10 de Ja-
llo por otra cédala en Toledo concedieron sallo y oseado de arman
i laclod«d. Ibld., pég. MI y 83. Bn 6 de Febrero allí libraron é la
Cbanclllcrla de Valladolid la cédala Impreaa en ana Orémmuét,
Ub. 1, tlL 1, ttdm. 14, rol. 66 taelto.
(6) T por pragmática en Sevilla é it del mismo, qne es la iS
de sn colección Impresa, providenciaron la eipalslon, entendién-
dose para con los varoaes de 14 y hembras de ii atoa arriba , y
con término aolo basta fln de abril, y por los pnertos de Vlscaya
y no otros, ni é tierra de África, ni é las del Tnrco , con qnlenes
tenían gnerra, sino é las del Soldán d otras Indiferentes, y les
prohiben sacar plata, oro, moneda d otra cosa de lUclu extrae-
clon.
(1) En 19 de febrero libraron en Sevilla l| pngaétt^t 19. .
\
DON nBBNANDO
lien*, 7 loi oondei de Miranda, Oropeaa, Belaloa-
lar, Oonifia, fiinieU, Foensalida, RWadeo, Aya-
monie j otros, j loi obispos de Palenoia, Osma,
Gárdoba, Salamanca, Jaén , Oindad-Rodrigo, Oala-
horra, Mondofiedo, Málaga y otros muchos Perla-
dos y Oaballeros. Aqni riño noeva qne el Principe
de Qales Artoxo era fallesoido, qne fné casado con
la Infanta Dofia Catalina, la cual cas6 segunda vea
eon el Prfnoipe D. Bnriqne, hermano de Artnro, qne
despnea fné Rey de Inglaterra (1). Lunes á 18 de
jnlio é la tarde partió el Bey para Zaragosa y faé
por Alcalá de Henares (2). Lañes 29 de agosto par-
tieron para Ooafla y Aranjoes los Principes (3). A 28
de septiembre partió de Toledo para Madrid la Rei-
na OatóUca y desde Toledo Tino por Torrijos , don-
de estoTO ocho dias, y desde ay áFnensalida y desde
ay á Oasarmbios, y entró en Madrid Tiemes 4 de ootn-
bre (4). Lnnea dOde dicho mes entró el Rey en Madrid
de Tuelta de Zaragoaaé vino en posta, porqnela Rei-
na estaba mala, A 14 de este mes de octubre murió en
Madrid el oardenal D. Diego Hurtado de Mendosa (5).
Viernes á 18 de noyiembre entró en Madrid el Prín-
cipe D. Felipe que vino de Zaragoza, y quedó allá la
Princesa. Bn este mes murió D. Diego de Rojas ,
marqués de Denia y le sucedió D. Bemardino de
Rojas , su hijo. Lunes á 19 de diciembre partió el
Principe D. Felipe de Madrid para Flándes, y fné por
Francia (6). En este afio se tomaban á reToWer en
en el reino de N^les los castellanos y franceses, y
y fué mucha culpa de los franceses. En este afio por
el mes de diciembre vino á Madrid D. Hernando de
Aragón, duque de Oalabria , que lo envió alli preso
el Qran Capitán.
A«ol603.
A 15 de enero de este afio fueron los Reyes á Al-
calá y de aUi partió el I^y para Zaragoaa á 24 de
(i) En 546 JtBio llbnros m Toleio It eé4«U tapreta m al
Fk$r9 4$ YUc&ffé áwpnw da la lay 8, tlt n.
(D A It da JbUo libraron aa Talado la pragmáttaa 37, 7 la céda-
la lapraM an laa OrdMMi m ie !• CMncUterU, II b. 5, tlt 1, folio
iB4 Tdalto. T aa f6 dal Blamo las ordaaaaua laprasas daada al
fol. 198 ft too f aalto. En 4 da agosto libraron los Rayas an Tola-
do la pragmiUea 4 da sa Cpked&n impraé.
(5) Bn 80 permanaela la Ralna aa Talado. Cédihs sayu an
Talado eon asa facha á la CbaBclUaria da Yalladolld, an ana Or-
dMcasat, 11b. í,UU% ndm. 47, fol. t3 tnalto. 7 11b. S. Ut. 6, folio
111 T an 17 da satlaabra libró an la mlsnia cindad da Talado la
pragmáUca 14.
(4) En sn día 16 libraron Ra7 7 Ralna la sobracarta qaa sa fas-
prima an las OrdcsaaiM ée U CktneiUerU, fol. 198 bula 101.
(8) Arsoblspo da Savllla. Paro si sa ha da astar i lo qna ascrlba
Zdfilfa y 4 la Inscripción da aa aapnlcro qaa aslsapa, pig . 491, no
nnrló sino an It da satlambre da asta afio. En sa lagar prasan-
isron nnaatros Ra7aa i D. loan da Zdfilga, hijo da la casa de Ba-
jar, qne iaego faé cardenal y antea maeatra de Alcántara hasta el
afio 1196, en qae lo renunció en manea del Rey ; pero le goió poco
•ata Iglesia, mnrlendo i los dea afioa despnea en Gaadalnpa por
agosto do 1804. Eatdnaea proToyeron ana Alteíaa eata aeda en
D. Fray Diego da Desa aa confeaor, qna sa bailaba electa da Jaén,
anyas Namorlu aon conocldaa. Vóasa Zdfitga, pega. 411 & 414.
A 1.» da aoviambre estando la Corla an Madnd aa pnblicó allí
la pragmática 37, como al pie de ella consta.
(6) A «3 del mismo mes permanecía en Madrid el Rey 0. Fer-
nando, y libró allí con esa fecha la cédala Impraaaenlaa OnlMa»-
MM de té CkMeüiertn de VñihdoHd llb. 5, Ift 8, fol. 175, qna Ism-
poco eiplleó aomo ea al aa al Otéloñ» 4.' parí., cap. i, piglna f».
É DOÍÍA ISABEL. ' ^^
dioho mea. Bn 21 de enero f aUesotó en Aloalá Don
Gtttierre de Oáidenae, Comendador Mayor de León.
Viernea á 10 de marco parió la Prinoeaa Dofta Jua-
na al Infante D. Femando en Aloalá de Henares;
bautiaólo el Oardenal Fr. Frandeco Ximeneaí Ano- ,
bfspo de Toledo (7). En el mee de jallo vino nne-
Ta, qne la gente qae pasó oon D. Pedro Pnertoear-
rerO| Tonoió en batalla á Mondar de Oveni en Ñá-
peles, adonde fnó muerto d Vlsorey franoes de*
qne diremos, y ouatro mil y quinientos franóeses, y
tomó la dudad de Ñápeles. En Aloalá á 6 de julio
de este afio murió el Adelantado de Murda D. Juan
CSiaoon (8). Viernes á 14 de julio partió la Beina
para Madrid, y durmió esa noche en Bejas, y al día
siguiente Uegó á la dioha yilla. A 1.* de agosto de
eflte afio murió el Papa Alejandro VI, y fué asurop-
to el Oardenal de 8. Pedro ad Vincula, que se llamó
Julio II. En 16 de septiembre cercaron los ¿ranee*
ses á Salsas, y el Rey juntó gente en Perpifian y los ,
franceses huyeron en d mes de noTiembre, y nues-
tra gente los dguió y los franceses se acogieron á
Nararra, y los nuestros entraron en Frauda y des-
truyeron muchos lugares y fortaleaas, especialmen-
te á Leooata, y otros machos lugares, y pidieron tre-
guas al Bey Oatólioo, y él se las otorgó, y despidió
la hueste y Tinoso para donde la Reina estaba. A
25 de septiembre fallesoió en SegOTia D. Alvaro de
Portugal sópitamente; estando comiendo se cayó
de una silla, y depositáronle en 8. Frandsoo de 8e-
govia, y después lo llevaron á Portugd. Partió la
Bdna de Segovia (9) para Medina del Oampo á 26
de noviembre, y durmió esa noche en Qardllan, y
fué otro dia á S. Juste, y entró en Medina otro día,
qne fueron 28 de noviembre. Entró el Rey en Me-
dina del Oampo á 20 de didembre, que venía dd
socorro y de descercar á Perpifian.
A«ol504
En príndpio de este afio vino nueva como d Gran
Oapitan D. Gkmaalo Hemandea de Oórdoba vendó
la batalla del Garillano, donde hubo gran nómero .
de franceses muertos, y tomó á Gaeta y el resto del
reino de Ñápeles. Viernes á 1.* de mano partió la
Princesa Dofia Juana para Flándes, y estuvo sábado .
y domingo en Valladolid, y de alÚ fué su Oamino
derecho á Laredo, y de alli se embarcó , y se fné en •
buen hora. Domingo de Ramos 31 de marao se ju-
raron las paces oon Francia por tres afios en la Me-
(7) Bl Sr. Sandoval noa ba conaerrado na ralaeloa eoeünet
de la grandeía y magnlleeacia con qae íaé celebrado aa baatlio^
dtll para coaoeer lu mayores § alaa de aqael ttempo. HM§rU ie
Cérhi V, llb. 1, 1 13. Contlnnaba la Reina allí aa 10 y t» da eata
mea. Cédalaa Realea deena fecbaa ea lu Oréenmumdelé Cáaa-
Htterié ie VéihiúUi^ fol. K fnelto 7 15 fnelto.
(8) T allí la Reina eon esa fecba libró al Seiorfo de VItcaya la
cédala da ese dia Impresa en ansFMr«fdespaaadelalayS.\
Ut S9, y & iO la alfnlenta 4 ella.
(9) Ponda en 80 da ag oato dirigió i la CbandlIoHa da Vallado-
lid los capftalos da reformación da aHa , qae bablan raaaltado da
la Tfstla qae la biso D. MarUa de Córdoba, para qna loa gaardasa
y cnmpilese. Cédala cv n sn Inserción Impresa en sia gfdtfwtiiffiL
fól. «07 fnelto bula tlO Tndlaw
554 OBONIOAB D£ LOB
joradft. El dia de Tiemee Santo de eete efio foeron
hechos graudee terremotoe en OaetiUa, eepecíalnieii-
to en Sevilla, Oarmona, é otros muchos logaies de
Andalada ; j se abrieron las bóvedas de las iglesias
y f ortalesas , de los moros y torres , y oayoron mo-
cha parte de ellos en tal manera qne los vivos en
los tiempos presentes nanea tal vieron. Murió Pedro
de' Avila, Sefior de las Naves, en Abril de este afio,
y heredó la casa D, Esteban Dávilasn hijo, y murió
en Medina del Gampo á 8 de ootnbre de dicho afto,
é sucedió su hijo D. Pedro Dévila. Por mayo en Me-
dina del Campo fallesoió Dofia Magdalena, Infanta
do Navarra, y D. ... (1) Bnriqneas, tio del Bey (2).
En 26 de julio de este afio adolecieron los Beyes en
Medina. Este dia fálleselo D. Juan de Zúfiiga , que
era Cardenal é Arsobispo de Sevilla, y primero ha-
bía sido Maestre de Alcántara, en una granja cerca
de Guadalupe, y está sepultado en dicho monaste-
rio, donde también yace D. Juan de Sotomayor, su
antecesor, en la claustra, en la capilla de 8. Martin.
Martes á 26 de noviembre de dicho año entre once
y doce del dia llevó Dios á la Beina Católica, y lle-
váronla á enterrar á Granada. Este dia á la tarde
fueron alzados los pendones por la Beina Dofia Jua-
na, como sefiora propietaria de estos reinos, y por
el Bey D. Felipe, como su legítimo marido, en pre-
sencia del Bey D. Femando, que quedaba por Go-
bernador de los reinos, y del Consejo y de los Ghran-
des y Caballeros que allí se hallaron (3). AJ2Ó les
pendones el Duque de Alba D. Fadrique de Toledo.
En fin de noviembre fué el Bey á la Mejorada á en-
tender en el testamento de la Beina, ó vino ende el
Arzobispo de Toledo, y se entendió en el dicho tes-
tamento. Por diciembre partió el Bey para Toro á
donde estuvo hasta el mes de abril del afio siguien-
te, entendiendo en cumplir el testamento de la Bei-
na con el Arzobispo de Toledo D. Fr. Francisco Xi-
menez, y con el de Sevilla D. Fr. Diego Desa, que
nuevamente había sucedido en el arzobispado , por-
que de Jaén vino á Falencia, y de aquí á Sevilla. E
allí en Toro dieron algunos Caballeros é Grandes
ciertas tentativas al Bey , y él temió, de modo que
algo se enflaqueció la justicia (4).
(1) D. JParifM EnrtqueM, le Uamó et al prdlofo.
(2) Bb O del mluao nes da maio paraianecUn los Reyes en
Medina. Cédula impresa en las OrdeaaMzai de ié CkmdlUrlé de
YaUadoM , lib. 1, UL 9. ndm. 67, Hl. t8, como tombía» an 3 y 14
de Ittllo. cédala allí, llb. í, Ul. 7. ndm. 14 , Wl. « y llb. 5, U!. IC.
(S) T en el mismo día escribió al Rey la nottcU de la mserto
de la Reioa á ai bija y yerno S Plandes, para qae cuanto antes
dispusiesen sn venida S estos reinos. U carto se bailaré copla-
da al An de eato eoncnUrio. Con la propia feeba 10 afisé é la
Cbaucllleria da VaUadolld por cédula particular, y en otra dala
misma dato. Dofia loana sn bija, ya Reina, los babiliié para que
I tu nombre continúen adminlstraado bien la Justicia. Eston im-
presaa nna y otra en las OrdaumMM d^léCkMcUlerU, lib, 6, Ulu-
%} Esto repito Sandotal citando & Calindas» tonu i, péf. 9,
lib. 1. 9 17 al fin.
BHTBB Dñ GASTILLA.
iflolMS.
Brte afio estuvo el B^ en Toro (5) hasta fin da
abril, que partió para Ssgovia, y fué por Aróvalo,
y enteó en Segovia por mayo, y alli estovo hasta
lunes 6 de octubre que partió para Ceresoela ámen-
te. Y en dicho mes de mayo fué trasladada la Beina
Dofia Isabel, segunda mujer del Bey D. Joan él Se-
gando, y madre de la Beina Católica llofia Isabel,
del convento de San Franoisoo de Aiévalo al con-
vento de Miraflores de Burgos de la orden de los
Cartujos, que fundó el dicho Bey D. Juan, donde
yace sepultado é embalsamado. Bu agosto de este
afio hizo y imbió el Bey una armada para allende, á
instancia y suplicación del Arsobi^N) de Toledo, y
desembarcó en el puerto de Masalqnivir jueves á 11
de septiembre, y sábsdo siguiente, que fueron IS de
dicho mes^ fuá ganada líasalquivir , y fué el can-
tan de esta armada D. Diego Hemandea de Córdo-
ba, alcaide de los Doñeóles, que después fué Mar-
qués do Comeres. Este mismo dia 13 de septiembro
parió la Beina Dofia Juana en Flándes á la Infanta
Dofia Maria. Ifin Agoato murió D. Pedro Alvares
Csorio, Marqués de Astorga, y sucedió su hijo Don
Alvar Peres Osorio. E ensimismo murió D. Qomes
Suaree de Figueroa, Conde de Feria,y le sucedió su
hijo D. Lorenso, que después fué Marqués de Plie»
go, porque casó con Dofia Catslina de Córdoba, hi-
ja mayor de D. Pedro Hemandee de Córdoba y de
Dofia Elvira Enriqnez, hija de D. Enrique; el cual
dicho Marqués D. Pedro fué hijo de D. Alonso de
Aguilar. Murió asimismo D. Alonso de Fonseca, Se-
fior de Cooa y Alaejos, hijo de Hernando de Fon-
seca, que fué hijo del doctor Juan Alonso y de Bea-
triz Bodriguez de Fonseca (6). Lunes 20 de octu-
bre partió el Bey del bosque de Segovia para Sala-
manca, durmió esa noohe en Abades, y llegó este
dicho mes á Salamanoa y estuvo en ella hasta fin de
este afio de 1605 (7). Este afio por el invierno hizo
muy grandes heladas y nieves, é anaimismo hubo
mucha seca. Por diciembro de este afio moiió Don
Diego Qomez Sarmiento , Conde de Salines, y Don
Francisco de Velasco, Conde de Simela, y D. Pedro
(8) Af if lo da las Cortas da Toro , as qna se la Jiré propie-
taria i Dofia Jnana y & él Gobernador, y aa pibUaaron las 84
leyes.
(6) En 11 da seUembra naeld i D. Felipa y DoSa Inana ai
Bruselas la Infanta Dofia liaría. Fneron ana padrinos da pila al
Emperador Maximiliano an abnolo y la Condeu finda da Engel*
ferto de Nassan. Ponto Realero Delpblo Rer. belgiear, lib. 6 , pá-
gina SIS. Htreo Ammmí. Brabafiti», tom. 1, pág. 814. Esta infanta
foé Reina de Hungría y Bobemia por sn easamiento en ISil eon
el Rey Lals, de quien no tuvo bijos. Viada da él, gobernadora da
Plandea por al amparador Cirloa V so barmano, fundadora de la
ciudad da liarlomborg de sn nombre, y tnelta I Espala, morid ea
Cigalas i 18 de Oetubre de 1558. Sepultáronla en S. Bonito de Va-
Uadolld, y de abl fué traaladada al Escorial, afio 1674. Plores, Asi-
iMM CmiMcMt, tom. 11, pSg. 854.
(7) No en balde, aino negoeiando con los embajadores da sn
yerno el Sofior de Veré y Andrea del Bnrgo , la deaaada concor-
dia que después de taniaa tenlatina y desasonea entre elloa,
tuTo efecto el dia t4 de noviembre , aignlenle, y la trae Zorita, li-
bro 6, cap. n, y S la entrada del afio inmediato la menciona al
Sefior Cañamal,
DON FERNANDO É DOÑA ISABEL.
Bttrtado de Mendoza, Adelantado de Oazorla, her-
mano del Cardenal D. Pedro González de Mendoza.
Murió también D. Alonso de Fonseca, Obispo de Os-
ma, qne primero lo habla sido de Avila y Cuenca, y
sucedió en Osma D. Alonso Enriquez, hijo bastardo
del Almirante D. Fadrique, do que muchos del rei-
no tuvieron qne decir , por ser el dicho D. Alonso
hombre profano.
S55
aSo 1606.
Estuvo el Rey en Salamanca en principio de este
afio, y el dia de Reyes 6 de enero, se pregonaron allí
las concordias entre el Rey y sus hijos , mediante
Mr. de Veré sta embajador, é ponía en las cartas:
D. Femando^ D, FeUpe y Doña Jwma^ eic. A 9 de
enero partieron de Flandos D. Felipe y Dofia Jua-
na, é oorrió mucha tormenta , é aportiuron á Ingla-
terra á Morilas , y aquel Rey les hizo mucha fiesta.
Partió el Rey de Salamanca el mes de marzo, y en-
tró en Valladolid sábado 14 de dicho mes, y lunes
16 partió á Duefias, á donde se veló con Dofia Ger-
mana de Fox á 18 del mismo mes , la cual era hija
de D. Juan Gastón, Sefior de Narbona, Conde de
Fox, hijo de Doña Leonor, hija del Rey D. Juan de
Aragón y Navarra, y de Dofia Blanca su prima mu-
jer. Reina de Navarra. Esta Germana era sobrina
del Rey D. Femando su marido, nieta de su herma-
na, y la madre de dicha Dofia Germana era herma-
na del Rey Luis de Francia, que entonces reina-
ba (1). Lunes 20 de abril partió el Rey de Vallado-
lid á resoibir é los Reyes D. Felipe y Dofia Juana,
pensando que desembarcarían en la montafia, y
quedó la Reina Germana en Valladolid , y las Rei-
nas de Ñápeles, madre é hija, que hablan venido á
Salamanca por noviembre. Domingo 26 de abril
(1) La flllaeioB de niiestrt Reina Dofia Gennana procede de
este modo: taé hermana de D. Gastos de Fox, vizconde de Nar^
bona 7 Dsqie do Nemonx, mnerio sin hijos en la batalla de Ra-
Tena afio i5H: los dos hlfos de Jnan Gastón de Fox, Sefior de
Narbona, Gobernador de VIena y del DelSnado, Caballero del Or-
den de San Mig nel , qne se halld en las Jomadas de Népoics y
Fonrnofe, y mnrió en Estampes, donde está enterrado; y de ma-
dama María, hija de Garlos, Dnqae de Orleans, y hermana de
Lnls XH, Rey de Franela, qne reinaba i esta saion, y como el pa-
riente más cercano habla sacedldo I Garlos VIH en 1498, el casi
Don Joan Gastón , Sefior de Narbona, padre de la Reina Gennana
habla tenido hermano mayor i D. Gastón , Conde de Vlena , Prfn-
eipe mny talan y de excelentes perfeeclones, qne fné mnerto des-
fracladamente el afio i470 & nn golpe de lanu en nn torneo en
Llbonrne, y yace en San Andrés de Bordeanx, casado con Madale-
aa de Francia, hija de Carlos Vil y hermana de Lnls Xf, de qnien
tnvo á Francisco Fhebo, Rey de Navarra y Conde de Fox, que mn-
rid sin hijos, y á la Reina Dofia Catalina qne le socedid en el de-
recho de aqnella corona, i quien y á sv marido D. Jnan de Labrit
la arrancd por las armas el Rey Católico el afio ISlt y la reincor-
poró á la de Casulla. Estos dos Gastones hermanos , Joan y Gas-
tón V del nombre, nieron hijos de D. Gastón el IV, XVI Conde de
Fox« dlfanto en ikl^, dos afios después de su hijo primero, y de
la Infanta Dofia Leonor, hermana de padre del Rey Católico, hija
como él del Rey D. Juaa de Aragón y de la Reina Dofia Blanca de
Navarra, por enya muerte aquel Rey volvió é casar con la Ilustra
Dofia Juana Enriques, madre dd Católico; y asi la Dofia Gennana
do Fox, segunda mqjer de éste, venia é ser sobrina suya larga.
Biela de su medio hermana. Claude Paradln, A/Amcm GéneMicgl-
tuet4e$l{oitetPrí9Ci$deG§tíe, LeoAl561,pég.lU9yai3,y an-
tes 146 y 147.
desembarcaron los Beyes en la Corulla , y vino la
nueva al Bey estando en Torquemada , y de ay sé
partió la via de León, y fué á Autorga, Ponf errada,
Villafranoa, á de ay volvió la via de la Puebla de
Sanabria, y fueron las vistas del Bey Católico con
BU yerno D. Felipe , entro la Puebla de Sanabria f
Asturianos : é allí se vieron sábado 20 de junio , de
las cuales vistas partieron desconoertados, y de alli
fué el Bey CatóUco á Villaf afila y á TordesiUas , y
sus hijos á Benavente, víspera de San Juan. En este
mes murió en Monterey de Galicia D. García Fer-
nandez Manrique , Marqués do Aguilar : concertá-
ronse los Beyes que D. Fernando (2) fuese á sus
reluce de Aragón, y le quedaron los maestrazgos en
Castilla, y los tres cuentos de maravedís que la Boi-
na Católica su mujer lo dejó : y de allí se fué el Bey
Católico á Tudela de Duero, y sus hijos á Muoien-
tcs, y de ahí concertaron vistas, y se vio con su yer*
no en Benedo una legua de Valladolid ; é de allí se
despidieron y partieron el Bey Católico para Ara-
gón y sus hijos para Valladolid, de donde fueron á
Segovia por agosto, é volvieron sin llegar á Segó-
via por Cogeoes á Tudela de Duero ; porque los Mar-
queses de Moya entregaron el Alcázar de Begovia á
D.Juan Manuel, sobre que el Bey iba (3). A 20 de
agosto fálleselo en Segovia D. Gutierre de Toledo,
Obispo de Plasenda, por muerte de D. Bodrigo Dá-
vila, hijo del doctor Pedro González, del Consejo del
Bey D. Juan , que lo habia habido por muerte de
D. Juan de Oarbajal, Cai'denal de San Ángel, su Se-
fior. Fué este D. Gutierre enterrado en el monaste-
rio de San Francisco de aquella ciudad, en la capi-
lla mayor. Sucedió en el obispado de Plasencia Don
Gómez de Toledo, hijo de D. Gutierre de Solís, y do
Dofia Francisca de Toledo , Condes que fueron de
Coria ; por muerte de D. Gómez sucedió D. Bemar-
dino de Carbajal, Cardenal de Santa Cruz, Arzobis-
po de Bosano y de Sabina y Patriarca de Jemsa*
len ; y por muerte del Cardenal sucedió D. Gutierre
de Vargas Carbajal, Obispo que agora es de Piasen-
ola, hijo del licenciado Francisco de Vargas , y de
Dofia Inés de Carbajal. Estando los Beyes en Tu-
dela fué visto en el dele un €ot¥ieía grande (4), y es-
(f) Estando en TordesiUas i i* de Julio eserlbld i Francisco
de Rojas su embajador en Roma la carta que va por apéndice, dán-
dole parte de todo lo sucedido hasta aquí entre él y sus hijos, y de
la concordia que habia tomado con éstos para que entendiese que
ya los reinos de Castilla no corrían de su cuenta, sino sdlo los de
Aragón y Sicilia, por los cdales se deberla mantener allí por tal
embajador, haciéndolo todo presente i su Santidad, > enlutando
la amistad de los Cardenales afectos.
(3) En 6 de mayo de este afio iSOS murid en Valladolid el In-
mortal Cristtvbal Colon, descubridor de las Indias, estando en la
Cdrte é la solicitud de sus negocios. Su cuerpo fué trasladado á
Sevilla al Monasterio de la Cartnja de las Cueras, y de ahí é la
iglesia y Catedral de la Isla y ciudad de Santo Domingo, donde
yace con la Inscripción que podré borrarse de la piedra , pero no
de la memoria de los hombres :
k CASTILLA Y A LEÓN NUEVO MUNÜO OIÓ COLON.
(41 Esto cometa fué visto en llalla. ArusUu Nlfo Suesano, llld-
sofo de aquel tiempo, le obsenrd el dia 3 do agosto de este afio.
Viese también en Valladolid y toTo ahtnito al pueblo. Testifícalo
Alvar Gutierres d^ Torres de Toledo, que parece lo presenció, pues
en su SmnM»i» 4e «m«s wuuwnUtit , que etecibia el aSo 16S3
656
CRÓNICAS DB LOS BETBS DB CASTILLA:
toyieron «nde basU fin de agosto que partieron á
Burgos ; y tllí pusieron en el convento de San Pa-
blo, doce oabesas de vírgenes y mártires , y á 14 de
septiembre (1)^ dia de Santa Cruz, bubo jubileo. En
Burgos adoleció el Bey D. Felipe, ó ñnó viernes á
26 de septiembre á medio dia en las casas del Con-
destable. Todo esto afio en el verano üomó íanpoeo^
qú$ fué tenido á mucha morovtZfci. En octubre murió
PeroLopea de Padilla, Adelantado de Castilla. Do-
mingo 20 de diciembre partió la Reina de Bárgos
donde babia estado después de la muerto del Rey su
marido, y llegó á Torquemada jueves 23 de dicbo
mes. Por esto tiempo estando el Rey Católico en la
ciudad do Saona, que iba para Ñápeles, dia de San
Francisco 4 de Octubre, supo la muerte de su yer-
no, é no dejó su viaje basto componer las cosas del
reino de Ñapóles (2).
aAo 1607.
Parió la Reina Dofta Juana, que quedó prefiada
cuando el Rey D. Felipe su marido murió , á la In-
íanto Dofia Catalina, jueves 14 de enero entre cin-
co y seis de la mafiana en Torquemada en las casas
de un clérigo , que salen sobre la cerca y sobre el
rio , que era donde era palacio , que es cerca de la
puerta del puento (3). En 30 de dicbo mes murió en
Segovia el doctor D. Juan de Medina, Obispo de
aquella ciudad, y le sucedió D. Fadrique de Portu-
gal, Obispo de Calahorra, y aqui sucedió D. Juan de
Velasco Obispo de Cartogena, y esto se dio al doc-
tor D. Martin de Ángulo, Arcediano de Talaverai
Presidento que fué después de la Chancilleria de
Yalladolid. Mediado abril se partióla Reina de Tor-
é laprittló OB Toledo «i el üw^v^Mt, t(A, 88 vtelto, diee de eite
modo : « EiliBdo el noy eednreeido y libenllsimo Rey O. Felipe
>en ViUadolid, fiié vUU algonu Doehes en el dele taáeia la liarle
kseplentrloDal una eometa de lon^era de ana lanu de amas; á la
•eaal salla el pueblo ft Ter por la paeru del campo de la misma
•villa, que fué pórtenlo de la desdichada muerte que tan preato
•arrebató al diebo poderoso Rey. > Aflade el doctor Alonso Peres,
catedrático de ana y otra Filosofía natural y moral en Salamanea,
iu tanw. túL mte^rolúg. edii. SaimMi,, an. 1576, 1* part.,eap. %
fdl. tijoqoe se sigue: «Invasit qnlppb lllo anno Uispanlam
•Bostram dlra fames ex nimia aiccltate et aterillUte. Audlvl enlm
>ab agrlcoUs, quod trislcum terr» mandatum In alUoribns locls
•manslt Ineorruptum, defecta pluvialls hnmorls, et sequenti anno
ansseebalor bumore aceepto. Et post pancos menees pos! appa-
•rltiouem eomet», tidellcetanno ISffj, Immlnonte vera peate
•Inquinarla orU est, qum per toUm Hlspanlan grassata plurimam
•partem habltalorom Interfeelt: et vocatur lile annus I nostris añ-
inos pestls per antonomaslam. Et ul ei dletls Nypbl nobls eons-
•tatslmllllmls malla etmrumlsiulla illo anno laboravlt.» Bale
autor era natural de Plasencla, como testIAea Pr. Alonso Femaa-
dei en los AmmIsí de aquella ciudad.
(1) Dos días Intes ea ü del mismo Ubró allí el Rey Católico
para la Chancilleria de ValladoUd la cédula impresa en sus OrU-
Mwset, lib. i. til. 7, Bdm. 4, fóL 55.
(i) £n este afto murió en Venecla el célebre embsiador D. Lo-
renio Snares de Pigueroa, nno de los prudentes y sabios caballe-
roe que hubo en su edsd, y de Unto Influjo y autoridad aobre
aquella Repdbllea, como ésts le mostró en el sentimiento y de-
mostradoadesaeBtierro, bseléndosele con unto aparato que
mayor ni mis ostentoso no se babia visto é un ministro de algún
Principe enviado á corte exlraajera. Ziriu, lib. 6, cap. VI, to-
mo iv.
5) QMéapoMseflMeeAmiiMreap wrsie»4ldM«iMi,aflideel
Seflor Saadoval» Ub. i, | SI.
quemada (4) é vino á Hornillos. A 8 de mayo Hr
llesoió en Granada D. Fr. Femando de Talairera, de
la orden de San Gerónimo , primer Arsobispo de
Granada, é ántos Obi^o de Avila, y se diÓ el ano-
bispado é D. Antonio de Rojas, Obi^o de Mallorca,
y en ésto sucedió D. Diego de Ribera, hijo de Don
Juan de Ribera de Toledo, T fálleselo en esto afio (6)
D. Garci- Ramírez de Villaescnsa, Obispo de OyiedOi
y sucedió en el obispado D. Valeriano Ordofies de
Villaquirán, natural de 2<amora, Obispo de Candad*
Rodrigo (6), y en ésto sucedió D. Francisco de Bo-
badilla, hijo del Marqués de Moya, que agora es
Obispo de Salamanca, l^emes 4 de julio salió el
Roy Católico de Ñápeles para Castilla. Sábado 26
de dicho mes entró el Inf anto Di Femando en Hor-
nillos á ver á su madre. Lunes 23 de agosto entró
el Rey en Almasan de vuelto de Ñápeles^ habiendo
desembarcado en Valenoia por Nuestra Seftora de
Agosto, y entró en Tortoles sábado 28 de dicho mes.
En septiembre salieron los Reyes de Tortoles y vi-
nieron á SanU María del Campo, á 2 de septiem-
bre : alli se trajo el oapello á D. Fr. Franoisco Xi-
menea, Arsobispo de Toledo, oon el título de Santa
Balbina, é se hicieron las solemnidades media legua
de Santo María del Campo, en un lugar que se dice
Mahamud, y fué Inquisidor general: é aUÍ el Rey
Católico hizo hacer el cabo de afio al Rey D. Felipe
su yerno : y en esto afio D. Alonso de Fonseca, Ar-
zobispo de Santiago, renunció el arzobispado en
D. Alonso de Fonseca su hijo, y él tomó título do
Patriarca ; lo cual fué tenido en todo el reino por
cosa muy dura y áspera y de mal ejemplo. Dieron
causa á que se hiciese esto desorden megos de per-
sonas aceptas al Rey y que cuando salió de estos
reinos para Ñápeles fué con él dicho D. Alonso, al
cual no faltó en Roma lo que se requería para aca-
bar tal negociación. Hubo quien oyó decir al Rey
Catolice que de dos oosaa le aousaria gravemento la
conciencia ¡ la una consentir esto resignación de pa-
dre ahijo en dignidad tan prinoipal, siendo él hijo
en quien se renunciaba, mancebo y de poca edad,
sin letras ni experiencia. La otra haber nombrado
Obispo de Osma á D. Alonso Enriques, hijo bastar-
do de D. Alonso Enriques, Almirante de Castilla, y
de una esclava ; porque era hombre muy profano é
sin ninguna dotrina, tonto que decia Fr. Anton de
la Pefia, predicador del Rey Catolice , que no tenia
esto Perlado más espiritualidad que un jarro. Sábe-
U) Antee de ealo paió á Paleneia donde ea 5 de febrero li-
bró i la Cbaneillecia de ValladoUd la eódnla Impreaa en sis Or-
ém§iuét,\\b, 1. tit A, Bdm. t, fól. 44, y lib. 5, Ut 8, Mi. i78
vnello j 179.
(5) A «3 de abril. BiiUrU iei mU§. 9kf. de Sea Bm'Mmé,
p4flna ii8 y 114; pero se engafian, porqne an mnerte no Alé aino
en Caatropol del Prineipado á 18 de abril del afio alrnlente
1806, eomo se to por la inaeripeion de en aepnlero en O? ledo, que
anetamente ha pnblicado el diligente eontinaador de la Jí^peSa
Mgréd», tom. xzxii, pág. 86, donde eon él advierte el engaflo de
nnestro Galindex, y por eoBaigniente qae el ancesor no pedo ea-
trar aates de aqnel tiempo.
(6i Qne marió en Bdrgoa & 18 de Agosto de 1818 eomo dIee allí
el Seftor Gallndei y eon él Garibay, lib. 80, eap. 15, tom. n, donde
pones aa sieesor.
t)OÑ J'ERNÁNDO
tfe qne ai tiempo que el Anobispo de Santiago, el
▼iejo, hÍBO la renunciación en D. Alonso de Fonae-
ca BU hijo, dijo D. Fr. Francisco Ximeneas, Arzobis-
po de Toledo, qne había hecho mayorasgo del ar-
Eobispado oon clánsula ó TÍncnloa de reetitnciones,
qne se mirase si habia excluido las hembras; pero
como qniera que f oé la snbstitacion fideicomisaria,
paró en qnemaerto D. Gnillermo de Oroy, sobrino
de Xéores, inmediato sucesor en el ansobinpado de
Toledo al Cardenal GKmenes , fué Arzobispo de To-
ledo este D. Alonso el mozo, en lo cual hubo muchos
juicios por las necesidades y guerras que habia con
Francia sobre lo de Fuente-Rabia. T en Santiago
sucedió el licenciado D, Juan Tavera (sobrino de
D. Fr. Diego Deea, Arzobispo de Sevilla) Obispo qne
fué de CSodad-Bodrigo, y después de Osma, y Pre*
sidente del Consejo Real. A 8 de octubre (1) partie-
ron los Reyes de Santa Maria del Oampo é vinieron
á Aróos donde se quedó la Reina, y su padre vino á
Burgos, y estuvieron la Reina en Arcos y el Rey en
Burgos hasta fin de este afio. En 27 de diciembre
murió el Comendador Qonzalo Chacón, Sefior de
Casarrubios del Monte, que la Reina le habla da-
do (2), y sucedió en su casa D. Gonzalo Chacen su
nieto, hijo de D. Juan, Adelantado de Murcia, y de
Pofia Luisa Fazardo, porque D. Pedro Faxar-
do, su hermano mayor, heredó la casa de su
madre.
AÑO 150a
Estuvo el Rey Católico en principio de este afio
en Burgos y la Reina su hija en Arcos, é ansf estu-
vieron hasta julio, yendo y viniendo el Rey á Ar-
cos; é allí le vino nueva como el marqués de Priego
D. Pedro Hernández de Córdoba habia preso al id-
calde Fernán Gk>mez de Herrera en Córdoba, é le
habia embiado preso é la villa de Montilla, porque
el dicho alcalde habia ido por mandado de su Al-
teza á hacer justicia en cierto caso á Córdoba; y
partió el Rey camino de Valladolid por julio, y fué
á Mahamud, é alli estuvo cinco ó seis dias esperando
á la Reina y tornó á Arcos, y tomó el Infante con-
sigo, y partió á Córdoba, y fué por Olmedo al Espi-
nar, Guadarrama y Toledo, donde estuvo cinco ó
seis dias ; de allí salió martes 28 de agosto, y fué
por las Ventas, el Molinillo, Ciudad Real, Caracuel,
el Pedroche, Adamud, y entró en Córdoba á 7 de
setiembre donde estuvo hasta fin del mes.
Alfo 1509.
Partió el Rey de Cáceres otro dia después de Re-
yes, y vino camino de la Plata, Alva y Salamanca
é de ay á Medina del Campo, y entró en Valladolid
(I) Dm días Altes ea 6 libró allí la R^a tíudo de Alcalde de
la fortalen de la villa de Alegria ea Alata á Jnaa Lepes de La-
nrraga si Seerelarie j de si Ceassjo con 50.000 Bits, de soeldo
come Aales la tenia Peraaade NaTarre, dltlgse Alealde.— Original
en aii peder.
(1) Cnande seeonlseó i lian de Ofiedo, Seeretarie qie habla
sido del Rey O. Bnriqne, si hermane, porqne slfnM la toi de les
porlagneses en Castilla.
i DOÑA ÍSABBt. 567
por hebrero : pasó á Arcos, y vibo con la Reina DoflLa
Juana é Tordesillaa por mareo, y dejándola allí, se
vino el Rey á Valladolid (3). Á 18 de marzo parió
Dofia Juana de Aragón, hija bastarda del Rey Ca-
tólico, segunda muger del doctor Bemardino Her-
nandes de Velasco, condestable de Castilla, á Dofia
Juliana Angela de Aragón, que casó con su primo
D. Pedro de Velasco, conde de Haro, hijo del con-
destable D. Ifiigo y de Dofia María de Tobar su
muger. Á 3 de mayo en las casas del Almirante,
parió la Reina (hermana al Principe D. Juan do Ara-
gón, que murió presto, y fué depositado en el con-
vento de San Pablo de Valladolid, y de ay le lleva-
ron é Aragón al monasterio de Poblete. Y este afio
pasó á África el arzobispo de Toledo, cardenal de
Bspafía, título de Santa Balbina, con buen ejército
de guerra (4) por servicio de Dios y de su santa Fé
Católica y de sus Altezas, y conquistó é ganó la
ciudad de Oran, y echó todos los moros de ella y de
su tierra, y la redujo á poder de christianos el vier*
nes después del dia de la Ascensión, 19 de mayo, y
la dejó fortalecida y provehida de. gente y armas y
bastimentos, y se vino y erigió en ella una dignidad
que llamó Abadía, y le dio silla en la iglesia de
Toledo; no embargante que el obispo, qne era en-
tohces, antes que fuese ganada Oran, tuvo gran de-
bate sobre ello con el Cardenal. Mayo y junio estuvo
el Rey en Vallodolid, y miércoles 28 de junio (5)
partió él para Medina del Campo y volvió por Tor-
desillaa á Valladolid. Jueves 11 de junio, dia de San
Bernabé, casó segunda vez la princesa de Gales^
Dofia Catalina, con el Rey de Inglaterra D. Enri-
que, que nuevamente habia sucedido en el reino por
la muerte del Rey Don Enrique su padre, que habia
f allescido en el mes de mayo pasado ; y el dia de
San Juan se hizo la coronación y la fiesta de U
boda, y este dia fué muy honradamente festejado
por el Rey Católico en Valladolid y jugó él mismo
á las cafias (6). Primero dia de octubre partió el Rey
de Valladolid, á Balbuena 4 la montería de venados,
' • U Jt
(3) Donde estaba i 4 de mane. <Zerita, llb. 8, eap. 31 tem. vi),
7 eontinasba i 3 de abril, y libró la cédola, fol. t6, ndm. 69, Ui, S,
llb; 1, OrdenañMét de ié CkeneUlerlé,
(4) «De manen qué despnes de fnedado y asentado aa colegio,
>en aqael Inviene biso en grneso ejército en Alcalá de catorce i
•qalaee mil bombres, y á la prlmaven so Jorntda. T él se qnedó
>ei NaulqalTlr enndo Iss msnos paestas y alzadas al ciclo, &
•Imitación de Hoysen, por la Vitoria y bven seceso del ejército
«crlsUano; y ansí se le dió IHos sdbliamcnte sin resistencia de
tíos enemigos, y faé laego gaaada la eiadad, alio 1609, i 18 de
•mayo por la Aacenslon.» Tal faé el Informe qne pasó i Alvar
Gomes, cnaado ae prepanba i escribir sn célebre bistoria del
cardenal Xlmenes, el doctor Hernando de BaIvSs, sn coetáneo y
familiar, ano de los primeros colegisles teólogos de sa colegie
mayor de Alcalá, y por él canónigo, tesorero, maestre-esenela j
abad de la colegial de San Jnsto, y rector de ia nnivenidad« en
earU de 16 de febrero de 1888. Traela el P. Qninlanllla en la Viéñ
iei Cérinal, Apéailee^ pág. T6, despnes de hsber tntado larga-
mente y con circnnsiancias muy particalarea de esta prodigiosa
cenqnista en el cnerpo de la obn y por dus capllales enteros qnd
son el 19 y 90 del lib. 3.«
(6) Bn 8 de él libró en Valladolid á la Chancillería las cédulas
Impresas en ana Orde»mua$, llb. 8, Ut. 4, fol. 149 vnelto y 180.
i6) Se mantenía aqaf día 13 de agoste. Cédala impreaa por 8|h
lazar, Cea. de Ur.^ tom. iv, pág. 180. ^
•• t'
558 ÓfiÓNIQAS DB LOS BEYES DE OASTÍLtJL
y Tohrió de ay á 20 dias. Miéroolee á 14 de noviem-
bre tomó é Bidir, y voWió á Valladolid á 17 de di-
ciembre. En eete dicho mee f alleeció Dofia Maria
de Toledo, mnger de Alonso de Fonaeca, que eetá
sepultada en la Mejorada, y Dofia Aldonsa de Cas-
tilla, mnger de Rodrigo de UUoa, contador, que se
enterró en el convento dé mm^cu de San Ildefon-
so (1) de la ciudad de Toro.
Afio 151.,
Partió el Rey de líadríd (5) para Sevilla, á 7 de
aKo 1510.
Á 6 de enero se tomó la ciudad de Bugía en Áfri-
ca (2). E á 27 de julio se tomó á Tripol por el conde
Pedro Navarro con ejército del Bey Católico y de
su hija la Reina Dofia Juana, estando el Bey Cató-
lico en Cortes en la villa de Monzón, que es el reino
de Aragón : y el Consejo Real quedó por goberna-
dor, y el Infante D. Femando y el cardenal de Es-
pafia D. Fr. Francisco Ximenez, araobispo de Tole-
do. A 28 de agosto fué muerto y desbaratado en
los Gelves D. García de Toledo, hijo mayor de Don
Fadrique, duque de Alba. Partió el Bey para Ara-
gón por abril, lunes de Quasimodo, y tuvo Cortee
en Monzón hasta fin de agosto (3), y partió de
Monzón é 1.* de septiembre, y el dia 8 estuvo en
Zaragoza, y otro dia parto de ay, y fué é Madrid,
y dende állf en fin de octubre partió para Tordesi-
llas á visitar á la Beina Dofia Juana su hija, á don-
de estuvo veinte dias. E allí como juez arbitro pro-
nunció las sentencias entre D. Enrique de Guzman,
duque de Medina Sidonia, y el oonde de Alba de
Aliste sobre el estado ó casa de Medina Sidonia,
para que quedase con el dicho Duque, y él diese al
dicho Conde ciertos cuentos de maravedís. Asimis-
mo pronunció allí sentencia entro el dicho Duque
y D. Francisco Hernández de la Cueva, duque de
Alburquerque sobre la villa de Ximena, para que
quedase por el dicho duque de Medina Sidonia, y
él diese ciertos cuentos de maravedís al duque de
Alburquerque: y de allí (4) volvió á Madrid, donde
estuvo hasta fin del afio. Otro dia después de Boyes
partió para Sevilla. A 10 de septiembre en Palencia
murió casi súpito D. Juan de Castilla, obispo de
Salamanca, hijo de D. Sancho de Castilla, y sucedió
en el obispado D. Francisco de Bobadillo, obispo
de Ciudad Rodrigo, hijo del marqués do Moya, y d
do Ciudad Bodrígo se dio á Fr. Francisco Buiz,
riado del cardenal arzobispo de Toledo.
(1) No es de aioQjas, tino de frailes dominieoe.
(8) El dle t de mano eauba el Rey en Valladolid, y atll libró
la cédala Impresa en el Fu»o 4ó Viscúifg^ después de la ley 8, U-
tolo Si. T en el día 23 del mismo mes de mano oslaba so Alteu
•n Madrid donde libró i la CbanelUorla de Granada la cédala In-
serU en las Ordtnmtuu de U CkaMeiileriü de Yaiiadolid, lib. 6,
til. 8, rol. 164 vuelto, boy llb. 7, Ul. 1, lib. 6, Recop.» donde el co-
lector, slgolende I Otalora, i.* part., cap. S, ndm. 6, la enUeade
bien al contrario de lo que ella permite.
(8) Sefnn esto esté emda la fecha de la cédula del Rey en Hi-
élenles (acaso por Monzón) á 8 de Julio de 1510 en las OrdoumnúM
de to CkúneUkrU de YélladaUd, lib. 1, tíL i, ndm. 56, folio Si
Toello.
(4) De donde en 98 de noviembre libró á la Cbancillería de Va-
lladolid las cédalas Impresas en sos úráenoMso», lib. 3, ÜU 8, nd-
mero 12, ful. 118, y lib. 8, til. 1, fol. 146.
enero, y á 31 estando en Talayera finó D. Pedro de
Silva, comendador de Otos en Calatráva: sucedió su
hermano Don Hernando de Silva por provisión del
Bey como Maestre; y llegó é Sevilla en el mee de
hebrero, adereaando so ejército para paaar allende,
lo cual todo el reino le estorbó que no hiciese; aun*
que se dice que la verdad de secreto era aparejar
contra el Bey de Francia; é ansí dicen que el Bey
de Francia decia que el Sarracín contra quien se
aparejaba el Bey Católico su hermano era contra
él. A 17 de enero murió en Madrid Dofia Beatría
Hernández de Bobadilla, marquesa de Moya; é An-
drés de Cabrera, su marido, f allesoió en este afio en
Chinchón á 4 de octubre, é están sepultados en Car-
boneros, aldea de Moya, en un monasterio de la or-
den de Santo Domingo, que fundó D. Juan de Cabre-
ra, arcediano de Toledo y hermano del dicho mar-
qués. Estuvo el Bey en Sevilla (6) entendiendo que
el Bey de Francia no oprimiese al Papa Julio é á la
iglesia, hasta el mee de junio (7) que salió á tener
el San Juan en Cantillana. Este afio imbió el Bey á
la mayor parte de bu ejército que tenia para pasar
allende, el cual embarcó en Málaga. Fué por capi-
tán general Alonso de Carvajal, hijo de Dia Sanchos
sefior de Jodar y Tovaruela, y por ooronel de in-
fantería Zamudio. Vino el Bey á Burgos por agosto
desde Sevilla, y estuvo allí hasta fin del afio (8) en-
tendiendo do estorbar el conciliábulo que el Bey de
Francia con ciertos Cardenales hacia en Pisa, aun-
que salió algunas veces á caza y á haber placer.
Airo 1612.
Estuvo el Bey en Burgos este afio hasta él mes
de agosto (9), que partió para Logrofio, é tuvo el
dia de Nuestra Sefiora en Santo Domingo de la
Calzada. Estuvo en Logrofio (10) entendiendo en la
(5) En Madrid el dta anteaior 8 Hbrd « la «baneilleria de Valla-
dolid la;c¿dola impresa en sis OrdeoMsoa, llb. 5, ÜC 8, foL 168 y
vnelio.
Agaas grandes y extraordinarias en Valladolid en mayo de este
afio, que se tomaron por tesilmonio, saliendo de i caballo por las
calles la GbancIHerla.
(6) Donde en SO de mano llbrd la cédala impresa ea lu Ord«-
nauu de la ChúMCiUeria de YéUadoUd, llfr. S, Üt. 8, fol. 158, hoy
lib. 6, til. 1.*, llb. t de la Reeop., declarando que laa leyes de Toro
se eiUenden I los casos anteriores & ellas, caando en paiticniar
ellas mlsmu no se limitan á los posteriores.
O) En 14 de ese mes se mantenía en SofiUa. Coneerd, MsH,, fo-
lio SSl taelto.
(8) Es tan derla esta noticia de la Tenida del Rey I Bdrfoa,
qne alU d 8 de seUembre d nombre y en cabeu de la Reina Dofia
Juana sa bija libró al Sefiorfo de Vixcaya la cédala Impreaa ea aa
Faere.llb. 14, ift.l.«
(9) A 31 de enero libró allí al catadlo de Álcali el prifllegio de
confirmación del qne Uene del Rey D. Sancbo IV, Impresa en laa
Ordemañuude U CheneUterU de YeUedoUd, llb. 5, tlt. 8, fot 163;
y en ti de febrero la cédala impresa despaes, fol. KH fuello. En
3 de abril en cabeu de la Reina Dofia Juana su bija la coufirma-
clon de loa Fueree de Yéteoffe^ Impresa á conUnuaclon de ellos.
(10) En 5 y 18 de noYiembre libró allí lu dos cartas qne Impri-
me Pellicer en el memorial por el conde de iiiranda, fol. 65, lla-
mando d este Sefior para que aeadlese i senrirle con so gente.
t)ON FBRNANDO
loma AA rdno de N*T«m por autoridad apostó-
lioa; porqae el Rey D. Juan y la Beina Dofia Ca-
talina, ga mnger, signieron al Rey de Francia en el
Boisma qae oto en tiempo del Papa Jolio, é siendo
amonestados los dichos Reyes por el Papa, qae de-
jasen de seguir los scismátioos 6 se juntasen con él
é con la Silla Apostólica dentro de ciertos términos,
los cuales pasados daba facultad para les poder
hacer guerra, y exponía las peraonas é bienes y el
dicho reino é cualquier Príncipe cristiano que lo
ocupase y ganase, y no lo quisieron hacer, creyen-
do mas á Mr. Doval, tio del Rey D. Juan, que era
imbiado por el Rey de Francia, que al Papa; y el
Rey Católico, tio de la Reina, se contestaba que,
para que el Papa fuese seguro, le diese tres fortale-
zas que las tuviesen caballeros navarros, lo cual
nunca quisieron hacer hasta ser privados ellos y
sus desoendientes del derecho de dicho reino, el
cual fué oonsistorialmente aplicado al dicho Rey
Católioo é á sus subcesores en las coronas de Casti-
lla é León. Y después vino á Burgos, víspera de
Navidad, y partió luego á Yalladolid. En Burgos
lunes de hebrero de este dicho affo á las nueve horas
del dia faUesoió el condestable D. Bemardino Fer-
nandez de Velasco : sucedió su hermano D. Ifiigo
Fernandez (1). En este dicho afio, 22 de este dicho
mes de hebrero, f allesdó D. Juan de Silva, conde
de Cifnentee, Presidente que fué del Consejo. En
marzo de este afio f allesdó en Burgos el Infante de
Granada, D, Femando, hermano del Rey Chiquito
de Granada, que se llamaba Muley Abdalla, y her-
mano del Infante D. Juan de Granada, hijos de Alí
Abul Hacen, Rey de Granada. Este Infante Don
Femando tuvo persona valerosa, y casó con Dofia
Mencía de la Vega, Sefiora de Tordehumos, é Guar-
do, é Castríllo, hija de D. Diego de Sandoval é Dofia
Leonor de la Vega. Este D. Diego de Sandoval era
hermano de la madre de D. Pedro Manrique, pri-
mer duque de Nájera, y hermano del conde de Cas-
tro, D. Hernando de Sandoval, todos hijos de Dia-
Gomez de Sandoval, primer conde de Castro: este
D. Diego de Sandoval fué ahogado por mal ó bien,
afio de 1496, en el Pardo de Madrid; é así la hija
Dofia Mencía de la Vega, fué muy mala muger y
fué casada muchas veces; la primera con D. Pe-
dro de Mendoza, hijo de D. Diego Hurtado, duque
del Infantado; la segunda* con D. Bemardino de
Quifionee, conde de Luna, él oual tuvo grandes de-
safíos con D. Pedro Alvarez Osorio, marqués de
Astorga, diciendo que habia tenido que hacer con
la dicha Dofia Mencía; ansí dicen que fué la verdad;
la tercera vez oon D. Juan de Mendoza, hijo terce-
ro del cardenal D. Pedro González de Mendoza; y
la cuarta con este Infante D. Femando de Granada,
y al cabo se dice que el dicho Infante murió de
enojos que de ella reedbió. Y el Infante D. Juan
de Granada, su hermano, casó oon Dofia Beatriz de
(I) Bs eiijt ciM M hallaba d Rey boipedado el dia % de aaye
en q«e otorgó sa priaer teatameDlo» dando en él las dlsposielo-
nes acerca de la anceaion y goblemo de loa relnoa, qae podrán
^erae ea Zulla, llb, 10^ eap. 99» tom, tl
i D09A ISABStfc 66d
Sandoval, hija de D. Juan de Sandoval, hijo de Don
Diego Gómez de Sandoval, primer conde de Oastro.
La batalla de Bavena en Italia fué domingo de
Pascua de Resurrección, á las 10 horas del dia 11 de
abril de 1512, y fué en ella el ejército de su Alteza
y del Papa Julio y otros sefiores contra el Rey de
Francia, la cual dicha batalla fué muy crael y du-
dosa la victoria, porque aunque los franceses eran
muchos mam en número, los Infantes espafioles que-
daron en el campo, é aUi fué muerto por ellos el
capitán general de Francia D. Gh»ton Mr. de Nar-
bona, Sefior de Fox, hermano de la Reina Gkrmanai
muger segunda del Rey Oatólico. T en esta batalla
fueron muertos de ambas partes muchos capitanee
y personas principales en número de mas de 20.000
hombres. Viernes á 7 de mayo de este afio partió do
Burgos la Reina de Aragón á tener Óórtes en Ara-
gón. A 27 de julio murió en Roma D. Fr. Juan Pas-
cual de la Orden de Santo Domingo, obispo do Bur-
gos (2). Sucedióle Don Juan de Fonseca, obispo de
Falencia, y en Falencia D. Juan de Velasco, obispo
de Calahorra, y aquí sucedió D. Juan Castellanos
de Villalba, hermano del coronel Villalba. A 12 de
agosto murió en Burgos D. Valeriano Ordofiez de
Villaquirán, obispo de Oviedo, y sucedióle en el
obispado D. Diego de Muros, que era obispo da
Mondofiedo (3) y aquí sucedió D. Diego de Villa-
muriel, presidente de Granada. Miércoles á 17 de
noviembre cercaron los franceses á San Sebastian
y quemaron á Iran, Iranzu, y Renteria y Emani, y
viemes 19 de dicho mee, alzaron el oerco y se fue-
(i) No en Y7 aiao en 49 M la aiaerte do eato unto prelado,
cono consta de la Insoripeion de aa aepalcro en el contento de
la Mlnem de Roma, y del apnntamlento del canónigo Sedaño en
el breviario Bnrfense de sn naso en eatoa términos: ¡haiéeiSe-
Í0f okitpo D, Puetuii e» Rmm 4 XIX ie JuUó, d$ cai^iAn'ct, ym-
iú ai oradUo: eiUerr4renío m Is Wnena, eaté de «n érde», BieU-
nmU kMraM en B^go$, domiMfó XII ie octubre ie e$ie añe MDXIt,
— norez, EspaU Sagreia, tom. xxti, pág. 4U. Sa elogio se podrd
▼er allí en la Inscrlpefon romana que copla, como también en el
SIcnlo, llb. t4, fol. teo, 7 Fr. Francisco de Vargaa en el Apéniiee.
—En cnanto I sn soccsor, el Sefior Sedaño, proalgne aal : Tom^
Is pütaUm iei eUspudo ie Búr$oi D. Jum Rodrigues ie Fonteca,
ehitpo quefkéie PaieucU, viemes á lee Vil ieepuee ie meiie iiu,
día de SoM Glnet XXV de ageeto, g lomóla euprotiter per él. Vine é
Bérgoi eltpera de San Andrée de eele año UBXIUt, qne es el mis-
mo en qoe esto canónigo lo escribía, y no pnede darse m^or tes.
tigo. Florez allí pig. 416 donde n poniendo las demás memorias
de este prelado con olTldo entre otras de laa qne pudiera haber
tomado de laa epístolas de Bembo, llb. i6, epla. 9; del P. Sigflen-
aa, en la Bielieria de la ReHglún de San Geránimo, 5.' part, lib. t,
cap. 37, p4g. 414, y de NebrÚa, sn ayo y maestro, qne cnando era
obispo de Badajoz le dedicó sn rara obra poética De Yaftre dieü»
pkUotopkarvm.
(3) De quien habló sobre el afio 1492, llamdndole sobrino del
otro I). Fr. Diego do Mnroa, mercenario, obispo de Tny y Ciudad-
Rodrigo, cuya mnerte sefiala allí en aquel affo, aunque fué en el
anterior 91 á 9 de diciembre como en aquel lugar apunté. E^tra-
fio que el P. M. Risco no hubiese tenido presente oste testimonio
del Sefior Galindes tan perspicuo y dUI para la distinción de loa
oblapoa Muros de un mismo nombre, cuando la trata y aclara fe-
lizmente en el tom. xzxu, pég. 89 á 101. También fué mucho se
le hubiese escapado la earU 5.', llb. i6, del Bembo (edlt de León
1540) qne le escribió el Papa León X en W de diciembre de 1517,
conatando por ella que á la aazon retenía aun el areedianato de
Gamona de la unta iglesia de ScvUU, Juntamente con la dignl<
dad episcopal.
CBúmCAB DS LOe ftlTK DK OáSIlLLA.
•Di D. Jasa de Anfon, nieto tal-
tardo del Bejr Otfálieo, fae flia á FlaadM y Don
Jaaa de Leaan qae Bevata eoodígo; y epioTecha-
roa madio pera qae ee elseae aqael oeno. Deipoee
deirto Tinieron d Bey D. Jaaa de Lebrit y el Dellla
de Franela oon grande cjérato á reeolnar él reino
de Harena» qae d ejército del Bey Onlólieo había
teínado^ yeiido por capitán el daqae de Alta, Don
Fadriqae de Toledo, y en Bonoeerallei viniendo el
dicta ejército de Francia y el Bey D. Jaan mataroa
i Alonao de Cbrraíal, nalaral de Zamora^ onñtan
qae era de la infinterfa del Bey GatMico y anñ-
mlaaio mataron á Valdéi, qae era cnatan de la
gnardia del Bey Católico en d Baigaete. Martea 30
de noriembre, taycron loe franoeeee del Beal de
Pamplona, y el eábado antee, qae faeron 27 de di-
dio mee, la eomtatíeron mny recio, eetando dentro
por capitán general el didio daqae de Abra, á qaien
ee bebían dado piimeio loe de Paaqplona, é marieroa
de loe naeetroe may poeoa, y de loe enemigoe mu-
dioe; é anal ae acogieron á Franda, y loa naeetroe
lee tomaron la artíllefia, ad por eegnimiento de al-
ganoe de loe nneetroi^ como por la fragoddad de
la tierra y aierrae y e^ereaee de loe caminoe é fd-
ta de mantenimiento; y m cree qae d d Bey nnee
tro Sefior no bnbiera piedad de elloe, «— t<i>iiAft
pro>Teer qae no loa eignicien, gran námero de eUoe
ae perdieran y mnrieran. Partió d Bey de Logrofio
y ae fué á Bárgoe é á Valladolid, y allí ae eetaro
beata en fin dd dicta alio. Sn cato mea do noriem-
bre en Logrofio foé preeo D. Femando de Aragón,
daqae de Odabria, bijo dd Bey Federico de Nápo-
lea^ por derto trato qae dicen tiaia con Lola Bey
de Franda, y faé deaonartisado Felipe Gopala, y
el Doqoe eatoro preao en Játíira baaU d afio 1523
qae 8. IL por d mea de mayo lo mandó aoltar, y lo
rádojo á aa gracia. En eato afio, en fin de él, ae dio
el obiapadode Sigflenaa á D. Fadriqae de Portogal,
dñapo de Segovia, por príiracion de D. Bemardino
de Cbrrajal, caidend de Santo Oras, diciendo qae
habla aagmdo d Bey de Franda en aa adama, ao-
bre lo cnd paaaron mochae coaaa, y en fin el dicta
cardenal faé redncido y ae le dio reoompenaa por
lo qae tabia perdido; porqne á la Tardad d ae per-
dió por aegoir á 8. IL dd Emperador, dendo Prin-
dpe maa de lo qae d Oatólioo qoidera (1). Y d
obiq>ado de BegoTÍa ae le dio á D. Diego de Bivera
obispo de líallorca, y eato ae dio á D. Bodrigo de
Heroado, abad de Santo ICarta. Eato afio enTÍaba el
(i) rUm cfttf caasM tos áMcakrt Mea Zulto (4«* n^f
McrtkM ea to^ mb Idégnfo) ea la blftorla 4« uu Mtflcicifl-
«• 7 4eUet<a aey, Ub. 6, cap. 17; ftn le bkierM Ivego lat
•■Isitéei 7 d cardeaai falTÍ4 & si fñda. La» oactoa qaa paaan»
pare esi« aatia el Papa Leoa X, d Enperaéor MaiiBlUaao y
Mturú %er D. Paraaado el Caléllc«, ae paedea ver por lu carUa
éel prinero * lea dea ea 15 ie fabrere 4e 1514 ea la CaiMdM éei
Bméo. Bpltl. 14, 15 y 16, Ub. 1, die. 4e León, 1540. Bl ear4e-
aal ba ateo aae 4e loa máa gnadea faroaea de Espala 7 de loa
espafloles qae naa (al es poalble) baa Uaatrado la pdrpon : aablo,
dodo 7 bonbre do Batodo. Sa aafaddad 7 sa doeaeaeU ea \u
oraalones na kaa qodado sa7aa ae podrt ter en el SIealo, libro
H fd. t54| y 0. NUolts AaioBlo, Bikk^A, IVer ., lan« f, ptf . IdS.
i itápdaa
qaa ao
Bey Oalólioo d Gran
y daqmea eatándoae
alolfilfiw
Bde afio d Bey Obtdico faé á Tiaitar á U Beiaa
Dofta Jaana á Tordeaíllae por enera. Ba 28 de eato
mee marió D. Bnriqaa de Gaamen (3) , daqne de
Medina-flUbnIa ; aacedió en aa btodo D. Alonao
Pena de QnsBaan en hermano , qae caaó ea Plaaan
da con Dofta Ana de Aragón, nieto dd Bey Oatóli-
co, hija de D. Alonao de Aragón, anofaiapo de Za-
ragoaa, hijo baatardo de didm Bey, y ae cdebró d
raaamiaiito en la dadad de Plaeancia en dlcíembra
de eato didio afio (4). Por hebraro toItíó d Bey de
Tordeaíllae á YaBadolid, y de am faé á Medhaa dd
Oampoy álaMajorada,yanid diapaeato,y fnéá
ydkdoHd (6X ádoade recibió lee ambajadorae de
IVanda, y oro fieatoe por d anea de agoeto (€). Eá
eato afio por d mee de marao adoleació d B^ Ca-
tólico en Medina del Campo TÍniendo de Oarrioncí-
Uo (7), tierra de Medina dd Oampo^ qae ae habia
Ido á holgar con la Beína Ckrmana en magei^ de
nnpotage&ioqaelebiaodar la dicha Beina, por-
qne le hicieron entender qae ae baria praftada hi^
go (8); alo codee haDó Dofia María do Velaeco,
nuger de Jaan Vdaaqaea de OaaOar, de la cod en-
fermedad d cabo OTO de morir d dicho Bey Cató-
lico. Partió aa Alteaa de Valladolid para MadrU d
mea de eeptieaibre dA dicho afio (9), é allí Tino
Mercario de Gatinara por parto dd Bmparador Ma-
(t) Por ao d qaé aoepcctaaa dd eaTOoao a^ Caidtteo, fae pa-
eaa crc7eroa biea faadadaa, eoaira d hdno fae le kaMi heeto A
41 coa aaa eeroaa afta. Zarila , Ub. 10^ cap. la.
P) Ba Osaaa doade qnedd ealemda , y lida ea ranpaaia da
aa caaado D. Pedro Glroa, aurldo de aa bofauaa Dala Mcvla
de Gasnaa, á cayo tftalo preieadld pretelrso 7 ocapar aaa cala-
dea coa vldeada 7 por las aniu , cobo adetaaio aa fart laifap
4aa bennaao 7 sacesor lofttlao O. Aioaao Pereí do Gaasaa,
feo ea efecto aaaoe en caeatioa eoa 41 7 coa deita iacapocidad
■atan! , faé daqao do Mediao-Sidoala por la baeaa latdiacacla
do aa Budre Doaa Leoaor de Xdllfa , gobcfaedoia de aa penoaa
7 caaa. Xdlln* ptf . 401» col. t; ZarUa. Ub. 10. cap. 54, loa. n.
(4) A priadploa de dldeabre ealaado aBí d a^: pero no de
eato aao 15 aiao dd 15, aofaa Zarita, Ub. 10, cap. ti, tan. n.
El trato al de la boda babla ddo ea d alo da 15. ZailL Ub. la^
cap. 79.
(5) Doade ea ti de «070 7I dojaalo Ubre 4 la OMadUoifa lu
cédalaa Impreaaa ea aaa OntaMaeot, Ub. 1, OL 1, adn . 51, fo-
Ue 41 TOdlo, 7 Ub. 5, tft 5, JU. 150.
ifil Ba CB70 BMC marld a^al O. Aloaao de Araaoa, dafao da
YUlaheniosa, qne fa4 Uevado 4 eaterrar d BMaaaterio do PoMo»
la. T ea 56 dd propio Boa Barld taablen aa benaaao D. Aloaaa
do Arafoa, totea oblapo de Tortoea 7 abora afioUapo do Tiira-
fona, de <ine babla toaudo poaedoa ea 15 de Jatto aateeadeato.
Znrlta, Ub. 10, cap. 55 al da, loa. ti.
(7) Donde babla nadde d ae7 D. lean II de Arafoa aa podra,
7 tóala d caladero d Rey D. Peraaado aa abado, deado laCiata
de CaattUa 7 Selor de Hedlaa.
(8) Lo fue día Bacbo deaeaba 7 ao neaoa d 807, por la poca
afldon qae 7a Boatraba 4 la aaeealoa de la caaa de Aaatrla, cono
adade Pedro I14rtir 7 con 41 Zarita, libr. 10, cap. 65^ toB. n.
(9) Dice blea; poea on 15 7 tt de agoato aaa perauaeda ea
YalladoUd, donde libré dlcbo dia ti al Coaaejo de la Heaia la
priBMra aobrocarta iBpreaa en lea Orééamtu ie la G4ead/JMo
ác féilMéaUi, Ub. 5. tlt. 8, fd. 180, 7 4 la Cbandtteria do Grana-
da la cédda de dlcbo día 15, bapreaa «a el m¡Um Ubre, fd, lOlf
DON FBBNANDO
ximiliano, entre el otial y el Bey Caiólioo ee bizo
cierto juramento sobra la gobernación de Eepafta,
qoe tenia el Bey Oatólloo, y allí en Madrid estuvo
hasta en fin de dicho afio (1).
aSo 1514.
Partió el Bey Oatólioo de Madrid y vino A 8ego-
Tia, y estnyo su Alteaa en Segoviai y de allí partió,
y vino á Valladolid, y de áhi A Medina del Campo,
y de abi fné A casa bAoia León, donde se alegró de
la enfermedad ; y de allí volvió A Valladolid (2), y
de Valladolid fné A Medina del Campo , donde se
sintió malo, y de allí partió A la Mejorada, A donde
se acrescentó sn indisposición, por la Semana Santa
y Pasona de Beanrreccion.
Alfo 1515.
Partió la Beina Germana (3) de la M^orada (4)
A tener Cortes en Aragón : fuó el Bey Católico con
ella hasta Aranda, por el mes de abril de este dicho
afio. De allí partió el Bey para Burgos viernes A 8
de mayo de este dicho afio, donde tnvo Cortes (5):
allí se otorgó servicio de 150 cuentos, é se incorpo-
ró el reino de Navarra por Cortes en la corona Beal
de Castilla y Leen (6). En una noche A 27 de junio
estuvo tan malo que pensaron que no llegAre A la
mafiana, y fué sentido por los monteros de la guar-
da, que le tomaron. Partió su Alteaa de Burgos
pare Anuda viernes 20 de julio de este afio (7) A
donde mandó prender (8) A lAicer Antonio Agustín,
eu Vice-Canciller de Aragón, que venia de las Cór-
(1) T maf , pnei m í% da febrero del elfuleate ífSii , todiTlt
liad en lUdrld U cédala para It GbaDeilleria de Valladolid Im-
preaa en ana OrisMmutt, Itb. i, til. 6, ndm. 19, fol. 5i vaelto.
(f) Donde en 2 de aetlcmbre Itbrd al Conejo de la Meata la
•efnnda aobrecarta Impreaa en laa Oráinmuui de la Gbanellleria
de aquella eindad, 11b. 5, Ut 8, M. i80 Taello.
(S) La Seflora Reina Dofia Jnana eataba en Medina del Caaipo
eate afio d 16 de febrero, con enya feeha libró allf i la elodad de
Soria la cédala Inpreaa en laa OrdMOfuet d« la CUndUerU da
TatUdpUi, Ub. B, til. 8, fol. 113 tnolto. T en tt de mane per-
maneciendo alif dirigió i la aiUma Cbandllerla loa eapitnioa re-
anltanlea de la ilaita qne en ella bizo D. Joan de Tatera, oblapo
de Gindad-Rodrlgo j de as Consejo allí, fol. Sil d tl4.
<4) Eb enyo Bonaalerlo aaialló el Rey i los oleloa de Semana
Santa, y de allí ae fné mny debiliUde y doliente á la Tilla de Ol-
medo, de donde aalla d Venioallla an aldea d la casa de elenos.
Bn Olmedo d 1) de abril deapaehó orden & loa aragoneaea para
Jmtarae d Cortea en Calataynd i It de naya. T Inego en el mía-
me mea partió la Reina d eelebrarlaa y el Rey en an eompaftia
basta Aranda. Bn Aranda ae le agravó al Rey. T
estando mny Indlapoesto en laa caaes de D. Juan de Acafia d 18
de abril otorgó an segando testamento en la forma f ne maestra
Zurita, Ub. 10, cap. 91 y 09, tom. ti. Del cnal si algnna noticia tn-
vo no bace memoria aqni nnestro Carbajal.
(8) T en 18 de él libró eédnla é la Chancilleria de Valladolid
aprobando el nombramiento de loa'30 procaradorea de caneas de
aatlafaeeion, fnó babla nmndado proponerie. Oréetuaugi, lib.1,
tit 8, ndm. 8, fol. 66. T por la del día 31 allí, tit. 4, ndm. 89, fo-
lio 18 Tnelto, irmó el Regiamente de Receptorea.
(6) Vid. Vlicay. en el libro de la iVe/nra/aae dehiieSm /wm
éiPiéás Puerto, donde pone el prlrilegio ó acta.
(1) Coa enya feeha en el mismo día en Bürgoa libró i la ciudad
de Valladolid la cédula dada dniea d Soria, extendiendo i afuella
eindad la prorldenela dada para eata, que sobre plelloe de pala-
bru, eoneilldBdoae laa partes, bo procedan loa Jneeea.
(8) Bb la Bocbe del 13 de agosto. Zorita. 10« 9k
Or-IIL
É D09a ISABEL. ' ^1
tes de Aragón de Honaon (9), é aunque le dieron
otro color, yerdad fué que lo mandó prender porque
requirió de amores é la Beina Germana (10), j estu-'
YO preso en Simancas mucho tiempo, hasta que con
fianaas le hiso soltar el cardenal D. Fr. Francisco
timonea en el tiempo de su gobernación (11). Partió
su Alteaa de Aranda para SegoTia y llegó lunes 27
de agosto^de este afio: pasó en el monasterio de
Santa Orna de la orden de los predicadores, á donde
estuYO asas malo , é aunque le fué dicho que no se
partiese, no se pudo acabar con él. Partió su Alteaa
de Segovia á lo de las Oórtes de Aragón , que no
eran acabadas, sábado 16 de setiembre (12) y estuYo
en Oalatayud y quedó el Consejo en SegOYia. Tor*
nó el Bey desde Oalatayud, y entró en Madrid pos-
trero de octubre, y partió de Madrid para Piasen*
cia» estando ya muy mal dispuesto, miércoles 12 de
noYiembre de este dicho afio: llegó é Plasénda yís-
pera de San Andrés, donde fué honradamente res-
cibido, porque después que redujo aquella ciudad á
la corona Beal, nimca en ella habla entrado : posó
en la f ortaleaa. E allí YÍno nueya que era f allescido
D. Gutierre de Padilla, Comendador mayor de Cala-
traYa en Almagro, y dioese que si Ycnoiera de dias
al B^ Católico, que tomaría el maestrazgo deOa-
latraYa, porque tenia esperanza de ser elegido. A 2
de diciembre murió en Granada Gonzalo Hernán-
dez de Córdoba, Gran Capitán, duque de Sesa y de
TerranoYa (18) , el cual ansimismo afirman que si
mas YiYiera que el Bey Católico , que ocuparía el
maestrazgo de Santiago , porque dicen que tenia
bulas apostólicas ; pero 8. M. oyó otra bula en el
mismo mes por medio del cardenal Santa Cruz para
poder tener todos sus maestrazgos como loa hablan
tenido sus abueloa.
Alio 1616.
Partió su Alteza á 27 de diciembre del afio pasa-
do de Plasénda, y fué á Trujtllo á donde tuYO los
Beyes de este afio , y de allí fué al lugar de Alber-
tura» é á otroa lugares, é fué é Madrígalejo, donde
(9) No, sino de Calataynd. Zurita, ibideai.
(10) «CoM (diee Zurita, Ub. 10, cap. 93) de ainy gran liriandad é
«Indigna de creerse, j aun de escribirse»; puesto que el éedor
Cérkitftl no la calla en ana dnelat, antas lo qoe es de mararillar.
de eafar tm p'me, la afirma por Tardadora y eon tal aegnridad
f ue no deja raion de dudar que él llegó i saber lo cierto.
(11) Deapuea de ta muerta del Rey. T bebiendo pando d Flan*
des en seguimiento de su causa, el Rey D. GArios, auceaor, le dié
por libre en Bmaelu d 83 de aetlembro del afio 1617. Zurit, Ibld.»
cap. 99 al fin. T el mlamo D. Gérioa en Valtadolld d 14 do diciem-
bre de dicho afio le biso merced del oficio de au abogado Fiscal
y patrimonial de Aragón. Oormer. al fin de ana Mnalff, en las adi-
ciones y correcciones, foL 1 fuelto. Todo es poco para celebrar
dlgnamenta al padre de tan gran hijo como D. Aatanlo Agnatln.
(It) El día antarior 14 libré d Vlscaya la cédula que, inaertaa
otraa seta anteriorea, ae imprime en loa Fn^rot deapuea de la L 8,
tit. SI
(19) Jamda ae babrd vtato panteón de héroe mea adornado de
trofeoa; una corona que ganéá la de Castilla y Aragoa, ydoa-
elentoa eatandartea d ana eaemlgos. fimai anim pJarOna airMi-
hapTmiiUm, keiUeitque im nhu ehriúrm hmbtm c/otOMlra
uúñ dedal; §tfu kmii acta es tíimí^ peremam éwúrumque noHn-
nm mUU9 kahiérhu, mereció qne dUese de él el i>apa Leen 1^
aun cuaado vivía. EptaU 87» Ub. 10 del Bembo.
8«
5M
0BÓNIQA8 DI LOS BETIÍS DI OASIILLA.
nuestro Bofior le llert de esta preienia yida miéroo-
lea entro nna j dos de la maftana á 23 de enero
de 1616 alloa. Dejó por en nnivenal heredero de
todas sas coronas y estados á la Boina Dofia Jaana
BQhija, jpor nnirersal Gobernador al Prinolpe
D. Oárlos sa nieto, y en sa ansenoia en estos roinos ^
de Castilla y de León al cardenal do Bspafta; y en
los reinos de Aragón y sus ooronas al arsobispo de
Zaragosa, so hijo bastardo. Porque los que este
Memorial leyeren sepan onmplidamente los heohos
como pasaron, sepresapone qne el Bey Oatólioo es-
tando en Burgos pooo antes qne f allesoiese, Tiénde-
se mny enfermo de la enfermedad .de qne murió,
hilo testamento ; en el cual entro otras cosas, dejó
por (Gobernador de estos reinos al Infante D. Fer-
nando, su nieto, que él queria mucho, é tenia to-
luntad que tuviese los tres maestrasgos después de
sus dias, porque nunca croyó que el Principe D. Car-
os viniera en estos reinos á los regir y goberosTi
estando ausente de ellos, como á la saaon estaba,
porqne siendo aquellos por quien se rogia, no na-
turales de ellos, tenia por cierto que no le aconse-
jarian que los viniese é regir, ni él siendo criado en
aquellas partes á otras costumbres y manera, lo
querria hacer , en especial no teniendo noticia de
ellos ; porque con dificultad se muda la costumbre
en que los hombres se crian , y fácilmente se tiene
eopoco lo que jamás se eonosció ni supo.
CAPITULO L
De lo qta paiá áMptet qse al Rey CatállM partió 4a PUsasalt y
M i Ibárifalaja, y da lo «oa tUI sacaáió.
Después que el Bey partió de Burgos fué á Ara-
gón por lo de las Cortes que allí tenían, é no pasó
deCalatayud, á donde negociadas algunas cosas
dejó allí en bu lugar á la Beina Gkrmana su muger
é habilitada. De alli tomó á Oastüla, y llegando á
Madrid, á donde estuvo poco, tomó el camino de
Plasenda (1) por el campo de Arafiuelo, y en la
Serena tuvo la fiesta de Navidad ; y estando allí lle-
gó el embajador del Príncipe y de sus gobernado-
res, D. Adriano deán de Lobayna, su maestro, que
después fué Pontífice, á tratar con el Bey Católico
algunas cosas concernientes á la gobernación de los
xeinos é al bien de la aceptación de ellos , segon que
(i) A ioBdo llafé an Sn la noflasibra toa deMlItaáo y doUaita,
qaa sa aatandld ao podrta iMt machos dias. Sfai anbarf o, la ra-
elbiaroa aoi gnadas flasUs los plaeantiaos par sar la prlaart
vei qaa taalaa al gniú da var & so Rar» daspsaa qaa habla Mea-
do aqaalla eiadad del doBlnio del doqna da Bajar y la habla ra-
Incorporado á la corona. Al prtaclplo dal Ugalaata maa da di-
elanbra hito ealabrar allí la boda da av aiata Dota Aaa do Ara-
gou coa al aaafo daqnc do Modina Sldoala D. Alonao Poras da
Gnsmaa, aa madlo da sa dameacla é laaptllod; aoyo aasamlaata
ha paasio mal aaesiro Galladas arriba aa al afta 161S. Ba al dia
11 sa hallabaa aa la Abadía, losar y cua da racrao da s« asUma-
do daqoo do Alba, qaa proenrd dlforiirla I la casa da alanoa, da
qaa abnadaba kqaal bosqno. T alU aa asa día Joro por sí y á aosi-
bro do sa hija y sncosora la coacordla ooa laglatarra, prasaataa
lasa Rafo, obispo de Cosoasa, y mleor Galoaso» aandos dal
Papa, D. Baraardo da Rojas, marqiéa do Doala, y D. Faraasda da
Toledo, Gomondador mayor do Looa. Sarita , Ub. i(^ eap» SS, to-
no llt
él mostroba ; aunque á la verdad reída alo que d*
yuso se dirá, como pansoló, fallesoido el Bey Cató-
lico,porlos poderes qne traía el dicho Dean (2) ; y
entro otras cosas que se asentaron alU, otorgó que
Mondur de Xeures, camarero mayor del Principe,
que habia sido en le embiar, porque tenia mas parte
en el Principe que no otro, no entendiese en la go*
beroadon ; ni otro fuese su camanro, como lo ero;
lo cual aunque á Xeures no plugo, y después por
ellos trató mal al dicho Adriano ; pero á todos pa*
resdó que aunque no se debiese deoumplir, que ha-
bría hecho lo que al Principe convenia, según que
sdelante se dhrA Asimesmo porque en Flándes se
sabia de la indisposición del Bey fué embiado él
dicho embajador, paro que avisase de todo lo que
pasase desecroto y tratase, oomo es dicho, y esto
era lo publicó, y para en caso qne el Bey f allesoie-
se, tomase la posedon de los roinos por el Prindpe ;
paro lo cual y para todas las cosas de la gobema*
cien trda seorotamente poderes bastantes. Bl Bey
partió de PUsenda y vino á Zaroyaejo por la puen-
te del Cardenal en andas, y de alli, con asai padón
y dolor, otro ^a sin mas detenerse partió y fué á la
Bentura, á donde estuvo dnco ó seis dias, y de aUf
fué á Madrigal^*, aldea de Trajillo, y sabido por
d Embajador oomo la enfermedad dd Bey se agro-
vaha, vino á Madrigalejo desde Quadalupe, á donde
d Bey tenia acordado estar dgunos dias paro asen-
tar los dichos tratos de todo , y para hacer capitulo
déla orden deCdatrava, y proveer la encomienda
mayor, que habia vacado por muerte de D. Qutier-
ro de Padilla, la oud se tenia por cierto que habia
de proveer á su nieto D. Femando de Aragón, hijo
de D. Alonso de Aragón, anobispo de Zaragosa, su
hijo ; ó á D. Gonsalo de Gusman , Clavero de dicha
orden, hermano de Bamirea Nuftea de Qnsman, ayo
dd Infante D. Femando , dando la daveria al di-
cho Don Hernando de Arogon. Fecho saber al Bey
qne d Embajador era venido é le quería ver, sos-
pechó mal de aquella venida, y con enojo que ovo^
dijo : No viene eino áver ei muero, Deeidie fue ee
vayOf que no me puede ver. E ad el Embajador con
asas confusión se fué por entonces; aunque le hiio
tomar á llamar por consejo é interceden de dgunaa
personas que allí estaban ; al cual habló dulcemen-
te, y le encargó que se fuese adelante á Guadalupe^
y que le esperase alli, que presto entendía ser allí
con él.
CAPÍTULO IL
Como so lo asrsfd la anfarnMdad al Ray CaCÓUao es Hadrisalqle»
y da la habla qaa taio ooa los dol Coasajo, y do lo qaa allí
ordooó, y como, reaalbldoa loa Saararnaatoa, fUlaaaid an hIMis
da Saalo Domlaf o.
Estando el Bey en Madrígal^o, antes qne falles^
ciese, le fué dado á entender qne estaba muy cenMb«
no á la muerte, lo cual con gran dificultad lo pudo
creer, porque á la verdad le tentó mucho d eneml«
(t) Pirmadoa aa BrsaaUa d mediado do oalsbra astaaadaala da
aaio mismo aAo ms. tCarita^ UK iOb m|. 9f| Ion, m^
Í)OM #EBÑANDO
||o oon inaredaUdad que le poni* de no morir tan
presto, para qae ni oonfaMse ni xeacibiese loa Sa-
cramentos ; á lo oaal dio oansa qne estando el Bey
en Plasenoia, ano del Oonsejo qae Tenia de la Beata
del Barco de AtíU, le dijo qne la Beata le baoia
saber de parte de Dios qoe no habia de morir basta
que ganase á Jerasalen (1) , y por esto no quería
Ter ni llamar á Fr. Martin de Matienso, del orden de
predioadores , so oonfesor , paesto qae algunas Te-
ces él confesor lo procuró ; pero él Bey lo eobaba de
si diciendo que Tenia mas oon fin de negociar me-
moriales, que no entender en el descargo de su con-
ciencia; pero al fin algunas buenas personas ansí
criados como otros que deseaban la salTaoion de su
ánima, le apartaron é rcTocaron de aquel mal pro-
posito, y el Espíritu Santo inspiró en él, é biso una
tarde Uamar al dicbo su confesor, con ol cual se
confesó como católico cristiano, y después rescibió
á su tiempo los Sacramentos, y de la confesión re-
sultó que mandó él Bey llamar al Licenciado Zapa-
ta é al Doctor Oarbajal , sos relatores y referenda-
rios é de su Oonsejo de la Cámara, é al Licenciado
Vargas, su tesorero', todos del Oonsejo Beal, á los
cuales en gran secreto dijo que ya sabían cuanto de
ellos habia fiado en la Tida y de lo que le hablan
aconsejado, siempre se habia hallado bien, que ago-
ra en la muerte les rogaba y encargaba muy cara-
mente le aconsejasen lo que habia de hacer princi-
palmente cerca de la gobernación de los reinos de
Castilla é Aragón, lo cual en el testamento que ha-
bla hecho en Burgos habia encomendado al Infan-
te D. Femando su nieto, que habia criado é la cos-
tumbre y manera de acá, porque creia que el Prin-
cipe D. Carlos su nieto no Tendria ni estaría de
asiento en ellos 'á los regir y gobernar como era
menester, y estando- como estaba fuera de ellos, su
gobernación de personas no naturales, que mirarían
antes su propio interés que no el del Principe, ni el
bien común de los refaios. A lo cual fué respondido
por los del Oonsejo ya dichos, que su Altesa sabia
bien con cuantos trabajos y afanes habia reducido
estos reinos en buena gobernación, y pas y justicia,
en que estaban, y que asimesmo su Altesa sabia
que los hijos de los Beyes todos nacen con codicia
de ser Beyes, é que ninguna diferencia cuanto á
esto habia entre el mayor y los otros hermanos,
sbo tener el primogénito la posesión, y que ansi-
mismo conoscia la condición de los Qrandes y Ca-
balleros de Castilla, que oon moTimientos y necesi-
dades en que ponían á los Beyes, se acrescentaban,
y que por esto les parecía debía dejar por Gober-
nador de los reinos de Castilla al que de derecho le
pertenesdala sucesión de éUoa, que era al
(1) De «•!• Beitt te owilmd ont fceite eovpeleada de Jirto-
iiceloB eatrc la refla y la edwlitaea al alo de 1809, cobo Mas-
ía de ios doaoBoatos qee iByriadó D. iosef Poilleor aflo 1965,
OB el Um§fM de Im üthét de Cécereit M, 118 veelto y 116,
donde elu tamblea todos los lagares en ^oe hlso neneloB de ella
Pedro Martia do Aiflorla en sns Cartas. Véase la qne yo escrikf
al P. Montoya, qne oatá en la eorrespondenela eon literatos, doa-
de «e fldid y le di tariM aettelas de esu MBfir úrildlM«
á DOÍTA ISABEL 668
D. Carlos, su nieto ; porque no embargante que él
Sefior Infante D. Femando fuese tan escelente en
Tirtudes y buenas costumbres, en qaien cesaba toda
sospecha ; pero siendo de tan pooa edad, como era,
habla de ser regido y gobernado por otros, de los
cuales no se pedia tener tanta seguridad, que pues-
tos en la posesión y gobierno no desensen moTÍ-
mientos y reToluoiones para se aoresoentar,y que no
podria haber seguridad bastante que esto excusase,
sino dejando lo suyo á su duefio, y que esto era con-
forme á Dios y á buena conciencia y rasen natural é
á todo dÍTÍno é humano, y en que habia menos in-
couTeniente ; que si se acordaba de lo pasado y de
la dificultad y trabajo que él y la Beioa Católioa
hablan tenido en principio de su reinado para re-
ducir estos rmnos á su obediencia y devoción , co-
nosceria claro en cuanta Tontura y discrimen que-
daba todo, dejando por gobernador al Infante, es-
tando ausente el Principe y TÍTÍendo la Beina Dofia
Juana su hija, y quedando la posesión del gobierno
al Infante D. Femando que estaba presente, en es-
pecial si le dejaba los maestrasgos, como se de-
cía (2), y que el menor InconTentente que de esta
proTision se seguía, era nunca Teñir él Principe en
estos reinos, que en la Terdad él era el mayor ; por-
que Tiendo á su hermano el Infante apoderado, no
faltaría quien le {pusiese grandes difioultades que le
entibiasen mas su Tenida , y que el mando y gran
poder conTidaria al Infante á lo que no era de su
(D «Pensar (diee Zorita, lib. 10, eap. 99) qne deliberaba dejar
•los maestrasgos al Inrante, es eosa sin nlnsnn fnadamento, y asi
•nlagnoa BeBeion biso de ello en an Ikvor en nlngaao de aes prl-
•Boroa testaBootos, y Boéstrase bien qae ol Seflor CarbaJ*! nin-
•gnB* noUela tato do lo qne ao aaontd eoa el Dean de Uibayna
•sobro la Ineorporaeion de los naestrazgos en la eoroaa de Cas-
•ttlla ; paos de tal Bañera estaba aquello dlspaesto, qae la ad-
•Binistraeion le eataba f neoBendida por la Sede Apostólica, y
•nanea enSn fida le pasó por el poasaBlenio proenrarta para el
•Infante ; y aenosaabia de presoBir qae despaes de sa aaerte ao
•le babia de eoneeder por ol 8nao PontlSee.» Bato asiento con
ol Dean de Lobayna, BBbaJtdor del Principo, nieto D. Carloa»
de qne aqni ae aeasa i Galladei no babor tenido notieta, faé en
la Serena 6 bien en la Abadía poeo deapnea de la léala de RaTi-
dad, en qne el Dean llefado de Plándes aepreaentó alH al Rey eon
sns eredeneialos la primera ves. Con el titulo De mteee Mpi/«ls-
don f emueréU, la pnao Zorita en el eap. 98 anterior. T es cierto
qne en él para qnltar al Prlnelpo y sn fobiemo iaBonoo el ree^
lo de qoe el Rey en peijnicio de sns rentas y do la corona qoerla
dular los Baeatraifoa al Infante D. Peraando uabien an nielo,
se ofrecid S. M. I qae proenraria eon ol Papa sa Incorporación
perpelaa á ella, por eonaldersrse asi eoavenlonte, qnedaado A
eon la adBlntetraeion por ana dlaa. Pero yo eitrafio qae nn boa-
bro del talento do Zorita eritiqne en esto paoo al doctor Carba-
Jal y lo tOBO la residencia por nna concordia no todavía para y
perfecta, y qne bos bien qne tal pnede decirse apanUBienlos para
ella , 6 COBO nn pliego de propoaiclooes. Era de advenir qae en
la Blsma qnodó capitnlado qne ao babfese de enviar i FIftades
pora qne allá la aprobaae yjaraao el PrfnOlpo yaa Bialsterioy
pneblos, eon olería foraalidad Boy aoloBne qne allí ae previene.
T qne beebo esto, el Rey Gatdllco, sn abuelo, bnbleae de baoer
lo BisBO acá en Castilla. Nada do lo caal ilefd á fleeneion, ni la
estreches del Ueapo did ia|ar á ello, ag ravándosele Bas de día
en dia la onforBodad Bortal con qne ya ao bailaba , y Bariendo
de ella en Madrlgalejo á i3 del aignlente enero de 16. Aal qne el
blatorlador y el pdblico, de cnya voi ti ieeUt ea M na aero re-
lator, bictoron bien en no baoer caso de nn capilalado qae ao lle-
gó á tenor efecto, y se evaporó con lu eaporanus de la vida del
M4
OBOÑICAfi bri LOB ftETEB ÜB OÁEKALÍJL
condición. Oidia etUt raBones y otna que le fue-
ron dichas, el Bey mí llorando dijo qne le parea-
da bien, y que ordenasen las dánanlas del teata-
mento, y pareada que lo que él tenia ordenado pri-
mero en Burgos, le debía del todo casar, que nunca
paresdese, y escribir de nnevo todo el testamento,
porque no paresoieeen testigos de él ni se engen-
draae alg^nn mal concepto ; pero esto fué muy se-
creto que no lo supo el Infante qne estaba en Gua-
dalupe, ni Qonsalo de Gusman* CAaTero de Oala- .
trava, su ayo , ni Fr. Alvaro Osorio, obispo de As-
torga, su maestro, que estaba con él. Dijeron ad-
mismo al Bey aquellos del Oonsejo, que en lo de la
gobemadon de Aragón que dejd>a á D. Alonso de
Aragón su hijo, arzobispo de Zaragosa, les pereda
muy acordado ; porque en él cesaban todos los in-
coDTenientes , y era natural y amado é bien quisto
de aqudlos rdnos por la mayor parte, é loa pedia
gobernar en paa é justicia. Fué dicho al Bey que
pues pareada que debia dejar por Gobernador al
Príndpe de los rdnos de Oastilla y León, etc., que
estaba ausente , que para el entretanto que viniese
6 proveyese de FlAndes donde estaba, era neceaario
poner algún Gobernador que entretuviese las oosaa
de estos reinos, que le aconsejasen quién seria el
que había de nombrar ; porque persona n^ediana ni
el Consejo con día no bastaría para este efecto de
entretener d buen gobierno y la paa y la justicia ;
y qne dejar Grande era inconveniente según la ex-
periencia de laa cosas pasadas, espedal que habría
discordia entre el que fueae nombrado y los otros,
y no le obedescerian llanamente como era menes-
ter, de que se seguirían mayores dafioa é inconve-
nientes. Fué nombrado por uno de los del Consejo,
que allí estaban, el cardenal D. Fr. Francisco Xime-
nes, araobispo de Toledo, y luego pareado que no
había estado bien el Bey en su nombramiento, y
dijo de presto : i Ya vototroB eonateeii tu eondieionj^;
y estuvo un poco un que ninguno le replicase, y
tornó á dedr : totMi^rtté huen hombre^ $$ dé Guanos dé*
$éo$f y no tí$M parUnUBf y $$ criado de la Boina y
mió y oUmjpre ¡é kabemoi niUo y conoioido tenor d
afición que debe á wkoeiro Mroicto»; y los del Conse-
jo le respondieron que ansí era la verdad todo lo
qne su Alteza les decía, y que era buena la elección
y mejor condderados los inconvenientes que de los
nombramientoa de otroa se esperaban (1). Luego el
(1) gg de Maravlttar ( dlea Znrlta alt., Ub. 10» oip. 99, toat' ti)
qi6 6tefi|»i tal nriaeion Carbajal, caando el Rey la tonlt ya nom-
brado ea al taaUBealo qaa babla hacbo al afio datee en Aranda, y
aqnl coaiaaa an Idoneidad. El P. Fr. Pedro da QnlnUnllIa y Man-
dola, qaeno qnlalera bailar, no dlfo manaba, poro ni la menor
mateen el parpdreo aayal da an béroe el Seftor Xlmenai, planea
coger á nneitro Calindas an eompUaaelon en este paso (pif . tü9
y 2», y an el ApéMdUe, pif. 64 ) ; pero en vano se oponen meras
aónjetnraa. por no daelr sombrea, I nn teaUgo gnyej preaenclal,
one eaerlbe lo one paad, no lo qaa no debió paur. 81 al Rey íné
alempre de nn genio eaf lioso, cdlpenla al Rey, no al bUtorlador:
deja el P. QnlntanUla de deteriorar la fé del Sabor Galladas (aolo
en esie paso, pnes en ios demu siempre le sin«> 7 fn^'** F^'
U mataría qne la dld para sas amplios elogios), llamando I sn
obra, solo show eoa desprecio, «nat kúrrUfet memuaitüt del
flier koNMe QeMe U Ur^«/«/. K criUca ao le Us »pos(a-
Bey tomó á decir : cPimi en lodo loe maoeiraMfáo
igué me ooom^aüeH Loa dd Conaejo respondieron
que lo mismo que hablan aoonaejado en lo de la
gobemadon de los reinos de Castilla y León, por
las mismaa rasonea ; y porque si un solo maeatraa-
go puesto en persona llana bastaba para poner di-
sension é hacer movimientos en los reinos, como
había visto, que muy mas claro era, que trea puestos
en una penona Beal causarían dividen y otras d-
teraoionea, y para esto no había otro mejor testigo
que su Alteía porque á eata causa d Bey y la
Beyna Católicos habían proveído mutuamente en
poner en ana peraonas Bealea la adminiatradon de
todoa los maeatrasgos, lo cud pereda haber ddo
muy provechoso, como la experíenda lo había mos-
trado. El Bey dijo : c Verdad es lo que deds, pero
mirad que queda muy pobre el Infante.» A lo cud
por los dd Consejo fué respondido qne la mayor rí-
qnesa qne su Alteas podría dejar d Lifante era
dejarle bien con el Príndpe D. Carlos, su hermano
mayor. Bey que había de aer; porque quedando
bien con él, siempre libraría mejor, y que au Alteaa
le podía dejar en Nápolea lo que fueae aervido , y
qne ad ceaaban los inconvenientes de los rdnos de
CaatíUa y le aprovecharía la guarda dd reino de
Ñapóles. Al Bey pareado bien lo qne le aoonaejaban
loa del Consejo, y mandó que ae aconaejaaen y or-
denaaen las cláusulas y providones necesarias, and
para lo de la gobernación y maeatraagos en favor
del Príndpe D. Cérica , como de cincuenta mil dn-
cadoa de renta cada afio en Ñápeles para el Lifan*
te. Los del Consejo se partieron del Bey, y fneron
á ordenar las dichas cláusnlaa de sn testamento, y
la suplicadon para el Papa aobre lo de loa maea-
trazgos, aunque dicen que el cardend de Santa Crua
tenia ya hecha esta díligenda en Boma, y d Oran
Capitán para sL B uno de ellos lo escríbió todo de su
mano, é de aquella minuta se tradadaron á la letra
en el dicho testamento laa dásulaa, como por él pa-
reace, y fué neaceaarío de tomalle todo á escríbir,
porque no pareaoieae rastro de lo que prímero se
había otorgado en Burgos, y con mucha díAonltad
se pudo tornar á eaoríbir; porque el md dd Bey se
agravaba y la eacritura no era pequefia. La Boina
Germana, aegunda mnger dd Bey, que cataba te-
niendo Cortes en Cdataynd dd reino de Aragoni
llegó á Madrígdejo, andando diaa y noohea, d lú-
\.
rá al atoanaato Alfar Gomas (fbndadorqno aal podomoa llamarlo
da la blaiorla de Ximanes), y en Tordad qaa la paad y nada tavo
qne oponerle en aato lagar. ¡Qué 1 i Nada mu bay qne esto do la
tal cnal condición en la esUmpa del grande boaibret |T ao deja
morir de an triste cartuoqno le eapeta nn Motel Calindas ala
lisonja porqna no comió paa del Cardenal, ni lomó beca an aa
aolegio de San lldefoaao, an fortona la blcleron ana méritoa, lo
trató carca maebas f ecca d la frenu del Senado y & pnarU cem*
da, y aopo muy bien qne, annqna ora Creada, era bombro: 5m»-
wAnoi kambuetemn^ como ya dlfo Qnlntlliano. TetteJeelmUíem,
eikemiaettuU mmlnífl dMüsct, San Agnattn. Ka menaalarba^
ber tlfldo an nn encierro y no conoaarla blaloria del mando y
do los bombres, ni san por el forro, para eicandeoerse por toa
pocaa cosas. Y eso qne tienen por delante ol saeoso del Cria G««
piun, y le iraea oairo luaos.
DON FüRNANDO
nes por la mafiana (1) ; y mártea aignienta en la
tarde que ae oontaron 22 de enero del afio 1616,
otorgó el Bey sn toitamento 7 mas tarde resdbió
el Santísimo Sacramento, y mas tarde pidió la nn-
oion, la cnal le fné dada, j después de media noche,
entre nna y dos, entrante en miércoles, qne se con-
taron 28 de enero, pasó de esta presente vida (2).
Nuestro Sefior le quiera perdonar, que buen Bey fué.
Falleaoió en hábito de Santo Domingo (3). Estaba
(1) Tea el mismo día eseribid il Prineips D. Cirios , sn nieto,
A Plftndes, la tlena sarta qve estampó Domar en sos Anslst ie
Ará§9ti, IID. 1, cap. 1, pftf. 1, dándole noticia de sn fatal estado,
despidiéndose de él, y enesrgéndole d eamplimlento de sn testa-
mento j en partleniar lo tocante i sn mnger la Reina Dolía Ger-
mana, y el enidado 7 respeto de sn persona é intereses, ete.
(t) Por memoria en la sala de la can donde mnrió, propia do
los PP. de Gnadalnpe, se pnso nna tabla con esta inserlpelon, qne
copia Dorner allf , pég. 3: Félledó el ainy alto y poéerúBO nt^ Don
Ftnuméé el Quinto, de glúrleea memma, aqui en etU cimoro ie
Médrié^oe en lé cun ie Huetlré SeMúrn Sanie Marín da iiuada-
hfa, wAíreaUa din de San Ildefaneo entre la» Iré» f Isa MMlre de
¡a» smSoim, pte/keron i3 dia» del me» de enere da 1516.
iZ) En 9 de febrero slfulente se sabia ya en Roma, 7 con esa
íecba lo annnclé el Papa teon X ai Emperador Nailmllláno, es-
eribléndole el pésame en nombre de la Iglesia 7 de toda la cris-
tiandad, con gran sentimiento por la falta de tan grande R67, de
en7es elogios sa base panegirisln.
i D09á ISABEL. 6«5
muy deshecho, porque le sobrevinieron cámaras,
que no solo le quitaron la hinchasen que tenia de la
hidropesía, pero le deshicieron y desemejaron en
tal manera, que no paresda él : porque á la verdad
su enfermedad era hidropesía con mal de corasen,
aunque algunos quisieron decir qne hablan sido
yerbas, porque se le cayó parte de una quijada;
pero de esto ninguna oosa de cierto se puede saber
mas de cuanto muchos creyeron qne de un potaje
que le fué dado en Oarrioncillo, cerca de Medina,
para ejercitar su potencia, le habia yenido aquel
mal ; porque luego en llegando á Medina en Tiér*-
nes se sintió mal dispuesto, en lo cual afirman haber
sido Dofia María de Velasco, muger de Juan Velas-
quea, contador mayor, y Dofia Isabel Oabra, cama-
rera de la Beina, con sabiduría de la Beina Qer-
mana su segunda muger, porque deseaba mucho
parir del Bey por haber la sucesión de los reinos de
Aragón (4).
(I) Signen á eontlnnaelon otros capltnlos ftt narran los asen-
sos ocnrridos desde la mnerte del Re7 Catdlleo ; pero nnestro
Intento no va tan alié, babiéndonoa solamente propuesto con In
pabllcaelon de estos Anala» Breae» do Gallndei eompletar en lo
posible la Grdniea de Pnlgar. (N« dnl G.)
Mí
HISTORIA DE LOS REYES CATÓLICOS
DON FERNANDO Y DOÑA ISABEL,
BSORTCA POB EL BAOHILLEB
ANDRÉS BERNALDEZ,
CURA QTJx nnf Da la. yhia di los paláoios t oapsllah di don diiqo dizá|
▲BZOBISPO DI BSYIUiá,
ALLEOTOR,
YOB ML UODIOIIDO BODBIOO GiBO.
ISbU historia, que siempre ha corrido maonsorip-
ta A nombre del Cura dé lo$ Pakusío$j ha rido citada
de muchos con este títnlo solo, y algnno mal infor-
mado llamó A este antor el Baéhiüer Medina, 7o
hice paitionlar diligencia, viendo los libros del bap-
iismo originales que escribió j firmó en la villa de
los Palados, siendo allí oora desde el afio de 1488
hasta el afio de 1618, donde hallé escrito siempre
Andrét Bemálde»^ j algunas veces Bemol; y en los
mismos libros apuntadas algunas cosas de las que
en su tiempo sucedían.
Escribe esta historia oomo testigo de vista de los
sucesos, 7 conooimiento de muchas personas prin-
cipales, como del gran don Rodrigo Ponce de Leon^
Marqués de Zahara, Duque de OAdis, y D. C9iristo-
bal Oolon; ambos fueron sus guéspedes, é escribe
su hábito y faiciones, y assí de otros sefiores. Tuvo
ajustadas relaciones de todo lo que escribió de fuera
del Reyno: muéstrase entendido en la geografía y
lección da la antigua historia. Su lenguaje es el que
oorria entonces, sin ninguna cultura, antes repite al-
gunas oosas sobradamente, pero jamás falta A la ver-
dad, que es él ahna de la historia, y así ésta ha sido es-
timada de todos porque en eUa demás de la sustan-
cia de las cosas, refiere algunas muy particulares y
que otros de aquel tiempo no escribieron, oomo por
el discurso lo podrá ver el lector. No tuvo otro pre-
mio que de Oura de los Palacios y capellán del Ar-
lobispo D. Diego Desa. Esto me pareció advertir,
otros harán mejor jucido, yo digo lo que siento.
Bii IdomauDo Bodbioo Oáio,
A me eieeriaide iieee e» #1 MS, le eete fe$ eoptewm é
úleñ, jfo teher fulée tee m eelúr (1).
Este libro hice trasladar de uno que tenia el li-
cenciado Rodrigo Caro, escrito de su mano, que
por su muerte fué á poder de D. Juan de Banteltses,
del Consejo Real de Castilla, é por muerte del su-
sodicho, de mano en mano á la de D. Francisco
Flores, en quien hoy para. Es la verdadera historia
que escribió el cura de los Palacios, porque ademas
de la fée que hace el estar escrita de mano de un
hombre tan grande y firmado el prólogo de su nom-
bre, yo he mostrado este traslado al Dr. Símela, ra-
cionero de la santa Iglesia de Sevilla, que no tiene
primero en todo género de buenas letras, y me ha
dicho ser esta la verdadera historia, y tener él otro
traslado del mismo original donde yo saqué éste.
Hame obligado á escribir estos renglones el ver que
anda otra, que siendo trasladada de la que anda
impresa que escribió Femando del Pulgar, la quie-
ren confirmar por del Cura de los Palacios. Esto es
la verdad, y porque el lector no se ofusque, y so
desengafie y lea con gusto esta, si es que desea la
verdadera, he tomado el trabajo de ver muchos
grandes hombres mostrándosela y todos oonouerdan
ser esta la verdadera. Te confieso de mí que me
duró el deseo de conseguir el tenerla muchos dias^
y mucha solicitud por ser antor recibido.
(1) Bttt adwrteDela tnt la aáldoa ée SeTHla del «lo 1810,
que teneaiM presente, aanqie al ésta nt alngano de loe eM ees
de qae taflütiea aos Tálenos, aos piede serttr do teilo ialeo ]r
•letaflTS. Todos sos AUlot, poiqao io oorrigoa •stsaiiasis.
HISTORIA DE LOS REYES CATÓLICOS.
4
;'j
EET EL KOUBBI DE DIO&
A^ eamimma la HUtoria i ffida dd R&g Dcm
JBMjtM, ieguB la uenbió Hernando dd Pulgar^
torimüladdBeyDimF&numdo^ydslaBemaDoña
jMaha^nuuiroiSeSioreBf m tíhro ^p^é Jko de lo% élO'
roe poronee^ ttm oi^jmoe coeae etUretesddae que él
d^ó deponer^ que aeaeeieron e» vida del dicho Riff
Don Enrique en lo$ Beifnoe de BipaSia; y por que
eu8 proeperidadee^ y mugrandee trabqio$^ y emiet"
trafortuna^ aeaeeieron envUediae^ de lo cual yo ove
^vera noüeiaf quiee tomar por principio eecrünr deede
envida lae memoria§ de loe eoeaa mas haeañotae que
en mi tiempo han acaecido^ de que yo ove verdadera
. vrformaekfn,
OAPtrULO PRIMERO.
M Rey Doi BsriqM.
jSl Rey Don Enrique IV, hijo del Rey Don Juan
el II, f né hombre alto de ooerpo, y hermoso de ges-
to y bien proporcionado en la composiora de eos
miembros; y este Rey, seyendo Principe, didle el
Bey sn padre la dndad de Segoyia, y ptbK>le casa y
oficiales, seyendo en edad de catorce afios. Estnyo
en aquella dudad, aparUdo del Bey su padre los
mas dias de sn menorídad, en los quales se dio en
«Ignnos deleites que la mocedad snele demandar, y
la onestad debe negar. Hizo hábito de ellos, porque
ni la edad flaca los sabia refrenar, ni la libertad que
tenia los sofría castigar; no bebia vino, ni quería
Testir pafios muy predosos, ni curaba de la drímo-
nia que es debida á persona real. Tenia algunos
mosos aceptos de los que con él se criaban, y dá-
bales grandes dádivas. Desobededó algunas Teces
al Bey su padre, no porque de su yoluntad proce-
diese, mas por inducimiento de algunos^ que d-
gniendo sus propios intereses le tratan á ello. Era
hombre piadoso y no tenia ánimo de hacer mal,
ni Tcr padecer á ninguno, y tan humano era que
con dificultad mandaba ezecutar la justicia crimi-
nal, y en la ezecucion de la civil, y en las otras
necesarias en la gobemadon de sus Beynos algu-
nas veces era negligente y con dificultad enten-
día en cosa ajena de su deldtadon , porque el ape-
tito le sefioreaba la rason. No se vido en él jamas
punto de soberbia en dicho ni en hecho; ni por
oobdida de haber grandes sefiorios le vieron ha-
cer cosa fea ni deshonesta, é d algunas veces habla
}ra| durábale poco y no le sefioreaba tanto que da-
fiase á él ni á otro; era gran montero^ y plaolale
muchas veces andaír por los bosques apartado de
las gentes. Oasése, seyendo Prindpe, con la Prin-
cesa Dofia Blanca, hija del Bey Don Juan de Ara-
gón, sn tic, que entonóos era Bey de Navarra,
oon la que estuvo casado por espado de dies afios;
y al fin ovo divordo entre ellos, por d defecto
de la generadon que él imputaba á día, y día
imputaba á éL Muerto d Bey Don Joan sn padre,
afto de 1454, reinó d luego pacificamente en los
Bdnos de Castilla y de León, dendo ya de edad
de treinta afios, é luego que idnó usó de gran
magnificenda con dertos caballeros é grandes 8e-
fiores de sn rdno, soltando á unos de las pridones
en que d Bey su padre los habla puesto, é rednddo
é perdonando á otros que andaban deserrados de
sus Beynos, é restituyéndoles todas sus villas, é lu-
gares, é rentas, é todos sus patrimonios 4 ofidos
que tenian.
Teniendo la primera mujer de quien se i^Murté,
casé con otra hija del Bey Don Duarte de Portugal,
y en este segundo casamiento se manifesté sn im-
potenda, porque como quier que estuve casado oon
ella por espado de quince afios^ é tenia oomnnica-
don con otras mujeres, nunca pudo haber á ningu-
na con dlegamiento de varón. Beynó veinte afios^
y en los dies primeros fué muy próspero, é 11^6
gran poder de gente é de tesoros, é los grandes y
caballeros de sus Beynos, oon grande obediencia
cumplían sus mandamientos. Era hombre franco, y
hada grandes mercedes é dádivas, y ni repetía ja-
mas lo que daba, ni le piada que otros en sn pre-
sencia ge lo repitiesen. Llegó tanta abundancia de
tesoros, que allende de los grandes gastos y dádivas
que hada, mercaba qualqnier villa y castillo ó otra
grande renta que en sus Beynos se vendiese, para
acrecentar d patrimonio reaL Era hombre que las
mas cosas hacia por solo sn adbitrío, á placer de
aquellos que tenia por privados, y oomo los apar-
tamientos que los Beyes hacen, y la gran afición
que sin justa causa muestran á unos mas que á
otro% y las ezcedvas dádivas que les dan, suden
provocar á odio, y del odie nacen malos pensa-
mientos y peores obras, algunos grandes de sus
Boynos á quien no comunicaba sus consejos, ni la
gobernación de sus Beynos, y pensaban que de ra-
son les debía ser comunicado, condbieron tan da-
fiado concepto que algunas veces conjuraron con-
tra él para lo prender ó matar; pero como este Bey
era piadoso, bien asi Dios usó oon él de piedad, y
DONFEBNAKDO
le libró de U pririoni y de loe otroe malee que oon-
ira en penona real ee imaginaron. Y ciertamente ee
debe considerar qne» oomo qnier que no sea ajeno
de los hombres tener afición á anos mas qae á otros,
pero especialmente los Reyes qae están en el mira-
dero de todos, tanto menor lloencia tienen de errar
qaanto mas sefialados j mirados son qae los otros,
mayormente en las oosas de la Jostida, de la qaal
también deben asar, mostrando sa afición templada
al qae lo mereciere, como en todas las otras cosas;
porqae de mostrarse los Reyes aficionados sin tem-
planza, y no á qaién, ni cómo, ni por lo qae deben
ser, nacen machas veces las envidias, de dó se si-
gnen las desobediencias, y vienen las gaerras y
otros inconvenientes qae á este Rey acaecieron.
Era gran músico, y tenia bnena gracia en cantar y
tañer, y en hablar en cosas generales, pero en la
execacion de las particnlares y necesarias, algunas
veces era flaco, porqae ocapaba sa pensamiento en
aqaelIoB deleites de qae estaba acostambrado, los
que le impedían el oficio de la prudencia, como á
qualquier que de ellos está ocupado ; y ciertamente
vemos algunos hombres hablar muy bien, loando
generalmente las virtudes, y vituperando los vicios;
pero quando se les ofrece caso particular que les
toque, entonces vencidos del interese 6 del deleite,
no han lugar de permanecer en la virtud que loa-
ron, ni resistir el vicio que vituperaron. Usaba asi
mismo de magnificencia en los recibimientos de
grandes hombres, y de los Embaxadores de Reyes
que venian á él, hadándoles grandes y sumptuosas
fiestas, y dándoles grandes dones. Otrosí en hacer
grandes edifidos en los Alcázares y casas Reales, y
en Igledas y lugares sagrados. Este Rey fundó de
prindpio los Monasterios de la Virgen (Santa María
del Parral de Segovia y de San Gerónimo del Paaso
de Madrid, que son de la Orden de San Gerónimo,
y dotóles magníficamente; y otrosí el Monssterio de
San Antonio de Segovia de la Orden de San Fran-
dsco, é biso otros grandes edificios y reparos en
otras muchas Iglesias y Monasterios de sus Reynos,
dioles grandes limosnas é hiaoles muchas mercedes.
Otrosí mandaba pagar cada afio en tierras y acos-
tamientos gran número de gente de armas, y allen-
de de esto, gastaba cada afio en sueldo para la gen-
te de á caballo continua, que traia en sa guarda,
otra gran cantidad de dinero, y con esto fué tan
poderoso, y su poder faé tan renombrado por d
mundo, que el Rey Don Fernando de Ñápeles le
envió á suplicar que le recibiese en su omenaje.
Otrosí, la ciudad de Barcelona, con todo d Princi-
pado de Oatalufia le ofredó de se poner en su Sefio-
río, y de le dar los tributos debidos al Rey Don Juan
de Aragón su tío, á quien por entonces aquel Prin-
dpado estaba rebelde. Por inducimientos y persua-
siones de algunos qne estaban cerca de él en sa
Consejo, mas que procediendo de su voluntad, tuvo
algunas di(erendas con este Rey de Aragón sa tío,
que ad mismo se intitolaba Rey de Navarra, y en-
tró por su penona poderosamente en el reyno de
y^avarra, y envió gran oopia de gente de armas con
A DOlfA ISABEL Sé(^
sos capitanea al reyno de Aragón, é hiio guerra á
los Aragoneses é Navarros; é puédese bien creer
esto, seg^ sa grande poder é la disporidon dd
tiempo, é de la tierra, é la flaqueza, é poca redsten-
da que por entonces habia en la parte contraria; si
este Rey fuera tirano é inhumano, todos aquellos
reynos y sefioríos fueran puestos á sa obedienda,
de ellos con pequefia fuerza, y de ellos de su vo-
luntad. T para pacificar estas diferendas, se trata-
ron vistas entre él y el Rey Don Luís de Franda,
que como arbitro se interpuso á les pacificar; á las
quales vistas fné acompafiado de grandes Sefiores
y Prdados, y de gran multitud de caballeros y hi-
jos-dalgo de sus Reynos. En los gastos que hizo y
dádivas que dio, y en los arreos y otras cosas que
fueron necesarias de se gastar y oontríbair para tan
grande acto, mostró bien la franqueza de sa cora-
sen, y pareció la grandeza de sus Reynos, y guar-
dó la preeminencia de su persona, y la honra y loa-
ble fama de sus subditos. Fué la habla de estos dos
Reyes entre la villa de Fuenterrabía, que es dd
reyno de Castilla, y la ciudad de Bayona, que es
del reyno de Francia en la ribera dd mar. Conti-
nuó algunos tiempos guerra contra los moros, é hizo
algunas entradas con gran copia de gente en d
reyno de Granada. En sa tíempo ganó Gibraltar y
Arohidona, y otros dgunos lugares de aqud reyno,
oonstrifiendo á los moros qae le diesen parias algu-
nos afios, porque no les hidese guerra; y los Reyes
comarcanos temían tanto su gran poder, que nin-
guno osaba hacer el contrario de su voluntad; é
todas las cosas le acarreaba la fortuna oomo él las
quería; y algunas mucho mejor de lo que pensaba,
como suele hacer á los bien afortunados. Y los de
sus Reynos todo aquel tiempo que estuvieron en
obediencia gozaban de paz, y de los otros bienes
que de ella se dguen. Fenecidos los diez afios pri-
meros de sa sefiorío la fortuna envidiosa de loa
grandes estados, mudó oomo suele la cara próspera,
y comenzó á mostrarla adversa, de la qual mudan- ,
za muchos veo que se quejan, y á mi ver sin causa,
porqae según pienso, allí hay mudanza de prospe-
ridad do hay corrupdon de costumbres; y ad por
esto, oomo porque se debe creer que Dios queriendo
punir en esta vida alguna desobediencia que este
Rey mostró al Rey su padre, dio lugar que faese
desobededdo de los suyos; y permitió que algunos
criados de los mas aceptos que este Rey tenia, y á
quien de pequefios hizo hombres glandes, y dio tí-
tulos y dignidades, y grandes patrimonios, qoier lo
hidesen por conservar lo habido, quier por lo acre-
centar y afiadir mayores rentas á sus grandes ren-
tas, erraron la vía que la razón les obligaba; y no
pudiendo refrenar la envidia de otros qne pensaban
ocuparles el lugar que tenían, conoddas en este
Rey algunas flaquezas naddas del hábito que tenia
hecho en los ddoytes, osaron desobedecerle, y po-
ner disendon en su casa; la qual porqae al prind-
pio no fué castigada según debía, creció entre dios
tanto que hizo descrecer el estado dd Rey y d te-
mor y obedienda que los grandes de sus Reynos le
^«•••••^ .
570
0BÓNI0A8 DI LOS BBTEB DB OAfifTILLA:
habito, donde m ilgidó que algonoe de Moe ie
jimUron oon otroe Preledof, j grandes Sefioree del
Beyno, y tonuuron al Principe Don Alonio en her-
mano, moio de onoe afioe, y hadando diyieion en
Gastilla, lo aiaaron por Bey de ella; y todos loe
Grandes y Caballeros, y las Ciudades y Villas estn-
yieron dÍTisas en dos partes, la nna permaneció
siempre oon este Bey Don Snriqne, la otra estUTO
oon aquel Bey Don Alonso, el qual duró oon título
de Bey por espacio de tres afios, y murió en la edad
de catorce afios. En esta división se dispertó la oob.
dioia, y oredó la avarída, cayó la justicia y sefioreó
la fuersa, reynó la rapifia, y disoluiose la lujuria;
y OTO mayor lugar la cruel tentadon de la sobervia,
que la humilde persuaden de la obedienda; y las
costumbres por la mayor parte fueron corrompidas
y disolutas, de tal manera que muchos, olvidada la
lealtad y amor que debian á su Bey y á su tierra, y
dguiendo sus intereses particulares, dexaron oaer
el bien general de tal forma, que d general y d
particular pereda; y Nuestro Sefior que algunas Te-
oes permite males en les tierras, generalmente para
que cada uno sea punido, particularmente según la
medida de su yerro, permitió que hubiese tantas
guerras en todo el Beyno que ninguno pueda decir
ser eximido de los males que de ella se siguieron;
y espedalmente aquellos que fueron causa de los
principiar, se Tieron en tales peligros, que quideran
dejar gran parte de lo que primero tenian, oon se-
guridad de lo que les quedase, y ser ya salidos de
las alteraciones que á fin de acrecentar sus Bstados
intentaron ; y ad pudieron saber con la Terdadera
esperienda, lo que no les dejó conocer la ciega cob-
dida. T por cierto ad acaeció, que los hombres an-
tes que dentan el mal futuro, no conocen d bien
presente , pero quando se Ten euTudtos en las ne-
ceddades pdigrosas en que su desordenada cobdi-
da los mete, entonces querrían, y no pueden hacer,
aqudlo que oon menor dafio pudieran haber hecho.
Duraron estas guerras los diez afios postreros que
este Bey reynó : los hombres pacíficos padederon
muchas fuerzas de los hombres nucTOS que se le-
Tantaron , y hicieron grandes destrucdonee ¿ gas-
tos en estos tiempos, que el Bey todos sus tesoros,y
allende de aquellos gastó y dio sin medida casi todas
sus rentes de su patrimonio real , y muchas de días
que les tomaron los tiranos que en aquel tiempo eran,
•de manera que aquel que de la abundanda de los
tesoros compraba Tillas y castillos. Tino en tanta
necesidad que Tendió muchas de Teces las rentas de
8U patrimonio todo para el mantenimiento de su
persooa. Vítíó este Bey dnqftenU afios, de los qua-
les rdnó Tcinte, y murió en d dcázar de la Tilla de
Madrid de dolenda de la hi jada, de la qual en su tí-
da fué muchas Teces de día graTemente apadonado.
ffoita aqui Hernando del Pulgar.
OAPtrULOIL
De U difU Ion qao ove es Graiadi eaira loi ■oros,
DÍTÍdon OTO en Granada entre los moros sobre
degir Bey , é fué en d tiempo de la prosperidad de
este Bey Don Enrique; é fueron dos pardalidadee,
una que queria á Oadiadia, que era hijo de su Bey
natural, é otra, la mayor, digieron á uno de los Aben*
aerrazes.
Oadiadií^ ésu hijo Ifuley-Haoen, que ambos rey*
naron después , se Tinieron huyendo en Osstilla si
Bey Don Enrique oon dodenlos de á caballo 6 mas^
el qual les redUÓ y trujo oondgo mas de un afio en
la Córte,¿ les fada muchas honras, 6 les daba tanta
sudta que las gentes mormuraron dd Bey, porque
enojaban á los ohristlanos por donde andaban.
ÉL áiótko Oadiadis tenia mudia parte en Málagai
é en la Sierra de Bonda, é Ouarabonda, é trató
oon d Bey Don Enrique que le daria á Ifdaga, y
que le diese fsTor para reynar en Granada. £1 Bey
Don Enrique sacó muy gran hueste de gente, é fuó
sobre Málaga , é sabido en Granada mataron al Bey
que hablan alzado , 6 euTiaron secretamente A lla-
mar AOadiadiZi que fuese á reynar sobre dios; é
llegando d Beal ya oeroa de Málaga , Oadiadis se
fué con los suyos del Beal de noche, dejando §1 Bey
Don Enrique sobre Málaga, é recibiéronlo luego por
Bey en Granada ; édesque d Bey Don Enrique esto
TÍdo , salió de tierra de moros por la dudad de Gi-
brdtar, y tomó á Estepona la qual dgnn tiempo se
tuTO , é después por los grandes gastos é dafios que
de día se seguian, la mandó derribar; y tomó á Xi-
mena que siempre se tUTo , déla qual fizo meroed á
Bdtran de la OnoTa orlado suyo, que despnes fué
Duque de Alburquerque ; en su tiempo se tomó Ar-
ohidona á los moros, y dio un moro llamado d Zurro
A Gibraltar, y se tomaron otros lugares de moros dd
dicho Beyno de Granada (1), A quien le dieron pa-
rías algunos afios porque no les ficiese guerras. Los
Beyes comarcanos temían tanto su gran poder que
ninguno osaba hacer d contrario de su Toluntad , é
todas las cosas le acarreábala fortuna como él las
queria , é aun mejor de mucho, como sude hacer á
los hombres afortunados; é los de sus Beynos todo
aqud tiempo que estUTieron en su obedienda, goza-
ban de paz é de los otros bienesque de día sesignen.
GAPÍTULOra.
Do U batalla fia Daa Roérlf o Poaao da Laoa, é Lnls do Parala
TOadoroB.
Después que el Bey Muley Oadiadia reynó pad-
fico en Granada sobre los moros de todo el reyno,
el Infante Muley Hacen, su hijo, le demandó gente
y lioenda para correr tierra de christianos, porque
tenia mucha safia de algunas cabalgadas que habiau
hecho dos famosos Alcaydes que en aquel tiempo
habla en la frontera de Loxa; é Málaga, que eran
Luis de Pemia, Alcayde de Osuna, é Bodrigo de
NarTaez , Alcayde de Antequera ; y d Bey no le que-
ria dar gente ni lioenda, reoonodendo los benefl-
dos que en Osstilla habla reoibido del Bey Don En-
rique ; y en cabo con importunidad de los oaballe-
(1) Esta troio, iMSta al la dal aapftalo, Iklta aa la adialoa da
SavUla.
DON FBBNAHDO
foi de Qnuiádá, j del dioho Infante, j porque no
mormurasen de él, ovo de dar fioenoia oontra ra to-
Inntad, qne por la via de Loza viniesen 4 oorrer.
El Infante Moley Haoen, sao6 de Granada tres mil
de oaballos muy escogidos, é qnatro mil peones ^ no
mas, porqne le pareoió qne para donde habian de
oorrer, qne habla harto. B partidos de Granada, en-
traron por tierra de diristíanos por Arohidona, y
enviaron desde Arohidona mil é doscientos de oába-
11o por oorredores , é los qnatrooientos de ellos fne-
Ton sobra Teba ; y los ochocientos de ellos fueron
oorrer por el campo de Alheñes , é do Osuna , é de
Écija, é quedó la celada atrás con el Infante oon
mil é ochocientos de caballo, é la mayor parte de
los peones, porque algunos pocos habian ido oon los
oorredores , y para ayudar á traer el ganado ; y se
cuidó por la tierra de esta entrada de los moros Don
Bodrigo flxo de Don Juan Ponce de León, Oonde
de Arcos, siendo mooo de dies y siete afios 6 dies y
ocho, salió de Ifarchena, se juntó oon Luis de Fér-
ula, Alcayde de Osuna, y con doscientos de caballo
que aquí se hallaron, é algunos peones, fueron des-
de Osuna á buscar los moros , y hallaron los qustro-
oientos oorredores sobra Teba. Estuvieron allí que-
dos un gran rato, vieron venir los ochocientos de
caballo, con la cabalgada que traían seiscientos
bueyes , y mil y quinientas vacas , é treinta y siete
hombres ohristianos presos, y pasaron oon su cabal-
gada, é juntáronse obn los quatrocientos oorredo-
res que estaban sobra Teba que pasaron la via de
tierra de moros, T entonoes Don Bodrigo Ponce , é
Luis de Pemia floieron su gente tres batallas y
echaron la una adelante, en que eran once de á ca-
ballo escogidos, oon el Oomendador de^OasaUa, que
era muy buen hombre , el qual arremetió dos veces
á la saga de los moros , é la primera ves mató dos
moros, é la segunda mató tres moros ; y oon esto
apretáronse los moros , é salieron de una angostura
adelante , é los ohristianos tras de ellos , é salieron 4
vn llano, oeroa de un cabeso, élos moros separaron
é adere8aron,ó embrasaron sus adargas para volver
sobra los ohristianos, y |dizo Luis de Pemia á Don
Bodrigo: sefior, estos moros quieren pelear, ved
que quereis que hagamos. B dizo Don Bodrigo:
¿qué habemos de hacer sino pelear con ellos? y
Luis de Pemia quería muoho aquel dia esousar la
pelea , porque Don Bodrigo era moeo, é por dar bue-
na ouenta de él, é dizo : Oatad , Sefior, que estos mo-
tos nos tienen mucha ventaja, y estos peones de Osu-
na , que aquí tenemos , yo los conosco , que viendo
los pelear, huirán , é se subirán á esta sierra. E don
Bodrigo dizo : conviene que no vamos de aquí sin
pelear; y mostró allí muy viril corasen , y habló 'co-
sas oon que esforsó mucho la gente, que no biso
mas demudamiento por ser moio, que si fuera de
quarenta afios é tuviera allí dies mil de caballo. Y
los moros, puesto caso que hicieron aquel ademan,
se estuvieron quedos ; é había oon Don Bodrigo y
oon Luis de Pernia obra de quatrocientos peones, é
estaba allí un oerro alto oeroa de ellos, é por eso te-
mían que los peones se les Irian allí; estuvieron
IDOKA ISABEL. 571
quedos los unos é los otros un rato, é los moros vol-
vieron las riendas, é poco á poco siguieron en pos
de su cabalgada amas andar; y Don Bodrigo é
Luis de Peraia oon toda la gente de lo seguir á las
aldas; é pasaron hasta donde estaba el Infante Mu-
ley Haoen, oon los mil y ochocientos de caballo en
la celada, é con los peones; ó los ohristianos oon
las alturas de las tierras perdieron de vista á los mo-
ros, é por miedo de la celada no osarOn pasar de lar-
go, é subiéranse en un cábese é no muy defensible
que dicen del Madrofio, é posaron allí, é estaban muy
oeroa de la celada. Oomo los moros de la cabalgada
llegaron al Infante, y le recontaron de aquéllos po-
oos ohristianos que les seguían, é que en toda la tier-
ra no parecían mas; el Infante acordó que volviesen
á ellos mientras la cabalgada se alargaba, pensando
que por ser tan pocos los podrian también llevar con
la cabalgada; y fioieron para volver tres batallas,
en la primera vino por capitán un caballero moro
llamado Abdalla Ambran, capitán de la gente de
Baza é Guadiz, oon mas seiscientoe de á caballo; y '
los ohristianos reoogiéronse al dicho cabeso del Ma-
drofio, y aun no estaban recogidos de el todo los
peones, é Don Bodrigo é Luis de Pernia, se apode-
raron en aquel cabeeo, é fioieron su gente apretar é
los caballos colas oon colas , é fioieron muro de sí
mismo en circuito, todas las puntas de las lansas á
de fuera, para se defender á bote de lanza oomo fué.
B Abdalla Ambran, llegó é dióles una vuelta alre-
dedor ; y los moros de su batalla, de que no les pu-
dieron entrar, les arrojaron muohas lanzas por un
cabo é por otro , é los diristianos se las redbian en
las adargas é con las suyas. B en esto Abdalla Am-
bran, vido venir peones christianos á hilo, y dezó
aquel combate , y corrió con su batalla á donde ve-
nían los peones christianos, y fué matando por ellos
por donde venían gran trecho de tierra. E el peona-
je era de Eoija, é mató ciento y veinte y tres hom-
bres, y vino sobre Don Bodrigo y sobre los chris-
tianos la segunda batalla de otros tantos eaballeros
é fioieron de la manera de la otra,é arrojaron todas
las lanzas, y se vinieron alrededor, é nunca pudie-
ron mover los christianos.
Estando en esto , ssomó él Infante con otra muy
gruesa batalla muy ordenadamente,, que no salía
hombre de hombre ; é tres Alf aquies ante él en tres
sendos caballos, vestidos de sendas alcandoras blan-
cas muy cumplidas sobre las armas, y oon sendas
espadas sacadas, amagando á un oabo y á otro, á las
oabesas de los cabaUos que no salla uno de otro ri-
giendo la batalla. [El Infante bien pensó que quan-
do él llegase que ya los ohristianos serian desbara-
tados , y como los vieron , arremetieron é también
echaron las lansas, é allí pelearon muy fuertemen-
te los unos con los otros. E Don Bodrigo Ponce é
Luis de Pemia de tal manera pelearon é esforzaron
sus gentes, é nuestro Sefior milagrosamente les dio
tanto esfuerzo, queso mezclaron peleando oon la
batalla del Infante, y mataron allí muchos moros, é
fué herido Don Bodrigo de una lanza arrojadiza
que le pasó un braaO| é ansí herido salieron de alli
572
OBÓNICAB DE LOS BETE8 DB OASTILLA.
en p<M de loe moroi , peleeado maj fuertemente, é
loe moroe , é en Infante volTleron 1m eepaldae á
hair , qne no pudieron sofrir á loe christienoa que
eelieron heohoe un cufio ton todaa sus lansaa que no
habían echado ningunae, é loe moros habían echa-
do la mayor parte de las suyas que no parecían sino
parva en deredor de loa chrístianos y de alli loe
ohrístianoa siguieron el alcance , matando muchos
moros. E alli perdió el Infante bu sefia, é el paje
con ella , é otras muchas señas , que cada capitán
tenia la suya, é las ovo Don Rodrigóle siguieron el
alcance, hasta que cerró la noche; é aquella noche
fué Don Bodrigo en gran peligro de su persona;
deeque se resfrió la lanzada que le pasaba el braso
por la mufieca , se desangró mucho é desmayó por la
mucha sangre que le salió, y después fué conforta-
do, y con la fortalesa de su coraaon, y el favor del
vencimiento, él mesmo se esforzaba, é aquella no-
t)he durmieron en el alcance en un arroyo. E otro
día salió á la delantera el Oonde de Oabra oon nue-
vecientos de caballo é hizo grande estrago en los
moros que alcanzó. E Bodrigo de Narvaez, Aloayde
de Antequera, salió por su porte por otro oabo é ma-
tó, 6 cautivó muchos moros , é ovo muy gran des-
pojo y provecho del fardaje, mas que ninguno de
loe otros que se hallaron en encuentro con los moros
quando iban huyendo* Oomo los moroe que iban oon
la cabalgada vieron que el Infante y los suyos iban
desbaratados , y huyendo , dezaron la cabalgada y
huyeron, y la cabalgada se volvió toda aquella no-
che á sus querencias. El Infante Muley Hacen , ó
Abdalla Ambran, é los mas que pudieron se fueron
á ufia de caballo. E fué esta batalla en viernes once
días del mee de Abril año del nacimiento de nues-
tro Bedentor Jesuchristo de mil quatrodentos é se-
senta y dos años, en tiempo del JPapa Pió II. Este
año adelante en el Agosto se tomó á Qibraltar, ca
lo dio el Zurro al Bey Don Enrique; é el Duque de
Medina Don Enrique con la gente de Sevilla, é oon
la gente de su tierra fué por Oapitan á la tomar, y
Don Bodrigo Ponce de León, fué presente á ello
oon la gente del Conde Don Juan su padre ; é la
ciudad se tomó sin peligro, é dio el Bey la tenencia
de ella al Duque de Medina Sidonia.
OAPtrULO IV,
De loi btBdoi é fiíemt.
Dejando de contar de los infinitos bandos á pir-
cialidadee que en Castilla ovo entre los caballeros
é comunidades, que es imposible el poderse escribir
de aquel tiempo de los [trabajos de este dicho Bey
Don Enrique, me vino á memoria escribir algún
poquito, de lo que acaeció en Sevilla entre el Du-
que de Medina Sidonia y el Marqués de Cádiz Don
Bodrigo Ponce de León, que eran como dos colum-
nas que toda la ciudad é Andaluda sostenían. Vi-
viendo ambos en Sevilla en el afio de 1471, é go-
zando de la ciudad é de su tierra, ovo algunas cis-
mas entre ellos por induoion de malos hombres de
dose suyos. B otrosí tamUen por Hgonoa pondo-
ñores de honra, é montar, é valer en la ciudad, é
mandar de manera que aunque ellos en sus pundo-
nores muchas veces se padficaron habiendo gana
de vivir en pai, nunca loe dejaron malos hombres,
é los unos diciendo Niebla, é los otros León, como
el tiempo les mudaba por «1 decaimiento de la jus-
ticia, aunque por un cabo se apagaba el fuego, por
otro se encendía ; de manera que oreado tanto el
enojo entre ellos que sus casas se pusieron en armas
del uno contra el otro, y se volvió la pelea entre
ellos, é pelearon perlas calles de Sevilla mudioe
días é noches, é las gentes del uno é del otro aflt«
gían mucho la dudad, y la metían á saoo mano, é
el Marqués tenia el barrio de Santa Catalina con sus
cercas ; y érale la torre de 8. Mareos en contra, y
unos rufianes de la parte del Marqués puderon
fuego á las puertea de la iglesia pensando no hacer
tanto, y encendióee toda la iglesia, y ardió toda sin
remedio ; é desque esto se vido por toda la dudad
fué en muy gran mormuraoion, é mandaron repicar
en la igleda mayor, y recogióse tanta gente contra
el Marqués qne él é los suyos ovieron de salir hu-
yendo, é vino á parar á Alcalá de Quadaira, donde
le dio la fortalesa é la villa Fernán Darías de Saa-
vedra, Sefior del Viso é Castellar, é vdnti-quatro
de Sevilla que la tenía, ca er* su cufiado, casado
oon su hermana; é el Marqués fortaleció mucho á
Alcalá é la tuvo ; é dende fué á la ciudad de Jerez,
é la tomó é fortaleció, é labró mucho la fortaleza^
donde se hizo muy poderoso ; é dguióse la guerra
entre estos dos caballeros, de donde se siguieron
muchos malee é muertes de hombres, é robos, é hur-
tos, é bandos en todos los lugares de esta Andalu-
cía. T el Marqués como era hombre de muy gran
corazón y olvidaba tarde los enojos , quinera mu-
cho haber batalla con el Duque; y con este deseo
volvió á Sevilla é se puso en Tablada oon tras mil
de á caballo de su tierra é casa, é de sus amigos 6
valedoree, é con él loe peones que le parado eran
menester, é dende envió á desafiar al Duque, B el
Duque salió fuera de los muros de la Ciudad oon
su gente é valias, con gran multitud de conf eaoa
que le amaban é querían en demasiada manera. B
el Comendador mayor de León Don Alfonso de Cár-
denas, que después fué Maestre de Santiago, é otros
noblee caballeros se atravesaron en medio y los mi-
tigaron, é amansaron algo al Marqués de su furia,
con intercesión de los frailes é religiosos de todas
órdenes, que no cesaron de noche y de día hasta
que los pusieron en tregua; é volvióse d Marqués^
é el Duque se metió en Sevilla, y siguióse todavía
la guerra. E en Carmena había dos parcialidades,
una por el Duque, otra por el Marqués, é pelearon
muchas veces, é los dos alcázares estaban por d
Marqués el uno, é el otro por el Duque, é cuando pe-
leaban, cada uno de los dichos sefiores fada aocor-
rer á su parte. T ad fué que un dia lunes 8 de Mar-
zo de 1473, se encontraron cerca de Alcalá de Qua-
daira, é facía Carmena donde dicen Peromingo, de
mas entre euos por inauoion uo iumw uviuwton uo uairsi, « j.auiB uarmuna aonae aicen jreroiiungo, aa
pié é rufianes qne se arrimaban á sus casa» llaman- | una parte Don Pedro de Stufiiga, é dos hermanos
bol» lrÉttNAÍ»bO 1^ DOÍTA Í^ABÉt.
t)á8t¿rdos ¿e dicho Daqne de Medin») Don Pedio
que er* yerno del Oomendador mayor, é Don Alon-
■o que era manoebo y otroe gentilee hombres, y
otros machos caballeros de Sevilla que hablan sa-
lido á buscar con quien pelear de sos enemigos, ó á
lleyar cabalgada. E de la otra parte Fernán Darlas
de Saayedra, cufiado del Marqués casado con su
hermana, Sefior del Viso, susodicho, con los caba-
lleros de Marchena ; é serian de cada parte hasta
dentó y dnqllenta de caballo, pocos mas ó menos,
así que la .ventaja era poca de unos á otros, aunque
algo mas eran los de.Marchena ; é hubieron su ba-
talla, é fueron desbaratados los de Sevilla, é vend-
doa é muertos Don Pedro é Don Alonso, hermanos
dd Duque ; recreció gente de Alcalá y siguieron d
alcance, en que se hizo más dafio en la gente del
Duque, de muertos, é presos, é despojos ; é los que
de ellos escaparon fueron á ufia de caballo. En la
▼illa de Carmena tenían loados Alcázares el Ma-
yordomo Qodoy que era un honrado cabdlero, por
la pardalidad dd Marqués, en que gran parte de la
▼illa se acostaba; y tenia d otro Alcázar otro caba-
llero llamado Luis Méndez de Sotomayor, con otra
muy gran parte de la ▼illa por el duque de Medina,
ó pelearon muchas ▼eces ambos bandos, donde se
hadan mucho dafio de muertos é heridos; é allí
murió un dia el famoso y buen caballero Luis de
Pemia, Alcayde de Osuna, de unaespingardada, que
era de la parte del Marqués, el qud habia habido
muchas ▼ictorlas contra los moros. Quedó en toda
la frontera de los moros, entre los christianos, gran
dolor de su muerte. Ovo el Marqués en aquel tiempo
de aqudla guerra, muchas ▼ictorias contra los mo-
ros y christianos é tomó á Oardola por fuerza de
armas á los moros. E tomóle á el Duque á Medina,
que es d título del ducado, el qud nunca cesaba de
noche y dia de pensar como hacer la guerra á sus
contrarios, é siempre traia entre moros los adalies,
ó eso mesmo en la tierra de sus contrarios ; é sabia
quales fortalezas se ▼daban bien, é en qudes habia
md recaudo, é Pedro de Vera su Alcayde de Arcos,
por le senrir, hurtó una noche á Medina Sidonia, es-
tando fuera d Alcayde Basurto, é la entregó d Mar-
qués, el qual la tu^c hasta que después la dio de su
gitiáo, hechas las amistades.
En aquel tiempo de aquella guerra sdió el Du-
4|ne de Sevilla con todo su poder, é con lá Ciudad,
é su tierra, é cercó la ▼illa de Alcalá de Guadayra,
é sus fortalezas, é túvola cercada dertos dias, é el
Marqués fué allí muy poderoso sobre él, y estuco
allí hasta que el Conde de Tendilla, é otros caballe-
ros é rdigiosos los concertaron, E el Duque alzó el
cerco é se fué á Sevilla, é d Marqués se ▼olvió á
Jerez, é Aleda se quedó por éL
No se pueden escribir tantas cosas é robos, é
muertes, é hurtos, é fortunas quantas de estas guer-
ras se causaron.
Sdió el Marqués de Sevilla, como dicho es, miér-
coles postrero dia del mee de Julio , afio de 1471,
ó duró la guerra entre estos dos caballeros y sus
Taliás quatro afios, de donde este Andalucía recibió
67Í
mucha pena y mas por los tiempos que vinieron
estériles é f dtos de pan y ▼ino que se encareció,
que d afio de 1472 no se oogió muoho pan ; é el afio
de 1473 fué seco é fizóse 'la sementera los meses
postrimeros del afio de 72 y después nunca llo^iói
Febrero ni Marzo, ni Abril ni Mayo del afio de 78.
Los panes en berza sin sazón en las mas partes de
esta Andducía , é ▼alió d pan muy caro todo este
afio, é el afio de 74, hasta que se oogió pan nue^o; é
comunmente ▼dia una fanega de trigo 700 é 800
maravedís, é ▼alia un buey 8.000 maravedís, é una
▼acá 2.000 maravedís, é una fanega de cebada 800
maravedís é aun mas. El didio afio de 1474, so
oogió muy poco ▼ino, é valía el arroba 800 mara-
vedís. E esta fdta fué desde puertos de Castilla á
acá. En el Maestradgo de Santiago habia mucho
pan, de donde la ciudad de Sevilla y su tierra se
proveía en aquellos tiempos. T por la mar vino bas-
tedmiento de pan, y si no fuera por las guerras no
llegara á vder tan caro, que por lá mar se proveye-
ra con tiempo ; mas como los dichos sefiores se ha- .
dan guerra por tierra é mcur, no se podían proveer.
Llegó á valer en la dudad dd Puerto de Santa Ma-
ría, 1.000 maravedís una fanega de triga El afio
de 1474 envió Dios nuestro Sefior tan abundoso de
pan , é vino é frutas, que vidtó su pueblo desque
se cogió, que comunmente los labradores cogieron
de cada fanega dos, é tres, é quatro cahíces de trigo
y de cebada. E no penséis que esta hambre, é ca-
restía é esterilidad de tiempos, aoaesoió tan solamen-
te en estas partes donde yo he hablado particular
mente acá; en toda Espáfia dcanzó, y también de
la fertilidad y hartura que nuestro Sefior envió d
afio de 1474 afios.
CAPÍTULO V.
Cobo los portogiieies tomaron É AreiUt y Tu^tT.
En d dicho afio de 1471 afios, á 24 dias de Agos^
to, dia de San Bartolomé, tomaren los portugueses
la villa de Arcilla á los moros allende de la mar, en
d reino de Fez, por fuerza de armas; y dende en
ocho dias despojaron los moros á Tanjar é tomáron-
la los portugueses, que la hallaron una mafiana.
Esto fué reynante en Portngd el muy noble Bey
Don Alonso, [fijo del Bey Don Dnarte, é nieto dd
Bey Don Juan, Beyes de Portugd. E él mesmo en
persona é el Príndpe Don Juan su fixo, fueron pre-
sentes en esta victoria.
CAPITULO VI.
Da It mina de oro ^o dosonbrteron los portognefas.
En d dicho afio de 1471 afios descubrió lá flota
dd dicho Bey Don Alonso la mina de oro que hoy
los Beyes de Portugd poseen , que es en la costa
del mar Océano, hacia la parte de nuestro medio-
día, pasadas las costas de los negros xelofes, é sus
confines, é mucho mas adelante tanto d norte, poco
menos se les esconde con la redondez de la tierra ;
donde d tiempo que la hdlaron y en los primero^
GBÓNIOAS DB LOS BEYES DE OAfifTILLá.
yiaJM, U mayor parte de loa nayegantea adolecían,
y ie iDorian sin remedio; y deapnea, proñguiendo
ana viajea , se desenoonó ú oamino y ae Bañaron é
ceaaron de morirse. De la qaal miña de oro mny
gran riqueza y honra ha prooedido á loa Beyea de
Portngal ó oadá día procede mucho proyeoho á to-
do en reyno ; no porque elloa sean sefiores de la oo-
aiacha del oro, ni sefiorea de la tierra donde se coge,
aaWo hanlo por su reaoate en una f ortaleea que allá
en la mar tienen, que fioieron nueyamente, donde
los negrea de todaa aquellas oomaroaa de su plaoer
é gana se lo traen á yender y rescatar, por laa coaaa
que de acá lea Ueyan de cobre é latón, peltre é ro-
paa é otras muchas cosas, hechas alhajas, que no
aon de mucho yalor, é oonchaa de Canariaa, que
tienen loa negrea en mny grande estimación é
precio.
CAPÍTULO VIL
Dot riontetlee iü reiaado dd Rsj D. Fanaado al Católico m
Cuülla.
Después que se oomensaron guerras en OastíUa
entre el Bey Don Bnrique, é loa caballerea de ana
reinos, ó antea que el Bey Don Femando casase con
la Beyna Dofia Isabel, se deoia un cantar en Casti-
lla que deoian laa gentea nueyaa, á quien la música
auele aplacar, á muy buena aonada : Flore$ d» Arar
gon^ dentro en CastiUa ton: Floree de Aragón, deniro
en Caeiilla eon. E loa nifios tomaban pendoncicos
ohiquitos ; y caballeroa en cafiaa , jineteando de-
cían: Fendonde Aragon¡ pendón de Aragón. B yo
lo deda y dije maa de cinco yeoea ; puea bien po-
demoa decir aqui, aegun la experiencia que ade-
lante se siguió : Domine ex ore infanHum et ¡ocien-
tium per/edeU lauden^ propter inmicoe fuot, ui dee-
iruae vnmieum et uUorem: SeSior, tú hieieU aeaiada
olabanMa de la boca de loe niñoeéde loe quemamoñi
por roMonde loe tue enemigoe^pordeetmir al enemi-
go i el que ee vengó; pues que significó esto en
allende de la glosa que la Santa Madre Iglesia de
ello tiene, oontemplatiyamentelo podemoa atribuir,
aegun lo yemos por experiencia. Y que fué , aino
que yiendo nueatro Sefior su pueblo de toda Casti-
lla, padecer llena de mucha soberbia é de mucha
herejía, é de mucha blasfemia é ayaricia, é rapifia,
é de muchas guerraa é bandos, é parcialidadea, ó
de muchoa ladronea é salteadores, é rufianea é ma-
tadorea, é tahúres, 6 tableroa públiooa que andaban
por renta, donde muchas yecea el nombre de nuestro
Safior Dios é de nuestra Sefiora la gloriosa Virgen
María, eran muchaa yeces blaaf emadoa, é renegadoa
de loa malea hombrea tahurea, y laa grandes muertes
y estragos y resgates que los moros hacían en los
ohristianoa, yfpara el remedio que nueatro Sefior por
su infinita piedad y bondad propuso haoor, púsolo
en boca de loa nifioa sin pecado, por hablar en sefial
de batallaa con pendonea , y en cantar de la otra
gente nneya con alegría, antea que remediaae y
deetrnyese lo que á CaatíUa deatmia y afiijia ; y aai
que laa fiorea y el penden que entraron en Oaatilla
de Aragón á oelebrar él aanto matrimonio con la
Beyna Dofia laabel, donde jnntoa eatoa doa realea
cetroa de Castilla y Aragón, procedieron en espacio
de treinta afios, qne amboa reynaron jnntoa, tantea
bienea é misterios , é tantea é tan milagroaaa ooaas^
qnantas habeia yisto y oido, los que hoy sois yiyoa,
laa qnales nuestro Sefior en tiempo, y por manca de
elloa obró é hizo ; y loa que de ello aomoa teatigoa,
bien podemos tomar por noa aquello que dijo nuea-
tro Sefior Bedemptor : gBeatí oeuU qvi videni quod
•vea videtie. • T anal, con eata junta de eatoa dos rea-
les cetros, se yengó nueatro Sefior Jesnohriato de
ana enemigos, y destruyó el yengador ó matador.
Enemigos de Dios son los malea ohristianoa ó
aquellos que están en propósito de todo mal , loa
herejea, ó ladrones, é engafiadorea, é todoa loa que
andan fuera de la doctrina de la Santa Igleaia.
Vengador quiere decir matador, el que mata ain
piedad, como hacían loa morca antea que el reyno
de Qranada se ganaae, que ain ninguna piedad
quando podían mataban á loa ohristianos, ¿ por
ellos se tome aquí : i üt deeiruae inimieum al Mo*
wrem: porque destruyaa el enemigo ó el matador.!
Pues no es oculto quando oomensaron de rey-
nar, la mayor parte de estos Beynos serles en con-
tra*, y dáraeloa en sus manca marayüloaamentCp
puea por f uená de armaa lo ganaron como por to-
dos fué yisto ; de donde quebrantaron la soberbia
de loa malea, ¿ pueetoa sus Beynos en mucha justi-
cia encendieron el fuego á los herejes, donde con
justa rasen, por ainodal constitución han ardido, A
arden, é arderán en yiyas llamas haata que no haya
ninguno ¡ é por mas aína dar fin á la herejía mo-
saioa, le quitaron laa raices, que eran laa descomul-
gadas sinagogaa. A loa renegadorea, ladronea 6 ru-
fianea, ya sabéis quanto los aborrecieron é manda-
ron punir; puea el tablero grande, los grandes jue-
gos que por renta andaban en laa tierraa de loa ae-
fiores, donde el nombre santo de nuestro Sefior era
muchas yeces blasfemado, sin que nadie por Él yol-
yiese, yed desque lo defendieron, si maa ae cao
uaar.
Puea contra los moros de aquende en la conquia-
ta del reyno de Ghranada, yed quan glorioso é yioto-
ríoso fin le dieron. Comensaron de reynar con buena
intención y esperanza de yer al aeryicio de Dioa ea-
tos Beynos sojusgadoa á su poder, 6 yencidos soa
enemigos, de haoer la guerra á loa moros, ¿ todo lo
yieron é hicieron.
Cierto es que todos los que en este mundo alguna
obra ó jomada comienzan , la comienzan con inten-
ción de yer su fin , é si el fin de la obra ea bueno,
alegra mucho á aquel que la deaeó yer acabada. Yo
el que eatoa capítnloa de Memoriae eacribi, alendo
de doce afios, leyendo en un rejistro de un miábue^
lo difunto, que fué escribano público en la yilla da
Fuentes, de la encomienda mayor de León, donde
yo nací, hallé unoa oapítulos dealgunaaocaaaluuuK
fiosas qne en su tiempo habían acaecido, y oyendo*
melas leer mi abuela yinda, su mujer, siendo en caal
aenitud me dijo : hijo, ¿y tú por qué no eaoribes a«i
Don tEttNANDO
(M COMS 4e ahora, como «atan eias? paei no hayas
paresa da eaoríbir laa cosas bnenas que en tos dias
acaederan , porque laa sepan los que después Tinie-
jen , 7 maravillándose, desque las lean , den gracias
á Dios. Ydesde aquel día propuse hacerlo asi , y des-
pués que mas se me entendía, dixe muchas yeces
entre mí : si Dios me da vida y salud, y tívo, escri-
biré hasta que vea el Beyno de Granada ser ganado
de ohristianos ; é siempre tuve esperanza de lo ver,
é lo tí como lo yisteis é oísteis los que son títos; á
nuestro Sefior Jeeuohristo sean dadas muchas gra-
cias é loores. E por ser imposible poder escribir to-
das las cosas que pasaron en Espafia por concierto
durante el matrimonio del Bey Don Femando é de
la Reyna Dofia Isabel, no escribí , salvo algunas co-
sas de las mas hazafiosas de que ove vera informa-
ción, é de las que vi, é de las que á todos fueron
notorias y públicas que acaecieron, é fueron é pa-
saron , porque viva su memoria ; y porque algunos
caballeros y nobles personas que lo vieron , é otros
que no lo vieron , é los que nacerán y vemán de»»
pues de estos tiempos, habrán placer de lo leer é
oir, é darán gracias á Dios por ello. Porque no em-
bargante que ello todo por los coronistas de Sus
Altezas, sea muy cumplidamente escrito, como las
coronices no se cemunican entre las gentes comu-
nes, luego se olvidan muchas cosas acaecidas, y el
tiempo en que acaecieron y quien las hizo, si pflürti-
oularmente no son escritas y comunicadas ; é por
este provecho que de aquí se seguirá , suplico nin-
guno me tenga á locura quererme meter á escribir
lo que es ajeno de mi oficio ; cá los que mejor lo su-
pieren lo que yo escribo, 6 á qualquier parte de ello
por lo haber visto , é se haber acaecido en ello, su-
plico, si algunos defectos ó yerros fallaren en mi es-
cribir, los quieran enmendar, á la corrección de los
quales é de toda verdad é buena razón me someto
en mi voluntad, no movida á ninguna defectuosa
afición ni vanagloria, ni para á nadie |ofender. É
pensando no ser yerro escribir por memoria lo que
tácito no debe quedar; á loor y alabanza de Nuestro
Bedemptor Jesuchristo , y de su gloriosa Madre la
Virgen Santa María nuestra Sefiora, y á honra y en-
aalzamiento de la muy loable y muy gloriosa y per-
petua memoria de Sus Altezas, y de sus hijos y nie-
tos y suboesores , y linaje de estos christianísimos y
muy virtuosos é -invictísimos Bey Don Femando é
Beyna Dofia Isabel, su muger, reyes de Espafia, de-
aechando la ociosidad entro al exordio de lo sobre-
dicho, contando primeramente la real progenie don-
de estos Beyes vienen.
oapItulo vm.
Dt él liiMjt dt doBde tMse el Ray Dea Fentade.
El Bey Don Femando Y de este nombre, nació
en Aragón á dos dias de Marzo del afio del naci-
miento de Nuestro Bedemptor de mil y quatrooien-
tos y dnqftenta y dos, en una villa que llaman Bos;
viernes nació á las diez horaa del día, estando su
planeta é signo en muy alto triunfó de bien aven-
id DOÍiíA IBkbÉL ÍH
turanza, según dijeron los astrólogos. Es fijo del
Bey Don Juan, que fué primero de Navarra, porque
ovo aquel reyno con su primera mujer. El Bey de
Aragón, uno de los Infantes de Castilla fijos ded In-
fante Don Femando, que fué fijo del Bey Don Juan
de Oastilla , primero de este nombre , hermano del
Bey Don Enrique tercero de este nombre, el Bueno
que dixeron, é fué doliente, padre del Bey Don
Juan II, é fué tutor el dicho Infante Don Feman-
do del dicho Bey Don Juan II su sobrino , é le alzó
por Bey de Oastilla en la cuna , é gobernó á Oastilla
en tiempo de su nifiez del dicho Bey Don Juan, é fizo
á los moros del reyno de Granada muchas guerras é
dafios, é les ganó lugares é villas, especialmente las
villas de Antequera é Zahara ; é siendo gobernador
de Oastilla fué á reynar en Aragón é Oatalufia é sus
provincias , é islas invocado é rogado por aquelloa
reynos ; é su madre del Bey Don Femando fué se-
gunda mujer del dicho Bey de Navarra é Aragón, su
padre , é fué fija del Almirante de Oastilla llamado
Don Federico, que fué uno de los claros varones de
Espafia.
OAPtrOLO DL
Del liaeje de le Relae Doia leebd.
Esta Beyna, nació afio de mil quatrocientos y cin*
qüenta afios en el mes de Noviembre, dia de Santa
Elisabet en Avila. La Beyna Dofia Isabel fué fija
del Bey Don Juan de Oastilla, segundo de este
nombre, é nieta del Bey Don Enrique tercero suso-
dicho, el Bueno , é viznieta del Bey Don Juan, pri-
mero de este nombre. Así el Bey Don Femando é la
Beyna Dofia Isabel hablan los abuelos hermanos, é
la madre de la Beyna Dofia Isabel llamada Dofia
Juana, era fija del Bey Don Juan de Portugal, é fué
segunda mujer del Bey Don Juan , é era hermana
de la Emperatriz de Alemania, mujer del Empera-
dor Federico tercero.
Oasaron en uno el Bey Don Femando é la Beyna
Dofia Isabel después de la muerte del Bey Don Alon-
so su hermano, que los caballeros habían alzado por
Bey de Oastilla en vida del Bey Don Enrique su
hermano, é el matrimonio se celebró en 18 díaa de
Septiembre del afio de 1469 en Valladolid , siendo
el Bey Don Fernando Bey de Sicilia y Príncipe de
Aragón, que así se intitulaba en vida de su padre ;
é la Beyna Dofia Isabel Princesa de Oastilla é de
León. Fueron Principes de Oastilla hasta la muerte
del Bey Don Enrique quarto, é así les llamaban,
Sueste caso que había en Oastilla la doncella hija
ola B^yna Dofia Juana, mujer del Bey Don .Enri-
que, que nadó en casa del Bey Don Enrique^ á quien
á los grandes de Oastilla habían publicado no ser su
fija, aunque algunoa le llamaban Princesa, é todas
las comunidades la llamaban públicamente por el
nombre de aquel gran privado del Bey Don Enrique
que decían era su padre. Vivieron y estuvieron aquel
tiempo hasta que murió el Bey Don Enrique en Oas-
tilla la Vieja en Tordeeillas é en sus comarcas, muy
obedientes al Bey é muy agradables á laa gentes,
hii
CBÓiSlOAÉ DE LOS ¿BTBS DÉ QASlnliLA.
OAPÍTÜLO X.
De !• eorontelon de loi Reyes Gat^llcoe é budoi de CuttlU.
Mario ol Rey Don Bnriqao como dicho es , é sa
hermano en OMtilla en Madrid á 12 dias de Di-
ciembre de 1474^ estando en Segovia la Princesa
Dofia Isabel, y el Rey Don Fernando estaba en
aquel tiempo en Aragón, é Rodrigo de UUoa vino
con la nueva cierta á Segovia el dia de Santa Lacia,
é la Princesa Dofia Isabel se cubrió de lato ó fizólos
llantos qne convenían hacer por el Rey sn herma-
no , ¿ fuese á la iglesia de San Miguel, é alli faeron
los pendones del Rey Don Enrique, é los de la mes-
ma Ciudad , bajos ó cubiertos de luto; ó alli después
de fechos los autos del luto, y oficios ó misas y ose-
quias, hicieron un cadahalso y la aliaron por Reyna
de Castilla é de León , á la Princesa Dofia Isabel, 6
luego el Mayordomo Cabrera le entregó los alcáza-
res de la ciudad , é lo dio las llaves de ellos , é le en-
tregó las varas de la justicia , é dio los tesoros del
Rey Don Enrique su hermano, cuyo mayordomo él
era; y ella se lo mucho agradeció, y le volvió las
varas y llaves que las tuviese é ministrase por ella.
El Rey Don Femando vino dende á quince dias, y
entró por la puerta de San Martin, donde todos los
caballeros y grandes de Castilla que allí esUban con
la Ciudad é clerecía é cruces le salieron á recebir, é
confirmó los privilegios de Segovia ó allí lo al-
zaron por Rey de Castilla , é de León ; ó de los
grandes de Castilla, que fué público placerles de
su reynar y buenaventura, que luego se demostra-
ron , fueron el Arzobispo de Toledo Don Alonso
Carrillo , que era hombre de muy varonil corazón, é
interesal , é muy rico , é tenia [muchas f orUlezas é
ciudades , villas y lugares , asi de su casa como de
la corona real , é muchos parientes. Este fué él mas
principal en su casamiento. La pública fama era en
aquel tiempo, que él le habla casado é dado todo el
favor de su ayuntamiento, aunque después dio la
vuelU ó le fué enemigo. E fué el Almirante Don
Alonso Enriques, é el Conde do Trevifio Duque de
Nájera, D. Pedro Manrique, é el Condestoble Don
Pedro de Velasoo Conde de Haro, el Duque del In-
fantado Don Diego de Mendoza, é otros muchos,
empero eran muchos los llamados é pocos los esco.
gidos, porque muchos se mostraban en parte, mas
no en todo , porque esUban de secreto á viva quien
vence.
Asi comenzaron é reynar en Castilla el Rey Don
Femando é la Reyna Dofia Isabel, desando aque-
UoB pocos dias del mes de Diciembre de 1474 afios á
faera, desde el comienzo del afio del nacimiento de
nuestro Sefior Jesuchristo de 1476 afios ; habiendo
en Castilla otra parcialidad en sus contrarios tan
grande ó mayor que la suya, que querían meter al
Rey Don Alonso de Portugal. Ya es dicho en las
cosas que atrás son escritas del Rey Don Enrique, co-
mo en sn segunda muger manifestó su impotencia,
por lo qual elU se dio á mal recaudo , é fué fama
pública que se emprefió de un caballero el mas pri-
vado del Rey su marido, 6 parió una hija á quien lia*
marón Dofia Juana , la qual siempre se crió con
aquella sospecha de no ser hija del Rey y por tal la
juraron los grandes de Castilla cuando depusieron-
ai Rey Don Enrique, que no era su hija; é asi lo hi-
cieron pregonar por toda Castilla oon las otras cosas
é tachas que á él Rey pusieron , é afirmando esto. La
dicha Reina Dofia Juana, segunda mujer del dicho
Don Enrique, dio de sí muy mal exemplo ca se em-
prefió é parió dos fijos de otro caballero de sangre
real, continuo de su casa, é esto parece que lo causó
la desventura del Rey su marido por no poder haber
acceso á ella, é por no ser celoso de su casa é honra:
cá muchas veces acaece á muy nobles duefias pecar
en esta cuitada humanidad de ser forzadas, ó toma-
das la primera vez en lugar donde no se pueden de-
fender y por conservar su honra callan , é á esto dan
causa los maridos ó padres ó hermanóse sefiores de
casa , que se confian no mirando de quién ni cómo.
Ca saludable cosa es á los hombres con buen juicio
ser celosos y recelosos. Dedan en aquel tiempo que
ñendo nifio el Rey Don Enrique que le fué fecho
mal, ó ovo tal lisien de que se causó su impotencia.
E esto sabe Dios si fué así ó si no.
Con esta doncella, llamada la Princesa Dofia
Juana, hija del Rey, se alzaron ciertos grandes de
Castilla contra el Rey Don Fernando, para la casar
con el Rey Don Alonso de Portugal, allegándose A
la cláusula del testamento del Rey Don Enrique,
que diz que decía que la dejaba por su hija heredera.
E los primeros que se mostraron é manifestaron
con la dicha doncella Dofia Juana , fueron el Mar*
qués de ViUena, Don Diego Pacheco, que la tuvo en
su poder, é sus primos el Maestre de Calatrava Don
Rodrigo Qiron é su hermano Don Alonso Tellez Qi-
ron , Conde de Uruefia, hijos del Maestre de Calatra-
va Don Pedro Qiron, y Don Alonso de E^úfiigai
Conde de Béjar y Duque de Arévalo, que entonces
se lo llamaba, é tenia; é de estos quatro pendía la
mitad de Castilla é eran muy grandes sefiores cada
qual de ellos, écon ellos había otros muchos decla-
rados, é otros no del todo declarados, é otros á viva
quien vence; é en esto pasó alguna parte de los pri-
meros meses del dicho afio de 1476 é las parcialida-
des de los caballeros no cesaban , cada uno buscan-
do favores é haciendo ligas, unos declarándose por
una parte, otros por otra, otros dilatándose tiempo,
no queriendo declararse , porque esperaban la en-
trada del Rey de PortugaL
CAPÍTULO XI.
Proslgaen Us ptrcUHdedes, y eómo el Anobi$po de Telede le
«pirtd de los Heyei.
Vuelta ovo grande en el corazón grande del Ar-
zobispo de Toledo, y decían que por dos causas; la
primera porque no quisiera que el Rey y la Reyna
salieran de su mandar é obediencia ; como sí los
reynos fueran suyos , é él se los diera. E quisiera él
poner de su mano ciertos contadores é oficiales , é
porque luego como él lo queria no se hizo. E lo so«
bok Bernardo
t
gnúáó Mck etiTidia que oto de 1* bnena TolnnUd
qne #1 Rey y la Beyna moetraban al Obispo de 8i-
gttenaa Don Pedro Gonaales de Mendoza, diolendos
«éete es manoebo y yo viejo priTará tanto qne aera
Anobispo de Toledo después de mí ; » é por otras oo-
sas, ó por estas. En fin él se fné de Segovia de la
eórte mny enojado, camino de Alcalá de Henares,
y la Beyna, desqne lo snpo, enTió en pos de él al Du-
que de Alba, y al Duque de Nájera, á le amansar é
rogar que yolviese á la corte, é nunca oon él pudie-
ron, sino que lo dejasen ir á sus tierras. T la Beyna
desque esto supo, porque el tiempo estaba tan en
peso y no conyenia enojar á los de su parte, antes
dar y agradar á los contrarios para los hacer suyos,
cabalgó é fué en pos de él , y desde Colmenar Viejo
envióle ádedr á Alcalá de Henares, donde ya esta-
ba, que oviese por bien que ella iba á comer con él
á tal hora, que la atendiese ; y el Araobispo con mal
seso , le envió á decir á la Beyna, que supiese certi-
ficadamente que si allá iba, que entrando ella en
Alcalá por una puerta, que él se irla huyendo por la
otra. Y oomo esto supo la Beyna estando oyendo
.misa , la misa acabada ovo tanto enojo que echó
mano á sus cabellos, é. recobrada alguna poca de
paciencia dijo contemplando : Señor mió Jesuehrii-
tOf en vueetrcte mano» pongo todo$ mis fechos, y dew>$
me defienda él favor y ayuda , y otraa cosas oon que
ella propia se oonortaba. Y desde aquí el Arzobispo
comenzó de hacer allegamiento de gente de guerra
y no quiso mas volver á la corte, oa él tenia dos ma-
los consejeros por quien se regia; un Mayordomo
dicho Alaroon, que era muy mal hombre , é un Bea-
to, los quales mandaban á él é toda su casa, é le
aconsejaban mal , é consintieron, ó dieron lugar 6
consejo á ello ; que gastó el Axzobispo por muoho
espacio é tiempo muy gran suma de dinero en alqui-
mias, oon alquimistas , procurando facer oro é pla-
ta, é de lo qual se imputaba á el dicho Arzobispo é
cargaba gran oulpa.
É la Beyna se volvió desde Golmenar Viejo, é ha-
bló cerca del Oollado un caballero, que le llamaba
la obediencia de Toledo, é tomó camino de Toledo,
é la ciudad se le dio é tomóla, é entregóse en ella y
después dio la vuelta de Toledo para Segovia. E
Juan Lnxan, Alcayde de Escalona, la quisiera ofen-
der que estaba por el Marqués de Villena; y la Bey-
na no llevaba tanta gente de guerra con que le pu-
diese atender, é fuese á mas andar hasta Oebreros,
y de allí el dicho Aloayde se volvió oon su mal pro-
pósito. En este medio é tiempo, mas oon halagos
que oon amenazas, el Bey por un cabo y la Beyna
por otro, adquirieron por Castilla quanto podían; é
la otra parcialidad que estaba con intención de me-
ter al Bey de Portugal, por semejante; é oomo el
Araobispo de Toledo se había ausentado de la corte
aafiudo, é era hombre beliooso, y seguía mas veoes
la afición que no la razón, y placíanle guerras y
parcialidades, é era hombre que insistía mucho en
Ja opinión que tomaba, é como era gran Señor, re-
cibían mucha pena el Bey y la Beyna de su apar-
tamiento, é fioieron mucho por lo volver á no amia-
É DOfiA ISABEL. fií
*
tad, é nunca pudieron. Entóíices todo el mundo
pensaba que á la parte que él se acostase pesaría
mas la balanza. É estando así las cosas, le fué en-
viada de la corte del Bey é de la Beyna la siguien-
te epístola, notada é fecha é enviada por el Ooro-
nista Fernando del Pulgar, creyóse que por manda-
do de Su Alteza.
CAPÍTULO XIL
Clrüi ét Fenindo de Palgtr al Anoblspo.
«dama, no ceses, dice Isaías, Muy Beverendísi-
mo Sefior; y pues no vemos cesar este Beyno de
llorar sus males, no es de cesar de clamar á vos,
que dicen ser causa de ellos.» «Poca cosa os parece,
dice Moisés á Coré y á sus sequaces, haberos Dios
elejido entre toda la multitud del pueblo, para que
le sirvab en el sacerdocio, sino que en pago de su
beneficio le seáis adverso escandalizando al pue-
blo.» «Contad, mny Beverendísimo Sefior, vuestros
dias antiguos y los aftos de vuestra vida, conside-
rad los pensamientos de vuestra ánima, y fallareis
que en tiempo del Bey Don Enrique vuestra casa
fué receptáculo de caballeros airados y descon-
tentos, é inventora de ligas y conjuraciones contra
el cetro Beal, favorecedora de desobedientes é de
escándalos del Beyno. É siempre vos habemos vis-
to gozar en armas la quietud del pueblo, é ayunta-
mientos muy ajenos de vuestra profesión, enemigos
de la quietud del pueblo. É dejando de recontar los
escJhdaloB pasados, que con el pan de los diez-
mos habéis tenido el afio de 74, contra el Bey Don
Enrique, se fizo aquel ayuntar de jonto que todos
vimos ser el primer acto de inobediencia dará que
V. S. siendo cabeza y gobernador, sus naturales
le quisieron mostrar, ó osaron mostrar aquel casi
amansado por la sentencia que en Medina se orde-
naba, é Vuestra Beverendísima se tomó á yuutar
con el Bey, y luego á pocos días acordó de mudar
el propósito y se juntó oon el Principe Don Alonso,
haciendo división en el Beyno alzándolo por Bey.
Estas mudanzas, é en tan poco espacio de tiempo
por Sefior de tan gran dignidad fechas, no en pe-
quefia injuria de la persona é de la dignidad se pu-
dieron hacer; durante esta división se dispertó la
maldad de los malos, la cobdida de los oobdlcíosos,
la crueldad de los crueles, y la rebelión de los re-
beldes inobedientes. V. M. Bda. Sofioría lo considere
bien, é verá cuan medicinal es la Santa Escritura
que nos manda por San Pedro obedecer á los Be-
yes, aunque disolutos, antes que facer división en
los reynos; porque la confusión y males de la divi-
sión son muchos y mas gravea sin comparación,
que aquellos que dd mal Bey se pueden sufrir. Con
gran vigilancia vemos á V. S. procurar que vues-
tros inferiores os obdezcan y sean sujetos; dejad,
pues, por Dios, Sefior, los sujetos de los Principes,
no los alborotéis, no los levantéis, no les mostréis
sacudir de sí el yugo de la obediencia, la qual es
mas aceptable á Dios que el sacrificio. Dejad ya,
Sefior, de ser causa de escándalos é sangre : ca si á
87
OBÓNIOAB DB LOS BB7E8 DB
áH
A.
r*
DftTid por ier yanm deiangn no permitió Dioi £a-
oerlo OiM de oraeioii; ¿oómo puede V. 8. en goerne
de tentM Mngree como ee han aegaido, envolveroe
con SMUí oondenoU en lee ooeas qae yueetro oficio
noerdotol requieren? OonUgioso y muy irregnler
ejemplo toman y han loe otros Preladoe de eeta nnes-
tra Eqiafia Tiendo á tos, el principal de todas las
armas y divisiones. No pequéis por Dios, Sefior, ni
fagáis pecar, ca la sangre de Jeroboan, de la tierra
fué desarraigada por este pecado. Dejad ya, Sefior,
de rebelar y fayoreoer rebeldes á sus Beyes é 8e-
fiores, que es el mayor denuesto que dio Nabal á
Dayid, fué irado y desobediente á su Sefior; Hiem-
salen y todas aquellas tierras, según cuenta el his-
toriador Josefo, en caida tal yinieron cuando los
sacerdotes, dejado su oficio diyino, se meaclaron en
guerras y en cosas profanas. ¡ Oh I pues vuestra dig-
nidad yos biso padre, vuestra oondicion no os haga
parte, y no profanéis ya mas vuestra persona, reli-
gión y renta que es consagrada, y para sus cosaa
pias dedicada. Gran inquisición hizo Achimelech,
sacerdote, antes que diese el pan consagrado á
David, por saber primero si la gente que lo hablan
de comer eran limpios; pues considere agora bien
y. & de consideración espiritual, si son limpios
aquellos á quienes vos lo repartís; y oómo y á quién,
por qué se lo dais y á quién se debia dar, é oómo
sois tranagresor de aquel santo decreto que dice :
Virum eeUhotíeumpnBc^mé danme taeerdotem. Can-
sad ya por Dios, Sefior, cansad, á lo menos habed
compasión de esta tribulada tierra que piensa t^ner
Prelado, é tiene enemigo; gime y reclama por que
tuviste poderío en ella, del qual á vos place usar,
no para instrucción, como debéis, mas para su des-
truidon como facéis; no para su reformación, como
sois obligado, mas para doctrina y ejemplo de paa
y mansedumbre; mas para oorrupdon y escándalo
y turbación. ¿Para qué vos armáis sacerdote sino
para pervertir vuestro hábito y religión? ¿para qué
os armáis padre de consoladon sino para deseen-
solar y hacer llorar los pobres é miserables, y para
que se gocen los tiranos é robadores y hombres de
escándalos y sangres con la división continua que
y. 8. cria y favorece? decidnos por Dios, Sefior, si
podrán en vuestros días haber fin nuestros males, ó
si podremos tener la tierra en vuestro tiempo sin
división. Catad, Sefior, que todos los que en los rey-
nos y provincias procuraron divisiones, vida y fines
hubieron atribuladas: temed, pues, por Dios, la cal-
da de aquellos cuya doctrina queréis remedar, y no
trabajéis mas este Reyno, ca no hay so el cielo rey-
no mas deshonrado que el diviso. Lea V. S. á San
Pedro cuya orden redbisteis, é hábito vestís, y ha-
bed alguna caridad de la que os recomendó que ha-
yáis. Básteos el tiempo pasado á voluntad de las
gentes; sea el porvenir á voluntad de Dios, que
hora es ya, Sefior, de mirar do vais, é no atrás do
venís; no queráis mas tentar á Dios con tantas mu-
danaas, no queráis dispertar sus juicios que son ter-
ribles, y espantosos. Y pues vos eligió Dios entee
tanta multitud para que le sirváis en el sacerdocio,
en retribudon de su beneficio, no la escandaHoeii
el pueblo, según fueron las primeras palabras da
esta epístola.»
Esta sobredidia carta fué fecha é enviada, del
Ooronista del Bey é de la Beyna Femando del Pul-
gar, al Arsobispo de Toledo Don Pedro Carrillo, des-
pués que se fué safioso de la corte, é se juntó con la
liga de los que querían meter al Bey de Portugal,
al tiempo que ya el Bey y la Beyna del no tenían
esperanaa que volviese á su corte, é por eso oon la
verdad, se le envió la carta tan ejemplosa y lasti-
mera de la corte; é parece que á esta carta ó á otra,
respondió por el Arzobispo un caballero su criado
al Coronista, disculpando al Arzobispo é poniendo
algunas razonea por él, é queriendo hacer entender
que el Arzobispo no haiia cosa que no debiese con-
tra d Bey y la Beyna; y en respuesta á aquel caba-
llero, el dicho Ooronista sin ningún temor y con
esperanza de la prosperidad que Dios demostraba
d Bey é á la Beyna, respondió d didio caballero y
le envió la presente carta.
OAPíTüLo xni.
Cuta de Fenumlo da Palgtr i ■■ eabaltera ertado del Aixoblspe
de Toledo.
cSefior: vuestra carta redbí, por la qual queréis
relevar de culpa al Sr. Arzobispo vuestro amo por
este escándalo nuevo que se sigue en el Beyno de
la gente que agora tiene junta en Aleda, y queréis
darme á entender que lo hace por seguridad de su
persona, y por paz en d Beyno, y también deds
que ha miedo de yerbas; para este temor de las
yerbas entiendo yo que será mejor siriaca, que jen-
te, aunque costaría menos; y quanto á la seguridad
de su persona y paz del Beyno, haced vos, Sefior,
con el Sr. Arzobispo que se soriegue su espíritu, y
Inego holgará él y el Beyno: y por tanto, Sefior,
escusada es la ida vuestra á Córdoba, á tratar paz
con la Beyna, porque 'd paz queréis, ahí la habds
de tratar en Aleda con el Arsobispo. Acabad vos
con su Sefioria que tenga paz consigo, y que esté
acompafiado de jente de letras, como su orden lo
reqmere, y no rodeado de armas como su oficio lo
defiende; y luego liabreis tratado la paz que él
quiere procurar y vos queréis tratar. Con todo eso»
aunque me han dicho que el Doctor Calderón es
vuelto á corte, plegué á Dios, que este Cdderon
saque paz. Justo es Dios y justo es su juicio; en ver-
dad, Sefior, yo fui uno de los Calderones oon que d
Bey Don Bnríque muchas veces envió á sacar paz
del Arzobispo, y nunca pudo sacarla. Agora veo
que el Arzobispo envía su Calderón á sacar de la
Beyna: plegué á Dios que la concluya con Su Al-
teza, mejor que yo la acabé con el Arzobispo. Pero
dexando agora esto aparte, ciertamente, Sefior ^
gran cargo habéis tomado si pensáis quitar de car-
go á ese Sefior por este nuevo escánddo que agora
hace, sdvo si alegáis que el Beato, y Alarcon, le
mandaren de parte de Dios que lo hiciese ; y no lo
dudo que se lo dizesen, porque cierto es que d Ar-*
1X)N ÍEBNANDO
iot>i8po nnrió tanto al Bey y á la Reyna en los
principios y tan bien, qae si en el senrido peneye-
raba, todo el mundo dixera, qae el comienzo, me-
dio y fin de en reynar, había sido el Anobispo y
toda la gloría ee imputara al Anobispo. Dixo Dios
ghriam fneam al Arzobispo non éktbo; y para guar-
dar para mi esta gloría que no me la tome ningún
Arzobispo, permitiré que aquellos Alaroones, le di-
gan que sea contrarío al Bey y á la Beyna, y que
ayude al Bey de Portugal para les quitar este Bey-
no, y contra toda su voluntad y fuerza lo daré á
esta Reyna, que lo debe haber de derecho, porque
▼ean las gentes que quantos Arzobispos hay de mar
á mundo, no son bastantes para quitar ni poner Be-
yes en la tierra, sino solo yo que tengo reservada
la semejante provisión á mi tribunal. Asi que, Se-
fior, esta via me parece para escusar á su Sefioría,
pues que lo podéis autorizar con tal Moisen y Aa-
ron, como el Beato y Alarcon. Oon todo eso vi esta
semana una carta que enviaba á su Cabildo, en que
reprende mucho á el Bey é á la Beyna porque to-
maron la plata de las Iglesias, la qual sin duda es-
tuviera queda en su sagrario, si él estuviese quedo
en su casa. También dice que fatigan mucho el
Beyno oon Hermandades, y no ve que la que da él á
ellos, causa la que dan ellos al Beyno. Quéjase asimis-
mo porque favoreció la toma de Talavera, que es de
su iglesia de Toledo, y no se miembra que favore-
ció la toma de Oantalapiedra, que es de la iglesia
de Salamanca. Siente mucho el embargo de sus ren-
tas, y no se miembra quántas ha tomado y toma del
Bey, y aun nunca ha presentado el privilegio que
tiene para tomar lo del Bey, y que el Beyno no
pueda tomar lo suyo. Otras cosas dice la carta que
yo no consejara á su Sefioría escribir, si fuera su
escribano, porque la Sacra Scriptura manda que no
hable ninguno con su Bey papo á papo, ni ande
con él á dime y dirte hé. Dejando agora esto á par-
te, mucho querria yo que tal seftor como ese consi-
derase que laa cosas que Dí^b en su presencia tiene
ordenadas para que hayan fines prósperos y dura-
bles, muchas veces vemos que han principios y
fundamentos trabaxosos, porque quando vinieren
al culmen de la dignidad hayan pasado por el orí-
eol de los trabaxos, y por grandes misterios ignotos
de presente á no8| y notos de futuro á él. La Sacra
Scriptura y 'otras historias están llenas de estos
exemplos. Persecuciones grandes ovo David en su
principio, pero /«tti fiU Danñd decimos. Grandes
trabajos pasó Eneas do vinieron los Emperadores
que sefiorearon el mundo : Júpiter, Hércules, Bómn-
lo, Oéres, Beyna de Sicilia, y otros y otras machas;
á unos criaron ciervos y á otros lobos, echados por
los campos; pero leemos que al fin fueron adorados
y se asentaron en sillas reales, cuya memoria dura
hasta hoy. T no sin causa la ordenación divina
quiere que aquello que luengamente ha de durar,
tenga los fundamentos fuertes y tales, sobro que se
pueda hacer que la obra dure. Viniendo ahora, pues,
al propósito, casó el Bey de Aragón oon la Beyna,
madre del Bey nuestro sefior, y luego fué deshere-
É DO^A ISABBU 619
dado y desterrado de Oastilla. Ovo este su hijo, que
desde su nifiez fué guerreado y corrido, cercado,
combatido de sus subditos y de los extrafios ; y su
madre oon él en los brazos huyendo de peligro en
peligro. La Beyna nuestra sefiora desde nifia se le
murió el padre, y aun podremos decir la madre, que
á los nífios no es pequcfio infortunio. Vínole él en-
tender, y junto con él los trabaxosos cuidados ; y lo
que mas grave se siente en los reales, es mengua
extrema de las cosas necesarias; sufria amenazas,
estaba con temor, vivia en peligro. Murieron los
príncipes Don Alfonso y Don Carlos sus hermanos;
cesaron éstas, ellos á la puerta de su reynar y el
adversario á la puerta de su Beyno. Padecían guer-
ra de los extrafios, rebelión de los suyos, ninguna
renta, mucha costa, grandes necesidades y ningún
dinero, muchas demandas, poca obediencia. Todo
esto así pasado con estos principios que vimos, y
otros que no sabemos. Si ese Sefior vuestro amo, les
piensa tomar este Beyno como un bonete, y darlo á
quien se pagare, digo, Sefior, que no lo quiero creer,
aunque me lo diga Alaroon y el Beato, lías querré
creer á estos misterios divinos que á esos pensa- .
mientes humanos; y como para esto murió el Bey
Don Enrique sin generación, y para esto murieron
el Príncipe Don Carlos y Don Alfonso, y para esto
murieron otros grandes estorbadores; para esto hizo
Dios todos estos fundamentos y misterios que ha-
bemos visto, para que disponga el Arzobispo vues-
tro amo de tan grandes Beynos á la medida de su
enojo. De espacio se estaba Dios en buena fe, si ha-
bla de consentir que el Arzobispo de Toledo venga
sus manos lavadas, y disponga así lijeramente de
todo lo que él ha ordenado y cimentado, de tanto
tiempo á acá con tantos y tan divinos misterios.
Hacadme agora tanto placer, si deseáis servir á ese
sefior, que le aconsejéis que no lo piense asi, y que
no mire tan somero, cosa tan honda; en especial le
consejad que huiga cuanto pudiere, de ser causa^ do
divisiones en los Beynos, como de fuego infernal,
y tome exemplo en los fines que han habido los que
divisiones han causado. Vimos que el Bey Don Juan
de Aragón, padre del Bey nuestro sefior, favoreció .
algunas parcialidades y alteraciones en Castilla; y
vimos que permitió Dios á su hijo el Principe Don
Carlos que le pusiese escándalo y divisiones en su
Beyno. Y también vimos que el hijo que las puso y
los que le sucedieron en aquellas divisiones, murie- ^
ron en el medio de sus dias, sin conseguir el fruto
de sus deseos. Vimos que el Bey Don Enrique crió -
y favoreció aquella división en el reyno de Aragón,
y vimos que el Principe Don Alfonso su hermano
le puso división en Castilla, y vimos que plugo á
Dios de le Uevar de esta vida en su mocedad bomo
á instrumento de aquella división. Vimos que el Bey
de Francia procuró asimismo división en Inglaterra,
y vimos que el Duque do Quiana su hermano pro-
curó división en Francia; y vimos que el hermano
perdió la vida sin conseguir lo que deseaba. Vimos
que el Duque de Borgofia, y el Conde de Barviqne^
y otros muchos procuraron en los reynos de Ingla-^
€80
(mÓNIOAS Í)B tos BETBS DÉ OAETTÍLLÁ.
tezra y de Francia diviaionea y eaoindaloa, y yirnoa
que mariaron en batallaa deapedasadoa, j no enter-
radoB. Y ai qoereia exemploa de la Saora Spripta-
ra, Arobitofel y Abaalon procuraron diviaion en
' el reyno de Dayid y murieron ahorcadoa. Aaí que
▼lato todo eato que yimoa, no aé quien puede ertar
bien y eatar quedo, y querer eatar mal y eatar bu-
llendóji
Y el Arsobiapo en eate tiempo ae aolarába cada
dia maa por el Bey de Portugal con loa caballe-
rea, de la liga; ó aun aoberbecido, ae publicó que
deda que lea quitarla el Beyno, y baria YoWer á
bilar la rueca á la Beyna, como ai fuera en él , é
envió con loa otroa á Portugal an palabra á el Bey
Don Alonao.
CAPÍTULO XIV.
Be »• cuta qae Femando de PoJgar eteribió al Rey de PortipU
Gomo aea parte del oficio de loa coroniataa en
aervicio de loa Beyee aua aefiorea deapedir epiatolaa
en au Beryicio en loa tiempoa que oonyiene, para
aaber lo que ae baoe en otroa reynoa, ó aoojer laa
respueataa é tomar de ellaa aquello que á au oficio
conviene de algunaa coaaa baaafioaaa, é baber conoa-
cimiento de loa Beyea comarcanoa, é de ana coro-
niataa por interceaion de letraa, para enjerir en laa
crónicaa algunaa coaaa de laa que acaecen en aua
tiempoa ; laa de acullá acá, ó laa de acá acullá que
. convienen por la verificación aeran ai eacritaa, ó
con au dulce eaoribir, deben procurar de evitar ea-
cándaloa, é guerraa entre loa Beyea y loa aefiorea y
procurar la pae, é la concordia por epíatolaa de dul-
ce y autorizado eaoríbir.
El croniata del Bey é de la Beyna nueatroa aefio-
rea, Femando del Pulgar, peaándole muobo de loa
impedimentóa y coaaa que ae atraveaaban, contra
el reynar en Gaatilla de eatoa Oathóliooa Beyea, ó aa-
bido é publicado cómo loa dichoa caballerea de Oaa-
tilla babian procurado é procuraban meter al Bey
de Portugal á caaar con la doncella Dofia Juana au
aobrina, que llamaban la Princeaa elloa, é para que
reynaae en Oaatilla, allende de otraa muchaa demoa-
tradonea é requerimientoa que le fueron f eoboa, que
no tomaae la tal empreaa ni entraae, le envió la pre-
aente epiatola.
OABTA AL BEY D. ALONSO.
a Muy poderoao Bey y Sefior : aabido hé la incli-
nación que y. A. tiene de aceptar eata empreaa de
Oaatilla que algunos caballeros de ella oa ofrecen ;
y deapuea de haber bien pensado en eata materia,
acordé de eacribir á V. A. mi parecer. Bien ea, muy
excelente Bey y Sefior, que sobre coaa tan alta y
ardua haya en vueatro conaejo alguna plática de
oontradioion disputable por que en ella ae aclare
lo que á aervido de Dioa, y honor de vueatra coro-
na real, bien y acrecentamiento de vueatroa Bey-
noa maa conviene aeguir. Y para eato, muy pode-
roao Sefior, aegun en laa otraa guerraa aantaa dó
Jbabeia eeido victorioao habeia hecho, porque en
eata con ánimo limpio de padon lo derto m^or aé
pueda diaoemir, mi parecer ea que ante todas laa
coaaa aquel Bedemptor ae oonaulte que vuestraa co-
aaa coiñeja, aqud ae mire que dempre ea guia,
aquel ae adore y anplique, que vneatraa coaaa y ca-
tado aeguray proapera. Porque como quier que
vueatro fin ea ganar honra en eata vida, y vneatro
principio aea ganar vida en la otra ; y quanto toca
á la juatida que la Sefiora vueatra aobrina dice te-
ner á loa Beynoa dd Bey Don Enrique, que ea d
fundamento que eatoa caballeroa de Oaatilla haceoí
y aun lo primero que Y. A. dd)e mirar. Yo por
derto, Sefior, no determino agora an justicia , pero
veo que eatoa que [oa llaman por execator de día
aon d Araobispo de Toledo^ y el Duque da Aréva-
lo, loa hfjoa del Maeetre de Santiago, y.del Maestre
de Odatrava au hermano, que fueron aqneUoa que
afirmaron por toda Eapafia, y aun fuera de día pu-
blicaron, que esta Sefiora no tener derecho á loa
Beynoa de Don Enrique , ni poder aer an hija por la
impotenda eaperimentada, que de 61 en todo d
mundo, por aua cartea y menaajeroa divulgaron : y
allende de eato, le quitaron el título real, y hicieron
dividen en au Beyno. Deaeariamoa puea, aaber co-
mo hallaron entóncea eata Sefiora no aer heredera
de Oaatilla, y pusieron sobre ello aua eatadoa en
condición ; y como hallaron agora ser an lejitima
aubceaora, y quieren poner á dio el vueatro, Estaa
variedadea, muy poderoso Sefior, dan canaa justa de
Boapecha, que eatoa caballeroa no vienen á vueatra
Sefioria con oelo de vueatro aervido, ni menea con
deaeo de eata justicia que publican ; maa con deaeo
de BUS propios intereses que el Bey y la Beyna no
quisieron, ó por ventura no pudieron cumplir ae-
gun la medida de au cobdida, la qual tiene tan
ocupada la raaon en dgunoa hombrea , que tentan-
do sus propios intereses acá y allá, dan d derecho
ageno dó hdlan su utilidad propia ; y debds creer,
muy excelente Sefior, que pooaa vecea vea aean fie-
lea aquelloa que con dádivas oviáredes de sostener:
antes es cierto, aqudlaa ceaantea, os sean deaervi-
dorea, porque ninguno de loa aemejantea viene á
voa como debe venir , maa como pienaa alcansar :
y quando vencido ya de la inatanda de dloa, vuea-
tra real Sefioria acordaae todavia aceptar eata em-
presa, yo por cierto dudaria mucho entrar en aqud
Beyno teniendo en él por ayudadorea, y menos por
servidores los que el pecado de la dividen paaada
hideron, y quieran agora de nuevo hacer otra,
reputái^dolo á pecado venid , como sea uno de loa
mayorea crímenes que en la tierra ae pueden co-
meter, y aefial cierta de eapíritu disoluto y inobe-
diente. Por el qual pecado loa de Samaria, que fue*
ron causa de la división del reyno de David, fueron
tanescomulgadoa, que nuestro Bedemptor mandó
á aua discípulos, en la provinda de Samaria no
éntrela, numerándoloa en el gremio de laa idolatriaa,
y aun por talea mandó el hombre de Dioa al Bey
Amaciaa que no juntaae an gente oon elloa para U
guerra que entró á hacer en laa tierras de Seir, y
en caao que este Bey habia Irddo den mil de dloa
DON FBBKAKDO
y pAgádoles él mieldo , los de}ó, por Ber TAronee de
dÍTÍ8Íon y esoAndalOf y no osó onTolvene oon ellos
ni gozar de an ayndá en aquella guerra por no te-
ner irada la divinidad, la qnal en todas las ooaaa,
y en la guerra mayormente debemos tener aplaca-
da, porque sin ella ninguna cosa está, ningún sa-
ber vale, ningún trabaxo aproveoba ; y por tanto
mirad por Dios, 8efior, que vuestras oosas (basta
boy florecientes) no las enyoWais con aquellos, que
el derecho de los leynos que es divino, miran no
según su validad, mas según sus pasiones y propios
intereses. T cuanto á la promesa tan grande y dul-
ce como estos cabalteros os hacen de los Beynos de
Castilla, con poco trabaxo y mucha gloria, ooúrre-
me un dicho de San Anselmo que dice: compuesta
es y muy afeitada la puerta que convida al peligro;
y por cierto , Seftor, no puede ser mayor afeita-
miento ni compostura de la que estos vos presen-
tan. Pero yo bago mas cierto el peligro de esta em-
presa, que cierto el efecto de esta promesa : lo pri-
mero, porque no vemos aqui otros caballeros sino
estos solos, y estos no dan seguridad ninguna de
su lealtad ; y caso que haya otros secretos que afir-
man aclararse, los tales no piensan tener firme como
deben, mas temporizar como suelen , para declinar
á la parte que la fortuna se mostrase mas favora-
ble. Lo segundo, porque dado que todos los mas de
los grandes, y de las ciudades y villas de Castilla,
como estos prometen, vengan luego á vuestro obe-
diencia, no es duda según la parentela que el Bey
tiene, que muchos caballeros y grandes sefiores y
ciudades y villas, se tengan por él y por la Boyna,
á los quales asi mesmo los pueblos son muy aficio-
nados, porque saben ella ser hija cierta del Bey Don
Juan, y su marido hijo natural de la casa Beal de
Castilla ; y la Sefiora vuestra sobrina, hija incierta
del Bey Don Enrique, y que vos la tomáis por mu-
jer, de lo qual no pequefia estima se debe hacer,
porque la vos del pueblo es vos divina, y repugnar
lo divino es querer con flaca vista vencer los fuer-
tes rayos del sol. Eso mismo, porque vuestros sub-
ditos nunca bien se compadecieron con los castella-
nos, y entrado Y. A. en Castilla oon título de Bey
podria ser que las enemistadas y discordias que en-
tre ellos tienen, y de que estos hacen fundamento,
á vuestro reynar todas se saneasen contra vuestra
gente, por el odio que antiguamente entre ellos es.
Lo otro, por que en tiempo de división, asi á vos de
vuestra parte, como al Bey y á la Beyna de la suya,
convemá dar y prometer, rogar y sufrir á todos
porque no muden el partido que tuvieren, para se
juntar con la parte que mas largamente con ellos
se oviera. Así que , Sefior , pasariades vuestra vida
sufriendo , y dando y rogando ; que es oficio de
snbjeoto, y no reynando y mandando, que es el fin
que vos deseáis y estos caballeros prometen. Tor-
nando agora, pues, á hablar en la justíoia de la Se-
fiora vuestra sobrina, yo, muy alto Bey y Sefior,
de esta justicia dos partes hago , una es esta que
vosotros los reyes y príncipes, y vuestros oficiales
por oosas probadas mandáis ezecutar en vuestras
i DOff A ISABEL. «Si
tierras, y á esta conviene preoeder prueba y deola^
radon, antes que la ezecudoo, porque de otra ma«
ñera, mal se cumplirla aquel común hablar de los
letrados, que el Jues debe sentenciar conforme á
lo alegado y probado, y es injusta sentencia conde-
nar sin oir las partos, si no fuese en rebeldía. Otra
justicia es la que por juicio divino, por pecados á
nosotros ocultos vemos ejecutar, veces en las per-
sonas propias de los delincuentes y en sus bienes,
veces en los bienes de sus hijos y sucesores, asi co-
mo hizo al Bey Bobean hijo del Bey Salomón, cuan- .
do de doce partes de su reyno, luego reynando per-
dió las diez. No se lee , pues , Bobean haber cometido
público pecado hasta estonce por dó los debiese
perder ; y como juntase gente de su reyno para co-
brar lo que perdía, Semey, profeta de Dios, le dijo
de su parte : Está quedo, no pelees, no es la volun-
tad divina que cobres esto que pierdes ; y como
quiera que Dios, ni hace ni permite hacer cosa sin
causa, pero el profeta no gelo declaró, porque tan
honesto y comedido es nuestro Sefior, que aun des-
pués de muerto el Bey Salomón, no le quiso deshon-
rar ni á su hijo avergonzar declarando los pecados
ocultos del padre, porque le plugo que el sucesor
perdiese estos bienes temporales que perdis. En la
Sacra Soriptura, y aun en otras historias auténticas,
hay de esto asaz exemplos ; mas porque no vamos á
cosas muy antiguas y peregrinas, este vuestro reyno
de Portugal, á la Beina Dofia Beatriz, hija heredera
del Bey Don Femando y mujer del Bey Don Juan de
Castilla, pertenecía de derecho público ; pero plugo
al otro juido de Dios oculto , darlo al Bey vuestro
abuelo, aunque bastardo y profeso de la orden de
Cistel ; y porque este oculto juicio este Bey Don
Juan quiso repugnar, cayeron aquella multitud de
castellanos que en la de Aljubarrota sabemos, y es
notorio ser muertos. De derecho claro pertenecían
los Beynos de Castilla á los hijos del Bey Don Pe-
dro ; pero vemos que por virtud del juicio de Dios
oculto, los poseen hoy los descendientes dd Bey Don
Enrique su hermano, aunque bastardo. Y si quiere
y. A. exemplos modernos, ayer vimos el reyno de
Inglaterra que pertenecía al Príncipe hijo del rey
Don Enrique, y vemos hoy poseer pacífico al Bey
Eduarte, que mató al padre y al hijo. T como quier
que vemos claros de cada dia estos y semejantes
¿Eectos, ni somos ni podemos ser acá jueces.de sus
causas, en espedal de los Beyes, cuyo juez es Dios
que los castiga, veces en sus personas y bienes, ve-
oes en la sucesión de los hijos según la medida de
sus yerros. San Agustín en el libro de la Oiudad dé
Diotf dice : ¿ el juido de Dios oculto puede ser ini-.
quo? no, que sabemos es muy excelente B^ y S»»
flor. Si el Bey Don Enrique cometió en su vida algu-
nos graves peoados por dó tenga IJios deliberado en
su juicio secreto disponer de sus Beynos en otra
manera de lo que la Sefiora vuestra sobrina espersi
y estos caballeros procuran, según hizo á Bobean y
á los otros que he dedarado ya á vuestra Sefioría.
De los pecados públicos se dice del, que en la admi-
nistradon de la justicia (^ue es aquella por dó loé
CRÓNI0A8 DB LOB BEYES DE OASÜtUA.
«82
B^e0 reynan) fué tan negligente qne sob reynoa
vinieron en total coirnpdon y tiranía; de manera
que antes de mnchoa diaa qne falleoieae, todo qnaai
el poderío j autoridad real le era envaneBcido. Todo
cato oonaiderado , qnerria eaber quión es aquel de
■ano entendimiento qne no vea quan difioil le aea
eeto que á Y. A. haoen fáoil, j eata guerra que di-
oen peqnefia, qnantosea grande 7 la materia de ella
peligroea, en la qual si algún juioio de Dios ooulto
bay pordó Y. A« repugnándolo oyiese algún sinies-
tro, considerad bien, Sefior, quán grande es el aven-
tura en que ponéis vuestro lE^tado real, y en quán-
ta obsonridad vuestra fama, que por lo glande de
Dios, por todo el mundo relumbra. Allende de esto,
de necesario ha de haber quemas, robos, muertes,
adulterios, rapifias , destrucciones de pueblos y de
casas de oraciones, sacrilegios, el cuito divino pro-
f añado, la religión apostatada, y otros muchos es-
tragos y roturas que de la guerra surten. También
vosconvemá sufrir y sostenef robos y robadores, y
hombres criminosos sin castigo ninguno , y agra-
viar los ciudadanos y hombres pacíficos, que es oñ-
oio de tiranos y no de Bey; y vuestro reyno entre
tanto no será libre de estos infortunios, porque en
oaso que los enemigos no le guerreasen, tos será
forsado con tributos grandes y continuos , y servi-
dumbres premiosas para la guerra necesarias, fati-
gásedes de manera que procurando una justicia co-
metiérades muchas injusticias. Allende de esto,
vuestra Beal persona que por la grada de Dios está
agora quieta , es necesario que se altere ; vuestra
conciencia sana, es por fuersa que se corrumpa ; el
temor que tienen vuestros subditos al vuestro man-
dato, es necesario que se afloje ; estáis quieto de
molestias, es cierto que habréis muchas ; estáis li-
bre de necesidades, metéis vuestra persona en tan-
tas y tales , que por fuerza os harán subdito de
aquellos ; que la libertad que agora tenéis os hace
Bey y Sefior. T porque conoifico quanto cela vuestra
alta Sefioría la limpieza de vuestra excelente fama,
quiero traer á vuestra memoria como ovistes envia-
do vuestra embazada á demandar por mujer á la
Beyna ; también es notorio quantas veces en vida
del Bey Don Enrique vos fué ofrecida por mujer la
Sefiora vuestra sobrina, y no vos plugo de lo aceptar,
por que se decia vuestra conciencia real no se sa-
near bien del derecho de sucesión. Pues considerad
agora esta mudanza, sin preceder causa pública por-
que lo debáis hacer , quien no habrá razón de pen-
sar que halle agora derecha sucesora á vuestra so-
brina, no porque \o sea de derecho, mas porque la
Beyna que demandasteis por mujer contrajo antes
él matrimonio con el Bey su marido, que con vos
que la demandasteis, y hSbria lugar la sospe-
cha de cosas indebidas, contrarias y mucho á las
virtudes insignes que de vuestra persona Beal , por
todo el mundo están divulgadas; y soy maravilla-
do de los que hacen fundamento de este Beyno que
vos dan, en la discordia de los caballeros y gentes
de él, como si fuese imposible la reconciliación en-
tre ellos, y conformarse contra vuestras gentes. Po-
demos decir por cierto, muy alto Sefior, qne el qne
esto no ve es dego del entendimiento, y el que lo
ve y no lo dice es desleaL Guardad, Sefior, no sean
estos 'oonsejeros los que consejan, no según la recta
razón, mas según la voluntad del Prindpe ven in-
dinada ; y por tanto, muy alto y poderoso Bey y
Sefior , antes que ésta guerra se comience, se debe
mucho mirarla entrada, porque príndpiar guerra,
quien quiera lo puede hacer; salir de ella no, sino
como los casos de la fortuna se ofrederen , los qua-
les son tan varios y peligrosos, que Estados Beales
y ¿gandes no se les deben cometer sin grsnde y ma-
dura deliberadon, y á cosas muy justas y ciertas.1
CAPITULO XV (1).
Desque el Arzobispo de Toledo se dedaró por d
Bey de Portugal, muchos caballeros, criados suyos
fijosdalgo, fueron muy pesantes de ello y muy mal
contentos de él ; de los quales fueron López Yaz-
ques, su fijo, é su hermano el Conde de Buendia, ó
Qomez Manrique, é Hurtado de Luna, los quales
siempre mucho se lo estorbaron é contradizeron,
poniéndole ddante la vergüenza, é los muchos da-
fios é inoonvenientes que de aquel trasmudarse con-
vemian, é didéndole como queria contradecir lo
que siempre habia afirmado estos Beynos justamen-
te ser de la Beyna, é venirle por justo título, é se
los ayudó á dar ó entregar este dia que la alzaron
por Beyna, é eso mesmo les otorgó é dio su voz de
dio al Bey Don Femando su marido cuando fué en
lo alzar por Rey de ellos, de que en él, é ellos espe-
raban muchas mercedes ; é ni con esto, ni con otras
muchas razones ni afrentas que le presentaron,
nunca lo pudieron volver de sus intereses é mal pro-
pódto. E desque esto vieron los caballeros susodi-
chos, siguiendo la lealtad que á su Bey debían, é la
nobleza de donde venían, se despidieron del é de su*
servido, é se pusieron con el Bey Don Femando 6
con la Beyna Dofta Isabel á venir , é dguiendo su
servido de allí en adelante. E and como estos nobles
oabdleros habia en casa del Arzobispo que le acon-
sejaban bieo , habia otros á quien él daba su crédito
que le aconsejaban mal en la contra de estos otros
con dafiadas autoridades, así como eran Alaroon, al-
quimista mayor su mayordomo é privado, é sus se*
quaces , al qual dicho Alaroon, después de hecha la
guerra, el B^ Don Femando permanente victorioso
fizo degollar en Toledo en Zocodover, é lo degolla-
ron sobre una espuerta de paja tendida por mas bal*
don según su gran merecimiento, ca se halló ser
muy trddor al Bey, é á la Beyna muy contrario.
CAPÍTULO XVI.
Gomo el Rey Don Alonso de Portogal determinó eatrtr en CasUIU.
Muchas embazadas fueron y vinieron de los ca-
balleros de Castilla de la liga de la Sefiora Dofia
(1) Falu el epígrafe de este espítalo en losmsnoserilos fie he-
mos tenido & Is vista j en las ediciones de Granada 7 SevUUu
DON l^BNANDO
Joána, partlonlirai y generalM, al Bey Don Alonso
de Portugal, convidándole con ella para casar , é
con Castilla para reynar, afirmándole venir los Bey-
nos por snbcesion del Bey Don Enrique sa padre.
É el Bey Don AlonsOí resistido todo bnen consejo,
6 todo buen pensamiento prooedionte del Espirita
Santo, encendido en el pecado de la cobdloia, ovo
de aceptar el partido , de lo qnal macho pesó á los
caballeros de sa reyno que deseaban sa servicio 6
sa honra, porqae sabian el caso no ser á él conve-
niente aceptarlo ; los qoales macho se lo estorbaron
é pusieron delante mirase en quánto trabajo é in-
convenientes é peligro queria poner su persona é
Beyno , en aceptar de entrar en Oastilla á reynar,
para la haber de conquistar por armas ; é nunca le
pudieron hacer mudar el concebido propósito. Pues
de la parte del Bey é de la Beyna, no creáis que
quedó de le molestar, y rogar y requerir de parte de
Dios que no entrase en Castilla, ni creyese el conse-
jo de los que se la prometian , haciéndole saber el
caso muy por estenio, desde el comienso hasta el fin,
de cómo la Seftora su sobrina nótenla aquella justi-
cia que le decian á los Beynos, lo qual él bien sabia,
é siempre resistió el consejo de los embazadores del
Bey é de la Beyna. É de un cabo molestado, reque-
rido é rogado en Castilla; é del otro comunicado é
llamado á ella ; de un cabo ciego de la gran oobdi-
cia ; de otro muy turbado de los inconvenientes y
peligros que delante le presentaban que le podrían
venir, no sabia de si que hacer, é deliberó de enviar
cartas y presentes á la mayor parte de los caballe-
ros de Castilla que no estaban en su liga, é prosi-
guió esto presentándoles el titulo como él queria
casar con la hija del Bey Don Enrique, cuya era
Castilla , que lo oviesen por bien , é lo recibiesen, é
les faria muchas mercedes ; é envióles á cada uno,
según quien era, muchos cruzados de oro, é muchas
tasas é pieaas de plata labrada, pensando que los
que recibiesen no le faltarían, é ellos, asi los de
Castilla como los de Andaluoia, ó la mayor parte
de ellos, recibieron lo qué les envió, con intención
algunos de le servir, otros de estar á viva quien
vence, y en tanto no le ofender. Otros con inten-
ción de le dar guerra con su mesmo dinero, ansi
como fiao el Duque de Alba Don García, que era ca-
sado con tia, hermana de la madre del Bey Don Fer-
nando ; y ovo el Bey Don Alonso de Portugal tal
atrevimiento, que le envió gran suma de crusados,
no mirando lo que mirar debia, que de tal pariente
antes se debiera mucho de guardar , y este recibió,
con que después le hiso la guerra, y este publicó la
embazada en tiempo debido , y la intendon, é lo
mostró por obra é así fioieron otros. E de ellos le
enviaron sus cartas firmadas, é de ellos su palabra
en la qual el Bey Don Alonso |:a8tó muy gran suma
de oro, é desque entendió que tenia á su sorvicio la
mayor parte de Castilla, aceptó el casamiento, é
deliberó en venir en ella á reynar si pudiese. É fué
concertado entre él é los caballeros que lo metieron,
en tiempo y lugar, é dónde i cómo se oviese de ce-
lebrar el matrimonio»
¿ DOfiA ISABEL
«83
CAPÍTULO xvn.
LiSitraáiéfllRejOesAlessoésPertsiiles GutUla.
El primer afio del reynado del Bey Don Femando
y do la Beyna Dofia Isabel su mujer, en el quinto
afio del pontificado del Papa Sixto IV en el mes de
Mayo del año del nacimiento de nuestro Salvador
Jesuchristo de 1475 afios, entró en Castilla el Bey
Don Alonso de Portugal en título de Bey de ella,
con tres mil é quinientos de á caballo, é muchísima
gente de pié de guerra, é vino á Plasencia donde le
aguardaban los caballeros de Castilla que le metían
con la Sefiora Dofia Juana su sobrina, Beyna que. de-
cian de Castilla , para celebrar el matrimonio con
ella y allí le ficieron muy honrado recibimiento; é fi-
deron un cadahalso muy alto émuy ricamente ador-
nado donde todos los de la ciudad le podian ver. B
á 25 dias de Mayo, dia de la fiesta del Corpus Ohris-
tí, Jueves, subieron allí al dicho Bey, y á la dicha
Sefiora Dofia Juana su sobrina, é á vista de todos los
desposó un Obispo, é luego allí los alearon por Bey-
na é Bey de Castilla é León , con todos los otros tí-
tulos de Castilla ; é dijeron: Castilla, Castilla, por el
Bey Don Alonso , é por la Beyna Dofia Juana sa
mujer, tocando muchas bastardas é instrumen-
tos de música é atabales. Desde este dia comen-
zó de arder Castilla otra vez, como quando en vida
del Bey Don Enrique alzaron por Bey á su herma-
no Don Alonso : guidquid agat ommu^ iníenUo indieai
cmnea : la intención de aquellos sefiores que lo me-
tieron , Dios lo supo si fué por la lealtad que debían,
ó si fué por asegurar lo que tenían de la Corona Beal,
porque el Bey Don Femando no les quiso confir-
mar ; ca ellos eran en aquel tiempo los mas grandes
é mas poderosos de toda Castilla, é el Duque de Aré-
valo , Conde de Béjar, Sefior de Plasencia Don Al-
varo de Stúfiiga, puesto caso que era ya muy viejo,
tenia á Arévalo y su tierra , y tenia á Búigos, é el
Maestradgo de Alcántara, é poco menos toda la tier-
ra de Estremadura, é todas sus tierras é Sefiorios , é
otras cosas harto bien pacificadas é á su servicio é
mandar; é no es dubda estar el mayor de los caba-
lleros de Castilla con lo susodicho , é con sus hijos
y parientes; é el Arzobispo de Toledo, Don Alonso
Carrillo que era el mayor prelado de Espafta, que es
la segunda casa de renta de Castilla, tenia muchas
tierras, ciudades, é villas , é castillos sayos y de la
corona real ; é el Marqués de Villena , á quien habia
quedado en guarda la Sefiora Dofia Juana, tenia á
su mandar mas villas é castillos que ningún grande
de todo el Beyno, é no habia otro mayor que él, é
se intitulaba estonce Maestre de Santiago é Duque
de Truxillo ; é el Maestte de Alcántara, que era muy
gran Sefior, Ó el Duque de Urefia su hermano éso
mesmo ; é de estos pendía la mayor parte de Casti-
lla; é ovo otros muchos que aclamaron antes que el
Bey Don Alonso llegase. Asimesmo Alonso Carrillo,
Sefior de Maquedaé Castafieda, Sefior del Portíllejo
é de las Calafias é Pareja , Adelantado de Galicia,
Joaa 4e Ulloa^ Alcayde de Toro f Mariscal de Z^^
B84
OBÓNIOAS DE LOS BBTES DB OASnLtA.
mora, d Oonde de Valenoiai é otros maohot, de*
jando loa que estaban de callada, oon los qae le fa*
dan muy gran paroiaiidad al Bey Don Alonso ;é él
pensó que con ellos sojuzgaría á Castilla. E oomo
nuestro Sefior sabe las intenciones é aficciones de
cada nno de los bombres, permite qae cada uno sea
sojuzgado según su intención; el que mala intención
tiene, que sea juzgado para pena de tormento; el
que buena, que sea juzgado para ver gloria; é sobre
todo él es justo juez y juzga derecho , é á él es á
dar los reynos á cuyos son, é le place de los dar; el
qual no judició según el querer de estos poderosos
caballeros é de este Bey, ni según sus intenciones
donde pareció no ser buenas, ni les proveyó cosa
alguna de lo que deseaban, según adelante se dirá.
OAPÍTULO XVIIL
Protirne le fv* ^^ el lUiy Don Alonse de Poitsgil es GasUlli.
Moyíó el Bey Don Alonso su hueste, é partió de
Plasenoia, é fué la vía de tierra de Campos^ requi-
riendo á los Alcaydes, le entregasen las villas é cas-
tillos por do iba; é de ellos decian : andad, Sefior,
adelante, que esto es todo vuestro, é de ellos, se las
daban, y otros se le defendían; y siguió su via has-
ta la dudad de Toro, é Zamora, é llegado, luego se
le entregaron, que estaban por d , y asentó su esta-
da por alli algún tiempo, que tenia mucha parte de
villas é castillos por cerca de aquella ribera de Due-
ro, é allí llegó muy gran gente para d necesario le
fuese haber batdla.
En este tiempo d Bey Don Femando allegó muy
grande hueste de gente en el mes de Julio del di-
cho afio de 1475. B estando el Bey Don Alonso en
Toro, le puso el red á una legua de Toro en una d-
dea llamada Temules; donde juntó mas de treinta
mil hombres, en que decian haber mas de diez mil
de á caballo, é la gente de á pié eran de dios muy
gran parte Vizcaínos , y Asturianos, y Montafieses
. que en demadada manera amaban á el Bey Don
Femando, allí se juntaron oon los Grandes de Oas-
tilla que tenian de su parte d Duque de Nájera, el
Duque de Alba Don Garcia, d Oonde de Haro, el
viejo, Oondestable de Oastillai d Almirante de Óis-
tilla, é su hermano ; el Addantado de Andalucía, el
Duque del Infantado, Marqués de Santillana, Don
Alonso de Aragón, hermano bastardo del Bey Don
Femando, Maestre de Odatrava que estonce se lla-
maba Duque de Villahermosa, que era muy esfor-
zado caballero é de muy gran oonsejo para la guer-
ra, el primero que metió robadequines en Oastilla;
la gente del Marqués de Astorga, que tenia en ad-
ministradon Don Luis Osorio, Oapitan que después
fué, é guarda de Alhema, é después Obispo de
. Jaén , que era tutor del Marqués de Astorga que
era nifio ; é el Obispo de Sigüenza , Don Pero Gon-
zález de Mendoza, que fué después Arzobispo de
Sevilla, é después Arzobispo de Toledo é Cardenal
de Espafia, é otros muchos. É allí estando un día en
d consejo, en una iglesia dd dicho lugar Temules,
el Bey y los caballeros muy gran pieza del día, sdió
sonido por d red entre la gente de á pié, que loS
caballeros querían prender d Bey, é allegáronse los
Vizcaínos y Montafieses, y otros muchos con ellos
todos armados, á pié é alborotados , é fueron á la
puerta de la igleda del consejo á voces ; dad acá á
á nuestro Bey, dad acá á nuestro Bey ; é fué muy
gran turbadon en d real, y el Bey salió á la puerta
de la igleda para que le viesen , didendo : heme
aquí, hermanos, no temáis que ninguno me haya de
hacer traycion, que todos estos caballeros son mis
parientes y ledes vasallos , y otras mudias cosas por
los apaciguar, é nunca con ellos pudo hasta que lo
sacaron de la iglesia, y lo llevaron consigo á su red.
E después de haber estado dlí d red algunos días,
vuto que d Bey Don Alonso no quiso salir á pdear|
ó no osó, y que d cerco para no estar sobre él era
muy pdigroso é muy gastoso, el Bey Don Fernan-
do dejó sus guarniciones bien ordenadas é bien re*
partidas á donde convenia, é volvióse á Medina del
Oampo, y dende fué luego á poner cerco sobre Bur-
gos que estaba de la parte del Bey de Portugal por
el Duque de Arévalo, é dióse luego la dudad, y tú-
vose la f ortdeza cerca de nueve meses, estando por
Alcayde de ella Don Juan Sarmiento, hermano dd
Obispo de Bdrgos Don Luis de Acufia.
CAPÍTULO XIX.
Proslgses los racesoí iel Roy Dos Alonso ée Portofd
es GuttIU.
Supo el Bey Don Alonso estando en Toro, cómo
el Bey Don Femando había puesto d oeroo á Bur-
gos, é partió de Toro oon toda su hueste para ir en
socorro, é fué por Arévalo é estuvo allí algunos dias^
y de allí salieron un dia el Conde de Pharo é Don
Alvaro su hermano, portugueses, oon cierta gente
de oabdlos, é ovieron batalla oon el Conde de Ci-
f uentes con el qual se encontraron, que era la par-
te del Bey Don Femando, é pelearon, é fué desba-
ratado el Oonde de Cif uentes é su gente , é los por-
tugueses volvieron á Arévalo oon victoria, é des-
pués de esto partió el Bey Don Alonso de Aiévdo,
é oon él d Marqués de Villena , Maestre de Santia-
go é Duque deTrajillo, que todos llamaban , é d Ar-
zobispo de Toledo, é otros muchos caballeros para
ir á Pefiafíel,é supo que d Conde de Benavente Don
Pedro Pimentd estaba en una villa suya que lla-
maban Saltanas, que es llana y estaba toda barrea-
da de tapias para según el tiempo; é fué sobre d, é
cercóle la villa, é combatióla, é tomóla ; é entróte
por la parte que el Marqués de Villena combatía , é
prendieron d Conde de Benavente, el qud salió á
pié fuera de la villa á besar la mano al Bey, é se la
dio, é el Bey durmió allí aquella noche ; é otro dia
llevó consigo d Oonde preso, el qud le dio en rehe-
nes por sí por ser suelto, tres ó quatro villas, é á su
hijo Don Luis ; é las villas fueron Portillo, é Villal-
va, é Mayorga ; é d Bey fué de allí á Pefiafiel que
es del Conde de ürefia, que estaba por él ; y no osó
dende pasar á socorrer á Burgos , porque supo de
los grandes favores y grandes gentes que se allega-
DON FKRNÁKDO
ban y rectblaa á el Bey Don Femando, y yolTióse á
Aróvalo, y donde á Toro y Zamora, y por alli, ribera
de Duero hada bu estado, y hacia Gantalapiedra qne
estaba por él, é qaitó á Garoia de Meló que la tenia,
y poso por Alcayde á Alonso Peres de Vivero, fijo,
ó nieto del Contador que mató d Maestre Don Al-
Taro de Lana ; y á este la tomó despaee el Bey Don
Femando. De la prisión del Oonde de Bensyente , é
rehenes qne en el dioho viaje acaecieron, mny gran
sospecha se cansó y pnblicó diciendo que era todo
hechizo, y qne el Oonde como era mny sagas y dis-
creto, conoció el tiempo, y qniso mafiosamente con-
tentar á ambas partes, de lo qnal despnes se le si-
guió macho prorecho ; lo interior de sa intención él
lo snpo.
oapItülo ZX.
Ds Mriof.
Tovo el Bey Don Femando cercado el castillo de
BArgosocho ónneve meses, en qne le dieron machos
y muy grandes combates de lombardas , é tiros de
pólvora , é qnartagos é ingenios, é ponian en el cer-
co mny gran reoabdo, é algnnas veces qnando pen-
saban los cercadores qne en mas estrecho jtenian á
los cercados, les mostraban de dentro perdices, na-
ranjas y otras cosas. En fin en tanto estrecho les
pusieron , qne se ovieron de dar á merced del Bey
con algunos partidos en qne el Bey los tomó^ y man-
dó ahorcar machos é degollar otros , en que luego
ahorcaron é degallaron veinte y nueve hombres, é
despnes otros machos; é esto fué en tiempo de ocho
ó nueve meses que duró el cerco ; é se vino á tomar
el afio de 1476 en el mes de Febrero. Bn este tiem-
po no cesaban guerras, robos, rapifias, muertes,
peleas entre caballeros, fuerzas en los pueblos ó en
los campos, é injusticia, é sacrilegios de poca hon-
ra, que cataban á las iglesias y clerecía por toda
Castilla. Oa ardia su fuego entre las parcialidades ,
é entre muchos ladrones cosarios que andaban con
la voltoria del tiempo, é no hacian sino robar, nom-
brándose de la parte qué se les antojaba , ó según
vían el tiempo ó el lugar en que se hallaban, é vian
que les convenia donde no eran conoscidos. E asi
mismo todas las fronteras de Portugal ardian en vi-
vas llamas de robos , y hurtos y cautiverios que los
castellanos de la parte del Bey Don Femando, é
otros muchos ladrones hacian en tanto grado, que
de las camas los sacaban de noche de los lugares, y
los traían cautivos á Castilla, á ellos é á sus fijos* é
haciendas, é ganados ; de donde procedió despoblar-
se muchos lugares de la frontera entre Portugal y
Castilla, también de Castilla como de Portugal, y se
bulan, é metian los Beynos adentro.
capItülo •gXT,
Ds GaitroaiAe y Gaalilapledra.
De Oastronufio y Cantalapiedra, qne fueron dos
f ortolesas muy proveídas de ladrones é malos hom-
bres, é de hombres que hablan gana de ganar, ro-
É DOfifA ISABEÚ 685
bando é faciendo la gnerra, fué de donde mas daños
se recibieron en Castilla, en las tierras reales de
parte del Bey Don Femando. Oastronufio era muy
fuerte fortaleza ribera de Duero, y era del Prior de
San Juan llamado Valenzuela, que era criado y muy
servidor del Bey Don Enrique; y en el tiempo de
sus guerras y trabajos que ovo cuando alzaron por
Eiey al Bey Don Alonso su hermano en Castilla, la
tomó é se alzó con ella por el Bey Don Alonso un '
ladrón mal hombre llamado Pedro de Mendafio, fijo
de un hombre zurrador, vedno dePardinas, aldea
del Obispado de Salamanca, que fué muy valiente
en su ofido de robar, y matar y hacer la guerra,
uno de los que el tiempo de las guerras crió; el qual
triunfó tanto y creció desde allí, que todas las tier*
ras de las comarcas le tenían é, habían ipiedo en
damasiada manera. É desque falleció el Bey Don
Alonso, nunca ovo disposición de tiempo para le
sacar de allí; é al tiempo que falleció el Bey Don
Enrique quedó el criado gusano inficionado, grueso
y poderoso verdugo para aquella tierra, que allega-
ba cada vez que quería quinientos é seiscientos de
á caballo, é peones quantos qnería, con que sojuz-
gaba á Medina del Campo, á Valladolid, é á Toro, é
á Zamora, é á Salamanca é á todas sus tierras é lu-
gares, que nunca le faltaron en aquellos tiempos
otros de sn condición; é algunos caballeros de los'
grandes, lo habían en dicha teneilo por amigo, é
otros lo querían mal é les pesaba de tan gran subida
como había subido, por ser de tan baza suerte, é
por haber rapifiado ; é por la disposición del tiempo
no se curaban de poner con él en armas; é algunos
pueblos, é personas particulares é muchas, se le
ofrecían con servicios porque no les robase é fidese
maL É el Duque de Alba Don Qárda que estonces .
era, se puso un tiempo á lo castigar, é con la mala
dbposidon del tiempo de guerras é vueltas no pudo,
ca lo halló mucho poderoso para estonce; ca él tenía
siete fortalezas muy cerca unas de otras en ribera
de Duero; ca él tenia á Oastronufio, é á Navares, é
á Cubillos, é á Iglesias é otra fortaleza en la ribera;
é tenia á San Cristóbal, é á Babe, é tenía en todas é
en oada una de ellas su Alcayde, todos rafianes é
ladrones, é muy malos hombres. Estas siete aooxi-.
das tenia el Alcayde de Oastronufio, é aun otras de
tierras de sus amigos, de donde salía á hacer mil
saltos é robos en todas aquellas comarcas; é al tiem-
po que falleció el Bey Don Enrique é comenzaron
de reynar el Bey y la Beyna, no siguió su partido
porque no le confirmaron é dieron lo que tenía hur-
tado é robado, como hideran otros que siguieran su
partido, si les dieran lo de la corona real que tenían
robado Ó por fuerza.
Mas como aquellos que entran á reynar, é sojuz-
gar, é cobrar lo perdido como reyes de la tierra, é-
no á ser sujetos de nadie, é entraban á ser temidos
y no á temer, no quisieron dar por precio de suje-
ción lo que era suyo, ni sojuzgarse á nadie, como
hizo el Bey Don Alonso de Portugal, que porque
fuesen con él lee confirmó é mandó lo que tenían, é
mas que no teniaui y por esto este Alcayde de Cas-
886
CBÓNIQAS DE LOS fiBTEB DB OASTILIíA.
trpniífio siguió U Yla y paroialidad del Bey de Por-
tugal.
En OanUlapiedrs oto dos Aloaydes en aqnel
tiempo : el primero fué Gercfa de Meló que qnitó el
Bey de Portugal qnando por alli fné, ó puso á Alón*
4B0 Peres de Viveros; ó los oapitanes que de allí fa-
oian la guerra á el Bey Don Femando eran Chris-
tóbal Bermudezy é Juan de Tobar, Sefior de Cívico
é de la Torre, caballeros de Oastilla, los quales ha«
cian asas dafios, y á las veces los redbian, y á las
veces algunos. Y después algunos de ellos fueron
degollados por mandado del Bey Don Femando,
que fueron presos en una batalla; é como quiera
' que acaeciese en aquel tiempo siempre avian vic-
toria, é llevaban ventaja los del Bey Don Feman-
do sobre sus contrarios.
CAPÍTULO XXIL
De como se ganó I Zamort.
Zamora se tomó en esta manera. Era Aloayde de
la puerta un ciudadano llamado Váldés, y estando
en propósito de dar entrada al Bey Don Femando,
el Bey Don Alonso supo alguna cosa de ello y en-
vióle á llamar y vino á la dudad, y dízole lo que
de él le habian dicbo ; y él mostró de aquello senti-
miento, y pidió por merced al Bey que quisiese
tomar las llaves de la puente, y el Bey confiado se
las dejó y no trató por estonce de mas ; y este Yal-
dés fiso un baluarte luego detrás de las puertas de
la torre de la puente, y el Bey le volvió enviar á
llamar aquella nocbe, y dijo que no era hora, y tor-
nóle á enviar á llamar, y dijo estonce : á faera^ á
^urOf Femando^ Femando; y el Bey le mandó dar
. muy gran combate aquella noche y poner fuego á
las puertas, donde le mataron los de la torre mucha
gente de la mas honrada que allí traia, en que des-
pués de quemadas las puertas vieron el baluarte, é
vieron que era imposible tomárselas, é dexaron el
combate; é deeto el Bey Don Alonso fué muy tris-
te, é temió estar en la ciudad, y otro dia partióse para
Toro, y dexó muy buen recaudo en la f ortalesa ; y
estonce Valdés y Pedro Mazarego, otro caballero
de la ciudad, enviaron por socorro á las guamicio-
nes é valias del Boy ó de la Beyna mas coreanos, ó
una noche metieron en la ciudad tanta quanta gen-
te quisieron, que nunca fué sentida, é tomaron la
ciudad, la qual estaba de buena gana de se dar al
Bey Don Femando ; é allí robaron é despojaron á
todos los portugueses que pudieron, y todos los de
la valia del Bey Don Alonso fueron á la fortaleza
por donde pudieron. Luego pusieron cerco á la for-
taleza las guarniciones del Bey y de la Beyna ; é
Valdés é Pedro Mazarego que ñcieron este concier-
to, escribieron al Bey y á la Beyna lo que era f e-
ohO| é que no tardasen de les venir á socorrer.
CAPITULO xxm
Del iMbtrtlo 7 ronplmiealo iel Rey Doa Alease de Portaitl.
El Bey Don Alonso, desque supo que la gente del
Bey Don Femando estaba en la ciudad, vino luego
doede Toro con gran gente, y con el Príncipe de
Portugal Don Juan su hijo, que Bey de Portugal
se llamaba, y el Duque de Quimarans, y el Condes-
table su hermano, y otros muchos caballeros portu-
gueses, y el Arzobispo de Toledo, y Alonso Carrillo
Sefior de Maqueda su sobrino, y otros muchos ca-
balleros castellanos, é asentó su real sobre Zamora^
de cabo del rio, en manera que el rio Duero estaba
en medio del real y de la oiudad; y de alli lombar-
deó las torres de la puente ; estuvo allí con fasta
tres mil é quinientos de á oaA>allo é mas; é oon fas-
ta cinco mil peones quince días. En tanto vino el
Bey Don Femando, é entró en Zamora oon la gente
que pudo, é cercó mejor la fortaleza, é ansí estaban
ambos reales el rio en medio. É desque el Bey Don
Alonso vido que no podia socorrer la fortaleza de
Zamora, ni facer cosa en su honra, levantó su real
é fuese orilla del rio arriba la via de Toro, é echó
el fardaje é el peonaje; é el Príncipe su hijo ó los
otros caballeros, ordenaron sus batallas atrás, é co-
menzaron el viaje con fasta tres mil é quinientos
de á caballo poco más ó menos que allí tenian.
Otros decían que alzó el real por temor, que supo
que venían grandes gentes en socorro del Bey Don
Femando. T como el Bey Don Fernando sintió que
se querían ir, mandó prestamente alistar toda U
gente que allí tenía, y fizo muy aina con mucha
madera adobar lo quebrado de la puente, é pasó en
pos del Bey Don Alonso fasta dos mil é quinientos
de á caballo é cinco mil peones, poco mas ó menos,
é ordenadas sus batallas, llevando la delantera Don
García de Toledo Duque de Alba oon una graesa
batalla de caballeros, con dos capitanes caballeros
sus parientes', casados con dos sobrinas suyas, el uno
era Don Alonso de Fonseca, Sefior de Alabe jos é
Coca, y el otro Pedro Dávila, Sefior de ViUafranoa
é las Navas. Siguió el Bey Don Alonso orilla del
Duero arriba camino de Toro, é alcazáronlo á dos
leguas de Toro é tres de Zamora, é aquí era muy
tardo ; y el Bey Don Alonso é sus batallas, desque
vieron la gente é que no se podia escusar la batalla,
ordenadas sus haces, se vinieron á encontrar oon
las batallas del Boy Don Fernando ; y el Duque de
Alba rompió por medio con su graesa batalla, é des-
barató mucha gente y derribó de los contrarios; y
estonce los reyes ambos rompieron con sus batallas
é pelearon muy fuertemente de ambas partes, y al
fin el Bey Don Alonso fué vencido é desbaratado,
é mucha de su gente muerta é ahogada en el rio. B
su fijo el Príncipe de Portugal quedó oon una grae-
sa batalla de oaballeros á una parte encima de un
cabezo, que nunca osó romper, donde cogió muchos
de los que iban desbaratados de la pelea; é el Bey
Don Alonso escapó de la batalla huyendo oon ocho
de á caballoi é fué esa noche á aportar á Oastronu*
DON FERNANDO
lio que estaba por él, donde le acogieron. Eeta ba-
talla se oomenaó may tarde y Uovia, y peleando le
cerró la noche, qne si de día f ñera, mny mayor dafio
hubiera de muertes de gentes. Murieron en el río
ahogados muchos del Rey Don Alonso, que los atro-
pcllaron las batallas del Roy Don Fernando ó facían
t»er dentro, é otros por huir ; é como era orilla del
rio no se podia escusar ; y entre pelea y ahogados
en el rio, á lo que se pudo saber, murieron mil é
doscientos hombree de la parte del Bey Don Alon-
so, pocos mas ó menos, en que ovieron gran despo-
jo é presa el Rey Don Fernando é loe suyos, de ca-
ballos, é armas, é prisioneros, é oro, plata, é ropa y
otras muchas cosas. Fué muerto en esta batalla el
Alf oree del Rey Don Alonso, é desarmado é tomado
el pendón real, el qual oon el arnés del dicho Alfé-
rez, é con otras muchas banderas que alli so toma-
ron, fué traido á Toledo é puesto en la capilla de
los Reyes donde está hasta hoy, é estará para me-
moria. Fué aquella noche preso el Oonde de Alba
de Liste Don Enrique, hermano del Almirante vie-
jo que iba en la batalla del Rey Don Femando, é
siguió el alcance fasta Toro, y allá lo prendieron,
y era hombre de mas de sesenta afios, é después sa-
lió por rescate. E la gente del Rey Don Fernando
ovo muy pooo dafio de muertes de hombres. Ésta
batalla fué primero dia de Marso, primero viernes
de quaresma, año del nacimiento de Nuestro Salva-
dor Jesuchristo de 1476 afios. Vencida la batalla,
vueltos del alcance los que le siguieron, la gente
del Rey Don Fernando, asi peones como caballe-
ros, cojieron el campo é toda la presa que allí ovie-
ron delante del Príncipe de Portugal, que no se
movió nunca aquella noche de encima do un cerro,
fasta que á la modia nocho el Rey Don Fernando
so partió, cojida su jente con la presa á Zamora.
Estonce el Principe de Portugal se partió para Toro,
La Reyna Dofia Isabel estaba en este medio tiempo
en Tordesillas, é lo supo en poco espacio. Así vol-
vió el Rey Don Femando á Zamora con mucha
honra vencedor, ó fizo qüenta que en aquella nocho
Nuestro Sefior le habia dado á toda Oastilla. En
esta batalla se falló con él Don Pedro González de
Mendoza, Obispo de Sigñenza, Arzobispo de Toledo
que después fué, é le sirvió mucho é peleó con el
roquete sobre el arnés. Fué este dia de este venci-
miento dia de San Alvin Confesor, del qual se ha-
cia en Castilla fiesta menor de tres liciones, y el
Rey y la Reyna mandaron desde este dia honrar
su fiesta é facer mayor de nueve liciones é segunda
dignidad, como se face hoy.
CAPÍTULO XXIV.
▼ietorii da los VUmídos eontra 1m Franeeses.
Cerca de esto tiempo, reynando en Francia el Rey
Luis, tenia con el Rey Don Alonso, é por le van-
dear, envió gran gente de Francia franceses sobre
Fuenterrabía, é la tuvieron cercada, é luciéronle
gran guerra por la tomar, para pasar por alli en
Castilla. B los vizcaínos se dieron á buen recaudo
É DOÑA ISABEL S87
en muchas veoes que pelearon defendiendo la vHla,
é siempre quedaban con honra; é un dia hubieron
una muy g^an pelea é batalla, é los franceses fue-
ron vencidos é desbaratados, é muchos de ellos
muertos é presos, é los vizcainos fueron vencedo-
res. E dospuos el Roy Don Fernando tomó la for-
taleza de Zamora, é después de la batalla habida
con el Rey Don Alonso de Portugal, fué á visitar á
Vizcaya dondo fué recibido con muchas alegrías
que le amaban mucho, é estuvo allá favoreciendo
los vizcainos é reformando la tierra algunos días.
E quedaron la Reyna é Don Alonso de Aragón her-
mano del Rey en tierra de Campos favoreciendo
su partido, é alifiando de poner cercos á los con-
trarios.
CAPÍTULO XXV.
Como el Rey Don Alonso se ? oItIó i Porttigsl.
El Rey Don Alonso de Portugal desque se vido
vencido é gastado, é que no le habían acudido en
Castilla según pensó, é se vido con pocos dineros
é poco favor, é vido que en demasiada manera cre-
cía el favor del Rey Don Femando, é como le ha-
bia tomado á Burgos y á Zamora, é vido que de
grado se le daban muchas villas é lugares, conside-
ró no ser segura su estada en Castilla; é dejando
sus Alcaydes é guarniciones se fué á Portugal, don-
de con mucha tristeza é lloro de los suyos fué reci-
bido él y el Príncipe Don Juan su hijo, quedando
el fuego de la guerra en Castilla encendido. E lue-
go como salió de Castilla, el Rey Don Femando
puso el cerco á Toro é túvolo cercado fasta que
tomó la ciudad é fortaleza, la qual so tomó por par-
tido ocho mosoe después de la batalla, en el mes do
Noviembre del dicho afio de 1476 afios. En el qual
dicho cerco se dieron muchos combates é ovo mu-
chas cosas de contar, especialmente se dio un gran
combate á la ciudad por mandado de la Reyna, en
que fueron en lo dar el Conde de Benavente, é el
Almirante, é el Obispo do Avila quo después fué
Obispo de Cuenca, é Don Fadrique Manrique her-
mano del Conde do Paredes é otros. E diéronse á
tal recaudo los de la ciudad, é fícieron tanto dafio
en los combatientes, que se ovo de dejar el comba-
te ; é dejado, proveyeron poner en el cerco buen
recaudo fasta que todo lo tomaron , como dicho es.
Y no penséis que solo este cerco en este tiempo
tenia el Rey Don Fernando, que tenia otros mu-
chos cercos sobre villas y castillos, que seria luen-
go de escribir, que tenia cercados á Castronufio, á
Cantalapiedra, Siete Iglesias, Cubillas é otros cas-
tillos que tenia el Alcayde de Castronufio, é otros
caballeros.
CAPÍTULO XXVI.
Cono se tomó Is eindid de Toro.
Por que fué gran llave el cerco de Toro para la
concordia de Castilla, quiero aclarar mejor cómo se
tomó. Debéis saber que dende á pocos días después
589
CRÓNICAS DE LOS BEYES DE CASTILtA.
de la batalla, Ido el Rey Don Alonao á Portugal, el
Rey Don Fernando hizo poner guarnición é oeroo á
la ciudad de Toro en esta manera. Puso guarnición
en San Román de Ornija, é á dos leguas de Toro, ó
en Villar, é en Besamos, que son lugares do su co-
marca, que la conian cada dia, é no osaba salir na-
die de ella. B escaláronla una noche, por el aviso
y consejo de un hombre llamado Bartolomé Pastor,
por la parte del río; é abrieron la puerta de la
puente los escaladores por de dentro la gente de la
cdada; é un capitán de las guarniciones llamado
Espinosa tuvo la forma del concierto con el dicho
Bartolomé Pastor. E desque la gente comenaó de
entrar, entraron por la ciudad hasta la placa; é
oomo fueron sentidos, los de la ciudad comenzaron
. de pelear é trabajar por los votar fuera; y eso mes-
mo facían los de la fortaleza, é nunca pudieron, é
la dudad se hinchó de gente del Rey Don Feman-
do, y estonce arrojáronse á la fortaleza los que pu-
dieron. T el Conde de Marialva, portugués, que es-
taba por Capitán é Qobernador de aquella ciudad,
salió huyendo fuera, é fuese á meter en YiWtk Alon-
so, un lugar é fortaleza de Juan de UUoa; é la mu-
jer de Juan de ülloa, Alcayde de Toro, quedó en la
fortaleza de Toro con ochenta escuderos, é cercó
luego la gente del Rey Don Femando la fortaleza,
é túvola treinta días, y en cabo de este tiempo dio-
so á el Rey é á la Reyna á partido, estando la Rey-
na en el cerco.
CAPtrULC XXVII.
De eomoel Rej Don AIomo fué i PrtneU á demaBdtr loeorro al
Reí Lato, é no se lo «Uó.
Pasados algunos pocos de dias, después que el
Rey Don Alonso salió de Castilla, como dicho es,
estando en Portugal, ordenó ir á demandar favor y
ayuda al Rey de Francia, quedando su Rey el fijo
el Príncipe Don Juan, alzado é titulado por Rey de
Portugal; y estuvo en Francia con el Rey Luis, el
qual no le acudió, ni dio favor según remaneció ; é
lo que allá entre ellos pasó, no se supo, y después
de haber estado allá algunos dias en Francia se
volvió á Portugal. Y después que salió de Castilla
en Portugal, pasó un afto poco mas ó menos, y el
Rey Don Juan su fijo, le volvió el reyno é titulo, y
ansí estuvieron ambos en el reyno como padre é fi-
jo, é la Reyna Dofta Juana que de Castilla llevó,
que él intituló de Reyna para se casar con ella, á la
qnal decían que nunca ovo aceso, é la fizo guardar
en Portugal hasta que él fué en este reyno según
adelanto se dirá.
En todo este tomo de tiempo, siempre habla oraol
guerra en Castilla é Portugal , é las paroiaNdades;
é tenia el Rey Don Femando diversos cercos pues-
tos á sus contrarios, é siempre los portugueses eran
vencidos las mss veces, é robados, é muertos, é des-
trozados ellos y los de sus votías. Ca los castella-
nos se iban á ellos como vencedores á vencidos,
é de favorecidos á desfavorecidos; é sacaban gran-
des cabalgadas de Portugal, é tanto que todas IbM
fronteras de Portugal eran yermas y despobladas,
OAPtruLO xxvin.
De ta toma de Cattreasfio, é de come se dierta al Rey Doa Fer»
naodo mnebas elodades, flUei y Ufares, é pieleros dekajo de
so okedicDeia i toda Castilla la Vieja el Rey y la Reyaa. y los
eoBtrarios le Tialeron I demandar elemeiieia.
Castronufio fué la primera fortaleza que el Rey
Don Femando tomó en aquella tierra, é túvola cer-
cada el Rey Don Femando desde el pilnolpio que
le comenzaron á oeroar fasta que se tomó, once me«
ses; en que la combatieron con las lombardas fasUl
que no había que derribar; donde murieron muohog
hombres de los cercadores, y de los de dentro tam-
bién. T en cabo de ocho meses de cerco puesto en
forma, que no salía uno ni entraba otro, se dieron
á partido los cercados y se fuerün á Portugal ; y él
Rey Don Femando, tomada la fortaleza, la fizo der-
ribar é asolar toda por el suelo. É antes de esto to-
mó á Cantalapiedra en dos meses de cerco, é á Siete
Iglesias , y CubiUas, y Rabo , y á San Christobal éá
las otras fortalezas que tenia el Alcayde de Castro-
nufio. B para que mejor podáis saber en que afio
fué oada cosa , es así que el Rey Don Femando to-
mó la fortaleza de Burgos afio de 1476 en el mes de
Febrero ; en este mismo tiempo y afio se le dio Za-
mora, é vino luego de Bdrgos á la f avoieoer, é vino
el Rey de Portugal desde Toro á cercarlo á él é á la
ciudad por el cavo del río, y estuvo ende: y el pri-
mer dia de Marzo de dicho afio de 1476, se iba del
cerco, é aquel dia fué la batalla, y dende á pocos
días se fué en Portugal , y luego se pusieron las
g^míciones é cercos sobre otros muchos castillon^
ansí oomo Cantalapiedra, é Castronufio é otros. Em-
pero tomado Toro se pusieron en forma , y tomóse
Cantalapiedra y los otros, y quedó Castronufio, y
pusiéronle el cerco en f omia , fasta que se toxnóf
como dicho es, é vínose á tomar en d verano del
afio de 1477 afios.
Habidas estas victorias tantas por el Rey Don
Femando é por la Reyna Dofia Isabel su mujer, lue-
go ovo muchas vueltas en los corazones de los hom*
bres, y gran esfuerzo en los de su paroialidad, muy
gran tristeza y desmayo en sus contrarios, élos que
de palabra se le habían ofrecido, de hecho lo venían
á servir, é los que esperaban á viva quien vence, im-
pedidos de los orazados del Rey Don Alonso, con
todas BUS fuerzaa se le presentaban y servían. Bu
este medio tiempo se le dio Madrid que le tenían cer-
co, é se le dio Atienza, y se dio Villena con la ma-
yor parte del marquesado, y otras muchas ciudades
é villas é lagares que tenían los caballeros de Casti-
lla, de ellos, de sus patrimonios é sefiorios, é de eHos,
de la corona real. Bn este tiempo ordenaron é ficie-
ron Hermandades el Rey y la Reyna, en tal manera
que ficieron mucha gente de á caballo que les paga-
ban las Hermandades, é ficieron muchas lombardas,
mas de las que tenían é muchos tiros de pólvora, de
diversas maneras, é muchos robadequines. Visto
DON PERNAÍÍDO
por ioB C^rAndéf ¿e Caaiilla que á U opinión oon-
traria habian tenido , oomo Naeetro Sefior punaba 6
peleaba por estos Beyes y daba en sos manos tan-
tas Tiotorias , cada uno procaraba y procuró de ve-
nir á decir : Tibi ioU peeaoi^ Domine : y el Rey y la
Beyna los recibían é facían con ellos sus partidos, é
siempre usaron de mucba clemencia con todos los
caballeros que se la demandaron. El Arzobispo de
Toledo conoció su pecado y demandó clemencia , y
aunque el deservicio fué tan grande en les querer
destruir en tal tiempo, la clemencia de ellos fué
muy mayor, que todo se lo perdonaron, acordándo-
se de los servicios que en otros tiempos del recibi-
do habian, él qual les entregó cuantas fortalezas te-
nia. É asentados los negocios de Castilla Vieja é de
León , é toda la tierra de allá puesta debajo de sus
Beales cetros, no sin infinitos trabajos de sus Reales
personas , ansí de las armas y ezercicios de la guer-
ra, que tan bien ella como él usaban , como do la vi-
gilancia y trabajo de sus espiritus que continuamen-
te perdiendo el suefio hablan consejo por no errar é
por haber victoria de sus contrarios; propusieron
pasar á los puertos é venir á tierra de Extremadura,
donde Truxillo, é Medellin, é Mérída, é otros luga-
res é castillos les estaban en contra. Truxillo estaba
por el Marqués de Villena, de donde Duque de Tru-
xillo sollamaba, y aun Maestre de Santiago; y allí
vinieron el Rey y la Reyna, y estuvieron en el ve-
rano del afio de 1477 algunos dias y tanto, fasta que
Truxillo se les dio á partido por mandado del Mar-
qués de Villena que la tenia ; y quedaron en contra
Medellin , y Mérida é otras algunas fortalezas que es-
taban de la valía del Rqj de Portugal, que aunque
fueron requeridos no se quisieron dar. De alli el
Bey y la Beyna por la sierra se vinieron para Sevi-
lla, y en este viaje y en la toma de Truxillo, se fiao
la conformidad entre el Bey y la Beyna y el Mar-
qués de Villena, y el Maestre de Calatrava Don Bo-
drigo Girón, y el Oonde de ürefia su hermano, y la
casa de Estúfií'ga. Y el Bey y la Beyna los perdona-
ron y recibieron por suyos , á ellos, y á otros mu-
chos que habian estado de sus valías, é les ficieron
mercedes; é desde allí les comenzaron de servir estos
dichos caballeros al Bey é ala Beyna, é triunfaban
mucho en su corte.
CAPÍTULO XXIX.
Cono d ncy é !• nejmi finieron I Sovilla , « eomó faeron ende
recibidos, é como el Mtrqnés de Calis Tino una soelie i ben^
les las manos.
Continuando su viaje el Bey y la Beyna para Se-
villa, la Beyna se adelantó, y el Bey quedó pacifl-
cando sus villas é lugares de las sierras de Cons-
tantina ; é la Beyna Dofia Isabel entró en la ciudad
de Sevilla en veinte y nueve dias del mes de Julio
del dicho afio de mil quatrocientos y setenta y siete
aftos, donde le fué hecho muy alto recibimiento por
el Duque de Medina Don Enrique, que la tenia é
mandaba desde la muerte del Bey Don Enrique , é
^or todos los otros caballeros, é veintiquatros, ó ofi-
i DORa ISABEL. 589
ciales de oficios reales de ella, é por la clerecía de
la ciudad. E dende á un mes poco mas ó menos, en-
tró el Bey Don Fernando, é le fué fecho otro tal re-
cibimiento. ¿Quién podrá decir aquí la grandeza de
la tan excelente corte que les siguió y tuvieron en
Sevilla, de caballeros y Prelados, Duques, Marque-
ses, Condes, Arzobispos, Obispos, Deanes, Abades
reglares y seglares. Comendadores y grandes seño-
res , así de estos Beynos, como de Aragón é Catalu-
fia , Navarra, Ñápeles, é Sicilia , é de otras muchas
tierras? El Duque de Medina Don Enrique que
mandaba á Sevilla é tenia las fuerzas de ella , luego
se las entregó como vinieron, especialmente á la
Beyna que entró primero, le dio las llaves de todo.
E estuvieron en Sevilla holgándose é habiendo mu-
cho placer el Bey é la Beyna, pacificando las cosas
del Andalucía fasta el mes de octubre. En este me-
dio tiempo el Marqués de Cáliz Don Bodrigo Ponce
de León, tenia á Xeroz de la frontera é Alcalá de
Guadaira á su mandado é gobernación , alto é bajo,
é Constantina, desde el tiempo del Bey Don Enri-
que : así como tenia el Duque de Medina á Sevilla;
y el Mariscal Femando Arias de Saavedra, veinti-
quatro de Sevilla , tenia la fortaleza de Utrera, y te-
nia á Zahara y á Tarifa ; y oomo Tarifa no era suya,
demandábasela el Almirante do Castilla, que estaba
enagenada desde el tiempo de la guerra del Bey
Don Juan con los Infantes , y por esto temió y fue-
se á Zahara, confiando que el Duque de Medina te-
nia algún medio con Sus Altezas en su partido, por-
que él vivía con el Marqués de Cáliz; y de estas co-
sas decían algunos que el Mariscal no debia ser solo
en rebelar así. 7 el Duque de Medina y el Marqués
de Cáliz, aunque contrarios , siempre estuvieron de
la valía del Bey Don Femando y de la Beyna Dofia
Isabel. T el Marqués no entraba en Sevilla desde
la pelea del afio de setenta y uno que salió fuera. T
desque supo que el Bey Don Fernando entró en Se-
villa, luego tomó consigo algunos de los suyos , y
una noche con tres de á caballo dio al postigo del
Alcázar que sale al campo, y dijeron á el Beyé á la
Beyna como el Marqués de Cáliz estaba al postigo,
y que les venia á besar las manos, y mandáronle
abrir y entró por el dicho postigo, y hallólos ambos
solos , y besóles las manos, y abrazóronlo el Bey y
la Beyna , y recibiéronlo con mucho placer maravi-
llándose mucho de su venida, porque habia sido así
y sin los de olla avisar ; y allí ol Marqués les dio las
llaves de Xerez, Alcalá y Constantina, y les suplicó
las fuesen á tomar que él allí las tenia ásu servicio,
y muy mas f omecidas, y fortalecidas, y fabricadas
las fortalezas , que no las habia recibido. É de aquí
pusieron el Bey é la Beyna mucho amor cou el Mar-
qués por ver su tan noble liberalidad, lealtad y con-
fianza ; porque por dicho de algunas personas , no
creían Sus Altezasj que tan franca y deliberada-
mente se ovieran ; é confirmáronle á Cáliz, é metié-
ronlo en su amistad , consejo y secretos, y diéronle
muchas gracias por el tan sefialado servicio como
les f acia, é ovieron allí mucho gozo y placer aquo-
I lia noche con él ; y el Marqués les demandó liceucia^
690
y besándoIeB las manos , se despidió de ellos y se
▼olvió aquella noche á Alcalá. £n estetíompo acom-
pafiaban la Oórte el Cardenal de España Don Pedro
Gonsales de Mendosa, y otros muchos Obispos y
Prelados. Este Don Pedro Qonssles de Mendoza fué
Arzobispo de Sevilla, é Cardenal de Espafia luego,
desde que comenzaron de reynar estos Rey é Bey-
na, oa estaba vacante la sede en Sevilla desde el fa-
llecimiento de Don Alfonso de Fonseoa que fué Ar-
Bobispo de Sevilla ; y el Afanirante de Castilla ; y el
Condestable, y el Duque de Alba, el Comendador
mayor que fué de Segura ó Fuentes, que se llama
la Encomienda mayor de León,' Contador mayor
que fué de Castilla, Señor que después fué de
Maqueda , yerno que era del Almirante viejo, ca-
sado con Doña Teresa, hija bastarda de dicho Al-
mirante ; é Don Juan Chacón el viejo, Contador ma-
yor de Castilla, é su fijo el Adelantado mayor de
Murcia, é el Marqués de Moya, Comendador é Ma-
yordomo mayor, marido de la Señora de Bobadilla,
Marquesa de Moya, é sus (mujeres, é Rodrigo de
Ulloa, Contador mayor de Castilla , y otros muchos
caballeros, é otras muchas é muy nobles dueñas é
grandes señoras, acompañaban la casa é cérte del
Rey é de la Reyna en aquel tiempo en Sevilla. Esto
he dicho de los de Castilla , dejando los del Anda-
lucia, que no menos le acompañaban é servían:
traian en su guarda muchos caballeros é guarnicio-
nes con sus capitanes bien ordenadamente, sin re-
prehensión de gente de guerra; sus Alcaldes, Al-
guaciles, é Justicias tan concertadas}, tan temidas,
tan ezeoutivas; tan espantosas á los malos, á los la-
drones, á los rufianes é á los mal vivientes, que por
puro temor, muchos fueron á Portugal, é otros á
tierra de moros , y allende se pasaban. Esto digo,
porque de Sevilla f uyoron muchos mal vivientes en
aquel tiempo, ca en ella habia muchos malos, ladro-
nes , matadores , rufianes , tahúres, robadores, here-
jes, é tan avejados de tiempo, ca eran conocidos
por quien eran , y con favores de los señores se sos-
tenían. De estostales dispararon fuera de estos Rey-
nos, por temor de la justicia de Sus Altezas, que era
muy espantosa á los malos; muchos ovo que non
pararon fasta tierra de moros, é allende de otros ¿
Portugal.
OAPfrULG XXX.
Como el Rey é It Reyni faeros por el rio i U eiodad de Xereí, é
el Daqne de Medint leí flso gnndet flesUf en Sinldeer, é el
Marqués en RoU.
En el mes de Octubre del dicho año de 1477 fue-
ron el Rey y la Reyna á asentar en Xerez de la Fron-
tera^ é fueron por el rio embarcados fasta Sanlúcar;
é las guarniciones de la guarda real, los mas de los
cortesanos fueron por Utrera é por los Palacios ; y
en Sanlúcar el Duque de Medina, les fizo gran reci-
bimiento, é convites , é gasté mucho con sus Alte-
aas en demasiada manera ; é dende fueron á Rota,
donde el Marqués de Cáliz dié otros muchos abun-
dantes convitesi é de allí se partieron con mucho
CBÓNI0A8 DE LOS RETES DE CASTILLA.
placer, é fueron á la ciudad de Xerea, donde les fl«
cieron muy honrado recibimiento, é les entregé el
Marqués la ciudad é fortaleza, y alto y bajo de ellai
la qual habia tenido y recojido á su cargo y gober-
nación desde el mes de Agosto del año 1471, que sa-
lió de Sevilla ; la qual fortaleza él fortaleció, y fa-
bricó mucho, según que agora está ; y Sus Altezas se
aposentaron en la fortaleza, é se apoderaron en lo
alto é bajo de todo, é estuvieron ende algunos dias,
é dieron vuelta é vinieron á Utrera; é tomaron po-
sada en casa de Pedro Matheos, que fué de Espera,
que era Alcayde, un gran rico y muy honrado hom-
bre ; y aposentados, el Rey envié á deoir al Alcay-
de de la fortaleza que se la diese ; el qual , y los
que con él estaban se la denegaron , que estaban
puestos en mal propósito por mandado del Mariscal,
con la intención de la defender por armas, y esta-
ban guarnecidos de muchas viandas y armas, te-
miendo ser cercados. T el Rey y la Reyna les tor-
naron á requerir que se les diesen su fortaleza, y
respondieron que no lo podian haoer sin mandado
del Señor que allí los habia dexado; y desque el
Rey y la Reyna vieron su mal propósito , partiéron-
se para Sevilla y dexaron puesto oerco á Utrera,
Esto fué en fin de Noviembre del dioho año 77, é fue-
ron por Alcalá y entregósela el Marqués ; y so vina
é invernó, y reposaron en Sevilla el Bey é la Reyna
é su corte.
CAPÍTULO XXXL
Como pusieron el cerco i It forUleu de Utrert é de enante dnid
el cerco, é como la tomaron por fttena de armas.
Pusieron el oerco á la fortaleza de Utrera en los
postreros dias de Noviembre de 1477 años, Habia
dentro quarenta ó cinqüenta escuderos bien adere*
zados y escogidos para la defender, y otros hombiet
do pelea, é de servicio algunos. Habia un fijo del
Mariscal , mozuelo de fasta catorce ó quinoe afios^
que les habia dezado en compañía como por pren*
da. Era el Alcayde déla fortaleza Alonso Talles, un
escudero que vivia con el Maxiscal. Era Capitán un
escudero llamado Juan de Quzman que tenía un
ojo menos, el qual habia sido ya oontra el Rey Don
Fernando; ó lo hablan lisiado en los cercos de Cas-
tilla é sacado por partido ; é púsose á vivir oon el
Mariscal , solo para le defender aquella fortalesSi
ansí como hombre que sabia de la guerra. Tenia
grandes cavas, é baluartes é edificios la fortaleza ; é
palizadas ¡ é muchas armas é viandas, é todo lo que
era menester. Los cercadores que allí el Roy puso,
fueron quatro capitanes, Biedma, é Sancho del AguU
la, é Basco de Vivero, Don Gutierre de Cárdenas^
cabo, con fasta seiscientas lanzas ó pooo mu , é dos
mil peones, pooo más ó menos; é tuviéronla cer-
cada quatro meses, combatiéndola muchas vooos, y
tirándole ¡con dos lombardas grandes é otros tiros
medianos, fasta que le derribaron los adarves por
el suelo, y horadaron la torre mayor en que le que*
braron la escalera , que no podian subir arriba; y hl*
cieron muchas minas los de fuera, y estando ai|(
DOK t^ESNANDO É DoSf A ISABEL.
S9t
pata dar oombate, yino Juan de Boblefl, Aloayde de
Xeres, con la gente de Xérez é de Lebrixa, y un
dia comenzáronle á dar mny f nortee combates; duró
gran pieza del dia, y en chico rato murieron mas
de cinqüenta hombres de los de nna parte y de otra:
empero los de adentro mataban quantos querían de
los de fuera, é diéronse á tal recaudo que no les
pudieron entrar ; ca echaban en las cavas sobre la
lefia que les hablan puesto, é sobre loe que entraban,
aceite hirviendo ; y viendo los que combatían que
no aprovechaba, é que moria la gente, cesaron el
oombate, é Juan de Robles se volvió á Xerez , y tú-
vose el cerco como primero. 7 un dia fué una saeta
de fuera y acertó al capitán Juan de Guzman por
la cara, é por la cabeza, de que murió ; de lo qual
los de dentro recibieron mucho disfavor ; é proveyó
el Mariscal alguna gente de refresco, en que en una
noche entró un escudero de Sevilla llamado Esqui-
véllpor capitán, y defendiéronse hasta el dia de Cua-
simodo del afio de 1478 , que vino el Marqués de
Cáliz de Arcos por allí, y decían que la venia á com-
batir. T estando comiendo, los capitanes del cerco,
no atentos de su venida, mandaron por cada parte
arremeter, y los de dentro con la venida del Mar-
qués estaban un poco seguros, y estaba en Atalaya
un escudero llamado Morales, y como vido moverla
gente, descubrióse á los de afuera, y vino una ser-
pentina y llevóle la cabeza, y no hubo quien apelli-
dar ; y súbitamente por todas partes les entraron , y
aun los capitanes en la delantera, de forma que, an-
tes que el Marqués acabase de comer, todo era he-
cho; y alli prendieron alAlcaydo, é á todos, é tomá-
ronles las armas é quanto estaba en la fortaleza. É
por mandado del Bey, de ellos degollaron, y do ellos
enf orearon, y á Esquivel y á otros llevaron á Sevi-
lla encarretados, é fideion justicia de ellos, é los
ficieron quartos; y el Marqués suplicó á Sus Altezas
por algunos de ellos que no eran tan culpados, que
primeramente habían sido guiados del Mariscal, y
por su ruego escaparon once hombres en que fueron
de ellos el fijo del Mariscal ya dicho, que se decia
Pero Fernandez, y el Aloayde Alonso Tellez, y Juan
de Cebdad , que aunque vivia con el Mariscal, era
vasallo del Marqués, vecino de los Palacios, y el
Marqués los trujo consigo á este lugar de Palacios »
é les dio de comer ; y ansi estos se escaparon por
megos del Marqués de Cáliz ; todos los otros murie-
ron mala muerte, degollados y enf oreados.
El Mariscal en este tiempo estaba en Zahara , y
en Bonda que era de moros, y por allá pasaba su vi-
da ; y sabiendo de él el Bey de Granada Muley Ban-
dílihaoen, enviólo á llamar, y él fué allá por tierra
de moros con cinco de á caballo, y el Bey le fizo
honra, y fué á tiempo que el Bey f acia alarde , é
vido el alarde el Mariscal, y dizole el Bey que se
hallaba á la sazón con siete mil do caballo, é ochen-
ta mil ballesteros; y dixole al Mariscal que le requi-
riese, y que él le mandaria ayudar en lo que oviese
menester; y despedido del Bey moro se vino á Zahara.
T después de tomada Utrera, ovo caballeros que ro-
jearon por él y entregó á Tarifa^el Mariscal| y el Bey
y la Beyna lo perdonaron é quedó con Zahara. É loa
padres é maridos é fijos de aquellos que allí murieron,
ansi en su favor, como en su contra, siempre le tu-
vieron odio y mal quista, y toda la villa de Utrera,
según los males y pérdidas é infames de mujeres,
con la gente de la guarnición se les recreció, á cau-
sa de rebelarse él al Bey, que tuvo la villa de Utre-
ra, con aquella gran gente de guarnición en mucha
fatiga con los posadores que continuamente tenían
dentro en sus casas, y había continuamente mu-
chas veces sobre ello ruidos y muertes de hombres,
y por esto tenían muy mala voluntad al Mariscal ;
y aun demandaban á Dios peticiones sobre él ; é
quiso su ventura que dende á pocos dias estando
en el Xaraf e, con su mujer, é fijos é criados, en una
torre, casa fuerte suya, una noche la torre se derri-
bó, y cayó sobre él y sobre toda su casa, é mató ca-
torce personas, é á él, ó á su mujer; é á todos , que
no escapó uno ; dedan que de un temblor de tierra
había quedado aquella torre estremecida.
Quedó Zahara al Mariscal su hijo , la qual dende
á pocos dias la tomaron los moros hurtiblemente
nna noche, é la perdió ; la qual después el Marqués
de Cáliz la ganó á los moros como diré en su lugar.
Asi la fortuna lastima á los que siguen la pura afi-
ción, y no miran antes que comience la cosa lo que
dende podrá redundar según su calidad, y mas en
las cosas de la guerra, que de chica centella se le-
Yimta gran fuego, y una muerte de un hombre no
se puede satifl£aoer con muchos dineros ; y un ánima
que no puede ser comprada por oro ni plata, si va
á el infierno no so puede rescatar, aunque den por
ella todos los tesoros del mundo. Pues por tantos
cuerpos y ánimas como allí perecieron en aquel
* cerco contra el Boy, ¿cómo se satisfarán? Satisfá-
galo Nuestro Seftor: por su gloriosa pasión redimió
á todos ; que él quiera perdonar á los unos y á los
otros.
CAPÍTULO XXXIL
Del naeiiiiento é bantismo del Principe Ooa Iota.
En treinta dias del mes de Junio del afio susodi*
cho de mil quatro cientos setenta y ocho afios, entro
las diez é once horas del dia parió la Beyna Doña
Isabel un hijo Principe heredero, dentro en el Alcá-
zar de Sevilla. Fueron presentes á su parto, por man-
dado del Bey, ciertos oficiales de la ciudad, los qua-
les fueron estos: Garci Tellez, é Alonso Pérez Mel-
garejo, é Ferrando de Ábrego , é por servicio Juan
de Pineda. Fué su partera con quien parió, una mu-
jer de la ciudad que se decía la Herradora, vecina
de la Feria. Dieron por ama al Príncipe á Dofia Ma-
ría de Guzman, tía de Luis de Guzman , Sefior de la
Algava, mujer de Pedro de Ayala, vecino de Toledo.
Ficieron muy grandes alegrías en la ciudad tros
dias de dia y noche, así los ciudadanos como los cor*
tésanos.
En Jueves nueve dias de Julio del dicho afio, en
Santa María la mayor en la pila suya, bautizaron
al Principe muy triunfalmente, cubierta la capill^
eé2
CRÓNICAS DB LOS RETES DE CASTILLA.
déla pila de! bantínno de muchos pa&os de broca-
dos, y toda la Iglena 7 pilaroi de ella adornada de
machos pafios de raso: bautizóle el Cardenal de
España, Arzobispo que era de la misma ciudad, Don
Pero Gbnzalez de Mendoza , al qual pusieron por
nombre Juan. Fueron padrinos el Legado del Santo
Padre Sixto lY, que se falló en la Corte en aquel
tiempo ; é unembaxador Nuncio Cónsul de Venecia,
é el Condestable Don Pedro de Velasco, é el Conde
de Benavente, é oto tma madrina, la qual fué la
Duquesa de Medina Sidonia Dofia Leonor de Men-
doza, mujer del Duque Don Enrique. Fué fecha en
la ciudad y en la iglesia este dia una gran fiesta.
Fué traido el Príncipe á la iglesia, con una gran
procesión con todas las cruces de las collaciones do
la ciudad, é oon infinitos instrumentos de músicas
de diversas maneras de trompetas, é chirimias,ó sa-
cabuches; trújelo su ama en loe brazos muy triun-
f almente debajo de un rico pafio de brocado , que
traian ciertos rejidores de la ciudad oon sus cetros
en las manos, los quales eran estos : Femando de
Medina, el de la Magdalena, é Juan Guillen, é el li-
cenciado Pedro de SantiHan, é^Bibadeneyra, sota al-
mirante, ó Alonso de las Casas , fiel ejecutor, ó Pe-
dro Manuel Dolando ó Monsalve, é Diego Ortiz
Contador; todos estos vestidos de ropas rozagantes
de terciopelo negro que les dio Sevilla. Traian el
plato con la candela, ó capillo é ofrenda, Don Pedro
de Stúfiiga, fijo del Duque Don Alvaro Stúfiiga, ma-
rido de';Dofia Teresa, hermana del Duque de Medina,
el qual traia un paje ante sí pequefio que traía el
plato en la cabeza , y él teniéndolo con las manos.
La ofrenda ora un excelente de oro de cinq&enta
excelentes. Traian junto oon él dos donceles de la
Sefiora Reyna, ambos hermanos fijos de Martin»
Alonso de Montemayor, un jarro dorado, una copa
dorada, é venian acompafiando á la Sefiora Ama
quantos Grandes habia en la Corte, é otras muchas
gentes é caballeros. Venia la Duquesa de Medina ya
dicha á ser madrina, muy ricamente vestida y ador-
nada, y acompafiada de los mayores de la Corte. Trú-
zola á las ancas de su muía el Conde de Benavente
por mas honra, la qual traia consigo nueve donce-
llas vestidas todas de seda, cada una de su color, de
briales, é tabardos; é ella venia vestida de un rico
bríal de brocado, é chapado con mucho alf ojar grue-
ao y perlas, una muy rica cadena á el cuello, é un
tabardo de carmesí blanco ahorrado en damasco,
el qual ese dia, acabada la fiesta, dio á un jodio Al-
badan del Bey que llamaban Alegre.
CAPÍTULO xxxm.
De como mió la fteysa i mlia, i preseoUr ti Prf neipe á Dioi.
Domingo nueve dias de Agosto salió la Beyna i
misa á presentar al Príncipe al templo, é á lo ofre-
cer á Dios, según la costumbre de la Santa Madre
Iglesia, muy triunf almente apostada en esta mane-
ra. Iba el Rey delante de ella muy festivamente en
una hacanea rucia, vestido de un rozagante broca-
do é chapado de oro , é un sombrero en la cabeza^
chapado de hilo de oro ; é la guarnición de la ha*
canea era dorada de terciopelo negro. Iba la Reyna
cabalgando en un trotón blanco en una muy ríoa
silla aerada, é una guarnición larga muy rica de
oro y plata, é llevaba vestido un bríal muy rico de
brocado oon muchas perlas y aljófar; iba eon ella
la Duquesa de Yillahermosa, mujer del Duque Don
Alonso hermano del Rey, y no otra dnefta ni don-
cella; íbanles f estivando muchos intrumentos de
trompetas é ohirímias, é otras muchas cosas, é muy
acordadas músicas que iban delante de ellos ; iban
allí muchos Regidores de la ciudad á pié , los me-
xores ; íbanles acompafiando cuantos Grandes habia
en la Corto, que iban alrededor de ellos: iba el Con-
destable á la mano derecha de la Reyna, la mano
puesta en las camas de la brida de la Reyna; y el
Conde de Benavente á la mano siniestra, de esta
misma forma de este. Ctrosí iban á sus pies y estri-
bo, el Adelantado del Andalucía, y Fonseca el Sefior
de Alahejos. Iba el ama del Principe encima de una
muía en una albarda de terciopelo, é con un repos-
tero de brocado colorado llevaba al Principe en sus
brazos ; iban alrededor de él muchos grandes de la
Corte : junto con el ama iba el Almirante de Cas-
tilla; y todos estos Grandes iban á pié. Este dia di-
jéronle la misa en el altar mayor de la Iglesia ma-
yor, muy f estivalmente.
GfreciÓ la Reyna con el Principe dos excelentes
do oro, de cada cinqüenta excelentes cada uno: ovo
la Fábrica el uno, é los Capellanes de la Reyna el
otro. Oída su misa, así ordenadamente oomo hablan
venido, se volvieron al Alcázar.
A este tiempo ya el Rey y la Reyna tenian dos
fijas; á Dofia Isabel que era la mayor, é á Dofia
Juana ; después ovieron Dofia María, y después á
Dofia Catalina, los quales todos vieron casados ; á
Dofia Isabel la mayor, con el Principe Don Juan de
Portugal, fijo del Rey Don Juan, nieto del Bey Don
Alonso que habia entrado en Castilla á reynar, se-
gún es dicho. Esta ovo muchas desventuras que
muy presto fué de él viuda , que corriendo un dia
en caballo en Portugal, por no trompicar un mu-
chacho que pasaba , cayó el caballo oon él y luego
murió. Después fué otra vez casada oon el Rey Don
Manuel de Portugal, y después de haber parido de
él un fijo en Zaragoza de Aragón, que llamaron
Don Miguel, de la parición murió ; el Principe tam-
bién é después de haber traido su mujer de Flándes
murió dende en pocos dias. Dofia María casó con el
Rey de Portugal Don Manuel ; y la dicha Dofia Ca-
talina casó con el Principe de Inglaterra y fué viu-
da del en poco tiempo, y casó después con el segun-
do fijo del Rey de Inglaterra. De cada uno se dirá
en su lugar alguna cosa.
CAPÍTULO XXXIV.
Del espantoio eclipse qne el sol hixo.
|!l dicho afio de mil é quatrooientos y setenta y
ocho, á veinte y nueve dias del mes de Julio dia de
Santa Marta, á medio dia, fizo el sol un eolipsoí el
Í)01Í FEllNAlíDO
ibis espantólo qae nunca los que fasta alli eran na-
cidos TÍeron, que se cabrio el sol de todo é se paró
negro, é parecían las estrellas en el cielo como de
noche ; el qaal |diiró asi cubierto muy gran rato,
fasta que poco á poco se faé descubriendo, é fué
gran temor en las gentes, j fuian á las iglesias, y
nunca de aquel ora tomó el sol en su color, niel
dia esclareció como los días de antee solia estar, ó
«si se puso muy oalijinoso.
CAPÍTULO XXXV.
De como el Rey Don Penislo esTló i deaiiiidar ni parias el
Rejr Boro de Gruida, y de como eitid á eosfiUsur It Gna
Ctnirie,
En estos tiempos, después de sojuzgada el Anda-
lucia , envió el Roy Don Femando Embaxador á
Granada á demandar las parias del Bey moro Mu*
ley Hacen, que eran debidas, según que las solían
dar los Beyes moros antepasados á los Beyes de
Castilla, é que se las enviase ; y el Bey de Granada
estaba en aquel tiempo rico y muy poderoso, y res-
pondió que los que las daban ya eran muertos, y los
que las recibían también ; que él allí estaba para las
non dar, salvo defenderlas en el campo con su ca-
ballería é gente ; é de aquí se comensaron á facer
algunos actos de guerra contra los moros por estas
fronteras, quede antes paces había; y el Bey Don
Fernando mandó facer machos tiros de pólvora, ó
gruesas lombardas y pertrechos^ y dende á pocos
dias mandó pregonar guerra contra los moros en
toda la frontera desde Lorca á Tarifa. E en este
tiempo envió á conquistar la isla de la Gran Cana-
ria desde Sevilla, á dos capitanes llamados Juan de
Bejon, é Pedro del Algaba, entro los quales ovo cis-
ma é muertes , é no pudieron ganar sino muy poco
de ella, fasta que fué por capitán Pedro de Vera,
Alcayde de Arcos, que fué allá desterrado é por ca-
pitán, é con él Alonso de Lugo, é la ganaron. El di-
cho Pedro de Vera partió de Xerez en el mes de Ju-
lio del afio de 1480, ó fué desterrado de Castilla por
la muerte de Basurtoel Alcayde de Medina Sidonia,
que en tiempo do la guerra del Duque Don Enri-
que y el Marqués Don Bodrigo Ponce de León,
hurtó á Medina y dióla al Marqués. Murió allí el Al-
cayde Basurto que se había hallado fuera de la for-
taleza una noche , y el Alcayde Pedro de Vera le
tomó toda su hacienda ; é dieron en penitencia que
volviese lo que tomó, é fuese & conquistar aquella
hüm, de la^qual ovo victoria, según adelántese dirá.
CAPITULO XXXVL
dono Sei Alteus vertletoB de Sevilla, é fieros ffoittado ras t1«
llM ¿ elndtdet de et u Andtlicle, ¿ iraUroa de Ir i poner cerco
eobreMérldiéMedelÜB.
En el mes do Septiembre , cerca de San Miguel,
Afio dicho de 1478, partieron loe Seftores Bey y Bey-
na de Sevilla con el Príncipe y Corte, ó fueron á
Carmena, y deudo á Ezija , y dende á Córdoba pa-
cificando su Andalucía, é visitándola • ó poniendo
¿ DOIIa ISABEÍi. 6Ó3
toda la tierra debajo de su obediencia. E dende
fueron á Toledo, é Castilla, á negociar sus fechos
por donde mas les convenia, é todavía les estaban
rebeladas y en contra las fortalezas é villas de Ma-
rida, é Medellin, Ó Montanchez, las quales estaban
por la Condesa de Medellin, fija bastarda del Maes-
tre de Santiago é Marqués de Villena Don Juan Pa-
checo, que era una varonil mujer é de grande es-
fuerzo, y era de la parcialidad del Bey de Portugal.
Y estaba también en aquella parcialidad estonce el
Clavero Don Alonso de Monroy, Maestre que se lla-
maba de Alcántara, al qual comunmente las gentes
llamaban el Clavero, é tenia á Montanchez, é Zaga-
la, é Piedrabuena, é otras algunas fortalezas, el qual
mediante la'terríbilidad de los tiempos de la guerra,
había echado á perder al Maestre de Alcántara Don
Gómez do Solfa en tiempo del Bey Don Enrique, 6
tomádole el Maestradgojpor fuerza do armas, é polr
hurtos é mafias, é con costa de muchos robos é hur-
tos que él é los suyos hicieron á muchos labradores,
é criadores de ganados, é ciudadanos é mercaderes,
é con ciertos partidos ; la casa de Stúfiiga le ayudó
á tomar la cabeza del Maostradgo, que es Alcánta-
ra, y otros muchos logares. Y después ovo división
entre la casa de Stúfiiga é él, muy grande, que serta
prolijo de contar : y digo la casa de Stúfiiga , por-
que el Duque de Arévalo, Conde de Béjar, é Sefior
de Plasencia, Don Alvaro Stúfiiga, era muy viejo, é
mandaban la casa su mujer é sus fijos, é ayudában-
le, con muchas condiciones que después se non tu-
vieron al Clavero, é quédeseles Alcántara. Y quan-
do el Bey Don Femando vino do Truxillo la prime-
ra vez, después de despachado el cerco de Castro-
nufio, vino allí el dicho Clavero, que aun fasta es-
' tonco nunca se había mostrado por Portugal, é de-
mandaba el Maostradgo ; é tantas ovo de las quejas
del dicho, robos y muertes f odias á causa suya, quo
el Bey no lo pudo comportar, é mandábalo prender
secretamente, y él súpolo, y huyó, y pasóse con el
Bey de Portugal, é comenzó á favorecer á Mérida y
Medellin. E ovo ol Maestradgo Don Juan de Stúfii-
ga, fijo del dicho Conde do Béjar que se habia inti-
tulado ya , y el Bey y la Boyna se lo confirmaron
con ciertas condiciones, é fué Maestre de Alcánta-
ra ; é ahí fué público contrario el Clavero del Bey
Don Femando, é favoreciendo el partido del Bey de
Portugal favoreció á Mérida, é Medellin , fasta que
por cerco se tomaron; é la manera é forma de los
cercos de Mérida é Medellin, faé esta.
El Bey Don Femando queriendo dar fin á su con-
quista, como aquella tierra le estaba en contra, vi-
no á Traxillo en el mes de Febrero del afio de 1479
afios, y estando alli el Conde de Medellin, siendo
mancebo, andaba fuera de Medellin que la madre
no le quería acojer, quo no se confiaba del, é estan-
do en un lugar que dicen Meajadas, camino de Tru-
xillo, ovo un trato con ciertos vecinos do Medellin
vasallos suyos, que le darían entrada en la villa una
noche, y escribiólo al Boy y á toda la tierra quo lo
socorriosen, y el Conde entró en Medellin antes quo
los raledores lo pQdieron socorreri y vino prímero el
.. . _ ........... .. g^
I
éÜ
ÓB¿inOAS DB tos RETES DE OABTILtÁ.
Clayero d«fldo HéridA en favor de la Condesa sn
madre, y echaron al ^Oonde fnera de Medellin á
Jamadas é saetadas, é él se fné fnyendo sin faoer lo
qne quería.
B el Maestre de Santiago Don Alonso de Oárde-
ñas había partido de Llerena á socorrer al '.Conde
oonf onne al llamamiento, j llegando cerca de Yal-
yerde envió adelante al Comendador Rodrigo de
Cárdenas é á otros capitanes con gente de á caba-
llo, los qualee entre Mérida y Valverde encontraron
al Clavero, Maestre de Alcántara que se decía Don
Alonso de Monroy, con ciento édnq&enta lanaas
poco mas, é pelearon con él ó deebaratáronlo, é
prendiéronle algunos caballeros ; é él ó los otros es-
caparon huyendo é metiéronse en Mérida, ó de aqui
supo el Maestre como el Conde iba desbaratado é
fuera de Medellin ; é volvióse de alli él Maestre á
Yalverde con su gente, é con algunos capitanes del
Rey, de los qoales eran Don Martin de Cabra é To-
llo de AguUlar. £1 Maestre tenia nueva que habia
do venir gente de Portugal á sooorrer é favorecer á
Mérida é Medellin, y aguardó por alli fasta que
supo la nueva cierta que venia el Obispo de Ébora
con una gruesa batalla de gente de á caballo, en
que le dijeron que traia ochocientos de á caballo ó
mas, é algunos peones, é que venia gente muy luci-
da é muy armada ; é él tenia fasta ochocientos de
á caballo y quinientos peones.
CAPÍTULO xxxvn.
De la batiUt «amptl f oe otloroii el Maestre Don Aloaso ée Cár-
éeaaa een n feote é eaplianes, eaa el Obispo éo &bora é gente
áel Rey de Pertafal.
Salió el Maestre Don Alonso de Cárdenas, Maes-
tre de Santiago, de Vslverde cerca de Mérida con
sn gente, é tomó el camino del Albuera que es una
legua de Mérida, é llegando á la dicha Albuera lle-
gó al encuentro con los portugueses, en los quales
venia por Capitán mayor el Obispo de Ébora Don
García de Meneses, con una gruesa batalla de gente
muy lucida, y tanta que no se conooia qual fuese
mas, ella ó la del Maestre, que toda parecía por un
igual, y la diferencia era muy poca según los que
lo vieron dixeron ¡ y de parte del Maestre Don Mar-
tin llevaba la delantera con una bandera y una ba-
talla de caballeros; y de parte de los portugueses,
traia la delantera un Don Femando, hermano del
Obispo de Ébora, con otra batalla gruesa, al qual
vino á romper en la batalla de Don Martin de Cabra;
y Don Martin é sn batalla, fueron á romper en la
batalla de Don Femando de Meneses susodicho, de
manera que se encontraron los unos á los otros é se
mesclaron, é fué desbaratada la batalla de Don Mar-
tin, é fuyóle la gente, é desque se vido asi desbara-
tado, retráxose á un cerro con su bandera, é recogió
alli toda la mas de la gente que f uia suya de la ba-
talla. E como el Maestre vido qne la gente de Don
Martin andaba á mal andar y f uia de la batalla, re-
budió personalmente é fuese á encontrar con su
.gruesa batalla, con la gran batalla de los portugue-
ses, donde venia el Obispo de Ébora | á rompteíoii
la una batalla en la otra, y pelearon un rato muy
fuertemente, que no se conocía mejoria en todaa las
batallas de los portugueses é las de los castellanoS|
salvo la batalla de Don Martin qne habia ido des-
baratada, y estaban en el cerro con la bandera. T
andando asi peleando, mnchos de los de la batall»
del Maestre f uian y se iban ; y el Maestre daba
grandes voces esforsando [sus gentes diciendo que
se esforzasen como buenos caballeros é procurasen
de vencer, que aquel era el dia de su crecida hon-
ra ; é peleaba él mesmo por sus manos é con sa
persona dando ejemplo á los suyos ; é sos criados lo
guardaban muy bien, y no facian menos los suyos
al Obispo de Ébora, que le guardaban muy bien, é
peleaban ante él como buenos esforsados caballo-
ros; y andando así peleando, é no se pndiendo co-
nocer quien habría la victoria, volvió Don Martin
do Cabra á la pelea oon la gente que habia recozido
en el cerro , y rompió por medio de todos, é desba-
rató á todos, castellanos y portugueses, éoomenaa-
ron áfuir de la batalla los unos y los otros, así cas-
tellanos como portugueses ; y el Maestre conoció la
bandera y los qne oon él andaban, y esf onóse mu-
cho diciendo : Castilla, Castilla : y pelearon todavía
fasta que del todo los portugueses fueron desbarata-
dos, é el Maestre ovo la victoria de esta batalla, 6
el Obispo de Ébora é los portugueses fueron vend-
doB é desbaratados é fueron muchos f crides é muer-
tos, é presos, aunque como toda era gente de guerra
é iba armada, pocos murieron ; que lo que se pudo
saber luego, allí no murieron sino treinta escuderos
de los portugueses, é fueron presos mas de tres-
cientos hombres ; y de los del Maestre, en lo que se
pudo saber , fueron muertos dies hombres ó pocos
mas, é pocos feridos. Aquí no pelearon peones nin-
gunos, sino de caballeros á caballeros lo ovieron, é
como estaban muy armados , ovo pocos muertos
para según la pelea fué, que duró gran rato. En os<-
ta batalla fué preso el Obispo de Ebora, é un escu-
dero de la parte del Maestre de los de Úbeda por
haber merced de él, que lo conoció, lo salvó é huyó
con él á Mérida, antes qne fuese recojida la cabal-*
gada, al qual día que él fizo grandes mercedes. Des-
pués ovieron aquel dia allí el Maestre de sn parta
gran cabalgada de prisioneros é caballeros, é armas
é cémilas é ropas de oro é plata, é otras muchas co-
sas. Esta dicha batalla fué en Miércoles 24 de Fe-
brero del afio del nacimiento de Nuestro Redentor
Jesuohristo de 1479 a&os primero dia de qnaresmai
dia de la Ceniza. Fueron allí presos aquel dia algu-
nos fidalgos de Castilla de los que siguieron la par*
cialidad del Rey Don Alonso de Portugal, entre loa
quales era uno Cristóbal Bermudes, Alcayde de Ca-
nales, que es cerca de Toledo, é otro AreUano, é Al-
varo de Luna, é Francisco Anaya, é Diego Manuel;
este murió estando preso de las f cridas de la bata-
lla. E después que el campo fué reoojido, el Maestra
se vino con toda la presa á Lobon, é de allí fizo sa-
ber al Rey é á la Reyna la victoria que Dios le ha*>
bia dado á él y á aquellos caballeros que con él tu^n
bOS nSBNANDO
hm; ( en?MM i dedr qae iloreia qae en la buena
Tentara, él habia yenoido aqnella batalla; 6 el Rey
é la Beyna oTleron de eato muy gran plaoer y ale-
gría, y el Bey envió un B^ de armas sayo á Lobon
para qae degollase alganos fidalgoe de aquellos pri-
aioneroe porque le hablan sido en contra ; é degolló
algunos en la plasa de Lobon ; entre los quales de-
golló á Oistóbal Bermudes, y otros escaparon por
ruego del Maestre, otros resgataron, é otros destro-
caron por otros que estaban en Portugal. Desde es-
ta batalla en adelante, poseyó el Maestre susodicho
padflcamente el Maestradgo de Santiago , ó se lo
oonSrmaron el B^ ó la Beyna, é lo amaron mucho,
é le saldaron dertos quentos de marayedís de pen-
sión que de él habian para sus guerras ciertos tiem-
pos bábiai de las rentas del Maestradgo.
M
oapItülo XXXV m.
Is Siatiafo Om AIoiso de Cáréttsat, ó de ms tIo-
tortte é bteau fesUrat.
Antes que proceda de los cercos que el Bey Don
Femando é la Beyna Dofia Isabel mandaron poner
sobre la dudad de Mérida, é sobre la villa é forta-
lesa de MedelUn, pues que agora viene á mano cer-
ca de esta su victoria ya didia, quiero escribir de
este Maestre Don Alonso de Cérdenas, y de sus vic-
torias y buenas venturas, pues es fuena de dedr de
los cercos, y algo dd Maestradgo, y no se puede de-
dr sin tocar á él.
El dicho Maestre de Santiago Don Alonso de Cár-
denas fué fijo dd Oomendador mayor de León,
Don Garda Lopes de Cárdenas, é sucedió á d dicho
su padre en la Encomienda mayor de León , que es
Fuentes , Ó Segura , é Valencia, é otros lugares del
Maestradgo de Llerena, éfué Comendador mayor
mas de veinte afios , é fué €k>bemador del Maes-
tradgo de abajo mucho tiempo en vida del Bey Don
Enrique, estando el Maestradgo sin Maestre, des-
pués de la muerte dd Maestre Don Alvaro de Luna;
é despuee sucedió en el Maestradgo en tiempo del
Bey Don Enrique Don Juan Pacheco Marqués de
Yillena, é fué Maestre padfico, é casó su hijo Don
Pedro Portocarrero, con Doña Juana fija de dicho
Comendador mayor por haber su amistad , é porque
estaba muy prosperado, é tenia muchas fortaleaas
del Maestradgo ; é fallado de esta presente vida d
dicho Maestre Don Juan Pacheco en el mes de agos-
to de 1474 teniendo cerco sobre la ciudad de Tru-
zillo, de la qud el Bey Don Enrique le habia fecho
merced , que fuese Duque de ella. Adoleció en un
lugar que dicen Santa Crua, tres leguas de Truxi-
lio , é allí fdledó quatro meses antes quefdleoiese
el Bey Don Enrique ; é luego ovo gran división, é
alborotos é guenas en d Maestradgo. Intituló de
Maestre de Santiago Don Bodrigo Manrique, Oo-
mendador de Segura de la Sierra é Conde de Pare-
des, didendo que lo habia de haber de justída por
quanto el Comendador mayor de Castilla su tío Don
Gabriel Manrique, Conde de Osomo, le habia reanu-
dado la acdoui y justicia que habia al Maestradgo;
i DOttA IBABEIi. B96
y tomó luego todo lo qae pudo dd Maestradgo de
arriba, especialmente á Ocafia é otras muchu villas
é lugares, de ellas por guerras, é de días que se le
dieron. E tituló también d Marqués de Villa , fijo
del dicho Maestre, que tenia gran parte del Maes-
tradgo, en lugar de su padre por Maestre de San-
tiago ; é fuera Maestre si no se lo impidiera deepues
la parcialidad del Bey de Portugd , que sobrevino
luego dendeá quatro meses como murió d Bey Don
Enrique. É titulóse eso mesmo , Maestre de Santia-
go, el dicho Comendador mayor Don Alonso de
Cárdenas, é dijiéronlo para ello la mayor parte de
los trece electores de la Orden, é tituláronlo Maes-
tre. T degaba esto d que era Comendador mayor
uno de los dos de quien según la Orden mandaba
que debían degir Maestres, é que era antiguo en la
Orden ; é que fuera de la Orden no pedia de justi-
da ser degido Maestre. É de estos tres Maestres
cada uno defendía lo que tenia. En tiempo de estas
dividones falleció el Bey Don Enrique , é oomen-
saron de reynar el Bey Don Femando, y la Beyna
Dofia Isabd ; d Bey Don Alonso de Portugal se ti-
tuló Bey de Castilla por su mujer , é los dos Maes-
tres Don Bodrigo Manrique é Don Alonso de Cár-
denas, aliaron pendones por el Bey Don Femando
y por su mujer ; y el otro Maestre alsó pendones
por el Bey Don Alonso y su mujer ; y ad el Marqués
con la vudta de los Beyes, y por no ser Caballero
de la Orden, quedó dn el Maestradgo. Después de
muerto el Bey Don Enrique, como muchos grandes
caballeros querian ser Maestres, é tomaban é ocu-
paban quanto podían dd Maestradgo; é viendo esto
estonce se concertaron con el Conde Don Bodrigo
Manrique y d Comendador mayor Don Alonso de
Cárdenas, que cada uno defendiese lo que tenia fasta
que o?iese disposídon de tiempo para ver por jus-
ticia quien debía haber d Maestradgo. Estos y otros
capítulos vino á facer Don Jorge fijo del dioho Don
Bodrigo Manrique, oon el dioho Maestre Don Alon-
so de Cárdenas ; el qud Don Jorge Manrique murió
en una pelea de las mismas guerras de Castilla, des*
pues de la muerte del dioho su padre. Éand confe-
derados los dichos dos Maestres , vivió obra de dos
afios d Maestre Don Bodrigo Manrique, é murió, 6
quedó el Maestradgo á Don Alonso de Cárdenas.
Esto fecho así entre los dos, cada uno defendía lo
que era suyo.
Antes de esto el dioho Maestre, siendo Oomenda-
dor mayor de León, luego como fdledó d Maestro
de Santiago en Trozillo, aunque tenia muchas for-
taleaas, temía mucho que viniese sobre él el Maestre
Don Juan Pacheco, láarqués de Villena, fijo del
Maestre, ó otros grandes, y demandó favor d Duque
de Medina Don Enrique que estaba en Sevilla, en-
víándole á dedr que le fuese vdedor é amigo para
haber el Maestradgo, y que leprometia quando él no
lo pudiese ser, que d lo seria y otro Grande no, que
él daría su voto á él ; y el Duque con esta embazada
estaba en esperanza de haber d Maestradgo, é se-
gún lo que pareció, pensó que el Comendador ma-
yor nunca pudiera salir con tan grande empresa. A,
59^ CRÓNICAS DE LOS REYES DE CAflPriLtA.
este tiempo tenia el Comendador mayor eetas f or-
talesas: i Segara de au Encomienda , é del Maestrad-
go i Xere» , é la villa de Llorona, ó Reyna, ó Mon-
temolin, é Ilomachoe , ó Modina, ó otros. É fasta la
mnerte del Rey Don Enrique, habia tenido por amigo
al dioho Sefior Daqae de Medina, é tenia mucha con-
fianza del, puesto oaso de que nunca lo llamó ni lo ovo
menester. En este tiempo el Conde de Feria habia
también cobdicia del Maestradgo, y era en contra al
Comendador mayor, el qual era mucho amigo del
dicho Duque de Medina que tenian casados sendos
hermanos; é ©vieron manera que llegó á ciertos Co-
mendadores y alzaron por Maestre de Santiago á Don
CAPITULO xl;
Oe como el Daqae de Medina fié 4e SevUU poderoumeale, é ea-
iró en el Miefttndfo, é de los robos qae los sayos leleroa, é da
como faeron él j los sayos veaddoi.
Partió de Sevilla el Duque de Medina Don Enri-
que, en 9 de Enero del dioho afio de 1475, con dos
mil de á caballo,''gente muy lucida, é peones los que
quiso llevar, i tomar el Maestradgo de Santiago.
Iban con él la flor de la caballeria de Sevilla y sa
tierra, y por capitanes machos de los máa nobles 4
generosos , entre los quales iba Don Martin, fijo del
mendador^iyalzaronpor Maestre deSantiagoáDon ^"^^^"^''L^r ^~^'*^^ir%^^^
Diego de Alíarado Comendador de Lobon, para que ^^?f ^« ^*^!?' ^/"^^ ^^^ ^",^^^^^^
T'!?. "^T:!" :.-. «1 LXKu. A Ai^iAuA «n ¿1 6 »n tiu Alouso do Montomayor, nioto del Conde Don Pe-
despues renunciase el hábito ó dignidad en él, 6 en
el Duque de Medina, é fizo saber al Duque como el
Comendador mayor se llamaba Maestre de Santiago,
é de aqui propuso facerlo guerra el dicho Conde al
dicho Comendador mayor, y el dicho Duque de Me-
dina eso mesmo le propuso de le venir á tomar por
fuerza el Maestradgo al dicho Comendador mayor,
é siguióse guerra entre ellos según se sigue.
CAPÍTULO XXXIX.
be U pela a«e oto el Conde de Perla, 6 el Mieslrc en Xercx,
é de como el Conde faé vencido.
tin Alonso de Montemayor, nieto del Conde Don Pe-
dro Ponce, y el Mariscal Fernán Dárias de Saavedra,
é otros muchos ; la qual gente iban de guerra y de
fiesU , que el dicho Sr. Duque llevaba muy gran
capilla de cantores , con muchas trompetas é chere-
mías, ó sacabuches, é músicas acordadas, é nifios
I cantores de laj iglesia mayor , é machos arreos de
Ivestimentos y ornamentos. É llegando á Araoena,
supo la nueva del desbarato del Confie de Feria, ó
alli vino el Conde ; é dende partieron con toda la
hueste , é fueron á Xerez , é def endióseles ; é desque
vieron quo la villa é fortaleza estaban i tal recau-
do , que con muchos tiros de pólvora , y saetas , é
con mucha gente se defendían, fuéronse por Bur-
guillos á Zafra, é dende entraron así poderosamen-
te en el Maestradgo por los Santos ; é dende á Rive-
ra, ó la fortaleza de Rivera, les dio el Alcayde de
Todesillas donde se detuvieron algunos dias , ó re-
caudaron lo que pudieron de renta de la mesa maes-
El Conde Don Gomes Snaree de Figueroa, Conde
de Feria, tenia gran parte en la villa de Xerez de
parientes é criados quo vivian con él; así mesmo
los Malaveres, que querian mal al MaesUe Comen-
dador mayor, é otros ; y el Maestre tenia la f ortale-
.a, é tenian con él el Comendador Juan^^^^^^ I. ;7rd;:dr;¡ni;7o;7Fueníe"^^^^ donde
sus vaUas é otras pocas ^^^^^í ® J* P"^**^*^*^ jf ew mesmo el Duque cobró de las renUs , á lo mas
Conde metió al Conde en la villa, é toniaron la igle- ^ mesmo el q ^^ ^ ^^^^ ^^ ^. _
sia de San Bartolomé por f orUleza, é muchas casas
fuertes, é barrearon bien la mayor parte de la villa,
é querian echar por fuerza de armas á los déla pai^
te del Maestre ; y tomar si pudieran la f orUleza. B
el Maestre, desque lo supo, partió para allá desde Se-
gura con U mas gente que pudo, ó llegó salido el
sol un dia, é con sn visU esforzáronse mucho los
del bando ; é desque reposó é comió, mandó pelear,
é annóse la pelea entre el Maestre y el Conde , é
duió desde las diez del dia fasta vísperas, en que
ovo de wnbas partes muchos f eridos é algunos muer-
toe y el Conde fué vencido, y él é los suyos salie-
ron huyendo de la villa, é al salir fueron de ellos
muchos presos é despojados, y el Maestre no quiso
seguir el alcance, ni lo dejó seguir á los suyos, por-
que si el alcance se siguiera, no pudiera el Conde
deiar de ser muerto ó preso. Asi quedó la villa de
Xerez por el Maestre también como la fortaleza ; en
la qual hizo poner tal recaudo, quenunca después la
perdió. Esta polea fué Miércoles once días del mes
de Enero año de mil quatrocientos setenta y cinco.
El Conde así desbaratado se fué á Zafra, é el Maes-
tre se fué á Medina de las Torres, é dende por los
otros lugares del Maestradgo á Llerena, «1 qu»l fi*^
bwrteccr bien todos Iqs caBtiUofl wi de viandas como
de igrma9 é goftWt
que pudo , é se detuvo algunos dias , é dende la vi-
lla de Fuente de Cantos, é las otras villas todas é
lugares de por allí recibieron muchos daflos en sus
personas é haciendas, que les tomaron é robaron
aquellas gentes de guerra muchos ganados, bueyes,
y vacas, y ovejas, y ovo hatos de ochocientas ove-
jas é otros de menos, en que ni una no dejaron, que
todas las comieron sin las pagar , é muchas bestias,
caballos, é asnos; é muchas alhajas de casas que
les robaban, é ropas que muchos malos hombres de
la hueste robaron é hurtaron, y enviaban á cargas á
Sevilla, por los caminos atraviesas de los goUisos
de zufre ; lo qual fué visto, é manifiesto. De esto los
Sefiores Duque y Conde no eran sabidores, ni lea
piada de ello ; empero como la gente era mucha,
desmandábanse, y los malos y ladrones hablan lu-
gar de emplear sus deseos. Después de allí haber es-
tado algunos dias toda la hueste, partióse el Conde
para Medina á combatir las Torres y el Duque fué á
dar vista á Llorona , dondo el Maestre estaba ; é pasó
por cerca do la villa su gente muy bien reglada ó
acaudillada -, é no llevaba ya tanta como habia traí-
do , que algunos se habían despedido, viendo que
no eran menester, é por los garandes gastos. El
Maestre se asomó entre las almenas á mirar las ba*
tallas , ó tuyo bien cerrf^dM lea poertae de la villa^
DON FÜRNANDO
i^ñt por iodo aquel día no dej¿ á ninguno Mlir ni
entrar, y era aquel dia Martes de Oamestalendas á
eiete días de Febrero ; é el Duque é su huoete se fue-
ron aquella noohe á aposentar en Quadalcanal, é no
curaron de eofaar guarda al campo, sino muy segu-
ros como si en sus casas estuvieran ; y el Maestre
salió aquella noche de Llerenat con fasta trescien-
tos y cinqflenta de caballos, é otros tantos ¡peones;
é al qnarto del alba Miércoles de la Oenisa, entró en
Quadalcanal, é comenaaron á decir todos i grandes
▼cees quantos llevaba consigo : «Cárdenas , Carde-
denas », ó tocando las trompetas ; é la gente de á
pié echaban herrojos á las puertas, y los de la villa
conocieron que era el Maestre, é algunos guarecían
á sus huéspedes é otros los robaban , 6 otros se fue-
ron á juntar con la gente del Maestre ó le ayu-
daban.
B la gente del Duque desque vieron ó conoderon
que el Maestre andaba por la villa con su gente
abriendo y cerrando las puertas, sallan huyendo to-
dos los demás ahorrados, por poner sus personas en
salvo ; é muchos sallan cabalgando diciendo. Cárde-
nas, Cárdenas , é fbanse en salvo ; ó el Maestre en-
derezó á la posada del Duque, ó quando llegó ya el
Duque salía, é sacólo su huésped, y guareciólo como
no lo conocieron , que como era do noche, no pudo
ser reconocido, ó los que sallan do la posada con él
decían Cárdenas, Cárdenas ; é Martin Suarez nun-
ca se partió del Duque ; ó g^iándolos el huésped do
la posada fueron á parar á Alanfs, é ansi escapó el
Duque aquella noche, é fué preso Don Alvaro su her-
mano , é otros muchos fídalgos; é los del Duque sa-
lieron todos huyendo do la villa , é unos tomaron
camino de Alanís , ó otros camino de Cazalla, y Don
Martin de Cabra, é Martin Alonso de Montemayor
ó los suyos ovieron lugar de cabalgar, é desque fué
de dia , ficieron rostro al Maestro é pelearon ó aun
fueron ambos f eridos por guarecer algunos do la
gente, é pusiéronse á vista á un cabo de la villa é
un arroyo en medio donde recojieron doscientas cin-
qüenta lanzas, é muchos peones que escapaban de
la villa ó fuer hnian alli ; é de allí se vinieron aquel
dia á Alanís. El Maestre ó los suyos, ó los de la vi-
lla ovieron allí aquel dia , muy gran ¡cabalgada é
despojos, de caballos, é de acémilas y muías , é de
lo que pareció alcanzó fueron mas de quatrocientas
bestias, dejando lo hurtado. É ovo el Maestro la va-
jilla de plata , é arreos, é la capilla, é cantores é los
instrumentos músicos ; é esto guardó el Maestre, é
después se lo envió. E ovieron allí el Maestre y los
suyos otras muchas vajillas de oro é plata, é cama
é ropas , é respuestos , é arcas , é reposteros , é ar-
mas, é otras muchas cosas ; con la qual presa y ca-
balgada se ¡vinieron á Uerena aquel dia, é repartió
bien la cabalgada con los que lo siguieron, aguar-
dó las cosas de la iglesia é la vajilla dol Duque fas-
ta que fueron amigos que se la dio, é ansí volvió el
Duque á Sevilla por sus pecados é por los pecados
de muchos malos é ladrones que consigo llovó, que
hablan robado en este viaje á muchos labradores, é
trabajadores I que no debían cosa alguna ni more-
É Do!f A Isabel: bu
cían mal, é les habían comido sus vacas i ovejas , é
ganados , según dicho es ; é no quiso Dios que aqne*
lio pasoso sin pena mudios días; apareció evidente
que oyó los gemidos é peticionos de aquellos labra*
dores é de sus mugeresé fijos, que viéndose robados-
y perdidos clamaban á Dios.
El Conde supo esta nueva estando en Medina^
que quería combatir las Torres, é luego á la hora so
fué á Zafra, y aun por se ir á prisa quedaron algu-
nos pertrechos é tiros de pólvora perdidos, que oo«
braron loe de las Torres.
Desde este dia comenzó el Maestre á ser grande
é poderoso, é fizo muchos de caballo, é entró mu-«
chas veces á Portugal por facer servicio al Bey Don
Femando, é facer guerra al Roy Don Alonso, é
siempre en sus entradas é salidas ganó honra, é
siempre en sus cosas era vencedor é no vencido. B
el afio siguiente de 1476, en el Agosto, quando el
Boy Don Femando tenia el cerco sobre Toro,^ falle-
ció de su muerte natural el Maestre Don Bodrigo
Manrique en la villa de Ocafia, é ansi no tuvo con-
traditor el Maestre Don Alonso do Cárdenas á el
Maestradgo, é salió con él. Ovo su Encomienda ma«
yor su pariente Don Gutierre de Cárdenas | Conta**
dor mayor de Castilla.
CAPÍTULO XLI.
De los eereoí de Nérida y Medellla é tfoBfaBchei;
Agora volviendo á decir de los cercos de Mérídá
ó Medellin ó Montanchez, sabed que se pusieron en
ol verano del afio do 1479, dnco meses poco mas 6
monos tiempo después do la batalla do Mórida quo
el Maestro ovo con los portugueses. Era caudillo
mayor de estos cercos el dicho Maestre de Santiago
Don Alfonso de Cárdenas; é pusiéronse ambos á un
tiempo; ó ol Maestre se puso sobre Medellin, el matí
dol tiempo en un lugar que llaman Menga- abril, é
tenían gente en Don Benito, é tenían repartido^
muchos capitanes por el campo en las comarcas de
Medellin, donde convenía, de manera quo estaban
los guamidones á una legua é media de Medellla
y de allí la corrían cada día; é había en la guarní-'
cien de este cerco muchos capitanes de el Bey : es«
taba Don Martin de Cabra, é Luís Puerto Carrero^
y el mesmo Conde de Medellin , á quien la Condesa
su madre tenia por fuerza la villa, é fortaleza; 6
otros con gentes do diversas partes ó lugares do
Castilla.
El cerco de Mérida estaba de otra manera, que
los cercadores tenían la villa, é los cercados la f or-'
taleza donde recibieron muchos combates de tíroe
de pólvora, é quartagos ó injenios; donde recibieron
muchos daños los unos de los otros; é había en esto
cerco por capitanes Don Pedro Puerto Carrero, Se«
fior do Moguer, yerno dol Maesb'e, ó Juan Nuficz do
Prado, natural de Medclliu, é Juan do Vera, Alcaydo
de la mesnia ciudad de Mórida ó capitán Mayor, 6
Sancho del Águila, ó otros capitanes del Bey con
muy aderezada gente. É al tiempo de estos cercos
siempre la Condeso y el Obispo de Ebora estuvieron
598
«D MedelHiii é asperalMuí sooono, é nanoa 1m yino.
EatOTiéronse tres meiet pooo mas ó menoi, 6 dié-
rooae á paitido cerca de San Miguel» é dióee prime*
To la Ooodeea en MedeUin, 6 entregó la f ortaleía, en
la qnal entró Luis Pnertooarrero, Sefior de Palma,
en nombre del Bey. E dende á oiertoi diaa, ealieron
los portugneaes de Marida, j entregaron la f ortale-
aa ál Maestre; é andando en los tratos de esto, se
comenzaron á tratar las paces de entre Portugal,
j Castilla, j antes que los portugueses cercados se
fuesen á Portugal, destrocaron los prisioneros todos
que se tenian desde el comienao de las guerras los
unos por los otros que allí estaban y traxeron los
que estaban en Portugal, é llevaron á Portugal los
que estaban en Castilla, é todo esto fué en los par-
tidos de Marida, é Medellin, é luego concertaron y
apregonaron paces, entre CastiUa y Portugal en el
dicho afio de 1479 afios. Duró la dicha guerra qua-
tro afios é nueve meses. Montanohea que es una
gran fortalesa corea de Marida ó muy fuerte del
Maestradgo de Santiago que estaba por el Clavero
Don Alfonso Monroy, Maestre de Alcántara que
llamaban, quedó de esta ves por ganar, aunque
siempre en loa dichos cercos habia estado bien cer-
cado de gente del Rey y del Maestre que la tuvie-
ron siempre puesta guarnición en Valdefuentes*
Sobre este quedaron guamicionea como se estaban,
y fasta que dende cinco ó seis meses entregó la
fortaleza Don Francisco fijo del dicho Clavero Maes-
tre de Alcántara, que se decia, al Maestre de San-
tiago por partido, sin concierto de su padre, é se
vino á vivir con el Maestre é lo casó con una pa-
ríenta suya hermana de Francisco de Cárdenas, Al-
cayde que fué de Reyna, é ansí ovo el Maestre la
fortalesa de Montanohea, que es una de las fuertes
de Castilla.
CAPÍTULO XLH.
Pe cono el Rey Doi Fenaado fié i Aragón i la mn«rte de fi
fán, fse filleció en este tiempo.
En el sobredicho afio de mil quatrocientos seten-
ta y nueve en el tiempo de los cercos de Mérida é
Medellin, murió el Bey de Aragón, padre de el Rey
Don Femando ; fué allá é fizo hacer las honras é
obsequias como covenia á tan generoso é tan hon-
rado Bey; é recibió los reynos de Aragón, Valencia,
é el Condado de Catalufia con todas las islas á ello
anexas, ó volvió presto para dar asiento en las co-
sas cte entre Castilla é Portugal, así en las paces de
la tierra, como por mar, porque habia gran división
entre castellanos é portugueses, sobre la mina de
oro que los portugueses habian hallado que iban
los castellanos á resgatar; é por facer Cortes; é fi-
cieron Cortes en todo lo del Bey Don Femando ó
la Beyna Dofia Isabel, teniendo ya todos sus Beynos
pacíficos; donde convocados todos los grandes de
Castilla, así caballeros como prelados, ó los procu-
radores de todas las villas é ciudades de estos Bey-
nos, é fueron ordenadas muchas buenas cosas; ó co-
mentadas, ó declaradas muchas leyes antiguas, y
V
OBÓMIOAS DB LOS BBTBB DB CASTILLA.
de ellas acrecentadas, é de ellas evacuadas; é f eoliaa
muchas pragmáticas provechosas al pro común, y á
todos según el Libro que mandaron facer sus Alte-
aas, al Doctor Alfonso Dias de Montalvo que hoy
dia parece, el qual Libro mandaron tener en todas
las ciudades. Villas ó Lugares, é llaman el Libro da
Montalvo; é por él mandaron determinar todas las
cosas de Justicia para cortar los platos. B median-
te el tiempo de estas Cortes anduvieron muchas ve«
oes los embaxadores de Castilla é Portugal de nnoa
reynos á otroa, fasta que plugo á Nuestro Sefior que
los Beyes vinieron en concordia é afirmaron bien
las paces, é para cumplir algunas cosas necesarias
ordenaron que entre ellos algún tiempo oviese rehe-
nes, é fué llevada la Infanta mayor Dofia Isabel
á Portugal, la qual el Maestre de Santiago Don
Alonso de Cárdenas llevó encargo para la dar de
rohenes en Portugal ; é yendo de dia tuvieron la
Pascua de Navidad fin del afio de 1480 é comienao
del afio de 1481 en Fregenal ; é pasada la Pascua
se partieron para Mora, é llagando cerca de Mora
en Portugal, el Maestre entregó la Infanta Dofia
Isabel, y reoíbió al Duque de Viseo Don Diego, fijo
del Infante Don Fernando, defunto hermano que
era del Bey Don Alonso ; este dicho Duque de 1^-
seo era hermano de la princesa de Portugal, é fijo
de la Infanta Dofia Phelipa, hermana del Bey Don
Duarte, y de la Beyna de Castilla segunda mujer
del Bey Don Juan, madre de la Beyna Dofia IsabeL
En poder de la dicha Dofia Phelipa quedó en Mora
la dicha Infanta; é fué traído allí á Mora el Princi-
pe de Portugal, nifio chiquillo, fijo del Bey Don
Juan, é nieto del Bey Don Alonao, é puesto en po-
der de la dicha Infanta Dofia Phelipa su abuela.
Fué allí fecho un muy gran recibimiento é muy
solemne é muy rico por los grandes de Portugal á
la Infanta de Castilla, é vino allí á la recibir la
Duquesa de Bragansa, hermana de la Beyna de
Portugal, é muchas condesas é grandes seftoras é
damas. Desque el Maestre ovo entregado la Prin-
cesa é recibido al Duque volvióse en Castilla. E la
Infanta estuvo desta vez dos afios en Mora é quatro
meses; en manera que salió en el mes de Mayo de
1488, é vino á tener las Pascuas del Espíritu Santo
en Plasencia, que fué aquel afio á 18 dias de Mayo;
pedia ser la Infanta estonce de hasta doce ó trece
afios.
CAPÍTULO XLIIL
Del eomleaio de la hereffa é del eomieaio de la laqalslelea é da
qaando oto aa fadiBaeloa la moaiklea praTidad, y eaaUfo de lu
eereaiOBlaa Jvdaieaa.
La herética pravidad ¡mosaica reinó gran tiempo
escondida y andando por los rincones, no se osando
manifestar, y fué disimulada y dado lugar que por
mengua de los Prelados, ó Araobiapos, é Obispos de
Espafia que nunca la acusaron, ni denunciaron á
los Beyes, ni á los Papas según debían, y eran obli-
gados. Ovo su comienao esta heregía mosaica en el
afio de Nuestro Bedemptor de 1390 años en el co*
DON FERNANDO
mianso dol reinido de Oaitilla del Bey Don Bnri-
qae ieroero de eete nombre, qae faé el robo de la
jaderia por la predicación de fray Vicente, on san-
to oathólioo, varón docto de la orden de Santo Do-
mingo, qae qniriera en aquel tiempo por predicacio-
nes é praebae de la Santa Ley é Eeoriptura conver-
tir todos los jndios de Espafia, 6 dar cabo á la inve-
terada 6 hedionda sinagoga. Predicóles mncho á los
jttdios, él é otros predicadores en las sinagogas, é
«n las iglesias, é en los campos; y los rabies de
dios por la Esoriptara de la Santa Ley, profecías y
experiencias de eUa, todos¡eran vencidos é no sabian
qné responder. Empero embocados, é oon aquella
glosa del Talmud que fioieron los dos rabíes Bava^
te, é Ravina, después del Nacimiento de Nuestro
Redemptor, qnatro cientos afios, la qual tenía en
escritura tanto como dies veces la Biblia, é la en-
viaron por todo el mundo donde quier que habia
judíos para los esforzar, porque vian de todo caer
li sinagoga. B en la dicha glosa habia muy gran-
des mentiras, é intrincados argumentos. E así como
Moisés en su tiempo hacía, aquellos dos rabíes fir-
maron aquel grande y descomulgado libro del Tal-
mud; y pusieron so pena de muerte espiritual que
ningún judío sabio, ni simple, fuese osado contra
aquellos preceptos ir ni venir, ni diesen otra predi-
cación ni otra doctrina, lo qual fué la perpetua
damnaoion de esta generación; niegan la verdad, é
están ignorantes de ella; y por eso para oon ellos
es dicho WHka nsganiei verUatem nuUa est ditpMk-
tío. Así no pudo fray Vicente convertir sino muy
pocos de ellos; y las gentes con despecho, metié-
ronlos en Castilla á espada, y mataron muchos, é
fué un concierto que fué en toda Outilla, todo un
día martes. Entonce veníanse á las iglesias ellos
mismos á baptizar, é ansí fueron baptizados y tor-
nados ohristianos en toda Castilla muy muchos de
ellos; y después de baptizados se iban algunos á
Portugal é á otros reynos á ser judíos ; y otros, pa-
sado algún tiempo, se volvían á ser judíos donde
no los oonodan, é quedaron todavía muchos judíos
en Castilla, y muchas sinagogas, é los guarecieron
los sefiores, é los Beyes siempre por los grandes
provechos qne de ellos habían; é quedaron los que
se baptizaron ohristianos y llamAronlos conversos;
é de aquí ovo comienzo este nombre converso por
convertidos á la Santa Fé; la qual ellos guarda-
ron muy mal, qne de aquellos, y de los que de
ellos vinieron por la mayor parte fueron y eran
judíos secretos, y no eran ni judíos ni christíanos,
paes eran baptizados, mas eran hereges, y sin ley,
y esta heregía ovo de allí sn nacimiento como ha-
béis oído ; é ovo su impinacion é lozanía de muy
gran riqueza y vanagloria de muchos sabios é doc-
tos, é obispos, é canónigos, é frailes, é abades, é
sabios, é contadores, é secretarios, é factores de
Beyes, é de grandes sefiores. En los primeros afios
del reynado de los muy cathólicos é christianísimos
Bey Don Femando y Beyna Dofia Isabel su muger
tanto empinada estaba esta heregía, que los letrados
estaban en ponto de la predicar la ley de Moysen^
i DOfiA ISABEL. 699
é los simples no lo podían encubrir ser judíos ; y
estando el Bey y la Beyna en Sevilla, la primera
vez que á ella vinieron y el Arzobispo de Sevilla,
Don Pedro Gk>nzalez de Mendoza, Cardenal de Ei-
pafia, habia en Sevilla un santo y oathólioo hombre,
fraile de Santo Domingo en San Pablo, llamado fray
Alonso, que siempre predicaba y punaba en Sevi-
lla contra esta heregía; éste y otros religiosos y ca-
thólicos hombres, fioieron saber á el Bey y é la Bey-
na el gran mal y heregía que habia en Sevilla; so»
metieron el caso al Arzobispo que lo castigase y
fioiese enmendar, y él fizo oiertas ordenanzas sobre
eUo, é proveyó de ellas en la ciudad y en todo el
Arzobispado. Poso sobre ello en la ciudad diputados
de ellos mismos, y con esto pasaron obra de doi
afios, é no valió nada, que cada uno hada lo aoos*
tumbrado; é mudar de costumbre es apartar de
muerte.
¡Oferapeiimaf fomupéooHy niiUrímmiMm faicino'
riifpahubanmcriUf |0 bestia fiera, malvada, disCor*
me pecado, nudrimento de traidon, hallamiento de
muerte, perdimento de vidal
Podds saber que según lo vimos en qualquier
tiempo, que esta fiera pénma es la heregía, y oomo
en aqud tiempo los hereges y judíos malaventura-
dos huian de la doctrina eclesiástica, ansí huían de
las costumbres de los ohristianos. Los que podían
esoosarse de no baptizar sus fijos, no los baptiza-
ban, é los qne los baptizaban, lavábanlos en casa
desqoe los traían; y desto se halló infinita colpa en
el reconciliar de infinitos viejos qoe no eran bapti-
zados ; é los inquisidores los fioieron é facían des-
pués baptizar. Habéis de saber, que las costumbres
de la gente común de ellos ante la Inquisición, ni
mas ni menos que era de los propios hediondos ju-
díos, y esto cansaba la oontínna conversadon que
con ellos tenían ; ansí eran tragones y comiloneS|
que nunca perdieron d comer á costumbre judaica
de manjarejos, é olletas de adefina, manjarejos de
cebollas é ajos, refritos con aceite, y la carne guisa-
ban oon aodte, ca lo odiaban en lugar de tocino é
de grosura por escusar el todno ; y el aodte con la
carne es cosa qoe hace moy mal oler el resoello ; y
f¿nmi sos casas y puertas hedían moy md á aqodlos
manjarejos; y ellos ese mesmo tenían el olor de los
jodies por oaosa de los manjares y de no ser bapti-
zados. T puesto oaso que sJgunos fueron baptiza-
dos, mortificado d oarácter del baptismo en dios
por la credulidadi é por judaizar, hedían como ju-
díos ; no comían poeroo d no foese en logar forzo-
so; comían carne en las qoaresmas y vigilias é qoa-
tro témporas de secreto; goardaban las pasqoas y
sábados como mejor podían; enviaban aodte á las
sinagogas para las lámparas; tenían jodies qoe les
predicaban en sos casas en seorefeo, espeoialmente á
las mogeres moy de secreto; tenían jodies rabíes
que les degollaban las reses é aves para sus nego-
dos ; comían pan cenoefio d tiempo de los jodies»
carnes tajdes ; hadan todas las ceremonias jodáicas
de secreto en quanto podían; ad los hombres como
las mugares siempre se escosaban de recibir los sv
MO
GEÓNIGAS DE LOS BBYES DE OAJSrriLLáu
cnunentoa de la Sania Iglesia de aa grado, salvo
por fuerza de las conatituciones de la Iglesia. Nan-
ea oonfesaban la verdad ; y aoaeoió á confesor con
persona de esta generación cortarle un poquito de
la ropa, diciendo : pues nunca pecaste, quiero que
me quede vuestra ropa por reliquia para sanar los
añfermoa. En Sevilla fué un tiempo que se mandó
que no se pesase carne el sábado, porque la oomian
todos los confesos el sábado en la noche, ó mandá-
ronla pesar los domingos de maflana. No sin causa
les llamó nuestro Redentor generatio prava et adul'
iera. No oroian dar á Dios galardón por virginidad
7 castidad. Todo au hecho era crecer é multiplicar,
£ en tiempo de la empinacion de eata herética pra-
vedad de loa gentilea-hombrea de ellos, é de loa mer-
eaderea, muohoa monaaterioa eran violados, é mu-
ohaa monjaa profeaaa adulteradas 7 eacarnecidaa, de
ellaa por dádivas, de ellaa por engaftoa de alcahue-
tas, no creyendo, ni temiendo la deacomunion; maa
antea lo hacian por injuriar á Jeauchristo, 7 á la
Iglesia. T comunmente por la mayor parte eran
gentes logreras, ó do muchas artes y engafios, por-
que todos vivian de oficios holgados, y en comprar
y vender no tenían conciencia para con los chris-
tianos. Nunca quisieron tonuur oficios de arar ni
cavar, ni andar por los campos criando ganados,
ni lo ensefiaron á sus fijos salvo oficios do pobla-
dos, y do estar asentados ganando do comer con
poco trabajo.
Muchos de ellos en estos Reynos en pocos tiempos
allegaron muy grandes caudales é haciendas, por-
que de logros é usuras no hacian conciencia, di-
ciendo que lo ganaban con sus enemigos, atándose
al dicho que Dios mandó en la salida del pueblo de
Israel, robar á Egipto , por arte y engafio deman-
dándoles proatadoa sus vasos é tazas do oro ó de
plata ; ó asi tonian presunción de soberbia, que en
el mundo no habia mejor gente, ni mas discreta, ni
mas aguda, ni mas honrada que ellos, por ser del
linaje do las tribus é medio do Israel. En quanto
podían adquirir honra, oficios reales, favores de
Reyes é sofiores, algunos se mezclaron con fijos é
fijas de caballeros christianos viejos con sobra de
riquezas que so hallaron bien aventurados por ello,
por los casamientos y matrimonios que ansí fide-
ron, que quedaron on la Inquisición por buenos
chrÍBiianoB é con mucha honra. De todo lo sobre
dicho fueron certificados el Rey y la Reyna estan-
do en Sevilla ; partiéndose dende quedó el cargo
del castigo ó de mirar por ello al provisor de Sevi-
lla, obispo de Gádiz, Don Pedro Fernandez de So-
lís, y el Asistente que entonces quedó en Sevilla,
que era Diego de Merlo , para tolerar tan glande
mal, y quedó fray Alonso , segundo fray Vicente,
para ver sobro olio, y otros clérigos y frailes; y
visto que en ninguna manera se podían tolerar ni
enmendar sino se facía inquisición sobre ello , de-
nunciaron el caso por estenso á sus Altozas, ó fa-
ciéndoles saber cómo y quién y dónde se hacian
las judaicas ceremonias, y cómo cabían en perso-
nas poderosas y en muy gran parte de la ciudad de
Sevilla ; y junio oon esto fueron oertificadoa que en
toda su Oastilla habia esta disforme dolencia ; y
ovieron Bulla del Papa Sixto IV para proceder con
justicia contra la dicha heregia por vía del fue-
go. Goocedióse la Bulla y ordcoóso la Inquisición el
afio de 1480.
CAPÍTULO XLIV.
De como eoiieszaroli en Sevilla ft presder j qsemar y recoscilUr
los hereges Ju4áico«, é 4e la graspesUlencia 4ei aAo de oches*
la y ano.
Ilabida la Bulla para la Inquisición por sus Al-
tezas del Papa Sixto concedida, estando por Asia*
tente de Sevilla Diego de Merlo , que era un hon-
radísimo ohristiano caballero, muy discreto , y ce-
loso de la fó de Jesuohristo y de la justicia, vinie-
ron los primeros Inqubidores á Sevilla dos frailes
de Santo Domingo , un provincial é un vicario, el
uno llamado fray Miguel, y el otro fray Juan ; 6
oon ellos el Dotorde Medina, clérigo de San Pedro,
los quales todos tres, así como uno , oon gran dili-
gencia comenzaron su Inquisición en comienzo del
afio de mil quatrocientos ochenta y uno. En muy
pocos dias por diversos modos y maneras, supieron
toda la verdad de la herética pravedad malvada, é
comenzaron de prender hombres ó mugeres de los
mas culpados, é metíanlos en San Pablo ; é pren-
dieron luego algunos de los mas honrados é de los
mas ricos, vointiquatros y jurados, é bachilleres 6
letrados, ó hombres de mucho favor ; á estos pren-
día el Asistente ; ó desque esto vieron f nyeron de
Sevilla muchos hombres y mugeres ; y viendo que
era menester, demandaron los Inquisidores el Gas-
tillo de Tríana, donde se pasaron, ó pasaron los
presofl(; é allí ficieron su Audiencia ; ó tenían su
Fiscal, é Alguacil é Escribanos, é cuanto era ne-
cesario, é facían proceso según la culpa de cada
uno, é llamaban Letrados de la cuidad seglares , ó á
el Provisor al ver do los procesos é ordenar de las
sentencias, porque viesen como se hacia la justi-
cia, é no otra cosa ; é comenzaron de sentenciar para
quemar en fuego ; ó sacaron á quemar la primera
voz á Tablada sois hombros é mugeres que quema-
ron ; ó predicó Fr. Alonso de San Pablo, celoso de la
fó de Jesuohristo, el que mas procuró en Sevilla esta
Inquisición ; é él no vido mas de esta quema, que
luego dende á pocos dias murió de pestilencia quo
estonco en la ciudad comenzaba de andar, Y dende
á pocos dias quemaron tres de los principales de la
ciudad y de los mas ricos, los quales eran Diego
de Susan , que decían que valia lo suyo diez cuen-
tos ; y era gran rabí, y según pareció murió como
christiano ; é el otro era Manuel SauH, é el otro Bar-
tholomé do Torralba ; é prendieron á Pedro Fernan-
dez Venedeva, que era mayordomo de la Iglesia,
de los señores Dci^n y Gabildo , que era de los mas
principales de ellos, é tenia en su casa armas para
armar cien hombres ; y á Juan Fernandez Albola-
sia, que habia sido muchos tiempos Alcalde de la
Justicia, é era gran Letrado, éá otros muchos |é
DON FERNANDO
ma jT prindpalee, é may ricos , á los qoalee también
qnemaroDy 6 nnnoa les valieron los favores, ni las
riquezas ; é con esto todos los confesos f nerón mny
espantados é hablan muy gran miedo é f alan de la
ciudad é del Arzobispado ; é pusiéronles en Sevilla
pena que no f oyesen, so penado muerte, é pusieron
guardas á las puertas de la ciudad ; ó prendieron
tantos que no habia donde los tuviesen ; é muchos
huyeron á las tierras de los sefioree, é á Portugal, é
á tierra de moros. Este afio de 1481 , no fué pro-
picio á natura humana en esta Andalucía, mas
muy contrario é de gran pestilencia é muy general,
que en todas las dudados, villas y lugares de esta
Andalncia murieron en demasiada manera, que en
Sevilla murieron mas de quince mil personas ; é
otras tantas en Oórdoba, é en Xorez, é en Ezija mas
de cada ocho ó nueve mil personas, y ansi en todas
las otras villas é lugares ; é después en el Agosto
alzóse la pestilencia, y con todo eso por mas de ocho
afios duró, que poco ó mucho acudía, ora en una
parte, ora en otra de ésta Andalucía, y el afio de 1488
murieron en Córdoba otra vez, generalmente de-
cían, que aun mas cantidad del afio de odienta y
Uio, ya dicho. Asi que tomando al propósito, la
Inquisidon comenzada en el dicho afio do ochenta
y uno, como vieron que se encendía la pestilencia,y
huyan los christianos viejos de Sevilla, demanda-
ron licencia al Asistente los confesos para se ir fue-
ra do Sevilla por guarecer de la pestilencia, el qual
se la dio, con condidon que llevasen cédulas para
las guardas délas puertas, é que no llevasen las ha-
ciendas, salvo cosas livianas do quo so sirviesen ; y
de esta manera salieron muchas gentes de la CHudad
de ellos , espedalmente de la tierra dol Marqués de
Cádiz que era su enemigo, desde las guerras del
Duque. Vinieron mas de ocho mil almas á Maírena,
y Marchena, y los Palacios, é los mandó acoger é
facer mucha honra, é á la tierra del Duque de Me-
dina ó do otros sefiores ansí por semejante ; y de
estos fueron muchos á parar á tierra do moros allen-
de, ó aquende, á ser judíos como lo eran ; ó otros se
fueron á Portugal, ó otros á Roma ; é muchos se
tornaron á Sevilla á los Padres Inquisidores, dicien-
do é manifestando sus pecados é su heregía é de-
mandando misericordia ; é los padres los recibieron,
é se libraron bien é reconciliáronlos, é hicieron pú-
blicas penitencias ciertos Viernes, dlsciplinándoso
por las calles de Sevilla en procesión. E en aquel
afio de ochenta y nno, desque los Inquisidores vieron
que credan las pestilendas en Sevilla, f uéronse hu-
yendo á Aracena, donde fallaron que hacer é pren-
dieron é quemaron veinte y tres personas , hombres
y mujeres, herejes mal andantes, é ñcieron quemar
muchos güesos de algunos que fallaron que habían
morido en la herética mosaica , llamándose chris-
tianos, y oran judíos, y ansí como judíos habían
morido. T aquel afio desque cesó la pcstilonda vol-
viéronse los Inquisidores á Sevilla é prosiguieron
su Inquisición fasta todo el afio de ochenta y ocho,
que fueron ocho afios, quemaron mas de seteden-
tM pemonMi y reconcilíarop mas de cinco mil y
i DÓfiA ISABEL tOi
echaron en cárceles perpetuas, quo oto tales y es«
tuvieron en ellas quatroó cinco afios ó mas y sacá-
ronles y echáronles cruces é unos San Benitilios oo-'
lorados atrás y adelante , y ansi anduvieren mucho
tiempo, ó después se los quitaron por que no crecie-
se el diafame en la tierra viendo aqudlo. Entre los
que he dicho quemaron en Sevilla en tomo do
aquellos dichos ocho afios, quemaron á tres clérigos
de misa, é tres ó quatro Frailes todos de este linaje
de los confesos , é quemaron un Dotor fraile de la
Trinidad que llamaban Savariego, que era un gran
predácador, y gran falsario , hereje engafiador, que
le conteció venir el Viémes Santo á predicar la Pa«
sien y hartarse de carne. Quemaron infinitos güesos
de los Corrales de la Trinidad y San AgusUn ó San
Bernardo, de los confesos que allí se habían enter-
rado cada uno sobro sí al uso judaico, é apregonaron
ó quemaron en* estatua á muohos que hallaron da-
fiados do los judíos huidos.
Aquellos primeros Inquisidores ñderon facer
aquel quemadero en Tablada, con aquellos quatro
Profetas de yeso, en que los quemaban, y fasta que
haya heregía los quemarán. Muy hazafiosa cosa fué
el reconciliar de esta gente, por donde se supo por
sus confesiones, oomo todos eran judíos ; y súpose
en Sevilla de los judíos de Córdoba , Toledo, Bur-
gos, Valenda y Segovia , y toda Espafia ; oomo to-
dos eran judíos, y estaban so aquella esperanza quo
el pueblo de Israel estuvo en Egipto ; que aunque
habían de los Egipcianos muohos majamientos, es-
peraban que Dios los había de sacar de entre ellos
como después los sacó, con mano fuerte, é brazo
estondido ; y así ellos tenían quo los christianos
eran los Egipcianos, ó peores, é creían que Dios
milagrosamento los sostenia é los defendía ; é tenían
que por mano de Dios habían de ser acaudilladoS|
vidtados, é sacados de entre los christianos, y lle-
vados en la santa tierra de promisión. So estas lo«
cas esperanzas estaban y vivían entre los christia-
nos, como por dios fué manifestado é confesado,
de manera que todo el línage quedó infamado é
tocado do esta enfermedad. Ovo reoonciliadon en
Sevilla que salían en la procesión de éstas dÍBcipli-
nas do los Viernes mas de quinientas personas, hom-
bres é mugares, con las caras descubiertas por laa
calles.
Esta Santa Inquisición ovo su comienzo en Se-
villa, é después fué en Córdoba , donde habia otra
tan grande sinagoga de malos christianos oomo en
Sevilla; é después fueron puestos inquisidores por
toda Castilla , é Aragón, ó son infinitos quemados,
y condenados y reconciliados, encarcelados en to-
dos los Arzobispados é Obispados de Castilla é Ara-
gón ; é muchos de los reoondlíados tornaron á ju-
daizar, que son quemados por el mesmo caso en
Sevilla, y en las otras partes do Castilla. Agora no
quiero oscríbir mas de esto, quo no es posible po-
derse escribir las maldades de esta herética prave-
dad ; salvo digo, que, pues el fuego está encendido,
que quemará hasta que halle cabo al seco de la le-
fia, que será necesario arder hasta que sean des-
602
OBÓNIOAS DE LOS BISTES D£ OASTlLLiL
gaatadofl y nraertús todos los que jadabsaron, que
no quede ninguno; y aun sus hijos los que eran de
veinte afios arriba menos que fueran tooados de la
mesma lepra.
Fué este afio de 1481 al oomienso desde Navi-
dad en adelante de muy muchas aguas y avenidas,
de manera que Guadalquivir llevó é echó i per-
der el Oopero , que habia en él oohenta vecinos, y
otros muchos lugares de su rivera, é subió la cre-
ciente por el Almenil de Sevilla é por la Barranca
de doria en lo mas alto que nunca subió, é estuvo
tres dias que no decendió; é estuvo la Ciudad en
mucho temor de se perder por agua.
CAPÍTULO XLV.
De como el gris Toreo ?íbo lobre Rodu é la tnvo eereada eos
gnede hveste ¿ sobre ella emUsüd é fué desbaratado; é de
coiio ios Táreos tomaros i Otiasto, é de eosio el D114U de
Calabria la recobró, d de otru maebas eosas.
En el afio de 1480 en el Verano, vinieron sobre
Bodas una muy grande armada de turcos, enviada
por el gran Turco Mahometo Otomano que envió
desde Oonstantinopla, é tuviéronla cercada dos me-
ses, en el qual tiempo la mayor parte do los muros
la derribaron, con gran número de lombardas que
le asestaron, é pusieron á los christianos en mucho
estrecho; é los christianos hicieron muy hondas
cavas por de dentro de la ciudad, las quáles si fe-
chas no fueran, la ciudad se perdiera; y estando
un dia los de la ciudad un poco seguros, arremetie-
ron los turcos de las estacadas y dieron un gran
combate, en que muchos de ellos entraron por cima
de los muros derribados é pasaron las cavas, é en-
traron en la dudad ; é no plugo á nuestro Señor que
la tomasen; é los christianos que eran en la ciudad
se esforsaron mucho con su Maestre é capitanes
dando grandes voces diciendo Jesuohristo, y Santa
María, y San Juan , y á ellos, y pelearon esforzada-
mente dentro en la ciudad con ellos, en qoe de en-
trambas partes murieron muchos, y el Maestre y
los christianos con la ajuda de Dios se esforzaron,
y pelearon de tal manera que vencieron á los tur-
cos, é los turcos volvieron las espaldas á f uir, é fue-
ron de ellos allí muchos muertos , é quedaron las
cavas llenas de ellos donde fueron ahogados infini-
tos de ellos, é otros muchos fueron despefiados de
los muros ó bajo , de manera que la ciudad quedó
deliberada y los christianos vencedores, é siguieron
el alcance , donde ovieron infinitos despojos, é ri-
quezas de artillería, é armas, é ropss , é otras cosas
de prisioneros que allí tomaron. E los turcos ansí
yenoidos, metiéronse en las fustas é navios fuyen-
do,é dejaron las estacas é todo lo que en ellas te-
nian en el cerco, y confesaban algunos turcos que
vieron en aquella pelea un caballero muy teme-
roso armado de blanco, el qual los detruia, é decían
que era San Juan, glorioso Apóstol, de cuya Orden
es aquella ciudad, que la vino é defender, porque
aquel dia milagrosamente fué defendida, pues tanta
muchedumbre de turcos la entraron. E desque los
turcos vieron aquel desbarato, alzaron velas, é fot*
ronse por la mar. Quedó el Maestre de Rodas, he-
rido do tres heridss de las quales escapó. Kl arma-
dm de ellos no volvió en Oonstantinopla, mas antes
un Bajá, Capitán mayor de ella oon deq>eoho del
desbarato de Bodas, vino en las partes de Calabria
que es en el Beyno de Ñápeles, que se llama la gran
Sicilia, y destruyó muchos lugares, y hizo muchos
dafios y males en aquela tierra , y cercó á Otranto,
que es ciudad del Duque de Calabria, é combatióla
noches y dias donde los de la ciudad por se defen-
der mataron muchos turcos, é los turcos la entra-
ron por fuerza de armas, é metieron á espada la
mayor parte de los christianos que en ella habia ; é
después de apoderado en la ciudad é fortlileza
mató á todos los clérigos que halló, é fizo aserrar
por medio al Obispo de Otranto, é fizo matar mil y
quatrooientos hombres atados oon sogas, é robaron
la ciudad, y enviaron la presa á Oonstantinopla
donde del gran Turco habían sido enviados ; é aquel
Bajá, é los otros ordenaron de dejar gente para de-
fender la ciudad, é dejaron en ella cinco mil tur-
cos y hombres de pelea con todas las cosas que
eran menester, é con mucha artilleria é fuéronse en
Oonstantinopla*, y ansí Otranto quedó con los tur-
cos por suya.
Horrible plaga fué el perdimiento de OtrantO|
que quando los perros de los turcos entraron en
aquella Provincia sabían que no habia gente de
socorro, y por eso se pusieron en cerco de Otranto,
por que el Dnque de Calabria, Sefior de aquella
tierra , estaba de ahí ciento y oinqfienta leguas en
Toscana, é el Rey de Ñápeles su padre, tenían guer-
ra con Florencia , que eran padre é fijo, é el Dnque
estaba en Sena con la gente de ambos que eran va-
ledores de los Seneses ; é el Bey de Ñápeles estaba
en Ñapóles que son ciento de Otranto , é no tenia
gente de armes oon que socorrer ; é así ovieron lu-
gar de facer el estrago que ficieron. Después de
esto el Duque de Calabria vino con gran gente de
guerra, é puso cerco sobre Otranto, y estando en el
cerco invocó ayuda del Bey Don Femando de Casti-
lla su primo, y del Bey de Portugal, temiendo que
habrian los cercados socorros de los turóos ¡ y fae-
ron de Castilla veinte y dos naos de gente de socor-
ro, y Don Francisco Enriques, hermano del Adelan-
tado, por Capitán, y el Obispo de Ebora Don Gar-
cía de Meneses, y no llegaron sino hssta NápoleS|
que ya él habia tomado á Otranto. El Duque de Ca«
labria desque puso el cerco , dióle muchos oomba-
tes, é mucha priesa , é viendo que no se podian te-
ner, é temiendo el perdimiento , un Capitán de los
cercados llamado Damasquino, habiendo ya seis
meses que estaban cercados, fizo un partido que lo
salvasen á él y á doscientos hombres de su oaplta*
nía, é que daria á todos los otros cautivos á meioed
del Doque ; el Duque ooncedió el partido, é salvó
al capitán é los doBoientos hombres é tomó todos los
otros cautivos, en que tomó dos mil y quinientos
hombres ó poco mas ó menos , que todos los otros
eran muertos de pestilencia que les habla dado, 4
.. -< ••
DON FBBNANDO
de los combates del oeroo ; é el Daque de Galabria
tomó la ciudad, é la fortaleza, 6 vendió todos aque-
llos, é ovo allí todo el despojo de los turcos, ó oro,
é plata, é joyas, ó caballos, é armas, 6 de aquellos
cautivos muchos echó en las galeras, é dio de ellos
á sus vasallos, é dejó para si doscientos y quarenta
hombres turcos, que eran de rescate, que llevó á la
iglesia de Isea, que es dles y ocho millas de Ñápe-
les; y así el Duque, de Calabria el Gracho cobró á
Otranto, é fiao coger y enterrar los güesos de los
christianos que los fieros turcos habían devorado
en el campo, é fizólos sepultar en el monasterio de
San Francisco, que los turcos habían derribado. Oto
allí el Duque de Galabria tal artillería que los tur.
eos habían dejado pensando poseer é tener á Otran-
to, la qual si mediante este tiempo el gran Turco no
muriera, socorriera, é porfiaban i tener que le daban
los turcos por ella ducientos mil ducados; la qual
el Duque fiso llevar á una ciudad que se llama
Leche.
Después de esto en el mes de Mayo, el tercero día
del dicho mes, día de Santa Grus afio de 1481 mu-
rió é deecindió al infierno el gran Turco Empera-
dor de Gonstantínopla, llamado Mahometo Otoma-
no, que mas de treinta afios había hecho la guerra
muy cruelmente á los christianos de Grecia y sus
comarcas, y ganó de ellos muchas tierras é ciuda-
des, é villas , é lugares, é ganó la ciudad de Gons-
tantínopla, é dio muerte á el Emperador, en el afio
del Señor de 1455 años. Este era el Emperador de
Grecia, y de aquí desfalleció el imperio de Grecia,
ó no ovo mas Emperador fasta ahora, salvo el Tur-
co loes.
En aquel propio afio que murió el Turco viejo
Mahometo Otomano , grande escándalo se levantó
en Gonstantínopla con dos fijos que dejó ; el pue-
blo quería por su Emperador y Sefior al mayor lla«
mado Bayaceto, fijo mayor del gran Turco ; é los
barones, é caballeros de la casa del gran Turco,
querían al mas chico, que nació después del otro,
por su Emperador y Sefior llamado Sizimo, y so-
bre esto pelearon y venció la parcialidad del mayor
al menor, y el mayor fué levantado por Emperador
en el sexto calendas de Julio del dicho afio, y Sizi-
mo, como se viese vencido fuese en Siria, cuidando
tomar por allá el Imperio y la tierra que su padre
dejó, y tomó á Prusa, y su hermano fué contra él
con gran hueste, y corriólo de allá y echólo de la
tíerra, y tomó y sefioreó todo el imperio de su pa-
dre, y el vencido Sisimo se vino á Bodas, y dende
en Boma donde fué detenido fasta que murió.
OAPÍTÜLO XLVL
Como «I Rey 7 la Reyaa taeroa A ? liitar fui reysot de Angón,
7 del presento que les dieron los Jndlos do Zaragon.
En el dicho afio de 1481 fueron el Bey Don Fer-
nando é la Beina Dofia Isabel con toda su corte á
Aragón, Oatalulla y Valencia, á ser recibidos por
Beyes é Sefiores de la tíerra, Ó á tomar posesión de
aquellos Beynos é Gondado de Barcelona, é apo- I
É DOÑA ISABEL. t03
deráronse de todo ; donde les hicieron muy solem*
nes recibimientos, é dieron muy grandes presentes
é dádivas, asi los Gonsejos de las ciudades, como los
caballeros é mercaderes, é los judíos, é los moros
sus vasaUos, lo qual no es necesario escribir que se-
ría muy prolijo, empero quiero decir del presente
de los [judíos de Zaragoaa , porque fué muy gran
concierto é en número de doce.
En Zaragoza les presentaron los judíos é Gabildo
de ellos en número de doce por muy singular ór*
den, lo qual fué doce terneras, doce cameros, to-
dos emparamentados, y en pos de esto una singular
vajilla de plata que llevaban doce judíos por sus
piezas de platos é escudillas ; é uno de ellos llevaba
encima de el plato una rica copa llena de castella-
nos ;é otro llevaba encima de otro plato un jarro
de plata ; el Bey é la Beina, puestos donde lo vie-
ron todo, lo mandaron recibir é recibieron , é se lo
tuvieron en muy gran servicio, é les dieron por
ello muchas gracias é se lo agradecieron mucho.
Visitaron primero el Beyno de Aragón, y dende
fueron á Barcelona, y visitaron el Gondado de Ga-
talufia ; y á la postre vinieron á Valencia, donde en
todas estas partee les hicieron muy grandes y so-
lemnes recibimientos , y les dieron muy grandes
dones y presentes.
GAPÍTÜLO XLVIL
Como easd el DeiBn de Franela con Margarita, flja do Vaxfnilano
Dnqne do Anstrla, Re7 de Romanos, siendo nlllos.
En el dicho afio de 1481 fueron concertados el
Bey Luis de Francia é Maximiano, Duque de Aus-
tria, Bey de los Bomanos, fijo del Emperador Fede-
ricus, tercio nieto del Bey Duarte de Portugal, yer-
no dül Gran Duque Garlos de Borgofia, Gonde de
Flándes, y por evitar algunos escándalos é guerras
que entre ellos se esperaban por algunas causas de
sus Beinos é Provincias, casaron al Delfin de Fran-
cia Garlos, fijo del dicho Bey Luis, con Margarita,
fija del dicho Haximiano é Dofia María, su mu-
jer, difunta, fija del dicho Garlos Duque de Borgo-
fia é Gonde de Flándes, difunto, siendo él de poca
edad, de nueve afios, y especialmente Margarita
de quatro afios. E fecho el concierto é casamiento é
desposorio, el Bey de Francia mandó á su fijo so
pena de su maldición, que otra mujer no tomase, é
dióla en guarda é cargo al Parlamento é Gonsejo
de París, para que la criasen. Ga luego que fué he-
cho el concierto se la entregó su padre , y fue lla-
mada mientras el Bey Luis vivió Princesa ó Delfi-
na, de Francia ; y esto hecho, dende á quatro meses,
cerca de San Juan de Junio, murió el Bey Luis de
Francia ; y el Parlamento ovo cuidado, é los Gaba-
lleros de Francia de criar los jóvenes desposados;
llamaban á la Margarita Beyna de Francia, también
como al deÍBposado, que como murió el Padre le ti-
tularon Bey de Francia. Estuvo el Beyno de Francia
en tutela del Parlamento é caballeros gran tiempo
esperando la edad del Bey fasta que fuese para lo
regiri el qual no salló dispuesto quanto fuera me-
«04
OBÓNIOAS DE LOS BEYES tm OASTILLA;
nettor, < no le oflaron dar U gobernación del Reyno^
fasto que pasaron aun mas tiempo de ló que el de*
recho permitía; 6 desquo le dieron la gobernación,
eomensó á favorecer deaconciertoe, y no qaiao eetar
por el oaBamienio de Margarito, qne su padre iiabia
fecho ó le habia mandado afirmar y hacer deaqae
foeae de edad, y todaa loa ooaaa se le hicieron mal,
y yíyíó poco, como adelante se dirá.
CAPÍTULO XLVni.
De como st eearaui U gnern entre loi ebristtaaoi é los moroi.
En este afio de 1481 en el de Octubre, comenaó
el Marquéa de Cáliz á facer públicamente la guerra
á loe moros, é sacó su hueete, ó amaneció una ma-
fiana sobre ViUaluenga, é quemóla, ó corrió los lu-
garea de la Sierra, é corrió á Ronda, é durmió sobre
ella, ó derribóles la torre de Mercadillo, ó fizóles
muchos dallos , ó volvióse con su honra ó cabalga-
da, ó dcude en adelante ñzo otras muchas entradas,
é se siguió la guerra entre christianos ó moros en
toda la frontera,
CAPÍTULO XLIX.
De COBO falleeió el Rey Don Alonso de PortngtU
En el dicho afio de 1481 falleció el muy noble
.Rey Don Alonso de Portugal, en un lugar que lla-
man Santorem, y su cuerpo fué llevado á enterrar
á Santo María de la Batalla, al enterramiento de sus
antecesores que ende está, donde fué sepultodo con
las honras y obsequias según 4 su Real estado con-
venia. Falleció siendo de cinqüenta afios; nació el
afio de 1432 á 15 dias del mes de Enero , é falleció
en dicho afio en el mes de Agosto, Fué muy amado
y querido en su reino de Portugal , por sus muchas
virtudes, y bondades que en él habia, ora muy do-
voto, é christianísimo, é sabio, é cuerdo, é franco, é
halló la mina do oro. Él ganó á los moros á Tánjer
é Arciia, con que se acompafiaron Alcázar y Ceuto,
que él tenia allende. Fué luego después de la publi-
cación de su muerte, fama pública en todo Portu-
gal, que el Rey Don Alonso no era muerto, por
quanto no fué cnsefiado después do difunto, como
si fuera Ó debiera ser ensefiado ; nin ovo persona
que diese fé, que lo vido morir ; nin ovo persona
que adornase su cuerpo para la sepultura, nin se
pudo saber quién lo adornó, como suelen facer á los
Reyes cuando mueren ; é toda su fin fué tan secreta,
que lo que fué no lo supo sino el Príncipe y el Roy
Don Juan su fijo ; é muy pocos de su secreto, é por
eso dijeron, é fué pública fama que como él habia
sido muy buen Rey y temeroso do Dios é do su
conciencia, é caritativo, é devoto, é de virtud , qne
aun se hablaba do él qne adonde ponia sus manos
en el nombre de Jesuchristo sanar los enfermos es-
pecialmente los lamparones, é iban á él desde muy
lejas tierras, é que teniendo su conciencia, conside-
ró é pensó en los muy grandes dafios é muertes de
gentes, é robos, é hurtos, ó despojos, ó traiciones, é
disfames de mujeres • é perdimientos de gentes é
pueblos que por sn causa hablan snoedidOi é seha^
bian fecho é recrecido por haber entrado en Caati«
Ha á reynar. B eso mismo consideró la necesidad
grande en que habia puesto su reyno de Portogal.
Ca habia echado y oojido en el tiempo de la guerm
á sus vasallos todos muy grandes pechos, ó derra*
mas é prestidos que habia tomado la plata y oro de
las iglesias y monastorios de sus reynos prestoda , y
aun estoba por pagar mucho de ello ; é de como lo
habia todo gastado muy mal gastado en la deman-
da de Castilla, sin facer cosa alguna en lo que pen-
só; y así mesmo consideró las siniestras desdichas
y Afrentas que habia recibido en la dicha demanda,
ansí en los suyos como en su persona ; é queriendo
dello facer penitonoia le pesó mucho de todo lo pa-
sado, é que atribuyó todo el pecado é cargo á sí mes-
mo é no á otro, é consideró que todo le habia venido
así por su pecado é que todo cargaba sobre su áni-
ma, é vido ser imposible salvarse sin hacer gran
penitonoia, é por esto después de ordenar su ánima
se fué pelegrinando á Jerusalen. Otros dijeron qno
se metió fraile, é se fué á visitor los Lugares San-
tos de Santiago é Roma. Esto fué la común opinión,
é tonto se publicó que mandaron pregonar y defen-
derlo, y que el que tal dijese que muriese por ello;
como quiera que sea. Dios le quiera perdonar por
su gran misericordia, y á nosotros también. Esto no-
ble Rey, aunque casó con su sobrina ya dicha, hija
de la Reyna Dofia Juana, mujer del Rey Don Enri-
que de Castilla, fué fama pública que no quiso ha- .
ber aceso á ella, antos la guardó mucho, é como asen- /
tó las paces con Castilla la fizo motor en un monas-
terio de monjas en Santorem con cierto rento para
su mantenimiento é provisión, é con mucha guarda
la qual estuvo allí basto el comienzo del afio 1506,
que el Rey Don Manuel la mandó sacar y llevar á
Lisboa, é siempre la llamaron en Portugal la ea»a-
httUSáiora,
CAPÍTULO L.
Como reinó s« fljo el Rey D. Joan de Portngal.
El Rey Don Juan de Portugal comenzó de rey«
nar en el Portugal afio de 1481, después de la muer-
te del Rey Don Alonso su padre, en el mes de Agos-
to del dicho afio, é reinó catorce afios. En el co-
mienzo de su reinado ovo diferencias é turbaciones
entre él é algunos Grandes do Portugal el afio de
1483 después de las entregas desfechas é venida en
Castilla la Infanta, é el Duque de Viseo á Portugal
y el Príncipe de Portugal llevado é Ébora, estando
seguro el Duque de Braganza, que era casado oon
hermana de la Royna, en la Ciudad de Ébora, el Rey
lo mandó prender, el qual fué preso Jueves dia del ^
Corpus Chrísti , á 29 dias dol mes de Mayo , é fizo
proceso contra él é fué degollado por su mandado
desde á quince dias Viernes, é de esto fué grande
espanto en los caballeros do Portugal ¡ y el Condes-
table su hermano dol dicho Duque huyó en CastillSi
é otros algunos ; el Rey tomó é fisco toda la hacien-
da del Duque para sí é disimuló el Rey por estonce^
' tK)K FteBNÁKDO
fin el aflo de 1484 en el mea de Agosto en Setabal,
estando el Bey en en JPalaoio entraron á él eegnroB
nna noche, el Duqne de Viseo , su primo^ hermano
de la Beyna, Don Diego, é el Obispo de Ébora ; y el
Bey tenia ya concertado de los matar , é asi como
entraron dio de pofialadas al Dnqne y matólo, é fizó-
lo echar por nna ventana abajo sobre nn tejado qne
era en lo alto de la sala, é prendió á el Obispo é fi-
Bolo echar en nna cisterna donde estuvo fasta qne
mnrió. B esto fecho, fnyeron con temor mnohos ca-
balleros de Portugal é vinieron en Castilla, especial-
mente el Oonde de Faro, é Femando de SUveyra ; é
Don Alvaro hermano del Dnqne de Bragansa ya es-
taba en Castilla, ca dis qne como oyó, 6 entreoyó
qne hadan los caballeros monipodioil contra el Bey,
él por no entender en ello Inego se vino á Castilla
antes de la muerte del Duqne su hermano ; y el Bey
tomó todas sus haciendas á los ausentados, é las fis-
co para sL E deepues prendió é degolló á Don Fer-
nando de Meneses hermano del Obispo de Ébora,
dos fijos del susodicho , y desqnartisaron á él uno ¡
é fiso degollar á Pedro de Alburquerque, é á otros.
E esto diz que fizo el Bey porque falló que los di-
chos caballeros le ordenaban la traición, é tenían
concertado de matar é él, é á sn fijo, é alzar por Bey
de Portugal al dicho Don Diego Duque de Viseo,
hermano dé la Beyna, fijo del Infante Don Feman-
do, hermano del Bey Don Alfonso, Este Bey Don
Juan era hombre discreto, esforzado, feroz, é agudo,
* sospechoso, deseoso de saber cosas nuevas, traia
comunmente muchas carabelas á descubrir por el
mundo ; las primeras carabelas que fueron é descu-
brieron la especería Calecud en Indias al Levanto,
é las envió, ó después de su muerte vinieron on
Portugal, reynando el Bey D. Manuel. Este Bey Don
Juan desde que por sus manos mató ásu cufiado, co-
mo he dicho, nunca mas se aseguró ni tuvo segura
la vida, porque era hermano de su mujer y do su
sangre Beal ; y era viva sn madre Dofia Phelipa
suegra del Bey, á la qual dio mal trago. Dio luego
á Don Manuel á Viseo, é todo lo que sn hermano
tenia, é rezóle que tuviese manera de le ser leaL
CAPÍTULO LL
Gomo totsaroa loi moroi i Zaban, é la tuTleros.
fin el segundo día de Navidad en fin del dicho
afio dé 1481 escalaron los moros á Zahara, ó toma-
ron la fortaleza é la villa con toda la gente, é
quanto en ella había ; é se perdieron entre muertas
é cautivas, chicas é grandes que ovieron los moros
ciento é sesenta personas christianas, que no se sal-
varon , salvo algunos homblres que saltaron por los
ádarbes) é la Villa así tomada^ tuviéronla y defen-
diéronla cerca de dos años, fasta que se la tomó é
ganó el Marqués de Cáliz; é de muchas veces que
por allí entraron mientras la tuvieron á oótrer tier-
ra de christianos siempre les fué mal á los moros, é
volvieron vencidos é desbaratados. Perdióse por
• mal recaudo de los que la rejían, por no estar apér-
f ibidop de guerra los yecinos de ella que la tenían
¿DÓÍfA iSAfelíti./ 60S
por el Mariscal mozo, fijo del Maríscil Fernán Dt^
risa de Saavedra, defunto suso dicho.
CAPÍTULO LU.
Como tomó el Harqnés de Cidií A Albama de los moroi é come
é quien foé con él y en qsé tiempo.
En Jueves postrero dia del mes de Febrero, alko
del nacimiento de Nuestro Bedemptor Jesuohristo
de 1482 afios, tomó la villa de Alhama el famoso y
muy esforzado caballero Don Bodrígo Ponoe de León,
Marqués de Cáliz, Conde de Arcos, 8efior de la viUa
de Marchena á los moros con la gente del Andalucia,
é fué de esta manera. Había nn sagaz hombre es-
calador que llamaban Ortega de Prado y de noche
andaba escuchando donde se velaban bien ó mal
los moros ;.y supo tanto de Alhama, que con ayuda
de Dios se atrevió de escalar, é fizólo saber al Bey
Don Femando, estando el Bey en Castilla la Viqa,
é el Bey cometió el caso con gran secreto de ello al
Marqués susodicho, confiando de su notable esfuer-
zo é liberalidad ; el qual tomó la empresa á su cargo,
é sacó su hueste, é llevó consigo á Diego de Merlo
Asistente de Sevilla, con la gente de Sevilla, é á Juan
de Bobles, Corregidor de^Jerez, y al Adelantado del
Andalucía Don Fadrique ; é llevó consigo todos los
Alcaydes de su tierra, é otros Alcaydes de esta fron-
tera, en que allegó dos mil y quinientos dea caballo
é tres mil peones. T el Conde de Miranda que se halló
entonces negociando en esta tierra ahorrado, se fué
con ellos ; é no sabia ninguno donde iba sino el
Marqués, é Diego de Merlo, é el Adelantado ; é de-
jaron aporcebida toda la tierra, é partieron de Mar-
chena á la vía de Antequora, é desque allegaron al
Bio de las Teguas dejaron ende el fardaje, é fue*
ron sobro Alhama Miércoles noche, é dos horas an-
tfM que amaneciese otro dia Jueves, el Marqués lle-
gó cerca de Alhama; é envió delante á Martin Qa-
lindo. Comendador de la Beyna, Alcayde que era
estonce de Marchena, é con él otros Alcaydes y es-
cuderos de los mas esforzados de quien él confiaba
que por la honra hablan de osar morir, antes que
recibir mengua; é fueron con el escalador Ortega
de Prado, número de fasta de treinta hombres ; é
echaron las escalas perla fortaleza por donde man*
dó el Escalador, é plugo á nuestro Sefior que no fue-
ron sentidos, é el primer hombre que subió en pos
del escalador fué Martin Galindo, é el segundo Juan
de Toledo su criado, é el tercero también su criado
Estremera ; é luego el Alcayde de Archidona, é lue-
go los otros Alcaydes, los qualcs montaron, é mata-
ron las velas, é alcaydes, é tomaron la fortaleza ; é
Aciéronlo saber al Marqués que estaba ahí cerca en
la celada con la gente, el qual, como lo supo, fizo
tocarlas trompetas é atabales é la gente dieron gri-
ta y allegaron cerca de la villa é descansaron, é die-
ron cebada, é almorzaron ; é los moros trabaron pe-
lea con los christianos que habían escalado la for-
taleza ; é algunos de aquellos que habían escalado
descendieron dentro é lo llano, por echar de allí á
npoB moros que lea tiraban saetas, é trabaron pe^
éiÁ
ÓRÓNIOAS DB im BÍBTBS DI OÁBÍítLtL
lea. Murieion alli dos áloaydM honrados, los quales
eran Nioolis de Bojas, Alcayde de Arooa , é Sancho
de Avila, Alcayde de Oarmona. E deeqne la gente faé
deecanaada el Marqnés fiso apregonar combate es-
cala franca é In^o oradaron el mnro por un cabo^
é diéronle combate por mochas partes é entráronles
por faeiza ; é desqne entraron pelearon dentro en
la TÜla con los moros por las calles , qne se les te-
nían muy inertemente, é ficieron en ellos mny grande
estrago metiendo á espada todos los Tarónos, é to-
maron la Tilla é todas las personas qne ende habla
hombres é mujeres chicos é grandes qne no escapó
ninguno, salvo algunos hombres qne fueron fnyen-
do i la Tuelta por la mina ó por otras partes, ó allí se
tuTieron ciertos moros con sus mujeres é jente me-
nuda en una Alhima, que no les pudieron entrar
fasta el tercero dia que se dieron. B en lo que se
pudo saber murieron allí ochocientos moros varo-
nes dejando algunas moras que murieron también
á las Tueltas. Fueron presos cautivos tres mil áni-
mas, poco mas ó menos, entre chicos y grandes ; la
villa era de seiscientos vecinos. Ansi fué tomada la
villa de Alhama, que era lamas rica piesa de su ta^
maño que habla en tierra de moros. Ovieron en ella
el Marqués, é todos los que con él fueron infinitas
ríquesas de oro y plata y aljófar é sedas é ropas de
seda de Zanaham é tafetán, é alhajas de muchas
maneras, é caballos é acémilas, é infinito trigo é ce-
bada, é aceite, é miel, é almendras, é mnohas ropas
de finos pafios, é de arrece de casas. Deliberaron
ende todos los christianos que habia en ella cauti-
vos, que hallaron en una maimorra, é hicieron jus-
ticia de un tomadiao que alli tomaron. Elche, traidor
renegado que habia bocho muchos males, entrando
á tierra de christianos, como sabia la tierra de
cuando él era christiano. La villa tomada, pusieron
sus guardas é todo á buen recaudo ; é estubieron alli
holgando Viernes, é Sábado, é Domingo é Lunes, é
fasta qne el Martes que vino sobre ellos el Rey Mu-
ley Hacen de Granada, con cinco mil y qninientos
de á caballo, y ochenta mil peones á cercallos, é aún
el fardaje del Marqués no era llegado, que habia
estado detenido en el camino esperando jente de
á caballo para entrar, é en tanto vino el sefior Don
Alonso de Agnilar con su jente de á pié é de á ca-
ballo é tomó el fardaje para llevarlo é meterlo en
Alhama. E visto por el Marqués, el dicho Martes de
maftana, como los moros les venían á poner cerco,
é sabia qne ese dia habia de llegar Don Alonso con
el fardaje é repuesto, envióle á decir á ufia de caba-
llo que se volviese presto que ya no era tiempo que
en Alhan^ pudiese entrar, porque el Bey de Gra-
nada era venido á los cercar, el qual, viendo el men-
sajero dio vuelta con el fardaje, é anduvieron toda
aquella noche hécia Anteqnera ; y el Bey de Gra-
nada supo la nueva de aquella gente é fardaje como
iban, é como daban la vuelta , é abajo Miércoles de
mañana con todo su Beal en pos de ellos y no los
pndieron alcansar á causa que no curaron mucho
de los seguir é volviéronse los moros é asentaron
pu Beal é Don Alonso de Agnilar se vino con ti far-
daje fasta Antequera, y dende cada uno se loa
para su tienra.
OAPfrULO LIIL
Como d R«f Se Gniada oombatié al Mai^ilf é « il Adelantado,
é i el Aaliteate de SsrUla é:á tedoi pos ahrliUaaos \wt eaia-
baaei Alhama.
B como el Bey moro volvió sobre Alhama dejan*
do de seguir los que se volvieron con el fardaje,
mandóle dar combate por todas partes, é llegaron
los moros con Iss escalas hasta los muros, é comba-
Uan muy bravamente osando morir ; é el Señor Mar*
qués y los otros señores capitanes cada uno por su
cabo esfónaron su gente, y diéronse á tal recaudo
que mataron é firieron de los moros muy mnohosL
y defendieron bien sus vídss y la villa, en tal ma*
ñera que los moros se enojaron é dejaron el oom*
bate desqne vieron que tanto daño les facían. Bl
Domingo siguiente dieron otro muy gran combate^
é minaron el muro, é vieron é vinieron é lo dar muy
armados é pertrechados y dando muy grandes ala-
ridos é gn^itos, el qual duró por muy grande espada
en que al fin fueron mas de dos mil moros muertos
é heridos. B dende este dia, no osaron dar mas
combate Beal, salvo en el agua que quitaron mo»
chas veces á los de la villa , é haoian mucho daño
que echaban el arroyo por otri^ P*rte, é salían los
de la villa por la mina é volvíanla á echar por do
solía ir ; y sobre esta agua recibieron asas daño los
christianos que de algunos que murieron los mas
fueron sobre el agua, porque no tenían sino un po*
BO en la villa, é padecieron los cercados muy gran*
des penas de sed A causa que los moros les quita*
ban así el rio. Estuvieron cercados el Marqués é
aquellos señores 6 gente qne la tomaron veinte y
cinco días, tanto se estuvo el Bey de Granada so-
bro ellos. El Bey Don Femando sapo en breva
tiempo la nueva de lo que estaba fecho, aunque es*
taba lejos en Castilla, é envió á mandar á todos loa
caballeros del Andalucía, é comunidades quefne*
sen en socorro del Marqués á descercar á Alhamag
y luego se juntaron con el señor Duque de Medínii
Don Enrique, Oonde de Niebla, grandes gentes de
Sevilla y su tierra é sus comarcas, é juntáronse el
donde de Oabra é Don Alonso de Aguílar, é Martín
Alonso de Montemayor, é el Maestre de CSalatrava
Don Bodrigo Jirón, é el Adelantado de Oasorla, é
el Marqués de Villena, con muchas gentes de sus
tierras é de el Andaluda, de manera que se biso una
muy grande y muy hermosa hueste de m^y gran
caballeria , y peonaje, y juntáronse todos cerca do
Antequera, y el Bey Moro de Granada desque supo
que iban sobre él alzó su Beal y fuese huyendo á
Granada. E alaó el Beal un Viernes de mañana á 29
días de Mano. E la gran gente de los christianos
del socorro llegaron á Alhama el Domingo sígnien*
te de mañana donde fueron recibidos con mucha
alegria de los que dentro estaban ; é allí salió el se*
ñor Marqués de Oádis, y el Adelantado de Andaln-
ota oon mnóhos caballeros 4 recibir el socorro j ^
bOlS FBBNAHDO
W MÍEorM iobredtéhOi» lot cptaleB todos abraMion
7 boMroDt al Marqnéi primero, 7 después á el Ade.
lantado del Andalucía; aili se fioieron aquel dia
machas amistades entre dichos sefiores de algunos
enojos 7 diferencias, que en algunos tiempos ha^
bian pasado. Fomecieron la Tilla de yiandas é ar»
mas, é de gente de refresco con algunos de los que
dentro estaban, 7 dejáronla por el Be7 7 ReTua de
Castilla, é por Capitán é Alca7de de ella al dicho
Diego de Merlo, Asistente de Seyilla, con ochocien-
tos hombres de pelea, en los quales dejó el Maea-
' tre dnco alcaides SU70S con la gente de su tierra
que ende quedó. B Tolyiéronse todos por Anteque-
ra como uno en sus tierras, é supieron como ei Be7
Don Femando estaba en Lucena que venia al so-
corro, é dende dio vuelta á Córdoba, que supo lo
que era fecho 7 que la gente se volTia.
CAPÍTULO LIV.
Gsmo tersó «1 Reí Moro i oenor i Alhama 7 oilnron en alia
por aoBikato atortoa maroa.
Tomó el Be7 Mule7 Hacen, moro Re7 de Grana-
da dende á pocos dias sobre Alhama ó púsole cer-
co ótÚTola cercada cinco dias, en los quales la com-
batió mu7 fuertemente ó fiao tirar con una graesa
lombarda tres tiros; ó entraron los moros por una
escala que de ante noche hablan puesto en un lugar
pequefio de unas pefias ó vuelta del adarba en la
▼illa al tiempo del combate, é estaban 7a dentro se-
cretamente quarenta moros sobidos en el Adarba,
en un compás secreto, que no los veia nadie é por
subir mas quebróseles el escala ó no pudieron subir
mas. En esto los christíanos ovieron vista de mo-
ros, ó desque ellos vieron que loa hablan visto sa-
lieron peleando é dando grita , ó muchos ohristia-
nos se alteraron ó dieron á huir diciendo que sin
remedio la villa era tomada, é los moros mataron
dos chrístianos, é otros christianos que estaban cer-
ca de allí se esf orsaron , 7 arremetieron donde sin-
tieron que estaba el escala é vieron que se les ha-
bla quebrado, é atajaron los moros entrados, ó ma-
taron de ellos doce, é prendieron veinte 7 ocho, ó
murieron muchos moros en aquel combate, ó fue-
ron muchos heridos* B desque el Be7 moro esto
vido, alaó el Beal, ó volvióse á Granada. B así
ovieron allí el Aaistente con todos los otros capi-
tanes, con todos los demás que ende estaban la vic-
toria aquel dia ó mucha honra. B entre los moros
que tomaron ovo ocho moros de buen rescate, ó re-
partieron la presa entre todos»
capítulo LV.
Da aoBO al Raj D. Fanaado fié ft vor i AlkaiM.
A catorce dias del mes de Ma70 del dicho afio de
mil quatrooientos ochenta 7 dos, fué el Be7 Don
Femando á ver á Alhama con mu7 grande hueste
de gente é entró en ella, ó ovo ende mucho placer,
ó mandóla mucho adobar ó fortalecer, ó mudó la
gente^ é sacó al asistentSy 7 á todos los que ende
A DoSf A iBABiíL éai
habían Quedado ó púaó gttiié de filreieo, é puso
por capitán 7 Alca7de al Seftor Luis Puertooarreroi
8effor de Palma, del qual estuvo su domada; 7 des-
pués lo mandaron, é pusieron al Comendador Juan
de Vera Alcaide que fué de Jaén. B otro sí de esta
vea que el Be7 Don Femando fué á ver á Alhama,
vino á Leja, é otros lugares de los moros.
CAPÍTULO LVl.
Da aomo en Granada aliaros otro Raj, é dajaroa al Ray ilajo.
Después que el B^ moro Mule7 Hacen volvió
de Alhama en Granada sin la tomar, luego fué
gran división entre los moros, é aliaron por Be7 á
Mule7 Baudili su fijo en Granada los grandes de la
dudad. T aleóse también su hermano Mule7 Bula-
haique; ó fuese de Granada é tomó contra su Padre
á Almería, Ó el otro quedó Be7 en Granada; 7 des-
que esto vido el Be7 viejo Mule7 Hacen fuese á
Málaga ó con toda su casa ó tesoros ; ó la ma7or
parte de este dafio le vino al Be7 viejo por envidia
que hablan los caballeros de Granada, por la gran
privansa que con él tenia el Ibocadm Venegas, Al«
guacil de Guarda, que mandaba á Granada é todo
el BeTuo mucho mejor que el Boj. Bste Alguacil,
era de linaje de christianos de los Venegas de Cór«
doba^ é su padre é abuelos fueron chrístianos é él
nadó en tierra do moros, é era mu7 gran servidor
dd Be7.
CAPÍTULO LVIL
Do la batalla dal Lomo dai Jodio qao ?eiiaiaran loa cbristttaoa
da Utrera.
Viernes prímero dia dd mes de Marso afio suso-
dicho de 1482, que fué un dia después de la toma
de Alhama , acaedó que los eabdleros de Utrera
que quedaron en guarda de la tierra, los quales fue-
ron quarenta 7 ocho, todos los mas ancianos, mas
viejos que mosos, los qudos sabida la nueva que
enti'aban los moros, que como tenian áZahara, no
eran sentidos muchas veces fasta que corrían ; é
por esto fnéronse á Bomos, llevando por Capitán d
Alcayde de Utrera, Gtomea Mondes de Sotomayor,
é juntáronse con dgunos caballeros mu7 pocos que
ahí estaban é con algunos peones, é estando en
Bomos el dicho Viernes de mafiana, amanecieron
los dichos moros de Bonda é de su tierra sobre ellos,
los quales eran doscientos 7 sesenta de á caballo
los que allí vinieron, é dgunos peones, é el peona-
je dejáronlo en la Sierra, é corrieron d campo da
Bomos é de Bspera, é de Sevilla, é recojieron quan-
to ganado hallaron, élos pastores que pudieron ha-
ber, en que llevaban once mil cabesas poco mas ó
menos, íbanse poco á poco con ellas que como na.
había gente, que eran idos á Alhama, no había quien
se lo contradijese. B desque esto vieron los chris-
tianos que estaban en Bomos , los quarenta 7 ocho
de Utrera é dies de á cabdlo dd mismo lugar, é de
Arcos sds de á caballo, de Bspera otro de á cabdlo,
que fueron todos setenta 7 dos de á cabdlo con Ion
éoé
OBÓNIOAS DE L6S BfeTBS DS OAffiíILLL
Aloaydes da utrera Sotomayor, é Matheo Sánchez,
Alcayde de Bomos, todos loe mas hombres viejos
canos, salieron á trecho de los moros con obra de
treinta peones y f aérense en pos de ellos, fasta el
cerro que dicen el Lomo del Judío, á dos leguas de
Bomos ; é allí los moros desqae yieron tan poca
gente, habido sa consejo, diciendo qne también los
podrían llevar como la cabalgada, volvieron sobre
ellos , pensando que les f uirian ; 6 los christianos
desque los vieron venir, fíciéronse un cufio y apre-
táronse, é pusieron los peones al un cabo, y esfor-
aándose los unos con los otros, diciendo unos i otros
que todos flciesen como buenos, que Dios, é la Vir-
gen Santa María é el Apóstol Santiago les ayuda-
rían ; y los Aloaydes ambos eran hombres esf orea-
dos, y esforzaron mucho la gente 6 pusiéronla en
orden, y apretáronse mucho todos, puestas sus lan-
zas de encuentro ; y los moros viniéronse para ellos,
y queriendo encontrarse soltaron los moros tres es-
pingardas á caballo facia los christianos, é non les.
fideron dafio ; arremetieron los unos con los otros
diciendo los christianos Santiago , é rompieron los
unos en los otros ; los peones se estuvieron quedos
fecho adarbe con las puntas de sus lanzas qne les
non pudieron entrar; é volvióse la pelea; mas los
christianos horadaron luego la batalla de los moros
andando muy apretados, é acaudillados, é dieron
vuelta otra vez sobre ellos , derribando é matando
muchos. Los peones, desque vieron derribados mu-
chos moros , comenzaron de matar é ayudar á los
suyos. Los moros como vieron tantos caidos de ellos
é los christianos en su vigor, comenzaron de huir
vencidos, é muertos, é desbaratados ; los christianos
siguieron el alcance gran rato, é fueron muertos
mas de cien moros y cautivos no mas de tres, é
murieron quatro christianos, tres de Utrera, y uno
de Arcos ; y volvieron todo el ganado que llevaban
los moros, é cojieron el campo, en que ovieron no-
venta caballos é muchas armas, é volvieron toda la
presa que los moros llevaban, é tornaron con mu-
cha honra á sus casas, é¡repart¡eron la presa por to-
dos los que allí so hallaron y pelearon. Este afio
fué Juan de Vera , fijo del Gomendador Diego de
Vera, enviado á Granada por Embazador, ó estando
en la Albambra ovieron unos moros disputa de co-
sas de la f é, é un moro Benzerraje dijo que nuestra
Sefiora la Virgen María no quedó Virgen después
que parió á Nuestro Sefior Jeauchristo, y Juan de
Vera dijo que mentía , y lo hirió con la espada en
la cabeza, é el Bey Don Fernando se lo agradeció
mucho é le dio mercedes.
I CAPÍTULO LVIII. '
De eomo él Rey faé prineta vex sobre hou, y ao Uso lo qae qal-
stefa.
En el dióho año de 1482 después de San Juan de
Junio , sacó el Rey Don Fernando su hueste con
' muchos de los Grandes de Oastilla, é fué sobre Lo-
za con asaz artillería, é púsole cerco del un cabo é
túvola cercada caatro ó oinQo.dias i é los moros sa
lian á pelear muchas veces' por donde mas t mané
hallaban las estancias , é cada dia les entraban mo-
ros de refresco en la villa , que el real no lo pedia
defender, que estaba entre la villa y el Beal é estan-
das, el río Guadajenil. B un dia salieron los moros
de la villa á pelear por estancia donde estaba él Maes-
tre de Calatrava Don Bodrigo Qiron , é él salió á
pelear con ellos , é diéronle una saetada de que mu- i
rió luego, é acudió gente del real é fideron huir los
moros. B viendo esto el Bey é los Caballeros, ó vis-
to como tenían poca gente, 6 estaban cerca de Gra-
nada donde muy presto se podían reoreoer , é socor-
rer á aquella villa mucha gente, ordenaron de alzar
el real , porque no se fallaron mas de qaatro mil de
á caballo é doce mil peones, é según la calidad de
la tierra eran menester para aquel cerco aquellos, y
otros tantos; é cómelos moros de la villa vieron
que d real se alzaba salieron á pdear yaque la ma-
yor parte era alzado , é fideron muy grande alboro-
to en d real, é muchos cabdleros é peones dieron á
f uir al Bey mesmo ; é como vido aquello acudió por
aquel lugar con algunos pocos de caballeros, dicLan-
do á voces : « tener caballeros , tener caballeros » ; 6
peleó allí d mesmo con los moros é desbarató una
batalla, y atajó otra de dnqüenta moros que no pu-
dieron tomar el paso, é no tuvieron otro remedio d-
no echáronse los mas de dios en el rio donde se aho-
garon , é los otros murieron á lanzadas y en esto el
red tuvo algún tanto de lugar lo que no era alzado
de se dzar y poner en cobro. B como el Bey en esto
andaba peleando con los morosrecrecíanse mas mo-
ros, é vídolo el Marqués de Cádiz é socorriólo con
sesenta lanzas, dejando el cabo donde estaba, é vino
allí é fizo quitar al Bey de aquel pdigro é púsose
él allí, é salieron otra vez los moros por dlí ¡ é fizo
el Marqués tres ó quatro vueltas sobre dios mny es-
forzadamente conloe que con él estaban , é echó una
lanza á un moro é atravesólo , é quedó sin lanza, é
firíéronle d caballo de una saetada, é con estas
vueltas que fizo escusó que no se perdió parte del
red. Con todo eso se perdió mucha harina, vino, é
algunos tiros de pólvora, en los quales fueron qua-
tro ó cinco robadoquines. £ esto fecho d Bey fizo
bastecer á Alhama de aquellos bastimentos que ha-
blan ido al red, é vínose dn facer lo que queria , 6
fué esquela al Bey este cerco primero de Loxa on
que tomó lidon, y deprendió ciencia con que des-
pués fizo la guerra, ó con ayuda de Dios ganó la
tierra', según adelante será dicho. É desde esta vez
lo creció contra los moros muy gran omedllos éfizo
facer sobre la que tenia muy gran artillería de tiros
de pólvora en Huezna, é muchos robadores, é guar-^
nocióse mucho de todas las cosas necesarias para
la guerra ; é fizo facer sobre la que tenia muy gran
artillería y muchas gruesas lombardas, é labrar en
esta Andalucía muchas piedras para ella, é en la
sierra de Constantína muy mudia madera para la
dicha artillería.
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««.>! í';
tOH ÍTEBHANDO
CAPÍTULO LDL
Cotto el Rej Moley Baeam eorrid el etmpo de Tarifli.
En el dioho afio de 1482 mionirM el Bey esUba
sobre LozAi corrió el Rej Muley Haoem el Viejo
el oampo de Tarifa, en qae llevó macho ganado va-
cono, como no habia cáballeroe que se lo reeistie-
■en, que eetaban en el cerco de Loza ; 6 á la salida
cerca de Castellar , dieron en la delantera de los mo-
ros Pedro de Vera, Aloayde de Gibraltar, é Christó*
bal de Mesa, Alcayde de Castellar, con fasta sesenta
de á caballo, é desbarataron ciento y cinqttonta de
á caballo moros maertos é heridos , é con aqnel al«
boroto se Tolvieron mas de dos mil vacas de las qae
llevaban los moros, é con todo eso llevaron todavía
mas de tres mil vacas, é ansí el Rey moro se vol-
vió á Málaga, donde estonce reynaba , despaes qno
Ghranada lo despidió, tomando por Bey á su hijo Ma«
ley Boabdelin.
CAPÍTULO LK.
IM áetkante fse lot aoroi Bderos ei lee ebrlitiiBot en d
Aurqnia 4e Malaca.
Bn el mes de Marso de 1483 afios entraron acor*
rer tierra de moros por Antequera el Maestre de
Santiago Don Alfonso de Cárdenas, é el Marqaés de
Cádis, é Don Alonso de Agailar, é Jaan de Vera é
el Adelantado de Andalocía , é el Conde de Cilaon-
tes. Asistente de Sevilla, qae sacedió despaes de la
muerte del virtuoso Sefior Diego de Merlo, é Juan
de Bobles, Corregidor é Alcayde de Jeress, é recogie-
ron la gente en Antequera , é falláronse con mas de
tres mil de á caballo é con pocos peones, según fue-
ron menester para la tierra donde iban. El consejo
del Marqués era de combatir á Almejía, é el Maes*
tre no quiso sino que fuesen á destruir los lagares
del Azarquía, para lo qual hablan sido manidos ó
allegados, é para dar vista á Málaga , é ovieron di-
visión en el concierto de la entrada á causa que el
Maestre tenia adalides que hablan sido moros, 6
decíanle de una manera, faciéndole muy llana y sin
peligro la entrada. El If arques tenia también sus
adalides tomadisos, entre los quales uno era Luis
Amar, uno de los que le dieron á Monteoorto, é fa-
cían la entrada por allí muy peligrosa ; y en fin si-
guieron todos la voluntad del Maestre, é dejaron el
fardaje en Antequera , é todos los que tenían fla-
cos caballos. Partieron de Antequera los dichos se«
flores con pocos menos de tres mil de á caballo, y
obra de mil peones ; é entraron en la Azarquíft de
Málaga oomensando de correr, é quemar lugares , é
matar é robar, un Jueves de mafiana víspera de San
Benito á veinte dias de Manso, fasta la tarde que se
apellidó toda la tierra de los moros sobre ellos ; la
tierra era muy fragosa y áspera de mochos ooULbos
é lomas, é barrancos , é dieron los moros en la bata-
lla de lareaaga é ficieron mucho dafto á saetadas
desde arriba de aquéllos barrancos, como los caba-
lleros no podían diff Tii«m iqbro eU^ü, y «si m*t«<
É D0Í(A IBABÜt toé
ban é desbarataban macha gente á oada paso, de
manera que se erró en los ohristianos, é ovo tan mal
acuerdo é tan gran desmán, que no teniaii valor
para pelear los mas de ellos, temiendo la grita de .
los moros, é las infinitas saetas que cada uno les
ochaban. El Marqués, por guarecer la gente de la
rezaga , quedó atajado aquella noche que no pudo
llegar ni pasar á la gran batalla del Maestre y de
los otros sefiores, y allí por amparar la leaaga le
mataron el caballo , é quedó con fasta oinqfienta de
á caballo atajado, é habia muchos moros entre él é
la otra gente , é estovo gran parte de la noche allí,
é los tornadizos le amonestaron é aoonsejazon que
saliese por una parte por do le guiarían, paes no
podía juntarse conloe demás sin peligro de sa per-
sona; é que si allí aguardaba á la maftana amanece- '
rian sobre aquellos moros que lo tenían cercado,
otros en gran suma , é que estonce no se podría qui-
zá poner en cobro ; é de tal manera se vido afren-
tado aquella noche, que ovo de tomar el consejo de
los tornadizos , é no pudo facer sino escapar su vida
á ufia de caballo por donde lo guiaron los adalides
sayostomadlzosy Luis Amar, y al fin salió de An*
tequera.
El Maestre é los otros sefiores con toda la otra
gente estuvieron toda esta noche cercados de los
moros, con diez mil candelas de fuego ardiendo al-
rededor que no habia por donde saliese uno, ni en-
trase otro, recibiendo de cada parte muchas saeta-
das que le tiraban á montón, en qae se recibian
muchos daños de f eridos é muertos. Los moros nan-
ea cesaron aquella noche de velar toda la hueste al
derredor, dando gritos é faciendo tantas algazaras
fasta otro dia Viernes de.San Benito, de manera que
se movió la haeste de los ohristianos para se venir
puesta su retaguardia á la saga, é oomenzaroli dé
pasar cuestas é barrancos , y los moros con éUes á
cada paso revueltos por unas lomas y pasos muy
inustos , é echaban muchas piedras á rodar é con las
manos muchas saetas, é salian á las delanteras por
donde no podían subir los ohristianos, é asi mata-
ban é herían ; y los ohristianos, como iban ahilados,
la tierra era tal que no podían facer vuelta, ni se po-
dían valer unosá otros ; y desque vieron que la gen-
te se ponía en huida, é según la aspereza y haoana-
miento de la tierra , la gente de á caballo no podía
pelear, dixeron al Maestre y á los sefiores que iban
con él en las delanteras los adalides que si querían
escapar que andaviesen presto, antes que los moros
les tomaran un puesto grande que adelante estaba;
de manera que el Maestre é los otros sefiores comen-
zaron de meter espuelas é andar ouanto podian; é
como esto vieron los de la haeste é de la resagOi
toda la gente se puso en huida, cada uno ouanto
mas podia ; é dejaron la vía por donde iba el Maes-
tre muchos caballeros , ó tomaron la via de Alora, ó
los moros siguieron él alcance, é mataron é oautt-
varonmil ó ochocientos hombres ohristianos ó pocos
menos , en que fueron mosrtos dos hermanos del
Marqaés de Cádis, Don Lope é Don Beltran , é Pe-
dro Vaiques, hermuno ÚA Mariscal . ó Gomes Msn-
89
m
CRÓNIOAS DB l6S BATES DS OASrTÍLtÁ.
dM de Sotonuyor Alcayde de utrera, é Alonso de
las Gasas, é otros machos caballeros do Sevilla y
de Jerea y do toda el Andalnoía, faeron muertos é
cantivos, 6 fué preso el Ooiido de GifaenteS| Asis-
tente de Sevilla, y Don Diogo Ponce de León, ber«
mano del Marqués, é su sobrino Juan de Pineda,
nieto del Conde Don Juan , y otros muchos criados
y parientes del dicho sefior Marqués. E fueron muer-
tos é presos muchos Oomendadores de la Orden de
Santiago, entre los quales fué muerto Juan de Ba-
san, Comendador de Almendralejo, que fué un
muy esforsado y honrado caballero. E fueron presos
Don Lorenzo Ponce de León, Sefior de Villagarcía
que era paje del Maestre, é Juan Zapata sobrino
del Maestro , fijo de ?edro Zapata, Comendador de
Hornachos. Afirmábase entre muchos muertos y
cautivos mas de treinta Comendadores faltaban ; é
fueron presos é cautivos otros muchos caballeros,
criados é parientes de los sefiores Adelantados é se-
ñords Don Alonso de Aguilar, é Alcaydes desta An-
dalucía , entre los quales fueron presos Juan de Bo-
bles , Corregidor, é Alcayde é Capitán de la gen-
te de Jefes , Don Juan hermano del Duque de Me-
dina Sidonia, Don Manuel sobrino del Marqués fijo
de Don Pedro de Quaman el Yayo, Monsalvo, Juan
Gutierres Tello, Diego de Fuentes, é Pedro Rsqui-
. vel , veinte y quatro de Sevilla, é Gomess de Figue-
roa, é Gonzalo de Saavedra, Alcalde mayor é vein-
te y quatro de Córdoba , é otros semejantes fídalgos
é ricos hombres.
: Asi que el desbarato fecho , los moros cojieron el
campo é juntaron la cabalgada en Málaga en que
Juntaron ochocientos veinte y cinco hombres , en
que hsbia en ellos doscientos cinquenta hombres,
principales caballeros, é Alcaydes, é Comendadores,
é generosos é fidalgos de grandes rescates, alas qua-
les apartaron luego é llevaron á la Alcazaba, é pu-
siéronlos aparte, é quedaron allí en el corral qui-
nientos setenta y cinco , estos fueron sin algunos
que los mas hurtaron los moros, y sin algunos que
después fallaron.
Este desbarato hicieron muy pocos moros mara-
villosamente, éparedó que nuestro Sefior lo consin-
tió, porque es cierto que la mayor parte de la gente
iba con intención de robar é mercadear ; mas que no
de servir á Dios , como fué probado é confesado por
muchos de ellos meemos que no llevaban la inten-
ción que los buenos christianos han de llevar á la
pelea é batalla de los infieles , que han de ir confe-
sados, é comulgados é fecho testamento , é con in-
tención de pelear é vencer á los enemigos en favor
de la Santa fé cathólica, é ovo muy pocos que la
tal intención llevasen ; mas por la mayor parte iban
todos puestos en cobdicia de haber por robo cosas
é alhajas como las de Alhema, diciendo que muchos
fueron ricos de Alhama ; y otros muolios llovoron
muchos dineros y encomiendas de sus amigos para
comprar de las cabalgadas que habían de hacer, es-
clavos y esclavas, y ropas de seda como si hecho lo
tuvieran, y pensaban sin dar é temer á nuestro Se-
fior Dios el mal propósito que para esto llevabaui
quiso por oastigar los malos que recibiesen peni
los buenos ; que dijeron los christianoB que faeron
presos, que puesto caso que hahia muchos moros en
los cerros y do cada cabo , que todos los moros que
ficieron el destrozo é dafio qae no fueron sino fasta
quinientos peones é cinqfienta de á caballo , é que
todos los otros no llegaron fasta que estaba fecho
el desbarato.
Los sefiores Marqués, é él Maestre, é Adelantado
Don Alonso de Aguilar, ó todos los que escaparon
vinieron á Antequera, é muchos fueron á parar á
Alhama é otras partes, é muchos estuvieron por los
montes ocho dias comiendo yerbas é bebiendo agua,
y después sallan andando de noche, é de dia escon-
didos ; é acaeció que venían fayendo é venían á pa-
rar á Herbar, que es un castillo que tenían los moros,
donde estaban tres ó quatro moros, que estaba á
quatro leguas de Antequera; é como vieron aquellos
moros venir por allí dos ó tres christianos , presu-
mieron lo que era que venian desbaratados, é salie-
ron *é cautiváronlos ; é después vieron venir mas , é
dejaron en la fortaleza dos moros oon los presos , é
soltóse uno de los christianos, ó mató á el un moro
y firió el otro, é alzóse oon la fortaleza, é tuvieron él
é los otros dos que él desató fasta que le vinieron á
poner cobro los sefiores. E aquellos que escaparon
juntos en Antequera, esperaron todos los que ve-
nian, ó recojido cada uno los suyos, é visto que le
faltaban con mucho enojo, dolor y angustia, se fué
cada uno en su tierra donde ya se os entiendo con
que placer podrían recibirlos. Y fué llamada por
mal de los christianos , y es hoy dia la de la Axar-
quía, otros le llaman la de las Lomas, é de aquí
creció mas la enemiga entre chístianos y moros.
CAPÍTULO LXI.
De eomo tüé preso el Rey moxo Moley Btvdili cérea út Lseens.
La fortuna que nunca paro, ni deja en un ser mu-
cho tiempo permanecer las glorias mundanas, ni á
los malos disimula sus maldades y yerros luenga-
mente para que siempre hayan do perseguir á los
buenos, mas por divina ordenación vemos que los
malos, aunque en algún tiempo prevalecen , presto
son consumidos, y los buenos , aunquo algunas ve-
ces perseguidos por que no conozcan á Dios , siem-
pre Dios los socorre y consuela ; y así estando esta
Andalucía en muy gran tristeza y no limpios los
ojos de llorar en ella é en gran parte de Castilla
donde tocó el dolor; los moi*os muy enlozanados por
la victoria, y no contentos con lo pasado que se ha-
bía fecho en la^ Lomas, ordenaron entrar á correr
Loxa tierra de christianos, pensando que por temor
del estraga fecho no habría quien les ficiese resis-
tencia ; y fué do esta manera, que el Bey moro Mu-
loy Daudily quu roynaba en Granada, desque supo el
desbarato que se había fecho en los christianos ade-
rezó su gente é sacó su hueste desde Granada en quo
había nueve mil peones y setecientos de á caballo,
y entró á correr el campo de Aguilar é de Luoena, é
desque fueron vistos por los christianos , apellidóc^
1)0N FERNANDO ¿
la tierra é mÜó ti Aloayde de loe BonceleB , con fas-
ta setenta de á caballo, é iiiioá pocos de peones, é
asomó por nn cabo é lado de los moros ; é asomó el
Ck)nde de Cabra por él otro cabo é lado de los] mo-
ros, con fasta dosdentos de á caballo é qnatrocien-
tos peones. B los moros en el campo Tolvian ya de
▼uelta, é el Alcayde de los Donceles fiso tocar nna
trompeta cerca de la delantera de los moros, é el
Ck>nde de Cabra fiao tocar sus trompetas, y los unos
christianos con los otros esforzáronse, puesto caso
que eran muy pocos en comparación de tantos mo-
ros, se esforzaron unos con otros. Y el Rey de Gra-
nada y su hueste estaban en un llano, y como los
christiaaos asomaron por los cabezos, no podían
bien juzgar si eran pocos ó muchos, é comenzaron á
desmayar por el sonido de las trompetas de cada
parte, y el Conde por su cabo con su gente bien co-
gida rompió por medio de los moros, y no menos
hizo el Alcaide, aunque tenia muy poca gente, por
la otra parte ; ó desque los moros se Tieron cometi-
dos por dos partes, pensaron que toda Castilla esta-
ba allí, é comenzaron 6 fnir como cobardes é corta-
dos, no mirando la honra de su Rey toda la peonaje;
y de la gente de á caballo algunos, é otros, recibie-
ron ferozmente los primeros encuentros en que los
christianos derribaron muchos de ellos, como ellos
usan cabalgar corto, ficieron por cada parte entra-
da é salida en ellos, ó desbaratáronlos, é estonce
comenzaron todos a fuir, y los christianos á los se-
guir, derribando, é matando en ellos hasta el rio de
Guadaxenil, el qual iba estonce crecido, é no lo po-
dían pasar saWo por ciertos Tados; é de los que allí
llagaron muchos se metieron á el agua é fueron
ahogados; así que orilla del rio fueron muchos
muertos á lanzadas, é muchos ahogados en el rio, en
tal manera que de todos los moros, así de á caballo
como de á pié, escaparon muy pocos en esta batalla
y alcance á lo que se pudo ver ; es á saber : fueron
muertos é presos todos los setecientos de á caballo
que no escaparon, salvo algunos pocos que ovieron
lugar de pasar el rio, é otros escondidos ; é fueron
muertos é presos siete mil peones poco mas ó me-
nos. Así que se estragó y pereció casi toda la hues-
te de los moros que hablan entrado, entre los quales
el Rey moro fué preso; y el Alatar viejo, Alcayde de
Lora, que era un esforzado y nombrado moro , fué
muerto y ahogado en el rio que nunca jamas pare-
ció ni entre los muertos pudo ser conocido; era
hombre de mas de sesenta afios, el qual habla fecho
desde su mocedad guerra á los christianos. E habida
la victoria, los christianos cojieron el campo, don-
de ovieron muy gran cabalgada é riquezas ; prime-
ramente , el Rey moro cautivo con otros caballeros
moros , muchos y de grande rescate, é otros muchos
cautivos de mediano rescate, é otros muchos de co-
mún rescate y valores, y muchas acémilas, é fue-
ron tantas, que se maraviliaroi^ los christianos don-
de habia tantas scémilas, y los moros cautivos les
dizeron que cada peón traia una acémila, ó ál me-
nos entre dos peones una acémila, por amor del tra-
bajo de las tres marchadas, é por las vituallas del
DOSA ISABBL. 611
comer, é aun por pareeer mas gente de á caballo ; ó
ovieron muchas armas é ropas , é oro , é plata , é ca-
ballos ; é ansí volvieron el Conde de Cabra , é el Al-
cayde los Donceles, con la cabalgada é muy hon-
rados.
£ Don Alonso de Aguilar, en este medio tiempo
estando en Anteqnera, supo el desbarato de los mo-
ros, é salió al campo á la delantera de los que ha-
blan escapado, é [ovo mas de ochenta moros que
tomaron él y los suyos. El primer moro de los de á
caballo que entró solo en Loxa, fué uno que solla-
maba Cidi Caleb, sobrino del Alfaquf mayor del
Albaicinde Granada; é como lo vieron ansí solo, fué
muy grande alboroto por un poco en la villa, y
dizéronle «¿caballero, dó el Rey y la gente?» y él
respondió: «allá quedan, que el Cielo cayó sobre
ellos, é todos son perdidos é muertos.» Estonce co-
menzaron en Loxa muy gran llanto , é muy gran
lloro y tristeza, é este moro mesmo llevó la nueva
á Granada, donde la gente de ella fué muy triste y
cuitada, é fué muy llorada por los moros la pérdida
del Rey ; é sabed que los que con él se perdieron,
eran todos los mas caballeros de los mejores é mas
principales de Granada, é de Loxa é de toda la
frontera. El Conde do Cabra, é el Alcayde de los
Donceles, desque conocieron al Rey moro entre los
presos, guardáronle é ficiéronle mucha honra, é pre-
sentáronlo al Rey Don Femando desque vino á
Córdoba, el qual no tardó de venir de Castilla, des-
que supo la victoria habida por los christianos, al
qual el Rey lo tuvo preso algún tiempo, é después
lo soltó sobre rehenes, é volvió en tierra de moros,
é algunos de los caballeros moros no le obedecieroni
en algunos lugares lo recibieron, é en algunos no.
Fué llamada esta batalla por mal de los moros, la
de Lucona, otros la llamaron la del Rey moro, por
que fué allí cautivo.
CAPÍTULO LXII.
De eémo los moros tornaron A tomar por Roy al Hoy viejo.
En el dicho afio de 1483, luego como los moros
de Granada vieron perdido á el Rey , é vieron que
era tanta gente con él estragada é perdida , envia-
ron por el viejo á Málaga que volviese á reynar, é
vino luego é apoderóse en Granada como antes es-
taba, y tuvo la ciudad fasta San Juan del afio de
1485 que fueron tres afios, en su honra y prosperi-
dad ; y en aquel tiempo todo , tenia la ciudad de
Almería contra él, su fijo Muley Baudili Agije el
Infante, por su hermano, el que se habia perdido
cerca de Lucena, é en este tiempo el Rey cautivo
se deliberó por rehenes é ciertos partidos secretos,
de poder del Rey Don Fernando, é fué á Granada,
é no le quisieron recibir, é fuese á Guadiz, é allí lo
recibieron, é allí estuvo algún tiempo fasta que sa-
lió de allí para ir á Vera, é desque salió de Guadix,
nunca mas lo quisieron acojer en ella, é estuvo en
Vera fasta que mataron á su hermano el Infante
en Almeria, é estonce huyó él é vínose á Castilla, é
estuvo acá algunos días, é después volvióse á VerSi
éii
ORÓNTOAS DB LOd BStES OÉ OASTtLU.
é ettaro allá f mU que le tomó Loxa, qne se yino
A QranadAí é lo acojieron en el Albaido , é eo todo
«0te tiempo habi» diyisioii entre loa moroa oomo
adelante ae dirá.
OAPÍTÜLO LXni.
Cobo él Bey Doa FefBtaéo tontf á Zahtra á lof moros.
En el mea de Janio afio anaodioho de 1483, fué
él Rey Don Fernando á meter la reoaa á Alhama
poderoaamente, é oombatió á Zahara, é tomóla por
faerza ¡de armaa » ó tomó loa moroa eantiroa qne
jEneron ciento, ó poco maa ó menoa, qne guardaban
la íortaleza ó yilla qne la gente menuda no oaó to-
da aguardar, é fiao talar la Vega de Qranada, ó tu-
. yo allá él San Juan ; 7 en Zahara hubo muoho trigo,
é cebada é gran preaa, délo qual fiío baateoer á Al-
hama, é aaoó de ella á Luia Pnertooarrero, ó dejó al
Conde de Tendilla por Capitán é Alcalde ; ó de eata
Tea quedaron loa moroa de Qranada muy atemori-
aadoa de el Bey Don Femando de yer tanta y tan
noble oabaUeria y gente oomo Hoyaba, entró y aalió
eata yea en Alhama, dando yiota á Granada.
CAPtrULO LXIV.
Do Uf líelo iebs do CaatrUi.
Laa ialaa de Canariaa aon aiete aituadaa dentro en
él mar Océano, maa yecinaa y cercanas de tierra de
África qne de otra tierra ; yendo de Cádia á ellaa
queda la tierra á la mano siniestra ; aon yecinaa á
la tierra de la mas pequefia algunas quince leguas,
¿algunas treinta leguas, é algunaa dnqftenta le-
guas, poco maa ó menos. La mas pequefia linda con
la tierra de Tagaos ó Desa ; es la primera isla como
yan de Castilla, Lanaarote, que es tierra de mucho
pan y ganado , especialmente cabras ; ea tierra para
plantar yiftas ó árboles, salyo que no las ponen por
el mucho ganado que los comen é destruyen ; no
tienen aguas dulces, beben los hombres y ganadoa
aguas lloyediaas qne cejen en cisternas que llaman
maretas ; ea tierra de muchoa conejea é palomas, po-
cos yecinos, ó moradorea menoa de ciento, tienen
buenoa pescados, hay deade Cádia allá doscientas
leguas.
Es luego Fuerte Ventura : llámase la población el
Valle de Santa María ; ea tierra de muchas aguaa
dulces de rios, hay muchas cabrea, pocaa yacas,
parras de uyas, huertas, é almendras y otros árbo-
les ; está tres leguas mas allá de Lanzarote.
Gran Canaria es lu^o , que es grande isla, muy
yirtuosa, de muchas aguas é rios dulces, é muchos
cafiayerales de azúcar, é tierra de mucho pan, trigo,
á cebada, é yino, ó higuerales, é muchaa palmas de
dátiles, é es tierra para muchas plantas , tiene bue-
nas yifias y muchos conejos; está diez y ocho leguas
adelante de Fuerte Ventura.
Tenerife ea luego que ea tierra muy yirtnosa de
pan y ganados, y de aguaa dulces, donde hay una
sierra de las mas altas del mundo , que yen encima
de ella algunaa yecea arder llamas de fuego como
haoe el Monjebel en Oedlia ¡ ea grande lata; habU.
en ella nueye Beyea% nueye parcíalidadea qne ao- ■
juzgaban toda la otra gente, ea tierra de mocho pan,
como dicho es, é mny aparejada para plantar yi-
fiaa é huertaa é todaa las otraa coaaa neoeaaiiaa á hi
yidade loa hombrea ; está dooe legnaa adelanta da
la Gran Canaria.
La Gomera ea luego aeb legnaa de Tenerife; ea
muy yirtuoaa tierra de pan, ó de ganadoa, é de acd-
carea, é aparejada para plantar yifiaa ¿ arbolea de
todas plantea.
La Palma ea luego , é ea tiem de rnnoho pan j
asacar, é aguaa dulcea de la calidad de la Gomerai
hay en ella pastel y no hay en todaa eataa ialas; Ar-
chila eatá quatro leguas adelante de la Qomerai y
no hay paatel aino en ella.
£1 Fierro ea la cabeza de todaa, ¿ maa léjoa ea
tierra áspera , á lugarea ; tiene muchoa pnerooa , y
de todos ganados hay en ella ; no tiene ningunas
aguaa dulcea, salyo de oistemaa é maretaa: del agu«
lluvia beben loa ganadoa.
En eata isla hay una gran marayilla de laa del
mundo, que el pueblo bebe del agua que un árbol
anda por las hojas. Hay un árbol de manera de un
álamo, y ea yerde todayia que nunca pierde la hoja,
y an fruto que da ea unaa bellotillaa que amargan
como hiél, é ai las comen son medidnalea, y no
hacen dafio al ouerpo, y ea de altura de una lanza
mediana; tiene grandea ramas é copa; ea de gor^
dor cuanto pueden abrazar doa hombrea ; el pió de
ól suda maravillosamente gotas de agua continua-
mente, que caen en una alborea que eatá abajo de
él, de tal manera que una gota de agua no se puede
perder. De allí han abasto de agua toda la que
pueden beber todos los de la isla, que solía haber
ochenta vecinos, é todos é sus casas son hartos y
^bastados de aquel árbol; son las hojas y color oo«
mo de laurel, sino que son un poco mayorea. No hay
en todas siete islas árbol de aquella natura , ni en
toda Espafia ; ni hay hombre que otro tal haya vis-
to en parte ninguna ; y por esto parece bien que ea
misterio de Dios, y que quiso dar alli aquel agua de
tal manera por dar conaolacion á las gentes que en
otro tiempo alli fueron echadaa, donde otro pozo ni
fuente dulce se falló jamáa, ni falla.
Bstaa aiete islas teoian siete lenguajes, en cada
nna el auyo, que no se entendían ni paredan unoa
á otros, los quales ahora los de la naden de ellas, se
retienen entre ellos. Antes de ser ganadas de ebria*
tianos, en todas andaban desnudos como nacieron,
elloe é*6llas, salvo en la Gran Canaria traían unaa
bragaa do palmas como por gala, elloa y eUas ; em-
pero no cubrían bien los lugarea inhonestos, porque
no eran cerrados por abajo, aalvo una cuerda cefií-
da por las caderas, y do alli colgaban unas flocadu-
ras de palmas ripiadaa.
En todaa e^tas siete islas tenían mucho ganado
de que parecía que Díoa lea proveyó , en eapecial
cabras de que comían carne, y leche, ó manteca, é
queso, é hacian mantas de los pellejos con su pelo
muy sobados é adobados, en que se echaban, ó ta^
DON nSBNAKDO
mUúMf qiM WB coUjftban algonu yecm por él boI,
y por él ftire, que traUn «d lot hombros é en 1m ei-
paldai.Oriabaii lo« nifioi desque neoisn, enTueltos
«D pellejos de oebritos ohiqaitos ; é de los mstrimo-
niososda imo tenia su mujer ó mujeres, empero por
maj lÍTÍanas oosas se partía el matrimonio, ó ellas,
é ellos, se oomnnicaban oon quien querián. Eran
Idólatras sin Uj : en la Gran Canaria tenían una
easa de oradon llamada allí Torifia, é tenian alli
una imájen de palo tan luenga oomo media lanía,
entallada, oon todos sus nieryos, de mujer desnuda,
oon sus miembros de fuera, y delante de ella una
oabra de un madero entallada, oon sus figuras de
hembra que quería concebir, y tras de ella un ca-
brón entallado de otro madero, puesto oomo que
quería sobir á en jendrar sobre la cabra. Alli deira-
mabanleohey manteca, parece que en ofrenda, ó
diesmo 6 primicia, é olla aquello allí mal á la leche
6 manteca. No tenian hierro de que se serTir, sal^o
de algunos desbaratos que hacían en los ohristianos
que les facían guerra, algunas annas é cuchillos
se senrian. Sembraban el trigo y cebada con cuer-
nos de cabra metidos en varas, especialmente en
Gran Ganaría en lugar de arados, é así voMan la
tierra y cubrían él grano, é oojian en gran multi-
plicación de una medida cinqftenta é mas t no ha-
dan pan, salvo gofio envuelto el grano majado con
la leohe é con la manteca. Fué preguntado á los mas
ancianos de Gran Ganaría, que si tenian alguna
memoría de su nacimiento, ó de quien los dejó allí,
é respondían : nuestros antepasados nos dijeron que
Dios nos puso y dejó aquí , é olvidónos, é dijéron-
nos, que por la via de tal parte se nos abriría é
mostñria un ojo ó Ins por donde viésemos, y seña-
laban hacia Espafia, que por allí hablan de yer, é
se les habia de abrir el ojo por donde habían de ver.
Son en todas estas islas hombres de buen esfuerzo,
y de grandes fueisas, y grandes braceros, y hom-
bres livianos y lijeros, y mas los de la Gran Oana-
ria. Son en todas las islas hombres rasonables de
buenos entendimientos, y de agudo injenio, por ser
silvestre é pastores ellos y ellas, y son gente fiel, y
caritativa, y de verdad, y buenos ohristianos,
CAPÍTULO LXV.
Gomo flieroa «oiqulitadu primero estes islss.
Fueron conquistadas estas islas la primera ves
por un capitán francés que andaba de armada por
la mar, llamado Moneen de Bethenchohnrt, en el
afio de 1400 ó muy poco antes ó después, según pa-
rece por rasen de los tiempos , creo que seria en
tiempo del Bey Don Enrique ni, en aquellos dies
afios que reinó, ó en el oomienao de la tutela del
Bey Don Juan 11 su fijo, que comenaó á|reynar de
veinte mes^ en el afio de 1407 afios. E ovo victo-
ria aquel capitán de las quatro islss, de ellas de las
mas pequefias é menos poderosas, conviene á saber:
Lanaarote, Fuerte- ventura, La Gomera, El Hierro.
Estas ganó, é tomó é sojusgó » ó oon las otras no
pudOyé quedaron por ganar ei) sq Ti|^r, Este 9api-
ADOftAlBÁBBk 61»
tan Moneen de Bettienohohuri, no contento oon
ellas, buscóquien se las comprase en Sevilla, ó com*
próselas él Conde de Niebla Don Juan Alonso, pa-
dre del primer Duque de Medina, que fué el Du^*
que viejo Don Enrique, y el dicho Conde, no con-
tento oon ellas, Iss vendió é trocó por ciertos luga-
res á Fernán Perasa caballero de Sevilla que viví*
oon él, é Fernán Perasa las tuvo, é sefioreó é poseyó
quanto vivió^ y aun fiso guerra á las otras tres, don-
de en la conquista de la Palma le mataron los pal-
mases un hijo llamado Guillen Perasa, soltero, qiie
no tenia otro varón , é por eso quedó su fija dofia
Inés Perasa por heredera y seftora de las islas, é el
dicho Fernán Perasa nunca pudo ganar ni sefiorear
las tres islas, conviene saber: Gran Canaria, Tene-
rife y la Palma ; empero por halagos, ó oomo quier
que fué, los regimientos de todas tres le besaron 1»
mano por su Bey y Sefior, y llamábanle las gentes
Bey de Canaria. No sé yo si él se* intituló de ello.
Murió Fernán Perasa , sefior de las dichas islas, en
buena fama de muy buen caballero que fué, é deja
casada á su fija dofia Inés Perasa con Diego de
Herrera, caballero de Castilla, hermano del maris-
cal de Ampudia, é quedaron ella y su marido sefior
de las dichas islas, é llamábanlos Bey é Beyna dO;
Canaria, y durante su matrimonio ovieron tres fijos
é desfijas, á Pedro García de Herrera, é Fernán Pe-
rasa, é Sancho de Herrera, é á dofia Maria de Aya-
la, que casó en Portugal con el conde de Porto-ále-
gre Don Diego de Silva, é á dofia Fulana que oasÓ
oon Pedro Femandes de Saavedra, fijo del maris-
oal de Zahara, é seftorearon las quatro islas suyas,
empero nunca pudieron sojuzgar las tres. E luego
oomo el Bey Don Femando y la Beyna dofia Isabel
vinieron á Sevilla á la primera ves, sabiendo la fe-
rocidad de aquella gente de aquellas tres islas, y la
fertilidad de la tierra, propusieron conquistarlas, y
enviaron á la Gran Canaria á Juan de Bejon , é Pe-
dro del Algaba, dos capitanes con quinientos hom-
bres, é ficieron la torre donde es ahora la pobla-
ción, é ovieron discordia entre ambos capitanes é
envidias, é siendo compadres é muchos amigos,
mató Juan de Bejon á Pedro del Algaba ; é después
fizo matar Fernán Pereza, fijo de Diego de Her-
rera, á Juan Bejon : ansí el malo f enedó maL
No contentos de está conqubta Diego de Herrera
y dofia Inés Pereza, pusiéronse á justicia con el
Bey y la Beyna, diciendo que era la conquista su-
ya. Hallóse por justicia, que pues eran vasallos, no
se podían llamar Beyes, y que á ellos seria imposi-
ble sojuzgar ni ganar aquellas tres islas , que per-
diesen la apdon que á ellas tenian, y recibiesen cin-
co qüentos de maravedís, é tanto les dieron. T asC
quedó la conquista de aquellas, tres islss al Bey y
Beyna de Castilla, é la obediencia de todas ; é' vista
la discordia de aquellos dos capitanes, enviaron el
Bey y Beyna allá á Pedro de Vera por capitán ma-
yor como dicho es, é quedaron señores de sus qua-
tro islas Diego de Herrera y dofia Inés Perasa, ó
fallado él de esta presente vida donde á pocos diíts^
después de hecho d part{dO| é yívió elle después^
tu
CBÜmOÁB DE ÍX)S &STES DE OASTILLA.
nuM de veinte ellos viude^ é gobernóee muy bien
pomo muy noble, é muy Taronil é TÍrtaos» duefia,
j fálledó en Sevilla e^ baene Tojes de edad de mas
4o pobeota aüos,
oapItülo LXVI,
De U Isla d0la Gru CastrU» ¿ ^niea é como lai |iad, y de aai
cosai.
En la Gran Canaria liabiá dos Gaardatemes, 6
dosFagzames, los Gaardatemes eran reyes en lo
seglar, é en todo mayores, los Fagzames eran asi
como en lo espiritaal oomo obispos ; el uno era rey,
6 el otro obispo do Galda, é el otro rey de Telde, ó
el otro Obispo de Telde, que eran dos parcialidades
é dos reynos en toda la isla ; y era mayor el rey de
Telde de mas gente qne el otro, é el rey de Galda
se fiso amigo de los obristianos é aseguróse é fizóse
vasallo del Rey de Castilla, é enviólo Pedro de Ve-
ra á Castilla, donde el Rey y la Reyna le fioieron
muoha honra, é lo vistieron, ó fizo con ellos su
amistad é prometió de serles siempre leal, é volvió
en Gran Canaria, é ayudó mucho á hacer la guerra
al Rey, y hubieron un día una batalla en el invier-
no del afio de 1483 en una sierra, fortaleza de pe-
fias é puertos, que llaman Ventangay é tenian la
fortaleza del risco los de Telde , é los obristianos ó
Pedro de Vera, su capitán mayor, é un vizcaíno que
llamaban Michel, que era capitán debajo do Pedro
de Vera ; el rey de Galda con sus canarios tenian la
cue¿ta abajo, y Uevaron de vencida al rey de Telde,
é retrajese con su gente á Ventangay , y volvieron
sobre los obristianos á pedradas, é mataron muchos
de los delanteros, y entre ellos al capitán Michel
que se habia metido mucho en ellos, y los obristia-
nos desmayaron, é volvieron á huir, é los canarios
de la parcialidad se puúeron á la frente, é el mis-
mo rey de Galda, é defendieron á los obristianos,
que si asi el rey de Galda no lo fioiera, no escaparan
aquel dia sino á ufia de caballo. E vista la flaqueza
de los ohristianos, la hneste do Tolde al Guárdate-
me de Galda dijo : u Conoce este dia y quítate de en-
medio, y mataremos todos esos obristianos, y que-
daremos libres vosotros, y nosotros , ó nunca nos
podrán sojuzgar» : y dijo el Guárdateme, no quie-
ro qne no faré traición por cierto, que asi lo tengo
prometido ; ó aquel dia se volvieron los christiauos
vencidos poco á poco dejando muertos mas de dos-
cientos hombres con Michel , é murieron de los ca-
narios contrarios mas de cien hombres , é dende á
quince días tomaron los obristianos de noche á Ven-
tangay ; é los de Telde viendo que no se podían
amparar ni defender, diéronse á partido á Pedro de
Vera, con su Guárdateme, diciendo que querían ser
obristianos é los dejasen libros, ó ansí los recibieron,
é bautizólos el Obispo de Canarias Don Joan de
Frias; é Pedro de Vera, diciendo que fuesen con él
en las carabelas á facer cabalgada é correr á Tene-
rife, para ganar para los vestir, con este engafio, de-
bajo de tilla, en las Carabelas los envió á Espafia, é
ios trajeron i OidiZ| HA Puerto, é dende á Sevilla
el afto de 14S3 afios, oeroa de San Juan de Jnnlo.
Fué Alonso de Lugo en esta conquista capitán, al
qual los canarios querían mucho , porque oon mu-
cho amor los trataba é oonquistaba ; era medianero
muchas veces entre ellos é Pedro de Vera en \bm
paces, é treguas é conciertos. Y sí de la (manera su-
sodicha Pedro de Vera no sacara los isleftos do
aquella isla oon aquel engafio, fuera gran maraví«
lia poderlos sojuzgar, que habia entra ellos seisden*
tos hombres de pelea, grandss é muy lijaros, y bra-
ceros y esforzados, é muy feroces, é tenian en lu-*
gares muy fuertes, tierra é pasos para se poder de-
fender. Quedaron estonce en Canarias las mujeres
todas é la gente menuda, las quales después las en-
viaron en Castilla, é les dieron oasa en tSevilla, y
toda la parcialidad del rey de Telde vino á Sevilla,
y fueron allí vecinos á la puerta de Mihojar; é mu-
chos se mudaron donde quisieron libremente, y mu-
chos se finaron que no los probó la tierra, y después
los volvieron por su grado en las islas en la misma
Gran Canaria, desque estaba poblada de gente de
Castilla, los que quedaron ; é muchos llevaron á la
conquista de Tenerife, donde murieron asaz de
ellos. E así el Rey Don Fernando é la Reyna Dofia
Isabel conquistaron é ganaron la Gran Canaria, é
habia en ella los lugares é aldeas sigmentes po-
blados.
Telde, de donde se intitulaban el Rey y nn Obis-
po.—Qalda, do donde so intitulaban el otro Rey y el
otro Obispo. — Araguacad. — Arajines. — Themensay.
— Atrahanaca. — Atairia.— Atagad. — Adf atagad. —
Furio. — Artenaran. — ^Afaganige .— Areaganigui. —
Arecacasumaga. — ^Atasarti. — ^Aeragraca. — Arbenu-
gania. — Arerehuy. — Atirma. — Aracuzem. — Artu-
brirgains. — Atamaraseid.— Artagude.— Aregayeda.
Aregaldan. — Areagraxa. — Areagamasten.— Area-
chu. — Aforgad. — Arehnoas. — Aterura.— Atenoya.
— ArAremigada.-*Ateribiti. — ArauUagata.
Todos estos lugares tenian poblados al tiempo
que la conquista se comenzó. Habia entre estos ca-
narios hombres fidalgos y caballeros, á quien los
otros tenian acatamiento. Habia entre ellos y ellas,
diversas leyes y costumbres: cuando habían de
casar alguna doncella, ponianla después de concer-
tado el matrimonio ciertos días en vicio A engor-
dar, y solía de allí y desposábanlos , y venían los
caballeros é fidalgos del pueblo ante ella, é habia
de dormir con ella uno de ellos primero que el des-
posado, quol ella quisiese, y si quedaba prefiada de
aquel caballero, el hijo que nacía era caballero, y
si no los fijos de su marido eran comunes , y para
ver si quedaba prefiada, el esposo no llegaba á ella
fasta saberlo por cierto , por vía de la purgación.
EsCa y otras costumbres gentílicos y oomo de ali-
mafias, ton ion, y ansí como bestias no habían em-
pacho do sus vergüenzas , ellos y ellos. Eran gran-
des criadores de cobros y ovejas, é los mujeres ejer-
citaban tanto el trabojo como los hombres, é aun
mas, para los mantenimientos de sus casas. No te-
nian vifias, ni oafias de azúoar, ni habia en la isla
la riqueza y fertilidad que hoy, salvo figuerss mu-
DON FEBNANDO
€Íia« j desque fueron IO0 cbistianoB, pasieron par*
ras é TifiM, é cafiaTerales de azúcar, 7 llevaron ga-
nados, que elloe no tenian sino mnchas cabras, é
trigo, é oebada ; no tonian casa de conejos ; é dé un
conejo é una coneja que los cbrisiianos Uevaron,
se hicieron tantos en tan poco tiempo, que toda la
isla era llena de ellos, é les oomian las oafias de
azúJar, é plantas, é quanto tenian que no sabian
que remedio poner; é lleyaron muchos perros, ó
dieron por mucha manera á los destruir y apocar,
y cercaron las heredades que pudieron, y asi se re-
mediaron, y tienen de ellos cuanta caza quisieren é
los toman con poco trabajo.
•
CAPÍTULO LXVII.
De la baUlla qse eommivettle se Alce la de la Lépera.
En el mes do septiembre á diez y siete. Miérco-
les, afio susodicho de 1483, después que el Boy mo-
ro yiejo fué recibido en Granada p6r Roy á causa
del cautiverio de su fijo , vinieron de su licencia y
mandado mil y doscientos de á caballo, 6 pocos
mas, esoojidos, á correr tierra de ohrlstianos, en los
quales vinieron mochos Alcaydes y hombres prin-
cipales, é reoojiéronse en Bonda, é entraron por
Zahara, y trujeron consigo gran peonaje, el qual de-
jaron en la ñerra , é todos los caballeros entraron
por Lopera á correr el campo de Utrera, é el Goro-
nil, é los Molares ; é echaron trescientos de á caba-
llo á correr la via de Utrera, los quales llegaron á
dos leguas de él, y ciento y cinqüenta al Corouil,
que llegaron cerca del logar, y quedaron los otros
en la celada'; y los que fueron al Goronil corrieron
el campo y recogieron el ganado, que fué una gran
boyada é vacas, é todo lo que hallaron ; é al rebato
salieron de Utrera sesenta de á caballo é alg^os
peones, é dieron en la zaga de los corredores moros,
no acobardando de pelear con ellos ; é en chico es-
pacio por una tierra mas áspera que llana, derriba-
ron fasta treinta moros, de los quales algunos ma-
taron del todo; y desque los moros vieron álos
christianos salidos de lo áspero á un Uano, ya esta-
ban todos cerca déla celada, é volvieron gran par-
te de los trescientos corredores sobre los christia-
nos, y los christianos huyeron á meterse en un
monte que estaba alli cerca ; é en aquella vuelta
mataron los moros siete ó ocho christianos, é en es-
to vínoles á los moros nueva que fuesen presto que
tenian en la celada la batalla aparejada, y los chris-
tianos al rostro , que no curasen de la cabalgada.
En esto vino otra nueva que la celada era desbara-
tada, y que los christianos venian ya sobre los mis-
mos corredores, é paredan ya muchos christianos
en el campo* Estonce los moros corredores se fue-
ron huyendo, de ellos al monte donde los christianos
de Utrera se hablan metido, de ellos por otras partes;
é en aquel monte acaeció , donde estaban los chris-
tianos meterse los moros en las mismas matas á es-
conder, dejados los unos y los otros los caballos
desamparados, é desque los christíanos conocieron
que los mm b^iji^i ««Ueroii é tomsron s^s caba-
¿ DOfi A ISA^Eti: éíi
líos é otros, é cautivaron de aquellos moros los que
pudieron fallar, é de ellos siguieron el aloanoe.
E la pelea de la celada fué de esta manera : que
de la entrada de estos moros habian avisado las
guardias de la frontera al Aloayde de Morón Figue*
redo, que era un esforzado caballoro, é él lo fizo ta«
ber luego é muy aprisa en toda la comarca, é jun**
tárense oeroa del OoronU, el Aloayde de Morón, é
Martin Qalindo, é el Seftor de Palma de Mioergilio
Luis de Pnertooarrero, é otros capitanes, con la
gente de Éoija, y Morón, é Osuna, é Antón Bodri-
guez Alcaide que después fué de Zahara, oon la geii*
te de Marchena, é tenia sefias é trompetas, é asoma*
ron sobre la celada, después de haber comido é be-
bido, é aderezado cada uno su caballo é armas oomo
convenia para el tan cierto ejercicio que habian de
haber de batalla, é asomaron sobre los moros que
estaban quedos é mal aparejados en un llano, y los
christianos se apretaron é estuvieron un poco para-
dos, y los moros se apercibieron muy bien, y los
christianos mandaron tocar una trompeta é so fue*
ron á los moros, é los moros se vinieron á ellos es-
forzadamente, é rompieron los unos con los otros, é
volvióse la pelea, é á los primeros encuentros fue-
ron derribados é muertos muchos moros , é beoho
muy gran destrozo en ellos, y comenzaron á huir
é los christianos á los seguir, é en tomo de media
legua, con los que murieron en la batalla , queda-
ron muertos mas de quatrocientos moros; é ño mu-
rieron christianos ningunos en esta batalla, que sa-
bido fuese. Oá Nuestro Sefior y Santiago, cuyo ape-
llido invocaron, los guardó, y los christianos siguie-
ron el alcance quanto vieron que convenía, y mata-
ron en la dicha batalla y alcance los caballeros su*
sodichos, en los que pudieron ser contados soIbcíod*
tos moros en trecho de una legua ; é fué esta bata-
lla en la Fuente de la Higuera, cerca de Lopera, é
los christianos cogieron el campo donde ovieron
moros cautivos é muertos, é caballos é armas, é ro-
pas, é volvieron con mucha honra á sus oasas.
El Marqués de Cádiz estaba en Jeres al tiempo
quo le avisaron de la entrada de estos moros, é ví-
nose á Arcos, é dende al rio Guadalete del cabo de
Zahara, é cuando llegó allí ya los moros que ha-
blan escapado iban f uyendo pasado el rio, y siguió-
les, é ovo noventa moros é cien caballos que llevó á
Arcos, y los caballeros de Jerez llevaron cerca de
otros tantos que les dio, que les tocaron de sus par-
tes, que se hallaron con él , é envió el Marqués em-
presentados de aquellos caballos al Bey, ocho caba-
llos; é el Aloayde do Bonda, é el de Setenil escapa-
ron desta manera. Eran ellos los que llevaban la
boyada de lacampiftade Utrera, é desque vieron que
la celada era desbaratada, tomaron con fasta treinta
do á caballo, é metiéronse en tierra de christíanos la
via de Lebrixa, guiándolos un Elche que sabia la len-
gua é tierra, é anduvieron aquel dia ñiora de camino
fasta la noche, que fueron á pasar á Qnadalete por
cerca de Arcos, guiándolos el dicho Elche , que era
un traidor que habla sido christiano y era moro, el
qual sábila bien la tierra^ é llamábanlo ^ Peñero, j
OBÓNIOAfi ¿K LOS BSIfiB Í)B ÜÁBñÜiA:
6ie
oi daoir que era de Aiooe. Allí fueron eqnel dU
nnieitoe é centivos miiohoe csballeroe y Aloeydes
moroe riooi, é de graodee reegatee; entre loe qaalei
fueron eeatívoe el Aloejde de Máúga, ó el de Alo-
re, é el Alceyde de líarbelle,é el del Burgo, ó el de
Comeree, é el de Coin, y el de Veles Málaga. T de
loe peonee moroeno peligraron, ealvo algunoe man-
ceboe que entraron entre loe caballeroe á lae eepne-
lae, é otroe que le fatroTÍeron á su lijerexa, porque
todo el peonaje quedó en la eicrra. Fué eeta batalla
Miérooles diez y siete de septiembre, día de las
quatro témporas de Santa Grus, afio susodicho de
mil qnatrocientos oohenta y tres. Quedó de esta toc
muy turbado el reyno de Qranada, en especial Má-
laga y Bonda, é sus comarcas, que perdieron lamas
. de la caballería; é en el despojo de la batalla se
OYÍeron muchas ricas corases , ó capacetes ó babe-
rss, de las que se hablan perdido en el Axarqufa, é
otras muchas armas, é algunas fueron conocidas
de sus duefios que las hablan dejado por huir; ó
fytras fueron conocidas que eran muy sefialadas de
hombres principales que habían quedado muertos
6 oautÍTOs; ó fueron tomados muchos de los mis-
mos caballos oon sus ricas sillss, de los que queda-
ron en la Azarqnfa, é fueron conocidos cuyos eran.
Ansí en pago de la de la Axarquía, esta era la se-
gunda, en que por la misma forma que los moros
ofendieron fueron ofendidos, y aquellos que lo fi-
Oieron, aquellos lo Tinieron á pagar por mal de los
moros. Fué esta llamada la de Lopera, que de mil é
doscientos de á caballo que entraron, no se salva-
ron los doscientos, y de estos los mas *sin caballo,
apeados y escondidos por los montes. No se halla-
ron otros christianos muertos en] toda esta batalla,
■alvo los siete ú ocho hombres que mataron los
oorredores moros, de los de utrera. En esta se oan-
tÍTÓ el Alcayde de Burgo que era un grande escala-
dor, el qual habla escalado áMontecorto, quando
lo tenia el Marqués de Oádie, que lo habia también
habido por otro escalador. Éste oto el Marqués, é
nunca fué rescatado é acá peredó é murió.
CAPÍTULO LXVIIL
De eétto el Marqite tonuS á Zabtrt.
Tenia por costumbre el Marqués de Cádta de te-
ner los hombres especiales é adalídee que osasen
de noche andar en tierra de moros, é saber qualee
fortalezas se Telaban bien, é qualos estaban á mal
recaudo, é asi tomó á Cárdela en tiempo que tenia
la guerra oon el Duque de Medina, é tomó á Monte-
corto é tomara á Setenil, si no fuera por la cobar-
dia de los escuderos, que lo envió á escalar; é facia
mercedes á los dichos adalides , é sabia de qué ma-
nera se Telaban los castillos de la Frontera. E así
fué informado para tomar á Zahara, ó la escaló, ó
tomó por si mismo, é fué en esta manera. Dia de los
gloriosos Apóstoles San Simón y San Judas á vein-
te y ocho dias de Ootubre, Jueves, afio susodicho de
mil quatrooientos ochenta y tres, posóse con su gen-
te totes que amaneolew w U pelada cerca do ella, é
envió trdnta esonderoe coa sos escalas á meter, oa*
be el muro de la villa, en fondo de una peña» é
puso una atalaya á vista de la celada de loe esca-
ladores, en manera que loe de la villa la non pudie-
sen ver. B esto qoe fué fecho amaneció, é estuvie-
ron asi fasta cerca de medio dia, é los moros estU"
vieron seguros de que no vieron nadie por él cam«
po, y descendiéronse los moros á la tíIUj é hiw el
atidaya que lo veia sellas á los esoaladores |que es-
lasen, é á la celada que saliese é fuese á dar com-
bate por la puerta de la villa , porque los esoalado-
res escalaban por la otra parte ; é los esoaladores
echaron la escala, y la mayor parte de la ociada á
rienda suelta fueron á hacer rebato á las puertss de
Zahara, y el Marqués arremetió fuertemente con su
caballo al lugar por donde escalaban, y llegó y
apeóse, y entró por las escalas en pos de quince
hombres que hablan entrado ; y como loe moroe se
habian socorrido á la puerta oon el alboroto de los
de la odada que á cerca de ella habian llegado^
ovieron logar los escaladores y él Marqués de en*
trar por la otra parte , é tomar la villa ; é como los
moros los vieron, huyeron y metiéronse todos en la
f ortalesa, donde el Marqués los tuvo aquel día cer-
cados y se le dieron luego con temor á partido que
los dejase ir libres sus personas con lo que pudie-
sen llevar de lo suyo dejando las armas^j y asi los
dejó. No había allí mujeres ni muchachos, salvo
hombres de pelea : así Nuestro Seftor se lo aderezó
todo bien al Marqués, é tomó á Zahara sin peligro
ni muerte de su gente. Fallaron dentro un captivo -
no mas, llamado Frutos, natural de Fuentes donde
yo nací, fijo de Juan Alonso, hombre bueno. Fizo el
Marque bastecer muy bien la fortaleza de viandas
y armas y gente, y eso mesmo la villa, y estuvo ende
fasta que lo dejó todo á buen recaudo , y volvióse á
Marohenaoon mucha honra. B sabida por el Bey é
por la Reyna la buena andanza y ventura que el
Marqués ovo en tomar á Zahara en tal manera,
ovieron por bien de le hacer merced de ella para
siempre, é mandáronle intitular Duque de Cádiz é
Marqués de Zahara dende en adelante^ y él en qnan-
tas cartas firmaba, nunca dejó este nombre de Mar-
qués, é primero ponía Marqués que no Duque, en
esta manera : Marqués Duque de Cádiz.
CAPÍTULO LXIX.
De eomo cobró el Rey Moro llaloy Hatea 4 Alnerfi, é foé dege-
Ilado sa fljo Benabajite, é de la rraa tala qae fleleroa loa ebria-
Utnoa en tierra d« moros.
En el afio del nacimiento de Nuestro Redemptor,
en el mes de Febrero de mil quatrooientos oohenta
y quatro , recobró el Rey Moro Muley Hacen la
ciudad de Almería, que se la tenia contra su volun-
tad el segundo hijo suyo Muloy Benahajite, é dió-
sela por traición un Alfaquf , é envió á la tomar á
su hermano el Infante Muley Baudili Azagal, que
reynó doepuos de él ; ol qual desque la tomó, dego-
lló al Infante Benahajite bu oobrino, y á un caballe-
ro de yalia 4^ Iob Abeuzerrajos , 4 ¿ oItq paballero
DON riSItNAKDO A ÜOSik IflABEL
BentüiagMr, i i olroi mtichoB do los que con ol
Infante falló, é tomóles las mujeres é fijos, 6 quan-
to tenían, y poso Aloaydes 7 justicias por el Rey
Tiejo BU LennanOy el qual después tomó el reyno.
•?t»-\ii.
617
CAPÍTULO LXXIL
CAPÍTULO LXX,
De U grtii Uta.
Fueron á hacer una gran tala en tierra de moros
por mandado del Rey Don Femando en el mes de
Manso del afio de mil qnatrooientos ochenta y qua-
tro, el Maestre de Santiago, é el Marqués Duque de
Cádiz, é Don Alonso de Aguilar , é ol Adelantado
del Andalucía, é Luis Pnertocarrero , Sefior do Pal-
ma, y ciertos capitanes del Rey, con los caballeros
y gente de las guarniciones con mas de tres mil de
á caballo, é fasta quince mil peones ; é entraron por
Alora é el Val de Cártama é bajo , é taláronlo todo;
é fueron sobre Málaga, é taláronle todas sus co-
marcas, panes y vifias, huertas y olivares, é almen-
drales, é talaron todos los lagares del Axaquía, don-
de se habían perdido los christianos el afio antes, é
otros muchos lugares. Ficieron muchos dafioa en
toda aquella tierra de moros, fasta que por la mar
les llevaron bastimentos de Sevilla, y aun les fizo
el tiempo contrario á los navios con los vientos, é
padeció la gente mucha hambre. Tuvieron en esta
Cala muchas escaramuzas, especialmente una que
ovo Bcmal Francés, capitán del Rey, en que mu-
rieron ochenta moros, los mas de ellos de los de
•Coin, é ellos nos mataron mas de veinte caballos de
los escuderos del dicho capitán. B desque la tala
iué focha muy largamente, viniéronse los dichos
.Befiores é gente con su honra.
. I
CAPÍTULO LXXL
De etfmo el Rey tomó A Alora.
En el mes de Junio afio susodicho, fué él Rey
Don Fernando sobre Alora con gran hueste é con
mudios de los grandes de Castilla que iban con él,
en especial el Maestre de Santiago, é el Marqués
Duque de Cádiz, y el Adelantado, y Don Alonso de
Aguilar, é otros muchos, é con mucha artillería ; é
púsole cerco y tomóla en dentro de ocho dias por
la fuerza délas lombardas, que á los primeros tiros
derribaren gran parte de la villa ó fortaleza, é lue-
go los moros se dieron á partido y los dejaron ir.
Estando el real sobre Alora , fueron del gentes á
talar á Casarabonela, y mataron los moros al Conde
de Benalcázar de una saetada ; é era muy gentil
hombre y muy dispuesto, é llamábanlo en la Corte
el Conde Lozano, é á Rodrigo de Vera. El Rey fizo
adobar los muros de Alora y bastecióla de gente é
de municiones, é fué menester bastimento á Alha-
ma; y vínose por la vega de Granada, é talóla, é
quemó los panes y fizóles muchos dafios, é volvió-
se con mucha honra á Castflla.
De lo que btUaros los ■trmolerof.
• *
En el afio susodicho de mil qnatrooientos ochen-
ta y quatro murió el Papa Sixto IV, habiendo im-
perado y reynado en Roma trece afios ; y fué elejido
por Papa Inocencio VIII geno vés, ol qual imperó
en Roma ocho afios. En su tiempo acaeció que an-
dando cavando en Roma unos hombres marmole-
ros, allende de Roma, cerca de San Sebastian, halla-
ron una sepultura entrada en un mármol blanco, de
hechura de una grande arca oon su tapa de mármol
blanco encima muy justa, é dentro una doncella de
fasta veinte afios sepultada , cubierta de un bálsa-
mo muy precioso en manera que toda la bafiaba y
conservaba, y estaba abierta por el híjar, y no te-
nia consigo las tripas, ni lo de dentro del cuerpo
entrafio, que son los livianos ; y por allí entraba el
bálsamo dentro del cuerpo. Estaba desnuda, é tan
fresca, é tan hermosa como si estuviera viva, y casi
se le doblaban é mandaban todos sus miembros é
coyunturas; la qual trojeron por cosa maravillosa
á Roma, y la pusieron en el Capitolio sobre una
estera con mucha juncia é arrayan donde todos la
vieron, é no parecia sino que en aquel punto habia
acabado de espirar ; docian todos que los que la ha-
llaron, le quitaron muchas manillas de oro é ani-
llos, é mucha riqueza que tenia consigo ; é allí no
tenia sino una.albadena de seda, tocada con franja
de oro. Todo el bálsamo oojieron, é guardaron por
cosa de gran valor. E la doncella estuvo allí tres
dias que la guardaron á ver que seria , é en cabo
2le tres diss se corrompió é olió mal como si fuera
recién muerta, é quemáronla. De esto me certifiqué
de muchas personas dignas de f é que vinieron de
Roma, y de la fama publica que de ello fué ; des-
pués me certificó un fraile romano de Sefior San
Francisco, que en el letrel de la sepultura aun han
fallado que era una doncella fija de Q. Cúrelo philó-
Bopho que fué en tiempo del Gran Alexandro, tres-
cientos afios y mas antes del nacimiento de Nues-
tro Redemptor ; el qual disputó con Alexandro re-
putándole su codicia, así como dice el Especulo na-
turaL
CAPÍTULO LXXIU,
Del tllvla Jesoí Nanreso*'
En el tiempo de dicho Papa Inocendo VIII,
acaeció que andando labrando la Iglesia de Santa
Cruz en Roma, los maestros fallaron en una oque-
dad de una pared una caja de plata, y dentro el tí-
tulo que fué puesto en la Cruz de nuestro Sefior Je-
suchristo quando fué crucificado , con las letrus en
tres lenguajes que decían : Jesús Nazarmus^ etc. El
Papa fué allá y con gran reverencia lo adoró y
mostró al pueblo como estaba, é estaban con él tres
anillos de oro, é tres torzales de seda colorada, en
que estaba metido cada anillo en un torzal, é decían
^ue f^ P5S!^J!J!jJL? $^yP!ll!!SÍS^ ?^^
.*« AAa
.«•4-.
61«
¿poso
CRÓMICAS DB LOS VMOB D«
OnHftiatuio, é «IPapA lo taaá todo
Diny honrodo logar.
iiji
CAPÍTULO LXXIV.
COM d B<f lMi4 á SeieaU á tai
En el mes de SeptíemlMna del didio «fio do mu
qnoliocientoo ochenU 7 qnatro, noóel Rejr Don Fer-
nando sn haeote y fué aobre Setenil, é enTÍ6 delan*
to al líarqnée Doqne de Oádis por oeroador, el qoal
amanedó nna mañana aolyre la Tilla 7 oercóla de
todas partes, de manera qne no podo entrar nno,
ni salir otro ; é túvola cercada ocho días, fasta qoo
el Bey llegó con el artillería, é eon él algunos Gran-
des de Cbstilla ; 6 asontados loo tiros oombatieron
la Villa é no la podían mncho empesar, porqne loo
tiros no la podian empecer ni cojer; é oto algona
moimoradon contra el Marqués entre los caballo-
ros, diciendo qne nohabia dado buen consejo al Bey
qne cercase á Setenil en tal tiempo sobre 'ioTiemo,
qne creían qne la no podría ganar, 7 foé á sn no-
ticia, y laego aquel diaen la noche quiso poner las
lombardas debajo de los muros ó A raía de la puer-
ta de Setenil, ó tiraron, é ficieron tanto dallo, qne
luego los moros fieieron partido , é así en quince
días que la tuTO cercada el Bey Don Femando tomó
á Setenil, é los moros se dieron á partido qne les de-
jasen ir con lo suyo, é anaí se lo aseguró, 6 los en-
TÍO á Bonda con gente del real é con él Marqués,
fasta que los puso en ssIto, y el Bey se tuTo en
este cerco por muy bien aconsejado é serrido del
Marqués Duque de Oádia, é le tuTO en mndio ser-
«ricto el consejo, é gran trabajo, é mucha diligencia
qne puso nodie y día, que no cesaba mientras el
cerco duró. E sacaron de Setenil veinte y quatio
cautÍTOs christianos que fueron redimidos en esta
Tíctoría. Fiso el Bey adobar lo derribado de la Tilla
y fortalesa é guarnecióla de gente y manteni-
mientos y srmas, é dejó por Alcayde de ella á Don
Francisco Enriques, hermano del Almirante , é del
Adelantado, é toItíóso en Castilla con mucha honra.
CAPITULO LXXV.
De to bansou ealnda ^ae el Rey flio ea ttem de morof.
En el nombre de Jesuchristo SalTador y Be-
demptor del mundo, en quince dias del mes de Abril
afio del nacimiento de Nuestro Bedemptor de mil
quatrocientOB ochenta y cinco, sacó el ínclito y fa-
moso Bey Don Fernando sn hueste muy grande, é
muy marsTillosa, é muy f ermosa, de CastilJa para
ir á facer guerra A los moros. Su partida fué de Cór-
doba el dicho dia, é dende á En ja, con muy gran-
de artillería, é entró por el Val de CarUma á yuso,
muy poderosamente con los mas de los Qrandea de
Castilla; los nombres de algunos de ellos son los
siguientes. El Maestre de Santiago, Don Alonso de
Cárdenas, el Maestre de Alcántara Don Juan de Zú-
fiiga, el Duque de Medinaceli Don Luis de la Cerda,
é el Duque de Alburquerque Don Beltran de la
CuoTa^ é el Oondes^blo de OaatUla, Conde de Hvo
Don Pedro de Yelasoo, ó el Dnqne do Alba, Dea
Chrda de Toledo, sn lijo con su gente, é el Coado
do Urefla, é el Conde de Trarifio, Daquede^Nájera,
Don Pedro Manrique^é el Conde de BenaTonte Doa
Juan P¡mentel,é el Conde de Cabra, é el Conde ám
Feria Don Gomes Snares de Figneroa, é Don Alon«
soFemandes de Córdoba, seftor de la Cesa de Aguí-
lar, é otros muchos Grandes, Condes, Dnqnes, ó
Sellores, que seria luengo de contar, en que el Btey
allegó mas de doce 6 trece mil de A caballo. Snlot
peones do pelea no hay qftenta ; encero decíaa qne
halna mas de ochenta mfl peones^ é ministros, ¿ar-
tilleros, é carreteros, é de todos oficios; yhabiaman
do mO y quinientas carrstss do artillería en que
iban muy gmusss lombardas, y entrando el Bey ea
el dicho Val do Cártama, fiao poner tres oemos jan«
tamente, el uno sobre Cártama, el qual encomendó
al Maestre de Santiago, el otro en Benamaquis, el
otro en Coin ; ó él asentó sn real en comarca de to«
dos. El de Benamaquia fuó encomendado al Mar*
quéa Duque de Cádis, 6 fué tomado por fueran de
armas por combate que les dieron i los moros, por
que no quisieron daise en tiempo, ó mataron algu-
nos ohristianos en las estanciaa, f íiolos el Bey me-
ter á espada á todos, é así murieron maa de cien
moros por armaa f eohoB pedasoa, é quedó tomada le
Tilla é f ortalesa.
E luego dieron combate á Oohi con laa lombar«
das, y rompiéronle por muchas partes loa muroa^
y los moros se dieron i partido qne se fuesen con
lo suyo, é dejasen la Tilla, ó así se fixo. En este me- f
dio tiempo, el Maestre fiso combatir á Cártama con
las lombardas muy fuertemente ; ó díóeele A partí-
do como los de Coin ; y el Bey mandó fortaleoer A
Cártama y abastecer de armas y TÍandas, y adeie-
sarlo deñibado, é dqóla con gente á buen lecao-
do, é ñxo aportillar por muchas partes A Benama-
quis é A Coin ; é dejó los yermos, é fiso cargar toda
la artilleria é ir la TÍa de Málaga, é echó fama por
todo el real que iba á poner cerco sobre Málaga ; A
los moros que estaban por cima del real A su TÍsta
metidos en riscos, todos pensaron que así era, A
ficiéronlo saber los unos i los otros, ó por ir á de-
fender la ciudad, fnéronse á meter dentro; é el Bey,
desque fueron dentro, euTÍó al Marqués Duque de
Cádis con dos mil de á caballo á cercar la ciudad
de Bonda, el qual amaneció sobre ella una mallana
¿ púsole sobre ella cerco, é siguióle maa gente del
real, con qne en tal manera lo cercó qne ninguno
salió de qnantos dentro estaban, ni entró otro. Y al
Bey, fecho este engafio A los moros, dio Tuelta otro
dia con todo el real y artilleria dejando muchos lu-
gares despoblados y destruidos, ó de loo que loo
moros en aquella comarca tenían ; é Tino por la TÍa
que liabia entrado fasta Alora, é dende A Bonda, y
como los moros esto TÍeron otro dia, entendieron el
engafio. E los mancebos de Bonda que estaban en
la Sierra mirando donde declinaría el real, é se ha-
bían ido á meter en Málaga, dieron Tuelta A Bonda,
é quando llegaron halláronla cercada y no pudieron
I entrar, é de ceta manera quedó le DAnyor purte de ln
DON FERNANDO
iDancebia de U Bond» faera , y no habia «n la du-
dad tanta faena cuanta hubiera, si todos los man-
tsebos dentro se hallaran. Y desque el Rey llegó
con el real de la gente, é gran artillería, fizo poner
lK>bre Ronda tres reales, y en cerco el mas pequefio
entre Ronda y la Torre del Mercadillo , en medio
del real, y de Ronda él rio y muy grandes barrancas
de él. En este estaba la gente de Córdoba, é de Ési*
ja, é la de Carmena con sus capitanes, cercados de
paredes de piedra é cavas. El arroyo arriba hacia
donde nace el sol, estaba el real del Marqués Duque
de Cádis por si, en el mayor peligro por el arroyo é
una ladera muy inhiesta, con algunos capitanes de
las guarniciones del Rey que estaban ásu goberna-
ron y mandado, é por la parte del mayor peligro se
licercaron de un vallado , é á lugares de pared de
piedra seca. E el gran real donde el Rey Don Fer-
nando, estaba asentado del cabo do Ronda fácia al
mediodía, é estaba tan grande é tan fermoso que
parada á la ciudad de Sevilla. Las tiendas del Rey
estaban asentadas en medio del Real, y el Rey se
aposentaba en una torrecilla que ende estaba en los
olivares ¡y vifias, |y al derredor de sus tiendas y de
aquella torrecilla estaban las tiendas délos Grandes
de Castilla ya dichos. Y entre este gran rsal y el real
del Marqués Duque de Cádis, tiraba la artiUeria do
las grandes bombardas, quede los tiros que de cada
cabo tiraban ; y entre estos dos reales ya dichos, es-
taba la carretería y dormia la gran boyada de ella ;
y desde el real del Rey hacia al poniente, abajo de
la ciudad, fasta cerca del rio, descendía por hilo on
gran real fasta un cerrillo, donde estaba una gruesa
batalla aposentada con sus tiendas , donde estaba
el Maestre de Alcántara por caudillo, y de todas
partes de estos reales tiraban robadoquines é otros ti-
ros á Ronda. Tenian en Ronda una mina los moros se-
creta, descendía de la altura de la ciudad por esca-
lones, en la qual yo conté dentó y treinta pasos de
descendida, por donde venían y tomaban el agua
que habían menester de tres pozos, que «bajo al
peso del agua del rio , tenian fechos é llenos de
agua: desto supo el Marqués, 6 él mesmo con los
suyos combatió por allí, y fizo facer un portillo
por la pared del gran barranco fpor donde descu-
brió el escalera de los posos , é metió gente que
guardaron el agua de dentro de la bóveda de la
mina, y así el Marqués Duque do Cádiz les quitó el
agua, por lo qual los moros fueron muy aflíjidos, é
no se pudieron tener. Dieron combate á los arraba-
les, Jueves doce de Mayo, ó entráronlos por fuerza
de armas por donde habian aportillado las lombar-
das, con muy poco pdigro de los christianos , é pn-
moron las estancias dentro al pié de la Alcazaba, é
comenzaron de horadarlas dentro de bancos, y de-
bajo de ellos pinjados. E desque los moros vieron
las torres de la Alcazaba derribadas á pedazos, é loa
muros aportillados del grande estrago de las lom-
bardas por el cabo de fácia donde el Rey estaba,
hada el mediodía de la Ciudad, que os lo mas fla-
co, que por las otras partes no tienen combates, ni
fe podiii tgmr^ é vierpn t«nto faego do al<iaitran
¿ DOffA ISABEL. 619
que les echaban con los cuartagos que ardía la ciu-
dad, temieron la muerte, y que les entrarian por
fuerza de armas ; é demandaron partido, é que ce-
sase el combate, y el Rey mandó cesar, y los moros
de Ronda pidieron que los dejasen ir con. los su-
yos dó quisiesen, é les asegurasen fasta que fuesen
en salvo, é él se lo otoigó, que habia de ser con con-i
didon que ^luego ante todas cosas le entregasen todos
I los christianos que tenian cautivos, é los moros se los
presentaron luego al roal, y era por cuenta quatro-
dentas personas, poco mas ó menos, los quales fue*
ron con sus hierros á los pies á besar los pies y ma« -
nos al Rey, llorando con gozo de alegria dioiendo :
¡Oh R$y aÜOf poderoio y erfonadot eiuákevoé Dio9
él egíadOf y $ea siempre en wtesíroi feehoe ; quite dé
naetiroe diae^ y ponga en loe vueeiroe. Decían al Rey
estas cosas y otras semejantes, que no habia perso-
na que los viese, que propter gaudium con ellos no
llorase, viéndoles los cabellos é barbas fasta las dn->
tas, desnudos, é desarrapados, é aherrojados é ham-
brientos. Salieron alli hombres de grandes rescates,
especialmente Don Manuel, sobrino del Duque de
Cádiz, fijo de Don Pedro el Bayo, é dos fijos de Die-
go de Fuentes, é un fijo de Pedro Matheos, Alcayde
de Espera, vecino de Utrera, é otros muchos que al-
gunos de dios estaban en rehenes por sus padres é
por otras personas que se habian perdido en el
Axarquia. E desdo el Jueves que les entraron les
arrabales por fuerza, en tres días siguientes que fué
el día de Pascua del Espíritu Santo, dieron la ciu- |^
dad al Rey, é le entregaron todo lo alto y bajo, y ]
el Roy les dio quince días de plazo para que se fue- =
son donde qiusieran con todo lo suyo ; en d qual
término todos salieron, é de ellos fueron á tieira de
moros, é de ellos vinieron á poblar en Alcalá dd
Rio oeroa de Sevilla, los quales fueron d Cerdo, Al-
cayde de SetenU , é el Alguadl de Ronda que eran
las cabezeras, con mas de cien casas, é dióles d Rey
bestias en que vinieron fasta Alcalá, con sos fijos y
familias.
S quando esto fué fecho y \m «ludad despüehada
de los moros, ya las caleras estaban fechas y cooi-
d«f con la cal, é el Rey tomó este estilo desque
tomó á Alora, que en asentando el real, comenza-
ban los caleros á facer cal , é mandó adobar todo lo
derribado de Ronda. Desque el Rey tuvo á Ronda
envió al Marqués do Cádiz, el qual era el todo dd
ardid de aqud céreo, é por su consejo se había
dado la vuelta de Málaga é cercado á Ronda, que
fuese á requerir á los lugares déla Sierra de Villa-
luenga é Benaocáz, 6 Arohite, é Obrique, é Carde-
la, é Cuidita é otros; é tomó el Marqués las fuer-
zas , é envió mensaje al Rey á dar la obediencia Ca-
sares, é Haudn, é todo el Alhavaral , y Sierra Ber-
meja é Marbella ; ó de esta otra parte, el Bargo é
Yunquera aquella semana de Pasque. É on ciertos
dias después se hicieron los partidos con los moros,
de manera que dieron las fuerzas de las villas é las .
armas, é quedaron por estonce en lo suyo, fasta que
d Rey después determinó los lugares que queda-
ron. Por estonce, Viernes de esta semana do Pas-
620
GRÓNICAB DB LOS BBTES DB OASTILLA;
qua, partieron los ohriatíaaoa cautivos que salieron
do Ronda é del Val de Cártama, por mandado del
Bey, para Córdoba á facer reverencia é besar las
manos á la Reyna dofia Isabel, los quales fueron
por qiienta quatrodentas dies y siete personas, hom-
bres y mujeres, 6 muchachos, é fizóles el Rey dar
bestias y despensas para el camino, y fueron de la
Reyna é de la Infanta, é de otras muchas gentes,
muy bien recibidos , é entraron en la dudad con
gran procesión fasta donde estaba la Reyna é la In-
fanta en ordenada manera , é besáronles las manos
con humilde reverencia, y siguieron su procesión
fasta la Iglesia mayor ; é la Reyna les mandó dar de
comer é á cada uno ocho reales de limosna, para
con que fuesen en sus tierras ; eran de aquellos cau-
tivos quarenta mujeres. Ovo una mora mosa que al
tiempo que iba con su padre é madre, dijo que que-
ría ser christiana, y que no queria ir en tierra de
moros. É un mancebo de los christianos que hablan
salido de Ronda, estando en el real del Serenísimo
Rey Don Femando , dijo que se la diesen por mu-
jer, ó ella plugo , ¿ asi se la dieron por mujer des-
pués de bautizada.
Envió el Rey á requerir á Oasarabonela que se le
diesen, puesto que no so podian defender ni escu-
sar de se le dar, pues que ya habían tomado toda la
comarca, é que antes que moviesen el real para ir
sobre ella , que tuviesen por bien de le dar la villa
é la fortaleza. É los moros lo enviaron por escrito
en respuesta una carta que decía así :
CARTA DB OASARABONELA AL REY.
«'Alabado Dios poderoso en unidad , que no hay
criador sino él, ni hay otro á su faz igual del , é dé
BU grada é salvadon , con Mahomat nuestro Profe-
ta y su mensajero. Escribimos la presente carta al
gran Rey muy poderoso Sefior do muy grandes rey-
nos é sefiorfos, é de muchas provincias, poderoso y
justo en sus sentencias, amado de la justicia, Rey
de Castilla, ensálcelo Dios ó esfuércelo. Nos la Co-
munidad y Alguacil y Alcayde del castillo de Oasa-
rabonela, junto con esto acredcnte Dios vuestro
Real Estado. Recibimos vuestra carta é la leímos, y
entendimos lo en ella contenido ; luego pusimos en
obra de enviar á dar la obediencia á vuestra gran-
deza y muy gran virtud y bondad , é estamos con
voluntad de todos obedecer á Y. A. porque oímos
y vimos que vuestra palabra es cierta y verdad en
dicho y en fecho por quanto nos dijeron de Vuestra
Alteza dijo : quando los moros de Oasarabonela vi-
nieren á darme obedienda, entonces f aré yo lo que
ellos querrán, y nosotros, ensalce Dios V. A., nunca
obedecimos ni servimos á ningún Rey en toda
nuestra vida ni á ningún caballero ; y fuimos hon-
rados y acatados de todos los royes ; pero á Vuestra
Alteza nos conviene servir y acatar, pues Dios os
fizo tan poderoso y dichoso , y en todas las cosas
quiere cumplir vuestra voluntad. Placerá á Dios po-
deroso que siempre (lerá así ; por ende, pues que nos
ponemgs en msno de V* A.| seamos bien tratados y
honrados I como siempre fuimos de iodos los otros
reyes , cuantimás siendo V. A. mas poderoso, y ma-
yor y mejor que ellos.»
É luego, como el Rey redbió esta oarta, envió á
tomar la fortaleza de Oasarabonela , ó asentó con los
moros que quedasen en la villa por mudejares, é
entregáronle la fortaleza y f omedóla de jente y Al-
cayde, é viandas, é armas, la que es do las más
fuertes del Reyno de Qranada, ó entregáronla adiá-
ronla al Rey, Jueves, dia de Corpus Ohristt á dos do
Junio de dicho afio.
Este dia se celebró la fiesta do Corpus Ohristi en
Ronda, siendo la mezquita mayor convertida en
Iglesia é bendita por Don Fray Luis de Soria, Obis-
po de Málaga ; é llevaron los cetros con el cielo so-
bre el arca de la amistancla de nuestro Bedemptor
Jesuchrlsto, el Rey y el Maestre de Santiago , é el
Condestable, é el Duque de Medina Sídonia , é el
Duque de Nájera, é el Conde de Urefta, é el Maestro
de Alcántara, é otros grandes. Físose muy solemno
fiesta con los instrumentos, músicas y cantares de
él, y de los grandes Sefiores. Llevaban el arca cier-
tos Obispos é Prelados de Sevilla , é de Castilla, ó
fideron la misa muy ricamente y solemnes canta-
res, y músicas acordadas. Mandó el Rey adobar
muy bien los muros de Ronda, para lo qual hicie-
ron ir albafiiles, é carpinteros de Sevilla, y allí pu-
sieron en la obra algunas pelotas de las grandes
lombardas en memoria de esta victoria; é dejó la
Ciudad á buen recaudo y movió su hueste para ir
á Marvella, dejando la gran artillería cerca de Zaha-
ra, y llevando algunos tiros livianos en acémilas, ó
fué por la ciudad de Arcos , y reposó allí algunos
días , y dende siguió su via fasta Marvella, y dióse-
le luego, y echó los moros fuera á las aldeas, 6
puso on eÚa gente de su guarnidon, é Alcayde, 6
puso en Quacin y Cazares, Alcaydes christianos, é
en la Fonjíronla, é dejó los moros por allf por mu-
dejaros en sus f aciendas , y fuese rodeando la sierra
fasta ceroa de Málaga, é salió por Alora, é Ante-
quera por donde habia entrado, é volvióse á Córdo-
ba de donde habia partido, venturoso y victoriado
donde con mucha honra y solemnidad fué recibido*
Los nombres de los lugares que el Rey Don Fer-
nando ganó de esta entrada, son los siguientes ;
PritnerammU m el valU de CártaauL
Cártsma.
Coin.
Benamaquis.
Fadala.
El Haurin.
Campanillas.
Esquinillas.
Quaro.
Monda.
Locaina.
Denalmadayna.
Oasarabonela.
Tunquera.
El Burgo.
La ciudad de Ronda.
Venaozan.
MoDto corto.
Audita.
Cagracalima.
Asnalmara.
Archite.
Oblique.
Benaocaz.
Cárdela,
DOK FfiRNÁKDO
Sn el Aígaharal é éierra Berm^a.
Oaaoin.
Casares.
OrisUlina.
Himenea*
Aloastín.
Vida cara*
Bautadari.
Alnlea.
Benioami.
Ozera.
Alcabar.
Achacar,
Motron»
Tolos.
8an Ablastar.' Benamaya.
Faraxan. Taxete.
Benayon. Albacete.
Jncar. Benadalid.
OariUlzime. Benarraba.
Benajeris. Benalaba«
Bena Acin. Algatacin.
Benest^par.
Xubnqtio.
Boleron.
Qinalgacin.
Benameda.
Monarda.
Almadiar.
Cortes.
«
AlTasniería.
Venatis.
Dardin.
Marvella*
Ozen.
Friziana.
Faraoa. Botillas.
É otros, é quedaron allí estonce Mijas y Oünoa,
dos legnas, lagares mny inertes enriscados, que se
no quisieron dar hasta que se ganó Málaga.
CAPÍTULO LXXVL
Da lo fae blio Milei BiidUl Alngil porqoe lo iliaron por Roy¿
En el dicho afio en el tiempo que el Bey Don
Fernando ganó á Ronda, acaeció que salió de Gra-
nada el Infante Muley Baudili Alzagal á socorrer á
Málaga, dicen que el cerco se enderezaba á ella ; é
después , volviéndose á Granada con mas de seis-
^ cientos de á caballo ó muchos 'peones, encontró
cerca de Alhama con Juan de Ángulo, capitán del
Bey que estaba en Alhama por frontero, que traia
ana cabalgada de cerca de Granada con ciento y
veinte de á caballo ; é el Infante moro le fizo un
engafio, púsose en celada, y echó veinte de á ca-
ballo delante, é armóle de tal manera que le quitó
la cabalgada, é mató, ó llevó cautivos muchos, é
los que se escaparon fué á ufia de caballo, é fuese
con la cabalgada á los lugares cerca de Granada, é
no quiso entrar en Granada fasta que lo alzaron
por Rey de olla ; 6 como los moros vieron que fizo
aquello aficionáronse á él , é él tuvo tal manera con
ellos que lo alzaron por Rey de Granada, é depuso
á su hermano y despojólo del reyno diciendo que era
viejo , é ciego, 6 que no era para defender el reyno.
CAPÍTULO LXXVII.
tío las graades llstlas del afto de 1845 en lof neaes postrtroá.
X!n el dicho afio de 1485 afios en el mes de Agos-
to, después de haber reposado la gente algunos
. dias del trabajo de la entrada primera, el ííej sacó
' su hueste para ir sobre Moclin é Hiera, é envió de-
lante por cercador al conde de Cabra, é con él á
Martin Alonso de Montemayor é otros caballeros
para que oetoasen á Moclin. Una madrugada acae-
ció, que estaban alli el Rey que hablan alzado en
» Granada los moros, Muley Baudili Alzagal , y aun-
que lo supo el conde no se le dio nada por ello, ni
quiso aguardar mas gente, é oomenzóse la batalla
lAtes que amaneciese, ó huyó la gente al conde , é
áDol^AlSABfiti. * é21
quedó con muy pocos fasta la mafiana; 6 desquo
vido el mal recaudo, ovo de volver las espaldas á '
huir, por guarecer su persona, después de haber
mucho peleado y trabajado por defender los. peo-
nes que hablan desbaratado los mesmos christianoa
do á caballo, cuando volvieron á fuir antes que el
dia fuese claro. É allá perdió el conde un hermano
que decian Don Gonzalo; é salváronse aquél dia
los de á caballo, que ño murieron sino muy pocoS|
y mataron los moros mas de seiscientos peones
christianos á hi(o como iban ; é visto por el Rey el
mal recaudo volvió de Alcalá la Real y fué la via
de Cambiles , que está 7 leguas de Sevilla, digo de
Jaén , y estando é habiendo llegado púsole oeroo, 4
combatiólo con las lombardas y tomólo y f ortale*
ciólo, é luego los moros de la comarca dejaron d
Arenas y Apiñes é Asnallos. Esta fortaleza de Cam'<
biles es muy fuerte, ó combatiéronla con las lom<»
bardas tres dias, y los moros so dieron á partido
que los dejasen ir libres á Granada.
En este medio tiempo que el Rey estaba sobre
Cambiles tomaron los ol^ristíanos de Alhama una
villa una noche , por el concierto de dos moros que
en ella vi vian ó estaban , que eran de linaje de chrifr*
tianos , é la villa se llamaba Aoaleha, é cautivaron
toda la gente de ella , é mataron á algunos por que
se defendían, ó fomecieron la villa y fortaleza, é
tuviéronla á buen recaudo fasta que el Rey los pro«
veyó.
En este tiempo murió él Rey viejo Muley Hacen,
en Salobrefia, que es un lugar pequefio donde el
hermano lo habia desterrado é mandado estar quan-
do lo fideron rey en Granada, que luego lo mandó
salir de la ciudad á él é á su mujer, é aun les tomó
el oro y plata y haber que tenian, é trujáronle á
Granada defunto en una azémila , é fué enterrado
muy pobre é abultadamente, por mano de dos ohris^
tianos cautivos en su osario.
CAPÍTULO LXXVIIt
Otra TOS de machas aínas*
En este dicho afio de 1486 á 11 de Noviembre^
comenzó de llover hasta el dia de la Natividad de
Nuestro Redemptor, que son seis semanas, que nun-
ca en este tiempo ovo sino dos ó tres en que des«
campase, ó llovió tan recio ó tantas aguas, que
nunca los que eran nacidos estonces vieron ni tan-
tas aguas, ni tantas avenidas en tan poco tiempo;
é subió el agua del Guadalquivir en las mas altas
sefiales de la almenilla de Sevilla é de la Barranca
de Coria, é duró una ves once dias en aquel peso
que poco mas ó menos no abajaba, y estuvo la ciu*
dad aquellos once dias en muy grande temor de ser
perdida por agua, é entró el agua por ella por laa
atarazanas ; andaban cópanos por la ciudad é por
la laguna andaban barcos, que pasaban la gente de
un cabo á otro ; cayéronse infinitas casas ; derribó
el rio gran parte de Triana é bafió todo el monaste*
rio de las Cuevas , é sacaron los monjes en barcos,
é recibió muy gr%n dafio el monasterio. Destruyó y
«22
llevó de esta Tes el Gaadalqniyir maohos lagares
•08 yeeinos, eroedalmente desde Córdoba á acá,
gran parte de Écija 7 parte de Cantillana, é todo
Brenes» ó del Algaba, y Rinconada gran parte, lo
qne Labia quedado del Gopero del año 1481, tomó-
lo á bafiar, llevó todo el rincón que la otra vez no
había llegado á él. Fueron en toda Castilla estas
mny grandes avenidas, en que se perdieron total-
mente muchos hombres, 7 muchas haciendas, cayó*
Tonse infinitas casas 7 edificios, muriéronse infinitos
ganados, muchas arboledas 7 viñas arrancadas, ó
otras cubiertas del légamo del rio. Derribó el río la
ma7or parte de los arrabales de Sevilla que' dicen
Cestería é Carretería , é estuvo Sevilla cercada de
aguas en todas partes, en manera que en tres días
no le entró pan cocido de fuera ni otra cosa, nin
podian entrar en ella, nin salir con las muchas
aguas.
ÜAPÍTULO LXXIX.
De cémt el Rey tomó á Loit é Ilion.
Sacó su hueste él Ile7 Don Fernando mu7 pode-
rosa con muchos de los grandes de Castilla, el qnal
partió de Córdoba en un día del mes de Ma7o del
año 1486, 7 puso cerco ó la yilla de Loxa con me-
nos jente que el afto antes sobre Bonda había lleya-
do ; 7 llovó esta vez. consigo un Conde de Inglatera,
pariente de la Re7na que sedecia el Conde de Esca-
las, que pasó acá en aquel tiempo por servir á Dios 7
facer guerra á los moros con trescientos hombres
artilleros é flecheros mu7 esforzados ; 7 como el Be7
llegó, salieron muchos moros de á pié 7 de á caba-
llo por defender que el real no se asentase, 7 00-
mencaron de pelear defendiéndolo á saetadas é es-
pingardadas desde entre las huertas, 7 trábesela pe-
lea con los moros, los dichos ingleses, 7 ciertos hom-
bres de las montanas que habían venido con el Du-
que del Infantado, 7 con el Duque de Nájera de los
que acá dicen laca70S é vizcaínos ; é como el Conde
de Escalas vido la pelea, dijo, que pues la pelea es-
estaba trabada 7 los moros se defendían, que quería
pelear á uso de 8u tierra, 7 descabalgó del caballo,
armado en blanco, 7 con una espada cefiída, é una
hacha de armas en las manos, 7 con una cuadrilla de
los SU70S, asi mismo armados deblanoo con sus ha-
chas, se lanzó delante de todos en los moros, 7 con
viril 7 esforzado corazón , dando golpes en unos 7
otros, matando 7 derribando, que ni le faltó cora-
zón ni f uensa ; é como esto vieron los castellanos
montafieses 7a dichos, no menos ficíeron al momen-
to, siguiendo tras los ingleses, é dieron tal prisa á
los moros que les hicieron volver las espaldas á
huir, é los christianos revueltos oon ellos se encon-
traron en los arrabales de Loxa, los quales nunca
perdieron ni dejaron. El Re7 socorrió luego en per-
sona á los SU70S. Murieron muchos moros en esta
entrada, é algunos christianos, é fué ferido el Con-
de inglés de una pedrada, que le quebraron un díeu'-
te; é murieron tres ó quatro hombres de los su70s.
^ tomado el arrabal pusieron en él sus estancias ; é
CRÓNICAS DE LOS REYP^S DE CASnLÍA.
el Re7 asentó su gran real, é oeroó al derredor iá
Loxa, 7 asestadas las lombardas mandó tirar 7 en
chico espacio les derribaron un gran lienzo de los
muros de la villa ; é desque los moros vieron esto
diéronse al Re7 á partido, que los dejase ir oon lo
SU70 que pudiesen ¡ ó el Re7 asi se lo otorgó, ó se
fueron, é le dejaron la villa, é pidieron por merced
al R07 que los enviase á Granada seguros oon el
Marqués de Cádiz, porque no los robasen, é mata« '
sen en el camino, é el Re7 ansí lo fizo, que envió al
Marqués por capitán é guarda de ellos oon otros
caballeros, ó mucha gente, fasta que los pusieron
en salvo ¡ los quales moros 7 moras iban hadendo
mu7 grandes llantos 7 amarguras. Salió estonce do
Loxa con ellos el Re7 Mule7 Baudili, prisionero del
Re7 de Castilla, que dedan que lo tenían allí los
moros en son de preso por qne se habla acontecido
esUr alli en este tiempo. Los christianos cautivos
que el Re7 redimió no pude saber cuantas eran,
salvo que fueron sueltos 7 presenUdos al Jl^y an-
tes que los moros saliesen. Fué el día que la villa
de Loxa entregaron al Re7, Lunes 28 dias de Ma7o
del dicho afio de 86. Fortalecióla luego el Re7, é
fizóla mu7 bien adobar é guamecióU de gentes', é
viandas, é armas, é puso en ella gente de guarni-
ción, é movió su hueste, é artillería, ó fué á cercar
á Illora; é envió delante por cercador al Duque del
Infantado , é á el Conde de Cabra oon sus gentes,
la qnal cercaron Domingo, 4 dias del mes de Junio
del dicho afio, é luego el Lunes los dichos sefiores
Conde 7 Duque, con la gente que tenían, entraron ¿
en el arrabal por fuerza de armas, á este día llegó
el Re7 7 se asentaron las lombardas, é él real; 7 el
Miércoles tiró la artillería, é derribaron gran parte
de la villa, é mataron algunos moros de dentro los
tiros de las lombardas, délo qualovieron mu7 gran
temor los moros, 7 no osaron mas esperar; é dié-
ronse Jueves bien de mafiana á partido, el qnal el
Re7 les otorgó como los de Loxa, qne llevasen todo
lo SU70 ; los quales tenían 7a mu7 poco que llevari
que todo lo habían llevado esperando lo que les
vino. É había en Illora ochocientos moros de pelea,
en que eran los doscientos negros; é habla cinqfien*
ta mujeres, é había entre ellos fasta treinta de á
caballo; é el Viernes siguiente, 9 días de el dicha
mes, dejaron la villa desembargada los dichos rnth-
ros, é enviólos el Re7 á Qranada, seguros con los
dichos sefiores Duque del Infantado é Conde de Ca<»
bra, con tres mil de á caballo, é fueron con ellos fas«
ta la Puente de Pinos ; é por once christianos oau<»
tivos que estaban en Illora, que los moros hablan
llevado á Granada mientras que se tomó Loxa, tomó
el Re7 otros tantos moros de Illora, é los tuvo has- ¿
ta que trajeron los christianos ; é el Re7 fizo adovar ^
é guameoer á Illora 7 ponerla á buen recaudo.
CAPÍTULO LXXX.
De eomo vino U Reysi al real 7 la reeibleroi*
El Viernes que los moros partieron de Illora pam
Granada, partieron del real el Marqués Doqu^ d«
bÓH ÍETtNAÑDO
tíáclis, i eí Adelantado del Andalueia con gran ca*
ballena á recibir la Bejna dofia Isabel á la Pefia de
loa Enamorados, qae Tenia á ver el Beal y Jiabor
parte de la yictoria y buena Tentara del Bey su
tuarido ; la qnal llegó al Beal, el Lunes 11 de dicho
mes á lUora, donde el Boy estaba. Traia consigo
dejando la gente qae lafné á recibir, hasta qaaren-
ta cab&lgadnras en qae había fasta dies mnjeres. El
recibimiento qae le fué fecho fué rauy siognlar, en
que salieron al camino los primeros el Duque del
Infantado, qae habia Tenido de esta tci á la guerra
en persona muy poderoso y muy pomposo , é el
Fondón de BeyiUa y su gente, é el Prior de San Joan,
fasta una legua y media del Beal ; é púsose ana ba-
talla á la mano isquierda del camino por donde ella
Tenia, todos bien aderesados y como para pelear; y
como la Beyna llegó fiso reverencia al Pendón de
Sorilla, y mandólo pasar á la mano derecha, ó co-
mo la recibieron , salió toda la gente delante con
macha alegria corriendo á todo correr, do que su
Alteza OTO muy gran placer, é luego Tinieron to-
das las batallas, é las banderas del real á lo facer
recibimiento, é todas las banderas se abajaban quan-
do la Beyna pasaba; é luego llegó el Bey con mu-
chos grandes de Castilla á la recibir, é antes que se
abrazasen se hicieron cada uno tres reverencias, en
que la Beyna se destocó , y qnedó en una cofia el
rostro descnbierto, y llegó el Bey y abrazóla y be-
sóla en el rostro ; y luego el Bey se fué á la Infan-
ta su hija, y abrazóla y besóla en la boca, y santi-
f:;nóla. Venia la Beyna en una muía castafia en una
silla andas guarnecidas de plata dorada ; traia un
pafio de carmesí de pelo, y las falsas riendas y ca-
bezadas de la muía eran rasas, labradas de seda, de
letras de oro entretalladas, y las orladuras borda-
das de oro ; y traia un brial de terciopelo, y debajo
unas f aldetas de brocado y un capuz de grana ;
Tcstido guarnecido morisco, é un sombrero negro
guarnecido de brocado al derredor de la copa y rue-
do. T la Infanta Tenia en otra muía castafia guar-
necida de plata blanca, y por orladura bordados de
oro, é ella Tostido un brial de brocado negro, y un
capuz negro guarnecido de la guarnición del de la
Beyna.
El Bey tenia vestido un jubón de demesin, de
pelo, é un quísote de seda rasa amarillo y encima
nn sayo de brocado , y unas corazas de brocado,
vestidas, é una espada morisca cefiida muy rica , é
una toca, é nn sombrero, y en cuerpo en nn caballo
castafio muy jaezado. E los atavíos de los grandes
que ahi estaban, eran muy maravillosos é muy ricos
é de diversas maneras, ansí de guerra como de
fiesta, que seria muy luengo de escribir. Allegó el
Conde de Inglaterra luego en pos del Bey á hacer
recibimiento á la Beyna y á la Infanta, muy pom-
poso en estrafia manera, á la postre de todos, arma-
do en blanco á la guisa, encima de on' caballo cas-
tafio con los paramentos fasta el suelo de seda azul,
y las orladuras tan anchas oomo nna mano de seda
Tasa blanca, y todos los paramentos estrellados de
oro en forrados «n ceptt morado { y él traia sobro
B DO^A ISAÉEL. « 62é
las armas nna ropdta francesa de brocado negro
raso, nn sombrero blanco francés con un plumaje,
é traía en su brazo izquierdo nn broqueleto redon-
do é varas de oro, é una cimera muy pomposa, fe*
cha do tan nueva manera que á todos parecía bien ;
ó traía consigo cinco caballos oucobortados con sus
pajes encima todos vestidos de seda y brocado ; y
venían con él ciertos gentiles hombres de los suyos
muy ataviados, é ansí llegó á facer reverencia y re-
cibimiento á la Beyna y á la Infanta, é después fizo
reverencia al Boy, y anduvo un rato festejando an-
te todos encima de su caballo, é saltando á un cabo
é á otro muy concertadamente, mirándolo todos los
grandes é toda la jente, é ¿ todos pareció bien de
esto; sus Altezas ovieron mucho placer, é ansí vi'
nieron fasta las tiendas reales , donde los sefiores
Beyes é su fija fueron bien aposentados , é las da-
mas y sefioras que las aoompafiaban en este viaje.
CAPÍTULO LXXXI.
06 Voelln 6 Honterrio, 6 ColomerJi. Cono el Rey y la Reysa íoi
tomaron, é de las eosaa qne alK aeaeeleroa.
Después que fueron hechos los carriles para lle-
var y subir el artillería á Moolin, el Bey lo fizo cer-
car y alzó su real, y f uelo á poner cerca del, é fizólo
combatir con las lombardas, é á los primeros tiros
una pelota les horadó una bóveda donde tenían la
pólvora, é ardióles toda á muy grandes llamas, é
dosque los moros vieron esto diéronse al Marqués
Duque de Cádiz, é encomendáronse que les ficiese el
partido con el Bey, el qual el Bey les fizo como á
los otros qoe se fuesen con lo suyo , é así fué he-
cho, é la Beyna se aposentó dentro en Moclin, é el
Bey fizo allí su jente tres partes, la nna fué á cer-
car á Montef rio, la otra quedó en guarda del Beal,
é de la Sefiora Beyna, é él fué con la otra que fué la
mayor parte de la gente caballería, á talar é correr
la vega de Granada, en la qual fizo á los moros mu-
chos daños, que les taló los panes y panizos, oliva-
res y huertas, é fecho esto dio vaelta á su Beal, é
falló como los moros de Montefrio se querían dar
é habían demandado partido á la Beyna, é todos los
grandes con toda la hueste é artillería asentaron el .
Beal y tiendas ahí cerca , en el qnal lugar estuvie-
ron quatro ó cinco dias, y el Bey afirmó el partido,,
é envió los moros, é tomó la fortaleza é lugar de
Montefrio, é forniólo, é púsolo á buen cobro, é re-
dimió allí veinte y seis chrístianos hombres é mu-
jeres que estaban cautivos, é envió á requerir á los
moros de Colomera que le diesen la fortaleza, é la«
gar, é ellos lo tuvieron por bien , é se la dieron sin
recibir afrenta ni combate con temor, é se fueron
con lo suyo oomo los otros ; y asi de esta entrada
dio Nuestro Sefior en manos del Bey y de la Beyna,
las sobredichas villas y fortalezas, Leja, Illora,
Montefrio, Colomera , en obra de nn mes ; que en
otro tiempo la menor era bastante tenerse un afio y
no poderse tomar sino con hambre. Y con estas
victorias y honra, el Bey y la Beyna con todo sa
real se volvieron| é con toda sn artillería , é salios
fái
CBtmóAB tu LOS VB¡na ds oastillá.
ron por k Tilla da PrUgo, é dende por fos jomit'-
das á CMrdoba donde te había partido de primero;
7 allí el Principe Don Juan au fijo oon toda la Ciu-
dad, lea aalieron á redbir. .
«
OAPÍTÜLO LXXXII.
De Ydes láiaft, é caao It tomó d Rey.
-En el nombre do Naeatro Bedemptor Jeaochria-
to, Sábado 17 dias del mea de Abril , alio del naci-
miento de Nuestro Bedemptor de 1487 afios, partió
el Rey de Córdoba por hacer serTicio á Dios y
guerra á los moros oon muy gran oaballeiia, y con
su artílleria é gente de todos sus Beynos, é muy gran
gana é disposición de pelear oon los moros , ó fué
por sus jomadaa hasta Velez Málaga. El Sábado
que partió de Córdoba era víspera de Ramos, é fué
á dormir á La Rambla, 6 dende fué otro dia al rio
de las Teguas donde recojió é guardó su gente , é
estuvo hasta el Jueves de la Cena, é dende fué á
Archidona, y de allí á Caka, é el Lunes de Pascua
de Resurrección volvió, y llegó á Veles Málaga,
donde los moros salieron á escaramucear con los
christianos con muy buen esfuerzo defendiendo la
villa, é el Martes de Pasque siguiente, el Rey man-
dó entrar en los arrabales por fuerza do armas; é
como toda la gente venia'con ánimo de pelear é des-
truir los moros, dieron combate por muchas partes,
é matando é firiendo en los moros los desbarataron
é los entraron por muchas partes, é tomaron los ar-
rabales por fuerza de armas , lo qual el Duque de
Nájera cometió primero, é fizo con loe suyos que
los moros se metieron f uyendo en la villa y cerra-
ron las puertas ; ó allí ovioron los christianos gran
despojo do joyas é ropas, é arreos de casas y frutas;
é como los moros se vieron todos encerrados en la
villa, comenzaron á la defender muy bien, é él fizo
cercar la villa do tal manera, que ni podia entrar
uno ni salir otro. En este tiempo habia dos reyes
en Granada, como es dicho, Muley Baudili Alzagal,
é este tenia el seftorio de la mayor parte de la Ciu-
dad, é Muley su sobrino', prisionero del Rey de Cas-
tilla; é los moros de Granada afincaron su Rey ma-
yor que fuese á socorrer á Veloz, é ovo de salir de
Granada, y fuó con mucha gente de caballo, y de
pié', y asomó un dia por unos cerros altos sobre
Velez, á vista del real de los christianos, y fué que
quiso tomar á Ventomiz, una fortaleza de moros
que estaba allf , ó no so la quisieron dar los moros
porque habían dado la obediencia al Rey Don Fer-
nando desde el primer dia que cercó á Velez. T los
moros, desque vieron el cerco, esforzáronse pensando
sor descercados, é el Rey moro y su Consejo envia-
ron un tornadizo christiano á los moros de Velez,
con cartas que tal noche á tales horas hiciesen se-
fias y saliesen do la villa, ó dioson en las ostancias,
é estonco daría el Rey con los del socorro sobre el
real de los christianos; el qual tornadizo fué toma-
do de los guardas del Rey Don Femando, é vistas
las carUs, é sabido ol secreto del Rey^ hizo poner
diso, y el Bey moro se movióy abajo fáoia el real
de loo chriatianos de una sierra donde estaba ooa
muy gran soma de moros que allí tenia, é puñéron-
se en una ladera, y desque vieron que loo do h
villa no acudían con el concierto aquella noche, es«
tuviéronse allí fasta otro día, é el Bey mandó ir allá
al Marqués Duque de Oádis oon mucha gente de á
pié y de á caballo, é oon muchos robadoquines para
que les tirasen; é fueron á ooica de elloo al pié á&
una ladera donde estaba un grueso batallón^ é tirá-
ronle muchos tiros, é ficieron huir aquella batalla,
que era la mas cercana de loe christianos, por la
sierra arriba, que no pararon fasta enoioia de In
sierra donde estaba el real del Bey moro. T desqoe
los moros del real vieron que los otros iban huyen-
do, cayó entre ellos un temor y oomensáronse de
ir á mas andar, ni el Bey, ni los caballeros loa pa-
dieron detener ni escusar de fuir, que según el lugar
donde estaba el real , eUos estaban muy aeguros 6
muy fuertes para se defender, y sai eUos meamos
se desbarataron en fuir y no defender la sierra , á
los quales los christianos no habían de cometer por
allí si ellos estuvieran quedos donde el real estaba.
Y quando el Marqués y los caballeros, y gente que
con él iba, vieron que ninguno les defendía la cues*
ta, encumbraron la sierra y vieron que todo el real
iba f uyendo, y fueron en alcance salvo que se ha*
liaron pocos y los moros eran mnohos. Hallaron in->
finito despojo de armas, y otrss muchss cosas que
los moros no pudieron llevar, y volviéronse al real
con todo aquel despojo. Y los grandes de Granada,
desque supieron la poca honra con que su Bey iboi
cerráronle las puertas,, é no lo dejaron entrar en
Granada, y dijéronle que no querían que reynase
sobre ellos, y dzaron por Bey al Bey Muley Bau->
dili su sobrino , que estaba| retraído en el AJbaicin
de Granada, é el otro fuese á reynar sobre Baza 6
Gnadtx, é Alpujarras, é otras tierras.
El Bey Don Fernando puso gran recaudo en el
cerco, y fizo requirimiento á los de Velez que le
diesen la villa, pues el socorro les era fuido; é elloa
no quisieron , que creían que la gran artillería no
podia pasar los puertos ni llegar á Veloz, que aun
no ora llegada estonce, é dende á quatro ó cinco di aa
vieron asomar la dicha gran artillería, é todos los
cerros é puertos hechos caminos y carriles llenos do
carretas y bueyes con las grandes lombardas, y
con la multitud de tiros de pólvora , é ingenios, 6
robadoquinea ; ó aun quedaba la momería de esto
ínclito ó famoso Bey para siempre, por razón de
aquellos caminos de tantas sierras y laderas, é puer-
tos, é peftas, é ajosiu amientes como hizo llanos á
azadón, y barrapala, y almádana , en toda la tierra
que ganó á los moros, que es cosa increíble á quien
no ha visto los posos por dó tan gruesaa lombardas
é tan grando artillería pasaba, é así mismo vieron
venir tan gran gente de guardia oon la dicha arti-
llería, que fueron muy espantados é desmayados ;
é llegó Is artílleria y el Maestre de Alcántara que
fué estonce por caudillo mayor de ella ; é los morca
gran recaudo en su real, é mandó onforcar el torna- | no oaaron aguardar que tirasen, antes demandarom^
bokPEéKAKDO
laego ál iáíf particlo, qtid loi dejase ir con eat ha- i
eiendu, y el Bey se lo otorgó, y los moros entre- |
garon la fortalesa y la yilla, y se fueron con lo que
pudieron llerar, é algunos se fueron á Granada, é
otros allende, é algunos al real para venir á Casti-
lla á YiTir, é á todos el Bey Don Femando envió se-
guros, y flxp poner en salvo en ella, día de Santa
Cruz, á tres de Mayo, año susodicho do 1487 ; y es-
taba ya dentro su guión , é la crus de la Santa Cru-
zada que siempre traía en su hueste , é el Conde de
Cifuentes, Asistente do Sevilla, su Alferea mayor,
que habían primero en la f ortalesa entrado ; é reci-
bieron al Bey quando entró en procesión , é fueron
con la procesión á la Mezquita mayor ó mas hon-
rada, é bendijéronla, á flciéronla iglesia, ó púsole
el Bey con mny gran devoción Santa María de En-
camación, por vocación. E luego el Bey fizo poner
gran recaudo en la fortaleza é la villa, é envió por
la comarca á requerir los lugares de los moros que
viniesen á le dar la obediencia, é vinierónsela á dar
todos los lugares de la Axarquia que están entre la
villa de Veles, é la dudad de Málaga. Los nombres
de algunos de ellos son los siguientes, de los que se
dieron en esta entrada, desque asentó sobre Veles.
Primeramente la villa de
Velez Malaga. Alooche. Nereja.
Abentomiz. Almayate. Torronilla.
Cantinas. Alarroba. Xaraba.
Comares. Albaida. Pancaxe.
Sédala. Atiadar. Lacus.
Xavales. Alisan. Daimalos.
Compata. Aximas. Escalera*
Torrox. Almohia. Mará é otros.
B estando el Bey en Velez, le trajeron los moros
en presentado á Juan de Bobles, Alcayde é Corre-
gidor de Xerez, de Málaga, é fizóle presento de él el
Alcayde de Málaga que llamaban Albocin Aben Co-
'mix,el qual se lo trujo, é vino con él á Velez, édejó
por Alcayde á un su hermano en el Alcazaba, é pre-
sumióse que venían por parto do la ciudad á facer
partido con el Boy, el qual el Bey les flciera en que no
perdieran nada de sus bienes muebles ; é como los
moros son voltarios é muy livianos en sus fechos,
mientras el Alcayde con el Bey estaba, juntáronse
con un moro llamado el Cegri, que era Alcayde del
Castillo de Gibra-alfaro, los cabeceras de la ciu-
dad, é tomaron ol Alcazaba, é pusieron otro Alcay-
de, é pusieron recaudo en todas las fuerzas de la
ciudad , é alzáronse por el Bey viejo Muley Baúdili
Asagal, lo qtial fué ocasión de su total y perpetuo
perdimiento de todos los de Málaga, chicóse gran-
des. Sacó el Bey Don Fernando y redimió ciento y
ocho christianos y.christianas cautivos, que estaban
en fierros, é supo como poco habia, habían pasado
de Velez á Almufiecar catorce, temiendo lo que les
vino, que eran hombres do comunales rescates; é
por esto el Bey quando libertó los moros do la villa
tomó en prenda á sus amos, é túvolos en hierros
fasta que le trajeron los catorce christianos, é ansí
soltó á los amos; é envió el Bey estos christianos
^qj^estaban cautivos y redimidos, á la Beyna su mn^
¿DO^AtíÁBEti. . 62á
jer á Córdoba, álos quales ella mandó recibir con
gran procesión, é ella los recibió dentro en la igle-
sia mayor, estando con su fija la Infanta dofta Isa-
bel dentro de la dicha iglesia, donde los podía bien '
mirar ; é todos pasaban por dó ella estaba nno á
uno, ó le bogaron la mano, é eso mesmo á la Inf an- -
ta, é mandólos aposentar, é mandólos dar limosna A
cada uno un florín de oro. Pública fama era en él
real de Velez que tenia el Bey diez mil de á caballo
é ochenta mil peones. Salió de Velez con los moros
vencidos un caballero moro de Málaga, que llama-
ban Mahomad Meque, que tenia su casa, é mujer é
fijos en Málaga, é tenia mucha parte en ella ; é co-
nociólo un criado del Marqués Duque de Cádiz, lla-
mado Juan Díaz, é trúxolo á su tienda del Marqués,
é díxole: cSefior,á este debe V. S. hacer mucha
honra, que es caballero de Málaga, é tiene en ella
mucha parte, é puede en la toma de ella aprovechar
mucho»; é luego el Marqués lo fiso facer mncha
honra, é fizo fablar con él á sus adalides en el caso,
é rogóle que tuviese manera de facer que Málaga se
diese al Bey antes que allá fuesen, pues via que lo
por todas maneras no podía escusar, según via en el
aparejo ; y el moro se lo prometió de lo procurar
con todas sus fuerzas é maneras, que él f aria dar la
ciudad, ó al menos el castillo de Gibra-alfaro, al
Bey. El Marqués dfjole al Bey ésto luego , é el Bey
ovo de ello placer, é dijo al Marqués: s Duque, yo
dejo en vuestras manos este concierto, que lo procu-
réis, é pongo mis tesoros que los rej^artais en el par-
tido de Málaga , si la podéis haber en mi nombre,
como vos quisiéredes 9 ; é luego el Marqués con au-
toridad del Bey armó caballero al moro Mahomad
Meque, é le dio un caballo suyo, é sus propias co-
razas, é su propia lanza, é su propia adarga, é dio
otro tanto á otro moro su compafiero é pariente, é
los envió á Málaga con el dicho su criado Juan
Díaz, que sabia bien la lengua arábiga é pláticas de
los moros, con cartas de creencia de partido, en
que daba al Cegri, alcaide de Gibra-alfaro, porque
entregase al Bey la fortaleza, la villa de Coín, de
juro y heredad, é cuatro mil doblas en oro. E daba
á otro capitán, llamado Abrahen Cénete, que estaba
en suoompafiia é liga, una alquería, qual escojíese^
é dos mil doblas en oro. E daba á Hazan de Santa
Cruz, que era un caballero que se habia criado en
Castilla, y habia vivido con el Marqués, otra alque-
ría é dos mil doblas de oro ; é daba á las gentes de
Gibra-alfaro quatro mil doblas de oro, que repartie-
sen en la ciudad ; daba oufdquier partido que de*
mandasen, que el Bey se lo daría en tal que deja-
sen la ciudad, é que él con gente se fuese ó saliese
á vivir por las aldeas. E idos con esta embaxada
entraron en Gibra-alfaro, é oomunicada la embaja-
da, el alcaide del Cegri, con quien le convenía, des-
pués de haber fecho mucha honra á los mensaje-
ros, respondió diciendo: t Decid al Sr. Marqués, que
si no nos hubiéramos concertado la ciudad é nos-
otros, que aun ayer nos acabamos de concertar, que
luego á la hora fidéramos lo que nos manda á de- ,
cür. Empero, que pues me es^ojieron á mi en esta
40
até
OBÓNIOAS tm LOS Hms DS OASTILti;
dnidad por él mejor de loe moros en elle, é me en-
tra^ron le dnded é eete oestillo de Gibra-elfero, é
le tengo muy bien beeteddo , é le dnded edmismo
eetá may bien leetrede de todo lo qne ea meneetor,
qne si jo fideee elgo de lo qne me envié á mandar,
sin Tor por qne, me tenia por d mas mdo é cobarde
moro de todos loe moros. Empero dedd á en sefio-
rle, qne viniendo el Bey sobre nosotros, qne yo le
doy mi f é al Marqnés, qne qnando oviéremos de fe*
cer partido, é noe oviéremoe de dar al Bey, qne no
' íablará ni f ara en nnestro partido sino él, ni menos
nos daremos á otro dno á él ; y para que vea sn se-
lioría qne yo digo eeto, deoidle por sefias, qne fabló
conmigo oiertas rasónos qnendo nos tomaron á
L(^t K los mensejeroe ee partieron oon esto de
noche de Qibra-alf aro é vinieron é lo contaron al
Marqnée é el Bey ; é el Bey mendó qne volviesen
otra ves, é volvieron, é fdlarpn mnchas guardas de
noche, é no pndieron entrar de noche con esta em-
bazada secreta, é oviéranse perdido d no fneran por
dó sainan la tierra; é deepues de esto, qne no pndo
ser por yia secreta, envió el Marqués de parto del
Bey por via pública á requerir al Gegri é cabeceras,
qne mirasen si se querían dar d Bey, que lee feria
buenos partidoe, y antee que movieee el reel para
Ir á dice, vinieeen á darse : donde no, que podia ser
y erda qne d no venian, y el red se movia para
irlos á cercar, qne otro pertido no hubiesen, sdvo
el hacer á todos cautivos. B ni por eso la dura cer-
vis é soberbia d^ Gegri quiso copocer dd caso, pen-
sando ganar mucha honra*
gapItülo Lxxxm.
Dd Mtee U Mátafif é de lu cosu qoe ea él teaederoa.
' Movió el Bey de Vdei sn gran real y artillería
para ir á cercer á la ciudad de Málaga, é llegó allá
un lúnee, siete dias del mes de Mayo, afio dd Señor
de 1487. E los moros salieron á defender que no se
aeentaee el real, peleando muy ferozmente como
hombres muy esforzados, con muchas saetas é ee-
pingardas, é escaramuzaa, como aquellos que por lo
suyo querían morir é defenderlo ; é loe chrístianos,
como llegaron los delanteros, como aquellos que
lo hablan gana de lo facer, qne á otra cosa ejercitar
no habian ido, dno á pelear oon los moros, les die.
ion tanto prisa por muchas partes.
Aqni á los primeree encuentros quedaron muer*
toe meii de óchente moros por entro las huertas, y
los enterraron, y encerraron los moros en la ciudad
y en Qibra-dfaro, no sin pérdida de los christianos
é tomaron las huertas, que eran pasos fuertes, é
asenteron d real, é tomaron é pusieron el cerco, á
peeer de todos los moros; é tomó el Marqués-Duque
de Cádis las estoncias é parto de Gibra-alf aro, don-
de era d más peUgro, qne así lo tenía por costum-
bre, ponerse dempre en los cercos en el mayor pe-
ligro, donde de neceeario hubiese de estar dempre
á buen recaudo. El Maestre de Alcántara tomó d
otro cabo fada d poniente, orilla dd mar, é luego
sabe e} Maestre de 8antfa(jp> los otros Puques, Oon-
des, Marqneees é grandee sefiores é capitones áe latf
dudados de Sevilla, é Oórdoba, é Écija, é Xerea, é
de las ¿tras dudados de Castilla tenían sns estancias
é redes cerca unos de otros en derredor de la clndad
de Mdaga, por d cabo de la tierra, é terminábase
desde el reíd é estanda dd Marqués-Duque de Cá-
diz que tenia la vera de la mar. Anai estaban las
estancias é cerco desde d un cabo de la mar fasto
el otro. É el B^y tenia sns tiendas é gran red á de
fuera en d comedio, de donde podia aocorrer á todas
partes presto. E luego como llegó sobre Málaga, en*
vio á requerir los Aloaydes é Comunidad, qne le die-
sen la ciudad, antes que más sobre ella ee fideee, y
púsoles término para dio, didendo qne lee farto
buen partido; é fué endnreddo d corazón del Cegrl
como d de Faraón, é fizo endurecer con vanee es-
peranzas el corasen dd pueblo; é d Bey lee envió
á deoir y á amenazar, que si fasto tol dia no se da^^
ban, que les fada saber que con la ajmda de Dios
los habla de sacar á todos cautivos de la ciudad; ó
ni por eeo se dieron mucho el Cegri y Abrahen Ce-
neto, dcaydes é capitanes nuevos mayores de la ciu-
dad, é otros cabecérae semejantes de la dudad, é
nunca quideron f ablar por entonce en partido, ni
dar la ciudad d Bey. E desque eeto vido el Bey,
mandó asestar el artillería, é mandó tirar con los ro-
badoquines, y con algunos tiros medianos por todas
partee, por les facer md y dafio; mas la dudad era
muy grande é muy fuerto, adaibada y torreada,
é no le podían hacer dafio mucho, é no le podían
tirar con las lombardas grandes por no dafiar la
ciudad. Por el cabo de la mar estoba cercada Ma-
laga con la armada del Bey, de mndias gderas
é naos, é carávdas, en que había mucha gento ó
muchas armas, é combatían la dudad por la mar
con los tiros de pólvora* Era una gran f ermosura
ver el red sobre Málaga por tierra y por mar, habla
una gran floto de la armada que siempre eetoba en
el cerco, é otros muchos navios que nunca paraban
trayendo mantenimíentoe d real; é pasaron mas de
treinto dias, que parecía que los moros no se lea
daba mocho por el cerco, é mandó d Bey asestar
deto grueeas lombardas, que se llamaban bt $i€t$
hermana» Xinuma$f ó muchos ooartegos é engefioa
con que tiraban algunos tiros de dquitran por ate*
morizar á los moros porque se diesen. E en este
tiempo vino la Beyna Dofia Isabd d real, é la In-*
feote mayor, su fija, por ver el real, y ser en la toma
de Málaga, é vino bien acompafiada de caballeros^
é doefias, é damas de su córtoi y saliéronla á redbir
los Grandes de Castilla que dlí estebsn, dgunos de
dice, en especial el Marqués, y d Maestre de Ban-
tiago, é después que llegó cerca del lugar adió d
Bey á la recibir muy triunfalmento; é todos los dd
real pensaban, que por la venida de la Beyna se
habían de dar los moros; y ellos como persones de
Espafia é según los zamoranos en su toma, esforsa*
demento salían á peleer y dar en las estandas, mu*
chas veces concertedamente, mejor qne de primero^
á ninguna mención facían de entended en partld<^
sino de pelear é defeiider sn di|dady ofsndiend^
\
N
bON FERNANDO
^üanio mil poáiAn, Í reoibiendo ellos también mu-
ohos dal&oB é mneriee; é de lee eelidM que fioieion
á peleer faeron dos mes de notar qne las otias, se-
gún se signe.
Salieron nn dia de la dndad por el oastillo de
Gibra-alf aro mnohos moros, é qoisieron dar en las
estancias del Marqués -Daqne, tomando la gente
segura; el Marqués tenia tal recaudo, que fueron
justamente vistas ya que estaban fuera, desde la
tienda ó estancia del Marqués; é hábia una estan-
cia, la mas oercana al oastillo, que aquella noche
los escuderos de ella hablan mudado y acercado
hacia Gibra-alfaro, é la gente de ella estaba muy
cansada, que no había dormido, ni descansado dos
dias habia. E con este despecho de aquel estancia
que se les acercaba, se creyó que loe moros ordena-
sen de salir á pelear por allí; é el estancia del Mar-
qués estaba arriba mas afuera casi un tiro de ba-
llesta; é el Marqués, como vido los moros salir, aper-
cibióse para ir allá, é los moros arremetieron con la
estancia é dieron en los christianos, é los chrístia-
nos dieron á huir los de aquella estancia y de otras
cercanas á ella; é arremetió á pié muy bien armado,
dando grandes voces, desque vido que todos huían,
diciendo: t vuelta, hidalgos, vuelta, hidalgos, que
yo soy el Marqués, á ellos, á ellos, no temáis»: é iba
su bandera ante él. B desque los escuderos que huian
vieron al Marqués con su gente y bandera, cobra-
ron esfuerao é volvieron sobre los moros é pelearon
muy f uertMnente los unos con los otros, é la bande-
ra del Marqués en medio en lo mas áspero de la pe-
lea, la qual estuvo muy cerca de ser perdida, si él
mesmo Msrqués con su persona, y los que la guar-
daban no los socorriese. En fin, los moros fueron
vencidos y volvieron fuyendo é se metieron en Gi-
bra-alfaro, é fueron de ellos fondos y muertos mas
de qnatrooientos, y de los christianos murieron lue-
go mas de treinta hombres, y fueron f eridos mas de
trescientos; é fué ferido el Befior Don Diego Ponce
de León, de una saetada, que era hermano del Mar-
qués, y los moros vencidos. El Marqués fiao proveer
las estancias susodichas cercanas á Gibra-alfaro, de
gente, é ballesteros, é espingarderos; é estando allí
en una de aquellas estancias, los moros de la forta-
lesa tiraban muchos tiros de espingarda allí, y de
ballestas; é pareció que desde el castillo lo conocie-
ron, é tiraron una espingardada al Marqués, de la
qaú pareció que Dios milagrosamente lo quiso guar-
dar, que le dio en el adarga que ante sí tenía por
medio de los cordones, á dióle la pelota en la barri-
ga por bajo de las cora8as,*é paró en el sayo, que
ninguna cosa le firió ni empeció. Fué ferido tam-
bién el Sefior Don Luis Ponce, su yerno, aquel dia,
é el aloayde de Utrera Gard Ck>meE de Sotomayor,
é el aloayde de Atiensa y otros muchos escuderos
honrados. Entre los que murieron é fueron f eridos
el mas dafio que recibieron fué quando dejaron las
estancias, que si se tuvieran é no f oyeran, no reci-
bieran tanto dafio, pues tenían el socorro tan cerca,
é el Msrqués se lo reputó á muy mal aquella huida,
é st.no fuera por su esfuersoí todo aquel real de so-
i DoffA mABst: trt
bre Gibra-aUaro desbarataran. Bn esta pelea tmze»
ron los moros por principal capitán á Abrahemtretai
que era nn muy esCoiíado mor0| el qual allí fui
herido.
re
•1
CAPÍTULO LZXXIY.
De eomo «nt aoelie estrtroB elertot moroi por itn le te
Vélala, r toaaroB alfisoa éa dloa; é al ino fia éaalas
Santo, é da lo ^ ea aaaaald aoa él, é aoao pcftaaedo fse
Rey aeeehiUé é Dea Alnre, é é U BolÁéUla.
Oeroa de este tiempo vinieron una noche á entisf
en Málaga por la orilla de la mar por el oabo de
Gibra-alfaro, por donde estaba el real del dicho Se-
fior Marqués-Duque de Cádis, dentó y oinqfienta
moros, y fueron sentidos de las guardas, é prendie-
ron la mitad de ellos, é la otra mitad se les entra-
ron, porque no pudieron mas, porque ovo mal re-
caudo en las guardas, que quando los sintieron iban
ya dentro; é como era de noche no se pudo mas fa-
cer, é todoe venían á pié, á traían armas é pólvora
para socorrer é esforzar los de la oíudad. B estos
moros que así tomaron, hubo uno que teniéndolo el
Marqués preso, dijo: e Sefior, lléveme al Bey, é yo le
daré orden como tome á Málagai; é el Marqués no
dando crédito á su dedr, no se daba nada por él, é
algunos de los suyos le Aquejaron que lo enviase j
que élloe irian con él; é el Marqués dizo^ qne lo lle-
vasen aquellos que lo decían; á el moro ganó de
eüos que lo llevasen en la forma que lo hablan to-
mado, porque él Bey le escuchase; é estonce diéronle
su albornos ó un alfanje, é lleváronlo así; á el perro
moro llevaba concebido de matar al B^, porque
muriese su vida, y viviese sn fama, queriendo pa-
recer á Mudo Soevola Bomano, que salió de Boma
por matar al Bey que tenia cercada la dudad de
Sena, é pensando que mataba al B^, oon la espada
dio á otro y matólo, y maguer preso por ello se que-
mó el braco, porque no mató al Bey que tenía oer*
cada la dudad* E los romanos por esta osadía j
atrevimiento &oen de ól gran memoria de hombre
desesperado. Ó quiso aqud moro pareoer á FaUoi
que se lanaó en d lago boca de infierno qne en Bo*
ma se abrió, donde muchos pereoian por librar A
Boma, ó libróse por su perdimiento Boma, que lo sor*
bió aquella dma infernal y oeiTÓse, y oontentóae
oon aqud que nunca mas fué visto. T aqud peno^
como hombre gentílico, pensó así dar su vida á In
muerte por &oer descercar la dndad y ganar fama
desesperada entre los moros» Y lleváronle ad al
Bey, é quando llegaron á las tiendas oon él, d Bey
é la Beyna estaban retrddos, é entráronse oon él en
una tienda, donde estaba Don Alvaro de Portngd|
hermano del Duque de Bergansa, ó la sefiora Boba-
dilla. Marquesa de Moya, é como vido que les fadan
todos mucho acatamiento, oomo no entendíala len*
guá casteUana, demandó un jarro de agua por dar
lugar á su braso ó alsar el dbomos, é estonce sacó
el alfanje por debajo» é oomenió de dar de cuchilla-
das á Don Alvaro, ó á lá Oondesa que estaban ja«
gando tablas, pensando que eran d Bey, ó la Beyna,
y firió muy mal al dioho Sefior Don Ahraroi de un»
éü
ÜBÓNIOAS DB tos BBTB8 DB OAfiTILti A.
coohilkdA por 1a cara é calMUL E U MarqneM como
aquello irido oo dejó oaer do hmsaai é cortólo do
cíertM onohilladao U lopo, empero no la finó, j al
no foora porque cada yes topaba con el alfanje ar-
riba en la tienda, no baj dada aino qne loa matara.
B eatonoo Martin de Leceoai aatoriano, qoe estaba
allf, 7 Lnie Amar de León, adalid del Marqoéa, é
Triatan de Bivera, qne babian ido con ¿1, diéronle
tantea oocbilladaa qoe le bideron pedaaoa, é el Kej
ó la Bayna aalieron al alboroto y ae bideron mará-
TiQadoa de tal baaafla, y no qniaieran qne lo hubie-
ran moerto; é deapnea odiáronlo aaf por nn trabnco
en la dndad; é loa moroa deaqne aquello vieron,
mataron nn cbriatiano gallego, qne babian cautiva-
do en Ydea, qnando el Bey tomó loa arrabalea, é
eargóronlo endma de un pollino, ó ecbároulo por
una puerta afuera, é anal lo tomaron en d real loe
chriatianoa. B eato fideron en pago dd otro que lea
enviaron con el trabuco. Paaaron eataa coaaa é otraa
mnobaa é pasó el mea de Mayo, Junio é Julio, é
dempre en el real fadan engafioa y eacalaa, ó fide-
ron una eaoala red, qne llamaron Gra, que ora tan
dta como una torro, para el dia que babian do dar
combate real, 6 loa de la eatanda minaron, é el ar-
tillería tiraba, ó facian mncbo dafio en Ja ciudad, ó
todavía moatraban eafnerso loa moroa é salían á pe-
lear muy ^reamente, é fdtó la pólvora on el real, ó
envió d Boy uua galera por pólvora á Valcnda, y
preatamonte fuá venida con día; ó envió al llcy do
Portugal por pólvora en una caravda, ó también so
la envió y vino muy preatamente.
Ordenaron muobaa vocea de entrar la dudad por
combate, é dejábanlo de dar temiendo la muerte do
la gente, é temiendo oomensarlo y no acabarlo, por
que la dudad era muy fuerte ó muy torreada, ó de-
cíase baber en ella cobo mil bombrea de pelea, ó para
dar el combate envió el Bey por mncba gente, mas
de la qne tenía, é envió á llamar al Duque de Medina
Sidonia, CSonde de Niebla, el qud vino luego d real,
con mucha gente y muoboa bastedmientos y mante-
nimientos por mar y por tierra, y dio en el real muy
gran refresco y placer, que ya la gente estaba eno-
jada en doa meses y medio que estaban en el cerco
y aun mas; ó la pólvora venida, é el refresco de la
gente, ordenaba el Bey dar d combate el dia de
Bantiago, é dgunos de los Qrandea eran de opinión
qne no ae dieae combate, y todos los Qrandea se
prefirieron de ayudar al Bey con sus tesoros é fa-
dendas fasta que por hambre tomase la ciudad, ó
que no quineae poner á riesgo el real. £ los moros
deseaban mucho el combate porque tenían ya muy
pocoa mantenimientos; é como son agoreroa, tenían
un moro que decían el moro Elanto, que debía ser
algún alf aquí, el qud lea ofrecía y certificaba, que
los montes de harina que vdan en el real blan-
queando, ellos comerían aquella harina, y que no
temíeaen, que los dd real les huirían; y en algo dijo
verdad, que ellos comerían después de la harina de
aquellos montones gran parte, empero catando cau-
tivos. B esto moro Santo agorero, había entrado
quando antro el otro deaeaperado que pensó matar
d Bey, y este loa eafonabA oon Taaaa eq^enunaá,
ó lea fiíEO detener tanto, didándolea, qne bebían de
ser dcacercadoeé vencedores^ que ad leeraá Are*
velado de Mahomad, y con eato lea fade aalir á pe-
lear muchas veces. La segunda vea, de las doa que
fueron maa de notar, que salieron loe moroa de Má-
laga á pelear, fué deaque no tenían aino muy poooa
manten ímientoe; y aalieron una madrugada máa de
mil moroa, é pelearon é dieron en laa eatandaa é
gentea del Maeatre de Alcántara por orille de le
mar, y mataron y hirieron dgunoa chriatianoa que
hdlaron durmiendo á md recaudo, ó fideron dbo-
roto y rebato en el real; ó llegó Abrebea Senete en-
cima de un cabdlo á unoa moandoa, donde pudíem
matar déte ú ocho de dice, ó volvió el encuentro de
la lanza, ó díólea de ooaoorronea didándolea: tandar,
andar, rapacea, á vueatraa madreai, á loe otroa ca-
balleroa morca, deaque vieron los mudiachoa ir hu-
yendo, coménaaron de lellir con ól porque había
llegado á elloa é no los habia matado, ó él lea rea-
pendió: tno maté porque no vide barbaai; é eato le
fué contado á gran virtud, que aunque era moro,
fizo virtud como hidalgo; y acudieron d rebato loa
Maestrea é los otroa maa cercanoa; é pelearon con
los morca, é metiéronlos á lanxadaa por la dudad, y
quedaron muertoa mas de doscientos moros, que se
non pudieron vdcr, é desdo esta ves quedaron loa
moros muy desmayados, ó no osaron salir á pdoar;
é como no tenían qno comer, sdíauso do la ciudad
alguuoa moros, é venían d real, é llevábanlos d Itey
y sabía de ellos la neceddad de la ciudad, y que
tanto se podrían tener, y con eato los del red se
esforzaron.
Bn eate tiempo vinieron embaxadorea de laa par-
tea de África al Rey Don Femando, con un presente
en que le truxeron de los cosas de allá que acá no
hay, y envióle á suplicar, que se ovieae en la toma
de aquella ciudad piadosamente con loa moroa do
olla, como había fecho con los otroa de loa otroa lu-
gares, ciudades é villas que había tomado; é envió
á pedir por merced d Rey, que le envíase pintados
sus armas, que quería ver la forma de ellos á saber
qué toles eran. E el Rey Don Femando se las snvíó
moldados en ciertos escudetes de oro, acerca tan
anchos como la mano, é respondió d Rey de Treme-
cen, ó envió honradamente los mensajeros, é pasó d
mes de Julio é porte de Agosto, é la comunidad de
Málaga recibía mucho pena é locería de hambre, y
de los tiros y combates, que no cesaban cada día«
Saplicobou á ios cabeceros y d Oegrí que pidiese
partido al Rey, ó el Gegrí, y los qne seguíon su opi-
nión era que motoseu los mujeres, nifios y viejos,
que no eran paro polcar, é después que adieaen pe-
leando é muriesen, que no que diesen tal honra y
victoria á los chriatíonos de dorso á partido.
E desqno vido su locura del Oegrí y sus seqnoces,
un moro muy honrado y muy rico mercoder de la
ciudad, llamado el Dordux, tuvo manera como ami-
gablemente tomó á los dcoídea d Alcaaaba é d .
castillo de Genoveses, é apoderóse de eUos, qne son .
dos fortalezfis grandea y muy fuertes, ó távolaa d<« {
DON nSBlTANfiO
'^no8 diaüy i yt páfládótf algunos días de Agosto,
^ue ya no tenian qa¿ oomer, envió al real á deman-
dar partido en nombre de todo el oomnn. E en este
tiempo el Cegrf, alcayde de Málaga, estaba en Gibra-'
'^Ifaro, ansí como retraído, que lio entraba en los
f)tra8 fortalezas, 6 estaba con él el moro Santo ago-
rero, boido por miedo de la comnnidad, porqne lo
qnerian matar, por las esperanzas é promesas men-
tirosas que les habla diobo. £ el Dordnx demanda-
ba al Rey qne tomase las fortalezas é les dejase
mndejalmente con lo suyo en la ciudad, é salieron
los farautes oon esta mensajería por las estancias
del Oomendador mayor de León, Qntierre de Cár-
denas, Mayordomo y Contador mayor del Bey, é él
mesmo los llevé al Boy, ó vista su embazada, el
Bey ovo de ello mny grande enojo, y los mandó
volver á la cindad, é les dijo qne les dixcscn, qne
Be tuviesen quanto pudiesen, que con la ayuda de
Dios muertos ó cautivos los entendia de sacar todos
de allí; é con esto los mensajeros se fueron, é otro
dia la ciudad envió con sus mensajeros á rogar al
Marqués-Duque de Cádiz á sus tiendas, por la vía
do Gibra-alfaro, que le podian por merced hiciese
el partido oon el Uey, é el Marqués le roepondió qne
no podia, pues que tan al cabo so habían dejado lle-
gar, é que se tomasen al Comendador mayor, pues
á él se hablan primero encomendado, que él lo tra-
taría; é con esto los mensajeros se volvieron; é visto
esto, el Dordux é la Comunidad f ablaron é abajaron
en el partido, é salió el Dordux mesmo, por donde
primero los primeros mensajeros hablan salido, é el
Comendador mayor los llevó al Bey, é denuncié al
Bey la embazada é la comisión que el Dordux traía
para el partido, según él Dordux por la lengua do
los que la sabian al Comendador mayor habían con-
tado; é entendido por el Bey lo que pedían, dijo con
gran enojo al Comendador mayor: a Dadlos al dia-
blo, que no los quiero ver, f acedlos volver á la ciu-
dad, y no los he de tomar sino como á vencidos
del todo, dándose á mi merced»: y con esto el Dor-
dux y los que con él habían venido se volvieron,
é entrados en la ciudad mandé el Bey tirar toda
la artillería, é dieron una gran grita todos los del
real, é tiraron todas las lombardas é injenios, é fi-
cieron muchos dafios en la ciudad, é con la res-
puesta de los embaxadores oída por la comunidad,
ovieron en Málaga muy gran ruido é muy gran tur-
bación, é ficieron las gentes de ella muy grandes
llantos é lloros, así los hombres como las mujeres é
pequefioB, é ya á este tiempo comían los caballos, é
asnos, é perros, é gatos; é comían de los troncones
de las palmas altas molidos heohos pan, é muchos
de los que ooinían aquel pan desque bebían el agua
sobre ello morían, é ansí murieron muchos, que se
hinchaban con ello é morían; é llegaron á tanta ne-
cesidad antes que se diesen, que se murieron de
hambre muchos. E vistas las respuestas del B^,
entraron en su cabildo y ordenaron do se dar á mer-
ced del Bey é de la Beyna, pues que ya no podia ser
de otra manera; é ficieron la siguiente carta, con la
qual el Dordux volvió al Comendadpr mayor, é lo
H DóSTA ISABÉIi. «20
Uevó al Bey é dié por tt U oarU al B^T M U
Beyna, y es la siguiente:
«Alabado Dios Poderoso.
sNuestros Sefiores Beyes, el Bey y la Beyna, mn^
yores que todos los Beyes , é que todos los Prínci-
pes , ensálcelos Dios ; encomendándose en la gran-
deza de vnestro estado „ é besando la tierra debajo
de vuestros pies, vuestros servidores y esclavos los
de Málaga, grandes y pequefios, remedíelos Dios.
Después de esto los servidores vuestros suplicamos
á vuestro estado real , que nos remedie como con-
viene hacer á vuestra grandeza, habiendo piedad y
misericordia de nos, según á vnestro real estado
conviene, y según ficieron vuestros antepasados, é
vuestros abuelos los Beyes grandes é poderosos. Yft'
habéis sabido, ensálcevos Dios, como Córdoba fué
cercada gran tiempo fasta que se tomé la mitad, é
quedaron los moros en la otra mitad fasta que aca-
baron todo el pan que tenian, é fueron estrechados
mas que nosotros ; y después suplicaron al gran Éey
vuestro abuelo, é rogáronle que los asegurase, é
asegurólos , é recibióles sus suplicaciones , é oyó su
fabla, y perdonóles, é dióles todo lo que tenían en
su poder, así f adeuda, como joyas, é ganó la gran
fama fasta el dia del juicio. Ansimesmo en Ante-
quera con vuestro abuelo, el grande, esforzado y
nombrado Infante, que la cercó seis meses y medio
y tomó la ciudad y quedé el Alcazaba obra de seis
meses, fasta que se les acabó el agua, y estonces le
suplicaron é echaron á su favor, é le demandaron
que les asegurase para que saliesen, é reoibió sus
suplicaciones, é sacóles, é dióles todos sus bienes é
mercaderías, é quedó su fama é el bien que fizo
fasU el dia del juicio, perdónelo Dios, y á vos-
otros ensálcevos Dios, nuestros sefiores Beyes , mas
honrados que todos los Beyes é Principes. Pública
es vuestra buena fama , é vuestro favor, é vuestra
honra, é vuestra piedad, é ha parecido oon las gen-
tes que se dieron antes que nosotros ; ha ido vues-
tra buena fama á allende é aquende entre los ohris-
tianos é entre los moros ; y nosotros vuestros servi-
dores y esclavos, bien conocemos vuestro yerro, y
nos ponemos en vuestras manos , é echamos nues-
tras personas á vuestra merced.' SnplieámosvoSi
nos aseguréis é libréis en ahorras nuestras personas,
é nos otorguéis esto como parecerá al seguro é hon-
ra que está con vos sefiores de poder. Nosotros es-
tamos degollados en vuestro favor, é nos metemos
sé vuestro amparo ; faced con vuestros siervos como
conviene á V. A. y Dios Poderoso ponga en vuestra
voluntad, que lo fagáis bien oon vuestros siervos.
Pues ensálcevos Dios mayores que los Beyes é Prín-
cipes, é no plegué á Dios que fagáis oon nosotros
sino lo que conviniere á la vuestra grandeza é hon-
ra de toda virtud ; esto es lo que suplicamos á
V. A. é pedimos vuestros siervos : en manos de
VV. AA. nos ponemos. Dios Poderoso acredito el
ensalzamiento de Y V. AA.»
Y luego respondió el Bey:
«TO EL BET.
1 Concejo ^ viejos é vecinQ? de la oiiidi^ 4o MA^
OBORIOAB DB £0B BEYB SS OABTILLIu
lifi: ^ TilMtft MTU, por 1a qoftl me enTiadea á
fsotr MbiTi que me qneriedea entregar eaa dudad
eon iodo lo que en ella eeUba, y que Toa dejaae
Tnealraa peraonaa libiea ir á donde qniaiéradea ; y
eaa anpUoaoion ai la ftdéradea al tíempo qae oa en-
▼ié á requerir deade Yélea-Málaga, ó Inego que aqnf
aenté el real, pareciera qne con yolnntad de mi aer-
▼ioio ce movladea á eUo, eatoncea oviera placer de
lo facer ; pero TÍato que habeia eaperado faaU lo
poatrímero qoe oa podeia detener , á mi aervido no
eample oa recibir de otra manera, aalyo dándooa á
mi merced , oomo determinadamente oa lo he envia- I
do á dedr con Tneatroa menaajeroa ; y eate ea mny
menor inconveniente qae no haber de eaperar mae^
a^gOB el eatado en qne eetaia.i
CIAPfTULO
Viata eata leapneata por loa moroa de Málaga , el
Dordoz, antea qne entregtae laa forUlezaa, foé é
Tino mnohaa Tecea á el Bey é á la Beyna, 6 ganó,
qne pneato oaae qne todoa loa moroa foeaen eacla-
▼oa, empero qne d Bey lea aaegnraae la vida á to-
doa , é ínéle otofgado. Maa ganó , con ayuda de me-
goa de oábalieroa, perdón para ai, y para qnarenta
caaaa de ana parientea, qne qnedaaen librea é franooa
en la dndad con todo lo anyo por mndejarea ; y ad
le foé concedido, ó quedaron. En eato aaf concerta-
do, luego el Dordux entregó al Bey laa fortdeíaa
é torrea, é al jimaa , é aobre puertea de la ciudad , de-
jando á Gibra-alf aro , que lo tenia d OegrL É d Bey
niandó á pregonar, qne qualquiera que tomaae coaa
de loa moroa ó lea fadeae deaaguiaado , murieae por
ello, é envió au guión é la orna de la Cruzada , é el
pendón de laa hennandadea , acompafiados de mu-
dioa oabdieroa é muy armadoa, deapuea de haber
tomado rehenea dd Dordux, á tomar laa fortdesaa
de Málaga. É deaque vido , empinadoa aobre laa maa
dtaa torrea au gente aefiorear laa foerzaa de la ciu-
dad, dio muchaa gradea d Sefior nueatro Dioa y
agradecióle mucho la TÍctoria grande que alli le ha-
bía dado, É la Beyna é la Infanta, con aua duefiaa é
damaa é toda la campafia red, hincadaa de rodillaa
en tierra, preaentaron á nueatro Sefior é á le Víijen
Santa María gloriosíaima muchaa oraoionea y da-
banaaa, y d Apóatol Santiago. É eao meamo hide-
lon todoa loa devotoa chriatianoe del red. É loa
Obiepoa 6 clerecía que dlí ae hdlaron, cantaron Te
Deum laudamu$ ó Oloria in exeeUU Deo,
Fué eete día que la dudad ae entregó Sábado 18
diaa andadoa del mea de Agoato, año auaodicho de
nueatro Sefior Jeauchriato de 1487 afioe. Había esta-
do cercada deade siete díaa andadoa de Mayo ; and
d Bey la tuvo cercada trea meaea ó once días, fasta
que la entregaron como dicho ea. E luego el Boy
mandó á pregonar por toda la dudad entre loa mo-
roa, que cada uno con lo anyo eatuyíeaen aeguroa
en ana caaes, ó fizo entre elloa poner muy grandea
guardaa por laa callea é puertas, porque ninguno no
ae fneae, ni ninguno loa agraviase, ni los enojase.
ni tomaae lo que tenían, fl lüélfO demandó loi tím*
tivoa ohriatíanoa que en Málaga cataban, é fiao po-
ner una tienda cerca de la puerta de Granada, don-
de d é la Beyna é la Infanta, au fija, loa redbieroni
y fueron entre hombrea y mujerea loa que alli loa
moroa lea trajeron faata adadentaa peraonaa; é ala
puerta por dó adiaron cataban muchaa peraonaa con
ornoea é pendonee ^ixX red, é fueron en proceden
con dice faata donde cataba el Bey y la Beyna aten-
diéndoloa. É llegando donde 8S. AA. cataban, todoa
ae humillaban é odan por el ando, é lea querían be-
aar loa piéa, é dloa no lo oonaentian, maa dábanlea
laa manca, ó cuantoa loa veían daban loorea á Dioai
ó lloraban con elloa con degría ; loa qudea aalíeron
tan flacoa y amarillea con la gran hambre, que que-
rian perecer todoa, conloahierroa, éadovonea áloe
piéa, é loa ouelloa é barbea muy cumplídoa. É dea-
I que beaaron loa piéa d Bey y ala Beyna, loaron to-
doa á Dioa mucho, rogándole por la vida y acrecen-
tamiento de 88. AA. E luego el Bey lea mandó dar
de comer é de beber, é lea mandó deaherrar, é loa
mandaron veatir é dar límoanaa, para deq;Miiaa de
cada uno donde quideae ir, y aaf fué fecho y onm-
plido. É en eatoa cautívoa había peraonaa de gran-
dea reacatea que cataban reecatados; é había perao-
naa que había diea é quince ó veinte aflea que ca-
taban cautívoa, é otroa ménoa.
É deaque el Cegrf , Alcayde do Gibra-alfaro, vido
la ciudad tomada, demandó partido, é d Bey no le
quiso dar otro sino como d común de Málaga, é en-
tregó la f ortdeza doe días después qne Mdaga ae
entregó. É luego d Bey mandó tomar todaa laa ar-
maa á loa moros é metíéronlaa en la Alcaaaba, and
def endvaa como of endvaa. T ad d Bey é la Beyna
fueron Befi<Mrea de Málaga, é la tomaron con todoa
loa morca.
OAPlTÜLO LXXXVI.
De COBO 16 dleroB W\u y Otaaa.
Dea f nertea logarea é fortdesaa, que cataban en-
tre Málaga é Fonjirola, que llaman al uno Mijaa, é
á otro Osuna, que no se qmsíeron dar en todo d
tiempo dd cerco de Mdaga, é dempre d Bey tuvo
guarnición aobre elloa, tomada Málaga fueron re-
querídoa, é pensando que los de Málaga habían he-
cho buen partido, díéronse d partido de los de Má-
laga , é entregaron las f ortdezas \ é d Bey envió laa
galeras de la armada por la gente de dloa, en que
trujeron ochocientaa peraonaa con sus hadendaa
muebles, é quando ae hallaron en Mdaga todoa á au
partido , hdláronae todoa cautívoa perdidoa. É de
estos, é de los qne se hdlaron en Mdaga huéape-
dea , que entraron á defender la dudad , que no erai^
natnrdea ni vecinos, repartió el Bey por loe caba-
lleros ó les díó á cada según quien era ; á los Duques
cien moros á cada uno, é d Maestre de Santiago
cien moros; y á los Condes y demás aefiorea cín-
quenta, é á otros mas, é á otroa ménoa ; é fizo pre-
aente de ellos d Bey de Ñapóles y al Bey de Portu-
gal ; é envió al Papa Inocencio VIH, que imperaba
\
SOR VESKfAHDQ
MoaoM 60 Boma, d«ii moros empreaentftdoB, los
qoales el Papa reoibió é húo traer en prooeeion por
toda Romai por ooea hasaftosa, en memoria de la
▼ictoria de loe ohrittlanoa, á loa qnales biso oon-
▼ertir é TolTene obrietianoii y alli ee remembraron
laa Ttotoriaa romanas, qne los claros rarones de
Boma hidenm, en espedal los BsoipioneS| é Lados
Metelins, Fabins, Qnintius, Poblius, Ludas, 8yla,
Marías, Gayos, Pompeyos, Marcelas , Jdios Oésar,
é otros mochos qoe por Boáia conqoistaron por di«
▼ersas psrtes del mondo. É eoando venían con las
▼ictorias ó enviaban las cabalgadas qoe baUan, era
la dodad toda oonmoTida á los redblr, y ver. Así
por ver aquella parte de la cabalgada, qoe d B^
Don Femando envió en Boma d Santo Padre, de la
victoria qoe Dios le dio de la dodad de Málaga é
so tierra, la dodad de Boma foé conmovida toda á
lo ver, y d Santo Padre se lo agradeció mocho, é
fiso facer plegarias ó oonmemoraciones mochas á
Dios noestro Sefior por éL
Antes qoe el Bey se partiese de Málaga, qoitó á
todos los moros modejares de la Sierra sos vasi^
Uos, las armas todas ofensivas y defensivas.
Habla en Málaga al tiempo qoe el Rey la tomó
qoatrodentas dnqüenta personas, jodies é jodias
moriscos, chicos é grandes. Estos rescatólos on jo-
dio de OsstiUa, llamado Abrahan Sefior, arrendador
é faoedor mayor de las rentas del Bey, en fidocia,
de las alhemas éjoderias de Castilla; los qodea res-
cató por veinte mil doblas jayones, á pagar en der-
to tiempo, y apartáronlos loego de los moros, é to-
máronles todas sos boenas alhajas, é joyas, é do-
blas, é monedas qoe tenian á todos para en caenta
del rescate ; é fideron lios las cosas de cada casa so-
bre d, é sellaron los lios y escribieron en cada ono
cayo era, á todo d rescate fideron junto, é and
para ello fideron comon todo lo que tenian , puesto
caso que unos tenian mucho ó otros poco, ó el dicho
judio tomó d rescate á so cargo.
CAPÍTULO LXXXVU.
De It BMera qie le tiro eos los noroi Se Mlasa, i eos sit blt-
net , é COMO vlnieroi caitlTOs, é de Im jsáles, é de las eoits
del eereo de Málaf a.
Los moros de Málaga soplicaron al Bey, loego
como entregaron las fortdeías, que les mandase
dar pan por sos dineros, qoe se morían de hambre»
y d Bey les mandó dar pan y harina de los monto-
nes qoe dios miraban que estaban en d real , que d
moro Santo les certificaba que comerían ; é aqiii se
cumplieron sos agüeros, en qoe dijo verdad, qoe
comerían de aqoella harina, y ad la comieron, em-
pero caotivos.
Suplicaron eso mesmo d Bey y á la Beyna que,
pues eran sus cautivos , los quidesen rescatar ; é sus
Altezas mandaron entender en dio en sus Consejos.
É visto sobre ello fideron entender d Bey, que era
mejor rescatarlos, é tomarles en qfient# sus bienes
muebles, ó oro, é plata, qoe ilb sacarlos remota-
mente qoe sapiesen dios qoe iban cai|tlvo9 sin re-
édoSaíbabkl <8t
medio; porqoe esconderian ó adiarían #b poMS so
oro, ó plata é aljófar, é joyas ; é d Bey tovo á bien
de los rescatar ; é el oonderto del rescate foé de esta
manera : Qoe le dieran por todos los qoe aqoel dia
se hdlaron vivos, ad chicos como grandes, á trdn-
ta doblas jayanes por cada ono varones é mojeres^
chicos é grandes, ¿ qoe diesen loego en sefid todo
d oro, é plata, ó aljófar, é ropa, ó alhajas, 6 seda, é
riqoesas, apreciado todo en so vdor, é qoe por lo
restante agoardase d Bey ocho meses ó poco mss
tiempo, y qoe d rescate fuese en todos á vos de
ono enmanoomonados, 6 qoe por loa qoe eatonoe
eran vivos, aohqoe despoes se moriesen, se pagase
como por los otros ; y qoe d no compliesen el res-
cate en los odio meses, ó tiempo aceptado, qoe foe-
sen esdavos, y qoe por tales los podiesen vender ó
facer de ellos lo qoe qoidesen, á qoe d d didio
plaso pagasen d rescate á lo compliesen todo, qoe
foesen libres donde qoidesen. A desqoe este parti-
do plago á los moros , como ningon remedio tovic
sen, pensaron poder complir y adverse por esta
via ; é and foé odebrado é concertado d oonderto
del rescate. É d Comendador mayor Gotierre de
Cárdenas, fieo por parte del Bey los contratos de
esto con ellos, é oon condición , qoe viniesen todos
presos á Csstilla , salvo los qoe habían de procorar
d rescate dlende y aquende. É esto hecho , y aaen-
tados contadores é dipotados para dio, con mny
gran recaodo, los llamaron por los barrios, é colla*
dones, é casas, é á cada casa sobre sí con todas les
persones é hadendas, é como venían eecribian
cuantos eran, é como les llamaban á cada uno , es-
cribían sus bienes, é fadenda, é facían los lios é
sellábanlos, é eecribian encima cuyos eran, é man-
dábanlos ir con dio cada uno oon lo suyo d corrd
de Málaga, sdvo d oro é plata, é doblas que les to-
maban luego, é el aljófar, perlas, é cerdee, é pie-
dras preciosas, é manillas, ¿ ahorcas, y al snlir
buscábanlos á todos y á todas en td manera y tan
sagas, que no pudieran esconder ninguna cosa, ni
sabían los unos de los otros d los buscaban ; y por
esta arte ovo el Rey Don Femando todos los teeo-
ros é riquesss de Málaga ¡ y ansí los sacaron de sus
casas por qflenta extremadoe é contadoe, como qden
extrema ovejas, á los que si con tiempo d Bey se
dieran, fueran libres con todo lo suyo, y aun red-
hieran mercedes ; mas parece que nuestro Sefior dio.
lugar qoe ad sos corasones faesen endoreddos^
como Fsraon oon sos ejipdos coando fatigabtn el
pueblo de Dios, porqoe faese vengado en dios el
derramamiento de aangre de los ohristianos, qoe
los moros de aquella dudad habían , deede el tiem-
po del Rey Don Rodrigo , é d estrago y perdimien-
to de los que por dli habían pasado dlende y se
hablan perdido ; asi dice seovleron de perder totd-
mente, é allí donde ellos acorralaron loa christianos,
de la gran oabdgada qoe hicieron de la Azorqoía
el afio de 1483, é donde por costombre tenian de
meter la oabdgada de christianos qoe traían caoti-
vos, para los partir ó vender, dli foeron ellos meti-
dos y aoonidado9 w aqod coxrd| ó aooiralados 4'
m
CRÓNI0A8 SK LOS BEYES DE ÜABTtLLL
•w»'
conttclof, é oantiTOf é Tendidos; é allí ftparUron loe
gandules de los Datnrales, é Tendieron, é estoTie-
ron allí en aqnel corral hasta qae dieron forma de
los lloTar á Oastilla, los qnales trajeron por mar á
Oaatilla en las galeras é nsTios de la armada fasta
SeTilla, é otros muchos por tierra, 6 repartiéronlos
por las ciudades, é Tillas, é lugares por casas do los
Tocinos, á cada uno uno, 6 dos, é que les diesen de
comer é se sirTiesen de ellos, fasta cumplido el
tiempo eii que habian de pagar todo el cumpli-
miento del resgate. Nunca pude saber quantas áni-
mas fueron las del resgate, empero la ciudad era
de mas de tres mil Tocinos ; por aqui podréis en-
tender quantas ánimas habría poco mas 6 menos,
que yo oreo que pasaban de once mil ánimas : jLun-
que algunos de dios Tinleron por la tierra, la ma-
yor parte TÍnieron en los nsTios, é se repartieron
en Xeres é en SoTilla, como dicho es, é en su tierra.
É después pasó el tiempo ó no pudieron cumplir
el resto del rescato , y quedaron todos cautÍTos dol
Bey ó de la Reyna.
Los judies partieron postreros de Málaga en dos
galeras de la armada, y echáronlos en ol Bodegón
del Rubio, é allí los dieron por qüenta en prímoro
día del mes de Octubre del dicho afio , ó fallaron
quatrocientas cinqüenta ánimas , las mas eran mu-
jeres en la lengua arábiga, é Tcstian á la morisca.
£1 Bey, antes que partiese de Málaga, fizo ado-
bar lo derribado , é dio Teoindad á muchos tccíuüs
que la Tenian demandando ; dejó sus gnamicionos,
é puso por alcaide ó justioia mayor á Don Manri-
que , de Málaga ó toda su tierra , ó puso sus alcai-
des en Mi jas, é Osuna, é en todas las otras fortale-
sas que ganó de esta entrada. Las cosas del coreo de
Málaga no hay quien contarlas todas pueda.
£1 Rey tenia cruces y campanas, con lo qual les
daba muy mal solaz álos moros, que continuamen-
te Toian la cruz , é oian las campanas tañer á todas
las horas y repicar á todos los rebatos, desde la pri-
mera f ortificaoion que ganó , que á la hora siempre
llcTaba el Bey campanas en sus huestes y reales; y
al comienzo les decían los moros : ¿ cómo , no tienes
las Tacas, y traes los cencerros? las quales campa-
nas andaban con el artillería , y de allí se repartían
por ol real. Al comienzo do esta santa guerra, ol
Papa Sixto le dio cruz por estandarte, é dejó en las
iglesias, que de mezquitas se consagraron en iglo-
sias en Málaga, mas de quarenta campanas grandes
é muy hermosas, ó en los lugares que se ganaron
de esta entrada. Fué el real de Málaga muy baste-
cido de todas las cosas, salvo do paja para las bes-
tias 4 caballos , que oto mucha. mengua: porque no
Bo encareciese ol pan en el real , que aquel afio uo
se cojió muy sobrado , puso el Bey tasa por quatro
afios', al trigo á quatro reales, ó la cebada á dos rea-
les ; é húbose é mantúvose. Había en el real de Má-
li\ga muchos clérigos ó frailes de todas órdenes, que
decían misas ,é predicaban por todo el real , así á los
sanos como á los enfermos, é absolTÍan plenariar
mente á todos por Tirtud de la Santa Cruzada ;
allende de los olérigos, de los cantores do la capilla
del Bey é de la Beyna , é de 6trM oapillás dé Gran-
des, que asi era honrado el oulto dÍTÍno en aquel
real como on una muy gran ciudad, y asi parecía
que lo ordenaba Dios oon Infinitas músioas y canto-
res. Habia un hospital muy grande , de tiendas qua
el Bey mandó facer , donde todos los enfermos é he-
ridos eran curados ó mantenidos á costa del Bey»
así de heridas de los moros, como de qualesquier
enfermedades que enfermaban. Habia físioos y ci-
rujanos cuantos eran menester, que los curaban.
CAPÍTULO LXXXVHL
Como oslavIoroB os ol coreo do Málagí la Sor do Grandes
y eaballoros do Castilla.
Los nombres de los Grandes de Castilla que se
hallaron presentes en la dicha Tlctoria, no es rasen
que queden en silencio, pues que OTÍeron parto de
la gloria de ella, é fueron Tictoriosos sirTieudo á su
Bey; fueron los siguientes:
Primeramente el Cardenal de Espafia, Anobispo
do Toledo, Don Pedro Gonsales de Mendoza, quo
vino con la Boyna al medio tiempo dd cerco, é al-
gunos Obispos.
El Maestre de Santiago, Don Alonso de Cárdenas.
El Maestre de Alcántara, Don Juan de Estúftíga.
£1 Maestre de CalatraTa , Don Juan Garoia da
Padilla, no Tino á esta ni á la de Beoda, porque
quedaba siempre on la frontera de Granada para
guarda de la tierra.
£1 Marqués-Duque de Cádú, Don Bodrigo Ponce
de León.
El Duque de Medina-Sidonia , Conde de Niebla,
Don Henrique de Guarnan, que vino en medio tiem-
po del cerco con muchos mantenimientos y gente
de refresco.
El Duque de Nájera, Conde de Trovifio, Don Po-
dro Manrique.
El Duque do Escalona, Marqués do Villena, Don
Juan Pacheco.
El Conde de Benavente, Don Juan Pimentel.
El fijo del Duque de Alva, Don Fadriqne de Toledo.
El Cunde de Cabra, Mariscal de Baena, Don Die-
go Fernandez de Córdoba.
El Conde do Feria, Don Gómez Suares de Fi-
guoroa.
El Conde de ürefia, Don Alvaro Tellez Girón.
El Conde de Cífuentos, Don Juan de Silva.
El Adelantado de Andalucía Don Fadrique En-
riquoz.
El Señor de la Casa de Aguilar, Don Alonso Fer-
nandez de Córdoba.
Don Pedro Puertooarrero, Sefior de Moguer.
Don Luis Puertocarrero, Sefior de Palma.
El Comendador mayor do León, Don Gutierre de
Cárdenas.
El Conde de Miranda.
El Conde de Bibadoo.
El Adelantado de Murcia , Don Juan Cliacon , 4
otros muchos' Caballeros, Condes y Sefiores, que se-
ria lueni^o d^ 96crít)¡r,
•t
DON VmsÉmi) i Í)09a ISABEL
«31
!
• ISl Condestable de CAfitilIa no vino acá esta
Tez , empero vino sa hijo Don Bornardino con en
gente.
El Dnqae de Albnrqnerqno no vino, pero vino sn
fijo con Bo gente, en manera qae de todoB los Ga-
"balleros de Castilla, ó de la mayor parte de ellos, el
Bey y la Beyna fueron servidos en esta victoria.
Uegó el Bey sobre Málaga mas de dies mil de
caballo, é deoian qne mas de ochenta mil peones:
Fatigáronse algo los pueblos con los reparti-
mientos de los pechos, para los grandes gastos de
aquel cerco, y ayudaron la clerecía é iglesias con
sabsidios.
La ciudad puesta en cobro, el Bey y la Beyna, y
los Grandes de Castilla se volvieron en Castilla con
victoria, é mucha honra con su ejército é artillería.
Los moros de Málaga enviaron á Granada, é Ba-
fea, i Guadix, é Almería, é por todo el royno de Gra-
nado, ó enviaron á los moros é Boyes de allende á
demandar limosnas para dar el rescate, é todos tu-
vieron por respuesta, que tenían tantas neoesidades,
que lea non podían socorrer; así que do aquende ni
de allende no pudieron remediarse, é cumplido el
plaso del partido el Bey los mandó vender, é fue-
ron vendidos mas de once mil ánimas de Málaga,
dejando los gandules ó los valederos estranjeros
que les vinieron á ayudar.
CAPÍTULO LXXXIX.
Cono el Rey ton<$ i Vert con toda so tterra.
En el nombre de Dios, en el mes de Mayo del
afio del nacimiento do nuestro Bedemptor Jesu-
chrísto de 1488 afios, ol Boy Don Femando sacó su
hueste por la via de Murcia, estando él é la Beyna
' BU mujer allí , é juntó poco mas de quatro mil do
caballo, é catorce mil peones, é algunos de los
grandes de Castilla ; é quedó la Beyna é el Cardenal
*de EspaAa en su compafiía, é el Maestro do Santía-
I S<>i ^^^® ^ sentía malo, en Murcia ; é ol Bey fué con
'su gente, pasando por Lorca, sobre la ciudad de
/ Vera, é envió al Marqués-Duque de Cádiz delante,
;con una gran batalla de caballeros , á les facer re-
querimientos á los moros de Vera, que le quisiesen
desempachar la villa é entregársela ; é el Marqués
hizo sus dilijencias , y requerimientos, y protráta-
ciones, que si no se daban y el cerco consentían po-
ner, que no se les daría otro partido sino comoá los
de Málaga, que fueron todos cautivos; é los moros
' de Vera, con temor que ovieron, concedieron todo
lo que el Marqués les dijo , é con ciertos partidos,
que de parte del Bey les prometió , luego entrega-
ron la fortaleza, sin mas esperar cerco ni combate;
é el Marqués puso en ella al Sefior Don Diego, su
hermano, el qual entró con ciertos escuderos é se
apoderó de ella, é la tuvo fasta que el Bey llegó. E
ol partido fué, que los moros so fueron con todo lo
suyo á donde quisieron, é desempacharon la ciudad
en ciertos días. E como el Bey lleg^ fizo bastecer
la fortaleza de Vera de gente de armas é manteni-
mientos, é dio la tenencia de el)a á Garoi-Lasso de
la Vega. E envió por toda la comarca de Vera á
requerir á todos los lugares que le vengan á dar
obediencia, é siguió su vía con su hueste hada Al-?
merfa, tomando muchos lugares, 'é allegó fasta Al-
mería; y estaba dentro ol Bey moro Muley Baodilt
Alzagal, é fizóle talar la tierra, é dio vuelta por to-
da esa cercanía de los moros , y contando desde Ve- •
ra, tomó los logares siguientes, de los qnales ó de
la mayor parte Vera es cabeza ; )
La ciudad de Vera. Lijar. Filambre. i
Las Cuevas. Mijar. Vidarí.
Hueral. Cantería. Lubrir.
Curgena. Cria. La Caynera.
Moxacar. Cantalobo. Huero.
Alborea. * Torbal. Curríllas.
Bedar. Bines. Aliyoor.
Serena. Atahalio. Ulela.
Teresa. Axameyto. Somas.
Cabrera. Benalibre. Huesear.
Overa. Benazaron. Castilleja.
Benatarafa. Baulirba. Cullar.
Alhambra. BenecUamir. Veloz el Blanco.
Bena Alagracis. Al va* Veloz el Bobio.
Albos. Alcudia. Benamaurel.
Alraanohez. Chercos. Galera.
E otros lugares y alcaydias de que no es de hacer
mención. E todos estos lugares, é villas, é fortale-.
zas se dieron al Bey sin combate é sin cerco, que
así pareció que plugo á la Providencia divina ; ó
entregaron lo fuerte, é quedaron por estonce en lo ..
otro por mudejares, é el Bey puso alcaides christia- |
nos en las fortalezas, é echó los moros de algunos ;
de aquellos lugares á lo llano ; y dejándolos todos ]
por vasallos', fizo la "alida por Baza, donde los mo-
ros de ella salieron á escaramucear con los christia-
nos, y á la fin se encerraron huyendo ; y allí murió
un sobrino del Bey, que llamaban Don Luis, Maes- .
tro de Montosa, del reyno de Valencia, en Aragón ;
murió en la escaramuza de una saetada, é Don Luis
era fijo bastardo de Don Carlos , hermano del Boy
Don Femando. Esto así feoho el Bey se volvió con
mucha honra á Murcia, donde estaba la Beyna, y la
Lifantay la corte, é dende en Castilla.
CAPÍTULO xa
Gomo fot moros do Cvacin te tlxaroa.
En el mes de Octubre del sobredicho aflo de 1488^
hicieron movimiento los moros mudejares de la
Sierra Bermeja, é se alzaron con Gnadn , que lo
hurtaron al alcayde christiano que lo tenia, y súpolo
el Marqués-Duque de Cádiz una noche, estando en
su palacio de los Palacios, é despachó cartas de lla-
mamiento á un cabo y á otro, donde convenia, lue-
go aquella noche, é partió para allá, é Bogó con la
gente que pudo, ó asentó su real sobre Guacin, ó
Mi acudió luego el Conde de Urefia, é el Adelanta-
do, é el Conde de CUEuentes con la gente de Sevilla,
é la gente de Xerez, en los quales todos se allegó
poca^gente, y hízoles el tiempo de muchas aguas,
eque saüfron todos loa ríos en eyta tierra do madre^
S8I
OBÓNIQAS DE LOB BEYES DE OASTILLA.
tofa 4ilé p&óáM tééü té Te en el mee de Octubre, 6
por el tiempo no le ttrevieron por annM á eojus-
garlofl. El Marquéi los envió á llamar, é aaegnróloa
de parte del Bey del alboroto y mal oaao, é dieron-
le la fortaleaa; é diéronle por deeoargo, qae lo ha*
bian heoho por muohaa sinraxonet que del aloayde
reoibian. Este faé el primer alboroto qae loe moros
mudejares de la Sierra Bermeja é sus oomarcas
fioieron ; oomo la tierra es la mas áspera embrolla-
da del mundo, é fértil de muohas frutas 6 aguas,
ouerasi capas, é riscos para se mantener é huir é
tenerlos, dio ocasión á hacer muohas Teces moTÍ-
mientos, 6 matar é hurtar muchas Teces.
CAPITULO XCL
He 1t fsrttildtd del tSo de 1488, é de tas sfiti de'ta otoBada dd
89 sifalenla, ¿ de como tomd el Bey á PUeendt é oto el llaea-
trtdf o de Calttnn.
Este afio sobredicho de 1488 fué mucho Tidoso
y abundoso de pan, trigo 6 cebada, é Tino, é aceite,
é de muohas frutas, generalmente on toda Espafia.
Oto pestilencia en algunas partes, especialmente
en ScTilla é en Toledo. Valió el pan desque se co-
ji6 hasta pasado el mes de abril del siguiente afio
de 1489 en esta Andalucía y comarca de SotíIU á
dnqflenta maraTedfs la fanega y menos, que en al*
gunas partes, espedalmente SoTilla é Toledo é su
tierra, Talió á real, que era estonce un real treinta
maraTodis, é la fanega de cebada á real. La semen-
tera que se fizo eete dicho afio do 1488 en Octubre
é Diciembre fué muy mala é lloTiosa é con muchas
STenidas, é por esta causa se perdieron muchos pa-
nes de los sembrados , é después de hechas las se-
menteras, fizo tan grandes aguas en el mes de Ene-
ro, que subió el agua del rio QuadalquÍTÍr á la sé-
llales del afio de 1485 en los muros de ScTilla, y en
las otras partes donde suele llegar é estén por me-
moria ; y aun en algunas partes pasó, é estuvo Qe*
TiUa en gran temor, empero asi como aquella gran-
de ímpetu de corriente Tino, pasó á plazo, que no
duró el enracamiento de lo mas alto por mas de una
hora. Llevó el rio los lugares que habia llegado y
pasado el afio 1485, é llevó todas las simenteras de
sus vecindades, en que echó á perder y llevó desde
Gantülana abajo, mas de ciento oinqüenta cahíces
de pan sembrado. Oojióse muy poco pan en esU
Andalucía el afio de 89, de esta causa; é habían
quedado las alturas con algunos panes, é asín se co-
jiera de alli común el pan, salvo que en fin de Ma-
yo vinieron quatro ó cinco dias de agua é niebla,
como de invierno, y anubló los panes en muchas par-
tes, y de esta causa alzó el trigo hasta cíen mara-
Tedfs la fanega, é la cebada á oinqfienta maravedís
la fanega, poco mas ó menos, é duró estos precios
f asU San Miguel. E fué este afio de 89 muy vicioso
páralos ganados, de muchas yerbas. Oriáronse muy
muchos puercos, como habia mucho pan del afio de
ochenta y ocho.
Cerca de Todos-los-Santos del dicho afio de 1488,
recibió el Bey Don Fernando la «SÍ^^ijde Placen-
cía de poder de la casa de Estáfilga, dsspnes de to
muerte del Duque Don AlTsro de Brtúfiiga, Conde
de Béjar , Duque que se llamó de ArÓTalo, en tiem«
po de su nieto Don AlTsro, nieto del dioho Doque^
fijo de su fijo mayor Don Pedro de Estúfiiga, ha-
biendo heredado el mayoraago y ■efioieado la oasa
de Béjar.
Falleció de esta presente TÍda el Maestre de Oa-
latraTa, Garda de Padilla, el afio de 1489, el qnal
había sucedido en el Maestradgo por muerte de
Don Bodrigo Xiron, que mataron los moros en Lo«
ja,éel Bey tomó en si luego el Maestradgo 4 rentas
de él, é trujo bulas del Papa para ello, porque do
ello se ayudase para los grandee gastos de la guer-
ra. E esta fué el primero de loaMaestradgos en que
el Bey y la Beyna sucedieron por sus Tidas, oon bo-
la del Santo Padre^ para ayuda de loe gastos de la
guerra.
oapItülo xon.
Del gni eereo de Btxa y de tas cosee qse cá él se Sderes i
seaederon, áde eoaio la Reyaa foá al real, é de eono se dld
Bau al Rey á á la Reyna á partido, é estiaroi es el ptitide Al-
■erla é GiadU é otru aadiu vUlaa.
En el nombre del muy alto Bey de los Beyes, en
cuyo poder es dar la TÍctoría á las huestes, é bata-
llas á quien le plaoe^ en el afio sobredicho del Se*
fior de 1489 afios, el Bey Don Femando, por serTÍr
á Dios, é facer guerra á los moros , estando en la
ciudad de Jaén, invocó grandea huestes, é gentes
de todos sus reynos de Castilla, y biso aparejar mu«
chos mantenimientos, é principios, é proTisioneS|
para ir sobre la ciudad de Basa, é fueron con él en
el mea de Mayo, á cerca del fin del mes ; y la Beyna
y corte quedó en Jaén, y el Bey partió con su hues-
te, y fué la Tfade Basa, y cercó la Tilla de Cu-
zar é combatióla con las lombardas; sobre la qual
estuvo odio días, fasta que se dio á partido, de ma-
nera que entr^aron la f ortaleaa é la villa, é se fue«
ron con todo lo suyo, que pudieron llevar ; y el Bey
físo poner luego gran recaudo en la villa é fortale-
za, é puso allí gran guarnición , é luego los moros
dejaron de miedo á Vensalema, uu castillo muy cer-
cano allí, y despoblaron Canilla, una villa mu7
cerca de allí ; é el Bey la mandó despoblar, y si-
guiendo su vía fué á poner cerco á la ciudad da
Baza, é llegó un día del mes de Junio y entraron
en las huertas para asentar el real, é estando la gen-
te del real ya entrada en gran púrte de las huertaS|
los moros que estaban en defensa de la ciudad eran
muchos, y de los mas honrados é eeforzados del
reyno de Qranada; salieron y pelearon muy fuerte-
mente con los christianos, de manera que de ambas
partes murió gente ; y como las huertas estaban cer-
cadas de muchas acequias, é cacees, é oerraduraS|
los christianos no quisieron sefiorearlas, antes me-
dio huyendo se ovieron de retraer atrás , por la re-
sistencia é gran fuerza de los moros, é visto esto
por el Bey, y sabido que en la ciudad habia gran x
gente de pelea, que decían que había veinte mil mo* "^
»\
CON VEBNilÉbO
ros de pelesi en los qnales habU setecientos de á
caballo, fizo retraer la gente atrás , y asentó su real
alderrredor de Baza en forma, é puso sas estancias
é guardas en derredor de la cindad, é túvola cerca-
da seis meses, qne no pndo entrar á los moros la
entrada é salida de la ciudad, fasta que la cercó to-
da alderredor de muy hondas cavas é altas albara-
das é paredes, en las quales fizo facer catorce cas-
tillos por sus trechos de tapias muy fuertes, é fizo
poner en cada uno trescientos hombres, en slgnnos
mas, é en algunos menos , según en cada cabo la
afrenta se esperaba; y e6to acabado de facer, luego
los moros no pudieron mas entrar ni salir ; acaeció
algunas veces, que salieron los moros de la ciudad
á los que andaban faciendo las cavas por algunas
partes que los vían á mal recaudo, y mataron algu-
nos é llevaron los azadones. 7 el Rey tuvo forma
como un dia les armó una celada, antes que amane-
ciese echó fuera los azadoneros, é los moros salie»
ron á ellos, ó salió la celada de muchos caballeros
"de lugar de donde loa moros no se guardaban, é
fueron matando en ellos fasta los muros de la ciu-
dad, en que fueron muertos é presos mas do tres*
cientos moros, y de esta vez no se osaron á salir por
allí mas.
Habla en Baza tres principales caudillos, el ma-
yor era, que se llamaba Hacen el viejo, i quien to-
dos acataban ; el otro, llamado Andali, era capitán
de la gente; el otro era Tube Oorazagan, alcaide de
Cuxar, que era muy esforzado caballero, á los qua-
les el Bey mandó requerir que lo diesen la ciudad, é
les f aria mercedes ; ordenó que supiesen de derto,
que oon la ayuda de Dios se le habia de tomar, ó
que no habia de alzarse de alli fasta que fuese se-
fior de ella; ó la respuesta fué, que no estaban alli
para dársela, sino para def endella. Esta vez, é otras
que les envió á requerir, nunca por estonce quisie-
ron venir en partido. Estonce fizo facer casas ó pa-
lacios en el real, de tapias, é madera, é teja, que
traían de los lugares que los moros despoblaron, ó
de las casas do los huertas, é fizo facer para sí unos
fuertes palacios é bien altos, de á donde pedia mi-
rar la ciudad. E otro tanto fideron facer el Maestre
, de Santiago é los Duques é grandes Sefiores, que
fideron casas muy fuertes donde estaban. El Mar-
qués-Duque de Cádiz tenia real por si en la gran ar-
tillería, la qual él tuvo á cargo en este cerco, é no
quiso facer casa de teja, salvo de paja. E todos
quantoB en el real habia ficieron casas, de dios de
teja, de ellos de paja, de forma que parecia d real
tina gran ciudad con sus calles é hincados.
Ovieron sobre quitar el ag^a de 'una fuente^ que
mantenía gran parte de la ciudad de aguas, muchas
peleas los christianos con los moros, en qiie de am-
bas partes murieron gentes, é á las veces la quita-
ban, é á las veces la dejaban.
•Fueron muchas veces capitanes á correr á Gnadix
¿ á Almería, é á otras muchas villas y lugares de
tierra de moros , é tmjeron muchas cabalgadas é
fidéronles muchos dafios, siempre los christianos
siendo vencedores; tenia el Bey sus goamidones
É DORA ISABEL. ... tó6
por los cíáminos, porosos trechos, y donde oonvenia,
desde Quesada fasta el real, por guarda de los arrie-
ros, é acemileros, ó gente que abastecía el real de
mantenimientos. No se pudo el R^ en este cerco
mucho ayudar de su gran artillería, porque con las
muchas huertas, acequias é cerraduras de una par-
te, é áspera sierra de otra, nunca pudieron allegar
& los muros de Baza.
End mes de Julio, estando el Bey en este cerco,
vinieron á él dos f rayles de Jerusalem por embaxa-
dores del Soldán de Babilonia, de la orden dd Se-
fior San Francisco, el uno castellano y d otro ita-
liano, y el Soldán los envió d Bey á le demandar
ayuda de Sicilia, para sus guerrss; y el Bey ovo
gran placer en ello, y eso mesmo la Beyna, á la qud
fueron á visitar á Jaén, y el Bey y la Beyna les
ficieron mucha honra , é les dieron respuesta de lo
que querían, é les libraron cierta suma para el repa-
ro del monasterio, é de los f rayles, é de la Santa
iglesia de Jerusden, é del Santo Sepulcro de nues-
tro Bedemptor Jesuchristo.
Después de tomados á requerir los moros de Ba-
sa, que diesen la dudad al Bey, é de ver su contu-
macia 6 respuesta, el Bey hizo pertrechar ó bastecer
el red, para tener dlí el invierno, é los moros pen-
saban ser impodble d Bey, porque la tierra es muy
fría y naturd de muchas nieves; y esperaban que
en todo d compás donde el red estaba, no queda-
ría cosa por cubrirse de nieve, según que en todos
los afíos ende acaecía; mas nuestro Sefior, en cuyas
manos son todas las cosas, al qual obedecen las
plantas é signos, fizo lo contrarío de lo que dios
pensaron, que d mes de Septiembre llovió ni mas ni
menos de lo que era menester para el Otofio, de ma-
nera que aprovechó y no empedó, y d mes de Oc-
tubre llovió lo que era menester para sembrar, y no
empedó d real , y fidéronse mndias é buenas se-
menteras ea todas partes, que se cojieron el aflo si-
guiente muchos é infinitos panes; y el mes de No-
viembre no llovió poco ni mucho en toda Bspafia,
antes parecia verano, siendo natural invierno, é
tiempo de aguas é los mas chicos dias del afio. Esto
parecia ser fecho proveído por la divina Providen-
da, y ad fué tenido por todos los christianos, que
milagrosamente Dios proveyó tales tiempos.
Partió la Beyna de Jaén, é llegó d real j á cinco
dias de Noviembre, donde le fué fecho solemne re-
dbimiento, como solía en los otros redes ; con su
venida todos los del real fueron muy alegres y es-
forzados, porque en pos de d llevaba muchos man-
tenimientos dempre, y gente, y creían qne por su
venida se les baria mas aína d partido con los) mo-
ros. Los moros fueron mucho maravillados con sn
venida en invierno, y se asomaron de todas las tor-
res y alturas de la dudad, ellos y días, á ver la
gente del redbímíento, y oir las músicas de tantas
bastardas, clarines y trompetas italianas, é chiri-
mías, é sacabuches, é dulzdnas, é atabdes, que pa-
rada que d sonido llegaba d oído. Iba con la Bey-
nr la Infanta Dofia Luibd, su mayor fija, la qud
nunca de sí partiai é dgonas damas é duefias de su
■'v
«M
CEM ; é ámpxM de esto, pesados eignnosdiee, des-
que los moros oonooieron le volantAd del Bey, que
no habie de alzar de sobre ellos fasta cumplir su
propósito, ordenaron demandar partido, y deman-
daron seguro, é salió el caudillo mayor de Baza Ba-
sen el Tiejo, é vino al real á f ablar en el partido
con el Bey y Beyna, é demandó plazo para ir á fa-
blar oon el Bey Maloy Bandili Alzagal, que estaba
en Guadiz, el qual le dieron, y fué y fabló, y estuvo
tx)n él é oon los de su consejo , é con los de Quadiz,
é habido su consejo entre el Bey ó los caudillos y
alcaydes de la tierra, que le obedodan, hallaron que
si BazaUes tomaban por fuerza ó hambre, lo qual
ya no tenia remedio de se poder sostener , que toda
la tierra perdería, y que mas valia darla al Bey á
partido, en la mejor forma que pudiesen, de mane-
ra que diesen fin ala guerra, pues tenian á Granada
•n contra, y allí ordenaron de hacer el partido por
toda la tierra que tenia el Bey Huley Baudili Alza-
gal, el qual envió al Bey y á la Beyna el mumo Ha-
zen el viejo, el qual oon otros farautes é mensajeros,
vinieron fasta que los Beyes se concertaron en los
partidoa; de manera que entregaron á Baza luego
al Bey, la fortaleza é la ciudad, la qual le entrega-
ron en qnatro dias del mes de Diciembre del dicho
afio de 1489, dia de la gloriosa Santa Bárbara, é los
moros de guerra é los gandules se fueron ; é de los
de la ciudad los que se quisieron ir con lo suyo, é
los naturales ó vecinos dende salieron con lo suyo á
los arrabales, ó quedaron allí por estonce. E en el
partido de Baza entró Guadix ó Almería, é toda la
tierra del dicho Bey moro; é toda se la otorgó de
dar y entregar, é toda entró en el partido de Baza.
£ puesta en muy gran recaudo la ciudad é la forta-
leza de gente christiana, é con muchas armas é
mantenimientos, el Bey despidió mucha de la gente
del gran real de las comunidades, dejando las que
habia menester para lo que le quedaba de hacer.
CAPÍTULO XCIII.
Cobo ol Rey tomé i Almerlt é AlBiftaetr.
Partió el Bey de Baza con su caballería é hueste,
é fué la via de Almería, y la Beyna y la Infanta su
fija, en pos de él, una jomada atrás y fueron toman-
do las fortalezas, é poniendo alcaydes christianos
en ellss, é guarniciones, é el viaje fué de esta
manera :
Partió el Bey de Baza, é fué á Oanillas, é dende
á Purchena, é á Tabernas, é á Almería, á la qual
llegó Martes á veinte y dos del mes de Diciembre;
é habia partido de Baza á diez y siete dias del di-
cho mes ; ansí estuvo seis dias en aquel viaje hasta
allí, é hasta Almería. É llegando el Bey Don Fer-
nando cerca de Almería, el Bey moro Muloy Bau-
dili Alzagal lo salió á recibir con ciertos moros de
á caballo, é se apeó de un caballo en que iba, é fué
á pié un rato, fasU que llegó á él , é le besó el pié
y la mano, estando el Bey Don Femando á caba-
llo, el qual se abajó un poco y lo abrazó desde en-
cima de su caballo, é lo recibió de mucho placer, é
0BÓNIGA8 DB LOB BBTES DE OASTILItA.
lo fizo cabalgar en sn caballo, é ansí fdé fasta
donde el Bey paró é su gente. B otro dia Miérco-
les, el Bey moro entregó al Bey Don Femando la
ciudad de Almería, é fortaleza, é fuerzas de ella, é
el Bey Don Femando f omeció la fortaleza de gen-
te, é de arinas é mantenimientos; y otro dia. Jue-
ves, víspera de Pasque de Navidad, llegó la Beyna
Dofia Isabel , é su fija, é su hueste, é holgaron allí
las Pasques del Nacimiento de nuestro Bedemptor
Jesuchristo ; é de allí el Bey moro envió á entregar
¿ Almufiecar al Bey Don Femando , é otras muchas
fortalezas, á las quales el Bey Don Femando llevó
alcaydes é guarniciones de gente, é se apoderó en
ellss.
Estando en Almería el Bey Don* Femando, é la
Beyná, con su corte é hueste, concertaron monte-
ría, para que fuesen á haber placer, é fueron el
I Bey, y la Beyna, é la Infanta, é fueron con ellos el
Maestre de Santiago, é el Marqués-Duque de Cádiz,
é otros caballeros grandes, ó ol Bey moro, é la Bey-
na su mujer ; é el monte ora ahí cerca orilla de la
mar, ó mataron quatro puercos monteses, en que
ovioron muolio placer, é acaeció que estaba en el
monte un lobo é salió á lo raso , é como se vido
aquejado de la gente, metióse en la mar, huyendo
á nado ; y como aquello vido un mozo de la villa de
utrera, llamado Alonso Donayre, desnudóse é echó-
se á nado en la mar en pos del lobo, en presencia
de todos, ó toda la caballería no miraba otra cosa
é siguióle tanto hasta que con las ondas no se veia
el lobo ni el mozo , é todos pensaban que eran aho-
gados, é dende poco dieron vuelta, el lobo delante,
ó el mozo detrás de él, acarreándolo hacia donde la
gente estaba, é llegando cerca de tierra, el Bey Don
Femando entró en su caballo en la mar, hasta qne
le daba el agua á las cinchas, é mató el lobo á lan-
zadas, y el mozo salió y fuese por otra parte ; y to-
dos o vieron mucho placer de esto, y el Bey pregun-
tó por el mozo, y nunca vino ante él, que se creyó
qne le hiciera merced,
CAPÍTULO XOIV.
Como el Rey lomé i Goadlx; ¿ del námero de los chrUtiaBoi etn-
ÜV08 qne saeé de esii entrada, é de loa partidoa con qne eaton-
ce qnedaroB loa moroa en h tierra.
Pasada la Pasque , el Martes siguiente , á veinte
y nueve dias del mes de Diciembre, partieron de
Almería el Bey é la Beyna, é corte, é hueste, dando
la vuelta para Guadix, é durmieron esa noche en
Finana, é el Boy moro con ellos; é el Miércoles
llegaron á Quadix, é llegando luego el Bey Muley
Baudili é sus alcaydes, entregaron la ciudad é for-
taleza, é alcazaba , é fuerzas de Guadiz al Bey Don
Fernando, ol qual fizo bastecer luego muy bien la
fortaleza , ó dejó allí guarnición é buen recaudo. Ú
los partídos de estas ciudades, villas, é lugares eran*
secretos entre los Beyes, empero lo que se alcanzó
á saber era, que los moros quedasen mudejares en
sus haciendas, dejando las ciudades cercadas, qne
no viviesen dentro, salvo en loa arrabales y en las
\
bOtl FBSNAHtO
álciiabaí; é donde qnierA qne había faena 6 fot-
taleea, qae no TÍyiesen, ealTO en los llanos ; é qne-
dó el Bey Moley Baadili por Sefior ó Rey de Fan-
darax, que es nna villa inerte de trescientos yeci-
nos, con otros lagares é alquerías de su oomarca, é
por vasallo del Rey de Castilla; é estuvieron en
Guadix Jueves ó Viernes, é partidse el Rey moro
para Fandarax , el Sábado segundo día do Enero,
buen comienzo del afio 1490, que el Rey y Reyna y
oórte y hueste so partieron para Jaén con la gracia
de Dios, victoriosos con tanto triunfo é honra,
cnanto nuestro Sefior ministrarles quiso , de donde
llegados, despidieron toda la gente. Ansí que de
esta entrada , siete meses ó mas duró el real é gente
en el ejérdto de la guerra, donde se hicieron tantos
gastos, que son innumerables de contar. Pechaban
de veinte en veinte días todos los vecinos é mora-
dores de todas las villas , é ciudades , é lugares", por
contfa de lo que cada vecino tenia, en manera que
ya no lo podian cumplir; ovo subsidios de las igle-
sias y clerecía, é dineros de hermandades, é del
fisco de los herejes, que todo se adquiría é era me-
nester para los muy grandes gastos de la dicha san-
ta guerra. Ayudóse estonce el Rey, para la dicha
guerra, con prestidos de dineros, que echó á las ciu-
dades, villas é lugares de sus Reynos de Castilla, en
esta Andalucía con prestidos que echó de mucho
trigo é cebada , lo qual muy bien después pagó. É
ovo en las comunidades con la fortuna del mucho
pechar, é de los prestidos, muchas mormuraciones,
diciendo, que tomase el Rey todas sus haciendas é
cumpliese por ellos , que no lo podian cumplir. É
como en esta Espafia para tal caso los vasallos ó lo
suyo todo sea del Roy, mas quiso fatigar los Rey-
nos suyos é atrererse á sus vasallos, ó á sus bienes,
que no dejar los moros allí por siempre ; los quales
desipaban, ó despachaban, é mataban en los diris-
tianos lo que numerarse no podia, ó conoció el tiem-
po en que nuestro Señor permitía llevarlos de ven-
cida ; 6 f oéle f oraoso fatigar asimismo á todos sus
Reynos y seftoríos , y |)arcció que quiso nuestro Se-
fior que todos recibiesen fatiga por quitar la fatiga
y el trabajo , que tantos tiempos habia que les fati-
gaba, y según lo que de esta victoria y entrada ño-
reció, aquellos pechos y servicios aprovecharon en
ser empleados y gastados en tan santo acto de guer-
ra; los que lo dieron se hallaron más ricos con lo
que les quedó , que no do antes ; con todo esto se
entendió por aquellos, quo los ánjeles dijeron en el
glorioso nacimiento de nuestro Redemptor, quando
cantaron la Gloria in excel8i$ Deoy ei in térra pax
^ homimbu% hona voluntaiit, Ualláronse ricos con lo
que les quedó, los buenos chrístianos é de buena
voluntad, llegados á razón, temerosos de Dios, que
atribuyendo todas las buenas cosas que los Reyes
hacen á Dios, porque el corazón del Rey bueno
Dios lo ri je , y no puede el Rey facer la guerra por
si solo, ni con lo suyo , sino con ayuda de sus vasa-
llos é de sus bienes. Redimió é sacó de cautiverio el
Bey Don Femando , de Baza, Almería, é Guadix, é
ds las otras víUm ^ l^v^^i que ganó en el Tiaje
ll DOflA ISAfiÉL ' 6S7
snsodioho, mil y quinientos christianoSi hombres é'-
mujeres , qne estaban cautivos en poder de los mor-
ros enemigos de nuestra santa f ó cathólica , los qua-
les con mucha dilijeñcia demandó é fizo bascar
fasta en todas las aldeas é alcaydías de los moros, y
le fueron traídos ó entregados. Estuvo muy baate-'
oído el real, en todo el tiempo que el Rey estuvo
sobre Baza, de pan, é harina, ó cebada, ó carnes ;
falleció algunas veces el vino ; no ovo cosa de que
mas mengua oviese, que de paja para los caballos
é bestias del servicio ; proveyó nuestro Sefior, que
les daba astocha de esparto, é ansi lo comían, é des-
que á ello se hicieron no hacia mengua la paja.
Sirvieron á el Rey y á la Reyna en el cerco de
Baza todos los caballeros de Castilla muy lealmen-
te, de ellos en personas, é de ellos con sus capita-^
nes. É eso mesmo todas las ciudades de Castilla en-
viaron sus capitanes con sus gentes, con sus pen-
dones é banderas, tan ordenadamente, qne parecía
que Dios lo ordenaba todo. Fué por capitán de Se-
villa y su tierra, el Conde de Cifuentes, sa Asis-
tente, y salió con el pendón de Sevilla ó sa tierra
el Conde dicho, á quince días de Mayo de 1489 , 6
volvió á entrar en Sevilla á doce días de Enero do
1490 ; ansí pasaron casi ocho meses. •
Los partidos, que vulgarmente se decía, qae el
Rey habia hecho con el Rey Muley Baudili Alza-
gal, que le entregó á Baza é Almería, é Quadix, á
Almufieoar, ó sus tierras donde él reynaba, fué que
le quedó Fandarax , donde se intitulaba Rey , con
ciertos lugares é provincias , é que oviese cumpli-
miento de dos mil vasallos oon sus rentas ; é sobre
lo que rentase, que el Rey Don Femando le cum-
pliese á cuatro qüentos de renta, é mas, qae le die-
se luego cierta suma de dineros, é que quedasen
por Küdejares en sa ley, él é sus vasallos. Eso mis-
mo se hiiío con el caudillo de Baza, é con el Algua*^
cil , que les dio el Rey vasallos , é les dio é fizo mer-
cedes, porque quedaron estonces todos mndejaiesy
en lo llano, sin fortalezas ningunas , y así quedaron
todos por estonce, é después ellos quebraron el par-
tido é plugo á Dios que quedase el Rey moro aquén*
de la mar, qué ellos hicieron después tales livian-
dades y alborotos, con que quebrantaron lo que
promeíieron , en manera qne fueron echados de las
ciudades y villas, é el Rey moro les foé tirado | é
se pasó allende.
CAPÍTULO XOV.
Del eauínieiito ée la iDfMta Dofia ItabeL
Estando la corte en Sevilla, en el mes de Abri!
se celebró el matrimonio de la Infanta Dofia Isabei|
oon el Principe Don Juan de Portugal, á la qual él
Rey Don Juan de Portugal envió á demandar á el
Roy y la Reyna, é á ellos plugo de se la otorgar, á
celebróse el desposorio por escriptura é anillos por
los emboxadores, el día de Quasimodo, á diez y
ocho días del mes de Abril de 1490 afios. Fueron
fechas en Sevilla por ello muy grandes fiestas, é
I jnstaS| é torneos por los caballeros cortesanos d^
««
ésa 0ÉÓNIÓA8 DB LOS ft
efto0 B^jmofl, é jofU el Bey, é quebró muobaí ▼!•
ras. flifUbe U tela é loe cadabalsos, donde estaba
la Beyna é sos fijaa , é el Príncipe, é los Preladosi
é las grandes Sefioras, é las damas acerca de las
ataraaanas, en aqnel compás de entre ellas 6 el rio.
Bstayieron presentes al matrimonio los Grandes de
Oastüla, é á las diobas fiestas el Cardenal de Espafia
Arsobispo de Toledo, Don Francisco Gonzalea do
Mendosa, el Daqne de Medina-Geli, el Dnqae de
Medtna-Sidonla, 6 el Marqués-Duque de Oádis, é
otros mnobos Condes, é grandes Sefiores, ó ricos
bombres. Duraron las dichas fiestas basta el dia de
Santa Onu de Mayo. Estaba en Sevilla estonce con
SQ padre é madre el Príncipe Don Juan é las In-
fantas Dofia Juana, é Doña Cathalina é Dofia Ma-
ría. Este fué el primer placer que el Bey é la Bey-
na OTieron del matrimonio de sus fijos. ¡Quien pu-
diera contar el triunfo, las galas, las justas, las
mésicas de tantas maneras, el recibimiento que bi-
deron é los embaxadores de Portugal, la regla, el
concierto, las galas de las damas, los jaeces é ri-
quesas de los Qrandos é de los galanes de la corte,
el concierto do quando salían á ver las justas la
Beyna y su fijo el Príncipe, é sus fijas, é las damas»
y sefioras que las acompafiaban, que fué todo cum-
plido tan sobrado, con tanto concierto, que decir
mas no se puede I Iban de dia á las justas, y Tenían
de noohe con antorchas á los alcázares ; y la dama
que menos serrício , traía ocho ó nueye antorchas
ante, cabalgando en muy ricas muías todas, é muy
jaeaadas de teroíopéloB y carmesíes , é brocados.
OAPtrULO XOVI.
Déla liU de Granada, é de la torre Roma é Allieadls.
El Bey Don Femando, después de pasadas las
fiestas del desposorio de su fija, prosiguiendo su
conquista contra los moros de Granada, enyíó des-
do Sevilla sus mensajeros á la ciudad de Granada,
é á los caudillos é rojimiento de ella, amonestándo-
les que le entregasen la dudad, é le trajesen todas
las armas que en ella tenían á tierra de christianos,
y que n esto fadan^ que él lo faria muy bien con
ellos, é les faria bienes y mercedes, como facía á
los otros que se le habían dado ; donde no, lo con-
trario haciendo, que les destruiría los panes é Ti-
fias, é frutos, é les faria cruel guerra ; é esto euTÍÓ
el Bey á dedr al rejimiento do Granada, y no al
Bqr, porque el Bey Muley Baudilí, prisionero del
Bey Don Femando , puesto caso que estaba en Gra-
nada en el Albaicin, é le tenían por su Bey, des-
pués que cerraron las puertas á Muley Baudilí, su
tic, porque huyó de Velea, y no la descercó, ni él
se fiaba de ellos, ni ellos de él, y creyóse que mu-
chas Teces TÍTÍa con mudio temor entre ellos, é no
los podía sojuzgar; y muchas Teces lo hubieran
matado, sino fuera por miedo del Bey Don Fer-
nando, É TÍsta la embazada del Bey Don Femando,
en Granada los moros fueron por ello muy tristes,
y respondieron, que antes morirían, que no dar la
dudad, y otrM cosae que no conTcnian al senrido
ntS VA ÓABtthtL
de Dios al pro de Oastflla, i euTÍaron al aígaaoit
de Granada, Aben-Gomíx, óon la confirmatoria ree«
puesta á SerlUa al Bey é la Beyna, de lo qual, ú
Bey OTO un enojo; é íutocó toda la gente de Ez«
tremadura é maestradgo, é Andalucía , é partieron
de Sevilla un Lunes á diez de Mayo, él, é la Beynai
é la Princesa de Portugal , é la Beyna quedó en Mo-
dín, é el Bey é d Principe , é todos los caballero^
é gente, fueron á la Vega de Granada , y sus co«
marcas, donde estuTÍeron diez ó doce días talandOf
é faciendo mal é daño en los bienes é hacienda da
los moros, donde les talaron panes. Tifias, huertaS|
é babales; é Tino á esta tala d caudillo de Baza,
Tasallo del Bey Don Femando, con dentó oinqfien-
ta de á caballo, y eso mesmo TÍno con él el algua-
cil de Baza, é desque besaron las manos al Bey é al
Príncipe, fuéronse á poner en los mas peligrosos
pasos de la tala, donde hideron mucho serríeio al
Bey, que dios tomaron la torre de Boma, que está
dos leguas do Granada, por una muy gentil arto.
Tomaron dertos moros de ellos una mafiana ciertas
reses, é dos christianos maniatados, é fuéronse para
la torre, didendo que traían cabalgada, que les
abriesen, que no había donde Ir á guarecerse dno
allí; écomo los de la torre conocieran que eran
moros, abrieron é saliéronlos á recibir, y ellos es-
tonce tomáronles la torre, con quanto en ella esta-
ba, y á ellos enviáronlos libres á Granada, porque
todos eran moros, é ovo de esto el Bey muy gran
placer, é fizo mucho pertrechar aquella torre, é puso
en día guamicíon.
El Bey moro Muley Baudilí Alzagal , de Granada
asimismo, vino allí como vasallo del Bey, á serTÍr
con dosdentos de á caballo. Los moros de Granada
pudéronse á defender su dudad , y sdieron fuera
muy gran cantidad , é pusiéronse muy cerca de la
dudad, é no pudieron esoosar la tala, salTO muy poco
de lo que estaba muy cercano, é allí oto escaramu-*
zas, de que murieron algunos de ambas partes.
Fueron en persona á esta guerra é tala los Gran*
des de Castilla siguientes : Los Arzobispos de To*
ledo é ScTÍlla, Duque de Medina-Sidonia, Marqués*
Duque de Cádiz, Conde de Cabra, Conde de Ureflai
Duque de Esodona, Marqués de Villena, al qud fl«
rieron los moros muy mal en un brazo, d pasar da
una acequia, de que quedó lidado ; Don Alonso da
Aguilar, los Adelantados de Andduda é Murda, d
Comendador mayor Cárdenas, é otros muchos Se-
fiores y Condes , en presencia de los quales d Prín*
cipe Don Juan fue armado caballero en la Toga da
Granada por el Bey Don Femando, su padre; fue-*
ron BUS padrinos los Duques de Cádiz é Medína-Sí<«
donia.
Basteció el Bey esta vez el castillo de Alhendin,
que estaba por él , y lo tenía un dcayde moro , y
entregósdo estonce , d qual lo había tenido desda
un dia después de la toma de Baza, é dejó el Bey
esta voK un capitán que lo defendiese, con dosden-
tos hombres. É esto fecho, d Bey volvió por doa«
de había quedado la Beyna, é la Princesa de Poitu*»
gd , é dende se vinieron á Córdoba*
bOlt ITEBNASDO
Dej¿ el Bey «U tm en U Ironter a de Granada
por Oapitan general á Don Fadríque de Toledo,
tauj noble aeftori hermano del Daqne de Alba.
CAPÍTULO XOVIL
Geno los aoreí i« Grualt itaaron i Alhenila , é Denroa todos
los ehrIsUsBOs qie ihl esUbsa cantitos; é eomo so slisron los
■oros TtsoUos 4ol Boy aoro BsodiU Alztgil, eontri él, é io
OOBO so esrtooroB los aoros do Gosdlx eon los do Grauds, édo
lo ^0 ól lUrfiés do yiUoBS, «no on Capitsa a oooral , aso so-
bro olio.
Loa moroa de Granada , y él Bey Maley Baudillf
■alieron á qninoe diaa del mea de Julio, de Granada
muy gran mnltitad de élloa, é faeron aobre Alhen-
din, é taviéronlo cercado qnatro diaa , é combatié-
lonlo, y entre loa que dentro cataban ovo diviaion;
y diéronae, y fueron oantiyoa todoa á Granada, y
quando fué el aocorro ya eran dadoa, y loa moroa
derribaron todo el caotillo por el auelo.
En cate tiempo ae alearon loa maa de loa vaaa-
Uoa moroa al Bey Bandili Akagal , Bey de Fanda-
rax, vaaallo del Bey Don Femando, é loa moroa de
Gnadix ae cartearon con loa de Granada, y tenian
ordenado de matar á todoa loa chriatianoa qne cata-
ban en la fortaleaa, é de alaarae con ella , é con la
dudad por Granada ; y algunoa de loa miamoa mo-
roa, no alendo de ello oontentoa, lo revelaron ; y el
Marquéa de Yillena, qne habia quedado por Capi-
tán general, entró allá con doa mil de á caballo, é
asaz peonea, é diciendo que iba á Fandarax áloe lu-
garea que ae hablan rebelado contra el Boy Baudili
Alaagal, hizo el viaje por la ciudad de Guadiz, y
apoaentándoae alli cerca de la fortaleza, baateoióla
muy bien , é hizo aalir todoa loa moroa de la ciudad
á faoer alarde, é desque eatuvieron fuera, fizo cer*
rar muy bien laa puertea de la ciudad, é no dejó en*
irar en ella maa loa moroa, aalvo de doa en doa, é
de trea en tree, lea mandó que fueran A aacar aua
mujerea é fijoa, é hacienda, y así loa echó todoa
fuera, y elloa quejábanae, y él decia qué lo hacia
con cauaa, que ovieaen paciencia, que npr lo qne
•Uoa ordenaban contra él aenricio del Bey en cata
dudad, loa mandaba aalir de ella; é el Marquéa con
muy buenaa razonea lea rogó que ae apoaentaaen
por ahi cerca, y que él eacribiria al Bey aobre ello,
para que loa culpadoa foeaen caatigadoa, é loa ain
culpa ae rolTieaen é aua caaaa. É loa morca ae apo*
aentaron en laa huertaa, é por cao enyiáronae á que*
xar al Bey de d Marquéa de Villena, é el Bey lea
envió á dedr deade Córdoba, que no ovieaen enojo,
que él volverla muy preato á Guadiz , é lea guarda-
ría an juaUda, y volverían á aua caaaa.
CAPITULO xovin.
Ha COMO ol Rey moto so pssd tlloade eoa aiaehoi moros.
Partió el Bey Don Femando otra vez, el dicho
aBo de 1490, de Córdoba, á loa veinte diaa del mea
de Agoato, para Granada, á le talar loa panea, é le
faoer guerra, con neto níl de á caballo, é veinte
■lil peonei^ é de eata tes no filé con él d Marquéa-
•^--
]¿ DOÍf A ISABEL éM
Duque de Cádiz, que quedó enfermo en au Marche-
na; é corrió é taló toda la vega é confinea de Gradlu
da, é fizolea á loa moroa muchoa dafioa, é envió
gente á deecercar i Salobrefia, que ae la tenían loa
moroa cercada, é fué la vía de Ghiadiz, donde d
Marquéa de Villena cataba, é hizo peaquiaa de la
trucion que loa moroa ordenaban, primero que d
Marquéa loa aaoaae de le dudad, é aupo la verdad
de todo, é loa moroa le auplioaron, quejándoae dd
Marquéa de Villena, que lea d^aae entrar á vivir en
aua caaaa, como lea habia prometido, é d Bey lea
reapondió, diciendo: t Amigoa, yo aoy bien informa-
do de la trdcion que entre voaotroa me teniadea
ordenada, de matar mi doaide é eacuderoa, que
guardaban mi Alcazaba, y alzaroa con ella, é con
la dudad contra mí, por d Bey é común de Grana*
da; por cato veia que acia dignoa y merecedorea da
grandea penaa; empero porque no digaia que no
nao con voaotroa de piedad, y que no vea quiero oir
juatioia, á mí place que aea de eata manera : que ae
haga la pequtaa maa larga é maa en forma, y que
todoa loa que ae hallaren culpadoa padezcan por
ello, é que loa que no, aean libree; é de cierto oa
fago aaber y digo, que mireia que de quantoa fa-
llare culpadoa no ha de eacapar uno; por ende, yo
vea doy plazo para que oa vda é eacojaia de doa
coaaa una; lo que dicho tengo, ó que oa vaia con
vueatraa mujerea, é fijoa é vednoa, donde quidére-
dea, é yo vea mandaré poner en aalvo, ó me entre-
garda todoa loa que eran en eata traición, para que
haga justicia de ellos, é aabed qne no ha de eaca«
par ninguno de dloav. T loa moroa de Guadiz, como
todoa, ó la mayor parte de elloa, fueaen culpadoa 6
conaentidoree de la trdcion que ordenaban, habido
au conaejo é acuerdo aobre ello, pidieron por merced
al Boy que loa dejaae ir librea con todo lo auyo por
dó quisieaen, y quedaae con au ciudad, y d Bey loa
envió aeguroa á cada uno con lo suyo donde qniao
ir; y así deliberó el Bey del todo la dudad de Gua-
diz de mano de loa enemigea de nneatra santa fé
cathólica, á cabo de aetecientoa aetenta afioa que
habia que la poaeian, deade d tiempo del Bey Don
Bodrigo, que la ganaron é tomaron á loa duistía-
nos; é cato fué miaterio de nueatro Sefior, que no
quiao conaentir que tan noble ciudad dejaae mude-
jar en poder de moroa maa tiempo de lo pasado; é
el Bey fizo luego bendedr todaa laa mezquitaa 6
igledaa en toda la dudad, donde fizo luego dechr
misaa y horaa , y dio vecindadea, y pobló la dicha
dudad de Guadiz de chriatianoa, donde Jeauohriato
fueae adorado como loa tiempo antíguoa, ente que
fueae de moroa, ó por ventura mejor.
El Bey Baudili Alzagd habia quedado por Bsy
y ae&or de Fandaraz, con doa mil vaaalloa moroa de
aquella comarca, que le rentaae doa cuentea, é que
d Bey le dieae de Caatilla otroa doa onentoa, que
fueaen quatro cuentea de renta de cada afio, para
dempie, é que quedaae, él é aua moroa, mudejareai
vaaalloa de Caatilla dd Bey é de la B^yna. Coma
en loa partidoa de Baza, que Dioa hizo á loa moros^
por abreviar la gnarra, é eaonaar laa mn^rtea^ Jof
640 CKÓNIOAS DS LÓB
c]ui8ii«|i0fl| é grandes gaátoi, habían quedado tan-
ios mndejares, qne oon toda aquella tierra quedaba
«n muy gran peligro, no plago á nuestro Sefior que
entre los ohristianos oWese é quedase tal ocupaoion,
ni oTiese Rey moro por tantos tiempos, como del
partido se publicaba; puso en corasen de los moros
la división, como ellos sean muy livianos en sus
moTÍmientos, 6 muy voltarios, alzáronse los vasa-
llos del Bey Baudili Alzagal, Rey de Fandaraz,
4Sontra él, todos los mas, y aun lo mataran si pudie-
Tan. Esto fideron quando los moros de Qranada to-
maron á Alhendin, y alzáronse por el común y Rey
de Granada; é como esto viese el Rey moro susodi-
cho, par dar seguridad á su vida, la qual él no podía
seguramente tener entre aquellos moros, vino á
Guadiz, y suplicó al Rey Don Femando que reci-
biese las fortalezas que le habían quedado, y cum-
pliese con él lo que entre ellos había quedado; é que
él se queiia pasar allende, que el Rey Don Feman-
do le diese pasaje seguro, y al Rey Don Femando
plugo mucho de esto, é cumplió oon él todo lo que
le había prometido, y dióle pasaje á él y á quantos
moros con él quisieron ir allende; habiendo primero
recibido de él, é de los alcaydes qne por él estaban,
iodas las fortalezas , é derribado algunas no prove-
chosas; é de esta vez se pasaron allende oon el Rey
Baudili Alzagal muchas casas de moros, á los qna-
les el Rey Don Femando permitió pasar, é pasaron
veguramente, porque en los partidos había quedado,
que cada y quando que el Rey, ó qualquiera de los
moros que se dieron en su partido, se quisiesen pa-
liar allende, que el Rey Don Femando les diese pa-
caje seguro. E esto fecho, é bastecidas las fortalezas
que el Rey le dio de gente é mantenimientos, y
gentes, é armas, dejando sus guaroiciones donde
convenia, é al Marqués de Villena por Oapitan ge-
neral, el Rey Don Femando, victorioso é muy hon-
rado, se Tolvió á Córdoba*
CAPÍTULO XOIX,
CsisoiM It lofisU Dofia iMbel It primen vei á Porlofal«
ciuda con el Príncipe Don Jvan.
En Jueves , once días del mes de Noviembre del
dicho afio de 1490 afios, ficicron ol Rey y la Reyno,
y su corte, estando en Constantina, villa de la ciu-
dad de Sevilla, las fiestas de la partida de la Prin-
cesa, de Portugal, su fija; y desde allí la enviaron á
Portugal al Príncipe Don Juan, su esposo; é fueron
con ella, con los poderes para la entregar, el Conde
de Feria, Don Gómez 8uarez de Figueroa, é el Obis-
po de Jaén, Don Luis Osorio, é Rodrigo de Ulloa,'
Contador mayor de Castilla, é aoompafiáronla fasta
llonzon de Portugal, el Cardenal de Espafia, é el
Conde de Denavente, é dos hermanos suyos, é otros
muchos caballeros é fidalgos, que partieron de la
corte con ella; é en el camino salieron otros muchos
caballeros, que la acompafiaron, ansí como Don Pe-
dro Puertooarrero, con muchos Comendadores de la
urden de Santiago, é el Maestre de Alcántara.
-Partieron de ConstantiuSí é fueron á Guadalca-
RfeTES bB OASÍ^LtA:
na]| é dende á Llerena, donde él Ifaestre Don Al*
f onso de Cárdenas les fizo gran reoebimiento é hon-
radamente hospedar, é les fizo grandes convites é
salas, é dende por sus jomadas fasta Portugal don-
do la entregaron al Rey de Portugal, é al Principa
de Portugal Don Juan, su fijo, al inojon de Castilla
entre Portugal, al mojón entre Badajoz y Sílves en
la puente del rio Caya, donde la salieron á recebir
con muy noble recebimiento de gente; é dende el
Cardenal y los otros caballeros se volvieron; é en-
traron con la Princesa en Portugal el Conde de Fe-
ria, é el Obispo de Jaén, é Rodrigo de Ulloa, suso-
dichos, é fueron fasta Ébora, donde le fué fecha
solemne reoebimiento, é se celebró el matrimonio,
é ficíeron las fiestss, é justas é muchas alegrías, é
grandes gastos, é el Rey, é la Reyna, é el Príncipe
dieron grandes dádivas á los caballeros que fueron
con la Princesa, é á las duefias é damas; é pasadas
las fiestas, la Princesa se quedó en paz con su ma-
rido, é los que la entregaron se volvieron en Casti-
lla á la corte á Sevilla, á dar razón de sn viaje.
CAPÍTULO C.
Bel eereo de Giaaada, y de lo fie aaecló al coalento.
Partieron de Sevilla á once días del mes de Abril
del Nacimiento de nuestro Salvador Jesuohrieto de
1491 afios, el Rey Don Femando y la Reyna Dofia
Isabel, é el Príncipe Don Juan, su hijo, é las Infan-
tas y corte, para ir á poner cerco sobre Granada; é
primera jomada fueron á Carmena, y dende á Cór-
doba, é dende á Alcalá la Real donde por estonce
quedó la Reyna y el Príncipe y las tres Infantas.
Partió el Roy de Alcalá la Real con su hueste, con la
gracia de Dios, un Miérooles veinte días del dicho
mes de Abril del dicho afio; é asentó su real en la
cabeza de los C>jinetes, é esperó allí el Jueves las
gentes que le seguían, y movió de allí el Viernes
siguiente, é fué al valle de Velillos, cerca de la
puente de Pino, é allí llegó á él la gente de Sevilla
é de su tierra, que iban por la parte de Loxa, é el
Sábado siguiente partieron de allí, é fueron á loa
Ojos de Hnecar, que es una legua de Granada, poco
mas, ó allí parecieron estonce algunos caballeros
moros do Granada.
Esa noche. Sábado, ol Roíy mandó ir al Duque de
Escalona, Capitán general de la frontera, con fasta
tres mil de á caballo é diez mil peones al Alaceríai
que son unos valles que están á la entrada de la
Alpuxarra donde hay muchas aldeas, á las destruir,
porque era tierra muy rica, de donde Qranada ha-
bía mucho reparo, é partido el Marqués-Duque de
Escalona, dijeron al Rey que se podrian juntar del
Alpuxarra treinta mil hombres de pelea, é por eso
movió su real para ir á facer espaldas á la gente
enviada, y fué la via de Padul, é á la pasada do
Granada salieron todos los caballeros de Granada
á dar en la falda de la gente, é trabaron la es-
caramuza con ellos por mandado del Rey; y el
Conde de Tendilla, y el Conde de Cabra salieron á
la escaramucea, y dieron tan gran prisa cqu ella, quQ;
DO» ItellNAinX)
lót moroi OTteron de huir é faeron alganos muer-
tos, é faeron. tomados alganos de ellos, é presos,
ansí á caballo como estaban, y hecho, pasó todo el
real sin peligro, j llegó i Padúl, donde fallaron
qae' yenia el Marqués Dnqne de Escalona con la
presa, j con la gente qne hablan tomado, qae ellos
hablan entrado en las aldeas del Alazarin, é oomo
los moros estaban desoaidados, diciendo que no ha-
bría quien osase allí entrar, tomáronlos de salto é
robaron, é destruyeron nuere aldeas, é mataron mas
de quinientos moros, é oyieron muy gran presa de
moros 6 ganados, é ropas, é joyas, é oro, é plata, é
destruyeron lo que pudieron, é alli todos juntos con
él real durmieron aquella noche, Domingo en la
noche; y otro dia de mafiana. Lunes, el Rey acordó
de tomar á entrar á destruir del todo los lagares
que el dicho Marqués habia destruido, é otros que
estaban mas adelanle, enmedio de las Alpuzarras.
E esa noche, Domingo, yinieron de Granada por la
sierra tres capitanes moros con mucha gente de á
oaballo, é de á pié, ballesteros, á ponerse en un paso
áspero, por defender á que la gente del real no pa-
sase adelante; é el Rey otro dia. Lunes, partió de
allí con su hueste, é el Duque de Cádiz, con otros
Grandes del real, con algunos capitanes de los con-
trarios de el Rey, enderezaron al paso donde los
moros estaban, y pelearon con ellos, y desbaratá-
ronlos, y los moros huyeron, y quedaron allí muer-
tos mas de dentó, é tomaron á vida mas de sesenta,
6 pasaron adelante á las Alpuxarras, é quemaron é
destruyeron del todo los nueve lugares primeros, y
robaron, quemaron y destruyeron otros quince lu-
gares adelante de las Alpuxarras, en que fueron
muchos moros muertos, 6 muchas moras, chicos é
grandes cautivos, é ovleron los christianos muchos
despojos de sedas, oro, plata, alhajas, ropa, gana-
dos, é otras muchas cosas, que aquella tierra estaba
muy guardada é rica, y bien creían los moros, que
primero se perdería Granada, que allí les entrasen;
ó después de esto, el Rey mandó talar los panes, é
taláronlos todos quantos en esa tierra había, y este
dicho dia, Lunes, dia de San Marcos, el Rey y todo
«1 real se volvieron á dormir á PadttI. B en todo
jQsto no ovo muerte ni dafio en los christianos, sal-
To algunoÉ pocos peones que fueron heridos de
saetas, ni ovo 'dafio de muerte en persona sefialadá,
jnJvo en un paje de la Reyna, llamado Avellaneda,
que murió de una herida que le dieron los moros
en la pelea; é el Rey volvió á la vega de Granada,
¿ de vuelta tomaron la torre de Gandía, donde se
tomaron treinta moros, é asentó su real en el Agosto
donde edificó la villa de Santa-Fé, cerca de los Ojos
de Hueoar, á vista de la ciudad de Granada, muy
fuerte, é de muy fuertes edificios y de muy gentfl
hechura, en cuadro, como hoy parece, para enfrenar
A Granada, é el Rey le'puso 8anta-Fé, porque su de-
seo é el de la Reyna su mujer, era siempre én acre-
joentamiento é favor de la Santa Fé Cathóllca de
^esuchristo. Puédese contar el comiendo del oeroo
de este vencimiento desde veinte y seis de Abril, un
A\% ^eepttes de San MárcQS| ^ue volvió el Roy desdé
iS DOÑA tSAÉBti. éíi
el Padul, asentó acerca de donde está ahora la villa
de Santa-Fé, enduró el cerco ocho meses, fasta el dia
de los R^es Magos, é más ocho días, dejando los
dias de Abril, pasados en el ejercicio susodicho.
CAPÍTULO OL
Del ejéreito, áel retí, é 4e lot CaplUaet, é ée cobo wpntM d
Diqne 4e Cáilis su tlendi al Re?, é 4e lot moros fie mvlefos
•■ dia fie la Rayia M á ver la daáaá.
El Rey asentó su real muy ordenadamente á la
parte donde edificó la villa de Santa-Fé, dos leguas
de Granada, donde continuamente tuvo -mas de
quarenta ó cinqfienta mil hombrea de pelea, en que
habia dies mil de oaballo ; é de allí sallan oonoer-
tadamente capitanes oon gente á correr é talar con-
tinuamente á Granada por todas partes; en el qual
tiempo el Rey flso combatir muchas fortalesas de
acerca de la dudad, é tomólas por fuersá de tiros é
lombardas, é de ellas derribó de el todo por el sne*
lo, é de ellas fortaleció é puso guarnición en ellas;
y sobre las talas ovleron muchas escaramusas é pe-
leas entre los moros é los christianos, de que siem-
pre volvieron huyendo los moros á la ciudad.
Los Capitanes mayores que el Rey tuvo en aqnol
cerco fueron : el Maestre de Santiago, el Marqués.
Duque de Cádis, el Duque de Escalona, el Conde
de Tendilla, el Conde de Cifuentes, el Conde de
Cabra, Don Alonso de Aguilar, el Conde de Urefia,
caballeros de Andalucía, que oomo estaban cerca
yinieron á este cerco, estos é todos los otros caba-
lleros del Andalucía; é de los Grandes de Castilla,
oomo estaban cansados de venir tan lejos» á las
otras guerras é cercos, muchos no vinieron á esto
cerco en persona, salvo enviaron sus capitanes oon
gente, y de muchas partes de Castilla no vinieron,
por las grandes fatigas padeoldas de cada afio. Y
porque en este cerco, puesto caso que era la mayor
priesa é honra, no se temía tanta afrenta como en.
lo pasado, fizo el Rey cercar el real muy bien de
paredes é cavas, como lo tenia por costumbre en
los otros cercos, é desque el real fué fortalecido, lA
Reina, y el Principe, é la Infanta Dofia Juana vi-
nieron al real desde Alcalá la Real, donde hablen
quedado; á los quales el Maestre de Santiago, é el
Marqués-Duque de Cádis, é otros Grandes, salieron
á recibir, é después el Rey, desque allegaron oetoa
del real. E viendo el Duque de Cádis, que la Reyn»
habla necesidad de una tienda, emprestóle la suya,
que era la mayor, piesa por piesa, qne habia en el
real, é de las mas fuertes, é mas gentiles del mundo,
la qual él habla mandado hacer con intención de la
Santa guerra, y servia desde el oomlenso de los oer*
eos do Alora y Setenll, é Ronda; á alli en aquell*
tienda del Duque de O&dis fué la Reyna Dofia Isa-
bel muy bien aposentada, é el Duque tenia muchas
tiendas, de que se amparó en el dicho cerco; é el
Rey, é la Reyna, é el Príncipe, é Infantas, é Damas
é Sefioras, tenían sus tiendas é posadas en lo mas
fuerte é seguro del real; é la Reyna é su fija cabal
gabán muchas veces por ver el real é ía ruindad do
41
m^
CRÓNICAS DE LOS BVTBS DB CASTILtA.
Granada, é tenían mnohóa refrijerioa y plaoerea de
muchaa trompetaa baatardas, é ohirimiaa, ó sacabu-
ches, é atabales, é atambores continamente, qoe en
el real no cesaban*
B nn dia, Sábado, á dies y ocho dias del mes de
Junio, la Rey na dijo que quería ir á ver de mas cer-
ca á Granada, de donde la pudiese bien mirar lo
alto y lo bajo; é cabalgaron el Rey y el Príncipe,
con ella é con la Infanta, é fueron con ella una
gran batalla de caballeros é peones, é fuéronse á
poner á unas aldeas, que llaman las Julias, que es-
tán como fuera del real á la mano izquierda de la
ciudad, muy cerca de ella, de donde se pareoe lo
llano de la ciudad, y mandaron al Duque de Esca-
lona, y al Conde de Urefia y á Don Alonso de Cár-
denas, Sefipr de Águilar, y á otros caballeros, que
se pusiesen con sus batallas en la aldea de la ffier-
ra, que está encima de la aldea, donde sus Altezas
se pusieron á mirar desde una ventana de una casa
muy buena, donde se apearon ó metieron; ó el Mar-
qnás-Duque de Cádiz, ó el Conde do Tondilla, ó el
Conde de Cabra, y Don Alonso Fernandez, Sefior
de Alcaudete é Montemayor, se pusieron al rostro
do la ciudad con sus batallas, entre el lugar donde
el Rey ó la Reyna estaban ó la ciudad. B la Reyna
envió á mandar al Duque de Cádiz, que no oviese
escaramuza con los moros, porque no muriese gen-
te, ó que la escusase quanto pudiese, porque los mo-
ros salían á defender su ciudad, muchos é muy ar-
mados, é el Duque la escusó fasta medio dia. T los
moros salieron fuera de la ciudad muchos do olios,
é sacaron dos tiros gruesos de pólvora, oon.que
tiraban á las batallas del Duque, é salieron muy
muchos moros á caballo é á pió, é apretaron á unos
pocos de caballeros christianos mucho f SBta las ba-
tallas del Duque, por trabar el escaramuza, en ma-
nera que no se pudo escusar el escaramuza, ni se
pudo guardar el mandamiento de la Reyna, ó los
moros se alejaron un poco de la ciudad afuera de
las huestes, ó fasta quarenta de á caballo chris-
tianos, é algunos peones do los de las batallas
del Duque entraron en la escaramuza con los mo-
ros, ó como los christianos eran pocos, los moros
los apretaban mucho; é el Duque acordó de arre-
meter con toda la gente á ellos, ó arremetió con
su batalla, en la qnal había fasta mil y doscien-
tas lanzas, contra los moros, y el Conde de Ten-
dilla con su batalla, por la mano derecha del Duque,
y el Conde de Cabra, ó Don Alonso Fernandez de
Montemayor por la mano izquierda del Duque oon
la suya y fueron á dar oon los moros, y desba-
ratáronlos, y mataron muchos moros, y fueron en
el alcance fasta las puertas de la ciudad, en que
fueron mas de seiscientos moros, y heridos y cau-
tivos; ansí que entre muertos, y heridos y cauti*
vos fueron mas de dos mil moros, ó tomáronlos
los tiros de pólvora que habían sacado; ó 'muchos
moros escaparon huyendo por la sierra. Todo lo
qual vieron muy bien el Hey ó la Reyna, y Prín-
cipe ó. Infanta desde la ventana de la casa donde
fstaban;y el Rey, y la Reyna y la Infanta, quando
vieron pelear^ se hincaron de rodillas, rogando í
Dios nuestro Sefior que quisiese guardar los chris-
tianos, é ansí fioieron las Damas, é las sefioras que
las acompafiaban; ó los moros, aunque eran muchos,
no se pudieron valer con la priesa ó impetuosa vuel-
ta que el Marqués- Duque de Cádiz, oon su batalla,
que iba delante, les dio; ó los otros. Conde de Ten-
dílla, ó Conde de Cabra, é Don Alonso Fernandez
con las suyas, que iban de un cabo y del otro, según
dicho es; ó los moros meemos, desque empezaron á
huir, se derribaban unos á otros; ó no ovo allí caba-
llero christiano aquel dia de aquellas batallas, que
no fíncase su lanza en moro; é no ovo daño allí
aquel dia en los christianos, salvo algunos pocos
heridos, é ovo caballos muertos; é el Rey é la Reyna
ovieron de este vencimiento mucho placer, y mas
porque fué la Reyna la causa de ello. B después de
fecho el desbarate, é de cojido el despojo, sus Alte-
zas vinieron por donde el Duque estaba; y dijo el
Duque: iSefíora, de Dios y de la buena ventura do
Ytra. Alteza, se cometió este desbarato b: y la Roy*
na y el Rey dijeron: «Duque, antes habemos sido
servidos de vuestra buena dicha, por lo vos así ha-
ber cometido. B Los moros quedaron esta vez muy
espantados, y no osaban salir de la ciudad tan suel-
tamente como antes*
Acaeció en el real, un Jueves en la noche, catorce
dias del mes de Julio , que la Reyna mandó quitase
una vela á una doncella en su tienda de un cabo, y
poner en otro á la hora de dormir , porque le impe-
dia la lumbre ; pero durmiendo la Reyna y la de-
más gente del real , dejando los que velaban y ron-
daban, como quiera que fué, ó de la flama de la di-
cha vela, que alcanzó á la tienda, ó cayó sobre la
vela alguna cosa, que encendió la tienda é alzó lla-
mas de fuego, alcanzó de ella el fuego á otras, é
como había muchas ramadas, encendióse un gran
fuego ; y como la Reyna lo sintió, salió huyendo de
su tienda, y fuese á la tienda del Rey, que estaba
allí cerca de la suya, y recordó al Rey, que dormía,
y cabalgaron luego ambos á caballo, y en tanto el
Pi-ínoípe é la Infanta,, Damas y Sefioras, todos sa-
lieron fuera de las tiendas , en tanto que la gente
apagaba el fuego , que fué muy grande y espanto-
so, con aquellas casas de ramas que había, que se
quemaban , é mandó el Rey ir mucha gente la vfa
de Granada, porque si los moros viniesen, viendo
el fuego al real , que hallasen quien los detuviese.
T conio el Marqués-Duque de Cádiz vido el fuego,
luego cabalgó é salió al campo la vía de Granada, ó
le siguieron mas de tres mil de caballo, y se puso
en el lugar por donde mayor peligro esperaba. Que*
máronse muchas tiendas^ ropas é joyas, que no pu-
dieron ser socorridas; quemóse la tienda donde la
Reyna estaba, que era la primera en donde el fue-
go se encendió, é otras tiendas del Rey, que esta-
ban juntas con ella, é muchas ramadas, que estaban
por allí cerca. Era aquella tienda que se le quemó á
la Reyna, la tienda alfaneque, muy singular, la
mejor que en el real había, que A Duque de Cádiz
la había prestado en que se aposentaee. Oyó gran*
bcki-EtlNANDO
áe alboroto en todo aquel real sobre aquel fuego,
diciendo quien lo habia puesto, y la Reyna dixo,
que no pensasen otra cosa , sino que una doncella
suya lo había puesto, no queriéndolo hacer, salvo
por mal recaudo. Cerca de este tiempo , en este mis-
mo mes de JuHo, se encendió un fuego en Medina
del Campo, en que se quemaron mas de doscientos
pares de casas, que nunca lee pudieron poner re-
medio.
£n este mismo mes do Julio, no pude saber si fu¿
el propio dia, antee 6 después siete ú ocho dias,
aoaeció la gran desdicha é desastrada muerte del
Príncipe de Portugal , yerno del Rey é de la Iteyna,
marido de la Infanta Dofia Isabel, que corriendo á
la par con un escudero , que iba en otro caballo ,
oayó de él , é murió luego súpito. Esto acaeció en
la villa de Santarem ; é aun ¿ntes que el cerco se
alzase , vino la Infanta cubierta de luto á sus padres
á lUora, é estuvo ende, donde el Rey é la Reyna la
fueron á visitar, é haber con ella parte de su dolor
é desventura.
CAPÍTULO CII.
Del parU4o de li Alhtmbn , y eomo se dio Granada.
Pasaron Julio, é Agosto, é Septiembre, é OctubrOi
.^ Noviembre , que nunca los moros se quisieron dar,
y ya en el mes de Diciembre, que no tenían que oo-
mer sino pocos mantenimientos, demandaron par-
tido al Rey é á la Reyna, el qual se concertó entre
el Rey y los moros en treinta dias del mes de Di-
ciembre, de entregar todas las fortalecas, que elloe
y el Rey Baudili tenían, é el Alhambra, á el Rey
Den Femando, que los dejase en su ley é en lo
Buyo, é en este partido fueron conformes todos; é
iel Rey y la Reyna se lo otorgaron, con otras condi-
tbiones y capítulos, que se fuesen los que quisiesen,
y donde quisiesen, é cuando quisiesen, é que les die-
«en pasa je,. é diesen ellos todos los christíanos cau-
ÜivOB, é los que habían pasado allende de tanto
iiempo fasta allí; y en firmeza de esto, el común y
caucólos de Granada ,- é el Rey Muley Baudili, jun-
to con ellos, enviaron al real quatrocientos moros,
chicos é grandes, personas de valor para rehenes,
•hasta que entregasen á Granada, conviene á saber*
las fuerzas de ella;; y ios dichos rehenes entregados*
-como los moros, son movibles é muy livianos en sus
movimiento», é alboroto y agüero, creyeron mu-'
chos de ellos á un moro que se levantó por la ciu-
dad, diciendo : cque habían de vencer ellos, ensal-
Bando á Mahomad., é ^reptando el partido»; é ando.
TO por la ciudad dando voces, é levantáronse oon
¿1 mas de veinte mil moros. É el Rey Baudili, des-
que vido el alboroto , no osó salir de la Alhambra á
Ro lo resistir, hasta otro dia, que era Sábado, que
jsalió al Albaycin, y mandó llamar los de aquel
Concejo , é ellos vinieron alborotados, é preguntó-
des que qué era aquello, y ellos se lo contaron, y él
Otes dijo su parecer, y amansólos lo mejor que pudo,
!/liciendo : que ya no era tiempo de facer movimien-
^1 lo uno por la necesidad en que estaban, la qual
É DOÍf A ISAÉÉt.
ié
no daba lugar A se poder mas sustentar, lo otro por
los rehenes ser ya entregados, que mirasen bien el ^
gran dafio, y la muerte que tenían delante de si, sin
ningún remedio de socorro ; á esto dicho, volvióse
á su Alhambra. Y el concierto era, que las fuenas
de la ciudad so habían de entregar el dia de loe
Reyes Magos, como dicho es; y el Rey Baudili,
viendo aquel impedimento de lívjandad de los mo-
ros, é aquel alboroto, escribió al Rey Don Feman-
do todo el fecho del alboroto, é como los moros
habían fecho movimiento en lo capitulado é asen-
tado , como hombres de poco saber , y que él no ee-
cedia ni desviaba de lo que habia concertado ; que
antes suplicaba á su Alteza, que viniese luego sin
más tardar á recibir el Alhambra, é no aguardase á
los seis dias de Enero , pues tenia los rehenes , y sin.
embargo del alboroto, prosiguiese en lo primero
asentado y capitulado. B el Rey é la Reyna, vista
la carta é embaxada del Rey Baudili, aderezaron de
ir á tomar el Alhambra, y partieron del lugar del
real , Lunes dos de Enero, con sus huestes, muy or-
denadas sus batallas ; é llegando cerca de la Alham-
bra,, salió el Rey Muley Baudili, aoompafiado de
muchos caballeros , oon las llaves en las manos, en-
cima de un caballo, y quísose apear á besar la mano
al Roy, y el Roy no se lo consintió descabalgar del
caballo, ni le quiso dar la mano, é el Rey moro le
besó en el brazo y le dio las llaves, é dijo : «Toma,
Sefior, las llaves de tu ciudad , que yo, y los que es-
tamos dentro somos tuyos», y el Rey Don Fernando
tomó las llaves é dióselas á la Reyna, y la Reyna se
las dio al Principe, y el Principe las dio al Conde
de Tendilla , al qual , con el Duque de Escalona,
Marqués de Villena, é con otros muchos caballeros
é oon tres mil de á caballo é dos mil espingarderos,
envió entrar en el Alhambra é se apoderar de ella
é fueron, é entraron , é la tomaron, é se apoderaron
de lo alto y bajo de ella, é fueron, é entraron, é mos-
traron en la mas alta torre primeramente el estan-
darte de Jesuchrieto, que fué la Santa Cruz, que el
Rey traía siempre en la santa conquista consigo ; é
el Rey, é la Reyna, é el Principe , á toda la hueste
se humillaron á la Santa Cruz, é dieron muchas gra-
cias é loores á nueetro Sefior ; é los Arzobispos é
clerecía dijeron Té Deum Icmdamm; é luego mos-
traron los de dentro el pendón de Santiago, que el
Maestre de Santiago traía en su hueste, y junto oon
él el pendón Real del Rey Don Femando, y los re-
yes de armas del Rey dijeron á altas voces: «| Cas-
tilla, Castilla 1 » é ficieron allí é dijeron allí aquellos
reyes de armas lo que á su oficio era debido de fa-
cer, é dieron sus pregones, é fueron presentes á este
acto é bienaventurada victoria, oon el Rey é con la
Reyna, el Príncipe Don Juan é la Infanta Dofia-
Juana, sus fijos, é el Cardenal de Espa&a, Anobis-
po de Sevilla, é el Maestre do Santiago , é el Duque
de Cádiz, ó otros muchos Caballeros, é Condes, é
Prolados, é Obispos, é grandes Sefiores, que seria
prolijo de escribir ; é otros muchos quedaron guar-
dando el real , que no fueron allí. É esto fecho, el
Bey y la Reyna con todas las huestes se volvieron
;. I
614
CRÓNICAS DE Los RE7ES DtS ÓAfiTÍLLA:
•1 real, dejando en el AUiambra al Conde de Tendí-
Ha oon toda la gente que era menester para la guar-
dar ¡ é loa moroa de Granada entregaron luego al
Bey todas las sobre-puertas, ó torres, é fortaleaaa
de Qranada, é el Bey envió alcaydes á todas, ¿ se
apoderó en todo lo fuerte de Granada, ó esto fecho,
el Bey fizo tomar las armas é fortalezas, asi ofen-
siyas oomo defensivas, y se las truzeron todas á el
Albambra, y quedaron todos sin armas, salvo algu-
nas que esoondieron. El Bey moro Muley Baudili,
oon los caballeros mayores de Granada, ó con otros
muobos, salieron de la ciudad é se fueron, según
laa condiciones del partido; muobos se fueron allen-
de, y otros i los lugares de los moros mudejares, ya
ganados, y el Bey Muley Baudili se fué i vivir y á
< reinar al Val de Pnrobena, que es en las tierras que
d Bey habla ganado cuando ganó á Vera, que era
todo de mudejares, donde el Bey le dio sefiorio, é
renta en que viviese, é muchos vasallos, é le alsó
la pensión que de antes le debia, y le dio sus rehe-
nes, que le tenia desque lo soltó sobre rehenes.
El Bey é la Beyna, é la corte ae estuvieron en
8anta-Fó, en la qual todo el tiempo del cerco fabri-
caron ó labraron , é en el real , y á veces en tiempos
en el Albambra, fasta ñn de todo el mes de Mayo
del afio de 1492 afios, y aun parte del mes de Junio,
que no osaron de allí partir fasta dejar quieta la
ciudad , en el qual tiempo ovo algunos alborotos en
los moros, y les hallaron una mina llena de armas,
é el Bey puso en la ciudad muchas justioias é al-
caydes, ó tan buen concierto, que sojuzgó muy bien
la muchedumbre de los moros, que en ella había,
que pasaban de qnarenta mil vecinos ; y por los al-
borotoa y desconciertos que algunos moros ficieron
mientras la corte allí estuvo, que se alborotaron
dea 6 tres veces, mataron muchos por justicia, é
quartearon, é despedazaron otros, en tal manera,
que los pusieron sobre el yugo del temor y obedien-
cia que convenia. É ganada é sojuzgada , ó puesta
debajo del yugo de Castilla la gran ciudad de Gra-
nada, el Bey, y la Beyna y la corte, en los primeros
días de Junio, se partieron del Alhambra é vinie-
ron á tener la Pasqna del Espíritu Santo á Córdoba,
que fué aquel afio i diez días de Junio, victoriosos
y bien afortunados con tanto triunfo de honra y
bienaventuranza quanta la honra le manifiesta. E
ansí dieron glorioso fin á su santa y loable con-
. quista, é vieron sus ojos, lo que muchos Beyes é
Príncipes desearon ver, un reyno de tantas ciudades
é villas, é de tanta multitud de lugares, situados en
tan fortlsimas y fragosas tierras, ganado en diez
afios. ¿Qué fué esto sino que Dios les quiso proveer
de ello é darlo en sus manos ?
CAPÍTULO OIIL
Be ceno, y porqsé, y eaándo eapratenló el Crtn Tareo Bayiea-
to »I Hipa el Aerro de la lama coa que aieatro Hedemptor Je-
aaclirtato fié herido r n el eoatado ; é de la hechura del aanto
hierro, é de laa reUqnlaa que caiAn en Coaataatiaopla.
En el afio de 1492 envió el Turco Bayaceto , Em-
perador de Constantinopla, Soldán de la Turquía,
I
al Papa Inocencio VIII, quarenta mil ducados ¿6
la pensión é tributo que cada afio le daba, porqo»
tuviese en Boma á buen recaudo á su hermano Za«
liacio, del qual ya oísteis en el XLIV capítulo d»
este libro , como viniéndose vencido por la mar i
tierra de christianos, antes de demandar segurOp
gente del gran Maestre de Bodas lo envió al Bey
Luis de Francia, el qual no lo quiso recebir, é dijo
que no lo quería, ni quería que estuviese en sus rey-
nos, ni los viese, é pusieron en poder del dicha
Papa Inocencio ; é sabido por el Turco su hermano^
que estaba en Boma, envió á hacer su amistad coa
el Papa , y ofrecióle de le dar cada afio , porque U
tuviese á buen recaudo, cierta suma de ducados^
decían que qnarenta mil ducados, porque se temift
mucho de él , y el Papa lo tuvo en Boma á buen re-
cando todo el tiempo que vivió, dejándolo vivir é
ser servido como gran sefior, empero oon muy gran«
des guardas , de manera que no se pudiese ir , y el
Papa Inooencio VIH , entre sus embazadas, se oteo
le enviaría á pedir el hierro de la lanza con que éE
caballero hirió á nuestro Bedemptor Jesuchrísto es-
tando en la Cruz, en el costado, que estaba oon laa
reliquias que estaban en Constantinopla, y el Torco
se lo envió, con la dicha pensión de los dichos du-
cados, aunque le fué muy costoso de darlo, segna
la estimación y reverencia, y precio que sabe quo
los christianos tenían allá, y la gran devoción en
aquel santo hierro , y en las otras santas reliquias
que están en Constantinopla en poder de los chris*
tianoB grecos. Y el Papa, sabiendo que venían loa
embaxadores, y traían el santo hierrCf, enviólo á
recibir con dos Obispos á la Marca de Ancona, loa
quales le truzeron de allí á Boma, é salió el Papa»
vestido de Pontifical, con todos los Cardenales á lo
recibir oon grandes procesiones, todos á pié; y el
Papa so sentía mal, é iba en unas andas, y salieron
por la puerta del Pópulo á recibirlo, y el Papa so
apeó de las andas, é se humilló en tierra con muy
gran acatamiento, é lo tomó en las manos en una
caja de oro , donde venia engastonado , en un viril
ohristalino de muy fermosa hechura, y por todas
partes se parecía el propio hierro la punta hacía ar--
riba. É el Papa lo mostró al pueblo , donde todos la
adoraron como ámoy santa reliquia, que tocó en ét
costado de nuestro Bedemptor, é fué en tiempo de.
su pasión allí presente. 7 así en las andas lo trujo
el Papa fasta la iglesia de San Pedro, donde lo pu-
sieron en muy honrado lugar ; y el hierro era oort0|
según parecía á todos los que lo adoraron, y pudo
ser, que algún gran sefior ó Bey, de los que han te-
nido aquellas santas reliquias en guarda, la quítaso
algo de lo que entró en el santo costado y glorioso,
para mas devoción, así como hizo un Emperador do
Grecia, que hizo una barbada para el freno de sa
caballo , en que gastó uno de los clavos oon quo
nuestro Bedemptor fué clavado en la Cruz, é sojua««
gó é ganó muy grandes tierras é reynos , é tuvo que
por virtud de aquel freno lo había IMos hecho vío^
torioso, según cuenta Mosen Juan de Mandavilla %
y el dicho fierro es de esta hechura y tamafio de l^
DON FERNANDO
lansa, i lo que parecía, la mitad de la verdadera
Cruz en que nneatro Redempior padeció ; é era fas-
ta estonces , qoe f né enviado al Papa como he di-
cho , el fierro de la lanza con que el caballero fírió
ol costado de nuestro Redemptor después do haber
«spirado, é una de sus ropas sin costura, é la espon-
ja, é el vaso con que le dieron á beber el hiél y vi-
nagre, quando estaba en la Cruz, é una parte de la
corona con que nuestro Redemptor fué coronado, é
la Oruz, é uno de los clavos, é otras muchas reli-
quias; é eso mesmo estA en Constantinopla, el cuer-
po de Sefiora Santa Ana , madre de nuestra Seftora
Santa María, que lo fizo traer alli Santa Elena, é
yace el cuerpo de San Lúeas é otros muchos cuer-
pos santos.
Murió el Papa Inocencio YIII desde á poco
tiempo después de haber recibido el santo fierro, en
el afio de 1492, á veinte y siete de Julio; 6 crearon
Papa los Cardenales al Vice-cancilier, Oardenal Ar-
zobispo de Valencia, el qual se llamó Alejandro VI;
f uéle muy contrario el Cardenal Advfncula Sancti
Petrí, en la elección, y aun después en algunas
cosas,
CAPÍTULO CIV.
Del fallecimiento de alf anot Grandes , é del Mtrqüéi-Dit^ite
de Cádis.
En ol tiempo del cerco de Qranada murió en Cas-
tilla en su tierra é casa el noble caballero Don Pe-
dro Fernandez de Velasco, Conde de Haro, Condes-
table de Castilla ; sucedióle el Sefior Don Bemardi-
no, su hijo. Murió el Adelantado del Andalucía,
Don Fadriqne, viniendo del real de Granada, de su
muerte natural , en el campo cerca de Antequora en
una tienda ; allí le truxeron los Sacramentos , é dio
su ánima á Dios gimiendo sus pecados y con muy
gran contriccion, en quatro días de Febrero, año
de 1492. Suboedióle su hijo Don Francisco Hen-
ríquez.
Murió el Duque de Ifodina-Sidonia, Don Enri-
que de Gnzman, en su villa de Sanhicar, en sus
palacios, esto dicho afio de 1492, Viernes noche,
amaneció Sábado de mafiana finado, á veinte dias
del mes do Agosto; subcedióle su hijo Don Joan de
Guzman. Murió el esforzado caballero Blarqiiés-Du-
que de Cádiz, Don Rodrigo Ponce do León, en la
ciudad de Sevilla, dentro de sus casas, de achaqae
de una opilación que se le hizo andando en la guer-
ra contra los moros. Recibió todos los Sacramentos,
é dejó por subcesor á su nieto Don Rodrigo. Este
fué el caballero que mas trabajó de los Grandes de
Castilla en la guerra, que desque Alhama tomó no
ovo entrada que el Rey ficiese, que él no fuese en
ella, en todos los diez afios que duró la conquista
del reyno de Granada. Él fizo el comienzo y vido
el fin, é ovo su parte de la gloria é victoria, qne él
fué presente en la entrega de Granada, que fué el
sello de la conquista, y asimismo fué honrado en
la muerte; pasó de esta presente vida en Lunes
yeintey sietede Agosto d9l dicho afio de 1492, dada
¿ DO!f A ISABEL. 64$
la una , en presencia del Prior é .del Vicario de 8aa -.
Gerónimo , que lo absolvieron con la Santa Cruza»
da é consolaron hasta la fin, la qual esperó oomo
él era, é ovo muy buena é oon mucho arrepentí*
miento de sus pecados, é fizo ohristianos actos ea
su testamento, é firmólo anto Obristóbal Chitierres^
é Francisco Sánchez, escribanos pdblioosde Sevilla,
en presencia de todos los quales estaban, asi oaba-
Ueros como duefias. Desque ovo espirado, luego el
Sefior Don Luis Ponce, é su Padre Don Pedro Ponce,
Sefior de Villagarcía, é todos sus parientes, é herma*
nos, é criados, é escuderos de casa se cubrieron dé
jerga, y eran tantos, que no oabian en toda la casa;
é alcanzó mucha honra en su fin , que estuvieron á
su fallecimiento Ó enterramiento y se cubrieron por
él de luto el Sefior Don Alonso de Aguilar, que era
mucho su amigo, y Don Pedro Puertocarrero, heiw
mano de la SeRora Duquesa, Sefior de Moguer; é el
Sefior Don Luis Puertocarrero, Sefior de Palma ; y
otros muchos honrados sefiores; Fernán Darias, S¿*
fior del Viso, é Pedro de Vera, é Don Luis Mondes
Puertocarrero, é Francisco Catafto , é otros ; todos
estos se cubrieron de luto , que faltó la jerga oon el
fallecimiento del Duque de Medina ; é pusiéronlo
en un atahud aforrado en terciopelo negro é una
Cruz blanca de Damasco , en presencia de los dos
frailes, vestido de una rica camisa é un jubón da
brocado , é un sayo de terciopelo neg^o, é una mar-
Iota de brocado fasta en pies, é unas calzas de gra-
na, é unos borceguíes negros , é un cinto de hilo da
oro, é su espada dorada cefiida, según él acostum-
braba traer quando era é andaba en las guerras do
los moros, é ansí docindieron el atahud con él de la
sala é lo pusieron en unas andas enforradas de ter-
ciopelo negro, abajo en el cuerpo de las ossss, don*
de los Ponces sus hermanos y parientes , y la Du-
quesa su mujer y otras muchas duefias hicieron so-
bre él grandes lloros é sentimiento ; eso mesmo
hicieron sus escuderos é criados, é doncellas, é gen-
te de su casa , é otros é otras muchas de su tierra é
también de la ciudad , que era muy bien quisto ca-
ballero. Desque fué noche, antes del Ave Maria, vi-
nieron mas de ochenta clérigos con la Cruz de Santa
Catb aliña, y tres órdenes de frailes del Carmen, de
la Merced é de San Francisco, y encomendáronlo é
sacáronlo en las andas, acompafiándolo los de los
eclesiásticos, el Provisor é todos los mas honrados
Canónigos de la iglesia mayor, é Arcedianos, é Dig-
nidades , é los Obispos que se hallaron en la ciudad;
é de lo seglar el Conde de Cifuentes, Asistente de
Sevilla, y la mayor parta del Rejimiento de la Ciu-
dad de Veintiquatros y Alcaydes mayores, é otras
gentes, que no cabian por todss las calles ; llevá-
ronlo por la calle de la Albóndiga é por San Lean-
dro, faciendo por sus trechos sus paradas, donde la
clerecia le decia sus ¡responsos ; é las gentes qus
seguian sus plores, y les ayudaban las duefias , qus
salían á mirar desde sus puertas é ventanas á lo llo-
rar, é daban tan grandes gritos las mujeres de U
ciudad por donde lo llevaban, como si fuese su pa-
drOy ó fijo^ ó hermano de todfiSy si^iérox^lo i ayon^r
tiñ
CRÓNICAS DB LOS BETES DE CASTILLA.
pafiáronlo taoUs gentes fasta San Agostin, que no
cabían por las calles, ni por los adarros, ni en la
iglesia de San Agustín ; é ansí iban gentes acompa-
fiándolu 7 honrándolo como cuando facen la fiesta
del Corpus Cbristi en Sevilla, aunque era de noche.
Salieron con él desde su oasa doscientas quarenta
hachas de cera encendidas , que parecía por donde
iban que era en mitad del día. Aoompafiáronle asi-
mbmo desde su oasa hasta la sepultura dies bande-
ras, qne por sus fuerzas é guerras que hizo á los
moros antes que el Roy Dou Fernando comenzase
la conquista del reyno do Granada las ganó, las
quales en testimonio allí iban cerca del , ó los pu-
sieron sobre su tumba, donde ahora ostúu susten-
tando la fama do este buen caballero , la qual no
puede morir é es inmortal , así como el ánima ; ó
quedaron allí en memoria. Saliéronlo á recebir los
frailes de San Agustín con la Cruz é cirios, ó ocho
inoensarios vestidos de almástigas negras, é asi lo
metieron muy honradamente en la iglesia y pusio-
ron las andas en una muy alia cama, donde estuvo
hasta qne le dijeron quatro vijilias, cada orden la
suya, é otra la clerecía, é dichas lo depositaron en
su tumba, cerca de los Condes Don Juan su padre,
é Don Pedro Ponce, su abuelo. Nuestro Sefior le dó
santa gloría. Otro dia lo dixurou muchas misas,
£1 Rey é la Roy na, desque supieron la muerto del
Marqués-Duque de Cádiz, se retrajeron, é encerra-
ron, é ovieron mucho seuli miento ; é pusieron luto
negro por él, y las damas lloraron mucho en la
casa del Rey, que lo amaban mucho, que las sorvia
é daba mucho, é lo conocían de como recibía y
acompafiaba á la Reyna y á ellas en tierra de mo-
ros, porque llevándolo la Reyna é ellas cerca de sí,
hacían cuenta que llevaban al Cid Ruy Díaz en su
tiempo, porque los moros lo temían mucho, tanto,
que donde quiera que sabían que iba, conocían su
bandera, no esperaban ni osaban pelear.
Daros y Homero, coronistas, escribieron muy por
estenso en las historias de las conquistas de Troya
lasfaociones de Héctor, é Paria, é Troilo, sus her-
manos, é de los otros troyanos quo fueron famosos
en las armas ; é eso mesmo los de Diomodcs é UH-
se^, é de Menelao, é Agamenón , ó Aquilea Griego,
que fasta hoy viven, por ser escritas, aunque fue-
ron gentiles y sin ley ; pues ¿quauto mas dobiau
ser escritas las cosas hazañosas y virtuosas quo los
nobles caballeros de Espafia hacen y lian hecho en
las guerras, y junto con ellas las facciones y con-
diciones de cada uno? y porque las do este noble ca-
ballero Duque de Cádiz merecen ser escritas, son
las siguientes :
Era hombre do buen cuerpo, derecho , mas me-
diano que grande, de muy recios miembros, brazos
é piernas, muy gran caballero do la gineia; era
blanoo en el cuerpo é rojo en la cara, ó cabellos ó
pescuezo, é tenia algunas pintas por el pescuezo é
manos; era hermoso de gesto, la cara mas larga que
• angosta ni luenga, no había oh ella reprehensión ;
la habla é órgano de ella mny clara, é muy buena ;
|os cabellos rojos i crespos, é las barbas rojas ; ora
muy esforzado é bravo, é muy feroz á sus enemi-
gos, é muy verdadero amigo desús amigos ; amaba
mucho sus vasallos, é volvía por ellos quando lo
habían menester, é era muy bien templado en co-
mer ó dormir ; era casto, é cauto , é muy celoso do
todas las mujeres de su tierra, é deseaba que no hu«
biese ninguna mala, y no consentía que ninguno
suyo burlase á ninguna mujer, ni la infamase, y bo«
bre esto hacia tanto, que el que algo de esto peca-
ba no osaba parar en toda su Uerra. Quería que sus
vasallos asi honraran á los alcaydes é alguaciles do
su tierra como i él mesmo. Retenia muoho los eno-
jos, y no podía haber tan ahina la templanza de la
paciencia ; perdonaba tarde á quien lo enojaba ; no
le aplacia facer burla de los locos , nin de simpleS|
nin le apiadan lostruanes, nin trompadores; tenia
continuamente asaz aleones, y no le aplacia mucho
la caza, luego se enojaba; era muy cobdicíoso y
cuidadoso por acrecentar el patrimonio do sus an-
tepasados, y compró castillos, vasaillos, donadíos,
lugares y heredamientos ; oou quo mas de medio á
medio acrecentó en la renta de su patrimonio ; era
muy amador de la justicia, y hacíala, y continua-
mente tenía sus^vasallos, en justicia, é toda su
tierra, é oía sus vasallos, é deliberábalos é proveía-
los muy presto cuando ante él venían, y enviába-
los á sus casas, porque no se gastase; pugnaba y
hacía mucho por la honra suya é de sus parientes ;
hacía bien á sus parientes, no quería en su couipa-
flía hombros cobardes, ni lisonjeros, ni do malos
artes ¡ ni quería ver ni oír hombros traidores ni la-
drones ; agradábale la música algo, ospecialmeuto
trompetas bastardas é chirimías, é sacabuches, ó
atabales, é de aquella que alegran las gentes en la
guerra ; era muy devoto de Santa María Nuestra
Señora, y de la Iglesia , y ordinaríamento oía misa
cada dia, y rezaba sus oraoíones por libro, y des-
pués en unos ooralcs ; y desde la confesión hasta
(( ittt misa e$ín nunca hablaba á ninguna persona, ni
alzaba las rodillas del suelo ; comunmente hacía ce-
lebrar con mucha solemnidad las fiestas de Nuestra
Señora de la O y la fiesta de la Anunciación , quo
cae en Marzo, y aun las mandaba celebrar en sus
ciudades, villas y lugares, en las quales hacia dar
grandes colaciones é limosnas; tenia una capilla de
vostimontos, cálices ó ornamentos, como convouia,
con quo le decían la misa en su oasa é posada, em-
pero nunca se hacía perezoso de ir á oír misa á la
iglesia del pueblo donde se hallaba ; era caballero
que le placía mucho la geometría de labrar y repa-
rar castillos, y casas y cercas y fortalezas, y labró
y gastó en ella, con lo que labró y fortaleció en Al-
calá de Quadáira y en la ciudad de Xerés, é Alanís,
quando la tomó en tiempo del Rey Don Enrique,
mas do diez y siete quontos, scguu ól decía é sus
mayordomoB. De sus fochos ó victorias ya es dicho
en sus tiempos ó lugares. Nuestro Señor le quiera
perdonar y poner en su santa gloria. Amen.
DON FEBNANDO
oapItülo OV,
De BreUfia, é de como el Rey 4e Pnncia la tomó é te ouó
eon U Dnqaesa.
Oeroa de estos tíempos manó el Duqae de Breta-
fia, é saboedióle ana fija, qoe no tenia otro fijo va-
rón ni fija, el qaal Dnqae no estaba bien qnisto oon
el Be7 de Francia, antes en guerra , porque favore-
cía á alganos caballeros de Francia, que deservían
al Rey, y los aoojia en sa tierra, así como i Mon-
seor de Labrít, é á otros. B ya oísteis como el Rey
Luis de Francia falleció el afto de 1482 y le sucedió
Carlos so hijo, é qaedó peqaefio é desposado con
Margarita, fija del Rey de los Romanos, nifia de
qaatro aftos, é ambos quedaron cada uno á su parte
en el reyno de Francia, en tutela é gobernación del
Parlamento de Paris, é do algunos de [loe Grandes
de Francia ¡ é el Rey Carlos salió mosso mal dispues-
to é feo de miembros y gesto ; é luego como fué de
edad é le dieron la gobernación del reyno, comenzó
á hacer la gaerra á la Duquesa de BrotaBa, porque
otros tiempos habla sido sojeta á la Francia, y la
Duquesa estaba desposada por cartas y embalado-
res oon el Rey de los Romanos , Duque de Austria,
Maximiliano, fijo del Emperador Federico de Ale-
mania é Roma, yerno que fué del Gran Duque Gar-
los de Borgofta, Conde de Flándes; y la Duquesa
de Bretafia oomensóse de amparar, y defender, y
apercibir de valedores, y vino en su favor el Conde
de Escalas, inglés, que fué [en la batolla de Loxa,
el qual murió en una batalla que ovo entre france-
ses é bretones ; é el Rey Don Fernando do Castilla
fué valedor de la dicha Duquesa, é oomo andaba
en gaerra de los moros de la conquista de Grana-
da, aunque le socorrió no fué tantp como quisiera,
y Monseor Labrit, caballero de Francia, Sofior de
gran parte de la Gasconia, andaba ausentado de
Francia, por enojo que á el Rey había fecho , é el
Rey de Francia le habia tomado la tierra, y era
también valedor de la Duquesa ; y este estaba tam-
bién enemistado oon el Rey Don Femando de Casti-
lla, por partes del reyno de Navarra, que habia ca-
sado su fijo oon la Reyna de Navarra contra la vo-
luntad del Rey Don Fernando, y tuvo Monseor de
Labrít forma como se hiciese amigo del Rey Don
Fernando, é el Rey le dio gentes y facultad oon que
fuese á socorrer á U Duquesa de Bretafia, é envió
oon él otros capitanes é á Pedro do Mosquera, oon
mas de cinco mil hombres de Espafia, de á caballo
é de á pié. E el Rey de los Romanos, su esposo de
la Duquesa, no pudo socorrerla ni venir á facer el
matrimonio personahnente, porque habia morido
estonces el.Rey Mathias de Ungría, su legítimo her-
mano, el qual era casado oon fija del Rey,Don Fer-
nando de Ñápeles ; é el Rey de los Romanos habia
guerra allá sobre aquel reyno, diciendo que le per-
tenecía gran parte de él, é conquistábalo, é después
no salió oon él, é por esto no socorrió á la Duquesa
©n la dicha guerra , qae el Rey de Francia la mo-
vio, B estando el Re^ Don Fernando en la gqerra
ÉDOff A ISABEL 6if
de la conquista del reyno da Granada, él Rey soso*
dicho Carlos, moEo que oomensaba á reynar «n
Francia, se movió en persona oon muy gran hueste
é artillería, é fué sobre Náutes de Bretafia, que es la
más principal ciudad y la mayor de Bretafia, y cer-
cóla, estando dentro la Duquesa ; é Monseor de La-
brit fué traidor á la Duquesa y al Rey Don Feman-
do, á quien se habia ofrecido por suyo , é le habia
dado gente oon que ficiese la guerra al Rey de
Francia, en defensa de la dicha Duquesa de Breta^
fia , é vendió la ciudad é la Duquesa al Rey do
Francia, é desque pensó la traición , según decían,
él hizo ir en persona al Rey de Francia , y le pro*
metió dar la ciudad y la Duquesa, y que le perdo*
nase del enojo que del tenia , y diese sus tierras, é
el Rey se lo prometió, y aun le mandó gran suma
de dineros, é le fizo otras muchas mercedes, é lo
volvió sus tierras; é como el Rey de Francia llagó
á Nántos, é la coroó é .comenzó do combatir , Mon-
seor de Labrít, después de hecho el concierto, abríó
las puertas, y entraron los franceses, é tomaron la
ciudad y la Duquesa y despojaron á todos los espa-
fioles é echáronlos de la ciudad, é así se vinieron á
mal recaudo, por la gran traición de Monseor de
Labrít, que los vendió ; é el Rey tomó la ciudad é
se apoderó de ella , y dende toda Bretafia, é fi^so un
cuerpo de Bretafia y Francia, y de aquí creció sus
reynos, é tomó mujer por fuerza, y dejó la mujer oon
quien su padre lo habia desposado y mandado casar,
Margarita, su hija del dicho Rey de los Romanos,
con la qual se habia desposado el afto de 1481, sien-
do ella de tres ó quatro afios, éfué tenida por Reyna
de Francia oerca de diez afios; y dentro en Fran-
cia, en ese mesmo trono é honra tenida, é habida sa
gobernación y tutela de el Parlamento de París é'
de los grandes de Francia, así como estaba el mes-
mo Rey Carlos su esposo ; é desque el Rey de Fran-
cia ovo tomado á Bretafia, dijo que Margarita no
era su mujer, é mandóla llevar 4 su padre, y como
fuese ya mujer, doncella do discreción, de trece afios
poco mas ó monos, habiendo reynado on Francia los
mas de ellos, ved qué sentiria su ánima ; hizo gran-
des llantos é lamentaciones, ella ó todos los suyos,
quejándose de la sin ventura acaecida, por ella ve-
nida por tal manera ; é envió la triste nueva á su
padre el Rey de los Romanos, é envióle el Roy á
decir, que no saliese de Francia, sino que si á él iba
y de tal manera, que él haría presente de su oabeea
al Rey de Francia, su marido ; ved qué baria la sin
ventura en tan terrible caso; mucho mas amaba
perder la vida, que verse despojada de tal manera
de reynos y marido ; maldecía á bu fortuna é sinies-
tra ventura, su nacimiento, su vida , su crianza, su
mala suerte , y quejábase á Dios de los cielos co¿
muchas lágrimas, demandando justicia del cielo ; é
todos los suyos, é las duefias é doncellas de su casa
hacían muy gran llanto con ella, é todos quantos.la
conocían. E la Reyna desdichada ovo de salir de
Francia con muy gran dolor é sentimiento de sa
corazón é de su ánima, con fiucia que Dios le haría
justicia 4e aquella injuria^ ^uo el Re^ de Frano|§
ui
CRdNIOAS DB LOS RETES DE OAfimLLA.
911 muido le hftbia fecho , é priTari» del reyuo de
FranoU, oomo él á ella había fecho. B aoal fué, que
el Parlameato é Grandes de Francia, desqoe vieron
que el Rey Oárloa ee habla aai casado con la Du-
quesa de Bretafta, enTiaron á Margarita en Flándes
y Alemania á tierras de su padre, é Garlos quedó ca-
sado con la Duquesa, é ovo un fijo, del qual no go-
BÓ, que finósele; é él logró mal el reyno do Frauoia,
que no reinó después de casado sino obra de quatro
afios, y murió sin loor , y casó su mujer con el Du-
que de Oriiens, que reynó en Francia después de él,
según mas adelante se dirá; y ansi castiga Dios
también á los reyes como i los otros de qu siquier
estado, que hacen lo que no debian hacer, y no mi-
ran que hay Dios, que es mayor que todos, el qual
en los malos y perversoi^ continuamente vemos que
cumple aquello que dijo David por el Espíritu San«
to : Viri tanguinum el dolosi non íhmidiabuiU die$
«ttOS.
Los ci^pitanes que el Rey Don Femando envió á
Bretafia, fueron : Pedro Oarrillo, Seflor de Pliego é
Terral va, que son en el Obispado de Cuenca, con
trescientas lansas ; Pedro Quijada , Setter de Villa-
garcia, que es cerca de Medina de Rioseoo , con
trescientas lanzas, el qual ovo fortuna en la mar, é
Tolviólo el tiempo dos veces á Oastilla , una á San-
tiago, é otra i Bilbao é Santander , é volvió otra
Yes hasta que llegó en Bretafta ; é sobre todos fué
Pedro Mosquera, para proveer; é desque vido el
vencimiento fecho por el Rey de Francia, queríase
quedar allá, después que él fué en dar la ciudad en
rehenes; é los capitanes no lo dejaron, é viniendo
por la mar, desde la nao se echó en el mar y se aho-
gó, el dia de San Benito de Julio, estando el Rey
Don Femando en el cerco de Granada.
CAPÍTULO OVL
De el repio de Nanrra, é de $n% eosat ¿ guerras, é como ref oó en
¿1 el Rey Don Joan» Rey de Aragoe qne después fué, é de como
sa fljo Dea Ciriot fué eoatn él.
El Rey Don Juan de Aragón, padre del Rey Don
Femando, ovo el reyno de Navarra con su primera
mujer, siendo Infante do Castilla é Príncipe do Ara-
gón, y fué de esta manera : Ovo en Navarra un Roy
llamado Don Carlos, é no ovo fijo varón, é ovo una
fija, que se Jlamó Dofia Blanca , quo le sucedió en
el reyno, que casó con el dicho Don Juan, de la qual
el dicho Rey Don Joan ovo dos fijas, la mayor, lla-
mada Dofia Bríanda, que casó con el Conde do Fox,
Febus en Francia, en la Gasconia, é la otra, nom*
brada Dofia Blanca, que casó con el Rey Don En-
rique de Castilla, siendo Príncipe, y después ovo un
fijo, que llamaron Don Carlos, que fué Príncipe de
Kavarra, é después de Aragón, é murió la Reyna
Dofia Blanca de Navarra tempranamente, é casó ol
Bey Don Juan segunda vez con Dofia Juana, fija
del Almirante de Castilla Don Fidiricus, y siendo
el Principe Don Carlos de catorce afios arriba, jun-
táronse con él de dos parcialidades que había en
ITavarrai laanfi la de los I^usitanos, que «r(^ e\ Qod-
destable de Navarra, Mesen Fierres de Peralta, é su
hermano el thesorero, é metieron bullicio y escán-
dalo en el reyno , é requiriendo al Rey Don Juan
quo se lo entregase al Príncipe su hijo, pues era
suyo ; y el Rey alegaba que aun no era tiempo, quo
aun no era de edad para gobernar; é estuvieron
con el Rey la parcialidad de los Agrímonteses, que
os el Conde de Lerín, é otros muchos caballeros, Ó
siguióse multa mala entre ellos ; y los del Príncipe
tomaron á Pamplona, que es la mayor ciudad de
Navarra, y dende el Príncipe fué á cercar una villai
que llaman Sangüesa, la qual estaba por el Rey, y
el Rey salió á la descercar, é sabiéndolo el Príncipe
Don Carlos, su fijo, salióle al camino , partiendo do
Olite con su hueste, é ovieron su batalla campal, el
fijo con el padre, donde murieron algunos de una
parte y otra, y el padre fué vencedor, é venció al
hijo, é le desbarató é prendió con otros muchos, y
lo trujo preso á Zaragoxa, de Aragón, y lo tuvo allí
aprisionado, y á mego de la Reyna Dofia Juana, su
mujer, lo soltó, y juró estonces el Príncipe Don Car-
los é puso las manos corporalmente sobre la hostia
consagrada, de no ser mas contra su padre, sino es-
tar siempre á su obediencia y mandado ; é oomo se
vido suelto, tornóse otra veas á alxar é hizo cuanto
pudo contra el padre, por lo echar del reyno, y vien-
do que no pedia prevalecer contra el padre con el
reyno de Navarra ni su favor, fué á demandar fa-
vor al Conde de Almifianque, el qual no se lo dio ;
é fué á d emendar favor al Conde de Febus de Fox,
su cufiado, y tampoco so lo dio; é desque esto vido,
fué á demandar favor al Rey Luis de Francia, padro
del Rey Luis, el qual tenia estonce cuestión con el
Delfín Luis, su fijo, y con algunos caballeros de
Francia, y respondió al Príncipe Don Carlos, su pa-
riente, diciendo: «¿qué ejemplo daré yo á mi fijo
ayudándovos á vos contra vuestro padre?» é con
esto respondió ; y el Príncipe Don Carlos anduvo y
tomó á Navarra en persona , pugnando sí pudiera
echar del reyno á su padre, é desque vido que no
podia, fuese á Ñápeles á su tio el Rey Don Alon-
so, hermano del Rey su padre, el qual lo recibió de
muy buen g^ado, é le rifió mucho é castigó los yer-
ro» que contra su padro habia fecho, y le dijo : «so-
brino, pues has ido contra tu padre, huye delante de
BU cara o ; é enviólo en Sicilia ultrafaro, é fizóle
Príncipe de ella ; é así vivió Don Carlos en aquella
tierra en mucha honra fasta que f alleoió el Rey Don
Alonso su tio ; é fallecido ol Rey Don Alonso, los
catalanes dijeron que querían que viniese su Prín-
cipe y estuviese en la tierra, y él Rey Don Juan,
ya Rey de Aragón, que sucedió al Rey Don Alonso
su hermano, plugo de ello, é enviaron por el Prín-
cipe Don Carlos á Sicilia los catalanes de Barcelona,
donde le fué fecho muy grande y solemne reoebi-
miento de los barceloneses. Y á este tiempo estaba
el Rey Don Juan haciendo Cortes en Fraga y en
Lérida, y el Príncipe, después de haber reposado
cu Barcelona, partió con los Grandes de Barcelona
á ver y besar las manos al Rey su padre ; y en Lé-
rida la I^ejrna Pofia Juana y los Orandcs 4e la corte
■/►•
■NI.. .
CON FBSNANDO
le Mlieron i reoebtr y fueron oon él á Fraga, donde
•1 Rey estoba, y el Rey salió de la villa á nn llano
f aera de ella á recibir á la Reyna y al Príncipe, y
la Reyna descabalgó ¿ se hinoó de rodillas y dizo
al Rey ; « Sefior, saplioo á V. A. qne perdonéis al
Principe mi hijo Don Carlos», y el Roy oalló; y es-
tonces el Príncipe, estondo hincado de rodillas', di-
jo : «Suplico á V. A. me perdones ; y estonce habló
el Rey y dijo : « Hijo, por amor de la Reyna, qne
me lo suplica, te perdono, y no te tomes mast ; y
estonce el Príncipe le fué á besar el pié y el Rey
hnyó el pié del estribo, y dióle la mano á besar, y
besólo en la boca, y así con grandes alegrías, y con
mucha solemnidad de trompetos y atobalee y mu-
chas músicas, se entraron en Fraga, y en la mesma
posada que el Príncipe había de posar, quando pa-
saban, eiftaba nn loco á la yentona, y dijo pasando
el Rey : a Ved que encara lo has de tomar á prender.»
Y estondo el Rey y la Reyna en aquellas Górtesy
el Príncipe Don Carlos, que tenia el Roy Cortos con
aragoneses é yalencianos, yinieron allí embazado-
res de muchas partes, é fueron allí por embazado-
res del Rey Don Enrique de Castilla , un caballero
alcayde de Burgos', é un frayle; é un dia dijo al
Príncipe el Rey : «Hijo, bueno será que te cases oon
lalnfanto de Portugal»; y respondió el Príncipe :
•Sefior, mas con estotra, pues se ha hablado y está
ya de concierto »; y dijo el Rey; «¿De concierto?
•luego mas sabe en ello, que no yo.» Luego envió
por el frayle, embazador, y preguntóle, que qué
concierto traia con su hijo, y el frayle le respondió,
que él no sabia nada, que no le habían á él dado
parte de tol secreto : y estonce huyó el otro emba-
zador, y vinoso en Castilla, y fué fama estonce que
el Rey Don Enrique lo quería casar con DoGa Isa-
bel , su hermana, y lo facía Maestre de Santiago, y
le quería dar favor para que destruyese á su padre;
y estonce su padre le tomó á prender, y moviéronse
los catolanes ádemandallo, y el padre lo llevó pre-
so á Fraga, desde Lérida, y los catalanes y barcelo-
neses lo cercaron en Fraga al Rey, porfiando que les
diese al Príncipe, fasto qué se lo ovo do otorgar, é
partieron de Fraga el Rey é la Reyna, é el Príncipe,
en son de preso, para Catalufia oon los catoljanes , é
yinieron todos á Villafranca de Panadea, que está
á seis leguas de Barcelona, é allí dio el Rey el Prín-
cipe á los catolanes, é juró el Príncipe allí otra ves
no salir de la obediencia é querer de su padre, é los
barceloneses acordaron y pacificaron con el Rey, é
llevaron al Príncipe consigo á Barcelona ; á desque
el Príncipe se vido en Barcelona , él ni los catala-
nes no osaron mas de acudir con la obediencia al
Rey, fasto que murió Don Carlos dende á cierto
tiempo, y de allí dedan los catolanes, que habia lle-
vado el mal de la corto de su padro. T muerto Don
Carlos, demandaron los de Baroelona al Rey, que
les diese á su fijo Don Fernando por Príncipe, con
condición que el Roy no entrase en Barcelona ; y el
Bey les dijo, que ni él quería estar en Barcelona, y
que le piada que lo oviesenpor su parto ; y la Rey*
na dijo, qne si así querían toner á su hijo por Prín-
¿ DoSf A ISABEL* M
dpe, que ella habia de estar con su hijo* en donde .
él estuviese, y así se concertó, que la Reyna y eí
Príncipe estuviesen en Barcelona, y el Rey no en-;
trase, y esto era porque los catalanes barceloneses
desamaban mucho al Rey Don Juan. E como la
Reyna estuviese en Barcelona con su hijo el Prín-
cipe Don Femando, el Rey ovo de entrar tn dia en
Barcelona á ver á su mujer la Reyna, é su fijo, é sa
capa; é como esto vieron é supieron los del Consejo
de Barcelona, ordenaron y mandaron , que al Rey,
Royna é Príncipe los botaran fuera de Barcelona; y
luego salieron fuera el Rey, Reyna é Príncipe, con
toda su casa, y desde aquel dia se rebollo Barcelo-
na contra el Rey Don Juan, y toda Catalufia, y re-
quirió al Rey Don Enrique de Castilla oon su obe-
dienda, y no lo quiso, y truzeron al Infante Don
Pedro de Portogal, por Sefior, el qual tuvieron dos
afios, ó poco mas ó menos, fasto que murió, é muer-
to invocaron al Conde de Proenzá, hijo del Rey
Reynel, que se llamaba Duque de Calabria, y á otros
grandes Sefiores, los quales , viendo que habían ne-
gado y rebelado á su Rey, no quisieron su partido,
y así quedaron sobre sí los catalanes ; é desque se
comenzó la guerra entre ellos y el Rey Don Juan,
fasta que se acabó, pasaron diez afios, en los quales
muchos males y muertes y robos se siguieron en
aquellos reynos de Aragón, entre los catolanes y el
Rey Don Juan.
•
CAPÍTULO cvn.
■
De la ssbeesion 4e los repiot de Ar»«oa.
Muerto el famoso Roy y esforzado Don Alonso,
Rey de Aragón, de Valenda, é Ñápeles, Sicilia é
Mallorca, Cerdefia, Iviza é Barcelona, y Sefior de los
otros sefioríos á la casa de Aragón pertonedentes é
anejos, é Inf anto de Castilla, subcedióle su hermano
el Rey Don Juan de Navarra, Infante de Castilla,
conforme á su testamento y al derecho, en todos los
reynos y sefioríos, dejando el rey no de Ñápeles, que
se llama la gran Sicilia Citrafaro, porque la ganó el
Conde con mucho trabajo por curso de muchos afios,
porque venia á la casa de Aragón de derecho, y es-
toba anezado en poder de quien no le venia de de-
recho, según la antigüedad de ello lo cuento, y por
eso, no con sentimiento de la casa de Aragón, sino
de su hermano, que lo dezó á Don Femando, su hijo
bastordo, el qual fué muy buen Roy después de su
padre en Ñapóles; é como el Rey Don Juan comen-
zó de reynar en los dichos reynos é sefioríos, vino el
Príndpe Don Carlos, sn fijo, como ya oísteis, do la
Italia en Barcelona, y sembróse la discordia entre él
y su padre y los catolanes é tomáronlo los catalanes
á su padre , é tuviéronlo en Baroelona fasto qne mu-
rió tompranamento ; é desque el Rey Don Juan vido
que sn fijo era muerto, á quien pertenecía el reyno <
de Navarra, envió por el Conde de Febus de Fox, é
sucedió á Don Carlos, y entrególe el Reyno de Na-
varra ; y en esto tiempo envió tombien por la Con-
desa Dofia Bríanda, su ^flja, Princesa de Navarra
que es quien como tengo dicho snbcédió á Don Car-
I
^ .'
650 0BÓNI0A8 DE LOS
lofl, 7 á quien tocaba, y en eete tiempo siempre cre-
cía la discordia y mal quista, que estaba entre los
catalanes y el Rey, y estando la Reyna Dofia Jua*
na y el Príncipe Don Femando en Girona, el Rey
ausente [de la tierra, salió Barcelona , y cercáronlos
allí para los prender é destruir, y tuviéronlos cerca-
dos hasta que el Conde Febus vino de Navarra con
mucha gente de [armas y los socorrió y descercói y
fiso fuir los catalanes.
CAPÍTULO cvm.
Como faé empeSado Perpiian al Rey de Navam, y tas gnerraa*
Volviendo á la subcesion del reyno de Navarra,
como murió el Príncipe Don Carlos, reynaron en Na*
varra Dolía Bríanda y Don Phebo su marido , Con*
des de Fox, los quales oyieron quatro fijos é cinco
fijas, y el mayor, 4 quien convino la subcesion del
reyno, fué llamado Felipo, é fué casado con una her-
mana del Rey Luis de Francia, é esto murió tempra-
na muerte, antes que el Rey Don Juan su abuelo, é
Bubcediéronle un fijo é una fija, Phebo é Dofia
Brianda, é Don Pbobo reynó en Navarra siendo ni-
fio, so la guarda é tutela del Roy Don Juan, su abue-
lo, é muríó siendo mozuelo, é subcedíó Dofia Brían-
da, que quedó ¡en poder do su madre ; é mientras ol
Rey Don Juan vivió, siempre tuvo muy gran parte
y favor on Navarra, y fortalezas á su mandar, las
quales nunca osó soltar, por temor del dafio que del
Rey de Francia le podía venir ; y en aquel mesmo
grado entró el Roy Don Femando su fijo , después
que muríó ^el Rey Don Juan ; é como muríó el Rey
Don Pbobo, Rey de Navarra, quedó en la encomien-
da del reyno oí Rey Don Fernando, é como Don Phe-
bo murió, quedó la subcesion del reyno á Dofia
Brianda, su hermana, la qual se llamó luego Reyna
de Navarra, y el Rey Don Fernando la quisiera ca-
sar con el Principe Don Joan , su fijo , puesto caso
que ella era do mas afios que no él, é nunca la pudo
haber, ni su madre , que la tenia en poder, se la qui-
so dar, ni el Rey de Francia fué de este casamiento
contento, oobdioiándola casar en Francia, por tener
de su mano el reyno de Navarra ; é su madre de la
dicha Reyna, sin placer ni consentimiento del Rey
Don Fernando , ni del Rey de Francia, sos tios , la
casó con un fijo de Monseor de Labrit, Sefior de la
Gasconia, ya dicho en el capítulo de Bretafia, del
qual casamiento ovo mucho enojo los reyes susodi-
chos de Castilla y Francia, sus tios ; y eso mesmo
los navarros, é una g^an parcialidad de ellos tuvie-
ron tanto enojo, que no querían reoebir por Rey al
marido de su Sefiora, y decían que no reynaria so-
bre ellos, é tuvieron en Navarra diversas opiniones^
é las villas é fortalezas que estaban por el Rey Don
Fernando nunca se las quiso entregar, no embar-
gante que le mandó dar sus rentas, recelando que
podia el Rey de Francia entrar é ofenderá Castilla,
é á Aragón , é siempre ovo en Navarra dos parciali-
dades, las antiguas é las de Mesen Pierres de Peral-
ta, y otros caballeros tenían con el Rey é Reyna de
Navarra, sus Sefiores \ é el Conde de Lerin , Mesen
RETES DE OAfiTlLLA.
Juan de PiamontOi yerno del Rey, y Juan de Ara*
gon, casado con su fija bastarda, y otroa muchoa
caballeros é comunidades, de que era cabeza el Con-
de de Lerin, tenían con el Rey Don ^Femando; é
ovo sobre esto con el Rey Don Femando, é la Rey-
na Dofia Brianda, é el Rey de Navarra, su marido,
muchas divisiones y conciertos é rehenes, é concor-
dias, é vino la Reyna de Navarra á|Castilla, donda
el Rey Don Femando y la Reyna Dofia Isabel , su
mujer, le fioieron muchas honras , é le dieron muy
grandes dádivas, é alhajas, é oro, é plata, é ropa, é
riquezas sin medida, é todavía se retuvieron las for-
talezas, é sobre ciertos conciertos quedó en rehene*
una fija del Rey de Navarra, que murió acá en Cas-
tilla, y el Rey Don Femando le desempefió algnnaa
villas é fortalezas, é afirmaron su concordia é pas
con él , é reynaron en Navarra padfioamenta.
CAPÍTULO dX.
De el Rey Don lian de Ara|OB«
Eol Rey Don Juan, desque vido la enemiga de
los catalanes é rebelión , y que no tan solamente se
la defendían , mas antes le ofendían y querian dea- '
truir, fué demandar socorro al ^Sey de Francia Luis^
al qual empefió los quatro castillos en el condado de
Rosellon, (Perpiftan , la Vellaguarda, Roca y CoU-
' bre, por cierta suma de coronas de oro, oon lo qual
é con la ayuda de Dios é del dicho Rey de Francia,
domó é sojuzgó á Barcelona, é toda Catalufia, é que-
daron las dichas quatro fuerzas al Rey de Francia, é
llevó mucho tiempo las rentas de aquellas tierras;
é después oon concierto los ciudadanos de Perpifiaa
alzáronse contra el Hey de Francia, é dieron la du-
dad al Rey Don Juan, é vínolos á cercar el Rey de
Francia con gran poder, estando el Rey Don Juan
dentro de la ciudad ; é fué sobre los oercadorea el
Príncipe Don Fernando, Rey de Sicilia, que se lla-
maba, é desbaratólos é fizo alzar el cerco, é quedó la
ciudad por el Rey Don Juan ; é siguióse guerra en-
tre el Rey de Francia, é el Rey Don Juan é sus tier-
ras, é volvió el Rey de Francia otra vez sobre Perpi-
fian , mas poderoso, é púsole ceroo, é tomóla, é aojos-
góla en todo lo empefiado, é tóvola fasta que murió
ol Rey Don Juan, que murió afio de 1479 que nnnce
pagó la suma del desempefió ; é túvola más el dicho
Rey de Francia todos los dias de su vida fasta que
murió el afio de 1481 , y mandó en su testamento,
que dando el Rey Don Femando la suma y desem-
pefió que su padre el Rey Don Juan había recibido,
le diesen á Perpifian, é todo lo empefiado é esto man-
dó á su fijo Carlos, Delfin , que así lo hiciese á cum-
pliese; é el dicho Rey Carlos de Francia, que subce-
díó al Rey Luis su padre, é sus tutores, aunque por
el Rey Don Fernando por muchas veces fueron re-
queridos, nunca deliberaron de dar los dichos empe-
fios, fasta que Dios lo permitió.
DON F£RKaKDO
CAPÍTULO ex.
De como íoeron los ladfos echados de Espifia.
£<n el nombre del may alto Dios nnoetro ScAor.
Visto por los cáthólicos christianísimos Bey é Bey-
iie, el may gran dafio procedido de la endurecida
opinión y perpétaa ceguedad de los judíos, y como
de alli habian sa nudrimento la herética pravedad
mosaica ; estando en el cerco de Granada el afio de
1492, mandaron y ordenaron, que á todos los judíos
de toda Espafia, é todos los Reynos de ella, les f oe-
se predicado el Santo Evangelio é fé oathólicaí é
doctrina christiana, é que los que quisiesen se con-
▼ertir é baptizarse, permanecieran en sus Ileynos; así
como sus vasallos , con todo lo suyo, y los que no
se quisiesen convertir, que dentro de sois meses so
fuesen é partiesen de sus Reynos; é so pena de
muerte no volviesen mas á ellos , ó que llevasen to-
do lo suyo, ó lo vendiesen en lo que quisiesen, salvo
no sacasen oro ni plata. B salido este edicto é man-
dado en todas las sinagogas, é plazas é iglesias,
l)or los sabios varones de Espafia les fué predicado
ol Santo Bvangelio é doctrina de nuestra Santa Ma-
dre la Iglesia, ó probado por sus mismas escrituras,
como el Mesías que aguardaban era nuestro Be-
demptor Jesucbristo, que vino en el tiempo conve-
nible, el qual sus antepasados con malicia ignora-
ron, y todos los otros que después de ellos viuieron,
nunca quisieron dar el oido á la verdad, antes enga-
fiados por el falso libro del Talmud, teniendo la ver-
dad anto sus ojos y leyéndola en su Ley cada día, la
ignoraban, embriagados así los sabios de ellos como
los simples, por el edicto y doctrina de Bevase é de
Bavina, que compusieron el dicho Talmud, T porque
sepáis de qué manera y en Iqué tiempo fné fecho el
dicho descomulgado Talmud, los que no lo habéis
leido, me pareció ser bien en esto lugar poner e! ca-
pítulo siguionto , sacado del Fasciculum Umporum^
que dice así :
nl^ahnuíl Judeorum^ quodsonat apud eos Doctrina^
citca hoBC témpora ctnno CCCCáduobiusummisRab-
hi8 8, Rahiiuíj etRabasef Uberutique granáis etmaior
decem Biblis, tn quosuni inexecrabilia mendaiia^ tur-
piafada^ abominabilia contra legcm Dei^ contra It-
gctn naturcBf contra legem scripiam. Videntes namque
Judei legem suam quotidie d^ficere^ etfidem cJuistia'
nam proficere tn toto orbe etiam cum gloria témpora-
2»ttm, hi dtM deciptoreSj instigarunt quatenus kunc li-
brum componerentf ei tamque Moysi scriptus fitmari^
adkiberentjidemfprohiberent que^ sub pena mortis^ ne-
quis aliquid negaretde his quos in eo contineniur. Fac-
ium est ita ad suam ii^eUeem exceraOonem etsuorum
perpetuam damnationem, Ne autem simpliees habtant
ocasionem reeedend ia tanta falsitate, innuerunt eis, ut
interrogati de dificiUbus^ respondereni : ^Nos hac non
nintellegimuSj sed Rabbi nostri poierunt responderé vo-
»&M.B 8ic tradditi swrU inreprobum sensuniy utplus his
nttgis creddantf quam Moyse^ aut Christo , vcrum to-
memplures in diversis mundi parübus conversis ere-
i DOÑA ISABEL. . 651
bro leguniur, ei aiiqui profide magna feemuU, ei uü¡^
lissima scripia reUquertmt'S
Que quiere decir en nuestro lenguajo castollano :
c El libro de los judíos , llamado Talmud, suena •
s acerca de ellos doctrina ; fué compuesto cerca de
» aquellos tiempos , en el afio del Nacimiento de
B nuestro Redemptor Jesucbristo de quatrocientos
* afios, de dos grandes Bables, llamados el uno Ba-
» base, y el otro Babina, y fué oiertameuto un libro
Agrande mayor que diez Biblias, en el qual hay men-
» tiras muy escuras , y abominables cosas de locu-
»ra, contra la ley de Dios , y contra la ley de natu- '
»ra, y contraía ley de esoriptura. Viendo los judíos
» en aquel tiempo ya dicho amenguarse, y crecer la ,
» ley christiana en todo el mundo, y aun con gloría
»de bienes tomporales , buscaron estos dos engafia-
B dores, conviene á saber, Babina y Babase, para que
9 compusiesen este libro, y tan como á los libros
• de Moisen, y defendieron, so pena de muerte, que
» ninguno negase cosa alguna de lo que en él era
B escrípto, y fué así compuesto para su ceguedad y
B perpétaa pena, mal aventurada de los suyos; y por-
Bque no hubiesen los simples ocasión de apartarse
Bde su ceguedad, mandáronles que cuando fuesen
B preguntados de algunas cosas dificultosas, que
B respondiesen : « Nosotros no entondemos eso, mas
B nuestros Bables vos responderán ; é de esta mane-
B ra fueron caldos en reprobado entondimiento, cre-
B yendo mas á las mentiras de esto libro, que no á «
BMoysen y á Christo. Empero muchas veces se lee
B muchos de ellos ser oonvertidos en diversas partes
B del mundo. Otro sí fícieron grandes cosas por la fe,
Bé después de sus días dejaron escripturas muy
Bprovechosa8.B
É cebados con la dicha descomulgada doctrina
del Talmud los judíos que en aquel tiempo vivían
en Espafia, aunque anto los ojos vian el destierro
y la perdición suya, aunque requeridos fueron y
amonestados por la dichas predicaciones y amones-
tomiontos, siempre quedaron pertinaces ó incrédu-
los, y aunque de fuerza dieron el oido, nunca de gra-
do recojieron en el corazón cosa que les aprovecha-
se, antes quitados de oir la predicación evanjélica,
les predicaban susBabios la contraria, é los esforza-
ban y ponían esperanzas vanas , y les decían , que i
supiesen por cierto que aquello venia por parte de
Dios, que los quería sacar de cautivos, y llevarlos á
la tierra de promisión ; y que en esta salida verían
Israel, pues que del pueblo de Israel ovieron co-
mienzo de salvación , é ovieron ley, é conocieron é
recibieron el Mesías verdadero, que los redimió, que
fué Nuestro Bedemptor Jesucbristo , Dios y hom-
bre , que Dios habla prometido enviar é envió, ol
qual ellos por su malicia no conocieron é reci-
bieron los que estonce eran, ni quisieron dar el
oido á sus grandes milagros é maravillas que fizo,
antes con malicia lo persiguieron é mataron ; y el
yerro hecho, nunca se arrepintieron, ni quisieron
creer la verdad, ni por la muchedumbre do los mi-
lagros de los Apóstoles y discípulos do Jesucbristo,
que eran de su llnajoi por lo qual Dloa los guardó . •
m
0RÓNI0A8 DE LOS BETBS DE OAfiTILLA.
pva qna se oonodaMH j ampintíesen, j recibiesen
)a MuU dootrina de el ra Santo Mesías , qne les en-
vió, qaeera Nuestro Bedemptor Jesoohrísto qnarenta
aftos 7 eu oabo de los quarentaafios, yiendoNaestio
Seftor como era pueblo rebelde, incrédulo y duro de
ceryis y sin provecho, envió sobre ellos la sn ira , é
del Emperador do Roma Vespasiano,é Tito sn hijo,
que destruyeron á Jernsalen y i toda su comarca, y
mataron. un cuento y cien mil judíos , é vendieron
ochenta mil, é cautivaron é prendieron toda la tier-
ra de ellos, é trujeron á Roma é todas sus tierras mu-
chos cautivos, é de todos aquellos ochenta mil ven-
didos, é de los otros cautivos é desterrados, vinieron
á Francia y á Espafia muchos en muchas veces, que
se libertaron por diversas maneras, é modos, de don-
de estos que este tiempo eran vivos procedieron, asi
en linaje como en contumacia; de los quales se fa-
llaron en los Reynos de Castilla treinta mil vasallos
y mas, que eran treinta mil casas y mas; de lo qual
escribió Rabí Mair al Rabi mayor Don Abrahan 8e-
fior, sn suegro, por verdad supiese, que desterraba
el Rey y la Rey na treinta y cinco mil vasallos, que
eran treinta y ciuco mil casas de judíos. E de los
Rabíes que yo baptizó á la vuelta que volvieron de
allende, que fueron diez ó doce, ó de uno que era
muy agudo á natura, que llamaban ZentoUo, que
era de Vitoria, al qnal yo puse nombre Tristan Bo-
gado, fui yo certificado que habia en Castilla mas de
treinta mil judíos casados, y que habia en Aragón
como Dios hacia por ellos muchos milagros, y lossa-
caria de Espafia ricos y con mucha honro, según lo
esperaban, que si en la tierra oviesen alguna fortu-
na ó siniestra, que en entrando en la mar verían co-
mo Dios era su guiador, como habia fecho á sus an-
. tepasados en Egipto. Los judíos ricos hacían la cos-
ta de la salida de los judíos pobres, y usaban los
unos con los otros en aquella partida de mucha ca-
ridad; ansi que en ninguna manera se quisieron con-
vertir, salvo algunos, muy pocos, de los mss nece-
sitados. Comunmente enúe los judíos, así simples
como letrados, en aquel tiempo, habían opinión y
creían todos, do quiera que habitaban , que ansí co-
mo con mano fuerte y brazo estondido y mucha
honra y riquezas. Dios por Moysen habia sacado el
otro pueblo de Israel de Egipto milagrosamente; que
así de estas partidas do Espafia habían de volver
ellos y salir con mucha honra y riquezas, sin perder
nada de lo suyo á poseer la santa tierra de promi-
sión, la qual confesaban haber perdido por sus
grandes é abominables pecados, que contra Dios sus
antepasados habían fecho ; de lo qual en esta salida
todo á la contra de lo que esperaban les acaeció, co-
mo ellos ufasen y enemigos de la verdad fuesen;
ca en la otra salida que salieron del cautiverio de
Egipto; por mandado de Nuestro Sefior, que era su
valedor y los quería bien , en pago de los trabajos
ó majamientos que los egipcios les habían dado ó les
debían, les mandó robar á Egipto seguramente, é los
robaron cuando quisieron salir para ir al desierto,
donde Dio» los mandó ; diciendo que habían de vol-
ver, demandaron prestadas joyas de oro, ó plata, é
seda, ó pafios, ó otras ooaaa á los egipdos, que les
prestaron, según dice ol capítulo XII del Bzodo, y
estonce muy bien copo, oa ellos eran buenos y hu' .
mildes, y creían en Dios soberano y eterno, criador
del cielo y de la tierra ; los agipcios eran malos y
geotiles ó idólatras, y ahora por la contra, los judioi
eran malos y descreídos , ó idólatras , y no fijos do
Israel , salvo fijos de Oanaám , y de perdición, y los
christianos son buenos é fijos de Dios, de ley de ben-
dición y de obediencia, é pueblo de Dios , Ó fijos do
seis mil cassdos, esto se entiende con Catalnfiay Va-
lencia, en que habia masdecientoy sesenta mil áni-
mas, al tiempo que el Rey y la Reyna dieron la sen-
tencia que los que no quisiesen ser christianos que
fuesen desterrados de Espafia para siempre. En el
tiempo del edicto de los seis meses vendieron é mal-
barataron cuanto pudieron de sus haciendas, ó apa-
rejaron su viaje los chicos y los grandes, mostrsa-
do grande esfuerzo y esperanza de habw próspera
salida ó cosas divinas, y en todo o vieron siniestra!
venturas ; ca ovieron los christianos sos faciendas
muy muchas, ó muy ricas casas y heredamientos por
pocos dineros, y andaban rogando con ellas, y no
habia quien se las comprase , ó daban una casa por
un sano , y una vifia por un poco pafioó lienzo, por-
que no podian sacar oro ni plata ; empero es verdad
que sacaron infinito oro é plata esoondidamente, y
en especial muchos [cruzados ó ducados abollados
con los dientes , que los tragaban é sacaban en los
vientres, ó en los pasos donde habian de ser busca-
dos , ó en los puertos de la tierra ó de la mar , y en
especial las mujeres tragaban mas, cá á peiaona
le acontecía tragar treinta ducados de una vez.
CAPÍTULO CXL
De eomo s«lleros é por ioniñ los Jidfot 4o CutIUt.
En el plazo de los seis meses vendieron 6 malba-
rataron los judíos lo que pudieron de sus haciendas,
é casaron todos los mozos ó mozas que eran de doce
afios arriba, unos con otros, porque todas las hem-
bras de esta edad arriba fuesen á sombra ó compa-
fiía de marido ; é comenzaron á salir de Castilla los
primeros en la primera semana del mes de Julio^
afio del Nacimiento de nuestro Redemptor Jesu-
christo de 1492 afios. Salieron de Castilla ó entraron
en Portugal con consentimiento del Rey Don Juan
los siguientes; salieron por Benavente, tres mil
ánimas y mas, que entraron en Portugal por Ber-
ganza ¡ salieron por Zamora treinta mil ánimas á
Mirauda, que entraron en Portugal; salieron por
Ciudad-Rodrigo á Villar treinta y cinco mil áni-
mas, y salieron por Miranda de Alcántara á Ma-
man , quince mil ; salieron por Badajoz á Helvea
diez mil ánimas. De los que estaban en frontera de
Navarra , metiéronse en Navarra dos mil ánimas
De los que moraban en frontera de Vizcaya, entra-
ron por Laredo en la mar, ó de los de Medina da
Pumar é su tierra trescientas casas ; y entraron por
Cádiz en la mar ocho mil casas de los del Andalu-
cía; ó de los del Maestradgo de Santiago. Otros mu-
OOtt iTERÍtAlíDO i DOJf A íAkmL:
tí»
oliM iaeion ^ot CarUJenft ¿ por IO0 pueitoi de Ara-
gón y de aquellas oomarcas, é otros faeron á em-
barcar por los puertos de Aragón é sas confines.
Los de los reynos de Aragón ó Gatalnfta embarca-
ron por los puertos de Catalnfia é Aragón, é entra-
ron por la mar, y mnchos de ellos entraron en la
Italia, é otros á tierra de moros al reyno de Tunes é
Tremecen é otros reynos, donde sn ventara los echa-
ba. Estos faeron los de los reynos de Aragón é de
Oatalnfia, é los de Castilla, que embarcaron por los
puertos de Cartajena é confines del reyno de Valen-
cia, de los quales los mas ovieron siniestras fortu-
nas, robos é muertes en la mar y en la tierra por
donde iban y arribaban, ansi de los christianos como
de los moros,
oapItülo OXIL
De como los aoros TlTiin ea BtpaSa , 7 de tas riqueías é oleiot,
é de la forlosa fue llevaban.
Volviendo á dentar de los otros judies que embar-
caron en el Puerto de Santa Maria é en Gádis, é de
los siniestros é fortunas que aoontocieron á los unos
é á los otros en esto destierro , digo : que estos ju-
díos de Castilla, en cuyo tiempo fué esto edicto del
Bey y de la Reyna, estaban heredados en las mejo-
res ciudades, villas é lugares, é en las tierras mas
gruesas ó mejores, y por la mayor parte moraban
en las tierras de los sefioríos, ¿ todos eran mercade-
res é vendedores, é arrendadores de alcabalas é ren-
tas de achaques, y hacedores de sefioros, tundidores,
sastres, Eapateros, curtidores, surradoree, tejedores,
especieros, buhoneros, sederos, plateros, y de otros
semejantes oficios ; que ninguno rompia la tierra,
ni era labrador, ni carpintoro , ni albafiiles, sino to-
dos buscaban oficios holgados , é de modos de ga-
nar con poco trabajo ; eran gente muy sotil, y gente
que vivia comunmento de muchos logros y osuras
con los christianos, y en poco tiempo muchos po-
bres de ellos eran ricos. Eran entro sí muy cariUtí-
tivos los unos con los otros. Aunque pagaban sus
tributos i los sefiores y reyes de las tierras de don-
de vivian, nunca por ello venian en mucha necesi-
dad, porque los Concejos de ellos, que llamaban
Aljamas , suplían por los necesitados. Eran bien se-
fiores de lo suyo ; do quiera que vivian, habia entre
ellos muy ricos hombres, que tenían muy grandes
riquezas y faci ondas, que valían un cuento y dos
cuentos, y tres; personas de diez cuentos, donde
eran, así como Abraham Sefior que arrendaba la
masa de Castilla, y otros que eran mercaderes, que
tenían gran suma de dineros ; y propuesto la gloria
de todo esto, y confiando en las vanas esperanzas
de su ceguedad, se metieron al trabajo del camino,
y salieron de las tierras de sus nacimientos, chicos é
grandes, viejos é nifios 1 A pié y caballeros en asnos
7 otras bestias, y en carretas, y continuaron sus
viajes cada uno á los puertos que habían de ir ; é
iban por los caminos y campos por donde iban con
muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros
enfermando, que no habla olinstiano que nó ovieso .
dolor de ellos, y siempre por do iban losoon?idaban
al baptismo, y algunos oon la caito se convertian é
quedaban, pero muy pocos, y los Bables los iban
esforzando, y facían cantar á las mujeres y mance-
bos, y tofier panderos y adufes para alegrar la gen-
te, y así salieron fuera de Castilla y llegaron á los
puertos, donde embarcaron los unos, y los otros á
Portugal.
Los que fueron á embarcar por el Puerto de San-
ta Maria é Cádiz, ansí como vieron la mar, daban
muy grandes gritos é voces, hombres é mujeres,
grandes y chicos, en sus oraciones demandando 4
Dios misericordia, y pensaban ver algunas maravi-
llas de Dios y que se les habia de abrir oamino por
la mar, y desque estuvieron allí muchos días, y no
vieron sobre si sino mucha fortuna, algunos no qui-
sieran seir nacidos ; é ovieron de embarcar en vein-
to y cinco navios é naos , en que iban sieto naos de
gavia, é fué por Capiton Pero Cabrón, é tomaron la
vía de Oran, donde estaba en el puerto el corsario '
Fragoso con su armada, y viendo esto, enviaron un
Babí, que allí llevaban, ansí oomo por caudillo ma-
yor de los judíos entre si, que llamaban Babí Levi,
y llegando al Fragoso en la barca, le contó el hecho
de su embaxada, y le prometió diez mil ducados
porque no les fioiese mal, y les dejase allí desem-
barcar, oon esto el corsario se aseguró , é volvió el
Babí á la fiota y al capiton Pero Cabrón. En tanto
anocheció, é habido su consejo, dieron la vuelto
para Arcilla, ó ovieron fortuna, é fueron los diez y
sieto navios á parar al puerto do Cartojena, dondo
salieron ciento y oinqüenta ánimas demandando
bastimento, é se lo dieron, é se volvieron en Casti-.
Ha hechos christianos ; é dende la floto volvió á Má-
laga, donde asimismo demandaron baptismo qua-
trocientas personas, hombres y mujeres , é los saca-
ron de los navios é fueron baptizados, é se volvie-
ron en Castilla ; todos los otros llevaron fasto Arci-
lla é allí los echaron á tierra, é donde se faeron
áFez.
CAPÍTULO cxm.
De lo qae fné de loa Jadtoa qae entraron en PortapI*
Los judíos que entraron en Portugal dieron al
B^ Don Juan á cruzado por cabeza, porque los de-
jase estor ende seis meses , ó cumplido el plazo em-
barcaron en el puerto de Portugal, y salieron en el
mes de Marzo de 1493 para ir en África al reyno de
Fez, y quedaron en Portugal seiscientas casas de
los mas ricos, por cierto tiempo, dando al Bey á
den cruzados por casa,é quedaron otras cien ca-
sas, que dieron á ocho cruzados por cabeza de cada
persona, de las que en ella habia ; é esto ficieron é
dilatoron fasta saber cómo iba á los demás que se
partían ; y porque ya sabían la mala andanza de los
que primero habían embarcado, y quedaron mas de
mil ánimas cautivas en poder del Boy, porque no
pagaron los cruzados de los derechos de la entrada.
levantondo, otros moriendo, otros naciendo , otros I Los mas de los navios, de la muchedumbre de ja^
«54
OROKiOAS DE LOS BSTES T>t CASTILLA.
dioi qoé embifCiioii en GibralUr, foeroii 4 deaem*
hñTCMr eo Ardlls, é de allí loa UeTaron por su con-
cierto* en guarda ciertaa capitaniaa de moroa, por
niB dineroSi á Fea , por mandado del Rey de Fes»
donde en el TÍajo eran robadoe por dÍTema mano-
raa, é lea tomaban laa mozaa, é laa mnjerea, é loa
lioa de la hacienda, é ecbábanae con laa mnjerea á
viata de ana padrea é de ana maridoa, fadéndolea
mil plagia é mil deaventnraa; de manera qne tam-
bién loa qne cataban en Fes, pneato caao qne tam-
bién allá había mnohoa jndíoa moriaooa, también
eran mny mal tratadoa, y cataban descaperadoa ; y
aabido cato por loa qne iban, nnoa y otroa no facían
aino dcBembarcar, y catarse en el campo allí en Ar-
cilla , como qnien cata en feria, donde se allegó nn
gran real de gente ; é estando allí aquella muche-
dumbre,'habían au conaejo, émuchoaae venían á la
TÜla y ae hacían baptizar ; é muchos se Tolvian de
Fea, Tiendo la mala andanza de allá, de donde loa
del real sabían como los trataban. Alli, habido an
acuerdo , se ficierou dos partea, la una se f uó su TÍa
por el reino de Fez, la otra parte demandaron al
Conde do Borva, que cataba por Capitán general
en Arcilla, que por amor de Jeauohriato, en el qual
elloa creían, que los fidese baptizar, é loafldeae
volver á Espalla ; el qual loa redbió é fizo mucha ca-
ridad ; y loa clérigos los baptizaban echándoles agua
con un hiaopo por encima, que eran mucltos, lo
qual despuca acá supimos los curas y los clérigos
por donde vinieron, los qualea despedidos de Arci-
lla por todo el afto de 1493, desque comenzaron á
dar vuelU á CasUIia, fasta d afio de 1496, no ceaa-
ron de pasar de allende acá en Castilla á volverse
christíanos. Aquí en este lugar de los Palacios, apor-
taron den ánimas, que yo baptizé, en que había
algunoa Rabíes, que traían por escudo de lo que
habían leido una autoridad del capítulo X de Isdas :
«íÁperiam in wmHbu$ fiumim^ et m mediu campiB
f(mU9 dUnmpam, et terram iüientem tíne aquas
eof^ndam. Ecee puer tneua aealtahUur , eí eUcaU-
tur et tublimU erít wOde. HaurUUs aquas m gaudiit
defanUbuM Salvaiarii, et dicelis in illa die, cxmfiU"
mvni Domino , et invoeaU nomen ^ub, caniaU Domino
quoniam magnifice fedi, anunciaU hoc in univerutm
terram, etc.i^ Que quiere decir: a Abriré ríos en mon-
»tes , en medio de los campos abriré, romperé fueu-
ites' y confundiré la tierra scdíenU sin agua. Hé
yahí'mi niño será ensalzado é levantado será muy
salto ; sacareis agua con gozo de las fuentes del
«Salvador , y dirds en aqud día confesaos d Seflor,
jiinvocad su nombre, dad á conocer á los pueblos
ysus invenciones, recordadvos cá ensalzado es su
mombre, cantad al Señor, cá maravillas fizo, anun-
»dad esto en toda la tierra.» Esta y otras muchas
profecíaa del advenimiento, encamación, pacimien-
to y paaion y resurrocdon do Nuestro Sefior Jeau-
ohristo , venían confesando en hebraico , ser verda-
dero y haberse cumplido en d advenimiento de
Nuestro Sefior Jesuchristo, d qud confesaban que
verdaderamente creían ser d verdadero Medas, dd
qual dedan, que habian estado ignorantes por im-
pedimento de ana antqMwados, qne les habian deja-
do, so pena de deaoomunion , que no leyesen ni oye-
sen laa Escñptnraa de los chrístíanoB.
Todoa cuantoa judíos paaaron al reyno de Fes
qne volvieron por aquí, venían deanudoa, descalzca
y llenos de piojos, muertos de hambre é muy mal
aventurados, que efa dolor de los ver, y esto fué
dentro en pocos días, porque viendo el Rey, des-
pués de habdlos recojido aquella gente en Fez,
qne era perdídon suya, y qne era gente robada y
pobre, de quien él no pedia haber provecho, dioica
licencia que ae volviesen ó fuesen do quideaen , ó
con esto hubo lugar á qne muchos de los de Fez,
sai hombres como mujeres, se volvieron en Casti-
lla, y venían todos como dicho es; y por loa cami-
nos por donde venían desde Fez á lialzdqnivir, é
dende á Arcilla, sdieron loa moros y los desnuda-
ban en cueros vivos, y se echaban con laa mnjerea
por fuerza, y mataban los hombres, y los abrían
por medio , buscándoles d oro en el vientre, porque
supieron que lo tragaban ; é á dios é á ellaa aparta-
ban del camino, y les hacían abrír laa bocaa para
que les diesen el oro, metiéndoles ad meamo laa
manca abajo para esto mismo ; y después de haber
padeddo tantos males, viéndose libres acá, daban
gradas á Dios porque los había sacado de entre ta-'
les bestias , y traídolos á tierra de gantes de razón,
y aun las mujeres confesaban cosas muy feas qne
aquellos brutos animales moros alarbea con ellaa
cometían, y con muchachos, que no conviene osen-
birlas; ved qué desventuras, qué deshonras, qué
plagaa, qué mancillas, qué majamientos vinieron
en esta generación por el pecado de la incredulidad,
y porfiada y vana afecdon que tomaron de negar d
Salvador y verdadero Mesías suyo, que es Nuestro
Sefior y Rederaptor Jesuchristo , el qual dempre los
tuvo los brazos abiertos para los recibir, y nunca
de grado quisieron , fasta que por fuerza ovieron
de venir, por las plagas ya dichas, y aquí parece
que se cumplió la profecía, que dice David en el
Psalmo : Conver tentar ad vesperam^ et famem patiea-
tur ut canes f et drcundabunt civitatem; que quiere
decir : oCon vertirse han en la tardo, y habrán liam-
9bre como pen-os, y andarán cercando la dudad» ;
ad estos fueron convertidos muy tarde por fuerza,
é por muchas ponas, como dicho es. É como vieron
que continuamente se venían á ser christíanos cuan-
tos podían , mandó el Rey poner guardas que non
dejasen venir mas de los que ya eran venidos, y d
licencia tuvieran para se volver, ó dineros para se
libertar, de cuantos judíos de Castilla Centraron en
el reyno de Fez, no quedara allí ninguno que no se
viniese á ser christiano. De laa setecientaa cosas
que entraron en Portugal , algunos se embarcaron
para Italia, y otros para tierra del Turco, é muchos
se convirtieron é bautizaron é volvieron en Costilla
á sus meemos tierras. Debéis saber, que estos ju-
díos, que en Espafio habitaban, no todos venían de
el derramamiento de lo destrucción de Jemsalon,
que fué quarenta afios después de la pasión de
nuestro Redomptor, qne antes de aquellos había ju**
Don íiitH^toO
Aioé en fiflpAlU', especialmente en Toledo, loe qna-
lee, según contoban algunos judíos de estos é algu-
nos de los confesos que Tenian de aquellos, Tinie-
ron en el tiempo que Roma sefioreaba la mayor
parte del mundo, é sefioreaba á Jerusalen ó á Espa^
fia; é otros decían, que quando Boma pobló á Tole-
do é á SegOTÍa ; é que los libros de memorias de
esto , fueron quemados en el robo de la judería en
tiempo de Fr. Vicente , en el qual tiempo se halla-
ban en Castilla cien mil casados é aun mas ; porque
seria prolijo y sin provecho escribir mas de estos
judíos , no quiero aquí mas de ellos escribir, salvo
que en Fes el nuevo hicieron una muy gran judería
de casas de paja, los que allí asenUron, y un día
no supieron cómo, se encendió la villa de muy gran
fuego, que quemó mas de dos mil casas, con todas
las haciendas y alhajas que en ellas esUban é con
muchas librerías de su hebrüco, é ovieron que ha-
cer en poner las personas en salvo , y con todo eso
se quemaron , que murieron luego dies y ocho per-
sonas é quedaron muchos quemados vivos, que se
escaparon huyendo, de lo qual murieron después
mas de ochenta personas, y después dio pestilencia
en la juderia que de acá fué, que en muy pocos dias
murieron de ellos mas de quatro mil personas de
pestilencia, y de oimaras mas de dos mil.
CAPÍTULO CXIV.
ne los Jadlot de la dsdad de Fes.
Podéis saber, que en el reino de Fez , y en la ciu-
dad mesma ovo anexamente muchos judíos, así
como acá en Espafia , ca se hallaban mas de don
mil vecinos, é también fueron robados é muertos
no ha muchos afios, como en Castilla, todos en un
tiempo. Ovo un judío , que llamaron Aaron , sabio
muy sotil , que privaba mucho en demasiada mane-
ra con el Bey de Fez, en manera, que él rejia y
mandaba en el reyno quanto él queria, de lo qual
los moros eran muy maJ contentos , los que algo va-
llan , é alborotaron el común contra el Rey y contra
los judíos, y levantóse el común de Fez, y mataron
al Rey y al privado Aaron, é dende entraron en las
juderías, donde habia en la ciudad mas de dos mil
casas, y metiéronlas á espada, y mataron é robaron
y no dejaron mas de los que decían que querían ser
moros, é ansí flcieron en todas aquellaB comarcas,
é ficieron Bey en Fes ; y en su tiempo aquellos tor-
nadizos judíos no tenían mas ley de Mahomad, que
de antes , como hadan acá los malos conversos so-
bre quien vino la Inquisición , é ovo quien dijo al
Bey como aquellos judíos habían sido moros por
fuerza, y que proveyese sobre ellos, i ver si eran
moros ó no , é el Bey mandó salir id campo todos
los judíos moros tornadizos que habia eu Fez, é
mandó que los que quisiesen ser judíos quedasen, y
los que quisiesen quedar moros por su grado, que lo
quedasen é que fuesen libres como los otros moroB|
é los que quedasen judíos, que fuesen sujetos á
ciertas leyes é condición que les puso, que no cal-
casen zapatos, salvo alpargatas de espartO| que
i SO^A fSÁBÜt. m
no cabalguen en caballo ensilladlo, y que nunca ca*
balguen en la ciudad, salvo que todos andan , é an-
den i pié, que no tomen ni traigan armas, que los .
hombres nunca vistan albornoces, nin toquen to-
cas, salvo todo negro ; que las mujeres judías non
traigan caragueles, nin la cara topada, nin trajesen
tocas moradas, nin vistiesen almejía; y sobre todo
fideron otras muchas ordenanzas en perjuicio de
los judíos. E estondo en el campo mandaron que se
apartasen los judíos, y los moros que quedasen par
de ellos á otra parte , é ellos temieron que lo que-
rían facer por matarlos, que dijesen que querían ser
judíos, y no quedaron sino muy pocos judíos, todos
los mas quedaron moros tornadizos, y de estos que-
dó la ciudad y toda la tierra llenas , de donde ahora
hay infinitos de ellos, y después acá se han liberto-
do y tomado á ser judíos muy muchos de ellos, que
hay de aquel metal, dando al Rey una pieza de oro,
é les da licencia que sean judíos; así lo acostum-
bran é hacen aun ahora.
CAPÍTULO CXV.
De eomo el Rej Dos Fenando denundd i Perplfies.
Quando el Rey Don Fernando estoba sobre Gra-
nada envió embajadores al Rey Carlos de Valois, de
Frauda, demandándole á Perpiflan é el condado da
Rosdlon, el qual se lo prometió, que en alzando do
sobre Granada se lo daría, dándole la suma del di-
nero que sobre ello se le debía hizo esto esperanza*
Después de ganada Granada é puesto en oonderto,
partió d Rey de Córdoba con la Reyna é Principo,
é toda la corto para Barcelona y fueron á Zaragoza,
donde estuvieron algunos dias, y dende á Barcelo-
na, en el agosto del afto de 1492. E estando allí vi»
nieron los embaxadoree del Bey de Frauda con el
concierto de le entregar á Perpifian, á los quales
dio el Bey Don Femando muy grandes dádivas de
oro, plata, caballos é joyas, con que se volvieron
en Francia, é vueltos, el Boy Carlos haWa mudado
propósito, é dilató la dato de Perpifian, é ovo mu-
cha dilación ; é el Bey Don Fernando ovo mucha
turbación de ello, é ovo algunos desconciertos en-
tre los frontoros de ambas partes, é el Bey Don
Femando comenzó de demandar por vía del Papa
su condado, y el Papa, visto la justicia, mandó al
Bey de Francia que le diese lo suyo á su duefio , y
en esto se dilató un afio , que no lo quiso entregar,
. y por ventura no lo entregara, si la muerto dd Bey
Don Femando de Ñápeles no intorviniera en ello;
lo qual intervino de esto manera; que por cobdioia
de tomar é sefiorear el rdno de Ñapóles, y porque ,
sabia que le habían de conquistar á Perpifian mien-
tras él ausente, lo quiso entregar, como adelante se>
seguirá, por ir mas seguro sobre Ñapóles.
CAPÍTULO CXVI.
De la enefaillada qae an mal hombre did el Rey Don Feneado,
Estondo el Bey Don Fernando allí en la ciudad
de Barcelona, esperando de recobrar á Perpifian.
I
, ^
tSÁ
CfRÓNIOÁS Difi LOa BfeTES DS CASPlLtA.
con sa oondado de Bosellon, por trato do loo omlMU
zadoreo, el diablo eoYidioao de loe eantoa mieterioe
7 ooeaa qne nnestro Sefior habia fecho j moetrado
por eete maj noble Bey, envidloao j peeante de to-
das sos oosae, honrae j proaperidadea , pnao en oo-
razon de na maligno y daftado hombre qne lo OYte-
ee de matar, y acaeció, que estando el Bey nn Yiér*
nee, yigilia de la Concepción de la Yíijen nneetra
Seüora, siete dias del mea de Diciembre del dicho
afio de 1492 afioa, en la casa del jndgado, asentado
en juicio, juzgando y oyendo el pueblo, en lo qual
habia estado desde las ocho horas hasta las doce, é
. desque se levantó del juicio, deecendió por unas
gradas abajo fasta una plaza, que dicen t Plaza del
Beyt, con muchos caballeros y ciudadanos con él,
los qnales todoa cada uno se fué á cabalgar en sus
caballos é muías, y el Bey se paró en lo mas cerca
de las gradas abajo cerca del suelo, á ¡departir con
su tesorero, y allegóee cerca de él, por detras, aquel
, dafiado y traidor hombre, y ^así como el Bey acabó
de departir con el tesorero, abajó un paso para ca-
balgar en sn muía, y él que tendia el paso, y el
traidor que tiraba el golpe con un alfanje ó espada,
oortanohano, de fasta tres palmos, y quiso Nuestro
Sefior milagrosamente guardarlo , que si le diera
antes que se mudara, partiérale por medio la cabe-
za hssta los hombros, y como se mudó, alcanzólo
con la punta de aquel mueren una cuchillada, desde
encima de la cabcña por cerca de la oreja , el pes-
cuezo ayuso, f ssta los hombros. Y como el Bey se
sintió é vido herido, púsose las manos en la cabeza
é dijo: sSanta María, Tais ; y comenzó de mirar á
todos, y de decir: «¡Oh qué traición 1 |oh qué trai-
ción 1» que pensó que era ordenada aUí entre mu-
chos traición contra él, y mirando á todos, no vido
Ir ninguno contra si ; mas vido un mozo de espue-
las Sauzedo, que este era su nombre, é un su trin-
chante, llamado Ferrol, que daban de puñaladas
alli al traidor, y otros allí tomándolo y tentótidolo,
los quales le impidieron de manera que él no le pu-
do dar al Bey mas de nn golpe ; y estonce el Bey di-
jo: sNo muera ese hombres I y asi quedó, que no lo
mataron, herido de ciertas puñaladas, y lleváronlo
preso, y metiéronlo al Bey en su palacio á curar, y
el traidor curáronle también por estonce. ( Oh áni-
ma I advierte quién podrá contar la turbación y llo-
ro, la grita que ovo en la ciudad, diciendo :• Trai-
ción, traición, mataron al Bey, muerto es el Bey.»
Armáronse los cortesanos y armáronse los de la ciu-
dad on favor del Bey, y andaban por las calles de
la ciudad todos á una parte y á otra, corriendo, to-
dos espantados, llorando á muy grandes gritos y
tristezas, asi hombrea como mujeres, que no se vian
los unos á los otros por toda la ciudad ; y en este
caso muchas eran las opiniones, unos decian:
sFrancés es el traidor •; otros decian : tNavarro es
el traidort ; otros decian : tNo es sino castollanot ;
otros decian : «Catalán es el traidor •; y nuestro Se-
llor no quiso dar lugar milagrosamente que murie-
sen gentes, que maravilla fué no perderse la ciu-
ded , segnn que se decian las naciones, y estando
ellos ofuscados con esto, salió otro sonido por toda
la dudad, c vivo es el Bey, vivo es el Bey s, y el Bey,
como fué curado, envió á decir por toda la dudad,
que supiesen que era vivo y sin peligro, qne diesen
gracias á Dios é oviesenplacer ; ó estaban en derre*
dor del palacio del, donde lo curaban, y por todas
las plazas y caUes muy gran multitud de gente ar-
mada, y todos decian, qne querían ver al Bey u era
vivo, y d Bey se asomó á una ventana , donde lo
vieron, y les fabló y dijo, que se fuesen en buen
hora á aus poaadas. Aqui podréis sentir, qué turba-
don habrían la Beyna, el Prindpe, la Infanta , las
sefiorss continuas de la oórte, las damas, los sefio.
res dd Consejo , todos los de casa dd Bey y de la
Beyna, todos fueron en muy gran sobraealto, y en
muy gran turbación y temor, y pensaban que la
trddon era de la dudad, hecha penaada, y que to-
da la ciudad era oontra dios , y apercibieron luego
las gderas para se meter luego dentro ; el Bey en-
vió á los confortar diciendo , qne creyeran con la
ayuda de Dios ser sin peligro, que no se turbasen.
£1 traidor daftado pareció ser catalán y loco imaji-
nativo y mdicioso, y muy md hombre á natura, y
de muy mal gesto y figura, y por eeo hdló d diablo
en él morada, y confesó qne habia envidiado d Bey
por sus buenas venturaa ; y confesó, que d diablo le
decia cadadia á las orejas, smata á este Bey, y tú
serás Bey, que este te tiene lo tuyo por fuerzas: y
en esta manera todas Iss nadones de gentes qne ha-
bia en Barcelona fueron daramente limpias sin cul-
pas. La dudad de Barcelona y los caballeros y cón-
sules fueron en muy gran tristeza, y mostraron mu-
cho sentimiento por haber acaeddo un caso como en
ella y por manos de catdan,'y mostraron sn ledtad
y limpieza muy cumplida y abundantemente.
Bl Bey llegó á ser en gran pdigro de la herid%
y tomaba tanta paciencia, qne deda, qne él atribula
aquella pena serle dada por sus pecados.
El trddor fué condenado por la justioia de la
dudada muy crudísima muerte; fué puesto en nn
carro y trddo por toda la dudad, y primeramente
le cortaron la mano oon que le dio d Bey, y luego
con tenazas de hierro ardiendo le sacaron una teta,
y después le sacaron nn ojo, y después le cortaron
la otra mano, y luego le sacaron el otro ojo, y lue-
go la otra teta, y luego las narices, y todo d cner*
po le abocadaron los herreros con tenazas ardiendO|
é f uóronle cortando los pies , y después que todoa
los miembros le fueron cortados, sacáronle el cora-
zón por las espaldea y echáronlo fuera de la dudad,'
lo apedrearon, é lo quemaron en fuego é aventaron
la ceniza d viento : llamábase este trddor Juan de
Cafiamas.
Bl Bey fué bien curado, y en su fatiga é trabajo
visitado de todoa los Beyes sus amigos, y dd Bey
de Francia, que enviaron á él sus nundos á lo ver
y vintar en tan terrible y espantoso caso ; é sanó
después de haber sacado huesos é de haber recibido
muchas penas, é mientras que estuvo mdo<no se
negoció niogana cosa de Perpifian, empero no ces^
la demanda.
• • •
tOH IriBÍtAllDO
oapItülo gxvil
t% la Bverte iél Rey de Rápolef y entren de Perplfiti.
Andando en los tratoii de Perpifien y cobm del
Botellón, en el afto de 1493, entre el Rey Don Fer-
nando y el Bey de Francia, murió el Rey mny f a-
BBOfo y honrado Don Fernando de Ñápeles, fijo del
mny famoso Ínclito Rey Don Alonso de Aragón, y
sucedió su fijo Don Alonso , Duque de Calabria el
Qanso, que llamaban, fijo de su primera mujer, el
qual era muy mal quisto en su tierra é en todo el
feyno de Ñápeles, é comensó de reynar en Ñapóles,
é el Rey de Francia tenia muy gran oobdicia ¡de el
xeyno de Ñápeles, porque le decían que le pertene-
cía de antiguo, y por poderlo ir á tomar mas des-
empachadamente, deliberó de entregar á Perpiftaui
finjiendo que lo hacia por descargar el ánima de su
padre, y ¿itee que entrase fizo su pas , amistad y
hermandad, sobre lo qual ficieron é firmaron cierta
capitulación, y prometieron de ser amigos y herma-
nos, amigos de amigos , y enemigos de enemigos,
imIto que si el Rey de Francia fuese contra la Igle-
sia, que estonce no fuese el Rey Don Femando obe-
decido á la capitulación. Fecho este concierto , el
Bey Don Fernando envió la sumada dinero del des-
empefio al Rey de Francia, y entrególe á Perpifian
y las otras fortalezas del condado, y fizo presente
de toda la suma del dinero á la Reyna Dofia Isabel,
para ayuda á los gastos fechos en las guerras délos
moros, por mostrar magnificencia y grandeza ; otros
dijeron, que lo habia fecho, porque mas que aquello
■e debia de las rentas corridas, y por descargo del
ánima de su padre, que habia fecho y fizo muchos
daftos en aquel condado de Rosellon, que destruyó,
cuando se rebeló Perpifian, y en muchas villas y lu-
gares que destruyó totalmente, que nunca jamas
después acá se poblaron ; é también el Papa, ante
quien el Rey Don Femando la demandaba, le man-
dó, so pena de excomunión, que diese lo suyo á su
duefio. Bl dia de Nuestra Señora de Setiembres e en-
tregó Perpifian, y luego partieron para alia el Roy,
y la Reyna y el Príncipe y corte desde Barcelona, y
ficieron por ello muchas idegrías , y dio el Rey á los
franceses muchas dádivas y joyas de oro ó plata,
non que se fueron á su tierra é le dejaron sus for-
talezas del condado de Rosellon ; así vieron sus ojos
lo que deseaban, y cobró aquellas fortalezas y du-
dad, en cabo de mas de treinta afios que habia que
estaban empeftadas y en poder del Rey de Francia.
CAPÍTULO CXVIII.
De COBO foeroB deieablerUa lee IiiUt.
Bn al nombre de Dios Todo-poderoso, ovo un
hombre de tierra de Genova, mercader de libros de
estampa, que trataba en esta tierra de Andalucía,
que llamaban diristobal Colon, hombre de muy al-
to injenio, sin saber muchas letras t muy diestro de
la arte de la Cosmographia, é del repartir del mun-
do, el qual sintió, por lo que en Ptolomeo leyó, y
Or.^111.
A DOÍfA Í&AMU ft^l
por otroe libros y au delgadas , cómo y en qué ma-
nera el mundo este en que nacemos y andamoe está
fijo entre la esfera de los cielos, que no llega por
ninguna parte á los cielos, ni á otra cosa de firmesa
á que se arrime ; salvo tierra é agua , abrasadas en
redondez, entre la vaguidad de los cielos; y sintió
por qué vía se hallaba tierra de mucho oro ; y sintió
como este mundo y firmamento de tierra y agua
es todo andable en derredor por tierra y por agua,
según cuenta Juan de Mandavilla; quien tuviese
tales navios, y á quien quisiese guardar por mar y
por tierra por cierto él podía ir y trasponer por el Po-
niente, de en derecho de San Vioente, y volver por
Jerusaleo, y en Roma y en Sevilla, que seria cercar
toda la tierra y redondez del mundo, é hizo su in-
jenio un mapa-mundi, y estudió mucho en ello, y
sintió que por qualquier parte del mar Océano, an-
dando y travesando no se pedia errar tierra, y sin*
tió porque vido se fallaría tierra de mucho oro ; y
leto de su imajinadon , sabiendo que al Rey Don
Juan de Portugal apiada mucho el descubrir, él le
fué á convidar, y recontado el fecho de su imagina- '
cien, no le fué dado crédito, porque el Rey de Por-
tugal tenia muy altos y bien fundados marineros,
que no lo estimaron, y presumían en el mundo no
haber otros mayores descubridores que ellos. Así
que Christobal Colon se vino á la corte del Rey
Don Fernando y de la Reyna Dofia Isabel , y les
hizo reladon de su imajinadon, á la qual tampoco
no daban mucho crédito, y él les platicó y dijo ser
derto lo que les deda, y les ensefió el mapa-mundl,
de manera que les puso en deseo de saber de aque-
llas tierras ; y dejado á él, llamaron hombrea sabios
astrólogos, y á astrónomos, y hombres de la corte
sabidores de la oosmographía, de quien se informa-
ron, y la opinión de los mas de ellos, oída la plática
de Christobal Colon, fué que deda verdad, de mane-
ra que el Rey y la Reyna se afirmaron á él, y le man-
daron dar tres navios en Sevilla, basteddos, por el
tiempo que él pidió, de gente é vituallas, y lo envia-
ron en d nombre de Dios nuestro Sefior é de nuestra
Seftora, á descubrir; el qual partió de Palos encimes
de Setiembre de 1492, é tomó su viaje por elmár, ade-
lantando á las islas de Cabo-verde, y dende siempre
al Occidente, siempre en popa hacia donde nos ve-
mos poner el sol en el mes de Marzo, por donde
todos los marinos creían ser imposible hallar tierra^
y muchas veces los reyes de Portugal enviaron por
aquella vía á descubrir tierras, puee la opinión de
muchos era, que por aquella via se habían de hallad
tierras muy ricas de oro, y nunca pudieron fallar
ni descubrir tierra alguna, siempre se volvían con
d trabajo * perdido ; y la buena ventura dd Rey y
de la Reyna, y su merecer , quiso Dios que en siia
dias y tiempos se hallasen y descubriesen. Bllos
ansí, en uno de los navios iba de capitán Martin
Alonso Pinzón, vedno de Palos, gran marinero, é
hombre de buen consejo para la mar, y desde la ida
de Cabo-verde, fueron hada donde era la oreenda
de Colon, el capitán de la armada, é anduvieron
treinta y dos días, fasta que hallaron tierra ; y en I04
4Í
M
dRÓNlCÁS DE tX)& BBtBá DÉ dAStlLti.
postrerot dias de eito, Tiendo que hebian andado
mas d9 mil legoae 7 no ie descabria, lat opiniones
de los marineros eran machas, qne de ellos decían,
qae ya no era rason de andar mss, qne iban sin re-
medio perdidos, y qne seria marayüla acertar á yol-
ver ; y de esta opinión eran los mas ; y Colon y los
otros capitanes, con daloes palabras, los convenoie*
ron qae andaviesen mas, y qae fuesen ciertos, qne
con la aynda de 0ios f aliarían tierra. E CSirístobal
Cíolon ndró al cielo an dia, y yido ayes ir rolando
may altas, de ana parte hacia otra, é mostrólas á
los compafieros, diciéndoles, baenas nneyas ; y de
allí á medio dia descubrieron tierra, y llegados á
ella perdieron el navio mayor de los tres que lleva-
ban» en la Espafiola, que encalló en bajo, empero no
se perdió ningnn hombre, y en la primera isla sa«
lieron, é Golon tomó posesión en forma por el Rey
y por la Beyna, con pendón y bandera estendida, y
pósele nombre la isla de San Salvador^ y llámenla
los de ella Otumahani, y alli vieron como todas las
f^tes de aquellas tierras andaban desnudas como
nacieron, ansi hombres como mujeres ; y allí, aun-
que huian de las gentes de acó, ovieron de llegar á
hablar con algunos de aquellos indios, é diéronles
de lo qne llevaban, con que los aseguraron, E á la
segunda isla que halló, puso nombre Stmta María^
á honra de Nuestra Sefiora.
A la tercera isla que halló, puso nombre Fernán»
dinOf en memoria del Rey Don Femando ; á la quar-
ti isla que halló, puso el nombre la Itabela^ en me-
moria de la Rejrna Dofta Isabel; á la qniota isla que
halló, puso nombre Jtiofia, en memoria del Principe
Don Juan, y así á cada isla de las que hallaron no-
minaron de nombre nuevo ; y esta isla Juana si-
guieron el costado de ella id Poniente, y halláronla
tan grande, que pensaron que seria tierra firme y
como no hallaron villas ni lugares en la costa de
la mar de ella, salvo pequefias poblaciones con la
gente, de las quales no podían haber fabla, porque
Inego huian como los vían, volvieron atrás á un se-
fialado puerto, donde Ghristobal Oolon envió dos
hombres la tierra á dentro para saber si había Rey
ó grandea ciudadanos, los quales anduvieron tres
jomadas, é hallaron infinitas poblaciones de ma-
dera y P4J&} todas con gente sin número, mas no
ocea de rejimiento , por lo qual se volvieron, ó los
indios que ya tenían tomados dijeron por sefias, que
allá no era tierra firme, salvo isla ; ó siguiendo la
costa de ella al Oriente fasta ciento y siete leguas,
donde le fallaron fin por aquel cabo, y desde allí
vieron otra isla al Oriente distante de estas dios y
ocho leguas, á la qual puso nombre Christobal Co-
lon, la Eipañoloy é faeron allá, y siguiendo la parte
del Septentrión, ansí como de la Juana, de la qual
todas las otras y esta, vieron ser hermosísimas á
maravilla, y esta Espafiola mucho mas famosa que
todas Iss otras, que en ella hay muchos puertos de
mar muy singulares, sin comparación de buenos, y
los mejores que en tierra de chrístianos se pueden
hallar; y muchos rios y grandes á maravUla; las tier-
iras de ella son altas y en ellas hay muy altas sier-
ras y montañhs altísimas^ hermosas y de mil kectm-
ras, todas andablesy llenas de árboles, demil hecha-
ras y naturas, muy altos, que parece llegan al cie-
lo, creo| que jamas pierden la hoja, según por ellos
parecía, que era en el tiempo oaando acá es ivierno,
que todos los árboles pierden la hoja, é allá estaban
todos como están acá en el mes de Mayo.; y de ellos
estaban floridos, y de ellos en sus frutos y granas;
y alli en aquellas arboledas cantaban el raisefior, y
otros pájaros en las mafianasen el mes de Noviem-
bre como hacen acá en Mayo ; allí hay palmas de
seis ó siete maneras, que es admiración verlas, por
la diversidad de ellas ; de las fratás, árboles yer«
bas que en ella hay es maravilla; hay en ella pi-
nares, vegas y campifias muy grandísimas; los ár-
boles y fratás no son como los de acá ; hay minas
de metales de oro, el qual no era estimado de ella
en su valor. Pareció á Christobal Oolon, y á los de-
mas que con él fueron, que según la grosedad y
hermosura de las tierras, que serian de mucho pro-
vecho para labrar, plantar y criar mieses y ganados
de acá de Espafta, y por tales las reputaron. Vieron
en esta isla Espafiola muy grandes rios y muy dul-
ces, y supieron que había mucho oro en ellos entre
las arenas. Vieron que los árboles montesinos no
parecían á los de acá. Vieron y supieron por los in-
dios, como en aquella isla había grandes minas de
fino oro, y de otros metales. Las gentes de éstas
islas y de las sobredichas andaban todas desnudas,
así hombres como mujeres como nacieron , tan sin
empacho, y tan sin vergüensa, como las gentes de
Castilla vestidas ; algunas mujeres traían cojido un
solo lugar abajo, con una hondilla de algodón y con
una cuerda de cintura por entre las piernas, que
cubrian no mas de lo bajo por honestidad. Otras
traían tapado aquello oon ana hoja de un árbol que
era larga y propia para ello. Otras traían ana man-
tilla tejida oon algodón recinchada, que cubría las
caderas, y fasta medio moslo, y creo que esto traían
cuando parían. Ellos no tenian hierro ni acero, ni
armas, ni cosa que de ello se hiciese, ni de otro nin-
gún metal, salvo de oro ; eran 6 son gente muy te-»
merosa de la de acá, que de tres hombres oon ar-
mas huian mil, y no tienen armas, sino de cafias, 6
de varas sin hierro, oon alguna cosa aguda en el
cabo, que pueden á los hombres de acá empecer
muy poco ; y aunque aquellas armas tenian, no sa-
bían usar de ellss, ni de piedras, que es fuerte ar-
ma, porque el corazón para ello les faltaba. En él
dicho viaje aconteció á Christobal Colon enviar del
navio dos ó tres hombres á alguna villa para haber
habla con aquellas gentes, y salir á ellos gente sin
número, y después que los vían llegar cerca, huían
todos, y no quedar ninguno ; y después que se ase-
guraban algunos é perdían el miedo, eran muy man-
sos y muy alegres, y holgábanse mucho de platicar
con los de acá. Ellos eran todos gentes sin injenio 7
sin malicia, liberales y de muy buena voluntad|
partiendo lo que tienen los unos oon los otros, y
convidan con lo que tienen dándolo sin escasear,
los (juales después de perdido el temor venían á loi|
t)ON t*ERMAlit)0
tiATiOfl, mo8trat>aii i 1« gétite de acá muy grande
amor j caridad, y por qualqmer coea qne de los na*
tíos lee daban, daban ellofi muchas gradas y lo
reoibian con mnoha merced y como reliquia, y da-
ban ellos á los de acá cnanto tenían alli. Acaeció á
nn marinero por nna agajeta, haber nn peso de dos
castellanos y medio de oro, y á otros, por cositas de
poco Talor así mesmo, mncbo mas, y por blancas
nueyaa daban por nno dos pesos de oro de tres css-
tellanos; é nna arroba, é dos ,de algodón, hilado,
qne tienen mncho en aquellas tierras. No conoció
Cbrístobal Oolon, ni los qne con él en este Tiaje
fueron, la creencia ni seta de estas gentes, y al cie-
lo señalaban que creian que allí era la fueraa y
santidad toda^ 6 pensaban 6 crdan que aquella gen-
te con aquella armada que allí habia ido era salida
del délo y que eran gente de otro mundo, y con aquel
acatamiento y reyerenda los reverenciaban en todo
lugar, después de haber perdido el temor ; y esto no
por que ellos fuesen tan inocentes y de tan poco en-
tender, que es gente muy sutil y de muy agudo inje-
nio, y hombres que navegan en todas aquellas ma-
res, y es maraTÍlla la cuenta que dan de todo, salvo
que nunca vieron gente vestida ni semejantes navioe
ni los habian oido dedr.
Luego oomo Ghristobal Ck>lon llegó á las Indias
con su armada, en la primera isla tomó algunos in-
dios por fuersa para haber noticia de las cosas de
allá, y fué así que ora por sefias ora por hablas, muy
presto se entendieron los de los navios con ellos; y
estos aprovecharon mucho en el viaje; que por don-
de llegaban soltaban y enviaban algunos, y ellos
iban diciendo por la tierra á grandes voces: • venid,
venid á ver gente que vino del cielos, y los que
oian, desque se informaban bien de ello iban á de-
cirlo á otros por la tierra de lugar en lugar, y de
vüla en villa^ que viniesen á ver tan maravillosa
gente que venia del délo, y así todos, hombres y
mujeres, venían á ver tan gran maravilla, y después
de haber perdido el miedo, y los corazones seguros
todos se llegaban sin temor á los hombres de acá de
la armada, y les traían de comer y beber maravillo-
samente^ de lo que tenían ellos. Tenían eñ todas
aquellas islas unas naves oon que navegaban, que
llaman canoas, que son y eran de longura de fustas,
de ellas grandes, y de ellas chicas, salvo que son
angostas, por que no es cada una mas que de un
tronco de un árbol, y los facen oon piedras de pe-
dernales muy agudas; y tales hay que son tamafias
como una fusta de ocho bancos, mas una fusta no
tendrá con ellas al remo, por que van tan redas
que no es de creer; y oon estas canoas navegan las
gentes de aquellas islas todas aquellas mares por
allí, y tratan sus cosas unos oon otros. Algunas
canoas habia en que cabían y navegaban sesenta
hombres, y otras habia mayores, en que cabían y
navegaban ochenta hombres; cada uno con su remo
en las manos, y en todas aqudlas dichas islas no
vieron diversidad en la hechura y costumbres de
las gentes, ni en la lengua, salvo que todos eran
las gentes, las frentes y las caras largas, las oabeass
É DOÍf A ÍBiMU ' m
redondas, tan anchas de den á den, como de la
frente al colodrillo, los oabdlos prietos oorríentes,
I de medianos cuerpos, de color rojos, y blancos mas
que negros; todos parecía que se entendían y eran
de una misma lengua, qne es cosa maravillosa cu
tuntas islas, no haber diverddad de lengua, y po-
díalo causar el navegar, que era seftores de la mar, ,
y por eso en las islas Canarias no se entendían por
que no tenían con que navegar, y en cada ida habia
una lengua. Ya dije como Colon habia andado en
derredor de la ida á que puso nombre Juana, ooA
su navio ciento y siete leguas por la costa de la
mar, por deredia linea, por lo qual dijo que le pa*
reda ser mayor ida que Inglaterra y Escoda jun*
tas. De la parte del Poniente de la isla Juana que«
daron dos provindas que Colon no anduvo, á la una
llaman los indios JVcKm, donde dicen que nacen loa
hombres con la cola, empero yo no creo qne sea alU|
según se sefiala en el mapa-mundí, en lo que yo he
leído, y si es allí, no tardará mucho en se ver, con
la ayuda de Dios; las quales islas y provindas, se*
gun los indios decían, podían tener dnqftenta ó se-
senta leguas cada una de longura.
La isla Espafiola^ á quien los indica llaman BaíU^
ea entre las otras ya dichaa and como oro entre
plata; es muy grande, é muy f ermosa, de árboles da
rios, de montes de campos, es de muy fermosoa
mares é puertos; tiene un drouito maa que toda
España desde Colíbre, que es en Cataluña, cerca de
Perpiftan, por la costa del mar de España en derre*
dor de Qranada, y Portugd y Qalicia, é Y iacaya fas*
ta Fuenterrabía, que es en cabo de Viaoaya; é ellos
anduvieron ciento y ochenta y ocho leguas en qua*
dio por derecha línea de Ocddente á Oriente, y por
aquí pareció su grandesa de esta Española, que es
muy grande, y está en lugar maa convenible y me-
jor comarca para las minas dd oro y para todo tra-
to, ad de la tierra firme de acá, como de la tierra
firme de allá. Tomó asiento (Cristóbal Colon allí en
la Española,' HaW llamada por loa indios, en una
vüla á la qual puso nombre la villa de la NaMad^
y dejó dlí quarenta hombres con artilleria é armaa
é vitndlas, comenzando á hacer una fortdesa, y
dejó maestros para la facer, y dejóles que comiesen
fasta derto tiempo, y dejó allí hombres de los que
llevó espedales y de buen saber y entender para
todo, y fué f orsoso, según paredó, dejarlos, por que
como se perdió d un navio, no habia en qué vinie-
sen, y esto se calló acá y se dijo que no quedaban
dno por comienso de pobladores; y puso su amistad
Colon oon nn Bey de aquella comarca, donde dejó
la gente^ y otorgáronse muchos por amigos oomo
hermanos, y encomendóle Colon aquellos hombrea
que allá dejaba. La nao se perdió en la Española'
cerca de donde dejó aquellos quarenta hombres.
Hay allí en la entrada de las Indias dertai idas,
que llaman los indios de laa islas ya dichaa Caribet^
que son pobladaa de unas gentes que estos tienen
por muy feroces, y han de ellos gran temor, por que
comen carne humana; estos tienen muchas oanoas
con las quales corren todas aquellas idas comarca-
«tú
CBÓKIOAS DB LOd BÉTBS DI OASTILtiA.
HM 7 roban cnanto pueden y fallan, y llevan pre*
■08 loa hombrea y mnjerea qae pueden, y mátanloa
y oómenloa, lo qual ea coaa de muy grande admi-
ración y espanto. Ellos no son mas disformes que
los otros, salYO que tienen esta nuda oostumbre, y
son gente mas esforsada, y tienen muchas armas,
qué usan flechas é arcos de cafias, y ponen en las
fleohas un palillo ag^do al cabo, 6 espinas de pes-
cados por defecto de hierro, que no tienen. Estos
traen los cabellos luengos como mugeres, y son te-
midos por feroces, entre estos pueblos é islas suso-
dichas, y esto es por que los otros son gentes muy
cobardes, y muy domésticas y sin malicia; mas no
por que ellos sean fuertes, ni las gentes de acá los
hayan de tener en mas que á los otros. Y en Iss is-
las de estos Caribes, y en las otras susodichas hay
oro sin cuento, é infinito algodón, especialmente
muchas especias como es pimienta, que quema y
tiene mayor fuerza que la pimienta que usamos en
Espafia quatro tantos, la qual todas aquellas gentes
tienen por eos* muy provechosa y muy medicinal,
y hay ¿rboles de lino, aloe, y almástiga, y ruibarbo,
y otras muchas buenss cosas, según pareció al dicho
Colon. No habia res de quatro pies, ni alimafia de
las de acá pudieron ver en quantas islas de esta ves
descubrieron, salvo unos gozquillos chiquitos, y en
los campea unos ratones grandísimos, que llaman
««Aros, que comen y son muy sabrosos, y cómenlo
como acá los conejos, y en tal precio los tienen. Hay
muchas aves diferentes todas á las de acá, especial-
mente muchos papagayos.
Descubierta la tierra susodicha por el dicho Cris-
tóbal Colon, se vino á Castilla, é llegó á Palos á
veinte y tres de Marzo, afio de 1493 afios, y entró
en Sevilla con mucha honra á treinta y un días del
mes de Marzo, Domingo de Ramea, bien probada
su intención, donde le f aé fecho buen recibimiento;
trujo diez Indios, de los quales dejó en Sevilla quatro
y llevó á Barcelona á enseOar á la Reyna y al Rey
seis, donde fué muy bien recibido, y el Rey y la
Beyna le dieron gran crédito y le mandaron adere-
Kar otra armada mayor y volver con ella, y le die-
ron titulo de Almirante mayor de la mar Océano,
de las Indias, y le mandaron llamar D<m OrUtóhal
ColaHf por honra de la dignidad; é él se partió de
Barcelona, encomendado al muy honrado y discreto
Taron Don Juan de Fonseca, Arcediano que era en-
tonces de Sevilla, Obispo que fué de Badajoz, é des-
pués de Córdoba, é después de Palenda, y Conde
de Pemia, que tenia el cargo estonce por Sus Alte-
zas de las armadas y grandes negocios de Sevilla,
y de esta Andalucía; y de alli con este concierto se
Tino á Sevilla, donde en breve tiempo fué proveído
de la dicha armada, y de la gente, y vituallas y
mantenimientos que para ella fueron menester, y
de capitanea, y de justicias y de hombres letrados,
y físicos, y hombres de muy buen consejo, y de ar-
mas, y de todas las otras cosas que para ello era
menester, y de muy buenos navios, y de muy esco-
gidos marineros, y de hombres buenos cribes para
fKkber conocer y apurar el oro.
CAPÍTULO anjL
na la fegssia Anula 4a \u laéiu.
Partió con la gracia de Dios el Ahnirante Don
Chrístóbal Colon, por mandado del Rey Don Fer-
nando, y de la Reyna Dofta Isabel, oon la flota que
Sus Altezas enviaron de Espafia para las Indias,
desde Cádiz á 22 de Septiembre del dicho afio de
1493, con diez y aiete navios bien aderezados, y con
mil é doscientos hombres de pelea en ellos, ó pocos
menos, oon viento y tiempo convenible al viaje, y
duróles aquel tiempo doa dias, en loa quales andubie-
ron poco, y luego les hizo buen tiempo, de manera
que en otros dos dias llegaron á la Gran Canaria,
donde tomaron puerto, lo qual les fué necesario por
reparar un navio que hada mucha agua, é estuvie-
ron allí todo aquel dia, y luego otro dia partieron,
y bisóles algunas calmas, de manera que estuvieron
en llegar á la Gomera quatro ó dnco dias, y allí
fuese necesario estar algunos diss, donde hideron
provisiones de carne, é lefia, é agua para su grande
jornada, asi que en aquellos tiempos y puertos, y
un dia que les hizo calma, desde la Gomera tarda^
ron de llegar á la isla del Yerro vdnte dias; desde
alli por la bondad de Dios les tornó el mejor tiempo,
que nunca flota llevó tan buen viaje, tal que dentro
de veinte dias estuvieron á vista de tierra, y ovié-
ranla en catorce ó quince dias si la Nao Capitana
fuera tan buena velera como los otros navios; y en
todo este tiempo nunca ovieron fortuna, salvo la
víspera de San Simón y Judas, que ovieron fortuna
que les duró, que los puso en harto eatrecho; y el
primer Domingo después de todos Santos, cerca del
alba, dijo un piloto de la Nao Capitana, albricias
que tenemos tierra, de lo qual muchos ovieron mu-
cho placer. Contaron aquel dia los pilotos del Ar*
mada desde la isla dd Yerro de Canarias hasta la
primera tierra que vieron, unce ochocientas leguas;
otros» ochocientas menos veinte, de manera que la
diferonda no era mucha; é trescientas que ponen
desde la isla del Yerro haata Cádiz, que son por to-
daa desde los fines de Espafia, que son Cádiz y loa
puertos de esta Andalucía, haata los primeros puer-
tos de las Indias, mil y den leguas. Vieron el Do-
mingo de macana por proa una bla y luego á ma-
no derecha pareció otra primera tierra alta de sier-
ras, por aquella parte que vieron la otra, era tierra
llena de árboles muy espesos, é luego que fué mas
de dia comenzaron á parecer de una parte y de otra
arbolea é islas, de manera que aquel dia vieron seis
islas, por diferentes partes, y les mas' harto gran*
des, y fueron enderezados hada la que primero vie-
ron, y llegaron por la costa andando mas de vdnte
leguas, buscando otro puerto para seguir el qual
todo aquel espacio jamas se pudo hallar. Era todo
aquello que parecía de esta ida montafia muy her-
mosa y muy verde hasta el agua que era alegría da
mirarla, porque en Espafia átal tiempo apénaa hay
coaa verde.
Después que alli no hallaron puerto, acordó el
DON FERNANDO
'Almirante de yolver á la oirá isla que parecía á la
mano derecha, qne estaba de esta otra quatro 6 cin-
co legaaa, y qnedd por sstonoe un navio en esta isla
primera buscando puerto aquel día para cuando
> fuese necesario venir i ella, el qual halló buen puer-
: to, y vido las casas y gentes, y luego so partió aque-
lla noche para á donde estaba |la flota que habia ya
tomado puerto en otra isla donde desdndió el Al-
mirante en tierra, y mucha gente con él con la ban-
dera real en las manos, á donde tomó posesión por
sus Altezas el Rey Don Fernando y Dofia Isabel su
mugo-, Reyes de Espafia en forma de derecho. En
esta isla habia tanta espesura de árboles que era
maravilla, ó tanta diferencia de árboles no conoci-
I dos de nadie, que era para espantar de los frutos,
de ellos con color, y de ellos verdes; ansí que todos
los árboles eran verdes; allf hallaron un árbol cuya
hoja tenía el mas fino olor de clavos que ser podía,*
y era como laurel, salvo que no era ansí de grande.
Allí habia frutas salváginas de diferentes maneras,
é algunos no muy sabios probaron de ellas, de los
quales ovo algunos que del gusto solamente, tocán-
doles oon la lengua se inchaban las caros, ó le ve-
nia tan grande ardor, é dolor que parecía que rabia-
ban, los quales se remediaban con cosas frías. En
esta isla no hallaron gente ni sofial de ella, creyóse
ser despoblada, en la qual estuvieron dos horas del
día, porque quando allí llegaron era tarde; luego
otro día por la mafiana partieron para otra isla, que
parecía á vista de esta, que era muy grande, fasta
la qual habrá siete ú ocho leguas, y llegaron allá
hacía la parte de una gran montafia que parecía que
quería llegar al cielo, en medio de la qual montafia
estaba un pico más alto que toda la otra montaña,
del qual se vertían á diversas partes aguas muchas
en especial á la parte de facía la flota, que de tres
leguas parecía un golpe de agua tan gordo como un
buey, que se despefiaba tan alto como si se cayera
del cielo, ¿ como se parecía de tan lejos, ovo en los
navios muchas apuestas y porfías que unos decían
que eran pefias blancas, ó otros que era agua; é des-
que llegaron mas cerca vidose lo cierto, y era muy
f ermosa oosa de ver, y muy maravillosa de tan pe-
quefio lugar como nacía tan gran golpe de agua, y
de cuan alto se despefiaba; é luego que llegaron
mandó el Almirante á una caravela ligera que fuese
á buscar puerto, la qual se adelantó, y llegando á
la tierra vído unas casas, en las quales halló gente,
é luego que los vieron al capíUn 6 á los que iban
con él huyeron las gentes, y el capitán entró en las
casas y hallaron las cosas que ellos allí tenían, que
no habían llevado nada; donde tomó y halló dos pa-
pagayos muy grandes, y muy diferenciados de to-'
dos quantos se habían vüsto, y halló mucho algodón
hilado, y por hilar, y cosas de sus mantenimientos^
y de todo trujo un poco, é trajo quatro ó cinco hue-
sos de piernas é brazos de hombres, é luego como
aquello vieron conocieron ser aquellas las islas de
los Caribes que son habitadas de gente que comen
carne humana; y el Almirante, por las sefias que á
f>) otro primer viaje le habían d^do los indios 4e
&DO£ÍA ISABEL . 6éi
las islas qué descubrió del sitio donde estaban, biso
el viaje por allí por descubrirlas, y por que esta^
ba mas cerca de Espafta, y también por que por
allí se hacia el camino mas derecho para la Es*'
pafiola, á su parecer, donde antes había dejado la
gente, á la qual por la bondad de Dios, y por el
buen saber del Almirante, fueron tan derechos como
si por un camino sabido y seguido fueran á aque^ ^
Ha isla. Es grande, que por el lado que la vieron^
pareció que habia do luengo de costa veinte y cinco*
leguas; fueron costeando por el lado de ella bus-^
cando puerto mas de dos leguas, y por la parto
donde iban eran montafias muy altas, y á la otra
parte que dejaron parecían grandes llanuras, é por
la vía de la mar, había algunos poblados peque-^
fies, é luego que vían las velas huian todos; an^
dadas dos leguas fallaron puerto ya muy tarde, é
esa noche acordó el Almirante que á la madru*'
gada saliesen algunos á tierra para tomar lengua^
á saber qué gente era, no embargante la sospeolui-
de lo que ya habían visto.
Salieron esa madrugada algunos capitanes por
la tierra, é los unos vinieron á hora de cpmery (
trajeron un mozo de fasta catorce afios, y á lo qu0
después se supo y él dijo, era de los que aqñell*
gente tenían cautivos, é los otros se dividieron, 4
trajeron un muchacho pequefio, el qual tenia na
hombre por la mano, y por huir lo desamparó; ce*
te enviaron luego con algunos de ellos, y los otroa
quedaron, é de los que quedaron, unos tomaron cier-
tas mugeres naturales de la isla que trajeron, ó
otras mugeres se vinieron de grado con ellos que
eran de las cautivas. De esta compafiía se apartó
un capitán, no sabiendo si habia lengua, con seia
hombres, el qual se perdió con ellos, que jamáa
sapíeron tomar fasta que en cabo de quatro díss
toparon la costa de la mar, y siguiendo por ella tor-
naron á topar con la flota; ya los tenían por perdí-
dos é comidos de los Oaribes, porque ya no bastaba
razón á creerlo de otra mañera; y entre ellos íbaa
pilotos y marineros, que por la estreUa sabían ir y
venir hasta Espafia, y creíanse que en tan pequefio
espacio no se podían desatinar ni perder. Aquel día
que allí descendieron, andaban por la playa junto
á el agua muchos hombres y mugeres, mirando la
flota, é maravillándose mucho de cosa tan nueva; é
allegando alguna barca á tierra á hablar con eUos,
dedan: takum^ fotiion, que queria dedr, bueno, bne«
no, y esperaban en tanto que no salían del agua
juntos oon el monte, de manera que cuando ellos se
querian, se podían salvar; en conclusión, que de loa
hombres ninguno se pudo tomar por fuerza, ni por
grado, salvo dos que se aseguraron, y después loa
trajeron por fuerza allí; se tomaron mas de veinte
mugeres, de ellos de las cautivas, que de su grado -
se venían, y otras naturales de la isla que fueron
salteadas, é tomadas por fuerza, y ciertos mucha-
chos cautivos se vinieron á la flota huyendo de los
naturales de la isla que los tenían para comer ; y ea-
tuvíeron en aquel puerto ocho días, acaso de la pér«
dida del capitán susodicho^ dond^ mfioilM Tecef
m
OBÓÑIGAB DB LOB BBTBS D^ 0A8TILLA.
■alió geato de U flota á tierra á andar por raa mo-
radaa, é pnebloa que eataban á la ooata, donda ha-
llaron inñnitoa hneaoa da hombrea, é loa oaacos da
las oabasaa oolgadaa por laa caaaa á manera da Ya-
aijaa para tener ooaaa del aerrioio de caaa; eato era
de la gente qne oomian. En todo eate eapaoio no ae
vieron mnohoa hombres, porque dis qne eran idoai
y aegnn laa mogerea dijeron, á aaltear en diei oa-
noaa A otraa ialaa, é laa aaltear. E la gente de esta
iala pareoe maa políttoa qne no la de laa otraa ialaa
qae vieron de por allí, y tenían mnobo mejores ca-
aaa, annqne todaa eran de paja, y eatoa laa tenian
de mejor heohnra« y maa proTeidaa de manteni-
mientoa, é pareóla maa indoatria de ellos, y en éllaa
qne en loa otroa, tenian mnoho algodón hilado y por
hilar en sns oaaaa, y mnchaa mantas del mismo al-
godón tan bien tejidaa qne no debian nada á laa de
Caatilla.
Pregnlitando á laa mnjerea qne eran oantivaa en
esta iala , qné gente era eata qne laa tenia oautivaa,
respondían qne eran Oaribea, y deapnea qne enten-
dieron qne loa oaatellanoa tal por en mal nao de oomer
hombrea, holgábanse mncho de ello ; y si de nnero
traían algún hombre ó mnjer de loa Oaribea, aeore-
tamente decian á loa de loa navioa oomo eran Cari-
bes ; y ann alU donde eataban en poder de los oaa-
tellanoa mostraban haber gran temor de ellos, y de
esto se oonodó qnales eran Oaribea, é qnalea eran
loa otroa, porque loa Oaribea traían en cada una
pierna doa aigoUaa tejidaa de algodón, la nna jau-
to oon la rodilla, é la otra junto A loa tobillos, de
manera que lea faoian laa pantorrillaa grandea, é
de loa diohoa lugarea muy cefiidas, y esto pareció
qne elloa tenian por gentUeaa ; aaí que por esta di-
feríenda oonoderon loa unos é los otros los Oari-
bea,' de mala costumbre. B laa coatumbres de loa Oa-
ribea aon tales. Esta susodicha se llama Quaréque-
na ; la otra qne primero se vido se llama Quariqni ;
otra se llama Ayan. Eetos todos son como si fue-
sen de un linage , y no se facen mal unce A otros,
empero facen guerra á todaa laa otraa islaa comar-
canaa, loa qnales van por mar A ciento y cinqüenta
léguaa A lo maa léjoa A aaltear oon muchaa canoas
que tienen, que aon fnataa pequefiaa hechas de un
solo madero cada una, aegun dicho es en el capi-
tulo antes de éste. E sus armas aon flechas , é en lu-
gar de fierro, porque ellos no poseen ningún fierro,
ponen unas puntas fechas de huesos de tortugas ;
otros ponen unas espinas de un pes, de que parecen
naturalmente hechaa como si fueran de fierro, con
que pueden bien ofender ó matar, empero para gen-
te de acá de Espafia no aon armas para mucho ofen-
der. Eata gente aaltea en laa otras islaa, y traen las
mugares que pueden haber, en especial mozas her-
mosas, las qnales tienen para au servicio y para te-
ner por mancebas; y eato se supo por que maa de
veinte mosas de las cautivas fueron laa que se vi-
nieron A la flota, é decian que también usaban con
éllaa de nna terrible crueldad aquellos hombres Oa-
ribea, que pareoe increíble cosa, que loa hijea que
^ ^Uas engendral^an se Ion comían^ y que solamen-
te orian los que han en laa mugerea naturales. Loa
hombrea que pueden haber tráenloa A sns caaaa, 6
facen camioeria de elloa cuando quieren, é qne loa
qne matan por los prender, cómenlos luego, é di-
cen que la carne del hombre ea tan buena ooaa que
no hay tal ooaa de comer en el mnndo , é bien pa-
recía en su mal vicio y costumbre, porque loa hue-
sos que en sn casa ae hallaron, todo lo que se po-
4fa comer estaba muy roido , que no habia aino lo
que por su mucha duresa no se pedia comer. Ha-
llóse en una caaa cociendo un peacueio de hombre;
é loa muchachos que caativan chicos, cóHanlea A
cada uno sn miembro generativo, é aírvense de elloa
faata que aon hombres, ó faata que quieren, é dea-
pnea facen fiesta, é mAtanlos, é cómanlos, é dicen
qne la carne de loa muchachos, é de laa mnjerea no
es buena, ni tal como la de loe hombrea; de estos
muchacLoa ae vinieron huyendo A la fiota tres, to-
dos cortadoa loa miembroa generativos A rala de laa
redijaa.
Sn cabo de qnatro días vino el capitán qne ae
habia perdido con loa oompafteroa, porque de an
venida estaban ya bien desaf ociados, que los hablan
ido A buscar otraa quadrillas, é aquel dia vino la
nna, y todaa volvieron sin saber de elloa, é con an
venida holgaron mucho loa de la fiota oomo ai nue-
vamente ae hubieran fallado. Trajo eate capitán, é
los que con él fueron dies peoonas entre mucha-
chea é mugerea. Estos é los otros que los fueron A
buscar nunca fallaron hombrea, ó porque se habian
huido, ó porque habia pocoa en aquella comarca,
habian A encontrar oomo dijeron las mugares. Vino
el dicho capitán, y los qne con él fueron, tan dea-
trozados del monte, que era lAatima de loa ver; de-
clan que ae habian perdido por la aaperesa de loa
Arbolea, que era tanta que el cielo no podían ver, é
qne algunos de ellos que eran marineros, habian
subido por loa Arbolea de noche para mirar la estre-
lla del norte, é nunoa la pudieron ver , é si no topa-
ran con la mar, no pudieran tomar A la fiota ; la
qnal partió de aquella iala con la gracia de Dioa
ocho dias paaadoa después que allí llegaron ; é lue-
go otro dia vinieron A otra isla no muy grande A
hora de medio dia, que diataba de eata otra doce
leguaa ; é porque el primer dia que partieron lea
fizo calma, fueron juntos con la ooata de eata iala,
y dijeron ^a mugerea indias que aquella isla no era
habitada do gentes, porque los Oaribea la habian
despoblado, é por eao la flota no paró allí; é luego
esa tarde vieron otra isla, y esa noche eeroa de ella
hallaron unas bajea, é no osaron A andar haata que
fué de dia, é luego A la maftana pareció otra iala
asaz grande , é A ninguna no llegaron, por ir A con-
solar loa hombrea que habian dejado esotro viaje
en la isla Española, é no plugo A Dioa que loe fa-
llasen vivos como adelante se dIrA. Otro día llega-
ron A otra isla, qne parecía muy bien, é mny po*
blada, é fueron, é tomaron puerto en ella ¡ luego el
Almirante mandó ir á tierra una barca guarnecida
de gente para si pudiesen tomar lengua, é aaber
qué gente era, é para haber información de au vía-
Don fernakdo A
je que era me&eeter, no embargante qne él Almi-
rante, aunqne no habla fecho aquel camino, iba
muy bien encaminado legun pareció. E saltaron
ciertas personas en tierra de la dicha barca, é lle-
garon á on poblado donde la gente ya se había es-
condido, é tomaron cinco ó sois mugeres, é mucha-
chos, de las qnales supieron que eran las mas cau-
tivas como en la otra isla, por que allf también eran
Caribes. Esta barca se quería tomar á los naTÍos
con priesa, ó por parte do abajo venia una canoa,
en que venían quatro hombres é dos mugeres, é un
muchacho , é después vieron la flota , maravillados
■e embebecieron tanto, que por una grande hora no
. se movieron de un lugar , casi dos tiros de lombarda
de los navios ; en esto fueron vistos de los que es-
taban en la barca, é de toda la flota; luego los de
la baroa fueron á ellos tan juntos con la tierra, que
con el embebecimiento que tenían , maravillándose
y pensando qué cosa seria aquella que nunca los
vieron hasta que estuvieron muy cerca de ellos que
no los pudieron mucho f uir, aunque f arto trabaja-
ron por ello, y los de la barca trabajaron harto que
no se pudieran ir. Los Caribes, desque vieron que
el huir no les aprovechaba, con mucha osadía pu-
sieron mano á los arcos, también las mugeres como
los hombres, é digo con mucha osadía, porque ellos
no eran mas de quatro hombres, é dos mugeres, é
eran los de la barca, é de toda la flota ; luego los
de la barca fueron á ellos tan juntos con la tierra
qne con el embebooimionto , siendo asi que los Ca-
ribes eran quatro hombres é dos mugeres, é eran
los de la barca veinte y cinco, de los quales firieron
dos , al uno dieron dos flechadas , y al otro una por
el costado , 6 si no fuera porque llevaban adargas,
é tablachinas, é por que los embistieron presto con
la barca, é les trastornaron la canoa, asaetaran los
mas de ellos con sus flechas. Después de trastorna-
da la canoa quedaron en el ag^a nadando, é había
allí unos bajos, é tuvieron farto que hacer en to-
marlos, que todavía trabajaban por tirar, é con todo
eso so los fuyó el uno , é no lo pudieron tomar si no
mal herido de una lanzada, de que murió. La dife-
rencia de estos indios Caribes á los otros dichos, es
en el hábito, que los de Garibi tienen el cabello
muy largo , son trasquilados , é fechas muchas di-
ferencias en las cabezas de cruces, é otras pinturas
en diversas maneras, cada uno como se le antoja,
lo qual hacen con cafias agudas; ó todos, ansí de
Caribí como los otros, es gente sin barbas, que por
maravilla hallareis hombre que las tenga, que to-
das se las pelan , é quitan antes que crezcan, de ma-
nera que parece que no les nacen. Estos Caribes que
allf tomaron , venían tiznados los ojos y las cejas,
lo cual parece que hacen por gala, é con aquello
parecían cosa espantable ; el uno de ellos dijo que
en una isla de aquellas llamada Cario, qne es la
primera que se vido , á la qual la flota no llegó, que
había mucho oro, y que sí allá fuesen y llevasen
azadones , é cosas para hacer sus caminos , qne trae-
rían cnanto oro quisiesen.
S loego aquel día partió de alU la flota en oabo |
DOfiA ISABEL. MS
de seis ú siete horas , y después de haber allí llega-
do, fueron á otra tierra que parada á ojo, é esta
isla estaba en el camino qne habían de llevar, 6 lle-
garon noche cerca de ella, é otro día de mafiana
fueron por la costa, é era muy gran tierra, aunque
no era muy continua, que eran mas de quarenta
islas é tierra muy é alta, la mas della pelada, lo
qual no es ninguna de las que habían visto ; á esta
no llegaron para saltar en tierra , salvo una carabe-
la latina que llegó á un islon de aquellos, en el
cual hallaron ciertas casas de pescadores, ó las mu-
jeres indias que traían dijeron que no eran pobla-
das aquellas tierras ; anduvieron por aquella costa
lo mas de aquel día, fasta otro dia en la tarde que
llegaron á otra isla llamada Boríqui , cuya costa
corrieron todo un día, é se juzgaba que tenia por
aquella costa treinta leguas. Esta isla es muy f er-
mosa y muy fértil al parecer, 6 á esta vienen los
caribes á saltear y conquistar, de la qual llevan mu-
cha gente para comer, é no tienen estos canoas
ningunas, nin saben andar por mar, empero osan
de arcos y flechas como los caribes, con que pelean
é se defienden , é si por ventura han victoria de los
que los vienen á saltear, también se los comen,
como los caribes á ellos. ESn un puerto de esta isla
estuvo la flota dos días, donde saltó mucha gente
en tierra, empero nunca pudieron haber lengua,
que todos huyeron como gente atemorizada de los
caribes. Todas estas islas fueron descubiertas en
este viajo, que en el otro ninguna había visto el
Almirante ; y aunque todas parecian muy f ermosas
islas, empero ésta parecía mejor.
Aquí se acabaron las islas que facía á la parte de
Espafia atrás había dejado por ver el Almirante en
el primero viaje, y aun se cree haber algunas islas
antes que estas, quarenta ó cinqñenta leguas facía
Espafia, porque antes que viesen tierra los de esta
flota vieron unas aves que llaman rabihorcadas vo-
lar, é son aves de rapifia marinas, y no sientan ni
duermen sobre el agua, y viéronlas sobre tarde ro-
deando subir en alto , después seguir su vía buscan-
do tierra para dormir, las quales no podían ir, se-
gún era tarde, á dormir mas de doce ó quince le-
guas, é esto era sobre mano derecha de la flota fa-
cía Espafia, de donde todos juzgaron quedar allí
tierra , la qual no se buscó porque se facía rodeo y
tardanza para el viaje.
De esta isla de Boriquí partió la flota una ma-
drugada, y aquel día antes que fuese noche ovieron
vista de tierra, lo qual no era conocida tampoco de
los del otro viaje , empero por las nuevas de las mu-
jeres indias que llevaban, sospecharon que seria la
Espafiola, que iban á buscar, y era la misma Espa-
fióla, así llamada por los indios, y entre ella y la de
Boriquen pareda otra isla, aunque no era grande.
CAPÍTULO OXX.
Cono UefiroB á It Espafiola y balliron noertos los honbras
fse bablaa d(;|a4o.
Llegados á la Espafiola el Almirante y toda la
Sota, á donde arribaron por a^uel comieniO} era
tt4
0B0NI0A8 DS LOS B1TB8 DB CASTILLá.
todft l|i tiem nana y mvy baja; mai del oo&od-
miento della cataban todos dadoaoa, porqao por
aquella parte ni el Almirante ni loa otroa que con
él fueron non la hablan viato. Eita isla es mny
grande, y ea nombrada por proYinolaa, y A esta
parte por donde llegaron llaman ilAto, é á otra pro-
vincia junto oon esta llaman Samana^ é á otra Boto,
é á otra Albao; é hay otraa mnchaa provincias, así
oomo acá en Espafia. Por la costa de esta isla cor-
rió la flota al pié de den leguas, porque hasta don-
de el Almirante habia dejado la gente habia este
oompés, que seria el medio de la isla.
Andando por derecho do la provincia llamada Sa-
mana, echó el Almirante en tierra uno de los indios
que el otro viaje habia traido á Espafia, vestido y
oon algunaa ocaillaa ; aqael dia ae finó el marinero
vizcaíno herido que habia sido de los caribes ya di-
chos que tomaron, é murió por su mala guarda , é
porque iban por costea dióse lugar que saliesen en
nna barca á enterrarlo, é fueron en guarda do labar-
. oa doa carabelas, é acercáronse á tierra, é salieron á
la barca, desque salió á tierra, muchos indios, de los
qualea slgunoa traían oro al cuello ó á les orejas, é
querian venir con los christianos á los navios; y no
los quisieron traer, porque no llevaban licencia del
Almirante, los qaales desque vieron que no los que-
rían traer, se metieron dos de ellos en una canoa, é
se vinieron á una de las dos carabelas , en la qual
los recibieron con su canoa, é tmjéronlos á la nao
del Almirante; dijeron mediante un intérprete indio,
de los que iban do acá de Espafia, que un Rey de
aquella provincia loa enviaba á saber qué gente era,
é que les rogaba que se saliesen á tierra, é que da-
rla al Almirante mucho oro que tenia é de comer de
lo que tuviese, é el Almirante les mandó dar sondas
camisas é bonetes é otras cosillas, éles dijo, que por-
que iba donde cataba Guacanarí, no se podia dete-
ner, que otro tiempo habria para que le pudiese ver;
é con esto se fueron.
E la flota no cesó su viaje hasta llegar á un puer-
to que el Almirante llamó Monte Juan^ donde estu-
bieron dos dias para ver la disposición de la tierra;
porque no habia parecido al Almirante el lugar don-
de habia dejado la gente que estaba en un asiento.
Para hacer asiento descindieron en tierra, habia
muy ceroa de allí un gran rio do muy buena agua,
empero era toda tierra muy anegada y muy indis-
puesta para habitar. Andando viendo el rio é tierra
algonoa de la flota, hallaron dos hombres muertos
juntos con el rio: el uno con un lazo al pescuezo, y
el otro con un lazo al pié : esto fué el primero dia ;
é otro dia siguiente hallaron otroa dos hombres
muertos mas adelante de aquellos , el uno dellos es-
taba en disposición de que se le pudo conocer tener
muchas barbas, é algunos de la armada sospecharon
maa mal que bien, en razón porque los indios son
todos sin barbas, oomo dicho es, é este puerto está
del lugar donde habia quedado la gente christiana
el primer viaje doce leguas. Paaados dos dias alza-
ron velaa para ir donde el Almirante habia dejado
}a sobre dicha gente en compafiiadel Rey de los in-
dios de aquella provincia, llamado Gaaoanaii , quf
parecía ser de loa príncipalea de la iala ; [aquel dia
llegaron en derecho de aquel logar ya tarde , é por*
que allí habia unos bajea donde el otro viaje ae ha-
bia perdido la nao en que habia ido el Almirante, no
oaaron tomar el puerto cerca de tierra, fasta que otio
dia de mafiana se sondaae, é pudiesen entrar aegu-
ramente ; quedaron aquella noche una legua de tier*
ra, é esa tarde yendo por allí de lejoa, salió una ca-
noa en que parecian cinco ó seia indioa, loa qualea
venian aprisa para la flota, é el Almirante creyen^
do que lo siguieran hasta alcansarlo, no quiso que
los esperasen , y ellos porflando llegar, llegaron fas-
ta un tiro de lombarda de la flota, é parábanae á mi-
rar, é desque vieron que no loa esperaban, dieron
vuelta ; é después que surjieron en aquel lugar, ao-
bre tarde, el Almirante mandó tirar dos lombarda^
á ver si respondían los christianos que hablan que-
dado cerca del dicho Quacanari, porque también les
hablan quedado lombardas, de lo qual se desconso-
ló mudio la gente, é tomaron la sospecha que de-
bian tomar; estando así todoa tristes, pasadas quatro
ó cinco horas de la noche, vino la misma canoa que
esta tarde habían visto, é venia á la flota dando vo-
ces, preguntando por el Almirante ; é un capitán de
una carabela donde primero llegaron , trújulos á la
nao del Almirante, los qualsa nunca qubieron ha-
blar hasta que el Almirante lea hablaae, y deman-
daron lumbre para le conocer , y deapuea que le co-
noderon entraron en la nao ; era el uno privado de
Quacanari , el qual Quacanari loa habia tomado á
enviar después que ellos se hablan vuelto aquella
tarde, é trujeron dos carántulaa de oro que Quaca-
nari enviaba en presente, la una para el Almirante,
y la otra para el capitán que el otro viaje habia ido
con él , y estuvieron en la nao fablando oon el Al-
mirante en presenda de todos por tres horas, mos-
trando mucho placer; é preguntándoles por loa chris-
tianos que alli habían quedado qué talea estaban,
aquel privado dijo que todos estaban buenoa , aun-
que entre ellos habían muerto algunoa de dolenda,
y otros de diferencias que hablan aoonteddo entro
ellos ; é que Quacanari estaba en otro lugar herido
en uqa pierna, é que por eso no habia venido ; pero
que otro dia vendria, porque otroa dos Reyes, lla-
mado el uno Caonaboa , y d otro Mariema habian
venido á pelear con él y que le habian quemado el
lugar. Luego esa noche se volvieron dídendo que
otro dia vemlan con el dicho Quacanari, é con esto
dejaron eaa noche consolada la gente de la armada
y se partieron. Otro dia de mafiana estuvieron es-
perando al Quacanari, é nunca vino, y entretanto
saltaron á tierra algunos por mandado dd Almiran-
te, é fueron al lugar donde solía estar Quacanari,
é halláronlo quemado, é un cortijo algo fuerte con
una palizada, dondo los christianos habitaban é te-
nían lo suyo, estaba también quemado é derribado,
é ciertas vemias é ropas que los indios habian trai-
do á echar en la caaa ; y loa indioa que por allí pa-
recían andaban mny estrafios, é no ae osaban llegar
á los chrÍ8tiano8| é arrojándoles cuentas, é cascabe-
DON FERNANDO
let, 6 otraa ooflas, Xavo de Megarane un pariente de
Guaoanari é otroe treSi loe quales entraron en la bar-
ca, ¿ trujéronloe á la nao, é pre^ntáronles por loe
christianoe, é dijeron qne todos eran muertos, em-
pero no lo habían creído; preguntando á este indio
pariente del Qnaoanari qnién loe había muerto, dijo
que el Rey Gaonaboa, y el Rey Maríema, é que lee
quemaron las casas del lugar, ó que estaban muchos
heridos , é ,que también el Quacanari lo estaba en
otro lugar, y que él quería luego á lo llamar, al qual
dieron algunas cosas, é luego se partió para donde
estaba Quacanari, al qual todo aquel dia estuvieron
esperando, é nunca vino. Otro dia saltó en tierra el
Almirante é algunos con él, é fueron á donde eolia
estar la villa y habían quedado los cbristianos, la
qual estaba toda quemada; élos vestidos deles chris-
tianos se hallaban por aquella yerba, é no se vido
estonce ningún muerto; habia sospecha si el Gua-
nacari los oviese muerto, otros decían, que como ha-
bia él de quemar su villa. El Almirante mandó ca-
var todo el sitio donde los christianos estaban for-
talecidos, porque él les habia mandado que des-
que tuviesen alguna cantidad de oro que lo onter^
rasen, y entretanto que esto se hacia quiso llegar
cerca de una legua de allí, donde le habia parecido
haber buen ñtio para edificar una viUa , é llegaron
á un poblado donde había siete ú ocho chozas, las
quales los indios luego que vieron ir los christianos
desampararon, é llevaron lo que pudieron, que era
gente bestial que no tenia discreción para escojer
donde hurtar, que los que vivían á la marina era
maravilla cuan bestialmente vivían, las casas lionas
de yerba en derredor y de humidad, que ora maravi-
lla como vivían ; fallaron allí muchas cosas de los
christianos, así como una almalafa muy gentil, la
qual nunca se había descosido de como se habia lle-
vado de Gastilla, é calzas, é una azuella de la nao
que'el Almirante allí habia perdido el otro viaje, é
pedazos de pafio, é otras cosas, é aun hallaron las co-
sas que tenían guardadas, en una esportilla muy co-
sida é á mucho recaudo una cabeza de hombre muy
guardada, é creyeron que sería la cabeza de alguno
que tenían por reliquia de padre ó madre, 6 de al-
gún Rey, ó por alguna costumbre de la tierra ; de
allí el Almirante se volvió y los que con él iban, por
donde estaba la villa, y hidló muchos indios que se
habían asegurado con los que quedaron allí, cavan-
do, buscando si los christianos oviesen dejado oro
escondido, é con otros christianos de la flota qne allí
habían quedado, é habían resgatado con ellos oro
fasta un marco, é habían mostrado donde estaban
muertos once hombres de los christianos cubiertos
ya de la yerba que había crecido sobre ellos, é todos
aquellos indios hablaban por una boca, que Caona-
boa é Maríema los habían muerto; empero afirma-
ban y decían que los christianos tenía cada uno tres
6 quatro mujeres, de donde se creyó quel mal que les
vino á aquellos christianos que.allí sin dicha habían
quedado, fué por su desconcierto, é por se envolver
con las mujeres indias, los indios de zelos los ma-
taron, 6 por algunas coéas de desaguisados que ha-
É DOÑA ISABEL. 665
cían en la tierra, se invocarían pera los matar. Otro
dia de mañana, porque por todo aquello no habia lu«
gar dispuesto para poblar, envió el Almirante una
carabela á buscar por una parte, y él fué por otra,
y él falló un puerto muy seguro con muy gentil dis-
posición de tierra para hincar, é quando volvió era
venida la carabela que habia ido por la otra parte,
en la qual habia ido Melchor, y otros cuatro ó cinco
caballeros , hombres de pro; é yendo costeando por
su viaje salió é ellos una canoa con dos indios, el uno
hermano de Quacanari, el qual conocido por un pi-
loto que iba en la carabela , le preguntó que quién
iba allí, é el piloto les dijo : hombres principales del
Almirante, y el indio les dijo, que Quacanari les ro-
gaba saliesen á tierra donde él tenía su asentamien-
to, el qual era hasta sesenta casas, é salieron en tier-
ra los mas principales que iban en la carabela, y fue-
ron donde estalla el Quacanari , al qual hallaron en
su cama echado é haciendo del doliente herido , ha-
blaron con él preguntándole por los christianos,
respondió concertado con la misma razón que los
otros, que Gaonaboa y Maríema los habían muerto é
que á él lo habían herido en un muslo, el qual mos-
tró ligado, los que estonces lo vieron así les pareció
que seria oomo él lo dijo, á tiempo de depeedirse á
cada uno de ellos dio una joya de oro, á cada uno
oomo le pareció que lo merecía según el hábito en
que lo vía. Este oro hacían ellos en hojas muy del- .
gadas para carátulas é para poderse asentar sobre
betumen que ellos f adán ; y sí así no fuera no se
asentara de otra manera ; facían para asentar en la
cabeza é para colgar en las orejas é narices, é para
todo lo facían delgado, que asi era menester, é ellos *
no tenían nada de ello por riqueza ni cosa de gran
valor, salvo por bien parecer.
Dijo el Quacanari por sellas, como mejor él pudo,
que dijesen al Almirante como él estaba ansí herí-
doy que lo viniese á ver ; é Inogo como el Almiran-
te llegó los sobredichos le contaron todo lo dicho, é
otro dia de mafiana acordó el Almirante de ir allá,
al qual lugar llegó con los que iban con él dentro de
tres horas, que la jomada era tres leguas y aun me-
nos desde donde estaba la flota fasta allí, é cuando
allí llegaron era hora de comer , é el Almirante co-
mió antes de salir en tierra, é luego mandó que todos
los capitanes viniesen con sus barcas para ir en tier-
ra, porque ya esa mafiana antes que partiesen de
donde estaban habia venido el hermanó de Quaca-
nari, y había hablado con el Almirante á darle prie-
sa que fuese donde estaba el dicho Quacanari ; alU
fué el Almirante á tierra é toda la mas gente de pro
con él , tan ataviados que en una ciudad principal
parecerian bien; llevó algunas cosas para le presen- .
tar, porque ya habia recibido de él alguna cantidad
de oro y era razón responder con la obra y voluntad
que él habia mostrado. El dicho Quacanari , tenia
así mismo para le hacer {pésente aparejado; é cuan-
do el Almirante llegó con los capitanes é gente de
pro al lugar é casa donde estaba Quacanari, hallá-
ronlo echado en su cama como ellos la usan, col-
gada en el aire hecha de algodón oomo de red, no
CRÓNIOAS DS LOB BETS8 DB OÁfflILLA.
M IdTftnid, flftlTO daade U oama biso el aemblAnte do
oorteiia como él mejor sopo : mottró mncbo sentí-
miento oon lágrímaten loe ojof por U mnerte de los
dirísiisnosi j oomenaó á hablar oon ellos mostran-
do oomo mejor podia, como unos murieron de do-
lencia é como otros se babian ido á Caonaboa, á
buscar la mina de oro, y que alli los babian muerto,
7 que los otros queso los babian venido á matar en
su Tilla, é á lo que pareció en los cuerpos muertos
pedia haber dos meses que eran muertos é que ha-
bla acontecido aquello. A esa ora preaentó al Almi-
rante ocho marcos 7 medio de oro, é cinco 6 seis la-
brados de pedrería de diversas colores, é en un bo-
nete de la misma pedrería estaba un joyel, lo qual
le dio con mucha yeneradon. Estaban allí presentes
él Dr. Ohanoa, Tocino de Sevilla, 7 otro cirujano de
la armada, 7 dijo el Almirante á Quacanari como
eran aquellos sabios para curar las enfermedades de
los hombres, que les quisiese mostrar la herida, 7 él
respondió que le placia, para lo qual ol dicho Doc-
tor le dijo que seria necesario si pudiese que saliese
de casa, porque la casa estaba obscura que no se po-
dría bien ver, lo qual él hiso luego, creo que sería
mas de empacho que no de gana, 7 arrimándose á
él salió fuera ; después de asentado llegó el ciraja-
no, é comensóde desliarle; estonce dijo el Qaaca-
narí al Almirante que ora herída hecha con piedra;
después que fué desatado, llegáronle á tentar el Doc-
tor 7 d drujano, 7 no tenía mas en aquella pierna
que en la otra , aunque él hacia del raposo que le
dolia mucho. CSertamente este caso poso á todos
ma7or sospedia de la que tenían ; pero ni aun con
todo eso ningún hombre cuerdo se pudo bien deter-
minar para juzgar en esté caso la verdad, porque las
raaones eran tan ignotas, que ciertamente muchas
cosas había que mostraban haber Tenido gente con-
traria. Asi mismo d Almirante no sabía qué se ha-
cer, paredéndole 7 á otros muchos, que por estonce
hssta bien saber la yerdad que se debía disimular,
porque después de sabido cada que quisiese se po-
dría tomar enmienda.
Aquella tarde se Tino oon el Almirante á la flota,
7 mostráronle caballos 7 cuanto allí liabia, de lo
cual quedó mu7 maravillado como de cosa ostrafia,
tomó coladon en la nao 7 esa tarde se volvió á su
casa; el Almirante le dijo que quería habitar allí con
él 7 que quería hacer allí casas, 7 respondió le pia-
da, pero que el lugar era mal sano 7 húmedo, 7 tal
era él por cierto. Esto todo pasaba por intérprete de
dos indios de los que habían venido con él en Casti-
lla, que andaban allí con el Almirante, 7 éstos ha-
bían quedado de déte que partieron de Sevilla, que
los cinco se murieron en d camino , 7 aquellos dos
se escaparon por maravilla, habiendo llegado á gran
peligro.
Otro día estuvieron surtos en aqud puerto, y qui-
so saber Guacanarí cuando se partía el Almirante, 7
el Almirante le mandó decir que otro día, é aquel
día vino á la nao el sobre didio hermano SU70, é
otros oon él, 7 trujeron algún oro para resgatar.
JSn U nao babia diee mujeres de las que se hablan
tomado, que estaban oaotíTas en las islas de Gailbl,
7 eran las mas de ellas de las islas de Boriquen, é
aqud hermano del Guaoanarí habló con ellas, 7 les
dijo lo que luego esa noche puderon por obra^ 7 es
que al primer suefio mu7 msnsamenta se echaron al
agua, é se fueron á tierra, de manera que cuando
fueron hdladas menos iban tanto tredio que oon las
barcas no se pudieron tomar mas de las qnatro, las
qudes tomaron d salir dd agua ; fueron nadando
una gran media legua. Otro día de maJIana d Al-
mirante euTió á Quacanari le enviase aquellas mu-
jeres, que la noche antes se le habían buido, 7 que
luego las mandase buscar, 7 cuando fueron hallaron
d lugar despoblado, que no bdlaron persona en éL
Aqud día estuvo la flota queda , porque d tiempo
era contrario para salir. Otro dia acordó el Almiran-
te de mafiana que fuesen todss las baroaa á buscar
puerto, é fueron por la costa buscando tierra de bue-
na disposidon para baoer habitadon: 7 también los
habitadores indios de por alli no se aseguraban de
los castellanos, é llegaron á un lugar á donde todoa
eran fuidos, adonde hdlaron fuera de las casaa me-
tido en d monte un indio herido de una Tara oon
una herída que resollaba por las espddas, d cud
no había podido huir mas lejoa. Los indios de eeta
Isla lEspafiola, Haíti por dios llamada, pdean con
varas agudas, las quales tiran con unas tiraderas oo-
mo facen los muchachos acá en Outilla^ con las qua-
lea tiran mn7 lejos 7 asas oertero, que para gente
desarmada pueden hacer harto daño.
Este indio herido dijo d Almirante que Caonáboa
7 los SU70S le babian herido é habían quemado las
casas de Quacanari ; ad que d pooo entender que
les entendía, 7 las rasónos 7 notas, tenían confusos
d Almirante 7 á todos, que no podían saber de der-
to cómo hubiese ddo la muerte de los christianoa.
No hallaron en aqud puerto dispodcion saluda-
ble para trazar pueblo; acordó d Almirante TOÍTcr-
se por la costa donde había Tenido alli de Oaatüla,
porque la nnoTa dd oro era fada allA Fué d tiem-
po tan contrario, que ma7or pena les fué andar trein-
ta leguas que ir allá desde Castilla, que en d tiempo
contrario é largueza del camino, 7a eran tres meses
pasados cuando descendieron en tierra; plugo á
Nuestro Sefior que por la oontrariedad dd tiempo
que no los dejo ir mas adelante , OTÍeron de tomar
tierra en el mejor dtio 7 dispoddon que se pudiera
escojer, donde habia mn7 gran puerto 7 bueno , 7
mucha pesquería , de la qud tenían mudia neoed-
dad por d cansamiento de las carnes, que no habia
en toda aquella tierra, la qual era mu7 gruesa para
todas cosas. Tenia junto un rio principal, 7 mu7 cer-
ca otro razonable, de mu7 angular agua; dlí comen-
zó á edificar una dudad, á la qud puso nombre /m-
hda. Comenzóse á edificar una TÍlla sobre la ribera
del mar , en mu7 lindo lugar, que un corrd se des-
lindaba con el agua con una barranca de pefia taza-
da tal, que por allí no habia menester defensa nin-
guna, la otra mitad estaba cercada de una ari>oleda
tan espesa, que apenas pudiera un conejo andar, é
tan Tcrde que en ningún tiempo dd mundo fuego
DON FERNANDO
le podit qumntr* OomttUKaron de sembrar hortalizae
y muchas ooeaa de las de acá, y oreoian mas allá en
ocho días I que acá en Oastilla en veinte. Fecho allí
el asiento y oomienso del puebloi Inego el Almiran-
te se conoció con los capitanes 6 reyes de aquella
oomarcaf qae ellos llamaban allá Oaoiqnes, é traían-
les de sns viandas, y venian alli continuamente mn-
ohos indios con oro, y á resgatar y cargados de maix,
que es un buen manjar, y es como nabos, que se
cria debajo de la tierra, del qual se hacen muchos
manjares en muchas maneras, el qual es muy cor-
dial manjar con que se mantienen allá las gentes en
lugar de pan. Hay otro manjar que llaman mjes; tam-
bién cria debajo de la tierra, y hay otro que llaman
eatabi. Habia alli otras muchas maneras de man-
jares y frutas, todos muy diferentes de los de acá
de Oastilla.
Lo que de esta gente se pudo luego conocer fué
que eran muy simples, sin letras de ninguno; no
hablan empacho de andar desnudos como nacieron,
como andan ; las mujeres, por la mayor parte traían
cubiertas sus vergfienzas recinchado una mantilla
de algodón en derredor de las caderas, é otras con
fojas de árboles ; sus galas de ellos é de ellas era
pintarse, unos de negro, otros de blanco y colorado,
6 de otras colores, é de tantos visajes que verlos era
cosa para reír, las cabesas rapadas en lugares, y en
lugares con vedijas de tantas maneras que no se
podía escribir, é todo lo que hacen acá en la cabesa
de un loco, el mejor de ellos lo habia allá en muy
buena ventura que lo ficiesen en la suya. Lo que
luego pareció desta gente que si luego tuvieran len-
gua á los castellanos con que los bien entendieran,
luego se querían tornar christianos ; é cuanto vían
que facían los christianos, todo lo hacían ellos, é
fincar las rodillas, poner las manos, decir el Pater
noater, el Ave María é las otras devociones, é santi-
guarse, é decían que querían ser ohristíanos, puesto
caso verdaderamente que eran idólatras, porque en
sus casas había figuras de muchas maneras y todas
muy disformes y feas , que parecían al diablo, las
quales también trai an en las carátulas que se tocaban
y en los cintos de algodón ; y preguntándoles que
era aquello, decían que/tir^, que quiere decir cosa
del cíelo, y si les querían tomar aquellas figuras, di-
cióndoles que era cosa aborrecible, que lo echasen
on el fuego, mostraban por ello tristeaa, y parecía
que tenían en aquello mucha devoción, y asi mismo
pensaban, que cuanto los castellanos tenían yoUos,
todo habia venido del cíelo, y á todo llamaban fu-
rey, que quiere decir en su lengua délo. Luego que
allí asentaron é comensaron de hacer población, se
tendió gente de los castellanos por aquella comar-
ca, é vieron en poco tiempo cosas por la tierra bien
hasafiosas que hay por alli, y vieron que hay árbo-
les que llevan lana, y harto fina y tal, que los que
Habían del arte decían que se podrían hacer buenos
pafios de ella, y de estos árboles hay tantos que se
podían cargar carabelas de lana, aunque es trabajo-
sa de cojer, porque los árboles son muy espinosos,
empero bien se podía hallar injenio par» la cojer.
B DONA I8ABBL. 66?
Hay que se vido infinito algodón de árboles perpe-
tuos que lo dan , que son del tamafio de im duras-
no ; é árboles que llevan cera en color é en sabor y
arde tan bien oomo la de abejas, tal que no hay di-
ferencia mucha de una á otra. Hay infinitos árbo-
les de trementina muy singular y muy fina; hay
mucha alquitara también muy buena; hay árboles
que paredó á los físioos que allí iban que eran de
los que llevan núes moscada; salvo que estaban es-
tonce sin fruto, y juzgáronlo ser dello porque la sa-
bor y el olor de la cortesa era como de núes mos-
cada. Vídose una rais de genjíbre que la traía un
indio colgada del pescueso'; hay también lino aloe,
aunque no es de la manera del que se ha visto acá
en Oastilla, pero no es de dudar que sea una de las
especies de lino aloe que los dotores ponen. Vieron
también que hay una manera de canela, empero no
tan fina como la que acá vemos, que viene por la
vía de Alejandría, é lo podría facer no ser tan fina
el defecto de no la saber cojer en tíempo ; ó por
ventura críala asi la naturaleza de la tierra ; tam-
bién hallaron mirabolanos oerinos, salvo que eston-
ce estaban debajo del árbol, y como la tierra era
muy húmeda, estaban podridos, y tenían el sabor
muy amargo, é creyóse que sería del pudrimiento,
empero lo otro, salvo el sabor que es corrompido,
es de mirabolanos verdaderos; y también almárti-
ga muy buena, hay también pimienta muy buena,
y quema dos veces mas que la que acá tomamos,
críase en arbolíllos oomo de hortaliza, es floja , no
tan dura como anta que acá viene por la vía de Ale-
jandría, é mayor un poco, la qual tienen los indios
por cosa mny medídnal y muy buena, é la siem-
bran y 00 jen.
Es maravilla de como las gentes de todas aque-
llas islas no tienen ni poseen fierro , de las f erra-
mientas que tienen de piedras muy agudas y hechas
á maravilla, así como hachas y azuelas é otras f er-
ramientas con que se sirven y faoen sus cosas. Sus
mantenimientos son pan de raices que Dios les
echó y dio en aquella tierra en lugar de trigo, que
trigo, ni centeno, ni cebada, ni avena, nin esoafia,
nin piuízo, nin saina, nin mijo no hay allá, nin cosa
que se les parezca ; hay cazabí, que se coje en unos
'racimos como que quieren parecer al panizo, sino
que son mucho mayores los granos ó mas blan-
cos ; hay maíz, é ajes, é otros manjares é raices,
con que han vivido fasta agora, y otras frutas y
mantenimientos salvajes é cosas que Dios alli les
dio con que se crian y mantienen , y han criado y
mantenido desque Dios Nuestro 8efior allí los echó.
No había cosa de mantenimientos hasta aquel tiem-
po que los castellanos fueron allá probar de las que
acá hay, ni que se le pareciese; no habia habas, niv
garbanzos, ni yeros, ni lantejas, ni atramuces, ni
res de quatro píes, ni alímafia, salvo unos gozeos
pequeños, y aquellas ntías, que son oomo grandes
ratones, y son como entre ratones y conejos, y son
muy buenas y sabrosas de comer, y tienen píes y
manos como de ratón, y suben por los árboles ; son
del tamalio de un conejo nuevo; los gozeos son
fe68
CRÓNICAS DB LOS BBTBS DB CASTILLA.
blanoo0 é prietos é de todts mmeras de colores. Hay
Itgartofi 7 cnlebras , y no muchas , porqae los co-
men los indios, y facen tanta fiesta dallos, como nos
los castellanos de perdices ; son los lagartos de allá
como los de acá, en el tamafio , salvo que en la he-
chara son diferentes ; aunque en ana isla pequefia
que está junto con un puerto que se llama Monte
Juan, donde la flota estuvo algunos dias, se vido
un lagarto muchas veces de gordura de un becerro
y tan cumplido como una lanaa, y muchas veces ssí-
lieron por lo matar, y no podían con la espesura y
huía y metlaseles en la mar. Otro sí comen los in-
dios allende de comer lagartos y culebras, cuantas
arafias y gusanos hallan por el suelo, ansí que pa-
rece de su bestialidad mayor que la de ninguna bes-
tia del mundo.
Llevó el Almirante de este viaje diese y siete na-
vios, como dicho tengo, en que iban cuatro naos y
trece carabelas, y mil y doscientos hombres de pe-
lea para quedar allá prosiguiendo la posesión de la
tierra, ó para ejercitar y saber del oro lo derto y
adquirirlo para el Bey é Beyna , quier por grado,
quier por fuerza, de los habitadores ; é llevó veinte
y quatro caballos, é diez yeguas, ó tres muías, ó lle-
vó puercos y puercas , becerros y cabras , y vacas y
ovejas, de todo un poco para criar, para lo qual la
tierra fué muy conforme y aprovechable, y muy
mas sana que para los hombres. El Almirante ha-
bla determinado una vez de enviar los navios en
Castilla antes de ir á buscar las minas del oro, se-
gún el aviso que tenia de los indios, la una en Ci-
bao, que es una provincia donde hay mucho oro, y
la otra en Atti, tierras del Boy Gaonoboa, que era
muy poderoso en aquella tierra, los quales hallaron
muchas muestras donde se pedia hallar mucho oro,
ó en mas de cinquenta rios ó arroyos ó fuentes ha-
llaron quo liabia mucho oro, y se podia cojer, y tru-
jeron muestras do todas partes, y creyendo que ca-
vando la tierra bien honda se hallaría mucha can-
tidad de oro, pues que en las arenas de los arroya-
deros del agua so hallaban , y pues que los indios
no cavaban mas en hondo la tierra de un palmo,
que no tenían con qué ni lo hallaban. Esto sabido,
el Almirante despidió los navios para acá para Cas-
tilla, y dejó allá los que vido que eran necesarios
quedar, y envió el oro que mas pudo haber al Rey
y á la Rieyna, 6 vinieron los navios á Cádiz, donde
fasta que el Sr. Obispo Don Juan de Fonseca fué,
no osaron salir á tierra fasta le entregar el oro, y
donde en adelante se tuvo esta forma : que todos
los navios que venían de las Indias venían á Cádix
y. allí entregaban lo que traían al dicho Sefior fasta
que Sus Altezas lo pusieron en otros negocios mas
altos que no éste, y lo subieron en honra como lo
él merecía, de Embaxador entre Sus Altezas y el
Emperador y Flándes sobre los casamíeotos de sus
fijos, y le hicieron Obispo de Badajoz, é después de
Córdoba, é después de Valencia, de bien en mejor,
y todo bien empleado ; é después que este Sefior
dejó el cargo de las armadas y receptoría del oro,
ovo otras fonnas y ordenamiento en lo recibir. E!n
este mismo afio de 94, qna vinieron los navios ds
las Indias, dejando en la Espafiola el Almirante y
la gente castellana en el pueblo oomensado de edifi-
car, envió otra armada el Sefior Don Juan de Fonse-
ca con refresco para la dicha gente de mucho pan,
é vino, é vituallas , la qual fué á buen tiempo y les
hizo mucho provecho , é vinieron en marzo de 1494
los navios de las Indias, y volvió la armada con los
mantenimientos dende á pocos días.
Bl Almirante no echó en olvido la muerte de los
treinta y nueve hombres que le mataron, é hizo sa
inquisioion, y supo de los mismos indios quien los
había muerto, y entró por la tierra, y cautivó infi-
nitos dallos, de los quales envió en la segunda ves
que invió los navios quinientas ánimas de indios 6
indias, todos de buena edad, dende doce afios hasta
treinta y dnoo, poco mas ó menos, los quales todos
se entregaron ei^ Sevilla al dicho Sefior Don Juan da
Fonseca, é vinieron ansí como andaban en su tierra,
como nadaron , de lo qual no habían mas empacho
que alimafias, los quales todos vendieron, y aprove-
charon muy mal, que murieron todos los mas, qua
no les probó la tierra.
Ovo cisma entre el Almirante y algunos de los
que fueron debajo de su mandado, que no le querían
obedecer, y decían que habian engafiado al Bey y
á la Beyna en les decir que había tanto oro, lo qual
afirmaban que no era verdad , y que si algo había
que sería mas el gasto que se pondría en buscar y
sacar ; muchos creyeron esto acá en Castilla y ovo
muy grandes mormuradones contra el Almirante,
y él como soberano sobre dios, envió presos algunos
dallos, así como á Fermín Zedo, vecino de Sevilla,
que había ido por maestro para conocer y apurar d
oro, d qual hacia escarnio dd oro, y él y otros de-
cían que aquel oro que aquellos indios poseían é
daban al Almirante, quo lo tenían de mucho tiem-
po, é lo hablan habido suoedvamente de sus ante-
cesores; é envió preso á Bernardo de Pisa, alguacil
de la corte, y á otros muchos, y los entregaron en
Sevilla presos ; y de aquí se siguieron muchas di-
sensiones contra el Almirante , y todas á muy gran
sinrazón, según paredó la verdad. Esto acaedó des-
pués que él vino de descubrir la tierra firme de la
parto del austro, donde se engorró y tardó allá qua*
tro ó cinco meses del afio de 94.
CAPÍTULO CXXL
De COBO el Almlnite foé por !• Uerri i batear el oro i !• pro-
fineU de Cibao, y lo qae le pareció áe la tierra, ¿ de la forla-
leía qoe bizo.
Después de partidos los navios en que fué la di-
cha armada de la ciudad Isabela , oomenzáda de
fundar, los quales vinieron debajo de la capitanía
de Antonio de Torres, hermano dd/ ama del PHnd-
pe Don Juan, que partieron do la dicha ciudad Isa-
bela á 3 de Febrero del afio de 94, el Almirante dio
priesa en fortalecer la dudad, y en aderesar laa co-
sas que para allá convenían para remediar las vi-
das, y la vivienda de toda a^uellfi gente qne allá
Untáóf y {echo algo déllo i 18 de Maiso se partió
con toda la gente que fué menester, de á pié é de á
caballo, para ir á yer la provinoia de Oibao, que es-
tá de la oiadad 18 leguas, al austro de la dicha cin-
dad, y atrayesó yegas 7 puertos, é fué é halló la di-
cha provincia, é hizo caminos llanos algunos puer-
tos, é fizo allá una íortalesa en Cibao , en que puso
gente, alcayde y maestros para el edificio é para po-
der sefiorear la gente deUa. Oibao es nombre de
provincia, como ya es dicho, y quiere decir Ftár^r
golf porque es áspera, tierra de cabezos y montafias
muy altas, llenas de piedras todas ó la mayor parte
dolías, no muy agrias, y sin árboles, mas no sin
yerbas, ca es tierra muy fértil de mucha yerba, la
cual es toda como grama, y mas espesa é mas alta
que alcacel, y en algunas partes basta las sillas de
los caballos, y así está continuamente espesa si no
la queman ; debajo de la qusl todas aquellas mon-
tafias y cabezos son llenas de guijarros grandes y
redondos como en una ribera 6 playa, é todos 6 la
mayor parte son azules. Esta provincia es toda tier-
ra muy fuerte é defensible, templada é sanísima, y
en ella llueve muy amenndo ; al pié de cada cabezo
hay un arroyo y un río chico ó grande, según la
montafia; y el agua es delgada y sabrosa, fria y no
cruda, como otras aguas que dafian é hacen mal á
la persona, é esta agua es como medicinal, que que-
branta la piedra de los rifionos, é muchas personas
se sintieron muy bien é sanos con ella. En todos
aquellos cabezos é arroyos hay mucho oro y todo
en granos.
CAPÍTULO CXXII.
fte lot inaoi de oro 7 experimentos de él, é de eémo los Indlof
lof eofien.
La fortaleza que el Almirante hizo en CSbao lla-
móla Santo Thomáa^ y al tiempo que allí estuvo
edificándola vinieron muchos indios con gana de
cascabeles y otras cosillas, de lo qual no so les daba
nada hasta que trujesen oro, y como esto se les de-
cia, corrían á la ribera y en menos de una hora traia
cada uno de ellos una hoja 6 un caracol lleno de
granos de oro, y un indio viejo trujo dos granos de
peso de tres castellanos, que iEasta entonces el Al-
mirante no habia visto tan grandes, salvo uno que
le habia presentado Guacanari, que habia enviado
con el capitán Antonio de Torres al Bey y á la Rey-
na, con otros menudos que les envió ¡ empero los
mas de ellos fueron fundidos, creyendo á Fermín
Zedo, que estaba allá por hombre de mucho saber
en el oro, el qual erró en esto destos granos, porque
eran de nacimiento y no fundidos , como él dijo, y
después se supo lo cierto que Fermín Zedo sabia
muy poco en ello , que también dijo al Almirante
de unos granos que habia entre los otros, que eran
de oro bajo , que habia sido falsificado con latón,
de que no supo lo que dijo, y también andaba erra-
do porque supo que aquello procedía de la mina
donde nació; ni es de creer que los indios aunque
fiupiesen fundir que mezclasen el latón con el oro,
i DO^A tSA6«^
6é9
pues que tienen en mas estima el latón cien veces
mas que el oro. Ansí que recibidos los dos granos
del viejo, el Almirante le dio un cascabel , el qual
recibió en tanta estima como si recibiera alguna
buena villa, y dijo al Almirante que eran pequeftos
aquellos á comparación de otros que habia en su
tierra, que era cinco leguas de allí, y figuró en pie-
dras tamañas como una nuez , é dijo que tamafios
granos de oro habia él hallado é mayores, y otros fi-
guraban que habia granos tamafios como naranjas,
y mayores se hallaban algunas veces; otros de-
cían, que entre ellos se hablan visto tan grandes
como una piedra, que sefialaban, que pesaría media
arroba , en fin , de los que se vido fasta entonces
hubo grano de ocho castellanos.
Los indios, allende de ser gente bestial son pe-
rezosos y malos trabajadores , porque su hábito lo
hada manifiesto, porque el invierno que allá se
siente hace asaz frío, aunque no hay lana hay mu--
cho algodón, de que se podrían vestir 'y hacer mu-
cha ropa é repararse, é déjense andar así como
bestias por pereza, sufríendo en sus personas el frío
y el calor.
Volvió el Almirante á la dudad Isabela desde
Cibao, é dejada en concierto la gente, aderezó de irá
descubrir la tierra firme de las Indias , pensando
hallar por aquella vía la grande y muy riquísima
ciudad del Oatayo, que es del gran Kan.
CAPÍTULO OXXIIL *
Gomo foé i deteobrir el Almlreote.
Partió el Almirante á descubrir la tierra firme de
las Indias á 24 dias del mee de Abril del dicho afio
de 1494 : dejó en la dudad por presidentes ásu her-
mano é un ¿rayle, que se deoia Fr. Benito , y orde-
nado lo que Olida uno habia de hacer ; partió con
tros carabelas de vela redonda, y en pocos días lle-
gó al muy sefialado puerto de San Nicolao, el qual
está en la Isla Espafiola frontero del cabo de Alfae-
to, que es en la Juana, que él judgaba por isla y es
tierra firmo^ fin y cabo de |las Indias por el Críente,
y enderezó al dicho cabo, llegó áél é dejó de seguir
la costa de la tierra del Septentrión, por donde el
viaje prímero habia andado, y navegó al Poniente
corriendo la otra costa de la parte del austro, las
quales costas van ansí ambas al Poniente, desvián-
* dose la una del Polo Ártico y la otra acercándose á
él por la anchura de la tierra, que comienza por
angosto y va subiendo al Septentríon por la parte
del Austro, dejando la tierra de la Juana sobre la
mano derecha ; navegó pensando dar la vuelta al
rededor y correr después de ver el oabo la vía de
su deseo, que era buscar la provincia y ciudad del
Catayo, didendo que la podia hallar por allí, que es
en el sefiorío del gran Kan, la qual se lee, según di-
ce Juan de Mandavilla y otros que la vieron , quo
es la mas rica provinda dd mundo, y la mas abun-
dosa de oro y plata, y de todos metales y sedas;
pero son todos idólatras y gente muy agudísima, y
nigromántica^ y sabia en todas artes é caballerosa|
¿fo
CRÓmÓAS ÜB tos RGTES bÉ ÓASTtttÁ.
é dellM eicriben mnehM maimTilliB, fegon onenU
el noble caballero inglés Joan de liandavilla^ que
lo andnvo ó Tido é vivió con el gran Kan algún
tiempo. Quien de esto quisiere saber lo cierto lea en
su libro en el 85, 87 y 88 capituloa, 6 allí verá como
la ciudad de Oatayo es muy noble é rica, é como la
provincia suya tiene el nombre de la ciudad. La
qual provincia ó ciudad es en las partidas de báoia
cerca délas tierras del Preste Juan de las Indias en
la parte que sefiorea y mira al Norte, por donde el
Almirante lo buscaba. To digo que habia menester
muy grande distancia de tiempo para lo hallar,
porque el gran Kan fué antiguamente Sefior de los
Tártaros ; y desde la Oran Tartaria, que es en los
confínes de Buxia é Babia, ó podemos decir que se
oomienzalaGran Tartaria desde Ungria, que son
tierras que están mirando desde esta Andalucía por
el derecho á donde sale el sol en el mes de los ma-
yores dias del afto, é por aquel derecho solian ir los
mercaderes en aquella tierra, que por la banda que
el Almirante buscaba el Catayo, es mi creer que con
otras mil é docientas leguas, andando el firmamento
de la mar é tierra en derredor no llegare allá , y ansí
se lo dije é hice entender yo el afto de 1496, cuan-
do vino en Castilla la primera vei después de haber
ido á descubrir, que fué mi huésped é me dejó algu-
nas escripturas, en presencia del Seftor Don Juan
de Fonseca, de donde yo saqué y cotéjelas con las
otras que escribieron el honrado sefior el Dr. Anca
ó Chanca y otro^ nobles caballeros que con él fue-
ron en los viajes ya dichos, que escribieron lo que
vieron, de donde yo fui informado, y escribí esto
de las Indias, por cosa maravillosa é haaafiosa, que
Nuestro Sefior quiso demostrar en la buena ventura
é tiempo del Rey Don Femando é de la Beyna Dofia
Isabel, su primera mujer.
Ansí que el Almirante pensando que la Juana era
iela, andubo mucho por la costa della , y pregunta-
ba á los indios si era isla ó tierra firme, y como ellos
son gente bestial y piensan que todo el mundo es
isla y no saben qué cosa sea tierra firme, ni tienen
letras ni memorias antiguas, ni se deleitan en otra
cosa sino en comer é en mujeres, dedan que era isla,
empero algunos le dijeron que no la andaría en qua-
renta lunas, é mientras mas seguían la costa, mas
los echaba la tierra al Austro; que él bien pensó dar
vuelta á la Juana y volver al Poniente , é dende al
Septentrión donde pensaba hallar la noble ciudad é
provincia riquísima del Catay, é ovo por fuerza de
seguir aquella banda por donde la tierra lo desvia-
ba de sí, é descubrió por aquella vía la isla de Ja-
maica, y volvió á seguir la costa de tierra firme se-
tenta dias andando por ella, hasta haber pasado á es-
tar muy cerca al Áurea é Fomeso, á donde tomó la
vuelta por temor de los tiempos y por la grandísima
navegación é mengua de mantenimientos, é de allí
le vino en mente, que si próspero se hallara, que pro-
bara á volver á España por Oriente, viniendo por el
Ganges, y dende al Seno Arábico,é después por Etio-
pía, é después pudiera venir por la tierra á Jerusa-
len I é dende á Japha, y embarcar y entrar en ol mar
Mediterráneo, é dende á Gádis. Él viaje bien se pu-
diera hacer desta manera^ empero muy peligroso por
la tierra, porque todos son moros dende Etiopía á
Jerusalen , empero él pudiera ir por la mar todavía,
ir desdo allí fasta Calicnd, que es la ciudad que sa-
lieron ios portugueses é la descubrieron, y para
no salir por tierra sino todavía por agua, él había de
volver por el mismo mar Ooéno rodeando toda la Ly-
bia , que es la tierra de los negros, é volver por don -
de vienen los portugueses con la espeoería de clavo
á Barta, que después de haber andado el Almirante
trescientas veinte é dos leguas á quatro millas cada
una, ansí como acostumbran en la mar, desde el ca-
bo de Alfaeto, se volvió sino por el camino idonde
habia ido cuando pasó por aquel cabo de Alfaeto,
que está al comienso de la tierra Juana, puso allí
columnas de ornees, tomada la posesión por sus
Alteaas , é fué muy bien fecho , pues remaneció ser
el estremo cabo é puerto, que debéis saber aquel
es estremo cabero, cabo de la tierra firme del Po-
niente , el cabo de San Vicente, que está en Por-
tugal, enmedio de los quales cabos ambos se con-
tiene todo el poblado del mundo, que por tierra
desde el cabo de San Vicente podrá ir siempre á Le-
vante sin pasar ninguna cosa del mar Océano hasta
llegar al cabo de Alfaeto é desde Alfaeto, por la
contra, venir fasta el cabo de San Vicente por
tierra firme á quien Dios ayude en el viaje.
CAPÍTULO CXXIV.
Da eoBo el Almiriale llegó A tlem dosde Im árboles llefis dos
Ter.es fruio, é del pescado é lerplenies qu hallaros, ¿ eono fue-
roa á la Isla de Jaoiiiea.
Tomando á proseguir é recontar mas amenudo
las islas é tierras é mares que el dicho Almirante
descubrió de aquel viaje, siguió perla mar, como di-
cho es, dejando la tierra firme á la mano derecha,
fasta un puerto muy singularísimo, al qual llamó
Puerto grande. En aquella tierra los árboles y las
yerbas llevan dos veces en el afio fruto, esto se sopo
y experimentó por verdad, de los quales muy suaví-
simo olor salia, que aloansaba en gran parte á la
mar. En aquel puerto no habia población, é como en-
traron en él vieron á mano derecha muchos fuegos
juntos con el agua, y un perro y dos camas sin per-
sonas; descindieron en tierra é hallaron mas de qua-
tro quintales de peces en asadores al fuego , é co-
nejos, é dos serpientes, é allí en muy cerca estaban
puestas á los pies de los árboles en muchos lugares
muchas serpientes, las mas asquerosas é feas cosas
que los hombres vieron, é todas cosidss ¡ las bocas
eran todas de color de madera seca, y el cuero de
todo el cuerpo muy arrugado, en especial en la ca-
beza, que les descendía sobre los ojos, los cuales te-
nían venenosos y espantables , é tddas eran cubier-
tas de conchas muy fuertes como un peze de esca-
ma; é desde la cabeza hasta la punta de la cola por
medio del cuerpo tenían unas conchas altas é feos
é agudas como puntas de diamantes; é mandó el Al-
mirante tomar el pescado, con que ovo refreeco \%
1)ÓH irlEáSAiíix)
ttenle, é despuM iadáiide boBoando puerto oon la
barca, yieron del oabo de un oerro mnoha gente dea-
nuda á la coBtnmbre de allá, y hadándolos seftaloe
qne se llegasen, allegóse uno y fabló un indio qne
el Almirante llevaba por intérprete de los que ha-
blan venido á Castilla, qne entendía ya bien el cas-
tellano, y entendía también á los indios , é el indio
estrafio f ablaba desde encima de nna piedra, é co-
mo entendió al otro aseguróse é llamó á la otra gen-
te, qne era obra de setenta hombres, los quales dije-
ron qne andaban cazando por mandado de sn cazi-
qne para nna fiesta qne querían facer, y el Almiran-
te les mandó dar cascabeles é otras cosillas, é man-
dóles decir qne perdonasen qne él habla tomado el
pescado é no otra cosa, é holgaron mncho cnando
supieron qne no les habia tomado las serpientes , é
respondieron qne fuese todo en buen hora, que ellos
pescarían mas á la noche. Salió de alli otro dia an-
tes que saliese el sol , siguió al Poniente la costa de
la tierra, la qnal veian ser muy f ermosa é muy po-
blada tierra, y como veian tales navios, venian á las
playas á ver mucha gente é nifios chicos y grandes,
trayéndoles pan y cosas de comer, corríendo mos-
trando el pan y las calabazas llenas de agua, llaman-
do «comed, tomad, gente del cielo», y rogábanles
que descindieran y fuesen á sus casas , y otros ve-
nian en canoas á lo mismo, ansi navegaron fasta un
golfo donde habia infinitas poblaciones, y las tier-
ras y campos eran tales, que todas parecian huertas
las mas famosas del mundo y todas tierras altas é
montaftosas ; surjieron allí y la gente de la comarca
luego vinieron, é trajéronles pan y agua y pescado;
y luego otro dia siguiente en amaneciendo partie-
ron de allí, é andando hacia un cabo, después deter*
minó el Almirante dejar aquel camino y aquella
tierra y navegaron en busca de la isla Jamaica al
Austro, y en cabo de dos dias y dos noches allega-
ron á fiúñ oon buen viento é fueron á dar en el me-
dio della, la qual es la mas f ermosa que los ojos vie.
ron, ella no esmontafiosa, y parece que llega la tier-
ra al cielo, es muy grande, mayor que la Cicilia, tie-
ne en cerco ochocientas millas, y es toda llena de
valles é campos é planos; es fértilísima ultra modo,
que ansí á la lengua del mar como en la tierra aden-
tro toda es lleiia de poblaciones y muy grandes y
muy cerca unos de otros á quatro leguas; tiene ca-
noas mas que en ninguna otra parte de por allí, y
las mas grande que fasta entonces habían visto, to-
das de un tronco como dicho es, enteras de un árbol,
y cada Cacique de todas aquellas partes tiene nna
canoa grande de que se precia de tener una nao
grande y f ermosa; ansí traen labradas aquellas ca-
noas en proa y popa á lazos y pinturas, que es ma-
ravilla la f ermosura dellas; en una de aquellas gran-
des midió el Almirante noventa y seis pies de luen-
go y ocho pies de ancho.
CAPÍTULO CXXV,
De la isla Jamaica.
Ansí como el Almirante llegó cerca de la tierra
de Jamaica, luego salieron contra ¿1 bien setenta
i DO^Á ISABSti. jili
canoas todas cargadas de gente f Varas por armas,
una legua á la mar, en son y forma de pelear, y el
Almirante con sus tres carabelas y gente no dio por
ellos nada, é siguió todavía el camino de la tierra,
é desque esto vieron, ovieron miedo é volvieron hu-
yendo, y el Almirante tuvo forma oon su carabela
é faraute, como una de aquellas canoas se aseguró
é vino á él con la 'gente , é dióles vestidos é otras
muchas cosas que ellos tuvieron en gran precio, é
dióles licencia que se fuesen, y él fué á suxjir á un
lugar que puso nombre Santa Glariaf por la estrema
hermosura de su gloriosa tierra, porque ninguna
comparación tienen á el|a las huertas de Valencia,
ni de otra parte, y esto es en toda la isla ; y dur-
mieron allí aquella noche, y otro dia en amanecien-
do fueron á buscar puerto cerrado para despalmar y
adobar los navios, y andando al Poniente quatro le-
guas, hallaron un singularíñmo puerto , y el Almi-
rante envió la barca á ver la entrada, é salieron á
ella dos oonoas con mucha gente y le tiraron mu-
chas varas, empero luego huyeron desque vieron re-
sistencia, pero no tan presto que no recibieran cas-
tigo, y el Almirante entró en el puerto y surgió, y
vinieron tantos indios sobre él que cubrían la tier-
ra, y todos tefiidos de mil colores y la mayor parte
de negro, y todos desnudos á su uso, y traían plu-
majes en las cabezas, de diversas maneras, y traían
el pecho y el vientre cubiertos con hojas de palma,
dando la mayor grita del mundo, y tirando varas,
aunque no alcanzaban; y en los navios tenían nece-
ñdad de agua y de lefia allende de adobar los na-
vios; y él Almirante vio que no era razón dejarlos
en aquella osadía sin pena, porque otra vez no se
atreviesen ansL Arrimó todas tres barcas, porque
las carabelas no podían andar y llegar donde ellos
estaban por el poco hondo, y porque conociesen las
armas de Castilla allegáronse cerca dallos con las
barcas y tiráronles oon las ballestas y desque los pi-
caron bien, y comenzaron de coger miedo, saltaron
en tierra á ellos despeldando tiros, y como los indios
vieron que los castellanos descindieron á aUos, die-
ron todos los indios á huir, hombres y mujeres, que
no pararon ninguno en toda la comarca, é un perro
que soltaron de un navio los seguía é mordía, é les
fizo gran dafio, que un perro vale para centrales in-
dios como diez hombres. Bl dia siguiente antes del
sol salido, volvieron seis hombree de aquellos in-
dios á la playa, llamando y diciendo al Almirante
que aquellos Caciques todos le rogaban , que no se
fuese, que los querían ver é traer pan é pescado é
frutas ; al Almirante le plugo mucho de la embaja-
da, é fideron su amistanza é seguro, é vinieron los
Caciques é mnohoiT indios á él, é trujáronle muchos
mantenimientos con que refrescó mucho la gente,
é estuvieron muy abundosos de todo todos los dias
que allí estuvieron, y los indios quedaron muy con*
tontos con las cosas que el Almirante les dio; é ado-
bados los navios é descansada la gente partieroq
de allí.
m
OAPtPULO OXXVI,
D« Miebaf Iflu qie u deiMbrierat.
Partió el Almirante oon ras tres carabelas de Ja-
maica, y navegó treinta y qnatro legaaa f acia el Po-
niente, falta el golfo de bnen tiempo, é allí ovioron
loa Tientos contrarios para seguir la costa adelante
de la dicha isla de Jamaica, de la qual sa calidad
era bien conocida y vista qae no habia en ella oro
ni metal ninguno, aunque do lo otro era como un
paraíso, y por mas que oro tenida ; fioieron del vien-
to contrario bueno y volvieron á la tierra firme de
la Juana oon propósito de seguir la costa de ella que
hablan dejado por saber cierto si era tierra firme ; é
fueron á parar á una provincia que llaman Maeaea^
que es muy f ermosa, y fueron á surjir á una pobla-
ción muy grande, el Oadque de la cual ya conooia
al Almirante y las carabelas de antee que fuesen á
esta jomada, que allegaron por aquella costa las
idas de la primera ves que el Almirante fué á des-
cubrir, que todos los Caciques de aquella tierra lo
supieron , é fué toda aquella tierra é islas alborota-
das de tan nueva cosa é navios, é todos decian que
eran gente del cielo, no embargante qae él no ha-
bia navegado á aquella costa, salvo la otra del Sep-
tentrión; y llegados alH el Almirante envió presen-
tos al dicho Cacique de las cosas que ellos allá te-
nían en mucho precio ; y el Cacique les envió buen
refresco, y á decir como le oonocian y al Almirante
por oidas, y conocían á su padro de Simón , un in-
dio que el Almirante habia traido á Castilla é dado
al Príncipe Don Juan ; y el Almirante descindió en
tierra y preguntó al dicho Cacique y á los indios de
aquel lugar, si aquello era tierra firme ó isla; y él
con todos los otros le respondieron que era tierra in-
finita de que nadie habia visto ol cabo, aunque era
isla. Esta era gente muy mansa, y desviada de ma-
los pensamientos ; hay diferencia en gran mane-
ra de esta gente de esta tierra Juana, á las otras de
todas las islas comarcanas, y eso mesmo hay en las
aves, y en todas las otras cosas , que estas de esta
isla Juana son de mejor condición é mas mansas.
Otro dia partieron de alli é navegaron al Septentrión
declinando al noroeste siguiendo la costa de la tier-
ra ; á oras de vísperas vieron de lejos que aquella
costa volvía al Poniente y tomaron aquel camino
por atajar, dejando la tierra á mano derecha. Otro
dia al salir el sol miraron de encima del mastelero
y vieron la mar llena de islas á todos cuantro vien-
tos: y todas verdes y llenas de árboles, la cosa mas
fermosa que ojos vieron, y el Almirante quisiera
pasar al Austro, y dejar estas islas á la mano dere-
cha, mas acordándose haber leido que toda aquella
mar es asi llena de islas, y Juan de Mandavilla di-
ce que en las Indias hay mas de cinco mil islas, de.
terminó de andar adelante, y no dejar la vista de la
tierra firme de la Juana y ver lo cierto si era isla ó
BO, y cuanto mas andaban mas islas descubrían , y
dia se fizo anotar 164 islas , y el tiempo para nave-
gar entre ellas siempre se lo dio Dios bueno, que
CftÓlttOAS ÜE LOS ftETB!S DE CASTILLA.
corrían los navios por aquellos marei 4116 pareóte
que volaban ; y llegaron el día de Pascua de Espí-
ritu Santo de 1494 á posar á la oosta de tierra firme,
á un lugar despoblado, y no por destemperanza del
cielo ni esterilidad de la tierra ¡ y en un grande pal-
mar de palmas que parecía que llegaban al cielo;
allí en orilla de la mar sallan de la tierra dos ojos
de agua de debajo de ella, tan grandes que en el
ahujero cupiera una gorda naranja , y venia esto
en alto con ímpetu, cuando la marea era decrecien-
te; era tan fría y tal y tan dulce, que no la habrá me-
jor en el mundo ; y este frió no es salvaje como
otros que dafian el estómago, sino sanlaimo; y dea*
cansaron allí todos en las yerbas de aquellas fuen-
tes, y al olor de las flores, que alli se sentia maravi-
lloso , y al dtthsor del cantar de los pajaritos, tantos
eran y tan suaves, y la sombra de aquellas palmas
tan grandes y tan f ermosas, que era maravilla ver
lo uno y lo otro. Allí no parecía gente ninguna, em«
pero sofial habia de andar gente por allí, que habia
seftalos de ramas de pahuas cortadas. De allí el Al«
mirante entró en una barca y fué oon ella y oon las
otras á ver un rio al Levante de allí una legua, y
hallaron ol agua tan caliente que escasamente se
I sufría la mano en ella; y anduvieron por él arriba
dos leguas sin hallar gente ni casas, y siempre la
tierra era en aquella hermosura y loa campos muy
verdes y llenos de infinitas uvas y tan coloradas co-
mo escarlatas, y en toda parte por allí habia el olor
de los flores y el cantar de los pájaros muy suave,
lo qnal todos vieron y sintioron en cuantas islas por
allí llegaron, y porque oran tantas que no se podían
en singalar nombrar cada una, púsoles el Almiran«
te por nombre el Jardín dé la Re¡nia, T el dia siguien-
te, estando el Almirante en mucho deseo de hsber
lengua, vino una canoa á casa de peces, que así lla-
man ellos, caza, que cazan con unos peces otros, que
traian atados unos peces por la cola oon unos cor-
deles, y aquellos peces son de hechura de congrios
y tienen la boca larga, toda llena de sosas, ansí co-
mo de pulpo, y son muy osados, como acá los uro-
nes, é lanzándolos en el agua ellos van á pegarse á
cualquier pece, de estos en el agua non los despe-
garán fasta que los saquen fuera , ánfes morirá, y
es pece muy ligero, y desque se apega , tiran por d
cordel muy luego en que lo traen atado, y sacan ca-
da vez uno, y témanlo en llegando á la lumbre del
agua , ansí que aquellos cazadores andaban muy
desviados dé las carabelas y el Almirante envió laa
barcas armadas y con arte que no les fuyeeen á tier«
ra, y llegados á ellos, les hablaron todos aquellos ca-
zadores como corderos mansos sin malida, como si
toda su vida los o vieran visto, que se detuviesen
con las barcas, porque tenían uno de estos peces pe-
gado on fondo á una grande tortuga, fasta que la
o viesen recojido dentro en la canoa, y aaí lo hicie-
ron, y después tomaron la canoa, y á ellos oon qua*
tro tortugas, que cada una tenia tres codos en luen-
go, é los trajeron á los navios al Almirante ; y alli
aquellos le dieron nuevas de toda aquella tierra á
islas, y de su cacique , que estaba alU muy cerca,
hbÍK t^ÉÉkAKbO É TXÉk tSAtitit.
m
4tie los hábU enviado i Cttsar , y rogaron al Almi-
rante que se fneae allá, y que le harían gran fiesta,
y diéronle todas qnatro tortugas , y él les dio ma-
chas cosas de las qne llevaba, con que f nerón muy
contentos , y preguntóles si aquella tierra era muy
grande, y ellos respondieron que al Poniente no te-
nia cabo, y dijeron que toda aquella mar al Austro
é Poniente era llena de islas, é dióles licencia; yellos
le preguntaron o6mo se llamaba, y ellos le dijeron
el nombre de su Oaciqne, y voMeron á su ejercicio
de pescar.
CAPÍTULO GXXVIL
De la tierra doide loa hombres eomea perros, y los ensordaa
eoi paseado para ello , é del siavisimo olor de la tierra.
Partió él Almirante de alli, por entre aquellas is-
las por las canales mas navegables, siguiendo al
Poniente, no se desviando de tíerra firme, y des-
pnes de con buen tiempo haber andado muchas le-
guas , falló una isla grande y al cabo de ella una
gran población; y aunque las carabelas llevaban
buen tiempo, suijieron allí y fueron á tierra; mas
no hallaron persona alguna, que todos huyeron y
dejaron el lugar ; creyóse ser gente que se gober-
naba de pescados ; áUi hallaron infinitas conchas de
tortugas que tenian por aquella playa ; allí halla-
ron todos juntos quarenta perros, no grandes ni
muy feos : no ladraban , parada estar criados á pes-
cado, y cebados. Supieron como los indios los co-
mían, y que tienen tan buen sabor como acá cabri-
tos en Oastilla, porque algunos castellanos los' pro-
baron. Tenian allí aquellos indios muchas garzotas
mansas, ó otras muchas aves, é el Almirante man-
dó que no les tomasen ninguna cosa , y partióse de
allí con sus navios, y luego hallaron otra isla ma-
yor qne aquella , y no curaron de ella , mas ende-
rezaron á unas montanas que vieron muy altas de
la tierra firme, que estaban de allí catorce leguas,
y allí hallaron una gran población, y el Cacique y
los demás habitadores de muy buena conversación,
y de muy buen trato, y allí dieron muy buen re-
fresco al Almirante y á su gente de pan y frutas y
agua ; y preguntóles el Almurante si aquella tíerra
se andaba mucho al Poniente adelante , y respondió
el Cacique, que con otros viejos de su tiempo que
lo sabían, cá era hombre viejo, que aquella tíerra
era grandísima y jamas oyó decir que tuviese cabo,
mas que adelante sabría mas de la gente de Ma-
gon, de la qual provincia ellos estaban comarcanos.
Navegaron el siguiente dia al Poniente, siguien-
do siempre la costa de la tierra, y anduvieron mu-
chas leguas siempre por blas mas grandes, y no
tan espesas como primero; llegaron á una sierra
mujr grande y muy alta, que andaba mucho aden-
tro en la tíerra, tanto que no se pudo ver el fin de
ella; y de la parte de la mar de ella habia pobla-
ciones infinitas, de las quales luego vinieron á los
navios gente infinita con fruta y pan, y agua, y
algqdon hilado, y conejos, y palomas, y de otras
hay acá, cantando por fiesta, creyendo qne aquella
gente y navios venían del délo; y aunque el indio ,
intórprote que llevaba él Almirante les deda qne
era gente de Castilla, crdan qne Castilla era el dé-
lo, y que el Bey y la Beyna Seftores de aquellos
navios cuya era aquella gente, estaban en d délo.
Llámase aqudla provinda Omophay; llegaron allí
una tarde y hablan andado en poca agua, y allá nó
pudieron hallar hondo, y d viento de la tíerra los
echaba fuera y estuvieron una noche allí á la cuer-
da pairando, que no les pareció una hora de mano
por el suavísimo olor que de la tíerra venia, y d
cantar de los pájaros y de los indios , que era muy
maravilloso y contentable; allí dijeron al Almiran-
te que adelante de allí era Magon, donde todas las
gentes tenian rabo, como las bestias ó alimaíias,y
que á esta causa los hallarían vestidos, lo qual no
era ansí, mas parece que entro ellos hay este crédi-
to de oidas, y los simples dellos lo creen ser and
con su simpleza, y los discretos creo yo que no lo
creerán, porque parece que dio fué dicho primera-
mente por burla, faciendo escarnio de los que an-
daban vestidos, como dice Juan de Mandavilla en
el 74 cap. de su libro, qne en las Indias en la pro-
vinda de la Moré todos aadan desnudos como na-
cieron, y qne hacen burla de los que andan vestí-
dos ; y dicen que es gente que no oreen en Dios,
que hizo á Adán y á Eva nuestros padres i d qual
los hizo desnudos, y dicen que de lo qne es natnral|
ninguno debe hab^ vergüenza ; y and los de esta
provincia de Ornophay, como dios todos andan
desnudos, hombres y mujeres, facen escarnio de
los que oyen decir que andan vestídos, y el Almi-
rante supo ser burla, que m algunos donde ellos de*
clan andan vestidos, tampoco tíenen rabo, como
ellos dijeron. Dijeron dlí también al Almirante que
adelante habia islas innumerables y poco hondo, y
que el fin de aquella tíerra era muy lejos, é tanto
que en quarenta lunas no le podría llegar á cabo ; y
ellos fablaban según el andar de sus canoas, qne es
muy poco, que una carabela andaría mas en un día,
que ellos en siete.
CAPÍTULO GXXVnL
Da la mar blaaca.
Partíó d Almirante de Omophay el dia dgnlente
con buen viento con sus c|rabelas, é cargó de vdas,
é anduvo muy gran camino fasta que entró en una
mar blanca todo de un golpe, é pasó muchos bajos
antes de llegar á ella, la qud mar era blanca como
leche y espesa como el agua en que los zurradores
adoban los cueros ; y luego les fdtó el agua, y que-
daron en dos brazas de hondo, é d viento les acu-
dió, é estando on una canal muy peligrosa para
volver atrás ni para surjir con los navios, porque
no podían volver atrás, ni virar sobre el ancla la
proa d viento , ni habia hondo para eUo , porque
siempre andaban rastraendo el ancla por el suelo, é
anduvieron ad por estas canales de dentro de estas
mil maravillas de aves de otras maneras, que no I idas las diez leguas fasU una isla donde hallaron
Cr.-.ra. 43
W4
ÜBÓNI0A8 tm LOS tLtT¥B VÉ OAÉKFÍtt A.
doi braiái é un codo de agna, y laignra para estar
las carabelas , é allí snijieron y estuvieron con muy
grande pena pensando dejar la empresa, y qne no
harían poco en Tolver á donde habían partido ; mas
nnestro Sefior, que siempre socorre á los hombres
humillados de buena voluntad, les puso esfuerso y
puso en oorason al Almirante que siguiese adelan-
té, y el día siguiente envió una carabela pequefia al
fondo de aquella mar allí cerca á ver si fallaría
agua dulce en la tierra firme, de que tenían todos
los navios mucha necesidad, volvió con la respuesta
que á la orilla de la tierra era el lodo muy hondo y
estaba dentro en la mar el arboleda tan espesa, que
no entraría por allí un gato ; había por allí tantas
islas que eran tan espesas, y mas qae en el Jardín
ya dicho, y tantas arboledas en derredor de la orí-
lia de la mar, que parecían muros, y juntos con
aquellas arboledas había tierra alta, y muchas mon-
tafias y muy verdes, y en ellas parecían muchas hu-
madas y grandes fuegos, é el Almirante determinó
ir adelante, y navegó por aquellas canales entre
aquellas islas, las quales, como dicho es, eran mas
espesas que en el Jardín de la Beyna, y navegó fas-
ta que llegaron á una punta muy baja de tierra, á
la qual el Almirante le puso nombre la PwUa del
S^r^fin; allí ovieron muchos trabajos, que muchas
veces se vieron con los navios en seco ; y dentro de
esta punta la tierra bajaba al Oriente , y se descu-
brían al Septentrión montafias muy altas lejos de
esta punta y entre medías limpio de islas , que to-
das quedaban al Austro y al Poniente. Ovieron allí
el viento bueno y hallaron allí tres brazas de hondo
de agua, y el Almirante determinó tomar el camino
de aquellas montafias, á las quales llegó otro día si-
guíente y fueron á surjir á un palmar muy fermo-
so é muy grande, donde hallaron fuentes de agua
muy dalce y buena y sefial que allí había estado
gente.
Acaeció allí que estando fómeciendo los navios
de lefia é agua, salió un ballestero de las carabelas
á casa por la tierra con su ballesta, é alejado un
poco se halló con obra de treinta indios, y el uno
de ellos era vestido con una tánica blanca hasta los
píes; y se halló tan súpito sobre ellos, que pensó
por aquel vestido que era un fraile de la Trinidad
que allí iba en la compafiía, y después vinieron ¿
á otros dos con túnicas blancas, que les llegaban
abajo de las rodillas, los quales eran tan blancos
como hombres de Castilla en color; estonces ovo
miedo , y dio voces, é volvió huyendo á la mar, y
vido que los otros se estaban quedos y el de la tú-
nica cumplida venia tras de él llamándolo, y él
nunca osó esperar ; y ansí f uyendo se vino á los
navios , y él Almirante desque lo supo envió allá
por saber qué gente era, é quando fueron no halla-
ron á ninguno , é creyeron qne aquel de la túnica
cumplida sería el Cacique de ellos.
El día siguiente envió el Almirante veinte y cin-
co hombres bien armados , que anduviesen ocho ó
díes leguas por la tierra adentro , hasta hallar gen-
te, y andando un quarto de legua hallaron una vega
que andaba de Poniente á Levante ó luengo de la
costa, é por no saber el camino quisieron travesar
la v^a, y nunca pudieron andar con yerba tanta y
tan entretejida, y volviéronse cansados como si
ovieran andado veinte leguas, y dijeron que por allí
era imposible poder andar la tierra, que no había
caminos ni vereda. Otro día fueron otros al luengo
de la playa y hallaron rastros de bestias grandísi-
mas de cinco ufias, cosa espantable, é juagaban
que fuesen grífos, é de otras bestias, que juzgaban
que fuesen leones, y también se' volvieron atrás.
Allí hallaron muchas parras y muy grandes, y car-
gadas de agras, que cubrían todos aquellos árboles,
que era maravilla de ver. Tomó el Almirante de
aquel agraz una espuerta llena, é de los trozos de
las parras, é de la tierra blanca de la mar para mos-
trar, é para enviar á el Bey y á la Reyna; también
allí había muchas aromáticas frutas, como en los
otros lugares susodichos ¡ también había allí gru-
llas, mayores dos veces que las de acá de Castilla.
Visto el Almirante que había dejado la punta del
Serafin, á donde la tierra bajaba á el Oriente y ha-
bía atravesado á las montafias al Septentrión, nave-
gó de allí al Oriente por la misma costa hasta que
vido que la una costa y la otra se juntaban y hacían
seco ; volvieron atrás otra vez al Poniente, y aunque
andaban los navios y gente muy cansada, pensó el
Almirante navegar al Poniente á unas montafias
que había visto lejos treinta y cinco leguas de donde
había tomado el agua, y andando las nueve leguas
hallaron una playa y tomaron el Cacique de ella,
el qual, como ignorante y persona que no había
salido de aquellas montafias, que les dijo que era
la mar muy honda y baja al Septentrión é muy
gran número de jornadas , levantaron las áncoras,
y siguieron su viaje muy alegres, pensando quese-
ría como él les había dicho, y andando ciertas le-
guas se hallaron embarazados entre muchas islas, y
en muy poco fondo , de manera que no hallaban ca-
nal que los consintiese pasar adelante, é á cabo de
un día y medio por una canal muy angosta é baja
por fuerza de anclas y cabestral ovieron de pasar
los navios casi una braza por la tierra en seco, has-
ta haber andado bien dos leguas, á donde hallaron
dos brazas y medio de agua, en que navegaron los
navios, y anclando mas adelante hallaron tres bra-
zas ; allí vinieron muchas canoas á los navios, y las
gentes de ellas decían que las gentes de aquellas
montafias tenían un rey de grande estado ; é ellos
parecía lo tenían en maravilla, el modo é suma de
religión y su grande estado, diciendo que tenia infi-
nitas provincias, y que lo llamaban Santo, y que
traía túnica blanca que le arrastraba por el suelo, y
ansí siguieran aquel camino siempre por la costa
do la mar con tres brazas de agua de hondo , y des-
pués de navegado cuatro días y pasadas las mon*
tafias, que quedaban mucho al Oriente, y siempre
hallaron la costa de la mar ansí anegada y arbole^
das espesas cerca do ella, como dicho es, que era
imposible entrar por ellas, y estando metidos con
los navios en un seno por donde otra ves la tierra
VoItÍa al Oriente, yieron unas montanas muy altas
allí donde aquella tierra hacia cabo , lejos de ellos
veinte leguas. Determinó el Almirante ir á ella,
pues la mar no cojia al Septentrión, y era do muy
grandísimo hondo , como el Cacique habla dicho y
dijo que por allí por donde el Almirante quería ir,
que en oinqüenta lunas no hallaría cabo, y que así
lo habla oido decir. Navegaron por de dentro de
muchas islas , y ál cabo de dos dias con sus noches
llegaron á las montañas que hablan visto, que era
un Ohererrojo tan grande como el de la Áurea como
la isla de Córcega. Cercáronla toda, y nunca pudie-
ron hallar entrada para ir á la tierra adentro, por*
que era la tierra ansí llena de lodo é de árboles es-
pesos, como la otra que dicho es, é las ahumadas
de gentes eran en la tierra adentro muy grandes é
muchas. Estuvieron allí por aquella costa siete dias
buscando agua dulce, de que tenían necesidad, la
qual hallaron en la tierra de parte de Críente en
unos palmares muy lindos , y allí hallaron nácares
y grandísimas perlas ; vieron que allí habría bue-
nas pesquerías si las continuasen ; después que to-
maron agua y lefia navegaron al Austro y siguien-
do la costa de la tierra , y después al Poniente, si-
guiendo siempre la costa de la tierra firme, fasta
que los llevaba al Suroeste y parecía que hablan de
llevar por aquella grande número de jomadas, y al
Austro vieron toda la mar llena de islas después de
haber andado gran pieza de donde hablan partido,
y aquí los navios estaban muy desconcertados por
las muchas dadas en lo bajo, y las cuerdas y apare-
jos gastados, é la mayor parte de los mantenimien-
tos muy perdidos, en especial el bizcocho, por la
mucha agua que hacían los navios , y toda la gento
estaba muy cansada y temerosa de mantenimien-
tos, y dudando que la sazón de los vientos á la vuel-
ta les podrían ser adversos ; hablan andado hasta
alli desde el oabo de Alf aeto mil é doscientas ó
ochenta é ocho millas, que son trescientas veinte y
dos leguas, en que hablan descubierto muy muchas
islas, según dicho es, y la tierra firme.
Estonce acordó el Almirante dar la vuelta por
otro camino , y no por donde hablan ido, y volver
por Jaime , el qual nombre de Santiago el Almiran-
te le habla puesto , y acabar de redondear toda la
parte del Austro que les habla quedado por andar,
y así dieron la vuelta pensando poder pasar dentro
de unas islas que allí estaban, en las quales nunca
hallaron canal , y les fué forzado volver atrás por
un brazo de mar por donde hablan navegado hasta
la punta del Serafiñ á las islas donde primero ha-
blan suijido en la mar blanca.
CAPÍTULO CXXIX.
tto los caerrof mriaos qae fleron, é rntrlpotis, é toi1«|u najr
irandet.
Viniendo de vuelta, después que ovieron pasado
las casas del cacique susodicho una jomada, un día
antes que el sol sidiese, vieron venir de mar en fue-
ra al camino de la tierra mas de un cuento y medio I
i DO^A ÍSAtVL ■ ' e7<
de cuervos marinos todos juntos, á lo ovieron por
maravilla tanta multitud de cuervos ; y él dia si-
guiente vinieron á los navios tantas mariposas, que
escureoian el aire del délo y duraron así hasta la
noche, que las destruyó una grande agua que llo-
vía, y truenos con ella; también desde donde deja-
ron la tierra donde decían que estaba el Rey Santo
para ir al Teroneso á quien de San Juan Evanjelis-
ta pusieron el nombre, bien que en todo el viaje
vieron que había muchas tortugas é muy grandes;
empero muchas mas vieron en estas veinte leguas,
cá la mar era toda cuajada de ellas y muy grandí*
simas , é tantas que parecía que loe navios se que-
rían encallar en ellas , y así rajian entre ellaSé Tié-
nenlas los indios en gran precio y por muy buen
manjar, y sanas y sabrosas.
CAPÍTULO CXXX.
De b proTliela de Oniophiy é de dond« el AImtriate Aso dedr
mlM , é del reciblmleBlo «ae el eteioe de aqielU tfem le Ito.
Partieron de allí é navegaron por un brazo de
mar blanco, como lo es todo lo otro de por allí, y
muy poco hondo, y andadas pocas leguas llegaron
al oabo de las muchas islas donde hablan surjido la
prímera vez en la mar blanca, que fué maravilla de
nuestro Seftor acertar á venir allí y milagro, mas
que no por saber ni injenio del hombre. Donde vi-
nieron fasta la provincia de Omophay con no me*
nos peligro del pasado, é alli surjieron en un río, é
fbrnecieron los navios de agua é leña para navegar
á el Atistro é no volver por donde habían ido, é de-
jar el Jardín de la Beyna á la mano izquierda , y
así vinieron , ó no se pudieron escusar de oomiini-
car con muchas islas que hasta estonce no habían
visto. Aquí, como es dicho, es la tierra montafiosa y
fértilísima, y gente mansa en gran manei'a, y muy
abundosa de frutas, y de viandas, que de todos les
dieron muy gran parte, é eran frutas suavísimas y
aromáticas; allí les trujeron infinitas aves, papaga-
yos, y de otras aves, ó las mas de ellas eran palo-
mas y muy grandes, y tan sabrosas como perdices
de acá de Castilla, y tenían el papo lleno de flores,
que olian mas que azahar de los naranjos ; allí hizo
el Almirante decir misa, hizo plantar una oruz de
un gran madero, así como acostumbraba facer en
todos los otros cabos donde llegaban y le parecía
que convenía ; era Domingo cuando al Almirante
dijeron misa, y él descindió en tierra, y el Cacique
de allí era hombre muy honrado, y Señor de mocha
gente é familia, cuando vido al Almirante descen-
dido de la barca en tierra, le tomó de la mano, y
otro indio de mas de ochenta años que venia con él
le tomó de la otra mano haciéndole mucha fiesta , y
traía aquel viejo un ramal de qfientas de piedra
mármol al pescuezo, las quales tienen ellos allá en
gran predo , un cestillo de manzanas en la mano,
las quales luego dio al Almirante ansí como disdn-
dió de la barca en presente ; y el Cacique , y el viejo
y los otros andaban desnudos como nacieron sin
ningún empacho , asi como andan en todas las otra
M
óbóníoa db los áetes de ÓABniiJL
pftrtef de U tierra desoabierU por el Almirente Oo-
lon ; y anef por las manos fueron y todos los otros
indios en pos de ellos fasta donde el Almirante f oé
á faoer su oraoion y oir misa adonde habla manda-
do aparejar para ello, y después que el Almirante
acabó sa oración , el viejo indio con muy buen sem-
blante y osadía fizo allí rasonamiento y dijo qne él
liabia sabido oomo el Almirante corria y buscaba
todas las islas y tierra firme de aquellas partes , y
qne supiesen que allí estaban en la tierra firme de
allá, y dijo al Almirante que no tomase yanagloriai
puesto caso que toda la gente le oviese miedo , por-
que él era mortal como los otros hombres, y comen-
só por palabras y sofias figurando en su persona como
todos los hombres nacieron desnudos y tenían alma
inmortal, y que del mal de cada miembro el ánima
era la que se dolía y qne al tiempo de la muerte del
desprendimiento del cuerpo sentía muy gran penS|
y que iban al Rey del Cielo, 6 en el abismo de la
tierra, s^un el bien 6 mal qne habian fecho 6 obra-
do en el mundo ; y porque él conoció del Almirante
que había placer de lo oir, él se alargaba mas en el
rasonamiento con tales sefiaa que todo lo entendía
el Almirante ; y el Almirante le respondió por in-
teroesion del indio intérprete que traía, que habia
venido á Castilla , el qual entendía bien la lengua
castellana y la pronunciaba, y era muy buen hom-
bre y de muy buen injenío ; y respondió que él no
había fecho á perspna ninguna mal, ni era venido
' por facer mal á los buenos, salvo á los malos, y que
antes facía bienes y mercedes á los buenos y mucha
honra , y qne esto era lo que los Sefiores suyos el
Bey Don Femando y la Reyna Dofia Isabel , muy
grandes Beyes de Espafia, le habian mandado, y el
indio respondió, muy maravillado al intérprete, di-
ciendo : t ¿ cómo , este Almirante tiene otro Sefior á
quien obedece?» T el intérprete indio dijo : «al Bey
y á la Beyna de Castilla , que son los mayores Se-
fiores del mundo»; y de aquí les contó al Cacique y
al viejo , y á todos los otros indios las cosas que él
habia visto en Castilla y las maravillas de Espafia,
y de las grandes ciudades y fortalezas, é iglesias, y
gentes, y caballos, y alimafias, y de la grande no-
bleza y riqueza de los Beyes y grandes sefiores, y
de los mantenimientos, y de las fiestas y justas que
habia visto, y del correr de los toros, y de las guer-
ras lo qne habia sabido, y todo se lo recontó muy
bien y en forma que el viejo y los demás se goza-
ron y holgaron mucho por lo saber ; é lo comunica-
ban los unos á los otros ; é el viejo dijo que él que-
ría venir á ver tales cosas, é se determinaba de se
venir con el Almirante, salvo por impedimento de
su mujer é fijos que lloraban, y por esto por piedad
de ellos lo dejó con mucha pena, y el Almirante
tomó otro mancebo allí , qne trujo sin escándalo de
la tierra, él qual con el otro Cacique que traía, que
había tomado , envió á el Bey y á la Beyna, después
de él venido del viaje á la Espafiola.
Todas aquellas gentes íslefias y de la tíerra firme
de allá, aunque parecen bestiales y andan desnudos,
según el Almirante y los que con él fueron este vis*-
jé, les parecieron ser bien razonables y ¿e aguáoi
injeníos, los quales todos huelgan mucho de saber
cosas nuevas, como haoen acá los hombres que de-
sean saber todas las cosas, que aquello no nace sino
de viveza y agudo injenío, y son aqueUas gentes
muy obedientes y muy leales á sus Caciques, que
son sus Beyes é sefiores, é los tienen en muy gran
quenta é honra; é luego donde quiera que las cara-
belas llegaban hacían saber cualesquier indios que
allí estuviesen el nombre de su Gaoique^ y pregun-
taban por el nombre del Osdque de las carabelas
para replicarlo entre ellos, y el uno con el otro lo
replicaban porque no se les olvidase, y después pre-
guntaban cómo llamaban á los navios, y si venían
del Cíelo, ó donde venian, y aunque les decían que
era gente de Castilla, ellos pensaban que Castilla
era en el Cielo, porque ellos no tienen ningunas le-
tras, ni saben de leyes, ni de historias, ni saben quó
cosa es leer, ni leyenda, ni escríptura, y por esto es-
tán tan ignorantes; é ellos dicen que los de Magon
andan vestidos porque tienen rabo, por cobijar aque-
lla fealdad, é tienen por injuria entre ellos andar
vestidos, oomo dicho es. La tierra es tan fértil en lo
que se puede conocer por todas aquellas islas y tierra
de aquellas mares , que aunque fuesen muchas mas
gentes y fuesen cíen veces otros tantos les sobra-
rían los mantenimientos. Bien puede haber en U
tierra á dentro otros regimientos é otras dif eriencías
é modos de gentes é cosas extrafias, que no puede
ser menos, las quales de este viaje no se pudieron
ver ni saber. Despidióse el Almirante de aquel Ca-
cique, y de aquel viejo honrado, su privado ó pa-
riente, de Omophay, é con mucha amistanza é con
muchas obligaciones.
CAPÍTULO CXXXL
De como d Almirante se ptrtió de tllf; ¿ tfe lo ^se eídsTo, é de
cuatai lefeti peede tndar noa earabela, y de como eportaron
á laa Isla de mucbas pobladoaes, ¿ del Cael^ee que se meOd
con so mof er é so cesa en la carabela para veair eos el Alml-
raote; ¿ de como volvió á la BspaBola; y del la do esta escrtp-
tara, ¿ de la moerte del dicho Almirante.
Partió el Almirante de la provincia de Omophay
del Bio de las Misas á que puso nombre, navegaron
al Austro para dejar el Jardín de la Beyna, que eran
muchas islas verdes y hermosas, á la mano isquier-
da, por el peligro de navegar qne primero á la ida
habian pasado, vinieron á tener á la provincia de
Macaca por causa de los vientos que le resistieron,
y allí en toda la provincia los recibieron muy bien,
y allí en un golfo muy grande, á donde puso el Al-
mirante Bítm-Üempo por nombre; allí navegaron al
Poniente hasta que llegaron al cabo de la isla, y
dende al Austro, hasta que llegaron á la tíerra Bo-
jía al Oriente, y ansí al cabo de ciertos días llegaron
al monte Chrístalino, y de allí á la punta del Farol,
y á la Baja, que es mas al Levante once leguas,
á donde hace fin la isla sobredicha; allí ovieron
ciertos dias de vientos contrarios, Ixm msrineroi
tienen que el común navegar de una carabela en
nn día son doscientas millas de quatio en legna|
SON FBBNAKDO
<|iie son en Qn diá nainral oinqfienU legnaa, en un
dia grande setenta é dos leguas, destas les acaecie-
ron al Almirante y á su gente en este viaje hartas
jomadas, según ellos contaban, y escribió el Almi-
rante en el libro que de ello hizo, y no parezca ma-
ravilla que navegando se pueda arbitrar el camino
en cierto, mas antes se prueba por muy verdadero;
porque muchas veces se vuelve el navio á la isla
otra de donde salió, y no con el meemo tiempo y
viento, salvo con el contrario y adverso; aquí con-
siste el saber del maestro y el remediarse al tiempo
de la tormenta: nin se tiene por buen piloto ó maes-
tro aquel que aunque haya de pasar de una tierra á
otra muy lejos sin ver sefial de otra tierra alguna,
que yerre diei leguas, aunque el tránsito sea de mil
leguas, salvo si la fuena de la tormenta le fuerza é
priva de usar del injenio; ansí que navegando ellos
á la partida del Austro, fueron á surjir una tarde á
una bahia adonde allí en aquella comarca habia
muchas poblaciones, y vino un Cacique de una muy
grande población, que está en un alto, á los navios,
y trujóles muy buen refresco, y el Almirante los dio
á él y á los suyos de las cosas que él tenia é les
agradaban, é el Cacique preguntó de dónde venían,
é cómo llamaban al Almirante, y el Almirante res-
pondió que él era vasallo de los altos y esclarecidos
Reyes el Rey y Rey na de Castilla, sus Sefiores, los
quales le hablan enviado en aquellas partes á saber
y descubrir aquellas tierras y honrar mucho á los
buenos y destruir á los malos, y esto fué por inter-
cesión del indio intérprete que f ablaba, de lo quál
el dicho Cacique se holgó mucho, y preguntó muy
por extenso al indio de las cosas de acá, y él se las
contó mucho por extenso, de lo qual el Cacique y
los otros indios muy maravillados se holgaron mu-
cho, y estuvieron allí hasta la noche, é se despidie-
ron del Almirante; y otro dia partió él Almirante
de allí y ya que iba á la vela con poco viento, vino
el Cacique con tres canoas y alcanzó al Almirante,
el qual venia tan concertado que no es dejar de es-
cribir la forma de su estado; la una de las canoas
era muy grande como una grande fusta y muy pin-
tada; allí venia su persona éla mujer é dos fijas, la
una de fasta diez y ocho afios, muy fermosa, des-
nuda del todo como allá acostumbran , muy hones-
ta, la otra era menor, y dos nifios muchachos sus
fijos , y cinco hermanos, y otros criados, y los otros
todos debían de ser sus criados y vasallos ; traía él
en su canoa á un hombre como alférez, éste solo
venía en pié á la proa de la canoa con un sayo de
plumas coloradas, de hechura de cota de armas, y
en la cabeza traía un glande plumaje que parecía
muy bien, y traía en la mano una bandera blanca
sin sefial alguna; dos ó tres hombres venían con las
caras pintadas de colores de una mesma manera, y
cada uno traía en la cabeza un gran plumaje de he-
chura de zelada, y en la frente una tableta redonda
tan grande como un plato, y pintadas asi la una
como la otra de una misma obra y color, que no
habia diferencia, and como en los plumajes, é truan
»8tos en la n^ano un juguete oon que tafiian; habia
< D09a I8ABBL. V¡1
otros dos hombres ansí pintados en otra forma; es-»
tos traían dos trompetas de palo muy labradas dé
pájaros y otras sutilezas; el lefio de que eran era muy
negro, fino, cada uno de estos traía un muy lindo
sombrero de plumas verdes muy espesas, de muy
sotil obra; otros seis traían sombreros de plumas
blancas^ y venían todos juntos en guarda de las oo-*
sas del Cacique. El Cacique traía al pescuezo una
joya de arambre de una isla, que es en aquella oo^
marca que se llama Owmiquef es muy fino, y tanto
que parece oro de ocho quilates, era de hechura de
una flor de lis, tamafia como un plato, traíala al
pescuezo con un sartal de quentas gordas de piedra
mármol, que también tienen ellos allá en muy gran
precio, y en la cabeza traía una gran guirnalda de
piedras menudas verdes y coloradas puestas en or-
den, y entremedias algunas blancas mayores, á don-
de bien parecían, y traía mas una joya grande col-
gada sobre la frente, y á las orejas le colgaban dos
grandes tabletas de oro con unas sartitas de cuentas
verdes muy menudas; traía un cinto, aunque anda-
ba desnudo, cefiido de la misma obra de la guirnal-
da, y todo lo otro del cuerpo descubierto; y así mis-
mo su mujer venia adornada, desnuda, desoubiertai
salvo un solo lugar de su miembro, que de una co-
silla no mayor que una hoja de naranjo de algodón
traía tapado; traía en los brazos debajo del sobaco
un bulto de algodón hecho como los brahones, de
los jubones antiguos de los franceses, traía otros dos
como aquellos y mas glandes en cada pierna el suyo
como ahorcas, también de algodón, abajo de las ro-
dillas; la hija mayor y mas hermosa toda andaba
desnuda, un solo cordón de piedras muy negras y
muy menudas solamente traia cefiido del qual col-
gaba una cosa de hechura de hoja de yedra de pie-
dras verdes y coloradas pegadas sobre algodón te-
jido; la canoa grande venia entre las dos, y mas con
una poca de ventaja adelante, y luego como llegó
este Cacique á bordo del navio comenzó de dar A
los maestros y gente cosas de su comarca. Era de
mafiana y el Almirante estaba rezando, y no vido
tan ahina las dádivas y determinación de la venida
de este Cacique, el qual luego entró en la carabela
con toda su gente, y qnando el Almirante saUó ya
tenia enviados los vasallos que volviesen las canoas
á tierra, y iban ya lejos, y luego vido al Almirante
se fué á él con cara muy alegre, diciendo: t Amigo,
yo tengo determinado dejar la tierra y irme contigo
y ver al Rey y á la Reyna y al Príncipe su hijo, los
mayores Sefiores del mundo, los quales tienen tanto
poder que han sojuzgado acá tantas tierras por tí,
que los obedeces y vas por su mandado todo este
mundo sojuzgando, como he sabido de estos indios
que contigo traes, y que en todo cabo están las gen-
tes de tí tan temerosos que es maravilla, y á los ca-
ribes, que es gente innumerable y muy brava, les
has destruido las canoas é casas é tomado las mu-
jeres é fijos, é muerto de ellos los que no huían. To
sé que en todas las islas de esta comarca, que es in-
finito número de gente y gran mundo, te temen .y
han ^an miedo, y les puedes facer inij^liQ mal ^
678
dallo ti oo obedaoeo il gran Bey de OattilUy ta 8e-
Sor, pnea 7a oonoeea las geDtee de eataa ialas y aa
flaquasa y aabea latieira; paea antea qne me tornea
mia tierraa y aelloríoa, yo me quiero ir contigo con
mi caaa en toa nayioa á rer loa grandea Bey y Bey-
na toa Sefiorea y á ver la tierra maa abnndoaa y rioa
del mondo, donde elloa eatán, y á ver laa marayiHaa
de GaatiUa, que aon maohaa, aegnn tn indio me ha
dicho.» T el Almirante, habiendo oompaaion de él
y de an fija, y de ana hijoa y do ao mnjer, ae lo ea-
torbó Tiendo an inocencia y aana volantad, y dijo,
que ¿1 lo reoibia por vaaaUo del Bey de Espafia y
de la Beyna, y que por entonoea ae quedaae, que
aon le faltaba mocho por deacnbrir, y qne tiempo
habria de otra voelta para onmplirau deeeo, é ficie-
Ton amiatad, é aai ae ovo de quedar con au gente ó
«
CBÓNIOAS DB L06 BBTB8 DE OASTILLA.
El Almirante navegó dende al Auatro y al Orien-
te por aquellaa marea, entre otraa ialaa pobladas de
aquellaa meamaa gentea deanudaa , aegun escribió
deUo el Almirante , de laa qualea por no hacer tan
larga eaoriptora dejo de eacríbir, y basta esto, por-
que toda la gente era como la susodicha. Guando
Tolvió para la Espafiola de donde habia partido, vino
á salir por entre laa ialas de los Caríbea facía por
donde habia ido él aegundo TÍaje. Ya no hacian
cuenta de él en la Espafiola ni de sus navios, sino
que pensaban que él fuese perdido, y en Castilla así
mismo lo tenían, que habían escrito de la Espafiola
como no parecía tanto tiempo habia ; alegráronae
con au venida los que lo bien querían, y por la con-
tra otroa que le non tenían voluntad lea peaó, por-
que no lea dejó aprovechar á ninguno, ni reagatar
coaa alguna, aalvo todo para el Bey y Beyna, por-
que habia muy grandea gastoa hechos en la deman-
da, y habia muy grandes mormuracíonea contra éL
No halló oojido oro, ni hubo quien procurase de lo
haber, ni quien lo supiese ni osaae buscar por temor
de los indios, mientras él fué en el dicho viaje. Dea-
que fué venido, luego puso en obra de haber lo mas
que pudo, y por las discordiaa que ovo entre elloa
fizo juaticía de algnnoa de ellos , y otros envió pre-
sos al Bey como hemoa dicho ; loa gaatoa eran muy
mnchoa, los provechos eran poooa hasta entonces,
la aospeoha que no había oro era muy grande anal
allá como acá en GaatíUa. Ovieron falta de man-
tenimientos é llegó la gente á estar en mucha ne-
cesidad y neceaídades, lo qual remedió de acá el
Sefior Don Juan de Fonseca, Obispo de Badajoz que
fué, é después de Córdoba, ó después de Falen-
cia que tenia el cargo de proveer. Ovo quien fizo
entender al Bey y á la Beyna que aiempre aería
mas el gasto que el provecho, de manera que en-
viaron por el Almirante, y vino en Castilla en el
mea de Junio de 1496 afios, vestido de unas ro-
pas de color de hábito de fraile de Ban Francisco,
de la obaervancia, y en la hechura poco menos que
hábito, é un cordón de San Francisco por devoción,
y trujo consigo algunos indios que antea que él de
aHí partieae él había prendido, al gran Cacique
ClM>naboa| é á un su hermanO| é á un su fijo de fas-
ta diez afios^ no «n pelea, salvo desque loa aaeguró
y después diz que dijo que los traia á ver al Bey y
á la Beyna para después volveries en tu honra y ca-
tado. Traía al Caondl)oa y ánn su hermano de fasta
35 afioo, á quien puao por nombre Don Diego é á un
mozuelo aobrino auyo, fijo de otro hermano, y mu-
rióae el Caonaboa en la mar ó de dolencia ó poco
placer. Traia un collar de oro el dicho Don Diego,
hermano del dicho Caonaboa , que le facía el Almi-
rante poner cuando entraba por las ciudadea ó lu-
gares, hecho de eslabonea de cadena , que peaaba
seiscientos caatellanos, el qual yo vi y tuve en mia
manos, y por huéspedes en mi caaa id dicho Sefior
ObiqK), é al Almirante, é al dicho Don Di^go. Trujo
eatonce el Almirante muchas coaas de allá de laa del
nao de loa indico, coronaa, carátulaa, dntoa, collarea
y otraa muchaa coaaa entretejídaa de algodón, y en
todas figurado el diablo en figura de gato, ó de cara
de lechuza, ó de otras peores figuras, do ellaa enta-
lladaa en madera, de ellaa hechas de bulto del mes-
mo algodón, ó de lo que era la alhaja. Trujo unaa
coronas con unas alaa y en ellaa unos ojos á loe la-
dea de oro, y en especial traia una corona que de-
cían que era del Cacique Caonaboa, que era muy
grande y alta, y tenía á loa lados estando tocada
unas alas como adarga y unoa ojos de oro tamafioa
como tazas de plata de medio marco , cada uno allí
asentado, como eamaltado, con muy aotil y extrafia
manera y allí el diablo figurado en aquella corona,
y créese qne así se los aparecía, y que eran idólatras
y tenían al diablo por sefior. Loe que de aquellos
indioa que trujo vivieron presentó con laa oosaa y
oro que trujo á el Bey y á la Beyna, de loa qnales
fué muy bien recibido, é ovieron mucho plaoer de
ver las cosaa eztrafias é de saber de lo descubierto;
y aunque el Almirante tenia hartoa contrarios, que
no lo podían tragar por aer de otra nación y porque
sojuzgaba mucho en su capitanía é oargo, á los so-
berbios y adversos. E estuvo esta ves el Almirante
en la corte de Castilla, é en Aragón, maa de un afio,
que con laa guerraa de Francia no le podían despa-
char, é después ovo licencia y flota , y despachoa de
Sus Altezaa, y estando él en la cÓrte ae negoció é
concertó é ae dio licencia á otroa muchoa ci^itanes
que la procuraron para ir á descubrir , é fueron é
descubrieron diversas islas.
Partió el Almirante de vuelta á laa Indiaa en fin
del mea de Agosto del afio de 1497 con tres carabe-
las, y atinó hacía ciertas islaa donde no había lle-
gado en las partes del Austro en par de laa islas de
los Caribes, y descubrió y halló la íala de las perlas
y no quiso que resgatasen, salvo muy poca coaa por
de muestra, de que los marineros fueron del muy
mal contentos, porque les habia dicho qne de lo qne
Dios les diese é echase en encuentro en aquel viaje,
que partiria con ellos, é después di joles que el Bey
y la Reyna lo enviaban á descubrir por aquella vía,
y no á resgatar, y siguió su viaje de vuelta á la Es-
pafiola, y llegado en ella dio forma en las mínaa de
oro y en las poblaciones, donde trabajó mucho, y
halló muy grandes minas de oro como él creía que
DON fEBNANDO
las habla, 7 lo decia, y no era oreido de mochos,
asi caballeros como marineros é esooderos, ó gente
comon, que hacían borla de so f ablar; 7 fechas mi-
nas 7 dada orden mu7 agndisima en el bosear el
oro, pasó cerca de on alio, qoo no podo hallar la
abondanoia de él, é en el afio de 1499 comenzó de
hallar la abondancia 7 en el afio de 1500, 7 como
Se cojia todo en nombre del Be7 7 de la Be7na,
aonqoe pagaban algo á los qoe trabajaban en las
minas, como el Almirante lo recibia 7 adqoiria
todo, habia mochas mormoradones contra él, 7 él
se engorró 7 tardó de enviar el oro al Be7 algo mas
de lo qoe debia, en tal manera qoe oto qoien escri-
bió de alláó vino acá á decir á el Be7 7 á la Be7na
qoe encabria el oro, 7 qoe se qoeria eneefiorear de
la isla, é otros qoe la qoeria dar á genovesos, é otras
mochas cosas de lo qoal lo menos, ó ningona cosa
se debiera creer qoe él tal hiciera, 7 el Ke7 ban-
do on gobernador llamado Folano de Bobadilla, á
la Espafiola, é envió por el Almirante, el qoal di-
cho gobernador se lo envió en ramo de preso con el
oro qoe tenia, el qoal aportó á Cádiz en el verano
del afio de 1501, 7 presentado al Be7 con el oro qoe
trojo, 7 él dado su descargo, el Be7 le mandó, qoe
porque asi convenia á so servicio, qoe no entrase ja-
mas en la isla Espafiola, 7 por los servicios qoe ha-
bla fecho confirmóle so Almirantazgo para siempre
con sos derechos é rentas, é qoe andobiese en la cor-
te ó estoviese en Castilla donde él qobiese, é díjole
qoe en esto cre7ese qoe le hacia mocha honra 7
merced 7 que le qoitaba del peligro de los castella-
nos, que estaban mo7 indignados contra él, 7 qoe
si allá volviese no podría escosar el alboroto 7 es-
cándalo, qoe serla dar á los indios mal ejemplo.
El Almirante, vista la volontad del Be7 7 de la
Be7na, le soplioó á Sos Altezas, le diesen licencia
para ir á descubrir por la via del Septentrión el cos-
tado derecho de la tierra firme, qoe le habia qoeda-
do por descobrir, porqoe aon coando su voluntad
fué el ir aquella via coando desde allá fué á desco-
brir la tierra firme, lo echó por la otra banda, 7 el
Be7 le dio licencia, 7 foé con tres navios á descobrir
por el Septentrión, 7 ovo en el viaje mochos sinies-
tros 7 afrentas 7 fortonas, despoes de haber pasado
allende de la Espafiola, qoe halló las mares mo7
bravas, 7 no podo andar tanto cnanto él qoisiera, é
aonque descubrió en el viaje muchas islas, segon él
escribió, so propósito no podo haber el efecto qoe
deseaba, é en algonos poertos con las fortonas es-
tuvo retraído algunas distancias de tiempo, que le
impidieron el descobrir, 7 del mocho navegar, ó del
mocho trabajo, 6 del homor de aqoellos mares, que
de tal manera pegan en los navios, se les comieron
de broma, 7 maravillosamente él 7 la gente esca-
paron en ono á ona isla cerca de la Espafiola. El
navio iba también ma7 perdido, donde por vía de
indios el gobernador sopo del, 7 enviaron por él, 7
lo trajeron con la gente qoe habia ido con él á la
Espafiola, é dende lo envió en Castilla, 7 lo trojo
Piego Bodrigoes Oómitre^ vecino de Triana, el afio
de 1(04^ á cerv* de {Taridi^dj el qoál dicho Almi<
i DOltA ISABEL. Ílé
rante Don Christobal Colon, de maravillosa 7 hoñ"
rada memoria, natond de la provincia de Qéno*
va (1), estando en Valladolid el afio de 1506, en
el mes de Ma70, morió t» ieMcMe 6<ma, inventor
de las Indias, de edad de 70 afios poco mas ó me-
nos. Noestro Sefior lo ponga en gloria. Amen.
DEO QBATIAS.
Por ahora no qoiero escribir mas del descobrir do
. las Indias, poes á todos es hotorio, 7 ha7 otros ma*
ohos qoe lo descobren, 7 sábenlo escribir, 7 recaen-
tan lo qoe ven por toda Espafia. Sooedióle so ma*
7or hijo en el Almirantazgo é rentas é honras qoe
él por so trabajo, é indostria é buena ventara ganó
en la boena ventora é boena dicha del Be7 7 de la
Be7na qoe para ello le aparejaron 7 dioron.
CAPÍTULO CXXXII.
De la lilt de !• Ptlmt ea Gaurlts.
En el nombre de Dios: aonqoe sepáis ma7 breve
la toma de la isla de la Palma, porque esplioada*
mente no lo sope, me pareció no ser cosa para dejalla
de escribir, poes no ha7 memoria nin esoriptiira qoe
de infieles é gente bestial la viese qoitada, nin se-
floreada pacifica de otra nación, fasta el tiempo de
la boena ventora del Be7 Don Femando 7 de la
Be7na Dofia Isabel; fué de esta manera: Alonso
de Lugo, caballero ciudadano de la ciudad de Se-
villa, de noble generación, hombre pacífico 7 dé
mu7 buena oondioion 7 sana conciencia, agudo 7
do buen corazón, é injenio, cuidadoso de ganar
honra, ó de servir á Dios 7 á Sus Altezas del Be7
é de la Be7na, en conquistar las gentes bárbaras
é idólatras, ignorantes 7 enemigas de la fé cathó-
lica; este fué un capitán con Pedro de Vera, el
gobernador, en ganar la isla de la Gran Canaria,
como atrás dicho es. Este ovo heredamiento alü
en Gran Canarias, 7 quédese alli viviendo, 7 quan-
do vido tiempo convenible demandó á el Be7 7
á la Be7na la conquista de la isla de la Palma,
qoe es ona de las siete islas de Canarias, la qoal
tomó 7 se obligó con la a70da.de Dios de la con-
quistar 7 ganar á su costa 7 expensas, con con-
dición que las cabalgadas 7 despojos qoe delló
oviese foesen para él, para el gasto de la gente;
7 conqoistóla el afio de 1493 afios, é ovo de ella
la victoria, é ganóla, é ovo de cabalgada é des-
pojos mil é dodentas ánimas varones é mojeres;
chicos 7 grandes, é veinte mil cabezas de ganados
cabrono é ovejono, 7 dio la isla deeempefiada á
Sos Altezas. Eran las gentes de esta isla todos des-
nodos, salvo de pellejos de cabras se cabrían 7
aprovechaban en logar de pafios é de lienzo; al-
canzaban asaz mantenimientos de raíces de 7er-
bas 7 de granas, 7 con leche 7 manteca 7 carne
se mantenían, 7 con pescado.
(1) El teilo de Rodrífo Ciro di^ «tfitis», '
MO
OBÓNIOAS D8 LOS RETES DE OABtWLk.
1
CAPÍTULO OXXXHL
Del MtMtridfO de SeitUfo.
Murió di moy honrado cábAllero é 01117 leal á la
corona real el Maestre de Santiago Don Alfonso de
Cárdenas, en la yiUa de Llerena, el afio de 1493
afios, de su muerte natural, en el mes de Julio, m
9en$dut$ dona, de setenta aftos, 6 poco menos; fuá
sepultado alli en la iglesia del Apóstol Santiago; el
Sefiorio pasó al Bey é á la Beyna, del qual el Papa
Alejandro VI les fiso meroed por sus vidas, en ga-
lardón do los trabajos 7 gastos de la santa guerra
que á los ^moros fioioron ; 7 así el Bey y la Beyna
Buoedieron en el Maestradgo de Santiago, después
de haber tomado él de Calatrava.
CAPÍTULO CXXXIV.
De TeaerillB, isla de Cauriai.
Después que Alonso de Lugo ovo la victoria de
la isla de Palma, demandó al Bey y á la Beyna la
conquista de la isla de Tenerife, que era la dltima
y setena de las Canarias, y una de las mejores, y la
mayor de gentes, que en ella había infinitos gana-
dos y^de cabras, y ovejas, y puercos, y muchas gen-
tes y sefioríos, en que había nueve grandes sefiores
6 capitanes á quien ellos llamaban.
. Esta tierra es por la mayor parte fortíeima y
muy áspera de hollar, de sierras y oabeaos, y en ella
hay una sierra la mas alta que hay en todas las
islas de la ¡mar, de quien los naturales de Espafia
dan noticia, que ella descubre por la mar cínqüen-
ta leguas ó mas ; y visto por Sus Altezas la buena
cuenta que de sí dio en la conquista de la Palma,
cometiéronle el cargo de la conquista de Tenerife,
«1 qual fizo su armada con gente de Sevilla y desta
Aüdalucfa, y de las mismas islas de Canaria en los
navios que fueron menester, é arribaron en Tenerife,
é tomaron tierra, é comenzaron de hacer la guerra
á los ffuanehotf que ansí se llamaba aquella nación
de gente de aquella isla, guanches, y ellos respon-
dieron que querían ser christianos y libres, y no
querían guerra , y que los dejasen en sus casas é
sierras por vasallos del Bey é la Beyna de Castilla,
]o qual no le fué acogido por muchas causas; lo
primero por los grandes gastos que estaban ya he-
chos de las gentes que sobre ellos iba, lo segundo
porque ellos habían sido requeridos muchas veces
que 'se diesen al Bey y á la Beyna de Castilla y que
fuesen christianos y libres, y no habían querido ; lo
tercero que no confiaban en ellos aunque se diesen,
y siendo ellos naturales y sefiores en sus tierras, te-
míase que cada que quisiesen se podían rebelar y
alzar, por ser la tierra áspera ; y por otras muchas
razones no los recibieron : salvo los christianos, con
mucha cobdicia antes de haber esclavos, y esclavas
y despojos, que no por servir á Dios, que Itsí se de-
cía que en la hueste no hablaban sino de las ganan-
cias que de allí hablan de haber : les cometieron un
dia después de haber habido algunas divisiones en-
tre los de la hueste; é yendo peleando en pos de lo^
guanches por una sierra, dáéronse á flojera los
christíanoa y á mal recaudo, y los guanches vdWe*
ron sobre ellos á pedradas muy esforzadamente, y
los christianos con su mal concierto volvieron hu-
yendo malaventuradamente, que nunca el buen ca-
pitán Alonso de Lugo se lo pudo resistir, 7 los
guanches tomaron tanto esfuerzo á pelear y seguir
en pos de los que huían, que desbarataron toda la
hueste y siguieron el alcance hasta la mar, y allí
de ellos se metieron en los navios, y de ellos se ar-
rojaron á la mar, y de ellos se enrocaban en los pe-
fiascos, barrancos y veras donde bate el mar, y allí
los mataban, y de ellos , desque crecía la mar, los
ahogaba; ansí que murieron de los christianos
ochocientos hombres ó poco menos ; ansí fué aquel
día la pelea malaventurada para los christianos, y
los que escaparon se volvieron con los navios á la
Gran Canaria, é dende cada uno en sus tierras.
Fué este gran desconcierto , ó por los pecados de
los christianos y de su mala codicia (que lleva-
ban, ó por la inobediencia que muchos de la hues-
te tuvieron al capitán mayor Alonso de Lugo , el
consejo y mandado del qual muchos no quisieron
tomsr.
Esto así fecho, creció mucho la enemiga en
el corazón del capitán Alonso de Lugo y en los
corazones de sus amigos y valedores contra los
guanohez, y vino en Castilla Alonso de Lugo, y de-
mandó favor al Duque de Medina, Conde de Niebla
Don Juan de Quzman , é fizo su partido con él, é le
dio favor é ayuda é gente, con que luego el siguien-
te afio de 1495 volvió con gran flota é gente sobre
Tenerife con nobles capitanes, é tomaron tierra
como la otra vez, é con mejor orden é concierto pe-
learon con los guanches y los vencieron, y tomaron
cautivos chicos é grandes, que uno no quedó, con
todas sus haciendas é ganados, y ansí ovieron la vic-
toria de la isla de Tenerife, é la metieron en el se-
fiorio de Castilla, del Bey y de la Beyna , y aqoá se
acabó la conquista de las islas de Canarias, Nuestro
Sefior Jesuchristo sea loado por aíempre jamás,
Amen. El desbarato de los christianos que en ella
ovieron de la primera conquista fué en el afio de
1494 en el mes de Abril. La toma é vencimiento
que ovieron los christianos fueron el siguiente de
1495 afios; en las quales guerras y tomas el dicho
Alonso de Lugo ganó mucha honra , y riquezas y
título que le dio el Bey y la Beyna de Adelantado
de las Canarias.
CAPÍTULO OXXXV.
De como patieron defeodimiento sobre las males el Rey y leRef-
na porqeese perdis la eabsllerie de Eepaia.
En el afio de 1494, habiendo visto el Bey y la
Beyna que de todos sus Beynos de Castilla y León
para la guerra de los moros, á duras penas podían
llegar diez ó doce mil hombres de á caballo, y ha-
bía mas de cien mil encabalgados en muías, prove-
yeron de una premátioa cou muy grandes peoas,
DONFKBNAmX)
que ninguno, ni ilgnno caballero, Dnqne, nt Oonde,
ni otra dignidad, ooottdero ni labrador viejo ni me-
so, no f aeie osado de cabalgar en muía enfrenada
y en silla, lo pena de que se la mataseo, salvo la
olerecia de orden sacra y las mujeres. Hicieron al
comlenao tales locuciones sobro ello las justicias
del B^, que se tuvo y mantuvo en tal manera, qué
Duques, Condes y Marqueses y todos los otros se-
flores la temieron y mantuvieron todo el tiempo que
vivió la Reyna Dofia Isabel, como si en la quebran-
tar oviesen de perder la vida, y deshilóse la caba-
llería de las muías muy presto, é valieron muy de
valde, echAronlas á el uso de la albarda, y del tra-
bajo de arar, moler, carretas, andar en harrias, y las
muy famosas fueron vendidas fuera de los Reynos;
y el Rey mesmo di6 tal ejemplo en esto, que jamás
cabalgaba en mnla, salvo siempre á caballo. Algu-
nos dijeron que esto se hizo por las guerras que se
esperid>an de Francia, porque la gente se encabal-
gase á caballos, é oviese mas gente de á caballo.
Dije que se mantuvo esta premática muy bien y
muy temidamente fasta que la Reina Dofia Isabel
fallecid, y ansí lo dijo, y aun se tuvo y mantuvo
hasta la venida del Rey Don Felipe é salida del Rey
Don Femando, que hasta alli ninguno la osó que-
brantar, salvo desque la Reyna falleció; algunos de
los Grandes del Andalucía , que por sus obras pare-
cía desamar al Rey Don Femando, la quebrantaron
luego como la Reyna falleció, algunos de los quales
quisieron luego ver vuelta en estos Rey 090, salvo
que Nuestro Sefior lo impidió, y en los comunes
nunca ovo mudamiento, por la gracia y querer de
Dios. Como comenzó de reynar Don Phelipe luego se
quebrantó y cabalgaron en muías todos los que la
pudieron alcansar y los que quisieron. Esta premá-
tica y otras muy provechosas y conformes á justi-
cia y á la pro y bien del Común se quebrantaron
luego, y nunca ovo quien lo resistiese, é comensó
de reynar el Rey Don Phelipe.
CAPÍTULO CXXXVI.
CaSido I eóno el Rey Cirios de Fmcit , fijo del Rey Lils
de Frinefi, entró coi frta poder en la Italia.
Este Rey de Frauda fué hombre de mediano
cuerpo, é feo de gesto é cuerpo, é de mala é fea
composición, é ansi fueron sus fechos : no recibía
consejo de los sabios ni de los antiguos, segtm del
se decía, antes seguía los apetitos de su voluntad.
Era llevado en adquirir, de la honra, y grandes se-
lloríos ; placíanle mucho caballerías, batallas, gente
de guerra ; no creía que en el mundo había su par.
De lijero movimiento, sin pensar muy bien, y sin
cotejar la victoria y honra que de salir de sus rey-
nos á tan lejanas tierras podría alcanzar, siendo
vencedor, con la mengua y gastos, é pérdidas, é
muertes de sus gentes que le podrían venir, siendo
vencido, sin tener necesidad dejaste título, salió
de Francia en el mes de Septiembre del afio de 1494
afios con quarenta mil hombres de guerra, y con
muy grandes artillerías por tierra y mar, con inten- I
ÉDORaIBABIL 681
clon de tomar para sf el reyno de Nápolea, é poirso-.
juzgar la Italia. La cansa é primero movimiento de
esta guerra fué la muerte del buen Rey Don Feman-
do de Ñápeles, fijo del ínclito y muy buen Rey y
esforzado Don Alonso de Aragón ; que como murió
le subcedió su fijo Don Alonso, Duque de Calabria;
llamábanle el G^orcAo, por lo mal sefialado de ojos ;
el qual era hombre muy mal quisto en el reyno, y
habíanle muy gran miedo todos los caballeros de
Ñápeles, cá era muy esforzado, y muy osado para
lo que quería facer ; el qual había mandado matar
é mató algunos grandes sefiores del reino, siendo
Duque de Calabria, especialmente al Príncipe de
Salomo y al Príncipe de Bisiniano, y mató de un
linaje de Ñápeles, que dicen los Garraf os, que son
grandes sefiores, muchos, y comenzando de reynar
publicóse que el Papa Alejandro VI, que entonces
tenia la silla, le envió á demandar setenta mil du-
cados de oro de tributo del reyno de cada un afio
de los pasados, que se debían á la Iglesia de los
sfios del tiempo de su padre, porque diz que tanto
tiene la Iglesia Romana sobre aquel reyno; y él
diz que no respondió bien á el Papa, ni le enten-
dió pagar tal tributo, salvo como lo pagaban los
Reyes antepasados, que hacían pago con una ha-
canea adornada, que presentaban cada afio al Papa,
con lo qual se contentaba ; y como aquellos caba-
lleros de Ñápeles tuviesen muy malaWoluntad al
Rey Don Alonso, que nuevamente comenzaba á rey-
nar, no queriendo estender la cerviz al yugo, y fi-
cíeron liga, según pareció por la obra, de dar el
reyno al Rey de Francia, y antes morir ó perder sus
estados, que no sufrir por su Rey al Duque de Ca-
labria Don Alonso el Oanko.
Los quales caballeros traidores de Ñápeles fue-
ron estos : el Príncipe de Salomo, el Principe de Bi-
siniano, el Príncipe de Altamura, el Sefior Virjilio,
capitán mayor de todo el Reamen de Ñápeles, yer-
no del mismo Don Alonso de nna su hija bastarda, y
otros muchos. De algunos de estos se publicó lue-
go la traicien, y del Sefior Virjilio Ursino no, hasta
que después lo puso por obra. Estos y (sus secuaces
se fueron é enviaron á convidar al Rey Carlos do
Francia con el reyno de Ñápeles, é se ñderen sus
vasallos, é le suplicaron que viniese á tomar el rey-
no de Ñápeles, que esUba aparejado para se le dar.
Algunos dijeron que el mismo Papa fué consenti-
dor en este mesmo concierto , porque el Rey Don
Alonso le rebeló el üibuto, y por otros enojos que
tenia del de sinrazones que le habia fecho, en es-
pecial que diz que el Papa habia comprado del Rey
Don Femando una provincia en la Pulla plana m
Jhdbui Ocanpama^ que son deoe ó treoe villas, y una
ciudad que llaman Trípoli, y estas habían sido de
los Garraf os que habia muerto el Rey Don Alonso
siendo 9uque de Calabria é Príncipe do Ñápeles en
vida de su padre, y él no las quiso dar al Papa;
per esto se dije que el Papa hizo liga con los caba*
lloros de la Italia contra él, y que él fué tnprimü
consentidor que viniese á Ñápeles el Rey de Fran-
cia, é aun ae dije que le envió un breve para que
682 ,
vinieM, 7 después de visto que había sido mal oon-
sejo aquel, le envió otro breve para que no viniese
ni en ninguna manera se moviese de su tierra para
Italia, por ooanto si al camino de tal viaje se me-
tía no se podia facer sin muy gran dalio y estrago
así del Imperio Bomano como de sn gente franoo-
sa, y amonestóle y requirióle en el segundo breve
como hijo obediente que no quisiese tomar el tal
camino, y el Rey de Francia echólo en disimula-
ciones, y echó fama que quería ir contra el Turco,
é otros decían que iba ¿ conquistar á Jerusalen, é
no dejó por eso de moverse con los quarenta mil
hombres por la tierra é por la mar con su armada,
dejando primero hechas las amistades y hermanda-
des con el invictísimo Bey Don Femando de Espafia
y con el Bey de Inglaterra y con los grandes sefio-
res sus comarcanos* Entró por la Italia con su gran
poder, y el Duque de Milán le fué favorable y dio
lugar por su tierra. Las sefiorías de Qénova , ó Flo-
rencia, é Pisa, ó Luca,ó Sena, todas se le humillaron,
y dieron lugar que pasase , é mantenimientos por
sus dineros, é pasó por todas estas sefiorías, y acer-
cándose á Boma, el Papa fué muy pesante y teme-
roso de su ida.
OAFlTULO OXXXVIL
Deeomo el Rey de PnaeU entró en Roma.
£1 Santo Padre /Llejandro VI, viendo que el Bey
de Francia se acercaba á Boma, y oyendo ios es-
tragos y robos que la gente de guerra iba haciendo,
le envió á decir al Bey de Francia, que le ficiese
saber dónde iba, ó qué quería en aquellas tierras do
Boma y de la Santa Iglesia. El Bey do Francia le
envió á decir, que él iba á Boma, primeramente por
le besar las manos , y que allá le hablaría á su vo-
luntad, empero que su partida de Francia había
sido á tomar el reyno de Ñapóles, que era suyo y le
pertenecía; de donde después que lo tuviese con la
ayuda do Dios, entendía pasar á conquistar á Jeru-
salen, é la Santa Tierra de promisión, y que para
esto suplicaba á Su Santidad ' que le dejase pasar
por la dudad de Boma, de lo qual el Papa fué muy
mal contento y dijo que lo otorgaba, con intención
y condición que entrase en Boma con mil hombres
de armas y quatro mil peones y no mas, y este con-
cierto fué entre el Bey y el Papa, y el Bey entró
en Boma con la condición dicha, con mil hombres
de armas, é cuatro mil peones arqueros y artillo-
ros, é gente de guerra, el tercero dia de la Pasqua
deiTavídad, día de San Juan Evanjelista, tarde á
27 días del mes do Diciembre, tres días andados del
afio del Nacimiento de Nuestro Bedemptor Jesu-
christo de 1«L95 afíos; y el Papa le hizo muy solem-
ne recibimiento, cá salió con toda Boma á lo reci-
bir, é el mesmo Papa lo recibió en las gradas de
San Pedro, é allí se vieron, é besó el Bey el pié al
Papa dentro de la iglesia de San Pedro ¡ y el Papa
le biso muy gran fiesta, y dio muchas oolaoíones
allí dentro en San Pedro; y de allí el Bey se fué á
aposentar oon aquella gente en la casa de San Mar-
CBÓNIOAS DE LOS BEYES DB QISTILLÁ.
00, donde el Papa lo mandó, y el Papa se quedó
allí en su sacro palacio. La otra gente había que-
dado aquel dia media jomada de la oíudad, oon oon-
dioion que no habían de entrar por Boma , salvo
que se pasasen por de fuera, desque llegasen del
Montefrasoo y de Víterbo, donde quedaban ; y lue-
go otro dia de los no merecientes, llegó toda la otra
gente francesa de guerra é lansóse en Boma á po-
sar del Papa é común romano ; é el Bey le envió á
decir al Papa, que no oviese enojo, é estuviese se-
guro que él le prometía de no le enojar, nin tomar,
nín demandar cosa alguna de lo suyo ni de la Igle-
sia, y que esto lo prometía sobre su real f ee. T en-
trada la multitud de gente francesa en Boma, se
aposentaron en campo de Flor, en lo mejor de Bo-
ma; á pesar de los vecinos tomaban las posadas
que querían , y sobre el aposentar y después de
aposentados fioieron machos robos y fuersas y
muertes de hombrea, y metieron á saoo mano gran
parte do la Judería, donde había pasado de tres mil
vecinos judíos, y forcaron muchas mujeres de to-
das suertes, casadas y doncellas; y los romanos por
defender sus casas peleaban con ellos, y también
mataron de ellos, en que murieron de una parte y
de otra, mientras allí estuvieron, mas de mil hom-
bres, según se deda; otros decían que fueron mu-
dtos mas. El Papa, sabiendo y viendo tan grandes
estragos, y robos, é fuerzas, é descortesías, é muer*
tes que los franceses hacían, fué muy turbado, y
envió á suplicar al Bey sobro dio lo fidese enmen-
dar; y era sospecha entro d Papa y los de su Oon-
sejo que d Bey tenía algún mal propódto, oomo
después parodó. Pasaron algunos días ansí, y un
Domingo «guíente, que fueron 6 días de finero dd
afio de 1495 el Bey descubrió su mal propódto dd
todo. Envió á demandar al Papa quatro cosas, 6
mas espedal, á Oivíta- vieja , y á Terrachina, dos
fortdeasos de Boma, é d Oardend Don Oésar, hijo
dd Papa, que era entonces Oardend de Vdenoia
por Legado, y al fijo del Qran Turco, hermano dd
Turco Emperador, Sefior de Turquía é Oonstantino-
pla, que el Papa tenia preso gran tiempo había, é
porque le tuviese á buen recaudo é no le soltase le
daba el Turco su hermano cada afio al Papa seten-
ta mil ducados, porque se temía mucho de él, que
era muy varonil é belícosc hombre, que d se sol-
tase que le tomaría el imperio y sefiorio. El Papa,
visto su propódto del Bey, le concedió y dio todas
estas quatro cosas, por le contentar, é oon oondi-
cíon que otra cosa ninguna non le demandase, y d
Bey se lo prometió por su feo Beal, de no le de-
mandar mas cosa dguna, oomo otra ves primero lo
habia dicho ; y así habido esto, el Bey estándose
en Boma, pronguió su dafiado propódto y mala vo-
luntad, y envió á demandar al Papa el castillo de
Sanct Angelo, y el tesoro de la Iglena. El Papa es-
tonce enviólo por embajador d Oardenal Don Ber-
nardíno de Oarvajd, castellano, dídendo . que se
maravillaba mucho de haberle prometido por an
f ee Bed no le enojar ni demandar cosa dguna de
la Iglesia, y bubíéndd^ dado ]o que f ssta dU do*
DON FERNANDO
tnand¿, queria ir oontr* 1» Santa Madre Iglesia y
demandar lo qae era imposible darle; qne sapieae
por cierto que él no le podia dar en ninguna mane-
ra el castillo de Sanct Angelo, ni menos le podía
dar thesoros de la Iglesia ; el castillo es de la Igle-
sia, 7 la Iglesia no tenia otros thesoros sino omcos
y cauces, y oaerpos santos, y esto le platicó muy
bien el dicho Cardenal Don Bernardino de Carvajal,
el qual le habia llevado el turco, é ni por esa mu-
daba su monstruosa ó dafiada intendon, antes man-
dó luego aderesar la artillería para tirar é comba-
tir el castillo, diciendo que si no se lo daba que él
lo allanaría por el suelo, é lo tomaría por fuerza, é
muy airado no lo podia tirar de este mal pensa-
miento.
CAPÍTULO oxxxvm.
De los remedios que el Pepe proToyó de secreto ptrt prot^erte
y defenderse del Rey de Franeie , é de le eonformldad que des-
pees ovo entre el Sentó Psdre y el Rey de Fnncla.
Los remedios qne el Papa de secreto proveia y
mandaba hacer para su defensa y del castillo, era
mandar poner por los adarves, torres y almenas por
donde hablan de tirar, las cruces y las reliquias de
los Santos, y el arca con el Corpus Chrísti, de ma-
nera qne todo en derredor lo guarneciesen con co-
sas sagradas, con fiucia qne, cuando á ellas manda-
se tirar, qne Dios lo hundiría como á Datan y Avi-
ron ; y sabido por los nobles caballeros romanos Ur-
sinos el propósito del Bey, allegaron á ól é detrajé-
ronselo mucho , é hiciéronle entender en cuan gran
peligro de su alma, ó de su cuerpo se queria poner,
y cuan gran bofetada quería dar á los ohiistianfsi-
mos Beyes de Francia sus predecesores, qne siem-
pre fueron obedientes fijos de la Santa Madre Igle-
sia de Boma, y fioiéronle saber cómo le hablan de
defender el castillo con gente mas esforzada que la
que él traia ; que hablan de poner el arca sagrada
oon el Cuerpo de Nuestro Bedemptor, y las reliquias
de San Pedro y San Juan Baptista ; é de los otros
Santos, y las cruces y reliquias sagradas de la Igle-
sia en los lugares de la afrenta por donde él habia
de mandar tirar las lombardas, que no dudase qne
por ventura, si tal combate comenzase, toda la
ohrístiandad se levantaría contra él ; y de aqní plugo
á Nuestro Sefior que el Bey se retrujo de su maligni-
dad que quería facer, y mudó su propósito, y envió
á demandar perdón al Papa. Hízose entre ellos paz
y concordia, y el Bey envió por merced á pedir al
Papa qne se viesen, y que queria oir su misa, y con-
certóse que fuese el dia de San Sebastian el dia que
el Papa habia de decir la misa ; el qual dia el Papa
salió aoompafiado de muchos Cardenales, y Arzo-
bispos, y Prelados, y Clerecía, y Caballeros roma-
nos, dejando en el castillo muy buen recaudo de
caballeros castellanos, entre los qnales estaba Don
Garci-Laso de la Vega, el qual estaba por capitán
y alcaide del castillo, qne el Papa no lo osaba fiar
de otra nación, salvo de hombres de Castilla, pro-
Teidos para ello por el Bey Don Femando de Cas-
tilla ; y como el Papa salió| el Bey lo aguardó y le
É DOfiA ISABEL. 683
fizo gran recibimiento vestido i la francesa con
mnohoB de los nobles de Francia, en la casa de San
Pedro ; y como llegó el Papa á la entrada del huer-
to qne se juntaron, el Bey se inclinó por el suelo, y
le besó los pies y le hizo muy grande acatamiento.
El Papa dijo misa allí aquel dia al Bey y á los
Grandes de Francia, y el Bey dio allí aguamanos
al Papa, y el Papa, acabada la misa, dio la absolu-
ción é indulgencia plenaria al Bey y á los suyos, y
allí se despidieron, y el Bey se fué á la casa de San
Marcos ásu posada, y mandó el Papa qne lo acom-
pañasen y acompafiironlo hasta su posada de la
gente del Papa veinte y dos Cardenales. El Bey.
fué muy maravillado de la solemnidad de la misa
del Papa, y de las muy glandes riquezas y vesti-
mento, y do los trajes de los Cardenales y de la
gente del Papa, y ovo mucho placer en ver las co-
sas que aquel dia vido. Luego el dia de San Vicen-
te, que fueron 22 de Enero, hicieron sacar sn tesoro
do sn moneda y poner en un montón en Campo de
Flora, dentro de la ciudad, y pagó el eneldo de to-
dos. Allegó el Duque de Borbon al Bey y deman-
dóle á Sicilia ultra faro, diciendo que le pertenecía,
y el Bey dijo que vería los capítulos que tenia fe-
chos con su hermano el Bey de Castilla Don Fer-
nando, y le respondería.
CAPÍTULO GXXXIX.
De eono el Rey de Frénele psrUd de Reme, é de eomo Don Anto-
nio de Fonseee, Embalador de Espafie, le rasfd los espUilos
porque se qnltaba de lo espltnlado, y de las Tillas qee el Rey
tond y de eomo llevó eonslg o al Cardenal Don César é al terco
prisionero del Papi, é de eomo se hayo Don Cdstr.
Despnes de dado el sueldo, otro dia mandó el Bey
cabalgar é partir de Boma toda su gente ¡ y él ar-
mado de blanco fué á besar la mano al Papa é á se
despedir de la casa de San Pedro, é descabalgó y
entró ante un altar donde ol Papa estaba , é inclinó-
se á él y besóle el pié y así se despidió de él. T el
Papá ovo muy gran temor en ver así humillado al
Bey de Francia y con tanta gente , y le vino nn
desmayo de grande vapor ; el Bey se partió luego
de Boma con toda su. gente, y llevó consigo á Don
César, Cardenal de Valencia, hijo del Papa, por Le-
gado y por rehenes, y al g^an turco Sizino ó Saha-
bo, qne dicho es, y olvidado de las promesas que
habia prometido por su Beal fee do no tomar cosa
de la Iglesia, ni ser contra ella, ni contra el Papa,
fué luego y tomó á Maríno, nna villa muy ríca de
Boma, de los Coloneses, que está de Boma diez mi-
llas, y tomó á Fetiche y á Terrachina, que son dos
villas del Santo Padre, y sobre la demanda del Du-
que de Borbon, francés, y por ver lo qne tenia ca-
pitulado con el Bey de Espafia, mandó llamar al
Embaxador del Bey Don Femando, que era Don
Antonio de Fonseca, hermano de Don Juan de Fon-
seca, Obispo de Córdoba, y que iba allí con él desde
Francia, el qual pareció ante él Bey con los capítu-
los, que no deseaba otra cosa por tener lugar de le
decir lo que debia y convenia al Bey de Espafia, su
sofiori y puso los capítulos en la mano al Be^, é el
tu
OBÓNIOAS DB LOS BB7JB DK OASFILLA.
Bey le loe yoItíó yae loe mandó leer, los qiialea es-
taban en latín , y leyéndoloe Don Antonio, loa qne
le partían bien al Bey decia, está bien fecho, y el
que no le agradaba, deda qne no estaba bien, y él
mesmo lo borraba y rayaba, y ansí borró y óhan-
celó siete capitulos de los qne eran necesarios á la
honra y pro del Bey Don Femando y de sos Beynos
y del Santo Padre y de la Santa Iglesia de Boma ; y
desque Don Antonio de Fonseca vido borrados y da-
dos por ningunos aquellos siete capítulos, y cómo
el Bey de Francia se quitaba de la verdad y prose-
guía su interés y mal propósito contra el Papa, to-
mándole y demandándole lo de la Iglesia , dijo al
Bey : «Mirad , sefior , que V. A. firmó todos estos ca-
> pítalos y prometió de estar por ellos ; y pues que
>no valen estos que V. A. borró, de parte del Bey
>de Bspafia mi sefior digo que tampoco valdrán es-
» tos otros, y todos los doy por ningunos > : y eston-
ce con ambas manos, como caballero muy esf orea-
do y muy leal á'su sefior, pospuesto el temor al
gran Bey, rasgó y hizo pedasos todos los capítulos,
y echó los pedazos en el suelo á los pies del , y se
inclinó ante el Bey, y el Bey le echó mano de loe
oorbe jones espantado de tal osadía, y le mandó y
dijo : a no te partas de mí , porque no te maten» ; y
Don Antonio no se osaba quitar de par del Bey, y el
Bey le envió á poner en salvo en Boma oon un ca-
pitán y gente que le guardaron y pusieron en sal-
vo ; el qual luQgo se metió en el castillo do Sanct
Angelo, oon Garci-Laso de la Vega. Y desque el
Cardenal Don César, hijo del Sonto Padre, vido que
el Bey habia tomado aquellas villas de la iglesia,
aquella noche de la toma de ellas, volvió huyendo
á Boma, é el Bey volvió á Boma, é volvió á pasar el
Tíber por la puente Sixto, y tomó á Oivitavieja é á
Viterbo, é á Montero, é á Torrevacano, étomó á Os-
tia, qne es un muy gran fuerte que está sobre el Ti-
bor, que se la entregó el Cardenal de Advíncula,
el qual quería mal al Papa é andaba fuera de
Boma, é por allí volvió el Bey á pasar el Tíber, que
es el rio de Boma, aunque creo que es un brazo del,
que después que se despide de Boma se hace en
tres brazos ; é pasado por allí fué á el Águila é dio-
sele, é dende á Sundi , que es por allí principio del
Beamen de Ñapóles, é diósele ¡ y fué á San Qermau,
y def endiósele, cá era una fuerte villa, é comba-
tióla, é tomóla por fuerza de armas, aunque era
muy murada y muy fuerte villa, é metióla á saco-
mano y cuchillo , como si fueran turcos ó moros , é
dende tomó á Traino ; é dende tomó el principado
de Capuano ; é dende fué sobre Gaeta, donde esta-
ba el Bey Don Alonso , el qual no lo osó allí aguar-
dar, por la desconfianza que tenia do los caballeros
dol reyno, salvo dejóla al mejor cobro que pudo, y
fuese á la ciudad de Ñapóles , y el Bey de Francia
oercó á Gaeta é tomóla, algo por fuerza, y algo de
grado é querer que se le dio , é tomó áSesa, é Mola,
é prosiguió el viaje por unas partes é por otras, ga-
nando toda la tierra. Allí en Gaeta murió el Gran
Turco, ó le dieron con qué, ó de muy grande enojo
de verso preso é maltratado entre los franceses,
porqjse él primero estaba en Boma muy vidosOí
annqne detenido , y á su plaomr y muy servido.
CAPITULO CKL.
De lo qse hiio el Raf Don Aloaio d« RApoles dasqie fleo fue al
Rof de Fnaeia le ootrtba á mu aadir oa sa loyao.
El Bey Don Alonso no osó agoardar en Gaeta al
Bey de Francia, é partido de allí fué á mas andar
á Ñápeles, y demandó soconro á la ciudad, y la du-
dad le respondió bien, y los caballeros de ella se le
ofrecieron de le ayudar é poner por él sus estados
é haciendas ; é estonce con la mas gente que pudo
volvió á Cápua á resistir el paso al Bey de Francia,
que venia enderezado allí á pasar por la puente de
la ciudad, que está sobre un gran rio, llamado Yol-
tumo, é cuando llegó halló pasados los capitanes
snyos al Bey de Francia oon toda la gente de ar-
mas, especialmente al Sefior Virgilio Vicino, sefior de
vasallos, que era capitán general del reyno, é todos
los otros que estaban puestos para la resistencia del
Bey de Francia ; y de que vido toda la traición y la
poca lealtad de aquellos suyos en que él confiaba y
tenia au esperanza , que antes murieran por él que
no hacerle vileza , volvióse á Ñápeles con muy gran
dolor de su corazón viendo el perdimiento de su
reyno , é aderezó luego de se pasar á Sicilia, é sacó
sus tesoros y joyas, é casa é familia, é púsolo todo
en las galeras de su armada ; y ovo quien dijo, que
pues ya mas no podia hacer, que renunciase el rejmo
en su hijo Don Femando, Duque de Calabria, que
era mozo de menos de veinte afios, é muy esforzado
y de muy buen sentido é consejo. Bstonoe el Bey
Don Alonso llamó á su hije Don Femando é le re-
nunció el reyno, é se lo dio é confirmó, é crió nuevo
Bey, y juró sobre un libro misal de nunca jamás rey-
nar en Ñápeles, é rogó á todos los caballeros de la
ciudad que lo recibiesen por su Bey y sefior é le fue-
sen leales , que él creia que por sus grandes peca-
dos permitía Dios que perdiese d reyno, con lo qual
plugo mucho á todos los de la ciudad , é recibieron
á Don Femando por su Bey é le besaron la mano; é
esto así pasado , en quatro galeras cargadas de sos
joyas y tesoros, se metió con su hijo el Bey Don Fer-
nando segundo ya dioho, y oon la Beyna de Ñapó-
les, mujer que fué del Bey Don Fernando su padre,
hermana del Bey Don Femando de Castilla, é oon su
fija, hermana suya , que después, aunque tía y so-
brino, casó con el dicho Don Femando, Bey nueva-
mente constituido , y oon todas sus joyas y familias,
ó lo mas que pudieron llevarse , pasaron en Sicilia,
en la ciudad de Mesina, y aun no era partido el Bey
Don Alonso de Ñapóles ni entrado en las galeras,
que aun estaba en Castílnovo , é vino por la otra
parte un gran capitán de Francia, llamado Antonio
ol Bastardo, con mucha gente francesa, é de la del
Beamen de guerra, y en presencia del Bey Don Alon-
so le abrieron las puertas los traidores déla ciudad,
é lo recibieron é alzaron banderas por todas las
torres, diciendo : o] Francia, Francia I» é estonce se
metió el Bey Don Alonso e^ ui^a de sns quatro galo*
rU, é itó poner iútgo i i^M naos loyu que que-
daban en el puerto, qne no ovo qaien lai poblase, é
asi 60 pasó por el faro en Sicilia, donde eae propio
afio murió de dolenda y enojo.
Díjoee oomunmente que el Roy Don Alonso fué
causa de su perdimiento, porque no quiso con tiem-
po obedecer é llamar socorro del Rey Don Fernando
de Bspafia su primo ; antes dedan que decia mal
de los espaSoles y de la Reyna Dofiá Isabel, y de-
dan que no tenia en nada á ninguno, y esto junto
oon lo otro ayudó A su perdimiento.
CAPÍTULO OXLL
De li Meloa de los eepltaaes del Rey Dea Aleáis.
Autos que el Rey de Frauda llegase A la ciudad
de Cápua, donde estaba d Oapitan general del Eey
deNápolss,qué era el Sefior Virgilio Vidno, y otros
capitanes con la gente de guerra, lo salieron á reci-
bir el mismo Virgilio é los otros, é lo recibieron por
Gefior é por su Rey, y mn afrenta ni combate lo
metieron en la dudad de Cápua, que es Ilaye y
puerta de todo el Reamen, é el Rey la tomó pacífi-
camente, é se apoderó della, é como fuese sabido
por toda la tierra de Bruto oon la Pulla, se dieron
al Rey de Frauda sin yer ninguna afrenta, que son
muchas dudados, é Tillas, é logares; é Bruto, Ifar-
fedronia. Carleta, Ascoll, Bari con Trizana, Foja,
Galipol, Tárente. No quedaron sino Brindis y Otran-
to. Diéronse otras muchas dudados. Ñápeles, Ve-
nosa, Marfota, Altamura, Astoni, Leche. Estas son
todas muy buenas dudados, y creyó que con solo
temor de él lo hadan , por la cruddad que hizo en
San Gorman y on su comarca, y dejó en Gaeta á
Monsefior Dulatte, é envió á la Pulla á Monsefior
de Borbon, é él en persona fué á Ñápelos, donde es-
taba don Antonio el Bastardo, que era capitán gene-
ral, é halló las puertas abiertas, é entró, é hizo luego
poner cerco á los seis castillos que tione Ñápeles,
oonyiene á saber: San Tolmo, Gastil del Ovo, Poti-
faloon. Capuana, San Vicente, Castilnovo. De estos
oon poca afrenta se le dieron los quatro, y túvose
Castilnovo, y túvose San Tolmo á merced , y ahor-
có de los que estaban dentro, veinte y siete hom-
bres espafiolos, y ansí se apoderó de Ñápeles, y se
▼ido Sefior ddla, y vido ende entalladas las victo-
rias del buen Bey Don Alonso de Aragón, Infante de
Castilla, en alabastro, y otras muchas maravillas y
antigüedades de Ñápelos j, las puertas fechas á mil
maravfllas de oro é aaul, é fholas arrancar de don-
de estaban, é por la mar enviólas en Frauda, oon
envidia I porque el loor y fama de aquellos Royes
de Ñápeles de gloriosa memoria, cesase, y el suyo
se levantase. T habida la victoria de Ñapólos, ansí
de la dudad, que es de las mas gentiles dd mundo
y de las más hermosas y ricas de todo el reyno del
orbe poblado de el mundo, como de toda la mayor
parte del Reamen, enlovado y tan sublimado fué de
▼ana gloria, que se tituló y nombró Rub Eegvm et
DominMi éhminanHwn, Rey de Royos, y Sefior de
los Sefiores, título que á solo Dios pertenece; no
A DOÍ^A ÍSABRL Mi
miró lo que por el espejo de la SaatA madre IgSoda
tenemos : depoiuit potente$ ét éaxditmt hmiÜa , di-
cho por Nuestra Sefiora la gloriosa Víijen madre de
Dios ; y lo que dijo la boca dd Redemptor Nuestro
al zviii capítulo de San Lúeas : Onmisqui $e eooaUat
humliahiltir; et gv» es humiUai exaUáhititr; y el
dervo mortal que usurpa el título á su Criador Dios
inmortal, soberano Rey de Royos é Sefior de Sefto*
ros, ved d es raeon quedar dn pena ; aquí es raaon
dedr lo que dijo Martin damero , criado del Duque
de Gandía:
Diee deprae loe poleatee
de its frtidet poderloi,
qaltalet loe selorfof
por serle desobedlealee.
A los f ee eos obedientes,
íl les haoe prospertdes;
hace ser ea se aliados
les hvmildes esarieates.
CAPÍTULO CXLU.
De la frao Ufa oe se hito eeatra el Rey de Fraaela, < de ts ba*
talla qie ae dió ea la Mota «atre el Rey de Fraaela é el Rey
Dea Feraande de Ittpeles é Goaialo Fenaadei, é de otras
eosaf.
Bien sabds que desque el Boy Carlos partió de
Frauda para la Italia^ nunca se despidió ni apartó
del el Embaxador de Espafia Don Antonio de Fonse«
ca, ya dicho , fasta Roma, y llegado el Roy en Ro-
ma, ya es dioho de los deseondertos que hiso, y oo«
mo fué contra la Iglesia y contra el Papa, y no cum-
plió lo capitulado del oompromiso que háUa firmado
y prometido al Rey Don Femando de Espafia, por
lo qual Don Antonio de gran loor le rompió los capí*
tules delante, en que se quebrantó la amistad de los
dos muy grandes Reyes, é se ▼oMó en enemistad,
é luego Don Antonio le fiao saber al Rey de Espalla
todo lo que en Roma y en Italia era paséio, para
que proveyese oomo á su honra y Estado convenía.
Y d Papa muy quejoso, injuriado y robado, se que-
jó al Rey de Eq>afia y á toda la Sefioría de Itdia
que se adoleciese de Roma , que era cabeaa de la
Igloda y de la christiandad, y recontando á cada uno
las demasías, los robos, las injurias que d Rey de
Francia con la gente francesa habia f eoho , y fads
de cada dia, y rogándoles y mandándoles que In^go.
fioiosen liga y hermandad contra él para lo echar de
la Italia , la qual luego fué fecha ¡y concertada,
y fueron en ella el Papa mesmo , y el Rey Don
Femando de Espafia, el Duque de Hilan, la Se-
fioría de Veneoia con el estandarte de 8. Marcos,
y otras muchas oefiorías y reynos , los qudes luego
se puderon todos en armas contra el Rey de Frau-
da, y se puderon con sus tierras al ejerddo de la
guerra, y el Rey Don Femando, así como sopo de los
capítulos rompidos antes de la liga conoertada, lue-
go proveyó é envió á Gk)nsalo Femandes , segundo
hijo de la noble casa de Aguilar, con setedentos de
á caballo é tres mil peones al socorro do Ñápeles,
por cuanto en lo capitulado era la amistad, con con-
didon de que el Rey de Frauda no fuese contra la
IgHria ni contra d Papa, lo qual así oomo fué en
m
ÓRÓNIGAS m íiOS BETÉ8 DB OASeíHtL
Boma quebranta oí dicho Rey ; y aun eoando le le-
yeron delante del loa capitnloa firmádoa de aa nom-
bre, no ae qniao retraer ni enmendar dello, antea
borró como dicho ea aiete capftaloa , y temiendo lo
qnal él fíao qne lo haría é por amparo y guarda de
Sicilia, el Bey proreyó de Eapafia antea de tiempo,
lo qne faó á tiempo, á dicho Ctonzalo Fernandez
con la dicha gente eapafiola ; y el amiatad quebra-
da , mandó en todoa ana Beynoa pregonar guerra
contra Francia, y proaiguiendo la liga, Qonaalo Fer-
nandas arribó con toda au gente en Sicilia Ultrafaro,
Beyno del Bey Don Femando de Espafia. B íutocó
la gente de Sicilia con cartaa del Bey Don Femando,
é juntóae con el Bey mozo de Nápolea Don Femando
Segundo, é fué é deadndió en tierra en el Beamen
de Nápolea, é juntaron au gente el Bey moso éOon-
salo Femandea, é habia en au favor trea mil hom-
brea de armaa de Sidlia; y el Bey de Francia, dea-
que aupo la venida del Beamen de aquella gente,
fueae á la Mota á bnaoar á Qonzalo Femandei para
pelear, y allí ae hallaron loa nnoa con loa otroa, éhu-
bieron au batalla, é pelearon muy valientemente loa
• f ranoeaea con Qonzalo Femandea é con el Bey de
Nápolea el moco, la qnal batalla fué muy bien refii-
da de ambaa partea, y loa íranoeaea fueron vence-
dorea, y Qonzalo Femandea oon la gente eapafiola
é él Bey Don Femando fueron vencidoa , y eatonce
Martin Alonao, y Pedro de Paa, y Diego de Arella-
no, eapafiolea, capitanea de lá gente de Eapafia con
Gk>nzalo Fernandez, como hombrea dieatroa en la
guerra, conocieron aer venddoB por defecto de ao
haber flojamente en la batalla algunoa de au favor
é batallaa ; reoojieron é rehicieron aeiacientoa de á
caballo, é volvieron de aúpito aobre loa f ranoeaea, é
ovieron otra vez batalla, é volvieron Qonzalo de
Córdoba é el Bey Don Fernando á la batalla á aocor-
rer á loa auyoa con toda la gente que habia huido y
oacapado de la batalla primera, é pelearon de tal
manera qne vencieron á loa franceaea é loa deabara-
taron, é Qonzalo Femandez y él Bey Don Femando
el mozo quedaron aefiorea del campo, é lo cojieron,
donde ovieron mnchoa caballea é armaa é muy gran
preaa, é murieron en aquélla batalla, aegun lo que ae
pudo aaber é dijo en ambaa á doa, doce mil france-
aea ó -poco maa ó menoa, y de lá gente de Qonzalo
Fernandez é del Bey mozo quatrocientoa de á caba*
lio y aeteoientoa peonea. E en eate medio tiempo vi-
no la nueva al Bey de Francia de la gran liga qne
era fecha oontra él, é aun tenia doa caatilloa de Ná-
polea por tomar, qne ae le no habían dado, Capaa é
Pizif aleone; é como aupo la nueva de la liga, guar-
neció todaa laa fortalezaa que tenia de gente de ar-
maa é artillería, é oon gran temor dio la vuelta á
Qaeta, é dende, cojida au hueate, comenzó au viaje
para Francia, é vino y entró con toda au gente por
la ciudad de Boma, y no halló al Papa en Boma, que
anai como aupo de au vuelta no lo oaó alli aguardar,
é dejó á Qardlaao de la Vega , Embazador del Bey
de Eapafia, por Alcayde del Oaatillo de Sanct Angelo
con otroa muchoa eapafiolea, que no ae fiaba de otra
pación, é fueae á au dudad de Peroaa huyendo, por
no aer maa afrentado dól. ¿ entrada la geoie ¿ráil-
ceaa en la dudad de Bo^u^ como gente muy cruel y
de mal conderto, ai primero le fideron mnchoa ma-
lea, y fueizaa y roboa, muy peor lo volvieron á fa-
cer en eata vuelta, ca eatu vieron en punto de meter
la dudad á fuego y aangre,y fideron mnchoa roboa;
y metieron muchaa caaaa y palacioa de caballeroa á
aaoomano, y mataron muchoa varonea romanoa, y
forzaron muchaa mujerea caaadaa y vírgenea, y ma-
taban aobre ello á ana marídoa é padrea, y robában-
lea laa caaaa á loa que huian á laa igleaiaa, y allí ain
temor de Dioa loa degollaban y mataban, aunque ae
abrazaban á laa imágenea de loa aantoa ; y de laa
miamaa igledaa robaban ouanto hallaban, y por mu-
chaa quejaa que iban de elloa al Bey de Francia no
curaba de lo remediar ni caatigar. Deaque paaaron
de Boma prodguiendo ana oraeldadea en Toacanela, '
qne ea nna dudad del Papa, fideron muy grandea
dafioa y oraeldadea, y forzaron muchaa mujerea, y
robaron la dudad y laa igleaiaa ddla, y derramaron
en ella mucha aangre; y ad por donde aquella gen-
te mal gobemada iban, no era aino oomo fuego, y
aonópor toda la Italia ana craddadea, y toda la gen-
te de la tierra alborotada y amedrantada ae ponia en
armaa para ae defender, ó algunoa fuián de au en-
cuentro, y otroa mnchoa ae puderon en armaa y lea
aalieron á lea ofender. E alejadoa maa acá de Boma
en laffoacana, malpararon áSena y Piaa é otraa dn-
dadea Ó villaa Ó Ingarea de la Toacana, and como en
Montefortino y en Monte San Juan, que fideron mu-
chaa oraeldadea ó roboa, do lo qual pareció que non
plugo á Dioa qne ae fueacn ain hacer enmienda.
CAPÍTULO CXLÜL
Cdmo fué áetbaraUdo el Hay Cirios en la lulU.
Despuea de haber catado el Bey de Francia on
Boma y en el Beamen de Nápolea poco maa de ada
meaea, en el qual tiempo ganó é ae dio todo el reyno
de Nápolea , ó fizo laa f norzaa é ainrazonea á ida y
venida en Boma y au tierra, en eata vuelta que die-
ron por medio de la liga, é llegado el Bey Ó loa au-
yoa en tierra de Qónova á Pontremol, en el mea de
Julio del afio aobredicho de 1495, aalió un capitán
de la liga, llamado Micer Juan de BenteboUa, capi-
tán de Bolofia, con ochodentoa de á caballo é con
cierta gente de á pié, é dio con el fardaje del Bey de
Francia en un puerto, qne iban á hilo, é mató mu-
choa de loa franceaea, é deapojó ó tomó gran parte
dd fardaje Ó de la artillería é quedóae oon dio. É
d Bey y la gente franceaa no ceaaron de andar ade-
lante cuanto maa podían, por aalir de la tierra áspe-
ra, y porque ya creian haber otroa mayorea encuen-
troa qne aquel, y aaliendo cerca de Parifia en d lla-
no, aalió en el encuentro el Marquéa de Mantua, ca-
pitán de venecianoa, con mucha gente de armaa de
á pió é de á caballo , é aalió d Duque de Milán de
otra parte, eao meamo, oon mucha gente de armaa
é peonaje, pueata á punto de dar batalla de concier-
to con el dicho Marquéade Mantua; é loa franceaea
deaque vieron el paao tomado, é no podian paaar ain
Í)61} irasítNANbO
IbaUll*, B6 pnsieron en eon de la dar, é de oonflejo de
un caballero italiano , llamado...... echaron todo el
fardaje é carmaje de las bestias adelante, para qae
se deta viesen é embarazasen á robarlos italianos de
la liga, mientras el Rey hnia y pasaba el rio ; é Ine-
go machos comenzaron de robar y detenerse en ello,
é otros dieron batalla y pelearon, donde faeron ma-
chos mnertos de ambas partes, é aun el Rey fué he-
rido nn poco en la cara de ana lanza , qae lo hirió
nn caballero gentil-hombre italiano, é á causa del
robar se orieron flojamente los italianos. El Rey tavo
lugar de pasar el rio del Pó, qae pasa por allí , qae
es an gran rio y de machas aguas cuando crece, y
pasó con harta priesa y peligro de su persona él é
todos los que pudieron pasar de los suyos huyendo,
é toda su gente que llevaba consigo fué allí desba*
ratada aquel dia, é muerta, é despojada, 6 los que
escaparon fueron huyendo de noche y de dia por los
montes. El Rey aportó en cabo de ciertos días basta
después de verse andar perdido noches y días por
los bosques y montes, y aun algunos dicen que si el
rio no creciera como él ovo pasado , que él fuera
muerto ó preso, é aun se dijo que aportó A Este en
cabo de siete dias A pié, en su cabo , que está cin-
qflenta millas de donde fué la batalla ; no sé si fué
verdad , empero el Rey y todos los que escaparon
con la vida que no fueron presos de sus franceses,
todos aportaron A la ciudad de Hasto , que es de
Francia. Los dichos Duque de Milán ó Marqués é
sus gentes fueron vencedores en esta batalla, é ovie-
ronmuy gran cabalgada de caballos é acémilas , é
artillería, é armas, é oro, é plata, é otras muchas co-
sas. Allí ovo el Duque do Milán la bandera del títu-
lo, que deda : Rex Regum, Dominus donUnantiuni:»,
la cual era la principal bandera del Rey. Esta bata-
ifa se dio é f aé cerca de una villa del Duque de Mi-
lán que llaman Fornova, y pasa aquel río llamado el
Pó, que es muy grande , en el qual se anegaron y
ahogaron aquel dia muchos franceses huyendo por
pasar y escapar, é otros peleando. Ved cuan presto
el Rey GArlos é su gente ovieron el pago é galardón
de su soberbia é crueldades que ñcieron en Roma é
sus tierras, siendo contra la Iglesia y contra el Pa-
pa, robando y derramando sin causa la sangre ino-
cente de los de San (Merman é de los otros lugares.
Ved cuan gran castigo Nuestro Sefior permitió que
dello oviese el Rey de Francia, donde por ejemplo
quedarA para siempre que un Rey, el mayor de la
christiandad, fuese asi vencido y perdido, sólo por
los montes , A'pié y muerto de hambre y de sed, y
padecido sin honra, en cabo de siete dias, por se mo-
ver sin tener razón y justicia, de lijero movimiento,
tantas jornadas de su tierra, faciendo mal por tier-
ra de chrístianos ; é aquí parece muy bien lo que dijo
el dicho Martin Clavero en persona del Rey GArlos
de Francia!
liay tristes fneron las flestu
Qae Bes dio la Leaibartfla :
Mi ánima triste scntia
Éil ?eees la crsel Diserte}
Aqaella batalla fserte
Pe aqael unfíiseso dli.
i DoiSfA ISAéSit.
éát
Rey glorioso, iqné sentí
En lo mas alto sentado»
Desqoe oto eonqnistado
Aqnel Rey no q«e vendt
I Oh enin presto le perdí.
Sin foxar del qnatro meses»
Por los falsos entremeses
De fortnna contra mil
Allí donde se dio la batalla estA una villa que se
llama Fornova, es en el Ducado de Milán , y va un
gran río , donde se anegaron muchas gentes.
CAPÍTULO GXLIV.
Como faé presa la armada de la mar del Rey de Franela*
Aquel proprodia del vencimiento de la batalla su-
sodicha, viniendo el armada del dicho Rey de Fran-
cia por la mar cerca de Genova, salló la grande ar-
mada de genoveses é del Rey de Espafia, vizcaínos
é de otras naciones do la liga , é la prendieron é to-
maron toda, de donde ovieron infinitas riquezas, que
valió mAs de cien mil ducados ; y debéis saber que
allí venian todas las antiquitates y cosas riquísimas
y gentiles entalladas en alabastro, 'y las puertas do-
radas y las otras bellas cosas de KApoles, que el Rey
GArlos había quitado de sus lugares donde estAn
asentadas, é las embarcó para enviar en Francia en
sefial de vendmiento, y "^etiia toda la artillería de
NApoles, que era la mas hermosa del mundo, toda
de cobre, la qual toda venia cargada en galeras y
galeazas, y desque se supo que habiade venir aque-
lla armada de Francia con aquellas cosas ricas de
NApoles, siempre la aguardaron la armada de los
genoveses, é vizcaínos, é espafioles, ó gente de la li-
ga, que estaban de la parcialidad é favor del Rey
de NApoles , y los franceses desque vieron A el en-
cuentro la dicha armada, fneron al puerto de PisSi
y allí los genoveses y vizcaínos pelearon con los
franceses muy f aertemente, y vendéronlee y tomA-
ronles toda la flota y cuanto traían, y los franceses
saltaron en tierra los que pudieron, y escaparon las
vidas, y todos los otros fueron presos é echados en.
las galeras.
CAPÍTULO OXLV.
Del eereo de Novara, y del eereo de Saífu^
Cuando elReyCArlos pasó por la Lombardía para
Roma quedó el Duque de Orlíens su tic en Novara,
que es en el Ducado de Ifilan , que es suya, que él
no fué A Roma ni A NApoles, y al tiempo que el Rey
GArlos fué desbaratado, eso mesmo estaba allí, y
desque los de la liga fueren vencedores, el Duque
de Milán y el Marqués de MAntua lo cercaron allí,
é tuvieron cercado hasta que el Rey de Francia fué
A Francia é se tornó A rehacer, é volvió A lo descer-
car y lo sacó de allí por partido, y estonces pusie-
ron tregua entre el Rey de Francia y los de la li-
ga por ciertos meses, y con condición que acabadas
aquellas habíanle poner otras treguas generales; y
aquellas cumplían en ñn del mes de Octubre y dos
dias antes, y las generales se habían de asentar el
ééé
ÜBÓÍllÓAB DÉ tos ÜViÉa DÉ OAfinLLÁ.
di* de Todod loa Sttiiog, afio de 1496, y loe france-
eee antee qne ae aaeniaaen yinieron deaalto podero-
aaroente á Salsea enCatalafiai é entráronla por f aer-
ea de armaa, é mataron é prendieron coantoa en ella
eataban. Esto fué en 30 diaa del mea de Octubre de
1496| oomo adelante maa largo dirá.
CAPÍTULO OXLVI.
De d Rey Doa Jaaa de PortngiL
•
Afio de 1495 mnríó el Bey Don Joan de Portugal,
y auoedióle en ék reyno an primo Don Manuel, Duque
de Viaeo, hijo del Infante Don Femando, hermano
que fué del Bey Don Alonao , que entró en Oaatilla,
padre del dicho Bey Don Juan; el qaú dicho Don
Manuel ae halló el más cercano y lejitimo en la línea
Beal de Portugal ; é caaó primera Tez con Dofia Isa-
bel, Princeaa que habia sido de Portugal, fija prime-
ra del Bey Don Femando é de la Beyna Dofia Isabel,
Beyes de Espafia , é segunda vez con Dofia Mada,
fija de los dichos Bey é Beyna, hermana de la dicha
Dofia laabel, según se dirá donde oouTiene.
CAPÍTULO OXLVIL
De como el Rey D. Penando II giad á Rapóles, ¿ Goiulo Pe^
neadez vencieron U batalU.
El Bey Don Femando de Niales, segundo deste
nombre, después de la batalla yencida é salido el
Rey Carlos del Beamen para su tierra, él y Gonzalo
Fernandez rehicieron su gente é allegaron aeteoien-
toa hombrea de armas , é seiscientos ginetes, ó qua-
tro mil hombrea de á pié, á que llaman allá Infan-
tes, é oomenzaron de hacer la guerrea la gente fran-
cesa que habia dejado el Bey Carlos , el qual habia
dejado mas de quince mil hombres de armaa y de
guerra , y con elloa los Prínoipea de Salomo y Besi-
niano, naturalea del reyno, traidorea , que cada uno
de ellos tenia tanta gente como el Bey Don Feman-
do mozo susodicho, é apartados el Bey por un cabo
é Gonzalo Fernandez con la gente espafiola por otro,
f aoian la guerra; el Bey vino sobre la ciudad de
Ñapóles lo mas poderoao que pudo, é abriéronle laa
puertas, é tomóla sin lanzada é sin combate , oomo
primero se habia perdido , é fizo poner cerco á los
castillos, é diéronse en breve tiempo Castilnovo, é la
torre de San Vicente, é Petif alcon, é liizo venir lue-
go á las seftoras Beynas la Beyna Dofia Juana, que
fué segunda mujer de au abuelo, é su fija Dofia Jua-
na, con la qual se casó, é con sus familias é casas
las aposentó en Caatiinovo, Gonzalo Femandez con
su gente espafiola y con la otra que traia á su cargo
hizo en aquel año de 95 é en el de 96 muchos des»
trozos en los franceses, é ganóles muchaa ciudadea,
é villas, é castilloa que estaban por ellos en la Cala-
bria é en la Pulla ; é ovo batalla con el Virey fran-
oéa Moaiur de Obeni, campal, de la qual Gonzalo
Fernandez fué vencedor y el Virey vencido , é mu-
rieron en aquella batalla mas de mil franceses, é
Gonzalo Fernandez é loa suyos cojieron el campo,
donde ovieron gran presa é deapojoi é muchos cá-
belos é armas, de donde Gonzalo Pemandea rehiló
au gente, é hizo muchoe hombrea de armaa, é fué é
puso cerco á Beainiano, é ovo otraa muchas pelease
victorias contra los franceses , de que siempre fué
vencedor, en tal manera, que en todo el Beamen loa
contrarios hablan del gran temor, y él Bey Feman-
do lo hizo luego Duque de Monte Gargano.
CAPÍTULO GXLVnL
De lo qne biso el Rey Don Feraaado, é del coreo de Gteln.
El Bey Femando siguiendo oomo comenzó de
reynar, desque tuvo la dudad de N^lea recobrada,
por recobrar el Beamen maa preato, envió aua em-
baxadorea á ae concertar con la Sefioria de Venecia
y Genova, y les empefió trea ciudadea por doaoien-
toa cinqfienta mil ducados, é enviáronle al Marquéa
de Mantua con setecientos hombres de armaa é mil
peones pagados por seis meses, é enviáronle al Se-
fior Gerónimo Tocavilla, con aetecientos caballea
lijaros é otros mil peones pagadoa por aeis meses, é
vinieron en Ñápeles en veinte y dos galeazaa en el
comienzo del afio de 1496; é laa ciudadea que el
Bey empefió é entregó á la Sefioría de Venecia para
pagar esta gente, fueron Brindis, é Otranto, é Mo-
nopoli; é duró la guerra en el Beamen todo lo que
quedaba del afio de 1495, deaque el Bey de Francia
aalió, é todo el áfio de 1496. En fin de Febrero de
1496 ae acabaron de dar los castilloa de Nápolea
que quedaron á la postre, conviene á saber, Caatil
del Ovo é San Telmo, é Capuana, é diéronse á par-
tido que los pusiesen seguros en Marsella, é anal ae
fizo : quedaron por ganar la ciudad de Gaeta é el
castillo de Salemo, aobre loa qualea el Bey tenia soa
cercos bien fuertes Ó baatecidoa. En este tiempo
acaecieron muchaa coaas en la Italia aobre eata
guerra, que aerian muy luengaa de contar. Por mar
y tierra el Duque de Milán guardaba que por tierra
el Bey de Francia no podia aocorrer á Gaeta ni á
la gente de Francia que estaba en el Beamen. Laa
annadaa de Espafia é de la liga, que andaban por
la mar, no dejaban entrar socorro por la mar á
Gaeta, é en el mes de Diciembre de 1495 vino una
armada de Francia con mantenimientos y vituallas
en Bocorro de Gaeta, é cataba la ahnada de Espafia
en contra ; el Conde de Trebento y otroa capitanea
de ella con el tiempo no pudieron esousar ni defen-
der la entrada en Gaeta á seis naoa franoesaa con
el refresco, é otras se volvieron, que no pudieron
entrar; é estonces el Conde é los otros capitanea to*
marón una nao franceaa con trescientos hombrea
de pelea, é mil é trescientos quintalea de pan-bizoo«
cho, y setecientos presutos, que son tocinos, é se*
senta y cinco botaa de vino y otraa muchaa vitua*
lias; y en este tiempo estaba por capitán sobre
Gaeta el Principe Don Federico, tio del Bey, por
tierra, y el armada de Espafia, catalanes y espafio-
les y vizcaínos por la mar; y ansí estuvo cercada
Gaeta parte de el afio de 1495, que se tomó despuea
de la muerte de el dicho Bey Don Fernando,
• •»
■** 9.
CAPÍTULO CXLIX.
Da ana fran lloTia.
Aoaeoió en Roma un diluvio ó tempestad de
aguas súpitamente, á diez dias de Diciembre de
1495 afios, qne faé una cosa muy espantable, que
cayó tanta agua del oielo en tan breve espacio, que
en Camponason pudiera andar una nao de duelen-
tas botas, 7 á los bancos desde las finiestras toma-
ban el agua con la mano; y demás en Santiago de
los espafioles subió un codo el agua sobre el altar;
y decían qne habia |iecho de dafio mas de un mi-
llón de ducados.
CAPÍTULO CL.
De la mserte del Rey Don Femando.
Don Femando, el Bey de Ñápeles, el segundo de
tsl nombre, comenzó de reynar en Ñápeles desde el
comienzo del afio de 1495, que su padre le renun-
ció el reyno, y casó con la hija del Rey Don Feman-
do su abuelo, primero de este nombre. Rey de Ñá-
peles, é hija de su segunda mujer, hermana del Rey
Don Femando de Espafia. Este Rey, habiendo reco-
brado la ciudad de Ñápeles é la mayor parte del
reyno con muchos trabajos é con la ayuda de Espa-
fia ó de sus amigos é teniendo el cerco de Gaeta, en
el qual estuvo Gonzalo Fernandez de Aguilar, Gran
Capitán, con la gente de Espafia, murió temprana
muerte á trece dias de Diciembre del afio de 1496
afios, dia de Santa Lucía, en la ciudad de Puzzol,
decían que atozicato, ó como fuese su desventura.
Quedó la Reyna su mujer desdichada, quejosa de la
fortuna de su madre la Reyna Dofia Juana, y del
Príncipe Don Federico su hermano, al cual quedó la
sucesión del Reyno por estonces; y á este tiempo los
de Gaeta no se podían sostener, y andaban en par-
tidos en vida del dicho Rey, é no se habían podido
concertar; y muerto Don Femando comenzó de rey-
nar en Ñápeles Federico, segundo hijo del Rey Don
Femando primero, é luego fizo partido con los fran-
ceses, é le dieron la ciudad, é escaparon con sus vi-
das, é f uéronse en Francia á do quisieron.
CAPÍTULO CLI.
De como «omenxó á reinar Federico en Nipolea.
Don Federico, hijo del Rey Don Fernando de
Ñápeles, comenzó de reinar en Ñápeles desde el
dia de Santo Thomó Apóstol, 21 dias del mes de
Diciembre afio de 1496, después de la muerte de su
sobrino el Rey D. Femando el mozo, el qual reci-
bieron por su Rey los caballeros y comunidades del
reino de Ñápeles, y el Gran Capitán de Espafia
Gonzalo Femandez, é siendo Rey luego perdonó á
los Duques de Sáleme é Besiniano, que habían sido
traidores á los Reyes de Ñápeles su hermano y so-
brino, é ansí fueron luego á él é le dieron el galar-
dón que suelen dar los tales, é en comienzo de su
reynar se dio la ciudad de Gaeta, que habia estado
DOJ» t*ERtÍAKDO É DO^A ÍSA6eL 6fté
mucho tiempo cercada, é Gonzalo Fernandez, él
Gran Capitán de Espafia, le dejó todo el reyno de
Ñápeles ganado é obediente, é quedaron las susodi-
chas ciudades empefiadas á la Sefiorfa de Veneoia,
é tenia eso mesmo el Gran Capitán muchas f ortale*
zas en la Calabria por el Rey Don Femando de Es-
pafia, por los gastos qne habían hecho en lá guerra,
que no le entregó.
u
CAPÍTULO CLII.
Como el Gran Capitán faé á Rooia, é por mandado del Papa lomó
á OaUa.
El Gran Capitán vino á Roma á mego del Papa
Alejandro para ir á combatir á Ostia, que aun esta-
ba por la parcialidad de los franceses contra Roma,
y como estaba sobre el río Tiber de Roma, impedía
los mantenimientos que no fuesen á Roma, de lo
oual se recibía en Roma mucha fatiga y mengua
de cosas necesarias; la qual fortaleza de Ostía habia
estado así contra Roma desque el Rey Carlos pasó
á Ñapóles; é partió Gonzalo Fernandez, de Roma i
poner el oerco á Ostía, ó con él un capitán llamada
Esforza, sobrino del Duque de Milán é del Cardenal
Ascanio, fijo de su hermano, que era capitán de ve-
necianos por el Marqués de Mantua, é habia queda-
do en Roma doliente, é el Duque de Candía, fijo
del Papa, yemo de Don Enrique Enriques de Cas-
tilla; é Gonzalo Fernandez sentó el oeroo con su
gente eepafiola é con la gente que le seguía desde -
Roma, é tuvieron cercada á Ostia trece dias oom- i^-
batiéndola ; en cabo de trece dias se dio á partida
que se fuesen con sus vidas los cercados, é derriba-
ron toda la fortaleza por el suelo, porque traía'muy
gran dafio á Roma, que no dejaba ir los manteni-
mientos é mercadurías que iban de otras tierras por
la mar; y estando allí en el cerco rífieron él Duque
de Candía é Esforza, é injuriáronse de palabra, y
venidos á Roma con el vencimiento de Ostia, Gon-
zalo Femandez se despidió del Papa y se volvió al
Reamen : todo esto pasó en el afio de 1497 al oo*
mienzo.
El Duque de Candía, que era un muy mal hom-
bre, no echando en olvido las palabras y enojo que
había habido con Esforza, puesto caso que Gonzalo
Femandez los habia hecho amigos, como era mal
hombre y soberbio y muy enlodado de grandeza, 6
de mal pensamiento, é era muy cruel, y muy fuera
de razón, tomó un dia quatro hombres atados de
Esforza, y hizolos ahorcar en la plaza de San Pedro,
y sobre esto hicieron amigos el Papa y el Cardenal
á el Duque y á Esforza ; y Esforza túvosela guar-
dada, y en el dicho afio de 1497, Martes á 19 dias
de Mayo, sabiendo Esforza de una enamorada que
el Duque tenia, llamada Madama Damiata, hizo ir
en la noche una mujer con una máscara, que es de
aquellas carátulas que usan en Roma para ir disfra-
zaidos, la qual llegó al Duque donde estaba, y dija
que lo llamaba Madama Damiata, y lo esperaba á
la hora en el Campo Santo, y salió solo, como hom-
bre de mal consejo, y embriagado, y captivo d^ •
«M
OBÓNIOAB DB LOS BEYBS Vñ OABTILLA:
mftloi viciofli y mAiáfOnlo i pnfialadas j cortáronle
la oab«M, y metído en un saco, deade ponte Sixto
lo echaron con todo lo que tenia vestido y calzado
en el rio Tíber; y doapuee Viémea á 22 de Mayo
rigniente lo hallaron en el saco con an cadena de
oro, y joyas y dineros, y lo enterraron en la capilla
del Papa Oalizto, y Esforza se retrajo en las casas
de Asoanio su tío el Cardenal, y entonces se dijo
que el mismo Esforza lo habia matado al Duqne á
pululadas y le habia cortado la cabeza, y antes qne
lo hallasen no sabian quó f aese dél, antes sospecha-
ban que en la ciudad lo hablan muerto y enterrado,
T el Papa mandó á pregonar y prometer muchos
dineros á quien dél dijese donde estaba muerto ó
▼íto, é ovo un labrador que dijo que tal noche á
media noche oyó un gran golpe en el río que lo
echaron de la puente Sixto abajo, y por esto lo bus*
carón é lo hallaron en el río. £1 Papa hizo muy gran
sentimiento por su hijo, é mandó combatir la casa
donde estaba EsiSorza y la vecindad, é ficieron mu-
cho dafio con los tiros la gente del Papa en Roma;
é Bsf orza é los de su parte se defendieron muy bien,
é defendieron las casas donde estaban; é muríeron
en la pelea é combate mas de doscientos hombres
de ambas partes, y slli hiríeron á Qarcilaso de la
. Vega y al Obispo de Segovia Don Juan Arias, que
eran parte del Papa; y viendo el mucho dafio que
la gente del Papa hacia, y como destruían por una
parte á Roma con las lombardas, Roma se alzaba
contra el Papa; él Papa la quisiera destruir, y el
consejo suyo y Cardenales no le dejaron mas facer
porque no convenía á Su Santidad dar causa qne
toda la dudad se alaase contra ól. Ovo otro hijo é
una hija el Papa Alejandro, por los quales é por el
Duque ya dicho, siendo vivo, se vido en muchas
congojas y enojos y afrentas ; el qnal dicho segun-
do era el Cardenal de Valencia, que habia ido por
Legado y rehenes con el Rey Carlos de Francia
cuando pasó por Boma, al qual después de muerto
el Duque de Candía, quitó el capelo, é desfízolo de
Cardenal, é llamóse el Duque de Valentino, ó fuó
casado con una hija de Monsíeur Labrít, sefior de
Gasconia de Francia, hermano del Bey de Navarra,
é fué muy mal hombre, é soberbio é crael, é eule-
vado de soberbia é grandeza, como el otro, é vicio-
so, é mafioso, é de malas artes, al qual prendió en
Kápoles el Gran Capitán Gonzalo Fernandez, des-
pués de la muerte del Papa su padre, porque le fué
con arte á quererle engafiar, é envióle preso á Espa-
fia, é estuvo preso por traidor en Játiva é en Medi-
na del Campo, é después soltóse, é fuese en Navarra,
tierra de su cufiado, que tenia guerra con el Conde
do Lerín, y allí murió un dia en contra con un hom-
bre de armas del Conde mala muerte, el qual era de
Agreda de Castilla.
CAPÍTULO CLHI.
Do U raem eilre Pnaelt y Bipafta, 6 de Salut.
El Bey Carlos de Francia quedó muy enemigo y
muy quejoso del Bey Don Femando de Espafia por
la liga y por el favor que dio al Bey Don Femando
de Ñápeles: decia que siendo su amigo no quería
considerar la culpa, ni conocer que él quebrantó el
amistad el dia que borró los capítulos y fué contra
la Iglesia; y en el mes de Julio del afio de 1496 hizo
gran allegamiento de gente en Narbona y en aque-
lla comarca de armas y artílleda, para entrar á des-
unir la tíerra de Perpifian ; y como lo supo el Bey
Don Femando, fué de Castilla en persona con mucha
gente de guerra para se lo resistir y defender, y en
29 de Julio del dicho afio de 96 entró en Barcelona,
y salió de eüa en 8 de Agosto é fué para Gkrona, é
dende al campo por donde los franceses hablan de
entrar en su tierra, porque se hablan mucho acer-
cado, é allegaron gran gente de cada parte, é loa
f rauooBos no osaron entrar, antes ovioron por bien
una tregua que se trató entre ambos Beyes, que es-
tando la una hueste de la otra cinco leguas nunca,
osaron entrar, que su pensamiento parece que era
entrar de salto é robar toda la tierra, pensando que
no se pudiera llegar tan aina gente tanta que les
resistiera; é la tregua fué por cierto tíempo que so
cumplía en fin del mes de Octubre, ó dos dias antes,
y que estonces entrarían y asentarían otraa treguaa
generales el dia de Todos los Santos; y el Bey do
Francia tuvo este aviso, mandó secretamente alle-
gar mucha gente y ponerse cerca de la comarca del
condado de Bosellon, y el dia que se acabó la tre-
gua, luego esa noche é otro dia fueron treinta dias
del mes de Octubre del dicho afio de 1496 amane*
cieron sobre Salzas, Domingo, y la combatieron
muy fuertemente y la tomaron por fuerza de ar-
mas, y tomáronla tan aina porque algunos de loa
de dentro se dieron flojnra, é no creyeron al capi-
tán Don Diego de Acevedo, que murió peleando, y
los de la ciudad estaban casi seguros y oviéronse
flojamente en las armas, ca si algo se tuvieran fue-
ran socorridos: y asi entrada Salzas, los franceses
entraron y degollaron mas de quinientos hombres,
é llevaron cuanto en ella habia de cabalgada é des-
pojo. Murió alli, como dicho es, el capitán y el al-
cayde Don Diego de Acevedo, hijo del Arzobispo de
Santiago. E luego el Bey D. Femando mandó ado-
var é tomó á redificar la fortaleza é villa de Salzas
muy mas fuerte que no era de primero.
CAPÍTULO CLIV.
De los easamlantoa del Príncipe y del AitbldaqBe.
En el afio de 1490 se concertaron los casamientos
del Principe Don Juan de Castilla é de su hermana
la Infanta Dofia Juana, hijos del Bey Don Femando
é de la Beyna Dofia Isabel, Beyes de Espafia, con el
Archiduque de Borgofia é con Dofia Margarita su
hermana, fijos del Emperador de Alemania Maxi-
miliano, nietos del gran Duque Carlos, Conde de
Flándes, Duque de Borgofia, Bey en Frisa, que fué
un famoso caballero é gran sefior, á quien sucedió
el dicho Archiduque Don Felipe por parte de su ma-
dre, qne fué fija del dicho Duqne de Borgofia, Con-
de de Flándes, é casó con el dicho MaximllianO|
1)0Ñ {"BñÑAKDO
Hiendo ftaj ¿e los Bomanofl, hijo del Emperador
Federico 7 de bo primera mujer, hija del Bey Duar-
te de Portugal; ansí qne trocaroD, que caaó el dicho
Príncipe Don Juan con Dofia Margarita, é el dicho
Archiduque Don Felipe con Dofia Juana, é partió la
ilota de Espafia, en que fueron ciento treinta naos
é naYÍoa é maa de veinte 6 yeinte y cinco mil hom-
hrea de armada en ella, con la Infanta Dofia Juana,
é la lleyaron á Flandes para traer á la Princesa
Dofia Margarita; é partieron en el mes de Septiem-
bre del dicho afio de 96 de Oastilla de los puertee
de Vizcaya, é fué tan grande armada por la guerra
que habla con Francia; é fué por capitán desta ar-
mada el Almirante de Castilla, y por Prelado Don
Luis Osorio, Obispo de Jaén, á quien iba encomen-
dada la dicha Dofia Juana, Archiduquesa de Flan-
des é Infanta de Oastilla. Estuvieron en Flandes,
después de entregarla al dicho sofior su marido,
todo el invierno, donde murieron de la campafia y
armada mas de diez mil hombres é mas, de mal go-
bierno é de frió, é los probó la tierra; é vinieron
con la Princesa de Oastilla Dofia Margarita en el
mes de Marzo del afio de 97, en cabo de siete me-
ses 6 poco menos, é aportaron en Santander los de
la flota, qne escaparon, con la dicha Princesa é con
el Almirante, que el Obispo Don Luis Osorio allá mu-
rió con los otros muchos que murieron en Flandes;
é decindió en tierra la Princesa en Santander, é
f uéle hecho el recibimiento de Oastilla en Bárgos,
y desposáronla luego alli á 19 de Marzo, Domingo
de Bamos, y veláronlos en el Ouasimodo adelante
2 de Abril. Triunfaron por Espafia aquel afio é ovie-
ron placer el Príncipe y la Princesa gozando ma-
trimonio como buenos casados asaz poco tiempo, y
como la rueda de la fortuna nunca para en esto
mundo, á unos dando, á otros quitando, á unos fa-
ciendo, á otros desfaciendo, á unos con mucha mi-
seria y pobreza dando muy luenga vida de afios,
hasta que se enojan de vivir y querrian la muerte;
á otros qne son ricos, príncipes, reyes y grandes
sefiores, y á nuestro ver muy necesarios en el mun-
do para que viviesen, dando la muerte en el tiempo
de su mayor empinacion , y no se cura la dicha for-
tuna que sean glandes ni pequefios, ricos ni pobres.
Papas ni Emperadores ; llegó al Príncipe Don Juan
susodicho por sus ciertas jomadas el cabo del viajo
de su peregrinación que vino á andar en este míse-
ro mundo, y envióle á llamar el Sefior del mundo
que lo crió, al cual ninguno de nos puede ir sin que
primero pase por el trago de la muerte, é llegaron
¿ él los mensajeros de la muerte natural en el mes
de Octubre el dicho afio que se casó de 1497, y par-
tió desta vida de su muerte natural la víspera de
San Francisco, á 3 dias de Octubre en la ciudad de
Salamanca, é su cuerpo fué depositado ende algún
tiempo, y después fué llevado á Avila, de la qual
muerte é fallecimiento quedó mucha desconsola-
ción á su padre é madre, é á la sin ventura Marga-
rita, su mujer, Beyna que fué en su nifiez de Fran-
cia, y después Princesa de Oastilla é de Espafia, la
cual qued¿ preftada y malparió sin dias una fija; y
¿ do9a isAfitti: m
después el Bey y la Beyna la enviaron á su padre á
su tierra á Flandes, en el mes de Setiembre del afio
de 99, con el Obispo de Córdoba Don Juan de Fonse-
ca é con noble oompafiia por tierra por Francia, é
de allí casó con el Duque de Saboya en Píamente^
é en cabo de pocos afios murió el Duque de 8aboya|
é tomó á ser viuda Margarita.
CAPÍTULO OLV.
Gomo tornóla InísnU Dofia babel i PortipL
En el mes de Septiembre afio susodioho del Se-
fior de 1497, se conoertó el casamiento de Dofia
Isabel, Infanta de Castilla, Princesa que habia sido
de Portugal, con el Bey Don Manuel de Portugal, y
quedando el Príncipe de Castilla enfermo en Sala-
manca, donde falleció, fué la Beyna Dofia Isabel á
Alcántara con la dicha su hija. Princesa de Portu-
gal , á la entregar al Bey su marido, é se la entregó
é dio por mujer ; é mientras ella fué allá falleció el
Principe Don Juan de Castilla en Salamanca, estando
presente el Bey su padre , el qual lo confortó mucho
en su muerte, diciéndole : «Fijo mucho amado, aved
«paciencia, pues que vos llama Dios, que es mayor
i>Bey que ninguno otro , y tiene otros reinos y se-
ifiorios mayores é mejores que non estos que vos
uteniades y esperábades para vos dar, que os dura-
Drán para siempre jamás , y tened corazón para re-
Dcibir la muerte , que es forzoso á cada uno recibir»
»la una vez, con esperanza que es para siempre in-
:»mortal é vivir en gloria» : y otras semejantes co-
sas dijeron que decia el padre al hijo muy consola*
torias; y acabado de depositar su cuerpo en Sala-
manca, se partió para Alcántara, donde la Beyna
habia entregado la Beyna de Portugal su ñja al Bey
Don Manuel su marido; y con gesto agradable llegó
á la Beyna , la qual le preguntó luego por el Prínci-
pe, y le dijo que estaba bueno, é no le dijo otra
cosa, fasta que de otro lo supo. Ansí fueron las ale-
grias del matrimonio, llantos, lloros y lutos por el
Príncipe, todo en una semana; y fechas las honras
y obsequias por el Principe, den de á cinco meses
enviaron el Bey y la Beyna por el Bey Don Manuel
é por la Beyna su mujer á Portugal, que viniesen
como Príncipes de Castilla, para que fuesen recibi-
dos y jurados por Principes, é vinieron, é entraron
en Oastilla, é ficieron el viaje por Guadalupe, don-
de llegaron víspera de Bamos, á 7 de Abril, afio de
1498, é dende fueron á la corte , donde los recibie-
ron é juraron por Príncipes los grandes de Espafia,
é andubieron en la corte, hasta que después la
muerte della los apartó.
Estando la corte del Bey y la Beyna en Aragón
en Zaragoza, en el mes de Octubre del dicho afio
de 1498, parió un hijo, á quien ella mandó llamar
Don Miguel, é murió de aquel parto dende á dos ho-
ras desque parió, é vivió Don Miguel siendo Principe
de Castilla un afio y siete meses, hasta el mes de
Julio del afio de 1600, que murió de su natural
muerte en Granada, estando allí la corte. El prime-
ro cuchillo de dolor qne traspasó el ánima de la Bey-
i»
tmomoAS DB LOS uvtjsa ds oastilla*
n* Dofit babel, faé la muerte del Principe , el ee-
gondo faé la muerte de Dofia Isabel su primera
hija, B^yna de Portagal ; el tercero cnchiUo de dolor
faé la muerte de D. Miguel m nieto , que ya con él
■e oonaolaba, y 4eede eetoa tiempoe yÍTié sin placer
la Ínclita y mny YirtaosÍBima y muy neceearia én
Oaatilla Beyna Dofia ÜMbel, y se acortó su yida y
aapalud.
OAPtrULO CLVL
De Htimi.
Afio de 1497 euBodicbo, en el mee de Septiembre,
por mandado del Bey Don Femando fizo el Duque
de Medina Sidonia, Oonde de Niebla , Don Juan de
Quaman, una armada que había de ir allende i to-
mar y poblar á Malilla, que ee en el reyno de Tre-
mecen, linde con el rdno de Fes, porque se supo
. por dertas diferencias que los moros lo habian despo-
blado ; é fueron en la dicha armada cinco mil hom-
bree, y descindieron en Melilla, la qual hallaron ya-
oía de gente y despoblada, é pobláronla, é repará-
ronla , é fortaleciéronla mucho , é el Bey fiso gober-
nador della al dicho Duque , é le di6 la tenencia , el
qual á costa del Rey la mantuvo é gobernó mien-
tras vivió, é tuvo ende alcaides é capitanes que
ficieron mucha guerra á los moros de la comarca,
en especial á Mariano de Rivera, que fué su primo,
muy esforsado, é fiso muchas cosas buenas é cabal-
gadas en los moros , estando alli , dándolas é reci-
biéndolas á veces , é tomó á Oasaca desdo allí á los
moros.
CAPÍTULO OLVIL
M GiplUn do Perplftii.
In el dicho afio de 97 murió el capitán general de
Perpifian, Don Bnrique de Quzman, hijo del Oonde
de Alva de Liste, sefior de las Qarrovillas, que fué
pnaso en la batalla de Zamora é llevado á Portugal,
saliendo á un ruido que habia entre la gente de la
guarnición que estaba contra la Francia, é de la
ciudad cayó una piedra, no supieron de dónde, y le
dio en la cabesa, de que murió. El qual era muy
devoto y muy virtuoso caballero, y pariente del
Rey. Era casado con hija de su primo Enrique En-
riques, hermano de la mujer del Duque de Oandía,
hijo dd Papa Alejandro, que murió en Roma, como
es dicho. Era este dieho capitán fijo del dicho Oon-
de de Alva de Liste Don Enrique Enriques, que fué
hijo del Almirante Don Alonso Enriques, que fué
hijo del Maestre de Santiago Don Fadrique, que
mató el Rey Don Pedro , su hermano.
OAPlTULO CLVIII.
De la maerte del Rey Cirioe de FnaeU.
Afio del Sefior de 1498, á 7 dias del mes de Abril,
Víspera del Domingo de Ramos, murió el Rey Car-
los de Francia, que habia entrado en la Italia, so-
gun «s dioho. Murió en Francia, en la ciudad de
Molius, en Barbones. Reynó en los afios de su níftet
é tutela dios y seis afios y ocho meses, desde la
muerte del Rey Luís su padre. Sucedióle en el rey-
no el Duque de Orliens su tic, primo de su padre, á
quien por la línea masculina de deredio mas lejíti-
mamente vino é perteneció el reino de Francia , é
luego lo elijieron y alsaron por Rey los grandes de
Francia pacíficamente. El qual luego á la hora que
vido muerto al Rey Oarlos, envió mensajeros al Rey
Don Femando de Espafia haciéndole saberla muer-
te del Rey Carlos, y como él era Rey de IVancia é
qneria su amistad y hermandad, según lo acostum-
braban é solían tener los Reyes de Castilla con los
de Frauda los tiempos pasados ; y el Rey Don Fer-
nando fizo sentimiento por la muerte del Rey Oar-
los de Francia, y concedió al Rey Luis, Duque de
Orliens, que nuevamente oomensó de reynar, su em-
bazada y amistad ; y con esto los mensajeros se vol-
vieron en Francia ; é al tanto fiso el Rey con los
otros Royes y grandes Sofioros, que los fizo saber do
la muerte del Roy Oarlos su sobrino, y les pidió
amutad.
CAPÍTULO OLDL
De It especería de Caleead, cdmo le haUd.
A dies dias de Junio, afio de 1499, vino á Lisboa
en Portugal uno de los dos navios que el Rey Don
Juan de Portugal habia mandado á descubrir, él
qual ya pasaba de dos afios que habia partido de
Lisboa, los qualos por el mar Océano del costado do
la Mina fueron la tierra aiempre á la mano izquier-
da, mas adelante de lo descubierto hasta allí mil
ochocientas leguas, hasta que llegaron en Indias,
donde hallaron una ciudad mayor que Lisboa, po-
blada, llamada Calecud, y estaba poblada do chris-
tianos indianos, los qualos tienen iglesias y campa*
ñas, y casas hechas de piedra á la mor^/roa, y las
calles derechas, y el Rey de la dicha ciudad se hace
muy bien servir, é tiene su palacio muy bien orde-
nado, con sus escuderos, é camareros, é porteros, en
la qual ciudad hay muchos mercaderes moros riquí-
simos, y todo el trabajo es en sus manos, y el Rey
80 gobierna y rijo por consejo de los dichos moros.
Toda la escala de las especias es en la dicha ciudad.
Vale un peso de canela, que son cinco quintales,
dies ó ocho ducados de oro ; hay pimienta y clavos
á aquel respecto, genjibre la mitad menos, las qua-
los especias nacen en ciertas islas, de la dicha ciu-
dad cerca de ciento y setenta leguas, y son cerca do
la tierra firme una legua, y son pobladas de moroS|
y ellos son seftores de las dichas islas. Hay infini-
tas naos allí por aquella comarca, que dioen hay
mil y quinientas, y la mayor no pasa de setenta
toneles, y no llevan mas de un mástil, y no pueden
navegar sino á popa, y son débiles y sin ninguna
artillería ni armas, y todas son de moros y navega^
das por manos de moros , y las naos que van á laa
dichas islas por las especias y llanas, porque hay
poco hondo y algunas hay que no llevan hienoi
porque han de pasar por la piedra imaui que es d^
ktj
DON FEBNANDO
fa dicha isla poco ; en la qoal isla no Tale tin qoin-
tal de canela mas de tin ducado y medio, é á sus
naos vienen con las dichas especias un gran golfo
que es adelante de la dicha ciudad , que atravesa-
ron los dichos navios que fueron á descuhrir, 6 fue-
ron bien setecientas leguas de traviesa, en el qual
golfo hay infinitas ciudades, é villas, é castillos,
todos de moros; y después á la fin del dicho golfo
pasa un estrecho como el de Qibraltar,y entran en
otro golfo donde de la parte derecha es el mar Bu*
bio, y allí descargan las dichas especias, y allí hay
otros navios mas pequefios, por respecto que hay
poco hondo , é de allí las llevan á otro puerto, que
es cerca de la casa de la Meca, que es una ciudad
asentada en los desiertos de Arabia : allí yace el
cuerpo del malaventurado liahoma enterrado tres
jomadas adelante del dicho puerto, é después van
sus jomadas y su camino al Cairo con camellos , y
pasan al pié del monte 8inay. B todas las dichas
villas son habitadas, é muradas, é fermosas, é fe-
chas á la morisca, é los portugueses descin dieron é
fueron en buena compañía. T este no pudo ser sino
el golfo de Arabia, de que escribió Plinio. Las gen-
tes de aquellas ciudades son christianos, vestidos
de la cintura abajo, é también ansí las mujeres;
é aquellas de los hombres honrados se cubren tam-
bién de la cintura arriba de cierta tela delgada.
Hay allá terciopelo, damasco, raso, tafetanes de
cada color, é pafios de Luca é de otras suertes, é
telas muy delg^as, y latón, y estafio muy bien la-
brados, hay de todo mucha abundancia; hay mal-
vacía de CSandia en barriles, y mi opinión es que
toda esta viene del Oairo, donde vienen á parar la
mayor suma de aquellas especias : hay trigo , mu-
cho de acarreto , que se lo llevan aquellos moros
con las dichas naos ; hay bueyes y vacas, y son pe-
quefios; hay naranjas y todas dulces, limones, ci-
dras, melones, duraznos é otras muchas fratás, dá-
tiles verdes y secos; hay azúcar é facen conservas ;
tienen algodón y nácar infinita, y brasil los mon-
tes llenos, y estoraque, y menjuí, y algalia, é joyas
de todas suertes , aunque son caras , y no es mara-
villa , porque los moros lo atraviesan todo é lo que
quieren allá por estas mercaderías no es sino oro é
plata; aUí corre la moneda del Boldan del Cairo,
que son serafines de oro , que pesan menos que el
ducado dos 6 tres granos ; corren ducados venecia-
nos é de Genova ; hay moneda de plata menuda,
que asimismo debe ser del Soldán. Hay marea oomo
acá, y crece la mar y mengua ; hay grandes more-
rías en aquellas partes y todos loros como los india-
nos ; é más acá del dicho golfo obra de cien leguas
hallaron una mina de oro en tierra de negros, que
casi son subditos moros. B porque del primer yiaje^
como dicho es, descubrieron é supieron los portu-
gueses que fueron descubrir en el tiempo y vida del
Rey Don Juan , fijo del Bey Don Alonso é por su
mandado lo susodicho, é vinieron reinando el Bey
que le sucedió en el reyno, que fuó Don Manuel, fué
mi voluntad asentarlo aquí en este libro de memorias,
porgue esto fué in primis. T de aquí se prosiguió
A DOÑA ISABKL. 69S
que el Rey Don Manuel de Portugal envió muchas
veces sus ¿madas por aquellas vías , y desoubrieron
mucho mas en aquellas partes, é tomaron la pose*
sien por él de la conquista, é del resgatar é deson*
brir , y le trajeron á Portugal el uso de las meroa-
derías de las especias de aquellas tierras, que nun->'
oa tal fué visto por tantas leguas del mar Océano
que se cree ser de viaje desde Portugal hasta allá
cerca de tres mil legras con los rodeos que se ha»
cen ; é en las riquezas de las especias , desque lo su-
sodicho se descubrió, Lisbona y Setnbal se volvie-
ron Alejandría : lo qual fué muy gran perjuicio del
Boldan del Cairo y Babilonia, enemigo de nuestra
santa fée cathólica, é fué en amenguamiento de sus
rentas; que todos los mercaderes de Veneoia, Gé«
nova é Florencia, que son los mas ricos mercade-
res del mundo, iban á la dudad de Alejandría, que
es suya y el puerto mas principal que él tiene, é á
otras partes de su tierra á cargar de las dichos de
las especias é mercaderías para proveer toda la
christiandad latina, que es Italia, Francia, Alema-
nia, Inglaterra, Bspafia y Flandee, é agora todo lo
mas es quitado, y se provee de Portugal , de donde
el Bey de Portugal acrecentó mucho en su honra j
renta.
CAPÍTULO dX
De Ui Roysu ée Ná^oleí é éel btiUmo éa loi moroi;
Afio de 1499 vinieron las Beynas de Ñápeles ma«
dre é fija, de Ñápeles en Bspáfia, hermana y sobri-
na del Bey Don Femando, y con ellas el Qran Capi-
tán Gonzalo Femandez, Duque de Montegargano,
é tres ó quatro Prelados muy honrados. Arzobispos
é Obispos, é quedó en Aragón la Beyna moza en un
lugar cerca de Valencia , é la madre vino á Grana-
da en él mes de Julio del dicho afio, donde estonces
estaba la corte, donde le ficíeron honrado recibi-
miento el Bey su hermano y la Beyna. Estuvo allí
la corte ciertos meses dando forma como se bauti-
zasen aquella multitud de moros que había en la
dicha ciudad, por quitar muchos dafios que dello so
recrecían, é muertes, é cautiverios que los morca
de las veras de la mar hacían y consentían haoerg
que venían los moros de allende y llevaban de no*
che los lugares enteros y á vueltas todos los chris-
tianos que en ellos había ; y partióse la oórte para
Sevilla, y quedó el Arzobispo de Toledo con el do
Granada dando forma en el convertimiento de la
ciudad, y buscaron todos los linajes que venían de
christianos y convirtieron y bautizaron muchos de
ellos, y los moros tuvieron esto por muy mal, y al-
borotáronse unos con otros y escandalizaron la ciu«
dad de manera que se alzaron unos y otros, se fue-
ron lie la ciudad y alborotaron los lugares comar-
canos é las Alpujarras, é alzáronse contra los chris-
tianos, é socorrieron luego los christianos mas oer-
canos, é ficíeron algunos destrozos en los moros, é
partió el Bey de Sevilla I mas andar, y fué á Gra-
nada ; é esto fué en el comienzo de el afio de 500, é
apaciguó la ciudi^i lo mejor que pudo, é fué sobr^
eM
0BÓNI0Á8 DE LOS BBTES DB OABEIIiLÁ.
LasxAiony i tomólo por faena do anna9, é mató é
captivo los moros de aquella comarca, ó tomó por
partido todas las Alpn jarras, é dejó áboen recaado
todas las fortalesas, é á todo esto fué presente el
Gran Capitán Don Qonaalo Femandea, é volvióse en
Granada é dejó orden como predioasen á los moros
la santa f ée é bautismo, é los convirtiesen por cien-
cia é por bnena razón , é les ficiesen saber como la
▼olnntad suya é de la Beyna era que todos fuesen
christianos, pues en otra ley no babia salvación
para el ánima sino en la de Jesncbristo ; é dado este
concierto se volvió en Sevilla, é dende á pocos dias
prosiguiendo lo susodicbo los dicbos Arzobispos y
la clerecía de Granada, convirtieron la dudad y
bautizaron mas de setenta mil personas grandes é
cbicas en Granada y su comarca, de manera que en
toda la ciudad no quedó ninguno por bautizar.
CAPÍTULO CLXL
De li división estrt el Rey de Ifépoleí Federico y el Rey
de £spefia.
Las Beynas de Ñápeles se dijo venir en Espafia
por la desconsolación que tenían después de la
muerte del Bey Don Femando segundo deste nom-
bre, el mozo ; ó como reinó Federico, el Bey de Es-
pafia quisiera, é también la Beyna su bermana, que
casara su bijo de Federico, Duque de Calabria, con
la mujer del Bey Femando el mozo, su sobrina,
que era asaz moza y de muy gran merecimiento ; el
qual casamiento Federico ni su bijo diz que no qui-
sieron conceder ; y diz que el Bey Don Femando es-
cribió algunas cartas á Federico su sobrino, Bey de
Kápoles, sobre el mismo casamiento y sobre otras
cosas convenientes para entre ellos, y que teniendo
á él no temiese al Bey de Francia ni á otro , que él
le ayudarla á defender el reino de Ñápeles ; porque
el Bey Don Femando temia que el Bey de Francia
babia de volver á conquistar aquel royno ; y el Bey
Federico diz que era mucho mas aficionado á Fran-
cia que no á Espafia, porque diz que casó en Fran-
cia una vez, y vivió allá con el Bey de Francia gran
tiempo , y diz que las cartas que el Bey de Espafia
le enviaba, mostraba el Bey de Francia á los em-
baxadores del Bey Don Femando de Espafia, de lo
qual el Bey bubo asaz enojo , é no se pudo acabar
con Federico y su bijo que el dicho casamiento se
ficieee, é por esta causa é desconsolación, é por
otras cosas, les convino venir á las dichas Beynas
en Espafia, é asimismo vino el Gran Capitán con
ellas, é dejó en la Fulla y Calabria del Beamen de
Ñápeles muchas fortalezas á buen recaudo por el
Bey de Espafia, por ciertas deudas ó gastos que so-
bre la conquista se seguían, é no las habia entrega-
do al Bey Federico. E estuvieron desta vez acá las
sefioras Beynas en Espafia hasta que el Bey Don Fer-
nando las volvió en Ñápeles en fin de la segunda
conquista de Ñápeles, y aun mucho tiempo después;
é lo mas deste tiempo estuvieron en Valencia de
JUkfon la madre é la fija.
CAPITULO CLni.
Del Rey de Franela, 6 de Hilin.
Don Luis de Valéis, Duque de Orliens, Bey de
Frauda, comenzó de rey nar después de la muerte del
Bey Carlos su sobrino: en el oomienso de su reynar
sacó su hueste de Francia muy grande é entró por
la Lombardiamuy poderoso sobre el Ducado de Mi-
lán, con título de Duque de Milán, diciendo que era
suyo é le pertenecía por lejítima causa de antigüe-
dad, ó diéronsele luego en la Lombardía quatro vi-
llas, de ellas por fuerza, de ellas por grado ; y él
Duque de Milán Ludovico, hubo temor de su propi^
ciudad de Milán é de la gente della que le ficiesen
traición , é vido tales esperíencias que no osó espe-
rar al Bey de Francia en Milán, é salió della con
trescientos hombres de armas y sus tesoros, é fuese
en Alemania al Emperador Maximiliano, que era su
cufiado, casado con su hermana , y el Bey de Fran-
cia fué sobre Milán , y abriéronle las puertas , y en-
tróse dentro , é tomóla, é diósele luego todo el Du«
cade de MíIan, ó diósele Genova ó toda su sefioria,
ó el Bey dejó sus guaraioionesy é capitanes é alcay-
des en lo ganado, é volvióse á Francia.
Estando asi Milán en la gfobemacion de franceses,
como lotí franceses dicen ser gente de mal sufri-
miento é horrible de comportar, los milaneses des-
contentos dellos é do sus importunidades, enviaron
por el Duque |de Milán su sefior, dioiendo que le
querían dar la ciudad ; é vino muy poderoso con la
ayuda del EQiperador é con mucha gente de suizos
que trajo á sueldo, é con ayuda de sus amigos, y co-
mo allegó á Milán, sin embargo de los franceses, los
de la ciudad lo abrieron las puertas de la ciudad, é
se entró en ella é la tomó.
El Bey de Francia , como era hombre mafioso é
muy esforzado, ó traia buen concierto en la guer-
ra , é tenia gran hueste de mucha gente de Francia
y muchos suizos á sueldo, y tenia gran parte y fa-
vor en la Italia, dio luego vuelta con la hueste so-
bre Lombardía é sobro el Ducado de Milán.
El Duque de Milán, con intención de pelear y de-
fender su tierra, se puso con su gente écon muchos
suyos que tenia á su lado en Novara, ó vino el Bey
de Francia allí sobre él en el mes de Abril del afio
de 1500, é cercó al Duque allí en la ciudad de No-
vara^ é ovo traición en los suizos que tenia á sueldo
el Duque de Milán, y nunca quisieron pelear ni ha-
cer lo que debían contra el Bey de Francia ni con-
tra su hueste , porque dijeron que velan un penden
ó bandera de suizos alli en la hueste del Bey de
Francia, y que en ninguna manera no podían pelear
ni ir contra él sin caer en descomunión y mal caso,
de manera que dieron gran turbación y desmayo en
la hueste del Duque, y d Duque estaba dentro en
Novara, y quejoso y muy turbado do la traición de
los suizos, que no quisieron pelear ni hacer su de-
ber, maldecía la fortuna é la siniestra é desastrada
suya ; é los suizos les dijeron que ellos tenían segu-
ro del Bey de Francia para salir ahorrados y para
DON FBBNAKDO
to ir do quidesoD , qne taliefle entre ellos ansí ahor-
rado y disfrasado como anlzoei quena escapar, y el
desdichado Doqae viendo sn perdimiento , causado
de la gran traición, considerando que no yive él leal
mas que lo que quiere el traidor, Tiendo su gente
salir de la ciudad y pasar segura por los reales do
los enemigos franceses, pensó pasar por suiso, co-
mo le dijeron, é metióse entre ellos á salir disfrasa-
do, ó fué conoddo y tomado preso ; y el Bey tomó
á Novara, é prendió al Duque é al Cardenal de As-
canio, su hermano, ó á todos los caballeros é nobles
que con ellos estaban de la familia y casa del Du-
que, y enviólos presos á Francia, donde tuvo al Du-
que preso hasta que murió dende á quatro ó cinco
afios ; é de alli el Bey fué sobre la gran ciudad de
Milán, é sobre todas las ciudades é villas del Duca-
do, é todo se le entregó sin recibir mucha afrenta ;
é el Bey de Francia estonces confirmó su amistad
con las sefiorías de (Genova, é Florencia, é Pisa, é
quedó sefior de la Lombardía: en esto sobrepujó en
renta y sefiorfo á todos los otros Beyes de Francia
antes del pasados ; é esto todo pasó en el verano del
afio de 1500, y ya en este tiempo era fecha amistad
entre el Bey de Francia y el Bey Don Femando de
Espafia, é estaban de acuerdo é buena amistad; é so-
nábase que el Qran Turco, Emperador de Constan-
tinopla , queria venir con muy gran armada sobre
esta tierra de christíanos, y de aquí tuvo color el
Bey Don Femando de ordenar la armada que envió
con el Gran Capitán , diciendo que para defender á
Sicilia si el Turco allí aportase, y fué mas que el
Bey de Francia estaba tan pujante en la Italia tan
cerca del Beamen de Ñápeles é Sicilia para le resis-
tir, si algo quisiese hacer, y fué muy bien mirado y
pensado del Bey Don Femando, según lo que des-
pués sobrevino i como se dirá donde conviene ade-
lante.
CAPÍTULO CLXIII.
De como el Gran Tiroo destruyó i Corta y Modos.
El Gran Turco Bayaceto, Emperador de Oonstan-
tinopla, sefior de la Turquía é Grecia, en este tiem-
po aderezó una muy grande armada para ir contra
los christíanos, y no se sabia á donde iria, é la se-
fioría de Venecia lo hizo saber é los Beyes é sefiores
comarcanos; é esto fué en comienzo del afio de
1500, é luego el Bey D. Fernando ordenó su arma-
da con el Gran Capitán ; y dijeron que el Bey de
Francia envió otra armada, é no llegaron á tiempo,
é los turcos vinieron sobre Corfú é Modon, ciudades
de la Sefioría de Venecia, é los turcos vinieron muy
poderosos, que la sefioría no los pudo resistir, ó co-
mo que ello fué , los turcos entraron en las dichas
ciudades por fuerza de armas, é las destrayeron é
metieron á sacomano, é mataron é captivaron toda
la gente de ellas ; é los turcos fueron mafiosos en
esto, que finjleron y enderezaron que iban á otra
parto, ó volvieron é dieron do súpito sobre las diclins
ciudades, y las entraron antes que ningún socorro
les viniese ¿ é cuando el Qxm Ca|>itan ll^ó con su
É DOfiA ISABEL , MS
armada ya el defio er» f 9oho, oouio vm «ddaiite ie
dirá.
CAPÍTULO CLXIV.
Dol Roy de Htnrra.
Postrero día de Abril , afio de mil y quinientos^
estando la corte en Sevilla, vino el Bey de Navar**
ra ahorrado con obra de veinte de caballea Sevilla,
á negociar con el Bey y oon la Beyna, al qual el Bey
mandó facer muy honrado recibimiento en esta ma-
nera: la Ciudad delante, todos los Veinte-y-quatros
y Begimiento delante, al qual besaron la mano por
mandado del Bey, é luego la clerecía toda por sí y
capellanes de la corte, luego los priores muy orde*
nadamente, y luego el Bey Don Femando á la pos-*
tre con el Patriarcha Arzobispo de Sevilla, Don Diego
Hurtado de Mendoza, écon un Cardenal é dos ó tres
Obispos italianos, que hablan venido oon la Beyna
de Ñápeles, y oon los grandes y con los Obispos de
la oórte salieron camino de Alcalá media legua á los
recibir, y llegados se abrazaron é humillaron , é vi-
nieron ala ciudad por la puerta de Carmena, é de-
cían qne el Bey le habia dado muchos ducados , é
en Sevilla le hideron muchas fiestas.
En este mismo afio de 1600 adelante , en el mes
de Octubre se fiáeron las fiestas del casamiento de
Dofia María, teroera fija del Bey Don Femando é de
la Beyna Isabel, é casó con el Bey Don Manuel de
Portugal, é la enviaron Sus Altezas á reynar á Por-
tugal con el Arzobispo de Sevilla, que era entonces
Don Diego Hurtado de Mendoza, é con Don Alonso
de Aguilar, é con otros caballeros é noble compafiía,
é la entregaron al Bey Don Manuel su marido en
Portugal, por la via de Mora, é la salieron á recibir
el Bey é los grandes de Portugal , é les ficieron muy
gran recibimiento.
CAPÍTULO CLXV.
De Dola Gttallna •« bersona, hUa noiior del Rey Dos Ferunde
é do la Reyaa Dolía Isabel, as mojer.
Estando en Granada el Bey é la Beyna, en el afio
de 1501, vinieron Bmbaxadores del Bey de Ingla-
terra á su corte, á le demandar para el Príncipe de
Inglaterra su hijo, llamado Artus, á la Infanta Dofia
Catalina, su quarta é menor fija, é el casamiento se
concertó, é finalmente la enviaron á Inglaterra des-
de Granada, á veinte y un dias de Mayo del dicho
afio de 1601 : fueron con ella á la entregar el Arzo-
bispo de Santiago Don Alonso de Azevedo, y el
Obispo de Osma, y el Obispo de Salamanca, y el
Conde de Cabra, y el Comendador mayor de Cárde-
nas, y la Condesa de Cabra vieja, y Dofia Elvira Ma«
nuel por su dama de honor, y fueron á embarcar en
la ciudad de la Corufia en Galicia, é embarcaron á
diez y siete dias de Agosto, é yendo por la mar vol«
violes el tiempo contrario, é aportaron en Laredo,
en Castilla la Vieja, en donde adoleció muy mal
Dofia Catalina, é después de convalecida é baena
embarcó en veinte ^ sei9 días de Setiembre en un#
é»é
CBÓNI0A8 DB LOS BBTBS DE CASTILLA.
I
^
naO| la mejor qne Ileraba de quatro naos que Hela-
ba de treeoientos toneles: oyieron bnen viaje, 7 fae-
ron á desembarcar en un puerto que llaman Fala-
monte, á dos dias de Octubre, donde fué focbo á la
Sefiora Dofia Catalina muy gran recibimiento é mu-
chas fiestas, 7 fué desposada 7 velada con el Prin-
oipe Artas, hijo mayor del Be7 Hafo de Inglater-
ra, el qual le dur6 poco, oa falleció de pestilencia
estando en su Principado de Gales, á dos dias de
Abril alio de 1502, en una villa que sollama Budlo;
é ansí fué casada Dofia Catalina Princesa de In-
glaterra seis meses, 7 estuvo viuda en Inglaterra, 7
casó ségundaveaoonel BeTfhermano del primero ma-
rido menor, llamado Henríque, en un lugar qne se
llama Granuohe, dia de San Bernabé del afio de 1503;
coronáronse el dia de San Juan adelante con las ma-
yores fiestas del mundo.
CAPÍTULO OLXVI.
Ds oomo esTUron á baailur los moros, é eomo los de Slam Dor-
■eja so tlborotaroo é se sluroi, é ét eooio pelearon, é como
marié Don Alonso de AfdUr.éde otns eosts.
En el afio del Sefior de 1500 desde el comienzo del
«fio, comensaron de enviar é enviaron el Arzobispo
de Sevilla é los Obispos de la comarca de Granada
á les predicar é convertir7 bautizar, donde algunos
fueron muertos é martirizados, ansí como en Da7-
din é Benababis, dos de Alcalá de Guadaira, An-
tón de Medellin é Alonso Gascón, que los mataron
las mujeres 7 mucbacbos á cafiibetadas porque no
se quisieron tomar moros , é otros fueron llevados
captivos; que los moros desque vieron que los toma-
ban obristianos por fuerza, se concertaban con los
moros de allende, é venían de nocbe con las fustas
é llevábanlos, é con ellos los clérigos 7 quantos ba-
ilaban, 7 llevaron ansí mucbos lugares 7 alearías
de los que estaban cerca de la mar por toda la cos-
ta* 7 como vieron que por toda la tierra les amones-
taban que fuesen obristianos, alborotáronse , 7 ba-
dán sus a7untamientos 7 levantamientos.
En el mes de Enero del afio de 1501, estando la
la corte en Granada, alborotáronse los moros de
Sierra Bermeja é de las comarcas de Bonda, é alzá-
ronse para se defender ó pasarse allende, antes que
no ser christianos, é por temor qne babían fecho mu-
chos dafios é muertes en los obristianos , é habían
matado entonces á los dos clérigo de Alcalá An*
ton de Medellin é Alonso Gascón en Daiden , é los
quemaron, después de los haber muerto atados á sen-
dos árboles á cafiaveradas é pedradas, é retrujéron-
se de las aloarias á los lugares mas fuertes de las
tierras bermejas ansí como á Monardo é á otros lu-
gares de por allí. É desque esto se supo de toda es-
ta Andalucía, apellidáronse muchos hombres sin
concierto, é sin mando de Be7 fueron sobre ellos
mas de ochocientos hombres por matarlos é robar-
los, é robaron muchos lugares é alcarias, é con esto
se alborotaron mucho mas los moros, é se retrujéron
los áf" aquella comarca á sierra Bermeja, é los de la
Sierra luenga también se alzaron é pusieron en ar-
mas é defensa, viendo el dafio que los otros red*
bian de la gente desmandada que había ido sobre
ellos. Estonce el Be7 envió á mandar al Conde de
Cifuentes, Asistente de Sevilla, qne fuese con la gen
te de Sevilla é de toda la tiena sobre ellos, é fué ,
é acudió luego el Conde de ürefia con su gente, é
Don Alonso de Aguilar con la sn7a, é la dudad da
Jerez é la gente de toda la comarca fueron sobre
ellos, é fizóse un gran Beal de gente, que se asen-
tó cerca de Monarda, al pié de lo alto é mas fuerte
de la Sierra Bermeja, un gran arro70 de nn gran
gollizo é espesura enmedio del Beal 7 de los moros
7 derra, 7 de aquel Beal entraban algunos caballe-
ros 7 peones á ios lugares que los moros habían de
jado, é traían cnanto podían, trigo, cebada, pasaS|
semíUas, vacas é cabras, con que mantenían el Beal;
7 estuvieron and algunos dias , que no se querían
dar, 7 una tarde, estando los moros en la ladera de
la sierra, cerca del Beal en su defensa, porque no
les subiesen por allí 6 entrasen la sierra, dn ningún
conderto, uno, dos ó tres hombres de mala yenturai
consejados parece que por d diablo, tomaron una
bandera 7 comenzaron pasados el arro70 de subir en
pos de los moros , 7 el Bed se desmandó 7 comen-
zaron pasados el arro70 de subir en pos de los mo-
ros muchas gentes , 7 subir á la derra arriba, é Don
Alonso de Aguilar movióse con los SU70S é dguió
en pos dellos la derra arriba peleando con los mo-
ros, 7 en la derra había á trechos algunas llanadas
en la ladera, é los moros peleaban é defendíanse , é
iban retra7endo, é cuando llegaban á aquellos lla-
nos que se hadan en U ladera, huían hasta la fuen-
te, 7 and se fueron retra7endo hasta un gran llano
encima de la derra que se hacia fuerte de dertas
partes con pefias é espesuras, donde tenían el Bed,
é Iss mujeres, é los muchadios, é las haciendas ; é
como allegaron dlí los moros que iban hu7endo de-
lante de los christianos, d real délas mujeres é chi-
cos é grandes por el cabo que los christianos llega-
ron comenzaron de huir , 7 Don Alonso de Aguilar
7 su fijo, 7 el Conde de Urefia 7 su fijo Don Pedro
Girón iban dlí en la delantera dando en los moros,
7 la gente común de los christianos desque vieron
que los moros desampararon su red , comenzaron
de robar é tomar líos de las ropas de los moros, ca-
da uno cuanto podía, 7 las moras 7 los muchachos
comenzaron á dar mu7 grandes voces 7 grítos,7 ^^
7a noche que escurecía, 7 el apellido de las moras
7 de los morenos muchachos, doliéndose de sus mu-
jeres 7 fijos 7 viendo que había afiojado el oomba-
te de los christianos , que no los seguían é que se
habían metido á robar, aunque en este medio tiem-
po los caballeros Don Alonso de Aguilar 7 d Conde
de Urefia 7 otros capitanes no les dejaban dando vo-
ces «adelante, sefiores, no se robe ni se pare ningu
no9, volvió la multitud de los moros sobre los chrís
tianos en gran furiosidad súpitamente peleando, 7
como los mas andaban robando, halláronlos tan flo-
jos, que luego volvieron las espaldas á huir todos
los mas, sdvo Don Alonso de Aguilar ó su bandera,
é el Alca7de é capitán de Marchena Eslaba , é otros
DON FERNANDO
^uenofl é esfonsadM oáballero0,qaetavi6ron pelean-
do el rostro á los moros; y unos huyendo, otros pe-
leando, oerró la noohey escnreció , y quiso la sinies-
tra fortuna que entre los christianos que peleaban
se pegó fuego á un barril de pólvora, y dio tales lla-
maradas, que alumbró toda el compás de la pelea é
toda la cuesta de la sierra, de manera que vieron los
moros como los christianos iban huyendo y no ha-
bian quedado sino muy pocos con Don Alonso de
de Aguilar, é didronles entonces tan gran combate
de saetadas é pedradas, fasta que los vencieron é
mataron á todos cuantos állf quedaron , que no es-
caparon sino algunos que pudieron huir á pié á las
veces despefiándose, á las veces rodando, como no
sabian ni vian las entradas y salidas y veredas de
la dicha ñerra, é muchos no acertaron aquella no-
che al real fasta otro dia, é fasta otros dias, porque
fueron á salir lejos de allí por la otra parte de la
sierra. Quedaron allí muertos Don Alonso de Agui-
lar é otros mas de ochenta hombres escuderos é caba-
lleros , é alcaydes hombres de bien, y el Conde de
Urefia, y su fijo Don Pedro Qiron, y Don Pedro, fijo
del diáho Don Alonso de Aguilar, é otros muchos ca-
balleros é escuderos, escaparon huyendo despefiados
y con mucho trabajo unos por un cabo, otros por otro,
y quedaron por aquellas laderas muchos caballos
despefiados y muertos también como hombres. Des-
que los moros se vieron vencedores, siguieron el al-
cance las laderas ayuso, hasta donde estaba el pen-
dón de Sevilla é el Conde de Cifuentes con la gente
de Sevilla ennna llana de la ladera, que hablan pa-
sado el arroyo en pos de la otra gente , y desque
sintió que venian desbaratados los christianos reco-
jia alli los que venian, y los moros vinieron á parar
allí aquella noche y comenzaron de combatir el real
aquella noche á muchas pedradas 6 saetadas, y el
conde fleo poner tal recaudo y esfonsó la gente en
tal manera, que resistiéronse de los moros con mu-
chas saetas y espingardas, y fué á tiempo que si no
fuera por el esfuerzo del conde é de ciertos capita-
nes y escuderos que tenia consigo, toda la gente que-
na huir é pasar el otro arroyo real del asiento, y hu-
yeran si vieran que la gente de Sevilla huia, y si
huyeran fuera peor ó tan malo como lo de las lomss
é Axarqufa , é quiso Dios remediarlo como dicho es,
por esfuerzo é buen concierto del Conde de Cif uen-
tes é de sus buenos capitanes é escuderos ; é estuvo
el real ansí toda aquella noche hasta que los moros
se fueron, é otro dia pasó el arroyo, é viniéronse al
real donde habían partido, é estuvo el real allí al-
gunos dias, hasta que sabido en Granada el desba-
rato, el Bey partió luego de Chanada á mas andar é
vino á Bonda, é dende al real, é tomó los moros á
partido, aqueUos y todos los de la sierra Bermeja,
que se pasasen allende despojados é perdiesen todo
cuanto tenían, y así fué fecho. También tomó el
Bey estonces á partido los moros de la sierra de Vi-
llaluenga, que estaban también alzados, que se fue-
sen despojados allende^ é dióles pasaje, é despojá-
ronlos á todos, é fuéronse allende con el diablo.
AqaeUa desdicha y mala aventurada pelea fué en
É DOlfA ISABEÍi. 69T
diez y seis dias del mes de Marzo, afio del nacimien*
to de nuestro Bedentor de mil y quinientos é un afios
y la causa de aquella perdición fué por el pecado de
la mala codicia de la gente común de los christia-
nos, que como llegaron á las tiendas de los moros
llevándolos de vencida, es cierto y verdad que echa-
ban las armas de las manos y se cargaban de ropas
é líos de las haciendas de los moros, aechaban mano
de las moras é los muchachos, sin haber vencido; é
aun de aquel despojo vino harto á tierra de chris-
tianos, que los que sabian la tierra , pudiéronlo sa-
car é salvar , é ansí los malaventuriidoe que con su
codicia comenzaron de robar dejando de pelear,
dieron causa á la muerte de tan noble y leal, esfor-
zado y loable caballero Don Alfonso de Aguilar,
que valia mas que todos los moros. Algunos luga-
res é alearlas quedaron en la comarca susodicha es-
tonce que no fueron en aquel alboroto, é dijeron que
más querían ser christianos que no pasar allende, y
quedaron, y nunca fueron leales.
CAPÍTULO CLXVn.
Del Rej 4e Frasela» Dcqie áe Orlieat.
El Bey Luis de Valois de Francia, Duque de Or-
liens, desque comenzó á reynar él se supo gobernar
muy bien, como muy sagaz y mafioso é esforzado,
y su fama siempre fué tal. En comienzo de su rey-
nar dejó su mujer la Duquesa de Orliens, hermana
del Bey Luis, con bula del Sto. Padre, á su grado
della, según se dijo, porque no paria , ca era muy
gibada é no bien proporcionada, é era doliente, é
fizóla meter en orden; é casóse con la Duquesa
Beyna de Bretafia, mujer de su sobrino el Bey Car-
los, por haber fijos, y porque no saliese el Ducado
de Bretafia de la casa de Francia; y desque reynó,
ganó, como dicho es, á Milán con toda su tierra, de
que mostraba título que por derecha línea le venia,
é que el Duque de Milán lo tenia usurpado é toma-
do injustamente, y había sucedido en él por una
vía de fuerza é bastardía de una mujer, el qual él
siendo Duque de Orliens lo había demandado ó no
podía haber fasta que fué Bey , que lo hubo en la
forma y manera ya dicho en él capítulo atrás.
B viéndose este Bey tan sublimado Bey de Fran-
cia, pacífico Gran Duque de Bretafia , Gran Duque
de Milán, pacífico Sefior de la Lombardia é de las
Sefiorías de Genova, Florencia é Pisa, é amigo del
Bey Don Femando de Espafia, é puesto caso que sa-
bia bien cuan caro había costado á Francia la con-
quista del Beyuo de Ñápeles, cuando el Bey Carlos
la tomó, descubrió su corazón é intención y propó-
sito, é dijo que el Beyno de Ñápeles le pertenecía é
venía de justicia, y que lo queria ir á conquistar é
tomar, é aderezó todas las oosas que le convenían
de vituallas é armas, é muy gran gente, é fué sabi-
do por toda la tierra como quería ir sobre Ñápeles,
reynando en él Federico II, hijo del buen Bey Fer-
nando I de este nombre. Bey de Ñápeles, el qual
era mas aficionado á Francia que no á Espafia, se-
^n se deda, el qual por su culpa perdió el Beyuc,
«98
CRÓNICAS DE LOB BBTE8 DS CAfiTILLA.
porqne quiso Dios Tolrerlo álalejítima da Aragón,
cuyo era ; ó decian que este Federico faé ingrato al
Bey de Espafia aa tío, é no qniao desque comenzó
de reinar estar á su consejo, antes se decia que las
cartas que le enviaba para su pro é favor hallaban
los embajadores de Espafia en poder del Bey de
Francia. Ordenada asi su hueste, el Bey de Fran-
cia muy grande y muy poderoso por tierra é por
mar, la envió sobre el Beyno de Ñapóles, sin ir él
.allá, é como llegaron al Beamen la gente francesa
toda se le dio, é en la ciudad de Ñápeles lee abrie-
ron las puertas como la otra vez, sin recibir afrenta.
El Bey Federico desde que esto vido, muy cuitado
é muy mancillado, viendo ansi perder su Beyno, ó
como ya sabia antes[de estonces la voluntad del Bey
de Francia, é tenia fucia que lo no dejarla sin darle
parte en el Beyno ó gran renta con que viviese en
otra parte, fuese á Francia ó á donde el Bey estaba,
á ponerse en su poder con su casa , ó antes que la
gente francesa partiese desta vez para tomar á Ña-
póles, sabiendo el Bey de Espafia la intención del
Bey de Francia, y que por cosa del mundo no le
pudieran estorbar, ni facer revocar su propósito, y
como lo vido tan empinado y en tan gran cantidad
mas crecido y mayor que los otros Beyes de Fran-
cia, capituló con él la amistad que fideron, é le fizo
saber que ól tenia casi la mitad de aquel Beyno de
Ñapóles por dos cosas : primero, porque le venia de
patrimonio y justicia por la casa de Aragón, ó lo
habia ganado habiéndolo perdido el Bey su sobri-
no ¡ é lo segundo, que no lo habia entregado al Bey
Federico por los grandes gastos é despensas que so-
bre ello habia fecho, que se le dobian de cuando lo
. recibió de la gente de Francia, é por amparar al
Bey Fernando el mozo, que era hombre de su li-
naje é casado con hermana suya, los quales á él
placia que reynasen en aquel Beyno, puesto caso que
á él pertenecía por justo título de la casa de Ara-
gón ; é pues que eran amigos y hermanos, que en lo
que él tenia que 61 no curase dello , ni enojase en
cosa dello ; y el B^ de Francia dijo que le placía,
é fué capitulado entre ellos aun mas que esto, é par-
tieron de concierto el Beyno por medio, por guar-
darse la amistad el uno al otro, é proveyeron lo
mejor, que la propia ciudad de Ñápelos é toda su
comarca, que es la parte de Poniente del Beyno,
quedase al Bey de Francia, é la Calabria, é Pulla, é
' tierra de Labor, que es en la parte de Levante del
Beyno, quedase al Boy de España; é ansí se partió
entre los capitanes franceses ó el Duque Gonzalo
Fernandez, el qual estaba allá ; é los embaxadores
de ambos Beyes é Qonzalo Fernandez tenian á muy
buen recaudo todas las fortalezas y ciudades de la
Calabria é Pulla que estaban por el Bey de Espafia,
con intención de las defender de los franceses, al
qual dicho Qonzalo Fernandez el Bey habia envia-
do, como atrás es dicho, con muy grande armada
contra el Turco en favor de los venecianos, y por-
que estuviese allá por amparo del reyno de Ñápeles,
sospechando lo que después nació. E desque los
franceses partieron el royno de Ñápeles con Gonza-
lo Fernandez, según la capitulación que ambos Be-
yes asentaron é ficieron , muy poco estuvieron ea •
paz, porque los franceses tenian en poca estimados
á Gonzalo Fernandez é á los espafioles, ó siempte
buscaban insidias para quebrar con ellos, ca en todo
les mostraban muy mortal enemiga, y con todo eso,
desque partieron, cada uno sabia bien lo que que-
dó al Bey de Francia é lo que quedó al Bey de
Espafia, é dende á pocos dias comenzaron á haber
diferencias.
CAPÍTULO CLXVra.
De \u vIelorlM del Gna CaplUs, é de eoao j^arttd de Btpefii, é
del viaje que lito, é de tea difereselu eoa loiflnneeief y otns
eoits.
Partió el Gran Capitán Don Gonzalo Fernandez,
fijo segundo de la casa noble de Aguilar, del puer-
to de Málaga, á quatro dias de Julio afio de 1500,
por mandado del Bey Don Fernando, para ir en la
Italia con trescientos hombres de armas, é por ca-
pitanes de ellos fueron Don Diego de Mendosa, é
Mosen Pefialosa, teniente del Clavero de Calatra-
va; é Pedro de Paz , teniente de Don Juan Manuel,
llevó mas de trescientos ginetes, de los quales fue-
ron capitanes el Comendador Mendoza é Luis de
Herrera é Mosen Hoces. La gente de pié que llevó
fueron quatro mil peones para por la tierra, y otros
quatro mil para por la mar, con capitanes, é la ar-
mada de la mar fueron tres carracas, é veinte y sie-
te navios, é veinte y dnco carabelas Ó gallas, é al-
gunas fustas é bergantines, con que se fizo una muy
fermosa flota é armada. Allegaron á Mallorca áseis
dias del dicho mes, víspera del Corpus Christi ; alli
decindió en tierra el Gran Capitán é fizo la proce-
sión de aquel dia con mucha honra y solemnidad, é
tomóse á la flota aquel dia, é dguió la vía de Sid-
cia é fizóles calma, y estuvo en llegar allá vdnte
dias, é llegado á Mesina en 28 diaa del dicho mes,
desembarcaron allí en fin del mes de Betíembre para
Corfú é Modo, que supieron como los turóos les te-
nian cercadas aquellas dos ciudades de la Sefioria
de Venecia, para las socorrer, é antes que llegasen
los turcos se fueron con la cabalgada é hallaron la
armada do Venecia, que utmpooo habia llegado á
tiempo el sooorro y se volvían, é el Gran Capitán se
fué con su armada al Puerto do Jacanto, é allí en
el dicho Puerto se juntaron ambas armadas espafio-
la y veneciana en Miércoles 28 de Octubre dd didio
afio de 1500, é se ficieron muchas fiestas é solemni-
dades los naos á los otros.
Habia en la armada veneciana dos carracas é
diez y nueve galeazas é onoe naos, é treinta oara-
bdas é galeras ; allí se concertaron d Gran Capitán
y los capitanes de la armada veneciana de ir sobre
la Papaloneta, que la tenian los turcos, que es una
villa muy fuerte en una ida en aquella mar: llega-
ron allá á dos de Noviembre, é tuviéronla cercada
dos meses poco menos, é combatiéronla muchas ve-
ces muy fuertemente, é estaban dentro seiscientos
hombros turcos, que el Turoo habia dejado, los mas
esf oreados do su tierra é los mas escojídosi é do
DON FERNANDO
quien confiaba qne harian sa deber, porqae el Tor-
co sapo de las armas qne iban, y soepechó qne no
hallando con quien pelear qne irían á parar allí, é
proveyó destos 600 hombree para alli, los qualea de-
fendieron la villa é f ortalesa acerca de dos meses
muy esforzada y varonilmente, y con las artiUerias
espafiola y veneciana que lee tiraban los allanaban
y destruyeron toda la muralla, y combatiéronlos
muy fuertemente, y ellos se defendían tan bien y
tan varonilmente que fueron muchos heridos y
muertos; y en cabo los turcos fueron vencidos y to-
mados un día víspera de Navidad ; y el Oran Capi-
tán luego entregó la fortaleza á los venecianos, y
de allí se despidió dellos con la gracia de Dios, é se
vino á Zaragoza con su armada, é allegó allí á vein-
te y dos días del mes de Enero afio de 1501. CJomo
el Oran Capitán volvió á Zaragoza, quitó ol cargo
de la gobernación de la eiudad á Mosen Margante,
según del Bey lo fué enviado á mandar, y la dio á
Mosen Luis Pezo. Y de allí se fué á Palermo, á pro-
veer algunas cosas que cumplían para el armada, y
dejó la gente aposentada en ciertos lugares alder-
redor de la ciudad, y antes que de allí se partiese
vino Gabriel Mora, embaxador de los venecianos, y
le trajo un presente de cinquenta y dos piezas de
plata labrada y dos piezas de carmesí pelo, y el pri-
vilejio de G-entil-hombre de Venecia ; y luego el
Oran Capitán envió las dos piezas de seda á la Rey-
nade España, su Sefiora, con otras cosas de allá.
Allegó el Gran Capitán á Palormo á 27 de Mayo de
1501, y aposentóse en un jardín , que no entró den-
tro porque venia de donde morían, é halló allí que
entonce había llegado San Vicente, ol aposentador
del Rey Don Femando, con la capitulación que traía
del reyno de Ñápeles, de cómo había de ser partido
entre el Rey de Francia y el Rey de Espafia*
En la capitulación fué acordado que cupiese en
la parte del Rey de Francia Ñápeles é Gaeta con
toda la tierra de Labor, que es la mejor del Reyno;
é Pulla é Calabria, que son provincias del dicho rei-
no de Ñápelos, situadas en la parte de Levante del
dicho Reyno, que es la menor, cupiesen al Rey Don
Fernando de España , é que las otras provincias ó
tierras que no quedaban nombradas, fuesen para
igualar las partes é rentas de entre ellos como fue-
sen iguales ; é luego como comenzó la partí ja , co-
menzó á faltar la verdad entre los franceses, é á
crecer la soberbia é la envidia de ellos, porque lue-
go tuvieron manera que Taranto, que era en la
parte del Rey de España, so tuviese é no se diese al
Gran Capitán, por manera que al Duque Don Fer-
nando no se entregase, como en la capitulación
estaba, ^
Púsose sobre Taranto á 28 días de Septiembre del
dicho año de 1502 , y el Martes primero de Marzo
se entregó la ciudad ó salió el Duque della é se pasó
en Mesina en fin del mes de Agosto ; ó este os ol
Duque de la Calabria, hijo del Rey Federico, qne
perdió el Reyno,
El Duque de Nemours é Monsiur do Obeni, Vi-
reyes é Capitanes generales del Rey de Francia en
É DOfiA ISABEL, 699
este tiempo, enviaron á- decir al Gran Capitán que
mandase dejar una provincia que llaman Capitana-
ra, que es la cabeza de Pulla , y siempre por tal se
tuvo é nombró, é los dichos Capitanes franceses de-
cían, que puesto caso que así ovieee sido , que elloB
la querían, por quanto Ñápeles no podía vivir sin
aquella provincia ; é á esto respondió el Gran Capi«
tan, que ninguna razón para ello tenían, y que si
pensaban que la tenían , que se viesen el Gíran Ca-
pitán é el Duque de Nemours entre Melfa y Látela;
é Jueves quatro de Abril de 1502 se vieron en ana'
ermita de San Antonio que estaba enmedio del ca-
mino donde estaban aposentados, é fué acordado
entre ellos que se viese por justicia entre los Doc-
tores, que podían muy bien determinar la justicia ;
é andando en esto dieron dilación en el concierto
los franceses, y secretamente enviaron por gente al
Rey de Francia, mañeando siempre en la concesión
déla justicia, y dilatando tiempo en tanto que su
gente llegaba, á desque la gente llegó, dijeron que
no querían justicia , sino que de necesidad se les
había de dejar aquella provincia ; é requirióles mu-
chas veces, el Gran Capitán que se viese por justi-
cia, que él no quería que por ninguna manera se
rompiese el amistad y la capitulación, porque ansí
le era mandado, é jamás con ellos pudo, ni su
templanza que con ellos quería tener le valió, é so-
bre esto los dichos Duque de Nemours y Monsiur
de Obeni enviaron al Gran Capitán un trompeta
con requerímientos que luego dejase la dicha pro-
vincia de Capitanara é luego della saliese, é man-
dase salir toda la gente que en ella estaba aposen-
tada, porque tenían mucha necesidad ; é el Gran
Capitán les respondió, que se viese por justicia ; é
luego el dicho trompeta sacó otro requerimiento
del seno é se lo puso en la mano al Gran Capitán,
en el qual le enviaban á decir, que si luego á la hora
no salía déla dicha provincia é la dejaba, que se la
tomaría por fuerza, é que no querían otra justicia,
. Como esto oyó el Gran Capitán , |en presencia de
todos los que ende estaban, tomó el postrero reque-
rimiento en la mano y púsose de rodillas en el sue-
lo é alzó los ojos al cielo é dijo estas palabras : iTo
]>presento estaescriptura, Señor Dios, delante de tu
ajusticia, pues sé que eres verdadero Juez, é sabes
i>é ves la mucha justicia que el Rey ó Reyna mis se-
i^fiores en este caso tienen, é la mucha soberbia que
»el Rey de Francia muestra é sus ministros quie-
sren ; yo te ruego, Señor , que Tá muestres en esto
utu Justicia, que yo espero en tu infinita miserícor-
]»dia, que anssí lo f aras.» É tornó é dio la respuesta
qne se sigue al trompeta :
Retpsesla qse úié el Gnn Capital ti trompeta.
« Hermano, andad con la gracia de Dios, y decid
»al Duque de Nemours é á Monsiur de Obeni, que
»puesto tantas veces les he dicho é requerído que
»esta diferencia se vea por justicia, y no quieren,
»y envíanme á decir que por fuerza me la han de
«tomar, qno espero en Dios y en su booditi^ Madro
YdO
CBÓNIOAS DE LOS B1BYBS DB OASTILLA.
ide defendéfeelod ann gtnirlea lo sayo , é ver mny
»pro8to al Rey de Espafia mi Mfior, Bereefior de lo*
Bdo eete Beyno, por la joaticia qae á todo ello tíe-
me ; 6 qae Tengan oaando quisieren, que aqaf me
ahallarán, 6 qae me esperen, qae yo seré lo mas
apresto que paeda con ellos; y decidle á Monsiear
»de Obeni, qoe palabras demasiadas en esto son ea-
Bcosadas, é qae si él qaiere que de mi persona á la
Bsaya esto se determine, yo recibiré merced de
sello, porqae se esoosarán maertes de otros machos
sé diladon de tiempoj Econ esto despachó el trom-
peta. Y los capitanes franceses no tomaron mas á
replicar en ello, ni Monsiar de Qbeni respondió al
desafío. Tenian entonces los franceses doblada gen-
te qae el Gran Capitán , é estaba janta la qae nae-
Tamente habia venido de Francia oon la qae esta-
ba de antes, y la qae por los aposentos estaba se iba
jantando ; é como esto vio el Gran Capitán, dio ma-
cha priesa á jantar la saya, qae también estaba por
los aposentos, para se hacer faerte en algana parte
donde espérese algan socorro de gente, de la qaal
él tenia necesidad harta, é también de dineros para
pagar la qae tenia.
CAPÍTULO CLXIX.
Como el Grai CapiUa hiio saber el Rey de Espefle 1m eons da
Ñipóles, 6 de eomo el Rey proveyó é enTld socorro á Peerto-
eerrero, 6 de U gasrrs.
El Gran Capitán jantó sa gente en Barletta, qae
es ana ciadad en la Palla, donde tenia los rostros
en los enemigos é las espaldas á la mar, por donde
podia ser socorrido anal de gento como de mante-
nimientos : entró en Barletta á 10 de Jalio de 1602,
é estayo en ella cerca de naeye meses.
De eomo los ftraaeeses eomeasaroa U faerrt.
A qaince dias de Agosto del dicho afio comenza-
ron los franceses á romper la oapitalacion, qae fae-
ron á cercar á Canosa, an lugar donde estaba por
capitán de peonea Pedro Nayarro oon otros dos ca-
pitanea con hasta 600 hombres, é el ejército de los
franceses con macha gente de pié é de caballo é
may grande artillería les cercó allí, é les dieron has-
ta catorce combates, é les derribaron con artillería
la mitad de la muralla, é nunca les pudieron entrar,
é mataron los cercados de los cercadores mas de
mil hombres con los combates , sin perder quince
hombres de los suyos; é el Gran Capitán envió á
decir á Pedro Navarro, que ansí por la villa ser fla-
ca, como por no tener él aparejo para le socorrer por
estar todo el ejército de Francia allí junto sobre
él que si no se podia tener, que hiciese el mejor
partido que pudiese, é que si algunos dias se podia
tener que él le socorrería, aunque A mucho peligro
le fuese; é el dicho Pedro Navarro no tenía gana
de hacer partido, sino tenerse hasta ser socorrido, é
uno de loe otros dos capitanes secretamente trataba
partido, por el peligro que esperaban. E ansí que
cuando supo esto Pedro Navarro, é vio que medio
no le quedaba de se poder defender, acordó de ha-
cer el mas honroso partido que Jamas ninguno hlcd
en esta manera: que le dejasen salir al dicho Na-
yarro é á los otros dos capitanes con toda su gente
armados por medio de sa real, oon sos banderas
tendidas, é con sus atambores é trompetas tafiendo,
diciendo: eiBspafia, Espafials y que dejasen salir
A todos los del lugar que con él quisiesen ir, oon
toda la hacienda que quisiesen llevar, é que los que
quedasen no les fuese fecho enojo ninguno. E ansí
salieron é fué fecho, é se fueron camino de Barletta,
é los salió á recibir el Gran Capitán mas de una
milla del lugar, é abrasó é besó en el rostro á Pedro
Navarro, é le dijo machas palabras de honra y de
amor.
Después desto, á 22 dias del mes de Agosto del
dicho afio de 1602, pasó toda la hueste de los fran-
ceses por delante de las puertas de Barletta, é sa-
lieron á ellos algunos ginetes, é lancearon en U
saga algunos dallos, é fueron d asentar sa real en
las faldea de las vifias de la ciudad, del cabo de un
río que llaman Lefanto, é estuvieron allí tres dias,
é iban á comer uvas de las vifias, é salieron por
mandado del Gran Capitán Don Pedro de Acufia, y
Pero Ort de Mesina é Mosen Peftalosa oon derta
gente, é atajaron hasta doscientos suyos, de los
cuales no escapó ninguno, é entonces los franceses
alzaron su real é fuéronse á poner por aposentos por
los lugares que habia por allí, é dende A pocos ¿itm
partió Monsienr Obeni para Calabria.
Prosigas la gaeirt¿
A treinta dias del mes de Septiembre fué el Des-
pensero mayor A correr A Canosa con cierta gente,
por aviso que ovo de Mosen Theodoro, capitán de
los griegos, é trujo cierto ganado, é siguiendo el
alcance le prendieron A él y A treinta de los suyos,
é conoertAronse los rescates de onos por otros, é
quedaron debiendo loa franceaea cierto dinero, lo
qual dentro de ciertos dias quedaron de dar dentro
de una ciudad que llaman Trana, que enviasen loa
espafioles allí por ellos, que luego se los darían.
CAPÍTULO CLXX.
Dd desafio de doce á doee franeesos é espalóles.
Los franceses demandaron campo A los espafioles
que se matasen doce por doce hombres de armas
sobre el derecho del Reyno, porque Dios mostraaa
su justicia, é los que fuesen vencedores pareciese
que su Rey tenía mejor justicia y acción ¿í Reyno;
é ansí fueron sefialados de cada parte doce, é aalíe-
ron al campo, é elijieron. de cada parte uno pars
jaeces, é pelearon once por once, los qnalea pelearon
nueve horas, en que descansaron y ae apartaron di-
versas veces, é después de los primeros encuentro*
cayeron A tierra cuatro franceses y un espafiol, é de
los franceses murió uno, é de los que quedaron A
caballo se rindió uno, y los tres que quedaron A pié
se rindieron : murieron nueve caballos de los fran-
ceses, de los quales fícieron roparo dentro del qual
M ptieieroik qné nunca de allí quisieron salir, do
manera qoe cuando querían llegar loa eapafiolea á
afrontarlos se espantaban los caballos de los otros
caballos muertos; é ansí estuvieron todo aquel dia
hasta que la noche los despartió, é todos los espa-
fióles rompieron sos laneas, 7 en los franceses ha-
bla nusTo lansas cafias. Dentro de tercero dia el es*
pafiol que se rindió desafió al francés rendido, di-
ciendo que él tuTo muy mayor causa para rendirse
que no ól, porque él se habla rendido caldo en el
enelo á tres hombres armados que sobre él cargaron,
y él se habia rendido estando á caballo á otro ca-
ballero solo como él. Concertóse el desafio para dia
sefialado: el espafiol salió al campo y esperó en el
campo todo el dia, y el francés no osó salir, y el
espafiol hiso alli todas sos dili jencias, é volvióse del
campo con mucha honra.
Y acaedó que el Oran Oapitan envió cierta gente
á sacar cierto ganado que estaba herbajando, que oca
en asas cantidad, é era dentro de donde habia gen-
te gruesa de los franceses, é iban hasta ochenta
de caballo corredores para tomar el ganado á la
parte donde estaba la gente francesa, de manera
que fuesen vistos, é saliesen á ellos, é el Gran Oa-
pitan púsose en celada con quinientas lanzas, é los
franceses salieron con hasta quinientos hombres de
armas á los espafioles corredores, é ansi viniendo
en huida los corredores, salió el Oran Capitán oon
la celada é desbarató los franceses, donde fueron
presos doscientos hombres de armas, é trajeron el
despojo é treinta mil oabesas de ganado poco me-
nos, con que se quedaron, ó volvieron con su victo-
ria; é esto f aé á diez de Diciembre del dicho afio de
mil y quinientos y dos.
CAPÍTULO OLXXl.
De Ik>9 Diego de Mendou.
A dies y nueve de Enero, víspera de San Sebas-
tian, de 1Ó03 afios, fué el Comendador Mendoza por
el dinero resto del resgate, según es dicho, á Trana
con quince de caballo; é acordaron los franceses de
le poner una celada en el camino de cinqüenta y
cinco de á caballo para que le tomasen el dinero é
lo prendiesen é tomasen; é fué dello avisado el
Oran Capitán, é proveyó que Don Diego de Mendoza
saliese con ciertos ginetes é hombres de armas á se
poner en una sobre celada, é como los franceses
estaban ya envueltos con el dicho Comendador, lle-
gó el dicho Don Diego de Mendoza con la gente
que llevaba, é de los cinqüenta y cinco franceses
mataron los dnqfienta, é los cinco fueron heridos, é
se acojieron á nfia de caballo, é no se pudo sufrir
el Gran Capitán, ó fué á ver cómo se hacia con sie-
te de á caballo, é fué á tiempo que hizo su parte.
CAPÍTULO CLXXIL
De Caetellanela, é de lo fve tUI teoBleeld.
A doce do Febrero de dicho afio de 1504, acaeció
¿DO^AÍSABSL iOÍ
zas f ancosas, y sobre una bota de Vino los france-
ses mataron un clérigo de misa, y del despecho
desto los del lugar enviaron á llamar á Pedro Na-
varro é á Luis de Herrera, que estaban seis millas
de allí, y que ellos les abrirían las puertas; é vinie-
ron é entraron el logar, é faeron sentidos, y loa
franceses se quisieron defender y los espafioles ma-
taron 40 de ellos, é prendieron 60, é ovieron todo
el despojo, é vino sobre ellos el Duque de Nemours
con mucha gente, é combatiéronlos, é loa oastella-
nos le mataron 50 hombres, é desque vido estOi
volvióse, que no hizo nada.
CAPÍTULO CLXXin..
Del desafio de los Italitnos y finneeses.
A trece de Febrero del dicho afio de 1503, se de«
safiaron trece franceses con trece italianos, y fué el
concierto, que de los que destos fuesen vencidos ó
rendidos, ó echados del campo, perdiesen por cada
uno cien docados, é las armas, é el caballo; fueron
vencidos todos trece franceses y echados del campo,
y pagaron el precio, é los italianos quedaron ven-
cedores: fué dellos capitán Jaoobo Torre Fieremos-
ta. Fizóles el Gran Capitán mucha honra, é diólea
para salir al desafío á cada uno un sayo de raso, la
mitad morado é la mitad blanco, para sobre las
armas*
CAPÍTULO CLXXIV.
De lo fce btio el Coneadador Solis. '
En estos meemos dias fué el Comendador Solis Á
Cosencia, que tenían cercada la fortaleza los Prín-
cipes y estaban con la ciudad aposentados, y enti^
de noche el dicho Comendador con fasta cmqfion-
ta de caballo, é pesóse en la plaza, diciendo: «| Ekh^
pafia, Espafia!» é mató mas de treinta dellos, ó
prendió mas de sesenta, é toda la otra gente se des*
colgaron por la muralla abajo. Tras esto salió Don
Diego de Mendoza con den hombres de armas 6
cinqfienta ginetes, é púsose en una celada para la
gente que salla de Visella á hacer el herbaje, é cor*
ríéronlos el campo, é alancearon los que aloanzaroui
é alcanzaron una ordenanza de 70 suizos bien ar-
mados, los quales se metieron en una torre, é llegó
allí Don Diego á los requerir que se diesen, é no
quisieron, é combatiéronlos é tomáronlos, é despe-
fiáronlos de la torre abajo á todos, salvo uno que
enviaron oon la nueva oon dos cuchilladas por U
cara.
CAPÍTULO CLXXV.
De Lexeano.
A veinte de Febrero del dicho afio foé Lezcano
el capitán en busca de las quatro galeazas del Piti-
Juan, oon su armada, é las corrió é metió en el
puerto de Tranto, qao es de venecianos, é prendió
algunos, porque toda la gente huyó, é libró del cap*
^ue en Oastellaneta estaban aposentadas den lan- | tiverío á muchos espafioles que andaban aherraV
■*■■«•
708
OBÓNIÓAdDB LOS REtflS DS OAsnLtiA;
dos: las qnaleí geleasaa haobn nmoho dafio, porque
oorrian toda la oosta, é quitaban todoa loa manto-
nimientoa qne venian al real de los espafioleSi é
tomó las diohas galeras el dioho Lezoano, é si no
fuera por no quebrar con los veneoianos^ no esca-
para hombre de los que en ellas andaban.
OAPÍTÜLO OLXXVT.
De lo qae hiio el Grao Capitán en Reaubo.
A 22 dias del mes de Febroro, Jueyes en la no-
che, salió el Gran Capitán de Barletta 7 fué sobre
un lugar que llaman Benubo, que está dies leguas
de Barletta, é amaneció otro dia, Vienies, sobre el
lugar, é en llegando le combatió con el artillería
casi dos horas, ó luego le dieron otro combate de
manos tan reciamente, que le entraron por fuerza
de armas, ó mataron hasta sesenta hombres de ar-
mas, é prendieron á Monsiour de la Palisa é á un
capitán de la gente del Duque de Saboya, é con
ellos hasta seiscientos hombres franceses, entre
hombres de armas 7 aroheros, é tomaron mil caba-
llos, con los quales se encabalgaron muchos hom-
bres del Qran Capitán, é obieron allí otro mucho
despojo; é el Gran Capitán se puso á la puerta, Ó no
dejó sacar cosa alguna de la iglesia ni ninguna
mujer, ó no consintió que les ficiesen á las mujeres
ninguna descortesía, é ansí se volvieron aquel dia
á Barletta con aquella victoria; ó á sois de Marzo
del dicho afio enviaron á decir los de San Juan Re-
dondo al Gran Capitán, que ellos eran muy maltra-
tados de los franceses que allí estaban aposeutados,
que se querian dar á él, que les enviase algún capi-
tán con gente, é quellos les abrirían las puertas ; é
el Gran Capitán envió á Arriarán con trescientos
peones; é salteólos una noche, é mató trescientos é
ochenta franceses é prendió otros ciento é tomó el
lugar. Después desto» á 13 de Marzo, viniendo Pe-
dro Navarro é Luis de Herrera de Taranto, en las
Argentallas toparon con una batalla de franceses
que los estaban esperando en el camino, é los des-
barataron, é mataron 200 é prendieron 50, é dende
á doce dias se topó Pedro Navarro eu otro camino
cerca de Villasella con el hijo del Conde de Cenca,
é lo desbarató é prendió á él é á otros 16 é mataron
80 de ellos. Tras este desbarato fué otro que hizo
el capitán Noliba pasando de un lugar á otro con
su gente : se topó con ciertos franceses é los desba-
rató é mató 30 delloB. Viniendo Pedro Navarro, é
Lezcano, ó Luis de Herrera de Tárente á Barletta,
toparon on ol camino con el Marqués do Bitonto é
con el Sefior Juan, su cufiado, con muy buena gente
qne traían, así de hombres de armas como de caba-
lleros lijeros, que se iban á juntar y ayudar á los
franceses, y pelearon con elloa, é desbaratáronles, é
prendieron al dioho Marqués de Bitonto y á otros
con él, y mataron á su cufiado el Sefior Juan con
otros 60 hombres, y con esta victoria se vinieron al
Gran Capitán.
Bn estos mesmos dias un capitán de peones, que
llamaban Bemardioo de Valmaseda, estaba en un
lugar aposentado con su gente, oon 160 hombreft
de pié, é por veoes mató mas de doscientos y oin-
qfienta franceses, y un dia se halló en un paso con
33 hombres suyos é desbarató 400 franceses, é mató
cinqfienta dellos, é prendió mas de otros tantos*
Muchas otras cosas ovo é pasaron entre espafioles
y franceses en aquel tiempo que el Gran Capitán
estuvo en Barletta, que no son aquí escritas, de que
siempre los espafioles fueron vencedores y los fran-
ceses vencidos.
CAPÍTULO OLXXVIL
De la batalla qaa ovtaron los eastaUaaos eos Musas 4e Obeii, ea-
piUn f cDaral de Francia, é coa los fnieeses en Calabria, é los
fnneeses faeron Teacldos,
Como los Príncipes de Salomo é Visiniano, é Bo-
sano, é Condes de jCapacho é de Melito, qne todos
estos estaban en Calabria, é otros Sefiores é Barones
supieron la discordia entre el Gran Capitán é el
Duque de Nemours é Monsieur de Obeni, é como
llegaban gente los unos y los otros, é la guerra era
rota, oomensaron de decir por Calabria: «¡Francia,
Francia !i é ñcieron rebelar toda la tierra; é la pri-
mera cosa que ñcieron fueron á cercar á Terranova,
é tomaron la ciudad é tomaron la fortaleza, é tu-
viéronla 36 días cercada, é fué por capitán el Con-
de de Melito. E como el Virey de Sicilia supo la
revuelta de Calabria, fuese de Palermo para Me-
sina por ver si podía poner algún remedio desde
allí, é no halló oon que socorrer gente ninguna es-
tran jera, y estando en esto llegó Don Hugo de Car-
dona, que venia de Boma oon hasta 250 peones, y
el Virey había hecho otros tantos, con fasta 100 de
á caballo sicilianos, é pasó en Calabria; esto fué en
comienzo á 6 de Octubre de 1502; y dende á dos
dias llegó García Alvarez Osorio con otros 250 peo-
nes, é luego le pasó el Virey la gente, é pasó á jun-
tarse con Don Hugo á un lugar de Calabria quo
llaman Semanara, á ocho millas de Terranova, 6
juntóse con olios Nufio de Campo con cierta gente,
á fueron á Terranova á socorrerla. El Conde de Me-
lito, como supo qne iban, salió de la ciudad con
trescientas lanzas, y pelearon un Martes á once de
Octubre é fué desbaratado el Conde de Melito, 6
muertos cinqfienta hombres de armas de los suyoflji
é él f uyó é acojióee á Melito.
CAPÍTULO CLXXVra*
Del socorro de Espifia.
Sabido por el Rey de Espafia que era menester
socorro en Calabria, envió á Manuel de Benavides
con quince naos, en que llevó 200 hombres de ar-
mas : eran capitanes Antonio de Ley va y Alvaro, é
más llevó 300 peones, é desembarcaron en B¡ joles
á 18 dias del mes, é fallóse haber muerto por la mar
hasta allí 80 caballos. Juntóse esta gente oon la de
Don Hugo en San Jorje á 25 del dicho mes, y de
allí se fueron apoderando on algunos lugares de la
Calabria, á la qual hubo de venir Monsieur de Obe«
t)ON FERNANDO
ni de llalla, i partió su ejército en dos partes, é vino
á jantarse con los Príncipes en Calabria, y qoedó el
Duque de Nemours con la mayor parte de la haes-
te en Pulla, el rostro al Gran Capitán.
Manuel Benayides é los otros capitanes ya dichos
estando en Terranova, vino sobre ellos Mr. de Obe-
ni con los Principes del Beyno susodichos é con mu-
cha gente de früiceses; é los espafioles acordaron
dejar la ciudad, porque era flaco lugar, é porque
tenían necesidad de los mantenimientos é de otras
cosas ; tomaron su recuaje delante , é salieron por
una puerta nn Domingo de mafiana, é salió la gen-
te algo ahilada y cada nno con su recuaje ; quedó
en la saga algún cuerpo de gente, é saliendo de
TerranoTa por una puerta, entró Monsieur de Obe*
ni por la otra, é salieron en pos de los espafioles
toda la gente de armas de los franceses, ó como era
mucha gente no los podian sufrir los espafioles, ó
Manuel de Benavides reoojió su gente é volvió so-
bre los franceses, en que de aquella vuelta mataron
á Monsieur de Jerani, é á otros veinte hombres, é
á otro capitán, é los franceses atajaron é Qonsalo
de Avales, é lo prendieron con otros con él de los
espafioles ; é los espafioles se fueron ordenadamen-
te para nn puerto arriba que no perdieron seis hom-
bres : é vinoso é aposentar Manuel de Benavides á
un lugar queplaman Tura, é los franceses se vol-
vieron á Terranova, ó otras muchas cosas le acae-
cieron en la Calabria oon los franceses , que seria
luengo de escribir, hasta que llegó el segundo so-
corro de Bspafia, que fué Portooarrerro joon la gen-
te de Espafia.
CAPÍTULO CLXXIX.
DeltbtUUtdeCahbrli.
Sabido por el Rey Don Femaudo de Espafia la ne-
cesidad que su gente espafiola tenia en el Reamen,
y como los franceses eran muchos, roas querían
guerra que no paz, y como hablan rompido la ca-
pitulación de entre él y el Rey de Francia, é como
la Calabria estaba en peso de perder ó tomar dellos,
ordenó muy presto una armada que envió de Espa-
fia, en la quid envió á Lnis Pnertocarrero, Sefior de
Palma, ó Meser Filio por capitán general, cÁ qnal lle-
gó en Mesina é 5 dias de Marzo afio de mil y qui-
nientos y tres afios, con 800 hombres de armas, ó
300 ginetes, é 2500 peones: iban con él por capitanes
Don Femando de Andrada é Don García de Ayala,
que murió en Cerdefia, é Alonso Nufio, é Carvajal, é
Figueredo, alcayde de Morón, é Femando de Quija-
da ; é como llegaron á Rijoles plugo á Nuestro Sefior
murió el dicho Lnis Pnertocarrero de dolencia, é ñzo
BU testamentó como hombre muy cathólico christia-
no que él era, de la cual muerte no poco dolor dejó
en todos los que con él pasaron y allá estaban de la
parte del Rey de Espafia, é dejó en su lugar á Don
Femando de Andrada, al qual luego elijieron todos
aquellos capitanes por capitán general , é fué muy
temido y obedecido por todos como él lo merecía,
porque según su nobleza todos le tenían mucho
r
Ú DOffA ISAfiEÚ fOa
amor é lo tuvieron en aquel acatamiento que tuvie-
ran al dicho Pnertocarrero si viviera. K puesto caso
que Manuel de Benavides habia ido primero por
capitán de su gente, fué el primero qne lo elijió;
ó cierto el dicho Don Femando dio muy buena
cuenta de su cargo. T luego como Mr. de Obeni»
Virey y capitán general, supo de la gente espafiola
que era llegada á Rijoles, los envió á desafiar á ba-
talla, é vínose para uu lugar que llaman Joya, que
es á seis millas de Palma, que es nn lugar donda
estaba la gente castellana, ó allí se concertó la bata-
lla para Viémes de mafiana 21 dias de Abril, la qual
los espafioles no quisieran dar porque lo llevaban
ansí mandado del Rey, y por importunidad de di-
cho Monsieur de Obeni la ovieron de dar, porque
no tenían en cosa alguna de estimación ¿ los espa-
fioles ó les enviaba é decir muchos ultrajes, é ultra-
jados de su gran soberbia fué forzado de se la dar;
aun primeramente cuando envió á la demandar
con un trompeta , le fué respondido donosamentCi
por deferir algunos dias|Feraando de Andrada para
juntar consigo á Manuel de Benavides, é á Alvara-
do, ó Antonio de Leyva, capitanes qne estaban re-
partidos en ciertas fortalezas, ó ansí ovieron lugar
de se juntar en tres dias 800 hombres de armas, é
300 ginetes é 3600 peones, ó la otra gente quedó en
guarda de los lugares; é el dicho día Viémes 22 da
Abril de 1603 salieron al campo los unos y los otroS|
é los espafioles pasaron un rio , é vino sobre ellos
Monsieur de Obeni con toda su hueste, que nunca
los castellanos lo vieron hasta qne los franceses die-
ron en las guardas, y los castellanos iban ordena-
dos en esta manera: en la delantera 200 hombrea
de armas,ála mano derecha de ellos 300 ginetes, á
á la mano izquierda el peonaje; en la resaga Don
Femando de Andrada oon 100 hombres de armas é
600 peones para afiadir ¿ la parte donde fuese ma«
ñester.
Los franceses se hicieron dos batallas, é echaron
en la delantem 800 hombres de armas mas escoji-
dos, en otra batalla atrás otros 600 hombres de ar-
mas, luego allí oon ellos el peonaje, ó luego como so
vieron juntos arremetieron los franceses á los cas-
tellanos los mas furiosos del mundo, y fueron por
semejante recibidos por los castellanos en tal ma-
nera, que pronto amansaron la furia , é tan presto
como fueron envueltos los unos oon los otros, acu-
dieron los ginetes castellanos sobre ellos é fioieion
tanto dafio en ellos, que en poco espacio volvieron
las espaldas á huir, ansí los que quedaron enhestoa
de los 300 como de los 600, después de se haber en-
contrado, ó eso raesmo el peonaje francés se puso
en huida, de manera que los castellanos ovieron la
honra de la batalla é fueron vencedores, é los fran-
ceses fueron vencidos é desbaratados, é quedaron
dellos muertos en el oampo dos mil doscientos hom-
bres, é los que escaparon fueron huyendo por el
campo de Hoya por donde habían venido, é los cas-
tellanos fueron en pos dellos hasta que los enoerra-
ron en el dicbo lugar de donde hablan salido, é allí
Jes oeioaron, é tomaron^ é despojaron ; é Monsieur
loi
CRÓNÍQA8 DS iJOÚ BÜYBS DÉ OkefínttL
de Obeiii por feo salvar tomó el oamino de Meliio, é
Baosa de BenaTÍdea é AIyarado loa aigaleron haata
que ae lea encerró en Bocaganjito, é con la gente que
otro día lea aigaió lea oercaron, é enviaron por arti-
llería á Meaina, y lo tnyieron oeroado treinta dlaa,
7 en fin le tomaron é prendieron , é deapnea lo lle-
varon á NApoleai deaque ae ganó, 6 llegó allá en 11
de Julio, é lo llevó Don Fernando é pnao preao en
Oaatílnovo. B en dicho deabarate é vencimiento é en
la villa de Hoya tomaron loa oaatellanoa 600 priaio-
neroa; anal que eata batalla ínó en Calabria como
dicho ea, ovieron loa oaatellanoa maa de 800 caba-
Uoa ó 400 aoómilas é mucho otro despojo que aeria
luengo de eaoribir, ain morir hombre de loa oaate-
llanoa, peón ni caballero, aalvo algunoa pocos he-
ridoa: ¿que ae puede aquí decir aino que «dDteJRC
a/adum e»t üütd mtraMIa In oeuU$ notlríf »? Bata ba-
talla fué antea que la que ovo el Qran Capitán en la
Chirinola otro dia,é luego ae dio la Calabria toda al
Bey de Eapafta Don Fernando. Agora volveremca á
contar laacoaaa del Qran Capitán que atraa dejamoa.
CAPÍTULO CLXXX.
Da li bitaUt fta al Gria Oipf tan ova caá al Vinar Daqaa 4a
Meaiaan de FrtacU*
Lá batalla que el Gran O^titan ovo en Pulla con
el Yirey írancéa Duque de Nemoura fué deata ma-
nera : Bl Qran Capitán cataba de aaiento en la ciu-
dad da Barletta, 6 aalió de Barletta á pelear con loa
franceaea un Juevea tarde á 27 de Abril, afio de 1608,
¿ aalió porque de pura neceaidad no pedia hacer
otra cosa, porque el Yirey francés Duque de Ne-
mours lo tenia cad cercado, é porque morian de
peatilenda en la dudad, é porque teman mucha ne-
caddad de loa mantenimientoa é de otraa coaaa; é
antea desto, hallándose con poca gente é pocos di-
neros, d Qran Capitán al oomienio de la guerra en-
vió aus embaladores d Bmperador de Alemania
Maximiliano, consuegro dd Bey de Bapafia, rogán-
dole á Su Altesa leaooorriese con dguna gente, é
d Bmperador le envió dos mil demanes, é con dios
un sobrino suyo por coronel, que quiere dedr capi-
tán, é antea que enviase d Emperador envió á decir
al Bey Don Femando que enviase aooorro é gente en
Calabria, de donde procedió que le fué socorro de
Bspatjt dea vecea, como dicho ea, antea de la bata-
lla de la Cdabria, y loa diohoa alemanea vinieron y
allegaron á dies de Abril en Monfredonia; é como
el Qran Capitán lo aupo, luego dio prieaa en dlegar
toda la gente que cataba por loa apoaentoa, y envió
á llamar todoa loa [capiUnea , é recojidos todos á
Barietta, aai loa demanes como los espafioles, aalió
el Qran Capitán, como dicho ea, de Barletta aquel
Jueves tarde, é tomó d camino de la Chirinola, y
luélea hacer noche cabe un rio que llaman Lefanto,
que eaUba á aeia millas del real de los franceaea,
porque elloa tenian su real aaentado en el campo
acerca de Canoaa ; é otro dia de mafiana, Yiemea 28
de Abril, el Qran Capitán con todo au campo toma-
ron d camino de la Chirinola, que ea una villa é f or-
tdesa que estaba por los franceses, é estaba de allí
dies y ocho millaa, é fizo aqud dia tan grande aol é
odor, que penaaron todoa aer perdidoa de aed, por
que en todo el camino no habia poblado ni gota de
agua, y hallóae que aqud dia murieron treinta y doa
peraonaa dd ejérdto de aed, que en ninguna mane-
ra ae pudieron remediar, porque fueron todaa diei y
ocho millaa dn repoaar, y como loa franceaea loa
vieron ir y paaar y vieron la neceridad que lleva-
ban, é cuan caaadcs llegaron, acordaron de ir á dar
sobro dios. Poso d Qran Capitán tanta diligenda
aqud dia, que d mesmo tomaba á los hombres da
pié que venían oanaadoa é aquejadoa de aed, é loa
llevaba á las ancaa de an caballo ¡ é and hiso que
hideaen loa hombrea de annaa^ é los ginetes, é de
esta manera eacaparon mudioa de loa peonea y no
dejaron resegado ninguno, y en todo aqud camino
no cesó d Qran Capitán de dar con un fraaco é un
tasen de beber á la gente^ que ai cato no hidera
mucha mas gente se le ahogara. De loa demanaa,
aunque era toda gente de á pié no se ahogó ningu-
no, porque iban pertrechados entro cada dos un
frasco lleno de vino é agua, queea un barril de ma-
dera. Llegó d Qran Capitán con su efférdto á la Chi*
rinda aqud dia dos horaa antea que fueae de nodie^
y la gente cansada con mas gana de deaoanaar que
de pelear, ca venian muy deaeoaca de ae hartar de
agua, y dlí cabe la Chirinola están ciertos posos, en
los cuales toda la gente cargó á beber, y los france-
ses que estaban en la villa y f ortdesa , no hadan
dno tirar á la gente con la artilleria á los posos , é
plugo á Nuestro Sefior que toda iba por dto y á nin«
guno ofendieron ni mataron. Estando la gente en
esto como dicho es, venia un trompeta francés so-
nando, é preguntando por el Qran Capitán, y el Qran
Capitán mandó que ae lo trujeaen ; y trddo le pre-
guntó y el trompeta le dijo : cd Yirrey mi aefior hace
aaber á tu Sefioría que ha aabido tu aalida, y que te
ruega que le eaperes, que mafiana aera contigo y te
dará la batdla, y de su parte y de todos los prind*
pes te lo digo y lo requiero.» El Qran Capitán res-
pondió : «Dile á su Sefioria que yo soy sdido de Bar^
letta á destruir todos aquellos que d mandamiento
dd Bey de Espafia, mi aefior, no quieiereu obedecer,
y que si su Sefioria viniere, que aqui me hallará, y
que yo con la ayuda de Dice, de eata tierra no me
partiré hasta que vea la bandera de Espafia sobre la
mas dta torre, con vencimiento, y de esto le hago
saber»; d qual trompeta mandó d Qran Capitán dar
de comer y beber, y le dló una cadena de oro é un
jarro, é un tasen de plata, é con cato ae fué. E aquí
parece que los franceaea engafioaamente enviaron
el trompeta á aplazar la batdla para otro dia, pues
que luego á la hora vinieron en poa dd trompeta ; y
catando ad la gente del Qran Capitán aun no bien
apoeentada, sonaban loa tiroa de pólvora de loa
franceaea é venian las pelotea por cima del Beal {
luego el Qran Capitán envió treinta y doa de á ca-
ballo ginetes á ver d el Yirroy venia ó cataba que**
do, loe qualea luego volvieron corriendo, é dijeron
como los franceses venian con toda su hueste muj^
f)ÓN lí^Sillf^ANDO
6eroa, oréauíá* para dar en ellos, é eetonoes todo
el ejército de EipelU se alborotó é puao en arma ; é
el Oran Capitán mandó tocar aaé trompetas ó tam-
bores, é mandó poner toda sn gente en orden , para
pelear ; é mandó meter toda la gente en nn cironito
grande qne alU estaba de tiempo viejo que eolia ser
Tifias, é estaban allí nnos Talladares yiejos derri«
bados, á la parte por donde los franceses babian de
Teñir, é mandó poner artillería á fnera de los Talla-
dares, é mandó estar la gente de armas todas juntas
dentro del dronito, báoia la mano isquierda, é los
ginetes repartidos, la mitad con los bombres de ar-
mas, é la mitad con cinqüenta estradiotes griegos, ¿
la mano derecha, 7 cabe ellos todos los alemanes, 7
en la delantera de los alemanes ochocientos estoperos
de los meemos alemanes, 7 en medio toda la gente
española delante de todos, é junto á Cindaro mandó
que estubiesen mil 7 quinientos soldados todos con
lansas echadoras 7 rodelas para qne á la ordenanza
qne por alli Tiniese se las arrojasen todas á la par;
7 juntos con ellos toda la ballestería 7 luego la pi-
qñeria, 7 los alabarderos; 7 luego mandó que cuan-
do loe trompetas tocasen qne toda la gente en sn
concierto ínese con ellos.
OAPÍTULO OLXXXL
&• b geste qse d Gran Gapltaa Iitu en etU batalla , é de la qse
tave el Virrey de Franela.
El Gran Oapitan tenia de nómina, con los dos mil
alemanes, cinco mil 7 quinientos soldados, que eran
de á pié, é mil é quinientos de á caballo, que eran
los setecientos de ellos hombree de armas, é doscien-
tos archeros, é ciento 7 cinqüenta eetoperos, é qua-
trocientos ginetes.
El yirre7 7 los príncipes del Be7no qne estaban
con él en el campo pueetos, tenían mil 7 quinientos
hombres de armas é ginetee, é siete mil peones, en
que era poca la Tentaja de los unos ó los otros, oá la
otra gente de mas que había de los unos 7 de los
otros guardaban las f ortalesas, 7 los f rancesee pen-
saron qne por estar la gente del Oran Capitán tan
cansada 7 fatigada del camino que no hubiera mu-
cho qne hacer en vencer la batalla, 7 parece ser
engafio lo qne el Virre7 envió á decir con el
trompeta.
CAPITULO CLXXXn.
Dd raxeiaBint» qee el Gran Capitán hito i toa rayos.
€ Señores : mirad que las honras que los buenos
ganan Tonciendo á sus enemigos, en ningún Tcn-
dmiento se pueden ganar sin algún trabajo ; cum-
ple agora qne todos trabajemos por vencer, porque
con este trabajo acabaremos de ganar lo que rancho
7a noe cnesta ; tomando esperanza en nuestro Be-
ñor, que los pocos á los muchos suelen Tencer con
justida, como nosotros la tenemos; é acordaos de la
bondad de Nuestro Be7 é Be7na é qnien serrimos,
7 del mucho derecho que tienen é este Re7no sobre
que andamos y estamos ; é llamad á nuestro aboga*
É DOÍ^A láABÉL. 905
do Santiago qne bien podéis tener cierto que los
habemos de vencer, é sus, á ellos.» E íes franceeea
asomaron por un cerro mu7 llano, tirando con loa
tiros de sn artillería los mas furiosos del mundo, 7
toda la gente del Gran Capitán se tendió en el ene*
lo, 7 los de á caballo sobre los arzones de las sillas
se acostaban porque no los cojiesen los tiros de las
lombardas, 7 allegados 7a mu7 cerca del Beal del
Gran Capitán cuanto un tiro de ballesta, 7a el sol
se quería poner, mandó el Gran Capitán que la ar-
tillería su7a jugase, la qual fué tal que ovo cañón
que dio por la batalla del Virre7, ^ ^^^ primer gol-
pe llevó quarenta hombres de armas ; 7 visto por el
yirre7 7 Capitanee franceses el daño que la artille-
ría les facía, arremetieron de hecho con sus lanzas
en ristre en la delantera del yirre7 con ochocientos
hombres de armas, 7 en la rezaga los Príncipes del
Be7no, 7 ellos allegaron tan derechos 7 oon tanta
ferocidad que fué cosa de maravilla ; 7 como al en-
cuentro primero no hallaron con quien encontrar,
dieron oon el valladar viejo qne idlí estaba de pri-
mera necesidad, á dó ovieron de dar lado para tomar
é enristrar 7 al lado que dieron, los espingarderos .
alemanes que eran los ma7ores espingarderos del
mundo, que el Emperador loe envió los mas escogi-
dos entre cuantos tenia, asestaron á la batalla en
qne mataron mnchos de los franceeee. Junto con
ceta batalla allegó Monsiur de Sander el qual era Co-
ronel de todos los Suizos franceeee, con todas las or-
denanzas, con las quales saltaron todos los soldados
arrojando las lanzas é saltaron con ellos toda la
gente del Gran Capitán diciendo juntamente victo-
ria, victoria, agrandes voces ; é la otra gente dedan
que hu7en qne ho7en ; é el Gran Capitán arreme-
tió á ellos con la gente de armas mu7 eef criadamen-
te, é los príncipes que traían la retaguardia atras^
entráronse por la batalla adelante peleando con su
gente de armas é ginetes, 7 el .Gran Capitán é loa
8U70S los recibieron como convenía, é los ginetes 7
estradiotes del Gran Capitán iban cerca de él, 7 to-
dos pelearon 7 trabajaron de tal manera, 7 se es-
forzaron á vencer, que los franceeee no lo pudieron
sufrir, é volvieron sn gente, 7 pueetos en huida, la
gente del Gran Capitán siguieron el alcance aque-
lla noche hasta sn Beal, é como cerró la noche no
murieron mas, ca si de día fnera no fuera maravilla
no quedar hombre de elloa para que llevara la nueva
á Francia qne no fuera muerto ó preso. Esto fecho ,
mandó el Gran Capitán tocar las trompetas á reco-
ger la gente, 7 mandó asentar sn Beal donde pri-
mero se había dado la batalla é alli asentaron sus
tiendas. É Plróspero Colona, capitán, siguió aquella
noche hasta el campo de los franceeee, el qual se ee-
taba asentado en la manera que el yirre7 lo había
dejado, oon sus tiendas armadas con cuantas rique-
zas 7 jo7as tenían. El Próspero, 7 los que oon él si-t
guieron dieron por el Beal, é maUron é robaron, é
flcieron cuanto quisieron, 7 tomaron mu7 grandes
riquezas, é ovieron é trujeron el dinero todo que el
Virre7 tenia cogido del Be7no.
Murió en la batalla el Virre7 Duque de Nemonn, i
45
7M
0RÓNI0A8 BE LOS BETE8 DS OABTILLá:
■a Gapitaii Qeperal , é miuieron otros qoinoe Otpi-
tanofl é mnolia gonto oon elloa, qao adelftnto m dirá
U siim* de elU. Otro dU Sábado demafiana el Gran
Capitán estaba el mas pensativo hombre del mundo,
en non saber qne había aoaecido del Virrey, si era
tí YO ó maerto, é mandó á pregonar por el Beal qno
qnalqaiera qne le diese nnevas del Virrey muerto ó
títo qne le daria quarenta dnoados de oro, en que
se halló qne nn soldado trujo un prisionero de la
Cámara 6 oasa del Virrey, que habla aprendido en
el campo en las tiendas de los franceses, el qual dijo
que si él yiese al Duque su Sefior si era muerto que
él le conocerla, y luego el Gran Capitán le mandó
ir oon des capitanes á lo buscsr, é yendo ansí el ca-
marero con los dos capitanes, yido á un soldado
Deyar un pedazo de la ropa de brocado del Virrey,
y luego lo llamó, y conoció el brocado, y comenzó de
llorar por su sefior, diciendo qne su sefior era muer-
to; é andándole á buscar con las sefias que el ca-
marero habla dado, las cuales eran que el Virrey
era mancebo de fasta veinte y un afios, y de gran
cuerpo é linda persona , y en la mano derecha dos
anillos, y que el Jueves pasado se habia bafiado y
raido el cabello de abajo : el qual por estas sefias
hallaron, con tres heridas, la una en la teta izquier-
da, la otra en el vientre, é la otra en la cara; y sa-
bido por el Qran Capitán , mandólo traer á sus tien-
das, con el qual el recibió gran dolor, y lloró mucho
de BUS ojos, é llorando se retrajo á una cámara de
su tienda, é se puso de pechos sobre una cama llo-
rando la muerte de tan lindo hombre, é luego man-
dó que lo abriesen y salasen, y mandó encender
viente y quatro hachas de cera que aidieron mien-
tras se aparejaron las andas para lo llevar, é mandó
á Don Tristan de Acufia que lo hiciese llevar á Bar-
letta muy honradamente, é lo fioiese enterrar en el
monesterio de San Francisco; é después que esto
oviese fecho, que flciese enterrar todos los otros
muertos; é el Capitán hiso ir con el cuerpo del
Virrey cien hombres de armas é una oompafiia de
soldados, é los hombres de armas llevaban todos
sus hachas de cera encendidas en las manos, y al
tiempo que partió el cuerpo del Virrey asi en las
andas para Barletta, quedó el Qran Capitán hacien-
do el mayor llanto del mundo de maravilla y do-
lor del.
Bl Gran Capitán mandó saber é facer copia de
los muertos que murieron de los franceses en bata-
lla antes que los enterrasen , é dio cuenta el dicho
Don Tristan de Acufia que Á hizo enterrar tres mil
y seis cientos y sesenta y quatro hombres, ain los
que él no vido que creia serian mas de otros cien.
Murió alli Monsinr de Sander, el qual era coronel de
todos los Suizos franceses ¡ é ovieron en aquella ba-
talla mas de mil prisioneros de los franceses, que
después resgató d Gran Capitán ; é luego aquel dia
Sábado se entregó é dio la Chirinola al Gran Ca-
pitán. B luego aquel Sábado, otro dia después de la
batalla, el Gran Capitán envió á Pedro de Paz, ca-
pitán de hombres de armas, que fuese en pos de los
^ue habían escapado de la batalla francesa , el qual
partió luego con doscientos hombrea éb annss i
dnqfienta ginetes ; él qnal, anduvo tanto, qne llegé
á Capna, é halló que hablan pasado los franceses
la puente por allí, é iban la via de Gasta, los qualen
al pasar dijeron que iban á proveer la Gudad, qam
tenían nueva de la gran armada de Espafia qne
iba, que no osaron decir que iban desbaratadoa
huyendo. La ciudad de Capna, sabida la verdad por
el capitán Pedro de Paz de la victoria del Gran
Capitán, alzaron sus banderas por el Bey de Es-
pafia ; y juntáronse oon el dicho Capitán quinientos
mancebos de la ciudad y fueron detrás de los fran-
ceses, é alcanzaron hasta dnqfienta hombres da
armas, é ciento infantes é hombres de á pié, que
prendieron é mataron, y Pedro de Paz dio la presa
á los Capuanos; y ovo pridonero de dios qne lea
vdió quatro mil ducados de resgate. B d Gran
Capitán estuvo tres días en la Chirinola donde fué
la batalla, é de dli partió para Ñápeles sefioreando
la tierra , y de esta manera que dicha es acaeció y
mas que he dicho, en la batalla de la Pulla que
ovieron franceses y espafieles, donde totalmente la
gente é hueste francesa fué vendda é perdida, é sn
capitán el Duque de Nemurs, Viso-B^ por d Bey
de Frauda muerto con los dichos capitanes de
Francia. Solo d Gran Capitán Gonzalo FemandsBi
Capitán General por d Bey, é los espafioles , fueron
vencedores é por maravilla que Nuestro Selú>r quiso
hacer de los espafioles no murieron dno muy pocos;
la qud dicha batalla fué Viernes noche á 28 dias de
Abril del Nadmiento de Nuestro Bedemptor de 1503
afios , é ocho dias después de la batalla de Calabria
que vendoron los castellanos.
CAPÍTULO CLXXXIIL
De eomo Pedro de Pis, yendo ea sofibaieato de lee veaeidoe.
tomó el caettUo ea el GtreUeao, é eoBoaid i Cicer faena á
Gaeu, é de cono el Gren Cepllea toad á Melfii, y freadid el
Dnqoe delle; y de eomo le le did le Palla é mpolee« é Usó
á CeiUlnoTo.
Partió d Gran Capitán de la Chirinola Lunes
primero dia de Mayo, la via de Melfa é cercóla é
tomóla, é tomó al Duque de ella dentro, el qual dióse
luego con condición que lo dejasen estar en una
villa suya que se llama Trana, á él é á sn mujer é
fijos, hasta esperarlo que d Bey de Ebpafia mandara
á hacer de él. Esto fecho, luego pasado adelante el
Gran Capitán camino de Ñápeles, el dicho Prindpe
de Mdfa se fué para los franceses, é dende á dóa
dias que d Gran Capitán tomó á Melfa, se le vino
á dar toda la Pulla, con las llaves en las manos^ de
las dudades, villas é lugares é castillos que en ella
habia.
B de dU d Gran Capitán fué sobro Ñápeles , y
asentó su campo en un lugar que llaman la Charra,
y de allí envió sus embazadores á Ñápeles, d Be-
gimiento y Sefiores, á les rogar y requerir que se
diesen y alzasen banderas por Ebpafia ; y la dudad
acordó luego de le enviar y entrogar la dudad, con
tal que les confirmase sus privilegios, é el Graiv
Capitán fué á Algandelo, que es ocho millas d^
bOS PEUNANDO
Nápoies, é alii stUeróü á contratar con él el conde
de Matera, y loa aindicoa de Nápolea, y aaentaron
au capitolacion para entregaile la ciadad, é é 15 de
Mayo entró en la ciudad al Qran Oapitan oon todo
BU campo, é le ficioron muy noble recibimiento loa
de la dadad con toda la clerecía, y fné metido de-
bajo de nn mny rico pafio de brocado, en ana oetroa
qne Hoyaban loe mayorea de la ciudad, é fueron
and haata donde ae aposentó que fué en laa caaas del
conde de Matalón, qne aon al collegio de la Capua-
na, y pUBo un alcaide que luego also banderaa por
todaa laa torree, diciendo «Eapafia, Espafia.»
La gente de ordenanaa ae apoaentó en la Búa Ca-
talana, cerca de CaatilnoYo; y de alli aalian dende
adelanto cada tarde á dar viata á Caatilnovo todoe,
é loa franceaee del caetillo aalian á eacaramucear á
pié con elloe, é en tal manera, é en talca lugares ae
ponian loa eepafiolee, que siempre loa f ranceeea iban
deacalabradoa, cada ycz qne aalian, é por otra
parte loa minaba el Gran Capitán como no lo aen-
tian.
Domingo á 28 del dicho mea, ee tomó la torre de
San Vicente, la qual tomó Pedro Navarro, con
aolo 30 hombrea, que fué coaa de maravilla, é pasó
en una barca allá ; é cataban en la torre quarenta
hombrea con mucha artillería, é apretó tan recio con
elloa, é comenzó de cabar para hacer reparo por
amor de loe tiros, y ellos pensaban que loa mina-
ban, y dentro en quatro oras se lea dieron, y luego
de allf dio tanta guerra á Caatilnovo y al del Ovo
que no dejaba aaomar persona.
CAPÍTULO CLXXXIV.
De el CatUl Noto.
El Gran Capitán fizo minar el Caatilnovo y nun-
ca sintieron los franceses que en él habla que es-
taban cercados, y esto se hacia al tiempo que loa
cercadorea lea combatían é escaramuceaban con
ellos , por que no lo oyesen , y fué tanta la ventura
y los engafioe que el Capitán Pedro Navarro lea
hizo, que no miraron ni sintieron los franceses nada
hasta que la mina fué acabada ; é la mina acabada,
mandó el Gran Capitán tocar laa trompetea dicien-
do que lea quería dar batalla; é habia en el Caatil-
novo setecientos hombres escogidos de pelea , con
maa artillería, municionea y bastimentos que nunca
Caatilnovo tuvo, ca diz que tenian recado para dies
afios; é loe franceses como oyeron las trompetas,
salieron luego fuera á la Ciudad al lado del Castillo
donde estaba el Gran Capitán creyendo que les
quería escalar; y allí mandó el Gran Capitán que lea
tíraaen con loe peltrechoe de todaa partea, y como
el Gran Capitán vido que loe franceaee eetaban
embebidoe en pelear, mandó á todoa loe capitanea
que retrujeaen á fuera toda la gente eapafiola ; y
la gente tirada á fuera, mandó que le dieaen fuego
á la mina, é ansi que le dio fuego vino abajo un
lienzo del adarbe de la Cindadela, con toda la
gente que en él cataba, muy súpitamente, con un
astrnendo «^ne pareció que toda la dudad ae hundía.
É DOSA ISABBL. 707
Arremetió la gente del Qran Capitán, é entráronaa
á laa vueltaa peleando con loa franceaee en la
Ciudadela, é loa franceaee huyeron á meterae en el
caetillo por la puente levadiaa, é loe eepafiolee lea •
dieron tanta prlaa, que nunca pudieron ^ alzar la
puente ni cerrar laa puertea, é todoa de tropel ae
entraron dentro en el caatiUo juntoe. Á laa vueltaa,
el Gran Capitán y dentro pelearon mny fuerte-
mente, y de loa primeros que entraron en el patio
por la puerta del caatillo fueron quatro que dijeron
en el patio «Bepafia, Bepafia.» A loe tree délloe hi-
cieron loe franoeeee pedaeoa, y el otro escapó oon
eeie herídaa; y loe eepafiolee que por la puerta del
caatillo no podian entrar loe viéradea entrar por loa
adarveeé por laa ventanee, é aun por laa picea
arriba ee eubian , é andaban tanto por cada parta
peleando, cubiertoe todoe de pólvora del artilleria,
que era eepanto de lo ver; é en fin el Gran Capitán
fué vencedor, é loa auyoe en eepacio de doe hóraa
tomaron el caetillo, é ovo en él tantoe muertoe y
heridoe, que todo el patio del caatillo era lleno de
chorrea de eangre, é habia tantea brazoe é'pier-
nae, é cabezaa oortadaa que no habia hombre qne
no ae eepantaae. S murieron de loe franceaee, eegun
lo que ae pudo eaber, quatrocientoe ó maa hombrea,
é de loe eepafiolee treinta no maa, anaf heridos oomo
quemadoB con pólvora; é tomado el caatillo, luego
alzaron laa banderaa por todaa laa torree, diciendo
«Eepafia, Eepafia a; de lo oual todoe loe de la ciudad
fueron muy eapantadoa y maravilladoe del gran es-
fuerzo del Gran Capitán, y de la gente eapafiola.
Ovieron alli el Gran Capitán y en gente muy gran
cabalgada, de mucha moneda, oro é plata, joyaa^
armae, mantenimientoe, é muohoa atávica, é ha-
ciendaa que oteoa habían allí pueeto, en guarda de
loa oontrarioa del Gran Oapitan, y todoa príaioneroe,
lo qual fué en muy gran snma: á la munición no
tocaron en ninguna coaa.
El Gran Capitán, viéndoee aaí victoríoeo, dio
muchaa gradea á Dice y á Nueetra Sefiora, por tan*
tea inercedee como le hablan fecho, é mandó enter-
rar loe muertoe, é curar loe herídoe, é apoeentóee lue-
go en el dicho caatiUo. Fué tomado el dicho caatí-
lio Novo, como dicho ee, en 11 da Junio de 1603 áfioe.
Acordó el Gran Capitán dejar ntiado el Caatillo
del Ovo, que de loe cuatro castillos no habia otro'
por tomar, é ir eobre Gaeta, é pueo por Capitán del
cerco é Pedro Navarro, é dejó por Aloayde en el
Caatilnovo que ganó á Nufio de Ocampo, un oapitan,.
y concertó ir eobre Gaeta, y aaí lo hizo, ea dejó el
cerco eobre el Caatil del Ovo, y á bnen recaudo coma
dicho ee.
En fin del mee de Julio ee juntaron Don Femando
de Andrada é loe otroe capitanee de Calabria oon
la hueate del Gran Capitán eobre Gaeta.
CAPÍTULO CLXXXV*
0e Gtett é ses eareof fse Uto*
Partió el Cban Capitán de Nápolea para poner el
cerco á Gaeta á 18 días do Junio, afto de 1503, y
iGd
O&ÓKIOAS DA LOfi BBT]$3 DÉ OASTlLLA.
fué oon m campo por Avena é Oapna é otros lu-
gares, donde fué recibido con macho placer é ale-
gría 7 honra, 7 fué el dia de San Juan á San
Germán, el qoal estaba tomado por los espafioies
desde el dia propio qne se tomó OastilnoYo; é tomá-
ronle Diego Qarcia Coronel, é Samudio, capitanes,
oon mil 7 quinientos peones: quedó entonces cerca
de allá en d monasterio de San Benito en el Monte
Oansino, Pedro de Médicos, con fasta dosoientos
franceses; pibK)se con ellos el Oran Capitán en trato,
por no se detener, que iba la vía de Qaeta, 7 que-
daron de se dar dentro de 12 dias, lo qual no cum-
plieron, é ansí quedaron por estonce, que no se pudo
facer mas; que iba mas en lo de delante.
Fué á asentar su campo á las viñas de Ponte
Corvo á 26 dias del dicho mes , ribera del rio Qa-
lellano; é víspera de San Pedro se levantó el campo
é pasó el dicho rio, 7 se fué á usentar al pié de Roca
Quillermo, que estaba por los franceses, los quales
se pusieron en defender, 7 á otro dia acordó el
Qran Capitán de la oombaUr, 7 sacó toda su gente
7 ordenó todos sus escuadrones para subir á ellos:
7 cuando esto vieron los franceses desampararon la
fortaleza 7 el lugar, 7 f uéronse por el cuchillo de
una sierra camino de GAeta, é abajaron los del
lugar oon las llaves en las manos al Oran Capitán
7 entráronle la villa 7 la fortalesa con condición
que la gente del ejército no entrase dentro por qub
no los robasen, 7 que darian de serncio cinco mil
ducados para aTuda de pagar la gente, 7 asi se
concertaron, 7 quedó allí por Gobernador 7 Al-
ca7de Don Tristan de Acufia, 7 pasó el campo ade-
lante.
A primero de Julio se fué á asentar el campo en
' elBurgodeGaeta, alio de IÓ03, é fué puesto el
cerco ala ciudad, 7 habla dentro tAs mil 7 qui-
nientos hombres útiles de guerra, é habla mil 7
quinientos caballos é tenían hechos tantos reparos
dentro en Gaeta 7 en el monte de ella, é tanta arti-
. Ueria asentada que no se podría decir; 7 era la
entrada tan angosta al lugar é monte, que causaba
mucho peligro, porque toda la cerca la mar, sulvo
aquella entrada, que pedia ser un tiro de ballesta
de pié.
Tiraban al real del Gran Capitán de treoe partes
oon su artillería, de que les facían muchos dafios,
en especial antes que se asentase el artillería del
Qran Capitán, con la qual después de asentada, les
derribaron dos pafios de la cerca , con una torre en
medio, 7 por allí acordaron de la combatir ; 7 el dia
que se acordó se halló que tenia el reparo que esta-
ba dentro fecho mas fuerte que la muralla, é por
aquello se dejó el combate ; é estando en el dicho
cerco, vino la nueva como era tomado el Castil del
Ova
CAPÍTULO OLXXXVI.
h§ oomo se toBÓ el CuUl del Ofo en Nápolet.
A 11 dias de Julio se tomó el Castil del Ovo 7 fué
desta manera: Que Pedro Navarro, que allí había
quedado por capitán, les fiío una ndna 7 les puso
fu^o, 7 ca7Ó un gran pedaio delantero, en que ca-
7Ó el Alca7de 7 otros treinta hombres con él, 7 en
ca7endo arremetió la gente por lo caído, 7 lo toma-
ron por f nena de armas é ovieron allí mucho des-
pojo de armas é ropas, dineros, vituallas é prisione-
ros ; é dende se vino Pedro Navarro á Gaeta.
Volviendo á lo de Gaeta.
Acordó el Gran Capitán oon los otros capitanes
de retraer el cerco por el gran dafio que recibian del
artillería francesa, ansí de la que tiraban de la ciu-
dad, como de laque tiraban de la armada de lámar,
ca como la armada francesa de la mar era mas po-
derosa que la de Espafia entonces, por eso no pedia
allí venir la armada del Gran Capitán, é estuvo si-
tiada treinta 7 seis dias, é pegado el Beal del Gran
Capitán á la muralla, que en este tiempo ovo pocas
escaramnaas, que no osaban salir ; una vea que sa-
lieron hasta veinte de ellos fueron atajados por los
ginetes castellimos, por ardid que dio Nufio de Ma-
ta por detras de unos jardines ; ansí qne aquellos se
tomaron 7 después no osaba hombre salir, é cuan-
tos salían no tomaba hombre de ello que no fuese
tomado.
E vínole de socorro á la^ ciudad mil 7 quinientoa
hombres en dos carracas é cinco galeones, á qnatro
dias del mes de Agosto, é á cinco dias del dicho
mes se retiró el real, é aquel dia murió el coronel do
los alemanes de un tiro de la artillería francesa,
que le llevó la cabeza, é el Beal se retrajo á los jar-
dines que estaban fuera del Burgo cerca de una
Iglesia que se llama Santiago. Otro dia se alzó da
allí 7 fueron una milla mas adelante!, camino de
Castillon ; é salieron aquel dia de Gaeta hasta dos
mil é quinientos franceses á dar en la rezaga del
campo de el Gran Capitán ; é el Gran Capitán venia
á la postre, é tuvo su gente que no volviese ninguno
hasta sacarlos mas afuera del Burgo SU70 , 7 des-
pués que los vio en el arrabal soltó hasta quatrocien-
tos peones, los quales volvieron á ellos tan recia-
mente, que los desbarataron é hicieron poner en
huida 7 en el alcance mataron hasta doscientos do
ellos hasta meterlos por las puertas de Gaeta. E ti-
rado el Beal de donde estaba, se arredró quatro mi-
llas de Gaeta, donde los franceses se estaban tan
cercados como de antes é mas sin peligro el campo
de Espafia de so artillería de Francia, 7 no salla
hombre de los franceses á comer uvas, qne luego no
era tomado,
CAPÍTULO CLXXXVIL
De la tnlelon qae bltieron los 4e Roca GaiUense.
A 14 de Agosto los de Boca Guillermo enviaron 4
decir á los franceses que estaban en Gaeta é á Mon*
sieurde Alegre, que les embiasen allí gente qua
ellos se les darian, 7 prenderían al Alca7deel qual
era Don Tristan de Acufia, que sabían mu7 bien co«
mo otro dia había de bajar á misa, 7 que allí lo pren«
derían , é se lo entregarían con la fortalesa ; 7 asi
como lo dijeron se concertó : 7 prendieron á el AK
DON FERNANDO
CAyde y lo lloTaron ni pié do la fortalosa, y roqui-
rieron á tros hombres que oslaban dentro que se
diesen, que sino qne degollarían al Alcayde, y res-
pondió uno de ellos qne si lo dejaban de degollar
por falta de oucliillo que toinason su puñal, que les
oohaba, y eohóles su pufial ; y que si gana tenían,
qne lo degollasen, que ni por eso se le habla de dar
el Castillo hasta que se lo ocharan encima, y que
ellos lo entendian defender é comenzáronles de ti-
rar. B oomo el Gran Capitán supo la nueva, envió
allá á Pedro Nayarro oon mil peones á socorrerlos, é
fué aqnella nooho por partes de la sierra y llegó
á media noche á la f ortalesa , y preguntóles quien
Tivia y dijéronle los de adentro Espafia, Espafia , é
dijoles estonce como era Pedro Navarro, é fiao su
gento dos partes, y la mitad mandó que entrasen
por debajo en la Villa, é el oon la otra mitad entró
por lo alto, de manera que de seis cientos franceses
qne dentro estaban , pocos escaparon de muertos 6
presos; é estos seiscientos franceses que allí estaban
é vinieron á prender el Aloayde é tomar la villa, en
la hora que allí llegaron enviaron á pedir mas gen-
to á Gaeta, para sostener Boca Guillermo , y los do
Gaeta les tornaron á enviar otros seisoientos hom-
bres ; los quales yendo por el camino , los villanos
de un lugar qne estaba par del camino, el cual se lla-
ma Itro, supieron el desbarato que habla echo Pedro
Navarro en los de Roca Guillormo , é 'pusiéronse
ellos en un paso, y prendieron y mataron todos los
seiscientos franceses, que iban al socorro ; y con los
que prendieron vinieron ante el Gran Capitán ; é
traíanlos atadas las manos, y muchos de ellos traían
mugares que se habían hallado aquel día al poso
peleando; é así entraron aquel día al Gran Capitán
por Castellón donde estubieron' fasta cinco de Oc-
tubre.
CAPÍTULO OLXXXVIII.
De como el Diqíe Vilentino escribió al Graa Gipltaa.
Murió el Papa Alejandro á 18 dias de Agosto, afio
susodicho de 1503, y el Duque Valentino, su hijo,
escribió al Gran Capitán ofreciéndose al servioio del
Rey de Espafia, y envió á llamar á Próspero Colona
diciendo que le qneria entregar su estado, é oon
esto el Gran Capitán envió al Próspero Colona, é oon
él á Don Diego de Mendoza, con muy buena gente de
hombres de armas y peonaje. Y después do la muer-
te del Papa Alejandro eligieron por Papa en Roma
á un Cardenal muy viejo, é ovo alguna contienda
en la elección entre los Cardenales , é detúvose la
elección algunos dias, é en cabo eligieron al dicho
Cardenal, el cual se llamó Pío tercero, é murió que
aun no vivió treinta dias cabales ; é después eligie-
ron al Papa Julio Segundo, que fué el Cardenal de
Vincula Sancti Petri ; é la gente que llovó el dicho
Próspero Colona para Roma, que el Gran Capitán
díó, fueron quinientos hombres de armfts é doscien-
tos ginetes, é dos mil y quinientos infantes de or-
denanza, y cuando llegaron ya habían elegido Papa
en Roma^ ca Próspero Col'^na «h% •non su intención
É DOft A ISABELA 709
de dar favor al Cardenal Colona sil hermano par»
si pudiese ser Papa. El Próspero Colona y Don Diego
de Mendoza, oon toda aquella gente entraron en
Roma, y el Duque Valentino después de le^ haber
entregado el Próspero lo suyo, acordó de se ir para
los franceses que venían al socorro do Gaeta, y allí
oonoderon el engafio del Duque Valentino.
B los espafioles en Roma, vino el grande socorro
de Francia que venia á Gaeta, é cerraron las puer«
tas de Roma los de la ciudad que no los dejaron en*
trar hasta que saliesen Próspero yjDon Diegojde Men-
doza, y así salidos de Roma se volvieron al Gran
Capitán,
Partió el Gran Capitán de Csitellon, Viernes á 6 do
Octubre, é como supo la venida de los franceses, 6
fué aquella noche al rio Garellano, y otro día pasó
el rio é fué á Roca de Vanda, que estaba por los
f ranoeses, y así dejó gente sobre ella é se pasó otro
día Domingo á San Gorman, é allí so hizo fuerte.
Viernes á 13 dias del mes de Octubre se juntó la
gente francesa toda, así los que vonian oomo los do
Gaeta, al rio Garellano. Venia por Capitán general
do la gento del socoro el Marqués de Mantua, é fizó-
se un muy gran número de gente é muy armada é
con mucha artillería, porque allende de la gente
francesa, venia gente de Florencia é Bolofia, é Sena,
é Mantua, é Ferrara, donde es cierto que era muy
mayor ejército que no el del Gran Capitán, é toda
la dicha gente junta pasó aquel día el rio Garellano,
capítulo CLXXXIX.
Oe Roca Seea, y de lo qae eade teaeeltf •
Asentaron los franceses ooroo sobre Rooa Seca á
16 del dicho mes, qne es junto oon el Garellano, y
tenia puestos allí el Gran Capitán mil é doodentoa
hombres, y los capitanes de ellos eran Pisarro, Vi-
llalva , Zamudio, Mareado y Espejo. É el Marqués
de Mantua les envió un trompeta amonestándoles
que saliesen é dejasen el lugar, donde no, que loa
haría piezas ú lo tomaba; esto era por qne primero
al pasar, cuando la gente de Francia pasó por alU
viniendo de Roma, les había fecho otros requeri-
mientos qne sacasen provisiones al campo, y oUotf
respondieron que no había provisiones aÚi, que fue-
sen á San (Merman que allí se las darían ; é como vie-
ron venir el trompeta, Villalva y Pizarro salieron á
él é oída su. embazada, Villalva sacó nn cordel, y
oon él lo ahorcaron do nn olivo, do lo qnal el Mar-
qués recibió muy grande enojo de la muerte del
úompeta, porque era hombre á quien tenia mucho
amor, y decía que no daría vida á ningún espaftol
que tomase, é acordó Inego de combatirlos, é luego
batió la artillería é allanóles un gran pedaao de Is
muralla ; y luego los franceses apretaron el comba-
te; é los espafioles notan solamente se oontentaroa -
oon defender el lugar, mas salieron á pelear é floié'
ronlos rotraer fasta detrás de su artillería, é matáron-
les mas de quatrocientos hombres, é ganáronles U
artillería, é porque cargó todo el ezército é era me-
nester mucha gente para anancarla^ no la padiero||
^^0 0BÓNI0A8 DE LOS
lleyar,7 iaf tomaron •! dioho lagar con atU vioio-
lia, é aatuTieron alli loa franceaaa en la llana de
Boca Seoa Impedidoa con laa maohaa agoaa que llo-
vía, qae llovió en aquel medio tiempo tantas aguas
qne era espanto ; y él Oran Capitán nunca hada
«no pensar cómo les burlaría, 7 los franceses traba-
jaban de dar batalla, 7 el Gran Oapiton decia: si
me quieren aquí esto7; los qnales nunca osaron ir
donde estaba el Gran Capitán. E otro dia, deepnes
de la pelea susodicha, acordaron los franceses de
tomar á combatir á Roca Seca, é súpolo el Gran
Capitán que estaba ocho millas de allí, como dicho
es, en San Germán, 7 acordó de Teñir á los socor-
rer luego si les diesen el dicho combate ¡ é supiéron-
lo, é dijese por el Beal de los franceses que venia el
Oran Capitán sobre ellos, ó levantaron el Beal é tor-
naron á pasar el Garellano, é como el Gran Capitán
ya venia ó supo la levantada del exército de los
franceses, volvióse para San Germán, donde á dos
dias tornaron otra vea los franceses á pasar el Ga-
rellano hioia la parte donde estaba el Gran Capi-
tán, é fueron á aposentar á un lugar que llaman
Aquino, de donde fué Santo Thomis de Aquino, que
era seis millas de San Germán ; é des que vieron que
•1 Gran Capitán estaba de asiento, fuéronse de alli
é retrajéronse hasta Ponte Corvo que estaba quatro
millas atrás, é á causa de ser el dia mu7 lluvioso, é
, mu7 fortunoso de aguas é |vientos, no los alcanaEÓ
•1 Gran Capitán, é no se dio batalla ; que asi como
ae supo qne se movia, salió de San Germán con toda
la gente , é fué tanta el agua que llovió aquel dia,
que aunque el Gran Capitán se dio priesa, no pudo
mllegar hasta que los franceses acabaron de pasar el
tío, é desque esto vido se volvió á San Germán.
Esto fué ó 21 dias del mes de Octubre, é de allí en-
vió estonces socorro á Pedro de Paa, capitán que
estaba del cabo de Garellano, é envióle doscientca
gineteaé por capitán de ellos ó Figueredo, Alcayde
de Moron, 7 en su compafiía al capitán Carbajal,
porque creyó que los franceses iban allá sobre ellos
al castillo que estaba cabe la puente, por donde ha-
blan de pasar ; 7 el dicho Pedro de Paz tenia sus
reparos hechos de la parte de Ñápeles, en canto del
agua con sus minas, por donde andaban, por causa
de la artillería que los franceses alli habían envia-
do delante, la qual los daba mucha guerra 7 todo
cuanto en el castillo tenían pasaron á las minas; 7
tenia consigo doscientos hombres de armas, é qui-
nientos soldados del Reamen, los quales como vie-
ron venir los franceses , tan de hecho desampararon
sus reparos 7 comenzaron á huir, que si los hombres
de armas allí no eatubieran , pasaran los franceses á
donde quisieran ; lo qual como Pedro de Paz vido
huir los villanos, cabalgó en un caballo 7 comenzó á
detenerlos á palos 7 lanzadas, los qnales dejaron las
armas 7 votaban á huir que no podía con ellos; tanto
fué el miedo que ovieron de la mucha gente ¿rance-
aa, 7 gran artillería que vieron venir ; é alli le mata-
ron á Pedro de Paz el caballo de un tiro de artillería;
é tomó luego otro trabajando por volver alguna
gente, y fueron muy pocos los que volvieron.
RETES DE CASTILLA.
E llegados loa franoeess, trabajaron de pasar U
puente de piedra, é Pedro de Paa con loa que tenia
la defendieron muy eafonadamente, é fué coaa da
maravilla que á tanta gente la pudieron defender;
7 con la gente que el Gran Capitán lea envió, como
dicho ea, de socorro , se esforzaron mucho é la de-
fendieron , é pelearon con los franceses tres días
con sus noches á botes de lansaa, sobra la paente, y
siempro la defendieron baata tanto qne el Gran
CapiUn vino 7 se asentó á vista de los franceaes i
tres tiros de baUesta del Garellano de U parte don-
de eaUban los espafioles, é mandó á Pedro de Paa
que dejase la puente desamparada para que paaaaea
si quisiesen los franceses; é estonce aaentó bien su
campo 7 mandó á Pedro Navarro quemaae la puen-
te, el cual fué 7 quemó lo que era de madera ; 7 loa
campos asenUdos uno de un cabo del rio 7 otro del
otro, el Gran Capitán mandó aaentar el artillería há-
dalos franoesea, 7 tirar,7aai mismo hadan los fran-
ceses, donde se mataba harta gente, 7 foé maravi-
lia que en cuanto tiempo allí eatnbieron loa campea
el uno á vista del otro, no murió hombre del campo
del Gran Capitán de tiro de la artilleria francesa,
salvo un dia que á causa de la gran hembra que
había en el campo del Gran Capitán, toda la mas do
la gente andaba fuera del campo, buscando provi-
siones para comer, é los franceaes sintieron la fla-
queza de la hembra 7 noceeidad que en el campo
del Gran Capitán había, 7 ordenaron de paaar so-
bra una puente que Ubian hecho sobra galeras en lo
quebrado de la puente ; 7 pasaron á mas andar
cuantos pudieron, 7 el Gran Capitán desque supo
que pasaban mandó tocar laa trompetea 7 tambo-
ree, el qual se halló con mn7 poca gente, que en
todo su campo no habia de hombres de armas é gi-
netes é infantes cinco mil hombres, con los qudea
fué á la puente, 7 7a habían pasado haata quatro mil
franceses en los quales dio é peleó con eUos en qne
los desbarató ; é de muertos é de ahogados ovo en
los franceees mas de dos mil, que por huir se lanza-
ban en el agua, en el rio, 7 todo esto á visU dd cam-
po de los franceses, d rio en medio, é aseetada su
artillería é flechería de los franceses.
El Gran Capitán andubo en esta pdea, pdeando
á pió, con una alabarda en las manca, oomo muy
esforzado varón, 7 llegó hasU la puente peleando
7 no cesó hasU que los hizo tomar á paaar de la
otra parto, é ovo banderas de las del Gran Capitán
qne pasaron detras de los franceses á la otra parte
con eUos ; 7 d Gran Capíton,des que vido la buena
ventura 7 el vencimiento que Dios le había dado
mandó tocar las trompetos á retraer toda su gento-
7 al volver que se volvían disparó la gran artille-*
ría francesa, é matóles trdnto hombres de ordenan-
za ó dos glnetes é cinco hombres de armas : é lue-
go esa noche vdvió á mandar d Gran Capitán á
Pedro Navarro que fuese 7 quemase aqueUa pnen-
to, d qual fué 7 la quemó aqudla noche con toda la
guardia que en ella estaba guardándola, de lo qual
los franceses fueron mu7 espantados, 7 Uenos de
temor, y de allí en addanto no coraron de htcer
DON FEBNANIX)
inai poeniefl. B dei que el Harqaés do Mantua, Ca-
pitán gen«ral de loe franoeeoe, vido la f erooidad
del Gran Oapitan, 7 de todoo los injos, y de oomo
■e metiantan sin temor en loa franoeeee y no lea te-
mían, ni á ■na grandea artiUeriaa dijo :^« agora oreo
yo qae loa eepafiolee no aon hombree, aino diablos,
pues que pooos é mnohoe, ni muohoa á pocoe ningon
temor eniefian »; é oomo caballero docto é diestro en
la gnerra, que él era, oonoció la gran prudencia del
Oran Capitán, y su muy grande esfuerzo y habili-
dad, y la obediencia y lealtad y muy buena volun-
tad que todos los espafiolea le tenian, é yido la gran
gana oon que todos peleaban, conoció que era im-
posible los franceses prevalecer en esta demanda,
cuanto y mas por las Tictorias habidas por el Qran
Capitán, que en reoordarse de ellas no habla cora-
zón contra el Gran Oapitan ni sentido que bastare,
y fingió que estaba malo y que se queria ir á Boma
á curar, de lo qual los franceses foeron muy mal
contentoa é ovieron enojo. Mosinr de la Tramulla,
é Mosiur da Alegre, é Mosiur de la Vite é otros ca-
pitanes, diciendo contra el Marqués de Mantua que
para qué se habla encargado del campo ai entendía
dejallo ; el qual respondió que el había prometido
al Rey de Francia de deeceroar á Gaeta, y que ya
lo había hecho, que el no quería pelear con el Gran
Capitán, ni con los espafiolea, que ya los conocía, y
con esto se despidió, y se fué en Roma, y quedaron
por capitanes mayorea Moaiar de la Tramulla, é Mo-
siur de Alegre, é por Capitán jgeneral sobre todos
el Marqués de Saluda, que era Mosiur de Saluces.
Antes desto el Domingo, 6 días del mes de No-
TÍembre, haUa entrado el Gran Capitán en consejo
con los otros sus capitanea sobre ver lo que se debia
facer sobre las muchas necesidades que había en
el Real, á la qual causa la gente se iba, y el parecer
de todos los capitanes fué que se retragesen atrás
á la ciudad de Capua que es muy fuerte, y que alli
se podía sof rir, y que allí espen^sen á los franceses,
6 esperasen á que pasase el tiempo fortuno; é res-
pondió el Gran Capitán, después que todos habían
dicho, é dijo: «Sefiores, lo que é mí me parece es que
nunca Dios quiera que tid cosa se haga, que yo
acuerdo de antes ganar dos pasos adelante, aun-
que sean para mi sepultura, que tomados atrás para
mi aalvacion y remedio»: y con este acuerdo queda-
ron el Domingo 6 diaa del mes do Noviembre, un
dia antes de la batalla; y luego Lnnea 6 de Noviem-
bre fué la dicha batalla de la puente, que los fran-
ceses hicieron como dicho es.
CAPtrULO CXC.
De COBO te tomé á Gaeta.
Mértes siguiente, á 7 de Noviembre, se pregonó
la batalla en el campo del Gran Capitán contra los
franceses, porque ellos la enviaron á demandar al
Gran Capitán, é el Gran Capitán se la otorgó, y les
envió á decir que él se profería, que hasta que toda
su gente fuese pasada y toda su artillería, que nin-
gún acometimiento les faria. por ende que todos
É DOff A ISABEL.
711
pasaaen que á todos juntos quería esperar, y aco-
meter ; é los franceses no osaron pasar, é por mtié-
trar corazón diciendo que no temían, embiaron á
demandar batalla; que de antes fasta aquí buscaban
por donde pasar á hacer guerra é dar batalla al
Gran Capitán y pasaban por donde podían é facían
mucho por pelear, é desque el Marquée de Mantua se
fué, temían que el Gran Capitán pasase á ellos, é
velábanse é guardábanse; de lo cual sintió el Gran
Capitán, y dende en adelante trabajó por ver sí po-
dría él pasar á ellos.
En este tiempo acaecieron muchas escaramuzas,
que aquí se dejan de escribir por no facer larga es-
críptnra, é fué una de esta manera, para en que to-
men ejemplo los cobardes. El Gran Oapitan había
dado el cargo de una torre que está en el Garellano
abajo del Real de los franceses, é acaso el Gran Ca-
pitán envió á llamar á Pedro Navarro, é vino al Real
é dejó encomendada la torre á los que allí tenía que
eran quince hombres, é el uno por Capitán, y pasa-
ron los franceses con barca é artillería, é combatie-
ron la dicha torre de manera que se ovieron de dar
á partido los de la dicha torre que la dejaaen y se
fuesen, é ansí salieron de ella é se vinieron al Real
del Gran Capitán, y como se supo que venían aalie*
ron algunos peones á recibirles y preguntáronles
como venían y dejaban la torre, é antes que ellos
diesen razón de sí de como venían loa mataron é hi-
cieron pedazos, de lo qual mucho pesó al Gran Ca-
pitán.
El Gran Capitán pensó hacer una puente para
pasar, é túvoae el secreto para sí, y mandó venir
muohoa carpinteros de Ñapóles, é mandó hacer
grandes minaa junto oon el agua del río, é mandó
traer mucha tablazón, é que comenzasen de hacer
puentea debajo de tierra, por cauaa de el artillería*
Los carpinteros comenzaron de hacer lo que el Gran
Capítan^les mandaba, y los franceses como oían loa
golpes tan grandea de los carpinteros paaaron toda
la artillería al cabo donde oían loa golpes dioiendo
que el Gran Capitán acordaba pasar por allí, y fin
gíó tenerles miedo, y levantó el campo á mas andar
dejando muchas tiendas armadas, y vínose á César
Y los franceses desque esto vieron esforzáronse di
dendo que huían y descuidáronse esa noche.
El Gran Capitán desque fué retirado allí y vido
que los franoeaes no hacían tanta guarda como ha*
cían, mandó á todos los capitanes que en anoche-
ciendo estuviesen sobre aviso, para desde media
noche en adelante que había de partir de allí el
qual no les avisó de mas. Era este dia Jueves 28 de
Diciembre, y venida la medía noche mandó cabalgar
á cada Capitán con su gente y que fuesen tras de
él, el qual llegado á cierto lugar del Garellano, de
parte de arriba de los franceses seis miUaa, mandó
poner la puente que él llevaba ordenada, que los
carpinteros habían labrado sobre maromas é made-
ras, sus tablas clavadas y trabadas, las qualea tablas
llevaban sus ahugeros hechos y no hacían los maes-
tros sino asentar é clavar una con otra; é la puente
hecha y asentada, pasó ^ Qrim Oapitan con tres mil
ítt
ORÓHICAS DE LOS BETE8 DE OASFILLA.
peoDOiy lo« dos mil espafioleSi é mil iJemanes j
blata oi«D caballos, 7 siendo pasada ssU gente sa
bondió im pedaso de la paente, y llegó mío á decir
al Oran Capitán: O sefior, 7 como somos perdidos,
«ine nuestra paente se hunde qae 7a no pnede pasar
más gente, respondió el Oran Capitán sin ninguna
alteración: «Fulano, no se os dé nada, que los que acá
estamos les acometeremos 7 Tenoeremos, 7 los nues-
tros que de aquella parte quedan irán á pasar por
«n puente 7 darán en las espaldas do ellos; 7 esta
tomo 70 por mejor sefial de todas las que me podian
Teñir, para que en mas se tenga lo que bublóremos
de hacer j £ luego arremetió á un lugar que estaba
junto que se llama S07 é lo tomaron, é prendieron
dentro setenta hombres de armas, ó arremetieron
con otro lugar que se llama Castllloforte, 7 también
tomaron en él 80 hombres de armas de los ñ-ance-
nes. E luego esa madrugada, Viernes al amanecer,
á 29 de Diciembre, antes que amaneciese, el Oran
Capitán acordó de ir á dar sobre el Real de los fran-
ceses, 7 de toda la gente que tenia hiso hacer dos
batallas, é con dos banderas, é envió sus corredores
delante á Ter de que ñ>rma estaba el campo de los
franceses^ é él siguió su camino con su gente en
<Men, é los corredores Tolyieron 7 dijeron al Gran
Capitán como el campo de los franceses iba á Ta-
llado camino de Qaeta. Estonces el Qran Capitán
dio toda la priesa que pudo á su camino hasta que
los alcanió, 7 fué dando á ellos 7 peleando con olios
basta un lugar que llaman Mola, que está en el cami-
no. Allí acordaron los franceses hacerse fuertes con
la artillería menuda, 7 esperar, porque aquella no-
che, como supieron la pasada del Gran Capitán el
Garellano, acordaron de enviar el artillería gruesa
por mar, en las barcas á Gaeta, 7 con ellas el Se-
flor Pedro de Médiois florentin; é embarcáronse con
mar en bonan9a, é antes que llegase á Gaeta, una
milla, IcTantóse tan gran borrasca, que se ahogó él
y cuantos iban en él, 7 oa7Ó la artillería en la mar,
la qual el Gran Capitán biso sacar después.
Ansí qne, siguiendo el alcance tras de ellos el
Gran Capitán con su gente, como dicho es, se pu-
sieron con aquella artillería menuda en defensa en
aquel lugar dt Mola.
CAPÍTULO GXOI.
De eoBO el Gnn CapIliB los taeó de allí é lot lleré basta Gaeta
fajendo, é de como eayd del caballo.
Pensaron los franceses de esperar allí en la entra-
da del lugar que era fuerte, 7 como el Gran Capitán
lo yido, acordó de apearse, 7 con los alemanes por
allí combatirlos, é la otra gente enviarla por la
sierra con Pedro Navarro, para que por arriba en-
trasen é les atajasen, para tomarlos en medio; é es-
tando an este parecer, tropezó el caballo del Gran
Capitán, 7 dio consigo 7 con él una mu7 gran cal-
da, de lo qual pesó mucho á todos los 8U70S que lo
vieron, porque lo tuvieron por mu7 mala sefial, é
porfiaron con él que no combatiese con su persona;
ar^pondió á los que 90 lo deoiao : é a 4 decíalo por la
sefial de mi csida, no pnede ser mejor sefial, que puse
la tierra nos abrasa, sefial es que nos quiere, 7 que
habernos I107 de vencer é ser sefiores de la tierra.»
Entonces apeóse, 7 púsose á par de la bandera do
los alemanes con unas corssas vestidas, é una ro-
dela abrasada, é una espada en la mano, 7 ssí sa
adereiaron los flamencos, 7 como los fnmoeses lo
vieron ordenar el combate, é subir la gente por la
siena, desampararon el lugar 7 artillería, 7 comen-
saron de huir camino de Gaeta, é el Gran Capitán
é los S1170S los siguieron, é fiso tan grande agua
aquel dia que fué cosa da maravilla, é siguiéronloa
hasta entrarlos en Gaeta, que fué mas de doce mi-
llas el alcance, en que murieron de los franceses,
con los que se ahogaron en las barcas, mas de quatro •
mil hombres; 7 tomóse con toda su gente el Gran
Capitán aquella noche á Castellón, que es quatro
millas de Gseta, donde se reparó 7 recogió toda su
gente. Otro dia, Sábado siguiente, salió el Gran Ca-
pitán de Castellón con toda la gente de su campo,
ansí con los que había el dia de antes peleado con
los franceses, como con los otros todos que ahí
no se acaecieron, é quedaron del cabo de Carelia-
no, ca todos habian llegado, ssí aquellos como los
que habían quedado atrás, 7 tomó la via de Gaeta,
7 algunos peones que iban delante, entraron por
el monte de Gaeta, que no ovo resistencia qua se lo
defendiese, diciendo Espafia, Espafia, é subieron
encima de lo mas alto del monte, 7 pusieron una
bandera encima de una torre que estaba encima,
que llaman la torre de Orlando. T oomo el Gran
Capitán 7 la gente que por el camino iban vieron
la bandera 7 la conocieron, dieron mucha priesa en
llegar 7 asentar las estancias á la ciudad 7 castillo,
que 7a se habian reoojido toda la gente dentro hu-
7endo, é asentó su campo sobre Gaeta, é mandó con
mucha priesa traer el artillería para combatir la
ciudad, especialmente el artillería que el día antes
les habla quitado, que fueron treinta 7 cinco piesas
las mas hermosas que nunca se vieron, que eran la-
drones 7 tres culebrinas, é los otros gerifaltes é
f alconetes, é con ellos mas de dos mil caballos, é
otro mu7 gran despojo, é el Gran Capitán se apo-
sentó en el monasterio de Santa Cathalina que está
en el dicho monte, que es el mas próspero monss-
terío de aquel rcTUo; 7 como el artillería fué lle-
gada, comenzó de tirar á la ciudad; 7 luego vino
de la CSudad un camarero del Capitán general Mar-
qués de Saluces en que suplicaba á su sefioría del
Gran Capitán le quisiese dar licencia para salir á
hablarle; el qual le envió á decir que saliese que él
holgaba del lo; el cual salió por el postigo de una
torre, 7 descolgado por una escala del adarve abajo,
el qual salió en cuerpo 7 sin armas, vestido un sa70
de brocado é un jubón de carmesí blanco, é fué del
Gran Capitán mn7 bien recibido, el qual así como
f aé hincó las rodillas delante del Gran Capitán llo-
rando de sus ojos, á el qual el Gran Capitán consoló
7 lloró con él; 7 después de se haber fecho las cor-
tesías, 7 abrasado, se tomaron mano á mano 7 ficie-
ron sus conciertos, y Mosinr el marqués s^ yo)víó 4
DON FERNANDO
Ofteta, é TolTieroB i Mentar el partido él é Monsiur
de Corso, é Santa Colomai y el bayle de Hijon, é
f aé qoe pidieron á el Gran Oapitan qne les diese é
Mosiur de OTeni y á todos los presos que tenia de
la parcialidad de Francia, é á Mala Erba y á todos
los qne tenia en las galeras, é qne le darían á Qaeta
é todos los castillos qne en el Reamen estaban por
Francia. El Gran Capitán les respondió que á él le
. placía de darles lo qne le demandaban, ecepto los
prisioneros Italianos, que estos por cosa del mundo
no se los daría. Los caballeros franceses ovieron sn
acuerdo, é tomaron á responder que pues Dios tan-
tas tiotorias le habia querído dar, que fuese oomo
él quería y que no querían los italianos en su com-
pañía, ni que Dios por mano de ellos les hiciese
bien, y que quedasen fuera del partido.
Ved qué gentil pago UcTaron los que fueron trai-
dores de los italianos, y qué bien agradecidos fue-
ron los franceses á quien por ellos se perdió, y ansí
fueron concertados: el Gran Capitán y los caballe-
ros franceses dieron su seguro sobre ello, y rehenes
para estar por ello y cumplirlo ansí, é dio el Gran
Capitán en rehenes á su sobríno Don Diego Fernan-
des, y al Capitán Pedro de Paz, y de su parte do
los franceses vinieron otros tantos capitanes, y sa-
caron los franceses por partido que á toda la gente
que en Gaeta estaba, que eran mas de quatro mil
hombres de á caballo, que á todos diese el Gran
Capitán salvo conducto para ir hasta Roma, el qual
se lo otorgó con condición que les diesen las van-
deras que hablan quedado por tomar, con lo qual
se convinieron aunque les fué muy penoso; y esto
hizo el Gran Capitán por acrecentar mas en la hon-
ra de Espafia; y el Gran Capitán envió por todos
los prísioneros franceses, é por el virrey Mosiur de
Oveni que Don Femando de Andrada y los castilla-
nos hablan prendido en la batalla de Calabría, é
venidos todos, é dadas las banderas, é dados los se-
guros é salvos conductos, é destrocados los rehenes,
é entregado los prisioneros é los castillos que esta-
ban en el reyno por Francia al Gran Capitán y to-
das las fuerzas de ellas, las carracas y galeras se
llegaron al muro de la ciudad á donde el Marqués é
Mosiur de la Tramnlla y Mosiur de Alegre y los
grandes sefiores de Francia se embarcaron y con
ellos mucha gente francesSi en una gran carraca, é
allí embarcó Mosiur de Oveni, Virrey, al qual el
Gran Capitán aoompafió hasta allí; y desviándose
un poco del Gran Oapitan para entrar en la barca,
le dijo y demandó licencia tres veces diciendo:
Monseor donaU miM UcenHam: el Gran Capitán le
respondió: Monseor por vos la tenéis, dos veces , é
Mosiur de Oveni volvió á decir la tercera voz; Mon-
seor dónate mihi UcenHam: y el Gran Capitán res-
pondió Monseor yo os doy licencia qne podáis ir
en Francia libremente; el qual cuando esto el Gran
Capitán le dijo, hincó la rodilla en tierra hacia el
Gran Capitán, y le hizo gran mesura, y se levantó
y entró en la barca, y se embarcaron todos los fran-
ceses que pudieron ir en la flota ; y los que queda-
ron quedamn haciendo los mayores llantos del
É DOffA ISABEL* ÍIA '
mundo, temiendo la Ida por tierra, y el Gran Capi-
tán les dio cédulas de salvo conducto; y juntábanse .
muchos y ponían la carta cédula en la punta de uua
vara de lanza hendida, y así partieron cada uno co-
mo mejor pudo, los quales los mas del los fueroa
despojados é muertos é destruidos, é muy maltrata-
dos de los de la tierra, é de los lugares por dond^
pasaban, é de gente desmandada del campo. del
Gran Capitán que nunca pudo poner remedio; é
como ellos habian hecho mucho dafio en la tierra
por donde iban, los aldeanos los querían comer á
bocados, de manera que bien aventurado se halló
ol que de ellos pudo llegar á Roma con caballo, ó
aun con sayo, ca los desnudaban en cueros, é de frío
é de hambre se morían por los caminos, que era lás-
tima de los ver, é después en Roma por los hospi-'
tales se morían muchos de los que allá llegaron de
la lacería pasada, de manera que de una manera ó
de otra fueron todos perdidos y mal aventurados.
£1 Gran Capitán quedó en Gaeta descansando y
holgando, haciendo muchas alegrías, dando mucliaa
gracias é loores á Nuestro Sefior por tantas merce-
des como le habia fecho é por tantas victorías como
le habia dado, é estubo en Gaeta hasta 14 dias de
Enero del comienzo del afio de 1504, y dio la gober-
nación de ella, y la tenencia del castillo á Luis Her-
rera. E esto fecho, fuese para Ñápeles á entender
en las cosas de la gobemacion del Reyno, y enviar
gente sobre Luis Dasta que estaba en Venosa, y
tenía por allí algunos lugares en contra; y el prín-
cipe de Resano estaba también rebelde en su tierra,
y el conde de Capacho eso mismo, y el conde de'
Oonbersano, en sus tierras asi mismo estaban rebel-
des. E como el Gran Capitán llegó á Ñapóles ado-
leció de una gran enfermedad que pensaron que
oviera peligro, y Dios lo remedió y sanó.
CAPÍTULO CXCIL
De lo que hlio d Gris Capitán despoes qve tomó i Gaeta, é co-
mo dio por traidorea á loa priselpea qve andaban con toa fnn-
ceaea é lea dtd plazo para qoe ae Tlnleaen A «aWar, é de eomo
repartió la f ente por ol reyno, 6 dió A los capitanea á cada nno
an galardón; y de como y qnando acabó la conqniata.
Fué Pedro Navarro por mandado del Gran Capi-
tán sobre el Conde de Capacho, y en llegando se le
dió y entregó todo lo suyo, é fuese para Roma con
sus fijos é múger mal aventurado. Luis Daste se dió
también y entregó todo lo que tenia, é pasóse en
Francia, é estuvo sobre el Bartholomé Aviano.
El Comendador Solis fué sobro el príncipe de
Resano, y lo tomó á él é á otros ocho varones suyos
con él; é la dudad de Resano dió quince mil duca-
dos por que no entrase la gente de guerra dentro,
por que no la metiesen á sacomano: dieron aquello
para ayuda de pagarles el sueldo, y no fué poco
acabarla con los soldados. Suman los franceses que
murieron en dicha conquista despucs que el Gran
Capitán entró en Barletta hasta que salieron de Gaeta,
que la ganó el Gran Capitán, que puede ser un afio
y medio, catorce mil quinientos treinta y seb en
714
GBÓNI0A8 DE LOS BB7ES DE CAfiTlLLA.
batallM é enoventiros, sin lot qae murieron de do-
lendas, que fueron más de otros tantos , sin los que
mataron los villanos. Fueron presos en Teces mas
de seis mil hombres; y no murieron en encuentros,
en batallas ni en combates doscientos hombres de
la gente del Gran Oapitan, dejando los que murie-
ron en el cerco de Qaeta.
Fin> el Gran Capitán Cortes en Ñipóles, donde
vinieron todos los grandes del reyno, y por ellos fué
obedecido en nombre del Rey Don Femando, Bey de
Espafia, de Ñápeles Femando III. Allí dio por pre-
gón real por traidores é los príncipes y traidores
condes que habian sido y eran de la parcialidad de
Francia, y les puso término para que si en tanto
tiempo no venian á obedecer al Rey de Espafia, Rey
de Ñápeles, que procedería contra ellos: é luego re-
partió la gente que tenia por el reyno, é él quedó de
asiento en Ñapóles , é ftzo mercedes á los capitanes,
é á todos los espaftoles y italianos que con él an-
daban dándoles villas é castillos en tenencias á cada
uno, según habia servido, é de allí puso mucha jus-
ticia en el reyno é fué muy amado de todos é de
todas las comunidades ; é sonó su fama é victorias,
é hazafias entre todos los christianos; é allí se le
vinieron á ofrecer muchas provincias é reynos con
muchos presentes é joyas, que le enviaron por tener
su amistad, é se le ofrecieron á su servicio y man-
dado: ansí que acabó la conquista de todo él reino
de Ñápeles, en fin de todo el afio de 1503, é gobernó
el Gran Capitán el reyno en mucha paa y concordia
y con mucha justicia cerca de tres aftos hasta que
el Rey Don Femando fué allá personalmente y se
lo entregó en el mes de Noviembre del afio de Nues-
tro Redemptor de 1506. D§o Oratioi.
CAPÍTULO OXCnL
n« la tcdoa y JatUelt que d Rey Don Fentnáo tavo y tiene al
Reyno de Ñapóles.
De la acdon y justicia que el muy noble invictí-
simo Rey Don Femando de Espafia tuvo y tiene al
Reyno de Ñápeles, según lo que yo he leido y al-
canzado á saber, quise aquí esorebir por que los que
no lo saben hayan plaoer de lo saber, y los que lo
saben verán si yo digo verdad, y si en algo errare
6 discrepare por no haber leido la crónica de ello,
remíteme y sométeme á la verdad.
Ya es dicho como en el afio pasado de 1503 ma-
ravillosamente nuestro Sefior dio al Rey Don Fer-
nando el Reyno de Ñapóles, según y muy mejor
que él lo quería ; que quería U mitad por razón de
su patrímonio y acción y se contentaba con ella, y
no consintió Dios Nuestro Sefior sino que lo oviese
todo pues le venia. Debéis de saber que antes de
estos tiempos, pudo haber poco mas ó menos 180
aftos, en tiempo del Papa Alejandro IV que imperó
en Roma siete afios, reynaba en Sicilia Oitraf aro, y en
el reyno ó isla de Sicilia ültrafaro, que era todo un
reyno, é se llamaba todo Sicilia, un Rey llamado
Manfredo, cuyo era aquel reyno de una parte y de
otra. Entre él y el Papa parece que ovo división ó
algún gran inconveniente ó desconcierto, 6 serla pof
el tributo que la Iglesia solia tener en aquel reyno ó
por otro caso, y como quiera que fuese, el dicho Papa
descomulgó al dicho Rey de Sicilia Manfredo, segon
está en Faeicului tomponcm, que dicen en la letra
ó lectura de este Alejandro : %$té Alexandár gumdam
Mas^redum pseudo-Bégem^SidUm exeomwdeaifit;
y este Alejandro murió, y fué luego Papa Urba-
no IV y imperó quatro afios , y fué natural francés.
Este dicho Manfredo Rey de Sicilia, por defender su
reyno, ó por otra cosa que le fué por fuerza, Ó
por alguna sinrazón que recibió, quísose valer
por auxilio de los moros, é por ventura otro re-
medio no tubo según parece por FaeieuUu tempo*
rum don4e dice : üté Urhanu$/ugábU exereiht Sorra-
cenorum p» crticea^ rigtuUm^ qwm Manfredwm eonira
EleeUnam wUurai^ el eonUdU regnum SicÍlÍ4B comiti
Ptovmeim quifuitfraUr Begii Francia ^ utfitgareí
Manfiredum; tándem morietur ParitÜM 4Í ibidem m-
pelüur; el Magtfrtdwn po$iea vita $i rcgno privatur
per Oarohun, Vedes aquí como parece que Manfredo
metió moros, y dicen que contra la Iglesia; es da
creer que no sin causa sería , y que sería contra
quien le persiguiese ó contra quien le quería tomar
lo suyo. Esta causa por que fué no alcancé á saber;
empero en el FadoubíB no dice cómo hubo aquel
reyno Manfredo, ni á quién suboedió en él, salvo
que era Rey de Sicilia, por donde parece que el
reyno ero suyo de patrimonio ó justo título; del
qual reyno el fué quitado y privado por Glblos
Conde de Proenoia, hermano del Rey de Francia, al
qual el dicho Papa Urbano, encomendó la conquista
oontn Manfredo, el qual con la ayuda de su her-
mano el Rey de Francia é del dicho Papa , venció á
Manfredo é á los moros, y los echó fuero de U
tierra de los christianos, y prendió á Manfredo é la
tomó el reyno de Sicilia Oitra et Ültrafaro, y se apo^
deró en todo ello y mató al Rey Manfredo, y asi U
privó del reyno y de la vida ; esto dice en Faáouhu
temparum,
E sabed que lo que acaeció en la muerte de Man-
fredo, según oí decir que está en su crónica: fué que
le querían tomar el reyno, é por lo defender metió
los moros, y vencidos él y ellos por el Conde d«
Provenza que es Marsella, con ayuda del Papa y
del Rey de Francia é él preso, Garios lo hizo ca-
balgar en un asno deshonradamente y muy crael-
monte, como al menor hombre del mundo, no
mirando que era Rey y chrístiano; hizo llevarlo por
la ciudad de Palermo en Sicilia Ültrafaro, con pregón
como cuando matan á algún ladrón por justicia, y
viéndose así el Rey Manfredo ir deshonradamente
por las calles de la ciudad, rogó á los que lo lleva«
ban que le diesen un plato de avellanas y almen-
dras, é derramólas desde encima del asno sobre lo«
muchachos diciendo: muchachos, sedme testigos^
como me matan sin razón y por me tomar mi reyno,
y como hago mi testamento y dejo y mando mis
reynos á mi hija la Royna de Aragón. Y estas cosas
dichas, lo llevaron fuera déla ciudad, y lo mata-
ron. B ansí quedó (a Reyna de Aragón, su fiíaj
.<
DON FERNANDO
inoger ^ue era del Bey Don Pedro de Aragón, que
no tenia otro hijo ni hija, por sa heredera; y el
Rey Don Pedro de Aragón era muy valiente hombre,
y mny diestro en armas, y de g^an corazón, y de
esfnerso, y yengó mny bien la muerte de su suegro,
■egun de él se lee.
OAPtrULO OXOIV,
•
tt eosie qsedd Garlos njwaño en Sicilia, é de cobo ea Sielllt
Ultraftro mataron la nnlUtod de franceaes, y de lo qoe aobre
ellos diee el Fatdeuln», B del peee marino qne mnrtó en la Cí-
vica flcja, 7 de eomo el Rej Don Pedro de Aragón tomd la Isla
de Sieilia.
Muerto el Rey Manfredo, reynó en Sicilia Oitra é
tJltrtfaro Charolo, Conde de Proventa, que es la pro.
vinoia de Marsella, con favor de bu hermano el
Bey de Francia, é del Papa, é tenia muchas gentes
francesas, hombres de armas é de otras suertes en
guarniciones en los dichos reynos qne habia tomado,
especialmente en la Isla de Sicilia Ultrafaro por la
tener sugeta é á buen recaudo. E los franceses, se-
gún de ellos se dice, riempre fué gente de mal con-
cierto, é muy crueles, los qnales hicieron á los Sici-
lianos infinitas sinrazones, é fuerzas, é robos, é les
tomaban é forzaban sus mugeres casadas é donce-
llas, é dormían con ellas, é les tenían tan sojuzgados,
que no tenia comparación. Demás de esto, las novias
que casaban con sus maridos diz que las hablan pri-
mero los capitanes franceses, que no sus maridos, la
noche de la boda; y estando Sicilia en esta sujeción
tan grande, hizo un capitán una de aquellas descor-
tesías acostumbradas é una novia, hija de un
hombre honrado, sn huésped, donde posaba, que
Antes que la velasen con su esposo, le pidió el padre
por merced que se la guardase y mirase por su
honra, é no fidese con ella la descortesía que se
hacia con otras ; y porque el capitán habia sJlí re*
c'bido mucha honra y buenas obras , se lo prometió
al padre de no le tocar, é antes salvar y guardar su
honra de quien la quisiese tocar ; y después de ve-
lada, antes que su marido á ella tocase, aquella
noche primera de la boda, se la tomó é durmió con
ella, por fuerza, é el padre de la novia desque vido
tan gran descortesia y fuerza, sintióse taüto de ello,
que se mostró perder el juicio, y fingió que se tomó
loco, con discreción maliciosa, ca diz que era
hombre muy discreto, y comenzó de decir y facer
muy grandes locuras y dedr muy grandes desvarios,
y consejas, asi á los franceses como á los italianos
y sicilianos, y fuese de ciudad en ciudad, y de
lugar en lugar oon una oafia gruesa en la mano por
l>ordon , y ponia el un cabo de la caña al oido de
los sicilianos, de los cuales convenia, ansí caballo-
ros, como hidalgos, escuderos é ciudadanos, dicién-
doles que para tal dia ordenasen de matar toda
aquella mala gente francesa, en un dia cierto, y
recontábales su injuria; y á los franceses poníales
el cafinto y decíales mil desvarios, con quo roían:
y de aquí se oonoertó que tal dia en la noche on
toda Sicilia cada uno degollase sus huéspedes en la
camai quier por concierto de estCi quier on la
i DOSA ISABEL. 715
forma otra cualquiera. Venido aquel dia , cada uno
mató sus huéspedes aquella noche del concierto, y
otro dia todos los sicilianos se pusieron en armas,
é mataron todos los franceses que uno á vida no
dejaron; é fizóse milagrosamente, qne nunca los
franceses supieron ni entendieron el secreto, ni
nunca lo descubrieron las sicilianas por que tam*
poco lo supieron, por las quales se sintió más la
injuria é fizo la crueldad. Los nobles de la Isla,
desque ficieron el concierto de matar á los fran-
ceses, fidéronlo saber al Rey Don Pedro de Aragón,
é que se acercase para tal dia para les socorrer,
pues que era suyo el Reyno por parte de su muger;
el qual como lo supo se concertó con ellos, é fizo
una armada é fingió que iba á tierra de moros, é le
dio Dios tal ventura, que sin se le sentir hizo lo, que
quiso. Venido el dia del concierto, todo el reyno
donde habia franceses se puso en armas, y mataron
en una noche cada uno á su huésped los que pu-
dieron, é otro dia no dejaron francés á vida, en
que murieron , según la memoria dura en Sicilia,
sesenta mil personas de los franceses, é luego acor«
rió el Rey Don Pedro de Aragón quo estaba allí cerca
de la mar con toda su armada, y luego lo recibie-
ron en toda Sicilia ultrafaro por su Rey, y nunca
desde entonces acá hasta hoy fué quitado de ella el
real cetro de Aragón, y quedó en Reamen de Ñá-
peles el Conde de Pro venza, y estuvo hasta el
tiempo del Infante Don Alonso de Aragón y de Cas-
tilla, visnieto de Manfredo, que por el mismo título
conquistó é ganó é echó é privó de la casa de
Provenza é de Francia, é se volvió á la casa de
Aragón cuyo era é á los herederos del Rey Man-
fredo.
Y volviendo á la muerte de los franceses acae-
cida en Sicilia, ved si tal cosa fué espantosa y mi-
lagrosa y si huvo tal crueldad, y como se pudo
concertar tan hazafiosa cosa entre tan gran comu-
nidad que nunca los franceses lo supieron fasta
que fué fecho, y no parece sino que fué con gran
misterio que consintió Dios Nuestro Sefior; y ved
como fué vengada la muerte del Rey Manfredo que
muy deshonrada le dieron, é esta fué una cosa do
las hazafiosas del mundo: non potwnui dieere nisi
quod fuii ira Dei. Ved como fueron vengadas las
injurias y fuerzas do las mugeres casadas y mozas,
y las sinrazones y robos que los franceses hablan
hecho, y por sus malas cosas perdieron las vidas y
los bienes, é infinitas riquezas de caballos, é armas,
é oro é plata, é dejaron ricos á los sicilianos para
siempre: de aquí se dice que quedó por penitencia
que un Papa les dio á las mujeres de Sicilia que
anduviesen las caras tapadas por luto, por que por
ollas se hizo la crueldad en los franceses, é ansí an-
dan hasta agora en toda la isla cuando van á fuera
de sus casas las caras tapadas como las moras.
De la qual crueldad é muerte de los franceses,
antes quo fuese fecha , fué vista una terrible sefial
en profecía, ansí como algunas veces vemos antes
que venga alguna persecución ó pestilencia ó muer-
te de Bey, que vemos cometaS| ó estrellas do ramoS)
T16
ORÓNIOAS DB LOS BBTE9 DE CASTILLA.
ó otrii sefiales. Dioe, en el Faeieulm qne aotee que
matoaen los franceees en Sioilia, acaeció eato en pro-
fecía de la muerte de ellos ; de nn pece mnj grande
qne fné tomado, que era semejante á la figura de un
Jeon, ansi como aqni se sigue. Piici$ MarinuM in
mnikhuíimm Leonis eaptiufait como primo Martím
.Pop<B^ ei dabcU plantui horrihües, et addueiuB in
ürhem veterem cuneti$ oMtensmett: eum momírumhoc,
tnUgo interpretanUf ei$et ii{inum futwri de ludii quod
factum at; quia BíaUtn per Siciliam inUr fecHt
alieniffenie^ ei feühue in materno útero oedeie erude-
Uter, ei obedieniia Oardi eui regie^ etper coneequene
Ecleeim receeit^ ei Peírum Áragonum Regem aeeun^
eitf ei multa mala eeeuia $unL Ei tn orbe partíaUtoM
eurrexit, quia Frttm eonira Hamiibaldoe eum ean-
guinie efutione pugnaruni. ítem ei inter Saracenoe
multa mUia oeciea fúeruni; ei ideo non mirum quod
pairimoñium Eceleeia paiitur eolito more^ quia iem-
pue eei ui indiHum ineipiai ah ira Dei. Verum Oatro-
lúe non longé ante ]Martínum obHt bené dispoeiOe sm
quliif ei eaeramentaiue: Peiruevero tnobedienOaJUiue
infdieiier mortue eei, ex vulnere quod in bello euecepU
eieui eoleni mori pereeeutoree Eecleeia, quia durum
eei fragili homvni contra etimulum reeaXcitrare,
De el Papa Martin que fué en el tiempo del Rey
D. Pedro susodicho, é del Papa Honorio se escribe
lo siguiente. Jfarfiftut IV atmo 8, d cual Martín fuá
francés: ieie Martinue exeomumeavit Petrum Arago*
me Regem inoaeorem Regni Sicilia,
Del Papa Honorio que subcedló á Martino, dioe:
Honoriue IV Bomanue hie predicare fedi erucem
eonira Petrum invaeorem Begni Sieilue, Brte Hono-
rio reynó dos afios no mas; hallo yo que desde el
Papa Alejandro IV y desde Urbano IV, que le sub-
cedió, que fueron contrarios al Roy Manf redo. T
Manfredo murió en tiempo de este Urbano. Pasaron
hasta el Papa Martin estos Papas: Clemente, Gre-
gorio, Inocencio, Adriano^ Juan, Nicolao, que son
seis Papas que pasaron en breve tiempo, que en
todos estos no se lee cosa de Sicilia, por que creo
que en yida de todos estos vivió Carlos Conde de
Provenza é la tuvo sujeta. B reynó el Papa Martin
en Roma después de la muerte de Carlos, y con-
tendió, como dicho es, contra el Rey Don Pedro de
Aragón, porque tomó A Sicilia después de muerta
aquella multitud de franceses, y este Martino Papa
era francés, y Honorio que le subcedió era Romano,
é siguió la via de Martino, y dieron cruzada contra
' el Rey D. Pedro de Aragen, por qne favoreció A los
sicilianos, é porque tomó el reyno de Sicilia Ultraf a-
ro, como habéis oido. Empero nunca de él lo pudie-
ron desposeer, ni desapoderaron, y de aquí nacieron
muy grandes guerras entre Francia y Aragón, y
Sicilia y sus parcialidades ; é un Rey de Francia
vino poderosamente sobre CataluAa; esto fizo por-
que había cruzada contra el Roy Don Pedro, é man-
dado del Papa como si fuese infiel ó moro, é el Rey
de Francia sacó é hizo sacar la señal del Oríflan de
Francia, que Francia tiene, que fué dada por un
ángel á Cario Mag^o, Rey de Francia, contra los
moros I y no se había de desplegar ni destender
contra christianos, é entró por Catalnfia con la
dicha sefial tendida tomando villas y lugares, é
cercó la ciudad de Gerona, é tomóla, y los franceses
hacían establos é caballerizas de las Iglesias donde
tenian sus caballos, é no cataban honra ni reveron-
cia al culto divino, ni á las imágenes de los santos;
y estando en Gbrona el gran ¡real de Francia é el
Rey, allí salieron del sepulcro da San Narciso que
está allí, tantas moscas inficionadas de tal manera,
que picaron á todos los caballos de la hueste, que
todos murieron é quedaron á pié todos los fran-
ceses, hasta el Rey. B viendo el Rey de Francia
este tan temeroso y espantoso misterio, conoció su
pecado, y que no tenia justicia á haoer guerra al
Rey de Aragón por Sicilia, y conoció que aquel mis-
terio tan lastimero de la muerte de los eaballoS|
era por dos cosas, la primera por que sacaron la
sefia santa del Oriflan contra christianos, y porque
no tenia justicia, y por la poca honra que los suyos
hablan catado á las Iglesias de Dios, y envió sus
embazadores al Rey Don Pedro de Aragón, seftorde
Oatalufta, conociendo su error, y hizo su paz con él
y dejóle todo lo que le había tomado, y como ae vido
perdido y sin caballos los hombres de armas y loa
otros que habían venido á caballo, temió mucho la
vuelta de Francia, y demandó viaje al Rey Don Pe-
dro para volver en Francia él y los suyos, el qual se
le otorgó, é con guiaje salió de Catalnfia, y licencia
del Rey Don Pedro para volver en Francia, y llegado
en Francia luego murió; y asi fué deliberada Ge-
rona y todas las otras villas y lugares que los fran-
ceses habian tomado en Catalnfia. En este tiempo
llegó la armada del Rey Don Pedro, de Levante,
quarenta navios y otras galeras, á San Phelipe cerca
de (Gerona, y juntóse con otra armada del reyno
que acá estaba, y pelearon con la armada de Fran-
cia, y venciéronla, é tomáronla, é prendieron toda
la gente della, é sacaron los ojos á muohos fran-
ceses, é enviaron mensajeros dellos onsi con un
ojo y el otro sacado , al Rey de Francia á se lo facer
saber, é que llevase los nuevas como su armada de
la mar era toda perdida y tomada del armada del
Rey de Aragón. Todos estos inconvenientes y men-
guas y pérdidas ovieron los franceses en aquel
tiempo en la demanda y conquista de Sicilia, por
favorecer al Conde de Pro venza, y á los sefiores de
ella contra Sicilia y contra los Reyes de Aragón,
señores de ella; é aunque el Rey Don Alonso fizo la
guerra veinte afios al Reamen de Ñápeles, hasta que
lo tomó á los del linaje del Rey ú el Conde de Pro-
venza, nunca ningún Rey de Frauda quiso poner
su estado á peligro sobre ello fasta los dos Reyes
pasados que habéis oido en esta mi escriptura, qne
el uno y el otro subcedieron en el Condado de Pro-
venza por linaje de la Baronía ó por patrimonio, ó por
herencia de patronazgo al Rey Reynel de Ñapóles
ó Conde de Provenza, que se movieron siguiendo
cada uno de ellos su afición con tantas gentes de
armas, y con tantas costas, y tantos leguas de su
reyno donde el uno y después el otro fueron venci-
dos tantas vecos y por Umtas maneras cuantas h^
DON FSBNANDO
beif oidO| j tottlmenie amboi f aeron eipelidos y
echados del reyno, oon Unto estrago 7 pérdida 7
maorte de los snyoe, donde perdieron en las bata-
llas tanta suma de riquezas y tesoros A buelta de
mas de treinta 6 quarenta mil personas que fueron
muertos ó perdidos en las dichas dos conquistas,
sin quedar por alguno de ellos una almena en todo
el reyno.
T Tolviendo á la antigiledad y después acá, del
Papa Martitto IV y de Honorio'IV, que le suboedió,
han sido mas de treinta Papas que ninguno pareeo
oponerse con la casa de Aragón sobre Sicilia ni so-
bre el Reamen de Ñápeles, en litigio, ni demanda ni
municiones, ni mas al Bey Don Alonso cuando la
conquistó y ganó no le fueron fechas municiones
papales ni entredichos porque oviese de dejar la
conquista; donde parece y se manifiesta la recta
acción y justo titulo que la casa de Aragón tiene al
Reamen de Ñápeles. El tributo que sobre él tiene la
santa iglesia de Roma, según dicen, que tiene sobre
él dnqttenta 6 sesenta mil ducados cada año, dis
que los Papas han disminuido en recibir un pre-
sente cada afto por ellos, é bien parece asi por las
escríptnras y coronices, y aun por los espantosos
misteriofl sobre ellos acaecidos, que ninguna acción
ni justicia Francia ni ProTcnsa tiene á ello, aunque
parece que el RcTerendo Padre que copiló Foicieuku
temporum, 6 debia de (ser francés de natura, ó de
afición , porque en tode lo que en este caso escribió
se muestra afidonado á Francia donde dice el Rey
Manfredo : Manfredum pteudo Begem SicilÜB exea-
muiUeavit; é en otras partes que escribió de este caso,
siempre endereaó su afición á los franceses é á los
del linaje de Carlos Oonde de Proyenza; contra los
cuales se ha mostrado Nuestro Sefior en esta deman-
da muy contrario, y también escribió, como dicho
es, del dicho Don Pedro Rey de Aragón, porque
murió en la descomunión que le puso el Papa Mar-
tino : Peirui vero inohfidUniiaJUiuB infdieiier morhti
• ex wUnere quod In heÜo euecqnt eievU sokni mori per-
teeuUfree EeeUeiam, ato., según dicho es; é sabed que
este Rey Don Pedro de Aragón porque murió so
aquella excomunión, puesto caso que el ánima fué
absuelta, que cualquier clérigo tu artículo mortís
para quitar de las penas del infierno es Papa, y lo
pudieron absolver, cuanto el ánima, empero no fué
ninguno osado de lo meter ni enterrar en sagrado, é
su cuerpo fué depositado debajo de una escalera en
su palacio en la ciudad de Moupeléy, la cual ovo con
su segunda muger, é estubo allí depositado hasta que
el Rey Don Alonso ganó á Ñapóles, el qual biso es-
cutir el caso en lal Papal Audiencia, é se halló ser
injusta la sentencia de excomunión en que lo com-
pelieron , é el Papa lo mandó absolver é fué absuelto
y sacado de allí y enterrado en sagrado muy hon-
radamente.
CAPÍTULO CXOV.
Del liBiJe ét el Rey Hasfreée de SlelUa.
Manfredo, Rey de Sicilia, fué padre de la Reyna
de Aragón, muger del Rey Don Pedro susodicho, por
É DOftA ISABEL nt
quien el Rey D. Pedro é sus fijos i fijas súbcedieroa
en el reyno de Sicilia. E (este Rey Don Pedro ovo
en su primera muger, hija de Manfredo, quatro hi-
jas é un hijo, del qual fijo no quedó subcesion ni li- .
nage, é la mayor hija llamada Dofia Leonor, casó
con el Rey Don Juan de Castilla, hijo del Rey Don
Henrique, que mató al Rey Don Pedro; é la segunda
hija casó en Aragón con el Conde de ürgel ; la ter**
cera casó con el Infante Don Pedro de Portugal ; la
cuarta con el Rey Reynel, primero de este nomlyei
Rey de Ñápeles , Conde de Provenza, con el qual
casamiento se pensó haber soldado que quedase
Ñápeles en aquella generación de los descendien-
tes de allí, porque el Rey Don Pedro, si fué en su vi-
da, no pudo mas facer, é si no fué en su vida, pare-^
ce que se fizo por haber paz y concordia Aragón con
Francia y Provenza. E después de la muerte del
Rey Don Pedro reynaron en Aragón é en Sicilia re- •
yes de el linage de el Bey Don Pedro é de su muger,
la fija del Rey Manfredo de Sicilia, y entiéndese que
de un fijo que ovo ; y después el linaje de este fijo
se disminuyó y acabó, que no quedó nadie de él para
reynar después de pasados muchos tiempos, é fué á
tiempo que los aragoneses y sicilianos quedaron sin
Rey; estonces buscaron Rey déla linea mas derecha
é cercana, á quien de justicia venían los reynos do
Aragón é Sicilia é otros sefiorios y reynos é islas á '
ellos anejos á los fijos de Dofta Leonor, fija mayor
del Rey Don Pedro, nieta del Rey Manfredo, y los .
aragoneses é catalanes y sicilianos vinieron en Cas«
tilla, y llamaron por su Rey al Infante Don Feman-
do, segundo hijo del Rey Don Juan de Castilla, pri-
mero de este nombre susodicho y de la dicha Rey- ,
na Dofia Leonor, el qual hallaron que gobernaba á
Castilla, y era tutor del Rey Don Juan segundo de
este nombre, su sobrino, fijo del Rey Don Henrique
su hermano, el qual en su tiempo no ovo su par entre •
los Reyes y grandes sefiores del mundo en virtudes
y nobleza y ferocidad á donde con venia, que go-
bernando á Castilla fizo la guerra á los moros muy
cruel, é les ganó muchos lugares y fortalezas, é las
villas de Zahara é Antequera é venció una gran ba^
talla de moros ; é estando en el cerco sobre Ante-
quera, que vino la casa de Granada sobre él oon In-
fante ó Infantes moros. Para ir á reynar ovo de dejar
la gobernación de Castilla encomendada á la Reyna
Dofta Catalina, madre del dicho Rey Don Juan, é él
fuese á rünar en Aragón y Catalufta y Sicilia y en
los otros sefiorios á ello anejos. Este fué visnieto
de Manfredo, hijo de su nieta ; murió Rey de Ara-
gón é Sicilia é de los otros sefiorios é islas.
Ovo este nuevo Rey, siendo Infante é Goberna-
dor de Castilla, en la Condesa de Alburquerque í
Montalban, su muger, cinco hijos, é dos hijas, á
Don Alonso, el mayor, que le subcedió en los reynoa
susodichos, y démas recobró el reino de Ñápeles : el
segundo fué el Rey Don Juan, que fué Rey de Na-
varra, por su primera muger, é después subcedió á
Don Alfonso su hermano , en los dichos reinos, por-
Ique D. Alfonso no ovo hijos legítimos de su mnger:
el tercero fué el Infante Don Enrique, que murí^
GBÓNIOAS DE LOB ROTBS DB ÓAETPtttA.
718 '
en U batalla de Olmedo , que ae dio oootra el Rey
Don Jnan : el qnarto el Infante Don Sanobo, Maeatre
de Aloántara qne muHó nifio, y el quinto fué el In-
fante Don Pedro que mnrió en la conquista de Ñapó-
les de nna lombarda.
Laa fijas fueron DofiaMaria, qne casó con el Rey
Don Jnan de OastUla, segundo de este nombre, de
quien el dicho Don Femando fué tutor ; la otra fué
Dolía Leonor que casó con el Rey Don Duarte de Por-
tugaly y después de la muerte de este muy noble Rey
reynó el dicho Don Alonso, su mayor fijo, en los di-
chos reynos, el cual fué casado con Dofia María, fija
de su tio el Rey Don Henríque de Castilla, hermano
de sn padre, en la qual no ovo fijos, é ella gobernó los
reynos de Aragón yeinte afios que duró la conquis-
ta de Ñápeles, 6 mas, muy maravillosamente sin su
marido, tanto que sonaban por el mundo sus gran-
des virtudes y prudencia que no hacia mengua su
marido en la gobernación; é el Rey Don Alonso su
marido ovo la victoria de Ñápeles totalmente con
el título de Aragón, por ser, como era, tercero nieto
del Rey Manfredo, é estando acá en el reyno de Va-
lencia, antes que fuese á la dicha conquista, ovo un
hijo bastardo que llamaron Don Femando, como di-
cho es, y al tiempo del testar rogó á su hermano el
Rey Don Juan que le dejase aquel reyno de Ñapóles,
pues que no lo habia ganado, pues que él subcedia
en todos los otros reynos, y el Rey D. Jnan consin-
tió y dijo que le plaoia, puesto caso que de justicia
no le pedia facer ni pudo, porque fué en perjuicio
de la legítima de Aragón y Sicilia ; y á esto diz que
Aragón nunca consintió é pasó.
E desque murió el dicho Rey Don Alfonso, subce-
dióle su hermano el dicho Rey Don Juan en los di-
chos reynos, salvo en Ñápeles, que quedó á D. Fer-
nando bastardo su hijo, é reynó en él el dicho Don
Femando hasta que murió. E el dicho Don Juan rey-
nó en todos los otros reynos é sefiorio é islas anejas
á Aragón, é murió el afio de 1479 afios, y subcedió-
le en todos aquellos reynos el ínclito é muy noble
y virtuosísimo Rey de Espafia Don Femando, que es
cuarto nieto del Rey Manfredo, Rey en Sicilia, que
lo fué Oitra é Ultraf aro ; los quales reynos Nuestro
Sefior quiso dar y dio juntamente á este Rey Don
Femando de Espafia por la manera y forma que
habéis oido; y vedes aquí como no sin causa .la Di-
vina Providencia le ha proveído de ello en estos
nuestros tiempos. Sea alabado por siempre jamás
amen*
CAPÍTULO CXCVL
Cono taeron baptindos todot los moros do los Royaos
de CssUlla.
Volviendo á hablar en las cosas que acaecieron
en el aflo de 1602, viendo el Rey y la Reyna que
por muchas formas dadas por los moros mudejares,
y con los que se hablan baptizado, no se podían es-
cnsar muchos dafios que los moros continuamente
hacían en los christianos, habido su consejo, man-
4aron de hecho Que todos los moros del reyno de
Qranada, é todos los moros mudejares de Outllla ^
Andalucía, dentro de dos meses fuesen chrístíanoa
é se convirtiesen á nuestra Santa f é Oathóüoa é fue-
sen baptizados, so pena de ser esclavos del Rey y
de la Reyna los que fuesen realengos, é los de los
sefioríos esclavos de los sefiores, é predicándoles en
toda Castilla donde los habia, y en el reyno de Qra-
nsda, y cumplióse el plazo de los dos meses en ú
mes de Abril del dicho afio de 1502. E ansí de ellos
convertidos de buena voluntad, é todos los mas con-
tra toda su voluntad, fueron baptizados consideran-
do que si los padres no fuesen buenos ohrístianos, que
los fijos ó nietos ó viznietos lo serian. B aquí cesó
la descomulgada mezquita del malvado Ifahoma en
Castilla, á la qual pusieron perpetuo silencio oomo
á cosa muy emponzofiada é empecible, los buenos é
bien aventurados y de perpetua y gloriosa memoria
Don Femando é Dofia Isabel, Reyes de Espafia.
CAPITULO OXCVIL
Como so pordid !• lao eiplUna qno trali ol aoble y virttoso
Softor do Bobadilia, eamlno do Us ladlu por sa dosrontora.
En el dicho afio de 1602 acaeció que habiendo
ido porOobemador el Comendador de Lares á laa
Indias á la Espafiola por mandado de sus Alteaas,
envío N. de Bobadilla que habia gobernado después
que quiUron al Almirante Christóbal Colon ; el qual
dicho Bobadilla venia en una muy gentil nao ca-
pitana nueva y muy singular, y traia consigo obra
de ochenta hombres, en que venían hombres de
bien y clérigos y traian allí mucho oro suyo, é ve-
nían en la dicha nao según decían mas de ochenta
mil pesos de oro para el Rey y Reyna ; é viniendo
para acá, obra de doscientas leguas de la Espafiola,
ovieron muy grande fortuna en la mar de xm vien-
to y tempesUd que les daba en el lado siniestro; é
venían con la nao capitana mas de otras veinte
naos, que habían llevado la mucha gente de hom-
bres é mugares que habían ido allá vivir é ser allá
vecinos, é una noche ovieron aquella grande é te-
merosa fortuna, de manera que se desatinaron las
unas con las otras, y dallas se volvieron atrás y da-
llas vinieron acá. T en la nao capitana traían el
farol con lumbre, y parece que la nao se sumió y
nunca salió, y laa otraa perdieron la vista de la lum-
bre, y cada una fué por donde plugo á Nuestro Se-
fior: laa mas siguieron el viaje, y vinieron á Cádia
algunas, é las otras á Portugal , é otras á Galicia, é
otras se volvieron á la Espafiola; y la dicha Capita-
na donde venia el desdichado Gobernador Bobadi-
lla, que era muy gran caballero y amado de todos^
ya mas pareció, que parece que allí donde desapare-
ció el farol se sumió; y los pilotos y maeatros discre-
tos que allí venían siempre tuvieron aquel recelo
y algunos fueron de otra opinión diciendo que
creían haber corrido al medio día á la otra parte
porque no era posible tal nao perderse ansí, y espe*
ráronla hasta que por tiempo se perdió la esperan-
za ; y esto acaeció en el mes de Agosto del díohq
afio de 1502.
J'
•Í)ÓN l^BNANDO
fin el dicho ifto, en él mea de Septiembre, Tino i
Cádiz Baetida, marinero yedno deTtíana, Cbpitan
é Maestre de tu nao » el qnal habia ido oon cierta
armada por la mar á deecnbrir con licencia de ene
Alteaaa, 7 habia Teinte 7 tres meeee qae habia par-
tido de acá, él cual deecnbríó por la Tia que miraba
al Norte por la mano derecha de la Juana, que es
la tierra firme, muchas islas, dejando siempre la tier-
ra firme sobre mano ixqoierda é la gran mar dcea-
na á la mano derecha, 7 halló machas 7 grandes
poblaciones, todas de paja é madera como lo descu-
bierto ; é halló una gran ciudad donde salió á tierra
7 fué oonridado del Gacique de ella, 7 alli habia
gallinas que comieron; é allí resgataron é dieron
cosas de latón é cobre é de lo quelleraban por oro;
é pasado él trueque, antes que el dicho Bastida sa-
liese del puerto, que era un rio que pasaba no mu7
caudaloso, los indios se arrepintieron é demanda-
ron su oro, é YoMeron las alhajas é cosas recibidas,
é Bastida porque no se escandalisasen les dio su
oro ó volTieron lo que se les habían dado ; 7 desque
de allí salió prendió ciertos indios, que resgató lue-
go en la tierra de que ovo mucho oro que trujo, el
qual de aquella tierra diz que es oro bajo como de
florines é ha7 infinito de ello.
En todo lo que descubrieron habia mucho algo-
don, é todas las cosas de aquello que descubrió, é las
gentes son poco mas ó menos como lo otro descu-
bierto que descubrió el Almirante. En todo lo que
descubrió no ha7 fierro, ni cosa que se haga de él,
ni lana, ni hilo, salvo algodón , ni ha7 teja ni ladri-
llo ni hombre que sepa letras, salvo toda la gente
bestial sin le7 7 sin escríptura ; é ovieron en el via-
je formas ; comióles la bruma los navios, é ovo har-
to que haoer en escapar 7 venir á la Eapafiola oon
un navio ó dos el dicho Bastida é los de la dicha
armada.
CAPÍTULO OXCVIIL
Del cerco 4e Salín, é de lo qse el Rey 4e Fraseia Mío deipiei
^e topo de lit doc btUUufeBcidu.
Volviendo á hablar de las cosas de entre Fran-
cia 7 España, que por entremeter las otras cosas
acaecidas no van á hecho, quiero volver á decir algo
de lo que acaeció entre el Re7 de Francia, 7 entre
el Be7 Don Femando de Espafia. Luego como él vido
todo su ejército de su campo que envió en Ñapóles
perdido con tanto destrocó de gente muerta 7 des-
trozada, 7 pérdida de caballos é armas 7 algos, ovo
tanto enojo, que pensó perder el juicio, é atribulóse
mucho, allende del estar enfermo de las bubas, é
mandó hacer la guerra á Oatalufia i fuego 7 san-
gre, 7 envió mu7 gran hueste de gente 7 armas, 7
de mu7 gran artiUerfa otra vei á Ñápeles, enco-
mendando al Marqués de Mantua é Mosíur de laTra-
mulla, é á Mosiur Alegre de cercar á Gaeta como
dicho es, é habia echado un sombrero en el fuego
que tenia tocado en la cabeza, 7 dijo arderá Capo-
les como este sombrero, 7 no dijo si Dios quisiese,
é también perdió aquel campo como el otro según
B DOSÍA ISABEL m
habéis oido. En aquél mesmo tiempo por que de Es*
pafia no socorriesen al Oran Oapitan, envió mu7
grande hueste de gente de armas é artiUerias sobr»
Salsas, 7 pusiéronle ceroo en tres de Septiembre del
dicho afto de 1602, 7 estuvo el ceroo hasta 80 diaa
de Octubre combatiéndola mu7 fuertemente, que de
solos cantos gruesos fué dia de echarle quinientofl
tieinta 7 siete tiros de madera que pasaron de mas
quince mil pelotas, las quales fioieron mucho dallo
en la fortaleza; é mucho eso mesmo con pióos; é como
la fortaleza aun nó estaba acabada de hacer, con el
artiUeria derribaron, de que se hincheron las cavas, é
hubieron lugar de llegar á picar , 7 en este medio
tiempo le dieron algunos combates ; en un baluarte
que los franceses defendieron que no estaba acabado
de facer donde los franceses recibieron mucho dafio;
7 porque los que estaban en la fortaleza era poca
gente 7 defendiendo aquel baluarte aventuraban á
perder mucha gente, acordaron de lo dejar, 7 antes
que lo dejasen metieron ciertas botas de pólvora
que ienian en una bóveda del dicho baluarte, 7 ve-*
nidos alli los franceses otro dia ,hallaronle desmam-
parado, 7 no del todo, 7 con el concierto de la pól-
vora que estaba fecho loa de la fortaleza, diéronles
lugar que lo ganasen , é como estaba mucha gente
dentro de los franceses dieron fuego ala pólvora, 7
reventó el baluarte por mudias partes, é murieron
quemados 7 achocados é por armas aquel dia pasa-
dos de quatrocientos hombres de los franceses ; é da
esto fueron mu7 espantados é páseles este engaño
tanto temor, que perdieron mucho del esfuerzo que
de antes mostraban.
' El Be7 Don Femando 7a á este tiempo estaba en
Gerona, con mucha gente de armas, é como supo
que los franceses picaban la fortaleza, partió de Ge-
rona, é llegó á Perpifian Miércoles 18 de Octubre, é
luego él Viernes de mafiana siguiente, sabiendo los
franceses como iba, 7 el gran poder que llevaba, le-
vantaron el ceroo é oomenzarón de huir ; dejaron
muchos tiros de pólvora é algunas tiendas é provi-
siones de vino; é muchos caballeros del Beal del
Be7 fueron en pos de ellos, é alcanzaron algunos^
é por la priesa que llevaban de huir, dejaron el ar-
tiUeria é algunos bastimentos, é dejaron los hom-
bres heridos 7 enfermos que no podian ir por si, qué
tenían asaz de ellos,, á los quales el Be7 mandó traer
i Perpifian á un hospital 7 curar dellos. En los fran«
ceses del Beal que iban hu7endo algunos alcanza-
ron los de la hueste del Be7 Don Femando 7 hicie-
ron algún dafio en ellos. El Jueves antes habia sa*
lido alguna gente del Beal del Be7 Don Femando la
via del Gola, para entrar el Estafio é la mar, donde
los franceses tenian hecho un castillo de madera
para defender aquel paso, que es mu7 estrecho, que
por álll entraban oastéllanos é aragoneses la via do
Francia á les facer muchos dafios, é les hablan qui«
tado mantenimientos 7 tomado prisioneros, é com«
batiendo castellanos el dicho castillo de madera so
encendió fuego en él é se quemaron mas de veinte
hombres franceses de los que estaban dentro , é loa
castellanos é aragoneses prendieron é tomaron á 1oí|
190
OBONidÁS DB tos ItBTBS DB OAStttLi.
otro8 qw ertábiín dentro » y d<M tirot de pólvora
baenoi, é otro* machos menudoB, é tomaron quatro
barqaa qae andaban por el Eatafto oon gente por
guardia. Loe franceBee qae aloanaaron de eobre Sal-
aaa, fueron A parar ese dia qae alcanzó en la noche
á media legnade Salsas, pasada ana puente entre
la sierra y el Bstafio, é del peonaje do los castella-
nos é aragoneses subieron muchos aquella noche á
la sierra, é les ficieron mucho dafto en el Real á los
franceses, los cuales franceses toda aquella noche
oaminaron y pasaron su artiUeria y hacienda la mas
que pudieron en saWo.
Bl Bey Don Femando con Toluntad que tenia de
hallarse presente, porque el sábado de mafiana que-
na que se les diese batalla, partió de Perpifian ese
dia Sábado, á 21 de Octubre, bien de mafiana y llegó
de esta parte de Locato, que es un lugar ó villa cin-
co leguas de Perpifian, dentro en Francia mas de dos
leguas ; é cuando allí llegó á yista de los franceses,
ya ellos iban cerca de media legua, y ansí por ir
tan lejos, y algunos dentro en la sierra que se lla-
ma Deshierra Caballos, ansí por esto como por el
'. peonaje de Castilla estar muy fatigado, que como
el. Viernes de mafiana tuvieron la nueva en su Real,
que estaba una legua de ahí, que los franceses se
iban, no habían curado sino de caminar, y por la
priesa del partir fnéronse sin provisión de pan é vi-
no; é como llegaron oerca del Real de los franceses
puesto el sol, é subieron luego á la sierra, donde es-
tuvieron toda la noche no ovo lugar de llevar pro-
viñon, y el Sábado de mafiana pelearon mucho los
espingarderos con los franceses en el paso do entre
la sierra y el Bstafio ; y como la gente de acaballo
no les socorría tan presto como era menester, no se
hallando tan poderosos como los franceses, por no
tener gente de á oaballo, y con no haber comido ni
haber agua en todo aquel camino, recibieron mucha
fatiga y así no se pudieron todos llegar para les dar
la batalla ; ó de esta manera, los franceses se hu-
bieron de ir sin recibir el pago de su atrevimien-
to, aunque este dia les mataron los espingarderos
mas de quatrocientos hombres, é algunos ginetes
castellanos que se adelantaron á escaramucear oon
ellos. De los de acá murieron quatro peones, ó uno
de á caballo, sobrino del camarero del Rey, é fueron
heridos algunos ansí como el fijo del conde de Oi-
f uentes, é un fijo del tesorero del Rey. Todos los
espafioles quedaron muy enojados por no poder lle-
gar á dar la batalla, que según la gana y la multi-
tud y diestra caballorfa que iba, fuera maravilla es-
caparse ninguno de loa franceses. Bl Rey Don Fer-
nando se volvió este dia á Perpifian, desquo' vido
que los franceses iban huyendo, é como magnánimo
y piadoso y temeroso de Dios, por ser chrístianos, no
quiso seguir el alcance, é por que le pareció por ir
huyendo que no se podría haber venganza sino de
los peones é gente sin culpa.
Volviendo á ló del cerco de Salzas, en él mien-
tras duró recibieron les franceses mucho dafio de
la fortaleza é de la gente de Bapafia que algunas
^eces loa visitaban, é pasaron de dos mil hombres
los muertos alU, sin los que mataron después (pé
el campo levantaron, entre los quales fué uno el
Senescal de Velcapures é otros principales hombres,
é de los que estaban en la f ortalesa de Salzas, ovo
muertos de heridas catorce hombres, é de dolencias
ocho, é fueron heridos mas de setenta, los cuales
todos oon el Capitán é Aloayde lo ficieron muy es-
forzadamente, y dieron de sí maravilloso ejemplo
de esforzados y famosos y hidalgos hombres.
CAPÍTULO GKCIX.
De aoBo el B«y Dea Fanasis «atoé for Fnaala, é le le fsa tis
Bl Viernes siguiente que fueron 27 dias del dicho
mes de Octubre, partió de Perpifian el Rey Don Fer-
nando con su hueste, é fué sobre Leooata, fortaleza
y viUa de Francia, y llegó Sábado á medio dia, é
asentado su Real, la combatió con el artillería aquel
día, é el Domingo siguiente hasta medía noche, que
se dio con partido que se les asegurase las vidas, y
así los recibió; tomaron luego los peones de León
el arrabal por fuerza de armas,
Bl Hartes siguiente, treinta y uno de Octubre, to-
maron la Palma, que es una bonita villa; entróla un
capitán lacayo, que los vecinos la habían desam-
parado, é tomaron dentro veinte y dos hombres la^
cayos que la defendían. Bste día tomaron á Lira ó
á Cijar, y otro dia siguiente, tomaron á RocafortOi
é la Trulla, é á Castil Manra é á Franrenano é Ti-
líaseos, é San Juan de Vari de Ací; el bastimento
que se tomó en estos dichos lugares fué cosa do
maravilla, que pasó de cinqfienta mil hanegas do
harina, é otras tantas arrobaa de vino, é tozinos, é
quesos, é cebada, é miel, é cera, é sebo, é ballestas,
é armas, é pólvora, é otras muchas cosas, que fué
en muy gran número el valor, que como estos di-
chos lugares estaban en el esmino de Narbona, es-
taban allí recogidos aquella muchedumbre de man-
tenimientos é cosas para mantoner el real que esta-
ba sobre Salsas. Otros lugares tomó y entró el Rey
Don Femando de esta vez en Frauda, que aquí no
son escritos, é tomara mas si quisiera, é si no fuera
porque se metía el invierno llegara á Narbona, la
qual le temió mucho y pensaron que fuese sobre
ella, é quebraron la Puente del rio de temor que no
pasase; é corredores é gente del real entraron y pa-
saron dos ó tres leguas de aquella parte de Narbonai
é sacaron cabalgadas é prisioneros.
CAPITULO ca
Del aáaero é fermorari da g entt ^e el Rey Dos Feraaaáa llefé
de esta itn, 6 tregut qae te ateataroa.
La gente que el Rey Don Femando llegó de esta
vez en Perpifian fué la mas lucida y mas fermosa
que nunca en Bspafia fué vista muchos tiempos, ó
pasaron de tres mil hombres de armas, é fueron seis
mil ginetes, é mas de veinte mil peones, é tenia do
Zaragoza allá mas de otros dos mil de á caballo, á
la Reyna Dofi» Isabel estaba en Aragón ocrea der
bÓM t^ERÑANDO
^arágoea, la qaal siempre hacía ir gente é manteni-
mientos al Real é la armada del Marqués; é la arma-
da qae el Rey de Francia traía por la-mar, era ma-
ravillosa cosa de ver. Traía quarenta naos, y no
hacia sino ir y venir con mantenimientos, é descar-
gaba en Colibre é donde era menester; ó yendo un
dia de acá de Oastilla parte de la dicha armada, to-
paron con dies y nneve fustas de moros en la costa
de Cartagena I las quales por veces hablan fecho
mucho dafio én la costa del reyno de Granada, en
los christianos, y en la costa de Valenciaf ó pelea-
ron con ellas, é echaron á fondo las cinco de ellas
peleando, é tomaron las catorce, en que tomaron
quatrodentos hombres moros, y machas cosas que
traían en las fustas, y así ovieron aquella victoria
sin pelear ni morir christianos.
El Rey Don Femando entró por Francia, como di-
cho es, lo que quiso, é como no halló con quien pe-
lear, tomó los dichos lugares, é algunos mandó der-
ribar é algunos dejó poblados, é por piedad no quiso
de cien partes una hacer el mal que pudiera por ser
christianos y sin culpas; é volvióse con su victoria
á Perpifian, donde llegado, le envió el Rey de
Francia sus embaxadores á demandar treguas; é el
Rey hiso alarde, estando ende los embaxadores,
donde vinieron toda su gente, que era la mas lucida
del mundo, é concedió en las treguas; é en quince
de Noviembre susodicho se apregonaron en Perpi-
fian y en Francia, por cinco meses entre ambos re-
yes y sus reynos; quedaron fuera de la guerra de
Ñápeles é las armadas de mar, que esto no entró en
las treguas; porque en este tiempo había guerras
sobre Gaeta, que estaba por Francia. E las treguas
asentadas, dejó el Rey en Perpifian estonces á Don
Bemardinode Rojas, Marqués de Denla, dos mil
hombres de armas, é tres mil peones, é dejó por Al-
cayde de Salzas al fijo del Gobernador de Catalufia,
é todo lo dejó bien proveído. El Rey se vino en Bar-
celona donde hizo Cortes con Catalufia*
CAPÍTULO CCI.
Del etpantoeo temblor de tiem«
En cinco días de Abril del afio de 1604, Viernes
Banto, entre las nueve á las diez del dia, tembló la
tierra en Espafia muy espantosamente, é fué el ma-
yor terremoto en esta Andalucía, é fué tan grande
espanto que las gentes se caían en el suelo de te-
mor, é estaban como fuera de sentido, é fué de esta
manera. Fué oído un muy grande ruido que iba por
el aire, é junto con él, todos los edificios, fortalezas,
iglesias é casas se estremecieron y dieron tres ó
cuatro baivenes al un cabo y á otro, uno acostán-
dose hacia medio dia y otro enderezándose, y esto
pareció en las iglesias, porque estaban á lengua ha-
cia levante; y el que esto escribió lo vido así en la
iglesia de los Palacios , y vido estremecer primera-
mente el campanario y caer tierra de las paredes,
y levánteme de confesar y asomóme á la puerta del
Perdón, que no estaba sino dos pasos de ella ó tres,
la qual está debajo del campanariO| y estonces vi
É DOfÍA iSABEi/. ih
como todo se ostremecia, y óóménzi de aonar un,
muy gran ruido por el aire, y la techumbre de U
iglesia comenzó de crujir como si fueran per enci-
ma corriendo muchas personas, y estonces volví á
la iglesia hacia el Monumento que estaba en el Al-
tar mayor é vi como la iglesia so acostó mucho
toda á un cabo, é volvióse á enderezar, y la tierra
se bulló mucho y se estremeció ; y yo así medio
acostándome á un cabo y á otro, me fui al Monu-
mento dando vo0es llamando á Jesüchristo y á la
Virgen Santa María y los que estaban en la iglesia
algunos se fueron huyendo fuera; otros hicieroa
como yo, y las mngeres y otros algunos no tuvieron
sentidos para se mover; esto es quod vidimus testa"
mur; todo pasó en poco compás de tiempo, en poco
mas de cuanto dicen el Pmümo de profúndU. No
cayó en el dicho lugar ninguh edificio, ni hendió;
el agua de los pozos hizo gran ruido, que se alzaba
hasta arriba y daba gran golpe de vuelta : alguna
tierra movida cayó de las techumbres y paredes.
En la ciudad de Sevilla ovo gran terremoto, y
cayeron algunos edificios especialmente en la igle-
sia y monasterio de San Francisco, que cayó un
pedazo de la iglesia, y mató dos ó tres mugerea
luego, é fueron muchas personas, hombres y muge-
res descalabrados, é fizo muy gran dafio en la igle-
sia, é un gran portillo, é en otras muchas partes de
la Ciudad ovo muchos edificios estremecidos é hen-
didos, é caídos, é así mismo en otros muchos luga-
res de esta Vandalucía.
En la villa de Carmona se sintió este terremotO|.
mas que en toda Espafia, ca fué tan terrible y es-
pantoso, que parecía que todos los edificios anda-
ban on goznes, y la tierra no tenia asiento, y caye-
ron tantos edificios de las fortalezas, de las iglesias
é de las casas, que de aquí á cien afios no se res-
taurarán, ni harán, y cosas quedarán en testimonio
de ello mientras la villa durare. Cayó la iglesia de
Santa Maria de Gracia que es el monasterio de los
f rayles de San Isidro, fuera de la villa, é mató dos
frayles. En la villa de Carmona, como por cada
parte cayeron casas, murieron algunos, é duró allí
un gran rato el terremoto, de manera que andavan
los hombres é las mugeres por la villa abrazándose
unos con otros enjozados, sin sentido, perdida la
color, como gente de otra vida que con el espanto
pensaban que era la fin del mundo; é cesado el ter-
remoto, buscaron y enterraron los muertos, é cura-
ron los heridos, ó quedó de dafio hocho en la villa
de valor de mas de veinte cuentos de maravedís. E
en algunos lugares de cerca de Guadalquivir, desde
Alcalá del Rio arriba fué de la manera de Carmona,
ansí como en Cántillana, Tozina y Palma; fué en
toda Castilla ; y en Medina del Campo, por donde
estaba el Rey y la Reyna, también fué grande es-
panto. Sintióse también en el África, en las parti-
das de allende entre los christianos y entre moros»
Siguióse después de este gran terremoto y espanto-
so movimiento de la tierra, muchas fortunas y
menguas que sintió Espafia, muchos trabajos y
hambres y peetilencíM y muertes: y la primeria
7Sá
CROKIOAS DB LOS RBTfiS Dt! OAS^LÍÁ.
fortana que sintió Espafia fué la muerto de la Rey-
na Dofia Isabel, que murió aquel propio alio ade-
lante, en el mes de Noviembre; la segunda, las innu*
merablos y muchas aguas que llovió en el invierno
meses de Noviembre ó Diciembre del afio de 1504,
que fueron tales las aguas, que no pudieron bien
sembrar, é todo lo mas de lo sembrado en Espafia
se perdió por muchas aguas, y de aquí comentaron
las hambres, y después las secas de los afios de 160G
ó 1507, y el afio de la gran .pestilencia, el afio de
1507, según adelante cada oosa se dirá donde con-
viene.
CAPÍTULO con.
Be U Mverta áe U Rejsi DoSi bibeh
Murió la Reyna Dofia Isabel, de gloriosa memo-
ria, en el mes de Noviembre, afio de 1504, en Medi-
na del Campo, de dolencia é muerte natural, que se
creyó recrecerle de los enojos é cuchillos de dolor
de las muertes del Principe Don Juan ó de la Reyna
de Portugal, Princesa de Castilla, sus fijos, que
traspasaron su ánima y su corazón, y falleció de
esta presente vida en edad de 56 afios, habiendo
reinado en Castilla veintinueve afios. Su cuerpo fué
llevado á Granada y sepultado en la igloaia de la
. Alhambra, que ella ganó, en muy honrado lugar,
donde en su vida ella mandó y ordenó, con aquellas
honras y obsequias que á tan excelente y bien
aventurada Reyna convenia. Ahora advertid: ¡quién
podrá contar las excelencias de esta christianisima
Reyna muy digna de ser loada por siemprel Allen«
de do ella ser castiza, y de tan nobilísima y esce-
lentísima progenie de Reynas de Espafia como por
las Coronices so manifiesta, tuvo ella otras muchas
escelencias do que Nuestro Befior la adornó, en que
excedió y traspasó á todas las Reynas, así ohristianas
como de otra ley, que antes de ella fueron, y no
jdigo tan solamente en Espafia mas en todo el mun-
do, de aquellas de quien por sus virtudes y sus gra-
cias é por su saber é poder su memoria é ñuna vive,
según vimos por escripturas, y muchas de aquellas
por sola una cosa que tuvieron ó fioieron vive y
vivirá su memoria: pues | cuánto mas debe vivir la
memoria y fama de Reyna tan christianisima que
tantas escelencias tuvo, é tantas maravillas obró
ó fizo Nuestro Sefior reynando ella en sus Reynosl
Por ella fué librada Castilla de ladrones y robos, y
bandos y salteadores de los caminos, de lo qual era
llena cuando comenzó de reynar; por ella fuá des-
truida la soberbia de los malos caballeros que eran
tray dores y desobedientes á la Corona Real; por
ella fué quemada y destruida la pésima y abomina-
.ble heregía mosayca, talmudista judayca, que poco
menos de toda Espafia tenía inficionada, y trabada
con tanta osadía que en cada parto se manifestaba.
Fué muy prudentísima Reyna, muy cathólica en la
Santa té , sicui Elena maier CanitanHni; fué muy
devotísima y obediente á la Santa Madre Iglesia,
contemplativa ó muy amiga é devota de la santa é
limpia religión. Hizo corregir y qastigar la frtn
diáolucion y deshonestidad que habla eñ sus Bey-
nos, cuando oomenzó de reynar, entre los frailes y
monjas de todas las órdenes, é fizo encerrar las mon-
jas de muchos monasterios que vivían muy desho*
nestas, así en Castilla como en los Royaos de Ara-
gón y Catalufia. Junta con su marido iba á la guer-
ra, ó ganaron á los moros el Reyno de Granada, qua
mas de setecientos afios los moros hablan poseido.
Viendo los inconvenientes y dafioa que procedían
de los judíos y moros á los cathóliooe obrístianos,
desterró á los judíos de Espafia para siempre jamás,
é hizo convertir los moros por fuersa é tomar ohin-
tianos; todo esto é lo otro que durante el matrimo-
nio se fizo, fué f eoho por ella ó por el Rey su mari-
do, ambos conformes en una volunlad ó querer,
siempre desde que comenzaron á reynar. Nunca uno
sin el otro firmaron en los mandamientos é faci-
mientos de sus Reynos^ el Rey primero é luego U
Reyna ; luego con él titulábanse do esta manersi
desque ganaron á Granada : — D. Fernando y Dofia
Isabel, por la gracia de Dtoa Rey y Reyna de Cas-
tilla, de León, de Aragón, de Sioilia, de Granada^
de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorea, de
Sevilla, de Cerdefia, de Córdova, de Córoega, de
Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algedras, do
Gibraltar y de las Islas de Canarias, Conde y Con-
desa de Barcelona, Sefiores de Vizcaya y de Molina,
Duques de Atenas y de Neopatra, Condes de Rose-
llon é de Cordania, Marqueses de Oristan ó de Go-
ctano, etc.
E en su buena ventura 4 tiempo da ellos, se des-
cubrieron 6 fueron halladas las Indias, por en dere-
cho del poniente del Sol donde tanta multitud da
oro se descubrió, lo qual ni en ésoripturas ni en me-
moria de hombres se halló ni pensó antes de sa
tiempo que tal por allí se pudiese hallar, é ellon
ovieron la victoria dello, donde acrecentaron en el
Sefiorío de Castilla muy gran número de renta 6
honra, é metieron debajo de su yugo 4 sujedoa
gente sin número. Fué muger muy esforzadíaima,
muy poderosa, prudentísima, sabia, honestísima^
casta, devota, discreta, christianisima, verdaderai
clara sin engafio, muy buena oasada, leal y Tarda-
dora y sujeta á su marido, muy amiga do los bue-
nos y buenas, ansí religiosos como seglares, limos-
nera, edificadora de templos, monasterios 4 iglestaa*
Secunda EUsaheth eonUnmUie^ fué muy fon» y ene*
miga de los malos é de las malas mugares.
Fué muger muy fermosa, de muy gentil cuerpo
é gesto y composición, muy celosa del pió y bien
de estos Reynos y de la justicia y gobernación do
ellos; soberana en el mandar, muy liberal, é en sa
justicia justa, en el juicio siempre proveída de muy
alto consejo, sin el qual no se movía. Amiga de sa
casa, reparadora de sus criados, criadas y donoellasi
muy concertada on aus fechos, celosa de su casa;
dio <le 8Í muy gran ejemplo de buena casada, qn«
dorante el tiempo do su matrimonio é reynar, nunca
ovo en su corte otros privados en quien pusiese el
amor sino ella del Rey, y el Rey della. Fué la maa
temida y acatada Reyna que nmica fué en el n^ua-
bONFÉR»AKDÓ
do, ca tocloi Ío§ Da^ttes, MáMtrefl, Condes, Marqnó-
BOB é GrandoB Sefiores la temían y habían miedo de
ella dorante el tiempo de bu matrimonio; y el Bey
y ella f aeron mny temidos é obedecidos, é servidos,
ausi de los Qrandesdesus Beynos, como de las Oo-
munidades Reales é de los Sefioríos, en tal manera
que oYieron todos sns reynos é sefiorfos todo el
tiempo que reynaron en paz é concordia, é mocha
jostiqia, los bandos fenecidos, los caminos seguros,
los tableros del jogar qoitados, los rofianee azotados
y destelrrados, los ladrones asaeteados; los pobreci-
llos se ponian en jostida con los caballeros é la al-
canzaban ; é asi como en la muerte del Emperador
Garlo Magno, qoe fué Emperador é Rey de Francia,
é era muy maravilloso é christianfstmo Rey y guer«
rero contra los moros, justo en sus juicios, é amigo
de Dios, quiso Dios nuestro Sefior que se mostrasen
sefiales en su imperio é reinos del dolor de su
muerte é de la mengua que habia de hacer; ansí
pareció que Nuestro Sefior quiso mostrar sefiales an-
tes de la muerte de esta tan excelente y noble y
necesaria Reyna, como en la del dicho Curio Mag-
no, según dice la escrlptura. Acaeció ló siguiente,
segon el Fa$eieuhu temporum: ^gna multa preeeéé-
runtmortem glorioti et taneiilmp» Caroli Magni:
ecUpsii 8oUs et Luna ul^^ soUtum/úit: aparuitper
Miptem dU9 macula nigri eohris in solé. Porticus pn-
tio8U8 Aquitgrani eecidit fundUui ; Pans maximui
Magwntim tribus horU comhustui^ etc.
Qoe quiere decir que muchas sefiales mostráron-
se antes de la muerte del glorioso y Santo Empera-
dor Cario, que fué eclipse en el Sol y en la Luna, y
después apareció por siete dias una mancha en el
Sol, negra, y un muy rico y precioso portal que
tenia la ciudad de Aquisgran , se cayó de funda-
mento y allanó ; la gran puente do la ciudad de Ma-
guncia en tres horas se quemó y ardió toda. El Em-
perador por aquellas sefiales conoció su ñn y orde-
nó muy bien su ánima y ovo muy buen fin.
Ansi que se puede atribuir que por ventura Nues-
tro Sefior en sefial de la muerte de tan cathólica y
necesaria Reyna, y por la mengua que de ella se
habia de sentir en sus Reynos , y por las tribulacio-
nes que en ellos habian de venir después de su ñn«
que habian de ser muchas y muy espantosas, como
lo fueron, quiso que la tierra de sus Reynos y co-
marcas por donde su fama volaba, mostrase senti-
miento y temblase como tan espantosamente tem-
bló, é aun sefialó mas, ó fué el mayor espanto é
dafio que en Espafia hizo en la su villa de Carme-
na , que es villa anejada , propia de las Reynas de
Castilla.
Reynó esta muy noble y bien aventurada Reyna
con el Rey Don Femando, su marido, en Castilla 89
afios é 10 meses, en los tiempos de los Papas Six-
to cuarto, Inocencio octavo, Alezandro sexto,
Pío tercero, Julio Segundo ; en el cual tiempo fué
en Espafia la mayor impioacion, triunfo y honra y
y prosperidad que nunca Espafia tuvo en el mundo
después de convertida á la fé Cathólica, ni antesf
la qual prosperidad alcanzó por el precioso matrí-
É ÍX)fiA ISABEL. 723
monio del Rey Don Fernando é la Resma Dofia Isa-
bel, por el qual se juntaron tanta multitud de rey-
nos y sefioríos como dice el dicho su título, los que
trujeron al matrimonio, y los que ellos ganaron
mediante Dios que siempre los ayudó, é ansí fue-
ron infinitamente poderosos y floreció por ellos Es-
pafia infinitamente en su tiempo, é fué en mucha
paz y concordia y justicia, é ellos fueron los mas
altos y poderosos que nunca en ella fueron Reyes.
¿ Quién i>odrá contar la grandeza é el concierto
de su Corte, los Prelados, los Letrados, el altísimo
Consejo, que siempre la aoompafiaron, los Predica-
dores, los Cantores, las músicas acordadas de la
honra del culto Divino, la solemnidad de las Misas
y horas que continuamente en su palado se canta-
ban, la caballería de los nobles de toda Espafia, Du-
ques, Maestres, Marqueses, Condes é ricos hombres;
los galanes, las damas, las justas, los torneos, la
multitud de poetas é trovadores é músicos, de todas
artes, la gente de annas y guerra contra los moros
que nunca cesaban, las artillerías é Ingenios de in-
finitas maneras? Ansí como Roma en su Imperio
floreció en tiempo del Emperador Ootaviano Au-
gusto, que fué en tiempo del Nacimiento de Nues-
tro Redemptor, que poco menos fué sefior de todo
el mundo, é fueron memoradas é obedientes á su
imperio en aquel tiempo noventa mil y trescientas
y ochenta ciudades , dejando los otros lugares , é
lo tuvo todo en paz y obediencia de Roma é suya el
tiempo que vivió, é Roma fué ostonccs mas triun-
fante que antes ni después; ansí Espafia fué en
tiempo de estos bien aventurados Reyes Don Fernan-
do é Dofia Isabel , durante el tiempo de su matri-
monio, mas triunfante y mas sublimada , poderosa,,
temida y honrada que nunca fué. Ansí de esta muy
noblo y bienaventurada Reyna vivirá su fama por
siempre en Espafia : quia omn»« laus mfinecanitur;
dicit enim sermo divinus; ns laudatferU hominei in
vita ma; magnifica et lauda ergopoet cansummationem
etperkulmn, Deo gratias»
CAPÍTULO CCIII.
De cono gobernindo i Casulla el Bey Don Fernando por la Rcf na
Dofla Jaana , aa Aja, é por el Rey Don Phelipe aa marido, hizo
ona armada con qae tomó á Maiarqnlvlr, que es el reyno de
Tremeten.
Qobemó á Castilla el Rey Don Fernando desde el
mes de Noviembre del afio de 1504 que la Reyna fa-
lleció, hasta el mes de Mayo del afio de 150G, quo
fué todo un afio é medio, hasta que vinieron de
Flandes el Rey Don Phelipe, é la Reyna Dofia Juana,
que habia nacido en Castilla cuando invocados por
Príncipes después de la muerte del Príncipe Don Mi*
gnel, Don Phelipe y Dofia Juana vinieron en Casti-
lla. E en este tiempo el Rey Don Femando mandó
aderezar una armada para ir sobro Mazarquivir,
allende, é faoer guerra á los moros, la qual fué pues-
ta á punto en el mes de Agosto afio de 1505, en que
fueron siete mil hombres é mas, en ciento y setenta
navíos<de velas, en que iban seis galeras é naos, é
carabelas I é fué por Capitán General de esta arma*
7ii
CBONtOAg DK tos ¿ÉYES DÉ OAÍfnLtA.
da el Aloajde de los Dbncelee, á quien el Rey en-
comendó el negodo; é partió este armada de Mála-
ga, oon la grada de Dios, en primero dia de Sep-
tiembre del dicho afto, é oon el tiempo que les echó
al Levante no pudieron ir tan presto sobre Masar-
qniyir, é Tolvieron , ó dieron sobre él Miércoles á
medio día, á 10 de Setiembre, é tomáronlo é comba-
tiéronlo por mar é por tierra, é tomáronlo Viernes
noche Sábado de mafiana, oa dióles Dios tal Ticto-
ria é buena Tentnra, que de los primeros tiros de
artillerfa mataron al Alcayde Moro, é otros muchos,
é les quebraron é desbarataron su artillerfa é ficie-
roB gran dafio en la fortaleza, é ios moros no se osa-
ron mss tener, é diéronse á partido que fuesen li-
bres oon lo que pudiesen lleyar, é ansí entregaron
la fortaleía, é se fueron , en la qual hallaron mu-
cho trigo é cebada, aoeytes é otras muchas cosas é
mercaderías. E en el reyno de Tromezen, muy cer-
ca de Oran, está el propio puerto de Oran , é es uno
de los mayores y mejores puertos del mundo. Ha-
bla en la Villa y fortaleza obra de cien Tednos :
quiso Dios maravillosamente darlo en poder de les
diristianos, en la manera que dicho es, porque cuan-
do la armada se fizo é como se partió de Málaga
todo lo supieron los moros de allende, y fueron avi-
sados de ello é pensaron que desde Mtiaga que en
dos ó tres dias fueran sobro Mazarquivir, y vinieron
mas de vdnte mil moros , y estuvieron esperando
mas de ocho dias para defender la tierra , y como
pasó tanto tiempo , pensaron que la armada iba á
Levante, y despidiéndose se fueron á sus casas, y
ellos idos, y la armada llegada luego, como llegaron,
Miércoles á medio día, combatieron la fortaleza , y
á los primeros tiros, como dicho es, mataron al Al-
cayde moro, y tres lombarderos, que tenían, y nun-
ca cesaron el combate hasta Viernes noche , y de
noche se dieron los moros, y Sábado amanecieron
idos, y si aguardaran al dia ya les venían de socor-
ro tantos moros, que henchían las derras y los mon-
tes y llanos, y no se tomara ó fuera muy gran mi-
lagro poderse tomar según la multitud de moros
que vinieron. Hallaron veintidós dios llenos de tri-
go, y en las Atarazanas una bóveda llena de trigo,
é veinte y dos tiros de pólvora mayores, sin las es-
pingardas. Los moros no llevaron armas ningunas,
que ai'í fué en el partido. Tomada la fortaleza y
villa de Mazarquivir, nunca la muchedumbre de los
moros que vinieron al socorro dejaron tomar agua
ni lefia á los christíanos, y el Viernes siguiente, que
fueron 19 del dicho mes, salió la gente do Sevilla
á ver si podían meter lefia, y los moros vinieron á
ellos, y entre unas pefias pelearon, donde los caba-
lleros moros no podían llegar, y allí los christíanos
con las espingardas y ballestas fideron mucho mal
en los moros; y fué la gente de Córdoba con su
Capitán en socorro, y juntáronse otros christíanos
muchos, y echaron los moros de allí y de un pefion é
risco, por fuerza, y yendo tras ellos, descubriéronse
por un lugar que los moros de á caballo pudieron
llegar, y allí mataron al Capitán de Córdoba y los
(;hi8Ui(QQ8 huyeron al rei^lt y Iob piorcs en jpQs do
ellos, y mataron cien chistianos poco mas 6 meHoÉi
y de los moros, según lo que se supo después, mu-
rieron mas de quinientos; y los capitanes, desque
esto vieron, enviaron parte de la flota á Málaga, por
agua y lefia , oon que dejaron bastedda la f ortale->
za y repararon la armada, é dejado á buen recaudo
se volvieron á Málaga.
CAPÍTULO OOIV.
Os eemt cató ü Rsf Dos Panasáa tefula feíé
Gobernando el Bey Don Femando á Castilla por la
Beyna Dofia Juana su fija y por d Bey Don Phellpe,
ovo gran zdo y envidia en algunos caballeros de
Castilla, é procuraron la venida dd Bey Dbn Phe-
llpe, é por ventura él no se moviera tan alna de
Flandes á venir á roynar, pues que de allá pedia
reynar y mandar á Castilla si lo no cismaran é in-
vocaran algunos de los grandes de Castilla sembran-
do discordias é poniendo diferondas entre él y el
Bey Don Femando su suegro, de la cual cansa el
Bey Don Phellpe estuvo en muchas cosas, por lo que
la Beyna Dofia Isabel de gloriosa memoria mandó
y ordenó en su testamento ; y como d Bey Don
Fernando dntió la voluntad del Bey Don Phelipa
dada á los caballeros de Castilla, que le invocaban
mas con afición de le demandar y tomar de la Cor-
roña Beal, que no por pro de los roynos, é oonodó é
supo como lo hacian venir sin tiempo é conoierto ;
é súpola Intención con que de Flandes á Castilla' se
quería mover, muy ofrendado de las malicias de
Castilla, no como obediente hijo, como la razón lo
obligaba, sdvo cotno yerno ; temió de la necesidad
que venido en Castilla á él le podía venir, porque él
estaba enemigo con el Bey de Francia sobro los
debates y guerras de Ñápelos, y las treguas que te-
nían se cumplían á cierto tiempo que se acercaba*
Nuestro Sefior, que siempre le fué favorable, le di6
poder y grada con que salteó la neceddad antea
que se le viniese, y no faltó quien le aconsejase que
tomase parentesco con el Bey de Franda, y tomase
por muger á su sobrina, hija de su hermana y de
Mosen de Narbons, y el casamiento se concertó en
comienzo del afto de 1606; y luego fueron asentadas
perpetuas .paces entre d Bey de Francia y el Bey
Don Femando, é Espafia y Francia y todos sus Bey-
nos y seftoríos por tlenra y por mar, y asentaron en-
tre ambos su amistad y hermandad perpetua, do
donde procedió mucho bien en toda Espafia ; y el
Bey Don Fernando envió á Francia' al Conde de
Cif uentes porsu muger y á otros honrados caballe-
ros, y el Bey de Francia se la entregó y envió; y en
el mes de Abril entró en Castilla, y d Bey la salió á
recibir honradamente, y se desposaron luego, é ve^
laron en la villa de Duefias é dende se fueron á Va^
lladolld.
En este medio tiempo, en el dicho mes de Abril
afio de 1506, tomaron los christíanos que estaban en
Melilla, é Marino de Bivera, Capitán suyo, la villa
de Cazaza, á los moros, la qud está allí ceroa de Mc^
UIJAi i tomáronla por oouderto de ui» mgro muy
DON FBBNANDO
amigo del dioho Máf ino qae se la dÍ6 de dia, sin pe-
ligro y 8ÍD pe}ea, tiendo idos los moroa todos f aera
á trabajar y á otros negooios,
CAPÍTULO OOV.
De la f enidi del Rey Dos Phellpe.
En el dicho afio de 1506 en el raes de Febrero ó
Marso partieron de Flandes el Bey Don Phelipe y
la Reyna Dofia Jnana en muger , para Teñir á rey-
nar en Castilla, é entrados en la mar olieron tantas
fortunas, qae sas personas faeron machas Teces
paestas en tanto peligro, qae mas despedidos de
ía Tida qae no de la muerte se Tieron , é al mayor
peligro socorrióles Dios Naestro Seftor, y salieron en
Inglaterra, donde la fortuna los eohó, é perdióseles
una nao donde Tenian ciertos pajes, é mucha ropa
é joyas.
EstuTieron en Inglaterra mss de un mes, donde
el Rey y Principe de Inglaterra les ficieron mucha
honra, é la Reyna Dofia Juana oto con la Princesa
de Inglaterra Dofia Catalina su hermana, mucha
consolación. Aportaron á la ciudad y puerto de 8a-
Hsbre, é dende por tierra, el Rey de loglaterra los
lloTÓ á Londres. Partieron de Inglaterra, para Teñir
en Castilla y aportaron á la Corufia, Ciudad del
Reyno de Galicia, donde faeron muy bien recibidos
y se detuTieron algunos dias, y el Rey Don Feman-
do tenia mandado y proTcido en todos los puertos
de Castilla y Andalucía, porque no se sabía á den-
de aportarían que les fioiesen gran recibimiento é
serTicio como á sus Reyes naturales, á doquiera que
aportasen ; y mandó que de los Qrandes de Castilla
no fuese ninguno al recibimiento de sus fijos los
Reyes de Castilla delante del , porque él quería ser
el primero en el recibimiento. Bsto ansí fué tos y
fama que lo mandó, empero no fué en ello obedeci-
do, que ciertos caballeros y Grandes ¡de Castilla el
que mas podia aguijar y andar , mas andaba , de
manera que muchos [fueron delante del Rey Don
Femando, y lo recibieron, lo qual se podia hacer muy
mejor que fueran juntos con el Rey Don Feman-
do, pues que era su padre, y honraba á todos ; y en
este recebimiento se manifestaron los sembradores
de la discordia que fué sembrada entre el Rey Don
Femando y sus hijos. Según parece, el Rey Don Phe-
lipe traia sospechas desde Flandos, que el Rey Don
Fernando le habia de impedir ó contrariar algo de
su reynar, según la relación tenía, é guarnecióse de
f aTores de los Caballeros, prometiéndoles mercedes
é partidos. De la Corafia, por sus jornadas, TÍnieron
en BensTente donde todos los Caballeros de Castilla
ó sus nuncios les fueron á recibir y besar las manos
por sus naturales Reyes.
E antes que alli Uogssen , desque fueron desem*
barcados, habia habido contienda entre marido y
muger sobre regir y mandar los Reynos : que la
Reyna y sus parientes, y quien bien la quería,
querían que mandase y firmase juntamente con el
Rey, ansi como hacia la Reyna Dofia Isabel, de glo-
riosa memoria^ con el Ro^ D. FeriiandO| su padre ;
Ú DOtf A ISABEt; liS
y el Rey Don Phelipe, y los de su Consejo, y los quo
mucho se adelantaron á lo recibir, parece que con-
sintieron en aquel Consejo que la Reyna no firmase,
ó Tiendo el Rey en aquella opinión , de la qual le de-
bieran quitar, no lo quisieron contradecir , ó porque
algunos de ellos hablan sido en lo poner en aquel
siniestro, y esto se tíuo á purificar y acabar 'en Be-
naTente, y quedó que la Reyna Dofia Juana no en-
tendiese' ni firmase «n los negocios del regir, salTo
el Rey tan solamente, puesto easo que los Reynos
eran de la Reyna, é de su Patrimonio, é no del Rey
Don Phelipe; é ansí se fiso ese poco de tiempo qoe el
Rey Don Phelipe títíó, de donde no poca turbación
y enojo á la Reyna se siguió; y el Rey Don Phelipe
proveyó que en ninguna manera la Reyna no Tiesa
á su padre, aunque TÍniese A su Corte, é ansí se fiao,
é tuTO que nunca se lo dejaron Ter ; y el Rey Don
Femando estaba en Toro» mientras el Rey Don
Phelipe en BenaTcnte, é dende antes de se Tcr fue-
ron é TÍnieron los Embazadores é mediantes del un
Rey al otro; porque el Rey Don Femando demanda-
ba la mitad de lo ganado é de lo que por justicia era
suyo, é lo que la Reyna su muger le habia manda-
do en su testamento, é lo que por Bulas del Santo
Padre le era concedido por su TÍda, é los Maestras-
gos, y que se quedasen en buen hora oon sus Rey-
nos; y en fin, los Consejos del un'Rey y otro se jun-
taron con compromisos de ambos Reyes ; é TÍstas
las diTÍsioneeié justicia que cada uno tenia, é lo que
demandaba, fitíeron la partición en esta manera:
que el Rey Don Femando OTÍese por suyo de lo acre*
contado, el reyno de Ñápeles , é la Reyna su fija el
reyno de Granada, tal por tal, É que el Rey Don Fer-
nando tubiese por todos los dias de su Tida los tres
Maestrazgos de Santiago, Alcántara y CalatraTa, así
las rentas como las f ortaleaas é justicias de ellas ó
gobernación, porque el Papa les habia hecho mer-
ced de ellos á él y á la Reyna Dofia Isabel por sus
Tidas en galardón de la Santa guerra que á los mo-
ros ficieron ; é por otilas muchas raaónes que á ello
ocurrieron, mandó que en su TÍda no oTÍese Maes-
tres, porque ya no habia moros aquende , y Castilla
estaba tan repartida en Sefioríos, que el Rey y la
Reyna tan liberalmente como conTcnia á su Real ce-
tro no la podían sojuzgar, á causa de las datas sin
medida que en ella ficieron el Rey Don Juan su pa-
dre de la Reyna Dofia Isabel y el Rey Don Henriquo
su hermano, antecesores ; quedó mss, que por todos
los dias de su Tida el Rey Don Femando llevase la
mitad de las rentas de los Reynos de las Indias, de
oro, perlas é esclavos, é otras qualesquiera cosas que
rentasen; quedó mas, que el Rey Don Femando haya
y tenga por los dias de su vida en las Alcabalas de
Castilla, dies cuentos de maraTcdis. E esto fecho y
sentenciado por los del Consejo del un Rey y del
otro, arbitros para ello elegidos, mandaron y sen-
tenciaron que el Rey Don Femando saliese luego de
Castilla, y la dejase libre y desembarazada al Rey
Don Phelipe, é se fuese á sus Reynos de Aragón. Luo-
go ambos Reyes consintieron la sentencia é estu-
vieron |>or ella,é e} Ro^ Don Feniando s^ ipoyió df
726
CRÓNI0A8 DB LOS BfiY£S DE OACTÍLLA«
Toro, é Be fué á BenATonte, é m tíoIo y abrazó con
el Rey Don Phelipe, é de alH se despidió de él é de
los oaballeros de Castilla qae alli estabaní y abrazó
al Duque de Nájera, al Conde do Benaveoto, ó á
otros en la partida cuando se despidió del Rey Don
Phelipe , los qu«les algunos de ellos estaban anaa-
dos de corazas debajo de los sayo*, y el Bey mote-
jándolo dijo al Duque de Nájera: Duque, Dios os dé
paz, no soliades vos ser tan gordo; y otro tanto dijo
al Conde de Benavente , y á otros á lo semejante,
dándoles palmadillas en las espaldas ; y alli en pre-
sencia de muchos Grandes echó la bendición á to
tomar y ahorcar hombres, y ahorcó mas de quarenia
hombres; y desque esto vieron los de la ciudad,
escandalizados se levantaron y tomaron al Cor-
rejidor, y ahorcáronlo ellos, é fué la ciudad de tal
manera indignada é levantada, que el Rey por en-
tonce, requerido de su consejo, no osó mas hacer; é
acercóse mas á la ciudad y con promesas la ame*
naso diciendo que la habia de destruir y que no
habla de dejar piedra sobro piedra, y que la haría
sembrar de sal ; y pasado el gran furor del enojo
del Rey, loa grandes de Portugal lo mitigaron y
pusieron en alguna paciencia, diciendo que no era
dos, é les encomendó que fuesen leales ásu Rey, é I de destruir la dudad de Lisbona, siendo la mayor y
se quitó de la cabeza un sombrero é el bonete, é que-
dando en cabello se humilló á todos, é se despidió é
volvió las riendas á un caballo en que estaba, é se
fué é partió de Benavente, é oon él el Condestable
su yerno, é el Duque de Alvá su primo, é el Conde de
Cif uentes é otros Caballeros é Prolados que lo ama-
ban, é nunca de él se habian partido ; é tomó su mu-
ger consigo, é su casa é familia , é no paró de repo-
so hasta que se entró en sus Reynos de Aragón ; é
proveyó é dejó al Duque de Alva su primo por Go-
bernador de los tres Maestrazgos. Todas estas cosas
pasaron en el mes de Junio del afio de 1506 é otras
muchas acerca del dicho concierto.
CAPÍTULO CCVL
De d alboroto de Llsboaii
Afio susodicho de 1506, en el mes de Abril, se le-
vantó la Comunidad de Lisbona en Portugal, estando
alH el Conde de Marlalba y el Obispo do Bona
contra los confesores que allí vivian, que habian ido
huidos de Castilla por la Inquisición, y contra los
christianos nuevos que de judies se hicieron, é los
metieron á espada ; é duró el alboroto tres dias, en
que mataron mas de tres mil personas, lo qual fué
en esta manera.
En la Ciudad habia pestilencia y hambre, y el
tiempo estaba muy seoo que no llovia, y Iss gentes
andaban cada dia en procesiones demandando agua
y misericordia á Dios; y continúamete habia poca
devoción en los confesores é christianos nuevos,
que habia en Lisbona de cierto mucha heregfa
mosayca, é judayca, en los de esta generación ; y
habia puesto en aquella Ciudad de Lisbona muchos
malos fueros y condiciones en favor de las rentas
del Rey y perjuicio de la Comunidad, y por esto los
christianos querían muy mal á aquellos confesores
y christianos nuevos ; y un frayle de Santo Domin-
go, que predicaba en las dichas procesiones , escan-
dalizó mucho alipueblo, como dicho es, en su pre.
dicar, á que se levantó el Común y hicieron el dicho
estrago dé muertes erebos, ca así mesmo robsron
lo que hallaron de los dichos confesos é christianos
nuevos, allende de matar cuantos pudieron; y el
Rey Don Manuel de Portugal estaba de allí catorce
leguas al tiempo del alboroto, y como lo supo vino
hasta cerca de la Ciudad, amenazando los malhe-
chores, é envió un Correjidor, que no hacia sino
mas honrada y rica de Portugal ; y diciendo que
mirase que muy mal se apagaba un fuego con otro,
que dejase apagar el fuego que estaba encendido
en la ciudad, ansí de la pestilencia y hambre, como
del levantamiento y alborotos de la Comunidad, que
después él daría el pago é castigo seguramente á
los alborotadores é culpados, en tiempo convenible;
y el Rey ovo de tomar el consejo, y ansí se qued¿
por entonces, y aunque después tomó su enmienda
de algunos, fué de muy pocos*
CAPÍTULO ccvn.
Do It naerte ás Don Phelipe, Rej 4o CastilU y ArckKsqso.
Murió el Rey Don Phelipe en la Ciudad de Burgo*,
de su muerte natural, en lunes 28 días del mes de
Septiembre del mismo afio que entró en Castilla:
duró siete dias en la enfermedad ; fué curado por
sus mismos físicos flamencos visitado é revisto; fué
su mal asi como pestilencial , é no tubo remedio, ni
la medicina se lo pudo dar, ni pudo otra cosa hacor
saibó obedecer al Rey de los Reyes que lo crío, y
pagar la deuda que al mundo trajo cuando nació,
que fué el morir. Murió con mucha contrición é ar«
repentimiento de sus pecados, invocando á Nuestro
Seftor, habiendo recibido todos los sacramentos
como cathólico y buen christiano. Su cuerpo fizo la
Reyna su muger meter en una tumba de metal mir*
rado y aromáticamente aderezado, como es costum-
bre depositar los grandes Reyes, y ansí en aquella
caja lo tuvo é traía donde ella andaba consigo»
hasta que el Rey Don Fernando volvió á gobernar á
Castilla é después fué enterrado.
Luego como el Rey Don Phelipe murió, fué muy
grande alboroto sin necesidad en algunos caballeros
de Castilla, en aquellos donde el reposo y amor al
padre ni á la hija no moraba, en algunos que pen-
saron que ya era la consumación del mundo, é que
era vuelto el tiempo del Rey Don Enrique próximo,
y de su fortuna, que el que mas pedia mas tomaba,
é cada uno era Roy de su tierra, ó de lo que pedís
tomar de la Corona Real sin querer conocer Rey ni
superior, y muy bien se sefialaron los mancillados
do este deseo por sus obras , quia ex ahundantia
eordÍB oi loquUur; aunque algunos echaban la piedrs
y escondían la mano.
Mas Nuestro Sefior en cuyas manos $unt omniajura
Rtgnoram y sabe los pensamientos y deseos de los
DON FERNANDO
tof Azonea de lof hombroi y las aficiones iojustáa,
so dio lugar á que, ni en poco ni en mucho, el pro-
pósito de aquellos se cumpliese, por constancia 6
clareza de los buenos, é lealtad é amor que mostra«
ron A el padre é á la fija, ó por inmovilidad que
puso sobre los corazones de todos las Oomunidades
de Castilla y Andalucía, que iodos dedan cviva la
Keyna Dolía Juana y el Bey Don Femando que él
yol verá»; é ni una almena de los realengos bizo vi-
leza, nin consejo nin Comunidad fué escandalizado
ni alborotado contra la corona Ueal, lo qual mas
padeció ser por divino misterio, que por humano
reposo, según el aparejo habla.
La Reyna Dofia Juana quedó prefiada, la qual
parió una hija dcnde á tres meses que el Rey don
Phelipe murió, ó poco menos, en Torqueniada, y
alli fué bautizada y la pusieron por nombre Dofia
Catalina.
tAPÍTÜLO CCVIII.
Como t\ Diqoe do Hedlia Sidonla faé robre GlbnlUr.
En el Andalucía el Duque do Medina*SidoDÍa,
Don Juan, fijo del Duque Don Henrique, que rcsidia
entonces en la noble casa de Niebla, siendo muy
mal aconsejado, como supo do la muerte del Roy
Don Phelipe, luego envió colada de gente á hurtar á
Gibraltar, y en pos de la celada á su fijo con gran
hueste do gente de á pié y de á caballo, é los do la
celada no dieron de mafia en lo que les era manda-
do, oa no consintió Dios, y como no acertaron, llegó
Don Henrique fijo del Duque, mozo de diez ó onze
afios, con la gente que llevaba y puso cerco á toda
la ciudad de Qibraltar, é mandó hacer muchos re-
querimientos á los de la ciudad para que se la diosen,
de la qual ciudad era Alcayde y de la ciudad de Xe-
rez de la Frontera el Comendador mayor Don Garci-
laso de la Vega, y él estaba en aquel medio tiempo
en Castilla, y el Alcayde que allí en Gibraltar tenia
puesto en la Comunidad, tenia puesto muy buen
recaudo en la ciudad , y defendiéronla con sn buen
esfuerzo y adjutorío de vecinos; del qual cerco tam«
bien por la mar con muchos navios fué puesto, é
ficieron muchos dafios á los de la ciudad en sus
panes, que tenían encerrados en sos cortijos, y en
sus ganados, en que les echaron á perder y robaron
mas de cuatro cuentos de maravedís. T de la chan-
cillería que estaba en Granada enviaron ¿ requerir
al Duque alzase el cerco, donde no, que invocarían
sobre él toda la artillería, y esperó que no le quiso
alzar, liasta que supo que toda la tierra realenga y
la Casa de León, y otros muchos se apercibían para
ir á descercar á Gibraltar, y el Conde de Tendilla,
Gobernador de Granada, le escribió que luego alzase
el real, y si no que supiese por cierto que todas las
gentes de la comarca en favor de la Reyna y de la
Corona Real habían de ir sobre él y su hueste, y
doppues de 4^ercado Gibraltar, que le destrniría
toda la tierra. E estonces mandó alzar el rcnl, é
envió de Sevilla A decir que fie viniesen, é ansí lo
ficig-on, y de es(a v^ ^1 no salív l)o ^ovilla, que no
É DOlfA ISABEL. 72f
osaba dejar la ciudad, por que salido de ella temía
quizá no le dejarían volver á entrar; y ansí de esta
▼ez gastó él muchos dineros, que valía una fanega
de trigo mas de quinientos maravedís, é una fanega
de cebada de quatro é cinco reales, é echó á perder
los labradores y criadores do Gibraltar.
El título que tenia, que él decía, era que le per*
toneoia aquella ciudad, é que era'suya, que la había
ganado su abuelo A los moros, y que el Rey Don Fer^
nando ó la Reyna Dofia Isabel se la habían tomado
Asín razón é que el Rey Don Phelipe le había hecho
nueva merced de ella. Estúvose el Duque susodicho
en Sevilla, hasta que pasado el mes do Enero do 1607,
se salió de. Sevilla huyendo por la pestilencia, é se
anduvo por las partes del Axarafo de lugar en lu-
gar, y estuvo en los Palacios del Koy cerca do Ui-
nojos, y después en el mes de Mayo desque aflojó
la pestilencia, hizo movimiento otra voz y allega-
miento de gente, ó pasó á Guadalquivir, y luego se
publicó quo iba á tomar la ciudad de Xercz que so
la daban; los Caballeros y el Regimiento do la
ciudad cerraron las puertas de la ciudad y pusieron
guardas y se dieron á tal recaudo qual al servicio
de la Reyna y de Ta Corona Real con venia, y á la
honra del Alcayde Don Garcilaso do la Vega, Comen-
dador mayor de León que la tenia ; y el Duque do
Medina se pasó de largo á sa tierra de Medina ó do
Vejer, ó de allí envió otra vez á tentar A Gibraltar,
y á requerir á la Ciudad que se le dicSe, que si no,
los destruiría panes y viñas é les f aria muchos da-
fios, é túvoles cercados onde cabe algunos dios, é
los de la ciudad se pusieron en armas é defendié-
ronse é dijeron que ellos eran do la Corona Real, y
la Reyna Dofia Juana era su Señora, que no gastase
el SeAor Duque tiempo en aquello, quo antes serian
muertos que no darles entrada en la ciudad, y asi
se quedaron ; y la guarnición y gente del Duque les
ficieron otra vez muchos dafios en sus panes, viflas
é ganados, é desque esto vido el Duque, mandó alzar
el cerco, ó volvióse en Sevilla, é volvió por cerca de
Xerez , y el Regimiento y Alcayde ficieron cerrar
las puertas de la ciudad, é pusieron á ellas muchos
hombres armados, é dieron de sí muy buena cuen-
ta, é fueron conocidos entre ellos algtmos caballea
ros que quisieran que el Duque tomara la Gudad,
de los quales el Regimiento no fiaba ni fió; y sabido
en la Corte la segunda vuelta del Duque sobre Gi-
braltar, Don Garcilaso vino muy apriesa ¿ poner
cobro sobre Gibraltar é Xerez , é entró en Xcrez un
día después que el Duque pasó de vuelta por allí
para Sevilla é reformó sus fortalezas ó Alcaydcs do
Xerez ó Gibraltar, é regradeció mucho de parte de
la Reyna á los Consejos y Comunidades de las dichas
ciudades la lealtad é buen servicio por ello fecho, y
se prefirió do hacer pagar á los de Gibraltar todo lo
perdido. El Duque de Medina se volvió á Sevilla, é'
estuvo en el Copero y en las acefías de Dofia Urraca
hasta la víspera de San Juan, porque se desahogase
bien la oiudad de la pestilencia que había andado;
y el dia de San Juan entró con gran triunfo de musí-
9as ó trompetas, é muchos alabarderos ante é^ 009
748
CRómOAS DE LOS BEYES DE CASTILLA.
de la Italia; é dende á poooa diaa se sintió mal, y
reoibidoa los Santos Bacraraentos, y hecho so testa-
mento en Viernes, 10 dias del mes de Julio, se finó
de BU mnorte natural en edad de 40 afios. Nuestro
Befior le quiera perdonar. Cuando á la postrera vess
el Duque se movió, se habían movido en Castilla
algunos Caballeros que quisieran vuelta en el Reyno;
y el Conde de Lemos tomó á Ponf errada, é absóse
oon ella, y quiso Dios que no o viese compafteros, ó
fué cercado por mandado de la Reyna y su Consejo,
fasta que le dio la fortaleea. En Castilla el mas ad-
versario que se mostró contra el Rey Don Fernando,
ansi en la venida del Rey Don Phelipe como en el
recibimiento, é después de su muerte, fué el Duque
de Nájera, oon sus sesenta aftos é mas acuestas, é
deoian que lo causaba la enemistad que tenía al
. Condestable, yerno del Rey, por ciertos debates que
. siempre tenían,
, CAPÍTULO CCIX.
De las forliiiie é hambres é nuertes át ciertos afios.
En el afio do 1503 se cogió poco pan en Castilla
é en Andalucía. El afio de 1504, so cogió menos. Este
afio de 1504 se hicieron buenas sementeras, y en fin
del afio, y entrado el afio de 1505, vinieron tantas
aguas en todos los meses del ivierno. Marzo y
Abril, y tantas avenidas y tan esposas, que los
vivientes no se acordaban de tantas aguas y aveni-
^ das, de manera que so dafiaron los panes por toda
'la tierra, é se af o jaron é ñcieron yerva, estando
puesto coto en trigo é cebada é centono en toda
Castilla por mandado del Rey Don Fernando ó déla
Reyna Dofta Isabel, desde el afio de 1503, que se pu-
so por toda Castilla fanega de trigo á 110 mrs. y la
de centeno á 70 y la de cebada á 60 mrs., y de
aquí no pasasen , sopeña de quinientos maravedís
por la fanega é el pan perdido; é por esta pena
había mil cautelas. Amasaban el pan los que te-
nían el trigo, y pagaban á los arrieros la traida,
que lo traían de unas partes á otras, y en Castilla
en la Corte, antes que la Reyna falleciese acaeció
que no pasaban el coto en Medina del Campo, y
pagaban 4 los arrieros por una fanega de trigo 110
maravodis ó 200 é 300 ó aun*mas de la traida; y de
esta manera llegó á valer una fanega de trigo
antes que la Reyna falleciese, en Medina del Cam-
po y por aquella tierra 500 ¿ 600 mrs., y acá en
Sevilla por aquella misma forma, y en muchas
partes de Andalucía; empero no llegó á valer tan ca-
ro como en Castilla. El dicho año de 1505 en un cabo
de él , en la sementera , sombraron con pocas aguas
que hubo, y hecha la sementera vinieron algunas
pocas aguas , con que los panes se criaron, y des-
pués nunca llovió, Enero, Febrero, ni Marzo, ni
Abril, y socáronso los panos uin granar, do ollus
antes do espigar en los zurrones, de ellos medio es-
pigados, é arrancábanlos por amor de la paja, ó
por amor de algún muy poco grano; esta fuó la
cosecha del año de 150G. Este afio no ovo yerva,
miiriéronsQ \ofi vacas: el coto del pan ni jas formas
,que en él se tenían no se pudo mftiiiéneri 4 desqtié
la Reyna Dofta Isabel falleció, no se mantuvo; y
esto afio do 1606 que se socaron los panes sin
sazón, so enoaroció tanto la tierra , que al rododor
de Sevilla, en esta Andalucía, llegó 4 valer muy
caro, ó llegó á valer una carga de trigo en la villa
de Alcalá de Guadayra, que son dos fanegas y
media, á cinqfienta reales, y aun 4 sesenta reales
desde comienzo del afio, porque no había pan, que se
habia cogido muy poco con las muchas aguas el afio
de 1505. Este afio de 1506 se cogió mucho pan en
la Vanda Morisca ; conviene 4 saber, en Espera^
Bomos, Arcos, y en todo el Obispado de Cádiz, en
Villa Martin, en Zahara y en toda la Serranía de Vi*
llaluenga y en Ronda é toda su tierra , é en todo el
Reyno de Qranada, y en Morón, y en Olvera»
Pruna é Cafiete oon toda aquella cordillera, y en
Teba ; y por la contra, en Xerez de la Frontera no
so cogió pan ni en Lebrija» ni Utrera, ni Marohenai
ni en Osuna, ni en Ezija, ni en Córdoba, ni en Se-
villa con todo el Condado de Niebla 4 costa de la
mar, ni en toda la Sierra de Aroche, ni en todo el
Maestrazgo de Santiago de las provincias de Lle«
rena é Mérida, ni en la tierra de Estremadura, da
Trujillo, de Cáceres é sus comarcas, é cogióse arriba
en algunas partes de Castilla pan, donde algo se
proveían las dichas Provincias, Despoblábanse mu-
chos lugares : andaban los padres ó madres con los
hijos acuestas, é por las manos, muertos de hambre,
por los caminos, é de lugar en lugar, demandando
por Dios, y muchas personas murieron de hambre,
y eran tantos los que pedian por Dios, que acaecía
llegar cada día á una puerta veinte ó treinta per-
sonas, de donde quedaron infinitos hombres en
pobreza, vendido cuanto tenían para comer. La
ciudad de Sevilla remedió de enviar por mucho pan
á Flandes é á Sicilia , ó mandaron á pregonar que
todos los que trajesen pan á Sevilla por la parte del
mar, vendiesen franco, ó vino tanto pan por la mar,
que en el mes de Octubre del dicho afio de 1506 se
hallaron desde el Muelle de Sevilla en el Guadal-
quivir fasta la Puente ochenta Naos de gavia car-
gadas de trigo, y algunas de ellas con cebada, en
que habia pan de Flandes é de Bretafia 4 de aque-
llas partes, é era el menor pan y de menos valor;
había pan de la Berbería de tierra de moros, de las
partes de África; habia pan de Sicilia y de Grecia,
de Negroponte, de donde se proveía toda la tierra
hasta Guadalupe 4 Córdoba é su tierra, 4 reparó las
gentes, y bajaron los precios de pan , la fanega de
lo de Flandes 4 cinco ó seis reales, 4 4 mas ó 4
menos, según era; 4 lo bueno de Sicilia 4 nuove
reales é á ocho ; 4 á este mismo precio se vendía
también mucho trigo que vino del reyno de Murcia,
ó do oquollofi partos do lo que so habia recogido el
afio 1505, que so cogió por aquella parte infinito, y
de lo de Grecia de los Turóos, también se vendía
como el de Sicilia. Bj;8tecióse tanto Ja Ciudad de
Sovilla de este pan, que duró en ella aquel pan de
la mar todo el afio do 1507. El dicho afio de 1506
vino (a otofiada temprano, y sembraron los labra-
DON FEBNAHDO
dores; y feohu las seudnieras, llovió muy poca
agaa; y con esa los papes crecieron, y espigaron, y
estando en medio grano, yineron en Mayo á la en*
irada los primeros dias unas neblinas é agnas, é da-
ñáronlos , y volvieron solos y se secaron los panes
sin sazón, qne f nerón nada; esto faé en Sevilla y
sns comarcas, y en Xerez de la Frontera, y en Ar-
cos, y en el Obispado de Cádiz, y en Bornes, y en
Espera, y en Villa Martin y Arabal, y Morón y
Osnna y Ézija, y Marobena, é Teba, é Córdoba. Em-
pero en todas estas comarcas, é ciudades, é villas,
é BUS tierras susodichas, é en otras muchas que sería
luengo de escribir. Nuestro Sefior que no hiere con
ambas manos, dio trigo é cebada á veta, qne fué
maravilla, que habia en cabos diez y quince hazas
juntas, y una sí y otra no : en algunas se cogía al-
gún pan, que del todo no eran vanas, y otras eran
del todo vanas, é lo que tenian era muy poco; é do
esta manera en todo éabo ovo algún pan que cogían
unos la simiente, otros dos simientes, tres otro?,
otros quatro. Esto, como dicho tengo, fué en las co-
marcas susodichas desta Andalucía. En la Sierra
Morena se cogió pan. En el Maestrazgo de Santiago,
vecino á la tierra de Sevilla, de muy poco que ha-
bían sembrado, se cogió mucho, conviene á saber,
en Llerena, Fuente de Cantos, los Santos, Villa-
franca é sus comarcas , que son tierras mas tardías
que no el Andalucía. Desde el afio de 1502 comen-
zaron á haber en Castilla, qnier por una parte, quier
por otras, muchas hambres, é muchas enfennedades
de modorra pestilencial é pestilencia, particular-
mente en algunas partes de estos Reynos de España,
hasta este atto de 1507, que comenzó en el mes de
Enero; luego en comienzo del afio, en Xerez de la
Frontera é en Sanlúcar de recio, é en SevilU y en
toda su comarca qne se encendió como llama do
fuego en fin do febrero, y murieron tantos, que en
muchos lugares murieron mas que quedaron, y en
Sevilla fué fama que murieron mas de treinta mil
personas, y en Carmena mas de nueve mil, y en
Utrera mas de siete mil, y en Sanlúcar de Alpechín
fué fama que murieron mas, que quedaron ciento
ochenta personas, y en muchos lugares del Aljarafe
murieron mas de dos veces que quedaron; y el furor
y mayor fuego de esta pestilencia fué desde medio
Marzo á medio Abril ; y desque comenzó Mayo, co-
menzó de aflojar; y desque pasaron 20 de Mayo cesó,
que no murieron sino tal ó qual de ios que huyeron
á los campos, aunque algunos se herían ó morían,
eran muy pocos. Esto miré yo muy bien. Fué una
pestilencia que se pegaba en demasiada manera.
Murieron en Sevilla é su Arzobispado mas de do-
cientos clérigos, con nueve ó diez canónigos de la
Iglesia mayor de los que no huyeron. En Alcalá de
Guadayra, habia trece clérigos de misa, y fináronse
los doce, y quedó uno. En Utrera fallecieron quatro
clérigos de misa é todos los sacristanes, é todos los
otros escaparon heridos. Digo esto porque lo sé, que
era en esta comarca donde yo lo pude de cierto sa-
ber; porque los que leyéredes podáis por aquí ju di-
car qaé sería en las otras villas é ciudades, é luga-
¿ DOff A ISABEL. Í29
res de esta comarca; y en este lugar donde yo estti- .
be escapamos yo y el sacristán heridos y sangrados
cada dos veces, y fináronse quatro mozos que anda-
van en la iglesia, que no escapó ninguno, é de qul- '
nientas personas que había en mi parroquia de este
lugar y Villaf ranea de la Marisma, se finaron ciento
y sesenta, entre chicos y grandes, que yo onterréj y
otro clérigo por mí que me venia á ver diciendo
que yo era finado cuando estube mal. Vide y miré
esta experiencia, que de los que f uyeron de este
lugar, aunque volvieron temprano, no fallecieron
el diezmo de ellos ni les tocó el mal, y de los que
quedamos en el pueblo, no quedaron seis personas
que no se hiriesen. Todas las mujeres qne criaban .
ó daban leche escaparon, y si moria una, era entré
ciento; de las prefiadas por maravilla escapó una.
Andava envuelta modorra con landres, y los quo
escapaban de modorra muchos morian luego do
pestilencia. En otras pestilencias, especialmente eu
la que vino el afio de 1480, que casi fué general en.
Espafia, no murieron sino muy pocos clérigos é muy
pocos viejos, é por maravilla uno; ni moria persona
que tubiese de antes lesiones ó otra cualquier enfer-
medad de que estuviese fatigado, ni morian sino muy
pocos de los coléricos amarillos, verdes en cóleras, '
asi iiombrcs como mugeres; é de los gordos colora-
dos é muy sanos fallecían los más; y este ano do
1507, fué todo por lo contrario de aquello, que en •
los mas viejos y dolientes y de flaca complexión, y
en los coléricos y debilitados fizo muy mucha mas
impresión, y murieron mas que no de los otros; y
así mismo fallecieron muchos letrados, doctores,
bachilleres de todas artes, clérigos, frayles, monjas
de todos estados de la Iglesia : fallecieron infinita
gente. De la misma forma de Sevilla é su comarca, .
fué en el Arzobispado suyo todo; y en el Maestraz-
go do Santiago y provincia de León, y Vera do,
Portugal, conviene á saber Fregenal, Xerez, cerca
de Badajoz, y toda aquella comarca é Badajoz,
é Mérida, ovo un lugar quo llaman Cabeza de Baca,
que es en la tierra de Santa María de Tudia, yes
do la encomienda de Leon^ donde huyeron mu-
chos de aquellas comarcas eñ una pestilencia quo
hubo en aquella tierra el afio de 1430 afios, ó
allí dos afios mas ó menos, é guarecieron allí, ó
nunca murieron en aquel lugar, aunque en to<1a
la comarca murieron muy muchos, é habia estonce
gente en aquel lugar é en aquella tierra que so
acordaban de setenta afios é mas, é nunca vieron '
allí morir á nadie de pestilencia, ni habían muerto.
E esta vez do este afio de 1507 habia memoria do
140 afios que eii la Cabeza de Baca no habia»
muerto de pestilencia, y este dicho afio de 1507
murieron tantos, quo se hubiera de ermar el lugar.
E comenzando de cesar la postilencia en todas les
comarcas que dichas son, ansi como fuego que va
tras lo seco, se comenzaba de encender en los lü*
gares mas cercanos la pestilencia, é ansí entró en
todo el Rey no de Qranada, é por toda Castilla, por
donde no habia andado, é ansi fué esta pestilencia .
general y universal ; é fué de hambre eáte diobo afio
Del redbimiealo qaa flciaron al R«y Doi
da Nápolet.
730 CRÓNIOAS DE LOS RB)r£S D£ CASTILLA*
también, do manera que en nitichas partes también
de hambre se morían , y así f aó gran fatiga y pre-
sura magna en toda España, que no podían yaler
los padres á los hijos, ni los hijos á los padres, é los
vivos huian de los muertos; y los vivos huian unos
do otros, los que* estaban en el campo de los de la
villa porque no se les pegaso, é los muertos se en*
torraban por dineros, que no habla quien los enter-
rase, é los que enterraban hadan una hoya en que
enterraban veinte é treinta juntos é mas ; é íuó tan
gran pestilencia é hambre, que desde el tiempo de
San Laureano, Arzobispo de Sevilla, que fatigó
Dios á Espafia por hambres ó pestilencia, siete afios,
en que perecieron mas de la mitad de las gentes;
nunca tal estrago de pestilencia fuá ni se halla
escrito en Espafia: ó según se lee en la Sumroa co-
roñica, en aquellos tiempos la mitad de la gente de
Espafia, y aun mas, murieron de hambre é peati-
loncia. E fué aquella gran pestilencia el afio del Na-
cimiento de Nuestro Redemptof Jesuchristo de 675,
poco mas ó menos, en el tiempo de Justino, prime-
ro Emperador do este nombre y del Emperador que
imperó luego tras de ¿1 en Roma, Justiniano; ó de
los Papas Fóliz IV, Bonifacio II, Julio II, Agapi-
to I y Siiverio mártir.
CAPÍTULO CCXL
CAPÍTULO OOX*
De como el Rej Dos Fernando ptrUd pin Ripotes.
•» .
. Volviendo A hablar de las cosas del invictísimo
Rey Don Femando, de lo que fizo desque lo despi-
dieron de Castilla el Rey Don Phelipey los caballeros
como habéis oido, él fuá muy bien recibido en sus
roynos de Aragón y Catalufia, é porque era mucha
rason ir ¿ visitar sus Roynos de Ñapóles y Sicilia al
Levante, fiso luego aderezar una muy f ermosa flota
de galeras é navios é naos do armada é de fustas,
estando en Barcelona, é embarcóse en ella con la
Rcyna su muger, ó con su hermana ó sobrinas las
Reynas que fueron do Ñapólos, é con otra muy
honrada compafiía de su casa y familia, ¿ con mu-
cha gente de armas, ó partió do Barcelona A 7 de
Agosto de 1506 y enderezó su vía para Ñápeles por
la costa de Francia tierra á tierra, ó ol Roy de
Francia les mandó facer muy grandes recibimien-
tos, é de dar las cosas, que ovtesen menester é mu-
c:lios presentes ó mantenimientos de valde, ó ans{ lo
fícieron, en todas las ciudades ó lugares é puertos
por donde fué fasta que llegó á Gónova, y allí le
hcioron muy gran recibimiento ; é allí le llegó la
nueva de la muerte del Rey Don Phelipe su yerno;
é aIH le fícieron su sentimiento por él; y el Rey se
retrajo ciertos días en la galera que iba, ó pubo
luto, ó mostró mucho sentimiento, y después siguió
su vía do puerto on puerto hosta Gaota, é dende á
la ciudad do N¿poIc;i, á donde lo fícieron el siguien-
te recibimientOt
Entró sn Alteza Domingo 1.® de Noviembre; ha-
bia quatro dias que esteva en la fortalexa de Castíl
del Ovo, esperando se concertase sn entrada, que
es dentro en la mar el dicho Castil del Ovo, en
este dia, á las ocho de la mafiana se movieron del
puerto de Ñápeles veinte galeras con el mas lindo
tiempo del mundo, ricamente aparejadas oon mu-
chas banderas é muy ricas, enarboladas, ó sin facer
remar fueron todas tras la Capitana, hacia Castil
del Ovo, donde Su Alteza estaba, é allí el Rey so
entró en la galera del Real, é entrando el Castillo
tiró un tiro grueso hacia la mar, é respondieron
las galeras con su artillería gruesa oon piedras,
y en acabando oomenzó Castilnovo é Castiloyo»
que fué cosa para espantar. En este medio las
galeras llegaron al muelle, y al entrar, las naos que
estaban en el puerto y las galeras que estaban en la
ciudad, dispararon tíroa de pólvora, de tal manera
tremía la tierra, que parecía que so quería hundir; ó
luego el Rey y la Reyna su muger desembarcaroni
y fueron recibidos del magnífico Sefior el Gran Ca-
pitán, y de todos los Grandes del Reyno, y el Gran
Capitán llevó á la Reyna del brazo por una puente
artificial que tenían fecha, que costó quatro mil du-
cados y mas, hasta ponerla debajo de un arco triun-
fal, que costó quince mil ducados, donde habla
infinitos cantores que , como sus Altezas fueron de*
bajo, comenzaron á cantar Te Deum laudamus.
Allí juraron las libertades del Reyno, el Rey
mandó llamar al Sefior Próspero Coluna y al Sefior
Fabricio, y al Duque de Tórmini, y tomó el Roy el
Estandarte en la mano y lo dio al Sefior Fabricio, y
fizólo su Alférez Mayor de todo el Reyno, y mandó
al Sefior Próspero Coluna que tomase á su derecha
mano al Gran Capitán; é su Alteza cabalgó en un
caballo blanco con una guarnición toda chapada, é
llevaba vestida una ropa rozagante de carmesí, de
pelo muy rica, y llevaba un collar riquísimo y un
bonete do terciopelo negro oon nn rubí, y una perla
de las mayores que nunca se vieron. La Reyna ca-
balgó en una hacanoa blanca con una guarnición
chapada; llevaba una vestidura de raso muy rica, é
una capa á la francesa de manga ancha é sembrada
de unos lazos sotiles de oro.
Como fueron salidos debajo del arco, les tenían
el palio muy riquísimo, las varas del cual lleva-
ban los electos de Ñapóles de rienda; é llevaban á
el ^ey y á la Reyna los Nobles varones, en la or-
denanza. El Sefior Fabricio, por conaejo de algunos
caballeros, se puso con ol Estandarte dolante la
guardia del Rey, y el Gran CapiUn le mandó lla-
mar y le mandó poner delante del Rey, porque cuan-
do el Rey confirmó los libertades del reyno y dio
el Estandarte, mandó á el Gran Capitán que en todo
lo demás mandase como sn persona propia. Junto
con el Estandarte iban los Reyes íq Am^as, y luego
DON FERNANDO
^1 Oten Capitin á la mano del Próspero, y después
la avaDgaardia do cien alabarderos, é los Embaza-
dores del Papa é del Roy de Francia, y luego los
Príncipes del Royno ó Grandes Sefiores del Reyno;
é iban en el mas honrado lugar do los Principes
Términi: los dos reverendos Oardenales Borja é
Otranto, iban detras del palio, y así de mano en
mano, de este modo fué Su Altosa por toda la ciu-
dad, por todos cinco cejos, donde en cada cejo habia
dies 6 quince mugeres con sus maridos y parientes,
muy ricamente ataviadas y con muchos géneros de
música, y como Su Altexa llegaba á cada cejo, sallan
todos é todas á besarles las manos al Rey y á la
Reyna, y cuando llegaron á la Iglesia Mayor salie-
ron cuantos clérigos y frailee habia en la ciudad á
recibirlos con una procesión muy solemne, y alli se
apearon el Conde de Molfa y Próspero, y llevaron
do riendas á la Reyna hasta la casa del Conde de
Menea, donde todas las honradas Dueflas del Pópu*
lo le ficieron muy honrado recebimiento, ^ pasaron
por debaja de un arco que le tenían fecho muy rico;
y en aquel y todos los otros, y la puente, como Su
Alteza salla de cada uno, luego sacaban los instru-
mentos quo llevaban y taftiau, los qualos eran qua-
tro pares de atabales, é veinte y seis trompetas ita-
lianas y veinte y dos bastardas, con otros infinitos
géneros de música, conviene á saber, cheremías é
sacabuches, etc., hacían tanto estruendo que si al-
guna ave pasaba la hacían caer en medio de la gen-
te. E el Sefior Gran Capitán llevaba una ropa roza-
gante, de raso carmesí, abierta por los lados, enfor-
rada en muy rico brocado, é llevaba un sayo de oro
de martillo y un collar que valia mil ducados, é un
joyel muy maravilloso, é sus alabarderos, é sus pajes
vestidos de seda de sus divisas en torno de su per-
sona. El Próspero Coluna y Fabrioio, y el Duque de
Temiini salieron de una manera: ropas rozagantes
de brocado, aforradas en damasco plateado, é sin
ninguna cosa al cuello, porque entro los caballeros
habia tantas cadenas y collares, que habia mas de
doscientos collares y cadenas infinitas : salieron en
tan buen orden los caballeros que para en Italia
fué una cosa de notar: duró tanto el recibimiento,
que era una hora de noche antes que Su Alteza lle-
gase á Palacio, é encendieron tantas hachas, que pa-
recía quo fuese de dis, quo solo el Gran Capitán
sacó treinta pajes de librea con hachas, é como Su
Alteza fué en Palacio, fué recibido do la Reyna su
hermana y sobrina, de la Reyna de Hungría, fija
del Rey Don Femando, é de la Duquesa do Milán.
El Rey las abrazó á todas con mucho amor, las qua-
Ics estaban acompañadas de muchas Damas fijas-
dalgo, ataviadas de mucho oro é brocados, é pedre-
ría, donde se mostró muy bien la gran riqueza
de aquella ciudad. Entraron con sus Altezas , em-
haxadores del Rey de Francia, y do venecianos y
florentines, y do todas otras potencias de Italia, los
q nales todos tnixeron á sus Altezas presentes. La
ciudad de Ñapóles le hizo presento de todas las co-
sas de comer, é de gentileza, de qne ellos pnclioron
haber, y de troínta mü ducados en dineros. El apo
i DOSA ISABEL 731
■
sentamiento suyo fué donde estaban las* dichas
Reynas en Castil Novo« Otro dia siguiente, el Rey
cabalgó por la ciudad, é fué á la posada del Gran
Capitán acompafiado así cou los grandes del Reyno
é do la ciudad; é estubo el Roy allA sois ó sioto me-
ses, é mudó los alcaydes é justicias, é visitó todo el
Reyno é púsolo en muy buen concierto, é por la
mucha prisa quo de la Corte de Castilla le daban la
Reyna, su fija, é sus parientes, que viniese á la go-
bernar, no se pudo allá mas detener, é aun no lo
vagó ir á visitar á Sicilia Ultraf aro ; é dio vuelta
con su flota para Espafia; é llegando en Saona, tier-
ra de Genova é Francia, el Rey de Francia le salió
á recibir en la mar, é le combidó á oomer, é le fizo
gpran recebimiento ó muchas honras é lo abrazó, y
besó á la Reyna su sobrina é^o dieron paz, é á
Gonzalo Hernández abrazó é besó en el carrillo, y
decondioron todos en tierra, y convidólos á comer,
é comieron á una mesa el Gran Capitán con ambos
Reyes, é dio el Rey de Francia al Rey Don Feman-
do las llaves de la ciudad de Saona, é después de
muchas fiestas é placeres habidos, el Rey Don Fer-
nando se despidió é vino por los puertos do Marse-
lla é Francia, é por la mar tierra á tierra, como ha-
bía ido, é vino á desembarcar á Valencia la víspera
de Santa María Magdalena, á 21 días de Julio del
afio de 1507 con su armada de diez galeras, y diez
y seis naos, y por Capitán de ellas Pedro Navarro,
al qual la ciudad le hizo muy gran recibimiento é
los Grandes del Reyno, el qual se detuvo allí fasta
pasada la Gesta do Nuestra Sefiora do Agosto, ó pasa-
da la fiesta, se partió para Aragón, ó donde en Casti-
lla, é fué muy bien recibido y aunque á muchos pesó
de su vuelta, ninguno lo osó mostrar, salvo el Du-
que de Nájera, atreviéndose á su edad do mas do
65 afios que habia, al qual el Rey envió á llamar y
no quiso venir; y le envió el Rey á decir que si no
quería él que & gobernase á Castilla, que la gober-
nase el; é él le dijo quo lo dejase en su tierra en su
vejez, reposar ya, é nunca quiso venir á la Corte; y
el Rey mandó aderezar el artillería para ir sobro él;
é desque que ésto vido entregó al Rey ciertas for-
talezas qne el Rey le demandó y así lo amansó é
puso temor á otros. El Gran Capitán vino después á
Castilla, que quedó en la Italia no bien dispuesto,
ó vino con su flota, y después de desembarcado en
Castilla, fué á la Corte á Burgos, al cual el Rey fizo
facer gran recibimiento ¿ todos los de la Corte, y el
Rey lo salió i recibir fuera de Palacio.
CAPÍTULO CCXII.
Del ieseoBCierto qse ie«eel4 en la gente een que et Aleayde de tos
DoBcelet entr^ ft correr lUende de Orin.
En el mes de Agosto del afio do 1507 acaeció quo
el Alcayde de los Donceles, Alcayde ó ( apitnn de
Mszarquivir, partió una tanle puesto el sol, do l^ía-
zarquivir, con dos mil é doscientos hombres, en quo
iban ciento y cinqüenta caballos, y los otros eran
los soldados é gente de ordenanza, de los que ha-
blan venido de Ñapóles, y eran en su mcsma ordo*
•/•
932
CRÓNICAS DE LOS REYES DE CASTILLA.
nansa, y fueron i hacér alio aquella noche á quatro
leguas de la parte de Oran, donde robaron dos lu-
gares j mataron muchos moros, y traían gran ca-
balgada de moros y moras, y mas de dos mil cabe-
zas de ganado, y llegando con su cabalgada á vista
do Oran á ora de vísperas, paró allí el campo, é co-
mieron, é bebieron, é descansaron, é pndiéranse ve-
nir en su ordenanza en salvo, y no contentos, acon-
sejaron al Alcayde que fuese á correr á Oran hasta
las puertas, é quedó el Alcayde y fué el Capitán
Martin de Argote con veinte de á caballo é con
todas las trompetas á las huertas, é llegado mandó
tocar, y mataron muchos moros, todos l(»s que pu-
dieron y hallaron; y como los moros oyeron las
trompetas, no quedó nadie en la ciudad qne no salió;
y iodos los moros de la comarca venían ya en pos
de los christíanos, y juntos con los de la ciudad,
dieron en el Alcayde y en los de á caballo que con
¿1 andaban, y como vieron tan gran cantidad de
caballería de moros, los caballeros christíanos vol-
vieron á hnir, que nunca el Alcayde los pudo dete-
ner, y nunca tanta cobardía tuvieron; y tanto temor
llevaban, qne no miraron como huían, y dieron por
mitad de la gente de la ordenanza é la desbarataron
de tal manera, que nunca se pudieron tomar i con-
certar, é los moros dieron en la ordenanza, desque los
vieron así desbaratados, é los mataron y prendieron
á todos; é el Alcayde solo tuvo hasta que le mataron
el caballo, é un paje suyo le dio otro en que escapó,
huyendo ; en que fueron muertos y presos mas de
mil ó quinientos hombres. En el propio afio después
de esta le acaeció otro desastre; envió por agua á
un Capitán llamado Samaniego, el qual llevó ciento
y cinqfienta hombres en una tafutea, é una fusta
é un bergantín; é los moros de Oran les armaron,
en que vinieron seis bergantines bien armados, y
mucha gente por tierra, é dieron en los christíanos,
é los tomaron á todos muertos é cautivos é quema-
ron la tafutea, é llevaron las otras dos barcas. Es-
tas dos cosas de contraría fortuna acaecieron á los
christíanos é Alcayde de los Donceles, su Capitán,
este dicho afio de 1507, en el Beyno de Tremezen,
cerca de Oran.
CAPÍTULO OOXIII.
Del desbanlo qa« hicieron los moros en los ehristiaaos qne
habían pasado con el Alcayde de los Donceles (1).
El Alcayde de los Donceles, Alcayde de Mazar-
qnivir, pasó con una armada de allende en el mes
de Agosto de 1508 afios, en la qual llevó tres mil
peones, ó poco mas ó menos, é noventa y cinco de
á caballo, y los peones iban en ordenanza, según
suizos. Eran muchos de ellos do los que habían ve-
nido de Ñapóles, ó partieron una noche do Mazar-
quivir é fueron hasta quatro ó cinco leguas donde
{i, Esté capllnlo refiere, eon muy eortas nrianles, los mismos
sscesos qne el anterior; pero enconirándose asi tanto en el MS. de
nodrigo i:aro, como en el de la Biblioteca Colombina, no nos he-
mos crcido tnlorlMdos I suprimirlo.
(Nota 4c la Edle, de SefiiU.)
por tierra de moros , la vía de Tremezen, y entraron'
y robaron tres lugares, y el postrero y mas adentro
era el que llaman Qrangason , é está dnco leguas de
Oran, y tomáronlo, y traían mas de seis mil cabezas
de ganado de vacas y camellos ; y los christíanos
estuvieron nna noche en el campo, y traían gran
cabalgada de moros y moras, chicos y grandes, en
que decían qne había mil y quinientas ánimas ; y
como se engorraron tanto, los moros hubieron lu-
gar de se juntar y vinieron sobro los christíanos
muy muchos, y siguiéronlos y cercáronlos en der-
redor con diez y ocho banderas principales en que
vino el Rey de Tremezen, ó sus hermanos el Rey
de Udir, capitán é Rey de Aduares, qne esSefior de
muchas villas y lugares, en que venían once mil de
á caballo, y mas de treinta mil peones ; y llegando
á las hnertas de Oran, el Alcayde cayó mal y se
amorteció, y la gente suya se desordenó á beber, y
deshicieron el caracol de ordenanza y el Aloaydo
volvió en, sí y recojió la mas de la gente qne pudo
á nn cerro, y comenzó á facer la ordenanza , y los
christíanos de la ordenanza tomaron en medio á el
Alcayde y á la gente de la ordenanza, y á ochenta
caballos con él que habían quedado, qne quince eran
ya muertos en escaramnzas y en descubrir, y los
moros los cercaron allí de todas partes , y no deja-
ron de acabar de hacer el ordenanza. B desqne el
Alcayde vido que no había remedio si no que todos
estaban perdidos, salió de entre los christíanos con
los de á caballo, y arremetió con sn esfuerzo por
medio de los moros por donde estaban siete bande-
ras é todos los horadó, y salvóse oon setenta de á
caballo y aportó á Mazarquivir, y escapáronse ha*
yendo do los peones obra de qnatrocientos hombresi
y fueron cantívos obra de qnatrocientos y cínqüen-
ta, é todos los otros murieron, y así la macha oob-
dicia desordenada los desordenó é mató, que basta-
ba arremeter y volverse ; y así los moros recobraron
toda la cabalgada, é so volvieron oon sn honra. Bl
Alcayde estuvo de ésta para perder el juicio. Bn el
propio afio, después de éste, le acaeció otro desastre;
el dicho alcayde envió por unas barcas de agua á
un capitán llamado Bamaniego el que llevó ciento y
cinqüenta hombres en una faturca, é en una fusta,
é un bergantín, é los moros de Oran armaron, en que
vinieron seis bergantines bien armados y mucha
gonte por tierra y dieron en los christíanos en tal
manera que el Samaniego se pudiera volver salvo
á Mazarquivir, y por no mostrar cobardia mandó pe-
lear ó peleó con los moros, é de los moros se reco-
gieron tantos que vencieron á los christíanos, é los
tomaron á todos cautivos é muertos , é quemaron la
tafurea é llevaron la fusta é el bergantín. Estas
dos cosas do siniestra fortuna acaecieron á loa
christíanos y los tomaron á todos cautívos en las
partes de allende en tíerra de África cerca de Oran,
por mal recaudo ó por pecados de los Cristíanes, ca
en aquellos tiempos han de ir muy contritos de sus
pecados, y con intención de destruir los enemigos
do la feé, y no con cobdicias desordenadas, ni oon
soberbia I como muchos de aquellos iban en su pr«
DON F£BMANDO
dentafea, diotendo qiié iuttqne Tinieran todos los
moros de África, no les habian miodo y podían
entrar y salir en sa ordenanaa aunque pesase á to-
dos los moros.
oapItdlo COXIV.
De lit liBfotlu y eifirroBet qae hibo,
Snel afio de 1508 ovo en las partes de esta An*
dalnoia é mnohas partes do Gastilla tanta de la lan-
gosta y cigarrones, qne nunca tal f névisto por nin-
guno de los que fasta alli eran nacidos é yivoa ; é
nació en oomienso del afio; é antes que volase, todo
onanto delante hallava comía y destruía, y comió y
destruyó infinitas sementeras, é echó á perder muy
muchos labradores, é mataban la gente infinita de
ella, que salla á campana repicada á ella, é por
mochas que mataban é soterraban é quemaban é
ensilaban que fué cosa innumerable, no pareda que
hacían mella. Ck>mensó de volar por alto en el mes
de itayo, é levantábase comensando de calentar el
sol , ó andaba por toda la tierra hecha ejércitos como
batallas, é habla ejército de aquellas que duraba
quatro é cinco leguas en luengo, é en ancho dos ó
tres leguas, é ejército de mucho mas, é da mucho
menos; y todas las caras vueltas y enderesadas
hiela donde habian de ir; y mientras no volaban
andaban á pié todas héoia un cabo, y tenían tan
clara vista, qne si les amagaba hombre con algo
para les dar, saltaban como un ave ó un animal que
entiende, y de que entraba el sol impínábanse en
alto, y á lugares eran tantas , que hacían sombra
ocupando el sol, é llevaban muy gran sumbido é
sonido que era espantoso, y iban á caer dos, tres,
quatro y cinco leguas, y mas y menos, y donde caían
oaia todo el ejército junto y henchian toda la tierra,
panes y vifias y semillas, y comían' verde y seco
hasta que se hartaban, é comensaban las espigas del
trigo é do la cebada por las puntas de las raspas y
después del grano, ansi que de cuantas cosas coqiían
salvo en las vifias no hacían dafio. Después volaban
aquellas langostas, é como no estaban en parto nin-
guna de morada, no hacían «total dafio, ca mucho
mas dafio hadan cuando andaban á salto, cerca de
donde se criaban, que se criaban en las tierras secas
é en los toscales y cerros pelados. Anduvo esta lan-
gosta por todas estas partes do la Andalucía volan-
do é varlovonteando mas de dos meses é medio, de
la qual muchos ejércitos se fueron é entraron en la
mar y se ahogaron, y de los otros cayeron tanta en
los posos de los ganados, que hinchían los pozos y
las norias, y era tanta la que entraba á beber y se
ahogaba en los pozos, que infidonaban las aguas, y
llevaban los ganados á beber á los ríos. E desque
entró el mes de Julio, y aun antes, comenzáronse de
cabalgar, ansí como cuando los cabrones andan en
zelo con las cabras, asi hadan, é se mordían, é de
dos á dos, é de tres á tres, é de quatro á quatro é
cinco juntos, andaban ensartados, que era una cosa
fiera de mirar; y desdé los primeros días de Julio
basta que toda üquellik tempestiid fué coosumidaí co
]¿ 1)09A ISABBL t3^
menió de ovar la tierta; hincaban el rabillo en la
tierra, y allí se morían, é dejaban la simiente. Ovo
ejército de ella, entero, que dejaba tres ó quatro le-
guas asementadas, donde murió, y hada cada uno
de ellos un capullo de hechura de un pifión , y eran
todos aqudlos capullos mayores que pifiones, y aun
como dos pifiones cada uno, y eran llenos de abajo
arriba de unos huevecitos como huevos de hormigas,
que había en cada capullo mas de veinte y treinta
huevos, é todos estos eran cigarrones. Acabóse de
consumir y morir esta langosta este afio de 1508
á 15 de Julio, é no pareció mas este afio.
£1 segundo afio que ovo langosta fué d afio
de 1509, é nació por la forma dd primer afio, y na-
dó muy mucha mas, y al quarto doble, y en muy
mochos mas lugares ; empero como las gentes esta-
ban escarmentadas de la otra, la ciudad de Sevilla é
la ciudad de Córdoba y todas las demás villas y lu-
gares diéronse á tal recaudo, que antes que volase
mataron nn cuento los cahíces de ella por muchos
conciertos, echando á cada casa que matasen tantas
fanegas, 'y otras veces concejilmente, y todos á
campana repicada, y cada uno en sus vifias y here-
dades, de manera que fué infinita la que murió.
Vinieron muchas porcadas y cochinadas de todas las
tierras, y comieron tantas, que salieron gordos como
de bellota; é plugo á Nuestro Sefior que no duró esta
langosta sino hasta quboe días de Mayo de 1509, y
allí ficieron lo que el afio antes habian fecho en
Julio, y así se consumió la langosta aquel afio, que
nunca mas pareció, é hizo dafio en lo seco, é cogié-
ronse garbanzales, é melonares y hortaliza, é todas
cosas que se crian de verano, que el afio antee todo
lo comían.
Esto me pareció escribir por cosa hasafiosa é mU
lagrosa, acaecida en estos tiempos, porque los que
vivieren é vieren otros afios semejantes, no se ma-
ravillen, é lo sepan remediar.
CAPÍTULO OCQCV.
De eoao fieros ibirttandolot ■iiiienlmleiloi,|4e eoao se IomU
el Pelón de Velei.
Tomando á fablar de los tiempos, por despedir
los afios estériles caros é fortunes, digo que el afio
de 1508 súpitamente abajaron los precios del pan,
por su fertilidad é por la poca gente que quedó que
lo comiese. Acaeció que en los postreros meses del
afio de 1507 volvió muy infinitas aguas, y ovo mu-
chas avenidas en los rios , y sembraron los labra-
dores como pudieron , y ahogáronse las sementeras
por muchas aguas, é sembraron dos ó tres veces^
y aun volvieron á sembrar, y acució buen tiempo
en los meses de verano, é aunque sembraron poco
é se perdió por agua, cogióse mucho pan en toda
Oasiílla , para según los sembrados. La baja que fué,
fué de esta manera : cuando se sembraron vdia una
faneca de trigo de lo mejor, en partes, un ducado,
é en parte ocho reales, ó nueve, poco mas ó menos,
é la cebada á dos reales y medio, y á tres reales é
mM i menony é ti^o estoa precios íaata que eñtrtf
734
el «fio de 1509| éfaé bajando oada día mas en tal
manera, que antea que oviese pan nnero abajó el
trigo Laeta dos realea y medio, é aun menoa, la fa-
nega, y la cebada á 40 mrs. la fanega, y sobró ipfi-
nito pan de lo de los mercaderes, en qne perdieron
macha suma de dineros, é se les dafió mnobo, é ficie-
ron de él muchos baratos. Esto fué en Sevilla, don-
de estaban muy grandes almacenes de ¿1, ó muchaa
casas llenas , ó también fué en otras partes donde
los mercaderes lo tenian encamarado; é la mayor
* causa fué como el afio de 1607 se finaron la mitad
de la gente que en Castilla habia, no oto quien lo
comiese. E no penséis que aquellos tiempos fortunes
t tan solamente ovo hambre en las gentes, qne tam*
bien la ovo en las bestiaa é reses, que se murieron
infinitos asnos y caballos y yeguas , y deefisose la
cria de las gallinas é aves de caza, é llego á valer
en Sevilla un par de gallinas cinco reales.
El afio de 1509 vino tan fértil y tan abundoso,
que se cogió en toda la tierra infinito pan, trigo é
cebada, que de una fanega sembrada cogian dos y
tres cahíces é mas.
En esto afio de 1608 de que he hablado, no pu-
diendo comportar los dafios que las fustas de Velez
de la Gomera venian á hacer á tierra de christianos,
envió oí Rey Don Femando i Pedro Navarro su ca-
pitán de la mar con su armada á les facer guenra,
el qnal les tomó el Fefion que está muy cercado Ve*
lez, é lo pobló é puso alH guarnición de gente do
4 pié é de la mar, que esté dentro en la mar,
la cosa mas fuerte del mundo, y tiene en si buen
oompás, donde ficieron casas é pueblos, donde
echaron 4 perder 4 Veles de la Gomera y 4 su
Rey porque do allí habia la mayor renta que
tenia, porque el Pofion est4 tan cerca de Velez,
que los tiros de polbora que de él tiran dan en
medio del lugar de Velez. E el Rey Don Femando
fizo Conde al dicho Pedro Navarro, Capitán de la
Armada Real de la mar, en el qual puso Nuestro
Sefior tanto esfuerzo y gracia, que les puso infinito
temor é les fizo muchos dafios é les ganó ciudades é
villas é lugares, según diré donde conviene de sus
fechos.
CAPÍTULO CCXVI.
De U ualdi del Rey Dos Fenindo ei li Andalaeia.
Lo que acaeció en Córdoba porque el Rey Don Fer-
nando ovo de venir 4 esta Andalucía, fué por ciertos
desconciertos que en ella acae^eron. Lo primero
fué que estando un corregidor de la Rey na en Cór-
doba , ovo ruido entre los hombres del Obispo de
Córdoba Don Juan Daza y los del corregidor, y
juntóse gente en casa del Obispo y lo mismo en
casa del Corregidor, de manera que pusieron mocho
escéndalo en la ciudad, por manera, que un Alcalde
mayor que traia la vara por el Alcaydc do los Don-
celes, que es Alcayde mayor de Córdoba, hubo de
entender en ello, el qnal se llamaba Nufio de Argote;
é el Marqués de Priego, Sefior de la casa de Agnilar,
CRÓNICAS DE LOS RETES DE OASTILLA.
que o¿mo traia aquella Tara no habiendo pasado
por cabildo, 4 se la tomó y quebró y fiso poner loa
pedazos en la picota; el cual segoia la parcialidad
y favor del Obispo, y el caso fué sabido en la Oórto,
y él llamado ante el Rey 4 la Reyna an fija, y en-
vieron luego sobre ello un pesquisidor,'el qual venido
en Córdoba, mandó hacer cabildo 4 los Veiny tiquatroa
y Concejo de la ciudad, y entrados en el cabildo
un dia, y estando ende el Marqués, mostró las pro-
visiones del Rey y de la Reyna, qne trahia, y
mandó al Marqués de parte de la Reyna y del Rey
que aalieae de Córdoba luego, y el Marquéa le dijo
que obedecía el mandamiento de Sos Altezas, y qne
asi lo queria faoer luego, é que se saliese él con él, é
que verla como lo ponía por la obra en se ir de la
ciudad por cumplir el mandamiento de Sos Altezas,
y respondió el pesquisador qne se fuese él en bnen
hora que él no tenia ahí su muía para ir oon 41 ; 4
el Marqués le tomó 4 dedr y pedir por merced qno
saliese oon él, que no faltarla en que se fuese, en
que el pesquisidor ovo de salir oon él fuera de la
Caaa del Cabildo, é luego 4 la puerta el Marqués
fizo apear uno de una muía, é fizo cabalgar al pes-
quisidor y fuéronse hablando hasta que salieron do
la ciudad, y en la puente encontraron 4 nn Alcalde
de la Hermandad, hombre principal llamado Xuan
Esteban , y el pesquisidor ya sentía que iba preso, y
como vio al Alcalde de la Hermandad, le requirió
que lo deliberase é lo ficiese saber 4 la justicia como
iba preso, y junto con esto el Marqués con buenaa
palabras, que quiso ó nó, tomó el caballo 4 el dicho
Alcalde, é hizo cabalgar al dicho peaquisidor en él,
é 4 el Alcalde en la muía, 4 mandó 4 ciertos de 4
caballo auyos que lo llevaren preso 4 Montilla, 4
que aguijasen presto, é lo entregasen al Alcayde, y
le dijesen que lo echssen en la mazmorra, 4 anaf so
fizo todo, é el Marqués volvióse 4 la ciudad, y des-
pués envió 4 mandar al Alcayde de Montilla qno
lo soltase, é soltólo, é no volvió 4 la corte hasta quo
la corte vino, antes se Aié 4 tierra de Don Di^o
Lopes de Haro, é deudo estuvo hasta que el rey
vino, de lo qual el Rey, desque lo supo, hubo tanto
enojo, que mayor no podia ser, y ninguno lo podía
cohortar ni aplacar, é concedió venir en persona 4
costa del dicho Marqués, poderosamente 4 lo castl*
gar; y el Gran Capitán ovo eso mesmo sobrado
enojo de lo acaecido 4 causa del Marqués su sobrino,
y dijo al Rey: c Sefior, la Casa de Agnilar siempre
fué leal, y ai mi sobrino lo ha agora errado y he-
cho lo que no debía, méndelo V. A. castigar por
justicias : y dijo muchas otras palabras al Rey por
le amansar el enojo, é escribió al Marqués su sobri-
no una carta en qne se contenia que decía: «Sobrino,
sobre los yerros f eohos conviene que luego os ven-
gáis 4 poner en poder del Rey, y si esto hacéis seréis
castigado y si no lo hacéis seréis perdido del todos;
y el Marqués se fué 4 la Corte luego y el Rey no
lo quiso ver, é mandólo andar preso dos leguas de la
Corte.
K1 Rey partió de Castilla con la gente de gnar
encontrándose un dia con el dicho Alcalde , le dijo I nicion é de la guarda de su persona i^ue tenía en 1^
JbOtT IfESNANDO
Corte en Bargot é trajo contigo tais cientos liom-
bree de armas, é cnatro cientos ginetes, é dos ó tres
mil peones á la snisa , espingarderos é archeros, é
artilleros I é ballesteros, é lanceros, todos may ar-
mados y ataviados, y pnestos en acto de gnerra con
sos capitanes, é coroneles, é cabos de escnadras; y
por sus jomadas el Rey vino á Córdoba con toda
esta gente, é entró en ella en los primeros días de
Septiembre de 1508; y de los culpados hay eron mu-
chos de la ciudad ; y el Bey estubo alli dos meses ó
poco menos, é mandó facer sus pesquisas contra el
Marqués é contra todos los culpados , é contra el
Regimiento de Córdoba, é contra todos los que fue-
ron contra el pesquisidor, é contra el Corregidor, é
comenzaron de prender é^facer justicia, é mataron é
descuartizaron algunos , é á el Alcalde de la Her-
mandad que dio el caballo en que fué preso el pes-
quisidor Juan Esteban desde la puente, cortaron
nn pié, é derribaron las casas á todos los que huye-
ron, é otros azotaron de los que prendieron, y á ma-
chos tomaron y secuestraron todos sus bienes, y á
muchos sentenciaron á muerte, é ser cuarteados, de
los que huyeron, de los quales fueron Cárcamo , 8e-
fior de Aguilarejo, é Bocanegra, que eran Caballe-
ros ciudadanos de los principales de Córdoba, y él
mandó facer proceso contra el Marqués, é cerrado
el proceso y visto por el Rey y por su alto Conse-
jo, el Rey dio en él su sentencia definitiva, en la que
se contenian muchas cosas y cláusulas, diciendo
que merocia muerto, empero que por los servicios
del Oran Capitán, su tio, se la reservaba, y conde-
nólo on destierro de Córdoba , que por toda su vida
no entrase mas on ella, é quitóle la tenencia de An-
tequera é todas las otras cosas é juros que tenia de
la Corona Real, é tomóle las fortalezas todas do su
tierra, é puso alcayde por sí en ellas, é mandóle que
no entrase en sus tierras, y fuese desterrado de ellas,
tanto cuanto fuese la voluntad de la Reyna su lija,
é suya del, é mandó derribar la fortaleza de Monti-
11a, donde el pesquisidor fué preso, por cuanto en
ella fué fecha cárcel privada, é que nunca mas fue-
se reedificada, é ansí fué luego fecho, que la derri-
baron totalmente por el suelo, y condenaron mas
al Marqués en todas las costas que se hablan fecho
en venir desde Burgos hasta acá con toda aquella
gente á su causa, que montaron muchos cuentos de
maravedís. El Rey se sintió mucho del Marqués,
porque tenia deudo con él y lo habia casado con su
prima, hija de Don Enrique Henrriquez; y de otra
parte estaba de él muy enojado por ciertas vistas é
ligas á que se ayuntaron él é el Conde de Urefia, é
el Duque de Medina, é el Conde de Cabra, cuando
falleció el Rey Don Phelipe,á las cuales Don Luis
Ponco de León , que gobernaba la casa del Duque
de Arcos, Marqués de Zahara, su hijo, aunque fué
llamado no quiso ir : de las quales vistas se publicó
que ellos no eran contentos que él volviese á go-
bernar á Castilla, é que si vieran tiempo é lugar é
se hallaran tan poderosos para ello, le impidieran la
entrada ; é de todas estas cosas- el Rey tenia infor-
mación, é de que vino en esta Andalucía, se infor-
i
DOfiA ISABEL. 736
mó mejor é supo muy bien el que lo quiso bien, ó
quien no lo queria. Decíase que la causa porque el
Marqués tenia riguridad contra el Rey era por-
que no mató todos los moros de Sierra Bermeja,
cuando mataron al muy noble é esforzado caballe-
ro Don Alonso de Aguilar, su padre; y fecho lo su-
sodicho, el Rey y la Reyna de Aragón é el Infante
Don Fernando su nieto é toda su corte é caballería
é gente, se partieron de Córdoba é vinieron para
Sevilla por Écija y Carmena.
CAPÍTULO COXVIL
De eomo el Rey Tino i Se? illa, 6 de lo qae ende leaeeld.
Entró el Rey Don Femando en Sevilla de esta ves
con la Reyna de Aragón, su muger, é con el Infan-
te su nieto, á 28 días de Octubre, dia de los Apósto-
les San Simón y San Judas, afio de 1508 susodichO|
donde les fué fecho un muy solemne é muy honra-
do recibimiento por la Ciudad é por el Arzobispo
Don Diego Deza, que lo era de la mesma ciudad, é
por los canónigos é clerecía, que lo recibieron con
una muy solemne procesión, é la ciudad tenia fe-
chos trece arcos triunfales de madera muy altos,
cubiertos y emparamentados muy ricamente desde
la puerta de Maoarena por donde entraron hasta la
Iglesia, y en cada uno estaba pintada é por letras
una de las victorias pasadas habidas por el Rey Don
Fernando, que era cosa maravillosa de ver, por de-
bajo de los quales arcos el Rey y todos pasaron ó
fueron fasta la Iglesia, ó dende se fueron á aposen-
tar á los Alcázares, é la mayor parte de la gente de
armas se fueron á aposentar á Alcalá de Gua-
dayra, é los ginetes á Alcalá del Rio, é á otros lu-
gares de enderredor de Sevilla ; los mas de los ar-
tilleros y escopeteros y gente de á pié que venían
á la Suiza posaron en Utrera, y muchos se aposen-
taron de unos y de otros en Sevilla y en Tríana.
Luego el Rey entendió en la gobernación de la
Casa de Niebla é Medina, é envió á mandar á Don
Pedro Girón, hijo del Conde de Urefia, yerno del
Duque Don Juan, que no gobernase por ciertas que-
jas que de él tenia é informaciones, é porque el
Rey traia en voluntad de tomar seguridad de la
casa de Niebla sobre los cercos de Gibraltar do que
estaba escandalizado contra ella, é por las vistas ó
ligas que en esta Andalucía habían fecho cuando
murió el Rey Don Phelipe, estando en la Italia ; ó
traia ordenado de tomar rehenes on seguridad do las
fortalezas de Vejer é Sanlúcar é Huelva, é antes que
viniese á Sevilla, las envió á demandar á Don Pedro
Girón, mandándole que las entregase á Don Ifiigo
deVelasco, Asistente de Sevilla; é Don Pedro de
Girón tuvo manera por no las dar, de velar á su cu*
fiado el Duque de Medina que estaba desposado con
su hermana, é desque lo veló, dijo que el Duque era
casado, é que él era sefior de lo suyo, que á él se las
demandasen, é Don Ifiigo se volvió á Sevilla sin las
tomar; é como el Rey fué en Sevilla después que
envió Don Pedro Girón que no gobernase, le envió á
llamar á él é al Duque su cufiado á Medina, donde es*
• i
73é
ÓBÓNiOAS DE LOS BXtSB DB GASTltt A.
tabaiiy lofl qaales dilatabao eo U veDida, é no que-
rían Tonir hasta que por ciertas penas que el Rey les
poso, OTÍeron de venir y parecieron ante el Bey. B
el Rey recibió muy bien al Duqne, y no quiso hablar
á Don Pedro Qiron, y laego entendieron en los ne-
gocios, y el Rey destorró á Don Pedro Qiron, y le
mandó que se fuese de la ciudad, y mostró muy
buen gesto y semblante de amor al Duqne ; y de
esto ovo gran zelo Don Pedro Girón, porque yu1«
garmente se decía que porque el Duque y el Conde
de Urefia hablan fecho aquellos casamientos que
trocaron hijo y hija por hijo y hija, con intención
de liga y parcialidad, sin licencia de la Ck>rona
Real, de lo que á la Corona Real le venia dafio é in-
conveniente, que él requería descasar al Duque, pues
era muchacho, é no de edad para mnger , é lo que-
ría casar con- una su nieta, fija del Arzobispo de Za-
ragoza, y con este temor lo había sacado de Osuna
el diohp Don Pedro Qiron ; é siendo el Duque de
trece alios, é mozuelo endeble, lo llevó á Medina, é
lo hizo velar con su hermana, ó como el Rey lo
mandó ir de la ciudad, luego pensó lo que después
hizo, y Don Pedro Girón se fué á las Cuevas esa no-
che del día que el Rey lo mandó ir, é el Duque dan-
zó en el Palacio del Rey, é ovo mucho placer esa
noche ante el Rey y la Reyna y las damas, y se des-
pidió bien noche, y se fué á su casa. E estando toda
la gente acostada é segura, salió Don Pedro Girón
del Monasterio de las Cuevas, é pasó en un barco, ó
vino al^Duque donde estaba en la cama, y fizólo le-
vantar, é fué antes que se acostsse , é en fin le dijo
que había sabido que el Rey le quería cortar la ca-
beza por lo de Gibraltar, é por otras cosas, que le
convenia huir con la vida, é como quiera que ello
fué él lo sacó huyendo á Portugal , é llevó consigo
su ayo Juan Ortiz de Guzman; é |tal priesa dieron
al camino, que nunca los pudieron alcanzar, aunque
salieron de la ciudad por todos los caminos con asaz
priesa y diligencia por mandado del Rey; y luego
el Rey, visto esto, envió llamar á todos los Alcaydes
de la tierra del Duque, é vinieron todos, salvo el de
Niebla, que no quiso venir, é demandóles las for-
talezas, é todos fueron obedientes, é se las entrega-
ron, é puso en cada una de ellas el Rey un Alcayde
por la Reyna su hija, é por sí ; é envió á Don Ifiígo
de Velasco, Asistente de Sevilla, á requerir á el Al-
cayde de Niebla, é no quiso dar la fortaleza, di-
ciendo, que no podía darla sin mandado del Duqne
su sefior, é el Rey envió á el Alcayde Mercado, para
que se la demandase por autos de Justicia , al qual
tampoco le quiso dar la fortaleza ni la villa , antes
fizo cerrar las puertas de la villa y guardalla , y el
Alcayde hizo sus requerimientos y pregones, y
asignóles tiempo á los Alcaldes y regimiento de la
villa en que se ovieson de dar so pena de muerte, ó
al Común , eso mesmo, é el Alcayde á todos aperci-
bió é asignó tiempo, lo qual todos pasaron, y desque
esto vido envió á Utrera por la gente de pié que
andaban á la suiza, especialmente por los que ende
habían quedado, que muchos de ellos eran idos al
fiocorro de ArciUi que estaba cercada de mqros, é
fueron sobre Niebla, é ana madnigada la entraioii
mil y quiniontoe hombres de aquellos snizofl, é Uk
metieron á sacomano, ó robaron cuanto en ella ha-
bía, é el Alcalde de Mercado entró con ellos, é pren-
dió los Alcaldes y Regidores de la villa, é ahoro6
seis hombres de ellos, porque rebelaron al manda-
miento del R^, é desque esto vido el Alcayde hizo
su partido y dio la fortaleza al Rey ; y la gente de
la suiza que son los peones, que entraron en la villa,
se volvieron á Utrera todos, cargados de robo, y al-
gunos que tomaron oro y plata en gran soma, fné-
ronse huyendo con ellos, que nunca mas parecieron*
E siendo la villa de Niebla robada y afrentada, é
desventurada, é muchos vecinos de ella perdidos
para siempre sin remedio, é muchas mugares infa-
madas, y no supieron por qué pecados los vino tan-
to mal ; el Rey puso Alcayde por la Corona Real, ea
la fortaleza, como había fecho en las otras fortale-
zas, é dio el cargo de la gobernación de la tierra del
Duque, al Arzobispo é á otros dertos caballeros de
la ciudad. Todo esto acaeció en el mes de Noviem-
bre de 1508 años, estando el Rey Don Femando ea
SevUla.
CAPÍTULO ocxvm.
0« AreUa.
En este medio tiempo que el Rey estaba en Sevt«
lia, vino el Rey de Fes con mas de cuarenta mil
moros sobro la villa de Arcila , y como los christia-
nos salieron ¿ pelear y defender la villa, los moros
los dieron tanta priesa, que volvieron á huir, é se
metieron en la villa, y los moros á las vueltas con
ellos, é los christianos se retrajeron á la fortaleza,
y ovieron harto que hacer en se defender en ella, é
los moros robaron la villa, é la aportillaron toda por
muchas partes, é tuvieron ceroo á la fortaleza cerca
de quince dias, desde el dia de Todos Santc*s qua
entraron en la villa, é tiráronle muchos tiros da
lombardas grandes é chicos, en que le fioieron asas
dafio, é la tomaran si no fuera por el Conde Pedro
Navarro que acudió con el Armada Real, que se ha-
lló en la mar de hacia Oran, donde el Rey Don Fer**
nando le mandaba estonces andar. Eso mesmo so<«
corrió luego Ramiro de Guzman, Corregidor de Xe-^
rez, con gente del dicho lugar de Xerez y de Cádia
y del Puerto, é el Rey socorrió con la gente de ar^
maséginetes desde Sevilla, empero pararon loa
mas en Xerez, é en el Puerto, é en Lebrija, é alga^
nos pasaron hasta allá, y cuando llegaron ya eran
los moros fuera de la villa, é alejados algo de ella
que con el artillería de la armada Real de Castilla
les dieron desde la mar y desde la fortaleza tanta
priesa, que ovieron de salir de la villa, y alejarse.
Dejaron la villa muy destruida y derribada ; de loa
christianos no mataron ni llevaron sino muy pocoS|
porque se acogieron á la fortaleza, é como los mo-
ros fueron fuera de la villa, luego los christianoa
dieron prisa en adobar é fortalecer la fortaleza, y
el Conde Navarro ni los otros que allá pasaron al
socorro, se movieron de allí fasta que la dejaron átm
bON l'BRNANBO
f ett8Íl>le| i la gexAé dé amiM é ginetes, y bqIsos que
no pasaron tampoco ^ no Tolvieron á Sevilla fasta
que la fortaleza de Arcila fué adobada, é le vino
gente de Portugal de refresco, é quedó á buen re-
cando. B vuelta la gente del socorro , el Rey é su
Corte se partieron para Castilla, y quedó él Gran
Capitán en 8eTÍll% é dende á pocos dias se fué en
pos del Rey. El desbarato de Niebla acaeció mien-
tras la gente era ida al socorro de Arcila, é todas es-
tas cosas acaecieron en el dicbo mes de Noviembre
del dicho alio de 1508«
CAPÍTULO ccxn.
De 1« tomi de Oni.
Uandó el Rey Don Femando en comienzo del
afio de 1509 ordenar y facer dos armadas ; la una
envió en favor del Papa, é por su mandado á Ñi-
póles contra venecianos, porque estaban en algunas
cosas rebeldes al Papa, é no le querían dar las tier-
ras que tenian de la Iglesia, é para esto porque no
podia con ellos, invocó contra ellos al Rey de Fran-
cia, y al Rey Don Femando ; é el Rey de Francia
fué en persona, porque se le seguia interés, que diz
que le tenian á él tomadas muchas tierras del Duca-
do de Milán , y el Papa fizo sn ejército contra los
dichos venecianos por la tierra, y el Rey Don Fer-
nando envió cinco mil hombres en ocho naos é ca-
torce galeras ; é envió la dicha armada á su Reyno
de Ñápeles, para que de allí estnbiesen al manda-
miento y servicio del Papa, como adelante se dirá
de lo que en este tiempo acaeció en Italia,
La otra fué bien aventurada armada para allen-
de, contra los moros del Reyno de lYemecen, enemi-
gos de nuestra santa feé Cathólica, y fué una muy
hermosa y grande armada, y el Cardenal de Espafia,
Arzobispo de Toledo, Don Fray Francisco Ximenez,
f rayle de la orden de San Francisco, hombre de san-
ta vida y loables exemplos, por facer servicio á
Dios gastando de sus thesoros, quiso tomar el cargo
de la capitanía de esta armada, é el Rey Don Fer-
nando se la concedió, é fueron con él ciertos con-
des, é nobles capitanes, é el Conde Pedro Navarro
por capitán mayor de la armada Real, debajo de la
capitanía del dicho Arzobispo, é recojieron la gen-
te en Cartajena, é allí se embarcaron , y de allí par-
tió el Arzobispo con la grada de Dios , con toda el
armada de naos é galeras, é fustas é navios en que
fueron mas de ocho rail hombres de pelea, de hom-
bres de armas é jinetes, é infantería á la suiza, con
mucha y muy buena artillería y muchos manteoi-
mientos, y todos de muy buena gana de pelear con
los moros, por servir á Dios y acrecentar su feé Ca-
thólica, é partieron del puerto de Cartagena en diez
y seis dias de el mes de Mayo, afio susodicho de
1609 afios. Miércoles, con próspero tiempo é viento;
é otro dia Jueves día de la Ascención de Nuestro Re-
dentor, llegaron é tomaron puerto en Mazarquivir,
é el Cardenal é los Condes é capitanes dieron forma
de lo que con la ayuda de Dios otro dia Viernes de-
bían facer; é otro, dia antes de amanecer | la infan-
Or.-^m,
¿ DO^A ÍSAfeBÍi. Üft
tería se comenzó á desembarcar, y á las diSB del dia
estaban desembarcados, y se ficieron quatro esqua-
drones de gente de mas de dos mil hombres cada ^
uno, toda la infantería ; la gente de á caballo no
pudo tan aina desembarcar, y dábanse priesa é no
con mucho concierto; y entre tanto el Cardenal des-
embarcó y entró en la Iglesia de Mazarquivir y
hizo oración, é de allí fué á la posada é comió un
poco bien depriesa con harto cuidado , y desque ovo
comido cabalgó en una muía, é un Frayle suyo con
él, en otra, que decian Fray Francisco Rala , é f ne-
rón todos los suyos con él á caballo, é armados, éla
Cruz delante, é salió al campo de los christianos é
santiguólos, é dióles á todos la bendición, é mandó
mover laa batallas, ó mandó que la gente de á ca-
ballo se pusiese en orden, que andaban mal ordena-
dos á causa del desembarcar, y los moros estaban
puestos en forma para pelear y muy cerca, y en los
christianos habia harta tardanza en aparejarse, nnos
en ir tras la infantería , otros en desembarcar sus
caballos é armas. B el Cardenal mandó poner guar-
das en unos llanos de sierra que atraviesan entre
Mazarquivir é la sierra grande de Oran, que iban á
combatir ; y esto proveído ya se hacia tarde, y el
Cardenal así por importunidad de algunos, como por
sentirse cansado é flaco, se volvió á Mazarquivir, y
dende allí peleaba muy fuertemente, como á su há-
bito y orden pertenecía , hincado de rodillas, y laa
manos alzadas, demandando á Dios victoria, como
hacia Moyses cuando era caudillo de los fijos dé
Israel*, que oraba las manos alzadas, y cada ves '
que esto hacia vencían los fijos de Israd á sus ene-
migos, é el Cardenal tenia sus atalayas amparadas,
é cada hora sabia lo que se hacia en la pelea. Los
moros tenian tomada la sierra y el paso y el agua;
y eran primero hasta doce mil de á pié é de á caba-
llo, é cada hora se allegaban mas sin el socorro quo
esperaban de Tremecen, é los christianos sacaron
el artillería é no toda ni aun mayor de nada, é con
aquella lea tiraban é facían harto daño é otros esca-
ramuceaban con ellos por las aldas de la sierra ¡ é
ansí poco á poco los fueron retrayendo y cobraron
tierra fasta un pilar de agua muy fermoso donde
toda la gente bebió é se esforzó mucho ; é dénda
adelante al pié de lo mas agro , cabe nnos higuera-
les y torres en bajo de la sierra, asentaron el arti-
llería, é de allí hicieron gran dafto en los moros é les
pusieron gran miedo, é de allí pelearon con ellos é
les tomaron la sierra por fuerza de armas, é mataron
muchos moros , é también recibiendo algún dafio,
empero muy poco. E la sierra tomada, descubrieron
sobre Oran, é los moros comenzaron de huir hacia
Oran y pusiéronse todos en huida, é los christianos
siguieron en pos de ellos sin orden y concierto, der-
ribando y matando cada uno como mas pedia cor-
rer,y ansi la gente de los christianos estendida^
parecía mucho mas de lo que era; y llamando á
Dios por valedor, é á Santiago por capitán, los chris-
tianos con tanta priesa siguieron á los moros, que
no los dejaron entrar en la ciudad, salvo muy po-
cos. El Aloayde moro acudió á sn Alcazaba, y el
41
7$é
OHÓNIOAS DÉ tos BÉTES Dfi CASTILLA.
■oU Alc«yde que había dejado, nunca pudo hallar
laa llavee de la puerta para abrir, y ansí se hubo de
ir ; é loa christianos tomaron laa puertas de la ciu-
dad 7 de ellos entraron por ellas, y de ellos escala-
ron los muros, é tomaron la ciudad, y pelearon algo
dentro, especialmente en las meequitas y casas fuer-
tes. Algunos de los christianos siguieron por las
huertas el alcance en pos de los moros que iban hu-
yendo con sus mugeres é haciendas, é retomaron los
moros sobre ellos, ó mataron Yeinte y tres hombrea.
B ya que estaba ganada alguna parte de la ciudad,
laa galeras llegaron por las marinea, y de la ciudad
los moros les tiraban grandes tiros, y de las galeras
tiraban á la ciudad, y de un tiro que las galeras ti-
raron, derribaron la mejor pieza de artillería que
los moros tenían , con que les tiraban , é salió mucha
gente de las galeras por la playa, y escalaron y en-
traron por un cabo de la ciudad , é tomaron el Al-
casaba ¿ toda la ciudad los christianos, antes que
anocheciese. Murieron de moros é moras mas de
cuatro ó cinco mil , é fueron cautivos mas do otros
tantos. Valió el despojo ó cabalgada que se tomó en
Oran, según decían, mas de quatrodentos mil du-
cados; fué todo sacomano, é escala franca, que cada
uno fué seftor de lo que tomó; é oto hombre que
tomó mas de dies mil ducados, é los soldados, é los
tambores traían las manos llenas de doblas de oro é
las jugaban como si fueran blancas. E había tantos
moros muertos por las calles, é por los huertos de
Oran, que no había quien pudiese andar por ellas,
hasta que loa echaron fuera.
Ovo en esta tomada de Oran grandes milagros ó
misterios en esto santo pasage, que ansí para la ida
como para la vuelta, que el Arzobispo volvió, no
parecía sino que él llevaba el viento que era me-
nester en la manga, que tal cual lo quería, tal se lo
daba Dios ; é ansí lo decían públicamente los mari-
neros ; y al tiempo de combatir la sierra , estando en
lo alto de ella mas de quince mil moros, pareció
sobre ellos una niebla negra que loa cubrió, y es-
tando claro el día sobre los christianos, salió un
puerco jabalí muy fiero, y ovo quien dijo : á él , i
él que Mahomad es, é corrieron tras de él é matá-
ronlo.
E estando allí los moros sobre la sierra, vinieron
multitud de buitres bolando, é anduvieron sobre
ellos á vista de los christianos; y aquel dia al ver
de los christianos é los moros , les pareció ser mayor
dia que ninguno de loa otros días, é ansí lo confe-
saban los moros, y algunos de ellos demandaron
bautismo, de los que se tomaron cautivos. E al
tiempo que la ciudad se tomó fueron vistos por al-
gunos christianos dos arcos muy grandea y altos,
como los arcos pluviales, é lo sohristianos tuvieron
tan grande esfuerzo y osadía, siendo mucho menos
que los moros, y tan de ligero escalaron y entraron
la ciudad, y por tales cabos, haciendo de las picas
.escalas, y unos de otros i que después de hecho, es-
taban en sí atónitos y maravilladoa cómo pudieron
subir, y probaban á subir y á escalar en la primera
inauerai y era imposible el poderlo hacer^ y no lo
podían hacer, porque á Domino facknm e$t i$htd^ et
eií mirabiU in oculii noiirii^ sel., guia numu$ Dommi
erai eum iUii.
Tenían los moros en Oran mas de sesenta piezas
de artillería y dos artilleros christianos, los quales
ellos tenían para quemar, porque no habían hecho
bien unas piezas. Redimiéronse allí, y salieron hasta
trescientos christianos que estaban cautivos : el al-
crebite é monición que tenían de artillería, valían
mas de tres mil ducados. La ciudad es grande y
muy gentil, y de muy singularea casas, todas de
terrados, y muy espesas, y las calles angostas y de-
fensibles; y la ciudad muy adarvada y defensible
está en puerto de mar y playa ; tiene muchas y muy
buenas aguas, y seis paradas de molinos, é un ar-
royo que corría al rededor de la ciudad ; tiene tan-
tas y tales huertas, que parecen un paraíso; tiene
campiña y sierra la mejor que en Bspafia puede te-
ner ciudad.
CAPÍTULO OOXX.
De It batolla qae oTleroa fnneetes é veaedinot.
Sabiendo los venecianos que el Rey de Francia iba
en persona sobre ellos , y el Papa por la otra parte
les daba guerra con su ejército é gente de guerra,
contra la qual gente del Papa ellos no querían pe-
lear, para su defensa ficieron é allegaron un gran
ejército de gente de armas é de guerra, é pusieron
en él por Capitán general al Conde de Petiilano, é
después de él á Bartholomé de AlbanÍ0| un esforza-
do caballero; é estando en el Cremonés en vera da
na gran rio que se llama el Poo, estando con su
ejército en campo por defender la pasada al ejército
francés, é creían que no pudiera pasar; é en la parte
por donde mejor se podía vadear tenían puesta el
artillería é gran guarda, é los franceses hicieron
tres puentes de madera en otra parte, muy grandes,
é echáronlos al rio en preaenda del Rey, é pasó \m
gente do armas, é de guerra, é el fardaje estuvo
quedo que no pasó; é como lo capitanes venecianos
sintieron que la gente francesa pasaba, alzaron su
real, y por presto que se levantafon, ya era la ante-
guarda y caballeros ligeros de franceses con ellofl|
de manera que f acian dafio en la retaguardia de
venecianos donde iba el Sefior Bartholomé de Al-
banio, el qual , viendo el dafio que su gente recibin,
envió á decir al Conde de Petiilano que iba en la
delantera , que esperase para que juntamente fioie-
sen rostro, porque de otra manera se perderían, é
que mas v|lia pelear que no ponerse en huida ; y
ansí se hizo, que volvieron sobre los franceses é hi-
cieron dafio en ellos, é los retrajeron haata donde es-
taba la persona misma del Bey, y estonces el Rey
eaforzó su gente diciéndoles lo que en tal tiempo
convenia, y él mesmo entró en la batalla con ellos
de manera que se volvieron las batallas unas con
otras, é la pelea fué bien refiida por ambas partee,
é los franceses eran muchos, é fueron vencedores, é
mataron mas de ocho mil hombres de los venecia-
nos, é prendieron muchos, é fué preso el ca|^itai|
tos ÍERNANDO
Bariholoiiii Albanio con quatro ó cinco heridas, y el
Bey lo quiso Ter, á le mostró macho amor, y lo
mandó onrar oon gran diligencia é los franceses
cogieron el campo donde OTieron muchos caballos,
6 armas, é artillería, 6 otras mnohas cosas, é oomen-
saron de seftorear por allí, é tomar las tiendas qne
los Tenecianos tenian en campafia. El Papa desqae
supo esto en Roma, mostró mucho placer de ello, é
00 fícieron en Roma muchas laminarías é otras se-
fieles de alegría.
CAPÍTULO COXXI.
De el ejército étí Pipii
Antes de lo susodicho, quiso nuestro sefior el
Papa Julio Segundo justificarse con venecianos,
contra los quales puso un monitorio penal, é des-
pués su Santidad, no cumpliendo con él, envió su
ejercito contra ellos, en qne habia nueve cientos
hombres de armas, é mil y quinientos caballos lige-
ros, é sois mil peones, estos pagados, sin la otra
gente de la tierra de la Iglesia; é principalmente
pusieron cerco á Faonsa, aunque primero tomaron
ciertos lugares allí cercanos ; y durante el cerco pa-
saron muchos reencuentros en que los venecianos
ovieron gran dafio, y en fin, la ciudad de Faenza y
la fortaleza se dieron al Duque de Velino, qne era
Gapitan de la Iglesia en nombre del Papa, é habida
esta victoria, luego se dieron todos los lugares co-
marcanos; é la CSudad de Revena, que era de la
Iglesia, ovo desbandes, el uno se levantó diciendo
Iglesia, Iglesia, y la parte contraría se retrajo á la
fortaleza, y lo mismo hicieron en Arímono, y el
Cardenal de Pavía estaba allí por legado con el
ejército de la Iglesia, é los venecianos vinieron á él
á le demandar partida, que dejasen ir libres los
suyos con sus bienes, é que ellos querían dejar
aquellas tierras á su Santidad y el dicho legado en-
vió la embazada á el Papa , y el Papa para responder
hizo congregación dos veces con todos los Carde-
nales, é en fin, el Papa se contentó del partido de
aquello, é ansí se ovo de facer. Empero con todo eso,
antes de acabado de concertar por parte de los ve-
necianos, se interpuso en Roma uni apelación de la
Munitoria que el Papa dio contra ellos adfithgrum
Qmcilium^y también contra venecianos se publicó
con letras M&re ewim la excomunión y privación é
interdicto, y todo lo demás que se contenia en la
Munitoria porque pasó el tiempo y no obedecieron
ni cumplieron lo que mandó su Santidad.
CAPÍTULO COXXIL
De eoáelos TenecUaot te hattilliroi y eierlbleroa «1 Pipt.
Los venecianos I viéndose vencidos, é viendo que
lee era vano dar cozes contra el aguijen, en tener
al Papa contra ellos, hicieron cuenta que toda la
christiandad del mundo era sobre ellos, humillá-
ronse y enviaron al Papa la presente carta deman-
dando misericordia y piedad á su Santidad , en esta
manera;
i DO^A ISABBt. ISA
•Al Santísimo y beatísimo t» Chriiío Padre Julio .
por la Divina Providencia, de la Santa Romana
Iglesia é Universal Sumo Pontifico; Leonardo Lau-
reano, Duque de Veneoia, humilmente besando hu-
mildes los pies.
sBeatísimo Padre y Sefior é Sefior nuestro clemen-
tísimo: muchas veces nos habemos esforzado por
cuantos modos y maneras ha sido posible, en espe-
cial por nuestras cartas diríjidas á los Reverendí-
simos Grímano y Comelio CÜdenalee, é esas muchas
veces repartidas, de declarar oon mucha humildad
y reverencia la devotísima obediencia y voluntad
obseqüentísima que acerca de vuestra Beatitud te-
nemos, y también de notar la efectual ejecución
por nos puesta en el restituir todas las ciudades y
lugares de Roma, suplicando ser restaurados y
recibidos en gracia de vuestra Beatitud : creemos
nuestros humildes ruegos y voces haber llegado á
vuestros santísimos oidos ; y como quier que vuestra
benignidad es grandísima con todo él mundo, ha-
bemos habido esperanzas, esperamos nuestro ruego
haber sido oido; é porque aun de lo susodicho esta-
mos en alguna inoertidumbre , no bien en ello con-
firmados, kios ha parecido por la presente á Vtra»
Beatitud dirijida, sin bascar otros medios, oon debida
reverencia notifioalle nuestras suplicaciones. Sabe-
mos de cierto ser notorio á vuestra Santidad en que es-
tado é gprado se ha reducido y constituido el Estado
Veneciano. Remuévanse yaiasentrafiasde vuestra
misericordia; miémbrese qne está aquí en la tierra
en lugar de aquél que es mucho misericordioso, el
qual nunca desecha de sí los que humildemente á su
clemencia recorren, que si por ventura habemos
algún error cometido, la pena traspasó todo nuestro
demérito; como quier que la pena ha de ser confor-
me é igual al pecado, ya no queremos nuestros
ruegos justificallos, ni estar en justificación de ellos,
antes oonfiándonos en la mucha benignidad de
vuestra Santidad, la qual es inmitadora de las pi-
sadas é doctrinas de aquel que sobre todos los otros
es demente é misericordioso, séannos abiertos los
mansos oidoé de vuestra Suitidad, 6 use con nos
presto de su misericordia ; miémbrese nosotros haber
sido útiles servidores algunas veces á la Santa Sede
Apostólica. Considere cuánto oro é sangre contra
loe infieles de vuestros venecianos ha sido derrama^
da. En fin, vuelva los piadosos ojos á aquélla nues-
tra observancia é filial piedad con la cual en todo
tiempo habemos proseguido en qualquier estado y
y causa á vuestro servido; por todo lo qual no nos
podemos desandar de redbir benignidad y grada
de vuestra Santidad; é así habemos obedecido con
tiempo é primeramente d monitorio de vuestra San-
tidad, como habemos fecho: la mesma mano que
nos fizo la llaga, esa nos cure. Sea notificada esta
nuestra obediencia á todos los Principes ohristianoa
por letras é brebes de vuestra Santidad. Cesen ya las
armas de christianos contra ohrístianos devotkimo«
de vuestra Beatitud, y de la Santa Sede Apostólica^
Todo lo qual como es conveniente al Vicario de Je^»
suohristo en la tierra así esperamos | ó oon mayo^
^.
f■^
740
esperaniA j oertidombre MUrá «n yaeatra Santidad,
é tanto mas oaanto de grandesa de ánimo y zelo de
la f eé excede á todos loe otros. Nosotros no espera-
mos ni deseamos otra cosa mas ardientemente de
tomar en gracia de yaestra Beatitud é serville con
todas las obras á nosotros posibles, lo qaal todo lo
susodicho deseamos mas copiosa é abundantemente
espUcar en presencia é por palabras de nuestro £m-
' bazador cuándo quier que entendamos* ser grato á
Tuestra santidad. Sin medio á ello euTiaremos. Dada
en nuestro ducal palacio de Veneda á 2 de Junio
Jmiidom duodécima , de 1609 afios. Qaspari Secre-
tario.»
CAPÍTULO OOXXIIL
De la tomt 4e Bofia.
WrUÓ él Conde Pedro Navarro, capitán mayor
de la armada real de Espafia de Oran, del puerto
de Masarquivir, el día de San Andrés del afio
de 1509, con 13 navios, é fué derrotado á la isla
Formentera que es despoblada, y está cabe Ibiza, y
atendió y estnbo allí hasta el dia de afio nuevo,
primero de Enero, comienso del afio de 1510 ; é allí
se llegaron hasta veinte y tres navios y galeras, y
de allí partieron con la gracia de Dios, y amane-
cieron el Sábado, víspera de los Beyes, sobre Bujía,
y entraron quatro naos en el puerto y no pudieron
entrar las otras hasta después de medio dia dos ho-
ras. El primero que saltó de la nao en una barca ba-
tel para ver la disposición del puerto é de la du-
dad, fué el dicho Conde, y tras de él Diego de Vera,
capitán de artillería, y mandó tirar de las naos á la
dudad, y tiraron, y Así mismo tiraban de la ciudad
á las naos los moros con su artillería, y tomóse el
Conde á su nao; y á la media nodie fué fecho su
-concierto. Salió la gente de la ficta en tierra, é
ficiéronse en dos partes bien armados y aderesados,
y el Conde con otros Capitanes fueron á combatir
por lo bajo de la ciudad, por la puerta de la mar, y
la otra gente fueron por la otra parte de la tierra, y
entraron por una ladera de la dudad vieja, que está
despoblada, y loe unos por un cabo y los otros por
otro, dieron tan gran priesa, é tan gran combate, é
con tan crecido esfuerzo y concierto, que escalando
la dudad entraron y pdearon con los moros, de tal
manera que los venderon é mataron muchos, é
cautivaron é tomaron todo lo alto é bajo de la
dudad milagrosamente, é ovieron allí d Conde y
todos los que con él fueron muy gran cabalgada de
muy infinito valor de moros y moras, y oro y plata
y ropas de seda, y trigo, y cebada y acémilas y bes-
tías caballares y lanares y armas y artillería; y
ovieran mucho mas dno que el Rey se les fué é
mudia de la gente de la dudad por una puerta ó
postigo que estaba en tal lugar donde no se pudo
esonsar su ida por allí. Salió el Bey de Bujía lla-
mado Adurra-Amel con su mujer legítima, hija del
Bey de Tunes, y con dnqfienta mancebas que tenia,
. é con toda su casa y con muchos turcos que tenia,
ij^ue serriM á la Beyaft y A las mancebas^ que son
CRÓNICAS ÜE tos RETES DE OAStlLLA.
hombres castrados, y salieron con él machos móroi
é moras chicos é grandes de la ciudad, y fué d Bey
con toda aquella gente á parar quatro leguas do
Bujía en una sierra, y allí hincaron sus tiendas, ó
les vinieron muchas gentes de moros en socorro, é
se juntaron con él mucha gente en la dudad, que
estaban por los campos, que morían de pestílenda.
El combate de Bujía se comensó en amanedendo d
propio dia de los Beyes que fué en Viernes, é tres
horas después de salido el sol toda la ciudad fué
ganada. Fueron los nobles Capitanes que con la
gente de Espafia la ganaron, d Conde Navarro,
Capitán general de la Armada, el Conde de Alta-
mira, el Conde de Santi-Esteban del Puerto, Bat-
Días Maldonado, Comendador de Eliche, dos hijos
de Alonso Henriques, Pedro Arias, Caballero de Se-
govia, Diego de Guzman, é otros que no supe sus
nombres, los qualos todos por sus personas dieron
de d buena cuenta como caballeros de grande es-,
fuerzo*
Esto ansí hecho, luego el Conde envió un hijo de
Alonso Henriquez á requerir á la ciudad de Argel
que está de allí catorce leguas, que se diese al Bey
de Espafia, y que le enviasen luego los cautivos
chrístianos que tenían, y los de la ciudad no osaron
otra cosa hacer, y ansí lo hideron, y alzaron luego
pendones por el Bey de Espafia, é eso mismo hicie-
ron otros dos lugares que estaban cerca de la mar,
Tebelez y Dijar que también alzairon pendones por
el Bey de Espafia. La ciudad de Bujía fué muy
I grande antiguamente, según parece por sus edifi-
dos, é seg^n de ella se dice, fué poseída é mandada
de los BomanoB, en el tiempo en que ellos sefiorea-
ban ; é dicen que en tiempo de su prosperidad , que
habia en ella cuarenta mil vecinos, é fué converti-
da de la gentílica secta en chrístianos, cuando la
Asiría se convirtió, é ahora cuando se tomó dicen
que era ciudad de ocho mil vecinos, y está toda U
pobladon á una parte, porque la cerca de lo antiguo
es muy grande y tiene un castillo á la parte despo«
blada, que entra en la mar, para guardar el puer-
to, que es una costa muy fiaerte y de las mas inex-
pugnables cosas del mundo. Va desde el adarve por
la misma costa bien cinco tiros de ballesta, que
todo lo bate la mar, en que hay muchas torres con
sus troneras y todas con sus lombardas, que tenían
los moros para defender su ciudad. Habia muchas
mezquitas en la dudad, y la mayor bien pereda
que fué Iglesia, que se hallaron en ella dos cam-
panas antiquísimas, enterradas; y una cámara da
armas antiquísimas, diferentes de las de ahora, en
que habia armas para la cara , como máscaras ó ca-
rátulas muy diferentes á las armas defen^vas do
ahora, é habia porras de fierro. Estando el dicho
Bey moro Adurra-Amel así huido con toda aquella
gente, á seis leguas de Bujía, como dicho es, ha-
biendo ya venido á Bujía gente de socorro fresca de
Cerdefiaé M allorca, dejando la ciudad á buen re-
caudo, el Conde Navarro partió para allá una noche
con cinco mil hombres no mas, para los saltear sí
pudiera, y llegarou á tiempo que todos los moroe
' bÓN FRRNAMDO
Alf Aquie« 6 AlmaUnes llamftban «1 Zalá á mny
Iprandes voces, como quien llaiii«l>a á maitínea, y
llegando á media legua de los moros, y oyendo
aquellas TOces los chrístíanos, pensaron que eran
■entidos, y descubriéronse y tocaron al arma y las
trompetas, y los moros como oyeron y sintieron,
ovieron lugar de huir, é huyeron, y los ohristianos
aguijaron é alcanzaron alguna parte de ellos, y
mataron algunos, y cautivaron los que pudieron, é
entre muertos é cautiyos chicos y grandes ovo
aeiscientos ó mas hombres é mujeres. Allí mataron
dos mancebas del Bey, una prieta y otra blanca, é
trujeron á Bujía trescientas vacas é doscientos ca-
mellos, é otraa muchas cosas y joyas é ropas, é
murió allí el Monjuar, que era el mas privado y prin-
dpal hombre de casa del Bey, y el que mas manda-
ba en el Beyno después del Bey.
Esto Bey Adurra-Amel no ora natural Bey de
Bujía, salvo tenia el rey no por tiranía usurpado á
un sobrino en esta manera. Murió un Bey de Bujía,
hermano de este Adurra-Amel, y dejó un hijo pe-
quefio llamado Muley de Abdala, y quedó Adurra-
Amel su tío por tutor é curador, é después que se
vido señor del [reyno, alzóse con él, pospuesto el
temor de su conciencia, por cobdioia del reynar, é
Bamóse Muley- Adurra-Amel, y mandó quebrar los
ojos al Bey Muley- Abdala su sobrino con fuego,
mandándolo alcoholar con un fierro caliente, y el
que lo alcoholó ovo piedad de él y guardóle lo de
dentro de los ojos y alcohólele de manera que no so
los quebró, é pegó los párpados de arriba con los de
abajo y así le quedaron los ojos pegados y sanos, é
no veia nada, y ansí lo tuvo mucho tiempo preso
é con guardas hasta que aquel dia que se ganó á
Bujía, é después de este desbarato, ovo lugar de
huir este Abdala y rogó á ciertos criados de su pa-
dre que huyesen con él á Bujía al Conde Navarro,
é ansí lo trugeron , é traído lo abrieron y curaron los
ojos é vido é fizóse vasallo del Bey Don Femando,
é comenzó de facer guerra muy cruel á los moros
con otros sus parientes é criados de su padre, é die-
ronle posada en el arrabal de Bujía, Esto así pasa-
do, acaeció una grande desdicha al Conde do Alta-
mira, que mandó á un su criado armar una ballesta
para tirar, é dándosela armada, soltó la ballesta
é dio al Conde la saetada por tal lugar que dende á
pocos días murió allí en Bujía. Sabida por el Bey
Don Fernando la victoria de Bujía, hizo merced de
la tenencia de ella á Don Qarcia de Toledo, hijo del
Duque de Al va, é fizóle proveer de una armada grue-
sa, la qual se juntó eu Málaga desde el mes de Abril
del afio de 1610 en adelante, y después de llegada
la gente toda, tardóse mucho el dicho Qarcía en
embarcarse, y estubo allí el dia de San Juan, y
lidió toros, é muchos de los que habían de ir en la
armada, así frayles como abades y legos, por la tar-
danza se volvieron, é no so si se hizo esta tardanza
porque supo el dicho Don Qarcía que morian de
pestilencia en Bujía ; en fin partió de Málaga con su
flota y armada con siete mil hombres después de bft-
bor estadp en Jíála^a tres meses ó m^
É DOfÍA ISABEL: Wl .
£1 Conde Pedro Navarro en este tiempo, porque
Don García estaba en Málaga, dejó en Bujía genta
en lo mas def ensible, é no mucha, porque morian
algunos de pestilencia, é fuese por la mar con su
flota y armada mirando donde podía ofender á los
moros, é esperando la armada que iba y llevaba •
Don García de Castilla, é como se tardó él fué sobre
Tripol de Berberia, como adelante se dirit
CAPITULO OOXXIV.
Pe la toma de Tripol.
El Conde Navarro con los otros nobles oapitanesj
é con la Beal armada de Espafia, fué sobre Tripol
de Berbería, que era siendo de moros de quatro mil
veduos pocos mas ó menos, é muy fuerte é rica, y
habiendo su consejo con los Capitanes del ejército
y con la famosa y esfoncada gente de Espafta que .
iba en la armada, todos acordaron y fueron oonf or«
mes que la combatiesen el dia de Santiago con la
grada de Dios é del Apóstol Santiago, á escala via*
ta ; y asomó el armada Beal Jueves á veinte y dnco
de Julio afio de 1510, dia del Bienaventurado San*
tiago Apóstol en esclaredendo á clara vista de la
dicha ciudad de Tripol, viniendo ya el ejército dos
días habia fuera de las naos para mas presto saltar
en tierra, é ya los moros habían visto la flota, y la
habían descubierto el dia de antes, porque ya algu-
nos días habia que habían sido avisados y estaban
apercibidos, por lo qual ellos tenían la dudad bien
fortalecida y apercibida, allende que de si ella es
muy fuerte, ansí por tener la cerca muy alta é tor«
reada, como por la grande barbacana que tienen
con un fosado ó cava de que es cercada cuanto la
mar deja de cercarla; y los moros tenían muy for«
taleddas las puertas y las torres con mucho tiros y
artilleria gruesos é menudos, é mucha munición do
pólvora, y de todo lo necesario á modo de genove-
ses, é deliberaron de combatir á escala vista el Con-
de é los Capitanes, no embargante toda su fuerssi sin '
primero tirar con la artilleria, aunque supieron que
los moros que estaban dentro eran mudios y muy
armados, é habían de defender cnanto pudiesen su
dudad ó morir; é muchos moros de la comarca se
habían metido dentro por salvarse, é por ayudar de
defender la ciudad. El Conde y los Capitanes hicie- •
ron su gente dos partes, y comenzaron d combate^
y en tanto que combatia la una mitad á la ciudad^
la otra mitad peleaba con los moros de á caballo y
de á pié que andaban por defuera en d campo, que
acudieron muchos, así por estorbar el desembarcad
como el combate. Quiso Dios Nuestro Sefior poner por
su infinita bondad tanto esfueizo en los cfa^istianos,
que\ así los que combatían la dudad como los que
defendían d campo, se dieron á tal recaudo, é pdea-
ron tan esforzadamente, que fueron vencedores, por
manera que en dos horas entraron ladndad por fuer-
za de armas tan esforzadamente, que de cierto entro
los ohristianos que allí se hallaron hubo muchos do .
tanto esfuerzo, que de ninguno de loa pasados es-
743
OBÓNIOAS DE LOS BBYE8 DB OASTILLA.
foeno hacer ohim: de loe qualee algnnoe maríeroo,
qoe ereii mny oonooidos y amedoe de el Conde, de
que no pooA pena é dolor él recibió, por su anaenoia
6 por morir en tan santa demanda y dejar tan ma-
raTÍlloBa memoria. Con loa otros que yítos queda-
ron, consortes é semejantes á estos, se consolaba y
daba infinitas gracias y loores é Dios Naestro Sefior
y á la Virgen Santa María y al bienaventurado y
glorioso Santiago.
Desque la ciudad fué entrada en otras dos horas,
fué tomada toda é segurada matando é fíriendo de
los infieles cosa espantable, que murieron sobre
dies mil moros, á lo que de ello saber se pudo, é
fueron muchos cautiyos chicos y grandes y muchas
mugares, y tomada la ciudad con todas sus riqueaas
de oro, plata, seda, pasas, bestias y armas é artUle-
ila, é trigo é cebada; é fué tanto, que no ovo nú-
mero su valor, é fué bien repartido por los que lo
trabajaron y ganaron; salvo las personas de cauti-
vos que tomaron vivos, tomó el Conde para el Bey
y para el gasto de la flota y armada. Acometióse
el combato con dieas mil hombres christianos é mu-
rieron dies mil moros, é murieron quatrodentos
christianos. Fortalecieron la ciudad y ficieron á
Diego de Vera , Capitán del Artillería, Visorrey é
Gobernador de ella, é estuvo allí el Conde algunos
días é el armada, fasta que vino Don Qarda allí
desque fué de acá de Espafia.
Partió el Conde Pedro Navarro de Tripol con
ocho galeras y una fusta é gente, por ver é mirar
la isla é tierra de Algarvea, que ea aquende de Tri-
pol en 1« mar Mediterránea, setenta leguas de Tri-
pol poco menos, en derecho de Tunes, é es vecina á
1a tierra de África, é muy cercana, por ver la dis-
posición de la tierra, para ir sobre ella; y habla en
la isla un Capitán ó sefior de la tierra^ Xeque que
ellos dicen, y era renegado que habla sido christia-
no, al qual el Conde habló dulcemente é á los mas
principales de la Isla que se diesen al Bey de Eb«
pafia, pues ya veían que con ayuda de Dios toda
aquella tierra habla de ser suya; y en la isla , habia
dos parcialidades, y respondió el Xeque que les diese
plaio é que hablarla con los de la isla y responde-
ría; y dióle plazo, y vino á responder en fin del pla-
so, y dijo, yo soy con los que no se quieren dar sal-
vo defender, y con esto el Conde se volvió á Tripol
á su armada, la qual ciudad de Tripol está en dere-
cho de Sicilia, en la tierra firme de África, y hay
desde ella á Sicilia setenta ó ochenta leguas de mar
é está mas adelante de Túnez al levante.
CAPÍTULO COXXV.
Cómo partió Don Girdi do Málaga.
* Partió Don Qarcía de Toledo, como dicho es, de
Málaga, con dnco mil hombres en su armada, é apor-
tó á Bujía para donde iba; y desque supo que morian
en ella de pestilencia, no quiso él parar allí, mas
dejó allí cierta parte de la fiota con tres mil hom-
bres, é él fuese la vuelta de Sicilia: y luego aquellos
^ue allí dejó tomaron la poeeeioA de Bajía por Don
García, é pusieron su Alcáyde. B luego Diego de
Vera, Alcayde é Capitán de Bujía se fué en pos del
dicho Don García, é convocados llegaron juntos al
puerto de Tripol con quince ó diez y seis velas, á
donde hallaron al Conde Pedro Navarro embarcado .
en el mismo puerto oon toda la infantería , en que
habia diez mil hombres; é ya el Conde habia tenta-
do los Algarvea con ocho galeras é ima fusta, como
dicho es, y esperaba el tiempo para ir sobre dios; y
como llegó el dicho Don García lo recibieron muy
bien, y con muohas alegrias é tiros é músicas en las
naos y flota, é el Conde y Don Qarcía entraron en
una barca muy bien ataviada, é fueron á ver la
ciudad de Tripol. Bn esta vista se hicieron muy
grandes alegríaa y fiestas, y de allí tomaron agua
las naos de Don García y de Diego de Vera, y de
ahí fueron todos á los Algarvea, y llegaron Jueves
noche, dia de San Agustín 28 de Agosto: otro día
Viernes mandaron los sefiores Don García é el Conde
que todos desembarcasen las galeras é fustas, é
otros bajeles pequefios, porque laa naos gruesas no
podían llegar con una legua á la torre que está tres
leguas del Castillo, á la parte del Levante^ y así fué
toda la gente desembarcada, y sin peligro y sin ver^
moros; é allí fueron fechos déte escuadronea de
gente, é duraron en desembarcar é facer los Bscua«
drones y ordenanzas fasta medio dia; y dieron la
delantera á Dionelo Coronel que le cupo por suerte.
y adelante de este escuadrón iba el Sefior Don Gar-
cía, con obra de setenta hidalgos gentiles hombres,
hijos de Sefiores de vasallos de Castilla que habían
venido con él á le acompafiar y ganar honra, todos
armadoa y á pié, y él á caballo; y así iban en pos de
estos todos los otros escuadrones en su ordenanza,
y el Conde de uno en otro, cabalgando en un caba-
llO| proveyendo y dando orden en todo, y en los
tiros del ñtillería ; y fué tanto el sol y el calor que
aquel dia fizo, que ardía como fuego, y el arena del
suelo lo quemaba como ascuas de vivo fuego ; ansí
que de este fuego y de la gran fatiga que los com-
pafleros hablan pasado, que habia muchos días que
estaban en la mar embarcados y muy mal proveí-
dos del comer y beber, y sobre esto fué tanta la sed
que ovieron caminando en estas ordenanzas, que
como iban andando so caían muchos muertos de
sed y calor, que no habia agua donde bebiesen.
Como el Conde vido esto mandó que calasen las
picas, é se fuesen su paao hasta el agua, ansí que
fué tanta la sed y la desventura que cuando llega-
ron á los palmares donde estaba el agua, los escua-
drones ya por una parte unos y otros por otra, iban
desbaratados, y ninguno quedó que fuese en orde-
nanza, salvo el escuadrón de Don Manrríque, que
estaba en la retaguardia bien media legua del pal*
mar. Y así que Don Garda y aquelloa cabdleros
que iban con él delante , y el escuadrón de Dio-
nelo llegaron al pozo del agua , habia cerca del
pozo mas de quatro mil moros de á pié, y obra de
doscientos á caballo, los quales se vinieron hada
los christianos, é Don García estubo quedo didendo
á los dd escuadrón: aquí eefioresi á ellos: pensando
DON FERNANDO
qae iban allí iras de él sigalendo; metióse háoia loe
moroei é cuando miró no yido tras de si sino los
caballeros hijos dalgo ya dichos; é los del escna*
droD, como hombres muertos de sed é de oaloi) mas
curaron buscar agua que no de pelear é no le aon*
dleroui y los moros arremetieron coa él, é él pelean-
do con ellos, lo mataroui y mataron con él á todos
los otros, 60 ó 70 hidalgos generosos que lo acom*
pafiaban, que mas quisieron allí morir con él pe-
leando como buenos, que no escapar huyendo, per-
diendo el Oapitan. Viendo que Don Garda era muer-
to, el escuadrón se puso en huida y los coroneles
iban á paso huyendo buscando al Conde, y el Oonde
desque vido el desconcierto, comenzó de detenellos
diciendo: yolved, volved las caras; é no los pudo
detener, 6 desque esto vido, retrajese también él
hssta la torre: é quiso Dios que los moros siguieron
muy poco el alcanze, esoepto obra de setenta lansas
de á caballo, é ciento y cinqfienta peones que ata-
jaron la gente á la salida do los palmares. Aquellos
mataron muchos christianos, y mataran muchos
mas, si quisieran, porque muchos habia perdidos y
sin tiento hasta venir al mar, y si no fuera por un
Aicuadron de Jaime Días que estaba aun por salir
de la mar, que se tubo, mataran los moros muchos
mas christianos. Pedro de Luzan, viendo que su es-
cuadrón volvia las espaldas, se apeó de un caballo,
é con una espada comenzó de los tener, é nunca
pudo; ansi todos huyeron hasta la torre, y muchos
en el camino yendo huyendo, se cayeron muertos
de sed, é se ahogaron de calor, que no ovieron re-
medio; otros se tomaban locos, desatinados de calor
é sed, é hacian locuras é se trasponian como muer-
tos, é se quedaban por aquellos arenales, y algunos
que los mismos oompafieros los despojaban y deja-
ban desnudos por muertos, é después con el frior de
la noche tornaban en sí, é iban á las naos. Aquella
noche se embarcaron todos loe que se pudieron em-
barcar, y quedaron por embarcar quatro mil hombres,
poco mas ó menos que daban tantas voces é gritos
pereciendo de sed, que era maravilla é gran dolor
oír y ver, y muchos perecieron aquella noche. Otro
dia Sábado de mafiana embarcáronse todos los que
habia vivos, que era cerca de quatro mil hombres y
acabados de embarcar, fué tanta y tan grande la
fortuna que so revolvió en la mar de viento é ondas
que todos pensaron ser hundidos, é duró desde el
Sábado hasta el Martes, é en el mismo puerto se
perdieron muchas barcas, é de alli se partió el Con-
de con mal tiempo á la vela, y aquella noche se
perdieron unos navios de otros, é corrieron fortuna,
é unos aportaron á Cerdefia, é otros á Sicilia, é otros
á otras islas é partes de la Italia, donde la fortuna
los echó. El Conde habia hecho recoger toda la
gente y embarcar, como dicho es, asi la suya como
la del desdichado Don Garda, é todos revueltos en
unos navios é otros, corrieron la fortuna; é el Conde
volvió después de haber corrido fortuna allí al puer-
to de los Algarves, y estuvo allí, y de allí se fué á
Tripol con lo que quedó con él de su flota é de la
ptra, donde gim ^n patas vueltas i^ers^^rQj) machos
BDOlÍA ISABEL Wí..
hombres de sed en los navios: ansi que fué este un
desventurado viaje, y de gran perdimiento.
Iban en la flota del Conde diez mil hombres, y en
la de Don Garda cinco mil: ansí que acometieron
la isla con quince mil hombres, salvo que no des-
cendieron todos en tierra, que quedaron todos los
que eran menester para guardar la flota: murieron
en la manera que dicha es, según todos dedan, 6
se pudo saber, mas de cuatro mil hombres ; perdié-
ronse muchas armas y artillería que les quedaron á
los moros.
CAPÍTULO COXXVI.
De eoao el rej Doi Fernudo qalso iMsar i itteade, y de la '
dsma eoBira el Pipa Jallo.
Sabido por el Bey la muerte é deabarato de Don'
García, propuso pasar allende en persona, puesto
caso que ya lo tenia él mucho en cuidado y gana
de pasar allende á hacer guerra á los moros, é de
la muerte de Don García recibió mucha pena y
pensó con la ayuda de Dios vengarla, y mandó
aderezar una grande armada real, estando en Bur-
gos, é so allegaron en Sevilla y en Málaga, y en
todos los puertos de la mar de esta Andalucía, y
allegáronse infinitos mantenimientos de trigo, é.
cebada, é vinos é quesos, é todnos, é armas é todas
las otras cosas que eran menester, y embió por to*
dos estos Reynos de Castilla, y por los de Aragón á
apercibir gente; é envió' al Rey de Inglaterra su
yerno, marido de su hija Dofia Cathalina, que le en-
viase gente con flechas y armas del uso de Ingla-
terra, é le envió mil y quinientos hombres que
vinieron en Cádiz, é él vínose á mas andar á la
Vandaluda, é entró en Sevilla en comienzo del mes
de Febrero afto de 1611, y estando allí fizo pregonar
guerra con los moros de allende, que son en la
tierra de África. Y estando él ansí en Sevilla muy
curioso é codidoso de pasar allende cada dia, enten*
diendo en aderezar las cosas necesarias para él via-
go, publicóse que en persona pasaba su Alteza, y
así era lo cierto, que pasara si no ocurriera d impe-
dimento que ocurrió, y loe pueblos y ciudades reci-
bían mucha pena, porque pasaba en persona por los
inconvenientes que podían venir en estos Beynoa
con su ausencia; y algunas ciudades le escribieron,
especialmente la ciudad de Toledo, é la de Segoviai
é la misma dudad de Sevilla, cada una su eptetolsi
muy maravillosamente notadas, con muchos reque-
rimientos, que no pasase en persona, dno que en-
viase sus capitanes , é gente como hadan los roma-
nos, y d Bey respondió á todos muy satisfaciendo,
que en todo caso con d ayuda de Dios él habia. dd
pasar en persona. Y estando el Rey en este tan santo
propónto en Sevilla, le vinieron correos y cartas do
la gran vuelta y ^^aorra de la Italia, y como con d
favor del Bey de Francia se hablan levantado der-
tos Cardenales, é el Duque de Ferrara, cismáticos,
contra d Papa Julio por le amenguar é meter da-
ma en la Igleda de Dios, é por le tomar é sellorear
las 9¡adadc9 do su |^ft^únomO| é ei^ nieomQ f9 k^
iü
OBONIOAS DE LOS RBTE8 DB OASTILLA.
bian levantado é rebelado algnnoa oaballeros de la
Italia; 7 el Papa teniendo su ciudad de Bolonia que
habla ya echado de olla loe tiranos BentiboUai,
qoe se la tenian mucho tiempo habla por fuerza, el
Bey de Francia con poco temor de Dioa, ayudando
á loe Oardenaloa ciamátiooe y al Duque de Ferrara
y á otroa tiranos, le dio favor y mucha gente de
íranoesee, con que cercaron la dicha ciudad de Bo-
lonia, é la combatieron, ó la tomaron, y el Papa se
retrajo á Boma, que no estaba muy lejos de la dicha
dudad. T el Papa tenía ordenado de hacer un Gon-
cilio, y los Cardenales cismáticos ordenaron de ha-
cer otro oon favor del Bey de Francia, en Pisa, di-
ciendo que querían deponer al Papa, é hacer otro
Papa á uno de los dichos Cardenales cismáticos
llamado Don Beraardino de Carbajal, espafiol ó cas-
tellano, que qnería mal al Papa; en manera que se
revolvió en Italia muy gran oisma contra el Papa
y contra la Santa Madre Iglesia; y el Papa envió
al Bey Don Fernando en Sevilla, y á todos los otros
Beyes ohristíanos, que le socorriesen y ayudasen á
destruir aquella cisma mal aventurada que se habia
levantado, ó enviasen favorecer la Suita Iglesia
Bomana; y el Bey Don Fernando como cathólioo
obriitiano y hijo obediente de la Santa Madre, lo
uno i>or la socorrer y ayudar, y lo otro porque vido
mudada la disposición del tiempo para pasar en
África por caso de la dicha cisma é guerras, ovo
de dejar la pasada de allende, aunque los navios
estaban á punto, y los mantenimientos llegados, é
machas gentes de los que hablan de pasar, ya veni-
dos é partidos de sus tierras para pasar, é hizo sa-
ber á todos la gran necesidad é impedimento por que
se dejaba la pasada de allende. La dicha ciudad de
Bolonia que es Cámara del Papa, tomaron los fran-
ceses á diez dias del mes de Mayo del dicho afio
de 1511, y en pocos dias lo supo el Bey Don Feman-
do, y tuvo cartas del Papa para impedir la dicha pa-
sada de allende, estando en Sevilla, de lo cual fué
muy mucho enojado, é ovo de mandar despedir las
gentes: y en este tiempo aportaron en Cádiz mil y
quinientos hombres flecheros ingleses, y hombres
de armas, que el Bey Henrrique de Inglaterra,' yer-
no del Bey Don Fernando, le envió para la dicha
guerra, á los quales envió el Sefior Don Juan de
Fonseca, obispo de Palencia, á los despedir é pagar
el sueldo á Cádiz, á los quales despachó para que se
oviesen de volver quince dias ó veinte del mes de
Junio del dicho afio. El Bey se partió de Sevilla en
21 dias de Junio, é no paró hasta Burgos, donde es-
taba la Beyna Dofia Juana su hija, y de allí trabajó
por cuantos modos pudo por esousar la cisma, y de
allí escribió al Dean y Cabildo de la SanU Iglesia
de Sevilla la presente carta.
EL BEY.
«Venerables Dean y Cabildo de la Santa iglesia de
Sevilla : ya sabéis como por servicio de Dios nuestro
Sefior y ensalzamiento de nuestra Santa Fée cathó-
lioa, estaba determinado este verano pasado de ir
«n persona á la empresa contra los infieles enemi-
gos déla ohrístiandad , y como teniendo para ello
aparejada una muy gruesa armada, y ejóroito,eon la
qual, modiante la ayuda de Nuestro Sefior, según las
nuevas que estonces tenia de todas las partes de loa
infieles, se esperaba que se fideran grandes cosas en
servido de Dios Nuestro Sefior y en aoreoentamien-
to de la religión christiana, nuestro muy Santo Padre
me fizo saber que le hablan tomado la oiudad é
Condado de Bolonia, antiguo patrimonio de la San-
ta Iglesia, y que algunos procuraban de poner oia«
ma en la Iglesia, ezortándome y requirióndome que
por lo que la Serenísima Beyna mi muy cara y
amada hija y yo debemos á Dios Nuestro Sefior y á
la Santa Iglesia quisiese tomar por la defensión de
ella ; á causa de lo qual me fué forzado dejar la di-
cha empresa contra los infieles, y deseando que las
dichas cosas^ de la Iglesia se remediasen sin armas,
procuró juntamente con d Serenídmo Bey de In-
glaterra , nuestro muy caro y muy amado hermano y
hijo, que se escusase la dicha cisma, pues su Santi-
dad tiene convocado Concilio general para bien
y reformación de la Iglesia , y un dama, y ad mis-
mo procuré que á la Iglesia le fuesen restituidas las
tierras y patrimonios que le han ddo ocupadas ; y
habiéndolo trabajado cuanto á humano ingenio ó
fuerza, é por todas las vias y maneras qne han sido
posibles, 6 habiéndose justificado la causa por parta
de su Santidad muy enteramente, é no se pudiendo
haber acabado la dicha restitución se ficiese, ni que
se aparten de procurar la dicha cisma en la Igleda
de Dios, oyendo los clamores del Vicario de Jesu-*
christo y de la Santa Iglesia Bomana nuestra Madre^
que con mucha instancia nos enviaron á demandar
ayuda para su dof endon : y conodendo la mayor
obligación que todos los Prindpes christianos tene-
mos, que es la def endon de la Santa Iglesia Boma-
na nuestra Madre, que con mucha instancia nos de-
mandaron ayuda , nos habemos declarado pAblica-
mente con Su Santidad para defendon de la Igle-
sia y recobramiento de las tierras que le han ddo
ocupadas , y para trabajar de esousar la ocadon de
la dicha cisma : por ende yo [vos mego y encargo
que pues veis que esta es la mayor é mas ardua é
justa causa do las que se pueden emprender en fa-
vor de la Iglesia é de la cbristiandad, é á esto mas
espedalmente son obligados los eclesiásticos que
otros, queráis rogar en vuestros saorifidos y ora-
ciones á Dios Nuestro Sefior, que por su demencia
quiera esousar y remediar la cisma qne dgunos
quieren poner en la Iglesia, y dar victoria á la Igle-
da é á los que habemos tomado la defensión de ella,
ordenando que de aquí adelante , tanto cuanto du-
rare la dicha santídma empresa, se haga plegaría é
oración particular cada día, y tafian á día las cam-
panas á la una , después de medio dia por todo el
pueblo generalmente, para que Dios Nuestro Sefior
quiera esousar la dicha cisma y dar victoria á la
Iglesia. De Burgos á 6 de Noviembre, afio de 1511.
—Yo el i^.— Por mandado de Su Alteza, Miguel
Pérez de Almazan.»
A^
DON F£BNA»DO
OAt.TüLO coxxvn.
Del Breve %uñ él Papa Jallo segando envM il Rey Don Feniindo
i Bargos.
Eitando el Bey Don Femando en Burgos, vino
á él nn renerable Doctor llamado Quillenno Oasa-
dor, é ae envió por el Papa Julio II por Embalador
é Nuncio á le notificar por un Breve 6 copia signa-
da de la Bula, é sellada de la convocación del Gon-
cilio general que su Santidad tenia convocado en
Boma en San Juan de Letran : al qnal Nuncio Su
Alteza mandó honradamente recibir, é quando le
fué á besar las manos j á presentar el dicho Breve,
le suplicó le quisiese mandar dar pública audiencia
para decir su embaxada, é Su Alteza se lo otorgó, é
luego el Domingo adelante, que se contaron 16 dias
de Noviembre, afio susodicho de 1611 , é la hora de
las ocho de la mafiana fué Su Alteza á la Iglesia
mayor, acompafiado de muchos Prelados y Qrandes
é Señores de este Beyno, y de muchos de su alto
Consejo, é de Caballeros é de otras personas de Cor-
tes, é allí se llegó gran muchedumbre de pueblo, y
luego se comenzó una Misa muy solemne, al medio
de la cual al tiempo que suelen predicar, Su Alteza
se levantó de su silla, y el dicho Nuncio, presentan-
do su Breve en presencia de todos, al cabo propuso
en latín una muy solemne oración, la qual, en nues-
tro común hablar castellano es esta que se sigue:
o Entre los otros cargos del Pontificado de nues-
tro muy Santo Padre Julio, Papa segundo, después
do su asunción , de dos cosas principalmente siem-
pre tuvo mucho (cuidado Su Santidad, invictisimo
y calhólico Principe. Lo uno que Y* A. de continuo
ha incitado, conviene á saber, que se hiciese la ex-
pedición contra los malvados turcos , que ha tantos
aftos que tienen ocupados tantos roynos y provin-
cias de los christlanos ; lo otro que fuese celebrado
concilio general para las ocurrencias de la religión
christiana, y para la reformación de las costumbres
y de las otras cosas necesarias de ella; á cuya causa
Su Santidad ha procurado de continuo con los Prín-
cipes de la christiandád. Pero viendo de una guerra
y contienda nacer otra, no solamente en los Prínci-
pes temporales por sus entrafiables odios y por in-
ducimiento del diablo, le pareció no se poder jamas
hacer ningún aparejo do guerra contra los muy in-
fieles y crueles si primero no fuesen remediadas las
semejantes guerras y contiendas por via del Conci-
lio general, para que de esta manera apaciguadas y
del todo quitadas de común consentimiento y con-
sejo de todos los Príncipes déla christiandád, se
hiciese aquella santísima expedición, por la qual Su
Santidad determinó de convocar y convocó el Con-
cilio general ; y por que entre todos los otros Prín-
cipes de la rdigion christiana, ninguno tiene mayor
amor y afición que vuestra Cathólica Magestad, ansí
porque después que comenzasteis i reynar, ninguna
otra oosa mas habéis procurado que de ampliar y
acrecentar la religión christiana, según lo demues-
tran tantos reynpi ó dudados por vos restituidas á
É DOSA ISABlBL. ' 746
la christiandád, como porque siempre f nisteia muy
obediente hijo á la Iglesia romana, y así mesmo
porque de ningún otro Príncipe mas ha sido ayo-
dada la dignidad eclesiástica y la Magestad Ponti-
ficia, ni se espera que de otro será mas favorecida:
por tanto, Su Santidad me ha enviado á Y. a M.
para que yo do su parte le notifique que en el mes
de Abril, primero que vendrá, so comenzará ep Bo-
ma en el palacio Lateranense el Concilio general ya
convocado por su Santidad; y rogase así mismo de su
parte á vuestra Cathólica Magestad que ansi mesmo
como otras veces, por su benignidad ha defendido
la dignidad de la Sede Apostólica, y para la defen-
sión de ella algunas veces apercibió muy grandes
ejércitos, por consiguiente ahora también, por la su
acostumbrada piedad cerca de la religión , quiera
dar como bueno y esforzado defensor de Christo
todo el favor oportuno para que esto Concilio gene-
ral sin cisma y sin escándalo, mas antes con temor
y celo de Dios todo poderoso y de la religión chris-
tiana sea celebrado ; así porque el pueblo chris-
tiano claramente sepa la religiosa intención y legí-
timas esousadones de Su Santidad y de quien haya
sidoimpedidaen estos sus santísimos propósitos, co-
mo porque sea manifiesto cuan provechosa y necesa-
ria sea á ja christiana religión la oelebradon deste
Condlio, y cuáh pestífera y peligrosa á la salud de
las ánimas, la división y riesgo do ella que. á Dios
plegua quitar. Suplico á Y. M. que mande leer en
este venerable templo de Dios en alU é inteligible
voz el Breve Apostólico de Su Santídad, que pre-
senté á Y. C. M. con toda su Beal Corte, á la qual la
Sede Apostólica envia salud y su bendición, etc.».
Lo qoe d^o il Anobitpo de Toledo GtrdeaaL
cA vos, Beverendísimo Prelado, Arzobispo de To-
ledo, Cardenal de Espafia, Prelado de la Santa Ma-
dre Iglesia ; así como estáis colocado cabe el Sumo
Pontífice Yicario de Christo por vnestros mered-
mientos, y por acrecentamiento de la Fé Cathólica
habéis guerreado contra los infidas tan religiosa-
mente, ahora por connguiente no dejds de pelear
perla Iglesia Bomana, ni defender la unión de ella
y venir personahnente á la celebración dd Condlio,
según espedalmente sois llamado.
«Asimismo, vosotros Prelados Arzobispos, que sois
firmísimos pilares de la Santa Madre Igleda y nem-
pre fuistds aparejados siendo necesario derramar
la propia sangre por la feé de Christo, y por la
unión de los fieles ; do parte de Su Santídad sois
convidados á estas santísimas y necesarias bodas,
á la oelebradon de las quales iréis en su tiempo y
lugar personalmente n pudiéredes, y si nó envia-
rds personas en vuestro nombre.
•Y vosotros también Grandes, Sefioras, Duques
Marqueses, Condes, y otros Nobles varones y vir-
tuosos Caballeros, así mismo varonilmente en favor
de la fé con vuestro Catbólico y glorioso Bey, ha-
béis habido triunfo y vencimiento de los infieles, así
agora por consiguiente tomad armas como fides
Caballeros de Christo para defender la unjon d^ la
946
ORÓNÍOAS DE LOS BBTES DE CASTILLA.
Iglada Romana nuestra Madre, y reformación de
loB fielea de ella, y defenderla y ayudarla eaf oreada-
mente, y seguid oon buen ánimo á vueatro Bey Oa-
thólioo, el qual yo he invooado, é rogado por parte
de Su Santidad, quiera tomar á cargo la defention
de la Sede Apostólica como espero que hará: lo
qual, si ansí lo hioiéredes, que yo no desconfio, con-
seguiréis por ello entre los fieles de Jesuchristo glo-
riosa fama y nombre perpetuo, y de la Sede Apos-
tólica gracia que en su tiempo no vos podrá faltar, é
de Dios todo poderoso convenible galardón; por
cuya ley guardar, Nuestro muy Santo Padre siempre
está vigilante, el qual sea bendito por siempre ja-
más amen.0
Oyda la dicha oradon ó habla. Su Altesa mandó
al Bevereodo Obispo de Oviedo, Don Valeriano Vi-
llaquiran, del su Consejo, que estaba presente, le
respondiese en latin brevemente, la respuesta del
cual tornada en romance es la siguiente :
tCon cuanta humanidad y atención su Cathólica
Magestad haya oido vuestra embazada, 6 con cuan-
ta obediencia é devoción haya recibido el Breve
Apostólico por vos presentado, no seria á mí fácil
decir, mas el fin del negocio, pladendo á Dios, cada
dia lo mostrará. Manda Su Alteza que ansí lo por
vos elegantemente dicho, como lo que en él Breve se
contiene, no solo á S. M., á los Prelados y Grandes
que están presentes, mas á toda la Corte y á todo el
pueblo como lo pedís sea manifiesto, subiré al pulpi-
to y allí lo que pudiere trabajaré de lo declarar.
» Aguzad los oidos egrejio Doctor, é Nuncio meri-
tísimo, ó lo que oyéredes, reponedlo en el armario de
vuestra buena memoria, porque después de la prós-
pera jornada lo podáis relatar á Su Santidad. Pros-
pere Dios á los que desean obedecer la Sede Apos-
tólica y tener y guardar la f eé sin mancilla, conser-
var y favorecer la única y Santa Iglesia. Amen.D
El dicho Breve vuelto de liUn en rommee deelí itf :
JUAN PAPA SEGUNDO.
Christianísimo en Chrísto filio nuestro, salud y
Apostólica bendición. El afio pasado como Alfonso
Esténse, que era duque de Forrara, se o viese enso-
berbecido , é alzado los cuernos contra nos é la San-
ta Sede Apostólica, cuyo feudatario é vasallo es, é
después menospreciando nuestras moniciones, le hu-
biésemos príbado oonsistorialmente del dicho Du-
cado, ni por ello diese ninguna sefial de obediencia,
acordamos de ir á Bononiapara que de aquella ciu-
dad mas cercana, trajésemos al dicho Alfonso á la
verdad y debida obediencia, ó librásemos tan exe-
lente ciudad nuestra de su tiranía para lo qual vues-
tra Cathólica Magestad, habiendo sido por nos reque-
rido, envió en nuestra ayuda trescientas lanzas grue-
sas : también entonces mandamos á los venerables
hermanos nuestros Cardenales de la Santa Bomana
Iglesia, que para recuperación de tan grande ciudad
fuesen con nos y nos acompaftasen , é siguiesen , lo
qual casi todos obedientes é prontamente hicieron,
porque siguiendo Nos por las Qiuda4w ele la Santa
Bomana Iglesia , entraron oon Nos en Bononia, eoep^
to cinco Cardenales , los quales teniendo msí pen-
samiento en sus ooiazones, fueron por otro camino
á Florencia; y como quier que fueron por nuestra
parte, así por Nuncios como por Letras requeiidos
para que viniesen á nos y estuviesen presentes, y
juntamente con los otros Cardenales á las delibera-
ciones de las oosas pertenecientes de la dignidad de
la Santa Sede Apostólica, no vinieron ; mas fueron á
gran priesa y furtivamente por manera de decir á
Pavía, y de allí á Milán, é puesto que su mala in-
tención é mal ánimo se pudieran conocer por muchos
indicios, con todo jamas fueron por nos culpados ni
por escrito ni por palabra, porque nunca pensamos
que hablan de ser tan menguados de .consto que
tuviesen pensamiento de se apartar de su cabeza, ni
raagar la vestidura del Seftor, indivisible, sin costu-
ra, é traer la cisma, tan dafiosa en la Santa Iglesia de
Dios, que por cierto hablan sido de nos benigna y
honradamente tratados, y por la mayor parte aere-
contados, mas á todo se atreve la codicia é la cie-
ga é abominable ambición : atreviéronse con poca
temeridad, no teniendo para ello ninguna facidtad|
á convocar Concilio general, ni en lugar ni en tiem-
po conveniente, é citamos para él; con este llama-
miento usaron malamente desvergonzada mentira
por cuanto afirmaron tener poder de tres Cardena-
les, los quales ni dieron para ello ni poder ni con-
sentimiento, incitados según parece por el Bey Luis
de Frauda, christianíssimo, el qual^ olvidándose del
nombre y del oficio de los christianísimos sus pro-
genitores, nos quitó la victoria del dicho Alfonso con-
tra la anos dada por el dicho Alfonso, y apartó á Bo«
nenia, excelente ciudad inmediata, sujeta á la San-
ta Bomana Iglesia, alcanzando de sí toda piedad é
religión, é la tiene ocupada oon mucha gente de
armas, y la defiende so color y título de protección»
según ellos dicen, y amenaza también de cercar 6
destruir otras ciudiades de la Iglesia, si no hacemoa
con ella paz que él qusiere, desechando todos los otroa
Beyes y Principes de la Iglesia y christiandad. Por
cierto. Nos somos aparejados de abrazar la paz, 6
siempre se la ofrecimos , olvidando todas las inju-
rias y dados recibidos con toda aquella paz que
convenga á la dignidad de la Sede Apostólica, y
que no nos aparte de la caridad y amistad de log
otros Príncipes do la christiandad, y que ponga fin
á la destrnicion y guerras de Italia é que no tarde y
dilate la espodicion contra los malvados turcos, y
otros enemigos de la salutífera Cruz, que ha tanto
tiempo que Nos procuramos y deseamos. Si otra pas
quiere de nos sacar, parece que no busca paz mas
antes, so nuestra sombra, quiere ensanchar su 8o-
fiorío en Italia. Dios y todo el mundo saben habe-
rnos empleado todo el tiempo de nuestro Pontifica-
do on roconoiliar entre sí los Beyes é Principes ca-
thólicos que estaban diferentes en recuperar aai
el Patrimonio de San Pedro, y en restaurar las ciu-
dades y otros lagares ocupados, como en el apercibi-
miento de la armada para tan santa espedicion, de
lo qual yuostca (Cathólica Msj^estetd es buen testigo^
Af
DON FERNANDO i
«1 quál por nuestra oonünna MUdon oon el mismo
Bey de Francia qne estaba diferente, sobre grandes
cosas, hizo pas, prometiéndonos devenir mny pron-
tamente en la Ud espedioion con todas la faensas de
sus reynoB. Vedes ahora aquel Bey, que asa renom-
bre de ohiistianísimo, y que quiere ser llamado
principal hijo de la Igleda, la destruye y ordena
de Nos hacer Tiolenda. Lcúi Cardenales cismáticos
nrden de enyolTer toda la christiandadde errores, las
quales cosas habernos yisto por cartas de nuestro
Nuncio, y oido á nuestro Embazador que estaba en
nuestra Oórte, servos muy graves y mny molestas;
por ende, hijo carfeimo , y muy verdadero , levan-
taos para defender á nuestra muy Santa Madre Igle-
sia, destruir los constes de los cismáticos, de los
quales dos, por nacimiento, son subditos de V. M.,
porque por esto conseguiréis no menos alabanza que
por las otras escelentisimas cosas por vos hechas por
la exaltación de la f é cathólica. Vuestra Magestad
sabrá de nuestro caro hijo Guillermo Cazador, Audi-
tor de causas del Sacro.Palaoio nuestro Capellán, Nos
haber convocado Concilio General en San Jnan de
Letran con deseo de concluir la espedioion general
contra los malvados turcos, é los otros enemigos de
la Fée christiana, á laqual rogamos y exortamos en
el Señor queráis proseguir con aquel zelo que habéis
aborrecido la cisma i á amonestéis é induzcáis á
nuestro amado hijo Francisco, Cardenal de Toledo, y
á los otros Prelados de estos Beynos cathólicos,para
que vengan á este Concilio que será tan saludable
á toda la República christiana, y le deis libre licen-
cia y seguro pasage, sobre lo qual todo hablará mas
y seguro con V« M. el dicho Guillermo, al qual vos
plega dar fée. Dada en Roma, en San Pedro Súb
a$»ú¡o Pi$eatori$. ultimo de Julio de 1511, y en el
afio octavo de nuestro Pontificado.»
É luego allí el dicho Obispo se subió en un pul-
pito, é antes de comenzar su sermón, en alta voz
leyó los traslados del dicho Breve y de la dicha
Oración del Nuncio, y consultada primero la res-
puesta con su Alteza, por su mandado la dio, ende-
rezando su habla al dicho Nuncio, diciendo las pa-
labras siguientes :
«Lo que bu Alteza responde al Breve de nuestro
muy Santo Padre y á Vuestra Embaxada, Reverendo
Sefior Nuncio, es que su Alteza ha comunicado este
negocio con muchos Prelados y Grandes de estos
Reynos y que su Alteza por sf, y en nombre de la
Sereníaimá Reyna de Castilla, su muger amada, y
de todos sus vasallos y subditos, y umversalmente
de todos sus reynos é sefiorios besan la mano á Su
Santidad por el cuidado y solicitud que tiene y ha
tenido del buen regimiento, gobernación y refor-
mación de la Santa Iglesia á él encomendada, y
por el deseo con que siempre procura la paz y uni-
dad de la chrístiandad, y es muy contento por sí y
por ella y por sus Reynos y sefiorios de enviar al
Concilio Lateranenso, que Su Santidad convoca, los
Prelados y personas que lo parecerá convenir; y así
mismo es presto y aparejado, como cathólico y obe-
diente hijo de la Santa Iglesia Romana, de poner
DORa ISABEL. 747
por día é por su defensa y amparo su Real Perso-
na y estado, oon las de sus naturales é súbditost
trabajando cuanto posible sea que la Iglesia no sea
dividida, ni lacerada, ni destruida de su patrimo-
nio, y que le place y es contento, como ya lo ha
comenzado, de tomar las armas por ella, para esto
y para que el general Concilio agora por Su Santi-
dad convocado se oélebre quieta y santamente nn '
cisma y sin escándalo, lo cual Nuestro Sefior quiera
encaminar á su santo servicio y al bien común de
la Religión Christiana, porque después de celebrado
haya efecto la espedioion y justa guerra contra los
infieles, que por S. M. es é ha sido tan deseada, y
fuera en obra por su parte puesta, si estos impedi-
mentos y presentes calamidades no lo hubiesen im-
pedido y estorbado.»
En acabando de decir el Obispo, el dicho Nuncio
se fincó las rodillas en tierra, alzando las manos al
cielo y dando á Dios loores y alabanzas por haber
hallado en su Alteza tan cathólioa respuesta, tanta
afición y devoción á la Santa Iglesia Romana nues-
tra Madre, en nombre de la qual se lo regraciaba y
le suplicaba le quisiese dar las manos por ello para
se las besar; é su Alteza le mandó levantar, é no se
las quiso dar. El dicho Obispo de Oviedo comenzó
BU sermón tomando por fundamento las palabras de
San Mateo en el capitulo IX que dice: Subió Juu-
ehriito en una fuweeiUa y navegó; el qual Evange-.
lio era de la Dominica que la Iglesia rezaba. Echó
un solemne sermón en favor de la fée é unidad de
la Iglesia, loando el propósito do Nuestro muy Santo
Padre en la convocación del Concilio, para tantos
bienes quantos Dios mediante de él se esperan se-
guir, fizo fin dando su bendición, y de allí acabada
la misa, su Alteza se volvió á su Real Palacio acom-
paftado de los de su Corte.
CAPÍTULO CCXXVIIL
' Del ttéatlmo gae pKi6 ui monja en RáTsaa.
En la ciudad de Ravena, en la Italia, acaeció el
dicho afto de 1512, antes un poco de la batalla de
Ravena, que una monja parió un monstruo espan-
table; conviene á saber, una criatura viva, la cabe,
za, rostro y orejas y boca y cabellos como de un
leen, y en la frente tenia un cuerno como hacia
arriba, y en lugar de brazos tenía alas de cuero
como los murciélagos, y en el pecho derecho tenía
una sefial de un F griega, ansí T ; y en medio del
pecho tenía letra tal X, y en el pecho izquierdo te^
nía una media luna y dentro una V de esta echura,
V. De lo que significaban estas letras y media luna
diversas opiniones y juicos ovo entre las gentes.
Tenía mas debajo de los pechos dos bedijas de pe-
los; tenía mas dos naturas, una de másenlo y otra
de femina, y la del másculo era como de perro, y la
de femina era como do mugor, y la pierna derecha
tenía como de hombre, y la izquierda tenía, tan
luenga como la otra, toda cubierta como de esca-
mas de pescado, y abajo por pié, tenía una echura
como pié de rana ó de sapo, el qual 4>cho mónstruQ.
748
CRÓNICAS DB LOS RETES DB CASTILLA.
nació en el mes de Manso del didio afio de 151E|
como dicho ea, y vivió trea diaa, y fué llevado ú
Papa, el qaal lo vido y mandó dibujarle de la ma*
ñera y forma que era, y tuvióroulo en gran mara-
villa.
«
CAPÍTULO CCXXDL
!>• lu eout ^«6 aeíaderoB ■itatns al Hay atiabo oa Bérgos, é
ét la arta qae el Rey de Tremeiea le ea? ió, é del preteate, é
de tomo te hito la nnlla» y de los clwáUcoi.
El Papa en Roma, después de haber enviado mu-
chaa Embaxadas al Rey de Francia y requerimien-
tos de paa, é que fuese obediente hijo de la Santa
Madre Igleaia, como loa Reyes chrístianlsimos sus
anteceaorea, é anal miamo de los otros Reyes é Ar-
sobispos cismáticos, les perdonara si viuleran cono-
ciendo sus yerros; é de que no pudo de ellos sacar
obediencia ni virtud, procedió contra ellos, ó contra
. cada uno de ellos, con Munitorias, é descomulgólos,
é citólos, é puso entredicho en las tierraa donde es-
taban, en toda Francia, é privólos de Reynos 6 Se-
fiorios, é dignidades, é oficios, é beneficios, é prove-
yó á otros de algunoa de ellos, y luego al comienzo
de la vuelta é dama de les Cardenales, se dijo que
diei ó once fueron rebelados contra el Papa, 6 re-
coDciliáronae dellos, é quedaron cinco contumasea
en la cisma. Y el mas principal é capital endureci-
do, ó más rico é de mas dignidades, á quien todos
los otros acataban, é tenían por su mayor columna
é cabeza de esta cisma é tema, era Don Bemardino
de Carbajal, Espafiol, Castellano natural de Plasen-
cia, el qual con favor del Rey Don Fernando lle-
gó á ser grande hombre en Roma, como lo fué; que
él era Cardenal de Santa Cruz en Roma, é Patriarca
de Jeruaalem y Arzobiapo de Resano, é Obispo de
Sig&onza en Castilla, que es el mas rico Obispado
della; é otro fué de los dichos cicco Cardenales, ansí
mismo espafiol, que fué natural del reyno de Valen-
cia, é era en Roma Cardenal y Arzobispo de Cosenza,
é ambos eran hechura del Papa Alejandro, é los otros
tres eran franceses é italianos, y á todos los privó
el Papa como dicho es, é en muchaa partea de Francia
se guardó el entredicho; en otraa no, é quitó el Papa
la muy principal feria, é muy rica de la dicha ciu-
dad de Leen, so el Rhon que es en Francia, donde se
adquiría al Rey infinita guerra, digo renta, é pasó á
la Saboya á la ciudad de Berzeles, é privó al Rey
de Navarra del reyno porque ae juntó con el Rey de
Francia, é hizo merced de Navarra á el Rey Don
Femando, é que lo entrase y tomase. El Rey Don
Femando, desque se puso en Burgos, no cesó con
muchaa embaxadas de requerir al Rey de Francia
con la paz, é pensó desde alli por bien mitigar el
fuego é guerra de la Italia. El qual aunque viejo y
doliente, como tubiese hecho hábito de gran sober-
bia á su corazón, y con cobdicia de sefiorear el
mundo, é no temiendo el resto de laa sefioriaa de
los christianos que contra él eran, en lo que tener
debiera, nunca se quiso humillar, ni tomar el con-
sejo ni Isa amonestaciones del Repr Don Ferasndoi
sino que desliaria y baria Papa en Roma, y el Rey
Don Femando, viendo su contumaz y dafiado pro-
póaito se declaró contra él, con todos sus Reynos y
sefiorios, y con los de la Reyna Dofta Juana su hija,
por defensor de la Iglesia Romana, y estorbador de
la pésima dama, y enemigo de ella y de todos los
que la procuraban, y mandó apregonar guerras con
Francia y con todos los cismáticos; y envió á hacer
pacea con los moros de allende, por cinco aftos, y
envió mandar al Conde Pedro Navarro que fechas
laa dichas paces, paaase luego en la Italia, é se jun«
taae con Don Remen de Cardona, Gobernador de
Ñápeles, é con la gente del Papa para defender á
Roma é recobrar á BolofLo, é las tierras de la Igle-
aia ai pndiesen, porque la parcialidad de loa france-
ses estaba muy pujante en la Italia, ca estaba de
ellos con el Duque de Ferrara muy grande ejército,
é tenia á Milán y su tierra: é por la parcialidad del
Papa eran el Emperador Maximiliano, é los otros
venecianos, é otros que con él hicieron Uga; empero
no se podian juntar sus ejércitos con el del Papa,
tan aina ni como era menester, y el Conde no tardó
mucho en cumplir el mandamiento del Rey, é pasó
con su infantería é gente que tenia, con que hada
guerra á los moros, en Italia, é juntóse con el dicho
Don Remon, é con la gente del Papa, é comenzaron
de hacer la guerra á los franceses, é eso mesmo el
Rey Don Femando mandó llamar al Alcayde de
los Donceles que estaba en Oran, para que asentada
la paz con los moros viniese á Burgos, é vino. Es-
tos dos Capitanea llamó por hombres esforzados y
diestros en la guerra, y de aqui comenzó de aperci-
bir y allegar gente para dar guerra á Francia por
la via de Fuenterrabía é Navarra ; é el Rey de In-
glaterra, su yerno, le envió gente de ingleses, gran
copia de elloa, en una armada por la mar, para ir
sobre Bayona y estonces estaba aun el Rey de Na-
varra no bien declarado por Francia, antes fingía
que estaba al servicio del Rey Don Femando, por-
que el Rey Don Femando le habia requerido muchaa
veces como á deudo y pariente, que estubiese de
la parcialidad de la Igleaia y suya, y no de los cis-
máticos, porque quizás no le viniese mal é perdiese
el reyno, y él se lo habia prometido, y con dulces y
engafiosas palabras alongaba la declaración, en que
después, como armaban para ir aobre Bayona, allí
se declaró por Francia, y dijeron que dio causa de
bastecer á Bayona de gente, é armas é mantent-
mientoa, de manera que no aprovechar á ir aobre ella;
estonces propuso el Rey de facer la guerra é él, é
tomarle el Reyno, como adelante dirá, y se lo tomó
por lo dicho, é porque no cumplió con él cierta ca-
pitulación que entre ambos estaba fecha.
CAPÍTULO CCXXX.
GirU del Rey moro de Tremei ei, qne eavld ti Rey Dos FenulOi
é se hizo ea fisallo.
a En el nombre de Dioa piadoao, apiadador pode-
roBO sobre lo visible, al muy alto y muy poderoso
é esclarecido Rey mayor en el mundO| cuyo estado^
tinaje y granáesá et mas tntígna qua de nlngim
Principe, tan excelente y tan liberal, que ana obras
manifieatán las obraa de an persona, qne ya por el
mundo son di^nlgadas, el qaal es de mayor estima-
ción y reputación que ningún Principe pasado de
nuestro tiempo; grave para ser temido, regidor gra-
cioso, benigno para que todos le osen demandar
mercedes, Don Femando Rey do Aragón, de las
dos Sioiiiaa, de Jerusalen y de todas partes á do
envía su poder y la muy alta é muy poderoaa y es-
clarecida Reyna y Sefiora Dofia Juana, Beyna de
Castilla, de León, de Granada; la mas verdadera
Reyna é Sefiora de todas laa que viven, por ser
mejor en sus pasados de mayorea estados.
El Siervo de Dios Mul.ey-Baudala-Abdali, Rey
de Tremeien : Beso las manoa de V. A. y me humi-
llo por mi Embaxador, ante vuestro acatamiento, y
pongo debajo de vuestro servicio mi persona y mi
tierra, y envios mi obediencia y mi voluntad pura
para eatar y permanecer en Tueatro aervicio, en publi-
co y en secreto, y téngome por ser vuestro siervo en
mas que ningún Rey de los moros, por la esperan-
ea que tengo de vuestra grandeza, mi obediencia y
la pas y concordia de V. A. comienaan agora, é por
ello doy á Dioa y á V. A. muchaa gracias : tengo
por perdido todo el tiempo que no he estado en
vuestro servicio, agora prometo de conservarlo, cuan-
to en mi esté : plegué á Dios de poner su mano para
conservarlo en V. A. de voluntad, para qne reciba
mi obediencia y le sea aceptada y agradable. Redbi
una carta de Y. A. que me alumbró para las cosaa
justas de toda paa y concordia, y en ella vi el amor
que V* A. me tiene, y la voluntad que tiene á mis
cosas, en aceptar mi servido, por lo qual doy á Dios
muchas gracias, qne conosco ha oido lo que le he ro-
gado, y mas veo el efecto que esperaba, asi como el
dador es infinito es mi placer infinito cuando vide la
carta de Y. A. en que parece acepta mi servicio.
diíuy poderoso Sefior: envió á Y. A. dos cosas que
le son debidas, lo4 ohristianos que estaban cautivoa,
é aquí se hallaron, que ea cosa santa é agradecida
de Dios, para este mundo é para el otro, que vos
como su Rey justo sois obligado á pedillo, é otro
preaente temporal, que como á persona Real se debe,
de todos los otros Reyes menores; no es tan grande
como mi voluntad, mas es sefial que todo lo que
queda ea de Y. A.
»E1 Alcayde Mabomad de Lnbdi es persona de
linaje é de virtud, sabio y entendido en todas las
posas de generosidad, é nobleaa, antiguo criado
mió: por fidelísimo y de buen consejo envióle, por-
que para enviar ante vuestra grandesa no se podía
escoger persona mas fiel. Suplico á Y. A. que lo
mande oir y crea del todo lo que de mi parte le
dijere, y si demaa de lo que acá sabemos á Y. A.
pertenece otra oosa de que le podamos servir, con
él me lo euTie á mandar.»
La sobredicha carta vino al Rey Don Fernando en
el mes de Enero del afio del Nacimiento de Nuestro
Redemptor Jesuchrísto de 1512 afios, y con ellas le
envió en presente las cosas siguientes:
]i DOJ^A IfiÁBfeti. Ití
Estando el Rey en BArgort, dentó y treinta diris-
tianoa que estaban cautivos en su reyno, é vdnte y
dos oaballos, enoubertadoa de cubiertas de grana y
loa botones de abajo de la barriga de oro, é á el .
pecho; maa un juego de ajedrea de oro tabla é tre-
bejos, é cada un trebejo atado con una cadenita de
oro, con polloa reden naddoa, é una gallina morisca, *
india, pintada pardilla, que cantaba muy maravi-
llosamente, é un león manso pequefio, é una doñee*
lia peqnefta, blanca como nieve, é muy hermosa, de
sangre. Real, é muy veatida de terdpelo, é oon una
cadena de oro, é muchas manillas de oro, é muchaa
piedraa predosaa, é mas sesenta mil doblaa, é otras
muchas cosas, lo qual todo envió oon el dicho su
Embaxador, de Oran, é vinieron oon todo ello en
salvamento al Puerto de Gartajena, é dende fueron
á Burgos, donde por el Rey fueron bien redbidos.
Á este Mnley-Baudala- Abdáli fué tomado Maaar-
quivir é la dudad de Oran, que son en el reyno de
Tremeaen tiránioamente á Asan su sobrino.
CAPITULO CGXXXL
I De tu eotas, é de elfiiis de ellis, que aeaeciereí en li llalli
en e! iSo de 1511
Yolviendo á decir de laa cosas que acaecieron en .
la Italia, 6 de algunas de ellas, en el afio de 1511 é
en el de 1512, ya es dicho en el breve del Papa
como aquellos Cardenalea se levantaron contra el
Papa y se juntaron con el favor y voz del Rey de
Francia é de laa Sefioriaa que tenia en la Italia, é V
oon d Duque de Ferrara, é publicaron Oondlio Qe-'
neral para cierto tiempo que se habla de hacer en
la dudad de Pisa, diciendo que para reformación '
de la Igleda, para el qual dieron letras invocatorias
para ouantaa partes pudieron, é dtaron al Papa para
él, é el Rey de Francia pensó por aquí tener causa
de aefiorear toda la Italia y Roma y Ñápeles, é como
no consintieron el Embaxador y el rey de Espafia
é los otros Reyes y Grandes Sefiores chrístianos, en *
el dicho Cóndilo é mal propósito é dafiado deseo
del Rey de Francia, é de loa otros Obispos é sus se-
cuaces, é lo contradijeron é dieron por vano, é nin-
guno: luego el Rey de Frauda hiso juntar y apare*
jar grande ejército con el Duque de Ferrara, é con
las tierras é parcialidades que tenia en la Italia, é
oomensaron de hacer guerra é tomar las tierras de
la Igleda y dd Papa, é tomaron al Papa por fuena
de armas la ciudad de Bononia, é todo su condado,
lo qual el Papa habla recobrado poco tiempo babia
de poder de los BentiboUaa que mucho tiempo ha«
bia que la tenían tirinioamente á la Santa Iglesia
Romana, é tomaron la dudad de Breja, que era de
venedanoa, é para recobrar esto, é defender lo que .
quedaba, é defender á Roma, reclamó al Rey Don
Femando de Espafia é á los otros Reyes Cathólicos;
y el Rey Don Femando de Espafia le socorrió con
su ejérdto de Ñápeles, é mandó al Yirrey Don Ra<»
mon de Cardona, Gobernador de Ñápeles é Capitán
General de sus ejérdtos, que luego socorriese al
Papa oon todaa fuensaS| é oon el Conde Navarro, \ '
760
GRONIOAS t)É LOS ftÜtES DB GASTILLA.
oon todof lofl CSftpitanei é gente espefiola qae allá
efUba; y el Papa juntó oon eate ejéroito do Eepafta
el Buyo 6 sua OapitaneSi 6 paao al Duque de Urbino
au lobrino por Capitán Qeneral de au ejéroito, de-
bajo del didio Virrey de Nápolea, é juntos fueron
á poner oeroo aobre Bononia, é puesto el oorco la
combatieron oon el artillería muy fuertemente, é
le derribaron por una parte loa lionsoa de la cerca
y entraron algunos de los espafioles por los muros
é hallaron dentro otro lienzo ó tal amparo que era
imposible entralle, cuanto mas que los franceses
que estaban dentro eran muohoSi é la defendían
muy bien, é echaron fuera á los que entraron, é
murieron algunos de ambas partes; é el ejéroito ea-
pafiol, é del Papa, se fizo afuera del combate, é se
puso cerca de la ciudad para darse recaudo al so-
corro de franceses que venia. En esto, mientras la
gente de armas ó guerra que estaba en Breja vino
al socorro de Bononia, supieron la gente de yene-
cianoB que eran do la liga del Papa, como no que-
daba en Breja gente de guardia: vinieron una no-
che y entráronse dentro, é tomáronla, pensándola
defender; é teniéndola, vino sobre ellos todo el
ejército y poder de los franceses, é los que estaban
dentro pelearon muy fuertemente por la def ender^
é los franceses le dieron tan gran combate, que la
entraron por fuerza de armas, é la tomaron é me-
tieron á saco, é mataron cuantos dentro hallaron,
hombres y mugeres, chicos y grandes, clérigos y
frayles, y monjas, que no quedó ninguno, T era
Breja dudad de mas de dos mil vecinos; y de unos
Monasterios de monjas que estaban fuera de la ciu-
dad, tomaron las monjas y forzáronlas, y traianlas
por el Real como mugeres del mundo, sin ningún
temor de Dios é sin ninguna piedad, como si fueran
turcos, y aun peor, y decíase que mas de ocho mil
personas mataron allí, chiooa é grandes, aquellos
crueles descomulgados é enrabiados franceses; é
desde aquí cada ejército curaba de crecer y hacer
mayor; é siempre habia encuentros y reencuentros,
é robos, ó muertos, é no cesaba de arder Italia con
fatigas y cuitas, y sofridones y desventuras, como
en los antiguos tiempos siempre en ella fueron.
capítulo CQXXXII.
Otra tei de la bitella da RaYaaa.
Estando cerca de la ciudad de Bononia el ejército
del Papa é del Rey de Espafia con sus capitanes, é
per Capitán General sobre todos el Virrey de Ñá-
peles Don Remen de Cardona, aragonéa espafiol,
esperando poner cerco á la dicha ciudad é pelear
oon el gran ejéroito de franceses, que no muy lejos
de ahí estaba bien aperdbido para socorrer é defen-
der la dicha ciudad de Bononia, allende de la mu-
cha gente que dentro ostaba en la guarda y de-
fensa de ella, é sabiendo el Rey Don Fernando en
Espafia la gran ventaja que los franceses tenían por
ser muchos más, y de muy mayor la artillería, y
demás la Uerra y sefiorías de por allí toda por ellos,
f nvió á mandar al dicho Don Remen y al Conde
Navarro, é á los otros capitanes de secreto qae nú
diesen batalla á los franceses, aunque se la deman-
dasen hasta que él les proveyese de mas gente, é se
lo enviase á mandar, é que en tanto dilatasen con
ellos, porque los franceses eran aabidos que eran
mas de treinta mil hombres en el ejército, debajo
dd mando é regimiento dd Conde de Fox Mosiur
de Narbona, sobrino del Rey de Francia, hijo de
su hermana, y hermano de la Reyna de Aragón,
muger del Rey Don Femando de Espafia, y ellos no
eran quince mil hombrea ; é para esto habla envia-
do de Castilla é de otras partes, gente, espedd-
mente al Comendador Solía con dos mil inf anteS|
que aun no eran llegados cuando la batalla se dio:
y como los franceses se hdlaban tan pujantes, de-
mandaban la batalla muchas veces al dicho Don
Remon , y él disimulando no la quería aceptar, hasta
tener mas nrovinon de gente, é mandado dd Rey:
é de que no la quiso dar, los franceses acordaron
pafa sacarle de las barreras, de ir á cercar é tomar
la ciudad de Revena, que es de allí cerca, é es de
la Igleda y de su Patrimondo, al qual tenia por d
Papa un capitán llamado Marco Antonio, italiano,
y como los franceses llegaron á día, cercáronla, y
comenzaron de le dar muy recio combate por todaa
partes; é como el ejército dd Papa, é del Rey de
Espafia lo supo, partieron para día á le socorrer
todos los capitanea con su ejérdto y artillería
puesto en ordenanza, y llevaba la delantera el Conde
Pedro Navarro, é la rezaga el Capitán Generd Don
Remon; y en d ejército iban muchos capitanes
muy esforzados y muy honrados y de linage, ad
espafioles como itdianos; y iba el Duque de Urbino,
aobríno del Papa, y su Capitán General, y iban
ordenados en esta manera, en tres grandes esqna-
drones y el artillería á los costados. El primer es-
cuadrón y delantera llevaba d Conde Pedro Na*
varro; é el segundo esquadron en medio llevaba
Fabrício Coluna, capitán, é otros muchos capitanea
Caballeros; é el tercer escuadrón atrás, que era la
retaguardia, y de mas escogida gente, llevaba el
dicho Don Remon, Capitán General, en el qud es*
cuadren llevaba dos mil infantea escogidos, y qua-
trocientes hombres de armas, gruesos, muy buenos,
y trescientos de á cabdlo, ligeros, d qud oon todo
su escuadren, desque Iss batallaa fueron juntas de
ambas partes, se volvió atrás, que ninguno de ellos
peleó, ni aun vido la gente franceaa, é volvió las
espaldas, é se fué de luengo á do quiso: y eso mismo
el Duque de Urbino no peleó, antes hizo trdoion,
que se rebeló por los franceses oon su batalla. E
como los franceses supieron que d ejérdto espaHol
y romano iba d socorro de Ravena, que dios no
deseaban otra cosa, dzaron el oeroo, é ordenaron
todo su ejérdto en son de dar y redbir la batalla;
é f uéronse á encontrar con d primero y segando
escuadren de los espafioles, loa mas furiosos dd
mundo, é los espafioles los redbieron, é dieron la
batdla, no con menoa ánimo y esfuerzo, y la pdea
se volvió, la qud fué tan redámente combatida é
peleada, é tan cruel por ambaa parteSi de pocos es«
tm FERNANDO
pallóles á machoB franoeses, qae nunca tal fué visto,
en que doró cinco horas ; é en dicho rato los espa-
fioles hicieron cada nno de ellos como Héctor el
Troyano facía en las batallas en sn tiempo, seis ó
siete mil hombres qne mataron tres mil gascones, 7
treinta lombardas, y veinte lansabeohes tudescos y
de otras muchas naciones, y subieron dos veces
toda la infantería espafiola por cima de la infante-
ría francesa, en nombre de vencedores, y lo f aeran
de cierto, si el Oapitan Ckneral los siguiera, ó se
estuviera quedo, que no se fuera, ca en su ida di6
causa según se oree, que el Duque de ürbino rebe-
lase, y no pelease, é que fuyesen de la batalla los
que huyeron. Y viendo el Conde de Fox, Oapitan
General de los franceses, é los otros varones é ca-
pitanes franceses tan grande estrago hecho en su
gente, é como los españoles andaban casi vence-
dores, juntáronse setecientas lanza| gruesas de
hombres de armas escogidos, de hombres de Hnage
é saogre, é tomaron las espaldas de la infantería
espafiola, y soltaron el artillería, é diéronles por las
espaldas tan gran combate, que se mesdaron é me-
tieron entro ellos por los vencer y desbaratar; y los
espafioles traían tan gran ooncierto, que si no fuera
por los tiros é cuartería de la artillería^ ellos dieran
buen recaudo de los dichos hombres de armas, aun-
que les entraron por las espaldas. E con la grande
artillería, é con la fuersa de los dichos hombres de
armas, é con mucha gente francesa, los espafioles
fueron aplacando, é con todo eso de todos los sete-
cientos hombres de armas que entraron entre ellos,
no escapó ninguno, que á todos los mataron, y con
ellos al Virrey y Capitán (General Conde de Fox, ó
otros muchos capitanes é hombres de armas y gran
sangre; y los franceses, como eran muchos, todavía
venían de refresco, é como los espafioles eran pocos,
en comparación de les otros, é andaban cansados,
los franceses los ovieron de romper, é los rompieron
é desbarataron, é mataron tres ó qnatro mil de ellos,
aunque después se dijo que no eran tantos, y que
en los alardes que se hicieron no se hallaron sino
mil y quinientos, ó pocos mas 6 menos; é fueron
muertos de los franceses catorce mil hombres. Duró
esta cruel batalla cinco horas, é fueron los franceses
vencedores con muy gran pérdida é dafio de tanta
gente muerta de la suya, é fueron los espafioles
vencidos á mucho menos dafio, y por mengua de su
Capitán General. Fué esta batalla Domingo prime-
ro dia de Pascua de Resurrección, después de medio
dia, á 12 de Abril del afio del Nacimientro de
Nuestro Salvador Jesuchristo de 1512 afios. El dicho
Capitán Don Remen, como dicho es, con todo su
escuadren y gente susodicha, sin llegar uno de
ellos á la pelea ni verla de vista, porque la gente
delantera tomaba mucho trecho de tierra, é con
ella no podian ver la gente francesa, volvió las es-
paldas y se fué de allí, que no paró mas de veinte
millas, é allí paró con su gente en un lugar que
llaman Rémine. El Duque de Urbino, Oapitan Ge-
neral del Papa, ya es dicho como tampoco peleó,
antes todos di jei:on que se rebeló con los franceses.
¿ DOi^A ISÁBEti. 951
é se ofreció ser de su favor; é oomo qiüera que ello *
fué, él ni su batalla ó gente que le era sujeta é
mandaba, ó los que él quiso apartar que no podían
ser pocos, no pelearon, antes su estuvieron quedos,
y después, desque el desbarato fué fecho, envió á
decir al Papa que allí estaba al servicio de 80 San-
tidad, como obediente hijo de la Santa Madre Igle-
sia, é el Papa le perdonó; é él dio cuenta al Papa
cómo ó por qué lo hizo: en fin, se disimuló, aunque
aquí se puede decir que si miraran el exemplo viejo
que dice : muera la vida y viva la fama , hicieran
sn deber y pusieran sus personas al trabajo del me*
reoer. Ansí que el Conde Navarro y los otros ca-
pitanes que eran muchos y muy honrados y esf or-
sados caballeros, y de linage, ansí espafioles como
italianos y hombres de gran sangre, y otros de la
infantería, con el primero y segando escuadrones
pelearon y hicieron su deber, salvo el oapitan Car-
bajal, Sefior de Jodar, é otros dos ó tres capitanes
cobardes que volvieron las espaldas y huyeron, y
no pararon hasta Roma, que está do allí cuarenta
millas, los que quedaron pelearon, como dicho es,
con todo el ejército francés, lo mas esforzadamente
que hombres ficieron, de pocos y con poca artille-
ría, á muchos y con mucha artillería. Duró aquel
dia la pelea hasta la noche, é aunque los franceses
fueron vencedores y quedó el campo por ellos, no
siguieron el alcance ni hicieron otra diligencia
ninguna, salvo quedaron ellos en el campo aquella
noche, y esto fué porque sintióse entre olios el gran
estrago de muertos de su ejército, é la muerte del
Oapitan General, é de otros diez y odio capitanes
de los nobles y mayores del ejército que eran allí
muertos. Otro dia Lunes, segundo dia de Pascua,
vinieron los villanos é pagases cercanos de donde
fué la batalla, ansí de la parte del Papa como de
los. franceses, é cogieron é robaron el campo, é de8->
pojaron los muertos, donde habia diez y siete ó diei
y ocho milhombres muertos, donde ovieron infinito
despojo de armas, de oro, é plata, é vestidos, é bes-»
tías, é otras muchas cosas que allí se perdieron do
ambos ejércitos. Aquella noche se salvaron muchos
de los espafioles vencidos, de la batalla, é se fueron
la vía de Roma é á otras partes, donde cada uno
pedia ó entendía guarecer, é después se fueron á
rehacer con el dicho Don Remon y guarecer, pues-
to caso que fueron muchos presos; muchos dé los
espafioles y italianos en la batalla después de ven^
cides se salvaron oomo dicho es, é huyeron, de
donde no se pudo salvar el Capitán General de Es-
pafia y del Papa de le ser cargada toda la culpa
de dejarse vencer, que pudiendo haber la victoria
no la quiso, ca pudiera él haber la victoria, aunque
nunca peleara, si no que se estuviera quedo en el
campo: con la gente escogida que tenia en su escua-
drón é retaguardia, sin menearse fuera vencedor.
Eso afirmaron é dijeron cuantos quedaron vivos de
ambos ejércitos, é todos los otros discretos que hu-
bieron noticia de todo lo que aconteció en la pelea,
que notaron el gran desmán que dio en irse sin
causa, é sin saber si tenia razón á se ir, que si coñ«
m
ÜRÓNtOAB Dfi LOS BETE3 M ÓÁSULLA.
■ideran lo honra q«d tenia, qae era la mayor qne
nunoa en aquella tierra tuvo homlve de Eapafia, en
aer Oapitan General de Eepafia é del Papa 6 Boma,
aolo eato le pusiera oorason á antea morir que mo-
yene atraa, dejando vuelta la batalla. En fin, loa
franoeaea que allí murieron dieron muy mal fin á
8ua diaa, que murieron todot deeoomulgadoa, y en-
tredichos y malditos del Papa, por ser adversarios,
y contra ú Papa y contra la Iglesia ; é los espafioles
y todos los de la parte de la Iglesia murieron ab-
sueltos y con bendición.
Los nombres de los capitanes franceses que allí
murieron, de algunos de ellos, son los que se si-
guen : fueron los principales hombres de gran san-
gre y estimación diea y nueve, con el Conde de
Fox, Oapitan General del ejército francés que allí
murió.
El Conde do Fox, sobrino del Rey de Francia.
Monsiur de Alegre, é su hijo, Monsiur de la
Troche.
Monsiur de la Greta. Estos son grandes sefiorea,
é no quedó de los magnificos de la hueste de estos
sino Monsiur de la Pollita.
Capitanes de hombres de armas. Mellardo, Ja-
notto, Bonet, Mombrion, el Varón de Coses, é otros
muchos de qne no hubiera noticia, sin otros muchos
de caballos ligeros é de infantería.
Estos son los capitanes espafioles que fueron
muertos en la sobredicha batalla de Rávena:
Don Gerónimo Loria, hermano del Cardenal
Borja.
Diego de Quifiones Alvarado.
El Prior de Mesina.
Pedro de Paz.
Juan de ürbina.
Sancho de Salaaár y otros capitanes de infante-
ría, de que no supe los nombres.
Romanos capitanes muertos :
El hermano del Duque de Granina.
El Sefior Juan Conde, Barón Bomano.
Juan Capoche y otros Capitanes Romanos y de
otras naciones.
Los capitanes espafioles y do la parte del Rey de
Espafia y de la Iglesia y del Papa que fueron presos
son los siguientes :
El Cardenal Monsiur de Mediéis.
El Sefior Fabríoio Coluna , herido y preso.
El Conde Pedro Navarro, herido y preso.
Don Juan de Cardona, siciliano, preso.
Héctor Pinacelo, Barón Napolitano, preso.
Marqués de Poscara, Barón Napoliuno, preso.
Marqués de Vitonto, Barón Napolitano, preso.
Marqués de Látela, Napolitano, preso.
Otros capitanes de Infantería que no supe cuan-
tos, ni sus nombres, fueron presos, é los quales
presos llevaron luego á Ferrara, é después dende á
Milán.
Copia de la gente de pelea que tenia cada uno de
los dos ejércitos susodichos, el dia de la pelea, así
de á pié como de á caballo :
Tenia el ejército francés veinte y quatro mil
infantea, qne son hombf«s de á pié, franoeses y
tudescos é gascones é italianos ; é los del Duque do
Ferrara.
Mas dos mil hombres de armas.
Mas quatro mil hombrea de caballos ligeros.
É tenia sesenta pieaas de artillería.
El ejército espafiol y de la Iglesia tenia lo si*
guíente :
Tenia nueve mil infantes espafioles é cuatro mil
infantes italianos, que son treoe mil hombres de
ápié.
Maa setecientos hombres de armas espafioles é
quinientos italianos, que son mil doscientos hom-
bres de armas.
Más tenia mil hombrea de caballos ligeros espa-
fioles, é otros mil italianos.
Más, veinte y quatro piesas de artillería.
Por aquí se puede ver la ventaja que habla de un
ejérdto á otro, que los franceses eran treinta mil
hombres é los Espafioles y del Papa eran diea
y seis mil hombres ; é de todos fueron poco más 6
menos.
CAPÍTULO CGXXXm.
Da U biUlU ^^ñ orteron les portafsetet da Tanfer eon los
llofof da allaada.
fiid Ali Baraxi Xarax, sefior de Xexuar é del Garo-
bo, de otros muchos lugares de allende en e( reyno
de Fea, frontero de Ceuta, é el Mandarín Alcayde
de Tetnan, vinieron sobre Tánger á le quemar los
panes por mandado del Rey de Fea, é vinieron
Miércoles noche, á 16 diaa del -mea de Junio, afio
susodicho de 1512, con setecientos de á caballo, é
tres mil peones moros, é pusieron el fuego Jueves
amaneciente, é quemaron todos los panes é mucha
tierra, que no ovo remedio: é Don Duarte de Me-
neaos, Alcayde é Capitán de Tánger, salió al campo
con la gente de la villa, qne serían obra de ciento
y setenta de á caballo, y trescientos peones, poco
más ó menos, bien aperdbidoa y armados, y ade-
rezaron á los moros, é los moros, desque los vieron,
hicióronse dos grandes batallas, é tomó la delantera
el Mandarín, é la trasera Ali-Baraxe, é pensaron
como era poca gente que huyeran ; é loa chrístianos
se apretaron mucho, é como vieron la primera ba-
talla en que venia el Mandarín, é llegó cerca de
ellos, arremetieron con ella, é rompiéronla luego
por medio, é derribaron é mataron muchos de los
moros, ansí los de á caballo como los peones, que
todos los ballesteros soltaron é emplearon las saetas,
é desbarataron é malpararon aquella primera bata-
lla , y los moros que della escaparon luego comen*
aaron de huir, é los chrístianos aderezaron á la otra
gran batalla, donde estaba Sid- Ali- Baraxi con todo
el fardaje, y como llegaron dando lanaadaa en loa
prímeros qne hablan ido en la prímer batalla, luego
todos los de segunda comenzaron de huir, aalvo
algunos de á caballo que comenzaron de tener y pe*
lear, é Ali-Baraxi fué derribado del caballo é deja-
do por muerto, y dejó allí el espada y la toca; y ui^
bÓN^RiíÁNDO
inoro que Üeraba la bandera le ayudó á cabalgar I
en un caballo, é el moro quedó cantiyOy é asi escapó
¿ ufia de caballo buyendo; é el Mandarín también
fué herido en la primer batalla, é eecapó buyendo
á ufia de caballo; é como loa moros todos Tolyieron
las espaldas á buir, los ohristianos los siguieron en
alcanzo, dos ó tres leguas, basta Lacafa, en que
mataron mas de setecientos moros, é prendieron é
cautivaron doscientos veinte y cinco, é ovieron ó
cojieron gran despojo é cabalgada de muchas asé-
milas é caballos-, é tiendas, é todo el fardaje; ó las
aaémilas fueron mas de doscientas, é los ofaristíanos
Yolviendo del alcance, aun ardia el fuego por el
campo, é montes, é matas, é como allegaban á don-
de estaban escondidos algunos moros, por no se
quemar se descubrieron, é se yenian á ser atados,
é ansí prendieron muchos, en manera que la cabal-
gada fué grande y de muy gran valor y precio en
tierra de Barax. Desque volvieron los capitanes
moros, é contaron los que faltaban de los que ha-
bían ido con ellos á quemar los panes, mas de mil
moros hallaron menos, que hablan quedado muer-
tos é cautivos ; esto se supo después de ellos, y de-
cían que esto les habia acaecido por el pecado que
habían oometido en quemar los panes : mas de mil
moros hallaron menos que hablan quedado muertos,
é cautivos, como dicho es.
En esta batalla dieron muy grande esfuerzo un
Juan de Morón, castellano, natural de Morón, que
estaba estante en Tánger, criado en la frontera de
Honda, cuando era de moros, y un adalid portu-
gués llamado Don Diego Leron Duarte, ca los mas
de' los portugueses eran de opinión , é Don Duarte
con ellos, de no pelear, salvo guardar su ciudad;
y estos dos le dijeron y amonestaron muchas veces
é muy afincadamente que peleasen en todo caso, y
les dijeron que con la ayuda de Dios tenian muy
cierta la victoria, y como hombres que sabian mu*
cho de la guerra, é se hablan visto en muchas, co-
nocieron el tiempo é sazón, é dieron de sí tales ra-
zones á Don Duarte, é á toda aquella gente, é tales
autoridades, certificándoles que si tal dia perdían,
que nunca otro tal verian ni cobrarían, y que aquel
dia era el mas aparejado que nunca ellos hablan
visto para vencer pocos á muchos, á ganar mucha
honra ; é ansí lecho el amonestamiento por aquellos
dos esforzados hombres , toda la batalla cobró muy
gran corazón é ánimo de pelear, é con muy grande
esfuerzo pelearon pocos á muchos, como dicho es,
y Juan de Morón mató muchos moros por su lanza,
é hizo grande estrago en ellos; é de quatro ó cinco
christanos que murieron en toda la pelea en el al-
cance fué él uno: | Dios lo quiera perdonar!
Las tiendas ambas del Barrax, é del Mandarín vi-
nieron en la cabalgada, y en esta batalla se halla-
ron doscientos hombres é mas, castellanos é vizcaí-
nos, que estaban en aquel tiempo labrando la cerca
de la villa, é fortaleciéndola de cantería, é albafiile-^
r(n ; é diéronles á tres mil maravedís de parte de la
cabalgada á los que menos dieron. Murieron i4eta
christianoB en esta batalla no mas.
Cr.-in,
Ú DOf^A iSABEt
Í5Í
CAPÍTULO COXXXIV.
Volfieaáo i fabUr áe lu eous áe lUlU.
Volviendo á f ablar de las cosas de Italia , ya es
dicho cumplidamente de la batalla de Revena, des*
que pasó aquel dia tenebroso de batalla que duró
hasta la noche. En aquella noche murieron muchos:
é todos aquellos que quedaron vivos, dejando los
que fueron presos , se fueron á juntar con la gen-
te de Don Bemon Oapitan (General, y el Papa le so-
corrió, á envió seis mil infantes é halló por. todo
ocho mil infantes y ochocientos hombres de armas
gruesas, é mil de á caballo ligeros ; en manera que
el ejército se hizo en pocos dias, y el Duque de Ür-
bino se acercó también con su gente á el Oapitan
General, é comenzaron de triunfar é buscar á los
franceses, é seftofear la tierra é curar de cobrar las
ciudades ó villas de la Iglesia; y en estos tiempos .
vinieron de muchas partes gentes en favor de la
Iglesia, y do las gentes de Espafia encaminadas á
ello por la gran providencia y saber del Bey Don.
Fernando, así alemanes como venecianos ó úoga-
ros, é las ciudades é villas de la Italia estaban ya
tan hartas de guerras y tan enojadas é tan fatiga-
das de la aborrecible sujeción de los franoesesy que
toda la tierra se alzó contra ellos, diciendo Iglesia
y Imperio é Espafia, como lo cuenta la presente
carta que envió el ínclito Bey Don Fernando al AN
zobispo de Sevilla Don Diego Desa. |
EL BE X •
«Muy Beverendo en Ohristo, Padre Arzobispo de
Sevilla de nuestro Consejo: VI vuestra última letra y
agradéscovos mucho lo que en ella decís ; las nuevas
de las batallas que ovo en Bavena, entre nuestro
ejército é los franceses, no os las escribí porque
nuestros capitanes vinieron á aquella batalla con- •
tra mi expreso mandamiento y la causa por qué les
mandaba por entonces no oviesen batalla, era por-
que yo tenia proveídas y encaminadas tantas cosas
en favor de la causa de la Iglesia, que juntándose
todas, sin pelear, con la ayuda de Dios vencieran
los nuestros é los contrarios habían de dejar el cam-
po é la tierra ; é por los alardes que se hicieron en *
las partes de la gente que quedó de la dicha bata-
lla, es averiguado que la gente de nuestro ejército
que en aquella batalla se perdió entre peones y ca- '
bailaros, no llegan á mil y. quinientos hombres ; y
del ejército del contrario sin duda murieron pasados
de doce mil hombres é entre ellos sin el Oapitan (Ge-
neral, otros muchos capitanes. Después de esta ba^
talla, nuestro ejército se rehizo, é mi Visorrey se.
partió de Ñápeles en favor de la Iglesia con ocho
mil infantes espafioles, y aun ochocientos hombrea
de armaa, y mil do caballos ligeros; é por otra par-
te los suizos, por que enviamos nuestro Santo Padre
y yo y los venecianos, vinieron con nuestros Oomi-
serios por la parte de Verona, por donde el Empe-
rador mi hermano, por amor de mí , les dio paso , y
quedaron ya juntos con la gente de Venecianos eñn
43
iU tíkómtkQ ht tos MYta db CASríLtiL
el ejército qne han eomenzAdo á facer. La movida
deatoa doa ejércitoa ha aido eata, que la dadad de
Ravena, y todas las otraa ciudades de la Romanía
que eatahan ya por franceses se levantaron todas, é
se rindieron en la ohedienoia de la Igleaia, y se rin-
dieron las f ortaleaas della al Duque de ürhino, que
cataba alli con gente de la Iglesia ; y Bononia co-
menzaba á tratar con Su Santidad. Asi mismo el
Emperador mi hermano, hizo poner en Verona, que
se la tenian ocupada los franceses, cierta gente de
alemanes, los qualea echaron de allí á los franceses;
luego tras de toda la gente de loa venecianos con
los suyos, cobraron la ciudad de Brexa. £1 Marqués
de Mantua con mil de caballos ligeros , en nombre
del Imperio entró en la ciudad de Plaaencia, que es
en el Ducado do Milán. La ciudad de Milán se le-
vantó oontra el Rey de Francia. En todo lo susodi-
cho murieron alguna copia de franceses, y toda la
gente que quedaron de loa franceses se recogieron
á la ciudad de Alejandria de la Palla que ea hacia la
parte de Aste ; los de Milán dieron libertad al Car-
denal do Medrando, Legado del Papa, que habia
sido preso en la batalla de Ravena, é ficieron abso-
lución general. Parecióme que era razón que oa hi-
ciese saber esto, para que lo hagáis saber á loa de
vuestra Iglesia y al Ayuntamiento de esa CSudad,
para que vean todos claramente cómo Dios Nuestro
Sefior' cuando menos lo piensan los hombres toma
por su misma causa. Do Burgos á l.\de Julio afto
de 1512 aftos.»
En cuanto alo que dice la sobre dicha , Milán se
levantó, é toda la Comunidad de ella, no pudiendo
sufrir la sujeción de los franceses é los echaron fue-
ra¿ diciendo Imperio, Espafia, Espafia. Fueron lue-
go socorridos é asociados del ejército espafiol, é del
Papa, é quedó |a fortaleza por los franceses por en-
tonces, hasta el afio de 1513 que ae dio á partido, y
discurriendo el ejército por la comarca, Qénova ae
dio, é laa fortalezas della, é se levantaron oontra los
franceses, é quedó la fortaleza nueva é inespugna-
ble, que el Rey de Francia habia hecho con que creía
' tener sojuzgada á Francia á Genova para aiempre, é
el ejército de la Iglesia é espafiol, vino sobre tierra
de Florencia é combatieron una ciudad suya que se
llama Prato, é tomáronla, é metiéronla á sacoma-
no, y como esto vido Florencia, dióae al Papa ¿
partido, é dio luego para el ejército doscientos mil
ducados, porque no la cercase ; é humillóse y dióse
con toda su tierra á la obediencia del Papa é de la
Iglesia : y luego se dieron Pisa é su tierra é el Du-
que de Ferrara vino á la obediencia del Papa é de
la Iglesi», diciendo Ubi BoUpeceavi, é el Pápalo
recibió y perdonó con ciertas condiciones é peni-
tencias que le dio, é ansí fué toda la tierra de Italia
y Lombardía quitada de la sujeción de franoeaes , é
.pueeta so el yugo de la Iglesia. Nuestro Sefior Dios
sea loado por siempre. Quedaron por ganar, que no
se dieron, el Castillo de Milán é el de la Lanterna,
en Qénova, que es el que hizo el dicho Rey de Fran-
oia en Qénova,
CAPÍTULO OCXXXV.
De la tona de Na? arra.
No pudiendo venir en concordia laa cosas de en-
tre el Rey Don Femando y del Rey Don Joan de
Navarra, hijo de Moáur de Labrit, porque el Rey
de Navarra era de la parcialidad de loa cismáticos,
é no quiso cumplir una capitulación que habia en-
tre ambos Reyes, en que diz que se contenia que ha--
bia de dar paso para pasar en Francia é ciertas for-
talezas, lo qual no faciendo no se podia paaarde
Castilla á facer guerra á Francia ; é desque el Rey
Don Femando vido que en ninguna manera ae po-
dia aacar conformidad, fizo gente para conquistar á
Navarra, asi como á tierra de Rey cismático y con-
trarío de la Igleaia, y el Rey de Inglaterra au hier-
no, le envió por la mar con muchos hombres com-
batientes, y con ellos por capitán al Marqués de
Brístoles, para ayudar á hacer la guerra á Francia,
and como cathóUco y valedor de la Iglesia, é por-
que le tiene Francia oontra razón y justicia el Con-
dado de Quiana, que ea allí frontero de Foenterra-
bf a y Navarra; donde son las ciudadea de Bayona ó
Burdeos, é habían de ir aobre Bayona, si hubiera
tiempo convenible paradlo, é los ingleses mandó-
loa el Rey estar por fronteros de Francia en Fuen-
terrabia, é sus comarcas, é de allí fíderon aaoz dafios
en Frauda, ca quemaron é robaron muchos Ingarea
de la frontera de Bayona, é en Navarra, de los que
no se querían dar en Castilla, los quales ingleses
vinieron en Espafia por Vizcaya en el mes de Junio
del afto de 1512, é el Rey envió desde Burgos al Du-
que de Alva con gente , dedan que con doce mil
hombrea, á tomar á Navarra; é repartidos los capi-
tanes por el reyno, algunas villas é fortalezaa so
tomaron por oombates é otras se dieron de su gra-
do, temiendo por no ser destruidos, é aun porque
no querían mal al Rey Don Femando, é el Duque
de Alva fué sobre la Ciudad de Pamplona, que ea
la mas prindpal y cabeza de Navarra, é ae le dio;
é la tomó, é entró en ella en d mes de Julio á 25 diaa
del mes, el propio día de Santiago, é se apoderó en
ella en alto y bajo, é el Rey de Navarra estaba allí
prímero, é desque supo que iba, no osó esperar, é so
fué huyendo: ó las fortalezas que mas se estuvie-
ron, que no se querían dar, fué la ciudad deTudela,
y la forí;aleza de EsteUa, é la fortaleza de Moniar-
din, é la fortaleza de Miranda, é otras : é en cabo
otras se tomaron, é poseyendo el Rey Don Feman-
do toda Navarra, los ingleses, ó por mal sanos ó por
otraa razones ó causas que se les siguieron, ó porque
el Rey no entró en Francia por Bayona, ae embar-
caron en los puertos de Quipúzcoa , é se fueron en
Inglaterra, dn licencia dd Rey ; é idoa, el Rey Don
Juan de Navarra hizo gente de gaicones é france-
ses, y algunos alemanes soldados; y puesto casa
que los puertos de entre Navarra y Francia esUban
á buen recaudo, buscó por donde entró poderosa-
mente en Navarra, con vdnte mil hombres , é entv&
é puso q^rco sobre Pamplona, ó túvola oeroada, é d
bok B^EIlNANDO
Í>aqiie de Áíva, áentro oon qnatro mil hombree,
veinte y siete diae ; é todo este tiempo el Bey eeta-
ba en Logrofio, haciendo espaldas á la gente saya
que estaba en Navarra, é hiso gente, é envió al Du-
que de Nájera oon mny escogida gente al sooorro
del duque de Alva, é antes que el socorro fuese ha-
bían derribado un gran lienzo de la cerca de Pam-
plona; los franceses dieron un gran combate, en
que no les aprovechó, é recibieron muy gran dafio
de los de dentro de la ciudad, en que les mataron
mucha gente, é se tiraron á fuera ; é sabiendo que
iba el socorro, no osaron de aguardar, é se fueron
alzado su real ; é los navarros naturales de la tierra
. é otros de las guarniciones los siguieron á la reza-
ga, é al pasar de los puertos les ficieron mucho da-
fio, é les despojaron muchos ; é el Rey de Navarra,
é todo su ejército fueron á punto de se perder todos
ó la mayor parte de ellos, si el sooorro llegara mas
ahina, é los siguieron, é con todo eso perdieron el
artillería mayor, trece tiros gruesos, é quedaron
muertos en derredor de Pamplona é otras partes de
Navarra, de ellos mas de dos mil hombres, é ellos
mataron á un capitán de infantería, cuando entra-
ron, que habla ido á sacar cierto ganado de entre
unas sierras ó puertos, con todos ó la mayor parte
de la gente que llevó , el qual capitán se llamaba
Valdés, é mataron con él trescientos hombres, é esto
fué antes de asentarse el cerco sobre Pamplona, é
fué en Valle de Ronces ; é estuvo la gente que el
Duque de Alva tenia en Pamplona , é estando cer-
cados, que no comieron pan en mas de veinte dias,
toda la mas de la gente , salvo habas é garbanzos,
é trigo cocido, carne, é otras cosas, é quemaban las
techumbres de la casas para las cocer. El dicho
cerco alzaron los franceses de sobre Pamplona á
seis dias del mes de Diciembre, habiéndolo tenido
veintisiete dias, é dióseles tanto lugar, que el Rey
Don Femando quería é quiso escusar muerte de
gente christiana, así como siempre lo tuvo por coe-
tumbre.
Estando el cerco sobre Pamplona, el Delfin de
Francia Mosieur de Angolema hizo un ejército de
catorce mil hombres, en que habia quatro mil sui-
zos soldados, y envió con él al Duque de Borbon
sobre Guiptíscoa, é quedóse él én Bayona, que está
quatro leguas de Fuenterrabia, y entraron por Oyar-
zoii, y quemaron allí una racina, que es una legua
de Fuenterrabia, é muchas otras caserías y her-
rerías, y ficieron mucho mal y dafio á la entra-
da é salida, matando y robando ; é las gentes de
ios lugares é aldeas huían á los montes y á las
fortalezas ; ó fueron sobre San Sebastian, é pusieron
su campo en la Rentería, que está una legua ; é de
allí pusieron el cerco sobre San Sebastian , la víspera
de San Andrés , á 29 de Noviembre, é como aquella
villa está orilla de la mar, é la cerca cuando crece
las tres partes de aquella la hacen fuerte, é no la
podían quitar el socorro del agua, ni menos comba-
tir por aquellaé partes, é por donde mejor la pu-
dieron combatir la combatieron con las lombardas,
que habia seis lombardas ; é la combatieron tres ho«
A ÍX)SA ISABÉt. ító'
ras, é le derribaron gran parte del muró, é U villa
estaba muy menguada de hombres, que muchos ha-
bían ido en las naos oon los ingleses á los llevar á
Inglaterra, ó otros estaban en las guarniciones é
guerras de Navarra, é no se hallaron en la villa mas
de quatrocientos hombres de pelea, é estos se dieron
á buen recaudo, é defendieron la villa por armas ó
artillería, é tiraron de la villa oon una gruesa lom«
barda que tenían, é dio en la lombarda mas prin-
cipal délos franceses con que hacían el mas dafio á
la villa, é quebróla, é mató treinta hombres, en que
fueron algunos de los mas principales del campOy
que tuvieron loa de la villa por gran milagro, ¿
luego cesaron el combate, é teniendo el sooorro que
venia ya por mar é tierra, alzaron el cerco el día de
San Andrés de mafiana ; se fueron é quemaron la
Rentería, donde habían asentado el campo; éAr-
naniel, é Val de Parto, que son muchas eaüerías, é
los de la villa de San Sebastian, cuando salieron fue"
ra, hallaron de los franceses mas de cien hombres
muertos : de ellos llevadas las cabezas, las piernas ;
otros los brazos, del artillería de dentro, y de los de la
villa no murieron sino muy pocos ; é los franceses
ala vuelta se hubieron de perder, ca los vizcaínos les
tomaron los puertos é pasos donde les ficieron mu-
chos dafios, é quitaron el ganado, é mataron muchos
y tomaron muchos prisioneros que destrocaron por
los que ellos llevaban , é el Duque de Borbon lo sa-
caron por ciertos pasos de las montafias porque*no
se perdiese ; é á este tiempo aun no era alzado el
cerco de sobre Pamplona, empero dende á seis ó úe-
te dias se alzó con temor del socorro, como dicho es.
En aquel tiempo del dicho cerco de Pamplona
tenia concertado el Duque Don Femando de Oala-
bría, sobrino del Rey Don Femando, de se ausen-
tar dé la Oórte é ir en Francia, é fué descubierto el
concierto por un clérigo de misa á quien fué reve-
lado el secreto por los traydores que lo trataban,
que eran un hombre bien rico é napolitano, llamado
Miser Gopula, é un Comendador; é el dicho clérigo
no quiso encubrir el secreto de trayolon contra sa
Rey, é díjolo al Oardenal de Espafta, y él Oardenal
enviólo al Rey, y el Rey, después de secretaiñente
informado de lo cierto, mandó prender al dicho Mi-
ser Gopula, el qual confesó la verdad, é de conlo dos
afios habia que el Duque se andaba por ir, y como
él trahia este trato y aviso é un Comendador, ami-
gos ó criados del Duque, é luego el Rey mandó al
Vice-chanciller de Aragón fuese á la posada del
dicho Duque Don Femando, é lo prendiese é lleva-
se á buen recaudo á Xátiva ; y luego el dicho Chan-
ciller tomó consigo hombres armados los que con-
venían , é lo prendió é llevó é puso preso, á buen
recaudo en Xátiva sin que el Rey lo viese, óá no lo
quiso ver ni hablar, porque el Rey le hacia mudia
honra, é nunca le faltara un gpran casamiento é 8e^
fioria en estas partidas de Espafia, é si se fuera, nun-
ca faltaran muchas mas guerras é fatigas á su cau-
sa en Ñapóles y en la Italia, sin él conseguir el ape-
tito de su deseo contrario á la voluntad de' Dios,
que quiso dar lo suyoá su duefio, como atrae es
7^
CRÓNICAS DB ios BÉ7ES DB ÓÁSTÍLLA.
orlto, DeKberftdo todo el reyno de Navarra del Rey
Don Joan ni yerno, qne eolia eer, y de loe franoe-
eee quedó el Alcayde de loe Donoelee por Yieorrey
deél é Gobernador, el qual lo ayodó á ganar.
CAPÍTULO COXXXVI. .
Carta del Rty Mkie It tosi 4« Nanm.
■
cM oy Reverendo en Jeeaoritto, Padre Arsobiepo
de Sevilla, mi oonfeeor y del mi Consejo: ya cree-
mos que sabéis oomo, después de Dios Nuestro Se-
flor, Nos bidmos Reyes de Navarra á los muy ilus-
tres Rey y Reyna de Navarra nuestros Sobrinos y
loe pusimos en el Reyno, teniendo la mayor parte
. de contrario, porque pretendían que aquel Reyno é
SeAorio pertenecía á Moser de Fox, padre del que
murió en la batalla de Ravena ó no á ellos, y el Rey
de Francia favoreció al dicho Moser de Fox, y tra-
bajaba por su potencia de ponerle en la posedon
de aquel Reyno é Sefioríos, y entonces el dicho Rey
de Francia nos envió diversas embaxadas con gran-
des ofrecimientos de cosas que por Nos quería ha-
cer, porque diésemos lugar á ello, lo qual no sola-
mente no quisimos hacer, mas con nuestro favor y
gente hicimos obedecer y coronar en el dicho Rey-
no á los Rey y Reyna de Navarra mis sobrinos, y
^ declaramos que hablamos de poner nuestra persona
y estado por la defensión dellos, y después estando
este Rey de Francia y Nos en amistad, y siendo co-
' mo somos casado con la Serenísima Reyna, nuestra
cara y muy amada muger , viviendo Moser de Fox,
su hermsnQ, el dicho Rey de Francia procuró con
Nos muy ahincadamente que diésemos lugar á que
con su ayuda el dicho Moser de Fox tomase la
posesión del dicho Reyno é Sefioríos, diciendo que
todos los letrados de su Reyno hablan visto los ti-
tules de su derecho, y que de justicia claramente le
pertenecía el dicho Reyno é Sefioríos , y que Nos
debíamos dar lugar á ello, así por no le impedir su
justicia, como porque siendo hermano de la dicha
Serenísima Reyna nuestra muger estaría siempre
junto con Nos, y que en caso que él falleciese sin
hijos,.la dicha Serenísima Reyna nuestra muger era
su heredera, y subcesora, y sucedería en su Estado:
diciendo que en hacer por él hadamos por Nos: é
no embargante todo esto, Nos por el amor que ha-
bemos siempre tenido á los dichos Rey y Reyna de
Navarra nuestros sobrinos, no solamente no lo qui-
simos consentir, mas nunca dimos lugar á que su
derecho se pusiese en disputa, antes siempre estu-
bimos determinados de poner nuestra persona y es-
tado para defenderlos en el suyo, contra todo el
mundo, sin exceptar hermano ni otra persona algu-
na, y éi notorio en Espafia y en Francia que si no
fuera porque el Rey de Franda Nos vio determina-
dos 4 defender (as personas y estados de los dichos
Bey y Reyna nuestros sobrinos, é los oviera des-
. pojado de el dicho su Estado : y no tan solamente
hicimos esto por los dichos Rey y Reyna de Navar-
ra nuestros sobrinos, mas todas las otras cosas que
fueron necesarias para que tuviesen, como tenían
en pas y obediencia el dicho su Reyno, que auleri
habla muy grandes tiempos qne siempre estaba en
guerra : en pago de todo esto, cuando vieron el di-
cho Rey y Reinado Navarra qne el Rey de Francia
se puso públicamente á ofender la Iglesia en lo es-
piritual y temporal, ocupándole su patrímonio y
dividiendo con cisma la unidad de ella y viendo quo
nos declaramos en favor y defensión de la Iglesis,
luego comenzaron á tener estrechas pláticas é inte-
ligencia con el dicho Rey de Francia y hablar asaz
cosas en favor de lo que hacia y en disfavor de la
causa de la Iglesia y de la persona de nuestro muy
Santo Padre, ni mas ni menos que se hablaba en la
Corte del Rey de Frauda, y aunque aquello Nos pe-
reda muy mal, y los reprendíamos, creíamos que el
Rey de Navarra por ser francés hablaba aquellas
cosas por favorecer el partido de los franceses, y
no por impedir lo que se hacia en favor de la Igle-
da« T luego que Moser de Fox fué muerto, viendo
el Rey de Francia la unión que se hacia en toda la
christiandad con nuestro muy Santo Padre y con la
Igleda Romana , y viendo que el Serenísimo Rey
de Inglaterra, nuestro hijo, y Nos, estábamos deter-
minados de enviar á Guiana nuestro ejército en fa-
vor y ayuda de la causa de la Iglesia, y que la en-
trada de Quiana por tierra por esta parte de Espa-
fia es muy angosta y que tiene en la frontera la
ciudad de Bayona que es fortísima y está arrimada
á las sierras de Navarra y de Bearne, oonodendo
que por la disposición de la tierra juntándose d Rey
y la Reyna de Navarra y sn estado con el dicho
Rey de Francia, sería imposible que los dichos
nuestros ejérdtos pudiesen tomar á Bayona, ni te-
ner cerco sobre ella sin evidentiumo peligro, y que
no podrían ser proveídos de mantenimientos; de-
jando las espaldas contrarías procuró de ganar por
intereses á los dichos Reyes de Navarra contra nos,
no solamente para impedir la dicha empresa, mas
para hacer por Navarra en Espafia todo el dafio qne
pudieso. É luego que lo supimos enviamos á decir
á los dichos Rey é Reyna de Navarra, que puee
velan que el Rey de Francia era notorio enemin^o
y ofensor de la Igleda, y el dicho Serenídmo Rey
de Inglaterra nuestro hijo, y Nos tomamos esta em-
presa en favor y ayuda de la causa de la Iglesia
para divertir la potencia que tenia en Italia, y esto
era para remedio de la Iglesia y de toda la Chris-
tiandad; y particularmente para remedio de los di-
chos Rey é Reyna, porque saldrian del pdigro en
que de contino estaban con la vedndad del Rey do
Francia, que les rogábamos no quisiesen dejar el
partido de nuestra santísima Liga, y juntarse con
el partido de los cismáticos, y pedímosles una de
tres cosas, ó que estuviesen neutrales y nos diesen
una delgada seguridad para que de Navarra é
Bearne no daría ayuda al Rey de Francia ni haría
dafio á nuestros ejércitos, ó que si querían ayudar
al Rey de Franda con lo de Bearne, que está desotra
parte de los Montes Pirineos, ayudasen á Nos am lo
de Navarra, que está destotra parte de Espafia, ó
que si querían del todo declarase por una de las
DON FERNANDO
|>ArÍM qne 06 decliraseii por la parte de la Igleaia
y nueetra, y que haciéndolo lo daríamos ciertas Ti-
llas do estos Beynos, que están en sa frontera, y
ellos las desean mucho, porque por un beneficio tan
unirersal como placiendo á Dios Nuestro Sefior se es-
pera para la Iglesia y para toda la república ohris-
tiana de lo que se hará en esta empresa, Nos habla-
mos por bien empleado de les dar las dichas villas,
y demás de esto todos los coligados nos obligarla-
mos á defender siempre su estado, y que mirasen
cuánto mas les yalia tomar esto sirviendo á Dios y
á la Iglesia, y respondiendo á Nos con el agradeci-
miento que Nos deben por los beneficios que de Nos
han recibido, y quedando juntos con todos los Prín-
cipes christianos, que no por el precio é interés
que les da el Rey de Francia posponer y vender lo
que deben á Dios y á su Iglesia y la obligación
que tienen de no estorbar lo que so hace en favor
de ella y para universal remedio de toda la Repúbli-
ca chrístiana, y que mirasen que no juntándose ellos
con el Rey de Francia contra la Iglesia y contra
los que favorecen su causa, el Rey de Francia, .me-
diante Nuestro Seftor, podrá ser brevemente trahido
á tales términos, que dejase todas las cosas que tiene
agenas, y que para lo demás no tubiese otro remedio
sino ir á pedir misericordia á los pies de Su Santi-
dad, con lo qual la Iglesia y la Ohristiandad queda-
rían remediadas, y cesarian las guerras entre los
christianos, y nuestra Santísima Liga podría em-
plearse en la guerra contra infieles, enemigos de
nuestra Fée ; y aunque los embaxadores de los di-
chos Rey y. Reyna de Navarra nos decian, que te-
nían por cierto qu9 todo esto sucedería así , si los
dichos Rey y Reyna se juntasen con la Iglesia y con
Nos, y aunque lo habemos instantísimamente con
los dichos Rey é Reyna de Navarra desde antes que
viniesen los ingleses, y después hasta hoy esperan-
do esto, habemos detenido la entrada de nuestro
ejército al sitio de Bayona, con grandísimo gasto de
los ingleses y nuestro y con no pequefio desconten-
tamiento, porque desde ocho de Junio que descin-
dieran los ingleses, hasta hoy, han estado nuestros
ejércitos gastando y esperando la conclusioii de esta
negociación , nunca habemos podido acabar con los
dichos Rey é Reyna de Navarra, que sean de nues-
tra parte ni que quieran ser neutrales , y siempre
Nos han llevado en palabras, dándonos esperanza
que harían lo uno ó lo otro, y por otra parte, dando
de BU tierra la gente y otras cosas necesarias para la
fortificación y defensión de Bayona, y para que los
franceses tuviesen tiempo de juntar idlí toda la po-
tencia que eUos pueden, hasta que habemos sabido
y nos ha constado que los dichos Rey é Reyna de
Navarra han asentado Uga con el Rey de Francia
contra los que favorecíamos la causa de la Iglesia,
no solamente para impedir la dicha empresa, mas
para hacer en Espafia todo el dafio que pudieren , y
la suma de la capitulación de la dicha Liga . vos
enviamos con la presente. Vista esta ingratitud que
los dichos Reyes de Navarra han cometido para con
Píos y ^oq Nos. v no oont^ntta^Oflo 4o dej«r la
É DOfiA I8ABBL. ' 1BÍ
Iglesia y quien después de Dios los hiao y defendió,
mas haciéndose contrarios y enemigos de ella y
nuestros, por seguir al ofensor y enemigo de lá Igle-
sia; é habido sobre ello maduro consejo con los
PreJados y Grandes, y con los del nuestro Consejo,'
y con otras personas de ciencia y conciencia de es*
tosRoynos; considerando el dafio grande que se'
podría seguir á la Iglesia y á toda lá Ohristiandad
si por dejar Nos la dicha empresa el Rey de Fran-
cia viéndose libre por la parte de acá, enviase toda
su potencia en Italia contraía Iglesia, y que para el
remedio de ella y de toda la Ohristiandad es nece*
sario y conviene hacerse la dicha empresa, ofredén-
les toda pas y amistad si la dieren , y que si nega-
ren el dicho paso , podemos justamente trabajar de
tomarle y tenerle para seguridad de la dicha em-
presa, y que de esto hay ejemplo en la Sagrada Es-
criptunt ; y siguiendo el dicho consejo mediante
Nuestro S^or, habemos acordado que nuestro ejér-
cito entre por Navarra, para que trabaje de tomar
la dicha seguridad : y porque dicho Serenísimo Rey
de Inglaterra nuestro hijo, no sabiendo esto, ni aun
creyendo que pudiera suceder así, no dio comisioD
á su Oapitan Gtoeral para que entrase por Navarra,
quedara el dicho ejército de los ingleses. en campo
dentro de Guiana, no sobre Bayona, porque el
impedimento susodicho no puede ser hasta tener se-
guridad de Navarra, pero mas acá de Bayona hasta
que placiendo á Nuestro Sefior, nuestro ejéroito haya
tomado la dicha seguridad de Navarra ; y tomada
aquella, placiendo á Nuestro Sefior ambos los ejér-
citos juntamente continuarán la empresa de Guia-
na. El Rey y la Reyna de Navarra hacen cuenta
que pues por la dicha Liga está junta la potencia
de Francia con la suya, nuestro ejéroito no será
bastante para tomar la dicha seguridad ; pero Nos
esperamos en Dios nuestro Sefior que la tomará. De
Burgos á 20 de Julio de 1613 aftos.»
Ssai ée la eapltalidoa y eonderto ée eatrt el Rey de Praaeia
y el Rey de Manm, eoilra U SaaU Liga de li Igleili. ;
Asentaron casamiento do la hija menor del Rey
de Frrnoia con el Príncipe de Navarra. Amistad é
Liga perpetua de amigo á amigo, é enemigo del
enemigo.
ítem que los dichos Rey y Reyna de Navarra,,
ayudarán con todas sus fuerzas y estado al Rey Ú9
Francia centrales ingleses y espafioles, é contra to-
dos los otros que con ellos se juntaren.
ítem, que el dicho Rey de Francia ayudará al Rey .
é Reyna de Navarra para que conquisten para sí
ciertas tierras é castillos de Gastilla é Aragon|^ que
protenden que antiguamente eran de Navaira, do
las quales de yuso se hará mención.
ítem, que el Rey é Reyna de Navarra han de en-
viar al Príncipe su hijo para que esté en poder del
Rey de Francia por seguridad , el tiempo contenido
en la capitulación.
ítem, el Rey de Francia ha dado á los dichos R^
é Reyna de Navarra el Ducado de NemOrs , j h$^it^
prgmeUdo ol QoQdi^o 40 Anaoftfto.
^ f
^68
ORÓNIOAS DE LOS BE7£S DE OASTILLA.
• ítem, hale§ dado yeinte y qaatro mil f ranooe de
pendón, y treeoíentaa laiuuui fnnoesae ; ciento para
el Bey do Navarra, y ciento para el Príncipe, y cion
para Monaen de Labrít.
ítem, l^e obligado el Bey de Francia de pagar
al Bey de Navarra quatro mil peones tanto cuanto
dorare la güera.
ítem, que les ayndará con mil lanzaa gruesas pa-
gadas, y con toda la otra pnjanza saya, para que
los dichos Bey y Beyua de Navarra conquisten á
Gaipúzóoa,y á loa Arcos, y á la Guardia, é á otras
cosas de Castilla, é á Balaguer, y á Biva y Pisa, ó
otras cosas de Aragón que pretenden que antigua-
mente fueron de los Beyes de Navarra.
ítem, él Bey de Francia, ademas de lo susodicho,
dé al Bey é á la Beyna de Navarra cien mil escudos
de ero por una vez, pagados en ciertas pagas, para
que hagan gente, así para* ayudar al Bey de Fran-
cia, oomo para las otras cosas susodichas.
ítem, que el Bey de Francia ha tornado á Mon-
sinr de Labrít las tierras , ó oficios ó provisiones que
eolia tener, las quales el Bey de Francia le tenia
quitadas.
ítem, de todo lo susodicho llevó Monsiur de Or-
9 val capitulaciones y escrituras firmadas, é juradas
por los dichos Bey y Beyna de Navarra é por el di-
cho Monsiur de Orval, como Procurador y Embaja-
dor del 4ioho Bey de Francia.
ítem, para ejecución de lo susodicho, el Bey y la
; Beyna de Navarra han mandado á todos sus subdi-
tos de los Sefioríos de Bearne é Fox, y á los del
Beynode Navarra, que estén en Uerra de labor,
que es en San Juan del Pié del Puerto, y en aque-
llas faldas de Navarra, que fagan y cumplan todo
lo que el Capitán General del Bey de Francia, que
está en Guiana les mandare, en servicio, favor y
ayuda de él : y de la misma manera ha mandado el
dicho Bey de Francia al dicho su Capitán General
que, para ejecución de las cosas susodichas tocantes
á los dichos Bey é Beyna de Navarra, faga con to-
das las gentes é poder del Bey de Francia todo lo
que el Bey y Beyna de Navarra les escribieren, y
que entren en Espafia y trabajen de tomar todo lo
que pudieren.
ítem, tiénese aviso cierto que el Bey de Francia,
cumpliendo el dicho asiento, ha enviado á los dichos
Bey é Beyna de Navarra dineros para pagar la
gente.
CAPÍTULO CCXXXVII.
Octlartelon del Roy Don Penando sobro las cosas y empresas
del Reyno de Navarra.
cNos el Bey de Aragón, de las dos Sicilias, de
Jerusalen etc. Hacemos saber á todos los que la
presente vieren : como á todo el mundo es notorio,
estos dias pasados viendo Nos la empresa que el
Bey de Francia tomó de ocupar el patrimonio de
la Santa Iglesia Bomana nuestra Madre, y de di-
vidir la unidad de ella con cisma, on tanta ofensa
de Dios Nuestro Sefior 7 dafio universi^ do toda la
Bellgion Ghrístiana ¡ luego que supimos esta nueva,'
que fué estando para pasamos en persona con nues-
tro ejéroito é proseguir la empresa contra los in-
fieles enemigos de nuestra Santa feé Cathólioa, sen-
timos de ella muy grave pesar é dolor, y poner tal
fuego ó guerra en la Christiandad é impiedad en
nuestra Santa feé Cathólioa, y como esto no pudi-
mos, por ninguna via de negociación, requerido por
nuestro muy Santo Padre que quisiésemos tomar
por la defensa y remedio de la Iglesia, conociendo
que ésta es la mayor obligación que todos los Prín-
cipes Chrístianos tenemos, flcímoslo ansí, y asenta-
mos con nuestro muy Santo Padre y oon el Sereni-
simo Bey de Inglaterra, nuestro hermano y hijo, y
oon otros Príncipes Chrístianos , una Santísima Liga
para defensión de la Iglesia y para recobrar el pa-
trimonio que por el dicho Bey de Francia y sus
adherentes le habla sido ocupado y para destrucción
do la dicha cisma; y porque pareció que para aca-
bar lo susodicho con el ayuda de Dios Nuestro
Sefior, y para divertir de Italia donde la Iglesia
tiene su principal Silla, las fuenas de los enemigos,
era necesario que los ejércitos del dicho Serenísimo
Bey de Inglaterra nuestro . hijo, rompiesen por
Guiana contra el dicho Bey de Francia, y para ello
fuimos requeridos por nueistro muy Santo Padre, y
Su Santidad otorgó indulgencia plenaría á todos los
que en los dichos nuestros ejércitos fuesen á servir
en la dicha nuestra empresa, y queriéndola poner
por obra los ejércitos del dicho Serenísimo Bey de
Inglaterra, nuestro hijo, é nuestro, por la parte do
Bayona, fueron por via indirecta impedidos por el
Bey y Beyna de Navarra nuestros sobrinos, ansí
con la liga que han hecho y asentado oon el dicho
Bey de Francia en perjuicio de la dicha Santísima
Liga, como de la dicha Santa empresa, como en las
ayudas que de dicho reyno de Navarra y del Sefiorío
de Bearne han permitido y prometido para la de-
fensión y fortificación de Bayona y de Guiana, por
lo qual, siguiendo el efecto dolo sentado en la dicha
nuestra Santísima Liga, y para la que 'dicha santa
empresa no se qudiese estorbar por los dichos Bey
y Beyna nuestros sobrinos, fué necesario que man-
dásemos al Duque de Alva nuestro Capitán General
que entrase con nuestro ejército por el dicho Beyno
de Navarra, como justamente lo podíamos y debis*
mos facer, pues de la manera susodicha los dichos
Bey y Beyna nuestros sobrinos se oponían á la di-
cha empresa, y en la capitulación de la dicha San-
tísima Liga, fué firmado por Su Santidad, por ser
así necesario, por el remedio de la Iglesia y de la
Christiandad, que loque por algunos de Nos los
dichos confederados fuese tomado fuera de Italia
de los que en qualquiera manera se opusieren á la
empresa de la dicha Santísima Liga, aunque fuesen
Beyes, lo pudiésemos detener; é visto que el dicho
Duque de Alva, nuestro Capitán General, prosi-
guiendo la dicha empresa , después de habérsenos
rendido la ciudad de Pamplona, cabesa del dicho
reyno de Navarra y otros lugares de aquel reyno,
y estar todo el dicho reyno cu disposiciou de hacer
DOK.FEENANÜO
lo mismo, i asentado coA el dioho Bey nuestro so-
brino en nombre del y de la dicha Beyna nnestra
sobrina, capitulación, en la qual, en sustancia se
contiene que toda la empresa, causa 6 negocio que
el dioho nuestro CSapitan General prosigue contra
los dichos Rey y Beyna nuestros sobrinos é su reyno,
los dichos Bey y Beyna la remiten enteramente á
nuestra voluntad, y disposición, para que Nos po-
damos disponer y ordenar, según nos pareciere, y
que aquello se cumplirá y tema por los dichos Bey
y Beyna nuestros sobrinos, sin contravenimiento
alguno:
»Nos, consideradas todas las cosas susodichas, é
lo que va é importa al bien y remedio de la Iglesia,
y de toda la Beligion Ghrístiana, que la c^>ra santa
é impresa que habemos tomado oootra los que
ofenden á la Iglesia, oon el ayuda de Dios Nuestro
Sefior pase adelante, hasta que la dicha cisma del
todo sea destruida, y la Iglesia y la Christiandad
remediada, y la honrra de Dios Nuestro Sefior y de
BU Iglesia satisfecha, y porque' conocemos qne para
seguridad de la dicha empresa es muy necesario y
conveniente que el dicho reyno de Navarra y las
fortalezas del estén en nuestro poder hasta que toda
ladioha santa empresa, con el ayuda de Dios Nuestro
Sefior sea toda acabada, declarando nuestra inten-
ción cerca de lo contenido en la dicha capitulación,
que como dicho es, fué remitido á mi voluntad, por
la presente decimos: que nuestra voluntad es que los
dichos Bey é Beyna nuestros sobrinos, nos entre-
gen é fagan entregar luego todas las ciudades, é
villas, é lugares, é fortalezas dd dicho reyno de
Navarra, y que los reciba por Nos el dicho Duque
nuestro Capitán General, ó las personas que él en-
viare á recibirlas, para que todas las dichas ciuda-
des, é villas, é lugares, é fortalezas, é todos los
subditos é naturales del dicho reyno, de cualquier
estado 6 condición que sean, estén en nuestro poder,
y á nuestra gobernación y obediencia todo el tiem-
po que Nos viéremos que convenga para el bien y
seguridad de la dicha santa empresa, en la manera
susodicha, y que después quede á nuestra voluntad
y disposición el cuándo; y la forma, y manera como
hayamos de dejar el dicho reyno, para que del ni
por él no Se pueda seguir daño á lo que fuere fecho
en beneficio de la dicha santa empresa, ni á nin-
gunas tierras, ni subditos de las coronas de Castilla
é Aragón, ni á los subditos del dicho reyno de Na-
varra, ni á alguno de ellos, y fasta que Nos de
nuestra voluntad fagamos dejación del dicho reyno
de Navarra, en la manera susodicha, todos los sub-
ditos naturales del sean obligados de Nos obedecer
enteramente, como á depositario de la corona é reyno
do Navarra, y del Seftorio y mando del, so pena
de caer en caso de traición , y de las otras penas
en que incurren los que vienen contra la corona
Beal.
tOtro si : declarando mas la dicha nuestra volun-
tad por virtud de la dicha capitulación , decimos
que nuestra voluntad es, que los dichos Bey y
Rdjrnft 4e Kf^Tiii^f^ mi9 vobrinQs^ ?^jj^9 }^^í^ ^
É DOSa IBABeL. K9
Mariscal de Navarra, y al Conde de Bantisteban, y
á Don Julio de Beamonte y á siti hijos al dicho
Beyno de Navarra para que vivan en él y tengan
sus tierras y bienes, porque estando á la parte de
Francia no sean necesidad de servir é ayudar á los
franceses cismáticos contra la dicha santa empresa,
y que por la misma causa los dichos Bey y Beyna
nuestros sobrinos sean obligados de dejar venir á
vivir al dioho rey de Navarra é todos los otros na-
varros que estuvieren de aquella parte de Francia
que quisieren venir en el dicho reyno.
sOtro si : declarando más la dicha nuestra voliin«'
tad,por virtud de la dicha nuestra capitulación,'
porque los dichos Bey y Beyna nuestros sobrinos
teniendo de la parte de Francia al Príncipe su hijo,
no están constrefiidos , so color de casamiento, ú
otro cualquier color, por ponerlo en manos del Bey
de Francia, queremos que los dichos Bey y Beyna
nuestros sobrinos vos entreguen al dicho Príncipe su '
hijo, para que esté en nuestra casa real fasta que
todo lo que tooa á la dicha empresa en la manera
susodicha sea del todo acabado, con el ayuda de
Dios Nuestro Sefior.
tOtro sí : declarando la dicha nuestra voluntad por
virtud de la dicha capitulación, decimos : que los
diclios Bey y Beyna nuestros sobrinos sean obliga-
dos de no consentir ni dar lugar que por el Sefiorío
de Beame se haga guerra ni dafio directamente en
los reynos de Aragón , ni dé paso para que por allí
se pueda hacer dafio alguno á los dichos nuestros
Beynos, y para que á todos sea notoria nuestra vo-
luntad cerca de las cosas susodichas, mandamos facer .
la presente firmada de nuestra mano, y sellada oon '
nuestro sello: dada en la ciudad de Burgos á treinta
y un dias del mes de Junio, afto del Nacimiento de .
Nuestro Sefior y Salvador Jesuchrisio de mil y qui-
nientos y doce. — El Reyji
EL BET.
tMuy Bdo. en Cliristo, Padre, Arzobispo de Sevi-
lla, uü confesor y del mi Consejo; por la otra mia
que va con ésta, veréis el impedimento que el Bey
y la Beyna de Navarra nos han puesto en esta Santa
empresa, que hacemos en favor de la Iglesia, y
para la destruicion de la Cisma , y por causa de los
dichos Beyes creyendo que los pudiéramos atraer
á lo que era razón, he detenido más de cuarenta
dias los ejércitos del Serenísimo Bey do Inglaterra
mi hijo, gastando sin facer cosa alguna, que no ha
sido pequefio inconveniente, según lo que en esto
tiempo con el ayuda de Dios Nuestro Sefior pudieran
haber hecho en Francia, y al fin visto que no pude
acabar cosa alguna con los dichos Beyes, y que nos
negaron el paso por nuestros dineros, y seguridad
para el dioho paso, porque por su causa no se estor-
base la empresa do Guiana, que fuera estorbar el
remedio de la Iglesia y de toda la cristiandad, y es-
torbarla los dichos Beyes de Navarra, siendo como
es guerra inducida por la Iglesia y en favor della,
y haberse juntado para ella con el Bey de Francia,
se Imww i^ViW, ^^ (99 9ÚmáligQ8| niUici^ «I
760
CRÓNICAS DE L06 KBYB8 DE CASTILLA.
Doqa6 do Alva, noestro Capitao Gkneral que en*
traae oon nueetro ejército por Navarra para trabajar
do asegarane del dioho reyno, el caal lo puso así
por obra, á los veintiuno desto raes do Julio, y
ahora me ha escrito que habiendo quedado ol liey
do Navarra en la ciudad do Pamplona en propósito
do defenderla, estando ya cerca della nuestro ejér-
cito, el dicho Rey so fué dolía, y que en asentando
el dicho naestro ejército sitio sobre la dicha ciudad,
sin pasar trocho alguno de armas, se nos rindió, y
dia do Santiago so entregó en nuestro nombro al
dicho nuestro Capitán General , que como sabéis os
cabosa do aquel royno; en haberse hocho así breve-
mente y sin dafio, ha parecido bien ser obra de la
mano do Nuestro Sofior que en toda parto quiero
inostrar milagro en las cosas do la Santa empresa^
que hacemos en favor do la Iglesia, y para la des-
trucción do la cisma, é yo envío á mandar al dicho
nuestro Capitán Oenersl que paso adelanto á traba-
jar do tomar con ol ayuda do Dios Nuestro Sofior las
fortalezas que Mtán en dicho royno para la entrada
do Quiana, porque son recelo y oontradicion áú
dicho royno. É ol ejército del Serenísimo Rey do
Inglaterra, mi hijo, y el nuestro puedan unidamente
con la guia do Dios Nuestro Sofior proseguir la em-
presa por la parto que vieren que mas cumplo para
ol bien della. Do Burgos á veintiséis do Julio, afto
do 1512.1
£1 Duque de Alva, Capitán Gonoral del ejército
do los ospafioles entró en el royno do Navarra con
ol dicho ejército, Miércoles veintiuno do Julio, y á la
entrada mandó pregonar que los do aquel royno que
no hiciesen la guerra al dicho ejército, ninguno les
fidoso dafio, ni en sus bienes, y que pagasen llana-
monto los mantenimientos que tomasen, y aquel
dia asentó el campo una legua y modia dentro del
dicho royno.
El dia siguiente, fué á asentar el campo sobro un
lugar cercado que está camino do Pamplona, Huar-
te, en el qual poco antes so venían á poner ciertos
capitaneo del Rey de Navarra, con algunas bando-
ras do Roncalesos que es la mejor gente do aquel
reyno, los qualee no se metieron dentro, antes so
fueron, y el dicho lugar so rindió con todo el valle.
T por o^tar aquel lugar en paso, el Capitán Gtoeral
dejó en él guarnición conveniente para asegurar el
camino de los mantenimietos ; en esto tiempo la
Reyna do Navarra con sus hijos era ida á Boaruo,
que es á la parte de Francia, y el Rey do Navarra
quedó en la ciudad de Pamplona, con propósito do
defenderla, y envió sus capitanes é g^nto á un
puerto áspero y estrecho donde el ejército de los os-
pafioles habia do pasar, para que defendiesen aquel
paso, presuponiendo que por la aspereza de la poca
gente lo podría defender á mucha; avisado de
todo el Capitán Qcneral, antes do mover el campo
que lo tenia asentado dos leguas do allí, fué con
algunos capitanes áver la disposición do aquel paso,
y visto, por la aspereza del y estrechura, fué nece-
sario que dividiese el ejército en dos partes, y con
Ja inojor dolía, puesta ^n ^rdop la batalla, á la par-
to mas áspera, y oon mucha esoopotoria acordó da
combatir aqud paso, y al mismo tiempo mandó quo
moviesen ol artillería con la otra parto del campo,
por mas abajo, cerca do una legua, porque la dis^
posición do la tierra no sufría otra cosa, y aun para
que pudiese pasar ol artilloría fué necesario facer
el camino todo nuevo, á pala y azada; y así como
la gente del ejército de los ospafioles movió muy
ordenadamente para querer combatir, la gente del
Roy de Navarra desampararon el paso do manera
que el ejército de los ospafioles pasó sin rosistencisy
é sin dafio alguno. Este dia el Capitán General, por-
que ol peligro estaba en la delantera, y convoni»
asentar el campo en buen lugar, quiso fuese en la de-
lantera, e^ Mariscal y él fué á aposentar ol cam-
po, y dejando proveído en lo que con venia, salió á
donde el artilleria habia de saKr y no se apeó en
todo el dia, hasta que pasó ol artillería y la trujo
consigo al campo, el qual so asentó aquel dia, quo
eran veintitrés de Julio, á dos leguas de la ciudad
de Pamplona : rindióselo allí un castillo poqnefio
que)laman Garazon, y ol dicho dia se fué el Rey
de Navarra de Pamplona. El dia siguiente, á loa
veintiquatro de Julio, por la mafiana el Capitán Ge«
nend envió á la ciudad de Pamplona un Rey da
Armas con una carta de creencia, y la creencia por
escripto, para quo así la mostrase; en suma, decia
las causas que hablan movido á su Cathólica Re-
gencia para enviar su ejército á Guiana, en favor
de la causa de la Iglesia, y para la destrucción do
la cisma, y las causas por que fué necesario entrar
por aquella tierra á la dicha empresa, para ase-
gurar della y no para les hacer dafio alguno, pi-
diéndoles y requiriéndoles quo le entregasen la didia
ciudad, y si así lo hiciesen, serian mirados, guar-
dados y bien tratados, y si no quo él con el ayu-
da do Dios Nuestro Sefior, pues como Capitán que
Uovaba tan santisima empresa, lo era licito entrar
por cualesquier tierra, quo para la dicha santa em-
presa convonia entrar, y que él entendía entrar con
mano armada en la dicha ciudad, é ir otro dia á
comer á ella, é tomar la seguridad que para la pro-
secución de la dicha empresa conviniese, y que pa-
ra aposentar el dicho ojérsito en la ciudad, envia-
ría, á sus aposentadores para que so juntasen con
un oficial de la dicha ciudad, porque sin escándalo
80 ficiese. Fecho esto, el dicho Capitán General
mandó mover el ejército, camino de la dicha Ciadad
en esta orden.
£n la delantera, los Mariscales, con 350 gi-
notes.
Después ol Condestablo do Navarra, con 400 gi-
netes.
El Obispo de Zamora, con 450 hombres de armas.
E despuos, Juan Nufiez de Prado con 530 gi-
netes.
Sobre toda la dicha gente iba á la mano derocha
la infantería, fecha dos escuadrones.
A la mano izquierda, entro la gente de caballo
y el infantería, iba el artillería y su munición y
detrás de tpdo 09t9 iba d f ardajo«
DON FERNANDO
En la retagdardia iba el otro golpe de hombres
de armas, é ginetes, con Hnrtado de Luna, y Bniz
Días de Boxas.
Eneró la Infanteria toda por la pnente, que era
hida la mano do Tenia, y la genio toda de caballo
por el vado, y asentóse el campo en la parte de lo
mas alto, á nn tiro de piedra de la ciudad.
Poco antes desto hablan salido de la ciudad
qnatro embajadores á tratar con el Capitán Qene-
Ta]| de manera que el dia del Sefior Santiago, 25
4e Julio, le entregaron la ciudad , en nombre de
8u Cathólica Magostad, y se apoderó de ella como
convenia. Escripto en Burgos á 27 de Jullio afio
de 1512.
Después de lo susodicho el Bey de Navarra paró
en la dicha villa de Lumbirre, y sabiendo que el
ejército de los espafioles estaba por ir sobre ól, por-
que aquella villa de Lumbirre está en paso por
donde pueden entrar los franceses, por la parte de
Beame, y de Boncés Valles á Espafia, envió el di-
cho Bey sus embaxadores con poder suyo bastante
al dicho Capitán General para que asentase con ól
lo que quisiere, faciendo cuenta que, pues no podia
retener el reyno, quería mostrar que lo dejaba de
ini voluntad, por dos fines: el uno porque no le to*
masen á Bearne y los otros Sefiorios, y el otro por-
que después que su Cathólica Magostad se hubiese
aprovechado del otro reyno para la dicha empresa
de Gniana, tuviese mas voluntad de restituírselo, y
ansí los dichos Embaxadores asentaron por virtud
del dicho poder con el dicho Capitán General , una
capitulación, que en sustancia tiene, que toda la
empresa, causa y negocio, que el dicho Capitán Ge-
neral proseguía contra ellos y su reyno, el Bey y la
Boyna de Navarra lo remitían enteramente á la vo-
luntad y disposición de la Cathólica Magostad del
Bey, para que pudiese ordenar y disponer, según
le pareciese, y que aquello se cumpliría y ternía
por los dichos Bey y Beyna sin contravenimiento
alguno, y para seguridad que cumplirían todo lo
susodicho de la manera que Su Altesa lo ordenase
y mandase, se asentó que entregarían luego á Su
Alteaa las fortalezas de San Juan del Pió de Puerto
y de Maya, las quales el dicho Capitán General ha-
bía ya enviado á recibir, y Su Altesa, por virtud de
la facultad que para ello le fué dada por la dicha
capitulación, fiso una declaración de su voluntad,
la qual declaración ol dicho. Capitán General flao
saber á los dichos Bey y Beyna de Navarra para
que la cumpliesen, según por la dicha capitulación
eran obligados, pero Su Altesa envió mandar al di-
cho Capitán General, que en recibiendo sus fortale-
zas de aquel reyno, entrase luego el ejército de los
ingleses y de los espafioles, juntamente en Guiana,
con la gracia de Nuestro Dios, por la parto que fuere
mas favorable para la dicha empresa, y en caso
quo el Boy y la Boyna de Navarra no cumpliesen
lo contenido en la dicha declaración, pues ya las
fortalezas de San Juan del Pié del Puerto y de Ma-
ya se eran entregadas á Su Alteza, en el dicho caso
mandó al dichQ su Capitán General fu^ luego 4
É DOÑA ISABEL. 761 >
tomar á Lumbirre con el ayuda de Dios, y por tan^
to mandó á él no se ooupase ni detuviese mas en la» ^
otras cosas de Navarra, pues ternía ya los puertos *
y entradas della para Frauda, y que ambos ejérci-
tos juntamente entrasen en Guiana , que las otras
cosas de Navarra Su Alteza proToería en ellas, é las
allanaría de manera que en ambos los casos los ejér^
citos de Inglaterra y Espafia mediante Nuestro Se-
fior obiesen de entrar luego en jGhiiana, para la qual
empresa, Dios mediante, será muy proToehosa Na-
varra, así como no teniéndola sería muy contraria
y impeditiva de la dicha empresa.
EL BEY.
«Muy Beverendo en Ohristo, Padre Arzobispo da
Sevilla, mi confesor: al tiempo que estaba acá el ^ér^
cito de los ingleses, juntamente con el nuestro, y avía
de entrar en Francia como estaba acordado, el Bey
de Francia juntó toda su potencia, así la que tenía
en Italia, como la que tenía en Francia, y la envió
á esta nuestra frontera; é vino con ella el Delfin, é
otros Grandes de Francia', é todos los buenos oapi"
tañes de guerra que les han quedado, é todos los
Gentiles hombres de su casa , é demás desto dio di-
nero al Bey Don Fernando, é á Mosen de la Brít, .
para que de sus tíerras fioiesen, como ficieron, toda
la gente que pudieron, de manera que el Bey de
Francia y el Bey Don Femando de Navarra, junta-
ron en la dicha frontera todo el ejéroito que les fué
posible para resistir á ambos nuestros ejéroitos, é
tan bien deliberado si los derechos nuestros é ejér-
citos entrasen, retirarse ellos, é esperando, pero ro-'
tirándose. Sin ninguna duda, mediante Nuestro Se-
ñor, la victoria era nuestra, pero nunca se pudo,
acabar con el dicho Capitán General de los ingleses,
que quisiesen entrar por Bearne, hasta que á la
postre me escribió que le piada, é con confianza lo
haría así, pasó el Duque de Alva nuestro General •
con nuestro ejéroito, é con nuestra artillería de la
otra parte de los Montes Perineos, en favor de la
empresa del dicho Serenísimo Bey mi hijo; é qnan-
do nuestro ejérdto é artillería fué pasada á San
Juan del Pié del Puerto, que es á la parte de Fran-
cia, para salir á redbir de aquella parte al ejérdto
del Boy de Inglaterra, mi hijo, é envió gente de
caballo que los guiasen fasta donde se habían de
juntar, el dicho Capitán Ctoneral de los ingleses
tornó á decir que no quería; é tomándole á porfiar
sobro ello, dijo que quería, pero que no estaría en
Espafia 25 días, fasta ponerse en las naos, é que
aunque se tomasen tierras en Guiana, no quedarían
acá ni las sosteraian, dno que las dejarían, é decían
las gentes dd dicho ejéroito de los ingleses que d
no les diesen recaudo para que dentro de los 25
días se embaroasen, que quien lo estorbase se lo
pagaría; no sabiondo esto, é que los dichos 25 días
eran menester para' solo Hogar á donde la dioha
empresa había de comenzar, é volver al dicho em-
barcadero; de manera que no queda tiempo ningu-
no para hacer la guerra, como quiera que sentía yo
I mudio por |o %^^ tocaba á h honrrsjr estado del
V62
CBÓNI0A8 DE LOS BEYES DE OASTILLA.
dicho Boy mi hijo, é á lá gloria de su naoion ingle-
la, qne todos los tiempos pasados ganó tanta honrra
en los fechos de armas, ó aloanaó tantas victorias,
Tolverse ansí, sin hacer oosa ninguna; é también
sentia que á bu cansa ó para ayuda á su empresa,
pasó en Francia nuestro ejército é artillería de la
otra parte de los montes Perineos, que de otra ma-
nera no pasara, ó si hubiera de pasar sin confiansa
que los ingleses y ellos se habian de juntar, fuera
juntado primero, mayor ejército, ó aviéndolo fecho
pasar, desalío allf al rostro de toda la potencia de
los enemigos, é irse para hombres de honrra como
ellos son, parecía cosa bien extrafia; empero visto
que no había remedio para detener lo que la gente
inglesa cada día decían é escondían cada día mas»
contra los espafioles de la mesma gente que los ser-
via, creyendo que eran causa para detenerlos á Ins-
tancia del dicho Oapitan General, fué contonto de
les dar licencia, é mandarles dar naos para que se
fuesen*, é como los franceses supieron 6 tuvieron
por cierto los ingleses se iban dejando á nuestros
espafioles de la otra parte de los montes Perineos, é
sabiendo ellos que por la dicha empresa de Quia-
na, para la qual los espafioles habían pagado, el
dicho Serenísimo Bey mí hijo, ponía la mitad del
dicho ejército, é Nos la otra mitad, é que yéndose
los ingleses quedaba solamente el medio ejército,
que era el nuestro, perdieron el miedo que antes te-
nían é cobraron gran corazón, ficieron quenta que
antes que nuestro ejército pudiese pasar de esta otra
parte de los montes Perineos, se podrían tomar el
medio con demasiada ventaja suya al subir de la
montafia, que había buena disposición para ello, é
que desbaratado el dicho nuestro ejército, podrían
tomar en un día el reyno de Navarra, é lo mas que
quisiesen, é tenían por más fácil esta empresa,
desque el artillería nuestra que pasó nuestro ejérci-
to de la otra parte de los montes, por la mala dis-
posición de las subidas, sabían que hasta el verano
no se podían sacar de allí, é que así nuestro ejército
vcmía sin artillería, é juntóse con éste el Maríscal
de Navarra que es la oabesa del uno de los dos
bandos de aquel Beyno, é tenían mucha parte en él;
ó sus parientes viendo que los ingleses desampara-
ban la empresa de Quíana y se iban dejando nues-^
tra gente donde he dicho; é viendo de la otra parte
junta toda la potencia de Francia, é que estaba en
poder suyo é de sus parientes alguna de las forta-
lezas de el dicho Beyno qne yo había confiado de-
llos, y qne así mesmo estaba en el dicho Beyno por
el Bey Don Juan la fortaleza de Estella que es la
mas fuerte 6 mas importante de todo el dicho Bey-
no, porque á causa de llevar nuestra artillería de la
otra parte de los montes, en ayuda de esta empresa
de Guíana, no había yo querido que se trújese
artillería sobre la dicha fortaleza, é por aventura,
teniendo el dicho Maríscal nuestro hecho por peli-
groso, se reveló contra nuestro servicio 6 estado, é
se pesó secreta é fugitivamente con algunos de sus
parientes, á la parte de los franceses, é hizo rebelar
las fortalezas ^ue del había yo Qoafiado^ i |U9| jbüb-
mo rebelar la ciudad de Estella, que aunque la for-
taleza estaba contraria, la ciudad estaba á nuestra
obediencia, é cerca de lo de la dicha ciudad de Es-
tella, yo proveí de tal manera que la gente que en-
vié de presto á ella; la tomó por fuerza de armas,
é la saqueó é redujo á nuestra obedíeDcia, los
franceses, por las cansas susodichas, ó con confianza
de los pueblos del mesmo reyno de Navarra, 6 ma-
yormente de los Agrímonteses, que son de la parte
del Mariscal, é con algunos de la Valde Bonoal, é
Val de Salazar, de la misma parte de Agramontesa,
que se levantaron por ellos, é estando poblados en
los pasos 6 entradas de los Montes Perineos.
Pasaron su ejército por las dichas montafias de
Boncal é Salazar, con el Bey Don Joan é con Mo-
sen de la Paliza, 6 con otros capitanee francesesi
ó dejaron buena parte del dicho sa ejército con el
Delfin de Francia, é con los otros grandes capi-
tanes de Francia, de la otra parte de los montee
Períneos, á la fronte de nuestro ejórcito que queda-
ba allá con el dicho nuestro ejército, y el Duque de
Alva fué necesario que se detuviese para acabar
ciertos reparos de ramas é madera é tierra, que se
ficieron en la fortaleza de San Juan del Pié del
Puerto, que es muy flaca, para que, pues nuestra
artillería no podía tomar á pasar este invierno aque-
llos montes, quedase allí como ha quedado con al«
guna gente nuestra que la guardaba. En este medio
tiempo llegó Martín de Anpies, con cartas del Sere-
nísimo Bey de Inglaterra mi hijo, por las que les
mandava al dicho su Capitán General que no par-
tiese de acá con su exército, y que cumpliese todo
lo que yo le mandase, é yo, visto esto, é que el
exército de los franceses era entrado en Navarra,
envié á mandar al dicho Don Martin de Anpies que
desde donde desembarcó fuese al dicho Capitán
General de los ingles^ con las cartas del dioho Se-
renísimo Bey mi hijo, é con carta mía de creencia,
para que de mí parte rogase é requiriese al dicho
Capitán General que volviese pues el dicho Serení-
simo Bey mí hijo se lo mandaba, é no se partiese
con el dicho exército, mas antes se viniese á juntar
con el nuestro exército, pues los franceses eran en-
trados en Navarra, é que juntos ambos nuestros
ejércitos llevarían mucha victoria á los franceses
que eran entrados, yéndoles á dar batalla: é con el
ayuda de Dios sin darla vencerian, é qne vencidos
aquellos sería fecha buena parte de la empresa de
Guiana, porque los otros no serían para resistir, ó
mirasen que era mucha vergfienza suya, al tiempo
que los comunes enemigos eran entrados, irse ellos,
que sí no estuvieron acá entrados é estuvieran en
Inglaterra, de rasen habían de venir para cuidar
en este caso ; é esto mismo les dijeron é requirieron
do mí parte el Obispo de SigOenza ó Diego López
de Ayala con mis letras, é nunca se pudo acabar
con el dicho Capitán General que quisiese quedar,
antes quanto mas procurábamos su quedada, tanto
mas priesa daban en su ida, é ansí se partieron, é
después dellos partidos, recebí cartas del dicho Se-
renieimo Pey mi hilo, de 29 4i(V9 4^ Setiembre, ó
DON FERNANDO
oirá de mi Embazador qae está con él, de 7 de Oo« |
tabre, con correo propio, é luego otro dia llegó un
faraate^del dioho Serenísimo Rey mi hijo, oon otra
carta euya para mi, de 12 de Octubre, por las qualea
me escribió que aunque su Oapitan General ó ejór-
cito, so quisiesen partir no les dejásemos partir,
antes les quitásemos los navios, ó los estorbásemos
la partida. E eso es cierto que aunque estas letras
vinieran antes que los ingleses partieran, no fuera
posible detenerlos, porque el dicho Capitán General
los habla tanto puesto en su partida, que ellos esta-
ban determinados de venir á las armas con quien se
lo estorbara, é porque esto no hablamos de consen-
tir, fuera imposible estorbárselo.
E tornando á la entrada de los franceses, viendo
ellos idos á los ingleses, pues estaban ya apodera-
dos de los montes Perineos, trabajaron de tomar al
puerto, por donde hablan de venir el Duque de
Al va con nuestro ejército, para tomarle en medio,
el Delfin por una parte y ellos por otra. El dicho
nuestro Capitán General, dejando proveído de gen-
te el reparo de San Juan, puso gente en el puerto;
é subió con nuestro ejército, é pasó desta otra parte
de los montes Perineos, sin que á sus espaldas ni á
la delantera hallase resistencia, é porque los caba-
llos venían fatigados del estar en el campo, é de no
poder haber allá tanta cebada como ora menester, é
también porque á causa del rebellón del Mariscal é
de algunos de sus parientes é amigos, fué necesario
proveer de gente las ciudades é villas del dicho
Reyno de Navarra, el dicho nuestro Capitán Gene-
ral se vino á Pamplona, que está cerca de las aldas
de los montes Perineos, é repartió nuestro ejército
por las ciudades y villas del dicho Reyno, y él
quedó con la una parte de la gente en la dicha ciu-
dad de Pamplona; y en este mismo tiempo proveí-
mos que se pusiese sitio en forma sobre la fortale-
za de Estella, é que se aprestase para trabajar de
tomalla, é estando los dichos franceses con propó-
sito de venir á socorrerla, cada dia y cada hora, los
nuestros le apretaron de tal manera, que se nos rin-
dió; y así mismo se nos rindieron las fortalezas de
Cabrera, é de Mon jardín; é poco antee nuestra
gente habla tomado la fortaleza de Tafalla que se
nos habia rebelado» Así que después de que todos
los franceses fueron entrados en Navarra, cobramos
todas las dichas fortalezas ; é á esto mismo tiempo
entraron 2.500 franceses por la Val de Brota, que
es en Aragón, en las montafias de Jaca, é venía por
Capitán della el Senescal de Bígorra é con él Moaiur
de Aste, que eran ambos de la sangre de Fox, por-
que supieron que de aquella parte no teníamos gen-
te, entraron una aldea que llaman Torla, que está á
la entrada del valle, que es de ciento vecinos, sin
cerca ni cava, ó de los de la dicha hablan mandado
á los lugares de la montafia de su comarca que vi-
niesen á socorrerlos; é estando los franceses com-
batiéndolos en aquel aldea, é ellos defendiéndose,
llegó alguna gente de la montafia, é dieron á los
franceses tan reciamente, que los desbarataron á
todos é hici^on gran matanza en ellos, entre I09
É DOfÍA ISABEL. 768
quales murieron los diohos Senescal de Bigorra, é
Monsiur de Aste, é muchos gentiles hombres.
Viendo los franceses que por una parte ni por
otra fasta agora, no han podido hacer contra Nos
ni contra nuestro estado, oosa de sustancia, nln han
cercado ninguna ciudad ni villa del Reyno de Na-
varra, han asentado campo una legua de Pamplona,
á la falda de los mismos mcmtes Perineos, y han *
venido tres veces á dar vista á la dicha ciudad de
Pamplona, é todas tres veces los nuestros les han
muerto gente, é les han tomado prisioneros, sin re-
cibir los nuestros daffo alguno, á Dios gradas; y
cada dia se mudan por allí, de una parte en otra; é
publican que el Delfin que quedó en Bayona junta
mucha maa gente para pasar oon ella é con artille-
ría, por Bazan, á juntarse con ellos, é que han de
cercar ¿ combatir la dudad de Pamplona, é todaa
las maneras, que los franoesee son para haeer Altl-
mo de potencia, por poder desta vez hacer alguna
oosa sefialada contra Espafia, é como quiera que á
causa de la ida de los ingleses nos han tomado con
menor provisión de la que tuviéramos hecha, si los
ingleses no vinieran acá; empero Nos mandamos
juntar mucha gente para que vaya con Nos; é aca-
bada de juntar la dicha gente, tengo acordado, me-
diante el ayuda de Dios Nuestro Sefior, de ir en per-
sona á darles la batalla, é yo vos haré saber lo que
sucediere dello. De Logrofio, á 12 de Noviembre,
afio de 1612.i>
Lo que sucedió después de lo contenido en esta
carta de Su Alteza, puesto caso que atrás es dioho,
que los franceses, é el Rey de Navarra piosiguieron
su cerco sobre Pamplona oon su campo de mas de
20.000 hombres, y estuvieron allí desde el dia que
vinieron, hasta que alzaron el campo, veintisiete'
dias, y en cabo dieron un combate á la ciudad un
Martes á diez y ocho dias de Noviembre, dos horas
después de comer; y duró d combate tres horas, en
que jugó tan reciamente su artillería, que en chioo
rato derribaron un lienzo de la cerca, y no paraban
los franceses con las sefias hasta sobir por cima dé
de los muros, empero los de dentro se dieron á tal
recaudo que defendieron bien la dudad^ y ofendie-
ron de tal manera á los combatientes, que en poco
espado mataron y derribaron é rendieron 800 hom-
bres y mas de los franceses combatientes ; y de los
de la ciudad murieron muy pocos, que algunos di-
jeron que no murieron sino tres hombres , un mozo
do espuelas dd Rey y dos peones ; y fueron heridos
algunos, en espedal d Comendador Femando de
Vega, Don Pedro Manrique é Don Juan de Castilla
é Villalba d Corond, é desde aquel día no osaron
mas allegar cerca de la dudad, estando allí el dioho
campo. Cierto es que la dicha ciudad estuvo en muy
grande aprieto de viandas, pero también los fran-
ceses pasaron gran lacería y trabajo y hambre, ca
d Arzobispo de Zaragoza estaba en Sangfiesa, con
siete mil hombres, y lee estorbaba de venir las
viandas, y les tomó sesenta cabezas de ganado que
les venían por d Vd de Roncal. En este tiempo el
Alcayde de loa Donoelev ó los otros Capitanes qu^
I « •
^ ,
m-
0RÓNI0A8 DB LOB BETES DE CASTILLA.
estAban en Navarra, eataban en bus aposentos bien
apercibidos.
El Bey biso provisión de gentes é mantenimien-
tos, 7 envió al Doqne de NAjera por Oapitan Gene-
ral á descercar á Pamplona con muy lucida gente,
é como los franceses snpieron del socorro, Inego se
quitaron afuera, é se fueron retrayendo basta dos
leguas de la ciudad, é el Bey mandó que no los si-
guiesen, ni acometiesen, porque eran ebristianos,
como Bey magnánimo, piadoso, que no quiso que
muriesen tantos ebristianos, como siempre lo tuvo
por costumbre, é mandó que no siguiesen el alcan-
ce; con todo eso los vizcaínos é algunos naturales
de la tierra , é otros ansí de á pié como de á caba-
llo, los siguieron, é los ficieron asas dafio, é les to-
maron trece piesas de muy escogida artillería; é
ellos se fueron con mucbo peligro, é por muy estre-
cbos pasos, é mucbas nieves, ¿ frios, é bambre é sed
que pasaron, sin bacer cosa, ni adquirir de lo que
deseaban, y toda Navarra quedó por Castilla, y que-
dó el Alcayde de los Donceles por Capitán (General
della ó guarda, con otros mucbos capitanes.
CABTA
f oe el Cathdlico Rey Dos Penasdo envió al Anobiipo 4e Sevl-
Ha Don Diego Deía, qeejásdose del Duque Don Fernando, n
sobrino.
' cMuy Beverendo en Jesucbristo, Padre Arsobispo
de Sevilla, mi confesor. — Después que el Duque
Don Femando mi sobrino vino del Beyno de Ñapóles
á nuestra Corte, todos ban visto que Nos le babe-
mos bonrado é tratado siempre en todas las cosas,
con tanto amor como si fuera nuestro propio bijo;
é teníamos determinado de le dar un estado, é de
entender en que fuera bonradamente colocado, cre-
yendo que como él lo mostraba de fuera, ansi den-
tro nos fuera siempre fiel ; é quando desto tenia-
mos del mas confianza, por la causa que ha parecido
. le daríamos, base descubierto que desde que está-
bamos en Sevilla envió mucho secretamente á tratar
con el Bey de Francia, é se concertó con él contra
Nos é contra nuestro Beal estado , é para poner por
obra lo que así tenía concertado, determinó aquí en
cota ciudad de irse de nuestra Corte, secreta é furti-
blemente á la Corte del Bey de Francia ; é concertó
las personas que con él hablan de ir, é puso para
. ello postas secretas, cerca desta ciudad, é en algu-
nos lugares de Navarra por donde hablan de pasar
á Francia, é al tiempo que estaba para ponerlo por
obra fueron presos por nuestro mandato Felipe Có-
pula, que fué el que principalmente entendió con
el Bey de Francia en concertar la ida del dicho
Duque nuestro sobrino, Juan de Perdona, y dos
franceses, ansí mismo, ca huían é se iban á Fran-
cia por postas con el dicho Duque, y haHáronse en
poder del dicho Felipe las cartas ¿ escripturas que
sobre ello dio el Bey de Frauda,, por las quales y
por sus confesiones dellos mismos, ha parecido la
' traición que tenían concertada contra Nos é contra
nuestro B^a} sstado \ ó TSiw^ ^.«^^9 ^^9 ^m^^a*;
decimiento é tan gran delito del dicho Duque nues"
tro sobrino, habiéndonos él dado tan grande causa
para ello, le babemos mandado apartar de nuestra
Corte, é tratándole bien, poner tal guarda en su
persona, que aunque quiera no pueda poner en obra
lo que oon el dicho Bey de Francia tenía conoer-
Udo.
sUna cosa os certificamos, que nos oonsta que el
dicho Duque, conociendo la mucha fidelidad que
los varones é Universidades del nuestro Beyno de
Ñápeles tienen á Nos é á nuestro Beal estado y ser-
vicio, no osó á ninguno dellos la dicha traición co-
municar | pareciónos que era raaon de os lo hacer
saber, para que de mi parte lo digáis á esa ciudad,
no para otro efecto, sino para que sepan que Nos
honrábamos é tratábamos al dicho Duque oomo so
debe tratar á fijo, é que él trató contra Nos, é- oon«
tra nuestro estado, con el enemigo de la Iglesia y
nuestro, lo que babemos dicho. A 12 de Dioiembie,
afio de 1512 afios.^- Yo el i2^.— Por mandado do
Su Alteaa, Miguel Pérez de Almazan^
CAPITULO ccxxxvin.
De li Binerte del Papa Jallo IL
Murió el Papa Julio II en Boma á 20 dias del
mes de Enero, afio del Nacimiento de Nuestro Sal-
vador Jesucbristo de 1513 afios, aviendo imperado
en la Silla Apostólica de San Pedro nueve afios y
tres meses: murió de su muerte natural, en senetnd,
de 80 afios, dejando el mundo revuelto, y todos los
Beyes y Príncipes ebristianos en guerras, y ligas y
parciaUdades á causa de la cisma ya dicha, de lo
qual no poco sentimiento ovo el Bey Don Femando,
y todos los Emperadores, y Beyes, y Duques y Ba-
rones de la Santa Liga de la Iglesia Bomana, y aua
disfavor, porque el Papa Julio era intemerato y
muy magnífico , é esforzado defensor de la Iglesisi
amigo de los cathólicos y enemigo de los tiranos é
cismáticos; él qual, siendo en extrema necesidad
de su fin , conociendo que habia de morir, invocó á
los Cardenales y les dijo las exhortaciones que si-
guen :
Primeramente dijo : que cierto habia sido muy
gran pecador en las voluntades mundanas y en les
pecados de la carne, y que ansí como él era verla«
deramente maloontento y arrepentido, que pedia
misericordia á Dios Nuestro Sefior, que por éUo no
condenase su ánimo ni su memoria.
Segundo dijo: que conoda que habia sido ososa
de muy grandes guerras y muchos homicidios, y
grandes disensiones de Príncipes, y que de esto so
remitía á la infinita misericordia de Dios, porque él
habia sido forzado en hacer tales oosas á causa quo
quando él fué asumpto en el Pontificado, que había
hallado todo el Patrimonio de la Santa Iglesia ocu-
pado y robado del Duque Valentín, y de venecia*
nos, y de otros tiranos ; y que habia hallado la Cá-
mara Apostólica adeudaba en 182.000 ducados y el
Palacio Apostólico todo robado y sin ninguna pro«
llenas dé Teneciáttoi, páidalidadefl, y cari rebeldes
á )ft, Santa Sede Apoetólica, y oon mny poca jnati-
cia, y qne él había trabajado mucho oon la persona
y el entendimiento, por poder pacificar, y reonpe-
rar , y cobrar , é poner en justicia todo el estado de
ta Santa Iglesia, sin hacer matar ninguna persona,
ni tomar lo snyo á nadie sin justicia, y que desto
llamaba á Dios por testigo, y por el paso extremo
en que estaba.
Lo tercero, dijoy exortó: que muy esforsadamen-
te los ReTcrendos Sefiores Cardenales que después
de su fallecimiento hiciesen la elección muy justa
y santa, y criasen un Pontífice digno del Pontifica-
do, santo y bueno, y que en la elección guarda-
sen la ordenansa que era ordenada en su Bula, que
había hecho contra las simonías y corrupciones pa-
sadas.
Lo cuarto : exortó á los dichos Excmos. Sefiores
Cardenales, que trabajasen luego y siempre de estar
en Roma, é tenerla^ en pas y abundancia é buena
gobernación y justa, y que trabajasen sobre todo
que los forasteros y cortesanos pudiesen venir á
Boma seguramente, sin ser robados, ni muertos, ni
destruidos en las puertas de Roma, ansí como otras
veces solían hacer, y que procurasen que qualquie-
ra hombre pudiese ir y venir con las manos llenas
de oro, sin peligro alguno, y que los hombres de
seguida y las cabezas de los bandos fuesen tenidas
con las riendas de la justicia.
Lo quinto, dijo : que dejaba á la Iglesia Romana
dotes muy nobles y muy grandes ciudades, que por
ningún otro tiempo habían estado en la obediencia
de la Santa Iglesia, como estaban al presente, y
que en todas dejaba Alcaydes y Gobernadores, que
son las siguientes i
Rimon Forlí, Hola, Faenza, Revena, Perusa, San-
cona, Bononía, Reso, Parma, Plasencia, Pésaro y
para las cobrar que le había sido forzado dar los
beneficios por oficios, y que no lo habia hecho por
codicia ni por dar á sus parientes, mas por defender
é cobrar el patrimonio de la Iglesia, y que semejan-
te causa le habia inducido á crecer las monedas en
perjuicio de los pueblos, y que pedia á Dios le to-
mase en cuenta á su ánima^ según su misericordia y
la intención con que lo había hecho.
Lo sesto dijo: que dejaba en el castillo del Santo
Angelo 500,000 ducados, los 900,000 en dineros, é
los 200,000 en plata é joyas , los quales 800,000 du-
cados en dineros avia guardado , porque si ovíese
sido apremiado á huir de Roma por el Rey de Fran*
cía, que le ovíese sido menester andar mendigando,
y que los confortaba á tener la muy bnéna amistad
con el Rey Cathólico, muy bueno y devoto hijo de
la Santa Madre Iglesia, Rey de Espafia, y que por
tal caso avia mandado hacer las galeras que estaban
en Ancona ; de los quales dineros dijo , que quería
que fuesen los 110,000 ducados para su sepoltura y
60,000 ducados para acabar su capilla, que avia co«
menzado á hacer , y que fuesen 50,000 ducados para
la fábnca de la Iglesia de San Pedro porque no
pesase la obra. T esto dicho , pidió el Santo Sacra*
1¿ DO^A ISABEt. ^és/
mentó de la Eucaristía^ y él Oardenal de San Jorge
que allí estaba aparejado para comulgarle, se lo
trujo, y le pidió sí perdonaba y remitía las injurias
y ofensas á todos sus enemigos, y al Duque de Fer?
rara; y él dijo que sí, con condición que para ade-
lante pagase enteramente el tributo á la Santa Igle-
sia ; y ansí mismo le dijo si perdonaba á los Bentí-
boles y al Rey de Francia: dijo que sí, con tan^
nunca mas fuesen contra la Sede Apostólica; y ansí
mismo le dijo si perdonaba los Cardenales cisméti-
cos ; y él estuvo un poco pensando, y después dijo :
que como persona humana remitía las injurias que
habían hecho á su persona y los j^erdonaba, mas
que como vicario de Dios y sucesor de San Pedro,
que los remitía á la Justicia de Dios, porque ellos
avian sido causa y principio de tantas revueltas , y
males, y guerras, quantas eran pasadas; y esto dich0|
sus camareros y privados le hicieron presentar un
breve, por el qual pedían y querian ser absueltosde
todo lo que habían neg^iado y administrado por
Su Santidad , y por la Apostólica, y dijo que no lo
queria hacer, porque si ellos avian gobernado y ad-
ministrado bien y fielmente, que no tenían necesidad
de quitancía, y que diesen sus descargos y le serian
tomados en qüenta, y mandó romper el dicho breve;
y pidiendo misericordia á Dios comulgó muy de-
votamente, y luego mandó venir á todos los Peni-
tenciarios de San Pedro, y su confesor, y presentes
todos los Cardenales que allí estaban con candelas
blancas encendidas en las manos, se hizo dar la Es-
trema-Unoion , y él mismo respondió á todo , y des-
pués de un poquito, diciendo : tu is Domina e<ñ\fido
non eonfumdar m mU/rnum^ iedpropiHíu e$to Domine
mihi peeeatorí^ pasó de la presente vida y quedó
como si quedara durmiendo. Esto fué á las diez ho-
ras de la noche, á 20 días del mes de Enero, afio
de 1513 afios.
Ansí el Papa Julio ovo santo fin : y todo lo suso*,
dicho es veidad, y ansí fué escripto al Rey Don
Femando y al Nuncio de las personas de autoridad
que á ello presentes fueron, y porque me pareció
fallecimiento tan santo no ser razón esquivarlo des-
ta mi escríptura, lo asenté para memoria y ejemplo
de los que desean buen fin.
Lo que acaeció al Papa Julio II, antes que adole*
cíese tres dias, es : qne él estando á la hora de me-
dio día solo en su cámara, lo apareció la Muerte
muy horrible, de lo qual él mucho se espantó y es-
pavorecíó, y vuelto en sí mucho, se encomendó á
Nuestra Sefiora la Virgen Santa María, y después
siendo adolecido , muchas veces se encomendaba á .
Nuestra Sefiora Santa María de Loreto, á la qual
tenía mucha devoción , y le habia hecho un muy rico
templo, y la misma Imagen le apareció y dijo i
tque no iemiiWy ea ella $eria eonihij él, después -
desto, consolaba mucho á sus servidores y parien- '
tes, diciendo que no temiesen, diciendo que por •
ventura de aquella enfermedad él no moriria ; mas
después que vído la enfermedad roas agravada,
dijo que conocía que era la voluntad de Dios que
acabase sus días , y que Nuestra Sefiora ayudaria si) /.'
7é6
OBÓNICAS DE LOS RETES DE OASmLLÁ.
éniífkñ , y no I sn oiterpo , qne mucho maa le placía
que en todo se hideee la volnnUd de Dioe, que no
otra ooaá, que él era muy contento de morir , pues
laa cosas de la Santa Iglesia estaban ya reme-
diadas.
Fqó él Papa Jnlio Pontifico mny gran defensor
de la Santa Iglesia, y amador de la justicia ¡ plega
á Dios Nuestro Sefior dar descanso á su ánima.
CAPÍTULO OOXXXIX.
De li elMCiott 4el Pipi Leoi.
A diee dias del mes de Marzo, en la noche, on
oóndave en Roma, criaron los Cardenales Papa al
Reverendísimo Sefior Cardenal de Médicis, de la no-
blejestirpe de Médicis de Florencia. Cúpoleen suerte
por nombre León X ; fué electo pacificamente, y
muy bien empleada la santa dignidad y Pontifi*
cado en Su Santidad según la tos y loor de la vir-
tud, habilidad, potencia y saber de su persona.
CAPÍTULO OOXL.
De It Mioueiea 4el Papa Leoa X.
La ooronadon del Papa León, X deste nombre,
que sucedió al Papa Julio H, se hizo á once dias
del mes *de Abril, afio del Nacimiento de Nuestro
Redentor Sefior Jesucbristo de 1513 afios, treinta
dias después de la elección, é fué en esta manera :
Dn Lunes por la mafiana á una hora del dia, cabal-
garon todos los Cardenales, que fueron veintitrés
Cardenales, que residían continuos en la Corte del
Papa, y todos los Patriarcas , Arzobispos, Obispos,
é fueron al palacio del Papa, donde estaba, é llega-
dos* comenzaron de tocar é sonar muchas trompe-
tas, é salieron del palacio trescientos caballeros de
caballos ligeros é muy bien armados, á modo de
guerra, todos con divisa del Papa, blanco, rojo y
verde, é tomaron la via de San Juan de Letran, é
luego en pos destos salieron cien ballesteros á ca-
ballo con la misma librea ; é luego , en pos destos
salieron otros cien caballeros de los Capeletas, con
la misma librea, é luego, en pos destos salió el Bar-
ridielo, que es como alguacil mayor, con sesenta
caballeros escopeteros é ballesteros, é otros tantos
á pié, con sus armas enhestadas, con la misma li-
brea , é capelos blancos , á la francesa ; luego salió
el Condestable de Capitolio, con otra tanta gente, é
de la misma suerte, é con la misma librea é capelos
blancos á la francesa. Luego salieron catorce cur-
sores con sus éaballos, con banderas rojas en las
manos, con las armas del Papa, y luego salieron
diez y nueve estandartes del Pópulo Romano; é
luego con ellos el Senador y Cónsules é Conserva-
dores de Roma, é salió el Alférez mayor enmedio,
• con el mayor Estandarte, armado de obra de armas,
él y el caballo , y todos muy ricamente vestidos de
sedas y brocados, y cadenas de oro, con muchos
palafreneros con muy ricas divisas é lanzónos en
las manos, é tras estos venia el estandarte de la
Iglesia con las annos del Papa ; é este llevaba un
caballero armado en blanco, y llevaba al rededor
de si cinqflenta palafreneros , muy bien vestido/i de
jubones de brocado, y calzas de grana y bonetes
rojos, y camisas con cabezones de oro, y céspedes
bolofteses dorados en las manos. Luego salió el
Duque de Ferrara é el Duque de Urbino , muy ri-
camente ataviados con fasta treinta palafreneros
delante, muy ataviados. Luego salieron doce se-
fiores de Italia, muy bien en orden v muy bien ar-
mados. Luego salieron veinte aoaneas blancas del
todo como la nieve todas del Papa, las diez con cu-
biertas de brocado hasta los pies, é los frenos de
carmesí, con las clavazones todas de arjento. Luego
salieron doce muías muy singulares de la misma
suerte de las acaneas, y cada una destas aoaneas y
muías llevaba un palafrenero de rienda, que es
mozo de espuelas : luego salieron los Obispos y Ar-
zobispos y Patriarcas, todos en caballos cubiertos
de tela blanca desde las orejas hasta los pies, y
ellos con roquetes é pluviales, é mitras en la cabe-
za, é cada uno de ellos llevaba diez palafreneros
muy bien vestidos con libreas. Luego salieron los
Embaladores, el de Espafia, el del Emperador muy
ricamente vestidos con sus palafreneros delante :
luego sacaron el Corpus Christi en unas andas muy
ricas y llevábanlas dos caballos, y llevaban encima
un dosel de oro con quatro varas, las quales lleva-
ban quatro barones romanos principales. Luego sa-
lieron los Cardenales en caballos cubiertos todos de
tafetán blanco, dellos como diáconos, y delloscomo
presbíteros, según las órdenes que tenían, con mi-
tras de damasco blanco en las cabezas y llevaban
cada uno diez camareros á pié de los mas ñivoreci-
dos y muy vestidos de sedas y brocados é bastones
ricos en las manos. Luego salió el Papa encima de
un caballo blanco con una vestidura de chamelote
blanco muy fino é un roquete de cambray tan del-
gado como el pelo de la cabeza ; é una aniseta de
carmes! pelo, é una estola de brocado cefiida por el
cueipo, é una tiara muy rica en la cabeza, que de-
cían que las piedras della no se podían apreciar, é
iba debajo de un dosel de brocado con quatro varas,
las quales llevaban otros quatro barones romanos
principales , y delante del iban ochenta palafreneros
suyos, con sayones de terciopelo negro, é jubones
de carmes! é raso, é cofias de oro, y bonetes roxos
y cintas de hilo de oro, é calzas de grana , y espa-
das, y pufiales dorados cefiidos, y tras él iban tres-
cientos suizos de su guarda muy bien armados y
con atambores y banderas , y de esta manera y. ór-
den caminando llegaron al castillo de Santo Afigelo,
y pasando la paente comenzó á tirar el artillería ; é
duró media hora que parecía que Roma se hundía,
é unos á otros no se oian.
Por las calles liabia desde San Pedro hasta San
Joan , trece arcos triunfales, con tantas comedias é
invenciones que era cosa maravillosa de ver ; iban
tantas maneras de músicas y tales que parada ser
en la gloria celestial
Tardaron mas de cinco horas en el camino, é llega-
dos á S^n Jnao , comenzaron á hacer sus actos para
tK>NmNANDO
la oorotticlon 6 enir&ronse allí en San Joan da Le- {
tran, é allf fué coronado el Papa por loa Cardenales
é por el Populo Romano aqnel dia con mny gran-
des fiestas é solenidades qne serian may luengas de
escribir I é allf comieron aquel dia é estuvieron el
Papa j los Cardenales hasta la noche qne se yinie-
ron al palacio de San Pedro con antorchas. Baste
esto cuanto á la coronación del Papa León X, que
comenzó de imperar en Boma en la santa Silla
Apostólica desde once de Marzo del afio de Nuestro
Sefior Jesnchristo de 1613 afios.
•
CAPÍTULO COXLI.
De lo que hicleros los doi Cardenales elsmftUeos desqae a s-
pleroa la mverta del Papa J«Ho, é de la abjsraelos qoe hiele-
ros de la etosia ; é do edsio eoaoeieros as peeado é foeros por-
donadoa.
Los Cardenales Bemardino de Carvajal é Fede-
rico de San Seberino, desque supieron en Francia
la muerte del Papa Julio, se embarcaron parala Ita-
lia j descendieron del galeón de Frei Bemardino
en qne fueron en Liorna para Boma ; é florentinos
hicieron ir á Florencia y estar allí hasta ver la vo-
luntad del Papa, lo qual fué qne hiciesen peniten-
cia y enmienda á Dios de sus grandes errores y pe-
cados, y los recibiría á ella. Y lo que de allf suce-
dió fué de esta manera.
La ajuracion que Bemardino de Carvajal é Fe-
derico de San Seberino ñcieron del conciliábulo é
de todos actos por él fechos é aprobación de las sen-
tencias contra ellos dadas, é la absolución que el
nuestro muy Santo Padre León , en fin de los actos
susodichos le dio, en la qual solamente les restituyó
los capelos é no mas, después de la penitencia pú-
blica que hicieron.
Cédala firmada de loa Cardenales, Idda pdMieanente en la le-
sión próxima pasada del sacro Concillo Laieranenae.
i Deseando la unidad de la Santa Iglesia Romana
y la pas y sosiego de la Cristiandad, é provocar
como es justo á Nuestro muy Santo Padre León X,
á que use con nosotros do benignidad y demencia,
por la presente carta escrípta de mano ajena y fir*
mada de nuestros propios nombres, juramos á los
Santos Evangelios é de nuestra voluntad promete*
mes que nos Ufaremos al Sacio Santo Concilio La-
teranense, como desde agora nos llegamos, asi
como único verdadero, é con mucha razón é por le-
gitimas cansas congregado, é confesamos que todo
lo que so ha fecho del , que ha sido ordenado recta
é jusUmente é qne del é de la dicha unidad de la
Santa Iglesia Romana, en ningún tiempo nos apar-
taremos, é juntamente con esto por las mismas can-
sas, é de nuestra voluntad ansí como es dicho, ju-
ramos é prometemos que diremos é haremos todas
aquellas cosas, é cada una de ellas que el mismo
Santo Padre León X á nos é cada uno dé nos man-
dare, á la voluntad y arbitrio del qual plenaria-
mente nos sometemos, é por mayor declaración de
nuestra intención é de la devoción que tenemos á la
Santa Iglesia Roman|i ó al dicho Nuestro muy Santo
É DOÍf A ISABEti. ' ^éÜ.
Padre, é al Santo Oondiio Lateranense, ¿ porque
no parezca que en otra manera é no con limpio oo« '
razón, ambos fecho é jurado todas las cosas suso-
dichas y cada una de ellas, somos contentos y aun
deseamos que esta presente carta sea leida pública-
mente en el mismo Concilio Lateranense, é en la .
I sesión publica, de lo cual todo por esto hacemos A -
mejor gana; porque nuestro muy Santo Padre León .
entienda que en todo tiempo avemos de ser fieles
hijos y muy obedientes servidores de Su Santidad,
y de la Santa Silla Apostólica, y del Santo Conci-
lio Lateranense. La cual carta firmada de nuestros
nombres, como arriba es dicho, para mayor abun*
demiento damos á vos, el presente notario, é vos
rogamos que sobre ello hagáis uno é muchos ins-
tramentos públicos. Fechado en Florencia á lidias
del mes de Junio de mil y quinientos y trece afios.'
Yo Bemardino de Carvajal de mi propia mano lo
firmé, piometi, juré, confesé, é fice: yo Basto da
Villa Sayasorles de Carvajal, clérigo de la diócesis
de Plasencia, notario Apostólico por la autoridad
Apostólica, á todo lo que dicho es, juntamente don *
los Venerables Varones Guillelmo de Canistos y
Oonzalo Femontalico, clérigos de la ciudad de Bey-
na é de la diócesis de Salamanca, llamados é roga-*
dos por testigos, fui presente notario, lo vi firmar y
puse aquí mi nombre, y cuando fuese necesario de
todo lo susodicho daré público instrumento, rogado
y requerido. Ui tispra.»
Otra cédula fué leida en el Consistorio de Roma
á alta vos de los dos Cardenales, antes que fuesen
restituidos y recibidos del Papa. .
•Nos Bemardino de Carvajal é Federico de Santo
Ceberino, en otro tiempo ciegos con la escuridsd de
la cisma, y alumbrados con lumbre de gracia do la
divina ilustración , conocido y descubierto el lazo
de la cisma que nos tenia ligado, aviando tratado
entre nosotros con el mucho acuerdo é deliberación
é para mayor cautela rennnoiando todas é qilales-
quier protestaciones qne pública ó secretamente, y
ante notario y testigos, hasU agora ayamos fecho,
cuyos tenores, cláusulas, para que del todo sean
quitadas queremos que aquí se ayan por especial-
mente espresas como si de verbo ad verhwn fuesen
insertas con humilde é espontánea voluntad, no por
miedo, mas estando en lugar muy seguro, y en toda
nuestra libertad, y con puros corazones, guiados
por la divina gracia nos habernos vuelto á la unidad
de la Santa Sede Apostólica, y porque conste que
aquesto que hacemos con limpia intención y no fin-
jidamente, pedimos humildemente á Vuestra Santi-
dad y al Sacro Concilio de los Cardenales perdoA de
nuestros errores y suplicamos á Vuestra Santidad *
tenga por bien de rogar por nosotros á Dios Todo-
poderoso, cuyo poder tiene en la tierra : ansi mes- '
mo de nuestra voluntad prometemos á vos León X
Sumo Pontífice, verdadero Vicario do Jesuohristo, y
por vos á San Pedro Principe de los Apóstoles, so
pena de caer de la orden, dignidad é honra de Car-
denales si por ventura á ello fuésemos restituidoS|
y 80 obligación de anatema^qne en ningún tiempo
« ■
9m
CRÓNIOAB DE LOS RKTES DÉ OASFILLA.
por iVceaioiiM 6 oánUlá, por Algún asqoisito color
ó por otras qualesquler oausas, en ninguna manera
toroáramoB á la clama de que por gracia de nuestro
Redentor fomos libradoai mas que ñemprey en to-
das cosas permaneceremos en la nnion de la Santa
Iglesia Católica : y que si por la clemencia de Vues-
tra Santidad y do los Beverendisimos Cardenales»
fuésemos remitidos á sn orden que conversaremos
con ellos benigna y pacificamente y sin rencor ni
escándalo por razón de las cosas pssadas, ni por
otra qualquier causa.
sT juramos por Dios Todopoderoso y por estos
Santos Evangelios que en nuestras manos tenemos
do permanecer en la dicha santa unión, é cumplir
todo lo que dicho es y abajo se dirá y cada una cosa
y parte de ella, so pena de perjuros y de las otras
penas sobredichas, aunque ha muy poco que por
nna cédula firmada de nuestros nombres y publica-
da en el Sacro Colegio Lateranense Qvimos abjura-
do el dicho dama, pero para mostrar mayor limpie-
sa de nuestros corasones anatematiaamos especial y
expresamente el conciliábulo de Pisa é su publica-
ción, é todas las cosas é cada una de eUas que en él
se hicieron; y pronunciamos, é creemos é pura-
mente confesamos ser todo ello vano y do ninguna
f nersa, é efecto, ni valor, é ser fecho é presumido
temerariamente, é por personas que para ello no
tenían autoridad, publicada legítimamente é por le-
gitimas causas : consentimos el Sacro Santo Conci-
lio Lateranense como único é verdadero.
sT ansi mismo proniunoiamos, creemos é pura-
mente confesamos que todo lo que en él se hizo é
generalmente contra nuestras personas, y todas é
qnalesquier condenaciones é sentencias pronuncia-
das contra nosotros por el Papa Julio II, de felice
recordación,' vuestro predecesor, é todas las otras
cosas é cada una de ellas fechas contra el conci-
liábulo de Pisa, haber sido ordenado recta ó justa-
mente fecho. Asi mesmo prometemos de recibir con
toda humildad, é cumplir con otra qualquier peni-
tencia que por nuestras culpas Vuestra Santidad
nos impusiese : demás desto queromos ser obliga-
dos, y, por la presente prometemos so la pena so-
bredicha, é.por las que los sacros cánones ponen
contra. los cismáticos, y según la mas cumplida
obligación y forma é estilo de cámara.»
Fué leída esta cédula en Roma en el consistorio
á veinte y cinco dias del mes de Junio del afio
de 1513, por los mismos que la formaron.— Jaoobo
Sadoletto.
C4tpU de !• abf olaelon de loi doi Cardenaleí , é detUtocloii fceha
A 35 de Janlo afio de 1513, A ioa qaalea el Papa León X absol-
• tló y dtd peaiteaela pibllaa y aeereta qaa bideroa en Roaa.
«Por la autoridad de Dios Todopoderoso y de los
bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo
y nuestra vos absolvemos de todo f ínculo de ex-
comunión y de todas las otras censuras contra vos
y contra cada uno de vos por cualquiera autoridad,
é<por causa del cisma que agora avivasteis, 6 por
Qtra cualquier causa pronunciadas é conminadas, en
qualquier manera hayáis {ocurrido, y por la misma
autoridad vos restituimos ala unión de la Santa Ma-
dro Iglesia, y á la participación de los Santos Sa-
cramentos en la forma acostumbrada, y allende des-
to restituimos á vos, é á cada uno de vos á vuestra
fama, honrras, y dignidades y á los beneficios ecle-
siásticos que hasta aqui no hayan sido convenidos
por la Sede Apostólica, é á la honra de Cardenales
contra las irregularidades, incivilidades , sentencias
de privación é condenación, é contra qualesquier
letras por razón de lo susodicho por Julio Papa II,.
de felice recordación , nuestro predecesor, ó en otra
qualquier manera, ó por qualquier causa 6 causas
contra vosotros discernidas ó en qualquier manera
hayáis incurrido, cuyos tenores queremos que aquí
sean habidos por espresos como si de vérho ad wr-
hum fuesen declarados, y vos restituimos, é plena-
riamente integramos á todas las cosas, é á cada una
de ellas, que para expedición del presente auto son
necesarios ó convienen en qualquier manera, empe*
ro sin perjuicio del término a digo del derecho» aje-
no, por causa de las cosas susodichas en otra qual-
quier forma, adquirido, supliendo todo é quales-
quier defectos que en qualquier manera en el pro-
sente acto intervengan. In nomiiid Paíri$ $i PUüt
Spiridu SancH,9
CAPÍTULO CCXLn.
De la moerte del Daqie da Nediu.
En el mes de Enero afio de 1513, el dia de San
Sebastian ó pocos dias después, finó en Osuna el
Duque Don Henrique de Medina- Sidonia, moso de
fasta diez y seis afios, yerno del Conde de Urefia,
hijo del Duque Don Juan, el qual, después que don
Pedro Girón huyó con él de Sevilla á Portugal,
porque no le quitase el Rey á su hermana, é des-
pués anduvo en la Corte, é á un cabo y á otro, oon
muchos trabajos nunca lo fué bien , antes de que-
brantamiento ó trabajo, cogió tal enfermedad, que
desque vino á reposar con su mujer nunca le fué
bien, ni le pudieron dar romedio todos los médicos.
De que falleció tuviéronle en Osuna encerrado, é ne-
garon muchos dias su muerte ; é Don Rodrigo Qiron
su cufiado salió por la tierra del Duque y visitó á
Sanlúoar con mas de 8.000 hombres peones é ca*
balleros, é alzóse oon Medina negando todavía la
muerte del Duque; é la Duquesa, mujer del Duque
Don Juan, como lo supo, digo que quedó madro de
cuatro hijos, otros del Duque Don Juan, hermano del
padre del dicho Duque Don Enrique difunto, le es-
cribió al Rey le valliese con justicia, y mandase dar
la tierra del Ducado de Medina é Ck>ndado de Nie-
bla á su hijo Don Alonso, como heredero legítimo é
mayor, é sucesor de su padre. El Rey envió dos ó
tres veces mandar á Don Pedro Qiron que despachase
á Medina, é todo lo que tenía, é lo diese al Duque
Don Alonso é á la Duquesa su madre, el qual se tuvo
mas de tres meses que no lo queria dar, é llamaba*
se Duque ; hasta que en fin , temiendo el mando del
Rey é el mucho dafio que le viniera , si mas se tu-
im FifitlANCO
Tterá;; pc^üé tBdá l^tlfira de Andalnoia se Aper-
cibía para ir flobre él, la oto de dar é entregári
aunque con una pieza iola allí , no se atrerió mas
tener, porque la Tilla de Bejer tenia en contra que
no le obedeció, 6 le envió loe menaageroB de vaoío,
dioiendo que no ee darian sino á quien el Bey man-
dase ; é antes que Medina fuese entregada, todas las
otras dichas Tillas é fortalesas del Sefiorío de la
Casa de Niebla fueron dadas y entregadas al dióbo
Duque Don Alonso y á laDuquesa su madre por man-
dado del Bey, el qual envió de la Corte y de su
Consejo jueces é persona que todo se lo diesen y
entregasen , como A hijo mayor del dicho Duque
D. Juan, 4 sucesor del Mayorazgo de la dicha casa,
y esto ansí hecho, el Bey Don Femando quiso tomar
deudo con la noble casa de Niebla é Medina, é dio
por mujer al dicho Duque Don Alonso á Dofia Ana
de Aragón, nieta suya, hija de su hijo él Arzobispo
de Zaragoza, el qual matrimonio se celebró en la
ciudad de ScTilla en el mes de Abril, por concier-
tos, cartas 6 anillos, porque los desposados eran de
menor edad de trece afios; del qual matrimonio cre-
cía mucha honrra y ensalzamiento al dicho Duque é
casa de Medina y Niebla*
CAPITULO COXLin.
De las trefVM de eitre Franela y Eapafia.
El Bey Luis de Francia, por estar seguro de Es-
pafia para enTiar socorro al castillo de Milán que
todavía estaba por él, envió demandar treguas al
Bey Don Femando con cautela, de la manera que
otras veces lo solía hacer, por atraer asi la volun-
tad del Papa nueTamente criado y por hacerse ami-
go de los Tenecianos y partirlos de la liga de Eepa-
fia ; y el Bey Don Femando, puesto suso que se lo
entendió, túvolo por bien y otorgó la tregua por un
afto, como los embazadores de Francia lo demanda-
ron, é comenzó de correr desde Abril de 1613, é
avisó A su Visorey Don Femando de Cardona , para
que avisase á sus parciales de la Italia, para que
siempre estuviesen á buen recaudo, ó el Bey de
Francia envió secretamente á los venecianos que
hiciesen liga con él, prometiéndoles hermandad y
amistad perpetua ; los quales no recordándose de
como él los quería primero destrair, y no quería oír
dedr Señoría de Venecia, é pensó tomarles la ciu-
dad, é ser seftor della, ó lo puso por obra, como
atrás se dice en este libro ; quando les venció la
batalla é tomó las villas y tierras, y les quería des-
poseer déla muy grande honra que tiene, mas ha de
mil afios, é así lo hidera si no fuera por el Bey don
Femando y por el Papa Julio, que no le dieron lu«
gar á ello, porque á ellos no convenia dejar criar
tan gran gusano en la Italia ; é no recordándose des-
te é de otros muchos dafios é pérdidaa^ue de él re-
cibieron, hicieron liga con el dicho Bey de Fran-
cia, é concierto, lo qual parece .ser una cosa de muy
gran ingratitud é fealdad, é de las cosas mas abo-
minables que los gobemadores y duques de aque-
lla Provincia y Sefioría han fecho, de muchos tiem-
Cr.— III.
¿Dd^A'^tSAbEt. 169
pos acá, é no pudo^ser fetdiá'rfno con muy mala ys
cargosa intención, é por no dar al Emperador la
que le tienen tomado é usurpado; é porque lo vle*
ron en la liga de la Iglesia y de ÍSspafia ; y la dicha
Liga ansí hooha, luego pusieron por obra meter
mas mal y guerra en la Italia de lo pasado, sino
que'no plugo á Nuestro Sefior consentir en sus malos
propósitos, é juntos dos ejércitos de mucha gente
uno de franceses y otro de venecianos, cada uno
por sí, para se juntar en Lombardía sobre Milán é
sojuzgar la Italia, acaeció lo que la presente carta
del Bey Don Femando de Espafia dice, é porque yo
no lo podía mejor relatar que la carta de 8a Alte-
za lo dice, acordé asentarla aquí, en esta mi es-
críptura.
Carta ft«6 nüé el SeraafaiBo y sisy faeltto Rey Dea Penaste
Rey de Btpafta il Re? ereadlslaio Seior Des Meg e de Deía, Ar>
leblipo de Sefiila.
Muy Beverendo en Zripto. Padre Arzobispo do
Sevilla, mi confesor é del mi Consejo ; ya sabéis lo
que Dios Nuestro Sefior hizo el afio pasado en favor
de la Iglesia contra los que la ofendían con armas y
con cisma; después estando yo procurando la unión
de la Iglesia y la paz general de xpristianos y ayn*
dando á ello Nuestro miiy Santo Padre como verda«
dero Padre Universal de todos, el Bey de Francia
creyendo que podía acabar ogafio lo que no acabó el
afio pasado, hizo liga con la sefioría de Venecia en
peijuido de la Iglesia y de los otros Príncipes xpris-
tianos y envió á la Italia á Moeer de la Tramnll8|
su Capitán General y á Moser Juan Jacobo de Tri«
buido con muy grande ejérdto, y al mismo tiempo
que ellos llegaron á Italia, con el mismo ejérdto
lió en campo Bartolomé de Albiano, Capitán de
nedanos con el ejérdto de la Sefioría de Venecia en
su ayuda y favor, con proponte , según él dijo á nal
embazador, de tomar en medio á mi Visorey que
estaba con nuestro ezérdto entre Parma y Piasen-
cía, hadando cuenta que d lo pudiesen desbaratas
sojuzgarian con solas letras todo d resto de Italia»
Llegaron en la misma sazón nuevas al dicho mi VI*
sorey que yo quedava muy enfermo, y que la tregua
por acá era fecha con Franda , y como Nuestro muy
Santo Padre, con d santo cdo que tiene á la pan
general de cristianos, entonces no se mcstrava con
armas, y solamente atendía á procurar paz y á ro*
gar á Nuestro Sefior que en tan grandes tnrbadonw
quisiese poner en remedio , d dicho mi Visorey pu-^
blioó que se queria volver con nuestro ejérdto para
el mi rdno de Ñápeles, y con esta publicación , cre^
yéndolo ansí los franceses y los pueblos de Italia,
levantáronse por franceses las dudados Aveste y
Alexandria de la Pulla, Genova, Milán y otras du-
dados de aquel estado , de manera que al Duque dn
Milán le fué forzado de retraerse en la dudad dé
Navarra con 4.000 suizos que tenia á sueldo y oon
600 caballos ligeros, y por otra parte la gente de
los venecianos avia ya rompido la guerra contra la»
tierras de la Igleda y contra las tierras dd Serení-
simo Emperador nuestro Hermano é pereda ya i '
49
. *
/
'A
WÓ
CRÓNICAS DE LOS BBYÜS DB GkSnLtL
franceses j yenectanos que toda la tíerra era soya
sin resistencia ; y estando las cosas en estos ténninos,
antes qoe el dicho mi Visorey con nuestro ejército
comensase á retirarse para Ñápeles como lo babia
publicado, recibió letras mias en que mandaba lo
que avia de hacer en defensión de la Iglesia y de
las tierras del dicho Serenisimo Emperador nuestro
hermano, y entonces determinó de ir á socorrer al
Duque de Milán, porque si aquel* estado se perdiera,
según lo que franceses y venecianos publicaban y
avian comenzado á hacer, no estuviera seguro el es-
tado de la Iglesia ni el del dicho Serenisimo Empe-
rador mi hermano, y envió á poner esfuerzo al
Duque de Milán y i los que con él estaban en Na-
varra, haciéndoles saber su ida para socorro, y so-
licitar la venida de otros 7.000 suizos que habían
prometido de venir á juntarse con nuestro exército
para que todos diesen en los franceses. En este me-
dio Moser de la Traraulla avia puesto sitio sobre
Navarra con todo el campo del Roy de Francia, y
envió un trompeta á los 4.000 suizos que estaban
dentro á prometerles que les daría las ciudades
de Navarra, é de Gomo, é 400.000 ducados, si le
entregasen al Duque de Milán, los quales respondie-
ron que si otra vez allí volvía le harian quartos.
Habida esta respuesta, moser de Tramulla apretó
aquel cerco con el pensamiento qne podria tomar á
Navarra antes que llegase el socorro, é batió con su
artillería los muros de la ciudad de Nobara, é á cinco
deste mes de Junio acabó de hacer la batería como
era menester para la combatir, y apercibió su gente
para dar el combate el dia siguiente por la mafia-
na« A este tiempo ya mi Visorey avia pasado el rio
Po de la otra parte á esta trayendo mucha priesa á
su ida al dicho socorro, y acaeció que la misma no-
che entraron en Nobara por la parte de la sierra
los dichos 7.000 suizos que venian al socorro.
Los franceses siendo avisados do lo uno y de lo
otro, y conociendo el peligro en que estaban, acor-
daron de retirarse de dicho sitio, y comenzaron de
retirarse á 6 de Junio por la maftana, y como los
soizos que eran ya 11.000 hombres juntos los vie-
ron retirarse, sin esperar que mi Visorey llegase,
salieron todos con el dicho Duque de Milán y con
la' gente de caballo que allí tenia, á dar en los fran-
ceses, y apretáronlos de tal manera que les ga-
naron el artillería y volviéronlas contra los mismos
franceses, y trabóse la batalla tan recia entre ellos
qne duró por buen espacio ; al fin el Duque de Mi-
lán y los suizos quedaron vencedores y los france-
ses fueron vencidos: y demás del artillería, el Du-
que y loa suizos ovieron todo el despojo del campo
de los franceses i y escriven que murieron en aque-
lla batalla 12.000 franceses y entra ellos muchos
capitanes ; y de la parte del Duque y los suizos es-
criben que murieron 3.000 hombres , y qne de la
gente de armas francesa eecapó la mayor parte des-
baratada y mal tratada y se escapó en el ducado de
Saboya; y luego el mismo d'a que se supo de la di-
cha victoria fueron reducidas á la obediencia del
4ioho Duque de Milán la ciudad de Milán y las otras
ciudades de aquel Estado ; por otra paria el Estado
y exército de los venecianos, como supieron la dicha
derrota de donde estava, se pusieron en huida la via
de Pádua, y avian ya perdido parte de la artillería.
Mi Visorrey con nuestro ezérdto conforme con los
suizos atendía con la ayuda de Dios, á acabar de
allanar y asentar las cosas de Italia; y aunque de
todo dallo de christianoa es de aver pesar, empero no
devemos dejar de dar gracias á Dios Nuestro Befior
que así le haya placido responder por su propia
causa. De Valladolid á 30 de Junio de 1513 afios.i
Habéis de saber, sefiores, lo que deseáis saber
las cosas pasadas é tomáis placer en las leer, que
desque el Rey Carlos de Francia pasó en Roma é
Ñapóles hasta que este mal Rey Luis, su sucesor,
fué desapoderado de la Italia, é fué esta batalla,
fueron tantas cosas y de tantas maneras, y tantos
robos, trayciones, batallas, encuentros, renqfientros,
muertes de trayciones infinitaa de hombres y muje-
res, ciudades, villas y lugares destruidos, metidas
á saco, qne fué imposible escribirse; que parece que
no fué otra cosa el nacimiento deste Rey Luis de
Francia, Duque que fué de Orleans, para la Italia y
aun para sus Reynos de Francia, sino un Conde Don
Julián para Espafia, que de su causa mas de 100.000
hombres fueron muertos en batallas y guerras hasta
el afio 1613 , sin él haber adquirido pacífico cosas de
las que deseaba : y al tiempo que el Papa Julio mu-
rió muy pocas cosas tenía él ya de las adquirídaa
en Italia, salvo que tenía el castillo de Milán, ques
de los mas fuertes del mundo, y tenia el castillo de
la Lantema en Glénova, y como el Papa murió ovo
disfavor en la liga de la Iglesia, y toda la Itah'a,
fué cometa, y los de la parte de Francia se esforza-
ron y los traydores se descubrieron, ansí como mi-
oer Sacro Moro, Vizconde, que se fué huyendo de
Milán á Francia con 120 achas, digo lanzas, é 800
caballos ligeros, por miedo del Duque y de la liga,
porque se descubrió cierto trato que trajo en el qual
quería prender al Duque de Milán, é darlo á fran-
ceses, é demás que se habia sabido que estando él
por capitán á la guarda del Castillo de Milán, lo
proveyó de muchos mantenimientos, é era él la per-
sona de quien mas confianza el Duque tenia, allen-
de de ser su pariente é de la principal casa de Mi-
lán ; y después desto, sabida la liga de Francia é
venecianos, y la gente que hacían las ciudades de
Milán é Genova é sus consortes, se publicaban por
Francia sin ver por qué, como lo suelen hacer, y el
Duque de Milán sintiendo aquello se salió de la ciu-
dad, que no osó estar en ella, é proveyólo Dios
Nueetro Señor maravillosamente en darle la Vitoria
de la batalla susodicha ; é como los franceses fue-
ron rotos y vencidos, toda la Italia fué apaciguada
salvo venecianos ; é la ciudad de Milán obedeció al
Duque su señor, y después se le dio el castillo, y fué
señor de todo el Ducado, é Don Remon de Cardona,
Capitán Qeneral de exército y de la Iglesia, con el
exército de España, hizo tomar á humillar la Italia,
C3APÍTÜL0 CCXLIV.
De eomo el Rey de Ingtaterri entró en Franela.
En el primer alio del PoDÜficado del Papa León X,
on el inee de Jnlio, afio de Naeetro Salvador de 1613
afios , pasó el Bey Enriqne de Inglaterra en Franda,
en Picardía, con 60.000 hombres combatientes, ansí
como favorecedor déla liga déla Iglesia, por hacer
guerra al Bey de Francia, capitán mayor de la cis-
ma, con dos presupuestos, el uno por cumplir con
BUS consortes su debido en favor de la Iglesia y
amenguar los favorecedores del cisma, el otro por
recobrar algo de tres provincias que Francia tiene
de Inglaterra, conviene á saber: Normandia, é Gas-
coma é Guiana donde es la dudad de Bayona, por
las quales Francia solía pagar de tributo á Ingla-
terra cinqttenta mil coronas de oro 6 mas , y porque
los Beyes de Inglaterra no se han hallado tan pu-
jantes de cierto tiempo acá, para las demandar é
recobrar oorporalmente han pasado por este con-
cierto, é entrado en Francia por la Picardía toman-
do lugares é villas.
El Emperador Maximiliano, uno de los tres prin*
dpales de la Santa ligado la Iglesia, le vino á ayu-
dar con 20.000 hombres combatientes é pusieron cer-
co sobre la ciudad de Turiana, y estando en el cerco
á dicE dias del mes de Agosto vino un embazador
al Bey de Inglaterra del Bey de Escocia su cufiado,
casado con su hermana, en que en la embazada di-
zo, que el Bey de Escocia su sefior, le requería y
amonestaba y empl asaba que luego dejase la con-
quista de Francia de cuya liga, é amistad, é paren-
tesco, é pardalidad él era, é tuviese por bien de se
volver á su Be3mo de Inglaterra , y donde no que
le hada saber que él entraría por su reyno de In-
glaterra y se lo tomaría y se haría Bey del ; y esto
dicho por el dicho Embazador el Bey le preguntó si
quería toas dedr; dijo que no. El Bey ledizo: pues
partios luego y decid á mi hermano el Bey de Esco-
cia, que sepa que no por él tengo de dejar la con-
quista é demanda que tengo comensada, y no temo
su entrada en mi Beyno como dice, y que yo confio
en Dios Nuestro Sefior que si en mi Beyno entra,
que él hallará en él tal resistencia en que yo no ha-
ré mengua, porque con tal confianza dejé en él va-
sallos y parientes que con ayuda de Dios darán de
si buena cuenta, y tal, en que él conocerá su yerro
de haber en él entrado quando redbiere la pena de-
llo, y conocerá que le será venida por la descomul-
gada aliansa que ha tomado con los favorecedores de
la dsma en contra de la Santa Iglesia. T con esta
respuesta el Embazador se volvió en Escocia y es-
tando el cerco sobre la dicha ciudad el Bey de Fran-
cia envió su ezérdto muy grande y con muchos
capitanes de la gran saügre de Francia contra el
Bey de Inglaterra y contra el Emperador, é por so-
correr las ciudades é tierras que iban ganando é por
quitar el cerco de sobre la dicha dudad de Tnríana;é
sabido por los ingleses é alemanes, dejando recado en
el cerco salieron al encuentro de losfranoesesuna ma-
i DOÍtA ISABEL. 771
dmgadade mafiana, viniendo los franceses ahilo, y
tal priesa les dieron, que enchico rato los vencieron
é murieron mas de 8.000 franceses é 600 lanzas grue-
sas, é de los ingleses y alemanes murieron hasta
800 hombres, y los ingleses y alemanes quedaron
vencedores é cogieron el campo á despojo. Fueron
muertos muchos grandes de Francia, é herídos Mo-
siur déla Paliza, é fueron presos el Marqués de Bo-
telin é Moser Buberto Totenil, sobríno del Oardenal
de Boan, y el capitán de la gran guardia de Fran-
cia, y Mosiur de Borsi, capitán de los hombres do
armas borgofioneses , é un hijo de Mosiur de Moy,
y otros mas de 150 hombres principales: y esta ba-
talla fué cerca de Guigara. Esto supe por cartas de
ingleses mercaderes que vinieron á Sevilla ; empero
en las cartas que vinieron á la Oórte del Bey Don
Femando, algo defiere desto, en quanto desta bata-
lla, é de los franceses, diz que murieron 500 lanzas
gruesas é onceó doce mil hombres de la otra gente,
y que de los ingleses y alemanes murieron hasta
2,CÍ00 hombres, y esto es lo mas cierto, porque ansi
vino al Bey por cartas; é esto asi pasado, volvie-
ron el Emperador é el' Bey de Inglaterra sobre la
dicha dudad de Turíana, é estaba dentro Mosiur de
Daqui con 4.000 peones, é 250 lanzas gruesas, é le
requiríó que se diesen, y ellos tomaron término de
tres dias; que si ellos no fuesen socorridos que se
darían, porque no tenian qué comer, ni pólvora ; y
pasados los tres dias se rindieron , salvas las vidas^
y el Bey de Inglaterra les fizo merced de los ves-
tidos y dineros, y armas y caballos, y dejaron toda
la artillería, y and la ciudad de Turíana, quedó por
el Bey de Inglaterra en Picardía. Sucedió de aqui,
después de la toma de Turíana , que yendo el Em*
perador y el B^ de Inglaterra por la empresa, pu-
sieron sitio sobre la ciudad de Tomay, é la (Sudad
se defendió luego , é después dio á partido, é dio
derta cantidad de dinero, porque no la saqueasen:
é dada la Ciudad, luego se dieron las villas é luga-
res do su tierra de Tomay, que and se llamaba lá
tierra como la dudad, al Bey de Inglaterra.
El Bey de Inglaterra fué sobre la ciudad de Bas,
é fizóla combatir, é derríbáronla por una banda una
parte dd muro, y los de la dudad se vinieron á dar
al Emigrador que estaba junto con el Bey, y el Em-
perador no quiso sino que se diesen al Bey , y el
Bey no quiso hacerles partido, sino con condición
que le entregasen doce hombres, quales él sefialase,
los quales le entregaron, y lee mandó luego cortar
las cabezas, que parece que hablan hecho contra él
tales cosas, porque indignado contra ellos les man-
dó matar, y and se dio la dudad de Bas, y entraron
en ella el Bey é el Emperador con muy gran fiesta.
Los alemanes querían robar la ciudad, y el Bey no
lo condntíó, y dióles en dinero 8.000 escudos, por-
que no ficiesen dafto á la ciudad ; los quales el Bey
mandó pagar, é se pagaron de su tesoro, y no con-
dntíó á la dudad pagar cosa ninguna.
Fué en este ejérdto el número que allegaron en
esta entrada, el Bey de Inglaterra y el Emperador,
muy graude y muy maravilloso y temeroso á los
m
oontrtrfoi; h«bift «o el dicho ejército y campo,
1,200 lansai grncsai y mas, y habia 6,000 de caba-
llos que lo defendían, y 60,000 ingleses á pió y
20,000 alemanes, y más 8,000 alemanes: otros que
pasaron del ejército francés al Emperador. Unos
decian qoe porque no les pagaben bien el sueldo;
otros decían que se despidieron de Francia, dicien-
do que no querían ser contra el Emperador su se-
llor, á los qnales pusieron á ssegurar los manteni-
mientos que al campo yenian. La gente era tanta,
que habia nueva en el ejército que se gastaban ca-
da dia valor de 50,000 ducados, los quales todos pa-
gaba el Rey de Inglaterra, y no quería que el Em-
perador gastase cosa alguna, antes le daba cada mes
dos qflentos para pagar su gente, todo de sus teso-
ros del Bey de Inglaterra, porque la demanda era
suya.
OAPlTÜLO CX3XLV.
Oel Rty de BMoeia.
B Bey de Escocia, siendo de la liga de los cis-
máticos, teniendo la parcialidad del pérfido Lu-
doTioo Bey Francés, y queriéndole servir, habién-
dolé requerido al Bey de Inglaterra su cufiado , her-
mano de su muger, que dejase la empresa é se vol-
viese, como atrás dice, envió dies mil hombres es-
oocios que pasaron con un capitán en Inglaterra , 4
oomensar de hacer la guerra al Bey de Inglaterra,
y enlraron en Inglaterra haciendo la guerra, y co-
mo fué sabido , los ingleses proveyeron gente con
un capitán llamado Qoillermo Bnémes, hombre de
gran linage, el qual peleó con los escocios, é los ven-
ció é mató muchos dellos, é ovo y tomó mas de 400
prisioneros, é muy pocos escaparon, de todos dies
mil, y ansí los echó de Inglaterra.
Esto asi fecho, el rey de Escocia ovo muy grande
enojo, é tomó é jauto toda su potencia, Ó entró en
Inglaterra con 40.000 hombres ó mas, é entró en 20
ó 26 leguas; é sabido esto en Londres por la Beyna
Dofia Catalina infanta de Oastilla, fizo apercibir
toda la tierra, é mandó salir á todos á la resistencia
de los escocíanos, é mandó poner en arma toda la
tierra pdr donde venían, é ella como Beyna mny
esforzada ae puso á la resistencia, é los ingleses se
juntaron, é fueron al encuentro de los escódanos, é
les dieron la batalla, é pelearon fuertemente, é el
Rey de Escocia rompió la vanguardia de los Ingle-
ses, é tuvo é peleó faciendo virtud é salió del través
el Abad de San Benito, é otros Caballeros con una
batnlla de ingleses; é como los escocíanos iban ven-
cedores matando é robando, fideron en ellos tan es-
forzHdamonte que los desbarataron, é vencieron, é
mataron, é prendieron poco menos de todo el ejér-
dto de Escocia, en que los muertos fueron mas de
Vfinte ó velóte é cinco mil hombres, é los presos
fueron mochos; é mnríó el cuitado Bey de Escocia,
é el mayor Arzobispo de Escoda, é todos los mas
Obispos, Abades, ricos Sefiores dé Abadías, é el
Condestable de Escoda, é otros 27 cavalleros prín-
dpalss del reyno de Escoda; é otros muchos hom-
CBÓNIOÁS DE LOS BEYES DE CASTILLA*
bree príndpales de sangre é de quenia que miirienm
é fueron fallados muertos cerca de su Bey, é de U
gente de bien de los escódanos por maravilla esca-
pó uno. Los que pudieron huir por los montes, es-
caparon de noche y de dia mal aventurados, dezan-
do su Bey é capitanes todos muertos. E esta batalla
fué peleada todos á pié los unos é los otros, porque
ó es así la costumbre de la tierra, ó por ser la tierra
muy áspera é fragosa. E de los escocíanos que es-
caparon de la batalla huyendo se scortaron muchos
á ir por donde los ingleses se havlan apeado para
pelear de sus cavallos, é cavalgaron en dios, é se
fueron f ssta el paso del brezo de la mar por donda
havlan venido, que es un pequefio é angosto braso
de mar que parte á Inglaterra de Escocia, que á laa
veoes se pasa por vado; é ansí se fueron los escó-
danos que escaparon de esU batalla. De los ingle-
ses murieron hssta 12.000 ingleses.
Fué hallado é oonooido el rey de Escocia muerto
entre los muertos si coger dd campo, en la barba
que traia muy crecida fasta los pedios; é en una
cinta de fierro que traía oefiida á raíz de su cama
por penitencia que le fué dada por un Papa que en-
tonces era, porque condntíó matar ó mató á su pa-
dre por reynar, é fué llevado á Londres é deposTu-
do, é salado en un lugar fuera de la dudad, é aUf
estuvo fasta que el rey de Inglaterra lo supo; é su-
plicó al Papa lo mandase absolver de la escomunion
de Is cisma, é fué absudto, é enterrado en honrado
lugar de la ciudad de Londres. Fué esta gran bata-
lla Viernes á 9 dias de Septiembre á las cuatro des-
pués de medio dia: duró fasta la noche, é otro dia
fué fallado entre los muertos é conocido , como
dicho es.
Los nobles discretos de recta intención que á este
paso llegáredes, connderad é tomad exemplo, é te-
med á Dios, é estad dempre en la observancia de la
Santa Madre Iglesis, é quando á moveros oviéredea
de poner en peligro, sea con mucha razón por vues-
tro Dios, é f é, é Igleds, é por vuestro Bey, é por
vuestra persona é casa; é Dios peleará por vos; é no
por clegss aficiones de intereses vanos mundanos,
como fizo este cuitado Bey: no miró como estaba
fuera de la obediencia de Dios, é de la Santa Madre
Iglesia, é descomulgado por la cisma, sin temor á
Dios tuvo esfuerzo de entrar contra razón é justída
en reyno ageno, donde pereció, é dio infamia á su
leyno en mengua que en muchoa afios no se reha-
rá, é dio gloría é ensalzamiento á los de la Santa
Liga de la Iglesia. No miró que se lee que Nuestro
Sefior mas en las batallas que no en otra cosa algu-
na muestra su justicia; é así fizo aquí qoe en la
grandeza de la victoria mostró la justicia de su
causa. Fué esU bstalla el dia que dicho es de 1613
afios.
Estando el Bey de Inglaterra en la ciudad de
Bas, le fué nueva de lo acaecido en su Beyno de
Inglaterra, y déla muerte del Bey su cufiado, y
de la prudenda, diligenda, esfuerzo y sagsddad de
la Beyna Dofia Catalina su muger, que habla pues-
I toyfechoen sacar la gente inglesa y en facer ln
DON FBBNANDO
rMÚfienoia i los etoocianos , y en iaooTles dar bata-
lla» en qaé fneron Tenoidoi , de lo qnal el Rey oyó
mucho placer, empero moeiró gran sentimiento de
la muerte del Rey de Escocia sa hermano ; mas con
todo eso, ficieron muy grandes fiestas 6 justas en el
real, y salieron todos los caballeros muy lucidos,
con muchas alegrías de las Tictorias, fuera de la
ciudad, é oon músicas acordadas, é el Rey y el Em-
perador y todos los grandes de su campo, dieron
muchas gracias á Dios. B todas estas cosas pasadas,
el Rey ordenó de se partir para Inglaterra, y el Em-
perador para su tierra, y el Rey dejó en Ras 7,000
hombres de guarda , pagados por qnatro meses, y
mandó hacer en Ras na muy fuerte castillo, é man-
dó derribar á Turriana, é partió para Inglaterra. En
el sobredicho afio de 1618, en tres dias del mes- de
Setiembre tomaron los portugueses la ciudad de
Azamor.El Rey Don Manuel, yerno del Rey Don
Fernando, casado con mi hija dofia María, fiso una
muy grande é muy gruesa armada , en que fueron
mas de Teinte mil hombres portugueses ó castella-
nos, é envió con ella por Capitán Qeneral al Duque
de Bergansa, su primo. Algunos dijeron que se le
dio por pena, porque habia muerto á la desdichada
i DOfiA ISABEL. 778
Duquesa su muger, hija del Duque Don Juan da
Gusman, Duque de Medina-Sidonia de Castilla, á
sin raion ; otros decian que no, sino porque era gran
Señor para suplir lo que fáltase en la jomada, ó en*
trados en la mar, ovieron buen viaje, é descindie-
ron en tierra en la mar, en el río de Asamor, é un
Viernes tarde tiraron ala dudad con el artillcrin, é
ficieron algún dafio, ó los moros no se atrevieron á
defender la dudad, y esa noche se ourgsron todos
de las cosas que pudieron llevarse , é f néronse por
la otra parte de la dudad, é los judíos que vivían
dentro, como esto vieron, salieron slgunos (e los
mas sabios, é de los que sabian la lengua, que ha-
blan ido de Castilla á Portugal, y trataron con el.
Duque, ó concertaron que ellos darían la < iuHad, é
que los dejasen en ella por vecinos y moradores, y
el Duque ansf se lo otorgó , y otro día de nmflana
enviaron á dedr al Duque los dichos jiidioe que en-
trase y tomase la dudad , qne no habia quien se lo
defendiese, y ansí la entró y tomó, y su geni i n iba-
ron lo que hallaron ; y también robaron loa jtnlúia,
empero todo se lo hlso volver el Duque. E el VLvy
Don Manuel de Portugal ganó á Asamor en las par-
tes de la África, y allende.
nV DK LAB GBÓNICAB DI LOS BVTX8 DK CÁCrriLLA.
í^gf^
I ■¡r'ii"'iiínMif
Índice.
MBNORfAL DB DIVERSAS HAZAÑAS,
POI HOSni »tlflO DI f ALBIA.
Sifuesa el prólogo en h obra llamada Vemorial de difer-
laa hazallas , ordenada por Moaeii Dlefo do Valen, Maes-
tre Sala y del Consejo de loa Serenlalmos Prlnelpes Don
Fernando y Dofia Isabel, Rey y Reyna de Espafta, nnea-
tros Sefiores. 3
Capflolo primero.— Como el Prfneipe bon Enrique fné rea-
eebldo por Rey y Seftor despves del lUleelmiento del
Rey Don Jaan an padre Id.
Cap. II. — De eomo el Rey Don Bnrfqne poeo tiempo des-
pués qoe reynd, mandó delibrar de prisión á D. Diego
Manrique» Conde de Troflfto, y le aaandd restltalt todo
losnyo i I
Cap. III.— De eomo el Rey Don Enriqne ae fué para la eib-
dad de Avila , é allí mandd llamar algnnoa Grandes del
Reino para haber ao Consejo de la forma qae habla de
tener en la guerra que quería hacer á loa moros. ... Id.
Cap. IV.— De eomo estando el Rey en Segovla concurrid
allí una grande muchedumbre de frailes de San Francisco
oserTantes y claustrales, y de la forma qnel Rey tuTocon
ellos. 5
Cap. V.— De eomo , después que el Rey hobo dado orden
para la Justicia en sos Reynos, se partid de Segovla para
hacer guerra ft los moros Id.
Cap. VI.— De la entrada que tres caballeros flcleron en tier-
ra de moroa , llamadoa el uno Martin de ATcndaflo , na-
tural de la Montafii , Teniente de Adelantado de Cazorla
por Pedro de Acullá, Seflor de Duefiaa, hermano del
Arzobispo de Toledo Don Alonso Carrillo, y Gonxalo de
Beleta , Corregidor de la clbdad de Ubeda , é Ifilgo de
Molina , que era Alcayde de Quesada Id.
Cap. VII.— De como la Reyna dofia Juana, esposa del Rey
D.Enrique, filé resceblda en la clbdad de Badajoi asi
por los caballeros qnel Rey mandó que tlnlesen con ella,
eomo por los caballeros é Regidores de la clbdad. . . 7
Gap. VIII.— De como el Arzobispo de Torena en Torayna,
embalador del Rey de Francia , explicó aa embazada en
presencia del Rey Junto todo su Consejo. 8
Cap. IX.— De eomo el Rey ae partió de Atlla , y ae fué para
la ciudad de Badajos por se ter con su primo el Rey de
Portugal II
Cap. X.— De como el Rey Don Enrique ae partió do Sevilla
para entrar en tierra de moroa y dezó allí i la Reyna su
mujer It
Cap. XI. — De eomo ae ganó la villa de Ximena de los
moros 13
Cap. XII.— De una entrada que Femando de Nanees, Al-
ca jde de Antequera , flio en tierra de moros 14
Csp. XIII. — De como el Rey se partió del Andalucía y ae
fué para Castilla , teniendo gran sospecha de laa confede-
raciones que le decían qno los Grandes de au Reyno fa-
cían Id.
Cap. XIV.— De una Vitoria asas grande qne de loa moroa
ovieron Don Pero Manrique, hijo de Don Rodrigo Man-
rique , Conde de Paredea, y Día Sánchez de Banavidea,
Seftor de la Villa de Santlateban del Puerto 17
Cap. XV.— Del Atleaclmlento del Rey D. Alonso de Aragón ,
y de la forma que tuvo en la sucesión de sus Reynos, y
la muerte del Papa Callzlo tercero , y de la crUelon del
Plosegvndo^natirtldelaeladaddeSena. I • § • • i$
Cap. X\l. — Do loa dafios que los moros flcleron en el An«
dalnela después qnel Rey della se partió, y de la prisión
de Juan de Luna lO
Cap. XVil.— De cierta conjuración que los Grandes del
Reyno de Népolea hicieron contra el Rey Don Fernando,
hijo baatardo del Rey Don Alonso de Aragón , y de eomo
nn moro llamado Zaydo quiso matar é García de Herrera,
Seflor de Pedresa; y de algunaa maravilloaaa aeflalea
acacseldas en este tiempo ¡¿^
Cap. XVIII.— De la gran turbación y escíndalos aeaeácldoe
en eatoa Reynos en el afio de IICO afios , y del ayunta-
miento y eonjuradon que flderon mncboa de los Granden
dallos SI
Cap. XIX.— Déla embazada dalos aragoneaeayTalenela-
nos, y de la guerra de Navarra y de la muerte del PrincU
pe Don Cérlos, y déla mnertadal Rey Don Cárloa da
Francia fS
Cap. XX.— Del nacimiento de Dofla Juana, flja de la Reyna
Dofla Juana, aegunda muger del Rey Don Enrique, y da
la venida del Conde de Armcnaque á Madrid , y de la ve-
nida de loa embazadores de Barcelona y de Aragón • y da
la batalla que ovieron loa del Andalucía con al Rey da
Granada t|
Cap. XXI. —Da la forma en que la eludad de Glbrallar se
tomó é los moros, y de loa debatea que sobra esto son
entre el Duque Don Juan de Gusman y el Conde de Arcoi
Don Juan Ponce da León {0
Cap. XXII.— Da como loa Reyes Luis de Francia y Don En-
rique de CaatUla 9B vieron en San Juan de Luz, y de la
embazada del Rey da Inglaterra en eata tiempo venida al
Rey Don Enrique. tS
Cap. XXIII.— De eomo el Rey Don Alonao de Portugal to-
mó por fuerza de armaa la ciudad da Arclla de tos mo-
roa, y la ciudad da Tanjar por elloa dCMoparada. . . 30
Cap. XXiV.— De eomo el Rey acordó de dar el Maeatratgo
da Santiago al Conde da Ledesma Don Beltran. ... Id.
Cap. XXV.— Da eomo el eoronlata Alonso de Palencia fué
enviado an Roma por facer aaber al Sanio Padre la dora
y espera gobernación qne el Rey Don Enrique en aaloi
Reynoa tenia, y do la deliberación del Príncipe Don
Alonao, hermano del Rey Don Enrique, y de loa Juecet
que fueron pueatoa para entender en las dlvlslonq^ del
Reyno, y da la revocación dd Maeatrazgo feebaá Don
Deliran da la Cueva id.
Cap. XXVI.— Da eomo aa coneertó entra loa Grandes que
el Rey Don Enriqne ftaese preso 33
Csp. XXVII.— De la Vitoria que bobo el Prfneipe da Araeon
Don Femando, bl|o del Rey Don Juan, de Don Pedro
Condektabla de Portugal , que aa llamaba Rey de Aragón,
y de loa borgoflonas y portagiasea y barcalonaaea que la
ayudaban Id.
Ca^ XXVIII.— Da como fué quitado el cetro real éla coro-
na del Reyno al Rey Don Enriqne en la clbdad de Avila. 33
Cap. XXIX.— Del tumulto é admlnlatraelon qne loa Rrynos
da CaatUla é da Lean ovieron por al aucto an Avila pasa*
do, é da las letras qne al Santo Padre ftaeron enviadas
por laa prlndpalas elbdades daatoa Reynos Id.
Cap. XXX.— De los grandes qne aprobaron la aublimaelon
del Rey Don Alonao, é da loa qne siguieron al Rey Don
Enrique 8|
Cap. XXXI.- Da la formt que los yt didios taiiaroa ai sa-
*m
OBÓHIOAS DB LOS BBYE8 DB OASTILLá.
Pigt.
liIráMtMdMReyMé vinlMiMcreipeBdeBela. . 35
Gap. XXXII.— Del eereo de Jeea, é de lee eotu fne en la
profineU del Andilieie en este tieapo te flderoe. . . 36
Gip. XXXIll.— De lo «ee el Rey Don Berlqee en este tiem-
po Ito , é de lai InitnieeiOBei qeel Rey Don Alonso al
Papa Pablo envió , é de li aiierte de la uranu de Poríe-
fil, abMla de la Reyoa Dofta Isabel , é de la Ida del Conde
de Plaoeneia 6 del Maestre de Alcanura en el Andalucía,
h del Rey Don Alonso en Avila, é de la Ida del anoblspo
de Toledo en ünete por socorrer á sv bennano Lope Val-
ones , qae lo tenia cercado García Mendex de Badajos. . Id.
Cap. XXXI V.— De la pertinanda que los barceloneses le-
vieron , y del Injusto favor qne el Papa Pablo did al Rey
Don Bnrlqne, é de cobo el Dean de Toledo qilso soste-
ner no ser bien fecha la deposeclon del Rey Don Enrl-
fii, sin consnltar al Snno PontJlce, d de como por va-
lientes letrados le M probado el contrario 38
Gap. XXXV.— De como Ini tomada la clbdad de GlbralUr
á Esteban de YllUcreces por Don Enrique de Gvxman,
ijo del Dvqne de Medina Sldonla, Don Jnan de Gnsman,
é déla tomada de Corla Id.
Gap. XXXVI.— De la moerte de Don Pedro Girón, Maestre
di Calatrava , é del gran mllsgro qne nnestro Seftor ci
día demostró por la Uostrisima Infanta Dofta Isabel, d
de la calda de Don Joan de Valensnda, Prior de San
lun, d de la maerte de Francisco Esforxa, Doqnede
Milán , d de la victoria qoe en este tiempo ovo el gran
Tuco 30
Cap. XXXVn.— De la Bmbaxadi qne el Santo Padre en es-
tos Reinos envid por d Doctor Mlser Leonardo 40
Cap. XXXVIII.— De la batalle qie se ovo cerca de la villa
de Olmedo entre los Reyes Don Enrlqne y Don Alonso. . 41
Gap. XXXIX.— De la muerte de la llustrfdma Reyna Dofta
luna , mifer dd Rey Don Juan de Aragón 45
Cap. XL.— De la doloroso muerte del inocente Rey Don
Alonso d onceno de este nombre en Cutllla y en León. Id.
Gap. XLI.— De la variable turbación en que fueron puestos
los tres osudos destos Reynos después de la muerte dd
Rey Don Alonso 46
Gap. XLll.— De la variedad de consejos que entre los Gran-
des ovo para dar drden en It gobernación deatos Reynos,
4 de como se delermind qne la Prlnoesa Dofta Isabel se
viese con el Rey Don Enrique , 6 de lu cosas que so
asentaron cerca de los Toros de Guisando ; 4 de como lu
Princesa Dofta Isabel fud dll Jurada por el Rfy Don En-
' rlque y por todos los Grandes y Procuradores de Cdrtee
: por legftiau beredera y sucesora en estos Reynos. . . Id.
Cap. XLllI.— De las formas que el Rey Don Enrique tuvo
. para ir contra todo lo asentado cera de loa Toroa de
Guisando 48
Cap XLIY.— De la embajada quel Rey Don Alonso de Por-
tugal embid en Castilla , pensando conduir d casamiento
suyo con la aefiora Princesa Dofta lubd. ...... .40
Dp. XLV.— De una gran vilorta que de los moros ovo Don
Lope Yesques de Acnfia, Adelantado de Caxorla, que
boy es Coade de Buendia, y el Comendador Alonso de la
Peftuda, alcaydede Qoesada. SO
Cap. XLVl.— De la gran diligencia que Don Rodrigo Manri-
que, Conde de Paredes, ovo para que no solamente loa
grandea destos Reynos diesen consentimiento al casa-
miente de la aefiora PrtncoM Dofta Isabel con el Princi-
pe Don Femando de Aragón, mas lu dudados 4 villu
dellos.. ¿ ' Id.
Cap. XLVII.— De la embajada quel Rey Luis de Francia am-
bló al Rey Don Enrique sobre el casamiento de la Pria-
eesa Dofta Isabel con el Duque de Berri 4 de Gulana, su
bennano «... 51
Cap. XLVlIL— De lu cosas que afirmaron el caumlento de
la Serenísima Princesa Dofia Juana con el ilustrfsimo
* Prindpe Don Femando, cuando la fortuna más contraria
10 mostraba Id.
Cap. XLIX.— De eomo el Rey Don Enrique se partió para la
, Ciudad de Sevilla eon intendon de prender al Duque de
i Medinasidonia 4 apoderarse de aquella ciudad, 4 de co-
Piftt<
Dofta Isabel, y do Uddibendoinya fecha por 4L . .
Cap. L. — Do eomo Gutierre de Cárdenas , maeaUo saín do
la Princesa Dofta Isabd, 4 Alonso do Pdenda, eoro-
nlsta , fueron embltdos en Angón por eoneordar la ve-
nida del Prindpo Don Femando en estos Royios. . . .
Cap. LI.^Do It venida de Gutierre do Cárdenas 4 de Alon-
so de Palenda á la villa de YdladoUd con la nueva de It
bienaventurada venida dd Prindpo Don Femando y do
la llegada suya á la villa de Dueftas Id.
Gap. LII. — De la soieuldad que ao ftio á las bodas desloe
serenísimos Principes Don Femando y Dofta Isabd. . . 54
Cap. luí.— De las divisiones y dolos acaecidos en las du-
dados de Salamanca 4 Córdoba , 4 de la venidt de los
franceses en d condado de Manpnrdan , 4 de la giem
dd gran Turco 55
Cap. LIY. — De la pertlnada y engaftosa división qud Rey
ovo por esperar la venida de los franceses, 4 de la suplí-
cadon de los vlxcalnos 4 lispuscanos, 4 de la venida y
embalada de Frauda 4 de su partida para Bretafta. . . Id.
Cap. LV.— Do las novedades quel Rey Luis de Frauda tu
las partes de Italia movió 56
Cap. LVI.— Del perdimiento de la isla do Negroponte. . . Id.
Cap. LYII.— De la nueva embajada de los frsnceees venida
por el asamlento de Carlos, Duque de Gulana, con Do-
fta Juana, bija déla Reina 51
Cap. LVIH.— Del bienaventurado parto de la Serenlsiau
Princesa Dofta Isabel, 4 de como le fud tonuda por d
Rey Don Enrique la villa de Medina del Campo. . . .
Cap. LIX. — De la villa que ovo Don Jorge Minriquo, que
ayudaba á Don Juan de Vdensuda , prior de San Jun,
de quel ovo la vltorla ,
Cap. LX.— De la muerte del Duque Juan bijo do Rend, que
fud Rey de Cesilla , 4 del malaventurado caso acaecido
al primogdnito Conde do Fox Id.
Cap. LXI.— De la causa que ovo psra los debates d guerras
de Don Pedro de Yelasco , Conde de Raro , con Don Pero
Manriques, Conde de Trevifio , primo suyo 60.
Cap. LXII.— De la batalla que ovieron el Conde de Haro y
el Conde de Trevifio 61
Cap. LXllL— De la muerte malaventurada dd Papa Pablo
aegundo 61
Cap. LXIV.— De los escándalos acaecidos en la dudad de
Sevilla, entre Don Enrique de Guxman, Duque de Medi-
nasidonia, 4 Don Rodrigo Ponce de León, Marquds do
adix , d de te adida dd Marquda de la dudad do Sevilla. M.
Cap. LXV.— Do la adversa fortuna aeaeadda al Rey Duarto
de Inglaterra , d de la batdla que ovo después do vndco
en Inglaterra con el Rey Enrique en que murieron d Rey
Enrtque y d Conde de Barry d mucbos otros 64
Cap. LXYI.— Do la venida de Don Rodrigo Ponce de León,
Marquda de Cálix, ala ciudad de Seville , 65
Cap. LXVII. — Do una batalla que Don Alonso de Angón,
blJo bastardo dd iluatrlsimo Rey Don Juan de Angón,
ovo cerca de Barcelona con franceses 4 itallanoa 4 cala-
lanea, de qne ovo la victoria. 66
Cap. LXYIII.— De como Don Enrique, Duque de Medina,
partió de la dudsd de Sevilla con Intención de tonurla
dudad de Xeirex gy
Cap. LXIX.— De como estando el Rey Don Enrique en la
ciudad de Córdoba , determinó de se ir d la villa de An-
dujar por deaapodenr della al Condesisble Don Mignd
Lncaa ¡¿^
Cap. LXX.— De la embajada que arios. Duque do Borgo-
fta, embId á loa Principea Don Femando 4 Dofta laabd. 68
Cap. LXXI.— De la batalla que so ovo en la villa do Carme-
na, 4 de la muerte desasinds de Luis de Pemls. ... 14.
Cap. LXXII.— De como el Rey Don Juan de Angob puso d
cerco sobre Is ciudad de Barcelona, 4 se lo dId. ... 60
Cap. LXXIII.— De como Don Rodrigo Ponce de León , Mar-
qués de Cállx, tomó de los moros la villa de Cardda 4 au
forttleu, 4 de la venida dd Principe Don Femando en
los Reinos de Cutllla 11
Cap. LXXI V.— De la vana 4 llorosa entrada del caatillo que
ae llama de la Reyna en la villa de Carmons , 4 de la
íkdiob.
MtefnitdaGndaco. • ¡ • ; : • 10
Cap. LXXV.— D« It vatafOBtinda nterta de Cárloi, D«-
que de Gelaee , feehí con yerbes » lecee le aflnM, dt-
4tt por mandado del Rey LoU le hemano. 71
Gap. LXXYl.— DelaanBerte del milaTeDtorado Conde de
AmeAa.feebaátraleion T^
Cap LUVIt^De como el Rey Don Jtaii de Aragón reeo-
bró le mny noble fine de Perplfian , é la mnebednmbre
de franeeaei qael Rey de Francia embló por defender la
foruleía f ne por él estaba , é por recobrar la villa. . • 73
Cap. LXXVIll.— De como el Marqaés de Calis Don Rodrigo
Ponce de León tomó por escala el castillo de Alanls y
despees le tomó el Dnqne Id.
Cap. LXXIX.— De la dolorosa é malafentonda mverte de
Don Pedro de Gnsmse , é de Don Alonso « bermanos del
Dnqne de Medlnasidonia ; é del desbsrato de Don Pedro
d'Estdfiiga, é de la prisión de Don Insn» bermano del
Dnqne * • 75
Cap. LXXX.- De la Tenida de Don Bnriqne Fertnna en Cas-
tilla , é de la forma qoe el Rey Don Bnriqne con él tn? o. 76
Gap. LXXXl.— Decomoel rey de Granada por faena de
armas recobré la Tilla de Cárdela Id.
Cap. LXXXII.— De como el Marqnés de Calis tomó por
escala la Tilla y fortelesa de Medlnasidonia Id.
Cap. LXXXIII.— De los grandes dallos aaesddos en la cltt«
dad de Córdoba 77
Cap. LXXXl V.— De la mnerte del Condestable Don Wgnel
Locas , é del robo de mncbos conTersos moradores en la
clvdad de Xeres 78
Gap. LXXXV.^De como se declaró el engafio qne el Rey
Don Enrique flso A Don Enrique Fertnna con nna espe-
ransa de caumlento snyo con Dofia luna bija de la
Reyes 79
Cap. LXXXVL — Del cerco de PrrpIBan é del Consejo qne
se OTO para qne el Principe Don Femando taese A socoro
rer al serenísimo Rey sn padre Id.
Cap.tXXXVIl. — Del bienaTonterado ancoso qne oto el
Principe Don Femando en la Ida de PerpiHan, éde la
mnerte del Cardenal Albacense 6 de la concordia fecba
entre los reyes de Francia é de Aragón 81
Cap. LXXXVlll.-De como el Príncipe Don Fernando el día
siguiente salló A dar la batslle A los firsnceses , 6 de mu-
chas cosas que acaescieron unto que el Principe toItIo-
se; é de algunas cosas que un caballero llamado Don
Donls , nieto del Rey Don Donis de Portugal , biso es^
tando en serTldo del ilustrfslmo Rey Don Juan de Ara-
gón 83
Cap. LXXXIX.— De la Tenida del Principe Don Femando
en CasUlls , é del engafio que el Rey Luis de Francia hi-
zo al Rey Don Juan de Aragón 84
Cap. XG.— Del cerco de AlcalA de Guadaym fecho por el
Duque de Medlnasidonia , é de la Tenida del Marqués de
Calis por socorrer A la dicha Tilla , é del tinto qne entre
ellos OTO 85
Cap. XCL—De la reñida en Yiscaya de los embaudores del
Duque CArtos de Borgolla » el qual con singular amor em-
bió al Príncipe Don Femando au dOTlsa del Tusón de oro. 86
Gap. XCII.— De la Tuelta del Príncipe Don Femando en Se-
govia é de la nuera que le Tino de la enreimedad del
Reysupadm Id.
Cap. XGIH.— De como el Principe Don Femando se psrtló
para Aragón, é de la muerte de Ximeno Gordo, fecha
por Justicia , por mandado del Principe Don Femando «n
Zangóse M.
Gap. XCIY.— Del gnu exérelto que el Rey Luis de Francia
ayuntó en la ciudad de Rarbona pan embiar en la ciudad
de Helna é Perplfian, é de los consejos que el Rey Don
Juan OTO sobra la gnerra que facer le couTenia é sobra el
casamiento de la Infanta Dofia Juana su hUa 87
Cap. XCY.— De las cosas en este (lempo en Portngsl acaes-
cidas é de la muerte de Don luán Pacheco, Maestre de
Santiago 80
Cap. XCYI.-»De los Grandes destos Reynos que penssron
avcr el Mae'strargo de Ssntlago é de la forma no pensada
qne el Anebispo de Toledo ea eeto tiro. • t t t • • R
Gap. XGYU.— De la prisión del Marqtég de YllIeM 6 del .
poco seber que el Conde de Osomo loro en lo guerdar,
o de las formas que el Anoblspo de Toledo Junto con la
Toluntad del Rey Don Enrique en celo oto. . . • . . 80
Gap. XCYIII.— Del cerco qne los firsneeses pusieron so-
bre la ciudad de Helna é de la toma della , ó del manda-
miento del Conseje del Rey Don Juan de Angón. • • . 91'
Gap. XCIX.— De la tristeza que el Principe Don Femando
rescibló de la toma de la ciudad de Helna é de la raria
determinación de consejos en la Ida del Principe A Aaih
pnrias, como Antes turicee determinado de proreer las
cosss del Andalucía 91
Gap. C— De las cosas que en este tiempo en Castilla se hi-
cieron y de la muerte del Rey Don Enrique OS .
eaéncA pul nn non luniaüt ni cusuro nnisn iionnau, ron su '
OAmuK T enomsTA mgeo nnioou ml casnuo.
Comienza la historia del Rey Don Enrique el cuarto de este
nombre, de gloriosa memoria 99
Capítulo primero.— De la fisonomía , rlda é condición del
Rey. 100
Cap. n.— Como fué Junde por Rey, y la fabla que biso A
los gnndes de las Cortes , pan soltar A los Condes que
tenía prasos • tOl
Cap. in.— Como el Rey mandó llamar A loC senrldores é
criados de su psdre, 6 consolados gnciosamente, les
confirmó los oficios que tenían. . . . i lOI '
Cap. lY.— Como el Rey dló medio entra los capellanes del
Rey su padre é los suyos, para que en conformidad lo-
des lo slrriesen, y la gratificación que los hizo. ... lu»
Cap. Y.— Como hizo paz con el Rey de IfaTarra , su tío , é le
compró los lugsres que tenis en Csstills , é perdonó al
Almirante é A otros caballeros, que estaban desterrados
del Reyno,é les mandó tomar lo suyo. ...... i03
Csp. YI. — Como el Rey enrió embaxadores al Rey Don
Alonso de Aragón, que estsba en If Apeles, é se confir-
maron las pacee entra Castilla é Aragón Id.
Cap. YII. — Que peraonas seflaladas turo el Rey en sn Con- ,
sejo pan gobernar. ¿ 104
Cap. YIII.— Gomo el Rey hiso Cortes gunenles, é determi-
nó hacer gnerra contra los moros Id.
Cap. IX.— Como el Rey detó por YIrrayes en Yalladolld A
Don Alonso Carrillo, Anoblspo de Toledo, é A Don Pe-
dro Femandet de Yelasco, Conde de Haro IOS
Gap. X.— Como el Rey se partió para el Andaluefa,ylos
Gnndes del Reyuo iflie fueron con él Id.<
Csp. XL— Gomo el Rey tomó A entnr en la rega , é biso la
tala i . 106.
Cap. XII. — Gomo el Rey tomó A entrar por la Yegí , é lo .
que aUi sucedió. •• i ....•.••• 2 . 107
Gap. XUI.— Como el Rey determinó de casarse, y se casó
con la Influía Dofia Juana , henuna del Rey Don Alonso
dePortugsU '. . . s . Id'
Cap. XIY.— Como el Rey outíó sus esri»azadores al Rey
Don Alonso de Portugal pan que le diese A la Infante
Dofia Juana su hermana por mugar, y se concluyó el ca-
samiento fqg
Gap. X Y,— Gomo el Papa enrió al Rey un sombrara y une
espada, y de como deebantaron los moros al Conde de
Gastsfleda pg^
Gap. XYI.— Como proreyó el Rey derlas dignidades, que
estaban ncas, A sus eriedos • • . . i(^'
Cap. XYIL— Gomo Tino nnoTa de que era muerto el Rey
' Don Alonso de Angón fj.
Cap. XYIIL— Como el Rey mandó prender A Juan de Lusa ,
é le quitó el Sefiorio que tenía |to
Gap. XIX.— Gomo Alonso Fesardo M destroldo por los
msles que hacia en el rayno de Mareta contra los ebria-
tlanos en fsTor de los moros ;
Gap. XX. — De laA coms ezcelentes que el Rey hiso é dlzo
como Principe maguAnimo Id* .
Gap. XXL— Como el Rey fué A la sibdad de Leen y de lo
que alH hizo li|
Gap. XXII. - Como el Rey laó a Ip rilla de Bacaloaa, y do
778
0RÓNI0A8 DE LOB BETBS DE 0A8TILLA.
Pigt.
Id^eanfklio. .' . • s fit
Cip. XXIU.— Cono «I lUy M Alé á Muiñá , j \u eaiM qu
•Ul ubMdieroD 119
Cap. XX1V."-D« an eabuador qnp fiío del Ouqae deBre-
taii , 7 de las gnndec ftei ut é nercedei qee el Rey te
■aedóhaeer 113
Cap. XXY.— Ceso el Rey tesó la eibdad de Gmdalaiara,
y eebó faera de ella al Harfiéa de SantlUaM é ft ns
hermanos Id.
Cap. XXV1.-C0B0 el Rey llegó á Segovla . y ae partió loe-
go para Valladolid,é lo qee allí socedlo 114
Cap. XXVII.— Como el Rey de Aragón prendió al Principe
Don Carlos so hfjo por Indoclmlento del Almirante Don
Padriqoe.ódeloqnesnbeediódeafoella prisión* • . 116
Cap. XXVlll.— De como llegado el Rey i Madrid, snpo la
prisión del Principe por los embaladores de CaUlnfla, y
envió gente para ayodarloe basta qie taeae soello; y lo
qae snbcedló en el Andalnda contra los moroa. ... Id.
Cap. XXIX.— Como el Rey ae partió de Madrid, é pasados
los pocrtos , toó á la villa de Sepdiveda , i vinieron A so
servido el Marqnés de Santlllana y d Obispo sa bermano. 116
Cap. XXX.— Como el Rey se fué i la villa de Araada , y de
las cosas qae alli se bicleron , é sobcedieron en el Reyno. 117
Cap. XXXI. — De como el Rey fué á Logrólo, y de lo qoe
alli se biso contra d Rey de Navarra , 6 loe lagares qoe se
ganaron Id.
Cap. XXXil.— Como el Rey ae vino i la villa de Aranda é la
dio i la Reyna 80 moger 118
Gap. XXXIll.— Como d Rey se faé A Madrid , 6 vino allí d
Arsoblspo de Sevilla, para avisarle de las abteUs qoe
contra él traían, é no le qnlaooir ni escocbar. . ... Id.
Ca^ XXXIV.— Como d Rey fné á U vilU de Ocala, 6 le
vino A hacer referencia el Arsoblspo de Toledo ó d Al-
mirante.. Id.
Cap. XXXV.— Como d Rey ae foé A Madrid , é de la mane-
ra qoe se tenia en la administración dala Jostlda.. . . 119
Cap. XXXVI. — Como d Rey envió por la Reyna -, é vino
A parir A Madrid Id.
Cap. XXXVII.— Como A grande iasUnda dd Anoblspo de
Toledo , é A aoplicaeion del Marqnóa de Villcna d Rey
mandó traer A los Infantes A la Corte Id.
Cap. XXXVIII.— Como la Reina parió ona bija qoe ae llamó
Dofia inana , é de cómo vino el Conde de ArsMftaqoe por
embaudor dd Rey Lola de Francia A confirmar laa alian-
xas eoire entramboa Reyea 160
Cap. XXXIX.— Como el Rey Uso conde de Ledesssa A Don
Bdtran de la Coeva, y dio la Mayordomia A Andrea de
Cabrera otro criado sayo Id.
Cap. XL.— De como el Rey biso Cortes geaeralea ó mandó
Jorar A la princesa Dolía Juana so bija Id.
Cap. XLI.— Como el Rey ae partió de Madrid , é ae foé A la
villa de Alfaro, para quitar dertas diferencias qae esta-
ban entre él y el Rey Don Joan de Aragón , so tio , y de lo
que sobcedIÓ por entonces 111
Csp. XLII.— Como Don Bdtran de la Coeva se caaó con la
bija menor dd Marqoés de Santlllana 126
Cap. XLIII.— Como fallcdó el Prlbdpe Don CArioa en Bar-
celona , y por so moerte se rebdaroa loa Caialanea de to-
do el Prlndpadgo contra el Rey de Aragón , é esdiiaron
so embajador al Rey con la obidlencla de vasallos soyos,
'jara qoe los rescibiese é eovlase socorro; é llegó so em-
> asador allí A la villa de AUeosa; y lo qoe d Rey res-
ondló Id.
^p. XLI V.— Como venido d Rey A Segovia , é llamados los
de so alto Consejo, ovo acuerdo, é envió gente en aocor-
ro de los Catalanea 163
Cap. XLV.— Como el Rey ae foé A la villa de Agreda, y de
lo qoe allí sobcedió 164
Cap. XL Vi.— Como el Rey vino A la villa de Almasan , é de
lo qoe allí aobcedió con loa Caulanea IfS
cap. XLVIL — Como estando el Rey en Almaun vino on
embaudor del Rey de Franda , é ae acordaron lu vlstu
do Foenterrabía , é de lo qoe allí aobcedió de aqoella
embauda • 161
Cip. XLYiU.-Gono el Re; t^m es Seg eiia ilf ugi 4lU|
PAgs.
^— •->•••
y de dll se partió para Borgos, pan verse con d Rey de
Franda 161
Gap. XLIX.— Como ae vieron los Reyes, 6 do la forma qoe
ae tovo on sos vistas , é foé leyda é pronunciada la aen-
tenda sobre d debate de CalaloBa.. 168
Cap. L. — Come el Rey maodó Ilaaur loa embaudorca do
CataloAa, y les dlxo como era necesario ae tomasen A la
obMienda de so Rey, d qnd les daria todas laa segori-
dades que elloa qddeaen, é lo qoe elloa respondieron,
é allí sobcedió ^ . . . 119
Csp. Ll. — Como venido el Rey A Segovia , coaoadd d en-
gafto qoe avia rescebldo,é lo qoe biso Id*
Cap. UL — Como d Arsoblspo de Toledo y d Marqoéa do
Ylllena enviaron A llamar d Rey, qoe ae foeao A Legro-
Ao; donde llegado, le hicieron entrar en la villa de Lo-
rio, Alo qoe allí sobcedió Id.
Cap. Lili.— Como d Rey ae partió para Segovia , y de alli
A Madrid, é de lo qoe allí aobcedió I'J)
Cap. LIV.— Como dieron noeva al Rey qoe la dbdad de Se-
villa estaba moy slhorotada, para ae perder, y el Rey ao
foé allA A grande prieaa , é lo qoe dlí ae biso 131
Cap. LV.— Como d Rey íbé A Gibraltar , é vino d Rey do
Portagal, qoe estaba en Copla A verso con d. » • . . M«
Cap. LVL— Como el Rey foé A Écija, y de alli foé adbra
Granada, para qoe lo diesen lu pariu, y dadu, u par-
tió A Jabón , é lo qoo alli socedlo Id.
Cap. LVII.-Como el Rey vlao A Madrid, y lo qoo allí aoco-
dió ; é como ae vido con el Rey de Portogal en la poente
dd Arsoblspo , y de lo qoe alli ae concertó 1S6
Gap. LVIIL— Gomo partido d Rey , el Arsoblspo y d Mar-
qoéa de Ylllena adiaron de Madrid, y ae fheroa A AlcalA
de iienarea,é lo qoe alli aobcedió Id.
Cap. LIX.— Como el Rey tomó A Madrid, é de lo qoo alli
sabcedió tS3
Gap. LX.— Como qalsleron prender al Rey en el Alcanr, é
prender A loa Infantu , é quebrantadas laa poertu, en-
traron por foeru en la CAmara dd Rey 1S4
Gap. LXI.— Como el Rey acordó de dar el Maeatndgo do
Sanctiago al Coade de Ledesma Id.-
Gap. LXll. — Gomo llegado el Rey A Segovia , aocodieron
grandes novedadea. 135
Cap. LXlll.— Como se trataron vistas entre d Rey y los
Condes de Plaaencla y de Alva , y qoideron prender al
Rey. IS6
Cap. LXIV.— Como los caballeroa ae fueron A le dbdad de •
Borgoa , y lo qoe allí tentaron é bideron contra el Rey. . 1 57
Gap. LXV.-Gomo d Rey ae foé A Valladolid , é de las co-
cas que alli aobcedieron 138
Cap. LXVI.— Como el Rey so vló con el Marqoéa de Vllie-
na , y le entregó al Infante Don Alonao ao hermano. • . 139
Cap. LXVll.— Gomo d Rey se tomó A ver con todos los ca-
balleroa sos contrarios ontre Gabeaon é Gigalea , y jora-
ron al Infaate por Principe heredero, é foé ordenada la
Depotadon en Medina del Campo Id.
Cap. LXVIII.— Como dorante la DIpntadon el Almirante y
d Anobiapo de Toledo trataron con el Rey de aer auyoa,
y el Rey loe readbió ; y lo qoe aobcedió de la dlpoudon. 110
Cap. LXIX.— Como d Rey ae partió de Olmedo para Sego-
via , y los csbdleros so foeron A Plaaenda con d Princi-
pe y lo qoe ae hite en cate tiempo UI
Gap. LXX.— Como el Rey se partió de Segovia para Ma-
drid, y el Arsoblspo de Toledo vino allí, para lo aervir,
é de lo qoe allí sobcedió id.
Gap. LXXI.— Gomo Don Garci-Alvares de Toledo , Conde de
Alva , envió A suplicsr al Rey u qalsiese ir por aqadla
ao villa , A reaeebir Aeataa; A donde d Rey foé, y el Coo-
de qnedó por aoyo iit
Cap. LXXII.— Como el Rey llegó A Salamanca , é de lo qoe
dlí aobcedió Id.
Gap. LXXIII.— Como el Rey se partió para cercarla villa
de Arévdo , y lo qoe de aqod camino aobcedió. ... tl3
Cap. LXXIV.— Como los caballeroa eotreunto qoe d Rey
llegó A Sdamanca con la Reyna é la Infonta, partieron
para Avila, é fecha la eatAtu dd Rey, la descomposie-
. mi4|li«re89«f AejiiPiüíelfe PenAleneo. • i • 144
ÍNDIO&
Ctp. LXXV.— D« lo qM SüM^ld en 8al»H«a , j lo qaa ol
Rey hito, qundo topo la nofod^d qoo loseaballeroi hi-
cieron contra él. 145
Cip. LXXVi.— Cono el Maestre de Calalrava hito (randea
■orodadea en el Andalocfa contra loa aertldorea Icalea
del Rey , é de lo qne allí aabcedid. ; 116
Cap. LXXVll.— Como el Rey ae partid de Zamora, é ae Ai6
ft Toro con ai boeate ; é lo qne deapnea tnbcedló. • • • 147
Cap. LXXVill.— Como estando el Rey en Toro vino micha
tente i lo aenir, así caballeroa de grandea eatadoa, co-
mo de otra gente de á pié y de á caballo., i . . . . Id.
Cap. LXXIX.— Como el Rey partid do Toro con toda an
hneate, y te foé i poner an real cerca de Slmancaa, y lo
qne aUl aobeedld 148
Cap. LXXX.— De como la venida del Rey i Simancaa fné
tln provecho algino 149
Cap. LXXXI.^Como el Rey ae vido con el Marqiét de Yl-
Uena , y lo qne altf ae concertó. . « Id.
Cap. LXXXll.— ! Como el Rey mandó levantaran real; y la
habla qne hito á loa caballeroa; y laa mercedea qne lea
dió,yconlrmó ISO
Cap. LXXXIII.— Como el Conde de Fox tomó la clbdad de
Calahorra, y lo qne allí aibced Id : . . . 151
Cap. LXXXIV.— Como la villa de Valladolld ae altó por el
Rey qne la tenían loa tiranoa 153
Cap. LXXXV.^ De lo que tnbcedló deapnea de venido el
Rey4 8egovia 154
Cap. LXXXVl.— De lo que snbeedió deapnea de la mnerte
del maeatro de Calatrava Id.
Cap. LXXXYII.— Como el Rey é clerloa caballeroa del ban-
do contrario ae Jnntaron en la villa de Coca , para dar al-
gún medio de paa , i no ae dio. 155
Cap. tXXXVlll.— Como la villa de Madrid fné pueata en po-
der del Anoblspo de Sevilla, para qne allf ae Jnntaaen
el Rey é ciertos caballeroa del bando contrario, á dar
orden enla pat,é loqneallianbcedió 151
Cap. LXXXIX.— Como el Marqués de Villena rodeó por es-
qnisitaa formaa, qne Pedrariat fneae preao, para indig-
nar laa volnnladea de loa lealet contra el Rey. .... 158
Cap. XC— Como loa Alcaldes de la Hermandad de la mayor
psfte del Reyno vinieron á anpliear é requerir al Rey qne
soltase A Pedrariaa, 6 como lo soltó , é lo qne anbcedió. 159
Cap. XCI.— Como ae reaiatló la partida del Rey para Bejar,
y lo que alK sneedió 1^,
Cap. XCll.— De lo que aocedió deapnea qne el Rey se par-
tió para Segovla |g|
Cap. XCIII.— Como loa de Medina del Campo demandaron
socorro al Rey por el peligro en que cataban; 6 venido
Don Pedro de Velaaco con an gente , fné acordado de ir
á aocorrer á Medina del Campo \$^
Cap. XGlV.— Como el Marqnéa de Villena ae hito Naeatre
de Santiago. .*..'.*.'.'.'.' ¡¿^
Cap. XGV.— Gomo el Artobiapo de Toledo ¿ loa otrot caba-
lleros, qne estaban en Olmedo con el Príncipe, ce pnale-
ron en armaa é salieron al campo para reaiatlr el paao de
Medina al Rey é á ana caballeroa. igj
Cap. XGVl.~-Como el Artoblspo de Toledo é los otros ca-
balleroa qne estaban en Olmedo ordenaron ana bataUaa. 164
Cap. XCVlI.—Como pelearon laa batallaa , y fueron loa ene-
mlgoa del Rey vf ncidoa U.
Cap. XCVIII.— De lo qne anbcedió en Medina deapnea qne
allí vino el Rey con an hueste igs
Cap. XGIX.— Gomo el Conde de Aha quebrantó su fe y pa -
labra , é se paaó ft loa traydorea. lag
Cap. C— Como el Papa Panlo, aablda la novedad délos
caballeroa é perlados deslealea , envió al Oblapo de León
Antonio de Venerla por an Nuncio legado, á tratar pat
entre el Rey é ana dealeales enemigos; é vino alli i la
villa de Medina , y le foó hecho el reaceblmienio qne ae
le debía Id.
Cap. CI.- Como Pedrariaa de Avila vendió la cibdad de Se-
govla i loa enemlgoa del Rey, y loa apoderó en ella. . . 167
Cap. en.— Como aablda la traycioo , ae partió el Rey de
Medina para Cuéllar, y lo que anbcedió en el camino. . 168
Cap. Gilí, - Como llegado el Rey A GaéUar te fié i Coca I
77Í
Paga.
manoa de ana enemigos, 6 te apartó de ana caballeroa,
criadoa y aervidorea iealea que ie avian aervido. • . • • 169 -
Cap. CIV.— Gomo el Rey ae fné donde Coca 4 meter en el
Aldkiar de Segovla , para verae con el Maeatro de Sano-
tlago; y visto le entregó el Aleétar; éjamla cumplió con
él coaa alguna de qnanto le prometieron 170
Cap. CV.— Gomo en aqueate medio tiempo vacó el Oblapa-
do de Sigienu , é fné dado al Oblapo de Calahorra , é lo
qne aobre ello aneadlo Id.
Cap. CVl.— De loa caaos desaatradoa que en eate tiempo
aeaeacieron por el Reyno 171
Cap. CVII.— Como el Papa, aablda la forma deahonesta que
loa caballeroa tuvieron contra an Nuncio Legado, é como
le calieron al amlno A poner laa manos en él , ae enoió,
y envió doa Bravea , el uno al Rey , y el otro A loa Perla-
doa é caballeroa que cataban con el Príncipe Don Alonso. Id*
Cap. CVIIL— Como el Conde de Benavente quiao matar ai
Maeatro Don Juan Pacheco, an auegro, porque le quitó
el Maeatradgo de Sanctiago qne el Rey le avia dado , é ae
lo tomó para al 17t
Cap. ClX.^Como el Artoblspo de Sevilla é loa Condet de
Plaaencla y de Benavente y de Miranda ae declararon por
tervidoret del Rey , y te fueron con él A la villa de Ma-
drid, é lo qne alli acaescló. 173 '
Cap. ex.— Como la Clbdad de Toledo ae alió por el Rey, y
qulenea fueron loa qne lo hicieron, é laa cosaa qne aobre
ello aeaeacieron H»
Cap. CXI.— De como te ordenó la entrada del Rey en Tole-
do , y fné reacebldo con mucha fletta, é lo qne alU anb-
cedió * . 175
Cap. CXIL- De como cierta gente de la clbdad alborotada-
mente vinieron A pedir al Rey una exención é merced
nueva 14^
Cap. GXlU.-Gomo el Rey cerUlcado de la traycion do Pe-
rucho le quitó el AlcAur, é le prendió , é deapnea te ovo '
piadoaamentecon éL. .. . • • 177
Cap. CXI V.— Como el Príncipe Don Alonao, Rey qaeae
deacia, murió de pestilencia en CardeAota cerca de
Avila 178
Gap. GXY.— Como el Rey envió A requerir A loa caballeroa
é periadoa qne cataban en Avila, que vinieaen A an obe-
dioDcia Id*
Cap. CXVi.—Como venido el Artobiapo de Sevilla con el
trato de loa periadoa y caballeroa de Avila, el Marqiéa
de Santlllana é ana hermanea ae partieron muy deacon-
tentoa de la Corte, porque aintieron que el Rey qnerla
Jurar A la Infanta an hermana por Prineeaa id.
Cap. ex VIL — De como la Reyna Dofta Juana, qne cataba
en Aiahejoa en poder del Artobiapo de Sevilla, ae aolló
de la foruleu y ae fué A Bnytrago donde cataba an hija. Id.
Cap. CXVllii— De como la InfanU Doüa laabel fUéJnmda
por Prinreaá y loa periadoa é caballeroa dealealea ae vi-
nieron con ella A obediencia del Rey. ..%•... 179
Cap. CXIX.— De como el Rey é la Prineeaa au hermana ao •
fueron A aposentar A Caaa-Rubloa, y desde alli ae fueron
el Rey y el Maeatro A Raacafria ; 7 enviaron A mandar A
Pedrariaa é al Oblapo au hermano qne ae aalleten de la
cibdad de Segovia,éaeaaUeron m.
Cap. CXX.— Como la Reina Dolía Juana envió A Intimar en
nombre de au bija una apelación ante el Oblapo de Leoo,
Rundo é Legado del Papa {gg
Cap. CXXL— Como el Rey é la Prineeaa an hermana ae fue-
ron A la villa de Oeafia , é laa coaat qne allí sucedieron. . id.
Cap. CXXII. — Como el Rey ae salió A ver con el Obiapo de
Sigflenu é con Don Pedro de Velaaco A la barca de Ore-
ja é loa tmxo A la Corte i^
Cap. CXXIII.— De como algunoa Seiiorea Grandea del Rey-'
no quedaron descontentos de la eatrccba amlatad del Rey
con el Alaeatre Don Juan Pacheco |(f|
Cap. GXXI V. — De como el Rey tuvo \u fleatat de Navidad
en Oeafia , é lo qne allí anbcedió. * m.
Cap. CXXV.— De como el Rey ae partió de OcUa muy dea-
contento , é ae ftaé A Madrid con muy poca gente . y entre-
gó el AlcAiar con loa teaoroa A an Mayordomo Andrea do
Cibreri. •«« t •••••«««•,,• « 183 -
780
OBONIOAS DB LOS BITÉS DB OASTILLA.
M|i.
Ci^ CXXVI.— Gomo ol MtaHro Doi Jub Pteheeo did d
tilalo do Marqoéf do Villona á Don Diego M bijo, é lo
' cMd 000 la CoBdeía do Santistofao • III
Cap. CXXVII.— Do eomo ol Roy do Portogal eoYld toa En-
teudoroa al Roy , para traiar ao eauBAlooto ooi la Prli-
ooaa Dolalaabel, éoUaooqoiao Id.
Cap. CXXVllL-Do eovo ol Roy ae partid para Aidalocla ,
é dexó i la Prineoaa ao homaDa on Oafia baata qoo él
toraaao, 6 do lo qoo aobeodid do au ida , ¿ do la qoedada
do ao bonnana t83
Cap* CXXIX.— Goao d Roy ftié ooo fonto aobro Cérdoba,
é lo qoo alU aobcedló Id.
Cap. CXXX.— Cono oí Cardonal Atrabatonsla vino por En-
baudor del Rey Lola do Franela , A eonfirmar la pas y
bermandad entro CaoUlla d Franela ; porque el Rey ao
avia confederado eon ol Roy do Inglaterra deundo ol
anlsud do Franela ill
Cap. CXXXI.— Do eono la Prlnceaa doAa laabel ae partid
do Oeafia ain Ucencia del Roy, é ae fud á la villa de Ma-
drigal , ¿ lo qoo deapnea anbeedld. 116
Gap. CXXXII.— Do eomo ol Roy ao partid do Cdrdoba para
¿cija , ¿ lo qoo allí aubeodid Id.
iap. CXXXlll.— Como el Rey ao fn¿ A la dbdad do Anlo-
qoera , para vorao con no eabdillo do NAlaga , qoo ao doa-
eia Aliqvoioto, é no lo qolao acoger ol Alcaydo dentro
aino eon diei oabalgaduraa, é todoaloa qno Iban eon él
' ceqnodaron fnera Id.
Gap. CXXXIV.— Como d Roy ao ftié A Carmona, é do lo qoo
allf anbeedld 186
Cap. CXXXV.— Como d Roy so partid A Conttllana, é lo
qno alU anbeodid. 111
Cap. CXXXVI.-Como lo Ida dd Roy A Trnxilio fné pan la
dar d Conde do Plaaeneia, é no podo avor la Fortdoia,
é de lo qno cora dolió anbeodid; é do ona caria qno la
Prineoaa Dolía laabel oacrlbld ol R«y ao bormano corea
del caaanlenlo aoyo eon d Prindpo Don Fernando. . • Id.
Cap. CXXXVII.— Do eomo d Roy Tlnoi SogoTla é do lo qno
allí Bobeodid. 190
Cap. CXXXVIII.— De eomo Don Alonan do AnUar aobro
el amlalad feeba por el Roy entre M y el Conde do Cabra
é na bUoa prondid al Narlaed Don Diego do Cdrdoba, y
do lo qno aobro dio anbeedld 199
Cap. CXXXIX.— Como el Rey do Fnnda onyld ana omba-
udorea aobro divoraot eaaoa.. 194
Cap. CXL.— Do como Don Alonan do Monroy, Gavoro do
AicAnUra, eon Ion Comeodadoroa do la Orden ae levan-
taron contra el Uaoafcro do AleAntara, y fné deatmido. . Id.
, Cap. CXLI.— Como d Maostradgo de AicAnUn fné dado A
Don Jnan do Znftiga , bUo del Conde de Plaaonda, é ao
lo conflrmd d Roy. 196
Cap. CXUl.— Como el Roy ao fné A Madrid, é laa cosaa qto
anbcedleron por d Reyno oalando allí m.
Cap. CXLIII.— Como el Rey ae partid do Madrid para So-
gOTÍa,é do las coaaa qno anbcedleron 196
.Cap. CXLIV.— Do como d Principo do Angón y la SeAon
Prineoaa Dolo laabel, alntlondo la novedad qno qneria
baeer el Rey, lo escribieron la caruslgniento 199
Cap. CXLV. — Como el Rey eon toda on Corte ao foé A Me-
dina dd Campo , é alii vloo ia embauda de Franda ao-
bro ol caumiento do an bija, é do lo qno ancedió por el
Royno tOO
Gap. CXLVI.— Doeomo d Rey eon loa Bmbaxadoroa do
Francia é toda an Corto ao partid do Medina pan Segovia,
para ganar el Jubileo, qno el Papa babla otorgado en la
Igleala Mayor de la clbdad , y de io que allí anbeedld. . tOI
Cap. CXL Vil.— De como traxeron la bija del Rey A Valdo-
Loioya , é ao blcieron allf loa desposorioa tts
Cap. CXLVlll. — De como el Cardenal é ioa otros Embaxa-
dorea do Fronda se partieron , reacebldaa muchaa mer-
codeo, y dolo que snbcedid 904
Cap CXLIX.— Do como d Artoblspo de Toledo poso coreo
sobro Perales , y el Rey so partid A maa andar pan Ma-
drid , y do allí aalld contra ol anoblipo , y le biso levan-
tar d coreo. . . . ; ' . 106
Gap, CL,-" Do eomo fBcron llamados quatro CaBdnigos do
Mü.
TolodOiéloqioiObiioeoBirndAnobispo. • • ^ •
Cap. CU.— Do eomo ol Roy so partid para Sogovia , é do lo
qno anbeodid on d Rdno W
Cap. CUl.— Do lo qno anbeodid on la dbdad do Toledo ,
poiqno ol Conde do Fnonsallda no qniao eraer lo qno ol
Rey le oBVid A decir eoBBügo , qno faé apordblrio qno so
gnardaao 108
Cap. CUII.— Como foé acordado do ocbar fnon dd Reyno
A loa Prindpoa Don Femando d Doftn Isabel, é lo qno
anbeedld por el Reyno Id.
Cap. CUV.— Do lo qno anbeodid por d Royno dospuea qno
d Roy so fOé A Segovia . 109
Cap. CLV.— Do lo qno aubeodid doapneo do qno vino d Roy
do Toledo A Sogovia • • . . ÜO
Cap. CLVI.— Do eomo el miieatro eon gnnd Inalanda Im-
portBBd d Rey qno lo dleao la vlUa do Sopdlvoda, é lo
qno aobra ello anbeedld id.
Cap. CLVII.— Como el Rey so fné A ver eon d Rey do Por-
Ugal, dio qno alU anbeedld Sil
Cap. CLVIII.— Como d Naoatro do SoBcUago so easd con
labyaddCoBdodoHaro. . . • til
Cap. CUX.— Do como d Roy ao partid para Madrid, é vino
alU d Delegado dd Papa , é lo que allí anbcodiú. . . . Id.
Cap. CLX.— De como el Rey eon d Logado ao fooron A So-
govia y laa coaaa qno allí snbeodioron iiS
Cap. CLXI.— Como ol Rey OBvld por el Infanlo Don Enrique
A Rareolona , para oaaario con la PrineoM an gja , é lo
qno allí anbeedld fiA
Cap. CLXIi.- Como vino d Infante Don BBriqao A la villa
do ReqnoBa cob la iBfkBU sn Madra, y d Rey ao fné A
Madrid, é laa coaaa qno aobro ello anbcodloroB. • . . tl5
Cap. CLXlil.— Do como d Maeatro do Sancttago fné A Sanó-
te Maria do NIova , y d Roy eon d eardond y lodo an cor^
te vino allí; é ad mosmo d Infanlo Don Enrique con la
Infanta an madro tie
Cap. CLXIV.— Do eomo d Mayordomo Andrea do Cobrara d
la Bobadilla an mngor truxoron é lo Prineoaa DoBa Isa-
bd , é la metieron on ol AleAaar , y d Arxoblspo do Tolo- -
docoBella.édoloqnoalli anoedid 117
Cap. CLX V.— Do lo qno snbcedid aobro la villa do Gorrión,
que tenia d Conde do Donavonto. 918
Cap. CLXVL— Gomo d Roy con d Cardenal so fué A Ma-
drid , y ol Maeatro con la Dnqueao an mu|or fuoron alIA
deado Cuellar, d do lo qno allí anbeedld. 9m
Gap. CLXVll.— Do como muerto d Maestra do Sanetlago,
ol Rey coninnd d Marqnéa do VUlona aa bijo todo lo que
el podra loóla, é lo did d Maoalndgo do Santiago, alo
eonaultario eon los gnodos dd Royno , y lo que snb-
cedid. • .•••.••.••••,.. id
Gap. CLXVIII.— Do edmo d Roy tornd A Madrid , é lo apro^
td h dolOBda, é morid.. •«»•••%,.,, tti
CBdniCA K LOS SBloaU BBVBS CáTduCOS 001 nBBABOO T B0Í4
isáosL on CAsniLA t ob aiaooh, bsgbita nb su cnomau un-
BAHOO BII. rOLOAB , COTBJAOA COK AHTIfiOOS aABOSeBIf OS Y AD-
BBHTAOA OB ViBlAS ILOBTnAClOKIS T *»lt**»^kfi
Prdlogo de la odlclOB do 1780. fg^
Crdnlca do loo muy altoa é muy poderoaoa Don Femando
édofia laabel. Rey éReyoa do Castilla, de LeoB, ole. . tt9
Capitulo primero.— Do la geoeracioo dd Rey Dob JoaB, é
como fné Jurado por Prindpo é aludo por Rey d Infante
Don Alonan.. . ; ¿ ij.
Cap. IL— Como la Princeaa fné Jnnda por aabeoaon dd
Reyno en loa Torea de Gnlaando , y la coneordio que bi-
so con el Rey Don Enrique. ••••• tM
Cap. III.— Como aalid la Iteyna Dofia luana, mojer del Roy
Don Enrique de AiabeJoa, é fué A Oaytngo S34
Cap. IV.— En que ae dgue la plAtica bebida aobra la aubco-
aton del Reyno entro la Princeaa é la Reyaa Dolía Juasa. Id.
Cap. V.— Do laa coaaa que paaaron en la villa do Ocalla. • 938
Cap. VI.— Como d Rey Don Enrique partid do Oeafia pan
el Andalucía , y la Princeaa fué A la villa do Aiévalo. i . 937
Cap. Vil.— De loa tntoa de caaamlento que ae movieron A
la PriofOM. tt*fiooo*oto**».>. i<f
^81
Cftp. Tni«— Cono él Roy Dob Ltlo io FriBoIa ombié á po-
dir por najer i U Prloeesa Dofla Isabel pin Dob Cár-
lot DBqoe do Golaní y de Berry so heraiaBO 1S7
Cap. IX. ~ Cobo se eoncloyó oí asamlento do la PtIboosb
coB oí Rey do Sicilia , Prloeipo do AragoB
coHnmiA u caóBiCA »b uw bbt roonosos t
riBRARDO i »oBA UABBI, PBÜIOlFiS IBBBMBOO BB
BB CAtnUA T BB ABAOOM.
BOB
UM BBtBOS
Ul
CapIlBlo primero.» Como el PrfBOlpo y la PriBcesa ombia-
roB treo cabaUoroo al Rey I>ob EBrlqoe i lo haeor saber
SBeaaamteBto til
Cap. II.» Gomo el Rey Dob LbIs do Fraoela embld so em-
balada i pedir por mojer ft Dofla Joana , qne se deela
bija del Rey Dob BBriqoe, para el Doqoe de GBlaaa so
bermaoo • • . . •
Cap. III. — Como el PrlBcipo é la Prioeesa IBoroB i h rilla
de Sepdhedaé Arando, é lo qoealUbleioroB M4
Cap. IV.— Como el Rey Don EBriqoo oo rido eo Badajos
eoB el Roy do Portogal, ¿ lo qBO te trató eade del easa-
miento do Dofla JBaoa. i45
Cap. y.— Como el Rey Dob BBrlqoe trató casamiento do
Dofla Inane eoB el Infante Don Enrique Id.
Cap. VI.— Del mido que oto ob SegoTla O de lo qne allí
acaosció coB el Mayordomo Cabrera 146
Cap. Vil.— Del locado del Papa qne riño i Castilla, é do
lo qoe Bio; 6 eomo el Principo é la Princesa YlnieroB á
Segoria , é de lo qoo oode puó 148
Cap. VIII.— Como el Rey Don Bnriqno fB4 á Troflllo, é co-
mo mnrió el Maestre de Santiago 149
Cap. IX.— Como fB6 preso el Marqnés do Vlllena Id.
Cap. X.-De las cosos qne pasaron ob áqnel logar de Fnee-
tednefias
Cap. XI.— Qbo contieno la mnerto del Rey Dob BBrlqBO. . ISt
COBIBBSl LA SB60BBA VABTB BB U CBÓR1CA BB LOS HOT ALTOS T
BSCbAOBaOOS BOB rBBBABBO < BOBa ISABEL, BBT B BBTBA BB
CASTILLA i BB LBOB É BB SiaLU, BBIBCIBBS BB ABAOOH.
Capitnio primero.— Como la Princesa Dofla Isabel so inli- .
taló Reyna despnes de la maerto del Rey Don Enriqne. .
Cap. II.— De la pldtlca qne ao oto sobre la manera qne ae
babia de tener en la gobernación del Reyno. . • . . •
Cap. III.— De las condiciones 4 proporciones del Rey. . .
Cap. IV.— De las condiciones é proporciones de la Reyna.
Cap. V. — Do laa cosas qne pasaron con el Narqoés do Vi-
lloaa <
Cap. VI.— Como el Anobispo de Toledo partió de la Coito
porqoo el Rey bo le dió los oflcios de so casa
Cap. Vll.-Como el Rey é la Reyna partIeroB do Segoria
para Valladoild , é como el Marqnda de Villena requirió
al Rey de Portogal, que tomase por muger i su sobrina.
Cap. VIII. — Como el Roy do Poriugal determioó de casar
COB su sobrias Id.
Cap. IX.— Del requerimiento que el Rey do Portogal embld
4 facer al Rey é la Reyaa
Cap. X." De la respuesta que dieroB al rey 4 la Reyaa al
requerimiento que les embid 4 facer el Rey do Portogal.
Cap. XI.— Do lo qne el Roy 4 la Reynu emblaron 4 dedr al
Marqués de Villena
Cap. XII. - De las amonestaciones que flcleron al Anobis-
po deToleoo porque no se Juntase eon el Rey de Por-
togal
Gap. XIII.— De como la Reyna pato aquende los puertos, 4
riño para Tolrdo
Cap. XIV.— Do lo que el Cardenal eacrlbió al Rey do Portu-
gal , 4 de su respuesta
Cap. XV.— De las cosas que el Rey flto allende del Puerto ,
.entretanto que la Reyna estoto en la cibdad de Toledo. •
Cap. XVI. — Do como so aluron los do Alearas , 4 cercaron
lafortalesa Id.
Cap. XVIl.-De eomo el Rey de Portogal eotró ob Castilla.. 107
Cap. XVIII.— Do como so iomaroB las YiUaf do Rodar 4 do
Alegrólo OB PortogaU. >••»••»
«5
Id.
187
m
101
Id.
Cap. xnL»Do lo q>0 «i oslo tiempo aetooid «i él RoIbo
do Pianola •
Cap. XX.— Como el Rey do Portogal Oso ligas 4 amistades
COB el Rey de Franela; 4 como rB4 4 la cibdad do Toro,
4 tomó la fortaleía • . •
Gap. XXL— Gomo el Roy do Portogal oto la cibdad do Za-
mora.
Gap. XXII.— De la gente que se Juutó ob Valladoild por
moBdado del Rey 4 de la Royaa
Cap. XXIII.— Gomo el Rey morid cob sb bsesto para Ir
contra el Rey de Portogal. .
Cap. XXIV.— Como el Roy asentó real sobro Toro, 4 co-
mo lo alsd. • . . •
Gap. XXV.— De lo que pasó en Medina del Campo , 4 dd
acuerdo que ae oto para tomar la plata de las Iglesias. .
Cap. XXVI.— De las cosas que el Conde do Paredes fada
en el Reyno do Toledo
Cap. XXVU.— Gomo so poso eoreo sobro el Castillo do
Bdrgos.
Cap. XXVin.— Do como la Reyna fa4 4 Looa , 4 de lo que
ondeflio.. ... X
Gap. XXIX. — Del oosümto qne ao dió ob Saacta Maria la
Blaaca ea Bdrgos.
Gap. XXXI.-Gomo el Rey de Portogal combatió la rilla de
Baltanaa 4 preadió al Goade de BeaaTente i
Gap. XXXIL-De las cosas qne pasaroa ea el aflo slnloate
de mil quatrodentos 4 setenta 4 seis aflos, 4 como so
alxó Ocafia por el Rey 4 por la Reyna. ...••••
Gap. XXXIII. — De las ootts que pasaron ea el coreo del
castillo de Bdrgos
Cap. XXXIV.— Como el Rey tomó la dbdad de Zamora.. •
Cap. XXXV.— De las cosas que pasaroa ea el cerco dd cao*-
tillo de Bdrgos , 4 como se entregó 4 la Reyna
Gap. XXXVI.— De la recoadiiadoa dd Oaque Doa AlTaro
coa la Reyaa i . . . . i . .
Cap. XXXVII.— Do lu cosas que puaroa en Fueaterrabia.
Cap. XXXVUI.-De las cosas que d Rey flso ea la dbdad do
Zamora. « • * .
Cap. XXXIX.— Del reeucuoiilro que oto AlTaro do Meodon
OOB el Conde de Pcfiamayor, 4 como le preadió. . . .
Cap. XL.— Gomo el Rey did Tiata d Rey de Portogal 4 las
puertas de Toro
Cap. XU.— Como d Rey de Portogal , coa la goato que ri-
ao de so Reyao coa el Prfacipe su bUo , paso real sobro
la puente de Zamora •
Gap. XUI.— Do las Tistes que so trataron coa el Rey de
Portogal * . . .
Cap. XLlll.— Gomo el Rey de Portogal alxó el real do sobro
la pueato do Zamora..
Cap. XLIV.— De la respaosla qoelloTaroa los embaudores
del Rey de Portopl » ^ . •
Cap. XLV.— Do la batalla real qao fu4 fecha eatro Toro 4
Zamora
Cap. XLVI.— De las cosas qao pasaroa ea Toro la aodio dd
TCBcimieato
Cap. XLVIL— De las cosas qao paaaroa ea Zamora despaeo
de habido el Toadmieato do la batalla real
Cap. XLVUI.— Como d Rey temó la lortalexa do Zamora. •
Cap. XLIX.— Como se partió el Anobispo del Rey de Por-
togal , 4 como ao tomaroa lu fortalotas do Atleau 4 Ca-
nceaa. ..<••• i
Gap. L.— Do las eosaa que pasaroa ea la Tilla de Madrid. .
Gap. LI. — Como so JoataroB las bermaadades ea Castilla.
Cap. LII.— Do como d Rey aaeató real sobra Caatdapiedn,
4 de laa coaas que allí pasaroa
Gap. Lili. — Como el Rey fB4 4 socorrer 4 Fueatombfa , 4
como loa fraaceees aluroa el eo^co qoe teniaa sobro día.
Cap. LIV.— La caru qoo embió d Cardeaal do Eapefla al
noy de Praada pan qao OTleao pu eatro Castilla 4 Fraa-
f70
Id.
171
17S
174
Id.
170
Id.
177
178
178
181
181
184
185
187
189
Id.
191
Id;
197
da.
Cap. LV.— Do las oosas qoo paouroa ob d coreo do Qdoo.
Cap. L VI.— Gomo el Rey do Portogal IBd 4 sb Reyao» 4
df ado partid pan el Reyao de Fnada
Gap. LVll.— Do las cosas qao pasaroa eatro el Rey doFn»>
da y el Rey do PortogaL ••••'••»••••
199
300
804
300
Id.
307
308
809
Í92
OBÓNIOAB DE LOS REYES DÉ OASTItLÁ/
Páfs.
911
Id.
919
^21
zn
Ctp. LVni.— De lu eot»i fat paiaroii en el afto de mil é
qoetroeleatos é feteiu ó siete •«••, ¿ cono ia Reyna
mandó poner narnfeionee contra U eibdad de Toro. . .
Cap. IJX. » De lai eoias qne pasaron en Scgofla , cuando
Maldooado se alitf con el slcásar
Cap. LX.~De la reconciliación qoe Acleron con la Bejrna el
Anoblspo de Toledo y el Marqn¿s de Villena 9IS
Cap. LXI.— De las cosas qne en aquellos días facía el Torco. 9U
Cap. LXIl.—De como se falló U mina del oro Id.
Cap. LXIIf.— De como fué tomada la cUfdad de Toro. . . 91S
Cap. LXIV. ~ De como la Reyna partió de Valladolid , ¿ fué
d Ucles, para impedir la elección qne los Comendadores
querían facer de Maestre de Santiago 9t7
Cap. LXV.— Del Consejo que se ovo para que el Rejr fuese
allende el puerto é la Reyna á tierra de Extremadura, é
eomo ínndaron el monesterio de San luán de los Reyes
en Toledo Id.
Cap. LXVI.-Como el Rey puso sitio sobre las forUlezas de
CastronuAo , é Cublllas , ó Cantalapledra, 6 Siete Iglesias.
' Cap. LXVII. — De como el Rey tomó la ForUleza de Non^
león
Cap. LXVIll.— De las cosas que la Reyna Aio en la tferra
de Kxtremadura, é las fortuleías que ende tomó. . • .
. Cap. LXIX.— De eomo la Reyna fué A Céceres, é de lo que
allí Aso * 513
Cap. LXX.~De eomo la Reyna fué A la eibdad de Sevilla,
é de las cosas que ende Azo Id.
Cap. LXXl.— De las alegaciones que flcleron el Duque de
Medins y el Marqués de Céllx, uno contra otro. . . . S16
Cap. LXXII.— Delasforuleus de Sevilla, que se entre-
garon A la Reyna 9Í7
Cap. LXXIll.>-De las cosas qne pasaron al afio siguiente de
mil é quatrocientos é setenta é ocbo aflos, é eomo este
sAo nació el Principe Don Juan
Cap. I XXlV.— De como fué dado el Maestradgo de Sanctla
go al Comendador mayor Don Alonso de Cárdenas. .
Csp. LXXV.— De como el Rey fué A ver al Rey de Aragón
su padre Id.
Cap. LXXVI.— De la armada que se Aio por mar, para con-
quistar las islas de la Gran Canaria 330
Cap. LXXVll.^ De la beregla que se falló en Sevilla y en
Córdoba , y en otras algunas elbdades de los Reynos de
Castilla, é Aragón, é Valencia, éCalalufla 93|
Cap. LXXVIll.— De las cosas qne el Rey é la Reyna flcleron
en la eibdad de Córdoba 331
Cap. LXXIX. — Como el Rey é la Reyna ovieron nueva que
el Rey de Portugal era vuelto A su Reyno; é lo que Go-
mes Manrique fabló A los de Toledo 333
Cap. LXXX.— Como el Rey é la Reyna fueron avlrados que
el Rey de Portogal quería enirar otra ves en Castilla , A
proveyeron en la guerra del Marquesado de Vlllena; é de
la reconciliación del Arzobispo de Toledo 937
Cap. UCXXI.— Sigoense Iss cosas que pasaron en el afio de
mil é quatrocientos é setenta ^ nueve afios. Como el Rey
A la Reyna fueron A Guadalupe, é de las cosas que alli
Acieron 338
Cap. LXXXII.— De la guerra que se Azo contrs el Marqués
de Vlilens en Escalona y en el Marquesado
Cap. LXXXIIÍ.~De las cosas que pasaron con los mensa-
geros del Clavero de Alcántara, é de la Condesa de Me-
dellln
Cap. LXXXIV.~De la embauda queembió el Rey de Fran-
ela al Rey é A U Reyna , é lo que propusieron 340
Cap. LXXXV.~Del trato de paz que movióla Infanta de
Portugal, é como el Papa revocó la dispensación que ba-
ble dado al Rey de Portogal. 341
Cap. LXXXVI.— De la guerra qne el clavero de AlcAntara,
é la Condesa de Medclllu flcleron en favor del Rey de
Portogal Id.
Cap LXXXVII.^ Como la gente del Rey de Portogal fué
desbaratada por el Maestre de Santiago 34)
Cap— LXXX VIII.— Como la flota de los Poriogueses des-
barató A la flota de los Castellanos , que hablan ido A la
' mina d#l oro 344
Cap. LXXXIX,— De las cosas qne pasaron en AlcAntara. . Id.
Id-
339
SIS
317
318
351
Id.
3»
Cap. XC-De los céreos qne la Reina mandó poner sobre
Mérida,Medellln, MonUncbeséDeteytosa
Csp. XGI.— Como la Reyna eonduyó la pu con el Rey de
PorlogaL \
Cap. XCII.— De como el Rey é la Royna ombiaroñ A piíío^
gal sus embaxadores , sobre la profealon que Dofia Jua-
na habla de facer
Cap. XCIII.^De eomo los turcos cercaron la eibdad do Ro^
das , é lo que ende pasó.
Csp. XGIV.— De las cosas qne pssaron en Itslia. . '. . !
Cap. XCV.— De las eoaas que pasaron en el afio sinlenle'
de mil é quatrocientos é ochenta afios. Primenmente do
las corles que se Acleron en Toledo
Cap. XCVl.— Como fué Jurado el Príncipe Don Juan por
Rey de Castilla, después de los días de la Royna. . . .
Cap. XCVII.- De como el Rey é la Reyna partieron de To-
ledo , é pasaron los pnertos , é scordaron do ir A Medina
delCsmpo,é dendoAla villa de YaUadolid.
Cap. XGVIU. — Del proveimiento que el Rey é la Reynñ
mandaron facer en el Reyno de Galicia
Cap. XCIX.— De la amada que se flso contra el Tureo. .
Cap. C— Del debate que ovo entre Don Fadriqne Enriques',
é Ramiro Nufies de Gnzman
Cap. CI.— De las cosas que el Rey é la Reyna' flcie'ron en
los Reynos de Aragón é de Cauinfia , é como fué Jurado
el Principe Don Juan por heredero de aquellos Reynos. .
Cap. ClI.-Como el Rey é U Reyna fueron A Zangóse. . .
Cap. Clll.— De las Corles que el Rey é la Reyna fleieron en
la eibdad de Darcelona
Cap. aV.—De las cosaa qne pasaron en el afio slgnienlé
de mil é quatrocientos é ocbenu A dos afios. Primen-
mente de lo que el Rey é ia Reyna Aeleron aobre la pro-
vUion del Obispado de Cuenca que el Papa habla feche.
ooMinnA LA TiRcenA pauts nn la cuómca m los mov altos i
uuv poDcnosos non rfinnAHOo i doRa isaml, nir i uvma m
CASTILLA A DS LIOU A M SICOIA : SU LA CUAL SX UXCOKSTA ¿A
GonouuTA Qon ncisnon coxtxa xl uxtuo nx exANAbA, A ovias
ALCONAS COSAS QDK IXTKXVlHIKnoX.
35g
Id.
Id.
981
Capltnlo primero.— Como los moros tomsron la villa de Za-
hara
Cap. II.— De como se tomó la eibdad de Álb'ama. '.
Cap. III.— De cerno el Rey partió de Medina del Campo, é
vino A tierra de moros A socorrer los caballeros qne ha-
blan tomado la eibdad de Alhema
Cap. IV.— Del debate que ovo sobre la partíclon del despo^
Jo que se lomó en Alhema
Cap. V. - De los aderezos que la Reyna mandó facer pan
continuar la guern contn los Moros
Cap. V!. -Como el Rey de Gnnada tomó A poner realeo^
bre los qne quedaron en la eibdad de Alhema
Cap. VII.— De la tala que el Rey fizo en la vega de Gnna-
da, é como la Reyna mandó llamar gente, é tner provi-
siones psra cercar A Loxa
Cap. VIII.- Como el Rey puso real sobre la eibdad de Lo-
xa, é lo que elll pasó
Cap. IX.— De como se alzó real de sobre Loxa*.
Cap. X.— Como el Rey entró A talar la vega de Granada' é
como los chrlsilsnos perdieron la vUia de Cafiete. . . '
Cap. Xl.-De la división qne habla entre los moros, é de
los capitanes que el Rey é la Reyna mandaron poner en
la frontón
Cap. XII.- De las cosas que pasaron en ei afto de'mil é
quatrocientos é óchenla é tres sAos. Primenmente de U
provisión que Acieron al Rey é la Reyna en laa herman-
dades
Cap. xni. — De las cosas que en esie tiempo pasaron en la
tierra de Italia
Cap. XIV.— De los emprestldos que se pidieron por d Rey-
no, é del subsidio que dió la elerecU pan la guem de
los moros
Cap. X V,-De las cosas que pesaron sobre el casamiento qué
se movió del Príncipe de CastiUa con ia Reyna de Navarra.
S€5
Id.
393
M.
370
371
37A
Id.
375
14.
97»
U.
979
14.
Índioí
p<gt.
Cip. XVI.— Como partió el Ktj de Htdrid part ir á Gaüeia. 580
€ap. XVII.— Sl(a«ns« !>> coaaa de la guerra del alio mil é
qnetrocienios é ochenta ¿ trea ellos. De an engaflo qie
00 eseodero liso á loa moroa, é de lo qoe el Rey é la
Reyna aobre ello ttderoo S8i
Cap. XVIII. — De la guerra qoe so eontlaó contra las ialaa
do Canaria 3W
Cap. XIX.— Como lot moros deabarataron al Maestre do
SanUago» é al Marqnés de CélU, é i otros caballeroa é
capitanes Id*
Cap. XX.— De eomo el Conde de Cabra y el Alcayde de los
Donceles vencieron en batalla al Rey de Granada, é le
prendieron 365
Cap. XXL- Como el Rey entró en la vega do Granada, ¿ de
la tala qno fio 3S6
Cap. XXII.— De como se tomó la villa de Tajan. . . . S87
Cap.XXllI.— De laa coaas que pasaron en Córdoba con el
Rey moro qoe estaba preso S89
Cap. XXI V.— Como Lnls Pernandei Portocarrero é otros ca-
pitanea que eataban en la frontera, desbarataron los moros. 393
Cap. XXV. — Como el Marqués de CSliz é Luis Femandei
Poertocarrero recobraron la villa de Zahara 391
Cap. XXVI.— De las cosas qne Uso el Conde de Tendllla en
Alhama Id.
Cap. XXVII.— De las cosas qoe la Reyna flio en Vitoria. . 395
Cap. XXVIII.— En qoe se signen las cosaa qne pasaron en
el alio de mil é qoatroclentos é ochenta é qoatro afios. B
primeramente lo qne paaó sobre la reatitncion de loa Con-
dados de Ralsellon é de Cerdanla Id.
Cap. XXIX.— De la gente do armas qne se puso fronters de
Nsvarra '.
Cap. XXX.— De la tala que ciertos caballeros por mandado
del Rey é de la Reyna ftcleron en tierra de moroa, en el
afto de mil 6 qnatroclentos ocbenta é qnairo aflos. . .
Cap. XXXI.— Como el Rey é la Reyna fueron i la elbdad de
Tarazona
Cap. XXXI I.— De laa cosas qne la Reyna Uto en la cibdad de
Córdoba, é como el Rey dexó las cortes de Tarasona, é
vino i Córdoba do cataba la Reyna
Cap. XXXIIi.— Como el Rey tomó la villa de Alora. . . .
Cap. XXXI V.— Como el Rey tomó la villa de Setenll. . .
Cap. XXXV.— De las cosas qne pasaron en la Junta que las
Herroandadea del Reino flcieron en este afio en la villa do
Orgai
Cap. XXXVI. —Sígnense laa cosss passdss en el silo de mil
é quatrocientos é ocbenta é cinco aftos. Como el Infante
Moro hermano del Rey de Granada tomó la cibdad de Al-
mería, é lo qne ende fzo
Gap. XXXVII.— Como entró el Conde de Cabra con otroa
caballeros á facer guerra en ciertos lugares del Reyno
de Granada Id.
Cap. XXX VIII.— Do laa cosas qne pasaron en Sevilla , estan-
do el Rey é la Reyna en aquella cibdad 406
Cap. XXXIX*— De la diligencia qne el Rey é la Reyna man-
daban poner en examinar los Corregidores si usaban ro-
tamente de la Justicia é do los cargos que tenían en las
clbdadea 109
Cap. XL.— De la embalada que embló el Rey de Feí, 6 do
la diligencia que se facia para la guerra de los moros. .
Cap. XLI. — Como el Rey é la Reyna mandaron Juntar sus
gentes » y el Rey entró en el Reyno de Granada. . . .
Cap. XLII.— Como el Rey mandó poner doa reales sobre la
villa de Coln é de Cártama , é las tomó ; é ansimesmo la
villa de Benamaquex , é lo que en ella flzo 418
Cap. XU II.— Como el Rey con algunos csballoroa fué á dar
vista á la elbdad de Málaga 416
Cap. XLIV. — Como el Rey puao real sobre la elbdad de
Ronda, é la combatió é la tomó 417
Cap. XLV.— Como ae entregaron otros lugarea de moros. . ttO
Cap. XtVI.— Como el Rey tomó la clbdsd de Msrbeila. . . 4tl
Cap. XLVii.— Como el Rey entró en la elbdad de Córdoba. 414
Cap. XLVlll.— De lo que el Rey é la Reyna flcieron estando
en Córdoba 4f5
Cap. XLIX.— Como fueron desbaratados algunos caballeros
cbrtatiinofiquosaUtrov df Aibamo, t t # • # • ; Id
ngs.
Id.
899
401
401
404
40B
401
410
Id.
Cap. L.o - Como deabarataron los moros al Conde de Cabra
cerca de Hocllo 410
Cap. Ll.— Como ae ganaron las fortalezaa de Cambil y el
liarrabal . 417
Cap. LII.— Como el Clavero que estaba por espitan mayor
en Albama tomó la villa de Zalea 419
Cap. Lili.— De como el Rey é la Reyna partieron del Anda-
lucia , é vinieron para el Reyno de Toledo Id.
Cap. LIV.— Do la emhaxada que el Rey é la Reyna embiaron
ÉRoma 480
Cap. LV.— De las cosas qoe paaaron en el aflo do mil é qua-
troclentoa é ochenta é seis aüoa. E primeramente de las
guamlcionea que ae mandaron poner contra el Conde do
Lémos 431
Cap. LVL— Sígnense laa eoaaa qne en la guerra contra los
moros acaecieron en ei aflo do mil é qnatroclentos 4
ochenta é seis afloa Id.
Cap, LVIL— Como se poso el real aobre la cibdad do Loxa. 433
Cap. LVIII.— Como se combatieron los arrsbsles do Lou,
y se entregó la cibdad 434
Cap. LIX.— Como el Rey con toda la hueste partió dolí
elbdad de Loxa , é foé 4 poner real aobre Illora. ... 431
Cap. LX.— Como la Reyna vino 4 la cibdad de Loxa. . . 439
Cap. LXI.— Como ae ganó la villa de Moclln Id.
Gap. LXI I.— Como el Rey fué i talar la vega de Granada, é
como so tomsron las villas de Montefrio é Colomera. . 440
Cap. LXIIL— De como el Rey entró en la ciudad de Córdoba. 441
Cap. LXIV. — Do los prestidos que el Rey é la Reyna de-
mandaron <........ 441
Cap. LXV. — Do la guerra qne los moros se facían unos A
otros Id.
Cap. LXVL- Como el Rey é la Reyna partieron de Córdoba
é fueron para el Reino de Galicia , é lo que ende flcieron. Id.
Cap. LXVII.— Sígnense las cosss qne pasaron en el aflo do
mil é quatrocientos é ocbenta é siete afios 414
Csp. LXVIll.— Sígnense las cosas qne paaaron en la guerra -.
tontra los moros en el aflo de mil é quatrocientos é
ocbenta é siete sflos 445
Cap. LXIX.— De laa gentes que se Juntaron con el Rey en
Córdoba , pan entrar en el Reino de Granada 441
Cap. LXX.— Como se puso real sobre la ciudad de Veles-
mélaga U9'
Cap. LXXt.— Do las ordensnsas que el Rey msndó guardar
en sus reales 4S0
Csp. LXXII.— Como el Rey moro qoe cstabs en Gnnada ,
vino con gente A aoeorrer 4 Velesmilaga 451
Cap. LXXIIL— Como se entregó le elbdad de Velesmélaga. 483
Cap. LXXIV.— Como el Rey partió do la cibdad de Velex-
mSlaga pan la cibdad de Milaga. 454
Cap. LXXV.— Del asiento de la cibdad de Málaga, é como
el Rey puso real sobre ella. • . • 486
Cap. LXXVI.— Como se asentaron lasostanus contn Is cib-
dad do Milaga 457
Cap. LXXVII.— Como ae combatió una parte del arrabal de
Málaga 486
Cap. LXXVIll.— Como la Reyna vino al real de Málaga, é
de laa cosss que ende pasaron 459
Cap. LXXIX.— De la polea qne se ovo con los de la fortalo-
sa de Gibralfaro. . 460
Ca p. LXXX. — Como fálleselo la pólvora , é de la provisión
que se flxo para la haber 461
Cap. LXXXI.— Do la cerca qne se flio, é de la guarda quo
el Rey é la Reyna mandaron poner en las estsnzss. . . Id.
Csp. LXXXII.— De los consejos que se ovieron ,,si se dobla
combatir la cibdad de Málaga 461
Cap. LXXXIIL— De las cosss que psssron en Granada. . . 463
Cap. LXXXI V . — De los caballeros del Reino de Valencia é
del Principado de Catalnfla que vinieron al real. ... u.'
Csp. LXXXV.— De Iss peleas que passrou en las minas que
so flcieron contra la cibdad de Málap .464
Cap. LXXXVI. — De la emhaxada é presento que embió el
Rey de Tremecen 168
Csp. LXXXVll.— Do Is osadía que cometió un moro de los
• Gomeros id,
Csp. LXXXVIIl.-Como vino al real el Duque do Medinasl-
w
ORÓNIOAB DS LOd RSTtt DI OASTILIíA.
doila, é etrta fuleí qw U BMve taam Utsadu por
•I Rey é por It Heyna. . . . ;
Cap. LXZXIX.— Cono ol Comoidador mayor da Leos piao
■Ba oatain coreoBa al maro de la elbdad de Málaga.. •
Cap. XC— Do laa ooaaa f no paaaroB deatro ea b elbdad do
Milaga.
Cap. xa.— CoBto ao faaó «Ba tone de la eibdad de Mátafa
qoo ealaBa Junto eoo la paoBte.
Cap. XCIf.— ConosalleroB loanoroa de la elbdad i pelear
eoB loa del real
Cap. XdU.— Como aalleroB dertoa moroa de Málaga á do-
maadar partido al Rey é á la Reyaa para entregar la eib-
dad
Cap. XCIV.— Como ae repartieron loa moroa do Málaga, é
eomo el Rey 6 la Reyaa entraron en la eibdad. . ' • •
Cap. XCV.—SIgQonae \u eoaaa qne pasaron en el afto de
mil ó qaatroeientoa ¿ oebonta é oebo afioa. Primeramente
de Ua bermandadea é otros eatibleeimlenloa qne ae Balo-
ron en el Reyno de Aragón . • • •
Cap. XCVl.— Como el Rey 6 la Reyaa taeroB á la eibdad de
Yaieaeia , 6 lo qae allí IcIeroB
Cap. XCVlí.— De las eoaaa qne ea Valtaela ae contrataroa
con el Seflor de LabriL s
Cap. XCVIII.— Do lo qae ol Rey é la Reyaa flcieroa ea la
eibdad de Mareta
Cap. XCIX.— De las coaas qve el Rey é la Reyaa ordenaron,
deapaea qae el Rey salid de tierra de moroa
Cap. C— Do laa eosas qne el Rey é la Reyaa ficieroa ea
Valladolld
Cap. Cl.— De la gaerra qae bclaa loa moroa á loa lagarea
qae eatabaa por el Rey ¿ por la Reyaa^
Cap. CIL— De la embauda qae el Rey de loa Romaaoa em-
bid al Rey 6 á la Reyaa t
Cap. Clll.— Como el Rey é la Reyaa reatltayeroa la eibdad
de Plaaaacia á aa eoroaa real
Cap. CIV.— Slgnaaae las eosu qae paaaroa ea el aflo de
mil ¿ qaatroeientoa é oebenta é aaere allos. B primera-
• meato eomo IB6 el Rey á eoatlBaar la gaarra eontra loa
moroa ' . i . . .
Cap. CV.— Do lu gaardas qae aaoatd el Rey ea los eami-
aos , 6 eomo eered 6 tomd la Tilla de Cdiar.
Cap. CVI.— Del asieato de la elbdad de Dan, é eomo faé
proYolda de geate ¿ manteaimleatos
Cap. CVll.— Del sitio qae el Rey maadd poaer aobro la eib-
dad do Bau , é de la batalla qae ea la baerU de U eibdad
466
Id.
461
468
469
Id.
471
Id.
474
Id.
476
477
478
Id.
479
480
OTO..
Cap. CVm.— Como ae lenatd el real de la baerU do Ban,
é sé aaeatd doade primero ealaba
Cap. CIX.— Como el Rey maadd Ular la baerla de Daia. •
Cap. ex.— Como el Rey aeordó ea el real de Bau de toBur
la raeate qne estaba debajo del Albobaeea , é lo qae los
Boros leieroa. • • i
Cap. CXI.— Del deabarato qae algaBoa eaballeros qae salio-
roa á el real de Basa fleieroa ea los moros de Goadlx, é
de laa eoaaa qae paaaroa ea Granada
Cap. CXI!.— De la embazada qne el Graa Soldán embid al
Papa, sobre esta eonqalsta de Qranada qae el Rey é la
Reyaa f^eiaa ¿ •
Cap. CXIII.— Do la gente qne la Reyaa embló á llamar do
aaeio para estar en el céreo de Baza
Cap. CXIY'—Do las oKaramoias qae se bablaa eoB loa mo-
ros ea el eereo de la eibdad de Base. .......
Cap. CXV.— De la celada qne el Rey maadd poaer á loa mo-
ros de Basa
Cap. CXVL— De otro recneatro qae OTieroa loa ebristiaaoa
con loa moros ea el eereo de Bau
Cap. CXVll.— De las coua qne se aderen en el real do Ba-
sa , 4 como la Reyna mandd adobar los caminos. . . .
Cap. CXV Ill.-De la forma qne la Reyaa tovo para bastecer
de dlneroa 4 mantenimlentoa á la bneate qne el Rey te-
nia sobre Bau • •
Cap. CXIX.— De los baluartes qne el Rey maadd facer » 4 de
las peleas qve ovieroa con los moros en el real de Bau.
Cap. CXX.-De alganas csuramasas, 4 otraa coaas qae pa-
aaroa ea el real. 1 . ; . i . • • i
481
481
484
Id.
486
488
480
49i
492
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494
496
Id.
496
497
496
Qp. CXXl.— Como la Reyaa Tlao al real de Bata. . & .
Cap. CXXII.— >Como el Rey d la Reyaa dieroa cargo al Co-
meadador luyor de Looa qne fUlaao eoa el Caadillo do
Bau
Cap. CXXIIL— Do la eoaaalta qae oiteroa ol Rey moro 4
loa de Gaadiz , para qae ealregaaoa la eibdad de Bau. .
Cap. CXXIV.— De la reapaeata qao el Caadillo de Bau did
al Comeadador mayor de Leoa aobro la eatrega de la
eibdad de Bau
Cap. CXXV.— Como el Rey é la Reyaa Aieroa á la eibdad
do Gaadiz, é la reeibleroa , 4 otroe lagarea de moroa. .
Cap. CXXVI.— Délas coua qae pauroa eoa el Roy Moro
qae cataba ea Graaada, despaoa qao faoroa tomadu lu
elbdadea de Bau, 4 Gaadiz, 4 Almería
Cap. CXXYll.— Sigaeau Ua coua qao pauroa ea ol aBo
de mil 4 qaatroeientoa 4 noToata aBoa. £ prlnurameolo
eomo el Rey 4 la Reyaa maadaroa eatoader ea la Jaatfcia
del Reyao
Gap. CXXVIll.— De loa ombaudorea qao Tlaleroa do parto
del Rey do Portogal á domaadar por oapoea pan aa djo á
la lafaau Dofta lubel
Cap. CXXIX.— Como m eelebraroa las bedaa eatro el Prla-
elpe de Portogal 4 la Priaeou Doflt lubel» lalbata de
Casulla. I
Gap. CXXX.— De la tala qne el Rey lao oale aBo ea la vega
do Graaada.
Cap. CXXXI.— Como loa moroa toauroa el eaattilo do Al-
beadia 4 lo derribaroa; 4 lomaroa otraa doa fonalozaa,
4 eeruroa la villa do Salobrefia. ...»
Cap. CXXXIl.— Como el Rey torad á la vep do Graaada,
4 flio tala ea loa paalsoa, y oebd todoa loa moroe de loa
iagaru ureados ••
Gap. CXXXill.— Como el Rey M 4 SovilU , 4 do aUf (04 á
cerur á Graaada qaaado la tomd a
Cap. CXXXiV.— Del tareo qae eaabld el Graa Maeatro do
Rodu al Papa
APÉNDICE PRDiERO.
CoBtlaaaeioa do la erdaiea de Palgar, por aa aadalmo. .
Capltato de loa bijos y geaeracloa del Rey Doa Keraaado y
Reyna Dota lubel, y de eomo loa aaaroa, y lo qao
deapaea sacedid. . . . ^
Capf talo de la gaerra y diaeordia qao bobo eoa el Rey de
Praacla aobro el Relao de Ñápelos, 4 lo qao despaea ao-
bretiao y acoateeid
Capllalo de laa graadea ezceloBciu de la Reiaa Dofia laa-
Id.
801
801
801
Id.
511
518
881
bel.
Capltalo de la 8b 4 maerte deala ezeoleBtIaima Reiaa DoBa
Isabel »
Capltalo eomo deapaea de la maerte de la Reiaa DoBa ba-
bel , la Prlaceaa Dofta Joaaa, aa iegltlau beredera, fad
aliada por Reiaa y SoBora deatoa Reiaoa do CaalUia y
León.
Capltalo como el Rey Doa Pbellpe 4 la Reyaa Dofia Jaaaa
entraron en el Reino de CaatiBa,yde lu eondleiones
deste Rey Don Pbellpe, 4 de sa Ba y maerto. ....
Capltalo eomo dupoea de la maerto deate Rey Doa Felipe
faé el Relao para loa del Rui Coaujo goberaado, 4 lo
qae aueadó ; é como el Rey Don Fernando paad ea Cao-
tilla á gobernar el Reino eomo latea bacía. • • • . .
APÉNDICE SEGUNDO.
Id.
Id.
AaalM brerea del reinado do loa Reyes Catdlleoa Doa Per-
aeado y Dofia Isabel, de gloriosa memoria, qao dejdau-
aascritos el Dr. D. Lorenzo Galindes Carrajal 6SS
Memorial y registro breve de los logaru donde el Rey y '
Reyna Catdlicoe , nneetros SoBoru, utavieron uda aflo
desde el de 1468 beata qne Dioa loa llevd pare ai, eacrilo
por el doctor Lorenzo Gallados de Carvajal , do sa Coa-
sejo y del de Giman de Carlos ?, y por merced saya
(heeba afto de 1516) , Correo mayor del Perd , d como alli
dicen , maestro mayor de los cliasqala 6S8
Memorial 6 registro breve de los logares doade el Rey y
«/.«
IMDIOB.
Pigt.
Ileiot CtttfllMf, neitrof Moni, que hay» glorit,
MlOTieroo cada afto des4e el de 146$ ev adelante, basta
fve Diof los Heré para sf» qva faeron loe de la Reina
•nsl do Princesa eomo de Reint , trelnU y seis , y los del
Rey cuarenta y seis, ansí de Principe eoao de Rey, y de
Gobernador de estos reinos de Castilla , ele., sacando de
esto lo qne eetnro en Ñapóles, cnando partid de Castilla,
y qnedó por Rey el Seflor D. Pbellpe , sn yerno , marido
de la Reina Dofia Jnana, nnestra Señora , propietaria de
los dicbos reinos , bija de los dlcboa Reyes Don Hernan-
do y Dofta laabel Católicos. 838
Capltnlo primero.— De lo qne pasó despnea qne el Rey Ca-
tólico partió de Plasenda y ta¿ á MadrlgaleJo , y de lo qne
allí sacedlo. . . .V
Cap. 11.— Cono se le agravó la enfermedad al Rey Católico
en Madriíalefo, y de la babla qne lavo con los del Con-
sejo , y de io qne allí ordenó, y como , rescibid'os los Sa-
cramentos , falleeeió en bábito de Santo Domingo. • • •
Id.
WSTOaiA M LOS BITU CATÓLICOS DOW FBnnAROO T noiA ISABIl,
nscaiTA ron bl bacrilibb ARoada bbbralbbz, cora QusFud db
LA TILLA BB LOS BALAaOS T CAFBLLAR BB BOR BIB60 BRXA, AB-
XOBUPO BB SRTILU.
Al lector, por el Ueeaelado Rodrigo Caro
RISTOBIA BB LOf BBTBS CATÓUCOa.
Cjpf tolo primero.— Del Rey Don Enrique •
Cap. II. — De la dlTlaion qne oto en Granada entre los mo-
ros.
Cap. III.— De la batalla qne Don Rodrigo Ponce de León
é Lnis de Pemla Teacieron
Cap. IV.— De los bandos égnerras
Cap. V.— Como loa portngneaes tomiron ft Arcilla y Tanjar.
Cap. VI.— Do la mina de oro qne desenbrieron los porta-
gneses.
Gap. VIL— Del pronóstico del reinado del Rey Don Feman-
do el Católico en Castilla. • . • .
Cap. VIIL— De el linaje de donde Tieae el Rey Don Fer-
nando
Cap. IX«— Del llnaie de la Reina Dofta laabel
Cap. X.— Do la eoroBacion de loa Reyea Católlcoa é bandee
de Castilla
Gap. XI.— Prosiguen las pareialldadea, y cómo el Arsobis-
po de Toledo se apartó de loe Reyes
Cap. XII.— Carta de Femando de Pnlgar al Anoblspo. . .
Cap. XIII. — Carta de Femando de Pnlpr á nn caballero
ertado del Anoblspo de Toledo •
Cap. XIV.— De ona arta qne Femando de Pnlgar eacrlbló
al Rey de Portnpl •••
Cap. XV é
Cap. XVL— Como el Rey Don Alonso de Portugal determi-
nó entrar en Castilla •
Gap. XVII,— La entrada del Rey Don Alonso de Portugal en
Casulla. .
Cap. XVIII.— Proslgae lo qte hlxo el Rey Don Alonso de
Portugal en Castilla. . ¿
Gap. XIX.— Prosiguen loa sueesoi del Rey Don Alonso de
Portugal en Castilla. •••• «•••
Cap. XX.— De Rdrgoa. ••«•
Cap. XXL — DeCastronuftoy Gantilapledra
Cap. XXIL— De eomo ae ganó a Zamora
Gap. XXIIL— Del desbarato y rompimiento del Rey Don
Alonso di PortngaL . s «
Gap. XXIV.— Victoria de los VIxeainos contra loa franeeaea.
Cap. XXV.— Gomo el Rey Don Alonso se toItIó á PortngaL
Cap. XX VL— Como ae tomó la ciudad de Toro. ....
Gap. XXVII.— De como el Rey Don Alonso fué i Franela á
demandaraoeoiToalRey Lula,éBoaelodló. . . . <
Cap. XX VIIL — Do la toma de CaatroBalio, 6 de como se
dieron al Rey Don Femando muebas ciudades. Tillas y
lagaraa, ¿ puaieron debajo de su obedienela é toda Cas-
tilla la Vieja el Rey y la Reyaa, y los eoBBrarioi le vbüe-
roBá demandar clemeBcia.. ••••••«•••
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Id.
Id.
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Gap. XXIX.— Gomo él Rey é It Reyna vialeroi i Sefllla., 6
como fueroB ende recibidoa , é como el Marquóa d» Gá-
Us Tino una noebe i besariea las manos. ..••«•
Cap. XXX. — Como el Rey é li Reyna faeron por el rio i la
ciudad de Xeres , é el Duque de Medina lea fiío gnndea
acatas en Sanldcar, é el Marqués en RoU
Cap. XXXL— Como puaieron el cerco i la fortaleía de Utre-
ra, é de cuanto duró el cerco, é como lu toauron por
fteeraa de armas
Gap. XXXII.— Del nacimiento é bantlsmo del Principe Don
Juan. . • . >,
Gap. XXXIIL— De eomo salió la Reyna á misa , á presenUr
al Principe i Dios -
Cap. XXXIV.— Del espantoso eclipse que el sol blxo. • .
Cap. XXXV.— De como el Rey Don Femando euTlóé de-
mandar ana pdriaa al Rey moro de Granada, y de eomo
ouTló á conquistar la Gran Canaria • . . •
Gap. XXXVI. -Como Sus Altezas parUeron de SeTllla,d
faeron Tisllando sus Tillaa é ciudadea de esta Aadalucia,
6 trataron de ir i poner cerco sobre Mérida é Medellin. •
Gap. XXXVII.— De la baulla campal que OTieron el Maeatra
Don Alonao de CdrdeÉaa con au gente é apltanea, con el
Obispe de Ébora é gente del Rey de Portugal. . • . . •
Cap. XXXVIII. * Del Maeatra de Santiago Don Alonso de
Cárdenas , é de sos Tlctorias é buenas venturas. . . •
Cap. XXXIX. —De la pelea que oto el Conde de Feria , 6 el
Maestra en Xeres, é de como el Conde fué Toncldo. . •
Gap. XL.— De como el Duque de Medina faé de Serilia po-
derottmente, é entró en el Maestndgo, é de los robos
que los suyos dcieron, é de como ñieron di y loa suyos
Toncidos.
Cap. XU.— De los eercoa de Mérida y Medellin é Montan-
cbes
Cap. XLn,— De eomo el Rey Don Fernando faé i AngoB á
la muerte de su padre , que falleció en este tiempo. • •
Cap. XLIIL— Del eomlenxo de la beregia é del comienio de
la Inquiaiclon é de quaado oto sn inclinación la moaáica
praTidad, y castigo de las ceremonias Judaicas. • . .
Cap. XL1V. — De como comentaron en SeTÜla é prender y
quemar y reconciliar los bereges Judaicos , é de la gran
pestilencia del afio de ocbenta y uno
Cap. XLV.— De como el gran Turco riño sobre Rodas é la
tUTo cercada con grande bueate é sobre ella embistió é
fRé desbaratado; é de eomo loa Turcos tomaron i Otran-
to , é de como el Duque de Calabria la recobró , é de otras
muebas cosas 4
Cap.XLVL— Como el Rey y la Reyna fueron i risitar ana
reynos de Aragón, y del presente que les dieron los Ju-
díos de Zaragou i . •
Gap. XLVIL— Como casó el DelflB de Francia con Margari»
ta, 4Ja de Maiimlano Dnque de Auatria, Rey doRonm*
Bos, siendo nilios.
Cap. XLVill.— De eomo ae eomeiió la guerra entro los
chriatianoa é los moros.
Gap. XUX. — De como falledó el Rey Don Alonso de por-
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.
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tapl.
Id. I
Gap. L.— Gomo reinó su fljo él Rey Don Juan de PortngaL .
Gap. LL— Como tomaron loa moros á Zahara , é la turieron.
Gap. LIL— Como tomó el Marquéa de CádU i Albama de loa
moros é como é quien fué con él y en qué tiempo.. . •
Cap. LIIL — Gomo el Rey de Granada combatió al Marqués
é á el AdelanUdo, é é el Aaiatenle de SoTlUa é A todoa
loe ebriatianos que cataban en Albama
Gap. LIV. — Como tomó el Rey moro A cercará Alhema y
entraron en día por combate ciertoa moros
Gap. LV.— De eomo el Rey Don FeraaBdo tné á Tor á Al-
hema
Gap. LVI.— De como ea Graaeda alearon otro Rey, é deja-
ron al Rey viejo. . •
Cap. LVlI.— De la batalla del Lomo del Judío qne vencieron
loe chriatianoa de Utrera
Gap. LVIIL— De como el Rey faé primera ves sobre Loxa ,^
yno 8x0 lo que quisiera
Cap. LIX. — Como el Rey Mnlcy Ilacem corrió el campo de
Tailfé.. •««•«•^«••«i.«...
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OBONIOAS DE tX)S BÜTIB Dtt CASFILUJ
Cap. IX— M áMktnto fu lof morot laieniB •■ los
dirif tlMOf ei 6l Axirqnia 4e Háltiíi.'
Cap. LXL — De como foé preso el Rej moro Moloy BaidUl
cérea de Loeooa » . . . .
Gap. LXIl.— De edaio los meros tonaron á tomar por Rey
alRey?ii(Ío • • . .
Cap. LXIIL — Como el Rey Doa PenaBdo tomd á Zahara á
los moros •}••..
Cap. LXIV.^ De las siete Ulu de Canarias
Cap. LXV.— Como foeroo eoaqaistsdas primero estas Islas.
Cap. LXVI.— De la Isla de la Grai Canaria , é «olea ¿ como
lasfandfjde aucosas.
Cap. LZVII.— Do la baUlla que eomnuieito se dice la do la
Lépera. •
Cap. LXVIIL->Do eómo el Marqiés tomd á Zabara. • • .
Cap. LXIX.— De como eobrd el Rey moro Hvley üacen á
Almería» é fne degollado aa fljo Besah^lto» 6 de la gran
tala que icleron los cbrlsUanos en tierra do moros. • •
Cap. LIDL— De la gran tala •
Cap. LXXL— De como el Rey tomd á Alora
Cap. LXXIL— Do lo qne bailaron los iMrmoleros. s • •
Cap. LZZIIt.— Del Utilo Jesns Naureno. ...».•
Cap. LZXI V.— Como el Rey tomó i Sotenll á los moros. •
Cap. LXXV.— De la bermosa entrada qie el Rey Ito en
tierra de moros. • •
Cap. LXXTl.— Do lo qne biso Mnley BatdUl Ahapl porqte
lo abaron por Rey. . . • ^
Cap. LXXVIl. -De lea grandes llnrias del alo do 1845 en
Iba meses postreros. ••* &
Cap. LXXVIII.— Otra ves de mnebu agnu •
Cap. LXXIX.— De como el Rey tomó á Lou é niora.. • •
Cap. LXXX.— De como riño la Reyna al real y la redbieroB.
Cap. LXXXI.— De Modín 4 MonteMo, 4 Colomera.— Como
el Rey y la Reyna los tomaron , 4 do las eosu qne allí
acaecieron. ..k * • •
Cap. LXXXU.— Do Veles Mdlap , 4 como la tomd el Rey. •
Ca^. LXXXIU.— Del cerco de Málaga , 4 de Us cosas qne en
41 acaeaderon
Dp. LXXXIV.— Do como nna nocbe entraron ciertos moros
pocvera de la mar en Málap, y tomaron alnnos de
ellos; 4 el nno qne declan Moro Santo , 4 de lo qne acae-
ció con 41, 4 como pensando qne daba al Rey aeicbllló 4
DonAlmo.dáUBobadltla
Cap. LXXXV.— Como se dió Málaga s • .
Cap.LXXXVL— Decomo sedieronMIjasyOsvna. • • •
Cap. LXXX Vil.— De la manera qne se tnto con los moros
de Mdlaga , 4 con sns bienes, 4 como rinieron cantivos ,
4 de los Jvdloa, 4 de las cosas del cerco de Málaga. . .
Cap. LXXXVIIL-Como estnrieron en el cerco de Málaga la
flor de Grandes y caballeros de Castilla.
Cap. LXXXDL — Como el Rey tomd á Vera con toda si
tierra <
Cap. XC;— Como los moros do Gnacln se aluron
Cap. XCI.— De ta fertUldad del Uo de 1188 , 4 de las agnas
de la oloflada del 80 slgniento , 4 de como tomd el Rey 4
PUcencla 4 oto el Maestradgo do Galatrara
Cap. XCIL— Del gran cerco de Bau y de las eosu qne en 41
se flderon 4 acaecieron , 4 de como la Reyna fué al real 4
de como se dld Basa al Rey 4 á la Reyna á partido, 4 entra*
ron en d partido Almería 4 Gnadií 4 otras mncbu villas.
Cap. XCIIL— Como d Rey tomd á Almeria 4 Almnlecar. .
Cap. XCIV.— Como el Rey tomd á Gnadli, 4 del ndmero
do los cbrlstlanos cantlTOs qne sacó de esta entrada, 4
do los partidos con qne estonce quedaron los moros en
la tierra • . . .
Cap. XCV.— Dd ttsamlento de la Infanta Dolía lubd. . ¿
Cap. XCVI. — Do la tala de Granada , 4 de la torre Roma 4
Albendin •
Cap. XCVn.— Como los moros do Granada ganaron á Al-
bendin» 4 llevaron todos los cbrtstianoa qne abl cataban,
cantivos; 4 como se aliaron los moros vasallos del Rey
moro Bandilt Alxagal, contra 41, 4 de como se cartearon
los moros de Gnadix con los de Granada , 4 de lo qne el
Marqnás do VUlena, qne era CapiUn generd» Éso aobro
fUo. • • • I • « % * • ♦ • •
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Cap. XCVnL-*De oemo 8l Roy aura 88 peed aBmiia eon
mncbos moros «••••!• •
Csp. XCIX.-Como M la Intbita Dola Isabd la primen
ves á Portngd , cauda eoa d Prfndpo Don loan. . • •
Cap. C— Dd cerco do Granada , y de lo qne auedd d eo-
mienso * *
Cap. CI.— Del ejdrdto, dd real, 4 do los Capitanes, 4 do
como emprestó d Dnqne do Cádls sn tienda d Rey, 4 do
los moros qne murieron nn dia qne la Reyna fa4 4 ver la
dadad. •••••
Cap. CU.— Dd partido do la Albambm , y eomo so dld Gra-
nada
Cap. ClIL— Do cómo» y por qad, y eaáado empresentó d
Gran Tnrco Bayaceto al Papa d 8erro de la lanu coa qno
naestro Redemptor Jesacbristo Ai4 berido ea d costado ;
4 de la becbnra del santo biem » 4 de lu rdiqalu qaa
están en Conslantlnopla. & •.••••..• •
Cap. GIV.— Del faUedmieato do álgaaoo Giaades* 4 del
Marqnds-Daqno do Cádis.
Cap. CV.— De Bretaffa, 4 do como el Roy do P^aada la lo-
mó 4 so asó coa la DoqneM. • ^ ••••••• •
Cap. CVI.— Del reyno de Navarra , 4 do su cosas 4 gaerru,
4 como reyaO ea 41 el Rey Dea Inaa , Rey de Aragón qno
despoM fnd, 4 de como sn 8|o Doa Garios foá coatra 41.
Cap. CVIl.— De la sabcesloB de loe royaos do Aragoa. • •
Cap. CVia— Como Ai4 empeflado PorpUUa d Rey do Na-
varra, y sns gnorras. \ ', i
Cap. CIX.— De d Rey DoB laaa de Aragoa. • » • • • •
Cap. ex.— De como fBeroa los Indios cebados de Bspafia. •
Cap. CXI.— De como aalieroa 4 por doade loa Jndloa do Cat-
tUla »
Cap. CXn.— Do como loa moros vhrlan en Espafla » y do sas
riqnetas, 4 oficios 4 de la fortaaa qne llevaban. . . .
Cap. CXIII.— De lo qao fa4 de los Jndíos qne entraron ea
PortagaL •
Cap. CX1V.—D0 los Jndíos de la dadad de Peí. ....
Cap. CXV.— De como el Rey Doa Peraaado demaadó á Per-
pifiaa. . • • • -
Cap. CXVL— De la eacblllada qio aa md bombre dld d
Rey Doa Peraaado «.••••••.
Cap. CXVIl. — De la maerto dd Rey do Ñápeles y eatrega
dePerpIftaa • &
Cap. CXVIIL — De como faeroa deaeablertas las ladUs. •
Cap. CXKX.— Déla aeganda Armada de lu Indina. • . •
Gap. GXX.— Como llegaron ala Espadóla y bailaron maer-
tos bombres qao babiaa dejado
Cap. CXXI.— De como d Almirante Iba por la tierra á bas-
car d oro á la provinda de Cibao , y lo qne lo pareció de
latierra,4deIafortalesaqne biso
Gap. GXXll.— De los granos de oro y experimentos do 41 ,
4 de como los indios los cogían. . • . « • • • « •
Cap. CXXIII.— Como fa4 á descubrir d Almirante. • • .
Cap. CXXI V.— De como el Almirante llegó 4 tierra donde
los árboles llevan dos veces fmto > 4 dd pescado 4 ser-
pientes qne bdlaron , 4 como faeron 4 la Isla de laaiáica.
Cap. CXXV.-De la ida de Jamaica.
Cap. CXXVl^— De macbas idas qao se descnbrieroa. • . .
Cap. CXXVII.— De la tierra doade loa boad^res comea per-
ros, y los eagordaa coa pescado para ello, 4 ddsaavld-
mo olor de la tierra
Cap. CXXVIIl.- De la mar blanca^
Cap. CXXIX.— De los cnenoa nmrlnos qao vieren, 4 marl-
posss.dtortagumaygraades
Cap. CXXX.— De la provincia de Oíaopbay 4 do doado el
Almlraate 8so dedr misa ,4 dd roeiblmlealo qao d ea-
dqne de aqaella tierra lo aso
Cap. CXXXI.-De como d Aladraato ao partió do allf ; 4
dt lo qae aadavo, 4 de eaantas legau paedo aadar aaa
carabela, y de como aportaroa 4 aaa ida do macbaa po-
bladones, 4 dd Cadqne qae ao metió eoa aa magor ó sa
casa ea la carabda para vealr eoa d Almlraate; 4 de eo-
mo volvió á la Espalóla : y d 8a de esta oaeriptara » 4 de
la mnerte dd dicbo Almlraate
Cap. CXXXII.— Oe la isla de la Palma ea Caurlas
Cap. CXXXUI.-Dd Maestradgo de Suttago
Id.
611
6tt
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Id.
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Id.
Id.
Id.
657
Id.
Id.
670
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673
U.
Id.
679
% •
£ip.CXÍXÍV.-^D6Tei«rirf,ltlai6Cauriif;
Cap. CXXXV.— De eovo pisieroB derendiviento sobre lee
malas el Rey y le Reyne porqte se perdía le eebellerfe
deEspafla
€ap. GXXXVI — CadBdo j cómo el Rey Caries de Présela,
ajo del Rey Lele de Fraaele , eatrd coa gran peder ei la
Italia
Cap. CUXVII.— De como el Rey de Fraaele eatró ea Roaia.
Cap. GXXXVilL^De los remedios qae el Papa proYeyd de
secreto para proteterse y defeaderse del Rey de Fraaele»
é de la coaformidad qae despies ovo entre el Saato Pa-
dre y el Rey de Fraaele
Cap. CXXXIX. - De como el Rey de Frénele pertló de Re-
me, é de como Don Antonio de Fonseea , Embalador de
Bspafia, le rasgd los eapUalos porqne se qnltaba de lo
eapitniado» y de las Tillas qae el Rey tomó y de como tle-
ló coaslfo al Cardeaal Don César é al tareo prtsleaero
del Papa , é de como se hoyó Don César.
Gap. CXL.— De lo qññ biso el Rey Don Alonso de Rapóles
desqne f Ido qne el Rey de Franela le entraba á aiés an-
dar en en reyno
Cap. CXU.— De la traición de los capitanes del Rey Don
Alonso. ;
Cep. CXLll.~De la gran llp qae ee biio contra el Rey de
Francia , é de la batalla qne se did en la Nota entre el
Rey de Francia é el Rey Den Femando de Nepotes é Gon-
lalo Femeades , d de otras cosas •
Cap. CXLIIL— Gomo faé desbaratado el Rey Carlos en la
Italia
Gap. CXLIV.— Gomo M presa la armada de la mar del Rey
de Fraaele
,Cap. CXLV.— Del cerco de Rotara y del cerco de Salsas. •
Cap. CXL VI.— De el Rey Don Inen de PortnpL
Gap. CXLVII.— De como el Rey Don Femando 11 pnó I
I Rapóles, 6 Gonulo Feroandes Tenderon la batalla. • •
Gap. CXLVllU— De lo qne biso el Rey Don Femando, é del
cerco de Gaeta •
Gap. CXUX.— De ona fren llnvia • • . . •
Cap. CLm— De la maerte del Rey Don Femando.
Cap. CU.— De como comenió á minar Federice en Rapóles.
Gap. GLII.— Gomo el Gran Capitán fad á Roma , é por man-
dado del Papa tomó i Ostia.
Gap. CLIU.— De la gnem eatra Franela y Bspata, d de
Salsas * •
Gap. CUV.— De los cssamlentoe del Principe y del Arebi-
daqae.
Gap. CLV.— Como tornó la InfanU Dofta Isabel i Portvgal..
Cap. CLVI.-De Melill
I Cap. GLVll.-.Del Capitán de Perplfian.
Cap. GLVUl.— De la muerto del Rey Carlos de Fraacla. . •
^Gap. CLIX.— De la especería de Caleend , cómo se halló. •
¡Cap. CLX.— De las Reynas de Hipóles é del bantismo de
r los moros.
Ca^ GLXi.— De la división entro el Rey de Rapóles Federi«
' * eo y el Rey de Bspafia ••••••
Cap. CLXU.— Del Rey de Fraacla, é de Milán «
Cap. CLXllI.— De como el Gnn Terco destriyó á Corfn i
Modon • ••••
Cep. CLXIV.— Del Rey de Nayarra
;Cap. CLXV.— De Dolía Catalina, snbermana, bija menor del
- Rey Don Femando , é de la Reyna Dofta Isabel , sn majer.
Gap. CtXVI.— De como earlaron á baniiur los moros, é
como los de Slern Bermeja se alborotaron é se sisaron,
é de como pelearon , é de como mnrló Don Alonso de
Agttilar,é de otras cosss. ...•
.Cap. CLXVII.— Del Rey de Francia , Dnqoe de Orliens. . ,
Cap. CLXVHI.— De las vlctoriss del Gran Capitán, é de co«
mo partió de Bspalla , é del fíale qne Bso, é de las dlfe<
rendes son los franceses y otras cous. •'
Bespnesu qne dló d Gnn Capitán al trompeta ,
Gap. GLXIX. — Como el Gnn CaplUn biio aaber el Rey de
> Bspafia las coses de Repeles, é de como d Rey proreyó ó
enTló socono á Pnertocarroro , é de la gnem.
Pe como los flrancesee comenuron la gnerrp*
la gnerní, ...•••••••••
Id.
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Id.
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• • • • •
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Id.
Cep. CLXX.— Dd deíallo do do<6 i itcd franeesaa d eipa-
lolee. é , 760
Cap. CLXXI.->De Don Diego de Mendoia. 701
Gap. CLXXII.— De CastollaneU, é de le qne allí aconteeló. Id.
Cap. CtXXIlI.— Del desafio de loe Italianoa y flraacesea.. . Id.
Cep. CLXXIV.— De lo qne biso el Comendador SoUs. • • • Id.
Cap. CLXXV.— De Letcano Id.
Cep. CLXXVI.— De lo qne biso el Gran Capitán en Rennbo. 701
Cap. CLXXVIL — De U bñuUa qne ovieron los cssteUaaes
« con Mesen de Obenl, capitán general de Francia, 6 con
los franceses en Geiabria, é los franceses fueron venddos. Id.
Csp. CLXXVIIL— Del socorro de Bspafia. Id.
Cap. CLXXIX-De la baUlla de Calabria 703
Cap. CLXXX. — De la batalla qae el Gran Capitán oro con
el Vlrey Dnqne de Remonra de Francia 704
Ca^ CLXXXI.— De la geate qne d Gran Cepilaa tnyo ea
esta batalla , é de la qne tnvo el Virrey de Franda. • • • 705
Cap. CLXXXIL— Del nxonamlento qne el Gran Cepltan bi-
so é los snyoa. Id.
Csp. CtXXXlIl.— De como Pedro de Pas » yendo en aegnl-
mlento de loe fencldos, tomó el castillo en el Garoliano,
é eomensó i Ibcer gnerra i Gaeta , é de come el Gran Ca-
pitán tomó i Melfa , y pnndló al Dnqne de ella; y de co-
mo se le dló la Palla é Rapóles , é tomó i CasUlnoTo. . • 706
Cap.CLXXXIV.— DedCastlIRoYO 707
Cap. CLXXXV.^De Gaeta é sns cercoe qne tn?o Id.
Cep. CLXXXVI.— De como se tomó el CastU dd O? o en Hl-
polcs. . • 706
Cap. CLXXXVII.— De la traidon qie blderon loa do Rosa
Gnlllermo Ift
Cap. CLXXXVIII.— De como d Dnqae Valentino eseribió al
Gran CapiUn 709
Cap¿ GLXXXIX.— De Roca Seca , y de lo qne ende acaedó. Id*
Cap* CXC— De como ae tomó á Gaeta 7U
Cap. CXCI.— De como d Gran Cepltan lea saeó de allí 6 loa
llevó baata Gaeta fnyendo , é de como cayó del caballo. • 711
Cap. CXGII.— De lo qne biso el Gran Capitán despnee qne ^
tomó á Gseta , é como dló por traidores á los principes
qne andaban con los flrsnceses ó les dló plaso para qne
se viniesen á salvar, é de como npartió la gente per d
ropo , 6 dio i los capitanea á cada ano sn gdardon ; 'y do
como y qnando acabó la conqnists 1l|
Gap. CXCIII.— De la ecdon yJnsUcis qne el Rey Don Pe^
nando tnvo y tiene al Reyno de Ñápeles 7i4
Cap. CXGIV.— De como qnedó Garios reynando en Sldlla, 6
de como en SIdlia Ultrafaro mataron la mnlUtnd de fran-
ceses, y de lo qne sobre dios dice el FcsdctAu. B del
peco merino qne mnrló en la Clvlta vieja, y de eomo el
Rey Don Pedro de Aragón tomó la Isla de Sldlla. • • .
Cap. CXCV.— Del liai^e dd Rey Maafredo de Sldlla. . • .
Cep. GXGVI.*-Como fneron beptlndoa todoa los moros
de los Royaos de Csstilla.
Cap. CXCVII.— Gomo se perdió le nso capitana qne traía
el noble y vlrtnoso selor do BobadUla, caaüno de les
Indias por sn desventnnu
Cap. CXGVIU.— Del cerco de Salsas » é de lo qne el Rey de
Franda biso deapnes qne sapo de les dos batallas vend-
das
Cep. CXCIX.— De como el Rey Den Penando entró por
Franda, é de lo qne flse y tomó.
Cap. ce.— Del ndmero é fermosnra de gente qne d Rey
Don Fomaado llegó de esu ves, é tregnas qne ae asen-
taron •
Cap. CCI.— Del espsntoso temblor de Uerra. > • » . .
Cap. CGII.^Do la mnerte de la Reyna Dofta Isabd. . . •
Gap. can. — De como gobernando á CestiUa d Rey Don
Femando por U Reyna Dofta Inane, sn ftja, é por el Rey
Don Pbelipe, sn marido, biso nne srmada con qne tomd
i Meserqnlvir, qne es el reyno de Tromeien 7IS
C8^ CCI V.— De eomo casó d Rey Don Fernendo seguda
ves. ^. « 714
Cep. GGV.— De le venido del Rey Don Pbdlpe 715
Cap.CCVI.— De el alboroto de LUbona 716
Cap. CCVIl.— De la mnerte do Don Pbelipe, Rey de Casti* .
llajArebidaqie. • • • • i • • t # • . • • • Id,
716
717
7Í6
Id.
716
710
Id.
711
■> V
• f
^Ú
OBÓNIOAS DB LOS BBTBS DE ÓASTUÍiA.
Pé0.
Gap. GCVIII.— Gomo ol Dsfiie de Medina SMobIi faé ao*
breCIbralUr. / 717
Gap. CCIX*— De laa fortanaa h hambrea é Burtea de eie^
toaafios. • i 718
Cap. CCX.— De como el Rey Don Fernando partid pan Ma-
polea , 730
. Gap. CCXI.— Del recibimiento «ne fleieron al Rey Don Per-
. nando en sn eindad de Nápolea Id.
Gap. CCXlLr*Oel deaeonderto q«e aeaeeid en la gente eoi
qne d Aleayde de loa Donedee entré á eorrer allende de
Oran 751
Gap. CCXIII.— Dd desbarato qne hideron loa moros en Ion
ebristianoa qno hablan puado con d Aleayde áe loa Don-
colea 7St
Cap. CCXIY.— De laa langoataa y dgarronea qne bobo. . • 739
Cap. CGXV.-De como fneron abaratando loa mantenimien-
toa » y de como ae tomó d Pefion de Veles |d.
Cap. CCXVI.^De la tenida del Rey Don Femando en la
Andalncia. i ¿ 734
Cap. CCX VU. ~ De como el Rey vino á SevllU , ¿ de lo qne
ende aeaedd • • . • 735
Cap. CCXYIII.- De Ardía 736
Cap. CCXIX.-DeIaiomadeOran 737
Cap. CCXX.— De la batalla qne ovleron francesea ¿ yeneda-
■oa • . . • 788
Cap. CCXXI.— De d ejército de d Papa 739
Cap. CCXXII.— De como loa Tonecianos se hnmillarony
, escribieron al Papa » . Id
Cap.CCXXIII.— Delatóme de Rnffa • . • 740
Cap.CCXXIV.— Déla toma de Trlpd ¿ 711
Cap. CCXXV.-ComoparUó Don Garda de Hilata. , . , 71t
Cap. CCXIYIt<^De como d Rey Don Fernando qnlso pasar
d allende, y de le dsms contra d Papa lallo* • s . • 745
Cap. CCXXYII.- Dd BrcTe qne d Papa JoUo aegnndo en-
vid al Rey Don Femando á Ddrg os 74S
Csp. CCXXVIII.— Dd mónstmo qne parid nnn monja en
RáTcna. 747
Cap. CCXXIX.— De las cosas qve naederon mientras d
Rey estobo en Burgos» 4 de la carta qne el Rey de Tre-
molen le enfld, é del presente, 4 de cómo se hizo si
tasallo, y de los cismáticos. 748
Cap. cCXXX.— Carta dd Rey moro de Tremeien , qne en-
vió al Rey Don Fernando, 4 ae hizo sn nsallo Idj
Cap. GCXXXI.— De las cosaa, 4 de dgnnas de elJu, qne
acaecieron en la Italia en d alo de 151S. 749
Cap. GCXXXI!.— Otra ves de la baUlU de Rafona. • . . 7G0
Cap. CGXXXIII.~De la batalla qne olieron los poitngneses
de Tlnger con los moros de allende TSft
Cap. CCXXXIY.— Volviendo é fablar do las cosas de lUUa. 7»
Cap. CGXXXY.— De la toma de Navarra 7!4
Gap. CCXXXVL-- Carta dd Rey sobre la toau de Mavaira. 156
Cap. CCXXXVIL— Dedaiadon dd Rey Don Femando so-
bre las cosas y empresas dd Reyno de Navam. • . . 758
Cap. CCXXXYIII.-De ía mnerte dd Papa Inlio IL ... 761
Cap. CCXXXIX.— De la elecdon del Papa León 7G6
Cap. CCXL.— De la coronadon dd Papa León X. • • • • Id.
Cap. CGXLI.— De lo qne hideron los dos Cardendes ú^
míticos desque snpleron la mnerte dd Papa Jallo, é de
la abjnradon qne hideron de la dama; 4 de cómo cono-
deronan pecado 4 fneron perdonadoa.. •••••• 767
Cap. CCXLU.— De la mnorte dd Dnqne de Medien. ... 768
Cap. CCXLIIL— De iu tregnas de entre Fronda y Espafta. 7C9
Cap. CCXLlY.->De como dRey delnglatem entróen Franda 771
.Cap.CGXI,Y«-^PdReyd9lBK9Cl9« ««i^f^^*- '^'^
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