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Full text of "Crónicas de los reyes de Castilla : desde don Alfonso el Sabio, hasta los católicos don Fernando y doña Isabel"

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HARVARD 
COLLEGE 
LIBRARY 


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BIBLIOTECA 


DI 


AUTORES  ESPAÑOLES 


(TOMO  LXX  DE  LA  GOLEOOION.) 


BIBLIOTECA 


DB 


AUTORES  ESPAÑOLES, 

DESDE  LA  FORMACIÓN  DEL  LENGUAJE  HASTA  NUESTROS  DUS. 


O 


CRÓNICAS 


Dfl 


LOS  REYES  DE  CASTILLA 

DB8DB 

» 

DOff  ALFONSO  BL  SABIO,  HASTA  LOS  CATÓLICOS  DON  FERNANDO  T  DORA  ISABEL. 

OQUtOODBCni  OBDBIllllA 

POR  DON  CAYETANO  ROSELL. 


TOMO  TEBOBBO. 


MADRID, 

M.   RIVADBNEYRA  — EDITOR. 

AOMOriRltACIOX  :  MÁDBUl  BAJÁ,  HÍM.  8, 

1878. 


5pan    HZÍC>'^(^   C^^ 


IMPBBNTÁ,  KST£RKOTIPU  T  OALYANOPLASTIA  DB  ARIBAÜ  T  OOMPAf^ÍA  (BDCE60RE8  DK  I11VAPBNETRA)| 

IMTBKORCS  DS  CAUAiu  D|t  I.  V.—  Cille  del  ]>QqQ«  da  Onna ,  núsu  S. 


t^ta 


ADVERTENCIA. 


I 


Para  dar  por  terminada  la  ooleooion  de  Cránieoi  dé  la  Rey$$  de  CaaiBa,  que  noa  propn* 
ñmo8  indair  en  la  Bibliotxoa  ,  restan  únicamente  las  que  oorresponden  á  los  reinados  de 
JEnrique  IV  j  lo$  Reyee  CatólicoB^  Hasta  ahora  contamos  en  oada  reinado  con  una  orinica; 
ni  tampooo  se  extendía  á  más  nuestro  .empefio,  atenidos  oomo  estibamos  j  no  á  reproducir 
monumentos  esencialmente  históricos ,  sino .  aquellos  que  de  común  acuerdo  se  conservan  y 
recomiendan  como  superiores  por  su  concepto  7  mérito  literarios.  Pero  el  renacimiento  de 
las  letras  en  Occidente  perfeccionó  los  estudios ,  ensanchó  el  campo  de  la  erudición^  7  armo- 
nizó más  7  más  la  manera  dé  expresar  las  ideas  con  el  mejor  arte  de  la  forma  ^  modelada 
sobre  los  insignes  ejemplares  de  la  antigUedad  clásica. 

El  siglo  XY  cae  de  lleno  en  este  período;  7  lo  que  antes  era  semilla  copiosa^  pero  poco 
fecunda  aún  ,  llega  en  breve  á  hacerse  campo  de  frondosa  7  lozana  fertilidad.  Allí  no  era 
posible  la  preferencia ;  aquí  lo  dificultoso  es  la  elección ;  pues  exceptuándose  algún  investi- 
gador de  memorias  7  documentos ,  que  en  fuerza  de  aplicación  7  voluntad  hada  olvidar  lo 
deslucido  de  su  propósito,  los  más  eran  escritores  de  profesión,  que  con  observar  lo  que 
aconteda  á  su  vista  7  referirlo  según  su  pasión  ó  sus  intereses ,  por  degante  manera  7  aci- 
calado estilo  y  creian  haber  desempeñado  su  papel  á  gusto  de  los  que  los  pagaban  ó  los  aplau- 
dían. El  más  retórico  era  el  que  presumía  de  ma7or  aderto. 

Dijimos  al  finalizar  la  Advertencia  que  encabeza  el  tomo  n  de  nuestras  OrónicaSi  que  en 
el  presente,  relativo  al  reinado  de  los  Be7es  Católicos ,  marchariamos  con  más  desembarazo 
en  cnanto  á  la  concurrencia  de  los  autores  que  se  disputan  la  propiedad  de  alguna  de  las 
obras  de  esta  colección.  No  cabe,  en  efecto,  duda  respecto  á  los  verdaderos  historiadores  de 
aqud  reinado;  pero  no  sucede  lo  mismo  con  los  del  precedente,  es  dedr,  con  el  de  D.  Enri- 
que lY,  en  cu7a  vida  pusieron  mano  á  la  vez  varios  escritores,  sin  que  sea  posible  afirmar 
sin  pruebas  á  quién  ha  de  atribuirse  esta  ó  la  otra  obra  determinada.  Ouál  más,  cuál  ménos^ 
sabemos  que  intervinieron  en  aquella  empresa  el  competidor  de  Nebrija,  Alonso  de  Palen- 
da,  Mosen  Diego  de  Valora,  Diego  Enriquez  del  OastiUo ,  D.  Juan  Arias  Dávila,  d  famoso 
compilador  7  refundidor  de  los  documentos  históricos  de  aquella  edad ,  Don  Lorenzo  Gk- 
lindez  de  Oarvajal,  7  con  carácter  más  general,  sin  ceñirse  á  limitado  [espado  de  tiempo,  el 
bachiller  Alfonso  de  Toledo,  Pedro  de  Escávias ,  7  quizá  algún  otro. 

No  nos  detendremos  á  referir  las  drcunstandas  de  la  vida  de  algunos  de  estos  autores, 
personajes  importantes  en  las  cortes  de  Enrique  IV  7  de  los  re7es  Don  Femando  7  Doña 
Isabel  (1),  porque  están  7a  consignadas  tan  ampliamente  como  es  posible  en  obras  redentes 


(1)  Alfonso  de  Falencia  6  Fernandez  de  Palen- 
da,  natural  quizá  de  esta  oiadad,  6  segnn  otros,  de 
Berilla,  nació  d  afio  1443,  y  murió  el  92.  Se  educó 
en  Italia,  adonde  pasó  de  joven  con  el  obispo  de 
Burgos,  Don  Alfonso  de  Santa  María  ó  de  Cartagena, 
siendo  familiar  dd  célebre  cardenal  Beearion.  Vuel- 
to á  Espafia,  sucedió  á  Juan  de  Mena  en  el  empleo 
de  cronista  7  HcnUmo  de  Idltii,  7  se  afilió  en  el 


bando  del  rey  intruso  Don  Alfonso,  hermano  de 
Don  Enrique.— Diego  Bniiques  del  Castillo,  natu- 
ral de  Segovia,  fué  capellán  y  del  consejo  de  dicho 
rey  Don  Enrique. — Diego  de  Valora,  nacido  en 
Cuenca  en  1412,  murió  en  1486.  Merced  á  su  talen- 
to y  á  los  caballerescos  servicios  que  prestó  á  Es- 
pafia en  los  países  extranjeros,  fué  muy  estimado  y 
distinguido  por  Don  Juan  II  y  los  Beyes  Católicos. 


VI  CRÓNICAS  DB  LOS  BEYES  DE  CASTILLA, 

de  autores  oontemporáneoa,  que  bíu  dificultad  pueden  oonsultane  (1).  Ni  es  tampoco  del 
caso  incluir  aquí  la  enumeración  y  juicio  de  los  muchos  y  varios  escritos  que  se  conservan 
de  aquéllos  ^  cuando  sería  inútil  por  una  parte  y  pretencioso  por  otra  el  intoito  de  acometer 
este  trabajo ;  no  será  poco  el  de  concretamos  á  nuestro  otjeto. 

Tres  son  las  principales  Cránióos  que  se  citan  de  Enrique  IV :  la  de  Alfonso  de  Palenda, 
la  de  Diego  Enriquez  del  Castillo  y  la  de  Mosen  Diego  de  Valora ,  esta  última  titulada 
Memorial  de  divereas  Jiazaña$j  y  hasta  hoy  inédita  como  la  primera.  Escribió  también  Fa- 
lencia las  Décadae  Latmcuy  cuyo  verdadero  título  es  las  Tres  Déoadae  de  las  cosas  de  mi 
tiempo  f  que  comprenden  desde  1440  hasta  que  queda  asegurada  la  sucesión  de  la  reina  Isa- 
bel en  el  trono  de  Oastílla.  La  Crónica  abraza  solamente  el  reinado  de  Enrique  IV,  y  en 
algunos  ejemplareS|  no  cabal|  falta  que  puede  atribuirse  á  que  los  códices  no  estén  completos. 
Las  Décadas  están  escritas  en  latín,  la  Crónica  en  castellano ;  lo  cual  ciertamente  no  se  opone 
á  que  ésta,  ya  que  no  una  traducción ,  por  lo  menos  sea  casi  un  extracto  de  las  primeras. 

Pudo  muy  bien  Falencia  ser  autor  de  este  trabajo ,  como  lo  es  de  las  versiones  de  otras 
obras  suyas,  dado  que  todas  las  escribió  en  latin,  obligación  tal  vez  aneja  al  título  de  Secreta-' 
rio  de  koiny  en  que  sucedió  á  Juan  de  Mena;  mas  esta  conjetura,  sobre  alguna  razón  que  ale* 
garémos  luego,  es  de  ningún  valor  desde  el  momento  en  que  se  dice,  como  es  verdad,  que 
él  mismo  formó  una  lista  de  sus  escritos,  y  no  menciona  en  ella  la  Cránioa  de  Enrique  IV» 
Si  ésta,  según  la  opinión  de  algunos,  fuese  meramente  un  extracto  romanzado  de  las  Déca^ 
das  y  quedarían  resueltas  todas  las  dificultades;  se  llamarla  Crónica  de  Falencia  lo  que^  sin 
ser  trabajo  propio,  era  creación  suya,  como  se  llaman  comedias  de  Oalderon,  por  ejemplo, 
las  que  andan  hoy  refundidas  por  otras  manos,  unas  conocidas,  otras  anónimas  é  igno« 
radas. 

Fundamento  hay,  pues ,  para  negar  la  autenticidad  de  la  Crónica  de  Falencia  tal  como 
existe  hoy  dia.  De  este  parecer  es  el  sefior  Rios,  allegándose  al  emitído  anteriormente  por  el 
académico  Don  Pedro  Sainz  de  Baranda,  quien  demuestra  con  argumentos  incontestables 
que  ni  aun  traductor  de  sí  propio  puede  ser  quien  desfigura  su  obra  original  hasta  el  extremo 
de  no  comprenderla  y  equivocar  por  ignorancia  aquello  mismo  en  que  había  probado  su  su- 
ficiencia. La  solución  que  Zurita,  y  el  sefior  Fabié  en  su  biografla  de  Alfonso  de  Falencia, 
dan  á  este  problema  es  tan  admisible,  que  no  cabe  explicación  más  satisfactoria.  Mosen  Die- 
go de  Valora  tomó  de  las  Décadas  latinas  su  Crónica  de  Enrique  IV,  que  llamó  Memorial 
de  Hazañas;  algún  otro  quizá  tradujo  de  aquéllas  la  parte  que  se  atribuye  al  primitivo  au- 
tor, y  de  aquí  las  dudas,  la  confusión  y  las  tergiversaciones  en  que  se  ha  incurrido.  ¿Qué 
tendria  esto  de  extraño,  'cuando  Galindez  de  Carvajal  confiesa  que  su  Historia  de  Enri" 
que  IV  no  es  más  que  una  compilación  de  la  de  Falencia? 

Hemos  tenido  la  curiosidad  de  cotejar  algunos  trozos  do  la  obra  de  Valora  con  la  llamada 
de  Falencia ,  y  es  completa  su  identidad.  El  atentado  de  Ávila  y  la  muerte  del  infante  Don 
Alfonso,  con  levísimas  variantes,  se  refieren  en  los  mismos  términos,  ¿Cuál  de  los  dos  re- 
latos es  anterior  al  otro?  Coetáneos  eran  ambos  autores,  aunque  Valora  de  más  edad;  pero 
no  es  creíble  que  Falencia  tradujera  en  latín  para  los  doctos  lo  que  andaba  vulgarizado  en 
romance»  y  por  consiguiente  al  alcance  de  todo  el  mundo.  Y  que  el  Memorial  de  Háganos 
pueda  reputarse  obra  de  Falencia,  no  es  verosímil  tampoco.  Falencia  escribe  tan  premiosa- 
mente y  con  un  sabor  tan  exótico  en  castellano»  como  lo  prueban  sus  traducciones. 

Algo  más  afiadirémos  para  terminar  cuestión  tan  empalagosa.  En  la  Biblioteca  Nacional 


(1)  Don  José  Amador  de  Iob  Bíob,  en  bu  Historia  del  Tritmfo  Militar,  impreeoe  ambos,  con  nn  Ensa* 
Orítiea  de  la  Literatttra  EspaSíola ,  tom.  vii ,  capítu- 
los XVII  y  XX ,  Don  Antonio  María  Fabió  en  los  dos 

tratados  de  Alfonso  de  Falencia ,  la  Batalla  campal  Madrid,  Duran ,  1876.— Discurso  de  recepción  en  la 

que  los  Lobos  y  los  Perros  ovieron^y  la  Perfoccion  Academia  de  la  Historia  del  mismo  sefior  Fabié. 


yo  biográfico  y  bibliográfico  que  los  precede ,  en 
la  Colección  titulada  Libros  de  Antaño,  tomo  v; 


ADVIKFKROtl.  w 

existen  multitud  de  oidioee  de  la  Ordmoa  de  Enrique  IV  esoritos  en  los  siglos  xvi,  zvii  y 
aun  XTiu  (1);  unos  alcanzan  solamente  hasta  la  muerte  del  fitlso  rey  Don  Alfonso;  otros 
lleyan  por  vía  de  oontinuadon  la  CrMoa  de  Enriques  del  Oastílloy  ó  el  Memorial  dé  áinena» 
Hazaña»^  de  Yalera,  7  alguno  la  de  un  anónimo.  Es  de  advertir  que  en  muchos  se  ha  omi- 
tido el  nombre  de  Palenda,  é  interoaládose  6  aftadídose  posteriormente.  ¿Qué  indicaba  esta 
opinión  ó  esta  incertídumbre?  Finalmente ,  en  la  Biblioteca  de  la  Academia  de  la  Historia 
j>e  conserra,  entre  otros,  uno  en  cuya  portada,  que  se  refiere  á  las  Crámoa$  de  Palenda  y 
Jfinriquei  del  Oastillo,  hay  una  nota  escrita  por  Don  Luis  de  Salasar  y  Castro,  que  dice  así: 
«Esta  Créniea  no  es  de  Alonso  de  Palenda ,  ni  de  Diego  Enriques  del  Oastillo,  sino  formada 
por  la  de  ambos,  y  debió  de  ser  obra  de  Don  Ambrosio  Sánchez  del  Águila^  ó  del  Doctor 
Lorenzo  Galindez,  etc.»  (2).  Basta  de  suposiciones. 

Ahora  bien:  nadie  ha  negado  jamas  que  el  Memorial  de  dioereae  HaeoMa»  sea  obra  de  Me- 
sen Diego  de  Valora.  Original  ó  tradudda,  completa  ó  extractada,  merece  que  se  dé  á  luz; 
si  en  día  tiene  parte  Palenda,  por  no  defiraudar  de  su  respectiya  propiedad  á  ninguno  de 
los  dos  autores;  ú  sólo  pertenece  á  Valora,  por  no  dejar  más  tiempo  en  la  oscuridad  la  que 
como  historia  es  á  tbdas  luces  recomendable,  y  como  trabajo  literario,  no  inferior  en  verdad 
á  ninguno  de  los  de  su  ¿poca.  El  que  ilustró  la  suya ,  de  joven ,  con  proezas  que  tan  singu- 
lar nombradla  y  tan  extraordinarios  honores  le  granjearon  entre  propios  y  extraftos;  en  su 
edad  viril ,  defendiendo  la  causa  de  la  razón  y  de  la  justicia  contra  los  ambiciosos  magnates 
que  destronaban  á  su  rey,  so  pretexto  de  inc^>addad,  para  sentar  sobre  el  trono  una  oli- 
garquía fitdnerosa ;  y  el  que  en  sus  postreros  aftos  dirigía,  por  medio  de  sus  memoriales  y 
cartas,  sabios  y  patrióticos  consejos  á  los  reyes,  á  los  amigos  y  á  los  adversarios,  ganindoso 
reputadon  de  animoso,  fid,  cuerdo  y  docto  en  todos  los  ramos  del  saber  humano,  digno  es 
de  mayor  aplauso  y  estimadon  que  la  que  la  posteridad  ha  tributado  hasta  hoy  á  sus  virtu- 
des y  á  su  talento.  El  tono  sencillo  y  grave  y  el  espíritu  de  rectitud  ¿  imparcialidad  que  re- 
saltan en  sn  Memorial  de  Hazañas  ó  Crómea  de  Enrique  IV,  purgada  de  la  afectadon  que 
iba  ya  cundiendo  entre  los  escritores  de  aqud  siglo,  y  de  los  discursos,  arengas  y  aderezos 
convendonales  con  que  se  procuraba  remedar  á  los  historiadores  de  la  antigttedad,  dan,  á 
nuestro  juido,  indudable  preferencia  á  esta  obra  sobre  cualquiera  otra  monografla  histórica 
de  aquel  rdnado.  En  todo  caso,  la  rareza  dd  libro,  que  por  primera  vez  se  da  á  la  estampa^ 
juzgamos  que  lleva  en  sí  sufidente  recomendadon  (3). 

Por  la  que  de  antiguo  goza,  mayormente  desde  que  se  divulgó  impresa  en  d  postrer  tor- 
do dd  pasado  siglo  (4),  no  hemos  debido  exduir  de  esta  oolecdon  la  Cránieaj  relativa  tam- 
bién á  Enrique  IV^  esinrita  por  su  capdlan  Diego  Enriquez  dd  Oastillo.  Palenda  era  secuaz 
dd  imberbe  monarca  prodamado  en  Avila;  Oastillo  guardaba  fiddidad  á  su  señor;  y  aun- 
que reconocía  y  ccmfesaba  sus  defectos,  censurables  en  cualquier  hombre ,  pero  mis  graves 
y  pemidosos  en  un  rqr,  pintaba  en  su  repugnante  desnudez  las  maldades  de  aquellos  nobles, 
rebddes  por  dstema,  traidores  por  instinto  y  perversos  por  naturaleza.  Tan  denodadamente 
loscombatia,  y  de  tal  modo  se  atngo  sn  enemistad ,  que  allanaron  su  casa,  se  apoderaron  de 


(1)  Llevan  lis  signaturas  siguientas :  G.  SI.— Q. 
26.-G.  27.— O.  2a— G.  83.— G.  84.-G.  86.-G. 
168.— G.  192.— I.  213.— J.  224.-J.  225.-J.  226.— 
Q.  127.— T.  4.— T.  86.— V.  12.^  V.  23.— X.  19.— X. 
120.— Dd.  81.-Ee.  217.— Be.  219. 

(2)  Lo  de  Senohez  del  Agdls  se  dednoe  de  que, 
segim  d  testimodo  de  Don  M snnel  Pintoja  y  ^- 
pnofae,  Ia  letrs  dd  Oódice  es  snys,  y  ademes  está 
firmado  por  él ,  y  era  persona  dada  á  este  género  de 
estudios. 

(3)  Ademas  de  sos  Omfn  fim^iareSi  esoribitf 


Vdera  las  siguientes  obras;  D^enea  de  9Írho»a$ 
mugerei;  Etp^o  de  eerdadeta  hoUsmi;  (Mremottíal  de 
Prfne^peí;  Ihgeiadodela$aitma$f  Oeñealogíadeloe 
féysf  de  Francia  f  Doekimd  de  Frineipe$;  Coránica 
Alreeiada  de  EtgpaSaf  en  cnatro  partes ,  7  algunos 
otros  tratados  mordes.  Los  oinoo  primeros  se  con- 
servan en  el  departamento  de  M8B.  de  la  Bibliote- 
oa  Maoional. 

(i)  Por  Sancha,  Madrid,  1787.  Dfcese  segunda 
edición,  pero  no  conocemos  la  primera» 


Viii  CBÓNI0A8  DE  LOS  BEYES  DE  CACrTILLA. 

BUS  mannsoritos  j  le  condenaron  á  muerte  (1).  Salvóle  el  aer  sacerdote;  pero  aquella  persó^ 
ondon  le  obligó  á  interrumpir  sus  trabajos,  de  que  no  poco  debió  resentirse  la  obra  cuando 
pudo  proseguirla  y  llevarla  á  cabo.  A  esta  contrariedad  se  atribuyen  los  defectos  é  inexacti- 
tudes de  que  adolece  en  fechas  y  pormenores  de  poca  monta ;  pero  otros  más  sustanciales, 
como  el  amaneramiento  del  estilO|  lo  artificioso  de  la  frase ,  las  frecuentes  declamaciones,  ra- 
zonamientos y  apostrofes  con  que  interrumpe  la  narración,  no  admiten  igual  disculpa ;  el 
lenguaje,  sin  embargo,  es  enérgico,  elegante  y  fluido.  No  desmerece  de  sus  modelos. 

La  protección  que  la  reina  Oatólica  dispensó  á  los  que  cultivaban  las  letras  con  tanta  gloria 
de  su  reinado,  necesariamente  habia  de  aumentar  el  número  de  sus  biógrafoSi  pudiendo  todos 
ellos,  sin  dar  en  lisonjeros,  representar  el  airoso  papel  de  panegiristas.  Distinguíase  sobre  los 
demás ,  el  autor  de  los  ClaroB  varane»  de  Castilla ,  que  por  sus  especiales  condiciones  para  la 
historia,  y  por  ser  secretario,  canciller  de  la  puridad  y  cronista  de  la  misma  Reina,  no  podia 
eximirse  de  aquel  deber  (2).  Alguno  afirma  (3)  que  escribió  asimismo  una  Crdnioa  de  Enri- 
que IV.  No  ha  llegado  hasta  nosotros ;  si  existia  realmente,  no  habrá  perecido  por  olvidada. 

Ello  es  que  al  reunir  las  obras  que  más  ordenada  y  elocuentemente  refieren  los  grandes 
hechos  del  reinado  de  Don  Femando  y  Dofia  Isabel ,  no  podíamos  menos  de  dar  principie^ 
por  la  Crónica  de  Hernando  del  Pulgar  (4).  Ni  el  bachiller  Palma  en  su  Divina  Retríbu* 
don  y  compendio  de  lo  acaecido  en  Espafia  desde  Don  Juan  I  hasta  su  restauración  por, 
los  Beyes  Oatólicos  (5);  ni  el  obispo  Don  Diego  Bamirez  de  Villaescusa  al  llenar  la  Bis^ 
toria  de  la  vida  y  muerte  de  la  reina  Dofla  leabel;  ni  el  capitán  y  cronista  Gonzalo  de  Ayora, 
autor  de  otra  de  la  misma  Beina;  ni  el  cosmógrafo  Alonso  de  Santa  Oruz ,  que  se  empleó 
también  en  escribir  libros  sobre  igual  asunto ,  aventajan  á  nuestro  Hernando  del  Palgar  en 
la  acertada  distribución  de  su  obra  en  tres  partes ,  ó  mejor  dicho  en  dos,  precedidas  de  una 
introducción,  como  tampoco  en  la  grandiosidad  del  conjunto,  en  la  gallardía  de  la  expresión, 
en  la  regular  y  armónica  construcción  de  los  períodos,  sin  otras  prendas  que,  comp  dice  un 
juidoBO  historiador  de  nuestra  literatura  (6),  «preludiaban  el  próximo  reinado  de  la  verdade- 
ra historia.»  Incurre  en  el  propio  abuso  que  Castillo,  en  la  intercalación  estudiada  y  falsa  de 
las  arengas  y  discursos,  bien  que  algunas  puedan  considerarse  como  acabados  modelos  de 
elocución ;  por  falta  de  datos  veraces,  falsea  en  algún  período  de  su  obra  hechos  que  debió 
investigar  más  detenidamente ;  pero  ni  siempre  es  mordaz.,  ni  sin  notoria  y  apasionada  in- 
justicia puede  ser  calificado  de  escritor  bárbaro^  como  alguno  ha  dicho  (7). 

Su  Crónica  termina  mucho  antes  de  la  muerte  del  rey  Oatólico ;  y  para  obviar  en  parte 
este  inconveniente  en  que  algunos  han  reparado,  hemos  añadido  en  un  apéndice  cierta  con- 
tinuación (8),  que  acaso  no  nos  agradezcan  nuestros  lectores.  Es  una  relación  insulsa,  pesa- 


(1)  La  Oránioa  que  se  dice  de  Falencia  refiere  el 
lance  del  allanamiento  ysecnestro  en  iénninos  que 
dejan  muy  malparada  la  reputación  de  Valera.  Ya 
se  hizo  cargo  de  ambas  versiones  el  Sr.  D.  Josó  A 
de  los  Ríos  en  la  parte  citada  de  su  Historia  de  la 
LiteratUTa  Española,  Sabido  es  que  los  testimonios 
de  los  enemigos  no  son  fehacientes  en  buena  crítica. 

(2)  Supónese  que  Pulgar ,  á  quien  el  lector  habrá 
entendido  que  nos  referimos,  nació  en  Toledo  :  más 
probable  parece  que  en  Madrid,  porque  Fernandez 
de  Oviedo  asi  lo  afirma. 

(3)  Don  Nicolás  Antonio,  en  el  articulo  correspon- 
diente de  su  Bihlioiheca  JVbvo. 

(4)  Bula  edidon  que  se  hizo  de  ella  en  Vallado- 
lid,  el  afio  1565,  se  puso  por  autor  á  Antonio  de  Le- 
brija,  porque  asi  lo  hizo  creer  el  haber  hallado  el 
manuscrito  entre  sus  papeles ;  pero  al  reimprimirla 
dos  afiOB  después  en  Zaragoza  se  subsanó  el  error. 


En  el  prólogo  de  la  edición  de  Monforte  (Valen- 
cia, 1780) ,  que  es  la  más  hermosa  y  la  que  nos  lia 
servido  de  texto,  se  explica  este  quid  pro  quo,  como 
verán  nuestros  lectores. 

(5)  Tenemos  entendido  que  va  á  publicarse  en 
breve  por  la  Sociedad  de  Bibliófilos  Españoles. 

(6)  El  mencionado  D.  José  A.  de  los  Blos. 

(7)  Véase  el  Prólogo  de  la  edición  de  1780,  que 
copiamos  en  esta  nuq^tra. 

(8)  Copiada  de  un  MS.  do  la  Biblioteca  del  so« 
fior  Duque  de  Osuna,  que  se  nos  recomendó  extra- 
ordinariamente por  quien  sin  duda  no  tuvo  ni  si- 
quiera la  curiosidad  de  verlo.  Es  sobre  todo  insopor- 
table la  monotonía  con  que  están  construidos  los 
períodos,  en  los  cuales  el  verbo  va  siempre  al  fin, 
aunque  para  llegar  á  él  se  tropiece  con  mil  estorbos 
y  escabrosidades.  No  era  más  sistemático  el  abate 
Marchena  en  su  enrevesada  prosa» 


ADVEHlHaJOIiu  '  rt 

dÍBima;  obrft  al  parecer  de  m&»  de  un  ingenio,  como  se  advierte  deade  que  se  da  pbr'termi* 
nada  la  conqnista  de  Granada  (1);  en  qne  el  texto  ofrece  tantos  tropiessoa  como  palabras/ y 
un  criterio  tan  vulgar  j  tan  insensato ,  que  no  sabemos  si  provoca  i  risa,  i  asombro  ó  i  in- 
dignación. Discúlpenos  nuestro  buen  deseo. 

Con  ei  mismo  fin  de  completar  la  vida  de  Don  Femando,  y  de  salvar  al  propio  tiempo  al- 
guna omisión  ¿  descuido  de  Pulgar »  hemos  insertado  en  un  seglmdo  apéndice  los  Anales 
que  dejó  manuscritos  el  Dr.  D.  Lorenzo  Galindes  de  Carvqal ,  y  el  principio  de  una  Cróni-- 
ea  de  los  Beyes  OatóUoos  hasta  la  muerte  del  esposo  de  Dofia  Germana  de  Fox,  literalmente 
tomados  de  una  publicación  importante  que  ha  preservado  ya  de  la  destrucción  muchos  do- 
cumentos de  nuestros  archivos  (2);  Son,  como  su  titulo  lo  indica,  apuntes  puramente  cro- 
nológicos ,  pero  ilustrados  con  copiosas  notas  que  dan  sumo  interés  y  utilidad  ¿  este  im- 
portante epitome. 

Finaliza  este  último  tomo  de  nuestra  colección,  por  cierto  sobrado  voluminoso,  con  la 
Sistaria  de  loa  Reyes  Católicas  del  baekiUer  Andrés  BemaldeZf  Cura  de  los  Palacios  (3),  teni- 
da en  grande  estima  de  los  eruditos ,  y  sin  embargo  casi  desconocida ,  hasta  que  di  célebre 
sevillano  Rodrigo  Caro  franqueó  un  ejemplar  de  su  propiedad,  y  de  él  se  sacaron  los  prime- 
ros traslados,  que  después  se  reprodujeron  en  bastante  número,  y  podian  disfrutarse  en  la 
Biblioteca  Nacional ,  en  la  de  la  Academia  de  la  Historia  y  en  las  librerías  de  algunos  parti- 
culares. Imprimióse  por  primera  vez  afios  atrás  en  Granada,  mal  y  desaliñadamente,  y  con 
esmero  y  perfección  en  Sevilla,  el  afio  1869,  por  la  Sociedad  de  Bibliófilos  Andaluces  (4). 
Para  nuestra  edición  nos  hemos  valido  de  una  excelente  copia,  que  hoy  se  guarda  en  la  Bi- 
blioteca Nacional  (5). 

No  le  conviene  di  nombre  de  historia  á  la  obra  del  Cura  de  los  Pahicios:  carece  del  tono, 
,  del  movimiento,  délas  condiciones  internas  que  se  requieren  hoy  eñ  estas  composiciones ,  y 
sobre  todo  del  estudio  amplio  y  particular  que  desentrafia  y  completa  el  verdadero  estado 
social,  intelectual  y  politice  de  un  país  en  un  tiempo  dado ;  no  se  sutilizaba  tanto  en  aque- 
llos: gracias  que  se  acopiasen  los  materiales  para  acometer  en  los  nuestros  tan  ardua  empre- 
sa. Este  objeto  se  propuso  al  parecer  Bemaldez,  y  lo  realizó  con  un  celo,  una  buena  fe  y  una 
modestia  que  ni  entonces  ni  después  ha  tenido  muchos  imitadores  (6).  Es  su  trabigo  una  Cró' 
nicoj  en  el  verdadero  sentido  de  la  palabra ,  rica  de  datos  y  pormenores,  llana  en  su  estilo* 
ingenua  en  la  exposición ,  escrita  con  facilidad,  sin  pompa  ni  pretensiones  ostentosas:  él  mis- 
mo refiere  sencillamente  el  móvil  que  le  excitó  y  los  propósitos  que  le  guiaban  á  la  ejeou- 
don  de  tan  noble  y  honrado  empefio  (7). 

Damos  punto  á  esta  enojosa  advertencia ,  y,  como  queda  dicho ,  término  á  nuestra  colee- 
don,  renovando  aquí  cuanto  dqjamos  expuesto  en  los  dos  tomos  anteriores  respecto  á  las 


(1)  Con  rsion  pnede  hsoérsencs  el  cargo  de  que, 
al  echar  mano  de  este  docnmento,  no  hemos  tenido 
en  cuenta  la  índole  de  la  Bibuotioa,  como  otras  ve- 
oes.  Asi  es ;  no  lo  negamos;  pero  li  no  en  este  senti- 
dO|  estímese  como  una  maestra  del  espirita  religio- 
so y  político  qae  animaba  ai  valgo  de  aquella  épo- 
ca, y  de  la  fraseología  qae  empleaba  al  discarrir 
sobre  estas  materias. 

(2)  El  tomo  XVIII  de  la  CóUeeUm  de  documentos 
isUdOos  para  la  Historia  de  España  ^  por  Don  Mi- 
gad Salva  7  Den  Pedro  Saina  de  Baranda.  Madrid, 
viada  de  Oalero,  1861. 

(8)  Nataral  de  la  villa  de  Faente,  en  la  Enco- 
mienda Mayor  de  León  de  la  Orden  de  Santiago.  Se 
ignora  la  fecha  de  sa  nacimiento ;  ea  de  presumir 
qaefnose  á  mediados  del  siglo  xv* 


(4)  En  dos  tomos,  qae  van  precedidos  de  tinos 
datos  biografióos  y  an  juicio  crítico  debidos  á  la 
distingaida  pluma  del  8r.  D.  Femando  de  Oabriel 
y  Raíz  de  Apedace. 

(5)  Era,  según  noticias ,  la  que  destinaba  el  edi- 
tor Sancha  á  ser  impresa,  para  que  formase  parte 
de  su  bella  colección  de  Orómeas. 

(6)  De  las  íntimas  relaciones  que  tuvo  con  Cris- 
tóbal Ck>lon,  no  hace  alarde;  y  las  alabanaas  que 
tributa  al  Duque  deOádis,  y  que  algunos  censuran, 
eran  un  sentimiento  espontáneo  de  admiración  ha- 
cia aquel  héroe. 

(7)  Véase  el  capítulo  vii  déla  obra,  que  tiene  por 
epígrafe :  Del  pronóstico  del  reinado  del  rey  Don  Fer^ 
nando  el  OatóUeo  en  CastUla, 


t  CttÓNIOAS  DK  LOS  BETSB  DB 

irregnlaridadefl  y  faltas  que  se  observan  en  la  parte  material  de  aqa^oa  j;  como  16  (DtMMrm- 
r¿n  en  ¿stet  inconsecuenda  en  la  ortografiar  inoonseoaenoia  en  la  eseritnra  de  los  nombres 
y  vocablos  y  en  términos  de  ser  imposible  fijar  la  genealogía  gráfica  de  la  lengna.  Saltan 
desde  laego  á  la  vista  qne  en  las  primitivas  copias  intervinieron  varios  amanuenses.  No 
hemos  qnerido  tomamos  la  ftcil  libertad  de  adoptar  un  sistema  nniforme  y  propio :  harto 
trabajo  nos  ha  costado  interpretar  el  sentido  de  algunos  texto0|  qne  parecen  escritos  adrede 
para  qne  resulten  ininteligibles. 


t 

9 


^ 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS, 


POB 


MOSEN  DIEGO  DE  VALERA. 


Cr.-IIL 


Mk^^^via^ 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS, 


POR 


MOSEN   DIEGO   DE   VALERA. 


8(gM$e  él  prólogo  en  la  ohra  llamada  Memorial  de 
divereas  JioMoñtUt  ordenada  por  Monen  Diego  dó 
Valera^  líaeetre  Sala  y  del  Comejo  de  lo»  Serení- 
eimoi  Prfneipee  Don  Femando  y  Doña  Itabel,  Rey 
y  Reyna  de  Eepaña^  nueetroi  Seftoree, 

Como  entre  las  cosas  torronas,  cadncas  y  transito- 
rios, el  honor  y  fama  sean  con  mayor  ardor  de  de- 
sear según  sentencia  de  Séneca  en  el  segundo  de  la 
Olemencia ,  donde  dice :  a  Vuestros  heohos  y  dichos 
la  fama  rescibo ;  por  ende  de  ninguna  cosa  otra  de- 
bes más  curar»;  y  Salomón  en  sus  Proverbios :  «Más 
Tale  el  buen  nombre  que  las  muchas  riquesas»,  é 
el  filósofo  en  el  cuento  de  las  Eticas :  «Bl  honor  es 
galardón  de  la  virtud,  y  por  eso  á  los  virtuosos  es 
debido»;  pues  si  esto  se  deniega  ó  encubre,  no  pe- 
quefia  injuria  en  lugar  de  galardón  se  les  hace ; 
donde  yo,  no  queriendo  ser  de  tal  error  participan- 
te, determiné  en  snma  escrebir  las  cosas  más  dignas 
de  memoria,  no  solamente  hechas  en  esta  Bspafia, 
mas  en  otras  partes,  desde  el  afio  de  mil  é  quatro- 
dentos  y  cinqnenta  y  quatro  afios  en  que  comensó 
á  reynar  el  Serenísimo  Principe  Don  Enrique,  qnar- 
to  deste  nombre  en  Castilla  y  en  León,  hasta  el 
tiempo  presente ;  las  quales  como  quier  qne  elegan- 
temente estén  escritas  en  las  Coronices  d'Espafia, 
éstas  son  tan  largas  y  tan  difíciles  de  haber,  que 
muy  pocos  las  pueden  alcanzar  ni  leer :  por  eso  las 
hasafias  y  virtuosas  obras  de  aquellos  qne  las  hicie- 
ron están  como  sepultadas  y  puestas  en  olvido  ;  y 
ponerlas  en  luz  me  parepe  ser  honesto  y  provecho- 
so trabajo,  siquiera  porque  los  hacedores  de  aque- 
llas y  los  descendientes  suyos  sean  acatados  cotí  la 
reverencia  y  honor  que  les  pertenece ,  y  por  enxem. 
plo.snyo  otros  se  esfuercen  á  tales  obras  hacer :  y 
determiné  en  esta  obra ,  no  solatnonto  escrebir  las 
haxafias  y  virtuosas  obras,  mas  algunas  aunque  ta- 
les no  fueron ,  porque  los  obradores  así  de  las  unas 
como  de  las  otras,  resciban  el  premio  á  sn  mereci- 
miento debido  ;  y  dexé  de  escrebir  en  esta  obra  las 
cosas  mucho  antiguas,  porque  de  aquellas  asaz  men- 


ción se  hizo  en  la  copilacion  de  las  Corónicas  de  Es- 
pafia  por  mí  ordenadas ,  que  Valeriana  so  llama.  Y 
porque  en  tal  obra  no  conviene  largo  prefacio  ó  exor- 
dio, lo  prometido  quiero  seguir. 

CAPÍTULO  PRIMERO. 

Como  el  Príncipe  Don  Bnriqíe  Toé  rcMabido  por  Rey  j  Señor  ate- 
pies  4el  raUednieBio  del  Rey  Don  Jnan  n  Ptdre. 

Fallescido  el  Rey  Don  Juan  el  Segundo,  comenzó 
á  reynar  en  estos  Reynos  Don  Enrique,  quarto  hijo 
suyo  y  de  la  Reyna  Dofia  María,  hija  del  Rey  Don 
Femando  de  Aragón ,  en  la  Villa  de  Valladolid, 
martes  veinte  y  tres  dias  del  mes  de  Julio,  afio  del 
Nascimiento  de  nuestro  Salvador  y  Redentor  de  mil 
é  quatrocientoB  y  dnquenta  é  quatro  afios  y  medio 
y  diez  y  ocho  dias.  En  el  mesmo  dia  del  f  allesd- 
miento  del  Rey,  depositado  su  cuerpo  en  el  Mones- 
terio  de  San  Psblo,  todos  los  Grandes  que  en  la  Cor- 
te se  hallaron  le  vinieron  á  besar  las  manos  por  su 
Rey  y  Soberano  Sefior ,  y  le  hicieron  homenage  se- 
gún la  costumbre  é  forma  de  Espafia ;  y  los  princi- 
pales que  ende  estaban  fueron  los  siguientes:  Don 
Juan  Pacheco,  Marqués  de  Villena ;  Don  Pedro  Qi- 
ron ,  su  hermano ,  Maestre  de  Calatrava ;  Ruy  Dias 
de  Mendoza,  Mayordomo  mayor  que  fué  del  Rey 
Don  Juan ;  el  Mariscal  Diego  Fernandez ,  Sefior  de 
Baena  ;  Don  Pedro  de  Aguilar ,  Sefior  de  Pliego  y 
Cafiete ;  y  sepultado  el  cuerpo  del  Rey,  el  Prínce- 
pe  Don  Enrique,  ya  obedecido  por  Rey,  cabalgó 
por  la  Villa,  y  con  él  todos  los  Caballeros  ya  dichos, 
llevando  delante  de  sí  su  pendón  Real ,  y  todos  los 
reyes  de  armas  y  trompetas  que  en  la  Corte  había, 
uno  de  los  quales,  vestida  su  cota  de  armas,  en  alta 
voz,  de  hora  en  hora,  diciendo :  cCastilla,  Castilla. 
|>or  el  Don  Enrique»;  y  en  ceta  fonna  anduvo  por 
toda  la  Villa,  y  vuelto  á  su  Palacio  se  vistió  de  luto 
y  todos  los  caballeros  y  gentiles  hombres,  y  comun- 
mente todos  los  hombres  de  honor  se  vestieron  de 
marga ,  la  qual  truxeron  los  nueve  días  que  duraron 
las  oseqnias  del  Rey  Don  Juan,  después  de  los  qna* 


4  (mÓNIOAB  DB  LOS 

leB  Bobrevinioron  en  divenoa  días  Don  Qaston  de  la 
Oerda,  Conde  de  Medina  Geli  y  Don  Poro  Hernan- 
dos de  VelasoOy  Ckmde  de  Haro,  y  Don  Alonso  Piíaon- 
tel ,  Oonde  de  Benavente ,  y  Don  Juan  Manrique, 
Ck>iffde  do  Oastafioda ,  y  Don  Alvaro  de  Eatúfiiga, 
Oonde  de  Plaaendaí  y  Don  Rodrigo  Manrique  Con- 
de de  Paredes,  y  Don  Qabriel  Manrique,  Oonde  de 
Osomo ,  y  Don  Pedro  Alvares  Osorio ,  Oondo  de 
Traatamara,  y  Don  Pedro  de  Acufia,  Oonde  de  Va- 
lenola  y  Don  Juan  de  Bilva,  Alf  eres  Mayor  del  Bey, 
que  despuee  fué  Oonde  de  Oifuentea,  y  Don  Pedro 
de  Aoufia,  Sefior  de  Duefiaa  y  Tarrego,  que  después 
fué  Conde  de  Buendia,  hermano  de  Don  Alonso 
Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo,  Primado  de  las  Es- 
pafias ,  y  Don  Rodrigo  Delma,  Arzobispo  de  San- 
tiago, y  Don  Alonso  de  Fonseca,  Arzobispo  de  Se- 
villa, y  Don  Alonso  de  Cartagena,  Obispo  de  Bur- 
gos, y  Don  Pedro  de  Castilla,  Obispo  de  Palenoia, 
y  Don  Frav  Lopes  do  Barrientos,  Obispo  de  Cuen- 
ca, y  Don  Ifiigo  Manrique,  Obispo  de  Oviedo,  y  Don 
Pero  Baca,  Obispo  de  León,  y  Don  Alonso  de  Ma- 
drigal, llamado  $1  To»iado^  Obispo  de  Avila,  y  Don 
Diego  de  Iniescas,  Obispo  de  Córdoba,  y  otros  al- 
gunos Perlados  y  Caballeros,  los  quales  todos  le  be- 
saron la  mano  y  le  hicieron  homenage  en  la  forma 
acostumbrada,  y  los  otros  Qrandes  del  Reyno ,  así 
Perlados  como  Caballeros  y  Aloaydes  de  las  Forta- 
lezas, que  allí  no  pudieron  venir  por  algunas  justas 
causas,  inviaron  sus  Ph>curadores  á  le  dar  la  obe- 
diencia y  le  hacer  homenage,  como  eran  obligados. 
El  Rey  Don  Enrique,  asf  obedecido,  acordó  de  in- 
viar  sus  embaxadores  en  Francia ,  los  quales  fueron 
Don  Juan  Manuel,  Caballero  mancebo  pariente 
suyo ,  su  Guarda  mayor,  el  Doctor  Ortiz  Velasco  de 
Cnollar,  Protonotario  Apostólico,  Dean  de  la  Iglesia 
de  Segovia;  por  los  quales  hizo  saber  al  Rey  de 
Francia  el  f  alloscimiento  del  Rey  Don  Juan  su  pa- 
dre ,  y  como  era  obedecido  por  Rey  por  todos  los 
Grandes  de  su  Reyno ,  sin  oontradioion  alguna ,  y 
que  á  él  placiendo,  queria  con  él  tener  y  guardar  el 
alianza  y  amistad  que  entre  él  y  el  Rey  Don  Juan 
su  padre  hablan,  á  lo  qual  el  Rey  de  Francia  res- 
pondió habiendo  muy  grande  desplacer  del  falles- 
cimiento  del  Rey  Don  Juan,  y  placerle  mucho  la 
sucesión  del  Rey  Don  Enrique  con  el  qual  era  con- 
tento, y  le  piada  tener  la  confederación  y  alianza 
que  con  el  Rey  Don  Juan  su  padre  habia  tenido. 

CAPÍTULO  IL 

De  eoao  si  Rey  Dos  Bnriqae  poco  tiempo  despses  que  reyíó, 
mudó  delibrar  de  prisión  á  Don  Diego  Manrique,  Conde  de 
TroTiflo,  y  le  mandó  resUtnir  todo  lo  injo. 

'  No  mucho  tiempo  después  que  las  osequias  del 
del  Rey  Don  Juan  fueron  fechas,  el  Rey  Don  En- 
rique envió  á  mandar  á  Diego  de  Tapia,  Maestre 
Sala  suyo,  que  delibrase  á  Don  Diego  Manrique, 
Conde  de  Trevifio,  que  lo  tenia  preso  en  la  Ciudad 
de  Segovia  por  su  mandado,  é  mandóle  restituir  to- 
dos sus  lugares  é  fortalezas  é  rentas,  que  le  estaba 
todo  embargado  desde  el  tiempo  del  Rey  Don  Juan, 


RETBS  TM  CAfirnLLA. 

de  lo  qual  todos  los  grandefl  destos  Reynos  fueron 
mucho  alegres,  porque  les  pareado  buen  comienzo 
para  las  cosas  porvenir,  lo  qual  fué  cansado  animar 
á  su  servicio  á  los  parientes  é  amigos  del  dicho  Con- 
de é  aun  generalmente  á  todos ,  como  sea  verdad  que 
los  Reynos  é  fiefioríos  mucho  mejor  se  gobiernen  ó 
tengan  con  clemencia  é  amor ,  que  con  fuerza  é  ri- 
gor. B  después  desto  Don  ífiigo  López  de  Mendoza, 
Marqués  de  Santillana ,  como  fuese  pariente  ó  mu- 
cho amigo  de  Don  Femando  Alvarez  de  Toledo, 
Conde  de  Alba,  procuró  oon  grande  instancia  la  de- 
liberación suya,  que  habia  seido  preso  en  Tordeai* 
Has  con  los  otros  Caballeros,  como  dello  es  hecho 
larga  mención  en  la  Corónica  del  Rey  Don  Juan ,  é 
así  por  la  intercision  del  Marqués,  como  por  lo  que 
fué  dicho  al  Rey,  que  para  la  guerra  de  los  moros, 
quél  mostraba  mucho  desear ,  le  cumplía  ser  delibe- 
rado, porque  era  Caballero  que  habia  muoho  ejerci- 
tado aquella  guerra  é  sabia  bien  todo  lo  que  para 
ella  convenia,  y  era  de  los  moros  mucho  temido,  é 
é  por  eso  el  Rey  lo  mandó  delibrar. 

CAPÍTULO  ra. 

De  eomo  el  Rey  Don  Bnriqoe  se  fié  pan  la  Clbdad  de  Afila»  é 
animando  llamar  algnnoa  Grandes  del  Reyno  para  haber sn  Con- 
sejo de  la  forma  qne  habia  de  tener  en  la  gnerra  qne  qnerla  ha- 
cer d  los  moros. 

Estando  el  Rey  en  Avila,  vinieron  alli  por  sn  man- 
dado algunos  de  los  Grandes  del  Reyno,  allende  del 
Marqués  é  Maestre  su  hermano,  que  de  contino  en 
su  Corte  estaban ,  é  por  todos  se  acordó  que,  pues  á 
nuestro  Sefior  habia  placido  dar  al  Rey  tantos  é  tan 
grandes  aparejos  para  recobrar  la  tierra  que  los  mo- 
ros en  Espafia  tenian  usurpada,  en  injuria  de  los 
Reyes  antepasados  é  del,  é  de  tan  noble  caballería 
cuanta  en  sus  Reynos  habia,  el  propósito  suyo  en 
les  querer  facer  guerra  era  sancto  é  bueno,  é  que  lo 
debia  luego  poner  en  obra,  para  lo  qual  envió  lue- 
go á  llamar  la  gente  que  para  esto  era  menester,  pues 
nuestro  Sefior  le  habia  dado  grandes  tesoros  para  lo 
cumplir,  é  voluntad  é  cuerpo  para  lo  proseguir  y 
acabar ;  para  lo  qual  el  Rey  acordó  de  llamar  sola- 
mente tres  mil  hombres  de  armas,  repartidos  entre 
los  Grandes  de  sus  Reynos,  contando  entre  estos  los 
continos  de  su  casa  é  algunos  vasallos  suyos,  no  de 
grande  estado,  y  con  éstos  y  con  la  gente  del  Anda- 
lucía é  con  veinte  mil  peones,  le  parecía  asaz  para 
hacer  la  guerra  como  convenia,  y  determinóse  que 
el  Rey  enviase  al  Sancto  Padre  Calbto  tercero  le 
quisiese  ayudar  con  el  tesoro  de  la  Iglesia,  dándo- 
le plenaria  indulgencia  so  cierta  forma  para  vivos  é 
muertos,  la  qual  indulgencia  le  fué  dada  por  Nicolao 
quinto  sucesor  (1)  inmediato  que  fué  de  Calisto 
tercero;  y  dada  conclusión  en  los  cosos  ya  dichas, 
el  Rey  mandó  á  los  de  su  Consejo  é  á  sus  Conta- 
dores mayores  que  estuviesen  en  la  Villa  de  Aié- 


(1)  Al  márgon  del  MS.  qoe  nos  sinre  de  texto  se  lee  la  pala- 
bra «antecesor»,  corrigiendo  el  evidente  error  en  qne  Incnrreel 
cronista. 


MEMOEIAL  DB  DIVERSAS  HAZA9A&' 


valo  porque  allí  96  hiciese  la  libranza  de  tierras  y 
mercedes  y  raciones  é  quitaciones  y  limosnas  y 
soeldo  para  la  gente  qne  habia  ordenado  de  llevar; 
y  desde  allí  el  Rey  se  partió  para  Segovia,  donde 
tovo  la  Navidad  del  alio  de  cinquenta  y  cinco,  que 
fué  segundo  de  sn  reynado  de  este  Rey  Don  Enrique. 

OAPlTüLO  IV. 

D«  eoao  eittiido  d  Rey  en  Segovia  eonearrió  alU  ini  fraade  mv- 
chedaabre  de  frailea  de  den  Franeiaeo  oaenaateay  elanalralca» 
y  de  la  forna  fnel  Rey  Uto  eoa  elloa. 

En  este  tiempo  hobo  grande  ayuntamiento  en  Se- 
govia de  frailes  de  San  Francisco,  los  unos  oservan- 
tes  y  loe  otros  claustrales,  y  los  osorvantcs  decían 
que  los  claustrales  no  guardaban  la  Orden  de  San 
Francisco,  y  que  suplicaban  al  Roy  que  los  diese  el 
Monesterio  que  allí  estaba ;  sobre  lo  qual  hobo  muy 
grandes  alteraciones ;  é  ayudó  mucho  á  los  oservan- 
tes  el  Maestro  Fray  Alonso  del  Espina,  que  era  hom- 
bre muy  letrado  y  gran  predicador,  y  era  oservante 
y  Confesor  del  Rey ,  y  con  todo  eso  los  claustrales 
daban  por  sí  tantas  razones  que  no  se  pudo  bien  de- 
terminar quales  tuviesen  mayor  razón;  y  el  Rey, 
deseando  concordarlos,  y  no  queriendo  amenguar  á 
los  unos  ni  á  los  otros,  deliberó  dezar  á  los  claustra- 
les en  su  Monesterio,  como  lo  hablan  poeeido  de  mu- 
chos tiempos  acá,  y  mandó  edificar  de  nuevo  fuera 
de  la  dbdad  un  Monesterio  muy  notable  de  la  advo- 
cación de  San  Antonio,  el  qual  dio  á  los  oservantes, 
y  le  dio  muy  ricos  ornamentos  y  todas  las  cosas  ne- 
cesarias al  culto  divino. 

CAPÍTULO  V. 

De  eono,  deapnca  qve  el  Rey  hobo  dado  orden  para  la  Jvatieia 
6B  ana  Reynoa»  ae  partid  de  Segovia  para  haeer  gnerra  i  loa 
Boroa. 

El  Rey  partió  de  Segovia  en  un  día  del  mes  de  Mar- 
zo del  dicho  afio,é  anduvo  tanto,  que  pudo  entrar 
poderosamente  en  el  Reyno  de  Qranada  las  ochavas 
de  Pascua  de  Resurrección  ;  de  que  los  moros  fue- 
ron mucho  espantados  en  ver  en  tan  breve  tiempo 
facer  entrada  contra  Qranada  con  tanta  muchedum- 
bre de  gente  como  el  Rey  llevaba.  T  el  Rey  llegó 
con  toda  su  gente  cerca  de  la  Cibdad  de  Granada;  y 
como  los  moros  creyesen  que  el  Rey  no  pedia  en 
tan  breve  tiempo  y  tan  presto  entrar,  como  quiera 
que  fuesen  avisados  de  la  gente  qne  llamaba  para 
les  ir  á  facer  guerra,  no  pusieron  guarda  en  sus  ga- 
nados, ni  en  los  muebles  que  tenían  en  las  alcayrlas 
cercanas  á  la  Gbdad,  en  lo  qual  rocebioron  muy  gran 
dafio,  y  fueron  quemadas  y  robadas  las  más  de  aque- 
llas. T  el  Rey  estuvo  con  su  gente  desta  entrada  qua- 
tro  dias  en  la  tierra  de  los  moros ;  en  el  qual  tiempo 
se  fizo  gran  dafio  en  los  panes  y  vifias  do  la  vega  de 
Granada,  y  fueron  sacados  dende  grandes  rebafios 
de  ganados,  así  de  vacas  é  yeguas,  como  de  asnos 
é  acémilas;  é  como  quiera  que  algunas  veces  se  mos- 
traron bien  dos  mil  de  caballo,  nunca  osaron  pelear, 
é  algunas  pequefias  escaramuzas  que  hicieron  fueron 


cerca  de  los  olivares  más  cercanos  de  la  Cibdad  ;  é 
asi  en  la  entrada  como  en  la  salida  la  gente  del  Rey 
fizo  gran  dafio  en  los  panes  é  huertas  de  Mocldn  ó 
Illora.  Y  de  allí  el  Roy  se  volvió  á  Alcalá  la  Real, 
y  de  allí  despidió  la  mayor  parte  de  la  gente  6  ví- 
nose para  Ecija,  sin  poner  cerco  ni  facer  otra  cosa 
mas  de  lo  ya  dicho,  de  que  los  más  de  los  Caballeros 
fueron  mucho  maravillados  por  haber  visto  facer 
tan  grandes  aparejos  para  no  hacer  más  de  lo  que 
se  hizo;  y  los  Grandes  que  con  el  Rey  fueron  en  esta 
entrada,  son  los  siguientes:  Don  Juan  Pacheco, 
Marqués  de  Villena  y  su  hermano  Don  Pedro  Girón, 
Maestre  de  Calatrava,  y  el  Conde  de  Osomo,  Don 
Gabriel  Manrique,  que  era  capitán  de  la  gente  de 
la  guarda  del  Rey,  y  los  mariscales  Diego  Fernan- 
dez de  Córdoba,  Sofior  do  Daona,  que  dcspnos  fué 
Conde  de  Cabra ,  y  Payo  de  Ribera ,  y  el  Mariscal 
Pedro  de  Ayala ,  y  Alfonso  de  Monte  Mayor,  Setter 
de  Aleándote,  y  los  Comendadores  Gonzalo  de  Sa- 
yavedra.  Comendador  Mayor  de  Monte  Alban ,  Al- 
cayde  de  Tarifa,  y  Juan  Fernandez  Galindo,  Comen- 
dado  de  Reyna.  Iba  así  mismo  con  el  Rey  la  gento 
de  Don  Alonso  de  Aguilar,  que  era  nifio,  y  no  ha- 
bia quatro  meses  que  era  muerto  Don  Pedro  de  Agui- 
lar su  padre.  Iban  con  el  Rey  otros  muchos  Caba- 
lleros de  menores  estados ,  de  qne  la  Corónica  no 
hace  mención ,  entre  los  quales  no  se  debe  olvidar 
Garcilaso  de  la  Vega,  Comendador  de  Montizon ,  el 
qual  así  en  esta  entrada  como  en  otras  cosas  en  que 
se  habia  visto  con  moros,  siempre  se  hobo  valiente- 
mente, y  mató  por  su  mano  algunos  dellos,  y  siem- 
pre hizo  cosas  muy  hazafiosas  y  de  valiente  y  noble 
caballero,  como  lo  era,  aunque  no  de  gran  cuerpo. 
Fueron  así  mismo  en  esta  entrada  las  CSbdades  de 
Córdoba  y  Jaén  y  Ubeda  y  Daeza  y  Carmena  y  Bd- 
ja :  así  que  sería  toda  la  gente  que  con  el  Rey  entró 
fasta  ochocientos  hombres  de  armas  y  ocho  mil  gi« 
netos  y  treinta  mil  peones. 

CAPÍTULO  VI. 

De  la  entrada  qne  trea  caballeroa  fleieron  en  Uerra  de  moroa,  Ha- 
madoa  el  uno  Martin  de  Atendafio ,  nainral  de  la  Montafia ,  Te- 
niente de  Adelantado  de  Caxoria  por  Pedro  de  Acufia ,  Seftor 
de  Dnelaa,  bermano  del  Arxobiapo  de  Toledo  D.  Alonao  Car- 
rillo, y  Gómalo  de  Beteta,  Corregidor  de  la  elbdad  de  Ubeda» 
é  Iflifo  de  Molina,  qne  era  Aleayde  de  Qneaada. 

En  este  tiempo  los  caballeros  susodichos,  con 
cierta  gente  del  Adelantamiento  de  Cazorla  y  de 
Ubeda  y  de  Quesada  jtmtaron  oonsigo  docientos  é 
veinte  de  oaballo  y  novecientos  peones,  y  en  el  dia 
de  San  Jorge,  que  fué  en  veinte  y  tres  dias  del  mes 
de  Abril ,  acordaron  de  entrar  en  tierra  d^  moros 
por  barajar  una  aldea  ques  cerca  del  rio  de  Fardos, 
término  de  la  cibdad  de  Guadiz,  los  quales  perdie- 
ron el  camino  por  falta  de  los  adalides,  de  tal  ma- 
nera, que  no  pudieron  allegar  al  lugar  que  desea- 
ban, y  anduvieron  ansí  perdidos  la  mayor  parte  de 
la  noche;  y  cuando  amáneselo,  acordaron  de  enviar 
cinquenta  de  caballo  á  correr  el  rio  de  Fardos,  y  los 
ciento  y  veinte  con  los  peones  se  pusieron  en  cela- 
da ;  de  los  quales  enviaron  otros  cinquenta  á  correr 


6 


0BÓNI0A8  DE  LOS  RETES  DE  CAOTILLA. 


'  la  tíerra  y  vega  de  Goadix ;  y  como  los  de  la  oibdad 
vieron  los  corredores ,  salieron  dolía  hasta  docien- 
tos  y  cinquenta  y  con  ellos  el  Alcaydo  de  Guadix  y 
trabóse  escaramuza  con  los  corredores ;  y  estando 
ansi  escaramuzando  los  unos  con  los  otros,  pares- 
ció  muy  cerca  dende  el  Bey  de  Granada ,  llamado 
Muli  Abdelico,  con  quatro  cientos  de  caballo,  el  qnal 
iba  á  la  cibdad  de  Almería  á  cercar  á  un  hijo  del 
Rey  Oeriza;  el  qual  visto  los  chrisUanos,  juntó  su 
batalla  y  consigo  los  de  la  cibdad,  que  podian  ser 
todos  hasta  ochocientos  de  caballo  y  ocho  mU  peo- 
nes I  y  los  chriatíanos  se  juntaron  todos  en  su  trai- 
miento ,  de  los  quales  los  moros  fueron  hasta  cerca 
de  un  alearla  que  se  llamaba  La  Torre  de  Xequolis, 
quanto  una  legua  de  la  cibdad  de  Guadix,  y  los  Ca- 
pitanes christianos  con  la  gente  que  traían  acorda- 
ron de  pelear  con  ayuda  de  Dios,  como  les  páresela 
que  no  podian  otra  cosa  facer,  como  quiera  que  se 
vola  ser  muy  grande  la  ventaja  que  los  moros  de- 
llos  tenian ;  y  fíciéronse  todos  un  cufio,  y  con  gran- 
de ánimo  fueron  f eriendo  en  los  moros  de  la  delan- 
tera, y  desbaratáronlos,  por  manera  que  luego  co- 
menzaron todos  á  huir,  y  los  christianos  acordaron 
que  treinta  de  caballo  anduviesen  con  la  cabalgada 
que  traian  en  que  habia  ducientoe  bueyes  y  vacas, 
y  ciertos  moros  cativos,  y  pusieron  á  las  espaldas 
dellos  cinquenta  ballesteros ,  y  los  otros  peones  to- 
maron á  la  mano  derecha,  y  asi  fírieron  á  los  moros 
con  tan  grande  osadía,  que  los  moros  fueron  desba- 
ratados y  volvieron  las  espaldas ,  y  los  christianos 
fueron  hiriendo  y  matando  en  ellos  hasta  que  lle- 
garon á  una  grande  acequia,  quanto  tercio  de  le- 
gua de  donde  los  moros  comenzaron  á  huir,  y  los 
christianos  no  quisieron  pasar  allende,  vista  la  gran 
muchedumbre  de  moros  que  parescia ;  asi  se  volvie- 
ron mucho  alegres  y  vitoriosos,  y  dende  á  tres  ho- 
ras se  vino  para  ellos  un  Elche  que  habia  sido  chrís- 
tiano,  con  propósito  de  so  reconciliar,  el  qual  se  lla- 
maba Luis  de  Jaén,  que  habia  sido  pago  del  Rey  de 
Granada ;  el  qual  les  dixo  que  supiesen  que  hablan 
peleado  con  el  Rey  de  Granada,  y  que  le  hablan 
muerto  mucha  de  su  gente,  y  que  los  caballeros  de 
Guadix  hablan  habido  gran  debate  con  ol  Rey  por- 
que no  habia  desbaratado  los  christianos,  habiendo 
dellos  tan  gran  ventaja  como  todos  habían  visto,  y 
que  él  Rey  les  respondiera  que  aquellos  christianos 
eran  gente  desesperada  y  habían  voluntad  de  mo- 
rir si  oon  ellos  se  porfiara  más  la  pelea.  Era  cierto 
que  los  moros  rescebieron  muy  mayor  dafio  del  que 
hablan  rescebido ,  y  quél  habia  por  mejor  lo  hecho 
que  no  de  haber  peleado  más  de  lo  que  peleó  con  los 
christianos. 

Después  desto  el  Rey  se  partió  de  la  cibdad  de 
Eoija,  víspera  de  San  Marcos,  que  fuéá  veinte  é  cin- 
co dias  del  mes  de  Abril  dol  dicho  afio,  y  ol  Marqués 
de  Yillena  con  él  con  trecientos  de  caballo,  con  pro- 
pósito de  escalar  la  villa  de  Archidona,  oon  algún 
ardid  que  para  ello  tenia ;  y  anduvo  todo  el  día  y 
la  noche ,  y  cuando  llegó  era  cerca  del  sol  salido, 
de  manera  que  no  ovo  lugar  de  hacer  lo  que  pen- 
saba, y  mandó  correr  la  tierra  y  facer  el  dafio  que 


pudo,  y  volvióse  á  Ecija,  y  desde  allí  envió  sos  car- 
tas á  todos  los  grandes  del  Reyno  mandándoles  que 
viniesen  á  la  cibdad  de  Córdoba  para  cierto  dia,  y 
que  cada  uno  truxiese  cierto  número  de  gente  do 
armas,  en  tal  manera  que  d  que  pudiese  traer  qui- 
nientas lanzas  traxiese  ciento,  y  por  este  respeto  to- 
dos los  otros,  mandándoles  que  la  gente  que  tr axie- 
sen  fuesen  hombres  muy  escogidos  y  polidamente 
armados  y  bien  encabalgados.  Y  en  tanto  que  esta 
gente  se  juntaba ,  acordó  con  consejo  del  Marqués 
y  del  Maestre  su  hermano  de  tomar  á  entrar  en 
tierra  de  moros ,  y  partió  postrimero  de  Abril  oon 
hasta  ochocientos  hombres  de  armas  y  dooientos 
ginetes,  y  vinieron  á  él  los  pendones  de  las  cibda- 
des  de  Sevilla  y  Carmena  y  Xerez  y  Edja  y  Jaén, 
en  que  podian  ser  hasta  seis  mil  de  caballo  y  veinte 
mil  peones,  y  puso  el  primer  real  cerca  de  Alora,  y 
otro  dia  siguiente  se  sentó  en  la  Vega  de  Anteque- 
ra,  y  do  allí  fué  á  talar  los  campos  de  Archidona. 
Y  los  moros  salieron  por  defender  la  tala,  y  fueron 
retrahidos  por  fuerza  de  armas  á  la  villa ;  y  otro 
dia ,  que  fué  primero  de  Mayo ,  continuó  su  camino 
para  Málaga,  y  asentó  su  real  cerca  de  la  villa  de 
Alora,  en  un  valle  que  está  entre  dos  ríos,  y  allí  fue- 
ron presos  algunos  moros  y  tomado  el  ganado  que 
ende  se  falló  y  talados  los  panes,  y  dende  á  dos  dias 
fué  á  poner  su  real  á  una  legua  de  Málaga,  y  otro 
dia  mandó  pasar  el  real  á  media  legua  de  la  cibdad, 
donde  estuvo  sois  dias ;  en  el  qual  tiempo  se  hizo 
asaz  dafio  en  panes  y  en  vifias,  y  se  hubieron  algu- 
nas escaramuzas  en  que  murieron  más  moros  que 
christianos,  aunque  no  fueron  muchos,  y  se  quema- 
ron en  rebato  dos  lugares  que  se  llaman  el  uno  Po- 
piana  y  el  otro  Loabin,  con  una  fortaleza  asaz  bue- 
na con  otro  lugar  llamado  Hnriana,  con  otra  for- 
taleza bien  fuerte,  en  los  quales  lugares  ovieron 
algunos  moros,  y  allí  vino  el  Rey  driza  de  Grana- 
da á  facer  reverencia  al  Rey  D.  Enrique. 

En  este  tiempo,  como  oviese  dias  que  el  Rey 
D.  Enrique  oviese  hecho  divorcio  de  dofia  Blanca, 
su  legítima  muger,  hija  del  Rey  de  Navarra,  y  ovie- 
se comenzado  trato  de  casamiento  oon  dofia  Jua- 
na, hermana  del  Rey  de  Portugal,  y  desease  mu- 
cho hacer  esto  casamiento ,  acordó  do  enviar  á  don 
Foman  López  de  la  Orden ,  su  Capellán  mayor,  y 
Albar  García  do  Cibdad  Real,  su  Secretario,  por  dar 
fín  en  ol  negocio ;  y  rescebida  por  el  Rey  D.  Alonso 
de  Portugal  la  embaxada,  dilatóse  la  conclusión 
bien  por  espacio  de  quatro  meses ,  y  después  con- 
cluyóse quel  dicho  Fernán  López  so  desposase  con 
la  Infanta  dofia  Juana  con  los  poderes  bastantes 
que  del  Rey  D.  Enrique  llevaba ;  el  qual  desposorio 
so  hizo  en  la  cibdad  de  Lisbona  por  mano  del  obis- 
po de  Cohimbra,  seyendo  presentes  el  Rey  D.  Alon- 
so y  el  Infante  D.  Femando,  su  hermano,  y  la  In- 
fanta dofia  Catalina,  hemianasuya,  y  otros  muchos 
grandes  sefiores  de  Portugal.  É  las  condiciones  del 
casamiento  fueron  que  la  Infanta  dofia  Juana,  ya 
llamada  Reyna  de  Castilla,  no  llevase  dote  alguno, 
y  quel  Rey  D.  Enrique  hiciese  el  dote  en  suma  de 
cien  mil  florines  de  oro,  y  la  Reyna  hobiese  veinte 


MEMORIAL  DE  D1VEB8AS  HAZARAa 


mil  florfnoB  de  arras ,  y  se  le  diese  en  prendas  Oib- 
dad  Real,  con  condición  qne  aunque  aquellos  vein- 
te mil  florines  le  fuesen  pagados,  luego  que  la  cib- 
dad  fuese  de  la  Rey  na  para  en  toda  su  vida,  y  le 
fuese  dada  la  villa  de  Olmedo  é  su  tierra,  con  mo- 
ro é  mixto  imperio  y  jurisdidon,  y  para  manteni- 
miento le  fuesen  puestos  en  los  libros  del  Rey  quen- 
to  y  medio  de  maravedis  en  cada  un  afio.  Otrosí, 
que  la  Reyna  pudiese  traer  consigo  en  Castilla  doce 
doncellas  generosas,  é  quel  Rey  D.  Enrique  les  die- 
se maridos  según  á  sus  linages  y  estados  convenía, 
compliendo  las  arras  é  dotes  é  gastos  de  los  tales 
casamientos  ;  é  que  truxeso  la  Reyna  por  su  aya  á 
dofta  Beatriz  de  Meruefia,  con  quatro  doncellas  hijas 
de  algo,  de  poca  edad ;  en  el  qual  desposorio  se  hi- 
cieron muy  grandes  ñestas  de  justas  é  danzas  é  de 
todas  las  otras  formas  acostumbradas  de  hacer  en 
tan  alto  auto  entre  grandes  Principes.  Y  luego  se 
dio  orden  en  la  venida  suya  para  venir  en  los  Rey- 
nos  de  su  marido ,  con  todo  lo  susodicho ;  é  asi  par- 
tió la  Reyna  dofia  Juana  de  la  cibdad  de  Lisbona, 
é  salieron  oon  ella  el  Rey  de  Portugal  y  el  Infante 
D.  Femando  su  hermano,  y  la  Infanta  dofia  Cata- 
lina, é  muchas  duefias  é  doncellas  é  muchos  otros 
grandes  do  aquel  Reyno ;  é  salió  por  la  costa  de  la 
mar  é  hizose  una  calle  con  toneles  y  mucha  otra 
madera,  la  qual  iba  cubierta  de  ricos  pafios  de  ra- 
so ,  por  la  qual  entraron  en  una  galea  muy  rica- 
mente guarnida,  y  fueron  ansí  fasta  un  lugar  ques 
á  tres  leguas  de  Lisbona ,  é  allí  estuvieron  aquella 
noche,  habiendo  grandes  deportes  é  gasajados;  é 
desde  alli  el  Rey  y  el  Infante  é  las  duefias  é  donce- 
llas y  caballeros  que  con  la  Reyna  hablan  salido  se 
volvieron  á  Lisbona,  y  la  Reyna  continuó  su  cami- 
no para  Castilla. 

CAPÍTULO  VIL 

De  como  U  Reyna  dolía  laau,  esposa  del  Rey  D.  Bnriqte,  TaA 
resceblda  en  la  eibdad  do  Radajox  asf  por  ios  eaballcros  qncl 
Rey  mandó  qic  finiesen  con  ella ,  como  por  los  caballeros  6 
Regidores  do  la  cibdad. 

Sabido  porel  Rey  D.  Enrique  como  la  Reyna  do. 
fia  Juana  era  partida  de  la  cibdad  do  Lisbona  para 
venir  en  Castilla,  mandó  á  D.  Juan  de  Guzman, 
Duque  de  Medina  Sidonia  é  Conde  de  Niebla,  que 
partiese  de  Córdoba  con  hasta  dociontos  caballeros 
y  grandes  hombres  de  su  casa  muy  guarnidos ,  é 
fuese  á  recebir  á  la  Reyna  su  esposa  á  la  salida  de 
Portugal,  é  viniesen  con  ella  fasta  Córdoba  donde 
cetaria;  é  mandó  á  D.  Alonso  de  Madrigal  llamado 
el  Tostado,  Obispo  de  Avila,  que  ora  varón  de  gran 
ciencia,  que  juntamente  fuese  con  el  Duque  para 
acompafiar  á  la  Reyna ;  y  como  fueron  certificados 
que  la  Reyna  era  cerca,  el  Duque  y  el  Obispo  y  to- 
dos los  caballeros  de  la  cibdad  la  salieron  á  recebir 
hasta  un  lugar  que  se  llama  la  Raya,  ques  en  los 
confines  de  los  Reynos  de  Castilla  é  Portugal,  don- 
de les  era  mandado  por  el  Rey  que  la  rescibiesen  é 
se  viniesen  con  ella ;  pero  los  caballeros  portugue- 
ses que  con  la  Reyna  venían  no  quisieron  dezarla 
fasta  llegar  á  la  cibdad  de  Badajoz,  donde  fué  res- 


ceblda con  aquella  solenidad  que  se  acostumbran 
recebir  á  los  nuevos  Royes ;  é  allí  se  fizo  muy  gran 
fiesta  á  los  portugueses,  no  solamente  por  el  Duque 
de  Medina,  el  qual  allí  fizo  muy  grandes  despensas, 
mas  por  ciertos  oficiales  del  Rey ,  los  quales  por  su 
mandado  eran  allí  venidos  para  facerla  despensa  á 
la  Reyna  é  á  todos  los  que  con  ella  venian ,  fasta 
llegar  en  Córdoba,  é  la  Reyna  no  se  detovo  en  Ba- 
dajoz más  de  un  dia,  é  de  allí  se  partió  continuando 
su  camino  para  Córdoba  en  el  qual  le  fueron  he- 
chas muchas  fiestas  é  servicios  por  todos  los  lugares 
clonde  pasó. 

Estando  el  Rey  en  Éclja ,  como  fué  certificado 
que  la  Reyna  llegaba  cerca  de  un  lugar  que  se  lla- 
ma las  Posadas ,  salió  desconocido  al  camino  oon 
quatro  de  caballo  por  ver  en  qué  forma  venia;  é 
anduvo  ansi  gran  pieza  mirando  á  la  Reyna  sin  ser 
conocido,  la  qual  venia  en  una  hacanea  muy  rica- 
mente guarnida ,  é  con  ella  doce  doncellas  en  esa 
misma  forma,  todas  cabalgando  en  sus  hacaneas;  y 
el  Rey  llegó  así  al  lugar,  é  fuese  aposentará  la  posada 
de  su  embaxador;  é  desque  ovo  cenado  envió  secre- 
tamente á  decir  á  la  Reyna  cómo  él  era  allí  venido  por 
la  ver,  de  lo  qual  ella  fué  muy  alegre,  é  luego  el  Rey 
se  vino  para  ella  y  estuvo  quanto  quatro  horas  en 
sus  gosajados,  y  el  Rey  se  tomó  para  Córdoba  don- 
de la  Reyna  fué  resceblda  con  muy  gran  solenidad, 
así  por  los  caballeros  é  gente  de  la  cibdad  como 
por  todos  los  grandes  de  Castilla  que  allí  eran  en- 
tóneos juntados  para  ir  á  la  guerra  de  los  moros,  é 
por  los  Procuradores  de  las  cibdades  é  villas  que 
allí  estaban  por  mandado  del  Rey.  E  falláronse  allí 
á  la  sazón  dos  Embaxadores  del  Rey  de  Francia, 
muy  notables  hombres:  el  uno  era  Arzobispo  de 
Torens,  en  Torayna,  llamado  D.  Juan  Bemal,  y  el 
otro  Senescal  de  Berga,  que  se  llamaba  Micer  Gui- 
llaome  Destache,  é  venian  con  ellos  Gayralso  Bol- 
sier ,  maestro  de  las  requestas  de  Francia,  é  Ifiígo 
do  Arceo ,  Bolsero  de  Espafia,  Regidor  de  la  cibdad 
de  Burgos,  los  quales  eran«allí  venidos  por  afínnar 
las  alianzas  ó  confederaciones  del  Rey  do  Francia 
con  el  Rey  D.  Enrique ;  las  quales  como  quiera  que 
ya  eran  afirmadas  por  D.  Juan  Manuel  é  por  el 
Dean  de  Segovia,  Ortufio  Velazquez  de  Cuellar,  el 
Rey  de  Francia  quiso  enviar  solenme  embazada  por 
hacer  saber  al  Rey  el  pesar  que  habia  habido  de  la 
muerte  del  Rey  D.  Juan,  é  porque  sus  Embaxadores 
viesen  firmar  las  alianzas  al  Rey  D.  Enrique.  B  la 
Reyna  entró  en  miércoles  veinte  de  Mayo  del  dicho 
afio,  acompafiada  de  tantos  é  tan  grandes  Sefiores, 
como  por  aventura  ninguna  Reyna  en  Castilla  en- 
tró ;  donde  se  le  ficieron  tantas  fiestas  é  de  tan  di- 
versas formas,  que  si  se  hobiesen  descrebir  sería 
muy  largo  proceso,  y  el  Rey  la  esperó  en  el  Palacio 
con  los  Embaxadores  de  Francia;  é  llegado  ceioa 
del  Palacio ,  el  Rey  la  salió  á  recebir  á  la  pnerta,  ó 
le  fizo  muy  grandioso  recebimionto ,  ó  le  dio  paz,  ó 
la  tomó  por  la  mano  é  la  metió  en  una  Sala  Real 
que  estaba  muy  ricamente  aderezada,  ó  allí  los  Em- 
baxadores de  Francia  le  ficieron  reverencia ;  é  lue- 
go el  Arzobispo  Embaxador  les  tomó  las  manos  é 


8 


0RÓNI0A8  DE  LOS  BBT£8  DK  GAOTILLA. 


los  desposó,  é  donde  A  poco  espacio  cenaron  en  una 
mesa  el  Bey  y  la  Beyna élos  dos  Embaladores,  é 
púsose  otra  mesa  donde  cenó  la  Oondesa  de  Tubra 
qae  dende  Poriagal  era  venida  con  la  Reyna,  en  la 
qnal  se  asentaron  las  dnefias  ó  doncellas  que  con 
^as  Tenían  y  el  dia  de  Pasqua  de  dnqnesma  el  Bey 
se  veló  con  la  Boyna  sa  esposa  é  velólos  D.  Alfon- 
so eleto  confirmado  de  la  Iglesia  de  Mondofiedo, 
que  después  fué  Obispo  de  Jaén,  é  dizoles  la  misa 
baxa  en  la  cama ;  é  luego  el  Bey  y  la  Beyna  cabal* 
gáron  y  con  ellos  todos  los  grandes  que  en  la  corte 
estaban  y  fueron  A  oir  misa  solene  A  la  Iglesia  Ma- 
yor, la  qual  dixo  el  Axtobuspo  Embazador  del  Boy 
de  Francia.  Acabada  la  misa  volviéronse  A  su  Pala- 
cio y  comieron  juntamente  el  Bey  y  la  Boyna  y  con 
ellos  los  dichos  Bmbazadores,  é  A  la  noche  el  Bey  é 
la  Boyna  durmieron  en  una  cama,  y  la  Beyna  que- 
dó tan  entera  como  venia,  de  que  no  pequello  enojo 
se  rescibió  por  todos ;  é  feohb  esta  auto,  el  Bey  se 
detuvo  pocos  días  en  Oórdoba,  é  porque  los  Bmba- 
zadores  del  Bey  de  Frauda  no  se  detuviesen  alU 
hasta  la  vuelta ,  envióles  A  mandar  que  ezplioasen 
su  embazada  lo  qual  ellos  lo  pusieron  en  obra. 

OAPÍTULO  vra. 

Be  eoMo  el  Anobitpo  da  Torots  ei  Tonjia  •  emteiidor  áú 
Rey  de  Frésela,  eipllcd  aa  entelada  es  preaeaeia  del  Rey 
Jnata  todo  as  Coaaelo. 

Oomo  el  Bey  estuviese  presto  para  se  partir  por 
facer  guerra  A  los  moros,  envió  A  decir  A  los  Em- 
baladores del  Bey  de  Francia  que  Antes  de  su  par- 
tida esplicasen  su  embazada,  y  en  el  dia  siguiente 
ellos  vinieron  al  Palacio  oomo  les  era  mandado ,  y 
estando  el  Bey  en  Oonsejo  con  todos  los  Ghrandes 
desu  Beyno,  el  Ansobispo  propuso  en  latín  larga- 
mente todo  lo  quel  Bey  de  Francia  le  mandó,  é  las 
condusiones  de  su  embazada  fueron,  después  de 
las  saludes  acostumbradas  entre  los  Beyes,  facer 
saber  al  Bey  el  gran  sentimiento  quel  habia  habi- 
do del  fallecimiento  del  Bey  Don  Juan  su  padre,  y 
gran  placer  que  habia  rescebido  en  saber  el  ser  obe- 
decido en  estos  Beynos  sin  contradioion  alguna ,  y 
quel  Bey  en  presencia  de  sus  Bmbazadores  firmase 
las  aliansas  entre  entrambos  A  dos  é  sus  Beynos ;  A 
los  cuales  el  Bey  respondió  en  breves  palabras, 
agradeciendo  al  Bey  de  Francia  su  buena  voluntad 
y  dizo  al  Ansobispo  que  quaiesquier  escrituras  ó 
instruodones  que  él  traya,  que  las  diese  al  Doctor 
Fernán  Dias  de  Toledo ,  su  Belator  é  Bef  erendario 
é  do  su  Oonsejo,  para  que  vistas,  le  fioiese  dolías 
reladon,  al  tiempo  que  de  la  guerra  viniese;  é  asi 
los  Embazadores  quedaron  en  Oórdoba,  y  el  Bey  se 
partió  para  la  guerra  A  quatro  dias  de  Junio  del  di- 
cho afio;  é  algunos  de  los  gentiles  hombres  france- 
ses que  con  los  Bmbazadores  venian,  le  suplioaron 
que  hubiese  por  bien  quellos  fuesen  con  su  Altosa 
en  aquella  entrada,  é  al  Bey  plugo  dello,  é  les 
mandó  dar  caballos  é  armas  y  todo  lo  que  menester 
ovieron  para  aquella  entrada ;  é  fueron  con  ellos 
por  mandado  suyo  Ilkigo  de  Aroeo  porque  los  aoom- 


pafiase;é  los  Grandes  que  A  esta  guerra  vinieron 
por  mandado  del  Bey  fueron  los  siguientes:  el  Al* 
mirsnta  Don  Fadríque  su  tio;  Ifiigo  Lopea  de  Men- 
dosa, Marques  de  Santillana,  Oonde  del  Beal;  Don 
Juan Pacheoo,MarquésdeYillena;  Don  Pedro Qi* 
ron,  su  hermano;  Don  Enrique  de  Oastilla,  Oonda 
de  Alba,  hennano  dd  Almirante;  Don  Alvaro  de  Es* 
tAfiiga  Oonde  de  Plaaencia,  Don  Fernán  Alvares 
de  Toledo ,  Oonde  de  Alba ;  Don  Alfonso  PimenteV 
Oonde  de  Benavente ;  Don  Diego  Manrique,  Oonde 
de  TVevifio ;  Don  Juan  Manrique,  Oonde  de  Ossta^ 
fieda;  Don  Qabrid  Manrique,  Oonde  de  Osomo;  Don 
Bodrigo  Manrique,  Oonde  de  Paredes,  é  muchos 
otros  csballeros  no  de  tanto  estado,  A  los  quales  to« 
dos  el  Bey  mandó  traer  derta  copia  de  gente,  de 
manera  qud  que  podia  traer  quinientas  lansas, 
tmzese  dentó,  é  por  esta  forma  todos  los  otros,  4 
sd  se  juntaron  para  esta  entrada  oon  el  Bey  tres 
mil  hombres  de  armas  muy  sefldados  é  muy  bien 
armados  é  muy  bien  aviados,  é  fasta  ocho  mil  gi« 
notes  é  veinte  mil  peones ;  y  d  Bey  se  fué  oon  sola- 
mente veinte  de  caballo  A  dormir  A  un  lugar  que  se 
dice  Osstro  el  Bio;  é  mandó  A  los  Oomendadores 
Qonsalo  de  Sayavedra  é  Juan  Femandes  Qdindo 
que  fuesen  A  la  villa  de  Baena  A  Almochen ,  é  dlf 
fidesen  que  se  recogiese  toda  la  gente  de  la  hues- 
te; la  qual  recogida,  el  Bey  se  juntó  oon  su  hueste 
é  de  alli  entró  por  AlodA  la  Beal  poderosamente 
en  d  Beyno  de  Granada  sin  fallar  resbtenda  nin- 
guna ;  é  asentó  su  red  cerca  de  Moclin ,  y  d  Bey  so 
apartó  con  dosdentos  de  caballo  de  la  dbdad  de 
Ubeda,  y  fué  A  correr  A  Monte  Frió,  é  salieron  de 
la  villa  dnquenta  de  caballo,  los  qudes  trabaron 
oon  d  Bey  su  esoaramusa,  en  la  qud  fueron  fori- 
dos  dgunos  ohristíanos,  é  los  moros  fueron  ro- 
trahidos  A  la  villa  por  fuena  de  los  christianos;  é 
antes  quel  Bey  llegase  A  la  vega  de  Granada ,  fué 
asimismo  A  oonrer  A  Modin  con  otros  dodentos  de 
cabdlo ,  A  alli  se  ovo  otra  esoaramusa  mucho  mas 
peligrosa  que  la  primera,  donde  fueron  f eridos  con 
saetas  muchos  mss  de  los  chrisüanos  que  lo  prime- 
ro ,  entro  los  quales  fué  f erido  de  una  saeta  enar- 
bolada  un  noble  cabdlero  llamado  Gonsalo  Mufios 
de  Gastafieda,  é  dli  fueron  algunos  mueitos,  ó  de 
los  moros  ssimesmo  fueron  algunos  f eridos,  y  el 
Bey  se  tomó  d  real  A  hora  de  comer,  y  A  la  tarde 
tomó  A  dar  otra  vista  A  Moclin ,  el  qud  se  sceroó 
tanto  A  la  villa,  que  le  tiraron  una  saeta  que  le  dio 
en  la  estribera,  de  que  todos  los  Grandes  del  Beyno 
que  con  d  estaban  hobieron  gran  desplacer ,  é  se 
maravillaron  mucho  de  un   Principe  tan   grande 
querorae  meter  en  tdes  esoaramnsas  donde  ligera- 
mente podia  ser  muerto  dn  hacer  cosa  de  su  honor, 
y  oomo  quiera  que  por  dgunos  le  fuese  reprehen- 
dido la  td  osadía,  como  él  fuese  hombro  regido 
mas  por  voluntad  que  por  raaon ,  no  dezaba  de  se 
meter  cada  dia  en  las  semejantes  cosas.  Y  en  este 
dia  los  moros  de  Illora  enviaron  d  Bey  un  gran 
presente  do  muchas  aves  é  figos  é  pssas ,  suplicán- 
dole que  no  mandase  hacer  tala  en  sus  panes  ni  vi- 
llas é  otros  daños  algunos,  lo  qual  les  fué  otorgado; 


MBMOBIAL  DB  DIVERSAS  HAZAfi A& . 


7  esUndo  el  real  alli  aaenUdo,  Miguel  LaoM,  que 
deepaee  fué  Oondeetable,  y  an  hennano  suyo  que 
era  camarero  de  loa  paftoa  del  Bey,  m  apartaron  oon 
oierta  gente  é  fueron  A  una  atalaya  que  es  oeroa  de 
lUora,  de  donde  loa  ohristianoB  reeoebian  mucho 
dafto  é  derríbAronla  hasta  loa  oimientoe,  y  de  alli 
mandó  mover  au  gente,  6  aaentóae  allende  de  la 
puente  de  Pinoe,  y  de  allí  el  Bey  oon  poca  gente 
fqé  á  dar  yista  á  Granada,  y  en  el  camino  se  trabó 
escaramuza  de  loa  moros  quel  Bey  oonsigo  llevaba 
con  algunos  de  los  de  Granada  que  andaban  en  el 
campo ;  y  en  el  dia  siguiente  el  Bey  mandó  asentar 
su  real  casi  una  legua  de  Granada ,  y  él  se  fué  á  co- 
mer á  una  alearla  que  era  entre  la  dudad  y  el  real, 
y  aquella  mandó  que  no  se  derribase.  Y  entre  tanto 
quel  Boy  allá  estuvo  siempre  fué  á  comer  aquel  al- 
quería y  en  el  dia  de  San  Bernabé  el  Bey  puso  to- 
das sus  batallas  en  orden  y  fué  á  dar  visto  á  Gra- 
nada y  pasó  de  los  olivares  y  salieron  de  la  ciudad 
fasto  mil  é  quinientos  de  caballo  y  gran  gente  de 
pie, y  trabáronse  escaramnsaa  por  diversas  partes, 
aunque  no  en  la  orden  que  el  Bey  quisiera ,  en  las 
qualee  fueron  muertos  y  ferídos  asas  moros,  y  chris- 
tianos  murieron  solamente  quatro,  de  los  qoales  el 
uno  se  llamaba  Figueroa  y  el  otro  Diego  de  Valora, 
que  vivia  en  Ubeda,  y  otros  dos  escuderos  cuyos 
nombres  no  se  supieron.  En  el  qnal  dia  Garcilaso  de 
la  Vega,  Comendador  de  Montiaon,  de  quien  desuso 
es  fecha  mención ,  en  presonoia  del  Bey  mató  un 
moro  muy  valiente,  y  derribó  otro  y  tomóle  el  ca- 
ballo y  la  adarga  y  prestó  el  caballo  al  Bey,  y  el 
Bey  diólo  á  Miguel  Lucas.  Y  en  aquel  dia  se  arma- 
ron Oáballeros  por  mano  del  Bey,  Don  Alonso  En- 
riques, hijo  del  Almirante  Don  Fadrique ,  y  Don 
Juan  de  Luna,  Oonde  de  Santistebaui  y  Miguel 
Lucas,  que  después  fué  Oondestoble,  y  Femand 
Arias  de  Sayavedra,  hijo  de  Gonzalo  de  Sayavedra, 
Comendador  mayor  de  Monto  Alban,  y  un  gentil 
hombre  francés  de  los  que  con  el  Bey  fueron  en 
aquesto  entrada,  y  otros  algunos  escuderos  caste- 
llanos, cuyos  nombres  la  historia  no  escribe.  Y  en 
esto  dia  aoaesció  asimesmo  una  escaramuza  que  co- 
menzaron oon  los  moros  Lope  de  Baldevieso,  Maes- 
tre Sala  del  Bey,  y  Pedro  de  Bibadeneyre,  hijo  del 
Mariscal  Hernando  de  Bibadeneyra,  y  Juan  de 
Barríonuevo ,  y  otros-algunos  caballeros  y  escude- 
ros, en  la  qual  murió  un  moro  muy  principal  lla- 
mado Abenamar  de  Mendoza,  y  otros  quatro;  y  los 
moros  fueron  retrahidos  por  un  callejón  que  duraba 
bien  dos  tiros  de  ballesto,  donde  los  christianos  pa- 
saron una  celada  que  los  moros  tonian,  la  qual  dio 
luego  en  ellos  y  loe  mas  volvieron  á  fuir ,  y  Lope  de 
Baldevieso  y  Juan  de  Barrionuevo  y  otros  escudo- 
ros  quedaron  atojados,  los  qoales  juntos  rompieron 
por  los  moros  y  pasaron  por  ellos  fasto  el  fin  del 
callejón  donde  ficieron  rostro ;  y  allí  mataron  el  ca- 
baUo  á  Lope  de  Baldevieso,  y  dieron  á  él  veinto  y 
dos  f cridas  que  algunas  deUas  fueron  muy  peligro- 
sas i  y  oon  todo  eso  so  levantó;  y  peleando  como 
caballero  el  espada  en  la  mano,  se  defendió  fasto 
que  fué  socorrido,  y  alli  ovo  tan  gran  pelea,  que 


fué  oosa  maravillosa,  en  que  murieron  alguncu  mo- 
ros y  ovo  un  caballo ;  y  asi  oon  el  ayuda  de  Dios 
escapó  y  estovo  mas  de  veinto  diaÉ  á  la  muerto.  Y 
oomo  en  la  vega  de  Ghranada  quedase  una  valiento 
torre  en  que  estoban  quince  moros,  la  qual  estoba 
bien  basteoida  de  todo  lo  que  menester  hablan ,  el 
Marqués  de  ViUena  suplicó  al  Bey  le  diese  licencia 
por  la  combatir,  la  qual  el  Bey  le  otorgó;  y  luego 
fueron  á  la  combatir  Juan  de  Luna,  hijo  de  Juan 
Femando  de  Mendoza,  Mayordomo  mayor  del  Bey 
Don  Juan ,  y  Hernando  de  Bibadeneyra,  Camarero 
que  fué  del  Maestre  Don  Alvaro  de  Luna;  los  qna- 
les  la  combatieron  oon  esas  artiUerias  que  tenian, 
que  no  eran  tales  que  les  bastoba  para  la  fuerza  do 
aquella  torre  y  los  moros  se  defendían  valientomen- 
to  oon  ballestas  y  saetas  y  piedras  y  canteras.  Eu 
el  qual  combato  Juan  de  Luna  fué  ferido  en  la  ca- 
beza de  una  esquina  de  tal  manera ,  que  ovo  do 
dexar  el  combato  y  quedó  en  él  Femando  de  Bi- 
badeneyra ;  lo  qual  visto  por  el  Bey  invió  á  Feman- 
do de  Villafranoa  y  á  otros  de  su  casa  porque  el 
combato  no  cesase ;  y  como  Hernando  do  Bibade- 
neyra, que  ostoba  firme  en  el  combato ,  vido  que 
venian  de  nuevo  aquellos  caballeros  ovo  dolió  tan 
grande  desplacer  que  dexó  el  combato  diciendo  que 
al  tiempo  quel  tonia  el  fecho  casi  vonoido  venian 
otros  por  atribuir  á  sí  el  honor  de  aquel  fecho ;  con 
todo  eso  como  los  moros  estoban  mucho  cansados  y. 
algunos  de  ellos  f crides,  diéronse  á  prisión,  y  al- 
gunos se  quemaron  en  el  fuego  que  los  christianos 
pusieron ;  y  en  esto  segundo  combate  fué  ferido  de 
una  saeto  enarbolada  Femando  do  Villafranoa,  pero 
fué  socorrido  de  tal  manera,  que  sanó,  y  la  torre  se 
puso  por  el  suelo* 

En  esto  tiempo  los  moros  ficieron  muchos  rebatos 
especialmento  de  noche,  de  que  los  christianos  res- 
oebian  asaz  trabajo  y  enojo ;  y  aoaesció  que  un  mo- 
ro que  había  sido  christiano  y  habla  sido  criado  en 
la  Cámara  del  Bey  de  Granada ,  alumbrado  por  el 
Espirita  Santo,  se  vino  para  el  real  y  se  tornó  chris- 
tiano, y  dixo  al  Bey  que  fuese  deito  quel  Bey  de 
Granada  llamado  Muli  Ato,  era  oonoertodo  oon  el 
Bey  Arisay  se  habla  de  venir  á  Granada  oon  seis- 
cientos de  caballo  donde  se  juntoba  toda  la  caballe- 
ría del  Beyno  y  los  mas  y  mejores  peones  que  en  él 
habla;  y  se  habían  oonoertodo  de  venir  una  noche 
todos  juntos  y  salir  y  dar  en  el  real,  por  tal  mane- 
ra que  pensaban  ser  maravilla,  según  la  muche- 
dumbre deUos,  poder  esoapar  ninguno  de  los  chris- 
tianoB ;  y  esto  sabido ,  púsose  muy  gran  guarda  en 
el  real ;  y  como  dende  á  tres  días  tuviese  la  guarda 
del  real  Don  Bodrigo  Manrique,  Conde  de  Paredes 
quera  caballero  muy  esforzado  y  mucho  diestro  en 
la  guerra,  esa  noche  acercóse  tanto  ala  ciudad,  que 
pudo  oir  el  bollicio  que  en  ella  había  para  ver  de 
venir  en  la  forma  que  dicha  es ;  y  dexando  sus  os- 
cudhas  y  guardas  en  el  campo,  se  vino  á  gran  prie- 
sa para  el  Bey,  y  despertóle  y  dixole  lo  que  habia 
sentido  y  púsose  tol  guarda  en  el  real  que  toda  la 
gento  se  armó  y  se  puso  en  la  forma  que  debía  para 
resoebir  los  moros  si  viniesen  ;  lo  qual  por  loa  mo* 


10  CRÓNICAS  DÉLOS 

roBBeatido,  dexaroo  la  reñida  y  otro  día  aalieron 
de  la  oiadad  fasta  dos  mil  é  quinientoa  de  caballo 
y  setenta  mil  peones  y  mas,  y  pusiéronse  entre  los 
olivares,  y  algunos  doUos  se  vinieron  tendiendo  á 
puerta  del  real ,  y  el  Rey  estaba  en  el  campo  con 
asas  gente  de  bombres  de  armas  y  ginetes,  y  como 
oonosció  que  las  batallas  suyas  querían  pelear,  no 
dio  á  ello  lugar,  antéelos  detuvo  creyendo  que  los 
moros  tenían  puestas  algunas  celadas  de  donde  los 
ohrístianos  podrían  rescebir  gran  dafio ;  y  allí  el  Rey 
ovo  su  consejo  de  lo  que  debía  hacer,  en  que  ovo 
diversas  opiniones;  y  el  Conde  de  Paredes  dixo  al 
Rey  que  según  lo  que  los  moros  en  aquel  día  habían 
mostrado,  querían  haber  batalla  y  que  era  cierto 
que  entro  ellos  se  fallaba  serles  gran  mengua  de  ver 
talar  y  quemar  sus  riberas ,  y  por  temor  de  muerte 
haberlo  de  sufrir,  y  que  su  parecer  era  que  pues  el 
Rey  allí  tenía  tanta  y  tan  buena  gente ,  con  que 
con  el  ayuda  de  Dios  podría  esperar  la  vítoría ,  que 
debía  dar  la  batalla  sí  los  moros  la  quisiesen  espe- 
rar; finalmente  como  los  mas  que  en  el  consejo  es- 
taban quisiesen  seguir  la  voluntad  del  Rey,  la  qual 
ora  de  no  polcar,  determinóse  que  la  batalla  no  se 
diese,  salvo  si  los  moros  saliesen  del  todo  al  llano, 
donde  sin  ventaja  los  christianos  pudiesen  pelear 
con  ellos,  y  la  tala  se  ñciese  lo  mas  duramente  que 
ser  pudiese;  lo  qual  así  se  puso  en  obra ,  que  les 
fueron  talados  todos  los  árboles  y  vifias  y  panes  que 
haberse  pudieron,  y  les  fueron  quemadas  algunas 
aldeas  y  alquerías  y  lugares ;  lo  qual  visto  por  los 
moros,  enviaron  á  hablar  con  Don  Alonso  Pimen- 
tel ,  Conde  de  Benavente,  los  quales  le  dixeron  que 
no  pensase  el  Roy  que  por  talas  ni  quemas  de  luga- 
res habían  de  sojuzgar  el  Reyno  de  Granada,  en  el 
qual  había  tantas  y  tan  grandes  fuerzas  y  tanta  y 
tan  buena  gente  para  las  defender ,  que  no  espera- 
ban que  jamas  los  christianos  las  pudiesen  ganar,  y 
que  al  Roy  le  estaba  mejor  haber  paa  con  el  Rey 
de  Qranada  y  con  sus  Reynos ,  y  que  se  le  darían 
las  parias  muy  mas  crecidas  que  á  ningún  Rey  de 
los  antepasados ,  y  le  darían  todos  los  christianos 
cativos ;  lo  qual  sabido  por  el  Rey,  acordó  de  dar 
seguro  á  Abdibar  para  que  viniese  á  hablar  con  ol 
Rey,  y  para  concertar  lo  ya  dicho,  y  este  moro  Ab- 
dibar vino  á  la  f  abla  con  el  Rey ,  y  traxo  consigo 
hasta  dos  mil  do  caballo,  los  mas  á  punto  de  guerra 
que  habia  en  el  Reyno  de  Granada ;  y  salieron  con 
el  Rey  á  la  fabla  ol  Almirante  Don  Fadriquo  y  los 
Marqueses  de  Santiliana  y  Villena,  y  el  Maestre  de 
Calatrava  y  los  Condes  de  Plasencía  y  Benavente 
y  Alba  y  Paredes ,  y  todos  los  otros  principales  Ca- 
balleros que  en  el  real  estaban  ;  y  las  batallas  del 
Rey  estaban  todas  en  el  campo  puestas  en  ol  orden 
que  debían  ;  y  los  moros  mostraron  grande  alegría 
creyendo  que  se  concluiría  perpetua  paz  entre  estos 
Beyes ,  y  la  conclusión  que  se  tomó  fué  que  cono- 
cida la  voluntad  del  Rey  que  no  fuese  de  les  dar  la 
paz  que  demandaban ,  le  darían  cierto  número  de 
christianos  porque  levantase  el  real  de  la  Vega  de 
Granada  y  se  tomase  en  sus  Reynos.  En  tanto  que 
el  trato  duraba,  el  Rey  de  Granada  envió  al  Rey 


RETES  DE  CA&rnLLA. 

grandes  presentes  de  aves  y  frutas  de  diversas  ma« 
ñeras,  y  envióle  sus  menestrilee  á  los  quales  el  Rey 
mandó  vestir  y  dar  largamente  gran  suma  de  do- 
blas. T  en  este  tiempo  el  Rey  de  Granada  fuó  certi- 
ficado que  en  el  real  oviese  gran  mengua  de  vino 
y  de  todas  las  otras  viandas  necesarias,  y  envió  A 
decir  al  Rey  que  si  le  quería  dar  la  paz  en  la  forma 
que  la  habia  demandado,  que  le  daría  todos  los 
cativos  christianos  qne  tenia  y  las  parias  como  di- 
cho había ,  y  en  otra  manera  no  quería  otro  partido 
que  ficíese  lo  que  quisiese;  y  asi  el  fecho  se  acabó 
sin  otra  conclusión.  T  el  Rey  estuvo  en  esta  entra- 
da en  el  Reyno  de  (h'anada  diez  y  ooho  días ;  y  le- 
vantó su  real  de  sobre  Granada  en  veinte  y  nueve 
días  del  mes  de  Julio ,  y  continuó  su  camino  para 
Córdoba,  donde  afirmó  las  alianzas  del  Rey  de  Fran- 
cia y  despidió  los  Eknbaxadores ,  á  los  quales  envió 
muías  y  caballos  y  piezas  de  brocado  y  seda;  asi 
ellos  se  partieron  muy  alegres  y  contentos  del  Rey, 
el  qual  el  alio  venidero  mandó  llamar  á  los  Procura- 
dores, y  les  dixo  que  él  entendia  entrar  en  tierra  de 
moros  muy  mas  poderosamente  de  quantas  veces 
había  entrado,  para  lo  qual  con  venia  que  en  sus 
Reynos  se  repartiesen  sesenta  quentos  de  marave- 
dís; y  como  quiera  que  á  los  Procuradores  esto  pa- 
rosciese  mucho  grave,  así  por  los  trabajos  pasados, 
como  por  ver  la  forma  que  el  Rey  en  la  guerra  te- 
nia, en  que  conocida  la  verdad  en  la  guerra  pasada 
muy  mayores  dafios  habían  rescebído  estos  Reynos 
quel  Reyno  de  Granada,  con  todo  eso  acordaron  de 
facer  lo  quel  Rey  les  mandaba,  pero  suplicáronle  que 
estos  sesenta  cuentos  se  le  pagasen  dos  afios ,  por- 
que la  gente  rescibiese  menos  trabajo,  y  el  Rey  se  lo 
otorgó  y  así  se  puso  en  obra;  y  do  allí  el  Rey  se  par- 
tió para  la  ciudad  de  Sevilla,  donde  era  esperado 
con  muy  grande  amor,  como  no  hubiesen  visto  Roy 
en  aquella  ciudad  desde  el  Rey  Don  Enrique  segun- 
do ,  donde  lo  estaba  aparejado  muy  notable  rccebi- 
miento ;  y  el  Rey ,  no  queriendo  ver  la  nobleza  de 
la  gente  de  aquella  ciudad,  se  apartó  con  pocos,  de 
los  suyos  y  entróse  por  el  postigo  del  Alcázar,  don- 
de muy  pocos  le  pudieron  ver,  do  que  todos  los  de 
la  ciudad  fueron  mucho  maravillados  y  mal  conten- 
tos; oon  todo  eso  la  gente  del  Rey  fuó  muy  bien 
aposentada ,  y  alegremente  rescebida  por  los  hues- 
pedes. Y  estando  el  Rey  en  aquella  ciudad  acaes- 
cieron  dos  cosos  muy  estraftas  y  muy  feas,  las  qua- 
les fueron  quo  Mofaras ,  un  moro  quel  Rey  consigo 
traía ,  fué  aposentado  en  la  casa  do  un  mercader 
llamado  Diego  Sánchez  de  Orihuela ,  el  qual  tenia 
una  hija  muy  hermosa  de  que  el  moro  se  enamoró; 
y  como  á  la  doncella  fuese  aborrecible  la  habla  suya 
y  no  quisiese  dar  lugar  á  su  voluntad,  el  moro  aguar- 
dó tiempo  en  que  el  padre  y  la  madre  estuviesen 
fuera  de  casa ,  y  tapóle  la  boca  de  manera  que  no 
pudiese  dar  voces,  y  atóle  las  manos  y  püsola  en  un 
caballo  y  con  ciertos  moros  la  sacó  de  la  ciudad  ;  y 
quando  los  padres  vinieron  y  hallaron  su  hija  lleva- 
da, dieron  muy  grandes  voces,  á  que  toda  la  ve- 
cindad se  juntó ,  y  así  una  gran  muchedumbre  de 
gente  fueron  al  Palacio  Real  con  el  padre  y  la  ma- 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


dre,  que  iban  dando  mny  grandes  vocee,  muy  agrá- 
mente llorando,  demandando  juattoia;  y  llegados  al 
Bey,  oida  sa  quereUa,  el  Rey  vituperó  mny  faerte- 
mente  á  la  madre,  diciéndole  serlooa,  y  haber  pues- 
to mny  mal  reoado  en  sn  casa  y  fija  dezándola  sola, 
y  dando  el  cargo  al  padre  y  á  olla  del  caso  acaesci- 
do ,  con  la  qnal  respuesta  ellos  comenzaron  muchas 
mayores  voces,  demandando  justicia  á  Dios ,  de  que 
el  Rey  ovo  tan  grande  enojo,  que  mandó  llamar 
un  vcordugo  para  que  los  acotase  por  la  ciudad;  y  en 
este  punto  llegaron  allí  Don  Alonso  Pimentel ,  Con- 
de de  Benavente,  y  el  Oonde  Don  Juan  de  Guzman, 
y  viendo  el  mandamiento,  el  Conde  Don  Juan  ledi- 
zo:  «Sefior  ¿cómo  dirá  el  pregón  cuando  se  esecuta. 
re  esta  justioia  que  mandáis  facer?»  y  el  Rey  con 
enojo  se  metió  en  sn  palacio ,  y  los  que  cerca  del  es<^ 
taban  ficteron  ir  do  alli  á  los  que  con  esta  querella 
venieron,  y  asi  el  moro  Mofaras  llovó  la  doncella  y 
púsola  en  salvo  en  un  lugar  de  Granada,  y  ansi  la 
tomó  por  manceba  en  injuriado  nuestra  Sancta  Foo. 
Fué  la  segunda  que  un  capitán  del  Rey  llamado 
Rodrigo  do  Marchena,  hombre  de  bazo  linage  y 
deshonesta  vida,  tomó  por  fuerza  una  doncella  hija 
dalgo,  y  como  los  padres  y  parientes  al  Roy  se 
querellasen ,  ovieron  el  raesmo  remedio  que  Diego 
Sánchez  de  Oríhuela,  de  que  no  solamente  la  gente 
de  la  ciudad ,  mas  todos  los  cortesanos  fueron  mu- 
cho turbados,  y  decían  que  cómo  se  podría  oonsontír 
quedar  tales  cosas  sin  glande  punición,  á  causado  lo 
qual  al  Rey  vinieron  muy  grandes  inoonvinientes  y 
daftoB  de  quo  adelante  se  hará  mención.  De  allí  ol 
Rey  se  vino  en  Castilla;  y  estando  en  la  ciudad  do 
Avila,  mandó  .enviar  sus  cartas  de  apercibimiento 
á  todos  los  Grandes  para  que  fuesen  con  él  á  la  guer^ 
ra,  y  mandó  hacer  muy  grandes  provisiones  asi  de 
bastimentos  oomo  de  lombardas  y  ingenios  y  man- 
tas y  todos  los  otros  pertrechos  necesarios  para  com- 
batir fortalezas. 

CAPITULO  IX. 

De  como  el  Rey  se  pirlió  de  Afila,  y  se  fié  ptn  ia  eiodad  de 
Badajos  por  se  ter  eos  so  primo  el  Rey  de  Porlapl. 

Partido  el  Rey  de  la  ciudad  de  Avila  para  se  ver 
oon  el  Rey  de  Portugal ,  para  lo  qual  el  Rey  conti- 
nuó su  camino  y  la  Reyna  con  él  para  la  ciudad  de 
Badajoz,  desque  allí  fueron  llegados,  vino  ende  el 
Rey  de  Portugal  con  el  qual  venían  el  Infante  Don 
Femando,  su  hermano,  y  el  Infante  Don  Enrique, 
su  tic,  y  otros  muchos  Grandes  do  su  Reyno  y  es- 
taban oon  el  Rey  de  Castilla  el  Marqués  de  Villeua, 
Don  Juan  Pacheco,  y  Don  Pedro  Girón,  Maestre  de 
Calatrava,  hermano  suyo,  y  muchos  otros  Condes  y 
Caballeros  y  Perlados.  Y  sabido  por  el  Rey  de  Cas- 
tilla oomo  el  Rey  de  Portugal  venia,  saliólo  á  rece- 
bir  qnanto  á  media  legua,  y  con  él  todos  los  Gran- 
des que  allí  estaban  acompaftados  de  mucha  noble 
caballería ;  y  los  Reyes  se  hablaron  con  grande 
amor,  y  así  vinieron  á  la  ciudad  de  Badajoz  donde 
el  Rey  tenía  aparejada  muy  gran  fiesta  para  el  Rey 
de  Portugal  y  para  todos  los  que  con  él  venían,  y 


11 

comieron  con  el  Rey  aquel  día  el  Rey  de  Portugal 
y  la  Reyna  su  hermana  y  los  Infantes  Don  Fernan- 
do y  Don  Enrique,  y  el  Rey  de  Portugal  estuvo  allí 
tres  dias;  en  el  qual  tiempo  el  Rey  mandó  facer  la 
csponsa  al  Rey  de  Portugal  y  á  toda  su  gente  muy 
abundosamente ;  y  pasados  así  aquellos  diaa,  el  Roy 
de  Castilla  y  el  de  Portugal  se  fueron  á  Yelves  y 
oon  ellos  la  Reyna ,  donde  les  fueron  fedias  mny 
grandes  fiestas ,  en  otros  tres  dias  que  ende  estu- 
vieron; y  vuelto  el  Roy  de  Castilla  á  Badajoz,  vino 
allí  la  Infanta  Dofia  Catalina  á  ver  á  la  Reyna  su 
hermana ;  y  en  este  tiempo  estaba  puesta  tregua 
entre  el  Rey  Don  Enrique  y  el  Roy  Ariza  de  Gra- 
nada, la  qual  el  Conde  de  Cabra  había  puesto  por 
mandado  del  Rey ;  en  el  qual  tiempo  Abdalla  Am- 
bran  habia  hurtado  el  castillo  de  Solera,  que  tenía 
Diego  de  Araya,  un  Caballero  natural  de  Ubeda,  y 
al  tiempo  que  aquella  treguase  asentó/oonoordóso 
que  las  villas  y  fortalezas  de  los  Reynos  de  Castilla 
y  del  Reyno  de  Granada  fuesen  seguros  de  la  una 
parte  á  la  otra,  y  de  la  otra  á  la  otra,  y  el  Conde  do 
Cabra  envió  requerir  al  Rey  Ariza  de  Granada,  por 
un  Caballero  de  su  casa  llamado  Gonzalo  de  Ayora, 
que  mandase  restituir  el  castillo  de  Solera  que  era 
obligado  de  lo  asi  hacer,  según  lo  capitulado ,  al 
qual  el  Rey  respondió  que  Abdalla  Ambran  habia 
furtado  aquel  castillo  sin  su  licencia  y  mandado, 
y  que  desto  él  no  tenía  cargo ;  al  qual  Gonzalo  de 
Ayora  respondió  que  si  la  fortaleza  no  se  le  entre- 
gaba, que  fuese  cierto  que  luego  se  f aria  la  guerra, 
y  el  Conde  desde  allí  alzaba  la  tregua  por  podor 
quo  para  ello  del  Roy  tenía.  El  Rey  moro  dizo  ; 
quél  enviaría  á  llamar  aquel  caballero  Abdalla  Am- 
bran, y  le  mandaría  que  entregase  aquel  castillo,  y 
que  habría  gran  placer  que  lo  ficiese  ansí,  y  que  en 
otra  manera  él  no  podría  otra  cosa  facer,  porque 
aquel  moro  era  tan  poderoso  quol  no  podría  com- 
pelerlo á  lo  entregar  sin  su  voluntad,  y  que  áél  lo 
placía  de  guarda  la  paz  con  el  Rey  de  Castilla  y 
con  sus  Reynos,  así  oomo  lo  habia  asentado  con  el 
Condo  de  Cabra ;  al  qual  Gonzalo  de  Ayora  respon- 
dió que  si  él  quería  paz  con  el  Roy  de  Castilla ,  quo 
habia  de  facer  dos  cosas,  la  primera  entregar  el 
castillo  de  Solera  á  Diego  de  Araya,  y  le  convenia 
que  fuese  vasallo  del  Rey  de  Castilla ,  así  como  el 
Rey  Don  Mahoma  lo  habia  sido  del  Rey  Don  Pe- 
dro, y  fueao  de  su  Consejo,  y  tenor  dezmero  á  la 
Puerta  Dolvira,  quo  cogiese  el  diezmo  y  medio 
diezmo  por  el  Rey  do  Castilla,  y  que  diese  en  el 
afio  primero  de  la  paz  mil  cativps ,  y  en  los  tres 
siguientes  cada  afio  trescientos  y  treinta  y  tres 
cativos  que  habían  de  ser  por  todos  dos  mil,  y  cada 
vez  que  el  Rey  Don  Enrique  le  llamase  en  toda  ol 
Andalucía  fasta  el  Rcyoo  de  Toledo  fuese  obligado 
á  le  servir  con  dos  mil  de  caballo ;  y  si  .domas  se 
quisiese  servir  que  le  pagase  el  sueldo  fasta  ser 
vuelto  en  su  Reyno  al  fuero  y  costumbres  de  Cas- 
tilla, y  que  le  volviese  todas  las  villas  y  fortalezas 
que  en  tiempo  del  Rey  Don  Juan  su  padre  habían 
perdido,  y  con  estas  condiciones  se  le  daria  la  paz 
por  diez  afios,  y  en  este  tiempo  se  metiesen  al  Rey- 


12 


OBÓNIOAS  Dfi  LOS  BETBS  DB  CASTILLA. 


uo  de  Qraatda  todas  lai  ooaaa  que  en  el  tiempo  de 
la  pas  Be  aolían  motor.  A  lo  qual  el  Bey  de  Grana- 
da le  respondió  que  aquello  que  demandaba  y  los 
hijos  y  las  mugeres ,  todo  lo  dieran  en  el  afio  pri- 
mero que  el  Roy  Don  Enrique  reynó,  y  en  el  se- 
gundo no  le  dieran  los  fijos  ni  las  mugeres,  y  que 
ya  era  el  afio  tercero  y  lo  hablan  bien  conocido,  y 
que  no  le  darian  cosa  de  quanto  demandaban ;  quel 
Bey  Don  Enrique  fíciose  lo  que  quisiere :  con  lo 
qual  Gonsalo  de  Ayora  se  volvió  para  el  Ck>nde  de 
Oabra,  el  qual  escribió  todo  lo  susodicho  al  Bey  que 
estaba  en  Badajoz  con  el  Bey  de  Portugal,  y  sabi- 
da eqta  nueva,  partióse  para  Sevilla  para  desde  alU 
facer  su  entrada  en  tierra  de  Moros. 

CAPÍTULO  X. 

De  eomo  el  Reí  Dos  Bariqae  se  partió  de  Sevilla  pan  enlrtr  es 
tierra  de  noroi  y  dexó  alU  á  la  Rejaa  »a  moser. 

El  Bey  se  partió  para  Ecija  y  mandó  llamar  i 
Don  Juan  de  Guzman,  Duque  de  Medina  Sidonia  y 
á  Don  Juan  Ponce  de  León,  Conde  de  Arcos ,  y  los 
Consejos  de  Sevilla  y  de  Xerez  y  de  las  otras  villas  y 
lugares  comarcanos ,  y  mandó  questa  gente  se  jun« 
tase  en  los  prados  de  Antequera,  donde  fueron  jun- 
tos fasta  ochocientos  hombres  de  armas  y  tres  mil 
ginotes  y  trece  mil  peones;  y  los  Grandes  que  con  el 
Boy  entonces  entraron  fueron :  el  Duque  de  Medi- 
na Sidonia  y  ol  Marqués  do  Villena  y  el  Maestre  de 
Calatrava  y  los  Condes  de  Benavente  y  de  Arcos  y 
de  Osomo  ;y  de  allí  fué  asentar  su  reíd  en  un  valle 
ques  cerca  de  Alora,  entre  los  dos  rios;  y  en  tanto 
quel  real  se  asentaba,  el  Bey  se  apartó  con  hasta 
quatrodentos  de  caballo  y  fué  á  correr  el  Valle  de 
la  Cartana  y  otros  lugares  donde  cercanos,  donde 
ficieron  algún  dafio ,  y  el  Bey  se  volvió  al  real  y  el 
día  siguiente  fué  ó  sentar  su  real  en  la  Vega  de  Má- 
laga, donde  estuvo  treinta  días ;  en  el  qual  tiempo 
se  fizo  tala  solamente  en  los  panes,  por  quel  Bey  no 
consintió  que  se  talasen  huertas  ni  vifias,  y  se  que- 
maron algunas  aldeas  que  los  moros  hablan  desam- 
parado. En  este  tiempo  se  ficieron  algimas  escara- 
muzas en  que  murieron  algunos  moros  é  christia- 
nos,  y  así  ol  Bey  levantó  su  real  de  sobre  Málaga,  y 
acordó  de  se  ir  por  el  (Val  de  Coer  ques  en  teñnino 
,de  Marvolla,  é  determinó  de  se  ir  por  la  costa  de  la 
mar  donde  pasó  á  tan  gran  peligro  de  su  gente,  que 
según  la  muchedumbre  de  los  moros  que  por  la 
sierra  parecieron ,  pudieran  si  quisieran  con  solas 
piedras  destruir  la  mayor  parte  del  real ;  pero  siem- 
pre estuvieren  quedos  mirando  la  gente  del  real, 
de  donde  se  creyó  haber  un  trato  secreto  entre  el 
Bey  y  los  moros ;  y  pasando  la  gente  cerca  de  una 
villeta  que  se  llama  Benalmadana,  seyendo  pasado 
todo  el  real  y  veniendo  en  el  cabo  catorce  ó  quince 
hombres  de  armas  de  la  guarda  del  Bey  y  fasta  se- 
senta hombres  de  Sevilla,  los  moros  comenzaron  á 
gritarlos,  y  tan  grande  enojo  rescibieron  los  ohris- 
tíanios,  que  vinieron  á  combatir  el  lugar  y  entrá- 
ronlo por  fuerza  de  armas ;  y  como  el  Bey  lo  sopo, 
ovo  dolió  enojo,  é  invió  á  Gonzalo  de  Sayavedra  y 


á  Femando  de  Fonseca  y  á  los  que  estaban  en  el 
lugar,  que  luego  saliesen  donde  sopona  de  la  vida; 
los  qualen  lo  ficieron  luego ;  pero  pusieron  fuego 
por  muchas  partes  al  lugar  de  tal  manera,  que  su- 
bió tan  alto  que  visto  por  los  moros  de  Estepona 
desampararon  la  villa  y  se  sableron  con  todo  lo 
suyo  á  la  sierra.  Y  en  este  dia  una  f  ortalesa  que  se 
llama  la  Fonzirola  se  combatió,  no  por  mandado 
del  Bey,  y  estándose  oombatlendo  por  la  gente  de 
un  Vallenel  de  uno  que  se  llamaba  Juan  Vidal,  sa- 
lió en  tierra  y  con  el  maestre  del.Vallenel  escalaron 
la  fortaleza,  y  subieron  en  ella  catorce  ó  quince  hom- 
bres vizcaínos  dando  grandes  voces  diciendo :  tCas- 
tilla  Castilla  por  el  Bey  Don  Enrique»;  y  como  los 
moros  vioron  la  fortaleza  entrada,  todos  se  rotruzo- 
ron  á  una  buena  torre  que  ende  estaba,  y  desde  allí 
se  defendían  quanto  podían ,  y  pásese  fuego  en  las 
puertas  de  la  fortaleza,  y  el  Conde  de  Osomo  que 
era  capitán  de  la  guarda  del  Bey  entró  dentro  della 
con  trecientos  hombres  de  armas,  y  á  la  entrada 
f uérmuerto  un  gentil  hombre  francés  que  era  allí 
venido  por  se  fallar  en  algún  fecho  sefialado,  y  allí 
fueron  feridos  otros  doce  hombres  de  armas  aunque 
no  de  feridas  peligrosas ;  y  los  moros  no  teniendo 
ya  con  que  se  defender  desfacian  las  almenas  y  lan- 
zaban piedras  y  ladrillos ;  y  estando  en  tan  grande 
aprieto  que  de  fuerza  se  habían  de  dar,  demandaron 
f  abla,  y  luego  el  Boy  mandó  salir  toda  la  gente  de 
la  fortaleza  y  los  moros  se  quedaron  apoderados  en 
ella.  Otro  dia  el  Bey  mandó  asentar  su  real  cerca 
de  Marvolla,  donde  se  fizo  tala  en  los  panos ;  y  el 
dia  siguiente  se  asentó  el  real  cerca  de  la  villa  de 
Estepona,  y  el  Bey  se  aposentó  dentro  della,  en  la 
qual  ninguna  cosa  se  falló.  Y  el  Marqués  de  Ville- 
na suplicó  al  Bey  le  fidese  merced  de  aquella  Villa, 
y  al  Bey  plugo  dello,  y  mandóla  bastecer  de  los 
mantenimientos  que  en  la  hueste  había  y  de  armas 
las  que  eran  menester  para  su  defensa,  y  desde  allí 
el  Bey  mandó  á  los  Grandes  que  con  él  venian  que 
se  fuesen  con  la  gente  que  había  de  Xerez,  y  donde 
la  gente  se  fuese  cada  una  á  su  tierra,  y  el  Bey  se 
fué  por  la  costa  de  la  mar  tomando  la  vía  de  Gibral- 
tar  con  fasta  trecientos  de  caballo  y  llegando  cerca 
de  la  ciudad  salieron  della  fasta  quarenta  de  caballo, 
y  el  Bey  envió  á  ellos  á  Gonzalo  de  Sayavedra  á  les 
decir  como  el  Bey  de  Castilla  venia  allí  por  mirar 
aquella  tierra ;  y  como  esto  supo  d  Alcayde  de  Gi- 
braltar,  que  era  buen  caballero  que  se  llamaba  Aben 
Comixa,  envió  á  demandar  seguro  al  Bey,  pon  el 
qual  le  vino  á  facer  reverencia,  é  fizo  al  Bey  pre- 
sente de  todas  las  frotas  que  haber  pudo,  y  mandó 
meter  barcos  y  redes  en  la  mar  por  facer  servicio 
al  Bey,  el  qual  estuvo  gran  parte  del  dia  allí  miran- 
do la  pesca,  y  á  la  noche  fué  á  dormir  á  una  torre 
que  se  dice  de  Cartagena ,  que  es  una  legua  de  Gi- 
braltar,  y  como  el  Capitán  de  Ceuta,  que  se  llamaba 
Don  Sancho,  Conde  de  Udemira,  fué  certificado  por 
algunos  navios  que  por  mandado  del  Bey  eran  ve- 
nidos sobre  Málaga  quel  Bey  allí  estaba ,  aderezó 
una  fusta  y  quatro  carabelas  por  le  ir  facer  reve- 
renda y  le  facer  algún  servicio ,  y  como  supiese  de 


HÉHOBÚL  DÉ  DtVÉBSAS  ¿AZaJ^AS. 


13 


•ti  TvnidA  á  Oibriltar,  luego  le  puso  por  mar ,  é 
fuele  f Aoer  rorerencia,  y  el  Bej  le  resoibió  mnj 
gracioMinente  y  le  agradeció  nmoho  sa  yenida ;  é 
desde  alli  el  Bey  mandó  á  Qonzalo  de  Sayavedra 
que  oon  la  gente  que  ende  estaba  le  f  aeee  á  Algeci- 
ra  y  lo  esperase  ende,  y  el  Bey  se  metió  en  el  me- 
jor navio  qnel  Oonde  traia,  y  acordó  de  se  pasar  no 
solamente  en  Oenta  mas  allende  por  ¡ver  el  Beyno 
de  Fes,  de  lo  qnal  Gonzalo  de  Sayavedra  é  Juan 
Femandes  Qalindo,  que  ende  estaba ,  ovieron  mny 
grande  enojo  é  dixeron  al  Bey  qne  se  maravillaban 
macho  de  sa  Alteea  qaererse  meter  en  tan  gpran  pe- 
ligroy  sin  cansa  ni  raion  algona,  y  qne  mirase  bien 
oomo  la  vía  de  la  mar  era  dndossi  qne  en  nn  hora 
faoian  en  ella  mil  movimientos,  y  aunque  entonces 
pareda  el  tiempo  ser  bueno ,  muy  prestamente  se 
podría  mudar  de  tal  manera  que  no  se  pediese  re- 
mediar ;  y  allende  desto  debia  mirar  quanto  era  de 
dudar  pasar  con  gente  estrafia  mayormente  en  Bey- 
no  de  infieles  y  naturalmente  enemigos ,  y  le  supli- 
caban y  le  requerían  que  no  quisiese  hacer  tal  viage, 
del  qual  aunque  con  salud  saliese,  seria  diño  de  gran 
reprehensión  de  todos  los  que  lo  supiesen.  B  con  to- 
do eso  el  Bey  no  creyó  de  cosa  desto :  y  cuando  Oon- 
salo  de  Sayavedra  é  Juan  Femandes  Galindo  vieron 
que  no  pudieron  esousar  al  Bey  aquel  viag^  tomaron 
pleito  honlenage  y  juramento  muy  fuerte  al  Oonde 
con  las  mayores  firmesas  qne  pudieron  que  él  vol- 
vería al  Bey  de  Castilla  en  segura  y  sana  pas  en 
sus  Beynos,  guardándolo  Dios  de  los  peligros  de 
la  mar;  y  ssí  el  Bey  se  partió  y  con  él  Miguel  Lu- 
cas y  los  dichos  Comendadores,  y  pasaron  oon  61  en 
Oeuta,  ó  Gonaalo  Oarrillo  é  Oonsalo  de  Sayavedra 
fueron  con  la  gente  que  quedaba  en  tierra  y  se 
fueron  i^sentar  en  las  Algedras  entre  el  rio  que 
dicen  de  la  Miel,  y  estuvieron  ende  dos  di  as;  y  den- 
de  á  poco  qne  ende  fueron  llegados,  llegó  aUi  el 
Marqués  de  ViUena,  que  habla  quedado  en  Bstepo- 
na,  por  la  dexar  á  buen  recaudo ,  y  alU  fué  certifi- 
cado por  algunos  navios  como   d  Bey  era  pasado 
en  Oeuta ;  el  qual  so  metió  en  uno  dellos  y  seguió 
asimismo  aquel  viage  y  pasó  en  Ceuta,  donde  el 
Bey  y  toda  su  gente  fueron  muy  bien  recebidos  y 
hospedados  y  servidos  con  grande  amor  y  reveren- 
da ;  al  qual  y  á  todos  los  que  con  él  iban,  el  Conde 
fizo  dar  firmemente  todas  las  cosas  que  menester 
ovieren,  y  el  Bey  se  detuvo  allí  cuatro  dias  por- 
que los  vientos  fueron  contraríos,  y  no  pudo  antes 
partir ,  y  en  tanto  que  ende  estuvo ,  fué  á  correr 
monte  de  leones  á  tierra  del  Boy  de  Fes  donde  hay 
muchos,  é  yendo  asi  el  Bey  con  propósito  de  facer 
su  montería,  vido  una  gran  muchedumbre  de  moros 
que  venian  por  correr  á  Ceuta,  y  asi  ovo  de  mudar 
su  propósito  y  volverse  antes  á  Ceuta  de  lo  que 
quisiera ;  y  pensando  que  por  aventura  por  causa 
de  los  vientos  se  oviera  de  detener  allf  mas  de  lo 
que  había  estado,  envió  á  mandar  á  Oonaalo  de  Sa- 
yavedra y  á  Gonzalo  Carrillo  que  oon  la  gente  que 
habia  quedado,  se  fuesen  á  Tarífa  y  le  esperasen 
alli,  los  quales  lo  pusieron  ad  en  obra ;  é  como  quie- 
ra que  la  mar  se  mostrase  asaz  alta  y  con  mucha 


furia,  el  Bey  determinó  de  pasar.  En  este  mesmo  dia 
llegó  á  Tarifa,  de  que  ad  los  caballeros  que  con  él 
iban  como  los  otros  que  lo  estaban  esperando,  fue- 
ron mucho  d^gres  por  lo  ver  venir  oomo  vino  con 
el  Conde  de  Udemira ,  d  qual  dezó  á  Gonzdo  de 
Sayavedra  y  á  Juan  Fernandez  Galludo  que  ovle- 
son  por  bien  complido  su  homenage,  pues  d  B^  de 
Cutilla  era  venido  en  sdvamento  en  la  Villa  de 
Tarífa,  que  era  suya;  y  d  Oonde  desde  allí  se  vol- 
vió en  Ceuta  con  sus  navios ,  que  habia  traído  en 
guarda  del  Bey ;  y  el  Bey  se  partió  de  Tarífa  y  fizo 
la  via  de  la  villa  de  Bejel,  ques  del  Duque  de  Me- 
dina, donde  fué  rescebido  con  aquella  reverencia  y 
obediencia  que  á  su  Bey  y  Sefior  era  debida,  donde 
d  Duque  tenia  aparejadas  todas  las  cosas  que  eran 
necesarias  para  el-  servido  del  Bey  y  de  todos  los 
que  oon  d  venian ;  y  dlí  el  Duque  le  suplicó  que 
porque  ya  era  el  tiempo  de  las  almadravas  de  los 
atunes,  le  pluguiese  de  ir  á  tomar  placer  y  ver  co- 
mo los  atunes  se  tomaban.  El  Bey  lo  fizo  así,  don- 
de ovo  grandes  placeres,  y  reecibló  muy  grandes 
fiestas  del  Duque,  el  qud  fizo  dar  muy  abundante- 
mente á  loe  que  con  el  Boy  iban  todo  lo  quo  mo- 
neeter  ovioron ;  y  desde  allí  el  Bey  se^  partió  para 
Xerez,  y  dende  se  fué  para  Sovilla ,  donde  estuvo 
dgunos  dias  con  la  Beyna  su  muger,  donde  se  fide- 
ron  grandes  justas  y  torneos,  en  el  qual  se  creyó 
que  viniera  alguna  turbadon  por  las  competendas 
que  habia  entre  el  Duque  de  Medina  Sidonia  y  d 
Marqués  de  ViUena;  y  ese  dia  estuvo  armada  mny 
gran  parte  de  la  gente  de  la  ciudad,  y  aun  el  Boy  vi- 
no al  torneo  trayendo  corazas  vestidas  y  casquete 
en  la  cabeza;  y  plugo  á  nuestro  Sefior  que  las  cosas 
se  metiguaron.  En  este  torneo  fueron  Capitanes  de 
la  una  parte  el  Duque  de  Medina  Sidonia,  en  cuya 
parte  venia  Miguel  Lucas,  que  ya  parecía  contendor 
de  pardalidad  con  el  Marqués  de  ViUena,  y  de  la 
otra  parte  d  Marqués  de  ViUena. 

CAPÍTULO  XL 

De  como  M  gtaó  la  villa  de  Xlmasa  de  kw  siorof. 

Estando  el  Bey  en  SeviUa,  Juan  de  Sayavedra  le 
envió  á  dedr  que  habia  tentado  la  viUa  de  Ximena, 
que  los  moros  hablan  recobrado,  después  que  la  ga« 
nó  el  Mariscal  Pero  García,  y  que  la  falló  de  td 
manera,  que  le  paresció  ser  ligera  de  tomar,  y  le 
suplicaba  le  pluguiese  irlo á  poner  en  obra;  y  oida 
esta  nueva  por  d  Bey,  salló  de  Sevilla  con  la  más 
gente  que  pudo  y  fuese  para  Xerez ,  y  mandó  saUr 
toda  la  gente  ad  de  caballo  como  de  pié,  y  envió  á 
llamar  á  gran  priesa  al  Duque  de  Medina  Sidonia; 
y  juntáronse  oon  el  Boy  fasta  mil  é  quinientos  do 
caballo  y  fasta  seis  mil  peones,  y  los  oabdleros 
prindpdee  que  con  el  Bey  partieron  fueron  i  el  Du- 
que de  Medina  Sidonia  y  D.  Juan  Pacheco,  Marqués 
de  ViUena,  y  D.  Bodrígo  Manrique,  Conde  de  Pa- 
redes, y  otros  caballeros  aunque  no  de  tanto  esta- 
do, con  decientes  de  cabdlo.  7  el  B^  mandó  par- 
tir la  gente,  y  tomó  condgo  á  Juan  de  Sayavedra, 
y  fué  á  mirar  la  villa  de  Ximena  y  miróla  toda  en 


u 


CRÓNICAS  Dfi  LOS  BBtBS  DB  CASULLA. 


torno,  y  tornóse  á  Oastellsr  donde  habU  mandAdo 
qne  toda  la  gente  le  esperase,  y  mandó  al  Daqne  y 
al  Marqués  y  al  Conde  de  Paredes  qne  se  aposenta- 
sen cerca  de  la  villa  porque  no  les  pudiesen  entrar 
gente,  los  quales  lo  fíoieron  ansí;  y  otro  dia  bien 
de  mafiana,  Juan  de  Sayavedra  quel  ardid  habia 
traído,  les  dizo  que  debían  combatir  luego  la  villa, 
lo  cual  se  puso  luego  por  obra,  y  combatióse  de  tal 
manera  que  prestamente  se  tomó  por  fuerza  de  ar- 
mas ;  y  el  primero  qne  en  ella  entoó  fué  Alvaro  de 
Balbuena ,  criado  de  la  Beyna  dofia  Maria ,  que  era 
bombre  muy  valiente  y  uno  dé  ^los  que  mejor  se 
ovieron  en  el  combate  de  Benalmadana,  y  fué  allí 
muerto  de  una  esquina  que  le  dieron  sobre  la  oa- 
.  beza.  7  los  moros  se  retruxeron  á  la  fortalesa,  y 
fioieron  su  pleitesía,  quel  Bey  los  mandase  poner  en 
salvo  con  todo  lo  que  tenían,  é  al  Bey  pingó  dello, 
é  mandó  luego  ir  con  ellos  á  un  caballerizo  de  su 
casa,  llamado  Juan  Guillen ,  y  al  Aloayde  de  Tari- 
fa, qne  se  llamaba  Alfonso  do  Aróos,  los  quales  pu- 
sieron los  moros  en  la  ciudad  de  Qibraltar ,  y  se 
volvieron  para  el  Bey,  y  el  Bey  mandó  bastecer  la 
villa  de  todo  lo  quera  necesario,  y  dexó  en  ella  por 
Alcayde  un  caballero  de  su  casa  llamado  Esteban 
de  Villacreces,  natural  de  la  ciudad  de  Xerez ;  y  el 
Bey  se  volvió  pi^ra  Sevilla,  donde  entonces  se  pá- 
reselo una  cometa  en  el  cielo ,  tan  grande  y  con  tan 
grandes  rayos,  que  parecía  quemar  una  gran  parte 
del  cielo ,  la  qual  duró  quarenta  y  siete  días  y  no- 
ches continuos,  de  la  qual  diversos  juicios  se  fide- 
ron ,  é  algunos  quisieron  decir  quel  Bey  perdería 
prestamente  la  corona  ó  la  vida,  ó  que  los  moros 
habrían  alguna  gran  victoria  de  los  chrístíanos; 
otros  quisieron  pronosticar  que  prestamente  mori- 
rían algunos  grandes  del  Beyno :  los  cuales  juicios 
salieron  muy  ciertos,  que  muy  pocos  dias  después, 
D.  Juan  Manrique,  Conde  de  Castañeda,  que  era 
Capitán  General  en  la  ciudad  de  Jaén,  fué  preso 
por  los  moros  y  su  gente  desbaratada,  y  muchos  de 
los  de  su  casa  muertos  á  gran  cargo  é  culpa  de  la 
gente  de  Jaén  que  les  fuyó ;  y  como  quiera  quel 
Corregidor  de  aquella  ciudad  só  cuyo  cargo  venían, 
queso  llamaba  Podro  de  Cuéllar,  hombre  hijo  dalgo 
y  buen  caballero,  trabajó  quanto  pudo  con  ellos  por 
los  detener,  no  lo  pudo  acabar,  y  quiso  antes  morir, 
como  murió  peleando  como  inuy  buen  caballero,  qne 
f  uir  viendo  al  Conde  de  Castafieda  é  á  los  de  su  ca- 
sa pelear  tan  valientemente,  que  cerca  del  Conde  se 
hallaron  mas  de  cinquenta  moros  muertos,  y  otros 
tantos  de  los  de  su  propia  casa,  y  él  sólo  fué  preso 
y  con  él  dos  criados  suyos ;  el  qual  estuvo  preso  en 
muy  estrecha  vida  por  espacio  de  diez  y  siete  me- 
ses, y  por  salir  de  trabajo  tan  incomportable,  él  se 
rescató  por  sesenta  mil  doblas  de  la  banda,  y  en  las 
haber  trabajó  tanto  la  Condesa  su  muger,  que  era 
hermana  del  Almirante  D.  Fadrique,  que  fué  cosa 
muy  maravillosa ,  y  vendió  para  ello  todas  sus  jo- 
yas, y  empefió  algunos  lugares,  y  requerió  á  todos 
^  sus  parientes  que  eran  grandes  seflores  en  estos 
Beynos,  é  importunó  tanto  al  Bey,  fasta  que  delibró 
á  su  marido,  de  las  quales  pagó  antes  que  de  la  pri- 


sión saliese  las  treinta  y  cinoo  mil,  y  por  las  res- 
tantes dexó  en  rehenes  á  su  fijo  mayor,  llamado 
D.  García ;  para  lo  qual  pagar  el  Bey  le  fizo  meroed 
de  qnatro  qnentos  de  monedas ;  el  qnal  caso  acaea- 
ció  el  dia  de  Sanóla  Clara  del  dicho  afio. 

CAPÍTULO  xn. 

De  asa  eatnda  f  ae  Feraaada  de  Ntmei,  AlMyde  de  Aate^aen, 

iie  ea  tteira  de  moroi. 

En  este  tiempo  Femando  de  Narvaes,  Alcayde  de 
Antequera,  deseando  servir  á  Dios  y  al  Bey  aooidó 
de  entrar  á  correr  el  Bal  de  Cártama,  y  ajuntó  con- 
sigo ciento  é  veinte  de  caballo  y  trecientos  peones, 
y  en  viernes ,  doce  días  de  Marzo  del  afio  del  nasci- 
miento  de  nuestro  Bedentorde  mil  y  qnatiocíentos 
é  cinquenta  y  seis  afios,  continuó  su  camino,  y  pa- 
só cerca  de  la  villa  de  Alora, y  llegó  á  Cártama,  ó 
corrió  la  tierra  fasta  el  rio  de  Xuriana,  qnes  á 
una  leg^a  do  Málaga,  y  de  allí  sacó  un  gran  reba- 
fio  de  vacas  é  bueyes  é  acémilas  é  otras  bestias,  y 
fasta  veinte  moros,  y  volviendo  ansí  con  su  cabal- 
gada por  cerca  de  la  villa  de  Alora,  falló  que  lo  es- 
taba tomada  la  delantera  por  los  moros,  en  una  an- 
gostura que  se  face  cerca  de  aquella  villa;  y  estaba 
por  capitán  de  los  moros  un  valiente  caballero  qne 
se  llamaba  el  Alatar,  cabecera  de  Málaga,  con  fasta 
quatrodentos  de  caballo  y  fasta  mil  peones  puestos 
en  dos  partes;  y  desque  los  chrístíanos  vieron  tanta 
muchedumbre  de  moros,  é  llegaron  al  vado  del  río 
que  se  llama  Guadalquevirejo,  hobieron  gran  tur- 
bación, y  los  más  eran  de  acuerdo  que  matasen  to- 
do el  ganado  y  los  moros  que  llovaban,  y  so  fuesen 
por  otro  puerto  que  se  llama  el  puerto  de  Agras.  El 
Alcayde  Fernando  de  Narvaez  fué  de  otro  propósi- 
to, y  esforzó  tanto  su  gente,  que  les  fi^o  dezar  aquel 
acuerdo  y  haber  corazón  de  pelear;  é  así  les  fizo 
pasar  el  vado,  el  qual  pasado,  los  moros  dieron  en 
ellos  por  dos  partes,  y  los  chrístíanos  se  esforzaron 
tanto,  que  á  pesar  de  los  moros  pasaron,  aunque  res- 
cibieron  algún  dafio ,  y  fueron  muertos  y  f eridos 
muchos  délos  moros,  y  volvieron  las  espaldas,  y  los 
chrístíanos  fueron  en  su  alcance  algún  tanto ,  don- 
de fueron  ansí  mismo  f eridos  asaz  moros ;  y  Fer- 
nando de  Narvaez  con  los  suyos  continuó  su  cami- 
no, sacando  la  mayor  parte  de  la  presa  que  lleva- 
ba ;  y  ansí  volvió  vitoríoso  y  alegre  á  la  villa  de 
Antequera. 

CAPÍTULO  XIIL 

De  como  el  Rey  se  perttó  dd  Aadalaeli  y  se  Alé  pera  Cistilla, 
teniendo  sraa  sospeebt  de  las  confederaeloaes  qne  le  deelaa 
qne  los  Graades  de  sn  Reyao  facían. 

Como  el  Bey  estaba  sospechoso  del  desagrado 
que  sabía  que  todos  los  más  de  sus  Beynos  tenían 
de  la  forma  de  su  gobernación ,  acordó  de  se  partir 
para  Castilla  é  dexar  por  frontero  y  Capitán  Gene- 
ral áD.  Pedro  Qiron  ^  Maestre  de  Calatrava ;  é  man- 
dó quedar  en  Jaén  á  (Gonzalo  de  Sayavedra,  natural 
de  Sevilla ,  con  docientos  de  caballo ,  allende  de  la 


MÉMORÍAL  bE  DIVERSAS  HAZA:ÑA8. 


15 


gente  de  la  ciudad ,  y  en  la  ciudad  de  Ecíja  á  Don 
Fadriqne  Manríqoe,  hermano  de  los  Condes  de  Tre- 
yifio  é  Paredes,  con  otros  docientos  de  caballo;  y 
esto  ansí  fecho,  el  Rey  se  partió  paraSegoyia,  y  fué 
á  tener  la  Pasqna  de  Navidad  á  la  dndad  de  Palen- 
da,  donde  le  fné  traída  la  Bnla  de  la  Omzada  para 
vivos  é  muertos,  que  el  Papa  Oalisto  III  le  envió, 
la  qnal  rescibió  con  grande  acatamiento  y  reveren- 
cia; y  predicóla  Fray  Alonso  del  Espina,  hombre 
mñy  notable  y  de  honesta  vida  y  gran  predicador; 
el  qnal  dixo  al  Bey  que  debia  mncho  acatar  qnan 
seffalada  gracia  habla  rescebido  del  Sancto  Padre, 
qne  jamas  se  fallaría  haber  sido  dada  semejante 
inditlgenda ;  pero  que  debia  mirar  el  cargo  con  que 
se  la  daba,  que  no  podia  despender  de  los  marave- 
dís de  aquella  cosa  alguna,  salvo  en  la  guerra  de 
los  moros,  excepto  el  mantenimiento  de  los  predi- 
cadores é  cogedores  sin  caer  en  descomunión  ma- 
yor ,  de  la  qual  no  podia  ser  absnelto  sin  personal- 
mente requerir  la  Sede  Apostólica,  lo  qual  se  afir- 
maba el  Bey  haber  muy  mal  guardado.  Fué  tan 
grande  el  dinero  que  por  virtud  deeta  Bula  Cruza- 
da se  ovo  para  el  Bey  durante  el  tiempo  de  los 
quatro  afios  on  ellos  contenidos,  que  se  afirmaba 
por  los  thesoreros  é  recebtoree  dellas  que,  paga- 
das sus  despensas ,  vinieron  á  poder  del  Rey  más  de 
cien  quentos,  de  los  qnales  muy  poca  parte  se  gas- 
to en  la  guerra  de  los  moros ;  de  lo  qual  todos  los 
Qrandes  del  Beyno  fueron  mucho  turbados ;  de  los 
qualee  el  primero  que  se  quiso  mostrar  fué  D.  Pero 
Fernandez  de  Velasco,  Conde  de  Haro ;  el  qual,  co- 
mo fuese  hombre  de  gran  condénela  y  doscricion, 
mirando  como  las  cosas  doste  Beyno  iban  on  perdi- 
miento, quiso  poner  pu  estado  y  persona  á  todo  pe- 
ligro por  reformar  estos  Beynos,  como  convenia  al 
servicio  de  Dios  y  del  Bey  y  del  bien  común  dellos; 
el  qual  se  confederó  para  esto  con  el  Arzobispo  de 
Toledo  D.  Alfonso  CÜrillo,  y  con  el  Almirante  Don 
Fadríque,  y  con  el  Marqués  de  Santillana,  y  con  los 
Condes  de  Benavente  y  Alba  y  con  algunos  otros 
caballeros  y  ciudades  de  estos  Reynos;  de  lo  qual 
como  el  Bey  resdbiese  gran  turbación,  fué  el  con- 
sejo del  Marqués  de  Villena  D.  Juan  Pacheco  y  del 
Aizobispo  de  SeviUa  D.  Alfonso  de  Fonseca,  qnel 
Bey  se  fuese  á  Vitoria,  y  desde  allí  se  tratase  visU 
suya  con  el  Bey  D.  Juan  de  Navarra  por  haber  su 
amistad,  en  la  qual  no  menos  se  ganaba  el  amistad 
del  Bey  D.  Alfonso  de  Aragón,  su  hermano ;  y  tra- 
tada así  esta  vista,  acordóse  la  partida  del  Bey  pa- 
ra Vizcaya  y  Guipuzca,  y  entró  por  lugares  tan 
montafiosos  é  ásperos,  donde  no  se  acuerdan  Boy 
haber  entrado  jamas,  y  desde  allí  el  Bey  se  volvió 
para  Alfaro,  ques  cercano  lugar  á  Corella,  donde  el 
Bey  de  Navarra  estaba.  Concordóse  desde  allí  que 
los  Beyes  en  la  mitad  del  camino  se  viesen ,  y  las 
Beynas  no  menos,  las  quales  eran  muy  diferentes 
en  condidonee,  é  allí  se  concordaron  y  se  concordó 
casamiento  del  Infante  D.  Alfonso,  fijo  del  Bey  Don 
Juan  de  Castilla,  con  dofia  Juana,  liija  del  I^y  de 
Navarra,  y  de  D.  Femando,  Infante  de  Aragón, 
con  dofia  Isabel  ^  Infanta  de  Castilla,  hermana  des- 


te  Infante  D.  Alfonso ;  y  fecha  esta  concordia,  los 
dos  Beyes  se  vinieron  á  Alfaro ,  donde  el  Bey  de 
Navarra  resdbió  muy  grandes  fiestas  del  Bey  y  de 
la  Beyna,  y  durmió  ende  una  noche,  y  otro  día  se- 
tomó  para  Corella;  y  donde  á  tres  días  la  Beyna  de 
Castilla  salió  á  la  mitad  del  camino  ques  entre  Alfa- 
ro  y  Corella  por  ver  al  Bey  de  Navarra ,  que  era  su 
tic,  hermano  de  su  madre,  y  se  fué  con  él  á  Corella, 
y  durmió  allí  aquella  noche,  donde  le  fué  fecha  muy 
gran  fiesta;  y  así  quedaron  los  Beyes  mucho  con- 
formes y  amigos.  Y  estando  los  Beyes  en  el  campo, 
el  Bey  de  Castilla  se  tomó  para  Alfaro  y  el  Bey  do 
Navarra  para  Cordla,  y  el  Bey  pensó  que  acabadas 
las  vistas,  en  la  vuelta  pudiese  prender  al  Conde  de 
Haro,  que  estaba  en  Briviesca ;  el  qual  como  esto 
dntiese,  juntó  condgo  tres  mil  peones  y  quatro- 
dentos  hombres  de  armas.  Esto  sabido  por  el  Bey, 
disimuló  el  fecho,  y  acordó  quel  Marqués  de  aliena 
y  el  Arzobispo  de  Sevilla  é  Diogo  Arias,  su  Conta- 
dor mayor,  que  fuesen  á  hablar  con  el  Conde  de 
Haro  por  le  segurar  y  aplacar  y  lo  rogar  que  miti- 
guase  y  aplacase  los  ánimos  del  Arzobispo  de  Tole- 
do y  del  Almirante  é  de  los  otros  caballeros  ya  di- 
chos, los  quales  todos  insistían  que  las  leyes  y  los 
antiguos  estatutos  destos  Beynos  fuesen  guardados. 
Él  temia  mucho  este  ayuntamiento  de  los  Qrandes, 
y  ningún  remedio  otro  fallaban,  salvo  la  conformi- 
dad con  el  Bey  de  Navarra.  En  el  qual  tiempo  el 
Bey  de  Navarra  tenía  preso  al  Principe  D.  Carlos, 
su  fijo,  por  la  inobediencia  y  grattdes  enojos  qne  le 
habla  fecho ;  al  qual  entonces  mandó  soltar,  toman- 
do del  la  fe  qno  nunca  volverla  en  Navarra,  y  des- 
pués de  su  libertad  jamas  so  juntase  con  los  Navar- 
ros ni  saliese  de  su  voluntad  ni  mando ;  é  así  ol 
Principe  D.  Carlos  se  partió  y  tomó  el  camino  para 
Frauda,  y  llegado  al  Bey  Carlos  VII  de  Frauda,  le 
suplicó  le  qubiese  favorecer,  d  acaesciere  quel  ho- 
biese  de  contender  con  el  Bey  de  Navarra,  su  pa- 
dre ;  al  qual  el  Bey  respondió  no  ser  cosa  justa  quél 
hobiese  de  favorecer  á  hombre  que  fuese  inobedien- 
te á  su  padre ;  é  así  el  Príncipe  D.  Carlos  so  partió, 
y  se  fué  á  Ñapóles  para  el  Bey  D.  Alonso ,  su  tio, 
con  d  qual  estuvo  hasta  quel  proclarisimo  Bey  Don 
Alonso  murió.  Estas  cosas  así  fechas,  el  Bey  deter- 
minó de  dar  orden  en  se  partir  para  la  guerra  de  los 
moros ,  para  lo  qual  se  vino  á  Segovia,  y  de  allí  en- 
vió á  llamar  á  todos  los  que  del  tenían  acostamien- 
to, los  quales  habla  apercibido  dias  habla,  mandán- 
doles que  se  fuesen  derechamente  para  la  dudad  de 
Córdoba,  lo  qual  así  mesmo  mandó  á  Buy  Diaz  de 
Mendoza,  hijo  segundo  de  Buy  Diaz,  Mayordomo 
mayor  que  era ,  Capitán  General  de  su  guarda ;  é 
dio  sus  cartas  y  poderes  al  Mariscal  Payo  de  Bibe- 
ra,  que  juntase  todas  las  gentes  del  Beyno  de  To- 
ledo y  se  fuese  á  Córdoba,  y  envió  á  Juan  Fernan- 
dez Galludo  con  sus  cartas  para  D.  Pedro  Girón, 
Maestre  de  Calatrava,  que  era  Capitán  Ckneral  en 
toda  el  Andalucía,  y  á  los  otros  capitanes  que  esta- 
ban en  Jaén  y  en  Edja,  para  que  todos  estuviesen 
prestos  y  aderezados  para  entrar  con  él  en  el  Beyno 
de  Granada ;  el  qual  mandamiento  envió  á  los  Con* 


lé 


OB(5NtOAS  DB  tos  ÉBtBS  DA  CASTILLA. 


fwjofl  de  SeyiUa  é  Córdoba  é  Jaén  7  Boija  y  Oanno- 
na  y  übeda  y  Baesa  y  Andújar;  qnvió  ad  mesmo 
esto  á  mandar  á  D.  Joan  de  Gozman,  Daqne  de  Me- 
dina Sidonia,  y  á  D.  Jaan  Ponce  de  Loon,  Ck>nde  de 
Arooe,  y  á  D.  Diego  Fernandos  de  Córdoba,  Gonde 
de  Cabra,  y  á  todos  los  otros  oaballeroe  del  Anda- 
luda,  mandándoles  que  fuesen  Juntos  á  derto  dia 
en  Almorohon ,  donde  fuesen  dertos  que  él  al  mes- 
mo tiempo  seria ;  lo  qual  todo  se  puso  en  obra ,  y 
fueron  juntos  en  Almorcbon  á  quince  de  Junio  del 
afio  del  nasdmiento  de  nuestro  Bedemptor  de  mil  é 
qnatro  cientos  y  dnquenta  y  mete  afios;  en  el  qual 
dia  el  Bey  fué  con  ellos;  y  antes  que  el  Bey  de  Se- 
gó via  saliese,  fué  certificado  que  D.  Diego  Hurta- 
do de  Mendoza,  Marqués  de  Santillana ,  estaba  en 
Uoeda  con  el  Arzobispo  de  Toledo  D.  Alonso  Carri- 
llo, á  los  quales  enyió  al  Marqués  de  Yillena  Don 
Juan  Paobeco,  é  á  D.  Alonso  de  Fonseca,  Arzobispo 
de  Seyilla  para  los  concertar,  de  tal  manera  que  en 
tanto  quel  estaba  en  la  guerra,  no  oviese  noveda- 
des ni  bullidos  en  el  Beyno ;  y  estando  el  Bey  en 
Jaén  vinieron  ende  el  Arzobispo  de  Toledo  y  el 
Conde  de  Alba  para  fablar  al  Bey,  ad  en  lo  que  le 
cumplía  facer  en  la  guerra  de  los  moros ,  como  en 
otras  cosas  que  cumplían  á  su  servido  y  á  la  pacifi- 
cación de  sus  Beynos. 

Después  que  la  gente  fué  juntada  en  Almordion, 
d  Bey  entró  en  tierra  de  moros ,  y  los  caballeros 
principales  que  con  él  entraron  fueron  el  Marqués 
de  Yillena  y  el  Maestre  de  Calatrava,  su  bcrmano, 
y  D.  Diego  Fernandez  de  Córdoba,  Conde  de  Cabra, 
y  D.  Gabriel  Manrique ,  Conde  de  Osorno,  y  Don 
Alonso  de  Silva,  Alférez  del  Bey,  bijo  del  Conde 
de  Cif  uentes  D.  Juan  de  Suva,  y  D.  Fadrique  Man- 
rique, bermano  délos  Condes  de  Trevifio  y  Paredes, 
y  Buy  Díaz  de  Mendoza,  Capitán  de  la  Guarda  del 
Bey,  bijo  de  Buy  Diaz  de  Mendoza,  Mayordomo 
mayor  que  fué  del  Bey  D.  Juan,  y  D.  Alonso  de 
Guzman,  hermano  bastardo  del  Duque  D,  Juan,  de 
Medina  Sidonia,  y  Alfonso  de  Monte  mayor,  Sefior 
de  Alcaudete,  y  Martin  Fernandez  de  Córdoba ,  Al- 
cayde  de  los  Donceles,  é  Gómez  Méndez  de  Soto 
mayor,  y  el  Mariscal  Payo  de  Bibera,  y  D.  Pero 
Ponce  de  León,  hijo  del  Conde  de  Arcos,  é  Gómez 
de  Avila,  que  por  entonces  era  Corregidor  de  Cór- 
doba, é  Juan  de  Sayavedra,  y  Luis  de  Pemia,  Al- 
cayde  de  Csuna,  é  Gonzalo  de  Betueta,  criado  dd 
Bey,  con  la  gente  de  übeda,  donde  por  entonces  él 
era  Corregidor.  Y  el  Bey  estuvo  en  tierra  de  moros 
en  esta  entrada  quince  dias;  en  d  qual  tiempo  no 
se  fizo  cosa  alguna  que  digna  sea  de  memoria,  sal- 
vo talar  algunos  lugares,  y  el  Bey  se  volvió  para 
Alcalá  la  Boal,  y  desde  allí  mandó  que  adiós  caba- 
lleros como  las  ciudades  que  con  él  hablan  entrado 
se  fuesen  á  sus  tierras ;  y  él  se  fué  para  la  dudad  de 
Jaén ;  y  desde  alli  el  Bey  mandó  cabalgar  dos  mil 
é  dodentos  de  caballo,  y  fué  á  Cambil,  y  llevó  con- 
ngo  á  la  Beyna,  la  qual  iba  en  una  hacanea  muy 
guarnida,  y  con  ella  diez  doncellas  en  la  misma 
forma,  de  las  qudee  las  unas  llevaban  musequies 
muy  febrídos,  y  las  otras  guardabrazos  y  plumas 


altas  sobre  loa  tocados,  y  las  otras  llevaban  alme- 
zias  é  almayzares,  á  demostrar  las  unas  ser  de  la 
Capitanía  de  loa  hombres  dé  armas,  y  las  otras  do 
los  ginetes;  y  llegaron  ad  con  esta  gente  el  Bey  y 
la  Beyna  tan  cerca  de  Cambil ,  que  paredan  que 
querían  combatir  la  fortdesa;  y  como  los  moros 
vieron  ansí  llegar  la  gente,  sdieron  á  las  haceras,  y 
la  Beyna  demandó  una  ballesta,  la  qual  d  Bey  la 
dio  armada  y  fizo  con  ella  algunos  tiros  en  los  mo- 
ros; y  pasado  este  juego,  el  Bey  se  volvió  para 
Jaén ,  donde  los  caballeros  que  sabian  facer  la  guer- 
ra y  la  hablan  acostumbrado,  burlaban  y  reían  di- 
ciendo que  aquella  guerra  más  se  hacía  á  los  chria- 
tianos  que  á  loa  moros ;  otros  dedan :  por  cierto  esta 
guerra  bien  parece  á  la  qud  Cid  en  su  tiempo  solia 
facer.  Y  estando  and  d  Bey  en  Jaén,  el  Bey  de  Fea 
le  envió  un  rico  presente  de  almexias  y  almay- 
zares y  arreos  de  la  gineta,  é  menjuy  y  estora- 
que y  algalia,  y  muchos  otros  olores  para  la 
Beyna. 

Estando  el  Bey  asi  en  Jaén,  flizo  otras  dos  entra- 
das en  tierra  de  moros ,  en  que  se  flcieron  algunas 
talas  y  escaramuzas,  en  que  murieron  algunos  chris- 
tíanos  é  moros ;  y  lo  mejor  que  en  esta  entrada  fizo, 
fué  que  entró  á  una  aldea  llamada  Cogollos,  que 
era  lugar  de  asaz  pueblo,  é  teníanlo  los  moros  muy 
bien  barreado  y  fortalecido  de  tal  manera,  que  se 
entró  con  gran  trabajo  y  peligro  y  muertos,  ad  de 
moros  como  de  christíanos;  donde  algunos  caballe- 
ros de  que  aquí  se  hará  mención,  se  ovieron  va- 
lientemente, los  quales  fueron :  Don  JuaQ  de  Men- 
doza, hijo  del  Marqués  de  Santillana,  Don  Ifiigo 
López,  é  Gonzalo  Mufioz  de  Castafieda,  é  Diego  de 
Acebedo,  sobrino  del  Arzobispo  de  Sevilla  Don 
Alonso  de  Fonseca;  en  d  qual  combate  fué  ferído 
el  didio  Gonzalo  Mufioz  de  Castafieda,  y  bien  diez 
ó  doce  escuderos  que  en  aquel  combate  se  hallaron, 
y  por  d  esfuerzo  de  aquestos  caballeros  que  podían 
ser  todos  hasta  treinta,  d  lugar  se  entró  y  fué  que- 
mado y  robado,  y  fueron  muertos  y  presos  mas  de 
cien  moros  y  moras,  la  qual  ddea  es  muy  cercana 
á  la  ciudad  de  Granada.  En  este  dia  Pero  Arias  de 
Avila,  hijo  de  Diego  Arias ,  Contador  mayor,  con 
fasta  trdnta  de  caballo  ovo  un  encuentro  con  fasta 
ochenta  de  caballo  moros,  con  los  quales  peleó  va- 
lientemente, y  fueron  muertos  siete  moros,  y  otros 
algunos  heridos,  é  de  los  christianoe  ninguno  mu- 
rió, y  fueron  dnco  heridos  ;  y  con  esto  el  Bey  se 
volvió  á  Jaén. 

En  este  tiempo,  partido  el  Bey  de  Jaén,  fué  cer« 
tificado  que  Alonso  Faxardo  f  azia  guerra  contra  su 
servido  en  d  Beyno  de  Murcia,  donde  entonces  él 
estaba  muy  poderoso,  el  qual  envió  en  aquel  Beyno 
á  Gonzalo  Carrillo,  naturd  de  Córdoba,  con  dos- 
cientas lanzas,  el  qual  se  juntó  con  el  Adelantado 
de  Murcia  Pero  Faxardo,  y  con  el  Corregidor  que 
se  llamaba  Diego  López  de  Sosa,  los  quales  con  los 
poderes  del  Bey  ficieron  tan  gran  guerra  á  Alonso 
Faxardo,  que  le  tomáronlas  villas  de  Alhema  y  Le- 
tar  y  Lorca,  y  las  fortalezas  dallas ;  y  estando  cerca- 
do Alonso  Faxardo  en  la  fortaleza  de  Lorca ,  visto 


iuBMORtAL  DE  ÜlVfiBSAS  HAZaSÍAB. 


por  el  Adelantado  é  por  los  otros  oapitanes  que  ende 
estaban  oomo  fortaleza  era  tan  grande ,  qne  nó  so 
podía  tomar  salvo  en  algnn  tiempo,  aoordaron  de 
estar  por  el  partido  siguiente,  es  á  saber :  que  Alon- 
so Faxardo  Ubremente  entregase  la  fortaleza,  y  fue- 
se seguro  de  muerte  y  de  lision  y  de  prisión ,  y  se 
fuese  donde  por  bien  tuviese;  é  el  Adelantado  y  los 
otros  capitanes  se  obligaron  dele  ganar  perdón  del 
Rey  y  de  suplicar  á  su  Alteza  le  ficiese  merced,  para 
lo  qual  se  le  ovo  de  dar  en  reboñes  un  hijo  de  Juan 
de  Haro,  y  Martin  de  Sosa,  fijo  del  Corregidor;  é  así 
Alonso  Faxardo  entregó  á  los  dichos  capitanes  to- 
das las  fuerzas  quel  de  Lorca  tenia,  y  se  partió  con 
los  que  con  él  estaban,  y  los  llevaron  en  salvo  has- 
ta Xiqua ;  lo  qual  todo  como  habia  pasado  los  di- 
chos capitanes  le  ficieron  saber  al  Rey,  el  qual  ovo 
por  bien  todo  lo  por  ellos  fecho ,  y  lo  confirmó  y 
aprobó  y  rescibió  por  suyo  al  dicho  Alonso  Faxar- 
do, y  dexóle  á  Garavaca  y  á  Cehiguin  y  á  Gafiera  y 
á  Letur ;  é  acabadas  estas  cosas,  el  Rey  envió  á 
Gonzalo  de  Sayavedra,  Comendador  mayor  de  Mon- 
tealban,  con  sus  cartas  y  poderes,  mandando  que  le 
ficiese  entregar  la  ciudad  do  Loroa  con  su  fortale- 
za, lo  qual  se  puso  luego  en  obra ;  y  después  Gon- 
zalo de  Sayavedra  entregó  la  ciudad  é  fortaleza  por 
mandado  del  Rey  á  Juan  Fernandez  Galindo ,  Co- 
mendador del  Reyno. 

En  este  tiempo  el  Rey  Don  Enrique  fué  certifica- 
do que  entre  el  Rey  de  Francia  y  el  Delfin  su  hijo 
habia  gran  discordia ,  y  acordó  de  enviarle  sus  em- 
baladores, los  quales  fueron  D.  Juan  Manuel,  pa- 
riente suyo,  y  el  Dotor  Alfonso  de  Paz,  natural  de 
Salamanca,  por  dar  algún  medio  entre  ellos ;  y  como 
quiera  que  estos  embaxadores  trabajaron  en  ello 
onanto  pudieron ,  el  Rey  de  Francia  dio  algunas 
razones  por  que  no  le  convenía  perdonar  al  Delfin, 
y  asi  los  embaxadores  se  volvieron  sin  ningún 
acuerdo  facer  entre  el  Rey  de  Francia  y  su  hijo ; 
y  visto  por  el  Delfin  quan  poco  habia  aprovechado 
el  ruego  del  Rey  de  Castilla,  en  viéndole  agradecer 
el  trabajo  que  por  él  habia  qnorido  tomar  ,  se  partió 
de  su  tierra,  y  se  fué  para  el  Duque  Felipe  de  Dor- 
gofia,  el  qual  le  recibió  con  muy  grande  acatamien- 
to y  reverencia ,  y  envió  luego  su  embaxador  al 
Rey  de  Francia ,  faciéndole  saber  oomo  el  Delfin  su 
hijo  era  venido  en  su  tierra  y  le  suplicaba  dello  no 
rescibiese  enojo,  donde  él  seria  servido  y  acatado 
según  debia,  fasta  que  su  Alteza  perdiese  el  enojo 
que  del  tenia,  y  oomo  quiera  que  se  dijo  el  Rey  de 
Francia  haber  dello  enojo,  disimulólo  y  enviólo 
agradecer  al  Duque  de  Borgofia,  el  qual  dio  al  Del- 
fin la  villa  de  Bruselas  en  Bravante  en  que  estuvie- 
se. Es  una  de  las  mas  gentiles  villas  que  hay  en 
Alemafia,  ni  en  Francia ;  en  la  qual  el  Delfín  estu- 
vo por  espacio  de  quatro  afioe,  seyendo  muy  bien 
servido,  monteando  y  cazando;  habiendo  todos  los 
deportes  que  dársele  pudieren ;  y  en  todo  este  tiem- 
po el  Duque  le  dio  en  cada  afio  cinqnenta  mil  co- 
ronas para  su  despensa,  y  á  la  fin  el  Duque  trabajó 
tanto  con  el  Rey,  que  á  suplicación  suya  le  per- 
donó. 


Después  desto,  estando  el  Rey  Don  Enrique  en 
Madrid  en  el  aflo  de  nuestro  Redentor  de  mil  é 
quatrocientos  y  cinquenta  y  ocho  afioa  con  la  Rey- 
na  Dofia  Juana  su  muger,  si  tal  se  puede  decir,  se' 
ficieron  allí  muy  grandes  fiestas  de  justas  y  torneos 
é  juegos  de  cafias ;  y  entre  los  otros  caballeros  que 
allí  estaban,  eran  dos  criados  suyos,  el  uno  llamado 
Miguel  Lúeas,  natural  de  Belmente,  y  el  otro  Gó- 
mez de  Cáceres,  que  después  se  llamó  Don  Gómez 
de  Solis ;  el  primero ,  hombre  de  poco  estado  y 
bajo  linage '  el  otro,  aunque  de  pobre  estado,  escu- 
dero hidalgo  y  de  buenos  parientes ,  nacido  en  la 
villa  de  Cáceres ;  y  oomo  quiera  quel  primero  desde 
asaz  mozo  lo  habia  criado  el  Roy  y  dado  grandes 
rentas,  y  le  habia  fecho  su  Chanciller  mayor,  y  a! 
segundo  de  estado  de  una  muía  lo  habia  fecho  su 
Mayordomo,  parescióle  poco  lo  que  les  habia  dado, 
y  á  Miguel  Lúeas  fizo  barón  de  torneo  y  Condesta- 
ble juntamente  en  un  día,  cosa  no  vista  hasta  en- 
tonces, y  dióle  la  villa  de  Agreda,  y  las  fortalezas 
de  Betunto  y  Boz  Mediano,  como  quiera  que  esta 
merced  no  [ovo  ef eto ,  las  quales  dinidades  se  cree 
no  ser  dadas  á  hombre  del  mundo  fasta  hoy  en  un 
dia ;  y  á  Gómez  de  Cáceres  el  Maestrazgo  de  Alcán- 
tara, que  dias  habia  que  era  vaco  por  muerte  del 
Maestre  Don  Gutierre  de  Sotomayor ,  las  rentas  del 
qual  el  Rey  habia  llevado  fasta  entonces  por  Bula 
apostólica ;  de  la  provisión  de  los  quales  no  poco 
fueron  maravillados  todos  los  que  lo  vieron,  porque 
no  parecía  preceder  merecimientos ,  ni  linage ,  ni 
virtudes  tan  señaladas  de  aquellas  que  dinos  los 
ficiese  de  conseguir  tan  altas  dinidades,  acostum- 
bradas de  dar  á  personas  notables  y  de  grandes  me- 
recimientos. 

CAPITULO  XIV. 

De  osa  fitorii  aiai  grande  qne  de  los  moros  ovierott  Dos  Pero 
MaBrlqve,  hijo  de  Don  Rodrigo  Manrlqve,  Conde  de  Paredes» 
y  Dia  Sanchos  de  BenaTldes,  Seftor  de  la  Villa  de  Santisteban 
del  Puerto. 

En  el  dicho  afio,  faciendo  el  Roy  la  guerra  á  Jos 
moros  asi  tibiamente  como  dicho  es,  Don  Pero  Man- 
rique, fijo  de  Don  Rodrigo  Manrique,  Conde  de  Pa- 
redes, oomo  quiera  que  fuese  mancebo  de  poca 
edad ,  queriendo  seguir  las  pisadas  de  su  padre  y 
de  aquellos  de  quien  descendía ,  oomo  él  en  este 
tiempo  estuviese  en  el  Val  de  Segura ,  acordó  de 
enviar  á  rogar  á  Dia  Sánchez  de  Benavides ,  su  tic, 
Sefior  de  la  villa  de  Santisteban  del  Puerto ,  que  le 
pluguiese  tenerle  compafiia,  y  que  ambos  á  dos  con 
la  gente  que  pudiesen  entrasen  en  tierra  de  moros ; 
los  quales  juntaron  consigo  fasta  quatrooientos  de 
caballo  y  seiscientos  peones,  y  fueron  correr  la  vi- 
lla de  Huesear  quel  Conde  Don  Rodrigo  Manrique 
su  padre  habia  ganado  de  los  moros  con  gran  peli- 
gro suyo  y  muertes  demuohos  criados,  donde  en  su 
persona  fué  agrámente  f erido ;  y  después  de  tenida 
por  él  algún  tiempo ,  los  moros  la  recobraron,  no 
por  cierto  á  cargo  suyo,  mas  porque  en  tiempo  del 
Rey  Don  Juan,  á  causa  de  algunos  no  buenos  ser- 
vidoxes  suyos,  se  dezaron  de  dar  las  provisiones  que 

2 


0 

CBÓNIOAS  tE  LOS  itETBS  DE  OASriLLA. 


conyenian  para  aquella  Villa,  de  tal  manera,  que 
quedó  tan  despoblada  de  loa  chriatianos,  que  los 
moros  la  pudieron  tomar ,  7  de  allí  sacaron  los  di- 
chos caballeros  una  gran  presa  de  vacas  y  bueyes, 
yeguas  é  moros,  y  á  la  salida  quebrantaron  una 
acequia  por  donde  les  venia  el  agua  que  ellos  con 
gran  despensa  habían  fecho ;  en  lo  qual  los  moros 
rescibieron  muy  gran  dafio ,  y  apellidáronse  todos 
para  venir  á  pelear  con  ios  dichos  caballeros ;  y  como 
quiera  que  se  juntó  gran  muchedumbre  de  moros, 
los  christíanos  pelearon  así  valientemente,  que  los 
moros  fueron  vencidos  y  desbaratados,  y  murieron 
dellos  bien  ciento  y  veinte,  y  fueron  ochenta  cauti- 
vos, y  fueron  otros  muchos  f eridos,  y  de  los  chris- 
tianoB  murieron  pocos  aunque  perdieron  asaz  caba- 
llos feridoB  de  saetas  ;  ó  asi  los  nobles  caballeros  se 
volvieron  en  su  tierra  mucho  alegres  y  vitoriosos, 
de  la  qual  Vitoria  el  Rey  ningún  placer  mostró,  y 
partióse  cerca  de  Loxa,  donde  tenia  asentado  su  real 
al  tiempo  que  esta  nueva  le  vino,  y  volvióse  en  Jaén, 
y  de  alli  volvió  con  poca  gente  por  correr  á  Baza  y 
áQuadix,  donde  se  comenzó  en  Quadix  una  escara- 
muza de  poca  gente,  donde  el  valiente  y  noble  ca- 
ballero Gardlaso  de  la  Vega  fué  muerto,  f erido  con 
una  saeta  arbolada (1);  y  como  la  nu3va  déla 
muerte  de  Garoilaso  al  Roy  llegase,  no  con  triste 
corazón  dixo :  «Vamos  á  ver  la  fuerza  que  tiene  la 
ponzoña»;  y  así  fué  sin  turbación  alguna  á  ver  al 
desdichado  caballero  que  con  la  yerba  hacia  gran- 
des rabias ;  y  muerto ,  los  parientes  suyos  se  llega- 
ron al  Rey  y  le  suplicaron  que  oviese  memoria  do 
qoántos  servicios  aquel  noble  caballero  le  había  fe- 
cho, y  cómo  era  muerto  en  su  servicio,  y  le  pluguie- 
se facer  merced  á  un  fijo  suyo  mozo  de  la  Enco- 
mienda de  Montizon,  que  era  suya,  y  le  diese  el 
hábito  militar  de  la  Orden  de  Santiago.  Esta  supli- 
cación hacían  al  Rey  su  tio  el  Conde  do  Paredes  y 
muchos  de  los  Caballeros  que  cerca  del  Roy  esta- 
ban ;  el  Rey  respondió  floxaitiente,  ni  denegando 
ni  otorgando  la  suplicación,  y  en  el  mesmo  día  por 
virtud  del  poder  que  tenia  de  Administrador  de  la 
Orden  de  Santiago,  proveyó  de  la  dicha  encomien- 
da á  un  hermano  de  Miguel  Lúeas ;  de  lo  qual  to- 
dos los  Grandes  fueron  muy  mal  contentos ;  y  vis- 
ta la  ingratitud  del  Rey,  dende  adelante  siempre  lo 
desamaron ;  y  vuelto  en  Jaén ,  fizo  desposorio  de 
Miguel  Lúeas  con  una  muy  noble  doncella  llamada 
Dofia  Teresa  de  Solier,  fija  de  Pedro  de  Torres,  y 
nieta  del  Adelantado  del  Andalucía,  prima  del  Con- 
de Don  Pero  Fernandez  de  Velasco,  fijo  de  su  tía, 
hermana  de  su  madre,  mnger  muy  rica;  el  padre  do 
la  qual  era  el  mayor  hombre  que  ^n  aquella  cibdad 
había,  en  cuyos  bienes  esta  sola  hija  sucedió  ;  lo 
qual  fizo  contra  voluntad  de  todos  sus  parientes,  de 
que  no  menos  turbación  ovieron  todos  los  grandes 
y  nobles  do  su  Corte  que  de  las  cosas  pasadas,  do 
que  siempre  fué  acrecentando  el  odio  é  mal  queren- 
cia cerca  del  Rey ;  y  allí  el  Roy  fizo  merced  á  Mi- 
guel Lúeas  de  dos  villas  de  la  ciudad  do  Baeza,  lia- 

(1)  Al  márfca:  «envenenada  con  yorba8<« 


madas  la  una  Lipares  y  la  otra  Bafios ;  y  como  el 
Condestable  Don  Miguel  Lúeas  enviase  á  tomar  la 
posesión  de  las  dichas  dos  villas,  falló  en  ollas  tan 
gran  resistencia,  que  no  pudo  haber  el  sefiorio  do- 
lías; de  lo  qual  el  Rey  ovo  muy  grande  enojo  ó 
mandó  prender  algunos  vecinos  de  los  mas  princi- 
pales que  en  aquella  villa  vivían,  y  mandó  ir  cioria 
gente  de  armas  para  tomar  las  dichas  villas,  on  de- 
fensa de  las  quales  la  ciudad  de  Baesa  se  puso  de 
tal  manera,  no  solamente  defendiéndolas  por  ar* 
mas,  mas  mostrando  los  privilegios  que  tenían  de 
los  Reyes  pasados,  confirmados  por  él  con  grandes 
firmezas  y  juramentos,  en  tal  guisa  que  el  Rey  ovo 
de  dexar  aquella  empresa;  y  así  el  Condestable 
Don  Miguel  Lucas  quedó  sin  aquellos  lugares.  Y 
en  este  afio  acaesció  que  Don  Pedro  Girón',  Maestro 
de  Calatrava,  demandó  al  Rey  la  villa  do  Frcxenal, 
ques  de  la  cibdad  de  Sevilla ,  el  qual  le  fizo  della 
merced,  pero  la  cibdad  de  Sevilla  la  defendió  tan 
ásperamente,  que  el  Marqués  no  la  pudo  haber. 

CAPÍTULO  XV. 

Del  faUesciffllento  del  Rey  Don  Alonso  de  Aragón,  y  de  la  forma 
qne  {lavo  en  la  snecsion  do  ana  Rojnoa,  y  la  nuerie  del  Papa 
Calisto  tercero,  y  de  la  criación  del  Pío  aegando,  natural  do  la 
Ciudad  de  Sena. 

Estando  el  Roy  en  Ubeda,  ovo  nueva  como  el 
Rey  de  Aragón  su  tio  era  f  allesddo,  de  qnél  mostró 
muy  gran  sentimiento ;  el  qual  dcxó  por  heredero 
en  los  Reynos  de  Aragón  y  de  Cecilia  y  el  Condado 
de  Barcelona,  y  en  las  Islas  de  Mallorca  y  de  Me- 
norca ó  Ibiza  y  Cerdefia ,  al  Rey  Don  Juan  do  Na- 
varra, su  hermano ,  y  dexó  el  Reyno  de  Ñápeles  ¿ 
Don  Femando,  su  hijo  bastardo,  porque  de  la  Rey- 
na  Doña  María  su  muger  nunca  ovo  generación  ;  y 
allí  así  mismo  ovo  nueva  de  como  el  Papa  Calis- 
to  tercero  era  muerto,  y  era  criado  en  su  lugar  Pío 
segundo,  al  qual  el  Rey  Don  Enrique  envió  un  fiai- 
ro,  maestro  en  Santa  teología,  gran  predicador  y  de 
la  Orden  de  San  Francisco  oservaute,  llamado  fray 
Alfonso  de  Palenzuela ,  á  le  dar  la  obediencia ;  el 
qual  después  fué  Obispo  de  Ciudad  Rodrigo  ;  y  co- 
mo quiera  que  muchos  de  los  frailes  de  su  Orden 
refutaban  del  por  haber  tomado  Obispado,  él  dio 
de  sí  tan  buena  quenta  y  vivió  tan  limpiamente, 
haciendo  enteramente  su  oficio,  confesando  sus  sub- 
ditos y  predicándoles  continuamente  de  tal  manera 
que  sirvió  á  Dios  en  recebir  la  dicha  dinidad  de 
Obispado ,  y  después  ovo  el  Obispado  de  Oviedo, 
donde  no  menos  sirvió  á  Dios  que  en  el  primero. 

En  este  tiempo  el  Arzobispo  de  Sanctiago  Don 
Rodrigo  de  Luna,  sobrino  del  Maestre  Don  Alvaro 
de  Luna,  fijo  bastardo  de  un  hermano  suyo,  que  ha- 
bía sido  caballero  do  la  Orden  de  San  Juan  y  te- 
niente de  Basaba ,  fué  llamado  por  el  Rey  á  causa 
do  algunas  ínfonnaciones  que  le  fueron  fochas  do 
su  deshonesto  vivir ;  y  eutre  otras  cosas  asaz  feas 
que  este  Arzobispo  había  cometido,  acaesció  que 
estando  una  novia  en  el  tálamo  para  celebrar  las 
bodas  con  su  marido ,  él  la  mandó  tomar  y  la  tuvo 
consigo  toda  una  noche.  Y  como  este  Axzpbispo  vi- 


MEMOBUL  DE  lAVERSAS  HAZAÑAa 


19 


níoBe  al  llamamiento  del  Rey,  llegado  ya  á  Sala- 
manca, le  vino  ende  nneva  como  los  caballeros 
principales  de  Galicia  se  liabian  levantado  contra 
él  y  se  hablan  apoderado  de  la  Iglesia  de  Sanctiago 
y  de  toda  la  cibdad  y  fuerzas  della,  y  hablan  en- 
trado el  Palacio  Arzobispal  y  robado  todo  lo  que  en 
él  fallaron,  y  hablan  ocupado  las  villas  de  Muros  y 
Noya  y  Pontevedra  y  del  Padrón  y  otros  lugares 
del  Arsobispado;  y  como  desto  se  querellasen  al 
Bey,  y  como  ya  fuese  informado  de  su  deshonesto 
vivir,  no  se  dio  á  ello  ningún  remedio ;  de  que  se 
siguieron  grandes  daftos,  muertes  y  robos  en  aquel 
Beyno  de  Galicia;  y  los  caballeros  que  contra  él  se 
levantaron  fueron  Fernán  Pérez  de  Andrada,  y 
Suero  Gómez  de  Sotomayor ,  y  López  Sánchez  de 
UUoa,  y  Bomal  Diafiez  y  muchos  otros  sus  parien- 
tes y  amigos ;  y  estando  las  cosas  en  esto  estado, 
Don  Peral varoz  Osorío,  Conde  deTrastamara,  se  fué 
á  Santiago,  y  los  Caballeros  que  lo  tenían  se  lo  en- 
tregaron, y  asi  mesmo  todas  las  villas  y  lugares 
que  del  Arzobispado  tonian ;  el  qual  quisiera  haber 
aquel  Arzobispado  para  un  hijo  suyo  llamado  Don 
Luis  Osorio,  sobre  que  ovo  muy  grandes  contiendas 
y  debates;  y  como  solamente  ovicse  quedado  por  el 
Arzobispo  una  fortaleza  llamada  la  Focha ,  un  Al- 
cayde  suyo  que  en  ella  tonia  con  quarenta  hom- 
bres castollanos  naturales  de  Avila  f  aoian  tan  gran 
guerra,  que  destruian  la  ciudad  de  Sanctiago  y  toda 
la  comarca,  y  por  eso  el  Conde  detorminé  de  po- 
ner cerco  sobrel^a  y  túvola  cercada  sois  meses,  com- 
batiéndola con  tres  ingenios  y  otros  pertrechos;  en 
el  qual  tiempo  se  halla  que  fueron  entradas  dentro 
en  la  fortaleza  mil  é  quinientas  piedras  de  inge- 
nio ;  y  con  todo  eso  el  Alcayde  y  los  que  con  él  es- 
taban se  dieron  tan  gran  recaudo,  que  no  solamen- 
to  defendieron  la  fortaleza ,  mas  algunas  veces  sa- 
lieron de  bocbe  y  ficieron  grandes  daftos  en  la  gen- 
to  del  real,  de  los  quales  murieron  mas  de  ochenta 
hombres  y  de  los  de  la  fortaleza  solamento  tres ;  y 
la  historia  no  pono  el  nombre  desto  Alcayde,  que 
no  era  por  cierto  do  olvidar,  y  esto  Arzobispo  ovo 
siempre  de  contender  por  recobrar  lo  que  le  era  to- 
mado, y  jamas  lo  pudo  aoabar ;  y  así  murió  desama- 
do y  pobre  por  sus  grandes  culpas  y  deméritos,  de 
que  todos  los  hombres,  por  de  grandes  estados  que 
sean,  deben  tomar  exemplo',  y  guardarse  de  facer 
lo  que  no  deban,  confiando  en  su  gran  poder,  acor- 
dándose ser  nuestro  Sefior  tan  justo ,  que  ni  dexa 
mal  sin  pena,  ni  bien  sin  galardón. 

CAPÍTULO  XVL 

Délos  dsfios  que  loi  moros  fleieren  en  el  Andilaela  despacs  qoel 
Rey  della  se  pirtló,  y  de  It  prisión  de  Jnan  de  Lana. 

La  forma  de  la  guerra  fecha  por  el  Bey  á  los  mo- 
ros en  el  comienzo  de  su  reynar,  les  fizo  perder  el 
miedo  que  antes  que  reynase  del  tonian ;  y  como  el 
Bey  fué  partido  del  Andalucía ,  el  Bey  de  Granada, 
como  era  eaballero  bien  esforzado  y  conocía  bien 
las  costumbres  del  Bey  y  sus  fuerzas,  ayuntó  muy 
gran  gento,  y  vino  sobre  la  Ciudad  de  Jaén ;  y  por 


estonces  el  Bey  habia  dezado  por  Capitán  á  Bodrí- 
go  de  Marohena,  hombre  nuevo  y  de  muy  bajo  K- 
i^^Of  y  do  "^í^A  y  costombres  asaz  deshonestas.  Esto 
Bodrígo  de  Marcliena  es  de  quien  la  Corónica  arri- 
ba hizo  mención  en  la  entrada  primera  quel  Bey 
Don  Enrique  fizo  en  Sevilla,  después  que  tomó  tí- 
tulo de  Bey,  forzó  á  una  doncella,  é  ni  del  ni  de  otro 
moro  llamado  Mof arras ,  que  asi  mesmo  á  la  sacón 
habia  forzado  otra  y  llevándola  á  tierra  de  moros, 
ninguna  justicia  ñzo  el  Bey.  El  qual  Bodrigo  dQ 
Marchena,  vista  la  venida  del  Bey  de  Granada  con 
gran  muchedumbre  de  gento ,  ovo  tan  gran  turba- 
ción ,  que  ni  él  ni  los  de  la  Ciudad  no  ovieron  con- 
sideración de  cerrar  las  puertas  ni  poner  ^núa  so- 
bre la  cerca ;  de  tal  manera  fueron  todos  turbados 
que  si  los  moros  quisieran,  pudieran  tomarla  Ciudad, 
pero  esta  turbación  que  en  la  Ciudad  ovo,  lo  apro- 
vechó mucho,  porque  los  moros  pensaron  que  aque- 
llo fuero  algún  engáfio  que  los  christíanos  les  tuvie- 
sen aparejado),  y  por  eso  no  se  osaron  de  acercar  á 
la  Ciudad ,  y  ansi  curaron  de  correr  el  campo  ma- 
tondo  los  hombres  que  en  él  hallaron ,  y  las  ovejas  y 
otras  muchas  bestias,  y  talaron  árboles  y  vifias  y 
cnanto  pudieron  haber,  no  hallando  resistoncia  al- 
guna, y  sacaron  gran  cabalgada  de  yeguas  y  vacas 
y  acémilas,  con  lo  qual  todos  fueron  en  salvo.  En 
esto  tiempo,  habiendo  el  Bey  consideración  que  des- 
pués de  la  muerte  del  Bey  Don  Alfonso  de  Aragón 
sucedió  en  su  lugar  el  Bey  Don  Juan  de  Navarra, 
su  hermano ,  del  qual  temió  que  viéndose  poderoso 
querría  demandar  los  heredamientos  que  en  Castilla 
le  eran  tomados  y  porque  Juan  de  Luna  era  habido 
por  mucho  suyo  y  eetoba  apoderado  en  todas  las  vi- 
llas y  fortalezas  do  la  Condesa,  mujer  del  Maestre 
Don  Alvaro  de  Luna,  paroscióle  que  si  esto  quisiese 
favorecer  al  Bey  de  Navarra,  que  ya  era  de  Aragón, 
que  podría  mucho  dafio  facer,  é  por  consejo  del  Mar- 
qués do  Villena  Don  Juan  Pacheco  y  del  Arzobispo 
de  Sevilla  Don  Alfonso  de  Fonseca,  fué  determina- 
do que  Juan  de  Luna  fuese  preso;  lo-  qual  así  so 
puso  on  obra;  el  qual  fué  puesto  on  una  torro  á  muy 
buen  recaudo,  donde  jamas  salió  fasta  que  entregó 
todas  las  villas  y  fortalezas  que  tenía ;  y  así  la  Con* 
desa,  mujer  del  Maestre  de  Santiago,  perdió  la  po- 
sesión de  todas  sus  villas  y  fortolezas,  y  ella  se  fué 
al  Castillo  de  Montolvan  después  que  supo  la  prisión 
de  Juan  de  Luna. 

En  esto  tiempo  el  Papa  Pió  segundo  desto  nom- 
bre concedió  Bulla  para  que  Don  Alvaro  de  Estúfii- 
ga.  Conde  de  Plasencia,  pudiese  casar  con  Dofia 
Leonor  Pimentol,  sobrina  suya,  hija  de  su  herma* 
na,  su  oomadre,  y  su  ahijada  de  pila, 

CAPÍTULO  xvn. 

De  eierta  eonjaraeion  qno  los  Grandes  del  Itcyne  do  Ñipóles  \íV 
cleron  contra  el  Bey  Don  Femando,  bljo  bastardo  del  Rey  Don 
Alonso  de  Anfon,  y  de  como  nn  moro  llsmado  Zaydeqnlso  ma- 
tar I  Gsrcla  de  Herrera,  Sefior  de  Pedrau;  y  de  alfnB»  nara- 
fUlosas  sefiales  aaeseidas  en  este  tiempo. 

« 

El  Rey  Don  Femando,  fljo  bastardo  del  Illustre 
Sefior  Rey  Don  Alonso  de  Aragón,  ayudó  mucho  en 


do 


CRÓNICAS  DE  LOS  BBTES  DB  CASTILLA. 


eflte  OA0O  un  oasamiento  que  hábia  fecho  do  ana  fija 
saya  con  un  sobrino  del  Papa  Pió,  donde  asi  fué 
qne,  maerto  el  Serenísimo  Rey  Don  Alonso  de  Ara- 
gón ,  todos  los  QrandoB  del  Reyno  de  Ñapóles  hicie- 
ron entro  si  conjuración  de  tomar  la  corona  del  Rey- 
no  á  Don  Juan ,  hijo  de  Reynel,  y  á  espulsar  de 
aquella  señoría,  para  lo  qaal  acordaron  de  matarle, 
al  Rey  Don  Femando ;  la  qnal  empresa  tomó  el 
Dnqne  do  Sesa,  y  para  lo  poner  en  obra,  acordóse 
qnel  Rey  y  este  dicho  Dnqne  oviesen  de  haber  fabla 
en  nn  campo  á  cierto  dia  con  cada  dodeutos  de  ca- 
ballo, y  qne  solamente  á  la  habla  con  el  Duque  lle- 
gasen dos  caballeros  llamados  el  uno  Diaf ebus,  hijo 
del  Conde  de  Ayerso,  y  el  otro  llamado  Tártago ;  de 
los  quales  el  uno  disimulando  obediencia,  con  gran- 
de acatamiento  llegase  al  Rey  á  le  besar  la  mano ,  y 
en  tomándola,  se  la  tuyiese  tan  roció  quanto  pudie- 
se y  el  otro  le  firiese  con  un  cochillo  emposofiado 
que  traia ;  los  quales  llegando  al  Rey,  Diaf  ebns  que- 
riendo tomar  la  mano  al  Rey  por  so  la  besar ,  mudó 
tonto  ol  color  y  se  turbó  de  tal  manera,  quel  Roy 
conoció  la  voluntad  con  que  venia,  y  Diafebus  no 
pudo  tomar  la  mano,  y  el  Rey  puso  las  espuelas  al 
caballo  y  dio  un  gran  salto,  de  manera  que  se  deli- 
bró deUos.  Tártago,  teniendo  sacado  el  cuchillo  en 
la  mano,  fué  por  ferír  al  Rey,  y  ol  Roy  se  ovo  tan 
valientemente  con  ellos ,  que  los  desbarató,  y  luego 
las  gentes  de  la  una  parto  y  de  la  otra  comenzaron 
á  pelear,  y  los  del  Duque  fuyeron  y  los  del  Rey  los 
fueron  siguiendo  ;  y  desde  allí  en  adelante  se  co- 
menzó abiertamente  la  guerra  de  los  napolitanos 
contra  el  Rey  Don  Femando.  En  este  tiempo  vino 
Don  Juan,  hijo  del  Roy  de  Ñápeles,  á  quien  todos 
los  napolitanos  querían  haber  por  Rey  eceuto  el 
Conde  de  Fanda  y  los  españoles,  los  quales  en  el 
Reyno  habian  poco  poder,  de  los  quales  eran  los 
principales  Don  Iñigo  de  Guevara,  gran  Senescal,  y 
sus  hermanos,  y  todas  las  ciudades  y  villas  le  fueron 
rebeldes ,  salvo  Ñapóles  y  Qaeta  ,*  é  ya  le  fallecían 
dineros,  que  habia  fecho  muy  grandes  despensas 
en  las  gentes  que  habia  ajuntado  contra  el  dicho 
Don  Juan,  al  qual  con  todos  sus  parciales  fizo  re- 
traer á  la  Ciudad  de  Esenia,  ques  maravillosamente 
fuerte,  y  no  contento  de  la  vitoría  habida,  con  ar- 
.  dor  juvenil  pensó  por  fuerza  entrar  aquella  Ciudad 
contra  el  consejo  de  Simoneto,  Duque  viejo,  que  era 
en  extremo  pradente  caballero,  el  qual  requirió  al 
Rey  que  no  aquezase  tanto  á  la  nobleza  que  allí  es- 
taba inclusa;  el  qual  consejo,  teniendo  el  Rey  en 
poco,  rescibió  daño  muy  grande  que  súbitaraento  sa- 
lió toda  aquella  gente  con  grande  Ímpetu  y  dio  en  el 
real  del  Rey  Don  Fernando ,  donde  ovieron  de  f uir 
los  suyos ,  y  fué  muerto  Simoneto,  y  muchos  otros 
de  los  mas  principales  do  la  hueste ,  y  el  Rey  con  solos 
tres  caballeros  de  los  suyos  se  fué  huyendo  á  la  ciu- 
dad de  Ñápeles;  en  el  qual  dia  el  gran  Senescal  Don 
Iñigo  de  Guevara  y  su  hermano  Don  Alfonso  de 
Avales,  valientes  caballeros,  oon  fasta  setecientos 
de  caballo  llegaron.  Llegó  así  mismo  en  el  tiempo 
de  esta  adversidad  el  ayuda  de  Madama  Lucrecia, 
madrast^ra  del  Rey ,  que  estaba  en  un  castillo  cerca 


de  Ñapóles,  y  allí  paresció  la  traydon  de  muchos 
de  quien  el  Rey  entendía  ser  servido,  entre  los  qua- 
les principalmente  se  mostró  enemigo  Erooles,  her- 
mano de  León,  ol  Marqués  que  fué  de  Ferrara,  cria- 
do desde  niño  con  el  Rey  Don  Femando  como  ai 
fuera  hermano  suyo,  el  qual  quisiera  matar  á  tray- 
cibn  al  estrenuo  caballero  Don  Alfonso  de  Arauso, 
si  por  su  brazo  viguroso  no  se  defendiera.  Y  tanto 
iba  abaxo  el  partido  del  Rey  Don  Fernando,  que  si 
el  Papa  Pió  no  le  socorriera ,  sin  duda  perdiera  la 
Corona.  Envió  así  mismo  gran  ayuda  al  Rey  Don 
Femando,  Francisco  Esforda,  Duque  de  Milán,  oon 
cuya  hija  era  casado  Don  Alonso,  Duque  de  Cala- 
bria ,  primogénito  del  Rey  Don  Fernando,  y  envió 
así  mesmo  el  muy  fuerte  y  estrenuo  varón  Estándar- 
be,  que  de  muy  léxos  traia  quatrodentos  de  oaba- 
11o  en  ayuda  del  Rey  Don  Femando,  al  qual  en  al- 
gún tiempo  el  Rey  Don  Alfonso  habia  mucho  ayu- 
dado en  Albania,  faciendo  guerra  contra  el  Turco; 
el  qual ,  no  queriendo  ser  ingrato  al  bonoficio  rosee - 
bido  del  SereuÍBÍmo  Rey  Don  Alonso,  quiso  pagallo 
en  tiempo  do  tan  gran  necesidad  de  su  fijo ,  y  pasó 
en  Italia  doxando  sus  propios  negocios  á  se  juntar 
con  el  Rey  Don  Femando,  para  ser  su  compañero 
en  la  adversa  y  próspera  fortuna  que  Dios  darle 
quidese ,  y  por  esto  quiso  que  por  batalla  en  un  dia 
se  determinase,  y  así  se  fizo;  en  la  qual  tanta  fué  la 
virtud  y  valentía  del  Rey  Don  Fernando  y  de  Es- 
candarbe ,  y  así  esforzaron  sus  gentes,  que  los  ene- 
migos fueron  vencidos  y  muchos  dellos  muertos.  Y 
tan  grande  f aé  el  gozo  que  Don  íñigo  do  Guevara 
desta  Vitoria  ovo  que  súpitamente  murió,  sin  haber 
rescebido  ninguna  herida  en  aquella  batalla ;  en  la 
qual  fueron  presos  muchos  de  los  principales  de  los 
enemigos,  y  el  Duque  Don  Juan  que  los  napolita- 
nos quisieran  haber  por  Roy,  salió  fuyendo  de  la 
tierra.  El  Rey  Don  Enrique  que  deste  caso  quedó 
como  atónito,  porque  le  paresció  que  la  vi  loria  por 
el  Rey  Don  Fernando  habida,  resultaría  en  favor 
del  Rey  Don  Juan  do  Navarra,  á  quién  él  quería  des- 
truir, y  teniendo  ya  habla  con  los  valencianos  y 
barceloneses  y  aragoneses,  pensaba  conseguir  su 
dpseo  á  tanto ,  queriendo  el  Rey  ocupar  la  Villa  do 
Pedraza ,  ques  cinco  leguas  de  Segovia ,  pensó  de 
enviar  un  moro  suyo ,  el  qual  era  mucho  conocido 
de  García  de  Herrera,  cuya  es  Pedraza,  para  que  ha- 
blando con  él  lo  matase ;  el  qual  se  fué  para  Pedra- 
za, simulando  venir  muy  descontento  del  Rey ,  di« 
ciendo  que  lo  habia  echado  de  su  corte,  no  acordán- 
dose do  muchos  servicios  que  lo  había  fecho;  y  como 
él  fuese  moro  y  estrangoro ,  natural  do  Granada ,  y 
en  este  Reyno  no  tuviese  parientes  ni  amigos,  era 
allí  venido  conociendo  su  gran  liberalidad  y  virtud, 
á  suplicarle  lo  quisiese  recebir  en  su  servicio  como 
él  ninguna  esperanza  tuviese  de  volver  en  su  tier- 
ra, lo  qual  todo  dixo  con  grandes  sospiros  y  gemi- 
dos; al  qual  García  de  Herrera  respondió  maravi- 
llándose mucho  de  la  humanidad  que  en  el  Rey  to* 
dos  hallaban ,  como  con  él  de  tanta  dureza  hubiese 
usado,  diciéndole  que  después  de  comer  quería  con 
él  más  largamente  hablar  para  dar  orden  en  lo  que 


MEMOBI^L  DE  DIVEB&A8  HAZAÑAS. 


había  dioho ;  y  asi  Garda  de  Herrera  se  sabio  á  la 
f ortaleea  j  el  moro  faé  por  su  mandado  bien  apo- 
sentado, y  foále  inviado  todo  lo  necesario  á  su  po- 
sada, y  asentado  en  la  mesa,  poeeta  delante  óél  la 
▼ianda ,  jamas  la  quiso  gustar,  y  estovo  siempre  gi- 
miendo y  sospirando;  y  en  levantándose  de  la  mesa 
sin  comer ,  como  hombre  enojado  deoia :  c  conviene 
que  ee  haga  lo  qué  se  ha  de  hacer  » ;  y  antes  de  los 
vísperas ,  el  moro  se  fué  á  buscar  á  García  de  Her- 
rera, al  qual  falló  saliendo  de  la  fortalesa;  y  co- 
mensando  á  hablar  de  gran  priesa,  sacó  un  cuchi- 
Uo,  y  dio  una  tan  gran  herida  á  un  mozo  que  oerca 
de  García  de  Herrera  venía ,  que  le  f  endió  la  oabeaa 
hasta  los  dientes.  Entonces  Luis  do  Herrera,  herma- 
no de  García  de  Herrera,  que  cerca  estaba,  dio  un 
tan  gran  golpe  con  un  palo  que  en  la  mano  traía  al 
moro  encima  de  la  |oabeea  que  dio  con  él  en  el  sue- 
lo ;  y  por  cierto  sea  que  en  un  monte  muy  cercano 
de  aquella  villa  estuvieron  aquel  dia  cinquenta  de 
caballo  esperando  al  moro  para  lo  salvar  si  á  García 
de  Herrera  matase ;  la  cual  cosa  dio  muy  gran  te- 
mor á  los  Grandes  deste  Reyno,  los  qnales  no  sola- 
mente dendo  adelante  se  guardaban  do  los  moros, 
mas  do  cualesquier  mensagoroe  que  el  Roy  les  en- 
viase. En  el  qual  año  muchas  sofialoe  parecieron, 
que  se  mostró  en  un  dia  muy  sereno  una  muy  gran 
llama  en  el  cielo,  la  qual  se  partió  en  dos  partes,  la 
una  paresció  quedar,  y  la  otra  corrió  al  orienté  en 
tierra  de  Burgos  y  de  Valladolid  ;  en  el  Estío  mu- 
chas aves  y  bestias  de  gran  piedra  ó  agua  perecie- 
ron ;  los  panes  y  árboles  fueron  gastados;  un  nifto 
de  tres  afios  cerca  de  Pefialver  habló  amonestando 
hiciesen  penitencia;  en  el  mesmo  afio  se  mostró 
otra  muy  gran  llama  en  el  cielo ,  y  lo  que  mayor 
turbación  dio  en  todos  los  deste  Reyno ,  fué  que  te- 
niendo el  Rey  en  Segovia  en  su  Palacio  muchos  leo- 
nes  y  leonas,  é  habiendo  ende  uno  muy  grande  á 
quien  todos  los  otros  obedecían ,  se  comenzó  entre 
ellos  tan  gran  pelea,  que  todos  se  juntaron  contra 
oí  mayor  león,  y  lo  mataron  y  comieron  parto  del : 
do  ende  todos  pronosticaron  ser  cercana  la  muerte 
del  Rey  ó  gran  caída. 

CAPÍTULO  XVIIL 

De  U  gns  torbacioB  y  escAndalot  tcieteidos  en  estos  Reyaos  en 
el  ano  de  14G0  afios;  y  del  ayvntamlcnlo  y  coiíjoradon  qae 
fleleron  mochos  ile  los  Grandes  dellos. 

Visto  por  los  Grandes  deste  Reyno  como  las  co- 
sas del  iban  de  mal  en  peor ,  y  acordándose  que  en 
el  afio  LVII  el  Rey  había  sido  requerido  por  supli- 
cación muy  justa  é  muy  honesta ,  fecha  por  el  Ar- 
zobispo de  Toledo  Don  Alonso  Carrillo  y  por  Don 
Ifiigo  Lopes  do  Mendoza,  Marqués  de  Santillana, 
en  nombre.de  los  tres  Estados  destos  Roynos,  su- 
plicándole con  gran  reverencia  quisiese  enmendar 
su  vida  y  castigar  las  cosas  mal  fechas  y  facer  la 
guerra  de  los  enemigos  de  la  fe ,  como  cathólíco 
Rey,  y  no  en  la  forma  que  hasta  allí  la  había  fe- 
cho,  la  qual  suplicación  por  el  Rey  vista,  no  con 
propósito  de  emendar  cosa  alguna ,  mas  con  pertí- 


21  . 

nación  y  desoluoion  mas  y  mas  cada  dia  loe  dafíoa 
se  aoreoentaban ;  comenzaron  á  buscar  alguna  vía  * 
para  reparar  los  grandes  males  é  dafios  destos  Rey- 
nos,  lo  qual  conocieron  que  si  con  tiempo  no  se  fi- 
cíese,  no  solamente  serian  destruidos,  mas  serian 
para  siempre  tenidos  por  desleales  y  malos  caba- 
lleros, acordaron  el  Marqués  de  Santillana,  Don  Die- 
go Hurtado,  y  los  Condes  de  Haro  y  de  Alba  y  de 
Paredes  juntarse  con  el  Arzobispo  de  Toledo,  Don 
Alonso  Carrillo,  y  con  el  Adelantado  Don  Fadríque 
cerca  de  la  villa  de  Tepes,  donde  determinaron  de 
resumir  suplicaciones  fechas  al  Rey  poi  el  Arzo- 
bispo y  por  el  Marqués  Don  Iftigo  López,  como  di- 
cho es,  y  dióse  el  cargo  que  en  nombre  de  todos  el 
Almirante  y  el  Conde  de  Haro  enviasen  al  Rey  su 
petioion,  só  la  forma  siguiente:  suplioándole  se 
acordase  que  al  tiempo  que  fué  por  Rey  rescebido, 
fizo  el  juramento  acostumbrado  por  los  Reyes  ante- 
pasados del,  es  á  saber,  que  guardada  inviolable- 
mente la  fé  cathólica  y  el  derecho  de  la  Iglesia,  y 
de  todos  los  eclesiásticos,  y  de  los  caballeros  y  dne- 
fias  y  doncellas ,  y  generalmente  do  todos  los  pue- 
blos por  Dios  á  él  encomendados ,  y  gobomaria  so- 
gim  las  leyoB  y  estatutos  fodias  por  los  ínclitos 
Reyes  sus  antepasados,  y  que  en  casa  mandaso 
guardar  toda  honestidad,  y  fuera  de  olla  toda  igual- 
dad y  justicia,  y  temía  integridad  cu  el  regimiento 
y  gran  prudencia  en  facer  diferencia  entre  las  per- 
sonas, y  en  el  castigo  de  los  malos  toda  severidad, 
y  en  honrar  y  mirar  por  los  Grandes,  dando  á  cada 
uno  según  mereciese,  y  oerca  de  sí  tuviese  hombres 
notables,  ancianos,  prudentes,  de  quien  rescíbieso 
consejos,  y  quisiese  en  sus  rentas  poner  recaudadlo-  - 
ros  honestos,  tales  que  fielmente  cogiesen  sus  tribu- 
tos, sin  dafiar  ni  destruir  sus  subditos,  como  fasta 
.  allí  se  había  fecho ,  y  quisiese  reformar  la  disoipü- 
na  militar  en  la  forma  acostumbrada  por  los  Reyes 
antepasados  del,  y  ficiese  la  guerra  á  los  infieles 
como  la  ficieron  los  altos  Reyes  de  donde  venía,  y 
apartase  do  sí  los  moros  quo  on  su  compañía  traía, 
é  mandase  castigar  los  corregidores  do  las  ciudades 
é  villas  y  los  regidores  dellos,  poniendo  en  los  tales 
oficios  personas  idóneas  y  suficientes  para  los  admi- 
nistrar. Las  quales  cosas  humilmente  le  suplica- 
ban pusiese  en  obra,  según  las  leyes  de  sus  Reynos 
lo  disponían ;  y  que  en  tanto  que  fijos  no  había,  que 
á  nuestro  Señor  pluguiese  darlo  como  él  deseaba, 
quisiese  mandar  á  todos  los  Grandes  y  ciudades  é 
villas  y  lugares,  y  generalmente  á  todos  sus  subdi- 
tos y  naturales ,  ovíesen  por  primogénito  heredero 
al  ínclito  Infante  Don  Alfonso,  su  hermano  ;y  quí> 
sieso  retomar  en  poder  de  la  Serenísima  Reyna  do- 
fia  Isabel  viuda,  los  Ilostrísimos  Infantes  Don  Al- 
fonso y  doña  Isabel,  sus  hijos,  que  inhumanamente 
habian  sido  sacados  de  su  poder ,  dando  lugar  que 
con  ella  estuviesen  en  alguna  ciudad  ó  villa  qual  á 
él  pluguiese,  poniéndoles  ayos  y  servidores  así  pm- 
dentes  y  buenos  como  á  tales  Señores  convenía,  y 
no  censen  tieso  que  los  derechos  de  la  eclesiástica 
inmunidad  fuesen  violados,  y  en  el  dar  de  las  dig- 
nidades quisiese  acatar  la  calidad  de  las  personas, 


S2 


GBÓNIOAS  DB  LOS  BETES  DB  CASTILLA. 


que  fuesen  tales  qoales  el  derecho  oandnioo  deter- 
«mina,  y  destruyese  las  públicas  usuras,  según  las 
leyes  do  sus  lieynos  lo  disponen  y  mandan,  y  las 
querellas  do  los  querellantes  quisiese  oirbenina- 
mente,  y  á  los  injuriados  proveyese  con  justicia,  no 
dando  lugar  que  los  dafiadores  quedasen  sin  pena 
y  loe  dañados  resoibiesen  injurias,  como  muchas 
veces  hasta  aquí  ha  acaescido.  La  qual  suplicación 
por  mandado  de  los  dichos  caballeros  llevó  al  Rey 
el  noble  y  prudente  caballero  Diego  de  Quifiones; 
la  qual  lo  dio  en  pública  forma ;  y  le  dizo  de  pala- 
bra todo  lo  que  lo  fué  mandado.  El  Bey  respondió 
breve  y  escuramente  que  convenia  ver  lo  que  de- 
da  con  los  que  en  su  corte  y  Consejo  tenía ,  y  f  aria 
lo  que  le  pareciese  que  debia,  y  con  grande  enojo  y 
como  amenazando  se  lanzó  en  su  cámara  con  esos 
que  cerca  de  sí  tenía,  y  con  la  malenconia  que  lle- 
vaba, como  ya  claramente  lo  habia  mostrado,  luego 
acordó  de  enviar  en  Cecilia  á  llamar  al  Príncipe  Don 
Carlos,  é  requirió  por  sus  embaxadores  ó  los  de 
Barcelona  que  allí  lo  resoibiesen.  ¿Quién  podría 
decir  la  gran  felicidad  que  los  barceloneses  tovioron 
en  el  tiempo  quellluatrísimo  Bey  Don  Alfonso  en  el 
Beyno  de  Ñapóles  estuvo  ?  Y  con  todo  eso  tentaron 
de  haber  libertad,  y  regíanse  por  comunidad,  sin 
obedecer  yugo  real ;  á  lo  qual  pensar,  les  dio  osaitía 
la  gran  riqueza,  de  donde  tan  gran  soberbia  cousi- 
guioron,  la  qual  suolo  muchas  veces  derribar  aque- 
llos que  la  tienen ;  con  el  qual  deseo  se  afirma  que 
los  de  Barcelona  mataron  con  yerbas  al  Serenísimo 
Bey  Don  Fernando  en  el  lugar  de  Igualada,  y  conti- 
nuando su  propósito ,  como  no  pudiesen  conseguir 
lo  que  deseaban  en  tiempo  del  Bey  Don  Alonso  por 
lo  ver  tan  poderoso,  atentaron  de  ponerlo  en  obra 
en  tiempo  del  Boy  Don  Juan,  sucesor  suyo,  acatado 
como  estaba  y  ocupado  en  grandes  cosas,  y  no  tan 
poderoso  ni  tan  rico  cuanto  convenia ,  y  con  gran 
pertinacia  perdieron  el  seso,  pensando  entro  todos 
los  hombres  ser  ^11  os  los  mas  sabios,  publicando 
osadamente  que  si  Dios  oviese  menester  consejo, 
no  en  otra  parte  que  en  Barcelona  lo  fallaría ;  y 
luego  acordaron  de  enviar  á  llamar  al  Príncipe  Don 
Carlos,  el  qual,  olvidando  los  mandamientos  de  su 
padre  el  Boy  do  Navarra,  con  liviano  consojo  luogo 
so  vino  ¿  Barcelona,  con  el  qual  so  osf orzaron ;  el 
qual  siguiendo  la  voluntad  de  los  ciudadanos  en  su 
comienzo,  le  paresció  que  debia  poner  cizaña  entro 
la  Beyna  su  madrastra  y  todos  los  ciudadanos ,  no 
solamente  de  Barcelona  mas  de  toda  Cataluña,  di- 
ciendo ella  ser  inventora  de  las  contribuciones  ó 
tributos  quel  Bey  les  demanda  y  sor  amiga  do  los 
malos,  y  causa  del  odio  quel  Bey  les  habia.  Así  el 
Bey,  estimulado  de  las  cosas  pasadas  y  visto  lo  que 
de  nuevo  el  Príncipe  Don  Carlos  su  hijo  trataba,  do- 
,tcriniiiu  do  lo  proiulor,  y  como  lo  pensó  lo  puso  por 
obra ;  lo  qual  sabido  por  los  barceloneses  enviaron 
al  Bey  su  embaxador,  no  como  rogando ,  mas  ame- 
nazando ,  el  qual ,  como  dilatase  en  deliberar  al 
'    Príncipe,  la  conjumcion  y  rebelión  declaradamoute 
se  fizo  entre  los  de  Barcelona  y  Cataluña ,  y  luego 
acordaron  do  prender  al  Boy  que  cu  la  ciudad  de 


Lérida  estaba,  lo  qual  como  el  Bey  sintieae ,  se  fué 
á  Fraga  donde  la  Beyna  su  mujer  y  el  Infante  Don 
Femando  su  fijo  estaban ,  y  desde  allí  se  fué  para 
Zaragoza,  y  puso  á  la  Beyna  y  al  Infante  en  seguro 
lugar.  Y  ios  barceloneses  y  catalanes  combatieron 
á  Fraga,  y  tomáronla;  y  después  de  muchas  cosas 
pasadas  entre  el  Bey  y  los  de  Barcelona,  dio  lugar 
á  quel  Príncipe  Don  Carlos  volviese  á  Barcelona,  de 
donde  muy  mayores  daños  se  siguieron,  según  ade- 
lante se  dirá ;  los  quales  dieron  mayor  esperanza  al 
Bey  Don  Enrique  y  á  los  que  lo  seguían  para  poder 
conseguir  lo  por  ellos  deseado ;  y  no  curaron  de 
guardar  las  palabras  y  convenencias  fechas  y  re- 
cobradas por  juramento  entre  el  Bey  Don  Enrique  y 
el  Bey  Don  Juan  de  Aragón  á  causa  de  los  quales  el 
Bey  de  Aragón  habia  renunciado  todo  el  derecho 
que  tenía  á  \t^  villas  y  castillos  y  rentas  que  en  es- 
tos Beynos  poseía  por  cierta  suma  de  dinero  que  de 
juro  se  le  habia  de  pagar ,  como  dicho  os ;  lo  qual 
todo  quebrantó  y  con  g^an  gente  fué  facer  guerra 
en  Navarra,  y  mandó  facer  moneda  mucho  más  ha- 
xa  que  la  quel  Bey  Don  Juan  su  padre  labró ,  y  la 
quel  Bey  Don  Enrique  su  abuelo  habia  mandado  la- 
brar, que  era  mucho  mejor ;  y  mandó  fundir  á  causa 
do  haber  alguna  ganancia  con  gran  daño  de  siui 
subditos. 

A  causa  de  lo  qual  en  estos  Beynos  se  ficieron 
muy  grandes  ayuntamientos  de  gontes,  así  por  la 
parte  del  Bey,  como  por  parte  do  los  caballeros,  de 
que  muy  grandes  daños  y  males  se  siguieron ;  lo 
qual  dio  osadía  á  los  moros  para  entrar  en  ellos  po- 
derosamente como  entraron ,  y  entre  otros  males  y 
daños  que  en  estos  Beynos  ficieron ,  entraron  por 
fuerza  en  la  villa  de  Quesada  y  pusiéronla  á  fuego 
y  á  sangre. 

CAPITULO  XIX. 

De  la  embaxadt  de  los  aragoaeses  y  valeoeianoa ,  y  do  la  gverra 
de  Navarra  y  do  la  muerte  del  PrÍDcIpc  D.  Carlos,  y  de  la  muer- 
te del  Hcy  Don  CArlos  de  Francia. 

La  guerra  comenzada  en  Navarra  por  dañar  al 
Bey  do  Aragón,  como  dicho  es,  vinieron  al  Boy  Don 
Enri(iuo  embaxadores  do  Aragón  y  Valencia  y  Bar- 
colona  do  voluntad  vcnludura  ó  falsa  dol  Principo 
Don  Ciirlos,  el  qual  entonces  simulaba  concordia  con 
su  padre,  los  quales  suplicaron  al  Bey  los  pluguie- 
se dexar  en  paz  á  los  Beynos  de  Aragón  y  Valencia 
y  Barcelona ,  pues  nunca  á  ellos  habia  placido  la 
guerra ,  ni  en  olla  habían  consentido  contra  el  Bey 
á  los  quo  por  sus  cosas  particulares  querían  tentar- 
la, la  qual  voluntad  en  todo  tiempo  habían  conoci- 
do de  su  Bey  ¡  el  qual  siempre  había  determinado 
de  tentar  todas  las  cosas  ante  que  venir  á  la  guer- 
ra á  la  qual  si  necosidad  lo  atraxieso,  constreñido  y 
uontru  su  vul untad,  tomaría  las  aruius  por  tirar  los 
daños  do  Navarra  ¡  y  como  quiera  que  honesto  le 
fuese  resistir  á  aquellos ,  nunca  para  ello  constriñó 
á  los  aragoiiescB  ni  valencianos,  porque  á  ellos  no 
viniese  desta  guerra  daño.  Al  Bey  D.  Enrique  plu- 
go la  sentencia  desta  eiobaxada,  estimando  más  fá- 
cilmente poder  apremiar  los  navarros ,  no  teniendo 


I 


MEMOBIAL  DB  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


favor  ni  ayvda  de  los  aragoneses  ni  valencianos  y 
barceloneses,  como  les  quedase  flaco  favor  en  el 
Rey  de  Aragón  sin  aynda  de  sas  Beynos,  al  qnal 
Don  Garlos  su  hijo  secretamente  dafiaba.  En  este  tiom* 
po  el  Rey  de  Aragón  vino  á  Sangüesa,  y  fomecíó 
las  fuerzas,  y  paso  ende  á  Don  Alonso  so  hijo  bas- 
tardo, que  era  muy  valiente  y  esforzado  caballero. 
£1  Bey  Don  Enriqne  comenzó  á  facer  la  gnorra  en 
Navarra,  y  tuvo  cercada  la  villa  de  Viana  por  espa- 
cio de  qnatro  meses  la  qnal  defendía  nn  estrenuo 
caballero  llamado  Mesen  Pieres  de  Peralta,  el  qual 
ya  no  podiendo  sufrir  la  hambre  y  trabajo,  la  en- 
tregó al  Rey  Don  Eurique,  la  tenencia  de  la  qual  el 
Rey  dio  á  Juan  Hurtado  de  Mendoza,  prestamero 
de  Vizcaya;  el  qual  cerco  so  puso  en  principio  del 
mes  de  Julio  del  afio  de  nuestro  Redentor  de  mil  é 
quatrocientos  y  sesenta  y  un  afios  por  mandado  del 
Rey,  y  fueron  en  él  los  principales,  el  Conde  de  Mc- 
dellin  y  Payo  de  Rivera ;  y  después  el  Rey  dio  la 
posesión  de  aquella  villa  al  Marqués  de  Villena,  el 
qual  en  esta  guerra  con  el  Rey  de  Aragón  parecía 
disimular,  porque  cu  aquellos  dias  la  fortuna  páres- 
ela favorecer  al  Rey  Don  Femando  de  Ñápeles  y  d 
Duque  Juan,  hijo  del  Rey  Reynel ,  y  los  franceses 
que  en  Genova  precedían  habían  sido  vencidos  de 
los  ginoveses  y  de  los  caballeros  del  Duque  de  Mi- 
lán, Francisco  Esf  orza.  En  este  tiempo  murió  el  Rey 
Carlos  de  Francia,  cuyo  poder  y  fama  entonóos  mu- 
cho florescia  en  el  mundo,  y  sin  duda  Luís,  sucesor 
suyo,  no  sucediera  en  el  Royno,  sino  por  el  favor 
del  ínclito  Duque  Felipe  de  Borgofia,  el  qual  á  sus 
despensas  lo  tuvo  en  su  tierra  quatro  a&os  contra 
voluntad  de  su  padre,  como  dicho  es,  y  lo  fízo  co- 
ronar por  Rey  de  Francia  en  París,  el  qual  era  mu- 
cho amigo  del  Roy  de  Aragón,  y  cr ciase  por  todos 
según  los  grandes  beneficios  rescebídos  del  Duque 
de  Borgofia ,  que  jamas  debía  de  salir  de  su  querer 
y  voluntad,  al  qual  ni  espantó  la  ira  del  Rey  Carlos 
tan  poderoso,  ni  las  grandes  despensas  que  con  él 
fizo  lo  enojaron;  así  la  voluntad  de  todos  c&taba  su»- 
pensa  ante  quel  secreto  del  querer  del  Rey  Luis  ue 
conociese ,  creyendo  favorecer  al  Rey  Don  Juan  de 
Aragón,  á  quien  el  Duque  do  Borgofia  mucho  ama- 
ba. En  este  afio  murió  asímcsmo  Don  Carlos,  Prínci- 
pe de  Navarra,  cerca  de  la  ciudad  de  Barcelona, 
donde  entonces  los  ciudadanos  de  aquella  ciudad 
ovieron  de  declarar  la  maldad  concebida  contra  el 
Rey  do  Aragón ;  y  luego  comenzaron  á  deeir  é  afir- 
mar el  Principe  Don  Carlos  ser  muerto  por  yerbas  por 
su  madrasta,  la  malicia  do  los  quales  no  les  dexó 
acordarse  cuantos  afios  habia  quel  Príncipe  Don 
Curios  habia  que  padcscia  la  enfermedad  do  perle- 
BÍa,  de  la  qual  muchas  veces  habia  llegado  en  pun- 
to de  la  muerte ;  y  así  todos  unánimes  y  conformes 
tomaron  las  armas  para  revelar  á  su  Rey  y  Sefior; 
cu  el  qual  tiempo  muy  grandes  maldades  intenta- 
ron. Y  hiógo  el  Conde  de  l'aliarcs  con  mucha  gen- 
te de  Barcelona  puso  sitio  á  la  ciudad  do  Girona, 
queriendo  no  solamente  prender  á  la  Rcyna  y  al 
Príncipe  Don  Femando ,  su  fijo ,  que  ende  estaba^ 
mas  matarlos   si  haberlos  pudiesen.  Y  entre  las  | 


otras  maldades  atentaron  una  no  fecha  semejante 
fasta  entonces  en  el  mundo,  la  qnal  fué  que  sepul- 
taron al  Príncipe  Don  Carlos  en  forma  de  santo ,  y 
ficiéronle  altar,  y  pusiéronle  diadema,  y  buscaron 
hombres  pobres  á  quien  dieron  gran  suma  de  dine- 
ros tomando  dellos  estrecho  juramento  que  jamas 
este  secreto  revelasen,  de  los  quales  unos  se  fioie- 
ron  ciegos, otros  tullidos,  6  endemoniados,  y  otros 
de  muy  diversas  enfermedades,  que  viniesen  velar 
delante  del  Príncipe  Don  Carlos,  y  salidos  de  allí  pu- 
blicasen que  salian  sanos  cada  uno  de  la  enferme- 
dad que  tenía ;  esto  para  enemistar  al  Rey  y  á  la 
Reyna  con  todos  los  catalanes ;  y  como  á  nuestro 
Sefior  plaee  que  las  maldades  algún  tiempo  preval- 
gan y  no  puedan  para  siempre  permanecer  ni  que- 
den sin  penales  perpetrados  de  aquellas,  quiso  que 
un  capitán  de  los  que  principalmente  en  esta  mal- 
dad fueron  llamados  viniese  por  los  campos  de  Ur- 
gel  á  la  ciudad  de  Lérida  oon  cierta  gente,  porque 
la  ciudad  más  segura  estuviese  por  los  baroelone- 
ses,  al  qual  el  Ulustrísimo  Rey  de  Aragón  de  aven- 
tura encontró  y  peleó  con  él  y  lo  prendió  á  él  y  á 
muchos  de  los  suyos,  y  los  que  escaparon  subiéron- 
se á  una  alta  mon tafia,  y  pusiéronse  en  nn  castillo 
derribado  que  se  llamaba  el  oastillo  de  loe  Asnos; 
á  los  quales  todos  el  Rey  mandó  tomar  las  armas  y 
dezolos  ir  libres,  y  solamente  detuvo  al  malvado 
capitán,  el  qual  afirmaba  en  la  ciudad  de  Tarrago- 
na el  Príncipe  bon  Carlos  haber  fecho  muy  grandes 
milagros,  sanando  á  coxos  y  dando  vista  á  los  cie- 
gos, y  salud  á  todos  los  enfermos  que  venían  á  vi- 
sitar su  sepultura;  lo  qual  juraba  todo  ser  verdad. 
Y  como  después  de  su  vencimiento  el  Roy  viniese 
á  'íarragona  y  allífueso  traído  el  dicho  capitán  liga- 
do en  grandes  prisiones,  en  público  confesó  por  sen- 
tencia de  Dios  ser  venido  en  el  punto  en  que  estaba 
por  la  falsedad  que  habia  afirmado  por  juramento 
de  los  milagros  ya  diclios ,  falsamente  f abrieados, 
con  gran  suma  de  dinero  por  la  maldad  de  los  bar- 
celoneses, en  la  qual  él  habia  sido  compafiero  y  uno 
de  los  principales  fabricadores  de  aquella ;  por  la 
qual  confision  espontánea  el  Rey  lo  mandó  enfor- 
car,  y  sin  duda  los  barceloneses  no  quedaron  sin 
pena  de  la  maldad  así  por  ellos  falsamente  fabrica- 
da, á  los  quales  el  Rey  fizo  contino  cruel  guerra  por 
espacio  de  trece  afios,  en  el  qual  tiempo  el  Rey  ovo 
dellos  muy  grandes  vitónos,  y  fueron  infinitos 
muertos  de  los  catalanes,  y  finalmente  la  ciudad  de 
Barcelona  fué  tomada  por  el  Rey,  y  toda  la  provin- 
cia de  Catalufia  fué  puesta  so  la  obedíeneia  de  su 
cetro  Real ,  y  después  la  ciudad  de  Barcelona  se  le 
dio,  como  adelanto  se  dirá,  con  perpetua  infamia  y 
dafios  irreparables  de  los  barceloneses;  los  quales, 
de  muy  ricos  y  poderosos  que  antes  eran,  por  su 
maldad  fueron  tomados  pobres ,  flacos  y  mengua- 
dos, y  en  vano  demandaron  ayuda  del  Rey  Don 
Eurique,  al  qual  desde  el  comienzo  desta  rebelión 
habian  enviado  por  emboxador  u  Mesón  CoponoSi 
hombre  muy  astuto,  malicioso,  y  sin  vergüenza  y 
gran  elocuente. 


a 


C3BONIOA8  DB  LOS  BEYES  DE  CAfiPTILUL 


CAPÍTULO  XX. 


Del  Jiicimlento  de  Ooffa  Joaea,  lii  do  la  Reyna  Oofta  Juana ,  ae- 
gnnda  nager  del  Rey  D.  Knriqae,  y  de  la  veilda  del  Conde  de 
Annenaqae  á  Madrid,  y  de  la  tenida  de  los  KalMxadorea  de 
Barcelona  y  de  Aragón,  y  de  la  batalla  qne  ovleron  loe  del  An- 
dalucía con  el  Rey  de  Granada. 

Estando  el  Bey  Don  Enrique  en  Madrid ,  nació  á 
la  Beyna  Dofia  Juana  una  hija  que  .llamaron  Dofta 
Juana,  seyendo  Iob  mas  destos  Beynos  certificados 
de  la  impotencia  del  Boy  é  de  la  duda  de  la  Beyna, 
en  el  nacimiento  de  la  qual  el  Bey  mostró  tan  gran- 
de alegría ,  quanto  si  por  cierto  tuviera  sor  su  hija; 
y  mandó  hacer  muy  grandes  alegrías  y  fiestas.  En 
el  qual  tiempo  vino  allí  el  Conde  de  Armenaque, 
seyendo  mucho  aborrescido  del  Bey  Carlos  do  Fran- 
cia, y  no  menos  lo  fué  del  sucesor  Luis,  fijo  suyo, 
por  la  maldad  por  él  cometida  con  una  hermana  su- 
ya, en  la  qual  ovo  dos  hijos,  y  fuó  la  causa  de  su 
venida  por  haber  favor  del  Bey  Don  Enrique  en  bus 
fechos ,  y  fuó  padrino  desta  Dofia  Juana.  Y  enton- 
ces el  Bey  mandó  á  los  Grandes  deste  Boy  no  que 
jurasen  á  esta  Dofia  Juana  por  Princesa,  lo  qual  al- 
gunos hicieron  mas  por  temor  que  por  voluntad,  co- 
mo fuesen  ciertos  aquella  no  ser  fija  del  Bey,  y  otros 
no  lo  quisieron  facer,  y  algunos  ficioron  reclama- 
ción del  juramento ;  entre  los  quales  como  quiera 
que  á  Don  Luis  de  la  Cerda,  Condo  do  Medina  Celi, 
fueron  prometidos  mil  vasallos  porque  la  jurase  por 
Princesa ,  nunca  lo  quiso  facer.  En  esto  tionipo  vi- 
nieron al  Boy  embaxadores  do  Aragón  y  do  Barco- 
lona,  muy  diferentes  en  lo  que  demandaban ,  como 
los  aragoneses  demandaban  al  Bey  le  pluguiese 
guardar  las  confederaciones  fechas  cutre  cstoa  Ucy- 
nos y  quisiese  concordia  é  paz,  la  qual  á  todos  era 
muy  provechosa,  y  los  de  Barcelona,  con  artificiosa 
maldad ,  ofreciesen  al  Boy  el  scfiorio  do  Barcelona. 
T  estando  los  cosas  asi  suspensas,  el  Boy  moro  do 
Granada  conociendo  la  peresa  y  mala  gobernación 
del  Bey  Don  Enrique,  y  la  poca  guarda  que  en  el 
Andalucía  se  hacia ,  ayuntó  muy  grandes  gentes, 
asi  de  caballo  como  de  pió,  y  fueron  tantas,  que 
pensó  con  aquellas  poder  sobrar  á  toda  la  gente  del 
Andalucía ;  con  el  qual  exército  entró  por  la  parte 
de  Osuna;  de  lo  qual  como  el  Condo  de  Cabra,  Don 
Diego  de  Córdoba,  fuese  cortifícado,  luego  lo  envió 
facer  saber  áLuis  de  Pcmia,  Alcaydo  do  Osuna,  ca- 
ballero muy  esforzado  y  de  los  moros  mucho  temi- 
do; el  qual  luego  lo  envió  á  decir  á  los  de  Arcos  y 
Marchena,  y  á  todos  los  vecinos,  y  á  los  de  Córdoba 
y  á  los  de  Ecija  y  de  Xerez,  faciéndoles  sabor  el 
camino  quel  Boy  de  Granada  traia.  Y  Doií  Bodrigo 
Ponce  de  León ,  fijo  heredero  do  Don  Juan ,  Conde 
de  Arcos,  con  esa  gente  que  pudo  cabalgó  muy  pres- 
tamente camino  de  Osuna  y  falló  á  Luis  de  Pornia 
con  alguna  gente  de  caballo  que  andaba  recogiendo 
toda  la  mas  gente  que  podia ;  á  los  quales  vino  lue- 
go nueva  que!  Bey  de  Granada  con  todo  su  exército 
estaba  muy  cerca ,  y  que  páresela  locura  con  tan  po- 
ca gente  quanta  tenían  Don  Bodrigo  é  Lids  de  Por- 
nia esperar  tan  gran  muchedumbre  de  moros  quan- 


toselBeyde  Granada  traia;  y  asi  páresela  masM» 
gura  oosa  retraerse  y  esperar  gente,  que  haber  de  pe- 
lear; qne  todas  las  gentes  que  estos  dos  caballeros  po« 
dian  tener  podían  ser  fasta  trecientos  de  caballo  y 
seiscientos  peones,  y  eran  ciertos  el  Bey  de  Granada 
traer  mil  ó  quinientos  do  caballo  y  ocho  mil  peoneSi 
allende  de  quatrocientos  de  caballo  muy  escogidos 
qne  Andalla  Ambian  habia  llevado  por  correr  á  Eci- 
ja; y  con  todo  eso  Luis  de  Pemia ,  como  fuese  a^ 
ballero  muy  esforzado ,  parescióle  ser  mejor  tentar 
la  fortuna  que  haber  de  volver  atrás,  el  qual  dixo  su 
parecer  á  Don  Bodrigo  Ponce  de  León ,  el  qual  co- 
mo fuese  de  muy  poca  edad ,  que  apenas  le  eran  las 
barbas  salidas,  y  nunca  fasta  entonces  oviese  pelea- 
do ni  en  peligro  se  oviese  visto,  respondió  como  ca- 
ballero muy  esforzado ,  queriendo  seguir  las  pisa- 
das de  su  padre  y  de  aquellos  de  donde  venia ,  di- 
ciendo que  á  él  placía  mucho  de  seguir  el  consejo  de 
Luis  do  Pemia ;  y  Inego  fueron  á  tomar  un  paso  qne 
se  llamaba  el  Madroño ,  donde  ya  los  moros  llegaban 
y  algunos  habían  comenzado  á  ocupar  el  paso.  En 
este  tiempo  llegó  ende  el  Comendador  de  Cozalla, 
Diego  de  Castilla,  que  después  fué  Comendador 
mayor  de  Calatrava ,  con  diez  de  caballo,  y  juntóse 
con  los  dichos  caballeros ,  y  ovoso  en  la  batalla  va- 
lientemente polcando  y  esforzando  la  gente  como 
muy  buen  caballero ;  y  con  tan  grande  ímpetu  lle- 
garon á  pelear  con  los  moros  con  esa  poca  genio 
que  tenían ,  esforzando  los  suyos  y  peleando  tan  ani- 
mosamente ,  que  la  primora  batalla  do  los  moros  fué 
rompida,  y  en  aquella  entrada  Don  Bodrigo  Ponce 
fué  m  al  herido  en  el  brazo  derecho ,  pero  no  como 
mozo,  mas  como  veterano  caballero  mucho  mas  se 
esforzó  á  pelear  y  esforzar  los  suyos,  en  tal  manera 
que  los  moros  fueron  vencidos  por  el  esfuerzo  y  vir- 
tud defilos  caballeros,  y  asi  el  Boy  de  Granada  con 
muy  pocos  fué  huyendo,  y  loe  moros  por  diversas 
partes  recibieron  gran  dafio ;  y  mucho  mayor  lo  re- 
cibieran ,  si  la  noche  no  les  ayudara.  Y  en  tanto  que 
estas  cosas  se  facían ,  Andalla  Amblan  corria  el 
campo  do  Ecija ,  dondo  por  fierro  mas  de  trecientos 
hombres  mató  y  muchos  mas  matara,  si  la  gente  do 
caballo  do  Ecija  no  saliera ;  y  allende  desto  otro 
mayor  dafio  entonces  rcscibieron :  que  sobrevino  el 
Conde  do  Cabra  y  Llartin  Fernandez  do  Córdoba, 
Alcaydu  do  los  Dunceles,  y  Martin  Alonso  de  Mon- 
tomayor  con  mucha  gente  do  pió  y  de  caballo,  y 
fueron  en  siguimicnto  del  Bey  de  Granada  por  las 
faldas  del  monte  donde  mataron  y  prendieron  mu- 
chos raoroH,  y  usi  por  la  gracia  do  Dios  ó  por  el  es- 
fuerzo do  los  caballoros  ya  dichos,  el  Bey  de  Grana- 
da fuó  vencido  ,  y  la  tierra  del  Andalucía  quedó  sin 
recibir  el  dafio  que  esperaba. 

En  esto  tiempo  yo  el  dicho  Mosen  Diego  estaba 
en  la  ciudad  de  Palencia  donde  tenia  la  goberna- 
ción de  la  justicia  por  el  Boy;  y  conociendo  el 
desagrado  que  los  tres  Estados  destos  Beynos  te- 
nían de  su  gobernación,  temiendo  lo  que  despees 
ocaesció,  esciobi  á  Su  Alteza  la  siguiente  epístola: 
'  u  Muy  alto  ó  muy  ocelento  Principe ,  poderoso  Bey 
y  Sofior : 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


25 


»Oomo  todos  losderochoB,  mí  poaitiTOs  como  na* 
torales ,  á  todo  vasallo  apremien  y  obliguen  á  decir 
▼eidadása  Rey  y  Sefior  natural,  mayormente  en 
las  oosas  qne  de  tal  calidad  son  que  podrían  traer 
dafio  mengua  é  peligro  á  la  persona  Real  ó  al  bien 
coman  de  sos  Reynos ;  yo  aunque  el  menor  de  vues- 
tros subditos ,  teniendo  mi  lealtad  en  el  precio  que 
debo ,  por  la  presente  determiné  de  declarar  á  vues- 
tra Alteza  algunas  cosas  á  su  servicio  cumplideras, 
aunque  no  es  duda  muchas  veces  haya  traido  dafio 
á  los  que  las  dicen.  Pues ,  Illustrisimo  Príncipe,  á 
vuestra  Real  Majestad  suplico  no  quiera  haber  tur- 
bación en  lo  que  diré,  mas  con  ánimo  libre  lo  quie- 
ra mirar,  y  con  gran  discreción  remediar,  como  á 
tan  alto  Príncipe,  como  vos,  Sefior,  sois,  conviene 
acordándoos  del  Cesar  á  quien  acaesoió  que  como 
un  su  caballero  le  dixese  palabras  de  que  grande 
enojo  recibiese,  él  respondió  con  gran  paciencia: 
«á  tus  palabras  debemos  rísa;  á  nuestros  yerros 
emienda.»  En  lo  qne  diré  sea  menos  preciado  por  la 
poqueea  de  mi  estado  ó  mengua  de  autoridad,  ha- 
biendo memoria  de  Séneca,  que  dice :  ({no  te  mueva 
la  autoridad  del  que  fabla  ni  quien  es,  mas  lo  que 
dice  entiendes;  ni  haga  á  vuestra  Alteza  tan  ciega  6 
loca  osadia  yo  f  ablar  en  cosas  tan  altas ,  que  me 
•cuerdo  ser  hombre  y  vuestro  vasallo  y  no  tengo  ol- 
vidado á  Terenoio  que  dice:  «hombre  so;  de  las 
oosas  humanas  ninguna  pienso  ser  agena  de  mi.n 
Pues,  Principo  muy  onclaroscido,  os  asi  que  muchos 
de  los  grandes  de  vuestros  Reynos,  y  porque  mas 
verdad  diga,  la  mayor  parte  de  los  tres  Estados 
dallos  son  de  vos  mal  contentos  por  las  cosas  si- 
guieutes :  la  primera,  porque  para  la  gobernación 
de  tan  grandes  cosas  oomo  son  los  fechos  tocantes 
á  la  guerra  y  gobernación  destos  Reynos,  de  todos 
se  fioiese  poca  mención  y  si  alguna  parece  facerse, 
no  se  rescibe  consejo  de  quien  se  debia ;  la  segunda^ 
la  forma  que  tenéis  en  el  dar  de  las  «Unidades,  asi 
eclesiásticas  como  seglares,  que  dicen,  Sefior,  que 
las  dais  á  hombres  indinos,  no  mirando  servicios, 
virtudes,  linajes,  ciencias  ni  otra  cosa  alguna, 
salvo  por  sola  voluntad,  y  lo  que  peor  es,  que  so 
afirma  que  las  dais  por  dinero,  lo  qual ,  quanta  in- 
famia sea  á  vaestra  persona  Real ,  á  vuestro  claro 
juicio  asas  ha  de  ser  manifiesta;  tercera,  por  el 
grande  apartamiento  vuestro,  no  queriendo  oirá 
los  que  con  grande  necesidad  ante  vuestra  Alteza 
vienen;  quarta,  por  ser  todos  comunmente  mal  pa- 
gados de  lo  que  en  vuestros  libros  han ;  quinta ,  y 
no  menos  principal ,  que  todos  los  pueblos  á  vos  su- 
jetos reclaman  á  IMos ,  demandando  justicia  como 
no  la  hallan  en  la  tierra ,  y  dicen  como  los  coire- 
gidores  sean  ordenados  para  facer  justicia  y  dar  á 
cada  uno  lo  ques  suyo;  que  los  mas  de  los  que  hoy 
tales  oficios  exercen  son  hombres  imprudentes ,  es- 
candalosos, robadores  y  cohechadores,  y  tales  quo 
vuestra  justicia  públicamente  venden  por  dinero, 
sin  temor  de  Dios  ni  vuestro ,  y  aun  los  que  mas 
blasfeman  es  que  en  algunas  ciudades  é  villas  de 
vuestros  Reynos  vos  los  mandáis  poner,  no  los  ha- 
biendo menester  ni  seyendo  por  ellos  demandados, 


lo  qual  es  contra  las  leyes  de  vuestros  Reynos.  Poés 
con  ánimo  atento  oya  agora  vuestra  Alteza  mi  pa- 
recer, aunque  en  poder,  discreción  y  saber  sea  el 
menor  de  los  menores  de  vuestros  subditos;  en 
lealtad ,  amor  y  deseo  del  servicio  de  Dios  y  vues- 
tro y  bien  común  de  la  natural  tierra,  sin  duda, 
Sefior,  igual  del  mayor  do  los  mayores;  y,  Sefiori 
todo  hombre  es  de  oir,  porque  el  espíritu  de  Dios 
donde  quiere  espira,  y  muchas  cosas  se  callaron 
por  algunos  grandes  varones  que  se  dizeron  por 
otros  menores ,  y  oomo  el  filósofo  diga  que  las  co- 
sas contrarías  por  sus  contrarios  se  deban  curar, 
conviene  curarse  la  vieja  enfermedad  destos  Reynos 
con  todo  lo  contrario  que  hasta  aquí  se  ha  hecho; 
y  si  queréis,  Sefior ,  saber  quanto  vos  cumple  aques- 
te remedio  poner,  quered,  Sefior,  en  los  tiempos  de 
la  ociosidad  las  antiguas  y  modernas  historias  leer, 
y  fallareis  que  por  muy  menores  causas  de  las  ya 
dichas  se  perdieron  grandes  Reynos  y  Principes, 
que  dexando  agora  de  mencionar  troce  Reyes  go- 
dos que  en  Espafia  murieron  por  manos  de  sus  va- 
sallos por  su  mala  gobernación ,  do  quien  el  Arzo- 
bispo Don  Rodrigo  face  mención  en  su  corónica, 
parece  por  la  corónica  de  los  Royes  de  Francia  que 
el  Papa  Zacarias  privó  de  la  corona  del  Reyno  á 
Orífon,  hermano  de  Carlos  M artel,  y  puso  en  su 
lugar  á  Pepino ,  padre  de  Cario  Magno ,  y  asolvió  á 
los  franceses  del  juramento  y  homenage  que  á  él  te- 
nían fecho ,  oomo  so  nota  en  el  capítulo 

(1);  y  no  menos  acaesoió  á  Federi- 
co, Emperador,  al  qual  quitó  la  corona  el  Papa  Ur- 
bano por  indino  de  tanta  dignidad  como  parece  por- 
el  treceno  libro  de  la  Historia  Teutónica ,  y  si  que- 
remos agora  las  naciones  estrafias  poner  en  olvido, 
hayamos  memoria  del  Rey  Don  Fernando  de  Por- 
tugal ,  á  quien  fué  dado  coadjutor  para  la  goberna- 
ción del  Reynb  al  Conde  Dabelona,  su  hijo,  como 
parece  por  el  capitule  ...........  (2)  para 

lo  tomar;  y  si  todos  los  ya  dichos  en  olvido  pone- 
mos, no  dobemos,  Sefior,  olvidar  al  Rey  Don  Pe- 
dro, quo  fué  quarto  abuelo  vuestro ,  el  qual  por  su 
dura  y  mala  gobernación  perdió  la  vida  y  el  Reyno 
con  ella.  Pues  no  plega  á  Dios  semejante  caso  de 
los  ya  dichos  á  vos,  Sefior,  pueda  acontesoer,  para 
lo  qual,  Sefior,  evitar  conviene  tomar  los  caminos 
contrarios  que  fasta  aqui  lie  vastes,  lo  qual ,  Sefior, 
será  tan  ligero  á  vos  de  facer ,  quanto  á  ellos  os 
queráis  desponer.  Si  mas  osadamente  que  debo,  Se- 
renísimo Principo,  he  hablado,  vuestra  Majestad 
me  perdone ,  que  me  compelió  á  decir  lo  ya  dicho 
temor  de  ver  lo  que  nunca  aoaesca.  De  Falencia 
á  zz  do  Junio  del  afio  del  nacimiento  de  nuestro 
Redentor  de  mil  quatrodentos  sesenta  e  dos  afios; 
suplicando  á  nuestro  Sefior  que  asi  alumbre  vues- 
tro entendimiento  porque  ásu  servicio  en  paz  y 
concordia  gobernéis  estos  Roynos  quo  por  él  vos  fue- 
ron encomendados. 

(1)  EsU  eiU  esti  Un  nal  indicada  en  d  original,  que  no  es 
posible  adivinar  lo  que  so  ha  qoeridü  decir. 

(3)  Aquí  ocarrc  la  misna  dificnltad ;  se  ych  anas  abreviaturas 
Ininteligibles. 


26 


CEÓNICAS  DE  LOS  RB7ES  DE  0A8TILLA. 


CAPÍTULO  XXL 


lie  la  f  rma  «n  quo  la  eiudad  do  GibralUr  le  lomó  i  los  moroi,  y 
de  los  debates  que  sobro  esto  son  entre  el  Üuqae  Don  Joan  do 
Gazman  y  el  Conde  de  Áreos  Don  Juan  Ponee  de  León. 

£a  un  día  del  mes  de  Agosto  del  dicho  afio  acaes- 
ci6  que  un  moro  vecino  do  Gibrultar  llamado  Alí  el 
Carro,  se  vino  á  la  villa  do  Tarifa  y  se  tornó  Cliris- 
tiano;  el  qual  fabló  con  el  Alcayde  de  aquella  villa, 
que  se  llamaba  Alfonso  de  Arcos,  y  le  mostró  como 
pudiese  facer  una  entrada  á  los  moros  de  aquella 
oibdad,  y  de  tal  manera  se  lo  dizo,  que  conocieron 
ser  cosa  f acedera ,  y  luego  fabló  con  algunos  de  los 
de  la  viUa  y  les  dizo  lo  que  aquel  tornadizo  que  ya 
se  llamaba  Diego  el  Curro  le  habia  dicho,  y  concor- 
dó con  ellos  de  lo  ir  poner  en  obra ;  é  ayuntó  ochen- 
ta de  caballo  y  ciento  y  cinquenta  peones,  y  fuese 
para  Gibraltar;  y  repartiólos  por  la  forma  que  Die- 
go el  Curro  lo  habia  dado  y  mostrado;  y  salieron  do 
la  ciudad  tres  moros  atajadores  y  fueron  luego  pro- 
sos  y  puestos  al  tormento,  y  confesaron  que  todos 
ios  principales  de  la  ciudad  eran  idos  á  Málaga  por 
recebir  un  Rey  que  se  llamaba  Muley  Mahomad, 
que  de  Castilla  habia  entrado  con  docientos  de  ca- 
ballo con  favor  del  Roy  Don  Euriquo ;  é  que  eu  la 
ciudad  quedaba  muy  poca  gente,  y  el  principal  era 
J^Iahomad  Caba ;  y  Diego  el  Curro  dizo  al  Alcaydo: 
oSeftor,  ya  vedes  lo  que  estos  moros  dicen :  la  ciu- 
dad es  muy  grande,  y  está  ansí  despoblada,  y  creo 
que  ei  buen  recaudo  se  pone,  será  muy  ligera  de  to- 
mar ;  y  es  cierto  que  si  en  ella  gente  oviera,  alguno 
oviera  salido ;  y  pues  nuestro  Señor  vos  ha  fecho 
tanta  gracia  de  ser  vencido  en  tal  tiempo ,  debes 
ordenar  que  los  chistianos  de  la  comarca  vengan 
á  la  tomar.  Al  Alcaide  le  páreselo  bien  lo  que  Die- 
go el  Curro  decia,  y  luego  escrebió  á  la  ciudad  de 
Xerez  y  d  todas  las  villas  de  la  frontera  y  al  Conde 
Don  Juan  Ponce  de  León  que  estaba  en  Marchena 
y  á  Don  Juan  de  Guzman ,  Duque  de  Medina  Sido- 
nia,  que  estaba  en  Sevilla ;  y  los  que  primero  vinie- 
ron fueron  las  gentes  do  las  villas  do  Arcos  y  Me- 
dina y  Bejel  y  Alcalá  de  los  Ganzuics  y  Castellar;  y 
otro  dia  siguionto  llegó  allí  el  pendón  de  Xorcz  con 
quatro  cientos  de  caballo  y  muohos  peones ,  é  Gon- 
zalo do  Avila  con  él ,  que  era  buen  caballero  y  tenía 
el  corregimiento  de  aquella  ciudad;  y  quando  la 
gento  de  Xcres  llegó,  ya  hablan  combatido  la  ciu- 
dad la  gente  de  los  dichos  lugares  por  muchas  par- 
tes ;  y  por  la  parto  de  la  mar  combatieron  gentes 
de  algunos  navios  que  entonces  allí  se  hallaron ,  do 
los  quales  algunos  fueron  muertos,  y  otros  feridos, 
y  dos  barcos  tomados  por  los  moros ;  y  acabado  este 
combate,  estuvieron  en  gran  división  los  christia- 
no8,  porque  unos  decían  que  se  debían  partir  de  allí 
pues  los  moros  también  se  defendían  y  ellos  habían 
roscobido  asaz  dafio ;  otros  decían  ser  vergonzosa 
cosa  pues  tanta  gente  allí  estaba  y  esperaban  muy 
gran  socorro;  é  Diego  el  Curro  dizo  que  traían  muy 
mal  consejo  haberse  de  levantar  de  allí  teniendo  la 
gente  quu  allí  estaba  y  osporaitdo  el  socorro  quu  ha- 


bían Uamado,  y  quél  era  cierto  que  tomando  á  com- 
batir la  ciudad ,  sin  ninguna  duda  se  tomaría ;  y 
estando  en  este  debate,  un  moro  salió  de  la  ciudad 
y  so  vino  á  los  ohristianos,  y  Icm  «lixn  como  los  mo- 
ros estaban  muy  temerosos  de  haber  otro  combate, 
porque  en  la  ciudad  habia  muy  poca  gente  y  desa 
que  era  eu  el  combate  del  dia  pasado,  eran  algunos 
muertos,  y  otros  asaz  heridos,  con  la  qual  nueva  los 
ohristianos  fueron  mucho  alegres ;  y  como  en  la  ciu- 
dad fué  sabido  este  moro  ser  salido  creyendo  que 
diría  la  necesidad  en  que  estaban ,  acordaron  de  de- 
mandar habla  con  los  Alcaydes,  y  sacaron  ciertos 
capítulos  ordenados  ;  en  los  quales  se  contenia  que 
dándoles  libertad  de  sus  personas  y  de  sus  mujeres 
y  fijos,  y  que  pudiesen  ir  libremente  con  todos  sus 
bienes  al  Rcyno  do  Granada  y  que  le  pagasen  por 
su  valor  todo  lo  que  no  pudiesen  llevar,  asi  de  man- 
tenimientos como  de  otras  cosas ,  que  ellos  darían 
la  ciudad  y  fortaleza,  y  los  diesen  de  plazo  quatro 
días  para  facer  sus  líos  y  ataviar  sus  facicudas.  Y 
los  Alcaydes  respondieron  que  algunos  dellos  eran 
del  Rey ,  y  los  otros  eran  de  los  diohos  Sefiorea  Du- 
que y  Conde,  y  que  no  podían  facer  ningún  asiento 
y  por  esta  respuesta,  de  que  los  moros  fueron  no 
bien  contontos ,  se  volvieron  á  la  ciudad.  Y  estando 
las  cosas  en  esto  estado,  Don  Rodrigo  Ponce  de 
León  llegó  cerca  de  la  ciudad  oon  trecientas  lanzas, 
que  venía  á  más  andar ,  dezando  al  Conde  su  padre 
en  la  ciudad  de  Arcos ,  porque  venía  flaco  y  no  pudo 
tanto  andar;  y  el  Alcaydo  y  gente  de  la  ciudad  de 
Arcos,  como  supieron  la  venida  de  Don  Rodrigo» 
salieron  del  Real  á  se  juntar  con  él,  en  manera  que 
llevaba  eu  su  batalla  quátrocientos  y  cinquenta  do 
caballo ;  y  ante  que  Don  Rodrigo  llegase  á  la  ciu- 
dad, salieron  á  lo  rescebir  sin  gente  los  Alcaydes  y 
Caballeros  que  allí  estaban:  al  qual  ficieron  relación 
de  todo  lo  pasado,  y  Don  Rodrigo  determinó  de  lie* 
gar  á  la  puerta  de  la  ciudad  por  ver  la  dispusicion 
della ;  y  como  los  moros  de  la  ciudad  vieron  aque- 
lla gente,  dieron  voces  por  saber  quien  eran;  y  como 
les  fué  dicho  que  era  Don  Rodrigo  Ponce  de  León, 
hijo  mayor  del  Conde  de  Arcos,  plagóles  mucho, y 
enviáronle  á  demandar  seguro  para  fablar  con  él,  y 
él  se  lo  envió  por  la  venida  y  estada  y  vuelta  á  la 
ciudad ;  y  luego  salieron  Mahomod  Caba  y  otros 
cuatro  de  los  más  principales  y  le  dizeron :  «Sefior 
á  nuestio  Señor  ha  placido  que  esta  ciudad  sea  ve- 
nida en  tan  gran  necesidad,  que  vos  la  hayamos  de 
dar,  lo  qual  haremos  otorgándonos  los  capítulos  que 
á  los  caballeros  que  ante  de  vos  vinieron  demanda- 
mos *  ;  y  Don  Rodrigo  respondió:  «Yo  he  visto  es- 
tos capítulos,  los  quales  no  puedo  otorgar,  porque 
el  Conde  mi  Señor  y  mi  Padre  será  aquí  esta  noche 
ó  mañana  á  comer ;  y  asi  mismo  Don  Juan  de  Guz- 
man, Duque  de  Medina  Sidouia  que  son  parientes  y 
amigos  y  confederados ,  y  es  razón  que  ambos  á  dos 
rescibau  la  honra  de  la  tomada  desta  ciudad.  £  yo 
pediré  por  merced  á  los  dichos  Señores  que  los  quie- 
ran otorgar  esto  que  demandáis :  por  eso  volveos  á 
la  ciudad ,  y  si  acordáremos  de  combatilla  y  tomalla 
|)or  fuerza  no  estéis  con  fianza  do  mi  seguro,  que 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


no  faé  para  más  de  para  hablar  conmigo» ;  y  oon 
eata  respuesta  los  moros  se  volvieron  muy  tristes  á 
la  ciudad ;  y  como  Don  Rodrigo  se  volvió  por  el  ca- 
mino del  Real ,  los  caballeros  de  Xerez  no  fueron 
oon  él,  antes  se  volvieron  á  la  ciudad ;  y  Gonzalo 
de  Avila  habló  oon  Mahomad  Caba  díoiéndole  que 
bien  habla  entendido  aquellas  palabras  que  Don  Ro- 
drigo le  habla  dicho ;  el  qnal  era  caballero  que  se 
andaba  á  ganar  honra,  y  que  viniendo  el  Conde 
fuese  cierto  que  oombatírian  la  ciudad  y  la  toma- 
rían por  fuerza,  y  serian  cativos  ellos  y  sus  mujeres, 
y  quel  remedio  desto  era  que  lo  diesen  aquella  puer- 
ta y  las  otras  de  allá,  y  qucl  y  los  caballeros  que  allí 
estaban  la  defenderían  y  meterían  dos  mil  hombres 
que  allí  tenía  de  Xerez,  y  él  compliria  con  ellos  todo 
lo  que  hablan  demandado.  Y  con  esta  f  abla  los  mo- 
ros fueron  tan  atemorizados,  que  no  les  quedó  es- 
fuerzo ni  razón,  é  abrieron  luego  las  puertas.  T  los 
caballeros  de  Xerez  descabalgaron  para  entrar,  y 
como  Don  Rodrigo  iba  cerca  y  sintió  lo  que  los  ca- 
balleros de  Xerez  hadan ,  volvió  las  riendas  á  su  ca- 
ballo, y  vino  á  espuela  hita  con  toda  la  gonte  que 
traia,  y  llegó  tan  presto  que  pudo  entrar  en  la  ciu- 
dad antes  que  loe  caballeros  de  Xerez  se  pudieron 
dolía  apoderar;  y  en  muy  poco  espacio  tomó  las 
torres,  y  mandó  poner  su  bandera  sobre  la  puerta  y 
los  moros  fueron  f uyendo  hacia  la  fortaleza ;  y  la 
gente  de  Don  Rodrigo  firió  y  mató  algunos  del  los, 
y  prendieron  algunos ,  y  tomaron  muchos  lios  y  jo- 
yas y  apoderáronse  de  toda  la  ciudad ;  y  Don  Ro- 
drigo fizo  poner  estancias  contra  la  fortaleza,  por- 
que los  moros  no  pudiesen  salir  á  hacer  dafio  en  los 
christianos ;  y  esto  ansí  fecho  los  caballeros  de  Xerez 
con  toda  la  gente  del  real  se  vinieron  para  la  puer- 
ta de  la  ciudad  y  pedieron  por  merced  á  Don  Rodri- 
go que  les  diese  lugar  de  entrar,  pues  habían  mu- 
cho trabajado  y  habia  habido  malas  noches  en  el 
campo ;  y  á  Don  Rodrigo  plugo  dello,  y  mandóles 
abrir  las  puertas,  y  entraron  todos,  é  aposentáronse; 
y  luego  enviaron  ¿  demandar  albricias  al  Rey,  y 
otros  á  Sevilla  y  á  Córdoba,  y  á  todos  los  lugares  co- 
marcanos. Y  como  esta  nueva  llegó  al  Duque ,  con 
el  qnal  venia  Don  Enrique',  su  hijo,  y  Don  Pedro  de 
Estúfiiga,  su  hiemo ,  por  el  camino  donde  venía, 
anduvo  quanto  pudo ,  y  envió  dos  caballeros  de  su 
casa,  llamado  el  uno  Rodrigo  de  Ribera,  y  él  otro 
Poro  Suarez  á  Don  Rodrigo,  faciéndole  saber  el  pla- 
cer que  habia  habido  de  la  vitoria  que  Dios  le  habia 
dado,  rogándole  afectuosamente  que  le  pluguiese 
sobreseer  en  la  tomada  de  la  fortaleza  fasta  que  lle- 
gase; y  los  dichos  caballeros  qnando  llegaron  con 
esta  embazada,  hallaron  á  Don  Rodrigo  á  la  puerta 
de  la  fortaleza ;  el  qual  la  demandaba  á  los  moros ; 
y  como  los  moros  estuviesen  muy  temerosos,  res- 
pondieron que  les  plaoia  de  se  la  dar.  Y  oída  la  em- 
baxada  del  Duque  Don  Rodrigo,  respondió  á  si^ 
ombaxadorcs  que  como  quiera  que  la  fortaleza  so  le 
daba,  como  ellos  veiau,  que  á  él  plaoia  do  sobreseer 
fasta  que  el  Duque  viniese ;  y  luego  mandó  cabal- 
gar fasta  cinquenta  lanzas,  con  las  qualcs  salió  alo 
recebir,  y  desque  se  ovleron  f  ablado,  Don  Rodrigo 


27 

le  recontó  todas  las  cosas  pasadas  desde  que  allí  ha- 
bia venido,  y  como  el  Conde  su  padre  le  habia  man- 
dado que  así  ficiese  el  querer  y  mandado  suyo  como 
de  su  propia  persona ;  y  por  esto  como  quiera  que 
la  ciudad  se  le  daba ,  luego  como  á  ella  llegó,  él  no 
la  quiso  rescebir,  esperando  la  venida  suya  y  del 
Conde  su  padre ;  y  habíase  ofresddo  caso  en  que 
oviese  de  tomarla,  como  la  tomó,  y  que  le  pedia  por 
merced  que  le  pluguiese  sobreseer  en  la  tomada  del 
castillo  fasta  la  venida  del  Conde  su  padre ,  lo  qual 
le  temia  en  merced  porque  todos  oviesen  parte  de 
la  honra,  lo  qual  entre  ellos  así  quedó  concertado;  y 
como  en  el  punto  que  Don  Rodrigo  entró  en  la  ciu- 
dad esorebió  al  Conde  su  padre  la  forma  en  que  la 
habia  tomado,  el  Conde  envió  la  mesma  carta  al  Roy 
por  la  qual  fué  sabido  de  la  tomada  de  Gibraltar 
ante  que  de  otra  persona ,  de  que  el  Rey  ovo  gran 
plaoer  y  todos  los  que  lo  supieron ,  y  quedando  fe- 
cho el  asiento  ya  dicho,  el  Duque  secretamente  en- 
vió aqueUa  noche  á  hablar  oon  los  moros  á  Martin 
de  Sepúlveda,  haoién dolos  saber  que  si  más  espera* 
sen,  que  todos  serian  oativos  y  sus  bienes  tomados, 
y  quo  si  lo  diesen  la  fortaleza,  que  él  los  f aria  libres 
con  todas  sus  facicndas;  y  á  los  moros  plugo  desto, 
y  le  respondieron  que  se  lo  tenían  en  mucha  mer- 
ced ;  y  concertó  con  ellos  quo  otro  día  de  mafiana 
enviasen  á  decir  de  la  fortaleza  al  Duque  y  á  Don 
Rodrigo  que  lee  diesen  seguro  para  quatro  moros 
que  querian  f  ablar  oon  ellos ,  ol  qual  seguro  so  los 
dio,  y  venidos  Mahomad  Caba  y  con  él  otros  cinco 
moros,  dieron  una  carta  que  se  creía  el  Duque  haber 
mandado  ordenar  la  noche  de  antes,  por  la  qual  le 
facían  saber  que  ellos  y  los  moros  que  on  la  fortale- 
za estaban  la  tenían  tan  bien  proveída,  que  la  po- 
dían bien  defender  por  algún  tiempo;  pero  que  por 
reverenoia  del  Duque  y  por  haber  sido  muerto  el 
Conde  de  Niebla,  su  padre,  en  aquella  ciudad ,  les 
placía  de  entregar  á  él  aquella  fortaleza,  y  nó  á 
otra  persona  alguna;  á  lo  qual  Don  Rodrigo  con 
mucho  enojo  respondió :  quo  lo  que  los  moros  decían 
no  había  lugar  porque  era  cierto  que  desque  la  (du- 
dad se  tomó,  la  fortaleza  estaba  tomada,  y  por  ellos 
mesmoB  se  la  daban  si  la  él  quisiera  recebir;  y  que 
lo  pedia  por  merced  no  quísíose  ir  contra  lo  asenta- 
do, quol  Conde  su  padre  vendria  á  más  tardar  esa 
noche  y  que  pues  on  esperar  no  habia  íncon viniente 
alguno,  lo  pluguiese  que  la  toma  do  la  fortaleza  so 
detuviese  por  la  venida  del  Condo.  El  Duque  ree- 
pondió  que  él  había  de  dar  quenta  al  Rey  de  aquel 
caso,  y  que  si  algún  inconvíníente  oviese  en  no  to- 
mar la  fortaleza,  se  lo  podria  de  ello  seguir  gran  in- 
convíníente y  dafio ;  y  con  esto  dioso  orden  entro 
ellos  que  las  banderas  do  ambos  á  dos  viniesen  oon 
cada  cien  escuderos  á  pié,  y  juntas  las  pusiesen  en 
la  fortaleza  y  oon  la  del  Duque  que  iba  Martín  de 
Sepúlveda  y  con  la  de  Don  Rodrigo  Don  Diego,  su 
hermano;  y  ol  Duque  y  Don  Rodrigo  fueron  á  caba- 
llo ,  y  como  las  banderas  entraron  en  la  fortaleza, 
un  moro  demandó  la  bandera  del  Duque  y  dexabah 
la  de  Don  Rodrigo,  de  lo  qual  Don  Rodrigo  ovo  tan 
grande  enojo  que  puso  mano  á  la  espada  y  dio  un 


28 

golpe  al  Alféros  del  Dnque  en  el  brazo ,  que  le  fizo 
derribar  la  bandera  en  el  suelo,  de  lo  qud  el  Duque 
ovo  grande  enojo,  y  dixo  á  Don  Rodrigo  que  le  ro- 
gaba que  en  aquello  no  ovieee  mas.  Y  mandó  su- 
bir laa  banderas  juntas  ambas  á  dos,  y  luógo  entró 
la  gente  de  los  dicbos  Señores  y  se  apoderaron  de 
la  fortaleza  y  torres  de  ella ;  y  el  Dnque  mandó  que 
pocos  á  pocos  viniesen  á  la  fortaleza  muchos  de  los 
suyos,  diciendo  que  venían  por  la  mirar,  y  desque  so 
fallaron  dentro  bien  ducientos  del  Duque,  allende 
de  los  ciento  que  primero  entraron ,  comenzaron  á 
se  apoderar  do  la  torre  del  homenaje  y  do  las  otras 
principales  torres  do  la  fortaleza ,  lo  qual  Don  Die- 
go envió  á  facer  saber  á  Don  Rodrigo,  pidiéndole 
por  merced  lo  enviase  á  mandar  lo  que  fíciese ,  y 
Don  Rodrigo  cabalgó  y  fuese  para  la  fortaleza  y 
fabló  con  Don  Diego ;  y  sabido  todo  el  caso,  mandó- 
le que  tomase  la  bandera  y  con  toda  la  gente  que 
allí  tenía,  dexase  la  fortaleza  y  so  viniese  á  su  apo- 
sentamiento ;  lo  qual  Don  Diego  puso  asi  en  obra 
de  lo  que  todos  los  que  lo  vieron  ovieron  gran  des- 
placer, porque  temieron  los  inconvinientes  que  do 
aquellos  podrian  nasoer ,  como  detipuos  ix>r  la  obra 
páreselo.  De  lo  qual  el  Dnque  mostró  desplacer,  y 
envió  á  decir  á  Don  Rodrigo  que  se  maravillaba  del 
y  que  no  sabía  la  causa  ni  porque  habia  mandado 
sacar  su  bandera  de  la  fortaleza,  y  venirse  su  gente 
que  en  ella  estaban ;  á  lo  qual  Don  Rodrigo  respon- 
dió que  no  era  necesario  dar  la  causa,  pues  él  muy 
bien  la  conocía;  lo  qual  él  no  pudiera  pensar  ni  creer 
ri  por  obra  no  lo  viera,  y  que  no  queria  que  desquel 
Oonde  su  padre  viniese ,  hallase  su  bandera  y  su 
gente  debaxo  de  la  mano  de  la  gente  del  Duque.  Y 
esto  ansí  pasado ,  Don  Rodrigo  supo  como  el  Conde 
venia  y  saliólo  á  rescebir ;  y  como  quier  que  el  Du- 
que supo  bien  de  su  venida  y  oyó  sus  trompetas,  no 
salió  á  él ;  y  Don  Rodrigo  fizo  relación  al  Conde  de 
todo  lo  pasado,  y  después  de  ser  el  Conde  aposen- 
tado y  haber  cenado,  el  Conde  quiso  haber  consejo 
«on  Don  Rodrigo  y  con  los  otros  caballeros  princi- 
pales suyos,  que  allí  estaban,  de  lo  que  debía  facer; 
y  el  parecer  de  Don  Rodrigo  fué  que  pues  el  Conde 
veía  las  formas  que  el  Duque  en  aquel  caso  habia 
tenido,  y  como  no  habia  guardado  el  amistad  y  con- 
federación que  con  él  tenia,  y  habia  mostrado  claro 
el  enemistad  en  no  quererlo  salir  á  recebir,  le  pare- 
cía que  toda  cosa  debía  de  facer  contra  él  sin  re- 
proche alguno ;  y  la  venganza  de  esto  se  podía  muy 
ligeramente  tomar  si  á  él  le  placía,  porque  la  posa- 
da del  Duque  era  muy  cerca  de  allí  y  tvos,  Sefior, 
dixo ,  tenéis  aquí  mil  hombres  muy  buenos  y  bien 
apercobidos,  con  los  quinientos  de  los  quales  yo  iró 
á  su  posada  y  le  prenderé  ó  mataré,  y  los  otros  qui- 
nientos quedarán  con  vuestra  ¡Sefioria.  A  lo  qual  el 
Conde  respondió  alegremente  que  le  placía  de  lo 
que  decía ;  pero  que  le  parecía  que  no  se  debía  fa- 
oor;  porque  de  rompimiento  en  aquel  lugar  se  podria 
-  seguir  gran  deservicio  á  Dios  y  al  Rey;  y  pues  eran 
vecinos,  tiempos  vendrian  en  que  pudiesen  emen- 
dar, y  con  este  consejo  concordaron  Suero  Vázquez 
de  Hoscoso  y  Juan  Alonso  de  Mesa;  y  con  esto  cesó 


CRÓNICAS  DB  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


do  se  poner  en  obra  el  propósito  de  Don  Rodrigo; 
y  estas  cosas  ansí  pasadas,  el  Daqne  envió  á  rogar 
al  Conde  que  cabalgase  con  qnatro  ó  dnco  y  se  sa- 
liese á  una  plaza  que  era  cerca  de  las  posadas  de 
ambos  á  dos,  y  el  Conde  lo  fizo  así  y  el  Duque  co- 
menzó ase  disculpar  de  las  cosas  pasadas,  rogándole 
que  se  diese  medio  d  que  convenía  para  la  honra  de 
ambos  á  dos,  pues  que  los  moros  habían  querido  dar 
á  él  aquella  fortaleza,  habiendo  respeto  á  ser  muer- 
to en  aquella  ciudad  el  Conde  Don  Enrique  su  pa- 
dre ,  é  que  á  él  le  pluguiese  dello;  y  que  para  dar  el 
medio  que  convenia,  se  diesen  quatro  caballeros, 
dos  de  cada  parte,  y  quel  estaria  por  lo  quellos  sen- 
tenoiasen.  A  lo  qual  el  Conde  respondió  que  en  esto 
no  habia  lugar,  porque  según  las  cosas  pasadas  si 
Don  Rodrigo  quisiera  no  obedecer  el  mandado  su- 
yo, en  facer  todo  lo  que  él  quisiese ,  que  él  pudiera 
haber  bien  tomado  la  fortaleza,  como  el  Duque  s»- 
bia,  y  que  per  esto  no  le  paresoia  que  pudioso 
haber  buen  medio  en  este  caso ;  y  sobre  esto  pasa- 
ron entrellos  algunas  palabras  de  enojo,  pero  hones-> 
tamente ,  y  así  se  partieron ,  y  cada  uno  dallos  se 
fué  á  su  posada  ;  y  otro  día  el  Conde  y  Don  Rodri- 
go se  partieron  de  la  ciudad  con  toda  su  gente,  y 
asentaron  su  real  en  Quadiaro,  ques  cerca  de  la  ciu- 
dad ;  y  el  Conde  envió  á  dedr  al  Duque  que  lo  es- 
peraba en  aquel  campo  do  le  f  aria  conocer  el  error 
que  habia  fecho  en  haber  quebrantado  su  amistad  y 
alianza  en  la  forma  que  á  todos  era  notoria.  Y  el 
Conde  estubo  allí  tres  días;  en  el  qual  tiempo  el 
Duque  no  vino  ni  respondió  cosa  alguna,  y  el  Conde 
se  partió  para  Sevilla,  y  desde  allí  siempre  queda- 
ron resabiados  y  se  siguieron  entrellos  muy  grandes 
contiendas  y  muertes  y  daños.  Y  sabido  por  el  Rey 
todo  el  caso ,  envió  á  mandar  al  Duque  so  grandes 
penas  que  luego  entregase  la  ciudad  do  Qibraltar  y 
BU  fortaleza  á  Pedro  de  Porras,  natural  de  Córdoba, 
criado  suyo ,  al  qual  el  dio  el  alcaydia.  Y  visto  el 
mandamiento  del  Rey  y  sabido  como  había  man- 
dado provisiones  para  el  Conde  y  para  todas  las  ciu- 
dades é  villas  del  Andalucía,  que  le  diesen  favor  y 
ayuda  para  tomar  aquella  ciudad  si  el  Duque  no  la 
quisiese  entregar,  el  Duque  entregó  la  ciudad  y  for- 
taleza á  Pedro  de  Porras,  el  qual  la  tovo  algún 
tiempo  por  el  Rey ,  el  qual  juró  de  nunca  enagenar 
de  la  Corona  Real  aquella  ciudad  y  fortaleza  el  con- 
trario de  lo  qual  no  muohos  días  después  puso  en 
obra.  \ 

CAPITULO  XXII. 

Do  CODO  los  Hoyos  Luis  de  Francia  y  Don  Enriqae  do  Castilla  se 
vieron  en  Sao  Juan  do  Lnx,  y  do  la  cmbtxada  del  Rey  de  lo- 
tflalcrra  en  oslo  tiempo  venida  al  Itey  Don  Enrique. 

En  el  mes  de  Enero  del  afio  de  nuestro  Redentor 
de  mil  y  quatrociontos  y  sesenta  y  tres  años  se 
concertó  vista  de  los  Reyes,  estando  el  Rey  Don 
Enrique  en  Navarra ;  y  dexando  allí  al  Arzobispo 
de  Toledo  se  partió  para  Segovia ,  porque  las  cosas 
so  dilatasen  por  dos  meses ;  y  Don  Alonso  de  Silva, 
que  después  fué  Conde  de  Cifuentes,  haciendo 
guerra  á  Valencia  y  los  catalanes  y  barcelonetKM, 


tíEltOftlAL  DB  biVEBSAS  HAZAJ^AS. 


29 


oíreoiAn  al  Anobispo  grandes  dádivaB  de  oro  y 
plata  porqne  los  f  ayoresciese ,  la  qual  no  pudieron 
oon  él  acabar  y  comenzaron  laego  mover  otras  co- 
sas nuevas.  En  este  tiempo  embajadores  de  Duar- 
te,  hijo  del  Duque  de  Torcaí  que  ya  so  llamaba  Roy 
de  Inglaterra,  menospreciando  á  Enrique,  que  an- 
tes del  fué  Uey,  vinieron  al  Roy  Don  Enrique  en  la 
ciudad  de  Burgos  demandando  perpetua  amistad 
suya^  como  en  el  tiempo  del  Rey  Don  Pedro  se  te- 
nia, la  qual  amistad  páresela  ser  muy  provechosa 
á  las  dos  partes.  Y  como  el  Rey  Don  Enrique  tu- 
viese gran  odio  al  Rey  Don  Juan  de  Aragón,  á 
quien  el  Rey  Luis  de  Francia  páresela  entonces  f  a- 
vorescer,  oida  la  embazada  de  los  Ingleses  tovo 
suspensa  la  respuesta,  hasta  ver  como  suoedia  la 
f  abla  con  el  Rey  de  Francia ;  y  mostró  placerle  mu- 
cho do  la  amistad  del  Roy  do  Inglaterra;  pero  puso 
algunas  limitaciones  y  condiciones  tales  á  que  con- 
venta respuesta  del  Rey  de  Inglaterra,  porque  en 
este  medio  tiempo  se  conociese  lo  que  mas  le  con- 
venia  facer.  T  en  el  mes  de  Marzo  del  mesmo  afio 
el  Ar2obispo  de  Toledo  y  el  Marqués  de  Villena  so 
fueron  á  Bayona,  donde  vinieron  el  Maestre  do  Mon- 
tosa Don  Luis  del  Pucho,  y  Mosen  Pierrcs  de  Peral- 
ta, ya  CJondestable  de  Navarra,  para  que  en  uno  en- 
tendiesen en  las  cosas  de  Catalufia  y  de  Navarra  y 
en  todas  las  otras  contiendas  en  quel  Rey  de  Fran- 
cia habia  de  intervenir ;  y  la  Reyna  Dofta  Juana, 
muger  del  Rey  de  Aragón,  á  quien  era  dado  poder 
del  Rey  su  marido  para  en  todo  dutonninar,  traba- 
jaba con  todas  sus  fuerzas  por  guardar  la  honra  de 
su  marido,  y  asi  la  porfiaban  y  acrecentaban ;  pero 
al  fin  parecióle  que  debia  todo  dexarlo  só  la  fe  del 
Rey  de  Francia ,  mayormente  como  viese  al  Arzo- 
bispo y  al  Almirante  estar  en  voluntad  de  se  partir 
de  Bayona  y  las  cosas  dafiarse ;  pero  todavía  de- 
terminóse só  la  forma  siguiente,  es  á  saber:  quel 
Rey  Don  Enrique  se  dexase  de  favoresoer  ni  ayu- 
dar á  los  barceloneses,  y  que  llamase  toda  la  gente 
que  en  Catalufia  y  en  Aragón  y  en  Valencia  f  acia 
guerra  por  su  mandado,  y  que  en  Navarra  el  Rey 
Don  Enrique  tuviese  la  villa  d'Estella  con  su  tier- 
ra, y  que  la  Reyna  Dofta  Juana  cstubiese  en  la  villa 
de  Larago,  y  quel  Arzobispo  de  Toledo  la  guarda- 
se, y  quel  Rey  do  Aragón  nunca  demandase  los 
treinta  mil  florines  de  oro  quel  Rey  Don  Enrique 
era  obligado  de  le  pagar  perpetuamente  por  el  pa- 
trimonio y  rentas  que  en  el  Reyno  de  Castilla  hábia 
dexado.  El  Rey  de  Francia  llegó  á  San  Juan  de  Luz 
en  fin  del  mes  de  Abril,  y  con  él  el  Duque  de  Berri, 
0n  hijo,  y  el  Arzobispo  de  Toledo,  y  el  Conde  de 
Fox,  y  un  fijo  suyo.  Principe  de  Navarra,  nieto  del 
Bey  de  Aragón,  y  el  Duque  de  Borbon ,  y  el  Almi- 
rante de  Francia ,  y  el  g^an  Mariscal,  y  otros  mu- 
chos nobles  caballeros  y  dos  Obispos;  losquales  to- 
dos venían  no  ricamente  guarnidos.  El  Roy  Don 
Enrique  llegó  con  gente  muy  maravillosa  y  muy 
ricamente  ornada;  é  iban  con  él  el  Marqués  de  Vi- 
llena  y  el  Maestre  do  Alcántara  y  los  Condes  de 
Santa  Marta  y  Osomo,  y  el  Mariscal  Garcia  de  Aya- 
la,  é  Juan  de  Vivero,  que  después  fué  Vizconde  de 


Áltamira,  y  el  Conde  de  Ledesma  Don  Baltasar  de 
la  Cueva,  entre  los  quales  este  sobraba  á  todos  en 
riqueza;  y  en  el  viage  este  hizo  mayor  •despensa 
con  el  Arzobispo  de  Toledo.  Venian  muchos  nobles 
hombres  entre  los  quales  fueron  el  Conde  de  Riba- 
deo,  Gómez  Manrique  y  Juan  de  Albornoz,  Señor  de 
Torralba  y  Beteta ;  y  los  Reyes  se  vieron  alegremen- 
te,  y  hablaron  algún  poco  público,  y  todos  los  qno 
eran  presentes  pensaron  que  desde  aUi  la  paz  queda- 
ba perpetua  para  siempre  entrellos ;  pero  alU  el  Rey 
de  Francia  pareció  menospreciar  el  amistad  del  Du- 
que de  Borgofta,  por  respeto  de  la  qual  páresela  de- 
biese ayudar  al  Rey  de  Aragón,  y  con  tiránica  vo- 
luntad menospreciando  la  convenenoia  ,'que  estaba 
entre  él  y  el  Rey  de  Aragón,  no  solamente  quiso 
ocupar  á  Perpifian,  masía  ciudad  de  Ufian, y  todos 
los  lugares  del  Condado  de  Ruisellon,  lo  qual  el 
Roy  do  Aragón  no  pudo  sufrir ;  y  como  la  Reyna 
quedase  detenida  on  poder  del  Arzobispo ,  la  villa 
de  Eetella  no  se  entregó  al  Rey  Don  Enrique,  y  las 
gentes  que  estaban  en  Catalufia  y  en  Aragón  y  en 
el  Reyno  de  Valencia  se  vinieron  en  Castilla,  y 
quedó  la  guerra  contra  los  do  Barcelona,  y  no  se 
perdió  la  esperanza  do  la  reconciliación  venidera 
por  los  casamientos  que  ya  eran  hablados,  que  Do- 
fia  Juana,  hija  del  Rey  de  Aragón,  cosaso  con  Don 
Alonso,  Príuoipe  de  Castilla,  y  Dofia  Isabel,  Infan- 
ta de  Castilla,  con  Don  Femando,  Principe  de  Ara- 
gen,  En  este  tiempo  ovo  gran  oontienda  entre  los. 
dos  Arzobispos  de  Santiago  y  de  Sevilla,  tio  y  so- 
brino de  un  mismo  nombre,  porque  con  la  gran  pri- 
vanza que  este  Arzobispo  viejo  de  Sevilla  Don  Alon- 
so de  Fonseca  ovo  oon  el  Rey  Don  Enrique,  pu- 
do haber  el  arzobispado  de  Sevilla  para  su  sobrino, 
y  quedó  él  con  el  otro  de  Santiago,  lo  qual  él  fizo 
con  intención  de  llevar  las  rentas  de  ambos  á  dos 
estos  arzobispados.  Y  como  ya  estuviese  fuera  de 
la  privanza  que  solia,  y  le  fuese  dicho  por  i^gnnos 
adevinos  á  quien  él  daba  mucha  fe ,  que  jamas  él 
no  ternaria  en  la  privanza  sino  tomaba  el  Arzobis- 
pado de  Sevilla,  para  osto  proouró  quel  sobrino 
oviese  el  Arzobispado  de  Santiago,  y  él  retomase 
en  Sevilla,  lo  qual  como  fuese  al  sobrino  muy  mo- 
lesto, trabajó  quanto  pudo  por  quedar  en  Sevilla,  y 
ovo  entrellos  tan  gran  desconcordia,  que  della  se  si- 
g^uieron  grandes  dafios  y  males  en  la  ciudad  de  Sevi- 
lla y  en  otras  partes  destos  Reynos,  porque  el  Arzo- 
bispo viejo  era  mucho  desamado  del  pueblo,  y  el 
nuevo  mucho  amado,  porque  en  el  tiempo  de  la  ca- 
restía habia  dado  niucho  pan  ala  ciudad,  y  habíase 
con  todos  muy  humana  y  graciosamente ;  y  el  viejo 
mandaba  cargar  su  pan ,  algunos  afirman  que  para 
tierra  de  moros,  otros  para  otras  diversas  partes ;  y 
con  todo  eso  el  sobrino,  como  fuese  hombre  de  gran 
conciencia  y  viese  grandes  dafios  aparejados,  oomo 
quiera  que  pudiera  quedar  en  Sevilla  según  la  par- 
te que  en  ella  ienia  y  las  fuerzas  de  la  ciudad,  qui- 
so dar  lugar  al  tio  para  retornar  on  Sevilla,  y  él 
quedó  en  Santiago,  donde  rescibió  grandes  trabajos 
ypeligros,y  aun  hoy  no  está  fuera  dallos.  En  el 
dicho  afio  Don  Pedro  Girón,  Maestre  de  Oalatrava| 


ao 


CRÓNIOAS  DE  LOS  RETBS  DE  OA&mLLA. 


ganó  de  los  moros  la  villa  de  Archidona  por  indus- 
tria y  trabajo  del  buen  caballero  Lais  de  Pemiai  á 
lo  qual  ayudó  mucho  Don  Diego  de  Oórdoba,  Ck>n- 
do  do  Cabra,  el  qnal  en  persona  vino  allí,  y  con  toda 
su  casa  estuvo  ende  á  sus  propias  espensas  fasta 
que  se  ganó. 

CAPÍTULO  XXIIL 

De  como  el  Rey  Don  Alonso  de  Porto  gal  toind  por  fnerzn  de  ar- 
mas la  ciudad  de  Arcila  do  los  moros,  y  la  ciudad  de  Taojar  por 
ellos  desamparada. 

Ovo  próspero  viento  Don  Alonso  de  Portugal,  y 
mandó  d  los  marineros  que  tomasen  la  via  de  Arcila, 
con  esperanza  de  la  haber,  como  el  Rey  Don  Juan 
su  abuelo  tomó  la  ciudad  de  Ceuta,  y  él  oviese  to- 
mado de  los  moros  la  villa  de  Alcázar  Saguer.  T 
llegado  á  la  ribera,  fué  certificado  do  la  ciudad  ser 
salida  alguna  gente  do  caballo  que  Mubizeque,  Rey 
de  Túnez,  habia  mandado  llamar ,  el  qnal  por  trai- 
ción habia  muerto  al  Rey  su  Sefior,  y  habíase  apo- 
derado del  Royno ,  y  con  el  Rey  Don  Alonso  iban 
muchos  caballeros  castellanos  ¡  y  como  los  portu- 
gueses sean  de  natura  muy  soberbios,  pensando  de 
ganar  el  mayor  honor  del  mundo ,  no  sabiendo  el 
puerto,  entraron  sin  orden,  donde  algunos  navios 
86  perdieron,  en .  que  murieron  mas  do  trecientos 
portugueses ;  y  sin  duda  si  los  do  la  ciudad  gente 
de  caballo  tuvieran,  el   Roy  de  Portugal  pudiere 
recibir  gran  daño ;  mas  como  todos  estuviesen  á  pió, 
y  oviesen  gran  temor  de  los  tiros  de  pólvora ,  no 
pudieron  defender  que  la  gente  de  la  flota  no  toma- 
so  puerto  en  tierra,  y  así  el  Roy,  y  no  con  muchos 
decendió  en  tierra  y  dio  muy  gran  priesa  en  man- 
dar asentar  las  lombardas,  y  en  mandar  armar  los 
trabucos  é  ingenios,  y  mandó  combatir  la  cibdad, 
como  ya  toda  la  gente  suya  estuviese  junta  y  los 
moros. muy  temerosos,  y  en  al  no  pensasen,  salvo 
en  defender  los  muros,  de  los  quales  en  el  primero 
combate,  que  fué  el  segundo  dia  que  allí  llegó,  una 
parte  fué  derribada,  y  por  allí  la  gente  del  Roy, 
puestas  escalas,  tomó  el  muro,  y  los  moros,  no 
esperando  remedio,  se  juntaron  todos  en  la  plaza 
con  pocas  armas  que  tenían.  Los  cliristianos ,  así 
castellanos,  de  que  muy  gran  parte  allí  habia,  como 
portugueses,  fueron  f erir  en  los  moros,  de  los  qua- 
les muy  gran  parte  allí  murió ;  y  como  uno  dellos 
viese  al  Conde  de  Marialba  ricamente  armado,  pen- 
sando que  fuese  el  Rey ,  tan  de  súpito  se  vino  para 
él,  que  ante  que  fuese  socorrido  el  Conde  fué  muer- 
to, lo  qual  fué  causa  que  ninguno  de  los  moros  que- 
dase á  vida,  salvo  los  mozos  y  mozas  y  nifios.  Y 
luego  la  ciudad  fué  tomada  á  sacomano ,  lo  qual 
acaesció  en  veinte  y  quatro  días  de  Agosto  del  afio 
de  nuestro  Redentor  de  mil  y  qnatrocientos  y  se- 
tenta y  un  afios ,  lo  qual  sabido  por  los  moros  de 
Tánjar  teniendo  ciudad  muy  fuerte  y  bien  murada 
y  torreada,  concebieron  tan  gran  temor  del  caso 
acaescido  en  Arcila,  que  desampararon  su  ciudad; 
y  el  Rey  de  Portugal  dexando  el  recaudo  que  debia 
en  Arcila,  so  partió  para  Tónjar,  y  como  la  hallaso 


desamparada  y  sin  defensa,  ocupóla  y  puso  en  ella 
la  gente  y  pertrechos  y  vituallas  que  le  páreselo 
bastar  para  su  defensa,  y  rescibió  só  tributo. los  lu- 
gares cercanos  do  aquellas  ciudades.  En  esta  ciu- 
dad de  Tánjar,  en  el  afio  de  mil  é  qnatrocientos  y 
treinta  y  siete  afios ,  los  Infantes  Don  Enrique  y 
Don  Femando,  tíos  deste  Rey  Don  Alonso ,  ovie- 
ron  muy  adversa  fortuna,  queriendo  tomar  aquella 
ciudad  por  el  poco  saber  y  gran  soberbia  de  los 
portugueses  ;  é  allí  fueron  desbaratados,  y  fué  pre- 
so y  cativo  el  Infante  Don  Fernando ,  y  fué  deza- 
da  en  salvo  toda  la  otra  gente  é  así  vitorioso  este 
Rey  Don  Alonso,  con  gran  triunfo,  se  tomó  en  su 
tierra,  dexando  todos  los  castellanos  que  en  aquel 
caso  le  hablan  bien  servido. 

CAPÍTULO  XXIV. 

Do  como  el  Rey  acordó  de  dar  el  Mtestratgo  de  Santiago  al  Conde 

do  Ledcsna  Don  Deliran. 

En  esto  tiempo,  las  Bullas  del  Maestrazgo  de  San- 
tiago para  Don  Beltran  de  la  Cueva  llegaron  á  Se- 
govia,  estando  ende  el  Roy  Don  Enrique,  donde  el 
Marqués  de  Villena  Don  Juan  Pacheco  trabajó  por- 
que no  se  lo  diosen  y,  quanto  no  pudo,  trabajó  por 
ajuntar  á  sí  todos  los  grandes  por  traer  en  efoto  la 
punición  y  castigo  del  Rey  y  de  sus  scquaces  como 
muchas  veces  se  habia  pensado,  los  quales  consin- 
tieron  en  ello,  salvo  el  Marqués  de  Bantillana  y  toda 
la  casa  de  Mendoza ;  el  qual  con  su  cosa  seguró  al 
Rey  Don  Enrique;  y  luego  el  dicho  Marqués  de 
Villena  se  salió  de  Segovia,  y  de  aquí  comenzaron 
las  revueltos  do  Castilla  que  se  dice  la  desampa- 
raron. 

CAPÍTÜTX)  XXV. 

De  como  cl  coroolsta  Alonso  de  Palencia  fué  enviado  ca  Doma  por 
facer  saber  al  Santo  Padre  la  dura  y  áspera  gobernación  que 
el  Rey  Don  Enrique  en  estos  Rcynos  tenia,  y  oe  la  deliberación 
del  Principe  Don  Alonso,  hermano  dci  Rey  Don  Enrique,  y  de 
los  Jueces  que  fueron  puestos  para  entender  en  laa  divisiones 
del  Ueyno,  y  de  la  revocación  del  Maestrazgo  fecha  A  Don  Dd- 
tran  de  la  Cueva. 

En  tanto  que  estos  cosas  se  facían,  Alonso  de 
Palencia,  coronista,  fué  enviado  á  Roma  por  facer 
saber  al  Banto  Padre  la  forma  que  el  Rey  Don  En- 
rique en  la  gobernación  destos  Reynos  tenia,  el  qual 
falló  ende  á  Pedro  de  Solis ,  protonotario  del  Papa, 
que  después  fué  obispo  de  Cáliz ,  procurador  del 
Rey  Don  Enrique  y  del  Marqués  de  Villena ,  cuyo 
criado  él  era,  y  Antón  de  Paz,  procurador  del  Conde 
de  Placencia ,  y  el  Dean  de  Salamanca,  procurador 
del  Arzobispo  de  Toledo,  y  Juan  Fernandez  de  Si- 
guenza,  procurador  del  Arzobispo  de  Santiago ;  los 
quales  todos  eran  grandes  letrados  y  de  grande 
autoridad,  los  quales  cometieron  la  narración  de  los 
negocios  de  Castilla  al  dicho  Alonso  de  Palencia, 
por  ser  hombre  muy  elocueiite  y  haber  muy  ente- 
ramente noticia  de  las  cosas  de  Castilla,  y  junta- 
mente ganaron  del  Santo  Padre  que  un  griego, 
Obispo,  Cardenal  Tnsnaluno,  y  Quillermo,  fran- 


UteUOttlAL  DE  DIVERSAS  HAZAf^A& 


ftl. 


oe0,  Obispo  Cardenal  de  Obíío,  por  antoridad  dol 
Sanio  Padre  ojeeon  cierta  acnaacion  que  el  Roy  Don 
Enrique  del  Arzobispo  viejo  de  Sevilla  faoia,  y  á 
ellos  oyesen,  no  solamente  para  escnsar  al  Arzobis- 
po, mas  para  acusar  al  Bey  de  los  crimines  y  ece- 
sos  por  él  cometidos ,  la  qnal  narración  Alonso  de 
'Falencia  fizo  á  los  dichos  jneces  elegante  y  pmdon- 
temente  ;  y  vista  por  ellos ,  como  quiera  qne  antes 
de  entonces  los  Oardenales  nsando  de  la  condición 
carial,  favoreciesen  la  parte  del  Roy  Don  Enrique, 
creyendo  ser  mas  poderosa  que  la  de  los  caballeros 
querellantes,  pero  después  que  fueron  certificados 
de  los  muchos  Grandes  que  al  Rey  contrallaban,  y 
de  las  cosas  por  él  cometidas,  vinieron  á  considera- 
ción de  la  gran  paciencia  que  en  tan  grandes  cri- 
mines se  habia  habido  y  la  calidad  vergonzosa  do 
aquellos,  comenzaron  A  aprobar  la  lealtad  y  bondad 
de  los  grandes  querellantes,  deseando  en  lo  comen- 
zado perseverasen  porque  fuese  corregida  la  tirá- 
nica gobernación  del  Rey  Don  Enrique:  lo  qual 
visto  por  el  Roy,  comenzó  á  temer ;  é  como  sea 
cierto  que  ninguna  cosa,  según  sentencia  do  Séneca, 
haga  temeroso  el  corazón  salvo  la  vida  reprehensi- 
ble, luego  deliberó  al  Inf  anto  Don  Alonso,  su  her- 
mano, el  qual  tenia  preso  en  el  Alcázar  do  Segovia 
en  gran  peligro  de  su  persona,  el  qual ,  según  fama, 
algunas  vocee  tentó  do  matar  con  yorvas  la  Reyna 
Dofia  Juana  su  muger ,  lo  qual  se  croe  fué  puesto 
en  obra,  salvo  por  la  diligencia  y  bondad  de  Peru- 
cho Vizcaino,  Alcayde  del  Alcázar  de  Segovia ;  á  la 
qnal  deliberación  mucho  amonestó  al  Rey  Alvar 
€k)raez,  su  secretario,  cuya  sentencia  mucho  por  en- 
tonces el  Rey  aprobaba;  después  de  lo  qual  un 
ayuntamiento  de  los  Grandes  se  ñzo  en  la  villa  de 
Duefias,  que  en  aquellos  dias  fué  tomada  por  Don 
Alonso ,  prefuogénito  del  Almirante  Don  Fadrique, 
por  Juan  de  Vivero ;  y  allí  se  acordó  f  abla  destos 
Grandes  con  el  Rey  Don  Enrique  cerca  de  la  villa 
de  Cabezón,  en  la  qual  fabla,  después  de  grandes 
alteraciones,  se  hizo  compromiso  en  el  qual  fueron 
puestos  por  jueces  de  todos  los  debates  que  oran 
entre  el  Rey  y  el  Príncipe  Don  Alfonso  y  los  Gran- 
des deste  Reyno,  en  manos  de  Don  Pedro  de  Velasco, 
primogénito  del  Conde  de  Haro,  y  de  Don  Gonza- 
lo de  Sayavedra,  Comendador  mayor  de  Monte  Al- 
ban,  en  el  Reyno  de  Aragón,  de  la  Orden  de  San- 
^HS^  1 7  por  parte  del  Príncipe  Don  Alonso  y  los 
Grandes  que  lo  seguían,  el  Marqués  de  Villena  Don 
Juan  Pacheco,  y  Don  Alvaro  d'Estufiiga,  y  junto 
con  ellos  Fray  Alonso  de  Oropesa,  General  de  la 
Orden  de  San  Gerónimo ,  que  era  varón  de  gran 
ciencia  y  de  honesta  vida ;  los  quales  pudiesen  di- 
finir todos  los  debates  que  eran  entre  el  Rey  y  el 
Príncipe  su  hermano  y  los  grandes  de  sus  Reynos, 
y  qne  antes  de  toda  cosa  Don  Deltran  de  la  Cueva 
.  renunciase  el  Maestrazgo  de  Santiago  en  manos  del 
Sanóte  Padre,  al  qual  dio  el  Rey  en  equivalencia  el 
Condado  de  Ledesma  y  las  villas  de  Alburquerque 
y  Caellar  y  Roa  é  el  Colmenar  de  Arenas  y  el  Andrá- 
da,  y  le  fizo  Dnqoe ;  y  la  renunciación  fizo  en  favor 
del  Slastrisimo  Príncipe  Don  Alonso,  el  qual  ins- 


trumento fué  inviado  á  los  procuradores  que  en  Ro-  '^ 
ma  estab|in,  la  qual  renunciación  rescebida  por  el 
Padre  Sancto,  para   la  espedicion  de  las  lebfas  al   ' 
Papa  demandó  ser  pagado  déla  media  nata,  lo  quál 
Alonso  de  Falencia  contradixo ,  dando  muchas  ra- 
zones porque  no  se  debia  pagar,  mostrando  como 
los  qne  oviesen  el  Maestradgo  no  eran  obligados  á 
pagar  media  nata,  porque  en  los  tiempos  antepasa- 
dos el  Santo  Padre  no  tenia  que  ver  en  el  Maes- 
tradgo de  Santiago ,  ni  otra  persona  alguna,  salvo 
solamente  trece  comendadores  de  aquella  Orden 
pora  ello  deputados,  á  quienes  pertenecía  la  elecion ; 
ni  la  Sede  Apostólica  en  ninguna  cosa  se  requería, 
salvo  en  ciertos  casos,  de  los  quales  ninguno  por 
entonces  se  requería ;  y  en  tiempo  de  Don  Alvaro 
de  Luna  esto  so  comenzó;  y  allende  desto  los  hijos  de 
los  Reyes  no  eran  tenudos  á  pagar  media  nata,  ma- 
yormente el  Illustrissimo  Roy  Don  Alfonso  qne  era 
verdadero  heredero  del  Rey  Don  Enrique,  é  hijo  del 
Roy  Don  Juan  el  segundo  de  Castilla  y  de  León*; 
lo  qual  el  Padre  Santo  no  negó  ser  ansí ,  pero  con 
todo  eso  dixo  que,  en  tan  gran  necesidad  como  él 
estaba  por  la  guerra  de  los  moros  en  defensión  de 
la  religión  christiana,  le  parecía  ninguno  debia  sor 
esemido  de  pagar  media  nata  á  la  Sede  Apostólica 
para  pagar  el  sueldo  á  la  gente ;  á  lo  qual  Alonso 
de  Falencia  respondió ,  que  aunque  todos  los  otros 
Príncipes  esto  debiesen  pagar,  el  Príncipe  Don 
Alonso  debia  ser  esemido,  porque  no  reformándose 
las  costumbres  del  Roy  Don  Enríque,  asaz  turcos 
tenían  en  las  entrafias  de  Espafia,  los  quales  seyen- 
do  vencidos  enflaquecería  la  cabeza  dellos,  que  era 
el  turco  y  todos  los  miembros  de  los  infieles;  y  así, 
vistas  las  cosas  dichas  por  Alonso  de  Falencia,  el 
Sancto  Padre  mandó  despedir  las  Bullas  del  Prínci*  . 
pe  Don  Alonso  para  la  Administración  del  Maes- 
tradgo. En  tanto  Don  Beltran  de  la  Cueva  fué  apar« 
tado  de  cerca  del  Boy,  el  qual  se  fué  á  la  villa  de 
Cnellar,  la  qual  pertenecía  á  la  Illustrissima  Infan- 
ta Dofia  Isabel,  hermana  del  Bey  Don  Enríque,  á 
quien  fué  dada  por  el  Bey  Don  Juan  su  padre,  y  así 
dexada  en  su  testamento  los  jueces  ya  dichos  en- 
tendían en  difinir  y  acabar  las  disinsiones  comen- 
zadas, y  el  Bey  ya  no  pedia  comportar  la  absencia 
de  Don  Beltran  de  la  Cueva  ni  el  destierro  de  los 
moros  y,  seguiendo  el  consejo  de  los  que  cerca  dól . 
estaban,  pensó  de  prender  á  los  jneces,  lo  qual  les 
fué  revelado  por  Alvar  Gómez,  Secretario,  el  qual, 
porque  el  Príncipe  Don  Alonso  fuese  libre,  no  quiso 
mas  estar  cerca  del  Bey,  y  juntamente  con  Don  Gon- 
zalo de  Sayavedra  se  fué  al  Maestre  de  Alcántara, 
con  el  qual  gran  f  amiliarídad  tenia,  y  luego  el  Bey 
mandó  llamar  á  Don  Beltran  de  la  Cueva,  en  el 
qual  llamamiento  se  fioieron  las  cosas  que  adel(into 
se  dirán,  y  la  culpa  do  dar  el  Bey  al  Infante'  Don 
Alonso  á  Gonzalo  de  Sayavedra  por  cuyo  consejo 
él  entonces  se  regia,  y  le  deshonró  muy  mal  Juan 
Fernandez  Galindo  en  Xerez  sobre  este  caso* 


1»  »• 


a 


ORÓNIOAS  DB  LOS  ítETBS  DB  OAfiTÍLLA. 


CAPÍTULO  XXVI. 


.  I 


De  cómo  te  eoneerU^  entre  los  Grandes  qne  el  Rey  Den  Enriqne 

foese  preso. 

Visto  por  loe  Grandes  deste  Reyno  oomo  ñinga- 
na  amonestación  bastaba  para  corregir  la  mala  go- 
bernación del  Roy  Don  Enrique,  y  visto  oomo  las 
cosas  siempre  iban  de  mal  en  peor,  y  todo  esto  vi- 
niese en  panto  de  so  perder,  en  nn  ayuntamiento 
,qno  se  fiso  en  el  Monesterio  do  San  Pedro  de  las 
Daefias,  fué  determinado  qnel  Rey  fuese  preso;  y 
en  la  mesma  hora  de  la  habla,  ó  le  fué  revelado 
por  alguno,  ó  porque  el  Rey  se  le  antojó,  con  muy 
pooos  se  fué  huyendo  4  Sogovia  y  deudo  on  ado- 
lante  se  fué  mas  encendiendo  ia  guerra. 

Después  desto  ovo  guerra  en  diversas  partes  des- 
tos  Reynos  y  el  Príncipe  Don  Alonso  se  vino  á  la 
villa  de  Arévalo  por  ver  á  la  Reyna  su  madre,  y  de 
allí  se  partió  para  Plasencia,  donde  se  entendió  en 
la  privación  de  la  corona  al  Rey  Don  Enrique,  y 
fueron  ocupadas  diversas  villas  y  ciudades,  algu- 
nas por  la  parte  del  Rey  Don  Enrique,  y  otras  por 
la  parte  del  Principe  Don  Alonso ;  y  como  Alvar 
Gomes,  Secretario,  oviese  comprado  la  villa  de 
Torrejon  de  Volasco,  fué  acordado  quo  so  dioso  ol 
cargo  del  cerco  de  aqnolla  villa  á  Pedro  Arias ,  hijo 
de  Diego  Arias,  Contador  mayor,  el  qual  la  tovo 
asas  tiempo  cercada ,  y  después  de  grandes  traba- 
jos y  peligros  é  muertes  de  gente ,  asi  de  la  parte 
suya  como  de  los  que  en  la  fortaleza  estaban ,  se  le 
dio  por  el  Alcayde  llamado  Pedro  de  Arroyo,  varón 
esforzado  que  la  tenia ,  no  pudiendo  comportar  la 
gran  hambre  y  necesidad  y  todas  las  otras  cosas 
que  le  fallecían. 

CAPÍTULO  XXVII. 

De  la  f  Horia  qae  hobo  el  Principe  de  Aragón  Don  Penando,  hi- 
jo del  Rey  Don  Juan ,  de  Don  Pedro  Condesiablc  de  Portnpl, 
qne  se  llamaba  Rey  de  Aragón ,  y  de  los  borgofiones  y  portu- 
gueses y  bareeloneses  que  le  ayudaban. 

Don  Pedro ,  Condestable  de  Portugal ,  venido  en 
Barcelona  llamado  por  la  ciudad  después  de  haber 
dexado  el  Rey  Don  Enrique  de  ayudar  y  favorecer 
á  los  de  Barcelona;  á  este  Don  Pedro  secretamente 
f  avorescia  con  intención  de  destrrJr  al  Rey  de  Ara- 
gón, su  tio ;  y  como  entonces  oviese  muchos  por- 
tugueses en  casa  de  la  Reyna  Doña  Juana ,  su  mn- 
ger ,  á  todos  les  dio  con  larga  mano  lo  que  ovieron 
menester  para  ir  á  servir  á  este  Don  Pedro  en  apa- 
rato de  guerra.  T  en  este  tiempo  acaosció  que  el 
Duque  de  Borgofia  envió  ciertos  navios  al  Santo 
.  Padre  Pió  para  facer  la  guerra  al  turco ,  y  como  los 
capitanes  dellos  fueron  certificados  el  Papa  Pió  ser 
fallescido,  y  su  armada  ser  desbaratada ,  aoordaron 
•  de  se  volver,  y  venidos  en  Barcelona,  asi  por  se 
fornecer  como  por  reposar  de  los  trabajos  pasados 
en  la  mar ,  fallaron  alli  al  incluso  Don  Pedro  de 
Portugal ,  que  Rey  de  Aragón  se  llamaba,  los  qua- 
les  conociendo  el  gran  deudo  que  este  tenia  con  la 


Duquesa  de  Borgofia ,  oomo  lo  fallasen  en  punto 
para  ir  á  socorrer  á  los  de  Barcelona  qne  estaban 
cercados  y  en  g^ran  trabajo  y  peligro,  acordaron  de 
le  ir  servir  en  aquella  jomada ,  creyendo  en  ello  fa- 
cer servicio  á  su  Sefior,  y  ansi  Don  Pedro  de  Por- 
tugal salió  de  Barcelona  con  muy  gran  número  de 
g^nte,  asi  de  caballo  como  de   pié,  borgofionesj 
portugueses  y  catalanes,  por  ir  socorrer  á  los  de 
Corvara ;  y  como  el  Bey  Don  Juan  de  Aragón  esto- 
viese  en  Tarragona  muy  trabajado,  de  manera  que 
casi  ninguna  cosa  vela  por  el  crecimiento  de  las  ca- 
taratas que  entonces  mucho  se  le  habían  acrecen- 
tado ,  y  teniendo  muy  poca  gente  en  comparación 
de  la  mucha  quel  adversario  traia ,  determinó  en 
lugar  suyo  do  enviar  al  Principe  Don  Fernando, 
seyendo  de  edad  de  trece  afios,  á  resistir  el  paso  al 
dicho  Don  Pedro ,  é  dio  el  cargo  de  la  gobernación 
á  Don  Juan  de  Cardona,  Conde  de  Paredes,  varón 
estrenuo ,  é  caballero  mucho  esforzado ;  ó  ansi  el 
Principe  partió  con  asas  poca  gente  en  comparación 
de  la  quel  adversario  traia,  pero  gente  muy  leal  y 
esforzada  é  usada  en  los  belioios  ates,  si  en  núme- 
ro fuera  igual  á  los  adversarios;  pero  sin  duda 
eran  mas  de  dos  tantos  que  la  gente  del  Bey  Don 
Juan.  É  partido  el  Príncipe  con  esa  gente  que  pudo 
por  defender  el  paso,  considerada  la  muchedumbre 
do  los  enemigos  é  las  ayudas  qne  tenían  de  los  ca- 
balleros espertes  en  la  guoiTa,  ninguna  cosa  tanto 
les  facía  temer  como  la  persona  del  Príncipe  en 
tan  tierna  edad ,  é  acordaron  de  esorebir  al  Rey  to- 
das las  cosas  en  el  punto  en  que  estaban ,  donde  no 
se  sabían  dar  remedio ;  el  qual  respondió  que  la  ce- 
guedad le  había  costrefüdo  no  ser  en  la  batalla,  co- 
mo deseaba,  é  haber  de  enviar  al  Principe  su  hijo 
que  tuviese  su  lugar,  porque  aquel  todos  mirasen  y 
él  á  ellos  pudiese  mirar,  lo  qual  todo  á  solo  Dios 
encomendaba.  É  viendo  esta  respuesta,  el  Conde 
ordenó  sus  batallas  como  sabio  y  esforzado  capitán 
é  puso  al  Principe  acompafiado  de  muy  escogidos 
caballeros  en  lugar  donde  pudiesen  ayudarle,  es- 
tando fuera  de  la  orden  de  las  batallas  é  asi  la  ba- 
talla se  4ió  de  tal  manera,  que  con  ol  ayuda  de 
Dios  é  la  buena  ordenanza  quel  Conde  de  Paredes 
dio  en  esta  batalla,  Don  Pedro   de  Portugal  fué 
vencido  é  desbaratado ,  é  mucha  de  su  gente  é  de 
sus  ayudadores  muertos  é  presos,  ó  á él  le  fué  muer- 
to el  caballo  é  oviera  de  ser  preso ,  salvo  porque  fué 
socorrido,  é  le  fué  dado  un  caballo  en  que  se  pudo 
salvar ;  é  de  los  peones  catalanea  pudiéronse  muy 
pocos  salvar,  porque  venían  tan  armados  que  no 
ovieron  lugar  de  f  uir.  El  alcance  no  se  siguió  mu- 
cho por  la  gente  ser  muy  poca ,  é  tenia  mucho  que 
facer  en  guardar  los  prisioneros.  Fué  esta  batalla 
cerca  de  la  villa  de  Cohímbre ,  é  poco  tiempo  des- 
pués este  Don  Podro  de  Portugal  murió,  afírmase 
que  por  yerbas  que  le  fueron  dadas  por  los  barce- 
loneses, donde  de  en  delante  las  fuerzas  de  los  re- 
beldes se  fueron  abaxando,  y  el  favor  del  Rey  Don 
Juan  fué  siempre  creciendo ,  de  lo  qual  no  menos 
desplacer  mostró  el  Rey  Don  Enrique  que  si.el  caso 
propio  suyo  fuera. 


MEMORIAL  DB  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


CAPÍTULO  XXVIII. 

Deeone  faé  qiita^o  el  eelro  real  é  la  corona  dei  Reyno  al  Ref 
UoB  Barloe  en  la  elbdad  de  Avila. 

Los  Grandes  dol  Reyno  quo  on  Avila  estaban  con 
el  Príncipe  Don  Alonso  detorminaron  do  deponer 
al  Roy  don  Enrique  de  la  corona  é  cetro  roal ,  é  pa- 
ra lo  poner  en  obra  eran  diversas  opiniones,  por- 
que algunos  decían  qne  debia  ser  llamado  é  se  de- 
bia  hacer  proceso  contra  él;  otros  decían  qae  debia 
ser  acosado  antel  Santo  Padre  de  herejía  é  de  otros 
graves  crimines  é  delitos,  qne  se  podrían  ligera- 
mente contra  él  probar.  La  segunda  opinión  fué 
reprobada  por  los  que  conocían  las  costumbres  de 
los  Romanos  Pontífices,  cerca  de  los  qnales  valen 
mucho  el  gran  poder  é  las  dádivas  de  quien  quiera 
que  darlas  pudiese ,  é  tenían  que  si  el  caso  se  defi- 
niese, d  poder  del  Rey  Don  Enrique  so  acrecenta- 
ría por  el  gran  tesoro  que  tenían ,  é  las  fuerzas  del 
Príncipe  Don  Alonso  é  de  los  que  lo  seguían  no  so- 
lamente se  adelgazaban  é  apocarían,  mas  total- 
mente se  perderían  por  la  mengua  del  dinero ;  por 
lo  qual  ninguna  cosa  los  parecía  mas  conveniente, 
ni  que  mas  sabiamente  so  pudiese  facer ,  quo  la  pri- 
vación del  tirano ,  al  qual  fallecía  vigor  de  corazón 
é  prudencia ,  é  esfuerzo  é  todas  las  otras  habilida- 
des que  á  buen  Príncipe  convienen ;  ninguna  otra 
cosa  le  quedaba,  salvo  nombre  de  Rey ,  el  qual  qui- 
tado ,  él  era  todo  perdido  ,  lo  onal  no  ora  cosa  nuo- 
va  en  los  Reynos  de  Castilla  é  de  León ,  los  nobles 
é  pueblos  dellos  elegir  rey  é  deponello,  lo  cual  por 
candnicas  autorídades  se  podría  bien  probar ,  é  por 
muy  menores  causas  do  las  que  contra  el  Rey  Don 
Enríque  probarse  pueden.  Qnel  Rey  Don  Alonso, 
deceno  deete  nombre ,  que  por  su  gran  virtud  é  bon- 
dad fué  elegido  por  Emperador,  por  solamente  ser 
habido  por  pródigo,  fué  prívado  de  la  corona,  é 
muy  mas  reciente  enxemplo  tenemos  del  Rey  Don 
Podro ,  el  qual  por  su  mala  é  dura  gobernación  per- 
dió el  Reyno  é  la  vida  con  él,  é  óvolo  Don  Enrique 
su  hermano,  no  le  perteneciendo  derecho  por  ser  bas- 
tardo, é  por  favor  de  los  nobles  é  pueblos  del  Rey- 
no  ;  é  finalmente  ansí  por  consejo  de  los  Grandes 
que  alli  estaban ,  como  de  algunos  famosos  letra- 
dos, fué  determinado  que  al  Rey  Don  Enrique  fue- 
se tirada  la  corona  del  Reyno ;  para  lo  qual ,  en  un 
llano  qnestá  cerca  del  muro  de  la  dbdad  de  Avila, 
se  fizo  un  grande  cadahalso,  abierto,  como  de  to- 
das partes  que  allí  eran  por  ver  este  acto ,  pediesen 
ver  todo  lo  que  encima  se  ficiese ,  é  allí  se  puso  una 
silla  real  con  todo  el  aparato  acostumbrado  de  de- 
poner á  los  Reyes ,  y  en  la  silla  una  estatua ,  á  la 
forma  del  Rey  Don  Enrique ,  con  corona  en  la  ca- 
beza é  cetro  real  en  la  mano  ;  y  en  su  presencia  se 
leyeron  muchas  qnerollas  que  antel  fueron  dadas  de 
muy  grandes  ecesos ,  crimines  é  dilitos  antd  mu- 
chas veces  presentadas,  sin  las  querellas  haber  ha- 
bido cumplimiento  de  justida ;  é  alli  se  leyeron  to- 
dos los  agravios  por  él  fechos  en  d  Reyno,  é  las 
causas  de  su  depusíciou,  é  la  estrema  neceddad  en 
Or.--IH. 


83 

que  todo  el  Reyno  estaba  para  facer  la  didia  de- 
pumcíon,  aunque  con  g^an  pesar  é  mucho  contra 
su  voluntad.  Las  qnales  cosas  ansí  leidas,  el  Arzo- 
bispo de  Toledo ,  Don  Alonso  Carrillo,  subió  en  el 
cadahalso  ,  y  quitóle  la  corona  de  la  cabeza,  como 
primado  de  Castilla,  y  el  Marqués  de  Villena,  Don 
Joan  Padieco,  le  quitó  el  cetro  real  de  la  mano, 
habiéndolo  fecho  Marqués  do  Villena,  que  su  padre 
Diego  Tdles  no  tenia  mas  do  á  Belmente,  en  la 
mancha  de  Aragón;  y  el  Conde  de  Plaoencia,  Don 
Alvaro  de  Estufii^CA»  le  qníb')  el  espada  como  Jus- 
ticia mayor  de  Castilla ;  y  el  Maestre  de  Alcántara 
Don  Gómez  de  Solis ,  al  qual  el  Rey  fizo  maestro 
de  un  escudero  fijodalgo,  natural  de  Cáceres  ;  y  el 
Conde  de  Benavente,  Don  Rodrigo  Pimentel,  y  el 
Conde  de  Paredes,  Don  ttodrigo  Manrique ,  le  qui- 
taron todos  los  otros  ornamentos  reales ,  y  con  los 
pies  le  derribaron  del  cadahalso  en  tierra  y  dixeron 
á  tírnTa^puio;  y  á  todo  esto  gimian  y  lloraban  la 
gente  que  lo  vdan  ;  é  luego  incontinente  el  Prín- 
cipe Don  Alonso  snbió  en  el  mismo  lugar  donde 
por  todos  los  Grandes  qne  ende  estaban  le  fué  be- 
sada la  mano  por  Rey  y  Seftor  natural  destos  Rey- 
nos;  y  luogo  sonaron  las  trompetas,  y  so  fizo  muy 
gruiide  alegría ,  lo  qual  acaoscíó  jueves ,  »  cinco 
días  dul  mes  de  Julio  dol  afio  de  nuestro  Redentor 
de  mil  y  quatrodentos  y  sesenta  y  cinco  afios,  se- 
yendo  el  Príndpe  Don  Alonso  de  once  años  y  cinco 
meses  é  cinco  días.  Ansí  duró  el  Reyno  del  Rey 
Don  Enrique  dcfldol  dia  quo  comenzó  á  rcynar 
fasta  esta  depusicion  de  su  corona ,  diez  aftos  ó  on- 
ce meses  é  quatro  días.  Oídas  por  todas  las  partes 
do  Espafia  la  prí vacien  dd  Reyno  fecha  al  Rey  Don 
Enrique,  maravillándose  mucho,  daban  gracias  á 
Dios  como  les  pareciese  cosa  que  por  manos  de 
hombres  no  pudiese  ser  fecha.  Al  Papa  Pablo  pa- 
reado grave  cosa  esta  depusicion ,  é  pesóle  mucho 
de  la  caída  de  tan  gran  Príncipe,  como  por  letras  y 
mensajeros  del  Rey  Don  Enríque  el  Santo  Padre 
era  certificado  que  del  todo  quería  ansí  é  á  este  Rey 
no  Bojuxgaso  á  él. 

CAPÍTULO  XXIX. 

Del  (nmnlto  é  adninUtraeion  qae  los  Reynos  de  Castilla  é  de 
LcoB  oTlcron  por  el  aaelo  en  Avila  pasado,  6  de  las  letras  qae 
al  Santo  Padre  fieros  esTladas  por  las  prlaelpales  eibdades 
destos  Royaos. 

Los  mal  de  los  pueblos  de  OastiUa  é  de  Leen  es- 
tovíeron  como  atónitos  maravillados  del  caso  en  la 
cibdad  de  Avila  acaecido,  la  forma  del  qual  á  al- 
gunos fizo,  temerosos  é  á  otros  mas  osados.  La  cib- 
dad de  Toledo ,  cinco  días  después  de  la  depusidon 
del  Rey  Don  Enríque  é  de  la  sublimadon  del  Roy 
Don  Alonso ,  no  solamente  aprobó  lo  fecho  en  Avi- 
la  por  bueno ,  mas  óvolo  por  muy  neoesarío ,  é  sú- 
pitamente el  pueblo  tomó  las  puertas  de  la  cibdad 
é  el  alcázar  é  la  puente  de  Alcántara,  é  cCmbatie- 
ron  fuertemente  la  puerta  do  San  Martin,  la  qual 
l>or  fuerza  do  armas  tomaron.  É  pasados  diez  diaa 
del  aucto  fecho  en  Avila,  en  la  dbdad  de  Sevilla 
Don  Pedro  de  Estúniga  é  con  él  Fernando  de  Cue- 

8 


34 


CRÓNICAS  DE  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


vas  Rabias,  Maestre  Sala  del  Rey  Don  Alonso,  qne 
dios  avia  sccrotamente  estaban  en  Sevilla,  persua- 
dieron al  Dnqne  Don  Joan  de  Guzman  é  al  pnoblo 
á  las  cosas  que  so  doblan  en  obra  poner.  El  pueblo 
alevemente  recibió  la  sublimación  del  Rey  Don 
Alonso,  é  luego  los  caballeros  ó  regidores  de  la 
cibdad  se  juntaron  en  su  colegio  acostumbrado, 
donde  las  letras  del  Rey  Don  Alonso  se  leyeron, 
las  quales  leidas  el  Duque  Don  Juan  de  Quzman, 
que  tenia  el  primero  lugar  en  el  ayuntamiento,  oon 
grande  alegría  recibió  por  Rey  é  Sefior  natural  al 
Rey  Don  Alonso  >  y  otro  tanto  fizo  el  Conde  de  Ar- 
cos, Don  Juan  Ponce  de  León,  Don  Pedro  d*Es- 
tufiiga  que  en  este  caso  dias  habia  que  trabajaba 
con  muy  mas  alegre  cara ,  recibieron  por  Rey  á  Don 
Alonso,  é  ansí  mismo  lo  fizo  Don  Enrique  de  Quz- 
man ,  heredero  del  Duque  Don  Juan  de  Guzman. 
Don  Rodrigo ,  fijo  del  Conde  de  Arcos,  no  fué  pre- 
sente al  caso ;  ó  todos  los  otros  caballeros  6  oficia- 
les qnestaban  en  aquel  aytmtamiento  con  grande 
alcgria  siguieron  lo  que  los  mayores  comenzaron, 
é  todos  juntos  fueron  al  Sagrario  de  la  Iglesia  ,  é 
sacaron  dende  el  pendón  del  bien  ayenturado  é  San- 
to Rey  Don  Hernando  que  ganó  á  Sevilla  ó  á  Cór- 
doba é  á  la  mayor  parte  del  Andalucía ,  por  facer 
honor  en  la  fiesta  del  acoutacion  del  nuevo  Roy 
Don  Alonso ,  llevándolo  on  la  mano  Luis  de  Medi- 
na, caballero  novel,  natural  de  aquella  cibdad.  An- 
dovierbn  por  toda  ella  con  grande  alegría  faciendo 
el  aucto  acostumbrado  de  se  facer  á  los  Reyes  que 
nuevamente  eucomionzau  á  reynar. 

CAPÍTULO  XXX. 

De  los  Grandes  qac  sprobston  la  sablimscion  del  Rey  D.  Alonso, 
6  de  los  que  signieroa  al  Rey  D.  Enrique. 

Los  Grandes  que  siguieron  al  Rey  Don  Alonso, 
allende  de  los  que  en  Avila  con  él  estaban  é  de  los 
sevillanos  é  cordobeses,  en  la  provincia  de  León  si- 
guieron al  Rey  Don  Alonso  el  Almirante  Don  Fa- 
drique  y  el  Conde  de  Alba  de  Liste ,  Don.Enrique,  su 
hermano,  ó  Don  Diego  Fernandez  de  Quiñones  Con- 
de de  Luna,  Merino  mayor  de  Asturias ,  ó  Don  Pe- 
dro de  Bazan  Vizconde  de  Palacios;  en  la  provincia 
de  Burgos ,  é  Palencia  los  Condes  de  Castafieda  é 
Osorio,  Don  Juan  Manrique,  6  Don  Gabriel  Manri- 
que, hermanos,  ó  Don  Juan  Sarmiento,  Conde  de 
Santa  Marta  ó  Don  Pedro  de  Acufia,  Conde  de  Buen- 
díaé  Sefior  de  Duefias,  é  Don  Juan  de  Vivero,  Viz- 
conde de  Cabezón,  y  el  Mariscal  Gómez  de  Benavi- 
dos,  Sefior  de  Fr^mesta,  Don  Diego  de  Estúfiiga, 
Conde  do  Miranda,  6  Don  Femando  de  Rojas,  Con- 
de de  Castro ;  en  la  provincia  de  Toledo  Don  Pe- 
dro Girón ,  Maestre  de  Calatrava ;  Don  Alonso  de 
Silva ,  Conde  de  Cif uentcs ;  Pero  López  de  Ayala, 
qno  después  f  uó  Conde  do  Fuen  Salida;  Don  Alvaro 
Peres  de  Guzman,  Sefior  de  Santa  Olalla;  Lope  d'Es- 
túfiiga,  Sefior  de  Cuerva;  Payo  de  Ribera,  Mariscal; 
Femando  de  Ribadeneira,  Mariscal;  Don  Pero  Puer- 
tocarrero.  Conde  de  Medellin;  Don  Alonso  de  Cárde- 
nas, Comendador  mayor  de  León,  de  la  Ordon  de 


Santiago,  que  después  fué  Maestre  de  Santiago;  en 
la  provincia  de  Murcio  el  Adelantado  Pero  Fajar« 
do ;  el  Obispo  de  Burgos ,  Don  Luis  de  Acufia ;  Don 
Ifiigo  Manrique,  Obispo  de  Coria,  Don  Pero  de 
Montoja,  Obispo  de  Osma;  Don  Diego  Banegas, 
Obispo  de  Cádiz,  el  electo  de  Sigüenza  Don  Diego 
de  Madrid,  después  de  la  muerte  de  Don  Pero  de 
Luzan.  Don  Pero  de  Silva,  Obispo  de  Badajoz,  fizo 
estar  dudoso  al  Conde  Oifuentes  su  sobrino,  el  qnal 
y  el  Conde  de  Feria  estuvieron  alg^n  tiempo  como 
neutrales.  E  ansí  la  mayor  parte  destos  Reynos  de 
Castilla  é  de  León  contradecían  al  Rey  Don  Enri- 
que, é  Don  Pero  Fernandez  de  Velasco  Conde  de 
Haro,  que  por  cierto  era  muy  contrarío  á  las  condi- 
ciones del  Rey  Don  Enrique,  quiso  ser  como  media- 
nero entre  los  dos  Reyes ;  pero  oon  todo  eso  dio  lu- 
gar á  su  hijo  primogénito ,  llamado  Don  Pero  de 
Velasoo,  que  siguiese  al  Rey  Don  Alonso,  el  qual 
tenía  gran  sentimiento  del  Arzobispo  de  Toledo  ó 
de  los  otros  que  ficieron  la  dopusioion  del  Rey  Don 
Enrique ,  ansí  aceleradamente  sin  lo  consultar  con 
él ;  Don  Beltran  de  la  Cueva,  Duque  de  Alburquer- 
que,  que  no  solamente  por  voluntad,  mas  por  nece- 
sidad al  Rey  Don  Enrique  seguía ;  Don  Diego  Fur- 
tado  de  Mendosa,  Marqués  de  Santillana,  é  Don  Pe- 
ro González  de  Mendoza,  Obispo  de  Calahorra,  é 
Don  Alonso  de  Figueroa,  Conde  de  Colufias, é  Don 
Ifiigo  de  Mendoza,  Conde  de  Tendilla,  é  Don  Gil  de 
Mendoza  é  Don  Furtado,  hermanos.  Al  Rey  Don  En- 
rique seguían  Don  Alvaro  Pérez  de  Osorio,  Marqués 
de  Astorga ;  Don  García  de  Toledo,  Duquo  do  Alba, 
y  el  Condestable  Don  Miguel  Lucas,  é  Don  Juan  de 
Valenzuela,  Prior  de  San  Juan,  é  Alvaro  de  Mendo- 
za é  su  hermano  Rodrigo  de  Mendoza,  hijos  de  Ruy 
Díaz  de  Mendoza  Mayordomo  mayor  que  fué  del 
Rey  Don  Juan,  é  Don  Pedro  de  Mendoza,  Sefior  de 
Almazan,  é  Juan  Ramírez  de  Arellano,  Sefior  de  los 
Cameros,  é  otros  muchos,  aunque  no  de  tanto  es- 
tado, seguían  al  Roy  Don  Enrique ;  é  los  obispos  de 
Galicia  oonstrefiidos  por  necesidad  seguían  al  Mar- 
qués de  Astorga ;  ó  el  Obispo  de  Zamora,  Don  Juan 
de  Mella ,  estaba  en  Roma ;  el  Obispo  de  Salamanca 
de  necesidad  seguía  lo  que  aquella  cibdad ,  aunque 
contra  su  voluntad ;  Don  Martin  de  Vilches  Obispo 
de  Avila  seguía  al  Rey  Don  Enrique ;  Don  Juan 
Arias,  Obispo  de  Segó  vía,  por  necesidad  seguía  lo 
que  aquella  cibdad  seguía;  Don  Alonso  Pelaes, 
Obispo  de  Jaén,  seguía  al  Rey  Don  Enrique,  y  Don 
Lope  de  Barrientes,  Obispo  de  Cuenca,  siguia  asi- 
mismo al  Rey  Don  Enrique,  aunque  contra  toda  su 
voluntad  ;  Don  Pero  de  Solíer,  Obispo  de  Córdoba, 
en  el  comienzo  destas  cosas  estovo  como  neutral ,  y 
al  fin  siguió  al  Rey  Don  Alonso ;  Don  Alonso  do  Pa- 
lenzuela,frayle,  Obispo  de  Cibdad  Rodrigo,  fué  neu- 
tral, y  Don  Juan  de  Carabajal,  Cardenal  de  Santán- 
golo.  Administrador  de  Placoncia,  estaba  en  Roma. 
Ansí  los  Roynos  de  Castilla  ó  de  León  estaban  di- 
visos en  la  forma  ya  dicha. 


Memorial  de  diversas  HAZAftAS. 


35 


CAPÍTULO  XXXI. 

De  la  fonaa  que  los  ya  dichos  tovleron  en  segnir  i  estos  dos 
Reyes  6  para  los  teoer  en  pendeneb. 

Cosa  seria  muy  difícile  de  escrebir  por  orden  to- 
das las  cosas  pasadas  entre  los  Grandes  ya  dichos, 
de  los  qnales  los  menos  forzaban  su  partido  por  bien 
de  la  cosa  pública  destos  Rey  nos,  ni  por  servirá 
estos  Reyes,  mas  por  acrecentar  sus  estados ,  entre 
los  qualos,  como  quiera  que  el  Marqués  Don  Juan 
Pacheco  pareciese  seguir  al  Rey  Don  Alonso,  con 
todo  eso  sostenía  al  Rey  Don  Enrique ,  no  dando 
lugar  totalmente  á  su  caida,  ni  quería  tanto  fayore- 
cer  el  partido  que  parecía  seguir,  é  porque  mucho 
sobrase  al  Rey  Don  Enrique ;  é  así  en  la  pendencia 
destos  dos  Reyes  se  perdían  ó  destrnian  estos  Rey- 
nos  é  no  menos  los  Grandes  detios,  especialmente 
los  que  seguían  al  Rey  Don  Alonso,  de  lo  qual  el 
Arzobispo^de  Toledo,  Don  Alonso  Carrillo,  tenia 
gran  sentimiento,  é  ovo  sobrello  palabras  -de  gran- 
de enojo  con  el  Marqués  de  Vi41ena ,  su  sobrino.  E 
como  en  esto  tiempo  el  Rey  Don  Enrique  conocicso 
el  gran  desamor  que  todos  los  pueblos  destoe  Rey- 
nos  le  avian ,  determinó  de  se  pasar  en  Portugal, 
temiendo  que  si  se  ponía  en  Segorta  allí  sería  cer- 
cado é  se  perdería.  Entre  los  caballeros  que  al  Rey 
Don  Alonso  seguían  había  diversas  opiniones,. y  el 
Arzobispo  de  Toledo  y  el  Ahnirante  Don  Fadrique, 
y  el  Conde  de  Paredes ,  que  verdaderamente  perse- 
guían el  negocio,  porfiaban  que  el  Rey  Don  Alonso 
debía  ir  con  la  roas  gente  que  pudiese  donde  quiera 
que  su  hermano  estuviese,  é  dar  fin  al  negocio,  para 
questos  Reynos  quedasen  on  paz ;  é  que  sí  esto  de- 
xaba  de  facer,  poco  te  aprovechaba  aver  tomado 
nombre  de  Rey,  é  ya  el  derecho  en  las  armas  esta- 
ba, é  debía  trabajar  por  haber  la  vitoría,  porque 
siempre  los  vencedores  ovíeron  corona ;  lo  qual  sin 
dilación  se  debía  luego  poner  en  obra  porque  el  fa- 
vor de  los  pueblos  es  mudable ;  é  la  gente  castellana 
es  codiciosa,  é  como  conozcan  el  gran  tesoro  que  el 
Rey  Don  Enrique  tiene  abriendo  la  mano  así  loe 
pueblos  lo  seguirán  como  las  moscas  siguen  la  miel; 
é  como  quiera  que  todos  conociesen  al  Rey  Don 
Alonso  tener  la  justicia,  por  aventura  se  desviaran 
del  derecho  camino ;  é  pues  para  la  gente  quel  Rey 
Don  Alonso  pudiera  llevar  había  dinero  para  dos 
meses  de  sueldo,  en  el  qual  tiempo  con  el  ayuda  de 
Dios  se  podía  este  fecho  acabar ,  por  eso  convenia 
ponerse  luego  en  obra,  porque  la  dilación  seria  muy 
dafiosa.  El  Marqués  de  Víllena  é  otros  algunos  que 
lo  seguían  contradecían  este  consejo ,  lo  qual  sabi- 
do por  el  Rey  Don  Enrique ,  determinó  de  se  ir  á  la 
cibdad  de  Zamora ,  ansí  por  ser  muy  fuerte ,  como 
por  ser  cerca  de  Portugal  para  que ,  sí  necesario  le 
fuese,  pudiese  usar  del  oonsejo  que  pensado  tenía; 
donde  ayuntó  gran  número  de  gente,  ansí  de  caba- 
llo como  de  pié ;  é  como  esto  fuese  sabido  por  el 
Rey  Don  Alonso  é  por  los  que  lo  seguían,  como  á 
la  fin  todo  se  gobernase  por  Don  Juan  Pacheco ,  el 
Marqués  determinó  que  porque  pareciese  no  estar 


de  valde,  que  se  fuese  á  Medina  del  Campo,  donde 
teniendo  aquoUa  villa  é  llevando  has  rentas  della, 
se  daria  enxemplo  á otras  cibdadcs  é  villas,  é  se  es- 
forzaría más  el  partido  del  Rey  Don  Alonso.  E  to- 
mada la  villa  de  Medina,  el  Rey  Don  Alonso  se  par- 
tió para  ValIadoUd ,  é  allí  se  determinó  que  se  pu- 
siese cerco  sobre  la  villa.de  Simancas,  ques  á  dos 
leguas  de  Valladolid ,  ques  lugar  muy  fuetto,  é  te- 
níala por  el  Rey  Don  Enrique  el  Comendador  Juan 
Fernandez  Galindo ,  que  era  caballero  esforzado  y 
usado  de  sufrir  trabajos  é  peligros ;  é  tenía  consigo 
ciento  é  cinquenta  lanzas  de  hombres  escogidos  ;.é 
como  quiera  que  los  caballeros  que  al  Rey  Don 
Alonso  seguian  bien  conocieron  que  aquella  forta- 
leza no  se  podía  tomar,  salvo  cu  largo  tiempo,  ovó- 
se de  facer  lo  quel  Marq^iés  Don  Juan  Pacheco  que- 
ría;  y  en  la  tardanza  el  partido  del  Rey  Don  Enri- 
que crecía  y  eldel  Rey  Don  Alonso  se  amenguaba, 
espeoiidmenie  porque  el  Rey  Don  Enrique  daba 
muy  grandes  previlegios  y  eeencioneB-  á  los  luga- 
res que  por  él  se  tiwiesen,  la  qual  miidio  le  ayudó; 
é  puesto  ansfel  ceroo«obre8inMineas,  el  Arzobispo 
de  Toledo  con  la  gente  de  su  casa  fué  á.p<Hier  cerco 
Fobre  la  villa  de  Peftaflor,  la  qual  tenía  un  caballe- 
ro de  la  casa  del-Roy  Don  Enrique ,  llamado  Lope 
de  Cernadilla,  hombre  mucho  esforzado  é  bueno,  el 
qual  la  defendía  valientemente ;  lo  qual  cono  el  Ar- 
zobispo mandó  poner  escalas  por  diversas  partes 
como  los  de  la  villa  conooíesen  que  no  les  convenía 
pelear  por  defender  las  almenas,  por  su  vida  ó  bie- 
nes determinaron  de  ser  contrarios  al  Aloayde  á 
quien  pHmero  ayudaban ,  dando  lugar  á  Ins  cerca- 
dt>res  que  libremcnte^emasen  la  villa,  á  fin  do  guar- 
dar sus  personaré  foienes,  ó  ansí  Lope  de  Cernadi- 
lla, tomado  no  solamento  délos  enemigos,  mas  do 
los  que  solamente  le  debían  ayudar  á  defender  la 
villa,  ovo  de  darse  al  Arzobispo,  con  partido  que 
dexaee  las  armas ,  é  caballeros  é  se  fuesen  donde 
quisiesen  con  la  grato  que  allí  tonía.  El  cerco  de 
Simancas  se  tovo  dos  meses  donde  murieron  algu- 
nos ,  así  de  los  cercados  como  de  los  cercadores ,  en 
el  qual  cerco  ningún  provecho  ni  honor  se  recibió; 
y  estando  allí  Don  Enrique,  fijo  del  Almirante  Don 
Fadrique,  salió  de  Torre  de  Lobaton  con  poca  gen- 
te, é  cayó  en  celada  de  gente  muy  demasiada  de  la 
quél  traía,  é  fué  desbaratado,  é  allí  murió  un  buen 
caballero  de  la  casa  del  Almirante  llamado  Juan 
Carrillo,  hermano  de  €k>nzalo  Carrillo  el  de  Córdo- 
ba. T  en  tanto  questas  cosas  pasaban  el  Rey  Don 
Enrique  tuvo  lugar  de  ayuntar  muchas  mas  gentes 
de  las  que  tenía,  y  el  cerco  de  Simancas  se  alzó ,  y 
d  Rey  Don  Alonso  se  volvió  á  Valladolid,  y  el  Rey 
Don  Enrique  se  volvió  á  Simancas  con  gran  núme- 
ro de  gentes;  é  allí  se  vino  para  él  Don  Alvaro 
Pérez  de  Osorio,  Conde  de  Trastamara  con  quatro- 
cíentas  lanzase  gran  número  de  peones,  al  qual  el 
Roy  Don  Enrique  dio  la  cibdad  de  Astorga  é  le  fizo 
Marqués  dolía ;  con  el  qual  venía  Gutiérrez  Qnoxa- 
da,  Sefior  de  Villa  García,  varón  muy  noble  y  es- 
trenuo caballero.  Don  García  de  Toledo ,  Duque  de 
Alba,x!omo  ovieee  recebído  gran  suma  de  dineros 


GRÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


86 

del  Bey  Don  Enrique,  vino  alli  á  eervir  con  ocho- 
cientOB  de  caballo  ;  Don  Lnis  de  la  Oerda,  Oonde 
de  Medina  Celi,  trazo  alli  en  Beryido  del  Bey  Don 
Enrique  quatrociontas  lanzas ;  Don  Diego  Fnrtado, 
Marqués  de  Santillana  é  sus  hermanos  trazoron 
ochocientas  lanzas ;  Juan  Bamiree  de  AreUano,  Se- 
fior  de  los  Cameros  é  Pero  de  Mendosa,  Sefior  de  Al- 
mazan,  é  muclioB  otros  caballeros,  aunqne  no  de 
tanto  estado,  traxeron  asaz^gmite ;  ó:ansf  el  Boy  Don 
Enrique  allegó  alli  ocho  mil  lanzas  é  ▼einte  mil 
peones.  Sabida  la  venida  dd  Bey  Don  Earíque  por 
el  Bey  Don  Alonso  con  tan  gran  muchedumbre  de 
gente,  el  Marqués  de  ViUena,  que  antee  solía  mos- 
trar tener  en  poco  el  poder  del  Bey  Don  Earique, 
comenzó  á  temer  la  batalla,  é  doeia  que  en  la  dila- 
ción siempre  se  acrecentaría  el  poder  del  Bey  Don 
Alonso  por  su  edad  ó  fuerza  é  habilidad  é  por  tener 
la  mayor  parte  del  Bc^o  por  sf ,  é  todo  lo  contra- 
río se  debía  juzgar  dol  advorsarío,  el  qnal  á  Dios  é 
á  los -hombres  era  abonrocible  ó  á  ninguno  tuviese 
ñol  á  sí  salvo  per  respeto  de  las  dádivas  que  oon  ne- 
cesidad facía  é  sus  tesocos  mal  ganados  por  gran- 
des que  fuesen  ligeramente  avrían  fin.  Asi  la  do- 
blada aefia  del  Masques  tenia  suspensos  los  corazo- 
nes de  los  que  lo  oían ;  pero  eon  todo  eso  por  todos 
80  determinó  quol  Bey  Don  Alonso  estovieso  en  Va- 
lladolid,  é  to viese  consigo  la  mitad  de  la  gente  que 
allfitenía,  ó  la  otra  dexase  ir  á  sus  casas ;  é  tales 
formas  se  truxeron,  que  se  dio  tregua  por  cinco  me- 
ses de  la  una  parte  á  la  otra.  En  este  tiempo  Don 
Pero  Fernandez  de  Velasco ,  Conde  de  Ilaro ,  que 
decían  questaba  encerrado  con  cierto  número  de  ca- 
balleros de  BU  casa  só  cierta  regla  en  un  hospital 
que  él  había  edificado  en  la  villa  de  Medina  de  Pu- 
mar,  seyendo  certificado  do  las  grandes  turbaciones 
que  en  estos  Beynos  había ,  trayendo  hábito  de  re- 
ligioso, vino  á  la  villa  de  Cigalos  por  dar  algún  me- 
dio entre  estos  dos  Boyes  lo  cual- como  no  pudiese 
acabar  se  volvió  en  su  hospital  como-  de  primero  es- 
taba. 

CAPÍTULO  XXXIL 

Del  eereo  de  Jaén,  é  de  las  cosas  qne  es  la  provincia  del  Ándala- 
da  en  este  tiempo  se  flcieron. 

En  tanto  questas  cosas  se  facían,  el  Maestre  Don 
Pero  Girón  pensó  ocupar  el  Andalucía ;  ó  como  la 
cibdad  de  Jaén  se  acercaba  á  las  fortalezas  del 
Maestrazgo,  parecióle  que  podía  ligeramente  tomar- 
la, como  los  mas  de  los  fidalgos  de  aquella  cibdad 
fuesen  suyos  é  desamasen  mucho  al  Condestable 
Don  Miguel  Lucas,  el  qual  siempre  á  los  populares 
favorecía  ;  y  en  tanto  sojuzgó  aquella  cibdad,  que 
BUS  mandamientos  mejor  en  ella  eran  obedecidos 
que  de  ningún  Bey ;  ó  como  en  ella  ante  de  entonce 
no  oviesemas  de  quinientos  de  caballo ,  los  llegó  á 
número  de  mil  peones  é  diez  mil  lanceros  é  balles- 
teroB  los  quales  todos  le  eran  así  obedientes  como 
si  domésticos  suyos  fuesen,  de  lo  qual  al  Maestre  de 
Calatrava  pesaba  mucho ;  el  qual  como  tuviese  muy 
gran  partQ  Qon  Don  Alonso  de  Aguilar  y  él  tuviese 


la  cibdad  de  Córdoba  á  su  querer  é  mando,  é  no  me- 
nos toviese  en  la  cibdad  de  Eoí  ja  y  en  SevílU  y  en 
Xorez  é  Carmpna ;  ó  tuvieje  gran  parte  en  Ubeda  y 
Baoza  le  f  avoredeso,  porquo  los  principales  de  aque- 
llas dos  cíbdades  vivían  con  él,  ansí  que  en  aquella 
provincia  los  mas  estaban  á  su  querer ,  salvo  Don 
Diego  Fernandez,  Conde  de  Cabra  que  era  muy  no- 
ble y  esforzado  caballero,  el  qual  tenia  dentro  de 
su  villa  de  Baena  quatrocientoe  de  caballo,  é  de  las 
otras  villas  suyas  docíentos  de  caballo,  é  Alonso  de 
Montemayor,  Sefior  de  Aloaudete,  que  en  aquella 
villa  tenía  docíentos  de  caballo ,  los  quales  estaban 
quedos  sin  favorecer  ningiwa  de  las  partes,  é  sola- 
mente el  Condestable  Miguel  Lucas  oon  la  grande- 
za de  Jaén  é  Andujar  fada  guerra  al  Maestre  Don 
Poro  Qíron ,  el  quid  con  tres  mil  de  caballo  é  gran 
número  de  peones  puso  cerco  sobre  la  cibdad  de 
Jaon ,  donde  vanamente  gastó  la  mayor  parte  del 
verano,  é  allí  se  ficieron  muchas  escaramuzas  en 
que  mas  perdieron  los  cercadores ;  ó  como  el  Maes- 
tre oonooiese  aver  gran  gente  en  aquella  dbdad  pa- 
ra BU  defensa  ó  no  les  faltar  cosa  de  lo  que  menes- 
ter avian,  é  tener  lugar  por  la  parte  de  la  sierra  pa- 
ra traer  la  gente  que  quisiesen,  determinó  de  levan- 
tar el  cerco  é  irlo  á  poner  sobre  la  fortaleza  que  lo 
era  contraría  en. la  villa  do  Cannoiía,  la  qual  tovo 
cercada  asaz  días,  é  la  puso  en  tanto  estrecho ,  que 
de  necesidad  se  le  ovo  de  dar ,  é  ansí  se  apoderó  de 
aquella  villa,  de  lo  qual  grandes  dafios  se  siguieron 
en  aquella  provincia. 

En  tanto  questas  cosas  pasaban,  el  Boy  Don 
Alonso  se  partió  de  Valladolid,  é  se  fué  á  Portillo ;  é 
de  allí  se  acordó  de  ir  á  Coca  por  saber  el  propósito 
del  Arzobispo  de  Sevilla  que  en  aquella  villa  resi- 
día ;  é  de  allí  el  Bey  se  partió  para  Arévalo  é  con  él 
el  Arzobispo  de  Toledo,  y  el  Marqués  de  Villena,  y 
el  Maestre  de  Alcántara,  Don  Qomez  de  Solís,  é  los 
Condes  de  Placencía  é  Beuavente  ó  Miranda  ó  Pa- 
redes, y  el  Obispo  de  Coría,  Don  Ifiigo  Manrique, 
el  qual  como  partiese  de.  Valladolid,  topó  en  el  ca- 
mino oon  gente  del  Obispo  de  Palencía  Don  Gu- 
tierre de  la  Cueva,  hermano  del  Duque  de  Albur- 
querque,  é  peleó  con  él  de  manera  que  lo  desbarató, 
é  fueron  allí  algmios  muertos  y  otros  presos. 

CAPÍTULO  xxxni. 

De  lo  qoe  el  Rey  Don  Enrique  en  este  tiempo  llxo ,  ¿  de  las  Ins- 
irueclones  qael  Rey  Don  Alonso  al  l*apa  rabio  envió ,  6  de  ia 
muerte  de  la  Infanta  de  Portugal,  abuela  de  la  Reyna  Dofia  Isa- 
bel ,  ó  de  la  ida  del  Conde  de  Placcncia  é  del  Maestre  de  Al- 
cántara en  el  Andalacía ,  6  del  Rey  Don  Alonao  en  Avila ,  é  de 
la  ida  del  Anobispo  de  Toledo  en  liuete  por  socorrer  A  sn 
hermano  Lope  Vaaqnez ,  que  lo  tenia  cercado  Garda  Mendes  de 
Dadajoz. 

En  tanto  que  las  treguas  duraban ,  el  Bey  Don 
Enrique  puso  gran  gente  cerca  de  la  villa  de  Medi- 
na del  Campo  que  Pedro  Arias  luengamente  había 
tenido  cercada,  é  la  había  tomado,  é  asimismo  en  la 
villa  de  Olmedo.  T  en  tanto  quel  Rey  Don  Enrique 
estaba  en  Simancas,  escribió  al  Santo  Padre  cartea 
muy  ansiosas ,  quezándose  de  sus  vasallos,  especial- 


UEMOBI&L  DE  DIVBRSAS  HAZAlfAa 


8Í 


iftente  de  aquellos  qne  babia  f  cebo  grandes,  é  como 
hijoB  loa  babia  criado  é  peor  qne  á  enemigo  le  trc- 
taban ;  demandándole  favor  en  las  cosas  Tenideras 
porque  sus  Reynos  libremente  le  qnedasen  ;  lo  qnal 
sabido  por  el  Rey  Don  Alonso,  envió  al  Santo  Pa- 
dre badéndole  saber  el  fundamento  é  comienzo  de 
los  debates  destos  Beynos  é  causas  de  la  depusioion 
del  Bey  Don  Enrique  su  hermano,  suplicándole  no 
quisiese  dar  fée  á  las  cosas  no  yerdaderas  que  por 
parte  de  su  hermano  Don  Enrique  le  eran  escritas, 
sobre  lo  qual  todas  las  cibdades  é  villas  al  Bey  Don 
Alonso  sujetas  escribieron  ásu  Santidad,  siguiendo 
la  forma  en  que  la  cibdad  de  Sevilla  escribió.  En 
este  tiempo  la  Infanta  de  Portugal  agüela  del  Bey 
Don  Alonso,  falleció  é  fué  enterrada  muy  honrada- 
mente en  el  Monesterio  de  San  Francisco,  fuera  de 
los  muros  de  la  villa  de  Arévalo,  la  muerte  de  la 
qual  fué  muy  dafiosa,  ansi  por  ser  muy  notable 
muger  é  de  gran  consejo,  oomo  porque  su  vida  fa- 
cia  grande  ayuda  é  consolación  á  la  Beyna  viuda 
su  hija.  E  de  allí  el  Bey  Don  Alonso  se  fué  ó  Avi- 
la, y  el  Conde  de  Placencia  y  el  Maestre  de  Alcán- 
tara se  fueron  para  sus  tierras  que  en  el  Andalucía 
tenían,  é  desde  allí  para  Sevilla  por  dar  sosiego  en 
las  cosas  de  aquella  cibdad.  Y  estando  el  Boy  Don 
Alonso  en  Avila,  vino  nueva  cierta  al  Arsobispo  do 
Toledo  de  como  OarcWMendes  de  Badajos  tenia  cer- 
cado á  Lope  Vasquex  so  hermano  en  Huete,  con 
seiscientas  lansas  del  Bey  Don  Enrique  é  gran  nú- 
mero de  peones,  é  combatía  la  fortaleza,  é  es  cierto 
qne  según  la  gente  que  Garci  Méndez  allí  tenía  y 
el  desamor  que  los  de  la  cibdad  le  avian,  fuera  for- 
zado de  se  dar,  é  le  fuera  tomada  la  fortaleza  por 
fuerza; lo  qual  sabido  por  el  Arzobispo  de  Toledo, 
partió  de  Avila  con  fasta  decientas  lanzas,  y  cuan- 
do llegó  á  Tarancon  llevaba  bien  oohocientas ;  é 
desde  allí  envió  alguna  gente  para  que  comenzasen 
la  pelea  por  espaldas  del  castillo ;  el  qual  como  tu- 
viese por  su  parte  toda  la  cibdad ,  salió  della  con 
seiscientas  lanzas  é  oon  cinco  mil  peones  qne  allí 
tenía ;  ó  como  en  el  camino  para  Tarancon  por  don- 
del  Arzobispo  venía  por  las  espaldas  de  la  forta- 
leza, como  Garci  Méndez  lo  supo,  volvió  por  socor- 
rer á  los  suyos  é  así  vuelta  la  pelea,  el  Arzobispo 
de  Toledo  é  los  suyos  vinieron  peleando  con  Garci 
Méndez  fasta  lo  meter  por  las  puertas  de  la  cibdad, 
en  la  entrada  de  la  qual  fué  preso  Garci  Méndez,  é 
con  él  alguno  de  los  suyos,  é  de  los  seiscientos  de  á 
caballo  no  escaparon  quarenta  que  no  perdiesen  las 
armas  é  caballos ;  é  así  Lope  Vázquez  no  solamento 
fué  libre  é  la  fortaleza  quedó  por  él,  mas  los  mise- 
rables dbdadanos  quedaron  debaxo  del  poder  suyo 
que  ante  de  entonce  muy  dura  é  ásperamente  los 
trataba  é  mucho  peor  esperaban  ser  tratados  dende 
adelante.  En  tanto  el  Almirante  é  los  Oondes  de 
Paredes  é  Bnendia  é  Santa  Marta  é  Monte  Bey,  y  el 
Vizconde  de  Palacios  de  Valduem a  estaban  en  Va- 
lladolid,  donde  vino  nueva  que  Alvaro  de  Gliindii- 
Ua  con  decientas  lanzas  del  Bey  Don  Enrique  ha- 
bía tomado  una  fortaleza  cerca  de  una  dbdad  de 
León  ;é  luego  Don  Alonso  Enriques,  hijo  mayor 


dd  Almirante  Don  Fadrique,  se  partió  para  allá  con 
dentó  é  ochenta  de  caballo  é  quatrocientos  peones, 
é  puso  d  cerco  sobre  aquella  fortaleza,  é  combatióla 
de  tal  manera ,  que  la  tomó  por  fuerza  de  armas  é 
mató  algunos  de  los  que  en  día  estaban  é  á  otros  to- 
mó las  armas  é  caballos,  é  volvióse  á  Valladolid 
donde  al  Bey  Don  Alonso  vinieron  embazadores 
del  Conde  de  Fox,  que  en  aquel  tiempo  avia  toma- 
do la  cibdad  de  Calahorra  é  gran  piurte  dd  Beyno 
de  Navarra,  el  qual  afirmaba  haber  tomado  aquella 
dbdad  por  questaba  á  obedienda  del  Bey  Don  En- 
rique, é  por  su  embazada  se  ofrecía  servir  al  &ey 
Don  Alonso,  el  qual  Bey  Don  Alonso  respondió  por 
Don  Pero  Duque,  varón  noble,  juntamente  con  los 
embazadores  del  Conde  de  Fez,  al  qual  mandó  que 
le  requiriesen  que  no  detuviese  mas  en  los  Beynos 
de  Castilla,  pues  era  cierto  haber  pasado  las  leyes 
de  la  verdadera  amistad,  como  él  oviese  venido  en 
estos  Beynos  con  color  de  le  ayudar,  é  había  fecho 
en  ellos  muy  grandes  daños  é  males.  Oída  esta  em- 
bazada por  d  Conde  de  Fez ,  él  se  partió  de  Cala- 
horra con  inunción  de  tomar  la  viUa  de  Alfaro  por 
trato  ó  por  fuerza,  lo  qual  en  vano  trabajó,  como  en 
ella  estuviese  Gómez  de  Bojas ,  noble  y  estrenuo 
caballero,  d  qual  con  ayuda  de  los  moradores  della 
la  defendió  tan  valientemente ,  que  los  franceses  y 
gascones  recibieron  muy  gran  dafio ,  é  muchos  d^ 
líos  murieron  allí,  é  otros  fueron  destrozados ;  é  an- 
sí el  Conde  de  Fox  se  volvió  en  su  tierra  con  poca 
honra,  é  mandó  á  los  quo  babia  dexadoen  Calahor- 
ra que  la  desmamparasen  é  lo  siguiesen.  E  al  tiem- 
po quel  Conde  de  Fez  tomó  la  cibdad  de  Calahorra, 
acaesció  allí  una  cosa  asaz  dina  de  memoria,  la 
cual  fué  que  como  los  franceses  anduviesen  roban- 
do la  dbdad,  cinco  se  metieron  en  una  casa  de  un 
judío,  é  cerraron  la  puerta  por  de  dentro ;  é  como  el 
judío  no  estuviese  en  la  cibdad,  en  la  casa  estaba 
solamente  la  muger,  moza  hermosa,  de  edad  de  vein- 
te é  quatro  ó  veinte  é  cinco  afios;  la  qual  como  dn- 
tíó  los  franceses  en  casa,  se  escondió  é  oon  ella  una 
mozuola  que  tenía  de  ocho  ó  diez  aftos;  ó  como  los 
franceses  anduvirron  por  la  casa  entraron  en  la  bo- 
dega donde  había  muy  buenos  vinos  é  bebieron 
tanto  que  todos  dnoo  se  durmieron,  é  dezaron  tira- 
do el  tapón  de  una  cuba ,  é  derramóse  muy  gran 
parte  del  vino ;  é  como  la  judía  estuviese  muy  gran, 
pieza  é  no  oyese  bollicio  en  la  casa,  envió  á  la  mo- 
zuda  á  ver  que  facían  los  franceses ,  la  qual  los  fa- 
lló tendidos  con  el  vino  durmiendo ,  é  la  judía  de- 
céndió  con  un  cochillo  que  tenía  muy  agudo,  y  en- 
tró en  la  bodega  muy  paso  é  degollólos  á  todos  dn- 
co,  é  salióse  para  la  puerta  que  era  en  anochecien- 
do, é  fuese  á  la  villa  de  Alfaro.  T  en  este  tiempo  el 
Bey  Don  Enrique,  que  envió  tratar  con  el  Conde  de 
Fez  que  le  ayudase  contra  su  hermano  ó  ficiese 
guerra  al  Bey  de  Aragón,  oomo  fuese  certificado 
que  Dofia  Blanca,  su  muger  quo  habia  sido,  era 
muerta,  el  Bey  Don  Enrique,  sabida  la  muerte  su- 
ya, fizo  nuevas  velaciones  con  ceriinonía  oclcdásti- 
ca  con  la  Beyna  Dofia  Juana,  de  que  todos  los  dis- 
cretos f  adán  burla  oonodendo  ser  tan  vana  la  boda 


88 


GRÓNIOAS  BE  LOS  BBTES  DE  CASTILLA. 


tercera  como  la  primera  y  segunda.  Ea  eete  tiem- 
po 80  oomoDzó  la  hermandad  en  la  mayor  parte  des- 
tos  Hoy  nos,  de  que  gran  provecho  se  siguió,  como 
quiera  que  desque  la  hermandad  so  vido  poderosa, 
pasó  los  términos  del  fin  á  que  f  uó  ordenada,  é  reci- 
hieron  algunos  por  ello  asaz  dafios  ó  muertes. 

CAPÍTULO  XXXIV. 

De  la  pertinancia  qoe  \o$  barceloneses  tuvieron,  y  del  injasto  favor 
que  el  Papa  Pablo  dio  al  Rey  Don  Enrique,  6  de  como  el  Dean 
de  Toledo  quiso  sostener  no  ser  bienfeeba  la  deposoclon  del 
Rey  Don  Enrique ,  sin  consultar  al  somo  l^ontillce,  ¿  de  como 
por  valientes  letrados  le  fué  probado  el  contrario. 

Después  de  la  nmerte  de  Don  Pedro  de  Portugal, 
qno  se  llama  Rey  do  Aragón,  como  quiera  que  á  los 
do  Barcelona  se  hiciese  muy  áspera  guerra,  no  de- 
xaron  de  afiadir  error  á  sus  errores  pasados,  ca  des- 
pués de  comienzo  de  su  rebelión  demandando  para 
ello  favor  al  Boy  Don  Enrique  é  aquel  ya  cesase, 
después  de  haber  llamado  á  Don  Pedro  do  Portugal 
ó  haberle  dado  titulo  de  Rey  ó  aquel  ser  muerto  de 
sus  capitales  enemigos,  que  quisieron  facer  amigos, 
como  entrollos  ó  los  do  Marcela  ovioso  antigua 
^  amistad,  é  ante  que  el  Rey  de  entonce  se  oviesc  lla- 
mado Rey  de  Cecilia  ó  fuese  en  decrépita  edad ,  pe- 
ro curaron  que  el  Duque  Juan ,  primogénito  suyo, 
viniese  on  Barcelona,  prometiendo  el  dominio  con 
nombre  do  Rey,  del  quul  se  quisieron  ayudar  con- 
tra su  verdadero  Roy  tan  humano,  tan  noble,  tanto 
amador  do  sus  vasallos  ¡  é  ansí  el  Duque  Juan  ya 
una  vez  vencido  en  la  guerra  napolitana  y  ochado 
vituperiosamente  de  la  posesión  de  Genova  á  reques- 
ta  do  los  barcelonoses,  fué  ende  vonido ,  con  cuyo 
favor  ellos  pensaron  poder  conseguir  el  fin  desea- 
do, é  donde  gloriosa  vitoria  esperaban,  siempre  cal- 
da peligrosa  é  infamia  perpetua  les  vino ;  el  qual  ya 
llamado  Rey  de  Aragón ,  con  el  favor  de  Luis  Rey 
de  Frimcia,  cuyo  primo  él  era,  pensó  salir  con  la 
empresa  que  por  gran  dafío  suyo  comenzó  é  la  guer- 
ra se  fizo  ásperamente.  Los  navarros  después  de  la 
muerte  de  la  Princesa  Dofia  Blanca,  que  fué  muger 
del  Rey  Don  Enrique ,  comenzaron  á  contender ,  é 
la  división  entrollos  siempre  so  fué  acrecentando, 
de  que  gran  trabajo  al  Rey  de  Aragón  se  signia ,  é 
la  ceguedad  allende  de  los  otros  trabajos  le  comen- 
zaba, ó  á  su  afición  se  afiadieron  las  turbaciones  que 
en  Castilla  tenían  todos  los  que  deudo  é  amor  le 
avian,  á  los  quoles  el  Papa  Paulo  injustamente  per- 
seguia  queriendo  favorecer  al  Rey  Don  Enrique,  é 
á  los  intrusos  por  sus  letras  f  avorocia,  llamando  por 
ellas  al  Duque  Juan,  Roy  de  Aragón,  en  gran  per- 
juicio del  verdadero  Rey  Don  Juan  é  á  suplicación 
de  aquel  é  do  las  Iglesias  catedrales ;  é  en  Cataluña 
proveía,  é  otro  tanto  hizo  en  el  término  de  Castilla, 
mandando  á  los  procuradores  del  Rey  Don  Alonso 
que  en  su  corte  no  lo  llamasen  Rey,  por  lo  qual  el 
Arzobispo  escribió  al  Santo  Padre  sus  cartas  llenas 
de  querellas  por  las  quales  esplicó  las  verdaderas 
causas  por  qué  las  principales  cibdades  de  los  Rey- 
nos  de  Castilla  á  su  Santidad  avian  escrito  so  la 
forma  que  la  cibdad  de  Sevilla}  ó  con  aquellos  en- 


vió las  instrucciones  de  las  layes  de  Espafia  con  au- 
toridad teológica  é  canónica;  á  las  cuales  todos  los 
Grandes  que  al  Rey  Don  Alfonso  seguían,  unáni- 
mes ó  conformes  dieron  su  consentimiento ;  lo  qual 
como  el  Rey  Don  Enrique  supiese,  buscó  alguna  de- 
fensión para  su  causa ,  ó  fué  requerido  por  él  Don 
Francisco  de  Toledo,  Maestro  en  Teología,  varón 
muy  famoso  en  ciencia  é  de  honesta  vida  ¡  al  qual 
rogó  quisiese,  ansí  en  sus  predicaciones  como  en 
escrito,  favorecer  su  parte;  el  qual  en  muchos  ser- 
mones que  fizo  siempre  concluyó  que  por  malo  que 
fuese  el  Rey,  sus  súditos  no  debían  ni  podían  pro- 
ceder contra  él  ni  privarlo  del  Reyno ,  salvo  seyen- 
do  ante  juez  competente,  probando  el  crimen  de  he- 
rejía ;  al  qual  fué  respondido  é  probado  lo  contra- 
río por  Don  Antonio  de  Alcalá,  Obispo  de  Asturias, 
fray  le  de  la  Orden  de  San  Francisco,  varón  muy 
notable  é  de  gran  ciencia,  é  por  Fray  Juan  Lopes, 
famoso  maestro  en  Teología  de  la  Orden  de  los  Pre- 
dioadoros,  é  por  otros  Doctores,  famosos  legistas  é 
canonistas,  los  quales  todos  por  muy  diversas  auto- 
ridades, así  del  Testamento  viejo  como  del  nuevo, 
toolúgicas  é  canónicas  é  jurídicas,  corroboraron  é 
aprobaron  la  deposocion  fecha  del  Rey  Don  Enri- 
que; é  por  eso  los  Grandes  destos  Reynos  á  las  ar- 
mas ocurrieron,  según  la  costumbre  vulgar  que  en 
semejantes  casos  so  suelo  tener  entro  los  Royos ,  en- 
tre los  qnalcs  on  las  armas  está  ol  derecho  ó  por 
proverbio  común  se  tiene  que  en  la  corte  romana 
á  los  vencedores  dan  la  corona  é  á  los  vencidos  des- 
comulgan. 

CAPITULO  XXXV. 

Oe  como  fué  tomada  la  elbdad  de  Gibraltar  i  Rsteban  de  Viila- 
creces  por  Don  Enrique  de  Guarnan,  fijo  del  Duque  de  Medina 
Sidonia,  Donjuán  de  Guzman,  6  de  la  tomada  de  Coria. 

Grande  esperanza  tovo  el  Duque  Don  Beltran  de 
la  Cueva  de  poder  tener  la  cibdad  de  Gibraltar,  la 
qual  tenia  por  él  un  buen  caballero  natural  do  Xe- 
roz,  llamado  Esteban  do  Villacreces,  cufiado  suyo, 
casado  con  su  hermana ,  hombre  mucho  esforzado  é 
muy  discreto  en  las  cosas  de  la  guerra ,  é  usado  á 
Bofrir  peligros  é  trabajos.  K  como  ol  Duque  do  Me- 
dina Sidonia  siguiese  al  Roy  Don  Alonso,  ó  le  pa- 
reciese á  BU  primo  mucho  convenir  aquella  cibdad 
estar  á  su  obediencia,  envió  mucha  gente  á  la  cer- 
car en  comienzo  dol  mes  de  Mayo  del  afio  de  mil  y 
quatrocientos  é  sesenta  é  seis ;  la  qual  venida  Este- 
ban de  Villacreces  consideró  que  según  la  grande- 
za  de  aquella  cibdad ,  él  no  1&  podría  defender  con 
la  gente  que  tenia  é  por  eso  él  se  retraxo  á  la  for- 
taleza ,  lo  qual  luego  fizo  saber  al  Rey  Don  Enrique 
é  al  Duque  Don  Beltran  ;  lo  qual  sabido  por  el  Roy 
escribió  letras  á  gran  priesa  á  los  moros  de  Grana- 
da ,  rogándoles  af cctuosamonte  que  quisiesen  so- 
correr á  Esteban  do  Villa  creces,  los  quales  mirando 
como  no  podían  socorrer  la  fortaleza  sin  tomar  la 
cibdad ,  é  esto  á  ellos  les  fuese  difícil,  según  la  mu- 
chedumbre de  gente  que  en  ella  estaba,  como  quie- 
ra que  algunas  veces  llegaron  muy  cerca  dolía,  no 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS 


89 


lo  osaron  atentar;  é  oon  esto  siempre  el  Dnqne  de 
Medina  acrecentó  el  cerco,  é  mandó  poner  estancias 
contra  la  fortalesa,  combatiéndola  fuertemente  cada 
dia  éon  gprandes  tiros  de  pólvora  é  con  todos  los  otros 
aparejos  acostumbrados  á  combatir ;  lo  qual  duró 
fasta  quince  dias  de  Febrero  del  año  de  mil  é  qua- 
trooientos  é  sesenta  é  siete  afios,  en  el  qual  tiempo 
Don  Enrique  de  Guzman,  bijo  del  Duque  Don  Juan 
de  Guarnan ,  sobrevino  con  mucba  mas  gente  é  con 
mas  artillería,  é  fiso  combatir  la  fortaleza  de  tal 
manera,  que  fué  derribada  muy  gran  parte  de  los 
muros,  é  derribadas  algunas  torree  della  y  entrada 
la  f ortalesa ;  y  Esteban  de  Villacreces  se  retrasó  á 
la  torre  principal  con  su  mujer  é  fijas  que  allí  tenia 
é  con  algunos  peones  que  le  quedaron,  donde  se  de- 
fendió varonilmente  por  quatro  meses,  pasando  in- 
finitos trabajos  de  noche  é  de  dia,  teniendo  ya  muy 
gran  mengua  de  las  cosas  necesarias  ;  é  como  quie- 
ra que  muy  grandes  partidos  le  fueron  movidos, 
jamas  quiso  entregarla  torre,  como  quiera  que  vldo 
los  que  con  él  estaban  descolgarse  conjsogas  é  darse 
á  miserioordia  de  los  cercadores;  é  como  ya  no  le 
quedase  gente  con  que  pudiese  la  torre  defender ,  é 
todas  las  vituallas  le  falleciesen,  dio  la  torre  sin 
ningún  partido ,  é  ansí  el  Duque  de  Medina  poseyó 
libremente  la  cibdad  de  Gibraltar  é  su  fortaleza ,  ó 
ovo  previlegio,  del  dominio  de  aquella  cibdad ,  no 
embargante  ser  título  del  oetro  Real.  En  este  tiem- 
po como  el  Maestre  de  Alcántara  Don  Gómez  de  So- 
lis  toviese  cercado  muobo  tiempo  avia  la  cibdad  de 
Ooría,  en  la  qual  estaba  Alfonso  de  Monroy  Clavero 
de  Alcántara,  la  defendía  ansí  porque  seguía  al  Rey 
Don  Enrique,  como  porque  tenia  grande  odio  al 
Maestre  Don  Gómez.  La  oausa  principal  habia  sey- 
do  porquel  Maestre  tiránicamente  tenia  ocupada  la 
villa  de  Gáoeres,  donde  el  Clavero  tenia  muchos  pa- 
rientes é  amigos,  los  quales  del  Maestre  eran  mal- 
tratados, seyendo  caballeros  dinos  de  honor;  é  no 
solamente  aquella  villa  mas  la  mayor  parte  de  aque- 
lla provincia  tenia  así  sometida  é  sojuzgada ,  é  al- 
gunas veces  con  soberbia  deda  que  el  Rey  por  po- 
deroso que  era  no  lo  temia,  como  quiera  quel  Cla- 
vero envió  á  demandar  socorro  al  Rey  Don  Enrique 
que  nunca  ge  lo  envió  é  pasó  muy  grandes  trabajos 
é  fatigas,  estando  mucho  apretado  y  de  eonttno  com- 
batido con  munchos  pertrechos  é  artiUerias.  é  oos- 
trellido  por  mucha  necesidad  después  de  haber  sói- 
do luengamente  cercado,  entregó  la  cibdad  al  Maes- 
tre, é  fuese  á  la  fortaleza  de  Fertejo  que  habia  to- 
mado por  escala.  La  toma  desta  cibdad  ensoberbe- 
ció mucho  al  Maestre  de  Alcántara ;  é  desde  allí  fué 
á  tomar  la  cibdad  do  Badajoz,  quos  cerca  del  rio  Ifa- 
mwlo  Guadiana,  con  las  qnalos  cibdades  quiso  su- 
blimar y  engrandecer  sus  hermanos,  el  uno  Uama* 
do  Gutierre ,  al  qual  entregó  á  Coria  con  título  de 
Conde ,  y  al  otro  llamado  Fernán  Gómez  puso  en  la 
cibdad  de  Badajoz,  cibdades  obispados  muy  nobles 
é  antiguas  é  anejas  á  la  Corona  Roal. 


CAPÍTULO  XXXVL 


De  la  moerte  de  Don  Pedro  Girón,  Maestre  de  Galatrava,  6  del 
gran  milagro  qne  nnestro  SeBor  en  ella  demosirópor  la  Ilnstrf- 
slna  Infanta  DoDa  Isabel,  ó  de  la  calda  de  Don  loan  de  Valen- 
luela,  Prior  de  San  Joan ,  6  de  la  muerte  de  Franelseo  Esforu» 
Dnqae  de  Niltn,  6  de  la  victoria  qne  en  esteittempo  ovo  el  gran 
Toreo.  ^ 

Don  Pedro  Girón ,  Maestre  de  Calatrava,  no  con- 
tento de  la  gprah  dignidad  é  rentas  que  la  fortuna 
le  avia  administrado ,  pensó  mucho  más  sublimar 
su  estado,  para  lo  qual  ovo  dispensación  del  Santo 
Padre  para  casarse ,  seyendo  frayle  profeso  de  la 
Orden  de  San  Benito,  é  ovo  pensamiento  de  aver 
por  muger  la  Serenísima  Infanta  Dofia  Isabel,  que 
hoy  esReyna  é  Sefiora  nuestra ,  lo  qual  creyó  lige- 
ramente pudiese  acabar  según  la  parte  que  en  el 
Rey  Don  Enrique  tenia ;  para  lo  qual  determinó  de 
venir  en  la  villa  de  Ocafta  con  tres  mil  lanaas,  don- 
del  Bey  Don  Alonso  é  la  Infanta  Dofta  Isabel  esta- 
ban ,  con  propósito  do  inclinar  la  voluntad  de  la  In- 
fanta á  que  quisiese  casar  con  él,  é  quando  de  gra- 
do no  le  pluguiese,  tomarla  por  fuerza;  la  qual 
como  fuese  certificada  del  propósito  con  quel  Maes- 
tre venia  é  con  grande  aparato,  no  solamente  de 
guerra  mas  de  Corte  é  oon  grandes  aparejos  para  fa- 
cer justas  y  torneos  é  todas  las  fíestss  que  se  acos- 
tumbraban facer  en  las  bodas  do  los  grandes  prín- 
cipes, la  sefiora  Infanta  como  desto  fué  muy  turba- 
da é  triste,  estuvo  un  dia  y  una  noche  las  rodillas 
por  el  suelo,  muy  devotamente  rogando  á  nuestro 
Sefior  que  le  pluguiese  matar  á  él  ó  á  ella,  porqueeto 
casamiento  no  o  viese  ef  eto,  é  viniendo  ansí  el  Maes- 
tre muy  sano  é  alegre,  dando  forma  en  las  fiestas 
que  en  sus  bodas  se  avian  de  hacer,  llegando  á  un 
lugar  que  se  llamaba  Villa  Bubia,  cérea  de  Villa 
Beal,  de  súpito  de  la  mano  de  Dios  fué  ferido  de 
esquinencia  de  tal  manera,  que  dentro  de  tres  dias 
fué  muerto,  quedando  todos  los  suyos  sanos ,  é  no 
menos  los  vecinos  de  aquel  lugar;  é  ansí  nuestro  Se- 
fior quebrantó  la  elación  é  soberbia  do  aquesto  ca- 
ballero, en  qnanto  los  hombres  deben  tomar  enzem- 
pío  para  no  querer  subir  en  mas  alto  de  quanto  les 
conviene  por  la  sobervia  é  vana  presunción,  que  las 
mas  veces  derribaron  á  quier  que  las  toma ,  como 
sea  por  Dios  desamado,  por  lo  cual  el  ángel  del  cie- 
lo cayó,  é  el  hombre  del  paraiso  fué  ochado,  la  torre 
de  Babilonia  derribada,  é  Golias  muerto.  E  allí  el 
Maestre  repartió  entre  algunos  de  sus  criados  muy 
gran  parte  de  tesoros  que  consigo  traía,  é  dexó  el 
cargo  de  sus  hijos  é  la  administración  de  sus  bienes 
á  BU  hermano  el  Marqués  Don  Juan  Pacheco.  Aquí 
parece  dina  cosa  oscrebirse  un  caso  maravilloso 
acaecido  siete  dias  antes  de  la  muerte  del  Maestro, 
el  qual  fué  que,  como  partiese  de  la  villa  de  Porcu- 
na para  continar  su  viaje,  fué  á  dormir  á  un  casti- 
llo llamado  el  Barrueco,  que  es  do  la  cibdad  de  Jaén, 
donde  casi  á  hora  do  vísperas  vido  venir  por  el  ca- 
mino quel  avia  traído  una  muy  gran  muchedumbre 
de  cigfiefias,  que  era  maravilla  do  las  ver,  viniendo 
delante  de  todas  una  que  las  guiaba ;  y  llegando  en- 


40 

cima  del  caatíllo ,  allí  eetuyieron  ñu  graa  rato  fa- 
ciendo tan  grau  raido  con  los  picos,  qae  eraextrafta 
cosa  de  ver ;  é  juntándose  todas  ficieron  una  redon- 
deza  tan  grande,  que  aunque  facia  sol  muy  olaro, 
el  castillo  oscureció,  poco  menos  que  si  fuera  de  no- 
che ;'de  lo  qual  el  Maestre  fué  mucho  turbado  é  pre- 
guntó á  todos  que  qué  les  parecía  de  aquello,  los 
quales  respondieron  que  no  sabían  qué  decir,  salvo 
que  nunca  vieron  semejante  cosa,  y  el  Maestre  man- 
dó que  mirasen  que  camino  seguían  las  cigüeñas,  ó 
fallaron  que  llevaron  el  derecho  camino  que  otro 
dia  el  Maestre  había  de  llevar.  E  sabida  por  el  Mar- 
qués la  muerte  de  su  hermano,  el  Arzobispo  de  To- 
ledo y  el  Marqués*  é  con  ellos  D.  Juan  Tellez,  fijo 
mayor  del  Maestre  ,  se  partieron  de  gran  priesa  de 
la  villa  de  Arévalo,  y  el  Arzobispo  se  fué  á  Yepes, 
y  el  Marqués  á  Úbeda ;  é  desdo  allí  dio  forma  como 
las  villas  ó  fortalezas  del  Maestre  de  Calatrava  se 
entregasen  á  Don  Rodrigo  Qiron ,  su  sobrino ;  y  él 
80  partió  para  la  villa  de  Almagro ,  donde  fizo  jun- 
tar los  CJomendadores  con  los  quales  tovo  tales  f or- ' 
mas,  que  eligieron  por  Maestre  al  dicho  Don  Ro- 
drigo, como  quiera  questa  elecíon  fuese  contra  las 
Ordenanzas  de  la  Santa  Orden  de  Galatrava,  asi  por 
la  inhabilidad  de  su  nacimiento  como  por  la  poque- 
za de  su  edad.  En  este  tiempo  fué  tomada  la  villa 
de  Sepúlvedaque  por  el  Rey  Don  Alonso  estaba  por 
gente  del  Rey  Don  Enrique,  en  la  entrada  de  la 
qual  murieron  algunos  del  Marqués  do  Villena  que 
en  ella  estaban ;  ó  ansi  mismo  pusieron  cerco  sobro 
la  cilnlad  de  Ubeda  el  Condestable  Don  Miguel  Lu- 
cas ó  Don  Juan  de  Valenzuela,  Prior  de  San  Juan 
al  socorro  de  la  qual  el  Marqués  de  Villena  ovo  de 
ir  con  trecientas  lanzas;  los  quales  como  fueron  cer- 
tificados de  la  venida  del  Marqués,  dexaron  el  arra- 
bal que  de  Ubeda  tenían  tomado,  é  partiéronse  para 
Jaén ;  é  levantado  el  ooroo,  en  seguimiento  del  los 
•  fueron  Día  Sánchez  de  BenofvideB  é  Gonzalo  de  Sa- 
yavedra  é  Garabajal,  los  quales,  como  quisiesen  pa- 
sar el  rio  indiscretamente,  el  Prior  de  San  Marcos 
se  afogó  y  el  Prior  de  San  Juan  con  seiscientos  de 
caballo  é  ochocientos  peones  se  fué  á  la  villa  de  An- 
duzar,  é  en  el  camino  ovo  recuento  con  Don  Fadri- 
quo  Manrique,  Hermano  del  Conde  de  Paredes,  el 
qual  le  quiso  defender  el  paso  de  Guadalquevir, 
donde  ovo  entrellos  oruel  batalla  en  que  murieron 
muchos  de  ambas  partes ,  pero  al  fin  como  fuese 
mucha  mas  la  gente  del  Prior  de  San  Juan  que  los 
de  Don  Fadrique ,  que  do  súpito  acaesció  que  Don 
Alonso  de  Aguilar  que  llegó  allí,  que  quería  pasar 
á  Ubeda  con  gran  gente,  como  sintió  la  pelea  de  la 
gente,  socorrió  muy  prestamente  á  la  parte  de  Don 
Fadrique  su  tío,  é  no  solamente  lo  delibró,  mas  des- 
barató los  enemigos ,  ó  mató  é  prendió  del  los  mas  de 
doscientos,  é  recobró  la  presa  que  de  los  arrabales 
de  Ubeda  habían  traido  éde  allí  el  Prior  de  San  Juan 
fué  f uyendo  con  muy  poca  gente,  andando  do  dia  é 
de  noche ,  ó  oon  gran  peligro  pudo  llegar  al  castillo 
de  Consuegra  donde  sostuvo  grandes   trabajos  y 
intolerables  necesidades,  fasta  que  ovo  de  dar  la 
fortaleza,  quedando  menospreciado  de  sus  propios 


CRÓNICAS  Dfi  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


vasallos.  En  el  qual  tiempo  Don  Juan  Ponoe  de 
León,  Conde  de  Arco,  cercó  la  cibdad  de  Cádiz ,  la 
cual  tomó  hallándola  muy  vacía  de  gente  por  cau- 
sa de  la  pestilencia  que  en  ella  había.  En  este  tiem- 
po fué  muerto  Francisco  Bsforza,  Duque  de  Milán, 
estando  seguro  oyendo  vísperas  en  la  iglesia  mayor 
de  aquella  oibdad  por  un  mal  hombre, sin  sabérsela 
verdadera  causa  porque  lo  fizo,  llegándose  á  él  di- 
ciendoque  le  quería  fablar  é  le  pasó  una  daga  por  el 
ouerpo,  deque  súpitamente  murió;  y  algunos  decían 
questo  se  fizo  por  quel  Duque  avia  forzado  uno  her- 
mana de  aquel  caballero ;  otros  decian  que  porque 
quitó  á  un  hermano  suyo  una  abadía  que  rentaba 
dos  mil  ducados  cada  afto.  Como  quiera  quel  Duque 
se  murió,  como  dicho  es,  é  para  lo  poner  en  obra, 
como  dicho  es ,  tuvo  esta  forma :  que  se  conjuró 
con  otros  dos,  ó  todos  tres  llegaron  mostrando  que 
querían  facer  reverencia  al  Duque,  y  el  uno  le  pasó 
tros  ó  quatro  voces  la  daga  por  ol  cuerpo ,  é  no  so 
pudo  conocer  qual  dellos  fuese ,  é  los  dos  fueron 
luego  allí  muertos  ,  y  el  uno  f  uyó,  é  después  se  supo 
queste  que  fuyó  lo  había  matado.  E  esto  ansí  pa- 
sado, la  Duquesa ,  como  quiera  que  oviese  gran  do- 
lor de  la  muerte  del  marido ,  luego  de  súpito  prove- 
yó en  lo  que  más  le  cumplía  é  se  metió  en  la  forta- 
leza con  el  primogénito  heredero  é  con  los  otros  sus 
fijos;  é  luego  mandó  pregonar  por  mandado  del 
unigénito  que  ninguno  fuese  osado  á  traer  armas  so 
pena  la  vida ,  é  que  todos  honrasen  é  acatasen  á  su 
primogénito  heredero  en  d  lugar  de  su  padre,  ol 
qual  desde  aquella  hora  quitó  todas  las  cesaciones 
que  su  padre  en  aquella  cibdad  avia  puesto ,  sola- 
mente dozando  para  sí  las  rentas  ordinarias  que  so- 
lian  levar  los  Duques  de  Milán ,  faciéndoles  saber 
que  cualosquier  costas  quel  Duque  debía  ó  injusta- 
mente avia  llevado ,  los  mandaba  luego  en  dinero 
contado  pagar,  é  quería  que  su  hijo  el  nuevo  Duque 
se  rígicse  é  fuese  gobornado  en  tanto  que  fuese 
mozo  por  consejo  do  nobles  cibdadanos  escogidos 
por  el  pueblo  ;  é  luego  escribió  á  los  ginoveses  ro- 
gándoles afectuosamente  que  quisiesen  estar  en  la 
foe  que  habían  estado  del  Duque  Francisco  Esf  orza, 
é  después  de  su  hijo  Galcaso ;  é  tanta  fué  la  virtud 
de  la  Duquesa,  que  todas  los  cosas  sosegó  en  tiempo 
de  tan  dura  é  grave  adversidad.  En  el  qual  tiempo 
el  gran  Turco  ovo  una  gran  Vitoria  contra  los  Alba- 
loses  por  la  pereza  ó  tloxedad  é  discordia  do  los 
Príncipes ;  ó  para  más  sin  temor  natural,  dizque  los 
que  lo  dieron  tenían  en  su  casa  fecha  una  estatua 
del  Duque,  al  qual  llegaban  á  dalle  de  manera  que 
cuando  vinieron  al  efeto  le  tenían  ya  perdido  el 
miedo,  el  qual  fué  dia  deSant  Esteban. 

CAPÍTULO  XXXVIL 

De  U  Embalada  quel  Santo  Padre  en  estos  Reynos  onvid  por  el 

])oclor  Miscr  Leonardo. 

Grande  ocasión  dieron  los  Santos  Padres  de  nues- 
tro tiempo  á  las  discordias  ó  da&os  de  los  príncipes 
cathólicos,  los  cuales,  como  supiesen  los  escándalos 
é  dcsinaciones  que  entrellos  pasaban ,  no  oon  aquel 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


41 


fervor  é  ardionto  deseo  doblen  uuivorsal  ponian  loe 
remedios  que  los  antiguos  Padres  Santos  solian  bus- 
car é  con  gfan  diligencia  poner,  mas  buscando  sus 
propios  provechos,  oon  desordinada  codicia  de  los 
Rey  nos  oxtrafios,  buscan  nuevas  ocesione8,y  el  Papa 
Pablo  de  aquestos,  mostrando  que  por  dar  libertad 
al  Arzobispo  de  Santiago,  questaba  oprimido  por  los 
Grandes  de  Galida,  enviaba  su  embaxador  Mister 
Tieonardo,  varón  g^ave  7  muy  docto,  el  qual  mas 
para  buscar  provechos  para  el  Santo  Padre,  que 
por  otra  cosa,  páreselo  venir  en  estos  Rey  nos,  é  á 
fin  de  conseguir  su  propósito  mostraba  por  blandas 
palabras,  ansia  la  parto  del  Rey  Don  Enrique  como 
á  la  del  Rey  Don  Alonso,  querer  la  concordia ;  do 
la  venida  del  qual  otro  ningún  provecho  se  siguió; 
é  por  trato  del  Arzobispo  Don  Alonso  de  Fonseca 
en  esto  tiempo  se  dio  alguna  suspensión  en  los  ne- 
gocios ;  é  si  agora  por  esténse  se  oviese  descrebir 
las  formas  ó  tratos,  é  juntomientos  de  gentes,  é  cer- 
cos de  cibdades  é  villas  ¿  fortalezas  que  se  fícieron 
desde  la  sublimación  del  Rey  Don  Alonso  fasta  su 
fallecimiento,  mucho  pasarían  los  términos  de  lo  pro- 
metido en  el  ezercicio  deeta  obra,  é  por  esto  todas  las 
otras  cosas  dexadas,  solamente  se  fará  esencion  do 
la  batalla  acaecida  entre  estos  dos  Reyes  cerca  de  la 
villa  de  Olmedo,  é  de  las  cosas  más  principales  acae- 
cidas fasta  la  muerto  desto  Rey  Don  Enrique. 

CAPÍTULO  XXXVIII. 

I>e  U batalla  ise  se  oto  eerea  de  la  villa  de  Olmedo  entre  los  Re- 
yes DoB  Bnriqve  y  Don  Alonso. 

En  este  tiempo  Don  Pedro  de  Velasco ,  primogé- 
nito de  Don  Pedro  Hernández  de  Velasco,  Conde 
de  Haro,  que  hoy  es  Condestable,  que  algún  tiem- 
po habla  seguido  la  parto  del  Rey  Don  Alonso,  con 
gran  diligencia  ayuntó  todas  las  gentes  que  pudo 
en  Castilla  la  Vieja  para  venir  en  ayuda  del  Rey 
Don  Enrique,  é  ansi  lo  fícieron  Don  Diego  Hurtado 
de  Mendoza,  Marqués  de  Santillana  é  sus  hermanos 
en  la  provincia  de  Toledo,  é  Don  Beltran  de  la 
Cueva,  Duque  de  Alburqnerque,  é  no  menos  el  Rey 
Don  Enrique,  dexada  la  pereza  que  solía  toner,  ni 
perdonaba  las  despensas  ni  el  trabajo ;  é  queriendo 
aver  venganza  de  las  cosas  pasadas,  con  toda  soli- 
citud se  esforzaba  de  venir  á  poner  el  cerco  sobre 
el  Roy  Don  Alonso  su  hermano ,  que  en  la  villa  de 
Olmedo  estoba;  de  lo  qual  como  el  Rey  Don  Alon- 
so fuese  certificado ,  como  quiera  que  le  fallasen 
principales  ayudadores,  detorminó  con  consejo  del 
Arzobispo  de  Toledo,  Don  Alonso  Carrillo,  é  de  Don 
Diego  Hernández  de  Quifiones,  Conde  de  Luna,  de 
dar  la  batalla  oon  esa  gento  que  tonia,  si  el  Rey 
Don  Enrique  á  la  villa  de  Olmedo  se  acercase ;  é 
para  la  venir  ayudar  estoba  muy  poco  tiempo;  é 
como  el  Marqués  de  Villena  estoviese  en  la  provin- 
cia de  Toledo  empachado  en  diversas  cosas ,  y  el 
Conde  de  Placencia  y  el  Maestre  de  Alcántara  es- 
toviesen  mucho  lexos  para  poder  al  tiempo  venir 
é  solamento  el  recurso  quedaba  en  el  Almiranto 
Don  Padrique  y  el  Arzobispo  de  Sevilla,  Don  Alón- 


so  do  Fonseca,  nuovamonto  al  Roy  Don  Alonso 
reconciliados,  y  el  Conde  de  Luna,  Don  Diego  Fer-' 
nandez  de  Quifiones,  que  poca  gento  to^ia,  y  el 
Conde  de  Miranda,  Don  Diego  de  EVstufiiga ,  que 
traxo  fasto  ochenta  lanzas  ;  é  desdo  aquesta  guerra 
se  conxuró  el  Arzobispo  de  Toledo  nunca  menos  gon- 
to  haber  tonido  que  entonces,  no  creyendo  poder  ve^ 
nir  las  cosas  en  el  punto  en  questoban  ;  pero  como 
quiera  que  la  gente  quel  Rey  Don  Alonso  tonia  era 
muy  poca  en  comparación  de  la  mucha  quol  Rey 
Don  Enrique  traia ,  pero  habia  en  ellos  hombrea 
muy  nobles  y  estrenuos  caballeros  ó  muncho  espe- 
rimentodos  en  las  cosas  do  la  guerra ,  que  serian 
todos  en  número  ochocientos  de  caballo,  en  que 
pedia  haber  docientos  hombres  de  armas,  é  la  gen- 
to del  Rey  Don  Enrique  serian  mil  é  setecientos 
de  caballo  é  mil  peones,  en  los  quales  habia  ocho- 
cientos hombres  de  armas,  é  de  la  gento  quel  Rey 
tonia  falleciéronle  el  dia  de  la  batolla  bien  decien- 
tas lanzas  de  guisa  é  luego  que  le  no  quedaron  seis- 
cientas. Al  qual  tiempo  se  llegó  Don  Enrique  En- 
riquez,  hijo  del  Almirante  Don  Fadrique ,  con  de- 
cientas lanzas,  ó  ansi  mesmo  Fernando  de  Fonseca, 
hermano  del  Arzobispo  de  Sevilla,  con  ciento  é  cin- 
quento  de  la  Condesa  de  Benalcazar,  hija  del  Con- 
de de  Placencia,  é  de  algunos  comarcanos  que  le  vi- 
nieron se  compiló  número  de  mil  é  trecientas  lanzas, 
en  las  quales  todas  podía  haber  quatrocientos  hom- 
bres de  armas;  y  el  Rey  Don  Enrique  con  la  gente 
ya  dicha  partió  de  Tudela  con  el  propósito  ya  di- 
cho, continuando  su  camino  para  Olmedo  enton- 
diendo  que  según  la  poca  gento  quol  Rey  Don  Alon- 
so tonia,  le  con  venia  estar  dentro  de  los  muros  de 
Olmedo,  ó  locamento  pelear,  ó  facer  deshonesto 
partido ,  oa  entrellos  no  se  facía  mención  de  la  ba^ 
tolla,  creyendo  que  los  del  Rey  Don  Alonso  no  la 
osarian  dar ,  é  que  si  el  Arzobispo  locamente  darla 
quisiese,  muy  por  cierto  temían  la  vitoria ;  é  vinien- 
do ansí  por  el  camino,  cometieron  de  tomar  la  f  or- 
tolezade  Yecar,  ques  dol  Conde  de  Miranda,  6  no  la 
pudieron  aver;  ó  como  ya  llegasen  quatro  ó  dos  le- 
guas de  Olmedo.  Como  Don  Qarciade  Padilla,  cla- 
vero de  Calatrava,  que  hoy  es  Maestre,  fuese  muy 
noble  y  esforzado  caballero  y  estuviese  en  el  cam- 
po con  fasto  cinqnento  de  caballo  por  mandado 
del  Rey  Don  Alonso  para  ver  la  ordenanza  quel 
Rey  Don  Enrique  traia,  visto  por  él  la  gento,  lo  fizo 
luego  saber  al  Arzobispo  de  Toledo  é  como  el  Du- 
que Don  Beltran  de  la  Cueva  un  escudero  dé  la  com- 
pañía del  clavero  quel  mucho  conocía,  dándole  se- 
guro, le  rogó  que  quisiese  fablar  con  él,  el  qual  to- 
mando letras  del  clavero  so  llegó  á  la  fabla,  y  el 
Duque  le  preguntó  si  creía  que  la  gento  do  Olmedo 
osase  pelear  oon  la  que  allí  venía ,  y  él  le  respondió 
que  no  solamento  lo  creía,  mas  era  cierto  que  si  á 
la  villa  de  Olmedo  se  acercaban  la  batolla  no  se  po- 
dría escusar ;  de  lo  qual  el  Duque  riéndose  tomó  á 
decir  si  aquello  que  decía  lo  avia  por  cierto ;  ol  cual 
lo  tomó  afirmar,  y  el  Duque  le  dixo  que  si  ansi  fue- 
se él  se  ofrecía  de  le  dar  cinqnento  mil  maravedís  de 
juro,  el  qual  toníéndogelo  en  merced  lo  aoeutó ,  é  á 


42 


0RÓNIGA8  DE  LOS  UEYES  DE  OA&mLLA. 


ruego  dol  Duque  estovo  allí  faaU  que  todaH  las  ba- 
tallas dol  Rey  Don  Enrique  parecieron,  lo  qual  el 
Duque  quiso  facer,  porque  TÍsta  la  muchedumbre 
de  la  geuto  quo  venia,  lo  dixese  á  los  de  Olmedo 
parales  facer  temor;  el  qual  méusagoro  se  vino 
para  Olmedo  é  dixo  al  Rey  Don  Alonso  é  al  Arzo- 
bispo todo  lo  pasado,  é  ávido  su  consejo ,  se  deter- 
minó quel  Rey  Don  Alfonso  otro  dia  muy  de  ma- 
ñana saliese  con  sus  gentes  á  dar  batalla  á  loe  que  | 
acercarlos  querían.  E  deudo  á  pooo  el  Rey  Don 
Alonso  fué  certificado  que  los  enemigos  estaban 
cerca;  é  luego  el  Arzobispo  de  Toledo  salió  al 
campo  é  ordenó  su  batalla ;  é  aunque  el  Rey  Don 
Alonso  era  mozo,  armóse  de  todo  arnés  é  salió  al 
campo,  encima  de  su  caballo  encubertado,  ó  con 
él  el  Cionde  de  Miranda,  hermano  del  Conde  de 
Placencia,  y  el  Obispo  de  Coria  y  otros  algunos 
de  los  continos,  los  quales  todos  se  pusieron  de- 
lante del  Monesterio  de  Santo  Domingo ,  que  es 
cerca  de  la  villa  de  Olmedo,  y  el  Rey  Don  En- 
rique se  apartó  de  sus  batallas  é  con  fasta  trein- 
ta de  los  que  mas  quería  seguirle ;  é  llamó  á  Me- 
sen Fieros  de  Peralta ,  caballero  navarro  que  de 
aventura  era  allí  venido  por  negociar  con  él,  que 
era  ávido  por  muy  estrenuo  é  mucho  esperimentado 
en  cosas  de  guerra,  al  qual  rogó  quisiese  ordenar 
BUS  batallas,  las  qnalee  ól  ordenó  en  cinco ;  en  la 
primera  puso  al  Coronel  Juan  Vernandoa  Qalindo, 
con  trücicntosde  caballo ;  é  después  del  al  Marqués 
de  Santillaua  con  dos  esquadras  de  gento ,  la  una 
de  cien  hombres  de  armas,  ó  la  otra  de  ciento 
de  ginetes;  ó   cerca  del  venia  Don  Beltran  de 
la  Cueva  con  cient  hombree  de  armas  ó  ciento  án- 
queuta  ginetes;  ó  cerca  desto  venian  hasta  mil 
peones  é  con  ellos  cinquenta  de  caballo  ;  é  luego 
venia  Don  Pero  de  Velasco  con  docientos  ginetes  6 
quatrodentos  hombres  de  armas;  é  como  el  Rey 
Don  Enrique  viese  las  batallas  del  Rey  Don  Alon- 
so con  tan  poca  gente,  maravillóse  mucho  del  Ar- 
zobispo do  Toledo  osar  pelear  con  tanta  muche- 
dumbre de  gente  quanta  ól  traía,  lo  qual  ninguno 
de  los  que  allí  venian  podían  hacer.  El  Rey  Don 
Enrique  determinó  quo  antes  que  la  batalla  so  die- 
se, fuese  enviado  mensagero  al  Arzobispo  de  Tole- 
do, el  qual  fuó  un  religioso  de  la  Orden  de  la 
Trenidad,  acompafiado  de  un  trompeta,  el  qual  lle- 
gó al  Arzobispo  é  le  dixo  que  el  Rey  Don  Enrique 
le  enviaba  decir  quisiese  no  empachar  su  camino, 
quél  queria  seguir  para  la  villa  de  Medina  del  Cam- 
po sin  intención  de  haber  batalla ;  al  qual  el  Aheo- 
bispo  respondió  que  dixese  ó  Don  Enrique  que  otros 
munchos  caminos  pudiera  tomar  si  quisiera  para  ir 
á  Medina,  sin  acercarse  tanto  á  Olmedo,  sin  perjuicio 
ni  ofensa  del  Rey  Don  Alfonso ;  pero  como  parecía 
questo  á  sabiendas  se  facía  por  ir  á  vista  de  los  dos 
exércitos  donde  vergüenza  ó  batalla  se  siguiese,  é 
como  escusarlale  fuese  mejor,  debía  desde  allí  tomar 
otro  camino  porque  por  alli  no  podía  pasar  sin  la  ba- 
talla, la  qual  en  las  manos  tenia.  E  luego  el  Arzo- 
bispo, ordenadas  sus  baUllas,  puso  sobre  si  su  coU 
do  armas  6  un  estola  colorada  con  ornees  blancas, 


en  el  contrario  de  lo  qual  los  enemigos  traían ;  é  ya 
las  batellas  de  .los  enemigos,  cercándose  muncho^ 
las  del  Rey  Don  Alonso  se  pusieron  á  encontrallo, 
do  las  quales  la  primera  llevaba  Dou  Enrique  En- 
riques, hijo  del  Almirante  Don  Fadrique,  con  do- 
cientos  é  cinquente  de  caballos  suyos  é  del  Conde 
de  Luna,  para  palear  con  la  primera  batalla ;  ó  oo- 
mo  quiera  quel  Conde  de  Luna  estoba  muy  mal  de 
una  vieja  f  orida  que  en  la  {nema  tonia,  no  doxó  do. 
entrar  en  la  batalla  contra  el  querer  del  Rey,  en  la 
qual  fizo  su  deber  como  muy  buen  caballero,  é  lue- 
go Don  Garda  de  Padilla,  davero  de  Oalatrava 
oon  docientos  de  á  oaballo,  é  oerca  del  Femando  de 
Fonsecat  hermano  del  Arzobispo  de  Sevilla  con 
ciento  ó  cinquente  de  caballo  para  pelear  oon  el 
Marqués  de  Santillaua  ó  oon  el  Obispo  de  Calahorra 
é  oon  los  otros  sus  hermanos,  los  quales  tenían  el  á 
la  siniestra  dd  Rey  Don  Enrique.  Contra  la  batalla 
de  Don  Pedro  de  Vdasco  que  mas  fuerza  traía,  se 
puso  la  batalla  dd  Arzobispo  de  Toledo  oon  ciento 
6  vdnte  hombres  de  armas  é  dodentos  é  quarente 
ginetes,  los  quales  iban  debaxo  del  pendón  real,  é 
oerca  dellos  iban  ciento  é  cinquenta  hombres  de 
armas  6  dodentos  é  quarente  ginetes  del  Conde  de 
Placencia  y  de  su  hija  la  Condesa  de  Benalcasar, 
viuda,  los  quales  gobernaba  Pero  de  Ontivoros.  E 
como  súpitamente  Don  Pedro  de  Vdasco  oon  gran 
ímpetu  mudase  la  orden  do  su  batalla  porquol  sol 
dafiase  a  los  enomigos,  el  Arzobispo  de  súpito  pro- 
veyó de  manera  que  aquello  no  hobiese  lugar,  é 
Don  Enrique,  hijo  del  Almirante  é  Femando  de 
Fonseca,  con  tan  grande  animo  firió  en  los  enemigos 
que  fuó  cosa  maravillosa,  los  quales  pelearon  con 
el  Duque  de  Alburquerque,  el  qual  se  ovo  muy  va- 
lientemente en  la  batdla,ó  con  él  algunos  nobles 
que  en  su  compafiía  venian,  ó  con  todo  eso  se  vido 
en  tan  gran  pdigro ,  que  oviera  de  ser  muerto  ó 
preso ,  é  salvóse  por  la  bondad  de  su  oaballo ,  que 
como  llevase  las  riendas  cortedas  é  llevase  cubier- 
tos el  cuello  é  testera,  salvó  á  su  Sefior  metiéndolo 
entre  su  gente  ;  ó  Don  Enrique  é  Fernando  de  Fon- 
seca,  hermano  del  Arzobispo ,  peleaban  como  muy 
valientes  cabdleros ;  on  la  qual  batalla  Fernando 
de  Fonseca  fué  f erido  de  dos  f cridas  muy  grandes, 
é  donde  á  siete  días  que  fué  la  batalla  murió ,  é  con 
todo  ese  nunca  dexó  de  pelear ;  el  qual  siempre  en 
la  batella  fué  acompafiado  de  dos  escuderos  suyos 
que  al  fin  fueron  alli  muertos.  El  Arzobispo  de  To- 
ledo con  animoso  corazón  esforzaba  sus  gentes  é  pe- 
leaba como  caballero  muncho  esforzado;  é  como 
quiera  qud  brazo  izquierdo  le  fuese  pasado  de  un 
encuentro  de  lanza,  nunca  por  eso  dexó  de  pdear  de 
tal  manera ,  que  munchos  de  los  que  poco  ante  pen- 
saban ser  vencedores  iban  f  oyendo  por  esos  campos; 
otros  fallaban  resistencia  é  desamparaban  las  ban- 
deras ,  ó  Don  Enrique  Enriquez  é  Pero  de  Fontive- 
ros  siguieron  muncho  el  alcance  de  los  que  ansi 
f  uian ;  é  como  ya  se  volviesen  cansados ,  recon- 
traron  oon  alguna  gente  de  los  enemigos  que  ha- 
blan f  nido  y  estaban  muncho  apartados  de  donde 
se  fuian,  é  alli  fueron  presos.  En  tanto  d  Arzobifl- 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


tí 


po  de  Toledo  peleaba  oon  gran  vigor  en  medio  de 
las  batallas  de  los  enemigos,  contra  el  qaal  peleaba 
Don  Pedro  do  Velasoo  como  caballero  mny  esfor- 
zado ,  é  los  que  primero  rompieron  en  el  lado  is* 
quierdo  de  la  batalla  de  Don  Pedro  de  Velasco  fue- 
ron Girónimo  de  Baldevieso  é  Bartholomó  Malaver 
é  Alonso  Oano,  que  iban  hombres  de  armas,  é  por 
enxemplo  de  aquellos  mnnobos  otros  entraron  sin 
temor  é  desbarataron  aquella  ala  de  Don  Pedro  de 
Velnsoo  é  los  mas  de  aquellos  se  socorrieron  á  las 
batallas  del  Marqués  de  Santillana  é  del  Duque  Don 
Beltran.  B  paresciendo  á  los  del  Rey  Don  Alonso 
que  oFÍesen  la  vitoria  no  mirando  quauta  gente  en- 
tora  quedaba  debaxo  do  la  bandera  de  Don  Pedro 
de  Velasco,  que  era  la  mayor  fuerza  quel  Rey  Don 
Enrique  tenia,  comenzaron  á  robar,  y  en  diversas 
partes  diversa  fortuna  seguia  á  los  unos  é  á  los 
otros,  porque  algunas  partes  parecieron  vencedores 
los  del  Rey  Don  Enrique  y  en  otras  los  del  Rey  Don 
Alonso ;  ansi  fueron  tomadas  diversas  banderas  asi 
de  los  unos  como  de  los  otros  ;  que  por  la  parte  del 
Rey  Don  Enrique  fué  tomada  la  bandera  del  Arzo- 
bispo de  Sevilla,  en  tanto  que  su  hermano  Feman- 
do do  Fonsooa  siguió  el  alcance  do  los  advorsarics 
que  iban  huyendo,  é  fué  tomada  la  bandera  del 
Clavero  de  Oalatrava  é  las  banderas  del  Conde  de 
Plaoenoia  é  su  hija  la  Condesa  de  Benalcazar.  Por 
la  parte  del  Rey  Don  Alfonso  fueron  tomadas  siete 
banderas,  en  las  qnales  fué  la  de  Don  Pedro  de  Ve- 
lasco, é  dos  banderas  del  Marqués  de  Santillono',  ó 
otras  dos  del  Duque  Don  Beltran,  ó  un  pendón  real 
del  Rey  Don  Enrique ,  que  venia  metido  en  una 
arca.  Asi  fué  tan  dudosa  esta  vitoria,  que  no  es 
quien  pudiese  verdaderamente  juzgar  qual  do  las 
partee  enteramente  la  oviese  ávido  ;  é  duró  esta  ba- 
talla por  espacio  de  tres  horas,  é  por  maravilla  se 
halla  aver  acoescido  batalla  de  la  manera  que  aques- 
ta ;  la  suma  do  la  verdad  es  que  como  el  Roy  Don 
Enrique  en  el  comienzo  de  la  batalla  viese  los  su- 
yos huir  oon  fasta  quarenta  de  á  caballo,  se  fué  á 
mas  andar  á  una  aldea  que  se  Ilahia  Pozaldes,  ques 
á  legua  y  media  de  Olmedo ,  ó  allí  esperó  donde 
ovo  diversos   mensajeros  que  diversas  nuevas  le 
traian  de  lo  que  en  la  batallase  facía,  ó  muy  gran 
parte  de  la  gente  del  Roy  Don  Enrique  f  uyó,  de  la 
qual  unos  fueron  á  la  villa  do  Cuellar ,  é  otros  á  Va- 
lladolid  é  á  Simancas;  é  de  los  que  mas  firmes  do 
su  parte  estovieron  fueron  los  de  Don  Pedro  de 
Velasco  é  del  Duque  Don  Beltran ,  é  de  los  de  la 
parto  del  Rey  Don  Alonso  fuyó  casi    la  tercera 
parto,  ó  otro  tanto  se  ocupó  en  el  robo,  en  que  poca 
lionra  ganaron,  é  la  otra  tercia  parte  peleó  valien- 
temente como  en  ella  quedasen  munchos  hombres 
hijosdalgo  é  buenos.  De  los  de  la  parte  del  Rey 
Don  Enrique  quedaron  muertos  en  el  campo  qua- 
renta, é  de  los  del  Rey  Don  Alonso  ciento,  é  de  amas 
partes  murieron  docientos  é  ochenta  caballos,  é  mun- 
chos otros  murieron  después,  ansi  de  la  una  parte 
como  de  la  otra,  de  los  que  fueron  f eridos  en  esta 
batalla,  en  la  qual  de  la  parte  del  Rey  Don  Alonso 
fueron  presos  sesenta,  é  de  los  del  Rey  Don  Enri- 


que  dodentoe  ó  quarenta,  entre  los  qual^  fué  preso 
Ami^  de  Solier,  hermano  de  Juan  de  Velasoo,  va- 
ron  noble  y  muy  esforzado  que  en  esta  batalla  muy 
valientemente  se  ovo.  El  Arzobispo  de  Toledo  nun- 
ca dexó  de  pelear  aunque  estaba  munoho  f erido,  fas- 
ta que  en  el  campo  no  fallaron  oon  quien,  é  ansí 
estovo  fasta  la  noche  ser  tenebrosa.  B  los  que  mas 
valientemente  se  ovieron  en  esta  batalla  de  la  par- 
te del  Rey  Don  Enrique,  fueron  Don  Podro  de  Ve- 
lasco  é  munchos  de  los  suyos,  y  el  Duque  Don  Bel- 
tran y  gran  parte  de  los  suyos,  y  el  Marqués  de 
Santillana,  y  el  Obispo  de  Calahorra  é  algunos  de 
los  suyos,  é  Juan  Fernandez  Galludo,  6  Martín  Ga- 
lludo, su  hijo,  ó  Barrasa,  hijo  de  Barrasa  el  viejo,  é 
munchos  otros  cuyos  nombres  no  so  saben.  E  los 
que  de  la  parte  del  Rey  Don  Alonso  mas  valiente- 
mente se  ovieron  fueron  el  Arzobispo  de  Toledo,  é 
Don  Enrique  Enríquez,  hijo  del  Almirante  Don  Fa- 
drique.  Mayordomo  mayor  que  fué  después  del  Rey 
Don  Femando  de  Castilla  y  de  Aragón,  en  cuya  he- 
rencia sucedió  el  Conde  de  Alba  do  Liste,  su  nieto 
y  Don  Enrique ,  hermano  del  Conde  que  vive  en 
Baeza,  y  el  Conde  de  Luna,  ó  García  de  Padilla. 
Clavero  de  Colatrava,  ó  Foraaudo  do  Fouseca,  her- 
mano del  Arzobispo  do  Sevilla,  y  Troyllos  Carrillo, 
el  Conde  de  Rívadeo,  Juan  de  Vivero  é  Poro  do 
Foutíveros,  Gironímo  do  Valdovicso  ó  Bariholomé 
de  Malaver ,  é  Marchena  é  Carriaso.  E  ya  pasa- 
da alguna  parte  de  la  noche,  el  Arzobispo  de  To- 
ledo se  fué  para  ol  Rey  Don  Alonso,  al  qual  halló 
donde  lo  había  dexado ;  é  rocogida  toda  la  gente 
antes  quel  Rey  entrase  en  la  villa ,  guardando  la 
orden  que  en  las  batallas  se  suele  tener,  el  Rey  Don 
Alonso  mandó  facer  muy  grandes  fuegos  en  el  cam- 
po é  se  pregonó  la  vitoria  ávida  por  él ,  é  las  bande- 
ras que  por  su  parte  fueron  tomadas  fueron  colga- 
das en  la  plaza  de  Olmedo,  en  sefíal  do  la  vitoria 
ávida  por  él  do  su  adversario,  y  el  Roy  Don  Enri- 
que escribió  á  mimclias  cibdades  é  villas  destos 
Reynos  faciéndoles  saber  como  había  peleado  en 
campo  con  su  adversario  é  avia  ávido  la  vitoria  del. 
La  fama  dcsta  batalla  voló  por  diversas  partes,  do 
lo  qual  cada  uno  hablaba  según  ol  partido  que  se- 
guia; é  como  el  Rey  Don  Enrique  oviese  visto  ir  las 
cosas  en  otra  manera  quél  pensaba,  envió  á  gran 
priesa  d  llamar  d  todos  aquellos  de  quien  creia  ser 
servido  é  ayudado,  y  entre  aquellos  se  vinieron  pa- 
ra él  todos  los  que  de  la  batalla  de  su  porte  habían 
huido,  é  luego  se  comenzó  por  diversas  partes  des- 
tos  Reynos  la  guerro  de  que  grandes  daOos  en  él  se 
aiguieron,  é  la  dbdad  de  Sogovia  se  tomó  por  el  Rey 
Don  Alonso,  de  que  gran  caimiento  se  siguió  al 
Rey  Don  Enrique;  la  qual  tomada,  creció  tanto  ol 
partido  del  Rey  Don  Alonso,  que  se  juntaron  con 
él  corea  de  seis  mil  lanzas,  é  d  gran  pena  quedaron 
con  el  Rey  Don  Enrique  dos  mil,  ol  qual,  mengua- 
do de  consejo,  determinó  de  se  ir  para  Coca ,  don- 
del  Arzobispo  de  Sevilla  estaba,  al  qual  encomendó 
todos  sus  hechos,  dexdndolos  d  su  arbitrio  é  volun- 
tad, é  para  certidumbre  desto  le  dio  en  prendas  la 
hija  de  la  Reyna  quel  suya  llamaba ;  é  los  Grandes 


44 


CRÓNICAS  DB  LOS  BE7B8  DE  CASTILLA. 


que  al  Rey.  Don  Enrique  siguien  determinaron  de 
Be  ir  á  suB  tierras.  £1  Marqaée  de  Santíllanaió  bub 
hermanoB  se  fueron  á  Gnadalazara ,  y  el  Conde  de 
Trevifio  á  Najara,  é  anfli  lo  ficieron  todoe  los  otroB 
movidos ;  é  se  determinó  qae  para  dar  alguna  oon- 
oordia  entre  estos  Beyes ,  el  Rey  Don  Enrique  tí- 
niese  al  Alcázar  de  Segovia  que  por  él  estaba ,  con 
seguro  é  voluntad  del  Roy  Don  AlouBo  que  en  Se- 
govia estaba ,  el  qual  vino  allí  y  entró  en  el  Aloá- 
zar  solamente  con  cinco  de  muías,  dezando  defue- 
ra toda  la  gente  de  caballo  que  traía ,  de  la  qual  ve« 
nida,  como  fué  certificado  el  Rey  Don  Alonso,  ca- 
balgó ó  andovo  por  toda  la  oibdad  faciendo  á  todos 
saber  como  la  venida  de  su  bermano  en  el  Alcázar 
era  por  su  consentimiento,  y  en  el  dia  siguiente  se 
acordó  que  se  diese  el  bábito  ó  los  pendones  del 
Maestre  de  Santiago  á  Don  Juan  Paobeco,  Marqués 
de  Villena,  lo  qual  se  puso  ansí  on  obra  en  la  Igle- 
sia mayor  do  aquella  cibdad,  donde  los  mesmos  au- 
tos ó  corímonias  avian  sóido  f  cobas  tros  afios  avia  á 
Don  Beltran  de  la  Cueva  por  Maestre  de  Santiago, 
é  allí  los  electores  del  Maestrazgo  ó  los  otros  oo- 
niendadores  besaron  la  mano  á  Don  Juan  Pacheco 
por  Maestre  do  Santiago ,  ó  le  fué  tomado  el  jura- 
mento é  pleito  homenage  acostumbrado ;  en  el  qual 
tiempo  se  acordó  que  la  Reyna  saliese  del  Alcázar  é 
viniese  ala  Iglesia  mayor ,  donde  le  esperaban  los 
Maestres  de  Santiago  é  Alcántara,  é  los  Condes  de 
Placencia,  é  de  Alba  de  Tormos,  é  Don  Enrique  En- 
riquez.  Conde  de  Alba  de  Liste,  é  Don  Alonso  Enri- 
quez ,  primogénito  del  Almirante  Don  Fadriquo,y 
el  Condestable  Don  Rodrigo  Manrique,  y  el  Conde 
de  Cif  uentes ,  é  Gómez  Manrique ,  é  García  Manri- 
que, hermanos  del  Condestable,  é  juntos  todos  estos, 
el  Rey  Don  Enrique  les  dixo  que  notorio  era  á  to- 
dos ellos  quantas  turbaciones  é  daños  é  males  eran 
venidos  en  los  Rey  nos  de  Castilla  ó  de  León  des- 
pués que  los  Grandes  dellos ,  ansí  prelados  como 
caballeros,  é  todos  los  otros  eran  divisos  é  por  ar- 
mas contendían  si  el  cetro  Real  destos  Reynos  per- 
tenecía á  él  ó  á  Don  Alonso  su  hermano  que  por 
alguno  dellos  habia  sido  sublimado  en  estado  real, 
como  á  ellos  fuese  notorio  estos  Reynos  él  oviese 
ávido  por  derecho  hereditario ,  después  de  falleci- 
miento del  Sofior  Rey  Don  Juan  su  padre ,  é  los 
oviese  poseído  pacíñcamente  algún  tiempo  por  vo- 
luntad de  todos,  ninguno  discrepante,  é  la  dispc 
rencia  mostraba  cuanto  mas  cada  dia  los  daños  se 
acrecentaban ,  si  por  el  camino  comenzado  oviescn 
de  proseguir ,  lo  qual  él  todo  deseaba  mucho  escu- 
Bar,  é  con  todas  sus  fuerzas  le  placía  buscar  la  paz 
é  f uir  toda  discordia  é  rigor,  é  por  eso,  dexado  todo 
su  exército  con  poca  gente ,  avia  ido  á  la  villa  de 
Coca,  ó  do  allí  era  vuelto  on  el  Alcázar  de  Segovia, 
donde  las  partes  estaban,  é  á  él  placía  no  refusar 
ninguna  condición  por  venir  á  la  paz  aviendo  con- 
fianza en  los  homenajes  é  juramentos  pasados  en- 
trelloB,  é  su  honor  é  libertad  é  fortuna  é  todo  lo  en- 
oomendaba  al  arbitrio  dellos ,  é  si  en  otra  manera, 
según  la  calidad  de  los  negocios,  á  la  sospecha  se 
diese  lugar,  mucho  dañosa  seria  la  tardanza,  é  por 


oausa  suya  no  quadaria  de  venir  ¿  toda  honesta 
oompusicíon ,  rogándoloB  en  esto  ningún  engaño  ni 
tardanza  oviese.  Estas  cobsb  dichas  por  el  Rey  Don 
Enrique ,  todos  los  de  la  parte  del  Rey  Don  AIoubo 
se  apartaron  é  ovieron  consejo  oon  sí  en  lo  que  de- 
bían responder,  como  quien  seria  el  que  por  todos 
respondioBe ;  é  fué  dado  el  cargo  de  la  respuesta  al 
Condestable  de  Castilla  Don  Rodrigo  Manrique,  no 
solamente  por  ser  un  paballero  anciano  é  muy  gra- 
dóse y  esforzado ,  mas  por  ser  muy  discreto  y  elo- 
cuente ;  el  qual  en  el  exordio  de  su  f  abla  loó  mu- 
cho las  ooaaB  dichas  por  el  Rey  Don  Enrique ,  que- 
riendo dospusB  de  tuntas  sospechas  dar  via  ó  lugar 
á  la  paz;  é  desourriendo  por  su  fabla,  comenzó  á 
increpar  á  cualesquiera  que  hablan  comenzado  la 
guerra ,  é  diciendo  que  si  el  Don  Alonso  era  su- 
blimado, é  ávido  por  Rey,  avia  sido  por  justas  é 
verdaderas  causas,  las  quales  por  todos  eran  clara- 
mente conocidas,  á  lo  qual  facer  la  dobida  lealtad 
de  suditos  les  obligaba,  é  aquella  mesma  lea  oostro- 
ñia  siempre  á  sostener  su  honor  é  guardar  su  servi- 
cio ,  como  las  leyes  destos  Reynos  le  disponían  é 
mandaban.  Estas  cosas  así  dichas  por  el  Condesta- 
ble, comenzóse  á  entender  en  lo  que  se  debía  dÍB- 
poner  del  Alcázar  de  Segovia,  é  concluyóse  quel 
Rey  Don  Enrique  alzase  el  pleito  homenaje  á  Pe- 
rucho, Alcayde  de  aquel  Alcázar,  é  lo  diese  al  Maes- 
tre de  Santiago,  é  diese  á  Perucho,  Alcayde ,  el  Al- 
cázar de  Madrid ;  é  Perucho  como  temiese  las  oosae 
de  la  concordia  é  no  llevar  fundamento  de  verdad, 
requirió  al  Rey  que  no  entregase  aquel  Alcázar  á 
ningún  caballero.  El  Rey ,  teniendo  en  poco  el  re- 
querimiento de  Perucho,  entrególo  á  Don  Juan  Pa- 
checo, Maestre  de  Santiago,  y  el  Rey  Don  Enrique 
se  fué  á  Madrid.  Como  todos  los  negocios  estaban 
en  gran  peso  é  avian  de  verse  en  ellos  munchas  co- 
sas, acordaron  de  dexar  por  entonces  la  determina- 
ción dellsB ,  é  por  todos  se  acordó  que  dezasen  en 
depósito,  en  poder  del  Conde  de  Placencia  é  del  Ar- 
zobispo de  Sevilla,  todas  las  joyas  de  gran  precio  en 
el  Alcázar  de  Madrid,  donde  quedase  Pero  de  Fon- 
ti veros,  é  un  hermano  de  Perucho,  y  el  Rey  dio á 
Poro  de  Fontiveros ,  en  nombro  del  Conde  de  Pla- 
cencia muchas  joyas  que  se  avian  prometido.  En 
este  tiempo  el  común  de  la  dbdad  de  Toledo  envió 
á  suplicar  al  Rey  Don  Alonso  por  sus  mensajeros 
que  le  pluguiese  aprobar  todas  las  cosas  que  en 
aquella  cibdad  eran  fechas  contra  los  conversos,  é 
hiciese  merced  á  los  que  poseían  sus  bienes  é  oficios 
que  libremente  los  poseyesen ;  á  los  quales  el  Rey 
respondió  que  no  pluguiese  á  Dios  quél  aprobase 
petición  tan  injusta  é  tan  inicua,  que  su  intincion 
no  era  agraviar  á  ninguno  ni  tomar  á  persona  lo  su- 
yo sin  justas  causas ,  siendo  los  tales  oídos ;  é  dixo 
al  Alcayde  Fernán  Sánchez  Calderón ,  que  era  el 
principal  mensajero:  «Bachiller,  mucho  soy  ma- 
ravillado de  vos,  por  ser  hombre  de  letras  de  buena 
fama  é  acetar  tan  iiif.-ime  é  deshonesta  embazada, 
suplicándome  que  yo  diese  autoridad  á  los  malos, 
no  solauíente  aprobando  su  maldad ,  mas  oue  se  les 
diesen  las  fi^iendas  de  los  robados.!  El  qual  res- 


MEMORIAL  DE  DIVEBSAS  HAZA^Aa 


45 


pondió  al  Bey :  que  no  plagniese  á  Dios  quél  oyieae 
tomado  aquel  cargo,  salvo  por  haber  lagar  de  ma- 
nifestar á  su  eselenoia  las  maldades  fechas  por 
aquellos  malvados  robadores,  los  quales  afirmaban 
que  si  lo  por  ellos  demandado  no  les  otorgaban, 
que  darían  la  obidenoia  al  Bey  Don  Enrique,  al  qual 
el  Bey  respondió :  •  fagan  lo  que  quisieren,  según 
su  maldad,  tanto  que  no  sea  A  cargo  mió ;  é  yo  co- 
mo á  malos  los  entiendo  de  castigar  que  no  es  mi 
voluntad  de  facer  mercedes  á  los  malf echores ;  asaz 
les  debe  bastar  que  las  cosas  tan  mal  fechas  por 
ellos  pasen  so  disimulación  por  la  tribulación  del 
tiempo;  masque  las  cosas  nefandas  é  aborrecidas* 
yo  haya  de  confirmar,  deshonesta  é  torpe  cosa  se- 
ria* •  Estas  oosas  ansí  pasadas,  el  Bey  se  partió  pa- 
ra Arémlo  y  llevó  consigo  la  Illnstrísima  Prínoesa 
su  hermana,  la  qual  dende  pocos  días  llevó  á  la  vi- 
lla do  Medina  del  Campo ,  á  la  qual  dio  la  posesión 
della  oon  todas  las  rentas  que  le  portonccian ;  y  en 
comienzo  del  afio  de  mil  é  quatrocieutos  é  sesenta 
y  ocho  afios  se  comenzaron  á  romper  las  cosas  en 
8egovia  asentadas  é  ordenadas ;  é  la  Beyna  Dofia 
Juana  se  fué  á  Alahejos  con  el  Arzobispo  de  Sevi- 
lla, y  el  Bey  Don  Enríque  se  partió  para  Placenoia, 
é  los  Maestres  de  Santiago  é  Alcántara,  é  los  Condes 
de  Placenda,  é  de  Alba  de  Tormos,  é  de  Alba  de  Lis- 
te se  juntaron  en  Pefiaranda;  é  como  en  el  ayunta- 
miento se  apuntasen  munohas  cosas  en  perjuicio  del 
Bey  Don  Alonso,  el  Obispo  de  Coria  Don  Iñigo  Man- 
rique ,  varón  muy  noble  ó  muy  entero  defensor  del 
bien  destos  Beynos,  sabiamente  é  sin  temor  fizo 
protestación  en  nombre  del  Arzobispo  do  Toledo  é 
del  Almirante  Don  Fadríque,  su  tío,  é  del  Condes- 
table Don  Bodrigo  Manrique {  su  hermano,  é  do  los 
tres  Estados  de  los  Beynos  de  Castilla  é  de  León 
que  no  consintió  ni  oonsintia  en  cosa  alguna  de  lo 
que  allí  era  acordado,  lo  qual,  si  ansí  oviere  de  pa- 
sar, sería  en  gran  dallo  é  perdimiento  destos  Bey- 
nos  é  del  verdadero  poseedor  del  cetro ,  de  los  que 
era  el  Bey  Don  Alonso ;  y  ansí  discordes  se  partio- 
ron,  y  el  Bey  Don  Enrique  se  fué  para  Quadalupo, 
el  Arzobispo  de  Sevilla  para  Alahejos,  y  el  Maestre 
de  Santiago  y  el  Obispo  de  Coria  se  volvieron  á 
Arévalo  para  el  Bey  Don  Alonso ,  donde  acaso  un 
dia  antes  del  alba,  yendo  el  Bey  Don  Enríque  de 
Santijusti  para  Olmedo,  topó  con  el  Obispo  de  Co- 
ria Don  Ifiigo  Manrique,  donde  pensaron  los  que 
con  el  Bey  iban  que  lo  mandara  matar  ó  prender, 
antes  le  trató  bien  é  le  dixo :  tTio,  ¿  dónde  is? —  A 
tal  parte.— Anda  con  Dios.s— Y  á  los  del  Bey  pesó 
por  no  prenderlo. 

CAPÍTULO  XXXIX. 

De  li  aierte  4e  la  llsstrltimí  Rejoi  DoSa  Jsaii,  HOfer  del 

Rey  Don  Jsib  de  Aragón. 

En  este  tiempo  falleció  on  la  cibdad  do  Tarrago- 
na la  Illnstrísima  Beyna  Dofia  Juana ,  hija  del  Al* 
mirante  Don  Fadrique,  muger  del  preclarísimo  Bey 
Don  Juan  de  Aragón ,  siendo  presente  el  Bey  su 
marido,  el  qual  habia  tres  afios  que  era  privado  de 


la  vista  por  grandes  cataratas  que  se  le  habian  fe- 
cho ;  ó  como  el  Bey  tuviese  muy  gran  corazón ,  tra- 
bajaba con  maestros  que  del  curaban  que  se  quita- 
sen las  cataratas  con  fierro,  lo  qual  la  Beyna  como 
soberanamente  lo  amase ,  diferia  de  dia  en  dia ,  te- 
miendo que  del  dolor  en  las  quitar,  lo  podría  ocurrir 
otro  mayor  dafio  ó  peligro ,  de  lo  qual  tan  gran  cui- 
dado la  Beyna  tenía.  Ansí  con  el  enojo  del  trabajo 
del  Bey,  como  de  no  poder  remediar  en  lo  que  tanto 
deseaba,  le  vino  callentura ,  de  tal  manera,  que  en 
trece  días  del  mes  de  Febrero,  del  dicho  afio  la  Illus- 
trísima  Beyna  partió  dosta  vida  en  edad  floreciente, 
después  de  aver  recebido  todos  los  sacramentos  con 
muy  gran  reverencia  é  contrición , .  f ablando  muy 
cathólicamente,  en  consolación  del  afloxido  sefior  é 
marido,  sin  aver  memoria  de  cosa  alguna  de  las 
temporales,  do  donde  se  croe  según  sus  virtudes  é  la 
forma  que  on  su  vivir  tovo  é  la  muerte  gloriosa 
que  ovo ,  ser  cibdadoiia  on  aquella  soberana  cibdad 
á  que  todos  sospiramos ;  para  lo  qual  creer,  allende 
de  lo  dicho,  se  afirma  por  hombres  muy  dínos  de 
fée  que  en  el  punto  que  la  Beyna  espiró  tan  suave 
olor  procedió  de  su  cuerpo,  que  sobraba  á  todos  los 
olores  naturales,  de  que  todos  los  presentes  se  ma- 
ravillaron ó  ovieron  por  muy  bien  aventurado  su 
fallecimiento.  Dif íoile  cosa  sería  do  contar ,  é  mun- 
cho  mas  de  creer,  con  la  paciencia  quel  Serenísimo 
Bey  comportó  tan  gran  pérdida  en  edad  tan  decré- 
pita como  la  suya ;  é  luego  quiso  esperimentar  si  se- 
ria cierta  la  espirencia  do  poder  recobrar  In  vista 
que  por  los  físicos  se  afirmaba;  á  lo  qual,  ayudante 
nuestro  Sefior,  las  cataratas  le  fueron  quitadas  é  la 
vista  le  fué  retornada  en  tal  manera ,  que  conocia  á 
quien  quiera,  é  afirmaba  su  nombre  ton  bien  como 
en  el  tiempo  que  cataratas  no  tenía. 

CAPÍTULO  XL. 

De  la  dolorosa  mverte  del  iBoceoté  Rey  Dos  Alonso  el  onceno  de 
esle  nombre  en  Castilla  y  en  León. 

Comeen  este  tiempo  en  la  villa  do  Arévalo,  do  ol 
Bey  Don  Alonso  estaba  muríesen  do  pestilencia, 
acordóse  que  dende  se  partiese,  é  partió  de  Arévalo 
postrímero  dia  de  Junio,  y  llegó  á  Cardefiosa,  qua- 
si  á  dos  leguas  de  Avila ,  é  oon  él  la  Serenísima 
Princesa  Dofia  Isabel,  su  hermana ;  é  como  se  asen- 
tase á  comer,  entre  los  otros  manjares  fuéle  traída 
una  trucha  en  pan,  quél  de  buena  voluntad  comía; 
é  comió  della  aunque  poco,  y  lu^o  en  punto  le  to- 
mó un  suefio  pesado  contra  su  costumbre^  é  fuese  á 
acostar  en  su  cama  sin  f  ablar  palabra  á  persona,  é 
durmió  allí  fasta  otro  dia  á  hora  de  tercia ,  lo  qual 
no  solia  acostumbrar ;  é  llegaron  á  él  los  de  su  cá- 
mara, é  tentaron  sus  manos  é  cuerpo,  é  no  le  falla- 
ron callentura,  é  como  no  despertaba,  comenzaron  á 
dar  voces,  y  él  no  respondió,  é  al  clamor  é  grandes 
voces  que  daban,  el  Arzobispo  do  Toledo  y  el  Maes- 
tre de  Santiago  y  el  Obispo  de  Coria  con  la  Sofiora 
Princesa  vinieron,  á  los  quales  ninguna  cosa  habló, 
é  tocaron  todos  sus  miembros,  é  no  le  fallaron  lan- 
dre ;  é  venido  el  físico  á  grao  príesa,  lo  mandó  san* 


4« 


CRÓNICAS  DE  LOS  RETES  DE  OAfimLLA. 


gnur,  é  nÍDgana  sangre  le  ealió ;  é  finchóse  la  len- 
gua, é  la  boca  «e  le  paió  negra ,  é  ninguna  sefial  de 
pestilencia  en  él  pareció ;  é  asi  doscsperadoa  de  la 
▼ida  dul  Rey  los  qno  muncho  le  amaban ,  mengua- 
dos de  consejo  daban  muy  grandes  yoces,  suplican- 
do á  nuestro  Sefior  por  la  yida  del  Rey :  unos  fa- 
cían yoto  de  entrar  en  religión;  otros  de  ir  á  muy 
largas  romerías ;  otros  facian  diversas  promesas,  é 
sin  ningún  remedio  el  inocente  Rey  dio  el  espirita 
á  aquel  que  lo  crió,  en  el  quinto  dia  del  mes  de  Ju- 
lio del  afio  de  nuestro  Redentor  de  milé  quatroden- 
tos  é  sesenta  ó  ocho  afios ;  lo  qual  más  se  cree  ser 
yerbas  que  otra  cosa,  porque,  aunque  era  de  poca 
edad,  parecíales  á  los  principales  que  con  ól  esta- 
ban que  seria  más  recio  en  la  gobernación  que  su 
bennano,  y  como  peraonsa  questaban  mostrados  á 
snjuagar  á  su  hermano,  quisieron  despachar  á  esto- 
tro por  tomarse  al  otro ,  el  qual  dicen  que  munchas 
veces  se  oviera  ido  á  su  hermano  si  no  le  ovieran 
puesto  guardas.  Vivió  esto  Rey  Don  Alonso  catorce 
aRos  ó  seis  meses  ó  seis  días;  roynó  dcsdol  dia  de 
la  sublimación  suya  tres  afios  é  un  mes.  Tan  gran- 
de f uó  el  dolor  que  todos  de  su  muerte  o  vieron,  que 
sobró  á  todos  los  dolores  que  por  muertes  de  Prin- 
cipes se  mielen  facer,  y  esa  noche  de  la  muerte  su- 
ya el  ObvK|}o  de  Coria  con  los  criados  del  Rey  é  con 
lof»  suyos  se  íuó  á  Arévalo  con  el  cuerpo  suyo,  el 
qual  íuó  sepultado  en  el  Monestcrio  do  San  Fran- 
cisco fuera  de  los  muros  de  aquella  villa.  Afirmase 
por  munchoB  que  en  la  mcsma  hora  qucl  Illustrisi- 
mo  Rey  Don  Alonno  dosta  vida  partió ,  ninrioron 
Trtunchos  de  diversas  enfermedades  por  algunos  lu- 
gares de  las  cibdades  de  Avila  éSegovia,  los  quales 
revelaron  á  la  hora  de  su  muerto  su  f  alledmiento  ó 
8U  eterna  felicidad,  mayormente  los  nifios,  los  qua- 
les dlzoron  aver  de  ir  á  la  gloria  en  compafiia  del 
Rey  Don  Alonso,  el  qual  aquella  hora  daba  el  espí- 
ritu á  Dios.  El  Arzobispo  de  Toledo  y  el  Maestre  de 
Santiago  partieron  luego  con  la  Serenísima  Prince- 
sa Dofia  Isabel,  legitima  heredera  destos  Reynos 
para  la  cibdad  de  Avila,  donde  fué  requerida  por 
munchos  do  los  Grandes  que  luego  se  llamase  Rey- 
na  de  Castilla  é  de  León  ó  tomase  la  gobernación 
delloa,  pues  de  derecho  le  perteneeia;  el  qual  re. 
quirimiento  le  fué  ansí  mismo  fecho  por  todas  las 
cibdades  é  villas  que  al  Rey  Don  Alonso  obedecían^ 
pues  Don  Enrique  su  hermano  por  sus  deméritos 
avia  perdido  el  cetro  Real ;  á  los  quales  la  Illustrísi- 
ina  Princesa  respondió  que,  pues  á  nuestro  Sefior 
avia  placido  llevar  desta  vida  al  Rey  Don  Alonso 
su  hermano,  que  tanto  viviese  el  Rey  Don  Enrique, 
ella  no  tomaria  la  gobernación,  ni  se  llamaría  Rey- 
na,  mas  procuraría  con  todas  sus  fuerzas  como  el 
Rey  Don  Enrique  viviese  6  gobernase  mejor  estos 
Reynos  que  lo  habia  fecho  en  el  tiempo  que  paoífí- 
camente  los  poséis.  De  donde  se  pudo  bien  conocer 
qnanto  fué  grande  la  virtud  dosta  preclarísima 
Princesa ;  en  lo  qual  á  todos  dio  cierta  osperansa  de 
ser  tal  que  después  en  todo  so  ha  mostrado. 


CAPÍTULO  XU. 

De  la  nriable  tarbados  es  ^le  fieros  psestot  les  tres  citades 
éttiM  RejsM  desasee  ét  b  aserte  dd  Rey  Dos  AUhim. 

La  doloroaa  é  acelerada  muerte  del  Rey  Don 
Alonso  debe  ser  asas  cierta  prueba  á  todoa  los  mor- 
tales de  la  vana  é  poca  firmesa  de  las  cosas  desta 
mundo  y  de  Isa  cosas  del  nuestro  Rey  Don  Alonso. 
Como  dicho  os,  los  tres'  estados  destos  Reynos  fue- 
ron puestos  en  tan  variable  turbación,  que  los  unos 
quedaron  como  atónitos,  y  los  otros  como  triunfan- 
tes é  vencedores,  é  los  neutrales  no  menos  ansiosos 
é  tristes  que  los  primeros,  creyendo  quedar  so  la 
única  é  dura  gobernación  del  Rey  Don  Enrique,  á 
los  qualea  sola  una  esperansa  quedaba ;  esta  era, 
que  como  conociesen  á  la  Dustrisima  Princesa  Do- 
fia  Isabel,  su  verdadera  heredera  destos  Reynos,  en 
quien  ya  iban  conociendo  muy  grandes  virtudes  en 
tan  tierna  edad,  creían  que  iria  á  tomar  la  corona  ó 
gobernación  dellos,  pues  de  derecho  le  pertenociaii, 
la  qual  como  después  de  la  muerte  del  Rey  Don 
Alonso  se  fuese  á  la  cibdad  de  Avila,  desde  allí  es- 
cribió A  todas  las  cibdades  y  villas  destos  Reynos, 
faciendo  saber  el  fallecimiento  del  Rey  Don  Alon- 
so su  hermano,  trayéudoles  á  la  memoria  la  lealtad 
que  les  obligaba  á  que  la  oviosen  por  legítima  su- 
oesora  en  estos  Reynos  y  sefioríos ;  la  qual  fué  allí 
requerida,  no  solamente  por  muchos  de  los  Qran- 
des  dellos,  mas  por  las  mas  cibdades  é  villas  que  al 
Roy  Don  Alonso  obedecían,  que  tomxiso  la  gober- 
nación y  título  de  Reyna  pues  le  perteuecia  como 
á  verdadera  heredera^  del  Rey  Don  Alonso  su  her- 
mano ;  á  lo  qual  la  Serenísima  Princesa  respondió 
que  nunca  pluguiese  á  Dios  que  viviendo  su  henna- 
no  el  Roy  Don  Enrique,  ella  tomase  la  gobernación 
ni  título  de  Reyna  de  Castilla;  y  lo  que  entendía  de 
facer  seria  que  trabajaria  con  su  hermano  quanto  á 
ella  posible  fuese  porque  tuviese  otra  forma  en  la 
gobernación  destos  Reynos  que  fasta  allí  habia  te- 
nido, y  como  quiera  que  desto  fué  muchaa  veces 
requerida,  nunca  le  pudieron  de  su  propósito  mu- 
dar. 

CAPÍTULO  XLII. 

De  la  nriedad  de  eonsejos  qae  entre  los  Grasdes  oto  para  dar 
orden  en  la  gobernación  destos  lieyoos,  é  de  como  se  de- 
tcrainó  que  U  Príneesa  Üoüi  Isabel  se  viese  con  el  Rey  Don 
Enrique,  é  de  las  cosas  que  se  asentaron  cerca  ite  los  loros  de 
Guisando;  é  do  como  la  Princesa  Do&a  Isabel  fué  allí  Jnrada 
por  el  Rey  Don  Enrique  y  por  lodos  los  Grandes  y  Proeorado- 
res  de  Cdrtes  por  legiüma  beredera  y  sneescra  en  eaios 
Reynos. 

Como  el  Rey  Don  Enrique  fuese  gobernado  é  no 
gobernador,  avia  gran  turbación  en  las  cosas  des- 
tos  Reynos  é  óvose  de  dar  forma  que  la  Princesa, 
juntos  los  Grandes  dellos,  se  o  viese  de  ver  con  el 
Rey  Don  Enrique,  á  la  qual  vista  el  Arzobispo  de 
Toledo  no  daba  consentimiento,  conociendo  la 
poca  firmeza  qnu  en  el  Rey  Don  Enrique  avia ;  é  á 
la  fin  el  Maestre  de  Santiago  Don  Juan  Pacheco, 


ItEMOttlAL  BE  DIVEB8AS  HAZASTAa 


tanto  OTO  de  trabajar,  qne  la  Tista  so  concluyó,  pa- 
ra la  qnal  se  acordó  que  la  trincosa  partiese  del 
moneaterio  de  monjas  ques  fuera  de  la  cibdad  de 
Avila  y  se  fuese  A  la  villa  de  Zebreros ,  lugar  llano 
de  la  dicha  cibdad ,  donde  la  Princesa  se  detuvo  al- 
gunos días,  y  oon  ella  el  Arzobispo  de  Toledo  con 
dooientas  lanzas  en  su  guarda ,  ó  los  Obispos  de 
Burgos  é  Coria,  en  tanto  quel-Maestre  de  Santiago 
era  ido  á  sa  ver  con  los  Condes  de  Plasencia  é  Be- 
navente  é  con  el  Arzobispo  de  Sevilla,  los  quales 
todos  acordaron  que  la  Princesa  se  viese  con  el  Bey 
Don  Enrique  su  hermano  en  la  villa  de  Cadahalso. 
E  las  cosas  estando  en  este  estado  y  el  Arzobispo 
teniendo  gran  sospecha  desta  vista,  de  súpito  llegó 
tanta  gente  del  Bey  Don  Enrique  en  tomo  de  la 
villa,  que  la  cercaron  toda  en  torno ,  de  lo  qual  el 
Arzobispo  ovo  mny  gran  turbación,  é  pensó  que  to- 
dos los  que  estaban  en  aquella  villa  serían  presos  ó 
muertos;  é  no  sabiendo  darse  remedio,  recurrió  al 
consejo  de  la  Princesa;  la  qual ,  como  quiera  qne 
mucho  se  maravillase  de  aquella  novedad  é  dello 
toviese  gran  desplacer,  rogó  afectuosamente  al  Ar- 
zobispo que  en  aquel  caso  no  atentase  fuida  ni  otra 
cosa  siguiese,  salvo  lo  quel  Maestre  ordenase,  el 
qual  creia  que  todas  las  cosas  traerían  al  fin  qne  de- 
seaban, paralo  qual  convenia  disimular  el  miedo,  é 
ir  donde  quiera  que  el  Maestre  quisiese ,  y  en  esto 
no  dudase  ni  temiese,  que  donde  su  persona  estaba, 
no  solamente  de  la  muerte  sería  seguro ,  mas  no  se 
trataría  cosa  qne  no  fuese  en  el  acatamiento  de  en 
honor  y  estado.  T  estando  las  cosas  en  este  punto, 
acordóse  por  dertos  mensajeros  que  alH  vinieron 
que  asi  los  qne  estaban  en  Zebreroe  como  los  que 
estaban  en  Cadahalso  con  esperanza  viniesen  A  la 
mitad  del  camino ,  A  una  casa  qne  es  cerca  de  los 
Toros  do  Guisando,  donde  la  vista  del  Bey  é  de  la 
Prínoesa  se  habia  de  facer,  é  alli  la  Princesa  Dofia 
Isabel ,  vino  con  ella  (d  Arzobispo  de  Toledo  y  el 
Obispo  de  Burgos  é  de  Coria  é  con  ellos  docientos 
de  caballo ;  é  de  la  otra  parte  vino  el  Bey,  é  con  él 
el  Maestre  de  Santiago  y  el  Arzobispo  de  Sevilla,  y 
el  Obispo  de  Calahorra,  é  los  Condes  de  Plaoencia 
é  Benavente,  é  Miranda,  é  Osorno,  é  Pedro  López  de 
Padilla,  Adelantado  de  Castilla,  é  otros  muchos  ca- 
balleros oon  fasta  mil  y  trescientos  de  á  caballo ,  y 
allende  destos  vinieron  oon  el  Bey  Don  Antonio  de 
Veneris,  Obispo  de  León,  Nuncio  Apostólico  Lega- 
do del  Santo  Padre  Pablo  II ;  el  qual  vino  alH  por- 
que todas  las  cosas  que  en  aquel  ayuntamiento  pa- 
saban se  hiciesen  con  su  autoridad  y  mandado,  por- 
que para  siempre  quedasen  válidas  é  firmes,  porque 
todos  los  rigores  é  dafios  en  estos  Beynos  ceeason  y 
de  los  autos  en  esto  ayuntamiento  foches  resultase 
pacifica  holganza  é  conocimiento  de  la  verdadera 
snboesion  destos  Beynos.  E  como  se  acercasen  los 
unos  de  loe  otros,  el  Arzobispo  qne  traia  á  la  Prin- 
cesa, dejó  la  rienda ,  é  la  Princesa  se  llegó  al  Bey 
por  le  besar  la  mano ,  el  qual  no  se  la  quiso  dar  por 
mucho  quella  lo  porfió ;  y  en  todo  esto  el  Arzobis- 
po ningún  acatamiento  ni  reverencia  fizo  al  Bey  ni 
habló  á  ninguna  otra  persona,  ó  la  Princesa  se  lle- 


47 

gó  i  él,  y  muy  quedo  le  dijo  que  besase  la  mano  al 
Iloy  é  lo  ficiese  el  acatamiento  que  debía ;  á  lo  qual 
él  Arzobispo  de  Toledo  respondió  que  ninguna  cosa 
él  faria  fasta  quel  Bey  la  declarase  por  legítima 
heredera  é  sucesora  destos  Beynos ;  é  luego  el  Bey 
en  presencia  de  todos  los  Grandes  susodichos,  en 
las  manos  del  Legado  juró  la  legítima  sucesión  des- 
tos  Beynos  pertenecer  á  su  hermana  la  Princesa 
Dofia  Isabel,  verdadera  heredera  dellos,  é  de  todos 
loe  otros  sefiorios  que  so  el  cetro  dellos  se  cuentan, 
no  embargante  las  cosas  por  él  fechas  antes  de  en- 
tonces, en  favor  de  Dofia  Juana,  hija  de  la  Beyna 
Dofia  Juana,  con  juramento  é  solenidadde  los  Gran- 
des destos  Beynos  é  de  los  pueblos,  según  la  costum- 
bre de  Espafia,  lo  qual  todo  avia  por  vano  é  por  nin- 
guno, como  ya  él  fuese  amigo  de  la  verdad  é  de  to- 
da malicia  enemigo ;  lo  qual  afirmó  por  espontáneo 
juramento,  é  dijo  que  ante  Dios  y  ante  los  hombres 
confesaba  aquella  Dofia  Juana  no  fuese  por  él  en- 
jendrada ,  la  qual  la  adúltera  Beyna  Dofia  Juana 
habia  concebido  de  otro  varón ,  é  no  del ;  é  por  eso 
no  queriendo  engafiar  la  lejítima  sucesión  destos 
Beynos,  esto  avia  querido  confesar  para  oonfirma- 
oion  del  derecho  hereditario  de  la  Princesa  Dofia 
Isabel,  su  hermana.  E  las  cosas  dichas  ó  puestas  en 
forma  jnridica  ó  corroboradas  por  instrumento  con 
gran  ruido  de  trompetas  é  gran  solemnidad  de  to- 
dos los  Grandes  que  ende  estaban  por  si  é  por  los 
ausentes,  é  por  los  tres  estados  destos  Beynos,  be- 
saron la  mano  á  la  Princesa  Dofia  Isabel,  á  la  qnal 
todos  juraron  por  Princesa  é  verdadera  heredera 
destos  Beynos.  E  luego  la  Princesa  mandó  escrebir 
ciertas  letras  dirigidas  al  Arzobispo  do  Tolcílo  de 
las  quales  el  tenor  es  el  que  signe :  a  Dofia  Isabel  por 
la  gracia  de  Dios,  Princesa  legitima  heredera  des. 
tos  Beynos  de  Castilla  é  de  León,  mirando  como 
vos  el  reverendísimo  in  diristo  padre  Don  Alonso 
Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo,  primado  de  las  £s- 
pafias.  Chanciller  mayor  de  Castilla,  tío  mió,  se- 
guistes  en  el  tiempo  pasado  muy  fielmente  en  ser- 
vicio de  mi  sefior  hermano  el  Bey  Don  Alonso, 
cuya  ánima  Dios  haya ,  y  en  la  tutela  de  la  suce- 
sión destos  Beynos  con  grandes  trabajos  é  solici- 
tud de  vuestra  persona  é  gentes  focistes  grandes 
espensas,  como  muy  leal  é  verdadero  servidor  ó 
pariente ,  é  aquello  mesmo  aveis  siempre  procura- 
do después  de  la  muerte  del  sefior  Bey  Don  Alonso 
mi  hermano ,  lo  qnal  todo  es  muy  gran  cargo  é 
tengo  en  voluntad  de  siempre  vos  lo  conocer  en 
regra  de  ser  satisfaciendo  vos  en  todo  lo  que  á  mí 
posible  será;  é  como  quiera  que  después  de  la 
mnerte  del  sefior  Bey  Don  Alonso  mi  hermano ,  yo 
pndiora  tomar  el  título  é  corona  destos  Boynos  si 
quisiera,  dejólo  de  facer  acatando  los  inconvinien- 
tes  de  guerras  que  se  pudieran  seguir  en  estos  Bey- 
nos  entre  el  sefior  Don  Enrique,  mi  hermano  é  mí; 
é  por  qnitar  de  fatiga  á  vos  é  á  todos  los  otros 
Grandes  que  aveis  seguido  é  seguís,  é  por  eso  con 
buena  igualdad  yo  soy  acordada  con  el  sefior  Bey 
Don  Enrique,  mi  hermano,  así  sobre  la  sucesión 
destos  Beynos,  que  después  de  su  vida  á  mí  perto- 


ORÓNIOAS  DE  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


48' 

tnecen,  como  sobre  el  título  de  laa  otras  cosas  á 
«ello  concernientes.  Por  ende,  yo  vos  rnego  é  man- 
»do  que  si  complacerme  deseáis  ó  á  mi  mandamien- 
Dto  queréis  segnir,  con  igual  corazón  qnerais  acetar 
sla  concordia  ó  qnerais  concertar  yoestros  fechos 
•con  el  Rey  mi  hermano,  lo  mas  honesto  á  mí,  é  á 
•vos  mas  provechoso  que  pudiéredes;  lo  qual  á  mí 

•  mucho  aprovechará,  por  respeto  de  la  paz  é  fol- 
«ganoia  de  todos,  que  á  mi  place  quel  Rey  mi  her- 
•mano  haya  este  título  quanto  viviere,  6  yo  por 

•  agora  me  contento  con  titulo  de  Princesa,  é  vos 
•ruego  queráis  prestar  á  ól  la  obediencia  y  fidelidad 
•que  á  los  Reyes  de  gloriosa  memoria  mis  progeni- 

•  teres  se  acostumbra  dar.  E  yo  por  el  vigor  é  fuer- 
•za  de  las  presentes  vos  relieve,  si  necesario  es,  de 

•  qualquiera  juramento  á  que  f  uéredes  obligado  á 
•mi  señor  hermano  el  Rey  Don  Alonso,  así  como  á 
•Rey  é  sefior,  é  á  mí  como  á  Princesa  heredera  suya 
•como  la  sucesión  destos  Reynos  á  mí  pertenezca, 

•  en  tal  manera  que  solamente  á  mí  seáis  obligados 
•como  á  Prineesa  heredera  destos  Reynos  ó  al  sefior 
•Roy  mi  hermano  como  á  Rey  é  sefior,  el  qual  de  mi 

•  consentimiento  quiero  que  sea  deüos  llamado  Rey; 
•por  ende  yo  vos  ruego,  ó  mando  é  quiero  é  me  pla- 

•  ce  que  vos  le  fagáis  la  reverencia  que  á  Rey  se 
•conviene  ó  le  fagáis  el  juramento  de  fidelidad  que 

•  por  ól  vos  será  demandado ;  la  qual  libertad  é  man- 
•damiento  do  al  reverendo  in  Christo  padre  Don 

•  Iñigo  Manrique,  Obispo  de  Coria,  mi  primo,  é  á 

•  qualquier  otras  personas  eclesiásticas  é  seglares 
•familiares  vuestros,  é  por  vigor  de  las  presentes 
•relieve  á  todos  los  susodichos  de  qualquier  jura- 
amento  de  fidelidad  que  tenían  fecho  al  sefior  Rey 

•  Don  Alonso  mi  hermano  é  á  mi  obediencia  fueren 
•obligados  alo  facer;  el  qual  juramento  quiero  é 
•les  mando  que  lo  fagan  al  sefior  Rey  mi  herma- 
•no.»  Las  quales  letras  la  señora  Prinoesa  firmó  de 
su  mano  ¿  mandó  sellar  de  su  sello. 

E  leídas  las  letras  dichas  en  presencia  de  los  su- 
sodichos so  leyeron  las  letras  que  se  siguen :  « Don 

•  Antonio  de  Veneris,  Obispo  de  Leen,  Nuncio  Ora- 
•dor  é legado  á latero  embiado  en  estos  Reynos,  por 
•nuestro  muy  Santo  Padre  Pablo  II,  con  plenario 
•poder  de  su  Santidad,  como  vos  Don  Alonso  Garrí- 
•llo.  Arzobispo  de  Toledo ,  primado  de  las  Bspafias, 
•Chanciller  mayor  de  Castilla,  ayais  seguido  ó  ser- 
•vido  al  Ilustrísimo  Rey  Don  Alonso,  cuya  ánima 
•Dios  haya,  é  después  de  su  fallecimiento  ayais 

•  servido  ó  seguido  á  la  II ustrisima  señora  Dofia  Isa- 

•  bel  Princesa  destos  Reynos,  hija  legítima  heredera 

•  del  Serenísimo  Rey  Don  Juan,  de  gloriosa  memo- 
•ria  y  en  defensión  del  derecho  de  la  dicha  sefiora 

•  Princesa  ayais  con  grandes  trabajos  é  despensas 
•diligentemente  trabajado ,  é  agora  por  la  divina 
•gracia  la  sefiora  Princesa  por  una  buena  igualdad; 
•es  aeordado  por  el  sefior  Rey  Don  Enrique  su  her- 

•  mano,  así  sobre  la  sucesión  destos  Reynos,  oomo 
•sobre  el  título  dellos,  quieren  que  vos  le  fagáis 
•obediencia  é  juramento  de  fidelidad ,  relevando  á 
•vos  de  qualquier  presente  ó  juramento  á  ella  fecho, 
lio  qual  vos  ruego  ó  mando  que  fagáis  por  servicio  | 


de  Dios  ó  por  lo  que  cumple  al  bien  é  tranquilidad 
é  sosiego  destos  Reynos.  E  Yo  en  virtud  del  po- 
der, por  la  autoridad  por  nuestro  muy  Santo  Pa- 
dre á  mí  dado ,  como  legado  en  estos  Reynos,  re- 
quiero é  amonesto,  ó  de  parte  del  Serenísimo  Pon- 
tífice, mando  á  vos  el  Arzobispo  de  Toledo  que  al 
sefior  Rey  Don  Enrique  dedes  la  obediencia  ó  fa- 
gades  el  juramento  oomo  á  Rey  se  conviene ,  ó  por 
virtud  de  la  dicha  facultad  de  que  uso  vos  asuelvo 
de  qualquier  vínculo  ó  vínculos  de  sacramentos 
que  ayais  prometido  de  qualquier  calidad  quesean 
que  en  los  tiempos  pasados  por  vigor  de  los  dichos 
sacramentos  seáis  obligado  á  la  dicha  sefiora  Prin- 
cesa, de  los  quales  quiero  seáis  relevado  ó  asuelto, 
en  testimonio  de  lo  qual,  mandó  dar  estas  mis  le- 
tras subscritas  de  mi  mano  ó  selladas  con  mi  sello, 
dadas  en  Cadahalso  á  diez  y  ocho  dias  del  mes  de 
Setiembre  del  dicho  afio,  é  por  vigor  de  las  presen- 
tes letras  por  la  apostólica  autoridad  asuelvo  á  vos 
el  Reverendo  Padre  Don  Ifiigo  Manrique,  Obbpo 
de  Coria,  ó  á  los  otros  Qrandes,  así  eclesiásticos  co- 
mo seglares ,  de  qualquier  juramento  ó  promesas 
de  fidelidad  fechos  á  qualesquier  personas  ó  por 
qualesquier  causas  por  ellos  ó  por  qualquiera  de- 
llos fasta  el  dia  de  hoy,  á  los  quales  mando  que  al 
dicho  sefior  Rey  Don  Enrique  fielmente  sirvan.s 
Las  quales  letras  fueron  puestas  en  la  Corónica  por- 
que queden  para  perpetua  memoria.  E  como  quiera 
que  al  Arzobispo  de  Toledo  f  uó  muy  grave  la  re- 
conciliación con  el  Rey  Don  Enrique ,  por  facer  lo 
que  de  parte  del  Santo  Padre,  ó  de  la  sefiora  Prince- 
sa le  era  mandado  ó  por  la  pacificación  destos  Rey- 
nos,  fuá  contento  de  besar  la  mano  al  Rey  Don  En- 
rique, y  ól  se  volvió  á  Zebreros,  ó  con  ól  los  Obispog 
de  Burgos  ó  Coria.  E  habióndose  por  bienaventura* 
do  por  la  Princesa  Dofia  Isabel  ser  declarada  por 
heredera  destos  Reynos  con  consentimionto  del 
Rey  Don  Enrique.  E  porque  algunos  dedan  quel 
Arzobispo  tenia  ocupada  la  fortaleza  de  Avila  que 
comunmente  se  llamaba  el  Cimero,  entrególo  por 
mandado  de  la  sefiora  Princesa  á  Qonzalo  Qiacon, 
comendador  de  Montiel,  ó  desde  allí  al  Rey  Don 
Enrique.  E  la  Princesa  su  hermana  6  todos  los 
Grandes  que  con  ól  estaban  se  fueron  á  Casarrubios, 
y  el  Arzobispo  de  Toledo  ó  los  Obispos  que  con  él 
estaban  se  partieron  de  Zebreros  á  Yepes. 

CAPÍTULO  XLIII. 


De  Ut  fomiu  qve  el  Rey  Don  Enrique  Uto  para  ir  eontra  loAv  lo 
•sentado  cerca  de  los  Toros  de  Gaisando. 

Como  la  condición  del  Rey  Don  Enrique  fuese 
mudable ,  ó  cerca  de  su  persona  o  viese  hombres  que 
sus  costumbres  siguiesen ,  acordó  de  se  ir  á  la  villa 
de  Ocafta,  por  ser  del  Maestre  de  Santiago,  creyen- 
do que  todas  las  cosas  allí  se  podían  hacer  según 
su  querer  é  voluntad ;  ó  mandó  allí  venir  al  Maestre 
de  Santiago  ó  á  los  Condes  de  Placencia  ó  Benaven- 
te,  ó  al  Arzobispo  de  Sevilla ,  ó  al  Obispo  de  Ca- 
lahorra que  ya  era  de  Sigüenza,  los  quales  quiso 
juntar  allí  para  dar  suspensión  en  los  negocios,  es- 


MEMORIAL  ÜE  D1VEBSA8  HAZAÍtAa 


49 


peoiolmente  en  el  casamiento  de  la  sefiora  Prince- 
aa,  BU  hermana,  con  el  Principe  Don  Femando  de 
Aragón,  el  qnál  casamiento  el  Ansobispo  de  Tole- 
do con  todas  sus  f  aersaa  procaraba,  y  el  Maestre  de 
Santiago  lo  estorbaba  é  aborrecía ;  ¿  para  anular  é 
destruir  todo  lo  asentado  con  Apostólica  autoridad 
cercado  los  Toros  de  Guisaddo,  mandó  que  en  nom- 
bre de  Dofta  Juana,  hija  de  la  Bey  na,  se  fícieee  re- 
damación é  protestación  é  apelación  de  todo  lo  allí 
fecho  y  espontáneamente  por  él  jurado,  de  que  se 
siguieron  grandes  InconTenientes,  dafios  é  murmu- 
raciones generalmente  por  todos  estos  Reynos ;  y 
el  Rey  con  todas  sus  fuenas  procuraba  que  la  se* 
fiera  Princesa  su  hermana  casase  con  el  Rey  Don 
Alonso  de  Portugal,  en  dafio  universal  destos  Rey- 
nos.  E  como  Don  Juan  de  Guzman ,  Duque  de  Me- 
dinasidonia,  fuese  requerido  por  el  Arzobispo  de 
Toledo  que  diese  consentimiento  al  casamiento  do 
la  sefiora  Princesa  dofia  Isabel  con  el  señor  Prínci- 
pe Don  Femando  de  Aragón ,  estaba  en  ello  dudo- 
so, porque  recelaba,  si  este  casamiento  se  cumplie- 
se, seria  dar  gran  ^vor  á  Don  Enrique,  Conde  de 
Alba  de  Liste,  con  quien  se  esperaba  contender  so- 
bre la  sucesión  suya  ;  é  como  sobre  aquesto  tomase 
consejo  con  algunos,  entre  los  qnalee  habia  diversas 
opiniones,  Alonso  de  Palencia ,  Ooronista ,  que  era 
nno  de  aquellos,  dijo  tantas  é  tales  razones  al  Du- 
que, que  fizo  dexar  todas  las  dudas,  é  concertólo  á 
lo  voluntad  del  Arzobispo  de  Toledo.  E  como  en 
esto  tiempo  el  Duque  Don  Juan  fallescieee,  sucedió 
en  su  lugar  Don  Enrique  de  Guzman ,  su  hijo ,  el 
qual  siguió  el  camino  comenzado  por  su  padre.  En 
este  tiempo,  poco  antes  de  la  muerte  deste  Duque, 
pareeció  en  Sevilla  una  cometa  muy  grande  é  ar- 
diente que  duró  poco  menos,  de  dos  meses,  de  la 
qual  fueron  proverticados  los  males  é  dafios  que 
después  en  aquella  dudad  se  siguieron ;  de  la  muer- 
te dd  qual  los  ciudadanos  de  aquella  dudad  ovie- 
ron  muy  entrafiable  dolor,  como  fuese  de  todos 
mucho  amado ;  en  el  qual  tiempo  acaedó  una  cosa 
muy  oetrafia  en  la  provinda  de  Toledo,  en  un  lu^ 
gar  que  se  llama  Pero  Moro ,  ques  del  Oonde  de 
Fuensalida,  la  qnal  fué,  que  como  fuese  ya  el  tiem- 
po de  segar  las  cebadas  y  un  hombre,  el  principal 
de  aquel  lugar ,  fué  con  sus  hijos  para  segar  una 
.  pieza  suya,  del  primero  manojo  que  segó  corrió  tan- 
ta sangre  del,  que  fué  cosa  maravillosa;  é  como  los 
hijos  viesen  la  mano  del  padre  llena  de  sangro,  vi- 
nieron á  gran  priesa  alo  ver,  pensando  que  se  ovie- 
se  cortado  con  lafoz,  y  catando  la  mano,  falláronla 
sin  ferida  alguna  é  tomaron  el  manojo  segado,  é 
vieron  como  por  cada  oafia  salia  viva  sangre,  don- 
de todos  los  dd  pueblo  se  llegaron  é  segarop  algu- 
nos otros  manojos  de  los  quales  salia  tanta  sangre 
como  del  primero,  lo  qual  tomaron  por  testimonio, 
é  lo  enviaron  al  Conde  de  Fuensalida  á  la  ciudad 
do  Toledo. 


CAPÍTULO  XUV. 


Cr.-^in. 


De  U  enbajada  qqel  Rey  Dob  Alonso  At  Portugal  enbió  en  Caa^ 
tilla,  pensando  concluir  el  casamiento  sayo  con  laieAora  Prin- 
cesa DoOa  Isabel. 

Los  grandes  destos  Reynos  por  diversos  respetos 
deseaban  que  la  sefiora  Princesa  Dofia  Isabd  fuese 
casada.  E  los  que  seguían  la  voluntad  del  Rey,  aun- 
que bien  oonocian  el  casamiento  dd  Rey  de  Por- 
tugal ser  muy  dafioso  á  estos  Reynos ,  daban  A  dio 
consentimiento,  y  el  Ansobispo  de  Toledo  é  los  que 
verdaderamente  deseaban  el  bien  general  contra- 
deciendo ,  trabajaban  quanto  podían  porquel  casa- 
miento con  el  Principe  don  Fernando  de  Aragón  se 
concluyese ;  entre  los  quales  principalmente  el  Ar- 
zobispo de  Toledo  no  cesaba  por  secretos  mensaje^ 
ros  á  suplicar  y  requerir  é  amonestar  á  la  Princesa 
no  consintiese  en  el  casamiento  del  Rey  de  Portu- 
gd  ni  otro  alguno  acetase ,  salvo  el  Príncipe  Don 
Femando  de  Aragón,  el  qual  era  el  mas  honorable 
é  mas  provechoso  é  mas  convenible  para  su  verda- 
dera bienaventuranza.  Y  estando  las  cosas  asi  sus- 
pensas, el  Rey  Don  Alonso  de  Portugal  embió  su 
embajada  solene  al  Rey  Don  Enrique,  la  conclusión 
de  la  qnd  era  rogándole  afetuosamente  quisiese 
darle  en  casamiento  á  la  sefiora  Princesa  Dofia  Isa- 
bel su  hermana,  el  qual  como  estuviese  en  propósi- 
to de  concluir  este  casamiento  con  el  Rey  de  Por  • 
tugal,  é  oonodoso  sor  muy  contraria  la  voluntad  de 
la  Princesa  su  hermana ,  acordó  que  Don  Pedro  de 
Vdasco,  hijo  del  Conde  de  Haro,  fuese  á  hablar  con 
la  Princesa,  é  como  aconsejándolo  lo  dixese  que  to- 
davía cumplía  seguir  la  voluntad  dd  Rey,  é  dexar 
á  su  arbitrio  lo  que  corea  do  su  casamiento  quidoro 
facer;  en  otra  manera  fuese  cierta  que  seria  puesta 
en  prisión,  la  qual  con  muchas  lágrimas  respondió 
quella  esperaba  en  Dios  se  darla  forma  porque  se 
escusase  de  recebir  tan  grande  injuria.  Y  en  tanto 
que  estas  cosas  se  pasaban ,  los  embaxadores  del 
Roy  do  Portugal  esperaban  su  respuesta,  é  como , 
ningún  modo  se  fallase  el  casamiento  de  la  Prince- 
sa, atentaron  de  ponerla  en  el  Alcázar  de  Madrid,  lo 
qual  sabido  por  el  Arzobispo  de  Toledo ,  envió  se- 
cretamente á  f  ablar  con  los  prindpales  oabdleros 
de  la  villa  de  Ooafia,  para  que  diesen  lugar  á  la  en- 
trada de  sus  gentes  en  aquella  villa  para  dende 
llevar  á  la  Princesa ;  lo  qual  sentido  por  el  Rey  Don 
Enrique  é  por  los  que  le  seguian,  por  la  gracia  de 
nuestro  Sefior  condbieron  tan  gran  temor,  que  acor- 
daron de  enviar  á  dedr  á  los  embaxadores,  que  con- 
venía sentar  otros  modos  para  aplacar  la  voluntad 
de  la  Princesa,  la  qudnaturdraente  era'enemiga  de 
violencia.  Con  la  qual  respuesta  los  embaxadores  se 
partieron,  no  mucho  [degres,  pero  con  todo  eso  no 
desesperados  del  casamiento ;  de  lo  qual  todo  á  su 
Rey  ficioron  relación.  E  como  el  Maestro  de  San- 
tiago fuese  mucho  amigo  de  la  suspenden,  aunque 
pareda  este  casamiento  desear ,  é  él  trabajaba  por 
lo  deferir,  como  supiese  la  venida  del  Cardend  Tra- 
papense,  el  qud  solicitaba  el  casamiento  de  la  se- 

4 


50 


CRÓNICAS  DE  LOS  BBTES  DE  CASTILLA. 


fiora  Princesa  Dofia  Isabol  coa  el  Duque  de  Berri, 
que  después  fué  de  Guiana,  hermano  del  Rey  Luis 
do  Francia,  de  la  qual  embajada  venir  en  estos  Rey- 
nos  al  Conde  de  Placeada  desplacía  como  estuviese 
mucho  aficionado  al  casamiento  del  Rey  de  Portugal, 
con  el  qual  dio  su  voto  que  la  Princesa  casase  quier  le 
pluguiese  6  le  pesase.  En  el  qual  tiempo  Don  Rodrigo 
Maarique,  Conde  de  Paredes,  como  fuese  verdadero 
celador  del  bien  común  destos  Reynos,  vino  á  Yepes, 
donde  el  Arzobispo  de  Toledo  estaba,  é  trujo  el  con- 
sentimiento de  los  Condes  de  Medinaceli  é  Trevifio 
ó  Benavente  é  Buendia  é  de  muchos  otros  grandes 
que  en  ello  avia  traído  Don  Ifiigo  Manrique  Obispo 
de  Coria,  para  que  la  Princesa  casase  con  Don  Fer- 
nando, Principe  de  Aragón,  en  lo  qual  el  Almiran- 
te Don  Fadrique,  abuelo  del  Principe,  aprovechó 
mucho,  atrayendo  á  muchos  grandes  á  este  consen- 
timiento. 

CAPÍTULO  XLV. 

De  una  gran  Vitoria  que  de  los  noros  ovo  Doe  Lope  Vaxqaei  de 
Aeufia»  AdelanUdo  de  Cazorla  ,  qae  lioy  es  Coode  de  Buendia, 
y  el  Comendador  Aionso  de  ia  Peflaeta,  aieayde  deQoesada. 

En  tanto  questas  diferencias  en  nuestros  Reynos 
estaban,  el  Rey  de  Granada,  creyendo  no  aver  re- 
sistencia ,  pensó  de  facer  en  ellos  gran  dafio,  para 
lo  qual  juntó  novecientas  lanzas  é  tres  mil  peones 
de  la  gente  mas  escogida  que  en  su  Reyno  avia;  y 
envió  sus  capitanes,  mandándoles  que  viniesen  á 
correr  las  ciudades  de  Ubeda  ó  Baeaa,  ó  quemasen 
ó  destruyesen  la  villa  de  Quesada ,  ques  lugar  des- 
cercado, los  qualcs  lo  pusieron  así  en  obra,  ó  lleva- 
ron de  aquellas  ciudades  gran  presa  de  vacas  é  bue- 
yes é  yeguas  é  ganados  menudos  é  hombres  del 
campo:  desde  allí  continuaron  su  camino  para 
Quesada.  De  lo  qual  como  fuese  certificado  por  el 
dicho  alcayde  el  dicho  Don  Lopes  Vázquez  de  Acu- 
ña, caballero  noble,  mancebo  mucho  esforzado,  de- 
seoso de  servir  á  Dios  ó  al  Rey,  cabalgó  con  fasta 
ciento  de  caballo  é  quatrocientos  peones  que  pudo 
aver,  é  á  mas  andar  se  fué  á  meter  en  la  villa  de 
Quesada,  donde  todos  los  suyos  tuvo  tan  encubier- 
tos que  aunque  los  moros  vinieron,  no  sintieron 
aver  mas  gente  en  la  villa  de  los  moradores  della ; 
é  como  los  moros  anduvieron  la  mayor  parte  de  la 
noche,  estando  ya  quanto  media  legua  de  la  villa, 
los  capitanes  embiaron  trecientos  de  caballo  é  mil 
peones  poco  antes  del  alba  para  que  entrasen  en  la 
villa,  é  toda  la  otra  gente  se  quedó  con  la  presa  que 
de  Ubeda  ó  Baeza  avia  traydo,  y  el  Adelantado  con 
su  gente  ó  con  la  de  la  villa  tomó  las  entradas  é 
posos  por  donde  los  moros  avian  de  venir,  é  veni- 
dos, con  tan  gran  vigor  é  fuerza  el  Adelantado  y 
Alcaydo  ó  sus  gentes  pelearon,  que  todos  los  moros 
que  80  apearon  para  entrar  en  la  villa  fueron  muer- 
tos ó  presos  é  los  que  pudieron  fueron  f uyendo  para 
se  juntar  con  sus  gentes,  y  el  Adelantado  como 
quiera  que  conociese  la  ventaja  sin  comparación 
que  los  moros  del  tenían ,  esfuerzo  su  gente,  como 
virtuoso  caballero,  la  qual  fizo  un  cufio ;  ó  con  gran- 


de ánimo  fueron  ferir  en  los  moros  que  tenían  la 
presa,  é  de  tal  manera  pelearon  con  ellos  que  ovie- 
ron  de  dejar  la  presa  ó  ir  fuyendo.  Y  el  adelantado 
y  el  Alcayde  ganaron  dallos  trecientos  caballos,  é 
gran  despojo  de  jaeces  é  armas ;  é  mataron  é  pren- 
dieron ochocientos ;  en  la  qual  batalla  Don  Feman- 
do de  Acufia,  hermano  del  Adelantado,  y  mozo  de 
diez  y  seis  afios,  que  contra  su  mandamiento  é  vo- 
luntad entró  en  aquella  batalla ,  hizo  cosas  tan  se- 
ñaladas, que  paresció  mas  ser  caballero  anciano 
que  mozo  ni  mancebo  ¡  el  qual  fasta  aquel  día  no 
avia  tomado  armas  ni  lanza  en  la  mano  para  pe- 
lear. Deste  se  afirma  haber  conservado  su  virgini- 
dad fasta  el  día  que  casó,  que  sería  de  edad  de 
treinta  afios,  que  fué  una  cosa  muy  maravilloaa,  que 
quando  la  primera  pelea  se  comenzó ,  las  mugeres 
de  la  villa  tomaron  armas  ó  siguieron  á  sus  maridos 
peleando  virilmente,  é  fállase  que  entre  estas  fué 
una  que  vido  estar  siete  moros  en  la  concavidad 
de  una  pefia,  ó  con  una  lanza  en  la  ^lano  fué  sola  á 
pelear  con  ellos  é  los  prendió  ó  trajo  á  todos  á  su 
casa.  E  en  esta  batalla  el  Adelantado  ganó  catorce 
banderas,  las  cuales  hoy  trae  en  tomo  de  sus  armas. 
Algunos  de  los  que  fueron  cativos  en  esta  batalla 
afirmaron  que  la  gente  que  el  Adelantado  traia,  con 
la  de  la  villa  que  traia  el  Alcaide  ,  les  pareció  mu- 
cha mas  que  la  suya,  é  que  avian  visto  encima  del 
armadura  de  la  cabeza  de  Don  Fernando  de  Acufia 
tan  gran  claridad,  que  les  tiraba  la  vista;  de  que 
oreyan  verdaderamente  nuestro  Sefior  aver  embia- 
do  á  los  Christianos  ayuda  en  esta  batalla,  en  la  qual 
ganó  y  ovo  un  quento  en  moros  é  despojo  el  dlclio 
Alcayde,  la  qual  dicha  alcaydia  Ubeda  le  dio  la  qual 
provee  de  alcayde  cada  afio. 

CAPÍTULO  XLVI. 

De  la  tnn  diligencia  qoe  Don  Rodrigo  MaBriqoe,  Conde  de  Pa- 
redes, OTO  para  qae  do  solamente  ilos  grandes  destos  Reynos 
diesen  eonsenUmiento  al  casamiento  de  la  seftora  Princesa  Do- 
fia  Isabel  con  ei  Principe  Don  Fernando  de  Aragón,  mas  ias 
ciudades  é  Tillas  dellos. 

En  este  tiempo  Don  Rodrigo  Manrique,  Conde 
de  Paredes,  se  vino  á  la  ciudad  de  Toledo,  el  qual  se 
concertó  con  Pero  López  de  Ayala  su  suegro,  el 
qual  Conde  avia  sido  casado  la  primera  vez  con  hija 
de  Gómez  Suarez  de  Figueroa,  Sefior  de  Zafra  é  de 
Feria,  de  quien  avia  ávido  muy  nobles  hijos  y  es- 
trenuos en  caballería ,  ó  segunda  vez  con  hija  de 
Diego  Furtado  de  Mendoza,  montero  mayor  del  Rey 
Don  Juan,  de  quien  ningunos  hijos  ovo,  é  ya  en  la 
vejez  tercera  vez  casó  con  hija  de  Pero  López  de 
Ayala,  pero  con  todo  eso  tan  robusto  ó  tan  hábil  so 
halla  para  todo  lo  que  facer  queria,  como  seyendo 
mancebo ;  el  qual  discurrió  por  muchas  partes,  pro- 
curando el  consentimiento  ya  dicho.  En  el  qual 
tiempo  el  Maestre  de  Santiago  procuró  de  llevar  al 
Rey  al  Andalucía,  el  qual  determinó  que  antes  de 
la  partida  fuese  tomado  juramento  á  la  Princesa 
Doña  Isabel  que  ninguna  novedad  fiziese  en  su  ca- 
samiento, creyendo  el  Rey  que  quebrantando  la 


MEMORIAL  VÉ  DtVEBSAS  HAZAÑAS. 


61 


PrínoeflA  este  juramento  bastada  para  destrair  su 
derecho,  y  si  esto  no  atentase ,  parecería  aver  co- 
metido todo  su  querer  é  autoridad  al  mandado  é 
querer  al  Rey;  é  como  deseasen  que  la  Princesa  que- 
brantase aquel  juramento,  diéronle  mayor  libertad 
é  mandaron  partir  cerca  della  todos  los  que  podian 
empachar  su  voluntad  para  escrebir  é  oir,  'estando 
tan  cercana  del  Arzobispo  de  Toledo ,  que  en  Tepes 
estaba  de  donde  cada  di  a  pedia  enibiar  los  mensa- 
geros  que  quisiese  é  proseguir  el  negocio  comenza- 
do en  favor  del  Príncipe  de  Aragón ;  el  qual  casa- 
miento la  Príncesa  ya  tenia  acetado  antes  del  jura- 
mento que  por  el  Rey  le  fué  tomado.  T  en  tanto  que 
estas  cosas  pasaban,  el  Arzobispo  de  Toledo  acordó 
de  embiar  en  Aragón  al  Ooronista  Alonso  de  Palen- 
cia,  por  aver  veinte  mil  florínes  que  eran  prometi- 
dos de  se  dar  al  tiempo  quel  casamiento  se  acetó,  é 
un  collar  muy  rico  de  gran  valor  de  piedras  ó  per- 
las para  la  Príncesa. 

CAPÍTULO  XLVII. 

D«  la  embajada  qoel  Rey  I.nia  de  Franela  embid  al  Rey  Don  En- 
riqoe  sobre  el  eatamiento  de  la  Princesa  Dofla  Isabel  eon  el 
Dnqte  de  Derrl  é  de  Galana ,  sa  hermano. 

En  este  tiempo  los  embaxadores  del  Rey  de  Fran- 
cia vinieron  al  Rey  Don  Enrique,  el  principal  de  los 
quales  era  Guillelmo ,  presbítero  Cardenal  llamado 
Trapacense,  é  después  Albacense ,  hombre  al  pare- 
cer mucho  letrado  ó  soberbio.  La  conclusión  de  su 
ambaxada  era  demostrar  al  Rey  qnanto  el  Rey  de 
Francia  deseaba  el  matrimonio  de  la  Ilnstrísima 
Princesa  dofia  Isabel, su  hermana,  con  Carlos  Du- 
que de  Gkiiana  é  de  Berrí ,  su  hermano ,  mostrando 
quanto  este  casamiento  era  provechoso  é  honroso, 
asi  á  los  españolee  como  á  los  franceses.  La  res- 
puesta desta  embazada  se  detuvo,  é  á  la  fin  fué 
respondido  á  los  embaxadores,  que  si  les  placia  po- 
der ir  á  ver  la  ciudad  de  Sevilla  en  tanto  que  el 
Boy  consultaba  este  negocio  con  los  grandes  de  su 
BeynOy  loe  quales  lo  pusieron  asi  en  obra,  como 
quiera  que  desta  respuesta  fueron  mal  contentos, 
pero  con  todo  eso  el  Cardenal  tovo  esperanza  que 
si  él  pudiera  fablar  á  la  Princesa,  el  casamiento 
avría  conclusión ;  la  qual  en  este  tiempo  era  parti- 
da de  Ocafia  para  Arévalo,  é  desde  alli  se  fué  A  Ma- 
drígal,  por  ver  á  la  señora  Rey  na  su  madre  que  allí 
estaba.  Y  el  cardenal  Albacense,  sabido  como  la 
Princesa  estaba  en  Madrígal,  se  partió  para  allá 
donde  fué  visitar  la  Princesa  ante  la  qual  propuso 
su  embazada,  mostrándole  por  quantas  razones  de- 
bía facer  el  casamiento  del  Duque  de  Gniana.  La 
Princesa  con  gran  discreción  respondió  no  aproban- 
do ni  negando  lo  quel  cardenal  decia,  mas  con  gran 
modestia  en  breves  palabras  dijo  que  ella  había  do 
seguir  lo  que  las  leyes  destos  Reynos  disponían  é 
mandaban  en  honor  é  gloría  é  acrecentamiento  del 
cetro  real  dallos.  Con  la  qual  respuesta  el  Cardenal 
mal  contento  se  partió  para  Francia, 


CAPÍTULO  XLVra. 


De  las  cosas  qvc  aflrroaron  el  easanlento  do  la  Serosísima  Prla-^ 
eesa  DoDa  Jnana  con  el  lluslrlslmo  Principe  Don  Fernando, 
qnando  la  Toriuna  mas  contraria  se  mostraba. 

Trabajaba  mucho  el  Arzobispo  de  Toledo  la  difi- 
cultad del  negocio  comenzado,  como  cada  día  le 
viniesen  mensajeros  de  las  turbaciones  en  los  cosas 
de  Aragón,  asi  por  la  graveza  de  la  guerra  de  Bar- 
celona, como  por  la  tardanza  del  collar  é  suma  de 
oro  quo  se  habia  do  traer  para  la  Señora  Príncesa, 
quel  Arzobispo  de  Toledo  avia  prometido  de  le  dar 
al  tiempo  que  se  concertó  su  casamiento  con  el 
Príncipe  de  Aragón.  É  allende  desto  le  fatigaba 
mucho  sabor  que  entre  los  grandes  de  Aragón  é  aun 
comunmente  entre  los  plebeyos ,  avia  gran  diversi- 
dad de  opiniones,  porque  á  los  unos  parecía  bien  es- 
te casamiento  é  á  los  otros  desplacía,  pareciéndoles 
que  seyondo  el  Príncipe  de  Aragón  Rey  de  Castilla 
con  tan  gran  poder  podia  oprimir  al  Reyno ,  lo  qual 
no  podia  seyendo  solamente  Rey  de  Aragón;  é 
creyan  que  dándose  aquella  suma  de  oro  y  el  collar 
quera  prometido,  el  casamiento  se  concluiría.  É  co- 
mo Alonso  de  Falencia,  coronista,  allí  se  fallase, 
como  por  mandado  del  Arzobispo  fuese  venido  an 
Tarragona  donde  el  Rey  D.  Juan  de  Aragón  estaba, 
ante  su  Alteza  eeplicó  la  embazada  que  traya ,  y  el 
Rey  la  oyó  graciosamente ,  aunque  estaba  mucho 
empachado  en  dar  orden  A  la  armada  que  faoia  de 
muchas  naos  é  galeas  para  hacer  cruda  guerra  á  los 
de  Marcela  é  Barcelona,  como  el  Rey  de  Francia 
mucho  apretase  la  guerra  por  tierra,  aviando  toma- 
do el  Condado  de  Rosellon  é  alguna  parte  de  Am- 
purias ;  las  quales  cosas  mucho  trabajaban  al  Bey, 
aunque  las  comportaba  con  gran  corazón ;  é  lo  que 
mas  pena  le  daba  era  conocer  la  voluntad  de  los 
Grandes  de  su  Reyno  ser  lejos  de  su  querer  en  el  ca- 
samiento del  Príncipe  su  hijo,  en  lo  qual  Alonso  de 
Falencia  dijo  al  Rey  su  parecer,  el  qual  el  Rey 
aprobó ;  é  para  esto  mandó  que  los  Grandes  que  allí 
estaban  fuesen  presentes,  é  que  ante  todos  Alonso 
de  Falencia  esplicase  su  embajada,  los  quales  eran 
don  Pedro  de  Urrea,  Patriarca  de  Antioca,  Arzo- 
bispo de  Tarragona,  é  Don  Juan  de  Cardona,  Con- 
de de  Paredes,  é  Beltran  de  Ugon  de  Rojabeltrin, 
Castellan  de  Amposta,  Prior  de  la  Orden  Militar  de 
San  Juan,  é  Don  Juan  Pajoso,  Vico  Canciller;  los 
quales  todos  Tensaban  el  matrímonio  del  Príncipe 
Don  Fernando  con  la  Princesa  de  Castilla  doña  Isa- 
bel. É  después  de  Alonso  de  Falencia  aver  esplica- 
do  su  embaxada  que  al  Rey  se  dirigía,  fabló  á  los 
Grandes  que  alli  estaban  largamente  reprobando  su 
errada  opinión,  mostrándoles  muchas  evidentes  ra- 
zones por  que  ninguna  cosa  en  el  mundo  tan  bien 
les  podia  venir  como  el  casamiento  de  la  Príncesa 
de  Castilla,  de  que  loe  contraditoree  de  aquesto  que- 
daron vencidos  de  tal  manera,  que  acordaron  de 
dar  é  dieron  el  casamiento  por  el  Rey  deseado.  É 
luego  el  Rey  determinó  que  el  Príncipe  se  viniese 
de  Cervora,  donde  avia  ido  por  socorrer  á  los  de 


62 


CRÓNICAS  DB  LOS  BETBS  DE  CASTILLA. 


aquella  proyincia,  despuee  que  la  foitaleza  de  Mon- 
tef  alcon  avia  aéido  ocupada  por  un  ladrón  que 
grandes  dafioa  eñ  ella  habia  fecho.  Con  la  venida  del 
Príncipe  el  Bey  ovo  gran  placer ,  é  con  acuerdo  de 
amos  el  Bey  quedó  en  Cervera,  y  el  Principe  se  vi- 
no en  Valencia,  por  quitar  el  collar  queataba  en 
prendas  por  gran  suma  de  dineroa.  É  desque  tres 
días  en  uno  estuvieron  entendiendo  en  sus  nego- 
cios, estando  presentes  todos  los  Grandes,  al  Prin- 
cipe amonestó  que  á  toda  virtud  se  diere  é  siempre 
ficiese  bienes  é  mercedes  á  los  que  bien  y  lealmen- 
te  sirvieren,  amonestándole  que  al  Arzobispo  de 
Toledo  en  lugar  de  padre  tuviese ,  é  ansí  lo  acata- 
se é  honrase  é  gratificase,  á  quien  mas  debia  que  á 
persona  del  mundo ,  que  le  páresela  con  todos  sus 
Beynos  no  poder  enteramente  pagarle  lo  que  le  de- 
bia faciendo  mención  de  la  libertad  fecha  por  él  á 
)a  Bey  na  su  mujer  ó  de  las  inumerables  ayudas,  que 
le  avia  fecho  en  tiempo  de  muy  grandes  necesidades 
é  la  vigilancia  ó  dolencia  maravillosa  que  cerca  de 
aquel  casamiento  avia  tenido,  é  por  eso  le  manda- 
ba que  lo  mas  presto  que  pudiese  embiase  al  Arzo- 
bispo el  collar,  é  la  suma  de  oro  que  á  la  Princesa 
le  era  prometido,  con  grande  humildad  de  cumplir 
todo  lo  á  él  por  el  Bey  mandado.  É  luego  el  Prínci- 
pe desde  allí  se  partió  para  Valaguer,  é  dende  so- 
f  uó  en  Valencia ,  donde  ligeramente  ovo  el  collar  ó 
los  veinte  mil  florines ;  lo  qual  todo  mandó  dar  á 
Alonso  de  Palencia  é  á  Pedro  de  la  Caballería,  hon- 
rado ciudadano  do  Zaragoza,  los  quales  lo  traxeron 
todo  é  lo  entregaron  al  Arzobispo  do  Toledo  que 
estaba  en  la  Villa  de  Alcalá  de  Henares ;  el  qual 
con  su  venida  fué  mucho  alegre,  dando  gracias  á 
nuestro  Señor  porque  tan  grandes  dificultades  tan 
ligeramente  avia  determinado.  Bestaba  con  todo 
eso  socorrer  á  la  Princesa  que  estaba  en  Madrigal, 
con  la  sefiora  Beyna  su  madre,  la  qual  el  Maestre 
de  Santiago  solicitaba  do  aver  en  su  poder.  En  este 
tiempo  Don  Alonso  de  Monroy,  Clavero  de  Alcán- 
tara, con  muy  poca  gente  desbarató  quatrocientos 
de  caballo  quel  Maestre  de  Santiago  tenia  sobre  la 
fortaleza  de  Montanchez. 

CAPÍTULO  XLIX. 

De  como  el  Rey  Don  Enrique  se  partió  para  la  Ciadad  de  SeTilla 
con  intención  de  prender  al  Duque  de  Medinasidonia  é  apode- 
rarse de  aquella  ciudad,  é  de  como  el  Arzolilspo  de  Toledo  fué 
llamado  por  la  Princesa  Dofia  Isabel,  y  do  la  deliberaclua  snya 
fecba  por  él. 

En  este  tiempo  el  Bey  Don  Enrique  se  partió 
para  el  Andalucía  con  propósito  de  prender  al  Du- 
que de  Medinasidonia  y  apoderarse  de  la  ciudad  de 
Sevilla ;  y  sabido  por  el  Duque  Don  Enrique  la  ve- 
nida del  Bey,  embió  á  Cantillana  á  suplicalle  que 
no  metiese  consigo  al  Maestre  de  Santiago  que  era 
su  enemigo ,  lo  qual  el  Bey  mucho  porfió  asi  alli 
como  después  en  Alcalá  de  Guadayra,  desde  donde 
embió  á  llamar  ciertos  veinte  y  quatros  de  la  ciu- 
dad para  quejarse  dellos  diciendo  que ,  siendo  su 
s^Aor  no  consentille  meter  á  quien  él  quisiese ;  y  un 


veinte  y  quatro  llamado  Sancho  Mexia,  dijo  quellos 
tenían  mas  razón  de  quejarse  por  aver  dado  el  al- 
Caydia  mayor  al  Duque  de  Medina,  que  antes  que 
la  tuviese ,  lo  echaba  la  ciudad  cada  vez  que  que- 
ría, y  con  ella  entraba  en  cabildo  y  tenía  parte  pa- 
ra ser  lo  que  su  Alteza  veia ,  así  por  el  voto  como 
por  la  vara ;  y  aunque  el  Bey  entró  en  Sevilla,  es- 
tuvo poco  por  causa  del  Maestre ;  y  como  no  pudo 
hacer  lo  que  quería,  determinó  de  ir  en  Extrema- 
dura, con  voluntad  de  dar  la  plaza  de  Truxillo  al 
conde  Plasencia.  T  venido  en  Truxillo ,  vista  por 
los  moradores  de  aquella  ciudad  la  intención  del 
Bey,  hicieron  conjuración  con  el  Alcayde,  llamado 
Qracian  de  Sesé,  y  resistieron  al  querer  d<d  Bey,  de 
tal  manera  que  gastó  allí  algún  tiempo  ain  acabar 
oosa  de  lo  que  quería ;  la  qual  tardanza  aprovechó 
mucho  á  la  libertad  de  la  Princesa,  porque  si  el  Bey 
pasara  los  montes  á  la  parte  de  Toledo,  no  pudiera 
la  Princesa  ser  libre  como  lo  fué ,  porquel  Maestro 
de  Santiago  continuamente  solicitaba  al  Arzobispo 
de  Sevilla,  que  en  Coca  estaba,  que  juntase  gente  é 
viniese  á  Madrigal  é  se  apoderase  de  aquella  Villa 
é  prendiese  á  la  Princesa  porque  no  se  concluyere 
el  casamiento  con  Don  Femando  Príncipe  de  Ara- 
gón ,  para  lo  qual  el  Bey  escribió  á  los  moradores 
de  aquella  villa  rigurosamente  mandándoles  so  gra- 
ves penas  que  ningún  favor  diesen  á  la  Princesa 
porque  la  opresión  suya  era  muy  conveniente  á  la 
pacificación  é  bien  común  destos  Beynos.  Lo  qual 
sabido  por  la  Princesa  escribió  á  gran  priesa  al  Ar- 
zobispo de  Toledo  demandándole  ayuda;  el  qual, 
vista  su  letra ,  se  partió  con  trescientos  de  caballo 
mucho  escogidos ,  é  continuó  su  camino  todavía  es- 
perando mas  gente,  la  qual  le  vino,  é  ansí  llegó  á  un 
lugar  que  se  llama  Pozaldes  oon  asas  gente ,  donde 
fué  certificado  que  cerca  de  allí  en  una  aldea  esta- 
ba Don  Alonso  Enriques,  primogénito  del  Almi- 
rante Don  Fadrique ,  con  decientas  lanzas  para  el 
mismo  remedio  por  llamamiento  de  la  Princesa, 
donde  supo  que,  si  tres  dias  tardaran,  el  Arzobispo 
de  Sevilla  viniera  en  Madrigal  con  gran  compaña 
de  gente,  é  se  apoderara  de  la  villa  é  prendiera  á  la 
princesa.  É  desde  aquella  aldea  el  ai-zobispo  embió 
á  la  Princesa  el  collar  muy  rico  que  el  Príncipe  le 
amblaba,  que  fué  estimado  por  grandes  lapidarios 
en  quarenta  mil  fiorínes,  é  le  embió  ocho  mil  flori- 
nes ,  de  los  veinte  mil  que  Alonso  de  Palencia  é 
Pedro  de  la  Caballería  avian  traído,  qne  avian  sal- 
do prometidos  á  la  sefiora  Princesa  al  tiempo  quo 
se  concluyó  el  desposorio  suyo  ;  é  de  allí  el  Arzo- 
bispo de  Toledo,  é  con  él  Don  Alonso  Enriques,  fi- 
jo del  Almirante  don  Fadrique,  é  don  Ifiigo  Man- 
rique con  gran  copia  de  gente,  la  Princesa  salió  de 
Madrigal,  é  se  vino  al  Monasterio  de  monjas  ques 
fuera  de  los  muros  de  aquella  villa ;  é  allí  so  dio 
forma  que  viniesen  algunos  perlados  é  caballeros ; 
los  quales  vinieron  dende  tres  dias  con  seiscientos 
de  caballo  ;  é  ansi  la  Princesa  se  partió  de  allí,  é  no 
tomó  á  entrar  en  la  villa,  temiendo  que  en  ella  ovieso 
traycion,  quedando  el  Obispo  de  Burgos  é  otros  que 
con  olla  estaban  muy  tristes  é  afligidos  é  no  quitos 


MEMORIAL  DB  DIVERSAS  HAZAÑAa 


53 


de  temor,  como  no  OYieeen  podido  oonolnir  lo  á 
ellos  mandado.  É  la  Prínoeea  dixo  al  Obiq>o  de 
Burgos  que  se  podia  ir  donde  le  pluguiese,  é  ansi 
el  Obispo  de  Burgos  se  partió  muy  triste ,  é  la  Frín* 
cesa  oon  grande  alegría  é  sonido  de  muchas  trom- 
petas é  atabales  se  fué  para  la  Tilla  de  Fontiveros. 

CAPÍTULO  L. 

De  COMO  Gvtiem  4e  Glrdeiu ,  maestre  sala  de  la  sfffora  Pria- 
eesa  4ofla  Isabel,  6  Alosso  de  Palesela,  eoronlsu,  fnereD  em- 
Uadoe  es  Araf en  por  eoaeordar  la  feílda  del  Priaelpe  Don 
Fenasdo  en  estos  Reyeos. 

Oran  cuidado  tenía  el  Aisobispo  de  Toledo  por 
otmoluir  este  casamiento,  ya  tanto  deseado  por  el 
Plríttoipe  Don  Femando  e  por  la  Plrincesa,  lo  qual 
■e  acordó  que  Qutierre  de  Cárdenas ,  que  después 
fué  Comendador  mayor  de  León  é  Contador  Mayor 
de  Castilla,  primero  fundador  de  la  casa  del  Ade- 
lantado de  Granada,  su  hijo,  al  qual  la  dicha  se- 
fiora  Princesa  fiso  muchas  mercedes  después  de 
Beyna,  que  ovo  á  Torrijos  é  á  Maqueda  y  á  otros 
lugares  en  el  Beyno  de  Toledo ,  y  en  el  de  Granada 
¿  Marchenilla  y  su  tierra,  y  en  Aragón  á  Elche  y 
Orerillent  y  Aspe;  él  qual  estuvo  mucho  tiempo 
con  el  Aisobispo  de  Toledo  Don  Alonso  Carrillo 
muy  proveniente  con  ño  mas  de  una  muía.  Era  so- 
brino de  Gk>nsalo  Chacón,  que  lo  puso  con  la  sefto- 
ra  Princesa.  Alonso  de  Palenda  fuese  en  Aragón 
por  concertar  la  venida  del  Príncipe  D.  Penando, 
porque  cesase  el  pensamiento  del  Cardenal  Trapa- 
cense,  de  quien  se  creia  o  viese  de  volver  en  estos 
Beynos  continuando  su  propósito  comensado ,  los 
quales  continuaron  su  camino  para  Zaragoza  donde 
fueron  certificados  quel  Príndpe  Don  Femando  es- 
taba; al  qual  fecha  la  reverenda,  le  suplicaron  les 
quisiese  oir;  lo  qual  con  muy  alegre  voluntad  él 
biso,  é  se  metió  con  ellos  solos  en  una  capilla  en 
el  monesterio  de  San  Frandsco,  y  explicada  su  em- 
bajada, acordóse  que  se  f  ablase  oon  d  Arzobispo  su 
hermano ,  é  con  Mesen  Remen  de  Bspes,  é  con  Me- 
sen Pedro  Baca ;  los  quales  visto  lo  dicho  por  Gu- 
tierre de  Cárdenas  é  Alonso  de  Palenda,  ovo  di- 
versas opiniones,  é  al  Arzobispo  paresda  quel  Prín- 
dpe se  devia  puür  sin  tardanza  alguna,  del  qual 
se  sospechaba  querer  mas  infortunio  ó  dafio  del 
Príncipe  que  su  felicidad,  como  parecía  queste  don 
Juan,  hijo  bastardo  del  Rey  de  Aragón,  tenía  pre- 
sunción de  aver  d  Reyno ;  é  allende  de  otras  cosas 
por  donde  esto  se  sospechaba,  parecía  que  nunca 
quiso  recebir  orden  sacra ,  como  quiera  que  muchas 
veces  le  oviere  sddo  mandado  é  rogado  por  el  Roy 
de  Aragón  su  padre  é  Mesen  Pero  Baca,  decía  que 
tan  gran  negodo  antes  se  debía  consultar  con  d 
Rey  de  Aragón  que  ponerse  en  obra,  el  qual  enton- 
ce estaba  en  la  provincia,  de  Balaguer ;  é  de  otra 
parte  miraba  como  en  este  casamiento  estaba  todo 
el  bien  de  aquellos  sefiores ,  é  se  acababan  todos 
los  trabajos  é  angustias  de  los  Aragoneses ;  é  visto 
por  el  Príncipe  las  opiniones  en  esto  tenidas,  deter- 
minó quel  sefior  Rey  su  padre  fuese  en  esto  con- 


sultado, é  le  fuesen  dichos  todos  los  bienes  é  utili- 
dades que  de  su  ida  se  esperaban ,  é  quanto  la  tar- 
danza de  su  ida  en  Castilla  le  podría  dafiar,  d  por 
ventura  el  Rey  diese  lugar  á  la  tardanza,  é  la  par- 
tida del  Principe  todavía  se  fioiese ;  ó  ante  de  Venir 
la  respuesta  dd  Rey  el  Príncipe  secretamente  se 
partió  con  cinco  ó  seis  servidores,  por  engallar  á  loe 
que  bien  no  le  querían ;  é  and  d  Príndpe  contínó 
su  camino  fasta  que  llegó  al  Burgo  de  Osma ,  donde 
Don  Pedro  Manrique,  Conde  de  Trevifio,  primero 
Duque  de  Najara,  estaba  con  decientas  lanzas :  ó 
como  el  Príncipe  llegase  á  media  nodie ,  el  Conde 
á  gran  priesa  se  levantó,  ó  mandó  encender  antor- 
chas é  lo  redbió  é  besó  las  manos  oon  la  reverenda 
que  debía ;  d  qual  con  gesto  muy  alegre  le  dio  paz, 
é  las  trompetas  con  grande  alegría  por  mandado 
dd  Conde  sonaron,  de  que  los  vecinos  del  lugar  re- 
cibieron grade  espanto  é  no  menos  los  que  velaban 
la  fortdeza,  y  el  Príncipe  y  d  Conde  y  los  que  con 
ellos  estaban  pasaron  d  río  é  se  fueron  á  Osma, 
donde  estaba  aposentada  la  gente  dd  Conde,  y  d 
Príncipe  desde  allí  escribió  al  Arzobispo  de  Zarago- 
za su  hemiano,  faciéndole  saber  todo  lo  pasado ;  y 
el  día  «guíente  el  Príncipe  se  fué  á  Gumiel  de  Mer- 
cado, donde  estaba  Dolía  Juana  Manrique ,  mujer 
de  Don  Femando  de  Rojas,  Conde  de  Castro,  don- 
de fué  slegremente  reoebido  é  servido  según  con- 
venía ;  é  allí  le  vino  nueva  de  la  liberación  de  Juan 
de  Vivero,  questaba  preso  eñ  d  Castillo  de  Curíel, 
el  qual  fué  deliberado  por  la  gran  diligencia  del 
Arzobispo  de  Toledo  que  dio  muy  grandes  dádivas 
á  quien  lo  delibió.  E  aÚí  fué  el  Príndpe  certificado 
de  un  gran  desbarato  que  ovo  la  gente  del  Papa 
Pablo,  cerca  de  la  villa  de  Armiño,  en  Italia,  fecho 
por  caballeros  del  Rey  Don  Femando  de  Ñápeles, 
de  la  qud  nueva  fueron  todos  alegres,  no  solamen- 
te por  la  victoria  habida  por  el  Rey  de  Ñápeles,  su 
primo ,  más  porque  el  Papa  Pablo  favoreciese  quan- 
to podia  la  parte  del  Rey  D.  Enrique. 

CAPÍTULO  LL 

Déla  Tealda  de  GiUerro  do  Cárdenas  é  de  Aioaso  de  Paleaeia  á 
la  Tilla  de  Valladolid  con  la  nae?a  de  la  blenaveotarada  vcalda 
del  PrlBcipe  Don  Femando  y  de  la  Uegada  saya  A  la  ttUa  dé 
Dielas. 

Gutierre  de  Cárdenas  é  Alonso  de  Palenda  con-' 
tinuaron  su  camino  desde  d  Burgo  de  Osma  fasta 
Valladolid ,  andando  de  noche  é  de  día  por  los  ca- 
minos mas  encubiertos  que  pudieron,  fasta  que  lle- 
garon á  la  villa  de  Valladolid,  donde  fallaron  á  la 
illustrfdma  Princesa  é  al  Arsobispo  de  Toledo,  á  los' 
qudes  dijeron  el  próspero  suceso  que  el  sefior  Prín- 
cipe en  su  viaje  avia  ávido ,  é  cómo  era  pasado  á  la 
villa  de  Duefias.  Con  las  quales  nuevas  la  Princesa 
y  d  Araobispo  fueron  nn  comparación  degres ,  é 
no  monos  todos  los  que  lo  supieron ,  é  luego  se  fizo 
un  gran  juego  de  cafias  de  muchos  cabdleros  con 
grande  degría ;  en  el  qual  Troylos  Carrillos  ovo  un 
gran  infortunio ,  que  su  cabdlo  cayó  con  él  é  fué 
forído  de  tal  manera,  que  oviera  de  morir,  la  qual 


64 


OBÓNIOAS  DB  LOB  RBYB8  DE  OACTILLA. 


caída  turbó  mucho  el  Alegría  de  todoa,  porque  se 
verificase  aquella  sentenoia  del  sapientíBÍmo  Salo- 
món que  dice  que  en  loa  grandes  gosoa  siempre  ae 
mésela  alguna  trlateza.  En  tanto  queetaa  cosas  se 
facían ,  el  Principe  Don  Femando  entró  en  la  yilla 
de  Dueftas,  á  nnere  de  Octubre  del  afio  de  nuestro 
Bedentor  de  mil  é  quatrodentos  é  sesenta  é  nueve 
afioa  con  gran  compallía  de  noble  gente,  donde  mu- 
chos mas  le  vinieron  á  facer  reverencia  como  cono- . 
cieron  aver  de  aer  de  todos  sefior.  B  después  de 
aver  estado  el  Príncipe  en  la  villa  de  Duefiaa  cinco 
dios,  recibiendo  grandes  servicios  é  fiestas,  secre- 
tamente de  noche,  por  concierto  del  Arzobispo  de 
Toledo  se  vino  á  ValladoHd  con  9olos  tres  servido- 
res, para  en  presencia  suya  ver  la  sefiora  Princesa; 
y  entre  los  que  con  la  aefiora  Princesa  estaban ,  ovo 
gran  debate  de  la  forma  que  se  avia  de  tener  por  la 
Princesa  en  la  vista  del  Príncipe,  la  qual  no  curan- 
do de  las  vanas  opiniones  tenidas  por  algunos,  que 
cerca  dolía  estaban ,  determinó  con  consejo  del  Ar- 
sobispo  de  Toledo ,  de  facer  al  Príncipe  todo  el  aca- 
tamiento que  debía  como  á  su  esposo ;  y  el  Príncipe 
á  catorce  de  Otubre  entró  secretamente  por  la  puer- 
ta del  campo,  é  con  él  solamente  Mesen  Remen 
Despee  é  Mosen  Gaspar  su  hermano,  donde  el  Arzo- 
bispo llegó  al  postigo  á  lo  recebir,  é  trabajó  por  le 
besar  la  mano,  y  el  Príncipe  no  se  la  quiso  dar,  é 
abrazólo  con  muy  alegre  cara ,  é  honrólo  mucho ;  é 
ansí  el  Príncipe  se  fué  á  ver  á  la  Princesa,  ó  con  él 
el  Aizobispo ,  la  qual  lo  recibió  muy  alegremente 
con  aquel  acatamiento  que  á  su  esposo  dobia ;  ó  pa- 
sadas dos  oras  después  de  la  media  noche ,  el  Prín- 
cipe se  volvió  á  la  villa  de  Duefias,  habiendo  rece- 
bido  de  la  Sefiora  Princesa  las  dádivas  que  se  sue- 
len  dar  á  los  esposos ,  tales  quales  convenía  de  ae 
dar  por  quien  se  daban  é  quien  las  recebla. 

CAPÍTULO  LU. 

De  l«  tolMiidid  os  te  flio  á  las  bodas  destos  sereaísUaes  Prin- 
cipes Don  Fornando  y  Dofia  lubel. 

Fecha  la  f  abla  entre  el  Príncipe  é  la  Princesa, 
presente  el  Arzobispo  de  Toledo,  como  de  la  tar- 
danza so  esperase  algún  inconviniente,  determinóse 
el  matrimonio  de  aquestos  Príncipes  se  aceleraae,  é 
acordase  que  loe  desposorios  públicamente  se  hicie- 
sen con  la  debida  solemnidad ,  ni  estuviese  escon- 
dida la  utilidad  que  á  todos  estos  Beynos  desto  se 
seguía,  é  ansí  el  Príncipe  estovo  pocos  días  en  Due- 
ftas, é  al  sexto  dia  en  honor  de  San  Lúeas  Evange- 
lista con  gpran  número  de  gentes  aceleradamente  se 
"Volvió  en  la  villa  de  Valladoiid,  al  recibimiento  del 
qual  el  Arzobispo  de  Toledo  salió  con  muy  noble 
gente ,  así  de  su  casa  como  do  vecinos  de  la  villa ; 
el  qual  fué  de  todos  recebido  con  grande  alegría,  é 
con  mucha  tristeza  y  enojo  de  los  que  allí  eran  ve- 
nidos por  mandado  del  Maestre  de  Santiago  é  del 
Oonde  de  Placencia,  á  quien  mucho  desplacía  este 
casamiento ;  é  ya  venida  la  noche  y  el  Príncipe  en- 
trando en  la  posada  de  la  Princesa,  en  presencia  de 
todo  el  pueblo  é  del  Almirante  Don  Fadrique,  agüe- 


lo del  Príncipe,  é  de  todoa  los  otros  grandes  é  no- 
bles que  allí  estaban,  el  Arzobispo  de  Toledo  fizo 
presentaoion  de  la  Bula  Apostólica,  por  la  qual  el 
Papa  Pío  segundo ,  sucesor  inmediato  de  Pablo  se- 
gundo, daba  la  dispensación  para  el  oaaamienVo  del 
Príncipe  Don  Femando  con  la  Princesa  Dofia  Isa- 
bel, legítima  heredera  de  loa  Beynos  de  Castilla  é 
de  León ,  mostrando  á  todos  como  el  deudo  que  avia 
entrellos ,  ningún  empacho  les  dava  para  su  casa- 
miento, é  ansí  el  Arzobispo  fizo  su  desposorio  por 
consentimiento  del  Príncipe  é  de  la  Princesa.  Este 
auto  ansí  fecho ,  el  Príncipe  se  fué  á  la  posada  del 
Arzobispo ,  é  otro  dia,  que  fueron  diez  y  nueve  de 
Otubre,  el  Príncipe  se  volvió  á  la  casa  de  Juan  de 
Vivero ,  donde  Ja  Princesa  posaba ,  é  ante  que  cele- 
brasen los  desposorios,  segunda  vez  el  Arzobispo 
mandó  facer  la  protestación  ya  fecha ;  el  Arzobis- 
po los  desposó  y  veló,  é  aquel  dia  todo  se  consumió 
en  fiestas  y  danzas  é  mucha  alegra ;  é  la  noche  ve- 
nida, el  Príncipe  é  la  Princesa  consumieron  el  ma- 
trimonio. Y  estaban  á  la  puerta  de  la  cámara  cier- 
tos testigos  puestos  delante,  los  quales  sacaron  la 
sábana  que  en  tales  casos  suelen  mostrar,  demás  de 
haber  visto  la  cámara  do  se  encerraron,  la  qual  en 
sacándola,  tocaron  todaa  las  trompetas  y  atabalep 
y  menistrUes  altos ,  y  la  moatraron  á  todos  los  que 
en  la  sala  estaban  esperándola,  questaba  llena  do 
gento.  E  por  siete  días  duraron  las  fiestas,  é  guar- 
dándose la  católica  costumbre,  pasados  estos  dins, 
el  Príncipe  é  la  Princesa  fueron  á  oír  misa  solene 
en  la  Iglesia  Colegial  de  aquella  villa,  por  rocebir 
las  bendicioucB ;  la  qual  miaa  dixo  el  Arzobispo. 
Estas  nuevas  sabidas  por  el  Roy  Don  Enrique  é  por 
el  Maestre  de  Santiago,  oTÍeron  dellas  gran  triste- 
za ,  ó  pesóles  mucho  de  aver  gastado  vanamente  el 
tiempo  en  la  estada  de  Truzillo ,  sin  facer  caso  al- 
guno de  lo  que  deseaban ;  en  lo  qual  ae  dio  lugar 
al  Príncipe  Don  Fernando  para  que  libremente  pu- 
diese tomar  su  mujer.  E  con  grande  enojo  él  se  fué 
para  Segovia,  y  el  Maestre  de  Santiago,  muy  fati- 
gado de  quartana,  se  partió  para  Ooafia.  Y  luego  el 
Príncipe  y  la  Princesa,  por  consejo  del  Arzobispo 
é  del  Almirante,  embiaron  al  Rey  sus  embaxadores ; 
los  qualoB  fueron  Mosen  Pero  Baca  é  Diego  de  Ri- 
bera, el  Ayo  del  Rey  Don  Alonso,  é  Luis  de  Ante- 
zana. La  conclusión  de  la  embaxada  era  suplicando 
humildemente  al  Rey  quisiese  aprobar  el  matrimo- 
nio fecho ,  no  dando  en  esto  cargo  alguno  al  Arzo- 
bispo ,  como  él  lo  oviese  trabajado,  conosciondo  la 
verdadera  medicina  de  loa  males  dostos  Reynos, 
ser  el  ayuntamiento  destos  dos  Príncipes,  é  que 
sin  duda  si  él  conociera  otra  cosa  para  esto  maa  con- 
veniente ,  él  la  procurara  con  toda  diligencia ;  lo 
qual  el  Rey  debía  aprobar,  si  le  piada  el  remedio 
común  de  los  males  destos  Reynos ;  á  lo  qual  el  Rey, 
por  consejo  del  Ansobiapo  de  Sevilla,  ninguna  otra 
cosa  respondió  salvo  que  convenia  esperar  la  veni- 
da del  Maestre  de  Santiago ,  con  consejo  del  qual 
aprobaría  lo  que  fuese  de  aprobar,  é  siguiendo  esta 
seña  mandó  dar  sus  letras  á  los  embaxadores ,  los 
quales  carecían  de  título  del  Príncipe.  Los  quales 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZASAE 


▼ueltosá  Valladolid,  fué  determinado  quel  Ano-' 
bÍBpo  embiase  familiarmente  al  Maestre  dé  Santia- 
go en  sobrino,  afetoosamente  le  rogando  quisiese 
tener  manera  con  el  Bey  como  aprobase  lo  f  ecbo, 
é  qnisiese  tratar  el  Principe  é  Princesa  como  á  obe- 
dientes  menores  hermanos,  lo  qual  asi  puesto  en 
obra  ninguna  cosa  aproyeohó. 

CAPÍTULO  LIIL 

De  Ui  dltisioDes  y  4olos  leiMidos  en  Us  ciudades  de  Stlanaa- 
ea  é  Córdoba » é  de  la  Tenida  de  los  fhineeses  en  el  eondado  de 
Ranpvrdan,  é  de  la  f  nerra  del  gran  Tnreo. 

En  este  tíempo  el  Rey  Don  Enrique ,  continuan- 
do su  dallado  propósito  por  ayer  á  Don  García,  Oon- 
de  de  Alva,  físole  merced  de  la  ciudad  de  Salaman- 
ca, en  la  qual  como  de  grandes  tiempos  acá  oviese 
bandos  de  la  mayor  parte  de  los  caballeros  della, 
algunos  por  dineros,  otros  por  ser  del  ayudados  en 
sus  bandos  le  servian  y  acataban.  E  como  en  este 
tiempo  OTiese  debate  entre  ellos,  el  Oonde  de  Alva, 
como  fuese  tan  vecino ,  vino  allí  con  color  de  los 
poner  en  paa  aoompafiado  de  muchas  gentes ,  así  de 
caballo  como  de  pié ,  con  intención  do  se  i^derar 
de  aquella  ciudad.  E  como  con  algunos  f  ablase,  di- 
ciéndoles  la  merced  que  el  Bey  dellá  le  habia  fecho, 
creyendo  atraerlos  á  su  querer ,  ellos  seyendo  ami- 
gos de  su  libertad ,  fablaron  con  los  principales  de 
aquélla  ciudad,  faciéndoles  saber  el  propósito  con 
quel  Oonde  allí  era  venido,  lo  qual  sabido  por  ellos 
reoorrierott  á  las  armas,  é  fecho  grande  ayunta- 
miento de  gentes,  pelearon  con  el  Oonde  de  tal  ma- 
nera, que  ovo  de  salir  de  la  ciudad  con  grande  pér- 
dida é  dafio  suyo  é  de  sus  gentes.  Lo  qual  sabido 
por  el  Rey,  salió  de  Segovia  con  seiscientos  de  ca- 
ballo con  propósito  de  prender  al  Príncipe  é  A  la 
Princesa,  lo  qual  no  pudo  acabar  porquellos  esta- 
ban en  tan  buen  recaudo  que  los  no  osó  prender. 

En  este  tiempo  se  fizo  en  Córdoba  otra  mayor 
guerra,  de  la  cual  fué  causa  la  ida  del  Bey  en  aque- 
lla ciudad,  so  color  de  allanar  loe  debates  della  é 
restituirse  las  fortalesas  quel  Oonde  de  Cabra  é  Don 
Alonso  de  Aguilar  contra  su  voluntad  le  tenían  to- 
madas ;  y  entonces  dio  el  Alcázar  de  Oórdoba  y  la 
Torre  de  la  puente  al  Conde  de  Cabra,  de  que  mu- 
cho desplugo  á  Don  Alonso  de  Águilar,  é  pensó 
como  podría  recobrar  aquellas  fuerzas,  y  esperó  al- 
gunos dias,  fasta  que  allí  vino  el  mariscal  Don  Die- 
go de  Córdoba,  al  qual  Don  Alfonso  prendió  á  cau- 
sa de  la  qual  prisión  ovo  entrellos  grandes  debates, 
é  Don  Alonso  combatió  con  gran  gente  la  fortale- 
za, é  ansí  mismo  la  torro  de  la  Puente,  lo  qual  todo 
obró  en  gran  dafto  é  muerto  de  sus  gentes.  E  como 
quiera  que  de  todo  esto  el  Bey  fuese  avisado ,  nin- 
gún remedio  á  ello  dio. 

En  este  tiempo  oi  Príncipe  Don  Fernando  embió 
en  Aragón  al  coronista  Alonso  de  Paloncia,  por  su- 
plicar al  Bey  su  padre  lo  mandase  embiar  dinero 
para  pagar  el  sueldo  á  mil  lanzas  quo  tenía  é  le 
con  venia  tener  en  Valladolid  é  sus  términos,  por- 
quel  Bey  Don  Enrique  no  oviese  lugar  de  lo  ofen- 


•      65. 

der  como  lo  procuraba  cada  día ,  no  demandándple 
otra  cosa,  salvo  que  á  él  é  á  la  Princesa  quisiese  oir  . 
á  Justicia.  En  el  qual  tiempo  el  Bey  de  Aragón  es- 
taba en  la  villa  de  Monzón,  donde  avia  llamado  los 
tres  Estados  t>or  ir  á  resistir  á  los  franceses ,  que  ya 
tenían  ocupada  alguna  parte  del  Condado  de  Nam- . 
purdan ,  mostrando  el  Bey  Luis  de  Francia  esto  fa- 
cer por  ayudar  al  Duque  Juan ,  fijo  del  Bey  Benel, 
que  se  llamaba  Bey  de  Aragón,  que  poseía  á  Bar- 
celona é  á  Gerona  para  lo  qual  avia  metido  en  Ca- 
talufia  veinte  mil  hombres  de  armas  ^  creyendo  que 
si  por  la  vejez  del  Bey  de  Aragón,  é  por  estar  pobre 
é  por  el  Bey  Don  Enrique  do  Castilla  serle  contra- 
rio, podia  ligeramente  tomarle  la  tierra ;  y  en  aque- 
llos días  se  comenzó  guerra  por  el  Duque  Cario  de 
Borgofia  en  favor  de  su  cufiado  Duarte,  Bey  de  Li- 
glaterra,  y  en  Italia  se  ovo  gran  turbación  por  el 
armada  del  gran  Turco  á  que  los  prínmpes  christía- 
nos  poco  curaron  socorrer,  como  el  Bey  Luis  de 
Francia  curase  mas  entender  en  la  injusta  guerra 
que  al  Bey  de  Aragón  facía,  é  los  otros  príncipes 
cada  uno  curase  mas  de  entender  en  su  bien  parti- 
cular, que  en  el  universal  provecho  de  todos. 

CAPÍTULO  LIV. 

De  la  perllnaeia  y  ensaSoea  diflslon  qvel  Rey  oto  por  esperar  la 
Tenida  de  loa  franceses,  é  déla  snplleaelon  de  los  vizealnos  é 
llspnseanos,  ¿  déla  Tenida  y  embazada  de  Francia é  de  sn 
parttda  para  Bretafia. 

Muy  poco  aprovechó  cerca  del  Bey  Don  Enrique 
la  justa  suplicación  é  protestación  fecha  por  los 
Prbicipes  Don  Femando  y  Doña  Isabel ,  estando  el 
Bey  muy  atento  esperando  la  venida  del  Cardenal 
Trapacense  por  concluir  el  casamiento  de  la  hija  de 
la  Beyna  Dofia  Juana,  que  suya  llamaba,  con  el  Du- 
que de  Guiana,  hermano  del  Bey  Luis  de  Francia, 
el  qual  venia  aoompafiado  de  muchas  gentes  é  con 
él  venía  el  Oonde  de  Bolonia;  la  qual  embazada 
el  Bey  embió  á  mandar  quo  viniese  á  la  villa  de  Me- 
dina del  Campo.  En  el  qual  tiempo  los  visoainos  é 
lipuBcanoe,  sabiendo]  que  este  casamiento  se  trata- 
ba ,  é  seyendo  certificados  quel  Bey  Don  Enriquo 
avia  fecho  merced  á  Don  Pedro  de  Velasco,  Conde 
de  Haro,  de  la  villa  de  Bilbao,  del  gran  sentimien- 
to que  tenían,  acordaron  de  suplicar  al  Bey  que  no 
quisiese  facer  este  casamiento  tan  dafioso  para  sus 
Boynos,  ni  qnisiese  meter  en  ellos  franceses,  quo 
seria  encender  fuego  que  muy  tarde  se  acabase.  E 
los  primeros  queste  dafio  avian  de  sentir  serian  ellos 
por  la  cercana  vecindad  que  tenían.  E  los  embaza- 
dores  de  Francia  llegaron  á  la  ciudad  de  Burgos  en 
fin  del  mos  de  Julio  de  mil  quatrocientos  setonta 
afios  para  desde  allí  se  venir  en^  la  villa  de  Medina 
del  Campo;  y  en  el  camino  ovieron  nuevas  por 
mensageros  del  Bey  de  Francia,  por  los  quales  fue- 
ron certificados  que  la  Beyna  su  muger  avia  parido 
hijo  i  la  qual  ante  do  entonce  avia  siempre  parido 
hijas ;  de  lo  qual  el  Cardenal  fué  muy  triste,  porque 
en  el  trato  del  casamiento  del  Duque  de  Guiana, 
siempre  deda  él  ser  verdadero  heredero  de  los  Bey- 


50 


ORÓNIOAS  DB  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


nos  de  Francia ;  é  aal  después  del  parto  de  la  Bey- 
na  de  Francia ,  muchas  novedades  se  oomensa^ 
ron,  é  por  mandado  del  Bey  de  Francia  mudaron  el 
consejo,  dejando  de  proseguir  la  comenzado,  é  par- 
tiéronse para  Bretalla,  porqnel  Bey  Duarte  de  In- 
glaterra ó  Carlos  Daque  de  Borgofia  comenzaban 
facer  gnerra  al  Bey  Lnis  de  Francia.  En  el  qnal 
tiempo  el  Conde  de  Barruy  ó  muchos  de  los  nobles 
.de  Inglaterra  sacaron  de  prisión  al  Bey  Enrique, 
que  días  a?ia  estaba  preso,  y  el  Bey  Duarte  oto  de 
ir  ftiyendo  en  Boigofia  por  demandar  ayuda  al  Du- 
que su  cufiado. 

CAPÍTULO  LV. 
De  lai  so? edades  qoel  Rey  Lite  de  Pnneit  en  las  parles  de  llalla 

BOTld. 

El  Bey  Luis  de  Francia  como  fuese  codicioso  é 
promovedor  de  guerras,  siempre  procaraba  noveda- 
des; é  como  ya  oviese  puesto  discordia  entre  los 
Grandes  de  Inglaterra,  después  del  nacimiento  de 
su  hijo  comenzó  de  hazer  alianzas  ó  nuevas  amis- 
tades en  Italia ,  ó  poner  diferencia  entre  los  Princi- 
pes é  los  pueblos  della,  para  lo  qual  ovo  mayor  lu- 
gar seyendo  Padre  Santo  Pablo  Segundo ,  á  quien 
siempre  novedades  plaoian ;  é  como  se  fallase  muy 
rico  é  poderoso,  pensaba  todas  las  cosas  poder  traer 
á  su  voluntad  por  difíciles  que  fuesen  ;  é  como  el 
Bey  Luis  de  Francia  oviese  poco  cuidado  de  repa- 
rar los  males  quel  gran  Torco  á  los  christianos  f  acia, 
curó  solamente  de  atraer  á  sí  la  voluntad  del  Duque 
de  Milán,  Qaliazo  María  Esforza,  hijo  del  Duque 
Francisco  Esforza ;  el  qual  aunque  en  muchas  cosas 
siguiese  las  pisadas  del  padre,  engafiado  por  el 
deudo  que  ya  tenia  con  el  Bey  de  Francia,  como 
fuese  casado  con  hermana  de  la  Beyna,  acordóse 
con  él,  é  ovo  entrellos  consejo  que  se  ficieee  amistad 
é  alianza  entrellos  y  algunos  principes  é  pueblos  de 
Italia,  lo  qual  el  Papa  Pablo  trabajaba,  atrayendo 
á  esto  el  Bey  Femando  de  Nápol,  requiriendo  en 
esto  los  florentines,  los  quales  avian  por  grave  do 
se  partir  de  su  vieja  amistad ,  é  demandaban  algún 
tiempo  para  que  mas  honestamente  aquello  pudie- 
'  sen  facer.  La  concordia  se  fizo  del  Papa  con  el  Bey 
de  Nápol,  la  qual  trajo  al  Bey  mas  provecho  que 
honor  al  Santo  Padre,  como  él  Bey  ovo  del  Papa  las 
^  ciudades  de  Benavente  é  San  Germán  que  á  la  Sede 
Apostólica  pertenecían,  porque  la  dudad  de  Armiño, 
poco  antes  ocupada,  fuese  restituida  al  Papa ,  é  el 
hijo  de  Sigismundo ,  á  quien  la  habia  querido  res- 
tituir, la  tuviese  consigo  en  la  provincia  de  Nápol, 
ó  le  proveyese  dándole  equivalencia  por  la  ciudad  de 
Armifio  quel  Santo  Padre  avia  dado  como  aquella 
ciudad  á  el  hijo  de  Sigismundo  perteneciese  por  ser 
patrimonio  de  su  Padre ;  é  como  esta  amistad  no  to- 
viese  verdadero  fundamento  de  virtud ,  della  se  si- 
guió gran  dafio  al  negocio  principal  de  laguerra  de 
los  turcos,  como  los  venecianos  al  oomienzo  destas 
cosas  estoviesen  como  atónitos ,  é  no  pudiesen  pro- 
veer á  los  negocios  de  Italia  como  oonvenia  en  las 
cosas  de  la  guerra  de  los  turcos,  en  que  todos  esta- 


ban turbados,  no  sabiondo  donde  la  armada  suya 
dispararía* 

CAPÍTULO  LVL 
Del  perdimleiU»  de  la  Isla  de  Nefroposle. 

E  por  la  poca  resistencia  quel  gran  Turco  en 
los  príndpeB  christianos  falló ,  acrecentó  mocho  la 
gloría  é  la  grandeza  de  su  imperio,  tituláudose  de 
títulos  muy  injuriosos  á  la  ohristiana  religión  ;  é  ya 
hallán(^osetan  poderoso  sin  fallar  ninguna  repunan- 
cia  parecióle  grave  de  comportar  que  los  veneciauoa 
libremente  poseyeren  la  isla  antiguamente  llamada 
Boeoia,que  agora  Negroponte  se  llama,  que  es  en  el 
mar  greciano,  donde  fué  la  muy  ezcdente  dudad  de 
Tobas,  que  malaventuradamente  cayó,  oeroa  de  la 
qual  es  el  monte  Parnaso  é  no  muy  alongado  de  allí 
la  dudad  de  Laoedemonia ;  é  los  venedanos  sospe- 
charon quel  gran  Turco  quería  séftorear  aquella  pro- 
vincia, é  algunos  dedan  que  avia  de  ir  sobre  Cedlia, 
é  otros  en  la  isla  de  Creta,  é  otros  en  otras  diversas 
partes.  Pero  como  los  venecianos  conodesen  el  gran 
desamor  quel  gran^Turoo  los  avia  dempre,  cre- 
yeron que  iría  sobre  Boeda ,  para  lo  qual  proveye- 
ron enviando  un  capitán  suyo  llamado  Nicolao  de 
Canal,  con  quarenta  y  dnoo  galeas  é  quince  carracas, 
mandándole  que  estuviese  en  las  islas  Caladas  para 
socorrer  é  guardar  sus  tierras ,  é  para  prostamenle 
resistir  á  la  flota  dd  Turco  donde  quiera  que  supie- 
sen que  estava.  En  este  tiempo  d  gran  Turco  em- 
bió  con  su  flota  un  capitán  llamado  Mahoniad,  viz- 
cdno,  con  qoatrodentas  é  trdnta  y  cinco  vdas  de 
diversos  navios ;  é  mandóle  que  fuese  en  la  ida  de 
Boeda,  sin  que  persona  del  mundo  supiese  donde 
iba;  é  así  la  flota  del  Turco  se  vino  en  el  mar  Egoo, 
y  llegó  á  la  bla  de  Tenedos  d  dia  prímero  de  Junio 
dd  afio  de  nuestro  Bedentor  de  mil  é  quatrodentos 
é  setenta  afios.  E  de  dlí  se  partió  en  once  de  Julio 
en  la  isla  de  Embros ,  donde  tomó  por  combate  una 
villa  que  tenia  un  capitán  veneciano  llamado  Juan 
Marcos,  caballero  muy  esforzado,  el  qual  fué  allí 
muerto,  é  con  él  trecientos  hombres  escogidos.  E  de 
allí  la  flota  se  fué  en  la  isla  de  Lemnos,  la  qual  te- 
nia Antonio  Jacobo,  dudadano  de  Veneda ;  en  la 
qual  dnco  dias  continuos  combatió  un  castillo  Ha- 
modo  Policastro,  é  no  lo  pudo  ganar  por  ninguna 
fuerza  ni  arte.  E  de  allí  se  fué  á  la  isla  llamada  Ca- 
taron, donde  quemó  una  pequefia  villa,  el  castillo  de 
la  qual  no  pudo  ganar,  é  desde  allí  se  fué  á  la  ida  de 
Boeda,  agora  llamada  Negroponte  ;  y  en  el  mesmo 
dia  que  la  flota  allí  surgió,  llegó  el  gran  Turco  con 
infinitas  gentes  de  caballo  é  de  pie,  que  avia  paaa- 
do  por  Tesalia  é  por  Aoaya,  é  lu^o  mandó  facer 
artificiosamente  sobre  naves  una  maravillosa  puen- 
te en  que  avia  en  luengo  trecientos  pasos  é  quaren- 
ta en  ancho ,  por  donde  toda  su  gente  pasase  en  la 
isla  un  trabajo.  E  de  la  flota  descendieron  allí  con 
su  capitán  cinquenta  é  cinco  mil  combatientes; 
el  qual  puso  su  real  ceroa  del  monesterío  de  San 
Francisco,  y  el  gran  Turco  puso  el  suyo  junto  oon 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZÁfiA& 


57 


el  monetfterio  de  SanU  Oían ,  é  todas  ana  tiendas 
eran  coloradas.  Y  el  primogónito  del  Torco  paso  su 
real  también  de  tiendas  coloradas  de  la  otra  parte 
de  la  Tilla.  E  traia  el  gran  Tnrco,  entre  mnohas  otras 
artillerías,  dios  tan  gruesas  lombardas,  que  nn  hom- 
bre poesto  de  rodillas  podía  entrar  en  qualqoiera 
dellas  sin  llegar  cabeza  arriba ,  é  treinta  coitagas 
de  grandeaa  increíble,  é  machos  engcftos  é  trabu- 
cos é  cabritas,  con  que  combatía  la  villa  de  tal  ma- 
nera ,  qne  de  dia  ni  de  noche  nn  momento  no  habían 
de  descansar.  Oon  todo  eso  la  virtud  é  valentía  de 
los  christianos  era  tan  grande ,  que  aunque  ningu- 
na esperanza  tenían  en  los  muros  ni  fosados,  que 
estaban  llenos  de  agua,  según  los  pertrechóse  puen- 
tes é  bastidas  y  escalas  que  los  enemigos  tenían,  no 
dejaban  de  ferir  muchos  turcos ,  creyendo  por  las 
manos  poderse  defender,  como  quafcro  días  sin  ce- 
sar oviesen  maravillosamente  peleado  sin  les  poder 
entrar  por  ninguna  parte  con  bastidas  ni  escalas;  é 
so  creía  que  no  les  entraran ,  si  no  fuera  por  la  trai- 
ción de  Tomas  Iliríco,  que  dio  lugar  á  los  turcos; 
los  quales  avian  muerto  todos  los  moradores  de  las 
islas  ya  dichas,  solamente  dejando  para  su  servicio 
los  mozos  y  mozas;  y  el  gran  Turco  mandó  cegar 
el  fosado,  questaba  lleno  de  agua,  con  gran  muche- 
dumbre de  gabillas  de  sarmientos,  donde  queriendo 
entrar  los  turcos,  fué  puesto  fuego  por  algunos  ca- 
balleros italianos  que  alli  estaban,  donde  por  fierro 
6  por  fuego  fueron  muertos  catorce  mil  turcos  é 
muy  pocos  christíanos.  Y  el  siguiente  dia,  como  los 
chrístíanoB  toviesen  su  bandera  sobre  la  cerca,  los 
turcos  ovieron  tan  grande  enojo ,  que  súpitamente 
todos  vinieron  ¿  combatir  la  villa  por  diversas  par- 
tes ;  é  como  los  christíanos  oviesen  muchos  tíros  de 
pólvora  é  gran  ballestería,  tan  duramente  pelearon 
que  mataron  dallos  diez  y  seis  mil.  E  otro  dia  vol- 
vieron á  combatir  la  villa  no  con  menor  ardidez  é 
osadía  que  los  dias  pasados,  en  el  qual  combate  mu- 
rieron tras  mil  turcos ;  y  en  este  dia  se  mostró  cla- 
ramente la  traición  de  Tomas  lUrico,  por  ayuda  é 
favor  del  qual  los  christíanos  vinieron  en  perdimien- 
to, é  los  turcos  se  esf  onsaron  tanto,  que  subieron  por 
la  parte  de  los  muros  questaban  derribados,  é  allí 
fué  la  pelea  muy  agpramente  peleada  por  ambas 
partes ;  é  tan  grande  era  la  mortandad  de  los  hom- 
bres é  caballeé,  que  se  fizo  con  ellos  llana  la  entmda 
del  fosado.  Duró  tanto  esta  pelea  que  era  cerca  del 
dia  qnando  los  turcos  ganaron  el  muro  de  la  villa, 
é  la  crueldad  del  Turco  fué  tan  grande,  que  ningu- 
na persona  perdonó ;  é  muertos  todos  los  christianos 
por  mandado  del  gran  Turco',  fueron  contados  to- 
dos lo»  muertos  ansí  turcos  como  christianos,  é  fa- 
llóse de  los  turcos  ser  treinta  y  nueve  mil ,  é  de  los 
christianos  treinta  mil.  Y  el  mal  aventurado  caba- 
llero Nicolao  de  Canal,  capitán  de  los  venecianos, 
que  muy  cerca  dende  estaba  con  quarenta  y  cinco 
galeas  ó  quince  caracas,  no  quiso  socorrer  á los  déla 
villa,  ni  tampoco  á  los  caballeros  italianos  que  su 
ayuda  esperaban ;  el  qual  les  pudiera  mucho  valer 
si  quisiera.  Esta  vitoria  ávida  por  el  gran  Turco,  de 
alli  se  oartió  para  islas  cercanas ,  las  quales  todas  , 


se  le  dieron  sin  pelear.  De  lo  qual  gran  variedad 
avia  do  pensamientos  en  el  Senado  de  Veneoia,  por- 
que este  caballero  en  muchas  cosas  pasadas  se  avia 
mostrado  forzado  é  valiente,  é  siempre  avia  dado 
do  sí  buena  cuenta;  é  los  unos  creían  questo  fueso 
por  trato  que  con  los  turcos  toviese ,  otros  creían 
esto  ser  fecho  por  parte  del  Santo  Padre,  porque 
como  quiera  que  pareciese  ayudar  é  defender  é  fa- 
vorecer á  los  venecianos,  muchos  dias  avia  que 
tenia  con  ellos  secreta  enemistad ,  porque  siendo  el 
padre  Barbo  ante  que  fuese  Santo  Padre,  el  Senado 
de  Venecia  avia  desterrado  de  allí  á  algunos  parien- 
tes suyos.  Gomo  quiera  que  sea ,  este  mal  caballero 
pudiera  mucho  ayudar  su  partido  si  quisiora,  según 
el  gran  poder  que  tenia,  por  cuya  cúlpalos  venecia- 
nos recibieren  gran  dafio,  que  toda  la  christiandad 
no  bastaría  á  remediarlo. 

CAPÍTULO  LVII. 

De  la  nieva  enbajada  de  los  franeeses  venida  por  el  easamlenlo 
de  Garios,  Daqne  de  Gnlana,  con  Dofta  Juana,  hija  déla 
Rayna. 

En  este  tiempo  el  Rey  Luis  de  Francia,  quo  no 
solamente  dejaba  de  ayudar  é  f  avorocer  á  la  religión 
christiana  mas  aun  á  los  principes  é  provincias  á 
quien  debiera  traer  á  dar  ayuda,  injustamente  fati- 
gaba é  contra  ellos  facía  guerra,  é  fasta  las  postri- 
meras partes  d^Espafta  metía  discordias  y  disensio- 
nes. E  del  colegio  de  Boma  sacó  al  Cardenal  Trapa- 
cense,  porque  con  la  soberbia  é  audioia  é  maliciosa 
astucia  de  aquel  buscase  cosas  nuevas,  al  qual  quiso 
fuese  corredor  del  dafioso  é  aborrecible  casamiento 
de  Garlos,  Duque  de  Guiana,  su  hermano,  con  Dofia 
Juana,  fija  de  la  reina  Dofta  Juana.  El  qual  por  su 
mandado  vino  en  la  villa  de  Medina  del  Campo  oon 
deciéntase  cinquenta cabalgaduras,  dondel  Bey  Don 
Enrique  los  esperaba  é  los  Grandes  que  se  siguen : 
Don  Juan  Pacheco,  Maestre  de  Santiago,  Don  Alva- 
ro d'Estuftiga,  Duque  de  Arévalo  é  Conde  de  Placen- 
cía,  é  los  Condes  de  Benavente  é  Miranda,  é  Don  Pero 
González  de  Mendoza,  Obispo  de  Sigfienza;  los  qua- 
les todos  con  gran  pompa  lo  salieron  á  recebir,  ó  des- 
que fueron  juntos  en  el  palacio,  el  Cardenal  esplioó 
su  embazada  por  palabras  muy  deshonestas,  ca  era 
hombre  sin  vergüenza  é  osado ,  é  parecíale  que  la 
sabiduría  en  aquello  consistía ;  y  entre  las  otras  co- 
sas dixo  algunas  injuriosas  al  Príncipe  Don  Fer- 
nando ó  á  la  Princesa  Dofia  Isabel  y  al  Arzobispo 
Toledo,  é  atacaba  de  malicia  é  de  infidelidad  á  la 
gente  d*Espafia,  y  con  su  soberbio  fablar  pensaba  la 
voluntad  de  los  oyentes,  á  quien  claramente  inju- 
riaba, atraer  á  lo  qne  quería ,  deseando  quel  casa- 
miento del  Duque  de  Guiana  se  concordase  con 
Dofia  Juana,  hija  que  se  llamaba  del  Bey  Don  En- 
rique, é  allende  destas  cosas  otras  muy  mas  locas 
palabras.  En  presencia  del  Bey  é  de  todo  su  Conse- 
jo habló,  no  habiendo  veigfienza  de  injuriar  al  Bey 
Don  Alonso,  é  á  todos  los  Grandes  que  con  él  esto- 
vieron,  ni  menos  á  los  ausentes  príncipes  Don  Fer- 
nando é  Dofia  Isabel ,  al  Bey  tan  conjuntos.  Eoi 


58  CBÓNI0Á8  DB  LOS 

deudo  de  lo  qoal,  el  Bej  como  fueee  ntedo  de  lo- 
frir  iojnruMi  niognn  eentimiento  moetró^  ni  tampo- 
co loe  GnMidee  que  pretentee  eetaban,  antee  el  Bej 
detenninó  de  faoor  eete  casaoiientOy  é  machos  oro 
de  loe  noblee  deete  B^no,  así  de  U  caaa  del  Ar- 
xobiapo  de  Toledo ,  oomo  de  otroe  Grandee,  qoe 
determinaron  poner  lae  manoe.  en  el  Cardenal  al 
tiempo  que  deatoe  Be3mos  saUeae ,  j  mu  dada  ae 
poaiera  en  obra  at  el  Arzobispo  j  él  Almirante  Don 
Fadriqae  á  ello  dieran  logar ;  7  el  Bey  oontinvan- 
do  aa  propéeiio,  dio  forma  de  ir  á  la  cindad  de  8e- 
gOTÍa  para  á  facer  el  deepoeorío  de  Dofia  Jaana, 
qae  aa  fija  llamaban,  con  Carlee,  Daqae  de  Qoiana, 
hermano  del  Bey  Luis  de  Francia ;  para  lo  qoal 
tomóconaigo  á  Don  Joan  Pacheco,  Maestre  de  San- 
tiago, é  al  Conde  de  Placencia,  Don  Alvaro  d'Eatn- 
fiiga ,  llamado  Daqae  de  Aréralo ,  é  al  Arzobiapo 
Tiejo  de  Sevilla,  Don  Alonso  de  Fonaeoa,  é  á  Don 
Diego  d'Bataftiga,  Conde  de  Miranda,  é  á  otroa  ma- 
chos qne  favorecían  este  tan  gran  error.  T  en  veinte 
diaa  de  Otubre  del  afto  de  naeetro  Bedentor  de  mil 
é  qaatrocientoa  é  setenta  afioe  ae  partió  de  Segovia, 
é  se  fué  al  monesterio  de  Cartojos  qae  ae  llamaba 
Sotos  Albos,  donde  el  Marqaéa  de  Santillana.é  sas 
hermanoe  avian  de  venir  con  Dofia  Jaana,  hija  de 
la  Beyaa;  U  qaal  como  el  Bey  sapo  qae  veaia,  por 
la  maa  honrar,  la  aalió  á  recebir ;  é  desqoe  todos 
fueron  jantes  en  an  valle  qaes  entre  Bajrtrago  é 
ana  peqnefia  aldea  qae  ende  está,  se  comenzó  á  en- 
tender en  el  negocio,  é  el  Bey  en  presencia  de  to- 
dos declaró  sn  volontad  en  gran  dafio  de  la  prince- 
sa Doña  Isabel  aa  hermana.  Faciendo  dia  mny  cla- 
ro, an  viento  aápito  se  levantó  con  ana  tan  grande 
escnridad  de  fiublados  é  de  agaa  é  granizo  tan 
grande,  qne  no  se  pndiendo  remediar,  se  partieron 
los  anos  de  los  otros ,  buscando  cada  ano  donde 
pudiese  gaarecorse,  dejando  á  Dofia  Juana  sola.  Ni 
el  Bffy  que  era  asado  de  sof  rir  muchas  voces  nieves 
é  vientos,  no  se  pado  sof  rir,  qne  no  desamparase  U 
hija  tan  amada ,  la  qnal  sola  quedó  con  nn  mozo 
despnelaa,  el  qual  la  puso  debajo  de  algunos  robles, 
y  estuvo  allí  una  gran  pieza  fasta  que  pasó  aquella 
turbación;  é  los  caballeros  con  gran  vergüenza  vol- 
vieron á  la  bascar ,  de  los  qualea  algunos  ovo  que 
pronosticaron  de  aquel  caso  los  males  que  después 
vinieron,  á  causa  deata  Dofia  Juana,  nacida  por 
dafio  universal  d*Eflpafia  ;  lo  qual  conocían  por  la 
voluntad  divina  aver  aeído  fecho,  porque  fuese  por 
todos  conocido  el  aborrecible  ayuntamiento  ser  allí 
fecho  en  ofensa  de  Díoa  y  en  dafio  oomnn  dostos 
Beynos.  Después  desto,  el  Bey  con  todos  los  caba- 
lleros ya  dichos  se  volvió  en  Segovia  por  dar  conclu- 
aion  en  lo  por  él  deseado.  E  queriendo  el  Bey  que 
los  autos  del  desposorio  se  celebrasen ,  los  embaxa- 
dores  del  Bey  de  Francia  dixeron  que  antee  questo 
se  fioiese,  querían  ver  el  derecho  qne  Dofia  Juana 
tenía  á  la  auoesíon  de  los  Beynos  de  Castilla  é  de 
Leen;  que  como  á  todos  fuese  notorio  el  debate 
que  avia  sí  esta  sucesión  pertenecía  á  Dofia  Isabel, 
su  hermana  del  Bey,  ó.  á  Dofia  Juana  su  hija,^ao  ó 
ellos  convenia  ver  la  certitumbre  de  aquesto,  ante 


BEYES  DB  CASTILLA. 

qae  se  obligase  el  Dnqoe  de  Chiiana  á  este  casa- 
mienlo  á  elks  encomendado ,  porqoe  de  aqoi  no  se 
sigaiese  goerras  ó  dafios  entre  los  franceses  é  espa- 
fioles,  entie  los  qosles  svia  busos  paz.  A  los  quides 
el  Bey  é  la  Beyns  reqpondierai  qne  enua  prestos  á 
moslnr  la  obedencts  fedia  por  legftima  heredere 
sooesore  destos  Beynoe  á  Dofia  Joans  sa  bija,  con 
juramento  y  omento  de  los  Grandes  de  los  B^^os 
de  Castilla  y  de  León,  por  todos  los  pueblos  dellos; 
el  qnal  joremento  é  omenaje  fasta  asas  firme  el  de- 
recho hereditario  de  Dofia  Juana,  so  hija ;  pero  n 
allende  desto  otre  mayor  seguridad  qnerian,  porque 
no  fuesen  acusados  de  negligenais  por  el  Bey  de 
Franda  é  por  el  Daqae  de  Guiana  qne  avia  de  ser 
príncipe  de  CsstilU  é  de  León,  le  plsda  en  piUblioo 
delante  de  todos,  la  Beyna,  en  la  IglesU  mayor  de 
Segovia,  solemnemente  recibir  el  Gaerpo  de  naee- 
tro Sefior,  y  diciendo  la  misa  el  Cardenal,  é  antes 
qne  acabase  de  consagrar,  tomó  el  Oorpiu  en  las 
manos,  y  subió  la  Beyna  Dofia  Juana  al  altar  ma- 
yor, y  en  presencia  de  todos  juró  ser  hija  D.*  Juana 
del  Bey  Don  Enrique  y  della,  de  que  los  embaza- 
dores  fueron  contentos ;  é  dixo  que  por  tal  la  daba 
de  muy  buena  voluntad  por  e^oea  á  Carlos,  Duque 
de  Guiana,  con  consentimiento ,  aai  de  los  Grandes 
destos  Beynos,  como  de  los  pueblos;  lo  qnal  los 
embazadores  acetaron ,  y  el  deaposorio  se  fizo  oon 
grsndes  alegrías  y  juegos.  T  Inego  el  Bey  Don  En- 
rique reprobó  á  so  hermana  por  oiertas  dánsnlas 
escritas  en  letras  que  por  estos  Beynos  envió,  por-' 
que  todos  fuesen  certificados  de  la  reprobación  fe- 
cha por  ól  de  Dofia  Isabel,  su  hermana.  No  ovo  te- 
mor de  Dios  ni  vergfienza  del  mondo  el  Bey  Don 
Enrique  de  facer  este  áborresoible  desposorio; 
aviendo  pasado  los  autos  ya  escritos  cerca  de  los 
Toros  de  Guisando,  en  presencia  de  los  Grandes  dee- 
tos  Beynos  y  del  Obispo  de  León,  legado  á  latero  é 
Nuncio  Apostólico ,  é  ^"<ip«t^  gentes ,  donde  con- 
fesó espontáneamente  é  juró  en  las  manos  del  dicho 
legado  públicamente,  Dofia  Juana  ser  hija  adulte- 
rina de  la  adultera  Beyna  Dofia  Juana,  ó  no  suya; 
é  allí  juró  é  fizo  jurar  á  todos  los  Grandes  que  allí 
cataban  por  princesa  é  legítima  heredera  destos 
Beynos  é  sefioríos  á  la  sefiora  Dofia  Isabel,  sn  her- 
mana. 

CAPITULO  LVni. 

Del  bfeoaTeDtarado  parto  de  la  Serenísima  Princesa  Dota  Isabel, 
¿de eomo  le  foó  tonada  por  el  Rey  Don  Enriqae  la  villa  de 
Medina  del  Campo. 

Como  en  este  tiempo  no  solamente  machos  de  los 
Grandes  destos  Beynos ,  mas  generalmente  todos 
los  pueblos  estovieeen  deseosos  de  ver  el  parto  de 
la  Princesa,  mayormente  los  que  en  la  villa  de  Due- 
fias  estaban  con  ella  con  muy  mayor  ansia  lo  espe- 
raban ;  é  como  ya  se  acercase  el  dia  é  las  sefiales 
pareciesen,  estaban  en  gran  cuidado  recelando  su 
peligro.  E  plugo  á  nuestro  Kefior  que  á  qnatro  ho- 
ras del  dia  del  mes  do  Otubre  del  afio  do  nuestro 
Bedentor  de  mil  quatrocíentos  setenta  afios,  la  se- 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAa 


59 


flora  Princesa  parió  uaa  hija,  á  quien  llamaron 
Doña  Isabel  como  á  en  madre.  E  cerca  del  Bey  Don 
Enrique  eetaban  dudosos  si  era  hijo  6  hija.  Como 
de  la  verdad  fueron  certificados  por  mandado  del 
Rey,  Rodrigo  de  UUoay  Alvaro  de  Bracamonte,  se* 
fueron  á  Medina  del  Campo  que  era  de  la  Princesa, 
é  luego  quitaron  su  justída  é  pusieron  otra  nueva 
en  nombre  del  Rey ;  é  de  las  rentas  de  las  ferias 
que  en  aquella  villa  dos  veces  en  el  afio  se  facen,  el 
Rey  dio  la  mayor  parte  á  Don  Garda  de  Toledo, 
Duque  de  Alva,  é  la  otra  parte  dio  al  Arzobispo  vie- 
jo de  Sevilla  en  gran  mengua  y  dafio  de  su  herma- 
na la  Princesa  en  galardón  de  no  haber  querido  to- 
mar él  titulo  de  Reyna  quando  el  Rey  Don  Alonso 
su  hermano  murió.  E  trabajaba  porqucla  ciudad  de 
Avila,  que  á  la  Princesa  obedecía,  le  fuese  tomada, 
á  la  qual  empachó  el  presto  remedio  del  Principe, 
que  luego  á  ello  envió  á  Gonzalo  Ohacon  con  cien- 
to é  cinquenta  de  caballo,  é  envió  á  mandar  á  Pe- 
dro de  Avila,  señor  de  Villafranca  é  de  las  Navss, 
que  se  juntasen  ambos  á  dos  é  toviesen  la  guarda 
de  aquella  ciudad.  En  el  qual  tiempo  de  dos  forta- 
lezas queran  del  Arzobispo  de  Toledo  é  se  las  auian 
furtado,  se  f  adán  grandes  robos,  la  una  llamada 
Canales,  que  tenia  Cristóbal  Bermudez,  é  la  otra 
Perales,  que  tenia  Vasoo  de  Cóntreras ;  á  los  quales 
el  Rey  Don  Enrique  mucho  f  avoreda.  En  este  tiem- 
po vino  en  estos  Reynos  un  caballero  de  la  Orden 
de  San  Juan,  Guido  de  Monte  Alvaldo  enviado  por 
embozador  del  maestre  de  Rodas  con  facultad  suya 
é  con  letras  del  Papa  Pablo  para  proveer  del  Prio- 
razgo  de  San  Juan  á  Don  Alvaro  d'Estufiiga,  hijo 
del  Duque  de  Arévalo,  al  qual  el  padre  en  ninguna 
cosa  ayudaba,  porquel  Maestre  de  Santiago  ayuda- 
ba á  Don  Juan  de  Valenzuela ,  que  por  Prior  de  San 
Juan  se  avia ;  al  qual  el  Principo  é  la  Princesa  y  el 
Arzobispo  de  Toledo  f  avorederon.  A  Don  Alvaro 
d^Estufliga  desbarató  la  gente  quel  Maestre  avia 
embiado  en  favor  de  Don  Juan  de  Valenzuela,  é  to- 
mó la  fortaleza  de  Consuegra  é  labróla  é  fortificóla; 
y  en  este  mesmo  tiempo  Don  Alonso  de  Monroy, 
Clavero  de  Alcántara,  como  sopiese  que  doscientas 
lanzas  del  Maestre  Don  Gómez  de  Solis  estoviesen 
cerca  de  Guadalupe,  se  fué  á  pelear  con  ellos,  é  me- 
tiéronse en  la  villa,  é  allí  los  cercó ;  é  los  principa- 
les se  le  dieron,  é  á  los  otros  despojó  de  caballos  é 
armas  é  anm  los  embió ;  de  que  gran  dafio  se  siguió 
á  los  moradores  de  aquella  villa. 

CAPÍTULO  LIX. 

0«  U  filia  q«e  ovo  Don  Jorge  HtBriqve ,  qte  ayudaba  i  Don 
Joan  do  Valeoitola ,  prior  de  San  Jaaa  de  qnel  oto  la  fl- 
torla. 

Ed  mucho  fué  culpado  de  todos  el  Duque  de  Aré- 
valo por  dexar  de  ayudar  á  Don  Alvaro  d*EBtufiiga 
su  hijo  por  complacer  al  maestre  de  Santiago,  que  á 
Don  Juan  de  Valenzuela)  favorecía ;  el  qual  Don 
Alvaro  ovo  de  buscar  el  favor  del  Arzobispo  de  To- 
ledo é  de  sus  primos  los  hijos  del  Conde  de  Pare- 
des, Don  Rodrigo  Manrique,  entre  los  quales  Don 


Jorge  Manrique  comendador  de  Montizon  maravi-» 
liosamente  favoreeció  á  Don  Alvaro  d'Estufiiga  su 
primo ;  el  qual  como  fuese  caballero  mucho  esfor- 
zado é  con  entera  voluntad  quisiere  ayudarle,  mu- 
chos de  los  que  al  Rey  Don  Enrique  seguían  y  es- 
tovieron  juntos  en  Ajofrin,  lugar  de  la  ciudad  de 
Toledo,  Don  Jorge  con  la  gente  que  pudo  avor, 
aunque  no  era  igual  número  de  la  que  ayudaban  á 
Don  Juan  de  Videnzuela,  determinó  de  ir  á  pelear . 
con  ella,  é  salió  de  la  villa  de  Alcázar,  en  un  dia  del 
mes  de  Diciembre  del  afio  setenta ;  é  porque  la  gen- 
te de  caballo  que  llevaban  era  poca,  acordó  de  lle- 
var peones  bien  armados ,  é  porque  no  se  cansasen, 
mandólos  sobir  en  carretas ;  é  como  el  camino  era' 
llano,  andubo  á  gran  priesa ;  é  visto  los  enemigos' 
que  ya  estaban  en  el  campo,  mandó  que  todos  pres. 
tamente  viniesen  é  puso  la  gente  de  caballo  en  un 
tropel,  é  mandó  poner  los  peones  á  su  mano  dere- 
cha é  con  grande  osadia  paso  á  paso  fué  f erír  en  los 
contraríos,  donde  la  batalla  fué  ásperamente  pelea- 
da por  ambas  partes ;  é  los  peones  siguiendo  el 
mandado  de  Don  Jorge ,  firíeron  tan  sin  temor  en 
los  enemigos,  que  mataron  muchos  caballeroe  é  los 
que  allí  cayeron  fueron  luego  por  los  peones  dego- 
llados, de  tal  manera  que  los  del  Rey  Don  Enrique 
á  rienda  sudta  ovieron  de  foir  ;  é  los  enemigos  así 
vencidos,  Don  Jorge  se  volvió  á  la  villa  de  Alcá- 
zar donde  avia  salido.  « 

CAPÍTULO  LX, 

De  la  mverte  del  Daqae  loas  bijo  de  Rene!,  que  faé  Rey  de  Cesi- 
lla ,  é  del  malaventarado  oaao  acaecido  al  primogéiiito  Goade 
de  Fox. 

Mucho  ayudó  la  fortuna  á  loa  serenidmoe  Prín- 
cipes Don  Femando  é  Dofia  Isabel  en  un  gran  da- 
fio que  se  les  aparejaba,  si  los  franceses  mucho 
tiempo  poseyeran  á  Barcelona.  Como  el  Rey  Luis 
de  Frauda  desde  allí  ganara  la  mayor  parte  de  las 
fortalezas  del  Príndpe  Don  Femando ,  ansí  en  Ca- 
talufia  é  Aragón  como  en  los  Reynos  de  Castilla  é 
de  León ,  como  sea  derto  que  tanto  quel  Duque 
Juan  tuvo  á  Barcelona  con  ayuda  del  Rey  de  Frau- 
da, cada  dia  se  aumentaba  d  sefiorío  del  Rey  Don 
Juan  de  Aragón ;  el  qual  ya  no  pedia  resistir  los 
enemigos,  así  por  la  decrépita  edad  suya,  como 
por  la  demengua  del  dinero,  lo  qual  todo  quiso 
nuestro  Sefior  remediar  maravillosamente;  donde 
quiso  que  se  cumpliese  aquella  sentenda  de  Grigo- 
rio  que  dice  que  entonce  nuestro  Sefior  embia  los 
remedios,  quando  los  hombres  no  esperan  de  aver- 
íos, cayendo  estos  dafios  sobre  aquellos  que  busca- 
ron sin  causa  destmir  al  verdadero  Rey  y  su  legí- 
timo heredero  ;  como  ya  no  tuviesen  ninguna  ayu- 
da á  tan  grandes  fatigas,  donde  por  la  mano  de 
Dios  vino  en  el  intruso  Duque  Juan  que  Roy  de 
Aragón  se  llamaba  tan  grave  enfermedad,  que  fué 
verdadera  medidna  á  los  trabajos  é  infortunios  de  • 
Don  Juan,  verdadero  Rey  de  Aragón,  en  tanto  que 
como  el  Duque  Juan  se  viese  en  peligro  de  muerte 
é  conodese  aquella  enfermedad  serlo  venida  por  la 


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CRÓNICAS  DB  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


mano  de  Dios ,  mandó  llamar  á  todos  los  principa- 
les de  Barcelona  á  los  quales  amonestó  é  requirió  é 
rogó  que  no  quisiosen  estar  más  en  la  rebelión  qae 
contra  su  verdadero  Rey  avian  estado  y  estavan, 
mas  á  la  clemencia  snya  con  grande  hamildad  per- 
don  demandasen,  á  quien  sin  duda  la  potencia  di- 
vina ayudaba  como  pareciese  que  en  tanta  edad, 
aviando  perdido  la  vista,  se  la  avia  tomado.  É  co- 
mo los  barceloneses  estovicsen  endurecidos,  en  su 
malvada  pertinacia,  trayeron  de  lo  postrimero  de 
Espafia  á  Don  Pedro,  Condestable  de  Portugal,  bi- 
jo  del  Infante  Don  Pedro ,  al  qual  por  Rey  recibie- 
ron, y  en  breve  tiempo  mdaventuradamente  murió; 
é  oomo  en  su  enfermedad  conociese  que  nuestro  Se- 
fior  quisiese  dar  fin  á  los  trabajos  del  Rey  Don 
Juan  de  Aragón ,  á  los  barceloneses  exbortó  que  en 
otra  manera  mirasen  las  cosas  que  fasta  allí  las 
avian  mirado,  é  inclinasen  los  coraaones  á  la  ver- 
dad, ni  quisiesen  tener  la  malvada  rebelión  que 
fasta  allí  contra  su  Rey  avian  tenido ,  en  tal  perdi- 
miento é  desolación  de  aquella  miserable  ciudad, 
certificándoles  que  si  do  aquella  enfermedad  se  le- 
vantaba él,  buscaria  modo  como  con  buena  conve- 
.  nencia  é  sin  peligro  de  los  ciudadanos  el  Rey  de 
Aragón  fuese  señor  de  lo  suyo,  é  si  la  muerte  lo 
llevase,  que  otra  vez  y  otra  les  rogaba  y  amones- 
taba que  no  buscasen  otras  nuevas  redes  en  que  se 
embolver ,  é  conociesen  á  su  Rey ,  ó  fuesen  ciertos 
que  la  desordenada  codicia  y  ambición  del  Rey  Luis 
de  Francia  avia  fecho  venir  en  aquella  ciudad  al 
Duque  Juan  su  primo,  por  no  solamente  apode- 
rarse del  Condado  de  Rosellon  6  Concentayna ,  más 
4e  la  provincia  de  Ampurdan ,  con  sed  inestingui- 
ble  de  ocupar  todo  lo  que  pudiese.  Estas  cosas  ó 
otras  se  afirman  ser  dichas  á  los  barceloneses,  los 
quales  oomo  ya  estoviesen  obstinados  en  su  per- 
tinacia, ninguna  cosa  de  su  propósito  les  pudo 
tirar ;  con  todo  eso,  después  de  la  muerte  del  Prin- 
cipe, aunque  mostraron  defenderse  con  ayuda  de 
los  franceses,  ya  los  populares  claramente  osaban 
decir  mal  de  los  mayores,  é  loaban  la  virtud  del 
Rey  á  quien  contra  toda  justicia  tan  luengamente 
avian  aflejido;  é  turbó  mucho  los  corazones  de 
todos  el  mal  aventurado  caso  acaecido  al  primo- 
génito del  Conde  de  Fox,  á  quien  esperaban  ser 
Rey  de  Navarra,  al  qual  el  Rey  Luis  de  Francia 
avia  desposado  con  su  hermana,  con  quien  enten- 
día meter  viva  sentella  en  los  Reynos  de  Aragón. 
É  oomo  en  este  tiempo  viniese  la  nueva  al  Rey  de 
Francia  de  ser  fecho  el  desposorio  de  su  hennano 
el  Duque  de  Guiana  con  Doña  Juana,  llamada  hija 
del  Rey  Don  Enrique,  ficieron  en  su  corto  grandes 
fiestas  por  este  desposorio,  entre  las  quales  se  or- 
denó una  justa  de  guerra,  en  la  qual  el  mal  aven- 
turado mancebo  primogénito  del  Conde  Fox  justó, 
é  por  liviano  é  feble  arnés  f uéle  dado  un  encuentro 
que  todo  el  cuerpo  le  pasó,  é  ansí  súpitamente  mu- 
rió ;  por  quien  muchos  dixeron  esto  aver  seido  di- 
vino misterio,  como  el  Rey  de  Francia  con  este 
pensase  muy  mayores  daños  ministrar  al  ilustrisi- 
mo  Rey  de  Aragón  porque  desde  Navarra  nueva 


guerra  los  franceses  pudiesen  faoer  á  Don  Fer- 
nando, Príncipe  de  Aragón,  Rey  de  Cisttia,  á 
quien  la  sucesión  pertenecía  de  los  Reynos  de  Cas- 
tilla é  de  León ,  y  por  cierto  en  otra  manera  lo  dis- 
puso la  soberana  Providencia,  que  todos  los  casos 
dichos  quiso  é  ordenó  que  fuesen  en  favor  é  ayuda 
del  Principe  Don  Femando  por  destrair  la  maldad 
é  porfiosa  obstinación  de  los  baroeloneseS|  los  qua- 
les con  toda  el  ayuda  de  los  franoeses  nunca  pudie- 
ron cobrar  el  puerto  de  Colibre,  ques  oerca  de  Gi- 
rona,  por  la  industria  é  buena  guarda  de  un  capi- 
tán natural  de  Mayorga  á  quien  el  Rey  de  Aragón 
la  avia  dado ,  donde  murieron  muchos  de  los  fran- 
oeses con  tiros  de  pólvora  é  ballestas  por  la  virtud 
de  los  buenos  que  en  aquella  f  ortaleaa  estaban,  que 
oon  mano  vigorosa  ficieron  fuir  los  franoeseii 

OAPtrULO  LXI, 

D«  la  MiM  q««  OTO  para  los  <obatet  é  fierras  do  Doa  Pedro  do 
Velasco,  Conde  do  Baro,  eoa  Doa  Poro  Maaiiqíot  Conde  Tre- 
tliOfPrlBOsnyo. 

La  vecindad  de  la  tierra  de  estos  señores  dio  cau- 
sa que  entrellos  oviese  algún  desamor ;  é  como  los 
vasallos  del  Conde  de  Treviño  recibiesen  algunos 
agravios  de  los  vasallos  del  Conde  de  Haro,  y  él  no 
lo  remediase,  el  Conde  de  Treviño  tenia  desto  gran 
sentimiento,  como  quier  que  lo  disimulaba  por  no 
aver  tiempo  para  se  vengar :  donde  ansí  fué  que  co- 
mo el  Rey  Don  Enrique  todavía  estoviese  en  pro- 
pósito de  casar  á  Doña  Juana,  hija  de  la  Rey  na, 
con  el  Duque  de  Guiana  é  conociese  esto  desplacer 
á  los  vizcaynos  é  lipuscanos,  parecióle  ser  necesa- 
rio ponerles  freno,  para  lo  qual  acordó  de  embiar 
en  aquellas  provincias  á  Don  Pedro  de  Velasco, 
Conde  de  Haro,  con  sus  poderes  muy  bastantes  pa- 
ra los  oostreñir  é  apremiar  á  facer  su  querer  é  vo« 
luntad ;  é  como  el  Conde  de  Haro  era  hombre  sa- 
gas é  desease  acrecentar  su  estado,  parecióle  esto 
le  venir  muy  bien,  é  con  muohas  gentes  se  apoderó 
de  la  ciudad  de  Vitoria  ques  cabeza  de  la  provincia 
de  Álava,  é  desde  allí  trató  con  los  de  Malbaseda 
oon  quien  tenia  antigua  amistad,  á  los  quales  atra- 
jo á  su  querer  é  desde  Vitoria  se  fué  para  la  villa 
de  Bilbao,  ques  la  más  noble  de  Visoaya,  donde 
quÍBO  mostrar  su  grandesa ;  é  como  loe  viaoainos 
tengan  antiguas  leyes  é  costumbres  que  puedan 
desnaturarse  del  Rey  si  atentase  quebrantarlas,  y 
el  Condestable  ay  quisiese  algunas  cosas  facer  con- 
tra sus  leyes  é  costumbres,  los  viscainos  fueron 
dello  muy  mal  contentos,  é  pensaron  buscar  su  re- 
medio, aunque  la  antigua  discordia  entrellos,  en 
que  inumerables  gentes  por  fierro  é  por  fuego  avian 
sido  muertos,  ansí  de  linaje  de  Ofieu  como  de  Gam- 
boa que  aquella  provincia  señoreaba,  les  dava  gran- 
de e¿orbo,  y  el  odio  que  entrellos  avia  repunaba 
al  deseo  de  la  libertad,  é  la  enemistad  que  ninguno 
fasta  entonces  pudo  quitar  de  entre  estos  dos  lina- 
jes á  la  ambición  y  deseo  de  señorear  aquella  pro- 
vincia. El  Condestable  buscó  nuevas  vías  de  recon- 
ciliar los  enemigos  de  tan  largos  tiempos ;  ni  pu- 


dieran  ningimo0  religiosoB  ni  otna  personas  miti- 
gar  la  ira  de  los  ooraaones  qnel  amor  de  la  libertad 
podo  templar  en  el  Conde  de  Haro,  olvidando  ía 
persuasión  del  mny  virtuoso  é  muy  noble  padre  su- 
yo, el  qnal  al  tiempo  de  su  fallecimiento  le  rogó  é 
requirió  que  á  los  grandes  de  Vizcaya  é  Lipuzcoa 
quisiese  tratar  amigablemente  como  á  parientes  é 
mucho  amigos,  certificándole  que  si  en  otra  manera 
lo  fioiese  se  le  seguiría  dello  gran  dafio ;  é  como  ya 
los  TÍzcainos  oviesen  enteramente  conocido  el  pro- 
pósito con  quel  Oondede  Haro  en  aquellas  provin- 
cias entrava,  é  fuesen  ciertos  que  buscar  remedio 
en  el  Bey  seria  demasiado,  determinaron  de  reque- 
rir por  ayuda  á  Don  Pedro  Manrique,  Conde  de 
Trevifio ,  el  qual  como  quiera  que  fuese  primo  del 
Conde  de  Haro  é  como  del  eetoviese  quejoso,  pen- 
só serle,  venido  tiempo  para  vengar  sus  injurias, 
lo  qual  podia  bien  facer  con  aquella  gente  que  en 
tan  gran  fatiga  se  veia,  é  o  vieron  consejo  de  re- 
conciliar á  loe  dos  principales  caballeros ,  los  qua- 
les  eran  Juan  Alonso  de  Moxioa  é  Pedro  de  Aven- 
dafio,  hombres  muy  dispíertos  en  la  guerra,  los 
quales  vinieron  á  la  villa  de  Carrion,  donde  falla- 
ron al  Conde  de  Trevifio ;  los  quales  como  el«Condc 
conociese  dias  avia  ser  enemigos,  maravillóse  de  su 
venida,  é  fabló  con  cada  uno  dellos  aparte,  é  meti- 
dos en  una  oelda  en  el  Monesterio  de  San  Francis- 
co fabló  con  amos  á  dos  juntamente,  é  cada  uno 
dellos  mirando  el  uno  al  otro  estuvieron  turbados  é 
ninguna  cosa  fablaron.  É  como  el  Conde  viese  la 
turbación  suya,  comenzó  la  fabla,  rogándoles  mu- 
cho que  su  vieja  enemistad  no  turbase  el  bien  co- 
mún é  libertad  de  todos.  Entonces  Juan  Alonso  de 
Moxica  dijo  á  Pedro  de  Avendafio :   «Pedro  de 
Avendafio,  ¿dónde  está  mi  padro  que  vos  cruel- 
mente con  fuego  matasteis?»  Al  qual  Pedro  de 
Avendafio  respondió :  «¿Qué  voluntad  pensáis  que 
os  tenga  aviendo  por  vuestra  mano  muerto  á  mi 
hijo  ó  á  mis  hermanos  é  á  muchos  otros  de  mis  pa- 
rientes?» Oidas  estas  palabras  por  el  Conde,  dijo  : 
«Parientes,  sefioresy  amigos,  dejad  de  fablar  en 
las  viejas  querollas;  enoomendaldas  áolvidanza, 
pues  otro  remedio  no  tienen,  é  fáblese  en  las  cosas 
presentes  de  que  mayor  calda  para  todos  se  espera ; 
¿qué  dolor  puede  aver  en  los  que  ya  perecieron 
ensi  de  una  parte  como  de  la  otra?  más  es  de  doler 
de  los  que  viven  en  miserable  catividad  que  la 
muerte  de  aquellos  que  en  libertad  la  recibieron  que 
ninguna  infamia  podía  ser  igual  á  la  de  vosotros 
gente  noble  Vizcaya,  á  quien  nunca  la  mano  real 
pudo  domar  voluntariosamente,  si  quisiéredes  el 
yugo  infame  consentir.  El  justo  imperio  de  los  re- 
yes nunca  quisistes  sofrir,  ¿é  sofrirois  agora  el  tira- 
no sefiorio  del  Conde  de  Haro?  Pues  tornad  en  vo- 
sotros las  fueneas  que  aTer  soliades  que  vanamente 
ejercitasteis,  con  detrimento  é  dafio  vuestro  éde 
vuestros  parientes  é  amigos,  para  conservar  vues- 
tra libertad  con  mayor  gloria  é  fama,  é  si  ayuda 
habéis  menester,  aquí  estoy  yo,  que  no  como  prin- 
cipal ,  mas  como  igual  de  vosotros  pomé  la  vida  y 
estado  por  conservación  de  vuestra  antigua  liber- 


MtiMOftlAL  DE  DlVEfil^  HAZA^Aa  «1: 

tad.»  Lo  qual  teniéndole  en  mucha  merced ,  los  ca-  ' 
balleros  ya  dichos  fideron  compromiso,  é  dejaron 
todas  las  cosas  á  querer  é  voluntad  del  Conde  de 
Trevifio,  el  qual  luego  fizo  amistad  de  los  dos  ca- 
balleros con  juramento  é  homenaje  de  siempro  se 
guardar  é  honrar,  é  fizóse  casamiento  de  fija  é  fijo 
de  los  dos  porque  mas  la  paz  entrollos  se  corrobora- 
se. É  luego  se  dio  forma  á  todas  las  cosas  necesa- 
rias para  echar  de  la  dicha  tierra  al  Conde  de  Haro, 
en  ansí  las  gentes  del  un  bando  é  del  otro  fueron 
conformes  para  ello. 


CAPÍTULO  LXIL 

De  li  bitilli  que  otleron  el  Conde  de  Itaro  y  el 
Conde  do  Tre? Ifio. 

No  fué  negligente  ni  perezoso  el  Conde  de  Tra^ 
vifio  en  llamar  sus  gentes ,  así  de  á  pié  como  de  á 
caballo ;  é  luego  en  el  comienzo  se  trabajó  por  de- 
liberar la  villa  de  Bilbao  de  la  servidumbre  en  que 
esperaba  quedar,  é  comenzó  de  apremiar  y  castigar 
algunos  moradores  della  que  eran  conformes  al  que- 
ror  é  voluntad  del  Conde  de  Haro,  en  gran  dafio  é 
perdimiento  de  la  cosa  pública  de  aquella  villa ;  lo 
qual  ligeramente  se  acabó,  como  para  ello  los  dos 
bandos  fueron  conformes ;  é  de  allí  se  acordó  de  * 
embiar  gente  así  dé  caballo  como  de  pié  á  la  villa 
llamada  Villamal,  que  es  de  Pedro  de  Avendafio, 
muy  cercana  á  la  ciudad  de  Vitoria,  porquel  Conde 
de  Haro  no  pudiese  sin  gran  dafio  pasar  por  la  es- 
trechura de  los  montes  que  allí  hay.  Y  en  tanto 
questo  se  facia,  la  Condesa  de  Haro  en  persona  vi- 
no con  asaz  gentes  por  paáar  á  la  villa  de  Bilbao 
por  el  camino  de  Balmaseda,  en  el  qual  como  quie- 
ra que  hay  muchas  labranzas,  no  es  el  lugar  cerca- 
do ,  pero  hay  muchas  torres  las  quales  por  sus  ban- 
dosidades, todos  tenían  muy  aparejadas  de  bailes- . 
.  tas  é  tiros  de  pólvora.  É  como  ya  la  gente  de  Vizca^ 
ya  toda  fuese  conforme  para  facer  todo  el  dafio  que 
pudiesen  al  Conde  de  Haro  é  á  sus  gentes,  de  tal 
manera  tomaron  los  pasos,  que  la  Condesa  no  pudo 
pasar,  é  ovo  de  se  volver  con  gran  peligro  de  los 
suyos,  y  el  Conde  de  Trevifio  estando  cerca  de  Vi- 
llareal  con  gran  gente,  cada  día  peleaba  con  los 
del  Conde  de  Haro,  é  por  los  llanos  de  Álava  ve- 
nían é  facían  en  ellos  grandes  dafios,  de  que  mu- 
cho se  acrecentó  el  homecillo  entre  aquellos  sefio- 
ros,  en  que  muy  gran  dafio  recibieron  los  del  Conde 
de  Haro ,  é  por  eso  acordó  de  dexar  algunos  dias  de 
facer  guerra ,  porque  idos  los  vizcaínos  á  sus  luga- 
ros,  él  quedaba  muy  mucho  mas  poderoso  así  de 
gente  como  de  dineros  quel  Conde  de  Trevifio ,  ma- 
yormente que  cada  día  esperaba  ayuda  del  Rey  Don 
Enrique  é  del  Maestro  de  Santiago ;  y  como  todo 
esto  el  Conde  de  Trevifio  conociese,  no  tardó  de 
buscar  ayuda  que  le  convenia  para  lo  qual  roquiríó 
á  Pero  López  de  Padilla,  adelantado  mayor  de  Cas- 
tilla, cabidlero  muy  noble  que  ya  en  algunos  peli- 
gros avian  sido  oompafieros,  del  qual  algunos  sos. 
pechaban  que  ayñdaria  á  la  parte  contraria  como 
fuese  yerno  del  Maestre  de  Santiago  \  á  los  quales 


ÓRÓNI0A8  VÉ  LOS  ESTES  DÉ  OAfiTnLLA. 


Conde  de  Haro  é  de  Trevifio  el  Maestre  de  Santiago 
envió  af eotaoBamente  á  rogar  que  dejasen  la  guer- 
ra, é  para  que  esto  oyieso  lugar,  tovo  mafia  como 
el  Bey  se  fuese  á  Burgos ,  creyendo  questo  sabido, 
los  Condes  ambos  á  dos  dejarían  la  guerra  y  el  Bey 
en  persona,  si  menester  fuese,  loe  iria  á  pacificar ; 
ó  como  el  Bey  creyese  la  parte  del  Conde  de  Haro 
estoviese  roas  poderosa  é  desease  aquella  oviese  Vi- 
toria, dotóvose  mas  de  quanto  debiera,  y  entre  tan- 
to la  batalla  de  los  Condes  se  di6  cerca  de  Monguia, 
ques  muy  cercana  á  la  muy  noble  villa  de  Bermeo, 
donde  la  gente  del  Conde  de  Trevifio  á  quien  mucho 
ayudóles  la  aspereas  de  la  tierra ,  sobró  á  la  muche- 
dumbre de  la  gente  del  Conde  de  Haro,  donde  muy 
i^speramente  por  ambas  partes  la  batalla  se  peleó ; 
pero  á  la  fin  como  quiera  quel  Conde  de  Haro  pe- 
lease animosamente  como  muy  valiente  caballero 
y  esforzase  mucho  su  gente,  todavía  ovo  de  ser  des- 
baratado, é  mucha  della  muerta,  de  la  qual  se  afir- 
ma ser  perdidos  más  de  mil  hombres,  de  los  quales 
fueron  bien  trecientos  de  caballo ,  entre  los  quales 
fué  muerto  Alvaro  de  Cartagena,  caballero  mucho 
esfonsado,  hijo  de  Pedro  de  CarUgena ;  y  el  Conde 
de  Salinas,  Don  Diego,  ó  Don  Luis  de  Velasco  pri- 
mo del  Conde  de  Haro  con  gran  trabajo  se  pudieron 
salvar;  y  el  Conde  de  Haro  fuera  allí  muerto  ó  pre- 
so ,  salvo  porque  fué  bien  guiado  por  algunos  que 
la  tierra  sabían,  é  por  muy  ásperos  ó  montuosos 
caminos  con  gran  trabajo  se  pudo  salvar.  El  Bey 
*  Don  Enrique,  que  ante  de  la  batalla  otra  voluntad 
tenia,  después  de  pasada  comenzó  averse  más  blan- 
damente en  las  cosas  que  solia.  |  Oh  quanto  dafio 
trae  á  los  mancebos  menospreciar  el  consejo  de  los 
padres  ancianos  1  Que  por  cierto  si  este  Conde  de 
Haro  creyera  el  consejo  de  su  excelente  padre,  no 
viniera  aquel  rompimiento  que  vino  con  su  primo, 
ni  tomara  por  enemiga  la  nación  de  Vizcaya  que 
por  amor  siempre  sirvió  á  su  padre,  el  qual  con 
prudencia  muchas  veces  supo  hacer  de  los  enemigos 
amigos,  é  tentó  fué  cariUtivo  é  christiano  é  amador 
de  sus  vasallos ,  que  como  en  algunas  villas  suyas 
oviese  muchos  judies  é  con  los  logros  le  pareciese 
aquello  emprobecer,  mandó  so  graves  penas  ningu- 
no fuese  osado  de  dar  á  logro ;  é  como  algún  tiem- 
po  esto  durase  los  vasallos  se  quejaron  á  él  dicien- 
do que  muy  mayor  dafio  recibían  en  no  fallar  di- 
neros á  logro  ni  en  otra  manera  como  ya,  no  los  fa- 
llando, les  convenía  vender  sus  ganados  é  lanas  é 
pan  é  otras  cosas  adelantodo,  é  por  ende  le  suplica- 
ban que  diese  liberted  á  quel  logro  se  diese.  El 
Conde  queriendo  en  esto  remediar,  mandó  poner 
tres  aicas  en  Medina  de  Pumar  y  en  Herrera  y  en 
Villadiego ,  poniendo  en  cada  una  dellas  dodentos 
mil  maravedís,  en  los  alfolies  de  cada  una  destas 
villas  dos  mil  fanegas  de  trigo,  mandando  dar  las 
llaves  de  lo  ya  dicho  á  quatro  regidores  de  cada 
nna  de  las  dichas  quatro  villas,  mandándoles  que 
qnalquier  vasallo  que  menester  oviese  dineros  ó 
pan  fasto  en  cierto  número,  dando  prendas  ó  fian- 
za le  fuese  prestedo  por  un  afio ,  con  lo  qual  con- 
servó todos  los  vecínes  de  aquellas  villas  que  todos 


vivieron  fuera  de  necesidad.  Cosa  fué  por  cierto 
esta  de  muy  oathólico  é  prudente  varón  é  muy  dina 
de  memoria. 

CAPITULO  LXUL 
De  1«  mocrta  maUTeatonda  del  Papi  Pablo  seg indo» 

Conveniente  cosa  parece  esorebir  aquí  la  nueva 
manera  de  muerte  del  Papa  Pablo  segundo ,  no  vis- 
to semejante  en  el  mundo  f  aste  entonces ,  el  qual 
mucho  favorecía  al  Bey  Don  Enrique  y  encobría 
sus  errores,  la  maravillosa  muerte  del  qual  dio  tes- 
timonio de  su  torpe  vida,  el  qual  quando  vivió 
siempre  se  ejercitó  en  cosas  vanas,  y  en  juegos,  y 
en  buscar  las  figuras  de  las  monedas  de  los  tiempos 
mas  antiguos,  y  en  nurar  sus  tesoros  é  piedras  pre- 
ciosas en  lo  qual  siempre  contemplaba,  é  procura- 
ba tener  cerca  de  sí  nigrománticos  é  fechiceros ;  el 
qual,  como  fuese  muy  hermoso  de  gesto,  é  de  cuer- 
po muy  grande  é  muy  sano,  sin  enfennedad  algu- 
na, la  noche  que  murió  fué  fallado  en  su  cama  ton 
pequefio  é  tan  fiaco,  como  de  un  mozo  pequefio  de 
diez  ó  doce  afios ,  todo  consumido  é  f  crido  el  rostro 
é  la  cabeza  en  muchos  lugares  é  los  huesos  de  tol 
manera  como  si  fuesen  quemados  en  fuego  ;  el  qual 
se  afirma  toner  en  un  anillo  un  espíritu  familiar, 
por  el  qual  muchas  cosas  sabia.  É  muerto  así  el 
Padre  Buito ,  los  suyos  dieron  muy  gran  priesa  á  su 
enterramiento,  porque  no  fuese  á  todos  manifiesto 
la  nueva  forma  de  su  muerto ,  la  qual  bien  confor- 
me fué  á  su  vida,  como  siempre  se  diese  á  deleites 
é  pompas  é  obras  vanas  dejando  entender  en  las  co* 
sas  á  que  su  divinidad  le  obligaba.  Solo  esto  fizo  bue- 
no en  su  pontificado,  que  recobró  algunos  bienes  del 
patrimonio  de  la  Iglesia,  que  tiránicamento  eran  to- 
nidos  por  algunos  ;  é  murió  esto  Padre  Santo  en  el 
mes  de  Agosto  del  afio  del  naacimiento  de  nuestro 
Bedentor  de  mil  é  quatrodentos  é  sesento  y  un  afios, 
el  qual  no  contento  del  ezcelento  palacio  edificado 
por  Nicolao  quinto  cerca  de  San  Pedro,  mandó  fa- 
cer otro  mucho  mayor  cerca  de  San  Marco  en  Bo- 
ma. Fué  enterrado  miserablemento  en  una  pobre 
sepultura,  é  sucedió  en  su  lugar  Sixto  quarto,  fray- 
le  de  San  Francisco,  antes  llamado  Francisco  de 
Ona,  ginoves,  maestro  de  Santo  teología,  el  qual 
muchos  cardenales  crió  de  sus  parientes ;  que  en 
este  tiempo  nuestro  los  Padres  Santos  parece  que 
para  sublimar  sus  deudos  son  puestos  en  la  silla  de 
San  Pedro ,  siendo  en  todo  contra  el  orden  de  la 
Santo  iglesia. 


CAPÍTULO  LXIV. 

De  los  eseindalos  aeaeeidos  en  la  eiadad  de  Sevilla,  entre  Don 
Enrique  de  Guarnan,  Duque  de  Medinaaidonia ,  é  Don  Rodrigo 
Ponce  de  León,  Marqués  de  Cidií,  ¿  de  la  salida  del  Marqués 
de  la  ciudad  de  Sevilla. 

Como  en  esto  tiempo  las  voluntodes  del  Duque  y 
Marqués  estuviesen  dafiadas  por  las  cosas  entre 
ellos  pasadas,  é  como  ya  muchos  de  los  ciudadanos 


HBMOBt AL  DB  DtVEItSAS  BAZAÍ^A& 


6d 


esto  viesen  en  dosgrado  é  mal  querencia  del  Mar- 
qués ,  la  parte  del  Duque  se  hacia  cada  dia  mucho 
mayor ;  é  como  de  contíno  entre  las  gentes  destos 
sefiores  oyiese  debates  é  contiendas  é  muertes  é  fe- 
ridas  de  hombres,  acaesció  que  en  veinte  y  cinco 
días  del  mes  de  Julio  del  afio  del  nacimiento  de  nues- 
tro Redentor  de  mil  é  quatrocientos  é  setenta  y  un 
afios,  ovo  un  tan  gran  roído  entre  las  gentes  destos 
señores,  que  duró  quatro  días,  en  que  murieron 
é  fueron  f eridos  muchos  de  la  una  parte  é  de  la 
otra,  é  puesto  fuego  en  diversas  partes  de  la  ciu- 
dad, en  que  se  quemaron  muchas  casas;  é  como 
quiera  que  allí  estoviesen  el  Adelantado  Don  Pedro 
Enriques  é  Don  Pedro  Estufiiga  que  según  quien 
eran  debieran  poner  paa  entre  aquellos  sefiores, 
ayudaron  enteramente  á  la  parte  del  Duque,  por- 
que  el  Adelantado  y  él  eran  casados  con  dos  her- 
nianas,  é  Don  Pedro  era  casado  oon  su  hermana,  é 
como  los  suyos  fuesen  muchos  más  que  los  del 
Marqués ,  oviéronse  de  retraer  en  dos  coiliciones  de 
Banta  Oatalina  é  San  Román,  donde  se  ampararon 
é  defendieron  dé  la  muchedumbre  de  la  gente  del 
Duque  é  de  los  otros  caballeros  que  le  ayudaban ; 
é  algunos  religiosos  queriendo  el  servicio  de  Dios 
y  el  bien  común  de  aquella  ciudad ,  se  interpusie- 
ron y  dieron  medio  como  el  Duque  y  el  Marqués 
fuesen  amigos  é  se  juntasen  en  la  laguna,  é  de  allí 
anduviesen  junios  por  toda  la  ciudad  porque  fuese 
por  todos  conocida  la  amistad  suya.  B  para  mayor 
oorroboracion  de  aquello,  los  relip^iosos  tuvieron 
manera  como  el  Duque  y  el  Marqués  hiciesen  ju- 
ramento é  pleito  omenage  de  se  guardar  verdadera 
amistad ;  é  para  mayor  firmeza  de  lo  ansí  complir  é 
guardar,  partieron  ambos  á  dos  el  cuerpo  de  nues- 
tro Sefior,  de  todos  los  caballeros  ciudadanos  é  co- 
munidad de  aquella  dudad  fueron  mucho  alegres, 
creyendo  que  la  pas  entre  ellos  para  siempre  se 
guardaría.  La  qual  duró  ffista  un  miércoles  veinte  y 
siete  de  Julio  del  dicho  afio,  en  el  qual  dia  algunos 
dicen  que  estando  el  Marqués  durmiendo  la  siesta 
muy  seguro,  según  las  cosas  entrellos  pasadas,  que 
dos  hombres  de  pié  el  uno  del  uno,  y  el  otro  del 
otro,  murieron,  é  comenzaron  á  llamar  apellidos. 
Juntóse  mucha  gente  de  una  parte  y  de  otra,  de 
manera  que  comenzaron  á  pelear,  tanto  que  entra- 
ron por  el  barrio  del  Marqués,  firiendo  é  matando 
é  robando  á  los  suyos,  é  otros  afirman  que  la  gente 
del  Marqués  comenzó  aquesta  pelea,  é  que  sobre 
aquello  ovieron  de  venir  la  gente  del  Duque  y  él  en 
persona ;  lo  qual  dice  se  hizo  tan  de  súpito,  que  los 
del  Marqués  no  se  pudieron  tanto  ayudar  de  las  ar- 
mas como  les  cumplía ;  oon  todo  eso  pelearon  de  tal 
manera,  que  muchos  dellos  fueron  heridos  é  muer- 
tos, así  de  la  parte  del  Duque  como  del  Marqués; 
el  que  viéndose  así  apretado ,  puso  estancias  en  las 
calles  donde  fué  combatido  tres  dias ;  en  el  qual 
tiempo  fueron  muchos  muertos  é  ferídos,*ansí  de 
una  parte  como  de  la  otra,  é  A  la  fin,  como  el  Mar- 
qués viese  la  gran  ventaja  de  gente  que  el  Duque 
tenía,  á  quien  ajrudaba  la  mayor  parte  de  la  ciu- 
dad, y  él  se  viese  arrinconado  en  una  pequefia  par- 


te de  allí,  tomó  por  remedio  dezar  la  ciudad  é  par-'- 
tirse  para  Alcalá  de  Guadayra  [lo  qual  fué  causa 
por  lo  mucho  que  quiso  alargar  sus  estancias ;  é  co- 
mo tenía  poca  gente ,  é  como  tenía  mucho  que  guar- 
dar, no  pudo  sofrir,  de  que  de  necesidad  ovo  de  ir- 
se. Ido,  le  robaron  la  casa,  y  estándola  robando, 
llegó  el  Duque,  y  el  Adelantado  dizo  al  Duque  qu^ 
seria  bien  que  no  se  la  robasen ,  y  dizóle  el  Duque 
que  entrase  él  allá,  y  entró ,  toda  la  qual  halló  que 
no  se  había  robado,  é  dióla  á  Dofia  Isabel  de  Leen, 
mujer  de  Don  Pedro  el  Bayo,  hermana  del  Mar- 
qués ;  é  demás  dé  todo  esto  fué  la  causa  principal 
el  fuego  que  pusieron  los  suyos  á  la  iglesia  de  San 
Marcos,  la  que  se  quemó,  y  viéndola  arder  el  Mar- 
qués dizo  que  no  había  medio  de  apagalle  ;  al  qual 
pesó  mucho  del  fuego  que  se  puso ;  y  la  Marquesa 
su  mujer,  después  de  él  muerto,  dio  para  ayuda  á  la 
labor  de  la  iglesia]  (1);  é  como  la  fortaleza  de  Alca- 
lá de  Guadayra,  tuviese  Hernán  Dariasde-Saave^ 
dra,  cufiado  del  Marqués,  casado  con  Dofia  Constan- 
za, su  hermana,  mandó  Uamar  todos  los-  caballeros 
y  escuderos  que  ende  tenía,  de  los  quales  algunos 
vinieron,  é  otros  no  quisieron  dezar  sus  estancias, 
no  sabiendo  lo  quel  Marqués  queria  hacer,  é  así  el 
Marqués  salió  de  la  ciudad  por  la  puerta  del  Hosa- 
rio,  con  fasta  dooientos  de  caballo  é  se  fué  á  Alca- 
lá de  Guadayra.  É  allende  lo  fecho,  la  comunidad 
é  gente  del  Duque  robaron  más  de  mil  é  quinien- 
tas casas  de  los  parientes  é  aficionados  al  Marqués ; 
é  así  el  Duque  quedó  en  Sevilla,  de  lo  que  se  si- 
guieron infinitos  dafios  é  males,  no  solamente  en 
aquella  ciudad,  más  en  toda  su  comarca ;  y  el  Mar- 
qués de  Alcalá  embió  llamar  toda  la  gente  do  sus 
villas  é  lugares,  é  á  los  Alcaides  de  Osuna  é  Morón, 
llamados  el  uno  Luis  de  Pomia  y  el  otro  Luis  do 
Godoy,  los  quales  vinieron  á  gran  priesa  con  la  mas 
gente  que  pudieron  é  ay  se  juntaron  con  el  Marqués 
fasta  mil  é  quinientas  lanzas  é  dos  mil  peones,  con 
la  qual  gente  el  Marqués  salió  de  Alcalá  de  Gua* 
dayra  á  tres  dias  de  Agosto  de  dicho  afio  é  dio  á  en- 
tender á  todos  los  que  allí  iban  que  querian  entrai 
en  la  ciudad,  é  tomó  su  camino  derecho  para  ella, 
é  como  allí  estoviesen  espías  del  Duque,  fuéronselo 
á  decir ;  el  qual  mandó  luego  armar  toda  la  gente 
de  la  ciudad  para  se  poner  en  defensa ;  é  como  el 
Marqués  llegó  quanto  media  legua  de  la  dudad, 
tomó  el  camino  del  Olivar  que  va  para  d  Alcanta- 
rilla é  anduvo  tanto ,  que  antes  de  que  anocheciese 
llegó  á  las  Cabezas  con  toda  su  gente  ordenada  en 
batallas;  é  otro  dia,  que  fué  sábado,  á  quatro  de 
Agosto,  amanesció  sobre  la  ciudad  de  Xeres  [como 
quiera  que  los  de  Xerez  tenían  fecho  concierto  en- 
tre sí  que  si  el  Duque  de  Medina  viniese;  dizesen 
que  no  lo  podían  resdbír  de  miedo  de  la  parddi- 
dad  del  Marqués,  é  d  el  Marqués  viniese  los  del 
Duque  de  Medina  dizesen  lo  mismo  do  manera  que 
al  uno  ni  al  otro  lo  rescibiesen.  Al  tiempo  que  llegó 
eran  salidas  mil  y  dnquenta  lanzas  á  partir  lostér- 


(f )  Este  troco  eoBsla  solamenle  en  el  Códice  de  qae  dos  hemos 
iorrido  para  eiia  edición. 


64' 


0BÓNIGA8  DB  LOS  BETES  DB  OAOTILLA. 


minos  con  los  moros,-^  salió  á  41  Pedro  de  Vera  oob  ' 
un  capote  vestido ,  qoe  le  mostró  por  donde  avia  de 
entrar  porque  aun  los  mas  de  los  caballeros  estaban 
dostc  concierto,  é  algunos  tenia  él  ciertos  á  su  vo- 
■  luntad  ]  (1) ;  y  entró  en  ella  por  el  postigo  del 
Alcázar ,  que  por  él  tenía  Manuel  Riquel ,  ó  otros 
entraron  por  la  puerta  de  Santiago,  de  tal  manera 
que  el  Marqués  de  súpito  tomó  todas  las  fuerzas  de 
la  ciudad,  é  sin  apearse,  hizo  prender  de  oasa  en 
casa  á  todos  los  aficionados  al  Duque,  ain  ponerse 
ninguno  en  defensa,  salvo  Ifiigo  López,  Veinte  y 
quati^o,  el  qual  se  defendió  por  gran  espado  é  fué 
f  erido  en  la  cabeza,  é  á  la  fin  óvose  de  dar  á  prisión; 
los  quales  luego  embió  á  su  tierra  y  les  robaron  to- 
do lo  que  en  sus  casas  tenian.  Luego  el  Marqués 
mandó  pregonar  cartas  del  Rey  por  las  quales  le . 
embiaba  á  mandar  que  toviese  aquella  ciudad  con 
la  administración  de  la  justicia ;  las  quales  prego- 
nadas é  obedescidas,  toda  la  gente  se  sosegó;  el 
qual  fortificó  la  fortaleza  é  hizo  en  ella  aquel  fo- 
sado que  agora  tiene ,  para  lo  que  derribó  todas  las 
casas  que  eran  mas  vecinas  á  la  fortaleza ;  é  los  ca- 
balleros que  mandó  prender,  dellos  embió  á  Marche- 
na  é  otros  á  Arcos,  é  algunos  mandó  que  quedasen 
allí,  é  de  allí  en  adelante  se  hizo  tan  cruel  guerra 
entre  el  Duque  y  el  Marqués  como  entre  moros  é 
christianos.  Como  el  Duque  tuviese  en  San  Luoar  al- 
gunas naos  armadas ,  decían  ser  para  venir  sobre 
•Cáliz  ;  entre  las  quales  avia  una  llamada  la  Bena- 
deva  que  era  muy  grande.  Sabido  por  el  Marqués, 
mandó  armar  en  Cáliz  ciertas  naos  é  carabellas ,  é 
envió  en  ellas  ciertos  capitanes  que  fuesen  á  San 
Lucar  é  peleasen  con  la  flota  del  Duque,  certificán- 
dole que  como  ellos  llegasen  en  San  Lucar,  él  por  la 
tierra  iría  con  toda  la  gente  de  Xerez,  lo  qual  así  se 
puso  en  obra ;  é  la  flota  del  Marqués  peleó  de  tal  ma- 
nera que  fué  desbaratada  é  tomada  por  el  armada  del 
Duque.  É  como  los  capitanes  della  quedasen  orgu- 
llosos por  la  Vitoria  ávida,  movieron  su  flota  el  río 
arríba  hasta  cerca  de  las  Horcadas,  tomando  é  ro- 
bando todos  los  navios  que  fallaron.  Bn  el  qual 
tiempo  un  corregidor  quel  Duque  en  San  Luoar  te- 
nía, llamado  Diego  de  Villalan,  como  fuese  caba- 
llero esforzado ,  á  muy  gran  priesa  metió  gente  en 
algunas  gruesas  naos  que  en  Barrameda  estaban,  é  á 
la  vuelta  de  la  flota  del  Marqués  peleó  con  ella ,  de 
manera  que  el  armada  del  Marqués  fué  desbaratada, 
é  le  fueron  tomados  algunos  navios  de  los  que  lle- 
vaba, é  los  otros  navios  con  gran  trabajo  salieron 
del  puerto  después  de  haber  recibido  gran  dafio. 


(f )  Toáo  este  párrafo  eonsU  tal  en  el  eéáiu  que  hemoa  aepi- 
do  para  noeatra  Impreaion.  En  otroa  qoe  bemoa  conaniuéo  élee 
como  aigne :  «y  eomo  quiera  qne  el  Duqne  tnvieae  gran  parte  en 
aquella  dudad  y  todos  loa  allelonadoa  *  él  rondaaen  aquella  no- 
che, A  la  maftana  ae  fueron  é  dormir,  al  qual  tiempo  el  Marquéa 
llegó  i  la  ciudad  y  enlrd  en  ella  por  el  postigo  del  Aicáiar,  que 
por  ¿I  tenia  Mannel  liequel,  ele.» 


CAPÍTüLO  LXV. 

De  la  adf eraa  fortina  aeaescida  al  Rey  Diarle  de  Inglaterra ,  é  de 
la  batalla  qne  ovo  despuea  de  vtelta  en  Inglaterra  eon  d  Rey 
Enrique  en  que  murieron  el  Rey  Enrique  y  el  Conde  de  Barry 
é  muchoa  otroa. 

Como  estas  cosas  en  los  Beynos  de  Castilla  é  de 
León  pasasen,  é  buscasen  contrariedades  á  la  biena- 
venturanza de  los  Príncipes  Don  Femando  é  Dofia 
Isabel ,  gran  dafio  se  siguió  al  Rey  Luis  de  Franoia 
por  la  tomada  del  Bey  Duarte  en  Inglaterra,  el  qual 
como  después  de  salido  del  Reyno  en  él  tomase  oon 
favor  del  Duque  Carlos  de  Borgofta  su  cufiado ,  é 
oon  muchos  otros  que  le  ayudaban,  prósperamente 
peleó,  é  ovo  Vitoria;  en  el  destierro  del  qual  el  Bey 
Luis  de  Francia  por  estrafios  modos  avia  trabajado, 
y  en  aquel  tiempo  atentó  de  pelear  con  Carlos,  Du- 
qne de  Borgoña,  en  la  qual  batalla  ovo  la  fortuna 
contraría;  así  que  costrefiido  el  Bey  de  Francia  por 
gran  necesidad,  ovo  de  buscar  algunas  formas  con 
el  Duqne  vencedor,  como  ya  no  pudiese  ayudar  en 
aquellos  días  al  Conde  de  Barrunque ;  el  qual  como 
fuese  certificado  del  gran  poder  quel  Bey  Duarte 
tenia  en  muy  grande  armada  aparejada,  é  oviese  te- 
nido muchos  navios  asi  de  ginoveses  como  de  espa- 
fioles  por  sueldo  el  Duque  Carlos  para  este  pasage; 
el  Conde  de  Banrunque  oon  gran  diligencia  ayuntó 
qnantas  gentes  pudo  de  las  qne  deseaban  la  restitución 
del  Bey  Burique  con  el  qne  todos  juntos  vinieron 
en  batalla  contra  el  Bey  Duarte,  en  la  qual  tan  pros- 
pera fortuna  ovo  Duarte,  que  el  Bey  Enrique  y  el  Con- 
de de  Banrunque  é  todos  los  grandes  qne  lo  seguían 
fueron  mqertos,  é  los  qne  ende  fueron  presos  dentro 
de  tres  dias  los  mandó  degollar  en  la  dudad  de 
Londres,  en  el  dia  de  la  pasión  de  nuestro  Sefior  del 
afio  de  mil  y  quatrodentos  y  setenta  y  un  ailos. 
Muerto  así  el  Boy  Enrique  é  todos  los  que  le  seguiaui 
fallesdó  la  esperanza  al  Bey  Luis  de  Frauda,  pro- 
movedor de  todas  estas  cosas,  que  pensaba  aver  ma- 
yor poder  para  destruir  al  Bey  Don  Juan  de  Ara- 
gón é  á  su  hijo  d  Príncipe  Don  Femando  éá  todos 
los  que  lo  seguían,  y  estudiaba  no  menos  hacer  en 
Italia  como  pensase  destrair  al  Bey  Fernando  de 
Napol,  aviendo  ya  por  amigo  á  los  venecianos ;  é 
pensaba  de  aver  para  esto  la  voluntad  del  Duque  de 
Milán,  Galiazo  María  Bsf orza ,  é  los  ginoveses  é  los 
florentínes ;  y  d  papa  Paulo  en  esto  estovo  dudoso; 
y  el  Bey  Don  Alonso  de  Portugal  buscaba  nove- 
dades entre  el  Bey  Don  Enrique  y  él ;  é  comenzó  de 
tratarse  casamiento  de  Doña  Juana  hija  de  la  Beyna, 
su  sobrina,  con  él,  aunque  en  público  estaba  despo- 
sada con  el  Duque  Carlos  de  Quiana,  hermano  del 
Bey  Luis  de  Frauda  ¡  el  qual  conosciendo  el  error 
que  avia  hecho ,  buscaba  como  el  desposorio  so  di- 
solviese ;  lo  qual  como  d  Bey  Don  Enrique  conos- 
dése,  buscó  de  tratar  casamiento  de  Dofia  Juana 
con  Don  Fadrique,  hijo  del  Bey  Femando  de  Na- 
pol; lo  qual  d  el  Bey  Femando  aceptara,  quedara 
enemigo  del  Bey  de  Aragón,  su  tío,  é  dd  Príncipe 
•  Don  Fernando,  su  primo.  B  doxando  esto,  el  Maes- 


MBMOBIAL  PB   D 

tre  de  Santiago  Don  Joan  Pacheco,  procuró  casa- 
miento desta  Dofia  Juana  con  Don  Bnríqne  llamado 
Fortuna,  hijo  del  Infante  Don  Bnrique,  Maestre  de 
Santiago.  B  porque  mas  notorio  sea  la  forma  quel 
Bey  Luis  de  Francia  en  su  vivir  tenia,  paresció  ser 
cosa  rasonahle  aquí  en  escribir  un  trato  muy  desho- 
nesto por  él  oomensado,  en  gran  dafio  é  mengua 
del  Rey  Don  Bnríqne  de  Casulla,  teniendo  con  él 
muy  estrecha  confederación  é  alianza,  el  que  fué 
que  envió  en  Inglaterra  solene  embazada  al  Rey 
Duarte,  enviándole  á  rogar  é  requerir  que  quisiese 
con  él  amistad,  é  hiciese  guerra  en  los  Roynos  de 
Castilla  é  de  León,  pues  de  derecho  le  pertenescian, 
ele  daba  su  fe  que  en  el  tiempo  que  pusiese  plan- 
ta en  tierra  con  su  flota  en  los  Reynos  de  Castilla, 
él  poderosamente  entraría  por  la  tierra,  por  manera 
que  ligeramente  amos  á  dos  podrían  ganar  estos 
Reynos,  de  los  quales  pnra  si  no  quería,  salvo  los 
muebles  que  pudiesen  aver  para  sus  despensas,  é  los 
Reynos  enteramente  quedasen  para  él,  pues  justa- 
mente le  pertenescian,  y  ellos  quedasen  para  siempre 
amigos  é  confederados.  E  al  tiempo  que  el  Rey  de 
Francia  esta  embaxada  en  Inglaterra  embió,  estaba 
ende  por  sn  embajador  del  Rey  Don  Bnríque  do 
Castilla,  Don  Alonso  de  Palensuela,  frayle  del  Or- 
den de  San  Francisco,  hombro  muy  noble  en  vida  y 
en  ciencia,  Obispo  de  Ciudad  Rodrigo,  que  después 
fué  de  Oviedo ;  á  la  qual  embazada  el  Rey  de  In- 
glaterra no  quiso  en  secreto  responder,  ante  embió 
á  decir  á  los  embazadores  de  Francia  que  viniesen 
al  Palacio  á  ezplioar  su  embazada ,  presentes  todos 
los  de  su  Consejo,  y  embió  decir  al  Embazador  de 
Castilla  que  fuese  presente  á  oir  la  embaxada  quel 
Rey  Luis  lo  embiaba ;  é  juntos  asi  todos  en  presen- 
cia del  Rey,  los  embazadores  del  Rey  de  Francia 
ezplioaron  sn  embazada  en  la  forma  dicha,  á  los 
quales  el  Rey  Duarte  dizo :  c  Vosotros  diréis  al  Rey 
»Luis  que  oi  las  cosas  que  de  su  parte  me  dizistee, 
»de  que  ño  poco  soy  maravillado,  sabiendo  la  eetre- 
>cha  amistad,  confederación  é  alianza  que  él  tiene 
Dcon  el  ilustrfsimo  Príncipe  Don  Enrique,  Rey  de 
lOastilla  é  de  León ;  la  qual  estando  muy  firme  en- 
strellos,  mover  trato  tan  feo  é  tan  detestable  entre 
»qualesquier  personas,  qnanto  mas  entre  Reyes, 
>cosa  paresció  muy  estrafia  de  oir  ;  é  á  lo  que  dice 
•que  yo  tengo  derecho  á  los  Reynos  de  Castilla  é 
sLeon,  diréis  que  no  lo  tiene  bien  aprendido,  porque 
>tanto  que  durare  el  linaje  del  Rey  Don  Juan  mi 
>tio,  de  gloríosa  memoria,  ellos  son  herederos  de 
^aquellos  Reynos,  y  ellos  vivientes,  yo  no  tengo  á 
>ellos  derecho  alguno ;  é  al  Rey  Don  Bnríque  yo  lo 
samo  mucho,  y  lo  ayudaría  é  f  avoresoería  quanto 
.  Dpudiese  en  todo  lo  que  me  menester  oviese ;  é  de- 
»cirleeis  que  yo  no  tengo  en  el  mundo  otro  eneml- 
Bgo  sino  á  él,  como  él  posea  el  Reyno  que  á  mi  me 
spertenesce,  é  que  por  eso  tenga  por  cierto  que, 
nquandono  pensare,  yo  iré  á  tomar  lo  que  me  per- 
ntenesce.»  B  poco  tiempo  después  desto  el  Rey  Duar- 
te de  Inglaterra  pasó  poderosamente  á  Frauda,  é 
comenzando  facer  la  guerra ,  el  Roy  Luis  tovo  con 
él  tales  formas,  que  él  pagó  las  despensas  que  avia 
Cr.~IIL 


jVbhsas  haza£ía&  tt 

fecho  y  el  pasage  porque  se  volviesen  en  su  Beyno, 
sin  le  facer  mas  dafio,  dándole  por  cierto  tiempo 
cinquenta  mil  coronas  cada  alio,  las  qufdes  algún 
tiempo  el  Rey  Luis  de  Francia  le  pagó  é  sin  empa- 
cho é  vergüenza  públicamente  decia  que  el  Rey  de 
Inglaterra  vivia  con  él  é  le  daba  cinquenta  mil  co- 
ronas cada  afio  de  acostamiento.  En  este  tiempo  el 
Rey  Don  Bnríque  de  Castilla  embió  su  embazada  al 
Rey  Don  Alonso  de  Portugal  para  afirmar  el  casa- 
miento de  Doña  Juana  hija  de  la  Reyna  Doña  Jua- 
na. B  al  tiempo  que  los  embazadores  llegaron,  fa- 
llaron al  Rey  de  Portugal  embarazado,  que  se  par- 
tía para  África ;  y  como  supo  la  venida  de  los  em- 
bazadores, salió  de  la  nao  donde  estaba  por  los  oir, 
de  que  los  Grandes  que  con  él  iban  ovieron  gran 
enojo,  sospechando  la  causa  de  la  embazada,  é  su- 
plicándole que  ne  quisiese  venir  en  el  casamiento 
de  Dofia  Juana  sobre  qnellos  creían  aquella  emba- 
zada venia  después  de  ser  .tantas  veces  ofresoida  é 
dada  á  Carlos,  Duque  de  Guiana,  é  con  ella  quisiese 
tantos  yernos  buscaré  con  este  bueno  buscase  todo 
el  mundo  enfioionar,  é  no  oviese  parte  donde  con  él 
no  oviesen  tentado ;  é  le  suplicaban  no  quisiese  á 
tan  gran  gloria  quanta  avia  ganado,  tan  gran  torpe- 
dad  se  juntase.  Con  todo  eso,  el  Rey  de  Portugal 
determinó  de  aceptar  el  casamiento  ;  é  después  de 
haber  hablado  secretamente  con  los  embajadores,  en 
público  dizo  aver  salido  de  la  nao  por  resoibir  mas 
honradamente  aquellos  embazadores  por  respeto  de 
quien  los  embiaba ;  y  en  presencia  de  todos  dizo  á 
loa  embazadores  que  podian  certificar  al  Rey  Don 
Enrique,  que  dándole  Dios  próspero  suceso,  con  muy 
buena  voluntad  se  veriaoon  él,  é  daría  forma  como 
el  amor  para  siempre  entre  ellos  quedase  con  gracia 
de  ambos  á  dos.  Las  quales  cosas  en  público  dichas, 
el  Rey  se  tomó  á  la  nao  é  mandó  dar  las  velas  al 
viento. 

CAPÍTULO  LXVI. 


D«  la  Teniái  de  D.  Rodrigo  Posee  de  León,  Marfiét  de  Gálli,  á 

la  oltdad  de  Sofilla. 

En  este  tiempo  Don  Rodrigo  Ponce  de  León,  de- 
seando hacer  algún  ultraje  al  Duque,  determinó  de 
se  venir  á  Sevilla,  paralo  que  con  muy  gran  priesa 
embió  á  rogar  á  todos  sus  ayudadores ,  paríentes  y 
amigos  que  á  derto  dia  fuesen  con  él  en  Xerez ;  loe 
.quales  muy  prestamente  vinieron,  é  asi  mismo  to- 
das las  gentes  de  sus  villas  é  lugares.  B  como  el 
Duque  supiese  el  llamamiento  que  el  Marqués  ha- 
da, embió  llamar  todos  sus  amigos,  de  los  quales 
ninguno  quiso  venir,  salvo  Don  Alonso  de  Cárde- 
nas, Comendador  Mayor  de  León,  que  después  fué 
Maestre  de  Santiago,  del  que  una  sola  hija  que  te- 
nia era  esposa  de  Don  Pedro  de  Guzman,  hermano 
del  Duque,  el  que  vino  en  Sevilla  con  tredentas  y 
treinta  lanzas.  El  Marqués  á  gran  priesa  se  partió  de 
Xerez,  contra  la  voluntad  de  mnchos  que  con  él  ve- 
nían, por  mostrar  á  los  sevillanos  del  infortunio  pa- 
sado averie  resultado  mayor  poder,  lo  que  tan- 
to mas  provecho  se  le  pareada,  quanto  mas  presto 

6 


66 

lo  hidesoí  oomo  de  la  tardanza  muy  grandes  doe- 
pensas  se  le  sigaiesen,  é  al  enemigo  se  le  acrecen- 
tarían las  fuerzas ;  lo  que  hizo  por  consejo  de  Don 
€k)nzalo  de  Sayavedra,  Comendador  Mayor  de  Mon- 
talvan,  el  que  so  color  de  entender  oontra  estos  ca- 
balleros, se  vino  á  la  ciudad  de  Xerez ,  é  quedó  en 
ella  por  guardar  la  fortaleza  ó  ciudad  con  algunos 
de  quien  el  Marqués  se  confiaba,  y  el  Marqués  con 
mil  ó  quinientos  de  caballo  é  tres  mil  peones  se 
vino  ala  villa  de  Alcalá  de  Quadayra,  ques  muy 
cercana  ala  ciudad  de  Sevilla,  lo  que  sabido  por  los 
sevillanos,  todos  recurrieron  á  las  armas,  especial- 
mente el  pueblo  que  mucho  deseaba  la  batalla ;  ni 
era  persona  que  pensase  que  escnsarse  pudiese.  Y 
el  dia  siguiente  que  el  Marqués  á  Alcalá  llegó,  sacó 
sus  gentes  é  ordenó  sus  batallas  para  ir  á  Sevilla,  y 
el  Duque  salió  de  la  ciudad  con  fasta  mil  é  trecien- 
tos de  caballo,  é  con  tan  gran  número  de  personas 
que  pasaban  de  diez  mil  muy  bien  armados ;  los 
qnales  todos  iban  con  muy  gran  voluntad  de  pe- 
lear. E  las  cosas  estando  asi ,  dinero  é  consejos  se 
ovieron  de  cada  parte,  é  ya  pesaba  á  la  gente  del 
Marqués  ser  venida  tan  cerca  de  Sevilla,  como  se  co- 
nosciese  ser  muy  pocos  para  pelear  con  tan  gran 
muchedumbre  de  gente  como  delante  de  si  veian. 
El  Marqués  esforzaba  mucho  los  suyos.  Oonoscien- 
do  su  temor  los  sevillanos,  esperaban  comenzar  la 
batalla  por  ordenanza  del  Comendador  mayor  de 
León,  á  quien  el  Duque  habia  dado  el  cargo ,  é  con 
palabras  trabajaba  quanto  podia  por  quitar  el  temor 
á  los  suyos.  El  Duque  incierto  del  consejo  que  debia 
tomar,  oyó  diversos  consejos  de  los  principales  que 
con  él  estavan.  Eran  algunos  que  decían  que  los  peo- 
nes armados  apartasen  de  la  ciudad  porque  la  oeroa- 
nia  de  la  guarida  no  les  diese  ocasión  de  fuir.  Fué  el 
consejo  del  Adelantado,  el  qual  respondió  quél  no 
quería  dar  consejo  en  aquello,  é  antes  se  desvió,  é  dixo 
que  lo  quel  Duque  determinase  facer  que  eso  haría, 
que  eran  chrístianos,  é  que  él  no  queríadar  su  parecer 
en  ninguna  cosa,  sino  hacer  lo  que  el  Duque  hiciese. 
B  Don  Pedro  d'Estuñiga,  hijo  mayor  del  Duque  de 
Plasencia,  dixo  que  era  bien  de  mirar  qué  cara  los 
enemigos  f  acian,  antes  que  mas  á  ellos  se  acercasen. 
El  Comendador  Mayor  de  León,  á  quien  era  dado 
el  cargo  de  ordenar  las  batallas ,  confirmó  lo  dicho 
por  Don  Pedro,  é  ordenó  que  quedasen  con  el  Duque 
ciento  y  quarenta  hombres  d'armas  de  caballos  en- 
cubertados é  que  toda  la  otra  gente  de  la  gineta  se 
partiese  por  escuadras,  de  las  quales  una  fué  con 
Don  Pedro  d'Estufiiga  para  se  acercar  á  los  enemi- 
gos é  los  tentar  é  poner  temor,  lo  qual  así  se  fizó,  ó 
fasta  entóneos  siempre  fué  sospechoso  el  consejo  del 
Comendador  Mayor.  E  oomo  Don  Pedro  d'Estufiiga 
livianamente  comenzase  su  escaramuza  con  los  del 
Marqués,  luego  en  ellos  se  conosció  el  temor.  Esto 
conoscido  por  los  sevillanos,  todos  dieron  muy  gran 
clamor,  diciendo  al  Duque  que  si  era  deseoso  de 
honra,  que  á  tiempo  estaba  de  la  aver ,  y  en  aquel 
dia  podia  ganar  paz  perpetua  para  si  é  para  todos 
los  de  aquella  ciudad,  destruyendo  el  enemigo,  lo 
que  muy  ligero  los  parescia  de  hacer,  como  fuese 


CBÓNICA8  DE  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


cierto  aquella  gente  era  allí  venida  oontra  su  volun- 
tad; el  Comendador  Mayor  dio  tantas  razones  porque 
la  batalla  no  se  debiese  dar,  que  turbó  las  voluntades    ' 
de  los  unos  y  de  los  otros,  é  la  batalla  se  esousó  por 
causa  de  los  priores  de  la  Cartuja  é  de  San  Jeróni- 
mo é  de  otros  monesterios  que  en  ello  anduvieron 
de  una  parte  á  otra  muchas  veces.  Ovo  gran  tardan- 
za en  debatir  quien  primero  partiese  mano  del  cam- 
po; ó  después  de  muchas  alteraciones,  determinóse 
que  quien  primero  avia  presentado  la  batalla,  pri-  . 
mero  se  partiese  del  campo.  E  así  el  Marqués  ovo 
de  volverse  primero ;  lo  que  se  hizo  contra  el  dere- 
cho de  armas,  el  qual  quiere  quel  demandado  salga 
primero  del  campo ;  é  así  el  Marqués  que  presentó 
la  batalla  debiera  quedar  en  el  campo  fasta  quel 
Duque  se  metiera  en  la  ciudad.  Y  el  Duque  después 
se  fué  á  la  villa  de  Alcalá,  é  fué  conosoida  cosa  con 
quanto  temor  los  ayudadores  del  Marqués  miraron 
la  muchedumbre  de  los  sevillanos,  entre  los  quales 
uno  de  los  principales  llamado  Luis  de  Pemia,  ca- 
ballero muy  esforzado  y  criado  desde  su  nifies  so  la 
disciplina  militar,  trabajaba  quanto  podia  por  es- 
cusar  la  escaramuza  ;  el  que  tanto  se  metió  á  apartar 
los  unos  de  los  otros,  que  no  se  pudo  esonsar  que  no 
recibiesen  un  encuentro  de  uno  de  los  de  Sevilla,  de 
que  fué  asaz  herido ;  el  qual  dixo  al  Marqués  que 
avia  sido  mucho  engañado  en  pensar  con  la  gente 
que  allí  traía  podria  contra  los  de  Sevilla  prospera- 
mente  pelear ;  los  quales  si  el  Duque  fuera  acostum- 
brado á  las  armas  é  supiera  hacer  lo  que  cumplía, 
según  la  gente  que  allí  tenia,  el  Marqués  y  todos 
los  que  allí  venían  sin  duda  fueran  perdidos.  La 
gente  de  Sevilla  se  quejaban  mucho  del  Comenda- 
dor Mayor  de  León,  al  qual  decían  muchas  injurias 
y  palabras  por  no  aver  dado  lugar  á  que  la  batalla 
se  diese  donde  tan  conocida  ventaja  el  Duque  tenia* 
El  Comendador  Mayor,  mostrando  tener  grande  eno- 
jo de  las  cosas  á  él  dichas ,  se  volvió  en  su  tierra, 
quedando  103  cosas  en  pendencia  entre  el  Duque  y 
el  Marqués.  E  después  el  Duque  con  mucha  gente 
fué  á  dar  vista  á  Xerez ,  á  dó  le  fueron  cerradas  las 
puertas ,  é  algunos  de  los  del  Duque  echaron  lanzas 
por  encima  del  adarve ,  á  do  mostró  mucha  cobar- 
día el  Marqués  de  no  salir,  oomo  hizo  el  Duque  á  él 
quando  fué  á  Sevilla. 

CAPÍTULO  LXVIL 

De  osa  baUlla  que  Don  Alonso  do  Aragón, hijo  bastardo  del  Has- 
trfsloio  Hoy  Don  Joan  de  Aragón ,  oto  cerca  de  Barcelona  con 
franceses  é  Italianos  ó  catalanes,  de  que  oto  la  Tletoría. 

En  este  tiempo  vinieron  al  príncipe  Don  Feman- 
do alegres  nuevas  de  una  gran  Vitoria  que  Don 
Alonso  de  Aragón,  hermano  suyo,  ovo  cerca  de 
Barcelona,  teniendo  muy  poca  gente ,  con  gran  mu- 
chedumbre de  catalanes  é  italianos ,  de  los  quales 
ovomay  gran  despojo  é  muchos  prisioneros,  estan- 
do el  sefior  Rey  su  padre  en  la  provincia  de  Ampur- 
dan ,  después  de  aver  recobrado  á  Gírona  é  aver  fe- 
cho cosas  muy  famosas  contra  los  franceses.  E  como 
ávida  esta  victoria  Don  Alonso  se  viniese  para  el 


MISMOttlAI.  t)B  DIVEBSAS  HAZÍlAaS. 


él 


Üej  BU  pa^re,  é  ovieee  alganoB  de  aquella  proyin- 
oía  que  moBirando  Bor  amigoB  del  Bey  metieron  los 
franceses  mny  cerca  de  Peralada,  por  tal  manera 
qne  mny  poco  fallesdó  de  se  perder  el  Bey  é  toda 
BQ  hneste,  como  los  franceses  llegasen  antes  qne 
amanesciese ,  é  la  hneete  del  Bey  estayiese  segara 
dnrmiendo,  é  como  Don  Alonso  de  Aragón  se  fa- 
llase mas  presto  oon  algpmos  pocos  de  caballo,  de 
tal  manera  dio  en  los  franceses,  qne  mató  é  hirió 
machos  do  ellos  é  salvó  la  yidade  su  padre ;  con  to- 
do eso  el  Bey  perdió  allí  mas  de  doscientos  de  ca- 
ballo é  algunas  tiendas.  E  después  deste  infortunio, 
el  Bey  recogió  bus  gentes  é  siguió  los  enemigos ,  ó 
los  desbarató  é  yenció,  é  contra  la  opinión  del  so- 
berbio enemigo  se  of  resoió  á  dalle  batalla ;  é  así  los 
franceses  despojados  é  huidos  de  la  oonpacion  d*Am- 
pnrdan,  mayor  gloria  se  siguió  al  excelente  Bey ;  é 
oon  tan  gran  voluntad  todos  los  de  la  provincia  se 
juntaron  con  él  que  pudo  luego  poner  el  cerco  sobre 
Barcelona. 

CAPÍTULO  LXVIII. 

De  «orno  Don  Bnrlqae ,  Dnqite  de  H edtnt ,  partió  de  li  dndad  de 
SeTiUa  con  iDtendon  de  tomar  la  dudad  de  Xerex. 

En  fin  del  alio  de  setenta  y  uno  el  Duque  de  Me- 
dina Sidonia  Don  Enrique  de  Quzman ,  determinó 
de  ir  á  Xerez,  donde  el  Marqués  de  Cáliz  estaba,  des- 
que supo  que  los  ayudadores  del  Marqués  eran  par- 
tidos de  Xeres.  E  como  el  Marqués  fué  certificado 
que  el  Duque  se  aparejaba  para  venir  ooqtra  él,  em- 
bió  á  gran  priesa  á  llamar  bub  vasallos  de  Arcos  é 
Marchena  é  de  todos  los  otros  sus  lugares,  é  algunos 
de  BUS  amigos,  conque  juntó  fasta  ochocientos  de 
oaballo  é  odio  mO  peones ,  oon  la  qual  gente  se  fué 
á  Librixa  é  de  allí  á  San  Luoar  de  Barrameda.  Lo 
qual  como  el  Marqués  supiese,  todos  los  sospecho- 
sos echó  de  la  dudad  de  Xeres ,  é  mandóles  estar  en 
los  arrabales,  é  metió  toda  la  gente  que  le  era  veni- 
da en  la  ciudad  é  las  mujeres  é  hijos  pequeños  do 
los  que  mandó  estar  en  los  arrabales,  los  quales  hi- 
Eo  estar  sobre  buena  guarda ,  é  las  haciendas  dellos 
mandó  meter  en  la  dudad  so  color  que  no  resdbie- 
sen  dafio,  é  solamente  los  varones  quedasen  para 
pelear  con  los  enemigos.  E  como  el  Marqués  supie- 
se el  Duque  venir  cerca,  dejada  en  orden  la  guarda 
de  la  dudad  é  arrabales,  dando  á  entender  á  todos 
que  quería  ir  á  dar  la  batalla  al  Duque,  cabalgó  con 
solamente  dodentoe  de  caballo,  é  fué  mirar  las 
batallas  del  Duque  en  la  ordenanza  questaban ;  é 
vistas,  se  volvió  á  la  dudad.  Y  el  Duque  llegó  á  la 
villa  que  es  cerca  del  arrabal  de  San  Miguel ,  y  allí 
esperó  por  ver  si  el  Marqués  le  daría  la  batalla,  ó  si 
los  de  Xerez  que  por  secretos  mensajeros  le  habían 
fecho  allí  venir,  habrían  osadía  de  pelear  contra  el 
Marqués  como  los  toviese  opresos  contra  su  volun- 
tad. E  oomo  ninguna  destas  cosas  sucediese ,  páre- 
mele ser  demasiado  su  venida ;  é  como  oviese  diver- 
008  consejos  de  lo  que  se  debía  facer,  determinó 
de  se  venir  á  San  Lucar ,  é  dende  á  Sevilla,  de  qne 
mucho  desplacía  á  los  mas  de  los  sevillanos,  los  qua- 


les ovieron  por  mal  quel  Duque  no  quisiese  tentar 
los  arrabales,  que  creían  se  podían  tomar  ligera- 
mente según  la  muchedumbre  de  gente  quel  Duque 
allí  traía,  é.  con  la  voluntad  que  todos  le  tenian  de 
combatir ;  y  esto  así  fecho  comenzóse  á  tratar  tregua 
entre  estos  sefiores  é  firmóse  por  quatro  meses  que 
fueron  fasta  el  postrimero  día  de  Mano  del  dicho 
afio. 

CAPÍTULO  LXIX. 

De  eomo  catando  el  Rey  Don  BnriqM  en  la  eladad  de'  Gdidoba, 
deternind  de  so  Ir  é  la  tilla  de  Andvjar  por  desapoderar  ddla 
al  Condestable  Don  Mlgnel  Lneas. 

Como  al  Maestre  de  Santiago  desplnguiese  del 
gran  poder  quel  Condestable  Don  Miguel  Lucas  te- 
nia, procuró  como  el  Bey  que  con  poca  gente  fuese 
¿  la  villa  de  Andujar  é  ddla  se  apoderase,  lo  qual 
d  Bey  puso  en  obra ;  é  llegando  en  Andujar ,  f  lieee 
para  la  fortaleza  la  qual  tenia  un  virtuoso  varón  lia* 
mado  Pedro  Desoabias,  de  quien  el  Condestable  Don 
Miguel  Lucas  mucho  confiaba.  Al  qual  oomo  d  Bey 
demandase  la  fortaleza,  y  él  denegase  de  se  la  dar, 
el  Bey  mucho  le  amonestó  que  mirase  en  qne  obli« 
gadon  loB  hijosdalgo  estaban  de  dar  qualesquier  for- 
taleza que  toviesen  á  su  Bey  é  Señor  natural ,  qne 
quan  feo  nombre  les  quedaba  para  siempre  á  los  que 
lo  contrarío  hacían ,  é  bien  debía  saber  quan  gran 
dafio  se  avia  seguido  á  todos  los  de  aquella  provin- 
cia por  el  Condestable  aver  ocupado  la  dudad  de 
Jaén  é  las  villas  á  ella  comarcanas ;  al  qual  Pedro 
Desoabias  respondió : «  Sefior  Bey,  todo  lo  que  vues- 
» tra  alteza  dice  es  á  mi  notorío ,  d  lídto  sea  llamar 
iiBey  á  quien  por  su  voluntad  se  faoe  dervo;  é 
nderto  es  las  leyes  destos  Bey  nos  disponen  á  los 
»  Beyes  no  se  nieguen  las  fortalezas  por  Jos  Aloay- 
ndes,  ni  creo  yo  ser  notado  por  desleal  avíendo 
n  fielmente  guardado  esta  fortaleza  por  d  Condesta» 
«ble,  que  tanto  que  los  desleales  á  vos  oon  muy 
Agrandes  injurías  vos  trataban, yo  siempre  gnar- 
B  dando  vuestro  servicio  y  el  bien  de  la  tierra ,  tiran* 
sdo  muchos  dafios  della,  resistiendo  aqudlos  de 
»  quien  era  deservido  é  duramente  injuriado ;  y  aque- 
» líos  queréis  que  sean  de  vos  sefiores  é  ad  oonfir- 
B  mais  é  facéis  verdad  todas  las  coeas  que  de  vos  se 
n  dicen,  porque  verdaderamente  mas  mostruo  ó  brn- 
Bto  anunal  debe  ser  llamado  que  Bey,  é  á  los  tales 
B  Beyes  gran  servicio  se  les  hace  en  denegarles  las 
«fortalezas  porque  dellas  no  pueda  usar  en  dafio  su- 
»  yo  y  en  destruimiento  de  los  bienes  de  la  Corona, 
B  ni  estos  avran  vergüenza  según  bu  fidelidad  Ua- 
»mar  lo  que  ellos  hicieron  maldad,  los  quales  olvi- 
B  dados  los  grandes  beneficios  de  vos  recibidos,  no 
B solamente  vos  son  ingratos,  mas  siempre  acres- 
Bdentan  en  vuestras  injurias, é  consentÍB  ser  nota- 
B  dos  de  infidelidad  aquellos  que  grandes  angustias 
B  é  trabajos  han  sufrido  por  vuestro  servicio,  á  quien 
B  el  gran  poder  de  los  infieles  A  vob  no  pudo  jamas 
^B  atraer  á  seguir  sus  errores.  En  la  memoria  debiades 
B  tener  el  áspero  y  duro  cerco  que  la  ciudad  de  Xáen 
Bpor  vuestro  servido  sufrió  del  Maestre  de  Calatrava 


68 


CRÓNICAS  DB  LOS  BBTB8  DlLGÁfiTILLA. 


•  Don  Pedro  Xiron,  el  qaal  asi  meraio  qouiera  eeU 
i  yilla  ocupar  oon  toda  la  provincia  de  Andalnda. 

•  En  ninguna  parte  deata  comarca  éradca  ávido  por 

•  Bey,  ealvo  en  la  ciadad  do  Xaen  y  en  esta  villa; é 
»  8i  noBotro8  de  infidelidad  somos  notados  por  aver 
»  pasado  los  trabajos  ó  fatigas  qne  paternos,  tenien- 

•  do  siempre  vuestra  firme  obidtencia,  ¿por  qnó 
i  cansa  podéis  aver  por  leal  al  Maestre,  á  quien  te- 
»  neis  por  Sefior  é  obedesceis  por  diversos  respetos 
•contraríos,  é  aveis  por  fiel  á  quien  por  estonce  de 
«necesidad  conviene  tener  por  verdadero  ó  agora 

'  >por  desleal?  El  qnal  é  los  otros  de  su  parcialidad! 

>  ingratos  á  tan  grandes  beneficios  ciertos  que  de 
svoe  rescibieron,  más  sin  vergflensa  y  temor  inju- 

•  rieron  de  gran  fealdad  de  obras  é  palabras  vuestra 

•  persona  real,  lo  cual  todo  tenéis  olvidado  por  las 

•  leycB  por  ellos  quebrantadas  ó  por  nosotros  guar- 

•  dadas,  ¿é  á  ellos  queréis  aver  por  leales  ó  á  nos- 

>  otros  por  traidores?»  Estas  cosas  oidas  por  el  Bey 
oon  gran  turbación,  ninguna  cosa  respondió,  é 
vueltas  las  riendas  salió  de  la  villa,  é  fuese  para  él 
Maestre  que  lo  estaba  esperando ,  é  desde  allí  se  par- 
tió para  la  ciudad  de  Baesa,  ó  de  allí  se  fué  á  la  pro- 
vincia de  Toledo ,  con  intención  de  no  dar  al  Maes- 
tre la  noble  villa  de  Madrid.  E  donde  el  Bey  se  vol- 
vió á  Segovia  con  propósito  de  darle  la  villa  de  Se- 
púlveda,  porque  asi  de  la  una  parte  de  los  montes 
como  de  la  otra  el  Maestre  toviese  libre  sefiorío. 
Lo  qnál  como  sintiesen  los  vecinos  de'  aquella  villa 
temiendo  la  dura  servitud  que  muchos  dias  avian 

•  trabajado  por  escusar,  á  muy  gran  priesa  embiaron 
al  Principe  suplicándole  quisiese  ocuparla.  El  qual 
luego  embió  á  Don  Beltran  de  Guevara  é  á  Pedro  de 
Avila,  sefior  de  Yillafranca ,  nobles  y  estrenuos  ca- 
balleros oon  ciento  y  setenta  de  caballo  del  Ano- 
bispo  de  Toledo ;  los  quales  se  apoderaron  de  la  vi- 
lla. B  luego  lanzaron  della  algunos  de  quien  avian 
sospecha  que  la  querían  dar  al  Maestre  de  Santia- 
go, en  dafio  universal  de  toda  aquella  provincia,  lo 
que  ovo  por  muy  grave  el  Bey ,  y  «crecentó  mucho 
el  desamor  suyo  que  á  los  príncipes  avian ;  ni  se  pu- 
do abstener  el  Maestre  que  no  hiciese  grandes  ame- 
nasas  á  los  moradores  de  aquella  villa. 

CAPÍTULO  LXX. 

D«  la  embi^adi  q«e  Cirios ,  Daqae  áe  Borgofia ,  embló  i  loi  Prli- 
eipea  Oon  Fernando  é  Oofta  Isabel. 

Partido  el  Príncipe  Don  Femando  para  Catalufia, 
donde  se  esperaba  con  su  ida  fuese  quebrantada  la 
provincia  de  los  barceloneses,  en  este  tiempo  los 
embazadores  de  Carlos,  Duque  de  Borgofia,  vinie- 
ron á  los  Principes  Don  Femando  é  Dofia  Isabel  por 
'  confirmar  la  consideración  é  alianza  y  estrecha 
amistad  que  de  largos  tiempos  acá  avian  seido  en- 
tre los  Beyes  de  Aragón  é  los  Duques  de  Borgofia,  de 
la  venida  de  los  quales  la  Princesa  Dofia  Isabel  res- 
cibiógran  placer,  aunque  le  desplugo  el  sefior  Prin- 
cipe ser  ausente.  É  en  el  rescibimiento  de  estos  em- 
baxadores  é  la  manera  de  su  aposentamiento,  con 
larga  mano  les  fueron  ministradas  todas  las  cosas 


nesoesarias  por  el  Arzobispo  de  Toledo,  como  la  Prin- 
cesa esto  viese  en  Alcalá  de  Henares,  los  quales  des- 
de allí  se  fueron  en  Catalufia  por  visitar  al  Bey  Don 
Juan  de  Aragón  é  al  Principo  Don  Femando  su  lu- 
jo, ó  por  concluir  el  efeto  de  su  embaxada,  en  la 
qual  oir  el  Bey  y  el  Príncipe  fueron  mucho  alegres, 
como  la  vieja  amistad  de  los  Duques  de  Borgofia 
oon  los  Beyes  de  Aragón  á  las  partes  amas  á  dos 
fuese  muy  provechosa,  é  mucho  mas  agora  lo  era,  el 
Bey  siendo  en  edad  tan  decrépita,  é  al  Principe  su 
hijo  como  después  de  aquella  afirmada  mas  y  mas, 
el  Duque  seria  obligado  resistir  la  crael  tiranía  del 
Bey  Luis  de  Francia,  el  qual  con  tiránica  voluntad 
todo  el  mundo  entendía  ocupar,  con  todo  eso  tres 
veces  avia  seido  desbaratado  por  la  fuerza  é  vigor 
del  Duque  Caries  de  Borgofia ,  la  grandeza  del  co- 
razón del  cual  siempre  quiso  socorrer  á  los  amigos 
qne  menester  le  oviesen ;  é  por  esta  causa  embió 
embazadores  de  los  principales  de  su  casa,  no  sola- 
mente noblos ,  mas  pradentes  y  esforzados,  por  dar 
enojo  á  los  adversarios  del  de  Aragón  é  de  su  hijo, 
é  á  ellos  consolación  é  alegría. 

CAPÍTULO  LXXI. 

Do  li  batelU  fíese  oto  ob  la  villa  áe  Garmoaa,  ¿  4e  la  nnerto 
áesulrada  de  Lola  de  Pemla. 

En  estos  dias,  pasada  la  tregua  que  era  puesta 
entre  el  Duque  de  Medinssidonia  y  el  Marqués  de 
Cáliz,  el  Marqués  dio  forma  oomo  los  que  seguían 
la  parte  del  Duque  fuesen  echados  de  aquella  villa, 
é  Luis  de  Gk>doy,  que  era  alcayde  de  las  dos  forta- 
lezas, no  cesaba  de  molestar  é  dafiar  aquanto  podía 
á  Gk>mez  Méndez  de  Sotomayor,  alcayde  de  la  ter- 
cera fortaleza  de  aquella  villa,  el  qual  la  defendía 
virilmente,  á  gran  pesar  del  Maestre  de  Santiago, 
que  mucho  averia  deseaba ;  para  lo  qual ,  no  con- 
tento Luis  de  Godoy  de  tener  las  dos  fortalezas,  las 
iglesias  ocupó  é  puso  en  ellas  mucha  gente  é  tiros 
de  pólvora  é  ballesteria,  é  en  aquellos  logares  sa- 
grados algunos  hombres  mataron ;  é  ya  estaba  en 
propósito  de  combatir  la  fortaleza  que  Comez  Mén- 
dez tenia,  so  la  qual  los  vecinos  de  aquella  villa 
rescibieron  muy  grandes  dafios,  é  ya  no  les  queda- 
ba ningún  remedio ,  si  la  fuerza  oon  la  fuerza  no  re- 
sistían ,  oomo  los  de  Sevilla  oonosciesen  si  aquella 
tercera  fortaleza  se  tomase,  fuese  la  mayor  parte 
del  dafio  suyo,  acordaron  embiar  á  Gomes  Méndez 
socorro  para  la  defensa  de  su  fortaleza,  donde  has- 
ta allí  estaban  encerrados,  de  lo  qual  Luis  de  Go- 
doy con  gran  rabia  embió  á  requerir  á  Marchena  y 
Arcos ,  de  donde  le  vinieron  asaz  gentes,  é  con  ellos 
Don  Manuel  Ponce  de  León ,  hermano  del  Marqués, 
y  después  vinieron  ende  Luis  de  Pemia,  alcalde  de 
Osuoa,  é  Perea,  alcayde  de  Moion,  de  donde  fué 
forzado  á  los  sevillanos  de  luego  enviar  socorro  á 
Gómez  Meudez  de  gente  de  caballo  é  de  pié,  lo  qual 
Luis  de  Godoy  menospreciaba ,  diciendo  los  sevi- 
llanos aver  ávido  mal  consejo  en  embiar  aquella 
gente  perdida  á  pelear  con  setecientos  de  caballo  é 
otros  tantos  peones  usados  de  guerra,  é  así  pensó 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑAa 


64 


Luis  de  Godoy  poder  sefiorear  toda  la  villa,  é  de  tal 
manera  la  guardar  que  los  ecYiilanoB  no  pudiesen 
ayudarles ;  é  como  de  amas  partes  so  aparejase  la 
pelea,  llegó  oon  la  gente  de  Sevilla  Don  Gastón  de 
Castro ,  caballero  mancebo  muy  noble  y  esforzado,  é 
mandó  de  súpito  derribar  una  albarrada  de  piedra 
quelos  de  la  parte  de  Godoy  tenian  para  su  defensa, 
é  no  solamente  entró  con  grande  osadía,  mas  luego 
descendió  á  lo  llano  por  dar  la  batalla,  y  luego  los 
Xerecianos  caballeros ,  que  primero  de  Sevilla  ha- 
bían venido,  de  quien  Godoy  avia  burlado ,  comen- 
aaron  á  pelear  con  tan  grande  osadia,  que  los  de  la 
parte  de  Godoy  se  turbaron.  E  luego  Luis  de  Per* 
nia,  como  fuese  caballero  muy  esforzado ,  é  quisie- 
se á  gran  priesa  socorrer  á  su  valia,  é  como  él  fue- 
se el  primero  que  iba  ordenado  con  su  gent6^  fué 
herido  de  un  espingarda  de  tal  manera ,  que  de  sá-» 
pito  murió,  el  qual  en  muchas  batallas  contra  los 
moros,  con  poca  gente,  muchas  veces  de  gran  mu- 
chedumbre se  halló  vencedor,  con  cuyo  nombre  los 
enemigos  algunas  veces  se  espantaban;  el  qual 
siempre  aborresdó  las  batallas  dentro  de  lugares ,  é 
mucho  contra  su  voluntad  fué  esta  venida  suya  en 
Oarmona.  Asi  fué  muerto  este  virtuoso  y  esforzado 
caballero  por  la  mano  de  un  barbero  mancebo ,  en 
el  mes  de  abril  del  afio  del  nascimiento  de  nuestro 
Redentor  de  mil  é  qnatrooientos  é  setenta  y  dos  afios. 
Fué  este  caso  dé  gran  temor  á  Godoy  é  los  suyos,  é 
dio  gprande  audacia  á  los  sevillanos,  los  qnales  por 
diversas  partes  iban  venciendo  los  enemigos,  en 
que  muchos  dé  ambas  partes  fueron  muertos.  B  ve- 
nida lanoohe,  la  cual  cubrió  la  fuida  de  muchos, 
algunos  no  curando  de  los  caballos  que  en  las  posa- 
das dezaban,  se  fueron  huyendo  á  meter  en  sus 
iglesias  que  por  su  parte  es^ban  tomadas.  Así  fue- 
ron tomados  por  los  sevillanos  bien  ciento  y  noven- 
ta caballos  de  los  de  los  de  Arcos  é  Marchena  é  Mo- 
rón é  Osuna,  é  otro  dia  las  iglesias  tomadas  por  los 
de  Gk>doy  fueron  libres ;  é  ninguno  otra  cosa  en  la 
villa  les  quedó ,  salvo  las  dos  fortalezas  que  Godoy 
tenia ,  y  en  todo  lo  otro  quedaron  apoderados  los  se- 
villanos vencedores.  E  después  de  la  vitoría  ávida  é 
tomado  el  despojo,  con  mucha  alegpria  se  Tolvierou  á 
Sevilla ;  los  quales  partidos,  los  de  Garmona  rescibie- 
ron  muy  grandes  dafios ,  é  fueron  muchos  muertos  é 
heridos,  é  puesto  fuego  por  muchas  casas,  y  las  igle- 
sias ocupadas  por  Gk>doy  y  por  loe  suyos,  robando  y 
matando  y  forzando  mujeres  sin  ningún  temor  de 
Dios.  E  así  los  sevillanos  no  sabiendo  usar  de  su  vito- 
ría,  dieron  lugar  á  que  los  vecinos  de  aquella  villa 
rescibiesen  grandes  dafios ,  y  los  cometedores  de  tan 
grandes  excesos  quedasen  impunidos,  y  no  mucho 
tiempo  pasó  que  habieron  la  paga  de  su  negligenoia. 

CAPÍTULO  LXXn. 

De  COBO  el  Rey  Don  Jaia  de  Angoo  paso  el  eerco  lobre  la  eia- 
dad  de  Bareelona ,  é  se  le  dtó. 

Acabada  de  sojuzgar  la  provincia  de  Ampurdan ,  el 
ilustrisimo  B<»y  Dou  Juan  luego  puso  el  cerco  sobre 
Barcelona,  aunque  con  poca  gente,  del  qual  los.de 


Barcelona  ovieron  muy  grande  temor  y  los  del  pue- 
blo improbaban  á  los  principales,  notándolos  de  in- 
fidelidad por  la  rebelión  tenida  contra  su  Rey  tan 
humano  y  tan  benino,  y  maravUlóse  de  su  hijo  ser 
venido  á  le  visitar,  y  no  detenerse  por  le  quitar  de 
los  trabajos  de  la  guerra ;  mas  el  Príncipe,  como  le 
cumpliese  mucho  la  venida  en  Castilla,  partióse 
para  Tarazona  é  desde  allí  se  partió  para  Castilla,  é 
con  todo  loor  y  gloria  quiso  guardar  nuestro  Sefior 
para  el  serenísimo  Rey  su  padre ,  el  qual  benina  é 
mansamente  tiró  el  temor  que  del  tenian  los  barce- 
loneses, é  todos  aunibles  y  conformes,  determina- 
ron de  dar  la  obidencia  á  su  Rey ,  poniéndose  todos 
á  la  voluntad  suya,  á  quien  tan  gravemente  habían 
errado.  En  ente  cerco  fueron  muertos  de  un  tiro  de 
pólvora  el  noble  y  esforzado  caballero  Diego  de 
Guzman,  hermano  del  Conde  Don  Jerónimo  deGuz- 
man ,  é  fué  dada  al  bietn aventurado  Rey  Don  Juan 
la  ciudad  de  Barcelona,  en  un  dia  del  mes  de  no- 
viembre del  afio  del  nascimiento  de  nuestro  Reden- 
tor de  mil  é  quatrd  cientos  y  setenta  y  dos  afios. 

CAPÍTULO  LXXIIL 

De  como  Dea  Rodrigo  Ponee  de  Leoa,  Msrqvés  de  Cilit,  toaid 
de  loi  moros  li  TÜlt  de  GirdeU  é  ta  forttleía,  é  de  la  vasida 
del  Prfodpe  Doa  Feraaado  ea  loe  Reyaot  de  Gaitllla. 

Éntanto  que  la  tregua  duraba  entre  el  Duque  de 
Medinasidonia  y  el  Marqués  de  Cáliz,  el  Marqués 
no  dejaba  de  pensar  como  pudiese  haoer  guerra  á 
los  moros ,  paralo  qual  embió  secretamente  sus  ada- 
lides para  tentar  la  villa  de  Cárdela ,  ques  muy  fuer* 
te,  é  como  por  ellos  fuese  certificado  poder  aquella 
villa  escalar  y  estuviese  por  estonce  menguada  de 
gente ,  como  la  mayor  parte  de  los  moradores  della 
fuesen  idos  á  la  guerra  dé  Müaga,  el  Marqués  de- 
terminó de  la  tomar.  Para  ello  ayuntó  toda  la  gente 
que  pudo  demostrando  que  la  juntaba  para  hacer 
guerra  al  Duque;  el  qual  se  fué  de  su  ciudad  de 
Arcos,  é  aUÍ  juntó  cerca  de  tres  mil  de  oabaUo  é 
tres  mil  peones  é  partió  á  media-noche  sin  persona 
saber  donde  iba ,  sino  sus  adalides ;  é  tomó  el  cami- 
no para  Cárdela  ques  quatro  leguas  de  allí,  sobre  la 
qual  amanesció.  E  antes  que  á  la  villa  llegase ,  fue- 
ron muertos  tres  moros  que  en  el  campo  se  fallaron. 
E  como  los  moros  desde  la  villa  vieron  la  muche- 
dumbre de  gente  que  venia ,  subieron  todos  loé  mo- 
ros pensando  poderse  defender,  según  la  fuerza 
que  tenian ,  oomo  otras  veces  oviese  sido  cercada  de 
chrístianos  é  nunca  oviese  seido  tomada.  B  burla- 
ban de  los  chrístianos  peleando  todavía  valiente- 
mente. T  el  Marqués  mandó  á  los  chrístianos  poner 
fuego  á  las  puertas  é  á  la  villa,  é  se  entró  por  fuer- 
za de  armas ;  é  los  moros  se  retrageron  á  la  fortale- 
za oon  todo  lo  que  pudieron  llevar ,  los  quales  pen- 
saban estar  allí  seguros  según  la  altara  de  aquella 
fortaleza.  E  tanto  la  fortuna  favorespió  al  Marqués, 
que  como  oon  él  se  hallase  un  hombre  que  avia  sei- 
do algún  tiempo  pastor  en  aqu^a  tierra  é  sabía  un 
postigo  que  avia  á  las  espaldas  de  la  fortaleza  ques-. 
taba  cerrado,  é  aunque  la  subida  para  él  era  muy 


CRÓNI0A8  DS  LOS  BETBS  DE  CASTILLA. 


70 

alta  é  muy  agrá ,  dixo  al  Marqués : «  To  sé  por  don- 
»  de  esta  fortaleza  se  pudiese  ligeramente  tomar  sin 
apeligro;  por  ende,  Sefior,  mandad  fuertemente 
B  combatir  por  la  parte  de  la  villa,  porque  los  mo- 
irossoeorran  allá,  que  de  las  espaldas  bien  piensan 
»  estar  seguros ,  é  mandad  que  conmigo  vaya  algu- 
B  na  gente ,  é  yo  les  daré  luego  la  torre  del  omenage 
»on  las  manos.»  En  lo  qual  el  oir  el  Marqués  fué 
mucho  alegre,  é  luego  su  hermano  Don  Manuel 
dizo  quel  queria  tomar  el  cargo ,  é  tomó  consigo  al- 
guna gente,  é  siguió  aquel  hombre  queste  ayiso  avia 
dado  ;  é  visto  el  lugar  é  subida  tan  agrá  ovo  por  di- 
ficile  poder  subir  por  pefias  tan  altas.  Oon  todo  eso 
el  hombre  leq  dio  cierta  esperansa  de  aver  presto  la 
fortaleaa,  subiendo  él  primero  que  otro ;  é  como  Don 
Manuel  fuese  caballero  muy  esforzado ,  é  viese  aquel 
labrador  tan  osadamente  subir ,  siguiólo ,  é  todos  los 
otros  siguieron  á  él,  aunque  con  gran  trabajo,  de 
tal  manera  que  como  los  moros  estobiesen  ocupados 
en  defender  su  fortaleza  no  recelando  de  las  espal- 
das, antea  que  fuesen  sentidos,  Don  Manuel  é  los 
que  oon  él  iban  tenian  tomada  la  torre  del  omenaje, 
é  como  parescieso  á  todos  imposible  hombre  poder 
subir  desarmado  por  donde  Don  Manuel  con  todas 
BUS  armas  subió,  óvose  por  cosa  maravillosa,  é  Don 
Manuel  comenzó  á  pelear  con  los  moros ,  é  ellos  fue- 
ron espantados  de  lo  ver ,  y  uno  dollos  muy  deno- 
dadamente se  vino  para  él ,  al  qual  luego  mató,  é  los 
otros  le  demandaron  misericordia  é  se  le  dieron.  B 
porque  no  rescibiese  dafio  dixo  á  los  que  oon  él  iban 
que  les  había  dado  seguro ,  y  no  consintió  que  dafio 
reecibiesen.  E  asi  esta  fortaleca  se  tomó  por  el  aviso 
de  aquel  buen  hombre ,  é  por  el  grande  esfuerzo  é 
osadia  de  Dou  Manuel ,  é  los  moros  fueron  todos  to- 
mados á  vida,  salvo  algunos  que  avian  sido  muer- 
tos peleando.  Este  noble  caballero  Don  Manuel  fnó 
tanto  deseoso  de  honra ,  que  hizo  voto  de  pasar  en 
Berbería  é  no  volver  en  Castilla  hasta  aver  muerto 
en  pelea  tres  moros  por  su  mano ,  é  así  lo  puso  en 
obra;  é  cumplido  su  voto  vino  en  Cárdela  con  else- 
fior  Marqués  su  hermano,  é  óvose  allí  en  la  forma 
ya  dicha.  El  Marqués  escribió  este  caso  al  Roy  Don 
frique  é  á  los  grandes  del  Reyno ,  de  que  todos 
ovieron  gran  placer  porque  la  toma  desta  villa  era  á 
los  moros  gran  quebranto ,  como  fuese  guarda  y 
amparo  de  los  lugares  á  ella  mas  cercanos,  é  la  di« 
visión  é  guerra  quel  Duque  y  el  Marqués  tenian  no 
pudo  tanto  que  en  Sevilla  no  oviesen  por  ello  gran- 
de alegría,  como  supiesen  que  después  que  los  mo- 
ros  A  España  ganaron,  que  ha  mas  de  setecientos 
afios,  en  este  tiempo  aver  sido  esta  villa  muchas 
veces  oeroada  de  christianos  é  ser  sobre  ella  mucha 
sangre  derramada,  é  no  aver  sido  tomada,  la  qual 
el  Marqués  reparó  é  basteció  de  gente  y  armas  é  de 
las  vituallas  necesarias,  é  hizo  consagrar  la  mezqui- 
ta, é  puEO  en  ella  clérigos ,  é  los  ornamentos  nece- 
sarios al  culto  divino.  Después  de  ser  así  tomada  la 
villa  de  Cárdela  por  el  Marqués,  el  Bey  de  Grana- 
da oon  muy  gran  gente  puso  sitio  sobre  ella,  é 
mandóla  combatir  de  tal  manera,  que  fueron  que- 
madas las  pueitas ,  y  entraron  algunos  moros  den- 


tro en  ella ;  é  los  christianos  que  eran  solamente  se- 
tenta oon  su  Alcayde  llamado  Bemal  Diafiez ,  pe- 
learon tan  valientemente,  que  echaron  los  moros 
fuera  y  mataron  y  hirieron  machos  dellos,  é  como 
quiera  que  algunos  de  los  christianos  fueron  allí 
muertos  y  los  mas  dellos  feridos,  diéronse  tal  re- 
caudo ,  que  los  unos  firieron  en  los  moros  con  ba- 
llestas é  tiros  de  pólvora,  é  los  otros  cerraron  Isa 
puertas  de  piedra  seca  de  tal  manera  que  los  moros 
Be  partieron  del  combate ;  y  visto  por  el  Rey  moro 
el  gran  daño  que  los  suyos  reseibian ,  é  creyendo 
que  prestamente  serían  socorridos ,  según  quien  el 
Marqués  era,  levantó  el  cerco  de  aÚi  con  poca  hon- 
ra é  gran  perdida  desús  gentes. 

En  tanto  que  estas  cosas  se  hacían,  en  muchas 
partes  de  Castilla  se  comenzaron  grandes  escánda- 
los entre  algunos  de  los  Grandes.  Como  Don  Bodri- 
go  Pimentel^  Conde  de  Benavonte,  ocupase  la  noble 
villa  de  Carríon  quel  Conde  de  Trevifto,  Don  Pedro 
Manrique,  decía  pertenéoorle,  la  qual  tomó  con  in- 
dustria de  algunos  vecinos  della,  y  del  solar  donde 
la  casa  de  los  Manriques  antiguamente  avia  seido,  el 
Conde  de  Benavento  hizo  fortaleza,  en  mengua  ó 
oprobio  do  la  corona  Real  de  Castilla  é  de  la  antigua 
nobleza  de  los  moradores  de  aquella  villa ;  é  Don 
Diego  Sarmiento,  Conde  de  Salinas^  por  escslas  ocu- 
pó la  villa  de  Santa  Gadea,  quos  de  Pero  López  de 
Padilla,  Adelantado  Mayor  de  Castilla,  é  Don  Alon- 
so deFonseca,  el  viejo  Arzobispo  de  Sevilla,  inten- 
tó de  tomar  las  villas  de  Olmedo  é  Madrigal.  Todos 
estos  nuevos  oríroonos  é  excesos  reproveyó  é  sosegó 
la  venida  del  Ilnstrisimo  Príncipe  Don  Femando. 

CAPÍTULO  LXXIV. 

Od  U  Ttsa  é  Uorou  t airada  del  Castillo  41a  aa  llana  de  la  Rej- 
oa  ea  la  tilla  de  Carnona,  é  de  la  inerra  é  dado  qie  el  Mar- 
qate  de  Calli  hlxo  é  los  moros  en  la  Tilla  de  Graeuf  o. 

En  este  tiempo,  en  el  Andalucía,  el  Duque  de  Me- 
dinasidonia,  por  consejo  de  Gk>mez  de  León,  criado 
suyo,  cobró  la  fortaleza  de  Calanis  é  de  Araohe, 
quel  Marqués  de  Cáliz  avia  tenido  algún  tiempo ,  y 
en  el  comienzo  de  su  guerra  la  fortaleza  de  Cons- 
tantina  avia  tenido  duramente  cercada.  E  después 
el  Adelantado  Don  Pedro  Enriquez,  que  la  parte  del 
Duque  f avoresda ,  tomó  la  fortaleza  de  Tenpul,  ques 
de  la  ciudad  de  Xerez ,  de  que  gran  dafio  al  Mar- 
qués é  á  aquella  ciudad  se  siguió ;  é  como  estas  co- 
sas bienaventuradamente  al  Duque  pareedese  ha- 
ber sucedido ,  determinó  de  tomar  la  fortaleza  que 
se  llamaba  de  la  Reyna  en  la  villa  de  Carmena ,  el 
cargo  de  la  qual  dio  á  Gomes  de  León,  hombre  de 
quien  él  mucho  fiaba,  de  que  grandes  dafios  se  si- 
guieron ;  ó  como  Gómez  de  León  tuviese  este  cargo 
en  aquella  fortaleza,  estaba  por  Godoy  un  hombre 
muy  malicioso  llamado (1)  deseoso  de  ha- 
cer venganza  de  la  gente  del  Duque,  por  las  cosas 
allí  pasadas.  Este  dixo  á  Godoy  que  si  quisiese,  li- 
geramente podrían  ser  los  del  Duque  engafiados,  lo 

(1)  Hay  iftlBD  traio  ea  blaneo  en  el  eédiee  original. 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAÑA&  71 

qnal  se  podría  facer  habiendo  él  habla  secreta  con  I  tos  en  tomo,  salvo  una  pequefta  parte  que  nó  se  po- 


Gomes  de  León ,  de  qoien  el  Duqae  mucho  se  fiaba, 
la  qual  fabla  ¿ste  proonró,  é  fingió  tener  muy  gran- 
de enemistad  con  Godoy  é  con  sns  hermanos ,  dán- 
doles cansas  é  fingiendo  dellos  haber  rescibido 
grandes  injurias,  habiéndolos  servido  lealraonte;  el 
qual  ya  cansado  de  sufrir  injurias  y  daños  intolera- 
bles de  aquellos  hombres  que  más  les  parescia  ser 
esdavo  que  libre  en  sofrir  la  compafiía  de  tan  ma- 
los hombres,  se  avria  por  muy  bien  aventurado,  é 
anteponiendo  la  fuerza  á  la  virtud ,  quería  buscar 
modo  de  se  vengar  si  pudiese  juntamente  con  su 
propia  libertad;  lo  qual  todo  Gk)meE  de  León  creyó, 
y  alegremente  oyó  lo  dicho  por  aquel  enemigo,  al 
qual  en  nombre  del  Duque  grandes  dádivas  prome- 
tió, si  él  daba  lugar  á  la  toma  de  aquella  fortaleza, 
é  concordaba  la  traición  de  aquel  que  avia  de  dar 
la  fortaleza.  Gómez  de  León  lo  fabló  con  el  Duquo, 
é  dióse  orden  como  Gómez  de  León  tomase  docien- 
tos  de  caballo,  é  fingiese  ir  á  Almodovar  del  Rio  á 
Gonzalo  de  Córdoba,  hermano  del  Conde  de  Cabra, 
que  aquella  fortaleza  tenia,  é  á  media  noche,  por  el 
camino  más  escondido  que  pudo  se  fué  para  Car- 
mona,  é  llegó  por  aquella  parte  é  con  aquel  enemigo 
quedó  concertado ;  el  qual  como  sintió  la  gente,  co- 
menzó á  cantar,  que  era  la  señal  que  avia  quedado 
concertada  con  Gómez  de  León.  E  luego  descendie- 
ron de  los  caballos  é  fueron  por  sus  escalas  é  subie- 
ron cinco,  los  quales  por  la  mano  del  traidor  fueron 
puestos  en  un  apartado  lleno  de  hombres  de  armas, 
é  después  de  aquellos  subieron  otros  quatro,  los  qua- 
les todos  fueron  muertos;  é  quando  el  deceno  subió 
é  sintió  el  ruido  de  la  gente  de  armas,  no  quiso  más 
adelante  pasar;  lo  qual  visto  por  la  gente  que  abajo 
quedaba  se  hubieron  de  retraer  é  volver  á  Sevilla 
con  el  daño  ya  dicho.  T  es  cierto  que  si  gente  aper- 
cibida oviera  en  la  fortaleza  para  salir,  según  el  lu- 
gar donde  la  gente  del  Duque  era  metida,  uno  sólo 
.  no  pudiera  escapar.  Fué  por  cierto  este  caso  al  Du- 
que muy  dañoso,  é  peligroso  á  los  que  en  Car  mona 
la  parte  suya  seguían,  y  el  mesmo  dia  que  esto 
acaesció,  se  ovo  en  Sevilla  una  terrible  y  espantosa 
señal,  la  qual  fué  dos  lobos  que  saliendo  el  sol,  cor- 
riendo entraron  por  medio  de  la  ciudad,  los  quales 
dando  muy  grandes  ahullidos  se  fueron  á  la  iglesia 
de  Santa  Catalina  y  llegaron  fasta  el  altar,  estando 
el  sacerdote  diciendo  misa,  y  el  uno  dellos  le  trabó 
de  la  vestimenta,  é  de  allí  se  fueron  á  la  iglesia  de 
San  Pedro ,  el  uno  de  los  quales  iba  herido  de  dos 
dardos,  al  qual  cortaron  la  cabeza  é  la  llevaron  al 
Duque,  y  el  otro  fuyó  é  se  fué  á  Santa  Luda,  é  sin 
rescibir  ninguna  herida  salió  de  la  ciudad.  De  la 
qual  señal  diversas  señas  se  dieron ;  mas  lo  común 
fué  que  al  Duque  venía  algún  grtax  caimiento,  oomo 
por  obra  después  paresdó. 

En  este  tiempo  el  Marqués  de  Cáliz  fué  certifica- 
do por  sus  adalides  que  la  villa  de  Cadiago  estaba 
do  tal  manera,  que  la  podía  bien  robar  ó  quemar  si 
quisiese,  para  lo  qual  él  juntó  toda  la  gente  que  pu- 
do, é  anduvo  tanto  una  noche  qnanto  quo  ante  que 
amanesdese,  él  tenía  la  viUa  cercada  de  todas  par- 


día  cercar  por  unas  grandes  peñas  queetaban;  é  co- 
mo los  suyos  entraron  la -villa  é  dieron  gran  grita, 
los  moros  oon  temor  sacaron  las  mujeres  é  mozos 
por  aquella  parte  que  no  avia  gente ,  é  comenzaron 
á  defenderse  quanto  pudieron ,  é  á  la  fin  todos  los 
que  ende  quedaron  fueron  muertos  é  presos;  é  sacó- 
se de  allí  muy  gran  despojo ;  é  los  moros  que  huye- 
ron apellidaron  la  gente  de  la  tierra,  é  luego  vinie- 
ron fasta  tresdentos,  tan  sin  ruido  que  no  se  sintió 
su  venida,  fasta  que  estuvieron  dentro  de  la  villa; 
é  como  alguno  de  los  diristianos  peones  quedaban 
robando  las  casas,  fueron  algunos  ddlos  muertos; 
é  oomo  el  Marqués  quisiera  tomar  á  la  villa  é  la 
estada  fuese  muy  estrecha,  mandóle  poner  fuego 
por  muchas  partes,  é  allí  fué  muerto  Pero  Nuñez  de 
Villavicencio ,  Veinte  y  cuatro  de  Xerez,  que  era 
muy  buen  caballero,  de  quel  Marqués  ovo  muy 
grande  enojo ;  é  así  se  volvió  vitoríoso  é  oon  su  pre- 
sa á  la  ciudad  de  Xerez. 

CAPÍTULO  LXXV. 

D«  li  maliTeDtaredft  merte  4«  Garlos,  Dn<nie  áe  Gaitna,  fe- 
eht  MU  yerbM ,  segiB  m  attnni ,  dadas  por  maodado  del  Rey 
Lito  i«  henaano. 

Ayudó  mucho  á  la  perversidad  dd  Rey  Don  En- 
rique la  maldad  del  Rey  Luis  de  Francia,  el  qual, 
en  tanto  que  las  cosas  dichas  en  España  pasaban, 
el  Rey  de  Francia,  como  desamase  mucho  al  Duque 
de  Guiana  su  hermano,  porque  parescia  favorecer 
al  Duque  Carlos  de  Borgoña,  é  porque  de  los  Gran- 
des, é  aun  de  los  pueblos,  era  mas  amado  quel  Rey, 
é  como  fuese  notorio  quel  Rey  Carlos  seteno ,  pa- 
dre destos ,  mucho  mas  amase  á  este  Duque  que  á 
Luis  primogénito  é  lo  desease  dejar  Rey,  m  la  for- 
tuna le  ayudara,  tanto  quanto  mas  esto  el  Rey  sa- 
bía, tanto  mas  esperaba  el  destierro  suyo,  y  disi- 
mulaba el  odio  que  le  avía;  concordóse  á  vista 
destos  dos  hermanos  con  consentimiento  destas  dos 
partes  que  entonces  parecía  el  Reyno  estar  partido 
é  la  fabla  entre  ellos  duró  poco  espado;  é  lo  que  se 
'  pudo  conoscer  á  los  de  la  una  parte  é  de  la  otra  fué 
que  se  partieron  con  gesto  alegre,  y  el  Rey  mandó 
dar  al  Duque  derta  suma  de  oro  y  socorro  de  sus 
necesidades  y  algunas  piezas  de  seda  y  de  paño,  de 
que  todos  los  que  lo  vieron  fueron  alegres.  E  den- 
de  á  pocos  di  as  el  malaventurado  Duque  súpita- 
mente ovo  tal  enfermedad,  que  se  le  cayeron  las 
barbas  é  cabellos  é  cejas,  é  las  uñas  se  le  apartaban 
de  la  carne,  con  gran  dolor,  é  muchas  otras  señales 
parescieron  en  él ,  de  donde  se  conosdó  aver  yer- 
bas resoebido ,  de  que  d  Rey  ningún  sentimiento 
mostró,  antes  con  cara  serena  dio  forma  de  ocupar 
la  señoría  de  su  hermano  é  todas  las  otras  cosas 
que  poseía;  lo  qual  dio  suelta  licencia  al  Maestre 
de  Santiago  de  traer  en  Castilla  á  Don  Enrique 
Fortuna,  al  qual  hizo  estar  on  Roqueña,  é  de  allí  lo 
hizo  venir  al  castillo  de  Garci  Muñoz,  donde  estu- 
vo dos  meses,  mandándole  servir  con  tan  gran  pom- 
pa oomo  si  fuese  Rey,  enviando  con  él  á  fablar  la 


72 


GBÓNIOaB  da  los  BBTES  de  0A6TILLA. 


forma  que  se  ayja  de  tener  de  bu  despoeoño  con 
Dofia  Juana»  bija  de  la  Rejrna  Dolía  Juana,  la  qnal 
fabamente  le  ofrecía  por  mandado  del  Bey ;  ¿  asi 
Don  Enrique  era  de  todo  engafiado ;  las  quales  oo* 
sas,  aunque  sean  secretas,  no  se  escondieron  al  Rey 
de  Aragón  en  la  provincia  de  Ampurdan,  donde 
estaba;  á  causa  de  lo  cual  algunas  yeces  pensó 
prender  al  sobrino ;  é  asi  esoríbia  al  Principe  Don 
Femando  su  hijo  todo  lo  ya  dicho ,  amonestándole 
lo  que  avia  de  hacer;  el  qual  siguiendo  el  mandado 
del  padre,  no  quiso  acebtar  el  consejo  de  algunos 
que  se  ofrescian  á  lo  prender;  el  qual  vanamente 
pensaba  sefiorear  estos  Reynos,  si  su  casamiento 
oviera  efeto.  En  este  tiempo  el  Serenísimo  Rey 
Don  Juan  de  Aragón  tomó  toda  la  provincia  de 
Ampurdan,  ó  todos  los  puertos  della,  alguna  parte 
por  fuerza  de  los  moradores,  en  tanto  que  los  fran- 
ceses estaban  en  Viana,  con  intención  de  hacer  la 
guerra  al  Conde  de  Armella,  que  ya  era  vuelto  de 
Espafia  en  sn  tierra. 

CAPITULO  LXXVI. 

De  It  mierte  éú  naUteBturtdo  Goade  d«  Amefla,  féebt  i 

triicioo. 

Este  Conde  de  Armefia  que  en  tiempo  del  Rey 
Carlos  de  Francia,  padre  de  Luis,  muchos  trabajos 
avia  pasado  por  las  culpas  y  excesos  por  él  come- 
tidos, como  oviese  ávido  en  su  propia  hermana  dos 
hijos  ó  la  oviese  tenido  públicamente  por  manceba 
en  oprobio  de  nuestra  Santa  fe  Cathólica ,  temien- 
do las  censurss  del  Santo  Padre  y  las  amenazas  del 
Cathólico  Rey,  no  aviendo  venganza  de  las  quere- 
llas qne  dól  se  daban  por  todos  los  comarcanos,  ovo 
de  ser  desterrado  de  su  propia  tierra,  andando  por 
el  mundo  vagando,  siendo  privado  de  su  heredita- 
rio dominio ,  é  después  fué  tornado  en  posesión  de 
lo  suyo,  que  contenía  muchas  fortalezas  é  villas  é 
grandes  tierras ,  en  las  quales  afirman  aver  mil  y 
seiscientas  plazas  de  puentes  levadizas,  en  que  hay 
tres  notables  ciudades,  la  una  llamada  París,  que 
es  Arzobispado,  6  la  otra  Leytora  é  la  tercera  Ro- 
dee ;  é  como  ya  este  Conde  fuese  restituido,  é  ovie- 
se por  mujer  una  hija  del  Conde  de  Fox,  el  qual 
casamiento  hizo  por  quitar  antiguas  enemistades 
que  entre  dos  casas  habia ,  é  por  mas  confirmar  el 
amistad,  algunas  veces  estos  sefiores  se  juntaban 
en  sus  gasajadas  é  deportes.  Esta  amistad  turbó  la 
malicia  del  Rey  Luis  de  Francia ,  de  toda  concor- 
dia enemigo,  mayormente  deseando  destruir  al  Con- 
de de  Armeña ,  para  lo  qual  cada  día  buscaba  oca- 
siones mostrando  del  tener  grande  enojo,  diciendo 
qne  habia  fecho  guerra  á  los  de  Ampurdan  en  fa- 
vor del  Rey  de  Aragón.  E  porque  algún  tiempo 
avia  tenido  amistad  á  los  ingles^  ó  avia  tenido 
ocupado  el  Ducado  de  Guiana,  por  lo  qual  una  vez 
con  su  mujer  era  venido  en  Fuenterrabía,  en  tanto 
qual  Rey  Don  Enrique  de  Castilla  allí  estaba ,  el 
qual  en  los  Rejrnos  de  Castilla  poseía  el  Condado 
de  Cangas  ó  Tineo,  por  cuyo  ruego  ovo  perdón  del 
Rey  Luis;  tornado  en  sn  tierra  requerido  por  al- 


gunos que  de  sus  infortunios  mucho  se  dolían ,  se 
vino  en  la  ciudad  de  Leytora  ques  muy  fuerte ,  así 
por  el  sitio  y  altura  que  tieno,  como  por  algunos 
notables  edificios ,  donde  determinó  esperar  qual- 
quier  fortuna  que  le  viniese.  E  luego  el  Rey  Luis 
le  comenzó  á  faoer  cruda  guerra,  é  ninguna  cosa 
dexó  de  buscar  de  qñantas  pndo  para  lo  destruir ;  é 
como  el  Rey  conoscieee  aquella  ciudad  ser  inpuna- 
ble  é  perder  ol  tiempo  qne  sobre  ella  eetoviose, 
gastando  en  balde  dineros  é  gentes,  determinó  que 
ninguna  cosa  le  podría  aprovechar  más  qne  la  trai- 
ción para  conseguir  su  deseo,  ó  con  muerte  de  un 
hombre  excusar  los  dafios  é  muertes  de  muchos  y 
ensanchar  sn  sefiorío,  á  quien  después  de  la  muerte 
del  Conde  pertenescia,  como  el  Conde  hijos  no  tu- 
viese que  fuesen  dinos  de  heredar  su  sefiorío.  Estas 
cosas  en  la  voluntad  del  Rey  asi  concebidas,  deter- 
minó de  buscar  personas  que  pudiesen  poner  en 
obra  la  traycion  por  él  pensada ,  é  ninguna  halló 
mas  á  propósito  para  aquella  maldad  que  el  Carde- 
nal Trapacense,  el  qual  fué  intérprete  del  malaven- 
turado casamiento  del  Duque  Carlos  de  Quianacon 
Dofia  Juana,  llamada  hija  del  Rey  de  Castilla  Don 
Enrique,  el  qnal  algunos  pensaban  aver  seido  parte 
en  la  muerte  del  Duque  de  Quiana;  pero  como  quie- 
ra que  sea,  después  de  sn  muerte,  siempre  fué  muy 
probado  é  único  principal  consejero  dcd  Rey  Luis, 
no  haciendo  ningún  sentimiento  de  la  muerte  del 
que  tanto  en  sn  vida  loaba,  mas  con  alegre  cara, 
sin  vergüenza  alguna,  iba  por  las  calles  con  las  ma- 
las mujeres  hablando ;  é  como  el  Cardenal  mas  al 
Rey  que  á  Dios  obedeciese,  é  le  mandase  que  en- 
trase en  la  ciudad  de  Leytora  oon  siguro  del  Con- 
de é  con  fe  que  le  diese  de  trabajar  con  el  Rey  que 
lo  perdonase  é  perdiese  del  todo  enojo,  el  malvado 
Cardenal  con  grande  instancia  procuró  la  habla  con 
el  Conde  de  tal  manera  é  oon  tanta  familiarídad| 
quel  Conde  ya  enteramente  se  confiaba  del  creyen- 
do todas  sus  palabras;  el  qual  dixo  al  Conde  que  si 
quería  bien  librar,  entregase  al  Rey  la  ciudad  é  sus 
bienes  é  su  vida.  El  Conde  oonosciendo  la  crueldad 
del  Rey,  dudaba  mucho  en  esto,  y  deda  que  quan- 
to  viviese  serviría  al  Rey  con  toda  la  lealtad,  y  pa- 
ra esto  daria  toda  la  sigurídad  que  el  Rey  deman- 
dase, tanto  que  le  dexase  vivir  en  sola  aquella  ciu- 
dad sin  injuría  de  ninguno  ni  opresión  de  los  pue- 
blos, é  como  ya  fuese  viejo  é  pobre,  la  edad  que  le 
quedaba  pasar  haciendo  penitencia  de  los  grandes 
errores  en  que  avia  caldo,  suplicando  al  Cardenal 
que  le  pluguiese  procurar  con  el  Roy  como  su  justa 
suplicación  oviese  efeto ;  é  como  la  fe  por  ambas 
partee  fuese  dada,  el  Cardenal  entraba  fiablemente 
en  la  fortaleza  todas  las  veces  que  quería,  é  trata- 
ba secretamente  como  el  Conde  fuese  muerto ;  el 
qual  ninguna  cosa  de  aquello  sospechaba.  E  como 
un  día  el  Conde  estuviese  muy  atento  en  la  fabla 
que  el  Cardenal  le  hacía,  por  uno  de  los  que  con  el 
Cardenal  venían  lo  fué  puesta  una  daga  por  los  pe- 
chos, de  que  súpitamente  murió ;  é  luego  el  castillo 
fué  tomado,  é  la  ciudad  ocupada,  é  asimismo  todas 
las  otras  ciudades  é  villas  ó  fortalezas  que  al  Con- 


MEM0BI4L  DB  DIVERSAS  HAZAÑAS. 


78 


de  peiieneoiáii ,  diciendo  pertenecer  al  Bey ,  como 
el  Conde  hijos  no  toyieeé  que  heredarlo  devieeen; 
lo  qaal  todo  ee  cree  pertenecer  á  Garlos  de  Arme- 
fia,  qnee  hijo  legitimo  sayo.  Deete  caeo  el  Oardenal 
Trapaoense  quedó  muy  nf ano ,  como  trianfante  é 
vencedor  de  maldad  tan  conoscida,  é  muy  cercano 
á  la  Tolantad  del  Bey,  como  fuesen  muy  conformes 
en  BUS  condiciones. 

OAPÍTUIíO  Lxxvn. 

Oe  como  el  Rey  boa  Joan  do  Arafon  reeobró  It  niy  noble  tHU 
áe  Perplfian,  é  la  miehedombre  de  fraBeeses  qoel  Rey  de 
Francia  enbitf  por  defender  It  fertalea  qte  por  él  estaba,  é  por 
recobrar  la  filia. 

En  tanto  quel  Rey  Luis  de  Francia  se  ocupó  en 
acabar  esta  obra  tan  dina  de  memoria,  de  hacer  ma- 
tar al  conde  de  Armefia,  que  por  la  forma  dicha, 
los  de  Perpifian,  mirando  la  prosperidad  que  Dios 
avia  dado  al  serenísimo  Rey  natural  sefior  suyo, 
que  no  solamente  oviese  recobrado  la  muy  noble 
ciudad  de  Barcelona,  mas  toda  la  provincia  de  An- 
purdan,  dello  por  f  nersa  é  dello  voluntariamente, 
determinaron  de  lo  embiar  llamar  como  le  viesen 
en  su  vejes  aver  fecho  eosas  notables ,  dignas  de 
eterna  memoria,  <é  paresció  claramente  la  divina 
gracia  ayudarle  como  en  tan  grande  y  decrépita 
edad  le  oviese  retomado  la  vista  que  algunos  afios 
avia  tenido  perdida,  é  aver  muerto  todos  los  intru- 
sos en  el  cetro  real  á  él  perteneciente,  é  oviese  qucr 
rído  alongar  de  allí  tan  grande  enemigo  como  era 
Luis  Rey  de  Francia,  dándoles  nuevas  ocupacio- 
nes ;  así  los  de  Perpifian  secretamente  embiaron  á 
suplicar  al  Rey  suMefior  quisiese  venir  tomar  su  vi- 
lla, ni  tuviese  en  mucho  el  poder  del  Rey  Luis  en 
que  tuviese  la  fortaleza  que  los  franceses  tenían 
muy  armada.  El  Rey  recibió  alegremente  la  emba- 
zada de  sus  fieles  vasallos,  poniendo  luego  en  obra 
lo  por  ellos  shplioado,  no  temiendo  ningún  peligro 
que  venir  le  pudiese,  ni  á  los  de  Perpifian  les  es- 
pantó el  gran  poder  del  Bey  Luis  de  Francia,  te- 
niendo en  poco  qualquiera  mal  que  venirles  pudie- 
se por  recobrar  su  libertad ,  la  qual  por  ninguna 
otra  vía  podian  aver,  salvo  seyendosocorrídos  de  su 
Bey.   B  como  la  gente  de  los  franceses  á  ellos  mu- 
cho desamase,  é  siempre  fuesen  enemigos  los  Oata- 
lanes  é  Aragoneses,  é  fuese  cruel  é  agena  de  toda 
virtud  é  incomportable  su  condición ,  la  qual  siem- 
pre fué  tener  oprimidos  á  los  que  á  ellos  se  sojuzga- 
ban, el  magnánimo  Bey,  ganada  la  voluntad  de  sus 
fieles  vasallos,  quiso  igualmente  con  ellos  esperi- 
montar  la  fortuna.  Ávida  esta  embaxada,  el  Bey  se- 
fialó  dia  en  que  los  de  Perpifian  con  los  franceses 
de  súpito  peleasen,  certificándoles  en  aquel  dia  mes- 
mo  sería  oon  ellos,  el  qual  lo  puso  así  en  obra,  é  los 
de  Perpifian  pelearon  tan  duramente  con  los  fran- 
ceses ,  que  les  echaron  de  la  villa ,  matando  é  hi- 
riendo muchos  dellos ;  é  sin  duda  si  la  fortaleza  no 
tuvieran,  donde  se  retrajeron ,  maravilla  fuera  ene- 
migo poder  escapar  de  ser  muerto  ó  preso.  El  Bey 
sobrevino  al  tiempo  por  él  asignado,  é  mandó  lue- 


go facer  un  gran  fosado  sobre  la  villa,  entrella  y  la 
fortaleza,  por  la  parte  por  donde  los  franoesee  po- 
dian salir  á  hacer  dafio  á  los  de  la  villa,  donde  man- 
dó poner  los  ingenios  é  lombardas  para  combatir  la 
fortaleza  por  dar  temor  á  los  franceses  é  seguridad 
á  los  suyos.  E  como  la  provincia  de  Bosellon  sea 
cercana  á  Narbona,  á  la  parte  del  Oriente,  é  al  Occi- 
dente tenga  amas  provincias,  el  Bey  tovo  forma  de 
tomar  la  ciudad  de  Helna,  situada  en  los  valles  no 
muy  alongados  de  Perpifian ,  que  paresoen  del  al- 
tura de  los  montes  Pirineos,  que  derechamente  van 
del  Occidente  al  Oriente,  é  se  estiende  al  medio  dia 
fasta  el  mar  Mediterráneo  y  llega  fasta  el  puerto 
de  Oolibre.  Los  de  Helna  quando  vieron  la  magna- 
nimidad del  Bey  que  á  todo  peligro  se  ponia  por 
la  salud  de  sus  subditos,  valientemente  pelearon 
contra  los  franceses  que  la  ciudad  tenían,  y  resci- 
bieron  el  ayuda  que  el  Bey  su  sefior  les  embió,  dan- 
do libre  entrada  á  los  catalanes  y  aragoneses  de  la 
provincia  de  Ampurias  en  Buisellon.  El  Bey  que- 
riendo proveer  en  las  cosas  venideras,  mandó  ha- 
cer un  grueso  muro  entre  la  villa  de  Perpifian  y  el 
castillo  por  mucho  mas  fortificar  el  fosado  que  ha- 
bla mandado  hacer,  é  desde  allí  de  dia  é  de  noche 
el  Bey  mandaba  combatir  la  fortaleza  oon  ingenios 
é  lombardas  é  con  todas  las  otras  artillerías  que 
aver  pudo,  de  tal  manera  que  gran  parte  de  las  tor- 
res é  muralla  le  derribaron,  de  forma  que  los  france- 
ses fueron  puestos  en  tanta  estreches  é  necesidad, 
que  ningún  remedio  esperaban,  salvo  el  socorro  del 
Bey  de  Francia,  el  qual  se  i^daba^  como  estuviese 
ocupado  en  la  guerra  del  Duque  de  Borgofia;  la 
qual  quiso  dmcar  con  cierta  convenencia  que  oon  él 
ovo,  é  compila  entonces  mucho  al  Bey  de  Francia 
aver  el  puerto  de  Golibre  ;  é  como  la  provincia  de 
Narbona  ningunos  puertos  tenga,  é  desde  Marsella 
fasta  Golibre  no  haya  lugar  para  poder  estar  naves, 
salvo  allí  donde  Aguas  Muertas  se  llaman ,  é  allí 
suelen  muchas  veces  las  galeras  estar,  así  era  gran 
cuidado  á  los  franceses  por  recobrar  otra  ves  á  Per- 
pifian  é  á  Helna,  é  á  los  catalanes  en  recobrar  á  Go- 
libre é  otras  muchas  villas  cerca  del  lemar  en  los 
llanos  del  Buisellon.  Golibre,  como  estuviese  ocu- 
pada por  valiente  gente  de  Francia,  no  se  pudo  re- 
cobrar; cobráronse  oon  todo  eso    algunas  villas, 
unas  por  fuerza  y  otras  por  su  voluntad.  La  villa 
de  Salsas  cercana  á  Narbona  convenía  tomar,  la 
qual  estaba  guardada  por  muchas  gentes  de  fran- . 
ceses :  así  duró  por  muchos  diss  la  contienda  de  los 
unos  por  recobrar  aquellas  villas,  é  de  los  otros  por 
defenderlas. 

CAPÍTULO  LXXVIIL 

De  eono  el  Harqnéa  de  Calii  Don  Rodrigo  Posee  de  León  tomó 
por  eacala  el  cuUllo  de  Alanla  y  deapnes  le  tond  el  Dnqne. 

Gomo  el  Duque  dcMedina-Sidonia,  después  de  los 
debates  comenzados  entre  él  y  el  Marqués  de  Gáliz, 
oviese  tenido  la  villa  é  fortaleza  de  Alanis,  dio 
la  tenencia  de  ella  á  un  escudero  llamado  Pedro  de 
Nadal,  al  qual  dio  muy  pobre  tenencia,  é  como  él 


74 

viese  la  poca  gente  que  podia  aostener,  esoríbió  ma- 
chas Teces  al  Daque  suplicándole  le  quisiese  pro- 
veer de  gente  é  de  vituallas,  con  que  pudiese  aque- 
lla fortaleza  defender ;  é  como  el  Duque  no  lo  pro- 
veyese, determinó  de  Írselo  á  requerir  en  persona;  ó 
venido  el  Duque,  fué  avisado  que  el  Marqués  se 
aparejaba  para  venir  á  tomar  aquella  fortalesa ; 
dióle  muy  poca  provisión,  é  mandóle  que  muy  pres- 
tamente so  volviese  aponer  recaudos  en  su  fortalo- 
sa,  é  por  mucho  que  él  anduvo,  quando  llegó  ya  la 
fortaleza  era  tomada  por  el  Marqués ;  á  la  qual  toma 
el  Marqués  avia  enviado  un  caballero  de  su  casa 
llamado  Christobal  Mosquera,  hombre  no  perezoso 
ni  cobarde,  el  qual  la  tomó  con  muy  gran  gente 
que  (lol  Marqués  llevó,  como  la  fallase  acompasa- 
da de  solos  dos  hombres ;  é  luego  se  apoderó  de  la 
villa  é  fortaleza.  El  qual  era  en  ella  mucho  amado, 
é  tenia  allí  grande  heredamiento.  El  mensajero  de 
la  tomada  de  la  fortaleza  fué  el  miserable  alcayde, 
de  lo  qual  en  Sevilla  por  todos  se  ovo  gran  tristeza, 
como  esperasen  las  cosas  del  Duque  siempre  ir  de 
mal  en  peor,  como  desde  Alanis  é  desde  Alcalá  de 
Quadayra  podia  defender  el  paso  para  Bdja  y  Car- 
mena ,  é  desde  Oonstantina  eran  tomados  quales- 
quiera  que  de  Córdoba  viniesen  con  pan  ¡  é  como  el 
afio  fuese  menguado,  ninguna  buena  esperanza  á  los 
de'Sevilla  quedaba,  y  ala  provincia  de  León  era  ocu- 
pado el  camino ,  lo  qual  era  siguro  si  Alanis  estovie- 
ra  guardada,  é  asi  tomada  de  los  enemigos,  gran 
'  clamor  en  la  ciudad  se  hacia,  dando  gran  culpa  é 
cargo  al  Daque  de  la  toncada  desta  fortaleza.  E  ovó- 
se gran  consejo  en  la  ciudad  por  buscar  remedio 
para  la  recobrar,  é  fueron  muy  diversas  opiniones, 
é  á  la  fin  visto  el  dafio  universal  que  en  la  ciudad  se 
seguia,  aunque  al  Duque  convenia  remediar  este 
caso,  como  por  culpa  suya  fuese  aquella  fortaleza 
perdida,  la  ciudad  acordó  de  sacar  el  pendón ,  é  oon 
él  mil  é  quinientos  de  caballo  é  seis  mil  peones,  é 
partieron  así,  é  oon  ellos  el  Duque,  por  dar  libertad 
á  la  ciudad  en  lo  qual  consistia  la  vida  y  honra 
de  todos  los  ciudadanos  de  aquella  ciudad,  y  en 
la  tardanza  perdimiento  con  grande  instaiioia  é 
infamia;  é  así  fueron  todos  con  grande  animo  é  vo- 
.  luntad  por  recobrar  aquella  fortaleza.  E  salió  esta 
gente  de  la  ciudad  de  Sevilla  á  diez  de  hobrero  del 
afio  de  nuestro  Redentor  de  mil  é  quatrocientos  y 
setenta  y  tres  afios.  Lo  qual  como  el  Marqués  supie- 
se, llamó  á  gran  priesa  sus  ayudadores,  é  como  en 
Xerez  alguna  sospecha  toviesen,  llevó  consigo  so- 
lamente setecientos  de  á  caballo  é  fuese  á  Aloalá  de 
Quadayra,  con  esperanza  que  ovo  de  aver  entrada 
en  la  ciudad  por  algún  trato  que  en  ella  tenia,  el 
qual  como  fuese  sentido,  los  que  en  el  trato  eran 
fueron  enf oreados  en  vista  del  Marqués,  é  sin  duda, 
si  en  Sevilla  capitán  hubiera ,  pudiera  en  la  pasada 
rescibir  muy  gran  dafio,  ó  Christobal  de  Mosquera 
como  era  caballero  discreto  y  esforzado,  reparó  su 
fortaleza  y  esforzó  la  gente  que  tenia ,  esperando 
todavía  el  socorro  del  Marqués ;  el  qual  pasó  sus 
batallas  ordenadas  juntas  con  la  cerca  de  Sevilla,  y 
fué'  pasar  por  el  vado  que  se  llama  de  las  Estacas ;  é 


CRÓNICAS  DB  LOS  RETES  DE  CAffflLLA. 


tomó  el  camino  de  Alcalá  del  Rio,  el  qual  en  otro 
tiempo  fué  muy  bien  murado,  é  agora  está  derriba- 
da la  cerca,  en  la  qual  villa  el  Marqués  entró  é  hizo 
en  ella  muy  gran  dafio ;  é  alli  se  detovo  dos  dias,  é 
volvió  por  cerca  de  Sevilla;  é  llegando  á  la  puerta 
que  se  llama  Gradada,  ques  una  legua  de  la  ciudad, 
en  la  qual  avia  una  torre  muy  buena  questaba  por 
el  Duque,  é  la  tenia  un  esforzado  escudero  llamado 
Pedro  de  Montesdooa,  mandóla  combatir.  E  como 
los  de  Sevilla  esto  supieron,  determinaron  de  salir 
á  defendeila,  como  les  pareciese  grave  cosa  de  com- 
portar quel  Marqués  oon  tan  poca  gente  tan  grande 
injuria  pudiera  hacer  á  la  dudad  de  Sevilla ;  é  como 
Rodrigo  de  Rivera,  hombre  de  noble  linage,  pero 
doblado  é  maneroso,  oviere  quedado  alli  como  prin- 
cipal, no  lo  consintia,  diciendo  que  guardase  su 
ciudad,  é  de  otra  oosa  no  enrasen  fasta  que  el  Du- 
que viniese ;  y  la  torre  se  combatió ,  y  el  Marqués 
mandó  poner  bancos  pinjados  y  de  manera  que  se 
pudo  cavar  por  el  pie,  é  puesta  sobre  puntales  le 
pusieron  fuego,  é  la  mitad  de  la  torre  de  súpito  cayó, 
ó  mató  quatro  de  los  que  en  ella  estaban  que  avian 
valientemente  peleado,  é  otros  quatro  quedaron  en 
la  mitad  de  la  torre,  á  los  quales  el  Marques  dejó  ir 
á  Sevilla,  é  llevó  consigo  al  alcayde.  T  en  tanto  que 
estas  oosas  el  Marqués  hacia,  el  Duque  tenia  el  oerco 
sobre  la  fortaleza  de  Alanis,  el  qual  determinó  de 
la  combatir  por  tres  partes.  £1  un  oombate  tomó 
para  sí ;  el  otro  dio  á  Don  Pedro  d'Estúfiiga,  su  cria- 
do ;  el  tercero,  que  era  el  mas  fuerte  é  mas  peligroso, 
dio  á  Hernando  de  Rivadeneyra,  que  era  capitán 
de  la  gente  del  Adelantado  don  Pero  Henrique  ;  y 
en  quebrando  el  alba,  el  oombate  se  aoonteoió  dura- 
mente por  todas  portes.  Christobal  Mosquera  esfor- 
zaba la  gente  que  en  la  fortaleza  tenia,  é  peleaba 
valientemente  como  buen  caballero,  dando  espe- 
ranza á  los  suyos  que  el  Marqués  muy  presto  los 
socorrería.  Hernando  de  Rivadeneyra,  como  fuese 
caballero  esforzado  é  desepao  de  ganar  honra,  oon 
tan  gran  fueiza  apretó  el  combate  por  su  parte,  que 
derribando  mucho  del  muro,  puestas  las  escalas,  la 
fortaleza  también  por  él  se  entró,  y  el  alcayde  toda- 
vía valientemente  peleando  con  los  suyos,  de  ma- 
nera que  allí  fueron  muclios  muertos  é  heridos,  así 
de  la  una  parte  como  de  la  otra,  é  á  la  fin  fueron 
todos  los  de  la  fortaleza  presos,  é  algunos  balleste- 
ros que  estaban  en  la  fortaleza,  que  eran  del  comen- 
dador Mayor  de  Calatrava,  el  Duque  los  mandó  ir 
libremente ,  é  á  todos  los  que  de  la  villa  en  la  for- 
taleza halló  mandólos  enforcar.  El  alcayde  man- 
dó honorablemente  tratar.  E  sabido  por  d  Marqués 
como  la  fortaleza  de  Alanis  era  tomada  con  grande 
enojo  fué  á  Alcalá  de  Quadayra.  El  Duque  tardó 
en  la  toma  desta  fortaleza  trece  dias  é  ovo  consejo 
si  desde  alli  iría  con  la  gente  que  tenia  sobre  Alcalá, 
donde  creía  el  Marqués  estoviese,  por  ver  si  le  que- 
ría dar  batalla,  ó  por  ventura  si  los  de  la  villa,  visto 
sobre  sí  tan  gran  poder ,  avrian  corazón  de  pelear 
contra  el  Marqués,  que  tiránicamente  los  tenia  opri- 
midos, seyendo  ellos  vasallos  de  la  dudad ;  lo  qual 
como  d  Marqués  sóplese,  dejó  á  Aloalá  la  mejor 


MEMORIAL  DE  DIVEBSAl^  HAZAftAa 


guarda  que  pado,  y  partíose  para  Xerez.  El  Daqne 
con  todas  las  gentes  que  traia  é  con  la  qoe  de  Se- 
villa mandó  venir,  qne  fueron  todos  veinte  mil 
peones  é  mil  é  oohodentos  de  oaballo,  se  fué  para 
Alcalá  de  Gnadayra,  donde  estovo  esperando  gran 
piesa  si  f  aria  algo  de  lo  que  avia  pensado  ;  é  oomo 
su  pensamiento  fálleselo,  él  se  volvió  á  Sevilla  con 
toda  sa  gente. 

QAPÍTULO  LXXIX. 

De  la  dolorosi  é  nal  aveslarada  nserte  de  Dos  Pedro  de  Gix- 
nan,  é  de  Dos  Alonso,  hermanos  del  Diqae  de  Hedinasldonla; 
é;dei  desbarato  de  Don  Pedro  d*BstdlÍp,  éde  la  prisión  de 
Don  loan,  hermano  del  Onqne. 

Oomo  entre  el  Duque  y  el  Marqués  se  hiciesen 
cruel  guerra  é  cada  dia  oviese  recuentos  del  uno  y 
del  otro ,  é  que  á  las  veces  llevaban  los  unos  á  los 


76 

garon  á  g^an  priesa  y  enviaron  un  mensagero  á  mas 
andar  á  Pero  Mosquera,  rogándole  que  luego  vol-' 
viese,  é  los  capitanes  de  Alcalá,  é  Qodoy  con  la 
gente  que  traia  fueron  paso  á  paso  al  camino  que 
los  caballeros  de  Sevilla  Vaian,  é  fechos  todos  un 
tropel ,  tomaron  un  cerro,  é  como  los  caballeros  de 
Sevilla  traian  todos  camisas  blancas  sobre  las  ar- 
mas, como  los  vieron  los  contrarios  tomaron  las  ar- 
maduras de  cabesa  é  las  lanxas  en  las  manos  é  man- 
daron salir  todos  los  pages  de  la  batalla,  é  asi  vi- 
nieron los  unos  contra  los  otros ,  é  asi  en  la  mitad 
de  la  ladera  del  recuesto  se  dieron  de  las  lanzas ,  é 
cayeron  muchas  asi  de  los  unos  oomo  de  los  otros,  é 
allí  fué  la  batalla  muy  duramente  f erida  por  amas 
partes,  é  los  caballeros  del  Marqués  estaban  ya  po- 
co menos  vencidos ;  y  estando  la  batalla  en  este  es- 
tado llegó  Pero  Mosquera  con  la  gente  de  Marcbena 
é  dio  tan  de  sópito  en  los  caballeros  de  Sevilla,  que 


aei  ouo ,  o  que  a  lao  tocob  iierauMi  ios  anuo  a  loo       e  aiO  VBu  ae  supivo  en  ion  c»D»uoruv  uo  odtiii»,  4u« 

otros  ventaja,  é  á  veces  los  otros,  no  se  pedia  des-  I  los  desbarató ;  é  alli  fueron  muertos  Don  Pedro  é 


to  cierta  cosa  escrebir,  pero  entre  las  otras  fué  una 
que  se  puede  bien  decir  batalla,  la  qual  acaesció 
en  esta  guisa :  que  como  el  Marqués  tuviese  cien 
lansas  en  Alcalá  de  Quadayra,  de  las  quales  eran 
capitanes  Hernán  Darlas  de  Saavedra,  cufiado  del 
Marqués,  é  Martin  Galindo,  hijo  del  Oomendador 
Juan  Fernandea  Galindo,  é  de  allí  hiciesen  conti- 
nua guerra  á  los  de  Sevilla,  acaesció  que  un  dia, 
miércoles  de  las  tinieblas  del  afto  de  nuestro  Reden- 
tor de  mil  y  quatrocientos  y  setenta  y  tres  aftos,  sa- 
lieron de  Sevilla  Don  Pedro  d'Estúfiiga,  primogéni- 
to del  Oonde  de  Plasenoia,  é  Don  Pedro  é  Don  Alon- 
so é  Don  Juan,  hermanos  bastardos  del  Duque  Don 
Enrique  de  Gusman,  é  con  ellos  fasta  ciento  ó  ciu- 
quenta  de  caballo  fle  hombres  muy  principales  de 
aquella  ciudad,  con  intención  de  acuchillar  á  los  de 
Alcalá ,  si  en  el  campo  los  fallasen.  É  oomo  Fernán 
Darias  de  Sayavedra  é  Martin  Galindo  fuesen  certi- 
ficados de  la  salida  deetos  caballeros  de  Sevilla,  em- 
biaron  luego  decir  á  Godoy,  Alcayde  de  Oarmona,  é 
á  Pedro  Mosquera,  Alcayde  de  Marcbena,  rogán- 
doles que  á  mas  andar  viniesen  con  la  mas  gente 
que  pudiesen,  porque  ellos  avian  enviado  alguna 
gente  de  la  que  allí  tenian  por  algunas  cosas  cum- 
plideras al  servicio  del  Marqués ;  los  quales,  vistas 
las  letras ,  partieron  á  mas  andar ,  de  manera  que 
el  Jueves  de  la  Oena  en  amaneeciendo  llegaron  á 
Alcalá  con  fasta  decientes  de  caballo ;  é  luego  pu- 
sieron gran  recaudo  en  la  villa  é  fortaleza,  temien- 
do que  por  aventura  oviese  allí  algún  trato ;  é  salie- 
-  ron  los  capitanes  con  docientos  é  cinquenta  de  ca- 
ballo é  siguieron  la  via  por  donde  creyeron  que  los 
caballeros  de  Sevilla  avian  de  venir,  é  hicieron  dos 
batallas  no  muy  lejos  la  una  de  la  otra,  y  estuvie- 
ron así  esperando  gran  pieza  del  dia,  é  desque  vie- 
ron que  ninguna  gente  páresela  acordaron  de  se 
volver  cada  uno  para  su  lugar ;  é  como  Pedro  Mos- 
quera oviese  mas  larga  la  jornada,  acordó  de  se  ir 
luego ,  é  Godoy  se  detuvo  á  dar  cebada  á  sus  caba- 
llos, é  los  capitanes  de  Alcalá  quisiéronle  tener  com- 
pafiía  fasta  que  fuese  á  caballo  para  se  partir.  T  es- 
tando así,  vieron  venir  la  gente  de  Sevilla,  é  cabal- 


Don  Alonso,  hermanos  del  Duque,  é  viéndolos,  to- 
mándolos uno  del  Marqués  á  vida  é  después  de  co- 
noscidos  matólos ,  de  lo  qual  al  Marqués  pesó  mu- 
cho ;  é  Don  Juan  su  hermano  preso  é  á  Don  Pedro 
d'Estúfiiga  mataron  el  caballo  é  dióle  otro  un  carni- 
cero de  Sevilla,  el  qual  se  salvó  á  nfia  de  caballo ; 
en  la  qual  batalla  murieron  otros  quince  escuderos, 
é  fueron  muertos  muchos  caballeros  así  de  la  una 
parte  como  de  la  otra ;  é  fueron  presos  Monsalve, 
criado  del  Bey  Don  Juan ,  é  Arellano ,  hijo  del  Ma- 
riscal Garlos  de  Arellano ,  y  el  Oomendador  Pedro 
de  Oabrera ,  hermano  del  mayordomo  Andrés  de  Oa- 
brera,  que  después  fué  Marqués  de  Moya,  é  los  dos 
hermanos  Morales  é  otros  muchos ;  é  los  caballeros 
del  Marqués  ojearon  el  campo  é  ovieron  gran  des- 
pojo de  caballos,  é  jaeces,  é  sillas,  é  armas,  rica- 
mente guarnidas ;  é  así  vitoriosos  con  todo  el  des- 
pojo ,  se  volvieron  á  la  villa  de  Alcalá ,  aunque  tris- 
tes por  la  muerte  de  aquellos  caballeros  é  de  algu- 
nos otros  con  quien  deudo  tenian.  É  allí  mandaron 
enterrar  todos  los  muertos ,  salve  los  dos  hermanos 
del  Duque,  los  quales  embiaron  á  Sevilla,  puestos 
en  sendos  ataúdes,  en  dos  acémilas  acompafiados  de 
alguna  gente ;  lo  qual  sabido  por  el  Marqués  mos- 
tró sentimiento  de  la  muerte  de  los  dos  hermanos 
del  Duque,  é  puso  luto  por  ellos;  é  mandó  llevar  á 
Don  Juan  é  á  los  otros  presos  á  1«  villa  de  Marche- 
ña,  donde  los  mandó  bien  servir  y  honorablemoute 
tratar.  El  Duque  fué  tan  remiso  é  tan  poco  cuida- 
doso, que  tomó  la  salida  de  tan  nobles  caballeros  de 
Sevilla ;  oomo  ellos  saliesen  é  llegase  al  Duque  un 
pastor  é  le  dixese:  cSellor,  yo  sé  cierto  que  en  Al- 
calá son  venidos  asas  gAeqiedes,  é  por  eso  seria  nes- 
cesario  que  mandasedee  enviar  mas  gente  á  los  se- 
fiores  vuestros  hermanos»;  é  como  allí  se  hallase 
Rodrigo  de  Rivera,  dixo  al  Duque :  cSefior,  no  cu- 
réis de  enviar  mas  gente,  que  para  el  ayuda  que 
puede  venir  á  los  de  Alcalá  asas  basta  la  gente 
questos  caballeros  llevan»;  é  oomo  fuese  presente 
Alonso  de  Palencia,  ooronista,  dizo  al  Duque:  «Si 
bien  seria  que  V.  SL*  mandase  enviar  alguna  mas 
gente,  que  de  las  cosas  dudosas  siemgre  debe  tomar 


76 


CRÓNICAS  DE  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


lo  mas  segaro.»  £1  Daqae  como  hombre  adormido 
éimpróyido,re80Íbió  tac  gran  dafio  de  que  otros 
muy  graodea  daftoa  ó  malee  se  sigaieron ,  por  dejar 

de  creer  á  qaicn  buen  consejo  le  daba, 

• 

CAPÍTULO  LXXX. 

De  li  feoidí  áe  D.  Bnriqae  Fortant  «■  CaitiUa,  é  4e  U  forma 
qoe  el  Rey  Don  Enriqoe  con  él  tavo. 

El  Rey  Don  Enrique  determinó  de  embiar  por 
Don  Enrique  Fortuna ,  para  lo  qual  ordenó  de  le 
embiar  embaxadores  de  autoridad  que  de  parte  suya 
lo  llamasen  é  le  ofresciesen  el  oaaamiento  de  Dofta 
Juana,  hija  suya,  con  esperanza  de  haber  estos  Rey- 
nos  después  de  su  fallesoimiento ,  para  lo  que  avia 
consentimiento ,  no  solamente  de  los  Grandes ,  mas 
aun  de  los  procuradores  de  las  ciudades  ó  villas  de- 
líos;  en  tanto  que  algunas  cosas  se  emparejaban  ó 
Don  Femando  é  Dofta  Isabel  eran  desterrados,  lo 
que  ligeramente  sería  de  acabar  que  Don  Enrique 
Fortuna  se  viniese  á  la  villa  de  Requena,  qnes  cer- 
cana á  Yalencia,  donde  el  Rey  embiaria  gran  copia 
de  dinero  en  plata  é  caballos  é  muías  ó  todas  las 
cosas  á  su  estado  oonv  inientes.  Oida  esta  embaxada 
por  Don  Enrique  creyó  todo  lo  que  era  dicho,  ó  su 
madre  para  la  venida  le  dio  muy  gran  priesa  olvi- 
dando los  beneficios  rescibidos  del  Rey  de  Aragón 
su  tio,  é  no  aviendo  memoria  del  juramento  é  ome- 
nage  que  tenia  hecho  de  no  hacer  cosa  de  si,  sin  sa- 
biduría é  consentimiento  suyo,  oonosciendo  las  mu- 
dansas  que  en  el  Rey  Don  Enrique  avian,  el  qual 
sin  mas  pensar  se  vino  á  Requena.  Este  Don  Enri- 
que Fortuna  faó  hijo  del  Infante  Don  Enrique  her- 
mano de  los  Royes  de  Aragón  Don  Alonso  ó  Don 
Juan,  el  qual  fué  Maestre  de  Santiago ,  caballero  de 
gran  virtud ,  por  cuyo  merescimiento  el  Rey  Don 
Juan  de  Aragón  no  solamente  dexó  de  punir  ó  cas- 
tigar los  excesos  de  Don  Enrique  Fortuna,  mas  tra- 
tándolo como  á  hijo  le  hizo  siempre  merced  é  bene- 
ficios, é  como  por  su  mala  gobernación  oviese  per- 
dido la  ciudad  de  Segorve,  que  por  derecho  heredi- 
tario era  suya ,  é  no  la  pudiese  recobrar,  le  dio  re- 
compensación de  aquella  en  la  provincia  de  Am- 
purdan,  una  muy  noble  villa  llamada  Castillon,  lo 
qual  todo  olvidado,  Don  Enrique  ensoberbecido  con 
vana  esperanza  se  vino  á  Requena ,  é  desde  allí  el 
Marqués  le  hizo  venir  en  el  castillo  de  Qarcimufioz^ 
en  el  comienzo  del  mes  de  hebrero  de  mil  y  quatro- 
dentos  y  setenU  y  tres  afios  como  pensase  muy  li- 
geramente los  príncipes  sus  primos  podian  ser  des- 
truidos, y  el  Rey  de  Aragón  preso  en  poder  del  Rey 
Luis  de  Francia ,  ó  que  él  podia  poseer  á  Valencia  é 
al  Reyno  de  Aragón  con  ayuda  del  Rey  Don  Enri- 
que ,  que  ya  oreia  ser  su  yerno,  lo  qual  todo  después 
sucedió  muy  lejos  de  su  pensamiento. 

CAPÍTULO  LXXXI. 

De  como  el  Rey  de  Gnaada  por  feeru  de  armu  recobró  la  villa 

.   de  Cárdela. 

Haciéndose  la  guerra  duramente  entre  él  Duque 
de  Medinasidonia  y  el  Marqués  de  C¿Iiz,  en  un  dia 


del  mes  de  Agosto  del  afto  susodicho,  el  Rey  de 
Qranada  sacó  muy  gran  gente ,  é  vino  á  poner  sitio  ■ 
sobre  la  villa  de  Cárdela;  lo  qual  como  supiese  el 
Marqués  de  Cáliz,  determinó  de  la  ir  socorrer.  É  co- 
mo d  Duque  de  Medina  supiese  la  gente  quel  Mar- 
qués allegaba,  sacó  muy  gran  gente  de  Sevilla,  é 
vínose  por  la  villa  de  Utrera,  de  lo  qual  como  el 
Marqués  fuese  certificado,  como  quiera  que  ya  te- 
nia mucha  gente  ayuntada,. así  de  sus  vasallos  como 
de  sus  valederos,  vióse  forzado  de  dejar  de  ir  á  so- 
correr á  Cárdela,  temiendo  que  el  Duque  viniese 
por  le  tonwur  á  Xerez.  El  Rey  de  Qranada,  temiendo 
que  Cárdela  sería  socorrida,  dio  tan  gran  priesa  en 
el  combate,  que  aunque  los  christianos  que  en  ella 
estaban  se  ovieron  valientemente,  é  la  defendieron 
valientemente  quanto  pudieron,  al  fin  ovieron  de 
retraerse  á  la  fortaleza ;  é  como  los  mas  de  los  chris- 
tianos estoviesen  heridos,  ovieron  de  darla  con  con- 
dición que  libres  les  dejasen  ir,  y  asi  el  Rey  de 
Qranada  recobró  la  villa  de  Cárdela ,  é  así  fueron 
llevadas  las  cruces  é  cálices  é  campanas  é  todas  otras 
cosas  sagradas  que  el  Marqués  allí  avia  dado,  é  la 
iglesia  fué  tomada  mezquita ,  de  quel  Marqués  ovo 
muy  entrafiable  sentimiento,  é  propuso  de  perder  la 
vida  y  estado  ó  aver  venganza  del  Duque,  á  causa 
del  qual  aquella  villa  se  avia  perdido.  £1  qaal  com- 
bate los  moros  hacían  peligrosamente,  y  el  Rey  con 
un  terciado  y  una  adarga  les  dijo:  «Arriba,  per- 
ros, que  hoy  será  Cárdela  de  Morosji  Avia  Rey  nue- 
vo en  Qranada. 

CAPÍTULO  LXXXIL 

De  eeno  el  Marqaét  do  Calis  tomé  por  escala  la  villa  y  forlalesa 

de  MediAasIdoola. 

Estando  el  Marqués  muy  lastimado  por  la  pérdi- 
da de  Cárdela,  cada  dia  andaba  buscando  como  pu- 
diese dafiar  al  Daque  en  oosa  que  mucho  le  dolie- 
se, para  lo  qual  mandó  á  Bemal  Diafies,  el  qual 
avia  sido  Alcalde  algunos  dias  en  Cárdela,  que  se 
fuese  á  estar  en  la  torre  de  Lopera  quel  Marqués 
avia  tomado  á  Payo  de  Ribera,  que  desde  allí  ha- 
da grandes  dafios  é  males  á  todos  los  carainantea 
así  naturales  como  estrangeros.  El  qual  estando  en 
aquella  torre,  como  fuese  cerca  de  Medina  é  fuese 
en  invierno,  iba  muchas  noches  por  tentar  aquella 
fortaleza  é  hallábala  ámal  recaudo,  donde  no  pá- 
resela velar  mas  de  un  viejo,  é  la  mayor  guarda  que 
en  ella  avia  era  raochedumbre  de  perros  que  de  dia 
tenían  atados ,  é  de  noche  soltaban  por  la  f  oitale- 
za.  É  Bemal  Diafiez ,  que  muchas  veces  venia  sin- 
tiendo aquellos  perros,  conosoió  no  se  poder  escalar, 
pero  con  todo  no  dejaba  de  venir  muchas  noches  á 
tentar  aquella  fortaleza,  en  la  qual  era  Alcayde  un 
caballero  llamado  Pedro  de  Basurto ,  el  qual  como 
quiera  que  era  casado,  dábase  tanto  á  mugeres,  que 
pocas  veces  durmia  en  la  fortaleza,  é  á  fin  de  no 
gastar  no  tenia  gente,  é  todo  su  gasto  era  en  caba- 
llo y  en  jaeices,  de  que  mucho  se  preciaba,  é  no  te- 
nia mas  en  la  fortaleza  de  dos  viejos.  É  como  la  ma- 
dre de  este  Alcayde  oviese  grande  enojo  de  su  mal 


MBMOBUL  DB  DiVEftBAB  HAZAÍf AS. 


Í7 


▼iviri  é  yiafle  la  fortaleza  tan  mal  aoompafiada,  é 
machas  veoes  lo  ovieee  refiido  al  hijo  é  que  ningu- 
na ooea  le  aproyeohaae,  á  fin  de  que  tomase  gente, 
mandó  matar  todos  los  perros.  É  como  Bemal  Dia- 
fies  á  menudo  yiniese  á  requerir  aquella  fortalesa,  é 
una  noche  llegare  allí  é  ning^  perro  ladrase,  ni 
oyese  mas  de  una  vela,  la  noche  siguiente  trajo  sus 
escalas  é  suhió  á  la  fortaleaa,  é  yido  el  mal  recaudo 
que  en  ella  aria ,  é  continuó  esto  algunas  veces ;  é 
como  conosció  sin  peligro  poderse  aquella  f ortalésa 
tomar,  Tenida  la  Pasqua  de  Navidad ,  Bemal  Diafies 
se  fué  para  el  Marqués  é  le  hizo  relación  de  todo  lo 
pasado ;  é  luego  el  Marqués  mandó  llamar  á  Don 
Diego,  su  hermano,  é  á  Pedro  de  Vera,  Alcaide  de 
Arcos,  á  los  quales  dio  gente  escogida  de  sus  cria- 
dos, é  mandóles  que  siguiesen  á  Bemal  Diafiez,  ha- 
ciendo fama  que  ihan  á  tierra  de  moros  por  hacer 
algún  hecho  sefialado.  É  así  Don  Diego  partió  de 
Xerez  la  primer  noche  de  Navidad,  é  tomó  el  cami- 
no de  la  ciudad  de  Arcos,  é  anduvo  dos  dias  por  los 
montes  por  desatinar  la  gente ,  é  la  tercera  noche  de 
Navidad,  que  fué  á  veinte  y  siete  dias  del  mes  de 
Diciembre  del  afio  susodicho,  llegó  á  la  fortaleza 
de  Medina,  é  como  la  noche  fuese  muy  escura  é  hi- 
ciese gran  niebla,  no  fueron  sentidos.  É  Don  Diego 
mandó  al  Alcayde  Pedro  de  Vera  que  siguiese  á 
Bemal  Diafiez,  y  embió  con  ellos  cien  escuderos, 
hombres  principales,  para  que  fuesen  á  poner  las 
escalas ;  é  Don  Diego  quedó  con  toda  la  otra  gente 
de  caballo  é  de  pié  para  socorrer,  desque  la  fortale- 
za fuese  escalada,  media  legua  ó  algo  mas ;  la  qual 
se  escaló  sin  ser  sentidos,  é  como  ya  estuviesen  en- 
cima é  la  vela  que  andaba  rondando  llegase  á  ellos 
ñn  sentir  ni  ver  cosa  alguna,  con  la  grande  oscuri- 
dad, fué  luego  preso  é  pusiéronle  los  pufiales  á  los 
pechos,  diciendo  que  lo  matarían  si  voces  diese.  É 
luego  subió  toda  la  gente,  é  dos  ó  tres  fueron  con 
aquella  vela  á  la  torre  del  omenage,  é  mandáronle 
que  llamase,  diciendo  que  el  Alcayde  venia,  el  qual 
dormía  fuera  de  la  fortaleza ;  é  dos  pages  que  en  la 
torre  estaban  abrieron  la  puerta  creyendo  que  el  Al- 
cayde venia ;  los  quales  fueron  luego  presos  é  ame- 
nazados que  callasen ;  é  dieron  luego  las  llaves  de 
la  fortaleza  á  Pedro  de  Vera,  el  qual  fué  luego  á 
abrir  el  postigo  por  el  qual  Don  Diego  entró  con 
toda  la  gente  que  de  fuera  avia  quedado ;  é  todo  lo 
dicho  ninguna  cosa  se  sintió  por  la  madre  del  Al- 
cayde, ni  por  su  mujer,  ni  por  los  esclavos  y  escla- 
vas que  en  la  fortaleza  estaban.  É  luego  Pedro  de 
Vera  fué  al  palacio  donde  estaba  la  madre  del  Al- 
cayde é  su  muger  é  sus  hijos,  é  cercóles  el  palacio 
por  defuera,  é  tomadas  ya  todas  las  torres  é  apo- 
sentamiento é  todas  las  cosas  que  en  la  fortaleza  se 
haDaron ,  Don  Diego  envió  un  hombre  de  á  caballo 
á  mas  andarí  á  dedr  al  Marqués  lo  que  era  hecho,  el 
qual  anduvo  tanto,  que  partió  de  allí  á  media  noche 
é  llegó  á  Xerez  en  quebrando  el  alba.  É  la  tercera 
noche  de  Navidad  la  fortaleza  se  escaló;  é  como 
Don  Diego  mandase  á  toda  la  gente  del  Marqués 
que  en  la  fortaleza  estaban  que  diesen  una  gran  gri- 
ta, y  el  Alcayde  lo  oyese,  vino  como  hombre  turba- 


do oon  fasta  dnquenta  ó  sesenta  hombres,  é  llegan- . 
do  cerca  de  la  fortaleza  salieron  algunos  de  los  que 
en  ella  estaban  é  comenzaron  á  pelear,  y  el  Alcayde 
Diego  de  Basurto,  hombre  desesperado,  metióse  tan- 
to en  los  enemigos,  queriendo  quebrar  una  cadena 
de  la  puente  levadiza,  que  fué  ferído  de  una  lanza- 
da por  la  boca  que  le  pasó  al  colodrillo,  de  que  lue- 
go súpito  murió ;  é  así  juntamente  perdió  la  vida  é 
honra  é  bienes  y  el  ánima  é  fué  en  tan  gran  peligro 
quanto  paresce  que  debe  ir,  según  se  dice  de  su  vi- 
da. É  muerto,  dijo  Pedro  de  Vera  á  su  madre  y  her- 
manas que  estaban  en  un  palacio  encerradas,  que  lo 
tomasen  allá,  que  estaba  muerto.  Respondió  la  ma- 
dre que  el  que  lo  mató  que  lo  pusiese  en  cobro,  sin 
tomar  voz  ninguna  ni  hacer  ningún  sentimiento.  B 
afírmase  que  los  muebles  que  le  robaron  valían  mas 
de  un  quento.  B  sin  duda,  si  este  malaventurado  Al- 
cayde oviese  leído  la  segunda  partida,  no  pusiera 
en  tan  mal  recaudo  su  honra  é  su  vida ;  la  muerte 
del  qual  á  todos  los  Alcaydes  debe  ser  enjemplo, 
para  que  sepan  poner  cobro  en  las  fortalezas  que  les 
son  encomendadas.  Sabida  esta  nueva  por  el  Mar- 
qués, ovo  grande  alegría,  é  mandó  repicar  las  cam- 
panas é  salió  de  la  ciudad  de  Xerez  con  quatrocien- 
tos  de  caballo ,  é  fuese  á  Medinasidonia.  Llegando 
á  la  ciudad,  los  vecinos  della  le  salieron  á  rescibir 
é  le  besaron  la  mano  como  si  fuera  su  sefior  natu- 
ral, de  lo  qual  fué  causa  la  enemistad  que  los  mas 
de  los  vecinos  tenían  con  el  Alcayde,  é  les  injuria- 
ban é  les  quitaban  las  mujeres  por  fuerza,  aunque 
algunas  veces  se  quejaban  al  Duque  del ,  y  ningún 
castigo  en  ello  puso.  El  Marqués  dejó  por  Alcayde 
en  la  fortaleza  de  aquella  ciudad  á  un  hermano  de 
Pedro  de  Vera,  llamado  Martin  Qomez,  y  encomen- 
dó la  justicia  á  Francisco  de  Vera,  jurado  de  la  ciu- 
dad de  Xerez,  é  basteció  la  fortaleza  de  gente  é  ar- 
mas é  de  todas  las  vituallas  nescesarías ,  é  hizo  re- 
parar la  fortaleza,  é  mandó  hacer  en  ella  una  bar- 
rera á  la  parte  donde  fué  escalada,  y  una  cava  asaz 
honda ;  y  estas  cosas  así  hechas,  el  Marqués  se  vol- 
vió á  Xerez,  é  mandó  que  Pedro  de  Vera  tomase 
todos  los  bienes  del  Alcayde  Pedro  de  Basurto  por 
le  satisfacer  de  quanto  el  Duque  tomó  á  Xtmena, 
teniéndola  este  Pedro  de  Vera,  donde  entonces  Pe- 
dro de  Basurto  ovo  todos  sus  bienes.  É  volviendo 
el  Marqués  á  Xerez,  fué  certificado  cómo  el  Duque 
era  salido  de  Sevilla  con  muy  gran  gente,  pensan- 
do poder  socorrer  á  .Medina,  é  como  por  mensage- 
ro  cierto  fuese  certificado  la  fortaleza  é  ciudad  eran 
pacíficamente  por  el  Marqués,  volvióse  á  Sevilla 
con  gran  tristeza  y  enojo,  al  qual  tomó  la  nueva 
llegado  á  Librixa. 

CAPÍTULO  LXXXIIL 
De  loi  snaéei  áafios  acseieldoi  es  !■  ciscad  de  Góréoki. 

De  las  diferencias  é  guerras  pesadas  entre  el  Du- 
que de  Medina  Sidonia  y  el  Marqués  de  Oalis,  resul- 
taron grandes  males ,  no  solamente  en  la  ciudad  de 
Sevilla,  mas  en  Oérdoba  y  en  Sanlúcar  é  la  mayor 
parte  del  Andalucía.  E  como  en  aquellas  ciudades 


78 

loB  príndpeB  Don  Femando  é  Dofia  IsAbel  foeaen 
mucho  amados,  algonoa  qne  bu  aeryicio  no  d«ea- 
ban,  proonraron  de  meter  gran  cisafia  entre  loe 
Christianoa  YÍejoaó  nneyoe,  especialmente  en  la  ciu- 
dad de  Córdoba,  donde  entre  ellos  avia  grandes  ene- 
mistades ó  grande  envidia,  como  los  ohristíanos 
nuevos  de  aquella  ciudad  estoviesen  muy  ricos  y  les 
viesen  de  contino  comprar  oficios  de  los  quales  usa- 
ban soberbiosamamente,  de  tal  manera  que  los 
christianos  viejos  no  lo  podian  comportar.  E  como 
Don  Alonso  de  Aguilar  toviese  aquella  ciudad  por 
estonce  enteramente  á  su  mandar  é  querer,  favores- 
cianlos  quanto  podian  por  grandes  servicios  que  le 
facian,  é  tanto  eran  de  Don  Alonso  favorecidos,  con 
la  amistad  y  envidia  que  dellos  tenían  y  aviendo 
quien  siempre  afiadiese  discordia  entre  estas  gentes, 
de  tal  forma  que  esta  causa  se  ovo  de  hacer  una  con- 
juración en  la  ciudad  so  color  de  donación,  en  que 
entró  la  mayor  parte  della ,  á  la  qual  llamaron  her- 
mandad de  la  ciudad,  hicieron  en  ciertos  dias  pro- 
oisiones ,  mostrando  hacerse  con  grande  devoción ; 
é  acaesdó  que  un  dia  yendo  así  la  precisión,  una 
moza  de  edad  de  ocho  ó  dies  afios  derramó  una  poca 
de  agua  por  la  ventana  de  una  casa  de  un  conver- 
so, la  qual  cayó  encima  de  la  imagen  de  nuestro 
Sefíora;  é  como  allí  fuese  un  cetrero,  qne  en  aque- 
lla cofradía  ó  hermandad  era  ávido  por  muy  prin- 
cipal, di6  muy  grandes  voces  diciendo  aquellos  ser 
meados  echados  á  sabiendas,  en  injuria  é  menospre- 
cio de  nuestra  santa  f  é  católica ,  ó  á  grandes  voces 
diciendo :  cVamos  todos  á  vengar  esta  gran  injuria, 
é  mueran  todos  estos  traidores  é  herejes.»  E  como 
los  chistianos  viejos  tuviesen  el  odio  concebido  con 
los  conversos,  iban  todos  juntos  por  quemar  las  ca- 
sas de  los  conversos ;  é  como  por  allí  pasase  un  es- 
cudero del  Alcayde  de  los  Donceles ,  llamado  Pedro 
de  Torre  blanca,  hombre  de  sana  é  buena  intención, 
comenzó  á  decir  que  no  hiciesen  tan  gran  movi- 
miento y  escándalo ,  de  que  se  podía  seguir  muy 
gran  dafio  é  deservicio  á  Dios  é  d  Rey ;  é  como  es- 
tas cosas  dixese,  el  cetrero  le  dio  una  grande  heri- 
da ,  é  luego  vinieron  muchos  en  ayuda  de  Torre- 
blanca,  y  allí  se  comenzó  muy  gran  pelea  y  el  her- 
rero con  los  de  su  compafiía  se  fué  huyendo  á  San 
Francisco,  é  de  súpito  se  llegó  allí  mucha  gente,  é 
Don  Alonso  de  Aguilar  vino  allí  á  muy  gran  priesa 
no  solamente  por  el  dafio  que  Torreblanoá  avia  res- 
dbido,  mas  por  escusar  el  dafio  qpe  esperaba  que  de 
aquello  se  avia  de  seguir.  B  como  Don  Alonso  allí 
llegase,  el  herrero  salió  primero,  ó  habló  á  Don 
Alonso  con  gran  soberbia  ,  lo  qual  Don  Alonso  no 
pudiendo  comportar,  le  tiró  una  lanza  de  que  le  pasó 
de  parte  á  parte,  que  luego  murió;  y  Uevado  á  su 
casa  el  herrero  muerto,  afirmaron  que  milagrosa- 
mente era  vivo,  de  que  ovo  muy  gran  turbación  en- 
tro los  conversos,  é  se  fueron  retrayendo  á  sus  bar- 
rios é  casas ,  donde  se  aparejaron  para  su  defensa ; 
é  muchos  christianos  viejos  fueron  á  casa  del  herre- 
ro dando  muy  grandes  voces,  diciendo  que  era  vivo 
é  sano ,  é  así  lo  fueron  publicando  por  toda  la  du- 
dad, á  causa  de  lo  qual  la  mayor  parte  de  la  ciudad 


ORÓNIGAB  DS  LOS  RETES  DE  OASTILtiA. 


se  levantó  por  matar  é  robar  los  conversos.  E  como 
Don  Alonso  de  Aguilar  ay  ostoviese,  salió  armado 
é  con  gente  de  caballo  pensando  escusar  el  gran 
dafio  que  estaba  aparejado ;  ó  vino  ala  casa  dd  her- 
rero creyendo  con  su  presencia  poder  pacificar  aque- 
lla gente ;  é  como  en  aqnella  ciudad  estuviese  un 
caballero  llamado  Pedro  de  Aguayo,  hombre  codi- 
cioso, trajo  consigo  muchoa  de  sus  vecinos,  con 
voluntad  é  propósito  de  robar  sin  vergüenza  é  aca- 
tamiento de  Don  Alonso.  Comenzó  el  robo,  y  allí  se 
hizo  muy  gran  pelea ,  é  fueron  tirados  por  los  del 
pueblo  muchas  piedras  á  Don  Alonso,  de  tal  mane- 
ra qne  se  ovo  de  retraer  ala  fortaleza ;  é  así  por  to- 
das las  calles  de  la  dudad  se  comenzó  gran  pelea 
entre  los  christianos  viejos  é  nuevos ;  en  el  qual 
tiempo  se  fallaron  allí  muchos  labradores  que  ve- 
nían al  mercado,  los  quales  publicaron  por  toda  la 
comarca  el  estado  en  que  aquella  dudad  estaba ,  á 
causa  de  lo  qual  muchos  vinieron  á  robar ;  é  como 
quiera'  que  algunos  de  los  hidalgos  de  la  dudad 
ayudasen  á  los  conversos,  conosdendo  la  maldad 
con  que  eran  muertos  é  robados,  muchos  dellos,  vis- 
to la  muchedumbre  de  los  robadores ,  diéionles  lu- 
gar, é  ad  todas  las  cosas  de  los  conversos  ó  algunas 
de  los  christianos  viejos  fueron  quemadas  6  puestas 
á  robo,  ó  matronas  desonrradas,  ó  algunos  muertos; 
é  ningún  linage  de  crueldad  quedó  que  aquel  dia 
no  se  ejecutase  por  los  robadores ;  lo  qual  acaesoió 
en  diez  y  déte  dias  del  mes  de  Abril  dd  dicho  afio 
de  setenta  y  qnatro.  E  la  pelea  duró  dos  dias  oontír 
nos,  en  que  mucha  gente  murió,  así  de  la  una  parte 
como  de  la  otra ,  é  al  tercero  dia  se  hizo  el  robo  ge- 
neral ;  en  el  qual  dia  muchas  mas  casas  fueron  que- 
madas, é  los  que  por  los  campos  fueron  vistos  por 
los  labradores  luego  los  mataban  ó  robaban ;  é  fué 
hecho  pregón  por  la  ciudad  que  todos  los  conversos 
fuesen  para  siempre  privados  de  los  oficios  públicos 
della,  éde  los  que  escaparon  muy  gran  pártese  fuá 
á  la  villa  de  Palma,  donde  por  exemplo  de  lo  de 
Córdoba,  así  allí  como  en  Edja  y  en  Xerez,  hicie- 
ran otro  tanto  si  lo  condntieran  los  sefiores  qne  las 
gobernaban ;  y  en  Andami  y  en  Montero  y  en  la 
Rambla  fueron  robados  ,y  lo  mesmo  hicieron  en  Ca- 
bra, d  el  conde  de  Cabra  Don  Diego  Hernández, 
sefior  della,  lo  oondntiera ;  el  qual  en  algunos  qne 
comenzaron  á  robar  hizo  muy  crudo  castigo ;  y  en 
la  villa  de  Almodovar  del  Campo  algunos  conver- 
sos fueron  muertos  é  robados  por  mano  de  los  la- 
bradores, los  principales  de  los  quales  fueron  en- 
f  oreados  por  mandado  de  Don  Rodrigo  Jirón,  Maes- 
tre de  Calatrava ,  é  donde  quiera  que  no  habia  quien 
los  pueblos  castigase,  semejantes  robos  se  facian. 

CAPSULO  LXXXIV. 

fe 

De  li  mveric  áel  Coidetlable  Don  Miguel  Lucas,  é  del  robo  de 
Bttclioi  eonversoe  moradores  en  la  dudad  de  Xerei. 

En  este  tiempo  entró  el  Rey  de  Granada  podero- 
samente á  correr  las  ciudades  de  Ubeda  y  Baeza 
quemando  é  talando  gran  parte  do  la  tierra  con  dos 
mil  de  caballo  á  quince  mil  peones;  por  lo  qual  el 


MSMOBtAL  Í>B  DIVEBSA8  HAZAJfA& 


1^ 


Condestable  Don  Migael  acordó  de  tomar  nn  puerto 
oon  qoinientoB  de  caballo  é  tres  rail  peones  por  ha- 
cer daño  en  los  moros.  E  vista  la  mnchednmbre  de- 
UoB,  el  Condestable  receló  de  continuar  lo  comenza- 
do ,  lo  qnal  dio  osadia  á  los  moros  de  pasar  oon  sn 
presa  de  que  los  de  Xaen  daban  muy  gran  culpa  é 
cargo  á  la  flaqueaa  del  corazón  del  Ck^ndestable  sn 
capitán,  como  es  cierto  que,  según  el  lugar  donde 
estaban,  si  él  quisiera  lo  que  caballero  debía,  los 
moros  podían  recibir  muy  gran  dafio ,  é  luego  co- 
menzaron todos  entre  si  de  murmurar  é  decir  mal 
del  Condestable,  é  buscar  algunas  novedades, é  no 
tratarlo  con  el  acatamiento  ni  reverencia  que  solian, 
é  hízose  entre  algunos  del  pueblo  conjuración  en 
que  se  cree  cupiese  Gonzalo  Mexía,  caballero  de  no- 
ble linaje,  el  qual  tomó  algunas  torres  de  aquella 
ciudad,  é  puso  en  ellas  gente  de  armar  para  su  de- 
fensa ,  de  que  el  Condestable  ovo  grande  enojo ;  é 
luego  mandó  llamar  gente  é  comenzóse  la  pelea  mu- 
.  oho  mas  grande  de  quanto  el  Condestable  pensaba, 
en  la  qual  murió  un  caballero  llamado  Diego  de  Que- 
sada,  pariente  muy  cercano  de  Dofia  Teresa  de  Tor- 
res, muger  del  Condestable.  A  todos  los  do  la  parte 
contraria  pareado  que  ya  no  pedia  bien  venir  des- 
pués de  la  muerte  de  aquel  caballero ,  si  algún  re- 
medio no  se  buscase,  por  quien  pensasen  ser  esemi- 
dos  de  la  dura  servidumbre  en  que  estaban,  sefio- 
reados  por  el  Condestable ,  contra  la  condición  de  la 
gente  de  aquella  ciudad ,  la  qual  siempre  sufrió  de 
mala  voluntad  sujeción.  B  como  fuesen  asi  muchos 
armados,  discurriendo  por  la  ciudad ,  diciendo  que 
querían  saber  qué  mandaba  hacer  el  Condestable, 
como  entrasen  todos  en  una  iglesia  donde  él  acos- 
tumbraba á  oir  misa  é  hacer  sus  ayuntamientos, 
cerno  el  Condestable  pusiese  las  rodillas  para  hacer 
oración,  uno  del  pueblo  que  mas  cerca  del  se  halló, 
le  dio  un  tan  gran  golpe  con  una  ballesta  de  acero 
en  la  cabeza,  que  dio  con  él  en  el  suelo ,  é  todos  los 
que  cerca  del  estaban  le  firieron  con  lanzas  y  espa- 
das de  tal  manera  que,  no  quedó  en  él  sefial  de 
persona  humana.  B  luego  todos  juntos  fueron  robar 
é  mltar  los  conversos ;  y  en  tanto  que  la  multitud 
del  pueblo  en  aquello  se  ocuparon,  Dofia  Teresa  de 
Torree,  muger  del  Condestable,  oomo  fuese  muy 
noble  é  de  gran  corazón ,  temiendo  la  crueldad  é 
maldad  de  aquella  gente,  con  sus  hijos  é  con  los 
hermanos  del  Condestable,  se  metieron  en  la  fortale- 
za,  é  la  basteció  de  gentes  é  de  armas  é  de  todas  las 
otras  cosas  nescesarías ,  de  tal  manera  que  hacian 
cruel  guerra  á  los  de  la  dudad ,  donde  muchos  de- 
llos  fueron  muertos.  B  tal  fué  la  maldad  de  los  del 
pueblo  de  Xaen ,  que  no  contentos  de  la  muerte  del 
Condestable  é  de  los  conversos ,  que  sin  causa  al- 
guna avian  muerto ,  fueron  en  un  lugar  llamado 
Torre  del  Campo,  cercano  á  la  dudad  de  Jaén,  é 
combatiéronlo  é  mataron  al  Alcayde  llamado  Juan 
de  Marruecos,  é  á su  muger  é  hijos  y  esclavos  é  ser- 
vidores, é  robaron  la  torre :  tan  grave  fué  la  rabia 
desta  crueldad  ;  é  como  ya  conosciesen  los  grandes 
males  que  habian  fecho  é  dello  se  arrepintiesen, 
acordaron  de  retornar  en  la  ciudad  los  caballeros  y 


escuderos  que  el  Condestable  avia  desterrado  por  se 
ayudar  dellos  para  la  defensa  de  aquella  ciudad,  é 
oostrefiidos  por  necesidad ,  acordaron  de  mitigar  el 
rigor,  embiando  por  Fernán  Lucas  comendador  de 
Oreja,  é  por  Martin  Lucas,  comendador  de  Monti- 
zon,  é  por  consentimiento  de  la  Condesa  viuda  Dofia 
Teresa  los  dierOn  la  administración  déla  dudad. 

CAPÍTULO  LXXXV. 

De  eómo  ••  declaró  el  esfefio  qve  el  Rey  Dos  Biriqse  flxo  á 
Don  Enrique  Portont  con  ana  eipennu  de  etMinleito  tnyo  eos 
Dofta  Jama  hija  de  la  Reyna. 

Estas  oosas  así  pasadas ,  el  Maestro  Don  Juan  Pa- 
checo páreselo  ser  tiempo  de  declarar  el  engafio  que 
el  Rey  habla  fecho  á  Don  Enrique  Fortuna,  dicién- 
dole  cierto  del  casamiento  suyo  oon  Dofia  Juana 
llamada  su  hija,  pasando  tiempo  con  él,  hadéndole 
venir  á  Requena  é  al  castillo  de  Garcimufioz,  é  des- 
pués á  la  villa  de  Madrid,  donde  estaba  muy  pobre 
é^  amenguado,  en  tanto  que  oostrefiido  por  estrema 
necendad ,  se  ovo  de  ir  al  conde  de  Benavente  su 
primo ,  con  el  qual  estuvo  algún  tiempo  asaz  men- 
guado oon  su  madre  donde  estovieron  é  sintieron  la 
pena  de  su  ligero  creer.  Y  en  este  tiempo  el  Rey 
Don  '^Enrique  y  el  Maestre  de  Santiago  no  olvida- 
ban de  revivar  el  casamiento  del  Rey  de  Portugal 
que  dias  avia  tenian  asegurado  con  Dofia  Juana, 
hija  de  la  Reyna  Dofia  Juana ,  oon  esperanza  de  ha- 
ber estos  Reynos  después  del  fallescimientodelRey 
Don  Enrique ;  é  óvose  consejo  muy  secreto  que  el 
Rey  de  Portugal  ayuntase  todo  el  tesoro  que  pudie- 
se y  aparejase  las  gentes  de  su  Reyno  de  caballos  é 
armas  é  de  navios  é  de  todas  las  otras  cosas  necesa- 
rias pi|ra  facer  guerra,  socolor  queso  aparejaba  para 
pasar  allende  para  hacer  guerra  á  los  moros,  en 
tanto  que  se  trabajaba  para  delgazar  el  poder  de  los 
Principes  Don  Fernando  é  Dofia  Isabel.  E  como  ya 
ovieseopremido  los  pueblos  del  Andalucía,  que  mas 
opremir  deseaba,  á  los  unos  por  robos  é  muertes,  é  á 
los  otros  por  temor,  al  Duque  de  Medinasidonia 
que  seguia  la  parte  de  los  principes  avia  fatigado 
é  fatigaba  por  cruel  guerra  que  el  Marqués  yerno 
del  Maestre  le  avia  fecho  é  fada  continuamente;  las 
quales  cosas  procedieron  de  la  pereza  é  flojedad  del 
Rey  Don  Enrique,  é  por  la  malida  de  los  que  cerca 
del  estaban ,  á  quien  placia  de  todos  los  dafios  y  es- 
escándalos  en  estos  Reynos  aoaescidos,  creyendo 
por  aqudlos  poder  mas  sublimar  sus  estados  é  acre- 
c-entar  sus  rentas,  con  ayuda  general  de- la  fé  pu- 
blica dallos.' 

CAPÍTULO  LXXXVI. 

Del  cerco  de  Perpifiao  é  del  Consejo  que  le  oto  para  qne  el  Prín* 
cipe  Don  Femando  fneae  á  socorrer  al  serenlsiaio  Rey  sa 
pa4re. 

En  tanto  que  los  Reynos  de  Castilla  é  de  León  tan 
grandes  trabajos  sostenían ,  é  los  catalanes  pensa- 
sen en  algo  de  sus  trabajos  ser  aliviados,  después  de 
aver  recobrado  á  Perpifian ,  ninguna  otra  oosa  les 


to 


OBONIGAS  DB  LOS  BBTIS  DB  GAffTILLA. 


pATMia  de  advaraidad  lee  quedar,  ealvo  loe  caeti- 
Uoe  de  aquella  villa  é  de  Ck>libre ,  que  los  íranoeeea 
tenían.  £1  Bey  Luis  de  Franoia  eufría  de  mala  vo- 
lontad  qae  el  Rey  Don  Juan  de  Aragón  ovieae  reco- 
brado las  yillaB  de  Perpifian  é  de  Helna  é  por  eao 
trabajó  de  se  oonoertar  con  el  Duque  Cárloa  de  Bor- 
gofii^  porque  pudieee  todas  sus  fnersas  poner  para  re- 
cobrar á  Perpifian ,  para  lo  qnal  ayuntó  gran  copia 
de  gentes,  con  los  quales  embió  estrenuos  é  valien- 
tes capitanes,  é  con  ellos  al  Cardenal  Trapaoense,  y 
al  llamado  Albaoense,  oomo  superior  é  amonestador 
de  las  oosas  que  facer  se  debían.  Esto  sabido  por  los 
catalanes  ó  aragoneses,  que  con  su  Bey  agravado  en 
tanta  vejes  estaban,  suplicaban  al  Bey  que  le  plu- 
guiese de  dejallos  el  cargo  de  la  defensa  de  aquella 
villa,  é  pusiese  su  persona  real  en  mas  seguro  lu- 
gar ;  ni  quisiese  ponerse  en  peligro  tan  conocido, 
como  sola  su  libertad  podía  mucho  mas  aprovechar 
á  los  trabajos  de  sus  subditos  que  si  igualmente  é 
ellos  fuese  coreano,  porque  les  pareeoía  ser  necesa- 
rio de  embíar  sus  mensageros  al  Principe  Don  Fer- 
nando su  hijo,  los  quales  le  amonestasen  que  todas 
las  cosas  dejadas  en  Castilla,  viniese  socorrer  á  su 
padre ,  oomo  él  fuese  en  estremo  caballero  é  mancebo 
é  pudiese  prestamente  discurrir  por  las  provincias 
cercanas  á  los  Beynos  de  Aragón,  el  qnal  podía 
traer  gran  copia  de  gentes  para  resistir  álos  enemi- 
gos ¡  lo  qual  si  dejaba  de  hacer  con  gran  corasen  ó 
duresa ,  ponía  en  peligro  su  persona  real  con  gran 
infelicidad  suya  é  miserable  servitud  de  los  suyos. 
A  lo  qual  el  fortisimo  Bey  respondió :  cCaballeros, 
mucho  estoy  maravillado  de  la  prudencia  y  virtud 
de  vosotros  como  ayaís  ávido  el  honor  que  resoe- 
bístes  con  lag^^erra,  pensásedes  agora  la  verdadera 
salud  de  Perpifian  é  de  todo  el  Condado  de  Buyse- 
'  \1on  no  estar  en  mí  presencia,  que  yo  estando  nin- 
gún espanto  nos  puede  hacer  el  ezércíto  de  los 
franceses  por  grande  que  sea;  é  sí  yo  me  par- 
tiese, por  la  opinión  concebida  ser  de  miedo,  los  que 
cerca  de  mi  estando,  serían  valientes,  con  mi  ausen- 
cia enflaquecerían ,  é  por  aventura  darían  la  villa  ¿ 
miserable  sujeción  ó  podía  ser  que  algunos  de  los 
moradores  della  se  inclinar  á  la  dar  por  traición.» 
E  visto  el  propósito  del  Bey,  los  aragoneees  é  va- 
lencianos é  catalanes  que  allí  estaban  acordaron  de 
embíar  sus  embazadores  suplicando  al  Príncipe  Don 
Femando  quisiese  venir  ayudar  á  su  padre  puesto 
en  tan  decrépita  edad,  entre  tan  grandes  trabajos  é 
peligros.  Bstas  cosas  oídas  por  él  Bey  mandó  lla- 
mar generalmente  á  todos  que  viniesen  á  la  iglesia 
mayor,  donde  algunas  veces  mandaba  hacer  sus 
ayuntamientos ,  é  allí  en  presencia  de  todo  el  pueblo 
hÍEO  un  juramento  en  forma  de  nunca  se  partir  de 
Perpifian  fasta  tanto  que  aquella  villa  fuese  librada 
del  temor  que  tenía  del  cerco  venidero  de  los  fran- 
ceses, quitando  mucho  la  venida  dellos  con  gran 
muchedumbre  de  gentes ,  las  quales  pensaron  opre- 
mír  al  Bey  é  á  todos  los  de  la  villa  por  contíno  com- 
bate de  tiros  de  pólvora  é  trabucos  é  ingenios  é  por 
hambre,  apretándolos  de  tal  manera,  que  do  nin- 
guna parte  le  pudieee  venir  socorro,  mayormente 


como  les  pareciese  que  el  atajo  que  el  Bey  avk 
mandado  facer  entre  la  villa  é  la  fortalesa  no  pedia 
ser  bastante  para  se  poder  amparar  é  defender;  é 
tenían  los  franceses  dlende  desto  esperansa  de  ha- 
ber la  villa  por  traídon  de  algunos  moradores  da- 
lla ,  é  creian  el  Bey  tan  viejo  no  podría  sostener  tan 
grandes  trabajos  é  fatigas ,  é  convenille  ya  enco- 
mendar el  cargo  algunos  de  quien  los  moradores  de 
la  villa  no  acatasen  con  reverencia,  lo  qual  por 
derto  mucho  lejos  acaescíó  del  pensamiento  de  los 
franceses  oomo  el  valientísimo  Bey  desde  la  horade 
la  nona  armado ,  encima  de  un  caballo  andaba  de 
estancia  en  estanda ,  requíríéndolas  é  poniendo  en 
oada  una  un  estrenuo  caballero  por  capitán,  é  gen- 
tes escogidas  para  las  guardar  é  con  maravillosa  so- 
licitud ninguna  cosa  le  quedaba  de  proveer  en  todo 
lo  necesario  ;  pero  con  todo  eso  los  franceses  tenían 
en  poco  la  virtud  del  Bey  confiando  en  la  traición 
que  algunos  días  estaba  puesta  en  obra,  oomo  tu- 
viesen una  mina  fecha  desde  el  campo,  que  entra- 
ba en  la  casa  de  un  traidor  hombre  muy  principal  de 
aquella  villa ;  é  oomo  la  gente  de  los  ¿ranoeses  de 
súpito  saliesen  por  aquella  casa,  el  Bey  que  en  to- 
das las  calles  avía  fecho  contraminas,  temiendo 
aquella  traición   poderle  ser  fecha,  socorrió  con 
muy  gran  prestesa  con  quarenta  caballeros,  é  en  la 
mitad  de  la  noche  valientemente  combatió  aquella 
casa  de  tal  manera  que  todos  los  franceses  que  por 
la  mina  entraron  ninguno  quedó  que  no  fuese  muer- 
to ó  preso ,  y  en  los  otros  que  de  fuera  estaban  se 
biso  tal  dafio ,  que  pocos  dellos  volvieron  sanos  á  la 
fortalesa,  é  todo  aquel  día  los  franoeses  gastaron 
en  proveer  los  caminos  oomo  no  tuviesen  mucha  es- 
peransa de  aver  la  villa  por  combate,  ó  los  france- 
ses hicieron  en  tomo  de  la  fortalesa  tres  fosados, 
porque  los  catalanes  é  aragoneses  aunque  eran  po- 
cos en  comparación  de  la  muchedumbre  de  los  fran- 
ceses, no  pudiesen  entrar  en  la  fortalesa  épor  la 
tardansa  del  tiempo  con  la  hambre  oviesen  de  dar 
la  villa;  é  como  en  este  tiempo  los  que  en  ella  esta- 
ban con  Don  Juan,  Arsobispo  de  Zaragosa,  ^hijo 
bastardo  del  Boy  de  Aragón,  corrían  el  campo  é 
traían  provisiones á  Perpifian,  é  hacían  grandes da- 
fios  en  los  franceses,  pero  con  todo  eso  los  de  Per- 
pifian,  temiendo  el  largo  cerco,  enviaron  sus  mensa, 
geros  al  Principe  Don  Femando ,  suplicándole  se- 
gunda ves  no  tardase  de  venir  socorrer  á  su  padre, 
oomo  el  cerco  cada  día  mas  amenasase  la  toma  de 
aquella  villa,  según  la  muchedumbre  de  los  enemi- 
gos que  cada  día  mas  se  acrecentaban ,  como  la  vo- 
luntad del  Bey  Luís  de  Francia  mas  atenta  en  esto 
fuese  que  en  otra  cosa,  é  si  por  batallas  á  banderas 
desplegadas  no  eran  socorridos,  dífioíl  sería,  ó  mas 
verdaderamente  hablando,  imposible  no  ser  muer- 
tos por  hambre.  Visto  este  mensaje  por  el  Príndpe, 
aunque  continamente  pensaba  venir  socorrer  á  su 
padre,  determinó  de  aver  d  consejo  de  la  Princesa 
Dofia  Isabel,  su  uiuger, é  del  Arsobispo  de  Toledo, 
los  quales  como  quiera  que  conoedesen  quanto  dafio 
venían  en  las  cosas  de  Castilla  por  la  partida  del 
Príncipe ,  paresoioles  ser  cosa  rasonable  de  dejar  to- 


itEUOBtAL  DE  DIVBBSAS  HAJZAff AS. 


él 


do8  loA  otnNi  negooioB  por  socorrer  en  tan  estrema 
nescesidad  donde  pendia  la  vida  del  padre  é  la  liber- 
tad de  loe  fieles  oaballeros  é  vasallos  suyos,  é  que 
oonvenia  sin  tardanza  alguna  la  partida  suya  poner- 
se en  obra ,  como  quiera  que  al  Arzobispo  quedaba 
gran  cargo  después  de  la  partida  del  Príncipe  con 
muy  delgada  sustancia,  después  de  aver  hecho  muy 
grandes  despensas ;  é  como  entonces  Troyllos  Car- 
rillo tuviese  siete  mil  florines  por  aver  el  derecho 
del  Condado  de  Agusta  en  la  isla  de  la  ulterior  Ce- 
cilia, mandó  el  Arzobispo  que  los  diese  para  pagar 
sueldo  de  decientas  lanzas  que  con  el  Principe  fue- 
sen por  dos  meses ,  sin  que  el  Bey  de  Aragón  ni  el 
Principe  les  oviese  de  dar  cosa  alguna.  El  Principe 
loó  mucho  la  mananimidad  é  liberalidad  del  Arzo- 
bispo ,  é  todos  los  otros  grandes  que  á  los  Principes 
seguían  se  ofrecieron  de  le  hacer  mas  largo  servi- 
cio, los  quales  todos  con  palabras  satisficieron,  sal- 
vo solamente  Don  Alonso  Manrique ,  hijo  mayor  del 
Almirante  Don  Fadrique,  el  qual  trajo  setenta  lan- 
zas muy  escogidas  é  algunos  otros  peones  hijos-dal- 
gos  que  quisieron  ir  á  servir  al  Principe ,  con  la 
qual  se  acrecentó  el  número  de  la  gente  que  el  Prin- 
cipe llevó  en  Aragón  fasta  quatrocientas  lanzas,  lo 
qual  incitó  á  los  de  Zaragoza  á  hacer  ayuda  al  Prín- 
cipe con  decientas  lanzas  é  á  los  de  Valencia  no  me- 
nos movió  la  ida  del  Príncipe  é  la  calidad  de  tan  es- 
trema nescesidad  en  que  su  padre  estaba.  E  con  es- 
tas gentes  el  Príncipe  continuó  su  camino  fasta  lle- 
gar en  Perpifian. 

CAPÍTULO  LXXXVII. 

Del  blesiTsatirido  toeeto  qse  ovo  el  Principe  Don  Fenrado  ee 
It  Ida  de  PerpMín,  é  de  la  mverle  del  Gardeíai  Albaeense  é 
de  la  eoneordla  feeha  entre  lea  Heyea  de  Franela  é  de  Aragón. 

En  otra  manera  sucedió  el  viaje  del  Príncipe  Don 
Femando  de  como  lo  pensaba  el  Rey  Don  Enrique, 
el  qual,  como  continuase  su  camino,  muchos  de  los 
aragoneses,  valencianos  é  catalanes  lo  quisieron 
seguir,  aviándose  por  bien  aventurados  en  poderse 
fallar  en  servicio  de  tan  gran  Príncipe  contra  sus 
enemigos;  ni  menos  los  que  estaban  en  Perpifian 
con  su  Rey  trabajaban  por  conservar  su  salud  é  la 
libertad  de  sus  subditos,  en  tanto  quel  Príncipe 
Don  Femando  recogía  sus  gentes  para  venir  en  so- 
corro del  Rey  su  padre.  Ni  los  que  en  Perpifian  es- 
taban dejaron  de  pelear  continuamente  con  los 
franceses,  de  los  quales,  aunque  en  número  eran 
mucho  menos,  en  virtud  eran  mayores,  é  de  tal  ma. 
ñera  se  avian  con  ellos,  que  siempre  los  sobraban  é 
llevaban  dellos  ventaja  conosdda.  E  como  los  fran- 
ceses á  los  caminos  saliesen,  los  que  estaban  en 
Helna  con  el  Arzobispo  de  Zaragoza ,  hijo  del  Rey 
de  Aragón,  aguardábanlos,  é  mataban  é  prendían 
machos  dellos;  é  inoreible  y  maravillosa  cosa  es 
con  quales  artes  y  engafios  los  aragoneses  conser- 
vaban la  vida  de  su  Rey  é  la  libertad  general  de 
todos,  oomo  fuese  tan  poca  gente  dentro  en  Perpi- 
fian en  comparación  de  la  muchedumbre  de   los 


■ 

libre  de  los  franceses  á  la  parte  de  Colibro  é  |&  la 
provincia  de  Narbona ;  é  á  los  catalanes  ninguna 
salida  les  era  sigura  sigun  la  disposición  é  ordenan- 
zas de  las  estancias  que  en  loe  caminos  los  france- 
ses tenían,  á  los  quales  pudo  engafiar  el  estrenuo  é 
valiente  caballero  Mesen  Pierres  de  Peralta,  Con- 
destablo de  Navarra,  el  qual  como  supiese  la  lengua 
francesa,  vistiéndose  hábito  de  fraile  menor,  dis- 
currió por  todas  las  estancias  de  los  franceses  é  por 
todo  el  Condado  de  Ruysellon ,  y  entró  en  el  Real 
de  los  franceses,  é  con  ellos  muy  largamente  f abló 
haciéndose  á  ellos  muy  principal ;  é  como  entre  los 
franceses  é  catalanes  peleasen ,  é  algunos  cayesen 
de  los  franceses  mostrándose  misericordioso  é  así 
con  los  que  se  volvían  á  Perpifian  se  metió,  de  quel 
Rey  ovo  gran  alegría ,  el  qual  en  muchas  cosas  les 
avisó,  de  que  gran  provecho  se  le  siguió ;  y  de  con- 
tino este  caballero,  aunque  viejo,  con  dos  hermanos 
llamados  el  uno  Deltran  de  Almendares  y  el  otro 
Juan  de  Almendarez  que.  mucho  habían  servido  al 
Rey  de  Aragón  en  el  tiempo  de  la  rebelión  de  Bar- 
celona, cabalgaban  todos  tres  con  poca  gente  é  tan 
sabiamente  lo  hacía,  que  siempre  mataban  é  pren- 
dían algunos  de  los  franceses,  de  tal  manera  que  ni 
osaban  ir  al  campo,  ni  solamente  á  dar  agua  á  sus 
caballos,  ni  á  traer  lefia ,  que  saliendo  de  su  real 
no  fuesen  presos  ó  muertos.  E  acaesdó  que  como 
cada  dia  bienaventuradamente  los  navarros  peleasen 
con  los  franceses,  tanto  cresció  en  dios  la  osadía, 
que  como  los  franceses  dexasen  las  puertas  del 
real  abiertas,  Juan  de  Almendarez  con  tres  de  ca- 
ballo én  la  entrada  del  real  fué  preso,  é  contra  la 
ley  de  la  guerra,  ppr  la  furia  de  los  franceses  fue- 
ron muertos.  El  Rey  con  el  gran  enojo  de  la  muerte 
de  aquel  caballero  é  de  los  que  con  él  iban,  mandó 
degollar  todos  los  prisioneros  franceses  que  tenía» 
lo  qual  como  en  el  real  se  sintiese,  embiaron  luego 
humilmente  suplicar  al  Rey  le  pluguiese  usar  de 
clemencia  é  misericordia  por  la  muchedumbre  de 
prisioneros  que  tenía,  perdonando  el  error  hecho 
por  algunos  sin  consentimiento  ni  voluntad  del  ca- 
pitán ni  de  los  otros  principales  que  con  él  esta- 
ban, é  quisiese  creer  que  dende  en  adelante  las  le- 
yes de  la  guerra  se  guardasen.  Al  clementísimo  Rey 
plugo  de  acetar  el  ruego  de  los  franceses,  los  quales 
como  ya  sintiesen  la  venida  del  Príncipe  Don  Fer- 
nando, pensaron  hacer  alguna  cosa  hazafiosa  ante 
de  su  venida,  para  lo  qual  hicieron  una  mina  secre- 
ta por  debajo  del  atajo  que  el  Rey  de  Aragón  había 
mandado  hacer,  é  un  dia  antes  que  amanesciese, 
salieron  por  la  mina  la  gente  de  armas  de  los  fran- 
ceses, é  pusieron  las  escalas  al  muro,  é  subieron  al- 
gunos por  ellas;  é  como  uno  quisiese  tomar  una  tor- 
re en  la  qual  estaba  un  velador ,  de  quien  ante  de 
entonces  muy  poca  cuenta  se  hacía ,  tan  valiente- 
mente peleó,  que  mató  á  aquel  que  primero  subió, 
é  defendió  de  tal  manera  el  muro,  que  antes  que  los 
franceses  pudiesen  tomar  ninguna  torre  el  velador 
fué  socorrido  por  los  espafioles,  é  la  virtud  de  solo 
un  hombre  pudo  tanto,  que  por  su  esfuerzo  la  villa 
franceses,  teniendo  tan  grandes  fuerzas,  é  fuese  I   no  se  tomó  é  muchos  de  los  franceses  fueron  muer- 


82 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BEYBS  DB  CASTILLA. 


tos.  B  dejadas  de  escribir  otras  mnohas  cosas  con 
▼iril  osadía  hechas  por  la  gente  del  Bey  de  Aiagoiii 
e«  de  escribir  todo  lo  aoaescido  al  Príncipe  Don 
Femando  ante  que  pasase  de  la  provínola  de  Am- 
pnrias  é  la  villa  de  Holna  de  donde  los  que  en  la 
guarda  della  estaban  socorrían  la  mengua  de  vian- 
das que  los  de  Perpifian  tenían;  é  como  á  los  fran- 
ceses paresciese  que  aunque  se  juntasen  los  de  Per- 
pifian  é  los  de  Helna  no  bastarían  para  pelear  oon 
ellos  y  el  contrario  tenían  creído  los  espafioles  co- 
mo siempre  en  las  peleas  pasadas  oviesen  llevado 
conosoida  ventaja  á  los  franceses,  é  los  de  Helna 
sefialaron  un  día  á  los  de  Perpifian  por  sus  mensa- 
jeros para  que  fuesen  prestos  para  su  socorro,  por- 
que entendían  en  aquel  día  al  tiempo  del  alba  pe- 
lear oon  los  franceses,  donde  pelearon  de  tal  ma- 
nera que  los  franceses  fueron  desbaratados,  é  allí 
fueron  presos  los  capitanes  llamado  el  uno  Mesen 
Dolao  ó  el  otro  el  Senescal  de  Baloayrecon  muchos 
nobles  é  otra  mucha  gente  común ;  é  los  que  esca- 
par pudieron  se  fueron  huyendo  á  su  real ;  lo  qual 
acaesdó  en  veynte  y  dos  días  de  Junio  del  dicho 
afio.  El  Principe  Don  Femando  llegó  á  un  paso  lla- 
mado el  puerto  de  Mosana,  la  subida  del  qual  era 
muy  alta  é  difícil  de  subir.  Bn  aquel  dia  hiao  un 
viento  tan  grande  que  á  todos  pareada  ser  imposi- 
ble poder  pasar  á  causa  de  lo  qual  los  grandes  que 
con  el  Principe  estaban  le  suplicaron  no  quisiese 
contender  con  la  adversidad  del  tiempo,  ni  quisie- 
se poner  á  sí  ni  á  los  suyos  en  tan  gran  peligro,  el 
qual  querer  por  el  gran  esfuerzo  suyo  é  porque  el 
espíritu  divino  lo  llevaba,  porfió  contra  la  volun- 
tad de  todos  continuar  su  camino ,  é  sabio  en  la 
cumbre  de  increíble  altura,  ó  por  ezemplo  suyo  to- 
da su  gente  subió,  ante  que  fuese  quatro  horas  del 
dia,  é  pssó  de  manera,  que  sin  perder  oosa  alguna 
casi  á  cinco  horas  del  dia  el  Príncipe  Don  Feman- 
do en  vista  de  los  enemigos  ordenó  sus  batallas;  el 
qual  como  viese  grandes  lumbres  en  el  real,  que 
de  lejos  paresciesen  las  batallas  de  loa  enemigos 
aparejadas  para  pelear,  el  Principe  amonestó  á  to- 
dos rogándoles  tuviesen  buen  corasen  y  esperasen 
bien  aventurada  vitoría ,  como  á  todos  ellos  fuese 
notorio  la  maldad  de  los  franceses ;  que  quisiesen 
aver  memoria  de  los  maravillosos  acaesoimientos 
en  que  siempre  la  divina  Providencia  ayudó  á  la 
verdad,  ni  les  pareciese  cosa  grave  de  recobrar  de 
los  franceses  lo  que  en.Gatalufia  tenían  ocupado, 
como  la  muchedumbre  dallos  no  pudiese  sufrir  la 
ferocidad  é  valentía  de  los  espafioles  y  como  fuese 
peligrosa  oosa  á  la  muchedumbre  de  gente  medro- 
sa pelear  en  campo  oon  banderas  desplegadas  oon 
gente  escogida  aunque  en  número  sea  muofio  mo- 
nos como  muchas  veces  la  muchedumbre  de  los 
franceses  haya  sido  desbaratada  de  los  pocos  que  en 
Helna  y  en  Perpifian  estaban  con  gran  dafio  de 
sus  capitanes:  cé  si  por  v^tura,  dixo  el  Príncipe, 
•aquí  hay  algunos  que  teman  pelear  por  la  muohe- 
•  dumbre  de  los  franceses,  díganlo  ante  que  la  ba- 
B  talla  comencemos,  porque  el  temor  do  aquellos  no 
9  traiga  dafio  á  la  virtud  de  los  esforzados  varones, 


»come  mas  segura  les  sea  oon  los  pooos  eaoogidos 
» terribles  cosas  cometer,  que  oon  muchedumbre  de 
» gente  medrosa,  donde  la  turbación  de  los  tales 
»  suele  traer  perdimiento  de  todos.  >  Las  quales  co- 
sas como  todos  oyesen,  á  muy  grandes  vgoes  dixo- 
ron :  •  Sefior,  vamos  á  ellos,  que  aquí  no  hay  ningu« 
B  no  que  tenga  temor,  mas  todos  queremos  ya  pe- 
Blear  é  no  perder  tiempo.  Vamos,  vamos  oon  la  gra- 
sda  de  Dios.»  Bntónces  sonaron  las  trompetas ,  é 
las  compafiías  de  Helna  é  las  batallas  del  Principe 
á  banderas  desplegadas  se  movieron.  Bl  Bey  en 
este  tiempo  requirió  todas  las  estandas  de  torres  é 
puertas,  en  las  quales  proveyó  de  la  gente  necesa- 
ria, ó  salió  contra  los  enemigos  con  los  peones  na- 
varros acostumbrados  de  guerra ;  ó  mandóles  que, 
quando  menester  fuese,  dguíesen  las  banderas  é 
hidesen  lo  que  les  fuese  mandado.  Bl  f ortisimo  Bey 
armado  de  todas  armas  é  fortísimo  amos,  enoima 
de  un  gran  caballo  discurrió  por  sus  batallas,  or- 
denándolas; con  d  qual  estaba  Don  Alonso,  su  hi- 
jo bastardo;  y  d  Oonde  de  Paredes,  é  Beltran  Ugon 
de  Bodelmin,  Prior  de  la  orden  de  San  Juan,  d  Caa- 
tdlan  de  Amposta  é  Vosen  Pierres  de  Peralta,  Con- 
destable de  Navarra  y  Femando  de  BeboUedo  y 
Beltran  de  Almendares;  oon  los  quales  acordó  de  es- 
perar la  venida  del  Príncipe,  para  ver  d  seria  mejor 
juntarse  todas  las  gentes  para  la  batalla,  ó  darse  ca- 
da una  por  su  parte,  como  la  muchedumbre  de  los 
franceses  fuese  tanta  que  serian  bien  quarenta  mil 
hombres  d'armas,  de  los  quales  en  las  pdeas  pasa- 
das desde  el  principio  del  cerco  fueron  perdidos  por 
diversos  casos  bien  quince  mil  hombres,  algunoa 
por  hierro  é  otros  de  fiebres  é  grandes  enfermeda* 
des;  y  d  Cardenal  Albacense  fatigado  de  grande  en- 
fermedad se  avia  partido  del  real,  d  qud  dado  á  to- 
da conrupcion  é  malas  costumbres,  ovo  muerte  muy 
penosa,  en  testimonio  de  su  torpe  vida;  d  que  fué  el 
primero  que  en  esta  guerra  mandó  poner  fuego  en 
las  iglesias,  y  amonestó  á  los  franceses  osar  de  crad- 
dad  aun  dlende  de  su  naturd  costumbre.  B  los  otros 
capitanes  franceses,  mirando  como  eran  presos  loa 
prindpales  dellos ,  é  sabiendo  como  d  Príndpe  Don 
Femando  venía  con  gran  gente  contra  ellos  de  Caa- 
tilla  en  otra  manera,  pensaron  de  hacer  de  lo  que  d 
Bey  de  Aragón  ni  su  hijo  crdan,  los  quales  manda  < 
ron  poner  fuego  á  su  red  con  intención  de  dar  la 
batalla,  con  mas  voluntad  de  se  ir  á  la  villa  de  Sal- 
sas ques  cercana  á  la  provincia  de  Narbona;  los  qaia« 
les  cometieron  á  poner  fuego  á  su  real,  á  tiempo  qoa 
vieron  á  lexos  por  la  ladera  de  un  monte  d  Principa 
Don  Fernando  con  sus  batdlas  ordenadas;  y  d  Bey 
de  Aragón  eso  mesmo  esperaba  d  ver  lo  qne  loa 
franceses  querian  hacer  y  querian  dar  batalla  anta 
quel  Príndpe  llegase.  Bntre  tanto  los  franceses  pa- 
so á  paso  se  fueron  sus  batallas  ordenadas  como  si 
ovieran  de  pelear;  ó  visto  por  d  Bey  lo  qne  los  fran- 
ceses hacían,  embió  á  gran  prieaa  á  quien  conosofe- 
se  por  qué  causa  el  real  de  los  f  ranceaea  ae  quema* 
ba;  é  los  que  fueron  hdlaron  algunos  que  oon  la 
fuerza  del  fuego  no  pudieron  salir;  lo  qud  como  el 
Bey  oonosciese,  movió  con  toda  su  gente  de  oaba- 


liEMORtAL  DB  DÍVBRSAB  HAZAffAá 


és 


Uo  por  ir  reséibir  al  Prinoipe  qae  no  muy  lexos  pa- 
roioia'  por  la  parte  de  Helna  é  oomo  llegase  muy 
oeroa  las  twtallas  del  Rey  é  del  Prinoipe,  loa  Gran- 
des qae  oon  el  Prinoipe  yenian  llegaron  besar  las 
manos  al  Bey ,  é  los  qne  oon  él  estaban  oon  mny 
gran  goso  foeron  besar  las  manos  al  Prinoipe ,  el 
qnal,  oomo  y  ido  al  B^,  oon  gran  reyerenoia  le  yi- 
no  besar  las  manos,  y  el  Bey  le  dio  paa  é  le  dixo: 
c  Agora  me  tengo  por  bienayentorado,  pnes  engen- 
dró á  quien  dio  libertad  en  mi  tierra.  To  quiero  qne 
seáis  mi  huésped  é  mi  oonyidado  en  Is  oiadad  de 
Helna  qne  está  mny  oeroa,  donde  oomeremos,  é 
después  de  oomer  iremos  á  Perpifian.»  E  asi  lo  pu- 
sieron en  obra ;  é  antes  de  las  yisperas  llegaron  á 
Perpifian,  donde  los  salieron  los  hombres  é  mujeres 
oon  gran  goso  á  resoibir ,  y  oon  muchos  oantos  é 
danaas  é  juegos ,  dando  grandes  gradas  á  nuestro 
Sefior  é  loando  muoho  la  yirtud  del  Bey  é  no  me- 
nos del  Principe,  que  en  tan  gran  nesoesidad  les  yi- 
no  socorrer  é  á  dar  libertad  á  los  de  aquélla  yilla  é 
toda  la  comarca,  dándoles  hartara  que  muoho  de- 
seaban después  de  tan  gran  hanbre  pasada. 


CAPÍTULO  LXXXVIII. 

D»  «nao  el  PriaelH  !>•«  Pcfuaéo  el  dli  tlgaieste  stlió  i  átr  !■ 
btUHt  i  lof  fnaeesM ,  é  de  ■■6hu  eont  «le  tetesderoB  aate 
q«e  d  f riaelpe  fiMMe;  é  de  alfaMS  eeus  qoo  n  MbaHera 
tttaudt  Doi  Doate ,  niele  del  Rey  l»ee  Doiit  de  Pertvial ,  blxe 
••(•■de  ea  eerriele  del  llvtlHsiao  Rey  Don  !••■  de  Anf  en. 

Bl  siguiente  dia  el  Principe  Don  Femando  salió 
de  la  yilla  de  Perpifian  oon  sus  batallas  ordenadas, 
é  fuese  á  la  proyincia  de  Narbona,  donde  supo  que 
los  franceses  se  hablan  retnñdo,  paresoiéndole  ser 
poco  ayer  fecho  leyantar  el  oeroo  de  Perpiftan  á 
gran  mnchedumbre  de  franceses , si  oon  elies  no  pe- 
lease,* á  los  qnales  eayió  presentar  la  batalla  á  baa» 
doras  desplegadas ;  y  en  tanto  que  el  Principe  esto 
hacia,  el  Bey  Don  Juan  su  padre  mandaba  comba- 
tir oon  gran  yigor  U  fortalesa  que  los  franceses  te- 
nían ,  da  los  quales  muchos  delios  estaban  derra- 
mados por  la  proyincia  de  Bosellon ,  é  cerno  supie- 
ron la  yenida ,  se  yinieron  á  juntar  oon  la  muche- 
dumbre de  los  franceses  que  con  sus  capitanes  esta- 
ban; é  luego  todos  los  lugares  questaban  oeroa  de 
Perpifian  se  dieron  al  Bey,  é  muchos  otros  questa- 
ban en  la  ribera  de  la  mar,  en  tal  manera,  que  to- 
dos los  franceses  estaban  ya  juntos  en  un  lugar.  13 
Principe  Don  Femando  lleyaba  sus  batallas  ordena- 
das ,  é  oomo  sus  corredores-  diseurriesan  por  diyer- 
sas  partes,  todos  los  franceses  que  topaban  é  iban 
por  se  juntar  oon  sus  capitanes,  los  mataban  ó 
piandian;  é  tantos,  caballos  les  fueron  tomados, 
que  por  un  florín  de  Aragón  se  fallaba  un  caballo. 
IVya  el  Prinoipe  cerca  de  los  franceses,  perdida  la 
soberbia  que  sellan  tener ,  como  quiera  que  fuesen 
muchos  maa  que  los  espafioles,  no  osaron  dalles  ba- 
talla, aunque  ningún  recelo  pudiesen  ayer  de  cela- 
da ,  como  las  batallas  del  Prinoipe  en  oampo  llano 
todas  paresciesen.  En  aquel  dia ,  oon  doscientos  gi- 
netes  salió  un  capitán  de  los  fraüceses  á  escaramu- 


zar oon  la  gente  del  Principe ,  oon  ios  quales  de  tal 
manera  los  del  Principe  pelearon ,  qne  muchos  de- 
lios fueron  muertos ,  é  los  otros  oon  su  capitán  á 
gran  trabajo  pudieron  llegar  á  su  real ;  el  qual  te- 
nian  muoho  fortaleaido  de  cayas  y  palisas  de  guer" 
ra,  según  costumbre  francesa,  sin  yoluntad  de  dar 
la  batalla;  lo  qual  como  el  Príncipe conosciese,  des- 
pués de  haber  gran  pieea  esperado,  sus  batallas  or- 
denadas ,  se  yolyió  en  Peipifian ;  lo  qual  todo  oomo 
fuese  escrito  por  los  franceses,  el  Bey  de  Francia 
oye  tan  grande  enojo ,  que  mandó  llamar  toda  la 
gente  que  ayia  embiado  contra  los  ingleses  é  breto- 
nes é  borgofiones,  que  oon  capitanee  muy  escogidos 
yiniesen  contra  el  Bey  de  Aragón ;  el  qual  estaba 
como  atónito  y  espantado  que  en  tan  grande  edad  é 
con  tan  poca  gente,  é  menguado  de  dinero  pudiese 
ayer  recobrado  á  Buisellon  é  á  Barcelona  é  á  Perpi- 
fian é  á  todas  las  yülas  cercanas  á  ella,  é  oyiesen 
combatido  é  combatiesen  cada  dia  la  fortalesa  de 
Perpifian  que  él  pensaba  ser  inespanable ,  é  oyiese 
muerto  é  yenoido  tanta  gente  suya ;  é  allende  desto 
dolíale  moche  perder  las  rentas  de  Buisellon  que 
eran  muy  grandes ,  asi  por  mar  oomo  por  tierra,  poi« 
que  en  esta  guerra  estaba  mas  atente  que  en  nin- 
gún otro  negocio  el  Bey  de  Aragón,  creyendo  que 
después  de  ayer  los  franceses  tan  grandes  dafios  res- 
oebido  no  podían  tan  presto  le  hacer  guerra,  é 
dio  licenoia  á  la  mayor  parte  de  la  gente  que  tenia 
dejando  solamente  quiníentcs  de  caballo ;  é  luego 
llegó  al  Bey  de  Aragón  la  fama  de  la  yenida  de  los 
franceses  otm  mu<^o  mayor  ejército  qae  antes  ha- 
blan yenido ,  é  los  grandes  qne  oon  el  Prínoiife  es- 
taban mostraron  gran  temor,  é  solo  el  Bey  sin  otro 
consejo  determinó  de  irles  dar  la  batalla  y  oon  él  so- 
lamente quinientos  de  caballo  y  dos  mil  peones  que 
tenia.  B  como  el  Prinoipe  fuese  al  Bey  muy  obi- 
diente  é  conosoiese  sa  pertinacia,  obedesció  su  man- 
dado, é  ninguno  fué  de  los  grandes  que  ende  esta- 
ban que  osase  contradeoir  el  querer  del  Bey,  espe- 
rando oon  todo  eso  que  á  la  yista  de  los  enemigos 
se  tomase  consejo ,  de  que  el  Bey  yiese  la  muche- 
dumbre grande  de  ellos ,  é  quan  poca  gente  era  la 
suya  para  poder  con  ellos  pelear.  E  así  el  Bey  oon 
sus  batallas  andando ,  embió  algunos  pocos  de  ca- 
ballo que  supiesen  qué  tanta  gente  era  la  francesa 
los  quales  miraron  discretamente  el  real  y  dixeron 
que  podían  ser  treinta  mil  combatientes  é  fnas;  lo 
qual  dixeron  al  Principe  Don  Femando  é  á  los  Gran- 
des que  con  él  estaban ,  los  qualas  pensaban  aquel 
dia  Espafia  perderse  si  peleasen  tan  poca  gente  oon 
tan  gran  muchedumbre  de  enemigos.  La  mayor 
parte  de  los  susodichos  eran  de  caballo,  é  oon  quan- 
to  temor  los  espafioles  tenían,  ninguno  oyó  que  osa- 
se decir  al  Bey  sa  parescer  como  ya  al  Bey  oyiesen 
yisto  en  grandes  peligros ;  é  fué  acordado  que  un 
escudero  que  allí  estaba  llamado  Lope  Alonso  de 
Laguna,  aposentador  del  Príncipe ,  criado  del  Ar. 
achispo  de  Toledo ,  á  quien  el  Bey  mucho  quería,  le 
fuese  dedr  la  yerdad  de  la  gente  que  los  franceses 
tenian ,  mostrándole  quan  gran  peligro  sería  con 
poca  gente  ayer  de  dar  la  batalla  á  tan  gran  mq« 


H 


CRÓNICAS  DÉ  LOS  BSTffi  DB  CASTILLA. 


oheduDibre ;  á  lo  qnal  el  yalieiitisiino  Rey  reepon- 
dió:  cVoBotrofl  log  qae  nunca  esperimientasteB  la 
»  faena  de  loa  franceses,  ligeramente  vos  espantáis 
I  viendo  la  muchedumbre  delloa ;  mas  nosotros  que 

•  muchos  afios  ha  que  los  conocemos ,  é  mucho  de 

•  sangre  avernos  derramado  por  dar  libertad  A  esta 
B  tierra ,  podemos  mejor  conoeoer  qué  peligro ,  qué 

•  infortunio  nos  pudiese  venir  si  pocos  espafio- 

•  les  contra  muchos  franceses  peleasen,  é  ya  de  loa 
»mios  ninguno  avrla  quedado,  si  temor  de  los  mu- 
B  ches  franceses  oviesen  concebido ;  por  eso ,  Lope 
B  Alonso,  yo  vos  ruego  queráis  aver  buen  corasen, 
B  que  yo  vos  certifico  que  ante  que  sea  hora  de  vis- 
»  peras,  seréis  muy  alegares  con  nueva  victoria. b  B 
Lope  Alonso  dixo  al  Roy  que  no  sabia  como  espera- 
se victoria  quien  vela  cien  franceses  para  un  espa- 
fiol.  AI  qual  el  Rey  dixo :  «Andad,  ios,  que  otra  vea 
B  certifico  avremos  victoria  por  la  gracia  de  Diosj 
El  qual  espantado  é  maravillado  con  esta  respuesta, 
se  volvió  al  Principe  y  á  los  Grandes  que  con  él  es- 
taban ,  los  qnales  como  quiera  que  viesen  tan  cerca- 

.  no  el  peligro ,  no  pudieron  estar  que  no  riyesen  de 
la  respuesta  del  Rey ;  é  como  todos  estoviesen  des- 
esperados ,  vista  la  voluntad  del  Rey  dende  á  poco 
espacio  en  grande  alegria  se  convirtió  la  tristeaa  de 
los  espafioles ,  como  por  la  mano  de  Dios  á  los  fran- 
ceses llegó  un  mensagero ,  el  qual  lee  dixo  que  fue- 
sen ciertos  que  infinita  gente  de  espafioles  venian  ; 
é  como  este  mensagero  les  llegó  de  súpito ,  levanta- 
ron el  real,  dejando  en  él  todas  las  artillerías  de 
mayor  peso,  las  qnales  el  Roy  de  Aragón  mandó  lle- 
var á  Perpifiao ,  y  los  franceses  espantados  iban  di- 
ciendo que  por  demás  era  el  Rey  de  Francia  con- 
quistar aquella  provincia  en  tanto  que  el  Rey  Don 
Juan  de  Aragón  viviese ,  no  se  ganarla  por  mucha 
gente  que  contra  él  viniese.  Las  nuevas  de  todo  esto 
fueron  en  Borgofia  y  en  Bretafta,  de  que  el  Rey  de 
Francia  ovo  gran  turbación ,  é  pensó  de  tomar  otra 
forma,  y  envió  al  Rey  de  Aragón  personas  que  en- 
tre ellos  moviesen  tratos  de  eoncordia,  lo  qual  mu- 
cho ayudó  al  Rey  de  Aragón  cansado  de  tan  gran- 
des trabajos  é  larga  guerra ;  y  en  tanto  que  el  Prín- 
cipe Don  Femando  en  los  Reynos  de  Castilla  se  vol- 
vió ,  determinó  de  embiar  al  Rey  de  Francia  solen- 
ne  embaxada,  en  que  fueron  principales  Don  Juan 
de  Córdoba ,  Conde  de  Paredes,  é  Bernaldo  ügon  de 
Rocabertin ,  Castellón  de  Amposta,  é  con  ellos  cin- 
qnenta  caballeros  é  gentiles-hombres,  con  grande 
aparato,  allende  de  la  gente  de  servicio,  por  mos- 
trar el  poder  de  los  aragoneses ,  porque  no  pensase 
el  soberbio  Luis  de  Francia  la  nobleza  de  Espafia 
fuese  del  todo  consumida.  Ni  por  eso  el  Rey  de 
Aragón  dexó  de  fortificar  el  atajo  que  avia  fecho 
entre  la  villa  de  Perpifian  é  la  fortaleaa,  el  qual 
acrecentó  mucho,  asi  en  hondura  como  en  largura, 
é  puso  en  él  muy  gruesas  lombardas  para  combatir 
la  fortaleza,  así  de  las  que  de  los  franceses  tomó 
oomo  de  las  suyas.  El  Príncipe  Don  Femando  con 
mucha  alegría  é  triunfo  tomó  licencia  del  Rey  su 
padre ,  é  fuese  visitar  é  proveer  algunas  ciudades  de 
(latalufta  é  Aragón  que  su  presenoÍA  dMeaban. 


Poco  tiempo  antes  desto  avia  «atado  en  servicio 
del  serenísimo  Rey  Don  Juan  de  Aragón  un  caballe- 
ro llamado  Don  Donis,  nieto  del  Bey  Don  Donis  de 
Portugal,  el  qnal  en  servicio  del  Rey  avia  ganado 
algunas  villas  é  f  ortalesas  de  los  rebeldes  á  él ,  é 
avia  venido  al  socorro  de  Cervera,  pasando  veinte  y 
quatro  leguas  por  tierra  de  enemigos,  oon  ciento  y 
cinquenta  castellanos  que  le  seguían ;  é  aviéndole  el 
Rey  grande  amor,  é  deseando  facerle  merced,  en- 
gafiado  por  el  Rey  Luis  de  Francia  oon  vanas  eq>e- 
ranaas,  dexó  el  servicio  del  Rey  de  Aragón  é  pasóse 
á  los  franceses  con  la  gente  castellana  que  la  se- 
guía, de  que  el  Rey  de  Aragón  ovo  mucho  enojo.  B 
oomo  el  Rey  de  Francia  ninguna  oosa  cumpliese  oon 
él  de  lo  que  le  fué  piometido,  dejó  su  oompafia,  é 
fué  servir  al  Duque  Carlos  de  Boigofia,  é  después  de 
su  muerte  ha  servido  y  sirve  al  Bey  de  los  Roma- 
nos ,  hijo  del  Emperador  Federico  de  Alemania. 

CAPÍTULO  LXXXTX. 

De  li  fesida  del  Prfacipe  Dos  Feratsdo  tm  CasttUt,  é  del  esgt- 
flo  qte  «I  Rey  Luis  de  Franela  hito  al  Rey  Don  Inaa  de  Arafos. 

Estas  cosas  aai  pasadas ,  el  Príncipe  Don  Feman- 
do se  vino  en  Castilla,  é  aqte  que  de  Catalnfia  vi- 
niese el  Rey  Luis  de  EVancia,  mas  con  propósito  de 
seguir  á  se  vengar  que  de  aver  buena  paa ,  fingió 
de  tener  loe  caballeros  quel  Rey  de  Aragón  avia  en- 
viado por  embaxadores,  en  el  oomienso  de  las  con- 
diciones de  la  mistad  que  entre  ellos  se  avia  de  ha- 
cer, con  esperanza  del  casamiento  del  Delfin  su  hi- 
jo con  Dofia  Isabel ,  hija  del  Príncipe  Don  Feman- 
do é  de  la  Princesa  Dofta  Isabel,  diciendo  que  esto 
hecho ,  daria  qualesquiera  fuenas  que  él  toviese  to- 
madas en  el  Condado  de  Ruisellon ,  oon  tanto  quel 
Rey  Don  Juan  de  Aragón  dentro  de  on  afio  le  pa- 
gase trescientas  mil  ceronaa  que  él  avia  prestado 
para  hacer  la  guerra  á  los*rebeldes  catalanes,  la  con- 
firmación de  lo  qual  se  cometiese  al  Conde  de  Pare- 
des é  al  Castellan  de  Amposta,  en  galardón  de  la 
embaxada ;  áloe  qnales  el  Rey  de  Francia  desto  cer« 
tífico ,  é  como  estos  caballeros  oviesen  entrado  en 
Francia  con  muy  noble  oompafiía  é  grande  aparato 
é  mucha  costa,  defirió  la  fabla  mostrando  tener  al- 
guna duda,  porque  en  la  tardanza  estos  caballeros 
creyeron  no  tener  franca  libertad  ni  se  les  daba  lu- 
gar de  rescibir  cartas ,  ni  las  embiar,  ni  menos  ya 
ir  donde  querian ,  lo  qual  al  Parlamento  de  París 
páresela  muy  mal.  El  Rey  de  Francia  de  nada  desto 
curó,  é  mandó  que  los  cinqfienta  caballeros  que  allí 
eran  venidos  con  el  Conde  de  Paredes  é  oon  el  Csa- 
tellan  de  Amposta,  se  volviesen  al  Rey  de  Aragón, 
é  los  dos  principales  con  poca  compaftia  de  los  ser» 
videros  quedasen  allí ,  simulando  esto  faoer  no  por 
los  privar  de  su  libertad,  mas  que  fasta  tomar  con- 
clusión de  los  ingleses  é  borgofiones  é  bretones,  no 
pedia  entender  en  las  cosas  de  Espafia ;  lo  qual  el 
Rey  de  Francia  hiao  por  aver  lugar  de  poder  enviar 
gente  poderosa  para  no  solamente  ocupar  el  Conda- 
do de  Ruysellon ,  mas  Catalnfia  é  Aragón  é  las  pos- 
trimeras partes  de  EspafiSt 


MEMOBIAL  DE  DIVEB8A8  HAZAÑAS. 


CAPÍTULO  XC 

Del  Mreo  4e  Alcalá  de  Gudayra  fecho  por  el  Doqne  de  Mcdinasl- 
denia ,  é  de  la  vealda  del  Marqnéa  do  Galli  por  aoeorrer  i  la  di* 
cha  villa ,  é  del  trato  qie  entre  elloa  ovo. 

Bn  tanto  que  eetas  coeas  pasaban,  otros  moyi- 
miontOB  de  Andalucía  se  movieron,  como  aún  dura- 
se la  gaerra  entre  el  Doqae  de  Medinasidonia ,  Don 
Enrique  de  Qusman,  y  entre  el  Marqués  de  Oalis, 
Don  Rodrigo  Ponce  de  León.  E  como  la  villa  de 
Alcalá  de  Guadayra  tuviese  Fernán  Darlas  de  Sa- 
yavedra,  cufiado  del  Marqués,  é  desde  allí  siempre 
rescibiesen  dafio  los  de  Sevilla,  el  Duque  acordó  de 
allegar  gran  campafia  de  gente,  diciendo  que  quoria 
ir  á  Xerez;  é  como  Alcalá  sea  dos  leguas  de  Sevilla, 
mandó  sacar  sus  pertrechos  muy  grandes  do  lombar- 
das é  quartagos  é  trabucos,  é  varios  pinjados,  é  to- 
das las  otras  cosas  nesoesarías  para  combatir,  é  vi- 
no poner  el  ceroo  sobre  Alcalá  de  Quaddra  con  fas- 
ta tres  mü  de  caballo ,  é  ocho  mil  peones.  £  como 
el  Marqués  fuese  certificado  el  Duque  combatir  la 
villa  de  Alcalá,  escribió  á  todos  sus  amigos  ó  ayu- 
dadores, é  juntó  poco  monos  gente  de  la  quel  Du« 
que  tenia,  donde  es  cierto  que  de  la  una  parte  é  de 
la  otra  fué  puesta  la  mayor  parte  de  la  noble  gente 
del  Andalucía ;  é  como  el  Duque  oviese  comenzado* 
á combatir  la  villa,  en  la  qual  estaban  Don  Alonso 
Ponce  de  León,  hermano  del  Marqués,  é  Fernán  Da- 
rías de  Sayavedra,  é  Martin  Qalindq  é  algunos  otros 
buenos  caballeros  criados  del  Marqués,  trabajaban 
quanto  podian  por  la  defender ;  é  con  el  Duque  ve- 
nían algunos  á  quienes  placia  que  la  villa  se  toma- 
se, los  qualee  tubieron  forma  que  los  dichos  caballe- 
ros fuesen  avisados  de  todo  lo  quel  Duque  hacer 
quería,  entre  los  quales  se  afirma  aver  seido  el  prin- 
cipal Alonso  Pimentel,  de  quien  el  Duque  mucho 
confiaba;  é  allende  desto  un  Oomendador  de  la  or- 
den de  Santiago,  llamado  Mosquera,  criado  del 
Maestre  Don  Juan  Pacheco ,  que  hizo  grande  ompa- 
dio  porque  la  villa  no  se  tomase,  el  qual  fingió  aver 
seido  herido  por  la  mano  de  Maestre  Alonso ,  lom- 
bardero  del  Duque,  el  qual  como  fuese  á  poner  fue- 
go auna  gruesa  lombarda,  dióle  una  gran  cuchilla- 
da en  el  pescuezo  de  que  luego  cayó  en  el  suelo  co- 
mo muerto;  lo  qual  como  el  Duque  supiese,  como 
quier  que  él  naturalmente  no  fuese  inclinado  á 
crueza ,  gran  ira  ovo  que  puesta  mano  á  la  espada, 
la  puso  por  el  cuerpo  á  Mosquera,  de  tal  manera 
que  de  parte  á  parte  lo  pasó,  é  de  la  muerte  del  tan 
grandes  dificultades  ovo  é  nascieron,  que  se  dio 
grande  estorbo  en  la  tomada  de  aquella  villa.  Con 
todo  eso  el  arrabal  de  San  Migael  se  combatió  por 
los  del  Duque ,  é  como  llegase  la  nueva  de  la  veni- 
do! Marqués,  ovo  turbación  de  consejos  de  lo  que 
se  debia  hacer,  é  algunos  dixeron  que  como  el  Du- 
que allí  tuviese  gran  muchedumbre  de  gentes ,  que 
debia  escoger  los  que  mas  le  pluguiese  para  tener 
el  ceroo,  é  con  la  otra  gente  el  debia  ir  á  darle  ba- 
talla al  Marqués.  Otros  fueron  de  acuerdo  que  el 
Duque  debia  levantar  el  cerco,  é  con  toda  la  gente 


S5 

dar  la  batalla,  y  el  Conde  de  Tendilla,  Don  Ifiigo 
de  Mendoza,  é  Alooso  de  Velasoo ,  hermano  del  Con- 
de de  Haro ,  dixeron  que  su  parescer  era  que  por  al- 
gunos medios  el  Marqués  fuese  tentado  para  dar 
entera  paz  entre  el  Duque  y  él ;  é  como  el  Duque  . 
fuese  mas  deseoso  del  reposo  que  de  la  guerra ,  ovo  . 
por  bueno  este  consejo  como  su  final  intención  fue- 
se recobrar  la  ciudad  de  Medina  que  tenia  perdida, 
de  que  no  solamente  se  le  seguía  aquel  dafio ,  mas 
desde  allí  se  esperaba  perder  la  mayor  parte  de  la  • 
tierra  que  le  quedaba.  El  Marqués  estaba  en  grande 
agonía ,  porque  si  la  batalla  se  daba  pareada  muy 
gran  sobra  de  gente  la  quel  Duque  tenia ,  é ,  si  tar- 
daba de  la  dar,  érale  gran  trabajo  haber  de  pagar 
sueldo  á  tan  gran  gente ;  é  los  caballeros  que  al 
Marqués  ayudaban  avian  por  grave  oosa  aver  de 
pelear  con  gente  tan  demasiada,  é  con  quien  tan 
gran  dinero  tenia  para  la  pagar ,  é  deoian  ser  ma- 
nifiesta locura  del  Marqués  si  presumía  pelear  con 
la  gente  que  el  Duque  allí  tenia.  Y  el  Marqués  es- 
tando en  esta  agonía,  llegaron  áél  el  Conde  de  Ten- 
dilla é  Alonso  de  Velasoo,  los  quales  quisieron  aver 
por  oompafiero  á  Don  Fadrique  Manrique,  que  ha- 
bía traído  la  gente  de  Ecija  á  favor  del  Marqués,  el 
qual  mucho  deseaba  poner  la  paz  entre  estos  caba- 
lleros, espedalmente  porque  Don  Pedro  d*Estufii- 
ga,  sobrino  suyo ,  que  mucho  amaba ,  estaba  allí 
con  el  Duque  é  al  Duque  así  mesmo  amaba ;  é  dán- 
dose la  batalla  ninguna  alegre  nueva  le  podía  venir. 
E  todas  estas  cosas  vistas ,  el  Marqués  fué  ligero  de 
hacer  atraer  á  facer  el  compromiso,  el  qual  se  hizo 
por  parte  del  Duque  en  el  Conde  de  Tendilla  é  en 
Alonso  de  Velasoo,  é  por  parte  del  Marqués  en  el 
Obispo  de  Cáliz  Don  Pedro  de  Solís  y  en  Don  Fadri- 
que Manrique,  de  que  mucho  desplacía  á  los  sevi- 
llanos, mayormente  á  los  peones,  los  quales  desea- 
ban mucho  pelear.  Y  el  comienzo  de  lo  asentado  por 
los  dichos  jueces  fué  que  el  Duque  y  d  Marqués  se 
fuesen  al  castillo  de  Marohenilla,  lugar  de  Alonso  de 
Velasco ,  quos  muy  cerca  de  Alcalá  do  Guadayra ,  é 
con  ellos  entrasen  cada  tres  servidores  sin  armas  al- 
gunas llevar,  é  que  de  allí  no  saliesen  hasta  que  los 
jueces  susodichos  determinasen  en  todos  los  deba- 
tes que  entrellos  estaban.  La  sentenda  en  suma  fué 
la  nguiente :  que  la  una  parte  á  la  otra  hiciesen  per- 
don  de  qualesquier  muertos  que  oviesen  pasado  de 
los  unos  á  los  otros ,  é  que  todo  lo  tomado  de  los 
unos  á  los  otros  se  tomase  ásus  duefios,  é  la  ciudad 
de  Medinaddonia ,  que  por  el  Marqués  estaba  ocu- 
pada, la  restituyesen  al  Duque,  cuya  era,  en  cierto 
tiempo,  é  que  el  Marqués  oviese  perpetua  libertad 
para  pescar  los  atunes  oerca  de  la  ciudad  de  Cáliz, 
después  de  ávidos  los  prívillejos  por  el  Duque  en 
que  alien  desto  todas  las  cosas  que  restituir  se  pu- 
diesen de  la  una  parte  á  la  otra  fuesen  restituidas  á 
sus  duefios ;  lo  qual  todo  se  concluyó  en  tres  días, 
como  quiera  que  muy  grave  fué  al  Marqués  la  res- 
titución de  la  dudad  de  Medina. 


86 


CRÓNIOAS  DB  LOS  BETE8  DB  CASTILLA. 


CAPÍTULO  XCL 


Do  !■  fOBldi  ea  TIxeaya  d«  los  Bnbaudoret  dol  Daqno  Cirios 
do  Borfofii,  ol  qHtl  cod  slofular  amor  ombió  al  Prlneipe  Dod 
Fornando  sa  dovba  del  Tqsod  do  oro. 

En  este  tiempo  el  Principe  Don  Femando  faó 
certífioado  que  en  Yicoaya  eran  Tenidos  para  él 
embazadores  del  Dnqne  Cárloa  de  Borgolla,  á  los 
qualos  luego  eeoríbió  rogándoles  qne  se  quisiesen 
venir  á  la  dadad  de  Burgos,  donde  mejor  pudian 
estar  que  en  otra  parte ,  fasta  que  oviese  despacho 
de  los  debates  de  Oarrion ;  é  aunque  ovo  diversidad 
de  consejos  donde  el  Príncipe  los  debiese  recebir, 
al  fin  acordóse  que  fuese  en  la  villa  de  Dneftas,  lo 
qual  así  se  puso  en  obra;  donde  vinieron  quatro  em- 
bazadores del  Duque  de  Borgofia  con  asaz  gente  é 
grande  aparato.  La  causa  de  su  embazada  fué  el 
Duque  desear  confirmarse  oon  el  Príncipe  Don  Fer- 
nando el  amistad  que  antiguamente  avia  sido  en- 
tre los  Reyes  de  Aragón  Don  Alonso  ó  Don  Juan, 
y  él  Duque  Felipe  su  padre,  la  qual  deseando  te- 
ner el  Duque  Carlos ,  oon  verdadero  amor  embiaba 
al  Príncipe  Don  Femando  su  devisa  del  Tusón,  la 
qual  avian  tenido  los  Beyes  de  Aragón  ya  dichos. 
T  el  principal  de  estos  embazadores  era  uno  de  los 
de  la  divisa,  el  qual  dijo  al  Príncipe  las  condicio- 
nes que  debían  guardar  los  que  esta  devisa  tuvie- 
sen, la  qual  el  Duque  le  enviaba  por  firmesa  in- 
violable que  para  siempre  entrellos  se  guardase  por 
juramento  militar  para  se  ayudar  é  socorrer  en  qua- 
lesquier  necesidades  que  se  viesen;  la  qual  divisa 
tanto  aprovechó  al  Rey  Duarte  do  Inglaterra,  que 
como  fuese  echado  de  su  Reyno  oon  el  ayuda  de 
Carlos,  Duque  de  Borgofia,  le  hizo  fuese  su  Reyno 
restituido ;  la  qual  embazada  fué  ezplicada  ante  el 
Príncipe  Don  Femando  en  la  Iglesia  de  Santa  Ma- 
ría déla  dicha  villa;  á  la  qual  por  mandado  del 
Principo  fué  respondido  por  Maestre  Hemando  de 
Moya.  E  de  allí  los  borgofiones  se  partieron  para 
Portugal.  B  ante  quel  Príncipe  de  Duefias  partiese, 
fué  certificado  de  la  concordia  fecha  entre  el  Du- 
que Don  Enrique  de  Guzman  y  el  Marqués  de  Cáliz 
Don  Rodrigo  Ponoe  de  León. 

CAPÍTULO  xcn. 

Do  la  vanlta  dol  Príaolpo  Dos  Pomando  od  Sof  ot la  é  do  la  svo- 
va  quo  lo  vino  de  la  onfermodad  del  Rey  so  padre. 

Fué  forzado  el  Príncipe  Don  Femando  de  se 
partir  de  Segovia  é  ir  en  Aragón  á  causa  de  la  en- 
fermedad del  Rey  su  padre ,  en  tan  grande  edad 
ocupado  en  grandes  trabajos,  é  afiadió  á  esto  qne 
páresela  ser  conveniente  el  apartamiento  del  Prín- 
cipe é  la  Princesa  por  el  peligro  que  se  aparejaba 
de  amos  á  dos ,  si  juntos  estuviesen,  é  de  la  estada 
de  la  Princesa  en  Segovia  se  esperaba  suceder  pro- 
vecho común,  como  ella  allí  estando ,  siempre  que- 
daría á  los  del  Reyno  alguna  esperanza  de  conve- 
nenoia  con  el  Rey  Don  Enrique ,  ni  el  Maestre  de 
Santiago  habria  lugar  de  ocupar  aquella  ciudad  que 


mucho  deseaba,  como  lo  avia  comenzado  luego  que 
de  Caxrion  vino;  pero  fué  puesta  tal  guarda  por  la 
ciudad  por  algunos  hombros  que  la  parte  del  Mayor* 
domo  Andrés  de  Cabrera  siguian,  y  mudios  desea* 
han  el  servido  do  los  Principes,  que  no  se  dio  lugar 
á  lo  pensado  por  el  Maestre  ni  por  los  que  lo  se- 
guían, los  quales  trabajaban  por  destruir  la  repú- 
blica destos  Reynbs,  queriendo  someter  en  misera- 
ble servitud ,  trabajando  quanto  podían  por  concluir 
ol  casamiento  del  Rey  Don  Alonso  de  Portugal  oon 
Dofia  Juana,  hija  de  la  Reyna.  E  como  no  sucedió 
la  ocupación  de  Segovia  como  el  Maestre  de  San- 
tiago pensaba,  el  Rey  se  partió  por  correr  monte 
como  solía.  Alli  dio  las  villas  de  Landrades  del 
Colmenar  al  Duque  Don  Beltran  de  la  Cueva ,  oon 
previllegio  quel  Colmenar  dende  adelante  se  llama- 
se Monbeltran.  E  con  aquella  montería,  el  Maestre 
encubrió  algunos  días  la  ida  de  PortugaL  E  ya  el 
Rey  enojado  de  las  cosas  de  Segovia  no  haber  su- 
cedido como  quisiera,  se  partió  para  los  confines  de 
Portugal,  pensando  en  el  viaje  é  conoordia  concor- 
dar los  Qrandes  del  Andalucía  para  que  consintie- 
sen en  el  matrimonio  del  Rey  Don  Alonso  de  Por- 
tugal oon  Dofia  Juana,  hija  de  la  Reyna,  lo  qual  no 
pudo  acabar,  oomo  todos  oonosciesen  este  casa- 
miento ser  total  destraimiento  destos  Reynos. 
• 

CAPÍTULO  xcin. 

Do  oomo  ol  Prlnolpo  Don  Femando  so  partid  para  Aragón,  é  do 
la  nnerto  de  Ximono  Gordo»  foolia  por  JosUeia ,  por  mandado 
del  Príncipe  Don  Femando  en  Zaragosa. 

En  el  mes  de  Agosto  del  dicho  afio  de  nuestro 
Redentor  de  mil  y  quatrodentos  y  setenta  y  qua- 
tro afios,  el  Príncipe  Don  Femando  ávido  su  con- 
sejo, se  partió  para  Aragón ,  dejando  en  Segovia  á 
la  Princesa  Dofia  Isabel ,  en  tanto  que  el  Rey  Don 
Enrique  y  el  Maestre  de  Santiago  estaban  en  los 
confines  de  Portugal,  á  los  quales  era  esperanza  de 
acabar  ligeramente  lo  que  deseaban  por  las  nuevas 
angustias  é  perplejidades  en  que  oonosdan  al  Prín- 
cipe Don  Fernando  estar,  como  fuesen  dertos  el 
Rey  Luis  de  Frauda  tuviese  ayuntado  muy  gran 
ejérdto  para  venir  sobre  la  ciudad  de  Helna  é  pro- 
vincia é  sobre  los  otros  lugares  que  por  el  Rey  de 
Aragón  estaban  en  el  Condado  de  Rosdlon.  B  ávi- 
do por  el  Príndpe  cierto  mensajero  destas  nuevas, 
determinóse  quel  Príncipe  se  partiese  para  Aragón, 
donde  los  que  su  servicio  deseaban  estaban  con 
gran  temor  por  ver  su  Rey  en  tanta  vejez,  mengua- 
do de  gentes  é  de  dinero  para  contender  con  ene- 
migo tan  rico  é  tan  poderoso.  El  Principe  con  gran- 
de ánimo  se  partió,  é  quiso  en  el  camino  ver  al  Ar* 
zobispo  de  Toledo  que  en  Alcalá  de  Henares  esta- 
ba ,  é  desde  allí  determinó  ir  por  Qnadalajara,  por- 
que si  pialara  por  el  camino  que  llaman  la  senda 
Galiana,  é  no  fuera  por  Quadalaxara,  paresdera 
poner  el  Marqués  de  Santillana  alguna  sospecha.  E 
allí  el  Príncipe  estovo  dos  días  rescibiendo  del  Mar- 
qués grandes  servicios  é  fiestas  é  desde  allí  d  Princi- 
pe se  partió  para  Zaragoza,  é  alli  comenzó  á  enten- 


MBHORIAL  DB  DIVBB8A8  HAZÁÍtAS. 


der  en  las  coam  neoeearías  para  la  guerra  que  de 
loa  franceses  esperaban;  donde  fné  certificado  qnan 
disolatamonte  Xlmeno  Qordo  en  aquella  ciudad  yi- 
▼ia,  é  le  fueron  nunoiados  grandes  crímenes  é  deli- 
tos por  él  cometidos  é  perpetrados;  el  qual  con  gran 
avaricia  y  deseo  de  haber  mando  en  aquella  du- 
dad,  como  quiera  que  él  fuese  de  noble  linage,  re- 
nunció el  estado  de  la  nobleza  é  tomóse  ciudadano, 
porque  en  aquella  dudad  los  hidalgos  no  pueden 
haber  ofidos;  el  qual  era  hombre  astuto  é  malicio- 
so é  tenía  la  lengua  muy  despierta  é  dulce,  con  que 
atraía  á  si  d  pueblo.  B  como  quiera  qué  el  Bey  de 
Aragón  oviese  ddo  algunas  yeoes  avisado  de  las 
maldades  deste  hombre,  como  quiera  que  estoviese 
ocupado  en  grandes  negodos  ó  por  ser  naturalmen- 
te misericordioso  é  benino,  dejólo  sin  punición.  Bl 
Fríndpe  muy  secretamente  quiso  saber  la  verdad 
de  las  cosas  cometidas  por  este  Ximeno  Gordo,  é 
sabidas,  dedmuló  con  él  mostrándole  muy  buena 
cara  é  mandaba  que  hidese  algunas  cosas,  llamán- 
dole mudias  veces;  é  como  de  aquello  Ximeno  Gor  • 
do  estuviese  muy  contento,  el  primero  que  en  el 
palacio  venía  era  él,  no  sospechando  que  siniestra 
cosa  le  pudiese  venir.  B  acaeeció  que  en  un  dia  ante 
que  el  sol  saliese,  el  Príncipe  lo  envió  llamar,  d 
qual  muy  prestamente  vino,  y  el  Príncipe  le  pre- 
guntó d  avia  puesto  en  escrito  algunas  cosas  que  le 
había  mandado.  Él  respondió  que  d.  Y  luego  d 
Príncipe  le  mandó  que  se  subiese  arriba  á  lo  mas 
alto  de  la  casa,  é  con  él  Mesen  Bamon  de  Bspés  é  con 
ellos  un  secrotario,  para  hablar  algunas  cosas  que  le 
cumplían,  en  tanto  que  él  oia  misa.  B  como  el  Prín- 
dpe  vido  ser  ya  Ximeno  arriba,  él  se  subió  á  gran 
priesa  é  díxole  la  conclusión  dd  negocio,  el  qual  al 
Príncipe  respondió  maravillándose  mucho  dd  caso; 
y  el  Príncipe  respondió  é  replicó  diciendo  que  haría 
mejor  de  se  arrepentir  de  sus  pecados  é  dar  consejo 
á  su  ánima,  pues  le  conven ia  luego  desta  vida  par- 
tir. Al  qual  Ximeno  Gk>rdo  respondiendo  que  don- 
de estaba  el  clérigo  que  lo  había  de  confesar ,  co- 
mensó  luego  á  dar  grandes  voces  porque  oyesen  en 
la  dudad  lo  que  hacía,  porque  según  las  leyes  della 
el  Bey  no  podía  matar  á  ninguno  después  que  ape- 
lase ante  el  pueblo,  fasta  que  fuese  visto  por  dero- 
cho;  la  qual  esperansa  el  Príncipe  lo  quitó  mandán- 
dole luego  ahogar,  después  de  leída  ante  él  la  sen- 
tencia en  que  se  contenia  todos  los  excesos  é  malo- 
fidos  por  él  cometidos.  Al  Príncipe  fué  suplicado 
por  los  presentes  que  oviese  misericordia  de  Xime- 
no Gordo  é  se  le  acordase  de  muchos  servidos  que 
le  había  fecho ,  los  qualoe  fuesen  en  compensación 
de  los  males  por  él  cometidos ;  á  lo  qual  el  Príndpo 
respondió  que  á  él  pluguiera  por  los  servicios  facer- 
le merced,  mucho  mas  que  aver  de  punir  sus  deli- 
tos, si  la  calidad  de  aquellos  fuera  tal;  pero  á  él  con- 
venia facer  justidá,  é  los  servicios  que  Ximeno  €k>r- 
do  le  tenía  fechos,  á  sus  hijos  los  entendía  gdardo- 
nar,  porque  sus  graves  excesos  no  quedasen  sin  pe- 
na, ni  los  servidos  dn  galardón ;  lo  qual  ninguno 
supo,  salvo  aquellos  que  por  mandado  del  Príncipe 
hicieron  la  ejecución.  B  luego  d  Príndpe ,  oída  mí- 


87 

sa,  mandó  llamar  un  pregonero,  é  mandó  que  subie- 
se airíba,  é  tomase  al  hombro  que  allí  estüía  muer- 
to é  lo  Uevase  á  la  plasa,  el  qüal  como  oonosciese 
ser  Ximeno  Gh>rdo,  quedó  atónito  pensando  .de  la 
muerte  de  aquel  se  dguiese  grande  escándalo  en  la 
ciudad.  B  aunque  con  gran  temor,  biso  el  mandado 
dd  Príncipe,  é  llevó  el  cuerpo  de  ^meno  Gordo  á 
poner  en  la  plasa,  é  por  mandado  del  Príndpe  en 
alta  voB  progonó  que  ninguno  fuese  osado  á  llevar 
aquel  cuerpo  sin  mandado  del  Príndpe,  so  pena  de 
la  vida.  La  muerte  de  aqueste  dio  gran  temor  á  to- 
dos los  ciudadanos  de  Zaragoza,  mayormente  á  Me- 
sen Femando  de  Lanuza,  como  pareada  este  haber 
ddo  consentidor  en  los  crímenes  y  excesos  cometi- 
dos por  Ximeno  Gordo,  que  como  tuviese  poder  dd 
Bey  para  punir  y  castigar  los  malfechores,  oviese 
dejado  este  sin  pena.  Beto  fecho,  el  Príndpe  deter- 
minó de  se  partir  para  Barcelona  para  el  Bey  su  pa- 
dre, é  mandó  d  Gobemador  Mesen  Juan  de  Torre- 
llas  que  luego  oomo  él  se  partiese,  fioiese  degollar  á 
Bstéfano  de  Urrea,  porque  se  probaba  ser  falsario  é 
oompafiero  en  los  crímenes  oometídos  por  Ximeno 
Gordo.  Bl  Gk>bemador  hiao  d  mandado  dd  Prínd- 
pe cen  grande  admíradon  del  pueblo,  é  no  menos 
de  los  Begidores  é  nobles  de  aquella  ciudad,  de  que 
todos  condbieron  temor,  como  nunca  oviesen  visto 
en  sus  tiempos  semejantes  justicias  facerse. 

CAPÍTULO  XOIV. 

Del  graa  exérdto  qae  el  Rey  LaUde  Pnncli  ayuntó  ea  la  ela4aé 
de  Narboaa  para  enblar  ea  la  dadad  de  Helea  é  Perplfiaa,  é 
de  lot  eonaejos  qae  el  Rey  Don  loan  ovo  sobre  la  faerra  qne  fa- 
cer le  eonvenia  é  sobre  el  casamiento  de  la  infinta  Dofta  Jnann 
sv  hija. 

Por  maravilla  fué  ávido  en  tan  grandes  neoedda- 
des  y  en  edad  tan  tierna  el  vigor  y  esfueno  que  d 
príndpe  Don  Femando  mostraba,  como  fuese  der- 
to  dd  grande  ayuntamiento  de  gentes,  así  de  caba- 
llo como  de  á  pié  que  el  Bey  Luis  de  Frauda  tenia 
en  la  ciudad  de  Narbona,  con  tantas  é  tan  grandes 
artillerías  para  combatir,  como  nunca  fasta  enton- 
ces en  las  partes  de  Bspafia  fueron  vistas  para  ve- 
nir sobro  la  ciudad  de  Helna,  que  es  dtuada  d  pié 
de  los  montes  Perineos,  á  la  una  parte  Buysdlon,  é 
i  la  otra  parte  la  provincia  de  Ampurias,  para  facer 
guerra  no  solamente  en  los  lugares  que  por  el  Bey 
de  Aragón  avian  seido  recobrados ,  mas  en  todo  lo 
otro  que  le  quedaba.  Bl  Bey  de  Aragón  en  tan  decré- 
pitaedad,  fatigado  de  tan  grandes  cuidados,  desea- 
bamucho  la  venida  dd  Príndpe  Don  Femando  su  hi- 
jo,así  por  consultar  conél  las  cosasquo  leoonvenian 
para  resistir  á  tan  duro  adveisarío,  como  por  enten- 
der en  el  casamiento  de  la  infanta  Dofia  Juana,  s4i 
hija;  que  ya  era  en  edad  de  casar,  los  quales  nego- 
dos así  difíciles  le  paredan.  Bl  Príndpe  siguiendo 
la  voluntad  del  padre,  se  partió  de  Zaragoaa,  é  se 
vino  en  Barcelona,  donde  el  Bey  largamente  comu- 
nicó con  él  todas  las  cosas  que  le  paresdan,  ad  en 
lo  uno  como  en  lo  otro ;  y  el  Príndpe  no  menos  es- 
plicó  al  Bey  los  gT«p4<ia  dafios ,  agravios  y  males 


N.i-r.-ír* 


se- 
que reflcibia  del  Rey  Don  Enrique  é  del  Maestro  de 
Santiago  Don  Joan  Paoheoo ,  quejándose  de  la /nal- 
dad  del  Rey  Don  Alonso  de  Portugal ,  á  quien  el 
Rey  de  Aragón  oviese  mucho  amado,  oomo  fuese 
sobrino  suyo,  hijo  de  su  hermana,  y  el  Roy  se  ma- 
ravilló de  la  ingratitud  á  él  mostrada  por  el  Rey  Don 
Alonso  de  Portugal,  intruso  en  sus  Reynos,  olvidan- 
do el  deudo  tan  oeroano  que  con  él  tenia,  é  no  sola- 
mente con  esto  el  Rey  de  Portugal  habia  mostrado 
su  malicia ,  como  él  fuese  cierto  que  mostraba  ale- 
gría en  saber  las  aflicciones  é  trabajos  que  en  tanta 
vejez  estaba ,  é  maravillábase  como  seyendo  el  Rey 
de  Portugal  en  fama  de  hombre  prudente,  quererse 
meter  en  las  cosos  perdidas  del  Roy  Don  £nrique, 
regido  por  el  Maestre  de  Santiago  é  de  los  grandes 
de  Portngal,  á  los  quales  siempre  faé  aborrecible  la 
infelicidad  do  los  Castellanos.  B*  oomo  en  el  comien- 
zo de  Iss  cosas  en  Castilla  acaecidas  al  príncipe  Don 
Femando,  él  estubiese  incrédulo  de  las  formas  que 
contra  él  é  contra  la  Princesa  su  mugerse  tenían,  la 
ospirioucia  lo  mostró  ser  verdad ;  todo  lo  qual  Alon- 
so de  Palencia  coronista  le  habia  dicho  cerca  do  los 
casamientos  de  Dofia  Juana,  hija  de  la  Reyna,  en 
Francia  y  en  Italia  y  en  Cataluña ,  los  quales  todos 
avian  seido  dejados,  porque  oviese  efeto  el  casa- 
miento de  Don  Alonso ,  Roy  de  Portugal,  que  avia 
seido  desechado  por  la  princesa  Dofta  Isabel ;  don- 
de el  Rey  do  Aragón  conosdó  enteramente  la  ono- 
miga  amistad  del  Maestre  de  Santiago,  ol  qual  siem- 
pre le  habia  seido  capital  enemigo,  é  ni  por  mego 
ni  por  promosss  nunca  su  propósito  quiso  mudar. 
Por  lo  que  el  consejo  para  proveer  on  estas  cosas 
fué  el  siguiente :  que  el  Rey  de  Aragón  se  fuese  á  la 
provincia  de  Ampurias,  é  se  pusiese  en  la  villa  de 
Castellón  ques  cerca  de  los  montee  Pirineos ,  é  aque- 
lla villa  é  fortaleza  hiciese  mucho  fortificar  é  apa- 
rejar de  todo  lo  necesario,  é  pusiese  la  gente  de  ca- 
ballo de  Valencia  en  la  villa  de  Figueras,  é  con 
ellos  algunos  de  los  peones  de  Navarra  ó  Vizcaya, 
é  los  caballeros  mss  acostumbrados  de  la  guerra  de- 
jase en  la  ciudad  de  Helna  con  los  caballeros  ita- 
lianos quel  Rey  Don  Femando  de  Nápol  le  avia 
embiado,  con  un  su  capitán  llamado  Julio ,  é  que  de 
los  caballeros  questaban  en  Peipifian  ninguno  fuese 
llamado,  é  que  el  Príncipe  Don  Femando  se  fuese 
en  Aragón  é  hiciese  Cortes  generales,  donde  apro- 
base las  leyes  aprobadas,  é  las  que  fuesen  de  spro- 
bar  confirmase,  é  demandase  el  sueldo  para  tres- 
cientos de  caballo ,  los  quales  á  muy  gran  priesa 
luego  le  embiase  á  la  provincia  de  Ampuriss,  é  con 
gian  diligencia  buscasen  dinero  para  el  armada  que 
mucho  le  convenia  hacer,  como  el  Rey  de  Francia 
fuese  cierto  que  tenía  grandes  galeas  contra  la  cos- 
tumbre antigua  de  los  franceses  para  traer  en  ellas 
gran  muchedumbre  de  gentes,  E  dado  consejo  en 
las  cosas  dichas,  el  Rey  quiso  saber  el  parecer  del 
Principe  cerca  del  casamiento  de  su  hija  Dofia  Jua- 
na, el  qual  era  demandado  por  notables  embalado- 
res por  parte  del  Rey  Don  Femando  de  Nápol,  para 
él  ó  para  su  hijo  segundo ,  llamado  Don  Fadrique ; 
á  lo  qual  el  Principe  respondió,  ninguno  destos  ca- 


CRÓNICAB  DE  LOS  REYES  DE  CABULLA. 


samiontos  le  pareeda  se  debiese  facer,  oomo  en  el 
deudo  pequefia  diferencia  ovieso  entre  el  padro  y  el 
hijo ;  é  como  el  padro  dospucs  de  haber  perdido  la 
primera  muger  muchos  afios,  recusó  nuevos  casa- 
mientos por  no  dar  madrastra  á  los  hijos,  y  el  ma- 
yor hijo  suyo,  Don  Alonso ,  principe  de  Capuana  é 
Duque  de  Calabria,  tuviese  hijos  de  su  mujer  y  her- 
mano del  Duque  Qaleazo  de  Milán ,  al  primogénito 
del  qual  pertenescia  la  corona  del  Reyno;  asi  su  pa- 
rescer  era  el  ya  dicho  al  Rey ,  con  todo  eso  pares- 
oia  seguirse  algunos  agravios  é  inconvinientes,  é 
dejándose  de  facer  alguno  destos  dos  casamientoe 
oomo  menospreoiándolos,  no  solamente  ingratitud 
so  mostrarla  al  sobrino  Rey  de  Nápol,  de  quien  mu- 
chas veces  avia  seido  socorrido  con  gente  é  dinero, 
mas  paroscia  tener  con  él  enemistad ,  é  no  solamen- 
te á  esta  causa  dejaria  de  dar  ayuda,  mas  podriaser 
de  ocupar  la  isla  de  Cecilia  que  por  él  mucho 
era  deseada,  oomo  le  fuese  muy  ccroana;  por  las 
qualos  causas  le  páresela  so  debia  acotar  el  casa» 
miento  del  Roy  Don  Femando  con  su  muy  ilustrí- 
sima  hija,  lo  qual  era  mas  conveniente  que  darla  al 
hijo  segundo,  como  ya  su  hija  quedaria  Reyna.  E 
como  al  Roy  paresoiese  esto  se  debiese  consultar 
con  la  hija,  porque  grandes  inconvinientes  se  si- 
guian  do  los  casamientos  que  se  hacen  sin  consenti- 
miento do  las  mugeres ,  el  Rey  mandó  llamar  á  la 
Infanta  su  hija ,  é  díxole  todo  lo  que  en  este  caso 
avia  pasado  é  visto  con  el  Príncipe  su  hermano,  on 
las  causas  quo  le  movían  á  este  casamiento;  porqucl 
Rey  ninguna  cosa  dcsto  queria  concluir  sin  volun- 
tad é  consentimiento  suyo ;  é  así  lo  mandaba  quo 
daramente  le  dixese  su  determinada  voluntad.  Lo 
qual  oído  por  la  Infanta,  resdbió  vergüenza  en  este 
caso  sver  de  hablar ;  pero  como  fuese  toda  de  mu- 
cha virtud  é  discreción ,  respondió  que  como  ella 
fuese  nascida  para  casar  é  la  razón  esto  demandase 
é  la  bienaventuranza  suya  fuese  en  el  casamiento, 
esto  era  de  remitir  á  nuestro  Sefior,  en  cuyabenini- 
dad  esperaba  querria  mirar  con  ojos  de  misericor- 
dia los  grandes  trabaxos  del  Rey  su  sefior  é  su  pa- 
dro on  los  qualos  algún  remedio  se  daria  si  ella  bien- 
aventuradamente casase ,  é  ya  ella  fuese  en  edad 
conveniente  demandada  por  aquellos  principes  al 
Rey  muy  parientes  é  caros ;  é  pues  á  su  parescer  el 
Rey  esto  dexaba,  teniéndoselo  en  merced,  é  besan- 
do las  manos  por  ello ,  respondía  parescerle  ser  maa 
conveniente  el  casamiento  del  Rey  Don  Femando 
su  primo ;  á  lo  qual  dio  muchas  y  evidentes  razones^ 
las  quales  el  Rey  aprobó  y  el  Príncipe  loó  mucho  el 
ingenio  y  virtud  de  su  muy  amada  hermana.  E  á  los 
embaxadoros  del  Rey  de  Nápol,  oída  esta  respuesta, 
con  grande  alegria  fué  luego  denunciando ;  é  presr 
tamente  subcedió  otro  nuevo  embazador  del  ya  di- 
cho Rey  de  Nápol,  el  qual  siempro  siguió  las  pisa- 
das del  Principe.  E  como  ol  Rey  de  Nápol  toviese 
gran  vigilancia,  en  cada  parte  del  mundo  procura- 
ba tener  hombres  disorotos  que  en  todas  las  partes 
supiesen  las  cosas,  é  por  sus  letras  se  las  h?desen  sa- 
ber. Estas  cosas  así  fechas  en  Barcdona,  el  Prínd- 
pe  Don  Femando  se  volvió  á  Zaragoza  por  proveer 


ttlSMOBIAL  DE  DIVEBSAS  HAZAÑAB. 


an  1u  oosaB  iegan  el  mandamiento  del  Bey  an 
padre, 

CAPÍTULO  XOV. 

Do  iM  ettiM  en  este  tiempo  en  PoriagBl  teaescidae  A  de  la  muer- 
te de'Doi  ISM  Picheco,  Micstre  de  Saittago. 

En  eete  tiempo  el  Maeatre  de  Santiago  Don  Joan 
Pacheco  á  reqüeata  del  Bey  de  Portngal  se  yido  oon 
él.  Entonce,  entre  todos  los  Príncipes  Ohristianos, 
tenia  fama  de  ser  el  mas  prudente  é  mas  casto,  te- 
niendo el  oetro,  por  Dios  á  él  encomendado,  en  aque- 
llos dtas  pacificamente ;  ni  aviacansa  de  tener  guer- 
ra oon  ninguno ,  salvo  oon  los  moros  que  á  él  era 
muy  honrrosa,  el  qual  habia  rescibido  aquel  Beyno 
asaz  menguado  de  riquesas,  é  por  industria  del  In- 
fante Don  Enrique  su  tic,  hombre  muy  notable  de 
grande  edad ,  le  habia  enriquecido,  mostrando  á  los 
portugueses  naregar.  E  ya  el  Bey  Don  Alonso,  ávi- 
do por  muy  daro  entre  los  príncipes  Chrístianos,  no 
pudo  guardarse  de  los  engafics  de  la  fortuna,  oomo 
tuviese  esperanza  de  aver  el  casamiento  de  Dolia 
Juana  ,  llamada  hija  del  Bey  Don  Enrique ;  é  cre- 
yendo haber  estos  Beynos  de  Castilla  é  de  Lcon  des- 
pués de  la  muerte  de  aquel ,  tovo  forma  con  el  Maes- 
tre Don  Juan  Pacheco  oomo  el  dicho  casamiento 
oviese  efeto,  sabiendo  ser  aquella  la  voluntad  del 
Bey  Don  Enrique ,  é  para  eUo  oviese  público  con- 
sentimiento, no  solamente  de  loe  Grandes,  mas  de 
las  dudados  é  villas  é  pueblos  dellos;  y  como  en  esto 
ya  se  sonase  muy  poderoso,  desde  allí  comenzó  paso 
á  paso  de  entender  en  el  negodo,  tentando  el  pares-  * 
cer  de  los  guandos  de  su  Beyno ,  porque  los  otros 
casamientos  de  que  ya  es  fecha  mendon ,  se  avian 
estorbado,  é  todas  estas  oosas  ad  pasadas,  de  con- 
sentimiento destos  dos  Beyes  se  ofresció  oportuni- 
dad para  hacer  este  casamiento,  en  tanto  que  el  Bey 
Don  Enrique  estaba  en  los  confines  de  Portugal,  el 
qual  habia  de  dar  al  Maestre  Don  Juan  Pacheco  la 
dudad  de  Truxillo ,  la  qual  días  avia  que  avia  ddo 
dada  al  Duque  de  Arévalo ;  la  posesión  do  la  qual 
dada  al  Maestre  de  Santiago,  se  avia  de  facer  el 
desposorio  dd  Bey  Don  Alonso  de  Portngal  con 
Dofia  Juana,  hija  de  la  Beyna  Dofia  Juana;  la  qual 
dudad  de  TruxillO|  el  Duque  de  Arévalo  no  avia 
ávido  porque  le  fué  dado  d  Maestrazgo  de  Alcén- 
tara  para  su  hijo  Don  Juan  Pimentel ,  en  recompen- 
sadon  della;  é  el  Bey  Don  Enrique  vino  á  Madrid  en 
tanto  quel  Maestre  de  Santiago  oon  autoridad  suya 
ablandaba  los  corazones  de  los  de  Truxillo,  é  podía 
atraer  á  Gradan  de  Sesé ,  Alcayde  de  la  fortaleza 
de  Truxillo,  á  que  la  entregase.  En  tanto  questas 
cosas  se  trataban ,  d  Maestre  estaba  en  la  villa  de 
Santa  Cruz,  ques  cercana  á  Truxillo,  y  desde  dlí 
por  sus  mensageros  solicitaba  los  grandes  de  Anda- 
luda,  que  diesen  consentimiento  al  desposorio  del 
Bey  Don  Alonso  de  Portugal  oon  la  dicha  Dofia 
Juana.  En  el  qual  tiempo  nuestro  sefior  quiso  que  el 
Maestre  de  Santiago  no  viese  el  casamiento  por  el 
Bey  de  Portugd  tanto  deseado  en  daAo  universal 
destos  Beynos ,  porque  en  éí  se  verificase  aquella  I 


89 

sentencia  del  santo  Job  que  dice  :  Dios  éUsipa  lo9 
peatamientoB  de  ¡09  maloi,  porque  nu  manoi  no  pué' 
dan  acabar  ¡oqwdesean,  E  su  voluntad  fué  que  de 
la  misma  enfermedad  de  que  murió  d  Maestre  de 
Calatrava,  su  hermano ,  muriese  él ;  é  ad  el  Maes- 
tre de  Santiago  Don  Juan  Pacheco  murió  en  la  villa 
de  Santa  Cruz ,  á  quatro  de  Octubre  del  afio  de  inil 
é  quatrodentos  é  setenta  y  quatro  aftos,  estando  eii 
los  tratos  oon  d  Alcayde  Gradan ,  y  quando  esta- 
ba al  cabo,  ovo  de  venir  él  Alcayde  á  hablarle ,  y 
hideron  sentar  al  Maestre  en  una  silla ,  y  que  se  es- 
forzase lo  mas  que  pudiese,  haciendo  que  la  cama-* 
ra  estoviese  escura ,  porque  el  Alcayde  no  le  viese 
la  flaqueza  que  tenia,  á  do  concertó  que  le  entrega- 
se la  fortaleza.  Y  luego  otro  dia,  en  yéndose  el  Al- 
cayde ,  murió  el  Maestre ,  y  fué  tanta  la  astucia  de 
Pedro  de  Baeza  que  lo  contrataba ,  que  aunque  el 
Alcayde  estaba  receloso  dello,  le  dio  tanta  priesa 
que  le  entregó  y  dio  d  Maestre  al  Alcayde  Gradan 
á  Sahdices  de  los  Gdlegos.  El  Maestre  dejó  por  h^ 
redero  á  Don  Diego  López  Pacheco,  Marqués  de  Vi- 
llena,  primogénito  suyo,  al  qual  entre  las  cosas 
grandes  que  le  dejaba ,  encomendóle  fuese  dada  la 
guarda  de  Dofia  Juana ,  que  según  él  creía  avia  do 
ser  esposa  del  Bey  Don  Alonso  de  Portugd ;  é  á  Don 
Pedro  Puertocarrero,  su  hijo  segundo,  dejó  el  Al- 
caydia  Mayor  de  Sevilla  en  la  casa  que  avia  sido  de 
la  Marquesa  de  Villena,  su  madre,  con  todas  las 
otras  rentas  que  tenia  en  Sevilla  y  on  sus  términos, 
y  las  villas  de  Villanueva  y  Mognll ,  oon  otros  pe- 
quefios  lugares  que  en  el  Anddncía  tenia;  é  á  Don 
Alonso  Tdlez ,  su  hijo  tercero ,  dejó  el  castillo  de 
Montalvan  é  la  Puebla  de  Montdvan  é  otras  rentas 
de  dinero  ;  é  á  Don  Alonso  Pacheco,  hijo  suyo  bas- 
tardo ,  Comendador  de  Guadalherza ,  de  la  Orden 
de  Calatrava,  dejó  algunas  rentas  de  dinero.  E  fa- 
lleecido  ad  d  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  tóvose  su 
muerte  encubierta  algunos  días  fasta  que  lo  lleva- 
ron á  depositar  al  Monosterio  de  Guaddupe,  para 
desdo  allí  tradadar  sus  huesos  á  la  sepultura  por 
él  ordenada  en  ol  Moncsterio  dol  Parral  de  Sogovia, 
de  la  Orden  de  San  Jerónimo. 

CAPITULO  XCVI. 

De  los  Grandes  dettoi  Bejiios  que  peeearon  ntr  el  Haestraigo 
de  Sntiago  A  de  It  forma  ao  pessada  qie  el  AnoblaiK»  de  To- 
ledo ea  esto  tivo. 

Grande  fué  ol  alegría  que  los  mas  pueblos  destos 
Beynos  ovieron  de  la  muerte  del  Maestre  de  Santia- 
go, é  mucho  mayor  de  dgunoe  de  los  Grandes,  cada 
uno  dellos  creyendo  aver  aquella  dignidad ,  no  con 
Dios  ni  con  orden,  mas  por  modos  esquisitos;  de 
los  qudes  el  principal  fué  Don  Enrique  de  Guzman, 
Duque  de  Medina  Sidonia ,  que  no  avia  seido  en  la 
Orden,  ni  avia  razón  dguna  para  lo  demandar,  sal* 
vo  por  su  grandeza ;  y  el  Conde  de  Benavente,  que 
ya  en  vida  de  su  suegro  pensó  aver  esta  dignidad 
nn  tener  para  ello  razón  alguna ,  con  grande  ansia 
la  procuraba,  tomando  enjemplo  en  los  Maestres 
Don  Alvaro  de  Luna  é  Don  Juan  Pacheco,  los  qua- 


•  **«^*«#«  I 


90 


ORÓNIOAB  DE  LOB  BBYE8  DE  CASTILLA. 


l6B  mAB  yerdaderamente  ininuos  que  maestrei  90 
podieroD  decir,  ó  oomo  de  esta  dignidad,  mas  fono- 
Bamente  qne  por  debida  elección,  reaoibieron.  El 
Marqnés  de  Saniillana  con  gran  solicitad  demandó 
esta  dignidad,  diciendo  no  quererla  á  catba  de  las 
rentas,  mas  por  reformarla  ^  por  ser  nieto  del  Maes- 
tre Don  Alonso  Suares  de  Figneroa,  que  fnó  muy 
buen  caballero  é  reformó  mucho  esta  Orden.  Entre 
todos  estos  competidores,  el  Marqués  de  Villena, 
Don  Diego  Tellea,  con  mayor  raeon  pensaba  aver 
el  Maestrazgo,  como  después  de  la  muerte  de  su 
padre  luego  se  fuese  para  el  Rey  Don  Enrique;  el 
qual  mucho  lo  consolaba  é  le  decia  que  él  mesmo 
amor  que  avia  tenido  á  su  padre  quería  tener  á  ól« 
É  como  entonces  el  Marqués  adolesciese  cada  dia,  el 
Bey  le  visitaba,  é  mandaba  allí  venir  menistriles  é 
cantores  por  darle  placer.  É  dióle  forma  para  poder 
•aver  el  Maestrazgo  de  Santiago,  la  qual  fué  que  se 
fingiese  el  Maestre  su  padre  averie  renunciado  el 
maestradgo,  é  sobre  ello  haber  suplicado  al  Santo 
Padre  é  tenor  su  consentimiento.  E  sobre  este  fun- 
damento el  Bey  envió  suplicar  al  Santo  Padre  en 
favor  del  Marqués,  para  lo  qual  le  parescia  tener 
grande  ayuda  en  el  Arzobispo  de  Toledo,  el  qual,  no 
mucho  ante  de  la  muerte  dcA  Maestre,  le  avia  recon- 
ciliado á  si ,  é  le  mostraba  grande  amor,  el  qual  te- 
nia muy  gran  parte  en  Alaroon  que  enteramente 
gobernaba  el  Arzobispo,  á  causa  de  lo  que ,  el  Bey 
Don  Enrique  ya  mostraba  grande  amor  al  Arzobis- 
po de  Toledo ;  é  como  quiera  que  ya  todos  los  dichos 
trabajaban  cada  uno  para  sí,  no  menos  lo  hadan  los 
caballeros  de  la  Orden,  á  quien  con  mayor  razón  el 
Maestrazgo  pertenescia;  entre  los  quales  demanda- 
ba esta  dignidad  Don  Bodrígo  Manrique,  Oonde  de 
Paredes,  que  muy  mayores  razones  tenia  para  lo 
aver,  como  ya  ovieso  seido  llamado  Maestro  de  San- 
tiago por  voluntad  Apostólica  del  Santo  Padre  Eu- 
genio quarto,  aviendo  respeto  á  la  grandeza  de  su 
linage  é  antigüedad  en  la  Orden,  é  merescimiento 
de  su  persona,  como  fuese  cierto  aver  peleado  ca- 
torce veces  á  banderas  desplegadas  con  los  moros 
enemigos  de  nuestro  Santa  Fé,  é  haber  delios  siem- 
pre ávido  Vitoria,  aviendo  delios  ganado  la  villa  de 
Huesca  por  fuerza  de  armas  con  derramamiento  de 
su  propia  sangro  é  muerte  de  muchos  criados  su- 
yos, el  qual  Maestrazgo  Don  Alvaro  de  Luna  for- 
zosamente le  avia  tomado  después  de  la  muerte  del 
Infante  Don  Enrique,  hermano  de  los  Beyes  de 
Aragón  Don  Alonso  é  Don  Juan.  É  pensaba  Don 
Bodbrigo  Manrique  tener  ayuda  en  el  Arzobispo  de 
Toledo,  no  acordándose  de  las  cosas  pasadas,  mas 
siguiendo  el  querer  de  Alarcon,  fué  degollado  en  To- 
ledo afio  de  ochenta ;  hombre  perverso  é  malo ,  f a- 
voresoió  quanto  pudo  el  Marqués  de  "aliena  su  so- 
brino. Esta  mesma  dignidad  pretendió  haber  Don 
Gabriel  Manrique,  Comendador  Mayor  de  Castilla, 
-  Conde  de  Osorno ,  muy  magnifico  caballero  en  aque- 
lla Orden,  él  qual  trabajó  por  ser  elegido  .é  ovo  al- 
gunas voces,  así  por  la  antigüedad  que  en  la  Orden 
tenia,  como  por  la  nobleza  de  su  linage.  Fué  el  ter- 
cero Don  Alonso  de  Cárdenas,  Comendador  Mayor 


de  León,  el  qual  procuró  de  ser  elegido,  para  lo 
qual  atrajo  á  sí  á  (bornea  de  Miranda,  intruso  en  el 
Priorazgo  de  San  Marcos,  é  otros  tres  ó  quatro  de 
los  trece  á  quien  pertenesoe  la  elección ;  de  los  qua- 
les Don  Bodrigo  Manrique  tenia  ocho  con  autori- 
dad del  prior  de  üclés  ques  á  do  se  ha  de  hacer  la 
elección ,  é  no  en  otra  parte ;  el  qual  prior  los  ha  de 
convocar  y  estar  presente,  y  ansí  Don  Alonso  de 
Cárdenas  afirmaba  perteneoer  la  elección  según  las 
constituciones  de  la  Orden  al  prior  de  San  Marcos, 
por  ser  muerto  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  en  la 
provincia  de  León,  por  lo  qual  él  decia,  la  elecdon 
de  Don  Bodrigo  Manrique  ser  ninguna.  La  quarta 
elecdon  decia  tener  el  Duque  de  Medina,  con  color 
de  la  renundadon  que  le  avia  de  hacer  Juan  de  Al- 
varado,  Comendador  de  Lobon,  el  qual  por  ruego 
del  Duque  avia  dejado  el  nombre  de  Maestre.  Allen- 
de destos,  Don  Beltran  de  la  Cueva,  Duque  de  Al- 
burquerque,  que  ya  otra  ves  avia  sddo  elegido  á 
esta  dignidad,  pretendía  aver  derecho  é  con  gran 
instancia  la  demandaba,  mas  d  Bey,  con  gran  per- 
tinada,  procuraba  la  sublimadon  dd  Marqués  do 
Villena  menospreciando  todos  los  otros. 

CAPÍTULO  xova 

Dd  la  prisión  del  Marqna  da  VUlasa  é  dd  poeo  laber  qsd  «I  Con- 
de de  Osorno  lovo  en  lo  fniurdar,  é  de  Iss  formu  qne  el  Aro- 
blspo  de  Toledo  Jnnlo  eon  U  volnntid  del  Rej  Don  Snriqno  en 
esto  OTO. 

En  tanto  questas  cosas  pasaban,  estaban  los  Qran- 
*  des  como  atónitos  mirando  d  entrafiable  amor  que 
d  Bey  Don  Enrique  mostraba  al  Marqués  de  Ville- 
na, el  qual  les  parescia  así  en  la  dignidad  como  en 
todas  las  otras  cosas  aver  de  tener  d  lugar  de  su 
padre  cerca  dd  Bey,  que  poco  miraba  el  bien  do 
sus  Beynos.  Lo  qud  visto  por  dgunos  que  á  su  pa- 
dre desamaban ,  á  él  mostraban  f  avorescer,  entre  los 
quales  el  prindpd  d  Arzobispo  de  Toledo  que  ya 
parescia  á  causa  dd  Marqués  tener  gran  parte  en 
d  Bey  y  procuraba  con  todas  sus  fuerzas  la  subli- 
madon dd  Marqués ;  entre  los  qudes  Don  Chibriel 
Manrique,  oomo  pensase  aver  d  Maestradgo  de 
Santiago,  ad  por  dgunae  voces  que  de  los  Electo- 
res tenia,  oomo  por  la  noblesa  de  su  linage  é  por 
ser  Comendador  mayor  de  Castilla,  oomo  viese  al 
Bey  tanto  inclinado  á  dar  el  Maestradgo  contra  to- 
do derecho  al  Marqués  de  Villena,  determinó  de 
buscar  forma  para  lo  prender,  al  qual  como  d  Bey 
pensase  atraer  á  que  diese  su  voto  en  el  Maestrazgo 
al  Marqués  de  Villena,  envióle  muchas  embazadas, 
lo  qual  asimismo  con  gran  solidtud  el  Arzobispo 
procuraba,  el  que  en  el  oomienzo  se  mostró  muy 
grave,  dando  muchas  razones  para  mostrar  oomo 
el  Marqués  no  podia  ni  debía  haber  el  Maestradgo, 
como  en  esto  resdbirian  muy  grande  agravio  los 
ancianos  Cabdleros  de  la  Orden,  habiendo  de  dar 
esta  dignidad  á  hombre  tan  mancebo  fuera  de  la 
Orden,  contra  los  estatutos  é  decretos  della,  donde 
paresceria  que  ya  por  herencia  esta  dignidad  se  ha- 
bla de  aver,  ad  oomo  avia  acaesddo  en  d  Maes- 


MEMORIAL  DE  DIVERSAS  HAZAlf Aa 


iradgo  de  Oalatrara  qne,  muerto  Don  Pedro  Xiron, 
0it  hijo  espúreo  naeoido,  oontra  todo  derecho,  ovo  el 
MAeetradgo*  E  todas  estas  cosas  é  otras  mas  respon- 
didas por  el  Conde  de  Osomo,  como  otra  nueva  em- 
bazada le  viniese  con  grandes  ofrosoimientos,  res- 
pondió mas  blandamente  diciendo  que  deseaba  mu- 
cho ver  aquella  Orden  reducida  á  su  primer  estado, 
como  estuviese  muy  abasada,  é  si  él  fuese  cierto 
que  oon  el  poder  del  Marqués,  á  quien  el  Rey  tanto 
amaba,  la  Orden  fuese  sublimada  oomodebia,  por 
aventura  daría  lugar  que  las  Constituciones  della 
en  este  caso  fuesen  derogadas;  la  qual  respuesta 
fué  muy  agradable  al  Rey,  é  no  menos  al  Arzobispo 
de  Toledo ;  é  habiéndose  n^ucho  de  una  parte  á  otra 
é  faciéndose  al  Conde  engaftosos  o&escimientos, 
aeordéee  fabla,  á  cierto  dia  en  lugar  sefialado,  oon 
igual  oompallia  del  Marqués  é  del  Conde ;  é  de  oomo 
el  Marqués  oviese  visto  á  su  padre  tener  en  poco  las 
asechansas,  no  resoeló  de  venir  al  lugar  acordado, 
el  qual  trazo  consigo  hombres  de  poco  valer,  pen-" 
Bando  venir  al  lugar  seguro.  El  Conde  de  Osomo 
fixo  el  contarario  trayendo  consigo  hombres  sefiala- 
lados,  é  puso  en  celada  gente  escogida  para  ser  so- 
corrido si  no  bastase  acabar  lo  pensado  oon  los  que 
consigo  tenia.  É  como  á  la  fabla  se  juntase,  é  algo 
la  fabla  durase,  los  suyos  sin  faoer  repugnancia  so 
fueron  huyendo  dejando  preso  al  Marqués,  el  qual 
maravillado  de  su  prisión  dizo  al  Conde  que  por 
qué  rason  le  avia  prendido  así  á  mala  verdad.  El 
Conde  respondió  que  porque  el  Maestre  su  padre 
siempre  avia  sido  quebrantador  de  la  fé  é  de  los  ju- 
ramentos que  hacia ;  el  qual  en  tiempo  del  Rey  Don 
Alonso  le  avia  jurado  de  le  dar  la  villa  del  Made- 
ruelo,  porque  él  renunciase  el  derecho  del  Maestrad- 
go  de  Santiago,  é  después  de  tomada  la  posesión, 
sin  ninguna  vergftensa  le  avia  mentido  diciendo  que 
mas  le  plaoia  ser  ávido  por  quebrantador  de  la  fé 
que  aver  do  dar  la  villa  de  Maderuelo,  el  qual  per- 
juro en  él  queria  vengar,  lo  qual  no  era  sin  rasen. 
i  sabida  por  el  Rey  la  prisión  del  Marqués,  pensó 
salir  fuera  de  si  como  hombre  sin  sentido,  é  como 
naturalmente  fuese  de  flaco  oorason,  comensó  de 
llorar  agrámente,  é  por  mucho  que  lo  consolaban 
los  que  oerca  del  estaban,  ninguna  oonsoladon  que- 
ria oir  ni  rescibir.  Todas  las  cosas  tenia  en  poco  en 
comparación  de  la  liberación  del  Marqués.  B  luego 
recorrió  al  Arzobispo  de  Toledo,  al  qual  no  menos 
desplacía  la  prisión  del  Marqués ;  é  Alarcon  aqueja- 
jaba  mucho  en  que  se  diese  en  eUo  remedio,  como 
fuese  mucho  suyo  é  le  oviese  dado  la  villa  de  Zafra 
en  el  Marquesado  é  oviese  del  de  acostamiento  qna- 
tro  mil  florines  en  cada  un  afio ;  y  el  Conde  de  Be- 
navente  fué  requerido  por  ayuda  para  la  delibera- 
ción del  Marqués ,  como  fuese  casado  oon  su  herma- 
na; é  prestamente  fué  recogida  gran  gente  para  ir 
combatir  la  fortaleza  de  Fuente  Dúefia,  donde  el 
Marqués  estaba  preso,  para  lo  qual  el  Arzobispo  fué 
,  en  persona,  é,  oon  toda  la  fuerza  quel  llevaba,  la  ma- 
yor esperanza  que  ovieron  de  la  liberación  del  Mar- 
qués fué  el  engafio,  por  lo  qual  faoer,  se  juntaron 
I^pe  Vasquea  de  Acullá,  hermano  del  Arzobispo,  é 


'  91 

Juan  de  Vivero ,  hermano  de  la  Condesa  de  Osomo,  * 
los  quales  se  pusieron  por  medianeros  para  tratar 
con  el  Conde  si  queria  dar  alguna  forma  en  la  deli- 
beración del  Marqués ;  é  determinóse  questos  dos  ca- 
balleros hablasen  en  ello  con  la  Condesa  de  Osomo, 
la  qual  como  saliese  á  la  fabla  con  ellos,  fué  con- 
certado que  Lope  Vázquez  la  prendiese,  mostrando 
que  al  hermano  de  Juan  de  Vivero  pesaba  dello ,  é 
ficiese  muestra  que  la  quisiese  defender,  é  que  no 
podía  resistir  á  la  fuerza  de  Lope  Vázquez ;  é  si  an- 
tes el  corazón  del  Conde  estaba  flaco ,  mucho  mas 
enflaqueció  después  de  la  prisión  de  su  muger;  é 
luego  el  Conde  descendió  á  muy  mas  bazo  partido 
de  lo  que  primero  demandaba,  el  qual  deliberó  al 
Marqués  en  esta  forma :  que  le  diese  la  villa  de  Ma- 
deraelo.  Lo  qual  oomo  fuese  sabido  por  los  que  al 
Marqués  mal  querian,  ovieron  dello  gran  desplacer, 
é  ni  por  eso  el  grande  animó  de  Don  Rodrigo  Man- 
rique, que  Maestre  de  Santiago  se  llamaba,  dezó  de 
perseguir  lo  comenzado,  oontra  voluntad  del  Rey  é 
del  Arzobispo  de  Toledo ,  que  ya  en  este  negocio 
enemigo  se  le  mostraba;  é  oon  toda  esta  oontrarie- 
ááá  Don  Rodrigo  Manrique  no  dezó  de  poseer  la 
provincia  de  Castilla  que  al  Maestrazgo  de  Santiago 
pertenescia,  é  lo  mismo  hacía  en  la  provincia  de 
Leen  Don  Alonso  de  Cárdenas,  Comendador  Ma- 
yor, sojuzgando  á  sí  y  á  todo  lo  que  podía,  oomo 
quiera  que  mucho  les  estorbaba  la  vecindad  del  Con- 
de de  Feria,  con  favor  del  Duque  de  Medinasido- 
nia,  é  de  algunos  otros  caballeros  de  la  Orden  que 
se  juntaron  oon  la  parte  del  Comendador  Juan  de 
Alvarado* 

CAPÍTULO  xcvin. 

Del  eeroo  qie  lof  frusMSM  pnsleroii  lobre  la  elodad  de  Helna 
é  de  la  loma  della,  é  del  masdamleito  del  Coisefo  del  Rey  Don 
lúa  de  Aras 01. 

• 

En  tanto  questas  cosas  pasaban,  él  Rey  Luis  do 
Francia  no  dejó  de  perseguir  lo  concertado  é  tovo 
consigo  al  Conde  de  Paredes  Don  Juan  de  Cardona  é 
al  Castellan  de  Amposta ,  embazadores  que  el  Rey 
de  Aragón  le  avía  embiado ;  el  qual  los  prendió,  é 
aviéndoles  dado  seguro  porque  oon  ellos  iba  la  flor 
de  los  caballeros  de  Aragón ,  mandando  ayuntar 
gran  muchedumbre  de  gente ,  así  de  caballo  como 
de  pié  en  la  provincia  de  Narbona,  oon  muy  gran- 
des artillerias  é  pertrechos  ¡para  combatir;  é  vinie- 
sen en  él  Condado  de  Ruisellon  para  él  mes  de  No- 
viembre porque  la  dudad  de  Helna  no  pudiese  de- 
fenderse. Lo  qual  sabido  por  el  Rey  de  Aragón, 
ajuntó  caballeros  para  la  defensa  della,  aunque  pen- 
saban que  los  franceses  no  venian  tan  presto  por  la 
braveza  del  invierno,  los  quales  acostumbran  tam- 
bién facer  guerra  en  inviemo  oomo  en  verano,  é  para 
estar  en  el  campo  hacen  casas  soterrafias  para  ellos 
é  para  sus  caballos;  para  lo  qual  tenían  muy  poca 
gente  y  f  erramientfts  con  que  prestamente  las  ha- 
cen, é  luego  se  cerca  de  fosados  de  tal  manera,  que 
se  hacen  tan  fuertes  como  si  dentro  del  lugar  mo- 
rando estuviesen.  El  Rey  de  Aragón  estando  en 


92 


CRÓNICAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


Castellón  estrafiaba  Iob  franceees  no  poder  tomar  á 
Acafia,  así  por  la  fortaleza  della  é  gente  qne  en  ella 
tenia ,  como  por  las  grandes  nieves  ó  yelos  que  en- 
tonce avia  é  algunas  vocee  el  Rey  dixo  que  avia 
piedad  de  los  franceses,  aunque  fuesen  sus  enemi- 
gos, por  emprender  cerco  en  tal  tiempo,  y  los  caba- 
lleros que  en  Helna  estaban  cada  dia  embiaban  á 
decir  al  Rey  qne  ningún  temor  tenian  de  los  ene- 
•  migos ,  aunque  el  tiempo  fuese  bueno,  como  creye- 
sen que  aun  el  muro  primero,  según  la  gran  fuerza 
que  tenia,  no  podia  ser  derribado  por  ningunas  ar- 
tillerías, é  mucho  menos  lo  alto  de  la  ciudad  que 
naturalmente  estaba  cercado ,  donde  si  tal  necesi- 
dad viniese  podrían  socorrerse  y  ampararse ;  la  qual 
confianza  trajo  gran  dafio,  como  dende  en  ocho 
dias  que  el  cerco  se  pusiese,  la  cerca  primera  se 
derribó,  é  los  caballeros  que  en  la  villa  estaban  no 
podían  resistir  los  enemigos  como  fuesen  quarenta 
mil  combatientes  ó  los  defensores  á  quatro  mil  no 
llegaban,  ó  los  ciudadanos  no  los  ayudasen  é  ansi  no 
tardó  veinte  dias  do  so  tomar  la  dudad,  como  no 
solamente  los  muros  é  torres  con  las  lombardas  der- 
ribasen, mas  fícieron  minas  para  entrar  en  lo  mas 
alto  de  la  ciudad,  do  lo  qual  tan  grande  espanto  los 
ciudadanos  tomaron,  que  ya  quisieran  aver  dado 
á  si  é  á  sus  hijos  á  los  enemigos ,  en  tanto  que  la 
vida  pudieran  salvar  de  la  briosa  crueldad  de  los 
franceses,  donde  la  estrema  nesoesidad  fizo  que  la 
ciudad  se  diese  á  partido,  que  quatro  de  los  princi- 
pales que  en  la  ciudad  estaban  seguros  de  la  vida, 
fuesen  levados  al  Rey  de  Francia,  é  todos  los  otros 
dejasen  las  armas  ó  caballos  é  se  fuesen  donde  qui- 
siesen, é  los  ciudadanos  quedasen  en  su  ciudad  sin 
dafio  reseibir,  so  el  sefiorio  del  Rey  Luis  de  Francia. 
Fué  pública  fama    que  fué  causa  de  darse  esta 
ciudad  Julio  caballero  italiano,  capitán  que  allí  es- 
taba con  decientas  lanzas,  que  el  Roy  Don  Hernan- 
do de  Nápol  al  Rey  do  Aragón  habia  embiado,  el 
qual  aunque  estaba  en  fama  de  buen  caballero  ante 
de  entonces,  en  la  defensa  de  aquella  dudad  teme- 
roso é  flaco  se  mostró,  ó  desde  el  comienzo  do  aquel 
cerco  siempre  amonestó  á  los  espaftoles  que  no  con- 
fiasen mucho  en  la  fuerza  de  aquella  dudad  según 
el  gran  poder  de  los  franceses ,  ó  ¡buscasen  algún 
partido  para  su  salvación ;  lo  qual  mucho  enflaque- 
ció los  corazones  de  algunos.  La  toma  de  esta  du- 
dad fué  muy  dafiosa  á  los  de  Perpifian,  los  quales 
luengamente  sostuvieron  el  cerco  con  fambre  tan 
Qstrafia,  que  comian  los  ratones  é  gatos  é  i>erros» 
después  de  aver  comido  los  caballos  é  muías ;  é  so 
afirma  algunos  aver  comido  carne  humana  de  los 
cuerpos  muertos  de  los  enemigos,  é  lo  que  mas  gra- 
ve paresoe,  algunas  madres  aver  comido  á  sus  hi- 
jos. Cosa  es  muy  difícile  de  creer  los  trabajos  é  an- 
gustias que  los  de  Perpiñan  tan  luengamente  tu- 
vieron sin  esperanza  de  socorro  como  los  franceses 
toviesen  tomados  todos  los  pasos  por  donde  pudie- 
sen ser  socorridos.  Después  de  tomada  Helna  y  Alon- 
so de  Palencia  coronista  é  Luiz  Gutiérrez,  secreta- 
rio del  Principe  Don  Fernando,  llegaron  á  Castellón 
donde  el  Rey  de  Aragón  estaba  •  asaz  seguro  no  te- 


miendo la  toma  de  Helna,  el  qual  oon  atento  ánimo 
oyó  todo  lo  que  por  estos  embaxadores  le  fuese  di- 
cho, é  oomo  mucho  amase  á  Alonso  de  Palenda,  la 
mayor  parte  de  dos  dias  é  dos  noches  gastó  en  le 
preguntar  el  estado  de  las  cosas  de  los  Reynos  de 
Castilla,  y  entre  las  otras  oosas  tuvo  gran  onidado 
de  los  negocios  del  Duque  de  Medinasidonia,  al  qual 
decia  que  el  Príncipe  no  solamente  avia  de  ayudar 
é  f  avorescer  en  el  negocio  del  Maestrazgo  de  San- 
tiago, mas  en  todas  las  cosas,  que  de  lo  propio  suyo 
le  debía  largamente  dar,  pues  á  él  no  podia  falles- 
oer,  pues  con  el  ayuda  de  Dios  tan  grandes  Reynos  é 
sefioríos  esperaba ;  é  que  así  le  amonestaba  é  rogaba 
é  mandaba,  si  como  padre  facerlo  podia,  que  no  so- 
lamente en  el  Maestrazgo,  mas  por  todas  las  vias  que 
pudiese  al  Duque  de  Medinasidonia  ayudase  é  f  avo- 
resdese  ;  é  luego  él  quería  escrebir  á  sus  procurado- 
res qne  en  Roma  tenia,  que  ayudasen  é  favorecie- 
sen en  los  negocios  del  Duque  de  Medinasidonia; 
que  ol  Príncipe  así  lo  debía  poner  luego  en  obra,  si 
dosoaba  facerle  placer,  é  que  dejadas  todas  las  oo- 
sas se  fuese  al  Andalucía,  según  por  el  Duque  do 
Medinasidonia  le  avia  sido  suplicado,  de  lo  que  al 
Príncipe  se  seguiría  gran  provedio  é  á  los  adversa- 
ríos  dafio  oonosddo ,  como  la  posesión  de  aquella 
ciudad  de  Sevilla  dempro  aprovechó  mucho  á  los 
que  la  tuvieron,  é  que  él  como  hijo  quidese  ser  en 
todo  certificado  de  su  voluntad  la  calidad  de  las 
cosas  lo  excusasen  si  el  inconsulto  prestamente  en 
el  Andalucía  se  oviera  ido ,  por  ende  dn  tardanza 
alguna  se  partiese  para  el  Andalucia,  acordándose 
de  aqnd  común  viejo  proverbio  que  dicen :  quando 
te  diere  la  cabrílla,  etc.  Y  d  Rey  aprobó  mucho  la 
solidtud  de  Alonso  de  Palencia.  E  con  esta  respues- 
ta, Alonso  de  Falencia  que  con  ello  había  venido  y 
el  Secretario  se  volvieron  alegres  á  Zaragoza  ;é 
vista  por  ol  Príncipe  la  rospnesta  del  Rey,  comen- 
zó á  aparejaran  partida  para  el  Andalucía,  la  qual 
estorbó  la  triste  nueva  de  su  mensajero  que  luego 
faciéndole  saber  la  toma  de  Helna,  con  revocación 
del  mandamiento  primero ,  mandando  al  Príncipe 
que  todas  cosas  dejadas  se  fuese  para  él,  é  si  mas 
no  pudiese,  si  quería,  con  tres  ó  quatro  ;  lo  qual  pa- 
resciamuy  gravea  todos  los  que  al  Príncipe  debían 
consejar,  los  quales  decían  que  en  él  no  debía  par- 
tir fasta  llevar  los  tredentos  de  caballo  quel  Rey- 
no  debía  pagar  para  servicio  dd  Rey  é  fasta  aver 
despachado  todas  las  cosas  neoosarías  para  la  guer- 
ra, sí  se  deseaba  que  la  cosas  do  la  provincia  de 
Ampurías  bien  se  hiciesen. 

CAPÍTULO  XCIX. 

De  It  UIsleía  qoe  el  Prlneipe  Dos  Fernando  reselbld  de  la  lona 
de  la  elodad  de  Helna  é  de  la  varia  deieroiinaelon  de  eonaejoa 
en  la  Ida  del  Principe  A  Ampnriaa,  como  anlea  invleae  determi- 
nado de  proveer  las  coaaa  del  Andalucía. 

Aunque  el  Príncipe  Don  Femando  naturalmente 
fuese  magnánimo,  tan  grande  fué  el  enojo  de  la 
toma  de  Helna  é  tanta  turbación  resdbió  con  el  se- 
gundo mandamiento  dd  Padre,  que  fué  f onado  de 


MBIÍOBIAL  t)A  DiVfiBSAS  Ha2a:S[A8. 


9á 


lo  dewmlirir  por  rnnohaB  sefiales,  como  oonoBciese 
para  la  ida  de  Amparias  ser  nesoesario  miioha  maa 
gente  de  la  que  él  por  enionoee  pedia  arer,  é  le  pa- 
reciese qae  yendo  él  oon  poca  gente,  mayor  deama- 
yo  seria  áloa  de  Ampariaa,  como  lee  parecería  que- 
dar desesperados  de  mayor  favor,  quando  viesen  al 
Príncipe  oon  poca  gente  contra  enemigos  tan  pode- 
rosos, porque  les  parecía  mny  mal  consejo  él  que 
él  Bey  su  padre  avia  tomado  en  aver  revocado  su 
primero  mandamiento,  el  qoal  avia  pensado  con  solo 
sa  hijo  podría  defender  aquella  provincia  con  pe- 
quefio  ejército,  é  parecía  ser  mas  sabio  oonsejo  en- 
comendar la  gente  qne  tenia  de  Valencia  en  Figne- 
ras  y  en  Castellón  al  ilostre  Don  Alonso ,  Maestre 
de  Oalatrava  al  qnal  mandase  díscunrir  á  unas  par- 
tes y  á  otras,  proveyendo  en  tanto  qne  él  podría 
jantar  la  gente  necesaria  para  resistir  á  los  france- 
ses, los  qaalos,  después  de  ávida  aquella  victoria,  si 
viesen  al  Príncipe  venir  con  tan  poca  gente,  como 
antes  de  su  venida,  no  es  duda  que  requerían  la  ba- 
talla, la  qual  convenía  acebtar  con  peligro  inrepa- 
rable,  6  vergonsosamente  denegarla  quedando  cer- 
cados, el  qual  oerco  sería  mucho  peor  que  perder  la 
tierra;  é  páresela  á  los  prudentes  consejeros  ser  pro* 
vechosa  la  sentencia  del  Principe,  el  qual  estaba  du- 
doso qnal  mejor  sería,  si  obedesoer  al  mandamiento 
del  padre,  que  á  todos  dañoso  páresela,  6  facer 
aquello  que  por  mas  snbtil  era  de  todos  ávido ;  en 
lo  qual  la  voluntad  del  magnánimo  Principe  estaba 
suspensa  por  escoger  qual  mejor  consejo  le  seria,  é 
fué  acordado  en  lasigulente  sentencia  que  luego  par- 
tieson  de  allí  trescientos  de  caballo  pagados  por  el 
Reyno  debaxo  de  la  capitanía  de  Don  Juan  de 
Aragón,  Arzobispo  de  Zaragosa,  é  Don  Alonso 
Maestre  de  Oalatrava,  sus  hermanos  bastardos ,  en 
tanto  que  el  Rey  por  su  parte  allegaba  mas  gente,  ^  ^^  ^,,  ^^  ^^  „,^  «^.p^  ^g  cum  ^  hit^^on  y  de  la 
él  por  la  suya  encomendando  las  cosas  del  Andalu-  mierte  éal  Rey  Don  Enrlqie. 

da  al  Duque  Don  linrique  de  Gusman,  para  lo  qual 


pechosos,  dando  esf  uerso  á  los  temerosos  oon  espe-»  . 
ranza  de  toda  fielldad,  é  rogando  á  Gomes  Snares 
é  al  de  Palencia  que  prestamente  se  partiesen;  é 
como  á  causa  de  Gomes  Suarez  de  dia  en  dia  se  de- 
tuviesen, cada  dia  venían  nuevas  mas  tristes  de  la 
provincia  de  Ampurias,  como  los  franceses  cada 
dia  mas  afligesen  á  aquella  provincia  que  ningún 
socorro  esperaban ,  é  afirmábase  el  Rey  Luis  oon 
dádivas  é  promesas  aver  atraído  á  sí  los  embaxado* 
res  del  Bey  de  Aragón  que  consigo  tenia,  dándoles 
esperanza  de  lee  dar  muy  mayor  poder  de  lo  que 
tenian,  é  álos  de  Barcelona  esto  mesmo  movían,  co- 
mo ya  oviesen  seido  rebeldes  é  ya  fuesen  avisados 
por  fieles.  T  en  este  tiempo  algunos  mensageros  de 
Navarra  vinieron  faciendo  al  Príncipe  saber  q^o 
de  aquella  parte  algún  peligro  se  esperaba  aver, 
como  Dofia  Leonor,  hija  del  Rey  de  Aragón,  des- 
pués de  la  muerte  de  su  hija  el  Príndpe  muy  mal 
rigiese,  é  al  Rey  su  padre,  verdadero  Rey  de  Na« 
varra,  nuevos  dafios  buscase,  favoredendo  á  loe  de 
Biamonte  contra  los  Agramonteses  <lue  al  Rey  ser- 
vían, por  lo  qual  aquel  estrenuo  caballero  Mosen 
Pierres  de  Peralta,  principal  entre  los  Agramon- 
teses, tan  duramente  se  avia,  que  ya  por  loé  ene- 
migos era  buscado  por  subddio,  como  parecía  aquel 
Reyno  en  vivas  llamas  arder  por  diversas  partes, 
por  la  crueldad  de  algunos  caballeros  que  á  los  po- 
bres labradores  destruían ,  de  tal  manera  que  so- 
lamente las  mugeres  ya  tenian  cargo  de  la  labor  y 
la  fama  ya  cada  dia  crescia  que  con  tantos  tra- 
bajos los  navarros  muy  ligeramente  á  los  franceses 
80  darían. 

CAPÍTULO  O. 


mandó  á  Alonso  de  Palenda  que  juntamente  fuese 
con  el  noble  caballero  Gomes  Suarez  de  Fígueroa 
para  que  á  los  de  Sevilla  diesen  esperanza  de  la 
ida  suya  en  aquella  dudad,  que  tanto  por  ellos  era 
deseado.  En  Zaragoza  los  consejos  eran  muy  con- 
traríos, é  algunos  de  los  Grandes  se  mostraban  es- 
tar deseosos  de  ir  prestamente  en  este  socorro  é 
buscaban  otras  formas  para  se  detener,  ^  alegrá- 
banse por  las  angustias  que  en  las  cosas  veían,  como 
durando  la  guerra  pensaban  poder  abiertamente 
robar ;  y  en  el  comienzo  muchos  de  los  nobles  estor- 
baron el  casamiento  dd  Principe  con  la  ilustridma 
Princesa  Dofia  Isabel,  parescíéndoles  que  con  esto 
se  aumentaban  el  poder  del  Rey  viejo,  al  qual  ya 
cansado  por  vejez  y  pobreza  en  poco  estimaban;  el 
qnal  teniendo  poder  quería  dar  pena  á  los  disolutos 
hombres,  los  quales  como  no  pudiesen  estorbar  este 
casamiento,  de  qualquler  trabajo  que  al  Rey  vinie- 
se les  piada ;  así  que  en  aquel  ayuntamiento  de 
Zaragoza  muchas  maldades  se  buscaron  para  estor- 
bar la  verdadera  provídon,  sobre  lo  qnal  el  Prínci- 
pe de  dia  é  de  noche  no  cesaba  de  hablar  con  los 
^ue  d  conosda  ser  mas  fieles  é  apartar  de  sí  los  sos- 


Cada  dia  venían  mensageros  al  ilustrísimo  prin- 
cipe Don  Femando  de  como  en  Castilla  había  gran 
compotonda  entre  algunos  de  los  grandes  por  ha- 
ber el  Maestradgo  de  Santiago,  los  quales  todos 
acusaban  la  negligencia  de  Don  Gabriel  Manrique 
é  la  nueva  solidtnd  que  el  Arzobispo  de  Toledo  te- 
nia en  procurar  esta  dignidad  para  el  Marqués  de 
Villena,  olvidando  la  vieja  amistad  que  avia  tenido 
oon  Don  Rodrigo  Manrique,  Conde  de  Paredes,  oa^ 
ballero  tan  noble  é  de  tanto  meresdmiento  é  tan  an- 
ciano en  aqudla  Orden ,  é  no  menos  recusaban  d 
poco  cuidado  que  el  Arzobispo  tenía  de  su  mesmo 
honor,  gobernándose  enteramente  por  Alarcon,  hom*' 
bre  conoscido  por  todos  por  muy  malo'é  disoluto, 
el  qual  públicamente  decía  poder  traer  al  Arzobis- 
po do  Toledo  á  todo  lo  que  quisiese}  en  tanto  que 
d  él  le  quisiese  mandar  dezar  el  hábito  pontifical,  ó 
vestir  ropas  de  rufián  6  poner  espada  é  broquel  é  cas- 
quete en  la  cabeza,  que  él  lo  podía  hacer ;  é  de  aquí 
afirmaba  Alarcon  que  pues  él  avía  de  servir  al  Mar- 
qués ,  que  con  el  favor  del  Arzobispo  no  solamente 
avría  el  Maentrazgo  de  Santiago ,  mas  qualquiera 
otra  COSA  que  quisiese ,  mayormente  que  el  Arsobis^ 


94 


0RÓNI0A8  DE  LOS  BETXB  DE  GAflTitLA. 


po  ya  Begnia  al  Bey  Don  Enrique,  al  qoal  ante  de 
entonce  había  mucho  aboiresoido,  é  ad  pareaoia 
agora  aprobar  lo  que  innohas  veoea  avia  reprobado 
por  las  qualea  oosaa  no  solamente  muchos  de  los 
grandes,  mas  los  pueblos  que  solian  amar  é  loar  al 
Ansobispo  porque  velan  que  siguia  á  los  Principes, 
murmuraban  del  é  desamábanlo.  Todas  estas  cosas 
Yístas  por  el  Cardenal  de  Espafia  que  al  Ansobispo 
era  contrario,  determinó  de  se  ir  á  SegOTia  é  allí 
continuar,  porque  él  y  el  Oonde  de  Benavente  pu- 
diesen tener  lugar  cerca  del  Bey  Don  Enrique,  que 
ya  seguía  en  todo  el  querer  del  Marqués  de  Ville- 
na,  á  quien  ya  el  Anobispo  siguia  con  esperansa 
que  él  avia  de  estar  por  principal  cerca  del  Bey,  é 
después  el  Cardenal ;  é  como  esto  al  contrario  suboe- 
diese,  aviendo  de  tener  segundo  lugar  después  del 
Cardenal,  enojado  de  aquesto  se  fué  á  la  villa  de  Al- 
calá de  Henares,  lo  qual  hixo  contra  voluntad  del 
Marqués,  el  qual  quisiera  que  continuara  con  el 
Bey,  como  quiera  que  mucho  amaba  al  Cardenal  é 
al  Conde  de  Benavente,  los  quales  al  Arsobíspo  eran 
contrarios,  salvo  en  la  espedicion  contra  él  Conde 
de  Osomo  que  por  consentimiento  de  todos  se  hizo 
después  de  la  partida  del  Arsobispo  de  Toledo.  El 
Marqués  de  Villena  pensó  para  siempre  tener  la  vo- 
luntad del  Bey  Don  Enrique  á  su  querer  y  ordenan- 
sa,  á  la  qual  presunción  mucho  afiadia  el  tener  á 
Dofia  Juana,  hija  de  la  Beyna.  Todo  este  pensa- 
miento turbó  la  muerte  arrebatada  del  Bey  Don  En- 
rique, el  qual  ante  de  entonces  tenia  muchas  pasio- 
nes, como  fuese  muy  mal  regido  y  en  ninguna  cosa 
siguiese  rasen,  ni  quería  obedesoer  en  sus  enfenne- 
dades  á  los  físicos  que  del  curaban ;  é  al  fin  un  sú- 
pito fingió  de  sangre  le  vino,  que  ninguna  cosa  le 
pudo  aprovechar,  como  en  dos  días  toda  la  fuena 
perdiese,  de  manera  que  se  tomó  tan  disforme,  que 
era  cosa  maravillosa  de  lo  ver,  é  con  todo  eso  pen- 
só esforsarse  contra  la  enfermedad  si  viese  los  fie- 
ros animales  que  en  el  bosque  del  Pardo  tenía,  é  con 
este  deseo  cabalgó  en  un  caballo  pensando  i>oder 
llegar  allá;  é  muy  c«rca  de  la  villa  enflaqueció  de 
tal  manera,  que  ovo  de  volver,  lo  qual  á  muy  gran 
pena  pudo  facer;  é  así,  vuelto  en  su  palacio  con 
pocos  de  ios  á  él  mas  allegados  estuvo  echado  en  su 
cama,  fallescido  de  todas  sus  fuersas ;  é  como  quie- 
ra que  oonosdese  ser  cercano  al  su  fin,  ninguna 
mención  biso  de  confesar  ni  rescibir  los  cathólicos 
sacramentos,  ni  tampoco  hacer  testamento  ó  oodi- 
cilio,  que  es  general  costumbre  de  todos  los  hom- 
bres en  tal  tiempo  hacer ;  é  los  que  ende  estaban 
apartábanse  diciendo  unos  á  otros  qué  remedio  se 
podría  dar  á  tan  gran  presura,  é  como  el  físico  fue- 
se preguntado  con  grande  instancia  dixese  qué  le 
paresda  de  aquella  enfeimedad,  respondió  que  muy 
pocas  horas  quedaban  al  Bey  de  vida,  é  luego  los 
unos  fueron  llsmar  al  Cardenal,  otros  al  Marqués, 
otros  al  Conde  de  Benavente,  otros  á  un  devoto  re- 
ligioso llamado  Fray  Juan  de  Máznela,  que  habla 
sido  prior  en  el  Monesterio  de  Santa  María  del  Pa- 
so, el  qnal  á  muy  gran  priesa  vino ;  é  como  conos- 
oiese  estar  este  Boy  en  fin  do  sus  días,  dulce  é  sa- 


biamente le  suplicó  recorriese  á  curar  de  su  ánima, 
como  este  fuese  él  mayor  remedio  que  tenía  y  lo  que 
mas  le  cumplía ;  lo  qnal  oído  por  el  Bey  enmudeció 
estando  en  la  cama  mal  vestido ,  no  á  la  forma  que 
á  los  enfermos  suelen  estar,  mas  teniendo  calzados 
borceguíes ;  é  ya  mostraba  el  resuello  apresurado, 
comenzándosele  á  turbar  la  lengua ;  é  como  alguno 
de  los  que  allí  estaban  lo  preguntase  á  quién  dexa- 
ba  por  heredero  destos  Beynos ,  á  su  hermana  ó  á 
su  hija  sospechosa,  respondió  que  Alonso  González 
de  Turuégano  su  capellán  sabía  en  esto  su  intin- 
cion ;  é  como  aquel  religioso,  presciando  al  Carde- 
nal, le  requiriese  que  abiertamente  dixese  áqual  de 
las  dos  Princesas  dezaba  por  heredera  destos  Bey- 
nos  ,  ninguna  cosa  respondió.  Entonces  el  devoto  re- 
ligioso le  dixo :  cSefior,  gravemente  erráis  á  Dios  é 
» mucho  ofendedes  á  vuestros  súdictos  en  no  deola- 
srar  la  verdad,  que  ya ,  Sefior,  vos  sabéis  é  á  todos 
les  notorio  que  cerca  de  los  Toros<  de  Guisando,  en 
ipresenoia  de  muchos  de  los  Grandes  destos  Bey- 
»nos,  en  público  dedarastes  el  adulterio  de  la  Bey- 
»na  Dofia  Juana  é  confesastes  Dofia  Juana  su  hija, 
»que  antes  de  entonces  mandastes  princesa  llamar, 
ino  ser  hija  vuestra,  mas  engendrada  de  otro  va- 
iron ,  lo  qual  bien  se  verifica  por  dos  razones ,  allen- 
»  de  de  vuestra  confesión  primera,  por  vuestra  noto» 
1  ria  impotencia  en  el  ayuntamiento  de  las  muge- 
»ros,  segunda  perla  disolución  é  oonoscída  infa- 
>mía  de  la  Beyna  Dofia  Juana  vuestra  muger,  si 

>  tal  se  pudiese  dedr ;  é  allí,  en  aquel  general  ayun- 
atamiento,  jurastes  é  mandastes  á  todos  jurar  por 
ilegítima  sucesora  heredera  destos  Beynos  é  sefio- 
irios  á  la  Sefiora  Princesa  Dofia  Isabel,  vuestra 
»  hermana,  y  por  tal  en  vuestra  presencia  por  todos 
>le  fué  besada  la  mano ;  é  por  eso,  Sefior,  con  Dios 
>vos  requiero  no  queráis  callar  la  verdad,  como  en- 
>tre  todos  vuestros  pecados  este  sería  el  mas  detes- 
»table  é  mas  enorme,  como  de  todos  los  otros  po- 

>  dríades  ser  asuelto  por  Dios  todopoderoso,  si  fiel- 
emente  lo  confesáis,  aviendo  dellos  verdadero  ar- 
»repentimiento,  é  deste  nunca,  pues  por  vuestro  ca- 
pilar dexais  llama  encendida  en  que  vuestros  Bey- 
>nos se  quemen,  é  daréis  lugar  á  los  malos  para 

>  perseverar  en  su  acostumbrada  tiranía.»  Cosa  res- 
pondió, mas  comenzó  á  revolverse  en  la  cama  tor- 
ciendo la  boca  é  los  ojos ,  é  moviendo  los  brazos  á 
una  parte  y  á  otra,  comenzó  de  temer  como  ya  su 
muerte  fuese  cercana ,  é  luego  fué  mandado  poner 
el  altar  pensando  provocarlo  á  devodon,  é  ni  por 
eso  mostró  sefial  de  cathólico,  ni  menos  arrepenti- 
miento de  sus  culpas  é  pecados ,  é  ansí  dende  á  po- 
co espacio  espiró,  poco  ante  que  amanesciese  |  en 
doce  dias  de  Didembre  dd  afio  de  nuestro  Beden- 
tor  de  mil  é  quatrodentos  y  setenta  y  quatro  afios. 
Fué  levado  su  cuerpo  á  Santa  Maria  del  Paso  sin 
pompa  alguna  de  las  que  se  acostumbraban  facer 
en  d  fallesdmiento  de  los  grandes  Principes,  é  allí 
estovo  depositado  fasta  que  fué  llevado  á  Santa 
Maria  de  Guadalupe,  donde  está  sepultado  cerca  de 
la  Serenísima  Beyna  Dofia  Maria  su  madre.  Vivió 
este  Bey  poco  mas  de  cinquenta  afios  i  tovo  el  cetro 


kkMOBtAL  bÉ  DIVeBSAB  HAZAfiAá 


M 


nal  yelnte  «IkMi  é  cinco  mesas  (1)  sin  cosa  •}eroer 
al  ofido  real  oonTiniento.  Fué  yerdaderamente  pró- 
digo, en  ninguna  cosa  liberal,  salvo  en  algunos  no- 
bles edifidos  qne  biso,  oomo  en  la  dudad  de  Segó- 
▼la  oonstiinyese  d  monesterio  de  Santo  Antonio, 
faera  de  los  moros,  el  qnal  dio  ¿  los  frayres  de  ob- 
senranda  de  San  Francisco ,  el  qnal  ornó  de  mny 
rióos  ornamentos  é  de  todas  las  cosas  nescesarias 
al  coito  divino;  y  en  esta  mesma  dndad  reydifi- 
oó  moy  Bontocsamente  el  monesterio  de  Santa  Ma- 
ría del  Parral,  de  la  Orden  de  San  Jerónimo,  é 
dotólo  de  grandes  rentas;  é  fortificó  marayillosa- 
mente  el  Alcasar,  é  biso  endma  de  la  puerta  del 
una  muy  alta  torre  labrada  de  masonería,  y  en  el 
oorredor  que  se  llama  en  aquel  Alcázar  de  los  Oor- 
dones,  mandó  poner  todos  los  Beyes  que  en  Gas- 
tilla  y  en  León  ban  seido  después  de  la  destruidon 
d^Bspafia,  comensando  de  Don  Pdayo  fasta  él,  é 
mandó  poner  oon  ellos  al  Cid,  é  al  Conde  Fernán 
Gonsalesy  por  ser  caballeros  tan  nobles  é  que  tan 
grandes  cosas  bideron,  todos  en  grandes  estatuas, 
labradas  muy  sotílmente  de  maderas  cubiertas  de 


(t)  Hasti  ti|af  negan  otros  códieoí  q«o  hemos  eonsollalo.  El 
qie  sofalmos  I  la  letra  fitde  toáo  lo  qva  resta  huta  el  flial  de 
te  Crdiica,  qie  luertamos  más  eomo  eirtosidad  fve  por  poder 
aiimar  fit  sea  okra  dd  eroaista  Yalen, 


oro  é  plata.  É  biso  en  erte  AlcAsai^  ño  fosado  muy 
fondo,  picado  en  la  misma  pefia ;  é  cerca  de  la  Igle* 
sia  de  San  Martin  desta  ciudad  biso  una  casa  asas 
notable  para  su  aposentamiento.  É  en  Balsain,  ques 
á  dos  leguas  de  allí,  biso  otra  casa  asas  buena  para 
su  rocreadon,  oon  un  bosque  muy  grande  cercado 
de  cal  y  canto,  en  qne  tenía  muy  gran  muchedum- 
bre de  bestias  salvages ;  y  en  la  villa  de  Madrid, 
fuera  de  los  muros ,  biso  un  monesterio  de  la  Orden 
de  San  Jerónimo,  llamado  de  Santa  María  dd  Paso, 
á  quien  dio  grandes  rentas  y  ornamentos  muy  sun- 
tuosos; y  en  el  Pardo ,  ques  á  dos  leguas  desta  vi- 
lla, biso  otra  casa  asas  notable ,  con  un  bosque  poco 
menos  bueno  que  el  del  Balsain,  y  en  otras  partes 
biso  otros  edificios  asas  suntuosos.  Fué  este  Bey  de 
gran  cuerpo,  bien  proporcionado,  blanco  y  colorado 
mesuradamente,  los  cabellos  rubios.  Era  romo,  de 
una  cdda  que  dio  seyendo  nifio.  Fué  gran  caballero 
de  la  gineta,  buen  bracero.  Dióse  demasiadamente 
i  la  música;  cantaba  y  taftia  muy  bien.  Era  grande 
escribano  de  toda  letra ;  Ida  maravillosamente.  Fué 
docto  en  la  lengua  latina.  Oia  de  mala  voluntad  ¿ 
quien  quiera  que  á  él  venia.  Era  n.ucho  apartado. 
Vestíase  mal.  Tovo  mucbos  privados  á  quien  oon 
larga  mano  dio  muy  grandes  dádivas.  Fué  dempre 
regido  por  su  voluntad,  fuyendo  de  todo  sano  oon* 
seje. 


«M^ 


CRÓNICA 


DEL 


REY  DON  ENRIQUE  EL  CUARTO 


DE  ESTE  NOMBRE, 


POR  Sü  CAPELLÁN  Y  CRONISTA 


DIEGO    ENRIQUEZ    DEL   CASTILLO. 


Cr.—líL 


Oi.^ 


COMIENZA   LA   HISTORIA 


DEL 


REY  DON  ENRIQUE  EL  CUARTO 


DE  ESTE  NOMBRE, 

DE    aLOBIOSA    HBHOBIA. 


Tanto  los  principes  sefislados  y  antiguos  varones 
de  las  edades  pasadas  quedaron  famosos,  é  sus  vir- 
tuosos trabajos  cubiertos  de  renombre,  quanto  la 
dulce  pluma  de  los  sabios  oradores,  haciendo  vivos 
sus  nombres  los  quiso  prestar  memoria ;  á  los  qnales 
oon  sus  inmortales  letras,  con  su  perpetua  scriptura 
tan  nombrados  quiso  doxar  é  tal  gloria  mundana 
permitir,  que  ni  el  pasado  tiempo  los  tiene  morti- 
guados ,  ni  la  nueva  edad  adormidos ,  ni  la  vida  lar- 
ga los  olvida,  ni  él  corto  vivir  los  amengua.  E  así, 
aunque  de  siglos  tan  luengos  hayan  discurrido,  y  de 
tiempos  tan  antiguos  pasados,  siempre  ante  los  ojos 
tenemos  sus  hasafias,  no  solamente  figuradas ,  mas 
en  nuestras  fantasías  imprimidas  é  sefialadas;  por- 
que tanto  alguna  cosa  estimamos  ser  mejor  é  la  te- 
nemos por  mas  buena ,  quanto  mas  lexos  se  mues- 
tra ,  quanto  mas  es  apartada  ó  quanto  menos  es  ve- 
cina de  nuestra  conversación.  Pues^i  aquellos  fue- 
ron dignos  de  tanto  don  sefialado,  6  de  tal  excelen- 
cia merecedores,  que  la  sola  scriptura  ansi  nos  re- 
presenta sus  bienes ,  é  en  tal  manera  los  desea  loados, 
alcancen  nuestros  dias  con  vivas  raaones,  merezcan 
nuestros  tiempos  con  dulces  historias ,  gane  nuestra 
edad  con  mano  estudiosa  las  insignes  obras,  los 
pangrientos  sudores  é  trabajos  fatigosos  de  nuestros 
preeontes ;  porque  ellos  renombrados,  á  toda  inmor- 
talidad sobrepujen  en  tal  manera,  que  ni  la  anti- 
gaedad  los  olvide,  ni  transcurso  de  tiempo  los  con- 
suma ;  oa  injusta  cosa  seria  si  el  pregón  de  sus  loores 
del  todo  quedase  mudo,  é  sus  hasafias  calladas.  E  si 
los  altos  ingenios  de  los  scriptores,  la  viva  luz  de 
sus  renglones,  ó  la  dulzura  de  su  estilo  hicieron  loa- 
bles á  los  Qríegos,  é  notables  á  los  Romanos;  cuya 
perdurable  fama,  ni  el  pincel  de  loe  pintores,  ni  el 
martillo  de  los  plateros ,  ni  el  hierro  de  los  sculpido- 
res  pudieían  hacer  inmortal,  si  la  heroica  pluma  de 


aquellos  olvidada  la  dexara.  No  menos  el  resplandor 
de  nuestros  invictisimos  Godos,  la  pujanza  de  su 
grandeza  é  la  excelencia  de  sus  obras  merecen  al- 
canzar memoria ,  como  sea  cierta  cosa  é  muy  sabi- 
da verdad  que  aquellos  la  porfía  de  los  unos  con  ma- 
no armada  venciendo,  é  la  soberviade  los  otros  con 
sangrienta  espada  derrocando ,  abatieron  su  presun- 
ción ,  é  destruyeron  su  osadía ;  é  así  quedaron,  no 
solamente  renombrados  é  temidos ,  mas  famosos  _ 
estimados.  De  cuyos  varoniles  hechos,  caballerosas 
cosas,  reales  exerdcios  y  empresas  tan  altas  grande 
testimonio  nos  representa  aquel  sefialado  Bey  Theo- 
dorico,  que  así  como  fuerte  guerrero,  esforzado  va- 
ron  y  caudillo  animoso,  con  su  gente  gótica  no  so- 
lamente sojuzgó  toda  Italia,  mas  con  sus  belicosas 
armas  puesta  en  servidumbre,  al  Emperador  Zenon 
despojó  del  sefiorio ,  y  echó  fuera  del  Imperio.  B  no] 
solamente  aquesto  de  que  inmortal  gloria  é  famo- 
sa nombradla  les  debe  ser  otorgada,  porque  asi  co- 
mo magnánimos  supieron  sefiorear,  y  como  pruden- 
tes capitanes  facerse  vencedores,  mas  de  tanta  no- 
bleza fueron  acompafiados,  y  de  tanta  clemencia 
fueron  revestidos,  que  alcanzada  la  victoria,  con 
muy  gracioso  amor,  con  dulce  benignidad,  con  gran- 
de piedad  humana  trataron  sus  enemigos.  De  quer" 
azaz  claro  testimonio  ó  prueba  manifiesta  nos  es 
aquella  insigne  bondad,' y  piadosa  virtud  del  Bey 
Alarico,  que  combatida  la  oibdad  de  Boma,  tomada 
por  fuerza  de  armas ,  apoderado  y  fecho  sefior  dé 
ella,  con  pregones  de  amenazas, so  graves  penas 
mandó  que  las  muertes,  estragos,  é  dafios,  é  cruel- 
dades fuesen  del  todo  cesadas,  é  que  ningunos  des- 
de allí  adelante  osasen  entrar  en  los  templos,  ni  ho- 
llar los  santuarios ;  mas  que  los  vencidos  fuesen  li- 
bres é  seguros ,  los  christianos  é  sus  eglesias  no  fue- 
sen damnificados;  donde  publicando   su    manse- 


100 


0R0NI0A8  DB  LOS  BBTB8  DE  CIASTILLA. 


dambre,  y  manif  estando  su  noble  humanidnd,  de- 
oia:  con  los  Romanos  lo  avernos ,  oontra  ellos  pe- 
leamos, é  á  gaerrearlos  venimos;  los  siervos  de 
Cbristo  queremos  sean  libros.  En  tal  manera  que  su 
bondad  fué  muy  loada ,  ó  su  grandeza  en  mayor  re- 
verenda tenida;  porque  templando  su  furia,  puso 
freno  ásn  poder, é  amansando  su  rigor,  se  abrazó 
oon  la  clemenda.  E  no  solamente  aquesto ,  de  que 
tan  largos  títulos  de  bonra,  é  tan  cumplidas  ala- 
banzas les  deben  ser  otorgadas ,  mas  si ,  discurrien- 
do lo  pasado ,  ó  viniendo  á  nuestros  tiempos ,  que- 
remos esondrifiar  sus  historias ,  y  saber  de  sus  baza- 
ftas ,  aunque  somnolientas  é  ciegas ,  aunque  dezadas 
olvidar  por  poco  cuidado ,  tantos  é  seflalados  he- 
chos, tan  altase  tan  grandes  cosas  terniamos  para 
decir,  que  sus  comienzos  serian  muchos,  sus  loores 
infinitos,  y  su  fin  nunca  hallado.  No  solamente 
aquesto ;  mas  como  entre  aquellos  haya  sido  mas 
derto  el  afecto  belicoso  é  la  costumbre  de  la  guer- 
ra, que  el  estílo  del  hablar,  mas  de  contino  fatiga- 
ron sus  manos  en  el  uso  de  las  armas,  mayor  deley- 
te  sintieron  en  el  menear  de  las  espadas ,  que  en  el 
rodear  de  la  pluma.  E  así ,  menospreciando  lo  uno, 
que  famoso  nombre  les  diera,  ó  anteponiendo  lo 
otro, que  sangrienta  muerte  traia,  dieron  ezerddo 
á  sus  fuerzas,  é  adurmieron  sus  memorias ;  donde 
con  sobra  de  suefio  pasadas ,  y  en  silendo  dormi- 
dos, dexaron  entonces  los  unos  muy  sepultada  su 
fama ,  é  los  otros  agora  cegada  su  nombradla ,  de 
tal  guisa,  que  ni  los  pasados  lo  leyeron ,  ni  los  pre- 
sentes lo  saben.  A  los  quales  como  su  negligencia 
.  haya  sido  madrastra ,  é  su  menos  cuidado  enemigo, 
quise,  condolido  de  tan  grave  pérdida ,  é  sentido  del 
error  en  que  así  cayeron  los  pasados ,  despertar  las 
hazafias,  decir  los  famosos  hechos  de  los  que  agora 
viven  é  son,  para  que  revivan  sus  nombres,  ó  sue- 
ne su  fama ,  asi  de  los  buenos  para  su  mayor  ala- 
banza, como  de  los  malos  para  su  vituperio.  Oyan 
por  ende  los  presentes,  atiendan  los  que  veman, 
sepan  los  ignorantes  é  noten  los  que  leyeren ,  que 
del  muy  esclarecido  quarto  Bey  Don  Enrique  de 
Castilla  é  de  León,  sus  hechos  é  vida  tratando ,  su 
puxanza  é  grandeza  diciendo,  sus  infortunios  é  tra- 
bajos recontando,  oon  testimonio  de  verdad  prosi- 
.    guiendo ,  yo  el  Licenciado  Diego  Enriques  del  Cas- 
tillo, Capellán  é  de  su  Consejo,  como  fiel  coronista 
suyo  protesto  relatando  scribir  su  Corónica.  E  pues 
que  á  los  historiadores  sefialadmente  se  otorga,  é  á 
ellos  solos ,  como  jueces  de  la  fama  é  pregoneros  de 
la  honra  es  dado  de  la  gran  prosperidad  recontar 
enteramente,  é  de  las  adversidades  hacer  larga  re- 
lación ,  diré  sin  dubda  ninguna  lo  que  vieron  mis 
ojos,  las  cosas  que  sucedieron,  la  causa  de  donde 
emanaron ,  é  también  del  fin  que  ovieron ;  porque  el 
sobrado  sefiorío  á  los  mas  bien  afortunados  jamas 
les  ponga  soberbia ,  ni  los  trabajosos  males  hagan 
á  los  hombres  cobardes ;  ca  sabida  cosa  es,  que  tan- 
to á  los  osados  ayuda  mas  la  fortuna,  quanto  puede 
á  los  mayores  derribar  de  lo  mas  alto.  E  quanto 
quiera  que  hablar  de  tan  alto  Principe ,  de  los  Gran- 
des de  sus  reynos  ó  de  los  otros  mas  bazos  parezca 


A 

«*:- 


presunción  de  rudo  marinero ,  que  puesto  en  la  fu- 
ria del  mar,  lanza  su  batel  en  las  hondas,  é  da  sus 
velas  al  viento,  sin  saberse  gobernar,  pero  supli- 
cando á  la  infinita  bondad  del  soberano  Redentor 
que  de  sus  inmensas  gradas  me  preste  alguna  par- 
te ,  para  que  obedeciendo  al  mandado,  é  la  licencia 
del  poderio  Real ,  que  para  esto  me  fué  dado,  po- 
niéndolo por  obra ,  pueda  dar  fin  á  mi  promesa. 
Pero  d  aquesta  Corónica  no  fuere  tan  copiosa  é 
oomplida  como  debe ,  de  las  cosas  que  sucedieron 
en  la  prosperidad  dd  Rey ,  primero  que  le  viniesen 
las  duras  adversidades,  merezco  ser  perdonado  oon 
justa  escusacion ;  porque  fui  preso  sobre  seguro  en 
la  dbdad  de  Begovia,  quando  fué  dada  por  traydon 
á  los  caballeros  desleales ;  donde  me  robaron ,  no  so- 
lamente lo  mió,  mas  los  Registros  con  lo  procesado 
que  tenia  scripto  de  ella ,  visto  que  la  memoria,  se- 
gún la  flaqueza  humana ,  tieno  mayor  parte  de  la 
olvidanza,  que  sobra  de  la  recordación. 

CAPÍTULO  L 

De  U  flsonomit «  vU«  é  eondlcloa  del  Rey. 

Quanto  mas  alta  cosa  es  aquella  de  que  se  debe 
tratar,  tanto  su  grandeza  pone  temor  en  d  decir;  é 
quanto  de  mayor  excelencia,  tanto  es  d  defecto  de 
las  palabras  mas  graves ;  porque  antes  el  estilo  de 
screvir,  que  materia  de  hablar  fallesce.  Siempre 
nuestras  lenguas  son  mas  aparezadas  á  disparar  sus 
dichos  que  las  plumas  á  componerlos ;  y  aun  aques- 
to la  misma  experiencia  natural  nos  lo  muestra, 
como  sea  cosa  derta  que  d  uso  común  de  la  habla 
es  á  todos  generd ,  y  á  muy  pocos  la  perfección  del 
decir ;  é  no  dn  cabsa  los  humanos  ingenios  mayo- 
res cosas  entienden  que  saben  proponer,  é  mejor 
las  conciben  que  aciertan  á  pronunciarlas,  ni  decir 
lo  que  de  dentro  sienten.  E  porque  tratando  de  tan 
dto  Rey,  dtas  é  grandes  cosas  se  deben  notar  pri- 
mero que  al  proceso  de  la  historia  vengamos,  para 
que  de  todo  prestemos  razón,  é  la  reprehensión  de 
la  ignorancia  se  escuse,  algo  de  su  gesto  y  f  aodones, 
de  sus  condiciones  é  vida  oonvemá  que  digamos; 
en  tal  manera,  que  relatada  su  figura  é  la  orden  de 
su  vivir,  emprima  sefial  ó  noticia  en  los  que  su  his- 
toria leyeren.  E  pues  conviene  al  coronista  y  eo  ne- 
cesario que  sea  zeloso  de  la  verdad,  ageno  de  la 
afición ,  quito  de  amor  y  enemistad ,  en  tal  manera, 
que  reprehendiendo  los  culpados,  é  alabando  los 
buenos,  escriba  sin  pasión,  é  proceda  como  juez  en 
las  cosas  de  la  fama ;  yo  desde  aqui  protesto  que 
todo  lo  que  dizere  y  mi  pluma  reoontare,  sea  para 
cumplir  con  Dios  en  descargo  de  mi  conciencia  é 
del  cargo  que  me  fué  dado;  é  asi  agora,  procediendo 
con  la  reverenda  que  debo,  fablaré  primero  del 
Rey.  Era  persona  de  larga  estatura  y  espeso  en  d 
cuerpo,  y  de  fuertes  miembros ;  tenia  las  manos 
grandes  y  los  dedos  largos  y  recios ;  el  aspecto  fe- 
roz, casi  á  semejanza  de  león,  cuyo  acatamiento 
ponia  temor  á  los  que  miraba ;  las  narices  romas  é 
muy  llanas,  no  que  asi  naciese ,  mas  porque  en  su 
nifioz  roscibió  lision  en  ellas ;  los  ojos  ganóse  algo 


•  -. 


DON  ENRIQUE  CUARTO. 


101 


eepATcidot ,  encamlzAdoB  los  parpados :  donde  po- 
nía la  vista,  mucho  lo  duraba  el  mirar ;  la  cabeza 
grande  y  redonda ;  la  frente  ancha;  las  cejas  altas; 
Us  sienes  sumidas  ^  las  quizadas  luengas  j  tendi- 
das á  la  parte  de  ayuso ;  los  dientes  espesos  y  tras- 
pellados ;  los  cabellos  rubios ;  la  barba  luenga  é  po- 
oas  Teces  afeytada ;  el  tes  de  la  cara  entre  rojo  y 
moreno;  las  carnes  muy  blancas;  las  piernas  muy 
luengasybien  entalladas ;  los  pies  delicados.  Era  de 
singular  ingenio  y  de  gran  aparencia ,  pero  bien  ra- 
sonado ,  honesto  y  mesurado  en  su  habla ;  placente- 
ro con  aquellos  á  quien  se  daba;  holgábase  mucho 
oon  sus  servidores  y  criados ;  avia  placer  por  darles 
estado  y  ponerles  en  honra :  jamas  deshiso  á  ningu- 
no que  pusiese  en  prosperidad.  Gompafiia  de  muy 
pocos  le  placia ;  toda  conversación  de  gentes  le  da- 
ba  pena.  A  sus  pueblos  pocas  reces  se  mostraba ; 
huia  de  los  negocios;  despachábalos  muy  tarde.  Era 
muy  enemigo  de  los  escándalos;  acelerado  é  aman- 
sado muy  presto.  De  quien  una  ves  se  fiaba,  sin 
sospecha  ninguna  le  daba  mando  é  favor.  El  tono 
de  su  vos  dulce  é  muy  proporcionado ;  todo  canto 
triste  le  dabadeleyte :  preciábase  de  tener  cantores, 
y  con  ellos  cantaba  muchas  veces.  En  los  divinos  of- 
ficios  mudio  se  deley  taba.  Estaba  siempre  retraydo; 
tafiia  dulcemente  laúd ;  sentia  bien  la  perfección  de 
la  música:  los  instrumentos  de  ella  le  plaoian.  Era 
gran  casador  de  todo  linage  de  animales  y  bestias 
fieras ;  su  mayor  deporte  era  andar  por  los  mon- 
tes, y  en  aquellos  hacer  edificios  é  sitios  cercados 
de  diversas  maneras  de  animales,  é  tenia  con  ellos 
grandes  gastos.  Grande  edificador  de  iglesias  é  mo- 
nasterios, y  dotador  é  sustentador  de  ellos:  dábase 
á  los  Religiosos  é  á  su  conversación.  Labraba  ricas 
moradas  y  fortalezas ;  era  sofior  de  grandes  tesoros, 
amigo  é  allegador  de  aquellos,  mas  por  fama  que 
oobdicia.  Fue  grande  su  franqueza,  tan  alto  su  oo- 
raion ,  tan  alegre  para  dar,  tan  liberal  para  lo  oum- 
plir,  que  de  las  mercedes  hechas  nunca  se  recorda- 
ba, ni  dez6  de  las  hacer  mientras  estubo  prospera- 
do. En  la  guarda  de  su  persona  traia  gran  muche- 
dumbre de  gente,  de  guisa  que  su  corte  siempre  se 
mostró  de  mucha  grandeza ,  y  el  estado  real  muy 
poderoso.  Los  hijos  de  los  Grandes,  los  generosos  y 
nobles ,  y  los  de  menor  estado ,  con  las  pagas  de  su 
sueldo  se  sustubieron  en  honra.  Era  lleno  de  mu- 
cha clemencia ,  de  la  crueldad  ageno,  piadoso,  á  los 
enfermos  caritativo ,  y  limosnero  de  secreto ;  rey  sin 
ninguna  ufanía ,  amigo  de  los  humildes,  desdefia- 
dor  de  los  altivos*  Fué  tan  cortés ,  tan  mensurado  6 
gracioso ,  que  á  ninguno  hablando  jamas  deda  de 
tá,  ni  consintió  que  le  besasen  la  mano.  Hacia  poca 
estima  de  sí  mesmo.  Con  loe  principes  y  reyes,  y 
con  los  muy  poderosos  era  muy  presuntuoso.  Pres- 
oiábase  tanto  de  la  sangre  Real  suya  é  de  sus  ante- 
pasados, que  aquella  sola  decia  ser  la  mas  excelente 
que  ningima  de  los  otros  Reyes  do  Christíanos.  Fue 
'  jBu  vivir  é  vftTtir  mtiy  honesto,  ropas  de  pafioe  de 
de  lana  del  trage  de  aquellos  sayos  luengos,  y  ca- 
puces é  capas.  Las  insignias  é  cerimonias  Reatos 
muy  agenas  fueron  de  su  condición.  Su  comer  mas 


fué  desorden  que  glotonía ,  por  donde  su  complexión 
en  alguna  manera  se  corrompió ,  é  asi  padecía  mal 
de  la  ijada,  y  á  tiempo  dolor  de  muelas ;  nunca  ja- 
mas bebió  vino.  Tubo  fiaquesas  humanas  de  hom- 
bre, y  como  Rey  magnaminidades  de  mucha  gran- 
deza. Era  gran  cabalgador  de  la  gineta,  y  usábala 
de  contino,  tanto  que  los  del  Reyno  á  su  exemplo 
conformados  dexaron  la  polecia  de  ser  hombres  de 
armas.  Tubo  muchos  servidores  y  criados,  y  de 
aquellos  hizo  grandes  señores ;  pero  los  mas  de  ellos 
le  fueron  ingratos,  de  tal  guisa  que  sus  dádivas  y 
mercedes  no  se  vieron  agradecidas ,  ni  respondidas 
oon  lealtad.  E  así  fueron  sus  placeres  pocos,  los 
enojos  muchos,  los  cuidados  grandes,  y  el  descan- 
so ninguno.  Mas  dedme  agora,  reyes  de  la  tierra, 
compañeros  de  la  oobdicia,  é  amigos  de  la  sober- 
bia y  padrastros  de  la  humildad ,  cuya  libertad  es 
captíverio,  cuyo  señorio  es  servidumbre,  cuya  gran- 
deza congoja,  cuyo  poder  persecución,  ¿de  quál 
bienandanza  vos  podéis  alabar,  de  quál  prosperidad 
presumir,  que  ni  el  retrete  vos  descansa ,  ni  la  car 
ma  reposa,  ni  el  tesoro  oonsuela,^  el  dar  basta?  O 
¿  de  quál  perfección  mas  digna  queréis  alcanzar  re- 
nombre, quando  ni  siendo  señores  tenéis  libertad, 
ni  como  poderosos  la  dids  á  ninguno?  Baste  pues 
saber  de  vosotros  que  quanto  mas  grandes,  mas 
congojados,  é  quanto  mas  altos,  mas  sin  descanso. 

CAPÍTULO  IL 

Cono  fué  Jorado  por  Rey,  7  la  f«Ma  qve  hiioi  loo  Graadei  de  tai 
Cortes,  pira  lolur  á  los  Coades  qve  teali  presos. 

La  muerte  natural,  que  á  todos  hace  iguales, 
aquella  que  á  ninguno  jamas  perdona,  é  á  los  mas 
poderosos  priva  del  mando,  y  los  quita  el  señorio, 
trasportó  del  mundo,  y  agenó  del  estado  al  según* 
do  Rey  Don  Juan  en  la  villa  de  Valladolid,  por 
cuyo  fin  los  Grandes  del  Reyno,  que  allí  se  hallaron 
á  la  sazón,  alzaron  por  rey  al  Príncipe  Don  Enri- 
que, su  hijo  primogénito.  Donde  hechas  los  obse- 
quias funerarias  de  su  padre  en  el  monasterio  de 
Sant  Pablo  con  aquella  solemnidad  que  para  tal  acto 
se  requeria,  según  la  excelencia  de  tan  alto  Rey; 
dada  la  orden  en  las  pias  oabsas  del  alma,  él  nuevo 
Rey  queriendo  manifestar  su  demencia  é  la  gran- 
deaa  de  su  corazón ,  para  dar  buen  exemplo  de  su 
realeza,  mandó  llamar  los  Perlados,  é  Caballeros  é 
personas  de  estado  que  en  la  Corte  estaban.  Los 
quales  venidos  delante  su  real  presencia,  con  ale- 
gre cara  é  gracioso  semblante  les  dixo :  cSuele  al- 
i  gunas  veces  el  gpran  poderio  mover  á  los  que  reynan 
a  antes  á  mal  hacer  que  á  bien  obrar ;  y  el  absoluto 
•señorio  de  reynar  á  los  altos  Principes,  á  usar  mas 
a  del  furor  que  de  la  graciosa  mansedumbre.  Por 
•  esto  es  necesario  álos  que  en  tal  cumbre  y  tan  alta 
a  suceden,  si  quieren  mirar  á  la  nobleza,  y  ser  teuit 
a  dos  por  talos ,  que  hayan  de  ser  revestidos  de  cle- 
a  mencia  é  oofiidos  de  piedad*  Ca  el  mando  é  la  po- 
a  tencia  en  la  persona  Real ,  el  regir  y  gobernar  en 
a  el  virtuoso  el  Rey ,  solamente  ha  de  ser  pant  ba- 
aoerlo  magnánimo, gracioso  y  benigno,  olvidador 


102 


CRÓNICAS  DE  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


Bde  las  injurias  é  galardonador  de  los  servicios.  Do 
»  donde  se  signe ,  qno  á  los  reyes  es  dado ,  é  á  ellos 
•propríamente  conviene  ser  agenados  de  la  ira  y 
9  apartados  del  rencor  ó  mny  despojados  de  toda 
B  enemistad.  B  por  esto,  oonsideraudo  quanto  mas 
Bsegnra  es  la  piedad ,  que  el  rigor  de  la  justicia,  yo 
•  agora  porque  veáis  que  tan  humano  Rey  quiero 
B  ser  á  los  culpados ,  amoroso  á  los  leales  y  amigo 
Bde  los  buenos  I  vencido  de  mi  propia  voluntad,  y 
B  usando  de  aquella  liberalidad  que  á  loe  reyes  de 
B  tan  alta  sangre  como  la  mia  pertenece ,  perdono  á 
bD.  FemanDalvarez  de  Toledo,  Conde  de  Alva,óá 
B Don  Diego  Manrique ,  Conde  de  Trevifio,  que ten- 
Bgo  presos,  y  he  tenido  de  algunos  tiempos  acá:  á 
bIos  quales  desde  agora  suelto  é  pongo  en  su  liber- 
B  tad  ;  ó  mando  que  les  sean  tornadas  sus  tierras  sin 
B dilación  alguna.»  Oyda  su  habla,  é  vista  la  reale- 
za de  que  asi  usaba  con  aquellos  Condes  presos,  que 
mandaba  soltar,  todos  los  que  presentes  estaban, 
con  grande  reverencia  las  rodillas  en  tierra,  dixeron 
que  se  lo  tenían  e(i  mucha  merced,  besando  sus  rea- 
les manos ;  que  bien  páresela  que  esta  era  la  reale- 
za de  su  sangre ,  pues  que  el  primero  dia  que  rey- 
naba,  ansi  les  daba  tan  cumplidas  sefiales  de  bien, 
por  las  quales  no  solamente  los  obligaba  para  lo 
amar  y  obedescor,  mas  que  los  robábalos  corazones 
paira  le  servir  y  acatar  de  alli  adelante  con  mayor 
roverenoia.  |0  singular  excelencia,  la  virtud  del  per- 
don  ,  que  donde  quiera  que  mora,  siempre  roba  los 
corazones  y  gana  las  voluntados  para  mayor  añcionl 
(Dionaventurados  los  roynos  que  do  talos  Reyes  son 
suf  ragáneosl  que  si  el  rigor  de  su  poderío  no  se  tem- 
plase con  la  mansedumbre  de  perdón ,  ni  los  subdi- 
tos osarían  ser  vasallos,  ni  los  que  sojuzgan  la  tier- 
ra hallarían  quien  los  sirviese.  Asi  que  la  clemencia 
puebla  los  reynos ,  y  los  hace  vivir  contentos,  y  la 
crueldad  los  disipa,  y  hace  ser  querellosos. 

CAPÍTULO  ra. 

Gemo  el  Rey  naiidd  llamar  á  los  eenrldoras  é  crtadoe  de  ii  pa- 
dre«  é  eoBsoladoa  sraeiosameate^  les  confirmó  los  oflelos  que 
tenias. 

E  por  la  muerte  del  Rey  sus  servidores  quedaron 
muy  afligidos,  en  tanto  grado  que  hacían  muy  do- 
lorosos llantos,  sin  que  ninguno  los  pudiese  conso- 
lar. E  como  fuese  notificado  al  Roy,  mandó  que  fue- 
sen llamados  ;  é  venidos  á  su  Cámara,  con  graciosa 
beg^inidad  les  dixo :  a  No  dudo  que  la  muerte  del 
sRey,  miSefior,  que  haya  sancta  gloria,  os  haya 
B puesto  grave  dolor  ó  tristeza,  asi  por  la  pérdida  de 
B su  Real  peisona,  con  que  estábades  amparados  é 
Bcon  favor  defendidos,  como  porque  podría  ser  que 
B  vos  toméis  é  receláis  de  perder  los  oficios  con  que 
Bteniades  cabida  en  su  Casa  Real ,  y  segura  susten- 
B  taoion  de  la  vida.  Mas  porque  de  aquesta  sospecha 
B seáis  seguros,  é  conozcáis  que  las  tales  novedades 
shan  de  ser  muy  agenas  de  los  reyes,  mayormente 
Bde  mi  condición ,  y  que  si  aquello  se  hiciese,  pare- 
Bcería  mas  crueldad  que  magnificencia,  é  mas  po- 
Bquedad  que  realeza,  quiero,  é  es  mí  determinada 


B  voluntad,  que  todos  quedéis  en  vuestros  oficios, se- 
Bgnn  los  teniades  con  el  Rey  mi  Sefior  (que  Dios 
B  haya)  sin  novedad  alguna  que  en  ellos  se  haga.  T 
B aquesto  por  dos  razones,  la  primera,  porque  sin- 
B  tais  que  si  en  él  perdisteis  sefior,  en  mi  tenéis  se- 
Bfior  é  defensor;  la  segunda,  para  que  con  aquel 
Bmesmo  amor  é  lealtad  me  sirváis  queserviades  ásu 
BSefioría  qnando  era  vivo,  é  por  ello  merezcáis  otras 
B  mayores  gracias  y  mercedes.  Por  tanto ,  yo  vos 
B  mando  que  desde  agora  cada  uno  de  vosotros  me 
B  sirva  en  el  oficio  que  tenéis;  é  viváis  alegres  é  oon- 
Btentos.»  Los  cuales  oyda  su  habla,  é  la  merced  que 
les  hada  tan  realmente ,  hecha  su  reverencia,  salie- 
ron dando  gracias  á  Dios,  porque  en  pos  de  tan  no- 
ble padre  les  sucedía  Un  excelente  hijo,  que  ansi 
los  amparaba  é  reoebia  con  amor. 

CAPÍTULO  IV. 

Como  ol  Rej  dio  medio  entre  los  eapelUnes  del  Rej  sa  padre  é 
los  suyos,  para  qno  en  conformidad  todos  lo  siniesen,  y  la 
graliflcacion  que  los  hlxo. 

Entre  los  capellanes  del  Rey  Don  Juan  su  padre 
é  los  suyos  hubo  grande  división  é  diferencia,  ansi 
en  el  servicio,  como  en  los  asentamientos  déla  Ca- 
pilla ,  queriéndose  preferir  los  unos  á  los  otros ;  so- 
bre lo  qual  esUban  en  gran  dobate ,  diciendo  que 
pues  algunos  de  ellos  eran  primeros  en  tiempo  por 
ser  del  Rey  pasado,  que  deberían  ser  mejores  en  la 
proominoncia ,  é  procodorles  on  el  asontor.  Los  otros 
respondían  quo  ellos  avian  servido  al  Roy  siondo 
Príncipe,  para  quando  sucediese  en  el  Reyno ;  é  que 
asi  como  primero  sucedieron  en  los  trabajos,  era 
justa  cosa  que  venido  á  ser  Roy ,  gozasen  en  el  asen- 
tamiento de  la  mesma  prerogativa  que  ellos  avian 
gozado  con  su  Roy  de  que  vino  á  reynar ;  é  por  esta 
razón  debían  conseguir  de  hecho  lo  que  por  muchos 
servicios  tenían  merescido.  E  como  aquesto  fuese 
notificado  al  Rey,  mandó  que  todos  viniesen  á  su 
Real  cAmara  é  presencia:  donde  todos  venidos,  les 
dixo:  «Si  á  vuestras  porfias  se  diese  lugar,  seria 
»cabsa  de  mayor  enconveniente ,  é  cabsa  de  mas 
amal  exemplo  dexaros  perseverar.  Mas  por  quitaros 
Dde  contienda  y  dar  medio  entre  vosotros,  quiero 
»que  sepáis  que  yo  no  solamente  sucedí  en  el  esta- 
ndo, lugar  é  sefiorio  del  Rey  mí  Sefior,  que  ponga 
bDíos  en  su  gloría,  mas  en  todas  las  otras  cosas 
Dde  que  su  Real  persona  se  servía,  y  entre  aquellas 
nen  esta  Capilla  euya  :  por  donde  paresce  que  tam- 
»bíon  los  unos  como  los  otros  sois  míos  para  servir^ 
))me.  Por  tanto  cumple  que  todos  de  hoy  mas  seáis 
sconf  ormes  sin  contradicción  alguna;  ca  de  otra  gui- 
ttsa  yo  no  seria  bien  servido,  ni  vosotros  haréis  lo 
»que  debéis  como  buenos  servidores.  Pero  por  qui- 
ntar el  escándalo  en  que  agora  estáis,  y  escusar  la 
^enemistad  que  de  aqui  adelante  se  puede  recrescer, 
»quiero  é  mando  que  el  Capellán  mayor  del  Rey  mí 
»Sefior,  y  el  mío,  que  por  agora  no  sirvan,  hasta  que 
»á  alguno  de  ellos  se  dé  algún  obispado  en  equíva- 
»lencia  de  su  oficio ,  y  entretanto,  que  en  lugar  de 
lellos  sirva  Don  Justo  Alonso  Chirino,  Abad  de  Al- 


DON  ENRIQUE  CUARTO. 


103 


«cala.  E  asi  mesmo  mando  quo  los  oficiales  jnnta* 
n  mente  sirvan  sas  oficios  en  macha  conf onnidad ,  é 
Dqne  los  Capellanes  sea  sienten  los  mas  antiguos  so- 
mbre los  que  despoes  entraron  é  vinieron ;  oa  seria 
Boosavergonzoia  que  siendo  del  estado  eclesiático, 
«donde  ha  de  resplandecer  el  bien  de  la  pas  é  sosie- 
«go,  ovioso  de  nacer  discordia  y  rancor  en  las  vo- 
sluntados.»  Dada  esta  orden  ó  medio  entro  ellos,  que- 
daron todos  pacíficos  y  contentos,  é  servían  oon 
mucho  amor.  B  dende  á  pocos  dias ,  como  vacase  el 
Obispado  do  Cartagena ,  fue  dado  al  Capellán  ma- 
yor del  Rey  Don  Jnan  sn  padre ,  y  el  sayo  tomó  á 
servir  hasta  tanto  qae  le  hicieron  Obispo  de  Sego- 
via.  Visto  aquesto ,  todos  los  otros  capellanes  é  can- 
tores fueron  muy  alegres ,  y  desde  aquella  hora  en 
adelante  oon  speranza  de  recebir  mercedes  trabaja- 
ron de  servir  sin  enojo ;  por  donde  fueron  sublima* 
dos  oon  granes  dignidades ,  é  no  sin  cabsa;  porque 
el  Rey  se  deleytaba  mucho  en  los  Oficios  divinales, 
y  asi  daba  grandes  rentas  á  los  quo  lo  servían. 

CAPÍTULO  V. 

Cono  hizo  ptz  eoB  el  Rey  de  Navarn,  so  (lo,  6  lo  eomprd  los  lo- 
fsres  qoe  tenis  en  CssUlla,  6  perdonó  si  Almlrsnle  ó  A  otros 
esbslleros,  qoo  estaban  desteñidos  del  Reyno»  é  les  mandd 
tornar  lo  snyo. 

Después  que  asi  liberalmente,  é  oon  tanta  gracio- 
sidad ovo  tratado  sus  subditos,  acordóse  como  entre 
el  Roy  Don  Juan  do  gloriosa  memoria  su  padre,  y 
el  Rey  de  Navarra  su  tío  avia  sus  grandes  diferen- 
cias, de  que  se  idguieron  batallas  campales,  guer- 
ras, muertes,  robos  é  prisiones  tales,  é  tan  crudas 
é  do  tal  forma,  que  muchos  caballeros  principales  é 
otras  personas  de  menos  condición  se  salieron  hu- 
yendo del  Reyno ,  é  quedaron  despojados  de  sus  es- 
tados, no  solamente  por  ser  parciales  de  los  enemi- 
gos, pero  porque  á  banderas  desplegadas,  pelearon 
contra  su  Rey :  de  que  asaa  enemistad  quedó  arrai- 
gada por  grande  tiempo  de  la  una  parte  á  la  otra. 
Pero  él  como  rey  humano,  queriendo  que  la  discor- 
dia pasada  fuese  convertida  en  sus  dias  en  amor,  é 
la  guerra  en  mucha  paz ,  é  porque  antes  fuese  ama- 
do que  temido,  determinó  aunque. poderoso  é  sin 
necesidad  de  aver  menester  á  ninguno,  por  enxen- 
plo  de  virtud  de  hacer  amistad  con  su  tío ;  para  lo 
qual  envió  sus  embaxadores ,  que  fueron  muy  bien 
recebidos  por  él.  T  su  embazada  contenia  dos  co- 
sas :  la  primera,  que  para  quitar  todos  los  debates  é 
controversias  pasadas,  le  vendiese  las  villas  de 
Atienza  é  de  la  Pofiaé  do  Alcázar  quo  tenia  on  Cas- 
tilla ;  la  segunda,  que  visto  el  deudo  que  entre  ellos 
estaba  tan  cercano,  quería  hacer  oon  él  perpetua 
paz  é  confederación  de  firme  amistad.  Oyda  su 
habla,  el  Rey  de  Navarra  respondió  que  de  aquello 
era  muy  contento,  é  le  plascia  de  lo  hacer;  poro  con 
tal  condición,  que  pues  el  Almirante  Don  Fadri- 
que ,  é  los  hijos  del  Conde  Castillo,  é  Juan  de  To var, 
Sefior  do  Berlanga ,  con  otros  caballeros  se  avian 
perdido  por  él ,  é  estaban  ño  solamente  desterrados 
de  Castilla,  mas  despojados  de  sus  tierras ,  le  plu- 


guiese perdonarlos,  é  mandar  restituir  lo  suyo,  que 
el  Rey  su  padre  le  avia  tomado.  A  lo  qual  respon- 
dió el  Rey  que  le  plascia  de  lo  asi  hacer ,  asi  por 
contemplación  suya  quegelo  rogaba,  como  porque 
sus  naturales  oonosciesen  quanto  era  contento  de 
loe  tratar,  mas  oon  beninidaj-,  que  con  rigor,  é  ser 
para  ellos  mas  amigable  rey ,  que  duro  sefior.  E  asi, 
concertada  la  cantidad  que  se  avia  de  dar  por  las 
villas ,  é  pagada ,  las  villas  fueron  entregadas,  é 
puestos  eñ  ellas  alcaydes  por  el  Rey.  E  luego  veni- 
dos delante  su  Real  presencia  el  Almirante  Don  Fa- 
dríque  é  los  otros  caballeros ,  que  andaban  dester- 
rados, el  Rey  oon  alegre  cara  los  recibió,  é  dixo  al 
almirante :  «Tic,  é  vosotros  Caballeros,  ya  sabéis 
»  que  los  reyes  reynan  en  lugar  de  Dios  sobre  la  tier- 
nra ;  é  porque  asi  se  representa  su  seftorío  divinal, 
n  todos  los  subditos  débanles  fidelidad ,  lealtad,  te- 
«  mor,  reverenda  y  obediencia.  De  donde  se  sigue 
nque  los  naturales  han  de  ser  obedientes ,  é  no  re- 
«beldes,  servidores,  é  no  enemigos ,  é  leales,  é  no 
B  traydores ;' porque  el  resistir  al  poderío  terrenal  de 
«los  reyes,  es  resistir  á  Dios ,  que  los  pone  en  su 
«lugar,  para  que  manden  é  sefioreen.  E  pues  ve- 
ndes agora  la  humanidad  con  que  liberalmente  vos 
9  perdono ,  y  el  amor  con  que  vos  resdbo ,  é  como 
«vos  mando  tomar  todo  lo  vuestro ,  sin  acordarme 
»  de  vuestros  hierros ,  catad  que  vos  amonesto,  que 
»vos  emendéis ,  é  miréis  por  mi  servicio  mejor  que 
Alo  hicistos  contra  el  Rey  mi  Sefior,  que  Dios  haya^ 
«porque  tenga  yo  oargo  de  haceros  meroedes,  é  por 
«lo  contrarío  no  toméis  á  ser  peregrinos,  é  andar 
»  por  tíerras  agenas.9  Entonces  el  Almiranteen  nom- 
bro suyo  é  de  los  otros  caballeros  que  oon  él  veniaU, 
respondió  que  besaban  las  manos  á  su  Alteza,  pro- 
testaban de  lo  hacer  asi  como  su  Real  Sefioria  lo 
mandaba.  E  tomada  licencia,  se  fueron  para  sus 
tierras,  que  les  fueron  entregadas. 

CAPÍTULO  VL 

Como  el  Rey  envió  embsxadores  si  Rey  Don  Alonso  de  Arafon, 
qoe  estaba  en  Ñipóles»  6  se  eonllnnsron  las  paees  entre  Cas- 
tilla 6  Aragón. 

E  luego  que  asi  ovo  perdonado  á  estos  caballeros, 
é  recobrado  las  villas  que  el  Rey  de  Navarra  tenia 
en  Castilla,  para  mayor  cumplimiento  de  reposo, 
acordó  de  enviar  sus  embaxadores  al  Rey  Don  Alon- 
so de  Aragón,  su  tío,  que  estaba  en  el  Reyno  de  Ñá- 
peles, donde  oon  gran  triunfo,  é  vitoria  de  sus  ene- 
migos reynaba  pacificamente ,  asi  para  le  notificar 
el  suceso  de  su  próspero  Real  estado,  porque  le  ama- 
ba mas  que  á  ninguno  de  sus  hermanos  é  parientes 
de  su  linage,  é  le  tenía  en  grande  acatamiento,  co- 
mo para  confirmar  las  alianzas  é  paces,  que  estaban 
entre  Castilla  é  Aragón.  Llegados  aquestos  embaja- 
dores cerca  de  la  cibdad  de  Ñápeles ,  notificada  su 
ida  al  Rey,  mandó  que  les  fuese  hecho  honrado  re- 
cibimiento, é  que  fuesen  no  solamente  bien  aposen- 
tados, mas  proveídos  copiosamente  de  todas  las  co- 
sas qae  hubiesen  menester.  B  así  recebidos  con  mu- 
cha honra  é  tratados  con  mucho  amor,  después  que 


104 


0BÓNI0A8  DB  LOS  BBTBS  DE  CASTILLA. 


la  negodaoion  é  capitaloB  de  la  pai  faeron  oondoio 
do8  entre  los  embajadores  é  los  depntados  por  el 
Bey  de  Aragón ,  estavieron  en  gran  diferencia  d^ 
batiendo  sobre  que  en  la  soriptura  qual  de  los  Be- 
yes se  pomia  primero*  B  como  de  ello  de  amas  par- 
tes altercasen  alegando  sus  razones,  qnales  á  cada 
nno  pertenecía  en  favor  de  sa  Bey,  los  embaxadores 
de  Oastílla  dixeron ,  que  aquella  contienda  querían 
que  su  Bey  la  determinase.  Ante  quien  relatada  la 
controversia  en  que  asi  estaban,  respondió,  que  pues 
él  venía  de  la  casa  de  Castilla,  y  el  Bey  Don  Enri- 
que su  sobrino.era  el  tronco  de  quien  él  y  el  linaje 
Beal  de  los  Godos  de  Espafia  deoendian,  que  le  pia- 
da, é  mandó  que  el  Bey  su  sobrino  le  precediese,  6 
fuese  primero  puesto  en  las  scripturas  ó  capítulos 
que  se  hiciesen.  E  dada  la  oondusion  de  todo  ello, 
el  Bey  de  Aragón  queriendo  mostrar  d  mucho 
amor  que  con  el  Bey  su  sobrino  tenia,  ó  quanto 
deseaba  honrar  á  él  é  á  sus  cosas,  ansí  por  ser  el  ma- 
yor é  principal  del  linaje,  como  pprque  era  hijo  de 
la  Beyna  Dofia  María  su  hermana,  á  quien  él  mas 
que  á  todos  sus  hermanos  avia  querido,  convidados 
estos  embaxadores  á  comer,  bisóles  grande  fiesta  é 
mandóles  hacer  muchas  mercedes,  con  que  despedi- 
dos, se  tomaron  al  Bey.  B  recontadas  las  noblezas 
que  el  Bey  Don  Alonso  su  tío  con  dios  avia  fecho, 
é  la  forma  con  que  los  avia  tratado,  quedó  mas  afi- 
cionado con  él,  é  ad  puestos  sus  Beynos  en  tanta 
paz  é  sosiego,  quanto  nunca  se  vieron  en  tiempo  de 
su  padre.  Él  quedó  tan  próspero,  y  obededdo,  y  acá- 
'  tado  y  tan  estímado  por  el  mundo ,  que  á  todos  sus 
comarcanos  hacía  ser  embidiosos,  en  tanto  grado 
que  ninguno  de  los  reyes  sus  antepasados  se  pudo 
decir  mas  glorioso,  ni  con  tal  triunpho  mundano,  si 
todavía  quisiera  la  fortuna  serle  favorable.  Pero  con 
todo,  mientras  que  le  fué  parcial,  muy  mas  próspe- 
ramente sttbcedieron  sus  cosas,  quel  supiera  deman- 
dallas. 

oapItulo  vn. 

'  Osé  penonia^seiiladts  tavo  el  K«f  sa  n  Goifi(|e  par» 

foberntr. 

B  porque  dempre  suele  é  debe  aver  cabe  los  Be- 
yes personas  sefialadas,  así  para  su  secreto  consejo, 
como  para  la  gobemasdon  de  sus  Beynos,  conve- 
nible cosa  es  que  se  digan  quién  fueron  las  princi- 
pales personas  que  con  aqueste  Bey  ovieron  cabida, 
é  dé  quien  confiaba  las  cosas  de  su  consejo  é  de  la 
gobemasdon.  Tenía á  Don  Juan  Pacheco,  Marqués 
de  Yillena,  que  quando  mozo  pequefio,  fué  paje  de 
Don  Alvaro  de  Luna,  Maestre  de  Santiago,  Condes- 
table de  Castilla,  é  después  que  algún  tiempo  le  dr- 
vió,  diólo  al  Bey  quando  era  Príncipe.  Sdiótan  dis- 
creto é  de  tan  buen  seso  é  reposado,  que  para  qual- 
qniera  debate,  ó  oontradicdon  solia  hallar  muchos 
medios.  Daba  en  todas  las  cosas  sanos  expedientes, 
en  tal  manera  que  su  pradenda  era  mas  provechosa 
que  de  otro  ninguno  de  quantos  por  entonces  le  ser^ 
vian.  B  así  diego  á  tener  grande  cabida  con  d 
Príndpa  antes  que  fuese  Bey;  por  donde  quedó  con 


grande  amor  con  él,  en  tanto  que  por  su  solo  saber 
se  gobernaba;  por  dó  subió  á  ser  Marqués  de  Yille- 
na, é  alcanzar  rico  casamiento.  B  quando  el  Bey  vi- 
no á  reynar,  como  aquel  se  avia  criado  en  su  casa, 
é  le  tenía  por  hombre  de  singular  ingenio ,  quedóse 
en  aquella  mesma  cabida  que  primero  tenía,  de  td 
guisa,  que  era  d  mas  prineipal  hombre  de  su  Con- 
sejo. Tenía  así  mesmo  á  Don  Alonso  de  Fonseca,  que 
fué  Capellán  Mayor  dd  Bey  Don  Juan  su  padre,  é 
desde  dli  subió  á  ser  Obispo  de  Avila,  é  después 
Arzobispo  de  Sevilla;  é  porque  aqueste  siempre  fué 
mas  afidonado  á  él  que  á  su  padre,  quiso  que  fuese 
segundo  con  el  Marqués  de  Yillena  para  su  servi- 
do. Pero  aqueste ,  puesto  que  tenía  viveaa  de  in- 
genio, faltábde  gravedad  é  perfecta  discredon  pa- 
ra gobemar;  mas  no  por  eso  dexó  de  ser  muy  leal 
al  Bey.  B  and  el  Marqués  con  pradenda,  y  d  con 
lealtad  é  viveaa  de  ingenio,  rigieron  é  gobernaron 
sabiamente,  de  tal  guisa,  que  el  Bey  por  mucho 
tiempo  vivió  descansado  á  su  plasoer  sin  que  ad- 
verddad  le  perturbase. 

CAPÍTULO  YHL 

Gomo  el  Rey  hiio  Cortes  genéralos»  é  determiaó  hacer  goerra 

eoBtra  los  moros. 

Traídas  todas  las  obediencias  de  las  dbdades  é 
villas  de  su  Beyno,  é  prestada  la  fiddidad  de  to- 
dos los  grandes,  así  perlados,  como  oabdletos ;  des- 
que ya  conoció  quanto  prósperamente  sucedían  las 
cosas  en  sublimación  de  su  estado  Beal,  queriendo 
manifestar  su  gran  poder  é  grandeza,  determinó  de 
hacer  Cortes  generdes.  B  ad  Uamados  los  tres  Esta- 
dos, é  convenidos  en  la  villa  de  Cuéllar  ante  su  Beal 
presenda ,  les  dixo :  c  Entre  los  varones  romanos 
»  siempre  fué  la  paz  mas  peligrosa  que  la  guerra, 
1  porque  con  ella  puestos  en  ocioddad,  se  dieron 
»mas  á  los  deleites  que  al  exercido  de  las  armas, 
>y  procurando  sus  particulares  intereses,  menos-- 
apreciaron  la  fama,  pospusieron  el  bien  de  la  pa- 
»tria  común,  é  perdieron  el  sefiorío  universd  del 
»  mundo,  que  como  industriosos  guerreros  dcanza- 
»ron  é  poseyeron.  Mientras  les  tuvo  la  guerra  fue- 
iron  siempre  virtuosos,  sefiorearon  la  monarquía, 
» vencieron  sus  enemigos,  sostuvieron  la  república, 
> multiplicaron  d  bien  de  ella,  é  quedaron  renom- 
»brados.  Pues  d  tdes  y  tantos  bienes  suelen  nascer 
»de  la  guerra,  justa  cosa  é  muy  necesaria  es  que 
» nosotros  los  católicos  como  verdaderos  ohristia- 
»nos  la  queramos  emprender,  porque  con  ella  des- 
techando loa  vicios  é  tomando  las  virtudes,  destru- 
»yamoslos  enemigos  que  persiguen  nuestra  fe;  pe- 
B leemos  céntralos  moros  que  usurpan  nuestra  tier- 
Dra,  tomada  por  gran  trddon  á  aquellos  que  ge  la 
» dieron.  Para  lo  qud  tres  cosas  sefidadas  son  que 
anos  ayudan :  la  primera,  que  nos  mueve  justa  can- 
osa;  la  segunda,  que  tenemos  clara  justicia ;  la  ter- 
»oera,  que  nuestro  propódto  es  sancto,  y  el  celo  de 
»  Dios  nos  guia,  cuya  causa  es  la  que  se  hace.  Asi 
a  que  guerreando  contra  ellos,  nosotros  pelearemos 
a  por  la  verdad  y  ellos  por  la  mentira ;  nosotros  por 


DON  SNBIQUB  CUARTO. 


105 


fglorifioar  á  Dios,  los  otros  tK>r  ofenderle.  Por  don- 
•de  espero  en  la  infinita  bondad  dé  nnestro  Reden- 
» tor  qne  nos  dará  venoimiento  de  ellos  tal,  é  de  tal 
V manera,  qne  tornaremoe  oon  honra ,  é  reoobrare- 
amos  lo  qne  nuestros  antepasados  perdieron.  Para 
«lo  qnal  qnise  mandaros  llamar^  porque  con  vnes- 
stro  aonerdo  se  haga,  é  dándome  ynestro  consejo, 
a  digáis  vnestro  parecer  de  lo  qne  hacerse  debe,  pnes 
>  aveisoydo  mi  determinada  voluntad.»  Acabada  la 
habla  del  Rey,'aqueIlo8  sefioreségentesqne  allí  esta- 
ban de  los  tres  Estados  quedaron  tan  contentos,  que 
loando  su  propósito,  é  aprobando  su  deseo  por  cosa 
muy  sancta ,  rogaron  á  Don  Ifiigo  Lopes  de  Men- 
dosa, Marqués  de  Santillana,  Conde  del  Real  de 
Manzanares,  que  en  nombre  de  todos  ellos  é  suyo 
quisiese  responder  á  su  Altesa.  El  qual  aceptando  su 
mego,  oon  muoha gravedad  propuso,  diciendo: «Bien 
9 parece  sin  duda,  serenísimo  Rey,  quanto  sea  exce- 
diente la  grandesa  de  vuestro  real  corason,  quando 
9 asi  ha  querido  el  dia  de  hoy  convidamos  para  tan 
9  titos  é  sefialados  exeroioios  de  bondad.  Pero  por- 
9 que  délas  cosas  deliberadas  é  con  discreción  pro- 
9  veidas  ningnn  arrepentimiento  se  atiende,  con  tan- 
9 ta reverencia  como  puedo,  le  suplico  qne  quiera 
9  saber,  y  sepa,  que  para  tan  arduo  negocio  y  sefia- 
9lada  empresa,  primero  qne  se  comience,  antes  que  á 
9  las  manos  vengamos ,  es  necesario  que  con  madn- 
sro  seso  se  piense,  é  que  oon  deliberado  acuerdo  se 
9  haga;  porque  adonde  asi  se  aventura  la  vida,  don- 
9de  asi  se  pone  la  honra,  é  donde  peligro  cuelga,  no 
9 quiere  rasen,  ni  consiente  qne  con  liviandad  sea. 
9 Pues  asfjSefior,  se  comience  la  guerra,  é  asila  Ue- 
9  vemos  delante  sin  pereza,  que  por  ella  alcancemos 
9la  Vitoria,  destrayamos  los  enemigos,  é  merezca- 
smos  ser  conocidos.  Para  lo  qual  tres  cosas  son  ne- 
9  cesarlas,  sin  las  qualee  sería  imposible  vencer.  Pri- 
9mera,  franca  liberalidad,  como  que  se  gana  lahon- 
9ra,  é  se  trasdobla  la  fama,  oon  que  las  gentes  obe- 
9deoen  y  se  animan  á  servir.  Segunda ,  que  vuestra 
9  Real  Magostad  tonga  continuo  en  su  hueste  pra- 
9  dentes  capitanes  é  diligentes  cabdillos,  que  sepan 
sgoberaar  las  batallas  sin  hacer  jamas  errada ;  ca 
9  la  guerra  é  sus  astucias  son  de  tal  calidad  é  de  tal 
9  proporción  compuestas,  que  luego  dan  la  pena  del 
serrar  que  se  hiciere;  que  sean  tan  animosos,  tan 
9  sufridos  de  miedo,  con  tal  presunoion  de  eeforza- 
9  dos,  que  se  arreen  de  vencer,  é  jamas  nunoa  huir; 
9 que  se  prescien,é  se  atrevan,  mas  en  la  fueraa  de 
9  BUS  manos,  qne  en  la  ligeresa  de  sus  pies.  Terce- 
9ray  que  con  mucha  dulzura,  con  gran  beninidad  tra- 
9te  á  las  gentes  qne  le  fneren  á  servir ,  para  que  le 
stengan  amor,  é  obedezcan  su  mandado;  ca  la  hu- 
9manidad  de  los  príncipes  hace  que  los  subditos  sn- 
9fran  muchos  trabajos,  é  les  plega  oomportalloB ;  lo 
9 qual,  muy  esclarecido  Rey,  con  la  humildad  que 
sdebo,  protesto  que  sea  dicho.  9  Estonces  él  Rey  con 
Alsgre  gesto  dixo :  «Marqués,  bien  paresce  que  tales 
9  palabras  sustanciosas  é  discretas  propiamente  con - 
9  vienen  para  la  lengua  de  tan  buen  caballero,  gra- 
90Í080  en  el  hablar  y  esforzado  en  las  armas :  yo 
sagradezoo  vuestro  consejo,  é  lo  apraebo  por  muy 


9  bueno.  9  B  así  fué  allí  determinado  qne  la  guerra 
se  comenzase  en  el  afio  venidero ,  que  se  contaron 
mil  é  quatrodentos  é  cinquenta  é  cinco  afíos  del 
nascimiento  de  nuestro  Salvador  Jesn-Christo :  de 
que  todos  fueron  muy  contentos.  E  así  tomada  li- 
cencia del  Rey,  se  tornaron  á  sus  tierras  para  se  pro- 
veer de  las  cosas  á  la  guerra  necesarias. 

CAPÍTULO  IX. 

Cono  el  Rey  dexó  por  Virreyef  en  Vallidolld  i  Doa  Alonso  Cer- 
rillo, AnobUpo  do  Toledo ,  é  i  Doa  Pedro  PerMidei  de  Ve* 
leseo.  Conde  de  Haro. 

Entre  tanto  que  las  cosas  de  la  guerra  se  adere- 
zaban, é  se  aoercaba el  tiempo  de  irá  los  moros,  el 
Rey  por  sus  cartas  envió  á  llamar  á  Don  Alonso 
Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo,  é  á  Don  Pedro  Fer- 
nandez de  Yelasco,  Conde  de  Haro.  E  venidos  á  su 
Corte  les  dixo:  «Bien  sabéis  como  yo  determiné  do 
«guerrear  contra  los  moros,  é  porque  ya  se  acerca  el. 
«tiempo  de  ir  á  la  tal  guerra,  quiero  y  es  mi  volun- 
9  tad  que  vosotros  entramos  quedéis  en  mi  lugar  por 
«virreyes  en  Valladolid ,  para  que  en  las  cosas  de 
«la  justicia  dedee  aquella  orden  y  expediente  que 
«según  Dios,  é  vuestras  conciencias  viéredes  que 
9 conviene.  Por  manera,  que  los  litigantes  no  ayan 
9  de  ir  en  pos  de  mí,  ca  sería  cosa  grave  para  ellos, 
9é  á  mí  darían  pena  en  avellos  de  oir.  Por  tanto  yo 
9 vos  encargo,  que  como  varones  prudentes  y  de 
«conciencia  administréis  á  todos  igual  justicia,  é 
9gobemeis  según  de  vosotros  conflo ;  y  espero  que 
9 haréis  por  manera  que  ningunas  apelaciones  ni 
«querellas  ayan  de  ir  ante  mí  entre  tanto  que  allá 
«estubiere.  E  mando  al  Presidente  é  Oidores  de  la 
«Chancilleríaque  se  junten  con  vosotros,  é  vos  obe- 
« desean  é  acaten  como  á  mi  mesma  persona. «  Los 
quales  obedesciendo  lo  que  su  Rey  les  mandaba,  to- 
madas sus  provisiones,  é  ávida  su  licencia,  se  par- 
tieron para  Valladolid ,  adonde  estubíeron  residen- 
tes hasta  que  el  Rey  volvió  del  Andalucía. 

CAPÍTULO  X. 

Gobio  el  Rey  le  pertló  pen  el  Andilnela ,  y  los  Graadea  del  Reyao 

qne  fneron  eoa  él. 

Venido  el  mes  de  Abril  del  afio  siguiente  de  sn 
reynado,  qne  se  contaron  mil  é  quatrodentos  é  cin- 
quenta é  cinco  afios  del  nasdmiento  de  nnestro  Sal» 
vador,  en  qne  la  guerra  se  habla  de  comenzar  en  i 
Andalnoia  contra  los  moms,  el  Rey  se  partió  pa 
Córdoba,  donde  los  grandes  del  Reyno ,  é  las  otn 
gentes,  asi  de  á  caballo  como  peones,  se  avian  d« 
juntar.  Los  sefioree  que  alli  vinieron,  fueron  los  que 
aqni  serán  nombrados.  Del  estado  eclesiástico ,  Don 
Alonso  de  Fonseca,  Arzobispo  do  Sevilla,  con  otros 
algunos  perlados.  Del  estado  militar,  Don  Fadríque 
Enriques,  Almirante  de  Castilla,  tic  del  Rey,  Don 
Jnan  de  Quzman ,  Duque  de  Medina  Sidonia  y  Con- 
de de  Niebla,  Don  Ifiigo  López  de  Mendoza,  Mar- 
qués de  Santillana,  Conde  del  Real  de  Manzanares, 
con  BUS  hijos ;  Don  Diego  Hurtado,  Don  Pero  Laso 


106 


CR0NI0A8  DE  LOS  BEYBS  DB  0A8TILLA. 


Don  Ifiigo  López,  Don  Loreiuso  Suares,  Don  Juan 
Pacheco,  Marqués  de  Villona,  Don  Pero  Girón,  8u 
hermano,  MaoBtro  do  Oalatrava,  Don  Alvaro  de  Es- 
iufiiga,  Oonde  do  Plazencia,  Don  Joan  Pimentel, 
Oonde  do  Benavente,  Don  Femand  Alyarez  de  To- 
ledo, Conde  de  Alva,  Don  Pedro  Ponce  de  León, 
Oonde  de  Arcos,  Don  Juan  de  Luna,  Oonde  de  San- 
tísteban,  Don  linrique  Enriquez,  Conde  de  Alva  do 
Liste,  Don  Juan  de  Acnfia,  Conde  de  Valencia ,  Don 
Pedro  de  Córdoba,  Conde  de  Cabra,  con  su  hijo  el 
Mariscal  D({n  Diego  de  06rdoba,  Don  Garoi  Fer- 
nandez Manrique,  Conde  de  Castafieda,  Don  Ga- 
briel Manrique,  su  hermano,  Oonde  de  Osomo  é 
Comendador  Mayor  do  Castilla,  Don  Rodrigo  Man- 
rique, Conde  de  Paredes,  Don  Pedro,  Sefior  de 
Aguilar,  Pedro  do  Mendoza,  Sefior  de  Almasan ,  y 
otros  caballeros  de  estado.  Llevaba  el  Bey  de  las 
gentes  de  sus  guardas  tres  mil  de  á  caballo ,  hom- 
bres d'annas  ó  giuetes :  Alvaro  de  Mendoza ,  hijo  de 
Rui  Diaz  do  Mendoza,  Sefior  de  Castro Xeriz,  capi- 
tán de  mil  ó  quinientos  hombres  d*armas ;  Rui  Diaz, 
su  hermano,  capitán  de  quinientos  ginetes ;  Gonza- 
lo Carrillo,  capitán  de  quinientos  ginetes;  Rodrigo 
de  Marchena,  capitán  de  quinientos  ginetes ;  Garda 
de  Jaén ,  capitán  de  trescientos  ginetes  moriscos. 
Demás,  é  allende  de  aquestos  tres  mil  rocines  ya 
recontados,  iban  duoientos  ginetes  on jaezados,  de 
los  hijos  de  los  grandes  é  nobles,  quo  solamente  to- 
nian  al  Rey  por  capitán ,  que  de  continuo  aguarda- 
ban su  persona  Real  quando  cabalgaba.  Asi  quo 
ontre  la  gente  del  Roy  ó  de  los  caballeros ,  serian 
por  todos  catorco  mil  do  á  caballo  y  ochenta  mil 
peones.  Juntados  aquestos,  y  hecho  el  alarde,  el  Rey 
partió  con  todo  este  ezéroito  poderosamente ,  é  por 
sus  jomadas  caminó  fasta  que  llegó  á  la  Vega  de 
Granada,  adonde  fué  asentado  su  roal.  T  quando 
quiera  que  los  moros  salían  á  trabar  escaramuzas,  el 
Rey  no  daba  lugar  que  ninguno  de  su  hueste  salie- 
se á  ellos,  antes  mandaba  á  sus  capitanes  que  ja- 
mas consintiesen ,  ni  diesen  lugar  á  que  se  mezcla- 
sen con  los  moros  ninguno  de  los  suyos ,  recelan- 
do, como  era  la  vordad,  que  los  moros  eran  mas  in- 
dustriosos en  aquello,  é  que  saliendo  á  se  mesclar 
oon  ellos,  avria  más  muertes  de  oliristianos  quo  de 
moros.  Oa  su  voluntad  era  solamente  hacer  la  tala 
por  tres  afios,  para  ponellos  en  muoha  hambre  ó 
mengua  de  vetuallas,  é  luego  poner  su  cerco  y  estar 
obre  ellos  hasta  tomarlos.  E  asi  fedia  la  tala  muy 
ando,  mandó  levantar  su  real ,  é  salióse  á  la  villa 
Aleándote;  é  por  aquesta  quedaron  los  caballe- 
4  muy  descontentos,  en  tanto  grado,  que  algunos 
ios  mas  de  ellos  confederados  de  secreto  oon  el 
(aestre  de  Calatrava  Don  Pero  Girón,  acordaron 
e  prender  al  Rey.  E  asi  dieron  el  cargo  de  lo  eze- 
¿utar  á  Don  Femand  Alvarez  de  Toledo,  Conde  de 
Alva,  é  á  Don  Rodrigo  Manrique,  Conde  do  Para- 
les. E  como  do  aquesto  fuese  sabidor  Don  Ifiigo 
^opez  de  Mendoza,  hijo  tercero  del  Marques  de 
Santillana,  sin  descubrir  el  caso  de  la  traición  al 
Rey,  le  dizo  el  mesmo  dia  que  le  avian  de  venir  á 
prender,  que  le  páresela  que  si  su  Alteza  quisiese. 


que  seria  muy  bien  partirM  luego ,  é  pasarse  á  dor* 
mir  á  Córdoba,  donde  podría  estar  de  mayor  repo- 
so. Vista  la  muoha  gente  que  alli  cargaba,  siendo 
el  lugar  pequofio,  ó  porquo  Dios  os  guardador  do 
los  reyes  é  el  defensor  de  sus  ungidos,  púsole  en 
voluntad  que  lo  pusiese  por  obra  é  se  partiese,  si u 
ningún  detenimiento ,  en  tal  manera,  que  quandu 
los  condes  fueron  á  executar  su  dafiado  proponte, 
hallaron  partido  al  Rey,  é  como  se  iba  camino  de 
Córdoba;  é  asi  quiso  Dios  librarlo,  porque  aquella 
traición  no  se  cumpliese.  { O  falsa  deslealtad  de  va- 
sallos, feo  pensamiento  de  subditos  naturales,  des- 
honesta empresa  de  caballeros  subditos,  crael  atre- 
vimiento de  caballeros,  que  tal  osadia  atrevíades, ó 
prcsumíades  emprender,  para  desdorar  la  nobleza 
de  vuestra  sangre  I  Decidme  pues  agora ,  indiscre- 
tos varones,  ¿quién  defendiera  vuestra  limpieza, 
quando  vosotros  la  destraiais  sin  temor  de  haber  in- 
famia? ¿quién  sostuviera  vuestra  honra,  quando 
vosotros  la  donostábades,  sin  recelar  vituperio? 
Baste,  pues,  saber  de  vosotros  que  vos  piaseis  per- 
der lo  que  ninguno  vos  pedia  dar,  é  queríadea  aba- 
tir lo  quo  jamas  reoobrariades.  Llegado  el  Rey  á 
Córdoba,  porquo  la  gente  de  la  hueste  venia  fati- 
gada, mandó  que  les  pagasen  todo  el  sueldo  que  les 
era  debido,  é  se  fueson  ¿  sus  tierras  con  tanto  que 
estuviesen  apercebidos  para  el  afio  venidero.  E  asi 
derramada  la  gente,  después  que  el  Rey  reposó  allí 
algunos  dias,  fuéle  descubierta  la  trayoion  que  cou- 
tra  él  80  avia  ordenado.  Y  entonces  ól  como  católico 
Roy  dio  muchas  gracias  á  Dios,  quo  lo  avia  libiadti 
do  tan  grand  maldad.  Pero  ni  por  oso  dexó  el  pro- 
pósito de  la  guerra  contra  los  Moros,  antes  deter- 
minó de  la  hacer  todavía  con  tanto  que  ninguno  de 
los  grandes  no  fueso,  salvo  que  cada  uno  enviase 
cierta  gente.  Ávida  esta  consideración  entro  sí  mes- 
mo ,  partió  para  Madrid. 


/ 


■■L 


CAPITULO  XL 


Como  el  Rc|  tornó  á  entrtr  ei  U  Vegí,  é  hixo  la  UU. 


Llegado  el  Rey  á  Madrid,  tuvo  alli  el  invierno  é 
las  fiestas  de  Navidad  con  mucho  placer :  donde  los 
montes  é  la  caza  ora  su  mayor  deporte,  porque  en 
aquoUo  era  su  contino  pasatiempo.  £  venido  el  mes 
de  Abril,  que  era  el  tercero  afio  do  su  reynado,  man- 
dó llamar  sus  gentes,  é  de  cada  uno  de  los  grandes, 
soguD  su  estado,  ciertos  hombros  d'armas  é  gine- 
tes. £1  ,Rey  se  partió  para  la  Vega  de  Granada,  ó 
llegado  á  la  cibdad  de  Ecija,  se  partió  donde  víspe- 
ra de  sant  Marcos,  que  fué  á  veinte  é  cinco  dias  del 
mes  do  Abril  de  dioho  afio ,  y  el  Marques  de  Villena 
con  él,  oon  trecientos  de  caballo.  T  entró  muy  po- 
derosamente en  tierra  de  moros  con  propósito  de  es- 
calar la  villa  de  Archidona  oon  algund  ardid  que 
para  ello  tenia ;  é  anduvo  todo  el  dia  é  la  noche ;  é 
quando  llegó,  era  cerca  del  sol  salido;  de  manera 
que  no  ovo  lugar  de  facer  lo  que  pensaba ,  é  mandó 
correr  la  tierra,  y  fizo  el  daño  que  pudo,  ó  volvióse 
á  Ecija.  E  donde  alli  envió  sus  cartas  á  todos  los 
graudes  del  Reyno ,  mandándoles  que  cada  uno  le 


DON  ENBIQÜE  GÜABTO. 

«nyiase  los  dichos  hombres  d*armas  y  giiietes  á  la 
cibdad  de  Córdoba  para  cierto  dia,  é  que  el  que  pu- 
diese enviar  quinientas  lanzas  enviase  ciento ,  é  por 
este  respecto  todos  los  otros ;  é  que  fuesen  de  hom- 
bros muy  escogidos,  ó  polidamente  armados  ó  bien 
cabalgados.  Y  en  tanto  que  esta  gente  so  juntaba, 
acordó  oon  consejo  del  Marques,  é  del  Maestro,  su 
hermano,  de  tomar  á  entrar  en  tierra  de  moros,  é 
partió  postrimero  de  Abril  con  hasta  ochocientos 
hombres  d*armas,  é  docientos  ginetes.  E  vinieron  á 
él  los  pendones  de  las  cibdades  de  Sevilla  y  Oarmo- 
na  y  Xerea  y  Eci ja  y  Jaén ,  que  podian  ser  hasta 
seis  mil  de  caballo,  y  veinte  mil  peones;  y  puso  el 
primer  real  cerca  de  Lora ;  y  otro  dia  siguiente  se 
asentó  en  la  Vega  de  Antequera,  é  de  alli  fué  á  ta- 
lar los  campos  de  Archidona,  é  los  moros  salieron 
por  defender  la  tala,  é  fueron  resistidos,  é  por  fuer- 
za d*armas  retraídos  á  la  Villa.  E  otro  dia ,  que  fué 
segundo  de  Mayo,  continuó  su  camino  para  Mála- 
ga, é  asentó  su  real  ceroa  de  la  villa  de  Alora,  en 
un  valle  que  es  entre  dos  ríos,  é  alli  fueron  presos 
algunos  moros  é  tomado  el  ganado  que  ende  se  ha- 
lló, é  talados  los  panes.  Dende  á  dos  dias  fué  á  po- 
ner su  real  á  una  legua  de  Málaga ;  é  otro  dia  man- 
dó pasar  el  real  media  legua  de  la  cibdad,  donde 
estuvo  seis  dias ,  en  los  cuales  se  fizo  asas  dallo  en 
panes  é  vifias.  E  se  huvieron  algunas  escaramuzas 
en  que  murieron  mas  moros  que  ohrístianos,  aunque 
no  fueron  muchos ;  é  se  quemaron  é  robaron  dos  lu- 
gares, que  se  llamaba  el  uno  Pupiana,  y  el  otro 
Loubin,  oon  una  fortaleza  asaz  buena,  y  otro  lu- 
gar llamado  Churriana  con  otra  fortaleza  bien  fuer- 
to.  En  los  quales  lugares  vinieron  algunos  moros, ó 
alli  vino  el  Rey  Ciriza  de  Granada  á  facer  rovereu- 
cia  al  Rey.  E  puesto  que  los  caballeros  mancebos 
asi  generosos,  como  hljos-dalgo  é  otras  personas  se- 
fialadas,  iban  ganosos  de  hacer  algunas  cosas  haza- 
fiosas,  famosas  do  varones,  por  ganar  honra  é  al- 
canzar nombradla,  sogund  la  costumbre  de  la  no- 
bleza de  Espafia,  quando  los  moros  sallan  á  dar  las 
escaramuzas,  jamas  el  Rey  daba  lugar  á  ello,  por- 
que como  era  piadoso,  é  no  cruel,  mas  amigo  de  la 
vida  de  los  suyos,  que  derramador  de  su  sangre,  de- 
cía que  pues  la  vida  de  los  hombres  no  tenia  prés- 
elo, ni  avia  equivalencia,  que  era  muy  grand  yer- 
ro consentir  aventuralla,  é  que  por  eso  no  le  pias- 
eis que  los  suyos  saliesen  á  las  escaramuzas,  ni  se 
diesen  batalla,  ni  combates.  E  quanto  quiera  que  en 
las  tales  entradas  se  gastaban  grandes  sumas  de  di- 
neros, quería  mas  expender  sus  tesoros,  dafiando 
los  enemigos  poco  á  poco,  que  ver  muertos  y  es- 
tragos do  sus  gentes.  E  asi  bocha  la  tala ,  mandó 
alzar  el  real ,  é  salióse  á  la  Cibdad  do  Córdoba,  adon- 
de venido,  mandó  pagar  su  sueldo  á  toda  su  gente, 
para  que  se  fuesen  á  sus  tierras,  y  que  para  el  afio 
siguiente  estuviesen  apercebidos.  E  despedida  toda 
la  gente,  el  Rey  tomó  á  Madríd,  é  de  Madrid  á  Se- 
gó via,  donde  reposó  hasta  que  fué  tiempo  de  hacer 
látala. 


107 

CAPÍTULO  xn.  I'\ 

Como  el  Rey  torso  i  estnr  por  la  Vega ,  6  lo  qne  allí  sscedió. 

Venido  el  mes  de  Abril,  que  era  el  quarto  aRo  do 
su  reynado,  convocadas  las  gentes  de  sus  Reynos, 
asi  de  á  caballo,  como  peones,  salvo  los  grandes, 
que  no  quiso  llevarlos,  el  Rey  se  fué  para  Córdobs, 
é  de  alli  entró  poderosamente  en  la  Vega  de  Grana- 
da. Donde  llegado,  luego  otro  dia  siguiente,  oomo 
los  moros,  segund  su  costumbre,  saliesen  á  dar  sus 
escaramuzas,  ciertos  caballeros  mancebos  del  real 
con  deseo  de  ganar  honra,  sin  ser  sentidos  de  los 
capitanes,  se  desmandaron,  é  salieron  á  los  moros. 
Donde  vuelta  la  escaramuza  muy  brava ,  fué  muer- 
to un  caballero  de  la  Orden  de  Santiago',  que  se  lla- 
maba Gardlaso  de  la  Vega,  varón  de  mucho  esfuer- 
zo é  de  grand  merescimiento.  El  Rey  fué  muy  pe- 
sante, é  se  indignó  de  tal  guisa,  que  luego  mandó 
hacer  la  tala  muy  crudamente,  en  tanto  grado,  que 
no  solamente  los  panes,  pero  muchas  vifias  é  huer- 
tas é  olivares  fueron  destrnydos.  E  desde  alli  f ue^ 
ron  sobre  una  villa  que  dicen  Gimena,  lugar  muy 
fuerte ,  el  qual  mandó  combatir ;  donde  muchos  no- 
bles hijos-dalgo  aprobaron  tan  bien,  que  la  Villa 
oon  la  fortaleza  tomaron  por  pura  fuerza  de  armas. 
Entonces  el  Rey  de  Granada,  visto  aquesto,  temien- 
do la  furia  del  Rey,  envióle  sus  embajadores,  su- 
plicándole quisiese  tomar  del  algunas  parías  y  tn- 
butos  en  sefisl  de  vasallage,  oon  tanto  que  luego 
saliese  con  toda  su  hueste ;  y  como  el  Rsy  estaba 
indignado  por  la  muerte  de  Garoilaso,  respondió 
muy  ásperamente.  E  al  fin  vencido  de  las  suplica- 
ciones que  los  moros  mensagoros  le  hicieron  do  par- 
to de  su  Rey,  aceptó  las  treguas  oondicionalmente, 
que  cada  afio  le  diesen  doce  mil  doblas  feroces ,  é. 
seiscientos  captivos  chrístianos;  é  si  faltasen  chrís- 
tianos,  que  fuesen  moros,  puestos  en  Córdoba  á  cier- 
to dia  seiüalado.  E  asi  concertados  con  estas  condi- 
ciones ,  y  que  la  guerra  contra  ellos  se  quedase  abier- 
ta por  la  parte  del  Reyno  do  Jaén ,  fueron  alli  luego 
traídas  las  parías  de  aquel  afio  prímero,  y  el  Rey  se 
volvió  á  Córdoba,  donde  mandó  despedir  toda  su 
gente,  y  él  se  quedó  alli  por  algún  tiempo. 

CAPÍTULO  XIII. 

Cobo  el  Rey  deleraiÍB<)  ie  eaaarse ,  y  ae  eaad  eos  li  IsAsta  Dol» 
Joana ,  hemiaBa  del  Rey  Doa  Alonso  de  Portssal. 


I 


Pasados  algunos  dias  que  reposó  el  Rey  en  la 
dad  de  Córdoba,  mandó  llamar  los  perlados  é  c 
Ueros  de  su  Reyno  que  alli  estaban ;  ó  oonvoni 
en  su  palacio,  los  dixo:  c Quanto  sea  cosa  justa 
9 debida  que  los  reyes  hayan  de  ser  casados,  las  le- 
tyes  divinas  é  humanas  lo  disponen  é  lo  mandan. 
vPues  si  aquesto  es  convenible  entre  todos  los  esta- 
ftdos,  porque  la  generación  del  linage  humanal  vaya 
9  de  gentes  en  gentes,  é  los  nombres  de  los  padres 
i  revi  van  en  los  hijos,  mucho  mayor  é  mas  necesa- 
9 río  ó  convenible  cosa  es  en  los  estados  Reales; 
9 porque  quando  en  ellos  falta  la  sucesión,  cresoen 


108 


CRÓNIOAS  DE  LOS  BBTES  DB  OAfifTILLA. 


•muohfts  divÍBÍonM|  y  hay  grandes  esoándaloa  y  tn- 
«bajoB ;  ó  loe  reynoe  donde  tal  acaeece  son  damnifi- 
»oado8  con  Bobra  de  gran  detrimento.  E  por  esto,  co- 
lmo yo  eeté  ein  muger,  según  vedes ,  seria  gran  ra- 
Bson  de  casarme,  ansi  por  el  bien  de  la  generación 
«quesuboeda  en 'estos  Bey  nos,  quando  Dios  me  qui- 
«siere  llevar,  como  porque  mi  Real  estado  con  ma- 
»yor  abtoridad  se  represente.  B  pues  ya  vos  he  do- 
«olarado  mi  voluntad,  quería  saber  vuestra  detor- 
»minaoion,  y  el  consejo  que  para  esto  me  dais.» 
Oyda  su  habla  por  los  grandes  que  presentes  esta- 
ban,  respondieron  cada  uno  por  su  orden,  que  el 
proposito  é  voluntad  de  su  Alteza  era  justo  é  nece- 
sario, é  que  les  páresela  que  se  deb{a  luego  poner 
por  obra;  pero  que  le  suplicaban  les  quisiese  decir 
con  quien  le  agradaba,  é  sería  cosa  convenible  que 
su  casamiento  se  contratase,  é  que  entonces  le  sa- 
brían decir  mejor  su  parescer.  7  el  Rey  les  respon- 
dió, que  su  deseo  ó  gana  era  de  se  casar  con  la  In- 
fanta Dofia  Juana  de  Portugal ,  hermana  del  Bey 
Don  Alonso  de  Portugal,  porque  de  aquella  sabia  ó 
avia  oydo  ser  muy  señalada  muger  en  gracias  é  en 
hermosura.  Los  Grandes  respondieron  que  aquello 
aprobaban  é  avian  por  muy  bueno,  é  que  su  voto 
ora  que  luego  se  enviasen  sus  embaxadores  á  lo  con- 
tratar. 

CAPÍTULO  XIV. 

Como  el  Rey  odtIó  sos  embaz«dores  al  Rey  Dob  Alonso  de  Parlo- 
gal,  par^qae  le  diese  á  la  Infanu  Oofta  Joaaa  8«  hermana  por 
mnf er,  y  ae  eonclayd  el  easamlcoto. 

Ávido  el  consejo  é  acuerdo  de  los  Grandes  de  la 
Corto,  el  Bey  envió  por  embazador  á  Don  Feman- 
do, su  Capellán  Mayor,  al  Bey  de  Portugal ,  que  le 
diese  á  la  Infanta  Dofia  Juana  su  hermana.  E  asi 
roscibidas  sus  letras  con  la  instrucción  de  la  nego- 
ciación é  cabsa  sobre  que  le  mandaban  ir,  el  Cape- 
llán Mayor  se  partió  para  el  Bey  de  Portugal,  don- 
de fué  muy  bien  rescobido  ó  festejado ,  asi  por  el 
Bey,  como  por  los  principales  de  su  reyno.  Donde 
oyda  su  embazada  con  que  asi  venia,  muy  alegre- 
mente respondió  que  le  placía ,  pero  con  tal  condi- 
ción, que  ol  Boy  hubiese  de  dar  á  la  Infanta  su  her- 
mana á  Cibdad  Beal ,  é  la  villa  de  Olmedo ,  é  ciertos 
qnentos  de  renta  situados  en  dote  y  arras;  ó  que 
diese  su  palabra  Boa! ,  que  daría  casamiento  á  cier- 
\as  damas  que  la  Infanta  su  hermana  llevaría  con- 

vo  quando  se  fuese  á  casar  con  el  Bey.  B  consul- 

>s  con  él,  y  ordenados  los  capitules  de  ello,  é 

^rmó  ó  juró,  segund  que  en  tales  casos  se  acos- 

ibra  á  hacer.  B  asi  cumplido,  é  acordado  por  am- 

^  las  partes,  asignado  asi  mesmo  el  tiempo  que 
avian  de  venir  por  ella,  ol  Bey  mandó  á  Don  Juan 
de  Guzman ,  Duque  de  Medina  Sidonia,  que  fuese 
por  ella  á  Badajoz,  donde  le  seria  entregada;  y  la 
truzese  cun  aquella  solemnidad  é  honra,  que  para 
muger  de  tan  alto  Boy  pertcncscia.  E  asi  el  Duque 
se  partió  muy  acompafiado  de  singulares  caballeros 
é  nobles  personas,  é  se  faó  á  Üadajoa,  donde  la 
Beyna  le  fué  entregada.  E  asi  rescebida,  el  Duque 


la  truzo,  haciendo  muchas  fiestas  en  todos  los  la- 
gires  en  que  se  aposentaban,  hasta  que  llegó  á  Cór- 
doba. Sabida  su  venida,  mandó  el  Bey  que  la  fuese 
fecho  muy  alto  recibimiento,  asi  por  los  sefiores  é 
grandes  de  su  Corte,  como  por  parte  do  la  cibdad,  é 
con  muchos  entremeses  6  alegrías  grandes  entró  en 
la  cibdad.  E  luego  llegada ,  los  desposorios  fueron 
celebrados  por  Don  Alonso  de  Fonseca,  Ansobispo 
de  Sevilla,  é  pasados  tres  dias,  se  celebraron  las 
bodas.  Ansi  celebradas,  el  Bey  se  fué  á  Sevilla  con 
la  Beyna,  donde  le  fueron  hechas  muchas  fiestas  do 
justas,  é  juegos  de  cafias ,  correr  toros ,  é  señalada- 
mente un  torneo  de  cien  caballeros,  cinquenta  de 
cada  parte,  de  que  fueron  capitanes  el  Duque  de 
Medina  Sidonia  é  Don  Juan  Pacheco,  Marques  de 
Villena;  que  fué  cosa  muy  sefialada  do  ,ver.  Pasa- 
dos algunos  dias  después  de  aver  reposado  alli  con 
la  Beyna,  acordó  de  andar  por  su  Beyno ;  pero  por- 
que la  frontera  de  los  moros  de  la  parte  del  Begno 
no  quedase  á  mal  recabdo,  mandó  que  Don  García 
Manrique,  Conde  de  Castafieda,  quedase  en  la  cib- 
dad de  Jahen  por  capitán  frontalero  con  dos  mil  lan- 
sas.  E  asi  puesto,  el  Bey  se  partió  con  la  Beyna  4 
toda  su  Corte  para  Msthid. 

CAPÍTULO  XV. 

Como  el  Papa  esfló  al  Rey  ■■  aombrero  y  osa  etpaéa ,  y  ie^ilie 
deabarataron  loa  moroa  al  Cosda  4a  CaalaAeda. 

Venido  el  Bey  á  Madrid,  estuvo  alli  grand  tiempo 
mucho  á  su  placer,  asi  porque  se  holgaba  con  la 
Beyna,  como  porque  sus  cosas  sucedían  próspera- 
mente. E  como  la  fama  de  su'grandeaa  se  publica- 
se por  todo  el  mundo  con  muy  claro  renombre,  di- 
ciendo que  guerreaba  contra  los  moros  enemigos  da 
la  sancta  Fé  católica,  conquistando  el  reyno  de  Gra^ 
nada,  era  tenido  en  grande  estima  entre  los  prínci- 
pes chrístianos,  mayormente  por  el  Papa  Calizto, 
que  entonces  era  Sumo  Pontifico  en  la  Iglesia  Bo- 
roana.  El  qual  teniendo  dól  muy  alto  concepto,  é 
viéndole  por  el  mejor  de  todos  los  reyes  que  enton- 
ces reynaban  en  la  christiandad,  y  porque  el  dolor  de 
la  perdición  de  Costantinopla ,  que  el  Turco  avia 
tomado,  estaba  muy  reciente  en  los  corazones  de 
todos,  parecióle  que  él  mas  dignamente  merescia 
ser  honrado  por  la  Sede  Apostólica ,  que  ninguno 
de  los  otros.  E  ansi  bendizo  el  sombrero  y  el  espa- 
da, que  la  noche  de  Navidad  á  los  maytines  el  Papa 
pone  en  el  altar  quando  celebra  la  Mita  del  gaüo,  B 
acordósele  de  enviar  con  un  mensagero ,  ezortándo- 
le  por  su  Breve ,  que  pues  tan  varonilmente  se  avia 
en  defensión  de  la  Fé  católica  é  aumento  de  ella, 
quisiese  continuar  su  santo  propósito  comenzado; 
notificándolo  asi  mesmo,  que  él,  siguiendo  su  cami- 
no, enviaba  una  grande  armada  contra  ol  Turco 
por  el  mar  con  el  Cardenal  Patriarca  de  Aqailoya, 
su  Legado  á  laiere,  para  que  le  hiciese  cruda  guer- 
ra. El  Bey  con  mucho  amor  rescibió  el  Breve  y  «)1 
presente  del  Papa,  é  mandó  hacer  grandes  merce- 
des al  mensagero.  Pero  como  ningún  gozo  en  esta 
vida  sea  cumplido ,  ni  tun  lleno  ni  entero ,  que  con 


DÓtl  EMÍltQÍJÉ  OtJAtim 


169 


álgon  pesif  no  ie  mesóle,  aoontescíó  qae  el  Oonde 
de  GaeUfieda,  que  avia  dezado  el  Bey  por  capitán 
frontalero  oontra  loe  moros  en  Jahen ,  eiendo  más 
remiao  qae  diligentei  mas  deeooidado  que  astuto  en 
las  cosas  de  la  gnerra,  é  mas  escaso  que  franco  para 
la  gente  de  su  hueste,  en  tanto  grado,  que  á  todos 
daba  mal  recabdo  del  cargo  qne  asi  tenia,  lo  fué  en 
tal  manera ,  que  los  moros,  vista  sn  desorden  y  mal 
procedimiento,  armaron  oontra  él  ana  grande  cela- 
da secretamente  de  machos  caballeros  é  grande 
peonaje,  y  echaron  sas  corredores  qae  robasen  el 
campo.  T  como  esto  faese  notificado  al  Oonde,  sa- 
lió á  resistir  la  cabalgada  con  poco  tiento  é  menos 
orden  de  sa  gente,  de  tal  gaisa,  qne  sin  se  saber  go- 
bernar, ni  mirar  los  ongafios  de  la  guerra  qae  los 
enemigos. snelen  armar,  sigaiendo  contra  los  corre- 
dores, dio  en  la  celada,  donde  é\  fué  preso,  é  sa 
gente  destrosada,  machos  feridos,  muertos  é  capti- 
▼08,  de  tal  son,  que  resoibió  grandísimo  dafio ;  asi 
que  podríamos  decir  aqni  aquello  del  refrán  viejo, 
uno  vale  por  mil,  y  mil  no  valen  por  uno.  Do  este 
destroBO  el  Bey  fué  muy  pesante,  no  tanto  por  la 
pérdida  de  su  gente,  quanto  por  la  fama  quo  de  ello 
sonaría  por  el  mundo.  Entonces  el  Bey  envió  luego 
otro  capitán ,  y  mandó  qae  del  todo  se  concertase 
pas  con  el  Bey  de  Granada,  con  tanto  que  las  parias 
acostumbradas  al  tiempo  limitado  se  pagasen, y  fué 
rescatado  el  Oonde  por  grand  suma  de  doblas.  Bn 
este  medio  tiempo  fálleselo  Don  Alonso  de  Oarta* 
gena,  Obispo  de  Buigos,  y  fué  dado  el  Obispado  á 
Don  Luis  de  Acullá,  Obispo  de  Segovia;  y  el  Obis- 
pado de  Segovia  á  Don  Hernando,  su  Oapellan  ma- 
yor del  Bey,  é  la  Oapellania  mayor  á  Don  Luis  Da- 
sa,  pariente  del  Marqués  de  ViUena. 

CAPÍTULO  XVI. 

Cmst  prafSfA  el  Rey  derlas  dignldadei,  qie  eatabis  neis,  á  ras 

criados. 

Acordábase  al  Bey  que  algunos  Grandes  de  sus 
Beynos  se  avian  confederado,  para  lo  prender;  lo 
qual  queriéndose  remediar  contra  lo  semejante, 
para  tener  seguridad  en  su  estado  y  estar  con  me- 
nos recelo  de  lo  tal,  acordó  de  sublimar  algunos  de 
sus  criados  y  hacerlos  grandes  hombres ;  porque  asi 
fechos  é  puestos  en  estado ,  toviese  servidores  lea- 
les, que  mirasen  por  su  servicio  y  osasen  poner  las 
manos  en  quien  lo  desirviese.  E  como  por  entonces 
estaban  vacantes  la  Oondestablia  de  Castilla,  y  el 
Maestrazgo  de  Alcántara,  y  el  Prionusgo  de  Sant 
Juan,  proveyó  é  dio  el  Maestrazgo  de  Alcántara  á 
Don  Gk)mes  de  Cáceres,  su  Mayordomo  mayor,  é  la 
Mayordomia  á  Don  Beltran  de  la  Cueva,  otro^cría- 
do  suyo,  que  avia  sido  paje  de  lanza ;  é  la  Oondes- 
tablia dio  á  Don  Miguel  Lucas  Diranzo ;  y  el  Prio- 
rasgo  de  Sant  Juan  á  Don  Juan  de  Valenzuela.  E 
asi  fechos  é  pnestos  estos  tres  criados  en  grandeza 
de  sefiorio,  parescióle  que  su  estado  Beal  estaba 
mas  crescido  é  con  mayor  seguridad.  En  este  medio 
tiempo  fálleselo  Don  Ifiigo  López  de  Mendoza, 
Marqués  de  Santillana.  Subcedió  en  el  sefiorio  Don 


Diego  Hurtado,  su  hijo  mayor,  él  qual  vino  alli  á 
Madrid  luego  con  sus  hermanos  el  Obispo  de  Ca- 
lahorra, Don  Ifiigo  López,  Don  Lorenzo  Suarez, 
Don  Juan  y  Don  Hartado  á  hacer  reverencia  al 
Bey,  para  dar  la  obediencia  é  fidelidad  acostumbra- 
da. El  Bey  le  confirmó  su  sefiorio  con  los  títulos  de 
Marqués  y  Conde,  que  su  padre  tenia,  é  mandó  que 
Don  Juan  é  Don  Hurtado  andubiesen  continos  en 
BU  corte  como  otros  hijos  de  Grandes  estaban. 

CAPÍTULO  XVII. 

Cómo  viso  asen  qia  era  maerlo  el  Rey  Don  Aloaso  de  Arafoa. 

La  cibdad  de  Segovia  é  la  villa  de  Madrid  fue- 
ron dos  sefialados  lugares,  donde  el  Rey  mas  se  hol- 
gaba, é  mayor  descanso  para  su  reposo  resoebia.  E 
no  sin  cabsa :  porque  como  él  en  alguna  manera 
era  retraído,  avia  alli  bosques  en  que  estaban  gran- 
des montes  espesos,  amigables  á  su  inclinación  y 
calidad,  en  tal  manera,  que  naturalmente  se  deley- 
taba  en  andar  por  ello,  y  entremeterse  en  la  caza  de 
los  animales  salvages ,  que  alli  naeciesen  y  anda- 
ban ,  é  aun  porque  asi  mesmo  los  negocios  de  la 
gobernación  lo  daban  pena,  é  eran  muy  ágenos  de 
su  condición.  Verdad  es  que  ni  por  esto  se  dexaba 
el  regimiento  del  Beyno,  ni  el  despacho  de  los  li- 
brantes ;  ca  dada  la  orden,  y  expidionte  de  las  cosas 
por  los  de  su  alto  Consejo,  el  Bey  firmaba  las  previ-? 
sienes  que  aquellos  le  enviaban.  Tampoco  se  per- 
dia  la  administración  de  la  Justicia ;  que  siempre 
se  daba  en  ella  tal  orden ,  que  la  Corte  estaba  en 
mucha  paz  é  sosiego ;  los  insultos  castigados  de  tal 
guisa,  que  ninguna  violencia  ni  opresión  se  hacia. 
E  quando  quiera  que  al  Bey  era  necesario  andar 
por  su  Beyno  á  remediar  é  proveer  en  las  cosas  del, 
no  le  páresela  tener  reposado  asiento,  salvo  quando 
estaba  en  algunos  de  estos  lugares,  sefialadamente 
lo  mas  del  tiempo  en  Madrid,  porque  la  comaixMi 
suya  era  mas  abundosa  de  vituallas  é  mantenimien- 
tos para  los  cortesanos.  Estando  el  Bey  alli  en  Ma- 
drid con  grand  contentamiento ,  no  solamente  por 
la  pujan^sa  de  su  próspero  estado,  mas  por  las  mu- 
chas y  diversas  fiestas  que  los  caballeros  é  nobles 
de  su  Corte  le  hadan,  asi  por  le  servir ,  como  por 
cabsa  de  la  Beyna  su  muger,  que  nuevamente  era' 
venida,  á  cuyo  respeto  páresela  que  todos  avian 
gana  de  festejar,  y  de  expender  el  tiempo  en  cosas 
de  placeres,  según  el  estilo  y  costumbre  de  la  Cor- 
te; llegó  la  nueva  como  el  Bey  Don  Alonso  su  tic 
era  fallescido  en  la  cibdad  de  Ñápeles,  de  que  ovo 
grand  sentimiento ;  ca  lo  amaba  muchOf  é  tenia  en 
lugar  de  padre ;  porque  á  la  verdad  era  persona  que 
meresció  ser  querido  de  todos  los  grandes ,  y  todas 
las  gentes,  asi  por  sus  muchas  é  sefialadas  virtudes, 
como  por  las  grandes  excelencias  que  hizo  mientras 
murió.  B  asi  tomado  luto  por  él,  mandó  que  le  f  ue^ 
sen  fechas  solemnes  é  ricas  obsequias,  segund  qne 
á  tan  sefialado  Bey  pertenescia.  Subcedió  en  su  lu- 
gar, porque  no  tuvo  hijo  legítimo,  en  los  reynos  de 
Aragón  el  Bey  Don  Juan  de  Navarra,  su  hermano, 
y  en  el  reyno  de  Ñapóles  Don  Hernando ,  su  hijo 


iio 

bastardo.  A  este  oontradixo  el  Papa  Oalisfco,  que- 
riéndole primar  de  la  aoboeaion  del  reyno,  diciendo 
qne  pues  aquel  Sefiorio  era  feudatario  á  la  Iglesia, 
á  él  como  Sumo  Pontifico  perteneecia  poner  Bey  é 
confirmarlo;  por  donde  padeeció  asaz  trabajos,  ó 
grandes  persecuoiones.  Pero  en  aqueste  medio  tiem- 
po f  alleBció  el  Papa  Oalisto,  é  suboedió  el  Papa  Pió 
Segundo,  que  f  avoreoió  á  este  Bey  Don  Hernando 
por  amor  de  las  gprandezas  del  Bey  de  gloriosa  me- 
moria su  padre^  é  lo  tomó  á  pacificar  en  el  Beyno. 

CAPÍTULO  xvra. 

Como  el  Rey  miado  preader  i  lo»  4e  Lvaa,  é  le  fsltó  él  Sefio- 

rfa  qne  tenia* 

Algunos  caballeros  é  grandes  del  Beyno  por  afi- 
ciones siniestras  de  la  paz  que  unos  con  otros  te- 
nían, estaban  aliados  para  poner  al  Bey  en  necesi- 
dad é  acrescentar  sus  estados.  Entre  los  quales  era 
uno  Juan  de  Luna,  sobrino  de  Don  Alvaro  de  Luna, 
Maestre  de  Santiago,  é  Oondestable  de  Castilla,  que 
estaba  poderoso  en  el  Beyno ,  no  tanto  por  anti- 
güedad de  su  estado,  quanto  porque  el  Maestre  su 
tío  le  avia  apoderado  en  algunas  tenencias ,  así  de 
la  oibdad  de  Soria,  como  de  otras  Villas  que  le  avia 
dado  con  singulares  fortalezas,  asi  mesmo  el  Conda- 
do de  Sant  Estoban,  que  estaba  todo  de  su  mano 
después  de  la  muerte  del  Conde  Don  Juan  de  Luna, 
Lijo  del  Maestre  Don  Alvaro  de  Luna ;  é  la  hija  he- 
redera como  tutor  de  ella  y  gobernador  del  Conda- 
do. Y  como  el  Marqués  de  Villena  avia  grand  gana 
de  aver  aquel  sefiorfo  con  las  tros  Villas  del  Infan- 
tazgo para  Don  Diego  Pacheco  su  hijo  mayor,  y  ca- 
salle  con  aquella  hija  succesora  y  heredera  de  aquel 
condado  y  sefiorio ,  ovo  manera  de  indinar  al  Bey 
contra  este  Juan  de  Luna,  para  que  le  prendiese, 
diciendo,  que  pues  aquel  era  parcial  de  los  caballe- 
ros deservidores  de  su  alteza,  é  tenia  usurpada  la 
fortaleza  y  oibdad  de  Soria,  y  el  Condado  con  las 
Villas  del  Infantado,  que  desde  alli,  si  se  rebelase, 
podria  hacer  mucho  dafio.  En  tal  manera,  que  el  Bey 
determinó  de  ponello  en  obra,  diciéndole  que  le  iba 
á  deportar  por  las  tierras  del  Condado,  y  fuese  para 
Ayllon,  donde  Juan  de  Luna  estaba;  el  qual  con 
mucho  amor  y  ganosa  voluntad  le  rescibió  é  fes- 
tejó lo  mejor  que  pudo.  E  después  á  la  partida, 
quando  Juan  de  Luna  salió  con  el  Bey,  el  Marqués 
de  Villena  tenia  dado  cargo  á  ciertos  criados  suyos, 
que  vista  su  señal,  que  les  avia  de  hacer,  que  le  cer- 
casen é  prendiesen  en  el  campo ,  junto  con  la  per- 
sona del  Bey.  E  ansi  salido  Juan  de  Luna  al  campo, 
y  fecha  la  sefial  por  el  Marqués,  aquellos  que  tenian 
el  cargo,  le  prendieron  muy  rigurosamente,  é  pre- 
so, mandó  el  Bey  que  le  llevasen  á  buen  reoabdo, 
diciendo  que  le  mandaria  degollar ,  si  luego  no  en- 
tregase todas  las  fortalezas  que  tenia,  asi  do  Soria, 
como  del  Infantazgo ,  é  del  Condado  é  las  suyas, 
con  la  Condesa  de  Sant-Estevan,  que  estaba  en  su 
poder.  Entonces  Juan  de  Luna,  temiendo  de  morir, 
mandó  luego  entregar  todo  quanto  le  fue  pedido 
por  el  Bey;  é  ansi  entregado,  el  Bey  puso  sus  al- 


CBÓNICAB  DB  los  BEYES  DE  CAfiTnLLA. 


caydes  en  todas  las  fortalezas.  Pero  donde  á  poco 
tiempo  fue  entregado  al  Marqués  todo  lo  que  era 
del  Condado,  con  el  Infantazgo  y  la  Oondesa  ;don 
de  apoderado,  hizo  lo  que  adelante  será  contado  por 
la  historia. 

CAPÍTULO  XTX. 

Como  Alonso  Flurdo  foé  deitnildo  por  loe  males  <|iie  haeia  en  el 
reyno  de  Mnrda  contra  los  ebrisUanos  en  faior  de  los  moros. 

Alonso  Fazardo  fue  un  caballero  de  los  mas  prin- 
cipales en  el  reyno  de  Murcia  ;  el  qual  por  las  tur- 
baciones del  Beyno,  que  fueron  en  tiempo  del  Bey 
Don  Juan,  se  avia  apoderado  de  la  oibdad  de  Car- 
tagena, é  de  Loroa  con  otras  fortalezas  é  lugares, 
asi  del  Maestradgo  de  Santiago,  como  del  Marque- 
sado de  Villena  y  de  la  Corona  BeaL  T  como  esta- 
ba poderoso,  hacia  muchos  males,  unas  veces  me- 
tiendo moros,  que  robaban  la  tierra ,  é  captivaban 
los  christianos,  é  otras  guerreando,  é  desipando 
muchos  lugares,  que  no  se  querian  someter  á  su 
mandado,  porque  eran  sus  vecinos  é  comarcanos. 
Sabido  que  fué  aquesto  por  el  Bey,  é  visto  como  se 
hacia  grande  ofensa  á  Dios,  é  deservido  suyo,  asi 
mesmo  el  Marqués  de  Villena,  porque  peneguia  á 
sus  vasallos,  le  suplicó  mandase  castigar  tan  feos 
insultos  como  aqueste  caballero  hacia.  E  luego  el 
Bey  mandó  á  Gonzalo  de  Saavedra,  un  caballero  do 
su  Consejo,  prudente  varón,  para  capitán,  que  fuese 
luego  sobre  él,  é  le  cercase  con  seiscientos  caballos. 
El  qual  fué,  y  dio  tal  orden  on  cercarle,  é  púsolo  on 
tanto  estrecho ,  que  muy  presto  le  tomó  quanto  te- 
nia usurpado,  é  solamente  se  quedó  escudero  de 
una  lanza;  empero  teniéndolo  en  merced  seftalada, 
porque  el  Bey  no  le  mandaba  degollar.  Donde  pá- 
reselo que  la  mano  poderosa  de  Dios  le  quiso  cas- 
tigar, asi  por  su  vana  soberbia ,  como  por  la  par- 
cialidad que  tenia  con  los  moros  en  ofensa  de  la 
Fé,  é  dafio  de  la  religión  ohristiana.  |  O  quanto  se 
'deben  guardar  los  que  tienen  estado,  de  hacer  mal, 
y  los  que  son  poderosos,  de  tener  presunción,  y  ser 
desdefioBos  I  Porque  ninguna  cosa  hay  que  tanto 
desagrade  á  la  divina  voluntad,  quanto  el  menos- 
precio délos  ultrajosos,  y  la  soberbia  de  los  alti- 
vos :  oa  ni  los  unos  quedan  sin  abatimiento ,  ni  los 
otros  sin  ser  avergonzados. 

CAPÍTULO  XX. 

De  las  eosu  eieélentes  qne  el  Rey  hito  6  dixo  eomo  Principe 

mafoinimo. 

AJtas  cosas  de  mucha  grandeza ,  é  sefialados  di- 
chos do  magnánimo  Príncipe  tuvo  el  Bey  en  los 
tiempos  que  prósperamente  suboedieron  sus  cosas ; 
porque  mientras  la  fortuna  lo  fué  favorable  y  no 
contraria,  muy  famosos  hechos  y  seRaladas  obras 
de  grandeza  fueron  las  suyas:  por  donde  meresció 
claro  renombre  entre  los  reyes  de  su  tiempo.  T  no 
sin  cabsa:  ca  traia  de  contino  en  la  guarda  de  su 
persona  tres  mil  é  seiscientas  lanzas,  hombres  d'ar- 
mas  y  ginetes,  con  muy  singulares  capitanes.  An- 


Don  enbiqüe  oüabtó. 


111 


daban  de  oontino  en  bq  Corte  machos  nobles  hijos 
de  grandes,  é  otras  notables  é  generosas  personas, 
á  quien  no  solamente  mandaba  pagar  eneldo  é  acos- 
tamiento, mas  ayuda  para  su  costa  con  otras  ma- 
chas mercedes :  de  tal  forma  que  siempre  andaban 
lucidos,  é  tan  caballerosamente  ataviados,  que  bien 
representaban  quién  ellos  jeran,  é  á  quién  servían. 
E  como  BUS  realezas  é  magnificencias  fuesen  mu- 
chas é  sefialadas  de  oontino,  acaesció  un  dia  que 
Diego  Arias  su  Ck)ntador  mayor  é  Tesorero,  que- 
riendo pagar  sueldo  á  todas  estas  gentes,  le  dizo  : 

•  Ciertamente  Vuestra  Alteza  tiene  mil  escesivos 
•gastos  é  sin  provecho ;  porque  sin  dubda  manda 
9  dar  de  comer  á  muchas  gentes,  que  no  le  sirven, 
»ni  lo  merecen,  é  seria  bien  que  se  diese  otra  forma, 
9y  es  que  solamente  sean  pagados  los  que  sirven,  é 
•no  los  que  son  sin  provecho,  n  A  lo  qual  el  Rey 
como  magnánimo  Príncipe  y  liberal,  respondió : 
»Vos  habláis  como  Diego  Arias,  é  yo  tengo  de  obrar 
ncomo  Rey ,  en  quien  como  en  espejo  todos  se  han 
•de  mirar  é  tomar  doctrina ;  porque  sabida  cosa  es 
»  que  con  los  enxemplos  del  Rey  se  conforman  los 
»  del  reyno.  Asi  que  si  bien  consideramos  la  dignidad 
•Real,  y  como  Dios  la  hizo  para  sofiorar  en  el  mundo 
•por  el  bien  universal  de  todos,  no  son  nasoidos  los 
•Reyes  para  procurar  sus  propios  intereses,  ni  para 
•hacer  lo  que  solo  á  ellos  cumple ,  mas  que  aprove* 

•  chen  á  todos,  é  quieran  la  utilidad  de  los  muchos; 

•  ca  de  otra  guisa  mas  se  podría  llamar  tiranía  que 
•realeza,  é  mas  codicia  desordenada,  que  sefial  de 
•bondad.  Porque  los  buenos  Reyes  ansi  han  de  ser 
•amigas  de  sus  subditos,  é  parciales  de  la  franqueza, 

•  que  no  á  si  mesraos,  mas  que  á  todos  ayuden  y  se  ale- 
•gren  quando  dieren.  T  pues  no  es  magnanimidad 
9  dar  y  perder,  salvo  perder  y  dar,  quiero  é  mando  que 
•dedes  de  comer,  á  unos  porque  me  sirvan,  é  á  otros 
•porque  no  hurten  y  mueran  desonrados.  Tampoco 
•me  place  que  para  esto  mis  pueblos  sean  despecha- 
•dos,  ni  tampoco  les  pongan  nuevos  tributos,  pues 
•que por  la  grada* de  Dios  que  me  lo  dio,  tengo  rentas 
•y  tesoros  para  ello  grandes. •  De  alli  adelanto  fué 
muy  amado  de  los  buenos,  y  temido  de  los  malos  y 
servido  de  los  suyos,  pero  en  lo  secreto  mal  querido 
de  los  Grandes;  porque  todos  los  hijos-dalgo  y  gente 
común  dexaba  de  vivir  con  ellos ,  por  ir  á  servir  ul 
Rey,  que  les  hacia  muchas  mercedes.  Andaba  por 
su  Reyno  muy  poderoso ;  todos  los  suyos  ricos ,  con- 
^ontos  y  ganosos  de  su  servicio;  la  justicia  bien  ad- 
ministrada en  su  Consejo,  donde  se  oian  las  cabsas 
de  la  Corte ;  y  la  Chancilleria ,  donde  pendian  los 
pleytos,  tenia  Perlados  Presidentes,  Letrados  f  amo- 
sca de  conciencia,  donde  se  descubría  la  verdad ,  y 
por  ninguna  oosa  se  torcía  la  justicia.  Para  la  puni- 
ción de  los  malhechores  avia  prudentes  alcaldes,  que 
executaban  sus  delitos ;  y  ansí  andando  por  sus  ciu- 
dades y  villas,  vino  á  la  villa  de  Arévalo,  donde  se 
descubrió  una  grand  falsedad  de  un  secretario  suyo 
qul)  so  llamaba  Poro  de  Tiedra,  qno  él  y  otras  per- 
sonas  falseaban  la  firma  del  Roy  é  do  los  otros  Ofi- 
ciales, y  vendían  las  cartas  en  grandes  sumas  de  di- 
neros, los  quales  fueron  justiciados  públicamente. 


CAPÍTULO  XXL 


Como  el  ¡ley  Alé  i  It  etbdad  do  Leoo  y  de  lo  qne  illl  hlio. 

Partió  el  Rey  de  la  villa  de  Arévalo,  y  fué  á  la 
cibdad  de  Loen,  donde  fué  rescibido  con  gran  so- 
lemnidad; pero  porque  el  Rey  era  poco  amigo  de 
las  cirímonias  Reales,  y  jamas  quena  qne  fuesen 
hechas  en  grande  aparato,  mandaba  que  á  la  Reyna 
se  hiciesen;  y  ansí  era  ella  resoibida  con  palio  y 
con  las  otras  insignias  que  á  los  Reyes  pertenes- 
cen,  porque  con  aquello  se  abtorízaba  lo  que  él  avia 
menospreciado.  Luego  que  alli  f  aé  llegado  á  León, 
fuéle  dada  querella  de  ciertos  hijos-dalgo  que  por 
traycion  avian  tomado  una  fortaleza  de  un  caba- 
llero en  el  reyno  de  Galicia,  y  se  la  tenian  por  fuer- 
za oon  favor  de  algunos  enemigos  suyos;  y  como 
aquello  fuese  caso  aleve,  mandó  á  cierta  gente  de 
sus  guardas  con  un  capitán,  que  fuesen  sobre  ellos 
y  se  los  trngesen  presos.  Asi  tomada  la  fortaleza, 
fueron  traídos  á  la  cárcel ;  de  los  quales  mandó  el 
Rey  hacer  justicia,  diciendo  que  pues  todas  las  for- 
talezas de  su  Reyno  estaban  so  la  guarda  y  amparo 
de  su  Real  persona,  y  á  él  primero  se  juraban  los 
omenajes  qne  los  aloaydes  hacian  por  ellas,  que 
aquellos  escuderos  en  hurtar  tales  fortalezas  avian 
cometido  traycion  y  en  quebrantar  su  seguro;  y 
mandaba  que  fuesen  degollados.  Asi  fueron  públi- 
camente justiciados,  y  el  caballero  querelloso  resti- 
tuido en  su  fortaleza;  lo  qual  páreselo  cosa  muy 
bien  hecha,  y  digna  de  gran  loor;  porque  mientras 
el  Rey  hacia  tales  justicias  oomo  aquestas,  reynó 
pacíficamente  con  mucho  amor  do  sus  pueblos.  Ca 
sabida  cosa  es  que  mientras  los  Royes  se  trabajan 
por  ensalzar  la  justicia,  y  con  sana  voluntad  la  ad- 
ministran sin  usar  de  crueldad.  Dios  pelea  por  ellos, 
y  los  hace  vivir  prósperos  sin  contradicción  algu- 
na; ca  escrito  es :  pelea  por  la  justicia,  y  Dios  pe- 
leará por  tí  contra  todos  tus  enemigos.  Pasados  al- 
gunos dias  después  que  el  Roy  estuvo  en  León,  so 
partió  de  allí  para  la  villa  do  Escalona. 

CAPÍTULO  XXIL 
Como  elUey  fué  é  la  vlllt  de  fisealona,  y  de  lo  qse  ailf  bisó. 

La  villa  do  Escalona  fué  del  Maestre  Don  Alva- 
ro de  Luna,  donde  labró  una  singular  fortaleza  oon 
muchos  é  ricos  aposentamientos,  grandes  é  visto- 
sos. Y  por  ser  tal  ó  sefial ada  casa,  é  asi  mesmo  la 
tierra  suya  fértil  y  deleytosa,  acordó  el  Rey  de  irse 
allí  á  tener  las  fiestas  de  Navidad  con  la  Reyna  é 
oon  toda  su  Corte;  donde  estuvo  mucho  á  su  con- 
tento, así  por  verse  no  solamente  próspero,  mas 
acompañado  de  muy  notables  personas,  así  perla- 
dos, como  caballeros  é  otras  gentes  de  abtoridad  é 
merescimiento.  Estuvo  allí  mucho  á  su  reposo,  é 
oomo  se  deleytaba  en  los  oficios  divinales,  traya 
Bcfialados  varones  en  su  Capilla,  así  capellanes  do 
grande  abtoridad,  como  cantores  de  dulces  voces, 
que  de  contíno  le  descian  sus  Oras  cantadas.  Estos 
eran  en  tanta  cantidad,  que  ningún  emperador  por 


J12 


0RÓNIOA8  DB  LOá  BBTES  DE  0A8TILLA. 


monarcha  qae  fuese,  podría  traer  mas  abtorízada 
Capilla :  con  que  sin  duda  resplandesoia  la  grande- 
aa  de  bu  Real  estado.  Verdad  eB,  que  por  la  mayor 
parte,  unos  eran  generosos  é  otros  letrados  de  gran- 
de merescimiento;  é  como  fuesen  tales,  de  contíno 
los  sul^limaba,  á  unos  para  obispos,  y  á  otros  en 
grandes  dignidades  é  rentas;  por  manera  que  se 
animaban  á  le  baoer  agradables  servicios  sin  enojo. 
E  no  solamente  aquesto,  mas  siempre  los  mandaba 
hacer  mercedes  é  socorros  para  sus  gastos;  do  gui- 
sa, que  con  aquestos  vivían  tan  ricos  como  con  la 
renta  que  la  Iglesia  les  daba.  En  este  mesmo  tiem- 
po subcedió  que  como  el  Papa  Pió  segundo  fuese 
asumpto  en  el  Papazgo,  llamó  todos  los  principes 
christianos  para  la  dieta  que  hizo  en  Mantua.  Donde 
convenido  con  sus  cardenales  quiso  primero  resce- 
bir  las  obediencias  de  todos  los  Beyes,  para  notifi- 
carles después  la  cabsa  de  sa  llamamiento.  E  como 
ansí  fuesen  embazadores  de  cada  reyno,  el  Bey  en- 
vió por  su  embalador  á  Pon  Ifiigo  Lopee,  hijo  ter- 
cero de  Don  Ifiigo  Lopoz  de  Mendoza,  Marqués  de 
SantUlana,  caballero  prudente  y  gracioso,  segnnd 
que  para  tal  embazada  convenía.  T  concedidas  las 
peticiones  que  cada  uno  de  los  embazadores  avia 
menester  para  su  Bey,  el  Papa  declaró  como  quería 
ir  en  persona  contra  el  Turco,  enemigo  guerreador 
de  la  Christíandad,  rogando  á  todos  los  Beyes,  que 
para  esto  le  quisiesen  dar  favor  é  ayuda.  E  así  des- 
pedidos los  embazadores,  para  que  aquesta  cabsa 
de  tanta  importancia  consultasen  con  sus  Beyes, 
Don  Ifiigo  López  de  Mendoza  suplicó  á  su  Santidcd 
le  quisiese  conceder  un  Jubileo  para  una  hermita 
de  la  advocación  de  Santa.Ana,  que  él  tenia  en  una 
villa  suya  que  se  decía  Tendilla;  porque  la  quería 
hacer  Monasterío  de  devotos  Beligiosos.  Entonces 
el  Papa  considerando  la  calidad  de  tan  generoso 
caballero,  y  la  grandeza  del  Bey  que  le  avia  envia^ 
do,  liberalmente  se  lo  quiso  conceder,  con  tanto 
que  los  que  visitasen  aquella  Iglesia,  desde  las  pri- 
meras vísperas  de  la  vigilia,  fasta  las  segundas  del 
día  de  Santa  Ana,  y  diesen  cada  dos  reales,  que  ga- 
nasen todos  los  perdones  y  plenarias  indulgencias, 
que  ganan  los  que  van  á  Jerusálen,  y  á  Boma  é  á 
Santiago.  Publicada  esta  indulgencia  por  todas  las 
Espafias,  vinieron  asaz  gentíos;  y  de  lo  que  ansí  se 
ofresoió,  Don  Ifiigo  López  hizo  allí  un  singular 
Monasterío  de  la  Observancia  del  sefior  San  Geró- 
nimo, que  agora  se  llama  Santa  Ana  de  Tendilla. 
Dotólo  en  alguna  manera  muy  bien,  y  hizo  allí  su 
enterramiento;  pero  después  Don  Ifiigo  López,  y  el 
Arzobispo  de  Sevilla  su  hijo,  le  ennobleció  mucho 
mejor.  Publicado  el  propósito  del  Papa,  é  notificado 
á  los  reyes  christianos,  dio  indulgencias  plenarías 
con  infinitos  é  grandes  perdones  para  todos  aque- 
llos, que  á  su  costa  por  un  afio  le  fuesen  á  servir  é 
ayudar  en  la  Santa  Oruzada  contra  el  Turco  enemi- 
go de  Jesu-Ghristo,  perseguidor  de  la  religión  chrís- 
tiana;  para  lo  qual  se  movieron  infinitas  gentes  de 
divorsaa  naciones,  do  muchas  partes.  Entretanto 
que  estos  gentíos  se  iban  allegando,  ol  Papa  mandó 
hacer  una  armada  grande  do  muchos  é  diversos 


I 


navios,  para  entrar  por  mar,  é  pasar  oontra  al  Tur- 
co á  Costántinopla,  donde  estaba  muy  poderoso.  E 
así  adereszadas  todas  las  cosas  que  para  su  viaje 
eran  nescesarías,  é  juntas  las  gentes,  el  Papa  se 
partió  de  Boma  con  todo  el  Oolegio  de  sus  Carde- 
nales muy  poderosamente,  y  con  todos  los  otros 
Perlados  de  la  Corte,  y  se  fué  camino  de  Ancona, 
para  embarcar  allí.  Donde  llegado,  le  tomó  el  mal 
de  la  muerte  de  que  f allesoió;  por  donde  fálleselo 
la  justa  guerra  comenzada  y  las  gentes  se  fueron 
para  sus  tierras;  é  los  Cardenales  se  tomaron  á  Bo- 
ma, y  entrados  en  su  conclave  eligieron  el  Papa 
Paulo  Segundo.  Pasado  algunos  dias  que  el  Bey 
reposó  en  Escalona  acordó  de  ir  á  Madrid. 

CAPITULO  XXIIL 
Cómo  él  Rey  se  foé  i  Madrid,  y  las  eosss  qoe  alU  sibeadleroa. 

El  Bey  con  toda  su  Corte  se  fué  á  la  villa  de  Ma- 
drid, donde  vldo  concurrían  siempre  muchas  gentes 
de  todas  partes,  así  de  mayores  estados,  oomo  de 
menor  condición,  tanto  por  ver  la  grandeza  de  su 
potencia,  quanto  por  negociar  lo  que  avian  menes- 
ter. E  oomo  las  cosas  de  sus  estados  subcedian 
prósperamente,  la  mayor  parte  del  tiempo  se  distri- 
buía en  justas,  convites,  galas,  juegos  de  cafias  y 
correr  toros^  de  tal  guisa,  que  ó  los  cortesanos  esto 
les  era  su  mayor  deporte.  Entonces  el  Arzobispo  de 
Sevilla  Don  Alonso  de  Fonseca  una  noche  hizo  sala 
al  Bey  é  á  la  Beyna  con  todas  sus  damas;  é  después 
que  niuy  espléndidamente  uvieron  cenado,  en  lugar 
de  la  colación  mandó  sacar  dos  platos  con  muchos 
anillos  de  oro,  en  cada  uno  diversas  piedras  pre- 
ciosas engastadas,  para  que  la  Beyna  é  sus  damas 
tomasen  el  anillo  con  la  piedra,  que  mas  les  agra- 
dase. E  quanto  quiera  que  la  Beyna  era  la  mas 
hermosa  del  Beyno,  ó  tenía  singulares  mugeres 
desenvueltas  é  palancianas  que  le  portenesoian  para 
estado  de  Beyna,  entre  aquellas  avia  una  que  se 
llamaba  Dofia  Guiomar,  que  era  de  singular  presen- 
cia, y  hermoso  parecer,  y  agraciada;  con  la  qual  el 
Bey  tomó  pendencia  de  amores,  de  que  se  le  siguió 
asaz  honra  y  provecho.  Verdad  es  que  ella  con  el 
favor  tomó  alguna  presunción ,  mas  que  la  razón 
quería,  en  tal  guisa  que  hacia  muy  poco  acatamien- 
to á  la  Beyna,  de  donde  subcedió,  que  vista  su  poca 
mesura,  la  Beyna  puso  las  manos  en  ella  ayrada- 
mente,  de  que  el  Bey  uvo  grande  enojo.  B  así  man- 
dóla apartar  de  la  compafiía  de  la  Reyna,  é  que  se 
aposentase  dos  leguas  de  la  Corte.  Pero  dióla  esta- 
do de  gran  sefiora,  y  gente  de  abtoridad  que  la  sir- 
viese é  acompañase;  é  iba  el  Bey  muchas  veces  á 
la  ver,  é  holgar  con  ella.  De  aquesta  Dofia  Guiomar 
era  el  Arzobispo  de  Sevilla  muy  parcial,  y  el  Mar- 
qués de  Villena  de  la  Beyna,  de  tal  guisa  que  cadn 
uno  honraba  su  parcialidad. 


CAPITULO  XXIV. 

Ú9  ni  «mbaxidor  qie  viao  del  Doqie  da  Brotafla,  y  de  Us  fren- 
des  Uestes  é  ménades  qee  el  Rey  le  mandó  hacer. 


Estando  el  Rey  así  moy  acompaflado  de  loa 
Grandes  de  so  Reyno  é  de  loa  otros  nobles,  qne  con 
tal  trinnf  o  honraban  su  Corte,  el  Duque  de  Bretafia 
le  envió  una  embazada  con  un  prinoipal  caballero 
de  su  casa,  en  que  le  pedia  su  confederadon  é 
alianaa;  dé  que  el  Bey  fué  muy  contento,  y  le  re- 
cibió graciosamente.  Entretanto  que  se  daba  con- 
clusión en  la  demanda  que  traia,  mandó  que  fuese 
hecha  gran  fissta;  ó  porque  mejor  se  mostrase  la 
pujanaa  de  su  grande  estado,  quiso  que  se  hiciese 
en  una  casa  suya  de  bosque,  que  se  dice  el  Pardo, 
lugar  muy  deleytoso  y  dispuesto,  así  por  la  espe- 
sura de  los  montes  que  al  rededor  avia,  como  por 
los  muchos  animales  que  dentro  del  sitio  estaban, 
que  es  4  dos  leguas  de  Madrid.  Allí  fué  aderezada 
la  fiesta  muy  ricamente,  así  de  atavíos  de  casa, 
como  de  grandes  aparadores,  en  que  habla  mas  de 
veinte  mil  marcos  dorados.  Aquí  mostró  el  Bey  una 
gran  nobleaa  de  real  magnaidmidad;  que  como 
viese  que  dos  escuderos  en  ávlto  é  demostración  de 
abtofidad  llegaron  disimuladamente  á  los  aparado- 
res y  hurtaron  ciertas  piesas  de  plata,  fingiendo 
que  no  los  vela,  les  dezó  abarcar  su  hurto  y  llevar- 
lo; é  qnando  los  reposteros  hallaron  menos  la  pla- 
ta, y  se  lo  notificaron,  respondió:  tíos  ladrones  eran 
ipersonas  que  lo  avian  menester,  y  puesque  lo  hi- 
ncieron  con  necesidad,  mas  vale  que  se  atreviesen 
»á  lo  mió  que  de  otro  ninguno;  yo  les  hago  merced 
idello:  por  ello  no  curéis  de  buscalloj»  La  fiesta  duró 
quatro  dias:  el  primero  se  hiao  una  fiesta  de  justa  de 
veinte  caballsros,  dies  de  cada  parte,  todos  con  muy 
ricos  paramentos  y  atavíos;  iba  precio  de  una  piesa 
de  brocado,  y  otras  dos  de  terciopelo  carmesí  para 
los  que  mejor  lo  hiciesen.  El  segundo  dia  corrieron 
todos  á  caballo,  é  después  un  juego  de  cafias,  en 
que  avia  cient  caballeros,  cincuenta  por  cincuenta, 
los  mas  principales  nobles  y  hijos  de  grandes  que 
avia  en  la  Corte,  todos  con  jaeces  dorados  y  gran- 
des atavíos  de  sus  personas.  Bl  tercero  dia  fu4  una 
sefialada  montería  donde  se  mataron  muchos  é  di- 
versos animales  bravos  é  peligrosos,  así  á  caballo 
como  4  pió.  Para  efttas  fiestas  hizo  el  Boy  muchas 
mercedes  de  dineros,  brocados,  sedas,  pafios  é  sin- 
gulares enf  orros  de  martas,  armifios,  grises  y  veros, 
no  solamente  á  la  Beyna,  ó  á  sus  damas  é  á  los 
principales  de  su  Corte,  mas  á  sus  criados  ó  servi- 
dores ó  á  los  otros  nobles  oaballeros  que  la  seguían. 
Bl  quarto  dia  fué  como  el  Bey  tenía  entonce  por  so 
mayordomo  un  caballero  qne  se  llamaba  Beltran 
de  la  Cueva,  antiguo  hidalgo  de  los  mas  generosos 
de  Úbeda,  persona  muy  acepta  á  él,  tanto  que  nin- 
guno de  los  privados  pasados  hasta  allí  tuvo  tan 
grande  privanza,  ni  tanta  parte  en  la  voluntad  del 
Bey  como  él  solo;  é  no  sin  cabsa:  que  ciertamente 
avia  en  él  tantas  partee  de  bondad,  qne  le  hacían 
merecedor  de  toda  bondad  y  prosperidad  é  bien 

ar,-ni. 


Don  eñbíqob  ouabto.  üs 

andanza  que  le  vino.  Era  grande  servidor  é  sin 
enojo  para  el  Bey,  y  magnífico  en  sus  cosas,  cortés 
é  gracioso  con  todos;  hada  liberalmente  por  los  que 
4  él  se  encomendaban.  Era  grande  gastador,  f  este- 
jeador  é  gran  honrador  de  los  buenos;  gran  cabal- 
gador de  la  gineta,  gran  montero  é  cazador,  costo- 
so en  los  atavíos  de  su  persona,  franco  é  dadivoso. 
E  como  ya  oviese  alcanzado  estado  de  grand  sefior 
é  corazón  para  eUo,  acordó  que  para  la  toma  del 
Bey  y  de  la  Beyna  é  Embazador  con  los  otros  sefio- 
res  á  Madrid,  se  hidese  un  Paso  en  el  medio'  del 
camino  cerca  de  la  vUla  en  aquesta  guisa.  Estaba 
puesta  una  tda  barreada  en  derredor,  de  madera 
con  sus  puertas,  por  donde  avian  de  entrar  los  que 
venían  del  Paido;  en  cuya  guarda  estaban  dertos 
salvajes  que  no  oonsentian  entrar  á  los  caballeros  é 
gentiles  hombres  que  llevasen  damas  de  la  rienda, 
sin  que  prometiesen  de  hacer  con  él  sds  carreras,  é 
si  no  quisiesen  justar,  que  dezasen  el  guante  dere- 
cho. Estaba  junto,  cabe  la  tela,  un  arco  de  madera 
bien  entallado,  donde  avia  muchas  letras  de  oro 
muy  bien  obradas,  é  avia  tal  postura,  que  cada  ca- 
ballero que  quebrase  tres  lanzas,  iba  al  arco  é  to- 
maba una  letra  en  qne  comenzase  d  nombre  de  su 
amiga.  Avia  así  mesmo  fechos  tres  cadahalsos  al- 
tos, uno  para  que  comiesen  é  mirasen  d  Bey,  y  la 
Beyna  con  sus  damas,  y  d  Embazador;  otro  para 
los  grandes  setteres;  é  otro  para  los  jueces  de  la 
Justida.  La  comida  que  se  dio  á  todos  fué  muy 
suntuosa,  en  grandídma  abundancia  é  con  mucha 
orden,  sin  descenderte  ninguno.  Duró  esta  fiesta 
desde  la  mafiana  hasta  la  noche,  que  se  retruzo  d 
Bey  con  la  Beyna  á  sus  Palacios.  T  como  aquel 
Paso  fué  cosa  sefialada,  queriendo  el  Bey  honrar  su 
Mayordomo  é  favorecer  su  fiesta,  mandó  allí  hacer 
un  Monasterio  de  la  Orden  de  Sant  Gerónymo, 
qne  se  llama  agora  Sant  €lerónymo  del  Paso.  Aca- 
badas les  fiestas,  y  d  Embszador  tratado  con  tanta 
honra,  dada  condurion  en  su  embazada,  d  Bey  le 
mandó  hacer  grandes  mercedes  de  caballos,  muías, 
plata,  dineros  y  piesas  de  brocado  y  de  seda;  con 
qne  se  partió  muy  contento  loando  la  grandeza  de 
su  estado. 


capítulo  XXV. 

doma  el  ¡ley  lomó  li  eibdad  de  Gaadalaxara,  y  eekd  fnera  de  ella 
al  Harqsés  de  Santtilana  é  t  sts  hanstnot. 

Don  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Marqués  de 
Bantillana ,  tenia  la  dbdad  de  Guadaíazara,  donde, 
estaba  muy  apoderado,  ad  de  la  fortaleza  é  puer-* 
tas,  como  de  los  oficios  de  día ,  que  toda  estaba  en 
su  poder  segund  que  sus  antepasados  le  avian  te- 
nido, en  tal  manera,  que  páresela  estar  mas  cierto 
é  seguro  que  los  otros  Grandes  del  Beyno,  ad  por 
d  asentamiento  é  morada  que  en  lugar  tan  sefidado 
tenia,  como  por  la  pujanza  é  grandeza  de  su  esta- 
do. Hallábase  ad  mesmo  próspero  con  dnco  her- 
manos, un  Obispo,  é  quatro  Cabdleros,  todos  prós- 
peros é  bien  afortunados.  Mas  como  las  bienandan- 
zas del  mundo  tarde  ó  nunca  ae  hallan  sin  aver  ad- 

8 


Il4 


0RÓNIGA8  DE  LOS  RBTES  DB  OASTILLA. 


venidad  que  las  oombata ,  ni  sin  envidia  que  las 
mal8igne,ni  ain  maldicientes  que  las  revuelvan  por- 
que el  poderío  temporal  jamás  está  en  su  ser,  ni 
vive  sin  adversarios  ;  aoaesoió  que  teniendo  él  por 
Aloayde  de  la  fortaleza  un  hidalgo ,  orlado  antiguo 
de  su  oasa,  qué  se  llamaba  Alonso  de  Gaona,  mo- 
vido con  propósito  más  de  dallar  ásu  Sefior,  que  no 
hacer  lo  que  debía ,  ó  mas  con  gana  de  intereses  que 
de  servir  á  su  Boy,  trató  muy  sooretamonto  que  le 
daria  entrada  on  la  oibdad  por  la  fortalosa  que  él 
tenia,  y  que  asi  podrían  prender  al  Marqués  é  ásus 
hermanos ,  é  apoderarse  de  su  oibdad ;  lo  qual  el 
Bey  aceptó  de  buen  grado,  porque  estaba  descon- 
tento del  á  oabsa  de  la  confederación  que  tenia  con 
Don  Alonso  Oarrillo,  Arzobispo  de  Toledo ,  y  otros 
Grandes  del  Beyno  en  deservicio  suyo.  E  fecho  el 
concierto,  é  asignado  el  dia  en  que  él  les  daria  la 
entrada,  el  Bey  envió  al  Comendador  Juan  Feman- 
des  Galindo,  un  caballero  de  los  mas  leales  de  su 
Consejo,  con  seiscientos  rocines;  el  qual  disimula- 
damente partió  sin  que  fuese  sentido  á  donde  iba, 
é  llegó  á  media  noche  por  la  parte  de  la  fortaleza ; 
y  allí  llegado,  el  Aloayde  le  dio  entrada  por  la  for- 
taleza, por  la  puerta  de  Bramante.  Entonces  Juan 
Fernandez  con  toda  la  gente  que  llevaba  cercó  la 
casa  del  Marqués;  el  qual  como  se  vido  cercado,  te- 
mió ser  preso ;  asi  meemo  el  Obispo  de  Calahorra, 
su  hermano ,  que  allí  estaba  con  él.  Y  estando  asi  el 
Comendador  Juan  Fernandez  Galindo,  llamó  al 
Marqués  que  se  parase  á  una  ventana,  y  parado  le 
dizo:  tSeftor  Marqués,  el  Bey  nuestro  Sefior  vos 
B  manda  que  le  dexeis  su  oibdad ,  é  vos  vais  á  vues- 
Dtra  tienra.0  El  Marqués  le  respondió :  tOomenda- 
B  dor,  ¿seremos  seguros  yo,  y  mis  hermanos  de  pri* 
Bsion?  Elle  dixo;  a  sefior,  sí;  pero  cumple  que  lue- 
•  go  vos  y  eUos  partáis  é  salgados  de  la  oibdad.  •  T 
asi  el  Marqués  y  el  Obispo  con  los  otros  sus  herma- 
nos que  alli  estaban  con  él  é  sus  hijos,  se  salieron  ó 
se  fueron  á  mas  andar  á  la  villa  de  Hita ;  y  donde 
á  pocos  dias  el  Bey  y  la  Beyna  con  toda  su  Corte  se 
vinieron  á  Guadalaxara ,  donde  estuvo  de  reposo 
alg^un  tiempo.  E  luego  como  alli  fue  venido,  man- 
ió á  Alonso  de  Gaona ,  que  le  dexase  la  fortaleza, 
donde  puso  por  Aloayde  á  Diego  de  Sepúlveda.  B 
mandó  luego  hacer  una  barrera  en  derredoi  con 
una  caba;  é  dexó  alli  por  Asistente  al  mariscal  Her- 
nando de  Bibadeneyra  con  gente  para  guarda  de  la 
oibdad ;  é  partióse  para  Segovia. 

CAPÍTULO  XXVL 

Como  el  Roy  Oegó  á  SegoTla,  y  lO  partió  Inogo  pan  Valladoliá, 

é  lo  q«e  allí  sucedió. 

E  después  que  el  Bey  uvo  reposado  algunos  dias 
en  Segovia,  yendo  al  plascer  de  sus  montes  é  de  sos 
bosques,  partióse  para  Valladolid  muy  poderosa- 
mente ,  asi  porque  llevaba  consigo  á  la  Beyna  y  al- 
gunos grandes  del  Beyno,  como  por  la  gente  de 
sus  guardas  que  era  mucha  é  de  sefi  alados  hombres. 
Alli  f  né  rescebida  la  Beyna  con  grande  solemnidad, 
porque  entonces  entraba  nuevamente  después  que 


era  casada.  Estando  alli  gobernando  su  Beyno  con 
mucha  justicia,  f  uéle  notificado  oomo  el  Bey  Don 
Juan  do  Aragón  se  habla  confederado  con  el  Almi- 
rante Don  Fadríque  su  suegro,  é  con  Don  Alonso 
Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo,  é  con  el  Maestre 
Don  Pedro  Girón,  é  con  todos  los  Manriques  y  con 
otros  caballeros  algunos,  para  lo  deservir  y  daftar. 
E  asi  mesmo  porque  su  dafiado  propósito  se  pudie- 
se mejor  exocutar,  el  Bey  de  Aragón  tenia  fecha 
cierta  alianza  con  ol  Bey  Don  Alonso  do  Portugal, 
y  quería  que  una  hermana  suya  casase  eon  el  Prin- 
cipe Don  Carlos,  su  hijo.  B  oomo  aqueste  trato  fue- 
se descubierto  á  Don  Alonso  deFonseca,  Arzobispo 
de  Sevilla ,  primero  que  á  ninguno,  usando  de  mu- 
cha lealtad  como  fiel  Consejero,  lo  hizo  saber  al 
Bey  secretamente,  para  que  lo  remediase.  Entonces 
el  Bey  envió  al  Obispo  de  dbdad  Bodrígo,  é  á  Die- 
go de  Bivera  con  cierta  embaxada  al  Bey  de  Ara- 
gón ,  para  que  disimuladamente  tratasen  con  el 
Prínoipe  Don  Carlos,  oomo  no  casase  oon  la  Infan- 
ta de  Portugal,  ó  que  le  daría  la  Infanta  Dofta  Isa- 
bel BU  hermana  para  su  muger.  7  oomo  aquello  era 
lo  que  el  Principe  Don  Carlos  deseaba,  é  le  cum- 
plía á  cábsa  de  la  enemistad  que  el  Bey  Don  Juan 
su  padre  le  tenia  por  respecto  del  Almirante,  apor- 
que oon  el  favor  de  la  oasa  de  Castilla  estaría  mas 
SQguro  é  oon  mayor  favor,  aoeptó  lo  que  el  Bey  que- 
ría, é  denegó  el  casamiento  de  Portugal.  E  asi  de- 
negado, la  Infanta  de  Portugal  se  metió  luego  mon- 
ja ;  por  donde  el  concierto  fecho  contra  el  Bey  pá- 
reselo quedar  vano.  Durante  aquestos  tratos  que 
ansí  pendian ,  el  Bey  en  alguna  manera  tomó  sos- 
pecha contra  el  Marqués  de  Villena,  diciendo  que, 
pues  su  hermano  el  Maestre  de  Calatrava  era  en  la 
liga  é  confederación  de  sus  enemigos ,  no  podia  ser 
sin  su  acuerdo  é  consentimiento,  é  por  aquesto 
deliberó  de  prenderlo.  E  como  aquestas  cosas  po- 
cas veces  se  pueden  tener  secretas ,  sefialadamente 
donde  hay  ¿versas  aficiones,  el  Marqués  de  Vi- 
llena  fué  avisado ,  é  por  algunos  dias  dexó  de  ir 
á  Palacio,  disciendo,  que  se  sentía  mal  diq[>nes- 
to,  é  poniendo  su  persona  á  buen  recabdo.  T  en- 
tre tanto  dio  forma  de  reoonciliarse  con  el  Bey, 
de  manera,  que  tomó  á  su  privanza,  tanto,  y 
mas  que  de  primero  ,  é  no  solamente  aquesto,  pero 
muy  cautelosamente  rodeó  con^l  Maestre  de  CJala- 
trava  se  apartase  de  la  confederación  del  Bey  de 
Aragón  é  de  los  otros  caballeros  que  eran  oon  él ,  é 
se  tomase  á  servicio  del  B^.  Lo  que  asi  fecho,  el 
Bey  por  gratificarle  hízole  merced  de  la  villa  de 
Morón,  que  era  una  principal  encomienda  del  Maes- 
tradgo  de  Alcántara.  B  porque  de  alli  era  Comen- 
dador Diogo  de  Belmente,  críado  suyo,  envióle  á 
desoír  que  Ja  dexase  para  el  Maestre  de  Calatrava; 
el  qual  rehusó  de  la  dar.  Entonces  el  Bey  le  mandó 
prender,  hasta  que  la  dexó  é  le  fué  dada  equivalen- 
cia por  ella.  E  dio  asi  mesmo  el  Bey  al  Maestre  de 
Calatrava,  á  Fuente  Ovejuna,  que  era  el  lugar  mas 
grande  que  avia  en  tierra  de  Córdoba ,  é  de  alli 
quedó  mucho  á  su  servicio.  Pero  como  el  Marqués 
de  Villena  8oq[»echó  que  á  oabsa  del  Arz<i)ispo  de 


DON  ENBIQUÜ  CtJAB^. 


lié 


Sevilla  el  Bey  le  habla  querido  prender,  qaedó  en 
lavolontad  mny  enemigo  rayo,  é  no  menos  el  Maes- 
tre de  Oalatrava,  sn  hermano ,  oon  propósito  de  le 
echar  fnera  de  la  gob«rnaolon  é  del  Consejo,  segnnd 
qae  adelante  será  relatado.  B  como  por  entonces  el 
Arsobispo  de  Seyilla  estaba  mny  conjunto  con  el 
amor  del  Bey,  y  Tacase  el  Arzobispado  de  Santia- 
go, el  Bey  se  le  ái6  para  Alonso  do  Fonseoa  sn  so* 
brino,  qne  era  Dean  de  Sevilla.  El  reyno  de  Galicia 
estaba  á  la  sason  alterado,  á  oabsa  de  Don  LnisOso- 
lio,  hijo  del  Oonde  de  Trastamara,  qne  estaba  en- 
tniso  en  el  Arsobispado ;  y  grande  parte  de  aquella 
provincia  era  oon  él.  Por  manera  que  psresció  cosa 
dificultosa  al  sobrino  poderlo  aver,  y  por  esto  el 
tic  quiso  que  proveyesen  al  sobrino  del  Araobispa- 
do  de  Sevilla,  y  á  él  el  de  Santiago,  por  donde  muy 
mejor  se  pudiese  aver  la  posesión  del  Ansobispado, 
y  echar  fnera  él  intruso  ;  pero  con  tal  condición, 
entre  tio  y  sobrino ,  qne  pacificado  lo  de  Santiago, 
tomasen  á  destrocar  los  Ansobispados :  en  la  qual 
provisión  rabcediólo  que  adelante  se  dirá.  Después 
que  el  Bey  uvo  estado  asas  de  tiempo  en  Vallado- 
lid,  acordó  su  partida  para  Segovia.  Estando  allí, 
adolesció  el  Ansobispo  Don  Alonso  de  Fonseca,  y  en 
andas  le  llevaron  á  su  villa  de  Ck>oa ,  donde  estuvo 
hasta  que  fué  s&no  é  tomó  á  la  Oórte. 

CAPÍTULO  XXVII. 

Gomo  el  Rey  ie  Araxoi  prendid  ti  Prfeelpe  Don  Caries  se  bijo 
por  ledecteleeto  del  Almirante  Don  Fadrlqee,  é  de  lo  qae  teb* 
eedió  de  aqaeili  prisión. 

El  Almirante  Don  Fadrique  Enriques  fué  nieto 
del  Maestre  Don  Fadrique,  hermano  de  un  vientre 
del  Bey  Don  Enrique  el  segundo,  hijos  del  Bey  Don 
Alonso,  el  que  gnnó  á  Algezira.  E  quanto  quiera 
que  fué  de  sangre  real ,  aunque  de  bastardía ,  era 
presuntuoso,  é  queria  ser  de  todos  muy  acatado  é 
tenido  en  grande  reverencia.  Presdábase  de  ha- 
cer por  sus  parientes,  tanto  porque  le  siguiesen, 
como  por  les  hacer  mercedes.  Era  caballero  bulli- 
cioso, y  si  como  venia  de  sangre  real,  se  presciára 
de  ser  pacifico,  y  .viviera  en  sosiego  sin  escándalos, 
no  se  viera  en  los  trabajos  qne  se  vio ,  é  menguas 
que  padescié,  ni  anduviera  peregrino  ni  avergon- 
sado  por  tierras  agenas  en  algunos  tiempos  como  es- 
tuvo. Fué  padre  de  la  noble  Beyna  Dofia  Juana, 
muger  del  Bey  Don  Juan  de  Aragón ,  en  quien  sin 
duda  moraba  gran  perfección  é  muchas  virtudes. 
Era  muy  amiga  de  castidad  y  limpiesa,  abrigo  de 
la  bondad,  reparo  de  la  nobleaa,  en  tanto  grado, 
que  mas  se  pudo  llamar  madre  de  las  excelencias 
mundanas ,  que  hija  de  hombre  humano.  Aquesto 
Almirante  siempre  tuvo  secreta  enemiga  contra  el 
Principe  Don  Oárlos,  hijo  del  Bey  Don  Juan  de  Ara- 
gón, después  que  su  hija  casó  con  el  padre ;  en  tan- 
to que  por  toda  via  trabajó  en  poner  discordia  é  mal 
querencia  entre  padre  é  hijo.  Qual  fué  la  cabsa  de 
dio,  ligeramente  se  podrá  juzgar  en  el  seso  de  los 
pradentes.  Ansi  el  Príncipe  Don  Carlos  sintiendo 
su  propósito  é  siniestra  voluntad  con  que  le  trataba, 


un  dia  sé  desoomedió  á  le  desoir  feas  y  descomedi- 
das palabras,  de  donde  se  quedó  la  enemistad  ar- 
raigada entre  ellos.  Domo  asi  estuviesen  las  volun- 
tades dalladas  el  uno  contra  el  otro,  después  que  el 
Almirante  vio  que  era  descubierto  lo  qne  ansi  estar 
ba  concertado  entre  él  y  los  otros  caballeros  confe- 
derados, é  como  no  pedia  sortir  efecto  |  envió  se- 
cretamente un  caballero  de  su  casa,  qne  se  llamaba 
Juan  Oarrillo ,  al  Bey  de  Aragón  é  á  la  Beyna  su 
hija,  notificándoles  como  el  Príncipe  Don  Oárlos 
se  avia  confederado  con  el  Bey  para  ser  contra 
ellos,  é  daba  orden  como  fuesen  danificados  é  des- 
truidos, en  tal  manera,  qne  indignada  la  voluntad 
del  padre  contra  el  hijo,  rodeó  como  el  Principe  fue- 
so  preso  en  la  cibdad  de  Lérida ;  de  que  todos  los 
tres  estados  del  Prinoipadgo  de  Oatalufia  sentidos, 
é  aviéndolo  por  muy  grande  mal,  se  levantaron 
contra  el  Bey  de  Aragón,  disciendo  que  por  su  man- 
dado ,  é  sobre  su  real  fe  ellos  avian  dado  seguridad, 
é  sido  fiadores  del  Príncipe  Don  Oárlos  su  hijo¿para 
que  seguramente  pudiese  venir  á  él  sin  temor  é  sin 
rsscelo  de  prisión  é  muerte ,  é  que  sobre  aquesta  se* 
guridad ,  que  ansi  ellos  avian  dado  al  Príncipe ,  so 
avia  venido  á  él  como  hijo  de  obedienda,  ganoso 
de  servir  é  acatar  á  su  padre ;  y  pues  él ,  no  guar- 
dando lo  que  como  Bey  habia  jurado  é  prometido, 
tan  rotamente  les  avia  quebrantado  su  palabra  real, 
y  mandado  prender  á  su  hijo  injustamente ,  le  su- 
plicaban é  requerían  una  é  muchas  veces  le  manda- 
se soltar,  é  se  lo  diese  libremente  sano  y  asento  ; 
donde  no,  que  á  ellos  era  necesario,  é  les  convenia 
foraadamente  buscar  cofno,  libertasen  su  Príncipe^ 
seyendo  como  era  legítimo  subcesor,  para  reynar 
después  de  sus  dias  en  aquellos  reynos  é  sefloríos.  E 
quanto  quiera  que  todos  ellos  insistieron  con  él  que 
ge  lo  diesen ,  siempre  el  Bey  traia  dilaciones,  dán- 
doles palabras  sin  efecto.  Entonces  ellos,  ávido  su 
acuerdo,  determinaron  de  se  poner  en  armas ;  pero 
entretanto  que  aquesto  se  ponía  por  obra,  acorda- 
ron de  enviar  sus  mensageros  al  Bey,  notificándole 
la  prisión  del  Principe,  suplicándole  les  quisiese  so- 
correr con  favor  é  con  gente. 

OAPÍTÜLO  XXVUI. 

De  como  llegido  el  Rey  i  Htdrid,  svpo  la  prisión  del  Principe  por 
los  enbtzadores  de  GatalnBa,y  envió  gente  pamayndarlos  has- 
ta que  Aiese  snelto;  y  lo  qne  snbeedid  es  el  Andalncfa  contra 
los  moros. 

El  afio  que  se  contaron  mil  é  quatrodeptos  é  se- 
senta y  dos  afios  del  Nasoimiento  de  nuestro  Salva- 
don  Jesu  Ohristo,  se  partió  el  Bey  de  Valladolid,  y 
se  fué  para  Segovia,  donde  estuvo  muy  poco,  y 
luego  se  pasó  á  Madrid.  T  esUndo  allí,  le  llegó  la 
mensageria  de  los  Oatalanes,  notificándole  la  pri- 
sión del  Principe  Don  Oários,  como  el  Bey  Don 
Juan  de  Aragón  le  avia  prendido  á  cabsa  de  la  con- 
federación é  amistad  que  con  sn  Altees  habia  f  eoho, 
porque  tenia  acebtado  el  casamiento  de  la  Infanta 
Dofia  Isabel  sn  hermana,  y  dezado  el  de  la  In£anta 
de  Portugal.  Sabido  aquesto,  el  Bey  envió  al  Oo- 
mendador  Gonaalo  de  Saavedra  con  mil  ó  quinien- 


lié 


CÉÓNIOAS  DB  LOS  BBTEB  DB  OAOTILLA. 


to8  rodiles  en  favor  ó  ayuda  de  loe  Oatalanee,  é 
mandóle  qoe  n  el  Bey  de  Aragón  no  eoltase  loego 
al  Principe  ,  que  le  hicíeee  guerra  por  el  royno  de 
Aragón  muy  crudamente.  Bl  Comendador,  allegada 
la  gente  que  con  él  avia  de  ir,  oe  partió  é  entró  por 
el  reyno  de  Aragón  fasta  la  frontera  de  Cataluña; 
por  cuya  llegada  loe  Catalanes  se  esforzaron  mucho 
contra  el  Rey  Don  Juan,  diciéndole  como  le  con* 
yenia  soltar  al  Prineipe  su  hijo  luego,  é  dárselo  sano 
é  vivo.  Bntonces  el  Bey  de  Aragón,  visto  el  favor 
y  ayuda  que  el  Bey  les  hacia,  y  el  atrevimiento  de 
los  Catalanes,  que  con  tanta  osadia  le  hablabaui 
f uéle  necesario  soltar  al  hijo  contra  todo  su  grado ; 
de  tal  guisa ,  que  por  no  se  endinar  á  las  rogarlas 
ó  suplicadones  de  sus  subditos ,  lo  que  primero  pu- 
diera hacer  á  su  honra,  uvolo  de  hacer  por  fuersa, 
sin  que  le  fuese  agradesddo.  )0  quinto  es  excelen- 
te virtud  en  los  Príncipes  ser  convencidos  de  rue- 
go ,  é  jamás  vendicativcsl  Nunca  experimentar  su 
poder ,  ni  probar  su  gran  pujanza ;  porque  la  resis- 
tencia no  los  ofenda,  ni  la  contradicción  los  traiga 
á  mengua;  ca  solo  el  poderío  de  Dios  es  aquel  que 
sin  resistenda  alguna  puede  quanto  quiere ,  y  quie- 
re quanto  puede.  Ansi  que  fuera  mejor  á  este  Bey 
de  Aragón  oir  el  clamor  de  sus  vasaÚos,  ó  amansar 
su  safia ;  que  usar  de  voluntad,  para  verse  en  tal 
afrenta.  Parescia  mas  honroso  aver  piedad  de  su 
propia  carne,  que  ser  carcelero  de  lo  que  engendra- 
ron sus  lomos ;  fuera  mas  justa  cosa  escuchar  á  sus 
vasallos,  que  creer  los  advérsanos  y  enemigos  de  su 
hijo.  Bntregado  el  Principe  á  los  Catalanes,  muy 
triunf  antemente,  con  grande  honra  ó  grande  alegría, 
le  llevaron  á  Barcelona;  ó  ansi  libertado,  d  Comen- 
dador Qonsalo  de  Saavedra  con  su  gente  se  volvió, 
al  Bey.  B  como  todas  sus  cosas  subcedian  próspe- 
ramente ,  y  se  hadan  mucho  mejor  que  él  quería, 
acaeedó  que  d  Infante  Muley  Bulhacem  con  dos 
mil  é  quinientos  rocines,  é  dies  mil  peones  salió  de 
la  casa  de  Granada  para  hacer  cavalgada  en  tierra 
de  chrístianos ,  é  vino  á  correr  la  villa  de  Bstepa, 
donde  robó  mucho  ganado,  é  mató  é  cautivó  muchas 
ánimas  de  los  que  andaban  por  d  campo.  B  como 
la  nueva  de  este  rebato  vino  de  Mardiena  á  Don 
Bodrigo  Ponce  de  León ,  hijo  mayor  del  Conde  de 
Arcos ,  salió  de  presto  con  dentó  de  caballo,  é  fue- 
se camino  de  Bstepa.  B  como  llegó  cérea  de  Osuna 
donde  era  Alcayde  Don  Luis  de  Pernia ,  salióle  á 
rescebir ;  é  como  aUl  se  certificaron  de  la  entrada  de 
los  moros ,  tomó  otros  ciento  do  á  caballo,  ó  juntos 
se  fueron  para  socorrer  á  Bstepa.  B  como  asi  cami- 
nasen de  grande  príesa,  supieron  el  gran  dafio  é  ro- 
bo que  los  moros  avian  fecho  allí  en  Bstepa,  y  como 
llevaban  gruesa  cavalgada  é  algunos  captivos.  Bn- 
tonces Don  Bodrigo  ó  Luis  de  Pernia  como  caballe- 
ros animosos,  animaron  su  gente ,  que  sería  hasta 
dudentos  é  sesenta  de  á  caballo ,  é  seisdentos  peo- 
nes ,  que  se  vinieron  juntando  con  ellos  de  los  luga- 
res por  do  pasaban,  de  tal  guisa  que  les  puderon 
gana  de  pelear.  Tendo  asi  ordenadamente  recogidos 
por  tan  sefialados  capitanes ,  llegaron  á  Pefia- rubia, 
Ó  dli  doi|ii9Mu:on  la  recag*  de  los  n\9r(Hi|  dpnde  ma- 


--*■• 


I  *ik  <•<•-«_ 


taron  algunos  de  ellos.  Pero  ni  por  eso  los  chrístia- 
nos se  desordenaron ,  antes  con  mucho  tiento  iban 
dgmendo  el  rastro  de  los  moros ;  y  llegando  al  río 
de  las  Teguas,  vieron  subir  los  Moros  por  la  ladera 
de  la  atalaya,  que  se  dice  de  MadrofiaL  Luego  que 
los  moros  vieron  á  los  chrístianos ,  apartaron  hasta 
dos  mil  é  trecientos  de  á  cabdlo,  los  mejores  armar 
dos  é  de  mayor  esfuerzo  que  entre  ellos  avia,  y  en- 
viarontoda  la  otra  gente,  asi  de  á  caballo  como  de 
peones,  con  la  cavalgada ;  y  enviados,  se  hicieron 
tres  batallas.  Y  quanto  quiera  que  los  chiistianos, 
vista  la  muchedumbre  de  los  moros,  desmayaban, 
Don  Bodrígo  é  Luis  de  Pernia  los  puderon  tanto 
esfuerzo,  que  los  hicieron  cobrar  nuevo  corazón  Ó 
osadia  para  pelear;  é  ad  desplegada  la  bandera  de 
Don  Bodrígo  Ponce,  mandó  tocar  sus  trompetas « ó 
con  mucho  denuedo  se  fueron  dusdentos  é  sesenta 
de  á  cabdlo,  é  seiscientos  peones  á  dar  en  los  mo- 
ros, dondo  la  batalla  fué  tan  refiida  de  ambas  par- 
tes por  una  gran  pieza,  que  ninguna  ventaja  ni  me- 
joría se  mostraba  de  los  unos  á  los  otros;  pero  al 
fin  los  chrístianos  volvieron  sobre  la  mano  derecha, 
hiriendo  tan  de  redo  á  los  moros,  que  los  desbara- 
taron ,  é  hicieron  fuir  del  campo  á  rienda  sudta  sin 
resistenda  ninguna.  T  non  solamente  aqueste  des- 
trozo, mas  un  capitán  moro  con  trecientos  rocines 
se  avia  arredrado,  para  dar  en  las  espddas,  ó  los 
chrístianos  dieron  en  él  tan  de  redo,  que  lo  desba- 
rataron é  hideron  ir  huyendo  en  pos  de  las  otras  ba- 
tdlas.  Bntonces  Don  Rodrigo  Ponce  é  Luis  de  Per- 
nia mandaron  tocar  las  trompetas  para  recoger  su 
gente ,  y  recogida ,  hallaron  que  de  los  suyos  que- 
daban muertos  treinta  de  á  cabdlo,  é  dentó  é  cin- 
cuenta peones ,  é  de  los  moros  infieles  mil  é  quatro- 
dentos,  sin  los  que  llevaron  presos.  Ávida  la  victo- 
ria de  los  moros,  infieles  enemigos ,  aqudla  noche 
se  fueron  á  reposar  á  la  Fuente  de  piedra,  de  la  que 
otro  dia  vinieron  por  la  matanza,  para  acabar  de 
recoger  d  despojo  de  los  venddos;  é  dli  vieron  como 
el  ganado  que  los  moros  llevaban  se  volvia,  á  cab- 
sa  de  lo  aver  desamparado  por  huir.  Fueron  toma- 
das en  aquella  batalla  las  banderas  é  atabdes  é  afia- 
files  del  Lifante  Albuhacem  con  otros  instrumentos 
suyos ;  é  asi  mesmo  grand  despojo ,  que  fué  dli  re- 
partido entre  todos.  Sabida  esta  nueva  de  tan  gran- 
de é  señalada  victoria ,  d  Bey  mandó  hacer  gran- 
des procesiones  é  degrias  en  su  Corte.  Bstuvo  alli 
en  Madrid  asaz  tiempo,  é  fué  acordado  que  pasase 
los  puertos. 

CAPÍTULO  XXÜ 

Como  el  Rey  so  partió  do  Htdrld,  é  puados  los  psertos,  ra¿  i  U 
villa  de  Sepülveda;  é  vlnleros  i  so  sonrlclo  el  Marqués  de  Sao- 
Ullana  y  el  Obispo  so  herBiaao. 

Después  que  d  Príndpe  Don  Carlos  fué  liberta- 
do de  la  prisión ,  d  Bey  acordó  de  se  partir  de  Ma- 
drid y  pesar  los  puertos ;  el  qud  se  fué  á  S^ovia,  é 
luego  de  dli  se  fué  á  la  villa  de  Sepúlveda,  donde 
reposó  algunos  dias.  Bntonces  el  Marqués  de  San- 
tiUana  y  d  Obispo  de  Cdahorra  su  hermano  por  sus 


DON  ENRIQUE  OÜABTO. 


117 


raensageios  notifioiron  al  Bey  como  elloé  querían 
aer  aayoa  é  Teñir  á  sn  aemdo.  Oída  an  embaxada, 
el  B^  aceptó  an  ofrecimiento  j  obediencia;  7  para 
dar  medio  j  oonclnaion  en  lo'  qae  asi  proferían, 
mandó  al  Maiqnée  de  VlUena  é  al  Arzobispo  de  Se- 
▼illa  qne  saliesen  á  verse  con  ellos,  para  qae  se  die- 
se asiento  en  lo  que  oonyenia  para  su  servido.  Las 
vistas  foeron  entre  Baitrago  é  Sepúlveda ;  donde, 
convenidos ,  foÓ  concertado  qne  el  Bey  le  mandase 
volver  al  Marqués  á  Guadalazara  con  todo  el  man- 
do é  preenünenda  qne  en  ella  tenia ;  pero  que  el 
Obispo  de  Oalahorra  uviese  contino  de  eetar  en  la 
06rte;  y  que  el  Marqués  de  Santillana  enviase  á  su 
liijo  Don  Juan  en  rdienes  á  la  Oórte  oondidonal- 
mente,  que  no  saliese  de  día  ein  licencia  y  expreso 
mandado  del  Bey.  B  asi  desde  en  adelante  d  Mar- 
qués y  el  Obispo  y  los  otros  sus  bermanos  fueron 
dempre  firmes  é  muy  constantes  é  leales  servidores 
del  Bey.  Dada  oondudon,  ó  firmada  esta  concor- 
dia, d  Bey  se  partió  de  Sepúlveda  para  Aranda. 

CAPÍTULO  XXX. 

Como  «1  ¡ley  M  Alé  ft  li  filia  do  Aranda,  7  do  las  eons  qno  allí 
te  MeloroB,  é  nboodleroB  oa  ol  Ro|bo. 

Partióse  el  Bey  de  Sepúlveda,  y  fuese  á  aposentar 
á  la  villa  de  Aranda,  donde  reposó  gran  tiempo  con 
muoba  tranquilidad  é  sodego  de  sus  Beynos,  é  mn 
adverddad  alguna,  que  á  la  pujansa  do  su  estado 
pudeseperturbadon,  teniéndose  por  muy  servido 
de  los  dos  príndpdes  sefiores  que  traiaen  su  conse- 
jo, el  Arsobispo  de  Sevilla  y  el  Marqués  de  Ville- 
na,  los  qudes  por  mucbo  tiempo  parescieron  estar 
conformes,  si  todavía  les  durara.  Mas  como  las  co- 
sas mundanas  nunca  están  en  un  ser,  antes  de  con- 
tino se  mudan  é  trastuecan,  unas  veces  levantando, 
otras  veces  trastornando,  sefialadamente  aquellos 
que  mas  cercanos  se  bailan  de  la  sombra  é  favor  de 
los  reyes,  los  qualee  suelen  ser  combatidos  de  las 
furíosaa  adverddades  é  subversión  tempestuosa  de 
la  fortuna ;  ad  fué,  qne  este  Arzobispo  de  Sevilla, 
deudo  muy  enteramente  del  Bey  fiel  consejero  é 
vasdlo,  celador  de  la  honra  é  real  estado  de  su  se- 
fior,  hadando  lo  que  debia,  no  respondió  d  tiempo 
con  lo  que  la  rasen  demandaba,  antea  d  contrarío, 
que  el  Marqués  de  Yillena,  Don  Juan  Pacheco,  so 
espede  de  buen  servidor,  teniendo  pendendas  en 
diversas  partes  mas  dniestraa  que  convenibles  d 
servido  dd  Bey,  con  sus  modos  astutos,  antes  fun- 
dados sobre  intereses  que  llenos  de  leal  consejo, 
dempre  rodeó  como  los  ledos  fuesen  arredrados  del 
costado  del  Bey ,  y  los  que  tdes  no  eran  acogidos, 
según  que  sus  obras  lo  mostraron  é  fueron  testigos 
de  ello.  B  asi  acordándose  como  el  Bey  lo  quiso 
prenderen  Vdladolid,  creyendo  que  á  cabsa  dei 
Arzobispo  de  Sevilla  fuese ,  and  mesmo  veyendo 
que  en  dguna  manera  le  contradecía  algunas  cosas 
de  las  que  él  proponía  en  d  Consejo  delante  del 
Bey,  sefidadamente  en  las  de  la  gob^adon,  pensó 
de  lo  expeler  y  echar  fuera  del  Consejo  y  apartar 
de  cabe  el  Bey,  en  tal  manera,  que  mostrándose  muy 


paroial  de  este  Arzobispo  de  Sevilla,  queriendo  lo 
que  él  quería,  y  que  era  lo  mejor,  espeddmeute 
contra  el  Bey  de  Aragón,  dizo :  que  el  Bey  en  todo 
caso  debia  de  ir  á  guerrear  d  reyno  de  Navarra,  ad 
para  damnificar  al  B^  Don  Juan  de  Aragón,  como 
para  ayudar  é  favorecer  d  Principe  Don  Carlos,  que 
tanto  era  suyo,  é  por  seguir  su  partido  le  avia  pren- 
dido el  padre.  E  que  para  esta  guerra  Don  Pedro 
Qíron  su  hermano,  Maestre  de  Cdatrava,  vemla  oon 
gruesa  gente  á  lo  servir.  B  así  mesmo ,  porque  el 
Arzobispo  de  Toledo  y  d  Almirante  Don  Fadríque 
Enríquez  estaban  juntos  en  Yepes,  y  se  crda  qué 
querían  ayudar  d  Bey  de  Aragón,  y  mostrarse  por 
él,  que  le  pareada  debia  enviar  dgun  caballero  que 
tratase  con  ellos,  para  los  traer  á  su  servido.  B  vis- 
to que  en  tierra  de  Campos  avia  muchos  caballeros 
poderosos,  de  qmen  podría  nascer  dgun  escánddo 
por  su  ausencia  de  la  entrada  en  Navarra,  que  sería 
bien  enviar  á  Vdladolid  persona  prindpal  por  vir- 
rey, para  tendlos  en  paz  é  sosiego.  Ávido  este  con- 
sejo por  muy  bueno ,  según  que  entre  el  Bey  y  d 
Marqués  estaba  de  secreto  acordado,  el  Bey  deter- 
minó que  venido  el  Maestre  de  Calatrava  oon  la 
gente,  el  Marqués  fuese  á  negodar  con  d  Arzobis- 
po de  Toledo  y  con  d  Almirante  que  viniesen  á  su 
servicio,  y  d  Arzobispo  de  Sevilla  quedase  por  vir- . 
rey  en  YaJladolid  ¡  y  tomada  esta  ddiberadon ,  d 
Bey  envió  luego  á  llamar  d  Maestre  de  Cdatrava. 
En  aqueste  medio  tiempo  subcedió  que  el  Obispo  de 
Palenda  Don  Pedro  de  Castilla,  subiendo  á  ver  una 
labor  que  en  su  casa  se  hada,  oayÓ  de  laa  osoderas 
abazo,  é  muríó ;  é  fué  dado  el  Obispado  á  Don  Gu- 
tierre de  la  Cueva,  hermano  de  Beltran  de  laCueva^ 
Mayordomo  dd  Bey.  Estando  dlf  la  Beyna  se  hizo 
prefiada,  de  que  d  Bey  fué  muy  dogre.  El  Maestre 
de  Cdatrava  obedesdó  el  mandado  dd  Bey,  é  vino 
oon  dos  mil  é  quinientos  rocinos  de  gente  muy  In- 
dda  é  ataviada ;  de  que  el  Bey  se  tuvo  por  muy 
bien  servido  por  su  venida.  E  así  acordada  au  parti- 
da, mandó  que  el  Marqués  de  Villena  fuese  á  Oca- 
ña,  para  tratar  con  el  Arzobispo  y  oon  d  Almiran- 
te, porque  de  Ooafta  á  Yepes  avia  dos  leguas;  y  d 
Arzobispo  de  Sevilla  fuese  á  Vdladolid;  y  la  Bey- 
na por  su  prefiez  se  quedase  en  Aranda.  Y  luego  d 
Bey  se  partió  muy  poderosamente  ad  oon  la  gente 
de  auB  guardas,  como  con  la  que  Don  Pedro  Qiron 
traia;  llamando  ad  mesmo  á  los  perlados  é  caballe- 
ros de  aqudlaa  comaroaa,  que  con  sus  gentes  lo  vi- 
niesen á  servir:  é  así  se  fué  para  la  dbdad  de  Lo- 
grofio* 

CAPITULO  XXXI. 

De  como  ol  Roy  Até  i  Logrólo,  y  do  lo  qio  ilU  m  Mío  ooatra  ol 
R«y  do  Ninm ,  é  los  loforot  qio  so  finaroa. 

Luego  que  el  Bey  fué  llegado  á  la  dbdad  de  Lo- 
grofio,  los  que  estaban  en  la  guardia  temieron  aer 
cercados,  é  que  resoibirían  mucho  dafio,  é  acordaron 
darse  al  Bey.  E  ad  hecho  su  trato,  qual  entendían 
que  les  cumplía,  obedederon  su  mandado,  é  le  en- 
tregaron la  f  ortdeza  é  las  puertas  de  la  villa ;  é  pu- 


118 


ORÓNIGAS  DE  LOS  BISYES  DB  GASTILLA. 


Bo  el  Bey  allf  por  ftloayde  á  Rodrigo  de  Meadosa. 
Díéronae  asi  mesmo  los  Arcos,  Sant  Vioente  é  otros 
lagares  pequefios  de  enderredor.  B  Inego  qae  estos 
lugares  fneron  tomados,  é  puestos  aloay des  en  ellos, 
acordó  de  poner  oeroo  sobre  Viana ;  é  así  dio  el  car- 
go á  Gonzalo  de  Saavedra,  Comendador,  capitán 
mny  prudente,  é  astuto  en  las  cosas  de  la  guerra, 
sabio  é  discreto  para  gobernar  grandes  ezércitos  de 
gentes ,  persona  de  grande  confiansa  en  lo  que  él 
Rey  se  fiaba  del  para  la  guerra.  B  si  tal  fuera  des- 
pués en  el  fin  quales  fueron  sus  comiensos  en  ser- 
vicio del  Rey,  quedara  sin  dubda  su  fama  mas  lim- 
pia que  non  la  dexó.  Dentro  de  Viana  estaba  por  ca- 
pitán Mosen  Fierres  de  Peralta,  Condestable  de  Na- 
varra; el  qual  se  defendió  muy  bien  por  alg^os 
días;  pero  los  dafios  que  le  Laoian  con  las  lombar- 
das, quartadgos  y  tiros  de  ingenio  fueron  tantos,  é 
de  tal  manera,  que  por  sobra  de  los  males  que  asi 
rescibia,  sin  se  poder  defender  ni  amparar,  vino  á 
demandar  por  partido  que  le  diese  seguridad  de 
muerte  é  prisión  para  él  ó  los  suyos,  é  que  le  deza- 
ria  la  villa.  Dado  el  seguro  por  el  Rey ,  é  firmado  é 
sellado,  se  salió  por  una  puerta  cubierto  de  luto  con 
todos  los  suyos ;  ó  luego  entró  la  gente  del  Maestre 
de  Calatrava,  ó  se  apoderó  de  la  villa.  B  asi  apode- 
rado, alzaron  luego  pendones  por  el  Rey,  ó  fué  allí 
puesto  por  alcayde  Mendosa  el  Prestamero.  Bntre 
tanto  que  la  guerra  so  hacia  contra  Navarra,  el  Prin- 
cipe Don  Carlos  envió  al  Rey  por  embajador  un  ca- 
ballero catalán,  que  se  descia  Mosen  Juan  Trayllas, 
así  para  concluir  é  capitular  su  casamiento  con  la 
Infanta  Dofia  Isabel,  su  hermana  del  Rey,  como  por 
verla  ó  llevar  nuevas  de  ella  al  Príncipe,  De  aques- 
to fué  el  Rey  muy  contento,  é  fecha  la  capitulación 
é  concluida ,  mandó  al  Obispo  de  Astorga ,  que  lo 
Uevase  á  la  villa  de  Aróvalo  donde  la  Infanta  esta- 
ba, é  se  la  hiciese  ver  y  hablar ;  de  cuya  vista  é  pre- 
sencia el  embaxador  fué  muy  contento,  é  se  fué  pa- 
ra el  Príncipe.  Tomada  Viana,  el  Rey  acordó  de  ir 
en  persona  á  poner  cerco  sobre  la  villa  de  Lerin, 
donde  estuvo  por  espacio  de  dies  dias.  B  como  era 
lugar  enrocado  é  muy  fuerte,  no  se  pudo  poner  allí 
cerco  sin  gran  peligro,  mayormente  que  no  se  podia 
batir  ni  bombardear ;  é  por  eso  mandó  el  Rey  levan- 
tar el  cerco ,  é  tomóse  á  Logrofio,  donde  llegado, 
mandó  derramar  su  gente.  Bn  este  comedio  vino  allí 
Don  Pedro  Gk>nzalez  de  Mendoza,  Obispo  de  Calahor- 
ra, hermano  del  Marqués  de  Santillana,  para  andar 
de  contino  en  la  Corte  s^gun  se  avia  capitulado 
qnando  él  é  sus  hermanos  se  tomaron  al  servicio  del 
Rey ;  é  traxo  consigo  á  su  sobrino  Don  Juan ,  hijo  del 
Marqués  su  hermano,  para  que  anduviese  allí  en  re- 
henes donde  quiera  que  el  Rey  fuese.  Derramada  la 
gente  de  guerra,  el  Rey  se  partió  para  Aranda. 

CAPÍTULO  XXXIL 

Como  d  hsy  te  ^0  á  la  fUla  de  Araada  é  la  dió  á  la  Royna  ss 

mager. 

B  venido  el  Rey  á  la  villa  de  Aranda,  estuvo  allí 
alíennos  dias  holgando  con  la  Reyna,  así  porque  la 


amaba  mnoho  como  porque  estaba  prefiada  de  tres 
meses,  B  por  gratificar  su  prefiez,  que  tsnto  avia 
sido  deseada,  hízole  merced  de  aquella  viUa  de  Aran- 
da é  su  tierra,  donde  luego  fué  jurada  é  obedecida 
por  Sefiora.  Fecho  aquesto ,  estando  allí  el  Rey  oon 
grande  contentamiento,  el  Marqués  de  Villana  le 
escribió  desde  Ocafia ,  notificándole  como  él  Arzo- 
bispo de  Toledo  y  el  Almirante  querían  estar  mny 
á  su  servicio ,  oon  tanto  que  el  Arzobispo  hubiese 
de  estar  en  su  Consejo,  asi  para  entender  en  la  go- 
bernación del  Reyno,  oomo  en  la  administración  de 
la  justicia;  por  tanto  que  cumplía  á  su  servicio  que 
luego  fuese  para  Madrid.  B  oomo  el  Rey  mny  ente- 
ramente se  guiaba  por  el  querer  de  entrambos  her- 
manos, determinó  su  partida,  é  mandó  que  la  Reyna 
se  quedase  allí  en  su  villa,  hasta  que  él  enviase  por 
ella. 

CAPITULO  xxxni. 

Cobo  el  Rey  se  fté  i  Madrid ,  é  vlao  alU  el  AnoUepo  de  SevUto, 
pan  avisarte  de  laa  ealitelu  que  eoslra  él  traiaa,  éso  le  qoiso 
oir  Di  eseoehar. 

Después  que  el  Rey  vino  á  Madrid,  el  Arzobispo 
de  Sevilla  veyendo  el  camino  tan  errado  que  lleva- 
ba el  Rey,  é  cómo  aquella  confederación  del  Ano- 
bispo  de  Toledo  con  el  Marqués  de  Villena  avia  do 
redundar  en  grande  deservicio  suyo,  puesto  que  por 
entonces  paresoia  que  echando  á  él  fiíera  de  la  go- 
bernación del  Reyno,  ser  cosa  que  lecnmpUa,  acor- 
dó de  le  venir  á  hacer  rerverenda,  é  avisalle  de  lo 
que  le  convenía  hacer.  B  como  ya  el  Rey  estaba  in* 
diñado  á  el  querer  del  Marqués  de  Villena  é  de  su 
hermano  el  Maestre,  é  determinado  entre  ellos  lo  que 
se  debia  de  hacer,  no  le  mostró  buena  cara,  ni  mu- 
cho menos  le  quiso  oir,  antes  le  mandó  que  luego 
se  tomase  á  Valladolid ;  el  qual  obedesdendo  lo  que 
su  Rey  le  mandaba,  se  partió.  |0  quánto  se  deben 
guardar  los  Reyes  de  tener  consejeros  parciales  de 
sus  enemigos,  é  aficionados  A  sus  propositóse  inte- 
reses, é  nunca  dexar  á  los  que  con  amor  é  fidelidad 
sirven  é  guardan  su  servido!  Ca  las  tales  mudan- 
zas mas  peligrosas  son  que  seguras,  mss  vergonzo- 
sas que  honestas ,  é  mas  dignas  de  reprehensión  que 
de  alabanza ;  porque  jamas  pudo  ser  ni  se  vido  que 
los  interesales  fuesen  sanos  consejeros,  ni  pudo  nas- 
cer  lealtad  de  la  arraigada  mal  querencia :  así  que 
ni  dd  árbol  infidonado  salió  buen  fruto  ^  ai  de  co- 
razón dafiado  buen  servicio. 

CAPITULO  XXXIV. 

GoBM  el  Bey  foé  i  la  Tilla  de  Oeafia,  é  le  vino  á  haeer  reveresela 
el  Arzobispo  de  Toledo  é  el  Almiraale. 

Luego  que  el  Aizobispo  de  Sevilla  se  partió,  el 
Marqués  de  Villena  envió  á  suplicar  al  Rey  que  se 
fuese  á  Ocafia,  lo  que  el  Rey  puso  por  la  obra.  Don- 
de llegado ,  le  fué  fecha  rdadon  de  lo  que  se  avia 
concertado:  de  que  el  Rey  mostró  algún  contenta- 
miento, creyendo  que  tales  estaban  las  entrafias  de 
dentro,  quei  demostraban  sus  lenguas  por  palabras. 
B  así  fué  acordado  que  le  viniesen  á  hacer  reveren- 


DON  EMRIQÜft'  OüABTO. 


119 


cía  oada  uno  por  d.  Luego  donde  á  dos  diaa  vino 
el  Arsobispo  de  Toledo  deede  Yepes,  que  está  dos 
leguas  de  Ocafia ;  el  qual  vino  muy  acompafiado  de 
sefialadas  personas,  asi  de  los  Manriques  como  He 
otros  generosos  varones.  El  Rey  le  resoibió  muy 
graciosamente  con  alegre  cara,  mostrando  ser  con- 
tento de  su  servicio  para  estar  en  su  consejo,  y  en- 
tender en  la  gobernación  del  Beyno.  B  así  aparta- 
dos hablaron  un  rato,  donde  páreselo  el  Rey  estar 
alegre  de  su  venida,  todavía  el  Arzobispo  mostran- 
do grand  deseo  é  gana  do  servirlo ,  é  el  Rey  prome- 
t¡¿ndole  honras  é  mercedes.  Acabada  la  habla,  el 
Arsobispo  se  tomó  á  Tepes,  é  otro  dia  siguien- 
te vino  el  Almirante;  é  llegado  delante  del  Rey 
con  grande  reverencia  dixo  que  protestaba  de  áUi 
adelante  le  seria  leal  servidor :  el  Rey  le  respondió 
que  asi  le  haría  muchas  mercedes.  Fecha  su  habla 
en  breve,  el  Almirante  se  despidió  del  Rey,  é  se 
volvió  A  Tepes ,  é  desde  allí  para  su  tierra.  Eston- 
ces el  Rey  se  partió  para  Madríd,  y  envió  á  mandar 
al  Arsobispo  que  luego  se  fuese  para  la  Oorte,  por- 
que su  ida  era  necesaria. 

OAPÍTÜLO  XXXV. 

Gomo  él  Rey  le  taé  I  Madrid,  6  de  la  nanera  qae  se  tenia  en  la 
adBlaistneloa  de  la  Jnatida. 

Tomado  el  Rey  á  Madríd,  vino  allí  luego  el  Ar- 
sobispo de  Toledo,  que  fué  muy  bien  resoibido  por 
todos  los  Grandes  de  la  Oorte,  é  tratado  con  mucho 
amor  del  Rey ;  por  cuya  venida  fué  acordado  que 
de  alli  adelante  todos  los  viemesse  uviese  de  tener 
Oonsejo  público  de  la  justicia  en  la  posada  del  Ar- 
sobispo, é  que  todos  los  letrados  del  Consejo  de  la 
justicia  fueseh  alli  convenidos,  para  que  relatadas 
las  oabsas  de  los  pleytos  que  ante  ellos  ocurrían, 
determinasen  lo  que  por  justicia  se  avia  de  hacer,  é 
fuese  luego  exeoutado ;  porque  los  pleyteantes  no 
se  gastasen  :  don(^  continuamente  de  aquesta  guisa 
iban  todos  despachados  sin  dilación  de  tiempo  é 
perdición  de  sus  haciendas.  Entre  las  otras  cosas 
que  alli  venían  ¿  pedir  justicia,  acaesció  que  uno 
llamado  Garci  Mondes  de  Badajoz,  entremetido  de 
servir  al  Rey  de  cosas  interesales  de  qualquier 
suerte  que  fuesen ,  ovo  tomado  ciertas  joyas  á  un 
mercader  estrangero,  diciendo  que  porque  no  las 
avia  manifestado  en  los  puertos  por  donde  entró,  las 
avia  perdido ;  é  asi  tomadas ,  presentólas  al  Rey.  B 
como  el  mercader  se  vido  injustamente  despojado 
de  lo  suyo,  reclamó  muy  ásperamente  del  agravio 
ó  violencia  que  le  era  fecha,  delante- del  Arzobispo 
é  del  Marqués,  presentes  todos  loe  del  Consejo  ;  é 
asi  mostrada  la  verdad  é  su  inocencia ,  é  llamado 
Garci  Mondes  para  que  mostrase  las  cabsas  por 
donde  avia  tomado  lo  de  aquel  mercader,  conosde- 
ron  por  su  respuesta  la  grande  sinrazón  que  á  aquel 
mercader  se  la  hacia,  é  condenaron  á  Garci  Méndez 
en  el  príncipal  é  costas ;  é  mandaron  que  aquella 
•  sentencia  fuese  notificada  al  Rey ,  para  que  su  Al- 
teza mahdase  dar  las  joyas  que  asi  avia  llevado  á 
su  Cámara.  El  Rey  respondió  alegremente  que  le 


píasela,  é  que  si  Gard  Mondes  merescla  pena  cor- 
poral por  averias  tomado  injustamente,  que  fuese 
castigado.  B  llamado  aquel  mercader,  mandóle  el 
Rey  no  solamente  dar  las  joyas  é  pagar  las  oostas, 
mas  hizole  merced.  De  aquesta  guisa  por  algún 
tiempo  estuvieron  las  cosas  de  la  justicia  muy  prós- 
peras, é  la  gobernación  del  Reyno  en  mucha  orden 
é  grande  sosiego. 

OAPÍTÜLO  XXXVI. 

Gobio  el  Roj  eavid  por  la  Reysa,  é  Tino  ft  parir  A  Madrid^ 

Vista  la  gobernación  del  Reyno  é  administración 
de  la  justicia  que  andaba  en  tanta  orden,  oon  mu- 
cho sosiego,  sin  turbación  de  cosa  ninguna,  el  Rey 
se  hallaba  descuidado  é  contento.  Así  para  su  ma- 
yor placer,  acordó  de  enviar  por  la  Reyna,  que  vi- 
niese á  parir  alli  á  Madrid,  donde  él  estaba.  B  ávi- 
do su  acuerdo  con  los  del  su  muy  alto  Oonsejo,  rogó 
á  Rodrigo  de  Marohena  que  oon  la  gente  de  su 
guarda  fuese  por  ella,  é  la  trazóse  en  andas^  porque 
viniese  reposada,  é  sin  peligro  de  la  prefiez.  Obe- 
desciendo  el  mandado  del  Rey ,  fué  por  ella,  é  la 
trazo  muy  aoompafiada,  según  que  á  tan  alta  Rey- 
na pertenescia.  B  como  Juan  €hiillen  tenia  la  guar- 
da de  ella,  traia  siempre  den  rocines  en  su  capita- 
nía. Llegada  la  Reyna  cerca  de  Madrid,  el  Rey  con 
todos  los  Grandes  de  su  Corte  la  salieron  á  rescebir; 
é  visto  como  venia  en  las  andas,  mandó  que  la  pu- 
siesen á  las  ancas  de  su  muía,  porque  con  mas  hon- 
ra é  reposo  entrase  en  la  villa  hasta  el  Alcázar 
donde  se  avia  de  aposentar,  en  que  se  mostró  el  mu- 
cho amor  que  el  Roy  la  tenia ,  por  donde  era  muy 
acatada  é  tenida  en  gran  reverencia.  T  si  ella  asi  se 
quisiera  conservar  con  templada  honestidad,  é  re- 
girse discretamente. según  que  estaba  estimada  en- 
tre todos,  sin  duda  muy  renombrada  fuera  su  gran- 
deza, é  mayor  la  gloria  de  su  fama ;  mas  como  po- 
cas veces  suelen  los  sefiores  terrenales  pasar  sin 
adversidad,  ella  como  las  otras  también  pac»ó  sus  in- 
fortunios. 

OAPÍTÜLO  XXXVIL 

Gono  I  fraude  Instanela  del  Anobiapo  de  Toledo,  6  i  aopUea- 
clon  del  Marqoéa  de  ViUena  el  Rey  mandó  traer  d  loa  lafaaies 
i  la  Corte. 

El  Rey  Don  Juan  de  gloriosa  memoria  ovo  en  la 
Reyna  Dofia  Isabel,  su  segunda  muger,  dos  fijos :  á 
la  Infanta  Dofia  Isabel,  que  nasoió  primero ,  y  al 
Infante  D.  Alonso.  Aquestos  dos  Sefiores,  después 
que  el  padre  faUeeció,  siempre  el  Rey  los  trató  oon 
mucho  amor  é  grande  honra,  é  no  menos  á  la  Reyna 
su  madre ;  ca  los  tuvo  todavía  en  lugares  seftalados, 
una  vez  en  la  villa  de  Escalona,  y  otra  vez  en  la 
villa  de  Cuellar.  Traia  con  ellos  en  su  guarda  un  ca- 
pitán con  ducientos  rocines;  estábanle  contíno 
proveídas  sus  personas  de  todas  las  oosas  que  les 
oran  necesarias,  é  convenian  al  estado  de  hijos  de 
tan  altos  reyes.  El  como  el  Arzobispo  de  Toledo  y 
el  Marqués  de  Villená  tenían  algunos  siniestros 
motivos,  ágenos  de  lo  que  al  estado  del  Rey  con- 


120 


CBÓNI0A8  DB  LOS  RETES  DE  OASULLA. 


venia,  inmstíeron  oon  el  Bey  que  mandaee  traer 
á  loB  Inf  antee  sus  hermanos ,  para  qne  de  ooniino 
anduviesen  por  la  Corte,  porque  allí  serian  mejor 
criados,  y  aprenderían  mas  virtuosas  costumbres 
quQ  estando  apartados  del  Rey«  El  Rey  aviendo  por 
bueno  su  consejo,  mandó  quo  los  truxesen ;  é  traí- 
dos) dio  cargo  del  Infante  á  Diego  de  Ribera,  caba- 
llero de  limpia  sangre ,  ¿  crianza  de  mucha  virtud, 
para  que  fuese  su  Ayo,  ó  le  doirínase  como  á  hijo  de 
Rey  pertenescia ;  é  mandó  que  la  Infanta  Dofia  Isa- 
bel de  contino  estuviese  con  la  Reyna,  de  la  qual 
con  mucho  amor  ó  hermandad  fué  dempre  tratada. 

CAPITULO  xxxvin. 

Como  la  Reyía  parió  «na  bUa  qae  lo  llamó  Dofto  Jsana,  é  do 
eómo  flio  el  Coide  de  Armeftaqoe  por  embalador  del  Rey  Lato 
de  Praacla  ft  eoalrmar  lu  allaniu  eaire  eatramboa  Royea. 

Estando  las  cosas  del  Reyno  en  próspero  estado, ' 
fallesdó  el  Rey  Carlos  de  Francia,  é  subcedió  en 
el  reyno  el  Rey  Luis  su  liijo ;  el  qual,  queriendo  con- 
.  servar  la  antigua  confederación  ó  hermandad  quo 
sus  antepasados  tuvieron  con  la  casa  de  Castilla,  en- 
vió por  su  embazador  al  Conde  Armefiaqne^  para 
que  se  confirmase.  Sabida  su  venida,  el  Rey  mandó 
que  le  fuese  fecho  honrado  rescibiraiento,  como  la 
rasen  quería,  é  así  fué  tratado  con  mucho  amor, 
rescibiendo  grandes  fiestas,  y  entre  ellas  el  Ano- 
hispo  le  presentó  mil  fanegas  de  trigo,  ó  mil  de 
cebada,  é  mil  cántaras  de  vino,  é  mil  pares  de  ga- 
llinas, é  quarenta  pavos :  lo  qual  fué  luego  llevado 
á  su  despensa.  En  aqueste  medio  la  Reyna  se  sintió 
de  parto,  donde  fueron  convenidos,  teniendo  ala 
Reyna  en  medio,  puestos  por  orden  :  de  la  una  par- 
te el  Rey,  y  el  Marqués  de  Viilena,  y  el  Comenda- 
dor Gonzalo  de  Saavedra  é  Alvar  Gómez,  secretario; 
de  la  otra  parte  el  Arzobispo  de  Toledo,  y  el  Co- 
mendador Juan  Fernandez  Galindo  y  el  Licenciado 
de  la  Cadena,  estando  la  Reyna  en  los  brazos  de 
Don  Enrique,  Conde  de  Alva  de  Liste.  Tuvo  en  al- 
guna manera  trabajoso  parto,  é  parió  una  hija,  por 
cuyo  nascimiento  se  hicieron  alegrías  en  la  Corte  de 
muchas  justas  é  juego  de  cafias  é  de  correr  toros. 
Pasados  los  ocho  dias  después  del  parto,  fué  acor- 
dado que  el  baptísmo  se  hiciese  en  la  capilla  dentro 
de  su  palacio  real.  Baptizóla  el  Arzobispo  de  Tole- 
do :  tenia  por  asistentes  al  Obispo  de  Calahorra,  y 
al  de  Cartagena  y  al  de  Osma ;  y  fueron  padrinos 
el  Conde  de  Armefiaque  y  el  Marqués  de  Viilena,  é 
madrinas  la  Infanta  Dofia  Isabel,  hermana  del  Rey, 
é  la  Marquesa  de  Viilena.  Sacó  en  brazos  á  la  Prin- 
cesa el  Conde  de  Alva  de  liste,  y  túvola  en  la  pila; 
pusiéronla  por  nombre  Dofia  Juana,  como  á  su  ma- 
dre. Por  todo  el  Reyno  se  hicieron  grandes  alegrías, 
asimesmo  los  reynos  comarcanos,  haciendo  merce- 
des á  los  que  llevaban  las  nuevas. 

CAPÍTULO  XXXIX. 

Como  el  Rey  Uso  eoade  de  Ledeami  á  Don  Beliraa  de  la  Coeva, 
y  dló  la  Mayordomfa  á  Aadrea  de  Cabrera  otro  eriado  suyo. 

Pasados  algunos  dias  después  del  baptísmo  de  la 
Princesa,  el  Rey  veyendo  los  merescimientos  del 


su  Mayordomo  Beltran  de  la  Cueva,  é  oonosdendo 
los  servicios  qne  le  hada  sin  enojo,  paresoióle  cosa 
convenible  sublimar  su  persona  con  título  de  mayor 
honra ;  é  asi,  ávido  su  acuerdo  con  los  de  su  alto 
Consejo,  determinó  de  le  hacer  merced  de  la  villa 
de  Ledesma,  é  darle  titulo  de  Conde.  E  así  determi- 
nado, un  domingo  después  que  el  Rey  ovo  oido  la 
Misa  cantada  solemnemente,  salióse  á  su  sala  real 
acompafiado  de  los  Sefiores  del  su  alto  Consejp, 
como  de  los  caballeros  de  su  Corte,  estando  allí  pre- 
sente el  Conde  de  Armefiaque,  qne  junto  con  el  Rey 
estaba.  E  estando  sai,  el  Mayordomo  Beltran  de  U 
Cueva  entró  por  la  sala  adelante  con  muchas  nobles 
é  generosas  personas  que  lo  acompaftaban.  Donde 
llegado  en  presencia  del  Rey  con  humilde  reveren- 
cia, hechas  las  cerimonias  é  solenidades  que  en  tal 
caso  se  requerían,  le  fué  dado  título  de  Conde  con 
todas  las  insignias  que  á  la  dignidad  pertenesoen. 
E  como  aqueste  Conde  era  magnánimo,  asi  de  su 
propia  inclinación ,  como  por  la  mucha  parte  que 
en  la  voluntad  del  Rey  tenia,  quiso  aquel  día  hawr 
sala  y  fiesta  al  Conde  de  Armefiaque  que  presente 
estaba,  é  á  los  otros  Grandes  é  principales  de  la 
Corte;  donde  mucho  fué  loada  su  liberalidad  y 
magnificencia ;  porque  á  la  verdad  era  tal,  é  tan 
cumplido  en  todas  las  cosas,  que  después  del  nin- 
guno meresció  ser  prívado  del  Rey.  E  después  que 
asi  fué  criado  Conde,  quiso  el  Rey,  por  dalle  mayor 
honra,  que  dende  alli  adelante  entendiese  en  la  go- 
bernación del  Reyno,  é  anduviese  en  todos  los  ne- 
gocios en  que  los  otros  Sefiores  de  su  alto  Consejo 
entendían,  como  uno  de  ellos.  E  porque  por  el  títiüo 
de  Conde,  que  asi  le  avia  dado ,  vacaba  la  mayordo- 
mfa, hizo  merced  de  ella  á  otro  criado  suyo,  que  se 
llamaba  Andrés  de  Cabrera ;  el  qual  aunque  de 
poca  edad  en  los  dias,  era  viejo  en  el  seso  é  leposo; 
de  quien  el  Rey  se  confiaba,  é  le  daba  parte  de  sus 
secretos.  Este  era  casi  medianero  entre  el  Rey  y  el 
Marqués  de  Viilena ;  porque  entrambos  hallaban  en 
él  habilidad,  é  suficiencia  para  ello.  Capitulada  é 
concluida  la  capitulación  de  las  alianzas  de  Franciai 
el  Rey  mandó  hacer  muchas  mercedes  al  Conde  de 
Armefiaque,  é  se  partió  muy  contento,  parcial  é  afi- 
cionado al  servicio  del  Rey. 

CAPITULO  XL. 

De  eomo  el  Rey  Uso  Cortea  f  enersles,  6  mandó  Jorar  á  la  Priaeo- 

sa  Dofia  inaaa  so  bija. 

Después  que  la  Princesa  Dofia  Juana  ovo  dos 
meses,  el  Rey  determinó  de  hacer  Cortes  generales, 
donde  fueron  convenidos  Perlados,  é  grandes  Se- 
fiores, caballeros  é  Procuradores  de  sus  Reynos.  Los 
quales  ayuntados  é  venidos  delante  su  Real  presen 


cía,  é  de  los  Infantes  sus  hermanos  que  estaban  á 
par  de  él,  les  dixo:  uQuanto  sea  grande  la  premi- 
anenda  de  los  primogénitos  Reales,  las  leyes  divi- 
a  nales  é  humanas  lo  disponen ;  porque  asi  como  es 
acosa  de  mucho  peligro  morir  los  Reyes  sin  dezar 
asubcesion,  por  los  males  é  escándalos  que  de  ello 
ase  siguen  en  los  reynos  donde  tal  acaesoe,  asi  es 


DON  BNBIQÜB  ODAIOO. 


121 


•grin  bien  fellálado  qüaado  plaoe  á  Dios  é  tiene  por 
•UeD  dalles  generación  en  qnien  miboeda  el  iefio* 
irlo.  B  pnee  en  bendita  bondad  qaiao  darme  froto 
ide  bendición  en  qnien  enbceda  la  memoria  de  loe 
iBeyee  mía  antepasadoa  é  mia,  é  aquella  yaya  é 
ipaae  adelante,  yo  le  rindo  infinitas  gradas,  é  ha- 
tmildemente  saplioo  á  su  piadosa  demencia,  qniera 
•darme  grada,  qne  asi  se  lo  sepa  senrir  é  agrades- 
ioer,  que  siempre  le  reoonoaoa,  y  nnnoa  le  ofenda. 
•Per  tanto  yo  asi,  como  Tueetro  Rey  é  Sefior  natn- 
•ral,  mego  á  los  Perlados,  é  mando  á  los  Oáballeros, 
•i  Fkocnradores  qne  aqni  estáis,  é  á  los  otros  qne 
•son  absentes,  qne  luego  jnreis  aqui  á  la  Princesa 
•Dofia  Jnana,  mi  bija  primogénita,  ó  la  prestéis 
•aquella  obediencia  ó  fidelidad,  qne  á  los  primogé- 
•nitos  de  los  Reyes  se  suele  é  se  acostumbra  á  dar, 
•par»  que  quando  Dios  nuestro  Sefior  dispusiere  de 
•mi  baya  después  de  mis  dias  quien  berede  é  reyne 
•en  aquestos  mis  Beynos.^  Acabada  su  babla,  mandó 
al  Araobispo  de  Toledo  que  tomase  á  la  Princesa 
en  los  braios,  é  tomada,  llegaron  primero  los  In- 
fantes á  la  jurar  é  dar  obediencia  besándole  las  ma- 
nos ;  ó  luego  en  pos  de  ellos  los  Perlados  é  Oáballe- 
ros qne  alH  se  bailaron.  B  porque  entre  los  Procu- 
radores de  las  dbdades  é  Tillas  avia  algunas  dife- 
rencias, sefidadamento  entre  los  Burgdeses  y  To- 
ledanos, queriéndose  preferir  los  unos  á  los  otros, 
alegando  sos  justas  raaones,  estonces  el  Bey,  vista 
su  controyersia,  mandó  que  ninguno  de  ellos  llega- 
se á  dar  la  obedienda  primero^  dno  quien  él  quisie- 
se é  nombrase.  B  ad  llamando  primero  á  los  de 
SegoTia,  juraron,  é  después  como  él  los  nombraba, 
é  am  quitó  la  porfia.  Pero  cuando  todos  llegaron 
ddante  dd  Bey,  dizo :  yo  bable  por  la  dbdad  de 
Toledo  ;  bablen  los  de  Burgos  é  los  de  Leen.  Dada 
la  obediencia ,  é  pasada  por  autos  públicos  según 
que  las  leyes  en  tal  caso  disponen,  el  Bey  por  d- 
gunos  dias  reposó  alli  en  Madrid ,  andando  en  sus 
montes  é  bolgando  con  la  Beyna. 

OAPlTULO  XLL 

Cotto  el  Rey  se  pirtM  de  Madrid ,  é  se  taé  I  la  filia  de  Alfaro,  pa- 
ra paitar  dertaa  direreadas  qoe  estaban  entre  61  y  el  Rey  Dos 
Jaaa  de  Aiagea ,  si  tío ,  y  de  lo  «ne  snlteedló  por  ealonees. 

Estando  el  Bey  mnobo  á  su  plascer  con  descan- 
so, se  recresderon  dgunas  dif  erendas  entre  él  y  d 
B^  Don  Juan  de  Aragón ,  su  tío ,  do  pareada  an- 
tes esperar  discordia  que  paz,  é  mayor  escándalo 
que  sodego.  Pero  porque  entre  ellos  se  tomase  d- 
gnn  medio  conyenible,  é  la  rotura  cesase,  fué  acor- 
dado qne  el  Bey  se  fuese  á  la  Tilla  de  Alfaro,  y  d 
B^  de  Aragón  para  la  dbdad  de  Tndela,  dd  rey- 
no  de  Nayarra,  qne  ay  quatro  leguas  de  un  lugar  á 
otro.  Tomado  aqueste  concierto  d  Bey  se  partió  de 
Madrid  para  8egoTÍa,  é  Hoyó  consigo  á  la  Beyna. 
BstOYO  allí  dgunos  diaa,  por  irse  á  su  bosque  áde* 
portar,  é  de  Segoria  se  partíó  para  Aranda.  Donde 
llegado,  porque  la  B^yna  estaba  prefiada  de  tres 
meses,  d  B^ mandó  que  se  quedase  aUi,  oondde- 
rando  d  pdigro  que  sude  aoontesoer  á  las  muge- 


res  prefiadas]  quando  caminante  fuese  ala  villa  de 
Alfaro,  donde  llegado,  supo  como  ya  d  Bey  de  Ara- 
gón ,  sn  tío,  estaba  en  Tudda.  B  porque  d  Marqués 
de  Villena  era  prudente  negociador,  é  sabia  dar 
medios  en  qudesquier  dd>ates  é  oontratadones, 
mandóle  d  Bey  que  fuese  de  su  parte  á  bablar  con 
d  Bey  de  Aragón.  Y  puesto  que  él  obedesdó  d 
mandado  del  Bey,  fué  necesario  que  para  seguridad 
de  su  vida  demandase  que  el  Bey  de  Aragón  envia- 
se  á  la  Tilla  de  Alfaro  d  Araobispo  de  Zaragosa,su 
bijo,  á  poder  del  Bey,  para  tener  rehenes,  entre- 
tente que  él  iba  áTudda  á  hablar  con  él.  Bl  Bey  de 
Aragón  fué  muy  placentero  ddio ,  é  mandó  á  sn  fijo 
que  fuese ;  el  qud  Tino  á  hablar  d  Bey  é  hacerle 
reverenda ,  donde  fué  muy  bien  resdUdo  é  feste- 
jado. Estuvo  alli  un  dia  é  nna  noche,  hasta  que  d 
Marqués  fué  tomado,  y  él  se  fué  á  Tuddá.  Entre- 
tanto que  aquestos  tratos  pendían,  é  de  oada  parte 
se  buscaban  los  medios  que  le  oumplian ,  subcediÓ 
que  dli  en  Alfaro  un  dia  vino  muy  súbitamente  un 
muy  fiero  y  espantable  nublado,  tenebroso  y  oscu- 
ro, el  qud  traxo  consigo  tan  terrible  pedrisco,  con 
muy  grande  é  furioso  viento,  que  td  nunca  fué  vis- 
to entre  los  vivientes  de  aqnd  tíempo.  Duró  la  tem- 
pestad por  espacio  de  una  hora;  las  piedras  que  ad 
cayeron  fueron  gruesas  é  muy  muchas,  tanto ,  que 
pareada  aver  nevado.  Fdlóee  que  dgunas  piedras 
de  aquellas  pesaban  mas  de  nna  Kbra.  Fué  tsnta  la 
destrudon  é  dafio  que  biso  en  aquella  tíerra  el  pe- 
drisco, que  oad  por  dos  afios  no  se  pudo  coger  fru- 
to ninguno  que  aprovechase.  Bntoncea  visto  d  md 
é  pérdida  que  é  los  moradores  de  aquella  tierra  les 
era  venido ,  él  Bey  movido  á  compadon  de  sn  tra- 
bajo hiaoles  merced  de  sus  dcabalas  é  tordas  por 
tres  afios,  con  que  se  pudiesen  remediar  de  su  pér- 
dida. En  pos  de  aquesto  llegó  nueva  como  la  Beyna 
estando  un  dia  d  rayo  dd  sol^  que  entraba  por  una 
ventana  de  su  cámara,  le  encendió  fn^go  en  la  ca- 
besa,  que  le  quemó  un  pooo  de  los  cabellos ;  é  d  no 
fuera  presto  socorrida ,  qne  le  mataron  el  fuego  las 
mugares  que  con  ella  estaban ,  fuera  peligro  de  su 
vida.  Ad  mesmo  de  aqnd  espanto  avia  movido  un 
hijo  de  sds  meses,  de  que  el  Bey  no  solamente  fué 
pesante,  mas  turbado  é  muy  triste.  Sobre  aquesto 
ovo  diversos  juicios  entre  las  personas  notables  dd 
Beyno,  pronosticando  los  trabajoa  que  después  vi- 
nieron sobre  d  Bey  é  sobre  la  Beyna,  aegun  será 
recontado,  por  el  proceso  de  la  Oorónica.  E  porqne 
la  condudon  de  los  debates  que  entre  entrambos 
los  Beyes  pendían ,  llevaba  diladon,  é  á  oada  uno 
de  efios  convenía  ir  á  entender  mas  en  las  cosas  de 
sus  Beynos,  tomaron  poi^  expediente  que  para  d 
despadio  de  todo  ello  el  Marquéa  áñ  Villena  ovieae 
de  ir  á  Zaragosa,  donde  el  Bey  de  Aragón ,  é  la  no- 
ble Beyna  su  muger  se  iban  á  reposar,  é  que  dll 
se  tomada  medio ,  é  oonclndon  é  concordia.  E  and 
el  Bey  se  partió  para  Aranda  á  mas  andar,  y  d 
Marqués  se  quedó  en  Alfaro,  para  ir  á  Zaragosa.  E 
llegado  el  Bey  á  la  villa  de  Aranda,  hdló  á  la  Bey- 
na fiaoa  y  descayda,  ad  por  el  espanto  del  caso  en 
ella  aoontesddo ,  como  por  d  md  parto  dd  hijo  ta*> 


122 


GBÓNI0A8  DE  LOS  BEYES  DE  OÁffnLLk. 


ron  qoe  avia  movido ,  de  que  ein  dubda  estaba  muy 
triste ;  pero  con  la  venida  del  Boy  ella  se  alegró  ó 
convalesoió  dé  tal  guisa,  que  pudo  luego  caminar; 
ó  partióse  oon  el  Bey ,  é  fuéronse  derechos  á  Sego- 
via ,  é  de  alli  á  Madrid.  E  en  aqueste  medio  tiempo 
el  Marqués  de  Villena  se  partió  de  Alfaro  para  Za- 
ragoza, donde  llegado ,  halló  que  el  Bey  de  Aragón 
era  ido  al  Principado  de  Catalufia  para  tomar  muy 
presto.  E  como  asi  fué  llegado ,  la  Beyna  lo  mandó  ' 
aposentar,  é  le  resoibió  con  muy  alegre  cara.  Otro 
dia  siguiente  quiso  que  comiese  con  ella,  é  le  man- 
dó asentar  á  su  mesa ;  é  entre  las  otras  fiestas  que 
alli  resoibió  fué  ima  señalada,  que  solas  las  damas 
sirvieron  sin  varón  ninguno  á  la  mesa  de  todos  los 
oficios  que  todos  los  Beyes  suelen  ser  servidos.  Es- 
tuvo alU  el  Marqués  algunos  dias  esperando  la  ve- 
nida del  Bey,  é  luego  que  vino,  fué  concluida  la 
negociación ,  é  firmada  la  pasé  ooncordia  entre  am- 
bos Beyes.  E  asi  el  Marqués,  tomada  licencia  del 
Bey  de  Aragón ,  é  de  la  Beyna  su  muger ,  se  vino  á 
Madrid ,  donde  estaba  el  Bey  y  la  Beyna  oon  los 
Grandes  de  su  corte. 

OAPlTÜLO  XLn. 

Como  Dolí  Beltrtn  de  la  Caen  se  casó  coa  la  biJameaor  del  lla^ 

qvés  de  Sanlillaaa. 

Por  la  venida  del  Marqués  de  Villena  el  Bey  fué 
muy  alegre,  asi  por  aver  puesto  ooncordia  entre  él 
y  el  Bey  de  Aragón,  su  tío ,  como  por  los  negocios 
de  la  gobernación  del  Beyno  que  les  daba  buen  ex- 
pediento, y  el  Bey  se  confiaba  mucho  del.  E  como 
el  nuevo  Oonde  de  Ledesma  se  vio  puesto  en  esta- 
do con  el  g^nde  é  continuo  favor  del  Bey,  deter- 
minó de  buscar  parentela  con  quien  se  pudiese  abra- 
Bar  é  tener  mayor  parte  de  valedores  qnando  fuese 
menester.  E  asi,  ávido  su  acuerdo  con  el  Bey,  su- 
plicóle tratase  casamiento  con  una  hija  del  Marqués 
de  BantiUana,  la  menor,  que  estaba  doncella;  de 
que  el  Bey  fué  muy  contento,  asi  por  lo  que  cum- 
plía al  Oonde  de  Ledesma,  como  porque  ya  tenia 
por  mocho  suyos  al  Marqués  y  al  Obispo  de  Oala- 
horra  su  hermano.  Para  lo  qual  envió  sus  embaxa- 
dores  al  Marqués,  y  él  en  persona  habló  al  Obispo 
que  andaba  en  la  corte,  en  tal  manera  que  luego  fué 
concluido.  E  asignado  el  dia  de  los  desposorios,  el 
Bey  por  honrallos,  determinó  de  ir  á  Quadalazara 
oon  la  Beyna  é  oon  toda  su  corte ;  donde  ido,  le  fue 
fecho  solemne  rescibimiento  por  el  Marqúese  todos 
sus  hermanos.  Los  desposorios  se  hideron  con  mu- 
chas fiestas  de  diversas  maneras ,  torneos,  correr 
toros  y  sortija :  de  noche  oon  muchos  faroles.  De 
aqueste  casamíAito  desplugo  mucho  al  Marqués  de 
Villena ,  ansí  por  la  grand  parentela  que  el  Conde 
de  Ledesma  tomaba  con  la  casa  de  Mendoza ,  á  cu- 
ya cabsa  temia  mayor  parte  en  el  Beyno,  como  por 
la  voluntad  del  Bey  tan  inclinada  para  lo  querer 
prosperar  y  poner  en  grande  estado,  fi  siempre  fué 
que  la  envidia  pare  discordia,  acarrea  enemistad, 
busca  novedades  é  formas  cautelosas  para  dafiar; 
así  que  podemos  desoir  que  aqueste  casamiento  fué 


sementera  de  los  males  que  después  subcedieroo* 
Acabadas  las  fiestas,  é  pasados  pocos  dias,  el  Bey 
determinó  su  partida ,  é  mandó  que  la  Beyna  oon  la 
Princesa  é  los  Infantes  sus  hermanos,  ó  los  del  Oon- 
sejo,  é  toda  la  corte  se  fuese  para  Segovia.  Y  él 
con  muy  pocos  de  los  suyos  se  fué  á  la  villa  de 
Atienza  por  verla ,  é  holgarse  allí  un  dia  ó  dos ;  en 
la  qual  avia  mandado  labrar  tanto,  que  casi  de  nue- 
vo paresda  ser  tomada.  Llegado  alli ,  paresdóle  tan 
bien ,  que  quiso  reposar  en  ella  mas  de  ocho  dias,  y 
estuvo  alli  mucho  á  so  plascer. 

• 

OAPlTÜLO  XLHI. 

* 

Como,  fállesete  el  Prfneipe  Dos  Cirios  en  Bareeloaa,  y  porsn 
muerte  se  rebelaron  los  CaUlanes  de  todo  el  PrlBcipadf  o  con- 
tra el  Rey  de  Arafoa,  6  embiaron  su  embejador  al  Rey  coa  la 
obtdleoela  de  vaullos  sayos ,  para  qie  ios  resetbiese  é  eavlase 
socorro ;  é  llegó  so  embalador  allí  i  la  lUla  de  Atleasa ;  y  lo 
que  el  Rey  respondió. 

Después  que  él  Bey  don  Juan  de  Aragón  sacó  de 
la  prisión  al  Príncipe  Don  Oárlos,  su  hijo ,  é  lo  lle- 
varon los  Oatalanes  á  Barcelona,  nunca  se  sintió 
bueno,  ni  tuvo  disposición  de  salud  en  su  persona, 
antes  la  enfermedad  cresdó  tanto  en  él,  que  sin 
rescebir  mejoría  fallesdó.  Por  cuya  muerte  todos  los 
del  Prínoipadgo  de  Oatalufia  ovieron  grand  senti- 
miento, é  se  rebelaron,  é  pusieron  en  armas  contra 
su  Bey,  disciendo  que  él  avia  sido  cabsa  que  mata- 
sen al  Príndpe  su  hijo  oon  hierbas,  teniéndole  pro- 
so  en  poder  de  los  que  le  avian  mas  gana  do  matar 
que  darle  la  vida ;  por  donde  paresda  que  mas  lo 
avia  sido  enemigo  que  padre ,  é  mas  desipador  de 
su  salud,  que  ganoso  de  conservarla,  vistas  las 
grandes  crueldades  que  contra  él  por  su  mandado  é 
consentimiento  se  avian  cometido ;  de  lo  qual  daban 
derto  testimonio  las  claras  é  páblicas  prisiones 
donde  lo  avia  tenido  los  tiempos  pasados.  B  así 
puestos  en  rebelión,  haciendo  públicos  actos  en  for- 
ma jurídica  con  grandes  protestadones,  enviaron 
sus  querellas  delante  la  See  Apostólica,  publicando 
la  crueldad  con  que  duramente  los  trataba ,  no  como 
su  propio  Bey,  ni  como  Sefior  natural,  mas  como 
adversario  é  perseguidor  porfióse ;  por  donde  justa  é 
legítimamente,  como  damnificados  en  la  vida  y  en 
la  libertad  contra  sus  fueros  é  priviUejos,  que  to- 
dos los  Beyes  sus  antepasados  les  juraron  é  guarda- 
ron sin  violenda  ni  quebrantamiento  alguno ,  onde 
visto  que  él  ansí  se  los  usurpaba  é  corrompía  contra 
toda  raaon ,  que  lo  podían  desobedecer ;  por  tanto, 
que  ellos  lo  denegaban  de  Bey  é  Befior,  é  le  quita- 
ban toda  la  obidiencia  é  fidelidad  que  hasta  alli  co- 
mo subditos  é  vasallos  le  avian  tenido ,  é  la  pasa- 
ban á  la  casa  deOastilla,  é  al  Bey  Don  Enrique,  su 
verdadero  Bey  é  Sefior,  á  quien  según  derecho  divi- 
no é  humano  pertenesda  el  Beyno  de  Aragón  é  se- 
fiorio  de  Oatalufia ;  al  qual  desde  allí  elegían  é  to- 
maban por  su  Bey  é  Befior  natural,  é  que  así,  como 
verdaderos  subditos  é  vasallos  suyos,  se  ponían  de- 
baxo  de  su  protección  é  amparo  é  defendimiento 
real.  Fecho  aquesto ,  todos  en  una  conformidad  en- 
viaron por  su  embazador  al  Bey  un  caballero  letra- 


DON  BtmiQüB  OÜABTO. 


128 


do ,  qve  se  defloia  Moien  Oopones ;  el  qaal  por  temor 
del  Rey  de  Aragón  é  de  sus  gentes  Tino  en  ávito  di- 
simnlado,  hasta  qne  llegó  á  la  villa  de  Atienza,  don- 
de el  Bey  estaba.  EA  qxud  llegado  delante  de  sn  real 
presencial  oon  grande  sentimiento ,  oon  lágrimas 
en  sns  ojos ,  propaso  diciendo :  «  May  alto  é  serení- 
»  simo  Bey :  si  el  Bey  Don  Juan,  naestro  Bey  que 

•  solia  ser,  se  acordara  de  la  olemenda  Beal  y  de 

•  la  noble  oepa  gótica  de  Castilla ,  donde  él  desoen- 
t  dia ,  tratara  á  sa  propia  carne  con  mayor  demencia 
»  é  piedad  que  la  trató.  Mas  como  todo  aquello  es- 
» taba  desterrado  de  sus  entrafias ,  y  era  muy  age- 
»  no  de  su  condidon,  sabrá  vuestra  Beal  Magestad 
1  que  el  Principe  Don  Garlos  de  gloriosa  memoria, 
isu  hijo,  estando  en  la  isla  de  Sidlla  mas  temeroso 
»  que  oontento  de  su  padre ,  por  las  prisiones  en  que 

•  le  avia  tenido  tan  largos  tiempos ,  é  sospechando 
s  mayores  enconvenlentes  é  males  de  los  pasados, 
» tenia  determinado  de  estar  alli  apartado ,  así  por 
ino  provocar  la  ira  de  sn  padre,  como  por  esousar 
» los  pdigros  que  sospechaba  y  después  le  sobrevi- 
»  nieron.  B  qnanto  quier  que  los  Sicilianos ,  segnnd 
» los  privillejos  de  la  casa  de  Aragón,  que  los  primo- 
sgénitos  de  ella  se  han  de  llamar  Beyes  de  Sicilia, 
»lo  querían  aliar  Bey,  él  deseando  ser  obediente  é 
1  no  salir  del  querer  de  su  padre,  jamas  consintió  ni 
» quiso  aoeptallo ;  antes  como  hijo  de  obidienda 
»  dixo  que  quería  esperar,  y  ver  lo  que  d  Bey  su  pa- 
»  dre  mandaba  é  disponía.  B  como  asi  estuviese  es- 
sperando  lo  qne  le  fuese  mandado,  el  Bey  á  ins- 
1  tanda  é  suplicación  de  los  tres  estados  de  sus  r^- 
1  nos  determinó  de  lo  llamar  é  traer.  Pero  porque  d 
1  Príncipe  dn  rescelo  osase  venir ,  mandó  á  los  per- 
1  lados  del  estado  dedástico ,  é  á  los  otros  nobles  va- 
» roñes  é  cábdleros  del  Príndpadgo  de  Oatalufia, 
1  que  sobre  su  fe  y  palabra  red ,  que  publicamente 
1  é  con  juramento  nos  dio,  le  di¿iemos  todas  las  se- 
1  guridades  que  él  nos  demandase  é  á  nosotros  pa- 
»iesdese  ser  necesarias  para  en  td  caso ,  que  él  las 

•  guardaria  inviolablemente,  é  lo  tratarla  de  dll 
1  addante  oon  todo  amor  paternal,  segund  qne  todo 
»  padre  piadoso  suele  tratar  á  su  hijo.  E  así  el  Prín- 

•  dpe  confiándose  de  nosotros ,  é  creyendo  el  seguro 
1  que  ad  le  dábamos,  vino  muy  alegre  á  la  obidien- 
1  da  de  sn  padre.  B  puesto  que  el  Bey  le  rescibió 
1  oon  gracioso  semblante ,  é  mostró  aver  plasoer  oon 
1  su  venida ,  antes  qne  mucha  dilación  de  tiempo 
»  pasase,  no  solamente  le  mandó  prender  feamente, 

•  é  tratar  oon  gran  crueldad ,  mas  disimuladamente 
1  consintió  é  dio  lugar  qne  su  propia  carne  é  lo  que 
1  engendraron  sus  lomos  fuese  á  manos  de  devosos 
»  muerto  con  hierbas  venenosas.  B  asi  muerto  el  hi- 
»  jo,  enoendido  con  mayor  safia,  puso  por  obra  de 
»  disipar  los  bienes  é  consumir  la  vida  de  sus  vasa- 
» líos,  en  tal  manera,  que  ni  podemos  sufrír  sus  ho- 
imiddios,  ni  comportar  sn  desenfrenada  ira.  Por 
»  donde  justa  é  debidamente  le  pedimos  denegar  de 
»Bey ,  é  qdtar  la  fidelidad  é  obidienda  que  como 
1  subditos  le  debiamos ;  porque  si  oomo  vasallos  le 
» debíamos  servidumbre  é  temor,  él  oomo  Bey  nos 

•  avia  de  responder  oon  piedad  é  oon  amor.  La  qud 


obidienda  ad  quitada,  todos  los  de  aquel  Prínd- 
padgo é  sus  dbdades  é  villas  muy  conformes,  é 
sin  disorepadon  alguna  de  los  tres  estados,  ave- 
mos  elegido  á  vuestra  Beal  celsitud  por  nuestro 
Bey  é  legitimo  é  verdadero  Seftor  naturd ,  á  quien 
segund  deredio  divino  é  humano  por  reta  descen- 
denda  la  casa  de  Aragón  é  Prindpadgo  de  Oatdu- 
fia  pertenesce.  Por  tanto ,  yo  en  vos  y  en  nombre 
de  iodo  aquel  Prínoipadgo  é  sns  dbdades  é  villas 
é  lugares,  por  virtud  de  los  poderes  que  de  ellos 
traygo  ,  aquí  vos  resdbo  por  Bey ;  é  y  o  en  su  nom- 
bre vos  doy  la  obidienda  ó  fidelidad ,  que  como 
subditos  dd>emos  y  avemos  de  dar ;  suplicando 
con  quanta  reverencia  y  humildad  puedo,  nos 
quiera  tomar  por  vasaUos,  é   amparar  con  su 
sombra  real»  Oida  su  embajada,  el  Bey  con  mu- 
cha gradoddad  le  respondió :  •  Yo  agradeaoo  á  los 
del  prindpadgo  el  amor  é  buena  voluntad  que  han 
mostrado  en  quererme  por  su  Bey.  Placerá  á  Dios 
que  ellos  resdban  de  mí  no  solamente  muchas 
mercedes,  mas  tdes  obras ,  que  dempre  sean  con- 
tentos de  tenerme  por  Sefior.  Pero  porque  este  ne« 
godo  es  de  gran  importandai.é  para  lo  aceptarse 
requiere  seso  é  maduro  consejo,  será  necesario  aver 
ddiberadon  é  oonsdtdlo  con  los  del  mi  Oonsejo, 
para  que  en  ello  se  dé  la  orden  que  conviene.  Por 
tanto,  convemá  que  ayais  paciencia  hasta  que  yo 
vaya  á  Segovia,  que  dlí  seréis  respondido,  é  se 
httá  lo  que  cumple,  i  Dicho  aquesto ,  mandó  que 
le  aposentasen  muy  bien,  y  se  fuese  en  pos  del 
quando  se  partiese.  Pasados  ocho  días  que  d  B^  se 
holgó  en  Atiensa ,  se  partió  para  Segovia. 

CAPÍTULO  XUV. 

Gome  nnldo  el  Rey  i  Secovia,  é  llimadoi  lot  ée  n  alto  Goise- 
Jo,  OTO  aeseráo,  é  eiiflé  faate  es  iMorro  de  loa  GatalaBca. 

Venido  d  Bey  á  Segovia,  Uamados  los  del  su  dto 
Oonsejo,  les  dixo :  sMuchas  veces  avemos  visto  é 
lasí  mesmo  Iddo  que  á  los  dtos  Prindpes  altas  é 
tgrandes  empresas  se  les  suelen  ofrecer,  á  unos  con 
t  grande  trabajo,  é  á  otros  con  poca  fatiga;  é  de  aquí 
»es  que  aquellos  se  jusgan  ser  famosos,  que  oon 
imayor  corasen  las  osan  emprender*  E  por  esto  los 
•antiguos  poetas  dixeron  que  la  fortuna  es  de  tal 
•condición  compasada,  que  á  cada  uno  de  los  varo- 
•nes  se  le  presenta  delante,  cogidos  los  brazos  é 
idescabdlada  la  cabeaa,  para  que  quien  mejor  la 
•supiere  asir  de  los  cabellos  é  tener  que  no  se  le 
•vaya,  aquella  seftoree  é  triunfe  con  vitoria  sin  te- 
•mer  sus  adverddades.  B  pues  agora  se  me  ofrece 
•sefialada  prosperidad  sin  fatiga,  sefiorio  sin  tra- 
•bajo,  vasallos  que  se  me  dan  sin  iflos  á  conquistar, 
•yerro  manifiesto  seria  é  cobardia  de  coraion  deza- 
•llos  de  resoebir.  Avds  de  saber  qne  el  Prindpad- 
•go  de  Oatalufia  se  ha  rebdado  contra  el  Bey  de 
•Aragón  á  cabsa  de  la  prisión  é  muerte  del  Prind- 
•pe  Don  OárloB,  que  Dios  aya;  é  todos  los  tres  Es- 
•tados  unidos  é  conformes  me  han  elegido  por  Bey 
•y  por  Sefior,  é  me  han  venido  á  suplicar  con  un 
•cabdlero  suyo,  que  á  mí  es  venido  por  embaxador, 


124 


ORÓNIOAB  DI  LOB  BETES  DE  OASnLLA. 


»lo«  quiera  regoebir  por  mis  lúbditM  é  vasalloa.  B 
«porque  aquesto  parece  dispoeioion  de  la  divinal 
•Providencia,  é  loa  tiempos  lo  acarrean,  parésoeme 
»qae  se  debe  aceptar.  Por  eso  quiero  oir  vuestro  pa- 
•reacer,  y  esperar  vuestro  consejo;  porque  de  las 
Acosas  deliberadas  nunca  viene  arrepentimiento.» 
Oido  lo  que  el  Bey  avia  propuesto,  todos  los  del 
Ctonsejo  fueron  maravillados  de  aquella  tan  grande 
novedad;  é  como  las  voluntades  de  los  mas  prind- 
pales  estaban  divisas  y  en  diversas  aficiones  pues- 
tas, unos  votaban  que  aquello  no  se  debia  aceptar 
porque  era  contra  su  tío;  otros  afirmaban  que  era 
oosa  justa  tomallo,  porque  su  tic  mas  le  avia  sido 
contrario  que  buen  pariente,  qiíando  hiao  sus  alian- 
aas  con  los  caballeros  de  Castilla  y  con  el  Bey  de 
Portugal  contra  él.  Al  fin,  dezadas  las  altercacio- 
nes, acordaron  que  Mesen  Copones  fuese  allí  llama- 
do; é  venido  fué  preguntado  quó  ^a  lo  que  al  Bey 
demandaba,  é  quería  que  el  Bey  biciese  en  favor 
de  los  Catalanes.  El  qual  respondió  é  dixo  que  dos 
cosas  eran  las  que  principalmente  pedia  é  deman- 
daba en  nombre  de  aquellos  que  le  enviaban:  la 
.primera  é  mas  principal  que  el  Bey  los  tomase  por 
sus  vasallos,  pues  que  ya  le  tenian  elegido  por  su 
Bey,  y  el  sefiorío  de  Aragón  é  Oatalufia  le  pertenes- 
cia  por  legitima  subcesion;  la  segunda  que  les  en- 
vii^  gente,  para  que  con  su  favor  alzasen  pendones 
por  él,  é  labrasen  luego  su  moneda,  é  para  que  los 
defendiese  de  quienquiera  que  los  quisiese  guer- 
rear. B  que  pues  tan  sin  trabajo  de  conquistor  é  de 
gasto  lo  ponian  en  el  sefiorio,  que  su  Altesa  no  le 
debia  rehusar,  ni  mostrar  flaqueza  de  corasen  en 
dezar  de  aoepter  lo  que  Dios  é  las  gentes  le  daban 
é  ponian  en  las  manos  sin  contraste  ninguno.  En- 
tonces los  del  Consejo,  visto  que  el  Bey  se  indina- 
ba, é  estoba  ganoso  de  lo  hacer  é  aceptar,  dizeron 
que  convenia  enviar  para  caso  tan  grande  sefiala- 
dos  capitanes  y  copia  de  buena  gente,  é  fué  acor- 
dado que  fuesen  dos  mil  é  quinientos  de  á  caballo. 
E  asi  el  Bey  mandó  á  Don  Juan  de  Biamonte,  Prior 
de  la  Orden  de  San  Juan  en  el  reyno  de  Navarra,  é 
á  Juan  de  Torres,  un  caballero  principal  de  la  db- 
dad  de  Soria,  que  fuesen  por  capitones  de  aquella 
gente,  é  diesen  orden  como  alzasen  pendones  en 
todo  el  Prindpadgo,  sefialadamento  en  Barcelona; 
por  manera  que  en  todo  se  diese  buen  recabdo  qual 
cumplía  á  su  servicio.  Los  quales  tomada  su  gento 
se  partieron  é  pasaron  sin  contrasto  ninguno  basto 
que  llegaron  á  Barcelona,  donde  fueron  muy  bien 
rescebidos.  Llegados  alli,  todos  los  de  la  cibdad 
muy  conformes  alzaron  pendones  por  d  Bey,  é  la- 
braron luego  su  moneda ;  ad  mesmo  por  las  otras 
dbdades  dd  Prindpadgo. 

CAPÍTULO  XLV. 

orno  el  Rey  ie  f\ié  I  la  vUla  de  Agreda,  j  de  lo  qw  allí 

tvbeedió. 

Enviada  la  gento  al  Prindpadgo  de  Oatalufia,  fué 
acordado  que  d  Bey  se  allegase  á  la  frontera  de 
Aragón  é  Navarra;  é  asi  fué  á  la  villa  de  Agreda, 


que  está  junto  con  entrambos  reynoe,  para  haoer 
espdda  á  los  suyos  é  toner  en  sodego  aqndla  tier- 
ra, que  no  se  osase  hacer  rebato  ninguno.  Estando 
allí,  con  grande  poder  é  triunfo  de  sefiorio,  le  llega- 
ron degres  nuevas  é  prósperas  mensagerias  de  di- 
versas partes.  Sus  capitanes  le  hideron  saber  como 
todo  el  Prindpadgo  te  Catdufia  era  suyo  muy  pa- 
dficamente.  Üególe  mueva  como  Don  Juan  de  Guz- 
man,  Duque  de  Medina-Sidonia,  Conde  de  Niebla, 
con  su  gento  é  la  de  Xerez  é  de  aquellas  comarcas 
al  derredor  avian  tomado  la  cibdad  de  Qibrdtor 
de  poder  de  los  Moros ;  y  sabido ,  mandó  que 
aquella  de  dli  adelanto  se  pusiese  en  el  titulo 
de  sus  ditados.  Vínole  otra  nueva,  como  Don  Pe- 
dro Qiron,  Maestre  de  Calatrava,  avia  tomado  de 
los  Morosis  villa  de  Archidona,  lugar  muy  fuer- 
te. Vínole  otra  nueva  del  Bey  Don  Femando  de 
Nápol  su  primo,  suplicándole  que  lo  tomase  por 
suyo  de  acostomiento,  para  que  con  nombre  de 
suyo  é  con  su  favor  fuese  defendido  en  su  Beyno, 
por  quanto  lo  guerreaban  sus  enemigos  para  lo 
echar  del  Beyno.  E  llególe  otro  mensagero  por  par- 
to dd  Papa  Pió  é  dd  Colegio  de  los  Cardendes,  ro- 
gándole que  quidese  hacer  perpetua  oonf  ederadon 
con  la  Sede  Apostólica.  E  llególe  ad  mesmo  otro 
mensagero  por  parto  de  los  Ginoveses  é  Veneda- 
nos,  didendo  que  Genova  se  le  queria  dar  en  per- 
petuo vasallage  de  su  Corona  Bed,  é  Veneoia  en 
perpetua  amistad,  para  ser  por  siempre  amiga  de 
amigos  y  enemiga  de  enemigos  con  la  Casa  de  Cas- 
tilla. E  puesto  que  todas  estas  cosas  de  tan  alto 
prosperidad  é  honra  temporal  le  vinieron,  era  tan 
magnánimo,  que  nunca  mostró  mas  altoracion  por 
ello,  como  si  ninguna  oosa  ni  oferto  le  ovieran  fe- 
cho é  ofresddo.  Lo  qud  muy  pocas  veces  sude 
acaescer  entre  los  poderosos;  ca  bien  tarde  se  vido 
que  los  altos  Principes,  á  quien  semejantes  prospe- 
ridades suele  acarrear  la  fortuna,  se  pudiesen  abs- 
tener de  presuntuosa  vanagloria,  ó  sin  ramo  de 
f  antada  ó  de  soberbiosa  dtives.  Pero  aqueste  Bey,  á 
quien  propia  cosa  era  reynar  é  haoer  mercedes,  en- 
salzar los  hombres  é  ponerlos  en  grandes  estados, 
si  la  desloaltad  no  le  fuera  contraria  é  pudiera  en- 
clavar la  rueda  de  la  fortuna,  que  nunca  se  tastor- 
tomára,  and  era  singdarmento  magnánimo,  que 
todas  las  honras,  prósperos  sucesos,  pujanza  de  se- 
fiorios  é  grandeza  de  estado  en  qué  viniese,  estima- 
ba de  ser  merecedor  é  digno  de  rescebirlas.  Mas 
como  la  dededtad  de  sus  fdsos  consejeros  iba  cres- 
dendo,  su  poco  amor  se  desdoraba,  é  sus  dafiados 
deseos,  tratos  é  pensamientos  se  descubrian,  todas 
las  cosas  de  prosperidad  que  ad  le  venian,  impug- 
nándolo ellos,  las  contradecían  disoiendo  que  aque- 
llas cosas  mas  eran  vanas,  de  poca  certidumbre,  é 
grandes  gastos,  que  de  honra  ni  provecho  alguno, 
é  mas  peligrosas  que  seguras,  en  td  manera  que  le 
hadan  atibiar  el  corazón,  no  sólo  para  aoeptollas 
como  la  razón  queria,  mas  para  proseguillas  como 
á  los  animosos  varones  conviene.  T  asi  de  contino 
buscaban  ezquisitas  formas  de  dilación,  con  que  las 
cosas  aparejadas  é  ligeras  de  aver  efecto  se  perdianí 


DON  SNBIQÜE  OÜABTO. 


ISS 


oon  grand  infamiti  mengua  é  vituperio  del  Bey,  se- 
gund  que  sus  obras  fueron  daros  testigos  que  dieron 
testimonioi  como  adelante  será  relatado  por  el  pro- 
ceso. Ca  por  esta  cabsa  apartaron  de  cabe  el  Bey 
al  que  oon  entrafias  leales  daba  sano  consejo,  é  oon 
afición  Tcrdadera  procuraba  su  bien  ó  aumento  de 
la  Gerona  Beal.  Estando  asi  el  Bey  en  calma,  que 
no  se  sabia  elegir  qual  camino  le  seria  mejor  é  mas 
pfoyechoso  para  su  estado,  vino  secretamente  un 
escudero  nayarro  á  hablar  con  el  Conde  de  Ledes- 
ma,  proferíéndose  de  le  dar  una  puerta  principal  de 
Tndela  de  Navarra  con  una  torre,  para  que  el  Bey 
se  apoderase  de  ella  ó  oviese  la  oibdad  de  su  mano 
oon  tanto  que  le  hiciese  algpma  merced.  Entonces 
el  Conde  habló  con  el  Bey,  é  por  su  mandado  oon- 
oertó  con  el  escudero,  dándole  grandes  seguridades 
é  promesas  muy  firmes,  que  entregada  la  cibdad  é 
apoderado  el  Bey  de  ella,  le  daria  cierta  renta  de  la 
misma  cibdad,  é  dineros  de  juros  situados  en  la  vi- 
lla de  Agreda.  Fecho  el  concierto,  el  Conde  envió 
con  el  escudero  un  caballero  de  su  casa  llamado  Pe- 
dro de  Ouaman  oon  otros  veinte  hombres,  para  que 
aquel  tratante  les  entregase  la  puerta  con  la  torre 
como  estaba  ooncotado,  y  entregada,  se  alzasen 
con  ella,  é  serian  luego  socorridos;  porque  el  Conde 
iba  en  pos  de  ellos  oon  gruesa  gente  para  socórre- 
nos. B  yendo  una  noche,  como  el  trato  era  falso,  en 
llegando  á  la  puerta  de  la  oibdad  fueron  luego  pre- 
sos, de  que  el  Bey  ovo  grande  enojo,  é  mandó  al 
Conde  de  Ledesma  que  tomase  mil  rocines  de  los 
de  las  guardas,  é  fuese  sobre  Tudela,  é  si  no  le  en- 
tregasen luego  los  presos,  sin  detenimiento  que  hi- 
ciese luego  talar  las  vlftas  é  las  huertas,  é  pusiese 
fuego  á  toda  la  tierra.  Pero  como  el  Conde  llegó,  é 
vieron  todos  los  de  la  cibdad  que  comenzaba  á  talar 
sacaron  luego  los  presos  é  se  los  entregaron,  é  así 
librados,  el  Conde  mandó  cesar  la  tala,  é  se  tomó 
para  el  Bev.  Pasados  algunos  dias  que  el  Bey  ovo 
estado  en  Agreda,  fué  determinado  que  se  fuese  á 
tener  la  Navidad  á  la  villa  de  Almasan. 

CAPÍTULO  XLVI. 

Cobo  oI  Rey  vito  i  la  ftlla  de  Alnana,  é  do  lo  que  allf  nbeedló 

eoB  los  Catalanes. 

Luego  que  el  Bey  fué  venido  á  la  viUa  de  Alma- 
san  con  la  Beyna  é  la  Princesa  é  oon  los  Infantes 
sus  hermanos,  é  aposentados  los  de  su  Corte,  tuvo 
alli  la  fiesta  de  Navidad  oon  mucho  placer.  En 
aqueste  medio  tiempo  llegaron  otros  dos  embaxado- 
res  del  Principadgo  de  Oatalufia,  uno  Eclesiástico, 
que  era  Arcediano  de  Girona,  é  otro  Caballero,  que 
se  llamaba  Mosen  Cardona;  los  quales  le  traian  la 
obidiencia  del  todo  el  Principadgo  oon  grand  con- 
formidad, en  que  le  juraban  por  Bey,  é  le  prestaban 
la  fidelidad  que  los  vasallos  acostumbran  dar  á  su 
Bey  quando  le  resoiben  por  su  Sefiort  Donde  veni- 
dos, é  juntados  oon  el  otro  Embajador  que  vino  pri- 
mero, fueron  al  palacio  Beal;  é  presentado  delante 
del  Bey  é  los  de  su  Consejo,  oon  grande  reve- 
rencia el  Arcediano  de  Girona  propuso,  diciendo: 


•Serenísimo  Sefior,  é  muy  poderoso  Bey:  si  el  Bey 
»Don  Juan  de  Aragón,  que  solía  ser  nuestro  Bey,  se 
«recordara  de  la  grandes  Beal  de  Espafia,  de  don- 
9de  su  padre  y  él  descendian,  fuera  por  cierto  mas 
B  piadoso  é  humano  para  sus  subditos  que  lo  han 
«mostrado  sus  obras,  después  que  sobre  nosotros 
sreynó.  Mas  como  su  reynar  era  contra  derecho,  y  en 
sgraUtde  perjuicio  de  la  Corona  Beal  de  Castilla  é 
»de  á  quien  de  derecho  divino  é  humano  pertenes- 
Bcia,  no  quiso  Dios  que  tanta  sin  razón  padesoiése- 
Amos,ni  que  fuésemos  agenados  de  quien  eramos 
A  oon  justicia.  E  por  eso  él  olvidando  la  clemencia 
sé  benignidad  que  como  Bey  avia  de  tener  con  sus 
s  subditos,  no  solamente  fué  cruel  para  nosotros, 
smas  en  nombre  de  padre  fué  capital  enemigo  con- 
stra  su  hijo,  desipador  contra  nuestra  república^  é 
sdesbaratador  del  bien  común  de  aquella,  matándo- 
snos  é  privándonos  del  verdadero  y  ligítimo  suboe- 
ssor  que  sobre  nosotros  avia  de  reynar,  dando  lugar 
sque  fuese  muerto  con  hierbas,  aviéndole  nosotros 
s  asegurado  de  muerte  é  de  prisión,  sobre  su  fé  é 
«palabra  Beal  que  nos  dio  é  juró.  Por  donde  los 
«tres  Estados  de  Principadgo  de  Catalufia  justa  é 
«debidamente  lo  pedimos  é  debimos  denegar  por 
«Bey,  é  damos  á  quien  de  derecho  pertenesciamos, 
«que  sois  vos,  muy  alto  é  muy  poderoso  Bey.  E 
«pues  asi  tan  piadosamente  nos  aveis  Sefior  abri- 
«gado,  enviándonos  socorro  de  gentes  é  capitanes 
«que  nos  socorriesen  é  asrudasen  é  defendiesen, 
«viéndonos  ya  libres  de  la  cruel  servidumbre  en 
«que  vivíamos  con  tanto  temor  de  perder  las  vidas, 
«venimos  á  vuestra  Beal  celsitud,  para  que  asi  como 
«allá  vos  elegimos  en  ooncordia,  y  quedamos  por 
«vuestros  vasallos,  asi  acá  en  nombre  de  todos  ellos 
«besamos  vuestras  reales  manos,  é  damos  la  obi- 
sdiencia  como  á  Bey  é  Sefior  natural.  A  cuya  Beal 
«excelencia  notificamos  que  el  Bey  Don  Juan  ha 
«empefiado  la  villa  de  Ferpifian  con  ciertas  fortale- 
«sas  al  Bey  de  Francia,  é  se  la  ha  entregado  condi- 
«otonalmente,  que  le  prestase  ciertas  mil  coronas,  é 
«le  ayudase  con  gente  de  guerra  para  nos  destruir; 
«por  manera  que  ha  enviado  gente  de  armas  contra 
«nosotros,  é  destruye  la  tierra.  Porque  humilmente 
«con  quanta  humildad  podemos,  le  suplicamos  quie- 
«ra  defender  lo  suyo,  é  enviar  luego  tal  socorro  de 
«gente,  que  nuestros  enemigos  no  nos  puedan  da- 
«fiar,  é  quedemos  libres  é  exemptoe,  como  vuestros 
«vasallos,  para  vuestro  servicio;  porque  sepan  los 
«Franceses  que  la  casa  de  Castilla  mató  sus  Pares 
«de  Francia,  é  destruirá  su  soberbia  quando  fuere 
«menester.  Pero  porque  todo  aquesto  lleve  cimiento 
«de  salud,  é  del  buen  principio  se  atienda  próspero 
«fin,  con  quanta  instancia  podemos  le  suplicamos 
«se  quiera  luego  entitular  é  tomar  nombre  de  Bey 
«de  Aragón  é  Conde  de  Barcelona;  porque  oon  sólo 
«aqueste  nombre  seremos  amparados  é  abrigados  é 
«defendidos;  y  entre  todas  las  naciones  oon  solo 
«este  apellido  avremos  lugar  é  cabida4«  Acabada  su 
habla  el  Bey  les  respondió,  que  les  agradesda  mU'» 
cho  la  voluntad  é  buen  amor  con  que  se  avian  mo«^. 
vido  á  ser  suyos,  é  que  estaba  ganoso,  no  solamente 


126 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BBTB8  OB  OA&mLLA. 


de  los  amparar  é  defender,  mas  de  haoelles  mDohaa 
mercedes,  oomo  á  buenos  servidores;  pero  qne  para  la 
conolusion  de  aquello  que  pedían  era  necesario  con- 
sultallo  con  los -de  so  Oonsejo,  ó  ávido  sa  acuerdo 
ó  deliberación,  les  mandarla  responder  con  efecto. 
Entonces  todos  tres  embaxadores,  fecha  su  reveren- 
cia, salieron  muy  contentos,  é  salidos,  el  Bey  habló 
con  los  de  su  Consejo,  ó  les  dixo  que  sería  bien  lue- 
go hacer  6  poner  por  obra  lo  que  aquellos  eknbaja- 
dores  de  Oatalufia  pedían  é  suplicaban,  ansi  de  lo 
uno  oomo  de  lo  otro,  porque  él  tenia  mensageros  de 
los  principales  de  Aragón  en  que  se  proferían  que 
si  tomase  titulo  de  Bey  de  Aragón,  que  se  levanta- 
rían por  él  la  cibdad  de  Zaragoza;  ó  ansi  mesmo  de 
otros  Valencianos,  que  le  prometían  de  le  dar  á  Va- 
lencia cada  é  quando  se  llamase  Boy  de  Aragón.  £ 
que  bien  considerado  lo  que  Dios  así  le  traia  á  las 
manos  é  le  ofrescia  con  tan  poco  trabajo,  que  seria 
manifiesto  error  no  rescebillo:  por  tanto,  qne  su  voto 
era  de  avéUo  de  aceptar  é  poner  por  obra  lo  que 
con  tanta  instancia  le  suplicaban,  porque  tarde  é 
muy  pocas  veces  se  avia  ofrecido  semejante  caso. 
Algunos  de  su  Oonsejo,  loBLmas  príndpales,  que  mas 
gana  avian  de  le  ver  abatido  que  prosperado,  res- 
pondieron qne  las  tales  empresas,  quando  asi  venian 
tan  de  rebato,  mas  era  tentación  humana  que  pro- 
visión divina;  é  que  aquellos  que  tan  ligeramente 
se  proferían  á  tan  grandes  cosas,  mas  lo  hadan  por 
voluntad  de  algund  interese,  que  por  gana  de  le  ser- 
vir; é  que  su  parescer  era  que  en  ninguna  manera 
aquel  titulo  de  Bey  de  Aragón  se  debia  tomar  hasta 
que  todo  fuese  ganado  é  sometido  á  su  Sefioría.  El 
Bey,  replicando,  desda  que  dezar  de  lo  hacer,  era 
mostrar  mas  cobardía  que  esfuerso,  é  que  no  era 
cosa  justa  que  los  Aragoneses  é  Valendanos  se  le- 
vantasen contra  el  Bey  de  Aragón,  sin  que  viesen 
que  él  se  intitulaba  Bey  de  ellos,  é  que  todavía  era 
su  voto  que  se  debia  poner  por  obra  lo  que  pedian 
los  Catalanes,  pues  que  de  justo  titulo  le  pertenesda 
d  llamarse  Bey  é  socorrerlos.  Mas  como  los  que  im- 
pugnaban ó  contradesdan  con  grand  instancia  lo 
que  al  Bey  convenia,  y  fuera  mejor  aceptar,  eran  los 
príndpales  del  Oonsejo,  conviene  á  saber,  el  Arzo- 
bispo de  Toledo  y  el  Marqués  de  Villena,  los  otros 
que  alli  estaban,  puesto  que  velan  ser  sus  dichos 
ágenos  de  la  verdad  é  les  pesaba,  no  tenian  osadía 
de  votar  lo  contrario,  ni  menos  contradedrlo.  En 
fin  fué  acordado,  porque  aquellos  dos  lo  quisieron, 
que  les  fuese  respondido  á  los  Catalanes  que  si  que- 
rían gente,  que  trazesen  dinero  para  pagalla,  y  se 
la  darían;  é  qnanto  al  tomar  dd  título,  que  el  Bey 
lo  tomaría  quando  fuese  tiempo.  B  ávido  aqueste 
acuerdo,  el  Arzobispo  y  el  Marqués  con  los  otros 
del  Oonsejo  salieron  á  la  habla  con  los  embaxadores 
é  apartados  con  ellos,  el  Marqués  les  dixo:  tEl  Bey 
«nuestro  Seftor  oyó  vuestra  embajada,  y  entendidas 
»las  cosas  particulares  de  ella,  puesto  que  sea  bue- 
»no  lo  qne  asi  traéis  á  su  Alteza  en  querer  daros 
9  por  vasallos  suyos,  paresce  que  desdora  con  lo  que 
Bá  la  postre  pedis,  d  es  que  vos  dé  gente  para  vues- 
itradefendon  contra  los  Franceses  que  vosguer-  | 


irean;  porque  su  Alteas  ya  vos  envió  dos  mil,  é 
«quinientos  rocines  con  sefialados  capitanes,  por 
icuyo  socorro  no  vos  han  dafiado  vuestros  enemi- 
sgos,  é  pedir  agora  mas  gente  de  nuevo,  es  que 
9  haya  de  gastar  de  sus  tesoros  para  vuestra  libertad. 
9  Mas  pues  tanta  neceddad  tenéis  de  gente,  y  con 
9  tanta  instancia  la  pedis,  fuera  razón  que  truxera- 
9  des  dinero  para  pagalla,  porque  fuérades  mas  pres- 
9to  socorrídos.9  Por  la  habla  del  Marqués  ñutieron 
bien  los  Catalanes  que  el  Marqués  y  d  Arzobispo 
mas  eran  parciales  dd  Bey  de  Aragón,  que  verda- 
deros servidores  dd  Bey.  E  por  eso  Mesen  Cardona 
tomó  la  habla,  é  dixo.  «Por  derto,  sefior  Marqués, 
esa  libertad  que  vos  deds  ser  nuestra  es  acrecen- 
tamiento de  la  corona  y  estado  dd  sefior  Bey  mas 
que  provecho  nuestro;  é  d  dgo  aqui  su  Altesa 
gastaba  de  sus  tesoros,  era  trasdoblallos  de  renta* 
Mas  queríamos,  Sefior,  saber  de  vuestra  merced  é 
ser  certificados  de  una  sola  cosa:  si  dando  nos- 
otros d  sueldo  que  deds  para  dar  á  su  Beal  Sefioría 
la  tierra  del  Prindpadgo  que  le  ofrecemos  y  da- 
mos, d  seremos  seguros,  é  tememos  certidumbre 
qne  su  Alteza  quiera  intitularse  de  Bey  de  Ara- 
gón. 9  A  esto  respondió  d  Marqués  titubeando,  é 
dixo  que  sin  duda  quando  ellos  truxesen  dinero  para 
pagar  sueldo  á  la  gente  que  demandaban,  que  éü 
sería  contento  de  llamarse  Bey  de  Aragón.  Luego 
que  aquesto  oyó  d  Arcediano  de  Qirona,  dixo:  sSe- 
fior  Marqués,  si  aquesto  que  vuestra  merced  dice  es 
and,  y  somos  seguros  de  ello,  muy  mas  cumplida- 
mente lo  quiere  hacer  el  Prindpadgo  de  Oatalufia 
é  nosotros  en  su  nombre,  porque  ansi  nos  es  man- 
dado, é  traemos  sefialados  pbderes  para  ello  de  to« 
das  las  dbdades  é  villas,  y  de  los  perlados,  condes 
barones  é  caballeros  sefidados  que  en  él  viven  y 
están  é  tienen  sus  tierras  é  sefioríos,  qne  desde 
el  dia  que  su  Alteza  se  intitulase  é  llamase  Bey 
de  Aragón  é  Conde  de  Barcelona,  en  sesenta  dias 
prímeros  prometemos  y  aseguramos  que  le  da- 
remos setedentos  mil  florines  de  oro  puestos  en 
Castilla,  con  que  podrá  guerrear  nuestros  enemigos 
é  quedar  pacífico  Bey  de  Aragón  é  nosotros  libres 
é  perpetuos  vasdlos  de  su  Corona  Beal.  Mas  ave- 
rnos, sefior,  oido,  é  aun  somos  certificados,  que  al- 
gunos de  los  que  estáis  en  su  alto  Oonsejo  eetorbds 
que  su  Magostad  no  acepte  aquesta  impresa  tan 
alta  é  gloriosa  de  emprender,  ligera  de  acabar,  y 
segura  de  sefiorear.  Pues  dertamente  osamos  afir- 
mar, é  somos  ciertos,  que  si  lo  semejante  fuera 
ofrescido  al  Bey  Don  Juan  que  nos  persigue,  con- 
tra los  reynos  de  Castilla,  que  sin  tantos  rodeos  é 
acuerdos  é  dilaciones  lo  hubiera  emprendido  é 
puesto  las  manos  con  mejor  esfuerzo  é  denuedo 
que  acá  se  ha  rescebido.  Por  ende,  sefiores,  por 
parte  de  aquella  provinda  que  acá  nos  envia,  vos 
«suplicamos  é  requerimos,  pedimos  por  merced  é 
amonestamos,  si  de  fieles  consejeros,  verdaderos 
servidores,  é  leales  vasdlos  vos  presdais,  le  que- 
ráis consejar  que  luego  se  llame  Bey  de  Aragón  é 
Conde  de  Barcdona,  é  lo  acepte  sin  dilatar,  pues 
que  Dios  é  su  justicia  se  lo  da;  é  los  setecientos 


Don  enbiqüb  cuarto. 


m 


»mil  florines  qae  asi  leproferimoB,  crea  bu  Reftl 
soelsitad  qne  dn  dabda  se  los  doremos,  so  pena  que 
siodoB  tres,  como  aqai  oslamos,  perdamos  la  vida.» 
Oído  su  razonamiento,  é  lo  que  tan  liberalmente  pro- 
ferían, todos  del  Consejo  quedaron  maravillados. 
Pero  como  el  Marqués  y  el  Arzobbpo  t^ian  daña- 
das las  voluntades,  é  muy  agenas  de  lo  que  al  Rey 
é  á  la  sublimidad  de  su  Estado  oonvenia,  respondie- 
ron que  aquello  era  necesario  comunicarse  con  el 
Rey,  ó  que  sabida  su  deliberada  voluntad,  los  tor- 
narían á  hablar.  Mas  la  comunicación  que  con  el 
Rey  hideron  fué  burlar  é  juzgar  por  cosa  vana  lo 
que  avian  proferido  disciendole,  que  mucho  mejor 
é  mas  segura  cosa  era  tractar  con  el  Rey  de  Fran- 
cia, para  que  tuviese  forma  como  le  diesen  alguna 
parte  del  reino  de  Navarra,  que  le  cayese  mas  jun- 
to de  sus  Reynos,  que  no  el  Principadgo  de  Catalu- 
fia.  Y  puesto  que  el  Rey  fue  avisado  é  amonestado 
é  requerido  por  algunos  del  Consejo  é  leales  servi- 
dores é  criados  del  grande  dafio  y  engafio  que  le 
haoian  en  hacer  dezar  lo  cierto  por  lo  dudoso,  é  que 
se  guardase  que  por  cosa  del  mundo  no  desampa- 
rase á  los  Catalanes,  porque  en  aquello  consistía  la 
seguridad  de  su  Estado,  la  pai  é  sosiego  de  sus 
Reynos,  no  «e  curó  de  eÜo,  antes  se  indinó  á  lo  que 
el  Marqués  y  el  arzobispo  desdan  é  le  aconsejaban. 
E  como  ya  ellos  de  secreto  tenian  intdigenda  con 
los  Reyes  de  Francia  é  de  Aragón,  enviaron  á  de- 
cirles que  viniese  á  hablar  con  el  Rey  uno  de  aque- 
llos capitanes  Franceses  que  estaban  contra  Catalu- 
fia,  é  que  el  Rey  se  iria  á  la  viUa  de  Monteagudo 
con  muy  pocos  de  los  suyos  en  son  de  ir  á  caza,  é 
que  álH  se  tomaria  algún  medio.  E  asi  el  Rey  se 
fué  á  Monteagudo  el  dia  de  Afto  Nuevo,  donde  ve- 
nido el  Capitán,  habló  con  el  Roy  en  el  campo  disi- 
moladamente,  é  fué  concertado  con  él  que  el  Rey 
de  Frauda  envisse  un  caballero  principal  de  su 
Corte  á  concertar  vistas  entre  ellos.  T  tomado  aques- 
te acuerdo^  el  Rey  se  tomó  á  la  villa  de  Almazan, 
donde  estuvo  la  fiesta  de  los  Reyes  con  mucho 
plasoer  y  reposo,  fest^Andole  Mendoza,  Sefior  de 
la  villa. 

CAPÍTULO  XLVII. 

Cono  esttado  el  Rey  en  Almaun,  Tino  an  embaudor  del  Rey  de 
FMnefa,  é  te  aeordaroB  las  vtttat  de  Foeiterrabla,  é  de  lo  qoe 
iUi  tMbeedld  de  aqiella  embaxida. 

.  Tornando  el  Rey  á  la  villa  de  Almazan,  tuvo  allí 
la  fiesta  de  los  Reyes  con  la  Reyna  é  con  la  Prince- 
sa é  con  los  Infantes  sus  hermanos,  pasando  d  tiem- 
po en  mucho  plasoer.  E  no  sin  cabsa,  que  ^ra  razón 
de  sentirse  alegre,  ca  se  via  puesto  en  la  mas  alta 
cumbre  de  sublime  estado  que  nunca  estuvo  ningún 
Rey  de  sus  antepasados  de  grandes  tiempos,  ni  tan 
poderoso  ni  temido  ni  tan  enjoyado ,  viéndose  no 
solamente  poseedor  de  grandes  tesoros,  más  Seffór 
de  los  ricos,  porque  todos  en  sus  Reynos  estaban 
enriqueddos  é  nunca  despechados.  Pasadas  asi  las 
fiestas  de  los  Reyes,  vino  allí  un  embaxador  del  Rey 
de  Francia,  dónde  oída  su  embazada,  en  que  rogaba 


al  Rey  quínese  verse  con  d  Rey  de  Francia  su  Be- 
fior,  para  dar  algún  medio  en  los  debates  dd  Prin- 
dpadgo  de  Catalufia  con  el  Rey  Don  Juan  de  Ara- 
gón, fueron  acordadas  las  vistas  entre  Fuenterrabía 
é  Bant  Juan  de  Luz,  pasada  la  fiesta  de  la  Resurrec- 
ción. Tomada  así  la  conclusión  de  las  vistas,  d  Rey 
mandó  hacer  fiesta  á  este  embajador,  y  fué  que  la 
Reyna  con  todas  sus  damas  saliera  ala  sala  dd  Rey, 
donde  los  caballeros  de  la  Corte  danzaron  oondlas^ 
é  porque  el  embaxador  resdbiese  mayor  honra,  qui- 
so que  danzase  con  la  Reyna.  E  como  el  embaxador 
vio  quanta  honra  seftalada  le  fué  danzar  con  tan  al- 
ta Reyna,  acabado  de  danzar  con  la  Reyna  la  baxa 
é  la  dta,  hizo  voto  solepne  en  presencia  dd  Rey  é 
de  la  Reyna  que  jamas  danzaria  con  dama  ningu- 
na, pues  que  con  tan  dtasefiora  habia  danzado.  El 
Rey  mandó  hacer  mercedes  á  este  embaxador,  oon 
que  se  partió  muy  contento.  Luego  fué  acordado 
que  d  Rey  se  partiese  para  Segovia  oon  toda  su 
Corte. 

■ 

CAPITULO  XLVIIL 

6oflio  «I  Rey  estillo  en  SegofU  algnnoadias ,  y  de  allf  se  partttf 
pan  Bsrfoa ,  pera  vene  eos  el  Rey  de  Pnaeia. 

Después  que  d  Rey  ovo  reposado  en  Segovia  al- 
gunos dias,  como  ya  se  acercase  d  tiempo  asignado 
para  las  vistas  del  Rey  de  Francia ,  d  Rey  mandó 
que  la  Reyna  y  la  Princesa  con  los  Infantes  sus 
hermanos  se  quedasen,  y  el  Comendador  Juan  Gui- 
llen en  su  guarda  con  ciento  de  caballo,  é  él  con  to« 
da  su  Corte  se  fuese  á  la  dbdad  de  Burgos,  donde 
estuvo  hasta  que  la  Quaresma  fué  entrada,  é  desde 
allí  se  fué  á  Bant  Sebastian.  Llegado  allí,  oomo  el 
Arzobispo  de  Tolodo  y  d  Marqués  de  Villena  eran 
los  mas  principdes  por  quien  las  cosas  del  Consejo 
se  gobernaban,  é  tenian  voluntad  de  sostener  d  Rey 
de  Aragón,  rodearon  por  sus  exquidtas  formas  co- 
mo el  Rey  oviese  de  poner  los  debates  de  Catdufia 
en  las  manos  del  Rey  de  Francia,  para  que  él  sen- 
tendase  entre  él  y  d  Roy  de  Aragón  su  tic;  por  ma- 
nera que  se  tomase  medio  convenible,  é  se  quitasen 
las  diferendas.  El  Rey,  creyendo  que  tdee  tenian 
dentro  los  corazones  qud  fuera  lo  manifestaban 
sus  lenguas,  dio  su  consentimiento,  é  otorgólo  co- 
mo ellos  quisieron.  Para  conclusión  de  lo  qual,  con- 
formAndose  con  su  querer  y  voluntad ,  mandó,  que 
ellos  entrambos  y  Alvar  Qomes  de  CSbdad  Real,  su 
Secretario,  fuesen  embaxadores  d  Rey  de  Frandaí 
así  para  entender  en  la  forma  de  la  sentencia,  que 
fuese  á  su  honra  é  provecho,  oomo  para  ooncertar 
las  vistas  quando  é  donde  avian  de  ser.  De  aquesta 
embaxada  se  siguieron  los  infortunios  é  infamias  é 
dolorosos  trabajos  dd  Rey ,  no  solamente  por  la  dl-> 
soluta  mddad  que  aquestos  sus  mensageros  hicie- 
ron é  cabsaron  en  la  sentencia  que  contra  la  honra 
y  estado  y  fama  de  su  Rey  ordenaron  é  consintie- 
ron, haciéndose  pardales  de  los  enemigos  de  su  Rey, 
mas  porque  siendo  él  amonestado  é  requerido  por 
muchos  de  sus  ledes  servidores  que  se  guardase  de 
ellos  é  supiese  cómo  avia  de  sor  engafiado  é  des- 


128 


0B0NI0A8  DE  LOS  BETES  DB  OASTIIiLA. 


honrado  por  so  cabBa,iio  los  qniso  creer,  é  hizo  oon- 
fianza  de  los  qne  le  Tendieron.  Después  que  asi  fue* 
ron  entrados  en  Francia,  se  jontaron  con  el  Bey  en 
ia  cibdad  de  Bayona.  Laego  el  Marqués  tomó  acos- 
tamiento de  él,  é  llevaba  cada  un  afio  por  suyo  do- 
ce mil  coronas.  El  Arzobispo  se  alió  é  cozífederó 
con  ól,  y  Alvar  Gómez  quedó  por  su  servidor,  en 
tal  manera,  que  teniéndolos  por  suyos,  fué  ordena- 
da ó  capitulada  la  sentencia  á  mengua  é  abatimien- 
to del  Bey  é  á  honra  é  provecho  dd  Bey  de  Ara- 
gón ;  porque  el  fin  é  conclusión  de  todo  ello  fué 
mentira,  é  con  intención  de  mentir  é  engafiar  al  Bey, 
según  que  la  obra  dio  testimonio  de  ello,  é  por  el 
proceso  de  la  Oorónica  será  recontado.  Luego  que 
la  sentencia  fué  concluida,  firmada  é  consentida  por 
el  Bey  de  Francia  é  por  estos  embazadores,  el  Arzo- 
bispo y  el  Marqués  escribieron  al  Bey  que  se  pasase 
á  Fuentorrabia ,  donde  el  Bey  con  la  caballería  de 
su  Oorte,  vino  luego.  Llegado  el  Bey  á  la  villa  de 
Fuenterrabía,fué  acordado  que  el  Marqués  viniese 
á  hablar  con  él,  é  por  parte  del  Bey  de  Francia  el 
Oonde  de  Oomenge  á  le  notificar  mas  falsías  que 
verdades.  Aunque  hablando  aquí  sin  pasión,  pues- 
to que  sin  mucho  dolor  é  sentimiento  no  se  podria 
escribir,  la  venida  del  Conde  de  Oomenge  al  Bey, 
mas  fué  por  colorar  la  falsedad  é  disimular  la  ma- 
licia de  sus  embaxadores ,  que  por  ser  necesaria. 
Mas  como  los  tales  insultos  siempre  van  cubiertos 
de  alguna  dorada  razón ,  mientra  que  no  se  descu- 
bren parece  que  todo  es  oro ,  é  después  son  como 
falsa  moneda,  que  en  nombre  de  ser  buena  va  llena 
de  falso  metal :  así  fué  lo  de  estos  tratos  que ,  ci- 
mentados sobre  poca  verdad  con  dafiadas  entrafias, 
fueron  descubiertos  al  tiempo  que  no  llevaban  re- 
medio. E  porque  todo  lo  que  al  Bey  oonvenia  fuese 
de  mal  en  peor ,  quisieron  que  en  aquellas  vistas,  ó 
mas  propiamente  ciegas,  quedase  entes  ofendido  su 
Bey  que  honrado,  mas  desabtorizado  que  tenido  en 
estima.  Oa  lo  qne  debiera  ser  en  medio  de  los  tér- 
minos de  Castilla  é  de  Francia,  hiciéronle  que  pa- 
sase todo  el  río  y  entrase  en  el  reyno  ageno,  no  mi- 
rando á  lo  que  la  lealtad  les  obligaba,  é  á  la  decen- 
cia de  su  Bey  convenia.  Pues  decidme  agora,  grand 
Perlado  é  grand  Caballero,  ¿  qué  tan  buenas  obras, 
qué  señaladas  mercedes  pudisteis  resdbir  del  Bey 
extranjero  é  ageno,  que  no  fuesen  muy  mayores  las 
que  de  vuestro  Bey  natural  teniades  rescebidas? 
¿  Qué  interese  tan  grande  vos  pudo  venir  de  honrar 
al  Bey  ageno,  que  no  fuese  mayor  pérdida  la  men- 
gua de  vuestro  Bey,  que  vos  puso  en  su  lugar,  para 
negociar  lo  que  á  su  estado  é  honra  tocaba  ?  ¿  Qué 
pudisteis  ganar  en  ser  parciales  á  los  enemigos  de 
Vuestro  Bey,  que  no  perdieseis  mucho  mas  en  ser 
ávidos  por  traydores,  no  mirando  al  servicio  de 
vuestro  Bey,  ni  perdonando  á  vuestras  propias 
famas? 


CAPÍTULO  XLIX. 

Gomo  so  Tioros  los  Royes,  é  de  Is  roma  qoo  so  toTo  oa  sos  vls- 
us^  é  ísé  leyda  é  proaoBeisas  U  seotoneia  sobre  ol  debato  do 
Gatalofla. 

El  dia  que  ovieron  de  ser  las  vistas,  el  Bey  de 
Francia  se  vino  á  Sant  Juan  de  Luz,  que  está  jun- 
to oon  el  rio  de  Fuenterrabía,  é  con  él  el  Arzobispo 
da  Toledo,  que  aquel  dia  comió  con  él ;  y  el  Bey  con 
mucha  caballería  é  principales  Sefiores  de  su  Corte 
pasaron  en  barcas  hasta  la  otra  parte  del  rio ,  donde 
el  Bey  de  Francia  con  muchos  sefiores  y  periados  le 
estaba  esperando  á  pié.  El  Bey  iba  en  una  barca ,  y 
oon  él  el  Marqués  de  Yillena  y  el  Obispo  de  Cala- 
horra ,  y  en  tomo  de  la  barca  del  Bey  iban  otras 
muchas  barcas  y  en  ellas  los  Sefiores  que  aquí  serán 
nombrados.  En  una  barca  iba  Don  Gómez  de  Cáoe- 
res.  Maestre  de  Alcántara,  é  con  él  muchos  caballe- 
ros principales  de  su  Orden ;  en  otra  iba  Don  Juan 
de  Valenzuela,  Prior  de  Sant  Juan ,  con  otros  mu- 
chos caballeros  de  su  Orden ;  en  otra  iba  Don  Luis 
de  Acufia,  Obispo  de  Burgos,  con  mucha  notable 
gente  de  los  suyos;  en  otra  barca  iba  Don  Beltran 
de  la  Cueva,  Conde  de  Ledesma,  acompafiado  de 
muy  notables  caballeros.  En  otras  barcas  iban  otros 
muy  sefialados  caballeros  de  Estado,  cuyos  nombres 
seria  grand  proligidad  contar  por  extenso.  Todos 
fueron  tan  ricamente  ataviados  é  vestidos,  quanto 
en  ningún  tiempo  se  pudo  ver  en  Castilla ;  tanto  é 
de  tal  guisa  que  los  Franceses  quedaron  muy  ma- 
ravillados. Y  como  los  Beyes  se  vieron,  el  uno  des- 
de el  agua,  y  el  otro  en  tierra,  oon  mucha  mesura 
quitaron  los  sombreros,  é  salió  el  Bey  en  tierra.  El 
de  Francia  se  vino  para  él,  é  quitados  los  bonetes  á 
la  par ,  se  abrasaron ;  é  abrasados  oon  acatamiento, 
el  uno  del  otro  se  tomaron  de  las  manos ;  é  juntos  á 
la  par  se  fueron  hasta  una  pefia  baxa  que  está  á  la 
orilla  del  río,  donde  el  Bey  se  arrimó  las  espaldas, 
y  el  Bey  de  Francia  se  quedó  delante  de  él  sin  arri- 
marse, y  en  medio  de  ellos  se  puso  un  valiente  le- 
brel é  hermoso,  sobre  el  qual  tenían  ambos  Beyes 
puestas  las  manos.  El  Bey  comenzó  la  habla  con  el 
Bey  de  Frauda,  que  estaba  muy  atento  á  ella ,  por 
espacio  de  un  quarto  de  hora.  Acabada  la  habla,  él 
Bey  de  Francia  le  respondió ;  é  luego  llamó  al  Ar- 
zobispo de  Toledo,  y  al  Marqués  de  Villena,  y  al 
Conde  de  Oomenge  y  junto  con  ellos  á  Alvar  Gó- 
mez, que  traia  la  sentencia ;  al  qual  mandaron  que 
la  leyese,  en  que  el  Bey  de  Francia  dio  por  su  sen- 
tencia que  el  Bey  desistiese  de  la  impresa  de  Ca- 
talufia ,  y  que  en  equivalencia  de  aquella  y  de  los 
gastos  que  habla  hecho ,  el  Bey  de  Aragón  le  diese 
la  cibdad  de  Estella  con  toda  su  meríndad,  que  es  en 
el  reyno  de  Navarra,  é  así  mesmo  cinquenta  mil 
doblas ;  é  que  todo  aquesto  le  oviese  de  dar  é  cum<» 
pílese  dentro  de  seis  meses.  E  que  para  certinidad  y 
seguridad  del  cumplimiento  de  todo  ello,  la  Beyna 
Dofia  Juana  de  Aragón  se  pusiese  en  rehenes  en  po- 
der del  Arzobispo  de  Toledo  en  una  villa  de  Navar- 
ra, que  se  dice  Lárraga,  la  qual  le  fué  luego  entre- 


DOK  ENBIQUE  OUAfttO. 


129 


gada  y  pnesta  en  ella  la  Reyna.  B  que  el  Rey  man- 
dase á  sos  capitanee  oon  la  gente  que  tenia  en  Oata*  - 
Infla  salieaen  de  toda  ella  dentro  de  veinte  dias  pri- 
mero» signientee,  ó  mandase  á  loa  Oatalanes  qne  se 
volviesen  luego  á  la  obidienoia  de  su  Rey ,  oon  que 
el  Rey  de  Aragón  los  perdonase.  Leyda  la  senton- 
dia,  ó  consentida  por  ambas  partes,  el  Rey  se  despi- 
dió del  Rey  de  Francia,  é  oon  toda  la  caballería  se 
tomó  á  las  barcas  en  que  avia  venido,  é  se  fué  á 
dormir  á  Fuenterrabía. 

CAPÍTULO  L. 

Como  el  Rey  nasdó  Uimir  los  embiudores  de  Gattlnfli,  jrlos 
dlxo,  COBO  era  neeestrlo  te  tomasen  á  la  obldlenela  do  ao 
Rey,  el  qul  lea  darla  todaa  las  aeg nrldadca  que  ellos  qalaie- 
soD,  ¿  lo  q«o  ellos  resposdieroo^  é  allf  sobeedld. 

Venido  el  Rey  á  Fuenterrabfa,  y  con  ól  el  Mar- 
qués y  el  Arzobispo,  mandó  llamar  á  los  embalado- 
res de  Oatalufia;  é  venidos  delante  de  su  real  presen- 
cia, les  dixo:  «El  Rey  de  Francia,  como  hermano 
»mio  de  armas  y  amigo  del  Rey  de  Aragón,  oon 
tmucba  instancia  procuró  que  aquestos  debatos  de 
»Catalufia,  por  el  bien  de  la  pas  é  por  escnsar  las 
•muertes  é  dafios  que  tan  .aparexados  estaban,  se 

•  pusiesen  en  sus  manos,  para  que  determinase  en 

•  ello  lo  que  mejor  é  mas  convenible  le  paresciese 
•para  entrambas  las  partes ;  lo  que  se  huvo  de  com- 

•  prometer.  B  segund  lo  que  él  ha  pronunciado  por 
•su  sentencia,  vosotros  aveis  de  tornar  á  la  obidien- 
•da  de  vuestro  Rey ;  poro  con  tal  condición  que  vos 
•dé  seguridad,  y  vos  perdone  lo  pasado ,  é  dé  aquí 

•  adelante  vos  haya  de  tratar  muy  benina  é  graci^ 
•sámente*,  sin  mirar  á  cosa  ninguna  de  lo  pasado. 
•Por  tanto  yo  vos  mego  que  así  lo  queráis  hacer, 

•  porque  para  eUo  vos  serán  dadas  las  seguridades 
•6  firmezas  que  vosotros  demandáredee ;  y  esto  es 
•necesario  que  hagáis,  porque  á  mí  me  conviene 
•sacar  toda  mi  gente  que  allá  está.^  A  esto  respon- 
dió Mesen  Copones  con  mucho  denuedo:  «Pensaba- 
•mes, serenísimo  Rey,  qne  por  avernos  acomenda- 
ndo á  la  casa  de  Oastilla  y  á  vuestra  real  Bzcelen- 
•cia,oomo  á  nuestro  Rey  natural,  que  aviamos  de 
•ser  amparados,  é  somos  destraidos;  é  que  aviamos 

•  de  ser  defendidos,  é  somos  maltratados,  Qnerria, 

•  Sefior,  que  mirase  vuestra  Altesa ,  y  estos  Sefiores 
•de  su  muy  Real  €k)nsejo,  é  nos  dixese  á  qué  razón 
•quiere  que  nos  podamos  confiar  y  esperar  piedad 

•  alguna,  de  quien  nunca  la  ovo  de  su  propia  oar- 

•  ne,  y  así  tan  cradamente  consintió  matar  á  su  pro- 
•pío  hijo.  Nosotros  nos  dimos  á  vuestra  Real  Ooro- 
•na,  sabiendo  muy  bien  que  el  reyno  de  Aragón  oon 
•el  Príndpadgo  de  Cataluña  é  su  señorío  según  de- 
•recho  divino  y  humano  le  pertenescia,  esperando 
•como  suyos  ser  libres  de  las  manos  de  nuestros 
•perseguidores,  é  de  nuestro  capital  enemigo ;  é 
•agora  somos  puestos  al  cuchillo  por  quien  nos  de- 
•biera  amparar  y  defender.  Poro  pues  así  le  plasce, 
•é  quiso  antes  creer  á  sus  desleales  servidores  é  con- 
Rsejeros,  qne  tomar  lo  que  Dios  le  daba,  de  tanto  le 

•  cortífloo,  y  téngalo  bien  en  su  memoria,  que  nunca 


•á  vuestra  Real  Magostad  faltará  de  aquí  adelante 
•sobrade  muchas  guerras  y  persecuciones,  ni  á  los 

•  Catalanes  quien  los  defienda  en  gran  menosprecio 

•  de  vuestra  real  Alteza,  é  vituperio  de  su  Consejes 
B  dicho  aquesto,  él  y  Mosen  Cardona  sin  mas  dila- 
ción se  salieron  del  Palacio,  y  se  pasaron  en  Fran- 
cia, disciendo  á  grandes  veces:  Descubierta  es  ya 
la  traydon  de  CastiUa;  llegada  es  ya  la  hora  de  su 
grand  desventura  é  deshonra  de  su  Rey.  Pero  d  Ar- 
cediano de  Qirona  y  el  otro  su  compañero  se  que- 
daron allí  con  el  Rey  hasta  que  se  partió  para  8e- 
govia  y  fué  con  él.  Y  el  Anobispo  de  Toledo  se  fué 
á  Lárraga,  é  le  fué  luego  entregada.  Donde  vino 
luego  la  Reyna  de  Aragón,  é  se  puso  en  su  poder 
segpmd  la  forma  de  la  sentencia.  El  Marqués  de  Vi- 
llena  quedó  aUí  por  algunos  días,  disoienda  que  con- 
venía para  bien  de  lo  capitulado. 

CAPÍTULO  M. 

Gomo  venido  el  Rey  i  Sef otia,  eonosció  el  eag alo  qse  afia  roa- 

cebldo,  é  lo  qse  hizo. 

Venido  el  Rey  á  Segovia,  é  salida  sn  gente  de  Ca- 
taluña, dntíó  el  engaño  que  habia  resoebido  en  con- 
sentir ia  sentenda  dd  Rey  de  Francia,  é  como  todo 
aquello  se  avia  hecho  por  sacar  al  Rey  de  Aragón  de 
la  necesidad  en  que  estaba,  é  que  el  Arzobispo  de 
Toledo  é  d  Marqués  á  este  fin  lo  avian  rodeado.  B 
and  muy  sentido  del  Arzobbpoy  del  Marqués,  con- 
oibió  alguna  enemistad  contra  ellos ,  y  pensó  en  d 
de  no  cumplir  cosa  de  lo  sentenciado.  Y  pensándo- 
se remediar  de  tan  grande  pérdida,  ad  de  la  honra, 
como  del  señorio,  mandó  llamar  al  Arcediano  de 
Girona,  que  ée  avia  quedado  en  Fuenterrabía,  é  ve-, 
nido,  habló  con  él  largamente,  rogándole  que  se  fue^ 
se  á  mas  andar  á  Barcelona,  é  trabajase  como  no  se 
hideee  mudanza  ninguna,  é  que  luego  ternaria  á 
enviarlos  muy  gruesa  gente  con  que  se  defendiesen; 
y  el  embazador  como  estaba  ganoso  de  servirlo,  res- 
pondió que  le  píasela  de  ir  á  trabajarlo  con  todas 
susfueizas.  Entonces  mandó  el  Rey  hacerle  merced 
é  socorro,  con  que  se  partió  luego.  Pero  puesto  que 
este  embaxador  iba  oon  buen  deseo ,  su  ida  aprove- 
chó muy  poco ;  porque  ya  los  Catdanee,  viéndose 
desamparados,  avian  degido  por  su  Rey  á  Don 
Pedro,  Condestable  de  Portugal,  y  enviádole  á 
llamar. 

CAPITULO  LIL 

Gomo  el  Anobispo  de  Toledo  y  el  Merqate  de  Vlllesa  enflaron  á 
llamar  al  Rey,  que  se  ráese  á  Lofrofto;  donde  llegado,  le  hiele- 
ron  entrar  en  la  filia  de  Lerln,  é  lo  qne  allí  sabcedió. 

El  Rey  estaba  descontento  del  Arzobispo  y  del 
Marqués,  sintiéndose  mucho  en  lo  secreto  de  su 
poca  fidelidad  é  menos  amor  que  avian  mostrado  á 
su  honra  é  servicio,  en  lo  qne  de  eUos  avia  confia- 
do. Mas  como  á  la  decencia  de  los  Reyes  pertenesoe 
mostrar  en  los  enojos  serena  cara ,  é  disimular  lar 
cosas  con  alegre  semblante ,  é  fingir  con  apariencia 
lo  que  en  la  voluntad  no  tienen ,  puesto  que  ansí 

i» 


m 


OttÓNICÁB  DB  LÓB  BÉtES  DÉ  OASULLA. 


estobft  Motído,  niinoa  m  boca  díiparaba  palabra 
d«Bhoneeta  ni  rabioaa  oontra  elloa.  Loa  qualaa ,  pa- 
ladoa  algunofl  días  qae  el  Bey  avia  reposado  en  Se- 
goyiá,  le  eaoribieron  que  ee  faeae  á  Logrollo  oon 
8tt  gente  I  poique  alli  estaría  maa  cerca  por  oabia  de 
loe  tratos.  Ávida  sn  carta,  el  Bey  se  foé  á  Logrofioi 
donde  llegando,  le  tomaron  á  escribir  qne  seria 
^  mejor  qne  se  entrase  dentro  en  Navarra  á  la  villa  de 
Lerin,  qne  estaba  asi  poróL  Entonces  el  Bey  se  faé 
á  aposentar  en  ella,  y  estuvo  alli  por  espacio  de 
tres  meses  sin  que  condosion  alguna  se  diese,  antes 
las  mentiras  se  multiplicaban  é  las  cabtelas  iban 
trasdobladas  sin  verguensa  ninguna,  tanto ,  que  ya 
el  Bey  cansado  de  sus  falsías,  no  daba  crédito  al 
Marqués  que  ibaé  venia  con  los  tratos,  antes  quan- 
do  iba  al  Consejo,  no  se  le  hada  la  cabida  que  de 
antes  se  le  solia  hacer  y  tener.  B  quanto  quiera  que 
todo  el  tiempo  que  alli  estuvo  se  pasó  en  vanidad, 
subcedió  luego  otro  mas  disoluto  caso,  y  fué  que 
Mosen  Fierres  de  Peralta  entró  en  Estela,  y  se  apo- 
deró de  la  fortaleea  é  del  lugar,  fingiendo  rebelarse 
en  ella  oontra  el  Bey  de  Aragón,  para  no  ge  la  dar 
ni  consentir  que  se  enagenase  de  la  Gerona  de  Na- 
varra. B  no  solamente  aquesto,  mas  para  temorisar 
al  Bey  de  la  gestada  en  aquella  villa,  se  echaban 
algunos  escritos,  de  ellos  en  las  escaleras,  y  de  dios 
en  las  salas,  diciendo  que  se  guardase  é  pudese 
grande  guaidaen  su  persona,  que  estaba  en  grande 
peligro  su  vida.  De  manera  que  vista  la  poca  ver- 
dad é  grand  falsía  de  los  que  avian  de  ser  ledes  é 
vdadores  de  su  honra,  determinóse  de  partir,  é  fue- 
se á  la  dbdad  de  Logrofto ;  el  Marqués  de  Villena 
se  quedó  dli  todavía  tratando  é  fingiendo  negodar 
sin  provecho.  Llegado  el  Bey  4  Logn>llO|  se  partió 
lu^go  de  alli  para  Segovia. 

CAPITULO  UIL 

Cose  si  Bsf  Mftrttd  pan  Safovla,  y  da  alM  á  «aéiié »  é  éa  le 

qnaaUtaabcaéló. 

Mas  enojado  que  contento  llegó  elB^  á  Begovia, 
donde  reposó  dgunos  dias;  é  luego  se  partió  para 
Madrid  desde  Segovia  con  la  Beyna  é  la  Princesa  é 
los  Infantes.  Brtaudo  alli  el  Bey  de  reposo,  y  con  él 
el  Obispo  de  Odahorra,  y  el  Oonde  de  Ledesma  con 
otros  dg^os  del  Consejo,  vino  alli  d  Maestro  dd 
Espina,  y  Fray  Femando  de  la  Plasa  con  otros  Be- 
ligiosos  de  la  Observancia  de  Sant  Francisco  á  no- 
tificar d  Bey,  como  en  sus  Beynos  avia  grande  he- 
regia  de  algunos  qne  judaizaban,  guardando  los  ri- 
tos juddcos ,  y  con  nombre  de  chiistianos  retaza- 
ban sus  hijos ;  suplicándole  que  mandase  hacer  in- 
quidcion  sobre  ello ,  para  que  fuesen  castigados.  So- 
bro lo  qud  se  hideron  dgunos  sermones  ;  y  en  ee- 
pedd  Fray  Fernando  de  la  Plasa ,  que  predicando 
dizo  que  d  tenia  prepudos  de  hijos  Christianos  con- 
versos, que  avian  retazado  sus  hijos.  Sabido  aques- 
to el  Bey  les  mandó  llamar,  é  les  dizo ,  que  aquello 
de  los  retazados  era  grave  insulto  oontra  la  Fé  Ca- 
thólioa ,  y  que  á  él  pertenesda  castigarlo,  é  que  tra- 
trazese  luego  los  prepudos ,  y  los  nombres  de  aque- 


llos que  lo  avian  fecho ,  porque  él  quería  entender 
en  dio.  Fray  Fernando  le  respondió,  que  gdo  avian 
depuesto  personas  de  antoridad ;  d  Bey  mandó  fue 
dizese  quién  eran  las  personas  |  denegó  desdllo; 
por  manera  que  se  halló  ser  mentíra.  Bntonces  vino 
dli  Fray  Alonso  de  Oropesa,  Prior  Ctonerd  déla  or- 
den de  Sant  Qerónymo ,  oon  dgunos  Priores  dé  su 
Orden ,  é  se  opuso  contra  ellos ,  predicando  delante 
del  Bey,  por  donde  quedaron  en  alguna  forma  los 
Observantes  confusos.  Pasados  pocos  dias  deqraes 
de  aquesto,  vino  el  Marqués  de  Villena  con  un  nue- 
vo trato  que  le  avian  movido  para  equivdenda  de 
la  merindad  de  Bstdla.  Pero  como  el  B^  estaba 
sentido  y  enojado  de  las  mentiras  pasadas,  no  le 
dio  d  crédito  qne  solia,  antes  se  apartaba  de  d  sin 
mostrarie  d  amor  que  primero  le  mostraba,  en  td 
manera,  que  al  Bey  creada  la  enemistad,  y  al  Mar- 
qués d  temor  y  la  sospecha;  por  donde  loa  hierros 
del  uno  contra  d  otro  se  oomensaron  á  multiplicar. 
7  puesto  que  aquestas  cosas  pasaban,  d  Marqués 
era  astuto,  é  de  grande  sufrimiento,  y  oon  mucha 
pasdenda  didmulaba  los  ultragea  y  desdenes;  pero 
de  seorato  comenaó  su  trato  con  los  Ghrandes  dd 
Beyno;  mas  para  deshonrar  y  destruir  d  Bey  que  lo 
hico,  que  para  servirlo.  Y  esto  es  lo  que  dizeron  loa 
antiguos,  que  los  que  yerran  nunca  perdonan,  antes 
sospechando  la  pena  de  sus  culpas,  multiplican  en 
dmaL  B  desde  dli  en  adelante  el  Obispo  de  Cala- 
horra y  d  Conde  de  Ledesma  oomensaron  á  enten- 
der en  las  cosas  de  la  gobernadon  del  Beyno,  y  ser 
oad  los  prindpdes  dd  Consejo^  y  mayormente  d 
Conde,  como  que  tanto  estaba  en  su  voluntad  del 
Bey,  de  td  guisa ,  que  la  enemistad  entra  d  Mar- 
qués y  d  Conde  quedó  dd  todo  arrdgada  sefiala- 
dámente,  porque  las  cosss  dd  Consejo  se  goberna- 
ban por  las  manos  del  Obispo  y  dd  Conde.  Pero  el 
Bey  por  convencer  las  mdidas  del  Marqués  y  Ue- 
varias  fiMta  d  cabo,  mandó  que  él  y  d  Obispo  de 
Odahorra  juntamente  fuesen  á  Navarra  para  enten- 
der en  aquel  nuevo  trato  que  d  Marqués  dizo  que 
traia ;  los  ^udes  fueron,  é  llegados  aUá,  como  las 
cosaa  iban  cimentadas  sobre  falsedad,  fué  tan  vana 
su  ida  é  dé  tan  poco  fruto,  que  ninguna  oondudon 
se  pudo  tomar  sobra  dio.  B  acordaron  de  escribir  d 
Bey  y  embiarle  un  mensagero  á  le  notificar  como 
el  Bey  de  Aragón  é  la  Beyoa  su  muger  dedan  qne 
en  ninguna  forma  podian  cumplir  lo  sentenciado, 
ad  por  la  mucha  neceddad  en  que  estaban,  como 
porque  Bstdla  la  tenia  Mosen  Pierres  de  Peralta,  é 
no  la  queria  dar.  Entonces  el  Bey,  oídas  las  vanas 
escusadones,  y  vista  la  dafiada  voluntad  del  Arzo- 
bispo y  dd  Marqués,  les  envió  á  mandar  que  hide* 
sen  lo  que  mejor  les  paresdese  y  se  viniesen  á  Ma- 
drid. Vista  la  respuesta,  el  Arsobbpo  soltó  á  la  Bey* 
na  que  tenia  en  rehenes,  y  entrogó  Lárraga  áel  Bey 
de  Aragón.  B  ansi  entregada,  d  Arzobispo,  y  d  Mar- 
qués y  el  Obispo  de  Odahorra  se  vinieron  juntos 
basta  Madrid ,  y  estuvieron  alU  esperando  al  Bey, 
qne  era  ido  al  Andduda,  y  á  Gibraltar,  donde  se 
vido  con  el  Bey  de  Portugd,  que  estaba  en  Cepta^ 
segund  seré  contado 


dAPÍTüLO  LIV. 


Cono  dloroi  aaen  al  Roy  qoo  la  elbdad  do  Sevilla  estaba  miy 
alborotada, para  se  perder,  y  ellley  se fné allá  I  grande  priesa, 
éloqiealllso  biso. 


1)0Ñ  BÜTBIQUÉ  OUÁBtÓ.  lÜl 

ron  ahoroadcMi  búb  hombni  de  loB  qñe  estaban  pre- 
80B  y  de  Im  TenUnae  de  ras  casas ,  como  perpetrado- 
res del  insulto;  é  á  los  otros  mandó  que  los  llevasen 
presos  á  Madrid.  E  asi  sosegada  la  dbdad,  partióse 
para  Gibraltar. 


Imego  que  el  Marqnés  de  Y illena  y  el  Obispo  de 
Oslaboif  a  se  partieron  para  Navarra,  llegó  nneva  al 
Bey  como  la  oibdad  de  Sevilla  estaba  moy  alterada 
para  se  perder ;  porque  él  nnevo  Arzobispo  de  Se- 
villa y  la  Oomnnidad  estaban  puestos  en  armas  con- 
tra los  Caballeros  y  laOlerecia,  ácabsadeno  querer 
el  Arsobispoobedesoer  los  mandamientos  del  P^>a, 
en  que  mandaba  que  pues  su  tío  de  esto  Anobispo 
avia  pacificado  el  Arsobispado  de  Santiago,  que  le 
avia  dado  el  Bey  para  ól,  segund  que  ya  fué  re- 
contado por  la  bistoria,  le  tomase  é  desase  el  de  Se- 
villa. B  asi  estando  él  rebelado,  é  apoderado  en  los 
lugares  é  fortaleaas,  y  en  la  Iglesia  mayor,  que  te- 
nia encastillada,  piesumió  de  se  defender.  E  como 
á  él  Papa  fuese  fecha  reladon  de  la  ingratitud  de 
esto  Araobispo  contra  su  tic,  dio  un  mandamiento 
monitorio  penal  en  que  le  mandaba  que  luego  se  de- 
sistiese del  Arsobispado  de  Sevilla,  é  lo  desase  pa- 
cifico para  él  tic ,  que  tan  bien  le  avia  fecho  i  é  se 
fuese  á  su  Arsobispado  de  Santiago,  so  graves  pe- 
nas é  censuras,  no  solamente  contra  él,  mas  contra 
toda  la  clerecía  de  la  oibdad,  y  los  caballeros  de  ella, 
para  que  no  le  oviesen  por  Anobispo ,  nile  obedes- 
desen,  salvo  ásu  tic.  B  como  asi  estaba  endurecido^ 
lleno  de  ingratitud  tonla  muy  engafiadala  comuoi-  ! 
dad  con  muy  grandes  promesas ,  ^ara  poner  á  cu-  | 
diillo  toda  la  dereola,  é  caballeros,  porque  avian  ' 
obedesddo  los  mandamientos  Apostólicos  en  tal  ma- 
nera; que  muerta  la  clerecía,  avia  prometido  los  be- 
nefidos  suyos  á  los  hijos  de  aquellos  que  le  ayuda- 
ban en  los  insultos.  Bn  aquesto  comedio  Uegó  d  Bey, 
é  mandó  al  Doctor  Diego  Sanchea  dd  Oastlllo ,  ra 
Oidor  é  del  su  Consejo,  que  hiciese  la  pesquisa;  é 
fecha,  hallóse  que  no  solamento  queria  hacer  aque- 
lla crueldad ,  mas  que  osecutada,  se  avia  de  alsar 
con  la  dbdad  e  hacerla  comunidad ,  é  tomadas  las 
galeras  que  estaban  en  las  Atarasanas,  hacer  guer- 
ra por  mar,  é  defenderse  por  tierra,  para  que  de  alli 
addanto  no  fuesen  sujetos  al  Bey  ni  reconoedesen 
sefior  ninguno.  Sabido  aquesto,  é  visto  la  pesquisa 
en  el  Consejo,  d  Bey  mandó  llamar  á  los  prindpa- 
les  de  la  Comunidad,  que  oran  capitanes  de  aquella 
conjuración  con  el  Arsobispo;  é  venidos  delanto  de 
él ,  dentro  en  d  Alcéaar  mandó  prender  algunos  de 
los  mas  culpados ;  y  entretanto  que  se  hada  justida 
de  ellos,  mandó  que  el  Anobispo  como  inventor  é 
oabsador  de  los  tales  insultos  estuviese  dotonido  en 
su  casa,  é  no  saliese  de  ella  so  pena  de  perder  la  na- 
turalesa  de  sus  Beynos.  E  porque  en  menoepredo 
de  la  Sede  Apostólica  tonia  encastillada  la  Iglesia 
Mayor  é  muy  fortalecida,  mandó  derrocar  todo  lo 
que  asi  estaba  fecho  é  dar  la  posedon  dd  Araobis- 
^  pado  al  tío;  lo  qual  fué  muy  alegremento  obedecido 
por  todos,  ad  dignidades,  y  canónigos,  como  por 
los  cabdleíos  de  la  dbdad.  B  dende  á  tres  dias  f  ue- 


CAPÍTÜLOLV. 

Gomo  el  Roy  foé  á  Gibraltar,  é  fino  el  Rey  de  Porlafal,  qae  oslaba 

ea  Copla,  á  forse  oon  él. 

Partióse  el  Bey  de  Sevilla  para  Gibraltar,  porque 
después  que  se  avia  ganado  de  los  moros,  nunca 
avia  estado  en  ella;  é  llegado  allí,  sopo  como  el  Bey 
Don  Alonso  de  Portugd  estaba  en  Cepta  de  la  otra 
parto  dd  Estrecho ,  de  qned  Bey  ovo  mucho  plas- 
cer,  y  le  envió  á  rogar  se  qdsiese  ver  oon  él  é  ve- 
nirse á  holgar  con  él ;  lo  que  el  Bey  de  Portugd 
acepto  de  buen  grado,  é  se  vino  á  Qibrdtar  con  muy 
poca  gente.  Fué  rescebido  con  mucho  amor,  segund 
que  se  acostumbra  entre  propios  hermanos^  y  estu- 
vo alli  por  espado  de  ocho  dias,  comiendo  entram- 
bos á  una  mesa.  Fué  tratanto  entre  dios,  para  loe 
conformar,  Don  Bdtran  de  la  Cueva,  Conde  de  Le- 
desma;  púsolos  en  grande  alianaa  é  confederadon, 
y  quedó  la  conclusión  dedertos  capitules  para  otras 
vistas,  que  después  se  hicieron,  segund  que  ade- 
lanto será  contado,  de  las  quales  se  encendió  el  fue- 
go de  Castilla.  Conduido  aquesto,  é  ávido  sus  de- 
portes de  mucha  montería,  donde  los  mas  dias  se 
sallan  á  solaaar,  el  Bey  de  Portugd  se  despidió 
para  tomarse  á  Cepta,  y  d  Bey  salió  con  él  hasta  la 
ribera  del  mar.  B  luego  que  d  Bey  de  Portagd  fné 
partido,  el  Bey  quitó  la  alcaydia  de  Qibrdtar  á  Pe- 
dro de  Porras ,  que  la  tenia  desdé  que  la  dbdad  se 
ganó,  y  la  dio  d  Conde  de  Ledesma,  y  d  Conde 
puso  dli  por  él  á  Estovan  de  Villa-Creces,  casado 
con  una  tía  suya.  T  esto  hhso  el  Bey  porque  avia 
grand  voluntad  de  prosperar  al  Conde,  vista  la  ene- 
miga que  el  Marqués  tonia  contra  él  sin  cabsa  algu- 
na. Después  que  el  Bey  ovo  reposado  en  Qibrdtar 
dguncs  dias,  partiese  para  Edja. 

CAPÍTULO  LVI. 

Gomo  el  Rey  fué  á  Ée^a,  y  de  allí  feo  sobre  Graaaáa,  pan  qoo 
le  dioaea  las  parias,  y  dadu,  ao  partid  i  Jabea»  é  lo  qoo  alli 
sieeéid. 

Venido  el  Bey  á  la  dbdad  de  Édja,  mandó  jun- 
tar toda  la  gento  de  á  caballo  que  alli  estaba ,  é  por 
toda  la  comarca,  é  partióse  para  la  vega  de  Qrana- 
da,  donde  puso  su  Beal ;  y  puesto,  los  moros  salieron 
áél  con  las  parias  acostumbradas,  é  con  ricos  pre- 
sentes de  ricas  é  diversas  cosas  que  le  presentaron. 
Estovo  alli  una  noche,  é  á  otro  dia  derramada  la 
gente,  se  fué  para  Jahen,  donde  fue  mtay  bien  res- 
cebido por  el  Condestable  Don  Miguel  Lucas  Di- 
ranso,  que  tonia  la  gobernación  con  los  Alcásares. 
Venido  alli  el  Bey  para  reposar  dguncs  dias,  vino 
á  le  facer  reverencia  Don  Pedro  Qlron ,  Maestre  de 
Calatrava,  mas  con  propósito  de  dafiar  d  Conde  de 
Ledesma,  que  de  ver  d  Bey.  Solamento  fné  su  ve- 


.  • 


nidacabieloBa,  para  aaplicar  al  Rey  diese  el  Mao0". 
trazgo  de  Santiago  al  Oondeetable,  sospechando  que 
lo  quería  dar  al  Conde  de  Ledesma.  Gomo  el  Rey 
ya  estaba  indignado  en  la  voluntad  contra  el  Arzo- 
bispo  de  Toledo  y  el  Marqués  de  Villena  su  herma- 
no, por  las  formas  que  avian  tenido  contra  él  sobre 
las  cosas  de  Cataluña,  y  que  él  no  avia  de  ser  con- 
tra el  hermano,  antes  ayudalle  en  deservicio  suyo, 
no  le  mostró  el  amor  que  solia ,  ni  le  quiso  otorgar 
lo  que  le  suplicaba  porque  vio  que  aquello  que  pe- 
dia no  lo  pedia  de  verdad,  ni  lo  descia  para  que  se 
hiciese,  salvo  para  enemistar  al  Condestable  oon  él 
y  oon  el  Conde  de  Ledesma.  Y  no  solamente  aques- 
to, pero  el  Rey  se  apartaba  de  él  é  se  retraia;  por 
manera  que  se  ovo  de  tornar  á  su  tierra.  En  este 
medio  tiempo  vino  un  torbellino  en  Sevilla  tan  es- 
pantable  é  tan  temeroso,  que  jamas  fué  oido  ni  vis- 
to, segund  los  grandes  males  que  hizo.  Arrebató  un 
par  de  bueyes  unidos  con  su  arado  colgado  del  yu- 
go, é  llevólos  en  el  ayre  un  grand  trocho.  Arrebató 
una  campana  de  la  Iglesia  de  Sant  Agustín,  que  la 
echó  de  alU  un  grande  tiro  de  ballesta.  Derribó  cier- 
tos arcos  de  los  caños  de  Carmena ,  é  muy  grandes 
podases  de  los  muros  de  la  oibdad.  Arrancó  de  raiz 
muchos  naranjos,  y  echólos  tan  altos ,  que  pujaban 
sobre  las  paredes  de  quatro  é  de  cinco  tapias  á  la 
parto  de  fuera  de  las  huertas ;  é  otras  muchas  co- 
sas temerosas  de  oir.  Afirmaron  algunas  personas 
de  buena  vida  é  niños  inocentes  que  vieron  venir 
en  el  aire  gentes  armadas,  peleando  unos  con  otros 
con  estruendo  muy  grande.  Entro  tanto  que  ol  Roy 
estaba  en  Jahen,  el  Arsobispo  y  el  Marqués  esta- 
ban en  Madrid  con  la  Royna,  puesto  que  entendían 
en  la  gobernación  del  Reyno  é  administración  do  la 
justicia.  E  aunque  algunas  querellas  les  venian  de 
Jos  agravios  que  se  hadan  en  algunas  oibdades  por 
los  corregidores  de  ellas,  asi  de  robos,  como  do 
muertes  injustas,  mas  les  piada  dello  que  no  de  re- 
mediallo,  segund  que  lo  solían  remediar  é  castigar 
antes,  siendo  remisos  en  aquello.  Con  mayor  dili- 
gencia procuraban  sus  confederaciones  é  aliansas 
con  los  Grandes  del  Rejrno ;  é  como  quiera  que  sus 
capitulaciones  que  asijhaoian  no  declaraban  ser  con- 
tra el  Rey,  tampoco  declaraban  que  guardando  su 
servicio;  pero  el  fin  de  todo  ello  fué  para  destruir 
BU  Estado,  según  que  las  obras  dieron  testimonio 
donde  á  poco  tiempo.  E  puesto  que  de  todo  aquesto 
fué  avisado  el   Rey  por  muchos  de  los  suyos,  asi 
grandes  como  pequeños,  que  amaban  su  servicio, 
fué  tan  remiso ,  que  no  lo  quiso  creer ,  ni  curó  de 
ello  ni  de  remediarse  ;  de  guisa  que  el  malino  de- 
seo de  sus  enemigos  ovo  lugar  de  se  cumplir.  Des- 
pués que  el  Rey  ovo  reposado  en  Jahen  por  algún 
tiempo,  acordó  su  partida  para  tomarse  á  Madrid. 

CAPITULO  LVn. 

Gomo  el  Rey  vioo  I  Midrld,  y  lo  qao  allí  sueedid;  é  eoao  se  vldo 
coa  el  Rey  de  Portugil  es  U  poenle  del  Anobispo,  y  de  lo  qoe 
•111  le  concertó. 

Venido  el  Rey  ó  Madrid,  como  ya  estaba  mas  sos- 
pechoso que  contento  del  Arzobispo  y  del  Marqués. 


CRÓNICAS  DE  LOS  REYES  DE  CASTILLA 


é  ellos  temerosos  de  él^  las  cosas  de  la  gobernación 
eran  mal  administradas,  é  peor  proveídas,  en  tal 
manera,  que  los  negocios  que  ocurrían  no  avian 
conclusión,  ni  los  librantes  despacho,  ni  la  jnstida 
execucion ;  porque  quanto  el  Rey  oon  el  desgrado 
que  con  ellos  tenia ,  estaba  tibio  y  atónito ,  tanto 
ellos  con  sus  dañados  propódtos  y  pensamientos  di- 
lataban lo  que  muy  ligeramente  se  podia  despachar. 
Mas  como  su  determinado  propósito  era  mas  para 
destruir  que  para  reparar,  antes  deservir  que  no 
ayudar,  andaban  por  su  camino  hasta  ponello  en  el  « 
cabo.  E  asi  dieron  ocasión  que  las  querellas  de  los 
menudos,  y  el  mal  contentamiento  de  los  mayoreS| 
ellos  ayudando,  oresciesen.  Pero  si  como  el  Rey  era 
enagenado  de  la  crueldad,  é  amigo  de  la  demencia 
que  jamas  le  plugo  matar  ni  destruir  á  ninguno, 
fuera  vendicativo,  y  executor  de  los  que  tales  yer- 
ros ensayaban,  quedara  temido  é  servido  é  acatado, 
E  no  solamente  aquesto,  mas  quando  el  Anobiq>o 
y  d  Marqués  iban  á  Palado,  si  por  caso  no  les  abrían  t 
tan  presto,  los  suyos  se  atrevían  con  palabras  desho- 
nestas contra  los  porteros.  Estando  asi  las  cosas  mas 
en  vegilia  de  rompimiento  que  de  paa ,  para  que 
mas  se  doblase  el  temor  é  la  sospecha  en  d  Ano- 
bispo  y  en  el  Marqués,  escribió  el  Rey  de  Portugal 
al  Rey  é  á  la  Reyna  como  iban  á  tener  novenas  á 
Quadalupe,  rogándoles  quisiesen  ir  á  la  Puente  áéí 
Araobispo,  para  que  se  viesen  alli.  El  Rey  ovo  plas- 
cer  de  ello,  é  sin  consultar  cosa  alguna  con  el  Arzo- 
bispo ni  con  d  Marqués ,  determinó  su  partida ,  ó 
mandóles  que  se  quedasen ,  é  llevó  consigo  á  la  Rey- 
na, é  la  Princesa  oon  los  Infantes  sus  hermanos. 
Llegado  el  Rey  á  la  Puente  del  Arzobispo,  vino  allí 
d  Rey  de  Portugal ;  donde  vistos,  hicieron  grandes 
alianzas  é  confederaciones ;  y  entro  las  otras  cosas 
que  alli  se  concluyeron,  fué  que  el  Rey  de  Portugal 
casaría  con  la  Infanta  Doña  Isabel ,  hermana  del 
Rey.  E  fechos  sus  conciertos,  firmados  é  señalados, 
d  Rey  de  Portugal  se  tomó  á  Quadalupe,  é  de  dlí 
para  su  reyno. 

■ 

CAPITULO  LVIIL 

Cono  partido  el  Rey,  el  Arzobispo  y  el  Marqoét  de  Villesi  ea* 
Ueron  de  Madrid,  y  se  fneroa  4  Álcali  do  Heoares,  é  lo  qoe  alU 
sobcedld. 

La  partida  del  Rey  muy  acelerada,  dn  averia 
consultado  con  el  Marqués  ni  con  el  Arzobispo ,  ó 
sin  avellos  llevado  consigo ,  fué  para  ellos  muy  es- 
candalosa, é  los  puso  en  tanta  sospecha,  qtie  temien- 
do ser  presos  é  destruidos ,  determinaron  de  ir  á  la 
villa  de  Alcalá  de  Henares ,  y  no  tornar  á  Madrid 
ni  estar  en  la  Corte ;  y  aquesto  no  dn  justa  oabsa, 
ca  razonable  cosa  era  aver  miedo  donde  la  concien- 
cia dañada  remordía,  é  reprehendia  la  deslealtad, 
é  acusaba  las  maldades  y  malvadas  obras.  E  asi 
partidos,  ó  pospuesta  toda  vergüenza,  poniendo  por 
obra  sus  malos  deseos,  comenzaron  de  hacer  nue- 
vos tratos ,  provocando  á  los  Grandes  á  rebelión, 
é  desobidenda  al  Rey ,  en  tal  manera,  que  algunos 
de  los  mas  principales  descubiertamente  lo  aceta- 


DON  BNRIQÜJ5  CUARTO. 


133 


ron.  De  loe  qnalee  fueron  el  Almiranfce  Don  Fadri- 
qne  Entiqaes,  é  Don  Rodrigo  Flmentel ,  Conde  de 
BenaTente,  hierno  del  Marquéa  de  Villena,  el  Obis- 
po de  Coria,  é  todos  ene  hermanos  de  la  seqflela  del 
Arzobispo  de  Toledo.  E  no  solamente  aqaesto,  mas 
entretanto  que  el  Rey  estaba  en  las  TÍstas  oon  el 
Rey  de  Portugal ,  el  Marqués  de  Villena  oomo  as- 
tuto é  mas  industrioso  en  las  oabsas  de  oabtela,  se- 
oretamente,  sin  que  fuese  sabido,  oon  dos  de  muía 
que  le  aoompafiaron,  se  fué  á  meter  por  las  puertas 
de  Don  Alvaro  de  Zufiiga,  Conde  de  Plasenoia,  é  de 
Don  Garoi-Alyares  de  Toledo,  Conde  de  AWa.  Con 
los  quales  se  oonf  ederó  oon  grandes  seguridades, 
para  ser  juntos  oontra  todas  las  personas  del  mun- 
do, é  si  fuese  menester,  oontra  el  Rey.  E  asi  oonf or- 
mados,  fué  el  ooncierto  que  on  lo  públioo  fingiesen 
estar  enemigos,  para  engafiar  al  Rey,  como  adelan- 
te se  dirá,  é  aver  á  los  Infantes  á  sus  manos ;  y 
esto  fecho,  se  tornó  para  Alcalá.  B  qnanto  quier 
quel  Arsobispo  y  él  paresoian  estarse  alli  de  reposo, 
no  á  lo  menos  tan  descuidados  que  sus  mensageros 
cesasen  de  andar  por  todo  el  Reyno,  moviendo  y  al- 
terando las  gentes  para  escandalisarlos.  Y  no  sola- 
mente ellos  alli  donde  estaban  sembraban  discor- 
dia, mas  el  Maestre  de  Calatrava  Don  Pedro*  Girón 
por  toda  la  Andalucía  hacia  lo  semejante.  E  puesto 
que  cada  dia  iban  mensageros  al  Rey  á  le  notificar 
las  noyedades  é  formas  deshonestas  que  con  él  se 
hacían ,  fue  tan  remiso  en  se  proyeer  y  remediar, 
que  lo  trageron  á  los  trabajos  en  que  se  vido. 

CAPÍTULO  LIX. 

Gomo  «I  Rey  ton5  i  Hairiil,  é  de  loque  alli  snbeeditf. 

Venido  el  Rey  á  Madrid ,  é  yista  la  novedad  del 
Arzobispo  y  del  Marqués,  que  asi  avian  fecho  en  se 
apartar  de  donde  él  los  avia  mandado  quedar,  es- 
peró su  venida  por  espacio  de  quatro  dias,  é  luego 
enviólos  á  rogar  é  mandar  que  se  viniesen,  para  co- 
municar oon  ellos  las  cosas  que  con  el  Rey  do  Por- 
tugal se«vian  negociado,  asi  mesmo  acerca  del  ca- 
samiento de  la  Infanta  su  hermana,  y  de  otros  ne- 
gocios particulares  que  cumplían  á  su  servicio.  Ellos 
respondieron  que  si  su  Alteza  oviera  gana  de  les 
dar  parte  de  las  cosas  concertadas  con  el  Rey  de 
Portugal,  les  mandara  ir  oon  él,  y  pues  les  mandó 
quedar,  pareado  que  no  le  plugo  de  ello.  E  que  se- 
gund  avian  visto  é  conoscido  en  los  dias  pasados, 
la  experiencia  mostraba  que  tomar  á  su  Corte  é  an- 
dar en  su  servicio  les  era  cosa  de  grand  peligro  é 
de  poca  seguridad,  asi  por  lo  que  do  su  real  Sefioría 
les  era  notificado,  é  lo  sabían  de  cierto,  como  por  la 
enemiga  que  contra  ellos  tenían  algunos  de  los  que 
andaban  cerca  del.  E  que  por  aquello  é  otras  cosas 
notorias,  que  á  ellos  eran  notificadas ,  avian  deter- 
minado de  se  apartar  de  su  Corte,  por  escusar  los 
enconvinientes  que  se  les  podían  seguir ;  mas  que  si 
su  Alteza  quisiese  salir  á  verse  con  alguno  de  ellos 
en  el  campo,  alli  serian  notificadas  todas  por  exten- 
so las  cabsas  de  su  apartamiento;  y  puesto  que 
por  una  parte  se  ponían  eni  pendencia  de  tratos,  por 


la  otra  buscaban  el  reparo  é  seguridad  de  bus  vi- ' 
das  y  estados,  basteciendo  sus  fortalezas  é  aperd-, 
hiendo  sus  gentes.  Pero  aunque  el  Rey  era  sabidor  . 
de  aquesto,  disimulaba  no  sabello.  Al  fin  por  con- 
firmar su  malicia,  é  no  Uegalla  hasta  el  cabo,  de- 
terminó de  salirse  á  ver  oon  el  Marqués  entre  Ma- 
drid é  Alcalá.  E  como  ya  se  iba  rompiendo  el  velo 
de  la  vergüenza,  óresela  el  desamor,  é  reynaba  la 
deslealtad ;  por  manera,  que  de  aquellas  vistas  nin- 
guna conclusión  se  pudo  tomar,  antes  de  contino, 
fingiendo  mayores  sospechas,  ó  porque  sus  concien- 
cias los  remordían,  ó  sus  culpas  los  acusaban ,  se 
movían  nuevos  tratos  sin  conclusión  de*  ning^unos. 
Al  fin,  después  de  tomados  muchos  acuerdos,  fué 
determinado  que  para  la  seguridad  de  su  venida 
del  Marqués  de  Villena  á  Madrid ,  que  el  Marqués 
de  Santíllana  é  D.  Pedro  de  Velasoo,  Conde  de  Haro, 
se  oviesen  de  ir  á  la  fortaleza  de  Alcalá  la  Vieja,  y 
ponerse  en  rehenes  en  poder  del  Arzobispo  de  To- 
ledo, y  estar  alli  fasta  que  «1  Marqués  de  Villena 
fuese  tomado  á  Alcalá.  Tomado  aqueste  medio,  el 
Marqués  de  Santillana  é  D.  Pedro  de  Vdasco  se 
fueron  á  la  fortaleza  de  Alcalá ;  é  asi  puestos  en  po- 
der del  Arzobispo,  el  Marqués  de  Villena  se  fué  á 
Madrid;  donde  venido,  por  enemistar  al  Rey  con 
los  Grandes,  para  que  ninguno  se  fiase  de  él  ni  cu- 
rase de  servirlo,  dixole  que  Don  Alonso  de  Fonse- 
ca,  Arzobispo  de  Sevilla,  era  su  enemigo  capital ,  é 
que.si  no  le  mandaba  prender  para  destmillo,  que 
él  en  ninguna  manera  se  fiaría  de  andar  en  su.  Cor- 
te. Y  aquesto  hacia  él  para  que  viesen  todos,  é  to- 
masen  mal  onxomplo  del  Roy,  que  dostroia  sus  lea- 
les, sefialadamonte  aquel,  quo  por  muy  fiol  lo  avia 
echado  fuera  do  la  gobernación.  E  no  solamente 
movió  la'  voluntad  del  Rey  á  ello,  mas  hizo  creer  al 
Obispo  de  Calahorra,  que,  prendido  el  Arzobispo,  le 
daría  el  Arzobispado  de  Sevilla;  por  manera,  que' 
el  Obispo  oon  la  cobdicia  fué  indtador  de  la  pri- 
sión suya  con  el  Reyj  porque  de  aquella  prísion  se 
alterarían  los  Grandes  para  no  se  oonfiar  dd  Rey  ; 
é  seria  forzado  por  pura  necesidad  que  oviesen  do 
creer  sus  engaaos,  y  querer  lo  que  él  quisiere,  y  no 
la  voluntad  dd  Roy  que  le  avia  levantado  del  pol- 
vo. T  quanto  quiera  que  el  Jley  sentía  sus  oabtelas, 
deseando  quitar  los  escándalos,  porque  las  cosas  no 
viniesen  á  rompimiento,  para  convencer  su  malicia, 
consintió  en  ello,  é  mandó  á  Juan  Femandez  Galin- 
do,  Comendador  de  Reyna,  é  del  su  Consejo,  porque 
siempre  fué  leal  servidor  é  consejero,  que  fingien- 
do irse  á  su  casa,  fuese  l^  Cantillana,  é  prendiese  al 
Arzobispo  de  Sevilla,  que  por  fuerza,  quo  do  grado. 
El  Marqués  por  otra  parte  secretamente  envió  á  avi- 
sar al  Arzobispo  dé  Sevilla  qne  se  pudese-en  salvo, 
porque  el  Rey  le  enviaba  prender.  E  ad  el  Anso- 
bispo  quedó  enemistado  con  el  Rey,  é  amigo  suyo; 
por  manera,  que  quando  llegó  Juan  Femandez  Ga- 
lindo,  ya  el  Arzobispo  estaba  en  Bejor.  De  donde 
resultó  que  los  que  estaban  ganosos  do  servir  al 
Rey,  quedaron  sospediosos  ó  con  rescelo  do  lo  se- 
guir ;  por  donde  los  malos  deseos  del  Marqués  de 
Villena  ovieron  cabida  en  los  pensamientos  de  mu-  - 


134 


OBÓNIOAS  DB  LOB  BBY£8  DB  OAflTILLA. 


ohoB,  que  esUbiui  faera  de  la  Oorte,  é  no  ae  oaaban 
móatrar  por  el  Bey,  ca  no  aabian  de  que  forma  pa- 
saban las  oosaa. 

CAPÍTULO  LX. 

Como  qilileroi  prender  al  Roy  ei  el  Aleaiar,  é  prender  I  loi 
Infontei,  y  «nebnnUdu  lu  puertos,  entnron  por  faeru  en  la 
Cftmara  del  Roy. 

PaaadoB  alganoa  días  después  qae  el  Marqués 
▼ino  á  Madrid,  yendo  á  Palacio  anas  veces  solo,  ó 
otras  aoompaftado,  apartábase  á  solas  con  el  Bey, 
para  hablar  en  las  diferencias  que  traían.  T  desque 
sintió  la  grand  afición  que  el  Bey  tenia,  oon  el  Con- 
de de  Ledesma  y  con  él  Obispo  de  Calahorra,  y 
como  en  aquel  propósito  perseveraba ,  acordó  de 
llamsr  algunos  caballeros  de  su  confederación.  Don- 
do  vino  luego  Don  Alonso  Bnriquea,  el  hijo  mayor 
del  Almirante,  ó  Don  Bodrígo  Pimentel,  Conde  de 
Benavente,  ó  Don  Bodrigo  Manrique,  Conde  de  Pa- 
redes, y  otros  algunos  caballeros  é  personas  de 
quenta.  B  asi  venidos,  ó  ávido  su  consejo  secreto 
entre  ellos,  acordaron  que  todos  juntamente  se  fue- 
sen á  Palacio  con  sus  secretas  armas,  para  tomar 
los  Infantes  de  su  mano,  ó  prender  al  Bey  y  al  Con- 
de de  Ledesma.  B  como  quiera  que  los  tratos  pen- 
dían, siempre  él  Bey  estaba  sobre  aviso  de  poner  á 
sus  hermanos  á  buen  recabdo,  por  manera,  que  la 
maldad  pensada  no  oviese  efecto,  ó  lo  mas  del  tiem- 
po del  día  los  mandaba  estar  en  la  torre  del  ome- 
nage  con  guardas.  B  como  aquel  día  venían  con  da- 
ñado propósito,  llamaron  á  las  puertas  oon  gran  ri- 
gor, é  sin  acatamiento  ninguno :  de  tal  son  que  las 
quebraron ,  entrando  todos  por  fuersa  á  pesar  de 
los  porteros.  Bntonces  el  Bey,  oydo  el  estruendo  de 
la  entrada  con  tanto  alboroto,  sospechando  la  des- 
lealtad de  los  que  ansi  entraban ,  tomó  consigo  al 
Conde  de  Ledesma,  é  retrúxose  en  un  retrete  peque- 
fio,  donde  pudo  estar  en  alguna  manera  seguro ;  de 
guisa,  que  quando  pensaron  hallar  al  Bey  en  la 
sala  y  al  Conde  de  Ledesma  con  él,  no  los  pudieron 
aver,  ni  tampoco  á  los  Infantes.  Pero  el  Marqués  de 
Villena,  como  era  astuto,  visto  que  su  mal  propósi- 
to no  se  podía  ezecutar,  disimuladamente  hablan- 
do, fingiendo  rigor,  oomensuS  á  retraer  la  gente,  dis- 
oiendo  algunas  palabras  mas  lisongeras  que  de  re- 
prehensión. B  asi  apartados  fuera  de  la  puerta  de  la 
Cámara,  fuese  á  donde  el  Bey  estaba,  é  fingiendo 
ser  pesante  de  lo  que  avian  fecho,  dixole  que  su 
Alteas  debía  de  mandar  castigar  aquel  insulto. 
Mas  si  el  Bey  quisiera  tener  esfnerso  de  varón  é 
osadía  de  caballero ,  é  para  tan  feo  atrevimiento  le 
plugiera  mas  él  castigo  que  la  toleraoion  de  ello, 
>  muy  ligeramente  les  podía  dar  el  pago  de  su  des- 
vergonsBada  osadia.  B  porque  fue  muy  remiso  quan- 
do debiera  ser  ezectttívo,é  mostró  fiaqneaa  quando 
debiera  de  tener  esfuerzo,  sus  desleales  cobraron 
osadia,  y  él  quedó  mas  amedrantado  que  con  de- 
nuedo. Luego  que  el  Bey  vio  ai  Marqués  de  Ville- 
na, díxo :  «¿  Parecevos  bien ,  Marqués,  esto  que  se 
ha  fecho  á  mis  puertas  ?  sed  seguro ,  que  ya  no  es 


tiempo  de  mas  paciencia j  Bl  Marqués,  de  que  vido 
la  indignación  del  Bey,  salióse  de  Palacio  con  to- 
dos los  que  avian  venido  oon  él ;  é  para  aplacar  la 
indignación  del  Bey,  envióle  aquella  tarde  al  Conde 
de  Benavente  su  hiemo  oon  trato  de  mas  livianas 
cosas  que  de  sustancia.  T  esto  no  sin  eabsa :  ea  co- 
mo de  la  condídon  del  Bey  sabia  que  era  inclÍBaiBe 
á  los  tratos,  é  oon  aquellos  le  avia  de  traer  á  quan- 
to  él  quisiese,  todavía  buscaba  oon  él  nuevas  pen- 
dencias sin  conclusión  ninguna. 

CAPÍTULO  LXI. 

Gomo  el  Reyaeordé  de  dar  el  Maestradfo  de  SaaetUgo  al  Conde 

de  IjedeaMa. 

liando  el  Bey  el  feo  atrevimiento  que  se  avia  fe- 
cho á  sus  puertas,  é  que  aquello  se  hacia  maliciosa- 
mente por  apartar  al  Conde  de  Ledesma  de  la  Cor- 
te é  quitalle  de  su  favor,  croscióle  mayor  afldon  de 
ponello  en  mas  alto  estado.  B  asi  para  mayor  des- 
grado del  Marqués  de  Villena,  determinó  de  le  dar 
el  Maestradgo  de  Santiago,  que  él  tenia  en  admi- 
nistración desde  la  muerte  de  D.  Alvaro  de  Luna, 
Condestable  que  fué  de  Outilla,  asi  para  hacerle 
mayor  pesar ,  como  para  que  oon  la  grandeaa  del 
estado  pudiese  competir  oon  él.  Ávido  su  acuerdo 
entres!  mesmo,  mandó  llamar  al  Obispo  de  Calahor- 
ra y  al  Condo  do  Ledesma  é  á  Alvar  Qomea  su  se- 
cretario, y  apartado  oon  ellos  en  grand  secreto,  les 
díxo :  «Conocida  tengo  la  maldad  y  dafiado  propó- 
Acdto  del  Marqués  é  de  estos  caballeros  que  á  cabsa 
nsuya  andan,  no  solamente  por  me  deservir  y  enojar 
•segundee  ha  mostrado  por  el  perverso  atrevimien- 
nto  que á  mis  puertas  hicieron,  mas  porque  yo  aya 
nde  apartar  de  cabe  mi  al  Conde  de  Ledesma  que 
naqui  está.  Pero  porque  sus  malinos  deseos  no  ayan 
Alugar,níse  cumpla  lo  que  ellos  quieren,  tengo 
1  determinado,  y  es  mi  deliberada  voluntad  de  ha^ 
icelle  Maestre  de  Sanctiago,  para  que  como  Orando 
lé  oon  la  grandeza  de  su  estado  me  pueda  mejor 
•servir,  é  competir  con  él  Marqués  de  Villena,  que 
nta^ta  enemistad  ha  concebido  contra  él  sin  cabsa 
1  ninguna,  é  á  mi  ha  deservido  con  tantos  enojos  é 
B  pérdidas  que  por  él  me  son  venidas.  Por  tanto  yo 
A  desde  agora  como  administrador  del  dicho  Maes- 
ntradgo  lo  renuncio  en  las  manos  de  nuestro  muy 
nSancto  Padre,  que  agora  es  para  que  su  Sanctidad 
A  lo  provea  déL  B  asi  mando  que  todas  las  provisio- 
nnes,  é  todo  lo  que  fuese  necesario  lo  despachad 
» luego  Alvar  Gómez,  sin  que  sea  sabido.»  B  con 
este  mensage  fué  un  capellán  de  su  Capilla,  que  se 
llamaba  Suero  de  Solis,  al  qual  dieron  luego  cator- 
ce mil  fiorínes  para  la  data  y  expedición  de  las  bu- 
llas ,  oon  que  se  partió  disimuladamente  é  á  grand 
priesa.  Bntre  tanto  que  este  mensagero  iba  su  ca- 
mino de  Boma,  como  Alvar  Qomea  era  muy  aficio- 
nado y  parcial  al  Marqués  de  Villena  desde  la  mal- 
dad de  la  embaxada  de  Francia,  en  que  tanta  pér- 
dida cabsaron  contra  el  Bey,  todo  el  negocio  de  la 
renundaeion  del  Maestradgo  le  descubrió,  por  don- 
de la  enemiga  creció  mayor  en  el  Marqués  contra  el 


DON  ENBIOUB  OUABTO. 


186 


Bey  é  contra  el  Conde  de  Ledesma ;  por  manera  qae 
las  ooeai  deede  alli  adelante  iban  roas  daftadas  é 
de  peor  eaerte;  y  el  Marqués  tnyo  tiempo  de  ma- 
yores ooníederadones  con  los  Grandes  del  Reyno, 
para  qne  cuando  las  bullas  de!  Maestradgo  de  8ano- 
tíago  fuesen  Tenidas,  que  todos  se  alterasen  é  rebe- 
lasen contra  el  Rey ;  de  tal  forma,  que  por  todas  las 
Tias  é  formas  que  pudo  buscar,  buscaba  la  perdi- 
ción del  Bey  é  destmdon  de  su  magnifico  estado,  é 
tan  pacifico.  E  porque  aquello  se  pudiese  mejor 
ezecutar,  dixo  al  Bey  que  aquellos  negocios  mejor 
se  acabarían  en  Segoyia,  qne  en  Madrid.  Aquesto 
no  lo  procuró  sin  cabsa  ^  porque  estando  alli  temia 
mas  cercancs  los  caballeros  de  su  partido,  para 
quando  fuese  menester  venir  á  las  armas ;  les  qua- 
ka  eran  el  Almirante  con  los  Manriques,  é  los  Con- 
des de  Plasencia,  é  Alva,  é  Benavente  con  otros  de 
menor  estado.  El  Maestre  de  Calatraya  se  pasó  lue- 
go á  su  Tula  de  Pefiafiél ;  é  fue  acordada  la  partida 
de  loe  rehenes  que  estaban  en  Alcalá  la  Vieja ,  que 
eran  el  Marqués  de  Santillana,  é  Don  Pedro  de  Ve- 
lasco,  como  arriba  se  dixo,  é  asi  mesmo  el  Conde  de 
tSaldafia  Don  Pedro  y  Don  Juan  de  Mendosa  que 
estaba  en  Uaeda  en  lugar  del  padre ;  pero  por  algu- 
na seguridad  quiso  el  Marqués  de  ViUena,  que  el 
Obispo  de  Palenda,  hermano  del  Conde  de  Ledes- 
ma  se  pusiese  por  rehenes  en  Peftafiel,  en  poder  del 
Maestre  su  hermano ;  é  puesto,  el  Bey  se  pasó  luego 
á  Segoyia  con  la  Beyna  ó  la  Princesa  su  hija,  é  con 
Ice  Infantes  sus  hermanos,  y  el  Marqués  de  Villena 
en  pos  del. 

CAPÍTULO  LXn. 

Cme  llégate  el  Roy  A  SflfSf U,  sveadlerov  (nata  sofadAdet. 

Después  que  el  Bey  fué  llegado  á  Segoyia,  donde 
mas  pensaba  reposar,  el  Marqués  de  Villena  publi- 
caba que  los  Condes  de  Plasencia  y  de  Alva  eran 
BUS  enemigos,  y  que  siendo  aquellos  contra  él,  no 
pedia  estar  seguro  en  la  Corte;  que  por  eso  oonve- 
nia  que  el  B^  les  enviase  á  mandar  que  se  aliasen 
con  él.  B  esto  hacia  él  porque  ctiando  los  Condes  le 
ayudasen,  que  fuese  por  su  mandado.  El  Bey  cre- 
yendo ser  asi,  enyió(sus  mensageros  á  los  Condes. 
Durante  aquesta  falsa  pendencia,  el  mensagero  qne 
avia  enviado  á  Boma  fué  tan  solícito ,  que  despa- 
chó la  provisión  del  Maestradgo  de  Sanctíago  para 
el  Conde  de  Ledesma,  é  trazo  las  bullas,  de  que  el 
Bey  fue  muy  contento.  B  asi  envió  á  llamar  al 
Marqués  de  Villena,  é  venido,  notificóle ,  como  el 
Papa  avia  proveydo  del  Maestradgo  de  Santiago  al 
Conde  de  Ledesma,  rogándole  quisiese  dar  su  con- 
sentimiento en  ello.  El  Marqués  respondió  que  si  á 
suplicación  de  su  Alteaa  se  le  avia  dado  el  Papa,  á 
él  no  convenia  sino  obedesoer,  pero  que  fuera  me- 
jor avallo  consultado  con  los  Grandes  de  su  Beyno, 
é  no  esperar  los  grandes  escándalos  que  por  ventu- 
ra se  podrian  seguir,  por  no  avallo  sabido  antes; 
mayormente  pues  que  tenia  á  su  hermano  el  Infan- 
te^ á  quien  de  derecho  le  pertenesoia,  y  lo  debia  de 
aver.  El  Bey  no  curando  de  aquello,  porque  sintió  I 


ser  dicho  con  malicia,  otro  dia  siguiente  acordó  de 
gelo  confirmsr,  é  darle  las  insignias  que  como  á 
Maestre  le  portenescian.  Entonces  el  Marqués  de 
Villena  vista  la  novedad ,  y  como  el  Conde  de  Le- 
deema,  seyendo  Maestre,  era  mayor  seftor  qne.no  él, 
procuró  y  trabajó  quanto  pudo  la  deshonra  é  per- 
dición del  Bey,  en  tal  manera,  que  luego  procuró 
que  los  Ghrandes  de  su  confederación  allegasen  sus 
gentes  é  se  pusiesen  en  armas  y  estuviesen  aperoe- 
bidos.  B  asi  pensó  como  pudiese  prender  al  B^  con 
la  Beyna  y  la  Princesa,  é  tomar  á  los  Infantes,  ó 
tenerlos  asi  de  su  mano,  é  matar  al  nuevo  Maestre ; 
para  lo  qual  se  puso  en  tratos  secretos  con  un  capi- 
tán del  Bey  que  se  llamaba  Hernando  Cerrillo,  hijo 
de  Gonsalo  Carrillo  de  Córdoba.  Brte  Úemando 
Carrillo  era  casado  con  una  dama  de  la  Beyna,  que 
se  llamaba  Dofia  Mencia  de  Padilla.  Esta  Dofia 
Mencia  era  á  la  saaon  dama  de  la  Infanta  Dofia  Isa- 
'bél,  que  después  fue  Beyna  de  Castilla.  B  porque 
entrambos  dormían  dentro  del  Pelado  de  la  Beyna, 
que  estaba  junto  cabe  con  el  Pelado  dd  Bey,  pro- 
metiéndole ^prendes  mercedes ,  concertó  con  dios 
que  una  noche  seftalada  les  diesen  entrada  por  la 
puerta  de  la  Beyna  secretamente,  é los  apoderasen 
dentro  la  casa, para  que  él  tomaseá  los  Infantes,  d 
Conde  de  Paredes  prendiese  al  Bey,  el  Maestre  de 
Calatrava  d  nuevo  Maestre  de  Sanctíago,  é  lo  de- 
gollase, é  loe  Condee  de  Alva  y  de  Plasenda  á  la 
Beyna  Ó  á  la  Princesa.  B  ad  concertados  é  todos 
apercebidoB,  para  lo  poner  en  obra,  plugo  ala  bon- 
dad de  Dios,  que  nunca  se  paga  de  la  traydon  ni 
de  la  ingraütud,  que  aquella  mesma  noche  qne 
aquello  se  avia  de  ezecutar,  tres  horas  anües  fuese 
descubierto  d  Bey,  estando  d  Marqués  con  él  en  su 
Pelado,  de  que  el  Bey  fue  turbado.  B  apartado  con 
algunos  principdee  de  su  Consejo,  para  se  lo  mani- 
f  eetar,  todos  eran  de  acuerdo  que  lo  prendiesen,  pues 
lo  tenia  dentro  de  su  Pelado  é  ten  feas  cosas  per- 
petraba contra  él ;  pero  d  Bey  no  lo  quiso  hacer, 
didendo,  que  seria  infamia  de  su  Bed  persona ; 
porque  él  era  venido  dli  sobre  el  seguro  suyo,  é  que 
á  todos  no  seria  notorio  el  caso  de  su  traydoni  como 
seria  manifiesta  la  prisión,  é  que  de  dli  se  podría 
seguir  mayor  escándab  é  menos  confiansa  de  su 
pdabra  Bed,  segund  d  estado  en  que  las  cosas  es- 
taban ;  pero  mandó  que  Gonsdo  de  Sayavedra  é 
Alvar  Gomes  se  lo  entrasen  á  notíficar,  para  saber 
lo  que  respondía.  E  respondió  qne  él  no  sabia  tal 
cosa,  é  pluguiese  á  Dios  que  no  oviese  de  caer  en 
td  feddad ;  que  él  iria  á  saber  la  verdad,  é  que  d 
algunoe  de  los  suyos  eran  en  onlpa  los  entregarla  á 
la  justída  para  que  fuesen  castigados.  B  asi  con 
gesto  demudado  salió  de  Pdacio,  é  sin  ir  á  su  casa, 
se  fue  d  Parrd  fuera  de  la  dbdad ,  donde  puso  su 
persona  á  grand  recabdo  con  gran  guarda  de  gente. 
E  después  nunca  entró  en  la  dbdad,  antes  hada  que  - 
el  Bey  adíese  á  hdblar  con  d,  pero  no  d  nuevo 
Maestre. 


136 


CAPÍTULO  LXIII. 


Como  se  IraUroB  vistas  entre  el  Rey  >  los  Condes  de  Plasenela  y 
de  Al  va,  y  ^nlsleron  prender  al  Rey. 


•  Deique  tío  el  ICarqnés  de  Y  Hiena  que  se  etía  des- 
ottbiexto  el  trato  de  su  trayoion ,  é  que  por  alli  no 
se. podía  exeontársa  dafiado  propóeito,  pensó  oon 
BUS  cabtelosaB  fonnaa  otro  nuevo  trato  de  mayor 
escándalo,  y  fué  hacer  que  loa  Condee  de  Plaaencia 
ó  de  Alva  pidiesen  Tistas  con  el  Bey ,  diciendo  que 
de  su  boca  querían  saber  lo  que  le  plasoia  que  se  hi- 
ciese en  la  paz  con  el  Marqués  de  Viilenai  y  en  que 
forma  los  mandaba  concertar  con  él  porque  después 
sil  Alteaa  no  los  culpase  de. lo  que  sobreviniese.  B 
como  el  Bey  tenia  grand  gana  de  la  paz,  respondió 
qne  le  plasoia,  ó  que  las  vistas  fuesen  entre  Sant 
Pedro  de  las  Dnefias  ó  Villa-Castin ,  donde  ellos  es- 
taban. B  asi  concertadas ,  el  Bey  se  fue  alli  á  Sanff 
Pedro',  que  es  un  Monesterío  de  1  a  orden  de  Santo 
Domingo ,  á  quatro  leguas  de  Segovia,  con  la  gen- 
te de  sus  guardas  ;  é  fué  con  él  el  nuevo  Maestre  de 
Sanotiago  con  quinientos  rocines,  y  el  Obispo  de  Car 
lahorra  con  sus  contínos,  é  los  otros  caballeros  é  le- 
trados del  Consejo.  Los  Condes  estaban  en  Villa- 
Castin  con  qnatrocientos  rocines ;  y  el  Marqués  de 
Villena ,  fingiendo  su  enemistad  oon  los  Condes ,  se 
vino  á  Lastrillas  con  trescientos  rocines ;  y  el  Maes- 
tre de  Calatrava  á  Tuerégano  con  quatrocientos  ro- 
ñes ,  é  con  él  el  Conde  de  Paredes  y  el  Obispo  de 
Coria  con  ciento  ó  cinqueuta  rocines.  Pero  porqne 
el  ^Maestre  de  Calatrava  é  los  Manriques  estaban 
ocho  leguas  del  lugar  donde  las  vistas  estaban  con- 
certadas ,  é  para  el  dia  sefialado ,  que  se  avían  de 
hacer,  no  pudo  llegar,  y  el  Marqués  dilató  las  vis- 
tas para  otro  dia  siguiente ,  que  el  Maestre  su  her- 
mano podria  llegar ,  y  se  hiciese  lo  que  entre  ellos 
estaba  concertado  contra  el  Bey.  £1  I^y  aquella 
noche  en  el  Monesterio  reposó  sin  sospecha  de  lo 
que  contra  él  se  ordenaba ,  é  á  la  media  noche  lle- 
garon dos  mensageros  á  grand  priesa,  uno  en  pos 
de  otro,  haciéndolo  saber  que  el  Almirante  Don 
Fadrique  se  avia  puesto  en. armas  en  Valladolid, 
para  levantarse  con  ella ,  é  que  avia  alzado  pendo- 
nes por  el  Infante  su  hermano,  diciendo :  Castilla 
por  el  Bey  Don  Alonso;  é  que  los  de  la  villa  avian 
ido  contra  él ,  é  lo  avian  echado  fuera,  no  solamen- 
te á  él ,  mas  á  todos  los  de  su  valia ;  por  manera 
que  la  villa  estaba  á  su  servicio  ,  y  que  le  suplica- 
ban, que  pusiese  luego  remedio ,  é  les  enviase  so- 
corro de  gente,  y  capitán  que  los  gobernase.  B  sa- 
bido aquesto,  elBey^nvió  luego  al  Comendador 
Gonzalo  de  Sayavedra  del  su  Consejo,  con  trescien- 
tos rocines  de  las  guardas ,  qne  se  partió  luego  á 
mas  andar;  y  entrando  en  la  villa,  puso  luego  guar- 
da. Venido  el  dia  siguiente  de  las  vistas,  los  Con- 
des enviaron  á  descir  al  Bey  qne  su  Alteza  comiese 
luego  de  mafiana,  porque  las  vistas  serian  después 
mejor  é  ternian  mas  largo  espacio  para  platicar  é 
comunicar  los  negocios,  pero  aquesto  rodeaba  al 
Marqués  cabtelosamente  por  dilatar  el  tiempo,  para 


CBÓNICA8  DB  LOB  BB YBS  DB  CASTILLA. 

que  el  Maestre  su  hermano  pudiese  llegar  á  las  vis- 
tas é  juntarse  con  ellos.  Después  que  el  Bey  ovo  co- 
mido, salió  al  campo  con  la  gente  de  sus  guardas, 
aunque  era  poca  la  que  allí  estaba,  é  asi  mesmo  la 
del  nuevo  Maestre,  esperando  la  venida  do  los  Con- 
des. Estando  asi ,  llegaron  quatro  de  á  caballo  cor- 
riendo á  muy  grande  priesa  por  diversos  caminos, 
haciéndolo  saber  como  el  Maestre  de  Calatrava  é  los 
Manriques  venian  oon  seiscientos  rocines  con  deli; 
horada  voluntad  délo  prender;  de  lo  qual  avian  sido 
avisados  de  los  que  venian  con  él  Maestre  para  que 
lo  notificasen  á  su  Alteza ;  é  en  el  concierto  de  la 
trayoion  eran  los  Condes,  é  principalmente  el  Mar* 
qués  de  Villena,  á  cuya  requesta  estaban  todos  con- 
formes, é  que  se  venian  á  juntar  para  ello.  Quanto 
quiera  que  el  Bey  se  turbó  de  aquella  nueva ,  con 
disimulado  semblante  llamó  al  Obispo  de  Calahor- 
ra é  á  mí,  como  su  Coronista  é  del  su  Consejo,  é  nos 
mandó  que  de  parte  suya  fuésemos  á  los  Condes ,  é 
les  dixésemos  aquella  novedad ,  que  se  desoía,  é  le 
*  avian  venido  á  descir  por  tantas  partes  ;  que  se  ms; 


ravíllaba  de  ellos  de  caer  en  tan  gran  fealdad,  é  que 
quería  saber  sí  era  verdad ,  para  ver  si  los  avia  de 
tener  por  suyos  ó  no.  B  asi  el  Obispo  é  yo  con  él 
tomamos  nuestro  camino  para  Villa-Castin,  por 
donde  los  Condes  venían;  pero  apócemas  demedia 
legua  qne  andovimos,  encontramos  con  otros,  qne 
íbaná  desengafiar  al  Bey;  porque  avian  cabida  en  el 
secreto,  é  como  lo  avían  de  prender  en  aquellas  vis- 
tas, é  le  cumplía  no  esperar  allí  ni  verse  con  ellos. 
Entonces  el  Obispo  do  Calahorra  acordó  que  yo  tor- 
nase al  Boy  á  mas  andar,  para  notificalle  lo  que  allí 
nos  avian  certificado.  B  desque  llegué  al  Bey,  é  le 
notifiqué  todo  lo  que  al  Obispo  é  á  mi  avían  dicho  é 
descubierto,  tomó  consigo  veinte  de  á  caballo,  é  su- 
bióse por  lo  alto  de  la  sierra,  camino  de  Segovia ;  é 
mandó  hacer  apellido  por  todos  los  lugares  de  la 
sierra,  para  que  la  gente  saliese  á  le  acompafiar ,  ó 
llevasen  sin  resoelo.  Fecho  el  mandado,  salieron 
mas  de  cinco  mil  peones,  qne  lo  adompafiaron  hasta 
las  puertas  de  Segovia.  B  como  el  nuevo  Maestre  de 
Sanotiago  se  quedase  en  el  campo  con  su  gente  é  la 
de  las  guardas  ordenando  sus  esquadrones,  para  dar 
la  batalla  al  Maestre  de  Calatrava,  subiéndose  el 
Bey  á  la  sierra ,  envióle  á  mandar  conmigo  que  mo- 
viese su  gente,  é  se  fuese  camino  de  la  dbdad  lo 
mas  ordenadamente  que  pudiese,  é  que  por  cosa  del 
mundo  non  pelease  ni  consintiese  revolver  escara- 
muza ninguna.  El  nuevo  Maestre,  oydo  lo  que  yo 
le  dixe  de  parte  del  Bey,  movió  sus  batallas  oon 
buen  tiento  camino  de  Segovia ;  pero  como  el  Maes- 
tre de  Calatrava ,  llevaba  seis  cientos  rocines,  si  es- 
tuvieran los  Condes  y  el  Marqués  juntos  oon  él,  sin 
dubda  todavía  se  diera  la  batalla  al  Maestre  do 
Sanotiago.  B  como  por  todo  aquel  dia  no  se  pudie» 
roQ  juntar  hasta  la  noche,  no  ovo  lugar  de  pelear; 
por  manera  quel  Maestre  Don  Beltran  de  la  Cueva 
pasó  sin  con  tradición  alguna  fasta  que  llegó  á  Sego- 
via, donde  halló  al  Bey,  é  le  plugo,  porque  no  avia 
peleado.  Entre  tanto  que  el  Bey  y  el  Maestre  Don 
Beltran  de  la  Cueva  se  fueron  á  la  cibdad,  el  O  bis- 


DON  SNBIQUB  GUAHTO. 


187 


po  de  Calahorra  llegó  donde  loa  Ck>ndeB  yenian  por 
tn  camino  adelante ;  é  como  loa  rió  yenir  armadoa 
en  son  de  pelear  oon  propóaito  de  prender  al  Bey,  él 
lea  dixo :  oPor  cierto,  Sefiores  Condes ,  feo  apellido 
»  pareaoe  aqueste  qae  traéis  el  día  de  07 ,  qne  fián- 
adose  el  Rey  de  yoaotros,  é  saliendo  él  SQgnramen* 
» te  á  verse  con  vosotros  como  con  sus  subditos  é 

•  naturales  vasallos,  deseando  pacificar  vuestraa 

•  discordias,  vengáis  con  tanto  disoluto  é  peligroso 

•  pensamiento,  que  queráis  prender  á  vuestro  Rey. 

•  Parecería  mejor  por  cierto  presumir  de  serviUo 

•  con  lealtad,  que  procurar  de  perseguillo  sin  cabsa, 

•  mayormente  acordandovos  de  los  bienes  é  meroe- 
•des  sefialadaa  que  hizo  á  vuestros  padres,  qnando 

•  al  uno  hizo  tomar  la  tenencia  de  Burgos  é  dar 
•la  dbdad  de  Plasencia  con  título  de  Conde ,  é  al 
•otro  soltó  de  la  prisión  é  mandó  dalle  lo  suyo.  De 

•  tanto  yo  vos  aseguro,  pues  que  con  tanta  ingrati- 

•  tud,  é  sin  cabsa  ninguna  vos  movéis  á  perseguillo, 
•que  antes  hallará  su  Alteza  caballeroB  que  lo  sir- 
•van  é  sigan  con  su  lealtad ,  que  vosotros  uñ  tal 

•  Rey,  que  tales  mercedes  voshaga.B  Equanto  quie- 
ra que  los  Condes  quisieran  trabar  largo  razona- 
miento con  él  para  colorar  su  yerro,  el  Obispo  so 
despidió  delloe ,  ó  se  tomó  á  Segovia  con  diez  de  á 
caballo  que  le  acompafiaban. 

CAPÍTULO  LXIV. 

C0HO  los  catalloros  se  fseron  á  la  eibdad  de  Burgos ,  y  lo  qne 
illl  lesUron  é  Uderoa  coatra  el  Rey. 

Luego  aquella  noche  se  juntaron  el  Marqués  do 
Villena  y  el  Maestre  de  Calatrava  con  los  Condes,  y 
halláronse  confusos  y  descontentos,  visto  que  el 
Rey  y  el  Maestre  Don  Beltran  de  la  Cueva  se  avian 
ido  en  salvo.  Verdad  es  que  si  el  Rey  quisiera  como 
varón  tener  osadía  del  Rey  y  esfuerzo  de  caballero, 
para  que  aquella  mesma  noche  fuera  sobre  eUos, 
muy  ligeramente  los  pudiera  prender  y  destruir  para 
siempre ,  porque  ellos  estaban  derramados  é  mal 
proveídos  é  sin  orden ;  mas  como  era  remiso ,  é  la 
rotura  may  agena  de  su  condición,  antes  quería 
pendencia  de  tratos,  que  destruir  sus  enemigos.  Es- 
tonces sus  enemigos  acordaron  que  para  la  execu- 
don  de  su  propósito,  seria  bien  ir  á  la  dbdad  de 
Burgos;  porque  allí  ternian  mayor  seguridad  que  en 
otro  ningún  lugar  del  Reyno,  visto  que  la  fortaleza 
estaba  por  el  Conde  de  Plasencia.  15  amdetenninado 
otro  dianguiente  partiéronse,  é  se  fueron  derechos 
hasta  entrar  en  la  eibdad  ;  donde  llegados,  la  ma- 
yor parte  del  pueblo  se  alborotó,  veyendo  la  nove- 
dad con  que  venian.  Pero  el  Marqués  de  Villena, 
como  era  astuto,  comenzó  de  convocar  la  gente  an- 
dando por  las  Iglesias ,  hablando  con  los  vecinos, 
é  perroquianos  dellas,  é  asi  mesmo  por  las  plazas, 
donde  mayores  ayuntamientos  se  hadan.  A  los  qua- 
les  oon  dulces  razones  halagüeñas  comenzó  á  apla- 
car é  atraer,  disciendo  que  ellos  no  venian  á  damni- 
ficar la  dbdad,  ni  alterar  el  Reyno,  salvo  para  re- 
mediar los  grandes  Insultos  é  graves  delitos  é  agrá 


la  culpa  del  Rey  é  de  au  mala  vida.  El  qual  se  po- 
dría mas  propiamente  llamar  enemigo  del.  Reyno 
que  sefior ,  mas  disipador  que  Rey,  mas  tirano  que 
gobernador,  mas  erad  que  justiciero.  E  que  sobre 
aquesto  ellos  seyendo  de  los  mas  principales  del 
Reyno ,  é  sintiéndose  de  tantos  males  que  ad  se  ha«> 
dan ,  en  nombre  de  todos  los  grandes  sefiores  é  ca** 
bailaros  del  Reyno,  se  avian  venido  á  meter  en  aque- 
lla dbdad ,  como  principal  é  cabeza  dd  Reyno,  para 
que  juntamente  oon  ellos  se  diese  forma  que  los  ma- 
les é  dafios  fuesen  remediadoa ;  é  que  esto  querian 
que  se  hiciese  oon  su  acuerdo  é  consejo  é  consenti- 
miento. B  asi  colorando  sus  razones,  y  desdorando 
la  honra  é  fama  dd  Rey ,  aplacó  algún  tanto  su  al- 
teradon ;  mas  no  enteramente,  que  á  los  discretos  ó 
personas  de  abtoridad  no  pareciese  cosa  muy  des- 
vergonzada é  de  mal  enxemplo  lo  que  asi  el  Mar- 
qués de  Villena  proponía  de  hacer ;  é  asaz  mormu* 
raudo  de  su  feo  atrevimiento,  é  de  su  disoluta  osa^ 
dia,  daban  sobre  él  diversas  sentendas.  Unos  le 
juzgaban  por  alevoso  servidor,  disciendo  que  pues 
era  levantado  del  estiércol,  é  fecho  tan  grand  sefior, 
é  puesto  en  tan  alta  cumbre,  pareada  cosa  muy  de- 
testable, fiera  é  de  muy  grand  abominadon  poner 
la  lengua  tan  rotamente  en  el  Rey ,  que  lo  avia  fe- 
cho ,  é  disfamar  á  quien  tan  sobrado  sefiorío  le  avia 
dado.  Pero  ni  por  esto  doxaban  de  sentir  ni  conos- 
cer  que  aquello  que  asi  se  intentaba,  era  muy  age- 
no  de  la  verdad ;  é  que  no  lo  hada  por  odo  que  tu- 
viese al  bien  común,  ni  afidon  á  la  justicia ,  salvo • 
por  su  propio  interese,  é  á  fin  de  aver  el  Maestrad- 
go  de  Sanotiago,  é  quitallo  á  quien  lo  tenia.  Aca- 
bados sus  largos  razonamientos  por  diversas  partes 
de  la  eibdad ,  y  en  el  ayuntamiento  donde  la  ma- 
yor parte  del  pueblo  concurría ,  dixo  que  para  la 
prosecución  de  esta  sancta  empresa  convenia  que 
algunos  principales  hombres  de  los  oibdadanos  se 
juntasen  con  él  é  con  los  otros  sefiores  que  alli  es- 
taban y  esperaban  venir ;  donde  todos  juntamente 
diesen  orden  en  el  bien  del  Reyno,  é  los  dafios  del 
fuesen  lluego  remediados.  E  asi,  elegidas  algunas. 
sefialadaa  personas,  vinieron  á  su  congregación ,  é 
venidos,  acordó  el  Marqués  de  Villena,  como  guia 
é  cabdillo  de  aquella  congregación,  que  se  escribiese 
una  carta  al  Rey,  la  qual  sin  dubda  iba  tan  desme- 
surada con  espuelas  de  rigor,  tan  fuera  de  todo  aca- 
tamiento, sin  freno  de  templanza,  que  ni  á  los  sub- 
ditos era  conveniente  envialla,  ni  á  ladeoenda  del 
Rey  rescebilla.  Mas  como  ya  él  avía  perdido  al  mun- 
do la  vergüenza,  é  á  Dios  el  temor,  é  de  su  anima 
la  oonsdenda,  pospuesta  la  honestidad,  que  siquie- 
ra como  grande  Sefior  fuera  razón  de  tener,  dn  em- 
pacho ninguno,  ó  sin  memoria  de  lassefialadas  mer- 
cedes é  bienes  rescobidos,  quiso  que  allí  pública- 
mente en  presencia  de  todos  se  leyese.  E  puesto, 
que  toda  ella  era  disoluta,  é  llena  de  feas  palabras, 
quatro  muy  sefialadaa  cosas  en  ella  se  contenían  : 
La  primera,  que  su  Alteza  en  ofensa  de  la  Religión 
ohristiana  traia  consigo  ordinariamente  capitanía 

^  ^o--        de  morca  infieles,  enemigos  de  la  sancta  fee  catho- 

▼ioi  enormes  que  contra  toda  razón  ae  hadan  por  I   lica,  que  fojraaban  las  christíanas^  é  hadan,  otroa. 


188 


CRÓNICAS  DB  LOS  BSYBS  DB  CASTILLA. 


muohofl  gravas  iii8altoB|  sin  ser  pugnidoa  ni  OMti- 
gadoa.  La  aegaoda,  que  loa  oorreglmient08|  ó  ofi- 
cioa  da  la  Juatíoia  eran  dadoa  á  peíaonaa  inhábiles, 
agenaa  de  todo  meredmiento  é  de  malaa  ooncien- 
.ciaa;  en  tal  manera,  qne  con  poco  temor  de  Dios 
▼endian  la  jnatioia,  hadándolo  dn  miedo  ninguno. 
La  teroera ,  que  ay  ia  dado  d  Maeatradgo  de  Sanotia- 
go  á  Don  Ddtran  de  la  Cneva,  Conde  de  Ledesma, 
en  grand  perjuicio  del  Infante  an  hennanoj  á  quien 
de  derecho  perteneaoia  como  hijo  del  Rey  Don  Juan 
BU  padre.  La  qnarta,  que  en  grand  peijuido  á  ofen- 
sa de  todos  sus  Beynosi  á  de  los  legítimos  suboeso- 
res  sus  hermanoai  avia  fecho  jurar  por  princesa  he- 
redera á  Dofia  Juana,  hija  de  la  Reyna  Dofia  Jua« 
na,  su  muger,  sabiendo  ál  muy  bien,  que  aquella  no 
era  su  hija,  ni  como  legítima  podía  subceder ,  ni 
ser  heredera  después  de  sus  dias.  Por  tanto,  que 
le  suplicaban  á  amonestaban  á  requerían  con  Dios, 
una  á  muchaa  veces ,  quidese  remediar  tan  grandes 
agravios ;  á  remediados,  mandar  luego  jurar  por 
PHndpe  heredero  al  Infante  Don  Alonso  su  hermas- 
no  ,  y  dalle  el  Maeatradgo  de  Sanctiago  como  á  le- 
gítimo hijo  del  Rey  Don  Juan  su  padre ;  pues  que 
de  derecho  divino  á  humano  le  pertenescia. 

CAPÍTULO  LXV. 

Cdfto  d  Rey  m  faé  I  Valladolld ,  é  de  lu  míu  qae    allí  tab- 

cadieros. 

Luego  como  el  Rey  supo  que  los  caballeros  esta- 
ban en  Búrgoa,  á  lo  que  andaban  ordenando,  acor- 
dó de  se  ir  á  Valladolid  con  grande  poder  de  gen- 
tes, ad  de  sna  guardaa  como  de  dgunoa  caballerea 
que  lo  venían  á  servir,  por  estar  mas  cerca  de  dice. 
B  d  como  traía  sobrado  poder,  quídera  tener  ea- 
f  nerso  de  varón,  á  osadía  de  caballero  á  atrevimien- 
to de  Rey,  muy  livianamente  dn  peligro  nioguno 
loa  pudiera  destruir ;  en  tal  manera ,  que  castigan- 
do sus  yerros,  rescibieran  el  pago  desu  desvergfleil- 
ea  ó  maldad,,  á  perpátua  memoria  de  sus  gravea  cul- 
pas, á  quedaran  denostados  para  dempre  con  feo 
apellido  de  dealedes,  y  ál  como  Rey  vencedor,  á 
prosperado  á  con  glorioao  renombre  entre  todas  laa 
nacionea.  Llegado  d  Rey  á  Valladolid  á  notificada 
su  venida  á  los  caballeros,  acordaron  de  le  enviar 
un  menaagero  con  la  carta  que  ad  tenían  ordena- 
da. La  qual  reacebida  á  viata  por  ál,  hiso  tan  poco 
sentimiento,  quanlo  ai  ninguna  cosa  llevara,  ni  fue- 
ra en  derogadon  de  su  persona  Real ;  de  que  to- 
dos, así  los  de  su  Red  Consejo,  servidores  á  criados, 
como  los  otros  que  segdan  su  partido ,  fueron  no 
solamante  maravillados,  mas  tristes  á  muy  descon- 
tentos, viendo  quan  tibiamente  á  con  quanta  floje- 
dad se  descuidaba,  á  ponía  á  las  espddaa  lo  que  tan 
crimindmente  en  la  honra  le  tocaba  y  en  la  fama. 
Maa  como  los  jnicioa  de  la  divinal  providencia  aon 
altos  á  muy  oscuros,  nuestros  humanos  entendi- 
mientos no  los  pueden  oomprehender,  ni  bastan  A 
conocer  sus  profundos  secretos.  Mi  avrA  quien  aepa 
desoír  de  un  Rey  tan  poderoso,  tan  rico,  y  tan  pros- 
perado, á  tan  temido  desdo  d  día  quo  reyná^  siendo 


de  peisona  tan  dispuesto,  teniendo  tan  varonil  aca- 
tamiento, para  atemorisar  A  las  gentes,  puesto  en 
edad  de  vdentia,  que  no  avia  quarenta  afics,  donde 
laa  fnersáa  ooipondes  á  la  ira  dd  corason  avian  de 
resplandecer,  y  hervhr,  asar  bravo  I  cómo  perdido 
el  esfuerso,  la  eayó  la  caadla,  á  murió  an  denuedo, 
para  penMguir  sus  enemigos  dededes  á  vengar  aus 
enjurias;  antes  como  atónito,  ni  á  lo  uno  daba  re- 
medio, ni  á  lo  otro  socorría  con  tiempo,  quando  era 
menester.  Baate,  pues,  saber  que  ni  en  los  grandes 
estadoa  eatá  la  fortdesa,  ni  loa  muy  poderosos  tie- 
nen mayor  caadla,  á  que  la  omnipotencia  de  Dioa 
es  aquella  que  manda  loa  corasones  de  loa  R^es,  é 
los  guia  quanto  qmere,  para  que  anden  en  vano  é 
vayan  fuera  de  camino.  Leyda  la  carta  que  ad  le 
trazaron  de  parte  de  loa  caballeros,  mandó  llamar 
á  los  dd  su  muy  alto  Consejo,  principalmente  A  Don 
Beltran  de  la  Cueva,  Maestre  de  Sanctiago,  á  A  Don 
Pedro  Gk>nsdes  de  Mendosa»  Obiíqio  de  Calahorra, 
á  A  Don  Lope  de  Sarrientoa,  Obispo  de  Cuenca,  qua 
por  mandado  del  Rey  era  venido  dlí,  porque  avia 
aido  su  ayo  á  su  Maestro,  á  A  les  otros  caballeros  ó 
letrados  dd  su  Consejo.  A  los  quales  convenidos  en 
su  Cámara,  á  mostrada  la  carta,  dízolea  que  sobre 
ella  queria  que  le  dixesen  á  aconsejaseD  lo  que  ha- 
cer se  debía.  B  como  d  Obispo  de  Cuenca  era  entre 
todos  el  mas  antiguo,  á  de  maa  letras,  que  en  los 
tiempos  del  Rey  Don  Juan  su  padre,  avia  cabido  en 
la  gobernación  dd  Reyno,  todos  conformes  dixeron, 
que  le  pertenesda  hablar  primero.  B  ad  tomada  la 
habla,  dixo,  que  au  voto  era  que  su  Altesa  no  vi- 
niese con  ellos  A  partido  ninguno ,  advo  en  todo 
caso  ddles  la  batalla;  á  que  aería  dn  dubda  vence- 
dor por  quatro  rasónos:  la  primera,  porque  sus  ene- 
migos eran  traydorea,  y  dempre  Dioa  destruía  la 
trayoion;  la  segunda,  porque  sus  dedeales  vaaallos 
traían  la  falsedad  como  mentírosos,  y  ál  la  verdad, 
á  la  justida;  la  tercera,  porque  ál  estaba  rico,  á  po- 
deroso á  con  mucha  gente,  á  aus  enemigos  pobres, 
á  desacompafiados,  aborrecidos  de  los  pueblos  á  de 
los  suyos  menospredadoa ;  la  quarta  •  porque  ál  iba 
contra  ellos  como  Rey  y  Seflor  naturd  de  todoa 
ellos,  y  ellos  venían  como  vasalloa  traydorea  des- 
agradeoidoa ;  á  que  en  loa  tdea  casos  dempre  ayu- 
daba Dios  A  los  Reyes,  como  ungidos  suyos ;  á  por 
aquello  su  voto  era  que  todavía  lea  diese  la  batalla, 
mediante  la  qud  era  muy  cierta  coaa  que  sería  ven- 
cedor, á  quedaría  poderoso  á  temido  para  dempre,  ó 
sus  desledes  enemigos  destruidos  dn  reparo.  B  co- 
mo d  pelear  y  d  rígor  de  las  armaa  era  muy  ageno 
de  su  condición  del  Rey ,  á  cosa  muy  aborresdda 
para  su  voluntad,  un  poco  riguroso  se  volvió  contra 
el  Obiapo,  á  díxole :  tLos  que  no  aveíade  pdear,  ni 

•  poner  las  manos  en  las  armas  dempre  haceia  fran- 
»  quesa  de  las  vidas  agenaa.  ¿  Querríadea  vea,  padre 
1  Obiapo,  que  á  todo  trance  dieae  la  batdla,  para  que 

•  pereciesen  las  gentes  de  amas  partea?  Bien  parea- 
»  oe  que  no  son  vuestros  hijos  los  que  han  de  entrar 
»  en  la  pdea,  ni  vos  costaron  mucho  de  criar.  Sabed 
i  que  de  otra  forma  se  ha  de  tomar  eate  negodo,  á 
•no  como  vos  desds,  y  lo  votaia.i  Bstonces  el Obis* 


DON  RNKIQÜE  OUABTO. 


po  como  er»  osado,  respondióle  con  pooa  padenda, 
é  dizole:  tTa  he  oonoscido,  Sefior,  é  veo  que  yues- 
lira  Altesa  no  ha  gana  de  reynar  pacificamente, 
1  ni  quedar  como  Bey  Uhertado ;  y  pues  que  no  quie- 
»re  defender  sn  honra,  ni  vengar  sos  injarias,  no 
•esperéis  reynar  con  gloriosa  fama.  De  tanto  tos 
soertifioo,  que  dende  agora  quedareis  por  el  mas 
»  abatido  Bey  que  Jamas  oto  en  Espafia,  é  arrepen- 
» tiros  heis,  Sellor,  quando  no  aproTechare.»  Pero  ni 
por  estas  amonestaciones  el  B^  dex6  de  Teñir  á 
tratos  con  el  Marqués  de  Villena,  pensando  de  ha- 
llar algún  medio  para  pas  é  sosiego ;  6  con  esto  que 
•si  Tieron  los  del  Oonsejo ,  acordaron  el  callar  sin 
desdr  su  parescer.  Luego  el  Bey  euTió  secretamen- 
te á  desoir  al  Marqués  de  Villena  é  A  los  otros  csba- 
Ueros  de  su  partido  que  se  Tiniesen  á  Duefias ,  que 
está  seis  leguas  de  Valladolid,  por  oabsa  de  los  tra- 
tos;  é  ari  él  é  los  otros  caballeros  se  Tinieron  alli 
luego,  y  d  Almirante  y  d  Arzobispo  de  Sevilla  se 
Tinieron  alli  á  Juntar  con  ellos,  donde  los  tratos  an- 
duTieron  de  una  parte  A  la  otra ;  é  d  fin  fué  concer- 
tado para  mayor  engafto  del  Bey  é  persecudon  su- 
ya, que  los  caballeros  se  Tiniesen  A  Óigales  é  A  los 
lugares  de  d  derredor,  y  que  el  Bey  se  fuese  A  Oa- 
beson ;  é  desde  alli  se  sddrian  A  Ter  él  y  el  Mar- 
qués de  Villena,  é  se  tomarla  medio  para  la  paa  é 
concordia. 

CAPÍTULO  LXVI. 

Coao  tllley  te  fió  MB  el  Harviés  de  VUleaa,  y  le  entrefé  al  la- 
fante.  Dos  Aloato  as  henuiso. 

Dado  d  oonderto  do  las  Tistes,  é  asignado  el  dia 
en  que  se  avian  de  hacer ,  el  Bey  se  fué  A  Gabeson 
con  dguna  gente  de  sus  guardas,  y  d  Maestre  de 
Saactíago  y  los  Obispos  deOdahorra  é  de  Cuenca 
con  los  otros  del  Consejo  se  quedaron  en  Vallado- 
lid;  é  los  oabdleros  se  Tbieron  A  Óigales  é  A  los 
otros  lugares  de  d  derredor.  B  Tenido  el  dia  adg- 
nado  de  las  tísíss  ,  se  salieron  A  ver  en  aquesta  for- 
ma: que  d  Comendador  Qonado  de  Bayavodra  con 
oinquenta  de  A  caballo  sdió  A  mirar  d  campo  por 
parte  dd  Bey,  é  por  la  otra  parte  sdió  Pedro  de 
FontiTcros  con  otros  dnquenta.  B  requerido  é  ata- 
layado d  campo,  el  Bey  salió  con  tres  de  A  odl)dlo, 
T  d  Marqués  con  otros  tres.  E  ad  Tistes,  después 
(que  juntamente  se  oTieron  paseado  una  grand  ple- 
laa  por  d  campo,  fué  determinado  entre  dios  que  d 
I  Bey  entregase  d  Infante  Don  Alonso  su  hermano 
Men  poder  del  Marqués  de  Villena;  é  que  asi  entre* 
'  gado  le  mandaria  jurar  por  Prindpe  heredero  ésub- 
cesor  de  sus  B^jrnos ,  con  que  dios  prometiesen  que 
^jjcasase  con  la  Princesa  Dofia  Juana  su  hija;  é  que 
iDon  Bdtran  de  la  CucTa  renunciase  d  Maestradgo 
j^Sanctiago,  é  lo  dexase  para  el  Infante  Don  Alon- 
so su  hermano ;  é  que  ad  mesmo  para  d  regimien- 
to é  gobemadon  dd  Beyno  é  ponello  en  justida, 
fuesen  diputados  quatro  caballeros;  é  que  Fray 
Alonso  Oropesa,  Prior  Ghmeral  de  la  Orden  de  Banct 
QerónymOy  fuese  tercero  entre  dios,  para  que  don- 
de él  se  acostase  con  los  dos  de  los  diputados,  aque- 


159 

Uo  Taliese  é  pasase;  é  que  para  mayor  seguridad  de 
que  ol  Bey  darla  y  entregaría  d  Infante  su  herma^ 
no  dentro  de  doce  dias,  que  Don  Bdtran  de  la  Cue^ 
va.  Maestre  de  Sanctíago,  se  púnese  en  poder  del 
Comendador  Qonaalo  de  SayaTodra  en  la  fortdeaa 
de  Portillo,  hasta  qué  el  Infante  fuese  entregado;  é 
que  de  parte  de  los  caballeros  d  Conde  de  Bena- 
vente  se  pudese  en  poder  del  Conde  de  Sancta  Mar- 
ta en  la  fortdeaa  de  Mncientes  para  seguridad  que 
dios  en  aqueste  comedio  no  harían  ninguna  nove- 
dad. E  asi  puestos  estos  dos  seftores  en  rehenes,  ju- 
rados é  sdlados,  é  firmados  los  capítulos  por  ambas 
partes,  el  Bey  con  muy  poca  gente  se  partió  para 
Segovia  donde  halló  A  la  Beyna  é  A  la  Ftíncesa  con 
los  Infantes  sus  hermanos,  que  estaban  dentro  del 
Alcasar  A  buen  recaudo.  Iba  con  el  Bey  Alvar  Co- 
mea, su  Secretario.  Luego  que  d  Bey  fué  llegado  A 
la  cibdad,  muchos  de  sus  criados  é  servidores  le  su- 
plicaron, requirieron  é  amonestaron  que  se  guar- 
dase de  entregar  A  su  hermano  é  de  lo  sacar;  por-' 
que  si  d  contrario  fioiese,  luego  lo  alsarian  por  Bey, 
que  no  lo  querían  para  otra  cosa,  é  que  no  se  lo 
demandaban  por  otro  respecto.  B  como  Alvar  Go- 
mes tenia  ya  raygada  lá  maldad  en  el  cuerpo,  é  to- 
da su  afición  era  con  el  Marqués  de  Villena,  comen- 
só  de  insistir  con  el  Bey,  disdendo:  que  le  conve- 
nia guardar  lo  que  avia  capitulado  é  puesto  con  los 
caballeros,  porque  de  otra  guisa  seria  grand  infa- 
mia suya  é  pdigro  quebrantallo ;  é  que  entregando 
al  Infante,  padficaba  su  Beyno,  y  de  otra  guisa 
pomia  grand  fuego,  é  se  rebolveria  mas  cruda  guer^ 
ra.  De  tal  forma  que  el  Bey  convencido  de  la  false- 
dad de  sus  entrafias,  entregó  d  Infante,  é  mandó  A 
él  como  Secretario  suyo,  que  lo  llevase  A  la  villa  de 
Sopólveda ,  que  entonces  la  avia  tomado  al  Bey  d 
Marqués  por  traycion ;  é  alli  estaban  dertos  caba- 
lleros suyos  esperando  que  gelo  llevasen ,  para  to- 
mallo.  E  and  entregailo  en  poder  de  aqndlos,  Al- 
var Gomes  se  tomó  A  Segovia  d  Bey;  é  desde  Se- 
govia el  Bey  se  tomó  A  Valladolid.  Donde  llegado, 
los  dos  sofiorcs  Maestro  de  Sanctiago  é  Conde  de 
Benavente  fueron  librados  de  los  rehenes  en  que  es- 
taban. 

CAPÍTULO  LXVIL 

Cono  al  Rey  so  lomó  i  ter  con  todos  los  eabaUoroa  sss  ooaln- 
rios  entre  Csboxon  é  Gigales,  y  Joraron  si  Infiiile  por  Prlaeipe  - 
heredero»  é  M  ordenada  la  Depsiadoii  ea  Mediaa  del  Ganpo. 

Para  dar  conclusión  en  lo  que  asi  estaba  capitu- 
lado, é  jurado  entre  el  Bey  é  los  caballeros,  el  Bey 
fué  A  Cabeson,  é  con  éMos  perlados  é  oabdleros  de 
su  alto  Consejo ;  donde  llegados,  luego  otro  dia  si- 
guiente sdió  el  Bey  d  campo  con  ellos,  é  de  Is  otra 
parte  los  perlados  é  cabdleros  que  dli  estaban,  que 
aquf  serAn  nombrados  :  Don  Alonso  Carrillo ,  Arzo- 
bispo de  Toledo ;  Don  Alonso  do  Fonseca,  Arzobis- 
po de  Sevilla;  Don  Ifiigo  Manrique,  Obispo  de  Co- 
ria ;  Don  Fadrique Enriques,  Almirante;  Don  Juan 
Pacheco,  Marqués  de  Villena ;  Don  Alvaro  de  Zdfii- 
ga,  Conde  de  Plasenda ;  Don  Garn-Alvareí  de  To- 


.- 1 


140 


0BÓN10A8  DE  LOS  B6YE8  D£  CASTILLA 


ledo,  CoDdo  dé  ALva;  Don  Rodrigo  Manríqae,  Con- 
de de  Paredes ;  el  Conde  de  Sancta  Marta,  el  Conde 
de  Bibadeo  ó  otros  machos  caballeroB.  Donde  todos 
así  convenidos  juraron  al  Infante  Don  Alonso  Prín- 
cipe heredero  é  subcesor  en  los  Beynos  después  de 
los  días  del  Rey ,  que  presento  estaba.  £  que  así 
inesmo  todos  ellos  juraban  ó  prometían  que  á  sn 
leal  poder  trabajarían  é  procnrarían  como  el  Prín- 
cipe Don  Alonso,  que  asi  avian  jurado ,  casase  con 
Dofia  Juana  su  hija  del  Rey,  ó  no  con  otra  muger 
ninguna.  Fecho  aquesto ,  el  Rey  dixo  que  para  la 
diputación  acordada  nombraba  de  su  parte  á  Don 
Pedro  de  Velasco,  hijo  primogénito  heredero  de 
Don  Pedro  Hernández  de  Velasco ,  Conde  de  Haro, 
y  al  Comendador  Gonzalo  de  Sayavodra,  de  su  Con- 
sejo. Los  caballeros  nombraron  al  Marqués  de  Ville- 
na  y  al  Conde  de  Flasencia,  é  de  consentimiento  de 
todos  á  Fray  Alonso  de  Oropesa ,  por  tercero.  Los 
quales  así  nombrados,  juraron  solemnemente  que 
guardarían  el  bien  del  Reyno  é  lo  que  cumplía  á  la 
administración  de  la  justicia.  Dada  conclusión  en 
todo  esto,  el  Rey  por  aquella  noche  se  tomó  á  Ca- 
bezón ,  é  los  caballeros  á  sus  aposontamientos.  B 
luego  otro  dia  siguiente  por  la  mafiaua  vinieron  al 
Rey  por  parte  de  los  caballeros  el  Licenciado  de 
Logrofio,  y  Hernando  de  Arce,  paira  que  su  Alteza 
t  mandase  á  Don  Boltran  de  la  Cueva  que  renunciase 
al  Maestradgo  de  Sanctiago  según  estaba  capitula- 
do. £1  obedosciendo  el  mandado  del  Rey,  dixo  que 
como  leal  servidor ,  é  sin  aver  hecho  traycion ,  ni 
cosa  por  dó  debiese  perder  el  Maestradgo ;  mas  por- 
que el  Rey  gelo  mandaba  ó  por  el  bien  de  la  paz,  que 
desde  alli  lo  renunciaba  en  manos  del  Papa,  aunque 
contra  todo  su  grado.  E  así  renunciando ,  el  Rey  en 

auivalencia  del  le  dio  la  villa  de  Alburquerque  con 
alo  de  Duque,  é  dióle  las  villas  de  Cuellar,  de 
Roa,  é  Molina,  é  Atienza,  é  la  Pefia  de  Alcázar  con 
tres  quentos  é  medio  de  renta  situados  en  Ubeda  y 
en  Baeza  y  en  otros  lugares  del  Andalucía,  donde 
él  quiso.  E  dende  allí  adelante  dezado  el  título  de 
Maestre,  se  llamó  Duque  de  Alburquerque  y  Conde 
de  Ledesma.  Fecho  aquesto,  el  Rey  se  partió  de 
Cabezón  para  la  villa  de  Olmedo;  los  diputados  se 
fueron  á  la  villa  de  Medina  del  Campo,  é  los  perla- 
dos é  caballeros  se  aposentaron  por  los  lugares 
de  al  derredor,  esperando  la  sentencia  de  los  dipu- 
tados. 

CAPÍTULO  LXVIIL 

Gomo  dorante  la  dipotaeioa  el  Alnlranie  y  el  AriobUpo  de  To- 
ledo trataron  con  el  Rey  de  ser  sayoa ,  y  el  Rey  los  resclbló ;  y 
lo  qae  snbeedió  de  la  dlputaelon. 

Entretanto  que  los  cinco  diputados  entendían  en 
las  cosas  A  ellos  encomendadas,  Don  Alonso  Carri- 
llo, Arzobispo  de  Toledo,  é  Don  Fádrique,  Almiran- 
te de  Castilla,  fingiendo  estar  descontentos  del  Mar- 
qués de  Vi  llena  é  de  sus  formas  interesales,  y  de 
como  en  todos  los  negocios  se  hacia  parcial ,  trata- 
ron secretamente  con  el  Roy,  diciendo  que  de  allí 
adelante  querían  ser  suyos  enteramente,  é  eervillo 


contra  todas  las  personas  del  mundo,  vistas  las  cab- 
telaa  y  engafios  de  poca  verdad  que  el  Marquéu 
traía  con  todos.  E  que  si  su  Alteza  les  diese  las  se- 
guridades con  que  ellos  se  pudiesen  fiar  del,  que  lo 
vemian  luego  á  seguir  é  servir  lealmente,  para  que 
el  Marqués  de  Villeua  fuese  destmydo,  y  el  Prínci- 
pe Don  Alonso  su  hermano  tomase  á  su  poder  é 
sombra  real,  como  la  razón  lo  requería.  Y  él  creyen- 
do que  el  Arzobispo  de  Toledo  era  perlado  de  mu- 
cha verdad  é  firmeza,  é  que  á  cabsa  suya  el  Almi- 
rante no  sería  movible,  como  fasta  allí  avia  sido 
muchas  veces ,  acordó  de  los  rescibir  é  fiarse  de 
ellos.  B  así  capitulado  con  ellos,  se  conoertó|  que 
para  la  seguridad  que  así  demandaban,  daría  al  Ar- 
zobispo la  fortaleza,  y  el  Clmorro  de  la  oibdad  de 
Avila,  é  la  Mota  de  Medina  del  Campo ,  y  al  Almi- 
rante haría  meroed,  é  le  daría  de  juro  la  villa  de 
Valdenebro  con  la  tenencia  de  Valladolid.  E  en  tal 
manera,  que  ellos  mostrando  contentamiento  de  ser^ 
vir  al  Rey,  quedaron  dende  allí  adelante  por  suyos, 
dando  para  ello  sus  firmas  é  sellos  con  grandes  jura- 
mentos. Fecho  aquesto,  con  que  el  Rey  paresció  te- 
ner algún  contentamiento,  acordó  de  enviar  á  lla- 
mar á  Don  (}omez  de  Cáoeres,  Maestre  de  Alcánta- 
ra, é  á  Don  Pedro  Puertocarrero,  Conde  de  Mede^' 
Ilin,  que  viniesen  con  las  mas  gentes,  que  pudiesen 
traer ;  á  los  quales  él  mandó  llamar ,  porque  de  po- 
bres escuderos  los  avia  fecho  grandes  sofioros ;  y 
ellos  respondieron  que  les  piaseis,  é  que  lo  pomian 
luego  por  la  obra,  quanto  su  gente  fuese  allegada. 
Puestas  las  cosas  en  aquestos  términos  ,  con  que  el 
Rey  pensaba  llevar  bien  cimentado  lo  que  á  la  se- 
guridad de  su  estado  convenía,  creyendo  que  el  Ar- 
zobbpo  y  el  Almirante  é  aquellos  sus  dos  oríados, 
que  así  mandaba  llamar,  le  avian  de  ser  firmes,  é  no 
desleales,  quando  pensó  tener  descanso,  ovo  nuevo 
cuidado.  £  aquesto  fué  porque  las  cosas  de  la  dipu- 
tación subcedieron  tan  adversarías,  que  así  los  di- 
putados por  BU  parte,  como  los  otros  estrecharon  el 
poderío  del  Rey  en  tanto  grado  é  de  manera,  que 
casi  ningún  sefiorío  le  dezaban,  salvo  solamente  el 
título  de  Rey  sin  libertad  de  mandar,  ni  preminen- 
cia. De  que  el  Rey  fué  avisado ,  é  como  muy  senti- 
do dello,  quiso  saber  la  verdad,  y  halló  que  Don  Pe- 
dro de  Volasco,  inducido  por  el  Marqués  de  Villena, 
no  solamente  seguía  su  querer  é  de  los  otros  caba- 
lleros de  su  parte,  mas  que  de  secreto  estaba  ya  con- 
federado con  ellos,  como  dende  á  pocos  días  lo  mos- 
tró por  la  obra ,  oa  se  pasó  á  ellos ,  é  dezó  de  seguir 
al  Rey ;  y  de  aquello  fué  pesante  el  Conde  su  padre, 
é  jamas  quiso  dalle  gente  ninguna,  de  manera  que 
se  andaba  solo  éntrelos  otros  caballeroS|é  desacom- 
pañado ;  Qonzalo  de  Sayavedra  halló  que  era  con- 
sentidor, é  le  plasda  de  lo  que  asi  se  ordenaba  en 
detrímento  de  sn  persona  real ;  Alvar  Qomez  su  se- 
cretarío,  que  yendo  é  viniendo  del  Rey  á  la  deputa- 
cion,  era  cabMdor,  inventador  é  perpetrador  de  to- 
do lo  que  contra  la  honra,  y  estado  real  suyo  so  avia 
fecho  é  ordenado.  Elstonces  el  Roy ,  para  ser  del  to- 
do informado  antes  que  la  sentencia  se  diese  ni  se 
acabase  de  firmar,  envió  á  llamar  al  Comendador 


DON  ENRIQUE  OUARÍTO. 


Gotoxálo  dé  Sayavoára  y  Alvar  Gómez;  pero  ellos, 
como  ya  los  acosaba  sn  colpa,  é  los  condenaban  sus 
yeiTos ,  é  remordía  la  coiisüioncia  de  su  falsa  des- 
lealtad,  boyeron  ascondldamente ,  ó  se  fueron  sin 
ser  sentídos.  E  porque  sn  trayoiou  fuese  del  todo 
cumplida,  fuéronse  á  encontrar  con  el  Maestre  de 
Alcántara,  y  con  el  Conde  de  Medellin ,  que  yenian 
con  mil  do  á  caballo  á  servir  al  Roy.  A  los  qualos 
falsificadamente  mintiendo ,  biciéronles  creer  que 
el  Bey  los  enviaba  á  llamar  para  los  prender  é  des- 
truillos;  en  tal  manera,  que  ellos  creyéndoles  lo  que 
asi  les  desdan ,  dexaron  de  ir  al  Rey,  é  se  fueron 
todos  quatro  juntamente  á  juntar  con  los  caballeros 
desleales.  E  pnes^  aquestos  como  perversos  así  se 
quisieron  sefialar  en  la  deslealtad,  para  ser  conoci- 
dos por  tales  en  perpetua  memoria  de  su  traycion, 
rasou  será  que  diga  quien  fueron.  Gonzalo  de  Sa- 
yavedra,  aunque  fué  de  limpia  sangre,  ensució  los 
descendientes  de  él,  é  puso  alguna  mancilla  en  su 
linage.  Aqueste  por  aver  seido  del  Condestable  Don 
Alvaro  de  Luna,  Maestre  de  Sanctiago,  el  Rey  lo 
quiso  para  su  servicio ,  é  después  de  aver  rescebido 
muchas  mercedes,  lo  hizo  de  su  Consejo,  é  dióle  car- 
go de  algunas  capitanías,  de  que  dio  buena  quenta, 
por  donde  lo  puso  en  estado  de  caballero ;  pero  quan- 
do  debiera  de  ser  mas  leal,  é  servir  al  Rey ,  que  lo 
hizo,  cególo  su  malicia,  é  fué  traydor  contra  su  Rey. 
Alvar  Gómez  de  Cibdad  Real ,  así  fué  de  baza  san- 
gre, que  de  su  linage  no  conviene  hacer  memoria. 
Este  después  que  el  Rey  lo  hizo  secretario,  confió  de 
él  quanto  de  ningún  secretario  se  pudo  hacer  ma- 
yor confianza.  H  izólo  Seftor  de  Maqueda ;  ganó  tan- 
to con  el  favor  de  la  Secretaria,  que  pudo  comprar 
á  Sanct  Silvestre  é  á  Torrejon  de  Velasco.  Estaba  ri- 
co é  prosperado  y  puesto  en  estima  de  mucha  hon- 
ra ;  mas  como  sus  merescimientos  eran  pocos,  é  los 
defectos  muchos,  huyó  de  la  lealtad,  é  halló  cabida 
la  traycion;  en  tal  manera,  que  no  acordándose  de 
quien  era,  ni  délas  mercedes  rescebidas,  pospuso  el 
temor  de  Dios  é  la  vergüenza  de  las  gentes ,  para 
destruir  á  su  Rey. 

OAPtTüLO  LXIX. 

Cono  el  Rey  flo  partM  de  Olmedo  para  Sef  ovia ,  y  loa  eaballcroa 
ae  roeroB  i  Plaaesda  eoe  el  Principe  y  lo  qae  ae  blio  en  eate 
ilenpo. 

Luego  como  el  Rey  sopo  como  Don  Pedro  de  Ve- 
lasoo  era  con  los  caballeros  é  se  avia  pasado  á  ellos, 
é  vio  la  traycion  de  Gbnzalo  de  Sayavedra  y  de  Al- 
var Gómez,  que  así  avian  huido  é  estorbado  la  ve- 
nida del  Maestre  de  Alcántara  é  del  Oondo  de  Mede- 
llin á  su  servicio,  é  los  hicieron  ir  á  juntar  con  los 
caballeros  sus  enemigos,  quedó  muy  enojado.  Y 
puesto  que  de  todos  tros  tenia  sentimiento,  mucho 
mas  lo  tenia  de  Alvar  Gómez;  porque  él  avia  sido 
el  inventor  de  las  maldades,  é  descobridor  de  los  se- 
cretos de  su  Consejo :  de  tal  forma,  que  sus  pisados 
fueron  las  de  Judas,  que  vendió  á  su  Rey  é  á  su  Se- 
fior.  E  así,  movido  con  indignación,  mandó  á  Pedra- 
rias  de  Avila,  hijo  de  Diego  Arias  DáviUi  su  Oon- 


.     141'. 

tador mayor  é servidor  leal,  que  fndse  luego  á  cer» 
car  á  Torrejon  de  Velásco ,  é  lo  tomase  para  sí,  de 
la  qual  le  hizo  merced.  E  no  solamente  aquesto,  mas 
estaba  muy  sentido  é  descontento  délas  ordenanzas 
y  estatutos  que  los  diputados  avian  fecho  en  dero- 
gación de  su  prominencia  é  dignidad  real ;  como 
quiera  que  todo  aquello ,  é  todo  lo  al  que  hacian, 
procedía  de  las  dafiadas  entrafias  del  Marqués  de 
Villena,  cuyo  propósito  era  dé  destruir  é  deshonrar 
al  Rey.  E  por  eso  él  revocó,  é  dio  por  ninguno  todo 
lo  que  así  avian  fecho  é  ordenado,  poniendo  sospe- 
cha en  ellos  como  en  enemigos  de  su  servicio.  Fe- 
cho aquesto,  el  Rey  se  partió  de  Olmedo  para  Sego- 
via;  é  los  caballeros,  sentida  la  indignación  ^el 
Rey,  tomaron  al  Príncipe  Don  Alonso,  é  se  fueron 
con  él  á  la  cibdad  de  Plasenda ;  donde  llegados,  se 
vinieron  á  se  juntar  con  ellos  el  Maestre  de  Alcán- 
tara y  el  Conde  de  Medellin,  é  con  ellos  los  dos  tray- 
dores  que  los  inducierou :  los  quales  fueron  bien  res- 
cebidos,  porque  con  ellos  parosció  crescer  su  parti- 
do. El  Maestre  de  Calatrava  se  partió  al  Andalucía^ 
así  para  levantalla  contra  el  Rey,  como  para  guer- 
rear á  los  leales  servidores,  segund  adelante  será  re- 
contado. El  Arzobispo  de  Toledo  y  el  Almirante 
Don  Fadrique  se  fueron  á  sus  tierras,  para  seguir  al 
Rey  quando  los  llamase. 

CAPÍTULO  LX3L 

Cono  el  Rey  ae  partió  de  SegoTla  para  Madrid,  y  el  Anpblspo  de 
Toledo  Tino  allí,  pan  lo  aervlr,  é  de  lo  qoe  allí  aibcedló.      * 

Pasados  algunos  dias  que  el  Rey  estuvo  en  Segó- 
via,  partióse  para  Madrid,  é  mandó  que  la  Rey  na  é 
su  hija  é  la  Infanta  su  hermana  se  quedasen  alli  cou 
buena  guarda.  E  venido  á  Madrid,  el  Arzobispo  de 
Toledo  se  vino  lueg^  á  su  servicio  á  grand  prisa ; 
porque  supo  que  la  muger  del  Marqués  de  Villena 
venia  á  él  con  tratos  del  Marqués  su  marido  é  de 
parte  de  los  otros  caballeros.  Con  su  venida  el  Rey 
fué  muy  alegre,  é  fué  muy  bien  rescibido  asi  del 
Rey  como  de  los  otros  perlados  é  caballeros  que  en 
la  Corte  estaban.  E  otro  dia  siguiente  mandó  llamar 
al  Obispo  é  á  los  otros  del  su  muy  alto  Consejo. 
Donde  convenidos  ante  su  Real  presencia  les  dizo : 
«Ta  creo  aveis  visto  é  conoscido  las  formas  desho- 
«nestas  que  el  Marqués  de  Villena,  mi  criatura  é 
A  hechura  desagradecida  ha  tenido  para  me  destruir 
né  deservir  é  poner  en  necesidad,,  no  solamente  po- 
nniendo  osadía  en  los  corazones  de  mis  subditos, 
Dpara  que  sin  vergüenza  se  atreviesen  ó  pusiesen  en 
«armas  contra  mí,  para  quererme  prenderen  el  cam- 
»po,  mas  después  con  sus  cabtelosas  formas  rodeó 
«que  yo  le  oviese  de  entregar  al  Infante  mi  her- 
»mano,  disoiendo,  que  jurado  por  Príncipe,  avria 
npaz  é  sosiego  en  mis  Reynos.  E  asi  convencido  de 
Dsus  pocas  verdades,  confiándome  del  como  de  cría- 
ido,  é  considerando  que  á  mí  como  á  padre  del 
» Rey  no  pertenosoia  cscusar  la  rotura  é  procurar  el 
«sosiego,  porque  las  muertes  é  males  de  mis  natu- 
» rales  se  escusasen,  plúgome  de  lo  dar.  E  asi  entre- 
igado  é  jurado  en  tanto  perjuicio  de  mi  honra  é  de 


.    « 


142 


cmÓNIQAS  ÜB  LOS  BBTES  DB  OASfFItLA 


•la  justicia  de  mi  hija,  qaando  pentó  tener  aoflÍe|^, 
«veo  mas  alteración  y  menos  acdego;  porque  él  é 
•los  caballeroB  de  mi  confederación  agora  qne  tienen 
ȇ  mi  hermano  en  su  poder,  andan  pneetos  en  ar- 
»mas  por  mis  Beynos,  cabeando  alteraciones  en  mis 
»  pueblos  por  donde  van,  en  grand  deservicio  de  Dios 
ló  mió.  Por  tanto  quiero  aver  vuestro  consejo,  élo 
sqúe  vos  parece  que  sobre  ello  se  debe  hacer,  i  Aca- 
bada su  habla,  todos  los  del  CSonsejo,  que  alli  estaban, 
dieron  sus  veces  al  Arsobispo,  porque  como  era  pri- 
mado, respondiese  primero  ó  diese  su  voto.  El  qual 
con  grand  reverencia  propuso,  disciendo :  cSin  dub- 

•  dsi  Seftor,  vistas  las  desórdenes  del  Marqués  é  de  los 
» otros  caballeros  de  su  confederación,  mucho  me- 
1  jor  fuera  no  avelles  dado  al  Infante  vuestro  her- 

•  mano,  para  jurarlo  por  Prfndpe,  según  lo  que  ve- 
imos,  que  se  hace  y  el  camino  tan  roto  que  llevan; 
ipero  pues  ya  es  fecho,  conviene  buscar  el  remedio. 
aB  porque  ellos  en  lugar  de  estar  sosegados  andan 
•deshonestamente  por  vuestros  Beynos  con  gente 
sarmada,  escandalizando  los  pueblos  é  alborotando 
lias  cibdades ;  por  tanto  mi  parecer  es,  que  vuestra 

•  AltcEa  les  envié  luego  á  mandar  que  le  tomen 
s  luego  á  el  Principe  vuestro  hermano,  visto  que  es- 
Atará  mucho  mejor  debaxo  de  vuestra  sombra  Beal, 
ique  no  en  su  poder ;  ca  teniéndolo  ellos,  procura- 
»rán  de  escandalizar  vuestros  Beynos,  é  poner  en 

•  necesidad  vuestra  persona  real,  para  que  les  haya 
•de  dar,  é  tengan  cabsa  de  pedir.  E  quando  asi  no 
•quisieren  obedescer,  que  se  proceda  contra  ellos, 
•como  contra  rebeldes  é  desobedientes  vasallos  é 
•subditos  naturales ;  é  que  con  mano  armada  é  su 
•grand  poder,  vuestra  excelencia  los  vaya  á  buscar, 
•yéndose  á Salamanca,  cerca  donde  ellos  están;  en 
•tal  manera ,  que  con  la  pujanza  de  su  poder  los 
•haga  venir  á  obediencia  por  fuerza  quando  no  qui- 
•sieren  de  grado.  To  entre  tanto  llamaré  mis  gen- 
ates,  é  serán  luego  conmigo,  para  proseguir  esta  cab- 
•sa  en  vuestro  servicio.»  Oydo  lo  que  asi  avia  pro- 
puesto el  Arzobispo,  quedó  el  Bey  muy  contento,  é 
los  otros  del  Oonsejo  que  presentes  estaban,  pen- 
sando que  tales  estaban  los  enforros  de  dentro  qual 
se  mostraban  en  la  cara  por  las  palabras  de  fuera. 
B  asi  aprobando  lo  que  desda,  é  aviéndolo  por  mas 
sano,  fué  acordado  que  luego  se  partiesen  para  Sa- 
lamanca, disciendo  que  tomarían  á  los  enemigos  de 
sobresalto,  sin  que  se  pudiesen  proveer  ni  estar  aper- 
dbidos.  A  este  voto  se  llegaron  los  otros  del  Oon- 
sejo ;  é  asi  acordada  la  partida,  el  Bey  con  toda  su 
Oorte  é  la  gente  de  sus  guardas  se  partió  camino  de 
Salamanca. 

JAPÍTÜLO  ISXl. 

Como  DoB  Garel-Altirai  de  Toledo,  Conde  de  Alví,  eatió  ft  sa- 
pUearal  Rey  te  quístese  Ir  por  aqoclls  sa  villa,  á  reseeblr  Oea- 
us ;  t  doade  el  Rey  Ué,  y  el  Conde  qaedó  por  soyo. 

Luego  que  el  Oonde  de  Alva  supo  la  pasada  del 
Bey  á  Salamanca,  le  envió  á  suplicar  que  quisiese 
venir  por  aquella  su  villa  de  Alva,  á  rescebir  fiesta 
é  servicio  ¡  lo  lual  el  Bey  aceptó.  E  venido,  estuvo 


alli  por  espacio  de  quatro  dias,  y  el  Oonde  le  festejó 
quanto  mejor  pudo,  no  solamente  á  su  persona  real, 
mas  á  los  otros  sefiores  que  iban  con  éL  T  estonces 
d  Oonde  queriendo  satisfacer  y  enmendar  d  yerro 
pasado  de  las  vistas  de  Sant  Pedro,  dixo  al  Bey 
que  le  queria  servir  é  ser  suyo,  é  que  suplicaba  á  su 
Alteza,  que  perdiendo  el  enojo  de  lo  pasado,  le  qui- 
siese rescebir  por  suyo  é  para  su  servido.  De  aques- 
Ito  fué  d  Bey  muy  contento ,  e  le  respondió  que  los 
Beyes  nunca  avian  de  acordarse  de  sus  propias  en- 
junas,  mas  disimuladamente  olvidallas ;  porque  de 
otra  guisa  serian  vendioativos,  é  por  dio  no  mere- 
cedores de  reynar ;  que  á  él  plasda  de  lo  que  asi  le 
hablaba,  y  era  muy  contento  de  su  servido,  é  le  pro- 
metía grandes  mercedes.  Fecho  este  concierto  con 
el  Oonde  de  Alva,  el  Bey  se  partió  para  la  cibdad 
de  Salamanca. 

oapItülo  Tixxn. 

Como  el  Rey  llesé  d  SaUsnaca,  é  de  lo  qie  aUi  aakeedlé. 

Después  que  el  Bey  fué  llegado  á  Salamanca,  é 
con  d  d  Arzobispo  de  Toledo  y  d  Duque  de  Al- 
burquerquey  d  Obispo  de  Oalahorra  é  los  otros  dd 
Oonsejo,  fué  acordado  que  el  Bey  enviase  su  carta 
patente  á  los  cabdleros  que  estaban  en  PlasenciSi 
en  que  le  mandaba  que  luego  le  diesen  y  entrega- 
sen d  Principe  Don  Alonso  su  hermano ,  porque 
ya  ellos  sabían  que  lo  avian  demandado  para  la  pa- 
cifioadon  é  sodego  del  Beyno,  y  que  dios  le  traían 
haciendo  escándalos  y  alborotos,  andando  con  gen- 
te armada  por  las  cibdades  é  villas  é  lugares  de  sus 
Beynos  sin  su  licencia  é  mandado :  por  tanto ,  que 
era  necesario  é  convenia  que  gelo  oviesen  de  tor- 
nar á  su  poder ;  é  que  como  á  subditos  les  mandaba 
que  depusiesen  las  armas  é  viniesen  á  su  servicio^ 
segund  que  todo  leal  vasallo  era  y  es  obligado  á 
su  Bey:  en  otra  manera,  que  los  avria  por  rebeldes 
é  desobedientes ,  é  mandarla  proceder  contra  ellos, 
asi  como  contra  deservidores  de  su  Bey  é  sefior  na- 
tural. Entre  tanto  que  aquesto  se  trataba ,  é  la  res- 
puesta de  los  caballeros  venia,  d  Arzobispo  de  To- 
ledo, como  ya  se  acercaba  el  tiempo ,  para  lo  que 
él  deseaba  é  movía  de  secreto ,  envió  á  suplicar  al 
Bey  quisiese  cumplir  lo  que  con  él  y  con  el  Almi- 
rante estaba  capitulado,  é  su  Alteza  tenia  prometi- 
do para  la  seguridad  de  sus  personas,  pues  que  es- 
taban prestos  é  aparejados  para  su  servido.  El  Bey 
respondió  que  le  plasda  de  buen  grado ;  pero  que 
entre  tanto  que  venian  los  Alcaydes  de  Ávila  é  de 
Medina  dd  C^mpo  ó  de  Valdenebro,  para  mandalles 
entregar  las  fortalezas,  que  llamasen  luego  sus  gen- 
tes é  las  juntasen ;  el  Arzobispo  la  suya,  que  la  tru- 
xese  allí  condgo ,  y  el  Almirante  la  suya ;  é  que  la 
tuviesen  en  Valladolid,  para  guardar  la  villa ;  é  les 
mandarla  dar  luego  sueldo  para  día.  B  quando 
quiera  que  por  una  parte  estos  dos  Sefiores  pedían 
al  Bey  que  cumpliese  con  ellos  lo  capitulado  é  con- 
certado, por  la  otra  parte  tenian  de  secreto  su  trato 
con  el  Marqués  de  Villena  ó  con  los  otros  caballe- 
ros "«ne  estaban  en  Plasencia  para  ^ae  se  hiciese  lo 


DON  ENBIQOB  OOAWSO. 


148 


qué  presto  le  uiortrA  por  U  obra.  Llegado  el  mensa- 
gero  del  Bey  A  Ptasencia,  é  presentada  la  oarta  á 
loa  oaballeroe  que  él  Bey  los  enviaba,  é  vista,  ávido 
■n  aonerdo  entre  ellos,  respondieron  por  otra  oarta, 
disdendo  qae  sn  Altesales  avia  dado  para  segnridad 
de  sos  estados  al  FHnoipe  Don  Alonso  sn  hermano, 
y  qne  ellos  le  tenian  oon  aqnel  acatamiento  qne  á 
lodo  Prindpe  heredero  se  debe  tener,  y  lo  serdan 
oon  aquella  revereftda  qne  se  debia;  porque  sn 
real  sefioría  los  persegnia,  é  venia  oontra  ellos  oon 
mano  armada,  pidiéndoles  oosas  injustas.  Por  tan- 
to, que  humildemente  le  suplioaban  no  los  quisiese 
molestar  ni  estreohar  $  é  pues  que  elloa  como  sub- 
ditos se  arredraban  é  huian  dé  su  ira,  que  su  Alteas 
no  loa  quisiese  mas  perseguir  ni  ir  oontra  ellos.  B 
donde  aquello  no  bastase,  para  aplacar  su  indig- 
nación, tomando  A  Dios  por  testigo,  se  despedían  de 
■n  servido :  é  que  le  suplicaban,  noquidese  casar  la 
Infanta  DoHa  Isabel  su  hermana  oon  el  Bey  de  Por- 
tugal sin  grado  é  consentimiento  de  los  tres  Esta- 
doade  Castilla,  é  de  sus  Beynos.  Tomando  d  men- 
sagero  con  la  respuesta,  que  and  enviaban  los  ca- 
balleros al  Bey,  é  vista  por  algunos  de  sus  orlados 
é  servidores,  le  dizeron  é  amonestaron  que  su  Alte- 
as quidese  mirar  é  notar  las  palabras  seftdadas  de 
aquella  carta,  en  que  los  caballeros  desdan  que  se 
despediaii  de  su  servido ;  pero  que  no  se  desnatu- 
raban desús  Beynos,  por  las  qudesse  manifestaba 
la  dallada  voluntad  de  todos  dios,  é  pareada  que- 
rían hacer  Bey  A  su  hermano:  por  tanto,  que  viese 
bien  lo  que  le  cumplía,  é  se  remediase  con  tiempo; 
é  que  ad  mesmo  sospechaban  é  aun  eran  certifica- 
dos que  el  Araobispo  de  Toledo  y  el  Almirante  se 
avian  de  pasar  A  los  cabdlerós  quando  les  «fuesen 
entregadas  las  fortdesas  é  dado  el  suddo  que  pe- 
dían. B  como  el  Bey  era  mas  remiso  que  diligente, 
mas  descuidado  que  proveído  en  sus  cosas,  pasó 
muy  livianamente  por  todo  lo  qne  ad  le  fué  de- 
puesto, dlsdendo  que  queria  cumplir  oon  el  Aiiso- 
bispo  y  con  d  Almirante,  confiando  de  su  bondad 
que  le  serian  leales,  é  que  oon  ellos  se  estorbarla  el 
dafiado  pensamiento  de  los  caballeros.  B  ad  veni- 
dos los  Alcaydes  de  Avila  é  de  Medina  dd  Oampo 
é  de  Yaldenebro,  mandóles  entregar  las  fortdesas: 
al  Arsobispo  la  de  Avila  con  el  Oimorro,  é  la  Mota 
de  Medina  del  Oampo,  é  para  el  sueldo  de  mil  é 
qnatrodeiitas  lansas  le  diesen  doce  mil  Bnriques ; 
é  d  Almirante  fuese  dada  la  villa  de  Yaldenebro^ 
de  Juro,  con  la  tenencia  é  guarda  de  Vdladolld ,  é 
para  suddo  de  ochodentas  lansas  ocho  mil  Bnri- 
ques, con  que  luego  juntasen  sus  gentes,  el  Arso- 
bispo para  andar  con  el  Bey ,  y  el  Almirante  para 
estar  en  Valladolid.  Hecho  aquesto,  mandó  el  Bey 
llamar  A  los  de  su  muy  dto  Consejo,  donde  conve- 
nidos, fué  acordado  por  voto  del  Arzobispo  que  d 
Bey  se  fuese  A  poner  cerco  sobre  Arévalo,  dlsden- 
do que  los  caballeros,  por  no  perdor  aquella  villa, 
se  pomlan  en  dgnn  trato  do  venir  en  lo  que  el  Bey 
queria ;  é  que  entre  tanto  que  su  gente  se  acababa 
de  juntar,  que  su  Altesa  con  sus  guardas  devia  de 
Ir  prestamente  A  la  cercar ;  é  que  venida  su  gente. 


seria  luego  ooii  él,  é  vemia  por  la  otra  parte  la  gen- 
te dd  Almirante ;  por  manera  que  muy  prestamente 
pudiesen  tomar  aquella  villa.  Ávido  aqueste  acuer- 
do, d  Bey  mandó  aperod)ir  sus  guardas  é  pagarles 
sueldos.  Entre  tanto  qne  en  aquesto  se  daba  oonoln- 
sion  é  priesa  para  partir,  aoaesdó  un  dia  por  la  ma- 
fiana,  estando  el  tiempo  muy  asosegado  y  d  ddo 
muy  sereno,  que  vino  A  desora  un  viento  muy  gran- 
de é  muy  furioso,  que  arrrebató  d  tablado  que  es- 
taba en  la  picota  en  medio  de  la  plasa  mayor  de 
Salamanca,  é  lo  echó  un  gran  tiro  de  piedra  en  lar- 
go, de  que  algunos  astrólogos,  qne  dli  estaban, 
pronosticando,  dizeron  algo  de  los  nudes  é  trabajos 
que  al  B^y  le  sobrevinieron. 

4 

CAPITULO  IiXXm. 

Cobo  el  R«f  se  sartió  pira  Miear  It  Tilla  de  Arévalo»  y  lo  ^ 

é»  §qmtí  eaaiao  lakeedltf. 


Entregadas  las  fortdesas  de  Avila  é  Medina  del 
Campo  d  Anobispo,  é  Yaldenebro  al  Almirante,  é 
apoderado  en  la  villa  de  Yalladolid,  é  resoebidos 
veinte  mil  enriques  de  sueldo ,  el  Bey  se  partió  para 
Medina  dd  Campo  oon  las  capitanías  de  sus  guar- 
das, é  mandó  que  el  Duque  de  Alburquerque,  é  el 
Obispo  de  pdahorra  con  los  otros  Caballeros  de  la 
Corte  se  quedasen  aUl  en  Salamanca ;  y  que  el  Ar- 
sobispo de  Toledo ,  recogida  su  gente ,  que  tenia  en 
Hontiveros ,  se  fuese  luego  en  pos  de  él  sobre  Aré- 
vdo,  é  la  gente  del  Almirante  acudiese  dli.  B  asf 
llegado  A  Medina  del  Campo ,  envió  A  mandar  A  Juan 
Guillen,  que  tenia  la  guarda  de  la  Beyna  en  Segovia, 
qne  la  tmzese  luego  dli,  é  A  la  Infanta  Dolía  Isabd 
su  hermana  oon  ella,  é  que  A  su  hija  la  dezase  en  d 
Alcaaar  en  poder  del  Alcayde  Perucho  de  Monzar- 
ras,  que  la  tuviese  A  buen  recabdo.  Puesto  por  obra 
lo  que  el  Bey  mandaba,  la  Beyna  fué  trayda  é  muy 
bien  resceblda  por  el  Bey.  Pasados  tres  días  que  la 
Bejrna  fué  venida ,  mandó  el  Bey  que  día  é  la  In- 
fanta su  hermana  quedasen  dli  en  Medina ,  é  Juan 
Guillen  oon  dentó  de  A  caballo  en  su  guarda.  13  Bey 
se  fué  sobre  Axévalo  con  las  gentes  de  sus  guardas, 
esperando  la  venida  del  Arsobispo,  é  la  gonte  dd 
Almirante.  Mas  oomo  ya  ellos  tenian  fecho  su  con- 
cierto oon  los  caballeros,  é  dado  su  asiento  en  la 
maldad  que  se  puso  por  obra ,  su  venida  para  d  Bey 
fué  pasarse  A  los  enemigos  de  la  ledtad ,  en  tal  ma- 
nera ,  que  su  fiddidad  se  tomó  en  rebdion.  Yiendo 
el  Bey  la  tardansa  del  Arsobispo,  acordó  de  enviar 
por  él  oon  un  secretario  suyo ,  que  se  llamaba  Her- 
nando de  Badajos,  didéndole,  queso  maravillaba 
de  su  tardansa,  é  rogAndole  quidese  venirse  presto 
para  poner  el  cerco,  porque  oon  su  venida,  é  oon  la 
gente  dd  Almirante  tomarían  muy  presto  aqudla 
villa.  Como  aqueste  mensagero  llegó  d  ArBobispo, 
hdlóle  en  el  campo  oon  su  gente ,  que  se  Iba  camino 
de  Avila ,  é  dizole:  tSofior,  el  Bey  esté  esperando 
vuestra  ida,  para  que  se  haga  lo  que  por  vuestro 
consejo  ordenaste  que  se  hiciese,  i  El  Arsobispo  le 
respondió  furiosamente :  t  Id  é  decid  A  vuestro  Bey, 
que  ya  esto  harto  de  él  é  de  sus  oosas ;  é  que  ago- 


144 


ORÓNIOAS  DE  LOS  BBTBS  DB  OA&rriLLA. 


ra  seTorá  quien  es  el  verdadero  Bey  de  OastUlfu» 
Estonces  el  secretario ,  ojrda  su  desmesurada  res- 
paeeta ,  tomóse  á  gprand  prisa  al  Rey,  é  recontóle  lo 
qae  le  avia  dicho  el  Arzobispo.  Llegó  luego  otro 
mensagoro  presurosamente,  haciéndole  sabor  cómo 
el  Almirante  Don  Fadrique  so  avia  alzado  con  Va- 
lladolid,  disoiendo:  ¡Viva  el  Rey  Don  Alonso!  En 
la  misma  hora  llegó  otro  mensagero ,  notificándole 
como  el  Marqués  de  Villena  é  los  otros  caballeros 
que  estaban  en  Plasencia ,  la  noche  de  antes  se  avian 
partido  para  Avila,  á  juntarse  con  el  Arzobispo  de 
Toledo ,  para  alzar  por  Rey  al  Príncipe  Don  Alonso 
su  hermano;  é  que,  para  atraer  loa  caballeros  que 
hiciesen  aquesto,  se  avia  pasado  á  él,  éno  para  ser- 
virlo. I O  reverendo  Perlado  I  |0  quánto  se  podría 
agora  escribir  de  til  \  que  si  tanto  dolor  ovieras  de 
tu  vergonzosa  infamia ,  quando  asi  te  deleytaste  en 
hacer  tan  grand  yerro ,  ni  tu  honra  quodára  denos- 
tada, ni  tu  fama  tan  abatida  en  el  mundo!  E  pues 
mucho  te  presoiaste  de  lo  que  debieras  aborresoer,  é 
procuraste  con  diligencia  tan  vituperioso  nombre, 
quedarás  para  siempre  con  feo  apellido ,  é  tu  denos- 
tada memoria  para  siempre  avergonzada.  E  tú, 
grand  Sefior  Almirante  de  Castilla ,  si  tanto  te  pres- 
ciabas  de  la  sangre  real  venir,  si  mucho  te  gloria- 
bas descender  de  aquella  oepa ,  ¿  por  qué  denegriste 
tu  persona  con  obra  tan  deshonesta?  ¿  por  qué  desdo- 
raste tu  fama  con  tan  vergonzosa  f azafia  ?  ¿  por  qué 
ofendiste  tu  memoria  con  forma  tan  disoluta?  así 
que  según  aquesto ,  mas  te  podría  llamar  enemigo 
de  tu  linage ,  que  conservador  de  su  claro  renom- 
bre. B  estonces  el  Rey ,  oidas  las  nuevas  que  así  le 
traían  de  cada  parte,  secretamente  retraído ,  las  ro- 
dillas en  tierra,  é  las  mapos  alzadas  acia  el  cielo, 
oon  grand  devoción ,  dixo  así :  c  A  tí  glorioso  Re- 
»  dentor,  por  quien  reynan  los  reyes  en  el  mundo, 
»  en  cuyo  poderío  son  todos  los  derechos  de  los  rey- 
»  nos ,  me  encomiendo ;  en  tus  manos  pongo  mi  vi- 
B  da ;  infinitas  gracias  te  doy ,  porque  así  te  ha  pía* 
»  cido  acuitarme  por  mis  culpas;  mas  es  lo  que  yo 
«merezco, é  menos  lo  que  padezco.  Plágate,  Sefior 
A  soberano.  Rey  de  la  gloria,  que  aquestos  trabajos 
»  mios  sean  en  descuento  de  las  penas  que  mi  áni- 
9  ma  por  las  culpas  que  he  hecho  tiene  merecidas.  E 
»  si  á  tu  infinita  bondad  place  que  por  mí  hayan  de 
»  pasar  tantos  denuestos ,  dolores  y  males ,  suplíco- 
»te,  quanto  puedo,  me  quieras  dar  pasciencia  con 
»  que  los  sufra ,  é  seso  y  entendimiento  con  que  me 
»  gobierne. »  Acabada  su  oración ,  mandó  tocar  sus 
trompetas  á  cabalgar ,  é  fuese  para  Medina  antes 
quo  amaneciese.  Donde  llegado ,  tomó  á  la  Royna  ó 
á  la  Infanta  su  hermana ,  é  se  partió  á  mas  andar 
para  Salamanca ,  é  todas  sus  gentes  en  pos  del. 

CAPÍTULO  LXXIV. 

Gomo  los  ciballeros  entrotanto  qoe  el  Rey  llegó  i  SaUmaaei  con 
la  Rcyna  6  la  Infanla ,  partieron  para  Avila,  é  feclia  la  eatilaa 
del  Key,  la  deaeompaaleron,  é  aliaron  por  Rey  al  Prinelpe  Don 
«Alonso. 

Entretanto  que  el  Rey  llegaba  á  Salamanca  oon 
la  Reyna  y  la  Infanta  su  hermana ,  e^  Arzobispo  de 


Toledo  se  apoderó  de  la  cibdad  de  Avila  y  del  oi- 
morro  de  la  Iglesia  Mayor ,  que  estaba  de  su  mano; 
é  así  apoderado,  vinieron  allí  luego  los  caballeros 
que  estaban  en  Plasencia  oon  el  Príndpe  Don  Alon- 
so ¡  donde  fueron  convenidos  é  juntados  los  que  aquí 
serán  nombrados:  Don  Alonso  Carrillo,  Arzobispo 
de  Toledo ;  Don  Ifiigo  Manrique ,  Obispo  de  Coria; 
Don  Juan  Pacheco ,  Marqués  de  Villena ;  Don  Alva- 
ro de  Zúfiiga,  Conde  de  Plasencia ;  Don  Qomez  de 
Cáceres,  Maestrp  de  Alcántara;  Don  Rodrigo  Pimen- 
tel.  Conde  de  Benavente ;  Don  Pedro  Pnertocarrero, 
Conde  de  Medellin ;  Don  Rodrigo  Manrique,  Conde 
de  Paredes ;  Diego  Lopes  de  Estáfiiga,  hermano  del  . 
Conde  de  Plasencia,  oop  otros  caballeros  de  menos 
estado.  Los  quales  manuaron  hacer  on  cadahalso  fue- 
ra de  la  cibdad  en  un  grand  llano ,  y  encima  del  ca- 
dahalso pusieron  una  estatua  asentada  en  una  silla, 
que  descian  representar  la  persona  del  Rey ,  la  qual 
estaba  cubierta  de  luto.  Tenia  en  la  cabeza  una  co- 
rona, y  un  estoque  delante  de  bÍ|  y  estaba  oon  un 
bastón  en  la  mano.  B  así  puesta  en  el  campo ,  sa- 
lieron todos  aquestos  ya  nombrados  aoompafiaudo 
al  Principe  Don  Alonso  hasta  el  cadahalso.  Donde 
llegados,  el  Marqués  de  Villena  y  el  Maestre  de  Al- 
cántara y  el  Conde  de  Medellin ,  é  oon  ellos  el  Co« 
mendador  Qonzalo  de  Sayavedra  é  Alvar  Gk>mes  to- 
maron al  PrÍDcipe ,  é  se  apartaron  con  él  un  grand 
trecho  del  cadahalso.  T  estonces  los  otros  sefiores  que 
allí  quedaron ,  subidos  en  el  cadahalso,  se  pusieron 
al  derredor  de  la  estatua ;  donde  en  altas  voces  man- 
daron leer  una  carta  mas  llena  de  vanidad  que  de 
cosas  sustanciales ,  en  que  sefialadamente  acusaban 
al  Rey  de  quatro  cosas:  Que  por  la  primera,  meres- 
cia  perder  la  dignidad  Real  ¡  y  entonces  llegó  Don 
Alonso  Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo,  é  le  quitó  la 
corona  de  la  cabeza.  Por  la  segunda,  que  merescia 
perder  la  administración  de  la  justia  ¡  así  llegó  Don 
Alvaro  de  Zúfiiga,  Conde  de  Plasencia, é  le  quitó  el 
estoque  que  tenia  delante.  Por  la  tercera ,  que  me- 
rescia perder  la  gobernación  del  Reyno ;  é  así  llegó 
Don  Rodrigo  Pimentel ,  Conde  de  Benavente ,  é  le 
quitó  el  bastón  que  tenia  en  la  mano.  Por  la  qnarta, 
que  merescia  perder  el  trono  é  asentamiento  de  Rey; 
é  así  llegó  Don  Diego  López  de  Zúfiiga,  é  derribó  la 
estatua  de  la  silla  en  que  estaba,  disoiendo  palabras 
furiosas  é  deshonestas.  |  O  subditos  vasallos!  no  te- 
niendo poderío  ¿  cómo  descomponéis  el  ungido  de 
Dios?  I O  sugetos  sufragan  eos  I  no  teniendo  liber- 
tad ,  ¿  cómo  podéis  deshacer  al  que  Dios  é  la  natura 
quisieron  que  fuese  Rey?  | O  gente  sin  caridadl  sien- 
do criminosos,  ¿  cómo  podistes  ser  jueces  y  acusa- 
dores, imponiéndole  vuestro  crimen?  Pensando  que- 
dar sin  culpa,  vos  fecistes  mas  culpados;  por  abo- 
nar vuestros  yerros ,  fecistes  mayor  errada.  ¿De  qua- 
les defectos  querréis  condenar  á  vuestro  Rey,  que 
los  vuestros  no  sean  mayores  ?  ¿  Quáles  infamias  le 
queréis  imponer,  que  las  vuestras  no  sobrepujen?  Si 
f  uerades  naturales  del  Reyno ,  huviérades  dolor  de 
desfamar  vuestra  nación.  Porque  érades  estrange- 
ros,  de  tierras  agenas  venidos,  deshonrasteis  al  Rey 
natural  de  los  Reynos  de  Castilla.  Mas  como  fuisteis 


tyOít  ENRIQUE  CUARTO. 


Í45 


fl  genos  é  de  «gena  ntoion  yenidos,  no  yos  oondolis- 
tos  ni  otíbíos  compasión  de  robar  agena  fama.  Asi, 
por  cobrir  Tuestras  mancillas  amancillasteis  los  lim- 
pios, ó  quedasteis  ensuciados  en  la  fama  para  siem- 
pre. —  Lnego  qne  el  abto  de  la  estatua  fué  acabado, 
aquellos  buenos  criados  del  Rey,  agradesciendo  las 
mercedes  que  de  él  reecibieron,  llevaron  al  Princi- 
pe Don  Alonso  hasta  encima  del  cadahalso ;  donde 
olios  é  los  otros  perlados  é  caballeros ,  alzándolo  so- 
bre sus  hombros  ó  brazos ,  con  voces  muy  altas  di- 
zeron :  i  iCastilla  por  el  Rey  Don  Alonso!»  E  asi  dicho 
aquesto,  las  trompetas  é  atabales  sonaron  con  gpran- 
do  estruendo.  Estonces  todos  los  Qrandes  que  allí 
estaban ,  é  toda  la  otra  gente  llegaron  A  besalle  las 
manos  con  grand  solemnidad,  sefialadamente  el 
Marqués  de  Villana  é  los  criados  del  Rey  que  seguían 
sus  pisadas.  |  O  oiíansa  desagradecida  I  |  O  f echura 
sin  bondad  I  que  después  de  puestos  en  tanta  pros- 
peridad ,  subidos  en  alta  cumbre  y  estados ,  con  tan- 
ta ingratitud  olvidasteis  los  beneficios  que  del  Rey 
reoebisteis.  |  O  servidores  perversos  que  asi  vos  con- 
formasteis, para  deshonrar  á  quien  vos  honró  I  ¿Por 
qué  tan  nueva  perversidad  aveis  devisado  é  demos- 
trado á  las  gentes?  ¿  Por  qué  tan  sin  miedo  abris- 
teis las  puertas  de  la  traycion,  é  quitasteis  el  velo 
de  la  vei^ensa  á  la  deslealtad?  ¿Por  qué  aveis 
querido  que  la  lealtad  sea  traycion,  é  la  traycion 
por  lealtad  coronada?  Oygan  agora  pues  las  gen- 
tes de  las  Espafias ;  tomen  enzemplo  las  naciones 
del  mundo;  aprendan  los  leales  A  ser  agradesci- 
dos;  sepan  los  hidalgos  mantener  lealtad,  é  los 
principes  terrenales  noten  bien  é  contemplen  la 
nobleaa  de  aqueste  Rey  é  la  vileza  de  sus  cria- 
dos ,  que  resabiendo  menosprecios  é  vituperios  é 
baldones,  se  tomó  siempre  mejor ,  y  ellos  resoibien- 
do  siempre  beneficios  é  honras  é  sefiorios  se  hicie- 
ron muy  peores ;  de  tal  guisa ,  que  por  la  grand  bon- 
dad del  sefior,  hayan  oonosoiraiento  de  la  malvada 
villanía  de  sus  perversos  criados,  é  vean  é  conozcan 
con  quan  doloroso  manto  cubrieron  sus  personas 
para  herencia  de  sos  hijos. 

CAPITULO  LXXV. 

De  lo  qve  tutéió  oa  Salaminea ,  y  lo  qóo  el  Rey  biio ,  ^rnnéo 
sopo  la  lovedatf  qiolos  eabaUaros  hieteroB  coatra  él. 

Sabida  la  novedad  y  el  caso  tan  feo  que  los  caba- 
lleros avian  fecho  en  Avila,  el  Rey  con  mucho  re- 
poso ,  sin  tomar  alteración ,  dixo :  •  Agora  podré  yo 
»  descir  aquello  que  dixo  el  Profeta  Isaías  en  perso- 
iina  de  Dios  contra  el  pueblo  de  Israel,  quando  ido- 
•  latrando  se  apartaron  de  él,  para  seguir  á  los  fdo- 
.«los  de  los  gentiles.  Crié  hijos  é  póselos  en  gprand 
»  estado,  y  ellos  menospreciáronme.  Pero  puesto  que 
»  aquellos  mis  criados  é  los  otros  caballeros  como 
«  desleales  pensaron  ofenderme  con  aquel  corruto 
« traslado  de  la  estatua  de  mi  persona,  que  así  des- 
» compusieron,  apartándose  de  mi  servicio,  para 
a  conseguir  sus  ordenadas  tiranías ,  no  podrán  tanto 
A  hacer,  que  el  original  verdadero  que  soy  yo,  no 
»  se  quede  muy  sano  para  sscnrlos  mentirosos.  Es- 

a.-ni. 


»  pero  en  la  soberana  voluntad  de  mi  Redentor  Je- 
»  Bu-Chrísto ,  como  justo  juez  de  los  Reyes ,  que  su 
a  maldad  será  destruyda,  é  mi  limpia  inocencia  ma- 
a  nif estada ;  porque  quanto  agora  se  glorifican  de 
a  ser  traydores ,  vernán  después  con  mayor  dolor,  y  , 
a  lloren  porque  nascieron.a  |  O  palabras  dignas  de 
ser  pronunciadas  por  boca  de  Rey ,  si  así  se  consi- 
guieran las  obras  con  el  dicho  1  Mas  como  los  cora- 
Konos  de  los  Reyes  están  en  las  manos  de  Dios,  vuél- 
velos adonde  quiere ;  múdales  el  querer ;  quítales  el 
enf uerzo ;  hácelos  errar  como  beodos ,  é  andar  fuera 
de  camino ,  sin  que  sepan  atinar.  Certificado  el  Rey 
por  oxteoso  do  los  abtos  que  se  hicieron  por  los  ca- 
balleh»,  acordó  de  llamar,  así  á  los  Qrandes  de  su 
Reyno  que  '.sintió  que  le  serian  leales ,  como  á  las 
otras  gentes  comunes  é  populares ;  é  así  acordado, 
mandó  hacer  sus  cartas  de  llamamiento.  En  este  me- 
dio tiempo  comenzaron  de  llegar  á  él  mensageros  de 
diversas  partes  con  nuevas  mas  dolorosas  que  pla- 
centeras, ó  mas  tristes  que  llenas  de  solas.  Unos  le 
hicieron  saber  como  en  la  cibdad  de  Toledo ,  Pedro 
López  de  Ayala  y  el  Mariscal  Payo  de  Ribera  con 
otros  caballeros  ó  grand  parte  del  pueblo ,  se  avian 
puesto  en  armas  é  prendido  á  su  Asistente  Pedro  de 
Guzman,  é  le  tomaron  el  Alcázar  é  las  puertas ;  é 
ansí  tomadas ,  que  alzaron  pendones  por  su  herma-  - 
no.  Otros  mensageros  le  hacían  saber  como  la  cib- 
dad de  Burgos  era  rebelada  contra  él  ,'é  avian  alza- 
do pendones  por  su  hermano.  Otros  mensageros  le 
certificaron  como  Don  Pedro  Girón ,  Maestre  de  Ca- 
latrava ,  andaba  muy  poderosamente  por  el  Anda- 
lucía, é  avia  fecho  rebelar  las  cibdades  de  Sevilla  é 
Córdoba  contra  él ,  y  al  Duque  de  Medina  Sidonia 
Don  Juan  de  Guzman ,  é  á  Don  Juan  Ponoe  de  LfOon, 
Conde  de  Arcos.  Entonces  el  Rey,  oidas  las  nuevas 
de  tantas  rebelioi\es ,  respondió  con  grand  pascien- 
oia :  c  Desnudo  sal!  del  vientre  de  mi  madre ,  é  des- 
a  nudo  me  espera  la  tierra:  no  puede  morir  ninguno 
atan  pobre  como  nació:  si  agora  me  azota  Dios  por 
a  mis  pecados,  después  les  dará  remedio  é  salud; 
a  porque  su  infinito  poder  es  el  que  mata  y  el  que 
a  resucita ,  el  que  enferma  y  el  que  sana ,  el  que 
a  da  los  sefiorios  y  los  quita,  el  que  haoe  los  Re- 
ayes  é  los  deshace,  quando  él  quiere.»  Dichas 
aquestas  palabras,  mandó  despachar  sus  cartas  por 
todo  el  Reyno  á  todos  los  Estados,  notificándo- 
les la  grand  traycion  é  maldad  de  los  caballeros  que 
así  se  avian  levantado  contra  él  é  alzado  por  Rey  al 
Príncipe  Don  Alonso  su  hermano ,  para  que  le  vi- 
niesen á  servir  é  ayudar  á  destruir  los  traydores, 
prometiendo  mercedes  y  exemptiones ,  libertades  é 
franquezas,  en  tal  manera,  que  muy  grand  parte 
del  Reyno  se  movió ,  é  vinieron  muy  ganosos  á  lo 
servir.  E  como  Don  Garci- Alvares  de  Toledo,  Conde 
de  Al  va ,  era  ya  suyo,  é  estaba  mas  cercano  de  Sa- 
lamanca que  ninguno  de  los  otros  caballeros  de  su 
partido,  vino  primero  á  servirlo  con  trescientos  . 
hombres  dVmas,  é  duscientos  gínetes ,  é  mil  peo- 
nes ;  donde  fué  muy  bien  rescebido.  E  así  venido, 
fué  acordado  que  el  Rey  con  su  hueste  se  fuese  alle- 
gando contra  los  enemi^s,  para  qne  sonando  por  el 

10 


ud 


ORÓNIOAS  DB  LOS  ROTES  DE  OASTtLLA. 


Bey  no  que  el  Bey  loe  iba  á  oeroar,  reoorreria  ma- 
yor número  de  gente  A  servillo ,  é  con  mejor  gana. 
Concertada  la  partida,  el  Bey  mandó  qae  el  Ck>nde 
de  Alva  con  en  gente,  ó  Joan  Fernandez  Qaliiido, 
Capitán  General  do  todas  eoB  gaardas,  é  Don  Alva- 
ro de  Mendosa  con  la  gente  d^armas ,  ó  los  otros  Ca- 
pitanes con  sos  gentes  se  f  aesen  jantes  ordenada- 
mente á  aposentar  á  Zamora.  El  Bey  con  poca  gen- 
te se  fué  por  Ledesma,  é  Hoyó  consigo  á  la  Beynaó 
á  la  Infanta  su  liermana ;  donde  llegado ,  el  Dnque 
de  Alburqaerqae  le  bizo  alli  mncbas  fiestas.  Elntre- 
tanto  que  así  le  festejaba ,  jnntó  doscientos  houibres 


este  Maestre  de  Oalatrara  trató  vistaa  con  él,  é  des- 
pués de  dadas  grandes  firmezas  é  seguridades  de 
cada  parte,  venidos  entrambos  A  las  vistas,  el  Maes- 
tre rogó  al  Prior  quisiese  dezar  la  voz  del  Bey  ó 
confederarse  oon  él,  é  seguir  el  partido  del  Príncipe 
Don  Alonso ,  á  quien  él  llamaba  Bey ;  y  el  Prior  le 
respondió,  que  nunca  Dios  quisiese  que  él  oviese  de 
olvidar  los  beneficios  que  el  Bey  le  avia  fecho  é  ser 
contra  él.  Estonces  el  Maestre,  quebrantando  su  fé 
y  palabra,  que  con  tanta  firmeza  é  seguridad  avia 
dado,  prendiólo  muy  deshonestamente,  é  púsolo  en 
muy  grand  estrecho,  hasta  que  le  hizo  entregar  A 


d'armas  é  trescientos  ginetes.  Pasados  ocho  días  que      Lora  y  á  Setefilla,  que  son  una  villa  é  dos  fortalezas 

^1  r» X T  ^j j*   j •_  j  n j.i  T»  • j j_  a ^  t ^ir m a__     «    i 


el  Bey  estuvo  en  Ledesma ,  acordó  de  se  ir  A  Zamo- 
ra é  juntarse  con  sus  gentes;  ó  mandó  que  la  Beyna 
se  fuese  desde  allí  A  ver  con  el  Bey  de  Portugal  su 
hermano ,  para  que  si  necesario  fuese ,  concertase 
con  él  que  seg^n  la  confederación  ontre  ellos  fecha, 
le  enviase  gente.  Con  la  Beyna  fué  la  Infanta  Dofia 
Isabel ;  pero  A  la  verdad  aquellas  distas  aprovecha- 
ron poco.  £1  Bey  se  partió  para  Zamora ,  donde  le 
fué  fecho  solemne  recibimiento  con  gránd  alegría 
de  todo  el  pueblo.  Llegado  el  Bey  A  Zamora,  vino 
allí  luego  A  lo  servir  Don  Alvar  Pérez  Osorio ,  Con- 
de de  Trastamara,  con  ducientos  hombres  d'armas, 
é  otros  tantos  ginetes.  En  pos  de  él  vino  Don  Juan 
de  Acufta ,  Conde  de  Valencia ,  con  cien  hombres 
d'armas  é  ducientos  ginetes,  en  tal  manera,  que  ya  el 
partido  dol  Bey  so  mostraba  crescido.  B  entretanto 
que  las  otras  gentes ,  así  de  los  caballeros  Grandes, 
como  de  los  otros  pequefios  venian,  mandó  A'dos  ca- 
pitanes suyos  que  con  trescientos  rocines  se  fuesen 
A  Segovia ,  é  truxesen  A  su  hija  Dofia  Juana.  La 
qual  traída,  mandó  que  le  fuese  fecho  rescibimiento 
do  Princesa ;  é  así  fué  rescebida  con  mucha  solem- 
nidad, é  metida  en  la  oibdad  con  su  rico  pAlio,  se- 
gún se  acostumbraba  hacer  A  los  Príncipes  here- 
deros. 

CAPÍTULO  LXXVI. 

Como  el  Maestre  de  Caletraví  hito  ftrandea  noTedades  en  el  An- 
dalucía eontra  los  serridores  leales  del  Rey,  é  lo  fie  alli  sab- 
eedid. 

Aunque  las  cosas  del  Bey  parescian  llevar  algu- 
na mejoría  y  estar  en  camino  de  recobromiento,  así 
por  los  muchos  sefiores  que  eran  de  su  parte,  como 
por  la  grand  muchedumbre  de  gentes  que  lo  venían 
A  servir,  por  donde  se  hallaba  tan  poderoso ,  que  A 
otra  mayor  hueste  que  A  la  de  sus  enemigos  pudiera 
vencer  y  destruir,  ni  por  eso  cesaba  jamas  la  desen- 
frenada desobediencia  de  Don  Pedro  Girón,  Maestre 
de  Calatrava,  do  guerrear  A  los  leales  servidores  del 
Bey,  é  perseguir  las  cibdades  que  estaban  por  él  en 
el  Andalucía,  en  tal  manera,  que  unas  veces  rogan- 
do, otras  con  dAdivas,  otras  amenazando,  é  otras  ve- 
ces con  halago,  hacia  pervertir  A  muchos,  que  esta- 
ban oon  buen  deseo  de  servir  al  Bey,  para  que  fue- 
sen tales  como  él  y  siguiesen  sus  pisadas.  E  como 
Don  Juan  de  Volenzuela,  Príor  de  Sanct  Juan ,  fue- 
so  uno  de  los  leales  que  seguían  el  partido  del  Bey,- 


del  Príoradgo  de  Sanct  Juan.  T  entregadas,  é  suel- 
to el  Príor,  fué  luego,  é  tomó  la  villa  de  Alcázar  de 
Consuegra;  é  tomada,  puso  luego  cerco  sobre  la  for- 
taleza de  Consuegra,  hasta  que  por  hambre  el  Al- 
cayde  é  los  que  estaban  dentro  se  ovieron  de  dar ;  y 
entregada,  puso  lu^o  su  Alcayde.  E  no  solamente 
aquesto,  que  fué  quitalle  la  mayor  parte  de  so  Prío- 
radgo, mas  despojólo  para  siempre  del  sefiorío  de 
él;  porque  lo  entregó  A  Don  Alvaro  de  Zúfiiga,  hijo 
tercero  del  Conde  de  Plasenoia ;  por  donde  nunca 
se  pudo  recobrar.  E  no  contento  oon  aquesto ,  trató 
vistas  con  el  Obispo  de  Jahen,  que  se  desda  de  pe- 
leas, y  esoríbióle  como  se  iba  A  folgar  é  verse  oon 
él  en  un  lugar  de  su  Obispado ,  adonde  estaba  lo 
mas  del  tiempo ,  que  se  dice  Bezixar ;  y  llegado 
allí,  el  Obispo  le  rescibió  con  mucho  amor,  é  le  hi- 
zo la  mayor  fiesta  que  se  pudo ;  y  el  Maestre  por 
pagalle  la  honra  que  le  avia  fecho,  é  que  así  avia 
rescebido  en  su  casa,  porque  no  quiso  ser  contra  el 
Boy,  que  lo  avia  fecho,  mandóle  robar  todo  el  dine- 
ro é  la  plata  é  joyas  é  atavíos  que  allí  tenia;  tanto, 
que  le  dexó  pobre  por  muchos  días.  Fecho  aquesto, 
para  dar  cumplimiento  en  la  romería  de  su  dañado 
propósito,  rompió  guerra  contra  los  caballeros  é  cib- 
dades é  villas  del  Andalucía  que  estaban  por  el  Bey, 
en  tal  manera,  que  de  los  unos  é  de  los  otros  se  ha- 
dan muchas  muertes  é  robos ;  é  lo  que  peor  é  mas 
abominable  paresoió  A  los  oyentes  fué  que  no  sola- 
mente se  glorificaba  de  guerrear  y  alterar  la  tierra 
contra  su  Bey  natural,  que  lo  hizo,  mas  ponía  rota- 
monte  la  lengua  en  su  Beal  persona,  tanto  que  po- 
nía terror  en  los  corazones.  |  O  Maestre  Don  Pedro 
Girón,  ingrato  criado  y  desvergonzado  subdito!  ¿qué 
infamia  querrAs  imponer  al  Bey,  que  te  hizo,  que  la 
tuya  no  sea  mayor?  ¿  de  qué  insultos  lo  querrAs  acu- 
sar, que  A  tí  mesmo  no  te  condenes?  ¿qué  males  di- 
rAs  que  hizo,  que  no  sea  escupir  en  tn  cara?  ¿  en  qué 
lo  querrAs  desdorar,  que  tú  no  quedes  vestido  de  lo- 
do? Pues  dime  agora ,  ingrato  criado,  al  que  dem- 
pre  te  hizo  mercedes,  al  que  te  dio  tanta  pujanza,  al 
que  te  subió  en  tan  alto  estado,  al  que  nunca  te  hi- 
zo yerro,  é  tantas  veces  perdonó  los  tuyos,  al  que 
siempre  te  trató  oon  mucho  amor,  ¿cómo  lo  pediste 
deshonrar?  ¿  qual  corazón  te  bastó  para  perseguillo 
tan  sin  piedad  ?  ¿qué  crueldad  fué  la  tuya  dalle  tan 
feo  pago  por  tan  altos  beneficios  como  de  él  resoe- 
biste?  Pues,  blasfemador  de  Dios ,  é  roncador  de 
su  divinal  bondad,  ofendedor  de  su  bendita  clemen- 


ÜON  ENRtQÚB  GÜAATO. 


147 


cia,  con  tan  poco  temor  de  m  grand  poderío,  no  me 
qniero  maravillar  que  deelionree  al  que  te  hÍEo  del 
polyo« — E  puesto  que  oon  sa  maldeeoir  atraía  algu- 
nos, otros  como  discretos,  temerosos  de  Dios  é  cela- 
dores de  la  lealtad,  sostenían  la  toe  del  Rey ,  é  de- 
fendían la  tierra  de  su  persecución.  B  pues  como 
leales  se  mostraron  en  serriclo  de  su  Rey  aquestos, 
que  oon  las  armas  Iban  contra  el  Maestre  de  Oala- 
traTa,  justa  cosa  es  que  sean  nombrados,  porque 
gocen  sus  suboeeores  de  la  lealtad  de  sus  padres ,  é 
se  glorifiquen  de  su  limpieza.  El  primero  fué  Don 
Juan  de  Valenanela ,  Prior  de  Sanct  Juan ,  que  se 
perdió  por  ser  leal ;  é  Don  Miguel  Lúeas  Díranso, 
Condestable  de  Oastilla,  que  defendió  la  dbdad  de 
Jahen  con  toda  su  tierra,  sosteniendo  la  Tozdel  Rey; 
é  Don  Pedro  de  CSórdoba,  Conde  de  Cabra,  é  sus  hi- 
jos; é  Don  Diego,  el  Mariscal  de  Castilla,  é  Don 
Martin  su  hermsno,  Comendador  de  Estepa;  é  Mar- 
tin Alonso,  Seflor  de  Alcaudete.  E  si  aquestos  como 
leales  deben  quedar  remembrados,  no  dexemosni 
pongamos  en  olvido  á  los  desleales  que  sin  ver- 
g&ensa  se  armaron  contra  su  Rey;  porque  por  el 
loor  de  los  unos  queden  los  otros  en  perpetua  me- 
moria denostados  pan  vituperio  de  sus  herederos. 
Era  el  primero  Don  Pedro  Girón,  Maestre  de  Cala* 
trava;  é  Don  Juan  de  Quzman,  Duque  de  Medina 
Sidonia,  Conde  de  Niebla;  é  Don  Pedro  de  Zúfiíga, 
su  yerno,  hijo  mayor  de  la  casa  de  Plasencia ;  Don 
Juan  Ponce  de  León,  Conde  do  Arcos,  é  Don  Rodri- 
go Ponoe  de  León,  su  hijo  mayor.  Aquestos  se  alza- 
ron con  Sevilla,  é  se  rebelaron  contra  el  Rey.  Don 
Alonso  de  Agnilar  se  rebeló  con  la  cíbdad  de  Cór- 
doba, é  acogió  en  ella  al  Maestre  de  Calatrava,  á  cu- 
ya cabsa  se  hicieron  grandes  males  por  todas  las 
comarcas. 

CAPÍTULO  LXXVIL 

Gomo  el  Rsf  le  pirtió  de  Zasftri ,  é  se  fué  ft  Toro  coa  6«  hseste» 
«  é  lo  qne  despaes  sobeedid. 

Desque  el  R^  vio  que  su  poder  iba  cresciendo,  y 
grand  multitud  de  gentíos  venían  de  contino  A  lo 
servir  con  mucho  amor,  vista  la  maldad  de  los  ca- 
balleros tíranos  que  contra  él  se  avian  mostrado,  fué 
acordado  en  su  alto  Consejo  que  se  debía  ir  A  Toro 
oon  todo  el  ezército  de  su  hueste,  donde  se  acaba- 
ñan de  juntar  los  otros  sefiores,  que  lo  venian  á  ser- 
vir. E  ad  llegado  á  Toro,  fuéle  notíficado  como  los 
caballeros  tiranos  avian  salido  de  Valladolid,  y  eran 
idos  sobre  Pefiaflor,  é  la  aportillaron  todo  el  muro 
en  derredor;  é  que  def>de  allí  se  iban  á  poner  cerco 
sobre  Simancas.  Estonces  el  Rey  mandó  á  Juan  Fer- 
nandez Galíndo,  su  Capitán  General  é  leal,  que  se 
fuese  luego  é  meter  dentro  con  mil  de  A  caballo  pa- 
ra def endélla ;  é  que  si  fuese  menester  mas  gente, 
que  él  iria  en  persona  oon  toda  su  gente.  E  asi  Juan 
Fernandos  se  fué  á  Simancas,  donde  llegado,  é  pues- 
ta buena  gualda  en  la  villa,  vinieron  dende  A  dos 
días  los  tíranos  sobre  ella,  é  pusieron  su  real  encima 
de  una  cuesta  que  estA  casi  junta  con  el  lugar.  Pero 
como  ya  la  villa  estaba  muy  bien  bastecida  así  de 


gente,  como  de  las  otras  cosas  que  eran  necesarias 
para  defensa  de  ella,  no  la  pudieron  facer  dafto  nin- 
guno, antes  los  oercadoree  les  resoebían,  y  estaban 
mas  temerosos  que  los  cercados.  E  de  aquí  cresció 
tanto  esfuerzo  y  osadía  &  los  de  dentro,  que  los  mo- 
zos d'espuelas  que  allí  estaban,  to vieron  atrevimien- 
to de  se  juntar  una  grand  copia  de  ellos,  é  así  jun- 
tos acordaron  de  hacer  entre  sí  una  estAtua,  que  re- 
presentaba la  persona  de  Don  Alonso  Carrillo,  Arzo- 
bispo de  Toledo,  al  que  llamaban  Don  Opas,  herma- 
no del  Conde  Don  Julián,  que  metieron  los  Moros 
en  Castilla  contra  el  Rey  Don  Rodrigo ,  por  donde 
fué  perdida  Espafta.  E  así  fecha  la  estatua,  é  pues- 
ta en  prisión,  uno  de  ellos  se  asentó  como  Juezi  é 
mandó  traer  la  estAtua  delante  de  ól,  é  pronuncian* 
do  sentencia,  dizo:  o  Que  por  quanto  Don  Alonso 
Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo,  siguiendo  las  pisadas 
del  Obispo  Don  Opas,  el  traydor  destruidor  de  las 
Espaftas,  avia  seido  traydor  A  su  rey  é  sefior  natu- 
ral, rebelAndose  contra  él  con  los  lugares  é  fortale- 
zas é  dineros  que  le  avia  dado  para  que  lo  sirviese: 
por  ende,  que  vistos  los  méritos  del  proceso ,  por  el 
qual  se  manifestaban  sus  feos  insultos  y  deliotoB, 
mandaba  que  fuese  quemado,  llevAndolo  por  las  ca- 
lles é  lugares  públicos  de  Simancas,  A  voz  de  prego- 
nero, diciendo :  «Esta  es  la  justíoia  que  mandan  ha- 
cer de  aqueste  cruel  Don  Opas ;  por  quanto  rescebi- 
dos  lugares,  fortalezas  é  dineros  psra  servir  A  su 
Rey,  se  rebeló  contra  él :  mAndanle  quemar  en  prue- 
ba é  pena  de  su  maleficio :  quien  tal  ñzo\  que  tal 
haya. »  Dada  la  sentencia,  un  mozo  d'espuelas  tomó 
la  estAtua  en  las  manos,  y  así  pregonando  la  saca- 
ron fuera  de  la  villa  A  vista  del  real,  don  esta  estA- 
tua iban  mas  de  trescientos  mozos  d'espuelas,  acom- 
pafiAndola.  A  las  voces  de  aqueste  pregón  se  para- 
ron los  caballeros  é  gentes  del  real  A  mirar ;  é  des- 
que los  mozos  llegaron  casi  en  comedio  del  real  é 
de  la  villa,  hicieron  una  grand  foguera,  donde  que- 
maron aquella  estAtua;  y  quemada,  comenzaron  A 
desoír  en  alta  voz  un  cantar,  que  deiscia: 

Esta  es  Sinsneas, 
Don  Opss  traidor. 
Esta  es  Slnaneas» 
Qse  Bo  Pefiaflor» 

con  otras  coplas  muy  feas,  que  contra  él  se  desdan. 
Aqueste  cantar  duró  grand  tíempo  en  Castilla ,  que 
le  cantaban  A  las  puertas  del  Rey  é  de  los  otros  ca- 
balleros. E  quando  los  cañileros  del  ceit»  vieron 
que  estar  sobre  Simancas  no  aprovechaba,  ni  se  po- 
día tomar  por  combate,,  ni  mucho  menos  por  ham- 
bre, é  que  ya  el  Rey  se  acercaba  con  grand  poder 
contra  ellos,  acordaron  de  levantar  su  real^y  levan- 
tado, se  tomaron  A  Valladolid. 

CAPITULO  LXXYIII. 

Cono  estando  el  Rey  en  Toro  Tino  nueba  gente  i  lo  servir »  así 
caballeros  de  frandcs  estados,  como  de  otra  gente  de  i  pie  y 
de  i  eaballo. 

Después  que  por  el  Reyno  se  fué  conosciendo  la 
grand  tiranía  é  deslealtad  de  los  caballeros  enemí- 


l48 


CRÓNICAS  DB  LOS  RETES  DEi  CÁStlLLA. 


gOB  del  Rey,  é  tíbU  la  persecución  é  dolorosa  infa- 
mia de  BU  Rey,  mny  ganoeamente  se  movieron 
grandes  gentíos,  así  de  mayor  condición  como  de 
menor,  é  vinieron  para  lo  servir.  B  Inego  vino  allí  á 
Toro  Don  Diego  Hartado  de  Mendoza ,  Marqués  de 
SantíUana,  é  Conde  del  Real  de  Manzanares  con  se- 
tecientos rocines  hombres  duermas  é  ginetes,  é  con 
mucho  peonage.  Vino  Don  L^is  de  la  Cerda,  Con- 
de de  Medina-Celi,  oon  quinientos  rocines  é  grand 
peonage.  Vino  Don  Pedro  de  Mendoza ,  Conde  de 
Almazan,  oon  duscientos  rocines.  Llegaron  al  mis- 
roo  tiempo  muchos  hijos-dalgo  de  las  montaftas,  asi 
de  á  pié  como  de  á  caballo  en  tan  grand  cantidad  é 
en  tal  manera,  que  la  hueste  del  Rey  no  podía  ca- 
ber en  lo  poblado ,  é  fué  necesario  salir  luego  al 
campo,  é  poner  su  real  Ordenadamente.  Halláronse 
allí  ochenta  mil  peones  é  catorce  mil  de  á  caballo, 
ganosos  de  pelear  é  venir  á  las  manos  con  los  tira- 
nos que  avian  deshonrado  su  Rey  natural.  B  si  tal 
fuera  la  gana  del  Rey,  como  el  deseo  de  sus  subdi- 
tos, é  si  tal  corazón  quisiera  tener  para  destruir  á 
sus  enemigos ,  como  aquellos  venían  dispuestos  pa- 
ra dar  la  batalla,  muy  ligeramente  é  sin  muchas 
muertes  se  alcanzara  la  victoria  y  fueran  destrui- 
dos. Mas  como  en  esto  y  en  las  otras  cosas  se  hace 
lo  que  Dios  quiere ,  y  no  lo  que  piensan  los  hom- 
bres, vienen  los  sucesos  como  lo  dispone  la  divinal 
providencia.  Visto  el  grand  poderío  con  que  el  Rey 
80 hallaba,  así  de  muchas  gentes,  como  de  grandes 
tesoros  para  pagallos,  mandó  llamar  á  consejo  á  to- 
dos aquellos  sefiores,  que  allí  eran  venidos  4  sorvi- 
llo ;  é  convenidos  ante  su  real  presencia,  dízoles  que 
viesen  lo  que  se  debia  hacer,  y  diesen  orden  en  ello. 
Fué  acordado  que  se  fuesen  derechos  á  poner  su  real 
cerca  de  Simancas ;  porque  estando  allí  paresoeria 
que  tenia  cercados  á  sus  enemigos,  é  afloxaria  su 
partido.  Ávido  aqueste  acuerdo,  luego  otro  día  si- 
guiente a  juntados  todos  aquellos  sefiores  en  la  Igle- 
sia del  Sancto  Sepulcro,  oyeron  su  misa  solepne  é 
bendichas  las  banderas  oon  grand  cerimonia,  an- 
dubieron  oon  ellas  en  procesión  al  derredor  de  la 
Iglesia. 

CAPÍTULO  LXXIX. 

Como  el  Rey  partió  de  Toro  eos  toda  aa  hueste,  y  ae  fné  ft  poner 
an  real  eerea  de  Slmancaa ,  y  lo  qno  allí  anbcedid. 

Después  que  las  banderss  fueron  bendichas ,  é 
todas  las  gentes  aperoebidas ,  el  Rey  con  toda  su 
hueste  é  Corte  se  partió  otro  dia  siguiente ,  sus  ba- 
tallas ordenadas  en  esta  manera :  que  por  quanto  el 
Conde  de  Alva  fué  el  primero  que  lo  vino  á  servir, 
que  llevase  la  delantera  de  todas  las  batallas  contra 
los  enemigos ;  é  de  la  batalla  Real ,  donde  el  pen- 
dón é  las  banderas  del  Rey  iban  desplegadas,  que 
fuese  capitán  el  Obispo  de  Calahorra;  é  después  to- 
dos los  otros  sefiores ,  cada  uno  con  las  batallas  do 
su  gente.  Aquel  dia  se  fueron  á  juntar  y  aposentar 
junto  con  la  villa  de  Castronufio,  ribera  del  rio  de 
Duero.  Otro  dia  siguiente ,  tocadas  las  trompetas, 
tomaron  su  camino ,  é  f uéronse   á  aposentar  al 


deiredor  de  Tordesillas,  ribera  del  rio.  Entretanto 
que  la  hueste  llegaba  al  aposentamiento ,  donde 
aquella  noche  avian  de  reposar,  aoaesció  que  un  ca- 
pitán del  Rey,  llamado  Garci-Mendez  de  Badajoz, 
salió  oon  duscientos  rodnes  de  su  capitanía  por  una 
traviesa  cerca  de  Valladulid,  por  donde  so  encontró 
con  un  cabal leru  del  Almirante,  que  sollamaba  Juan 
Carrillo,  el  qual  traía  consigo  hasta  cinquenta  de  á 
caballo.  B  como  el  Gard-Mendez  lo  vio,  fuese  luego 
contra  él,  é  por  la  sobra  de  su  gente  fué  herido 
Juan  Carrillo  de  muerte,  é  preso  él  y  toda  so  gente; 
é  así  preso  trúxolo  á  una  ermita,  que  estaba  en  un 
llano  fuera  de  Tordesillas  á  la  parte  del  rio.  E  co- 
mo Juan  Carrillo  se  vio  preso  y  herido  de  muerte, 
rogó  á  Garci-Mendez  que  de  su  parte  suplicase  al 
Rey  le  quisiese  ver,  para  decirle  algunas  cosas  que 
mucho  ci)mplian  á  su  servicio  y  al  bien  de  su  vida, 
é  para  el  descargo  de  su  propia  conciencia ;  é  Gar- 
ci-Mendez lo  hizo  así.  Estonces  el  Rey  á  suplicación 
de  su  capitán  fué  allí  á  la  ermita,  é  llegado,  como 
Juan  Carrillo  vido  al  Rey,  oon  muchas  lágrimas,  le 
dixo :  a  Por  cierto,  Sefior,  yo  he  seido  traydor  contra 
»  vuestra  Alteza  tantas  veces ,  que  aunque  muchos 
Bdias  me  quedasen  para  vivir,  é  no  tengo  dos  ho- 
»  ras,  dubdo  si  podria  hacer  satisf ación  y  enmienda 
ttdello.  E  lo  que  agora  oon  todo  lo  otro  mas  me  re- 
» muerde  la  consciencia,  es  que  yo  é  algimos  otros 
«caballeros  de  mí  suerte  por  mandado  de  algunos 
» sefiores,  que  mandárnoslo  podían,  estábamos  con- 
Acertados  de  matará  vuestra  Alteza,  poniendo  la» 
»  manos  cruolmento  en  su  Rual  persona.  E  para  bus - 
»car  lugar  é  tiempo  convenible  para  ello,  era  hoy  y  o 
» salido  al  campo,  donde  mis  pecados  me  compren- 
fi  dieron  é  me  dieron  el  psgo  de  mis  merecimientos. 
»Por  tanto  con  quanta  humildad  é  reverencia  pue- 
«do,á  vuestra  Excelencia  suplico  que  usando  de  su 
»  acostumbrada  clemencia  y  humanidad,  me  quiera 
» perdonar ;  porque  si  vuestra  Real  Sefioría,  como 
nmi  verdadero  Rey  y  Sefior  natural ,  á  quien  tanto 
»he  deservido,  por  hacer  placer  á  mi.sefior  el  jflmi- 
nrante,  me  perdona,  espero  en  la  misericordia  de 
sDíos,  que  habrá  piedad  de  mi  ánima  pecadora.»  El 
Rey  oyda  su  habla,  con  mucha  benignidad  le  di- 
xo: ttJuan  Carrillo,  según  mi  condición,  no  es  mu- 
Aclio  perdonaros  los  yerros  que  contra  mí  aveis  co- 
» metido,  porque  los  Reyes  siempre  han  do  perdonar 
»sus  propias  injurias;  y  mayor  plascer  avría  que  vi- 
Bviésedes  para  haceros  mercedes  por  ese  arrepenti- 
» miento  que  agora  mostráis,  para  que  conociésedes 
«quánto  meplasce  mas  la  clemencia  que  la  vengan- 
»za.  Yo  vos  perdono  de  buen  grado :  plega  á  mi  se- 
Bfior  Jesu-Christo  vos  perdone;  pero  conviene  que 
» me  digáis  quien  son  los  que  cabían  con  vos  en  la 
•trayciou  do  mi  muerte.»  Respondió  Juan  Carrillo, 
que  le  piaseis  de  decirgelo  en  secreto ;  é  así  aparta- 
dos todos  los  que  presentes  estaban,  le  dixo  muy 
paso  quien  eran ;  pero  tanta  fué  la  nobleza  del  Rey, 
que  jamas  los  descubrió,  ni  se  pudo  saber  quien 
eran.  E  luego  que  el  Rey  se  partió  de  allí,  espiró 
Juan  Carrillo,  y  otro  día  siguiente  se  partió  el  Rey 
con  sns  huestes,  ordenadas  las  batallas.  Era  tanta 


DON  BNRIQUE  OUÁRTO. 


149 


la  muohidumbre  de  los  gentíos  qaevenian,  asi  de  á 
caballo  como  de  A  pié,  que  sin  duda  ponian  admi- 
ración A  los  qae  los  miraban.  Fnéronse  A  aposentar 
en  un  grand  llano  entro  el  rio  de  Daero  y  el  rio  Pi- 
snerga,  qae  pasa  por  Valladolid,  adonde  entrambos 
se  juntan,  en  tal  manera ,  que  el  real  estaba  bien 
f  ortAleoido  é  seguro  de  los  enemigos ;  y  el  Rey  con 
BQ  hija  se  fué  á  aposentar  á  la  villa  de  Simancas, 

CAPÍTULO  LXXX 

Ds  eoBO  la  tenida  de!  Rey  á  Simaneti  fné  sin  pro?eebo  ilg ano. 

Venido  el  Rey  A  Simancas  poderosamente,  asen- 
tado el  real,  é  fortificado  con  las  cavas  de  la  una 
parte  é  de  la  otra  con  los  dos  rios,  que  cercaban  casi 
la  mayor  parte  de  él,  estando  la  gente  muy  ganosa 
de  pelear  é  de  venir  A  las  manos  con  los  tiranos, 
suboedieron  las  cosas  de  tal  manera  y  forma,  que 
los  días  se  pasaron  en  vano ;  los  gastos  eran  excesi- 
vos en  las  pagas  del  sueldo,  é  sin  provecho  ;  y  el 
trabajo  de  tantas  gentes  con  menos  fruto ,  de  tal 
guisa,  que  por  forma  de  los  tratos  engañosos  del 
Marqués  de  Villena,  por  muohas  vistas  en  el  campo, 
de  ninguna  ovo  conclusión  por  espesas  mensagerias 
de  poca  verdad  é  de  grandes  mentiras.  B  asi  la  ca- 
ballería se  tornó  trAfago  de  n^odar,  el  exéfcito 
belicoso  interese  desvergonzado ,  el  esfuenso  varo- 
nil poresosa  floxedad,  la  aníscada  osadia  flaqueza 
de  corazón  ;  é  ansi  ni  la  guerra  truxo  paz,  ni  las  ar- 
mas dieron  sosiego ,  ni  el  bullicio  puso  descanso ; 
antes  denegada  la  batalla,  se  cabsaron  mayores  ba- 
tallas, recrescieron  mayores  escAndalos,  é  suboedie- 
ron muohas  muertes.  Pero  do  aquesta  negligencia 
é  flaca  solicitud,  no  se  podria  el  Rey  escusar  de 
grand  culpa,  ni  sus  caballeros  quedar  sin  mucho 
cargo  de  dura  reprensión  ;  porque  cosa  justa  fuera 
so  quisieran  conformar,  de  tal  guisa,  que  sin  desore- 
par  de  lo  que  al  bien  é  prospero  subceso  de  tan  ar- 
duo negocio  convenia,  sin  diferencia  ninguua  se 
debian  conformar,  sin  hacer  variación  hacia  diver- 
sos fines ;  porque  si  con  celo  de  justicia  se  movian, 
y  el  sancto  proposito  de  sostener  la  verdad  ios  guia- 
ba, convenible  cosa  fuera  que  dexando  las  malicias 
fiparte,  y  arredrando  las  oabtelas  de  su  seno,  eñ  tal 
manera  debieran  estar  unidos,  que  si  en  los  caballe- 
ros faltaba  la  gana  de  ponello  A  las  manos,  el  Rey, 
A  quien  mas  que  A  iodos  tocaba,  como  soberano  de- 
biera tener  sobrado  querer  para  hacerlo  executar ; 
y  si  en  el  Rey  se  apocaba  la  voluntad  de  lo  que  mas 
le  cumplía,  en  sus  caballeros  debiera  sobrepujar  el 
deseo  de  lo  poner  en  arrisco ;  ca  sabida  cosa  es  é 
muy  manifiesta  que  la  honra  de  la  victoria  siempre 
cuelga  del  peligro ,  y  no  do  rehuir  la  batalla.  B 
puesto,  que  aquestos  caballeros  como  leales  vinieron 
A  servir  A  su  Rey,  no  se  les  quitarA  por  eso  la  cul- 
pa de  ser  i^misos  en  lo  que  pudieran  é  debieran  ha- 
.  oer  si  quirieran,  pues  que  no  lo  hicieron ;  porque 
muchas  cosas  quieren  los  reyes  como  grandes,  que 
les  debieran  ser  denegadas  é  como  A  hombres  con- 
sentidas, é  otras  que  como  A  hombres  se  las  deben 
arredrar,  é  como  A  Reyes  aver  por  buenas ,  oonside- 


raudo  que  de  los  principes  é  reyes  que  sefiorean  é 
rejman  en  el  mundo,  unos  son  buenos  reyes  é  ma- 
los hombres ,  é  otros  son  malos  hombres  é  buenos 
reyes; como  sea  cosa  cierta,  que  quanto  los  unos 
como  hombres,  quando  suben  A  la  cumbre  del  sefio- 
río,  son  derramadores  do  sangre,  omioidas  sin  com- 
pasión, vendicativos,  crueles  y  ágenos  de  piedad, 
tanto  los  otros  como  reyes,  quando  tienen  el  Impe- 
rio, tienen  vestiduras  de  humanidad,  enforros  de 
clemencia,  é  mantos  de  caridad,  con  que  dignamen- 
te son  merecedores  del  trono  real  que  poseen.  B 
pues  de  aquestas  excelentes  insignias ,  é  otras  tales 
conosoian  los  caballeros  leales  que  estaba  compues- 
to su  Rey,  razonable  cosa  fuera  que  ellos,  sin  espe- 
rar su  mandado,  grado  ni  consentimiento,  procura- 
ran de  dar  la  batalla,  desafiando  A  los  tiranos  y  afean- 
do su  tiranía,  mayormente  pues  que  sabían  que  el 
Rey  en  alguna  manera  tenia  mas  flaqueza  é  piedad 
que  esfuerzo  y  osadía.  Mas  hablando  agora  con  re- 
verencia de  tan  alto  Rey,  so  enmienda  de  la  noble 
caballería  é  leales  servidores  que  lo  seguían,  ¡quAnto 
bien  paresciera  no  solamente  A  los  que  por  estonces 
vivían,  mas  Ales  que  después  subcedieran,  quando 
fueran  sabidores  por  el  proceso  de  esta  historia,  que 
encendidos  en  ira  el  sefior  é  los  subditos,  desenfre- 
nados con  safia  se  quisieran  vengar  de  sus  disolu- 
tos ofendedores  I  Pues  que  Dios  lo  permitía,  é  que- 
ría que  se  hiciese;  porque  destruidos  los  tiranos, 
crueles  disfamadores  de  su  Rey  é  de  su  nación  é  del 
Rey  no  en  general,  rescibieran  el  pago  de  sus  obras; 
si  quiera  porque  punidos  los  traydores,  quedaran 
ellos  coronados  como  leales ,  é  su  Rey  para  siempre 
restituido  en  su  honra  é  recobrada  su  fama',  en  tal 
manera,  que  lloraran  los  desleales  su  abatimiento, 
y  los  leales  se  glorifloaran  de  aver  sido  limpios,  sin 
ensuciar  su  línage.  Verdad  es  que  según  la  mucha 
gente  del  Rey,  é  la  poca  que  los  tíranos  tenían  en 
Valladolid,  no  tuvieran  osadia  de  salir  A  la  batalla, 
puesto  que  una  vez  les  fué  ofrescída;  pero  ellos 
como  los  acusaba  su  dañada  oonsciencia ,  é  remor- 
día la  gravedad  de  su  pecado,  no  la  quisieron  acep- 
tar, ni  se  atrevieron  A  salir,  antes  aunque  las  bata- 
llas del  Rey  se  allegaron  junto  A  los  muros  de  la 
villa,  jamAs  se  mostraron  ni  dieron  lugar  A  que  nin- 
guno saliese  fuera  de  las  puertas.  Bn  aqueste  me- 
dio tiempo  llegó  la  Reyna  A  Simancas,  é  la  Infanta 
Doña  Isabel  con  ella,  que  venia  de  verse  con  el  Rey 
de  Portugal  su  hermano,  puesto  que  las  vistas  fue- 
ron dn  provecho ,. con  cuya  venida  el  Rey  ovo 
plasoer. 

CAPÍTULO  LXXXI. 

Cono  el  Rey  le  fido  eon  el  Harqnés  de  Villeai,  y  lo  qne  allí  ee 

eoneerté. 

Desque  ya  sintió  el  Marqués  de  VíUena  la  floxe- 
dad del  Rey,  é  vido  como  les  avía  ofrescido  la  ba- 
talla, é  les  era  peligroso  aoeptalla,  pasadas  algunas 
vistas  entre  el  Rey  y  él ,  un  día  acordó  de  verse  con 
el  Rey  A  solas  en  el  campo.  B  como  el  Rey  natural- 
mente era  mas  inclinado  A  los  tratos  que  al  rompí- 


150 


OBÓNIOAS  DB  LOS  RBYiBS  DE  0A8TILLA. 


miento,  plúgolo  de  ello,  é  salió  á  él.  E  asi  virtoe,  el 
Marqnée  le  prometió  que  basta  derto  tiempo  limi- 
tado daria  orden  como  él  é  todos  los  otros  caballe- 
ros é  perlados  de  su  partido  se  tornasen  á  su  obi- 
dieñcia  é  servicio,  y  quitaría  á  su  hermano  el  titulo 
de  Bey,  con  tanto  que  mandase  luego  levantar  el 
real  y  derramase  la  gente :  lo  qual  el  Bey  aceptó 
de  buena  gana.  \  O  Bey  poderoso,  Príncipe  de  tanta 
grandeea,  subido  on  tan  alta  cumbre  ó  puesto  en 
tan  próspero  estado ,  quanto  nunca  Bey  do  sus  an- 
tepasados se  vio  t  ¿  cómo  te  osas  confiar  de  aquel  que 
asi  te  destruyó  ?  ¿cómo  puedes  dar  crédito  á  aquel 
que  con  tantos  vituperios  te  dexó  deshonrado?  ¿qué 
mas  peligrosa  confíansa ,  qué  mas  vana  seguridad, 
ni  engafiosa  certidumbre  pudo  ser  para  tí,  que  dar 
crédito  al  mentiroso,  convencerte  de  su  falsedad,  é 
consentir  en  sus  engafios?  Ga  ciertamente  no  se  po- 
dría llamar  pascienoia  la  tuya,  ni  enzemplo  de  hu- 
mildad, mas  gana  de  ser  engafiado,  é  voluntad  de 
vivir  sojuEgado.  E  tú.  Marqués  de  Villena,  espejo 
de  la  ingratitud,  urania  é  insaciable  codicia  desor- 
denada, ¿quál  corazón  te  pudo  bastar,  ni  tuviste, 
para  destruir  á  quien  te  hizo ,  y  deshonrar  á  quien 
te  honró,  y  perseguir  á  quien  te  dio  tanta  grande- 
za? ¿  Por  qué  disfamaste  al  que  te  hizo  famoso? 
¿  Por  qué  denostaste  al  que  te  puso  en  estado?  Con- 
tentarte debieras  con  que  te  hizo  tan  grand  Sefior, 
é  no  pesarte  porque  á  otros  hiciese  grandes  í  ca 
bien  sabes  tú  que  los  Beyes  tienen  el  oficio  de  Dios 
en  la  tierra,  é  ensalzan  á  los  pobres,  y  levantan  á 
los  pequeños  del  polvo.  Tan  grande  fué  tu  cruel- 
dad como  la  de  los  Qriegos  contra  los  Troyanos. 
Tan  despiadado  fué  tu  insulto,  como  el  de  las  ma- 
dres cercadas  en  Jerusalen,  que  aquellas  sin  piedad 
se  comieron  á  sus  hijos.  B  tú,  desleal,  ¿cómo  á  tu 
Bey  é  á  tu  Sofior,  y  al  hacedor  que  te  puso  en  tan 
alta  cumbre,  quieres  mas  perseguir?  ¿Porque  no  te 
contentas  de  los  engafios  pasados,  que  a£^ra  de 
nuevo  lo  tomas  á  engafiar  ?  Prometes  para  no  cum- 
plir, é  juras  lo  que  no  harás,  é  certificas  lo  que  nun- 
ca vemá  en  efecto,  ni  tú  has  gana  que  se  cumpla. 
Fíase  tu  Bey  de  tus  palabras,  deseando  la  paz,  por 
escusar muertos  é  robos;  y  túceme  escandaloso  bus- 
cas alteraciones.  Oréese  tu  Bey  de  tus  promesas,  é 
tu,  alborotador,  despiertas  los  bollicies.  Después 
que  el  Bey  ovo  determinado  de  hacer  lo  que  el  Mar- 
qués de  Villena  le  pedia,  é  quedó  asi  concertado, 
turnóse  é  Simancas ,  y  el  Marqués  para  Valladolid. 

CAPÍTULO  LXXXII. 

Como  el  Rey  mandó  lenntar  sn  retí ;  y  li  bibU  que  biso  4  loi 
eaballeros ;  y  Ui  mercedes  qne  lee  dld,  y  coDflrmd. 

Luego  que  el  Bey  fué  venido  de  las  vistas  á  Si- 
mancas, mandó  llamar  á  los  caballeros  é  personas 
principales  de  su  real ;  los  quales  venidos  delante 
de  su  Beal  presencia,  les  dixo :  a  Todos  los  Beyes 
ttChristianos,  porque  reynan  en  nombre  de  Jesu- 
B  Christo  en  la  tierra,  han  de  ser  padres  de  sus  súbdi- 
stos,  sus  tutores  é  defensores,  para  quitallos  de  la 
•muerte  é  procurarles  la  vida.  B  por  eso,  yo  avien- 


sdo  compasión  de  mis  naturales ,  aeftaladamente  d» 
•tantos  nobles,  asi  hombres  de  estado,  como  peque- 
Bfios  caballeros,  é  las  otras  gentes  que  aqni  estáis 
sajuntados  en  mi  servicio,  he  determinado  de  levan- 
star  el  real  sin  que  se  dé  la  batalla;  porque,  pues 
saqui  tengo  á  todos  por  hijos,  áspera  cosa  me  sería 
B  poneros  en  arrisco  de  la  muerte,  é  ver  derramar 
•vuestra  sangre,  mayormente  porque  espero  en  la 
B  grand  bondad  de  nuestro  Sefior  que  él,  como  justo 

•  Juez,  verá  la  maldad  de  los  que  en  tanta  necesi- 
•dad  han  puesto  mi  persona  é  mis  Beynos  por  sus 
•propios  intereses,  é  les  dará  el  pago  que  su  des- 

•  lealtad  meresce.  B  asimesmo  verá  el  fin  con  que 

•  yo  me  muevo,  y  el  deseo  que  tengo  de  la  paz  é 
•concordia.  To  vos  agradezco  muy  mucho  el  traba- 

•  jo  que  aveis  sufrido  por  mi  servicio  ;  é  porque  se- 
•ría  injusta  cosa  é  de  mal  enxemplo,  qne  vuestra 
•grand  lealtad  quedase  sin  galardón,  quiero  y  es  mi 
•determinada  voluntad  que  antes  de  todas  cosas 
•seáis  todos  pagados  'del  sueldo  que  se  vos  fuere 
•debido^  é  después  haceros  mercedes  tales,  que  res- 
•pondan  á  vuestros  servidos  ,0  por  ellas  crezcan 
•vuestros  estados ;  en  tal  manera,  que  quanto  vos- 

•  otros  oomo  leales  quedareis  con  famoso  renombrcí 

•  los  traydores  queden  vituperiados  para  siempre  ,6 
•sus  nombres  denostados.»  Hecho  el  pago  á  la  gen- 
te común,  no  solamente  del  sueldo,  pero  de  muchas 
exenciones  é  franquezas  que  les  mandó  dar,  con  que 
se  tomaron  muy  contentos  á  sus  casas,  mandó  el 
Bey  que  los  caballeros  é  personas  principales  de  es- 
tado se  fuesen  con  él  á  Medina  del  Campo.  Donde 
llegados,  estuvo  alli  algunos  dias,  haciendo  gran- 
des mercedes  á  los  sefiores  que  le  avian  seguido  é 
servido.  |  O  mercedes  bien  empleadas !  |  ó  dádivas 
bien  merecidas,  ganadas  por  la  lealtad,  compradas 
por  limpios  servicios  I  |  caballeros  dignos  de  galar- 
dón, varones  merecedores  de  satisfacción,  cuya 
lealtad  pide  corona,  su  fidelidad  premio  condigno, 
sus  virtuosos  trabajos  perpetua  memorial  Pues 
sorvisteis  á  Dios,  sirviendo  á  vuestro  Bey,  y  tanto 
sin  reproche  pagasteis  vuestra  deuda,  cumpliendo 
con  la  verdad  é  con  vosotros  mismos,  justa'  cosa  es 
que  vivan  vuestros  nombres  con  inmortal  nombra- 
dla, y  que  quedéis  entre  las  gentes  por  espejo  de 
lealtad,  y  de  gentes  en  gentes  por  tales  renombra- 
dos con  dulce  pregón ;  en  tal  manera  que  reviva 
vuestra  fama  é  jamas  nunca  perezca.  E  pues  que 
tan  lealmente  cubristes  vuestras  personas  con  man- 
to de  firmeza,  sin  hacer  mudanza  ninguna ,  debida 
cosa  es  que  asi  vuestros  nombres  como  las  merce- 
des que  por  ello  rescebistes,  se  declaren  por  escrip- 
to ;  porque  quanto  vosotros  dezasteis  glorioso  ape- 
llido á  vuestros  descendientes,  tanto  mas  será  dolo- 
rido é  triste  é  lleno  de  mancilla  el  título  que  pusieron 
los  traydores  á  sus  hijos.  A  Don  Diego  Hurtado  de 
Mendoza,  Marqués  de  Santillana,  dio  la^  villa  de 
Santander  porque  estaba  junta  con  su  Marquesado, 
con  setecientos  mil  maravedís  de  juro  situados  en 
el  servicio  é  montadgo.  A  Don  Pero  Qonzalez  de 
Mendoza,  Obispo  de  Calahorra,  dio  las  tercias  de 
Guadalaxara  é  su  tierra.  A   Don  Iñigo  Lopes  de 


DON  BKBIQUB  OUABTO. 


161 


MtindoBa  bq  hermano,  é  á  Doo  Lorenn)  Baares,  Vis- 
oonde  de  Torija,  6  á  Don  Jaan  ó  á  Don  Fartado,  á 
cada  uno  de  eeios  dio  dineroa  do  jaro ,  aogun  el  ca- 
tado y  edad  que  tenian.  A  Don  Lnia  de  la  Oerda, 
Oonde  de  Medina-Oeli,  dio  la  Tilla  de  Agreda  é  na 
tierra.  A  Don  Qarci- Alvares' de  Toledo,  Oonde  de 
AlTa,  dio  el  Oarplo,  y  oon  él  ciertos  Ingarea  de  tier- 
ra de  Salamanca  y  y  le  tomó  á  Bnendia,  que  dice  qae 
íné  de  au  padre.  A  Don  Alvar  Pérez  Osorio,  Oonde 
de  Traatamara,  Se&or  de  la  caaa  de  Villalobos,  dio 
la  oibdad  de  Aatorga,  é  le  hiso  Marqués  della.  A 
Don  Jnan  de  Aoofia,  Oonde  de  Valencia,  dio  el  Oon- 
dado  de  Prayia  é  Gijon,  é  le  hizo  Daqne  de  Valen- 
cia. A  Pero  de  Mendoza,  Sefior  de  Almazan,  dié  tres- 
cientoa  mil  marayedis  de  jnro,  situados  en  el  puer- 
to de  Monte- Agudo.  A  Alvaro  de  Mendosa,  su  ca- 
pitán de  la  gente  d'armas,  dio  la  villa  de  Bequena, 
oon  todos  los  derechos  del  puerto.  A  otros  muchos 
dio  ansimesmo  dineroa  de  juro,  ansi  á  los  que  alli 
rirvieron  en  la  guerra,  como  á  los  de  la  Andalucía, 
é  de  otras  partes  del  Beyno,  que  sostuvieron  su 
partido  contra  el  Maestre  de  Oalatrava  é  contra 
loe  otros  traidores.  De  aquestas  mercedes ,  que  asi 
hizo  el  Bey,  algunas  de  ellas  ovioron  efecto,  y  otras 
no  se  cumplieron,  mas  por  culpa  ó  floxedad  de 
aquellos  á  quien  se  ficieron,  que  por  falta  do  la  vo- 
luntad del  Bey.  Fechaa  aquestas  mercedes,  é  dados 
los  privillejos  dellas  á  cada  uno ,  los  caballeros  se 
tomaron  á  sus  tierras  muy  contentos ,  y  el  Bey  se 
fué  para  Seg^via,  y  llevó  consigo  á  la  Beyna  y  á 
su  hija  é  á  la  Infanta  su  hermana. 

oapItulo  lxxxiu. 

<¡eBo  al  Coada  de  Poi  tono  la  elbdad  dt  Galahoin,  y  k)  qaa 

•111  iibcedló. 

Aunque  el  B^  levantó  au  real,  é  despedida  la 
gente  se  tomó  á  Segovia,  esperando  el  cumplimien- 
to de  la  fe  del  Marquéa  de  Villena,  no  se  abajaron 
los  escándalos,  ni  cesaron  loa  bollioios  del  Beyno ; 
antes  de  cada  dia  crescieron  mayores  novodadoa, 
ansi  de  robos  é  muertes  y  prisiones,  como  do  otras 
violencias  y  fuerzas  que  se  haoian,  en  tanto  grado 
que  ninguno  osaba  salir  de  lo  poblado,  ni  andar 
por  los  caminoa  ain  grand  oompafiia.  E  porque  el 
Marquéa  de  Villena  no  se  avergonzó  de  quebrantar 
BU  promesa,  que  quitarla  el  título  de  Bey  al  Prínci- 
pe Don  Alonso,  é  que  baria  que  los  sefiores  de  su 
oonf ederaoion  tornasen  á  servicio  del  Bey,  afiadien- 
do  tráfagos  á  las  mentiras,  truxo  tan  largas  dila- 
ciones, que  siempre  sus  cabtelaa  se  renovaban,  é 
jamás  sus  palabras  traían  conduaion ,  antes  siem- 
pre mayores  engafios.  Ni  por  eso  se  congojaba  de 
los  grandea  males  que  se  hacían,  ni  se  curaba  de 
remediallos,  en  tal  manera,  que  no  solamente  den- 
tro del  Beyno  eran  los  dafios  multiplicados  entre 
los  naturales  que  se  guerreaban  unos  á  otros,  mas 
como  la  cisma  de  doa  Beyea  estaba  raygada  entre 
ellos,  los  unos  diciendo  Enrique,  é  los  otros  dicien- 
do Alonso,  sin  temor  de  Dios  ni  de  sus  conciencias 
de  los  cismáticos  é  tiranos,  que  lo  tal  acarrearon,  los 


estrangeroB  tomaron  osadía  é  denodado  atrevimien- 
to de  entrar  en  el  Beyno  con  mano  armada,  á  usur- 
par la  tierra;  aefialadamente  el  Oonde  de  Fox,  que 
aeyendo  casado  con  la  Princesa  Dofia  Leonor,  hija 
del  Bey  Don  Juan  de  Aragón,  hermana  del  Princi- 
pe Don  Oárloa  de  gloriosa  memoria,  por  cuya  muer- 
te le  pertenescia  la  subcesion  del  reino  de  Navarra. 
Este  Oonde  de  Fox,  llamándose  Príncipe  de  Navar- 
ra por  parte  de  la  muger,  vino  aobre  la  oibdad  de 
Oalahorra,  é  la  tomó  mas  por  traycion  que  por  lar- 
go cerco  ni  combate.  E  luego  que  aai  tomó  la  oib- 
dad é  se  apoderó  della,  envió  un  mensagero  al  Bey, 
suplicándole  que  quisiese  envialle  luego  una  perso- 
na fiable  con  quien  pudiese  hablar  é  negociar  algu- 
naa  cosaa  aobre  su  entrada  en  el  Beyno ;  porque  au 
deseo  é  voluntad  mas  era  de  tener  amiatad  y  confe- 
deración oon  él ,  que  no  discordia ,  para  que  acerca 
de  todo  ello  ae  tomaae  algún  medio.  Oyda  la  habla 
que  au  embaxador  propuso,  el  Bey  respondió  que 
le  píasela  de  hacer  lo  que  el  Oonde  do  Fox  le  envia- 
ba rogar ;  y  apartado  con  los  de  su  Oonsejo  acordó 
que  yo  como  su  Oapellan  y  Ooronista  y  de  su  Oon- 
aejo  debiese  de  ir  con  aquella  embaxada.  B  asi  acor- 
dado, mandóme  proveer  de  gente  que  me  aoompa- 
fiase  por  el  peligro  de  loe  caminos,  é  que  León,  uno 
de  sus  Beyes  d'armas ,  fuese  conmigo.  E  tomado  mi 
camino,  yo  me  fui  derecho  á  Oalahorra,  .donde  el 
Oonde  de  Fox,  Príncipe  de  Navarra ,  é  la  Princesa 
BU  muger  estaban.  E  después  de  ser  bien  rescebido 
do  sus  caballeros,  vine  delante  doilos,  é  dadan  laa 
cartas  del  Bey>  les  dixe :  c  Ilustrea  Sefior  y  Sefiora: 
»el  Bey  de  Oastilla,  mi  soberano  Sefior,  oyó  la  au- 
»plicacion  de  un  embaxador  que  á  su  Alteza  enviaa- 
»tcs  con  cartas  de  crehencia,  para  que  acá  enviase 
» alguno  suyo;  su  Beal  celsitud,  queriéndolo  hacer 
»ansi  lo  que  en  nombre  vuestro  le  fué  pedido,  me 
»onvia  á  vuestras  Sefioriaa,  á  dos  principales  oo- 
vsaa:  la  primera,  para  que  vos  dixese  que  él  no 
»  puede  saber  qu^  aoa  la  cabsa  que  vos  haya  movi- 
» do  á  tan  grand  atrevimiento  y  osadía  de  entrar 
»  asi  en  su  Beyno  con  mano  armada,  y  tomar  é  ocu- 
»par  aquesta  su  oibdad,  mas  por  la  traycion  de  al- 
agunes cibdadanos  que  vos  la  dieron,  que  no  por 
o  fuerza  de  armas,  estando  en  hermandad  é  oonfe- 
»  deradon  de  perpetua  paz  con  el  Bey  y  oon  el  rey- 
»no  de  Francia.  E  que  su  Alteza  no  tiene  sonti- 
» miento  tanto  de  la  pérdida  de  esta  oibdad,  que  sin 
» cabsa  ae  la  aveia  usurpado,  quanto  de  la  neoesi- 
»dad  en  que  eatá  por  la  traycion  de  aos  subditos, 
a  Porque  sabida  cosa  es,  que  si  fuera  della  estuvie- 
»ra,  ni  vos,  Sefior  ni  Sefiora,  vos  cnrárades  de  em- 
» prender  tomalla,  ni  vuestro  atrevimiento  ae  que- 
fdara  sin  venganza.  Pero  como  las  cosaa  de  loa  re- 
vyes  aean  juicios  de  Dios,  é  todas  procedan  de  su 
»  divinal  providencia ,  halo  querido  tolerar  con  pa- 
9  ciencia,  eaperando  en  su  infinita  bondad  que  aque- 
sllas  muy  presto  subcederán  en  muy  próspero  au- 
amento  de  su  estado  real,  é  lo  que  agora  eatá  en- 
afermo,  presto  se  convertirá  en  salud,  é  ae  tomará 
Bla  enmienda  que  tales  osadías  uierescen.  La  aegun- 
ada ,  para  saber  que  es  lo  que  á  la  Sefioría  de  vos- 


152 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BEYES  DE  0A8TILLA. 


»otro0  plftoe,  y  qae  oabM  yoa  movió  á  pedir  mi  y»- 
»  nida  4  vuestras  Ezoelenoiasji  El  Oonde  de  Fox  res- 
pondió qoe  la  tomada  de  aqaella  cibdad  solamente 
avia  sóido  para  haeer  prendas  por  los  lagares  de 
Navarra  que  el  Rey  en  los  tiempos  pasados  avia  to- 
mado ;  é  que  á  esta  oabsa  ellos  avian  escripto  á  su 
Real  oelsitud  les  enviase  persona  fiable  con  quien 
pudiese  tratar  é  negociar  sobre  aquello ;  é  pues  yo 
era  alli  venido,  ellos  eran  muy  placenteros.  Des- 
pués de  pasadas  muchas  altercadones  é  largas  ha- 
blas ,  contrastando  sus  soberbias ,  é  respondiendo  á 
sus  demandas,  fué  acordado  entre  ellos  é  mi  y  el 
Obispo  de  Pamplona,  que  era  el  Qobemador  dellos, 
y  por  quien  se  reglan ,  que  oviese  de  enviar  conmi- 
go un  licenciado  suyo,. de  quien  se  naba,  por  Em- 
bazador  al  Bey,  para  que  de  parte  suya  le  suplicase 
dos  cosas:  la  una,  que  su  Alteza  le  quisiese  dar  los 
lugares  que  asi  tenia  en  Navarra ,  é  que  se  entre- 
garía luego  su  dbdad  de  Calahorra;  la  otra,  que 
en  satisfacion  de  los  gastos  que  se  avian  fecho  en 
el  cerco  de  los  dichos  lugares  quando  los^tomó,  que 
le  serviría  con  cierta  gente  quanto  durase  la  guerra 
con  sus  subditos.  Estonces  yo  aceptó  lo  que  asi  de- 
mandaban, pero  con  tal  condición,  que  ellos  no 
aceptasen  trato  ninguno  de  los  caballeros  tiranos, 
ni  los  envia!¿en  mensagero  ninguno.  Y  esto  quiso  yo 
pedir  ó  oabsa  de  un  embaxador,  qoe  alli  estaba  por 
parte  de  ellos.  A  esto  me  respondieron  el  Conde  é  la 
Princesa  su  muger  que  les  plaecia,  é  me  dieron  su 
palabra  Real  de  lo  cumplir.  Aquesto  asi  determina- 
do, tomé  su  embaxador  conmigo,  é  tornóme  al  Rey 
á  Segovia ;  donde  llegados ,  é  venidos  ante  el  Rey, 
en  su  presencia  ó  de  los  del  su  muy  alto  Consejo 
aquel  embaxador  propuso  y  explicó  lo  que  por  sus 
Príncipes  de  Navarra  le  era  mandado.  Óyda  su  fa- 
bla,  el  Rey  le  respondió  que  le  piaseis  de  lo  haoer 
con  tanto  que  pues  le  quería  entregar  los  lugares 
que  ansi  le  demandaban,  que  para  seguridad  é  cer- 
tidumbre de  lo  que  asi  proferían ,  le  o  viesen  de  dar 
en  rehenes  á  Don  Juan,  Sefior  de  Narbona,  é  á  Do- 
fia  María  de  Navarra,  sus  hijos,  con  las  otras  condi- 
ciones que  sobre  aqueste  caso  se  concertasen.  Esto 
fecho  ó  concertado,  y  esta  capitulación  fecha,  man- 
dó el  Rey  que  yo  tornase  ó  los  Príncipes  con  gran- 
des poderos,  para  que  si  los  rehenes  me  fuesen  en- 
tregados ,  les  entregase  los  lugares  é  f  ortalozss  de 
Navarra,  é  alzase  los  pleytos  omenages  ó  los  Al- 
caydes  que  las  tenían ;  asi  mesmo  para  capitular  ó 
negociar  con  ellos  todo  lo  que  me  paresciese  con- 
venible é  necesario.  Y  porque  los  rehenes  que  de- 
mandaba me  fuesen  entregados ,  envió  ciertos  capi- 
tanes suyos  con  trescientos  rocines  á  la  cibdad  de 
Logrofio,    para  traellos   seguramente.  Acordado 
aquesto  con  el  embaxador  é  despedido  del  Rey,  él  y 
yo  nos  partimos  y  fuimos  derechos  ó  Logrofio.  E 
llegados  alli ,  el  liicencíado  embaxador  se  entró  en 
Navarra  para  notificar  á  sus  Príncipes  como  yo  iba; 
los  quales  luego  que  supieron  de  mi  ida ,  me  escri- 
bieron que  me  fuese  ó  la  villa  de  Alf aro ,  porque  el 
Conde  de  Foi^  se  iba  ó  Corella,  una  villa  de  Navar- 
ra que  está  una  legua  de  Alfaro,  Y  como  llegué  ó 


Alfaro,  supe  que  la  venida  del  Conde  de  Fox  á  Co- 
relia,  era  por  mirar  donde  podría  poner  sitio  para 
oeroar  á  Alfaro.  E  sabida  por  el  Oonde  mi  venida, 
envióme  á  descir  que  me  saliese  al  campo ,  donde 
quería  que  hablásemos;  é  salidos,  después  de  mu- 
chas hablas  que  paseando  entre  él  é  mí  pasaron,  sen- 
tí del  que  no  avia  gana  de  cumplir  con  el  Rey  lo 
que  su  embaxador  avia  proferído,  antes  que  de  sal- 
to, si  oviese  oportunidad ,  quería  dar  sobre  Alfaro. 
Como  supe  aquello ,  proveí  luego  muy  seoretamen- 
te,  y  envié  á  llamar  á  dos  capitanea  de  los  que  alli 
el  Rey  avia  enviado  con  gente  para  llevar  los  rehe- 
nes, los  que  se  llamaban,  el  uno  Gomes  de  Boxas, 
é  el  otro  Pedro  Faxardo,  los  quales  vinieron  con 
oient  rocines  de  noche,  sin  ser  sentidos;  proveí  asi 
mesmo  de  muchos  tiros  de  pólvora.  En  este  medio 
tiempo  el  Oonde  de  Fox  se  tomó  á  Tudela,  para 
apercebir  su  gente  é  venir  al  ceroo ;  é  quando  se  par- 
tió de  Corella,  envió  un  Doctor  de  su  Consejo,  que 
se  llamaba  Mosen  Menaute,  y  el  Mariscal  de  Bear- 
ne,  que  viniesen  por  mí  é  me  llevasen  ó  Tudela, 
donde  fui  bien  resoebido  é  aposentado.  E  luego  otro 
día  siguiente ,  el  Conde  de  Fox  y  Is  Prínoesa  dipu- 
taron al  Obispo  de  Pamplona,  é  á  Mosen  Martin  de 
Peralta,  é  al  Doctor  Mosen  Menaute,  é  á  los  Maris- 
cales de  Fox  é  de  Bearae,  para  que  negociasen  con- 
migo cerca  de  las  cosas  por  sus  Príncipes  deman- 
dadas. Estaban  de  mi  parte  como  vasallos  del  Rey, 
Don  Juan  de  Beamont,  Prior  de  Sanct  Juan  de  Na- 
varra, é  el  Conde  de  Lerín  su  sobríno.  E  como  es- 
tuviésemos juntos  altercando  lo  que  se  debía  de  ha- 
cer para  el  bien  de  amas  las  partes,  vi  que  el  Obis- 
po de  Pamplona,  no  solamente  desviaba  la  concor- 
dia, mas  hablaba  con  poco  acatamiento  é  menos  re- 
verencia del  Bey  con  algunas  demostraciones  de 
enemistad.  E  quanto  quiera  que  fué  amonestado  por 
mí,  que  se  honestase  y  midiese  en  sus  palabras, 
visto  que  no  lo  quería  .hacer,  yo  le  dixe:  c  Sefior 
«Obispo,  en  la  tierra  de  los  discretos,  donde  mera 
sla  prudencia,  é  la  nobleza  tiene  parte,  suelen  los 
s  virtuosos  é  los  que  de  limpia  sangre  se  prescian 
•quando  hablan  de  los  Beyes,  tener  mucha  tem- 
iplanza,  mesura é  comedimiento,  mayormente  de 
vaquellos  que  por  la  grandeza  de  su  estado  é  sole- 
snidad  de  su  sangre  son  excelentes ;  é  los  tales  oo- 
smo  vos  les  deben  no  solamente  reverencia,  mas 
B  humilde  sujeción ;  y  los  que  de  otra  manera  lo  ha- 
scen ,  dan  testimonio  de  su  liviandad  y  baxa  crían- 
»za.  Digo  esto,  sefior  Obispo,  para  que  sepáis,  que 
»  quando  los  tales  como  vos  hablan  de  los  Beyes  de 
vCastilla,  han  de  poner  la  boca  en  el  suelo  en  sefial 
sde  humildad,  é  no  con  la  soberbia  que  aveis  mos- 
vtrado  con  poca  temperanza  é  menos  tiento  para  ser 
•perlado.  E  si  vuestro  Príncipe  es  discreto,  ha  de 
s hincar  la  rodilla,  é  pedir  mercedes  como  Principe 
Achico  á  Bey  grande,  qoe  las  sabe  hacer  é  puede. 
»E  pues  tan  desenfrenado  sois  de  la  lengua,  desde 
Bsqui  vos  digo  que  no  quiero  negociar  con  vos,  por- 
sque  la  decencia  de  mi  embaxada  no  lo  oonsiente.» 
Acabada  mi  habla,  Don  Juan  de  Beamont,  que  es- 
taba á  par  de  mí  asentado,  dixo :  «Sefior  Obispo, 


DON  ENRIQUE  OUARTO. 


163 


•bien  pareíoe  á  qaieo  envía  el  Rey  de  Castilla  por 
•embaxador  á  eatoa  aeftorea  PiinoipeB;  6  por  lo  qne 
»aqui  se  voa  ha  dicho,  no  debéis  de  marayillaros  ni 
•tomar  alteración;  porque  debéis  de  saber  que  la 
soasa  de  Navarra  nunca  biso  acatamiento  á  ningún 
•Rey  de  la  christiandad,  salvo  al  do  la  casa  de  Cas- 
>  tilla.  E  pues  vos  fuistes  destemplado  para  hablar 

•  sin  acatamiento  de  tan  alto  Rey,  su  embaxador  vos 
•ha  respondido  como  varón  de  limpia  sangre  é  per- 
•sona  de  orianaa.  Por  eso  no  curéis  de  alteraros, 
•que  sin  dubda  él  ha  fecho  lo  qne  debia  como  leal 
•embaxador ;  é  de  lo  qne  asi  vos  dizo  á  todos  los na- 
•turales  de  Navarra  nos  plasce  é  somos  alegres  de- 
pilo.» Estonces  el  Obispo,  viéndose  confuso,  muy 
oortesmente  se  bol  vio  á  mí,  disciendo  :  aSefior  Em- 
•baxador,  yo  hablé  mas  con  pasión  que  con  mesu- 
•ra ;  protesto  de  lo  enmendar  de  aqui  adelante.s  Pe- 
ro como  él  era  el  mas  principal  de  Navarra  y  esta- 
ba aficionado  á  la  parte  de  los  caballeros  tiranos, 
siempre  desvió  la  conclusión  de  la  concordia,  en 
tal  manera,  qne  ningún  medio  de  paa  se  pudo  to- 
mar. Estonces  vista  su  ailacion  é  las  formas  exqui- 
sitas que  conmigo  tenia ,  dixe  al  Oonde  de  Fox  é  á 
la  Princesa  su  muger  que  les  pluguiese  de  dar  or- 
den como  cumpliesen  conmigo  lo  que  avian  profe- 
rido al  Rey,  mi  soberano  seftor,  con  su  embaxador; 
é  que  si  aquello  no  entendían  cumplir,  que  me  lo 
dixesen,  porque  yo  me  quería  partir,  é  no  expender 
el  tiempo  en  vano.  A  esto  el  Conde  de  Fox  me  res- 
pondió con  alguna  indignación ,  disciendo  que  no 
entendía  de  dar  rehenes  uing^unos,  ni  la  gente  para 
ayudar  al  Rey,  antes  que  si  luego  no  le  daba  los  lu- 
gares de  Navarra,  pomia  cerco  sobre  Alfaro  é  lo  to- 
maría. Estonces  le  respondí :  c  La  villa  de  Alfaro 
•está  á  tan  buen  recabdo ,  que  non  ha  miedo  de  ser 
•tomada ;  é  si  vuestra  Sefioría  la  hace  cercar,  de 
•tanto  vos  certifico,  que  avrá  quien*  vos  la  haga 

•  desoeroar.»  Estonces  el  Conde  de  Fox  con  grand 
furia  me  dixo  que  ninguno  le  baria  levantar  el  cer- 
co sino  Rey,  ó  hijo  de  Rey  poderoso.  Yo  le  respon- 
dí, qne  le  certificaba  é  prometía  que  no  sería  Rey 
ni  hijo  de  Rey  el  que  vemía  á  hacerle  levantar  el 
cerco  por  pura  fuerza  contra  su  grado.  E  pues  qne 
aai  rehuía  de  la  pas,  é  procuraba  la  guerra,  que 
aquella  le  seria  tan  enteramente  dada,  que  á él  des- 
pluguiese de  avalla  comenzado.  E  asi  despedido  del 
é  de  la  Princesa,  me  partí  para  Alfaro,  donde  estu- 
be  por  espacio  de  quatro  días  basteciéndola  é  per- 
trechándola de  las  cosas  necesarias.  E  asi  proveí- 
da, me  salí  derecho  á  Soria  é  á  los  otros  lugares 
de  la  frontera,  apercibiendo  la  gente,  asi  de  caba- 
llo como  peones.  Entretanto  qne  yo  apercebia  la 
gente,  el  Oonde  de  Fox  vino  sobre  Alfaro,  é  le  dio 
doa  combates  muy  ásperos,  donde  con  los  tiros  de 
pólvora  que  traia,  derribó  un  grand  pedazo  del  mu- 
ro. E  quanto  quiera  que  por  quatro  partes  le  pusie- 
ron las  escalas,  los  de  la  villa  se  defendieron  tan 
bien ,  que  los  hicieron  abaxar  de  las  escalas  y  arre- 
drar de  los  muros  de  la  villa.  E  no  solamente  los  va- 
rones se  mostraron  animosos  y  esforzados,  pero  las 
mugares  se  ponían  á  las  almenas,  é  defendían  su 


parte  quanto  podían ,  tirando  muchas  piedras  oon 
hondas  é  mandrones.  Sabido  el  cerco,  dí  grand  príe- 
aa  para  juntar  la  gente,  de  guisa ,  que  en  espado  de 
doce  dias  se  juntaron  mil  é  trescientos  de  á  caballo 
é  oinco  mil  peones.  Iban  por  capitanes  Don  Alon- 
so de  Arellano,  Seftor  de  los  Cameros,  é  con  él  otro 
capitán  qne  se  llamaba  Alvaro  de  Hita.  B  ansí  jun- 
tados, con  mucha  orden  fueron  á  socorrer  á  Alfaro: 
donde  llegados  á  vista  del  real,  el  Conde  de  Fox  se 
levantó  del  cerco,  muy  vergonzosamente  huyendo, 
y  se  fué  á  Tudela.  Luego  dende  á  pocos  dias  se  le- 
vantó la  cibdad  de  Calahorra,  donde  fué  fecho 
grand  estrago  en  los  Franceses  qne  alli  avia  dexado 
el  Conde  de  Fox,  y  de  alli  quedó  grand  enemiga 
entre  los  Navarros  é  Franceses.  De  que  subcedió 
que  Mesen  Fierros  de  Peralta,  Condestable  de  Na- 
varra, sintiendo  la  traycion  que  el  Obispo  de  Pam- 
plona cometía  contra  el  Conde  de  Fox  é  contra  el 
reyno  de  Navarra  é  naturales  de  ella,  lo  mató  á  pu- 
fialadas,  de  que  todos  los  Navarros  fueron  muy 
alegres. 

CAPÍTULO  LXXXIV. 

Como  la  Tlllt  de  Villiéolid  se  ilzó  por  el  Rey,  qae  li  tenias 

loa  UriBos. 

Entretanto  que  las  cosas  de  la  frontera  de  Navar- 
ra pendían ,  acaesció  que  los  vecinos  é  moradores 
de  la  villa  de  ValladoUd,  viendo  la  tiranía  de  los 
caballeros ,  é  lo  que  el  Almirante  avia  fecho  contra 
el  Rey  en  rebolarse  con  aquella  villa ,  que  le  avia 
dado  en  g^uarda  para  su  servicio,  é  como  se  avian 
apoderado  de  ella  los  tiranos,  que  traían  al  Princi- 
pe Don  Alonso ,  llamándolo  Rey ;  considerando  co- 
mo estaban  puestos  en  tan  feo  nombre  de  traydo- 
res ,  como  los  escismátioos  que  los  señoreaban ;  pen- 
sando libertarse  por  dar  la  villa  á  su  Roy,  espera- 
ron disposición  de  tiempo  convenible.  E  como  un 
día  salieron  fuera  los  tiranos  con  su  Príncipe,  para 
ir  á  la  villa  de  Arévalo,  todos  muy  conformes  con 
mano  armada  se  levantaron  por  el  Rey,  disciendo 
t Enriques ;  donde  peleando  con  algunos  de  los  tray- 
dores  que  alli  avian  quedado ,  los  echaron  fuera  de 
la  villa,  y  echados,  enviaron  á  llamar  luego  al  Rey, 
que  viniese  á  tomar  su  villa  é  la  sefiorease  como 
Rey  é  seftor  de  ella.  Sabido  aquesto ,  el  Rey  se  par- 
tió luego  de  Segó  vía  poderosamente,  é  se  fué  allá, 
donde  fué  bien  rescobido  con  muchas  fiestas  é  gran- 
des alegrías.  Estuvo  alli  algunos  dias,  asi  para  so- 
segar 61  pueblo,  oomo  para  dalles  contenUuniento  é 
seguridad  con  su  estada.  En  este  mismo  tiempo 
acaesció  que  el  Almirante  con  propósito  de  guer- 
rear é  hacer  mal  á  los  de  Valladolid,  porque  se 
avian  alzado  por  el  Rey,  envió  secretamente  una  |io- 
che  ciertos  hombres  que  escalasen  á  Simancas,  para 
hacer  en  ella  guarnición  de  gente  contra  ellos;-  >E 
oomo  los  que  asi  fueron  á  escalar  pusieron  las  es-' 
calas,  fueron  vistos  por  los  qne  velaban  la  villa,  y 
prendiéronlos,  é  asi  presos  lleváronlos  á  Vallado- 
lid,  é  fueron  desquartizados  por  justicia.  Pero  pues- 
to que  de  aquestas  cosas  muchas  hacia  Dios  por  el 


154 


OEÓNIOAB  DB  LOS  BVYBS  DB  CASTILLA. 


Bey,  nunca  por  eso  él  qaÍBO  ayndarae,  ni  tomar  oaa- 
dia  de  varón  para  haoerae  temer.  Tampoco  el  Mar- 
qués de  Villena  cesaba  de  lo  perseguir  y  engaftar, 
en  tal  manera,  que  si  el  uno  se  presoiaba  do  hacer 
ongafios,  el  otro  so  deleytaba  en  sofrillos  con  pa- 
ciencia. Quando  el  Marqués  de  Villena  vio  que  el 
partido  del  Rey  iba  cresciendo  y  el  suyo  se  apoca- 
ba, é  las  voluntades  de  todos  se  aflacaban  contra 
él,  porque  ya  se  descubrían  su  tirana  condición  é 
poca  verdad  con  que  se  contrataba ,  para  contentar 
á  los  caballeros  de  su  valia ,  acordó  con  ellos  de  tra- 
tar vistas  con  el  Roy  para  prendello,  de  que  el  Rey 
fué  avisado  por  algunos  que  lo  deseaban  servir, 
aunque  seguían  agono  partido,  é  ansi  denegó  las 
vistas,  y  en  su  lugar  envió  al  Obispo  de  Calahorra 
y  á  Juan  Fernandez  Galindo  que  se  viesen  con  él ; 
de  que  ningún  buen  fruto  ni  conclusión  de  paa  se 
pudo  tomar.  B  quando  quiera  que  de  contíno  se  des- 
cubrían sus  cabtelosas  formas  é  dafiados  propósitos 
de  mal  hacer,  nunca  el  Rey  perdió  la  gana  de  que- 
rerlo tornar  á  su  servido  y  hacer  pas  con  él.  De  que 
no  pocos  deservicios  se  le  recrescieron,  no  solamen- 
te por  querer  á  quien  contino  le  deshonraba  é  pro- 
curaba su  perdición ,  mas  porque  á  esta  oabsa  se  ati- 
biaron  los  corazones  de  los  que  lealmente  le  avian 
seguido  é  servido  en  su  necesidad ;  é  asi  arredrá- 
banse de  su  Corte ,  y  no  curaban  de  ir  á  ella.  Verdad 
es  que  ni  aun  por  esto  la  casa  do  Mendoza,  el  Mar- 
qués de  Santillana ,  y  el  Obispo  de  Bigucnz<i  é  los 
otros  sus  hermanos  dejaron  de  ser  siempre  leales ,  é 
Don  Pedro  Fernandez  de  Velasco,  Cohde  de  Haro, 
Don  Juan  de  Acufia,  Conde  de  Valencia,  Don  Al- 
var Pérez  de  Osorio,  Marqués  de  Astorga  y  Conde 
de  Trastamara,  y  Don  Beltran  de  la  Cuera,  Duque 
de  Alburquerque  y  Conde  de  Ledesma ,  el  Conde  de 
Cabra  é  sus  hijos,  Don  Miguel  Lucas  do  Iranzo,  Con- 
destable de  Castilla  con  la  cibdad  de  Jahen ,  Martin 
Alonso,  Sefior  de  Aloabdete,  y  Pedro  de  Mendoza, 
Sefior  de  Almazan,  que  jamás  hicieron  mudanza, 
mas  siempre  estuvieron  firmes  en  el  servicio  del 
Bey.  B  después  que  el  Rey  ovo  sosogado  la  villa  de 
Valladolid,y  echado  fuera  los  sospechosos,  dezó 
alli  alguna  gente  en  guarda  de  ella ,  y  partióse  para 
Segovia. 

CAPÍTULO  LXXXV. 

De  lo  qse  inbeedló  deipies  de  venido  el  Rey  á  Stf  ovU, 

Vino  el  Rey  á  Segovia ,  donde  páreselo  hallarse 
con  mas  prosperidad,  que  primero,  por  ave^  reco- 
brado á  ValladoliQ ,  y  aun  porque  algunos  Grandes 
del  Reyno  se  le  enviaban  á  ofrecer  con  ganosa  vo- 
luntad de  servillo  por  el  desgrado  é  contentamiento 
malo  que  tenían  de  las  formas  interesales  que  el 
Marqués  de  Villena  traía  con  todos.  B  si  como  el 
Rey  tonia  afición  con  él  é  avia  gana  de  su  amistad, 
le  quisiera  ser  entero  enemigo,  todos,  ó  la  mayor 
parte  de  los  que  seguían  á  la  parte  contraria  de  su 
hermano ,  se  vinieran  á  su  servicio.  B  no  menos  el 
Principe  avia  gana  de  se  tomar  á  su  servicio  y  som- 
bra é  obediencia  por  el  mal  contentamiento  que  te- 


nia. Bi  qual  intentó  de  lo  hacer,  salvo  que  fué  sen- 
tido, é  le  pusieron  en  grandes  temores ,  disciendo 
que  lo  matarían  con  yervas,  si  se  pasaba.  Bstando 
asi  las  cosas  en  calma ,  sin  oonolusion  ni  esperanza 
de  ooncordia,  vino  el  Arzobispo  de  Sevilla  JD.  Alon- 
so de  Fonseca  oon  un  trato  secreto ,  grave  é  no  ho- 
nesto por  parte  de  Don  Pedro  Girón,  Maestro  de 
Calatrava ,  con  acuerdo  é  consentimiento  del  Mar- 
qués de  Villena  su  hermano,  diciendo  que  si  el  Rey 
le  daba  á  la  Infanta  Dofia  Isabel,  su  hermana,  por 
muger,  que  lo  vemia  á  servir  oon  tres  mil  lanzas 
á  su  costa ,  é  le  prestaría  setenta  mil  doblas,  é  su 
hermano  el  Marqués  de  Villena  prometía  de  se  ve- 
nir luego  á  su  servicio,  y  traer  al  Principe  su  her- 
mano é  ponello  en  su  poder ,  en  tal  manera,  que  se- 
ria luego  mas  pacifico  Rey  que  de  primero.  B  como 
el  Rey  estaba  deseoso  de  la  paa  según  su  condición, 
y  visto  el  ofrescimiento  de  entrambos  hermanos, 
aceptó  el  trato  oon  deliberada  gana  de  lo  hacer ;  é 
asi  dado  su  consentimiento  para  ello,  fué  acordado 
que  él  mandase  ir  de  su  Corte  al  Duque  de  Albur- 
querque y  al  Obispo  de  Calahorra.  B  como  entram- 
bos anduvieron  siempre  en  propósito  é  voluntad  de 
obedesoer  y  servir  al  Rey ,  el  Duque  de  Alburquer- 
que se  fué  á  sus  villas  de  Cuéllar  y  Roa,  y  el  Obis- 
po de  Calahorra  á  la  cibdad  de  Guadalaxara  con  sus 
hermanos.  Bl  Arzobispo  de  Sevilla  quedó  oon  el  Rey 
entendiendo  en  el  negocio  que  traía,  y  en  las  cosas 
del  Consejo,  B  como  el  concierto  del  casamiento  es- 
tuviese capitulado  oon  las  seguridades  é  firmezas 
que  para  ello  convenían  para  entrambas  las  partes, 
el  Roy  con  grand  placer ,  esperando  la  venida  del 
Maestre  de  Calatrava,  envióle á  decir  que  se  vinie- 
se lo  mas  presto  que  pudiese ;  el  qual  se  partió  lue- 
go de  Almagro  con  grand  poder ,  asi  de  gente  como 
de  dinero.  Pero  como  los  juicios  de  Dios  son  de  tan 
altos  misterios  y  profundos  secretos,  puesto  que 
los  hombres  proponen ,  el  infinito  poder  de  su  pro- 
videncia dispone  lo  que  le  plasce.  B  asi,  como  el 
Maestre  de  Calatrava  viniese  con  aquel  proposito 
de  casar  con  la  hermana  del  Rey,  é  no  queriendo 
Dios  lo  concertado ,  é  no  dando  lugar  á  tan  grand 
falsedad ,  súpitamente  le  tomó  en  el  camino  el  mal 
de  la  muerte ,  en  tal  manera ,  que  dentro  de  diez  dias 
murió,  mas  con  poca  devoción,  que  como  oathólico 
Christiano  debia  morir,  en  tal  manera,  que  su  da- 
fiado  propósito  no  pudo  aver  efecto,  ni  idcanzar  lo 
que  procuraba.  De  la  muerte  suya  fué  el  Rey  muy 
pesante,  porque  se  tenia  por  cierto  que  oon  su  ve- 
nida recobraria  su  estado. 

CAPÍTULO  LXXXVL 

De  lo  qae  ssbeedld  deipoet  de  U  mnerte  del  MaeiUe  de 

CalttnTa. 

Aunque  alguna  turbación  ovo  en  la  voluntad  del 
Rey  por  la  muerte  del  Maestre  de  Calatrava  (por- 
que se  tonia  por  supuesto ,  que  tomaría  en  su  prós- 
pero estado  por  él,  si  o  viera  efecto  su  venida),  fué 
provechosa  para  la  honra  é  prosporídad  de  la  Inf  an- 
i  ta  DofU  Isabel ,  por  lo  que  después  subo^ó  en  su- 


DON  ENBIQUB  OUABTO. 


165 


blimadon  de  an  Real  penona.  B  ad  maerto  Don 
Pedro  Qiron,  quedó  su  Maertradgo  en  Don  Alonso, 
BU  hijo ,  por  TÍrtud  de  una  Bulla  Apostólica  que  avia 
ganado,  en  que  el  Papa  dispensaba  que  el  hijo  des- 
pués de  la  yida  del  padre  snboediese  el  Maestradgo, 
é  asi  fué  luego  obedesddo  por  los  caballeros  do  la 
Orden.  Empero  así  el  Maestradgo,  como  el  sefiorío 
del  Condado  de  ürofia ,  por  otro  hermano  del  nuevo 
Maestre,  todo  quedó  al  mando  ó  gobernación  dol 
Marqnós  de  Vlllena,  porque  á  la  verdad  tenia  seso 
7  prudencia,  para  la  administración  de  aquello  é  do 
otra  mayor  cosa.  Entretanto  que  las  cosas  estaban 
en  calma  sin  declinación  de  pas  ni  de  guerra ,  mas 
todos  de  una  parte  y  de  otra  sospechosos  y  con  po  • 
ca  oonfiansa,  subcedió  que  el  Conde  de  Beuavente, 
hallándose  avergonzado  é  confuso ,  por  aver  sido 
contra  el  Bey  en  las  cosas  pasadas  en  su  deservicio, 
queriendo  enmendar  el  yerro  pasado,  trató  secreta- 
mente con  él,  suplicándole  que  lo  quisiese  perdo- 
nar é  tomarle  por  suyo ;  de  que  el  Bey  fué  muy 
contento.  B  como  por  estonces,  sobre  cierto  tracto 
é  oonveniencia  que  hiso  con  el  Alcayde  de  Portillo, 
ovo  la  f  ortalesa  de  su  mano  é  apoderóse  de  la  villa, 
é  asi  apoderado ,  suplicó  al  Bey  que  le  hiciese  mer- 
ced de  ella,  lo  qual  el  Bey  liberalmente hizo,  é  |;ola 
confirmó ;  por  donde  le  páreselo  al  Conde  quedar  en 
mayor  obligación  de  lo  servir  de  allí  adelante.  E 
visto  el  descontentamiento  que  el  Bey  tenia  del  Ar- 
zobispo de  Toledo ,  así  por  la  fealdad  que  hizo  quan- 
do  se  rebeló  contra  él  con  la  Mota  de  Medina  dol 
Campo  y  con  la  cibdad  de  Avila,  donde  fué  oabea- 
dor  de  la  scisma  que  allí  se  hizo ;  y  no  solamente 
aquello ,  mas  iriempre  trabajaba  por  lo  deservir  y 
enojar,  y  poner  la  lengua  en  él  sin  temperahsa  nin- 
guna ( verdad  es  que  los  que  una  vez  yerran  en 
eiqpecial  tan  gravemente  como  él ,  nunca  jamás  se 
enmiendan ,  antes  siempre  aorescientan  é  multipli- 
can en  el  mal),  el  Conde  de  Benavente  deseando  ha- 
cer algún  servicio  agradable  al  Bey ,  é  visto  que  el 
Arzobispo  traía  al  Príncipe  de  su  mano,  que  él  é 
los  otros  caballeros  de  lascisma  Uamaban  Bey,  mas 
para  colorar  su  feo  insulto  que  para  dar  paz  é  sosie- 
go ,  é  mas  para  tiranizar  que  para  administrar  jus- 
ticia ;  queriendo  hacer  algún  servicio  agradable  al 
Bey,acaesció  que  pasando  el  Príncipe  de  Toledo 
para  Arévalo,  acompafiándole  el  Arzobispo  é  los 
otros  sus  parciales  que  lo  seguían ,  salvo  el  Marqués 
de  Vlllena,  que  se  avia  quedado  en  su  tierra,  vinie- 
ron una  noche  á  dormir  á  Portillo,  donde  el  Conde 
los  rescibió  muy  bieh  é  con  mucho  amor.  El  Prín- 
dpe  fué  aposentado  en  la  fortaleza,  y  el  Arzobispo 
é  los  otros  caballeros  en  la  villa.  E  luego  otro  día 
siguiente  por  la  mafiana,  qnando  todos  aquellos  se- 
fiores  vinieron  juntamente  á  la  puerta  de  la  fortale- 
za ,  y  esperaban  al  Príncipe  para  partir,  el  Conde 
de  Benavente  envió  á  desdr  al  Arzobispo  que  se 
fuese  en  buen  hora,  porque  el  Príncipe  no  avia  do 
andar  mas  debazo  de  su  mando,  ni  andar  coica  de 
él ;  de  que  el  Arzobispo  se  sintió  muy  amenguado. 
Por  manera  que  la  enemiga  entre  él  y  el  Conde 
estuvo  grimd  tiempo  arraigada.  Pero  porque  el  Mar- 


qués de  Vlllena  nunca  daba  lugar  á  rotura  ninguna 
entrS  los  caballeroe  de  su  partido,  después  que  tor- 
nó de  su  tierra,  tuvo  forma  de  los  conformar  en 
amistad,  aunque  las  voluntades  siempre  estuvieron 
dafiadas.  De  aquesto  que  hizo  el  Conde,  se  tuvo  el 
Boy  por  muy  servido ,  on  tal  manera ,  que  lo  tuvo 
por  mucho  suyo ,  para  hacerle  grandes  mercedes.  B 
como  ol  Conde  sintió  quo  ya  le  tenia  ganada  la  vo- 
luntad, envió  á  suplicarle  quisiesee  hacerle  merced 
del  Maestradgo  deBanctiago,  pues  que  no  avia  Maes- 
tre, ni  Administrador  que  lo  gobernase;  lo  qual  ol 
Bey  se  lo  otorgó  liberalmente  con  mucho  amor.  Es- 
tonces el  Conde  de  Benavente ,  fiándose  del  Mar- 
qués de  Villena  su  suegro,  creyendo  que  le  ayuda- 
ría é  sería  buen  padre  para  él ,  hizoselo  saber  para 
que  le  diese  su  voto  é  consentimiento ;  el  qual  se  lo 
otorgó  mas  con  la  boca,  que  con  el  corazón ;  por- 
que luego  procuró  secretamente  de  lo  aver  para  sí ; 
porque  aquel  fin  lo  avia  movido  á  todo  quanto  mal 
hizo  contra  su  Bey.  E  así  con  sus  cabtelosos  modos 
trató  con  los  Comendadores  de  la  Orden  para  que  le 
[  eligiesen  por  Maestre,  según  que  adelante  será  re- 
)  contado ,  en  tal  manera ,  que  mostrando  ayudar  al 
hiemo ,  lo  reoabdó  para  sí ;  de  donde  se  reoresció  la 
enemiga  entre  ellos  muy  grande  y  criminosa,  según 
lo  que  recontará  la  historia  adelante  por  su  pro- 
ceso, r 

CAPÍTULO  LXXXVII. 

Cobo  el  Rey  é  eierlos  eaballeros  del  bando  contrario  te  Jaataron 
es  la  Tilla  de  Coea ,  pata  dar  alg lo  medio  de  pax,  é  no  ae  dIÓ. 

Las  muertes  y  robos  ó  males  que  se  hacían  por  to- 
das las  partes  del  Beyno,  eran  tales  é  tantas,  é  tan 
disolutos  é  feos  sin  temor  de  Dios  por  falta  de  jus- 
ticia y  ezecucion  de  ella,  que  ninguna  gente  no 
osaba  caminar  ni  salir  de  poblado ,  «n  tal  manera, 
que  apenas  tenían  seguridad  en  sus  casas.  E  como 
los  pueblos  se  viesen  tan  afligidos  y  puestos  en 
tanta  necesidad  é  peligro ,  inspiró  Bíos  en  ellos  de 
tal  guisa ,  que  todas  las  cibdades ,  y  villas  é  luga- 
res se  movieron  é  conformaron  para  hacer  herman» 
dad ;  por  donde  se  remediaron  los  trabajos ,  y  se  dio 
seguridad  on  los  caminos,  de  tal  guisa ,  que  ya  las 
gentes  andaban  sin  miedo  por  todas  partes.  Verdad 
es  que  los  malos  é  de  malvados  deseos,  ansí  los 
del  bando  del  Bey,  como  de  los  tiranos,  trabajaron 
porque  no  se  hiciese,  é  después  de  fecha,  procura- 
ban de  desbaratarla;  poro  plugo  á  la  bondad  de 
Dios ,  que  sus  dafiados  deseos  no  se  pudieron  cum- 
plir. E  porque  el  Bey  la  quería ,  y  daba  todo  su  fa- 
vor para  ella,  prevaleció  en  tanto  grado,  que  por 
los  muchos  castigos  que  se  hacían ,  fué  cabsa  de  tan 
gran  sosiego  é  de  ser  cada  uno  sefior  de  lo  suyo.  E 
así  haciendo  sus  congregaciones  á  ciertos  tiempos 
en  diversos  lugares ,  ordenaron  singulares  estatutos 
é  leyes.  E  como  ya  estuviesen  en  grand  prosperidad 
ajuntadoB  en  la  villa  de  Tordesillas ,  ol  Boy  me  man- 
dó que  yo  les  escribiese  esta  carta  siguiente: — 
a  Dado  vos  os  el  poderío  de  Dios :  por  tanto  quien 
» quisiere  puede  razonaren  qualquier  ajuntamiento. 


166 


OBÓNIOAB  DB  LOB  RETES  DE  0A8TÍLLA. 


ft  quanto  aqaello  qae  se  traUmas  general  se  demaee- 
» tra,  y  tanto  de  aquello  entre  ellos  dupntar,  qiílm- 
»to  el  oomun  interese  lo  toma  cabea  propia;  por- 
«  que  allí  donde  el  bien  ó  el  mal  de  todos  en  común 
»  se  trata,  quien  quiera  tiene  licencia  de  llegar  á  dar 
»  su  voto ,  como  sea  cosa  cierta  que  la  mesma  pro- 
«piedad  hace  á  cada  uno  juez  de  lo  suyo,  é  presta 
«osadía  de  hablar  en  guarda  do  su  derecho.  Por 

>  ende,  padres  conscriptos  ó  honorables  sefiores,  oy- 
sdas  las  nuevas  de  vuestra  congregación,  como 
V  por  la  bondad  de  Dios  érades  ajuntados  para  rede- 
»  mír  é  reparar  las  grandes  vexaciones,  los  feos  in- 
»sultos,  los  públicos  robos,  las  grandes  tiranías,  ó 

>  las  nefandas  infamias  de  aquestos  cuitados  é  mal 
«aventurados  Beyuos,  por  nuestros  pecados  entre 
»  ellos  venidos ;  quise  asi  como  uno  de  sus  hijos,  ven- 
Bcido  de  piedad  é  condolido  de  sus  males,  ante 
»  vuestro  consistorio  entregerir  algún  dicho,  no  por- 

>  que  aquel  pueda  hacer  largo  edificio,  mas  porque 
«delante  varones  tan  famosos,  donde  la  prudencia 
«  parece  tener  mayor  vigor  é  fuerza,  sea  presentado 
«y  se  muestre  mi  deseo.  ¿Quién  fuera  poderoso  en 
«tanta  conformidad  á  juntar  tan  grandes  gentíos, 
«si  la  mano  de  aquella  soberana  bondad,  por  su  in- 
«  finita  clemencia ,  en  ello  no  pusiera  su  gracia?  Los 
»  quales  venidos  con  deseo  tan  cathólico,  allegados 
«con  propósito  tan  noble,  fechos  conformes  con 
«  celo  tan  justo ,  de  tan  diversas  voluntades  tomadas 
«  en  una ,  de  tan  varios  corazones  reducidop  en  un 
nquerar,  é  todos  finalmente  tras  un  virtuoso  fin 
«aguijando,  bien  paresce  sin  duda  lo  tal  ser  des- 
«  cendido  del  cielo ,  é  propio  nombre  de  sancta  her- 
» mandad  aver  alcanzado.  \  O  bienaventurados  los 
« días  en  que  tal  obra  se  hizo  y  tíempos  dignos  de 
«  gloria,  que  tal  merced  rescibieron ,  que  levantase 
9  Dios  á  los  baxos  en  confusión  de  los  mayores,  des- 
«pertase  los  flacos  en  vergüenza  de  loe  fuertes,  é 
«  privase  del  consejo  á  los  grandes ,  para  dallo  á  los 
«chicos I  Podremos  pues  por  ello  desoír,  cantando 
«con  el  Profeta  :  Aquesto  es  fecho  por  Dios,  y  es 
«  maravilloso  en  nuestros  ojos.  Pero  si  en  ellos  fuen- 
» te  de  lágrimas  dolorosas  nos  pudiese  ser  empresta- 
«  da,  |ó  quán  bien  paresciera  sin  duda,  para  que  pu- 
»  diésemos  llorar ,  no  con  David  los  muertos  de  su 
«  pueblo,  ni  con  Jeremías  los  cautivos  de  sus  pro- 
«  vincias,  mas  como  nuestro  Salvador  la  destrayoion ' 
«de  Jerusalen,  la  destruycion  é  perdimiento  de 
«  nuestra  mezquina  Espafial  La  qual  por  mayor  do- 
« lor  es  ya  tomada  en  menosprecio  de  las  gentes  vi- 
«tuperio  de  los  estraftos,  conseja  de  los  viandan- 
» tes,  é  comparación  de  todas  las  miserias.  ¡O  tierra 
«  desconsolada  cubierta  de  maldición  1 1 0  reyno  sin 
«  abrigo  cercado  de  tantas  infamias!  |0  naden  avil- 
«tada  llena  de  tantos  denuestos,  que  si  algunos 
«  hasta  aquí  de  ser  castellanos  por  el  mundo  se  pres- 
«  ciaban ,  do  quier  que  ahora  fueren ,  por  baldón  se- 
«rin  desechados  1  ¿A  quién  seremos  ya  buenos, 
«  quando  á  nosotros  somos  malos?  ¿De  quién  avre- 
«mos  piedad,  quando  á  nosotros  somos  crueles? 
»  ¿Ouién  nos  querrá  por  amigos ,  quando  asi  nos  des- 
« truymos ,  seyendo  todos  hijos  de  una  patria?  E  no 


«solamente  aquesto ,  mas  aun  por  mayor  dolor  fe« 
«cbos  desvatadores  de  nuestros  propios  bienes,  di- 
«sipadores  de  la  honra,  ministros  de  los  engafios, 
»  maestros  de  la  maldad,  inventadores  de  los  yer- 
«  ros ,  oabsadores  de  los  insultos,  padres  de  la  oruel- 
«  dad,  6  de  la  natura  enemigos ,  perversos  para  to- 
«  dos ,  é  á  nosotros  peores ;  puestos  en  la  onmbre  de 
«todas  las  blasfemias  é  infamias,  é  tomados  bebe« 
«  dores  del  vino  de  la  Babilonia ;  ni  la  potencia  de 
«  Dios  nos  espanta,  ni  su  grandeza  nos  atemoriza, 
«  ni  su  justicia  nos  castiga ,  ni  su  bondad  nos  refre« 
«  na,  ni  sus  juicios  nos  enmiendan ,  ni  sps  amoríos 
«  nos  convierten,  ni  el  morir  nos  pone  miedo,  ni  la 
«memoria  del  infiemo  nos  quita  del  mal  vivir.  E  así 
«  atraydos  en  seso  tan  reprobado.  Lacemos  lo  que  nos 
«  conviene ,  porque  sea  cumplido  en  nosotros  aque- 
«lio  del  Sapiente  que  dice :  ¿  Qué  será  de  aquellos 
«  que  hayeron  de  mí,  oa  prevaricaron,  6  serán  des- 
«truydos?  |  O  venerables  canas  de  los  castellanos 
«  envejecidas  en  mal,  para  ver  tantas  angustias!  |0 
«tierna  juventud  I  (O  varonil  mancebía  sin  dubda 
«mal  empleada  en  vida  tan  vergonzosa!  |  O  siglos 
«  atribulados  de  los  Beynos  de  Oastilla,  que  en  tan- 
«to  abatimiento  la  trazo  su  desventura!  ¿A  dónde 
» se  bolverá  que  tristeza  no  la  cerque  y  angustias 
«  no  la  rodeen  ?  Ga  sus  grandes  valentías  convertidas 
n  son  en  robos ,  la  verdad  en  falsedades ,  la  justicia 
«  en  tiranías,  la  virtud  en  grandes  vicios,  la  gloria 
«  en  deshonor ,  la  firmeza  tan  presciada  tomada  es  á 
«  viva  quid  I  vence.  Donde  ni  á  los  generosos  la  su 
« limpia  sangre,  ni  á  los  sabios  su  ciencia,  ni  á  los 
«  grandes  el  estado ,  ni  á  los  buenos  la  verdad,  ni  á 
«los  justos  la  limpia  vida,  ni  á  los  caballeros  las 
«  armas, ni  á  los  oficiales  su  trabajo,  ni  á  los  reli- 
«  giosos  su  apartamiento,  ni  á  los  labradores  el  ara- 
«  do  podrán  absolver  de^la  infamia ,  ni  librar  del  feo 
«  apellido ;  porque  con  Jeremías  llorando,  podremos 
«  sin  consuelo  desoír :  Caída  es  la  corona  de  nuestra 
« cabeza,  y  en  triste  llanto  tomada  la  dulce  vihue- 
« la.  Mas  vosotros ,  honorables  sefiores,  á  quien  des* 
«pertó  la  virtud,  para  reparo  de  tantos  males,  á 
«  quien  ensalzó  la  divinal  demencia,  para  librar  los 
«afligidos,  cuyo  espejo  es  la  verdad,  cuyo  fin  el 
«bien  común,  é  cuya  grand  fortaleza  tomará  el 
«Beyno  en  su  ser;  con  cuya  vigorosa  mano  los  pue- 
«  bles  son  defendidos ;  en  cuyo  valor  y  esfuerzo  es- 
«  peramoB  aver  paz ;  á  cuya  sombra  é  amparo  son 
«  seguros  los  caminos ;  y  en  cuyo  sancto  favor  vivi- 
«  remos  en  justicia :  vosotros  sois  los  cabdillos ,  vos- 
«  otros  los  defensores,  por  cuya  fuerza  é  abrigo  será 
«  mejorada  la  honra,  restituida  la  fama ,  ensalzada 
« la  Beal  Corona ,  multiplicados  los  bienes ,  honra- 
«dos  los  virtuosos,  galardonados  los  buenos,  esti- 
«mada  la  escíencia,  conoscidos  los  malos,  é  casti- 
«  gados  sus  yerros.  E  dguiendo  el  justo  camino  que 
«tends  encomenzado,  aviendo  compasión  de  nues- 
« tras  tribuladones,  vencidas  de  piedad  vuestras  en- 
« trafias,  doledvos  por  solo  Dios  en  amor  de  caridad, 
«  vos  requiero ,  ó  suenen  en  vuestras  orejas  los  ge- 
«  mides  de  los  pobres,  las  lágrimas  de  las  viudas,  la 
«  sin  razón  de  los  huérfanos ,  la  muerte  de  tantas 


DON  ISHÍtIQÜE  CÜÁBTO. 


167 


k  genioi,  el  despojo  de  los  templos,  la  inregularidad 
s  de  los  profanos,  la  persecaoion  7  escándalos  de  la 
s  patria,  madre  nuestra ,  7  el  falso  adulterio  de  ella, 
s  en  que  f onsadamente  la  tienen.  Salid  con  yaestros 
»  pendones ;  desplegnense  las  banderas,  qne  dios  so- 
sbrepnjarán  á  ciento,  é  donto  serán  mil,  é  mil 
»  vencerán  á  todos ;  qne  si  Yosotros  no  f aerados,  7a 
B  dexará  de  ser  OastiÚa ;  si  no  vos  levantáredes  ago- 
s  ra,  ella  ca7era  para  siempre ;  é  si  Dios  no  vos  des- 
»  pertára,  ella  sin  ningnn  reparo  dormiera.  |0  pues, 
B  padree  conscriptos  é  venerables  Sefiores  I  si  fuertes 
»en  las  batallas  hasta  aquí  tos  demostrasteis,  for- 
«tfsimos  varones  agora  vos  conviene  qne  seáis;  por- 
B  que  puestas  las  manos  á  ello ,  mas  vuestra  virtud 
•  que  su  maldad  prevalezca,  é  mas  vuestra  ver- 
B  dad  que  su  errada  sobrepuje.  Catad  que  la  glo- 
B  rí^  de  Espafia ,  7  la  grand  corona  de  ella  en  vues- 
B  tras  manos  es  puesta ;  é  si  celo  de  Dios  6  de  justí- 
Bcia,  é  si  amor  de  la  república,  7  del  bien  común 
B  de  ella,  é  si  deseo  de  la  pas  7  sosiego  de  los  Be7- 
Bnos  vos  mueve,  como  creerse  debe,  no  se  pasen 
bIos  dias  en  vano,  ni  los  tiempos  sin  provecho,  ago- 
Bra  qne  él  menester  lo  demanda,  é  la  necesidad  lo 
B  requiere.  Que  si  de  esto  por  ventura  vos  dezáse- 
B  des,  como  lo  sospecho ,  gran  desmerecimiento  da- 
Bríades  á  vuestras  personas,  mostrando  vimblemen- 
B  te  que  por  grandes  culpas  vuestras  érades  torna- 
B  dos  indignos  de  tan  sánete  seguimiento.  Ni  por 
B  eso  tampoco  se  entienda  que  proceder  de  ligero  é 
B  con  alguna  pasión  de  parcialidad  é  aficionada  con- 
B  tra  rasen  sería  servicio  de  Dios ,  ni  cabsa  de  pros- 
Bperidad;  como  á  los  que  en  tan  alta  cumbre  son 
B  asentados  oomo  vosotros  no  convenga,  antes  sea 
Bmu7  peligroso, ser  á  los  unos  afidonados  jueces,  7 
B  á  los  otros  adversarios ;  ni  tampoco  afición  nín- 
B  guna  agena  de  la  verdad  vos  ha  de  hacer  g^uiar 
B  ni  mover ,  antes  como  ágenos  7  despojados  de  todo 
B  amor  é  enemistad  tener  igual  el  peso  7  el  ceptro 
B  de  justicia,  dando  ácada  uno  lo  que  SU70  fuere, 
Bsin  usurpar  su  derecho;  porque  no  venga  sobre 
B vosotros  aquello  de  la  Sapiencia,  que  se  dice: 
1  Siendo  ministros  del  Re7no,  juzgasteis  injusta- 
B  mente,  sin  guardar  las  le7es  de  la  justicia ,  ni  se- 
B  guir  la  voluntad  de  Dios ;  por  eso  verná  sobre  vos- 
B  otros  cruel  espsnto ;  ca  será  fecho  durísimo  jnlcio 
B  sobre  aquellos  que  presiden.  E  si  algunos  ha7, 
1  como  no  dudo ,  en  que  lo  tal  fuera  sentido,  ma7cr 
B  sea  la  tardanza  de  sabello ,  que  de  ser  lanzado  f  ue- 
B  ra  de  vuestra  congregadon ;  porque  si  los  afios  pa- 
Bsados  así  se  hiciera,  no  se  viera  tan  derribada 
B  vuestra  fuerza ,  ni  tan  abatido  vuestro  poder  oomo 
B  sabéis  que  se  vio.  Por  tanto ,  pues  quiso  Dios  que 
B sanase  7  así  prevaleciese,  diré  70  á  vosotros,  ho- 
1  norables  Seftores ,  aquellas  palabras  de  nuestro  Sal- 
Bvador,  qne  á  el  ciego  alumbrado  dizo :  Gata  que 
seres  7a  sano ;  no  peques  de  aquí  adelante,  porque 
Bpeor  no  t^  acontezca.  Por  tanto  vos  requiero  que 
Bochando  el  veneno  fuera  de  vuestro  consejo,  é  la 
Bponzofia  fuera  de  vuestra  goberoaaion,  tomando 
B  aquello  que  buenamente  podéis  alcanzar  sin  peH- 
B  gro ,  con  sanas  voluntades  procedáis ;  porqne  el  po- 


B dorio  de  Dios  á  vosotros  dado,  la  virtud  de  su  al- 
B  teza  lo  guie  é  la  sancta  hermandad  prevalezca.B  •* 
En  este  medio  tiempo  andando  la  vanidad  de  los 
tratos  entre  el  Re7  é  los  caballeros  tiranos ,  fué  con- 
cordado con  el  Be7  se  fuesen  á  juntar  ciertos  caba- 
lleros del  bando  contrario  en  la  villa  de  Ooca,  so  la 
salva  guarda  de  Don  Alonso  de  Fonseca,  Aiaobis- 
po  de  Sevilla,  así  porque  la  villa  era  sa7a,  como 
porque  entrambas  las  partes  se  fiaban  del  sin  sospe- 
cha. Y  porque  algunos  de  los  tiranos  se  estaban  en 
sus  tierras  é  no  avian  gana  de  venir  allí,  acordaron 
que  todos  los  que  no  viniesen ,  cada  uno  enviase  su 
hijo  ma7or  en  rehenes,  para  que  estuvieran  por  lo 
que  allí  se  concertase  7  conclu7ese.  Mas  como  el 
Marqués  de  Villenaeramas  amigo  de  los  tratos  que 
del  oonderto,  é  le  píasela  mas  andar  en  pendencias 
que  tomar  conclusión  de  paz  ni  sosiego ,  fueron  ta- 
les sus  astudas,  é  tan  cabtelosas  sus  formas,  qne  á 
cabo  de  veinte  dias  que  allí  estuvieron,  ningún  me- 
dio ni  provecho  se  sacó  de  su  estada,  é  salieron  de 
allí  tan  sin  fruto  como  de  las  vistas  é  juntamientos 
pasados,  antes  con  ma7or  discordia  que  de  prime- 
ro. Así  el  Be7  se  tomó  á  Segovia,  é  los  caballeros  á 
la  villa  de  Arévalo. 

CAPÍTULO  LXXXVIII. 

Como  la  Tilla  de  Madrid  foe  pneata  es  poder  del  Anobiapo  de  Se- 
villa, para  qoe  allf  ae  Jantaaen  el  htj  é  ciertoa  eaballeroa  del 
bando  eontrarto,  i  dar  orden  en  la  pax ,  é  lo  qne  allí  anbcedld. 

Qoanto  quiera  que  muchas  vistas,  é  ajuntamien- 
tos  se  hicieron,  para  dar  medio  en  los  trabajos  del 
Re7no,  nunca  en  ninguno  de  ellos  se  concla7Ó  paz 
ni  concordia ,  antes  los  trabajos  é  males  se  enoen  • 
dian  tnos  de  cada  dia ,  en  tal  manera,  que  siempre 
crescia  ma7or  fuego  sin  aver  quien  lo  matase ;  por- 
que el  Marqués  de  Villena  quería  pendendas  sin 
conclusión  7  tratos  sin  dar  remedio.  E  como  7a  mu- 
chas personas,  ansi  grandes  señores,  cpmo  religio- 
sos 7  varones  de  consciencia  lo  afrentaban,  é  daban 
mucha  culpa,  disciendo  que  de  los  insultos  7  males 
que  se  hadan ,  él  tenia  la  culpa,  porque  sus  propios 
intereses  no  daban  lugar  á  la  paz,  por  donde  serian 
excusadas  las  muertes  7  robos  7  escándalos  é  albo- 
rotos del  Re7no ;  asi  viéndose  afrentado,  mas  para 
colorar  sus  tiranos  deseos ,  que  para  arredrarse  de 
su  acostumbracla  voluntad  é  condidon  de  mal  hacer, 
é  antes  para  poner  al  Be7  en  necesidad,  que  para 
quitallo  de  ella,  é  tenello  mss  sojuzgado  que  libre, 
demandó,  que  la  villa  de  Madrid  con  el  Alcázar  é 
las  puertas  se  pusiese  en  poder  de  Don  Alonso  de 
Fonseca,  Arzobispo  de  Sevilla,  para  que  él  la  tuvie- 
se por  espado  de  sds  meses;  donde  el  Be7  con  der- 
tas  personas  de  su  partido ,  7  el  Marqués  de  Villena 
7  Oonde  de  Plasenda  con  otras  personas  de  su  ban- 
do se  juntasen  á  dar  medio  é  forma  de  paz  é  sosie- 
go ;  é  que  alli  estuviesen  todos  seguramente  só  la 
salvaguardia  del  Anobispo  de  Sevilla ;  lo  qualmu7 
liberalmente  otorgó  el  607;  é  se  la  mandó  hiego  en- 
tregar. Donde  apoderado  el  Arzobispo  de  Sevilla 
puso  alca7des  en  los  alcázares ,  7  tomó  de  su  mano 


158 


ORÓNIOAS  t>E  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


las  puertas.  Laogo  que  asi  fué  apoderado  el  Arzobis- 
po en  la  YÍHa ,  el  Rej  vino  alli,  é  sa  persona  fué 
aposentada  en  el  Alcázar,  é  los  suyos  por  la  villa. 
Dende  á  pocos  dias  vinieron  el  Marqués  de  Villena, 
é  Conde  de  Plasencia  é  otras  pereonas  de  menos  con- 
dición. El  Arzobispo  do  Toledo  é  los  otros  caballe- 
ros tiranos  llevaron  al  Principe  á  la  villa  de  Oca- 
fia,  donde  se  i^sentaron  de  reposo.  Después  que 
asi  se  juntaron  en  Madrid,  comenzaron  á  negociar 
con  el  Rey ,  é  con  los  de  su  Consejo,  mas  dilatando 
que  concluyendo,  mas  engafiando  que  aprovechan- 
do ,  é  mas  multiplicando  discordia  que  sembrando 
-paz ;  en  tal  manera,  que  ninguna  conclusión  se  to- 
maba. E  asi  con  acuerdo  é  consentimiento  de  amas 
partes  fué  determinado  que  la  Condesa  de  Plasen- 
cia ovieso  de  venir  allí,  de  que  el  Rey  fué  muy  ale- 
gre ;  porque  ella  se  mostraba  muy  aficionada  á  su 
servicio ,  é  el  Roy  la  tenia  por  mucho  suya.  A  la 
qual  desque  vino,  le  fué  hecho  honroso  reecibimien- 
to  por  el  Rey,  é  por  los  grandes  que  allí  estaban. 

CAPÍTULO  LXXXIX. 

Como  el  Marqate  de  Villene  rodeó  por  esqaiilus  formtt,  qae 
Pedreriai  faeie  preso,  pera  Indignar  lu  volnnUde*  de  los  lea- 
les contra  el  Rey. 

Entretanto  que  los  tratos  pendían ,  y  ningún  me- 
dio de  concordia  se  tomaba ,  el  Marqués  de  Villena, 
que  siempre  buscaba  novedades  dañosas  contra  el 
Rey,  é  provechosas  para  sf ,  secretamente  envió  á 
pedir  é  requerir  á  Pedradas  de  Avila,  Contador  ma- 
yor del  Rey,  caballero  de  mucho  esfuerzo,  buen 
guerrero  é  capitán ,  é  muy  leal  servidor  del  Rey, 
para  que  quisiese  seguir  su  partido  é  dezar  al  Rey ; 
lo  qual  Pedrarias  denegó,  diciendo  que  nunca  plu- 
guiese á  Dios  que  en  ninguna  cosa  él  fuese  traydor 
á  su  Rey,  que  tanto  bien  le  avia  fecho  á  él  y  á  su  li- 
nage,  y  los  avia  puesto  en  tanta  honra  y  estado.  Es. 
toncos  el  Marqués,  visto  quo  Pedrarias  denegaba  lo 
que  asi  le  rogaba,  trató  con  el  Arzobispo  de  Sevilla, 
que  era  todo  juntamente  con  él  aliado  é  confedera- 
do desde  la  scisma  de  la  estatua  que  en  Avila  se  hi- 
zo ,  para  que ,  pues  tenia  el  Alcázar  y  al  Rey  en  su 
poder,  lo  indignase  de  tal  manera,  que  mandase 
prendello,  buscando  sus  rodeos  para  ello,  para  que 
fuese  no  solamente  preso  mas  destruido.  Y  aquesto 
hacia  el  Marqués  porque  hecho  aquello,  los  que  es- 
taban en  propósito  de  servir  al  Rey  se  arredrasen  é 
temiesen  de  venir  á  su  Corte  y  estar  á  su  servicio, 
visto  lo  que  tan  injustamente  se  hacia  contra  aquel, 
que  tan  bien  lo  avia  servido.  E  asi  el  Arzobispo  de 
Sevilla ,  poniendo  por  obra  lo  que  el  Marqués  de  Vi- 
llena  quena ,  indignó  en  tanto  grado  la  voluntad 
del  Rey  contra  Pedrarias ,  que  lo  mandó  prender ,  ó 
dio  consentimiento  para  ello ,  no  aviendo  otra  cabsa 
justa ,  salvo  porque  fué  leal  servidor.  El  qual  lla- 
mado por  su  mandado,  como  entró  en  el  Alcázar 
halló  al  Rey  cabalgando  que  se  iba  al  Pardo,  é  di- 
xóle  :  «Pedrarias  venios  conmigo  al  Pardo  s;  y  dicho 
aquesto,  el  Rey  se  salió  por  la  puerta  que  está  sobre 
el  río,  pensando  que  se  fuera  en  pos  de  éL  £  quando 


Pedrarias  quiso  salir  en  pos  del  Rey,  que  estaba  en 
un  caballo  á  la  gineta  halló  todas  las  puertas  cerra- 
das é  mucha  gente  en  el  corral  fuera  del  Alcázar,  que 
ledescian  á  grandes  voces:  «sed  preso.»  Estonces  él 
echó  mano  á  su  espada,  para  defenderse ;  pero  como 
eian  muchos  contra  él,  no  pudo  resistirlos;  y  entre 
tanto  que  asi  andaban  alderredor  de  él  para  lo  pren- 
der,  uno  de  los  que  tenian  cargo  de  prendello ,  lle- 
gó por  el  costado,  é  dióle  una  estocada  por  el  lado 
deredio,  que  le  entró  hasta  lo  hueco;  y  como  la  llaga 
fuese  peligrosa,  él  en  alguna  manera  desmayó,  en 
tal  forma,  que  le  ovieron  de  prender;  é  preso  lo  sa- 
bieron  á  la  torre  que  está  encima  de  la  otra  puer- 
ta del  Alcázar.  E  de  aquesta  prisión  muy  alterados 
fueron  asi  los  del  bando  del  Rey ,  como  los  del  otro; 
sedaladamente  los  criados   é  servidores  del  Rey, 
visto  lo  que  asi  se  hacia  oon  los  que  lealmente  ser- 
vían, é  como  el  Rey  daba  lugar  á  tal  fealdad.  Pero 
pues  licencia  de  escribir  se  me  otorga,  y  osadía  de 
hablar  me  debe  ser  dada,  digo  con  reverencia  de  tan 
alto  Rey,  que  aquesta  prisión  tan  injusta  mas  fué 
ser  persegr^idor  de  los  leales,  que  enemigo  de  los 
traydores,  y  que  más  le  pesó  con  la  lealtad,  que  oon 
la  trayoion  le  desplugo.  ¡O  que  mal  exemplo  de  Rey  I 
¡O  que  deshonesta  hazafia  de  Príncipe!  |0  qué  feo 
consentimiento  y  descinta  lioendal  el  que  habia  de 
ser  defendedor  de  sus  servidores,  hacerse  persegui- 
dor de  ellos,  el  que  avia  de  amparar  su  hechura  leal, 
mandalla  prender,  é  dar  lugar  á  su  muerte.  Luego 
que  asi  fué  preso  Pedrarias  y  puesto  en  poder  desús 
enemigos,  el  Arzobispo  de  Sevilla  como  parcial  del 
Marqués  de  Villena,  para  que  las  voluntades  de  las 
gentes  mas  se  alterasen  é  quedasen  mas  indignadas 
contra  el  Rey,  y  perdiesen  la  afición  de  servillo, 
hizo  al  Rey  que  se  partiese  luego  para  Segovia  6 
prendiese  al  Obispo,  disciendo  que  preso  aquel,  no 
avría  alteración  ninguna.  El  Rey ,  creyendo  que  su 
engafioso  consejo  fuese  lo  mejor,  puso  por  obra  su 
partida,  y  otro  dia  siguiente  se  partió  para  Segovia 
con  propósito  de  ezeoutar  lo  que  asi  le  aconsejaba. 
De  aquesto  fué  luego  avisado  el  Obispo,  é  púsose  á 
tan  buen  recabdo  é  con  tal  defensa,  que  el  Rey  no 
lo  pudo  prender,  ni  tampoco  lo  intentó,  antes  como 
arrepentido  de  su  venida  se  tomó  luego  para  Ma- 
drid, en  tal  manera,  que  ya  pareada  ser  mas  pardal 
de  sus  trabajos ,  que  ganoso  de  libertad  ,  é  que  mas 
le  plasda  andar  corrido  que  tener  reposo.  |0  infini- 
ta grandeza  de  Dios!  {O  alto  poder  soberano!  ¡quáa 
hondos  son  tus  juicios ,  quán  incomprensibles  tus 
secretos,  e  quán  escures  tus  misterios!  Tú  haces 
acobardar  á  los  Reyes ,  é  afeminar  sus  corazones ; 
tú  los  agenas  del  seso,  y  mudas  el  entendimiento;  tú 
los  haces  andar  á  ciegas  fuera  de  todo  camino ,  por- 
que vayan  desatinados  sin  tener  tiento  ning^o. 
Este  Rey,  que  quando  Príncipe  en  los  dias  de  su 
padre  se  mostraba  tan  osado ,  tan  esforzado  en  las 
armas,  tan  denodado  en  las  batallas,  tan  temido  en- 
tre las  gentes,  tan  sin  miedo  en  las  afrentas,  ¿quién 
le  privó  del  esfuerzo?  ¿quién  le  quitó  la  osadía? 
¿quién  lo  hizo  tan  medroso  ?  ¿  quién  captivo  su  li. 
bertad?  ¿quién  le  sojuzgó  el  poder,  é  le  puso  en  tal 


DON  ENBtQÜE  OÜABTÓ. 


159 


Bomdombre?  El  que  solia  mandar,  es  yenido  á  ser 
mandado  ;  el  que  reynaba  é  sefioreaba,  qneda  pues- 
to en  Bervidambre ;  á  el  qae  todos  se  sojosgaban,  ya 
ninguno  lo  obedeoe ,  y  él  obedece  á  todos.  En  tanto 
grado  es  ageno  de  qaien  era,  qae  no  se  acuerda  si 
fué  Bey ,  ni  si  nadó  para  ello.  Asi  que  según  aques- 
to, té  sola,  Providencia  divina ,  eres  la  que  trans- 
mutas los  Beyes,  la  que  les  quita  el  sentido  y  pone 
en  seso,  reprobando  que  vengan  en  menosprecio  y 
hagan  lo  que  no  cumple. 

CAPÍTULO  XO. 

Gomo  los  Aloaldat  do  la  Hermandad  de  la  mayor  parte  del  Reyno 
finieron  i  sapUear  é  requerir  al  Rey  qne  aollaae  ft  Pedrarias,  é 
eomo  lo  aoitó,  é  lo  qne  anbeedid. 

En  aquesto  medio  tiempo  como  las  Hermandades 
del  Beyno  estuviesen  en  grande  prosperidad,  é 
su  justicia  muy  temida,  hisose  la  junta  de  ellas  en 
la  villa  de  Valladolid ,  donde  sabida  la  prisión  de 
Pedrerías,  é  como  injustamente  é  contra  toda  razón 
lo  avian  prendido,  determinaron  que  los  Alcaldes 
della  de  los  Beynos  de  Castilla  é  de  León  fuesen 
juntamente  á  suplicar  é  requerir  al  Bey  le  pluguie- 
se soltar  á  Pedrarías,  é  dargelo  liberalmente.  Los 
quales  venidos  delante  su  Beal  persona,  é  fecha  su 
habla  al  Bey,  tomó  deliberación  para  respónde- 
nos. B  ávido  su  acuerdo  con  algunos  de  su  alto 
Consejo  é  otros  criados  suyos,  determinó  de  los  sol- 
tar, y  dárgelo  ;  é  así  mandó  que  lo  soltasen  y  entre- 
gasen á  los  Alcaldes  de  la  Hermandad,  y  ellos  se 
lo  tuvieron  en  seftalada  merced.  Esta  deliberación 
del  preso,  que  el  Bey  fizo,  fué  muy  loada  por  todos 
los  que  estaban  on  la  Corte ,  puesto  que  desplugo  á 
los  tiranos,  sefialadamente  á  los  que  avian  sido  cab- 
sadoresde  su  prisión.  De  donde  surtió  que  los  tra- 
tos de  la  concordia,  sobre  que  el  Bey  é  los  caballe- 
ros desleales  eran  alli  venidos,  se  desmanaron  de 
tal  forma  que  ningún  medio  de  concordia  se  pudo 
tomar  entre  ellos,  antee  el  Marqués  de  Villena  y  el 
Conde  de  Plasoncia  se  partieron  luego  para  Ocafia, 
donde  estaba  el  Príncipe,  é  de  allí  pasaron  con  él  á 
la  villa  de  Tllescas.  Verdad  es  que  la  Condesa  de 
Plasencia  se  quedó  en  Madrid  por  algunos  dias, 
mostrándose  aficionada  al  servicio  del  Bey,  median- 
te lo  qual  andaba  en  algunos  tratos,  que  de  nuevo 
se  comenzaron,  según  que  adelante  será  recontado, 
por  lo  qne  dellos  resultó.  Estonces  el  Arzobispo  de 
Sevilla,  visto  el  desmano  de  los  negocios,  desapo- 
deróse de  la  fortaleza  y  de  las  puertas,  y  el  Bey 
puso  en  ella  por  su  Aloayde  á  Pedro  de  la  Plaza, 
criado  suyo  antiguo. 

CAPÍTULO  XCL 

Como  se  resbttó  la  partida  del  Rey  para  Bijar,  y  lo  qne  allí  sn- 

eedió. 

Como  la  Condesa  de  Plasencia  se  quedó  en  Ma^ 
dríd,  el  Marqués  de  Villena  tomó  á  los  tratos  por 
mano  de  ella,  disciendo  que  si  el  Bey  con  la  Beyna 
y;  con  su  hija  é  con  la  Infanta  su  hermana  se  fue- 


sen á  Béjar,  só  la  salvaguarda  del  Conde  de  Plasen- 
cia su  marido  é  della,  que  él  y  los  otros  se&ores  de  su 
partido  llevarían  allí  á  su  Bey,  donde  todos  juntos 
los  concertarían  y  darían  entre  ellos  algún  medio 
de  concordia  é  forma  en  la  gobernación  y  regimien- 
to del  Beyno ;  pero  aquesto  era  de  sus  cabtelas  del 
Marqués  de  VUlena,  porque  rodeaba  de  tener  al  Bey 
de  su  mano  para  destruir  á  los  leales  que  lo  avian 
seguido.  B  movido  aqueste  trato  por  la  Condesa,  el 
Bey  quiso  oonsultallo  con  los  del  su  Consejo,  é  como 
algunos  de  ellos  eran  parciales  del  Marqués  de  Vi- 
llena,  votaron  que  lo  debía  hacer,  puesto  que  otros 
tenían  lo  contrario.  Al  fin  el  Bey  convencido  de  los 
aficionados  al  Marqués  de  Villena  aceptó  de  lo  ha- 
cer, é  dio  su  palabra  dello  aunque  mucho  contra  su 
Cprado.  E  asi  dado  su  consentímiento,  fue  acordado 
el  día  de  la  partida,  para  que  él  é  la  Beyna  é  su 
hija  y  la  Infanta  Dofia  Isabel  su  hermana  se  fue- 
sen juntos  con  la  Condesa  de  Plasencia,  é  los  caba- 
lleros con  su  Bey!por  otro  camino,  hasta  que  los  jun- 
tasen á  todos  en  Béjar.  Venido  el  día  que  se  avian 
de  partir,  los  caballeros  críadosé  servidores  del  Bey 
que  alli  estaban ,  viendo  quan  'aceleradamente  le 
hacían  partir,  é  como  él  con  toda  la  cepa  Beal  se 
iba  á  poner  en  las  manos  de  los  enemigos  caballe- 
ros tiranos,  donde  los  temían  mas  sojuzgados  que 
libres,  por  donde  avrian  poder  é  mando,  para  des- 
traír  los  leales ;  poniendo  ante  sus  ojos  la  lealtad 
é  firmeza,  oon  que  tan  limpiamente  avian  servido 
á  BU  Bey,  acordaron  de  se  juntar  todos  en  una  Igle- 
sia que  se  dice  de  Sant  Qines.  E  juntados,  enviaron 
á  rogar  á  los  Alcaldes  de  la  Hermandad  que  alli  eran 
venidos  sobre  la  deliberación  de  Pedrarías,  quo  les 
pluguiese  de  venir  á  hablar  con  ellos.  Los  quales 
venidos,  rogaron  á  mí  como  eclesiástico  y  antiguo 
criado  del  Bey,  quisiese  desoír  é  proponer  la  cabsa 
de  su  ajuntamiento.  E  aii  convencido  de  su  ruego 
les  dize:  «Tanto  los  leales  se  deben  presciar  de  su 
•  lealtad,  quanto  mas  limpiamente  vivieh>n  en  ella, 
n  porque  quanto  á  los  traydores  desdora  su  traycíon, 
•tanto  á  los  otros  arrea  é  compone  su  mucha  firroe^ 
iza.  E  de  aquí  es  que  tres  cosas  son  las  que  mayor 
» dolor  y  sentimiento  suelen  poner  en  los  corazones 
«de  los  buenos :  la  primera,  quando  los  libres  nací- 
ndos  en  libertad  son  privados  de  ella  é  puestos  en. 
nsujecion  de  los  tíranos ;  la  segunda ,  quando  loa 
Aléales  son  mandados  é  sefioreados  por  los  traydo- 
ares  ;  la  tercera  y  mas  grave,  quando  los  Príncipes 
sé  Beyes  poderosos  son  venidos  á  servidumbre  de 
» los  siervos  é  criados  que  criaron.  B  como  aquesto 
nes  la  mayor  fealdad  é  grave  abominación,  lo  que 
nmas  nos  debe  afligir  es  ver  como  vemos  el  abati- 
ntimiento,  la  deshonra  y  vituperio  en  que  á  nuestro 
•Bey  é  Sefior  natural  han  puesto  aquestos  que  él 
serió,  los  que  levantó  del  polvo,  é  hizo  de  nada, 
•que  no  solamente  se  han  contentado  del  feo  aba- 
ntimiento  en  que  lo  tienen,  mas  lo  traben  tan  acor- 
srido  é  afligido  é  asenderado,  qne  agora  de  nuevo 
I  después  qne  le  hicieron  prender  á  sus  leales  ser- 
»vídoressin  cabsa,  por  enemístallo  oon  todos  é  que 
•perdiesen  la  gana  de  scrvillo,  han  rodeado  con  sus 


160 


CRÓNICAS  DB  LOS  BET88  DE  CASTILLA. 


•  utooiosot  tratofl  como  su  Altesa  oon  toda  la  oepa 
iBaal  de  su  descendencia  se  vaya  á  poner  debaxo 
»de  BU  mano,  é  á  su  mandado  é  gobernación  en  la 
»yilla  de  Béjar,  para  que  ni  tengamos  Rey  que  nos 
» ampare,  ni  sombra  que  nos  cubra,  ni  abrigo  que 
tnos  defienda;  en  tal  manera,  que  quando  á  ellos 
«agradare,  nosotros  los  leales  seamos  puestos  á  ou- 
vohillo  sin  reparo,  ó  asi  nuestra  lealtad  será  sojus- 
igadapor  trayoion,y  ellos  reputados  por  leales.  Pues 
B  ciertamente.  Señores,  asi  es  necesario  é  cumple  que 
nresistamos  su  partida,  y  de  tal  guisa  defendamos 
ni  nuestro  Rey,  que  nunca  lo  consintamos  llevar  en 
»captiverio;  ca  dura  cosa  seria,  seyendo  como  so- 

•  mes  unos  criados  suyos  é  antiguos ,  ó  otros  subdi- 
Btos  naturales  celadores  de  su  servicio,  consentir 
vtan  grand  maldad,  y  dezamos  desabrigar  sin  ex- 
»perimentar  nuestras  fuenas  é  poner  á  ello  las  ma* 
»nos.  Asi  que,  concluyendo,  digo  que  será  cosa  con- 
svenible  y  loable  hazafia  que  antes  como  varones 
•nos  perdamos ,  que  como  ovejas  destrozadas  nos 
•despojen  de  la  vida. »  Oyda  aquesta  habla ,  todos 
quedaron  muy  contentos,  y  tanto  oonf  ormes  en  ello, 
que  sin  replicato  ninguno ,  asi  los  Alcaldes  de  la 
Hermandad,  como  los  otros  criados  é  servidores  del 
Rey,  aviendo  por  muy  bueno  lo  que  asi  lee  era  di* 
cho,  determinadamente  deliberaron  de  lo  hacer  é 
poner  luego  por  obra.  Para  lo  qual  fué  luego  acor- 
dado que  primero  con  mucha  humildad  fuese  su- 
plicado al  Rey  que  desase  la  partida ,  ó  quando  por 
suplicación  no  lo  quisiese  hacer,  que  con  mano  ar- 
mada le  fuese  resistida.  Basi  fueron  diputados  qua- 


B  puede  seguir,  todos  los  vasallos  é  criados  é  servi- 
adores  de  vuestra  excelsitud  tememos,  é  los  que 

•  agora  sospechamos  de  esta  partida,  que  vuestra 

•  Aiteaa  quiere  hacer  para  Béjar,  donde  parece  que 

•  inconsultamente  por  voto  de  dos  6  tres  parciales  y 
•enemigos  suyos,  se  va  á  poner  en  las  manos  de 
•aquellos  que  tan  crudamente  le  han  tratado  con 
•sus  lenguas,  é  disolutas  obras.  B  no  solamente  que 
•vuestra  Real  persona  vaya  á  su  poder,  mas  toda 
•la  cepa  Real  do  vuestra  descendencia,  do  que  otros 
•muy  grandes  y  mas  perversos  males  se  podrían 
•cabsar  y  recrescer*  Por  lo  qual  muy  humildemente 
•con  qaanta  reverenda  podemos  una  é  muchas  ve- 

•  oes  le  suplicamos  quiera  é  tenga  por  bien  de  cesar 

•  su  partida ;  porque  de  aquella  no  solamente  redun- 
•dará  peligro  en  la  persona  Real  de  vuestra  Mages- 
•tad  y  de  toda  su  sangre  Real,  mas  en  la  vida  de 
•todos  aquellos  que  con  lealtad  lo  han  servido  é  se- 
Bguido;  protestando,  que  si  todavia  quiere  ensistir 
•en  la  partida,  que  la  resistiremos  con  todas  nuestras 
•fuenas,  fasta  poner  las  manos  en  los  que  lo  con- 

•  tri^rio  de  aquesto  le  quisieren  acoosejar  é  procura- 
Bren  desde  el  mayor  estado  hasta  el  menor.»  Acaba- 
do mi  habla,  quanto  quiera  que  al  Rey  le  agradaba 
lo  que  asi  le  suplicábamos,  se  apartó  con  algunos 
de  su  Consejo  para  tomar  su  acuerdo  é  deliberación 
con  ellos  de  lo  que  se  debia  hacer.  Pero  como  al- 
gunos de  ellos  eran  parciales  del  Marqués  de  Ville* 
na,  votaron  é  diéronle  por  consejo  que  todavia  se 
partiese,  y  que  á  nosotros  respondiese  que  su  parti- 
da era  muy  necesaria,  é  era  cosa  muy  cumplidera  á 


tro  Alcaldes  de  la  Hermandad,  que  por  parte  de  I  su  servicio.  Oyda  aquesta  respuesta,  é  divulgada 
todo  el  Beyno  fuesen  primero  á  se  lo  suplicar,  é  le      entre  los  criados  é  servidores  del  Bey,  é  por  las 


notificasen  como  su  partida  era  peligrosa  para  su 
Real  persona  é  de  su  cepa  Real,  é  grande  perdición 
de  sus  Reynos ;  é  donde  no  lo  quisiere  hacer,  que 
protestasen  de  le  resistir  la  partida,  é  no  consenti- 
11a  por  ninguna  manera.  Luego  que  aquestos  fue- 
ron oidos  é  propusieron  su  embaxada,  fueron  en 
pos  de  ellos  de  los  criados  é  servidores  del  Rey  otros 
quatro  Diputados,  que  eran  Frey  Arias  de  Rios,  Co- 
mendador de  Bamba,  é  Juan  Guillen,  Guarda  ma- 
yor de  la  Beyna,  é  Martin  Galindo,  hijo  mayor  de 
Juan  Fernandez  Galindo  é  yo,  para  que  de  parte  de 
sus  criados  é  servidores  é  de  toda  la  gente  de  sus 
*  guardas,  le  suplicásemos  lo  mesmo  que  los  Alcaldes 
de  la  Hermandad.  B  asi  llegando  delante  de  su  Al- 
teza con  otros  algunos  caballeros,  é  sefiaJadas  per- 
sonas que  nos  acompafiaban,  dieron  á  mí  el  cargo 
de  proponer,  y  dixe :  cTantos  insultos  y  tan  gran- 

•  des  é  tan  disolutos  yerros  se  han  ensayado  contra 

•  la  Beal  persona  de  vuestra  Excelencia,  queaque- 
•Uos  nos  hacen  sospechar  otros  mayores  malos ;  é 
•au  mesmo,  Sefior,  avemos  visto  quantos  tratos  han 
•andado  de  que  ninguna  conclusión  ni  ningún  mo- 
rdió de  paz  se  ha  tomado,  ni  se  espera  según  la 

•  muchedumbre  de  las  mentiras  que  en  tanto  grado 
•han  prevalecido ;  por  donde  medio  alguno  de  con- 
•cordia  no  se  debe  atender.  B  como  ya  lo  pasado 
•nos  da  sospecha  de  las  cosas  adelante  venideras 
•qué  tales  podran  ser,  y  del  fruto  que  de  lo  tal  se 


gentes  de  sus  guardas,  é  por  los  Alcaldes  de  la  Her- 
mandad, é  visto  como  su  partida  se  aceleraba  muy 
prestamente,  se  pusieron  todos  en  armas  en  tal  ma- 
nera, que  la  villa  fué  muy  alborotada,  dando  favor 
á  la  Hermandad,  éá  los  criados  é  servidores  del 
Rey,  con  las  guardas.  Entretanto  que  asi  andaba  el 
alboroto,  el  Arzobispo  do  Sevilla  é  la  Condesa  de 
Plasencia  con  un  capitán  suyo,  que  se  llamaba  Pe- 
dro de  Hontiveros,  con  trescientos  rocines  cabalga- 
ron amas  andar,  é  se  pusieron  de  la  otra  parte  del 
rio  enfrente  del  Alcázar,  esperando  al  Rey  que  sa- 
liese con  la  Reyna  é  con  la  hija  é  con  la  hermana, 
para  llevarlas  consigo.  E  como  el  Rey  salió  por  la 
puerta  del  Alcázar,  que  está  sobre  el  rio,  fue  muy 
grande  el  escándalo  de  la  gente  por  todo  el  pueblo, 
disciendo  á  grandes  voces,  «  que  llevan  al  Rey  pre- 
so.» E  luego  sin  detenimiento  alguno  salió  toda  la 
gente  de  la  villa,  asi  de  á  caballo  como  de  peones 
armados,  disciendo ,  a  mueran,  mueran  los  traydo- 
res,  que  llevan  preso  al  Roy» ;  en  tal  manera,  que 
llegados  con  muy  grand  furia,  cercaron  al  Rey  en 
tomo,  de  tal  guisa,  que  no  pudo  de  salir  de  entre 
ellos.  E  como  aquesto  vieron  el  Arzobispo  de  Sevi- 
lla y  la  Condesa  de  Plasencia  ó  su  capitán,  que  ea^ 
peraban  al  Rey,  ovieron  tan  grand  temor,  que  sin 
detenimiento  ninguno  se  fueron  huyendo  é  mas  an- 
dar hasta  la  villa  de  Yllescas,  donde  estaba  el  Mar- 
qués de  Villena  y  los  otros  Sefiores  con  ol  Principe^ 


DO»  BNBIQÜB  CUARTO- 


161 


Á  qtiSen  ellos  tUmaban  Rey.  Los  qnalee  á  la  misma 
hora  se  partieron  aceleradamente,  é  pasaron  lo^ 
puertos  para  la  villa  de  Arévalo.  Hecha  la  resibten- 
citt,  y  estorbada  la  partida  del  Rey,  y  tomado  al 
Alcázar,  é  con  él  sus  servidores  y  criados  con  los  Al- 
caldes de  la  Hermandad  y  i;entes  de  las  guardas 
que  alli  estaban,  pusieron  lueg^  tan  grand  recabdo 
de  guardas  enderredor  del  Alcázar,  que  ninguno 
podía  entrar  ni  salir  sin  que  fuese  visto,  y  sabido  á 
quo  venia  ó  iba ;  de  tal  forma,  que  los  tratos  de  la 
nña  parte  á  la  otra  no  tuvieron  lugar  de  andar.  Y 
asi  todos  puestos  como  en  cerco  suplicaron  al  Bey 
quo  su  Alteza  mandase  que  ciertos  hijos-dalgo  ó 
personas  de  autoridad  de  los  que  alli  estaban  entra- 
sen en  el  Alcázar,  para  que  juntamente  con  el  Al- 
cay  de  estuviesen  en  la  guarda  de  su  Real  persona  y 
de  la  Reyna  y  de  su  hija  é  su  hermana,  lo  qual  el 
Rey  tuvo  por  bien ;  é  asi  deputadoa  los  quo  avian 
de  estar,  y  entrados  en  el  Alcázar,  levantáronse  de 
alli  donde  estaban  en  el  campo ;  é  de  tal  guisa  los 
que  entraron  en  el  Alcázar  pusieron  recabdo,  que 
ni  el  Rey  podia  enviar  tratos,  ni  los  caballeros  á 
él.  De  aquesta  resistencia  fueron  muy  alegres  é  con- 
tentos los  servidores  é  caballeros  del  partido  del 
Rey,  asi  por  la  libertad  de  su  persona  Real,  como 
por  la  seguridad  do  sus  propios  estados  é  vidas,  que 
sin  duda  fueran  destruidos,  si  el  Rey  fuera  á  Bejar 
en  poder  de  sus  enemigos ;  porque  la  principal  cab- 
sa  que  á  loe  tiranos  movía  á  llevar  al  Rey  en  su  po- 
der é  tenello  de  su  mano,  era  aquella.  E  por  esto 
luego  que  la  resistencia  íué  hecha,  vinieron  alli  á 
Madrid  algunos  Seftores  de  su  partido ,  seftalada- 
mente  Don  Luis  de  la  Oerda,  Conde  de  Medina  Celi, 
é  Don  Pedro  Qonzales  de  Mendoza,  Obispo  de  Ca- 
lahorra, que  avia  grand  tiempo  que  estaba  fuera  de 
la  Corte ;  por  cuya  venida  el  Rey  fué  muy  alegre  é 
contento;  porque  páresela  estar  su  persona  Real 
con  mas  abtoridad.  Estonces  ávido  su  Consejo,  de- 
terminaron que  el  Rey  se  partiese  para  Segovia. 

CAPÍTULO  XCII. 

De  lo  ^0  raeeéló  despaet  qse  el  Rey  se  pertié  pan  Segovia. 

Pasados  algunos  dias  después  que  el  iLey  ovo  lle- 
gado á  la  cibdad  de  Segovia,  vino  alli  Pedro  de 
Hontiveros,  disciendo  que  por  parte  de  los  caballe- 
ros tiranos  traia  cierta  contratación.  Pero  aquello 
era  falso;  porque  el  fin  de  su  venida  fué  tratar  con 
Fedrarias  de  Avila  la  trayoion  é  vendida  de  aquella 
cibdad,  que  por  su  secreto  mensagero  les  avia  profe- 
rido de  dar.  Y  asi  como  su  venida  eraagena  de  lo  que 
él  fingia  traer,  se  tomó  sin  conclusión  alguna ;  por- 
que ya  las  cosas  de  la  paz  é  sosiego  se  iban  de  con- 
tino empeorando,  é  tanto  las  novedades  credan  de 
cada  dia  é  las  traydones  se  multiplicaban,  que  un 
hombre  de  balo  estado,  que  se  llamaba  Pedro  de 
fiilvaí  aviendo  rescibido  mercedes  de  la  Reyna,  ou«> 
ya  era  la  villa  de  Ohnedo,  é  teniendo  la  goberna- 
ción de  ella  por  su  mandado,  porque  era  casado  con 
una  doncella  suya,  pospuesta  la  vergftenza,  ensu- 
ciando BU  linage,  é  envileeciendo  su  persona  con 


nombre  de  traydor,  vendióla  álos  tiranos  desléales, 
é  dióles  entrada  por  un  postigo  del  muro,  que  esta- 
ba junto  con  su  casa;  donde  luego  los  caballeros  con 
su  Rey ,  que  desoían ,  se  vinieron  alli  á  aposentar. 
Sabido  aquesto  por  el  Rey ,  é  ávido  su  deliberado 
acuerdo,  envió  á  llamar  al  láarqués  de  Santillana, 
que  viniese  con  la  mas  gente  que  pudiese  traer ;  el 
qual  obedesciendo  su  mandado ,  vino  con  quinien- 
tos rocines,  y  se  aposentó  en  una  aldea  que  se  dice 
Sanct  Chrístoval,  que  está  media  legua  de  Segovia. 
E  así  aposentado ,  envió  á  desoir  al  Rey  que  pues 
su  Alteza  quería  servirse  de  él  como  de  leal  caba- 
llero que  siempre  le  avia  sido ,  que  para  seguridad 
de  su  estado,  é  de  sus  hermanos  é  parientes  que  lo 
avian  de  servir,  le  diese  en  rehenes  á  su  hija.  B 
quanto  quiera  que  sobre  ello  ovo  algunas  diferen- 
cias, al  fin  él  gela  ovo  de  entregar  en  esta  manera, 
que  salió  con  su  hija  hasta  la  subida  del  puerto,  y 
el  Marqués  salió  á  larescebir,  donde  le  fué  entrega- 
da. B  así  tomada  de  su  mano,  la  dio  á  Don  Ifiigo 
López  de  Mendoza,  Conde  de  Tendilla ,  su  herma- 
no ,  que  la  Uevase  á  Buytrago,  é  la  tuviese  en  grand 
guarda,  y  el  Marqués  con  toda  su  gente  se  fué  á  Se- 
govia. Donde  venido,  él  y  el  Obispo  de  Calahorra, 
su  hermano  y  el  Conde  de  Medina  Celi  comenzaron 
á  entender  en  la  gobemaoion  y  cosas  del  Consejo. 
Pero  según  aquellas  subcedian,y  se  iban  empeoran- 
do ,  fué  acordado  que  el  Rey  con  toda  su  Corte  se 
fuese  á  la  villa  de  Ouéllar,  y  que  la  Reyna  y  la  In- 
fanta Dofia  Isabel  se  quedasen  allí  en  Segovia.  La 
ida  del  Rey  á  Cuéllar  páreselo  ser  cosa  necesaria, 
así  por  mostrar  que  se  acercaba  contra  sus  enemi- 
gos, que  estaban  en  Olmedo,  como  por  hacer  espal- 
das á  los  de  Medina  del  Campo ,  que  de  oontino  pe- 
leaban contra  el  Alcayde  de  la  Mota,  que  estaba  por 
el  Arzobispo  de  Toledo  rebelado  contra  el  Rey.  £ 
luego  que  así  fué  llegado  á  Cuéllar,  vinieron  ciertos 
escuderos  de  la  villa  de  Medina  del  Campea  deman- 
dar ayuda  é  socorro  é  amparo  contra  el  Alcayde  que 
los  perseguía  y  hacia  grandes  da&os  desde  la  forta- 
leza, porque  se  diesen  al  Príncipe,  rey  que  se  des- 
da. Oyda  su  habla  y  la  necesidad  con  que  venían, 
el  Rey  con  aquellos  caballeros  de  su  Consejo  acordó 
de  los  ir  á  socorrer ,  pero  entretanto  que  el  socorro 
les  iba,  les  dizo  que  estuviesen  á  buen  recabdo,  é  se 
barrease  la  villa,  por  manera  que  no  resoíbieeen 
dafio  alguno.  Tomado  aqueste  acuerdo,  é  dada  for- 
ma de  ir  á  socorrer  aquella  villa,  porque  no  la  se- 
fioreasen  los  enemigos,  llegó  Don  Pedro  de  Velasco 
secretamente  por  mandado  del  Conde  su  padre,  su- 
plicando al  Rey  que  le  perdonase  si  algún  deservi- 
do ó  enojo  le  avia  fecho;  porque  en  enmienda  é  sa- 
tisf  adon  del  hierro  pasado  le  queria  venir  á  servir 
con  quatrocientos  hombres  d'armas  é  tresdentos  gi- 
netes  condidonalmente,  que  todavía  fuese  á  socor- 
rer á  Medina  del  Campo  porque  no  se  perdiese ;  de 
lo  qual  fué  el  Rey  muy  contento,  ad  con  su  venida 
para  lo  servir,  como  por  la  proferta  que  trda,  yista 
la  neceddad  en  que  estaba  y  quanto  era  su  venida 
provechosa.  E  ad  regradesciendole  muoho  el  deseo 
con  que  venia  é  la  proferta  que  le  daba,  mandólo 

11 


162 

luego  86  foeM  á  recoger  aa  gente  6  qae  ee  bolviese 
muy  preeto.  E  luego  el  Rey  se  tornó  á  Segoy  ia,  don- 
de mandó  recoger  toda  la  gente  de  ana  guardaa  y 
la  de  loa  otroa  caballeroa  que  allf  eran  venidoa  á  aa 
aoryido ;  é  aal  meemo  mandó  llamar  á  loa  otroa  qae 
tenia  por  auyoa  é  ae  avian  proferido  de  venir  á  aer- 
▼irlo  por  laa  meroedea  qae  lea  avia  f eoho.  Entre  loa 
qaalee  principalmente  envió  á  llamar  á'Don  García 
Alvareí  de  Toledo ,  Oonde  de  Alva,  é  mandó  á  mi 
qae  faeae  á  Ól  de  parte  aaya  con  carta  de  creencia. 
Al  qual  llegado,  deapnoa  de  machaahablaa  qae  en- 
tre ól  é  mi  paaaron,  reapondió  qae  éataba  may  al- 
canaado  é  en  grand  neceaidad  de  dinero,  aai  para 
pagar  algana  parte  de  aa  gente,  como  para  otraa 
ooaaa  qae  avia  meneater ;  qae  ai  aa  Altesa  lo  man- 
daae  aocorrer  con  medio  qaento  de  maravedla,  qae 
lo  iria  laego  á  aervir.  De  lo  qaal  tomada  por  mi  aa 
fee  ó  palabra  qae  anai  lo  faria,  dixe  qae  enviaae 
conmigo  aa  Camarero ,  ó  qae  le  haría  dar  recabdo 
de  aqaello  qae  demandaba ;  ó  laego  me  tomó  para 
el  Rey.  Al  qaal  recontando  lo  qae  el  Ck>nde  pedia, 
dizo :  a  Bien  aó  é  aoy  certificado  que  ól  no  ha  de  ve- 
»nir;  maa  porque  no  pareaca  que  dezo  con  ól  de 
vcnmplir  en  no  darie  lo  que  dñnanda,  yo  mando 
•que  luego  ae  le  dó» ;  ó  aai  fuó  dado  á  au  Camarero, 
que  conmigo  avia  venido. 

CAPÍTULO  xcm. 

Oinno  los  de  MedlM  éA  Campo  demandaioa  toeorro  al  Rey  por 
•1  peligro  ea  ^ae  eiUbto ;  é  Tenido  Doa  Pedro  de  Velajeo  con 
sa  gonle,  fné  aeordado  de  Ir  á  loeorrer  A  Medina  del  Campo. 

Entretanto  que  la  gente  ae  allegaba,  loa  debatea 
de  Medina  del  Campo  contra  el  Aloayde  de  la  Mo- 
ta ae  avian  de  tal  manera,  que  cada  día  llegaban  á 
polcar  unoa  con  otroa ,  donde  peligraban  de  cada 
parte;  pero  loa  de  la  villa  tenían  ciertaa  Igleaiaa 
f ortaleddaa  alderredor  de  la  Mota,  donde  ae  defen- 
dían, ó  reaiatian  laa  aalidaa  deauacontraríoaá  la  vi- 
lla. E  como  el  Príncipe  Don  Alonao ,  rey  ¡que  ae 
deacia,  cataba  en  Olmedo  oon  loa  caballeroa  ó  Perla- 
doB  de  au  partido,  daban  favor  ó  hacian  eapaldaa  al 
Alcayde  de  la  Mota,  ó  loa  de  la  villa  no  aclámente 
cataban  oon  temor,  maa  en  grand  peligro  que  una 
noche  vemian  de  aalto  ó  darían  aobre  elloa  ó  loa 
deetruyrían  de  tal  guiaa,  que  la  villa  quedaae  del  to- 
do por  elloa,  y  loa  que  tenían  la  voa  del  Rey  queda- 
aen  deatraydoa.  B  aai  iban  de  contino  menaageroa 
al  Rey,  dándole  príeaa  que  loa  vinieae  á  aocorrer  an- 
tea que  aña  onemigoa  vinieaen  ó  dar  en  elloa,  ó  que- 
daaen  robadoa  y  echadoa  fuera  de  aua  caaaa ;  pero  el 
Rey  que  atendía  la  venida  dd  Conde  de  Alva,  ae- 
gun  la  fee  ó  la  promeaa  que  avia  dado,  ó  á  Don  Pe- 
dro de  Velaaoo,  reapondíalea  que  ae  defendieaen, 
que  ól  aeria  muy  preato  con  elloa.  En  aqueate  me- 
dio tiempo  llegó  Don  Pedro  do  Velaaco  á  la  villa  do 
Cuóllar  con  loa  aetecientoa  rooinea  que  avia  prome- 
tido al  Rey  ó  con  aaas  peonage;  donde  llegado,  el 
Duque  de  Alburquerque  y  ól  eacribíeron  al  Rey  que 
puea  la  venida  del  Conde  de  Alva  ao  dilataba,  au- 
plicaban  á  au  Altesa  que  ae  vinieae  luego  oon  aua 


CRÓNICAS  DE  LOB  BBTflB  DI  QAflTtLtJL 


guardaa  ó  oon  aqaeUca  aellorea  que  alli  cataban,  pa- 
ra que  aocorrieaen  á  loa  de  Medina  del  Campo  antea 
que  loa  enemigoa  dieaen  aobre  elloa  ó  loa  deatroza- 
aen.  Eatoncea  el  Rey  ae  partió  de  S^govia  á  maa 
andar  con  el  Marquóa  de  Bantillana  y  el  Obiapo  de 
Calahorra,  ó  Don  Juan  ó  Don  Hartado  ana  herma- 
nea, ó  toda  la  gente  de  aoa  guardaa^  ó  mandó  que  la 
Reyna  ó  la  Infanta  au  hermana  ae  quedaaen  alli ,  ó 
Joan  Guillen  con  cierta  gente  en  au  guarda.  Lle- 
gado el  Rey  á  Cuóllar,  fuó  acordado  que  otro  dia  ai- 
guiente  ae  partíeaen  camino  de  Medina,  ó  que  aa 
ida  fueae  por  delante  de  Olmedo.  B  qnanto  quiera 
que  el  Eey  lo  eatorbaba  por  excnaar  la  batalla,  y 
que  ae  fueaen  por  otra  parte,  el  Marquóa  de  Santi- 
Uana  y  el  Duque  de  Alburquerque  ó  Don  Pedro  de 
Velaaco  y  el  Obbpo  de  Calahonh  ó  Juan  Femandea 
Qalindo,  capitán  dd  Rey,  como  cataban  ganoaoa  de 
pelear  contra  aua  enemigoa,  inaiatieron  todavía  de 
paaar  por  alli,  y  aai  oon  aquella  ddiberadon  ae  par- 
tieron de  Cuellar  con  toda  au  hueate,  ordenadaa  muy 
bien  aua  batallaa,  y  aquella  noche  ae  fueron  á  apo- 
aentar  d  monte  de  Hiacar.  Eatando  alli  apoaenta- 
doa,  can  á  la  media  noche  llegó  un  Rey  d'armaa 
aecretamente  d  Duque  de  Alburquerque  de  parte 
de  Don  Alonao  de  Fonaeca ,  Arsobiapo  de  Sevilla, 
hadóndole  aaber  que  quarenta  caballeroa  hijca-dal- 
go  de  la  caaa  del  Principe,  que  ae  deda  Rey,  ó  del 
Arsobiapo  de  Toledo  avian  fecho  voto  aolene«  quo 
todoa  ó  cada  uno  de  elloa  lo  buacarian  por  toda  la 
hueate  de  la  batalla,  quando  ae  dieae ,  ó  lo  prende- 
rían ó  lo  matarían,  ó  perderían  la  vida  en  aquella 
demanda ;  ó  que  le  rogaba,  ó  le  requería  como  ami- 
go, que  á  la  batalla  no  adieae  con  armaa  conocidaa, 
porque  le  aería  en  peligro  de  au  vida  y  de  la  hon- 
ra. El  Duque  reapondió  al  Rey  darmaa :  t  Decid  d 
BBCfior  Arsobiapo,  que  yo  gelo  ten£^  enaefidada 
»  merced,  porque  me  paga  la  debda  de  buen  amigo; 
upero  que  en  loa  tdes  tiempoa  conviene  á  loa  oaba- 
B  lleroa  adir  aefialadoa,  ó  moatrarae  á  aua  enemigoa, 
•porque  la  honra  dempre  cuelga  del  peligro.  E  por 
D  tanto  á  voa  como  oficid  de  armaa  requiero  que  á 
» loa  cabdleroa  que  ad  han  jurado  de  me  prender  ó 
amatar  en  la  batalla,  lea  dígala  que  laa  armaa  ó  la 
•inaignia  con  que  yo  he  de  pelear  en  la  batdla,  aon 
» laa  que  aqui  vedea :  por  cao  cumple  que  laa  conoa- 
»oaÍ8,  ó  ae  laa  aepda  blaaonar,  para  que  por  dlaa  me 
»conosoan  ó  aepan  quien  ea  el  Duque  de  Alburquer- 
nqne.»  E  mandóle  dar  una  ropa  de  aeda  y  dineroa 
con  que  ao  tornaae,  ó  tomado  el  Roy  d'armaa,  noti- 
ficólo á  loa  od»dleroa  que  avían  fecho  aquel  voto. 

CAPÍTULO  XOIV. 

Gomo  el  Maréate  de  VlUeaa  te  hlio  Maeetre  de  Santlafo. 

En  el  tiempo  que  aai  eataa  ooaaii  pendían  y  cata- 
ban en  vigilia  de  tanto  rofnpimionto  dn  caperanaa 
de  concordia,  do  que  tan^a  muortea  ó  dafioa  ae  aten- 
dían, Don  Juan  Pacheco,  Marquóa  de  Villena,  que 
oon  au  hambrienta  codicia  no  dormía,  avia  buacado 
aua  forroaa  ó  mañerea  aatutaa  con  loa  Comendado- 
I  rea  de  la  Orden,  que  le  dieaen  el  hábito  de  Sandia- 


DON  ENBIQÜE  CUARTO. 


163 


gO|¿le  eligiesen  por  Maestre.  B  aii  con  la  mayor 
parte  é  mas  principal  dallos' era  ido  á  la  villa  de 
Ooafia,  adonde  resoibió  el  hábito,  é  fué  Inego  eligi- 
do por  Maestre  de  Sanotiago,  y  obedecido  por  todos 
los  caballeros  de  la  Orden;  en  tal  manera,  qne  sin 
grado  ni  oonsentímiento  del  Bey,  ni  del  Principe  sa 
hermano,  por  qnien  avia  de  ser  renunciado  ,  ni  de 
los  perlados  é  grandes  del  Reyno,  é  sin  lo  consultar 
oon  el  Papa,  no  corando  de  ser  proveydoporél,  ab- 
solutamente se  intituló  Maestre  de  Sanctiago.  ¡O 
desvergonsado  caballero,  ingrato  criado,  y  desleal 
servidor  1  que  por  subir  en  tan  alta  dignidad,  aba- 
tiste la  grandeaa  del  que  te  puso  en  tan  alto  esta- 
do, disipaste  su  honra,  denigraste  su  fama,  denos- 
taste sus  rejrnos,  sus  gentes  y  nación.  Por  poner  la 
espada  de  la  caballeria  en  tu  pecho ,  pusiste  á  cu- 
chillo tanta  gente  é  inocentes,  que  murieron  por  tu 
cabsa:  por  hacerte  Maestre,  destruyste  á  quien  te 
hizo  I  cabsaste  infinitos  robos,  hiciste  muchas  viu- 
das,  desabrigaste  muchos  hijos  de  sus  padres,  é 
desconsolaste  á  tantos  padres  de  sus  hijos.  Por  in- 
titularte de  Maestre,  intitulaste  tu  persona  con  feo 
renombre  y  dejaste  á  tus  hijos  oon  vergonsoso  ape- 
llido. Dime,  pues,  agora,  caballero  tirano,  ¿qué  te 
pudo  aprovechar  la  honra  transitoria  de  tan  breve 
tiempo,  qnando  el  pregón  de  tu  infamia  irá  de  gen- 
tes en  gentes  y  quedará  por  memoria  quanto  el  mun- 
do durare  y  parieren  las  mujeres? 

CAPÍTULO  XCV. 

Gomo  el  Anobiíj^o  4e  Toledo  é  loi  otros  caballeros ,  ((le  estaban 
en  Olaeáo  eos  el  Prfselpe,  se  pnslcroa  ea  araas  é  salieron 
al  eaapo  para  resistir  el  paso  de  Nodina  al  Rey  é  á  sns  caba- 
lleros. 

Quando  el  Arsobispo  de  Toledo,  é  los  otros  caba- 
lleros y  capitanes  que  estaban  en  Olmedo,  supieron 
como  el  Bey  oon  sus  batallas  ordenadas  iba  á  so- 
oomr  á  Medina,  y  querían  pasar  por  delante  de  las 
puertas  de  Olmedo,  determinaron  de  se  poner  en 
armas  é  resistir  la  pasada.  E  asi  ajuntadas  sus  gen- 
tes ,  quanto  mas  presto  pudieron,  salieron  á  ponerse 
en  el  campo  muy  juntos  con  los  muros  de  la  villa; 
de  tal  guisa,  que  por  aquella  parte  pudiesen  tener 
seguras  las  espaldas.  E  quanto  quiera  que  asi  estu- 
viesen puestos  en  armas  en  el  campo,  bien  quisie- 
ran que  la  batalla  é  el  rompimiento  de  ella  se  es- 
ousara,  con  tanto  que  el  Bey  con  su  hueste  se  fuera 
por  otra  parte.  B  puesto  que  para  ello  enviaban  al- 
gunas personas  religiosas  que  se  lo  suplicasen  é  re- 
quiriesen ,  mas  no  con  aquella  reverencia  é  acata- 
miento que  como  subditos  debian  tener  á  su  Bey, 
mas  como  soberi>iosos  é  rebeldes  enemigos,  que 
ninguna  obediencia  le  qóerian  demostrar.  Verdad 
es  que  el  Bey  estaba  muy  ganoso  de  estorbar  la  ba- 
talla y  traer  las  cosas  á  conclusión  de  pas,  si  ser 
pudiera;  pero  vista  su  deeonestidad  é  poco  acata- 
miento, di6  consentimiento  á  la  rotura,  é  quiso  to- 
davía que  la  pasada  fuese  por  delante  las  puertas 
de  Olmedo.  B  otro  dia  siguiente,  que  fué  Jueves, 
dia  áp  S|Q(^  ^[^aldo  I  á  veinte  dias  de  Agosto  se 


levantó  do  mafiana  el  Bey ;  el  qUal ,  oyda  su  Misa  é 
todos  los  otros  Seftores  en  sus  tiendas,  mandó  to- 
car sus  trompetas  para  que  todos  cabalgasen  6  se 
pusiesen  en  orden  de  caminar.  E  asi  llamados  aque- 
llos sefiores  é  caballeros  del  real,  é  venidos  ante  su 
Beal  presencia,  les  dixo:  tSin  dubda,  caballeros, 
mucho  me  pluguiera  que  el  rigor  de  la  batalla  fue- 
ra hoy  escusado,  asi  porque  las  muertes,  de  donde 
ma^or  enemiga  recrece,  se  quitaran ,  como  porque 
de  la  guerra  nunca  procede  amistad  ni  concordia, 
Pero  concdderando  la  poca  templanza  é  menos  aca- 
tamiento del  Arsobispo  de  Toledo  é  de  los  otros 
caballeros  é  grandes  que  están  en  Olmedo  contra 
mi  servicio ,  é  visto  como  quieren  mostrar  mas  so- 
berbia que  obediencia,  é  mas  presunción  que  cor» 
tesia,  sin  venir  en  conocimiento  de  sus  yerros,  que 
con  tanta  fealdad  han  ensayado ,  quiero  contra  mi 
grado  dar  lugar  al  rompimiento  que  hoy  se  espe- 
ra. E  pues  que  vosotros  como  leales,  hadando  lo 
que  debéis,  é  pagando  la  debda  de  vuestra  noble- 
sa,  soys  alegres  é  contentos  oon  la  batalla ,  yo  con- 
formándome con  vuestro  deseo  é  animoso  querer, 
doy  á  ello  mi  consentimiento  con  protestación  que 
hago ,  tomando  á  Dios  por  jues  y  testigo ,  que  me 
desplace  de  ello,  y  que  seria  más  contento  oon  su 
obediencia  que  con  la  rebeldía  que  tienen,  perma- 
neciendo como  están  en  su  dafiado  propósito  de 
deslealtad.  Por  tanto  ordenad  vuestras  batallas  é 
vamos  contra  ellos;  porque  soy  derto  é  tengo  tal 
seguridad  de  la  grand  bondad  de  Dios,  que  nos 
dará  hoy  vendmiento  contra  su  soberiiia;  en  tal 
manera,  que  serán  abatidos  los  enemigos,  é  nos- 
otros prosperados. t  Dicho  aquesto,  mandó  que 
Don  Pedro  de  Velasco  fuese  ddantero  de  cara  los 
enemigos,  é  los  otros  caballeros  é  sefiores  en  pos  de 
él.  Estonces  las  batallas  se  ordenaron  de  aquesta 
guisa :  Don  Pedro  de  Vdasoo  llevaba  tres  batallas ; 
á  su  mano  derecha  iban  Don  Luis  de  Vdasco  y  Don 
Sancho  sus  hermanos  con  una  esquadra  de  tresden- 
tos  ginetes ;  á  la  mano  izquierda  iba  Don  Juan  de 
Velasco,  su  primo,  el  Sefior  de  Siruela,  con  otra 
batalla  en  que  iban  ochenta  hombres  d'armas;  Don 
Pedro  de  Velasco  iba  en  medio  con  otra  esquadra 
de  tresdentos  é  veinte  hombres  d'armas ;  en  pos  de 
aquestos  iba  Don  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Mar- 
qués de  Santillana,  con  dos  esquadras ;  él  llevaba  la 
una  de  ducientos  hombres  d'armas;  el  Obispo  de 
Calahorra,  é  Don  Juan  de  Mendosa,  é  Don  Hurta- 
do de  Mendoza,  sus  hermanos,  á  la  parte  derecha  con 
otra  esquadra  de  ciento  é  cinquenta  ginetes;  y  el 
Comendador  Juan  Fernandez  Qallndo  llevaba  una 
esquadra  de  tresdentos  ginetes  de  las  guardas  mal 
armados ;  é  por  eso  fué  acordado  que  se  pusiese  á 
la  mano  izquierda  del  Marqués  de  Santillana ;  en 
pos  de  aquestos  iba  Don  Beltran  de  la  Cueva,  Du- 
que de  Alburquerque,  con  dos -batallas;  él  llevaba 
una  de  dentó  é  cinquenta  hombres  darmas,  é  Don 
Pedro  de  Velasco  á  la  mano  izquierda  oon  otra  es- 
quadra de  dudentoe  ginetes.  E  quanto  quiera  que 
aquel  dia  suplicaron  al  Bey  que  mandase  sacar  su 
pendón  Beal  ó  alguna  de  siu  banderas,  respondió 


164  *  CRÓNICAfl  DB  LOS 

que  paes  él  no  traia  batalla  do  goute  d'armas,  que 
no  era  razón  que  so  pendón  Beal  saliese  al  oampo, 
ni  se  desplegase  tampoco  bandera  ninguna. 

CAPÍTULO  XOVL 

Coma  d  Anobiipo  de  Toledo  6  loi  otros  otballeros  que  eiUbaí 
en  Olmedo  ordenaroi  sai  bsUUu. 

Los  enemigos  de  que  vieron  que  la  batalla  no  se 
podia  esousar,  y  que  el  Rey  oon  sus  gentes  se  iba  á 
pasar  derecho  por  donde  ellos  estaban  puestos  en 
el  oampo,  ordenaron  sus  batallas  en  esta  guisa:  la 
batalla  primera  adonde  pusieron  al  Príncipe,  su 
rey  que  se  desoia,  era  de  seiscientos  rocines,  hom- 
bres d'armas  ó  ginotes,  y  de  aquesta  batalla  era  ca- 
pitán el  Arzobispo  do  Toledo,  ó  Don  Diego  de  Qni- 
ftones.  Conde  de  Luna.  £n  medio  de  aquesta  bata- 
lla estaba  una  lombarda  armada,  para  tirar  á  los 
primeros  encuentros;  de  aquesta  mesma  batalla 
eran  sobresalientes  el  Conde  de  Ribadeo  y  Pedro  de 
Onti veros,  capitán  de  la  gente  del  Conde  de  Plasen- 
cia,  oon  ducientos  ginetes.  Estaba  á  par  de  aques- 
ta batalla  otra  de  qnatrocientos  hombres  d*armas  é 
ginetes,  de  la  quol  era  capitán  Don  Qarcia  de  Pa- 
dilla, Clavero  de  la  Orden  de  Calatrava ;  estaba  otra 
batalla  de  quinientos  ó  cinquenta  rocinos  do  diver- 
sos caballeros  que  los  avian  enviado ;  de  aquesta 
batalla  era  capitán  Don  Fernando  de  Fonseca,  her- 
mano del  Arzobispo  de  Sevilla.  E  puesto  que  asi  es- 
taban en  el  campo  ordenadas  sus  gentes,  todavía 
quisieran  que  el  rompimiento  se  escnsara.  E  ansi  en- 
viaron al  Rey  á  Mesen  Fierres  de  Peralta,  Condes- 
table de  Navarra,  y  consuegpro  del  Arzobispo  de  To- 
ledo, para  que  le  suplicase  que  aquella  batalla  se 
eecusase,  considerando  las  muertes,  ó  dafioe,  ó  ma- 
les que  de  alli  se  podrían  reeorescer.  B  como  ya  sus 
batallas  iban  acercándose  á  mas  andar  á  sus  enemi- 
gos, aprovechó  poco  su  venida,  por  manera  que  su 
rotura  no  se  pudo  excusar.  Pero  puesto  que  los  ca- 
balleros leales  de  la  parte  del  Rey,  como  animosos 
y  esforzados  varones,  se  pusieron  á  pelear  oon  asaz 
denuedo,  fueron  tan  malamente  proveydos,  que  de- 
xaron  la  persona  del  Rey  sin  gente  alguna  que  la 
guardase,  ni  quedaron  con  él  sino  quatro  ó  cinco 
de  á  caballo  é  Mesen  Fierres  de  Peralta,  parcial  de 
los  enemigos  ó  poco  servidor  del  Rey.  Y  no  sola- 
mente fueron  negligentes  en  esto,  mas  todo  el  far- 
daxe  que  traian,  aunque  era  mucho,  se  quedó  tan 
desacompafiado ,  que  ninguna  gente  de  resistencia 
pusieron  para  guarda,  salvo  los  azemileros  ó  mozos 
de  espuelas,  que  supieron  mas  huir  que  defender. 

CAPÍTULO  xcvn. 

Como  pelearon  las  baUllas ,  y  faeron  los  enemigos  del  Rey 

venetdos. 

Luego  que  las  batallas  se  vieron  unas  á  otras,  la 
pelea  se  ordenó  de  aquesta  forma :  que  Don  Pedro 
de  Velasoo  pelease  oon  la  batalla  principal  del  Prin- 
cipe, donde  el  Arzobispo  de  Toledo  era  capitán ;  el 
Marqués  de  Santillana  é  sus  hermanos  é  Juan  For- 


RKYES  DE  CASTILLA. 

naudez  üaliudu  con  la  batalla  del  Clavero  de  Cala- 
trava; el  Duque  de  Albnrquerque  con  la  batalla  de 
Hernando  de  Fonseca.  Y  asi  arremetiendo  los  lea- 
les contra  los  enemigos,  el  Marqués  de  Santillana 
hirió  primero  en  la  batalla  del  Clavero,  donde  mez- 
clada la  esquadra  dol  Comendador  Juan  Fernandez 
Galindo,  fué  luego  desbaratada;  porque  yendo  con 
I  flacas  é  pocas  armas,  no  pudieron  sufrir  la  furia  de 
los  contrarios,  é  asi  la  mayor  parte  de  ellos  huye- 
ron ;  pero  el  Marqués  con  su  gente  hirió  tan  brava- 
mente en  la  batalla  del  Clavero ,  que  por  pura  fuer- 
za la  hendió  por  medio ,  é  la  desbarató  de  tal  mane- 
ra, que  bol  viendo  sobre  ellos  no  halló  con  quien 
pelear  que  resistencia  le  hiciese.  Don  Pedro  de  Velas- 
oo envió  dolante  do  sus  batallas  á  Don  Juan  de  Ve- 
lasco  su  primo,  con  su  esquadron  de  ochenta  hom- 
bres d^armas,  que  hiriesen  primero  en  la  batalla 
principal  del  Príncipe;  el  qual  se  adelantó  un  buen 
trecho,  y  entró  como  caballero  esforzado  con  tal  de- 
nuedo, que  hendió  la  batalla  é  se  poso  de  la  otra  par- 
te hádia  la  villa  de  Olmedo,  é  pasando,  derribó  su 
pendón  y  llevólo  consigo.  En  pos  de  él  entró  Don 
Pedro  de  Velasoo  con  las  otras  dos  batallas,  é  hirió 
tan  de  recio  en  ellos,  que  los  llovó  de  arrancada  sin 
resistencia  ninguna  hasta  las  puertas  de  Olmedo. 
Alli  fué  herido  el  Arzobidpo  do  Toledo  en  el  brazo 
izquierdo,  é  preso  el  Conde  de  Luna  sobro  su  fé, 
puesto  que  después  no  quiso  acudir  á  ella,  aunque 
fué  llamado  por  Don  Juan  de  Velasoo  que  le  pren- 
dió. E  como  Don  Juan  de  Velasco  avia  hendido 
aquella  batalla,  é  pasado  por  medio  de  ellos  hasta 
la  otra  parte,  no  conociendo  que  Don  Pedro  de  Ve- 
lasco  la  llevaba  de  vencida  sin  resistencia,  pensan- 
do que  toda  la  batalla  del  Príncipe  y  del  Arzobispo 
iba  á  dar  en  él,  huyó  de  la  batalla  con  su  gente ,  y 
no  se  halló  en  el  destrozo  de  los  enemigos.  Huyó 
asi  mesmo  Don  Juan  de  Mendoza,  hermano  del 
Marqués  de  Santillana ;  pero  Don  PeÑdro  de  Velasco 
aquejó  tanto  á  los  enemigos,  que  los  hizo  meter  en- 
tre la  cerca  é  la  barrera  de  la  villa,  y  en  algunas 
iglesias  que  muy  cerca  de  alli  estaban ,  de  tal  for- 
ma, que  ninguno  de  ellos  osaba  salir  á  la  batalla. 
El  Duque  de  Albnrquerque  con  sus  dos  esquadrones 
hirió  en  la  batalla  de  Hernando  de  Fonseca,  y  él  en 
la  suya,  de  tal  guisa,  que  cada  uno  de  ellos  oon  los 
suyos  se  daba  tan  grand  priesa  é  buen  recabdo  á  pe- 
lear unos  contra  otros ,  que  bien  páresela  estar  ga- 
nosos de  menear  las  espadas :  donde  asi  andando  en 
la  furia,  como  el  Duque  de  Alburquerque  iba  muy 
señalado,  sogun  lo  avia  prometido  al  Rey  d'armas, 
que  le  fué  á  avisar  del  juramento  contra  él  fecho, 
los  caballeros  y  hidalgos  que  lo  buscaban  por  el 
voto  hecho  contra  él,  halláronlo  allí,  é  tomado  en 
medio,  pusiéronlo  en  grond  estrecho,  aquexándolo 
que  se  diese  á  prisión,  en  tonto  grado,  que  si  el 
Marqués  de  Santillana  su  suegro  no  lo  socorriera, 
todavia  fuera  muerto ,  porque  jamás  se  quiso  dar  á 
prisión.  Pero  después  que  fué  socorrido  tomó  á  pe- 
lear tan  bravamente,  que  bien  páresela  tener  oobdi- 
cia  de  ganar  honra.  E  ansi  andando  peleando  en  la 
batalla,  halláronse  á  las  manos  él  y  ílornando  do 


DON  ENRIQUE  CUARTO. 


165 


Fonscoa,  y  ol  Duque  lo  dio  un  golpo  do  ospoda  con 
la  punta  I  que  le  entró  entro  la  babera  é  la  oelada, 
qno  lo  birió  mortalmente  en  la  cabosa,  do  que  ina- 
rió  donde  á  qnatro  días.  E  como  loa  sayos  lo  vieron 
ABÍ  berido  ó  sin  esfuerso  para  pelear,  fueron  mny 
pesantes  é  prestamente  desbaratados.  Entretanto 
qne  las  batallas  de  los  leales  iban  ganando  victo- 
lia,  y  el  Rey  se  avia  quedado  solo,  Mosen  Fierres 
do  Peralta,  no  negando  la  afioion  que  tenia  al  Ar- 
isobispo  de  Toledo,  é  la  poca  gana  de  la  boura  del 
Rey,  bisóle  orear  qne  los  sayos  eran  todos  desbara- 
tados  por  las  gentes  de  las  guardas  qne  al  comien- 
zo salieron  bayendo,  é  que  si  de  alli  no  se  aparta- 
ba, qne  á  sn  persona  correria  grand  peligro  en  es- 
tar alli.  E  asi  el  Rey,  oreyendo  sa  mentira,  se  apar- 
tó del  campo,  é  se  fué  á  media  legna  de  alli  á  ana 
aldea,  qae  se  dioe  Pozal  de  Gallinas,  donde  se  es- 
tuvo paseando  por  las  eras ,  fasta  saber  alguna  nue- 
va de  los  suyos  una  gran  pieza.  En  este  medio  tiem- 
po, como  el  Oonde  de  Ribadeo  é  Pedro  de  Hontive- 
ros  andaban  sobresalientes  á  todas  las  partes  del 
campo  sin  pelear,  desque  vieron  qne  el  f  ardage  es- 
taba á  tan  mal  reoabdo  sin  guarda  ninguna,  mas 
ganosos  del  interese  qne  no  de  la  bonra ,  dieron  en 
61 ,  y  mandaron  á  los  sayos  que  lo  pusiesen  á  saco- 
mano, en  tal  manera,  que  llevaron  la  mayor  parte 
de  ello  é  lo  metieron  en  la  villa  de  Olmedo.  Betón- 

• 

oes  los  caballeros  leales,  conociendo  la  gloría  de  su 
triunfo,  é  como  ya  el  oampo  ORtaba  por  ellos,  sin 
resistencia  dieron  en  el  Conde  do  Ribadoo  y  Podro 
Hontiveros,  de  tal  forma,  que  muy  ligeramente 
fueron  desbaratados,  é  Pedro  de  Hontiveros  preso 
sobre  sa  fé.  E  luego  que  los  caballeros  leales  vio- 
roD  que  sin  oontradioion  alguna  el  oampo  quedaba 
por  ellos,  é  ninguno  de  los  enemigos  no  paresoia, 
acordaron  de  reposar  alli  un  grand  rato  oabe  de 
nnas  anorias  á  donde  ellos  é  su  gente  se  refresca- 
sen. E  asi  ayuntados,  é  feoba  su  pesquisa,  halla- 
ron que  el  pendón  del  Principe  Don  Alonso ,  Rey 
que  se  descia,  era  ganado  é  traydo  á  su  poder  con 
ciertas  banderas  de  sus  capitanes ,  é  sa  alférez  Die- 
go de  Merlo  herido  é  preso,  é  así  mesmo  el  Conde 
de  Luna ,  é  Don  Enrique  Enriquez ,  hijo  tercero  del 
Almirante  sobre  lafé,  é  Pedro  de  Hontiveros.  Es- 
tos dos  respondieron  á  la  fé,  quando  fueron  llama- 
dos á  Medina ;  pero  el  Conde  de  Luna  no  quiso  ir, 
dando  algunas  vanas  excusaciones.  De  la  parte  del 
Rey  fueron  presos  é  llevados  á  Olmedo  algunas  per- 
sonas de  baxa  suerte,  no  en  la  batalla,  mas  porque 
se  apartaron  de  sus  capitanes.  Estonces  yo  que  como 
Ooronista  avia  estado  presente,  é  visto  los  trances  de 
la  pelea  fasta  el  fin,  é  como  ya  los  enemigos  que- 
daban desbaratados  é  vencidos,  busqué  al  Rey,  pen- 
ssndo  que  estaba  alli  donde  se  avia  quedado  á  mi- 
rar, é  fallé  que  por  falsa  relación  mentirosa  se  avia 
absentado  del  campo,  de  que  sin  duda  fui  maravi- 
llado. E  asi  sabido  su  (4>artamiento,  fuílo  á  buscar 
A  grand  priesa  por  el  rastro  hasta  ol  aldea  donde 
estaba,  y  hallindole  le  dize:  «¿Como  los  Reyes 
•que  son  vencedores,  é  pelea  Dios  por  ellos  ansi  se 
•han  de  arredrar  de  su  hueste ,  que  tan  varonilmen- 


ite  han  alcanzado  la  gloria  de  sn  triunfo?  Andad 
»acá,  Sefior,  que  soys  vencedor,  é  vuestros  enemi- 
Agos  quedan  vencidos  é  destruidos.»  E  quando  el 
Rey  oyó  lo  que  asi  le  descia ,  con  alegre  risa  me 
dixo:  tCoronista,  si  con  tan  sanas  entrafias  como 
nías  vuestras  me  aconsejara  el  Condestable  de  Na- 
1  varra ,  que  aqui  estaba  aoonsejándome ,  y  haoién- 
»dome  creer  lo  que  él  deseaba,  é  no  el  efecto  do  Ift 
«verdad,  ni  yo  me  apartara  de  donde  estaba,  ni  vos 
«tomárades  ol  trabajo  en  venirme  á  buscar;  mas 
iibien  parece  quanta  diferencia  hay  de  vuestro  leal 
n deseo  á  su  dafiada  voluntad,  que  él  en  son  de  tra- 
itar  paz,  vino  como  parcial  délos  traydores,  é  vos 
•como  leal  é  verdadero  servidor  me  traéis  nuevas 
•placenteras  é  de  tanta  gloria» ;  é  asi  despedido  el 
Condestable  de  Navarra  se  tomó  á  Olmedo,  mas 
avergonzado  que  oon  plaoer.  Estonces  el  Rey  salió 
al  encuentro  de  sus  leales  servidores ,  que  venian 
con  tan  prospera  victoria;  é  vistos,  escribió  una  car- 
ta de  su  mano  para  los  de  Medina,  é  mandóme  que 
yo  fuese  á  mas  andar  á  notificarles  el  suceso  de  la 
batalla,  é  que  los  aposentasen  aquélla  noohe  lo  me- 
jor que  pudiesen ;  pero  porque  era  peligro  ir  des- 
aoompafiado ,  mandó  á  Pedro  de  Sandoval  que  me 
acompafiase  con  veinte  de  á  caballo  quo  traia.  B  uA 
llegado  á  Medina,  vista  la  carta  é  la  relación  que 
les  hice  de  la  victoria  con  que  el  Rey  venia,  no  so- 
lamente  se  alegraron,  mas  con  mucho  amor  obe- 
descieron  quanto  en  nombre  del  Rey  les  mandaba. 
E  puesto  luego  por  obra ,  abrieron  todas  sus  puer- 
tas, é  ficieron  grandes  hogueras  por  las  calles,  é 
pusieron  lanternas  á  las  ventanas,  en  tal  manera, 
que  paresoia  ser  de  di  a  según  la  mucha  claridad  que 
se  mostraba.  Pasado  un  grand  rato  de  la  noche,  en- 
tró el  Rey  con  toda  su  hueste ,  donde  fueron  resoe- 
bidos,  no  solamente  en  la  villa,  mas  dentro  en  sus 
casas  con  grand  alegria  aposentados;  porque  según 
venian  fatigados  de  la  pelea  é  del  camino  avian  me- 
nester reposo  é  descanso.  E  quando  sentí  que  todos 
estaban  ya  sosegados,  mandé  á  los  de  la  villa  que 
pusiesen  luego  guardas  grandes  por  sus  estancias 
contra  los  de  la  Mota,  por  manera  quo  no  pudiesen 
salir  A  hacer  algún  rebato  ni  mal  alguno. 

CAPÍTULO  XOVIIL 

0«  lo  que  sQbMdló  en  Meélaa  después  qw  sDl  vino  el  Rey  «oa 

sa  hoeste. 

Venido  el  dia  siguiente,  fué  acordado  por  aque- 
llos leales  servidores  é  caballeros  que  para  regraciar 
á  Dios  la  grand  victoria  que  les  avia  dado  contra 
los  enemigos  tiranos,  se  hiciese  una  procesión  so-, 
lene  desde  la  Iglesia  de  Sanct  Antolin  hasta  el  Mo- 
nesterio  de  Sanot  Andrés ,  que  es  de  la  Orden  de 
Sanoto  Domingo,  en  que  jtor  el  medio  de  ella  lle- 
varon casi  rastrando  el  pendón  Real  é  las  otras 
banderas  de  los  enemigos  quo  avian  ganado  en  la 
batalla  con  tanta  gloria.  Verdad  es  que  como  el  Rey 
era  tan  poco  amigo  de  la  presumpcion  é  vanaglo- 
ria, no  quisiera  que  ninguna  cosa  de  aquellas  se  hi- 
ciera, salvo  solamente  la  procesión ;  pero  el  Obispo 


i... 


166  CRÓNICAS  DE  LOS  BBTE8  DE  OAflTILLA.. 

de  Calahorra  iiuiisiió  todavia  que  se  Uevaaen  alli 
laa  banderas ;  é  asi  llevadas  se  oolgaron  delante  del 
altar  mayor  del  dicho  MonesteriOi  donde  estavieron 
por  algnn  tiempo.  Sonada  la  nueva  de  la  viotoria 
por  el  Beyno,  muohos  caballeros  se  vinieron  á  ser- 
vir al  Bey,  entre  (los  quales  se  vino  luego  Don  Pe- 
dro Manrique,  Conde  de  Trevifio  oon  ducientos 
rocines,  é  vino  Pedro  de  Mendoza,  Sellor  de  Alma- 
san  ,  oon  ciento  oinquenta  de  á  caballo  é  grand  peo- 
nage,  é  otros  de  menor  estado  que  venian  con  la 
gente  que  podían.  E  vinieron  de  la  villa  de  Valla- 
dolid  dente  de  á  caballo,  é  grand  peonage ,  é  otras 
muchas  gentes  diversas  que  con  afición  lo  vinieron 
á  servir,  deseando  su  prosperidad  y  la  destruioion 
de  sus  enemigos. 


CAPÍTULO  a 

Como  el  f%H  ^^$  nbi4a  la  novoiUd  do  loo  eoMloroi  é  porfa- 
éot  deilealef ,  oavló  il  Oblt^  do  Leoo  Anioolo  do  Vooorii 
por  so  MoMlo  Ufado,  á  traUr  pas  ootro  ol  Ro|  é  tas  dosloa- 
los  OBOBilgof ;  é  tino  aUl  É  U  TiUa  do  Modlaa,  y  lo  fÉ«  boelio  ol 
raioeblBiento  ^ao  so  lo  dobla. 


CAPtrULO  XdX. 

Gomo  ol  Coido  do  Aln  «oobnutó  so  fo  y  paUbra,  ¿  so  pasó  i  los 

traydoros. 

Pasados  algunos  pocos  de  dias  después  que  el 
Bey  con  su  hueste  fué  llegado  á  Medina,  visU  la 
tardanza  del  Conde  de  Alva,  que  no  venia,  mandó 
el  Bey  al  Obispo  de  Calahorra  que  fuese  á  hablar 
oon  él  á  la  villa  de  Alva,  para  que  viniese  á  su  ser- 
vido según  que  lo  avia  prometido ,  é  dado  su  lé 
quando  le  enviaron  medio  quento  de  maravedís  oon 
Pezelin  su  Camarero  ;  donde  d  Obispo  fué,  é  des- 
pués de  muchas  hablas  que  entre  ellos  pasaron,  tor- 
nó á  dar  BU  fe  que  irla  á  servir  al  Bey  quando  su 
gente  fuese  ayuntada.  E  ad  d  Obispo  se  tomó  mas 
dudoso  que  cierto,  según  lo  que  pudo  sentir,  porque 
sabia  que  era  cabdlero  movible,  é  de  poca  firmeza, 
mas  amigo  del  interese  que  no  de  la  honra.  E  como  él 
era  persona  de  captelosas  formas,  solamente  fué  su 
tardanza  para  conoertarse  con  los  enendgos  y  deser- 
vidores del  Bey,  esperando  la  venida  de  Don  Juan 
Pacheco,  Marqués  de  Villena,  que  avia  ido  á  Ocafia 
para  hacerse  Maestre  de  Santiago ;  é  luego  que  fué 
venido  á  Olmedo  hecho  Maestre ,  fué  oonduido  su 
oonderto  oon  eUos  de  aquesU  guisa :  que  Don  Juan 
Pacheco,  d  nuevo  Maestre  de  Santiago,  le  entrega- 
se á  Montdvan,  y  d  Arzobispo  de  Toledo  la  Puen- 
te dd  Arzobispo,  para  seguridad  de  ciertos  vasallos 
que  le  prometieron.  B  quando  aquesto  le  fué  en- 
tregado, envióse  á  despedir  del  Bey  con  un  caballe- 
ro de  su  casa  que  se  llamaba  Pedro  de  Barrientes; 
é  despedido,  pasóse  luego  á  los  enemigos  oon  qui- 
nientos de  á  oabdlo  hombres  d'armas  é  ginetes. 
Aquesta  mddad  que  ad  hizo,  pareado  tan  fea  á  los 
de  su  partido  á  quien  él  se  pasó,  como  á  aquellos  á 
quien  mintió  su  f  é  é  pdabra ;  de  que  todos  los  de 
entrambos  partidos  mormurando  descian  que  se 
avia  vendido  en  pública  almoneda  á  quien  diese  mas 
por  él.  B  no  solamente  aquesto,  mas  por  todo  el 
Beyno  fué  tan  publicado  é  ávido  por  muy  md  he- 
cho, que  los  mozos  de  espuelas  se  atrevían  á  deedr 
sin  miedo  donde  quieran  que  lo  vian,  ¿  quién  dá 
mas  por  el  Conde  de  Alva,  que  se  vende  á  cada  can- 
tón ?  ¿ay  dgnnoB  que  lo  pongan  en  preado? 


Quanto  las  novedades  son  mas  criminosas  i  tanto 
el  pregón  de  aquellas  corre  oon  mayor  priesa,  y  pu- 
blica BUS  mdes  por  todas  partes.  E  como  d  insulto 
de  los  dededes  enemigos,  que  se  rebdaron  contra 
su  sefior  é  su  Bey  naturd,  fué  de  tan  grand  fealdad 
é  desvergozado  atrevimiento  qual  nunca  jamas  fué 
oydo  ni  visto,  entre  todas  las  nadónos  fué  oondena- 
do\  é  ávido  por  muy  abominable  caso  é  dboluto 
yerro.  Lo  qud  llegado  á  las  orejas  dd  Papa  Pau- 
lo n,  que  por  estonces  era  Snmmo  Pontiflce  en  la 
Igleda  universal,  aviéndolo  por  cosa  denostable, 
oon  consejo  é  acuerdo  de  sus  Cardenales  fué  deter- 
minado que  enviase  su  Nuncio  Apostólico  oon  po- 
derío de  Legado  ó  Laier* ,  para  que  amonestase  á 
los  perlados  é  caballeros   que  se  avian  rebelado 
contra  el  Bey,  se  tomasen  é  su  obediencia,  é  para 
que  persuadiese  d  Bey,  que  benignamente  los  per- 
donase, é  tornase  en  su  servido.  Aqueste  Nundo  se 
llamaba  Antonio  de  Veneris,  que  era  Obispo  de 
León.  El  qual  como  llegó  á  Medina  del  Campo  des- 
pués de  la  batdla,  é  fuese  notificada  su  venida  al 
Bey,  mandó  que  le  fuese  fecho  aqud  solene  resce- 
bimiento  é  honra  que  á  semejante  nuncio  pertenes- 
da.  E  ad  fué  rescebido  por  los  perlados  é  capella- 
nes del  Bey  é  con  la  derecía  en  proceden  hasta  la 
Iglesia.  E  luego  desde  allí  se  fué  d  Pdado  Bed, 
donde  d  Bey  le  rescebió  con  mucha  graciosidad. 
Estonces  el  Nundo,  dado  d  Breve  del  Papa,  le  dixo: 
aSerenísimo  Bey,  nuestro  muy  Sanoto  Padre ,  sa- 
•biendo  la  discordia  y  escisma  que  dgunos  Perla- 
•dos  é  caballeros  de  aquestos  vuestros  Beynos  oon 
•poco  temor  de  Dios  perpetraron  contra  vuestra  cel- 
»  situd,  aviendo  este  caso  por  muy  exorbitante  y  oon- 
a doliéndose  de  dios,  como  él  sea  Vicario  de  Jesu- 
iChrísto,  á  qden  pertenece  remediar  lo  semejante 
•é  quitar  las  discordias  é  sembrar  paz  é  sosiego,  bu 
•Santidad  como  verdadero  padre  espirítud  de  la  re- 
sligion  Chrlstiana  me  mandó  venir  acá,  para  enten- 
líder  en  ello.  Por  tanto  á  vuestra  Magestad  de  su 
aparte  ezorto  é  requiero  como  ácatholico  Bey  Chris- 
atiano,  quiera  obedescer  sus  mandamientos  Apos- 
atólicos,  en  td  manera  que  vuestras  redes  entra* 
•fias  se  inclinen  á¡la  piedad,  é  quieran  ser  conven- 

•  oídas  de  lo  que  yo  le  suplicare,  é  su  Santidad  vob 
•envía  á  mandar,  según  que  vuestra  Alteza  por  su 
•Breve  podrá  sentir  y  ver;  porque  la  rotura  de  las 

•  guerras,  de  donde  las  muertes  suceden,  dd  todo 
•ceso,  é  la  tranquilidad  é  sodego  puedan  permane- 
•cer  en  aquestos  vuestros  Beynos.  Ca  sabida  oosa 
•es  é  muy  cierta,  que  de  los  Beyes  se  espera  la  de- 

•  menda,  y  á  dios  pertenesce  la  virtud  dd  perdon.i> 
Acabada  su  habla,  d  Bey  leyó  d  Breve  dd  Papa,  é 
leydo,  dn  tomar  acuerdo  ni  ddiberaoion  para  res- 


DON  BNBIQUE  OUABTO. 


167 


ponder,  oon  grand  tiento  é  mucha  gravedad,  le  dizo: 
a  Bien  pareeoe  sin  dnbda  qae  nuestro  muy  Sanoto 
Padre  ha  querido  manif  eetamoe  quanto  ee  recto 
Pontifico  6  yerdadero  subceeor  de  Sanot  Pedro  en 
el  poderío  de  Jesu-Chriato,  que  siguiendo  las  pisa- 
das de  aquel,  tan  cumplidamente  nos  da  testimo- 
nio de  BU  Apostólico  deseo  y  paternal  afección.  Yo 
se  lo  agradesoo  quanto  puedo,  y  gelo  tengo  en  se- 
llaládá  merced,  é  por  ello  beso  los  pies  é  las  manos 
de  BU  Santidad*  Verdad  es  que  si  los  perlados  é 
caballeros  que  son  errados  contra  mí  en  tanta 
oí  enea  de  sus  honras,  quisiesen  venir  á  mi  servicio 
con  ian  sanas  entrafias  como  yo  tengo  las  mias 
aparejadas  para  perdonaUos,  muy  prestamente  se 
baria  la  pas.  Mas  como  ellos  sin  cabsa  han  perpe* 
trado  tan  feos  insultos  é  feas  maldades  quanto  su 
conciencia  los  acusa,  asi  los  remuerde,  que  dios 
de  sí  meemos  sospechando,  nunca  se  perdonan  ni 
tienen  seguridad ;  y  por  esto  quiero  creer,  y  aun 
afirmo  que  seguñ  están  endurecidos  en  su  dafiado 
prOpÓÉito  de  rá>eldia ,  que  tarde  ó  nunca  se  osaran 
confiar,  ni  mucho  menos  los  podréis  atraer  al  co- 
nocimiento de  sus  culpas,  para  que  ellos  se  oonfor- 
men  oon  la  gana  que  yo  tengo  de  excusar  los  es- 
cándalos é  procurar  sosiego;  porque  á  los  Beyes 
pertenesce  como  á  padres  de  sus  reynos  perdonar 
las  ofensas,  é  olvidar  sus  propias  injurias,  sin  to- 
mar vénganla  de  ellas.  To  desde  agora  digo  é  afir- 
mo é  doy  mi  palabra  real,  que  si  vinieren  á  mi  ser- 
vido como  subditos  naturales,  no  solamente  los 
quiero  perdonar,  mas  hacelles  mercedes  y  acrecen- 
talles  sus  estados.  Por  tanto  pues  vos  para  esto 
sois  venido,  y  su  Santidad  vos  envia,  mirad  que 
yo  como  hijo  de  obedienda  obedeaco  su  manda- 
miento, é  me  place  complillo.»  Acabada  su  habla 
del  Bey,  d  Nundo  se  despidió  é  se  fué  á  su  aposen- 
tamiento. En  este  medio  tiempo,  como  Don  Juan 
Pacheco,  Marqués  de  Villena,  estuviese  en  Ooafia, 
donde  ya  se  intitulaba  Maestre  do  Sanctíago,  de  don- 
de nadó  la  enemistad  capital  entre  él  y  su  hiemo  el 
Conde  de  Benavente,  según  que  adelante  será  re- 
contado, llegó  la  nueva  de  la  batdla,  é  sabido  todo 
el  suceso  de  eUa,  pesóle  mucho ;  é  así  llegada  toda 
la  gente  que  pudo  de  hombrea  d'armas  é  gastes,  se 
tomó  á  Olmedo ,  donde  llegado,  increpó  mucho  d 
rompimiento  de  la  batdlá ;  y  como  traia  grand  so- 
corro de  gente,  fué  muy  bien  rescebido.  Estonces  d 
Nundo  Apostólico,  por  dar  buena  quenta  del  cargo 
que  trdaí  mandó  publicar  sus  cartas  patentes,  por  las 
quales  mandaba  á  los  caSalleros,  asi  de  la  parte  dd 
Bey,  como  de  los  eeoismáticos,  que  estaban  en  Ol- 
medo, só  pena  de  excomunión  papal,  que  todos  de- 
pudesen  las  armáÉ;  é  depuestas,  les  ponia  inducias 
6  treguas  por  un  afio,  para  que  entretanto  se  diese 
medio  de  pai  y  de  concordia,  é  los  rebddes  se  tor- 
nasen á  la  obidienda  de  su  Bey.  Mas  como  los  ca- 
balleroé  é  perlados  que  estaban  en  Olmedo,  según 
los  graves  insultos  que  avian  cometido,  tenían  pos- 
puesto el  temor  de  Dios  Ó  la  vergfienia  del  mundo, 
no  curaron  de  obedesoer  sus  mandamientos, ,  antes 
Abn  grÉud  nienospredo  burlaban  de  él.  Oon  todo  le 


enviaron  á  desdr  que  saliese  á  verse  con  dios  en 
el  campo,  á  cuya  instanda  d  Nundo  adió.  E  sali- 
do entre  Medina  é  Olmedo,  esperando  la  venida  de 
los  prindpdes  que  se  avian  de  venir  á  ver  con  él, 
vinieron  de  sobresdto  mas  de  treodentos  de  á  ca- 
bdlo  muy  furiosamente  sobre  él,  disdendo  c  muera, 
muera» ,  y  disparando  palabras  muy  desvergonsa- 
das  contra  él,  y  contra  el  Papa  que  lo  avia  enviado, 
queriendo  poner  las  manos  en  él,  de  que  dn  dubda 
el  Nundo  se  vido  en  grand  peligro,  B  ad  después  ~ 
de  rescebidos  muchos  ultrages  é  tratado  con  mucho 
vituperio,  sdieron  á  d  el  Maestre  Don  Juan  Pache- 
co y  otros  machos  caballeros  de  los  que  estaban  en 
Olmedo,  donde  la  habla  fué  mas  engafiosa  que  der- 
ta ;  de  tal  guisa,  que  dn  ser  obedesddas  sus  censu- 
ras, ni  él  ser  acatado  como  la  raaon  lo  requería,  se 
tomó  medroso  é  con  poca  honra  á  la  villa  de  Me- 
dina del  Campo. 

CAPÍTULO  OL 

Geao  Painriat  da  Avila  faadió  la  aibéad  ia  Sag ovia  A  lea  asa- 
■if aa  ial  Rajf  y  loa  a^aré  aa  alia. 

Al  tiempo  que  d  Bey  se  quiso  partir  de  Segovia 
para  dar  la  batalla,  fué  avisado  que  Pedrarias  de 
Avila  trataba  con  los  enemigos  para  dalles  la  db- 
dad  y  metdlos  dentro.  Mas  el  Bey  confiándose  en 
las  mudias  mercedes  é  honras  que  al  padre  é  á  los 
hijos  avia  fecho,  é  visto  que  le  avia  dado  la  conta- 
duría mayor  de  su  padre,  y  hecho  merced  de  Tor- 
I  rejón  de  Velasco  por  la  traydon  de  Alvar  Gomes, 
cuya  era  primero,  é  las  mudias  riquesas  que,  por 
ser  suyos,  avian  ganado,  con  que  mercaron  los  va- 
sdlos  y  heredamientos  que  tenían,  é  como  avia  he- 
cho Obispo  de  Segovia  á  su  hermano  Juan  Arias, 
no  lo  quiso  creer ;  antes  mandó  llamar  á  entrambos 
hermanos,  é  después  de  aver  hablado  oon  ellos 
largamente,  encomendóles  la  guarda  (de  la  dbdad, 
disdendo  que  de  dios  la  confiaba.  B  así  tomados 
grandes  juramentos  é  fiddidades  que  la  temían  é 
defenderían  para  su  servido,  se  partieron  para  Se- 
govia. Pero  como  Pedrarias  estaba  muy  sentido, 
ad  por  la  prídon  que  en  Madrid  le  avían  fecho, 
como  por  la  estocada  que  le  dieron,  Jamás  aquel 
rencor  se  le  apartó  del  corasen,  antes  de  contino  se 
le  trasdoblaba;  de  td  manera,  que  desque  vido 
tiempo  aparejado  para  vengarse  y  executar  su  salla 
é  dafiado  proposito,  envió  secretamente  á  uno  suyo, 
que  se  llamaba  Luís  de  Mesa,  para  que  tratase  con 
el  Maestre  Don  Juan  Padieco  é  oon  los  otros  de  su 
partido,  que  estaban  en  Olmedo,  que  les  quería  dar 
la  dudad  é  apoderdlos  en  ella ,  por  vengarse  dd 
Bey.  De  aquesto  fueron  muy  contentos,  ad  el  Maes- 
tre como  los  otros  perlados  é  caballeros  enemigos 
del  Beyt  segund  el  sentimiento  é  dolor  que  sentían 
de  aver  sido  vencidos  é  presos  algunos  de  sus  capi- 
tanes, é  perdido  su  pendón  BeaL  B  asi  fecho  d 
trato,  é  adgnado  d  día  tercero,  en  que  gela  avía  de 
dar,  otro  día  dguíente  se  partieron  con  su  Bey  é 
con  su  hueste  camino  de  Segovia.  En  el  trato  de  la 
traydon  fueron  con  él  d  Obispo  do  Segovia,  su  her- 


168 


CRÓNÍ0A8  DE  LOS  BEYES  DE  OASTILLl. 


mano,  y  el  Maestre  Sd^^Frexamo ,  que  al  presente 
era  Provisor  del  Obispo,  y  gobernaba  á  entrambos 
hermanos,  ¿  Fray  Rodrigo  de  Mesa,  Prior  del  Par- 
ral, é  Luis  do  Mesa  su  hermano,  que  iba  con  los 
tratos  al  Marqués  ó  á  los  otros  de  su  partido,  é  Pe- 
rucho de  Monjaraz,  Alcayde  de  la  fortaleza,  que 
oomo  parcial  de  Pedrarias,  y  consentidor  en  la  tray- 
cion,  dio  entrada  á  loa  enemigos  por  un  postigo  que 
estaba  debazo  do  la  fortaleza  en  la  casa  del  Obispo, 
en  tal  guisa,  que  quando  debiera  él  como  leal  Al- 


bieron  por  un  camino  qu^  está  junto  á  las  pcfias 
dé  la  fortaleza,  hasta  que  encontraron  por  el  posti* 
go  que  avia  fecho  el  Obispo  grand  tiempo*  aviay 
que  estaba  pegado  á  las  paredes  de  su  casa.  £  ansi 
entrados  á  vista  cíel  Alcayde ,  Pedrarias  los  llevó 
hasta  el  Palacio, adonde  la  Infanta  estaba,  la  qual 
desde  allí  adelante  se  apartó  dol  Bey  y  se  quedó 
con  el  Príncipe  su  hermano.  Luego  que  asi  entraron 
poderosamente  con  tanto  gentío,  se  apoderaron  de 
la  oibdad  é  la  pusieron  en  sosiego,  sin  que  d  pueí- 


cayde  defender  la  cibdad  para  su  Bey,  dio  lugar  á  |  blo  se  osase  alterar,  puesto  que  á todos  los  dbdada 


la  traycion,  é  quiso  que  se  hiciese.  ¡O  perverso  Al- 
cayde, enemigo  de  la  lealtad ,  é.  parcial  de  la  tray- 
cion !  Si  tú  eras  el  principal  defensor  de  la  cibdad, 
para  guardalla  á  tu  Rey,  ¿como  no  te  avergonzaste 
de  dezar  entrar  en  ella  á  sus  capitales  enemigos, 
pudiendo  livianamente  resentirlos  ?  Si  eras  obliga- 
do á  defendella  como  Alcayde,  ¿por  qué  no  defen- 
diste la  entrada  de  sus  enemigos,  que  la  venian  á 
tomar  ?  que  con  muy  chicas  pedradas,  con  pocos 
tiros  de  pólvora,  con  pocos  ingenios  y  ballestas  los 
pudieras  hacer  huir  é  arredrar  que  nunca  entraran. 
¿  Qué  tan  grande  podía  ser  tu  amistad  con  Pedra- 
rias, que  no  fuese  mayor  la  que  á  tu  Bey  de- 
bías ?  ¿  Qué  tanto  dolor  pediste  sentir  en  la  prisión 
y  herida  de  Pedrarias,  que  no  fuese  trasdoblado  lo 
que  era  razón  consideraras?    ¡quanto  era  mayor 
mal  la  perdición  é  abatimiento  de  tu  Bey,  que  de 
mozo  de  alanos  te  hizo  su  Alcayde,  y  te  puso  en 
poder  de  tan   ricos  tesoros!   Mas  porque  moraba 
contigo  la  ingratitud ,  y  estaba  desterrada  de  ti  la 
bondad,  volviste  alegre  la  cara  á  la  deslealtad,  do 
que  debieras  apartarte ,  é  huisto  sin  provecho  del 
bien  de  la  lealtad,  donde  te  debieras  remirar.  Asi* 
denostaste  tu  nombre  y  apedreaste  tu  fama.  La 
gravedad  de  los  insultos  es  de  sí  misma  tan  públi- 
ca pregonera,  que  quando  los  perpetradores  presu- 
men tenella  muy  secreta,  estonces  ella  mas  públi- 
camente se  manifiesta,  en  tal  manera,  que  ni  el 
rincón  loe  asoonde  ni  la  plaza  los  calla.  E  asi  fué 
que  como  se  llegase  la  hora  en  que  los  enemigos 
venian  al  llamamiento  de  Pedrarias,  é  se  acercaban 
á  mas  andar  para  entrar  en  la  ciudad,  notificaron  á 
la  Beyna  é  á  la  Infanta  Dofia  Isabel,  como  avia 
trato  de  traycion,  é  que  á  cabsa  de  ello  venían  ios 
softores  que  estaban  en  Olmedo.  De  que  la  Boyna 
atemorizada  é  con  grande  alteración  se  acogió  á  la 
Iglesia  Mayor,  é  de  allí  con  grandes  ruegos  impor- 
tunando al  Alcayde ,  que  la  quisiese  acoger  en  la 
fortaleza,  se  metió  dentro;  porque  la  Iglesia  é  la 
fortaleza  están  muy  juntas.  Verdad  es  que  por  es- 
tonces el  Alcayde  mas  la  rescibió  por  encubrir  algo 
de  su  maldad,  que  por  gana  de  hacer  virtud.  Aco- 
gió asi  mesmo  á  la  Duquesa  de  Alburquerque  con 
mucha  mejor  voluntad ;  pero  la  Infanta  Dofia  Isa- 
bel no  quiso  ir  con  la  Beyna,  antes  se  quedó  en  el 
Palacio  Beal  oon  sus  damas.  £  pasada  la  noche, 
quando  ya  venia  el  alba,  todas  las  gentes,  ordena- 
das sus  batallas,  llegaron  debazo  del  Alcázar ,  sin 
que  resistencia  ninguna  les  fuese  fecha  por  el  Al- 
cayde ni  por  los  suyos,  antes  muy  seguramente  su- 


nos  pesó  muy  gravemente  de  su  entrada,  porque  sin 
duda  amaban  mucho  al  Bey ;  é  así  ovo  lugar  de 
cumplirse  el  mal  propósito  é  dafiada  voluntad  de 
Pedrarias,  no  recordándose  de  las  mercedes  y  hon- 
ras que  el  padre  é  los  hijos  é  todo  su  linage  avian 
rescebido  del  Bey.  ¡O  desagradecida  persona,  agena 
de  la  virtud,  y  de  buen  conocimiento  I  que  si  tanto 
dolor  te  pusiera  la  fealdad  de  tu  obra  quanto  á  mí 
pone  en  escre villa,  ni  tú  te  deley taras  de  tu  infa- 
mia, ni  á  los  oyentes  dieras  cabsa  de  maldecirte. 
¿  A  quién  podras  ser  bueno,  quando  á  tí  fuiste  malo? 
¿  A  quién  serás  tú  fiel ,  quando  á  tí  fuiste  enemigo? 
¿Qué  dafio  tan  grande  pediste  rescebir  del  Bey,  que 
te  hizo  de  nada,  que  no  sea  mayor  el  que  tú  mismo 
f eoíste  ?  Si  bien  te  recordaras  de  quien  era  tu  pa- 
dre, quando  el  Bey  le  tomó  por  suyo,  é  le  puso  ou 
tan  gran  estado  de  ser  su  Tesorero ,  é  su  Contador 
mayor,  no  sintieras  mucha  pena  en  verte  preso  ni 
herido.  Debieras  considerar  que  él  te  dio  meresci- 
miento  para  ser  tenido  por  bueno  y  estimado  entro 
los  mejores,  y  no  asi  tan  ciegamente ,  sin  temer  los 
juicios  de  Dios  y  de  los  hombres ,  y  el  cargo  de 
consoienoia ,  abatír  á  quien  te  ensalzó ,  destruir  á 
quien  te  honró,  vender  á  tu  Sefior  y  Bey,  y  vender 
tu  propia  patria  y  denostar  tu  memoria.  Asi  que  ni 
tu  queza  te  hará  disculpado,  ni  jamaste  librará  del 
feo  apellido,  é  denostado  vituperio,  con  que  asi  te 
cobizaste. 

CAPÍTULO  GIL 

Gomo  tábida  la  Irayeios,  se  partié  el  Rey  de  Nedina  para  Ca6- 
llar,  y  lo  que  sabcedié  en  el  camino. 

Venida  la  nueva  de  la  traycion  que  Pedrarias 
avia  hecho,  y  como  los  enemigos  del  Bey  estaban 
dentro  en  Segovia  muy  apoderados  de  la  cibdad  sin 
contradicion  alguna,  el  Bey  determinó  de  se  tomar 
á  Cuéllar;  é  asi  ordenadas  ras  batallas,  con  poco 
plascer  se  partieron.  E  como  de  camino  pasasen  jun- 
to á  la  fortaleza  de  Isoar,  supo  el  Conde  de  Trevifio 
que  la  Condesa  su  madre  estaba  allí  dentro,  la  qual 
en  alguna  manera  era  mas  disoluta  que  honesta, 
porque  la  tenia  allí  Don  Diego  de  Zufiiga,  Conde 
de  Miranda,  por  su  manceba;  y  el  hijo  doliéndose 
de  la  infamia  de  su  madre,  y  de  la  deshonra  que 
por  ello  le  venia,  suplicó  al  Bey  le  diese  licencia 
para  combatir  la  fortaleza  de  Iscar,  é  sacar  dende 
á  su  madre ;  lo  qual  el  Bey  le  otorgó,  é  mandó  pa- 
rar allí  las  batallas  por  una  £prand  pieza.  Estonces 
el  Conde,  ávida  la  licencia,  con  su  gente  é  con  la 


DON  ENBIQUE  CUARTO. 


169 


del  Msrqués  de  Santillana  é  la  del  Duque  de  Albur- 
querque  é  la  de  Don  Podro  de  Velasoo  dio  el  com- 
bate por  todas  quatro  partee  de  la  fortaleza  muy 
varoDilmente.  E  puesto  que  el  Alcayde  se  defendió 
un  rato  lo  mejor  que  pndo,  no  tuvo  tantos  pertre- 
ohos,  ni  tanta  oópia  de  gente,  que  pudiese  resistir 
la  furia  de  los  combatidores ;  porque  le  dieron  tan- 
ta priesa,  que  apenas  tuvo  tiempo  de  estar  aperoc' 
bido,  para  poderse  defender,  de  tal  guisa,  que  por 
f  uersa  de  armas  á  escala  vista  entraron  en  la  f orta- 
leaa,  7  el  Oonde  prendió  á  su  madre,  é  la  envió  lue- 
go á  su  tierra  á  buen  reoabdo.  Dado  el  combate,  é 
presa  la  Obndesa  é  tomada  la  fortaleza,  el  Rey  man- 
dó mover  las  batallas,  é  aquella  noche  se  fué  á  apo- 
sentar al  monte  de  Iscar;  donde  llegados  reposa- 
ron, é  otro  dia  siguiente  se  fueron  á  la  villa  de 
Ooéilar. 

CAPÍTULO  OIII. 

Como  Uogado  él  Rey  á  Ciiélbr  se  faé  i  Goea  i  manos  4e  sas  ene- 
mifos,  é  se  apartó  de  sos  caballeros,  eriados  y  servidores  lea- 
les qao  le  avias  servido. 

Luego  que  el  Rey  fué  llegado  á  Ouellar  con  toda 
sn  hueste,  sintió  en  tanto  g^ado  la  pérdida  de  Sego- 
via,  que  todas  las  turbaciones  pasadas  sobre  él  ni 
las  alteraciones  de  las  cibdades  y  villas  que  contra 
él  se  rebelaron,  en  comparación  de  aquella  no  le 
afligieron  tanto  ni  hicieron  tanta  impresión  de  tris- 
tesa  en  él,  quanta  fué  la  que  asi  se  manifestó  por 
BU  gesto.  Y  no  sin  oabsa :  ca  desde  su  nifiez  se  crió 
en  ella,  y  la  tenia  por  su  propia  naturaleza,  como 
si  fuera  ano  de  los  ciudadanos  de  ella;  la  qual  no 


poca  honra  é  menos  acatamiento^  porque  si  muy 
'  poca  gente  llevaba,  con  la  menos  parte  de  ella  fué. 
acogido  dentro  de  Coca.  De  aquesta  partida  del 
Rey  tan  acelerada  quedaron  muy  sentidos  los  caba- 
lleros de  su  partido  é  las  otras  gentes  que  le  avian 
venido  á  servir ,  no  tanto  por  la  poca  qnenta  que 
de  ellos  se  hizo,  quanto  por  la  mengua  é  perdición 
del  Rey,  que  se  fué  á  poner  en  las  manos  de  aque- 
llos, que  vengándose  del  'é  trayéndole  asenderado, 
no  le  ponian  remedio  ninguno,  segund  que  después 
pareado  y  las  obras  dieron  testimonie  de  ello.  Pasa- 
do el  Rey  á  Coca,  todos  los  unos  é  los  otros  se  der- 
ramaron, é  se  fueron  á  sus  casas  é  tierras ;  é  no  so- 
lamente aquesto  fué  desmano  para  ellos,  mas  des- 
abrigo é  persecución  para  sus  criados  é  servidores, 
que  se  quedaron  desamparados  é  corridos,  en  tal 
manera,  que  ni  los  acogían  donde  su  Seftor  estaba, 
ni  hallaban  quien  los  amparase ;  é  asi  andaban  tan 
persignidos  sin  remedio,  que  se  avergonzaban  en 
desdrcuyoseran.  |0  grandeza  de  Dios  omnipoten* 
te!  qne  asi  trastornas  los  estados  Reales,  y  quie' 
res  que  prosperen  los  malos ;  destruyes  la  prudencia, 
y  discreción  y  seso  de  los  Reyes,  y  despiertas  la 
maliciii  de  sus  adversarios;  abates  la  lealtad  quan- 
do  quieres,  y  ensalzas  á  los  traydores  quando  te 
plasce ;  consientes  que  los  buenos  sean  afligidos,  é 
que  los  perversos  prevalescan ;  que  disipen  los  so- 
hervios  á  los  humildes,  é  los  crueles  á  k»  piadosos, 
é  prevalescan  sus  insultos ;  que  anden  loe  Reyes 
abatidos  como  siervos  llenos  de  pobresa  y  miseria, 
y  los  siervos  como  Sefieres,  ricos  é  muy  prospera- 
dos. ¿Quién  podrá  considerar  tus  juicios,  ni  escu* 
drifiar  tus  secretos?  Conoz(2jamo8  de  aqui  adelante 
solamente  avia  ennoblecido,  renovándola  con  mu-   I  que  tu  profundo  saber  tiene  tanto  poderlo,  que  nos* 


ohos  edeficios,  mas  tenia  en  ella  todos  sus  tesoros, 
que  eran  sin  duda  muchos ,  en  gránd  cantidad  de  ' 
diversas  riquezas,  que  yo  vi  muchas  veces.  B  asi 
mismo  alli  tenia  los  montes  en  que  se  deleytaba  é 
deportaba  é  tenia  su  mayor  pasatiempo ;  de  donde 
resaltó  la  grand  afición  que  con  ella  tenia.  B  de  tal 
forma  se  entristeció,  que  ningún  hombre  humano, 
de  qualquiera  suerte  que  fuera,  pudiera  mostrar  tan 
poca  disimulación  como  él.  Pero  como  los  tratos 
nunca  cesaban  por  su  duro  perseguidor  el  Maestre 
Donjuán  Pacheco,  acaesció  qne  aquella  mesma  no- 
che secretamente  envió  un  mensagero,  disciéndole 
que  se  fuese  á  Coca,  é  dexase  los  caballeros  que  le 
avian  seguido,  y  que  le  prometía  de  hacer  sus  co- 
sas muy  cumplidamente.  B  como  ya  el  Rey  estaba 
cansado  según  su  condición  de  sufrir  tantos  desas- 
tres, é  tenia  gana  de  reposar,  si  las  persecuciones  le 
dexáran,  creyendo  la  poca  verdad  de  su  enemigo, 
sin  mas  consultar  su  ida  con  aquellos  que  le  seguían 
ó  servían  con  tanta  lealtad ,  aceptó  de  lo  hacer.  B 
luego  otro  dia  siguiente,  llamados  los  seftoree  que 
alli  estaban,  les  dixo  que  su  determinada  voluntad 
era  desoirá  Coca,  porque  ya  tenia  seguridad  que 
se  harían  sus  cosas  muy  bien.  B  asi  desamparados 
los  caballeros  leales,  criados  é  servidores,  con  muy 
pocos  de  los  suyos  se  fué  á  la  villa  de  Coca ,  donde 
por  el  Arzobispo  de  Sevilla  fué  resoebldo  con  muy 


otros  no  lo  sentimos ,  ni  lo  sabemos  conoscer.  En- 
tretanto que  ansi  andaba  la  persecución  de  loe  tira- 
nos, los  leales  desechados  por  traidores,  corridos 
é  deshonrados  sin  temperanza  ni  caridad  alguna, 
y  los  traydores  estimados  y  puestos  en  la  cumbre 
del  sefiorio,  snbeedió  que  yo  sobre  seguro  del  Prín- 
cipe, Rey  que  se  descia,  é  de  los  Perlados  é  caballe- 
ros qne  con  él  estaban,  fui  á  Segovia,  para  poner 
en  salvo  lo  mió,  qne  allí  tenia.  Donde  llegado,  fuá 
mayor  la  tardanza  de  poner  los  pies  en  mi  casa,  qne 
de  ser  preso,  y  quebrantado  el  seguro  desús  firmas  é 
sellos  queme  avian  dado.  Y  no  solamente  prendie- 
ron á  mi  persona  con  grand  deshonestidad,  mas  ro- 
báronme todo  lo  que  yo  tenia,  con  las  esoripturas 
de  la  Corónica  del  Rey ,  que  hasta  entonces  tenia 
ordenada  y  escrípta.  T  tan  innominosamente  me 
trataron,  comea  los  que  suelen  ser  traydores,  acu- 
sando mi  lealtad  por  alevosiaj  y  poniendo  sus  des- 
lealtades por  cosa  de  mucha  honra  hasta  las  nubes. 
Mas  yo,  que  sin  reproche  de  sus  vergonzosas  culpas 
me  hallaba,  como  vestido  de  mas  limpio  manto  que 
el  suyo,  sin  temor  alguno  é  con  grand  osadía  in- 
pugnaba sus  reprehensiones  é  contradescia  sus  acu- 
saciones falsas,  en  tal  manera ,  que  fué  reprobada 
BU  mala  escisma  y  defendida  mi  fidelidad.  B  [jorque 
mi  verdad  los  concluía  é  ponia  en  conclusioni  de- 
terminaron de  matarme;  pero  aquella  soberana  de-: 


170 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


menoU  de  tmeitro  Redentor,  que  nano*  ee  oAiiaa 
de  obrar  misericordia,  me  libio  de  fiu  manoa,'  y  es- 
capó con  la  vida. 

CAPÍTULO  CIV. 

Cono  el  Roy  se  foé  deudo  Gooa  á  moter  en  ol  Aleiur  do  Sof  ovio, 
pora  Torao  oon  el  Miostre  do  SoneUtgo ;  y  ?Uto  lo  oalrof  ó  ol 

•  Aleánr ;  6  JíibU  eomplld  ooa  él  eon  il(aoi  de  analto  lo  pro- 
■oileroa. 

Paaado  el  Bey  á  la  villa  de  Coca,  é  puesto  al  qae- 
rer  de  sos  enemigos,  el  Maestre  Don  Joan  Paobeoo 
le  envió  á  desoir  qne  sería  bien  qne  se  fnese  al  Al- 
cisar  de  Segovia,  porque  alli  estaría  mas  cerca ,  y 
prestamente  se  daría  el  concierto  de  lo  qne  se  avia 
de  facer.  Entonces  el  Bey,  visto  como  sos  enemigos 
tenían  la  dbdad,  y  él  avia  determinado  de  estar  á 
todo  BQ  querer,  puso  luego  por  obra  su  ida.  B  antes 
que  llegase  á  la  fortalesa,  salieron  á  ól  Don  (}omes 
de  Oáxeres,  Maestre  de  Alcántara,  y  Don  iG^arci-Al- 
vares  de  Toledo,  Conde  de  Alva,  media  legua  fue- 
ra de  la  clbdad,  tan  sin  verg&ensa  ninguna  como  ai 
mucho  le  ovieran  servido,  ó  nunca  les  oviera  fecho 
mercedes.  E  asi  acompaftáronlo  fasta  cerca  del  Al- 
oáaar,  donde  Perucho  su  Aloayde  lo  resdbió  de 
mala  gana  y  con  peor  gesto.  Entrado  el  Bey  en  el 
Alcásar,fuó  acordado  que  se  fuese  á  la  Iglesia  ma- 
yor, ó  que  alli  venda  el  Maestre  Don  Juan  Pache- 
co con  ciertos  caballeros  de  su  partido ,  ó  se  verla 
alli  con  ól,  donde  convenidos  después  de  largas  f  a- 
blas  fuó  concertado  que  el  Bey  mandase  entregar 
el  Alcásar  al  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  con  tanto 
que  el  tesoro  con  todas  Iss  joyas  y  cosas  que  alli 
estaban  se  pasase  al  Alcásar  de  Madríd,  y  que  Pe- 
rucho fuese  el  Alcayde  de  Madrid  y  tenedor  de  los 
tesoros,  6  que  la  Beyna  se  pusiese  en  rehenes  en  po- 
der del  Aisobispo  de  Sevilla,  con  que  prometieron 
ó  aseguraron  que  dentro  de  seis  meses  restituirían 
al  B^  en  todo  su  estado.  B  asi  puesto  por  obra, 
que  el  tesoro  ó  las  otras  cosas  se  pasaran  á  Madríd, 
la  Beyna  fuó  llevada  á  la  fortalesa  de  Alahejos,  y 
el  Alcásar  de  Segovia  se  entregó  á  Juan  de  Dasa 
para  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco.  Quando  el  Ei^y 
pensó  que  las  promesas  de  lo  capitulado,  ó  concer- 
tado con  ól  se  cumplirían,  hallóse  tan  en  vano  como 
en  todas  las  otras  promesas  pasadas;  de  tal  guissi 
que  con  solas  palabras  de  vana  esperanaa  le  hicie- 
ron andar  por  sus  Bejruos,  mas  en  son  de  peregríno, 
que  como  Bey  ó  Sefior.  B  asi  muy  avergonaadamen- 
te  con  diee  cabalgaduras  se  fuó  á  meter  por  las 
puertas  del  Conde  de  Plasencia;ó  quanto  quiera 
que  ansi  andaba  corrido ,  todos  los  pueblos  se  con- 
dolían de  ól,  disciendo  á  grandes  voces  |  O  buen  Bey, 
piadoso  ó  franco,  que  nunca  nos  despachabas  mal! 
Mal  haya  quien  te  persigne,  i  O  traydores  criados, 
ó  malos  caballeros,  que  ansi  te  han  destruido  por 
hacerse  á  si  mismos  grandes  1  T  llegando  el  Bey  á 
Plasencia,  el  Conde  y  la  Condesa  le  reacibieron  con 
mucha  honra,  y  le  aposentaron  oon  mayor  amor  en 
lafortáleBa,  ó  desde  alli  adelante  procuraron  de  lo 
restituir  en  su  estado  |  y  en  ello  trabajaron  quanto 


podían.  Pero  ni  por  eso  el  Maestre  Don  Juan  Pa- 
checo jamas  se  movió  á  cumplir  oon  el  B^  cosa 
ninguna  de  quantas  le  prometió,  antes  de  contino 
lo  hacia  por  el  contrario.  B  ansi  el  Bey  estuvo  allí 
en  Plasenda  por  espacio  de  quatro  meses,  esperan- 
do alguna  conclusión  de  quantas  promesas  el  Mar- 
qnós  le  daba ;  de  donde  vino  qne  el  Conde  y  la 
Condesa,  sabiendo  las  formaa  tan  siniestras  á  la 
virtud  que  asi  tenia  con  ól  Bey,  determinaron  de  ser 
suyos ,  y  ayudarle  por  todas  las  vias  y  modos  que 
pudiesen.  E  como  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco 
sintió  aquesto,  vino  alli  á  Plasencia  á  verse  con  él 
Bey  y  oon  el  Conde  y  la  Condesa,  mas  para  mentir 
que  para  cumplir ,  y  mas  para  dilatar  que  para  po- 
ner en  obra.  De  tal  guisa,  que  con  pslabras  dulost 
dilataba,  ó  oon  promesas  vanas  hada  tener  espe- 
ransa ;  y  asi  hacia  estar  abatido  al  Bey,  y  andar  por 
casas  agenas  amenguado,  no  como  Bey  que  tantas 
mercedes  le  biso,  ni  como  sefior  que  en  tanta  honra 
le  avia  puestoi  mas  como  enemigo  de  quien  desea- 
ba vengarse.  T  no  sin  cabsa ,  que  pues  sin  meresd- 
miento  le  avia  dado  tanta  prosperidad,  ó  seyendo 
ageno  de  la  virtud,  puesto  en  tan  alto  estado, 
aqudlo  era  el  agradecimiento  con  que  avia  de  res- 
ponder ;  oa  sabida  cosa  es  ó  muy  cierta  que  los  ma- 
los resdbiendo  benefidos,  se  tornan  peores,  y  aqud 
pago  dan  á  quien  los  ensalsa  ó  hace  ser  grandes. 

CAPÍTULO  OV. 

Coao  en  tqaosto  medio  tioaponed  ol  OSioptdo  de  Slfdem,  ^ 
foó  dtdo  ti  OMspo  do  Ctlaiiom,  é  lo  qoo  iobro  ello  suodid. 

Al  tiempo  que  estas  cosas  pendían  en  el  Beyno, 
faUesdó  Don  Hernando  de  Luxan,  Obispo  de  8i- 
güensa,  ó  quedó  apoderado  en  las  fórtalesas  y  db- 
dad con  toda  la  hacienda  del  Obispo  Diego  Lopes 
de  Madrid,  Protonotario ,  ó  Dean  de  la  Igleda  Ma- 
yor de  la  misma  cibdad.  B  como  este  Diego  Lopes 
era  hombre  de  baxa  suerte,  veyóndose  rico  ó  oon 
tantas  fórtalesas  de  su  mano,  presumió  de  aver 
aqud  Obispado;  ó  ad  acordó  de  seguir  el  partido 
del  Principe  Don  Alonso,  ó  tomó  por  sefiores  ó  fa« 
vorecedores  al  Maestre  Don  Juan  Pacheco  ó  al  Ar* 
achispo  de  Toledo,  los  quales  por  tendió  de  su  psr- 
te,  le  dieron  grandes  promesas  y  firme  esperansa  de 
le  hacer  aver  el  Obispado.  Estonces  ól,  convocados 
los  Canónigos  ó  Dignidades  de  la  Iglesia,  hisose 
elegir  por  Obispo ;  ó  elegido,  cuando  pensó  que  oon 
d  favor  de  su  partido  sería  Obispo,  el  Papa  Paulo, 
aviendo  por  vana  su  dedon,  y  tenióndolo  por  esds- 
mático  contra  el  Bey,  proveyó  d  Obispado  á  Don 
Juan  de  Maella ,  Obispo  de  Zamora,  Cardend  de 
Sancta  Prisca.  E  asi  proveydo ,  desque  vinieron  á 
tomar  la  posedon  por  parte  del  Cardenal  oon  las 
Bullas  Apostólicas ,  el  Dean  no  quiso  obedescer  al 
Papa,  antes  dixo  que  apdaba  de  ól  y  de  todas  sus 
censuras  para  el  futuro  Condlio.  De  que  d  Papa 
Paulo  muy  indignado  contra  ól  mandó  pronuiciar 
entredicho; pero  ól  nunca  jamás  quise  venir  á  obe- 
diends,  ni  etros  ciertos  Canónigos  ó  Dignidades 
que  eran  sus  consortes  y  altados.  Estonces  d  Papa, 


DON  ENRIQUE  CUABTO. 


1» 


▼»U  8a  rebeldía,  en  qao  mí  estaban  enduresddoB, 
mandó  facer  proceso  contra  él  é  contra  todos  los  de 
sn  liga,  é  fueron  privados  de  quantos  benefloios  te« 
nian,  é  fecha  provisión  de  ellos  á  ciertos  cortesanos 
en  Boma,  y  á  otros  en  Castilla.  Durante  aquesta  re- 
belión, en  que  el  Dean  todavía  estaba  apoderado 
de  la  dbdad  é  f  ortaleaas  del  Obispado ,  murió  el 
Cardenal,  y  el  Bey  suplicó  al  Papa  por  el  Obligado 
para  el  Obispo  de  Calahorra,  y  fué  proveydo  de  él. 
B  quanto  quiera  que  el  Dean  estaba  desobediente 
contra  el  Papa,  é  puesto  en  rebelión  con  los  caba- 
lleros tiranos,  queriendo  el  Bey  usar  de  benignidad 
y  ayudar  al  Obispo,  que  le  tenia  mucho  amor,  man- 
dó que  yo  fuese  de  su  parte  al  Dean,  para  que  desa- 
se libremente  aquel  Obispado,  y  que  á  él  dañan  el 
Obispado  de  Zamora  con  el  Abadía  de  Huerta.  Mas 
oomo  ya  él  estaba  no  solamente  endurraido,  mas  lleno 
.  de  oobdicia,  creyendo  de  se  quedar  con  el  Obispado 
de  SigQensa,  no  quiso  acetar  el  partido  que  el  Bey 
le  f acia  ni  venir  á  su  servido.  Estonces  Pedro  de 
Almasan,  Alcayde  de  Atiensa,  deseando  servir  al 
Bey,  movió  un  trato  secreto  con  un  criado  del  Dean, 
que  se  llamaba  Qonealo  Bravo ,  para  que  le  diese 
entrada  en  la  fortalesa,  prometiéndele  grandes  co- 
sas. E  asi  fecho  su  trato,  é  acordado  el  dia  en  que  se 
avia  de  facer,  Pedro  de  Almasan  fué  una  noche ,  é 
por  mano  de  aquel  Qonsalo  Bravo,  puestas  sus  es- 
calas en  la  fortalesa  de  SigOensa,  entró  con  mucha 
gente,  é  prendió  al  Dean,  y  al  Tesorero  su  hermano, 
y  tomó  todas  las  joyas  y  plata  y  dineros  é  atavíos 
que  avian  quedado  en  su  poder,  é  asi  mesmo  lo  suyo, 
que  era  asaz,  que  por  todo  era  una  g^and  suma.  E 
presos,  llevólos  á  la  fortalesa  de  Atiensa,  donde  apo- 
derado de  la  fortalesa  é  de  la  cibdad ,  envió  á  desdr 
á  Don  Pedro  Gonsalea  de  Mendosa  que  viniese  4 
tomar  su  dbdad,  el  qual  fué  luego  á  la  tomar.  Don- 
de tomada  la  posesión  del  Obispado ,  y  apoderado 
de  la  dbdad  y  fortalesa  ,  dentro  de  quince  días  le 
fueron  entregadas  las  otras  f ortalesas  del  Obispado, 
con  que  mucho  se  fortificó  el  partido  del  Bey,  y  se 
aflacó  el  de  los  caballeros  tiranos.  Por  aqueste  ser- 
vido, que  am  hiso  Pedro  de  Almasan  al  Bey  é  á  la 
Sede  Apostólica,  el  Papa  lo  hiso  Canónigo  de  8i- 
gfiensa,  y  el  Bey  le  confirmó  la  tenencia  de  Atiensa 
de  juro. 

CAPÍTULO  OVL 

06  lof  CMSt  laattralos,  ^ea  es  ate  tftmpo  aeaeseieroa  por  él 

Rtyno. 

Después  que  d  Maestre  Don  Juan  Pacheco  é  los 
otros  tíranos  de  su  partido  se  ovieron  apoderado  de 
la  dbdad  de  Segovia  con  el  Alcasar,  dezaron  á  Pe- 
drarias  en  guarda  de  ella,  y  al  Obispo  su  hermano, 
y  partiéronse  de  allí  para  la  villa  de  Arévalo,  donde 
llevaron  al  Príncipe.  B  como  el  Bey  estaba  en  Pla- 
senda,  y  tenia  muy  ganadas  las  voluntades  del  Con- 
de y  de  la  Condesa  su  muger,  que  estaban  determi- 
nados de  lo  servir  é  ayudar,  vistas  las  pocas  verda- 
des del  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  enviaron  desde 
allí  con  los  tratos  á  la  villa  de  Arévalo  á  Pedro  de 


Hontiveros  su  capitán  de  la  gente  d'armas ,  d  qual 
estaba  muy  enemistado  con  Qil  de  Vivero,  hijo  de 
Alonso  Peres  de  Vivero.  E  quanto  quiera  que  ad 
estaba  la  enemiga  entre  ellos,  Pedro  de  Hontiveros 
tenia  en  poco  á  Gil  de  Vivero,  que  estaba  muy  sen- 
tido del  por  algunos  ultrajes  que  entre  ellos  eran 
pasados  áoabsa  de  sus  mugeres ;  é  como  un  dia  el 
Pedro  de  Hontiveros  partió  de  Arévalo  para  ir  á 
Plasenda,  salió  Gil  de  Vivero  al  camino  coa  gente 
de  A  caballo  é  matólo  A  lanzadas.  Luego  en  pos  de 
aquesto  subcedió,  que  como  Ckurd-Mendes  de  Bada- 
jos, un  capitán  dd  Bey,  oviese  guerreado  á  los  bur- 
galeses  porque  estaban  rebelados  contra  el  Bey, 
prendiendo  algunos  mercaderes  de  ellos,  é  robándo- 
les Bushadendas  é  mercadurías,  en  td  manera  los 
tenia  amedrentados  y  en  tanto  estrecho,  que  nin- 
guno osaba  sdir  de  la  dbdad,  sdvo  muy  aoompa- 
fiado,  de  que  la  enemiga  de  todo  el  pueblo  estaba 
muy  arraygada  contra  éL  Este  capitán  tenia  muy 
estrecha  amistad  con  un  mercader  de  Burgos ,  que 
se  Uamaba  Pedro  de  Masuelo,  Tesorero  de  la  mone- 
da de  aquella  dbdad,  el  qual  trabajaba  por  la  pas 
entre  él  y  los  mercaderes,  y  envióle  á  rogar  secreta- 
mente que  se  viniese  d  Monesterio  de  Sanct  Juan, 
para  dar  conclusión  á  la  pas.  El  Gard  Mondes  fué 
muy  encubiertamente  dlí ;  pero  su  ida  no  pudo  ser 
tan  secretamente  que  se  pudiese  encubrir,  é  ad  fué 
publicada  su  venida  por  la  dbdad.  En  tal  manera, 
que  d  pueblo  común  á  vos  de  hermandad  se  levan- 
tó con  mano  armada,  é  venidos  al  Monesterio  don- 
de él  estaba,  quebrantaron  las  puertas  por  fuersa, 
donde  fué  preso,  é  sacado  fuera  en  una  plasa,  que 
está  delante  de  la  Iglesia,  determinaron  de  matarlo. 
E  como  quiera  que  algunos  prindpdes  de  la  db^ 
dad,  ad  ecledásticos  como  seculares,  vinieron  dlí, 
por  librarlo  de  las  manos  de  aqudlos,  que  así  lo  te- 
nían en  medio  con  tanta  furia,  no  pudieron  escapar- 
lo, porque  muy  acderadamente ,  dn  ser  oydo,lo 
mataron  á  puñaladas. 

CAPÍTULO  CVIL 

Gosio  el  Hpa»  sabida  la  foma  deshonesta  qae  los  eakalleros  ti- 
vleroi  eoaCra  si  Raneio  Legado,  é eooio  le  sallaros  al  eamlao 
i  poner  las  manos  en  él,  se  eaojd ,  y  eavid  dos  Breves,  el  sao 
al  Rey,  y  el  otro  á  los  Perlados  é  eaballeros  qao  eslabaa  eoa  ai 
PilBsipe  Don  Aloaso. 

Luego  que  al  Papa  le  fué  notificada  la  desmesu- 
ra é  feo  atrevimiento  de  los  perlados  é  caballeros 
tiranos  que  intentaron  oontra  Don  Antonio  do  Ve- 
neris.  Obispo  de  León,  su  Nundo  Apostólico  con 
poderío  de  Legado  de  JLolare,  é  quan  deshonesta- 
mente le  avian  tratado  end  campo ,  aviéndole  ro- 
gado que  se  saliese  á  ver  con  eUos,  ovo  grand  sen- 
timiento, é  acabó  de  conoscer  sus  tiranías  en  que 
andaban  con  su  Bey.  B  and  envió  luego  un  trotero 
con  dos  Breves  plomados,  el  uno  para  d  Bey,  con- 
solándolo é  rogándole  que  no  se  afligiese  por  las 
injurias  é  persecuciones  que  sus  ingratos  orlados  é 
los  otros  natnrdes  de  su  Beyno  le  avian  fecho;  que  se 
acordase  quanto  fueron  mayores  las  ofensas  de  Je- 


ORÓNIQAS  DE  LOS  BEYES  DE  OAfiTriLLA. 


fu-Ohruito,  vendido  por  sa  Aposto!  Jadaa  en  tan  vil 
é  bazo  precio  é  deshonrado  tan  vituperiosamente 
por  los  de  su  pueblo ;  ó  si  mucho  sentimiento  tenia 
de  aquellos  que  avia  criado  é  fecho  é  puesto  en  tan 
alta  honra,  se  acordase  que  Jesu-Qirísto  hizo  mayo- 
res é  mas  altos  beneficios  á  los  judies,  y  en  pago  de 
aquellos  lo  truxeron  á  la  muerte ,  é  oon  tantos  tor- 
mentos órneles  lo  crucificaron ;  ó  si  sus  criados  fal- 
samente lo  disfamaron,  que  se  acordase  que  mayo- 
res é  mas  fabos  fueron  los  testimonios  de  los  ju- 
díos contra  Jesu-CShristo,  con  que  lo  hicieron  con- 
denar á  muerte  sin  meresoerla.  Por  tanto  que  otras 
muchas  veces  le  rogaba  quanto  podia  pospusiese  el 
dolor  é  aflicción  que  de  lo  tal  avia  rescebido  é  sen- 
tido, é  que  dexase  á  Dios  la  venganza  dello ;  porque 
dlgela  daría  tan  cumplidamente,  que  todos  verían 
como  su  justicia  divinal  castigaba  á  los  tiranos  é 
Ingratos,  é  les  daba  el  pago  de  sus  obras.  E  asi  mes- 
mo  le  rogaba  ó  requería  por  las  caritativas  entra- 
lias  de  Jesu-Ohrísto,  que  si  los  tales  subditos,  aun- 
que desleales ,  viniesen  á  le  demandar  perdón,  con 
mucha  benignidad  los  perdonase  é  rescibiese  en  su 
servicio,  acordándose  que  la  soberana  clemencia 
de  Dios,  continuamente  perdona,  ó  rescibe  los  pe^ 
oadores,  disciendo :  Quien  viniere  á  mi  no  lo  echaré 
fuera.  A  este   Breve  respondió  el  Bey  que  besaba 
los  pies  é  las  manos  de  su  Santidad  por  la  dulce 
consolación  que  le  avia  enviado,  y  que  obedescien- 
do  su  mancado,  le  plascia  y  era  contonto  de  perdo- 
nar á  todos  los  que  viniesen  á  suservicio  é  obedien- 
cia como  eran  obligados.  El  otro  Breve  era  para 
los  perlados  é  caballeros,  que  estaban  rebelados  con- 
tra el  Bey,  en  que  les  mandaba  so  pena  de  anathema, 
que  'conosoiendo  sus  culpas  del  feo  error  que  avian 
cometido  contra  su  sefior  é  Bey  natural,  se  tomasen 
luego  á  su  servido  é  obediencia ,  é  se  apartasen  de 
la  escisma  que  avian  puesto  é  seguían  tan  injusta- 
mente, poniendo  nombre  de  Bey  á  quien  no  lo  era, 
ni  ellos  gelo  podían  dar ;  ni  tampoco  su  poder  bas- 
taba, ni  tenian  abtoridad  para  quitar  de  Bey  á 
quien  según  las  leyes  divinas  é  humanas  déla  Beli- 
gion  chiistiana  era  el  verdadero  Bey  de  Castilla  é 
de  León.  Por  tanto,  que  él  como  Vicario  de  Jesu* 
Ohrísto  les  ponia  perpetuo  silencio ,  é  les  mandaba 
que  no  llamasen  Bey  al  Príncipe  Don  Alonso,  ni 
por  tal  le  obedesciesen,  salvo  solamente  al  Bey  Don 
Enrique,  legítimo  é  verdadero  subcesor  de  Castilla 
é  de  León,  amonestándoles  que  si  asi  lo  hiciesen, 
los  ternia  por  hijos  obedientes  de  los  mandamien- 
tos Apostólicos ;  é  que  si  en  lo  contrarío  endure- 
cidos permaneciesen,  que  aviéndolos  por  escismáti. 
eos,  procedería  contra  ellos,  como  contra  enemigos 
de  la  unión  é  paz  del  Beyno,  é  como  disipadores  de} 
bien  oomun  de  la  república ,  cabsadores  de  omici- 
dios.  Estonces  los  perlados,  é  caballeros  tiranos, 
vistas  las  censuras  del  Breve,  acordaron  de  respon- 
der al  Papa  sobre  ello.  E  asi  enviaron  por  sus  Em- 
baladores á  Don  Pedro  Fernandez  de  Solis,  Abad 
de  Parraces,  y  al  Comendador  Fray  Hernando  de 
Arce,  Secretarío  de  su  Príncipe ;  los  quales  llegados 
cerca  de  Boma,  é  notificada  su  ida  al  Papa,  envióles 


á  mandar  que  no  entrasen  en  su  Corte  ni  parescie- 
son  ante  él.  Ellos  obedesciendo  su  mandado  estuvie- 
ron algunos  dias,  que  no  osaron  entrar  en  Boma ;  é 
como  con  grand  instancia  procurasen  su  entrada 
para  hablar  con  su  Santidad ,  dióles  lioencia ,  pero . 
con  tal  condición  é  apercebimiento ,  que  no  se  osa- 
sen llamar  mensageros  del  Bey,  salvo  solamente 
del  Príncipe, sopeña  de  anathema.  Los  quales,  obe- 
desciendo todo  lo  que  asi  les  era  mandado,  vinieron 
delante  d6  su  Santidad,  é  oidas  algunas  razones  de 
las  que  traían  encargo  de  le  hablar  por  parte  de  los 
perlados  é  caballeros,  que  los  avian  enviado,  el  Papa 
les  dixo:  «Decid  á  esos  períados  é  caballeros,  que 
acá  vos  enviaron,  que  yo  mas  los  judgo  por  esoismá- 
ticos  que  por  oathólioos  christianos ;  é  que  si  ellos 
por  sus  pasiones  deshonestas  ó  aficiones  interesa- 
les se  movieron  livianamente  á  cometer  tan  grand 
insulto,  é  quisieron  usurpar  el  Infinito  poder  de 
Dios  á  quien  solo  pertenesce  quitar  é  poner  Beyes 
quando  quiere,  que  no  se  lo  tengo  de  aprobar  ni 
consentir  que  lo  hagan ,  antes  castigallos  como  á 
usurpadores  de  la  potencia  divinal,  cuyas  veces  yo 
como  su  Vicarío  tengo  en  la  ^tierra,  presidiendo  en 
la  Silla  de  Sanot  Pedro.  Por  tanto  descildes,  que  yo 
lee  mando,  só  pena  de  anathema,  que  se  tomen  pres- 
to á  la  obediencia  de  su  verdadero  sefior  é  Bey  na- 
tural, é  que  se  guarden  de  seguir  mas  al  Príncipe, 
porque  Dios  lo  llamará  presto ,  é  los  que  lo  signen 
se  verán  avergonzados  é  confusos,  b  Estonces  el 
Abad  de  Parraces  y  el  Comendador,  tomada  su  li- 
cencia, se  volvieron  á  Castilla. 

CAPÍTULO  CVIII. 

Como  el  Conde  de  Bentfente  qalto  meUr  al  Maestre  Dos  Inaa 
Pacheco,  aa  aaegro,  porque  le  qeltó  el  Uaestradg o  de  SaocUag o 
qae  el  Rey  le  avia  dado»  6  se  lo  tomó  para  sf. 

La  cobdicia  desordenada,  que  es  raíz  de  todos  los 
males,  siempre  hace  falsos  á  los  hombres,  corrompe 
la  virtud,  niega  el  amistad,  desdefia  el  bien  de  la 
parentela,  dafia  la  consciencia,  pierde  la  vergüenza, 
es  insaciable,  nunca  vive  contenta,  é  por  sus  pro- 
pios intereses  pospone  los  ágenos.  Ansí  hizo  el 
Maestre  Don  Juan  Pacheco,  que  por  ser  Maestre  de 
Sanctiago,  no  solamente  deshonró  al  Bey,  é  puso 
fuego  en  todo  el  Beino ,  é  despojó  al  Duque  de  Al- 
burquerque,  mas  engafió  al  Conde  de  Benavente  su 
hiemo,  que  se  lo  quitó,  a  viéndole  el  Bey  hecho  mer- 
ced del,  y  consintiendo  él  en  ello,  é  dado  su  pala- 
bra de  ayudalle ,  de  que  el  Conde  de  Benavente  que- 
dó muy  sentido,  é  tomó  tanta  enemistad  contra  él, 
que  determinó  de  matallo.  É  asi  fué  que  el  Maestre 
Don  Juan  Pacheco,  estando  en  el  Palaoio  del  Prin- 
cipe hablando  con  la  Infanta  Dofia  Isabel ,  el  Conde 
con  ciertos  caballeros  de  su  casa  bien  aunados  vino 
á  Palacio  para  executar  su  propósito,  quando  el  sue- 
gro saliese.  É  si  no  fuera  avisado  do  ello,  sin  dubda 
allí  lo  matara,  salvo  que  salió  tan  prestamente  déla 
cámara  que  aquellos  que  lo  aguardaban  no  pudie- 
ron ni  tuvieron  tiempo  de  poner  las  manos  en  él, 
en  tal  guisa,  que  se  salvó  y  salió  libre  de  entro 


ÜON  BNÍElIQüte  OÜAÍtTO. 


I7á 


ellos;  pero  desde  álli  adelante  siempre  anduvo  á 
buen  recabdo  oon  asas  gentes  qne  guardaban  su 
persona,  é  siempre  andaba  armado  con  armas  se- 
cretas, é  á  caballo.  É  quanto  quiera  que  el  Conde  de 
Benavente  después  de  aquello  disimulando  se  ha- 
blaba con  él,  siempre  tuvo  aquel  rancor  en  las  en- 
trafias  raygado ,  buscando  y  esperando  tiempo  para 
Vengarse.  Poro  el  suegro  todavía  se  rescelaba  del,  é 
asi  el  exonde  se  partió  luego  de  Arévalo  para  Pla- 
sencia,  donde  fué  muy  bien  resoibido  por  el  Bey  y 
el  Oonde  y  la  Condesa,  porque  eran  primos,  hijos 
de  hermanos. 

CAPÍTULO  CIX. 

Como  el  Arzobispo  de  Sevilla ,  é  loi  Condes  de  PltseneU  y  de 
BenaTente  y  do  Iftranda  se  deelararon  por  senldores  del  Rey, 
y  se  raeros  eos  él  A  la  filia  de  Madrid,  6  lo  qae  allí  aeaescló. 

DoHpues  que  el  Areobispo  de  Sevilla  é  los  Condes 
de  Benavente  é  de  Plasencia  é  de  Miranda  vieron 
las  pocas  verdades  é  vanas  palabras  del  Maestre 
Don  Juan  Pacheco,  é  como  no  se  avergonzaba  de 
traer  al  Rey  tan  abatidamente,  sin  cumplir  oon  él 
cosa  alguna  de  quantas  le  avia  prometido  al  tiempo 
que  le  entregó  el  Alcázar  de  Segovia  é  no  solamen- 
te aquesto ,  mas  que  traía  tratos  secretos  con  el  Al- 
cayde  Perucho  para  que  le  diese  el  Alcázar  de  Ma- 
drid oon  todo  el  tesoro  que  allí  estaba,  determina- 
ron dé  lo  seguir  y  servir.  É  porque  la  traycion  de 
Perucho  no  oviese  lugar  ni  pudiese  aver  efecto, 
acordaron  que  el  Bey  se  fuese  luego  á  Madrid,  y 
ellos  juntamente  con  él.  Donde  venidos,  fué  deter- 
minado que  se  buscase  modo  é  forma  como  el  Alcá- 
zar fuese  quitado  á  Perucho ,  porque  ya  su  traición 
se  iba  descubriendo  en  tal  manera ,  que  muy  pocas 
veces  dexaba  entrar  al  Bey  dentro,  é  si  alguna  vez 
entraba  era  con  muy  poca  gente ;  de  tal  guisa,  que 
su  maldad  ya  no  se  podía  disimular.  Pero  con  todo 
el  Bey  tuvo  sufrimiento  por  algunos  días;  hasta 
que  vido  tiempo  apto  para  hacer  lo  que  adelante 
será  recontado. 

CAPÍTULO  ex. 

.  Como  la  Clbdad  de  Toledo  se  aleó  por  el  Rey,  y  qaleaes  fileros 
los  qne  lo  hleleron ,  é  las  cosas  qoo  sobre  ello  seacseleron. 

Entretanto  que  asi  estas  cosas  pendían,  y  las  gen- 
tes iban  oonoscíendo  la  perversidad  de  los  tiranos. 
Dios  como  es  justo  Juez  é  sabidor  de  la  verdad,  que 
quería  manifestar  la  inocencia  del  Bey  é  la  cruel- 
dad de  sus  enemigos,  inspiró  en  los  corazones  de 
los  buenos  que  se  apartasen  de  la  escisma  é  se  tor« 
nasen  á  la  verdad,  para  dar  al  Bey  lo  suyo,  que  tan 
injustamente  estaba  usurpado.  É  asi  fué  que  Don 
Fray  Pedro  de  Silva,  Obispo  de  Badajoz,  como  leal 
é  justo  Perlado,  veyendo  que  las  cosas  de  los  tira- 
nos perseguidores  del  Bey  iban  en  tanta  ofensa  de 
Dios,  en  grand  conf usioif  del  Beyno,  é  en  daño  de 
las  conciencias  de  aquellos  qno  seguían  la  traycion 
de  los  desleales ,  habló  muchas  veces  en  secreto  con 
su  herpana  Pofia  María  de  Silva,  muger  de  Poro 


López  de  Ayala,  disoiéndole  quanto  era  cosa  peli- 
grosa para  el  ánima  é  ala  fama  consintir  quo  aque- 
lla cibdad  de  Toledo,  donde  ellos  vivían  y  tenian 
algún  mando,  estuviese  asi  rebelada  é  desobediente 
contra  su  Bey  natural ,  considerando  que  aquellos 
perlados  y  caballeros  qne  asi  la  hicieron  rebelsr, 
eran  mas  disipadores  de  la  Corona  Beal  para  sus 
propios  intereses,  que  procuradores  del  bien  oomun 
del  Beyno,  según  que  la  esperencia  lo  mostraba  en 
sus  tiranías  é  robos ;  por  ende,  quo  le  rogaba  é  amo- 
nestaba con  Dios  una  é  muchas  veces  que  se  quisiese 
juntar  con  él  pora  dar  forma  como  todavia  la  db- 
dad  se  desenbarraganase  é  la  tomasen  al  Bey,  cu- 
ya era  según  Dios  é  verdad,  pues  que  sabia  muy 
bien,  que  los  falsos  testimonios  oontra  él  levanta- 
dos eran  mentirosos.  A  lo  qual  Dofia  María  respon- 
dió convencida  de  razón  é  temor  de  Dios  ganosa- 
mente, que  le  plasda,  é  que  aquello  era  lo  que  á 
ella  mas  le  agradaba  é  avia  por  mejor,  porque  sabia 
que  era  lo  cierto,  y  lo  ál  todo  falsedad  é  mentira. 
Pero  que  le  páresela  que  aquello  se  debía  tratar  con 
el  Bey,  sin  que  Pero  López  dé  Ayala  su  marido  lo 
sóplese ;  y  que  entretanto,  que  ella  trabajaría  de  lo 
atraer  al  servicio  del  Bey,  para  que  fuese  plasoente- 
ro  de  lo  que  ellos  entrambos  tratasen.  Entonces  el 
Obispo  y  ella  enviaron  su  mensagero  secretamente  al 
Bey,  notificándole  el  deseoso  propósito  é  voluntad  que 
tenian  de  servirlo,  é  dalle  su  cibdad,  de  qne  el  Bey 
fué  muy  alegre ;  é  asi  él  les  respondió,  que  si  ellos 
ponían  en  obra  lo  que  le  proferían  ^  no  solamente 
les  haría  grandes  mercedes,  mas  que  les  acrecenta'- 
ría  sus  estados.  Ávida  esta  respuesta  del  Bey,  acor- 
daron ,  que  sería  bien  una  noche  secretamente  traer 
al  Bey  á  la  casa  del  Obispo,  que  estaba  junto  con 
Sanct  Pedro  Martyr,  é  que  después  de  venido  allí, 
llamarían  á  Pero  López  de  Ayala,  disoiéndole  que  el 
Obispo  le  rogaba  que  se  fuese  allá  para  f ablar  con 
él,  é  que  allí  lo  aplacarían  do  tal  manera,  que  fuese 
suyo ,  y  que  él  saliese  desde  allí  á  tomar  su  dbdad 
juntamente  oon  él.  É  fecho  este  conderto ,  llamaron 
al  Mariscal  Hernando  de  Bivadeneyra,  que  estaba 
en  una  fortaleza  suya,  que  se  dice  Cabdílla,  el  qual 
vino  luego  encubiertamente ,  sin  ser  visto  ni  oydo, 
ni  sabido  ni  conocido;  é  venido,  fablaron  con  él, 
notificándole  el  caso  para  qne  lo  llamaban,  visto 
que  él  era  leal  servidor  del  Bey.  Que  fuese  luego 
por  él  á  Madríd ,  para  que  lo  truzese  á  su  fortaleza, 
é  desde  allí,  quando  fuese  anochecido,  lo  metiese 
en  la  cibdad.  El  Mariscal  aceptó  de  lo  facer,  é  des* 
de  allí  se  partió  esa  noche  para  Madrid ;  donde  lle- 
gado habló  largamente  con  el  Bey,  para  que  luego 
se  fuese  con  él  á  tomar  su  cibdad.  E  quanto  quiera 
que  el  Bey  fué  muy  alegre  de  la  embaxada,  para  su 
partida  ovo  grandes  alteraciones  entre  él  y  aquellos 
señores  que  allí  estaban,  espedalmente  el  Arzobis- 
po de  Sevilla  le  descia  quanto  peligro  era  apartarse 
de  Madríd,  pues  que  sabía  que  Perucho  su  Alcaydo 
era  mucho  del  Maestre  Don  Juan  Pacheco  é  del 
Arzobispo  de  Toledo,  ó  como  rodeaba  de  dalles  el 
Alcázar  con  todos  los  tesoros.  Finalmente  fué  acor- 
dado qne  el  Boy  fuese  solo  con  el  Mariscal  disimula- 


174 


ÜftONíOAS  t)É  Los  ftBtÉS  DB  QAfiflLLA. 


damentei  y  qae  ol  Arsobispo  de  SeyilU  oon  los 
Condes  qne  allí  estaban  quedasen  en  goarda  de  la 
Villa  é  del  AlcAsar  oontra  la  traydon  del  Aloayde, 
é  qne  si  algo  de  mal  sintiesen ,  que  llamarían  la  ca- 
sa de  Mendosa,  que  yemia  á  sooorrellos;  é  qne  Juan 
Fernandéa  Gidindo  con  ducientos  de  á  caballo  se 
fnese  camino  de  Toledo,  para  qne  amanesciese  jun- 
to oon  las  puertas.  E  llegado  el  Bey  á  Oabdilla,  yino 
allí  un  Secretario  de  Dofia  Maria  de  Suva,  para  que 
á  mas  andar  se  viniese  luego  el  Rey  á  la  cibdad, 
porque  Hernán  HeniandeE,  el  portero,  le  daría  li- 
bremente la  entrada  por  la  puerta  del  Cambrón. 
Estonces  el  Rey  se  partió,  é  llevó  consigo  al  Maris- 
cal Hernando  do  Bivadeneyra  oon  otras  tres  cabal- 
gaduras ,  ó  quedó  concertado  que  Pedro  de  Rivade- 
neyra,  bijo  del  Mariscal,  dende  á  poco  fuese  en  pos 
de  ellos  oon  ochenta  hombres  d'armas,  que  allí  esta- 
ban juntados.  E  como  el  Rey  llegó  á  la  puerta,  fuéle 
dada  sin  detenimiento  ;  pero  yendo  para  el  Mones- 
terio  de  Sanct  Pedro  Martyr,  donde  estaba  junta 
la  casa  del  Obispo,  fué  el  Bey  conocido  por  un 
hombre  del  Mariscal  Payo  de  Ribera,  é  se  lo  fiío 
saber  á  la  mesma  hora.  Estonces  el  Mariscal  Payo, 
como  era  enemigo  é  desleal  servidor  del  Rey,  fue- 
se á  juntar  oon  Pero  Lopes  de  Ayala,  que  ninguna 
cosa  de  todo  ello  sabia ;  los  quales  juntados,  man- 
daron dar  á  la  campana  mayor  de  la  Iglesia  y  á  la 
de  la  Hermandad ,  de  que  todo  el  pueblo  fué  muy 
alterado  é  puesto  en  armas  para  ir  á  combatir  la 
casa  del  obispo  á  donde  el  Rey  estaba.  El  Mariscal 
Hernando  de  Rtvadeneyra,  oyendo  el  escándalo  de 
la  gente,  que  asi  venían  derechos  á  combatir  la  ca- 
sa del  Obispo  para  prender  al  Rey,  salió  con  hasta 
cioquenta  hombres,  qne  pudo  haber  de  presto,  é 
comenzó  á  pelear  con  los  que  asi  venian  á  prender 
al  Rey ;  con  los  quales  peleando,  los  detuvo  una 
gran  piesa,  por  manera ,  qne  no  pudieron  llegar  á 
combatir  ni  hacer  dafto  en  la  casa  del  Obispo.  En- 
tretanto que  asi  estaba  trabada  la  pelea,  Pero  Lopes 
de  Ayala,  como  prudente  caballero,  queríendo  es- 
cusar  los  males  é  dafios  que  vio  tan  aparejados,  di- 
xo  al  Mariscal  Payo  de  Ribera  que  sería  mejor  en- 
viar á  requerir  al  Rey,  que  se  saliese  de  la  dbdad, 
porque  saliéndose  él ,  se  esousarían  muchas  muertes 
é  £prandes  inconvenientes,  que  se  podían  reorescer 
de  sn  estada.  É  así  ávido  aquello  por  buen  acuerdo, 
enviaron  á  Pero  Lopes  de  Ayala,  y  Alonso  de  Sil- 
va, hijos  de  Pero  López  de  Ayala,  é  á  Pero  Afán  de 
Ribera,  hijo  del  Mariscal  Payo  de  Ribera ;  los  qua- 
les entrados  donde  el  Rey  estaba,  le  dizeron,  que 
le  convenia  salirse  luego  de  la  oibdad,  porque  toda 
la  gente  del  pueblo  estaba  muy  alterada  é  puesta 
en  armas  contra  él ,  é  que  su  estada  era  muy  peli- 
grosa para  su  persona  é  para  otros  muchos,  que  se- 
ría necesario  morír  si  no  saliese.  Oyda  su  habla,  el 
Rey  les  respondió  mansamente  sin  alteración  algu- 
na:  cA  los  Reyes  pertenece  evitar  los  escándalos, 
»y  escnsar  las  muertes,  porque  son  padres  de  sus 
sreynos  é  como  tales  han  de  buscar  el  sosiego  é  pro- 
» curar  la  vida  de  sus  súbdditos.  Verdad  es  que  fue- 
ura  mejor  para  vuestra  lealtad  no  alteraros  contra 


»mí|  pues  sabéis,  é  no  podéis  negir  ser  yo  voestio 
•verdadero  B^,  á  quien  aveis  de  obedesoer ;  mas 
•queriéndome  conformar  con  la  voluntad  de  Diosy 
•que  le  plasce  que  asi  se  haga,  digo  qne  me  plasoe 
•de  salir ,  pero  soy  cierto  que  antes  de  mnobos  diss 
•será  mi  tomada  á  Toledo  con  vuestro  grado  é  amor, 
•aunque  no  de  todos.»  E  dicho  aquesto,  puesto  qne 
venia  muy  cansado,  é  muy  fatigadas  las  bestias 
que  aquel  dia  avian  caminado  diea  é  ocho  legnasi 
tomó  su  camino.  E  porque  su  persona  Real  saliese 
segura,  aquellos  tres  caballeros  salieron  con  él  ca- 
balgando, é  envió  á  llamar  al  Mariscal  Hernando 
de  Rivadeneyra ,  para  que  fuese  oon  él ;  el  qual  íes- 
pendió,  que  su  Altesa  se  fnese  en  buen  hora,  por- 
que él  no  entendía  salir  de  la  oibdad  sin  ser  preso 
ó  muerto  por  su  servicio.  E  asi  cargando  toda  la  gen- 
te sobre  él,  fué  luego  preso  é  llevado  al  Alcásar. 
Quando  llegó  el  Rey  á  la  puerta,  visto  qne  sus  bes* 
tias  iban  tan  cansadas  que  no  se  podían  mover,  di- 
xo  á  Pero  Afán  de  Ribera  que  le  emprestase  su  oa- 
ballo  en  que  fuese,  el  qual,  poq;>uesta  la  lealtad, 
como  quien  tenia  raygada  la  trayoion  de  su  padre 
en  el  cuerpo ,  sin  vergüeñas  ninguna  dixo  que  no 
quería.  \  O  vil  corasen  de  caballero  é  meaquína  con- 
dición de  hidalgo,  que  mayor  deleyte  puso  la  esoa- 
oesa  en  tus  entraflas,  que  no  la  noblesa  de  la  vir- 
tud! Desdefiaste  la  gloria  de  la  liberalidad,  por 
quedar  vestido  con  tan  feo  manto  de  mosquino.  SÍ 
te  presciabas  de  limpia  sangre  ¿qual  mayor  biena- 
venturanza te  podía  venir,  para  ganar  dulce  fama, 
que  servir  á  tu  Rey  con  un  caballo  en  tiempo  de 
tal  afrenta?  Si  presumías  de  generoso,  ¿qual  mejor 
memoria  pedias  dexar  á  tus  hijos,  y  renombre  á  tu 
linaje,  que  prestar  un  caballo  á  tu  Rey  de  quien 
tantas  meroedes  tu  y  los  de  tu  sangre  aviados  resce- 
bido?  Mas  porque  teníades  dalladas  las  entrafias 
con  veneno  ponsofioso,  no  pediste  denegar  tu  ma- 
ligna condición,  ni  trastornar  el  fructo  que  nacía 
de  tal  árbol.  Estonces  Pedro  de  Ayala  y  Alonso  de 
Silva,  vista  la  desmesura  de  Peraf  an  de  Ribera  é  su 
poco  acatamiento,  descabalgaron  de  sus  caballos,  é 
con  grand  reverencia  suplicaron  al  Rey  que  toma- 
se aquellos,  uno  para  su  Real  persona,  y  otro  para 
su  paje  de  lansa  ;  é  asi  á  pié  con  mucho  amor  salie- 
ron con  él  fasta  fuera  de  las  puertas,  y  se  tomaron. 
¡O  virtuosos  caballeros  dignos  de  rico  nombre,  que 
vencidos  de  vuestra  propia  noblesa  servistes  á  vues- 
tro Rey  en  tiempo  de  tanta  necesidad  1  |  O  varones 
merecedores  sin  duda  de  muy  limpia  fama,  que 
quando  el  pueblo  liviano  de  vuestra  patria  denega- 
ba el  servicio  de  vuestro  Rey.  vosotros  como  leales 
lé  pagastes  vuestra  deuda  1 1  ó  generosos  hijos-dal- 
go,  que  como  leales  é  buenos  socorristes  á  vuestro 
Rey,  quando  mas  fué  menester,  ssí  que  ni  morirá 
vuestra  fama,  ni  perecerá  vuestra  memorial  Salido 
el  Rey  de  la  oibdad,  é  recogida  la  gente  que  avía 
venido  por  su  mandado ,  tomóse  para  Madrid ;  é 
luego  Pero  Lopes  de  Ayala  anduvo  por  la  oibdad 
sosegando  el  pueblo.  E  para  mayor  sosiego  é  con- 
tentamiento de  todos  envió  á  rogar  al  Obispo  de 
Badajos  que  luego  dentro  de  media  hora  se  saliese 


DON  ENBtQDB  GüABfd. 

laert  de  la  oibáid,  él  qnal  siii  tardansa  alguna  sa- 
lió, é  se  faé  á  (TO  huerta,  qae  dicen  del  Rey,  qne 
eetá  oeroa  de  la  oibdad,  junta  oon  el  rio  de  Tajo. 
Fecho  todo  aquesto,  la  gente  se  fné  á  desarmar  é 
recoger  á  sos  casas. 


m 


CAPÍTULO  CXI. 

De  eo«o  te  oHend  la  entrida  del  Rey  es  Toledo,  y  faé  reseebide 
ees  maelia  letta,  é  le  qie  allí  sabcedió. 

Desque  Pero  Lopeí  de  Ayala  tomó  á  sn  casa,  ha- 
lló mnj  afligida  é  oongoxada  á  Dofta  María  de  Silva 
su  mnger,  en  tanto  grado  qne  apenas  pedia  fablar, 
así  por  la  salida  del  Rey,  como  por  la  mengua  en 
que  avia  caydo  en  ayerlo  traydo,  para  que  fuese 
echado  con  tanta  mengua,  de  que  Pero  Lopes  de 
Ayala  su  marido  fué  muy  pesante,  porque  la  amaba 
mucho.  Pero  desque  ella  tomó  en  sí,  fabló  con  su 
marido  de  tal  forma,  que  lo  convenoió  é  traxo  al 
aerricio  del  Rey  muy  enteramente,  en  tanto  grado, 
que  luego  determinó  de  lo  poner  por  obra,  y  dar 
orden  en  levantar  la  cibdad  por  el  Rey,  é  tomarlo  á 
meter  con  mucha  honra.  E  como  él  era  bien  quisto 
de  todo  el  puebb  fabló  de  secreto  con  aquellos  que 
gobernaban  la  comunidad,  que  eran  ciertos  Jurados 
de  las  Collaciones  principales,  en  tal  manera,  que 
los  provocó,  é  ganó  las  voluntades  para  todo  lo  que 
él  quisiese.  B  asi  atraydos,  luego  otro  dia  siguiente 
envió  á  mandar  al  Mariscal  Payo  de  Ribera,  é  á 
Perafan  de  Ribera  su  hijo,  é  i  todos  sus  adherentes 
que  luego  sin  detenimiento  saliesen  de  la  cibdad, 
cuyo  mandado  fué  luego  obedescido  sin  excusación 
alguna,  é  salieron  prestamente  sin  dilatar  una  hora. 
Esto  fué  cosa  de  grand  maravilla,  obrada  por  mano 
de  Dios,  que  dentro  de  cinco  días  que  salió  el  Rey 
de  la  cibdad  con  tanto  menosprecio  del  pueblo, 
todos  oon  una  conformidad  tomaron  con  mucho 
amor  al  servicio  del  R^,  en  tanto  grado,  que  nin» 
gun  apellido  avia  por  toda  la  cibdad,  sino  viva  el 
Rey  Don  Enrique,  é  mueran  los  traydores.  Estonces 
Pero  Lopes  de  Ayala  é  Dofia  Maria  de  Suva  su 
muger  escribieron  al  Rey  que  viniese  á  tomar  su 
cibdad;  y  entretanto  que  atendía  su  venida,  mandó 
soltar  al  Mariscal  Hemando  de  Rívadeneyra,  que 
estaba  preso  en  una  torre  del  Alcáaar.  B  así  Pero 
Lopes  y  él  anduvieron  cabalgando  por  la  cibdad 
con  mucha  gente  de  á  caballo  é  peonage;  é  tomó  á 
BU  mano,  no  solamente  la  fortalesa,  mas  todas  las 
torres  de  las  puertas,  é  puso  en  todo  alcaydes.  B 
luego  otro  dia  siguiente,  Domingo  por  la  mafiana, 
entró  el  Rey  á  comer  en  la  cibdad,  donde  fué  res- 
oebido  con  grand  solenidad  é  fiesta,  é  fuese  á  posar 
á  las  oasaa  de  Pero  Lopeí  de  Ayala,  por  ver  á  Dofia 
Maria  de  CSlva,  y  regraciarle  la  lealtad  é  tan  sefia- 
lado  é  grand  servicio,  como  le  habia  fecho,  la  qual 
se  holgó  mucho.  E  luego  mandó  el  Rey  que  el  Obis- 
po de  Badajea  se  tomase  á  la  cibdad. 


CAPÍTULO  oxn. 


De  eoae  cierta  feete  de  la  elbdad  alborotadaaeste  fbderen  i 
pedir  al  Rey  ua  exeaeloa  é  mereed  eien. 


Los  pueblos  ignorantes  donde  mora  continamen- 
te la  malicia,  siempre  son  escandalosos  enemigos 
del  sosiego,  desean  novedades,  huélganse  con  los 
boUioioB,  ensalsan  los  malos,  é  aborreoen  los  bue- 
nos. Así  fué  qne  alguna  gente  común  de  la  cibdad, 
mas  oon  liviandad  de  pooo  seso  que  conocimiento 
de  la  rasen,  después  que  ovieron  comido,  hallándo- 
se mas  llenos  de  vino  que  de  pradenola,  por  induci- 
miento de  otros  tales  como  ellos,  aquel  domingo  se 
juntaron  hasta  dos  mil  hombres;  é  asi  juntados,  vi- 
nieron á  las  casas  de  Pero  Lopes  de  Ayala,  donde 
el  Rey  estaba,  dando  grandes  voces  é  disciendo  que 
querian  ver  il  Rey,  para  pedirle  cierta  franquesa, 
asi  de  las  alcabalas  como  de  las  otras  cosas,  de  qne 
la  cibdad  de  Toledo  era  esenta  é  previllegiada  é  que 
aquella  convenia  que  su  Alteza  les  diese  é  confir- 
mase. E  quanto  quiera  que  el  Rey  mandó  á  ciertos 
caballeros  é  personas  de  sn  Consejo  que  saliesen  á 
hablar  con  ellos  é  de  su  parte  les  dixesen  que  le 
plascia  de  les  hacer  las  mercedes  que  demandaban, 
mas  que  convenia  entender  en  ello  para  dar  la  orden 
y  forma  que  era  necesaria,  ellos  jamas  quisieron 
apartarse  de  allí,  antes  todavía  insistieron  que  que- 
rian ver  la  cara  del  Rey,  para  que  él  en  persona 
gelo  otorgase,  é  fiítease,  de  tal  manera,  que  el  Rey 
por  contentarlos  salió  á  los  corredores  é  les  dixo 
que  subiesen  dos  ó  tres  de  ellos  á  hablar  oon  él.  E 
subidos  aquellos  que  eran  cabsadores  del  bollicio, 
diéronle  una  escritura  mas  vana  que  provechosa, 
para  lo  que  así  demandaban;  la  qual  el  Rey  les  fir- 
mó liberalmente,  é  firmada  les  dixo  que  se  volvie- 
sen á  sus  casas,  qae  otro  dia  les  mandaría  dar  todo 
el  despacho  que  para  ello  avian  menester,  los  qua- 
les  se  fueron.  E  no  contentos  de  aquello,  otro  dia 
siguiente,  lunes,  sin  templanKa  alguna  tomaron  á 
su  bollicio,  disciendo  que  lo  firmado  por  su  Alteza 
no  estaba  bien  ordenado;  que  les  firmase  otra  escri- 
tura que  allí  traían.  Estonces  Pero  López  de  Ayala 
é  sus  hijos,  y  el  Mariscal  Hemando  de  Rivadeneyra 
cabalgaron  con  grand  gente  armada,  y  tomados  los 
alcaldes  y  alguaciles,  entraron  por  ellos,  tropellán- 
dolos  de  tal  guisa,  que  presos  algunos  de  los  albo- 
rotadores, unos  fueron  ahorcados,  y  otros  desoreja- 
dos, é  otros  azotados.  E  asi  viéndose  desbaratados, 
fueron  huyendo  cada  qual  á  su  casa,  en  tal  manera 
que  la  cibdad  fué  luego  puesta  en  mucho  sosiego 
sin  alteración  alguna.  Pero  porque  el  Abad  de  Me- 
dina estaba  rebelado  en  la  torre  de  la  Iglesia  Mayor 
con  algunos  Canónigos  de  parte  del  Arzobispo  de 
Toledo,  mandó  el  Rey  poner  estancias  sobre  él,  é 
puestas,  luego  el  Abad  de  Medina  demandó  seguro 
de  la  vida  para  sí  é  para  los  que  con  él  estaban;  é 
dada  la  seguridad,  entregó  la  torre,  é  la  Iglesia 
quedó  desencastillada,  en  tal  manera,  que  toda  la 
dbdad  quedó  muy  llana  y  enteramente  al  servicio 
del  Rey.  Fecho  aquesto  el  Rey  mandó  llamar  á  )os 


lié 


OBÓNIOAÓ  DE  L08  RBYB8  DB  CASTILLA. 


Hogidores  é  Jnradot  é  caballeros  é  gente  principal; 
loe  qoalee  conyenidoe  delante  de  aa  Beal  presencia, 
dizo  á  Pero  López  de  Ayala:  «Poco  aprovecharía  la 
«lealtad,  si  á  los  que  la  hacen  no  se  respondiese  con 
»el  galardón  de  su  meresciiniento;  porqne  asi  como- 
»es  jnsta  razón  quo  los  traydores  sean  destroidos 
»en  la  fama  y  en  sus  estados  é  bienes  temporales 
i  fasta  en  la  quarta  generación,  asi  es  debida  cosa, 
•seguní  Dios  é  verdad,  qne  sean  los  leales  galardo- 
»nados  para  siempre  en  lo  uno  y  en  lo  ál.  B  pues 
•vos,  Pero  López  de  Ayala,  tan  alto  servicio  de 
iloaltad  me  aveis  fecho  como  éste  en  restitairme 
»mi  cibdad  nsnrpada  por  los  desleales  tiranos  qne 
•yo  fice  é  crié,  es  necesario  qae  no  solamente  yo 
•responda  á  vuestra  lealtad  é  persona  con  honras  é 
•con  mercedes  é  acrecentamiento  de  estado,  mas  al 
•Obispo  de  Badajoz  é  á  Dofia  Maria  de  Silva  vues- 
•tra  mnger,  que  con  tan  leales  entrafias  comenza- 
•ron  é  se  movieron  á  me  servir.  Ni  tampoco  es  de 
•olvidar  la  leal  nobleza  que  vuestros  hijos  Pedro 
•de  Ayala  é  Alonso  de  Silva  hicieron  á  la  media 
•noche  el  Iones,  qnando  yo  salí  de  esta  cibdad,  que 
•con  tan  grand  amor  me  dieron  sus  caballos  en  qu^ 
•fuese,  como  hijos  de  quien  eran.  E  porque  tales  ser- 

•  vicios  tan  seflalados  no  queden  sin  pago,  es  mi  mer- 
eced, que  en  sofial  é  comienzo  de  lo  que  facer  on- 
•tiendo  con  vos  é  con  ellos,  que  la  guarda  é  gober- 

•  nación  de  aquesta  cibdad  quede  y  esté  á  vuestro 
•mandado  y  querer  como  caballero  prudente,  para 
•que  así  como  leal  me  la  distes,  con  lealtad  é  disore- 
•cion  la  rijáis  é  gobernéis;  é  mando  á  todos  los  que 
«presentes  están,  é  á  todos  los  otros  vecinos  é  mora- 
adores  de  ella,  que  vos  obedezcan  y  acaten  como  á 
•mi  mesma  persona  sin  contradicción  alguna. •  S 
dicho  aquesto,,  mandóle  dar  asaz  poderes,  é  dados, 
acordé  de  partirse  luego,  é  otro  di  a  siguiente  se 
tornó  para  Madrid.  Donde  llegado,  mandé  que  yo 
como  Coronista,  á  quien  pértenescia  loar  la  lealtad 
é  vituperar  la  traydon,  escribiese  á  los  de  Toledo  la 
carta  siguiente,  loando  el  leal  servicio  que  le  avian 
fecho  i  i  Tanto  son  los  buenos  merescedores  de  ala- 
abantas,  quanto  sus  hechos  y  obras  son  conformes 
iá  la  virtud.  E  tanto  aquellos  deben  sor  estimados 
•mas,  quanto  el  fin  por  que  so  mueven  es  de  mayor 
•perf  eoion.  De  donde  se  sigue  que  á  los  verdaderos 
•vasallos  su  propia  voluntad  los  despierta,  á  los 
«animosos  hidalgos  su  generoso  é  noble  deseo,  é  los 
«famosos  caballeros  pelean  por  la  verdad  en  tal 
•manera,  que  todos  conformados  en  uno,  siguiendo 
«el  justo  camino,  desechando  de  sí  los  yerros,  bus- 
•cando  olaro  renombre,  desviando  de  sí  las  oulpas,  y 
•queriendo  aver  corona,  ponen  la  lealtad  por  espejo. 
•De  tal  guisa,  que  vestidos  de  nuevos  renombres  ga- 
znan para  sí  meemos  limpieza,  combidan  á  los  que 
•miran,  é  (laman  á  los  oyentes,  é  aquesto  no  sin  cah* 
»sa:  oa  los  actos  de  la  bondad  no  solamente  consis- 
sten  y  están  en  el  solo  bien  obrar,  mas  en  la  sana 
•voluntad  con  que  se  hacen,  é  de  si  meamos  son  pro- 
•vechosos.  Porque  según  la  verdadera  conclusión, 
lia  bienaventuranza  de  los  humanos  tanto  está  en 
if  aViícíar  á  los  próximos,  quanto  en  aprovechar  d  sí 


•meemos.  Lo  qual  aprobando  Tolio  Cicero  en  su  li- 
•bro  de  los  Oficios  dioe:  ¿quál  mayor  bienandanza 
•podria  venir  á  ninguno,  salvo  ser  nacido  para  de- 
•fender  é  ayudar  á  los  hombres?  como  sea  cierta 
•cosa  qne  todos  en  general  son  mejores  para  si  mes- 
amos que  buenos  para  los  otros.  Aquesto,  pues,  ago- 
»ra  sin  dubda,  sefiores  eclesiásticos,  ó  nobles  caba- 
•UeroB  é  pueblos  virtuosos,  bien  se  ha  mostrado  por 
•experiencia  en  vosotros,  que  conosciondo  el  yerro 
•disforme  en  que  avíades  caydo,  alumbrados  de  res- 
•plandor  divinal,  temiendo  su  potencia,  resoelandó 

•  el  rigor  de  su  justicia,  é  saneando  vuestras  oons- 
•ciencias,  quisistes  con  entera  lealtad  de  subditos  é 
•naturales,  con  verdadera  fidelidad  de  vasallos  res- 
•titnir  al  Rey  su  cibdad,  é  á  vosotros  tan  en  limpia 
•fama  tornando  á  él  lo  suyo,  é  á  vosotros  vuestra 
•limpieza;  á  él  en  su  sefiorio,  é  á  vosotros  en  vuestra 
•honra.  ¿Qué  podremos  pues  descir  de  lo  tal,  siso 

•  que  convencidos  de  la  verdad,  é  celando  el  bien  de 
•la  patria,  desechastes  las  tinieblas  que  tenían  oe- 
•gados  vuestros  entendimientos,  y  oobrastes  el  res- 
•plandor  de  la  vuestra  claridad  antigua;  tiocastes 
»Ia  fealdad  por  el  buen  nombre,  la  enfermedad  por 
•la  salud,  el  escándalo  por  el  sosiego,  y  el  temor 
•por  la  seguridad?  ¡O  bienaventurada  gente,  pueblo 
•diño  do  gloria,  nación  moresoedora  do  ronembrot 
•que  mudando  el  feo  apellido  cabsado  por  los  rebel- 
ados, é  quitando  la  infamia  qne  los  tiranos  vos  pu- 
•sieron,  con  tan  leal  obediencia  quisistes  trocar  lo 
•uno  en  loable  memoria,  y  lo  ál  en  perpetua  fama. 
»E  así  manifestada  su  maldad,  é  conocida  vuestra 
i  virtud,  fué  descubierta  su  tiranía  é  publicada 
•vuestra  obediencia;  por  donde  quedastes  vosotros 
•inmortalmenté  famosos,  y  ellos  sin  recurso  para 
•siempre  denostados.  E  pues  vos  así  vos  rodeastes 
«de  tan  alto  merescimiento,  é  oefiistes  de  tan  alto 
•valor,  justa  cosa  es  que  voléis  en  el  mundo  por  in- 
•inortal  fama,  y  en  los  siglos  venideros  por  memo- 
•ria  perdurable.  E  digamos  por  vosotros  aqueUo 

•  del  Profeta  Isaías,  que  dioe:  ¿Quién  son  aquellos 
«que  vuelan  como  nubes,  é  así  como  palomas  están 
•á  sus  ventanas?  Sin  dubda,  Sefiores,  si  bien  queréis 
•considerar  vuestro  piadoso  servicio,  y  en  ello  oon- 
•templar  vos  pluguiere,  hallareis  que  no  solamente 
•servistes  á  vuestro  Sefior  é  Rey  natural,  mas  si  con 
•ojos  espirituales  lo  miráis,  en  la  cabsa  de  Dios  y 
•en  el  bien  de  su  fe  sagrada  mucho  edifícastes,  no 
•solamente  como  subditos  de  vuestro  Rey,  mas  como 
•varones  devotos  é  cathólicos  obristíanos;  porque 
•si  en  dar  al  Rey  lo  suyo  por  ventura  vos  dilatára- 
«des,  y  vuestro  grand  conocimiento,  oomo  privado 
•de  la  razón  se  detuviera,  para  no  execntar  lo  que 
•hizo,  sabida  cosa  es  que  ni  á  los  rudos  quedara 

•  creencia,  ni  á  los  buenos  esperanza,  ni  los  malos 
•ovieran  miedo,  ni  los  justos  osadía,  ni  los  simples 
»tubieran  ley,  ni  los  sabios  que  descir.  E  no  sola- 
» mente  aquesto,  mas  aun  osaran  decir  y  afirmar  que 
•el  poderío  de  Dios  daba  favor  á  los  pervereos; 
•porque  ya  su  malvada  secta  proepei-aba  sin  contra, 
•dicción,  BU  crueldad  tenia  mando,  mi  falsa  prcva- 
pricacion  licencia  de  texer  maldades;  y  así  fuora 


DON  BÑftIÓUB  CUARTO. 


m 


«miefitra  S^^afiA  tornada  Babflonia,  oneya  de  ladro- 
snes  y  cabafia  de  malefidos.  ¡O  gloriosoe  caballeros, 
«▼irtuofloa  hijoB-dalgO|  sefialados  dbdadanoel  ¿con 
»  qaé  gracias  y  loores,  con  qné  amor  y  gradosldad 
•podremos  regraciar  vuestra  virtnd  é  galardonar 
»tan  grand  servido?  ¿Qaál  paga  será  condigna,  6 
•qnál  retribución  igual,  que  á  nosotros  saque  de 
•debda,  é  á  vosotros  dexe  contentos?  |0  hijos  de 
•bendidon,  padres  de  grand  nombradia,  que  con 
•sólo  hacer  lo  que  debiades,  tamaño  bien  nos  hicis- 
•tesl  Vosotros  nos  restaurastes;  á  vosotros  somos 
•obligados;  vosotros  liberalmente  nos  redimistes;  á 
•vosotros  somos  en  cargo;  vosotros  fuistes  principio 
•de  tornar  la  libertad  en  su  ser;  á  vosotros  somos 
•debdores,  que  osastes  hacer  justicia,  é  trocar  guer* 
•ra  con  mengua  por  pas  muy  honrada.  Al  tino  de 
•vuestra  lumbre  verán  los  descaminados,  al  tono  de 
•vuestro  canto  responderán  los  gentíos,  al  son  de 
•vuestras  trompetas  baylarán  todos  los  pueblos; 

•  porque  sea  cumplido  en  vosotros  aquello  de  los 
•Proverbios,  que  dice:  «Kn  la  bondad  de  los  justos 
•se  alegran  las  dbdades.*  Pues  si  vosotros,  Sdiores, 
•guia  de  nuestro  favor,  y  favor  de  nuestra  verdad, 
•sois  las  lumbreras  relucientesf,  de  quien  así  resd- 
•bimos  tan  grand  claridad,  fuentes  de  lios  cabdales 
•de  donde  tal  dulzura  nos  mana,  y  doctrina  exce- 
diente de  quien  lealtad  deprendemos,  suban  vuestaros 

•  gritos  al  cielo,  cerquen  los  pregones  la  tierra,  den 

•  apellido  las  lenguas,  fagan  clamor  las  gargantas, 

•  vaya  vuestra  vos  por  el  Reyno,  ó  suene  por  todos 

•  los  pueblos.  Requiera  á  los  rebelados  que  se  tomen, 
•á  los  desleales  que  paguen  sus  debdas;  á  unos 
•que  sean  constantes,  é  á  otros  que  tengan  firniesa; 
•que  dexar  de  convertir  á  los  errados,  é  cesar  de  ha- 
•blar  donde  conviene,  quasi  confusión  de  idolatría 
•é  pecado  de  menosprecio  parece;  ca  escrito  es:  No 
•detengas  la  palabra  en  el  tiempo  de  la  salud,  ni 
•asoondas  el  saber  de  su  propio  resplandor.  Por  ende, 

•  Softores,  pues  que  vuestra  lealtad  con  grand  certi- 
•dumbre  se  prueba,  y  con  tanta  verdad  se  conosce, 
•tanto  vos  certifico  que  será  para  siempre  espejo 
•para  los  buenos  é  castigo  para  los  malos,  en  tanto 
•grado,  que  ninguno  lo  contradiga  sin  cargo,  ni  lo 
•menosprecie  dn  vergüenza. •  Ldda  esta  carta,  to- 
dos muy  alegres  respondieron,  que  daban  muchas 
gracias  á  Dios  porque  les  avia  alumbrado  para  des  • 
echar  las  tiniebras  de  la  traydon  y  venir  á  la  luz 
de  la  lealtad. 

CAPÍTULO  OXIII, 

Coao  el  Rey  eerttieedo  de  la  trtyelon  de  Peroeho  le  qaltd  el  Al- 
entar, é  le  prendió,  6  despees  se  ovo  plidossmente  eon  él. 

Tomado  el  Rey  á  Madrid,  fui  certifioado  como 
Perucho  tenia  concertado  de  dar  el  Alcázar  al  Maes- 
tre Don  Juan  Pacheco,  y  al  Arzobispo  de  Toledo;  6 
sabido,  fué  una  tarde  para  entrar  en  el  Alcázar,  y 
como  el  portero  que  guardaba  la  puerta,  estaba  ino- 
cente de  la  traycion  de  su  amo,  abrió  la  puerta  sin 
oonsultallo  con  él,  de  que  Perucho  fué  muy  altera- 
do, é  con  soberbia  muy  deshonesta  deshoni^  al  por- 
ar,-^III. 


tero  porque  lo  avia  dexado  entrar.  B  no  solamenie 
aquesto,  mas  con  la  persona  del  Rey  se  puso  en  al- 
guna manera  riguroso  con  armas  en  las  manos.  B 
como  d  Rey  vio  que  ya  se  iba  dd  todo  descubriendo 
su  maldad,  hablóle  benignamente  por  aplacallo,  é 
determinó  de  no  salir  del  Alcázar  hasta  quitárselo, 
porque  su  traydon  no  oviese  efecto  ni  pudiese  aver 
lugar  de  cumplirse.  B  como  ya  lo  amansó  un  poco, 
dfxole:  «Peraoho,  yo  quiero  aposentarme  en  mi  Al- 
•  cazar,  porque  es  cosa  deshonesta  que  yo  pose  en 
•casa  agena,  teniendo  tal  aposentamiento  como  éste 
•y  es  vergflenza  mia  é  vuestra.  Por  ende  mi  deler- 
•minada  voluntad  os  de  haceros  mercedes,  é  sefiala- 
•damente  vos  dó  la  villa  de  Sanot  Martin  de  Valde* 
•Iglesias,  para  que  por  vuestra  vida  seáis  8eftor 
•deUa  é  viváis  en  reposo  con  honra;  por  eso  haced 
•luego  escrebir  el  previllejo,  para  que  lo  fiíme,  y 
•enviad  luego  á  tomar  la  posesión  de  eUa,  é  dexad 
•mi  fortaleza. •  Bstoncos  Peraoho,  visto  que  su  da- 
fiado  propósito  no  se  pedia  cumplir,  intentó  de  poner 
las  manos  en  el  Rey,  si  los  suyos  fueran  traydores 
como  él  y  le  ayudaran;  pero  plugo  á  Dios  nuestro 
Seftor  en  cuya  mano  está  la  vida  y  estado  de  los 
Reyes,  que  no  se  cumplió  su  daftado  y  maligno  de- 
seo. Luego  el  Rey,  vista  su  púbica  traydon,  mandó 
á  Juan  Quillón  que  lo  prendiese,  é  preso,  puso  por 
su  Alcayde  al  Comendador  Juan  Hernández  Qalin- 
do,  su  leal  servidor  é  fiel  Capitán  General.  B  puesto 
que  el  Rey  justamente  pudiera  mandar  justiciar  á 
Perucho,  asi  por  público  traydor  y  vendedor  de  su 
Alcázar  é  tesoros  á  los  enemigos  desleales,  como 
porque  intentó  poner  las  manos  en  su  Real  persona 
y  darle  pena  5  castigo,  la  que  á  los  tales  quieren  las 
leyes  divinas  é  humanas  que  se  den,  fué  tanta  su 
demencia  é  tan  grande  su  beninidad,  que  dend^  á 
pocos  dias,  soltado  Peraoho  de  las  pridones,  vino 
delante  su  Real  presencia,  demandándole  misericor- 
dia é  perdón  de  sus  culpas.  Estonces  el  Rey,  vudta 
la  cara  acia  los  que  estaban  ddante  del,  dixo:  «Ma- 
•yor  fué  la  maldad  de  Judas,  que  vendió  á  nuestro 
•Sefior'é  Salvador,  é  si  hiciera  lo  que  éste  ahora 
•hace,  lo  perdonara  y  oviera  piedad  del;  é  asi  es 
•justa  razón  que  yo  ad  lo  haga;  porque  á  los  Reyea 
•pertenesoe  seguir  las  pisadas  de  aquel  que  nos  re- 
•dimió,  y  en  su  nombre  reynamos  en  la  tierra.  Por 
•oso,  Peraoho,  porque  Dios  perdone  mi  ánima  quan- 
•do  de  esta  vida  partiere,  yo  vos  perdono  de  buen 
•grado:  id  vos  en  buen  hora  para  vuestra  tierra,  é  d 
•no  tenéis  con  que  vos  podáis  ir,  yo  mando  que  vos 
•den  lo  que  ayais  menester.  •  É  mandólo  lu^o  sol- 
tar, é  se  fué.  ¡O  gran  mananimidad  de  Rey  que  ol- 
vidando los  yerros  contra  él  cometidos,  y  no  acor- 
dándose de  las  injurias  que  los  traydores  le  dixeron 
ni  curando  de  los  f  dsos  testimonios  y  traydones 
({ue  sus  criados  le  pusieron  y  le  hicieron  dempre,  le 
plugo  mas  el  perdón  que  la  venganza,  mas  la  de- 
menda  que  la  craeldad,  mas  la  piedad  que  el  rigorl 
Nunca  se  deleytó  de  matar,  ni  le  plugo  de.  destruir 
á  ninguno. 


•.    -T 


li 


178 


ORÓNIQÁS  DE  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


OAPtrULO  CXIV. 


Gomo  el  Príncipe  Don  Moho,  Rej  que  so  désela,  murió  de  pes- 
tileneie  en  Cardeftoie  eerea  de  Avile. 

Entretanto  qne  «qnestas  cosas  pasaban  y  sobce- 
dian ,  é  Dios  peleaba  por  el  Bey,  mostrando  su  ver- 
dad ó  descubriendo  la  traycion  do  los  tiranos,  por- 
que los.  pneblos  oonosolesen  los  yerros  manifiestos 
de  aquellos  ó  dexasen  de  seguillos ,  suboedió  que  el 
Príncipe  Don  Alonso ,  Rey  que  se  desda,  é  los'des- 
leales  caballeros  é  perlados  que  con  él  estaban  en 
Arévalo,  como  supieron  la  nueva  de  Toledo,  que  se 
avia  alzado  por  el  Rey,  y  que  estaba  pacificamente 
d  su  servicio,  fueron  muy  pesantes,  no  tanto  por  la 
pérdida  de  tan  sefialada  cibdad,  mas  porque  veían 
que  BU  maldad  se  iba  descubriendo  y  les  daban  po- 
co crédito.  B  asi  acordaron  de  partirse  de  allí  para 
la  cibdad  de  Avila,  disciendo  que  iban  á  cercar  á 
Toledo.  Asi  fué  que  acaesció  que  en  esto  tiempo 
por  todas  aquellas  tierras  é  comarcas ,  por  donde 
iban ,  avia  grand  pestilencia ;  é  desque  llegaron 
una  noche  á  una  aldea,  que  se  dice  Oardefiosa,  quo 
está  dos  leguas  de  Avila,  el  Príncipe  se  sintió  malo 
de  una  seca,  en  tanto  g^ado,  que  luego  parescieron 
en  él  sefiales  de  muerte,  en  tal  manera,  que  no  lo 
pudieron  sacar  de  allí ;  donde  estuvo  por  espacio  de 
quatro  dias,  cada  dia  mas  aquezado,  hasta  quo  al 
quinto  dia  f  allesció ,  martes  en  la  nocho ,  á  cinco 
dias  del  mes  de  Julio,  afio  del  nasoimiento  de  nues- 
tro Salvador  Joeu-Gliristo  do  mil  ó  quatrocicntos  ó 
sesenta  é  ocho  afios.  Pero  fué  cosa  do  grand  mara- 
villa que  tres  dias  antes  que  murióse,  fué  divulga- 
da su  muerte  por  todo  el  Reyno,  de  que  todos  los 
perlados  é  caballeros  quo  lo  seguían ,  fueron  muy 
tristes  é  temerosos.  E  luego  enviaron  al  Príncipe  á 
la  villa  de  Arévalo  al  Monesterio  de  Sanct  Francis- 
co, donde  fué  sepultado.  Estonces  los  perlados  é 
caballeros  que  alU  se  hallaron  tomaron  á  la  Infan- 
ta Dofia  Isabel,  é  fuéronse  á  mas  andar  con  ella  á 
la  cibdad  de  Avila,  donde  se  pusieron  grandes  guar- 
das por  todas  las  partes. 

CAPÍTULO  OXV. 

Como  el  Rej  envió  i  requerir  i  los  eabelleros  é  pedidos  qae  es- 
ubtn  en  Avile,  qne  viniesen  á  ta  obedlencli. 

Luego  que  la  muerte  del  Príncipe  Don  Alonso 
fué  sabida,  el  Arzobispo  de  Sevilla  é  los  Condes  de 
Plasencia  é  de  Benavente  é  de  Miranda  con  los  otros 
caballeros  que  en  Madrid  estaban,  tomaron  á  jurar 
é  obedescer  al  Rey  por  su  sefior.  E  asi  jurado  é  obe- 
descido,  fué  acordado  que  su  Alteza  con  sus  cartas 
patentes  enviase  á  mandar  é  á  requerir  á  los  perla- 
dos é  caballeros  que  estaban  en  Avila  con  la  Infan- 
ta su  hermana  que  viniesen  á  su  obediencia;  para  lo 
qual  envió  al  Doctor  Qarci  López  de  Madrid,  éá 
Rodrigo  de  ÜUoa,  y  al  Licenciado  Antón  Nufiez  de 
Cibdad  Rodrigo,  todos  tres  del  su  Consejo.  Los 
quales  llegados  á  la  cibdad  de  Avila ,  y  hecho  su 
requirímiento,  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  res- 
pondió en  nombre  de  todos  que  ellos  enviarían  en  su 


nombre  á  su  Alteza  tal  persona  de  abtoridad  é  de 
estado,  que  tratase  entre  ellos;  de  tal  forma,  que 
las  cosas  viniesen  á  bien  de  paz  é  concordia.  E  asi 
despedidos  los  mensageros,  escribieron  luego  al 
Arzobispo  de  Sevilla,  rogándole  quisiese   llegar 
donde  ellos  estaban  en  Avila,  para  que  por  su  ma- 
no se  contratase  é  concluyese  la  paz  é  concordia. 
Luogo  que  el  Arzobispo  rescibió  su  carta,  con  li- 
cencia del  Rey  se  partió  é  fué  para  Avila ;  donde 
llegado,  le  dizeron  como  on  nombre  de  todos  ellos 
avia  de  suplicar  al  Rey,  que  jurase  á  la  Infanta  Do- 
fia  Isabel  su  hermana  por  Princesa  heredera,  é  que 
luego  todos  irían  con  ella  juntamente  á  le  besar  las 
manos ,  ó  obedescer  por  su  Roy  ;  é  de  aquí  enoo- 
menzaron  los  tratos.  En  aqueste  mismo  tiempo  se 
alzó  la  cibdad  do  Burgos  por  el  Roy  á  cabsa  do  Don 
Pedro  de  Velasco  que  allí  estaba, y  enviaron  sus 
mensageros  con  la  obediencia.  Entretanto  qne  pen- 
dían los  tratos,  vinieron  el  Marqués  de  Suatillana 
y  el  Obispo  de  Sigüenza  con  sus  hermanos  á  hacer 
reverencia  al  Rey ;  porque  asi  como  en  las  adversi- 
dades lo  avian  servido  bien  é  fíolmoute,  en  la  pros- 
peridad se  gozasen  con  él.  Los  quales  fueron  muy 
bien  rescibidos  oon  asaz  honra ;  porque  el  Rey  con 
los  grandes  de  su  Corte  los  salió  á  rescobii:,  é  mos- 
tró grand  plasoer  con  su  venida,  como  era  rason. 

CAPÍTULO  CXVL 

Como  venido  el  Arsoblspo  do  Sevilla  con  el  trato  de  los  perlados 
j  caballeros  de  Avila,  el  H arques  de  Sanllllana  é  sus  hermanos 
so  ¡lartlcron  muy  dcnconicutoa  do  la  («orto ,  porque  sintieron 
que  ul  llcy  tiñería  Jurar  ft  la  Infanta  su  hermana  por  l'rinccsa. 

Pasados  algunos  dias  después  que  el  Marqués  do 
Santillana,  y  el  Obispo  de  Sigüenza  é  sus  hermanea 
fueron  venidos  á  la  Corte,  vino  el  Arzobispo  de  Se- 
villa con  el  trato  de  los  perlados  é  caballeros,  que 
estaban  en  Avila,  en  que  la  suplicaban  que  pues  el 
Príncipe  Don  Alonso  su  hermano  era  fallescido, 
quisiese  en  lugar  de  él  jurar  Princesa  heredera  y 
sucesora  do  los  Reynos  después  de  sus  dias  á  la  In- 
fanta Dofia  Isabel ,  su  hermana.  E  puesto  que  aque- 
llo fuese  muy  molesta  cosa  para  el  Rey,  porque 
era  contra  su  voluntad,  como  ya  estaba  harto  do 
muchas  congojas  é  de  poco  reposo,  según  su  condi* 
don,  é  tenia  grand  gana  de  tornar  á  su  servicio  al 
Maestre  Don  Juan  Pacheco ,  para  tener  algún  des- 
canso é  reposo ,  pensando  que  de  esta  manera  lo 
temía,  sin  consultar  cosa  alguna  de  ello  con  los 
Mendozas ,  aceptó  de  lo  hacer ;  de  que  el  Marqués 
de  Santillana  y  el  Obispo  de  Sigfienza  é  los  otros  sus 
hermanos  fueron  muy  descontentos,  así  por  la  men* 
gua  del  Rey,  como  por  la  perdición  de  su  hija ,  quo 
ellos  tenían  en  rehenes ;  é  ansí,  en  son  de  muy  eno- 
jados, se  partieron  de  Madrid  para  Quadalaxara. 

CAPÍTULO  CXVIL 

De  como  la  Reyna  Dofit  Joans,  qne  estaba  en  Alahejos  en  poder 
del  Arzobispo  de  Sevilla,  se  soltó  de  la  Fortaleza,  y  se  fué  á 
Duytrago  donde  estaba  su  hija. 

Entretanto  que  asi  estos  tratos  pendían ,  la  Rey- 
na Dofia  Juana ,  que  contra  su  gradq  la  avian  lie- 


DON  SNBIQÜft  CUARTO. 


179 


yado  á  la  f orUleea  de  Alahejos  en  poder  del  Arzo- 
bispo de  Sevilla,  eetaba  mny  deaoontenta  por  Terse 
paesta  debaxo  sa  mano ,  é  hiao  cierto  trato  oon  al- 
gunos del  Alcayde  para  qae  una  noohe  se  descolga- 
se por  los  adarbes.  B  dada  la  orden  de  com6  se  avia 
de  hacer  y  vino  Luis  Hurtado,  hijo  de  Rui  Días  de 
Mendoza,  á  cierta  hora  diputada  para  esto ,  y  pues- 
to secretamente  al  pié  de  la  fortaleza ,  la  Reyna  so 
descolgó  en  un  cesto ;  é  como  la  soga  oon  que  la 
descolgaban  era  corta,  que  no  alcanzó  hasta  el  sue- 
lo, los  que  la  doscendian,  pensando  que  ya  estaba 
en  el  suelo,  soltaron  la  soga,  y  cayó  en  tierra ;  por 
manera,  que  se  lijó  un  poco  en  la  cara  y  en  la  pier- 
na derocha.  Pero  luego  que  asi  cayó,  fué  arrebata- 
da, ó  puesta  eh  las  ancas  de  la  muía  de  Luis  Hur- 
tado ;  é  asi  á  mas  andar  sin  parar,  se  vino  con  ella 
hasta  la  villa  de  Buytrago ,  donde  estaba  su  hija. 
Sabido  aquesto  por  el  Arzobispo  de  Sevilla,  ovo 
tanto  sentimiento,  que  dio  grand  priesa  en  los  tra- 
tos, é  fué  concluido  que  todavía  el  Rey  mandase 
jurar  á  su  hermana,  para  lo  qual  fueron  acordadas 
las  vistas  entre  Oebrerosy  Cadahalso,  á  la  venta  de 
los  Toros  de  Guisando ;  é  desde  alli  en  adelante  el 
Arzobispo  de  Sevilla  fué  tan  enemigo  de  la  Reyna, 
que  siempre  trabajó  por  dostruilla. 

CAPÍTULO  OXVIIL 

De  eomo  li  lofiota  Dofta  Isabel  fué  j orada  por  Priseesa  y  loi 
perlados  é  caballeros  desleales  se  finieron  con  ella  á  obedien- 
cia del  Rey. 

Después  que  la  contratación  fué  concluida,  fir- 
mada é  sellada  entre  el  R^  é  la  Infanta  é  los  per- 
lados é  caballeros  que  la  seguían,  para  que  fuese 
jurada  y  obedescida  por  Princesa,  el  Roy  se  partió 
de  Madrid  para  Cadahalso,  y  fueron  con  él  el  Ar- 
sobispo  de  Sevilla,  é  los  Condes  de  Plasencia  é  Be- 
navente  é  Miranda ,  é  los  otros  de  su  Consejo  é  ca- 
balleros de  la  Corte ;  y  la  Infanta  Dofia  Isabel  se 
partió  de  Avila  para  Cebreros,  é  fueron  con  ella  el 
Maestre  Don  Juan  Pacheco,  é  Don  Alonso  Carrillo, 
Arzobispo  de  Toledo ,  é  Don  Luis  Acnfia ,  Obispo  de 
Burgos,  Don  Ifiigo  Manrique,  Obispo  de  Coria  con 
los  otros  caballeros  é  gentes  que  la  seguían.  E  asi 
venidos,  otro  día  siguiente  lunes  de  mafiana,  que 
00  contaron  diez  é  nueve  días  del  mes  de  Septiem- 
bre, año  de  nnestro  Salvador  Jesu-Christo  de  mil 
ó  qnatrocientos  é  sesenta  é  ocho  afios,  el  Rey  oon 
loe  perlados  é  caballeros  que  le  acompañaban,  salió 
al  campo  cerca  de  la  venta  de  los  Toros  de  Guíbool- 
do ;  é  por  la  otra  parte  salió  la  Infanta  Dofia  Isabel 
oon  los  perlados  é  caballeros  que  la  seguían.  Donde 
asi  convenidos  con  otras  muchas  é  diversas  gentes 
que  alli  se  juntaron,  que  vinieron  á  mirar  aquella 
solemnidad ,  mandó  el  Rey  leer  una  carta  patente, 
en  que  desoía :  Que  por  quanto  los  perlados  é  caba- 
Mleros  que  allí  estaban ,  le  avian  suplicado  por  el 
I  bien  de  la  paz  é  concordia  de  sus  Roynos  é  sefioríos» 
quisiese  mandar  jurar  por  Princesa  heredera  é  sub- 
oesora  suya  d  la  Infanta  Dofía  Isabel  su  hermana, 
Vque  alU  estaba  presente ,  que  él  queriendo  condes- 


cender á  la  suplicación  de  sus  subditos,  é  porque  | 
los  escándalos,  é  muertes ,  é  robos  y  dafioS  cesasen, 
y  las  gentes  toviesen  seguridad  é  reposo,  que  le 
píasela  é  lo  tenia  por  bien.  Por  tanto ,  que  él  desde 
allí  la  juraba  en  manos  de  Don  Juan  Pacheco,  y  la 
tomaba  por  hija,  para  que  después  de  sus  días  ella 
suboedioee  y  heredase  su  Reyno  y  reynase  en  los 
Reynos  de  Castilla  é  de  León.  E  que  rogaba  é  man- 
daba á  los  perlados  é  caballeros  que  allí  estaban ,  y 
á  todos  los  otros  del  Reyno,  que  la  jurasen  é  obe- 
desciesen  por  Princesa  é  subcesora  suya.  Leída  la 
carta,  propuso  luego  Don  Antonio  de  Veneris,  Obis- 
po  de  León,  Nuncio  é  Legado  del  Papa,  é  díxo  :  Que 
por  quanto  de  aquella  concordia  é  juramento  que 
allí  se  hacían,  se  atendía  grand  paz  é  seguridad  é.. 
sosiego  en  los  Reynos  de  Castilla  é  de  León,  é  se 
escusaban  muchas  muertes,  robos  y  escándalos  que 
de  lo  contrario  se  podían  seguir ;  por  ende  que  él 
por  virtud  del  poderio  é  abtoridad  que  traía  del 
Sancto  Padre  Paulo  II,  relaxaba  é  daba  por  ningu- 
nos qualesquíer  juramentos  que  antes  de  aquellos 
sobre  aquel  mesmo  caso  fuesen  fechos,  é  los  daba 
por  ningunos,  é  solamente  confirmaba  é  aprobaba 
é  avia  por  buenos  los  que  allí  se  hacían,  para  jurar 
é  obedescer  á  la  Infanta  Dofia  Isabel ,  que  presente 
estaba ,  para  tenella  por  Princesa  heredera ,  é  sub- 
cesora de  los  Reynos,  después  de  los  días  del  Sefior 
Rey.  Estonces  los  perlados  é  caballeros  que  estaban 
allí  con  el  Rey,  la  juraron  é  obedescíeron ;  é  luego 
el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  después  de  tomado 
el  pleyto  omenage  del  Rey,  él  y  los  que  venían  oon 
él  y  con  la  Infanta  juraron  al  Rey,  é  después  á  ella. 
Fecho  aquesto ,  el  Rey  con  la  nueva  Princesa  su 
hermana  y  heredera ,  se  fueron  juntos  aqueUa  no- 
ohe á  Cadahalso  con  toda  la  caballería  que  los  aoom* 
pafiaba,  salvo  el  Arzobispo  de  Toledo  y  el  Obispo  de 
Burgos  y  el  de  Coria,  que  se  tomaron  á  Cebreros. 
Pero  el  Arzobispo  de  Toledo  desde  alli  qnedó  que- 
zoso  é  mal  contento ,  porque  pensaba  que  la  Prin- 
cesa avia  de  estar  siempre  debaxo  de  su  mano  é 
guarda  é  gobernación,  é  desque  vido  que  aquello  le 
fué  quitado ,  fuese  á  Yepes,  donde  estuvo  grand 
tiempo. 

CAPÍTULO  ÜK13L 

Oe  cono  el  Rey  6  la  Princesa  si  berraana  se  fseron  I  aposentar 
á  Casa-Rubios,  y  desde  alli  se  raeros  el  Rey  y  el  Maestre  i  Rat- 
cafria ;  y  eofiaron  4  mandar  á  Pedrarias  é  al  Obispo  sv  bennt- 
no  qne  so  saliesen  de  la  elbdad  do  So|OTÍa,  é  so  salloros. 

Otro  día  siguiente,  después  que  ovíeron  reposado 
aquella  noohe,  el  Roy  é  la  Princesa  se  vinieron  jun- 
tamente á  Casa-Rubios ,  donde  reposaron  algunos 
días ;  é  fué  acordado  que  la  Princesa  se  quedase 
allí  con  toda  la  Corte,  y  el  Rey  y  el  Maestre  con 
poca  gente  se  fueron  para  el  Pardo,  é  desde  allí  pa- 
ra Rascafria.  Donde  llegados,  enviaron  luego  á 
mandar  á  Pedrarias  de  Avila  é  al  Obispo  su  herma* 
no  que  se  saliesen  de  la  dbdad  de  Segovia  é  la  de- 
xasen  libremente ;  lo  qual  ellos  hicieron  luego  con- 
tra todo  su  grado,  mas  arrepentidos  que  contenton 


180 


ÚRÓNIOAS  D^  LOS  BBTES  DE  0A8TILLA. 


por  lo  qoe  contra  el  Bey  avian  fecho ;  por  manera, 
qne  qnanto  fué  grande  el  plaaoer  que  sintieron  de 
averia  mandado  é  gobernado  ocho  meeea,  tanto  fné 
mayor  la  tristeza  que  sintieron  de  perderla ,  para 
nnnca  recobrar  la  gloria  qne  perdieron  por  sn  in- 
sulto cometido.  |0  quánto  se  pueden  alegrar  los 
qne  de  las  tales  erradas  son  libres ,  los  qne  nnnca 
ensuciaron  sus  personas,  ni  escnrecieron  su  linage 
oon  semejante  fealdad  1  y  ¡quánto  deben  llorar  sus 
infamias  los  que  con  tan  deshonesto  apellido,  é 
abatido  nombre  se  quisieron  sefialar,  para  quedar 
envilecida  su  fama  ó  deshonestada  sn  memorial 
Estonces  el  Bey  hizo  merced  de  los  oficios  de  Bego* 
via  con  la  gobernación  de  ella  á  sn  Mayordomo  An- 
drés de  Oabrera,  que  desde  allí  comenzó  á  prosperar 
ó  subir  en  grand  favor ;  pero  el  Alcázar  por  eston- 
ces se  quedó  en  poder  de  Don  Juan  Padieco.  Des- 
pués que  la  dbdad  quedó  muy  asosegada  por  el 
Bey  oon  grand  contentamiento  de  todo  el  pueblo, 
quisieran  que  el  Bey  se  fuera  luego  allá,  salvo  que 
avia  grand  pestilencia  en  ella ;  pero  anduvo  por  alli 
algunos  dias  á  monte,  é  tornóse  luego  para  Oasa- 
Bubioa,  donde  la  Princesa  lo  atendía. 

CAPÍTULO  GXX. 

Como  It  Reyai  Dofta  Jitoa  estló  4  iatlmir  oa  sombro  do  tm  hija 
loa  apolaeioa  auto  ol  Obispo  do  Lood,  Nancio  é  Logado  dol 
Papa. 

Entretanto  que  estas  cosas  subcedian  é  las  dispo- 
nía la  divinal  providencia  de  Dios  con  su  infinito 
poder,  sin  que  los  sesos  humanos  puedan  conosce- 
ilo  ni  mucho  menos  sentillo,  la  Beyna  Dofia  Juana, 
que  estaba  en  Buytrago  con  su  hija,  luego  que  su- 
po como  la  Infanta  Dofia  Isabel  era  jurada  por 
Princesa,  fné  muy  triste,  asi  por  la  deshonra  qne  de 
éUo  le  venia,  como  por  la  perdición  de  su  hija  con 
tal  vituperio.  De  que  á  la  verdad,  hablando  sin  afi- 
ción é  sin  pasión,  grand  culpa  é  cargo  se  le  debe 
dar ;  porque  si  mas  honestamente  ella  viviera,  no 
fuera  su  hija  tratada  con  tal  vituperio.  Estonces, 
ávido  su  Consejo,  hizo  ciertas  protestaciones  en 
nombre  de  su  hija,  é  hechas,  dio  su  poder  bastante 
á  Luis  Hurtado  de  Mendoza  para  que  en  nombre 
suyo  é  de  su  hija  fuese  á  Casa-Bubios ,  donde  esta- 
ba el  Nuncio  Apostólico  del  Papa,  delante  del  qual 
hizo  su  apelación  extrajudioial,  disciendo :  Qne  por 
quanto  él  como  Nuncio  ó  Legado  de  la  Sede  Apos- 
tólica avia  fecho  una  absolución  de  ciertos .  jura- 
mentos de  la  subcesion  de  los  Beynos  de  Castilla  6 
León ,  é  revocando  aquellos ,  avia  mandado  hacer 
o^os  de  nuevo,  lo  qual  todo  ora  en  dafio  é  perjuicio 
de  la  Princesa  Dofia  Juana,  hija  del  Bey  é  de  la 
. :  Beyna  Dofia  Juana  su  muger ,  qne  él  en  nombre  de 
la  dicha  Princesa  Dofia  Juana ,  é  por  virtud  de  los 
poderes  que  para  ello  tenia,  é  traia  de  la  BeyUa 
Dofia  Juana  su  madre,  asi  como  sn  tutora,  apelaba 
de  todo  ello  una  é  dos  é  tres  veces  según  forma  de 
derecho,  protestando  que  todo  ello  fuese  en  si  nin- 
guno y  de  ningún  valor  ó  efecto,  é  de  se  quexar 
del  como  de  injusto  juez  é  parcial  delante  su  San- 


tidad del  Papa  Paulo  II.  E  de  como  asi  lo  desda, 
lo  demandaba  por  testimonio  para  eii  guarda  é  fa- 
vor del  derecho  de  su  parte.  Donde  fecho  su  reque- 
rimiento é  apelación,  se  partió  á  mas  andar  sin  de- 
tenene  un  solo  punto.  E  puesto  que  la  Princesa 
Dofia  Isabel  supo  todo  aquello,  túvolo  por  cosa 
vana. 

CAPÍTULO  OXXI. 

Goflo  «I  Rey  é  la  Priaeofa  a«  bormasa  m  fseroa  i  la  tilla  do  Oea. 
ia,  é  laa  aoaaa  qao  alU  iscoJioroB. 

Luego  que  el  Bey  fué  llegado  á  Oasa-Bubios, 
donde  la  Princesa  sn  hermana  lo  estaba  esperando, 
fué  acordado  que  se  fuesen  ala  villa  de  Ocafia,  don- 
de  reposaron  grand  tiempo.  E  como  el  Maestre  Don 
Juan  Pacheco  sabia  que  el  Marqués  de  Santillana, 
é  el  Obispo  de  Sigfienza,  ó  sus  hermanos  é  asi  mes- 
mo  Don  Pedro  de  Velasco  su  cufiado,  se  avian  par- 
tido muy  descontentos  de  Madrid,  á  cabsa  de  la 
subcesion  que  se  avia  dado  á  la  hermana  del  Bey, 
porque  era  en  perjuicio  de  la  sefiora,  que  ellos  te- 
nían en  su  guarda  y  rehenes,  procuró  de  se  ver  con. 
ellos,  asi  por  aplacar  su  indinacion ,  como  por  te- 
nerlos en  afidon  y  en  amistad.  E  asi  concertadas 
las  vistas  para  un  lugar  que  se  dice  el  Villarejo, 
que  es  de  la  Orden  de  Santiago,  salió  el  Maestre  y 
el  Arzobispo  de  Sevilla  y  el  Conde  de  Plasencia ;  de 
la  otra  parte  vinieron  el  Obispo  de  Siguenza  é  Don 
Pedro  de  Velasco;  y  juntados,  fué  acordado  entre 
ellos  qne  la  hija  del  Bey  casase  con  d  Príncipe  de 
Portugal,  é  la  Princesa  Dofia  Isabel  oon  el  Bey  de 
Portugal ,  que  estaba  viudo ;  é  condioionalmonte 
que  si  el  Bey  de  Portugal  no  oviese  hijo  varón  en 
la  Princesa  Dofia  Isabel,  y  el  Prindpe  lo  oviese  en 
la  Sefiora  Dofia  Juana,  hija  del  Bey,  que  ellos  sub- 
cediesen  en  los  Beynos.  B  acordado  aquesto  entre 
ellos,  determinaron  qne  para  la  condusion  de  todo 
aquesto  el  Bey  en  persona  oviese  de  ir  á  verse  con 
el  Bey  de  Portugal,  é  que  la  Beyna  Dofia  Juana 
fuese  con  él  á  las  vistas.  Pero  temiéndose  día  que 
la  dexarian  en  poder  dol  Bey  de  Portugal  su  her- 
mano, para  nunca  tomar  á  Castilla,  denegó  la  ida ; 
porque  sabia  que  d  Arzobispo  do  Sevilla  era  su  ene- 
migo, é  trabajaba  quanto  podía  su  destruycion,  á 
cabsa  de  averse  sdido  de  Alahejos.  E  puesto  que 
aquestas  cosas  asi  pendían  y  se  concertaban,  la  Prin- 
cesa Dofia  Isabel  jamás  tuvo  propósito  ni  voluntad 
de  casarse  con  d  Bey  do  Portugal,  ni  para  esto  ja- 
más quiso  dar  su  consontimiento ;  pero  ni  por  eso 
el  Bey  ni  d  Marqués  dezazon  de  lo  insistir.'  Y  el 
Maestre  escribió  al  Bey  de  Portugd  que  debía  de 
enviar  sus  Embazadores ,  pensando  que  en  aqueste 
medio  tiempo  pudieran  convencer  á  la  Princesa  que 

viniese  en  dio. 

CAPITULO  CXXil. 

Como  ol  Roy  ao  aatld  á  ver  con  el  Obispo  do  Sigdenu  é  eon  U(»ii 
Pedro  de  Velaseo  á  la  barca  de  Oreja  é  los  traxo  ft  la  Corte. 

Quanto  quiera  que  el  Obispo  de  SigQenza  é  Don 
Pedro  de  Velasco  se  vieron  con  el  Maestre  Don  Juan 


/ 


DON  laff&IQÜE  OÜABTO. 


181 


Pacheco  y  con  él  Anobispo  de  SeWlla  y  Conde  de 
Plasonoio,  siempre  mostraron  estar  desoontentos 
por  el  juramento  hecho  d  la  Princesa  Dolía  Isabel 
de  la  saboesion  del  Beyuo ;  porque  el  Marqués  de 
SantiUana  y  ellos  favorecían  é  ayudaban  quanto 
podían  i  la  hija  del  Rey,  que  ellos  tenían  en  su  po- 
der ;  i  cuya  cabsa  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco 
avia  fecho  jurar  i  la  Infanta,  no  solamente  para 
abaxar  el  partido  de  la  casa  de  Mendosa ,  mas  por- 
que las  dafiadas  obras  suyas  con  algún  falso  color 
se  encubriesen,  en  tal  manera,  que  jamás  daba 
conclusión  en  cosa  alguna.  Verdad  es,  que  quando 
los  de  Mendosa  vieron  que  la  Reyna  Dolía  Juana 
no  quiso  ir  i  las  vistas  de  su  hermano  el  Bey  de 
Portugal  según  que  se  avia  concertado ,  ellos  que- 
daron descontentos  della,  y  poco  ganosos  de  la  ayu- 
dar á  ella  ni  á  su  hija,  segund  que  después  pares- 
ció,  puesto  que  mostraban  lo  contrario  por  el  inte- 
rese que  de  alli  se  les  seguía.  Estonces  él  Rey,  vis- 
tas las  dilaciones  y  el  poco  fruto  que  de  ellas  re- 
dundaba en  su  servicio,  acordó  de  irá  vistas  con  el 
Obispo  de  Sigttensa  é  con  Don  Pedro  de  Velasco ;  é 
vistos,  fué  determinado  á  consentimiento  del  Maes- 
tre que  el  Rey  ayudase  Ó  favoreciese  de  secreto  á 
su  hija,  sin  que  la  hermana  lo  supiese  ni  el  Arzo- 
bispo de  Sevilla.  E  asi  acordado,  con  aquesta  segu- 
ridad, se  vinieron  con  el  Rey  á  Ocafta,  para  andar 
en  la  Oorte ;  dpnde  veiiidos,  pareado  en  alguna  ma- 
nera que  las  cosas  iban  en  son  de  mayor  paa  ó  so- 
siego. 

QAPÍTÜLO  OXSin. 

Da  eotto  alfSiOi  Sel  ores  Gnndei  del  Ileyso  qvederoa  deieon- 
tenlos  de  te  estreeha  amlsted  del  Rey  eos  el  MeeiUe  Don  Joan 
Pacheeo. 

Después  que  la  hermana  del  Rey  fué  jurada  por 
Mocosa,  el  Rey  se  conformó  con  el  Maestre  Don 
Juan  Pacheco  para  estar  á  su  gobernación;  pero  los 
otros  Sefiores  ó  Grandes  del  Reyno,  asi  los  de  Oastilla 
y  del  Reyno  de  Leen,  como  de  Andalucía,  queda- 
ron muy  descontentos  y  quexosos,  asi  ¡por  la  poca 
quenta  que  se  avia  fecho  de  ellos  en  el  jurar  de  la 
hermana,  porque  no  fueron  llamados,  ni  consultados 
para  ello,  como  porque  el  Rey  tan  estrechamente  se 
avia  juntado  con  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco, 
aviéndole  sido  tan  duro  enemigo,  á  cuya  cabsa  tan- 
tos males  é  trayciones  avian  sido  contra  el  Rey.  Los 
quales  muy  sentidos  de  todo  esto,  se  confederaron 
con  el  Ansobispo  de  Toledo,  dando  al  Rey  sus  que- 
rellas del  Maestre ;  é  cada  uno  por  si  le  enviaba  sus 
tratos.  Mas  como  el  Rey  estaba  determinado  de  te- 
ner al  Maestre  Don  Joan  Pacheco  en  su  compafiia, 
y  estar  á  su  gobernación  é  consejo,  jamás  quiso  dar 
orejas  á  sus  tratos,  asi  por  parte  del  Arzobispo,  co- 
mo de  los  otros  caballeree ;  por  manera  que  siempre 
crssció  en  ellos  mucho  desgrado  y  poco  amor  de 
servir  y  seguir  al  Rey,  visto  qnan  vergonzosamen- 
te se  avia  sometí  lo  á  la  gobernación  del  que  con 
tantos  vitupeiioF.  lo  avía  deshonrado,  solo  por  se  fa- 
cer Maestre  de  Banetiago,  á  cuya  cabsa  nunca  falta- 


ron alteraciones  é  bullicios  en  el  Reyno,  con  poco 
reposo  é  menos  descanso  de  su  Real  persona.  En  este 
medio  tiempo  murió  Don  Juan  de  Guarnan,  Duque 
de  Medina  Sídonia  é  Oonde  de  Niebla,  é  subcedió  en 
el  Sefiorio  Don  Enrique  de  Guaman ,  su  hijo  bas- 
tardo. 

OAPÍTULO  OXXIV. 

De  eoflio  el  Rey  tato  las  teatei  de  Nafidad  ea  Oeata,  é  lo  «ae 

alU  aibeedió. 

Quando  quiera  que  algunas  novedades  se  hacían 
por  el  Reyno,  sefialadamente  en  el  Andalucía,  nun- 
ca el  Rey  se  movió  de  su  villa  de  Ocalia ,  donde  es- 
tuvo algún  tiempo,  ó  allí  tuvo  las  fiestas  de  Navi- 
dad con  alguna  manera  de  plascer,  aunque  no  muy 
contento,  segund  el  suceso  de  las  cosas  mas  adver- 
sas que  prósperas.  Pero  con  todo,  pasadas  las  fies- 
tas, mandó  llamar  á  los  Procuradores  de  las  cibda- 
des  é  villas  del  Reyno,  asi  por  consultarles  las  co- 
sas de  la  gobernación  de  los  pueblos,  como  para  el 
bien  déla  justicia.  E  puesto  que  todos  obedeciendo 
vinieron  al  llamamiento  del  Rey,  los  del  Andalucía 
denegaron  su  venida,  porque  las  mas  de  las  cibda- 
desde  ella  estaban  aun  alteradas,  sin  averie  envia- 
do la  obediencia,  é  los  Grandes  que  en  ellas  vivían 
las  hadan  detener ,  no  tanto  por  lo  que  al  servicio 
del  Rey  tocaba,  quanto  por  la  enemiga  que  tenían 
con  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  vistas  sus  formas 
interesales  é  conocidas  sus  cabtelosas  astucias,  que 
con  todos  traía  con  poca  honra  del  Rey  y  menos- 
precio del  Reyno ;  en  tal  guisa,  que  ninguna  con- 
clusión de  pas  ni  sosiego  se  tomaba.  E  no  solamen- 
te aquesto ;  pero  la  Princesa  su  hermana  parecía 
tomar  algunos  siniestros  contra  su  grado ,  porque 
de  secreto  trataba  de  casarse  con  el  Principe  do 
Aragón,  Rey  de  Sicilia ;  á  cabsa  de  lo  qual  denegó 
él  casamiento  del  Rey  de  P<Mrtugal  que  le  trataban, 
segund  que  adelante  será  recontado,  de  que  el  Rey 
estaba  muy  sentido,  en  tanto  grado ,  que  determinó 
de  tomar  sobre  la  hija,  é  ayudarla  para  que  subce- 
diese  ella  y  no  la  hermana.  Verdad  es  que  segund 
la  deshonesta  vida  de  la  Reyna  Dofia  Juana  su  mu- 
gar, fué  grand  sospecha  en  los  corazones  de  laa 
gentes  sobre  la  hija  que  avia,  ca  muchos  dubdaron 
ser  engendrada  de  sus  lomos  del  Rey,  por  donde 
nasoió  toda  la  novedad  de  la  subcesion.  Pero  ni  por 
eso  el  Rey  jamás  la  denegó  por  su  hija,  antes  en 
público  y  en  secreto  siempre  afirmó  ser  suya,  é  la 
tovo  por  tal,  puesto  que  desamaba  mucho  á  la  Rey- 
na, é  la  tenia  en  tanto  aborrecimiento,  que  no  se 
curaba  della.  E  asi  escritas  ciertas.cartas  de  su  pro- 
pía  mano,  una  para  el  Papa  Paulo,  en  que  le  supli- 
caba con  grand  instancia   que  no  confirmase  la 
subcesion  de  los  Reynos  á  la  hermana ,  salvo  sola- 
mente á  su  hija  Dofia  Juana,  otra  para  su  Procura- 
dor en  Roma,  que  con  diligencia  solicitase  con  el 
Papa  que- no  oonsíntíese  en  lo  concertado,  otra  para 
el  Rey  de  Portugal,  que  él  así  mesmo  escribiese  al 
Papa  sobre  ello;  é  asi  escritas,  mandó  á  mí  que  se^ 
creta  é  disimuladamente  me  partiese  é  las  llevase  á 


180 


ÚRÓNIOAS  DI}  LOS  BBTES  DE  0A8TILLA. 


por  lo  qae  contrA  el  Bey  avian  fecho  ¡  por  manera, 
que  qnanto  f  aé  grande  el  plaaoer  que  sintieron  de 
ayerla  mandado  é  gobernado  ooho  meaea,  tanto  fné 
mayor  la  tristeza  que  sintieron  de  perderla ,  para 
nunca  recobrar  la  gloria  qne  perdieron  por  sn  in- 
sulto cometido.  |0  qnánto  se  pueden  alegrar  los 
que  de  las  tales  erradas  son  libres ,  los  que  nunca 
ensuciaron  sus  personaSi  ni  esourecieron  su  linage 
oon  semejante  fealdad  1  y  |  quánto  deben  llorar  sus 
infamias  los  que  con  tan  deshonesto  apellido,  é 
abatido  nombre  se  quisieron  sefialar,  para  quedar 
envilecida  su  fama  ó  deshonestada  su  memorial 
Estonces  el  Bey  hizo  merced  de  los  oficios  de  Bego- 
via  con  la  gobernación  de  ella  á  su  Mayordomo  An* 
drés  de  Cabrera,  que  desde  allí  comenzó  á  prosperar 
ó  subir  en  grand  favor ;  pero  el  Alcázar  por  eston- 
ces se  quedó  en  poder  de  Don  Juan  Pacheco.  Des- 
pués que  la  dbdad  quedó  muy  asosegada  por  el 
Bey  con  grand  contentamiento  de  todo  el  pueblo, 
quisieran  que  el  Bey  se  fuera  luego  allá,  salvo  que 
avia  grand  pestilencia  en  ella ;  pero  anduvo  por  alli 
algunos  dias  á  monte,  é  tornóeo  luego  para  Gasa- 
Bubioa,  donde  la  Princesa  lo  atendía. 

CAPÍTULO  OXX. 

Cono  li  Reyai  Dofta  Juna  envió  i  intimar  en  nombre  de  en  hija 
ana  apelación  ante  el  Obiapo  do  León,  Noneio  é  Legado  del 
Papa. 

Entretanto  que  estas  cosas  subcedian  ó  las  dispo- 
nía la  divinal  providencia  de  Dios  con  su  infinito 
poder,  sin  que  los  sesos  humanos  puedan  conosoe- 
llo  ni  mucho  menos  sentillo,  la  Beyna  Dofia  Juana, 
que  estaba  en  Buytrago  con  su  hija,  luego  que  su- 
po como  la  Infanta  Dofia  Isabel  era  jurada  por 
Princesa,  fné  muy  triste,  asi  por  la  deshonra  que  de 
éUo  le  venia,  como  por  la  perdición  de  su  hija  con 
tal  vituperio.  De  que  á  la  verdad,  hablando  sin  afi- 
ción 6  sin  pasión,  grand  culpa  é  cargo  se  le  debe 
dar ;  porque  si  mas  honestamente  ella  viviera,  no 
fuera  su  hija  tratada  con  UA  vituperio.  Estonces, 
ávido  su  Consejo ,  hizo  ciertas  protestaciones  en 
nombre  de  su  hija,  é  hechas,  dio  su  poder  bastante 
á  Luis  Hurtado  de  Mendoza  para  que  en  nombre 
suyo  é  de  su  hija'fuese  á  Casa-Bubios ,  donde  esU- 
ba  el  Nuncio  Apostólico  del  Papa,  delante  del  qual 
hizo  su  apelación  extrajudicial,  disciendo :  Que  por 
quanto  él  como  Nuncio  é  Legado  de  la  Sede  Apos- 
tólica avia  fecho  una  absolución  de  ciertos  jura- 
mentos de  la  subcesion  de  los  Beynos  de  Castilla  é 
León,  éievocando  aquellos,  avia  mandado  hacer 
otros  de  nuevo,  lo  qual  todo  era  en  dafio  é  perjuicio 
de  la  Princesa  Dofia  Juana,  hija  del  Bey  é  de  la 
> :  Beyna  Dofia  Juana  su  muger ,  que  él  en  nombre  de 
la  dicha  Princesa  Dofia  Juana ,  é  por  virtud  de  los 
poderes  que  para  ello  tenia,  é  traia  de  la  Beyna 
Dofia  Juana  bu  madre,  asi  como  su  tutora,  apelaba 
de  todo  olio  una  é  dos  é  tres  veces  segnn  forma  de 
derecho,  protestando  que  todo  ello  fuese  en  si  nin- 
guno y  de  ningún  valor  ó  efecto ,  ó  de  se  quexor 
del  como  de  injusto  juez  é  parcial  delante  su  San- 


tidad del  Papa  Paulo  II.  E  ie  como  asi  lo  désela, 
lo  demandaba  por  testimonio  para  eñ  guarda  é  fa- 
vor del  derecho  de  sn  parte.  Donde  fecho  su  reque- 
rimiento é  apelación,  se  partió  á  mas  andar  sin  de- 
tenene  un  solo  punto.  E  puesto  que  la  Princesa 
Dofia  Isabel  supo  todo  aquello,  túvolo  por  oosa 
vana. 

CAPITULO  OXXL 

Gomo  «I  Rey  é  la  Prineen  aa  bermana  fo  fwroa  I  la  tilla  do  Oea. 
fta,  6  laa  eosu  qne  alli  aneoJieron. 

Luego  que  el  Bey  fué  llegado  á  Casa-Bubios, 
donde  la  Princesa  su  hermana  lo  estaba  esperando, 
fué  acordado  que  se  fuesen  ala  villa  de  Ocafia,  don- 
de reposaron  grand  tiempo.  E  como  el  Maestre  Don 
Juan  Pacheco  sabia  que  el  Marqués  de  Santillana, 
é  el  Obispo  de  Sigfienza,  é  sus  hermanos  é  asi  mes- 
mo  Don  Pedro  de  Velasco  su  cufiado^  se  avian  par- 
tido muy  descontentos  de  Madrid,  áoabsa  de  la 
subcesion  qne  se  avia  dado  á  la  hermana  del  Bey, 
porque  era  en  perjuicio  de  la  sefiora,  que  ellos  te- 
nian  en  su  guarda  y  rehenes,  procuró  de  se  ver  con. 
ellos,  asi  por  aplacar  su  indinacion ,  como  por  te- 
nerlos en  afidon  y  en  amistad.  E  asi  concertadas 
las  vistas  para  un  lugar  que  se  dice  el  Villarejo, 
que  es  de  la  Orden  de  Santiago,  salió  el  Maestre  y 
el  Arzobispo  de  Sevilla  y  el  Conde  de  Plasencia ;  de 
la  otra  parte  vinieron  el  Obispo  de  Siguenza  é  Don 
Pedro  de  Velasco;  y  juntados,  fué  acordado  entre 
ellos  que  la  hija  del  Bey  casase  con  el  Príncipe  de 
Portugal,  é  la  Princesa  Dofia  Isabel  con  el  Bey  do 
Portugal ,  qne  estaba  viudo ;  é  condioionalmonte 
que  si  el  Bey  de  Portugal  no  oviese  hijo  varón  en 
la  Princesa  Dofia  Isabel,  y  el  Príncipe  lo  oviese  en 
la  Sefiora  Dofia  Juana,  hija  del  Bey,  que  ellos  sub- 
cediesen  en  los  Beynos.  E  acordado  aquesto  entre 
ellos,  determinaron  qne  para  la  conclusión  de  todo 
aquesto  el  Bey  en  persona  oviese  de  ir  á  verse  con 
el  Bey  de  Portugal,  é  qne  la  Beyna  Dofia  Juana 
fuese  con  él  á  las  vistas.  Pero  temiéndose  ella  quo 
la  dexarian  en  poder  del  Bey  de  Portugal  su  her- 
mano, para  nimoa  tomar  á  Castilla,  denegó  la  ida ; 
porque  sabia  que  el  Arzobispo  do  Sevilla  era  su  ene- 
migo, é  trabajaba  qnanto  pedia  su  destruyciou,  á 
cabsa  de  averse  salido  de  Alahejos.  E  puesto  que 
aquestas  cosas  asi  pendían  y  se  concertaban,  la  Prin- 
cesa Dofia  Isabel  jamás  tuvo  propósito  ni  voluntad 
de  casarse  con  el  Bey  do  Portugal,  ni  para  esto  ja- 
más quiso  dar  su  consentimiento ;  pero  ni  por  eso 
el  Bey  ni  el  Marqués  dezaron  de  lo  insistir.'  Y  el 
Maestre  escribió  al  Bey  de  Portugal  que  debia  de 
enviar  sus  Embaxadores ,  pensando  que  en  aqueste 
medio  tiempo  pudieran  convencer  á  la  Princesa  qne 
viniese  en  ello. 

CAPÍTULO  CXXil. 

Como  ei  Rey  ae  aalld  á  ver  con  el  Obispo  de  Sigdenu  é  con  Don 
Pedro  de  Velasco  á  la  barca  de  Oreja  é  ios  traxo  ft  la  Corte. 

Quanto  quiera  que  ol  Obispo  de  SigQenza  é  Don 
Pedro  de  Velasco  se  vieron  con  el  Maestre  Don  Juan 


/ 


DON  KNftlQÜB  OÜABTO. 


181 


Pacheco  y  con  él  Ansobispo  de  Sevilla  y  Conde  de 
Flasoncia,  siempre  mostraron  estar  desoontentos 
por  oí  jaramente  hecho  á  la  Princesa  Dofia  Isabel 
de  la  Boboesion  del  Beyno ;  porque  el  Marqnés  de 
Santillana  y  ellos  favoreoian  é  ayndaban  qnanto 
podían  á  la  hija  del  Rey,  que  ellos  tenían  en  su  po- 
der ;  á  cuya  oabsa  el  Maestre  Don  Joan  Pacheco 
avia  fecho  jurar  á  la  Infanta,  no  solamente  para 
abaxar  él  partido  de  la  casa  de  Mendosa,  mas  por- 
que las  dafiadas  obras  sayas  con  algún  falso  color 
se  encubriesen,  en  tal  manera,  que  jamás  daba 
conclusión  en  cosa  alguna.  Verdad  es,  que  quando 
los  de  Mendosa  vieron  que  la  Beyna  Dofia  Juana 
no  quiso  ir  á  las  vistas  de  su  hermano  el  Bey  de 
Portugal  según  que  se  avia  concertado ,  ellos  que- 
daron descontentos  della,  y  poco  ganosos  de  la  ayu- 
dar á  ella  ni  á  su  hija ,  segund  que  después  pares- 
ció,  puesto  que  mostraban  lo  contrario  por  el  inte- 
rese que  de  alli  se  les  seguia.  Estonces  él  Bey,  vis- 
tas las  dilaciones  y  el  poco  fruto  que  de  ellas  re- 
dundaba en  su  servicio,  acordó  de  ir  á  vistas  con  el 
Obispo  de  Sigttensa  é  con  Don  Pedro  de  Velasco ;  é 
vistos,  fué  determinado  á  consentimiento  del  Maes- 
tre que  el  Bey  ayudase  é  favoreciese  de  secreto  á 
su  hija,  sin  que  la  hermana  lo  supiese  ni  el  Arzo- 
bispo de  Sevilla.  B  asi  acordado ,  con  aquesta  segu- 
ridad, se  vinieron  con  el  Bey  á  Ocafia,  para  andar 
en  la  Oorte ;  dpnde  venidos,  pareado  en  alguna  ma- 
nera que  las  cosas  iban  en  son  de  mayor  pas  ó  so- 
siego. 

QAP¿ruLo  oxsin. 

De  eoBO  alftioi  Seftorw  Gnndei  del  Reyío  «¡aedaroa  deseoa- 
tsntof  deit  estrMht  amistad  del  Rey  eos  el  MaetUe  Don  Joan 
Pacheeo. 

Después  que  la  hermana  del  Bey  f  aé  jurada  por 
Mocosa,  el  Bey  se  conformó  con  el  Maestre  Don 
Juan  Pacheco  para  estar  á  su  gobernación ;  pero  los 
otros  Sefiores  é  Grandes  del  Beyno,  asi  los  de  Oastilla 
y  del  Beyno  de  Leen,  como  de  Andalucía,  queda- 
ron muy  descontentos  y  quexosos,  asi  tpor  la  poca 
qnenta  que  se  avia  fecho  de  ellos  en  el  jurar  de  la 
hermana,  porque  no  fueron  llamados,  ni  consultados 
para  ello,  como  porque  el  Bey  tan  estrechamente  se 
avia  juntado  con  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco, 
aviéndole  sido  tan  duro  enemigo,  á  cuya  oabsa  tan- 
tos males  é  trayciones  avian  sido  contra  el  Bey.  Los 
quales  muy  sentidos  de  todo  esto,  se  confederaron 
con  él  Ansobispo  de  Toledo,  dando  al  Bey  sus  que- 
rellas del  Maestre ;  é  cada  uno  por  si  le  enviaba  sus 
tratos.  Mas  como  el  Bey  estaba  detetminado  de  te- 
ner al  Maestre  Don  Juan  Pacheco  en  su  compafiia, 
y  estar  á  su  gobernación  é  consejo,  jamás  quiso  dar 
orugas  á  sus  tratos,  asi  por  parte  del  Arsobispo,  co- 
mo de  los  otros  caballeros ;  por  manera  que  siempre 
cresoió  en  ellos  mucho  desgrado  y  poco  amor  de 
servir  y  seguir  al  Bey,  visto  quan  vergonsosamen- 
te  se  avia  sometiio  ala  gobernación  del  que  con 
tantos  vituperior.  lo  avia  deshonrado,  solo  por  se  fa- 
cer Maestre  de  Banetiago,  á  cuya  oabsa  nunca  falta- 


ron alteraciones  é  bnllicios  en  el  Beyno,  con  poco 
reposo  é  menos  descanso  de  so  Beal  persona.  Bn  este 
medio  tiempo  murió  Don  Juan  de  Gusman,  Duque 
de  Medina  ffidonia  é  Oonde  de  Niebla,  é  subioedióen 
el  Sefiorio  Don  Enrique  de  Gusman ,  su  hijo  bas- 
tardo. 

OAPÍTÜLO  OXXIV. 

De  eoBio  el  Rey  tavo  las  tesUs  de  Ifa?idad  es  Ooata,  é  lo  qae 

allí  sibeedló.  . 

Quando  quiera  que  algunas  novedades  se  hacían 
por  el  Beyno,  sefidadamente  en  el  Andalucía,  nun- 
ca el  Bey  se  movió  de  su  villa  de  Ooalia ,  donde  es- 
tuvo algún  tiempo,  ó  alli  tuvo  las  fiestas  de  Navi- 
dad con  alguna  manera  de  plasoer,  aunque  no  muy 
contento,  segund  el  suceso  de  las  cosas  mas  adver- 
sas que  prósperas.  Pero  con  todo,  pasadas  las  fies- 
tas, mandó  llamar  á  los  Procuradores  de  las  cibda- 
des  é  villas  del  Beyno,  asi  por  consultarles  las  co- 
sas de  la  gobernación  de  los  pueblos,  como  para  el 
bien  déla  justicia.  B  puesto  que  todos  obedeciendo 
vinieron  al  llamamiento  del  Bey,  los  del  Andalucía 
denegaron  su  venida,  porque  las  mas  de  las  dbda- 
desde  ella  estaban  aun  alteradas,  sin  averie  envia- 
do la  obediencia,  é  los  Grandes  que  en  ellas  vivían 
las  hadan  detener ,  no  tanto  por  lo  que  al  servicio 
del  Bey  tocaba,  quanto  por  la  enemiga  que  tenian 
con  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  vistas  sus  formas 
interesales  é  conocidas  sus  cabtelosas  astucias,  que 
con  todos  traia  con  poca  honra  del  Bey  y  menos- 
predo  del  Bojmo  ¡  en  tal  guisa,  que  ninguna  con- 
clusión de  pas  ni  sosiego  se  tomaba.  B  no  solamen- 
te aquesto ;  pero  la  Princesa  su  hermana  parecía 
tomar  algunos  siniestros  contra  su  grado ,  porque 
de  secreto  trataba  de  casarse  con  el  Principe  do 
Aragón,  Bey  de  Sidlia ;  á  oabsa  de  lo  qual  denegó 
él  casamiento  del  Bey  de  Pmrtugál  que  le  trataban, 
segund  que  adelante  será  recontado,  de  que  el  Bey 
estaba  muy  sentido,  en  tanto  grado ,  que  determinó 
de  tomar  sobre  la  hija,  é  ayudarla  para  que  subce- 
diese  ella  y  no  la  hermana.  Verdad  es  que  segund 
la  deshonesta  vida  de  la  Beyna  Dofia  Juana  su  mu- 
gar, fué  grand  sospecha  en  los  corasones  de  las 
gentes  sobre  la  hija  que  avia,  ca  muchos  dubdaron 
ser  engendrada  de  sus  lomos  del  Bey,  por  donde 
nasció  toda  la  novedad  de  la  suboesion.  Pero  ni  por 
eso  el  Bey  jamás  la  denegó  por  su  hija,  antes  en 
público  y  en  secreto  siempre  afirmó  ser  suya,  é  la 
tovo  por  tal,  puesto  que  desamaba  mucho  á  la  Bey- 
na, é  la  tenia  en  tanto  aborredmiento,  que  no  se 
curaba  della.  B  ad  escritas  ciertas  cartas  de  su  pro- 
pia mano,  una  para  el  Papa  Paulo,  en  que  le  supli- 
caba con  grand  instancia  que  no  confirmase  la 
subcedon  de  los  Beynos  á  la  hermana,  salvo  sola- 
mente á  su  hija  Dofia  Juana,  otra  para  su  Prooora- 
doren  Boma,  que  con  diligencia  solicitase  con  el 
Papa  que*  no  oondntiese  en  lo  concertado,  otra  para 
el  B^  de  Portugal,  que  él  asi  mesmo  escribiese  al 
Papa  sobre  dio ;  é  asi  escritas,  mandó  á  mi  que  sO" 
creta  ó  didmuladamente  me  partiese  é  las  llevase  á 


CRÓNICAS  DE  LOS  BBYB8  DB  CASTILLA. 


182 

la  Boy  na  aa  muger,  que  estaba  en  Bay  trago  oon  la 
hija,  para  que  luego  onyiase  á  Boma  á  mas  andar 
persona  diligente  que  lo  supiese  negociad.  Donde 
yo  llegado,  se  dio  tal  ordenamiento,  que  luego  en 
la  hora  se  partió  un  mensagero  para  Boma,  é  otro 
para  el  Bey  de  Portugal.  B  puesto  que  muy  oculta- 
mente llegué  á  Buy  trago  de  noche,  y  me  partí  antes 
del  día,  luego  fué  sabidor  de  ello  el  Arzobispo  de 
Sevilla,  de  que  ovo  mucho  enojo  porque  desamaba 
mucho  á  la  Beyna,  tanto  que  procuraba  sndestrui- 
oion  é  quería  estorbar  si  pudiera  lo  que  el  Bey  tenia 
gana ;  salvo  que  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  avia 
sido  en  aquel  trato,  é  le  plascia  mucho  de  ello ;  por 
manera  que  el  mal  propósito  del  Arzobispo  no  huyo 
lugar  de  hacer  mal  á  la  Beyna. 

CAPÍTULO  CXXV. 

Da  COMO  ol  Rey  se  ^tÚ6  de  Oeafie  may  deseonteeto,  é  se  fié  4 
Madrid  eoD  muy  poca  gente,  y  entrefó  el.Aleáur  eos  los  leso- 
ros  á  sa  Mayordomo  Andrés  do  Cabrera. 

Como  el  Bey  avia  determinado  de  ayudar  é  favo- 
recer el  partido  de  su  hija,  á  cabsa  de  los  desgrados 
que  tenia  de  la  Princesa  su  hermana ,  partióse  de 
Ocafia  muy  descontento,  é  fuese  á  Madrid  oon  muy 
pocos  de  los  suyos.  Donde  llegado,  halló  que  Juan 
Fernandez  Gal  indo,  alcayde   dol  Alcázar,  estaba 
muy  malo  en  peligro  de  la  muerte ;  é  como  él  era 
leal  caballero  é  servidor  fiel,  temiendo  que  por  su 
muerte  no  se  siguiese  algún  encon viniente  en  el 
servicio  del  Bey,  suplicóle  con  grand  instancia  que 
pusiese  otro  alcayde,  porque  sus  tesoros  ó  joyas  es- 
tuviesen á  buen  recabdo..  Bntonces  el  Bey,  oon 
acuerdo  é  consejo  del  Maestro  Don  Juan  Pacheco, 
mandó  dar  el  Alcaydia  á  su  Mayordomo  Andrés  de 
Cabrera ;  por  donde  comenzó  de  subir  en  estado,  é 
Mego  después  á  ser  grand  sofior,  porque  de  allí  ade- 
lante cabía  en  los  roas  secretos  consejos  del  Bey  y 
del  Maestre,  según  la  grand  parte  que  tenia  en  la 
voluntad  de  entrambos.  Bn  aqueste  medio  tiempo 
aoaescló  que  Don  Diego  de  Quifionoe,  Conde  de  Lu- 
na, á  trato  secreto  do  uno  que'se  llama  Alvar  García, 
vecino  de  la  cibdad  de  León,  vino  una  noche  á  hurtar 
lacibdad  de  León  é  alzarse  con  ella  por  los  caballe- 
ros enemigos  del  Bey  y  del  Maestre  Don  Juan  Pa- 
checo ;  pero  como  la  traycion  fué  descubierta ,  antes 
que  el  Conde  llegase,  fué  preso  el  traydor  é  justicia- 
do, por  donde  la  traycion  no  pudo  aver  efecto.  Des- 
.  pues  que  el  Bey  ovo  entregado  el  Alcázar  al  Mayor- 
domo Cabrera,  é  reposado  allí  por  algunos  días  á 
ffu  plascer , yendo  é  viniendo  del^ Pardo,  el  Maestre 
Don  Juan  Pacheco,  é  los  otros  Perlados  é  caballe- 
ros que  estaban  en  la  Corte,  le  enviaron  á  suplicar 
que  se  fuese  á  Ocafia,  lo  qual  hizo  contra  su  grado. 

CAPÍTULO  CXXVI. 

Gomo  el  Maestre  Don  Joan  Pacheco  dló  el  titulo  de  Marqnés  de 
VUlena  i  Don  Diego  sn  hijo ,  é  lo  easd  con  la  Condesa  de  San- 
tlslevan. 

Luego  que  el  Bey  fué  tornado  á  la  villa  de  Oca- 
fis,  como  ya  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  se  vido 


pacifico  en  su  Maestradgo,  porque  ol  Papa  gelo  avia 
confirmado ,  suplicó  al  Bey  que  le  diese  el  título  de 
Marqués  de  Villema  á  su  hijo  primogénito  Don  Diego 
López  Pacheco.  B  asi  dado,  casó  con  la  Condesa  do 
Santistovan,  hija  del  Conde  Don  Juan  de  Luna,  é  nie- 
ta del  Maestre  Don  Alvaro  de  Luna,  la  qual  tenia  en 
I   su  poder  desde  que  Don  Juan  de  Luna  fué  preso  é 
destruido.  B  desde  allí  adelante  el  estado  del  Maestro 
Don  Juan  Pacheco  se  mostró  de  mayor  grandeza  é 
pujanza  sobre  los  otros  Sefiores  del  Bcyno.  Aunque 
hablando  la  verdad  sin  pasión ,  pues  de  aquella  to- 
dos deben  ser  amigos,  y  no  de  lo  contrarío,  no  pue- 
do pensar  ni  sentir  de  aqueste  grand  caballero  su- 
bido en  tan  alta  cumbre  por  formas  tan  disolutaBí 
que  tan  alto  pudo  ser  el  estado  é  sefiorio  que  asi 
procuró  tener  y  alcanzar,  que  acordándose  del  pago 
que  dio  á  quien  lo  hizo  de  nada,  é  como  deshonró  á 
quien  lo  subió  en  tanta  grandeza,  que  no  se  aver- 
gonzase de  sí  mismo,  é  no  le  remordiese  su  con- 
ciencia, é  lo  acusasen  sus  culpas  de  la  grave  mal- 
dad cometida  contra  quien  mas  debiera  servir  quo 
destruir,  para  que  nunca  presuman  sus  huesos  allá 
dó  yacen ,  de  gloriarse  que  fué  criado  leal  á  su  Bey, 
ni  fiel  servidor  á  su  Sefior ;  ca  por  él  no  solamente 
fué  perseguido  é  avergücnzadó,  roas  la  caballería 
del  Bey  no  hizo  tomar  en  tratos  de  tiranía ,  é  la  cla- 
ra nobleza  en  cobdicia  desordenada.  Bl  en  su  vida 
abrió  la  puerta  de  la  traycion  á  los  malos,  é  quitó 
el  velo  do  la  la  vergüenza  á  los  traydoros.  Asi  que 
ni  viviendo  se  pudo  llamar  varea  de  limpia  fama, 
ni  en  la  muerte  dig^o  de  rica  merooria. 

CAPÍTULO  CXXVIL 

De  como  el  Rey  de  Portugal  enviiS  sos  Embaladores  al  Rey,  para 
tratar  su  casamiento  con  la  Princesa  DoAa  Isabel,  é  ella  no 
quiso. 

Como  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  avía  envia- 
do al  Bey  de  Portugal  sus  roensageros,  para  que  en- 
viase Bmbaxadores  á  contratar  el  casamiento  suyo 
con  la  Princesa  Doña  Isabel,  é  como  aquello  ora  lo 
quo  el  Bey  de  Portugal  deseaba,  envió  al  Arzobis- 
po do  Lisboa  y  á  otros  dos  caballeros  muy  princi- 
pales de  su  Corte  con  grandes  poderes  para  concer- 
tarlo é  concluirlo.  Pero  desque  )a  Princesa  Dofia 
Isabel  supo  que  venían  sobre  aquello,  envió  á  des- 
cir  al  Bey  que  le  suplicaba  que  no  entendiese  de  ca- 
salla  con  el  Bey  de  Portugal  ni  se  lo  mandase,  por- 
que ella  en  ninguna  manera  entendía  de  lo  hacer 
ni  consentir  en  ello ;  de  que  el  Bey  no  solamente 
quedó  alterado  é  sentido,  roas  enteramente  ganoso 
de  llevar  á  conclusión  su  propósito  comenzado  de 
favorecer  é  ayudar  á  su  hija,  para  dexalle  la  subce- 
sion  de  los  Bey  nos.  Mas  bien  podemos  aquí  decir  é 
traer  á  propósito  aquel  antiguo  proverbio  que  dice : 
Proponen  los  hombres ,  é  Dios  dispone  lo  que  quie- 
re ;  porque  quanto  el  Bey  y  el  Maestre  trabajaban 
con  diligencia  por  desheredar  á  esta  Sefiora,  tanto 
la  divinal  Providencia  disponía  y  ordenaba  lo  con- 
trarío ,  para  que  ella  subcediese,  según  se  mostró 
por  la  obra,  quando  el  Bey  pasó  de  esta  vida.  B 


DON  ENBIQUB  OUABTO. 


puesto  que  todos  los  Grandos  que  por  estonces  es- 
ftabañ  en  la  Corte ,  negociaban  con  ella  para  que 
quisiese  lo  que  el  Rey  quería,  jamás  la  pudieron 
'oonveno^,  en  tal  manera,  que  TÍsta  su  voluntad ,  é 
oomo  nunca  se  mudó  de  aquel  propósito,  fué  aoor- 
'dado  que  el  Arsobispo  de  Lisboa  é  los  otros  oaba^ 
ileros  Bmbaxadores  que  con  él  venian  los  aposenta- 
sen en  una  aldea  que  se  llama  Oienposuelos,  donde 
eituyieron  veinte  dia&  T  aposentados,  salió  el  Rey 
á  verse  con  ellos  á  la  barca  de  Oreja,  é  vistos,  man- 
dó que  se  viniesen  á  Ocafia,  donde  fueron  muy  bien 
resoebidos  é  festejados  por  el  Maestre  Don  Juan 
Pacheco.  Estonces  el  Arzobispo  de  Lisboa  é  los 
otros  caballeros  Embazadoree,  tomada  licencia  del 
Rey,  se  despidieron  é  se  fueron  sin  conclusión  nin- 
"guna  de  su  embaxada ;  y  el  Rey,  vista  la  voluntad 
de  la  Princesa  su  hermana,  mandó  que  los  Frocura- 
dores  del  Reyno  se  partiesen  ñn  juralla  por  Prin- 
\j2fi0Ai  ^  00  fueron  i  sus  casas. 

CAPÍTULO  OXXVnL 

De  como  el  Rey  se  partió  pan  Andaloef a ,  é  dexó  i  It  Ifrineesa  es 
hermana  en  Oeafia  baita  qne  él  tornase ,  é  de  lo  qve  soboedió 
do  so  Ida,  6  de  la  qoedada  de  so  hermana. 

Oomo  el  Roy  sintió  el  mal  propósito  de  los  caba- 
lleros del  Andalucía,  que  no  daban  lugar,  ni  con- 
sentían que  las  oibdades  donde  dios  vivían  se  alza- 
.sen  por  él  ni  fuesen  á  darle  la  obediencia  que  de- 
bían ,  determinó  de  ir  allá,  é  mandó  que  el  Conde  de 
Ben  avente  é  Don  Pedro  de  Velasco  quedasen  por 
Víreyes  en  ValladoHd ,  é  con  ellos  el  Presidente  é 
Oidores  de  la  Chancillería.  Pero  antes  que  se  par- 
tiese,  rogó  á  la  PrincmajBU.^^bfi23ja&nA.jque.8e_j[u^ 
Sg"anren  Ocafla,  é  que  no  dispusiese  dero  persona 
ñlñgünáTcosa  fasta  que  él  tornase  del  AAdalucfa^  é 
.??-?J?^'  ^rawidqTjie.lenfcéiidería.  enjam  casamiento, 
colmo  ella  fuese  contenta ,  é  ella  dio  flU..paÍiabrAjdfi 
lóliácér  ag^Jistonces  el  Rey  se  partió,  é  fueron  con 
ir  el  Haestre  Don  Juan  Pacheco,  y  el  Arzobispo  do 
Sevilla,  y  el  Obispo  de  Sigüensa  con  los  otros  de 
su  Consejo  y  Corte ;  y  el  Arzobispo  se  quedó  enfer- 
mo en  CHbdod-Real,  donde  estuvo  por  algún  tiem- 
po curando  su  dolencia,  é  procurando  do  su  salud. 
E  el  Rey  continuó  su  camino  hasta  la  villa  de  Osu- 
na, donde  llegado ,  acordó  de  ir  á  la  oibdad  de  Ja- 
hen,  y  asi  envió  allá  sus  aposentadores.  T  como  el 
Condestable  Don  Miguel  Lucas  de  Iranzo  tenia 
aquella  cibdad  por  el  Rey,  y  avía  sido  siempre  leal 
y  fiel  en  su  servicio,  vistos  los  aposentadores,  y  lei- 
da  la  carta  que  el  Rey  le  enviaba,  respondió  que 
aquella  su  leal  cibdad  de  Jahen  avia  estado  siempre 
y  estaría  á  su  servicio ;  é  de  la  venida  de  su  Alteza 
no  solamente  todos  eran  alegres  é  muy  contentos, 
mas  deseosos  de  ver  su  Real  Excelencia ;  é  que  a9i 
él  y  todos  ellos  juntamente  le  suplicaban  se  fuese 
luego  á  su  cibdad  con  sus  leales  servidores ;  pero 
que  le  pedían  por  merced  é  requerían  con  mucha 
humildad  que  no  llevase  consigo  á  los  traydores 
que  tan  malamente  lo  avian  deshonrado  é  perse- 
guido, porque  en  ninguna  manera  serían  alH  aoo- 


188 

.gídos,  é  que  aquello  decían  por  el  Maestre  Don 
Juan  Pacheco  é  otros  algunos  de  los  que  con  su . 
Alteza  venían.  Eetonces  el  Maestre,  oyda  la  res- 
puesta del  Condestable,  acordó  de  quedarse  allí  en 
Osuna,  é  el  Rey  se  fué  de  Jaén  ;  donde  llegado,  el 
Condestable  le  salió  á  rescebír  con  mucha  gente  de 
á  caballo.  E  al  tiempo  de  la  entrada  de  la  cibdad  él 
se  puso  de  la  parte  de  adentro ,  y  en  entrando  el 
Rey,  dizo  al  Obispo  de  Gigftenza  que  iba  junto  con 
él :  «Entrad  vos,  leal  perlado,  merecedor  de  mucha 
n honra,  que  vos  y  vuestro  linaje  servistes  siempre 
»é  seguístes  al  Rey  mi  Sefior  como  noble  é  de  lím- 
»pia  sangre»;  y  en  pos  del  dexó  entrará  los  del 
Consejo ,  é  á  los  criados  é  oontinos  servidores  del 
Rey.  E  como  Rodrigo  de  ülloa  fuese  para  entrar, 
púsole  el  quento  de  la  lanza  á  los  pechos ,  discíen- 
dole:  «Teneos  vos  allá  fuera,  Rodrigo  de  Ulloa; 
«que  la  dbdad  de  Jahen  no  suele  acoger  á  los  tray- 
n dores,  sino  á  los  que  fueron  leales  al  Rey  mi  8e- 
»fior» ;  é  asi  mesmo  avergonzadamente  le  mandó 
dar  con  la  puerta  en  el  rostro,  é  dezallo  fuera.  B 
luego  tomó  el  Rey  muy  alegremente ,  é  llevólo  á 
aposentar  en  su  casa  con  la  mayor  fiesta  que  pudo, 
é  todos  los  otros  fueron  muy  bien  aposentados ;  y 
estuvo  el  Rey  aposentado  allí  por  el  espaoto  de  ocho 
días  mucho  á  su  plascer.  Pero  oomo  ya  se  goberna- 
ba por  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  luego  que  lo 
envió  á  llamar,  se  partió  de  Jahen  para  Onmm. 

CAPÍTULO  CXXIX. 

Cobo  el  lley  fOé  con  gente  sobre  Górdobs,  é  lo  os  «Di  eibeedld. 

Venido  el  Rey  á  Osuna,  estuvo  allí  tres  días,  é 
desde  allí  se  fué  á  aposentar  á  Castro  del  Rio,  don- 
de falló  á  Don  Pedro  de  Córdoba,  Conde  de  Cabra, 
é  á  sus  hijos  con  su  hiemo  Martin  Alonso,  Sefior  de 
Alcabdete,  con  mil  de  á  caballo,  que  atendían  su 
venida  á  guisa  de  leales  servidores,  de  que  el  Rey 
fué  muy  contento.  E  asi  venido  alH,  fué  acordado  que 
fuese  sobre  Córdoba,  porque  Don  Alonso  de  Agui- 
lar  estaba  dentro  contra  el  servicio  dol  Rey,  é  no 
oonsentía  que  la  oibdad  se  alzase  por  él.  Verdad  es 
que  aquello  se  hacia  con  grado  é  consentimiento 
del  Maestre  Don  Juan  Pacheco ,  porque.  Don  Alón* 
so  avia  sido  siempre  con  él  en  las  turbadonee  pasa- 
das ,  é  á  esta  cabsa  estaban  entramos  muy  confor- 
mes ,  puesto  caso  que  la  demostración  era  por  el 
contrario.  Pero  ni  por  eso  dexó  el  Rey  de  ir  á  po- 
nerse sobre  la  cibdad,  é  puesto,  el  Maestre  Don. 
Juan  Pacheco  en  son  de  tratante,  quiso  entrevenir 
en  la  concordia ;  é  fué  la  conclusión  que  el  Rey 
diese  cierto  juro  situado  á  Don  Alonso ;  é  asi  dado 
é  confirmado,  entregó  la  cibdad  al  Rey.  El  qual 
rescibidocon  mucho  placer  del  pueblo,  estuvo  allí 
algún  poco  de  tiempo  hasta  pasada  la  fiesta  de 
Corpus  Christi ;  y  estonces  el  Rey  mandó  á  Don 
Alonso  que  doxase  el  Alcázar  é  las  puertas  de  la 
cibdad,  el  qual  lo  hizo  asi ;  é  dexadas,  el  Rey  se 
apoderó  de  todo  ello.  E  visto  como  el  Conde  do 
Cabra  y  Don  Alonso  de  Aguílar  estaban  muy  ene- 
migos á  cabsa  de  las  turbaciones  posadas,  é  que 


18i 


0RÓNI0A8  P¿  LOB  BSnB  DE  GAffTILLA 


el  Conde  de  Oabra  avia  sido  leal|  é  no  Don  Alon- 
so,  el  B^,  queriendo  qnitar  la  enemistad  entro 
ellefly  mandó  qne  fnesen  amigos ;  é  tornó  el  Algua- 
cilado  Mayor  de  la  oibdad  ó  la  Tenencia  del  Al- 
oáear  al  Oonde  de  Oabra,  por  qnanto  aqnolloera 
suyo,  é  de  sos  antepasados^  Pero  puesto  que  los  biso 
amigos,  aquella  paz  no  quedó  muy  raygada  en 
Don  Alonso,  segund  lo  que  á  oabsa  suya  suboedió. 
E  fué  que  como  cada  uno  de  ellos  oyiese  tomado 
alig^unos  lugares  de  la  oibdad  de  Oórdoba,  y  ostn- 
▼iosen  apoderados  de  ellos  como  de  vasallos  sala- 
riegos,  quanto  quiera  que  por  diversos  é  diferentes 
respectos,  porque  el  Conde,  é  Martin  Alonso  los 
avian  tomado,  guerreando  contra  la  oibdad,  quan- 
do  era  traydora ,  como  leales  servidores  dd  Bey ; 
el  Conde  de  Cabra  tenia  á  Castro  del  Rio ,  é  Mar- 
.  tin  Alonso  i  Montoro,  de  que  ol  Rey  les  avia  fedio 
merced ;  ó  lo  que  Don  Alonso  usurpaba,  fué  como 
parcial  á  los  traydores,  ó  uno  de  ellos  con  feo  color 
é  apellido.  Pero  como  aqueste  tuviese  tanta  parte 
en  la  voluntad  del  Maestre,  confiándose  en  aquella, 
visto  que  él  no  pedia  quedarse  con  lo  que  asi  avia 
usurpado,  desirviendo  al  Rey,  queriendo  dafiar  al 
Conde  é  á  Martin  Alonso,  para  que  no  gosasen  de 
los  lugares  que. poseían,  secretamente  movió  la  co- 
munidad á  que  viniesen  reclamando  ante  el  Rey 
que  mandase  dexar  á  todos  los  caballeros  lo  que  te- 
nían de  la  Corona  Real,  Donde  el  alboroto  del  pue- 
blo fué  tal,  que  al  Conde  de  Cabra  é  á  Martin  AJon- 
so  les  fué  necesario  desístirse  de  los  lugares  que 
asi  teman,  é  también  Don  Alonso ;  los  quales  en  las 
manos  del  Rey  hioieron  pleyto  omenage  que  donde 
á  ciertos  diaa  los  dexari&n  libres  y  desembargados 
para  el  Rey.  Fechó  ansí  el  omenage,  y  renunciadas 
las  mercedes,  el  Conde  de  Cabra  y  su  yerno  Martin 
Alonso  quedaron,  no  solamente  descontentos,  mas 
muy  quexosos,  visto  que  el  Rey  á  cabsa  del  Maes- 
tre Don  Juan  Pacheco  f  avoresoia  á  los  traydores, 
é  maltrataba  á  los  leales,  que  tan  bien  é  fielmente 
lo  avian  servido ;  de  que  sin  dubda  fueron  muy  al- 
terados, de  tal  forma,  que  estando  el  Rey  otro  dia 
siguiente  en  el  Monesterio  de  Sanct  Gfórónymo,  que 
está  una  legua  de  la  oibdad ,  ellos  se  partieron  ace- 
leradamente sin  tomar  licencia  del  Rey,  é  se  fueron 
á  sus  tierras ,  de  que  grand  parte  de  la  dbdad  fué 
muy  escandalizada,  é  mostró  sentimiento  mormu- 
rando é  disoiendo  palabras  mas  feas  que  honestas. 
Estonces  envió  el  Rey  á  Don  Lorenzo  de  Figueroa, 
Vizconde  de  Torija,  para  que  hablase  con  ellos,  y 
los  aplacase ;  pero  aquesto  aprovechó  poco ,  porque 
,  la  enemiga  quedó  tan  arraygada  entre  el  Conde  de 
Cabra  é  Don  Alonso,  que  de  allí  se  siguieron  algu- 
nos inconvenientes  que  adelante  serán  reoontados. 

CAPÍTULO  GXXX. 

Como  ol  CarioMl  AtrabalOMis  ?iao  por  Babasador  dol  Rey  Luis 
4o  Frauda,  á  confirmar  la  pas  j  hermandad  entre  CasUUa  é 
Francia ;  porqoo  ol  Rey  ae  avia  confederado  con  ol  Rey  de  In- 
glaterra ,  deundo  ol  amiatad  de  Franela. 

Al  tiempo  que  el  Principadgo  de  Cataluña  se  al- 
zó por  el  Reff  y  se  levantaron  pendones  por  él  en 


grand  conformidad,  el  Rey  de  Francia  le  fué  con- 
trario, ayudando  al  Rey  Don  Juan  de  Aragón  ¡  y 
no  solamente  aquesto,  mas  quaudo  el  Rey  se  fué  á 
ver  con  él  á  Fuenterrabía,  é  puso  aquel  debate  en 
sus  manos,  dio  una  sentencia  en  que  en  todo  se  mos- 
tró mas  contrario  que  buen  amigo,  en  tal  manera, 
que  no  solamente  él  Rey  quedó  perdidoso,  mas 
amenguado,  de  que  estaba  muy  sentido  é  quexoso, 
asi  de  su  falsa  hermandad,  como  de  las  cabtelosas 
formas  qáe  contra  él  avia  tenido.  B  por  cato  deter- 
minó de  le  quitar  la  antigua  hermandad  que  estaba 
entre  los  Reynos;  é  confederándose  con  el  Rey  de 
Ingalaterra,  hizo  su  paz  é  alianzas  con  él ;  é  fedias, 
mandó  que  los  naturales  de  sus  Reynos  desde  allf 
adelante  ayudasen  á  los  Ingleses  contra  los  Fran- 
ceses, do  que  el  Rey  Luis  é  los  de  su  Reyuo  resce- 
bian  no  solamente  dafio  mas  grand  pérdida ;  porque 
los  mercaderes  de  Castilla  no  iban  á  Frauda  con 
BUS  mercadurías.  B  por  esto,  viendo  los  inconve- 
nientes que  de  aquello  se  le  seguían,  envió  por  Em- 
baxador  al  Cardenal  Atrabatensis,  é  con  él  otros 
ciertos  caballoros.  El  qual ,  como  llegó  á  Córdoba, 
fué  rescebido  por  el  Rey,  é  por  los  grandes  del  Rey- 
no  que  estaban  en  la  Corte  con  grand  solonidad  se- 
gund que  á  tal  persona  pertenesda.  E  asi  rescebi- 
do, fuele  dado  singular  aposentamiento;  é  luego 
otro  dia  siguiente  el  Roy  le  dio  audiencia  en  la  Igle- 
sia Mayor  en  la  Capilla  de  los  Royes ;  é  como  aquel 
Cardenal  ora  grand  letrado,  propuso  en  latín  por 
espacio  de  una  hora  largamente.  B  el  comienzo  do 
su  oración  fué  un  dicho  del  Apóstol  Sanct  Pablo, 
que  dice  :  Fecho  soy  á  todos  toda  cosa ;  y  en  fin 
concluyó  que  el  Roy  no  avia  podido  desfacer  la 
hermandad  de  Castilla  y  de  Francia ;  porque  aque- 
lla era  fecha  de  gente  á  gente ,  é  de  reyno  á  reyno, 
é  de  Rey  á  Rey ,  en  perpetua  confederación  é  paz 
inmutable ;  é  qne  por  tanto  él  de  su  parte  suplica- 
ba, y  en  nombre  de  su  Rey  rogaba  é  pedia  quisiese 
tornar  en  su  graciosa  hermandad  é  amistad ,  por- 
que aquello  que  sus  antepasados  guardaron  é  man- 
tuvieron en  los  dias  de  ellos,  no  se  perdiese.  Aca- 
bada su  habla ,  el  Rey  se  apartó  con  el  Maestre  de 
Sanctiago  é  con  el  Obispo  de  SigÜenza  é  con  los 
otros  de  su  Consejo  que  alli  estaban ,  é  mandó  al 
Obispo  de  Sigüenza  é  á  Don  Pedro  de  yelasco  que  le 
dixosen  como  él  estaba  contento  de  su  habla,  y  so- 
bre aquello  avrian  su  acuerdo  é  le  mandarían  res- 
ponder. E  después  de  ávido  su  acuerdo  é  delibera- 
ción con  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  por  cuyo 
querer  se  guiaba  el  Rey  en  todas  las  cosas,  espe- 
dalmente  en  aquello,  porque  el  Maestre  era  entera- 
mente del  Rey  de  Francia,  é  á  su  respecto  era  veni- 
da aquella  embazada ,  fué  acordado  de  aceptar  la 
hermandad  de  Francia  é  dexar  la  confederación 
del  Rey  de  Inglaterra,  é  publicar  guerra  con  los 
Ingleses.  Aquesto  dn  dubda  páreselo  cosa  muy  fea, 
porque  sin  necesidad  alguna  que  por  estonces  tu- 
viese de  la  casa  de  Francia,  sin  averie  errado  los 
Ingleses,  tan  presto  hicieron  al  Rey  quebrantar  su 
palabra.  En  aqueste  medio  tiempo  murió  Don  Frey 
Lope  de  Barrientes,  Obispo  de  Cuenca,  é  fué  dado 


DON  ENRIQUE  CÜAKTO. 


186 


el  Obispado  A  Don  Aiitonio  de  Venerís,  Obispo  de 
León ,  y  él  Obispado  de  León  al  Doctor  Vergarai 
Prooarador  del  B^  en  la  Corte  Romana. 

CAPÍTULO  CXXXI. 

D«  COMO  U  PriBccsa  doBa  Isabel  m  partió  de  OeaBt  sin  lleenelt 
del  Rej,  éwMi  la  vUlt  de  Madrigal»  é  le  qie  deapaea  sib- 
eedld. 

Entretanto  qne  las  oosas  así  pendían  y  se  ordena- 
ban, mas  al  qnerer  del  Maestre,  que  á  la  honra*  ni 
provecho  del  Rey ,  la  Princesa  Dofia  Isabel  su  her- 
mana se  partió  de  la  villa  de  Ocafia,  donde  el  Rey 
la  avia  rogado  qne  espertae  su  tomada  del  Andalu- 
cía. E  así  partida,  sé  fné  derecha  á  la  villa  de  Aré- 
valo,  pensando  averia  de  su  mano  por  cierto  trato 
que  tenia  con  el  Alcayde  qne  allí  estaba  por  el  Con- 
de de  Plasencia,  á  quien  avia  sido  empefiada  por  el 
Príncipe  Don  Alonso  é  por  los  perladoB  é  cabidleros 
que  estaban  de  su  partido  quando  le  alzaron  por 
Rey.  Pero  aquel  trato  fué  descubierto,  é  preso  el  Al- 
cayde ;  por  manera^  que  su  entrada  en  la  villa  no 
pudo  ser ;  é  ansí,  desde  allí  se  pasó  á  Madrigal,  don- 
de estuvo  por  algunos  días.  Notificada  su  partida  al 
Rey,  quedó  muy  alterado  contra  ella,  porque  sintió 
que  todavía  so  quería  casar  con  el  Rey  de  Sicilia, 
Príncipe  de  Aragón,  de  quien  estaba  sospechoso 
por  la  enemiga  que  estaba  entre  el  Rey  de  Aragón 
su  padre  y  él  sobre  lo  del  Principadgo  de  Catalufia; 
é  tenia  rescdo  que  aquel  casamiento  sería  cabsa  de 
mayores  enconvinientes  é  peligros  de  su  vida.  B 
por  esto  fué  acordado  en  su  Consejo  que  aquel  Car- 
dpnal  embazador  que  allí  estaba  y  el  Araobispo  de 
Sevilla  o  viesen  de  ir  i  ella  é  requerílla  que  no  se 
casase  con  el  Príncipe  de  Aragón,  salvo  con  el  Du- 
que de  Berrij  hermano  del  Rey  Luis  de  Francia,  á 
quien  por  estonces  pertenesda  la  subcesion  del  Rey- 
no  de  Francia;  pero  aquesto  la  Princesa  lo  desechó 
con  tal  menosprecio,  que  el  Cardenal  quedó  muy 
sentido,  é  tomó  grande  enemistad  contra  ella ,  en 
tanto  grado  que  determinó  de  favorecer  é  ayudar  á 
la  hija  del  Rey,  lo  qual  luego  puso  por  obra  segund 
que  adelante  será  recontado.  Verdad  es  que  aquella 
desobediencia  de  la  Princesa  contra  el  Rey  toda  se 
fiso  por  acuerdo  é  consejo  é  rodeo  de  D.  Alonso  Car- 
rillo, AnEobispo  de  Toledo,  y  del  Almirante  Don 
Fadriqüe,  por  cuyo  seso  é  querer  ella  se  regia  é  go- 
bernaba; é  asi  ovo  lugar  el  consejo  é  deseo  é  volun- 
tad de  ellos  para  que  el  casamiento  del  Príncipe  de 
Aragón  con  eUa  se  concluyese,  segund  que  luego  se 
fiso ;  lo  qual  será  recontado  por  el  proceso  adelan- 
to. En  aquesto  medio  tiempo  murió  Don  Alonso  Gi- 
rón, Conde  de  Urefta,  hijo  bastardo  del  Maestre  Don 
Pedro  Qiron;  subcedió  en  el  señorío  Don  Juan  Qiron 
su  hermano,  nifio  de  poca  edad. 

CAPITULO  CXXXIL 

De  eono  el  Rey  le  partid  de  Córdoba  para  Éeijá,  é  lo  qnt  allí 

sibeedld. 

Partido  el  Cardenal  embazador,  el  Rey  se  fué  á 
la  Rambla,  que  es  un  grueso  lugar  de  la  tierra  de 


Córdoba,  por  aver  algún  oonoierto  oon  él  Conde  de. 
Cabra,  que  estaba  muy  quezoso  del  y  del  Maestre 
Don  Juan  Pacheco,  donde  se  estuvo  por  espacio  de 
quatro  dia8;é  desde  allí  se  fué  á  Écija,  é  mandó  que 
el  Maestre  y  el  Obispo  de  Sigüenza  quedasen  allí 
para  aplacar  al  Conde  de  Cabra  y  concluir  la  pas 
entre  él  y  Don  Alonso  de  Aguilar.  Llegado  el  Rey  á 
Écija,  fué  rescebido  con  mucho  amor  é  plascer  del 
pueblo,  é  mucho  mas  por  Don  Martin  de  Córdoba, 
hijo  del  Conde  de  Cabra,  que  la  tenia  como  Alcayde 
é  Gobernador  della,  á  quien  todos  los  vecinos  é  mo- 
radores de  aquellacibdad  amaban  é  querían  mucho. 
Pasados  algunos  pocos  de  días  después  que  el  Rey 
llegó  allí,  mandó  á  Don  Martin  que  dezase  las  puer- 
tas y  el  corregimiento  de  la  cibdad  é  de  la  justicia; 
é  dezado,  fué  dado  al  Doctor  Qarci- Lopes  de  Ma- 
drid, que  era  uno  de  Idn  de  su  Consejo.  Después  que 
el  Maestre  y  el  Obispo  de  Sig&ensa  dieron  asiento  é 
concordia  entre  el  Conde  de  Cabra  é  Don  Alonso  de 
Aguilar,  viniéronse  á  Écija;  donde  venidos,  como 
las  oosas  del  Maestre  eran  fundadas  sobre  su  propio 
interese,  é  sobre  aver  por  bien  la  deslealtad  que  con- 
tra el  Rey  se  avia  fecho,  htao  que  el  Rey  quitase  la 
tonencia  de  la  fortalesa  á  Don  Martin,  é  se  fuese 
de  la  cibdad.  E  porque  no  parosciese  que  desnuda- 
mente lo  echaba,  trató  como  le  diese  cierto  juro  sin 
efecto ;  é  asi  desapoderado  de  la  fortalesa,  luego 
fué  entregada  á  Don  Fadríque  Manrique  con  los 
ofidos  é  puertas  de  la  cibdad.  De  aquesta  novedad 
todos  los  del  pueblo,  grandes  é  pequeftos,  fueron 
muy  tristes  é  descontentos,  en  tonto  grado,  que  des- 
dan públicamento  ser  arrepentidos  é  pesantes,  por- 
que avian  rido  leales  al  Rey ,  visto  como  desechaba 
los.  leales  é  daba  las  toiioncias  é  los  oficios  á  los  que 
tanto  le  avian  deservido  é  sido  traydores;  sefialada- 
mento  á  Don  Fadríque,  público  enemigo  de  su  hon- 
ra é  servido.  E  no  solamonto  pesó  á  ellos,  mas  A  to- 
dos los  criados  del  Rey  pareado  cosa  fea  é  de  mal 
enzemplo ;  ca  bien  veían  qual  era  d  intento  dd 
Maestre ,  que  quería  facer  leales  de  los  traydores, 
porque  los  leales  quedasen  amenguados  é  sin 
honra. 

CAPÍTULO  CXXXIIL 

Gomo  el  Rey  ae  fué  á  la  cibdad  de  Aoteqaera ,  para  lerae  coa  «a 
eabdillo  de  Nilaia ,  qie  ae  deaeia  Allqaesole,  é  ee  lo  qaiao 
eeoger  el  Aleayde  deutre  aleo  ooo  diet  cebal|adiru,  é  todoe 
loa  qie  iban  eon  él  ae  qvedaron  feera. 

Después  que  Don  Fadríque  fué  apoderado  de  la 
cibdad,  é  fortaleza  é  puertas  de  Édja,  é  tomó  el 
corregimiento  en  su  mano,  acordó  d  Rey  do  se  ir  á 
ver  con  el  Aliquesoto,  un  caballero  moro  eabdillo 
de  Málaga,  varón  famoso  entre  los  moros ,  el  qual 
siempre  se  avia  mostrado  servidor  suyo;  é  ad  por 
esto,  como  por  consultar  con  él  algunas  cosas  cum- 
plideras á  su  servido,  determinó  de  lo  ver  y  hablar. 
B  porque  la  dbdad  de  Antequera  es  el  lugar  mas 
cercano  de  Málaga,  mandó  que  lo  fuesen  allí  á  apo- 
sentar ;  pero  como  Hernando  de  Narvaes,  d  Alcay- 
de della,  supo  de  su  venida,  sospechó  que  iba  por 


186 


CBÓNIOAS  DB  LOS  RfiYBS  DE  OAOTILLA. 


dalU  á  Don  Alonflo  de  Agullar ,  que  avia  gratid 
.  tiempo  que  andaba  por  amella ;  é  con  aquesta  flos- 
.  pecha  jnntdBe  la  fealdad  que  Be  hizo  en  Éoija  con- 
tra Don  Martin  de  Córdoba,  aviendo  aoido  tan  leal 
caballero  á  bu  seryicio,  quitalle  la  fortaleza  ó  puer- 
tas para  dallas  al  desleal,  de  tal  manera,  que  deter- 
minó de  eetar  á  buen  recabdo.  E  asi  desque  el  Bey 
Uegó  á  las  puertas  de  Antequera  que  estaban  cerra- 
das ó  con  gentes  que  las  guardaban ,  salió  allí  Nar- 
vaez,  y  díxole  que  su  Alteza  avia  de  entrar  con  has- 
ta quince  cabalgaduras  é  no  mas ,  é  todos  los  otros 
hizo  aposentar  en  los  arrabales  de  fuera.  Verdad  os 
que  de  aquesto  no  f  uó  posante  el  Bey,  antes  le  plu- 
.  go.  Estando  el  Bey  allí,  fué  concertado  el  dia  de  las 
vistas  oon  Aliquezote ;  é  concertado  pasóse  á  la  vi- 
lla de  Arohidona',  porque  estaba  mas  cercana  de 
Málaga ;  é  desde  allí  salióse  á  ver  con  él  al  campo, 
do  Aliquezote  vino  desarmado ,  é  llegó  al  Bey  oon 
muy  grand  reverenoia  é  humildad  como  propio  va- 
sallo. E  después  que  ovo  hablado  un  grand  rato, 
Aliquezote  presentó  al  Bey  dertos  caballos  de  allen- 
de, ó  otras  cosas  moriscas,  con  que  el  Bey  ovo  mu- 
cho plascor,  teniéndoselo  en  servicio  é  agradescién- 
doselo  mucho.  E  de  allí  adelante  lo  tuvo  por  mucho 
suyo,  para  le  favorecer  é  ayudar  contra  el  Bey  de 
Granada  que  lo  quería  destruir  ó  echar  fuera  de 
Málaga,  donde  estaba  muy  querido. 

CAPÍTULO  OXXXIV. 

Como  el  Rey  se  fié  4  Cvnona ,  é  de  lo  qae  elll  ssbeediá. 

Tomado  el  Boy  de  las  vistas  de  Aliquezote  fuese 
para  la  villa  de  Oarmona,  que  es  un  lugar  umy 
fuerte.  Venido  allí,  estuvo  algún  tiempo ,  é  como 
aquella  villa  tiene  ti'es  alcázares,  de  los  quales  el 
Maestre  Don  Juan  Pacheco  tenia  los  dos,  é  del  otro 
ora  Alcayde  un  caballero  que  se  llamaba  Gk>mez 
Méndez  de  Sotomayor,  pariente,  é  muy  bien  quisto 
do  los  Sefiores  ó  caballeros  de  Sevilla ;  el  Maestre, 
para  hartar  su  demasiada  oobdioia,  acordó  que  el 
Bey  enviase  á  mandar  á  GU>mez  Méndez  que  le  die- 
se BU  Alcázar,  é  que  le  baria  mercedes,  y  en  equiva- 
lencia otras  cosas  quo  á  ól  mas  gustasen;  pero  el 
Alcaydo  no  salió  á  ello,  y  respondió  que  no  lo  podia 
dar  ni  entregar  sin  consultarlo  con  los  Señores  ó  ca- 
balleros de  Sevilla.  E  luego  envióselo  á  notificar;  de 
que  el  Duque  de  Medina  Sidonia,  é  Don  Bodrigo 
Ponce  de  León,  é  Don  Pedro  de  Zúfiiga  su  cufiado, 
y  el  Adelantado  de  Andalucía,  é  los  Begidores  é 
caballeros  de  la  cibdad  fueron  muy  alterados.  So- 
'  bre  lo  qual  acordaron  de  suplicar  al  Boy  no  quisio- 
se  enagenar  aquella  villa  de  su  corona  Beal ,  por- 
que  de' ello  se  le  seguirla  grand  deservicio  á  su  Al- 
teza ;  y  que  pues  Gómez  Méndez  avia  seido  siempre 
leal  Alcayde,  é  que  no  avia  quien  no  le  quisiese  por 
pariente  ó  amigo  en  aquella  dbdad ,  que  su  Alteza 
no  le  quisiese  quitar  el  alcaydía.  E  asi  enviados  sus 
mensageros ,  propusieron  su  embaxada  con  mucha 
osadía.  Estonces  el  Bey,  sintiendo  d  escándalo  de 
¡la  dbdad,  respondió  muy  dulcemente  que  á  él  le 
plasda  de  hacer  lo  que  le  suplicaban,  é  avia  por 


I 


bien  que  Gómez  Méndez  tuviese  d  Alcáasar.  Mas  el 
Maestre  que  su  sed  no  le  dexaba  doBcansar,  ui  su 
cobdicia  reposar,  hizo  al  Bey  que  tomase  á  deman- 
dar el  Alcázar  á  Gómez  Méndez,  el  qual  denegó  de 
dalle.  Sabido  aquesto  por  el  Duque  de  Medina  é  por 
los  otros  caballeros.  Bogadores,  ó  Jurados  é  Oficia- 
les, acordaron  de  oombatir  el  castillo  de  Triana,  ó 
combatido,  fué  tomado,  é  preso  d  Mariscal  Her- 
nap  d'Arías  de  Saavedra  que  le  tenia,  é  puderon  allí 
otro  Alcayde  por  dios.  Fecho  aquesto  el  Duque 
ajuntó  grand  compafia  de  gente,  ad  de  caballo  co- 
mo de  peones,  de  que  el  Bey  fué  muy  enojado,  y  el 
Maestre  se  rescdó  de  ello ;  pero  acordaron  que  se- 
ría bien  se  acercasen  mas  á  la  cibdad  de  Sevilla.  Y 
asi  el  Bey  con  toda  su  Oorte  se  fué  luego  á  aposen- 
tarse á  la  villa  de  Alcalá  de  Guadayra ,  creyendo 
que  desde  allí  se  podría  mejor  contratar  alguna  ma- 
nera de  paz  é  sodego.  Donde  venido  el  Bey,  envió 
á  mandar  que  derramasen  aquella  gente  que  tenían 
junta,  porque  era  cosa  muy  fea,  é  paresoia  que  es- 
taba contra  su  servicio.  El  Duque  le  respondió  que 
la  gente  y  él  estaban  á  su  servicio,  é  que  nunca  plu- 
guiese á  Dios  que  él  otra  cosa  ninguna  pensase;  mas 
que  le  páresela  que  el  Maestre  Don  Juan  Pacheoo 
se  mostraba  su  enemigo,  é  que  ee  temia  que  con  d 
favor  de  su  Alteza  le  quería  dafiar,  porque  dempro 
procuraba  sus  propios  intereses,  dafiando  á  todos, 
según  que  la  experiencia  de  las  cosas  pasadas  en  el 
Beyno^á  su  oabsa  lo  mostraba,  y  en  lo  de  Carmena 
bo  avia  visto,  de  que  su  Alteza  avia  sido  mejor  tes- 
tigo que  todos  ¡  é  que  por  aquello  no  entendía  der- 
ramar su  gente,  ni  su  Beal  Sefioría  se  lo  debía  do- 
mandar;  mayormente  que  no  la  tenia  salvo  para  se- 
guridad de  su  persona  é  de  sus  parientes  é  amigos, 
é  no  para  deservir  á  su  Excelenda ,  en  tal  manera 
que  dempre  tovo  su  gente  allegada.  Entonces  d 
Maestre,  por  disimular  el  disfavor  que  de  aquello 
rescebia,  envió  é  rogar  al  Duque  que  quidese  verse 
oon  él,  para  que  allí  se  diese  dgun  asiento  de  con- 
cordia entre  ellos.  E  quando  quiera  que  d  Duque 
determinó  de  adir  á  las  vistas,  é  le  respondió  que  le 
plasda,  los  otros  Sefiores,  é  caballeros  é  BegidoroB 
no  quisieron  dar  lugar  á  ello,  disciendo  quo  puos  d 
Maestre  ora  cabteloso ,  que  lo  traoria  en  algún  ea- 
gáfio  de  los  que  acostumbraba  con  todos.  E  asi  es- 
torbadas las  vistas ,  paresció  que  los  corazones  do 
todos  en  aquella  dbdad  quedaron  indignados,  é  oon 
mayor  enemiga  oon  el  Maestre.  E  como  en  aquesta 
conformidad  estaban  muy  juntos  el  Duque  de  Me- 
dina, é  Don  Bodrigo  Ponce  de  León ,  é  Don  Pedro 
de  Zúfiiga,  é  Don  Alonso  Enríquez ,  Adelantado  del 
Andalucía  con  todos  los  Begidores,  caballeros  é  Ofi- 
ciales de  la  dbdad,  enviaron  al  Boy  una  embaxada 
de  personas  principales,  suplicándole  con  grand  ins- 
tancia, que  en  ninguna  manera  no  quisiese  enage- 
nar do  su  corona  Beal  la  villa  de  Carmena,  é  con- 
firmase el  alcaydía  á  Gómez  Méndez  de  Sotomayor, 
ó  admismo  pluguiese  á  su  Alteza  do  roraodiar  algu- 
nos agravios,  que  á  la  cibdad  eran  fechos,  porque 
asi  cumplía  á  su  servicio.  Oyda  su  habla  é  lo  que  le 
suplicaban,  el  Bey  liberalmente  se  lo  otorgó ,  dis- 


DON  ENJDtlQUE  GUAUTO. 


187 


dendo  qae  pues  bu  petición  era  justa ,  conveuia  que 
lee  fuese  otorgada.  B  quanto  quier  que  estaba  some- 
tido al  querer  del  Maestre,  vistas  sus  cobdioias  des- 
ordenadas, sin  dubda  le  plasoia  quando  tales  afren- 
tas le  venían,  porque  no  se  cumpliese  lo  que  su  ham- 
brienta codicia  deseaba  é  procuraba,  mayormente  si 
los  lugares  que  él  pedia  se  le  defendian,  é  no  se  le 
daban, 

CAPITULO  OXXXV. 
Como  el  Rey  te  yartltf  I  CrntlIUní,  é  lo  qve  tlll  lobeeditf. 

Visto  el  desacuerdo  del  Maestre  é  del  Duque,  é 
como  ningún  medio  de  concordia  se  ponía  entre 
ellos,  antee  la  enemiga  crescia  de  contino,  acordó  el 
Rey  de  so  partir  á  Oantillana,  asi  por  tomar  dos- 
Oanso  de  su  fatiga  espiritual,  como  por  escusar  al- 
gunos inconvenientes  de  rotura  entre  aquellos  dos 
caballeros.  Donde  venido ,  acordó  el  Maestre  que  el 
Rey  enviase  á  llamar  á  Don  Alonso  de  Aguilar;  el 
qual,  visto  su  llamamiento,  vino  luego ,  y  el  Rey  le 
mandó  que  pues  él  era  tan  amigo  del  Maestre  y  del 
Duque  de  Medina,  entendiese  entre  ellos,  por  mane- 
ra que  se  uniesen,  y  entrambos  quedasen  conformes; 
lo  qual  Don  Alonso  puso  por  obra,  y  andando  del 
uno  al  otro,  conoertó  como  se  viesen  con  cada  trein- 
ta de  á  caballo  entre  Sevilla  ó  Oantillana.  E  vistos 
páreselo  que  se  conf onnaron ;  é  fué  acordado  que  el 
Rey  oviese  de  entrar  en  Sevilla,  para  que  allí  fuese 
fecho  el  resoebimiento  que  convenía.  T  asi  luego  el 
sábado  sígnente  el  Rey  se  fué  á  la  cibdad,  y  con  él 
el  Obispo  de  Sigftenza,  y  el  Maestre  quedó  en  Oanti- 
llana. Fué  el  Rey  con  grand  solenidad  reeoebido  asi 
en  la  Iglesia,  como  por  los  caballeros  é  oibdadanos 
del  pueblo,  mostrando  todos  mucho  goso  con  su  ve- 
nida. Estuvo  allí  hasta  el  lunes  rescibiendo  fiestas; 
é  quanto  quiera  que  quisiera  reposar  allí  algunos 
días,  el  Maestre  le  envió  á  decir  que  se  partiese  lue- 
go, é  asi  fué,  en  acabando  de  oír  misa ,  sin  que  nin- 
guno de  los  caballeros  de  la  cibdad  lo  supiesen ;  de 
que  todos  quedaron  maravillados  y  descontentos. 
Llegado  el  Rey  á  Oantillana,  fuéle  notificado  como 
el  Arzobispo  de  Toledo  y  el  Almirante  con  algunos 
caballeros  de  Oampos  se  avian  juntado  con  la  Prin- 
cesa BU  hermana,  é  la  avian  llevado  áValladolid  pa- 
ra casalla  con  el  Rey  de  Seoilia,  Príncipe  de  Aragón; 
el  qual  avia  venido  encubiertamente  por  mandado 
de  la  Princesa,  y  del  Arsobispo  de  Toledo  y  del  Al- 
mirante; é  que  llegado  á  Valladolid,  se  hiso  luego 
el  desposorio,  é  otro  día  siguiente  se  celebraron  las 
bodas.  E  como  para  ninguna  cosa  de  aquello  fué 
consultado  el  Rey,  ni  se  lo  hicieron  saber,  ovo  grand 
sentimiento  é  enojo,  é  acordó  sn  partida  para  Tru- 
xillo. 


CAPÍTULO  OXXXVI. 


Come  la  ida  del  Rey  i  Traxillo  fié  pan  í*  '*'  *í  Conde  de  Pla- 
•eneia,  é  no  pedo  a?er  la  Forlalexa,  é  de  lo  fie  eerea  drJIo 
avbcedió ;  é  de  ana  carta  qne  la  Prtneeaa  Dolía  laabel  escribió 
al  Rey  su  hermano  eerea  del  eaiamlento  aiyo  coa  el  Principe 
Don  Femando. 

Porque  D.  Alvaro  de  Záfiiga,  Conde  de  Piasen- 
ola,  avia  sido  muy  parcial  é  servidor  del  Rey  en  las 
adversidades  pasadas,  queriéndole  remunerar  sus 
servicios  é  serie  agradecido,  asi  porque  él  lo  avia 
gana,  oomo  porque  el  Maestre  D.  Juan  Pacheco  lo 
queria,  determinó  de  dalle  la  cibdad  de  Truzillo,  é 
asi  se  partió  para  ella.  E  oomo  aquestas  cosas  tardo 
ó  nunca  no  pueden  estar  secretas,  fué  notificada  á 
los  caballeros  oibdadanos  de  Truxillo  lacabsadesn 
ida  del  Rey,  los  quales  cauta  é  muy  calladamente 
hicieron  su  concierto  con  el  Alcayde  que  se  llamaba 
Qracian  de  Sosé,  para  que  no  diese  la  fortaleza  ni 
saliese  á  partido  ninguno  que  le  moviesen.  .El  Al- 
cayde se  confederó^  con  ellos,  é  les  dio  tales  seguri- 
dades é  firmesas,  que  quedaron  muy  ciertos  de  su 
palabra,  en  tal  manera,  que  desque  vino  el  Rey  á  la 
cibdad,  y  envió  i  mandar  al  Alcayde  que  le  diese 
aquella  fortalesa,  respondió  que  su  Alteza  venia 
agenado  de  su  propia  libertad,  puesto  en  poder  de 
algunos  caballeros  enemigos  de  su  servicio,  por  cu- 
yo endudmiento  quería  dar  aquella  cibdad  é  apar- 
talla  de  la  Corona  Real ;  por  tanto,  que  le  suplicaba 
con  quanta  humildad  podía  no  curase  de  gela  de- 
.  mandar  porque  él  no  la  queria  dar,  ni  oumplia  á  su 
servicio  ni  al  bien  de  sus  Roynos ;  y  que  por  esto 
no  entendía  desapoderarse  de  ella,  salvo  tenella  é 
guardalla  para  su  servicio.  E  quanto  quier  que  el 
Rey  insistió  con  él  para  que  se  la  diese,  jamás  la 
quiso  dar  ni  desapoderarse  de  ella.  Entretanto  que 
así  pendían  aquellos  tratos,  Don  Qomes  de  Cáceresi 
Maestre  de  Alcántara,  vino  allí  á  hacer  reverencia 
al  Rey,  mostrándose  culpado  de  sus  feas  culpas  é 
demandándole  perdón.  E  oomo  el  Rey  fué  siempre 
encunado  á  piedad,  perdonólo  liberalmente  con  tan- 
to que  le  dexase  la  cibdad  de  Badajos  é  villa  de  Cá- 
cores  que  tenia  usurpadas ;  las  quales  dezó  luego,  é 
quedaron  libres  é  desembargadas  para  el  Rey.  Es- 
tonces á  suplicación  de  entrambos  Maestree,  el  de 
Sanctiago  é  de  Alcántara,  fiso  merced  de  la  cibdad 
de  Coria  á  Don  Gutierre  de  Cáoeres  su  hermano^ue 
ya  se  deda  Conde  della,  é  confirmóle  el  dicho  título 
de  Conde.  E  porque  el  Clavero  de  Alcántara  D.  Alon- 
so de  Monroy  avia  sido  siempre  su  leal  servidor, 
guerreando  contra  el  Maestre  do  Alcántara  é  los 
otros  traydores,  hísole  ciertas  mercedes,  dándole 
grand  cabida  y  favor  en  su  casa  é  Corte.  Pasados 
algunos  días  después  que  el  Rey  vino  á  Truxillo,  la 
Princesa  Dofta  Isabel  su  hermana  le  envió  esta  car- 
ta siguiente : 

cMuy  alto,  é  muy  poderoso  Rey  y  Sefior:  bien 
» sabe  vuestra  Sefioría  oomo  después  que  el  muy 
» iluitre  Rey  Don  Alonso,  hermano  de  vuestra  Sefio- 
»  ría  é  mío,  pasó  de  esta  presente  vida,  é  algunos  de 
» los  grandes,  é  perlados  é  caballeros ,  que  le  avian 


188 


CBÓNIOAS  DE  LOS  RBTE8  DE  OAGTILLA. 


seguido  é  servido,  quedaron  en  mi  servicio  en  la 
cibdtid  de  Avila ,  yo  pudiera  continuar  el  titulo  é 
posesión  que  el  dicho  Rey  Don  Alonso  mi  herma- 
no antes  de  su  muerte  avia  conseguido.  Pero  por 
el  muy  grando  ó  verdadero  amor  qae  yo  siempre 
ove  é  tengo  á  vuestro  sorvicio  é  persona  Real,  ó  al 
bien  é  paz  ó  sosiego  de  estos  vuestros  Reynos,  ó 
sintiendo  que  vuestrsrAlteea  deseaba  que  las  guer- 
ras y  escándalos  ó  poligros  ó  movimientos  é  muer- 
tes é  turbaciones  se  pacificasen ,  é  acordadamente 
80  compusiesen,  quise  posponer  todo  lo  qqo  pareóla 
aparejo  de  mi  sublimación,  y  mayor  sefiorio  é  po- 
derlo, ó  por  condescender  á  la  voluntad  ó  disposi- 
ción de  vuestra  Excelencia.  La  qual  asimismo  co- 
nociendo que  la  snbcesion  verdadera  de  estos  Rey- 
nos  ó  sefiorios  pertonescia  é  pertenece  á  mf  como 
legítima  subcesora  y  heredera  de  ellos  después  de 
los  días  do  vuestra  Seftoria,  que  Dios  muchos  aftos 
conserve  é  acreciente,  tuvo  por  bien  que  oo  las 
vistos  acordadas  ó  fochas  entre  Oadahalso  ÓZobre- 
ros,  donde  vuestra  merced  personalmente  quiso 
venir,  é  yo  vine ,  intreviniendó  ol  Obispo  de  León 
Don  Antonio  de  Venerís,  Nuncio  Apostólico,  con 
poderío  de  Legado  á  Latere  de  nuestro  muy  santo 
Padre,  en  presencia  de  muchos  grandes,  ó  perlados 
é  caballeros,  ya  por  mi  mandamiento  informados, 
ó  venidos  allí  á  vuestro  servicio  ó  obediencia,  por 
actos  Apostólicos,  y  escripturas  patentes  fuese  en- 
de publicado  ó  denunciado  por  todos  vuestros 
Reynos  é  partos  diversas  de  la  Christiandad  per- 
tenecorme  la  dicha  suboesion.  E  luego  por  romo- 
diar  el  peligro  é  dafios  que  podrían  rocrescer,  si 
los  dichos  Reynos  ó  sefiorios  no  tuviesen  quien 
adelante  legítimamente  en  ellos  subcediese ,  fué 
acordado  por  vuestra  Excelencia  ó  por  los  grandes, 
ó  perlados  ó  caballeros  de  su  Oorte  é  muy  alto  Con- 
sejo, quo  según  las  leyes  y  ordenamientos  que 
cerca  de  lo  semejante  disponen,  se  viese  con  dili- 
gencia quál  matrimonio  de  quatro  que  á  la  saseon 
se  movian  del  Príndpe  de  Aragón,  Rey  de  Secilia, 
é  del  Rey  de  Portugal ,  é  del  Duque  de  Berrí,  é  del 
hermano  del  Rey  de  Inglaterra  páresela  mas  hon- 
rado á  vuestra  corona  Real,  é  mas  cumplidero  á  la 
pacificación  y  ensanchamiento  de  los  dichos  vues- 
tros Reynos,  ó  se  conosciese  ser  en  todo  mas  con- 
forme. B  como  quier  que  la  calidad  do  tan  alto  ne- 
gocio requiríese  juntamente  oon  la  observancia  de 
las  leyes  é  ordenamientos  de  estos  vuestros  Reynos 
1(1  presteza,  no  solamente  dio  vuestra  Merced  lu- 
gar á  la  dilación  é  quebrantamiento  de  las  cosas 
á  mí  prometidss  é  contenidas  en  las  escripturas  é 
actos  públicos,  corroborados  é  solenisados,  quan- 
do  el  acuerdo  ó  unión  susodicha  se  hizo ,  para  pa- 
cificación universal  de  vuestros  Reynos,  é  remodio 
de  los  escándalos  pasados  ó  advenideros ;  mas  aún 
vuestra  Alteza  sin  ser  consultados  los  grandes  do 
los  dichos  vuestros  Reynos,  según  que  yo  lo  pedia 
é  pedí,  é  sin  intrevenir  en  la  tal  consultación  é 
acuerdo  los  Procuradores  de  las  mas  príncipalee 
cibdades  é  provincias  sujetas  á  vuestra  Real  coro- 
ns,  olvidando  todo  lo  provechoso  ó  honroso,  por 


consentir  el  acuerdo  particular  de  algunos,  envió 
mensageros  al  Rey  de  Portugal  mi  primo,  no  es- 
perando que  antes  de  su  parte  fuese  movido  é  pro- 
curado, según  la  razón  lo  requería.  E  venida  la 
embazada,  sin  tenerse  la  forma  oonvenientOy  algo- 
nos  Procuradores  de  las  cibdades  é  provincias,  que 
por  el  llamamiento  de  vuestra  Seftoria  eran  llama- 
dos ó  venidos  á  vuestra  Corte,  fueron  requeridos  é 
amonestados,  teniéndolos  encerrados  ó  apremiados 
en  cierto  lugar,  é  usando  con  ellos  de  ciertas  ame- 
nazas, para  que  viniesen  en  el  acuerdo  é  consen- 
timiento del  dicho  matrimonio.  E  asimesmo  con- 
migo fueron  traídas  algunas  formas  de  dilaciones 
en  quebrantamiento  de  lo  que  por  lo  capitulado  se 
avia  de  hacer  ó  cumplir.  Y  en  los  razonamientos 
de  vuestra  Alteza,  é  de  algunos  por  su  mandado  ' 
claramente  se  conocía  como  vuestra  Seftoria,  con- 
vdesoendiendo  á  la  voluntad  de  algunas  particula- 
res personas,  me  quisieron  oonstrefiir  é  apremiar 
al  dicho  casamiento.  Do  lo  qual  procedió  que  yo 
asi  como  sola  y  enagenada  de  la  justa  é  debida  li- 
bertad, é  del  poderio  del  mi  franco  alvedrío,  que 
en  negocio  matrimonial,  después  de  la  gracia  de 
Dios,  principalmente  se  requiere,   secretamente 
hice  sabidores  á  los  grandes,  é  perlados  é  caballe- 
ros, vuestros  subditos,  ó  naturales,  ganosos  del 
servicio  de  Dios  é  vuestro,  é  del  honor  é  gloría  y 
grand  exaltamiento  do  vuestros  Reynos,  signifi- 
cándoles las  formas  conmigo  tenidas,  é  demandán- 
dolos su  muy  leal  parescer,  según  el  qual ,  diesen 
BU  voto  ó  doclarosen  lo  quo  mejor  ó  más  oomplido- 
ro  les  parescia  al  servicio  de  Dios  ó  vuestro,  é  pro- 
vecho de  estos  Reynos.  A  la  qual  requesta  respon- 
dieron é  denunciaron  muchas  cabsas  notorias,  por- 
que en  manera  alguna  no  cumplía  al  bien  de  los 
dichos  vuestros  Reynos  el  casamiento  de  Porta- 
gal,  ni  el  que  se  movia  de  Francia,  según  mas  lar- 
gamente en  sus  respuestas  se  contiene.  E  confor- 
mes del  todo  loaron  é  aprobaron  el  matrímoniodel 
Príncipe  de  Aragón,  Rey  de  Secilia,  alegando  las 
cabsas  muy  evidentes,  que  á  la  tal  aprobación  los 
movian.  Las  quales  cabsas  nunca  pudieron  mover 
ni  solicitar  á  los  que  procuraban  lo  que  conocían 
ser  siniestro  á  vuestro  servicio,  y  al  bien  é  honor 
de  estos  vuestros  Reynos.  Cuyos  deseos  mas  se  ma- 
nifestaron, quando  ya  visto  el  descontentamiento 
de  todos  vuestros  subditos  é  naturales  cerca  de 
casamiento  de  Portugal,  é  conocidas  las  fuerzas  de 
la  razón  repugnantes  á  su  deseo,  mostraron  trocar 
su  prímero  acuerdo,  teniendo  manera  que  vuestra 
Alteza  diese  plascientes  orejas  á  la  embajada  de 
Franoia,  no  se  queriendo  revocar  de  semejante  so- 
licitud por  algunas  de  muchas  razones  manifiestas 
á  los  deseosos  do  vuestro  servicio,  é  del  bien  ó  ho- 
nor de  vuestra  corona  Real  é  Reynos.  Cuyo  deseo 
é  voto  f  uó  que  no  casase  en  parte  tan  lexos  de  mi 
naturaleza,  disciendo  asimismo,  que  quanto  quiera 
que  sea  el  Duque  de  Berrí  excelente  é  muy  noble 
Príncipe,  pero  que  su  advenidero  ensalzamiento  á 
B  la  posesión  de  la  corona  de  Francia,  principalraen- 
» te  allegado  por  los  que  el  dicho  matrimonio  indu- 


liOtí  feÜRÍQÜIS  CUARTO. 


l$tf 


»  cian,  ee  dadoBO  por  Ia8  rasónos  é  cabaos  en  sas  vo- 
»  ios  mas  largamente  expresadas.  E  aunque  el  caso 

•  adogese  la  snbcesion  del  rejno  al  dicho  Dnque  de 
,   •  Berri ,  mostraban  ineonvinientes  por  la  prinoipali- 

s  dad  é  mayoría  del  título  que  los  Franceses  á  BVan- 
»  cia  otorgarían,  teniendo  á  estos  muy  notables  Roy- 
inos  é  grandes  sefioríospor  provincias  sufragáneas. 
9  T  no  menos  les  páreselo  ser  muy  peligroso  á  vues- 
» tros  sefiorios,  segnnd  que  de  verdad  se  conoce,  el 
»  favor  que  se  ha  procurado  dar  á  los  Franceses  con- 
» tra  el  mny  Ilustre  Rey  de  Aragón  vuestro  tio  ó 
»mio,  para  que  ocupen  é  conquisten  sus  sefiorios, 
» no  considerando  los  males  é  dafios  que  do  la  tal 

•  ocupación  se  podrían  recrescer,  segund  el  grand 
B poderío  que  se  les  añadirla,  é  segund  la  cercanía 
»  que  temían  á  las  principales  partes  de  vuestros 
«Roynos;  allende  de  la  grand  ignominia  é  abati- 
»  miento  que  á  vuestra  Real  persona  vemia,  ocupán- 
»doso  por  naden  estrangera  los  sefiorios  poseydos 
«por  Reyes  vuestros  tan  cercanos  parientes,  cuyos 
«progenitores  fueron  asiroesnio  progenitores  de 
B  vuestra  Seftoria  é  mios;  á  los  quales  han  porfiado 
»  antes  de  agora,  y  al  presente  porfían  hacer  ágenos 
»  é  adversarios  de  vuestra  corona,  no  muy  deseosos 
s  de  vuestros  servidos,  é  de  la  paz  é  sosiego  de  los 
tt  dichos  vuestros  Reynos  é  sefiorios.  B,  muy  alto  Rey 
»  é  Sefior,  vistas  las  respuestas  é  leales  votos  en  todo 

•  conformes  de  muy  muchos  grandes,  é  perlados' é 
B  caballeros,  deseosos  del  servido  de  Dios  é  vuestro, 
B  y  del  bien  é  honor  é  ensalzamiento  de  todos  los 
B  dichos  vuestros  Reynos  é  sefiorios  por  cabsa  de  tal 
B  matrimonio ;  é  conoscida  la  verdad  de  sus  razones, 
Bpor  ellos,  como  dicho  es,  asignadas,  cerca  de  la 
B  conformidad  mas  honrosa  é  provechosa  del  casa- 

(b  miento  del  Rey  de  Secilia^  considerando  la  edad  é 
*B  unidad  de  nuestra  antigua  progenie,  é  lo  que  se 
ii  afiaderia  ala  Corona  Real  de  estos  vuestros  Reynos 
^  por  cabsa  de  tal  matrimonio,  é  los  meresclmientos 
Bmuy  claros  del  Rey  Don  Femando  de  Aragón, 
Bag&elo  del  dicho  Príncipe,  Rey  de  Secilia,  herma- 
Bno  del  muy  esclarecido  Rey  de  gloriosa  memoria 
B  Don  Enrique,  agüelo  de  vuestra  Sefioria  é  mío ;  ou- 
/  B  ya  postrimera  voluntad  en  su  testamento  fué  que 
j  B  aempre  se  continuasen  nuevss  oonexiones  ma¿ri- 
\n  moniales  con  los  descendientes  por  linea  recta  del 
Vdicho  Rey  Don  Femando ;  é  por  otras  cabsas  mu-. 
B  chas  aquí  no  expresadas,  yo  oviera  luego  manifes- 
B  tado  mi  oonf orme  parecer  á  vuestra  merced  como 
B  hermana  menor,  é  obediente  hija  deseosa  de  vuee- 
B  tro  servido  é  de  la  verdadera  paz  é  tranquilidad 
B  de  vuestros  Reynos  é  sefiorios,  salvo  por  ser  derta 
B  que  se  recrecerían  de  la  semejante  manifestación 
B  mayores  é  mas  escandalosos  estorbos  é  dafios,  pro- 
B  curados  por  loe  que  segnian  caminos  siniestros  é 
B  muy  desviados  de  lo  que  cumplía  á  vuestro  serví- 
B  ció  é  á  los  provechos  suso  contenidos.  E  asimismo 
B  porque  de  la  venida  del  Cardenal  Atrabatensis ,  é 
B  del  Arzobispo  de  Sevilla,  que  por  consentiraionto 
Bde  vuestra  Alteza  vinieron  á  la  villa  de  Madrígal, 
B  donde  yo  estaba,  pude  mejor  conoscer  que  vuestra 
B  Sefioria  por  complascer  á  personas  no  ganosas  del 


B  engrandecimiento  de  estos  vuestros  Reynos  é  de 
B  la  gloría  de  la  vuestra  corona  Real,  qnalquier  otro. ' 
B  casamiento  menos  provechoso  han  mostrado  desear  . 
B  que  se  concluyese  porque  se  desechase  el  matrimo- 
B  nio  del  dicho  Principe,  Rey  de  Seeilia,  tanto  oum- 
B  plidero  ó  honroso,  como  dicho  os.  Lo  qual  fué  mas 
B  manifiesto  por  se  absentar  secretamente  algunas 
B  damas,  mis  criadas  é  servidoras,  que  ya  conosolau 
B  el  intento  de  vuestra  Alteza,  é  sabían  como  vnes- 
Btra  Sefioria  daba  orden  como  yo  fuese  presa  y 
Benagenada  de  mi  libertad,  segund  paresció  por 
Bunas  cartas  mensageras  que  vinieron  á  mi  notida, 
B  é  por  la  carta  patente  que  vuestra  Merced  mandó 
B  enviar  al  Concejo  de  la  dicha  villa  de  Madrigal 
B  disclendo  é  mandando  que  me  detoviesen  é  apre- 
B  miasen,  segund  que  por  la  dicha  carta  original  mas 
B  largamente  se  puede  ver  é  saber.  Por  lo  qual  me 
Bfué  necesario  enviar  por  el  muy  Reverendo  en  . 
BChristo  Padre  D.  Alonso  Carrillo,  Arzobispo  de 
B  Toledo,  Primado  de  las  Espafias  mi  tic,  para  que, 
B  viniese  luego  dó  quiera  que  yo  fuese ;  y  en  tanto 
B  por  esousar  la  dicha  prisión,  y  enageuamiento  de 
Bmi  debida  libertad,  mandé  venir  algunas  gentes 
B  del  Almirante  mi  tio,  que  estaban  mas  cercanas. 
B  E  como  quier  que  yo  probé,  si  dentro  de  la  dicha 
B  villa  de  Madrigal  seria  rescebido  el  dicho  Arzobis- 
Bpo,  fasta  que  notificasen  á  vuestra  Alteza  mi  justo 
B  temor,  y  las  querellas  de  que  debía  de  usar,  por  las 
B  formas  que  vuestra  Alteza  mandaba  conmigo  te- 
Buer,  segund  dicho  es,  nunca  pude  facer  que  allí 
B  fuese  rescebido ;  é  por  quitar  los  miedos  que  algu- 
Bnos  cabtelosamente  ponían  á  los  vednos  de  la  di- 
B  cha  villa,  yo  me  partí  dende  é  me  fui  á  Fontive- 
B  ros ;  é  dende  allí  otra  vez  los  requeri,  que  quisiesen 
Brescebirme  con  los  que  me  acompafiaban,  époif, 
B  los  temores  que  los  avian  inducido,  no  lo  quisieron 
B  facer.  Por  lo  qual  acordé  de  me  ir  á  la  mi  cibdad 
B  de  Avila ;  é  supe  de  la  grand  pestilencia  que  en 
B  ella  óresela  mas  cada  dia ,  ansí  que  fué  necesario 
B  venir  i  esta  noble  villa  de  Valladolid ,  que  es  lu- 
B  gar  sano.  Dios  loado,  é  mas  seguro  é  padfico,  don- 
B  de  acordé  de  estar,  para  esperar  la  respuesta  de 
B  vuestra  Sefioria,  y  entender  en  la  mas  provechosa 
B  consultadon  de  lo  cumplidero  al  servicio  de  Dios 
B  é  vuestro,  é  al  bien  é  paz  é  sodego  de  estos  vues- 
Btros  Reynos.  E  luego  después  que  á  esta  dicha 
B  villa  vine,  los  que  ocupaban  la  villa  de  Arévalo, 
B  de  la  qual  es  sefiora  la  muy  illustre  Reyna  Dofia 
B  Isabel  mi  sefiora  madre,  ño  seyendo  contentos  de 
B  la  resistencia  que  hideron  quando  yo  vine  allí  . 
B  desde  Ocafia,  por  solenizar  las  obsequias  del  dicho 
B  Sefior  Rey  Don  Alonso  mi  hermano,  é  de  otros  in* 
B  sultos  é  ocupaciones  ende  por  ellos  cometidos  con- 
B  tra  el  pleyto  omenage  antes  fecho;  agora,  según 
B  se  dice,  con  mandamiento  é  abtoridad  de  vuestra 
B  Alteza  han  ocupado  la  jurisdicion  é  sefiorio  é  ren- 
B tas  de  la  dicha  villa  é  su  tierra,  privando  della  é ' 
B  de  cada  una  cosa  é  parte  delta  á  la  dicha  sefiora 
B  Reyna,  en  total  perjuicio  de  la  justioia,  y  en  opre-  • 
B  sion  de  su  viudez,  y  en  acrescentamiento  de  su  do- 
•  lor  y  soledad,  y  en  menosprecio  de  loe  huesos  é 


Í90  ORÓNIOAS  DE  LOS  BBTBS  DE  CASTILLA. 

«nombre  del  maj  eedarecido  sefior  Bey  Don  Joan, 

» padre  de  voeetra  Altesa  é  mió.  Las  qualea  oosas 

I  de  0080  oontenídaa,  y  loa  nuevos  insaltoa  é  acome- 

•  timientoB  y  escándalos  me  movieron  al  oonsenti- 

» miento  de  algnnos  remedios  repagnantes  á  la  so- 

» licitad  é  siniestra  voluntad  de  los  que  lo  contrarío 

B  avian  procurado  é  procuraban.  Por  ende,  muy  alto 

»  Rey  é  Sefior,  suplico  á  vuestra  Alteza  quiera  man- 

» dar  que  todos  aquestos  agravios  cesen ,  é  mande 

»  aprobar  al  Beal  Consejo  el  buen  parecer  de  los  que 

t  verdaderamente  aman  vuestro  servicio  ó  procuran 

» la  honra  de  vuestra  corona  Real ,  y  desean  el  en- 

Asalsamiento  y  sosiego  de  estos  vuestros  Reynos. 

B  Y  si  vuestra  Altesa  ha  dado  fó  á  los  que,  no  obs- 

B  tantee  las  cabsas  dichas  tan  evidentes  é  favorables 

B  al  consentimiento  del  matrimonio  del  dicho  Prín- 

B cipe  Rey  de  Sicilia,  por  ventura  ponen  temores, 

Bdisdendo  que  si  el  dicho  matrimonio  viniese  en 

B  efecto,  se  recresceríau  por  ello  muchos  escándalos 

B  é  detrimentos  é  diminuciones  de  vuestro  Real  es- 

B  tado  é  de  las  rentas  debidas  á  vuestra  Real  Befío- 

B  ría,  como  quier  que  no  quisieran,  ni  desearían  en- 

B tender  en  tal  consultación;  pero  por  apaciguar,  é 

B  pacificar  é  asosegar  el  ánimo  Real  de  vuestra  Se- 

Bftoria,  si  por  semejantes  inducimientos  se  conmue- 

B  ve,  é  por  dar  término  á  tantos  malos  y  escándalos, 

B  como  de  cada  dia  se  intentan  é  crecen;  yo  por  la 

B  presente  desde  agora  me  obligo  de  dárteles  sanoa- 

B mientes,  que  vuestra  Alteza  se  deba  tener  por 

B  bien  contento  é  seguro  del  cumplimiento  do  mis 

B  promesas  é  obedientes  ofrecimientos,  ó  de  la  che- 

B  diencia  que  el  dicho  Príncipe  do  Aragón  debe  y 

B  entiende  en  presentar  á  vuestra  Sefioría,  si  lo  qui- 

B  siere  rescibir  por  obediente  hijo.  B  dende  agora 

B  ofrezco  mi  voluntad  é  propósito  deobedescer  vues- 

Btros  Reales  mandamientos,  asi  como  de  amado  é 

B  mayor  hermano,  á  quien  por  padre  é  Sefior  tengo, 

Bé  propongo  tener;  cuya  vida  é  real  estado  Dios 

B  largos  tiempos  prospere  é  conserve.  De  la  noble 

B  villa  de  Valladolid  á  doce  días  del  mes  de  Octubre 

B  de  mil  ó  quatrocientos  é  sesenta  ó  nueve  afios.» 

Vista  esta  carta  por  el  Rey  é  por  los  de  su  alto 
Oonsejo,  fué  acordado  de  no  responder  por  escripto, 
pero  dizo  al  mensagero  que  él  sería  presto  en  Segó- 
via,  é  allí  se  determinaría  lo  que  fuese  mejor.  Como 
ya  el  Rey  estaba  enojado  de  su  larga  estada  en 
Truxillo  sin  provecho,  vista  la  dureza  del  Alcayde 
.  Gradan  de  Sesé  é  de  los  caballeros  y  gente  de  Tru- 
xillo, acordaron  él  y  el  Maestre  do  gratificar  al  Con- 
de Plasencia  con  la  villa  de  Arévalo,  la  que  él  tenía 
empefiada  por  ciertos  quentos  que  prestó  al  Príncipe 
Don  Alonso  quando  se  llamaba  Rey.  E  así  dada  esta 
seguridad,  é  confirmada  la  merced  de  Arévalo,  é 
dado  el  titulo  de  Duque  della,  el  Rey  se  partió  para 
Guadalupe,  é  de  allí  á  Segovia.  En  aqueste  medio 
tiempo  murió  el  Marqués  de  Astorga  y  el  Conde  de 
Cifuentes,  é  subcedieron.sus  hijos  en  los  títulos  é 
sefioríos. 


CAPÍTULO  oxxxvn. 

Da  como  el  Rey  fino  á  Segofla  é  de  lo  qae  alU  sibeedió. 
Después  que  el  Rey  fué  venido  á  Segovia,  donde 


era  su  mayor  contentamiento  que  en  otro  ningún 
lugar  de  su  Reyno,  como  ya  era  consumido  el  ma- 
trimonio de  la  Princesa  Dofia  Isabel  su  hermaní^ 
con  el  Príncipe  de  Aragón ,  Rey  de  Sicilia ,  ellos, 
ávido  su  acuerdo  é  consejo  con  el  Arzobispo  de  To- 
ledo é  con  el  Almirante  D.  Fadrique,  por  cuyo  seso 
se  gobernaban,  acordaron  de  enviar  al  Rey  sus  em- 
baxadores,  y  escribirle,  notificándole  otra  vez  su 
casamiento,  para  que  le  pluguiese  aprobarlo,  y  ha- 
ciéndole saber  en  qué  forma  é  con  qué  condición  se 
avia  fecho  é  concluido.  Los  mensageros  de  aquesta 
embazada  fueron  Mosen  Pero  Vaca  por  parte  del 
Príncipe,  é  Diego  de  Ribera,  Ayo  que  fué  del  Prín- 
cipe Don  Alonso,  por  parte  de  la  Princesa,  y  Luis 
de  Atienza  por  parte  del  Arzobispo  de  Toledo,  para 
que  por  vía  de  creencia  explicasen  su  monsagería 
en  la  forma  siguiente. 

Lo  que  vos  Mosen  Pero  Vaca,  é  Diego  de  Ribera, 
é  Luis  de  Atienza  aveis  de  desoír  de  nuestra  parte 
al  muy  excelente  Rey  é  Sefior,  el  Rey  de  Castilla  é 
de  León  nuestro  hermano  é  padre,  es  lo  siguiente: 
Primeramente,  que  ya  por  cada  uno  de  nosotros  su 
Sefioría  ha  sido  sabidor  de  lo  que  fasta  aquí  es  pa- 
sado; é  que  agora  notificamos  á  su  Excelencia  como 
mediante  la  gracia  é  voluntad  de  Dios  somos  ajun- 
tadoB  por  casamiento,  segund  manda  la  Santa  Ma- 
dre Iglesia  de  Roma,  lo  qual  diferiéramos  fasta  ver 
el  consentimiento  de  su  Merced,  y  los  votos  é  con- 
sejo de  todos  los  perlados,  é  grandes  hombres  de 
todos  estos  sus  Reynos,  á  los  quales  generalmente 
fuera  notificado,  si  entre  ellos  oviera  la  paz,  ó  tran- 
quilidad é  concordia  que  en  los  tiempos  pasados, 
en  que  los  tales  casos  ocurrieron,  avia;  mas  soyendo 
tan  claro  é  tan  manifiesto,  como  á  todos  es,  que  si 
de  todos  se  oviera  de  atender  el  acuerdo  é  consenti- 
miento, fuera  muy  difícile  de  averse,  ó  pasara  tanto 
tiempo,  que  en  estos  sus  Reynos  ocurrieran  grandes 
peligros  por  la  falta  de  los  subcesores,  nuestro  Se- 
fior Dios,  que  en  las  tales  cosas  muesca  su  grand 
poder,  así  lo  tenía  ordenado.  De  donde  nosotros, 
con  acuerdo  é  consejo  de  los  perlados  é  caballeros 
de  sus  Reynos,  cuyos  votos  é  consejos  ovimos,  acor- 
damos de  contraher  el  dicho  nuestro  matrimonio  lo 
mas  sin  escándalo  que  pudimos,  como  á  la  merced 
suya  es  manifiesto,  no  metiendo  algunas  gentes  ex- 
trangeras,  ni  haciendo  otros  ningunos  movimientos, 
por  evitar  las  materias  escandaloBas  é  grandes  peli- 
gros que  podrían  ocurrir;  porque  en  la  verdad  nues- 
tro determinado  fin  ha  seydo,  y  es  y  será,  plasciendo 
á  la  Merced  suya,  de  nos  ajuntar,  para  servir  á  su 
Excelencia  con  amor  é  acatamiento  y  obediencia  do 
hijos,  é  averie  en  paternal  reverencia  en  todos  los 
dias  de  su  vida,  que  Dios  haga  tan  largos  quanto  por 
la  merced  suya  es  deseado;  é  de  conservar  é  de  acre- 
centar su  corona  Real  é  alto  estado,  é  de  le  ayudar 
á  concordar,  é  pacificar  estos  sus  Reynos  é  sefiorío:i, 


DO»  ENBIQÜE  CUARTO. 


m 


por  manera  qne  él  sea  boIo  Seffor  dellos.  E  asi  mea- 
mo  de  honrar,  é  aoatar  é  bien  tratar  á  todos  sos  na- 
turales, á  cada  uno  segund  su  dignidad  requiere,  é 
favoreoer  con  todas  nuestras  f uensas  á  la  justicia,  la 
qual  por  cal>sa  de  los  movimientos  pasados  está 
flaca,  como  so  Sefiorfa  lo  yo.  E  porque  áp  todo  esto 
qne  decimos  su  Sefiorfa  sea  mas  cierto,  proferiréis 
á  su  Merced  de  nuestra  parle  todas  é  qualesquier 
certinidades,  que  para  el  saneamiento  de  la  volun- 
tad suya  fueren  necesarias,  y  á  nosotros  posibles  é 
hacederas.  B  porque  su  Sefiorfa  conozca  esta  ser 
nuestra  final  determinación  y  voluntad,  decirle  eis, 
que  antes  de  nuestros  desposorios  fueron  apuntados 
é  concertados  ciertos  capítulos,  los  quales  pública- 
mente yo  el  Príndpe  aprobé,  otorgué,  firmé  é  juré 
muy  solemnemente.  El  tenor  de  los  quales  es  este 
qne  se  sigue. 

Capilulaeim  hecha  y  jurada  por  ti  mxí^  ilustre  y  ex- 
célente  Príneipe  Rey  y  SéSíor^  el  Rey  Den  Hernan- 
do^ Rey  de  SiciUaj  primogénUo  y  legitimo  eubceeor 
de  loe  reynos  de  Aragón^  é  la  muy  epeeelente  y  mvy 
esclarecida  séiora  la  séRora  Doña  Isabel^  primogé- 
nita leg(ti$na  subeesora  de  los  reynos  de  Castilla  y 
de  León. 

Primeramente,  que  su  Sefiorfa  como  cathólioo 
Príncipe  é  Sefior,  será  devoto  é  obediente  á  loe  man- 
damientos de  la  sancta  madre  Iglesia  y  Sede  Apos- 
tólica, y  de  los  Pontífices  della  que  canónicamente 
á  la  sancta  Sede  Apostólica  fueren  elegidos,  é  tema 
encomendados  á  los  Perlados  é  personas  eclesiásti- 
cas y  religiosas  con  la  honra  é  acatamiento  que  se 
debe  á  la  sancta  Madre  Iglesia,  y  á  la  libertad  ecle- 
siástica. 

Iten,  que  con  toda  fiel  reverencia  tratará  é  obe- 
descerá  al  muy  alto  é  muy  poderoso  Príncipe,  Rey 
é  Sefior,  el  sefior  Rey  D.  Enrique,  y  que  en  todos  los 
dias  de  su  vida  le  tema  por  su  Rey  y  lo  acatará,  que- 
riéndole su  Alteaa  así  recibir;  y  que  á  todo  su  leal 
poderío  no  consentirá,  qne  persona  afgana  de  qual- 
quier  estado  é  condición  que  sea  se  aparte  de  su 
servicio  é  obediencia;  mas  que  trabajará  con  todas 
BUS  fuerzas,  que  todas  é  qualesquier  personas  de 
estos  sus  Reynos  le  obedezcan  é  sirvan, 

Iten,  que  con  toda  veneración  y  acatamiento 
avrá  é  tema  por  madre  é  sefiora  á  la  ilustre  sefiora 
Royna  Dofia  Isabel,  madre  de  la  dicha  sefiora  Prín- 
cecá. 

Iten,  que  á  todo  su  leal  poder  será  unánime  y 
conforme  con  el  dicho  sefior  Rey  Don  Enrique,  para 
facer  guardar  la  justicia  é  todos  los  buenos  usos  é 
costumbres  de  estos  sus  Reynos  é  sefiorfos,  y  lo  que 
así  on  él  fuere  lo  cumplirá  é  guardará,  é  será  asi- 
mesmo  en  qne  se  guarden  los  establecimientos  é 
leyes  de  estos  sus  Reynos. 

Iten,  que  jura  y  promete  de  guardar  la  con- 
cordia é  paz  hecha  entre  el  dicho  sefior  Rey  Don 
Enrique  é  la  dicha  sefiora  Princesa,  guardando 
asimcsmo  la  dicha  concordia  su  Alteza  del  dicho 
sefior  Rey. 


Iten,  que  juia  é  promete  que  oonsomido  él  matri- 
monio con  la  dicha  sefiora  Princesa,  que  estará  con 
ella  en  los  dichos  Reynos  personalmente,  é  qué 
nunca  se  partirá  de  ellos  rin  voluntad  é  determina- 
do consejo,  é  que  no  la  sacará  fuera  de  estos  Reynos 
sin  su  consentimiento. 

Iteo,  que  jura  ,é  promete  que  quando  le  dé  Dios 
alguna  generación  así  hijo  como  hija,  segund  que 
de  nuestro  Sefior  se  espera,  que  á  los  tales  hijos  é 
hijas  nunca  los  apartará  de  ella,  ni  los  sacará  fuera 
de  estos  Reynos,  mayormente  al  primogénito  que 
de  ella  oviere,  sin  su  licencia  y  expreso  consenti- 
miento. 

Iten,  que  jura  é  promete  que  en  todas  é  quales- 
quier cartas  y  provisiones,  é  otras  qualesquier  es- 
cripturas  que  se  hayan  de  firmar  é  enviar,  se  hayan 
de  intitular  entrambos  juntamente,  é  se  firmen  por 
él  dicho  Príncipe  é  por  la  dicha  Princesa,  y  que 
esto  moemo  se  guardará  en  los  Reynos  é  sefiorioíf, 
que  el  dicho  sefior  Príncipe  tiene  6  toviere.    . 

Iten,  que  jura  é  promete  de  no  traer  ni  poner  al- 
guna ni  algunas  personas  en  el  Oonsejo,  así  de  la 
justicia  como  de  los  otros  fechos,  de  qualquier  ca-  * 
lidad  que  sean,  de  la  dicha  sefiora  Princesa  ni  del 
dicho  sefior  Príncipe,  salvo  personas  naturales  de 
estos  Reynos  sin  su  consentimiento  é  deliberado 
consejo  de  la  dicha  sefiora  Princesa. 

Iten,  que  jura  y  promete  de  guardar  qne  la  dicha 
sefiora  Princesa  reciba  por  sí  todos  los  juramentos 
é  pleytos  omenagcs  de  qualquiera  cibdad,  villa  ó 
lugar  6  fortaleza,  que  en  el  principadgo  de  estos 
Reynos  é  sefiorfos  la  dicha  sefiora  Princesa  tiene  ó 
toviere  de  aqnf  adelante  de  los  dichos  Reynos,  al 
tiempo  que  ella  los  aya  de  aver,  é  que  á  la  diclia 
sefiora  Princesa  pertenezcan,  para  después  de  los 
dias  del  sefior  Rey  Don  Enrique;  mas  que  antes  to- 
dos los  Alcaydes  que  ovieren  de  ser,  hagan  los  pla- 
tos omenages  á  la  dicha  sefiora  Princesa. 

Iten,  que  agora  ni  en  ningún  tiempo  no  hará  ni 
proveerá  en  cosa  alguna  del  dicho  principadgo  é 
sefiorío  de  la  dicha  sefiora  Princesa,  ni  de  los  dichos 
Reynos  al  tiempo  que  los  ella  aya  de  aver  por  snb- 
cesion  del  dicho  sefior  Rey  Don  Enrique,  ni  provee- 
rá de  oficio  alguno  salvo  á.  personas  castellanas  é 
naturales  de  estos  dichos  Reynos  é  sefioríos. 

Iten,  que  jura  é  promete  que  no  dará  tenencia  de 
alguna  fortaleza  salvo  á  los  naturales  y  á  quien- 
quiera que  determinare  su  Sefioría  poner  en  ellas  á 
su  servicio  é  bien  de  ambos. 

Iten,  que  jura  é  promete  que  quandoquier  que  su 
Sefioría  quisiere  facer  merced  de  qualquier  villa,  ó 
lugar,  ó  juro  6  otras  qualesquier  cosas,  que  las  pue- 
da facer  sin  embargo  alguno,  é  que  la  tal  merced  él 
la  guardará,  como  si  él  mesmo  la  hidere;  6  dando  su 
fé  ó  palabra  sobre  ello  la  dicha  Princesa,  que  él  la 
guardará  é  cumplirá  como  ella  mesma. 

Iten,  jura  é  promete  que  por  qualquier  injuria 
que  el  sefior  Rey  su  padre  6  qualquier  de  los  suyon 
oviese  rescobido  en  otros  tiempos  en  estos  dichos 
Roynos,  asimismo  qne  por  otro  qualquier  enojo  ú 
odio  que  el  dicho  soOor  Rey  su  padre  ó  otro  qual- 


/■ 


1^ 


ÓRÓNIOAS  DÉ  LOS  ttÉYÉS  DE  0AJ311LLA. 


qáier  de  loe  enyoi  OYieae  contra  qaalqaier  persona 
de  eetos  Beynoe,  por  eeta  cabee  no  procnrará  oon 
él  dioho  eefior  Bey  que  las  talee  personas  resdban 
dafio  ó  enojo,  ni  hará  inovacion  alguna  oontra  las 
tales  personas,  antes  por  contemplación  de  la  dicha 
Princesa  apartará  de  si  qualqnier  ranoor  y  enojo 
que  tenga  contra  qualqaier  personas  que  sean  de 
estos  Beynos. 

Iten,  que  jura  é  promete  de  no  tomar  empresa 
alguna  de  guerra  ó  confederación  de  pas  con  qnal- 
quier  Bey  6  sefior  comarcano,  ó  oon  qualqnier  ca* 
ballero  ó  sefior  de  estos  Beynos  eclesiástico  ni  se- 
glar, sin  voluntad  de  la  dicha  sefiora  Princesa  é  de 
su  determinado  consejo ;  porque  mejor  se  hagan 
todas  las  cosas  á  servicio  de  Dios  ¿  del  dicho  sefior 
Bey,  é  bien  del  uno  ó  del  otro  6  destos  dichos  Bey- 
nos. 

Iten,  que  jura  é  promete  de  dar  á  la  dicha  sefiora 
Princesa  en  acatamiento  é  confederación  de  los 
Beynos  de  Castilla,  que  él  ha  oon  ella,  para  después 
de  los  diás  del  sefior  Bey  Don  Enrique,  en  acrecen- 
tamiento de  su  dote,  en  el  Bey  no  de  Aragón  á  Bor- 
ja,  é  á  Magallon;  y  en  el  Beyno  de  Valencia  á  El- 
che y  á  Orevillen;  y  en  el  reyno  de  Seoilia  á  Zara- 
gosa  y  Oatania:  los  qnalee  lugares  siempre  fueron 
dados  á  las  Beynas  de  Aragón  antepssadas. 

Iten,  que  jura  é  promete  de  dar  á  la  dicha  sefiora 
Princesa  allende  los  lugares  susodichos,  en  cada  uno 
de  los  didios  Beynos  un  lugar  que  ella  quisiere  y 
escogiere,  excepto  que  los  tales  lugares  no  sean  ca- 
beza de  los  dichos  Beynos  ó  prinoipadgos;  é  que  la 
dicha  sefiora  Princesa  en  su  vida  aya  é  tenga  los 
pochos  ó  derechos  é  todas  las  otras  rentas  de  los  di- 
chos lugares;  pero  que  los  Alcaydes  que  oviere  de 
poner  en  los  dichos  lugares,  que  sean  narurales  de 
los  dichos  Beynos  é  no  extrangeros.  E  que  si  por 
caso  Dios  dispusiese  del  dicho  sefior  Bey,  que  la 
dicha  sefiora  Princesa  en  sus  dias  aya  é  tenga  y  po- 
sea los  dichos  lugares  é  vasallos  é  fortalesas;  é  des- 
pués de  sus  dias  los  ayan  é  tengan  los  herederos  del 
dicho  sefior  Bey,  é  se  tornen  á  la  corona  Beal.  T 
esto  mismo  se  entienda,  así  en  los  lugares  que  se 
dieron  á  las  otras  Beyuas  de  Aragón  en  casamien- 
to, como  en  los  lugares  que  han  de  ser  dados  á  la 
dicha  sefiora  Princesa  en  su  escogimiento. 

Iten,  que  jura  é  promete  que  si  se  hallare  que  á 
la  muy  ilustre  y  excelente  Boy  na  ó  sefiora  Dofia 
María,  mnger  del  Bey  Don  Juan  ó  á  la  muy  exce- 
lonto  sefiora  Dofia  Juana,  madre  del  dicho  sefior 
Bey,  allende  de  los  lugares  susodichos,  les  fueron 
dados  otros  lugares  6  sefioríos,  ó  hechas  otras  man- 
das 6  concedidas  prominencias,  que  todo  le  sea  dado 
y  entregado  á  la  dicha  sefiora  Princesa  luego  que 
el  matrimonio  fuere  contraído  ó  consumido. 

Iten,  que  jura  ó  promete  de  dar  en  arras  á  la  di- 
cha sefiora  Princesa  en  mejoría  é  acrecentamiento 
de  todo  lo  susodicho  otra  tanta  cantidad  quanta  se 
hallare  que  el  Bey  Don  Alonso  su  tío.  Bey  que  fué 
de  los  Beynos  de  Aragón  é  de  Sicilia  é  del  Bejno 
.de  Nápol,  prometió  ó  dio  á  la  Beyna  Dofia  María  su 
inuger,  hermana  que  fué  del  muy  esclarecido  sefior 


Bey  Don  Juan,  padre  de  la  dicha  sefiora 
lo  qual  promete  de  cumplir  desde  el  dia  que  fuere 
contraydo  é  consumido  el  matrimonio  hasta  dos 
meses  primeros  siguientes. 

Iten,  que  jura  é  promete  el  dioho  sefior  Principe 
á  la  dicha,  sefiora  Princesa  de  la  dar  y  entregar 
dentro  de  quatro  meses  primeros  siguientes  cien 
mil  florines  de  oro  del  cufio  de  Aragón,  para  man- 
tenimiento é  sustentación  de  su  honra  y  estado,  y 
para  otras  qualqnier  necesidades,  y  dende  en  ade- 
lante sostener  su  estado  bien  y  enteramente  segund 
quien  es  la  dicha  sefiora  Princesa. 

Iten,  que  jura  é  promete  que  si  algunas  roturas 
nasderen  en  estos  Beynos,  que  el  dicho  sefior  Prín- 
cipe estará  en  ellos  personalmente  oon  quatro  mil 
lanzas,  hasta  que  las  dichas  roturas  cesen,  é  si  las 
dichas  quatro  mil  lanzas  no  truxere,  que  el  dicho 
sefior  Príncipe  sea  obligado  á  las  pagar. 

Por  ende  diréis  á  su  Merced  que  le  suplicamos 
con  la  mayor  reverencia  é  instancia  que  podemos, 
que  mitigando  qualquier  enojo  6  desgrado  que  de 
lo  pasado  aya  tenido,  quiera  recebimos  por  verda- 
deros hijos,  é  como  tales  aprovecharse  y  servirse  de 
nosotros,  é  no  permitir  que  otros  esoándalos  n}  mo- 
vimientos se  hagan.  Porque  si  las  cosas  comenzasen 
á  entrar  por  roturas  segund  las  alteraciones  de  eetos 
sus  Beynos  é  sefioríos,  sería  deservido  é  molestado 
oon  las  fatigas  que  do  los  tales  movimientos  suelen 
resultar,  como  su  Sofioría  bien  sabe,  é  su  Beal  coro- 
na se  acabaría  de  destruir.  Por  tanto  diréis  á  su 
Merced  que  otra  y  otras  veces  le  tomamos  á  supli- 
car que  pues  conformándonos  oon  la  razón  é  debáo 
voluntariosamente  lo  queremos  acatar  é  servir  como 
verdaderos  hijos,  que  á  la  merced  suya  plega  acep- 
tar nuestra  suplicación,  pues  es  tan  justa  y  razona- 
ble que  no  debe  ser  negada.  E  porque  por  las  hablas 
é  gestos  de  las  personas  se  conoce  mucho  lo  que 
tienen  los  hombres  en  los  corazones,  é  aun  porque 
oon  grand  deseo  deseamos  facer  reverencia  á  su 
merced  é  besarle  las  manos,  desoírle  eis,  que  le  su- 
plicamos quiera  dar  forma  como  podamos  ver  á  su 
Excelencia  en  lugar  convenible  é  sec^o;  porque 
allí  conocerá  de  nosotros,  é  de  los  perlados,  é  caba- 
lleros é  servidores  suyos  é  nuestros  que  están  en 
nuestra  compafiía,  que  las  obras  no  discrepan  de  las 
palabras,  segund  mas  largamente  vos  hablamos. 
Por  ende  muy  afectuosamente  vos  rogamos  y  en- 
cargamos como  á  naturales  de  estos  Beynos,  que 
pues  la  dicha  nuestra  suplicación  es  justa,  vos  con- 
forméis, para  suplicar  á  su  Merced  aquello  mesmo, 
porque  pues  á  su  Sefioría  proferimos  de  nuestras 
propias  voluntades  todo  aquello  que  debemos,  obli- 
gados soys  á  lo  facer  así,  é  procurar  el  atajo  de  to- 
dos los  rigores,  por  evitar  los  ínreparables  dafios 
que  de  ellos  se  esperan  seguir  á  todos  generalmen- 
te; lo  qual  en  agradable  servicio  vos  tememos,  é. 
fiarnos  en  nuestro  Sefior  que  por  nosotros  vos  sea 
remunerado.  Yo  el  Príncipe.  Yo  la  Princesa. 

Oyda  su  embaxada  é  dada  la  creencia  que  así 
traían,  el  Bey  después  de  haber  hablado  con  los  del 
su  Consejo,  habló  con  ellos,  é  les  respondió  que 


DON  ENBIQÜB  CUARlk). 


aquello  que  traiAn  era  boea  de  macha  importanoia, 
é  qae  requería  deliberación  é  acuerdo;  que  conyenia 
ooinunicarlo  oon  loe  grandes  de  sus  Reynoe  quealli 
avian  de  venir,  é  que  ávido  su  acuerdo  é  conaejo 
con  ellos,  él  los  mandarla  responder.  E  así  se  toma- 
ron sin  respuesta  ninguna  los  raensageros. 

CAPÍTULO  OXXXVIIL 

De  cono  Dos  Alosso  d«  Afiliar  sobre  el  amistad  fecha  por  el 

'    Bey  entre  él  y  el  Conde  de  Cabra  é  sos  hijos  prendió  al  Ntrls- 

eal  Don  Diego  de  Córdoba ,  y  de  lo  i|ve  sobre  ello  sabeedió. 

Al  tiempo  que  el  Rey  estuvo  on  Córdoba,  vista  la 
enemiga  que  estaba  entro  oí  Conde  de  Cabra  é  sus 
hijos  oon  Don  Alonso  de  Agnilar ,  mandó  que  fue- 
sen amigos,  é  asi  venidos  delante  de  su  Real  pre- 
sencia, habláronse ;  .pero  como  Don  Alonso  tenia 
raygada  la  enemistad  contra  el  Conde  y  sus  hijos, 
no  estimó  su  amistad ;  en  tal  manera,  que  siempre 
fueron  incompatibles  en  la  vivienda  de  la  cibdad, 
mayormente  que  confiaba  en  la  grand  parte  que  te- 
nia oon  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco.  E  asi  fué  quo 
el  Mariscal  Don  Diego  de  Córdoba ,  hijo  mayor  del 
Conde  de  Cabra,  vino  á  la  cibdad  de  Córdoba  sobre 
aquella  seguridad ,  que  de  razón  debia  de  venir  co- 
mo Alguacil  mayor  della  por  él  Conde  su  padre. 
Donde  fué  rescebido  por  Don  Alonso  con  alegre 
semblante ;  é  como  él  ya  tenia  fecha  su  confedera- 
ción oon  algunos  de  los  mas  principales  Regidores 
y  caballeros  de  la  cibdad ,  luego  quo  todos  vinieron 
al  Ayuntamiento ,  donde  se  acostumbraban  juntar, 
para  entender  en  las  cosas  del  regimiento  é  gober- 
nación de  la  cibdad ,  Don  Alonso  de  Aguilar  se  le- 
vantó con  mano  annada,  é  con  ayuda  de  aquellos 
que  eran  oon  él ,  prendió  al  Mariscal  Don  Diego  de 
Cóxdobaé  á  Don  Sancho  su  hermano ;  é  presos  muy 
deshohestamente,  envió  luego  al  Mariscal  á  su  for- 
taleza de  Caftete,  donde  lo  pusieron  en  grandes 
prisiones,  é  á  Don  Sancho  tóvolo  consigo  por  algu- 
nos dias.  Sabido  aquesto  por  el  Rey,  ovo  grand 
enojo,  é  se  indinó  contra  Don  Alonso  de  Aguilar, 
porque  asi  avia  quebrantado  la  pas  y  amistad  en 
que  los  avia  dexado  ;  é  luego  sin  mas  dilación  en» 
viole  á  mandar  que  lo  soltase  sin  detenimiento  nin- 
guno, con  apercibimiento,  que  si  lo  contrarío  ha- 
da ,  de  ir  en  persona  contra  él.  Llegado  aqueste 
mandamiento  i  Don  Alonso,  soltó  al  Mariscal;  y  asi 
suelto  é  puesto  en  su  libertad  en  la  villa  de  Baena, 
determinó  de  le  afear  é  reprochar  á  Don  Alonso,  lla- 
mándole á  trance  de  batalla ;  pero  antes  que  le  es- 
cribiese ni  hiciese  nada,  escribió  al  Rey  una  carta 
en  la  forma  siguiente : 

«  Muy  alto  é  muy  poderoso  Principe  y  Seftor.  Don 
»  Diego  vuestro  Mariscal ,  y  Alguacil  mayor  de  la 
b  cibdad  de  Córdoba ,  beso  1  as  manos  de  vuestra  Real 
%  Sefioría ;  la  qual  bien  sabe  y  es  notorio  en  vuestra 
b  Corte  y  en  todos  vuestros  Reynos,  como  estando 
1  yo  en  la  misma  cibdad  de  Córdoba  en  las  casas  del 
»  Cabildo  en  buena  paz  é  concordia  con  todos  los  de 
1  la  cibdad ,  un  dia  miércoles ,  que  fueron  veinte  y 
•  cinco  dias  del  mes  de  Oetubre,  afio  de  mil  é  qua- 
Cr,— III. 


198 

9 trocientes,  é  sesenta  é  nueve  aftos,  Don  Alonso  de 
Agilar  me  envió  á  rogar  oon  Alonso  de  Ángulo 
que  yo  subiese  á  lo  alto  de  la  dicha  casa  á  hacer 
colación  con  él,  é  yo  subí  por  su  ruego ;  y  estando 
entrambos  ya  acabando  de  comer  y  beber ,  recres- 
ció  gente  armada ,  la  qual  él  tenia  junta  para  me 
prender ,  y  el  dicho  Don  Alonso  me  prendió  con  la 
dicha  su  gente  armada ;  lo  qual  hizo,  sin  proceder 
desafio,  que  por  él  me  fuese  fecho,  ni  injuria  que 
yo  le  hiciese,  ni  otro  caso  por  donde  me  debiese 
prender,  como  me  prendió;  y  en  la  prisión  que 
me  hizo  me  trató  asaz  injuriosamente,  por  lo  qual 
segnnd  las  leyes  y  prematicas  reales  de  vuestros 
Reynos,  el  dicho  EÍon  Alonso  incurrió  en  crimen, 
é  casó  de  aleve.  B  porque ,  muy  poderoso  Seftor, 
yo  le  quiero  demandar ,  é  afear  en  'presencia  de 
vuestra  Sofioria,  quo  yo  con  el  ayuda  de  Dios,  é 
do  mi  Señora  la  Virgen  Maria,  é  del  Apóstol  San- 
tiago ,  é  con  la  justicia  é  verdad  que  tengo ,  en- 
tiendo de  le  facer  confesar  el  mal  caso  de  alevo- 
sía en  que  cayó,  ó  le  mataré,  ó  echaré  del  campo 
en  presencia  de  vuestra  Real  Magestad ;  porque 
aquesto  ara  por  mi  fecho,  vuestra  Alteza  le  man- 
de por  su  sentencia  las  penas  que  por  las  leyes  y 
ordenamientos  do  vuestros  Reynos  son  estableci- 
das contra  los  alevosos.  E  dándome  vuestra  Sefio- 
ría  esta  licencia  é  facultad ,  usará  de  su  justicia  é 
hará  aquello  que  á  Rey  justo  pertenece  y  es  debi- 
do de  facer ,  y  hará  en  ello  á  mí  merced.  B  quan- 
do ,  lo  quo  á  Dios  no  plega,  á  vuestra  Alteza  no 
le  pluguiere  darme  esta  libertad  y  licencia,  y  me 
la  denegare  por  palabra ,  ó  disimulare  la  respues- 
ta en  tal  manera,  que  la  tal  licencia  no  me  quiera 
dar,  si  yo  buscare  lugar  é  manera  por  donde  yo 
pueda  satisfacer  á  mi  honra,  y  aclarar  la  fealdad 
é  alevosía  que  el  dicho  Don  Alonso  de  Aguilar 
fizo ,  yo  protesto  de  por  ello  no  caer  ni  incurrir  en 
caso  ni  pena  alguna;  porque  lo  haré,  si  lo  hiciere, 
por  me  ser  por  vuestra  Sefioria  denegada  la  justi-. 
cia,  é  no  querer  dar  lugar  á  que  yo  la  alcance  de- 
lante de  vuestra  Real  Magestad,  cuya  vida  y  es- 
tado Real  nuestro  Seffor  acresciente  por  Inengos  é 
A-bienaventurados  tiempos.  Fecha  á  veinte  é  siete 
1  de  Mayo ,  afio  de  setenta.» 

Leyda  la  carta  é  visto  lo  que  sus  mensageros  le 
suplicaban ,  como  aquellas  cosas  eran  muy  agenas 
de  la  condición  del  Rey,  é  los  escándalos  le  deepla* 
cian,  respondió  que  aquellas  cosas  que  el  Mariscal- 
demandaba  no  cumplían  al  servicio  de  Dios  ni  al 
suyo ;  y  pues  que  lo  semejante  era  defendido  en  la 
religión  christiana,  él  no  entendía  dar  la  tal  licen- 
cia para  lo  que  pedia,  mayormente  considerando 
qnanta  enemiga  entre  ellos  quedaria  raygada  de 
aquella  tal  licencia,  é  los  muchos  males  que  por  ello 
se  seguirian.  Pero  puesto  que  el  Rejr  denegó  esta 
licencia,  el  Mariscal  no  dezó'de  seguir  su  propóaito 
comenzado ;  é  asi  envió  su  cartel  á  Don  Alonso  de 
Aguilar  reptándolo ,  é  afeándolo  de  alevosía,  y  de- 
safiándolo  á  batalla.  En  fin,  pasados  entre  ellos  sus 
carteles,  mas  deshonestos  que  cumplidos  de  corte- 
sía ,  el  Mariscal  asignó  el  campo  en  la  vega  de  Gra- 

13 


194 

nada',  enviando  Begoro  del  Rey  de  Granada,  para 
quefaeeen  allf ,  devisando  las  armas  Don  Alonso  de 
Agoilar.  El  qual ,  puesto  que  devisó  las  armas,  no 
f  aé  al  oampo  sefialado  por  el  Mariscal.  Estonces  el 
Mariscal  Don  Diego  de  Córdoba  se  foé  á  poner  en 
el  oampo  sefialado  oon  las  armas  que  Don  Alonso 
avia  devisado  en  su  primera  respuesta ,  donde  estu- 
vo el  Mariscal  esperando  él  dia  aplazado  y  asigna- 
do entre  ellos  por  el  Rey  de  Granada ;  y  como  Don 
Alonso  allí  no  vino,  el  Mariscal  biso  sus  actos  y 
llamamientos  contra  él  con  sus  Oficiales  d'armas.  B 
fecbos,  después  que  fué  traspuesto  el  sol,  el  Ma- 
riscal tomó  una  pintura  pintada  en  una  tabla  de  la 
figura  del  dicbo  Don  Alonso,  y  atada  á  la  cola  de 
su  caballo,  las  piernas  arriba  é  la  cabeía  abaxo,  la 
truxo  rastrando  por  todo  el  campo,  disciendo  á 
grandes  voces :  a  Aqueste  es  el  alevoso  Don  Alonso 
de  Aguilar,  que  denegando  su  palabra,  no  vino  al 
piase  sefialado.»  T  fecho  aquesto,  el  Bey  de  Gra- 
nada lo  dio  por  vencedor ,  é  condenó  á  Don  Alonso 
por  alevoso.  B  luego  dende  alli  envió  por  todas  las 
cibdadea  del  Reyno  muchas  tablas  con  aquella  pin- 
tura colgada  á  la  cola  de  su  caballo  de  las  piernas, 
y  la  cabeza  abaxo ,  con  un  escripto  en  cada  una,  que 
decía :  a  Este  es  el  alevoso  de  D.  Alonso  de  Agui- 
lar. »  En  este  medio  tiempo  el  Almirante  Don  Fa- 
drique  escaló  una  noche  á  Simancas ,  é  tomada  la 
fortaleza,  se  hizo  sefior  delta  sin  grado  ni  licencia 
dol  Roy. 

CAPÍTULO  CXXXIX. 

Como  el  Rey  da  Franela  eiiTló  tva  emkaiadorea  aobre  dUertot 

easoi. 

Eotretanto  que  aquestas  cosas  subcedian  por  el 
Reyno,  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  se  partió 
de  Segovia  para  Ocafia ,  y  dexó  en  su  lugar  con  el 
Rey  ¿  Don  Alonso  de  Fonseca,  Arzobispo  de  Sevi- 
lla. Y  oomo  el  Maestro  llegó  &  Ocafia,  adoleció  de 
'  una  grave  enfermedad ,  que  después  resurtió  en 
quartana ;  por  manera  que  su  estada  en  Ocafia  fué 
por  algún  tiempo ,  de  que  el  Rey  sentiagrand  pena 
por  su  atuioncia,  porque  sin  él  ninguna  cosa  se  des- 
pachaba. En  aqueste  mismo  tiempo  el  Rey  do  Fran- 
cia envió  una  embaxada  al  Rey ,  demandándole  á 
Dofia  Juana  su  hija  para  el  Duque  de  Guiana  su 
hermano,  que  por  entonces  esperaba  subcederenla 
corona  de  Francia,  porque  el  Rey  de  Francia  no  te- 
nia hijo  varón.  Oyda  la  embaxada  que  aquestos 
mensageros  traian ,  hizolo  saber  al  Maestre,  el  qual 
respondió  que  su  Alteza  lo  aceptase,  é  asi  el  Rey 
respondió  que  le  piaseis  y  que  era  muy  contento; 
que  enviase  su  embaxador  qual  convenia  para  tan 
arduo  negocio,  y  que  estonces  se  concluiría  é  farían 
los  desposorios  con  aquella  solenidad  que  de  razón 
convenia.  Despedidos  Aquestos  mensageros,  vinie- 
ron otros  dos  mensageros  Doctores  eclesiásticos  con 
cartas  de  creencia  del  Rey  de  Francia ;  y  explicada 
su  creencia,  demandaron  al  Rey  que  quisiese  ser 
junto  oon  el  Rey  de  Francia  para  demandar  conci- 
lio contra  el  Papa  Paulo,  que  por  estonces  era  Sumo 


CRÓNICAS  DB  LOS  BBTB8  DE  CAGTriLLA* 


Pontífice.  A  esto  les  respondió  el  Bey  sin  consulta- 
lio  con  los  del  su  Consejo,  que  los  Beyes  de  Casti- 
lla sus  antepasados  jamás  avian  seido  escismáticos 
contra  la  Sede  Apostólica,  mas  siempre  en  su  fa^ 
vor,  y  que  él  no  quería  quebrantar  lo  que  ellos 
avian  guardado ;  mayormente  que  él  era  en  mucho 
cargo  al  Papa,  porque  en  las  turbaciones  pasadas 
siempre  le  avia  seido  muy  parcial  ó  ayudador  con- 
tra los  Perlados  é  caballeros  que  lo  avian  deservi- 
do. Por  tanto  que  le  rogaba  que  en  aqueste  caso  no 
curase  de  insistir,  porque  él  antes  avia  de  ayudar 
al  Papa  que  ser  contra  él ,  ni  dar  lugar  á  lo  que  el 
Bey  de  Francia  quería.  E  asi  fueron  despedidos 
aquellos  Doctores ,  é  se  fueron. 

CAPÍTULO  CXL. 

Do  como  boa  Alouo  do  Moaroy,  ClaToro  do  Aleiatara,  ooa  lot 
Comeodadorot  do  la  Orden  ao  lovajitaroa  oostra  el  Maeatro  do 

AleiDlara ,  y  ftié  deatmido. 

Don  Gomes  de  Cáoeres,  Maestre  de  Alcántara,  ño 
solamente  erró  contra  el  Bey  que  lo  hiio,  mas  fué 
tan  mal  acondicionado,  que  trató  muy  perversa- 
mente á  los  Comendadores  de  la  Orden,  en  tal  ma- 
nera, que  no  pudiendo  sufrír  los  agravios  y  sinra- 
sones  que  les  faoia,  se  rebelaron  oontra  él.  De  don- 
de subcedió  que  Don  Alonso  de  Monroy,  Clavero 
de  la  Orden,  porque  siempre  avia  sido  leal  servidor 
del  Bey ,  todos  los  Comendadores  se  ayuntaron  lue- 
go oon  él ;  é  asi  vista  la  maldad  del  Maestre,  é  quan 
perversamente  los  trataba,  en  una  conformidad  con 
mano  armada  fueron  contra  él  para  lo  prender ;  y 
si  el  Maestre  no  lo  supiera ,  é  se  pusiera  prestamen- 
te en  buen  cobro,  y  huyera,  toda  vi  a  fuera  preso  ó 
muerto.  Entonces  el  Clavero  é  los  Comendadores, 
visto  que  no  lo  podían  aver  á  las  manos ,  determi- 
naron de  cercar  las  villas  de  Alcántara ,  Valencia  é 
Badajoz;  donde  estando  en  el  cerco,  el  Maestre, 
allegada  la  mas  gente  que  pudo,  fué  por  descercar  á 
Alcántara ;  pero  el  Clavero  y  los  Comendadores  sa* 
lieron  contra  él  al  camino  por  donde  venia  é  le  die- 
ron la  batalla ,  donde  fué  desbaratado  é  destrozado, 
de  tal  guisa,  que  nunca  jamás  pudo  tomar  á  reha- 
cerse. E  como  el  Conde  de  Coria ,  su  hermano ,  vio 
el  destrozo  del  Maestre,  acordó  de  ir  á  meterse  por 
las  puertas  del  Conde  de  Alva,  que  era  tio  de  su 
muger,  rogándole  con  grande  instancia  quisiese  ayu- 
dar á  su  hermano ,  para  descercar  los  lugares  que 
los  Comendadores  tenian  cercados.  Estonces  el  Con- 
de de  Alva,  como  era  astuto  é  discreto  caballero, 
vista  la  necesidad  con  que  venia ,  respondióle  que 
le  piaseis  de  ir  á  socorrer  é  ayudar  al  Maestre  su 
hermano  ;  pero  que  debia  de  considerar  que  no  avia 
de  ir  á  su  costa ;  mas  que  si  le  daba  dineros  con  que 
pagase  el  sueldo  á  la  gente ,  que  le  plasoia  de  ir 
de  buen  grado.  El  Conde  de  Coria  le  respondió  que 
él  y  el  Maestre  su  hermano  estaban  tan  alcanzados, 
que  luego  no  le  podian  dar  dinero ;  pero  que  1  e  da- 
rían en  prendas  algún  lugar,  y  tal  seguridad  con 
que  él  fuese  contento.  El  Conde  de  Alva  dfxole  que 
le  diese  en  prendas  la  cibdad  de  Coría ,  é  que  luego 


DON  ENRIQIÍB  CUARTO, 
iría  con  él  á  iiooorrer  al  Maestre.  El  Oonde  de  Coría 
oon  la  gana  que  tenia  de  aocomr  é  ayudar  al  Maes- 
tre BU  hermano ,  é  vengarae  del  dayero  é  de  loaOo- 
mendadoree,  entrególe  la  cibdad  de  Ooría  con  la 
iorUleaa.  E  aai  apoderado  della  el  Conde  de  AUa, 
Juntd  en  gente  é  fné  á  aocorrer  al  Maestre  para  des- 
cercar á  Alcántara éálatf  otras  Tillas.  Sabido  aques- 
to por  el  Clavero  6  por  los  Comendadores,  que  es- 
taban en  su  cerco,  quebraron  todas  las  barcas  é 
puentes  que  avia  en  Tejo,  por  manera  que  el  Con- 
de ni  el  Maestre  no  pudieron  pasar  ni  socorrer  á 
alguno  de  los  lugares  que  asi  estaban  cercados,  y 
se  ovieron  de  tomar ,  é  por  estonces  la  cibdad  de 
Coría  se  quedó  en  poder  del  Conde  de  Alva.  Desde 
allí  adelante  el  Maestre  de  Alcántara  siempre  fué 
descayendo,  sin  poderse  recobrar,  hasta  que  murió, 
no  como  Maestre  de  Alcántara ,  mas  como  Qomea  de 
Céoeres,  qual  era  quando  vino  á  la  casa  del  Rey; 
porque  la  soberana  justicia  de  Dios  es  aquella  queá 
los  tales  ingratos  nunca  dexa  sin  pena,  ni  consien- 
te que  permanesoan  sin  rescibir  el  pago  de  sus 
obras.  Oa  pues  este  Maestre,  enemigo  de  la  lealtad, 
no  quiso  acordarse  de  la  honra  señalada  y  alto  es- 
tado en  que  su  Rey  le  puso  sin  merecerlo,  écon  tan- 
ta deslealtad  é  deservicios  le  fné  enemigo  sin  oab- 
sa*,  convenible  cosa  era  que  asi  padesciese  é  fuese 
destruidora  desposeido  en  la  vida ,  oomo  él  fué  en 
deshonrar  é  perseguir  al  Rey ,  que  lo  hiso ;  é  que 
muríese  deshonrado  como  él  deshonró  á  quien  tan- 
ta honra  le  avia  dado. 


m 


CAPÍTULO  CXLIL 


Cono  el  ney  se  M  i  Madrid,  é  las  eosas  ^e  sabeodleroa  por  el 

Rejvo  estaado  alU. 


CAPITULO  OXLL 

Como  el  Maestradfo  de  Aleintara  fné  dado  i  Doa  Joan  de  Zefilga, 
hijo  del  Coade  de  Plasenela,  é  se  lo  confirmó  el  Rey. 

Don  Alvaro  de  Zufiiga,  Conde  de  Plasencia,  y  la 
Condesa  su  muger  fueron  tan  aficionados  servido- 
res del  Rey ,  que  merescieron  ser  galardonados  en 
diversas  maneras.  E  como  la  Condesa  tuviese  cer- 
tidumbre de  la  buena  voluntad  del  Rey,  quiso  sa- 
ber secretamente,  si  avría  desplacer  que  ella  supli- 
case al  Papa  que  proveyese  del  Maestradgo  de  Al- 
cántara, que  asi  estaba  vaco ,  á  Don  Juan  de  Zufii- 
ga su  hijo ,  y  el  Rey  le  respondió  que  antes  sería 
placentero  dello.  Entonces  la  Condesa  envió  ciertos 
presentes  al  Papa  suplicándole,  que  pues  el  Maes- 
tradgo de  Alcántara  estaba  vacante,  su  Santidad 
proveyese  del  á  Don  Juan  de  ZAfiiga,  hijo  del  Con- 
de su  marído  y  suyo;  lo  qual  el  Papa  le  otorgo,  é 
dio  sus  bullas  Apostólicas;  é  venidas,  el  Rey  gelo 
'  confirmó  con  mucho  amor.  B  quanto  quiera  que  el 
Clavero,  é  muchos  de  los  Comendadores  por  eston- 
ces estuvieron  alterados  é  desobedientes,  al  fin  ovie- 
ron de  venir  á  darle  la  obediencia ;  porque  á  la  ver- 
dad la  Condesa,  oomo  era  varonil,  por  pura  fuerza 
de  armas  ganó  la  villa  de  Alcántara  é  otros  muchos 
lugares  del  Maestradgo ;  por  manera  que  unoé  Co- 
mendadores por  amor,  y  otros  por  fuerza,  y  otros 
por  miedo,  vinieron  á  obedecer  á  su  hijo  por  Maes- 
tre^ y  quedó  pacificamente  con  el  Maestradgo. 


Como  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  á  cabsa  de 
su  larga  enfermedad,  no  se  atrevía  á  venir  á  Segó- 
via  por  el  largo  camino  é  asperidad  de  los  puertos, 
acordó  el  Rey  de  pasar  á  Madrid  porque  estaría  mas 
cercano  del,  para  la  consultación  de  los  negocios 
que  de  contino  ocurrían;  donde  venido,  reposó.  E 
pasados  algunos  dias,  el  Conde  de  Armefiaqne  se 
vino  huyendo  á  se  poner  debazo  de  su  amparo,  por- 
que el  Rey  de  Francia  lo  quiso  prender  é  le  toma- 
ba toda  la  tierra ;  no  porque  le  avia  fecho  traycion 
alguna,  salvo  que  sin  su  licencia  é  mandado  se  avia 
casado  con  la  hija  del  Conde  de  Fox ,  Príncipe  de 
Navarra.  E  asi  venido,  el  Rey  le  mandó  hacer  hon- 
rado rescebimiento ,  é  fué  muy  bien  aposentado ,  é 
estuvo  allf  por  algún  tiempo ,  hasta  que  el  Rey  de 
Francia  lo  envió  á  llamar  á  trato  del  Cardonal  Atra- 
batensis.  El  qual  sobre  grandes  seguridades  que  le 
dio  por  parte  del  Rey  de  Francia ,  é  partida  con  él 
la  Hostia  del  Corpus  ChrisU,  lo  mataron  á  puff ala- 
das muy  crudamente;  pero  al  Cardenal  que  tan 
grand  insulto  consintió,  no  le  dezó  Dios  sin  pena, 
quo  después  se  quemó  de  fuego  salvage  sin  reme- 
dio alguno  ni  cura  que  le  pudiese  prestar  sanidad; 
é  asi  murió  mas  desesperado  que  con  devoción, 
aunque  tardó  algún  tiempo.  Después  que  él  Maes- 
tre de  Sanctiago  se  sintió  mas  convalescido,  aun- 
que avia  quedado  quartanario,  hfzose  traer  en  an- 
das á  Madrid,  donde  el  Rey  en  persona  con  los  per- 
lados, é  caballeros  de  su  Corte,  lo  salió  á  resoebir 
oon  mayor  solenidad  que  si  fuera  otro  alguno  su 
ig^al.  I O  singular  é  maravillosa  grandeza  de  Dios, 
alto,  poderoso,  infinito  I  iquán  altos  son  tus  miste- 
ríos  I  tquán  oscuros  tus  juicios  I  ¡qnán  profundos 
tus  secretos!  Al  que  fue  desonrador  de  su  Rey ;  al 
que  oon  tantos  vituperios  lo  amenguó ;  al  que  oon 
tantas  deshonestidades  lo  persiguió,  ¿  cómo,  Sefior, 
consientes  y  te  plasoe  que  con  tanta  honra  lo  res- 
dba  su  Rey,  por  él  ofendido,  con  tanta  obediencia 
salga  el  Sefior  á  su  siervo,  y  el  hacedor  á  su  hechu- 
ra ?  Entretanto  que  el  Maestre  convalescia  de  su 
quartana,  siempre  el  Rey  con  toda  su  Corte  estu- 
vieron en  Madrid  hasta  que  fué  libre;  pero  todos 
los  negocios  del  Reyno  se  despachaban  por  su  ma- 
no. En  este  medio  tiempo  que  él  asi  convalescia, ' 
aconteció  que  Luis  de  la  Cerda,  Alcayde  de  Esca- 
lona, al  tiempo  de  las  turbaciones  del  Reyno,  se  re- 
beló oon  la  fortaleza  é  con  la  villa  contra  el.  Rey 
por  la  parte  de  los  tiranos,  y  estuvo  siempre  só 
aquella  rebelión.  E  puesto  que  muerto  el  Príncipe 
Don  Alonso ,  todos  los  Perlados  é  caballeros  vinie- 
ron á  la  obediencia  del  Rey,  él  jamas  quiso  venir, 
temiendo  que  le  quitarían  la  tenencia.  Pero  como 
era  mortal ,  é  avia  de  entrar  por  el  camino  estrecho 
de  la  carne  humana,  adolesdó  de  una  grave  enfer- 
medad, de  que  muríó;  y  estando  asi,  de  que  cooos- 
I  ció  su  muerte,  mandó  á  todos  los  suyos  que  entre- 


196 

gasen  la  fortaleza  ó  la  villa  al  Bey  rin  detenimien- 
to alguno.  Entonces  loe  suyoa  obedeeoiendo  aa  man- 
dado como  bnonoe  seryidorea,  acabado  de  enterrar 
á  BU  aefior,  enviaron  á  decir  al  Eiej  que  vinieae  á 
tomar  su  fortaleza  é  la  villa  de  Escalona,  de  que  el 
Bey  fué  muy  alegre  ó  plaaoentero ,  porque  quería 
aquel  lugar  para  su  deporte  é  recreación  ;  pero  su 
plascer  luego  se  tornó  en  doblado  enojo ;  ca  como 
el  Maestre  Don  Juan  Paobeco  supo  de  la  muerto 
de  Luis  de  la  Oerda,  y  que  los  suyos  querían  entre- 
gar la  viUa  é  fortaleza  al  Bey,  envióle  suplicar  le 
hiciese  merced  della.  E  quanto  quiera  que  el  Bey 
dio  algunas  legítimas  excusaciones  porque  no  la 
debia  dar  ni  agenar,  en  fin  la  importunidad  del 
Maestre  fue  tanta,  que  contra  su  grado  se  la  dio  y 
mandó  dar  y  entregar.  B  porque  aquelloe  que  den- 
tro estaban  dixeron  que  no  la  avian  de  dar  6  otro 
ninguno,  salvo  á  la  persona  del  Bey,  el  Maestre  lo 
hizo  que  fuese  luego  á  mas  andar  á  Escalona,  don- 
de llegado,  fué  rescebido ,  y  asi  la  entregó  al  Al- 
cayde  que  el  Maestre  envió.  En  aqueste  medio 
tiempo  fálleselo  Don  Pedro  Hernández  de  Yelasco, 
Conde  de  Haro,  ó  subcedió  en  el  sefiorio  Don  Pedro 
de  Velasco,  su  hijo  mayor.  Aqueste  Conde  fué  el 
que  en  aquestos  tiempos  se  halló  vivir  é  morir  mas 
catholicamente  como  verdadero  cristiano  é  con  mas 
honrada  fama  de  varón  temeroso  de  Dios  que  nin- 
gún caballero  ni  señor  de  todas  las  Espafias;  por- 
que retraydo  de  la  Corte,  y  de  todas  la  vanidades 
del  mundo  en  una  villa  suya,  que  se  dice  Medina 
de  Pumar,  hizo  un  Monesterío  encerrado  do  mon- 
jas generosas,  donde  puso  tres  hijas  suyas,  é  hizo 
un  hospital  para  doce  hidalgos  que  viviesen  en  po- 
breza, donde  fuesen  sustentados  honrosamente ;  y 
dotó  el  monesterío  y  el  hospital  en  grand  abundan- 
cia; hizo  asimesmo  una  capilla,  i  donde  puso  sus 
antepasados,  y  él  se  enterró.  Y  no  solamente  aques- 
to, mas  antes  que  muriese,  hizo  el  descargo  de  su 
conciencia  en  suma  de  mas  de  quince  quentos,  que 
de  muy  pocos  ó  de  ninguno  se  podría  descir  lo  se- 
mejante. Asi  que  podemos  descir  por  él  que  dexó 
perdurable  memoria  para  certidumbre  de  su  salva- 
ción, é  que  mayor  envidia  deben  de  aver  los  nobles 
de  su  fin  que  do  su  estado  que  dexó.  En  pos  do 
aquesto  subcedió  que  el  Conde  de  Benavente  estan- 
do en  algunas  diferencias  con  el  Conde  de  Lemos 
é  con  el  Vizconde  de  Bazan,  el  Conde  de  Luna,  que- 
riéndolos conformar  é  poner  en  paz,  trató  vistas 
entre  ellos,  para  que  se  juntasen  en  la  villa  de  Vi- 
Ualpando.  Donde  convenidos,  el  Conde  de  Benaven- 
te prendió  al  Vizconde  de  Bazan,  é  preso,  mandó- 
lo llevar  á  la  fortaleza  de  Benavente.  Luego  sin 
dilación  fué  con  grand  gente  é  puso  cerco  sobre 
Matilla,  una  villa  que  era  del  Conde  de  Lemos,  é  la 
tomó.  E  porque  los  antepasados  del  Conde  de  Be- 
navente avian  usurpado ,  é  tenian  injustamente  los 
Barrios  de  Salas,  que  eran  de  la  Iglesia  y  Obispado 
de  Astorga,  á  cuya  cabsa  estaban  puestas  graves 
censuras  contra  todos  ellos,  él  queriendo  ser  obe- 
diente á  la  Iglesia,  se  desapoderó  de  todos  ellos,  y 
los  entregó  á  Don  Qarcia  do  Toledo,  que  por  en- 


CBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  ÓAfirTILLA. 


toncos  era  Obispo  de  Astorga,  y  fué  absuelto  de  la 
descomunión  papal  que  sobre  aquesta  cabsa  estaba 
puesta.  En  aqueste  medio  tiempo  subcedió  que  co- 
mo el  Arzobispo  de  Toledo  se  mostraba  muy  si- 
niestro al  servicio  del  Bey,  y  en  aquello  inaistieae, 
un  Capitán  muy  acepto  al  servicio  del  Bey,  qne  se 
decia  Christobal  Bermudes,  vista  la  poca  obedien- 
cia que  mostraba  contra  el  Bey,  fué  con  la  gente 
de  su  capitanía,  Ó  combatió  la  fortaleza  de  Canales, 
que  es  de!  Arzobispo  de  Toledo,  é  iomóla  por  com- 
bate, de  que  el  Bey  fue  muy  contento,  é  lo  tovo  en 
servicio ;  pero  el '  Arzobispo  ovo  tan  grand  senti- 
miento, quanto  si  otra  mayor  injuria  le  fuera  fecha; 
en  tal  manera,  que  de  allí  se  siguieron  asas  escán- 
dalos é  robos  é  males  de  cada  parte  por  el  Beyno 
de  Toledo.  Pasados  algunos  días  después  qne  el 
Maestre  fué  convalescido,  f  ué^aoordado  entre  el  Bey 
y  él  que  pues  avia  dado  su  palabra  Beal  al  Conde 
de  Plasencia  de  le  facer  equivalencia  por  la  oibdad 
de  Truxitlo,  que  le  hiciese  merced  de  la  villa  de 
Arévalo  con  título  de  Duque ;  é  asi  fecha  la  merced 
é  oonfirmándogela,  lo  hizo  Duque  de  Arévalo,  aun- 
que la  villa  era  de  la  B^na  Dofia  Isabel ,  mnger 
que  fué  del  Bey  Don  Juan  de  gloriosa  memoria, 
padre  del  Bey.  £  porque  al  tiempo  que  los  tiranos 
alzaron  por  Bey  al  Principe  Don  Alonso,  quando  lo 
truxeron  allí,  se  la  empefiaron  por  ciertos  quentoe 
de  moneda,  Ó  la  tenia  en  prendas  de  lo  que  avia 
prestado,  el  Bey  le  hizo  merced  della.  Esto  en 
alguna  manera  paresció  cosa  de  mal  enxemplo,  por- 
que desheredar  á  las  viudas ,  mas  fué  querer  hacer 
fuerza,  que  usar  do  franqueza.  De  lo  qual  la  Prin- 
cesa Dofia  Isabel,  como  hija,  ovo  grand  sentimiento, 
puesto  que  por  estonces  no  lo  pudo  remediar. 

• 

CAPÍTULO  CXLHL 

Gomo  el  Rey  te  partió  de  Utdrid  pan  SegOTia,  é  délas  cosas  qae 

SQbcedieron. 

Después  que  el  Maestre  fué  libre  de  la  quartana, 
fué  acordado  que  el  Bey  se  fuese  á  Segovia,  donde 
páresela  tener  algún  descanso,  asi  por  la  salud  del 
Maestre,  como  porque  él  lo  descuidaba  de  los  nego- 
cios que  subcedian  é  ocurrian ;  por  manera,  que  sin 
empacho  se  pedia  andar  por  los  montes,  y  estar  en 
sus  bosques  á  su  plascer.  Pasados  algunos  dias  des- 
pués que  estaban  en  Segovia,  el  Maestre  entregó  el 
Alcázar  al  Bey,  y  fué  dada  la  tenencia  del  al  Ma^ 
yordouio  Andrea  de  Cabrera.  En  este  medio  tiempo 
vino  allí  el  nuevo  Conde  de  Ilaro  á  hacer  reveren- 
cia al  Bey,  donde  fue  rescebido  con  mucho  amor, 
y  tratado  con  grand  honra,  asi  por  el  Bey  como  por 
los  sefiores  de  la  Corte.  E  como  por  estonces  avia 
grandes  males  de  bandos  é  questiones  en  las  pro- 
vincias de  Guipúzcoa  y  de  Vizcaya,  acordó  el  Bey 
de  enviar  allí  oon  grandes  poderes  de  Virrey  al 
nuevo  Conde  de  Haro,  asi  porque  estaba  muy  ve- 
cino dellos,  como  por  ser  el  mayor  é  mas  poderoso 
de  aquellas  comarcas  y  porque  era  caballero  pru- 
dente é  muy  cuerdo.  El  qual  obedesciendo  lo  que 
asi  le  era  mandado  por  su  Bey ,  fuélo  á  cumplir  y 


DON  ENRIQUE  CUARTO. 


197 


ponerlo  por  obrii,  y  entró  may  poderosamente,  ee- 
gund  qne  para  tal  caso  convonia.  Donde  entrado,  é 
obedeeoido  por  entrambas  provinoias,  fecha  sa  pea- 
qnlsa  con  grand  diligencia,  halló  que  Pedro  de  Aven- 
dafio  ó  Jnan  Alonso  de  Moxica  con  algunos  pa- 
rientes é  Taledores  suyos  eran  cabeza  de  bandos,  á 
cuya  cabsa  se  seguían  muchos  escándalos  é  muer- 
tes y  robos 'é  males  que  de  contino  se  hadan.  B 
así  administrando  justicia,  vistos  los  insultos  que 
por  ellos  se  reoresoian,  mandó  por  su  sentencia  que 
Pedro  de  Arendafio,  é  Juan  Alonso  de  Moxica  sa- 
liesen desterrados  fuera  de  ambas  provincias,  é  no 
tomasen  á  ellas  fasta  que  fuese  la  voluntad  del 
Rey,  é  que  para  tomar  les  fuese  dada  expresa  licen- 
da  de  su  Alteza,  so  pena  de  la  vida,  é  de  perder 
sus  hadendas,  si  lo  oontrario  hiciesen*  E  después 
de  justidados  muchos  ladrones  é  malhechores,  que- 
dó la  tierra  en  grand  paz  é  sosiego,  si  el  diablo  no 
tomara  á  sembrar  su  discordia  y  á  tender  las  redes 
de  BUS  escándalos ,  para  lo  que  después  subcedió, 
segund  que  addante  será  recontado.  El  Maestre 
Don  Juan  Pacheoo  que  tenia  enagenada  la  su  villa 
de  Montalvan  en  poder  del  Ck>nde  de  Alva  desde  la 
batalla  de  Olmedo,  quando  se  la  entregó  en  pren- 
das de  los  vasallos  que  él  y  los  otros  thranos  le 
prometieron,  para  que  rompiendo  su  f ee  tantas  ve- 
oes  dada,  dexase  al  Rey,  é  se  pasase  á  ellos,  traba- 
xaba  oon  el  Oonde,  que  gela  tomase.  Pero  d  Oonde 
nunca  quiso  desapoderarse  de  día,  antes  requería 
al  Maestre  cumpliese  con  él  lo  que  mas  principal- 
mente que  los  otros  le  avia  prometido,  y  que  en  otra 
manera  no  la  entendía  de  dexar.  E  quanto  quier 
que  el  Maestre  traía  sus  rodeos ,  disdendo  no  ser 
obligado  á  cumplir  aquella  promesa,  nunca  el  Oon- 
de de  Alva  quiso  dexar  la  villa.  Estonces  el  Maes- 
ore  acordó  que  el  Oonde  se  viniese  á  ver  coq  él  é 
oon  el  Arzobispo  de  Sevilla  á  Banct  Pablo  de  la  Mo- 
raleja. Donde  convenidos,  and  para  concluir  su  de- 
bate, como  para  dar  algún  medio  de  paz  en  el  Rey- 
no,  el  Almirante  Don  Fadriqüe  les  envió  esta  car- 
ta ngoiente: 

•  Sefiores  amigos,  enemigos  de  Dios  y  de  Oasti- 
lUa :  vosotros  y  nosotros  ¿por  qué  querds  que  de- 
nnos mal  enzemplo  de  todos  los  que  agora  vivimos 
»y  estados  tenemos,  que  para  siempre  perdamos 
»las  almas,  y  en  las  Oorónicas  las  famas ;  que  en 
»  nuestro  tiempo  se  sufra  tal  destradon ,  que  es  peor 
»que  la  de  Don  Rodrigo;  que  por  las  cobdidas  é 
»omedllos  seoretos  y  públicos  sea  destraida  la  mas 
«honrada  fama  de  Rey  é  de  caballeros  que  en  Rey- 
»  nos  de  Ohristianos  solia  é  pudo  aver  ?  Ta  todo  lo 
t  pasado  era  tolerable,  aunque  vergonzoso  é  dafio- 
•  so ;  porque  los  prídoneros  de  las  guerras  se  daban 
«sobre  las  jfoes ,  y  era  toda  la  guerra  entre  parien- 
» tes  é  amigos ;  é  asi  los  oabsadores  como  los  defen- 
» sores  oon  sola  la  lengua  é  conodmiento  unos  á 
tetros  se  soltaban  ;  los  vencidos  ó  presos  é  los  von- 
»  oedores  se  doUan  del  trabajo  de  los  otros.  Mas  ago- 
»  ra  los  enemigos  de  Dios  é  de  nuestra  sancta  Ley 
s  metidos  por  pardales  en  estos  Reynos,  se  glorifl- 
»  oan  ad  vencidos  como  vencedores  en  ver  la  san- 


ftgro  de  los  Ohristianos  derramada,  é  los  hombres, 

•  mugeresy  niftos  captivos ;  los  qnales  dan  vocea 

» ante  Dios  y  el  mundo  por  las  susodiohas  cosas,  é  ' 
ft  por  otras  que  qmero  odiar.  Por  lo  qual  me  pareoe 
»  que  la  vergftenza  de  lo  pasado  y  la  f  ee  de  lo  pre- 
ft  senté  é  por  venir  nos  debrian  de  cerrar  los  corazo- 
ft  nes  á  la  cobdida,  é  abrirlos  á  la  conciencia,  para 
»  que  dexados  nuestros  particulares  provechos,  en- 
%  tendamos  todos  en  el  bien  oomun  y  paz  de  estos 
A  Reynos.  Por  ende ,  Sefiores ,  pues  agora  yo  he  sa- 
A  bido  que  vosotros  todos  tres  tenéis  la  péñola  dd 
»  Rey  nuestro  Sefior  en  vuestras  manos,  é  ahí  vos 
»  juntáis ,  y  estos  muy  esclarecidos  Principes  se  jun- 
»tan  en  Duefias  con  d  muy  reverendo  SeAor  el  Ar- 
« zobispo  de  Toledo  é  oon  otros  Grandes  que  allí 
«seremos,  plégavos  por  solo  el  servido  de  Dios  y. 
n  por  la  honra  de  todos  los  que  agora  vivimos,  de 
1  dar  orden  como  se  dé  un  lugar,  dó  todos  nos  po- 
»  damos  ayuntar ,  para  que  se  dé  entre  todos  td  f  or- 
ama,  que  no  pasen  los  mdes  adelante;  que  harto 
»  es  de  mala  ventura  entre  tantos  debdos  é  parien- 
I  tes  tan  cercanos  no  aver  de  hallar  quien  tenga  esta 
Dsdvaguarda,  pues  que  entre  moros  y  Ohristianos, 

0  personas  de  quien  se  puede  fiar ,  hallarse  suelen. 
1 E  paréceme  que  seria  bien  dar  tal  orden ,  que  es- 

1  tandp  todos  alli  ayuntados,  y  en  manos  del  mejor 
0  clérigo  ó  fraile  que  á  vosotros  paresdede,  é  aver- 
»se  pudiese,  puesto  el  cuerpo  de  Ohristo  delante,  y 
»  él  revestido,  tomase  á  todos  los  que  alli  estuvié-  • 
9  sernos  juramento  que  aquesto  que  seguimos ,  que 

•  creemos  ser  verdad  quanto  á  Dios  é  d  mundo  i\ 
» todo  nuestro  creer  é  saber ,  é  lo  seguiremos  sin 

•  otra  alguna  pasión,  amor  ni  interese.  Para  esta 
»  cónclave  deben  ser  llamados  todos  los  Grandes  del 

9  Reyno  que  quieran  venir,  é  si  esto  no  quisieren  ' 

•  jurar,  juren  de  seguir  lo  que  seguiéremos  los  que 

•  juráremos.  E  porque  ad  oreo  podría  ser  remediado 
»  este  fuego  inf emal  como  en  este  Reyno  está  en- 

•  oendido ,  con  esto  me  descargo  ante  Dios  é  ante 

•  todos  vosotros,  é  vos  pido  por  merced  ésta  mos- 

•  treis  al  Rey  nuestro  Sefior,  porque  vea  y  conozca 

•  nú  deseo.  Al  qual  no  escribo,  porque  sé  que  no 
j^aproveoharia,  como  en  las  otras  cosas  pasadas 

•  hasta  aquí ,  que  vosotros  los  Grandes  é  yo  le  ave* 

•  mes  escripto.  Nuestro  Sefior  vuestras  personas  y 

•  estados  conserve  é  acreciente.  De  la  mi  viUa  de 

•  Valdonebro  á  quatro  de  Noviembre.  El  Almi- 

•  rante.  o 

Ley  da  su  carta ,  no  curaron  de  le  responder  por 
estonces ,  porque  el  Maestre  y  el  Arzobispo  de  Se- 
villa noestaban  de  aquel  propósito  que  el  Almiran* 
te  queria,  mas  eran  de  contraria  opinión,  y  sola- 
mente procuraron  de  se  concordar  con  el  Oonde  <^o 
Alva,  para  lo  que  eran  allí  venidos.  E  como  el 
Maestre  era  tan  astuto,  que  á  todas  las  diferendas 
sabia  dar  remedio ,  sefialadamente  á  las  de  su  inte- 
reso ,  concertó  oon  el  Oondo  do  Alva,  que  pues  él 
tenia  la  cibdad  de  Ooria,  y  el  Maestre  de  Alcántara 
y  el  Oonde  de  Ooria  su  hermano  eran  muertos,  qoo 
él  se  la  haria  dar  é  confirmar  de  juro,  oon  que  le 
haría  dar  título  de  Duque  de  Alva,'  é  Marqués  de 


198 

Oorí*  é  Gonde  del  B«rcO|  oondicionalmente  que  lue- 
go dexase  á  Montalyan  y  i  U  Poente  del  Anobis- 
po.  Lo  qiuü  el  Oonde  de  Alva  aceptó  de  buen  gra- 
do, porque  au  deeeo  era  de  acrocentar  bu  estado,  é 
subir  en  títulos  de  tanta  dignidad  é  honra ,  y  asi  el 
Maestre,  haciendo  liberal  franquesa  de  lo  del  Bey, 
recobró  su  Tilla,  y  envió  las  provisiones  al  Bey 
para  que  las  firmase,  él  qnal,  puesto  que  le  desplu- 
go ,  no  lo  oontradixo ,  antes  luego  las  firmó  é  despa^ 
chó.  Dadas  las  provisiones  al  Oonde  do  Alva,  en- 
tregó á  Montalvan  é  dexó  la  Puente  del  Arzobispo, 
é  de  alli  adelante  se  intituló  Duque  de  Alva  é  Mar- 
qués de  Ooría ,  é  Gonde  del  Barco.  B  despedidos  con 
-mucho  amor,  el  nuevo  Duque  de  Alva  se  volvió  á 
su  tierra ,  y  el  Maestre  y  el  Arsobispo  á  Segovia. 
Donde  llegados ,  vino  al  Bey  el  Licenciado  de  Al- 
calá por  parte  del  Arzobispo  de  Toledo  con  una  car- 
ta de  creencia,  que  descia : 

aLo  que  vos  el  Licenciado  de  Alcalá  aveis  de  des- 
leír de  nuestra  parte  al  Bey  nuestro  Seftor,  es  lo  si- 
sgniente:  Primeramente,  después  de  besadas  sus  Bes- 
óles manos  en  nuestro  nombre ,  diréis  á  su  Altesa 
»que  ya  sabe  los  grandes  escándalos  que  en  estos 
ttBeynos  se  han  levantado  de  siete  aftos  é  esta  parte 
ȇ  cabsa  de  la  subcesion  de  ellos.  E  como  quiera  que 
nías  opiniones  de  los  unos  ó  de  los  otros  en  el  princi- 
iipio  es  de  creer  que  fuesen  fundadas  sobre  justo  zo- 
ilo, bien  se  puede  descir  que  al  medio  ni  al  fin  no 
>han  conseguido,  ni  consiguen  con  el  comienzo,  se- 
Dgun  los  grandísimos  malos  é  dallos ,  é  destruioiones 
nque  se  han  seguido  do  cada  día,  é  so  continúan.  E 
oque  á  su  Merced  es  manifiesto  el  estado'en  que  se  ha 
apuesto  su  Beal  dignidad ,  é  como  estos  sus  Beynos 
»están  en  total  perdición  por  falta  de  justicia,  que 
sen  ellos  no  hay  alguna ,  salvo  aquella  que  la  nece- 
>BÍdad  ha  puesto  y  pone  en  algunos  pueblos,  añu- 
sque pocos ;  y  en  las  otras  partes  parece  que  no  hay 
votio  derecho  salvo  la  fuerza.  Asimismo  ve  su  Alte- 
>za  un  intolerable  dafio  que  se  ha  seguido  é  sigue  de 
sla  moneda,  el  qual  ha  traido  é  trae  tan  g^and  con- 
sfusion ,  que  bastarla  para  destruir  un  Beyno  muy 
»sano,  quanto  mas  uno  tan  quebrantado  como  este, 
iiy  tan  lleno  de  miserias  é  afliciones,  é  tan  mengua- 
ndo de  todas  las  cosas  convenibles  al  sostenimiento 
»de  la  república.  Asimismo,  que  bien  ve  su  Merced 
slas  guerras  particulares  que  al  presente  hay  entre 
SBUS  naturales  en  las  montañas,  en  las  Asturias,  en 
»Qalicia ,  en  Estremadura ,  en  Sevilla,  en  Córdoba  y 
ven  otras  partes  de  menor  calidad ;  en  las  quales  ha 
savido  tanta  efusión  de  sangre,  é  tantos  robos  é  tan- 
ates quemas,  que  si  huviese  seido  en  los  tiempos 
opasados,  sería  dolor  de  lo  oir ,  quanto  mas  de  lo  ver 
>los  que  lo  vemos  por  los  ojos,  veyendo  en  estas  tur- 
obaciones  levantarse  hombres  de  sendas  lanzas ,  é 
j»con  latrocinios  y  robos  llegar  á  tener  ciento  é  dos- 
Ycientas ,  é  sostenellas  con  el  sudor  de  los  misera- 
sbles,  comiendo  sobre  aquellos  los  tales  robadores, 
scomo  sejhiso  en  Francia  en  tiempo  de  sus  devisio- 
snes.  E  diréis  á  su  Seftoría  que  todos  estos  males  en 
salguna  manera  serian  reparables  por  tiempo ,  ex- 
icepto  las  muertes  ¡  porque  si  se  toman  fortalezas  ó 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  OAfifTILLA. 


•villas,  ó  otras  oosas  de  unas  partes  á  otras ,  todo  se 
»queda  en  sus  Beynos,  y  en  poder  de  sus  naturales; 
>empero  las  muertes  que  de  cada  dia  subceden ,  no 
>hay  remedio ;  y  aun  esto  es  mayor  mal,  por  lo  que 
sagora  parece  que  se  comienza,  entrando  los  moros 
yenemigos  de  nuestra  santa  Fé  poderosamente ,  ha- 
»dendo  las  crueldades  é  males  que  se  hacen,  matan- 
ido,  é  quemando  é  destruyendo  sus  tierras;  que 
saquesto  parece  un  mal  irreparable ,  según  la  f  amia 
ssnena  del  esfuerzo  de  este  Bey  de  Granada,  é  la  en- 
otrada  que  agora  hizo  á  dó  ha  muy  grandes  tiempos 
»que  moros  no  llegaron;  é  si  agora  no  se  lee  pone  al- 
sguna  resistencia ,  segund  las  contiendas  que  están 
sen  el  Andalucía,  mucho  se  debe  do  temer  el  perdi- 
imiento  de  aquella  tierra ,  é  aun  mas  adelante  por 
sloe  aparejos  que  parece  que  hay  para  ello,  é  mas  por 
slos  grandes  pecados  de  todos.  Y  diréis  que  como 
>nos  seamos  constituidos  en  esta  dignidad ,  que  es  la 
smayor  de  estos  Beynos,  y  llegados  en  tal  edad,  que 
•por  estas  cosas  somos  mas  obligados  á  procurar  el 
>servicio  de  Dios  y  el  bien  oomun  que  otro  ninguno, 
»ó  instimulados  de  estos  grandísimos  males  é  daftos 
•que  vemos  acrecentar,  é  de  los  que  se  nos  figuran 
sqne  entre  ellos  pueden  venir,  si  nuestro  Seftor  Dios 
sno  lo  remedia,  é  nosotros  todos  no  lo  remediamos 
>é  no  nos  ayudamos  mejor  que  fasta  aqui,  acorda- 
smos  de  vos  enviar  á  su  Altesa  por  descargo  nuestro 
»á  le  suplicar  é  requerir  con  Dios  nuestro  Seftor,  que 
»pues  se  muestra  todo  esto  resultar  del  debate  do 
>esta  subcesion  (porque  durante  esto,  no  parece  que 
su  Seftoría  puede  asi  remediarlo,  porque  lo  que  una 
»parte  dice,  la  otra  lo  niega);  que  á  su  Beal  Seftoría 
splega  por  servicio  de  Dios,  é  por  facer  bien  é  mer- 
eced á  estos  Beynos  suyos ,  é  por  el  bien  universal 
»de  aquellos  que  en  esto  se  entienda.  E  diréis  que  el 
»parescer  nuestro  queremos  desoír  asi  como  uno  de 
>los  principales  de  sus  Beynos  según  somos  obliga- 
»dos,  BÓ  pena  de  caer  en  malcaso;  el  qual  seria,  ásu 
>Seftoria  plasciendo,  que  se  toviese  esta  forma :  que 
•su  Alteza  permitiese  é  mandase  que  nos  ayuntase- 
>mo8  en  alguna  parte  convenible  los  Perlados  é  Gran- 
ados de  sus  Beynos ,  en  especial  los  que  sean  mas 
^cercanos ,  para  prestamente  se  poder  juntar,  y  que 
oá  mi  ver  podríamos  ser  estos  que  se  siguen :  De  los 
•caballeros:  el  Maestre  de  Sanotiago,  el  Duque  de 
•Arévalo,  el  Marqués  de  Santillana,  el  Duque  de  Al- 
•burquerque ,  y  el  Gonde  de  Uaro,  y  él  Duque  de 
•Alva ,  y  el  Gonde  de  Benavente ,  y  el  Gonde  de  Tre- 
>vifto  y  el  Almirante.  De  los  Perlados:  Micer  Biano- 
•rio.  Nuncio  Apostólico,  el  Ansobispo  de  Sevilla,  el 
•Obispo  de  SigQenza ,  el  de  Burgos ,  el  de  Gória  y 
>nos,  é  otros  algunos ,  si  para  esto  pudiesen  oonve- 
•nir,  como  dicho  es;  por  manera  que  fuésemos  en 
•número  nones.  E  para  este  ayuntamiento,  por  las 
•diferencias  que  hay  entre  algunos  de  éstos,  oviese 
•algunas  seguridades  entre  nosotros,  para  nos  guar- 
»dar  durante  aquel.  B  juntos  jurásemos  en  el  sepul- 
»cro  de  Sanct  Vicente  de  Avila  sobre  la  Hostia  con- 
•sagrada  en  manos  de  un  Preste  de  dar  aquel  medio 
•en  aqueste  fecho  qual  nos  pareciese  ser  cumplidero 
•al  servicio  de  Dios  é  suyo,  y  á la  paz,  é  sosiego  é 


DON  BNRIQUB  OUABTO. 
•buena  gobemaoion  de  estos  sos  Reynos  é  selioríos, 
>é  sosteoitnieiito  de  su  esUdo  Real;  ea  grand  Ter- 
igftenza  é  dafio  es  de  todos  sos  naturales  que  siendo 
sel  naestro  Sefior  é  Rey,  tenga  las  necesidades  ó  po- 
ico poder  é  desabtoiizamiento  que  su  Meroed  tiene; 
»que  los  oeptrcs  Reales  acompallados  quieren  ser  de 
omoderadas  riqnesas  é  poderío,  con  que  puedan  sa- 
stísfaoer  los  servidos,  é  castígar  los  maleficios.  E 
lasimismo  para  dar  orden  en  todos  los  otros  daftos 
Mobrediohos,  é  príncipalmento  en  lo  de  la  moneda, 
>7  en  lo  de  la  resistenda  de  los  Moros  enemigos  de 
muestra  santa  Fé ;  que  grand  oprobio  debe  ser  7  es 
ȇ  la  noblesa  castollana  que  los  comarcanos  pasen 
slos  msres  á  conquistar  tan  grand  muchedumbre  de 
imoros,  7  que  setos  pocos  que  tenemos  aquende  del 
»agna  no  solamente  se  nos  defiendan,  mas  nos  en- 
stren  á  tomar  la  tierra.  E  que  dsstos,  que  ansí  nos 
sjuntáremos,  se  conformen  lo  menos  con  la  detor- 
sminacion  de  los  mas ,  7  que  á  su  Altesa  plega  de 
vestar  al  consejo  de  estos.  E  nos  procuraremos  que 
>asi  mssmo  hagan  los  Seffores  Príndpee;  7  placerá 
ȇ  nuestro  Sefior ,  que  usando  de  su  acostumbrada 
imisericordia,  alumbrará  á  todos,  para  que  hallemos 
sentero  saneamiento  para  agora  é  para  de  aquí  ade- 
»lante ;  que  7a  se  hall6  en  otros  tiempos  por  permi- 
vsion  de  Dios  en  otros  tan  grandes  debates;  el  qual 
»no  tiene  agora  menos  poder  que  solía ,  si  nosotros 
»áél  nos  encomendásemos.  Y  quando  entero  sanea- 
umiento  no  se  hallase,  no  podría  ser  que  algún  mo- 
ldo no  se  diese  porque  en  la  vida  su7a  dorante  no 
loviese  sobre  que  debatir,  7  el  debate  se  suspendió- 
»se ,  7  los  Resmos  se  padflcasen  7  gobernasen ,  por 
imanara  que  Dios  fuese  serrido,  7  su  Sefioría  tenido 
16  acatado  como  es  raaon,  é  los  enemigos  de  nuee- 
itra  sante  Fé  resistidos  7  aun  molestados.  Por  tanto 
idiréis  que  una  7  muchas  yeces  amonestamos  é  tor- 
mamos  á  suplicar  á  su  Altesa  que  quiera  Tolver  los 
lojos  de  la  discredon  que  Dios  le  di6,  sobre  estos 
iRe7nos  que  le  encomendó,  é  poner  alguna  meled- 
sna  sobre  tan  grandes  llagas  como  en  ellos  ha7. 
iPara  todo  lo  qual  podréis  de  nuestra  parte  certificar 
»á  su  Real  Sefioría  que  hallará  toda  nuestra  persona 
lé  cssa  dispuesto,  7  que  ninguna  cosa  que  á  nos  sea 
ipodble  de  hacer,  nos  será  graTo.  B  que  de  esto,  que 
.  icon  Terdadero  selo  dd  bien  común  7  de  toda  pa- 
ssion  é  interese  particular  despojados  suplicamos  é 
saoonsejamos  á  su  Real  Sefioría,  como  somos  obll* 
igados  segün  las  le7es,  hacemos  testigos  á  nuestro 
iSefior  Dios  en  los  cielos,  é  á  su  Sefioría  é  á  todos 
líos  que  lo  supieren  en  la  tierra,  para  descargo  de 
muestra  condenda  é  honra  de  la  flaldad  que  le  de- 
abemos.»  Viste  esta  creienda  é  leida  por  el  Rey,  res- 
pondió al  Licenciado,  é  díxole :  tDeoid  al  Anobispo 
ique  70  le  agradesco  su  buena  voluntad,  é  que  plas- 
iciendo  á  Dios ,  en  todo  lo  que  él  envia  á  desoír  por 
»su  creenda ,  se  dará  presto  tel  modo  7  orden  qual 
lél  Terá.1  Aquesto  desda  el  Re7,  porque  7a  espera- 
ba el  embazador  de  Frauda. 


199 


OAPÍTÜLO  OXLIV. 


Oe  como  ei  Prfadpe  de  Ang ob  y  U  SeSora  Prin«eta  Dolía  Isa. 
M,  siBtteado  ia  noveéaé  qna  qserit  hacer  el  Ref ,  le  escribie- 
ron la  carta  slfiiente. 


El  Príncipe  Don  Femando, 7  la  Princesa  Dofii 
Isabd,  ▼e7endo  que  siempre  el  Re7  mostraba  eno- 
jo contra  ellos,  aunque  honestemento  lo  disimula- 
ban, é  que  ninguna  respuesto  por  esoripto  les  daba 
las  otrss  Teces  que  le  avian  esoripto  7  enriado  su 
embaxada,  ñutiendo  el  desposorio  que  quería  ha- 
cer de  la  hija  con  el  Duque  de  Quiana  é  tomarla  á 
hacer  heredera  si  le  aproveohára ,  acordaron  de  le 
escribir  otraoarte  en  la  forma  siguiento : 
aMu7  alto,  é  mu7  poderoso  Príncipe,  Re7  é  Se- 
fior. Ta  Tuestra  Sefioría  sabe  como  en  d  mes  de 
Octubre  dd  afio  pasado  ovimos  enviado  á  vuestra 
Alteza  nuestras  cartas  con  Mosen  Pero  Vaca  é  Die- 
go de  Ribera  é  Luis  de  Atiensa  con  cierta  creen- 
da por  esoripto.  La  qual  en  efecto  contonia :  pri- 
meramente facer  saber  á  vuestra  merced  el  cesa- 
miento nuestro,  é  la  razonable  cabsa  porque  para 
ello  no  se  avia  atendido  el  mandado,  consejo  é 
consentimiento  de  vuestra  Real  Sefioría;  é des- 
pués de  aquesto  certificado ,  avene  aquello  fecho 
con  puro  respecto  del   servido  vuestro,  é  no 
con  otro  fin  que  á  aqud  fuese  contrario ,  é  pidien- 
do por  merced  á  vuestra  Altesa,  que  d  por  esto  se 
aver  fecho  ansí,  oviese  ávido  algund  desgrado, 
quisiese,  por  nos  facer  merced,  de  postpondlo ;  su- 
plicándole que  nos  rescebiese  por  verdaderos  hijos 
é  servidores,  ofreciéndole  nuestra  obediencia  7 
servicio  lo  mas  acatada  é  humildemente  que  pu- 
dimos con  of  redmiento  de  sufidentes  é  determi- 
nadas seguridades,  para  lo  demostrar  por  obra,  se- 
gund  que  mas  por  estenso  en  la  dicha  creencia  se 
contenía.  Aquesto  embazada  vuestra  Real  Sefioría 
resoebió  é  076  mu7  gradosamente,  é  nos  respon- 
dió que  como  viniesen  á  vuestra  Oorto  algunos 
Ghrandes  destos  vuestros  Re7nos  que  esperaba, 
que  estonces  entonderia  en  dio  é  nos  respondería. 
La  qual  respuesta,  mu7  poderoso  Sefior,  de  día  en 
día  avernos  atendido  con  la  pas  é  sodego  é  obe- 
diencia que  vuestra  merced  ha  visto.  B  aun  en  es- 
to comedio  aprobando  por  la  obra ,  avemos  dado 
orden,  rogando  á  esta  vuestra  mu7  noble  villa  de 
Valladolid  é  á  las  otras  oibdades  7  villas  7  tierras 
que  no  estaban  á  vuestra  obediencia,  que  en  ella 
se  pongan ;  é  d  otra  cosa  nos  quedase  de  facer, 
para  mostrar  el  amor ,  é  fidelidad  é  deseo  que  te- 
nemos á  vuestro  servido,  prestos  estamos,  para  lo 
B  cumplir.  B,  niu7  ezcdento  Sefior,  7a  pasados  son 
cerca  de  quatro  meses  que  vuestra  Sefioría  no  nos 
ha  respondido,  é  agora  por  muchas  partes  avemos 
sido  avisados  que  en  lugar  de  aceptar  nuestra  su- 
plicación justa,  por  algunos  rodeos  é  maneras  mu7 
poco  cumplideras  á  vuestro  servido,  é  á  la  pas  é 
sodego  de  vuestros  Rotscs,  se  procuran  de  metor 
gentes  estrangeras  á  esta  vuestra  nadon  mu7  odio- 
sas, é  faoen  otros  movimientos  contra  nosotros,  é 


200 


OBÓNIGAS  DB  LOB  RETES  DE  OASTILLáu 


•  oonira  la  derecha  é  legítima  saboedon  i  noa  per- 
•tenesoiente.  Lo  qaal  yuestra  Alteaa  de  sa  libre 
•Tolantad,  asando  de  rason  ó  jostioia,  i  mi  la  Prin- 
»  oeea  en  pública  plasa,  estando  en  TneBtro  poder,  en 
»las  ventas  de  Guisando  en  presencia  del  Delegado 
•de  nuestro  mny  Sancto  Padre,  é  con  su  abtoridad, 
%  aquello  mesmo  biso  jurar  i  los  muy  Beverendos 
»  en  Ghristo  Padres,  Arsobispos  de  Toledo  é  de  Se- 
%  villa,  7  al  Maestre  de  Sanctiago,  y  donde  de  Pla- 
«sencia,  ó  Obispo  de  Burgos,  é  de  Coria,  é  de  otros 
»  Duques  ó  Condes  que  á  la  saaon  allí  se  juntaron.  E 
ft  después  en  la  villa  de  Ocafia  por  mandamiento  de 
» vuestra  Seftoria,  é  otros  muchos  Perlados  ó  Pro- 
1  curadores  de  las  cibdades  é  villas  de  estos  vues- 

•  tros  Reynos  lo  juraron,  segnnd  que  vuestra  Sefto- 

•  ría  bien  sabe,  é  á  todos  es  notorio.  B,  mny  ex- 

•  célente  Beftor,  porque  nosotros  todavía  estamos  ó 
ipennanescemoe  en  él  deseo  que  vos  enviamos  á 
•desdr  que  tenemos  de  vos  servir,  acatar  y  obedes- 
1  cer  como  á  Bey  ó  Beftor  é  Padre  verdadero,  de  lo 

'  squal  queremos  dar  cuenta  á  Dios  nuestro  Sefior  en 

•  los  cielos,  que  es  el  verdadero  sabidor  de  las  in- 
•tenciones  publicase  secretas,  éá  vuestros  natura- 
viesen  la  tierra,  y  aun  á  los  estrafios,  acordamos  de 

•  escribir  esta  presente  carta  i  vuestra  Merced ;  á 

•  la  qual  por  ella  con  reverencia  de  hijos  y  servido* 

•  res  suplicamos  quiera  acebtar  la  nuestra  primera 

•  justa  suplicación;  é  acobtando  aquella,  rosciba 

•  nuestra  obediencia  6  servicio ;  ó  postponiondo  todos 
•los  otros  enojos  é  desgrados  por  servicio  de  Dios 

•  nuestro  Seftor,  é  por  la  pacificación  de  estos  vues- 

•  tros  Reynos  é  sefioríos,  é  por  hacer  merced  á  noe- 
f  otros,  cuya  voluntad  nunca  f  uó  ni  será,  á  vuestra 

•  Seftoria  plasdendo,  de  vos  enojar,  ni  deservir.  B 

•  si  por  ventura,  muy  excelente  Seftor,  á  vuestra  Al- 
•tesa  no  le  placerá  hacer  esto,  asi  graciosamente 
•como  lo  pedimos,  suplicámosle  lo  que  de  justicia 

•  no  nos  puede  denegar;  es  á  saber,  que  antes  que 

•  los  tales  rigores  se  comiencen ,  loe  quales  serán 

•  malos  de  atajar  después  de  comenzados,  y  de  ellos 

•  se  podrían  seguir  grandes  ofensas  á  Dios,  y  da- 
•ftos  irreparables  de  estos  vuestros  Reynos,  y  aún 
•oreemos  que  se  extenderían  á  muy  grand  parte  de 
•laChrístiandad,  que  á  vuestra  merced  plega  do 
•nos  oir  é  mandar  guardar  nuestra  justicia,  en  os- 
•ta  manera :  que  vuestra  Alteea  venga  en  plascerlo 
•que  á  quatro  grandes  de  vuestros  Reynos,  que  á 
•las  partes  sean  fieles,  sea  entregada  una  villa  con 
•las  solenidades  que  se  requieren  para  en  tal  caso, 
•á  dó  á  BU  salvaguarda  vuestra  Alteaa,  é  los  per- 

•  lados  é  grandes  de  vuestros  Reynos  puedan  venir, 
•á  los  quales  vuestra  merced  mande  llamar ;  é  asi- 

•  mismo  nosotros  y  aquellos  que  nos  siguen  poda- 
•mos  ir ;  y  allí  vuestra  Sefioría  mande  llegar  los 

•  Procuradores  de  las  cibdades  ó  villas,  ó  los  prín- 

•  cipales  Religiosos  en  vida  y  en  letras  de  todas 

•  las  Ordenes  de  vuestros  Rejmos,  los  quales  oygan 

•  lo  que  vuestra  merced  les  querrá  desoír,  ó  asimis- 

•  mo  lo  que  nosotros  diremos,  é  quiera  estar  á  la 
•determinaoion  de  ellos,  6  de  la  mayor  parte  de  ellos 
•sobre  solene  juramento  que  hagan  de  determinar 


lo  que  les  pareciere  mas  justo.  A  la  qual  determi- 
naoion nosotros  por  servicio  de  Dios  é  vuestro,  é 
por  evitar  grandísimos  males  oomo  de  la  rotura, 
si  se  comensase,  se  podríip  seguir,  desde  agora 
nos  ofrecemos,  é  proferímos  de  estar  obedientei^ 
sin  poner  á  ello  ninguna  oontradioion.  E  porque 
pocas  veces  los  muchos  se  acordaron  en  una  oosa, 
si  entre  en  los  susodichos  oviere  alguna  diferen- 
cia en  la  determinación ,  á  vuestra  Altesa  pías* 
ciendo,  plasoerá  á  nosotros  que  quatro  religiosos 
ó  mayores  perlados  de  las  Ordenes  de*  Sancto  Do- 
mingo, y  Sanct  Francisco,  y  Sanct  Gerónimo,  é 
de  la  Oartuxa  en  estos  vuestros  Rejmos  entiendan 
en  las  tales  diferencias ,  é  las  i^jen  como  en  sus 
conciencias  vieren  y  entendieren  ser  mas  cumpli- 
dero al  servicio  de  Dios,  y  á  la  pas  universal  de 
estos  vuestros  Reynos ;  á  la  determinación  de  los 
quales  asimismo  ayamos  de  estar  só  cargo  del  di- 
cho juramento  que  prímero  hagan.  Por  ende,  muy 
poderoso  Seftor,  pues  tan  llanamente  nos  ofrece- 
mos, ó  nos  sometemos  al  juicio  y  justicia  de  vues- 
tros naturales,  suplicamos  á  vuestra  Real  Seftoria^ 
6  si  menester  es,  le  requerimos  con  aquel  Dios  po-. 
deroso  que  suele  ser  y  es  justo  jues  entre  los  em- 
peradores, ó  reyes  ó  grandes  seftores,  que  no  nos 
quiera  negar  aquesto  que  le  suplicamos,  y  que  al 
menor  de  vuestros  Reynos  negar  no  se  puede  ni 
debe.  Lo  qual  una  ó  muclias  voces  tornamos  á  su- 
plicar ó  requerir  á  vuestra  Seftoria  con  quanta  ins- 
tancia podemos,  ó  reverencia  debemos.  IjO  qual 
entendemos  publicar  en  vuestros  Reynos  é  fuera 
de  ellos  ;  porque  si  esto  asi  no  se  resoibiere,  y  en 
la  defensa  de  nuestra  justicia  hiciéremos  aquello 
que  á  todos  es  permitido  por  los  derechos  divinos 
ó  humanos ,  seamos  sin  cargo  quanto  á  Dios  é 
qnanto  al  mundo.  B  de  esto  suplicamos  á  vuestra 
Seftoria  ayamos  luego  la  determinada  voluntad  ó 
respuesta,  o 

Rescebida  esta  carta  é  loida  por  el  Rey,  oomo  ya 
estaba  determinado  de  poner  en  obra  lo  que  des- 
pués se  hizo  contra  la  Princesa  su  hermana,  aunque 
aprovechó  poco ,  segund  lo  que  dispuso  la  divinal 
Providencia  en  favor  de  ella ,  quando  los  días  del 
Rey  fueron  cumplidos,  ó  pasó  de  esta  vida»  res- 
pondió mas  tibiamente  que  las  otras  veces,  dis- 
ciendo  que  lo  voria  con  los  de  su  Consejo,  y  les  man- 
darla responder. 

CAPÍTULO  CXLV. 


Como  el  Rey  cod  toda  sh  Corte  te  fu¿  A  H ediae  del  Campo,  ¿  alli 
fino  la  embalada  de  Fnncla  aobre  el  easamlenlo  de  aa  hija,  é 
de  lo  qoe  aibcedid  por  el  Reyno.  * 

Pasados  algunos  días  que  el  Rey  estuvo  en  Segó- 
via,  mas  á  su  grado  que  á  provecho  del  Reyno,  su- 
po como  venia  la  embazada  do  Francia;  é  fué  acor- 
dado que  él  fuese  á  Medina  dol  Campo  á  recebilla, 
porque  traya  la  conclusión  del  casamiento  del  Du- 
que de  Quiana  para  su  hija.  B  asi  acordado,  mandó 
que  toda  la  gente  de  la  Corte  se  fuesen  derecha- 
mente á  aposentar  en  Medina  del  Campo ,  y  el  Rey 


DON  ENRIQUE  CUARTO.  201 

con  el  Maestre  de  Sancliago  y  el  Obispo  de  Siguen-  I  Ponce  de  León,  hermano  bastardo  del  Conde  de 
Ba  se  faeron  á  la  villa  de  Coca  i  holgar  con  el  Ar-  Aróos  Don  Rodrigo  Ponce,  oomo  capitán  de  la  Con- 
sobispo  de  Sevilla,  donde  estuvieron  seis  dias,  res-      desa  de  Medellin,  llevaba  dos  hijas  soyas  dende 


dbiendo  fiestas ;  6  dende  allí  se  faeron  á  Medina,  é 
oon  ellos  el  Arzobispo  de  Sevilla.  Donde  llegados, 
vinieron  machos  de  los  grandes  del  Reyno ,  asi  per- 
lados como  caballeros.  Verdad  es  que  todos  ellos  es-, 
taban  ganosos  de  pas  é  sosiego,  aanqae  desconten- 
tos del  Maestre  de  Santiago,  porque  velan  qaan  so- 
jnsgado  tenia  al  Rey  oon  poca  honra ;  poro  los  mas 
de  ellos  estaban  aficionados  á  la  Princesa  Dofia 
Isabel,  é  no  sin  cabsá ;  ca  bien  sabian  el  deshonesto 
vivir  de  la  Reyna  Dofia  Jnana,  por  donde  sospechan- 
do, afirmaban  qae  aquella  hija  mas  fuese  agena 
que  del  Rey.  Estando  el  Rey  asi  en  Medina  del 
Campo  aoompafiado  de  muchos  perlados  é  caballe- 
ros llegó  la  embazada  de  Francia ,  en  que  venian 
personas  sdialadas,  conviene  á  sabor :  cí  Cardenal 
Atrabatensis  y  el  Seftor  de  Torsi  en  nombre  del 
Rey ;  y  el  Conde  de  Bolonia  y  el  Sefior  de  Mani- 
oomi  por  parte  del  Duque  de  Galana  oon  grandes 
poderes  suyos,  para  desposarse  en  su  nombre  con  lá 
hija  del  Rey.  Aquesta  embazada  fué  resoebida  muy 
honradamente,  asi  por  los  sefiores  de  la  Corte  que 
salieron  á  la  rescebir  al  camino ,  oomo  por  el  Rey, 
quando  le  entraron  á  facer  reverenoia,  que  con  mu- 
cho amor  les  habló,  mostrando  grand  plasoer  con 
BU  venida.  Y  asi  rescebidos  y  aposentados ,  dende 
á  tres  dias  el  Cardenal  é  los  otros  embazadores  vi- 
nieron al  palacio  del  Rey  ,  é  entrados  en  una  sala 
ante  su  Real  presencia,  estando  presentes  los  per- 
lados é  oaballeros  de  su  Corte,  el  Cardenal  propuso, 
dlsoiendo  que  oomo  el  Rey  de  Francia  toviese  mu- 
cho amor  con  él,  y  lo  quisiese  como  á  hermano, 
confederado  é  aliado,  queriendo  que  aquella  her- 
mandad fuese  mas  firme  é  durable,  enviaba  á  él  é  á 
los  otros  cabaUeros  que  con  él  venian  á  su  Alteza, 
para  contratar  con  su  Alteza  el  casamiento  del  Du- 
que de  Guiana  su  hermano  con  la  sefiora  Dofia  Jua- 
na su  hija ;  é  aquí  disparó  algunas  palabras  contra 
la  Princesa  Dofta  Isabel,  tales,  que  por  su  desmensu- 
ra, son  mas  dignas  de  silencio  que  de  escriptura ;  é 
asi  concluyendo,  dizo  que  pues  el  Rey  de  Francia 
enviaba  á  él  y  aquellos  caballeros  que  oon  él  ve- 
nian sobre  aquel  negocio  de  parte  de  su  Rey ,  ro- 
gaban á  su  Real  Magostad  lo  quisiese  aceptar,  é 
aceptado,  les  mandase  dar  personas  fiables  á  su  ser- 
vicio, para  lo  concluir  y  negociar.  Oyda  su  habla, 
el  Rey  con  mucha  graciosidad  le  respondió,  que 
avia  mucho  plasoer  de  la  demanda  que  traian ;  por- 
que aquello  era  lo  que  le. agradaba ;  por  tanto,  que 
desde  allí  nombraba  é  deputaba  el  Maestre  de 
Banotiago,  é  al  Arzobispo  de  Sevilla  é  al  Obispo 
de  Siguenza,  para  que  lo  contratasen  é  concluye- 
sen. B  asi  dada  la  respuesta,  el  Cardenal  é  los  otros 
Embazadores  se  tomaron  á  sus  aposentamientos  ;  é 
desde  alH  los  Diputados  por  el  Rey  comenzaron  i 
platicar  é  dar  orden  en  la  negociación  á  ellos  enco- 
mendada, yendo  de  contino  á  hablar  con  el  Carde- 
naL  Entretanto  que  así  estas  cosas  pendían  ése  con- 
oertaban,  aoaesció  en  Estremadura  que  Don  Alonso 


Toledo,  donde  se  las  avia  entregado  el  Conde  de 
CSfuentes  con  hasta  ciento  é  oinquenta  de  á  caballo, 
ó  con  él  otro  capitán  del  Maestre  de  Alcántara,  que 
se  llamaba  Pedro  de  Grijalva.  T  oomo  el  Maestre 
de  Alcántara,  antes  que  fuese  destruydo,  avia  pre- 
so al  Comendador  de  Lares,  pardal  é  grande  amigo 
de  la  sefiora  de  Benalcazar,  que  se  desoía  Dofia  El- 
vira de  Zúfiiga,  é  la  Condesa  de  Medellin  toviese 
presos  á  Nufio  Mezia,  é  otros  caballeros,  los  quales 
eran  parientes  de  los  Chaves,  é  de  otros  oabidleros. 
hidalgos  de  Truzillo,  quando  Dofia  Elvira  é  los 
otros  de  Truzillo  sopieron  como  aquellos  dos  capi- 
tanes traian  aquellas  doncellas,  é  se  iban  á  Guada- 
lupe con  ellas,  allegaron  presto  grand  copia  de.  gen- 
te, asi  de  á  caballo  oomo  peones ,  é  dando  cargo  de- 
la  Capitanía  general  sobre  todas  á  Don  Francisco 
de  Zúfiiga,  hermano  de  Dofia  Elvira,  vinieron  so- 
bre ellos  de  salto,  en  tal  manera,  que  no  solamente 
los  hicieron  acoger  á  la  villa ,  é  de  allí,  herido  Pe- 
dro de  Grijalva ,  ir  huyendo ,  ó  puestos  en  venci- 
miento, se  retruzeron  todos  á  la  iglesia  del  Mones- 
torio  no  solamente  ellos,  mas  con  todas  sus  besUas, 
y  f  ardage  que  llevaban :  en  tal  manera,  que  la  igle- 
sia por  estonces  fué  mas  establo  que  lugar  sagrado; 
é  á  las  doncellas  oon  las  duefias  que  las  aoompafia- 
ban,  metieron  los  frayles  en  la  claustra  del  Monee- 
torio  en  una  capilla  porque  allí  estuviesen  mas  ho- 
nestamente. Estonces  Don  Francisco  y  un  caballe- 
ro de  los  mas  principales  de  Truzillo,  que  so  llama- 
ba Nufio  de  Chaves,  acordaron  de  cercar  el  Mones- 
terio  y  la  iglesia  con  muchas  guardas  por  todas 
partes,  y  quanto  quier  que  los  cercados  que  asi  es- 
taban dentro,  sintieron  pena,  no  fué  mucha,  por- 
que los  frayles  los  provman  de  comer  á  ellos  é  á  sus 
bestias.  Pero  oomo  los  cercadores  vieron  é  conos- 
cieron  aquello,  comenzaron  de  estrechar  el  Monee- 
terio ,  quitándoles  el  agua  é  las  otras  provisiones 
que  les  venian  y  eran  necesarias  para  su  manteni- 
miento :  en  tal  manera,  que  también  los  religiosos 
oomo  los  cercados  estaban  en  asaz  trabajo.  Visio 
aquesto  por  el  prior  é  frayles,  enviaron  á  grand 
priesa  dos  religiosos  al  Rey,  suplicándole  como  á 
protector  suyo,  los  mandase  socorrer  y  enviar  ro-' 
medio.  Oída  su  petición  por  el  Rey ,  é  avisado  por 
los  frayles  del  estrecho  en  que  estaban  ellos  y  el 
Monesterio,  el  Rey  ovo  mucho  enojo ,  é  mandó  á 
mí  oomo  á  persona  del  su  Consejo,  que  fuese  lu^o 
allá  á  mas  andar  con  grandes  poderos,  para  que  en 
qualquiera  manera  que  yo  mejor  pudiese,  hiciese  le- 
vantar el  cerco,  de  tal  guisa,  que  el  Monesterio 
quedase  sin  opresión  alguna ;  lo  qual  puse  luego 
por  obra,  é  me  partí  con  los  religiosos  que  avian 
venido.  E  como  llegué  á  la  viUa,  visto  el  oerco  que 
asi  estaba  de  gente  armada  en  tomo  de  la  iglesia, 
mándeles  de  parte  del  Rey  só  graves  penas,  por  vir- 
tud de  los  poderes  que  llevaba,  que  se  arredrasen 
bien  afuera  de  la  iglesia,  los  quales  obededéndome, 
se  apartaron.  Esto  asi  fecho,  vino  é  mí  Don  Fran- 


ORÓNIOAS  DE  LOS  BETE8  DE  OAOTILLA. 


oMoo  de  Zúftiga,  é  mostróme  una  ooDtrataoion  que 
tenia  fecha  con  Pedro  de  Qrijalva,  que  fué  allí  he- 
rido á  la  entrada  del  lugar ;  en  la  qnal  avia  jurado 
ó  firmado  que  ai  dentro  de  ciortoa  días  no  le  viniese 
socorro,  so  darla  á  prisión,  y  que  ya  el  dia  sefiala- 
do  del  socorro  era  pasado,  é  que  ninguno  era  veni- 
do á  le  ayudar  ni  socorrer  ;  que  me  rogaba  é  reque- 
ría que  lo  hioioso  cumplir  la  fó  é  palabra  que  ól 
avia  jurado  é  prometido.  Lo  qual  visto  ó  leido  ,  fui 
A  ól  donde  estaba  herido,  y  hablando  con  ól  larga- 
mente, le  hice  cumplir  su  promesa  ;  é  asi  salió,  y  se 
puso  en  poder  de  Don  Francisco  de  Zúfiiga  con 
ciertas  seguridades  que  le  hice  prometer,  y  le  fue- 
ron guardadas.  Pero  entretanto  que  aquesto  pen- 
día, yo  escribí  secretamente  á  la  Condesa  de  Mede- 
Uin,  que  remediase  sus  hijas  porque  estaban  en 
grand  peligi'o  de  ser  presos ;  mas  ella  no  curó  de 
ello.  Luego  que  los  Truxillanos  ó  Nufto  de  Cha- 
ves en  su  nombre  vieron  preso  á  Pedro  de  Grijalva, 
insistieron  muy  aquezadamente  que  les  entregase 
las  hijas  de  la  Condesa,  ó  á  Don  Alonso  Ponce 
que  Us  traia.  E  como  pareciese  exceso  grande  que 
se  oviese  de  quebrantar  la  inmunidad  de  la  iglesia, 
respondiles  que  aquello  que  demandaban  era  cosa 
de  sacrilegio,  ó  muy  fea ;  ó  que  á  mí  no  me  perte- 
nescia  quebrantar  la  eclesiástica  libertad,  antes  de- 
f endolla,  ó  que  no  16  entendía  do  facer,  mayormen- 
te que  aquellas  doncellas  oran  nifias ,  ó  no  tenían 
edad  ni  saber  para  contratar  ni  conocer  lo  que  en 
tal  caso  les  cumplía,  ni  para  saber  disponer  de  sí 
mesmas  de  que  los  Truxillanos  quedaron  muy  des- 
contentos ó  alterados.  E  luego  senti  como  la  gente 
que  estaba  en  la  iglesia  con  Don  Alonso  Ponce  de 
León  se  trataba  con  los  de  fuera,  6  se  concertaba  de 
prenderlo  y  entregarlo  sin  partido  ninguno,  con  tan- 
to que  los  que  asi  lo  prendiesen  y  entregasen  fue- 
sen libres.  Estonces  yo  conosciendo  que  Don  Alon- 
so estaba  enemistado ,  á  cabsa  de  un  caballero  que 
avia  muerto  en  Sevilla,  rescelando  su  perdición,  hí- 
oeselo  saber,  para  que  luego  se  remedíase  y  viese  lo 
que  le  complia;  el  qual  agradesoiéndome  lo  que  le 
avisaba,  mo  rogó  que  yo  negociase  con  Don  Fran- 
cisco de  Zúfiiga,  que  él  solamente  lo  tomase  por  su 
prisionero,  con  tal  condición,  que  no  lo  entregase 
en  poder  de  sus  enemigos,  ni  consintiese  ni  diese 
lagar  que  por  persona  alguna  le  fuese  fecha  injuria 
ni  dafio  en  su  persona ;  ó  que  quando  le  oviese  de 
soltar,  le  diese  todas  las  armas  ó  caballos  é  atavíos 
que  ól  pusiese  en  su  poder.  Esto  asi  capitulado,  ó 
jurado  en  mis  manos  por  Don  Francisco,  é  sellado 
ó  firmado,  Don  Alonso  Ponce  salió  de  la  iglesia  de 
ou  propia  voluntad,  con  todos  los  que  estaban  á  la 
gobernación  de  su  capitanía,  y  se  pusieron  en  po- 
der de  Don  Francisco.  Pero  ni  por  eso  los  Truxilla- 
nos cesaron  de  insistir  que  les  entregasen  las  hijas 
de  la  Condesa,  para  lo  qual  vino  allí  Luis  de  Cha- 
ves, un  caballero  de  los  mas  principales  y  mas  pru- 
dentes de  Truxillo,  el  qual  después  de  muchas  al- 
tercaciones que  entre  ól  y  mí  pasaron,  á  consenti- 
miento del  prior  ó  religiosos  de  la  casa  f  uó  acordado 
que  Luis  de  Chaves  como  principal  ó  mayor  de  loe 


Truxillanos  de  su  apellido  é  nombre,  ó  los  otros  que 
lo  seguían ,  entrasen  con  mano  armada ,  quebran- 
tando las  puertas  del  monesterio,  y  las  sacasen  de 
la  iglesia  por  fuersa.  Lo  qual  pusieron  luego  por 
obra  con  asas  escándalo  ;  é  asi  fecho,  se  partieron, 
dexando  la  villa  fatigada  ó  con  mucho  dafio,  y  la 
iglesia  quedó  tan  sucia  de  las  bestias  ó  hombres 
que  avian  estado  dentro,  que  ninguna  privada  po- 
día estar  tan  llena  de  mal  olor  como  ella ;  éasi  des- 
pués de  limpiada  pasaron  muchos  días  antes  que  en 
ella  se  pudiese  celebrar  el  Oficio  Divino.  E  luego 
que  el  cerco  fué  levantado,  ó  toda  la  gente  ida,  yo 
me  tomó  al  Rey,  para  le  recontar  lo  que  se  avia  fe- 
cho, ó  como  el  Monesterio  quedaba  libre,  de  lo  qual 
fué  muy  contento. 

CAPÍTULO  OXLVL 

De  eomo  el  Rey  eos  los  Baü^aiadont  áe  Fraaeia  é  to4«  ts  Corto 
M  pardo  do  Modlsa  para  SofOTto,  para  gasar  el  Joblleo,  qoo  el 
Papa  habla  otorgado  es  la  Iglesia  Mayor  de  la  cibdad ,  y  de  lo 
qso  allí  ssbeedid. 

Concluida  la  negociación  del  casamiento,  firma- 
dos é  sellados  los  capítulos  dello,  fué  acordado  que 
el  Bey  con  toda  su  Corte  y  los  Embaxadorea  de 
Francia  se  fuesen  á  Sogovia,  asi  para  que  la  hija 
del  Bey  que  estaba  en  Quadalaxara  en  poder  del 
Marqués  de  Sanctillana,  fuese  allí  traída,  ó  so  lii- 
oiose  el  desposorio ,  como  para  ganar  una  Indulgen- 
cia plenaria,  que  ^  Papa  había  otorgado  á  suplica- 
ción del  Rey ,  para  que  se  hiciese  la  claustra  do  la 
Iglesia  Mayor ,  que  se  ganase  desde  las  primeras 
vísperas  de  la  Natividad  de  nuestra  Sefiora ,  hasta 
las  vísperas  segundas  del  dia ,  con  que  loe  de  ma- 
yor estado  ofreciesen  á  quatro  reales ,  ó  los  media- 
nos á  tres ,  ó  los  menores  á  dos.  Pero  el  Papa  otor- 
góla oon  tal  condición ,  que  el  tercio  del  dinero 
que  asi  se  ofreciese,  fuese  para  su  Cámara  Apos- 
tólica ;  por  manera,  que  si  alguna  suma  de  dinero 
se  allegó ,  no  fué  de  tanta  cantidad ,  como  fuera 
menester ,  para  acabar  la  claustra.  Mas  como  el  Bey 
naturalmente  era  caritativo,  visto  la  poca  cantidad 
que  se  llegó,  mandó  dar  para  que  se  acabase  no  so- 
lamente aquesto,  mas  hizo  derrocar  toda  la  i^^esia, 
para  tomarla  á  facer  de  nuevo  ;  ó  dióle  una  proce- 
sión de  capas  de  brocado ,  ó  instituyó  ciertas  cape- 
llanías ó  dotólas.  Después  que  el  Bey  fué  venido  á 
Segovia,  envió  sus  mensageros  al  Mwrqués  de  Sano- 
tillana,  para  que  le  tomase  á  su  hija  como  se  la 
avia  entregado,  y  que  para  recompensación  de  sus 
gastos  le  queria  facer  mercedes.  E  asi  fué  acordado 
que  le  diesen  las  tres  villas  del  Infantadgo,  que 
se  dicen  Alcocer ,  y  Valdeolivas  é  Salmerón,  las 
quales  eran  de  la  Condesa  de  Santístevan,  muger 
del  Marqués  de  Villena ,  hijo  del  Maestre  Don  Juan 
Pacheco,  en  equivalencia  de  las  quales  le  dio  el  Bey 
de  juro  la  villa  de  Bequena  con  todos  los  derechos 
del  puerto ,  que  e^  mucha  mas  renta  que  las  tres 
villas  del  Infantadgo.  E  asi  fechas  las  mercedes  ó 
confirmadas,  quedó  que  para  cierto  dia  el  Marqués 
traería  la  hija  del  Bey  y  se  la  entregaria.  Entre- 


DON  ENRIQUB  OÜARTO. 


f03 


tanio  que  asi  artas  coaaa  pendían,  y  los  Embazado- 
res  esperaban  la  venida  de  la  hija  del  Rey,  para  ha- 
cer los  desposorios,  aoaesoió  en  Valladolid  qoe  los 
christianos  conversos  é  los  ohristianos  viejos  ovie- 
ron  grand  discordia,  en  tal  manera,  qne  venidos  á 
las  armas,  pelearon,  de  donde  se  sigoió  grand  alte- 
ración en  todo  el  pneblo.  B  como  Juan  de  Vivero 
estaba  mas  apoderado  en  la  villa  qne  otro  ninguno» 
porqne  estonces  era  el  más  principal  de  ella,  é  la 
tenia  contra  el  grado  del  Rey ,  sigaiendo  la  parte 
del  Principe  é  de  la  Princesa  Dofia  Isabel ,  mostróse 
favorable  á  la  parte  de  los  christianos  viejos.  E 
porque  mas  fuesen  favorecidos  6  ayudados,  acordó 
de  traer  secretamente  una  noche  al  Principe  é  á  la 
Princesa  que  estaban  en  Duofias ,  é  con  ellos  al  Ar- 
sobispó  de  Toledo ;  é  traídos,  aposentólos  dentro  de 
su  casa ,  que  la  tenia  muy  fortalecida  con  cavas  é 
barreras  enderredor  pegada  con  el  muro  de  la  villa. 
E  como  aquesto  fué  sabido  por  los  del  pueblo,  como 
todos  estaban  aficionados  al  servicio  del  Rey ,  fue- 
ron muy  escandalicados ;  asi  en  tal  manera,  que  se 
conformaron  juntamente  los  unos  con  los  otros,  6 
confederados  se  pusieron  en  armas  para  ir  á  com- 
batir la  casa  de  Juan  de  Vivero ,  é  prender  á  los 
Principes ,  é  á  Juan  de  Vivero  é  al  Arsobispo  de 
Toledo,  y  no  sin  oabsa:  ca  todos  los  pueblos  esta- 
ban muy  destruidos  de  las  guerras  pasadas ,  ó  te- 
míanse no  viniesen  otras,  segund  las  novedades  que 
veían  de  cada  día  por  el  Reyno ,  é  los  males  é  muer- 
tes é  robos,  que  por  todas  las  partes  so  hacían  sin  te- 
mer al  Rey  ni  á  la  justicia.  E  asi  movidos  con  de- 
liberado propósito  de  los  ir  á  combatir  ,  como  allí 
estuviese  el  Obispo  de  Salamanca  por  Presidente  de 
la  Ghancilleria ,  aunque  era  pariente  de  Juan  de  Vi- 
vero ,  visto  el  escándalo  y  el  alboroto  del  pueblo, 
fué  á  muy  grand  priesa  á  los  Principes  á  los  reque-. 
rír  que  se  fuesen  muy  prestamente,  y  no  esperasen 
la  furia  del  pueblo  que  asi  venia  contra  ellos,  por- 
que no  se  recresciese  algún  peligro  en  suspeisonas. 
Estonces  los  Príncipes ,  temiendo  algo  de  aquello 
que  el  Obispo  les  desda  ^y  conformándose  con  el 
tiempo  que  por  estonces  no  les  convenia  esperar 
afrenta  ninguna  especial  de  gente  común, saliéron- 
se á  mas  andar  de  Valladolid ,  é  tomáronse  á  Due- 
fias,  é  Juan  de  Vivero  desamparó  su  casa,  é  no  osé 
atender  allí,  y  fuese  con  los  Principes.  Estonces  el 
Obispo,  apoderado  de  la  casa,  envié á  ciertos  cib- 
dadanos  á  llamar  al  Rey  que  vinieee  á  tomar  su  vi- 
lla, el  qual  vino  luego  á  mas  andar,  y  con  él  el  Maes- 
tre de  Sanotíago  y  el  Oonde  de  Denavente.  Donde 
venidos,  é  asosegada  la  villa  del  escándalo  que  en- 
tre los  oonversos  y  ohrirtianos  viejos  avía ,  acordé 
el  Rey  que  el  Oonde  de  Benavente  se  quedase  aUí,  é 
tomase  la  casa  de  Juan  de  Vivero,  así  para  la  de- 
fensión de  la  villa,  como  para  tenella  en  pas  é  so- 
siego. E  fecho  aquesto ,  el  Rey  se  tomó  á  Segovía. 


CAPÍTULO  OXLVII. 


De  eomo  trauroi  la  hija  del  Rey  á  Valde-Loioya,  é  se  hicieron 

allí  loe  desposorios. 

Tomado  el  Rey  á  Segovía  con  mucho  plasoer,  fué 
asignado  el  día  de  los  desposorios,  é  determinado 
que  se  hiciesen  en  Valde-Loaoya,  que  es  entre  Sego- 
vía é  Buy  trago  para  que  allí  fuese  trayda  la  hija  del 
Roy,  y  entregada  en  su  poder.  Fecho  aqueste  con- 
cierto, el  Rey  se  fué  á  aposentar  al  Monesterio  del 
Paular,  é  por. el  valle  se  aposentaron  todos  los  per- 
lados é  grandes  del  Reyno,  que  aquí  serán  nombra- 
dos :  el  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  el  Arsobispo 
de  Sevilla ,  el  Duque  de  Arévalo ,  el  Oonde  de  Be- 
navente ,  el  Duque  de  Valencia,  éí  Oonde  de  Miran- 
da, el  Conde  de  Sancta  Marta  y  otros  muchos  oaba- 
lloros  de  menos  estado.  Vino  asimismo  el  Cardenal 
Atrabatensis  con  los  otros  Embajadores  de  Francia. 
Vinieron  con  la  Reyna  é  con  Dofia  Juana  su  hija'  el 
Marqués  de  Santillana,  el  Obispo  de  ffigfiensaé  sus 
hermanos  ,  é  los  Condes  de  la  Comfia  é  Tendilla, 
é  Don  Juan  é  Don  Hurtado.  E  asi  venidos  todos  de 
una  parte  é  de  la  otra  en  un  grand  llano,  que  es  en 
el  mismo  valle  de  Lozqya,^ riberas  del  rio,  ayun- 
tados allí  o&os  muchos  gentíos,  que  concurrieron  á 
ver  aquella  tan  grand  novedad ,  é  desque  asi  todos 
fueron  juntos,  el  Rey  con  sus  perlados  é  caballeros, 
el  Cardenal  con  sus  Embazadores,  la  Reyna  é  su 
hija  con  toda  la  casa  de  Mendosa ,  mandó  el  Rey  al 
Licenciado  de  Cibdad  Rodrigo  que  leyese  una  c«Í^ 
ta  patente  firmada  de  su  mano,  é  sellada  con  su  se- 
llo  Real,  qne  desda:  que  por  quanto  él  Rey  á  raego 
de  los  perlados  y  suplicación  de  los  caballeros  é 
Grandes  de  sus  Reynos,  é  por  la  pas  é  sosiego  de  . 
ellos ,  deseando  dar  fin  á  los  males  é  dafios  é  traba- 
jos pasados,  que  hasta  allí  avian  seído,  tovo  por  bien 
de  mandar  jurar  por  Princesa  heredera,  é  legítima 
subcesora  de  sus  Reynos  é  sefiorios  á  la  Princesa  de 
Aragón  Dofia  Isabel  su  hermana,  con  tanto  qne  ella 
fuese  hija  obediente,  y  estuviese  á  su  mandado  y 
gobernación,  y  qne  no  curando  de  lo  que  asi  le  ha- 
bía prometido,  .desechando  los  casamientos  que 
él  le  avia  traído  y  tenia  concertados,  y  no  sola- 
mente aquello ,  mas  contra  su  querer  é  grado  é  con- 
sentimiento, pospuerta  la  obediencia  que  como  á 
padre  é  hermano  mayor  le  debía  tener,  se  había  ca- 
sado con  el  Rey  de  Secilía,  Principe  de  Aragón,  se- 
yéndole  amonestado  que  no  lo  hiciese.  B  que  por 
tanto ,  visto  su  poco  acatamiento  é  menos  obedien- 
cia que  mostré  en  se  casar  por  su  propria  abtoridad 
sin  su  acuerdo  é  licencia,  é  por  otras  justas  cabsaa 
que  á  ello  le  movían,  él  por  aquella  presente  carta 
la  desheredaba,  é  daba  por  ninguna  é  de  ningún 
valor  qualquler  carta  ó  título  de  Princesa  y  subce- 
ihnr  de  iiereders,  que  así  le  oviese  dado  ¡  é  que  ro: 
gaba  é  mandaba  á  los  grandes,  perlados  é  Qrf)i^l^rnM 
de  sus  Reynos  y  sefiorios  que  presentes  tfftB^sn^  ái 
todos  los  otros  sus  subditos  é  naturales,  quejde  .aJU 
adelante  no  la  tovíesen  por  Princesa  legitima  hace- 
ndera, ni  la  obedeciesen  |  é  que  asi  lo  mandaba;  é 


804 


CBÓNI0A8  DE  LOS  HBTBS  DB  OAGmLLA. 


.) 


:^ 


qae  solalnente  oviesciu  potFrÍAQfifl^  heredera  1<^- 
Éma  Bobceaora  á  la  sa  muy  amada  hija  Dofia  Joa- 
na¿"qae "presente  estaba ,  é  la  dieeeja_la_Qh^ieiicia , 
e  la  lorasen  con  aquella  solenidad  que  do  Derecho 
en  tal  caso  ae  regneria,  para  qne  despnes  desús dias 
ella  Bubcediese,  y  h  eredase  los  dichos  sus  Reyn^s. 
Xeida  la  carta  en  presencia  de  todos,  el  Cardenal 
Atr abatensls  se  allegó  á  la  Beyna,  é  tomándola  un 
grand  juramento  la  dixo,  que  si  juraba  é  afirmaba 
que  aquella  seffora  Dofta  Juana  que  alli  estaba,  y 
ella  habia  parido,  era  verdadera  hija  del  Bey  su  ma- 
rido ;  ella  respondió  que  si.  Entonces  ^  Cardenal  se 
llegó  al  Bey ,  6  tomándolo  asi  mesmo  juramento  si 
oreiaó  afirmaba  que  aquella  sefiora  Dofia  Juana  que 
allí  estaba  era  su  hija,  el  Bey  respondió  que  creia 
ser  hija  saya,  y  que  oon  tal  certidumbre  de  hija  la 
tenia  é  habla  tenido  desde  que  nasdó,  ó  por  esto  la 
mandaba  jurar  y  prestar  fidelidad  é  obidienota  qne 
I  á  loa  primogénitos  de  los  Beyes  es  debida,  é  se  acos- 
K..lipnbra  á  dar.  Estonoes  llegaron  los  perlados,  é  ca- 
balleros que  alli  estaban,  é  todos  los  otros,  ó  besan- 
do su  mano ,  la  juraron  é  obedesderon  por  Prince- 
sa. Luego  que  asi  fué  jurada,  llegó  el  Conde  de  Bo- 
lonia, é  presentados  los  poderes  que  traia  del  Du- 
que de  Guiana,  el  Cardenal  les  tomó  las  manos ,  Ó 
hizo  los  desposorios  oon  aquella  solenidad  que  se 
requería;  é  luego  las  trompetas  estábales,  enco- 
menzaron  de  sonar  una  grand  pieza.  Fecho  aquello 
el  Bey  é  la  Beyna  con  la  Prínoesa  se  fueron  á  apo- 
sentar al  Moneeterio  del  Paular,  é  ios  otros  sefiores, 
asi  embaxadores,  como  perlados,  é  caballeros  por 
los  lugares  de  Valdelozoya.  Otro  dia  siguiente  el 
Cardenal  se  tomó  á  Segovia  con  todos  los  caballeros 
de  BU  embaxada;  pero  en  el  camino,  al  pasar  del 
puerto  que  dicen  de  Malagosto ,  le  tomó  una  grand 
tempestad  de  viento,  ó  aguaé  nieve,  que  se  vido  en 
asaz  trabajo  é  peligro,  en  que  perecieron  algunas 
personas  sin  podellas  remediar*  Por  manera  que  el 
Bey  ni  los  otros  Sefiores  no  se  atrevieron  á  pasar; 
pero  visto  el  dafto  de  los  que  asi  perecieron,  avién- 
•  dolo  por  desastrado  prodigio,  echaban  diversos  jui- 
oíos,  pronosticando  mas  mal  que  bien  alguno.  B  asi 
pasados  tres  dias  qne  el  tiempo  se  sosegó ,  el  Bey  y 
la  Beyna  oon  muy  poca  gente  se  fueron  á  Segovia, 
y  los  perlados  Ó  caballeros  con  grand  oompafiia  de 
gente  aoompafiaron  á  la  Princesa  hasta  la  cibdad, 
donde  le  fué  fecho  solene  reaoibimiento,  qual  se 
debia  facer. 

CAPÍTULO  CXLVIIL 

De  eomo  el  Cardesal  é  lot  olree  Bmbaiiéores  de  Fneela  te  par- 
'  Ueren,  reseebidat  nacliat  mercedes,  y  de  lo  qne  sobcedió. 

Después  que  el  rescibimiento  de  la  Princesa  fué 
fecho,  el  Bey  mandó  hacer  grandes  mercedes  de  di- 
versas cosas  al  Cardenal  é  á  los  otros  embaladores 
que  con  él  venian ;  los  quales  regradesoiéndole  sus 
mercedes,  se  despidieron  para  partir,  é  se  fueron.  E 
porque  ellos  en  alguna  manera  se  resoelaban  del 
Principe  de  Aragón  y  de  la  Princesa  Dofta  Isabel, 
su  hermana  del  Bey,  mandó  él  Bey  al  Obispo  de 


Sigftensa  que  con  cierta  gente  de  sos  guardas  los 
acompafiase  hasta  la  oibdad  de  Burgos.  B  puestos 
alli  en  salvo,  el  Obispo  se  tomó  al  Bey,  y  ellos  se 
fueron  á  Franoia.  Donde  llegados,  subcedieron  gran- 
des novedades  entre  el  Bey  Lois  é  los  Grandes  de 
su  Beyno,  en  tanto  grado,  que  de  ello  nacieron  guer- 
ras é  batallas  campales  é  muchas  muertes;  sefiala- 
damente  se  afirmó  que  el  Duque  de  Ghdana  era 
muerto  oon  hierbas  que  le  dieron,  resoebido  el  Cor- 
pus CktUú^  en  tal  manera  que  los  desposorios  fue- 
ron vanos  é  sin  provecho ;  porque  las  oosas  que  el 
infinito  poderio  de  Dios  quiere,  sn  etemal  providen- 
cia las  rodea,  é  da  sus  toques  francos,  donde  le  plaa- 
oe,  para  que  se  cumpla  lo  que  él  ordena;  é  quiere 
que  reynen  loa  que  á  él  le  agradan,  é  mas  justamen- 
te les  pertenece;  ca  ni  las  gentes  hnmanas  saben  to 
que  se  piden,  ni  sus  flaooa  juioioa  oonocen  lo  que 
les  cumple,  salvo  solamente  aquel  cuyo  poder  es  sin 
contradicción,  sn  saber  sin  igualdad,  é  su  querer 
sin  remedio  é  sin  resistencia.  B  no  solamente  este 
Duque  de  Guiana  falleció,  mas  el  Duque  de  Borgo* 
fia  fué  muerto  en  batalla,  y  degollado  él  grande 
Condestable  de  Franoia,  que  se  desda  Conde  de 
Sanct  Polo,  é  otros  asas  grandes  de  aquel  Beyno 
muertos  é  destruidos.  En  aqueste  medio  tiempo  snb- 
cedió  que  como  el  Arsobispo  de  Toledo,  á  oabaa  de 
la  suboesion,  estaba  siniestro  en  el  servido  del  Bey, 
porque  de  oontino  andaba  y  estaba  en  oompafiia  de 
los  Principes  Don  Femando  é  Dofia  Isabel,  favore- 
ciendo y  ensalzando  su  pi^rtido,  Vasco  de  Oontreras 
deseando  de  servir  al  Bey,  le  tomó  una  fortaleza  ¿el 
Arzobispado,  que  se  desda  Perales,  la  qual  bastedá^ 
é  estuvo  muchos  dias  á  desgrado  dd  AnoUspo,  ha- 
dando desde  alli  dafios  en  su  tierra,  de  que  d  Bey 
fué  muy  placentero;  y  teniéndoselo  en  seftalado  ser- 
vido, mandóle  dar  todo  el  favor  é  ayuda  qne  oviese 
menester  en  dafio  é  disfavor  dd  Arzobispo,  é  ad 
tovo  la  fortaleza  asaz  tiempo.  En  aqueste  afio,  que 
se  contaron  de  mil  é  quatrocientos  é  setenta  afios 
del  Nascimiento  de  nuestro  Sdvador  Jesu-Christo, 
concurrieron  dos  grandes  trabajos  é  muy  grandes 
males  en  d  Beyno :  lo  primero  grandinma  carestía 
é  mengua  ad  de  pan  é  de  vino,  como  de  todos  los 
otros  bastimentos  para  la  vida  humana ,  en  tanto 
grado,  que  las  gentes  comían  pan  de  cebada  é  de 
grama  é  de  otras  legumbres,  de  que  en  algunas 
tierras  se  halló  peresoer  é  morir  la  gente  de  hambre. 
En  este  mismo  afto  se  descubrió  una  g^and  f  dsedad 
de  la  moneda,  que  por  diverBas  ó  muchas  casas  se 
labraba  en  tanta  cantidad  de  mala,  que  fué  necesa- 
rio abaxdla,  ad  la  del  vellón,  como  la  de  oro  é  pla- 
ta, de  que  vino  muy  grand  pérdida  á  muchas  perso- 
nas en  diversos  lugares,  en  td  manera,  que  sobre 
ello  se  recresoieron  grandes  escándalos  y  alborotos 
en  los  pueblos.  Pero  aquesta  baza  que  asi  se  hizo 
era  necesaria  é  muy  convenible  al  bien  común  del 
Beyno ;  porque  toda  la  moneda,  en  espeoid  la  del 
oro,  ora  tan  falsa ,  que  ninguna  de  ellas  estaba  en 
su  justo  precio,  antes  sobrepujaba  de  la  mitad  de  su 
justo  valor.  En  aqueste  mismo  tiempo  subcedió  que 
estando  la  Condesa  de  Sancta  Marta  en  Galicia  en 


t>OK  BtlBlQUÉ  OÜABTO. 


m 


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una  Tilla  iayai  iub  yasalloe  se  levantaron  contra 
ella  é  la  mataron  á  pnfialadas,  é  puesto  que  aá  la 
mataron,  aoboedió  el  hijo  pacificamente  porque  elloe 
le  obedeaoieron,  y  él  loe  perdond.  Entretanto  que 
rntoa  males  é  plagas  oorrian  por  el  Bejno,  siempre 
el  Rey  se  estaba  en  Segovia  retraído,  no  porque  le 
faltaba  seso  ni  disoredoni  para  sentir  é  conocer  los 
trabajos  de  sus  Beynos,  mas  porque  estaba  tan  so- 
juzgado al  querer  é  voluntad  del  Maestre  Don  Juan 
Pacheco,  que  no  se  acordaba  de  ser  B^y,  ni  como 
I  Seffor  tenia  poder  para  mandar,  ni  como  varón  li- 
l  bertad  para  vivir;  en  tal  manera,-  que  por  tales  indi- 
I  oíos  se  sospechaba  que  por  hechioerias  6  bebedizos 
I  estaba  enagenado  de  su  propio  ser  de  hombre;  por- 
/  que  por  ninguna  resistencia  ni  oontradioion  salla 
\  del  gprado  é  querer  del  Maestre,  é  por  esta  cabsa  to- 
\  dos  los  grandes  del  Reyno  avian  gana  de  estarse  en 
\  sus  casas,  é  no  andar  en  la  Ck)rte. 

CAPÍTULO   OXLIX. 

De  como  el  arxoblspo  de  Toledo  pato  eereo  sobre  Perales,  y  el 
Rey  se  partió  á  ais  sndsr  para  Madrid,  y  de  allf  salió  contra  el 
Anobispo,  y  le  biso  le? antar  el  eeito. 

JSÍ  afio  que  se  contaron  de  mil,  é  quatrocientos  é 
setenta  é  un  afios  del  Naacimiento  de  nuestro  Sal- 
vador Jesu-Christo,  tuvo  el  Bey  la  fiesta  de  Navidad 
en  Segovia  con  poco  plascer  é  menos  sosiego,  por- 
que le  fué  notificado  como  el  Arzobispo  de  Toledo, 
que  estaba  en  Duefias  con  los  Príncipes,  avia  pasa- 
do los  puertos,  é  tenia  cercada  la  fortaleza  de  Pera- 
les, dándole  rescios  combatee.  B  sabido  por  el  Bey, 
mandó  luego  apercebir  sus  guardas,  é  pasada  la  fies- 
ta se  partió  para  Madrid,  donde  llegó  la  víspera  de 
los  Beyes ;  é  donde  á  ocho  dias  salió  al  campo  con 
ochocientos  de  á  caballo  é  gran  peonage ;  é  salido, 
envióle  á  mandar  al  Arzobispo  que  se  quitase  del 
cerco  sin  mas  detener.  Estonces  el  Arzobispo,  te- 
miendo la  furia  del  Bey,  se  levantó  mas  por  fuerza 
que  de  grado,  é  respondió  que  por  acatamiento  de 
su  Alteza  le  piaseis  levantarse.  B  asi  levantado,  se 
fué  para  su  villa  de  Alcalá,  y  el  Bey  á  Madrid  con 
el  Maestre  de  Sanotiago,  y  el  Conde  de  Haro,  y  el 
Obispo  de  Sigüenza  é  con  otros  caballeros  que  se- 
guían su  Corte.  E  puesto  que  el  Arzobispo  se  levan- 
tó del  cerco  sin  rescebir  dafio  alguno,  ni  ser  destro- 
zada su  gente,  que  muy  ligera  cosa  fuera  de  facer, 
si  el  Bey  diera  lugar  para  ello,  nunca  el  Arzobispo 
dexó  el  partido  de  los  Príncipes  ni  se  apartó  de  se- 
guillos;  en  tanto  grado  que  de  contino  procuraba 
de  enojar  y  destruir  al  Bey;  sobre  lo  qual  el  Bey 
aoordó  de  notificar  al  Papa  los  insultos  é  atrevi- 
mientos suyos  é  del  Obispo  de  Segovia,  hermano  de 
Pedrarias.  El  Papa,  oidas  las  querellas  del  Bey,  é 
sabido  el  poco  acatamiento  que  estos  dos  perlados 
mostraban  contra  su  Bey  natural,  envióles  dos  bre- 
ves: uno  para  el  Obispo  de  Segovia,  en  que  le  man- 
daba que  dentro  de  noventa  dias,  visto  aquel  su  bre- 
ve, paresciese  personalmente  ante  su  Santidad ,  asi 
parale  examinar  de  su  suficiencia,  como  para  lo 
castigar  por  la  traycion  en  que  avia  caido  con  su 


heimano  Pedrarias  oontra  su  Bey,  quándo  vendie- 
ron la  cibdad  de  Segovia  á  los  tiranos  enemigos,  fen 
el  otro  breve  enviaba  á  mandar  que  el  Bey  oon  los 
del  su  muy  alto  Consejo,  llamados  quatro  Canóni- 
gos de  la  sanota  Iglesia  de  Toledo,  oon  los  quálee 
juntamente  por  via  jurídica  se  hiciesen  ciertos 
amonestamientos  al  Arzobispo  de  Toledo,  requirién- 
dole  que  viniese  luego  á  su  servicio  como  subdito 
natural,  é  se  apartase  de  los  Príncipes  Don  Feman- 
do é  Dofia  Isabel.  E  asi  requerido,  qüando  no  qui- 
siese venir  á  estar  á  su  obedienóia,  é  como  rebelde 
perseversse  endureoido  en  su  propósito,  que  hecho 
su  proceso  oontra  él,  se  lo  enviasen  á  buen  recabdo, 
que  él  lo  castigaiia  de  tal  manera  qual  meresda  la 
culpa  y  la  pena  de.  sus  errores  como  Perlado  escan- 
daloso. Entre  tanto  q^fi  los  troteros  iban  á  Boma  é 
venían ,  mandó  el  Bey  que  sus  tesoros  é  joyas  que 
estaban  en  los  Alcázares  de  Madrid,  los  tomasen  al 
Alcázar  de  Segovia ;  é  asi  fueron  luego  trasportados 
con  grand  fardaje  de  bestias  é  copia  de  gente  que 
los  acompañaban.  En  pos  de  aquesto  subcedió  una 
requesta  mas  voluntariosa  que  necesaria  entre  Don 
Manuel  Ponce  de  León,  hermano  de  Don  Bodrigo 
Ponce  de  Leen,  é  Don  Femando  de  Velasco,  herma- 
no del  Conde  de  Símela,  en  que  huvieron  de  salir 
entrambos  al  oampo  entre  Madrid  é  Alcalá  para  pe- 
lear. E  sabido  aquesto  por  el  Bey,  ovo  enojo  porque 
semejantes  usos  eran  ágenos  de  su  condición;  é  asi 
mandó  á  su  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera  que  sa- 
liese allá  oon  las  gentes  de  sus  guardas  y  los  sacase 
del  campo  sin  dexallos  llegar  á  las  manos ;  el  qual 
salió  prestamente,  é  se  puso  entremedias  de  entram- 
bos, para  conoertallos  que  con  amor  se  tomasen. 
Fttéle  dicho,  que  ya  estaban  puestos  á  caballo,  é  se 
iban  el  uno  contra  el  otro ;  entonces  el  Mayordomo 
Andrés  de  Cabrera  corrió  á  grand  priesa,  para  dote- 
ner  á  Don  Fernando  de  Velasco,  écomo  iba  desapo- 
derado, é  la  gente  de  á  caballo  en  pos  del,  su  caba- 
llo estropezó  en  tal  manera,  qué  él  y  el  caballo  ca- 
yeron en  tierra ,  de  tal  guisa,  que  á  oabsa  de  la  grand 
polvareda  que  hacían,  no  fué  visto,  é  asi  pasaron 
por  encima  del  tan  furiosamente,  que  quedó  amor- 
tecido sin  sentido  alguno.  Sabido  aquesto  por  el 
Bey  é  por  el  Maestre  de  Sanotiago,  salieron  al  oampo 
donde  estaba,  é  visto  como  yacía  tan  sin  oonooi- 
miento  alguno,  fueron  muy  pesantes,  porque  le  te- 
nían mucho  amor,  é  le  querían  bien ;  é  así  manda- 
ron que  lo  llevasen  en  unas  andas  al  Alcázar  de 
Madrid,  donde  estuvo  algunos  dias  sin  sentido  al- 
guno. Pero  fué  tan  bien  curado  é  con  tanta  diligen- 
cia, que  convaleció,  Ó  recobró  grand  parte  de  su  sa- 
lud, aunque  siempre  le  quedaron  algunas  reliquias 
de  pasión  é  turbamiento  de  oabeza  á  tiempos. 

CAPÍTULO  CL. 

De  eoBio  Aleros  Uasiados  qiatro  Casóolfos  de  Toleát,  é  lo  ffls 

se  blto  eontn  el  Anoblspo. 

Lu^go  que  los  Breves  fueron  venidos  de  Boma, 
ávido  el  Bey  su  acuerdo  con  los  de  su  alto  Con- 
sejo, envió  á  mandar  por  sus  cartas  al  Cabildo  de  la 


;ÍÓ6  .  OttÓNIOAS  bs  LOfi 

3ftiiU  Igleti*  de  Tolado  que  le  enviMe  qoatro  Cknó- 
nigoB  de  su  Colegio,  qnalee  ellos  depatasen ;  para 
lo  qual  fueron  nombrados  Hernán  Peres  de  Ayala, 
hermano  bastardo  del  Conde  de  Fnensalida,  Diego 
Delgadillo,  Maroos  Pérez,  ó  Don  Francisco  de  Pa- 
Icnda,  Prior  de  Aroohe.  E  asi  nombrados  se  partie- 
ron para  Madrid,  donde  fueron  aposentados ;  ó  ve- 
nidos delante  del  Rey  ó  de  su  alto  Consejo,  fué  man- 
dado al  Licenciado  Antón  Nufiea  de  Clbdad- Rodri- 
go, que  les  notificase  la  oabsa  para  que  eran  allí  ve- 
nidos é  llamados.  B  asi  notificado  lo  que  el  Papa 
mandaba,  y  el  Rey  ordenaba  que  hiciese,  Hernán 
Peres  de  Ayala,  que  era  el  mas  principal  ó  mas  an- 
tiguo respondió :  Que  según  el  afición,  amor  ó  deseo 
que  las  Dignidades,  é  Canónigos  é  Beneficiados  de 
aquella  Sancta  Iglesia  tenemos  al  servicio  de  vues- 
tra Alteea,  y  segund  que  deseamos  todos  la  prospe- 
.  ridad  suya  y  quieto  estado  de  vuestra  Excelencia, 
no  solamente  querriamps  que  el  Arzobispo  de  Tole- 
do, que  es  nuestro  Perlado,  estuviese  á  su  servicio 
y  obediencia,  mas  que  el  restante  del  mundo  fuese 
sometido  á  su  servidumbre  y  obediencia;  y  pues  que 
con  aqueste  propósito  venimos,  é  asi  nos  fué  man- 
dado por  los  que  acá  nos  enviaron,  vea  vuestra  Ma- 
gestad  é  los  sefiores  del  su  muy  alto  Consejo  lo  que 
se  debe  facer;  que  á  nosotros  nos  plasce  de  ser  en 
olio,  é  lo  avremos  por  bien  fecho.  Estonces  el  Li- 
cenciado Antón  Nufiez  replicó  que  por  quanto  el 
Arzobispo  de  Toledo  como  Metropolitano  podria 
poner  entredicho,  é  facer  censuras  Eclesiásticas,  asi 
contra  la  persona  del  Rey,  como  contra  todos  los 
que  siguiesen  su  servicio,  mayormente  que  lo  que 
se  avia  de  facer,  era  dentro  del  Arzobispado,  é  con- 
tra (ü ;  que  por  eso  convenia  ante  todas  cosas  apelar 
de  todas,  é  qualesquier  censuras  que  él  ficiese  ó  pu- 
siese. E  dixo  que  el  Rey  que  presente  estaba,  apela, 
ba  una,  é  dos  é  tres  veces  de  qualquier  censuras  que 
Don  Alonso  Carrillo,  como  Arzobispo  de  Toledo  pu- 
siese contra  él ;  é  que  él  desde  allí  ponía  su  Real 
persona  s6  la  protección  é  amparo  de  la  Santa  Sede 
Apostólica.  E  luego  el  Maestre  de  Sanctíago  y  el 
Obispo  de  Sigfienza  y  el  Conde  de  Haro  y  todos  los 
otros  que  allí  estaban  del  Consejo,  dixeron  que  se 
aderian  é  allegaban  é  allegaron  á  la  mesma  apela- 
ción del  Rey ;  é  asi  mesmo  los  Canónigos  dixeron 
otro  tanto.  E  luego  el  Rey  dixo  que  aquella  su  ape- 
lación, no  solamente  quería  que  se  entendiese  por 
él  y  los  que  allí  estaban  de  presente  mas  por  todos 
los  grandes,  criados,  é  servidores  suyos,  é  por  todos 
aquellos  que  se  quisiesen  aderír  é  allegar  á  ella. 
Fecha  asi  esta  apelación  por  actos  públicos,  fué 
acordado  que  un  Doctor  é  un  Caballero  con  un  No- 
tario público  Apostólico  fuesen  á  le  requerir  que  se 
apartase  del  Príncipe  de  Aragón,  Rey  de  Seoilia  é 
de  la  Princesa,  faciendo  grandes  protestaciones 
contra  él,  é  requiriéndole  que  luego  lo  pusiese  por 
obra.  E  asi  requerido,  respondió  que  ya  su  Alteea 
sabia  como  le  avia  mandado  en  las  vistas  de  entre 
Cadahalso  é  Zebreros  jurar  á  su  honnana  por  Prin- 
cesa heredera  subceeora  de  sus  Reyuos,  é  que  aque- 
lla entendía  seguir  é  tener  por  tal,  é  no  otra  ningu- 


RÉTEB  DE  CASTILLA. 

> 

na ;  por  tanto,  que  suplicaba  á  su  Alteza  que  aque* 
lio  quisiese  aver  por  bien,  é  no  insistir  en  lo  contra- 
río, porque  aquella  era  su  determinada  voluntad.  E 
como  quier  que  vista  su  respuesta,  el  Rey  quisiera 
proceder  contra  él,  é  poner  en  exsecucion  é  cumplir 
lo  que  el  Papa  mandaba,  el  Maestre  de  Sanctiago, 
usando  de  lo  que  solia,  hizo  que  se  dilatase,  dicien- 
do que  aquello  seria  mejor  por  tratos  que  por  rigor. 
E  asi  acordó  el  Rey  y  el  Maestre  que  yo  fuese  á  él 
secretamente  con  sus  cartas  de  creencia,  prometién- 
dole tres  mil  vasallos  para  sus  hijos  Troylos  Carri- 
llo é  Lope  Vázquez,  con  tanto  que  se  apartase  de 
los  Príncipes  y  se  pasase  á  su  servicio.  Pero  como 
el  Arzobispo  era  muy  constante  varón,  é  mantenía 
mucho  su  fé  é  palabra  quando  la  daba,  no  quiso 
aceptar  el  partido  que  yo  llevaba,  ni  apartarse  de 
seguir  al  Principe  Rey  de  Secilia  y  á  la  Princesa. 
Estonces  el  Maestre,  mas  como  parcial  del  Arzobis- 
po, que  fiel  servidor  del  Rey,  acordó  que  so  diese  al- 
gún sobreseimiento  con  él,  disoiendo  que  al  Rey 
convenía  ir  luego  á  Segovia ;  y  asi  dado  él  sobresei- 
miento, los  Canónigos  de  Toledo  se  despidieron  m^l 
contentos,  porque  los  avían  mandado  venir  para 
cosa  tan  vana  é  sin  fruto ;  é  asi  tomada  su  lioendaf 
se  partieron.  E  como  seguramente  se  fuesen  por  su 
camino,  salió  Pedrarias  de  Avila  desde  Torrejon  de 
Velasco  por  mandado  del  Arzobispo,  con  quien  él 
vivía,  é  prendió  los  tres  de  ellos,  salvo  á  Fernand 
Pérez  de  Ayala,  que  se  apartó  por  una  vereda,  é  se 
fué  derecho  á  la  Fortaleza  de  Canales,  que  estaba 
por  el  Rey.  Sabido  aquesto  por  el  Rey,  ovo  mucho 
enojo,  é  mandó  á  lo»^  Capitanes  de  sus  guardas  que 
saliesen  con  gentes  á  los  caminos,  é  prendiesen  á 
todos  los  que  pudiesen  aver  del  Arzobispo,  asi  ecle- 
siásticos como  seglares;  donde  fueron  presos  Don 
Diego  de  Guevara,  Canónigo  de  Toledo  criado  suyo, 
é  otros  algunos  Clérigos  é  muchos  de  sus  contiuos 
servidores;  por  manera  que  al  Arzobispo  convino 
soltar  los  canónigos  que  avia  mandado  prender,  y 
el  Rey  estonces  mandó  soltar  los  que  tenia  presos 
en  el  Alcázar.  En  este  medio  tiempo  suboedió  que 
el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  con  sus  exquisitas 
formáis  de  cobdicía  se  apoderó  de  la  dbdad  de  Alea- 
ras porque  estaba  junto  con  su  Marquesado,  é  supli- 
có al  Rey  que  le  confirmase  la  tenencia  de  juro,  é  le 
diese  todas  las  rentas  de  ella,  donde  puso  por  Alcay- 
de  é  Gobernador  á  Juan  de  Haro,  un  pariente  suyo. 
Viendo  aquesto  y  otras  semejantes  cosas  que  se  ha- 
cían por  el  Maestre,  é  como  de  contino  apropiaba 
para  sí  en  detrimento  de  la  corona  Real ,  é  otros 
Grandes  del  Reyno,  conformados  á  su  enxemplo  se- 
guian  aquellas  pisadas,  el  Conde  de  Benavente  cercó 
á  Villalya,  una  Villa  de  la  Duquesa  della,  que  avia 
seydo  siempre  leal  servidora  del  Rey,  é  por  fuerza 
de  muchos  combates  la  tomó  é  se  apoderó  de  ella, 
la  qual  fortaleció  muy  mucho.  T  como  sefiorease  á 
Valladolid,  prendió  á  Pedro  Nufto,  Merino  mayor  de 
aquella  villa,  é  quitóle  aquella  meríndad,  é  dióla  á 
Don  Pedro  Pimentel  su  hermano.  De  aquestas  tira- 
nías é  otras  tales  que  el  Maestre  favorecía,  é  á  su 
cabsa  se  quedaban  sin  castigo,  vino  la  justicia  é  ad- 


DON  ENBÍQOB  GüAim). 


80? 


mioistraoion  deDa  en  tonto  detrimento,  que  sin  to* 
mor  de  Dios  ni  del  Bey,  por  todaí  lai  dbdadesépue- 
bloe  del  Reyno  se  cometían  grandes  ó  feos  insultos, 
é  machas  maertes  públicas,  robos,  injarías,  faenas 
é  Tiolenoias,  qae  las  gentes  ningana  seguridad  te- 
nían dentro  de  sas  casas.  En  tol  manera  qae  los  pae- 
blos,  vistos  sas  trabajos,  escándalos  ó  males  qae  asi 
padecían ,  acordaron  de  buscar  formas  de  remedio, 
para  asegurar  sus  vidas  ó  haciendas;  é  asi  en  cada 
'  cibdad  é  Tilla  de  cierto  en  derto  tiempo  elogian  dos 
boenos  hombres,  que  anduTÍesen  acompafiados  con 
gente  armada  para  castigar  los  malhechores.  E  no 
solamente  plugo  al  Rey  de  aquello,  mas  mandó  que 
las  hermandades  se  tomasen  á  confirmar  y  estar 
fuertes  para  guarda  é  seguridad  de  los  camines, 
puesto  que  el  Maestre  de  Sanotiago  y  sus  sequaces 
las  estorbaban  quanto  podian,  disciendo  que  los  vi- 
llanos  é  gente  común  se  harían  Sefiores,  ó  presumi- 
rían de  mandar  sobre  los  hidalgos.  Mas  el  Bey  é  al- 
gunos de  sus  leales  servidores  ensistieron  tanto,  que 
prcTaleció  en  tol  manera,  que  con  los  buenos  hom- 
bres de  los  pueblos,  ó  con  la  Hermandad  de  los  ca- 
minos, se  puso  el  Reyno  en  mucha  seguridad,  é  asi 
po^an  las  gentes  caminar  i  tratar  para  Tivir.  E  lue- 
go que  el  sobreseimiento  fué  dado  en  lo  del  Arso- 
bispo  de  Toledo,  el  Bey  se  partíó  para  Segovia. 

CAPÍTULO  olí. 

De  eoaio  al  Rey  le  pirtló  pira  Sefotta ,  é  4a  lo  ^«a  svbaadió  en 

elReyao. 

Venido  el  Bey  á  Segovia,  donde  parecía  tener  al- 
gún descanso  de  sus  congoxas  é  cuidados,  falleció 
Don  Juan  Ponce  de  León,  Oonde  de  Arcos,  ó  subce- 
dió  en  el  sefiorío  Don  Bodrigo  Ponce  de  León  su 
hijo.  El  qual  en  los  tiempos  pasados  de  las  turba- 
ciones, ó  mas  propiamente  trayciones  del  Beyno ,  se 
avia  sefioreado  de  la  cibdad  de  Calis ,  é  rebeládose 
con  ella,  teniéndola  usurpada  con  el  mesmo  titulo 
de  tírania  que  los  otros  caballeros  sojuzgaban  los  lu- 
gares que  podian  tomar.  Mas  como  este  era  hiemo 
del  Maestre  Don  Juan  Pacheco,  desposado  con  una 
hija  suya ,  suplicó  al  Bey  que  le  hidese  merced  de 
dar  á  su  hiemo  á  Calis  con  titulo  de  Marqués,  lo 
qual  el  Bey  otorgó  roas  contra  su  grado  que  de  bue- 
na voluntod;  é  an  desde  alli  adelante  se  llamó  Oon- 
de de  Arcos  é  Marqués  de  Cáliz.  En  pos  de  aquesto 
snbcedió  .que  como  Don  Pedro  de  Velasco,  Oonde  de 
Haro,  o  viese  desterrado  de  las  proTincias  de  Vizca- 
ya é  Quipuzcoa  como  Virrey  de  ellas  á  Pedro  de 
Avendafio  é  á  Juan  Alonso  de  Moxica,  por  los  gra- 
ves insultos  que  con  su  favor  se  cometían ;  los  qua- 
les  viéndose  fuera  de  sus  casas  peregrinos  por  tier- 
ras agenas,  f  aérense  á  meter  por  las  puertas  del  Conde 
'  de  Trevifio,  que  por  estonces  estoba  muy  enemistado 
con  el  Conde  de  Haro  á  cabsa  de  un  ultrage  que  la 
Condesa  de  Haro  le  avia  fecho;  é  fué, que  cierto 
geote  suya  por  su  mandado  avian  salido  contra  él, 
é  lo  corrieron;  é  asi  venidos,  el  Conde  de  Trevifio 
los  acogió  con  mucho  amor,  é  quiso  tomar  su  alian- 


con  él  á  rompimiento.  Donde  confederado  con  dios 
^  con  Pero  Lopes  de  Padilla,  Adelantado  dé  Casti- 
lla, nn  grado  del  Conde  de  Haro,  é  dn  licenda  dd 
Bey  los  tomó  á  sus  casas.  Sabido  aquesto  por  d  Oon- 
de de  Haro,  partióse  á  mas  andar  de  la  Corte,  é  fue- 
se para  Burgos,  donde  llegado  con  su  gente,  éla 
del  Oonde  de  Salinas  é  de  sus  hermanos  Don  Luis  é 
Don  Sancho  de  Velasco  que  en  persona  le  vinieron 
á  servir  y  ayudar  con  otros  valedores,  se  fueron  lue- 
go á  Vizcaya;  donde  los  desterrados  con  el  favor 
del  Conde  de  Trevifio  é  del  Adelantado  andaban  pú- 
blicamente, dn  temor  é  menos  vergüenza  de  los  in- 
sultos por  ellos  perpetrados  é  á  su  cabsa  fechos. 
Luego  que  el  Conde  de  Trevifio  y  el  Adelantado  su- 
pieron la  entrada  dd  Conde  de  Haro ,  como  cabí^ 
lloros  que  avian  gana  de  pelear ,  se  pusieron  en  ar- 
mas, no  solamente  dios  con  asaz  gente  de  á  caba- 
llo ,  mas  Juan  Alonso  de  Moxica  y  Pedro  Avenda- 
fio  con  grande  peonago.  E  asi  fueron  contra  él  á  le 
tomar  un  cierto  paso  por  donde  avia  de  pasar  cerca 
de  un  lugar  que  se  llamaba  Monjia.  B  allí  junto- 
das  las  gentes  de  ambas  partes  pelearon  muy  bra- 
vamente ;  en  tol  manera,  que  de  cada  parte  fué  muy 
.  bien  refiida  la  batolla.  Poro  como  d  peonage  era 
mucho  de  la  parto  del  Conde  de  Trevifio,  é  dlí  va- 
llan mas  los  peones  que  la  gente  de  á  cabdlo,  el 
Conde  de  Haro,  como  iba  sin  peonaje,  fué  desbara- 
todo,  é  con  grand  dafio  é  destrozo  de  los  suyos  fue- 
ron presos  el  Oonde  de  Salinas  é  Don  Luis  de  Velas- 
co, é  ovo  muchos  muertos  é  feridos  de  ambas  par- 
tes;  y  en  aquella  batdla  fué  muerto  Alvaro  de 
Cartagena,  hijo  de  Pedro  de  Cartagena.  E  luego  que 
el  Bey  supo  aquel  ayuntomiento  de  gentes  que  es- 
tos Condes  hadan ,  partióse  á  mas  andar  para  Bur- 
gos ,  pensando  escusar  la  batalla  é  los  dafios  que 
allí  se  hicieron.  Llevó  oondgo  al  Obispo  de  Sigfien- 
za  y  otros  dgonos  de  su  Consejo ,  y  el  Maestre  de 
Sanotiago  se  quedó  en  Segovia  en  guardado  la  Bey- 
na  é  de  la  Princesa  su  hija  del  Bey.  E  puesto  que  el 
Bey  caminó  á  grand  priesa,  en  llegando  á  Burgos 
sopo  como  los  Condes  avian  peleado ,  y  d  destroio 
que  en  la  batalla  se  avia  fecho,  de  que  fué  muy  pe- 
sante, é  se  partió  luego  para  Ordufia ;  donde  llega- 
do, mandó  que  los  Condes  dentro  de  tercero  dia  sa- 
liesen de  las  provincias  de  Vizcaya  é  de  Ghiipuzcoa, 
y  que  el  Conde  de  Trevifio  soltase  los  presos  que  te- 
nia sin  detenimiento  ninguno,  é  puso  treguas  en- 
trellos  para  determinar  é  dar  entreUos  medio  de  paz 
é  concordia ;  é  ad  fecho  aquesto  se  tomó  á  Buigos. 
Entretanto  que  estas  cosas  pendían ,  aoaesoió  que 
Don  Pedro  Manrique,  hijo  del  Conde  de  Paredes, 
dguiendo  las  pisadas  é  bellidos  de  su  padre,  fizo 
cierto  trato  con  algunos  vasallos  de  Alearas,  que 
le  diesen  entrada  en  la  dbdad ;  é  fecho,  fué  una  no- 
che secretamente,  y  entró  dentro,  pensando  apode- 
rarse de  la  dbdad  sin  contradicdon  dguna.  Pero 
Juan  de  Haro,  que  estaba  allí  por  d  Maestre,-  como 
vio  la  gente  de  A  caballo  y  peones  que  allí  eran  en- 
trados, éconoBcidala  trayóion  de  los  que  los  avian 
metido ,  retrúxose  con  los  suyos  A  una  f  ortoleza,  que 


za  é  amistad  por  enojar  d  Oonde  de  Haro  é  venir  j  estaba  á  un  cabo  de  la  dbdad  ¡  donde  se'  defendió 


208  '  ÓBÓNI0A8  DÉ  L06 

yaronilmente.  Sabido  aqaesto  por  el  Maestre  de 
8anctiagO|  partióse  prestamente  de  SegoWa  oon  la 
gente  que  pudo  allegar,  é  fuese  dereobo  á  sa  villa 
de  Ooafia,  donde  ayuntados  ocbooientos  rocines  ó 
algnn  peonage,  envió  á  sa  hijo  el  Ifarqaós  de  Ville- 
na  con  ellos  en  socorro  de  JuandeHaro.  Oomo  Don 
Pedro  Manrique  vio  el  buen  recabdo  que  se  daba 
Juan  de  Haro  en  la  f  ortaleaa,  é  supo  el  socorro  que 
veniSi  temiendo  ser  preso  é  destrocado,  salióse  de 
la  cibdad.  Estonces  el  Marqués  do  Villena,  sabido 
oomo  Don  Pedro  Manrique  era  ido,  é  la  cibdad  que- 
daba libre,  tomóse  á  Ocafia,  é  desde  alli  padreé 
liijo  se  fueron  á  Segovia.  Luego  que  el  Rey  ovo  da- 
do algún  asiento  é  forma  de  sosiego  entre  los  Gon- 
des,  tomóse  para  Segovia. 

CAPÍTULO  OLIL 

líelo  o«  labccdió  en  It  eibdad  de  Toledo,  porqse  el  Conde  de 
Feennllda  so  qilso  ereer  lo  que  el  Rey  le  obtIó  á  deelr  cos- 
Blf  o,  4ie  fié  aperclblrle'qae  te  f  úrdate. 

Después  que  el  Rey  fué  tomado  á  Segovia,  y  es- 
taba allí  mas  oon  pena  que  oon  descanso,  segund 
los  escándalos  y  alteraciones  que  andaban  por  cada 
parte  del  Reyno,  viéndose  poco  temido  é  menos 
acatado,  acordóse  de  los  .servicios  que  el  Oonde  de 
Puensalida  Pero  Lopes  de  Ayala  le  avia  fecbo,  á 
cabsa  de  Doña  Maria  de  Silva  su  muger,  quando  le 
dieron  la  cibdad  al  tiempo  de  las  turbaciones  pasa- 
das, é  por  ello  les  avía  fecho  merced  de  Casarrabios, 
con  título  de  Ck)nde,  ó  dineros  de  juro  situados  en 
la  misma  cibdad.  Subcedió  que  on  aquel  mismo 
t  tiempo  fálleselo  Dofia  María  de  Silva,  por  cuya 
muerte  el  Oonde  so  marido  resoibió  asaz  detrimeuto 
en  la  honra  y  en  el  estado ;  porque  el  Obispo  de 
Badajos  su  cufiado ,  que  lo  debiera  guardar  é  no 
engafiarlo,  fiao  con  él  cierto  trato,  en  que  le  certificó 
que  si  se  confederaba  con  el  Oonde  de  Oif  neutes  é 

'  con  Don  Juan  de  Ribera,  é  los  motia  en  la  cibdad, 
porque  estaban  fuera  como  enemigos,  que  el  Oonde 

.  de  Oif  uentes  se  casaría  con  Dofia  Leonor  su  hija.  B 
aqueste  trato  hacia  el  Obispo  de  Badajoz  oon  grado 
é  acuerdo  del  Maestre  Don  Juan  Pacheco ,  para  te- 
ner mayor  parte  en  la  cibdad ;  porque  el  Oonde  é 
Don  Juan  eran  suyos,  é  lo  avian  seguido  en  las  tnr- 
baoiones  pasadas.  Sabido  aquesto  por  el  Rey,  fué 
muy  pesante  de  ello,  ca  sintió  como  aquello  era  en 
deservicio  suyo  é  perdición  del  Oonde  de  Fuensali- 
da,  é  que  solamente  era  é  se  facia,  por  echallo  de  la 
cibdad,  sin  cumplir  con  él  cosa  alguna  de  lo  que 
asi  le  prometían.  Estonces  mandó  á  mí  que  secreta- 
mente fuese  oon  carta  de  creencia  suya,  á  le  notifl- 

'  car  el  engafio  que  le  f  adán,  é  le  amonestar  é  reque- 
rir que  por  ninguna  cosa  metiese  aquellos  dos  ca- 
balleros en  la  cibdad ;  ca  sabia  muy  bien  que  si  en- 
traban ,  á  él  lo  echaría  fuera ,  é  que  él  no  podría 
remediallo.  Pero  puesto  que  yo  se  lo  fui  á  desoír ,  é 
delante  de  sus  hijos  é  parientes  lo  afronté  que  se 
guardase  de  metdlos  en  la  cibdad ,  él  jamas  quiso 
obedescer  al  Rey,  ni  aceptar  las  amonestaciones  que 
MÍ  le  hioCí  antes  luego  concluyó  sus  amistades  é  ca- 


BlBYBS  DB  OAOTILLA. 

pitnló  el  casamiento  de  su  bija  oon  el  Oonde  de  Oi- 
fuentes,  de  que  se  le  siguió  lo  que  adelante  se  dirá. 
Vístala  dureza  é  lo  que  asi  avia  fecho,  me  tomé  a) 
Rey,  é  le  notifiqué  lo  que  avia  pasadof  de  q^e  al  Bey 
desplngo  mucho,  no  solamente  por  lo  que  avia  pa- 
sado en  dafio  del  Oonde  de  Fuenealida,  sino  porque 
también  sospechó  que  el  Oonde  de  C9f  uentes  é  Don 
Juan  de  Ribera  como  deservidores  suyos  se  confor- 
marían con  ol  Príncipe  Rty  de  Secilia  y  con  la 
Princesa  Dofia  Liabel  su  hermana,  ó  les  darían  aque- 
lla cibdad. 


OAPlTULO  OLIIL 

Como  fe 6  aeordado  de  eeliar  roen  del  Reyao  á  loa  Priaeipet  pos 
Fernasdo  é  Dota  laabel»  y  lo  q«e  aobeedló  por  el  Reyso» 

Oreyendo  que  los  escándalos  del  Reyno  en  alguna 
manera  se  amansarian,  si  los  Principes  Don  Fernan- 
do é  Dofia  Isabel  fuesen  echados  fuera  del  Reyno, 
fué  acordado  que  mandase  el  Rey  llamar  á  los  Qran- 
des  del  Reyno  y  perlados  é  caballeros  que  eran  de 
su  partido,  é  viniesen  á  su  Oorte,  é  trazóse  cada  uno 
la  mas  gente  que  pudiese,  lo  qual  luego  fué  puesto 
por  obra.  E  porque  Medina  del  Oampo  era  lugar  é 
comarca  dispuesta  para  sufrir  todo  el  ezército  de  la 
gente,  fué  acordado  que  allí  fuese  el  Roy  á  recoger 
la  gente.  B  asi  determinada  su  partida,  mandó  que 
el  Oonde  do  Uraefia  y  ol  Mayordomo  Andrea  de  Oa- 
brera  quedasen  allí  en  Segovia  en  guarda  de  la 
Princesa  Dofia  Juana,  y  el  Rey  se  partió  para  Ooca, 
y  oon  él  el  Maestre  de  Sanctiago  y  el  Obispo  de  Si- 
gfienza.  Venido  alli,  como  el  Arzobispo  de  Sevilla 
seguía  el  querer  del  Maestre  mas  por  miedo  que  por 
amor,  trató  con  él  díxese  al  Rey  que  la  venida  de 
los  Grandes  á  la  Oórte  se  dezase  por  estonces,  para 
echar  los  Principes  fuera  del  Reyno,  disoiendo  que 
aquello  mejor  se  baria  por  tratos  que  por  rigor  de 
armas.  Aquello  hacia  el  Maestre,  mas  por  asegurar 
su  estado  y  engrandecello,  que  por  mirar  la  honra 
del  Rey  ni  proaperallo,  salvo  solamente  por  tenello 
en  necesidad  de  competidores,  para  que  siempre  lo 
tuviese  debaxo  de  su  gobernación,  en  tal  manera, 
que  ninguna  firmeza  avia  en  el  consejo,  ni  ezocu- 
cion  en  lo  que  se  determinaba.  B  asi  hicieron  al  Rey 
que  enviase  á  mandar  á  los  Grandes  que  se  holga- 
sen en  sus  casas ,  y  él  fuese  á  Medina  del  Oampo; 
donde  llegado,  supo  oomo  los  moros  avian  entrado 
en  tierra  del  Maestradgo  de  Oalatrava,  ó  oaptívado 
muchos  ohrístianos  varones  é  mugeres,  é  que  mu- 
rieron muchos,  é  quemaron  un  pequefio  lugar.  Sa- 
bido aquesto  por  el  Rey,  envió  á  mandar  al  Marqués 
de  Oaliz  é  Oonde  de  Arcos,  que  rompiese  guerra  oon 
ellos ,  el  qual  como  esforzado  caballero  é  prudente 
capitán,  haciendo  lo  que  el  Rey  le  mandaba ,  entró 
luego  con  gente  é  tomó  por  combate  una  villa  que 
se  dice  Oardela,  é  captivo  asas  moros  é  moras  que 
halló  dentro ;  pero  aqueste  lugar  dende  á  pocos  dios 
se  tomó  á  perder  por  el  mal  recabdo  del  Alcayde, 
que  allí  dezó  el  Marqués  de  Oaliz.  Bstando  el  Rey 
en  Medina,  vino  luego  el  nuevo  Duquo  do  Alvaé 
Maroués  de  Ooria  á  hacer  reverencia  al  Rcy^  el  qnal 


DON  lüNRIQUB  OÜABTO. 


faé  bien  resoeUdo  por  él,  porque  el  Maestre  de 
Sanctíago  lo  qnieo.  Eetanda  asi  las  cosas  en  yegilia 
de  algan  sosiego ,  porque  todos  los  grandes  avian 
gana  de  reposar,  é  deseaban  saber  lo  qae  avian  de 
segnir,  estonces  fuá  alli  acordado  que  se  debian  de 
envii^  mensageros  al  Bey  de  Portugal ,  para  que 
contratasen  con  él  que  casase  con  la  Princesa  Dofta 
Juana,  de  que  faé  dado  el  cargo  al  Maestre  de  Sano- 
tiago.  El  que  envió  personas  de  su  casa  con  este 
mensageal  Bey  de  Portugal,  é  asi  ávida  su  respues- 
ta, fueron  acordadas  vistas  entre  amos  los  Beyes 
para  cierto  dia  sefialado ,  como  adelante  será  dicho. 
Entretanto  que  entendían  la  respuesta  del  Bey  do 
Portugal,  el  Bey  determinó  do  irso  á  Segovia,  é 
mandó  que  el  Arzobispo  de  Sevilla  y  el  Duque  de 
Alva  quedasen  en  Medina  por  Virreyes,  hasta  que 
.él  tomase  de  Estremadura,  donde  avia  de  ir  á  las 
vistas. 

CAPÍTULO  CLIV. 
De  lo  qae  isbeedtó  por  el  Reyno  detpveí  qae  el  Rey  se  fié  á  Se- 

fOTli. 

Después  que  el  Bey  fué  tomado  á  Segovia,  como 
el  Obispo  de  Sigttensa  avia  grand  tiempo  que  tra^ 
bajaba  por  aver  el  Capelo  de  Cardenal,  y  el  Bey, 
considerado  su  linage,  avia  escrípto  muchas  veces 
al  Papa  sobre  ello,  suplicando  se  lo  mandase  dar, 
sintió  como  el  Maestre  de  Sanctiago  queria  que  con 
él  juntamente  fuese  criado  Cardenal  el  Obispo  de 
Burgos  su  sobrino,  é  que  á  esta  cabsa  se  avia  dila- 
tado de  lo  facer  Cardenal,  de  que  estaba  muy  des- 
contento ,  é  asi  muy  disimuladamente  se  fué  de. la 
Corte  para  su  casa  á  Guadalaxara  con  sus  herma- 
nos, donde  estuvo  por  algún  tiempo  retraydo.  Es- 
tando el  Bey  en  Segovia,  supo  como  el  Conde  de 
Gífuentes  é  Don  Juan  de  Bibera  su  tic  se  avian 
puesto  en  armas  contra  el  Conde  de  Fuensalida,  que 
como  á  parientes  los  metió  en  la  oibdad,  confiándo- 
se de  su  amistad,  que  le  avian  jurado  y  prometido, 
é  que  peleaban  cada  dia,  donde  se  recresoian  muer- 
tes é  males.  Sabido  aquesto,  el  Bey  fué  muy  pesan- 
te, asi  porque  el  Conde  de  Fuensalida  no  quiso  creer 
lo  que  conmigo  le  avia  enviado  á  requerir,  como 
por  los  escándalos  de  la  oibdad,  cuyo  pueblo  livia- 
namente se  suele  alborotar  é  facer  novedades.  So- 
bre  aquel  fué  acordado  que  el  Bey  partiese  para  allá 
para  lo  remediar,  antes  que  mayores  males  se  re- 
cresciesen.  Llegado  el  Bey  á  Madrid  vinieron  cier- 
tos Begidores  de  Toledo,  á  le  notificar  como  de  ca- 
da dia  era  mas  brava  la  pelea,  é  se  f  acian  mas  gran- 
des males  por  la  dbdad ,  suplicándole  que  luego 
quisiese  ir  á  lo  remediar.  ÍSstonces  el  Bey  y  el  Maes- 
tre acordaron  que  el  Obispo  de  Burgos  é  yo  con  él 
fuésemos  á  mas  andar,  é  trabajásemos  por  los  po- 
ner en  treguas,  fasta  que  ellos  llegasen,  lo  qual  pu- 
simos luego  por  la  obra.  B  como  llegamos  allá,  ha- 
llamos como  querían  pelear ;  pero  pusimosles  gran- 
des penas  de  parte  del  Bey,  é  que  luego  depusiesen 
las  armas  é  no  saliesen  á  pelear.  Los  quales  obedes- 
cieron  lo  que  en  nombre  del  Bey  les  dizimos,  é  es- 
Or.-.IIL 


209 

tuvieron  en  treguas,  fasta  que  él  Bey  vino.  B  pues- 
to que  el  Bey  quisiera  ayudar  al  Conde  de  Fuensali- 
da, porque  le  avia  muy  bien  servido,  no  pudo  tanto 
facer  que  la  voluntad  del  ^Maestre  no  sobrepuxi^ 
se,  para  que  prevaleciese  mas  la  parte  del  Conde  de 
Cif  uentes  é  de  Don  Juan  de  Bibera.  B  asi  ordenó 
que  el  Bey  mandase  al  Conde  de  Fuensalida  que  de-* 
xase  éí  Aloásar  é  las  puertas  de  la  oibdad  que  las 
tenia  barreadas,  é  fueron  entregadas  al  Doctor  Qar- 
ci-Lopes  de  Madrid  con  ofido  de  Asistente  é  gran- 
des poderes  con  ello.  Estonces  el  Conde  de  Fuensa- 
lida, visto  el  disfavor  é  mengua  que  contra  él  se 
f  acia,  aunque  no  por  grado  del  Bey,  salió  de  la  oib- 
dad, é  fuese  para  su  tierra.  El  qual  no  solamente  fué 
engafiado  por  la  contratación  del  Obispo  de  Bada- 
jos su  cufiado,  pero  la  hija  deshonrada  y  sin  espo- 
so; porque  el  Conde  de  Cifuentes,  visto  que  él  é  la 
Dofia  Leonor,  hija  del  Conde  de  Fuensalida ,  eran 
muy  cercanos  debdos  en  sangre  por  muchos  é  di- 
versos vincules  de  consaguinidad,  é  que  sin  dispen- 
sación no  podian  casar,  librado  de  la  censura  del 
derecho ,  que  en  tal  caso  dispone,  por  Juee  ordina- 
rio, é  absuelto  se  casó  luego  con  otra.  Estando  el  Bey 
alli  en  Toledo  llegó  nueva,  como  en  la  dbdad  de  Se- 
villa el  Duque  de  Medina  Sidonia  é  el  Marqués  de 
Calis  avian  peleado,  de  que  se  rescrescieron  muchas 
muertes,  quemas  é  robos  de  cada  parte ;  porque  el 
Marqués  de  Calis  era  echado  de  la  dbdad,  é  se  fué 
á  Xeres  de  la  Frontera,  que  tenia  la  f  ortalesa  dolía; 
é  que  desde  alli  con  su  gente  é  la  de  los  Maestrad- 
gos  de  Sanctiago  é  Calatrava  que  le  ayudaban,  y  el . 
Duque  de  Medina  Sidonia  con  los  caballeros  é  gen- 
te de  Sevilla  se  hadan  muy  erada  guerra.  Verdad 
es  que  el  Maestro  favorecía  al  Marqués  de  Calis  su 
yerno,  é  por  esta  cabsa,  aunque  el  Bey  quisiera  lue- 
go en  ello  proveer  é  remediar  tan  grand  rotura, 
donde  tantos  males  se  hadan ,  no  se  pudo  hacer, 
porque  el  Maestre  lo  estorbaba,  en  tal  manera,  que 
la  guerra  se  quedó  mn  ningún  remedio  de  pas  ni  tre- 
gua ;  de  tal  guisa ,  que  guerreando  é  saliendo  á  pe- 
lear de  contino ,  murieron  personas  sefialadas,  en 
especial  dos  hermanos  bastardos  del  Duque  en  un 
reencuentro  entre  Sevilla  é  Alcalá  de  Gnadaira,  que 
d  Marqués  de  Calis  tenia.  T  en  tanto  grado  se  ha- 
da la  guerra  cruda  entre  dios,  que  los  pueblos  co- 
marcanos no  tenían  seguridad  de  sus  vidas  ni  ha- 
dendas;  pero  ni  por  eso  consintió  d  Maestre  que 
el  Bey  enviase  personas  ni  caballeros  que  lo  reme- 
diasen. De  donde  subcedió  que  d  Marqués  de  Calis, 
como  astuto  guerrero,  con  el  favor  que  su  suegro  le 
daba,  fué  una  noche  y  escaló  la  fortalesa  de  Medina 
Sidonia,  é  tomada,  se  apoderó  disolutamente  de  la 
villa  é  tierra.  B  d  Duque  muy  sentido,  aviéndolo 
por  grave  injuria,  fechos  grandes  pertrechos  de  ar- 
tillería, é  juntadas  muchas  gentes  asi  de  á  caballo 
como  de  peones,  suyas  é  de  sus  vdedores,  determi- 
nó de  dar  sobre  su  villa  para  recobrarla.  El  Mar- 
qués asimismo  fortaleció  la  villa  para  defendérsela, 
de  tal  manera,  que  cada  uno  hada  grandes  ayuni»^ 
mientes  de  gentes,  é  pertrechos  é  provisiones,  de 
donde  se  atendía  grand  perdición  é  perpetuas  ene- 

14 


.  < 


210 


0RÓNI0A8  DB  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


mirtadefl  en  toda  el  Andalnofa.  Sabido  aquesto  por 
el  Bey,  opn  acuerdo  ó  coneentiiniento  del  Maestre 
envió  alláá  Don  Yftigo  Lopes  de  Mendosa,  Ck>nde 
de  TendiUa  oon  grandes  poderes,  para  qne  se  apo- 
derase de  la  oibdad  de  Sevilla ,  ó  apoderado ,  diese 
medio  de  paa  ó  concordia  entre  ellos.  El  qual  se 
partió  á  mas  andar,  é  llegado  á  la  cibdad ,  haUó  co- 
mo ya  el  Duque  de  Medina  queria  salir  á  cercar  su 
villa  de  Medina,  y  el  Marqués  se  aperoebia  para  da- 
lle la  batalla  en  el  campo.  Visto  aquesto  por  el  Con- 
de, como  era  caballero  prudente,  acordó  con  mucha 
discreción  é  dulsura,  ó  hizo  á  todos  deponer  las  ar- 
mas ó  derramar  las  gentes  que  asi  tenian  ayunta- 
das, é  puesta  su  tregua  real  entre  ellos,  dio  forma 
como  aquellos  dos  Sefiores  se  viesen  en  una  f  ortale* 
sa  de  Don  Alfonso  de  Yelasco ,  que  dicen  Marohe- 
nilla,  teniendo  el  Ck>nde  con  su  gente  en  el  campo 
seguro  á  entrambas  las  partes.  Donde  convenidos  é 
vistos,  dit  entre  ellos  tal  medio  de  paz  é  concordia, 
que  con  mucho  amor  salieron  de  alli  hechos  ami- 
gos. Luego  el  Marqués  de  Oaliz  dexó  la  villa  de  Me- 
dina Sidonia,  y  el  Duque  puso  su  Aloayde  en  ella. 
E  hecho  aquesto,  el  Oondo  desató  algunos  agravios 
que  se  avian  fecho  de  la  una  parte  é  de  la  otra ;  por 
manera  que  toda  la  tierra  quedó  en  mucho  sosiego; 
ó  sosegada,  el  Oonde  se  tomó  al  Bey  á  le  notificar 
lo  que  asi  por  su  servicio  avia  fecho. 

CAPÍTULO  CLV. 

De  lo  fse  nbcedid  4eipies  4e  qso  fia»  el  Rey  4e  Toledo 

i  SegOTiO' 

Tomado  el  Bey  á  Segovia,  Dofia  María  Puerto- 
carrero,  Marquesa  de  Villena,  muger  del  Maestre  de 
Sanctiago,  adolesció  de  un  zaratán  en  la  cara,  cuya 
enfermedad  fué  insanable,  de  que  murió.  Pero  antes 
qne  fallesciese,  como  era  católica  Christiana,  teme- 
rosa de  Dios,  fizo  llamar  al  Maestre  de  Sanctiago  su 
marido,  é  venido  donde  ella  estaba  en  la  cama,  llo- 
rando oon  muchas  lágrimas,  le  dixo :  «acordaos,  Se- 
ifior,  por  amor  de  Dios,  y  mirad  que  por  faceros 
I  Maestre  de  Sanctiago,  é  subir  en  tanto  sefiorío, 
lavéis  cubierto  vuestra  persona  de  tanta  infamia,  ó 
idexais  á  vuestros  hijos  con  tan  feo  apellido  de 
idesleaL  Acordaos  como  el  Rey  Don  Enrique  vos 
I  dio,  é  con  su  favor  é  sombra  aveis  alcanzado  lo 
I  que  agora  tenéis,  é  considerad  el  mal  galardón  que 
•por  ello  le  aveis  dado,  ó  como  le  aveis  perseguido 
I  ó  corrido  ó  abatido,  poniendo  tantas  infamias  en 
Bsu  persona  Beal.  Catad,  Sefior,  que  sois  mortal,  é 
lavéis  de  morir,  é  muerto,  que  seréis  llevado  delan- 
I  te  de  aquel  juicio  divinal,  donde  seréis  acusado  de 
I  vuestra  ingratitud,  é  de  la  grand  deslealtad  oon 
I  que  aveis  deservido  é  deshonrado  á  quien  no  sola- 
I  mente  debiérades  honrar  é  defender,  mas  morir  por 
I  su  servicio.  E  si  no  queréis  condoleros  de  vuestra 
I  deshonra  é  infamia,  habed  dolor  de  vuestra  alma, 
I  porque  no  se  pierda,  ni  vaya  con  Judas  condenada 
isin  redención;  y  si  fasta  agora  le  fuistes  deserví* 
idor  é  enemigo,  de  aquí  dolante  le  sirváis  con  leal- 
9tad  ó  sigáis  oon  firmeza,  para  que  sea  Roy  entero. 


lé  no  despedazado  como  lo  tenéis.  Dezad  ya  los  la* 
itoreses  é  las  oobdicias  desordenadas,  que  tanto  y 
I  en  tal  grado  tienen  escureoida  vuestra  conciencia. 
lE  pues  vedes  que  mis  dias  se  aoaban,  una  é  muchas 
I  veces  os  suplico  é  requiero  é  pido  por  merced,  que 
I  por  reverencia  de  aquel  Dios  que  nos  vino  á  xede* 
imir,  lo  queráis  asi  facer,  porque  restituyendo  al 
I  Rey  que  vos  hizo  en  su  Reyno,  restituyáis  á  vos 
I  en  la  honra,  é  cobréis  nuevo  nombre  de  leal.» 
Oída  su  habla,  el  Maestre  le  respondió  que  le  agra- 
deecia  mucho  su  sancto  consejo,  é  que  le  piaseis  de 
facer  lo  que  ella  le  requería  é  amonestaba.  Pasados 
dos  dias  después  de  aquesto,  ella  fálleselo  é  fué  se- 
pultada en  el  Moneeterio  del  Parral,  donde  le  fue- 
ron fechas  muy  sumptuosas  é  honradas  obsequias; 
de  cuya  muerte  el  Maestre  ovo  muy  grand  dolor  é 
sentimiento,  porque  sin  dubda  fué  sefiora  de  mucho 
meresdmiento,  y  en  quien  moraba  mucha  bondad. 
Pero  puesto  que  el  Maestre  prometió  de  prosperar 
al  Rey  é  servirle  con  lealtad,  mas  tardó  ella  en  mo« 
rir  que  él  en  olvidar  la  promesa  que  hizo,  é  si  ma- 
cho lo  tenia  cegado  el  interese,  mucho  mayor  ce- 
guedad le  puso  después. 

CAPÍTULO  CLVI. 

De  COMO  el  BOCitre  eos  frani  tsiUncU  inpertnd  el  Rey  ^o  lo 
dteie  la  tUU  de  Sepdhedt,  é  lo  que  lobre  ello  sobcedió. 

Al  tiempo  que  los  bollicies  del  Reyno  se  comen- 
zaron, el  Maestre  Don  Juan  Pacheco  una  noche  hur- 
tó la  villa  de  Sepúlveda,  é  óvola  por  algún  tiempo 
contra  el  grado  de  los  vecinos  de  ella;  pero  después 
quando  el  Real  de  Simancas,  ciertos  hidalgos  de  la 
villa  vinieron  al  Rey  secretamente  con  trato  de  se 
la  dar,  para  que  enviase  persona  fiable  oon  gente  á 
tomarla,  é  que  le  darían  la  entrada  libre  é  segura. 
E  porque  el  trato  se  hacía  por  mano  de  Alfonso  de 
Badajoz,  su  secretario,  mandóle  tomar  de  las  gentes 
de  sus  guardas,  é  que  fuese  á  tomarla,  lo  qual  puso 
él  luego  por  obra,  é  fué  sin  ser  sentido;  é  llegando 
á  las  puertas  de  la  villa,  le  fueron  abiertas  sin  de- 
tenimiento ninguno;  donde  entrado,  estuvo  en  ella 
buenos  dias  fortificándola  é  teniéndola  por  el  Rey. 
E  como  después  el  Maestre  vino  á  servicio  del  Rey, 
é  toda  la  gobernación  del  Reyno  se  administraba 
por  su  querer,  hizo  al  Rey  que  lo  echase  de  alli,  dis- 
ciendo  que  los  de  la  villa  eran  tan  buenos,  que  no 
avian  menester  gente  é  capitán  que  los  sojudgase. 
E  asi  echado,  los  de  la  villa  quedaron  mucho  á  ser- 
vicio del  Rey,  aunque  con  buenas  guardas  A  las 
puertas  é  velas  de  noche  por  los  adarves.  Mas  la 
hambrienta  oobdicia  del  Maestre  era  tan  insaciable 
que  siempre  abarcaba  é  queria  mas,  é  nunca  se  har- 
taba, en  tal  manera  que  todos  los  lugares  que  cerca 
de  sus  señoríos  estaban;  pensaba  que  le  pertenescia 
por  fuero  de  tiranía.  E  asi  porque  aquella  villa  de 
Sepúlveda  estaba  junta  con  la  tierra  del  Condado 
de  Sanct  Estovan,  importunando  al  Rey  muchas 
veces,  insistió  que  se  la  diese,  de  que  el  Rey  fué 
muy  enojado  é  descontento.  E  retraído  con  algunos 
do  BUS  criados  leales,  un  dia  dixo:  «O  quién  fuera 


DON  ENBIQDB  ODABTO. 


2U 


laefkor  del  mando  por  oóbo  diut  Pregnntándole  ¿á 
«qué  fin  lo  deoia?  respondió  qne  para  hartar  la 
•  hambrienta  tirania  é  desordenada  oobdicia  del 
«Maestre  de  Sanctiago.i  E  asi  despnes  de  pasada  la 
fiesta  de  Kayidad,  qne  oto  alH  oon  pooo  plasoer, 
partió  contra  sn  grado  de  Segovia,  é  fnese  á  aposen- 
tar á  nna  f  ortalesa  del  Maestre  que  se  descia  Osstil- 
noYO,  qne  esti  dos  legnas  de  Sepúlveda.  Donde  Te- 
nido, enTió  á  llamar  dertos  hombres  de  la  TÜla,  ó 
llegados  anta  sn  Real  presencia,  les  dizo,  qne  onm- 
plia  á  sn  serTido  y  lee  mandaba  qne  tomasen  por 
sefior  al  Maestre,  porque  él  le  aTÍa  fecho  merced 
de  aquélla  Tilla;  respondieron  que  suplicaban  á  su 
Altesa,  que  no  se  lo  mandase  ni  pluguiese  á  Dios 
que  jamás  fuesen  enagenados  de  su  corona  Real,  ó 
que  una  ó  mudias  Teces  le  tomaban  á  suplicar  que 
no  se  lo  mandase,  porque  no  lo  entendían  de  facer, 
ni  era  cosa  qne  cumplía  á  su  senricio;  é  que  si  sobre 
aquesto  fuesen  molestados  ó  importunados,  se  por- 
nian  á  tan  buen  cobro,  que  no  aTrian  miedo  de  ser 
ágenos  ni  apartados  de  la  cotona  Real,  porque  aque- 
lla TÜla  no  era  para  ser  sujeta  de  otro  ninguno  que 
de  Rey  ó  hijo  de  Rey.  B  quanto  quier  que  algunos 
de  los  que  presentes  estaban,  como  pardales  é  afi- 
donados  al  Maestre,  les  dixeron  que  les  cumplia  en 
todo  caso  hacer  lo  que  el  Rey  les  mandaba,  respon- 
dieron, que  aqud  mandamiento  era  contra  su  ser- 
TÍdo,  ¿  por  importunidad  mas  que  por  su  grado,  é 
que  por  eso  ellos  no  lo  entendían  obedecer,  ni  mu- 
cho menos  cumplir;  pero  que  lo  comunici^an  con 
los  otros  Tecinos  ¿  moradores  de  la  Tilla,  é  euTiarian 
la  respuesta  á  su  Alteas.  B  ad  despedidos  del  Rey,  é 
tomados  á  su  lugar,  sin  mas  dilaciones  alearon  pen- 
dones por  la  Princesa  Dofta  Isabel,  ó  la  euTiaron  la 
obediencia;  la  qual  luego  les  enTió  gente  con  que 
se  defendiesen.  Bstonces  d  Rey,  Tista  la  noTsdad 
ó  que  ad  se  aTÍa  perdido  y  enagenado  aquella  Tilla 
fué  muy  descontñito  y  enojado  de  tan  poca  cuenta 
como  del  se  hacia  en  lo  que  á  su  honra  y  estado 
perteneda,  y  del  poco  fruto  y  menos  proTCcho  que 
acarreaba  la  Tenida  dd  Maestre  á  su  senrido;  é  tor- 
nóse á  SegOTia  mas  enojado  que  contento. 

CAPÍTULO  CLVII. 

Ceso  <l  Rey  it  fié  i  itt  eos  el  Rey  ie  Portagal,  é  lo  ^e  etU 

iibeedM4 

Tomado  el  Rey  á  SegoTia  muy  descontento  y 
enojado  por  las  pérdidas  que  de  contino  se  le  reores- 
clan  á  cabsa  de  la  cobdida  desordenada  del  Maestre 
de  Sanctiago,  donde  estando  ad  con  tan  poco  plas- 
cer,  fué  acordado  que  se  fuese  á  Ter  con  el  Rey  Don 
Alfonso  de  Portugal  sobre  él  casamiento  de  la  hija 
según  que  lo  aTian  concertado  los  mensageros  del 
Maestre  de  Sanctiago;  é  porque  fuese  mas  abtorisa- 
do,  mandaron  que  yo  fuese  con  sus  cartas  do  creen- 
da  $1  Obispo  de  Sigfiensa  á  Quadalazara,  rogándole 
por  parte  dd  Rey  é  del  Maestre  que  saliese  luego  á 
Madrid,  adonde  el  Rey  se  iba,  para  que  después  se 
fuesen  desde  allí  con  él  á  las  Tistes  del  Rey  de  Por- 
tugd;  pero  oomo  d  Obispo  de  Sigfienaa  estaba  des- 


contento del  Rey  é  del  Maestre  de  Sanotíago,  á 
cabsa  de  las  diladones  que  se  STian  dado  sobre  el 
Capdo  de  Cardenal,  respondió  muy  ásperamente» 
disdendo  que  ya  no  era  criado  Oardend  porque 
quería  el  Maestre  de  Sanctiago  que  juntamente  con 
él  hiciesen  Oardend  d  Obispo  de  Burgos  sn  sobrino 
é  que  á  esta  cabsa  se  STia  tanto  dilatado  de  le  dar 
d  capelo,  é  aun  porque  dubdaba  d  la  Princesa  Dofia 
Juana  era  hija  del  Rey,  Tisto  d  disoluto  TÍdr  de  la 
Reyna.su  madre,  é  ad  dando  sus  grsTes  quezas  de- 
negó su  ida,  puesto  que  para  dio  fué  muy  importu- 
nado. B  quanto  quier  que  d  R^  oto  grand  enojo 
de  aquesta  respuesta,  didmuló  oon  padenda,  por 
no  indignar  las  Toluntades  de  otros  dgunos,  qne 
sabido  aquesto  se  pudieran  alterar.  B  ad  determi- 
nada su  partida  desde  Madrid,  donde  estuTO  dgu- 
nos dias,  mandó  que  el  Obispo  de  Burgos  llcTase  á 
la  Reyna  é  á  la  Prínoesa  á  la  Tilla  de  Bsodona,  ó 
dende  allí  adelante  dempre  la  Princesa  estuTo  en 
poder  dd  Maestre  de  Sanctiago.  B  puesta  alli,  d 
Obispo  de  Burgos  se  fué  en  pos  del  R^,  y  el  Rey 
y  Maestre  se  fueron  á  Quaddupe,  donde  estUTO 
quatro  días,  é  se  partió  para  Trudllo.  B  allí  Tino  el 
Duque  de  AiÓTalo  é  Conde  de  Plasenoia,  con  cuya 
Tenida  d  R^  oto  grand  plascer,  por  estar  acom- 
pañado con  mas  abtoridad.  Desde  dlí  se  partió  para 
Badajea,  que  estaba  en  poder  dd  Conde  de  Feria, 
el  qud  no  quiso  acoger  d  Rey  dentro  en  la  dbdad 
sdTo  en  los  arrabdes,  disdendo  qne  la  quena  para 
dar  al  Maestre  Don  Juan  Pacheco.  Dende  allí  d  Rey 
salió  á  las  TÍstas  con  el  Rey  de  Portugal,  entre  Ba- 
dajos é  TelTCs;  é  porque  d  Bey  de  Portugd  tenia 
mda  opinión  del  Maestre  de  Sanctiago,  que  sabia 
de  sus  pocas  Tcrdades,  é  mucha  cobdida,  é  confián- 
dose poco  de  las  formas  tan  dedionestss  con  que 
trataba  d  Rey,  no  quiso  aceptar  d  casamiento, 
puesto  que  para  la  seguridad  de  su  persona  le  da* 
han  dertas  dbdades  é  Tillas  de  las  principales  del 
Reyno;  pero  él  jamas  quiso  aceptallo,  é  ad  se  par- 
tieron discordes  é  dn  oondudon  alguna.  Grandes  é 
dlTerscs  son  los  juióios  que  sobre  este  caso  podrían 
facer  los  discretos,  selldadamente  aquellos  en  quien 
algún  temor  de  Dios  é  odo  de  la  juatida  cabe.  Que 
aquesta  Sefiora  jurada  dos  Teces  por  Princesa  here- 
dera, seyendo  inocente,  é  sin  cdpa,  ad  se  le  hayan 
desmanado  tres  casamientos  tan  solidados:  uno  del 
Prindpe  Don  Alonso,  hermano  dd  Rey  d  tiempo 
que  lo  juraron,  que  fué  con  td  condidon  de  casarse 
oon  ella;  otro  del  Duque  de  Ouiana,  que  lo  mataron 
con  yerbas;  é  después  aqueste  que  se  desmanó  por 
la  poca  confiansa  qne  dd  Maestre  de  Sanctiago  se 
tenia.  B  de  las  mudanaas  de  Castilla  ¿qué  podria- 
mos  deedr  acá  en  Castilla?  sino  que  las  culpas  de 
los  padres  suelen  á  las  Teces  traer  á  perdidon  á  los 
hijos;  porque  d  la  Reyna,  madre  de  aquesta  Sefiora, 
quisiera  títít  honestamente  sin  ofensa  de  su  honra 
é  dd  próspero  matrimonio  que  Dios  le  aTÍa  dado 
con  tan  dto  R^y,  no  padesdera  la  hija  tanta  infa- 
mia, ni  quedara  tan  abatida,  ni  oon  tan  grand  de- 
nuesto deshonrada  para  dempre.  Tomado  el  Rey  á 
BadajoS|  é  Tista  la  poca  obedienda  é  rebdion  dd 


212 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BETB8  DB  OAOTILLA. 


Oonde  de  Feri»,  que  no  le  quiso  «coger  en  tu  db- 
dad|  aoordó  de  se  pasar  á  Mérída,  donde  llegado 
acordó  de  se  ir  á  Oórdoba,  é  de  alli  andarse  por  An- 
daluofa,  B  asi  desde  Marida  se  fué  al  Maeatrftdgo 
de  Calatraya,  y  el  Maestre  de  Sanctiago  se  fué  á  la 
provincia  de  León.  Bl  Rey  desde  el  Maestradgo  de 
Calairava  se  pasó  á  Córdoba,  donde  le  resoibieron 
con  asaa  plascer  é  mncho  amor  de  toda  la  gente.  B 
oomo  el  Duque  de  Medina  Sidonia  supo  de  su  veni- 
da á  Oórdoba,  ó  que  de  allí  quería  irse  á  Sevilla,  te- 
miéndose de  ser  echado  fuera  por  la  enemiga  que 
estaba  entre  él  y  el  Maestre  de  Sanctiago,  ayuntó 
dos  mil  de  á  caballo,  é  apoderóse  de  los  aloAsares 
é  de  las  ataraaanas  é  de  las  puertas  de  la  oibdad, 
donde  puso  alli  luego  alcayde  de  su  mano.  Sabido 
aquesto  por  el  Rey,  sospeobando  alguna  traycion, 
dezó  de  ir  allá,  é  desde  Córdoba  pasó  á  Baesa,  don- 
de reposó  algunos  dias,  mas  congojado  que  con  des- 
canso, vista  la  poca  reverencia  é  poco  temor  que  á 
cabsa  del  Maestre  de  Sanctiago  le  tenían,  denegan- 
do de  le  acoger  en  sus  villas  é  cibdades.  Bstando 
allí,  llegó  nueva  como  el  Oonde  de  Cif  nenies  é  Don 
Juan  de  Ribera  con  otros  caballeros  sus  pardales 
avian  prendido  al  Doctor  Oard-Lopes  de  Madrid 
que  allí  avia  dezado  por  asistente,  é  preso,  avian 
tomado  la  Puente  de  Sanot  Martin,  é  las  otras  puer- 
tas de  la  cibdad,  las  quales  estaban  é  ^nian  toma- 
das de  su  mono,  é  asimismo  que  teman  puestas  sus 
guardas  en  derredor  del  Alcázar,  puesto  que  el  Al- 
cayde que  alli  estaba  por  el  Doctor  Qarci-Lopea  se 
defendía  muy  bien.  FnÓle  asimismo  notificado  que 
Don  Juan  de  Morales,  Arcediano  de  Quadalazara  é 
Francisco  de  Falencia,  Prior  de  Aroche,  Canónigos 
de  la  sancta  Iglesia  de  la  dbdad  de  Toledo,  con 
otros  muchos  servidores  é  pardales  de  su  Altesa  se 
pusieron  en  armas  é  tomaron  la  Iglesia  mayor,  ó 
luego  acudieron  allí  los  Mariscales  Perafan  de  Ri- 
bera é  Femando  de  Ribadeneyra;  donde  todos  se 
juntaron  con  asaz  gente,  y  enviaron  á  requerir  al 
Oonde  de  Oifuentes  é  á  Don  Juan  de  Ribera  que 
soltasen  luego  al  Asistente,  é  se  apartasen  del  Alca- 
cer dn  le  dar  combate,  donde  no,  que  saldrían  á 
pelear  con  ellos  é  les  harian  apartar  de  allí  mal  de 
su  grado.  Visto  aquesto  por  el  Oonde  é  D.  Juan  su 
tío,  ó  como  BU  dañado  deseo  no  se  podía  cumplir 
como  ellos  querian,  soltaron  luego  al  Asistente,  Ó 
arredráronse  de  la  fortaleza  sin  mas  combatilla. 
Sabido  aquesto  por  el  Maestre  de  Sanctiago,  vino 
luego  á  mas  andar  á  Toledo,  y  entrado  en  la  cibdad 
desterró  al  Oonde,  é  á  Don  Juan,  é  á  Don  Lope  de 
Zóftiga,  é  á  Arias  de  Silva  é  á  Pero  Oomes  Barroso, 
porque  todos  estos  eran  de  una  liga  ó  confedera- 
ción; é  así  desterrados,  los  que  estaban  en  la  Igle- 
sia depuueron  las  armas,  é  saliéronse  á  sus  casas.  B 
puesto  que  el  Rey  vino  luego  á  la  cibdad,  jfa  los 
escándalos  estaban  sosegados;  é  porque  morían  en 
la  dbdad,  no  qñiso  entrar  dentro,  mas  aposentóse 
fuera  en  el  Monesterio  de  la  Sisla;  pero  aunque  los 
perpetradores  de  la  sedidon  fueron  desterrados,  no 
les  fué  dado  otro  ningún  cargo  ni  pena,  porque 
eran  del  Maestre  de  Sanctiago.  Después  que  la  db- 


dad en  alguna  manera  fué  puesta  en  sodego,  el  Bey 
se  partió  para  Segovia,  donde  llegado,  hsJQó  que 
dertos  escuderos  de  los  mas  principales  de  allí,  con 
algunas  gentes  de  los  arrabales  é  de  otra  comuni- 
dad se  avian  levantado  con  mal  propósito,  é  puesto 
en  armas  contra  el  Corregidor,  de  que  se  rescrede- 
ron  muertes  é  asaa  vertimiento  de  sangre.  De  aques- 
to fué  muy  enojado  el  Rey,  é  sabida  la  verdad  por 
la  pesquisa,  falló  muy  culpados  los  escuderos,  á  los 
quales  mandó  prender  é  llevar  muy  avergonsada- 
mente  con  grillos,  en  sendas  acémilas,  al  Alcázar 
de  Madrid,  donde  estuvieron  presos  por  algún  tiem- 
po. Bl  Maestre  de  Sanctiago  se  quedó  en  Escalona, 
donde  estuvo  algunos  dias,  hasta  que  el  Rey  le  en- 
vió á  llamar. 

CAPITULO  OLVni. 

Cobo  ol  Vaeilra  de  Sanetitfo  te  cmó  coa  U  hUt  4ol  Gosdo 

doHtro. 

El  Maestre  Don  Juan  Pacheco  viéndose  en  algu- 
na manera  desamado  de  los  Grandes,  é  con  pocos 
parientes  é  amigos,  procuró  de  se  confederar  é  aliar 
con  la  casa  de  Mendoza ,  é  de  Velaaoo ,  é  and  an- 
dando con  ellos  en  sus  tratos ,  fueron  acordadas  vis- 
tas de  ellos  con  él  entre  Segovia  é  Pedraza.  De  la 
una  parte  salieron  el  Conde  do  Medinaceli,  y  el 
Obispo  de  Sig&enza,  y  el  Oonde  de  Haro  y  el  Obis- 
po de  Falencia;  y  de  la  otra  parte  vino  d  Maestre 
de  Sanctiago  y  d  Obispo  de  Burgos;  donde  junta- 
dos, fué  concluido,  que  para  mayor  firmeza é segu- 
ridad de  su  confederación  el  Maestre  de  Sanctiago 
casase  con  hija  del  Oonde  de  Haro,  porque  el  Mar- 
qués de  Sanctillana  no  tenia  hija  ninguna  por  ca- 
sar. Ad  oonoerUdos ,  fué  asignado  cierto  día  para 
los  desposorios ,  de  que  el  Roy  fué  muy  contento,  é 
acordó  de  salir  á  verse  con  ellos,  para  que  todos 
conformados  estuviesen  muy  juntos  á  su  servicio. 
B  asi  conduido  todo  con  mucho  amor,  mandó  el 
Rey  que  los  desposorios  é  la  boda  todo  fuese  junta- 
mente fecho.  Estonces  el  Maestre  se  fué  á  la  villa 
de  Pefiaftel ,  que  era  del  Oonde  de  Umefia ,  su  sobri- 
no, é  allí  vinieron  d  Conde  de  Haro  é  la  Condesa 
su  muger,  con  la  hija  que  se  avia  de  casar  con  el 
Maestre.  Donde  convenidos  con  mucho  plascer  é 
amor,  los. desposorios  é  la  boda  fueron  luego  cde- 
brados  con  muy  grandes  fiestas.  B  ad  fechas ,  el 
Maestre  dezó  á  la  Duquesa  su  muger  en  Pefíafiel 
por  algunos  dias,  é  dende  se  fué  luego  á  Segovia,  y 
el  Oonde  de  Haro  é  la  Condesa  se  tomaron  á  sus 
tierras. 

CAPÍTULO  CLIX. 

De  como  el  Rey  se  parUÓ  para  Madrid,  é  tíoo  allí  el  Delegado 
del  Papa ,  é  lo  qne  allí  lubeedld. 

Después  que  el  Maestre  de  Sanctiago  fué  venido 
de  Peñafiel  á  Segovia,  fué  acordado  que  el  Rey  se 
fuese  á  Madrid ,  donde  vino  el  Obispo  de  Sigfiensa. 
B  porque  el  Rey  y  el  Maestre  avian  gana  de  le  com- 
plascer  al  Obispo,  é  procurar  su  honra,  prometía- 


DON.  BNRIQUB  OUABTO. 


213 


lonle  de  prooarar  con  todas  sas  faenas  que  faese 
fecho  Oardenal,  de  qae  el  Obispo  faé  satisfecho  de 
las  qnexas  pasadas.  Estando  allí  el  Bey  con  sigan 
oontentamiento ,  llególe  la  nneva  como  por  la  muer- 
te del  Papa  Paulo ,  avian  elegido  por  Sancto  Padre 
al  Papa  Sixto,  y  enviaba  por  Delegado  á  Bspafia  á 
Don  Rodrigo  de  Borxa,  Viohandller,  é  Cardenal  é 
Obispo  de  Albania ,  de  qae  el  Rey  fué  muy  conten- 
to,  é  le  plogo  que  entrase  en  sus  Reynos.  Pero  por- 
que sa  venida  fuese  mas  abtorisada,  el  Rey  con  los 
de  su  alto  Consejo  acordó  que  el  Obispo  de  Sgfien- 
la  fuese  á  Valenoia,  donde  el  Legado  era  ya  des- 
embarcado, y  esperaba  el  oonsentimientó  del  Rey, 
para  usar  de  sn  delegación.  Estonces  el  Obispo  fué 
muy  bien  aoompafiado  de  asas  principales  caballe- 
ros de  su  linage,  é  llegado  á  Valencia,  notificó  al 
Legado  el  consentimiento  y  el  plascer  que  el  Rey 
tenia  con  sn  venida ,  é  que  le  rogaba  que  se  fuese 
luego  para  su  Corte  con  él ;  é  asi  determinada  su 
entrada  en  Castilla,  se  partieron ,  y  entrados  en  el 
Reyno,  se  vinieron  por  las  tierras  del  Maestre  de 
Banctiago  resoibiendo  fiestas.  Luego  que  el  Rey  y 
el  Maestre  supieron  de  su  venida,  mandaron  que  yo 
toviese  cargo  de  dar  orden  en  el  rescibimiento  que 
se  le  avia  de  facer.  Donde  aparejadas  las  cosas  to- 
das, que  para  lo  tal  eran  menester  é  necesarias,  el 
dia  que  ovo  de  entrar,  le  fué  fecho  aquel  solene  res- 
oibimiento  que  para  Legado  á  Laiere  pertenesoia, 
asi  por  el  Rey  con  toda  su  caballería,  que  en  diver- 
sas maneras  salieron  al  campo ,  como  después  á  la 
entrada  de  la  viUa,  de  Clérigos  é  religiosas  perso- 
nas de  diversas  Ordenes  en  sn  procesión  ordenada- 
mente, todos  vestidos  con  muchas  é  muy  ricas  ca- 
pas, y  el  Obispo  de  Astorga  vestido  de  Pontifical 
con  sus  asistentes,  é  una  Chus  en  la  mano  en  que 
adoró  el  Legado.  E  los  Regidores  é  caballeros  de  la 
villa  estaban  con  un  rico  palio  de  brboado  sobre  sus 
varas,  oon  goteras  pendientes,  en  que  estaban  pin- 
tadas las  armas  del  Papa  y  del  Rey.  Debazo  de 
aqueste  palio  entró  el  Legado  cabalgando,  y  el  Rey 
á  su  mano  izquierda  un  poco  antes,  hasta  que  lle- 
garon á  la  Iglesia  de  Sanctiago,  donde  descavalga- 
ron.  B  entrados  dentro  delante  del  Altar,  el  Legado 
dio  la  bendición,  é  otorgó  Indulgencia  plenaría  de 
tres  afios  é  tres  quarentenas  de  perdón  á  los  que 
presentes  estaban.  Fecho  aquesto ,  el  Rey  tomó  al 
Legado  por  la  mano,  é  á  pié  le  puso  en  su  aposen- 
tamiento, que  estaba  junto  con  la  Iglesia,  é  llegan^ 
lo  oon  él  hasta  las  puertas,  el  Rey  se  despidió,  y  el 
Legado  se  entró  en  su  posada.  Pasados  quatro  diss 
le  su  venida,  el  Rey  fué  á  oir  su  embazada  á  Sanot 
Glerónymo  del  Paso,  donde  venido  el  Legado  en 
'presencia  del  Rey  é  de  los  de  su  muy  alto  Consejo, 
i  dado  al  Rey  el  breve  del  Papa ,  propuso  con  mu- 
)ha  elegancia  que  el  Papa  ffixto  IV  le  enviaba  por 
lu  Legado  á  Laiere  en  todas  sus  Espafiaa  é  ínsulas 
vdherentes,  para  visitarlas  como  padre  espiritual  de 
oda  la  Religión  Christiana,  é  Vicario  de  Jesu- 
thristo ,  á  quien  pertenesoia  conoscer  sus  ovejas  é 
alies  aquella  medecina  espiritual  que  á  sus  almas 
srtenescia ;  é  oon  esto  juntamente ,  para  comuni- 


car con  su  Alteía  Real  las  otras  cosas  particulares, 
necesarias  al  bien  de  la  See  Apostólica ;  por  tanto, 
que  le  ploguiese  nombrar  una  persona  que  fuese  leal 
é  acepta  á  su  servicio ,  para  que  anduviese  é  tratase 
entre  ellos.  Oida  sn  habla ,  el  Rey  le  respondió  que 
le  avia  plasoido  con  su  venida  y  era  goooso ,  porque 
persona  tan  singular  viniese  á  sus  Reynos  con  tan 
altos  negocios,  y  que  él  como  Rey  cathólico  é  hijo 
de  obediencia  estaba  presto  áé  cumplir  lo  que  el 
Sancto  Padre  por  su  Bula  le  enviaba  á  mandar ,  y  lo 
que  él  como  Legado  de  parte  de  sn  Sanctidad  le  di- 
zese ;  y  que  para  lo  al  que  particularmente  se  avia 
de  comunicar  entre  ellos,  nombraba  á  mi  como  á  sa 
Ooronista  é  Capellán  é  de  su  Consejo,  oon  quien  su 
Reverendísima  Paternidad  podría  comunicar  todo  lo 
que  quisiese.  El  Legado  oido  su  graciosa  respuesta, 
le  refirió  muchas  graoiss;  é  asi  despedido  el  uno  del 
otro,  se  fué  cada  uno  por  su  parte  A  sus  aposenta- 
mientos. En  aqueste  medio  tiempo  suboedió  como  el 
Rey  Don  Juan  de  Aragón  recobró  la  cibdad  de  Bar- 
celona, que  avia  grand  tiempo  que  estaba  rebelada 
contra  él  A  cabsa  de  la  muerte  del  Principe  Don 
Carlos,  donde  fuérescebido  con  grande  amor  detodo 
el  pueblo  é  de  la  gente ,  y  él  alegremente  perdonó  á 
todos  en  general  sin  descirles  fealdad  alguna,  ni 
palabra  deshonesta,  lo  qual  fué  tenido  A  mucha  no- 
blesa  é  humanidad.  Acaesdó  también  en  este  tiem- 
po que  el^y  Luis  de  Francia  ovo  batalla  campal 
con  los  Duques  de  Borgofia  é  de  Bretafia,  é  fué 
muerto  el  Duque  de  Borgofia,  de  A  donde  se  siguie- 
ron otras  muchas  muertes  é  grandes  males  en  cada 
parte.  E  puesto  que  vino  allí  otro  Delegado  A  los 
poner  en  pas,  ó  en  tregua,  no  pudo  aprovechar  su 
venida,  porque  se  dieron  otras  batallas  campales, 
de  que  el  Rey  Luis  fué  vencedor ,  é  quedó  oon  muy 
próspero  triunfo  é  sus  enemigos  destruidos  por  grand 
tiempo.  Pasados  algunos  dias  después  que  el  Legado 
fué  venido,  el  Rey  y  el  Maestre,  para  cumplir  la 
promesa  que  avian  dado  al  Obispo  de  Sigftensa  de 
lo  hacer  Cardenal,  hablaron  oon  él  rogAndole  afeo- 
tucsamente  que  escribiese  al  Papa  muy  encargado, 
para  que  hiciese  Cardenal  al  Obispo  de  Sigftensa, 
de  que  el  Legado  fué  muy  contento,  y  asi  escribió 
él  y  el  Rey, y  el  Maestre,  y  fué  despachado  un  Cor- 
reo oon  las  cartas.  El  Legado  y  el  R^  tuvieron  la 
fiesta  de  Navidad  allí  en  Madrid  oon  asas  plascer; 
los  quales  juntamente  se  fueron  A  oir  Misa  solene  A 
Sancto  Domingo ,  que  es  monesterio  de  monjss, 
donde  él  Legado  dio  su  bendición  pon  muohos  per- 
'dones. 

CAPÍTULO    CliX. 

De  eoaio  el  Rey  mb  el  Lsf  ido  m  ÍMoroB  i  Secovta ,  y  lu  eorn 

qae  tIU  isbMdleroa* 

Pssadas  las  fiestas  de  Navidad,,  fué  acordado  en- 
tre el  Rey  y  el  Legado  que  se  fuesen  A  Segovia,  A 
donde  le  fué  fecho  solene  rescibimiento,  según  que 
para  Legado  pertenesoia,  ansi  por  |la  olereda,  co- 
mo por  los  caballeros  é  gente  de  la  cibdad.  E  el  Le- 
gado fué  aposentado  en  las  casas  del  Obispo ,  que 


214 


GR0NI0A8  DB  LOS  BEYES  DE  OAfiniLLA. 


eetán  judío  con  U  iglesia  mayor.  Venido  allí  al  Le- 
gado ,  mandó  juntar  de  todo  el  Reyno  de  oada  Igle- 
sia Catedral  una  Dignidad  y  un  Canónigo ,  donde 
fueron  ayuntadas  as^  peisonas  de  denda  é  abtori- 
dad.  Los  quales  venidos  delante  del,  los  notificó  la 
neceddad  en  que  el  Papa  estaba  é  que  se  quería  ser- 
vir dellos  oon  algún  subsidio ;  ó  que  por  tanto  les 
mandaba ,  exhortaba  é  requería  lo  aceptasen  6  pusie- 
sen por  la  obra.  La  clerecía  respondió  que  avrían  su 
acuerdo  é  deliberación,  sobre  lo  qual  ovo  asas  dife- 
rendas;  finalmente  determinaron  de  se  lo  dar ,  oon 
tanto  que  su  Santidad  otorgase  á  todas  las  Iglerias 
Ostedrales  del  Reyno  peqpetuamente  dos  Oalongías, 
que  fuesen,  para  que  en  cada  Iglesia  Catedral,  quan- 
do  Tacasen,  el  Perlado  y  d  Csbildo  diesen  la  una  á 
un  Teólogo,  é  otra  á  un  Canonista,  lo  qud  d  Papa 
lo  otorgó  odiMfjMliMmi  rd  SMsioriasii.  Fecho  aques- 
to ,  publicó  unas  Bullas  de  indulgencia  plenaría  de 
diversos  precios,  según  el  estado  é  condición  de  las 
personas  que  las  quisiesentomar.  Pero  puesto  que  la 
mayor  parte  de  la  clerecía  del  Beyno  vino  al  llama- 
miento dd  Legado ,  quedaron  algunos  que  no  vinie- 
ron porque  eran  aficionados  á  los  Príncipes  Don  Fer- 
nando ó  Dofia  Isabel,  entre  los  quales  fué  mas  prín- 
dpd  Don  Ilügo  Manrique , Obispo  de  Coria,  que  en 
nombre  de  los  otros  insistió  oon  d  Legado  que  se 
saliese  de  Segovia  é  se  fuese  á  estar  en  Vdladolid, 
donde  le  serian  notificadas  algunas  cosm  que  oum- 
plian  d  servicio  del  Bey  é  d  bien  de  la  subcesion 
de  los  Beynos  de  Castilla.  Vista  la  importunidad 
oon  que  and  lo  aquezaba  que  se  fuese  de  dlí ,  envió 
por  mí  como  deputado  entre  el  Bey  y  d ,  para  en- 
tender en  los  negodos  ocurrentes ;  é  como  asi  me 
notificase  d  caso  de  la  importunidad  dd  Obispo,  yo 
lo  hice  saber  d  Bey,  é  su  Altesa  envió  á  desoír  d 
Legado  que  le  regraciaba  d  amor  é  buena  voluntad 
que  le  tenia,  y  que  le  rogaba  que  pues  conoscia  las 
¿ormss  de  Castilla,  no  curase  de  dar  orejas  á  seme- 
jantes casos  é  personas,  que  eran  maliciosas  é  lle- 
nas de  mucho  escándalo  ;  el  Legado  respondió  que 
ad  lo  entendía  haoer,  porque  ya  avia  sentido  algo 
dello.  Pasados  dos  meses  que  el  Legado  estuvo  allí 
negodando  lo  que  el  Papa  le  avia  mandado,  acordó 
de  partirse  para  Alcalá  de  Henares,  para  ver  á  los 
Príncipes  Don  Fernando  é  Dofta  Isabel,  que  estaban 
allí  con  el  Anobispo  de  Toledo,  donde  fué  resoebi- 
do  con  gran  solenidad ,  é  festejado  de  muchas  ma- 
neras. Estuvo  allí  dgunos  días,  é  pasóse  á  Guada- 
lazara  ,  é  fué  muy  bien  rescibido  por  el  Marqués  de 
Santillana  é  por  los  Condes  sus  hermanos,  é  posó 
oon  el  Marqués  dentro  de  su  casa,  é  reposó  dlí  d- 
gun  tiempo.  En  este  medio  subcedió  en  la  dbdad  de 
Córdoba  que  la  comunidad  oon  favor  de  dgunos 
oabdleros  se  levantaron  contra  los  conversos  con 
mano  armada,  donde  fueron  muertos  muchos  de- 
llos, é  todos  robados  sin  redstencia  ninguna  en  tal 
manera,  que  los  que  escaparon ,  ninguno  ddlos  osó 
vivir  mas  en  aquella  dbdad,  ni  entrar  en  día  é  no 
dn  cabsa;  oacomo  todos  ó  los  mas  dellos  juddza- 
ban  sin  vergftenaa  ninguna,  permitió  Dios  que  los 
unos  por  hacedores,  é  los  otros  por  consentidores. 


todos  pereciesen  é  fuesen  muertos  é  destruidos.  Lúe-  - 
go  en  pos  de  aqudlo  acaesoió  que  en  Jaén  la  oomn^ 
nidad  admismo  se  levantó  contra  los  conversos ;  é 
porque  d  Condestable  D.  Migud  Luoss  no  daba  lu- 
gar para  que  fuesen  robados,  un  dia  estando  d  en 
la  Iglesia  mayor  oyendo  Misa,  entraron  todos  é  alli 
delante  dd  dtarlo  mataron  crudamente,  é  luego  sin 
tardar  fueron  robados  todos  los  conversos,  é  mnchos 
ddlos  muertos  sin  piedad  ninguna.  Siguiendo  aques- 
tas pisadas  los  de  Ando  jar ,  hicieron  otro  tanto  é 
otros  lugares  del  Andalucía.  Sabido  questo  por  d 
Bey ,  puesto  que  le  pesó  é  ovo  sentimiento  dello,  no 
hiao  castigo  ninguno ;  pero  A  ruego  é  snpücadoii 
del  Maestre  de  Sanotiago  dio  la  CondestabUa  al 
Conde  de  Haro,  y  d  sdlo  de  la  Chanoillería  d  Obis- 
po de  Sigflensa. 

CAPITULO  CLXL 

Gobio  ol  Roy  osvid  por  ol  loCiolo  Doo  Eori^oo  i  Boreelooo ,  fsrt 
MUrio  coa  U  Prioeou  ii  IJa ,  ó  lo  fio  ollf  loboeáió. 

Después  que  el  Bey  vio  que  tantos  casamientos  se 
avian  desmanado  A  su  fija ,  habido  su  acuerdo  oon 
el  Maestre  de  Sanotiago ,  determinó  de  enviar  por  d 
Infante  Don  Enrique  su  primo ,  fijo  dd  Infante  Don 
Enrique,  hermano  déla  Bey  na  Dofia  María  su  ma- 
dre, el  qud  estaba  en  Barodona.  E  ad  aoordadO| 
envió  un  mensagoro  de  secreto ,  para  que  oculta- 
mente hablando  con  él ,  lo  trazóse  sin  que  fuese 
sentido  fasta  que  estuviese  en  Castilla.  Entretanto 
que  este  mensagoro  iba  é  n^ociaba  d  cargo  que  le 
era  mandado,  el  Maestre  de  Sanotiago  dizo  al  Bey 
que  para  el  bien  de  la  suboesion  de  su  hija,  le  man- 
dase entregar  el  Alcázar  de  Madrid ,  para  tener  alli 
á  la  Beyna  é  á  la  Princesa  su  fija,  donde  estarian 
mas  seguras  é  guardadas  que  en  ningún  lugar  dd 
Beyno,  é  las  podría  ver  quando  quidese  mejor  que 
en  Escalona ,  donde  por  estonces  estaban.  Luego  d 
Bey  mandó  al  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera,  quo 
entregase  d  Alcázar  al  Maestre ;  é  puesto  que  le  fué 
áspero ,  é  dio  algunas  dilaciones ,  findmente  le  fué 
necesario  entregallo,  y  entregado ,  el  Maestre  puso 
dlí  su  Alcayde.  E  quantoquier  que  se  apoderó  del 
Aloázar  ó  de  la  villa ,  sintiendo  como  Andrés  de  Ca- 
brera é  la  Bobadilla  su  muger  eran  mas  aficionados 
á  la  Princesa  Dofta  Isabel ,  porque  ella  era  oríada 
suya  y  la  avia  casado,  parescióle  que  d  Aloásar  é 
las  puertas  de  Segovia  estarían  mejor  en  su  poder 
que  no  en  mano  de  ellos ,  é  asi  con  mucha  instancir 
procuró  el  Maestre  que  el  Bey  también  se  lo  quita- 
se, para  que  lo  toviese  él  de  su  mano.  Sobre  lo  qua 
ovo  asaz  diferencias ,  porque  á  la  verdad  el  Bey  es- 
taba en  grande  confusión  é  no  sabia  determinar  es 
cuyo  poder  estaría  mas  seguro  su  Alcázar  é  su  cib 
dad  oon  los  tesoron  que  dlí  tenia.  E  asi  dilatando  ^ 
tratando,  jamas  el  Mayordomo  quiso  entregar  e 
Aloásar,  de  que  el  Maestre  fué  indignado  contra  é 
é  determinó  de  lo  destruir ,  é  ad  llamó  secretament 
ciertos  hidalgos  de  la  dbdad,  y  entre  ellos  porprin 
oipal  á  Diego  de  Tapia,  é  trató  oon  ellos  como  par 
derto  dia  señalado  alborotasen  el  pueblo  contra  U 


DON  ENRIQUE  CUARTO. 


dl5 


oonvonoB.é  loe  robaBen;  pero  qne  prinoipalmeuto 
procarasen  de  prender  al  Rey  y  al  Mayordomo  Ca- 
brera ,  para  qne  el  Rey  mandase  luego  cercar  el  Al- 
cázar y  dársele ,  y  el  Mayordomo  lo  entregase  por 
fnerza.  E  fecho  aqueste  concierto,  los  hijos-dalgo 
pusieron  por  obra  lo  que  asi  los  era  mandado,  é  ayi- 
do  BU  acuerdo  I  determinaron  que  dende  á  ciertos 
días,  qnando  ya  toYiesen  convocados  todos  los  del 
pueblo,  un  Dominga  después  de  comer  diesen  cinco 
badaxadas  en  la  campana  de  Sanct  Pedro  de  los 
Priores,  é  á  la  misma  hora  se  comenzase  la  pelea  en 
cinco  partes  de  la  cibdad.  Diego  de  Tapia  en  el  ar- 
rabal de  Sancta  Olalla  y  Sancta  Goloma  con  los  ofi- 
ciales é  gente  común  de  entrambas  colaciones,  y  los 
de  Gontreras  á  la  Iglesia  de  Sanct  Juan,  para  que 
allí  abriesen  un  postigo  de  los  adarves ,  que  están 
junto  con  la  Iglesia,  por  donde  avian  de  entrar  Die- 
go de  Tapia  con  la  gente  de  los  arrabales ;  otro  rui- 
do se  avia  de  trabar  á  Sanct  Martin ;  otro  á  la  plaza 
de  Banct  Miguel,  y  otros  de  sobresalientes  que  an- 
duviesen á  todas  partes.  De  aquesta  sedición  fué 
avisado  el  Rey  por  el  Legado,  que  estaba  en  Gua- 
dalazara,  tres  dias  antes ;  é  sabido ,  mandó  al  Ma- 
yordomo que  se  apercibiese  con  tiempo  de  armas  é 
gente,  é  lo  hiciese  saber  á  los  oonveiBoe,  para  qne 
estuviesen  sobre  aviso,  é  no  les  tomasen  de  salto. 
Estonces  el  Mayordomo  Cabrera  con  algunos  4iidal- 
go6  amigos  suyos  ó  gente  de  su  casa,  é  asi  mesmo 
los  conversos  se  proveyeron  de  tal  manera,  que  ve- 
nida la  hora  de  la  pelea,  se  hallaron  tan  apercebi- 
dos  é  bien  armados  é  con  tal  esfuerzo,  que  desba- 
rataron á  sus  enemigos  sin  recibir  dafio  ninguno. 
Fué  muerto  Diego  de  Tapia,  principal  incitador  de 
los  escándalos ,  con  un  pasador  que  le  pasó  la  ca- 
beza hasta  los  sesos,  é  su  casa,  puesta  á  sacomano 
sin  resistencia  ninguna.  Los  Gontreras  fueron  des- 
baratados é  presos,  antes  que  pudiesen  abrir  el  pos- 
tigo, é  la  gente  común  de  los  arrabales  quedaron 
muy  mal  parados,  porque  ovo  muchos  muertos  é 
f eridos  dellos ;  de  tal  manera ,  que  en  breve  espacio 
no  avia  lanza  enhiesta  en  todos  ellos.  Estonces  el 
Maestre,  visto  que  su  dallado  trato  no  se  cumplía 
como  él  quisiera ,  é  como  sintió  que  los  vencidos 
descubrían  é  publicaban  que  á  su  requesta  lo  avian 
fecho ,  rosoelándose  de  algún  enconveniente,  salióse 
de  la  cibdad  aquella  noche  á  dormir  en  el  Parral,  é 
otro  dia  de  mafiana  determinó  de  se  partir  para 
Madrid.  Sabido  aquesto  por  el  Rey,  fué  á  hablar  con 
,  mairavillándose  de  su  acelerada  partida ;  el  Maes- 
e  respondió  que  él  no  entendía  estar  mas  en  So- 
>via,  ni  entrar  en  eUa,  mientras  que  las  puertas  é 
Alcázar  della  estuviesen  en  poder  del  Mayordo- 
3  Cabrera  é  de  la  Bobadilla  su  mugor,  do  quien 
jtenia  mas  sospecha  qne  seguridad ;  por  tanto,  qne 
I  Alteza  le  perdonase  ;  é  asi  se  partió  muy  descon- 
nto,  de  que  el  Rey  ovo  asaz  enojo.  Pero  vistos  los 
cándalos  de  la  cibdad ,  fué  necesario  quedarse  allí 
T  algunos  dias,  asi  por  asosegar  el  escándalo  del 
sblo,  como  para  dar  algún  medio  de  concordia  é 
^ego  entre  amas  las  partes  de  los  bandos.  Queda- 
)  con  el  Rey  en  Segovia  el  Obispo  de  Sigüenza  y 


'  el  Conde  de  Benavente;  el  qual  aquel  mesmo  dia 
tenia  concertado  de  matar  al  Maestre  de  Sanctisgo 
su  suegro,  para  cuya  execudon  estaban  encerradas 
en  su  casa  ciertas  personas  de  secreto ;  é  si  la  pelea 
del  pueblo  no  interviniera,  todavía  lo  pusiera  por 
obra. 

CAPÍTULO  GLXII. 

Como  vino  el  Infante  Don  Enrriqne  I  la  Tilla  de  Reqnena  con  la 
InfanU  iv  «adre,  7  el  Rey  te  fné  I  Madrid,  é  lai  eosas  qne 
sobre  ello  anbcedleroa. 

Entretanto  que  estas  cosas  subcediaui  é  pasaban 
sin  castigo  con  poco  temor  del  Rey,  aunque  él  es- 
piritualmente  se  oongozaba  é  le  pesaba  dello,  el  In- 
fante Don  Enrriqne  vino  á  la  villa  de  Reqnena,  é  la 
Infanta  su  madre  luego  en  pos  del.  Donde  venidos, 
é  notificado  al  Rey  como  eran  llegados,  para  ver  lo 
que  mandaba,  ovo  mucho  plascer,  y  esorivióles  que 
reposasen  allí  algunos  dias,  hasta  que  proveyese 
al  Infante  de  las  cosas  necesarias  para  su  estado.  E 
luego  mandó  que  le  llevasen  una  bazilla  de  plata 
muy  rica,  é  camas  é  atavies,  é  acémilas  é  todas  las 
otras  cosas  que  pertenesdan  á  la  decencia  de  su 
persona.  B  fecho  aquesto,  fizólo  saber  al  Maestre 
de  Sanctiago,  que  estaba  en  Madrid,  el  qual  envió 
luego  al  Infante  dos  caballeros  de  su  casa,  para  que 
lo  truzesen  a1  castillo  de  Qarci-Mufioz,  donde  él  y 
la  Infanta  su  madre  estuviesen  á  su  plasoer,  hasta 
que  el  Rey  los  enviase  á  llamar.  E  fecho  aquesto, 
el  Rey  acordó  que  el  Obispo  de  Sigfienza  fuese  á 
verse  con  el  Maestre  de  Sanctiago  á  Quadarrama, 
donde  vistos,  acordaron  que  el  Rey  se  partiese  é  se 
pasase  á  Madrid,  pues  que  el  Maestre  de  Sanctiago 
no  quería  venir  á  Segovia.  E  asi  el  Rey  pasó  á  Ma- 
drid ,  é  con  él  el  Obispo  de  Sigüenza,  y  el  Conde  de 
Benavente  é  los  del  Consejo  con  toda  la  Corte.  Don^ 
de  Uegados ,  fué  luego  traída  alli  la  Reyna  é  la  Prin- 
cesa BU  hija ,  con  que  el  Rey  ovo  plasoer,  é  páreselo 
tener  algún  contentamiento,  por  no  estar  ni  verse 
en  los  escándalos  de  Segovia,  é  aún  porque  según 
su  condidon  no  se  hallaba  rin  el  Maestre  para  las 
cosas  de  la  gobernación  del  Reyno,  puesto  que  el  sn 
gobernar  mas  era  por  su  proprio  interese,  que  para 
honra  ni  provecho  del  Rey  ni  bien  del  Reyno ;  pero 
porque  oon  aquello  pareada  tener  descanso  en  al- 
guna manera,  plascíale  sufrirlo.  Estando  el  Rey  alli 
en  Madrid,  llegó  un  trotero  oon  un  Breve  del  Papa, 
notificándole  como  el  Obispo  de  Sgfienza  era  cria- 
do Cardenal,  de  que  el  Rey  fué  muy  alegre  é  pla- 
centero ;  é  por  dalle  mas  honra,  dixole  que  de  alli 
adelante  se  intitulase  el  Cardenal  de  Espafia,  el  qual 
titulo  le  duró  toda  su  vida.  Estonces  el  nuevo  Car- 
denal acordó  de  se  ir  á  Guadalazara,  donde  estaba  el 
Legado,  para  dalle  las  gradas  de  lo  que  por  él  avia 
fecho,  é  para  comunicar  con  él  algunas  cosas  que 
sobre  el  mismo  negodo  convenían.  Sabida  suida,  d 
Legado  le  salió  á  resoibir,  é  ayuntados  con  mucho 
amor,  porque  aún  no  le  avian  traído  d  Capelo ,  el 
Legado  y  él  entraron  en  roquetes  con  sus  bonetes  de 
grana  á  la  par,  aoompafiados  del  Marqués  de  Santl- 


216 

llana  é  de  los  GoDdéS'BOB  hermanos,  é  de  otros  mu- 
ohoB  parientes  snyos  ó  caballeros,  j  estovo  allí  algu- 
nos dias  á  BU  plaaoer ;  pero  el  Bey  le  escribió ,  rogán- 
dole que  se  viniese  á  la  Ck>rte,  el  qual  lo  biso  asi  ;y 
el  Bey  y  el  Maestre,  y  el  Oonde  de  Benavente  con 
toda  la  caballería  de  la  Oorte  le  salieron  ¿  resoibir; 
é  aquesta  fué  la  primera  honra  que  como  Cardenal 
resoibió.  E  luego  como  ad  fué  venido ,  acordó  el  Bey 
de  enviar  por  el  Infante  Don  Enrriqne  para  que  vi- 
niese allí,  y  la  Infanta  su  madre  con  él ;  d  qual 
vista  BU  carta,  se  partió  é  vino  á  G^tafe,  donde  el 
Bey  le  mandó  aposentar  y  estar  hasta  que  saliese  á 
verse  con  él.  Luego  el  Bey  con  el  Cardenal  y  el 
Maestre  de  Santiago  y  el  Conde  de  Benavente  salió 
á  vers^  con  él  entre  Madrid  é  Qetafe.  B  quanto 
quier  que  el  Bey  lo  quisiera  traer  consigo  á  Madrid 
para  que  álli  fuera  aposentado,  el  Maestre  acordó 
que  fuese  á  Odón,  donde  estaba  una  casa  fuerte, 
donde  Be  podrían  aposentar  muy  bien  y  estar  segu- 
ros; ansi  por  estonces  el  Bey  se  tomó  á  Madrid,  y 
el  Infante  é  su  madre  se  fueron  á  Odón.  B  como  el 
Bey  tenia  grand  gana  de  ver  á  su  hija  desposada, 
apartado  en  su  secreto  con  el  Maestre,  quiso  saber 
del  lo  que  se  avia  de  hacer  en  aquello ,  é  como  el 
Maestre  avia  poca  gana  que  aquel  casamiento  se 
concluyese,  dando  sus  dilaciones,  descia  que  pues 
quena  casar  su  hija,  convenia  casarla  con  BÍey  ó 
Príncipe  poderoso,  pero  que  si  le  agradaba  que  se 
hiciese  con  el  Infante,  era  necesario  que  se  hiciese 
gruesa  gente,  é  veinte  quentos  para  pagalla,  é  que 
fuese  luego  á  Segovia,  ó  que  los  sacase  de  sus  te- 
soros en  dinero  é  plata ;  é  asi  el  Bey  determinó  de 
Ir  á  Segovia,  é  llevó  consigo  al  Cardenal  é  algunos 
^  del  Consejo.  Donde  llegados,  é  requerido  el  Mayor- 
domo Cabrera  que  los  diese,  respondió  que  le  pías- 
ela, é  por  otra  parte  buscando  justos  impedimen- 
tos, dilató  tanto,  que  ninguna  cosa  se  cumplió  de  lo 
que  el  Maestre  demandaba ;  é  visto  aquesto,  acordó 
el  Bey  de  reposar  allí  en  Segovia.  Entretanto  que 
el  Bey  estaba  en  Segovia  descontento  de  oir  tantos 
tráfagos,  é  descontento  de  lo  que  veia,  subcedió  en 
Madrid  que  el  Maestre  y  el  Conde  de  Benavente, 
como  se  avian  quedado  allí ,  llegaron  á  muy  malas 
palabras,  disciéndole  el  Conde  que  pues  el  Infante 
Don  Enrrique  era  su  primo  hermano  del  Bey,  fuera 
rason  que  mirara  mejor  lo  que  le  cumplía,  é  no 
traello  asi  burlado  con  tantas  cabtelas  é  formas  de 
poca  verdad,  engafiando  no  solamente  al  Bey  é  al 
Beyno ,  mas  á  todos  los  grandes  que  con  él  esta- 
ban ;  é  asi  muy  descontento  se  fué  á  Valladolid.  Es- 
tando el  Bey  en  Segovia,  subcedió  que  Don  Alonso 
de  Fonseca,  Arzobispo  de  Sevilla,  fálleselo  en  su 
villa  de  Coca.  Sabida  su  muerte,  el  Bey  suplicó  al 
Papa  que  proveyese  del  Ansobispado  al  Cardenal  de 
Espafia  con  retención  del  Obispado  de  Sigüenza,  Jo 
qual  el  Papa  concedió  libremente;  y  concedido,  en 
pos  de  las  bullas  del  ArEobispado  vino  un  mensa- 
gero  del  Papa  con  el  capelo,  que  hasta  estonces  no 
se  lo  avian  traído.  E  venido,  para  que  lo  rescibiese 
con  la  solenidad  que  convenia,  el  Cardenal  se  fué 
á  oír  Misa  á  la  Iglesia  mayor,  y  el  Mayordomo  Ca- 


CBÓNICA8  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLiL 


brora  con  toda  la  caballería  de  la  Cort^  salieron 
fuera  de  la  cibdad,  donde  el  mensagero  del  Papa 
estaba  esperándolos ;  é  puesto  el  capelo  sobre  una 
vara  alta,  el  Mayordomo  lo  llevó  hasta  la  Iglesia 
mayor,  donde  el  Cardenal  oia  la  Misa,  é  allí  el  men- 
sagero que  lo  traía  le  dio  el  breve  del  Papa  y  el  Ca« 
pelo  con  las  cerímonias  acostumbradas. 

CAPÍTULO  CLXin. 

De  COBO  el  Mtastrt  de  SanctUf  o  faé  á  8«Beta  Vtrlt  <•  mm ,  y 
el  Rey  coa  el  Garéenal  y  toda  sa  Corte  ?ioo  tlli;  é  ui  «esnio 
el  IsfiBle  DoB  EBrriqoe  eos  It  lafasta  ea  mdre. 

Desque  el  Maestre  de  Sanotiago  sintió  que  el  Bey 
no  avia  gana  de  ir  á  Madríd,  porque  ya  desamaba 
á  la  Beyna  é  no  la  quería  ver  por  su  desoluto  vi- 
vir, acordó  de  pasar  los  puertos,  é  vinoso  á  Sancta 
María  de  Nieva.  Donde  venido,  el  Bey  se  fué  apo- 
sentar allí  con  toda  la  Corte,  y  envió  á  mandar  al 
Infante  Don  Enrriqne  é  á  la  Infanta  su  madre  que 
viniesen  alU,  puesto  que  su  venida  les  aprovechó 
poco  según  lo  que  subcedió.  Estando  allí  el  Bey,  en- 
vió á  llamar  allí  á  los  Perlados  del  Beyno  é  los  Pío- 
curadores.  Donde  venidos ,  hizo  que  las  Hermanda- 
des se  conñrmasen  é  hiciesen  por  todos  los  Beynos, 
é  mandó  desatar  algunos  agravios  que  estaban  fe- 
chos en  los  lugares  é  cibdades  é  villas  que  se  avian 
alzado  por  el  Príncipe,  quando  los  tiranos  le  pusie- 
ron nombre  de  Bey.  B  asi  meemo  mandó  que  por 
quanto  él  estaba  puesto  en  mucha  necesidad,  se  re- 
partiese cierto  pedido  é  moneda,  con  que  fuese  so- 
corrído,  lo  qual  le  fué  otorgado,  é  mandó  luego  re- 
partir é  coger  el  dinero.  B  como  el  Maestre  avia 
gana  de  aver  á  sus  manos  el  Alcázar  é  las  puertas 
de  Segovia,  é  sobre  aquello  era  todo  su  pensamien- 
to, para  d^truir  al  Mayordomo  Cabrera  dizo  al  Bey 
que  para  concluir  el  casamiento  del  Infante  Don 
Enríque  con  su  hija,  convenia  que  se  hiciese  con 
acuerdo  é  consentimiento  de  los  tres  Estados  de  bu 
Beyno,  sefialadamente  de  los  Perlados  é  caballeros, 
para  lo  qual  convenia  que  su  Alteza  mandase  al  Ma- 
yordomo Cabrera  que  entregase  al  Marqués  de  San- 
tillana  las  puertas  de  Sanct  Juan  é  de  Sanct  Mar- 
tin, para  que  sobre  su  salvaguarda  todos  se  junta- 
sen allí  en  Sogovia,  donde  se  daria  medio  é  orden 
asi  en  los  desposorios  de  su  hija,  como  en  lasuboe- 
sion.  B  quantoquier  que  al  Bey  plugo  dello,  é  man- 
dó que  asi  se  hiciese,  el  Mayordomo  Cabrera  é  la 
Bobadilla  su  muger  rescelándose  perder  la  teneno 
del  Alcázar,  de  donde  se  seguía  su  dostruioion,  tr. 
bajaron  astutamente  como  aquello  se  estorbase,  p 
ra  lo  qual  hallaron  favor  é  ayuda  en  el  Cardenal  < 
Espafia,  que  ya  de  secreto  estaba  confederado  #< 
la  Princesa  Dofia  Isabel,  á  quien  ellos  queria¿ 
rodeaban  meterla  en  la  cibdad  é  hacerla  Beyna  dé 
pues  de  los  días  del  Bey,  que  fueron  pocos ;  é  asi  t 
hubo  lugar  lo  que  el  Maestre  de  Sanctiago  queri 
En  este  medio  tiempo  subcedió  que  como  el  Mae 
tre  de  Sanotiago  trabajaba  por  ocupar  é  tener  d4« 
mano  las  principales  cibdades  é  villas  del .  VLaf 
procuró  de  aver  la  f  ortalesa  é  la  puente  de  Alc>^ 


DON  ENRIQUE  CUARTO. 


«7 


*  tara  de  Tolodo ;  é  tmáo  so  acuerdo ,  oonf  ederóse  con 
él  Conde  de  Fnensalida,  porqne  era  el  que  mayor 
parte  tenia  en  Toledo  por  la  antigüedad  de  sa  lina- 
ge  en  aquella  oibdad ,  é  porqne  siempre  él  y  sos 
antepasados  la  mandaron  ó  gobernaron.  E  asi  fecha 
su  alianza,  qniso  qne  oomo  suyo  entrase  en  la  cib- 
dad ,  para  tenerla  ó  gobernarla  por  él ,  con  tanto  que 
el  Mariscal  Femando  de  Ribadeneyra  saliese  fuera 
de  Toledo;  el  qüal  oomo  fné  siempre  leal  seryidor 
del  Rey,  y  el  Dean  de  Sevilla  y  el  Prior  de  Aroche 
vieron  la  novedad  que  contra  el  Mariscal  se  hada, 
juntáronse. todos  tres  como  buenos  servidores  del 
^y»  7  oonvocada  la  mayor  parte  del  pueblo,  echa- 
ron fuera  de  la  oibdad  al  Conde  de  Fuensalida  é  á 
todos  sns  valedores ;  é  asi  echados ,  todos  tres  que- 
daron por  gobernadores  de  la  república  por  algún 
tiempo.  Pero  los  dichos  caballeros,  como  se  vieron 
fuera  de  sus  casas,  fecha  su  confederación,  comen- 
Earon  de  guerrear  mny  bravamente  por  todas  las 
partes,  tanto  qne  no  les  doxaban  entrar  ningunas 
provisiones,  é  á  esta  cabsa  los  ponian  en  estrecho. 
Sabido  aquesto  por  el  Rey,  fué  luego  allá,  é  puesto 
qne  vido  el  atrevimiento  de  los  caballeros  que  guer- 
reoban  á  su  oibdad  é  perseguían  á  sus  leales  servi- 
dores é  criados,  no  biso  castigo  en  ellos,  porque 
eran  del  Maestre ,  mas  dexólos  en  treguas ,  que  du- 
raron poco  tiempo.  En  este  medio  tiempo  subcedié 
que  vino  allí  el  Marqués  de  Villena,  fijo  del  Maestre 
de  Sanctíago,  á  hacer  reverencia  al  Rey,  con  cuya 
venida  fné  muy  alegre  el  Rey,  en  tanto  grado,  que 
desde  allí  entró  en  grand  privanza  con  él.  Entretan- 
to que  el  Rey  estaba  en  Toledo ,  el  Maestre  se  fué  á 
PeAafiel  á  ver  la  Duquesa  su  muger,  con  la  qual  se 
holgó  buenos  días,  hasta  que  pasaron  las  fiestas  de 
Navidad.  Luego  que  el  Rey  puso  la  tregua,  acordó 
de  partirse  para  Segovia,  y  el  Marqués  de  "aliena 
con  él.  Venido  el  Rey  á  Segovia,  el  Marqués  de  Vi- 
llena  se  fué  á  aposentar  al  Parral,  que  no  quiso  en- 
trar en  la  oibdad  á  cabsa  de  la  enemiga  que  estaba 
entre  el  Maestre  su  padre  y  el  Mayordomo  Cabré- 
ra;  pero  el  Rey  los  mas  de  los  dias  se  iba  aUf  á  oir 
Misa,  por  verlo  y  hablar  con  él.  Estando  asi  las  co- 
sas en  calma,  la  Princesa  Dofia  Isabel,  hermana 
del  Rey,  por  trato  que  movió  con  algunos  vecinos 
de  la  villa  de  Aranda,  que  era  de  la  Reyna  Dona 
Juana,  la  tomó  é  se  apoderó  della,  é  se  vino  luego 
allí  de  estada ;  de  que  el  Rey  ovo  grand  sentimien- 
to, puesto  que  desamaba  á  la  Reyna. 

CAPITULO  CLXIV. 

Je  COBO  et  Mayordoaio  Andrés  de  Cabrera  d  la  Dobadilla  sa  ma- 
ger  traxeroB  i  la  Princesa  DoBa  Isabel,  é  la  metleroa  en  el  Al- 
eásar»  j  el  Arxoblspo  de  Toledo  con  ella ,  é  de  lo  qne  allí  sa« 
eedld. 

Después  que  la  pelea  de  Segovia  entre  los  hidal- 
:os  é  conversos  fué  pasada,  siempre  el  Mayordomo 
labrera  é  la  Bobadilla  su  muger  estuvieron  soq>e- 
hosos  é  con  temor  que  el  Maestre  de  Sanotiago 
)n  sns  astucias  y  modos  los  destruyría,  si  con  tiem- 
uno  Be  remediaban.  E  asi,  después  que  algunas 


veces  hablaron  oon  el  Rey,  diaoiéndole  quanto  m^- 
jor  seria  tener  á  su  hermana  consigo  y  estar  con 
ella  oon  mucho  amor ,  pues  que  vela  que  el  Maes- 
tre do  Sanotiago  le  ponia  de  contino  en  mayores 
necesidades,  é  nunca  le  daba  á  descanso  ni  reposo, 
y  de  oontino  abarcaba  quantas  cibdades  é  villas  po- 
día, en  tal  manera,  que  ablandaba  un  poco  la  vo- 
luntad del  Rey,  acordaron  de  traer  á  su  hermana  la 
Princesa  allí  á  la  cibdad  de  Segovia,  donde  el  Rey 
estaba ;  é  porque  el  trato  fuese  mas  cierto  é  secre- 
to, la  Bobadilla  se  fué  á  la  villa  de  Aranda,  donde 
la  Princesa  estaba,  vestida  como  labradora  encima 
de  un  asno,  muy  encubiertamente,  sin  ser  conocida 
ni  sentida.  E  asi  fecho  su  concierto  con  la  Prince- 
sa, que  para  cierto  dia  viniese,  é  la  meterian  en  el 
Alcázar,  se  tornó  tap  secretamento  oomo  fué.    Do 
aqueste  trato  fueron  sabidores  é  consentidores  é 
consejeros  el  Cardenal  de  Espafia  é  el  Conde  do 
Benavente.  E  quantoquier  que  el  Mayordomo  é  la 
Bobadilla  de  contino  desdan  al  Rey  las  tiranías 
del  Maestre,  é  que  por  qué  consentía  en  ellas  y  él 
lo  conocía,  pero  no  porque  se  alterase,  ni  mostrase 
su  indignación  contra  éL  Estonces  ellos  sospechan- 
do que  la  venida  del  Marqués  de  Villena  seria  con 
alguna  cabtela  de  las  del  Maestre  su  padre,  deter- 
minaron de  poner  en  obra  su  propósito  comenzado. 
E  asi  pasado  el  dia  de  Afio  nuevo,  estando  el  Rey 
en  el  bosque,  enviaron  sus  mensageros  á  la  Prin- 
cesa qne  viniese  á  mas  andar ;  ella  vino,  é  traxo 
consigo  al  Arzobispo  de  Toledo  Don  Alonso  Carri- 
llo, é  antes  que  amanecieso,  entró  en  el  Alcázar, 
donde  fué  resoebida  con  aquel  amor  qne  la  llama- 
ron. Esto  fizo  con  grado  é  consejo  del  Cardenal  de 
Espafia,  que  estaba  confederado  con  la  Princesa 
Dofia  Isabel  sobre  firmas  é  sellos.  E  como  el  Mar- 
qués de  Villena,  que  posaba  en  el  Parral,  supo  la 
entrada  de  la  Princesa  en  el  Alcázar,  temiendo  ser 
preso,  á  la  misma  hora  se  partió  en  un  caballo  á 
mas  andar  camino  de  Ayllon.  Luego  que  la  Prín- 
oesa  fué  entrada  en  el  Alcázar,  el  Conde  de  Bena- 
vente y  el  Mayordomo  Cabrera  cabalgaron  antes 
del  alba,  é  fueron  ambos  al  bosque  donde  el  Roy 
estaba,  é  notificada  la  venida  de  su  hermana,  le  su- 
plicaron que  se  viniese  á  la  cibdad,  é  asi  le  truxe- 
ron  eonsigo.  E  asi  venido  á  su  Palacio,  después  que 
ovo  comido  é  reposado,  el  Conde  de  Benavente  y 
el  Mayordomo  le  tomaron  á  suplicar  que  fuese  á 
ver  á  su  hermana,  el  qual  fué  luego  al  Alcázar,  é 
ella  salió  hasta  el  patio  á  lo  rescebir ;  é  vistos,  se 
abrazaron  oon  mucho  amor,  é  se  retruxeron  á  una 
sala,  donde  asentados  estuvieron  por  grand  espacio 
hablando.  En  fin,  oomo  la  Princesa  era  prudente  é 
de  mucho  seso,  le  dixo:  «Sefior,  yo  soy  venida  por 
» dos  cosas,  la  primera,  por  ver  á  vuestra  Alteza 
»oomo  á  padre  é  sefior  y  hermano  mayor,  pues  el 
»  deudo  de  la  ssmgre  lo  requiere ;  la  segunda,  á  le 
» suplicar  que  le  plega,  si  algún  enojo  contra  mí 
B  tiene,  apartallo  de  sí ;  é  scgund  que  por  mis  cartas 
»  se  lo  supliqué,  qniera  mantener  é  guardar  lo  qno 
» prometió  é  mandó,  quando  quiso  que  me  jurasen 
«por  Princesa é  legitima áuboesora  vuestra ;  porqne 


218 


OBÓNICAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


9  de  aqaesto  será  Dios  serrido,  é  de  lo  contrario  es 
I  cierto  qacBe  segairán  grandes  malee,  vieto  que 
«eegnnd  Dioa  ó  justo  derecho  á  mí  pertenesce  la 
nBuboeeion  de  eatoe  Beynos  deepues  de  loe  dias  de 
» Tueetra  Alteza,  que  Dios  por  muchos  afios  aero- 
•  oientejí  El  Rey  le  respondió ,  que  avia  seydo  alegre 
con  su  venida,  porque  avia  deseo  de  la  ver,  ó  que 
fuese  muy  bien  venida,  y  que  quanto  á  lo  al,  que 
él  la  mandaría  responder ;  é  asi  se  despidió  della  con 
grande  cortesía.  Entretanto  que  esto  asi  pendía,  ó 
se  tomaba  deliberación  de  lo  que  se  debía  de  hacer, 
el  Maestre  do  Sanotiago,  que  estaba  en  Peftafiel  con 
la  Duquesa  su  muger,  trató  luego  vistas  con  el  Du- 
que de  Alburquerque,  que  estaban  muy  enemista- 
dos sobre  las  cosas  pasadas  en  el  Reyno  contra  el 
Bey  ó  contra  él ;  é  vbtos,  quedaron  muy  amigos  é 
confederados.  B  asi  puestos  en  amistad  el  uno  con 
el  otro,  el  Maestre  se  vino  á  Guellar,  donde  el  Du- 
que de  Alburquerque  b  rescibíó  y  aposentó  grado- 
sámente.  Estonces  el  Maestre  envió  á  rogar  al 
Condestable  su  suegro  que  viniese  allí,  el  qual  vino, 
'  ó  juntados  todos  tres,  el  Maestre  enviaba  de  contí- 
no  sus  mensageroB  con  tratos  al  Bey  para  que  la 
Princesa  su  hermana  fuese  echada  de  Segovia ;  é 
quanto  quier  que  el  Bey  salía  á  ello,  é  le  piaseis, 
aprovechaba  muy  poco  porque  los  dd  su  Consejo 
estaban  devisos  en  diversas  opiniones  é  afidones. 
El  Maestre  de  Santiago  y  d  Duque  de  Alburquer- 
que y  d  Conde  de  Benavente  y  oí  Liccndado  do 
Cibdad-Bodrigo  querían  ó  procuraban  el  partido  de 
la  hija  dd  Boy ;  y  d  Cardenal  de  Espafia  y  d  Con- 
destable y  el  Mayordomo   Cabrera  é  Bodrígo  de 
Ulloa  y  el  Doctor  de  Madríd  querían  de  secreto  á  la 
Príiicesa,  hermana  del  Bey,  aunque  no  lo  demos- 
traban claramente,  en  td  manera,  que  níngund  se- 
creto avia  en  el  Consejo  del  Bey.  Verdad  es  que  la 
Princesa,  hermana  del  Bey,  envió  dgunas  veces 
con  tratos  d  Arzobispo  de  Toledo,  para  que  hablase 
con  el  Bey;  pero  aquello  aprovechaba  muy  poco, 
porque  el  Bey  no  respondía  otra  cosa,  salvo  lo  que 
el  Maestro  le  enviaba  desoír.  Estonces  vistas  las  di- 
ladones  por  la  Princesa ,  é  que  ningún  efecto  bue- 
no se  seguía  de  los  tratos,  aunque  andaban  de  con- 
tíno,  envió  á  llamar  d  Príncipe  su  marido,  creyendo 
que  su  venida  seria  cabsa  do  tomar  algún  expedien- 
to mas  convenible,  d  qud  vino  luego:  ó  venido,  co- 
mo el  Mayordomo  Cabrera  é  la  Bobadilla  su  muger 
tonian  parto  en  la  voluntad  del  Bey,  suplicáronle 
con  mucha  instoncia  que  lo  quisiese  ver  y  hablar, 
visto  el  deudo  tan  cercano  que  entre  ellos  esUba. 
Convenddo  el  Bey  de  su  suplioadon,  quísolo  hacer, 
é  junto  con  la  vista,  hicieron  que  juntamente  cabal- 
gasen é  anduviesen  por  la  cibdad,  do  que  el  pueblo 
fué  muy  contento  ó  alegro.  E  porque  todos  tres  her- 
manos estuviesen  é  pudiesen  estar  conformes  é  con 
mucho  amor,  acordó  el  Mayordomo  Andrés  de  Ca- 
brero de  haceUea  fiestas  d  día  de  los  Beyes  en  las 
casas  del  Obispo ,  que  están  juntas  con  la  Iglesia 
mayor  é  con  d  Alcázar.  Donde  todos  tres  asenta- 
dos, d  Bey  á  la  cabecera  de  la  mesa ,  é  la  Princesa 
su  hermana  un  poco  mas  abazo  del ,  y  el  Principe 


junto  á  par  della,  ad  comieron  oon  asas  plascer.  E 
porque  d  segundo  Bey  Don  Juan  de  gloriosa  me- 
moria, su  padre  dd  Bey  é  de  la  Princesa,  avia  fe- 
cho merced  con  privillejo  rodado  al  Conde  de  Bi- 
badeo  Don  Bodrígo  de  Villandrando  por  un  sefia- 
lado  servido  que  le  hizo,  que  en  td  día  como  aqud 
se  sentase  oon  él  á  la  mesa,  é  la  ropa  que  el  Bey 
aqud  día  se  vistiese,  le  fuese  dada  á  d  en  su  vida, 
é  después  á  los  primogénitos  que  del  descendiesen, 
mandaron  que  su  hijo  ol  Conde  de  Bivadeo  que  dlí 
se  sentase,  porque  la  preeminencia  de  su  previllojo 
le  fuese  guardada,  é  gozase  de  la  honra  que  su  pa- 
dre ganó.  Después  que  ad  ovieron  comido,  el  Bey 
é  sus  hermanos  se  retruxeron  á  una  cámara  á  oir 
mósioa ;  fuéles  dada  una  suntuosa  colación ,  é  pasa- 
do dgnnd  espado  de  tiempo,  el  Bey  se  sintió  malo 
de  dolor  dd  costado  ;  de  tal  son,  que  fué  necesario 
irse  á  reposar  á  su  Palacio,  donde  por  dgunos  dias 
estuvo  muy  trabajado.  Pero  fechas  dgunas  prooi- 
dones  é  rogarías  en  la  cibdad  y  en  los  Monesteríos 
por  su  sdud,  páreselo  aver  mejoría  en  su  personsí 
sin  sentir  dolor  dguno,  aunque  nempre  le  queda- 
ron reliquias  de  cámaras  é  gómito,  y  echar  sangre 
por  la  orina,  hasta  que  muríó.  En  esto  medio  tiempo 
de  su  enfermedad,  los  Principes  sus  hermanos  Ibanlo 
á  ver,  é  por  otra  parto  los  tratantes  le  suplicaban  qui- 
siese confirmarles  la  subcedon  que  le  avia  mandado 
jurar ;  é  puesto  que  de  cada  parto  se  alegaban  mu- 
chas cosas  peligrosas  de  escrebir,  ningún  medio  do 
paz  se  pudo  tomar  entre  dios ;  de  manera  que  la 
Princesa  como  sesuda  é  de  grand  prudencia,  deter- 
minó de  estarse  queda  en  Segovia  é  no  sdir  della. 
El  Maestre  de  Santiago,  que  por  aviso  del  Bey  sa- 
bia todo  lo  que  pasaba,  trató  secretamento  con  d 
que  una  noche  entrase  derta  gento  suya  en  la  cib- 
dad, para  que  se  apoderase  de  dgunas  torres  de  las 
Igledasé  casas,  ó  apoderados,  que  élsobrevemia 
con  gruesa  gente,  é  que  prenderían  á  los  Príndpes 
BUS  hermanos  y  d  Mayordomo  Cabrera.  Aquesto 
trato  no  pudo  aver  efecto ,  porque  fué  descubierto, 
é  no  sin  cabsa ,  porque  aqudlo  que  en  los  ddos  se 
ordena,  é  quiere  d  consistorio  de  la  divind  Trini- 
dad que  se  cumpla  en  la  tierra ,  es  necesario  que 
asi  se  haga  sin  oontrádidon  alguna,  que  para  lo  con- 
trario no  bastan  los  deseos  humanos,  ni  d  ingenio 
de  las  gentes  lo  podría  contrastar ;  porque  los  Prín- 
cipes de  la  tierra,  quando  contienden  y  debaten,  si 
supiesen  lo  que  hacen,  ¿  qué  quedaría  para  el.infi 
nito  poderío  de  Dios  que  los  mueve?  Ad  que  di 
hemos  concluir  y  notar,  que  según  es  d  soberan 
poder  de  Dios,  nosotros  no  lo  entendemos  ni  sabe 
mos  conocer. 

CAPÍTULO  CLXV. 

De  lo  qoe  sabcedió  sobre  U  Tilla  de  Carrioa,  qae  tesit  el  Cod4' 

de  Benatente. 

En  las  turbadones  pasadas  dd  Beyno  el  Cond 
de  Benavento  tomó  la  villa  de  Carrion  é  se  apodar 
della,  donde  fizo  una  fortaleza,  y  d  Bey  por  la  buc 
I  na  voluntad  que  le  tenia,  é  por  respecto  dd  Maestr 


DON  BNRIQUB  OUABTO. 


219 


sa  ra^grOy  que  w  lo  soplioá,  gela  tTia  oonfirmado. 
Lo  qaal  fué  oom  nray  molesta  al  ICarqués  de  Ban- 
tíllana ;  porqae  allí  era  el  enterramiento  é  la  natn- 
raleaa  de  grande  parte  de  en  linage,  aefialadamente 
de  los  de  la  oasa  de  la  Vega ;  é  aumesmo  el  Conde 
de  Trevifio,  porque  sm  antopasadoe  y  él  to  vieron 
allí  macha  parte  á  cabaa  de  la  cercana  vecindad  de 
BU  sefiorío,  qne  allí  janto  tenian ;  é  como  asi  la  vie- 
sen enagenada  en  mano  de  hombre  poderoso,  esta- 
ban entrambos  descontentos.  B  como  el  Marqués  de 
Santíllana  sopo  como  el  Oonde  de  Benavente  trata- 
ba mal  é  f  acia  algunos  agravios  á  ciertos  hidalgos 
allí  de  Oarrion,  los  quales  eran  suyos,  envióle  á  ro- 
gar que  por  su  respeto  se  quisiese  aver  graciosamente 
oon  ellos,  asi  porque  eran  de  los  hidalgos  de  su  pa- 
rentela, como  perla  antigua  naturalesade  su  linage 
en  aquella  villa,  é  por  los  huesos  de  algunos  de  sus 
antepasados  que  allí  estaban  enterrados.  A  lo  qual 
el  Oonde  de  Benavente  respondió  con  poca  dubiura  é 
menos  cortesía,  disdendo  que  aquellos  huesos  de 
sus  antepasados  los  mandarla  coger  en  una  esporti- 
lla y  gelos  enviarla,  para  que  él  los  fioiese  enterrar 
en  Guadalaxara  oon  los  otros  sus  abuelos ;  de  que 
el  Marqués  fué  muy  sentido ,  é  luego  envió  á  desoír 
al  Oonde  de  Trevifto,  que  tratase  con  los  hidalgos 
de  la  villa  oomo  se  rebelasen  contra  el  Conde  de 
Benavente,  é  que  él  con  toda  su  gente  y  parientes 
iria  muy  presto  al  acorro  dellos,  en  tal  manera,  que 
la  villa  se  recobrase  para  la  Corona  Beal,  y  el  Con- 
de de  Benavente  quedase  despojado  della.  Eston- 
ces el  Conde  de  Trevifio,  fecho  su  conderto  con 
aquellos  hidalgos  agraviados,  é  aquellos  con  los 
otros  sus  parientes  é  amigos  puestos  en  armas,  me- 
tieron de  noche  al  Oonde  de  Trevifio,  é  puesto  cerco 
sobre  la  fortalesa,  envió  á  llamar  al  Marqués  de 
Sántillana,  que  le  viniese  ayudar,  el  qual  partió  á 
mas  andar  de  Guadalaxara,  allegando  su  gente,  en 
tal  manera,  que  cuando  llegó  cerca  de  Carrion  es- 
taba muy  poderoso,  no  solamente  oon  la  gente  de 
su  casa,  mi|s  el  Condestable  y  el  Duque  de  Albur- 
querque  le  enviaron  la  suya,  é  los  Condes  de  Casta- 
fieda  é  Osomo  fueron  en  persona  oon  los  suyos  á  le 
ayudar.  Pero  todavía  el  Conde  de  Trevifio  é  los  hi* 
dalgos  de  Carrion  combatían  reciamente  la  fortale- 
sa, puesto  que  el  Alcayde  se  defendía  muy  bien,  es- 
perando ser  socorrido  del  Conde  de  Benavente ,  el 
qual  estaba  en  Segovia  á  la  sazón ;  é  como  supo 
aquesto,  se  partió  á  grand  priesa  para  Valladolid, 
•de  ajuntó  asas  gente  suya  é  de  sus  parientes  é 
adores.  El  Maestre  deSanctíagosu  suegro  le  on- 
toda  la  mas  gente  que  de  presto  pudo  allegar,  y 
ó  al  camino  á  juntarse  con  él ;  y  el  Conde  de  Cas- 
Don  Alvaro  de  Mendoza  vino  en  persona  con 
ia  su  casa  á  le  ayudar.  Estonces  el  Bey  acordó 
ir  allá,  é  llevó  consigo  al  Cardenal  de  Espafia ;  y 
XBáoñ  á  Valladolid,  supieron  oomo  el  Conde  de 
\avente  iba  á  socorrer  la  fortalesa,  y  el  Marqués 
antillana  le  salia  á  encontrar  al  camino.  Sabi- 
aquesto,  el  Bey  á  mas  andar  pasó  á  Falencia, 
i  ponerse  en  medio  dellos,  y  estorbar  la  batalla, 
?ríncipe  Don  Fernando,  Bey  de  «Sioilia,  fué  por 


otra  parte  á  ponerse  oeroadel  Marqués  de  Sántilla- 
na, para  le  ayudar,  é  sor  con  él  en  la  batalla,  ha- 
ciéndole saber  como  venia  para  ayudalle  con  su 
persona ;  el  Marqués  le  respondió  que  se  lo  tenia 
en  sefialada  merced,  y  le  suplicaba  que  se  estuviese 
quedo,  é  no  curase  de  pelear ;  mas  que  se  guardase 
para  Bey  de  Castilla,  porque  Á\  tonia  consigo  tal  é 
tanta  gente,  que  bastaba  para  destruir  al  Conde  de 
Benavente  ó  á  otro  mayor  que  él.  E  desde  allí  pares- 
ció  quedar  grand  confederación  entre  el  Principe  y 
el  Marqués.  El  Bey  desque  vido  el  peligro  tan  apa- 
rejado, si  se  diese  lugar  al  rompimiento  de  la  bata- 
lla, rogó  al  Cardenal  de  Espafia  como  á  hermano 
del  Marqués,  y  al  Maestre  do  Santiago  oomo  á  sue- 
gro del  Conde  de  Benavente ,  que  se  pusiesen  á  tra- 
tar con  ellos,  é  buscasen  algún  medio  para  concor- 
darlos, para  que  el  rigor  de  la  pelea  cesase.  B  oomo 
entramos  oomensaron  á  negociar  andando  de  una 
partea  otra,  d  Marqués  de  Santíllana,  vistas  é  co- 
nocidas las  formas  dd  Maestre,  que  tenia  mas  dul- 
ces palabras  que  buenas  obras,  respondióle  orgu- 
llosamente  oon  poca  paciencia,  requiriéndole  que  no 
viniese  á  él  mas  con  trato  ninguno,  porque  sus  ha- 
blas eran  mas  llenas  de  poca  firmeza  que  de  certí- 
dumbre  ninguna.  Lo  qud  el  Maestre  con  alegre 
semblante  didmuló,  porque  á  la  verdad  era  caballe- 
ro de  grand  sufrimiento ,  é  aún  porqae  los  que  de 
esta  forma  tirana  é  mafiosamente  viven,  aquello  los 
es  mejor  é  mas  sano  remedio  que  les  conviene  se- 
guir. B  no  solamente  aquesto ;  pero  tomóse  oontra 
el  Cardenal  su  hermano,  disdéndole  con  mucha  fu- 
ria que  se  fuese,  é  no  curase  de  hablar  con  él  en 
aqud  caso.  B  ad  con  grand  rigor  mandó  tocar  sus 
trompetas,  para  salir  al  encuentro  contra  d  Conde 
de  Benavente,  que  venia  á  ddle  la  batalla.  Eston- 
ces d  Bey  saUó  al  campo,  é  púsose  enmedio,  é  pues- 
to, mandó  d  Conde  de  Benavente  tornar  atrás ;  é 
apartado  con  el  Cardend ,  rogóle  que  le  diese  su 
villa  de  Magafia,  é  que  le  daria  otra  mejor  satisf a- 
don  por  ella,  con  que  contentarían  d  Conde  de  Be- 
navente por  equivalencia  de  Carrion;  lo  qud  d 
Cardend  hizo  liberalmente,  é  asi  fué  Magafia  en- 
treg^a  d  Conde  de  Benavente,  y  el  Alcayde  que 
tenia  la  Fortaleza  de  Carrion  á  la  misma  hora  se 
salió  della,  é  fué  luego  puesta  por  tierra ;  por  tal 
manera,  que  la  villa  quedó  libre  para  la  Corona 
Bed.  Derramada  la  gente  de  amas  partes,  d  Bey 
se  tomó  á  Vdladolid,  é  con  él  el  Cardend  y  d 
Maestre  de  Sanctíago  y  d  Conde  de  Benavente ;  y 
d  Marqués  de  Santíllana ,  yéndose  á  Guadalaxara, 
pasó  muy  cerca  de  Segovia,  é  la  Princesa  Dofia  Isa- 
bd  salió  á  verse  con  él  á  Sanct  Christoval,  é  de  allí 
adelante  el  Marqués  quedó  secretamente  por  ellos, 
para  los  ayudar  á  reynar  después  do  la  vida  del  Bey. 
Derramada  la  gente  é  puesto  algún  sodego  en  toda 
la  tierra,  el  Bey  se  tomó  á  Segovia,  y  con  él  el  Car- 
dend de  Espafia,  y  d  Maestre  se  tomó  á  Cudlar,  y 
el  Conde  de  Benavente  se  quedó  en  su  tierra ;  y  lle- 
gado d  Maestre  á  Cudlar,  y  d  Bey  á  Segovia,  es- 
tuviéronse dgunos  días  reposando,  y  el  Maestre  en- 
vió á  suplicar  al  B^  que  se  pasase  á  Madrid,  por- 


220 


CRÓNICAS  DB  LOS  RBYIfiS  DB  CASTILLA. 


que  allí  estarían  judíob  é  se  daría  orden  en  lo  que 
á  8U  eerrioio  oumplia, 

CAPÍTULO  CLXVI. 

Como  el  Koy  ton  el  Cardeul  so  íoé  á  Madrid,  y  el  Maeitre  eoD 
.  la  Ouqaeaa  sa  nuger  faeroa  allá  desde  Caellar,  é  de  lo  qae 
alU  subeedltf. 

Venido  el  Bey  á  Madrid,  j  con  ól  el  Cardenal  ó 
los  de  BU  Consejo,  é  toda  la  gente  de  la  Corte,  vino 
desde  Cuollar  el  Maestre  de  Sanotíago  con  la  Du- 
quesa su  muger.  Donde  ayuntados,  aoordó  el  Maes- 
tre, que  el  Cardenal  de  Bspafta  fuese  á  Segovia  pa- 
ra procurar  de  dar  algún  medio  de  concordia  entre 
el  Rey  é  los  Príncipes  sus  hermanos;  pero  puesto 
que  el  Maestre  hacia  ir  al  Cardenal  con  aquel  trato 
á  los  Príncipes,  mas  fué  para  llevar  al  Rey  donde 
le  íiao  ir,  que  no  por  la  gana  que  tenia  de  concorda- 
11o  con  los  Príncipes.  Bl  Cardenal  se  partió  para  Se- 
govia, y  estando  las  cosas  de  la  subcesion  en  pen- 
dencia, de  que  tanto  peligro  corría  á  los  cuerpos  ó 
á  las  ánimas ,  según  las  diferencias  é  contiendas  que 
entre  la  una  parte  é  la  otra  avia,  él  Maestre  de  Sano- 
tíago, que  mayor  cuidado  tenia  de  sus  propios  in- 
tereses que  de  la  honra  del  Rey  ni  del  Reyno,  hizo- 
le  partir  para  Estremadura ,  no  aviendo  lugar  ni 
cabsa  de  necesidad  alguna  para  ello,  salvo  solamen- 
te para  que  le  hiciese  dar  la  cibdad  de  Truzillo,  é 
mandase  al  Alcayde  Gracian  de  Sesé  que  se  la  en- 
tregase. Donde  llegados ,  el  Rey  mandó  A  los  caba- 
lleros é  vecinos  de  la  cibdad,  que  no  se  alterasen,  y 
al  Alcayde  que  entregase  la  fortaleaa  é  la  diese  al 
Maestre ;  el  qual,  después  que  dio  sus  legítimas  ex- 
cusaciones porque  no  la  debia  de  entregar,  vista  la 
voluntad  del  Rey  que  se  lo  mandaba,  púsose  á  trato 
con  el  Maestre,  para  que  le  diese  equivalencia  é  le 
hioieee  partido.  Estonces  el  Rey ,  visto  que  los  tra- 
tos llevaban  dilación,  acordó  de  se  partir,  asi  por- 
que la  tierra  estaba  mal  sana ,  como  por  la  indispo- 
sición é  poca  salud  de  su  persona,  que  desque  enfer- 
mó en  Segovia,  le  fatigaban  cámaras  é  gómito,  y 
echar  sangre  por  la  orina,  en  tal  manera,  que  de 
oontino  iba  descaeciendo  y  empeorando  su  salud,  y 
asi  vínose  á  Madrid,  donde  estaba  la  Princesa  su  hi- 
ja en  poder  del  Marqués  de  Villena,  pero  la  Reyna 
apartada  d^  allí  por  su  deshonesto  vivir.  B  oomo  el 
Maeí^tre  se  quedó  en  un  lugar  que  se  díoe  Sancta 
Crus,  á  dos  leguas  de  Truzillo ,  hizo  desde  allí  su 
trato  con  el  Alcayde,  é  dióle  la  villa  de  Sahelices  de 
los  Gallegos  del  Conde  ümefiasu  sobrino,  con  que  el 
Alcayde  se  tuvo  por  contento.  Entretanto  que  este 
trato  se  hacia,  adolesció  el  Maestre  de  una  grave  apos- 
temación en  la  garganta ,  echando  mucha  sangre 
por  la  boca,  de  que  murió,  pero  los  suyos  lo  tuvie- 
ron encubierto ,  hasta  que  la  fortaleza  fué  entrega- 
da. I O  Maestre  de  Sanctiago,  que  tanta  gargante- 
ría  é  hambre  tuviste  en  este  mundo ,  para  abarcar 
sefiorios  1  ( tantas  congoxas ,  fatigas  y  astucias  por 
regir  é  mandar  en  Castilla  I  (tantos  rodeos  disolutos 
y  deshonestas  formas  para  subir  á  ser  Maestre!  Di- 
me  agora,  enemigo  de  tu  alma,  desipador  de  tu  fa- 


ma, perseguidor  dé  tu  Rey,  que  te  hizo  perseguidor 
del  Reyno  en  que  naciste  é  fuiste  criado ,  la  pujan- 
za de  tu  poder,  la  grandeza  de  tu  estado,  las  muchas 
fortalezas  é  villas  que  usurpaste,  los  títulos  de  no- 
bleza que  adquiriste,  ¿qué  te  aprovecharon,  quaado 
una  pequefia  apostemación  en  la  garganta ,  un  mal 
de  tan  poca  fuerza  ansi  tan  prestamente ,  sin  arma- 
dura ninguna,  te  venció  é  agenó  del  mundo,  é  privó 
de  lo  que  tenias,  é  te  destruyó  la  vida,  é  apartóte  el 
cuerpo  del  ánima?  Pues  ¿qué  memoria  será  la  tu- 
ya? ¿qué  renombre  dexas  á  tus  hijos?  ¿  qué  fama 
sonará  de  ti  entre  las  gentes  del  mundo ,  sino  que 
perdiste  la  vida,  usurpando  lo  ageno?  Bástete,  pues, 
saber  de  cieito  que  dexas  feo  apellido  de  tu  nom- 
bre ,  y  mayor  infamia  de  tus  obras.  En  este  medio 
tiempo  el  Arzobispo  de  Toledo  con  licencia  del  Rey 
cercó  la  fortaleza  de  Canales,  é  sin  esperar  comba- 
te ni  afruenta  ninguna,  gela  entregó  al  Alcayde. 

CAPÍTULO  OLXVn. 

Deeoaio  naerto  el  Maestre  de  Saaetiafo,  el  Rey  eoDlmó  al  Mar- 
qués do  Villena  sa  bijo  todo  lo  qae  el  padre  teaia,  é  le  dio 
el  Maestradfo  de  SaaUago,  sla  coasoltarlo  eoa  los  graadet 
del  Reyao,  y  lo  qae  sabeedló. 

Sabida  la  nueva  de  la  muerte  del  Maestre,  el  Rey 
fué  muy  pesante ,  é  como  Rey  amaba  ya  mucho  al 
Marqués  de  Villena  su  hijo,  visto  que  tenia  á  su  hi- 
ja en  su  poder,  queriéndole  gratificar  y  echarle  miis 
cargo,  para  que  la  sirviese  é  mirase  por  ella,  confir- 
móle todas  las  tenencias  que  su  padre  tenia  de  ia 
Corona  Real  de  las  cibdades  é  villas  é  fortaleaas.  K 
no  solamente  aquesto ,  mas  porque  sintió  que  algu- 
nos grandes  del  Reyno,  que  él  tenia  por  mucho  su- 
yos, tenían  mas  afición  con  la  Prinoesa  su  hermana 
que  con  la  hija,  dióle  el  Maestradgo  de  Sanctiago, 
sin  comunicarlo  con  ellos,  ni  con  los  caballeros  de 
la  Orden,  y  envió  sus  suplicaciones  al  Papa  que  ge- 
lo  confirmase,  de  que  asas  indignación  se  puso  en 
los  corazones  de  todos  los  del  Reyno ,  mormurando 
del  Rey,  porque  asi  f acia  tan  sefialadas  mercedes,  é 
mostraba  tanto  amor  al  hijo  de  su  capital  enemigo, 
que  lo  avia  deshonrado  é  destruido ;  pero  ni  por  eso 
¿  no  dexó  de  lo  favorecer  é  ayudar,  é  dalle  mayor 
parte  de  mapdo  é  gobernación  que  á  su  padre.  De 
donde  subcedió  que  la  mayor  parte  de  los  perlados 
é  caballeros  del  Rey  se  aficionaron  á  la  Princesa  su 
hennana,  poniendo  grand  dubda  en  la  hija.  Lueeo 
que  el  Cardenal  que  estaba  en  Segovia,  para  dar 
gnu  medio  entre  el  Rey  y  la  hermana,  sopo  la  i 
dad  de  la  muerte  del  Maestre  de  Sanctiago,  é  lo 
el  Rey  avia  fecho,  vínose  á  Madrid,  y  con  él  el  C 
destable.  Donde  llegados,  trabajaban  quanto  pod 
con  el  Rey,  suplicándole  quisiese  por  bien  de  su  co 
ciencia,  é  por  escuaar  muchas  muertes  é  males  • 
la  subcesion  del  Reyno  á  su  hermana,  pues  que 
bia  quanto  sospechosa  cosa  era  á  todos  los  gran 
ser  su  hija  la  Princesa  Dofia  Juana;  á  lo  qual  el  I 
disimulando,  respondió  con  alguna  manera  de  d 
cien  que  sería  cosa  sancta  é  justa,  si  para  esta  i 
rencia  se  pudiese  tomar  algund  medio  convenit 


DOH  ENBIQUB  OÜAft'TO. 


221 


entrannM  las  partee,  porque  loe  eacindaloe  ee  quitap 
sen.  Estando  asi  aqueste  negocio  en  pendencia,  sab- 
eedió,  qae  el  Marqués  de  Villena,  creyendo  ser  Maes- 
tre, esperando  las  bullas  de  Roma,  para  ganar  la  to- 
luntad  de  los  principales  de  la  Orden,  púsose  en  tra- 
tos con  algunos  de]los,sefialadamente  con  el  Oonde 
de  Osomo,  Oomendador  Mayor  do  Castilla,  rogándo- 
le que  se  quisiese  yer  oon  él.  El  Ck>nde  respondió  que 
le  plasda;  mas  porque  él  se  sentia  mal  dispuesto, 
que  la  Oondesa  su  muger  saldría  á  las  vistas  oon  éli 
é  seria  su  convidado  en  el  ViUarejo  donde  estaria,  é 
reposaría  é  hablarían  mas  á  plascer.  Fecho  el  con- 
cierto, é  asignado  el  dia  de  las  vistas,  el  Marqués  y 
el  Obispo  de  Burgos  se  fueron  al  Villarejo,  donde  la 
Oondesa  los  esperaba.  E  como  descabalgaron,  para 
entrar  á  comer  con  ella,  saüó  gente  armada  sobre  el 
Marqués  é  fué  preso  luego  é  prestamente  llevado  á 
la  fortaleaa  de  Fuentiduefia.  Sabido  aquesto  por  el 
Bey,  fué  tan  indignado  é  rescibió  tan  grand  enojo, 
que  se  le  dobló  su  mal ;  pero  como  amaba  mucho  al 
Marqués,  sin  mirar  el  peligro  de  su  vida,  se  partió 
luego  para  Estremadura,  é  desde  allf  procuró  de  ver- 
se oon  la  Condesa  de  Osorno,  y  puesto  que  ella  salió 
á  las  vistas,  fué  tan  dura ,  que  á  ningún  ruego  del 
Bey  se  quiso  mover ;  é  asi  vista  la  descortesía  de  la 
Oondesa,  so  tomó  el  Bey  á  Madrid.  E  desde  allí  acor- 
dó de  verse  con  el  Arzobispo  de  Toledo  en  un  lugar 
que  se  dice  Villaverde ;  donde  vistos,  quedaron  muy 
conformes,  para  que  dende  allí  adelante  el  Ansobis- 
po  fuese  enteramente  suyo.  E  asi  con  deseo  de  ser- 
virlo tomó  el  cargo  de  ir  luego  á  poner  cerco  sobre 
Fuentiduefia ;  é  puesto  el  cerco,  el  Rey  se  fué  allá  en 
persona,  quantoqnier  que  él  era  con  poca  salud  é 
mal  dispuesto.  Durante  aquel  cerco,  Lopes  Vázquez 
de  Aoufia,  hermano  del  Arzobispo ,  trató  vistas  con 
la  Oondesa  de  Osomo,  á  las  quales  salieron  ella  é  un 
hijo  suyo ;  é  salidos  prestamente  fueron  presos  la 
madre  y  el  hijo,  é  llevados  á  la  fortaleza  de  Huete. 
De  aquella  prisión  fueron  muy  alegres  el  Rey  y  el 
Arzobispo ;  porque  sintíeron,  que  aquello  sería  cab- 
sa  de  la  liberación  del  Marqués  de  Villena.  Estonces 
el  Cardenal  y  el  Oondestablo  vinieron  allí,  é  comen- 
zaron á  tratar  con  el  Conde  de  Osomo ;  el  qual  sabi- 
da la  prísion  de  la  Condesa  su  muger  é  de  su  hijo, 
determinó  de  soltar  al  Marqués ,  con  tanto  que  le 
diese  una  fortaleza  é  ciertos  vasallos,  que  se  dicen 
del  Maderaelo ;  la  qual  le  prometió  el  Marqués  de 
Villena  de  le  dar,  é  fué  suelto  con  tanto  que  Don  Pe- 
dro de  Velasco  quedase  allí  en  rehenes  dentro  de  la 
fortaleza,  hasta  que  la  Condesa  é  su  hijo  fuesen  allí 
tomados,  y  que  el  Cardenal  y  él  fuesen  fiadores  del 
Marqués,  de  Villena,  que  cumpliría  lo  capitulado. 
Estonces  el  Marqués  salió  con  el  Cardenal  á  besar  las 
manos  al  Rey,  que  oon  tanto  trabajo  de  su  persona 
avia  procurado  su  libertad.  E  desde  allí  el  Cardenal 
é  el  Marqués  oon  López  Vázquez  de  Acufia  se  fueron 
á  Velez  para  procurar  la  libertad  de  la  Condesa  é  su 
hijo,  que  estaban  en  Huete;  é  sueltos,  los  enviaron 
á  Foentjduefia,  y  el  Rey  se  tomó  á  Madrid ,  y  el  Car- 
denal y  el  Marqués  se  volvieron  luego  á  la  Corte,  y 
el  Aizobispo  se  fué  á  su  villa  de  Alcalá  de  Henares. 


CAPÍTULO  CLXVIIL 


De  como  ol  Rey  tono  i  Midrld,  é  lo  apretó  It  doleselt, 

é  BSrIá. 

Tomóse  el  Bey  á  Madrid  oon  mas  plascer  que  sa- 
lud por  la  deliberación  del  Marqués  de  Villena,  de- 
seando reposar  para  remediar  su  persona,  que  esta^ 
ba  flaca  é  muy  debilitada  de  andar  por  los  campos 
en  tiempo  de  tanta  frialdad,  en  el  mes  de  Octubre  é 
Noviembre.  Donde,  creyendo  descansar,  cargó  en  él 
tan  apoderadamente  el  mal  de  sus  cámaras  é  gómi- 
to,  que  luego  paresció  ser  mortal  sin  remedio  algu- 
no, en  tanto  grado .  que  luego  los  físicos  pronosti- 
caron ser  muy  cercano  su  fin.  Pero  todavía  acorda- 
ron de  k)  purgar  un  Domingo  por  la  máfiana,  é  pur- 
gó livianamente ,  oon  que  paresció  en  alguna  mane- 
ra sentirse  mas  aliviado,  hasta  que  ovo  comido,  é 
dormió  por  espacio  de  una  hora  y  media  muy  sose- 
gadamente. E  luego  que  despertó  dióle  un  tan  grand 
dolor  de  costado,  y  tan  agudo  que  ningún  reposo  ni 
sosiego  le  dexaba  tener;  en  tanto  grado,  que  siem- 
pre le  fué  oresciendo, é  nunca  menguando,  é  duróle 
aquel  dolor  por  espacio  de  diez  horas.  Estonces  di- 
xeron  los  físicos  á  los  Seftores  que  allí  estaban ,  que 
eran  el  Cardenal  y  el  Condestable  y  el  Conde  de 
Benavente  y  el  Marqués  de  Villena  oon  otros  del 
Consejo,  é  muchos  criados,  é  servidores  suyos,  que 
le  suplicaban  que  le  hiciesen  luego  contear  é  orde- 
nar su  ánima,  por  quanto  no  tenia  mas  de  tres  ho- 
ras de  vida.  Oydo  aquesto,  mandaron  llamar  á  Fray 
Pedro  Máznelo,  Prior  de  8anct  Gerónymo  del  Paso, 
con  quien  el  Rey  se  confesó  por  espacio  de  una  ho- 
ra gprande.  E  acabada  la  penitencia,  el  Religioso  lo 
dixo  que  mirase  como  disponía  su  ánima,  é  donde 
se  mandaba  enterrar,  y  el  Rey  respondió  sosegada- 
mente, que  dexaba  por  sus  Testamentarios  y  Alba- 
ceas  al  Cardenal  de  Espafia,  y  al  Duque  de  Areva- 
lo,  y  al  Marqués  de  Villena  é  al  Conde  de  Benaven- 
te, é  les  encargaba  sus  conscienoias ;  é  mandaba  que 
su  cuerpo  fuese  llevado  á  Sancta  María  de  OnadaJu- 
pe ,  é  lo  enterrasen  debaxo  de  la  sepultura  de  la 
Reyna  su  madre  Dofia  María.  E  asimesmo  mandaba 
que  do  sus  joyas  é  tesoros  fuesen  pagados  é  satisfe- 
chos sus  criados  é  servidores  de  lo  que  les  era  en 
cargo.  Dicho  aquesto,  oon  muy  poca  pena  espiró  á 
las  dos  horas  de  la  noche,  que  se  contaron  once  dias 
del  mes  de  Diciembre,  afio  del  Nasoimiento  de 
nuestro  Salvador  Jesu-Cliristo,  de  mil  é  quatroden- 
tos  é  setenta  é  quatro  afios.  Vivió  quarenta  é  nueve 
afios,  é  onde  meses,  é  once  dias,  y  reynó  veinte  é  dos 
afios,  poco  mas  ó  menos.  Quedó  tan  deshecho  en  las 
cames,  que  no  fué  menester  embalsamallo.  Fué  de- 
positado por  estonces  en  el  Monesterío  de  Sanot 
Gerónymo  del  Paso,  que  él  hizo,  donde  le  fueron  fe- 
chas seftaladas  obsequias  según  que  á  Rey  pertenes- 
oian.  Dixo  la  Misa  el  dia  de  su  enterramiento  el  Car- 
denal de  Espafia  con  algunos  perlados  qué  allí  es- 
taban por  asistentes  oon  él  en  el  Altar.  |  O  Reyes 
poderosos,  que  sojuzgáis  los  Imperíos!  |0  Príncipes 
temporales,  que  sefiorpais  on  el  mundo  I  Tomad  ago« 


m 


CBÓÑIOAS  DB  tX)S  tlBTES  DB  CASTILLA. 


ra  enzomplo  en  la  pajansa  de  eate  Bey,  qaando  oo- 
menzó  á  reynar.  Sean  en  Toa  espejo  ens  altoe  trían- 
foB,  qno  le  di6  la  fortona,  sa  franca  liberalidad,  una 
piadoBae  obras ,  su  macha  clemencia,  con  qne  go- 
bernó ana  aúbditoa.  Mirad  que  ni  lo  uno  le  libró  de 
la  peraecncion  de  ana  traydorea  criadoa,  ni  lo  al  lo 
eacapó  de  la  maerte,  que  lo  privó  de  loa  Beynoa  é  le 
deapojó  de  aua  aefioríoa.  Si  primero  ae  vio  con  glo- 
ría, loa  suyos  ae  la  robaron.  Si  fué  Sefior  de  grandea 
teaoroa,  aquelloa  le  empobrecieron.  Si  ganó  muchas 
tierras,  é  si  algunas  provincias  se  alzaron  por  él, 
aquellos  como  ingratos  se  las  fícieron  perder.  Ellos 
rescibiendo  mercedes,  se  tomaron  peores ;  él  sufrien- 
do sus  injurias,  se  fizo  mejor,  é  asi  feneció  su  vida 
con  mucha  pacienciai  é  acabáronse  sus  días  con  po- 


co descanso,  é  salioron  sos  carnes  de  los  trabajos 
mundanos,  é  reposó  su  espíritu  de  tantos  afanes ,  y 
duermen  sus  huesos  sin  verse  corridos.  Pues  si  dis- 
creción é  saber  alcanzáis,  si  sesd  é  prudencia  tenéis 
vosotros,  los  del  Oetro  Beal,  contemplad  su  próspero 
estado,  su  graciosa  humildad,  sus  mercedes  infinitas, 
sus  grandes  persecuciones ,  sus  trabajos  é  afanes,  sus 
desmedidas  fatigas ;  é  veréis  que  ni  la  mucha  poten- 
oia  os  debe  cabsar  soberbia ,  ni  las  sobradas  riquezas 
haceros  avarientos,  ni  los  oasos  desastrados  privar 
de  la  virtud,  ni  las  fueites  adversidades  agenar  el 
corazón  de  la  condición  Beal,  mas  con  serena  cara 
faced  á  todo  sereno  semblante,  é  de  tal  guisa  su« 
frirlo ,  que  ni  por  lo  muy  próspero  se  muestre  mas 
alegre,  ni  por  las  adversidades  seSalada  tristeza. 


CRÓNICA 

DE  LOS  SEÑORES  REYES  CATÓLICOS 

DON  FERNANDO  Y  DOÑA  ISABEL 

■ 

DE  CASTILLA  Y  DE  ARAGÓN, 

BSORITA 

POR  SU  CRONISTA  HERNANDO  DEL  PULGAR, 

OOTKJADA 

CON  ANTIGUOS  MANUSCRITOS 

Y   AUMENTADA 

DE  VARIAS  ILUSTRACIONES  Y  ENMIENDAS. 


■^•^—ifc-^K 


PROLOGO  1)E  LA  EDICIÓN  DE  1780. 


O&esoo  fd  público  la  Crónica  de  los  Beyes  Católicos  Don  Femando  j  Dofia  Isabel ,  esori- 
ta  por  Hernando  del  Pulgar ,  nna  de  las  mas  importantes  por  su  objeto  y  por  su  estilo  de 
las  mas  bien  escritas  que  tenemos.  Como  desde  el  principio  anduvo  en  diversas  manos,  donde 
se  desfiguró ,  mudó  y  aun  llegó  i  perder  el  nombre  de  su  verdadero  autor ,  no  será  estrafio 
que  tomemos  el  asunto  en  su  origen  para  hacer  ver  los  defectos  que  contrajo ,  y  la  diferencia 
que  hay  de  esta  edición  i  las  otras  dos  anteriores. 

Hernando  del  Pulgar ,  sugeto  versado  en  letras  divinas  y  humanas ,  empezó  á  escribir  la 
Crónica  de  los  Boyes  Católicos  por  autoridad  pública  el  afto  1482 ,  como  parece  por  su  Le- 
tra XL  escrita  i  la  Beyna  Doña  Isabel.  Bien  es  verdad  que  en  ella  menciona  lo  escrito  has- 
ta allí  j  pero  se  puede  comprender  que  solo  lo  escribió  por  diversión ,  y  fiJto  de  las  noticias 
originales ;  y  asi  lo  manifiesta  la  misma  Crónica  llena  de  errores  en  lo  substancial  de  los  he- 
chos y  y  aun  en  lo  cronológico,  pues  coloca  muchos  de  ellos  fuera  del  tiempo  en  que  acaecie- 
ron. Después  prosigue  oon  bastante  exactitud,  como  quien  vio  las  mas  de  las  cosas  que  escri- 
be,  y  las  que  no  vio  pudo  saber  de  sugetos  que  las  presenciaron ,  y  aun  de  los  mismos  que 
las  hicieron;  y  concluye  en  el  año  de  noventa.  El  motivo  porque  la  dqó  en  este  estado  no 
sabemos  y  ni  si  le  cogió  la  muerte ,  pues  se  ignora  enteramente  el  año  en  que  murió :  hasta 
aquí  llegan  las  noticias  que  tenemos  del  Pulgar.  Después  paró  esta  Crónica  original  en  ma- 
nos del  Doctor  Lorenzo  Galindez  de  Carvajal,  del  Consejo  de  los  Beyes,  y  éste  se  la  entregó 
á  Antonio  de  Nebrixa  para  que  la  tradujera  (1).  Tenia  también  Nebrixa  tituló  de  Cronista 
Beal,  y  ó  que  quisiera  aumentar  esta  obra,  y  continuarla  hasta  su  tiempo ,  ó  por  otro  motivo 
que  no  sabemos,  lo  cierto  es  que  la  traduxo,  y  le  puso  aquel  Prólogo  ó  Dedicatoria  que  él  lla- 
mó IHvinatíOj  en  que  mas  se  explica  como  autor  que  como  traductor,  y  lo  mismo  repite  en 
la  exhortación  al  lector.  También  podria  conjeturarse  que  el  encargo  del  Bey  i  Nebrixa  fué 
que  escribiera  en  latin,  y  que  este,  cansado  y  viejo ,  ó  no  quiso  fatigarse  en  inquirir  notidaSi 
ó  creyó  que  en  ningún  otro  las  hallaria  mas  originales  que  en  el  mismo  que  las  habia  escrito 
de  orden  del  Bey ;  y  á  esto  induce  el  modo  oon  que  se  explica  al  principio  de  su  Dedicato- 
ria (2).  Con  esto  queda  á  ini  ver  desvanecida  la  acusación  que  se  hace  i  Nebrixa  de  que  se 
quiso  apropiar  esta  obra ;  y  yo  no  creo  que  un  hombre  por  tantos  títulos  £unoso,  restaurador, 
de  la  Literatura  Bomana  en  su  patria,  y  de  los  estrargeros  tan  justamente  venerado,  quisie- 
ra arrogarse  trabajos  ágenos  que  no  le  hadan  falta  para  su  gloria.  Poco  después  murió  Ne- 
brixa, con  cuya  muerte  se  perdió  la  memoria  de  su  obra,  y  de  la  de  Pulgar,  que  permanecie- 
ron olvidadas  mucho  tiempo  hasta  que  Sancho  de  Nebrixa,  hijo  de  Antonio,  habiendo  encon- 
trado la  obra  latina  entre  los  papeles  de  su  padre,  la  imprimió  en  Granada,  en  folio,  en  1545, 
junto  oon  el  Cronicón  Latino  del  Arzobispo  Don  Bodrigo,  y  otras  obras  de  Historia  Nado- 
nal,  y  poco  después  en  octavo  en  la  misma  Granada  en  1550,  dedicada  al  Prindpe  Don  Fe- 
lipe, que  después  fué  segundo  de  este  nombre.  Como  esta  obra  estaba  en  latín,  oorrió  en  sua 
dos  ediciones  muchos  años  sin  hacerse  mendon  de  la  de  Pulgar ,  hasta  que  se  publicó  en  Va- 
Uadolid  en  1565 ,  también  atribuida  á  Antonio  de  Nebrixa.  Yo  soepedio  que  habiéndose  en- 
contrado entre  sus  papdes,  se  creyó  desde  luego  sin  mas  examen  que  era  suya ,  y  oon  esta 

(1)  Galind.  Prtfac  al  RegUtro  de  la$  Joma-         (2)  Gui  iniñorUlia  gesta  tna  laiiDO  sermone  des*- 
da$  M8.  críbenda  mandares,  /mi.  DhfuuU, 

Or.~UI.  15 


226Í  ORÓNIOAS  DE  LOS  REYES  DE  OAffHLLA. 

buena  fe  se  dio  al  público  en  bu  nombre;  pero  como  había  muchas  copias  en  las  cuales  lleva- 
ba el  de  su  verdadero  autor^  salid  dos  afioa  después  con  el  nombre  de  Pulgar  en  Zaragoia 
1567  j  que  son  las  dos  ediciones  que  tenemos. 

Mucho  se  ha  dicho  sobre  esta  obra,  y  muy  varios  son  los  juicios  que  de  ella  se  han  hecho; 
pero  también  es  cierto  que  los  innumerables  errores  que  tenia  en  los  impresos  apenas  dejaban 
lugar  para  formar  juicio  seguro.  El  Doctor  Lorenzo  Galindez  de  Carvqal,  que  la  tuvo  origi- 
nal en  su  poder,  no  deja  de  culpar  al  autor  de  poco  exacto ,  y  de  que  omite  circunstancias ,  y 
aun  hechos  muy  notables,  en  perjuicio  de  personas  particulares;  pero  no  sabemos  sobre  qué 
recaiga  esta  particular  acusación :  la  falta  de  exactitud  en  los  primeros  aftos  oreo  está  bastan- 
te disculpada  con  que  no  tuvo  originales;  en  los  tiempos  que  los  tuvo,  no  sé  si  otro  ha  sido 
mas  puntual  en  describir  hasta  las  mas  menudas  circunstancias.  Otros  le  acusan  de  lenguaje 
grosero»  algunos  de  que  sus  oraciones  son  prolijas,  y  el  Arzobispo  Don  Antonio  Agustín  lle- 
gó á  decir  que  le  tenia  por  escritor  bárbaro  (1).  A  la  verdad  esta  Orónica  no  está  tan  exacta 
como  lo  requeria  el  ser  historia  de  tan  grandes  Príncipes,  llena  de  tantos  y  tan  varios  suce- 
sos, y  de  tantos  y  tan  ilustres  varones  como  ennoblecieron  esta  monarquía  en  la  guerra  y  en 
la  paz.  Muchos  de  los  sucesos  están  contados  con  nimiedad,  otros  con  escasez ,  y  en  toda  la 
obra  se  echa  de  ver  que  su  autor,  ó  no  quiso,  ó  no  tuvo  tiempo  para  corregirla.  En  lo  que  to- 
ca al  estilo  no  veo  que  se  le  pueda  achacar  que  no  fuera  común  á  todos  los  de  su  tiempo,  y 
aun  á  todos  ellos  lleva  muy  conocida  ventaja :  su  lenguaje  es  puro ,  cortado ,  sin  mezcla  de 
latinismos  ni  de  palabras  compuestas,  agradable,  claro,  y  para  aquel  tiempo  me  atrevo  á  de- 
cir qoe  elocuente:  este  dictado  le  dan  casi  todos  los  que  de  él  han  escrito.  En  las  oraciones 
sí  que  es  algo  prolijo,  pero  se  le  debe  agradecer  el  haber  sido  el  primero  que  las  introdujo  en 
la  lengua  castellana,  á  ejemplo  de  Livio  y  Salustio:  en  algunas  de  ellas  se  ven  pedazos  disi- 
mulados de  uno  y  otro.  Por  ñn,  yo  no  alcanzo  cómo  ó  por  qué  Don  Antonio  Agustín  le  pu- 
diera llamar  escritor  bárbaro^  y  me  he  entretenido  en  esto  de  propósito  porque  no  preocupe  á 
otros  la  autoridad  de  un  tan  insigne  varón.  Los  escritores  que  hablan  de  Pulgar  le  dan  mu- 
chos y  crecidos  elogios ,  que  por  ser  tantos ,  y  no  hacer  principalmente  á  mi  propósito ,  me 
contentaré  con  remitir  al  lector  á  que  los  vea  en  sus  originales  (2).  De  la  vida  civil  de  Pul- 
gar son  muy  escasas  las  noticias  que  nos  quedan,  pues  no  se  sabe  ni  el  año  de  su  nacimiento, 
ni  el  de  su  muerte,  ni  los  empleos  que  ejerció,  bien  que  de  sus  cartas  se  colige  que  era  perso- 
na de  autoridad ,  y  que  desempeñó  algunas  importantes  comisiones.  Solo  advertiremos  que 
algunos  llevados  de  la  semejanza  del  npmbre,  le  confundieron  con  Hernán  Pérez  del  Pulgar, 
Señor  del  Salar,  Capitán  señalado,  cuyo  valor  se  distinguió  do  tal  modo  en  la  Guerra  de  Gra- 
nada, que  le  mereció  ser  denominado  el  de  las  hazañas,  por  las  muchas  y  singulares  que  hizo 
en  esta  conquista.  Entre  otras,  fué  muy  notable  cuando  siendo  Granada  aun  de  Moros  entró 
una  noche  sólo  con  quince  hombres  en  la  Mezquita  mayor,  y  tomó  posesión  de  ella  para  Igle- 
sia Catedral,  como  después  lo  fué,  en  cuyo  reconocimiento  el  Emperador  Don  Carlos  le  dio 
privilegio  de  sepultura  para  sí  y  sus  descendientes ,  y  de  poderse  sentar  durante  los  Oficios 
Divinos  en  el  Coro  do  dicha  Iglesia.  Por  la  fecha  del  privilegio  que  es  de  1526 ,  y  la  muerte 
de  este  Pulgar  en  1531,  como  dice  su  epitafio,  se  ve  claramente  que  no  es  nuestro  Cronista 
como  creyó  Gonzalo  Argote  de  Molina ,  y  aun  Don  Nicolás  Antonio  lo  puso  en  duda  (3). 


(1)  Carta  á  Jerónimo  Zurita  en  Tarragona  á  5  de 
Diciembre  1678. 

(2)  Marín.  Bical,  init.  L.XX,  De  reb,  HUp,  To. 
Vaaaens,  (^ron.  HUp^^  cap.  IV.  Sohott.  Biblioih. 
Hi^.jp.  449.  Salasar,  Oran,  del  Card.  MendoMa^  L.  J, 
ec^.  43.  Mariana,  De  reb.  Hisp.,  LXXIV^  cap.  17. 
Hicol.  Antón. ,  Bib.  Nav.,  T.  J,  p,  295. 

(3)  Trae  este  Privilegio  Podraza  en  la  Historia 
de  Granada,  Pari.  IV^  cap.  49, p.  214  ;  j  el  epitafio 
de  BU  sepulcro  Don  Luis  de  Salasar  y  Castro,  que 


también  pone  el  árbol  de  su  descendencia,  L.XIV^ 
cap.  3,  de  ¡a  cata  de  Lara^  y  en  las  Pruebas,  Tom.  /F, 
pág.  577.  Don  Nioolas  Antonio  comete  aquí  dos  er- 
rores :  el  uno  en  dudar  si  el  Pulgar  que  compuso  la 
Orónica  de  los  Beyes  Católicos  es  el  mismo  que  es- 
cribió la  del  Gran  Capitán,  y  el  otro  en  atribuir  á 
Pulgar,  sea  el  quo  fuere,  esta  última  Crónica  impre- 
sa en  Alcalá  en  1584,  pues  no  es  sino  otra  impresa 
en  Sevilla  en  1527,  y  pertenece  á  Pulgar  del  Salar. 
Nicol.  Antón.,  Bib.  Nov.,  T.  /,  p,  295. 


PfiÓLOOO  DE  LA  SDIOION  DB  1780.  22. 

Para  dar  esta  obra  lo  mas  conforme  que  ser  padiese  al  original  de  su  atttor ,  se  ha  coteja- 
do con  varios  manuscritos,  unos  de  su  tiempo,  y  otros  muy  cercanos ,  por  donde  se  ha  cor- 
regido de  los  innumerables  errores  que  tenia  en  las  otras  dos  ediciones*  Bl  que  principal- 
mente ha  servido,  y  por  donde  se  han  corregido  muchos  lugares ,  es  uno  que  en  lo  correcto 
se  a  ventea  á  todos  los  demás,  propio  del  Ilustrisimo  Sefior  Don  Miguel  María  de  Nava,  del 
Supremo  Oonsejo  y  Cámara  de  Su  Magostad,  que  se  conserva  en  su  preciosa  y  selecta  libre- 
ría. Otro  manuscrito  se  ha  tenido  presente,  que  es  del  Sefior  Marqués  do  Alc4ntara|  también 
bastante  antiguo,  aunque  incompleto;  otro  algo  mas  moderno  de  la  Biblioteca  del  Escorial, 
y  uno  del  mismo  impresor  Monfort ,  que  es  el  de  mayor  antigüedad.  Este  cotejo  s^  debe  al 
cuidado  y  diligencia  del  Sefior  Don  Vicente  Blasco,  Maestro  de  los  Serenísimos  Sefiores  In- 
fantes, y  Canónigo  electo  de  Valencia,  que  se  ha  tomado  el  penoso  trabajo  de  cotejar  los 
ejemplares  impresos  con  los  manuscritos  ya  citados,  y  con  prolija  puntualidad,  apuntar  las 
varias  lecciones ,  corrigiendo  por  los  unos  lo  que  faltaba  i  los  otros,  hasta  dejar  la  obra  en  el 
estado  que  se  imprime,  sin  perdonar  trabajo  ni  fatiga  para  contribuir  á  la  perfección  della  y 
i  los  deseos  y  esperanzas  del  público.  También  se  han  puesto  algunas  notas,  pero  pocas  y 
breves,  y  i  mi  entender  necesarias,  ó  para  corregir,  ¿  para  ilustrar,  ¿  para  afiadir  algún 
suceso  muy  notable.  Los  autores  de  donde  las  he  sacado  son  todos  contemporáneos  i  los  Re- 
yes Católicos,  ó  bien  otros  que  por  su  oficio  ó  proporción  tuvieron  á  mano  las  noticias  origi- 
nales. Lo  que  me  ha  servido  mucho  para  dicha  ilustración  es  el  Memorial  ó  Registro  de  las 
Jomadas  de  los  Reyes  Católicos,  del  Doctor  Lorenzo  Galindez  de  Carvajal,  de  quien  ya  se 
habló  en  el  Prólogo  i  la  Crónica  de  Don  Juan  Segundo:  obra  manuscrita,  pero  muy  puntual 
y  exacta,  porque  su  autor  se  halló  presente  d  los  mas  de  los  sucesos  que  escribe  y  los  anterio- 
res sacó  de  un  Sumario  que  estaba  en  el  cuarto  de  la  Reyna  Católica.  También  se  ha  tenido 
presente  la  Historia  manuscrita  de  estos  Reyes  que  escribió  el  Cura  de  los  Palacios  Andrés 
Bemaldez,  de  la  cual  he  disfrutado  un  ejemplar  que  fué  de  Rodrigo  Caro,  anotado  en  algunas 
partes ,  y  rubricado  al  principio  de  su  mano;  autor  de  mucho  crédito,  aunque  algo  sospechoso 
en  las  cosas  del  Marqués  de  Cádiz  que  trata  con  sobrada  afición.  Las  Epístolas  del  Protono- 
tario  Pedro  Mártyr  de  Angleria ,  que  contienen  en  breve  casi  toda  la  historia  de  aquel  tiempo, 
me  han  sido  de  muy  particular  uso,  y  asimismo  los  Anales  de  Jerónimo  Zurita,  á  quien  por 
BU  puntualidad  se  debe  un  lugar  inuy  distinguido  éntrelos  Historiadores  de  Espafia. 

Ya  se  hallaba  muy  adelante  la  impresión  de  esta  obra,  cuando  me  ocurrió  el  pensamien- 
to de  continuarla  escribiendo  con  brevedad ,  y  d  modo  de  Comentarios  los  veinte  y  cuatro 
afios  que  faltan  hasta  la  muerte  del  Rey :  aquellos  afios  felices  en  que  la  Monarquía  Espafiola 
con  tantas  y  tan  ilustres  conquistas,  dentro  y  fuera,  fué  arraigando  su  poder  y  echando  los 
fundamentos  de  la  grandeza  que  ahora  tiene.  La  sobrada  prolijidad  con  que  trata  estas  cosas 
el  cronista  Zurita ,  me  hicieron  pensar  en  la  necesidad  de  esta  obra ,  que  creí  pudiera  servir 
de  continuación  i  la  Crónica ;  pero  el  deseo  de  publicarla  luego  porque  el  público  la  espera- 
ria  con  ansia,  y  otros  incidentes  no  previstos ,  me  han  obligado  á  dilatarla  ejecución  de  este 
pensamiento ,  aunque  no  lo  he  abandonado. 

La  ortografía  de  la  Crónica  es  la  misma  de  sus  originales  en  cuanto  es  inseparable  del  len- 
guaje antiguo  en  que  escribia  su  autor:  en  lo  demás  se  ha  seguido  exactamente  la  de  la  Real 
Academia  Espafiola.  Las  correcciones  se  han  puesto  en  el  cuerpo  de  la  obra  por  no  abultarla, 
con  varias  lecciones,  poniendo  los  textos  conforme  al  original  mas  correcto,  y  donde  habia 
diversidad  notable  se  ha  notado  al  pié  para  mayor  ilustración;  el  orden,  y  número  de  los 
capítulos,  que  también  iba  errado  en  los  impresos,  se  ha  corregido  conforme  al  que  llevaban 
uniformemente  los  manuscritos.  En  fin ,  no  se  ha  omitido  diligencia  ni  cuidado  que  pudiera 
contribuir  i  la  perfección  de  esta  obra :  si  este  leve  trabajo  no  fuere  absolutamente  despre- 
ciado de  los  doctos,  habré  logrado  bastante,  y  esto  roe  alentard  d  dedicar  de  hoy  en  adelau*^ 
te  mis  tareas  en  obsequio  del  Público  y  de  la  Nación. 


CRÓNICA 

DE  LOS  MtJY  ALTOS  É  MUY  PODEROSOS 

DON  FERNANDO  É  DOÑA  ISABEL, 

REY  É  REYNA  DE  CASTILLA,  DE  LEÓN,  ETC. 


Con  el  ayuda  de  Dios  é  de  la  Reyna  celestial,  en- 
tendemoe  escroblr  la  Crónica  de  la  muy  alta  é  mny 
excelente  Princesa  Dofia  Isabel,  hija  del  mny  alto 
é  mny  poderoso  Bey  Don  Juan  el  Segundo  de  Cas- 
tilla é  de  Leen.  En  la  qual  se  yerá  como  por  la 
gracia  de  Dios  subcedió  por  Boyna  en  los  Beynos 
del  Rey  su  padre,  é  casó  con  el  Príncipe  Don  Fer- 
nando hijo  heredero  del  Rey  Don  Juan  de  Aragón  é 
de  Sicilia :  el  qual  ansimesmo  subcedió  por  Rey  en 
aquellos  Reynos,  é  juntos  en  matrimonio  reynaron 
en  toda  la  mayor  parte  de  las  Espafias.  B  porque  la 
Historia  es  lus  de  la  Tordad,  testigo  del  tiempo, 
maestra  y  exomplo  de  la  vida ,  mostradora  do  la 
antigüedad;  recontarómos ,  mediante  la  voluntad 
de  Dios,  la  verdad  de  las  cosas,  en  las  quales  verán 
los  que  esta  historia  leyeren,  la  utilidad  que  trae  á 
los  presentes  saber  los  hechos  pasados,  que  nos 
muestran  en  el  discurso  desta  vida  lo  que  debemos 
saber  para  lo  seguir,  é  lo  que  debemos  huir  para  lo 
aborrecer.  Otros!  haremos  memoria  de  aquellos  que 
por  sus  virtuosos  trabajos  merecieron  haber  loable 
fama,  de  la  qual  es  rason  que  gocen  sus  descen- 
dientes. 

CAPÍTULO  PRIMERO. 

De  la  genaraoloa  del  Rey  Dos  Inan,  é  tomo  foé  jorado  por  Tria- 
eipe  é  iludo  por  Rey  el  Infinte  Don  Alonso. 

B  para  mejor  información  de  los  que  esta  Cróni- 
ca leyeren,  es  de  saber  que  el  Rey  de  Castilla  Don 
Joan  ol  Segundo,  padre  desta  Princesa,  casó  dos  ve- 
ces :  una  con  la  Reyna  Dofia  Maria,  hija  del  Rey 
Don  Fernando  do  Aragón  su  tio,  de  la  qual  ovo  un 
hijo,  que  subcedió  por  Rey  en  estos  Reynos,  é  ae 
llamó  el  Rey  Don  Enrique  Quarto.  Muerta  aquella 
Reyna  Dofia  Maria,  casó  con  la  Reyna  Dofia  Isabel, 
hija  del  Infante  Don  Jukn,  que  fué  hijo  del  Rey 
Don  Juan  de  Portogal,  de  quien  ovo  primero  esta 
Princesa,  é  después  ovo  un  hijo  que  llamaron  el 
Infante  Don  Alonso.  Muerto  el  Rey  Don  Juan ,  la 
Reyna  Dofia  Isabel  su  muger,  madre  desta  Prince- 
sa, sintió  tan  grande  dolor  por  la  muerte  del  Rey 


su  marido,  que  cayó  en  enfermedad  tan  grave  é 
larga  de  que  no  pudo  convalecer.  Este  Rey  Don 
Enrique  Quarto,  hijo  del  Rey  Don  Juan,  luego  que 
muerto  el  Rey  su  padre  reynó,  casó  dos  veces :  una 
con  la  Princesa  Dofia  Blanca ,  hija  del  Rey  Don 
Juan  de  Navarra  su  tio,  que  fué  después  Rey  de 
Aragón  :  con  la  qual  seyendo  Príncipe  estovo  casa- 
do por  espado  de  trece  afios,  durante  los  quales  no 
ovo  á  ella  allegamiento  de  varón.  E  por  esta  causa 
ovieron  tan  gran  desacuerdo,  que  fué  hecho  por  el 
Papa  divorcio  entre  ellos ;  porque  fué  alegado  por 
ella,  que  él  era  inhábil  para  engendrar,  é  por  parto 
del  se  alegaba  que  el  defoto  de  la  generación  eraon 
ella,  é  no  en  éL  Hecho  esto  divorcio,  tomó  por  inu- 
ger  á  la  Reyna  Dofia  Juana  hija  del  Rey  de  Porto« 
gal.  B  porque  en  las  esperiencias  que  deste  Rey  Don 
Enrique  se  ovieron,  fué  hallado  impotente  para  en- 
gendrar, los  Perlados  é  grandes  sefiores  del  Reyno, 
é  comunmente  todos  los  tres  estados  del,  conocien- 
do esto  su  defecto,  tenían  á  su  hermano  el  Infante 
Don  Alonso  hermano  desta  Princesa  por  heredero 
legítimo  de  los  Reynos  de  Castilla.  Pasados  oinoo 
afios  de  su  casamiento,  la  Reyna  Dofia  Juana  oon« 
oibió :  del  qual  concepto  todos  los  del  Reyno  ovie- 
ron grand  escándalo,  porque  según  la  impotencia 
del  Rey  conocida  por  muchas  esperiencias,  creían 
que  lo  concebido  por  la  Reyna,  era  de  otro  varón  6 
no  del  Rey,  é  afirmaban  que  era  de  uno  de  sus  pri- 
vados, que  se  llamaba  Don  Beltran  de  la  Cueva, 
Duque  de  Alburquerque,  á  quien  el  Rey  amaba  mu- 
cho. E  por  consejo  de  algunos  que  eran  cerca  del 
Rey,  estos  dos  Infantes  Don  Alonso  é  Dófia  Isabel 
sus  hermanos  fueron  tomados  de  poder  de  la  Rey- 
na su  madre,  é  puestos  en  gran  guarda ;  porque  de- 
Uos  np  se  siguiesen  al  Rey  los  inconvinientes  que 
la  conscioncia  errada  teme  que  le  pueden  venir  por 
BU  yerro,  que  siempre  le  acusa.  Lo  qual  sabido  por 
algunos  Perlados ,  é  caballeros,  é  por  algunos  reli- 
giosos de  buena  intención,  á  quien  la  impotencia 
del  Rey  para  engendrar  era  notoria ;  dellos  en  per- 
sona, delloe  por  cartas  é  mensageros,  le  suplicaron 
é  aun  amonestaron ,  que  diese  orden  como  aquel 


290  GBÚNIGA8  DS  LOS 

pr«ftadoM«iOttbríeM;poniiiA;MKOii  UiiotorMd«l 
é  oertídombr»  de  m  ünpaüoda,  da  lo  qna  pwiaM 
U  BefSA,  te  flgnim  á  él  diÉÍftinus  é  al  Be jrno  gran- 
de aaoándalo.  B  Bajr  Tayéndoaa  por  aaloncaa  mvj 
podacoao  da  gantaa  é  rico  da  taaoroa,  qnariaiido  en- 
eaMr  al  dafecto  natural  qna  tania  para  aagandrar, 
■o  qniao  dar  oiajaa  á  Um  amoncatacioDaa  é  aopUca- 
aionaa  quB  adbra  aato  la  fnaron,  é  poblioó  al  prefia- 
do  da  la  Bajna  aer  aoyo  (1).  Brta  Bayna  parió  ana 
hija  qna  llamaron  Dofia  Jaana:á  laqoal  al  Uej 
biso  qoa  loa  Qrandea  del  Eajnoélaacibdadeaé  yi- 
Daa  délytraidoa  por  dÍTanMamaneraa^anoa  por  mia- 
do, é  otroa  por  intanaa,  jaraaen  por  Princeaa  hará- 
daia  datioa  Bajmoa  para  deapnaa  da  ana  diaa.  Dal 
qnaljnramaiilo  alganoa  Pariadoaé  grandaa  lefto- 
rea  ó  caballaroa  dal  Be/no  reclamaron  aeoraUmaa- 
ta,  diciendo  haberlo  haoho  por  temor  del  poder 
grande  qna  al  Baj  por  aatonoea  tenia.  Loa  qoalea  é 
otroa  algmioa  danda  á  poooa  diaa  rebelaron  oontra 
al  Baf  9  é  la  amblaron  á  dadr  qne  no  conaintirían 
qna  aquella  Dofia  Juana  OTÍeae  la  aubceaion  del 
Beyno,  pnea  aran  ciertoa  qna  no  era  ao  hija.  E  de- 
mandáronle,  que  juraae  por  legitimo  anbceeor  del 
Bejno  para  deapnet  de  ana  diaa  al  Infante  Don 
Alonan  an  hermano ,  no  embargante  el  juramento 
qna  eonatrafiidoa  por  fuerza,  hablan  fecho  á  aque- 
lla Dolía  Juana,  que  decían  aer  au  hija.  El  Bey  con- 
aidarando  que  todoa  loa  dal  Bejno  qnerian  que  el 
Infanta  an  hermano,  por  eer  hijo  derto  del  Bej  Don 
Juan,  OTieae  la  anboaaion  del  Bejno,  otorgólo  ó  in- 
titulóle Príncipe  heredero  de  Oaatilla  é  de  I^eon. 
Deapnaa  de  pocoa  diaa  paaadoa  aa  juntaron  Don 
Alonan  Oarrillo,  Ansobiapo  de  Toledo,  é  Don  Fadri- 
que,  AUniranta  mayor  da  Oaatílla,  é  Don  Juan  Pa- 
checo, Marques  de  Viilena,  que  fué  deapuea  Maea- 
tre  de  Santiago,  é  Don  Pedro  Qiron,  au  hermano, 
Haeatra  de  OalatraTa,  é  Don  Gomes  de  Oéceres, 
Maeatra  de  Alcántara,  é  Don  Alvaro  da  Eatúfiiga, 
Oonde  de  Plaaencia,  que  fué  deapuea  Duque  de  Aré- 
lalo, é  Don  Bodrigo  Alonao  Plmentel,  Oonde  da 
Benavante,  é  Don  Bodrigo  Manrique,  Oonde  de  Pa- 
redes, é  Don  Qabriel  Manrique,  Oonde  de  Oaorno, 
Oomendador  mayor  de  Oaatilla,  é  otroa  Oaballeros  é 
Perladoa  del  Beyno.  E  por  algunos  deacontenta- 
mlantoa  que  ovieron  del  Bey  Don  Enrique,  publi- 
caron del  muohoa  defetos ,  por  los  qualea  dizeron 
qne  era  inhábile  para  reynar.  E  tomaron  aquel  Prin- 
cipa Don  Alonso,  que  era  de  edad  da  once  aftoa,  y 
haciendo  diviaion  en  Oastilla  le  alaaron  por  Bey  del 
Beyno  en  la  oibdad  de  Avila,  en  el  mes  de  Junio  (2) 

(1)  fUeld  ti  IsraBU  DoSi  Juna  llamtda  eoninmesta  Ai  B«^ 
tr§iuí0t  nt%Vít  Us  frataf  deeiu  qie  era  bija  de  Dod  Beltran  de 
li  Cseta,  qae  despnes  Alé  Oaqoe  de  Albtrqoerqoe,  t  prUeiplof 

del  aflo  1461 

^  Ktle  manoraUe  fieeto,  qie  vaelve  detpset  á  tpsBiar  ea 
el  eap.  4,  taeedló  ea  Miéreolef  elaeo  de  Juaio,  y  es  uno  de  loe 
Biu  tlsfalaree  q«a  la  laarta  en  laa  hiiteriat.  Loi  Caballerea  qie 
aqal  saaibra  y  olrof  qae  aeaso  ealla  por  reapetot  pariicalaret  for- 
MaroB  aa  teatro  ea  ana  ilaaara  eerea  de  AtIU  » donde  eoloearon 
la  etlataa  del  Rey  eoronada  y  eablerta  de  lato,  aeatada  ea  ana 
silla  coa  todu  las  taslfalas  reales.  Laego  leyeron  an  manifiesto 
aa  qae  seflaladameate  le  seasabaa  de  caatro  eosas :  por  la  pri- 
men (daelM)  «eracU  perder  U  dlfaldad  Real,  y eatdaees  el  Ar- 


DBGASIILLA. 
afio  dal  Saftor  da  mfl  j  quatioeiantoa  j  asaanta  y 
cinooafioa.  Para  haoar  eata  diviaion  faenm  reque- 
ridoa  Don  Diego  Hurtado  da  Mendosa,  Marqaea  da 
SentiOana,  Oonde  del  Beal  da  Mansanarea,  que  fué 
daspnaa  Duque  del  Infantadgo,  y  Don  Paro  Fer* 
nandaa  de  Velaaoo,  Oonde  de  Haro,  j  Don  Oaroi 
Alvares  da  Toledo,  Oooda  da  Alva,  qna  fué  deapnaa 
Dnqnede  Alva,y  Don  Pero  Alvares  da  Oaorio,  Mar- 
qnea  da  Aatorga,  y  Don  Paro  Manrique,  Oonde  de 
Travillo,  que  fué  deqpuea  Duque  da  Najara,  y  Don 
Ifiigo  Lopes  de  Mendosa,  Oonde  da  Tendilla,  j  Don 
Lornnao  Snares  de  Mendosa,  Oonde  de  Oornfia,  h 
hermano,  y  Don  Pero  Gh>nsa]es  de  Mendosa,  Obi^io 
de  Oalahorra,  qne  fué  deapuea  Oardenal  da  Eapafta 
y  Aiaobiapo  de  Toledo  y  Obiapo  deSigikensa,  y  otroa 
Oaballoroa.  Loa  qoalea,  conaidorando  loa  oomnnea 
daCkoa  que  en  los  Beynoa  di  visca  aa  signen,  dudaban 
ser  en  ella,  eapecialmente  creyendo  qne  aquelloa 
cabaUarca  lo  hacían  por  su  interese  particular,  y  no 
por  la  buena  gobernación  general  qne  publicaban. 
T  aobro  aato  hubieron  algunca  oonaejoa  para  aa  de- 
terminar mejor  en  lo  que  e^gnn  Dioa  y  rason  da- 
llan erguir :  y  porque  conocían  de  aquel  Obiapo  de 
Oalahorra  ser  hombre  letrado ,  generoso,  y  de  buen 
entendimiento ,  quisieron  oír  su  voto ,  el  qual  lea 
dizo :  «Notorio  es,  Sefiores,  que  todo  el  Beyno  es 
habido  por  un  cuerpo^  del  qual  tanemoa  el  Bey  ser 
la  cabesa;  la  qual  si  por  alguna  inhabilidad  ea  en- 
ferma,  parecería  mejor  conato  poner  laa  melecinaa 
que  la  rason  quiere,  que  quitar  la  cabesa  que  la  na- 
tura defiende.  Especialmente  debemos  considerar, 
que  por  rason  ni  por  juaticia  podemoa  quitar  el  ti- 
tido  que  noa  dimoa,  ni  privar  de  au  dignidad  al  qne 
reyna  por  derecha  subcesion ;  porque  si  loa  Beyea 
son  ungidos  por  Dios  en  laa  tierraa,  no  se  debe 
creer  que  sean  anbjetoa  al  juicio  humano  los  que 
son  puestos  por  la  voluntad  divina.  La  Sacra  Es- 
criptura  espresameote  defiende  rebelar,  y  manda 
obedecer  á  loa  reyes,  aunqne  aean  indotoa;  porque 
sin  comparación  son  mayores  las  destruioionea  que 
padecen  los  roynos  divisos ,  que  las  que  se  sufren 
del  rey  inháblL  T  por  eso  los  varonea  notablea,  con- 
formándose con  los  mandamientoa  divinoa,  deben 
huir  de  toda  división,  y  soyendo  lealea  á  au  Bey, 
pugnar  por  el  sosiego  de  su  propría  tierra,  donde 
hubieron  el  nutrimento ;  porque  si  rehusan  de  lo 
haber,  allende  de  ser  ingratos  á  la  tierra  que  los 
crió,  necesario  lea  será  si  ella  padece,  padecer  jun- 


soblspo  de  Toledo  le  qnlió  la  eorona  de  la  eabeu ;  por  la  segan- 
da  merecía  perder  la  admlnistraeion  de  Jnstlela,  j  ol  Conde  de 
Plasenela  le  qulid  el  estoque;  por  la  tercera  merecía  perder  el 
fobiemo  del  Reyno,  y  el  Conde  de  Benavente  le  quitó  el  bastón 
qae  teala  en  la  mano ;  y  por  la  dltlma  merecía  perder  el  trono  y 
roTerencla  real ,  y  Dlcfo  Lopeí  de  Zdftlga  le  derribó  con  ifnoml- 
nla  del  trono.  Hecho  esto,  los  Grandes,  qae  yá  bablaa  condaddo  i 
aqael  parage  al  Infante  Doa  Alonso,  le  colocaroa  ea  ol  troao  real, 
y  en  altas  Toces  aclamaron :  CmíOUm  ,  CmíüUú  pf  $1  Jl«f  Dm 
illMMe,  ceremonia  asada  en  las  proclamaciones  de  los  Reyes ,  y 
qae  faé  segalda  de  las  demds  acoatembradas  ea  ifaales  caaoa.  A 
esta  espantosa  eacena  se  slgnieron  todos  los  borrores  de  las  gaer 
rae  cIvUea  qae  hicieron  funestos  estragos  en  Castilla.  Reflere  este 
bocho  paatnalmente  Bariq.  del  Castillo ,  Cn)a.  US,  i$  Don  ^nrl- 
qu  ¡Y,  ce/.  74.  Mariana,  /M.  iü,  m/.  9. 


DON  FERNANDO  É 

tamente  oon  ella ;  y  por  tanto  es  mejor  trabajar  por 
la  pas  de  loa  mochos,  que  caer  con  el  mal  de  todos. 
Otrosí  debemos  considerar,  que  si  los  Oaballeros  y 
Perlados  que  se  mueven  &  haoer  tan  gran  novedad, 
hubiesen  intendon  recta  para  la  hacer,  sería  buen 
oonsejo  que  nos  juntásemos  con  ellos,  no  á  hacer  la 
división  que  hacen ,  mas  á  la  buena  gobernación 
que  se  debe  hacer.  Pero  pues  vemos  que  para  pro- 
veer á  la  mala  gobernación  del  Rey  Don  Enrique, 
que  publican,  quieren  hacer  buena  la  del  Príncipe 
Don  Alonso,  seyendo  moco  de  once  afios,  manifiesto 
parece,  no  seyendo  aquella  edad  capaz  para  gober- 
nar, que  no  por  el  bien  (general  que  publican,  mas 
por  su  interese  particular  que  desean,  quieren  apro- 
piar á  d  esta  gobernación,  no  mirando  que  do  quier 
que  muchos  quieren  mandar,  difioil  es  guardar  ver- 
dadera conformidad.  Así  que,  Sefiores,  si  aquellos  | 
Oaballeros  y  Perlados  se  quieren  partir  de  la  divi- 
sión que  han  hecho,  cosa  justa  es  que  os  juntéis  con 
ellos,:  y  por  via  jurídica,  como  hombres  temerosos 
de  Dios,  leales  á  su  Rey,  y  seladores  del  bien  de 
su  tierra,  proveáis  á  la  buena  gobernación  del  Rey- 
no,  como  aquellos  que  viven  vida  A  placer  del  que 
da  la  vida,  sin  el  qual  ningún  oonsejo ,  ningún  uso, 
ninguna  dotrína  vale,  instruye,  ni  aprovecha.  Y  si 
todavía  quisieren  insistir  en  la  división  que  han  | 
principiado,  mi  parecer  es,  que  nos  apartemos  de 
hombres  soismáticos,  que  mas  parece  que  se  oponen 
á  impedir  la  razón  que  á  evitar  el  escándalo.»  Oidas 
estas  razones  que  el  Obispo  dizo,  todos  aquellos  ca- 
balleros y  otros  parientes  y  parciales  se  detormina- 
ron  A  sostener  la  parto  del  Roy  Don  Eurique,  y  no 
ser  en  la  división  del  Reyno,  yae  aquellos  otros  ca- 
balleros hicieron ;  y  pelearon  unos  contra  otros  en 
la  batalla  real  que  se  ovo  cerca  de  la  villa  de  Ol- 
medo (1) ,  donde  fueron  vencidos  los  del  Rey  Don 
Alonso.  El  qual  vivió  en  aquella  división  tres  afios 
oon  título  de  Rey,  en  poder  de  aquellos  Perlados  y 
oaballeros ;  y  luego  murió  de  pestilencia  en  Oarde- 
fiosa,  aldea  de  la  cibdad  de  Avila  (2),  estando  oon 
él  el  Arzobispo  de  Toledo ,  y  Don  Juan  Pacheco,, 
que  era  ya  Maestre  de  Santiago,  y  el  Oondo  de  Pía- 
sencia,  y  el  Oonde  de  Benavento,  y  otros  algunos 
de  loe  caballeros  y  Perlados  que  le  hablan  alzado 
por  Rey,  según  que  en  la  Orónica  del  Rey  Don  En- 
rique mas  por  extonso  se  recuenta. 


DOSA  ISABEL. 


2at 


CAPtrULO  II. 


(1)  Esta  bstalli  fvé  Jietes  Télate  de  AgottOt  dit  de  Sis  Be^ 
nerdo  de  1467.  Foeron  desbarttadot  loe  del  Rey  Dos  Alonso»  el 
Arsoblspo  de  Toledo  herido  es  en  brsso,  tomido  el  pendes  retí 
y  presos  el  Conde  de  Lans » el  Conde  de  Alta ,  Pedro  de  FontlTe- 
ros  y  alfnnu  otros  Sefiores  principales.  El  ReyjDon  Bnriqne,  ere- 
yendo  ser  perdida  la  batalla ,  se  reUró  i  ana  aldea  tecina,  de  don- 
,  de  no  salló  basta  que  le  bailó  alU  triste  y  eonfoso  el  misoio  Cro- 
aisla  qne  lo  refiere  y  le  dió  la  nneta  del  Tcnclmlento.  Enrique, 
Crin,  áe  Bwrtq,  IV,  t^f,  96. 

(i)  Martes  en  la  noche  á  cinco  de  Jnllo  de  1168.  El  Cronista  de 
Enriqne  IV  nota  qne  tres  días  antes  se  habla  esparcido  la  nne?a 
de  sn  mnerto  por  todas  Iss  clodsdes  del  Reyno.  Tal  tes  en  eso 
debió  fnndarse  la  opinión  de  los  qne  dijeron  qne  hsbls  mnerto  de 
Toneno,  y  ana  Alonso  de  Falencia  uegira  qne  se  lo  hito  dar  el 
Harqaes  de  Víllena.  Otros  con  Pnlgar  atribuyen  sn  murte  i  la 
pestilencia  que  reynaba  en  sqneUos  lasares.  Bnriq.  del  Castillo, 
OrH.  U  M9riq,  IV,  ctp,  III  Msriana,  Ué.  18,  M|r,  11. 


Como  la  Princesa  M  Jurada  por  snbcosora  del  Reyno  en  los  to- 
ros de  Calando,  y  la  ^neordia  que  hito  con  el  Rey  Don  En- 
rique. 

Veyóndose  desamparados  estos  Perlados  y  caba- 
lleros por  la  muerte  del  Rey  Don  Alonso  que  ha- 
blan tomado ,  y  enemistados  oon  el  Rey  Don  Enri- 
que su  hermano,  que  habian  dexado,  estaban  en 
gran  temor ,  recelando  la  indinaoion  del  Rey ,  á 
quien  por  cartas  y  por  palabras,  durante  la  divi« 
sion,  habian  torpemente  injuriado  ;  y  no  hallaban 
otro  remedio  para  su  defensa,  sino  continuar  la 
soisma  que  habian  comensado  en  el  Reyno,  alzan- 
do en  él  por  Reyna  á  esta  Princesa  Dofia  Isabel  en 
lugar  de  su  hermano ;  porque  con  ella,  por  ser  per- 
sona reall,  y  legítima  suboesora  del  Reyno ,  pudie- 
sen  mejor  defender  sus  personas  y  estado  de  los 
males  que  rescelaban  resoebir  del  Rey  Don  Enrique, 
por  lo  que  contra  él  habian  cometido,  y  quisieran 
luego  ponerlo  en  obra.  Y  suplicaron  á  la  Princesa 
que  estaba  con  ellos  en  la  cibdad  de  Avila,  que  to- 
mase título  de  Reyna  de  Castilla  y  de  León,  según 
lo  tenia  el  Rey  Don  Alonso  su  hermano ,  pues  le 
pertenecía  de  derecho ;  y  quo  todos  los  Oaballeros 
y  Perlados,  y  las  cibdades  y  villas  que  estaban  por 
él,  estarían  á  la  obediencia  della,  y  el  Rey  Don  En- 
rique no  habría  lugar  de  dar  la  suboesion  del  Rey- 
no  á  aquella  Dofia  Juana  que  decía  ser  su  hija.  La 
Princesa,  d  qaíon  no  había  placido  la  división  pa- 
sada, por  las  destruícíones  y  tiranías  qne  de  oontíno 
veía  crecer  en  el  Reyno,  deliberó  de  no  tomar  títu- 
lo de  Reyna  en  vida  del  Rey  su  hermano,  y  de  se 
conformar  con  él,  si  quitos  los  eecándalos,  le  jurase 
para  después  de  sus  días  la  subcesiondel  Reyno  que 
le  pertenecía,  según  había  hecho  al  Príncipe  Don 
Alonso  su  hermano.  Oon  esta  voluntad  de  la  Prin- 
cesa se  conformó  Don  Juan  Pacheco,  Maestre  de 
Santiago,  el  qual  mostraba  ser  arrepentido  de  la  di- 
visión pasada,  y  aun  se  cree  que  el  pecado  de  la  in- 
gratitud lo  acusaba  gravemente ;  porque  habiendo 
seydo  criado  del  Rey  Don  Enrique ,  y  de  quien  re- 
cibió los  bienes  y  el  estado  grande  qne  tenia,  le  ha- 
bía errado,  seyendo  principal  causa  de  aquella  di« 
visión  pasada ;  durante  la  qual  había  visto  muchas 
yeoes  su  persona  y  estado  y  de  sus  parientes  en 
grandes  aventuras  y  destruicion :  y  así  por  esto,  co- 
mo porque  sabia  bien  que  el  Rey  le  perdonaría^  y. 
allende  de  le  perdonar,  estaría  á  su  gobernación  en 
ledas  las  cosas,  tuvo  manera  qne  se  moviese  habla 
de  concordia  entre  él  y  la  Princesa  su  hermana;  y 
embiáronle  á  decir  que  si  sn  voluntad,  quitos  todos 
rigores,  le  quisiese  otorgar  la  suboesion  destos  Rey- 
nos  para  después  de  sus  días,  pues  le  pertenecía  de 
derecho,  ella  y  los  Oaballeros  y  Perlados  que  oon 
ella  estaban,  vemian  luego á  su  obediencia,  y  le 
servirían  ;  y  estando  él  y  ella  concordes  en  la  sob* 
cesión  del  Reyno,  cesaría  la  división,  y  los  robos,  y 
tiranías,  é  otras  desobediencias  qne  en  él  había ,  y 
él  en  su  vida  sería  único  R^sln  contención*  En  es^ 


238 


0RÓNI0A8  DÉ  LOS  BETB8  DB  GA8TILLA. 


te  trato  do  oonoordia  ODtondielon  Don  Alom»  do 
FoQseoa,  Anobiapo  do  Sevilla,  y  Andrea  de  Oabro- 
ra.  Mayordomo  del  Bey ,  qne  deapues  faó  Marqnea 
do  Moya ;  y  eatoa  doa  le  dieron  á  entender  qae  lo 
debía  haoor,  pnee  la  eaperienoia  de  laa  ooaaa  paaa- 
das  le  amonestaba  goardarae  de  laa  f  ataras,  y  le 
mostró  el  peligro  de  sa  estado  y  el  dafio  aoaecido 
en  sos  BeynoSy  por  tener  aqnél  propósito ;  y  que  en 
esto  principalmente  servirla  á  Dios,  porque  cesante 
la  división,  oesarian  los  males  qne  della  se  espera- 
ban, y  él  gozaría  del  fruto  de  la  paz,  y  seria  libre 
de  todos  trabajos  y  gastos ,  y  del  pooo  reposo  y 
quietad  que  su  persona  padecía.  Algunos  de  los  que 
cerca  del  Bey  estaban,  y  deseaban  que  fuesen  puni- 
dos los  caballeros  y  Perlados  que  babian  puesto 
división  en  el  Beyno,  trabajaban  de  indinar  al  Bey 
contra  ellos ;  y  decíanle  que  bien  sabia  quantos  ca- 
sos Dios  le  babia  ofrecido  en  los  tiempos  pasados 
para  castigar  á  aquellos  sus  deservídores  j  que  pu- 
blicando voz  de  justicia  y  de  buen  regimiento  del 
Beyno,  lo  habían  puesto  en  escándalos,  robos,  y  ti- 
ranías ;  y  que  nunca  se  dispuso  á  executar  en  olios 
las  penas  en  que  habían  incurrido  por  el  grave  cri- 
men que  cometieron.  Decíanle  asímesmo,  que  con- 
siderase agora  qne  la  muerte  del  Príncipe  su  her- 
mano en  tal  edad  y  tiempo  venida,  era  un  caso  ma- 
ravilloso que  Dios  ofrecía ,  para  que  hubiese  lugar 
la  execudon  de  su  justída,  contra  aqnollos  que  pos- 
puesta la  obediencia  debida  á  su  Bey,  tan  rotamen- 
te habían  maculado  su  persona  real,  diciendo  que 
no  era  hábile  para  reynar,  y  que  era  hombre  ef  omi- 
nado, y  que  había  dado  de  su  voluntad  la  Beyna 
su  muger  á  su  privado  Beltran  de  la  Oueva,  á  quien 
hizo  Duque  de  Alburquerque,  cuya  hija  afirmaban 
qne  era  aquella  Dofia  Juana,  y  que  era  odioso  á  la 
justida,  y  distribuía  el  patrimonio  real  á  sus  pri- 
vados, y  á  quien  ellos  querían  con  gran  prodigali- 
dad y  disolución ,  y  que  era  envudto  en  luxurias  y 
vides  desordenados,  y  otras  cosas  feas ;  y  que  no 
solo  las  habían  dicho ,  mas  aun  las  escribieron  por 
sus  letras  al  Papa,  y  las  publicaron  por  toda  la 
Ohristíandad;  cuyos  treslados  estaban  hoy  en  todas 
las  dbdades  é  villas  destos  Beynos.  Decíanlo  así- 
mesmo, que  todas  estas  cosas  habiendo  lugar  de  se 
castigar  y  no  se  castigando,  parecía  otorgar  las  in- 
habilidades que  aquellos  Perlados  y  caballeros  tan 
rotamente  del  habían  publicado.  Las  quales  eran  de 
tal  calidad,  que  ni  eran  perdonables,  ni  los  que  las 
dixeron  eran  dignos  de  perdón ;  porque  no  lo  ve- 
nían á  pedir  con  aquella  humildad  y  arrepentimien- 
to que  deben  venir  aquellos  que  conociendo  sus 
yerros  merecen  ser  perdonados,  antes  perseverando 
en  ellos,  le  requerían  que  quitase  la  subcesion  á  la 
que  deda  ser  su  hija,  para  que  se  diese  á  su  her- 
mana. Otrosí  le  dedan,  que  ninguna  cosa  podía  ser 
mejor  que  la  paz;  pero  que  así  como  la  vida  sin 
paz  no  es  vida,  menos  la  vida  ain  honra  se  puede 
á  los  reyes  dedr  vida  ni  paz,  la  qual  se  debía  pro- 
curar por  guerra ,  cuando  sín  guerra  no  había  lu- 
gar la  razón ;  y  decíanle  otras  cosas  para  le  provo- 
car á  indignadon  contra  aquellos  caballeros.  Otros 


algunos  de  sus  prívados  conociendo  que  su  oostum- 
bre  y  natural  inclinación  era  dispuesta  á  deleytos 
y  aborrecer  negocios,  conformaron  su  consejo  con 
lo  que  conocían  de  la  condición  del  B^;  y  dedan- 
le,  quo  pusiese  en  obra  aquello  que  el  Arzobispo  do 
Sevilla  y  su  Mayordomo   Andrés  de  Cabrera  le 
aconsejaban,  y  d  Bíaestre  de  Santiago  le  embiaba 
á  decir ;  porque  visto  por  los  dd  Beyno  la  oonf  or- 
mídad  del  y  de  la  Prínoesa  su  hermana ,  cesarían 
los  deseos  malos  de  los  hombres  oríminosos,  que 
tenían  puesto  d  Beyno  en  guerras  y  tiranías.  De- 
cíanle admesmo  que  el  Maestre  de  Santiago  ver- 
nía  ásu  corte,  y  continuaría  con  él  en  su  servido,  y 
y  quo  según  las  habilidades  del  Maestre,  y  el  po- 
der grande  que  tenia  en  el  Beyno ,  con  su  mano  y 
consejo  seria  Bey  temido  y  obedecido,  Y  de  secre- 
to le  decían,  que  como  quier  que  por  agora  otorga- 
se la  subcesion  á  su  hermana  la  Príncesa,  pero  des- 
pués se  podía  tener  on  tal  manera  que  se  la  quitase, 
casándola  fuera  del  Beyno ,  ó  on  otra  forma  que 
para  ello  se  daría,  estando  on  su  poder ;  lo  qual  no 
así  bien  se  podía  hacer  estando  fuera  del.  Y  qne 
podía  casar  la  que  decía  ser  su  hija  con  tal  perso- 
na á  quien  apoderase  dd  Beyno,  en  td  manera  que 
su  hermana  la  Príncesa  no  pudiese  en  él  tener  par- 
te. £1  Bey  oídas  aquellas  razones,  con  esperanza  de 
poner  en  obra  lo  que  en  secreto  sus  prívados  le  do- 
dan,  acostóse  d  partido  que  d  Arzobiapo  de  Sevi- 
lla, y  su  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera  le  movie- 
ron, y  dixo  que  le  piada  otorgar  la  subcesion  dd 
Beyno  á  su  hermana  la  Príncesa,  y  que  ella  y  el 
Maestre  de  Santiago  viniesen  á  su  corte,  porque 
pareciese  en  todo  el  Beyno  la  concordia  que  ha- 
bía entre  ellos.  La  qual  fué  asentada  con  condi- 
ción, que  el  Bey  dentro  en  quatro  meses  ombiase 
á  la  Beyna  Dofia  Juana  su  muger ,  y  aquella  Dó- 
fia Juana  que  había  parido,  á  Portogal,  y  pro- 
curase con  d  Papa  divorcio  dd  casamiento  he- 
cho entre  él  y  ella,  porque  aquel  no  se  había  po- 
dido celebrar  entre  ellos  legítimamente  en  dero- 
gación del  primero  matrimonio  que  había  celebra- 
do con  la  Príncesa  Dofia  Blanca  su  primer  muger. 
Iten,  que  diese  á  la  Princesa  su  hermana  las  dbda- 
des de  Avila,  y  Buete,  y  Molina,  y  Medina  del  Cam- 
po, y  Olmedo,  y  Escalona ,  y  Ubeda,  para  sostener 
su  estado.  La  Princesa  otorgó,  qne  guardando  el 
Bey  esto  que  le  había  prometido,  no  casaría  sín  su 
licencia;  y  desta  manera  fué  asentada  concordia 
entre  ellos.  Don  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Mar- 
ques de  Santillana ,  y  Doo  Pero  Gonzdez  de  Men- 
doza, Obispo  de  Sigüenza  su  hermano,  qne  fué  des- 
pués Cardenal  de  Espafia  y  Arzobispo  de  Toledo,  y 
Don  Pero  Fernandez  de  Velasco,  Conde  de  Haro, 
que  fué  despaes  Condestable  de  Óistilla,  y  otros  si- 
gnóos Perlados  y  caballeros ,  que  según  habemos 
dicho  no  quisieron  ser  en  la  división  pasada,  y  tu- 
vioron  düinpre   la  parte  dol  Hoy   Don  Bnríquoj 
quando  supieron  la  concordia  que  el  Bey  sin  gela 
hacer  saber  habia  concluido  con  la  Príncesa  su  her- 
mana, f  aeron  muy  descontentos  ;  porque  habiéndo- 
le bien  servido ,  y  peleado  por  él  en  la  batalla  que 


DON  FBBNANDO 

habieron  oeroa  de  Olmedo  oon  el  Rey  Don  Alonso 
BU  hennano,  en  remaneracion  del  premio  que  por 
la  virtud  de  su  oonetancia  doblan  haber,  los  deza- 
ba  fuera  de  aquella  oonoordia ;  y  reoelando  quedar 
en  alguna  indinadon  oon  la  Prinoesa,  y  en  des- 
aouerdo  oon  ol  Arzobispo  do  Toledo,  y  con  el  Maes- 
tre de  Santiago,  y  con  los  otros  caballeros  y  Perla- 
dos que  con  ella  estaban,  embiaron  á  decir  al  Boy, 
que  ellos  hablan  sabido  como  determinaba  perdo- 
nar aquellos  caballeros  y  Perlados  que  con  el  Bey 
Don  Alonso  su  hermano  habian  hedió  división  en 
estos  Beynos,  y  le  plaoia  declarar  á  la  Princesa  su 
hermana  por  snboesora  dellos,  do  lo  qual  les  piada 
mucho,  porque  ordan  cesar  por  esta  causa  todos 
los  escándalos  y  guerras  en  el  Beyno ;  pero  que  le 
suplicaban,  si  acordaba  perdonar  á  aquellos  caballe- 
ros y  Perlados  quo  habian  soydo  sus  deservidores, 
no  condonase  á  olios  quo  eran  sus  servidores,  pues 
con  tanta  constancia  é  loaltad  le  habian  servido.  Y 
d  ontendia  que  era  bion  quitar  la  dividen  entre  él 
y  la  Princesa  su  hermana,  no  la  dexase  entre  los 
Perlados  y  cabdleros  de  su  Beyno,  que  por  causa 
suya  habian  seydo  divises:  porque  aquellos  que 
por  le  servir  se  enemistaron  con  ellos,  no  quedasen 
fuera  de  aquella  concordia,  y  padeciesen  los  dafios 
que  con  su  mano  rod  les  podrian  hacer,  estando  los 
otros  oon  él  en  su  corte,  y  ellos  absentes.  Oidas  es- 
tas raaones,  bien  quidera  d  Bey,  que  luego  se  hi- 
dera  reoondliaoion  deles  cabdleros  de  la  una  par- 
te y  de  la  otra ;  pero  su  espíritu  inclinado  á  quie- 
tud, y  ageno  de  todo  negodo,  le  sometía  á  la  go- 
bernación dd  Maestre  de  Santiago,  de  td  manera 
que  ninguna  oosa  hacia  sdvo  lo  que  él  ordenaba.  Y 
por  su  consejo  determinó  que  se  hidese  luego  la 
oonoordia  suya  y  de  la  Princesa  su  hermana,  y  des- 
pués se  entenderia  en  la  recondliadon  de  los  ca- 
bdleros de  la  una  parte  y  de  la  otra ;  y  para  esto 
acordaron,  que  el  Bey  que  estaba  en  Madrid  vinie- 
se para  Oadahalso  ddea  de  la  villa  de  Escdona ;  y 
la  Princesa,  y  d  Arsobispo  de  Toledo,  y  el  Maestre 
de  Santiago,  y  el  Ck)nde  de  Plasenda,  y  los  caballe- 
ros que  estaban  con  ella  en  la  dbdad  de  Avila,  vi- 
niesen para  2Sebreroe.  Venidos  &  aquellos  lugares, 
acordaron  un  dia  que  se  juntasen  en  los  Toros  de 
Guisando ,  que  era  en  comedio  de  un  lugar  y  de 
otro  ;  é  allí  se  juntaron  d  dia  adgnado  el  Bey  y  Ja 
Prinoesa  su  hermana ,  y  el  Arzobispo  de  Toledo,  y 
el  Maestre  de  Santiago ,  y  Don  Alvaro  de  Estúfiiga 
Oonde  de  Plasenda,  y  Don  Bodrigo  Alonso  Pimen- 
tel  Oonde  de  Benavente,  y  Don  Gabriel  Manrique 
Oonde  de  Osorno,  y  d  Arzobispo  de  Sevilla,  y  Don 
Ifiigo  Manrique  Obispo  de  Ooria,  y  Gomes  Manri- 
que su  hermano,  y  los  otros  caballeros  y  Bicos- 
Omes  que  venian  en  la  Princesa,  Venidos  á  aquel 
lugar,  el  Maestre  de  Santiago  llegó  al  Bey,  y  le 
dixo,  que  sí  algunos  deservidos  d  Arzobispo  de 
Toledo  y  él  y  aquellos  caballeros  y  Perlados  que 
dgmeron  la  via  del  Bey  Don  Alonso  su  hermano, 
habian  hecho  á  Su  Sefioría  en  los  tiempos  pasados, 
le  suplicaban  que  los  perdonase  y  olvidase  todas 
las  cosas  pasadas :  porque  ellos  entendían  en  las  por 


ÉDOSÍA  ISABEL.  288 

venir  servirle  de  td  manera,  que  perdiese  todo  eno- 
jo deilos.  Y  que  en  esta  oonoordia  que  se  hada  entre . 
él  y  la  Prinoesa  su  hermana,  se  daba  td  sodego  en 
fus  Beynos,  que  Dios  seria  servido,  y  d  obededdo  de 
sus  subditos.  El  Bey  redbió  bien  á  la  Prinoesa  su 
hermana,  y  á  aquellos  Perlados  é  caballeros  que  oon 
día  vinieron.  E  luego  el  legado  del  Papa  Antonio 
de  Véneris  Obispo  de  León,  que  fué  despueé  Obispo 
de  Ouenoa  é  Oardend,  por  la  autoridad  que  tenia 
del  Sumo  Pontífice,  á  pedimiento  del  Bey,  absolvió 
á  aqudlcs  Perlados  é  caballeros  é  á  todos  los  otros 
del  Bejmo,  del  primero  juramento  que  hablan  he- 
cho, quando  en  las  Oortes  de  Madrid  juraron  por 
Prinoesa  á  la  otra  Dofia  Juana,  que  se  deda  hija  del 
Bey.  B  ansi  absueltos,  luego  el  Bey  dixo  que  de- 
claraba la  subcesion  de  los  Beynos  de  OastiUa  é  de 
León  para  la  Princesa  Dolía  Isabel  su  hermana  que 
estaba  presente,  é  la  constituía  por  legítima  here- 
dera é  sefiora  dellos  dospues  de  sus  días ;  por  quan- 
to  confesaba,  que  por  ser  fallecido  d  Prindpe  Don 
Alonso  su  hermano,  no  quedaba  otro  verdadero 
snbcesor  ni  legítimo  heredero  del  Beyno,  sdvo  día. 
B  juró  á  Diosé  á  Santa  María  é  á  lasefid  de  la  oruz 
en  manos  de  aquel  Legado  del  Papa,  de  nunoa  gela 
perturbar  ni  contradecir  en  ningún  tiempo ;  é  man- 
dó á  aquellos  Perlados  é  cabdleros  que  eran  pre- 
sentes, é  á  todos  los  otros  de  sus  Beynos ,  é  á  las 
dbdades  é  villas  é  tres  Estados  dellos,  que  le  jura- 
sen en  la  suboedon  según  que  él  lo  habia  jurado. 
Hecho  por  el  Bey  este  juramento,  los  otros  Oabdle- 
ros  é  Perlados  que  allí  estaban,  juraron  solennemen- 
te  en  manos  de  aquel  Legado  del  Papa  á  esta  Prin- 
oesa Dofia  Isabel  por  suboesora  de  los  Beynos  de 
Gastilla  é  de  León,  y  heredera  legítima  ddlos,  para 
después  de  los  dias  dd  Bey.  E  desto  mandó  dar 
sus  cartas  para  todos  los  Grandes  é  caballeros,  é 
para  las  dbdades  é  villas  del  Beyno,  haciéndoles 
saber  esta  concordia,  é  las  oondidones  ddla*  Y  em- 
bióles  mandar  que  jurasen  por  heredera  destos  Bey- 
nos  ¿  la  Prinoesa  su  hermana  para  después  de  sus 
dias,  según  que  él  é  los  otros  Perlados  é  oabdleros 
que  con  él  á  ello  fueron  presentes ,  lo  habian  jura- 
do (1),  Hecho  el  acto  deste  juramento,  luego  el 
Bey  é  la  Princesa,  é  con  ellos  el  Maestre  de  Santia- 
go, y  el  Arzobispo  de  Sevilla,  y  el  Oonde  de  Plasen- 
da, y  el  Oonde  de  Benavente,  y  el  Oonde  de  Osor- 
no, é  los  otros  Perlados  é  caballeros  que  vinieron 
oon  la  Princesa,  fueron  con  el  Bey  para  la  villa  de 


(1)  Rftiwe  etta  oovcordla  es  lot  Toros  da  Goiaido,  Lmes  19 
de  SotleBbrt  do  14$8.  Es  estrafto  no  ipaote  el  CrooltU  lot  es- 
fOenoB  qae  eos  esta  ooTodid  hlso  la  Reyna  Dota  Jaava.  La  4«al 
labldo  en  Dnytrag o  el  onenago  qie  te  habla  prettado  i  ta  etSa- 
da,  y  qne  qnedaba  por  tnceetora  del  Reyno  detpnet  de  la  mierta 
de  tn  beraiano,  embld  á  Lait  Hartado  de  Nendota  (el  mitnio  qie 
la  bebía  tacado  de  la  fortaleía  de  Alabejot )  con  plenot  poderet 
al  Legado  del  Papa,  ante  qnlen  Interpnto  tn  apelación  nna,  dot  y 
tret  veeet,  en  forma  dederetbo,  para  el  Papa  Paolo  U,  protestan- 
do qne  lodo  lo  becho  fnera  nnlo  y  de  nlnffn>  ^lor  por  el  peijol- 
elo  qne  tegnla  A  tn  hija  Dota  Jnana.  flecho  lo  qntl  jr  pedido  de 
ello  testimonio  te  rol? M  á  la  Reyna.  Pero  el  mitmo  Cronista  qne 
lo  retere  dlee  qne  la  Reyaa  Dota  Itsbel,  annqne  lo  tnpo,  lo  tnto 
por  cota  lane.  Galind.,  Mentar,  ét  ht  Refet  Ctíéñ»,  MS.  nSe  1464. 
Enriq.  del  GatttUo,  CrMe.  U  S»rtt,  tf,  9^.  US  f  118. 


234 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BBTE8  DB  OASTILLA. 


Madrid ;  y  el  Anobwpo  de  Toledo  f  aé  á  sa  tierra,  é 
(leede  Madrid  acordaron  de  Ir  para  la  villa  de  Oca- 
fia,  do  ee  juntaron  loa  Proooradorea  del  ReTno,  ae- 
fpm  estaba  ordenado. 

CAPITULO  III. 

Ceno  nM  li  Rayat  Dofii  Jmbs»  migar  4el  Rey  Ooi  Eari^ie, 
4o  Alihejos,  é  foé  i  Biylrago. 

É  paramas  clarainfonnaoion  do  aquellos  que  es- 
ta historia  leyeren,  es  de  saber,  que  la  Beyna  Dofta 
Juana  muger  deste  Rey  Don  Enrique,  por  cierto 
pacto  que  hiao  se  obligó  de  estar  algunos  días  en  la 
fortaleza  de  Alahejos  en  poder  del  Arzobispo  de 
Sevilla,  cuya  era  aquella  yilla.  Esta  Reyna,  como 
en  la  Orónica  del  Bey  Don  Enrique  su  marido  dobe 
ser  relatado,  deleytándose  mas  en  la  hermosura  de 
su  gesto  que  en  la  gloria  de  su  fama,  ni  guardó  la 
honra  de  su  persona  como  debia,  ni  menos  la  del 
Bey  su  marido.  É  la  causa  deste  hierro ,  algunos 
querian  afirmar  que  prooedia  della ,  por  ser  muy 
moza  y  hermosa,  é  muger  á  quien  placían  hablas  de 
amores  é  do  las  otras  cosas  que  la  mocedad  suele 
demandar  ó  la  honestidad  debe  negar.  Otros  algu- 
nos certificaban,  que  la  principal  causa  de  sus  yer- 
ro habla  seydo  ol  Bey ,  á  quien  placía  que  aquellos 
sus  privados ,  en  especial  aquel  Duque  de  Albur- 
querque  oviese  Uegamiento  á  ella :  é  aun  se  decía 
que  él  mandaba  é  rogaba  á  ella  que  lo  consintiese. 
Este  yerro,  quier  procediese  della,  quier  del  ó  de 
ambos  á  dos,  fué  tan  notorio  en  todo  el  Beyno ,  que 
los  caballerea  é  Perlados  que  alzaron  por  Bey  al 
Principe  Don  Alonso,  la  principal  causa  que  ovie- 
ron  para  la  división  que  hicieron,  era  haber  dado 
el  Bey  esta  Beyna  su  muger  á  aquel  su  privado 
Don  Deltran  de  la  Cueva,  &  quien  había  hecho  Du- 
que de  Alburquerque,  é  que  aquella  Dofia  Juana  era 
hija  de  aquel,  é  no  del  Bey.  Esto  se  afirmaba  por- 
que babia  en  su  palacio  y  en  sus  retraimientos 
grandes  é  casi  manifiestos  indicios  que  lo  afirma- 
ban ;  é  allende  desto  por  la  vulgar  opinión  era  creí- 
da la  impotencia  del  Bey,  porque  siempre  tovo  co- 
mi^nicacion  con  otras  mugeres,  é  procuraba  de  con- 
tino estar  cerca  dellas,  é  nunca  se  halló  antes  ni 
después  haber  Uegamiento  de  varón  á  ninguna  (1). 
Esta  Beyna  estando  en  aquella  fortaleza  de  Alahe- 
jos fué  prefiada  de  un  mancebo  sobrino  del  Arzo- 
bispo de  Sevilla  que  se  llamaba  Don  Pedro ,  que  es- 

<l)  Eariqíes  del  Catlillo  atribiye  etle  hecho  do  It  f  oKon  de  It 
Reyui  00  Lula  Uortado  hijo  de  Hay  Dlai  de  MendoUf  qoioo  di- 
ee  qae  la  deacolfé  en  va  cesto,  y  que  habléadoae  roto  la  aoga  ae 
laatimd  la  cara  y  la  pierna  derecha,  pero  qoe  poniéodola  i  las  as- 
eas de  SB  mala  la  lie? ó  con  seg aiidad  i  Bajtrago.  Nada  mencioaa 
del  oiro  aiceao  qne  apunta  Pulgar,  ni  podía  estando  en  seniclo 
del  Rey  so  marido,  pero  en  algnnaa  partea  de  su  Crónica  no  deja 
de  insinuar  el  mal  porte  y  poco  recato  de  esta  Reyna ,  i  quien, 
con  lodo,  no  ha  faltado  quien  defendiera,  diciendo  que  ae  puede 
sospechar  que  gran  parto  de  estas  Mbulaa  se  forjaron  en  gracia 
de  los  Reyes  Don  Femando  y  Dola  Isabel,  quando  el  ttempo  ade- 
lante reynaron ,  y  que  les  dld  probabilidad  la  flojedad  grande  y 
descuido  del  Rey  Don  Enrique ,  Junto  con  el  poco  recato  de  la 
Reyna  y  su  soltura.  Mariana,  fi^.tt,  My.  Mf.  Enriq.  del  CastíUo, 
Oráñe, ,  C^»  iVk 


taba  con  ella  por  guarda :  la  qual  tovo  manera  con 
él,  que  una  noche  la  descendiese  por  la  cerca  de  la 
fortalesa;  é  teniendo  bestias  aparcadas  andovo 
aquella  noche,  y  este  Don  Pedro  con  ella,  fasta  que 
otro  día  llegaron  á  la  villa  de  Buytrago  donde  es- 
taba su  hija  Dofia  Joana,  á  la  qual  tenia  en  guarda 
Don  Ifiigo  Lopes  de  Mendoza,  Conde  de  Tendilla, 
hermano  del  Marqués  de  Santillana. 

CAPÍTULO  IV. 

En  qae  se  sigue  la  plfttica  habida  sobre  la  sabcsaloB  del  Reysi 
entre  la  Princesa  ¿  la  Reyna  Dofia  Juana. 

Quando  la  Beyna  Dofia  Juana  sopo  que  el  Lega 
do  del  Papa  habia  relazado  á  loa  Perlados  é  Gran- 
des del  Beyno  el  juramento  qne  á  su  hija  Dofta  Jua- 
na hicieron  al  tiempo  de  su  nascimiento,  é  que  el 
Bey  y  ellos  por  su  mandado  y  en  presencia  auya 
hábian  jurado  &  la  Princesa  Dofta  Liabel  por  Prin- 
cesa y  heredera  de  los  Bey  nos,  pesóle  mudio,  é  de- 
cía que  aquel  juramento  no  se  debiera  hacer,  por 
ser  contra  el  que  á  su  hija  se  habia  hecho;  é  á  fin  de 
la  hacer  subcesora  de  los  Beynos,  quería  dar  á  en- 
tender que  era  hija  del  Bey,  diciendo  que  por  tal 
se  debia  tener,  pues  habia  nasctdo  en  su  casa  du- 
rante  el  matrimonio  del  Bey  é  suyo.  Pero  esto  é 
quanto  la  Beyna  podía  decir  en  favor  de  su  hija, 
carecía  de  fundamento ,  porque  se  tenia  por  muy 
cierta  la  impotencia  del  Bey ;  la  qual  por  muchas 
experiencias  era  conocida ,  é  sefialadamento  porque 
¿  todo  el  Beyno  era  notorio  que  estovo  casado  con 
la  Princesa  Dofia  Blanca,  hija  del  Bey  Don  Juan 
de  Navarra,  por  espacio  de  trece  afios  é  mas,  en  los 
quales  nunca  ovo  á  ella  acceso  como  marido  lo  de- 
be i  la  muger ,  ni  menos  se  halló  que  lo  oviese  en 
todas  sus  edades  pasadas  á  ninguna  otra  muger, 
puesto  que  amó  estrechamente  á  muchas,  ansí  due- 
fias  como  doncellas  de  diversas  edades  y  estados, 
con  quien  había  secretos  yuntamientos,  é  las  tovo 
de  oontino  en  su  casa,  y  estovo  con  ellas  solo  en 
lugares  apartados,  é  muchas  veces  las  hacia  dormir 
con  él  en  su  cama,  las  quales  confesaron  que  jamas 
pudo  haber  con  ellas  cópula  carnal.  É  de  esta  im- 
potencia del  Bey ,  no  solamente  daban  testimonio 
la  Princesa  Dofia  Blanca,  su  muger,  que  por  tanto 
tiempo  estovo  con  él  casada,  é  todas  las  otras  mu- 
geres con  quien,  como  habemos  dicho,  tovo  estre- 
cha comunicación,  mas  aun  los  físicos  é  las  muge- 
res  é  otras  personas  que  desde  nífto  tovieron  cargo 
de  su  crianza.  É  como  era  pública  la  impotoiicia 
del  Bey,  é  que  la  Beyna  Dofia  Juana  no  guardaba 
la  honestidad  de  su  persona,  adulterando  oon  al- 
gunos privados  del  Bey  é  con  otros,  nunca  aquella 
Dofia  Juana  fué  tenida  ni  reputada  por  hija  del  Bey, 
antes  se  creyó  é  afirmó  generalmente  por  todos  des- 
de el  día  que  se  publicó  ser  concebida ,  aquel  con- 
cepto ser  de  Don  Boltran  de  la  Cueva,  Duque  de 
Alburquerque,  é  no  del  Bey.  É  si  por  ser  uascida 
durante  el  matrimonio  del  Bey  é  de  la  Beyna  como 
la  Beyna  decía,  habia  de  aor  reputada  é  tenida  por 
hija  del  Bey ,  é  por  consiguiente  haber  de  heredar 


DON  FERNANDO 
al  Bey,  é  sabceder  en  los  8qb  Reynoe ,  por  la  misma 
razón  hablan  de  ser  tenidos  6  reputados  por  hijos 
del  R^ ,  é  oon  mayor  rason  heredar  estos  Reynos 
por  ser  varones,  Don  Fernando  y  Don  Apóstol ,  hi- 
jos de  la  Reyna  é  de  Don  Pedro  de  Oastillá,  qne  al 
presento  se  orlaban  on  Santo  Domingo  el  Real  do 
Toledo,  en  poder  de  la  Priora  de  aquel  Monesterío, 
tía  de  aqael  Don  Pedro,  pnes  habian  nasoido  de  la 
Reyna  también  oomo  aqoella  Dofia  Juana,  durante 
el  mismo  matrimonio  del  Rey  y  suyo.  T  por  estas 
oausas  é  por  otras ,  todos  los  mas  Perlados  é  Gkan* 
des  del  Reyno,  á  quien  el  Rey  á  instancia  y  por 
instigación  de  la  Reyna,  hizo  jurar  á  esta  Dofia  Jua- 
na al  tiempo  que  nasoió,  hicieron  reclamaciones  en 
secreto  y  protestaciones  que  hadan  aquel  juramen- 
to contra  su  voluntad,  y  coetrefiidos  por  temor  que 
habian  del  absoluto  poder  de  que  por  entonces  el 
Roy  usaba,  y  de  la  gran  parte  que  la  Reyna  tenia 
en  su  voluntad.  Pero  que  cada  y  quando  viesen 
tiempk),  en  que  sin  manifiesto  peligro  de  sus  perso- 
nas y  estados  pudiesen  hacer  lo  que  debian ,  reoo- 
nocorian  por  herederos  destos  Reynos  para  después 
de  la  vida  del  Rey,  al  Infante  Don  Alonso,  y  en  fa- 
llecimiento suyo  sin  generación,  á  esta  Princesa  Do- 
fia Isabel  su  hermana,  hijos  legítimos  del  Rey  Don 
Juan.  Y  ansí  en  un  gran  ayuntamiento  que  los  Per- 
lados y  Grandes  del  Royno  hicieron  oon  el  Rey,  en- 
tre Cabezón  y  Óigales  (1),  el  afio  de  mil  ó  quatro- 
ci cutos  é  sesenta  é  quatro  afios,  vey endose  ya  en 
olguna  libertad,  queriendo  guardar  sus  consoien- 
cias  y  la  fidelidad  que  á  estos  Reynos  debian ,  y 
usando  de  las  reclamaciones  y  protestaciones  que 
on  secreto  habian  hecho ,  todos  juntamente  oon  el 
Rey,  y  en  su  presencia  y  por  su  mandado,  excluyen- 
do totalmente  aquella  Dofia  Juana  de  la  subcesion 
destos  Reynos ,  juraron  públicamente  por  príncipe 
heredero  dellos  al  Infante  Don  Alonso.  Oon  el  qual 
juramento,  ansimismo  por  cartas  y  mandamientos 
del  Rey  que  sobre  ello  embió  por  todo  el  Reyno,  se 
conformaron  todos  los  Perlados  y  Grandes  que  alli 
so  acortaron ,  y  las  cibdades  ó  villas  principales  de 
todos  los  Reynos.  Por  virtud  de  los  quales  juramen- 
loR  hechos  al  Príncipe  Don  Alonso  y  á  esta  Prince- 
sa Dofia  Isabel,  y  de  la  relaxacion  que  el  Legado 
del  Santo  Padre  hizo  del  juramento  hecho  á  la  hija 
do  la  Reyna,  fué  habido  por  ninguno  y  de  ningún 
vigor  y  efecto  el  juramento  hecho  á  aquella  Dofia 
Juana.  Y  todos  perseveraron  en  el  juramento  hecho 
á  esta  Princesa  Dofia  Isabel ,  y  en  aquel  permane- 
ciendo lo  tornaron  á  renovar,  quando  por  fin  del 
\Uy  Don  Enrique  la  obedecieron  y  juraron  por  Rey- 
II I  y  Scfiora  de  aqnestos  Reynos.  Muchas  otras  ra- 
r.iMics  tocantes  á  esta  materia  se  dezan  aquí  de  de- 


d'  Bn  este  ayintanienlo  Joraron  los  Grandes  que  A  él  se  ha- 
llaron de  procvrar  A  lodo  si  leal  podar  qne  el  Infante  Don  Alonso 
rasase  ron  aquella  llolla  Joans  qne  se  deeia  hija  del  Rey.  Asi- 
miümo  biKo  el  Rey  renonelar  i  Don  Retiran  de  la  Goeta  el  Maos- 
tntKd  de  Sanliaso ,  y  lo  did  en  enmienda  la  villa  de  Albvrqoer- 
qne  roo  lítalo  de  Rucado,  y  las  villas  de  Cnéllar ,  Roa^  Molina, 
Aticou,  y  la  PeAa  do  Alrizar,  con  otras  mercedes.  Enriq.  del 
CasL,  CráH.  de  Dw  Enriq,  lY,  cf,  67. 


É  DOflíA  ISABEL  235 

cir  por  la  honestidad,  y  por  exousar  eecrlptura  <|ite 
sea  en  injuriado  persona  Real ;  y  aun  las  reconta- 
das se  dexarian,  salvo  porque  la  fidelidad  nos  obli- 
ga á  recontar  algunas  cosas  de  laS  que  en  verdad 
pasaron  sobre  esta  materia ,  espedalmento  algunas 
de  aquellas  que  muestran  claramente  el  derecho  que 
esta  Princesa  Dofia  Isabel  tovo  á  la  subcesion  des- 
tos  Reynos.  Y  con  toda  verdad  podemos  testificar 
que  el  Rey  mandó'  prender  por  causa  deste  adulte- 
rio á  aquel  Don  Pedro,  lo  qual  sabido  por  la  Reyna, 
atribulóse  oon  tantos  lloros,  que  el  Rey  no  pudien- 
do  sufrir  la  pena  oontina  que  veia  recebir  á  la  Rey- 
na, le  mandó  soltar.  Ninguno  tenga  por  cosa  grave 
de  creer  esto  qae  leyere  deste  Rey  ni  de  otro  algu- 
no, que  siguiendo  sus  apetitos  y  dándose  á  vides, 
pierda  el  verdadero  conocimiento  de  las  cosas,  y  se 
convierta  en  naturaleea  flaca.  Porque  este  es  el  fru* 
to  que  dan  los  deley  tes  camales  al  que  dellos  se  de- 
xa  vencer,  y  no  sabe  quando  mozo  resistir  las  ten- 
taciones y  combates  que  recibe  la  mocedad  flaca  de 
consejo,  por  la  poca  experiencia  de  las  cosas.  Este 
Rey  quando  fué  Prinoipe,  oomo  era  uno  solo  al  Rey 
Don  Juan  su  padre,  fué  criado  con  gran  temosa ,  y 
en  gprandes  vicios  y  deleytes,  y  fuéle  puesta  casa  en 
edad  de  catorce  afios,  y  apartado  del  Rey  su  padre 
en  la  oibdad  de  Segovia ;  y  en  tiempo  de  su  moce- 
dad no  resistió  á  su  apetito  cosa  de  loque  le  deman- 
dase, ni  otro  gelo  osó  refrenar,  aunque  le  veia  se- 
guir tras  deleytes  no  debidos.  Y  en  esta  manera  so 
biso  libre  de  toda  doctrina,  y  subjeto  á  todo  vicio, 
porque  no  sufria  viejo  que  le  doctrinase,  y  tenia 
mozos  que  le  ayudasen  á  sus  apetitos  y  deleytes.  Y 
desta  manera  siguiendo  sus  deleytes  hizo  hábito  de- 
llos, y  vino  en  tanta  flaqueza  de  su  ánimo  y  dimi<> 
nudon  de  su  persona,  que  después  quando  reynó 
por  fin  del  Rey  Don  Juan  su  padre  ya  estaba  sub- 
jeto á  mozos  que  tomaba  por  privados.  Verdad  es 
que  en  los  primeros  afios  que  reynó,  por  los  muchos 
tesoros  que  llegó  fué  temido ;  pero  después  quando 
los  del  Reyno  oonoderon  que  todo  su  pensamiento 
era  cumplir  sus  deleytes,  y  que  hacia  dádivas  sin 
medida  á  los  mozos  que  eran  sus  privados,  y  los  su- 
.  blimaba  dándoles  grandes  dignidades  y  rentas ,  y 
que  posponia  las  cosas  que  á  su  ofido  real  cumplían 
por  se  dar  al  deleyte  carnal ;  luego  á  pocos  afios 
le  perdieron  el  miedo.  Y  según  en  su  Orónica  debe 
ser  recontado,  se  juntaron  Don  Alonso  Oairillo,  Ar- 
zobispo de  Toledo,  y  d  Almirante  Don  Fadrique,  y 
el  Oonde  de  Plasenoia  Don  Alvaro  de  Estúfiiga,  y 
Don  Juan  Pacheco,  Maestre  de  Santiago,  y  Don  Pe- 
ro Qiron,  su  hermano.  Maestre  de  Galatrava,  y  Don 
Qomez  de  Cacares,  Maestre  de  Alcántara,  y  Don 
Rodrigo  Manrique,  Oonde  de  Paredes,  y  Don  Ga- 
brid  Manrique,  Oonde  de  Osorno,  con  otros  algu- 
nos Grandes  y  Caballeros  del  Reyno,  y  le  quitaron 
el  título  real,  y  alzaron  por  R^  al  Prinoipe  Don 
Alonso  su  hermano  en  la  dbdad  de  Ávila,  y  dixe* 
ron  del ,  y  escribieron  por  todas  las  partes  de  la 
Ohrístiandad,  las  cosas  deshonestas  que  habernos 
recontado.  Y  tanta  era  la  habituadon  qne  él  tenia 
en  los  ddeytes,  qne  oon  dificultad  era  traido  por  d 


986 


0RÓNIGA8  DE  LOS  BBTES  DB  OASTILLA. 


Marqués  de  SantiUana,  y  por  el  Obispo  de  SigUense, 
y  por  los  otros  Oaballeros  qae  oerca  del  oran  á  on- 
teoder  en  las  oosas  que  oumpliao  á  la  oonservacion 
de  su  preeminenoia,  y  guarda  de  su  patrimonio.  Y 
por  esta  oansa  vino  su  estado  real  á  tanta  diminu- 
ción, que  si  alguno  le  desobedecía  y  movía  guerrai 
antes  le  baoia  mercedes  porque  le  dexase  en  sus  de- 
lectes, que  le  castigase  por  los  yerros  que  cometía. 
De  manera  que  dando  á  los  tiranos  porque  no  le 
enojasen,  y  á  los  privados  porque  le  agradasen,  to- 
do casi  el  patrimonio  real  se  distribuyó  en  poco 
tiempo,  y  su  persona  vino  en  necesidad  tan  extre- 
ma, que  los  del  Beyno  le  tenian  por  rey  para  reoe^ 
bir  del  mercedes,  y  no  para  le  servir  y  obedecer  co- 
mo á  su  rey.  Y  do  aquí  se  siguió  que  los  ministros 
de  la  justicia  que  eran  en  aquellos  tiempos ,  pensa- 
ban mas  en  sus  provecbos  particulares,  que  en  él 
bien  general.  Fervian  astmesmo  los  deleytes  ilícitos 
en  todo  género  de  voluntad ,  y  aquel  era  enemigo 
que  esto  reprebendia,  aquel  era  aborrecido  á  quien 
desplada.  Cosa  foé  por  cierto  do  grandísimo  ezem- 
plo  y  dotrina  para  todos  los  Royes  y  aun  para  to- 
dos los  bombres,  ios  quales  no  crean  que  la  grande- 
sa  de  los  estados  ni  de  los  reynos,  no  los  tesoros  ni 
las  rentas,  no  el  miedo  ni  el  poderío  de  las  buestes 
baoen  sortener  los  grandes  estados,  si  no  signen  el 
camino  de  la  virtud,  y  ponen  freno  á  los  vicios ,  en 
'  que  la  humanidad  de  contino  nos  guerrea,  y  lo  hace 
todo  caer. 

*  CAPÍTULO  V. 

D6  lu  eons  qne  pauros  as  la  Tilla  de  Oeafia. 

Hecho  el  acto  del  juramento ,  que  se  biso  en  los 
Toros  de  Guisando,  luego  en  este  año  el  Bey  y  la 
Princesa  fueron  á  la  villa  de  Oeafia,  y  con  ellos  el 
Maestre  de  Santiago,  y  el  Arzobispo  de  Sevilla,  y  el 
Cbnde  de  Plasenoia,  y  el  Conde  de  Benavente,  y  el 
Conde  de  Osomo ;  y  allí  vinieron  los  Procuradores 
del  Beyno,  y  juraron  á  la  Princesa  por  legítima 
subcesora  destos  Beynos ;  y  tratóse  asimesmo  amis- 
tad entre  el  Maestre  de  Santiago,  y  el  Marqués  de 
Santillana,  y  el  Conde  de  Haro,  y  el  Obispo  de  Si- 
gaensa.  Y  vinieron  á  la  Corte  el  Obispo  de  Sigüen- 
sa  y  el  Conde  de  Haro ;  los  quales  juraron  á  la  Prin- 
cesa por  heredera  y  subcesora  destos  Beynos  para 
después  de  loe  días  del  Boy.  Este  juramento  hicie- 
ron estos  dos  juntamente,  porque  decían  ser  infor- 
mados de  personas  fidedignas  del  adulterio  de  la 
Beyna  y  de  la  impotencia  del  Bey ;  y  ansimismo 
porque  el  Bey  gelo  mandó  en  persona,  según  habe- 
rnos contado,  que  lo  mandó  á  los  otros  caballeros  y 
Perlados  que  la  juraron.  Estando  el  Bey  y  la  Prin- 
cesa su  hermana  en  aquella  villa,  el  Bey  dilató  de 
embiar  á  la  Beyna  Dofia  Juana  y  á  su  hijaá  Porto- 
gal,  y  de  procurar  el  divorcio  della  dentro  en  el 
tiempo  de  los  quatro  meses  que  era  obligado  de  ha- 
cer;  y  no  dio  á  la  Princesa  su  hermana  las  villas  que 
otorgó  de  le  dar ;  y  tuvo  manera  que  el  Bey  de  Por- 
togal  qne  estaba  viudo,  la  embiase  á  pedir  por  mu- 
ger,  á  fin  de  la  embiar  fuera  del  Beyno  ¡  y  allí  á 


Oeafia  vino  el  Anoblspo  de  Usbona  á  demandarla 
por  mugor  para  el  Bey  de  Portogal.  El  Anobispo  de 
Toledo  trataba  ansimesmo  casamiento  á  la  Prince- 
sa con  Don  Femando  Príncipe  de  Aragón,  que  era 
B^  de  Sicilia,  hijo  del  Bey  Don  Juan  de  Aragón. 
Y  para  hablar  en  este  cesamiento,  vino  á  la  su  villa 
de  Yepes,  y  secretamente  por  medio  de  un  Maestre- 
sala de  la  Princesa,  que  se  llamaba  Chitierre  de  Cár- 
denas, le  embiaba  á  decir  las  causas  porque  no  le 
cumplía  el  casamiento  del  Bey  de  Portogal,  y  las 
utilidades  que  había  en  el  casamiento  con  el  Prín< 
cipe  de  Aragón.  Este  Maestresala  trabajaba  con  la 
Princesa  que  lo  oonduyeso,  y  despidiese  el  Cksa- 
míento  del  Bey  de  Portogal ,  diciéndole  que  el  Bey 
su  hermano  le  trataba  aquel  casamiento  por  la  echar 
del  Beyno,  á  fin  de  quedar  ddla  libre,  para  casar  la 
que  decia  ser  su  hija  con  el  Príncipe  de  Aragón ,  ó 
con  otro  Príncipe  alguno  que  traxese  al  Beyno  para 
lo  apoderar  del ;  y  que  olla  y  sus  descendientes  es- 
tando absentes  del  Beyno  perderían  la  subcesion  de 
Castilla ;  y  porque  d  Bey  de  Portogal  tenia  hijo  he- 
redero, no  se  esperaba  que  su  generación  oviesc  he- 
rencia ninguna  en  Portogal.  Del  Príncipe  de  Ara- 
gón, le  deda,  que  era  mozo  y  hombre  de  buena  dis- 
creción, y  andmesmo  eran  sus  deudos  de  sangre  to- 
dos los  Grandes  que  había  en  el  Beyno,  los  quales 
deseaban  que  fuese  Bey  de  Castilla ;  y  que  casando 
con  d,  tenia  toda  la  mayor  parte  del  Beyno  para 
contraía  otra  Dofia  Juana  que  se  decia  Princesa,  si 
en  algún  tiempo  tentase  de  haber  la  subcesion.  Otro- 
sí le  deda,  que  era  Príncipe  de  Aragón,  y  esperaba 
la  subcesion  de  aquel  Beyno,  y  otras  grandes  utili- 
dades porque  lo  debía  concluir.  Y  mostrábale  tales 
inconvenientes  del  casamiento  del  Bey  de  Portogal, 
porque  lo  debía  negar.  La  Princesa  consideradas  es- 
tas cosas,  y  como  el  Bey  su  hermano  dilataba  de 
cumplir  lo  que  con  ella  había  asentado,  y  quo  pro- 
curabK  con  todas  fuerzas  de  la  casar  con  d  Bey  de 
Portogal,  estaba  puesta  en  gran  cuidado,  especial- 
mente porque  era  aquexada  de  todas  partes  por  la 
conclusión  de  su  casamiento  ;  en  el  qual  ella  deli- 
beró de  privarse  de  toda  voluntad ,  y  mirar  sola- 
mente aquello  que  á  honra  suya,  y  paz  destos  Bey- 
nos  cumpliese.  Y  después  de  muchas  pláticas  habi- 
das en  esta  materia,  considerada  la  líicíon  que  co- 
noció á  todos  comunmente  tener  á  este  su  casamien- 
to oon  el  Príncipe  de  Aragón ,  dio  en  secreto  pala- 
bra de  casar  con  él,  habiendo  los  votos  de  los  Gran- 
des del  Beyno  que  para  ello  entendía  consultar ;  y 
despidió  el  casamiento  que  le  traían  con  el  Boy  de 
Portogal.  Aqud  Arzobispo  de  Lisbona,  vista  la  di- 
lación que  la  Princesa  daba  despidióse  del  Bey  Don 
Bnríque  y  della,  sin  haber  conclusión  alguna  de  su 
embaxada.  Por  esta  causa  fué  el  Bey  muy  descon- 
tento de  la  Príncesa  su  hermana ;  y  recolando  que 
se  casaría  contra  su  voluntad  con  persona  que  á  él 
no  pluguiese,  habló  secretamente  con  alguno  de 
aquellos  sus  prívados  que  la  quería  prender ;  y  pu- 
siéralo  en  obra ,  salvo  porque  ovo  reedo  de  hallar 
contrarias  las  voluntades  de  los  Grandes  y  de  los 
otros  caballeros  ó  gentes  del  Beyno.  Y  porque  supo 


DON  natNANDO 

qne  el  Anobiipo  de  Toledo  trataba  él  caaamlento 
del  Prinoipe  de  Aragón  oon  ella,  fué  indinado  oon- 
tra  él,  porqne  no  contento  de  las  cosaa  pasadas  oo- 
metidas  en  sa  desenricio  y  en  escándalo  de  sos  Bey- 
nos,  agora  de  nnevo  le  tomaba  á  errar,  oontrari^- 
dolé  sn  voluntad  acerca  del  casamiento  de  la  Prin- 
cesa su  hermana,  y  quisierais  prender  y  destruir ;  y 
para  lo  poner  en  obra  trabajó  de  ganar  la  voluntad 
del  Maestre  de  Santiago  y  del  Arzobispo  de  Sevilla, 
y  del  Obispo  de  Signensa  que  estaban  oon  él ;  los 
qnales  secretamente  se  conformaron  con  el  Bey  en 
la  destraidon  del  Anobispo  de  Toledo.  Pero  creía- 
se que  él  Maestre  de  Santiago  avisó  al  Araobispo 
para  que  se  pusiese  guarda  en  su  persona,  porque 
no  le  piada  su  destraidon ,  asi  porque  era  su  tio, 
como  porque  este  Maestre  era  hombre  de  gran  seso, 
y  platico  en  las  cosas  mundanas,  y  oonoda  bien  la 
oondidon  del  Bey ;  y  por  le  tener  siempre  en  nece- 
sidad, dedase  que  favorecía  de  secreto  á  sus  deser-, 
videros,  ó  á  lo  menos  tenia  tales  maneras  porque  no 
se  procediese  contra  ellos.  Y  oon  esto  tenia  las  co- 
sas en  suspenso,  y  á  los  hombree  en  necesidad ,  los 
quales  recorrían  á  él  con  sus  negocios ;  y  en  -  esta 
manera  gobernaba  las  cosas  grandes  del  Beyno ,  en 
la  qual  gobemadon  siempre  procuraba  acrecenta- 
miento de  su  estado. 

CAPITULO  VI. 

Como  el  Rey  Dos  Enrique  partid  do  Oeafii  para  el  Aadalsela, 
j  la  PrineeM  fué  A  la  tilla  de  Árenlo. 

Visto  por  el  Bey  Don  Enrique  como  no  podía 
concluir  el  casamiento  de  la  Princesa  su  hermana 
con  el  Bey  de  Portogal ,  deliberó  dé  partir  de  Ocafia, 
é  ir  al  Andalucía  para  asentar  las  cosas  de  aquella 
provinda ;  porque  las  principales  dbdades  y  villas 
della  hablan  estado  por  el  Bey  Don  Alonso  su  her- 
mano, y  fueron  con  él  el  Maestre  de  Santiago,  y  el 
Obispo  de  Sigüensa.  T  porque  hallase  mas  prestas 
á  su  obedienda  las  dbdades  y  caballeros  de  aqudla 
tierra,  llevó  cartas  de  la  Princesa  su  hermana,  noti- 
fioóndoles  la  concordia  que  tenia  con  él ;  y  la  Prin- 
cesa por  hacer  las  honras  del  Prindpe  Don  Alonso 
su  hermano,  fué  á  la  villa  de  Axévalo,  que  era  de  la 
Beyna  su  madre,  é  la  tenia  el  Conde  de  Plasenda. 
El  qual  recelando  que  la  Princesa  se  apoderase  do- 
lía, como  quier  que  se  deda  haberle  hecho  seguri- 
dad de  la  tener  por  la  Beyna  su  madre,  y  para  día; 
pero  procuró  con  el  Bey  Don  Enrique  que  le  hidese 
merced,  y  le  diese  título  de  Duque  della.  T  porque 
el  Maestre  de  Santiago  conocía  bien  que  la  posesión 
de  las  cosas  agehas  da  pena  á  quien  las  tiene ,  y  le 
pono  en  continos  trabajos  por  las  defender,  procuró 
oon  d  Bey  que  g^  la  diese ,  á  fin  do  tener  al  Cond^ 
de  Plasenda  en  necesidad,  de  la  qual  crda  que  no 
pedia  salir  teniendo  aquella  villa ,  é  tomó  titulo  de 
Duque  della.  Lo  qual  hiao  luego  el  Bey  por  enojar 
ala  Princesa,  y  porque,  según  es  dicho,  ligera- 
mente distribuía  lo  de  la  corona  real.  Desta  dádiva 
que  el  Bey  hiso  de  la  villa  de  Arévalo,  pesó  mucho 
á  todos  los  dd  B^no  generalmente  por  el  agravio 


i  DOlfA  ISABEL  .     ttf 

que  se  hada  á  la  Beyaa  madre  dista  Priiüoesa,  cuya 
otrosi  porque  vdan  una  de  las  priádpales 


era, 

villas  del  Beyno  apartada  de  la  oorona  real ;  y  ad- 
mesmo  fué  oausa  de  embidia  á  ios  Grandes  del  Bey- 
no  ,  porque  d  Conde  de  Plasenda  se  hada  oon 
ella  mayor  que  todos.  Quando  la  Princesa  supo 
que  el  Conde  de  Plasenda  habla  tomado  titulo  de 
Duque  de  Arévalo,  é  habla  mandado  á  Alvaro  de 
Bracamente,  un  Caballero  de  su  casa,  qne  se  apode* 
rase  oon  gente  de  las  torres  y  fuerzas  della,  dezó  de 
ir  á  aquella  villa,  é  vino  para  la  dbdad  de  Ávila, 
donde  hizo  las  honras  del  Prindpe  Don  Alonso  su 
hermano. 

CAPÍTULO  vn. 

De  los  tratos  de  casaBilento  Qve  se  siotieroa  i  la  Prliedsi. 

Estando  la  Princesa  en  Ávila  d  alio  ngoiente  dd 
Sefior  de  mil  y  quatrooientos  y  sesenta  y  nueve 
afios,  tornáronle  á  hablar  en  su  casamiento  de  parte 
del  Bey  de  Sicilia  Prindpe  de  Aragón.  É  como  día 
oonoda  que  este  era  negocio  de  grand  importan- 
cia, asi  por  tooar  á  su  persona,  como  porque  aqud 
que  ella  tomase  por  marido  habia  de  ser  Bey  con 
ella  destos  Beynos,  quiso  haber  el  voto  de  algunos 
Grandes  dd  Beyno  con  quien  lo  comunicó.  T  todos  - 
aquellos  que  consultó  acordaron  que  debia  tomar 
por  marido  al  Bey  de  Scilia,  Prindpe  de  Aragón, 
antes  que  al  Bey  de  Portogal,  porque  era  mozo  y  de 
buena  disoredon,  y  esperaba  heredar  los  Beynos  de 
Aragón  y  de  Sicilia ;  é  porque  si  ella  no  concluía 
con  el  su  casamiento ,  el  Bey  Don  Enrique  estaba 
en  proponte  de  casar  oon  él  á  aquella  que  deda  ser 
hija,  y  le  apodoraria  quanto  pudiese  en  el  Beyno^ 
de  tíd  manera  que  día  fincaria  desheredada,  ó  á  lo 
menos  habria  gran  divinen  entre  ellos.  De  parte  dd 
Bey  de  Portogal  era  annmesmo  aquexada  que  oon^ 
duyese  con  él  su  casamiento ;  é  los  que  en  ello  de 
su  parte  hablaban  le  daban  á  entender,  que  no  ha- 
bia persona  real  que  iñas  le  conviniese  tomar  por 
marido  que  áél :  porque  como  quier  que  era  viudo, 
pero  era  un  Príncipe  asaz  mancebo,  é  tenia  Beyno 
vecino  de  Castilla,  y  asaz  riquezas  é  poder  para  de* 
f  ender  la  subcesion  que  le  pertenecía  del  Beyno  de 
Castilla,  d  alguno  ge  la  quisiese  ocupar ;  y  que  por 
no  tener  más  hijos  de  solo  d  Principe,  podría  ser 
que  este  su  casamiento  dispudese  Dios  de  tal  ma« 
ñera,  que  la  generación  que  oviese  heredase  á  Cas* 
tilla  é á  Portogal,  y  allende  desto  se  oonformaria 
con  la  voluntad  dd  Bey  su  hermano  que  lo  desea-^ 
ba,  y  escusaria  grandes  escándalos  en  Castilla  que 
de  hacer  lo  contrario  se  dguirian. 

CAPÍTULO  VIH. 

Como  el  Rey  Don  Lats  de  Franela  embid  d  pedlf  por  sidfer  d  la 
Princesa  DoBa  Isabel  para  Don  Gdrlos  Dtqne  de  Galana  j  do 
Berrf  sn  bermaso. 

Sabido  por  el  Bey  Don  Luis  de  Franda  como  la 
Princesa  era  por  el  Bey  é  por  todos  los  del  Beyno 
jurada  por  heredera  de  Castilla,  é  que  se  trataba  su 


iBé 


OBÓmOAS  Dt  LOS  BEYES  ÜB  OASfTILLA. 


matrimonio  oon  él  Bey  de  Portogal,  y  con  el  Prín* 
oipe  de  Aragón,  recelando  el  inconveniente  que  se 
podría  aeguir  á  él  y  á  ana  Beynos  ai  oon  qoalquier 
deetoa  doa  Príncipes  se  casase ,  porqne  ellos  y  sna 
Beynos  son  de  la  liga  de  Ingalaterra ,  embió  luego 
al  Cardenal  de  Albi,  qne  era  nn  gran  Perlado  en 
sna  reynos,  y  de  gran  soiencia,  y  con  él  otros  caba- 
lleros, por  Embaladores  á  la  Princesa  qne  estaba 
en  la  villa  de  Madrigal,  á  la  demandar  en  casa* 
miento  para  an  hermano  Don  Garlos  que  era  Duque 
do  Berry  y  de  Guiana ;  el  qual  casamiento  se  Labia 
tratado  en  vida  del  Bey  de  Francia  Don  Carlos  su 
padre  que  lo  deseaba.  Este  Bey  Don  Luis  qne  sub- 
oedió  en  el  Beyno  de  Francia,  porque  creia  que  el 
Duque  so  hermano  habria  los  Beynos  de  Castilla  si 
casase  oon  la  Princesa,  é  por  excusar  que  no  los 
oviese  ni  el  Príncipe  de  Aragón ,  ni  el  Bey  de  Por- 
togal,  por  el  inconveniente  grande  qne  de  qualquie- 
ra  de  aquellos  dos  Príncipes  ge  le  podría  seguir, 
mandó  á  sus  Embaxadores  que  trabajasen  por  lo 
condnir.  Como  el  Cardenal  y  los  Caballeros  de  Fran- 
cia vinieron  á  la  villa  de  Madrigal,  propusieron  su 
embaxada  ante  la  Príncesa;  á  la  qual  dieron  á  en- 
tender que  debía  aceptar  aquel  casamiento,  porqno 
renovaría  las  antiguas  é  loables  paces  é  amistades 
que  son  entre  los  Beynos  de  Francia  y  de  Castilla, 
los  qnales  el  Bey  Don  Juan  su  padre  é  los  otros  Be- 
yes predecesores  prometieron  que  guardarían  todos 
BQS  subcesores,  y  ella  como  Príncesa  heredera  de 
Castilla,  y  suboesora  legítima  de  sus  Beynos  era 
obligada  de  guardar;  la  qual  obligación  de  amistad 
sería  á  ella  difícile  do  guardar  si  casase  en  Portogal 
ó  en  Aragón,  por  ser  aquellas  dos  casas  de  la  liga 
de  Ingalaterra,  que  es  enemiga  de  Francia.  Otrosí 
le  dedan  grandes  loores  de  la  persona  de  aquel  Du- 
que, porque  lo  debía  hacer ;  é  suplicáronle  oon  glan- 
de instancia  que  considerase  bien  qne  el  Bey  Don 
Juan  BU  padre  si  fuera  vivo,  no  la  consintiera  casar 
con  el  Príncipe  de  Aragón,  ni  menos  oon  el  Bey  de 
Portogal  seyendo  viudo  y  teniendo  hijo  heredero, 
aunque  no  fuera  Príncesa  heredera  de  Castilla, 
quanto  mas  seyóndolo,  y  esperando  tan  gran  subce- 
sion  como  es  la  destos  Beynos;  y  que  allá  en  la  otra 
vida  daría  alegría  al  ánima  del  Bey  su  padre  si  su 
casamiento  concluyese  con  este  Duque,  por  el  grand 
amor  que  era  entre  los  Beyes  padre  del  uno  y  del 
otro.  AJlende  desto  decian  que  el  Ducado  de  Guia- 
na era  en  los  confines  de  Castilla,  y  que  casando  oon 
el  Duque,  sería  todo  un  sefiorío ;  con  el  qual  y  con 
el  otro  Ducado  de  Berry  que  tenia  habría  asaz  sub- 
oesion  para  la  generación  que  á  Dios  pluguiese  de 
les  dar.  Decian  ansimesmo  otras  cosas,  é  mostraban 
grandes  utilidades  que  concurrían  en  este  casamien- 
to porque  lo  debía  aceptar.  Ofrecíanle  ansimesmo 
de  tener  tal  manera  oon  el  Bey  Don  Enrique  su  her- 
mano, que  diese  consentimiento  para  ello.  La  Prín- 
cesa oida  la  embaxada,  biso  mucha  honra  al  Carde- 
nal ó  á  los  Caballeros  que  venían  oon  él ;  y  después 
de  habida  su  deliberación ,  respondió,  que  ante  to- 
das cosas  ella  remitía  á  Dios ,  que  en  sus  negocios, 
y  especialmente  en  este  que  tanto  le  tocaba ,  mos- 


trase su  voluntad,  y  le  enderesaae  para  aquello  que 
fuese  á  su  servido  y  bien  destos  Beynos.  Después 
desto  les  mandó  responder,  qne  ella  había  delibera- 
do no  disponer  en  esta  metería  de  su  matrimonio, 
salvo  siguiendo  el  consejo  de  los  Grandes  y  caba- 
lleros destos  Beynos,  con  los  quales  ella  haría  con- 
sultar lo  qne  el  Cardenal  le  habia  propuesto ;  y  ha- 
bido su  voto  haría  aquello  que  de  Dios  fuese  orde- 
nado, y  ellos  le  consejaaen.  El  Cardenal  é  los  otros 
caballeros  que  con  él  venían ,  como  quier  que  cono- 
deron  la  respuesta  de  la  Príncesa  ser  oonviniente, 
pero  no  fueron  della  contentos ,  porque  les  paredó 
que  habría  alguna  dilación  en  la  consulta  que  que- 
ría hacer,  y  tomaron  á  insistir  en  lo  que  habían 
propuesto,  é  decir  otras  razones  por  llevar  conclu- 
sión de  su  embaxada.  Al  fin  no  podiendo  llevar  otra 
respuesta,  con  esta  fueron  despedidos. 

CAPÍTULO  IX. 

Cobo  u  eoaelsyé  d  cuamleato  de  la  Priaeesa  eos  el  kej 
do  Sicilia ,  Priseipa  da  Arafos. 

La  Prínoesa  aquexada  do  todos  partes  porqne 
oonolnyese  su  casamiento,  embiólo  hacer  saber  otra 
segunda  vea  á  los  Grandes  del  Beyno,  encargándo- 
les la  consoienda,  pora  que  le  dixesen  lo  qne  les 
paresda  que  debía  hacer,  pospuesta  toda  oficien,  y 
propuesta  todo  utilidad  del  Beyno.  Algunos  dellos 
públicamente  le  embioron  decir  que  debía  ooncloir 
su  casamiento  con  el  Príncipe  de  Aragón,  por  los 
razónos  que  habernos  dicho,  é  porque  era  natural 
del  Beyno.  Otros  alfíimos  Grandes  de  los  que  esta- 
ban de  lo  porte  del  Bey  Don  Enrique,  secretamente 
le  embiaron  consejar  esto  mesmo ;  é  hubo  bien  po- 
cos que  discrepasen  deste  consejo,  quier  didéndo- 
gelo  en  público,  quier  en  secreto.  Los  Caballeros  y 
Duefias,  sus  criados  y  servidores  que  estaban  en  el 
servido  contino  de  su  casa,  vistas  las  embaxadas 
que  eran  venidas  sobre  esta  materia  á  la  Príncesa, 
é  como  á  ninguna  dellas  se  determinaba  ni  respon- 
día oon  efecto ;  visto  ansimesmo  quanto  le  cumplía 
que  su  casamiento  con  el  Príncipe  Don  Femando 
de  Aragón,  mas  que  con  ninguno  do  los  otros  quo 
le  eran  movidos,  se  concluyese;  conodendo  qne 
porte  de  lo  dilación  que  lo  Princesa  daba,  era  por 
algún  empacho  que  la  honestidad  suele  á  las  don- 
cellas impedir  la  determinadon  de  sus  casamientos 
proprios,  porque  lo  deseaban  servir  oon  afición,  es- 
pecialmente aquel  su  Maestresala  Gutierre  de  Cár- 
denas le  decía ,  quontos  veces  en  su  consejo  ero  de- 
terminado, que  según  su  edad  lo  era  neoesarío  ca. 
sor,  porque  estos  Beynos  que  de  derecho  le  perte- 
necían, no  fincasen  sin  derecho  subcenon.  £  como 
quier  que  mostraba  placerle  del  voto  de  sus  criados 
y  servidores,  y  de  todos  los  otros  de  su  consejo, 
pero  según  lo  dilación  que  dobo  en  coso  qne  tan 
presto  efecto  requería,  creían  qne  lo  honestidad  de 
su  persona  real  le  ponía  empacho  para  hablar  y  se 
determinar  en  su  matrímonio.  Decíale  ansimesmo 
aquel  su  Maestresala,  que  verdad  ero  que  lo  plática 
de  semejante  matería  no  á  la  parte  príncipol  mas  á 


DON  FERNANDO  É 

los  padres  pertensoia,  é  á  los  hermanos  é  parientes 
tnas  propinqaos  quando  los  hay;  pero  que  debia 
considerar  oomo  era  hnérfana  del  Bey  sa  padre,  é 
careóla  del  benefldo  de  la  Reyna  sa  madre  por  sa 
larga  é  grave  enfermedad ,  y  qae  el  Bey  sa  herma- 
no no  solamente  tenia  pooo  cuidado  del  casamiento 
que  le  oamplia,  mas  tenia  yolanladde  la  casar  don- 
de á  él  placia  y  á  ella  no  venia  bien ;  y  qae  donde 
tantos  casos  ocarrian,  todo  empacho  quitado  debia 
aclararse,  y  entender  en  la  conclusión  de  su  casa- 
miento. T  que  debia  considerar,  que  los  Principes 
qne  la  demandaban  eran  el  Bey  de  Portogal,  y  el 
Duque  de  Ouiana  hijo  del  Bey  de  Francia,  y  el 
Príncipe  Don  Femando  de  Aragón ;  y  que  no  veian 
por  agora  otro  Bey  ni  Príncipe  en  la  christiandad 
qne  debiese  contraer  con  ella  matrimonio ;  y  que  las 
calidades  que  en  estos  Principes  y  en  sus  sefioríos 
ocurren,  ella  las  sabia  bien,  porque  en  su  presencia 
diversas  veces  se  habia platicado,  en  lasquales  plá- 
ticas siempre  hablan  concluido,  que  como  quier  que 
el  Bey  de  Portogal  y  el  Daque  de  Guiana  eran  no- 
tables Príncipes,  pero  qae  se  hallaba  el  casamiento 
con  el  Príncipe  de  Aragón  ser  mas  conveniente  que 
otro  ningnno,  porque  era  Príncipe  de  edad  igual 
con  la  suya,  ó  porque  esperábala  subcesion  de  Ara- 
gón y  de  los  otros  sefioríos  del  Bey  su  padre,  que 
confinan  con  ios  Beynos  de  OastiUa,  en  que  espera- 
ba con  el  ayuda  de  Dios  subceder ;  é  porque  estos 
Beynos  ó  sefioríos  juntos  con  ellos  puestos  en  un 
sefiorío,  era  la  mayor  parte  de  Eepafia.  Allende  des- 
to  deoia,  qne  todos  los  Grandes  del  Beyno  á  qaien 
sobre  esta  materia  habia  consultado,  quier  en  pú-   I 
blico,  quier  en  secreto,  por  descargo  de  sus  cons- 
ciencias  le  hablan  embiado  á  decir,  que  por  el  bien 
destos  Beynos,  dexadas  todas  las  otras  oosas,  lo 
concluyese  con  él.  T  no  solamente  los  Grandes,  mas 
los  Perlados,  los  clérigos,  los  caballeros,  los  ñdal- 
gos,  los  cibdadanos,  y  generalmente  todos  los  tres 
estados  y  oomaaes  del  Beyno  mostraban  placerles 
del  matrimonio  con  el  Príncipe  de  Aragón,  por  las 
utilidades  y  conveniencias  que  en  él  mas  que  en 
otros  parecían,  y  les  pesaría  si  en  otra  parte  ló  oon- 
duyese.  Por  ende  que  mirando  quanto  cumplía  ásu 
servicio  y  bien  destos  Beynos  laego  aclarase  su  vo- 
luntad, pues  tenia  presentes  servidores  tan  leales,  á 
quien  con  entera  confianza  lo  podia  decir.  T  que  no 
lo  tuviese  mas  suspeneo,  porque  dello  ge  le  podia 
recrecer  del  servicio,  y  en  estos  Beynos  de  Castilla 
grandes  é  irreparables  dafios,  de  que  Dios  Nuestro 
Sefior  seria  deservido.  La  Princesa,  oidas  estas  maso- 
nes, conociendo  que  gelas  dcdan  con  selo  de  leal- 


ÍX){fA  I8AB£ti.  SSd 

tad,  dixo,  que  Dios  testigo  de  los  oorasones  sabia 
que  pospuesta  toda  afición  miraba  solamente  lo  que 
al  bien  destos  Beynos  camplia.  Y  pues  los  votos  de 
los  Grandes  del  Beyno  eran  en  esto  conformes ,  do 
parecía  placerá  Dios,  ella,  conformándose  con  su 
voluntad,  se  remitía  al  parecer  de  todos;  é  dio  lae- 
go comisión  á  este  Gutierre  de  Oárdenas,  sa  criado 
y  Maestresala,  para  lo  conduir.  Este  Caballero  fué 
laego  á  las  personas  qae  para  esto  eran  depatadas 
por  el  Bey  de  Aragón,  que  le  estaban  esperando 
para  entender  en  esta  materia;  y  en  fin  plogo  á  la 
voluntad  de  Dios,  qne  lo  oonduyese  oon  el  Principe 
de  Aragón,  según  le  fué  consejado  por  los  Grandes 
del  Beyno.  E  luego  partió  de  Madrigal ,  é  fué  para 
HoDtivoros,  aldea  de  la  cibdad  de  Avila,  donde  vino 
el  Ansobispo  de  Toledo  que  lo  trataba,  y  de  allí  fué 
para  Valladolid,  donde  estaba  el  Almirante  Don 
Fadrique,  abudo  del  Príncipe,  y  Don  Pedro  de 
Acufta  Conde  de  Buondía,  é  Don  Ifiigo  Manrique, 
Obispo  de  Coria,  é  otros  algunos  Caballeros  qne 
para  la  conclusión  deste  casamiento  fueron  juntos 
en  aquella  villa.  Donde  vino  luego  el  Principe  de 
Aragón,  é  con  él  Don  Podro  Manrique,  Conde  de 
Trevifio,  Adelantado  mayor  del  Beyno  de  León,  é 
otros  Caballeros  de  Aragón ,  y  celebraron  sos  bo- 
das (1),  de  las  quales  plogo  mucho  á  toda  la  mayor 
parte  de  los  Grandes  y  Caballeros  dd  Beyno ;  prin-  * 
cipalmente  plogo  á  todas  las  comunidades  y  pue« 
blosdéL 


(1)  Es  my  BoCable  es  etU  Crésica  el  defeelo  de  fechu.  SI  ei* 
uniento  de  los  Reyes  se  eelebrd  ce  Vslladolld  Miércoles  1S  de 
Octabre,  día  de  San  Ldeas,  de  1469,  en  las  easas  de  Isas  de  Vi- 
vero. Bl  Principe  dio  en  arras  i  Boija  y  Magalloa  en  el  Reyno  de 
Arayon,  en  Valencia  i  Elche  y  GeTillenle,  y  en  Sicilia  d  bngo- 
sa  y  Gatania.  Los  eapltuloa  de  la  concordia  celebrada  al  lieaipo 
de  estas  bodas  trae  é  la  letra  Enriq.  del  Castf  lio,  GrMo.  4e  lía- 
rif M  lY,  etp,  1^.  BeraaM.,  CrMc.  dé  l$9  Refu  CtíáOcot,  Uf,  9. 
Galind.,  Memor,,  dh  14G9.  Aan  es  ñas  notable  qae  el  Cronlata,  fih 
nléndose  i  escribir  de  propésito  la  hiatorla  de  loa  Reyes  Catdlicos^ 
no  aponte  el  nacimiento  y  descendencia  de  ano  y  otro.  La  tteyna 
DoBa  laabel  nacld  en  Afila  (otros  dices  en  Madrigal)  ei  19  de 
Noviembre  día  de  Santa  laabel  de  1150.  Fné  bUa  del  Rey  Don 
Jnan  II  de  Castilla,  y  de  su  scgonda  nuyer  DoBa  Issbel,  bija  del 
Infinta  Don  Jnan  de  Portigal  y  nieta  de  Don  Enriqne  el  Enferao 
y  de  Don  Jnan  11  de  Portafal.  El  Rey  Don  Femando  nacid  en  Sos, 
villa  del  Reyno  de  Aragón  en  los  cenlnes  de  Navarrat  i  40  dlu 
de  Mano  de  145Í.  Fné  bijo  de  Don  Jnan  II  do  Aragón  y  I  de 
Navarra  y  de  sn  segnnda  nngf  r  DoBa  Jnana,  bija  de  Don  Fadri- 
qne  Enriques,  Almirante  de  Castilla  y  nieto  por  sn  padre  del  Rey 
Don  Fernando  de  Aragón  el  elegido  en  Caspe,  bermano  de  Don 
Enrique  III,  abuelo  de  la  Reyna.  Por  conslguiento,  eran  estos 
Principes  primos  segundos.  No  me  ha  parecido  deber  omitir  esta 
genealogía,  aunque  común,  por  la  luz  que  da  ft  la  Historia  y  porque 
sin  ella  apenas  se  podrian  entender  muchos  sucesos,  como  se 
verft  adqlante.  Benald»,  CrMe.  dé  Mt  Rayas  CtíéücH^  cap.  S  y  9. 


■h  ■■  «  M  'i— ■^^■^«MW 


COMIENZA  LA  CRÓNICA 

DE  LOS  MUY  PODEROSOS  Y  EXCELENTES 

DON  FERNANDO  É  DOÑA  ISABEL, 

PRÍNCIPES  HEREDEROS 

■ 

DE  LOS  REYNOS  DE  CASTILLA  Y  DE  ARAGÓN. 


CAPÍTULO  PMMBBO. 

Cono  el  Prlnelpe  y  li  Prineesa  enbUron  tres  caballeros  al  Rey 
DoB  Enrique  é  le  haoer  laber  as  easamlento. 

Oelebradas  las  bodas  de  los  mn^  excelentes  Prin- 
cipes Don  Femando  é  Dofia  Isabel  de  OastíUa  é  de 
Aragón  (1),  acordaron  de  embiar  al  Roy  Don  Enri- 
que BU  hermano  tres  caballeros :  el  uno  de  la  Casa 
del  Bey  de  Aragón ,  qne  se  llamaba  Mosen  Pero 
Vaca,é  otro  qne  se  llamaba  Diego  de  Ribera,  Ayo 
qne  fué  del  Principe  Don  Alonso,  é  otro  qne  se  lla- 
maba Luis  de  Antesana.  Con  los  qnales  le  embiaron 
haoer  saber  sn  casamiento,  é  qne  le  pedian  por  mer- 
ced qao  lo  oviese  por  bien,  pnes  habiéndose  hecho 
con  madnra  deliberación,  é  con  placer  de  todos  los 
del  Reyno,  parecía  ansimesmo  qne  plogo  dello  á 
Dios,  é  qnefnese  cierto  qne  ellos  estaban  en  propó- 
sito de  le  servir  y  estar  á  toda  sn  obediencia  como 

(i)  La  f^lncoaa  tales  de  eondatr  so  easamIeBto  habla  emblaio 
de  Valladoltd»  eon  foeha  do  It  del  mlsno  Octnbre,  una  larga  carta 
al  Rey  aa  hermano,  de  qoe  Pnlgar  no  hace  mención.  Kn  la  cnal 
le  manifestaba  toa  moUtos  porque  de  coman  consentimiento  de 
los  Grandes  qoe  para  este  efecto  habla  llamado,  habla  preferido 
el  casamiento  del  Principe  de  Aragón  i  ios  demás  qoe  se  le  ha- 
blan propuesto,  recontando  los  agravioa  qne  en  perjuicio  do  lo 
tratado  so  hermano  le  habla  hecho,  ya  procurando  casarla  con 
el  Rey  de  Porto  gal  pera  alejarla  del  Reyno,  ya  mandando  ft  los  de 
Madrigal  qne  la  prendiesen,  y  dando  la  villa  de  Arétato  ti  Conde 
dePlasenela,  qoe  era  de  la  Reynt  madre;  no  obstante  todo  lo 
cnal  ella  se  ofrecía  i  dar  al  Rey  tal  aeguridad  por  sf  y  por  el 
Principe  de  Aragón,  qne  el  Rey  fuese  contento,  y  ofirecla  qne  en- 
trambos le  serrlrlan  como  hijos,  al  quisiese  recibirlos  como  tales, 
y  cnmpllrian  fielmente  sos  mandatoa  como  de  Rey  y  Seftor.  A  la 
coal  carta  el  Rey  no  respondió  basta  que  celebradu  las  bodas,  sie- 
te días  después  embiaron  segunda  tci  otra  carta  por  estos  emba- 
jadores Mosen  Pero  Vaca,  por  parte  del  Príncipe,  Diego  de  Ribera, 
por  la  Princesa ,  y  por  el  Anobispo  de  Toledo  Lnls  de  Anieuns, 
ñi  la  cual  Insertsban  Is  concordia  de  sn  caumiento  y  es  la  misma 
|ue  aqoi  eitracta  Pulgar,  y  trae  i  la  letra  como  la  antecedente 
Snriq.  del  Gasilllo,  Cróm.  de  Doñ  Enriq.  ¡V,  eof.  134  f  135.  He 
querido  extractar  la  carta  antecedente,  por  la  alta  idea  qoe  pre^ 
aenta  de  la  Princesa  Dofia  Isabel  y  del  respeto  que  siempre  tuTo 
al  Rey  su  hermano  aun  después  de  Jurada  por  heredera.  Enriques, 
Crúñ.dé  Emriq.  IY,CMp.ZL 

Or.— IIL 


hijos;  é  qne  no  le  moviesen  informaciones  de  per- 
sonas qne  deseaban  indinarle  contra  ellos,  á  fin  de 
poner  necesidades  é  hacer  alteración  en  el  Reyno 
por  sns  proprios  intereses,  segnnd  veia  por  ekperíen- 
cia  que  lo  habian  acostumbrado.  Ansimesmo  le  sn- 
plicaban  que  no  le  ploguiese  haoer  mudansa,  ni  to- 
mar otros  propósitos  nuevos  contra  lo  qne  habla 
asentado  é  jurado  cerca  de  su  subcesion,  porque 
aquello  tal  redundaría  en  grand  deservicio  de  Dios 
é  suyo  é  dafio  destos  Reynos.  El  Rey,  oidos  aquellos 
embaxodores,  respondióles  que  esperaba  algunos 
Grandes  de  sns  Reynos  qne  presto  habian  do  venir 
á  BU  Corte,  con  consejo  de  los  quales  embiaria  sn 
respuesta.  Esto  fué  respondido  por  consejo  del  Maes- 
tre de  Santiago,  al  qnal  pesó  mucho  de  aquel  matri- 
monio, porque  tenia  el  Marquesado  de  Viliena,  qne 
habia  seydo  del  Rey  Don  Juan  de  Aragón,  padre  del 
Principe,  y  el  Maestre  de  Santiago  tovo  tal  manera, 
que  el  Rey  quando  era  Principe  se  conformase  con 
el  Rey  Don  Juan  su  padre,  para  echar  del  Reyno  al 
Roy  de  Aregon  que  era  estonces  Rey  de  Navarra,  é 
al  Infante  Don  Enrique  su  hermano,  é  los  deshere- 
dase de  todo  el  patrimonio  que  el  Rey  Don  Fernán- 
do  de  Aragón  su  padre  les  habia  dezado  en  Costilla, 
segund  en  la  Crónica  del  Rey  Don  Juan  es  mas  lar- 
gamente  reconUdo.  Este  Maestre  Don  Juan  Pache- 
co, viendo  que  tenia  el  patrimonio  del  Rey  de  Ara- 
gón, siempre  vivió  con  recelo  de  lo  perder,  como  vi- 
ven aquellos  que  poseen  cosas  agenas.  E  por  lo  sos- 
tener, continamente  ponia  indinacion  entre  el  Rey 
Don  Enrique  y  el  Rey  de  Aragón,  porqne  la  discor. 
dia  entre  estos  dos  Reyes  entendían  ser  remedio 
para  poseer  lo  que  tenia  del  Marquesado  de  Villana, 
y  el  Maestradgo  de  Calatrava,  que  tenia  sn  sobrino 
Don  Rodrigo  Tellos  Girón,  fijo  de  su  hermano  Don 
Pedro  Giren ;  el  qual  habia  poseído  Don  Alonso, 
hijo  bastardo  del  Rey  de  Aragón.  B  considerando 
que  este  casamiento  del  Principe  de  Aragón  con  la 
Princesa  fortificaba  mucho  la  parte  que  tenia  en  el 
Reyno  de  Castilla ,  é  que  wa  camino  para  que  su  hi- 

16 


242 


CRÓNIOAS  DE  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


jo  perdiese  el  Marquesado  de  Villena ,  del  qual  le 
era  ya  hecha  merced  é  dado  el  título  de  Marqués, 
quisiera  mucho  que  aquel  casamiento  no  se  hidera. 
B  por  aquella  causa,  no  solamente  movia  discordia 
entre  el  Bey  ó  la  Princesa  su  hermana,  mas  daha 
lugar  que  cada  uno  de  los  Grandes  é  otros  caballe- 
ros del  Beyno  se  apoderasen  del  patrimonio  real,  por 
quitar  de  todas  partes  las  fuerzas  al  Príncipe,  ó  po- 
nerlo en  necesidades  tanto  grandes,  quo  entendiese 
que  la  menor  de  todas  fuese  cobrar  el  Marquesado 
de  Villena  que  él  tenia  ocupado,  y  el  Maostradgo 
de  Calatrava  que  tenia  su  sobrino,  hijo  del  Maestre 
BU  hermano  que  era  ya  fallecido.  En  el  afio  siguien- 
te del  Señor  de  mil  é  quatrocientos  é  setenta  afios, 
allí  en  Valladolid  fué  notificado  al  Príncipe  é  á  la 
Princesa  que  ol  Roy  Don  Enrique  quería  mover 
guerra  contra  ellos  para  los  echar  del  Reyno,  é  que 
requería  para  ello  algunos  Grandes  é  caballeros. 
Esto  sabido,  hubieron  consejo  de  ir  á  la  yilla  de 
Duefios,  que  era  de  Don  Pedro  do  Acufia,  Oonde  de 
Buendía,  hermano  del  Arzobispo  de  Toledo,  donde 
estuvieron  algunos  dias;  é  allí  parió  la  Princesa  á 
la  Infanta  Doña  Isabel  su  hija  (1),  primero  dia  de 
Octubre  deste  afio  de  mil  é  quatrocientos  é  setenta 
•9  años.  Estando  en  aquella  villa,  algunos  Grandes  é 
Perlados  del  Beyno  que  supieron  como  el  Roy  Don 
Enrique  quería  mover  guerra  coutra  ellos  por  los 
echar  del  Beyno,  sintiéndolo  grave»  les  ombiaron 
ofrecer  que  les  ayudarían  con  sus  personas  é  casas, 
para  defender  la  subcesion  del  Beyno  que  pertene- 
cía ala  Princesa,  é  que  no  consentirían  que  otro  al- 
guno la  oviese  desde  aquellos  dias.  El  Bey  Don  En- 
rique, por  consejo  del  Maestre  de  Santiago,  é  de 
otros  algpmos  que  pensaban  acrecentar  sus  estados 
habiendo  discordia  en  el  Boyno,  mostró  indinacion 
contra  la  Princesa  su  hermana  por  causa  del  casa- 
miento que  había  hecho  sin  su  consentimiento ;  ó 
poniéndolo  por  obra  le  tomó  las  rentas  de  la  villa  de 
Medina  del  Campo,  élos  otras  rentas  que  tenia  para 
su  mantenimiento,  las  quales  le  había  dado  al  tiem- 
po que  la  juró  por  Princesa  é  subcesora  del  Beyno. 
En  este  afio  no  pasó  otra  cosa  que  sea  de  contar,  sal- 
vo que  el  Maestre  de  Santiago  embió  secretamente 
al  Bey  de  Francia  á  lo  decir  que  embiaso  su  emba- 
zada á  pedir  por  muger  para  el  Duque  do  Guiana 
su  hermano,  á  Dofia  Juana  que  se  decía  Princesa  é 
hija  del  Bey,  ó  que  él  temia  manera  con  el  Bey  que 

(1)  Esta  PrlDeesi  tratada  primero  do  easar  eon  oí  Deían  de 
Franela  qae  después  fué  Carlos  VIH,  scgan  parece  por  el  tratado 
de  alUBza  heebo  entre  Lnls  Xi  j  los  Reyes  Catiilleos,  Uego  qne 
éstos  snbleron  al  trono,  en  Paris  4  30  de  Enero  de  1475,  cató 
despaes  eon  Don  Alonso,  Príncipe  heredero  do  Portugal,  hijo  de 
Don  Jaan  II  de  aquel  Reyno.  Pero  habiendo  muerto  dosgraciada- 
mente  de  la  caida  de  un  caballo  poco  tiempo  despnes  de  sus  bo- 
das, sucedió  después  ft  Don  Juan  en  el  Reyno  de  Portagal  el 
Duque  Don  Manuel,  primo  hermano  del  difunto,  y  casó  con  esta 
Princesa.  Tuvo  do.  ella  &  Don  Miguel,  de  cuyo  parto  murió  su  ma- 
dre en  !23  de  Agosto  de  flt98.  El  l*rineipe  Don  Miguel  murió  poco 
después  en  Granada  en  W  de  Julio  de  1500,  ya  Jurado  Principe  do 
Espafia  y  Portugal.  Galind.,  Memor.,  año^de  1470.  Mariana,  lib.  25, 
Mp,  14;  fiK  i7,  eap.  3.  Trao  el  Tratado  de  alianu  qne  citamos 
el  Abad  Lenglet  en  sn  Edición  do  las  Memorias  do  Cominea, 
T.  ///,  p.  3CÍ,  Prew.  n.  CCXXYL 


gela  diese  ó  oviese  con  ella  la  suhcesion  del  Beyno 
de  Castilla. 

CAPÍTULO  II. 

Como  el  Rey  Don  Luis  de  Franela  ambló  ra  embatada  ft  pedir  por 
mager  i  DoDa  Juana,  qne  se  decia  bija  del  Rey  Don  Enrique, 
para  el  Duque  de  Gnlana  sn  bormano. 

En  ol  afio  siguiente  del  Sefior  do  mil  é  quatro- 
cientos é  setenta  é  un  afios  (2),  el  Bey  de  Francia, 
mostrando  grande  enojo  porque  la  Princesa  no  qui- 
so aceptar  el  matrimonio  que  por  su  parte  le  fué 
movido  para  el  Duque  de  Berry  sn  hermano,  é  por 
que  lo  concluyó  con  el  Principe  de  Aragón,  embió 
al  Cardenal  de  Albi  é  otros  Caballeros  con  él  al  Bey 
Don  Enrique,  á  le  demandar  por  muger  para  ol  Du- 
que su  hermano  á  la  que  llamaban  Princesa  é  decían 
ser  su  hija.  Y  estando  él  Bey  en  su  palado  en  la 
villa  de  Medina  del  Campo,  é  con  él  el  Maestre  de 
Santiago,  y  el  Duque  de  Arévalo,  y  el  Arsobispo  de 
Sevilla,  y  el  Obispo  de  Sigfienaa,  y  el  Obispo  de 
Biirgos,  é  Don  Bodrigo  Alonso  Pimentel,  Conde  de 
Benavente,  é  otros  Caballeros  é  Perlados  de  sü  Con- 
sejo, aquel  Cardenal  propuso  sn  embaxada,  en  la 
qual  recontó  el  amor  que  siempre  fué  entre  los  Bo- 
yes do  Francia  é  de  Castilla,  é  la  paz  que  de  largos 
tiempos  se  habia  guardado  entro  los  subditos  de  la 
una  parte  é  de  la  otra.  É  después  propuso  la  mate- 
ria do  aquel  casamiento  que  traia  en  cargo,  é  dixo 
al  Boy  que  le  ploguiese  de  dar  su  hija  la  Princesa 
en  matrimonio  para  el  Duque  de  Guiana,  hermano 
del  Bey  de  Francia,  porque  se  continase  el  amor 
que  antiguamente  habia  seydo  entre  los  Beyes  de 
Francia  é  de  Castilla.  Oida  por  el  Bey  esta  emba- 
zada, plógole  mucho  é  respondió  A  aquel  Cardenal 
é  á  los  Caballeros  que  venian  con  él,  que  le  placia 
de  dar  su  hija  en  casamiento  á  aquel  Duque  de 
Guiana,  é  de  le  otorgar  la  subcesion  del  Beyno ;  é 
luego  mandó  poner  graud  diligencia  para  que  se 
concluyese.  É  porque  la  Boyna  Dofia  Juana  é  aque- 
lla Dofia  Juana,  su  hija,  estaban  en  la  villa  de  Buy- 
trago,  acordaron  que  el  Bey  é  todos  los  que  estaban 
con  él,  é  asimesmo  el  Cardenal  é  todos  loe  caballe- 
ros Franceses  que  venian  en  aquella  embazada  fue- 
sen á  Lozoya,  que  es  cerca  de  Buytrago,  porque  mas 
prestamente  se  concluyese  el  desposorio.  É  ponién- 
dolo por  obra,  la  Beyna  Dofia  Juana  é  su  hija  con 
ella,  y  el  Marqués  de  Santillana,  Don  Diego  Hurta- 
do de  Mendoza,  é  los  Condes  de  Tendilla  é  de  Co- 
rufia,  é  Don  Juan  de  Mendoza,  é  Don  Hurtado  de 


(2)  Pnlgar  adelanta  eslos  sucesos  nn  afio.  El  desposorio  de  Do« 
na  Juana'con  el  Duque  do  Guiana  so  hito  en  Loioya  viernes  %0  do 
Octubre  de  1470.  Despostase  con  ella  el  Conde  de  Dolofia  qne  traia 
poderes  del  Duque  junto  eon  el  Sefior  de  Monaeoni.  El  Cardenal 
y  el  SeAor  de  Torey  venian  en  nombre  del  Rey  i^ara  antoritar  los 
tratos.  Tomóles  el  Cardenal  las  nianos  y  los  desposó.  Forreras  y 
Zurita  llaman  eqnivocadaDicntc  á  este  Cardenal  Guillermo,  y  aun 
por  eso  el  primero  no  le  encontraba  en  las  promociones  de  Calis- 
to  III  ni  de  Pío  II.  Llamábase  Juan  Godofredo  de  Arras,  y  fué 
creado  por  Pie  II  en  tas  Témporas  de  Diciembre  de  1461.  Enriques, 
Crá».  de  Enriq,  ¡Y,  cap.  143  y  14».  Zurita,  iU.  18,  cap.  31.  Naria- 
I    na,  tík.  23,  cüp,  15.  llermilii,  TVed.  de  Fcner,  T.  YU^  p.  241. 


DON  FERNANDO 

MendoESi  bob  hennanoB,  qae  venian  con  ella,  salió- 
ron  de  la  yilla  de  Baytrago  qnanto  nna  legna  ca- 
mino de  LoBoya,  donde  estaba  esperando  el  Bey  y 
el  Cardenal  é  los  otros  qne  habernos  dicho.  É  allí 
en  el  campo  el  Rey,  y  el  Maeetre,  é  todos  los  otros 
Duques  é  Oondes  que  con  él  vinieron,  por  las  gran- 
des dádivas  é  maravedís  de  juro  de  heredad,  é  pro- 
mesas de  mercedes  de  vasallos,  é  de  otras  rentas 
que  el  Rey  Don  Enrique  les  dio  é  prometió,  juraron 
do  nuevo  á  aquella  Dofia  Juana  como  á  hija  del  Rey 
por  Princesa  heredera  de  Castilla.  El  Marqués  de 
SantíUana  ni  el  Obispo  de  Sigfienza  ni  los  otros  sus 
hermanos  no  hicieron  aquel  juramento,  porque  di- 
zeron  que  ya  lo  hablan  hecho  al  tiempo  que  por 
todos  los  del  Reyno  generalmente  habia  seydo  ju- 
rada. É  luego  el  Cardenal  de  Albi,  por  poder  que 
tenia  del  Duque  de  Guiana,  se  desposó  por  palabras 
de  presente  con  aquella  Dofia  Juana  como  Princesa 
heredera  del  Reyno.  Hecho  aquel  acto,  d  Rey  Don 
Enrique  é  la  Reyna  su  muger,  é  aquella  Dofia  Jua- 
na, y  el  Cardenal  de  Albi,  y  el  Maestre,  é  todos  los 
otros  Duques  é  Perlados  é  Caballeros  que  estaban 
con  el  Rey,  fueron  para  la  cibdad  de  Segovia  donde 
les  fué  hecho  solemne  recebimiento.  fi  allí  estovo 
el  Cardenal  é  los  otros  caballeros  Franceses  pocos 
dias;  y  el  Rey  les  dio  de  sus  dones,  é  los  despidió. 
De  aquel  desposorio  pesó  mucho  á  todos  los  mas  de 
los  Grandes  é  Caballeros  del  Reyno,  especialmente 
á  las  comunidades  de  las  dbdades  é  villas,  porque 
entendían  que  era  materia  de  escándalo  é  de  guer- 
ras en  el  Reyno,  é  afeaban  mucho  á  los  que  venci- 
dos de  cobdicia,  tan  varios  juramentos  hacian  unos 
contrarios  de  otros;  é  asi  por  esta  causa  como  por 
las  tiranías  que  se  hacian  en  el  Reyno  sin  resisten- 
cia ni  castigo,  quanto  mas  el  Rey  y  el  Maestre  es- 
taban en  odio  de  los  comunes,  tanto  el  Príncipe  é 
la  Princesa  crecían  en  amor  del  pueblo,  é  siempre 
se  confirmaba  mas  en  las  intenciones  de  todos  sn 
derecho  de  la  subcosion.  Como  esta  Dofia  Juana  fué 
despoBada  con  el  Duque  de  Guiana,  luego  el  Maes- 
tro de  Santiago  se  apoderó  dolía,  pensando  que  te- 
niéndola en  su  poder  ternia  el  Rey  mas  cierto  á  lo 
que  quisiese,  ó  que  su  estado  sería  mas  conservado 
é  acrecentado  por  causa  della.  Sabido  por  el  Prínci- 
pe ó  la  Princesa  el  acto  de  casamiento  hecho  cerca 
de  Lozoya,  é  como  el  Rey  mostraba  clara  enemiga 
contra  ellos,  la  qual  el  Maestre  de  Santiago  despera 
taba  é  hacia  que  se  continuase  por  lo  que  dicho  ha- 
bemos,  acordaron  de  escrebir  al  Rey  nna  letra  en  la 
forma  siguiente. 

«Muy  alto  é  muy  poderoso  Príncipe,  Rey  é  Sefior : 
B  Vuestra  Sefioría  sabe  como  en  el  mes  de  Octubre 
•del  afio  pasado  ovimos  embiado  á  Vuestra  Alteza 
i  nuestras  letras  con  Mosen  Pero  Vaca  é  Diego  de 
•Ribera  é  Luis  de  Antezana,  con  cierta  creencia  por 
•escripto;  la  qual  en  efeto  contenia  primeramente 
•facer  saber  á  Vuestra  Alteza  él  casamiento  nues- 

•  tro,  é  la  razonable  causa  porque  para  ello  no  se 
•habia  esperado  el  mandato  é  consejo  é  consenti- 
» miento  de  Vuestra  Real  Sefioría,  é  después  certíft- 

•  cando  á  oquella  como  se  habia  hecho  con  puro 


É  DOÑA  ISABEL.'  248 

•respeto  del  servicio  vuestro,  pidiendo  por  merced 
•á  Vuestra  Alteza,  que  si  por  haberse  hecho  asi  ál- 
•gun  deBgrado  oidese  habido,  quisicBe  por  nos  ha- 
tear merced  de  ponerlo,  ofreciéndole  nuestra  filial 
•obediencia  é  servido,  lo  mas  acatada  é  homiknen- 
•te  que  pedimos,  con  ofrecimiento  de  sufidentes 
•oertinidadeB  é  seguridades  para  lo  mostrar  en  obras 
nsegund  en  la  dicha  creencia  mas  por  extenso  bo 

•  contiene.  Esta  embazada  Vuestra  Real  Sefioría  re- 

•  dbió  é  oyó  graciosamente,  é  noB  respondió  que 

•  oomo  viniesen  á  vuestra  Corte  algunos  grandes 
•destos  vuestros  Reynos  que  esperaba,  entendería 
•en  ello  é  nos  responderla.  La  qual  respuesta,  muy 
•poderoso  Sefior,  de  dia  en  .dia  habemos  atendido 
•en  la  paz  é  sosiego  é  obediencia  que  Vuestra  Mer- 
eced ha  visto,  é  aun  en  este  comedio,  aprobando 
•en  obras  nuestras  palabras  habemos  dado  orden, 
•rogando  á  esta  muy  noble  villa  de  Valladolid,  é  á 

•  las  otras  dbdades,  villas  é  tierras  que  no  estaban 
•á  vuestra  obedienda,  que  en  ella  se  pongan;  é  ri 

•  otra  cosa  nos  queda  de  hacer  para  moBtrar  d 
•amor  é  filial  deseo  que  tenemos  á  vuestro  servido, 
•prestos  estamos  paralo  complir.  É,  muy  excdente 

•  Sefior,  ya  son  pasados  cerca  de  quatro  (1)  meses, 
•é  Vuestra  Sefioría  no  nos  ha  respondido.  Agora  por 
•muchas  partes  habemos  seydo  informados  é  avisa- 
•dos  que  en  lugar  de  aceptar  nuestra  justa  suplica- 
•don,  por  algunos  rodeos  é  maneras  muy  poco 
•complideras  á  vuestro  servido  é  á  la  paz  é  sosiego 

•  destos  vuestros  Reynos,  se  procuraban  de  meter 
•gentcB  estrangeras,  á  esta  vuestra  nadon  muy 
•odiosas,  é  de  hacer  otros  movimientos  contra  nos- 
potros  é  contra  la  derecha  é  legítima  subcesion  á 
•nos  perteneciente.  La  qual  Vuestra  Alteza  de  su 

•  libre  voluntad,  usando  de  razón  é  de  justicia,  juró 
•á  mi  la  Príncesa  en  pública  plaza,  estando  en  vues- 
•tro  poder  en  las  vistas  de  Guisando,  en  presencia 
•del  Legado  de  nuestro  muy  santo  Padre,  é  con  sa 
•autoridad;  é  aquello  mesmo  hizo  allí  jurar  á  los 
•muy  reverendos  in  Christo  padres  Arzobispo  de 
•Toledo  é  de  Sevilla,  é  al  Maestre  de  Santiago,  é 
•Conde  de  Plasencia,  é  Obispos  de  Burgos  é  Coria, 
•á  otros  Duques  é  Condes  é  Ricos-HombreB  que  allí 

•  á  la  sazón  se  acertaron;  é  después  en  la  villa  de 
nOcafia  por  mandamiento  de  Vuestra  Sefioría  lo  ju- 

•  raron  otros  muchos  Perlados  é  Caballeros,  é  Pro- 
•curadores  de  las  dbdades  é  villas  destos  Reynos 
•según  Vuestra  Merced  bien  sabe,  é  á  todos  ellos  es 

•  notorío.  É,  muy  excelente  Sefior,  porque  nosotros 

•  todavía  estamos  é  permaneoemos  en  d  deseo  que 


(1)  Segva  eso  esU  earU  debió  eseriblrae  é  iltimos  de  Pobrero 
de  1470.  De  donde  se  dedsee  mts  claro  el  error  de  Pniffsr,  qae 
sdelanta  estos  sneesos  ti  afio  71,  debiendo  referirse  si  anterior. 
Enrlqnes  del  Castillo  tno  también  esta  carta  annqne  mwj  diml- 
anta  en  sn  Oóñ.,  cap.  149.  Tampoco  es  cierto  qne  la  cansa  do  es- 
cribir los  Príncipes  esta  carta  fliera  la  qne  aqnf  se  eipllca  de  be- 
ber sabido  lo  beeho  en  Letoya,  qne  no  foé  sino  alfonos  meses 
despnes,  en  el  de  Octubre,  como  dejamos  notado,  ni  en  sn  conte- 
nido se  hsce  mención  de  tal  coss,  sino  los  remores  qne  se  hablan 
esparcido  de  qne  el  Rey  qnerla  rerocar  el  Jnremento  hecho  i  fa- 
Tor  de  sn  hermane  j  hacerio  de  nneto  4  fttor  de  sn  pretandlda 
hija. 


244 


OBÓÑIOAS  DS  LOS  BETBS  DB  OASTILLA. 


»  TOS  embiamoB  decir  de  tos  aemr  é  aoator  é  obede- 
»oer  como  á  Rey  ó  Sefior  é  padre  Toidadero,  de  lo 
»  qual  queremos  dar  ouenta  á  Dios  Naestro  Sefior  6q 
il6s  cielos,  que  es  verdadero  sabidor  de  las  intenoio- 

•  nes  públicas  é  secretas,  ó  á  yuestros  naturales  en  la 
•tierra,  é  aun  álos  extrafios,  acordamos  esorebir 
«esta  presente  carta  á  Vuestra  Merced.  A  la  qual 
»oon  reverencia  de  hijos  ó  servidores  suplicamos 
•quiera  aceptar  nuestra  justa  suplicación;  6  acepta- 
»da  aquella  reciba  nuestra  obediencia  é  servido, 
•posponiendo  todos  los  otros  enojos  é  desgrados 
•por  servicio  de  Nuestro  Sefior,  é  por  la  pacificación 
•destos  vuestros  Reynos  é  seftoríos,  é  por  bacer  mer- 
ioed  á  nosotros,  cuya  voluntad  nunca  fué  ni  será 
•de  vos  enojar  ni  deservir.  É  si  por  ventura,  muy 

•  exoelente  Sefior,  á  Vuestra  Alteea  no  placerá  baoer 
•esto  asi  graciosamente  oomo  lo  pedimos,  suplicá- 
•mosle  lo  que  de  justicia  no  nos  puede  negar,  es  á 
•saber :  que  antes  que  los  tales  rigores  se  comien- 

•  cen,  los  quales  serían  malos  de  atajar  depues 
.  •de  comensadoB,  é  dellos  se  podrían  seguir  muy 

•grandes  ofensas  á  Dios  ó  irreparables  dafios  á  es- 

•  tos  vuestros  Beynos,  ó  aun  oreemos  que  se  exten- 

•  derian  á  muy  grand  parte  de  la  christiandad,  que 
•á  Vuestra  Merced  plega  de  nos  oir,  é  guardar  nues- 

•  tra  justicia  en  esta  manera:  Que  Vuestra  Altesa 

•  mande  é  le  plega  que  á  quatro  Grandes  de  vues- 

•  tros  Beynos  que  á  las  partes  sean  fieles,  sea  entre- 

•  gada  una  villa  con  las  segurídades  que  se  requie- 

•  ren  en  tal  caso;  donde  so  salvaguarda  de  Vuestra 
•Alteza  á  los  Perlados  é  Grandes  de  vuestros  Bey- 
•nos  mande  venir,  ó  ansimesmo  nosotros  ó  todos 

•  aquellos  que  nos  siguen  podamos  ir,  é  alH  Vuestra 
•Sefioría  mande  llamar  los  Procuradores  de  las  cib- 
•dades  é  villas,  é  á  los  principales  religiosos  letra- 
idos  de  todas  las  órdenes  de  vuestros  Beynos,  los 

•  quales  oyan  lo  que  Vuestra  Merced  querrá  decir,  é 
•ansimesmo  lo  que  nosotros  diremos;  é  quiera  estar 
•á  la  determinación  dellos,  ó  de  la  mayor  parte,  so- 
mbre Bolenne  juramento  que  hagan  de  determinar  lo 
•que  les  pareciere  ser  mas  justo.  A  la  qual  determi- 

•  nación  nosotros  por  servicio  de  Dios  é  vuestro,  é 

•  por  evitar  tan  grandísimos  males  oomo  de  la  rotu- 

•  ra,  si  se  comienza,  se  podrían  seguir,  desde  agora 
•nos  ofrecemos  de  estar  obedientes  sin  poner  á  olio 

•  ninguna 'contradicion.  É  porque  pocas  veces  los 

•  muchos  se  concordaron  en  una  cosa,  si  entre  los 
•sobredichos  oviere  alguna  diferencia  en  el  deter- 
»  minar,  á  Vuestra  Alteza  placiendo,  á  nosotros  pla- 

•  cerá  que  acatada  la  honrada  edad  é  vida  é  apar- 
•tamiento  do  los  temporales  negodos,  ó  la  grand 

•  dlscredon  de  Don  Pero  Fernandez  de  Velasco 
•Conde  de  Haro,  que  él  con  los  quatro  religiosos  é 
•mayores  Perlados  de  las  órdenes  de  Santo  Domin- 

•  go  é  de  Sant  Frandsco,  é  de  Sant  Hie|rónymo,  ó  de 
•la  Gartuxa  en  estos  vuestros  Beynos,  entiendan  en 
•las  tales  diferendas,  é  las  atajen  é  determinen 
•oomo  en  sus  consciencias  entendieren  ser  mas 
•complidero  al  servicio  de  Dios,  é  á  la  paz  é  bien 
•universal  destos  vuestros  Beynos.  A  la  determina- 

•  oion  de  los  quales,  ó  de  los  tres  destos  rdigiosoü 


•con  el  dioho  Oonde  ansimesmo  hayamos  de  estar, 

•  so  cargo  del  dicho  juramento  que  primero  hagan. 
•Por  ende¿  muy  poderoso  Sefior,  pues  tan  llanamen- 
•te  vos  ofrecemos  la  paz,  é  nos  sometemos  al  juido 

•  é  sentenda  de  vuestros  naturales,  suplicamos  á 

•  Vuestra  Beal  Sefioría,  é  si  menester  es,  le  requeri- 
•mos  con  aquel  Dios  poderoso  que  suele  ser  y  es 

•  derecho  6  justo  juez  entre  los  Emperadores  é  Be- 
•yes  é  Grandes  sefiores,  que  no  nos  quiera  negar 

•  aquesto,  que  al  menor  de  vuestros  Beynos  negar 
•no  se  puede  ni  debe.  Lo  qual  una  ó  muchas  veces 
•tomamos  á  suplicar  é  requerir  á  Vuestra  Merced 
•con  quanta  instancia  podemos  ó  reverencia  debe- 
•mos.  Andmesmo  lo  entendemos  publicar  en  vues- 

•  tros  Beynos  é  fuera  dellos:  porque  si  asi  esto  no 

•  se  recibiere,  y  en  la  defensa  de  nuestra  jnstida 

•  hideremos  aquello  que  á  todos  es  permitido  per 

•  los  derechos  divinos  é  humanos,  seamos  sin  cargo 

•  quanto  á  Dios  é  quanto  al  mundo:  ó  desto  suplica- 

•  mos  á  Vuestra  Alteza  que  hayamos  su  determina* 
•darespuesta.^ 

El  Bey,  vista  aquella  letra,  embió  decir  á  la  Prin* 
^oesa,  que  no  ovo  buen  acuerdo  en  concluir  su  ina-* 
trimonio  sin  gelo  hacer  saber  é  haber  su  consenti- 
miento para  ello,  por  los  inconvinientes  que  de  se- 
mejantes cosas  se  solian  seguir  en  los  reynos.  É  que 
bien  parecía  en  este  su  casamiento  hecho  contra  su 
voluntad,  que  aun  no  placia  á  Dios  que  cesasen  los 
males  é  guerras  que  habia  en  el  Bey  no.  El  Prínd- 
pe  ó  la  Princesa,  vista  la  respuesta  del  Bey,  acor- 
daron de  ir  para  la  villa  de  Bioseco,  que  es  del  Al- 
mirante, por  mayor  segurídad  de  sus  personas,  en  lo 
qual  estovieron  algunos  dias,  durante  los  quales,  el 
Maestre  de  Santiago  quiso  haber  para  sí  de  juro  de 
heredad  la  villa  de  Sepúlveda  ó  su  tierra,  y  el  Bey 
le  hizo  luego  merced  della.  Oonodda  por  los  pueblos 
la  flaqueza  é  poca  resistencia  que  el  Bey  tenia  en 
conservar  lo  de  la  corona  real,  ó  la  gran  disolución 
Con  que  lo  daba,  todas  las  oibdades  é  villas  del  Bey- 
no  guardaban  de  sor  agenadas  en  poder  de  caballe- 
ros; los  quales,  como  se  hace  en  semejantes  tiempos, 
procuraban  de  se  apoderar  cada  uno  por  su  parte  de 
todo  quanto  mas  podían.  É  por  esta  causa,  los  de  la 
villa  de  Sepúlveda  que  estaban  avisados  de  esta 
merced,  se  defendieron  de  tal  manera  que  el  Maes- 
tre no  la  pudo  haber;  é  trataron  con  el  Príncipe  é 
con  la  Príncesa,  que  viniesen  á  la  villa  é  la  tomasen 
en  su  sefiorío,  porque  entendiau  que  ellos  habían  de 
ser  subcesores  del  Beyno,  y  estarían  bien  guardados 
en  su  poder  para  la  corona  reaL 

OAPÍTüiX)  III. 

Cobo  el  Príncipe  é  U  Princesa  fneron  i  la  ▼illa  de  Sepúlveda 
é  Aranda,  é  lo  qve  aUf  hicieron. 

Y  el  afio  dguiente  del  Sefior  de  mil  é  quatroden- 
tos  é  setenta  é  dos  afios,  el  Príndpe  é  la  Príncesa 
partieron  de  la  villa  de  Bioseco,  é  fueron  para  la 
villa  de  Sepúlveda,  que  estaba  por  ellos;  en  la  qual 
fueron  bien  reoebidos,  é  tomada  segurídad  de  los 
prindpales  de  la  villa  que  la  guardarían,  fueron  á 


DOH  FERNANDO 

U  vill*  de  Alcalá  de  Henaree.  Y  eeUndo  en  aqaella 
TÜla^  con  el  Ansoblspo  de  Toledo,  alganos  prínoipa- 
lee  de  la  Tilla  de  Aranda  de  Dnero,  que  era  de  la 
Reyna  Dofia  Juana,  rebelaron  contra  ella,  é  pnrao- 
ron  la  Tilla  en  el  eefiorfo  de  la  Princesa;  y  echaron 
de  la  Tilla  la  joatioia  é  todos  los  oficiales  qne  esta- 
ban pneetoB  |M>r  la  Beyna  Dofia  Jaana.  Anstmesmo 
porqne  el  Rey  Don  Enrique  habia  hecho  merced  de 
la  Tilla  de  Xgreda  á  Don  Luis  de  la  Cerda,  Ck>nde  de 
Medinaceli,  los  de  la  Tilla  se  pusieron  en  defensa,  é 
como  quier  qne.el  Conde  guerreó  é  biso  muchos  da- 
fios,  robos  é  quemas  á  los  de  la  Tilla  ó  su  tierra  por 
la  sefiorear;  pero  al  fin  se  defendieron  y  entregaron 
la  Tilla  á  la  Princesa,  por  ser  defendidos  en  su  poder 
para  la  corona  real.  Otrosi  el  Alcayde  de  Castronu* 
fio,  un  tirano  de  quien  adelante  en  esta  Crónica  se 
hará  mención,  estaba  apoderado  do  la  Tilla  de  Tor- 
desillas ,  é  un  caballero  de  la  casa  de  la  Princesa, 
que  se  llamaba  Alonso  de  Qaintanilla,  toTO  trato  se* 
cretamente  con  algunos  de  la  Tilla  que  diesen  lugar 
al  Príncipe  para  entrar  en  ella.  É  una  noche  del  mes 
de  Mayo  deste  afio,  el  Príncipe  y  el  Duque  de  AWa 
oon  él,  hicieron  traer  secretamente  barcos,  é  con 
gente  de  armas,  unos  por  el  rio,  é  otros  por  parte  de 
la  tierra,  entraron  en  la  Tilla.  É  aquel  Alcayde  de 
Castronufio  que  estaba  en  ella  apoderado,  TÍsto  como 
el  Príncipe  poderosamente  entró  en  ella,  dexóla  é  fué 
oon  toda  su  gente  para  Castronufio ;  é  así  quedó  la 
Tilla  de  Tordeaillas  para  el  Príncipe  é  para  la  Prin- 
oesai  libre  de  la>opresion  en  que  la  tenia  aquel  tirano. 

CAPÍTULO  IV. 

Cobo  él  R<y  Dos  Bariqne  se  fido  en  Bidajoi  eos  el  Rey  do  Po^ 
tofil,  é  lo  qne  se  tntd  ende  del  oasamlenlo  de  Dofta  isena. 

En  el  afio  siguiente  del  Sefior  de  mil  é  quatroeien- 
tos  é  setenta  é  tres  afios,  al  principio  del  afio  Tino 
nucTa  al  Rey  Don  Enrique  como  él  Duque  de  (1) 
Guiana,  esposo  de  Dofia  Juana,  la  que  decia  ser  su 
•  hija,  era  fallecido,  é  murió  en  la  Tilla  de  Bayona, 
que  es  del  Ducado  de  Guiana.  Algunos  de  aquel 
Reyno  de  Francia  decían  que  fué  muerto  oon  pon- 
BOfia  que  el  Rey  su  hermano  le  habia  hecho  dar, 
porque  recelaba  que  se  juntaría  con  los  Duques  de 
Bretafia  é  de  Borgofia,  é  con  otros  Duques  é  Se- 
fiores  del  Reyno  de  Francia  contra  él.  Sabida  por 
el  Bey  Don  Enrique  la  muerte  del  Duque  de  Guia- 

(1)  Cirios,  Duqse  de  Guiase,  hemano  dnieo  dé  Lols  XI  de  Frau- 
da, es  el  mismo  que  ea  el  eapftnto  II  liorna  Deqae  de  Berry.  Este, 
desunes  de  ereeloado  sa  desposorio  eos  Dolía  Jaasa  eomo  Bota- 
mos arriba,  pensó  j  aon  quiso  por  feeria  easar  coa  ina  hija  del 
Duque  de  Borgofia.  Pero  su  moerte,  aeaeelda  en  ti  de  Mayo  de 
147t,  deseoBcertd  tus  medidas  j  las  de  sss  aliados,  qne  eos  el  ho- 
seeto  nombre  de  ¡a  U§a  M  lie»  fükñeo  hablan  conspirado  contra 
el  Rey.  Por  entonces  se  creyd  que  Jordán  Fanre  Abad,  de  San  Jaan 
de  Anyell ,  le  dio  ft  comer  nn  melocotón  entenenado,  y  no  falta 
qnien  diga  con  Pnlgar  qne  se  lo  biso  dar  sn  mismo  hermano  re- 
celoso del  ^oder  qne  adqnlria  con  el  nnoYO  enlace.  Un  extracto  de 
b  Instmccion  dada  al  Arxobispo  de  Tonrs,  comisionado  para  la 
cansa  del  Abad  de  Saa  Jaan  de  Angelí ,  pabllcó  el  Abad  Lenglet 
en  sa  edición  de  Cominee,  T.  111,  p*  <79,  Premt.,  n.  CCIX,  Allí 
mismo  panden  terse  las  obserraclonessobre  esta  maerte  de  Vr.  6o- 
defroy»  r.  ¡n,p.  1$7.  Prm.,  n.  CLXXXUI. 


i  D09A  IBABEL.  246 

n%  mostró  graad  sentimiento;  é  luego  pensó  des- 
posar aquella  Dofiá  Juana,  que  decia  ser  su  bija, 
con  el  Rey  de  PortogaL  A  poniendo  en  obra  su 
pensamiento,  por  consejo  del  Maestre  de  Santiago 
embió  su  mensagero  al  Rey  de  Portogal  á  le  ha- 
cer saber  en  oomo  seria  necesario  que  se  Tiesea 
en  uno  para  platicar  algunas  materias,  que  al  ser- 
vicio de  Dios  é  al  bien  de  sus  Reynos  por  eston- 
ces ocurrían.  É  porque  estas  vistas  fuesen  al  R^ 
de  Portogal  mas  fáciles,  de  parte  del  Rey  le  fué 
dicho  que  se  Uegaria  á  las  partes  cercanas  de  su ; 
Reyno  de  PortogaL  El  Rey  de  Portogal  respondió 
que  le  piada  de  verse  con  él  Rey;  é  ambos  Re- 
yes se  juntaron  en  la  cibdad  de  Bodajos,  é  ovie- . 
ron  habla  él  un  Rey  con  el  otro  solos.  É  después 
por  medio  de  personas  de  su  Consejo  se  platicó 
la  materia  de  aquel  casamiento  del  Rey  de  Por- 
togal oon  aquella  Dofia  Juana  su  sobrina.  En  las 
qualos  pláticas  intervinieron  el  Maestre  de  Santia- 
go, que  continamente  estaba  con  el  Rey,  y  el  Du- 
que de  Arévalo,  Oonde  de  Plasencia;  los  quales  de 
parte  del  Rey  prometieron  al  Rey  de  Portogal  la 
suboesion  del  Reyno  de  Castilla.  É  por  parte  del 
Rey  de  Portogal  fueron  demandadas  muchas  cib- 
dades  é  villas  é  f ortaleaas  en  el  Reyno  para  segu- 
ridad de  lo  que  le  era  prometido;  las  quales  eran 
dificiles  de  entregar  segund  la  poca  fuersa  que  el 
mando  del  Rey  tenia  estonces  en  el  Reyno,  é  por 
esta  causa  el  casamiento  no  ovo  efeto.  Algunos 
deoian  que  el  Rey  de  Portogal  dexaba  de  lo  con- 
cluir porque  su  consdencia  no  se  saneaba  bien 
del  derecho  do  su  sobrina,  por  las  cosas  pasadas 
qno  habia  oido  publicar  de  la  Reyna  su  hermana. 
Otros  decian  que  no  quiso  aceptar  aquel  casamiento 
por  la  grand  parte  que  tenia  el  Principe  é  la  Prin- 
oesa  su  muger  en  Castilla,  en  especial  en  los  pue- 
blos, SQgun  lo  qual  le  fuera  difidle  adquirir  el  Rey- 
no  en  vida  de  aquellos;  ó  que  era  mas  cierto  que 
aceptaba  empresa  para  sostener  oontína  guerra,  que 
para  haber  Reyno  pacífico.  É  ansí  se  despidieron  de 
aquellas  vistas  sin  haber  conclusión  do  aquel  casa- 
miento (2). 

CAPÍTULO  V. 

Como  el  Rey  Doa  Eariqae  tratd  casamieato  de  Oofta  Jaiía  coa  el 

infante  Don  Bnriqae. 

Despedido  el  Rey  Don  Enrique  de  aquel  oasa- 
miento  que  trataba  oon  el  R^  de  Portogal,  luego 
quiso  desposar  aquella  Dofia  Juana  que  deda  ser  so 
hija  oon  d  Infante  Don  Enrique,  hijo  dd  Infan- 
te Don  Enrique^  que  estaba  en  Aragón  en  poder 
dd  Rey  Don  Juan  de  Aragón  su  tío;  el  qud  le 


(f)  Barlqaei  del  Castillo  dice  qae  qaaado  el  Rey  Doa  Eariqae 
faé  i  Badajos,  balld  qae  estaba  apoderado  de  ella  el  Conde  da 
Feria,  qaiea  no  le  qnlso  abrir  ni  dar  entrada,  diciendo  qae  la  gaar- 
daba  para  el  Maestre  de  Saatiago,  de  donde  el  Rey  se  tld  en  pre- 
cisión de  ver  al  de  Portnfal  faera  de  la  cladad,  y  éste,  escandaíl- 
sado  de  la  snlcelon  en  qae  el  Rey  estaba,  y  temeroso  de  los  malos 
tratos  del  Maestre,  no  obstante  qne  se  le  ofrecían  en  sef  nridad 
rallas .ciadadei,ao  qaiso  aceptar  el  easamiealo.  Crda.,  Mjp.  tSS. 


246 


CBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


habí*  criado  é  soetenido  despaea  que  el  Infante  8a 
hermano  murió  de  la  herida  qne  le  dieron  en  la 
batalla  que  ovieron  con  el  Rey  Don  Juan  cerca  de 
Olmedo  ,  según  en  bu  Crónica  será  contado.  Este 
casamiento  deseaba  macho  hacer  el  Rey  Don  En- 
rique con  este  Infante,  por  dar  competidor  al  Prin- 
cipe é  á  la  Princesa  en  la  subcesion  del  Reyho. 
É  trató  secretamente  con  Don  Rodrigo  Alonso  Pi- 
mentel,  Conde  de  Benavente,  el  qual  ora  primo  deete 
Infante  Don  Enrique,  que  embiase  por  él  á  Aragón, 
para  darle  aquella  Dofia  Juana  que  decia  ser  su 
hija  por  muger,  é  otorgarle  la  subcesion  del  Rey- 
no.  El  Infante  que  estaba  á  la  obediencia  del  Rey 
de  Aragón,  oido  lo  que  le  fué  moyido  cerca  deste 
casamiento,  deliberó  de  lo  aceptar  é  yenir  luego 
para  Castilla  á  lo  concluir.  É  como  quier  que  vela 
bien  que  no  guardaba  lo  que  debia  en  se  apartar 
del  Rey  de  Aragón  su  tio  sin  su  licencia,  pero 
considerando  que  le  impediría  su  venida,  porque 
era  contra  el  Principe  su  hijo,  é  contra  la  Princesa 
sa  muger,  que  esperaban  la  subcesion  del  Reyno, 
pospuso  lo  que  debia  hacer  de  presento,  esperando 
lo  que  pensaba  haber  de  futuro;  ó  sin  lo  comuni- 
car con  el  Rey  sa  tio  se  partió  del,  é  vino  para 
Castilla,  donde  fué  bien  recebido  del  Rey  Don 
^  Enrique  (1). 

CAPÍTULO  VL 

Del  raido  qae  oyó  es  Seg o?U ,  é  de  lo  que  ilií  aeaeeid  con  el 

Mayordomo  Cabrera. 

É  para  mas  clara  información  de  los  que  leyeren 
esta  Crónica ,  es  de  saber ,  que  entre  los  criados  que 
el  Rey  Don  Enrique  tovo  fué  aquel  su  Mayonlomo, 
de  quien  habemos  hecho  mención  en  el  principio 
de  esta  Crónica,  que  se  llamó  Andrés  de  Cabrera, 
natural  de  la  cibdad  de  Cuenca ,  mozo  de  buena  dis- 
posición é  de  buen  juicio.  Este  fué  uno  de  los  pri- 
vados que  amó  el  Rey,  é  hizole  Mayordomo  de  su 
casa ,  é  dióle  las  tenencias  de  los  alocares  de  Sego- 
via  é  Madrid ,  que  eran  los  dos  lugares  que  él  mas 
continaba  en  el  Reyno ;  especialmente  á  Segovia, 
porque  tenia  cerca  de  la  cibdad  sus  bosques  para 
sus  apartamientos,  é  todas  las  otras  cosas  en  qne  so 
deleytaba.  Este  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera  ser- 
via con  afición  al  Maestre  de  Santiago  quando  se 
apartó  del  Rey,  é  se  juntó  con  el  Arzobispo  de  To- 
ledo, é  con  el  Almirante  Don  Fadrique,  é  con  los 
otros  caballeros  que  alzaron  por  Rey  en  Avila  al 


(I)  No  fselve  ya  ft  aombrar  eate  Infante,  ni  dlee  en  qué  paró  as 
casamiento.  Ulciéronto  salir  de  Arayon,  sin  licencia  del  Rey  sn  lio 
como  aqnf  ae  nota,  y  sin  dejarlo  entrar  en  Madrid  lo  detufleron  en 
r.etafe»  donde  deapues  de  mnchaa  Idas  y  tenidaa  ae  deshicieron 
los  tratos,  por  Indadmlento  del  Maestre  do  Santiago,  qne  no  gas- 
taba qne  se  hiciese  este  casamiento,  temiendo  qao  si  llegaba  i  rey- 
nar  no  lo  qniíara  las  poaeslones  qne  tenia,  qne  hablan  aldo  del 
lofante  Don  Bnrlqne  an  padre.  A  esto  ayodó  macho  la  poca  cor- 
dura y  liviandad  del  Infante,  qne  aln  tener  sns  cosas  aaegnradas, 
presumía  ya  aobrado,  dando  i  besar  la  mano  con  arrogancia  ft  los 
Grandes,  qne  le  ofrecían  la  pai  acostumbrada.  Asi  borlado  y 
descontento  hubo  de  voherse  á  su  tierra,  y  por  esu  deagracla  le 
qoedd  el  apellido  de  Don  Enrique  Fortuna.  Enriq.»  Crow,  ie  £»- 
ripu  lY,  euf.  159  f  160.  Mariana,  ¡U,  ti,  Mp,  19. 


Principe  Don  Alonso,  é  hicieron  la  división  en  el 
Reyno  qne  habemos  recontado.  B  tanta  era  la  parte 
que  el  Rey  daba  de  si  á  sus  privados,  que  este  An- 
drés de  Cabrera  pudo  tener  tales  maneras  con  él, 
para  lo  traer  qne  estoviese  á  la  gobernación  del 
Maestre  de  Santiago,  aunque  estaba  con  su  herma- 
no en  su  deservicio.  E  ansí  en  vida  del  Principe  Don 
Alonso,  Qomo  después  que  murió,  este  Andrés  de 
Cabrera  posponía  todas  lascosas  por  servir  al  Maes- 
tre ;  especialmente  en  le  tener  siempre  en  la  gracia 
del  Roy,  é  para  lo  traer  á  sn  Corte,  según  que  ha- 
bemos contado  que  pasó  en  Cadahalso ,  quando  ju- 
raron á  la  Princesa  por  subcesora  de  Castilla.  £1 
Maestre  de  Santiago  como  vido  al  Rey  tan  aficio- 
nado por  casar  á  aquella  que  deda  ser  sv  hija  con 
el  Infante  Don  Enrique ,  mostró  doUo  alg^n  pesar, 
porque  venia  por  mano  del  Conde  de  Benavente  su 
yerno ,  que  de  secreto  era  su  enemigo.  B  la  causa 
de  su  enemistad  era  porque  el  Conde  tenia  creído 
que  el  Maestre  su  suegro  le  habla  quitado  el  Maes- 
tradgo  do  Santiago  que  él  procuraba,  é  lo  habla  to- 
mado para  si.  E  como  quier  que  al  Maestre  pesaba 
que  el  Principe  é  la  Princesa  oviesen  la  subcesion 
del  Reyno,  pero  recelaba  haber  mayor  peligro  si  la 
oviese  este  Infante  Don  Enrique, por  ser  priiuo  del 
Conde  su  yerno  á quien  él  mucho  temía,  y  eso  mes- 
mo  porquo  mostraba  algunas  veces  ser  pungido  de 
su  consciencia,  si  fuese  en  consejo  de  quitarle  la 
subcesion  del  Reyno  á  la  Princesa ;  ó  por  esta  causa 
puso  grandes  inconvenientes  al  Rey,  porque  no  hi- 
ciese este  casamiento.  Especialmente  decia  que  si 
el  Infante  Don  Enrique  oviese  la  subcesion  de  Cas- 
tilla, él  tenia  poca  seguridad  de  su  persona  y  esta- 
do ;  é  para  lo  haber  pidió  al  Rey  el  alcázar  de  Ma- 
drid, que  tenia  el  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera,  y 
el  Rey  gelo  prometió.  Como  el  Mayordomo  sopo  que 
el  Maestre  procuraba  de  haber  para  si  aquella  tenen- 
cia, pesóle  de  ver  la  ingratitud  que  el  Maestre  le 
facia  en  lugar  de  las  mercedes  que  del  esperaba,  é 
dizole:  «Notorio  es,  Sefior,  que  algunos  de  los  que 
B  han  estado  cerca  del  Rey,  muchas  veces  ó  por  di» 
a  versas  maiceras  procuraron  vuestra  muerte  é  des- 
» truicion ;  é  sabéis  que  os  avisé  de  todas  las  cosas 
n  que  os  cumplían  en  todo  tiempo  que  fué  necesa- 
nrio,  poniendo  muchas  veces  á  peligro  de  muerte 
n  mi  persona  por  salvar  la  vuestra.  Agora  me  paro- 
nce  que  en  pago  de  los  trabajos  que  ove  por  conser- 
»  var  lo  que  tenéis,  procuráis  con  el  Rey  de  quitar- 
ame  lo  que  tengo.  Digna  por  cierto  é  bien  mere- 
»  dente  remuneración  de  mis  penas  é  trabajos  es  la 
oque  me  procuráis. Decidme,  Sefior,  ¿do  está  aquoL 
a  tiempo  que  la  Marquesa  vuestra  muger  me  11a- 
»  maba  padre  de  sus  hijos ,  é  vos  me  Uamávades 
a  hijo  particionero  con  vuestros  herederos  ?  B  ¿  do 
n  están  las  promesas  tan  fervientes  é  tan  complidas, 
i  que  sin  vos  las  yo  pedir  me  hecistespara  me  acre- 
n  contar  é  honrar?  ¿Mudáis  por  ventura  vuestro  pro- 
»  pósito  porque  mude  yo  el  mió,  ó  habéis  olvidado 
»  ya  mis  servicios,  porque  olvidé  yo  de  vos  servir, 
s  ó  porque  los  perdí  con  algunos  deservicios  ?  No  por 
»  cierto.  Mas  parece  bien  que  estaba  engafiado  quan- 


DON  FERNANDO 

ft  do  loB  hacia  I  pues  hacéis  agora  oomigo  cosa  no 

•  tiata  ni  oída  en  ningnn  tiempo  ni  edad.  Porque 
Atraer  en  olTÍdo  el  benoficio,  acaece  machas  yeces; 

•  tenerlo  en  la  memoria  é  disimularlo ,  visto  lo  ha- 

•  hemos ;  negar  el  beneficio  por  no  satisfacerlo,  mu- 
»  chos  lo  usan ;  pero  confesar  los  senricios ,  é  prome- 
iter  por  ellos  grandes  bienes,  y  en  lagar  dellos  dar 
i  grandes  males,  esto  por  cierto  excede  todos  limi- 

>  tes  de  ingratitud.  To ,  Seftor ,  no  pido  que  me  deis 

>  de  lo  vaestro ,  mas  pido  que  no  me  quitéis  lo  mió; 
»  no  pido  cosa  injusta  ni  impoAble  de  hacer ,  mas 

•  pido  cosa  justa  é  muy  razonable  de  otorgar.  Todo 

•  hombre  que  alguna  cosa  se  pono  á  demandar,  de- 
i  be  considerar  quien  es  el  que  se  la  demanda,  é  á 
i  quien  la  demanda,  é  que  es  lo  que  pide ,  é  por  qué, 
»y  en  qué  tiempo  lo  pide,  é  si  se  puede  ó  debe  otor- 

•  gar  lo  que  pide.  To,  Sefior,  soy  quien  vos  bien  co- 
inoceis,  ó  vos  sois  un  Sefior  que  yo  pensaba  cono- 
i  cor.  La  cosa  que  pido  es  que  no  me  hagáis  mal, 
»  pues  sois  obligado  á  ftie  hacer  bien ;  é  pídelo,  por- 
»  que  TOS  he  muy  bien  é  lealmente  servido.  T  esto 

•  que  pido ,  vos ,  Sefior ,  no  solamente  podéis ,  mas 

•  sois  obligado  á  lo  facer  en  todo  tiempo ,  é  á  todos 

•  hombres,  especialmente  á  mf,  que  tantas  voces 

•  habéis  fallado  leal ,  quantas  me  habéis  querido  ex- 

•  perimentar.  E  si  vos,  Sefior,  en  pago  de  mis  ser- 

•  vicios  dafio  tan  manifiesto  determináis  de  me  ha- 
Boer,  claramente  veo  que  Dios,  justo  galardona- 

•  dor ,  me  muestra  haber  mucho  errado,  quando  con 

•  tan  ferviente  afición  vos  servia.  B  por  cierto, 
»  quando  á  tal  servidor  tal  pago  facéis ,  pocos  ser- 
» vidores  hallaréis  que  semejautes  servicios  os  f a- 

•  gan. » 

Oidas  estas  razones  del  Mayordomo,  el  Maestre  1e 
dixo  que  era  verdad  haber  recebido  del  buenas  obras 
en  los  tiempos  pasados,  é  que  ni  por  esto  se  debía 
alterar  ni  mudar  su  propósito.  Porque  bien  sabia  él 
que  para  la  seguridad  de  Su  persona  y  estado  le  era 
necesario  de  procurar  aquella  tenencia, é  todas  quan- 
tas pudiese  haber  del  Bey.  Por  lo  qual ,  si  su  amigo 
fuese,  no  debia  haber  enojo  ni  alteración ,  antte ha- 
bía do  haber  por  bien  la  seguridad  suya,  pues  ha- 
biendo aquella  tenencia ,  recebia  él  gran  provecho, 
y  el  Mayordomo  pooo  dafio ;  é  por  ende  le  rogaba 
que  oviese  paciencia.  E  no  embargante  las  quexae 
del  Mayordomo ,  todavía  se  entregó  la  fortaleza  de 
Madrid  al  Maestre ;  é  dende  en  adelante  la  amistad 
que  habla  entre  ellos  se  convirtió  en  odio  é  aborre- 
cimiento, é  no  sin  causa,  porque  toda  amistad  ha- 
bida por  respeto  de  interese  ó  deleyte,  ha  semejante 
fin,  como  vemos  que  se  face  en  las  amistades  mun- 
danas, qne  carecen  de  aquella  virtud  verdadera  que 
face  durar  los  amigos ,  é  permanecer  en  las  obras  de 
su  amistad.  Este  Maestre,  como  es  dicho,  era  dis- 
creto é  home  de  buen  entendimiento ,  é  tenia  sufri- 
miento é  habilidad  para  la  gobernación  destas  co- 
sas mundanas ,  y  era  franco  é  gracioso  en  sus  f a- 
blas ,  é  con  el  gran  juicio  que  tenia  sabia  encubrir 
los  pungimientos  de  todos  los  otros  vicios,  salvo  la 
cobdicia ,  qne  ni  la  sabia  encobrir,  ni  la  podia  tem- 
plar ¡  porgue  pensaba  que  los  grandes  estados  aore- 


É  D09a  ISABEL.  247 

contándoles  mas  se  conservaban  mejor,  é  pues  no 
podían  permanecer  en  un  ser ,  de  necesario  era ,  si 
no  se  acrecentaban,  que  se  disminuyesen.  Después 
que  el  Maestre  fué  apoderado  del  alcázar  de  Mli- 
drid,  estorbaba  oon  dilaciones  al  Bey  Don  Enrique 
el  casamiento  del  Infante,  é  al  Oonde  de  Benaven- 
te  que  lo  trataba,  representándole  algunos  inconvi- 
nlentes  que  en  su  persona  y  estado  se  podían  seguir 
si  so  fíciese.  En  especial  decía  que  aun  con  el  alca-  • 
zar  de  Madrid  que  le  habla  dado ,  no  fallaba  segu- 
ridad de  su  persona  si  no  le  entregaba  el  alcázar  de 
Segovia,  que  tenia  el  Mayordomo  Andrés  de  Cabre- 
ra, porque  estos  dos  alcázares  eran  donde  el  Bey 
continaba ,  é  quo  sí  golo  diese ,  luego  daría  forma 
como  el  casamiento  se  fioieso.  Quando  el  Bey  vído 
que  habiéndole  entregado  el  alcázar  de  Madrid ,  de 
nuevo  demandaba  el  de  Segovia,  fué  indinado  con- 
tra él, 'pensando  las  cautelas  é  dilaciones  puestas 
por  el  Maestre.  Las  quales  no  le  osaba  declarar,  ni 
menos  negar  lo  que  le  pedia,  porque  tenia  en  su  po- 
der á  aquella  Dofta  Juana  que  se  decía  Princesa ,  y 
estaba  tan  apoderado  en  el  Beyno ,  que  no  sabia  dar 
remedio  á  sus  cautelas ;  porque  negándole  lo  que 
pedía,  recelaba  de  su  obra  mala,  é  dándogelo  pen- 
saba déla  no  hacer  buena.  Pero  todavía  le  entrega- 
ra también  el  alcázar  de  Segovia  como  hizo  el  de 
Madrid,  salvo  porque  el  Mayordomo  Andrés  de  Ca- 
brera dio  á  entender  al  Bey"  que  menos  haría  el  ca- 
samiento entregándole  la  fortaleza  de  Segovia,  que 
lo  fizo  quando  le  fué  entregada  la  de  Madrid,  é  que 
también  le  faltaría  en  lo  uno  como  le  había  faltado 
en  lo  otro.  E  de  aqui  quedó  tan  grand  odio  entre  el 
Maestre  y  el  Mayordomo,  que  el  Maestre  estando 
en  Segovia  procuró  de  alborotar  la  cibdad  contra  el 
Mayordomo,  á  fin  de  le  echar  della,  é  le  tomar  por 
fuerza  el  alcázar  é  las  puertas  de  la  cibdad  de  que 
estaba  apoderado.  E  un  Domingo  del  mes  de  Mayo 
deste  afio ,  revolvióse  por  parte  del  Maestre  un  gran 
ruido  en  la  cibdad  entre  los  vecinos  deUa :  los  unos 
que  tenían  la  parte  del  Maestre,  los  otros  del  Ma- 
yordomo ,  en  la  qual  venció  la  parte  de  los  dd  Ma- 
yordomo. B  Inego  la  mayor  ó  mas  sana  parte  del 
oomun  de  la  cibdad,  visto  el  vencimiento  que  ha- 
bían habido  los  del  Mayordomo  se  juntaron  oontra 
el  Maestre ;  el  qual  visto  el  alboroto  del  pueblo  que 
80  enderezaba  contra  él,  donde  se  aparejaba  peligro 
de  su  persona ,  acordó  dexar  la  cibdad ,  é  vino  para 
la  villa  de  Madrid.  Este  afio  fué  criado  Cardenal 
Don  Pedro  Qonzalez  de  Mendoza  (1),  Obispo  de 
Sigüenza ;  y  el  Papa  Sixto  le  embió  allí  á  Segovia 

(1)  Este  Prelido  M  oreado  Girdenai  eos  tltoio  de  SmU  Morté 
iñ  DowtinUé  por  el  Papa  Sixto  IV  en  ra  segaeda  promoeioa  hecha 
es  ▼ternes  7  de  Harxo  de  1473.  Bl  nlsno  afio  deepnes  de  miebas 
eontradleelones  el  mismo  Sixto  IV  expidió  Dnlas  i  favor  del  Car- 
denal para  el  Areobispido  de  Sevilla  Tacante  por  mnerto  de  Oon 
Alonso  de  Fonseea,  eon  retenelon  del  de  SlgSenn  qne  poseía,  j 
eon  el  mismo  mensagero  remitió  el  Capelo  qne  hasta  entonces  no 
habla  tenido.  Recibiólo  en  Segovia  eon  las  ceremonias  acostnm- 
bradas ,  y  el  Majordomo  Andrés  de  Cabrera  lo  llevó  en  proeeaion 
en  ana  vara  alta ,  hasta  la  Iglesia  Najor,  donde  celebró  misá.  En- 
riqíes,  Crán.  ds  Bmiq.  lY,  M¡p.«  150.  Salaur,  Cr&it,  iel  Qr,  CarUf 
M&1,  Hé.  I.  e^.n.  CteMM.  te SIxL  iV. 


OBÓNIOAS  DB  LOS  ÉBYEQ  DB  CASTILLA. 


248  , 

el  Cftpdo  oon  gran  solemnidad,  é  ae  intitoló  d^do 
en  adelante  Oardenal  de  Bapafia.  Bate  afio  foó  muer- 
to mala  é  orudamente  por  algunos  labradores  del 
oomun  de  Jaén ,  Don  Miguel  Lúoas  (1) ,  á  quien  el 
Bey  habia  f eobo  Oondeatabla  de  OasUUa ;  ó  fué  pro- 
Teido  del  oficio  de  Condestable  Don  Pero  Fernán- 
dea  de  Velasco,  Conde  de  Haro,  Camarero  mayor 
del  Bey. 

CAPÍTULO  vn. 

Oei  Legido  del  Papa  que  tino  A  Castilla ,  é  de  lo  qne  dio:  é  eo« 
mo  el  Prlnelpe  é  la  Princesa  Yieleron  &  Scgof la ,  6  de  lo  que 
eade  pasó. 

Bn  el  afio  siguiente  del  Sefior  de  mil  6  quatro- 
cientos  é  setenta  ó  quatro  afios ,  un  Oardenal  que  era 
Yicecanceller,  ó  babia  Tenido  en  aquel  tiempo 
por  (2)  Legado  del  Papa  á  Bspafia,  quiso  ooncor- 
dar  al  Rey  Don  Bnríque  oon  ^  Principe  ó  con  la 
Prínoesa,  porque  desta  concordia  se  seguia  la  paa 
de  Castilla.  B  porque  esto  no  se  podia  conseguir, 
salyo  detenuinándose  la  subcesion  del  Beyno  para 
aquel  que  la  debia  baber ,  habidas  muohas  infor- 
maciones, por  las  quales  sopo  que  pertenecía  á  esta 
Princesa  Dofta  Isabel,  trató  concordia  é  reconcilia- 
ción del  Maestre  de  Santiago ,  con  él  Prindpe  é  con 
la  Princesa,  porque  entendió  que  este  Maestre  la 
estorbaba ,  ó  que  cesarla  de  la  impedir  si  lo  reduxe- 
se  á  su  servicio.  B  porque  el  Maestre  fuese  seguro 
de  no  recebir  dafio  en  su  persona  y  estado,  fué  asen- 
tado por  mano  deste  Legado,  qne  el  Principe  é  la 
Princesa  fuesen  á  la  cibdad  de  Gnadalaxara,  ó  oon- 

(1)  La  eansa  de  sn  mnerte  faé  el  tomar  d  sa  cargo  la  defensa  do 
]os  Judies  conversos  eonlra  qaien  el  pueblo  se  habla  amotinado 
con  pretexto  do  religión ,  pretextando  que  Jndainban  para  poder 
impnnemente  oprimirlos  y  robarlos.  Matáronle  en  la  iglesia  major 
de  Jaén  estando  oyendo  misa ,  dia  de  San  Benito,  SI  de  Mano  de 
1473.  £1  mismo  ejemplo  signieron  en  este  afio  varias  dudados  de 
Andalnela  como  Anddjar,  Córdoba  y  otros  lugares,  todos  con  igual 
suceso ,  pues  no  se  casUgó  d  ninguno.  Por  muerte  de  Oon  Miguel 
Ldeas  dio  el  Rey  el  sello  de  GhanciUer  mayor  al  Cardenal  Don 
Pero  Gomales  de  Mendosa.  Bnriq.,  Crá».  de  Dn  Enriq,  lY,  capi- 
tulo 157.  Salasar ,  Crón.  dtíCr.  Cárd,,  Uk,  i,  cap.  36.  En  este  mis- 
mo afio  el  Arsobispo  de  Toledo  Don  Alonso  Carrillo  celebrd  Con- 
cillo Provincial  en  el  lugar  de  Aranda ,  cuyas  consUtoelones  en 
ndmero  de  veinte  y  nuevo  fueron  publicadas  en  la  Iglesia  de  San 
Juan  de  dicho  lugar  en  5  de  Diciembre ,  siendo  presentes  Don 
Jaan  Arlas,  Obispo  de  Segovla ,  Don  Diego  de  Mendosa ,  Obispo 
de  PalencU ,  y  otros  diferentes  Prelados  que  asistieron  por  si  ó 
por  sus  Procuradores.  Las  Actas  de  esta  Concillo  imprimió  el  pri- 
mero Severlno  Blnlo  en  su  Colección  de  Concilios  ,T,¡V,  p.  517, 
y  el  Cardenal  de  Agnlrre  en  el  7.  Y,  p.  311  Marlans,  qne  no  debió 
verlas,  dice  <*ne  solo  publicaron  qnalro  decretos  que  séllala ,  y 
acaso  por  serlos  mas  notables  fueron  los  dnlcos  que  llegaron d 
su  noUcla.  Mariana,  Uk.  «3,  Mp.  ülL 

(i)  Ksta  Legado  fué  Don  Rodrigo  de  BorJa,  Vicecanciller  de  la 
Corta  Romana ,  y  primer  Arzobispo  de  Valencia,  que  después  suc- 
cedló  en  la  Santa  Sede  d  Inocencio  VUl  en  1493,  y  se  llamó  Ale- 
jandro VI.  Bn  tiempo  do  su  legada  se  decretó  d  subsidio  que  el 
Papa  pedia ,  y  se  Impetró  Bula  de  sn  Santidad  para  qne  el  Prela- 
•  do  y  Cabildo  de  cada  una  de  laa  Igtedas  de  Bspafia  tuviesen  la 
presenladou  de  dos  Caoonglas  que  hubiesen  de  caer  precisamen- 
te en  un  Teólogo  la  una,  y  la  otra  en  un  Canonista.  Grada  que 
concedió  luego  Sixto  IV;  y  parte  de  sn  segunda  Dula  expedida 
eon  este  motivo  trae  Mariana  en  su  Uisloria  LaUna,  Hb.  i3,cep.  18. 
Pulgar  atrasa  un  aflo  la  venida  de  esta  Legado,  qne  no  fué  sino  en 
1473.  Bnriq.  dd  CulUlo ,  Grd».  4s  Don  Enriq.  lYf  ú§p.  117, 


fiasen  sos  personas  al  Marqués  de  Saniülana,  7  es- 
tovieaen  «n  aquella  cibdad  entretanto  que  ae  trata* 
ban  laa  ooaaa  que  habían  de  asentar.  Sabido  esto 
por  el  Arzobispo  de  Toledo,  luego  lo  oontradixo, 
porque  no  le  plaoia  que  el  Príncipe  ni  la  Prinoesa 
estoviesen  en  poder  del  líarquóa  de  Santíllana.  B 
como  quier  que  le  fueron  dadas  i  entender  talea  ra* 
sones  porque  le  debia  placer,  oonaiderando  que  por 
esta  causa  ae  pacificaba  la  subcesion  del  Beyno ,  el 
Arsobispo  no  lo  quiso  otorgar ,  ni  menos  mostrar 
razones  por  que  lo  o|ptradeda.  Bl  Principe  é  la  Prin- 
oeaa,  como  quier  que  velan  la  grand  utilidad  que 
dello  ge  les  seguia ,  pero  pof  oomplaoer  al  Arsobia* 
po  de  Toledo ,  doxaron  de  lo  concluir.  Oomo  el  Bey 
Don  Enrique  sopo  que  el  Maestre  de  Santiago  ae 
queria  conformar  con  el  Príncipe  é  oon  la  Prinoesa 
para  haoerles  baber  la  subcesion  del  Beyno,  pesóle 
mucho  dello ;  é  por  consejo  del  Mayordomo  Andrea 
de  Cabrera  ó  de  Dofia  Beatrii  de  Bovadilla,  surau- 
ger,  el  Bey  trató  de  haber  concordia  con  el  Prínd*' 
pe  é  con  la  Prinoesa  su  hermana.  A  los  quales  fué 
dado  á  entender  que  el  Bey  les  podia  dar  mejor  la 
subcesion  que  les  pertenecía  del  Beyno,  que  el  Maee* 
tre  de  Santiago,  con  el  qual  el  Mayordomo  é  su  mu- 
ger  estaban  enemistados,  después  de  aquel  ruido 
que  con  él  ovieron  en  Segovia.  Este  trato  de  recon- 
ciliación entre  el  Bey  é  la  Princesa  su  hermana,  se 
hizo  secretamente ;  y  el  Príncipe  é  la  Princeaa ,  é 
con  ellos  el  Arzobispo  de  Toledo ,  vinieron  para  la 
cibdad  de  Segovia  donde  d  Bey  estaba ;  é  posaron 
en  las  casas  del  Obispo  cerca  de  la  Iglesia  mayor« 
£  como  llegaron  á  la  cibdad,  vino  el  Bey  á  eUos  é 
hablólos  amigablemente,  mostrándoles  buena  vo- 
luntad. De  parte  del  Príncipe  é  la  Princesa  fué  dicho 
al  Bey  que  ellos  oon  sana  intención  é  yerdadero 
amor  que  tenían  al  servicio  real ,  yenian  allí  á  le 
servir  é  ser  obedientes  en  todas  cosas;  é  que  en 
aquella  reconciliación  que  le  placía  hacer,  parecía 
claro  ser  en  él  infundí  da  la  gracia  de  Dios,  del 
qual  alumbrado  yería  bien  los  engaftos  é  cautelas 
que  algunos  siguiendo  sus  propios  intereses  traían, 
dándole  á  entender  la  mentira  por  verdad,  é  la  des- 
lealtad por  lealtad.  B  con  estas  palabras  é  otros  mu- 
chos ofrecimientos  que  le  ficieron  quedaron  con  él 
en  buena  paz  é  amor.  Desta  reconciliación  pesó  al 
Maestre  de  Santiago ;  é  luego  como  lo  sopo  vino 
para  la  villa  de  Cuellar,  que  era  del  Duque  de  Al- 
burquorque,  é  fizo  sus  amistades  con  él  paralades- 
truicion  del  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera  é  de 
Dofia  Beatriz  de  Bovadilla,  su  muger.  Y  estando  en 
aquella  villa  de  Cuellar  trató  el  Maestre  oon  él  Bey 
que  prendiese  al  Príncipe  é  á  la  Princesa ,  é  al  Ar- 
zobispo de  Toledo  que  estaban  con  él  en  Segovia,  é 
al  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera,  é  que  estos  pro- 
sos  ,  luego  haría  el  casamiento  de  aquella  Dofta  Jua- 
na con  el  Infante  Don  Enrique ,  el  qual  estaba  es- 
perándole en  la  villa  de  Valladolid.  E  prometió  que 
si  la  prisión  destos  que  dicho  habemos  ficiese,  lue- 
go entregaría  aquella  Doña  Juana  á  la  Duquesa  de 
Arévalo,  prima  del  Infante  Don  Enrique  é  del  Con- 
de de  Benavente,  para  que  se  concluyese  esta  casa- 


DON  FERNANDO 

mienio.  B  ponjae  él  Conde  de  Benavente  lo  desea- 
ba, movió  al  Bey  seoretamente  á  aquella  prisioii ;  á 
la  qnal  fné  el  Bey  faraido  ligeramente ,  no  embar- 
gante la  reoonoiliaoion  que  fizo  con  ellos ;  porque  lo 
fué  dado  á  entender,  que  ellos  presos  fincaría  sin 
impedimento  la  subcesion  del  Royno  á  la  que  deoia 
ser  su  fija,  é  liabria  venganza  del  Arzobispo  de  To- 
ledo por  las  cosas  que  contra  él  habia  cometido.  B 
para  poner  en  obra  esta  prisión,  habia  de  entregar 
secretamente  en  la  cibdad  de  Segovia  cierta  gente, 
que  estaba  acordado  que  entrase.  Este  trato  fué  co- 
municado con  el  Cardenal  do  Espafia,  que  estaba 
con  el  Bey ;  é  como  lo  sopo,  dizo  al  Bey:  «Nunca 

•  plegá  á  Dios ,  Sefior ,  que  yo  sea  en  deservicio  des- 
» tos  dos.Príndpes,  que  de  vuestra  voluntad  vinio- 
>  ron  á  vuestro  poder.  E  pues  el  tiempo  que  vos  plo- 
»go  que  viniesen ,  no  oomunicastes  comigo  su  veni- 
>da,  menos  debfados  agora  comunicar  su  dafio. 
»  Pero  pues  ya  os  plogo  de  me  lo  facer  sabor,  yo  vos 
«requiero  con  Dios,  que  no  concibáis  en  vuestro 
B  ánimo  tal  f  asafia ;  porque  no  pongo  en  dubda  que 
»  hayáis  todo  el  Bcyno,  especiatinente  las  comuni- 
•nidades  contrarias,  las  quales  tienen  creido  que 
»  de  derecho  pertenece  la  subcesion  á  esta  Princesa 

•  vuestra  hermana ;  é  podría  ser  que  se  vos  siguiese 

•  dello  un  gran  deservicio,  é  aun  peligro  de  vuestra 

•  persona  real.»  Por  estas  razones  é  por  otras  mu- 
chas que  el  Cardenal  dixo  al  Bey,  impidió  aquella 
prisión  que  se  ordenaba  facer.  E  después  de  algunas 
pláticas  que  sobre  ello  se  oviexon,  de  las  quales  se- 
cretamente fué  avisada  la  Princesa,  luego  fizo  que 
el  Príncipe  su  marído  partiese  de  aquella  cibdad ,  ó 
fuese  á  la  villa  de  Turuégano,  que  es  del  Obispo  de 
Segovia ,  por  seguridad  de  su  persona ,  é  la  Prince- 
sa quedó  en  la  cibdad.  B  como  quier  que  sus  cria- 
dos ó  otros  caballeros  de  su  casa  le  requirieron  mu- 
chas veces  que  ella  ansimesmo  saliese  de  la  cibdad, 
pero  mostrando  gran  fuerza  de  ánimo,  no  lo  quiso 
facer ;  é  dio  orden  que  el  Mayordomo  que  estaba  á 
su  servicio  pusiese  tal  rocabdo  en  la  cibdad ,  que  no 
pudiera  haber  lugar  ninguna  fuerza  que  se  cometie- 
ra contra  ella.  Quando  el  Bey  vido  que  el  Cardenal 
no  quiso  ser  en  aquella  prisión,  é  que  el  trato 
que  traia  era  descubierto,  é  vido  ^nsimeemo  el 
esfuerzo  de  su  hermana  la  Princesa,  y  el  recabdo 
que  ponia  en  su  persona  y  en  la  guarda  de  la  cib- 
dad, acordó  de  partir  para  la  villa  de  Madrid,  é  la 
Princesa  quedó  en  la  cibdad  de  Segovia.  AUi  á  Ma- 
drid vino  el  Maestre  de  Santiago ,  por  cuyo  consejo 
el  Bey  tornó  á  la  indinacion  que  tenia  primero  con- 
tra la  Princesa  su  hermana  cerca  de  la  subcesion 
dolBeyno. 

CAPÍTULO  vm. 

Como  el  Rey  Dos  Enrique  fné  i  Trogllio,  é  como  marló  el 

Maestre  de  SanUago. 

El  Bey  habia  dado  en  los  dos  afios  pasados  al 
Maestre  de  Santiago  perjuro  de  heredad  la  cibdad 
de  Alcaraz ,  é  las  villas  de  Bequena  y  Escalona ;  é 
allende  de  esto  le  mandó  la  cibdad  de  TrogillOi  ó 


É  DOfiA  ISABEL.  249 

luego  gola  dio.  B  para  haber  la  posesión  della,  tovo 
manera  que  el  Bey  fuese  en  persona  á  gela  hacer 
entregar;  porque  Qracian  de  Seeé ,  que  tenia  la  for- 
taleza, no  la  queria  entregar  al  Maestre,  ni  menos 
al  Bey  que  la  habia  del  confiado ,  fasta  tanto  que 
le  dio  la  villa  de  Sant  Felices  de  los  Gallegos.  E  co- 
mo este  Qracian  entregó  la  cibdad  é  la  fortaleza  de 
Trogillo  á  un  Pedro  de  Baeza,  criado  del  Maestre, 
que  la  recibió,  luego  ese  dia  murió  el  Maestre  en  un 
lugar  de  tierra  de  Trogillo  que  sollama  Santa  Cruz, 
de  una  postema  que  le  nació  en  el  carrillo  (1).  £ 
dende  á  pooos  dias  los  de  Sant  Felices,  vasallos  de 
aquel  Gracian  de  Sesé ,  se  levantaron  contra  él  é  lo 
apedrearon.  En  esta  manera  ni  el  Maestre  gozó  del 
sefiorio  de  aquella  cibdad  que  tanto  deseó,  ni  me- 
nos Gracian  poseyó  muchos  dias  aquella  villa  que 
el  Bey  contra  su  voluntad  le  dio ;  é  fué  causa  de  la 
fea  muerte  que  ovo ,  por  la  oobdicia  que  le  movió 
de  vender  al  Bey  la  fortaleza  que  del  habia  confia- 
do. Este  afio  el  Príncipe ,  que  se  intitulaba  Bey  de 
Sicilia,  tomó  gente  de  Castilla,  é  de  Aragón,  é  de' 
Catalufia,  la  mas  que  pudo  haber,  é  fué  á  socorrer 
á  su  padre  el  Bey  de  Aragón ,  que  le  tenian  cerca- 
do los  Franceses  en  la  villa  de  Perpifian,  y  estaba 
en  extrema  necesidad  por  los  grandes  combates  que 
daban  á  la  villa.  Ansimesmo  estaba  en  tan  gran 
mengua  de  mantenimientos ,  que  si  el  Principe  no  • 
socorriera ,  el  Bey  su  padre  ó  la  villa  fuera  tomada 
por  ios  Franceses. 

CAPÍTULO  IX. 
Cono  fsé  preso  el  Varqnés  de  YUleaa* 

Muerto  el  Maestre  de  Santiago,  luego  el  Bey  vino 
de  Estremadura  para  la  villa  de  Madrid  donde  es- 
taba la  Bey  na  Doña  Juana,  é  aquella  Dofia  Juana 
que  llamaba  su  fija,  y  estaba  en  poder  del  Marqués 
de  Villena,  fijo  del  Maestre  de  Santiago,  el  qual 
quedó  apoderado  de  la  villa  de  Madrid,  é  del  alcá- 
zar ó  puertas  deUa,  como  la  tenia  el  Maeatre  su  pa- 
dre; é  luego  tomó  aquella  Dofia  Juana,  é  la  llevó  á 
la  villa  de  Escalona,  para  la  tener  allí  oon  mucha 
guarda.  El  Conde  de  Paredes,  Don  Bodrigo  Manri- 
que, Comendador  que  era  de  Segura  de  la  Orden  de 
Santiago,  sabida  la  muerte  del  Maestre,  luego  tovo 
manera  con  algunos  Treces  é  Comendadores  de  la 
Orden  de  Santiago,  que  le  eligiesen  por  Maestre  en 
el  convento  de  üclés,  é  intitulóse  Maestre  de  San- 
tiago. Otrosí  Don  Alonso  de  Cárdenas,  Comendador 
mayor  de  León,  fizo  que  le  eligiesen  por  Maestre  de 
Santiago  los  mas  comendadores  que  pudo  haber  en 
la  provincia  do  León.  De  manera  que  estos  dos 
fioierón  división  en  la  Orden  de  Santiago ;  Ó  cada 
uno  decia  que  era  Maestre,  é  que  le  pertenecía  el 
Maestradgo.  El  Conde  de  Paredes  alegaba  que  la 
eleooion  verdadera  de  loe  Maestres  so  habia  de  fa- 
cer en  üclés,  do  él  fué  elegido,  é  que  el  Prior  de 
Udés  debia  facer  según  habia  fecho  la  oon  vocación. 


(i)  Es  4  de  Otínbn  de  1474.  Salaiar,  Oís  ic  L§r;  Tm,  ¡h 

^3oe. 


250 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BBTE8  DB  CASTILLA. 


de  aquellos  Treoes  é  oomendadorM  qao  le  eligieron. 
El  Comendador  mayor  de  León  deda  que  eeg^n  las 
oonatituoiones  de  la  Orden,  el  Maestre  queeuboe- 
dieie  habia  de  aer  elegido  en  la  provinda  do  aoae- 
cieae  morir  el  Maestre  pasado,  é  no  en  otra  parte;  é 
porque  el  Maestre  Don  Juan  Pacheoo  murió  en  la 
provincia  de  León,  alegaba  que  el  Prior  de  Sant 
Mareos  debia  facer  según  habia  fecho  la  convoca- 
ción de  los  Comendadores  é  Treces  que  lo  hablan 
elegido.  El  Marqués  de  Villena,  que  se  llamaba  Don 
Diego  Lopes  Pacheco,  decia  que  el  Maestre  su  pa- 
dre habia  fecho  renunciación  del  Maostradgo  en 
manos  del  Papa ,  ó  que  esperaba  ser  proveído  del,  ó 
procuraba  de  haber  votos  de  los  Treces  ó  Comenda- 
dores de  la  Orden,  en  especial  del  Conde  do  Osorno, 
que  era  Comendador  mayor  de  Castilla,  el  qual  an- 
simesmo  de  secreto  procuraba  de  haber  para  sí  el 
Maestradgo.  E  para  haber  el  voto  del  Conde  de 
Osorno,  el  Marquós  de  Villena  le  fuá  á  ver  en  una 
aldea  que  se  llama  Vasalmadrid,  á  tres  leguas  de 
Madrid;  é  alli  vinieron  ambos  á  hablar.  Y  el  Conde 
habia  pensado  de  prender  al  Marqués  en  aquellas 
vistas,  para  lo  qual  tenia  gente  armada,  é  puesta  en 
lugar  secreto.  Y  estando  en  sus  fablas,  como  vido 
el  Conde  tiempo  aparejado  para  aquello  que  tenia 
en  el  pensamiento,  prendió  al  Marquós,  ó  llevólo  á 
una  fortaleza  queso  llama  Fuonteduefta,  que  es  en 
la  Encomienda  mayor  de  Castilla;  porque  entendia 
que  teniéndole  preso,  tenia  la  voluntad  del  Rey 
para  haber  el  Maestradgo.  E  como  el  Rey  sopo  la 
prisión  del  Marqués,  pesóle  mucho,  porque  le  quería 
por  estonces  mas  que  á  ninguno  de  sus  privados.  E 
como  quier  que  era  apasionado  de  los  rifiones  ó  de 
la  hijada,  é  á  la  hora  aquella  enfermedad  se  le  había 
agraviado,  pero  la  afición  que  á  las  voces  ciega  los 
caminos  de  la  razón,  le  hizo  posponer  la  salud  do  su 
persona  por  el  cumplimiento  de  su  apetito.  E  contra 
el  voto  é  requerimiento  de  los  físicos,  fué  luego  al 
Villarejo,  que  es  cerca  de  Fuenteduefia ,  é  fueron  con 
él  el  Cardenal  de  Espalla  y  el  Condestable,  Conde  do 
Haro,  y  el  Marqués  de  Santillana,  y  el  Conde  de  Be- 
navente,  y  el  Conde  de  Corufia,  é  otros  caballeros; 
é  vino  allí  ansimesmo  el  Arzobispo  de  Toledo,  y  el 
Obispo  de  Burgos.  E  ansí  el  Rey  como  todos  estos 
perlados  é  caballeros,  venían  ahorrados ,  é  con  poca 
gente,  con  propósito  de  facer  delibrar  al  Marqués  de 
Villena.  El  Cardonal  y  el  Condestable  entraron  en  la 
fortaleza  de  Fuenteduefia,  é  fabiaron  con  el  Conde 
de  Osorno,  por  ver  si  le  podrían  traer  que  soltaso  al 
Marqués  con  algunos  partidos.  El  qual  demandó  al 
Bey  que  le  diese  el  Maestradgo  de  Suitiago,  é  deman- 
daba al  Marqués  los  maravedís  é  vasallos  é  rentas  que 
su  padre  el  Maestre  lo  habia  prometido  quando  le 
dio  su  voto  para  haber  el  Maestradgo ;  porque  decia 
no  haber  cumplido  con  él  lo  que  estonces  le  habia  de 
dar.  En  este  trato  estovo  el  Rey,  ó  aquellos  perlados 
é  caballeros  por  espacio  de  veinte  días,  á  fin  de  librar 
al  Marqués  de  Villena;  é  fué  libre  por  cierta  compo- 
sicion  que  se  fizo  con  el  Conde  de  Osorno  (1). 

(1)  Dos  Rodrifo  Manriquo  Conde  de  Paredes,  qne  dlUmanente 
^sedd  Maettre  de  SanUtf o,  otorgó  por  eseriisrt  pdblice  eos  piel- 


CAPÍTULO  X. 

De  lu  coiaf  qie  pasaroa  ss  aqsel  lagar  de  Piestedsefaa. 

Bl  Cardenal  de  Espal&a  era  por  el  Príncipe  é  por 
la- Princesa  tenido  en  gran  veneración  por  respeto 
de  su  dignidad ,  é  porque  era  de  buen  ingenio  é  hom- 
bro generoso,  con  quien  todos  los  mayores  del  Rey- 
no  tenían  deudo  de  sangre.  B  ansí  por  esto  como 
porque  eran  dertos  de  la  fidelidad  de  su  persona, 
comunicaban  con  él  sus  cosas,  en  especial  aquellas 
qne  conoernian  á  la  subcesion  del  Reyno  que  espe- 
raban. Y  en  aquellos  días  el  Cardenal  quiso  saber  la 
final  intención  del  Bey  cerca  de  la  subcesion  del 
Boyno,  pues  por  la  muerte  del  Maestro  oesaban  los 
estorbos  que  ponía  para  que  no  la  ovieie  la  Prinoe- 
sa.  E  presentes  algunos  de  su  Consejo,  el  Bey  lo 
dixo  que  le  placía  declarar  la  subcesion  del  Reyno 
para  su  hermana,  é  que  se  debían  facer  Cortes  ge- 
nerales en  la  dbdad  de  Segovia,  é  presentes  los  tres 
estados  del  Reyno,  baria  aquella  declaración,  é  ce- 
sarían las  dubdas  que  oeroa  desto  se  habían.  El  Ar- 
zobispo de  Toledo,  pungido  por  el  honor  que  al  Car- 
denal se  fada,  ovo  tan  grand  alteradon,  y  engen- 
dróse en  su  ánimo  tal  escándalo,  que  le  fizo  mudar 
el  propósito,  é  tomar  pensamientos  nuevos  en  deser- 
vido  del  Príndpe  éde  la  Princesa.  Allí  mesmo  pen- 
só facer  pardalidad  nueva  en  el  Reyno  con  el  Mar- 
qués de  Villena,  ó  con  el  Maestre  de  Calatrava,  ó 
con  el  Conde  de  Uruefia  su  hermano,  ó  con  otros  al- 
gunos sus  parientes,  contra  el  Príncipe  é  contra  la 
Princesa,  tomando  de  su  parte  al  Rey.  Con  el  qual 
en  aquellas  vistas  secretamente  |fató  que  diese  la 
subcesion  del  Reyno  á  aquella  que  deda  ser  su  fija, 
é  que  no  declarase  pertenecer  á  la  Princesa  su  her- 
mana. B  porque  el  Cardenal  sintió  los  estorbos  que 
de  secreto  ponía  en  esto  el  Arzobispo,  pensó  de  lo 
aplacar  con  razonas ;  é  presentes  algunps  caballeros 
é  otros  sus  criados,  le  díxo,  que  por  las  dubdas  que 
el  Roy  habia  puesto  oeroa  de  la  subcesion  destos 
Reynos,  se  habían  en  dios  seguido  las  guerras  ó 
males  que  á  todos  era  notorio,  los  quales  oresdando 
tal  manera,  que  el  oficio  de  la  recta  razón  ya  gene- 
ralmente se  iba  pervertíendo.  E  agora,  según  lo  qne 
el  Hej  algunas  veces  había  f ablado,  espedalmento 
después  que  allí  estaba,  ansí  bien  habia  dicho  á  los 
de  su  Consejo,  parecia  que  ya  finalmente  se  deter- 
minaba en  declarar  por  suboesora  destos  Reynos  á 
la  Princesa  Dofia  Isabel  su  hermana,  Reyna  de  Si- 
cilia. De  lo  qual  daba  gracias  á  Dios,  porque  está  su 
declaración  haría  cesar  la  división  que  estaba  en  el 
Reyno,  é  todos  unánimes  seguirían  un  camino,  como 
fasta  aquí  habían  seguido  diversos.  E  por  tanto  en 
presencia  de  aquellos  caballeros  le  rogsba,  é  con 
Dios  nuestro  Redemptor  le  requerís,  que  pospuestas 

lo  omeugo  y  Jiramenio  beebo  aaa,  doa,  y  trea  feeea  d  la  ounia 
deCaatllU,  que  al  era  elegido  Maestro,  no  Impedirla,  éetei  poi 
80  parte  ayndaria  eo  quanto  pudiera  la  libertad  del  Marqada  de 
Villena.  Trae  entera  dlelia eserilnra  Salaiar  de  Castro,  Pruébate^ 
/•  CoM  4eLéra,  Tom.  lY,  p,  S97. 


DON  FSBNANDO 

todM  opiniones  gne  padieMn  impedir  la  pai,  se  dia- 
pneiese  á  la  procurar,  puea  miragloflamente  se  lea 
ofrecía;  déla  qaal  si  no  aabian  naar  segan  debían, 
parecería  daro  que  de  tanto  beneficio  aun  no  dinos 
do  los  males  que  las  guerrea  traen  eran  bien  mere- 
oedoree.  E  porque  la  execuoion  deato  no  ae  ímpidíe- 
ae,  como  quier  que  por  reapeto  de  an  .dignidad  le 
competía  la  precedencia ;  pero  por  el  gran  deaeo 
que  tenia  á  la  oonduaion  deata  concordia,  le  placía 
que  el  Arsobiapo  fueae  el  principal,  é  que  aería  ale- 
gre de  todaa  laa  ooaaa  que  en  eata  materia  ordenaae. 
E  puea  al  Rey  placía  que  en  Segovia  ae  flcíeaen 
Oortea  generales,  su  parecer  era  que  debían  ser  lla- 
mados los  Qrandes  del  Reyno,  ó  los  procuradores 
de  las  oíbdades  é  villas ;  porque  en  presencia  de  to- 
dos se  fioíese  aquella  declaración  y  el  asiento  que 
oumplia  al  servicio  de  Dios  é  pacificación  destos 
Beynos.  La  qual  díxo  que  pertenecía  procurar  á 
olios  mas  que  á  otros ,  ansí  por  la  quietud  de  sus 
personas,  como  por  lo  que  debían  á  su  propría  tier- 
ra ,  é  porque  tenían  oficios  de  sacerdotes,  que  los 
obligaba  á  lo  facer,  6  siquiera  por  peraonaa  moví- 
dea  á  compasión  de  tantas  deetruicionea  como  veian 
cada  día  crecer;  laa  qualea  ai  no  movieaen  ana  áni- 
moa  á  compaaion,  conocía  bien  quanta  culpa  á  elloa 
maa  que  á  otroa  ae  debía  imputar,  por  el  hábito  que 
tenían,  el  qual  eatrechamente  lea  obligaba  á  elli).  El 
Arzobiapo,  oídaa  aquellaa  razonea  del  Oardenal,  rea- 
pondió ,  que  él  aíempre  habia  tenido  á  la  Princesa 
por  legítima  aubceaora  deatoa  Reynos  deapuea  de  la 
muerte  del  Bey  Don  Alonao  au  hermano,  é  que  le 
placía  mucho  que  ae  ficieaen  aquellaa  Ck>rtea  en  8e- 
govía,  aegun  se  habia  dicho,  é  que  él  seria  en  ellas 
para  que  la  Princ^  fuese  jurada  por  legítima  sub- 
oesora  de  Oastilla ;  é  que  nunca  había  seydo  ni  sería 
en  lo  contrario.  E  ansí  so  despidieron  de  aquella  fe- 
ble, con  propósito  de  juntar  luego  las  Cortes  en  Se- 
gó vía  para  facer  este  juramento ;  como  quiera  que, 
sogun  habernos  dicho,  el  Arzobispo  traía  otras  fe- 
bles secretas  con  el  Bey  Don  Enrique,  para  dar  la 
subceeton  á  aquella  Dofia  Juana  que  decía  ser  su 
fija,  é  no  á  la  Princesa. 

CAPITULO  XL 
Qo6  eoiiUene  la  moerte  4d  Rey  Doa  Eariqíe. 

Después  do  muchos  tratos  que  so  ovioron  on  aque- 
llas viétas  con  el  Conde  de  Osorno  sobro  la  delíbra- 
cion  del  Marqués  do  Villona,  el  Conde,  según  dizi- 
mos,  deliberó  do  le  soltar  de  la  prisión  en  que  lo 
tenia,  por  algunas  cosas  que  le  dieron  en  emienda 
de  lo  que  el  Maestre  de  Santiago  su  padre  decía 
serle  obligado.  E  luego  el  Boy  vino  para  la  villa  de 
Madrid,  é  donde  á  quince  dias  gele  agravió  la  dolen- 
cia que  tenía;  6  murió  alli  en  el  Alcázar  (1),  á  once 


(1)  El  Rey  Don  Eiiriqve  mn\6  f  n  la  noche  del  óoce  al  doee  de 
Deeienbre  de  14V4.  Balo  he  podido  dedacir  de  la  direreneia  de 
fechas  q«e  se  aalsnan,  diciendo  anos  qne  el  día  once  y  otroa  que 
el  doce.  Bn  ricer  debiera  decirse  qne  el  doce,  porque  ea  ñas  fe- 
riabnil  hahiesdo  Iraado  la  eédila  qte  dies  el  GroelaU  á  las  onee. 


É  DOSA  ISABEL.  251 

días  de  Deciembre  desto  afto  de  mil  6  qoatrocientos 
é  setenta  é  quatro  aftos.  Murió  de  edad  de  cinquenta 
afios ;  era  home  do  buena  complexión ,  é  no  bebía 
vino;  pero  era  doliente  de  la  hijada  é  de  piedra,  y 
esta  dolenda  le  fatigaba  mucho  á  menudo.  No  se 
pone  aquí  la  dispusicion  de  su  persona,  ni  su  con- 
dición, porque  en  su  Crónica,  é  ansimesmo  en  un 
tratado  que  hecimos  de  los  Claros  Varónos  de  Cas- 
tilla que  ovo  en  su  tiempo,  está  largamente  reoon- 
tado.  Fueron  presentes  á  su  muerte  el  Cardenal  de 
Espafta  y  el  Conde  de  Benavente,  y  el  Marqués  .de 
Villena,  é  otros  algunos  de  su  Consejo  é  oficiales  de 
su  casa.  No  hallamos  que  en  su  vida  fidese  testa- 
mento, créese  que  lo  dezó  de  facer,  porque  no  pensó 
morir  tan  presto.  Lo  que  hallamos  que  fizo  al  tiem- 
po de  su  muerte,  eecríto  de  la  mano  de  un  Secreta- 
rio que  oe  llamaba  Juan  de  Oviedo,  de  quien  él  con- 
fiaba, es  lo  siguiente :  cEn  Madrid  á  once  días  del 
»  mes  de  Deciembre,  afto  del  Señor  de  mil  é  quatro- 
1  cientos  é  setenta  é  quatro  afios,  á  las  once  horas 
»de  la  noche,  el  Bey  nuestro  Seftor  dezó  por  sus  al- 
»  baceas  de  su  ánima  al  Cardenal  de  Espafia,  é  al 
»  Marqués  de  Villena ;  é  mandó  que  de  la  Princesa 
»  su  fija  se  ficíese  lo  que  el  Cardonal  y  el  Marqués 
1  de  SantíUana  su  hermano,  y  el  Duque  de  Arévalo, 
ly  el  Condestable,  y  el  Conde  de  Benavente,  y 
9  el  Marqués  de  Villena  acordasen  qne  se  debía 
1  facer.» 

Muerto  el  Bey  Don  Enrique,  el  Cardenal  estovo 
en  Madrid  todos  los  nueve  dias  de  lasobseqmas,  las 


qve  muriera  después  de  media  noche;  pero  eato  Inperla  poco.  B 
Bnitaflo  de  su  sepultura  hecho  por  el  Cardenal  de  Mendosa  ncrc 
ce  aer  traaladado  aquf  por  au  purexa  y  naturalidad,  poco  comunes 
en  aquelloa  Uempos. 

Al  lur  ALTO  T  iscLAUcaao  Silon  Don  Ennioon,  m  Caj> 

TILLA   T   ra  LnON  RlT   QUAUTO,  PODBROSISIMO,  PttinciYn 

clihbutisiho,  SiSoa  turo  ruoosisino.  Peono  on  MnnHisA 
GARanuL  nn  la  Sakta  Ulusia  du  Roía  cono  a  QUina 
TARTO  Bcnu  ooRaaend  itiH  tohvlo.  Lloraror  as  aqsbrgia 
T  noinra  la  imiAninAd,  clmircia  t  ■AcmncniciA.  Pasó 

DI  RSTA  TIDA  A  XI  MAS  DI  DlClUnRI  DBl  ASO  DILSiIOR 

H  ■.ceccLxxi?. 

Gallndes  en  el  sumarlo  de  este  afio  asegura  que  aunque  el  Cro- 
nista dice  que  el  Rey  no  hizo  teatamento,  ea  cierto  que  lo  hlso,  y 
que  Juré  que  la  Princeaa  Dofia  Juana  era  au  hija,  declarándola  por 
tal  y  por  lef  itima  heredera  de  ana  Reynoa.  El  qual  leatamento  un 
Cura  de  Madrid  amigo  del  escrihano  qne  lo  habia  hecho,  ocuiló  y 
dicen  lo  enterró  Junto  con  otras  escrituras  dentro  de  un  cofre  cer- 
ca de  Almeyda  de  Portugal,  donde  permanecld  oculto,  hasta  que 
un  amigo  del  Cura  A  quien  éste  lo  habla  deacuhierto,  llamado 
Fernán  Gomes  de  llerrera,  re? eló  el  aecrelo  A  la  Reyna ,  y  ésta  lo 
mandó  sacar  de  donde  estaba,  pero  habiéndolo  llegado  A  tener  en 
an  poder  pocoa  dias  Antes  de  sn  muerte  no  pudo  verlo.  Dicen,  qne 
después  lo  ta?o  el  Rey  Don  Femando  y  lo  mandó  quemar,  y  otroa 
que  quedó  en  poder  de  un  llcendado  Zapata  del  Consejo  del  Rey, 
por  cuyo  medio  habla  llegado  á  su  noticia.  Al  dicho  Fernán  Go- 
mes biso  deapuea  el  Rey  varias  mercedes,  y  entre  ellas  de  una 
Alcaydla  de  la  Corto.  No  he  leido  esto  en  otro  ningún  autor  de 
aquellos  tiempos,  bien  qne  es  nottda  muy  reserrada,  pero  algo 
debió  traalucirae,  pues  el  Gura  de  loa  Palacios,  autor  eontampora- 
neo»  afirma  que  los  Grandea  que  después  fomentaron  tas  dlTlaiones 
ae  fundaban  en  una  cIAuíídIi  del  teatamento  del  Rey  Don  Enrique, 
en  que  nombraba  por  heredera  A  la  dicha  Dofia  Inana.  Esta  Cédu- 
la que  aquí  trae  Pulgar  pudo  aer  fingida  por  los  apasionados  al 
otro  partido.  Gallad.,  di»  WL  Bernald.,  Crd».  é$  hi  Reffn  Cata* 
AMf,  cnp.  10.  ^lai.,  Cria.  é$i  Gr.  Cari.,  Sé.  i,  Mjp.  40. 


252  0RÓNI0A8  DE  LOS 

qiulea  fiao  flolemnemente  en  el  moneaterio  del  Paao, 
qoe  ee  oeroa  de  Madrid,  do  fué  luego  sepultado,  y  el 
día  dQ  laa  honras  oantó  mis*.  £  fecho  todo  lo  qae 
oonTenia  facer  paralas  obsequias,  tomó  los oftoiales 
del  Bey  que  se  juntaron  con  él ,  é  fué  para  Segovia 
do  estaba  la  Princesa  que  se  llamaba  Beyna,  Des- 
pués de  algunos  días  el  Cardenal  fizo  llevar  el  cuer- 


BBTES  DE  OACmLLA.  ^ 

po  deste  Bey  Don  Enrique  al  monest^rio  de  Quada* 
lupe,  donde  él  se  numdó  enterrar;  é  fiao  á  sus  ex- 
pensas un  bulto  é  una  sepultura  muy  sumptuosa, 
cerca  de  la  sepultura  do  estaba  el  cuerpo  de  la  Bey- 
na  Dofia  Maria,  su  madre;  é  fundó  alli  dos  Oapella- 
nias  perpetuas,  é  dotólas  á  sus  expensas  proprias 
por  el  ánima  deste  Bey, 


Ilt.  Jl 


COMIENZA  U  SEGUNDA  PARTE 

DE  LA  OEÓNICA 

DE  LOS  MUY  ALTOS  Y  ESCLARECIDOS 

DON  FERNANDO  É  DOÑA  ISABEL, 

RBT  É  REINA  DE  OASTILLA  É  DE  LEÓN  É  DE  SICILIA , 

PRÍNCIPES  DE  ARAGÓN. 


CAPÍTULO  PRIMERO. 

* 

Cobo  It  Piinoesa  Dolí  Isabel  %ñ  intltald  Reyoa  detpnes  de  la 
mverte  del  Rey  Don  Bariqíe. 

Ck>mo  la  Princesa  que  estaba  en  la  cibdad  de  Se- 
govia  sopo  la  muerte  del  Bey  Don  Enrique  su  her- 
mano, luego  se  intituló  Reyna  do  Oastilla  é  de  León, 
é  fizo  las  obsequias  muy  solennes  por  el  ánima  del 
Roy«  Otros!  allí  on  Segovia  se  fizo  por  los  de  la  cib- 
dad un  cadahalso,  do  vinieron  todos  los  Caballeros 
é  Regidores  6  la  Clerecía  de  la  cibdad,  é  alzaron  en 
él  los  pendones  Reales,  diciendo:  CcatiUa^  Castilla 
por  él  Bey  Dan  Femando  6  por  la  Reyna  Doña  Isa- 
bel^ 8U  muger^proprietaria  destos  Reynos;  é  besáronle 
todos  las  manos,  conosciéndola  por  Reyna  é  Sefiora 
dellos,  é  fioieron  la  solennidad  é  juramento  de  fide- 
lidad, que  por  las  leyes  destos  Reynos  es  instituido 
que  se  debe  facer  en  tal  caso  á  sus  verdaderos  Re- 
yes. El  Cardenal  y  el  Conde  de  Bonavente  que  vi- 
nieron luego  alli,  fioieron  en  público  este  mismo 
juramento ;  é  luego  en  todas  las  mas  cibdades  é  vi- 
llas del  Reyno  alzaron  los  pendones  reales  diciendo 
esto  mesmo.  Otrosí  vino  el  Arzobispo  de  Toledo,  é 
públicamente  en  una  sala  del  palacio  do  estaba  la 
Reyna,  le  besó  la  mano,  é  la  recibió  por  Reyna  é 
Sefiora,  é  fizo  en  un  libro  misal  ante  todos  este  jura- 
mento. Vinieron  ansimesmo  Don  Diego  Hurtado  de 
Mendoza,  Marqués  de  Santillana,  hermano  del  Car- 
denal, é  Don  Qarci  Álvarez  de  Toledo,  Duque  de 
Alva,  é  Don  Alonso  Enríquez,  Almirante  mayor  de 
la  mar,  tío  del  Rey,  y  el  Condestable  Don  Pero  Fer- 
nando de  Velasoo,  Conde  de  Haro,  é  Don  Beltran 
de  la  Cueva,  Duque  de  Albnrquerque ,  é  Don  Pero 
Manrique,  Conde  de  Trevifio,  é  todos  los  mas  de  los 
Grandes  é  Condes  é  Caballeros  del  Reyno,  los  quales 
fioieron  este  mesmo  juramento ;  é  los  que  no  vinie- 
ron, embiaron  sus  Procuradores  con  sus  poderes  que 
lo  fioiesen  en  su  nombre.  El  Rey  que  estaba  en  Ara- 


gon,  sabida  la  muerte  del  Rey  Don  Enrique,  vino 
luego  para  Segovia,  do  estaba  la  Reyna,  su  muger. 
E  luego  loe  Grandes  é  Perlados  ó  Caballeros  que 
habemos  dicho  le  besaron  las  manos ,  é  le  fioieron 
el  mismo  juramento  que  habían  fecho  á  la  Reyna, 
é  le  recibieron  por  su  Rey  é  sefior,  como  á  marido 
de  la  Reyna,  su  muger,  legítima  subcesora  é  pro- 
príetaría  destos  Reynos.  Don  Alvaro  de  Estúftiga, 
Duque  de  Arévalo,  ni  Don  Diego  López  Pacheco, 
Marqués  de  Villena,  que  tenia  en  su  poder  á  Dofia 
Juana  que  se  llamaba  Princesa  de  Castilla,  ni  el 
Maestre  de  Calatrava,  ni  el  Conde  do  Uruefia,  sus 
primos,  no  vinieron,  ni  embiaron  sus  Procuradores 
á  facer  el  juramento  que  todos  los  otros  del  Reyno 
habían  fecho,  porque  cada  uno  destos  demandaba 
al  Rey  é  á  la  Reyna  que  les  ficiesen  nuevos  partidos. 
El  Duque  de  Arévalo  demandaba  confirmación  de 
Arévalo,  é  otras  mercedes.  El  Marqués  de  Villena 
demandaba  el  Maestradgo  de  Santiago,  é  confirma- 
ción de  todas  las  cibdades  é  villas  é  lugares,  é  ren- 
tas do  la  corona  real  que  tenia  su  padre,  conviene 
á  saber:  Alearas,  Trugillo,  Requona,  Escalona,  é  la 
tenencia  de  los  alcázares  de  Madrid,  é  mas  de  dos 
cuentos  de  juro  de  heredad,  y  el  Marquesado  de  Vi- 
llena,  el  qual  pertenecía  do  derecho  al  Rey  do  Ara- 
gón, padre  del  Rey.  Otrosí  demandaba  confirmación 
de  todas  las  otras  villas  é  lugares  é  tierras  que  tenia 
el  Maestre  su  padre.  Demandaba  ansiraemno  confir- 
mación de  lo  que  tenia  Don  Pedro  Puertocarroro  é 
Don  Alonso  Tellez  Girón,  sus  hermanos,  é  de  los 
maravedís  de  juro  de  heredad  que  tenían  ellos  é  los 
^  suyos,  lo  qual  era  otra  gran  suma.  E  cada  uno  de 
los  otros  querian  confirmación  de  lo  que  tenían,  é 
demandaban  otras  mercedes  de  nuevo.  El  Rey  é  la 
Reyna  confirmaron  al  Cardenal  de  Espafia  el  oficio 
de  su  Chanciller  mayor  del  sello  de  la  poridad,  de 
que  el  Rey  Don  Enrique  le  había  fecho  merced,  é  á 
Don  Juan  Manrique,  Conde  de  Castafieda,  el  oficio 


264 

de  Ohtncfller  mayor  del  sello  de  plomo;  é  al  Oonde 
do  Haro  el  oficio  de  OondeeUble  de  Outilla,  é  Cama- 
rero mayor  del  Bey;  él  qual  ofido  de  Oamarero 
mayor  habia  dentó  é  quarenta  aftoe  que  él  é  sob  an- 
tecesoree  hablan  tenido  de  loe  Reyee  de  Oaatilla. 
Oonfinnaron  annmeemo  al  Almirante  en  ofido  de 
Almirante  mayor  de  la  mar,  é  de  todos  los  oficios  de 
Bepostero  mayor,  é  Aposentador  mayor.  Y  en  los 
ofidos  de  addantamientos  é  merindades  del  Beyno 
no  fideron  mudanza  de  como  estaban.  El  oficio  de 
Justtda  mayor  dd  Reyno  que  tenia  el  Duque  de 
Arfiyalo,  y  el  oficio  de  Mayordomo  mayor  que  tenia 
d  Marqués  de  ViHena,ó  los  ofidos  de  los  caballeros 
sos  hermanos  ó  parientes  que  no  yinieron  á  les  dar 
la  obedienda  tovieron  suspensos,  que  no  dispude- 
ron  dellos  por  estonces.  ProToyeron  ansimesmo  de 
un  ofido  de  Contador  mayor  á  Gonzalo  Chacón,  que 
habia  servido  muy  bien  á  la  Reyna  en  todos  los 
tiempos  pasados.  E  del  otro  oficio  de  Contador  ma- 
yor proveyeron  á  Qutierre  de  Cárdenas  su  Maestro- 
sala,  d  que  habernos  dicho  que  trabajó  en  la  conclu- 
sión de  su  casamiento,  y  en  las  otras  sus  necesida- 
des les  habia  lealmente  servido,  y  era  home  de  gran 
suficiencia.  E  del  tercer  oficio  de  Contador  mayor 
proveyeron  á  Rodrigo  de  UUoa,  que  lo  habia  tenido 
por  el  Rey  Don  Enrique.  E  luego  que  comenzaron  á 
reynar  fideron  jusUda  de  algunos  homes  crimino- 
sos ó  ladrones  que  en  el  tiempo  del  Rey  Don  Enri- 
que hablan  cometido  muchos  deliotos  ó  maleficios; 
é  oon  esta  justicia  que  fideron  ^  los  homes  dbdada- 
nos  é  labradores  é  toda  la  gente  común  deseosos  de 
paz  estaban  alegres,  ó  daban  gracias  á  Dios,  porque 
velan  tiempo  en  que  le  piada  haber  piedad  destos 
Reynos,  con  la  justida  que  el  Rey  é  la  Reyna  co- 
menzaban á  osecutar;  porque  cada  uno  pensaba 
dende  en  adelante  poseer  lo  suyo  sin  recelo  que  otro 
forzosamonte  gelo  tomase.  E  allende  de  la  afición 
que  los  pueblos  tenían  al  Rey  ó  á  la  Reyna,  con  es- 
ta justicia  que  administraban  ganaron  los  corazo- 
nes de  todos  de  tal  manera  que  los  buenos  les  ha- 
blan amor,  é  los  malos  temor;  los  hombres  bollido- 
sos  y  escandalosos  que  hablan  cometido  crimines 
en  los  tiempos  pasados,  vivian  en  gran  miedo,  y  es- 
taban alterados  é  muy  prestos  á  bellidos  é  guerras 
por  escapar  de  la  justicia  que  se  esecutaba.  E  por- 
que estos  eran  en  tanto  número  que  se  recelaba  ve- 
nir algún  dafio  en  el  Reyno  si  se  juntasen  con  el 
Marqués  de  Villena  que  tenia  en  su  poder  aquella 
Dofia  Juana,  é  con  algunos  otros  tiranos  que  esta- 
ban apoderados  de  fortalezas,  do  facian  robos  é 
dafios  en  los  pueblos,  ovieron  acuerdo  de  templar 
por  estonces  aquella  justicia,  é  perdonar  todos  los 
males  que  generalmente  hablan  cometido  hasta  d 
dia  que  reynaron.  E  ansi  amansé  por  estonces  la 
alteradon  que  se  recelaba  por  causa  de  la  multitud 
de  aqudlos  malos.  Otros!  embiaron  luego  un  su  Se- 
cretario (1)  al  Rey  Don  Luis  de  Francia,  á  le  noti- 


(t)  Domer  nott  que  ea  aa  ejeapiar  ■laoterito  de  eiU  Créal- 
€M,  qie  fié  de  Geróulmo  Zariu ,  y  en  in  ütmpo  se  eonsenraba  en 
el  Arehivo  dol  Reyno  do  Aragón,  se  halla  la  nota  siguiente  OKrita 


CRÓNICAS  DE  LOS  RETES  DE  CAffTtLLA. 


ficar  como  el  Rey  Don  Enrique  su  hermano  era  pa- 
sado desta  presente  vida.  Porque  era  costumbre 
quando  algún  Rey  destos  Reynos  de  Francia  ó  de 
Castilla  fallecia,  el  que  suboediese  por  Rey  en  d 
Reyno  lo  embiase  á  notificar  al  otro ;  é  como  le  era 
notificado,  embiaba  su  embaxada  á  refirmar  las  pa- 
ces antiguas  que  son  entre  estos  Reyes  é  sus  Rey- 
nos.  E  allende  desta  notíficadon  que  fué  fecha  al 
Rey  de  Frauda,  le  fué  dicho  por  aquel  Secretorio 
de  parte  del  Rey  é  de  la  Reyna,  que  bien  sabia  en 
como  el  Rey  Don  Juan  de  Aragón,  su  padre,  le  ha- 
bia dado  el  Condado  de  Ruisellon,  que  es  en  el  Prin- 
cipado de  Catalnfta,  en  prendas  de  cierta  suma  do 
coronas  que  habia  ganado  de  sueldo  la  gente  que 
embió  contra  los  Catalanes ;  el  qual  empefiamiento 
fizo  oon  dertas  condiciones,  que  el  Rey  de  Francia 
no  habia  complido,  por  lo  qual  el  Condado  era  libre 
del  empefiamiento  en  que  estaba,  é  debia  ser  resti- 
tuido al  Rey  su  padre ;  por  ende  que  le  rogaba  é  re- 
quería que  gelo  mandase  restituir.  El  Rey  de  Fran- 
cia oída  esta  embaxada,  mostró  algún  sentimiento 
de  la  muerte  del  Rey  Don  Enrique ;  pero  respondió 
á  aquel  Secretario,  que  era  muy  alegre  de  la  subce- 
mon  del  Rey  é  de  la  Royna  en  los  Reynos  de  Casti- 
lla, é  que  le  placia  de  refirmar  con  dios  las  antiguas 
paces  que  fueron  entre  los  Reyes  sus  progenitores 
é  sus  Reynos.  E  quanto  tocaba  á  la  materia  de  Rui- 
sdlon,  respondió  que  por  él  ni  por  parte  suya  no  se 
fizo  mudamiento  de  lo  asentado  con  d  Rey  de  Ara- 
gón, antes  le  habia  ayudado  en  sus  neceddádes 
contra  sus  rebeldes  los  de  Barcelona  é  los  Catalanes; 
por  lo  qual  mereda  bien  la  suma  de  coronas  que 
montaba  el  sueldo  que  su  gente  habia  ganado  todo 
el  tiempo  que  en  aquella  guerra  estovo  ocupada.  E 
para  mostrar  las  rozones  que  tenia  poro  tener  oquel 
Condodo,  embió  un  Dolor  de  su  Consejo  que  vino 
con  aquel  Secretario  al  Rey  é  á  la  Reyna  á  platicar 
esta  materia,  é  darles  á  entender  que  d  empefia- 
miento debia  durar  fasta  que  él  fuese  contento  de 
lo  que  habia  gastado  en  aquel  suddo.  Este  Dotor 
vino  al  Rey,  que  por  estonces  estaba  en  la  villa  de 
Valladolid,  é  platicóse  esta  moterio  en  su  Consejo. 
Sobre  lo  qual  plática,  el  Rey  é  lo  Reyna  tomaron  á 
embior  segunda  vez  ol  Rey  de  Froncio  oquel  su  Se- 
cretorio que  primero  hobion  embiodo ;  é  asentó  con 
él  que  poro  foblor  en  esto  moterio  embiorio  un 
Obispo  é  dos  caballeros  á  Boyono,  é  que  el  Rey  é  lo 
Reyno  embiosen  sus  Procuradores  á  Fuenterrobío 
y  estos  toviesen  poder  poro  osentor  é  determinor 
todos  los  diferencios  que  habió  sobre  lo  moterio  de 
oquel  empefiomiento  de  Ruisellon,  é  ansimesmo  re- 
firmosen  las  poces  que  se  hobion  de  confirmar  entre 
estos  dos  Reyes  é  sus  Reynos. 

Agoró  dexo  lo  historio  de  relotor  mos  esto  mote- 
rio que  toco  ol  Rey  de  Frondo,  é  recuento  los  cosos 
que  posoron  en  Segovio. 


de  nano  del  oitsmo  Zorita :  EsU  SeereUrh  fké  BenmUb  iel  Pul' 
$Mr,  cMno  parece  por  U  Uisioria  ie  Ahtuo  áu  l'aieueia,  Uk.  ?5,  ea- 
pUuh  6.  Donaer,  Pro§ret,  ée  !•  Hitlúr,  en  Ara$im,  Uk.  3,  CBp,  4, 
Sil 


OAPlTüLO  11. 

De  li  pliliM  qte  se  ovo  tobre  li  manera  qse  se  babia  de  teaer 
ei  la  fobenaelon  del  Reyao. 

Hablóse  ansimenno  alli  en  Segovia  acerca  do  la 
aiiboedon  del  Beyno.  Porque  algnno  de  losGrandee 
qne  eran  parientes  del  Bey  decían  qae  pues  el  Rey 
Don  Enrique  falleció  sin  dexar  generación  y  estos 
Beynos  pertenecían  de  derecho  al  Bey  Don  Juan  de 
Aragón  padre  del  Bey,  porque  no  habia  otro  here- 
dero Taron  legitimo  qne  debiese  subceder  en  los 
Beynos  de  Castilla ,  salvo  él  que  era  fijo  del  Bey 
Don  Femando  de  Aragón,  é  nieto  del  Bey  Don  Juan 
de  Oastilla ;  é  por  consiguiente  venia  de  derecho  al 
Bey  Don  Femando  su  fijo,  marido  desta  Beyna  Do- 
fia  Isabel,  la  qual  deoian  que  no  podía  heredar  es- 
tos Beynos  por  ser  muger,  aunque  venia  por  dere- 
cha linea.  Decian  ansimesmo  que  ansi  por  pertene- 
cer al  Bey  la  subcesion  destos  Beynos ,  como  por 
ser  varón,  le  pertenecía  la  gobernación  dellos  en  to- 
das cosas,  ó  que  la  Beyna  su  muger  no  debia  enten- 
der en  ella.  Por  parte  de  la  Beyna  se  alegó  que  se- 
gún las  leyes  de  Espafia,  é  mayormente  de  los  Be- 
yes de  Oastilla,  los  mugeres  eran  capaces  para  he- 
redar, é  les  pertenecía  la  herencia  dellos ,  en  defe- 
to de  heredero  varón  descendiente  por  derecha  li- 
nea ;  lo  qual  siempre  habia  seydo  usado  é  guardado 
en  Castilla,  según  parecía  por  las  Crónicas  antiguos, 
do  se  falla,  que  (1)  Ormisinda,  fija  del  Boy  Pelayo, 
en  defeto  de  heredero  varón ,  heredó  el  Beyno  de 
León  é  casó  con  el  Bey  Don  Alonso  el  Católico.  An- 
simesmo Odiaitida,  hermana  de  Froyla,  Bey  de 
Lcon,  casó  con  8ilon,  é  subcedió  por  Beyna  en  el 
Boyno,  por  dofeto  de  heredero  varón  que  debióse 
subceder.  Otrosí  Dofia  Sancha,  por  fin  de  su  horma- 
no  el  Bey  Don  Bermudo ,  subcedió  en  el  Beyno  de 
León ,  é  casó  con  el  Bey  Don  Femando  el  Magno. 
Dofia  Elvira,  Beyna  de  Navarra,  subcedió  ansimes- 
mo en  Castilla,  que  estonces  era  Condado,  é  luego  su 
fijo  Don  Femando  ovo  el  Boyno  de  Castilla,  ó  fué 
d  primero  que  se  llamó  Bey  della.  Dofia  Urracaí 


(i)  No  M  esta  la  feí  primera  que  svcedié  hembra  eo  los  Rey- 
aos  de  Espafta.  Cixllona ,  bUs  del  Rey  Errtgio,  sieedló  i  su  padre 
ea  687,  coa  sa  marido  Bglca ,  qne  faé  vagido  por  Rey  segaa  el 
aso  de  aqoellos  tiempos  Domingo  17  de  Noviembre  de  dicho  afte, 
dlex  días  despnes  do  la  mnerte  de  so  suegro ,  como  trae  Morales, 
Cráñ,  General,  1 19,  eaij^,  !>7.  Tampoco  es  del  todo  cierto ,  qae 
Ormesiada  ó  Brmesenda  hcredaso  por  falta  de  heredero  ?aroa.  Kl 
desgraciado  Favila,  bermaao  de  esta  Priacesa»  que  reynó  dos  silos 
despees  de  su  padre  Pelayo»  tenia  hijos  al  tiempo  de  sa  macrte. 
Asi  se  compraeba  por  aaa  Inscrlpcloa  qne  trae  Morales  qae  esU 
ea  Saata  Gres  de  Ciegas,  fnadaclon  de  dicho  Fafila ,  la  mas  sntl- 
gaa,  segaa  el  mismo  diee,  qae  de  plama  ni  de  piedra  ae  encaea- 
tra  ea  Bspafia  despees  de  sa  destraecloa.  Ea  ella,  despees  de  ha- 
cer mención  de  Favila,  se  habla  tamblea  de  sa  mager  Froylinba, 
y  de  las  preadss  amadas  de  sas  hijos.  Este  Rey  marid  desgracia- 
dameate  á  meaos  de  aa  oso  el  mismo  afio  de  la  lascrlpeloa ,  que 
faé  el  de  739.  No  hay  otra  memoria  de  sas  hijos.  Morales  dice  qae 
tsl  Tcz  qaedsriaa  alAos  ¿  lahibiles  para  la  admlaistracioa.  Tam- 
poco sabemos  si  eran  taroaes  ó  hembras.  SI  eraa  bembraa  queda 
ea  pi¿  la  misma  dllleultad,  paes  deblaa  haber  sucedido  h  sa  padre 
sales  qae  sa  bermaaa,  por  el  mismo  derecho  de  la  saeeesloa  fe- 
mealaa.  Morales,  Crdaiee  Cea«r.,  JL 13,  a  9  g  tOL 


que  oasó  con  el  Conde  Doá  BéBió'h  de  Tolosa,  sub* 
cedió  en  los  reynos  de  Castilla  é  de  León,  por  fin 
del  Bey  Don  Alonso,  su  padre,  que  ganó  á  Toledo;  é 
después  casó  con  Don  Alonso  Bey  de  Aragón,  é  fué 
madre  del  emperador  Don  Alonso.  Dofia  Berengne.^ 
la,  la  fija  del  Bey  Don  Alonso  de  Castilla,  el  que 
Tenoió  la  batalla  de  las  Navas  de  Tolosa ,  subcedió 
en  el  Beyno  de  Castilla  por  fin  de  sn  hermano  el 
Bey  Don  Enrique,  el  que  murió  nifio  en  Falencia. 
Dofia  Catalina,  fija  del  Duque  de  Alencastre,  fué  ju- 
rada por  todo  el  Beyno  en  concordia  por  primogé- 
nita heredera  de  Castilla,  con  su  esposo  él  Bey  Don 
Enrique,  fijo  del  Bey  Don  Juan  el  primero,  bisagfle- 
lo  desta  Beyna.  É  alegaron  qne  no  se  fallaría  en 
ningún  tiempo,  habiendo  fija  legítima  descendiente 
por  derecha  linea,  que  heredase  ningún  varón  nas- 
cido  por  yia  transversal,  como  era  el  Bey  Don  Juan 
de  Aragón.  Acerca  de  la  gobernación  del  Beyno,  se 
alegó  por  parte  de  la  Beyna,  que  pertenecía  á  ella, 
como  á  propietaria  del  Beyno.  Porque  según  los 
derechos  disponen,  ningún  reyno  podía  ser  dado  en 
dote,  é  si  no  se  podia  dar,  menos  el  Bey  podia  go- 
bernar lo  que  de  derecho  no  pudo  recebir.  Especial- 
mente no  podía  facer  mercedes,  ni  disponer  de  las 
tenencias  de  las  fortalezas,  ni  en  la  administración 
de  la  hacienda  ó  patrimonio  real ;  porque  estas  tres 
cosas  hablan  de  ser  ministradas  por  aquel  que  fue- 
se sefior  dellas,  é  no  vallan  de  derecho  si  se  gober- 
nasen por  persona  que  no  tovioae  facultad  jurídica 
para  las  ministrar.  Esta  materia  se  platicó  entre 
ellos ,  ó  al  fin  se  falló,  que  según  las  leyes  ó  la  cos- 
tumbre usada  é  guardada  en  Espafia,  estos  Beynos 
debia  heredar  la  Beyna,  como  fija  legítima  del  Bey 
Don  Juan,  aunque  fuese  muger,  por  qnanto  era  he- 
redera>por  derecha  linea  descendiente  de  los  Beyos 
de  Castilla  é  de  León ,  é  que  no  podía  pertenecer  á 
ninguno  otro  heredero  aunque  fuese  varón,  si  era 
transversal.  Ansimesmo  se  determinó ,  que  á  ella 
como  á  propietaria  pertenecía  la  gobernación  del 
Beyno,  especialmente  en  aquellas  tres  cosas  qne 
didio  habernos.  Fecha  esta  determinación,  la  Bey- 
na dizo  al  Bey :  t  Sefior,  no  Enera  necesario  mover 
A  esta  materia:  porque  do  hay  la  conformidad  qué 
«por  la  gracia  de  Dios  entre  vos  é  mí  es,  ninguna 
» diferencia  puede  haber.  Lo  qual  como  quier  que 
ase  haya  determinado,  todavía  vos  como  mi  marido 
»  sois  Bey  de  Castilla,  é  se  ha  de  facer  en  ella  lo  que 
amandáredes;  y  estos  Beynos  placiendo  á  la  vo- 
aluntad  de  Dios,  después  de  nuestros  días,  á  vues- 
atros  fijos  é  mies  han  de  quedar.  Pero  pues  plogo  á 
a  estos  caballeros  que  esta  plática  se  oviese,  bien  es 
a  qne  la  dnbda  que  en  esto  habia  se  aclarase, segnnd 
a  el  derecho  destos  nuestros  Beynos  dispone.  Esto, 
a  Sefior,  digo,  porque  como  vedes,  á  Dios  no  ha  pla- 
a  ddo  fasta  aquí ,  damos  otro  heredero  sino  á  la 
a  Princesa  Dofia  Isabel  nuestra  fija ;  é  podría  acae- 
aoer  que,  después  de  nuestros  días,  viniese  alguno 
A  que  por  ser  varón  descendiente  de  la  casa  real  de 
a  Castilla,  alegase perteneoerle  estos  Beynos  aunque 
a  fuese  por  linea  transversal,  é  no  á  vuestra  fija  la 
a  Princesa  por  ser  muger ,  en  caso  que  es  herederf 


¿fié 


'ORÓNIC2A8  DB  tOS  ÉETES  D8  OASTILLA. 


•  dellos  por  derecha  linea :  de  lo  qnal  Tedee  bien ,  ee- 
Bfior,  qiian  gran  inconveniente  ae  aigairía  á  nuea- 
»troa  deacendientea.  É  acerca  de  la  gobernación 
idestoa  Beynoa  debemoa  conaiderar,  que  placiendo 
ȇ  la  Yolantad  de  Dioa,  la  Princeaa  noeeira  fija  ha 
»de  caaar  con  principe  eatrangero,  el  qnalapropria- 
B ría  á  ai  la  gobernación  deatoa  Beynoa,  é  querría 
B  apoderar  en  laa  f  ortalezaa  é  patrimonio  real  otraa 
Bgentea  de  aa  naden  que  no  sean  0a8teIlanoB,do  se 
» podría  aegnir  que  el  Beyno  yiniese  en  poder  de 
B  generación  eatrafia ;  lo  qual  sería  en  gran  cargo  de 

•  nneetraa  conacienciaB,  y  en  deseryicio  de  Dios,  é 
•perdidon  grande  de  nueatroa  snboesorea  é  dennea- 
Btros  subditos  é  naturales,  y  ea  bien  que  esta  decla- 
B  radon  se  haya  fecho  por  eacuaar  loa  inoonvinien- 
Btea  que  podrían  acaecer,  b 

Oidaa  laa  razonee  de  la  Beyna,  porque  conoció  el 
Bey  ser  verdaderaa ,  plógole  mucho ;  é  dende  en 
adelante  él  y  ella  mandaron  que  no  se  fablaae  maa 
en  eata  materia ;  é  acordaron,  que  en  todaa  laa  car- 
tea que  diesen  fuesen  nombradoa  él  y  día ;  é  que  d 
sdlo  fuese  uno,  con  laa  armaa  de  Castilla  é  de  Ara- 
gón, Ansimesmo  en  la  moneda  que  mandaron  lar 
brar,  éstoviesen  puestas  las  figuras  dél.y  dolía,  é  los 
nombres  de  ambos.  Esta  Beyna  trabajaba  muoho  en 
laa  cosas  de  la  gobernación  deatoa  Boynoa,  anai  en 
lo  tocante  á  laa  guerrea  que  en  ellos  acaecieron,  co- 
mo en  la  administración  de  la  justicia,  y  en  las 
otraa  oosaa  que  ocurrían ;  é  quando  era  necesario 
que  el  Bey  fuese  á  proveer  en  unaa  partes  é  la  Bey- 
na á  otraa,  aunque  estaban  apartados,  nunca  ae  falló 
que  el  uno  diese  mandamiento  que  derogase  á  la 
provisión  que  d  otro  oviese  dado.  Porque  ai  la  ne- 
cesidad apartábalas  personaa,  el  amor  tenia  juntaa 
laa  voluntades.  É  aunque  algunoa  caballeros  é  otraa 
peraonas  de  dafiadas  intendonea ,  procuraban  divi- 
sión entre  ellos,  dando  i  entender  al  Bey ,  que  como 
varón  debia  tener  toda  la  gobemadon ;  pero  el  Bey 
é  la  Beyna  I  conociendo  que  eatos  talee  procuraban 
divimonea  entre  ellos  por  sus  propríoa  intereses,  con- 
f  ormAbanse  tanto ,  que  no  daban  lugar  á  ninguna 
división.  El  Bey,  vista  la  grande  auficienda  de  la 
Beyna,  de  todas  las  cosas  se  descargaba,  é  ge  las 
remitía,  é  también  laa  que  ocurrían  de  loa  Beynos 
de  Aragón  é  de  Sicilia ,  aquellas  que  eran  arduas  é 
de  grand  importancia,  porque  tenia  gran  habilidad 
é  buen  seso  natural.  Cosa  fué  por  derto  do  gran  do- 
trioa  y  exemplo,  porque  el  sefiorío  pocaa  ó  ningu- 
naa.  veces  sufre  compafiia  dn  discordia.  Pero  con 
tanta  providonda  sopioron  gobernar,  que  pareció 
provisión  divina,  para  que  con  su  conformidad  fue- 
sen bien  proveídos  tantea  reynoa  é  tan  estendidoa 
seftoríos  como  tenían. 

CAPITULO  in. 

De  las  coBdieionet  é  propordonet  del  Roy. 

Este  Bey  era  homo  de  mediana  eatatura,  bien  pro- 
porcionado en  sus  miembros ,  en  laa  f  adonea  de  su 
rostro  bien  compuesto,  los  ojos  ríentee,  los  cabellos 
prietos  é  llanos,  é  hombre  bien  compli^ionado.  Te- 


nia la  fabla  igual,  ni  presnroaa  ni  mucho  eapadosa. 
Era  de  buen  entendimiento  é  muy  templado  en  su 
comer  é  beber,  y  en  loa  movimientoa  de  au  persona; 
porque  ni  la  ira  ni  d  placer  f  ada  en  él  alteración. 
Cabalgaba  muy  bien  A  caballo,  en  dlla  de  la  guiaa  ó. 
de  la  gineta;  justaba  audtamente  é  con  tanta  dea- 
tresa,  que  ninguno  en  todos  sus  Beynos  lo  fada 
mejor.  Era  gran  caaador  de  aves,  é  homo  de  buen 
esfuereo,  é  gran  trabajador  en  laa  guerrea.  De  an 
natural  condidon  era  inclinado  á  facer  justicia ,  é 
también  era  piadoso,  é  compadecíaae  de  loa  miaera- 
bles  que  vda  en  alguna  angustia.  É  habla  una  gra* 
da  aingular,  que  qualquier  que  oon  él  fablaae ,  lue- 
go le  amaba  é  le  deaeaba  servir,  porque  tenia  la  oo- 
municadon  amigable.  Era  anaimesmo  remitido  A 
conaejo,  en  especial  de  la  Beyna  an  mnger,  porque 
oonodaau  gran  auficienda ;  deade  au  niftea  fué  cria- 
do en  guerrea,  do  pasó  muchos  trabajoa  é  peligroa 
de  an  persona..  É  porque  todas  sus  rentaa  gaataba  en 
laa  oosaa  de  U  guerra,  y  estaba  en  oontinas  neoeei- 
dades,  no  podemoa  dedr  que  era  franco.  Home  era 
de  verdad,  como  quiera  que  laa  neceaidadea  gran- 
dea  en  que  le  puderon  laa  guerrea,  le  fadan  algunaa 
veces  variar.  Placíale  jugar  todoa  juegos,  de  pelota 
é  axedrea  é  tablea,  y  en  eato  gaataba  algún  tiempo 
maa  de  lo  que  debia ;  é  como  quiera  que  amaba  mu- 
cho A  la  Beyna  su  muger ,  pero  dAbaae  A  otraa  mu- 
gares. Era  hombre  muy  tratable  con  todos,  especial- 
mente con  sus  servidores  coutinos.  Este  Bey  con- 
quistó é  ganó  d  rey  no  de  Granada,  aegun  que  ade- 
lante en  esta  su  Crónica  seré  visto. 

CAPÍTULO  IV. 
De  Ut  eondieloBet  é  proporelonei  de  U  Reju. 

Esta  Beyna  era  de  mediana  eatatura,  bien  oom- 
pueata  en  au  persona  y  en  la  proporción  de  aua 
miembroa,  muy  blanca  é  rubia;  loa  ojea  entre  ver- 
dos  é  azules,  el  mirar  gracioso  é  honesto,  laa  f  acdo- 
nea  del  rostro  bien  puestas ,  la  cara  muy  f  ermosa  é 
alegre.  Era  mesurada  en  lacontinonciaé  movimien- 
tos de  su  persona ;  no  bebía  vino ;  era  muy  buena 
muger,  é  placíale  tener  cerca  de  sí  mugeros  anda- 
naa  que  fuesen  buenas  é  do  liuage.  Criaba  en  su  pe- 
lado doncellaa  nobles,  fijas  de  los  Grandes  de  sua 
Beynos,  lo  que  no  leemos  en  Crónica  que  fidese 
otro  tanto  otra  Beyna  ninguna.  Facía  poner  gran 
diligenda  en  la  guarda  dellaa,  e  de  laa  otraa  mugo- 
rea  de  su  palacio;  é  dotAbalaa  magníficamente,  é  fa- 
cíales grandes  mercedes  por  las  casar  bien.  Aborre- 
da  mucho  las  malas;  era  muy  cortea  en  sus  fablaa. 
Guardaba  tanto  la  continencia  del  rostro ,  que  aun 
en  los  tiempos  de  sus  partos  encubría  su  sentimien- 
to, é  f orzAbase  A  no  mostrar  nt  decir  la  pena  que  en 
aquella  hora  denten  é  mueatran  las  mugeree.  Ama- 
ba mucho  al  Bey  su  marido,  é  celAbalo  fuera  de  to- 
da'medida.  Era  muger  muy  aguda  é  discreta,  lo  qual 
vemos  pocas  é  raras  veces  concurrir  en  una  perso- 
na ;  f  ablaba  muy  bien ,  y  era  de  tan  ezodente  in- 
genio, que  en  común  de  tantos  é  tan  Arduoa  nego- 
cioB  como  tenia  en  la  gobernación  de  sus  BeynoS| 


•   DON  PEBNANDO 

*  « 

•6  di6  ti  trabajo  de  aprender  las  letras  latinaa;  é  al- 
oánjsó  en  tiempo  de  nn  afio  saber  en  ellastanto,  qne 
entendía  qnalquier  £abla  6  esoríptnra  latina.  Era 
católica  é  devota ;  facía  limosnas  secretas  en  luga- 
res debidos ;  honraba  las  casas  de  oración ;  visitaba 
con  Tolontad  los  monesterios  é  casas  de  religión,  en 
especial  aquellas  do  oonooia  que  guardaban  vida 
honesta ;  dotábalas  magníficamente.  Aborrecía  es- 
trafiamente  sortilegos  6  ade vinos,  é  todas  personas 
de  semejantes  artes  é  invenciones.  Placíale  la  con- 
versación de  personas  religiosas  é  de  vid»  honesta, 
con  los  quales  muchas  veces  habia  sus  consejos  par- 
ticulares ;  é  como  quier  que  oia  el  parecer  de  aque- 
llos, é  de  los  otros  letrados  que  cerca  della  eran,  pe- 
ro por  la  mayor  parte  seguia  las  cosas  por  su  arbi- 
trio. Pareció  ser  bien  fortunada  en  las  cosas  que  co- 
menzaba. Era  muy  inclinada  á  facer  justicia ,  tanto 
que  le  era  imputado  seguir  mas  la  via  de  rigor  que 
de  la  piedad;  y  esto  facia  por  remediar  á  la  gran 
corrupción  de  crimines  que  falló  en  el  Reyno  quan- 
do  subcedió  en  él.  Quería  que  sus  cartas  é  manda- 
mientos fuesen  complidas  con  diligencia.  Esta  Bey- 
na  fué  la  que  extirpó  é  quitó  la  heregia  que  habia 
en  los  Reynos  de  Oastilla  é  do  Aragón,  de  algunos 
ohrístianos  delinage  de  los  judíos  que  tornaban  á  ju- 
daizar, é  fizo  qne  viviesen  como  buenos  christianos. 
En  el  proveer  de  las  Iglesias  que  vacaron  en  su  tiem- 
po ovo  respeto  tan  recto,  que  pospuesta  toda  afición 
siempre  suplioó  al  Papa  por  hombree  generosos  6 
grandes  letrados  é  de  vida  honesta :  lo  que  no  se  lee 
que  con  tanta  diligencia  oviese  guardado  ningún 
Rey  de  los  pasados.  Honraba  los  Perlados  é  Gran- 
des de  sus  Reynos  en  las  fablas  y  en  los  asientos, 
guardando  á  cada  uno  su  preeminencia,  según  la 
calidad  de  su  persona  é  dignidad.  Era  muger  de 
gran  corazón,  encubría  la  ira,  é  disimulábala ;  é  por 
esto  que  della  se  conocía,  ansí  los  Grandes  del  Rey- 
no  como  todos  los  otros  temian  de  caer  en  su  indi- 
nadon.  De  su  natural  inclinación  era  verdadera ,  é 
quería  mantener  su  palabra :  como  quiera  que  en 
los  movimientos  de  las  guerras  é  otros  grandes  fe- 
chos que  en  sus  Reynos  acaecieron  en  aquellos  tiem- 
pos, é  algunas  mudanzas  fechas  por  algunas  perso- 
nas, la  ficieron  algunas  veces  variar.  ErtL  muy  tra- 
bajadora por  su  persona,  según  se  verá  adelanto  por 
los  actos  desta  Orónica.  Era  firme  en  sus  propósi- 
tos,  de  los  quales  se  retraía  con  gran  dificultad. 
Érale  imputado  qne  no  era  franca  ;  porque  no  daba 
vasallos  de  su  patrimonio  á  los  que  en  aquellos 
tiempos  la  sirvieron.  Verdad  es  que  con  tanta  dili- 
gencia guardaba  lo  de  la  corona  real,  que  pocas 
mercedes  de  villas  é  tierras  le  vimos  en  nuestros 
tiempos  facer,  porque  falló  muchos  dellas  enagena- 
das.  Pero  quan  estrechamente  so  habia  en  la  con- 
servación de  las  tierras,  tan  franca  é  liberal  era  en 
la  distribución  de  los  gastos  continos,  é  mercedes 
de  grandes  quantfas  que  facia.  Decia  ella,  que  á  los 
Reyes  con  venia  conservar  las  tierras,  porque  ena- 
genándolas  perdían  las  rentas  de  que  deben  facer 
mercedes  para  ser  amados,  é  diminuían  su  poder 
para  ser  temidos.  Era  muger  oerimoniosa  en  sus 
Cr.— III. 


i  DOffÁ  ISABELA  Í57 

vestidos  é  arreos,  y  en  el  servicio  de  su  persona ;  é 
quería  servirse  de  bornes  grandes  é  nobles,  6  con 
grande  acatamiento  é  humillaoion.  No  se  lee  de  nin- 
gún Rey  de  los  pasados,  que  tan  grandes  bornes  to- 
viese  por  oficiales  como  tovo.  B  como  quiera  que 
por  esta  condición  le  era  imputado  algún  vido,  di- 
ciendo toner  pompa  demasiada,  pero  entendemos 
que  ninguna  cerímonia  en  esta  vida  se  puede  facer . 
ton  por  estremo  á  los  Reyes,  que  mucho  mas  no  re- 
quiera el  estado  real ;  el  qual  ansí  como  es  uno  é  sn- 

.  períor  en  los  Reynos,  ansí  debe  mucho  estremarse, 
é  resplandecer  sobre  todos  los  otros  estados,  pues 
tiene  autoridad  divina  en  la  tierra.  Por  la  solicitud 
desta  Reyna  se  comenzó,  é  por  su  diligencia  se  con- 
tinó  la  guerra  contra  los  moros  fasto  que  se  ganó 
todo  el  Reyno  de  Granada.  É  decimos  verdad  anto 
Dios,  que  supimos  é  conocimos  de  algosos  grandes 
sefiores  ó  capitones  de  sus  Reynos,  que  cansando 
perdían  toda  su  esperanza  para  poderse  ganar,  con- 
sidorando  la  dificultod  grande  que  habia  en  po- 
derla continar ;  é  por  la  gran  constancia  desto  Rey- 
na, é  por  sus  trabajos  é  diligencias  qne  continamen- 
to  fizo  en  las  provisiones,  é  por  las  otras  fuerzas 
que  con  gran  fatiga  de  espíríto  puso ,  dio  fin  á  esta 
conquista,  qne  movida  por  la  voluntad  divina  pare- 
ció haber  comenzado,  según  qne  adelanto  en  esto  so 
Orónica  parecerá. 

OAPlTÜLOV. 
De  til  eosM  qse  ytsaroa  coa  el  Harqsét  4e  ViHeaa. 

El  Marqués  de  Y illena  que  estoba  en  Madrid,  em- 
bió  al  Rey  é  á  la  Reyna  sus  mensageroe,  los  quales 
demandaron  el  Maestradgo  de  Santiago,  porque  de- 
cía que  su  padre  el  Maestre  gelo  habia  renunciado 
en  su  vida.  É  ansimesmo  pidieron  que  el  Rey  é  la 
Reyna  casasen  aquella  Dofia  Juana  qoe  estoba  en 
su  poder,  porque  no  se  descargaría  della,  salvo  ca- 
sándola en  lugar  convenientoé  honroso.  En  esta  de- 
manda dio  á  entender,  que  sino  lo  ficieeen  en  la  ma- 
nera que  lo  demandaba,  él  é  sus  paríentes,  conviene 
á  saber  el  Maestre  de  Oalatrava,  y  el  Oonde  de 
Uruefia  é  otros  algimos,  se  juntarían  é  farían  divi- 
sión en  el  Reyno  con  aquélla  Dofia  Juana,  á  quien 
llamaban  Princesa  de  Oastilla.  Por  parto  del  Rey  é 
de  la  Reyna  le  fué  respon^do,  que  como  quiera  que 
aquella  Dofia  Juana  no  era  persona  con  quien  de 
justicia  se  debiese  facer  división  en  sos  Reynos, 
porque  era  notorío  en  ellos  no  ser  fija  del  Rey  Don 
Enrique,  é  aunque  el  Maestradgo  de  Santiago  es  una 
de  las  mayores  dignidades  de  Espafia ,  y  estoba  en 
poder  del  Oonde  de  Paredes  é  del  Oomendador  ma- 
yor de  León  que  se  intitulaban  Maestres,  los  quales 
les  hablan  bien  servido ;  pero  por  quitar  todos  in- 
convinientes  de  sus  Reynos,  á  ellos  piada  de  casar 
aquella  Dofia  Juana  en  lugar  convenible,  é  suplicar 
al  Papa  que  proveyese  á  él  del  Maestradgo  de  San- 
tiago, é  de  le  dar  la  posesión  del ;  pero  qne  habla  de 
entregar  luego  aquella  Dofia  Juana  á  persona  fiable 
que  la  toviese  fasto  qne  se  buscase  é  concluyese  su 
casamiento,  porque  después  de  casada  ni  anto  por 

17 


26S 


OBÚNIOAS  DB  LOB  BE7BS  DE  CASTILLA. 


oauM  della  no  n^  lea  ngaieae  dosemcio  ni  eseánda-^ 
lo  en  ene  Beynoe.  El  Marqaée  replicó  que  no  la  en- 
tregaría fasta  que  fueae  casada ,  é  si  la  oviese  do 
entregar,  seria  á  persona  fiable  á  él ,  que  la  toTÍese 
hasta  qae  él  oviese  el  Maestradgo  de  Santiago.  Por 
parte  del  Bey  ó  de  la  Beyna  le  fué  replicado,  que  si 
él  qnerla  el  Maestradgo  de  Santiago  habia  de  entre- 
gar ante  todas  cosas  aquella  Dofia  Juana  á  persona 
'  fiable  á  ellos,  tal  que  estando  en  su  poder  no  se  es- 
perase alteración  ni  escándalo  en  sus  Beynoe.  É 
porque  no  ovo  estonces  acuerdo  sobre  las  personas 
en  cuyo  poder  aquella  Dofta  Juana  habia  de  estar, 
determinó  el  Marqués  de  la  no  quitar  de  su  poder, 
fasta  que  él  fuese  apoderado  de  la  posesión  del 
Maestradgo  de  Santiago,  y  ella  fuese  para  casar ;  el 
qual  acuerdo  ovo  por  consejo  de  algunos  caballeros 
sus  parientes,  é  de  otros  sus  servidores,  é  ansimes- 
mo  por  las  amonestaciones  que  algunos  caballeros 
del  Beyno,  hornea  de  malos  deseos  le  fideron,  ea- 
pocialmente  por  consejo  do  un  Licenciado  que  se 
llamaba  Antón  (1)  Nufios  de  Oiudad-Bodrigo,  de 
quien  él  confiaba,  el  quál  habia  seydo  Contador 
mayor  del  Bey  Don  Enrique ;  é  porque  el  Bey  é  la 
Beyna  no  le  daban  aquella  contaduría ,  puso  tanta 
turbación  en  el  negocio,  que  no  ovo  conclusión ,  ni 
el  Marqués  ni  loa  otros  sus  primos  vinieron  al  aervi- 
cío  del  Bey  é  de  la  Boyna.  É  luego  se  dizo  que  el 
Marqués  comenzaba  á  tratar  de  secreto  con  el  Bey 
de  Portogal  tio  de  aquella  Dofia  Juana,  hermana 
de  la  Beyna  su  madre,  para  que  la  tomase  por  mu- 
ger,  é  se  intitulase  Bey  do  Castilla ;  é  que  él  é  sus 
paríentes  é  otros  caballeros   ayudarían  á  le  dar 
la  suboesion  del  Beyno.  Anaimesmo  trataba  se- 
cretamente con  algunos  caballeros,  para  que  Jun- 
tos con  él  ficiosen  Beyna  de  Castilla  aquella  Dofia 
Juana,  prometiéndoles  mercedoa ,  é  acrecentamien- 
tos de  sus  estados ;  lo  qual  vino  á  noticia  de  la 
Beyna. 

CAPÍTULO  VI. 

Cono  el  Anobiff  o  de  Telado  partió  de  It  Corte  porque  el  Rey  no 

le  dld  loi  ofltloi  de  lo  ceta. 

El  Araobispo  de  Toledo  que  estaba  en  Segovia, 
sopo  en  como  el  Marqués  de  Villena  por  el  des- 
acuerdo que  ovo  con  el  Bey  é  con  la  Beyna,  no  ve- 
nia á  lee  facer  el  juramento  é  obediencia  que  los 
otros  del  Beyno  habian  fecho;  ansimesmo  sopo  que 
trataba  con  el  Bey  de  Portogal,  que  tomase  por  mu- 
ger  á  su  sobrina,  é  que  se  intitulase  Bey  de  Casti- 
lla. É  como  conoció  que  nacian  necesidades  al  Boy 
é  á  la  Beyna,  para  que  le  oviesen  menester,  deman- 

(f)  Antón  Nnfiex,  llamado  de  Cindad-Rodrigo  por  aer  de  aqne- 
lla  Ciudad » aegoa  el  oso  de aqvellos  tiempos,  era  ya  persona  de 
consideración  en  tiempo  do  Don  Joan  II,  pnea  faó  Corregidor  de 
Zamora  en  14-17.  El  Rey  Don  Enrique  iV  le  dió  el  cargo  de  Con- 
tador mayor  en  1405.  Después  de  la  muerte  del  Uey  siguió  el  par- 
Udo  de  su  pretendida  bija  y  del  de  l'ortngal,  con  quien  so  pasé  á 
¡«Isboa  y  después  le  acompafió  en  su  niage  i  Francia,  y  dltlma. 
mente  volvld  A  la  amistad  de  los  ttejes  de  Castilla  en  1419.  Véase 
el  cap.  41  y  83.  de  esta  Cri^nica.  Salazar,  Cotüde  Lar;  T.  II, 
f.  673. 


dó  al  Bey  ciertos  oficios  de  su  oasa,  é  otras  meroe- 
dea  que  seyendo  Príncipe  le  habia  prometido.  Bl 
Bey,  considerando  que  estos  oficios  que  el  Araobis- 
po  pedia  «ran  de  bornes  criados  del  Bey  so  padre  é 
suyos,  los  quales  le  habian  bien  servido  en  sus  guer- 
ras é  necesidades,  é  ansimesmo  hablan  seydo  de  sus 
padres  é  abuelos,  rogó  al  Araobispo  que  tomase  al- 
gunos delloB,  los  que  buenamente  se  podian  dar,  6 
desase  los  otros,  por  los  quales  le  faria  otras  mer- 
cedes tales  que  debiese  ser  contento.  Porque  no  le 
seria  honesto  quitarlos  á  los  caballeros  sus  criados 
que  los  tenian,  é  le  habian  servido  padeciendo  en 
los  tiempos  de  las  guerras  pasadas  grandes  traba- 
jos, esperando  este  tiempo  do  pensaban  haber  con 
ellos  honra  é  acrecentamiento;  é  pues  él  era  su  ser- 
vidor, no  debia  procurar  mercedes  de  que  tanto  de- 
servicio geles  pedia  seguir.  Bl  Arsobispo  respondió 
que  no  dezaria  aquella  demanda,  pues  gela  habia 
prometido ,  é  que  se  queria  ir  á  su  tierra.  É  como 
qnier  que  el  Bey  por  le  mas  encargar  fué  á  su  po- 
sada, é  le  rogó  mucho  que  no  se  apartase  de  su  cor- 
te, é  le  prometió  grandes  dádivas  é  mercedes ,  pero 
insistiendo  en  su  propósito,  no  quiso  aceptar  su  rue- 
go, ni  recebir  las  mercedes  que  le  prometía  ¡  é  de 
secreto  con  amenasas  orguUosas  partió  de  la  Corto, 
é  fué  para  la  vOla  de  Alcalá.  Este  descontentamien- 
to del  Araobispo  fué  imputado  por  algunos  á  sober- 
bia, otros  decian  que  procedía  de  cobdicia,  por  no  le 
ser  dados  los  oficios  que  demandaba ;  pero  nos  cree- 
mos principalmente  proceder  de  embidia  que  ovo 
del  Cardenal,  por  la  honra  que  el  Boy  é  la  Beyna  lo 
facian,  é  por  la  gran  parte  que  de  sus  consejos  le 
facian  mas  que  á  ninguno  por  respeto  de  su  perso- 
na, é  porque  era  homo  de  buen  entendimiento ,  é  de 
grand  autoridad.  Este  Arzobbpo  era  de  linage  do 
los  de  Acufia,  de  naden  Portoguesa,  homo  muy 
franco,  tanto  que  como  quier  que  teníala  renta  del 
Araobispado  de  Toledo,  pero  no  le  bastaba  con  gran 
parte  á  los  gastos  é  dádivas  que  faoia,  é  siempre 
estaba  en  cstrema  pobreza.  T  esto  se  seguia  de  dos 
cosas:  la  una  que  era  hombre  bollicioso,  é  deleytá- 
baso  en  guerras  (2)  y  en  movimientos,  á  los  quales 
era  traído  ligeramente,  porque  habia  placer  de  te- 
nor gente  de  armas  en  el  campo ,  y  entender  en  fo- 


ts) Apenas  hubo  moflm lento  alguno  en  tu  tiempo  en  que  deía- 
ae  de  encontrarae  este  Prelado.  Qnando  los  caballeros  alzaron  por 
Rey  al  Infante  Don  Alonso  en  la  llanura  de  Afila ,  él  fué  quien 
quitó  la  corona  ft  la  estatua  del  Rey  Don  Enrique,  como  notamos 
arriba.  Poco  después  teniendo  cercada  á  Simancas  coa  tosca- 
ballcroa  de  la  parcialidad  del  Rey  Don  Alonso,  los  tecinosde 
la  villa  salieron  á  los  del  real  y  muy  cerca  de  él  quemaron  pú- 
blicamente una  eatatua  que  representaba  al  Araobispo  de  Toledo 
con  nombre  de  l>on  Oppas,  dando  i  entender  que  i  aemejanu  de 
aquel  causaba  coa  ana  movbnlcntoa  la  ruina  de  au  patria ,  y  le 
cantaban  públicamente  aquel  cantar  tan  aabldo,  EiU  es  Simmeut, 
Don  Oppas  traidor,  etta  at  Simaueat,  que  na  PeOa/lor,  dando  4  en- 
tender que  no  aerian  como  los  de  esta  villa  que  acababan  de  de- 
xar  cercada.  Oeapues  siguió  la  opinión  del  Rey  de  Portunal»  como 
se  verú  adelante.  Estos  y  oíros  eacesos  que  se  le  notaban,  ae  atri- 
bulan A  au  facilidad  en  dexarse  gobernar  por  eate  Femando  de 
Alarcon,  que  después  pagó  su  traición  cun  la  vida  y  fué  degollado 
y  arraatrado  eu  la  plata  de  Xocodover  de  Toledo.  Enriq.  del  Cast., 
Cr^M.  de  Ihu  Eariq.  IV,  cap.  77.  Oernald.,  Cr&ií,  MS.  de  kt  Heyet 
Caléticoi,  eup,  1S. 


DON  FEBNANDO 

cho  de  gttetra,  i  procuraba  qne  sonase  su  fama  é 
sus  fechos  por  mnchas  partes ;  la  otra  porque  en- 
tendia  continamente  en  el  arte  del  Alquimia,  7  en 
estas  dos  cosas,  y  en  lo  qne  dellas  depende  gastaba 
lo  mas  de  su  tiempo ,  é  toda  sn  renta  ordinaria,  é 
qnanto  mas  podía  adqnlrir.  Ansimeemo  era  de  tal 
condición,  que  dado  que  gele  mostrasen  algnnos  in- 
conTÍnientes  en  las  cosas  qne  comenzaba ,  siempre 
quería  llevar  adelante  sos  propósitos ,  no  mirando 
que  la  prudencia  quiere  mudar  los  consejos  segnnd 
ocurren  los  tiempos ;  lo  qnal  le  ponia  en  trabajos 
continos,  é  algunas  veces  en  peligro  de  su  persona 
y  estado.  É  tenia  un  privado  que  se  llamaba  Fer- 
nando de  Alarcon,  que  á  los  principios  ovo  noticia 
del  por  el  arte  del  Alquimia  en  que  era  mostrado; 
después  como  este  Alarcon  era  hombro  agudo  ó 
cauteloso,  é  sabia  seguir  los  apetitos  é  inclinacio- 
nes del  Arsobispo,  servíale  en  olios  do  tal  manera 
que  en  poco  tiempo  le  dio  todo  el  crédito  de  su  ca- 
sa é  de  sus  negocios. 

OAPÍTÜLO  VII. 

Gomo  el  Rej  él»  Reyna  partieron  do  Segofla  para  ValladoUd,  é 
cono  el  Manioéa  de  Villena  reiialrió  al  Rey  de  Portogal,  que 
tomase  por  mager  á  so  sobrina. 

Partida  el  Arzobispo  de  la  Gorte  para  su  tierra 
dende  á  pocos  dias  partieron  el  Bev  é  la  Reyna  de 
Segovia  para  Medina  del  Campo.  É  demandaron  al 
Duque  de  Alva  que  iba  con  ellos  la  Mota  de  Medi- 
na que  tenia,  é  luego  gela  entregó ;  ó  donde  fueron 
A  Valladolid,  ó  posaron  en  las  canas  do  Juan  do  Vi- 
vero, que  08  junto  oon  la  puerta  qnodicon  de  Oabo'^ 
zon,  la  qual  tenia  fortalecida  el  Ck>nde  de  Benaven- 
to,  é  mandaron  derribar  todo  lo  fuerte  della.  É  alli 
en  Valladolid  estovieron  algunos  dias,  é  fioieron 
grandes  ftestas,  é  recibieron  omenages  de  algunos 
caballeros  é  cibdades  é  villas  del  Reyno  que  finca- 
ban por  recebir.  Entretanto  que  estas  cosas  pasa- 
ban en  Valladolid,  el  Marqués  de  Villena  é  los  que 
con  él  estaban  no  cesaban  do  tratar  con  muchos  ca- 
balleros é  otras  personas  principales,  por  los  atraer 
á  la  opinión  de  aquella  Dofia  Juana,  para  la  intitu- 
lar Reyna  de  Castilla.  T  embió  públicamente  al  Rey 
de  Portogal  A  le  decir :  c  Qne  bien  sabia  como  aque- 
» lia  su  sobrina  era  fija  del  Rey  Don  Enrique,  é  por 
»ser  su  legítima  heredera  le  pertenecían  de  derecho 
» los  Reynos  de  Castilla  é  de  Leen ,  los  quales  el  Rey 
»  é  la  Reyna  de  Sicilia  contra  toda  justicia  hablan 
A  tomado,  intitulAndoso  Rey  é  Reyna  dollos  tiránica- 
B  mente ;  é  ansimesino  sabia,  que  muerto  el  Rey  Don 
«Enrique  solo  quedaba  él  por  amparo  de  aquella  se- 
» fiera,  é  por  defensa  deetos  sus  Reynos.  Por  ende 
aque  le  ploguiese  de  tomarla  por  muger,  é  que  se 
» intitulase  luego  Rey  de  Castilla  é  de  León,  pues 
» casando  con  ella  lo  pedia  facer;  é  que  no  la  des- 
» amparase,  ni  consintiese  tomar  lo  suyo,  porque  si 
nél  diese  lugar  á  ello  perderia  los  Reynos  de  Casti- 
•Uo  é  de  León,  qne  muy  ligeramente  podía  haber; 
bIo  qual  seria  imputado  á  gran  fiaqueza  de  Animo, 
Bé  contra  las  claras  virtudes  que  por  todo  el  mundo 


ÉDOSA  ISABBU  ÍBi 

B  se  publicaban  de  su  persona,  b  B  para  proseguir 
esta  demanda  ofreda  qne  serian  ciertos  para  su  ser- 
vido *el  Arzobispo  de  Toledo,  su  tic,  y  el  Duque  de ' 
Arévalo,  y  el  Maestre  de  Calatrava,  y  el  Conde  de 
Uruefia  sus  primos,  que  son  de  las  mayores  casas  de 
Castilla,  los  quales  se  juntarían  luego  con  él.  Otrosf 
le  oortíficaba,  que  intUulAndose  Rey  de  Castilla  ver- 
nian  A  su  obedienoia  catorce  cibdades  é  villas  de  las 
principales  del  Reyno.  Ofreció  ansimesmo  que  ver- 
nian  A  su  servicio  Don  Rodrigo  Alonso  Pimentel, 
Conde  de  Benavente ,  y  el  Marqués  de  Cáliz ,   Don 
Rodrigo  Ponce  de  Leen,  é  Don  Alonso  de  Aguilar, 
qne  eran  casados  con  sus  hermanas,  é  ansimesmo  el 
Duque  de  Alburquerque  é  otros  muchos  que  se  de- 
dararian  sus  servidores,  qnando  le  viesen  entrar  en 
Castilla  como  Rey  della.  Diéronle  ansimesmo  A  en- 
tender, que  en  las  mas  cibdades  é  villas  dd  Reyno 
habia  divisiones  é  bandos,  é  que  de  necesario  seria 
que  la  una  parte  tomase  su  voz,  la  qual  een  el  fa- 
vor de  gente  é  dinero  que  toviese  pujaria  contra  la 
otra  parte,  é  ansí  temía  todas  las  cibdades  del  Rey- 
no  A  su  obediencia.  Dixeron  ansimesmo  que  el  Rey 
é  la  Reyna  no  tenían  gonto  ni  rebta  alguna  en 
orReyno  donde  pudiesen  sacar  dinero  para  soste- 
ner guerra  poco  ni  mucho  tiempo ;  porque  todo  el 
patrimonio  real  estaba  enagenado,  é  no  tenían  for- 
taleza ni  caballero  A  su  obedienoia ,  ni  quien  fidese 
guerra  ni  paz  por  su  mandado,  dno  A  voluntad  de^ 
cada  uno ;  é  que  en  entrando  en  el  Reyno  de  Casti- 
lla poderosamente  oon  gente  é  con  dinero,  pues  por 
la  gracia  do  Dios  tenia  asaz  para  lo  facer,  le  seria 
todo  llano,  ó  vcmian  todos  A  su  servicio  ó  obedion- 
da,  de  manera  que  en  breve  tiempo  con  poca  pena 
é  mucha  gloria  habria  estos  Rejrnos  para  éi  é  para 
sus  subcesores.  Estos  mensageros  le  dixeron  que 
habia  de  dar  d  Maestradgo  al  Marqués  de  Vülena^ 
é  confirmarle  todo  lo  que  el  Maestre  su  padre  tenia 
de  la  corona  real ;  é  que  fidese  merced  al  Arzobis- 
po de  Toledo  de  dnco  mil  vasallos  en  Castilla,  é  A 
Lope  Vázquez  de  Aoufia  su  hermano,  de  la  cibdad 
de  Buete,  é  A  otros  sus  parientes  é  criados  otras  mer- 
cedes de  ofldos  é  rentas,  é  al  Duque  de  Arévalo  otra 
cantidad  de  vasallos  en  Castilla,  é  le  confirmase  la 
merced  déla  villa  de  Arévalo,  é  A  otros  ci^alleros 
que  se  habian  de  jurar  con  él  A  le  servir  en  esta  de- 
manda, otras  mercedes  de  vasallos  é  rentas. 

CAPÍTULO  VIIL 

Como  el  Rey  de  Portogal  determiad  de  easar  coi  si  tobriii. 

El  Rey  de  Portogal,  oída  esta  embazada,  redbió* 
la  oon  alegre  voluntad ;  é  ansí  por  la  oferta  qne  es- 
tos mensageros  le  fioieron,  como  por  otros  mensa- 
geros é  ofredmientos  que  habia  recebido  de  algu-. 
nos  caballeros  de  Castilla  secretamente,  como  quie- 
ra que  le  era  dubdoso  d  derecho  de  la  subcenon  de 
su  sobrina,  pero  condbió  luego  en  su  Animo  de 
aceptar  esta  empresa,  é  de  ser  Rey  de  Castilla  é  de 
León,  para  los  juntar  con  su  Reyno  de  Portogal.  E- 
oomo  los  caminos  para  ir  A  las  cosas  deseadas  se 
facen  ligeros,  aunque  sean  peligrosos,  púsolo  en 


260 


ORÓNIOAS  DB  LOS  BBYIOSI  DE  QABTILLA. 


^  obra  pensando  que  esta  empresa  seria  tan  ligera- 
mente acabada  oomo  le  fué  ofrecida.  Á  este  su  con- 
cepto ayudaba  mucho  el  deseo  que  tenia  de  haber 
alguna  venganza  do  la  BoTua,  porque  quando  la 
eihbió  á  demandar  en  matrimonio  no  lo  quiso  fa- 
oer.  É  luego  puso  en  plática  esta  materia  con  algu- 
nos caballeroBi  ó  otras  personas  de  su  consejo ;  á  los 
qualesdió  á  entender,  que  su  voluntad  determinada 
era  de  casar  con  su  sobrina,  é  poner  todas  sus  fuer- 
zas por  haber  los  Reynos  de  Oastilla  é  de  León,  que 
de  derecho  le  pertenecían,  é  demandóles  su  parecer 
sobre  ello.  Aquellos  caballeros  é  algunos  otros  de  su 
Consejo,  vista  la  voluntad  del  Bey  inclinada  á  acep- 
tar esta  empresa,  pensando  ansimesmo  que  en  la 
grandeza  de  Castilla  habia  para  acrecentarse  todos 
en  rentas  ó  sefioríos  ¡  conformáronse  mas  con  bk  sfl- 
cien  del  Boy  de  Portogal ,  que  con  ¡a  rectitud  del 
consejo.  É  al  fin  todos  le  consejaron  que  lo  debia 
aceptar  ó  poner  luego  en  obra,  antes  que  él  Bey  é 
la  Beyna  oviesen  tiempo  para  se  apoderar  mas  del 
Beyno  de  Oastilla.  Habido  este  consejo,  luego  fiío 
asiento  sobre  todas  las  cosas  que  se  hablan  de  com- 
plir  con  el  Marqués  de  Villena ,  é  con  el  Aizobispo 
de  Toledo,  é  con  el  Duque  de  Arévalo,  é  con  los 
otros  caballeros  que  habemos  dicho ;  y  ellos  ansi- 
mesmo de  lo  que  hablan  do  oomplir  con  él.  É  lue- 
go embió  un  caballero  con  poder  para  se  desposar 
con  su  sobrina,  habiendo  dispensación  del  Papa.  Y 
escribió  á  todos  los  Grandes  é  Oaballeros  de  Casti- 
lla, faciéndoles  saber  como  él  la  tomaba  por  muger, 
é  oomo  á  su  marido  le  pertenecían  estos  Beynos,  la 
posesión  de  los  quales  entendía  con  el  ayuda  de  Dios 
venir  poderosamente  á  tomar ;  por  ende  que  se  junr 
tasen  con  él,  é  que  lee  faria  muchas  mercedes.  Algu- 
nos homes  de  aquel  Beyno  de  Portogal,  que  mira- 
ban aquel  negocio  sin  afldon ,  recelando  los  gran- 
des inconviníentee  que  en  las  grandes  empresas 
suelen  acaecer,  amonestaron  al  Bey  de  Portogal  que 
pensase  mas  é  mejor  en  esta  demanda  que  quería 
facer:  é  dixeronle  que  las  grandes  empresas  con 
justos  é  grandes  fundamentos  se  debían  principiar; 
é  que  debia  considerar,  que  estos  que  le  llamaban 
para  ser  Bey  de  Oastilla  é  de  León,  eran  el  Arzobis- 
po de  Toledo  ^  y  el  Duque  de  Arévalo,  é  los  fijos  del 
Maestre  de  Santiago,  é  del  Maestre  de  Oalatrava  su 
hermano ;  los  quales  poco  tiempo  antes  habían  afir- 
mado por  toda  Espafia,  é  publicado  fuera  della,  que 
la  sefiora  su  sobrina  no  tenía  derecho  á  los  Beynos 
del  Bey  Don  Enrique,  por  la  impotencia  experimen- 
tada que  del  publicaron  ¡  é  que  debia  bien  mirar  co- 
mo estonces  habían  fallado  no  ser  heredera  de  Oss- 
tíUa,  é  agora  dicen  que  es  legítima  subcesora,  por- 
que destas  variedades  é  mudanzas  en  tan  poco  tiem- 
po fechas,  se  podía  sospechar  que  estos  caballeros 
de  Oastilla  no  se  movían  por  su  servicio ,  ni  menos 
con  zelo  de  la  justicia  que  publicaban,  sino  á  fin  de 
procurar  sus  intereses  de  acá  é  allá,  é  dar  el  derecho 
do  fallasen  mayor  utilidad.  É  por  tanto  le  amones- 
taron que  sus  oosas  fasta  hoy  florecientes,  no  las 
embolviese  con  aquellos  que  el  derecho  de  los  Bey- 
nos  miran,  no  según  la  verdad,  mas  según  sus  pa- 


siones é  proprios  intereses :  porque  los  propósitos 
destos  tales  no  suelen  ser  constantes  según  debeni ' 
mas  mudables  oomo  suelen,  para  declinar  á  la  parto 
que  la  fortuna  se  mostrare  mas  favorable.  Otrosí  le 
decian  que  el  Bey  tonia  los  mas  de  los  Grandes  del 
Beyno  de  Oastilla  por  parientes,  é  que  los  pueblos 
eran  aficionados  á  él  é  á  la  Beyna  su  muger,  é  que 
los  Portogueses  no  se  compadecían  bien  con  los 
Castellanos.  É  que  mírase  bien  que  comenzar  guer* 
ra  quien  quiera  lo  pedia  facer,  pero  la  salida  della 
suele  ser  como  los  casos  de  la  fortuna  se  ofrecen, 
los  quales  son  tan  varios é  tan  peligrosos,  que  los 
estados  reales  no  geles  deben  cometer  sin  funda- 
mento de  justicia  é  con  gran  deliberación.  Otrosí  le 
decian  que  aquel  que  por  odio  ó  por  interese  encu- 
bre el  bueno,  é  da  color  al  mal  consejo,  el  consejero 
con  todo  lo  que  conseja  perece.  É  por  tonto  querían 
mas  agora  carecer  de  su  gracia  diciendo  la  verdad, 
que  perecer  después  habiéndola  callado.  Estas  é 
otras  oosas  le  fueron  dichas  al  Bey  de  Portogal  pa- 
ra le  retraer  de  su  propósito  ¡  pero  no  fueron  bien 
secebídas ,  porque  eran  contra  lo  que  tenia  ya  con- 
cebido en  su  ánimo.  £1  Marqués  de  Villena  y  el 
Maestre  de  Oalatrava  y  el  Conde  de  Umefia,  sus 
prímos,  no  cesaban  de  solicitar  pdblicamento  con 
los  que  podían ,  diciendo  que  aquella  Dofia  Juana 
era  verdadera  heredera  de  Castilla,  é  que. la  debían 
obedecer  é  tener  por  su  Beyna  é  Sefiora ,  la  qual  les 
faria  muchas  mercedes.  É  derramaban  esto  voz  por 
las  cíbdades  é  villas,  á  unos  diciendo  los  crimines 
é  yerros  é  tomas  dol  patrimonio  real  que  habían  fe- 
cho en  tiempo  del  Be^  Don  Enrique,  los  quales  les 
serian  perdonados  por  el  Bey  de  Portogal ;  á  otros 
poniendo  miedo  sí  síguieson  el  partido  del  Bey  é  de 
la  Beyna,  dándoles  á  entender  que  serian  punidos 
en  las  personas,  é  les  tomarian  los  bienes  é  rentas 
que  el  Bey  Don  Enrique  les  habia  dado.  É  desto 
manera  prometiendo  mercedes  á  unos,  é  poniendo 
miedo  á  otros,  trabajaban  de  traer  á  todos  los  que 
podían  á  su  opinión  é  al  servicio  del  Bey  de  Porto- 
gal.  Muchos  había  que  deseaban  guerras  é  alboro- 
tos, pensando  que  las  nuevas  cosas  les  traerian  nue- 
vas ganancias ;  otros  por  miedo  de  los  crimines  que 
habían  cometido  aceptaban  aquellos  ofrecimientos, 
é  se  disponían  á  seguir  el  partido  del  Bey  de  Por- 
togal. E  con  estas  variedades,  unos  estoban  escan- 
dalizados, otros  alterados;  é  no  les  parecía  estor 
obligados  á  orden  ni  subjecion  alguna  de  Bey  ni  de 
justicia,  como  suele  acaecer  en  los  Beynos  do  hay 
división* 

CAPITULO  EL 

Del  reqicrinUesto  qie  el  Rey  de  iVirtofil  esibló  á  faeer  al  Rey  6 

la  Reyna. 

Estondo  el  Boy  é  la  Beyna  en  la  villa  de  Valla-, 
dolid  entendiendo  en  la  provisión  de  estas  cosas, 
embió  á  ellos  el  Bey  de  Portogal  un  Caballero  de  su 
casa,  que  se  Ikmaba  Buy  de  Sosa.  Con  el  qual  les 
embió  decir  que  bien  sabia  que  la  Princesa  Dofia 
Juana  su  sobrina  era  fija  legitima  del  Bey  Don  Sn- 


DON  PEfiNANDO 

ríqne  de  Outílla  é  de  León,  y  herodora  do  sue  Boy- 
nos,  jnrada  quando  Prínoeea  por  Boyna  é  Sefiora  de- 
Iloa  por  los  Grandes  é  Oaballeros,  é  por  las  dbdades 
é  villas  del  Beyno  para  despnes  de  los  dias  del  Bey 
sa  padre;  á  la  qaal  él  habla  deliberado  de  tomar 
por  mnger.  Por  ende  que  les  rogaba  é  rcqaeria,  que 
lo  dexasen  estos  Beynos  que  tenian  ocupados  injus- 
tamente, é  lio  se  entremetiesen  á  los  poseer ,  pues 
no  les  pertenecían,  É  que  si  algún  derecho  pensa- 
ban tener  á  ellos,  que  fasta  ser  visto  é  determinado 
por  quien  é  como  dobla  los  desocupasen  luego ,  é 
desasen  la  posesión  que  usurpaban.  É  como  quiera 
que  según  derecho ,  todo  legitimo  heredero  puede 
por  su  propria  autoridad  entrar  en  los  bienes  que  le 
portenecian,  é  la  Boyna  su  sobrina  lo  podia  justa- 
mente facer  como  legitima  heredera  del  Bey  su  pa- 
dre ;  pero  por  esousar  muertes  é  otros  males  que  de 
la  guerra  se  pueden  seguir,  saliendo  ellos  del  Bey- 
no  de  Castilla,  él  suspenderla  la  entrada  quo  en  ellos 
quena  facer,  fasta  que  el  derecho  de  la  una  parte, 
6  de  la  otra  fuese  determinado.  ¿  si  luego  no  lo 
querían  facer,  él  entendía  con  la  ayuda  de  Dios  en- 
trar poderosamente,  é  poseer  estos  Beynos  como  co- 
sa suya,  pues  lo  pertenecían  á  cansa  do  la  Boyna  su 
sobrina  é  su  esposa.  É  quo  si  por  esta  cansa  algu- 
nas muertos  é  otros  males  y  escándalos  so  siguiesen, 
tomaba  á  Dios  por  testigo,  que  fuese  á  cargo  dollos 
é  no  al  Buyo,  pues  les  requería  antes  con  la  rasen 
que  con  la  f  uersa. 

CAPÍTULO  X. 

Do  It  respVMla  q««  dleroa  el  Rey  6  la  Reynt  ti  reqverbslento 
qso  Ice  eabld  á  facer  el  Rey  de  Portogal. 

El  Boy  é  la  Boyna,  oida  aquella  embazada  que 
por  parte  del  Bey  de  Portogal  les  fué  fecha,  ovie- 
ron  BU  consejo  con  el  Cardenal  de  Espafia  é  con  su 
hermano  el  Marqués  de  Santillana  á  quien  ficieron 
Duque  del  Inf  antadgo,  é  con  el  Almirante,  é  con  el 
Duque  de  Alva,  é  con  el  Condestable  Conde  de  Ha. 
ro,  é  con  otros  caballeros  y  perlados  de  su  Consejo; 
é  con  el  acuerdo  dollos  respondieron,  que  se  mara- 
villaban mucho  del  Bey  de  Portogal,  querer  agora 
de  nuevo  despertar  materia  tan  injusta,  la  qual  sa- 
bia él  muy  bien  que  según  razón  se  debiera  callar, 
por  oscusar  plática  que  de  necesario  redundaría  en 
injuria  de  personas  reales ;  é  que  no  estaba  por  co- 
nocer á  él  la  verdad  del  derecho  de  Dofia  Juana  su 
JBobrina  quo  agora  quería  proseguir,  ni  podrían  creer, 
por  ser  príncipe  dotado  de  tan  claras  virtudes,  que 
pensase  mover  guerra  tan  grande  sobre  fundamen- 
to tan  injusto ,  rin  haber  primero  mayores  é  mas 
dertas  informaciones ,  especialmente  considerados 
los  cercanos  é  grandes  debdos  de  sangre  que  con 
ellos  tenia,  é  la  buena  é  loable  paz  que  hay  entre 
BUS  Beynos  é  los  Beynos  de  Portogal.  É  que  le  plo- 
guiose  considerar,  que  aquellos  caballeros  que  le 
llamaban  para  ezecucion  dosta  justicia,  mas  lo  fa- 
cían movidos  por  sus  proprios  intereses,  que  con  so- 
lo del  derecho  que  publicaban.  Porque  él  sabia  bien 
que  aquellos  meemof  é  bus  padree  eran  los  que  po- 


É  DOSA  ISABKL.  261 

00  tiempo  antee  hablan  tenido  el  voto  contrario,  é 
publicaron  por  toda  Espafia  é  aun  fuera  dolía,  que 
aquella  Dofia  Juana  ni  era  ni  podia  ser  fija  del  Bey 
Don  Enrique ;  é  insistieron  en  ello  para  lo  verificar, 
faciendo  grandes  ayuntamientos  de  gentes ,  é  po- 
niendo escándalo  en  el  Beyno.  Lo  qual  daba  clara- 
mente á  entender,  como  en  la  primera  división  se 
mostrafon  escandalosos,  pues  lo  que  afirmaron  es- 
tonces negaban  agora,  é  agora  se  muestran  oobdi- 
ciosos,  pues  lo  que  agora  confiesan  negaron  eston- 
ces. Otrosí  le  embiaron  decir,  quesemombrase  quan- 
do el  Bey  Don  Enrique  le  ofreció  por  muger  aque- 
lla su  sobrina,  é  con  ella  le  otorgaba  la  suboesion 
de  los  Beynos  de  Castilla  é  de  León ;  que  ni  quiso 
aceptar  el  casamiento ,  ni  menos  la  suboesion ,  por- 
que no  estaba  saneado  del  derecho  que  su  sobrina 
podia  tenor  á  estos  Beynos.  Todo  lo  qual  conside- 
rado, con  ánimo  limpio  de  pasión ,  según  que  á  la 
conecioncia  do  persona  real  convenia,  le  rogaban, 
que  no  le  moviesen  las  razones  de  aquellos  que  ten- 
tando sus  intereses  en  una  y  en  otra  parte,  determi- 
naban el  derecho  do  fallaban  su  mayor  utilidad.  É 
que  80  dexase  dosta  opinión ,  do  tantas  muertes  é 
destruioiones  de  necesario  se  signirian ;  en  lo  qual 
f aria  lo  quo  principe  virtuoso  é  temeroso  de  Dios 
debe  facer.  B  que  si  todavía  acordaba  insistir  en 
esta  demanda,  le  dizeee  en  como  ellos  poseían  estos 
Beynos  por  la  gracia  é  voluntad  de  Dios,  é  por  jus- 
ta é  derecha  suboesion  perteneciente  á  la  Boyna  he- 
redera legitima  dollos.  É  que  si  el  Bey  de  Portogal 
decía  pcrtonecerle  por  alguna  acción,  ellos  estaban 
prestos  de  le  responder  por  justicia;  é  bí  otra  algu-. 
na  vía  de  fuerza  é  de  escándalo  quería  mover,  á  ellos 
pesaba  mucho.  Pero  que  agora  fuese  por  derecho, 
según  dobla,  agora  por  fuerza ,  según  decía,  le  res- 
ponderían, tomando  ante  todas  cosas  á  Dios  de  su 
parte,  porque  no  les  fuese  imputada  culpa  dé  las 
muertos ,  incendios  é  otros  males ,  que  dello  se  si- 
gniosen  en  Castilla  y  en  Portogal,  pues  él  quena  ser 
movedor  é  causa  principal  dollos. 

CAPÍTULO  XI. 

De  lo  fne  el  Rey  é  la  Reyaa  emblaroa  á  deelr  al  Har^iét 

de  VUlésa. 

Despedido  el  Embaxador  del  Bey  de  Portogal 
con  esta  respuesta,  luego  el  Bey  é  la  Beyna  embia- 
ron dedr  al  Marqués  de  Villena,  que  mirase'  bien 
quantas  muertes  é  destruiciones  se  habian  seguido 
en  estos  Beynos  por  la  división  que  en  ellos  prind- 
palmonto  causó  el  Maestre  de  Santiago  su  padre, 
quando  se  juntó  con  algunos  perlados  é  caballeros 
del  Beyno,  é  ficieron  Bey  al  Prindpe  Don  Alonso. 
De  la  qual  enfermedad  no  aun  libres,  quería  agora 
tomar  á  facerlos  recaer  en  la  mesma  dolenda  que 
habian  padecido.  É  que  d  no  quería  nürar  su  oons- 
cienoia,  ni  menos  la  fama  que  cobraba  de  homo,  é 
fijo  de  homo  causador  de  esoándalos,  i  lo  menos  se 
doliese  de  tantos  males,  quantos  por  su  parteé  cau- 
sa en  d  Beyno  se  aparejaban;  é  quanto  pdigro 
ocurría  eñ  bu  persona  y  estado,  é  quanto  dafio  de  la 


262 


0BÓNI0A8  DB  LOS  BBTES  DB  CASTILLA. 


guerra  se  podía  seguir  en  su  tierra  é  patrimonio, 
porque  no  era  posible  estando  todo  elReyno  en 
guerra,  que  su  tierra  estoviese  en  pas.  Por  ende  qu® 
le  rogaban  ó  requerían  con  Dios,  que  se  dezase  d^ 
aquel  camino  que  quería  llevar,,  é  pensase  pacificar 
su  persona  y  estado ;  é  que  ellos  le  confirmarían  to- 
do, lo  que  el  Maestre  su  padre  le  dexó,  é  le  darían  el 
Maostradgo  de  Santiago ,  é  allende  desto  le-farian 
.  otras  mercedes.  El  Marqués  de  Villena  respondió 
que  ya  no  era  tiempo  de  se  retraer  de  lo  que  había 
comenzado,  ó  que  tenia  por  su  rey  é  sefior  deetos 
Roynos  al  Rey  Don  Alonso  de  Portogal  é  á  la  Bey- 
na  Dofia  Juana  su  esposa,  á  quien  de  derecho  perte- 
ueoian ;  por  endo  que  no  le  f ablasen  mas  en  aquella 
materia.  Oida  esta  respuesta ,  luego  el  Bey  ó  la  Bey- 
na  pensaron  de  poner  gran  recabdo  en  el  Beyno,  y 
embiaron  sus  oartas  á  todas  las  cibdades  é  yillas  pa- 
ra que  fuesen  bien  guardadas,  de  manera  que  nin- 
guna persona  se  pudiese  apoderar  dellas.  T  escrí- 
biorou  á  algunos  Grandes  é  Caballeros  del  Beyno, 
faciéndoles  saber  la  embazada  que  el  Bey  de  Por- 
togal les  había  emblado ,  é  la  respuesta  que  le  ha- 
bían dado.  É  porque  sopíerou  que  el  Bey  de  Porto- 
gal  facía  aderezos  de  guerra ,  é  llamaba  su  gente 
para  entrar  en  C&stiUa ,  mandaron  que  estoTÍesen 
prestos  con  sus  gentes  para  les  servir  é  defender 
estos  Bey  nos,  según  que  buenos  é  leales  sdbdítosson 
obligados  á  facer.  Sabido  esto  en  el  Beyno ,  luego 
los  gentes  del,  comeen  semejantes  casos  suele  acae- 
cor ,  ovieron  diversos  pensamientos.  Á  los  unos  pe- 
saba mucho,  recelando  los  males  que  vienen  á  tor 
dos  generalmente  de  las  guerras  é  divisiones,  y  es- 
tos eran  los  hornee  pacíficos  é  de  buenos  deseos. 
Otros  aunque  eran  aficionados  al  servicio  del  Bey  é 
do  la  Bey  na,  placíales  de  aquellos  escándalos,  por 
ver  necesidades  en  que  los  oviesen  de  servir,  por- 
que ficiesen  mención  dellos  é  les  ficiesen  mercedes. 
A  otros  deseosos  de  novedades  piada,  por  ver  mu* 
danzas  de  tiempos,  en  que  pensaban  adquirir  rique- 
zas é  honores.  Otros  pensaban  de  allegarse  ala  par- 
to que  mejor  partido  les  ficiese.  É  ¿  otros  muchos 
placía,  no  por  otro  respeto ,  salvo  por  ver  tiempo 
.  disoluto,  sin  ninguna  orden  ni  miedo  de  justicia, 
donde  con  robos  é  fuerzas  pensaban  adquirir  bie- 
nes. É  ansí  los  unos  como  los  otros,  proveyendo  á 
sus  proprios  intereses,  habían  varios  consejos,  é  da- 
ban diversos  juicios,  y  estaban  escandalizados,  los 
ánimos  alterados,  dnbdando  á  qnal  parte  Dios  é  la 
fortuna  sería  mas  favorable.  Pero  los  homes  cíbda- 
danos  é  labradores,  é  todos  los  mas  de  la  caballería, 
é  los  fijosdalgo  de  Castilla,  eran  aficionados  al  Bey  é 
á  la  Beyna,  é  odiosos  á  los  Portogueses,  por  la  ene- 
mistad antigua  que  es  entro  Castilla  é  Portogal.  Es- 
pecialmente eran  odiosos  á  aquella  Dofia  Juana, 
porque  creían  no  ser  fija  del  Bey  Don  Bnríque ,  é 
que  habla  seydo  engendrada  de  feo  é  detestable  en- 
gendramiento, ó  deseaban  mucho  la  vitoría  del  Bey 
é  de  la  Beyna ,  por  ser  fija  del  Bey  Don  Juan.  La 
Beyna  estaba  muy  turbada  de  ver  los  escándalos  é 
alteraciones  del  Beyno ;  é  cgmo  desde  su  nifiez  ha- 
bía seydo  huérfana  é  criada  en  grandes  necesida- 


des, considerando  loa  males  que  habla  visto  en  la 
división  pasada,  recelando  mayores  en  la  que  veía 
presente,  oonvertióse  á  Dios  en  oración,  é  los  ojos  é 
manos  alzados  al  cielo  dixo  ansi :  cTú,  Sefior,  que 
sconooes  el  secreto  de  los  corazones,  sabes  de  mi, 
sque  no  por  via  injusta ,  no  por  oantela  ni  tiranía, 
»mas  creyendo  verdaderamente  que  de  derecho  me 
9 pertenecen  estos  Beynos  del  Bey  mi  padre,  he  pro- 
B  curado  de  los  haber,  porque  aquello  que  los  Beyes 
«mis progenitores  ganaron  oon  tanto  derramamien- 
sto  de  sangre,  no  venga  en  generación  agena.  A  tí, 
sSefior,  en  cuyas  manos  es  el  derecho  de  los  Bey- 
Bnos,  suplico  hnmilmente,  que  oigas  agora  la  ora- 
scion  de  tu  sierva,  é  muestres  la  verdad,  é  manifies- 
stes  ta  voluntad  oon  tus  obras  maravillosas:  por- 
sque  si  no  tengo  justicia,  no  haya  lugar  de  pecar 
vpor  ignorancia,  é  sí  la  tengo,  me  des  seso  y  esfuer- 
»zo  para  la  alcanzar  con  el  ayuda  de  tu  brazo,  por- 
»que  con  tu  graoía  pueda  haber  paz  en  estos  Bey- 
»nos,  que  tantos  males  é  dostruíciones  fasta  aquí  por 
Besta  causa  han  padecido. »  Esto  oían  decir  á  la  Bey- 
na muchas  veces  en  aquellos  tiempos  en  público,  y 
esto  deda,  que  era  su  príncipal  rogativa,  á  Dios  en 
secreto. 

CAPÍTULO  xn. 

De  lu  amonestaciones  qno  Icieron  al  Arsobispo  de  Toledo  por- 
qie  no  se  jnnlase  con  el  Rey  de  PortofaL 

Como  el  Bey  é  la  Beyna  sopieron  que  el  Arzobis- 
po de  Toledo  (1)  tomaba  propósito  nuevo,  é  quería 
favorecer  la  parte  del  Bey  do  Portogal ,  acordaron 
de  embiar  á  él  algunas  personas  de  su  Consejo,  por 
le  retraer  de  aquel  camino.  El  qual  respondió  áspe- 
ramente ,  mostrando  con  orgullo  grandes  querellas 
del  Bey  é  de  la  Beyna,  didendo  que  no  le  habían . 
tratado  con  la  honra  que  debían,  ni  dado  los  oficios 
que  el  Bey  le  habia  prometido ;  é  deda  otras  razo- 
nes ,  por  do  mostraba  gran  descontentamiento.  É 
de  secreto  se  sopo  que  todavía  determinaba  seguir 
aquella  via  del  Bey  de  Portogal,  porque  el  Marqués 
do  Villena  que  estaba  con  él,  le  había  traído  á  la 
opinión  suya;  cerca  de  lo  qual  ayudaba  mucho 
aquel  Fomando  de  Alarcou,  que  habemos  dicho 
que  era  privado  dol  Arzobispo ,  á  quien  mediante 
muchas  dádivas  é  promesas,  el  Marqués  de  ViUená 
habia  corrompido  é  traído  á  su  opinión.  El  Conde 
do  Buendia,  Don  Pedro  do  Acuña,  quando  sopo  que 
el  Arzobispo  de  Toledo  su  hermano  tomaba  propó- 
sito nuevo  contra  el  Bey  é  contra  la  Beyna ,  con 
gran  sentimiento  que  dello  ovo,  vino  á  él  é  trabajó 


(1i  Con  este  motivo  el  Cronista  Femando  del  Palear,  por  Ban- 
dado, scfon  entonces  se  dyo,  de  la  Reyaa,  escribió  al  Anobispo 
ana  larga  carta,  qne  es  la  3  do  las  snyu,  haciéndolo  ter  sn  mal 
porto,  y  persoadléndole  á  qne  mndara  sn  propósito  y  diese  psx 
al  Reyno.  A  la  qnsi  el  Arsobispo  falso  responder  por«un  caballero 
criado  de  sn  cssa,  escnsándose,  y  dando  i  entender,  qne  no  ba<« 
ria  nada  qne  no  debiese  contrs  el  Rey  y  Is  Reyoa.  Entonces  el 
Cronista,  con  la  libertad  qne  le  dabs  la  JnsUcis  de  sn  cansa,  toI- 
I  vid  á  tonar  la  ploma  y  escribid  á  dicho  caballero  la  carta  que 
puede  verse  ignalnienie  en  Isa  snyas,  Letra  &  Una  y  otra  trae  4  la 
Iclia  Mnald.,  UUt.  d4  lot  S^a  CüMícoí,  e,  IS  p  13. 


DON  FERNANDO 

mitchoi  ansí  por  tu  persona,  oomo  niodiante  algu- 
nos religiosos  é  otros  sos  oriados,  por  le  retraer  de 
aquella  yia  que  tomaba.  É  ni  la  autoridad  de  aque- 
llas personas,  ni  la  fuersa  de  sus  rasones,  ni  meroo- 
des  que  le  prometieron ,  ni  inoonyinientos  que  le 
mostraron,  pudieron  retraerle  de  aquel  propósito.  É 
▼ista  la  pertinacia  que  mostraba ,  todos  aquellos, 
aunque  sus  debdos  propinquos,  fueron  indinados  é 
mostraron  grand  odio  contra  él ,  considerando  que 
siempre  habia  serrido  al  Bey  é  á  la  Beyna  en  los 
tiempos  pasados,  é  agora  que  en  tiempo  de  necesi- 
dad era  mas  menester  su  serrioio,  movido  por  Inte- 
rese, ó  por  otra  alguna  pasión ,  no  solo  dezaba  de 
los  serrir,  mas  deliberaba  de  los  deservir,  juntán- 
dose con  el  Rey  de  Portogal  á  poner  nueva  divi- 
sión en  el  Reyno  ¡  sin  haber  respeto  á  los  juramen- 
tos que  pocos  dias  antes  habia  fecho,  de  tener  siem- 
pre al  Rey  é  á  la  Reyna  por  sus  reyes  ó  sefiores  na- 
turales, é  de  los  servir  lealmente. 

OAPÍTULO  XIII. 
Ds  eoHO  la  R^yia  pttd  aqsMde  los  psertoi,  é  fino  ptn  Toledo. 

Si  Rey  de  Portogal,  oida  la  respuesta  que  em- 
biaron  el  Rey  é  la  Reyna  con  aquel  caballero  Ruy 
de  Sosa,  é  oomo  fué  certificado  por  el  Marqués  de 
ViHena  que  el  Arrobispo  de  Toledo  y  el  Duque  de 
Arévalo  se  juntarían  con  él  é  le  servirían,  luego  fiao 
llamar  todas  las  gentes  de  guerra  de  su  Reyno,  en 
número  de  cinco  mil  bornes  de  á  caballo ,  é  quince 
mil  peones.  B  según  se  decía,  agraviando  sus  vasa- 
llos en  los  pechos  que  les  puso  y  emprestidos  que  les 
demandó,  llegó  gran  suma  de  dinero,  é  lu<^o  movió 
con  aquella  su  gente  para  entrar  en  Castilla.  Sabi- 
do por  el  Roy  é  por  la  Reyna  que  estaban  en  Valla- 
dolid,  la  entrada  del  Roy  de  Portugal  en  sus  Rey- 
nos,  é  como  el  Anobispo  de  Toledo  determinaba 
de  se  juntar  con  él ;  luego  acordaron,  que  el  Rey 
quedase  en  Valladolid,  é  con  él  el  Cardenal  de  Espa- 
fta  y  el  Almirante,  é  otros  algunos  caballeros,  para 
proveer  en  toda  aquella  tierra  é  sus  comarcas ;  é 
que  la  Reyna  pasase  aquende  el  puerto,  é  viniese  á 
Toledo  para  proveer  desde  aquella  cibdad  en  las 
cosas  del  Reyno  de  Toledo  é  del  Andalucía  y  Es- 
tremadura,  é  de  todas  aquellas  partee.  Ansimesmo 
acordó  de  ver  en  aquel  camino  al  Arzobispo  de  To- 
ledo, por  le  retraer  de  aquel  propósito  que  habia  to- 
mado. B  mandó  ai  Duque  del  Inf  antadgo,  é  al  Con- 
destable Conde  de  Haro,  é  al  Duque  de  Alva  que 
fuesen  con  ella.  B  oomo  llegó  á  Losoya,  acordó  des- 
de allí  embiar  al  Anobispo  á  le  decir  que  ella  que- 
ría ir  á  la  su  villa  de  Alcalá  á  le  ver  é  f ablar.  IBete 
acuerdo  que  la  Reyna  tomaba,  pareció  bien  á  los 
caballeros  que  con  ella  venían,  é  á  los  mas  de  su 
consejo  porque  ordan,  que  quando  el  Araobispo 
viese  á  la  Reyna,  f  arla  todo  aquello  que  le  rogase, 
mayormente  compliendo  con  él  en  todo  lo  que  se 
pediese  complir ;  é  loaban  mucho  su  oondicion,  por- 
que pedia  forsar  su  voluntad  para  ir  á  f ablar  á  un 
natural  suyo,  después  de  tan  agras  respuestas  oomo 
lo  haUa  amblado.  Otros  algunos,  en  especial  aque- 


É  DOSA  ISABEL.  ^  268 

Uos  que  conocían  al  Ansobispo  é  habían  ido  é  él 
por  mandado  del  Rey  é  de  la  Reyna  sobre  esta  ma- 
teria, recelando  su  duresa,  le  consejaban  que  no 
debía  ir,  porque  no  se  guardaba  su  preeminencia 
real.  B  que  sería  mejor  consejo,  ombiar  uno  de  aque- 
llos caballeros  que  iban  con  ella,  que  eran  de  los 
mayores  del  Reyno,  é  personas  de  graiid  autoridad; 
porque  si  ella  fuese  en  persona,  mostraría  gran  fla« 
queza  de  su  partido ,  lo  qnal  dafiaria  mucho  en  los 
negocios  principales  que  por  estonces  ocurrían.  De- 
cían ansimesmo ,  que  no  podía  la  Reyna  ofrecer  al 
Arsobispo  mas  de  lo  que  ellos  de  su  parte  le  habían 
ofrecido  ;  ni  le  podían  decir  ni  consejar  mas,  de  lo 
que  su  hermano  el  Conde  de  Buendia  é  otros  sus 
paríentes  é  criados  é  algunos  religiosos  le  hablan 
amonestado  é  consejado;  é  que  las  semejantes  vis- 
tas, sobre  cosa  concertada  se  suelen  é  deben  facer. 
Porque  si  el  Arzobispo  no  aceptase  el  ruego  que  la 
Reyna  le  fidese  en  persona,  doblarsería  la  enemis- 
tad, é  su  meemo  yerro  le  faria  ser  mas  duro  deser- 
vidor ;  de  manera  que   vemia  tarde  la  reoonci-  ^ 
Haden  que  del  por  ventura  en  algún  tiempo  se  es-  * 
peraba.  B  dedan  otras  muchas  razones,  por  escusar 
aquella  ida  que  la  Reyna  en  persona  quería  facer. 
La  Reyna  respondió:  «Porque  yo  tengo  gran  oon- 
» fianza  en  Dios,  tengo  poca  esperanza  en  el  servi- 
»vio,  é  poco  temor  del  deservido  que  el  Arzobispo 
«puede  facer  al  Rey  mi  sefior  é  á  mL  E  m  el  Arzo- 
B hispo  fuese  otra  mayor  persona,  pensaría  mas  en 
«mi  ida  é  él ;  pero  porque  es  mí  natural  é  ha. estado 
Bcn  mi  servido  familiarmente,  quiero  ir  áél,  porqué 
«pienso  que  mi  vista  le  mudará  la  voluntad,  ó  le 
«podrá  retraer  deste  propósito  nuevo  que  quiere  te- 
B  mar.  E  solo  por  satisfacer  á  la  opinión  del  pueblo 
Bque  piensa  que  ha  servido  al  Rey  mi  sefior  é  á  mi, 
B  quiero  facer  esta  diligencia,  por  no  le  dezar  errar 
Bm  pudiere;  é  no  quiero  pues  que  puedo,  quedar 
B  con  pensamiento  que  me  acuse ,  pensando  que  d 
B  fuera  á  él  en  persona,  le  pudiera  retraer  deste  oa- 
Bmino  errado  que  quiere  tomar.»  B  acordó  que  d 
Condestable  fuese  primero  á  f ablar  con  él ;  é  la 
Reyna  quedó  en  Lozoya,  ó  con  ella  los  Duques  dd 
Inf  antadgo  é  de  Alva.  El  Condestable  por  manda- 
do de  la  Reyna,  fué  á  la  villa  de  Alcalá;  é  luego 
d  Arzobispo  fabló  con  él,  é  repitióle  los  servidos 
que  habia  fecho  al  Rey  é  á  la  Reyna ;  é  dfxole  quan- 
to  eran  notorios  los  peligros  de  su  persona,  é  gas- 
tos de  su  f adenda  que  habia  fecho  por  les  servir ; 
é  que  siendo  príndpes,  teniéndolos  en  su  casa  é 
tierra,  le  habia  prometido  para  quando  oviesen  d 
Reyno  grandes  mercedes,  é  que  nunca  ovo  dallos 
oficio  ni  merced.  Andmesmo  les  diso,  que  mayores 
honras  facían,  é  daban  mas  parte  de  sus  consejos 
£  otros  perlados  é  caballeros  á  quien  no  debian  dar, 
que  á  él  que  les  habia  and  bien  servido,  oomo  á  to- 
de  el  mundo  era  notorio.  B  que  en  todo  le  habían 
seydo  tan  ingratos  é  le  hablan  tratado  tan  deshon- 
radamente  después  que  eran  Reyes,  quanto  no  pu- 
dieran tratar  al  menor  oapdlan  de  su  casa ;  é  que 
acordaba  de  tomar  por  su  honra',  é  dar  á  entender 
especialmente  á  la  Reyna,  en  que  manera  se  habia 


264 

de  tratar  persona  que  tan  bien  le  liabia  servido,  ansi 
eñ  Btt  oasamientOy  como  en  todas  las  otras  cosas. 
EiSte  Oondestable  era  home  discreto  ó  bien  f  ablado, 
é  deseaba  madio  retraer  al  Arzobispo  de  aquel  ca- 
mino que  tomaba ;  é  después  que  le  oyó  bien,  é  vi- 
do  que  habia  descargado  sus  quexas,  como  quier 
que  conooia  bien  quanto  trabajo  se  requiere  para 
retraer  al  argullosodel  propósito  que  tiene  concebi- 
do, le  respondió : 
«To,  sefior,  tengo  creido,  que  mayor  fama  de 
magnífico  os  dio  vuestra  naturalesa ,  que  os  pudo 
dar  vuestra  dignidad.  Pero  si  los  actos  de  la  mag. 
nificenda  carecen  de  rasen,  mas  serán  reputados 
actos  de  home  voluntarioso ,  que  de  magnífico. 
Oído  habcmoB  de  voa  muchas  veces ,  que  habéis 
servido  bien  al  Bey  ó  ala  Boy  na,  seyendo  prínci- 
pes, ó  qtie  los  habéis  tenido  en  vuestra  casa  algu- 
nos tiempos ,  é  habéis  pasado  trabajos ,  fasta  que 
por  la  grada  de  Dios  son  venidos  al  estado  real 
en  que  están ;  é  conolub  sobre  todo  de  haber  ven- 
ganza desta  ingratitud ,  que  contra  vos  decís  que 
han  mostrado.  Verdad  es  por  cierto ,  sefior,  que 
mejor  fuera  ni  vos  repetir  vuestros  servicios ,  ni 
yo  recontar  lo  que  el  Bey  é  la  Beyna  han  fecho 
por  vos ;  porque  repetir  el  beneficio ,  parece  acu- 
sar la  ingratitud.  Pero  tanto  é  por  tantas  partes 
los  publicáis  por  ingratos,  que  será  forzado  dar 
rason  desta  ingratitud  que  les  imputáis.  Vos,  se- 
fior, sabois  las  guerras  acaecidas  en  estos  Boynos. 
quando  vos  é  otros  perlados  é  caballeros  alsastea 
on  Avila  por  Bey  al  Príncipe  Don  Alonso,  é  se 
fizo  aquella  división ;  la  qual  vos  principalmente 
la  sostuvistes,  publicando  quasi  por  toda  la  ohris- 
tiandad,  que  con  sana  oonsciencia  no  podíais  so- 
frir,  que  el  Príncipe  Don  Alonso,  fijo  del  Bey  Don 
Juan,  de  quien  habíades  recebido  mercedes,  per- 
diese la  subcesion  de  estos  Beynos  que  de  derecho 
le  pertenecía,  ó  la  oviese  aquella  sefiora  Dofia 
Juana  que  se  decía  fija  del  Bey  Don  Enrique, 
puerto  el  Príncipe,  recelando  la  enemistad  que  el 
Bey  Don  Enrique  ternia  con  vos  por  las  cosas  pa- 
sadas, acordastes  de  tomar  por  escudo  de  vuestra 
defensa  á  la  Beyna,  que  estonces  subcedió  Prince- 
sa en  lugar  del  Príncipe  su  hermano  ¡  la  qual  se 
dispuso  á  todo  trabajo  por  librar  vuestra  persona 
y  eiitado.  Vos,  sefior,  sabéis  bien  que  según  las  co- 
sas pasadas,  no  pudióradcs  seguramente  sostene- 
ros, sin  algún  amparo  cierto  de  persona  real,  por 
cuyo  respeto  fuésedes  defendido,  según  que  lo 
fuistes  por  la  Bcjma  todo  el  tiempo  que  con  ella 
estovistes.  E  allende  desto  sabéis  los  beneficios 
honras,  dádivas  ó  mercedes  de  dineros  é  otras  co- 
sas, que  el  Bey  ó  la  Beyna  muchas  veces  os  ficieron, 
las  quales  bien  consideradas,  sin  dubda  incurriría- 
dea  vos  á  ellos  en  mayor  caso  de  ingratitud,  si 
dexásedes  de  los  servir,  que  ellos  á  vos  si  no  remji- 
nerasen  á  vuestra  voluntad  los  servicios  que  decís 
haberles  fecho.  También  sabéis  que  por  sostener  á 
vos  solo,  dezó  la  Beyna  de  haber  por  servidores  á 
otros  muchos  Grandes  del  Beyno,  que  por  vuestra 
causa  se  excusaron  de  la  servir.  Pero  dexemos 


CBÓNIOAS  DE  LOB  BBTE8  DE  CASTILLA. 


•  agora,  sefior,  la  fabla  de  los  cargos  secretos  que 
» vos  tenéis  del  Bey  é  de  la  Beyna ,  ó  de  los  serví- 
icios  públicos  que  decís  que  lesfioistes.  Sabéis  bieu, 
»  sefior,  que  muerto  el  Bey  Don  Enrique  fueetes  á  Se- 
Bgovia,  donde  jurastes  públicamente  sobre  un  libro 
»  misal,  de  tener  por  vuestra  reyna  é  sefiora  natural 
»á  la  Beyna,  según  que  los  mas  de  los  Perlados  é 
» Grandes,  é  Oaballeros  del  Beyno  lo  ficieron.  Ago- 
»ra,  sefior,  si  mudáis  el  propósito  dies  afios  contí- 
»uuado  por  enojo  de  tres  meses  habido,  querría  sa- 
»ber  de  vos  como  podéis  sanear  vuestra  oonsciencia, 
Ȏ  guardar  vuestra  honra,  contradiciendo  lo  que 
Bcon  tantas  informaciones  oreistes,  é  tanto  tiempo 
Bguardastes,  é  tan  poco  ha  jifi*astes  ó  firmastes ;  ó 
»que  casos  de  ingratitud  pueden  ser  estos  cometi- 
tdos  contra  vos,  dado  que  mas  graves  fuesen  de  k> 
tque  recontáis,  que  puedan  quitar  á  la  Beyna  el 
» derecho  de  su  subcesion ,  é  absolver  á  vos  del  ju- 
trameuto  que  le  ficistes,  salvo  sí  pensáis  que  el  dere- 
»cho  de  sor  ó  no  ser  Bey  de  Castilla,  consiste  sola- 
B mente  en  tener  ó  no  tener  á  vos  contento;  é  que 
Bsolo  vos  por  vuestra  autoridad  podéis  quitar  aquo- 
bUo,  que  muchas  veces  publicastes  haber  dado  Dios 
ipor  la  suya.  No  parece  por  cierto,  sefior,  can- 
B  sa  suficiente  para  quebrantar  la  fidelidad  que  se 
Bdebe  al  Boy,  porque  no  faga  honras  á  quien  las 
B  merece,  ni  mercedes  á  quien  las  demanda  caso«quo 
B ge  les  haya  bieu  servido;  porque  si  este  tal  no 
B  ganase  nombre  de  liberal,  ni  por  esto  perderá  noui- 
Bbre  de  Rey,  ni  el  derecho  de  su  reyno.  Ni  porque 
Bos  parezca  que  la  Beyna  ofendió  á  vos,  no  de- 
B  beis  vos  ofender  á  Dios ,  quebrantando  lo  que  ju- 
B  raste^  ayudando  á  facer  en  el  Beyno  división.  De 
Bla  qual  como  de  pecado  abominable  todos  debemos 
Bfuir ;  especialmente  vos,  que  de  los  peligros  de  la 
B  división  pasada  debríades  estar  escannentado ,  ó 
B  tener  ante  los  ojos,  que  si  trabajastes  por  facer  Bey 
Bal  Príncipe  Don  Alonso,  ántts  se  fizo  la  división 
Bque  vistes,  que  el  Bey  que  pensastes;  é  queréis 
B  agora  recaer  en  el  fierro  que  conociste  haber  cai- 
Bdo,  quando  tornastes  á  la  obediencia  del  Bey  Don 
B  Enrique.  Mirad  bien  por  Dios,  sefior,  que  estas  va- 
Briedades  allende  de  ser  peligrosas,  no  en  pequefia 
B  injuria  se  reputan  do  persona  de  tal  edad  á  dígni- 
Bdad  como  vos  tenéis.  Debéis  ansimesmo  pensar 
Bque  ni  Dios  permitirá,  ni  las  gentes  consentirán, 
Bque  vos,  movido  por  qualquier  enojo,  pensedee 
» quitar  ni  poner  rey  on  Castilla;  porque  quando  lo 
BquesÍBtes  facer,  oviutes  mayor  peligro  en  lo  que 
Bcometistes,  que  efeto  de  lo  que  pensastes.  E  por 
B  tanto,  sefior,  alimpiad  vuestro  espíritu  desemejan- 
Btes  pensamientos  é  poneos  on  la  virtud  de  la  tem- 
B  planza,  avenidora  de  la  voluntad  con  la  razón ;  ó 
B  luego  conoceréis  el  camino  errado  que  tomáis,  y  el 
B  verdadero  que  sois  obligado  de  llevar.  E  cerca  de 
B  la  querella  que  tenéis  por  estos  oficios  que  pedís, 
Boomo  quiera  que  seáis  merecedor  de  grandes  mer- 
B cedes;  pero  si  consideráis  que  el  home  templado 
B  debe  moderar  también  sus  demandas,  como  tem- 
B  piar  sus  dádivas ,  conoceréis  no  ser  cosa  razonable 
«haber  pedido  aquellos  ofioioSi  que  los  mas  prínoi- 


DON  FJBRNANDO 
pftloÉ  ■enridores  é  oriados  sayos  tíenen,  é  toyieron 
BUS  padres  é  abuelos ,  sirviendo  en  ellos  al  Rey  sn 
padre  é  á  él ;  é  Teréis  ansimesmo  el  deservioio 
grande  que  se  le  signiria ,  n  por  tener  á  vos  solo 
oontento,  agraviase  á  los  principales  de  sa  oasa  on* 
yos  son ;  los  qaales  temian  mayor  razón  de  se  que- 
zar  si  les  quitasen  16  suyo,  que  vos  tenéis  porque 
no  vos  dan  lo  ageno.  Allende  destoparesceria  que 
el  amor  que  mostr&bades  al  servicio  destos  nues- 
tros sefiores,  y  el  derecho  que  publioábades  tener 
la  Rey  na  á  estos  ReynoSi  no  era  por  respeto  de 
verdad,  mas  por  fin  de  interese,  pues  cesando 
aquel,  proourábadee  de  los  deservir.  Por  ende,  se* 
flor,  yo  vos  ruego  oon  Dios  ó  requiero  que  apar- 
téis do  vos  este  propósito ;  é  pues  vuestra  digni- 
dad os  obliga  ser  ministro  de  paa,  vuestra  condi- 
ción no  os  fuerce  ser  materia  de  escándalo,  ni  pue« 
da  agora  en  vos  mas  la  pasión  que  la  razón.  Per- 
maneced en  lo  que  habéis  jurado  é  principiado,  ó 
uo  perdáis  los  servicios  que  decis  babor  fecho  oon 
este  deservido  tan  grande,  que  sobrepuja  á  todo 
lo  que  habéis  servido,  dado  que  en  mayor  calidad 
6  quantidad  fuese.  E  pues  la  Reyna  allende  de 
qnantas  honras  os  ha  fecho,  se  dispone  á  venir 
por  su  persona  á  vos  fablar,  é  le  place  oomplir  en 
todo  lo  que  so  pudiere  oomplir ;  básteos  este  tan 
gran  acto  para  satisfacción  de  vuestras  querellas, 
porque  no  siento  yo  injuria  tan  grande,  que  la 
presencia  desta  nuestra  sellora  no  os  sanease,  con- 
siderada su  grandeza,  é  la  reverencia  é  obedien- 
cia que  le  es  debida.  E  no  sintáis  tanta  graveza, 
si  el  Rey  é  la  Reyna  tienen  cerca  de  si  otros  Perla- 
dos é  Caballeros ;  porque  como  sabéis,  los  reyes 
«no  deben  cerrar  su  puerta,  ni  menos  su  voluntad 
real,  á  aquellos  que  oon  toda  lealtad  se  dispo- 
uon  á  los  servir.  E  si  por  ventura  el  sentimiento 
de  la  pasión  que  agora  toneis,  os  venciere  para  no 
servir  á  estos  sefiores  como  debéis,  á  lo  menos  por 
vuestra  honestidad  no  los  desirváis.  B  deliberar  de 
guardar  vuestra  autoridad,  estando  quedo  en  vues- 
tra casa,  ó  no  os  juntéis  con  el  Rey  de  Portogal; 
porque  pensando  deservir  al  Rey  é  á  la  Reyna, 
dañaréis  vuestra  consciencia,  d  disfamaréis  vues- 
porsona,  para  os  traer  en  la  indinacion  de  Dios ,  é 
odio  del  pueblo.» 

Oidas  las  razones  del  Condestable,  luego  pareció 
que  el  Arzobispo  se  inclinaba  á  sus  consejos  é  amo- 
nestaciones ,  porque  conoda  que  este  Condestable 
era  heme  de  buen  seso,  é  lo  decia  con  sana  inten- 
ción. E  muchos  de  sus  debdos  é  criados  quisieran 
que  el  Arzobispo  pusiera  en  obra  el  consejo  del 
CondesUble,  el  qual  los  parecía  haber  fecho  mayor 
ef eto  en  él  por  las  razones  que  habia  dicho ,  que 
ninguna  de  las  amonestaciones  que  otros  muchos 
lo  hablan  fecho  ;  é  todos  los  mas  le  consejaban  que 
fioiese  lo  que  lo  amonestaba.  E  otros  algunos  le 
dedan,  que  si  no  lo  queria  facer ,  á  lo  menos  deli- 
berase estar  quedo  en  sn  tierra,  é  no  se  mostrase 
por  la  una  parte  ni  por  la  otra.  Pero  al  fin,  partido 
el  Condestable^  como  el  Arzobispo  estaba  remitido  á 
la  gobernación  de  aquel  borne  que  habernos  dicho 


É  DOfiA  ISABEL.  2G5 

que  se  llamaba  Femando  de  Alaroon,  é  tenia  cerca 
de  sí  algunos  caballeros  ó  otros  homes  de  malos 
deseos,  que  por  sus  proprios  intereses  le  movían  á 
guerras  y  escándalos,  inclinóse  mas  al  consejo  de 
los  escandalosos  que  á  la  amonestación  de  los  pa- 
dficos.  E  luego  tomó  á  insistir  en  su  dureza,  ó  dizo 
que  no  queria  mudar  el  propósito  que  habla  to- 
mado de  soguir  el  partido  del  Rey  de  Portogal ;  é 
que  no  debia  venir  la  Reyna  alU  do  estaba ,  porque 
si  ella  viniese,  él  determinaba  de  la  no  esperar,  é 
irse  á  otra  parte.  Quando  la  Reyna  fué  avisada  del 
propósito  del  Arzobispo,  no  curó  mas  del,  é  oontinó 
sn  camino  para  la  dbdad  de  Toledo.  Algunos  cria- 
dos é  parientes  del  Arzobispo,  viendo  como  negó  la 
vista  de  la  Reyna,  aunque  en  su-  oasa  habia  diver- 
sas opiniones  (porque  unos  le  consejaban  que  si- 
guiese el  partido  del  Rey  de  Portugal ,  á  otros  pe- 
saba mudio  de  aquel  camino  que  tomaba),  pero 
también  los  unos  como  los  otros  quedaron  escan- 
dalizados, é  no  sabían  dar  razón  do  aquella  fealdad 
que  el  Arzobispo  fizo,  é  imputaban  toda  la  culpa  á 
aqael  Femtodo  de  Alaroon  que  gelo  habia  conse- 
jado ;  otros  lo  imputaban  al  Arzobispo,  por  dar  cré- 
dito en  tan  grandes  cosas  á  homes  de  tan  baza  con- 
didon. 

CAPÍTULO  XIV. 

De  lo  qoe  ol  Gardestl  escribió  al  Rey  de  Pertigal»  é  de  so  res- 

pieeta. 

El  Cardenal  de  Espafia  que  quedó  con  el  Rey  en 
Valladolid,  visto  el  escándalo  é  las  guerras  que  por 
todas  partes  se  movían  en  el  Reyno ,  pensó  poner 
esta  demanda  en  algún  trato  de  concordia :  y  em- 
bió  un  su  Capellán  al  Rey  de  Portugal  oon  una  letra 
que  decia  ansí. 

c  Muy  ezoelente  Rey  é  Sefior :  Las  virtudes  de 
B vuestra  real  persona  me  mueven  á  os  suplicar,  é 
«aun  á  ezhortar,  que  mirds  mas  en  la  entrada  qae 
»  deliberáis  facer  en  estps  Reynos,  porque  la  empre- 
B  sa  que  tomáis  es  grande,  é  los  fundamentos  que  para 
sella  tenéis  parecen  poquefios.  E  por  tanto,  sellor,  si 
sos  place  suspender  en  ella  por  algunos dias,  yo  tra- 
i  bajaré  con  bueno  é  igual  ánimo  de  concordar  al  Rey 
»é  á  Reyna  mis  Seflores  oon  vuestra  softoria,  de  tal 
» manera  que  Dios  sea  servido,  é  la  honra  do  ambas 
Blas  partes  guardada.» 

El  Rey  do  Portogal,  vista  la  lotra  del  Cardenal, 
respondiólo  en  esta  manera :  t  Agradézoovos  mu- 
Boho,  Reverendísimo  señor  primo,  vuestro  buon  de- 
Bseo,  y  pluguiérame  de  lo  facer,  salvo  porque  estoy 
Bya  puesto  tanto  adelante  en  esta  demanda,  que 
B  con  buena  honestidad  no  me  podría  della  retraer. 
BtPero  quiero  que  sepáis  que  tengo  tantos  é  tan 
B  buenos  fundamentos  para  proseguir  esta  empresa, 
Bque  quisiera  teneros  de  mi  parte  por  el  bien  vues- 
Btro,  é  del  Duque  vuestro  hermano,  é  de  los  Caba- 
Blleros  vuestros  parientes.B 

B  and  el  Rey  de  Portogal  no  quiso  por  estonces 
fablar  en  partido  ninguno  de  los  que  le  fueron  mo- 
vidos, por  d  grand  orgullo  que  le  ponia  la  gente  ó. 


266 


0RÓNI0A8  DE  LOS  BBYE8  DB  GÁOTILLA. 


dinero  qoo  trftU  de  Poriogal ,  é  los  Gabftlloros  de 
Castilia  que  se  habían  mostrado  ya  por  su  parle,  ó 
por  otras  muchas  oíbdadea  é  villas  ó  oaballeros  que 
pensaba  tener  á  su  obediencia  en  pocos  dias,  según 
lo  habia  seydo  ofrecido  por  el  Marqués  de  Villena 
é  por  el  Anobispo  de  Toledo. 

CAPÍTULO  XV. 

Dtt  las  eoias  qse  el  Rey  flio  allende  del  puerto,  eoiretaato  que  la 
Reyna  esiovo  en  la  elbdad  de  Toledo. 

El  Roy,  con  consejo  del  Cardenal  é  de  otros  ca- 
balleros que  con  él  quedaroui  acordó  de  ir  á  lascib- 
dades  de  Salamanca  ó  Zamora,  ó  refirmar  las  segu- 
ridades é  pleytos  omenagos  é  juramentos ,  que  los 
Caballeros  é  Regidores  de  aquellas  oibdades  hablan 
fecho  á  él  é  á  la  Reyna ;  porque  como  dicho  habe- 
rnos, todos  estaban  dubdosos,  é  qualquiera  nueva 
que  les  venia ,  les  ponia  alteración  en  los  ánimos. 
Conocido  por  el  Rey,  tovo  manera  que  los  oaballe- 
ros é  homes  principales  dellas  refirmasen  las  segu- 
ridades que  antes  hablan  fecho ;  é  juraron  de  nue- 
vo, é  fioieron  pleyto  omenage  de  servir  al  Rey  é  á 
la  Reyna  con  toda  lealtad,  como  á  sus  Reyes  é  Se- 
fiores  naturales  contra  el  Rey  de  Portogal,  é  contra 
los  otras  personas  que  fuesen  en  su  deservicio.  Y  este 
mesmo  juramento  é  pleyto  omenage  fiao  en  Zamora 
Alonso  de  Valencia,  Mariscal  de  Castilla,  que  tenia 
la  fortaloEa,  é  Juan  de  Porras,  su  suegro,  un  Caba- 
llero que  era  Regidor  é  tenia  gran  parte  en  la  db- 
dad.  A  la  cibdad  de  Toro  no  fué ,  porque  Rodrigo 
de  Ulloa,  Contador  mayor  dol  Rey  é  vecino  de  aque- 
lla cibdad ,  tenia  la  fortalesa,  y  estaba  en  servicio 
oontino  del  Rey  é  de  la  Reyna.  Pero  otro  su  herma- 
no mayor,  que  se  llamaba  Juan  de  Ulloa,  estaba 
apoderado  de  la  cibdad.  El  qual  teniendo  las  con- 
diciones de  homo  tirano,  habia  fecho  contra  los 
vecinos  de  aquella  cibdad  ó  de  sus  comarcas  gran- 
des crimines,  especialmente  en  el  tiempo  del  Rey 
Don  Enrique  fizo  aforcar  de  las  ventanas  de  sus 
cosas  un  Licenciado  que  se  llamaba  Rodrigo  de 
Valdivieso,  Oidor  de  la  Audiencia  del  Rey,  é  de  su 
Consejo,  ó  á  otro  que  se  llamaba  Juan  de  Villalpan- 
do,  caballero  emparentado  ó  de  los  principales  de 
Toro.  Otros!  desterró  á  todos  los  oaballeros  natura- 
■  les  della,  ó  tomóles  sus  bienes,  á  unos  porque  le  im- 
pidian  BU  propósito  de  señorear,  á  otros  porque  no 
gelo  impidiesen.  E  con  estas  formas  que  tovo  que- 
dó toda  la  cibdad  á  su  mandado.  Este  Juan  de  Ulloa 
recelando  de  los  muchos  querellosos  que  le  acusa- 
ban, é  que  sus  crimines  por  ser  de  tan  fea  calidad 
no  eran  perdonables,  estaba  obstinado  é  corrompi- 
do de  tal  manera,  que  ni  tenia  pas  consigo  ni  la 
podía  tener  con  otro ;  é  perseveraba  siempre  en  de^ 
lites,  aftadiendo  unos  ¿  otros,  pensando  salvarse  de 
unos  males  con  otros.  Los  quales  le  ponían  tanto 
miedo,  que  el  perdón  que  el  Rey  é  la  Reyna  le  fa- 
cían, no  le  daban  seguridad ;  é  pensó  que  sirviendo 
al  Rey  de  Portogal,  é  dándole  la  cibdad,  consegui- 
rla más  é  mejor  seguridad  de  su  persona  é  acrecen- 


de  Ir  á  la  cibdad  de  Toro.  Ansimesmo  estaba  en 
aquella  sason  en  el  castillo  de  Caatronufio,  que  es 
del  prioradgo  de  Sanct  Juan ,  un  Aloayde,  que  se- 
gún habomos  dicho,  habla  cometido  muchas  fuer- 
sas  é  robos ;  el  qual  recelando  las  penas  en  que  in- 
currió por  los  crimines  que  habia  cometido,  no  se- 
guro en  el  perdón  qne  el  Rey  é  la  Reyna  le  fadan, 
como  quiera  que  costrefiidos  por  la  necesidad  pre- 
sente gelo  hablan  prometido.  Durante  el  tiempo 
que  el  Rey  estovo  ocupado  en  estas  cosas,  la  Reyna, 
según  habemos  dicho ,  pasó  á  la  cibdad  da  Toledo, 
donde  fué  muy  bien  recebida  ;  y  estovo  alli  algu- 
nos dias  proveyendo  las  cosas  necesarias  á  la  guar- 
da de  aquella  cibdad,  é  de  las  oibdades  de  Andalu- 
cía, é  de  Estremadnra,  é  de  todas  aquellas  partes. 
Esto  fecho,  dio  sus  poderes  bastantes  al  Conde  do 
Paredes  Don  Rodrigo  Manrique ,  que  se  llamaba 
Maestre  de  Santiago ,  para  poner  guarda  en  todas 
las  oibdades  é  villae  del  Reyno  de  Toledo,  é  de  sus 
comarcas,  é  para  facer  guerra  á  sus  deservidores.  B 
mandó  á  Don  Juan  de  Silva,  Conde  de  Cifuentes,  é 
á  otros  caballeros  de  la  cibdad  de  Toledo,  que  oon 
su  gente  viniesen  con  ella  á  la  villa  de  Valladolid, 
do  el  Rey  estaba. 

CAPÍTULO  XVI. 

De  cono  se  alzaros  los  de  Alearai,  6  cercaros  la  fortalon. 

Entretanto  que  estas  cosas  pasaron,  los  de  la  cib- 
dad de  Alearas,  que  tenia  opresa  el  Marqués  de  Vi- 
llena,  deseando  salir  de  aquel  seftorío  é  ponerse  en 
la  libertad  real,  tomaron  las  armas  oontra  los  dol 
Marqués  de  Villena ,  ó  cercaron  la  fortaleza  que  te- 
nia un  Alcayde  que  se  llamaba  Don  Martin  de  Gus- 
man.  E  como  los  de  la  cibdad  por  la  osadía  que  co- 
metieron se  fallaron  libres  de  aquel  señorío,  embia- 
ronlo  facer  saber  al  Conde  de  Paredes,  Maestre  de 
Santiago,  para  que  les  ayudase  á  tomar  la  fortale- 
sa, porque  la  cibdad  toda  estoviese  por  el  Royé  por 
la  Reyna ,  sin  el  impedimento  que  de  la  fortalesa 
recelaban.  E  luego  el  Maestre  de  Santiago  ,  reoebi- 
das  las  letras  é  mensageros  de  la  cibdad,  les  respon- 
dió, que  ellos  habían  fecho  como  buenos  ó  leales  va- 
sallos del  Roy  ó  déla  Reyna,  é  que  luego  sería  oon 
dios  á  los  ayudar  con  la  mas  gente  que  pediese. 
Los  de  la  cibdad  que  recelaban  del  Maestre  de  Ca- 
latrava  é  del  Marqués  de  Villena ,  que  tenían  gente 
de  armas  junta  para  ir  á  recebir  al  Rey  de  Porto- 
gal,  fueron  alegres  del  esfuerso  que  d  Maestre  de 
Santiago  les  embió,  ó  continaron  el  sitio  que  tenían 
puesto  sobre  la  fortaleza,  é  llegaron  mas  las  estan- 
zas ;  é  luego  é  pocos  dias  el  Maestre  de  Santiago 
vino  á  la  cibdad  con  gente  de  caballo  ó  de  pié,  ó 
apretó  mas  el  cerco  con  estanzas  que  puso  por  par- 
te de  la  cibdad  é  defuera  della.  Quando  el  Marqués 
de  Villena  sopo  quo  los  do  Alcaraz  se  hablan  alzado, 
fué  con  la  gente  de  caballo  é  de  pié  de  su  casa  é  de 
la  casa  del  Maestre  de  Calatrava  su  primo ,  é  del 
Arzobispo  de  Toledo  á  socorrer  la  fortalesa  que  es- 
taba por  él.  Los  de  la  dbdad  de  Alcaraz,  como  se- 


lamiento de  su  casa ;  é  por  esta  causa  dexó  el  Rey  |  pierou  quo  d  Marqués  de  Villena  venia  con  tanta 


DON  F£BNANDO 

genio,  reoelaron  la  perdición  de  la  cibdad,  pensan- 
do qno  el  Maestre  loa  desampararla  por  no  tener 
tanta  gente  como  era  necesaria  para  resistir  al  Mar> 
qnés  do  Villona.  Oonocido  por  el  Maestre  el  miedo 
qae  los  do  la  cibdad  tenían :  «  Amigos ,  dixo ,  tened 
1  buen  ¿nimo  y  perseverad  en  vuestro  esfuerzo :  por- 
t  que  con  d  ayuda  de  Dios  é  del  Apóstol  Santiago 
» entendemos  dar  la  orden  que  conviene  en  esta  em- 
•presa,  para  que  no  recibáis  el  dafio  que  teméis,  é 
•consigáis  el  fin  que  deseáis.  Aquellos  do  yo  vengo, 

•  ui  acostumbraron  fuir  los  enemigos  ni  desampa- 
•rar  ios  amigos,  ni  yo  menos  lo  faré  ;  antes  entien- 
•do  dar  aqui  fin  á  este  cerco  defendiéndolo,  ó  á  mi 

•  honra  muriendo.  • 

Oidas  estas  palabras,  los  de  la  cibdad  se  esforza- 
ron mucho,  é  continaron  su  cerco.  Ansimesmo  el 
Rey  é  la  Reyna  quando  sopieron  que  el  Marqués  de 
Villona  Iba  á  facor  aquel  socorro ,  luego  embiaron 
al  Obispo  de  Avila  é  Alonso  de  Fonseca  sefior  de 
Ooca,  con  gente  do  caballo,  para  qno  se  juntasen 
con  ol  Maestre.  El  qual  con  la  gente  que  tenia,  é 
oon  la  que  ni  Bey  é  la  Reyna  le  embiaron,  fortifioó 
las  estauzas  que  tenia  puestas  por  defuera  contra 
la  fortaleasn,  de  tal  manera  que  ol  Marqués  de  Vi- 
llena  que  venia  á  la  socorrer ,  no  pudiera  por  nin- 
guna parto  entrar  ni  llegar  á  ella  sin  gran  peligro 
y  estrago  de  su  gente.  Lo  qual  sabido  por  el  Mar- 
qués, ovo  su  consejo  de  se  bolver  6  dexar  perder  la 
fortaleaa.  Quando  el  Alcayde  que  la  tenia  fué  avi- 
sado que  el  Marqués  se  habia  vuelto  porque  no  le 
pudo  socorrer,  luego  entregó  la  fortaleza  al  Maes- 
tre, é  quedó  libre  la  cibdad  al  servido  del  Rey  é  de 
la  Reyna;  la  qual  el  Marqués  de  Villona  tenia  sefio- 
reada  como  cosa  de  su  patrimonio.  Visto  por  el 
Marqués  de  Villona  lo  que  los  vecinos  de  Alcaraz 
ficieron  coa  el  favor  que  el  Maestre  Don  Rodrigo 
Manrique  les  dio,  recelando  que  no  ficiesen  otro  tan- 
to las  otras  sus  villas  é  lugares,  puso  gran  diligen- 
cia en  la  entrada  del  Roy  de  Portogal ;  é  tomó 
aquella  Dofta  Juana  que  tenia  en  su  poder  en  la  vi- 
lla do  Escalona,  é  llevóla  á  la  cidad  de  Troxillo 
donde  estaba  por  Alcayde  Pedro  de  Baeza  criado 
do  su  padre.  Y  escribió  al  Roy  de  Portogal  que  die- 
se forma  á  su  entrada  en  Cadtilla  con  la  mayor  di- 
ligencia que  pediese,  porque  de  la  tardanza,  á  él 
vernia  gran  dosamricio,  é  los  caballeros  que  estaban 
á  su  obediencia  dafios  é  males. 

CAPÍTULO  xvn. 

De  eoiso  el  Hey  de  Portogal  entré  es  Gisttila, 

El  Rey  de  Portugi^l  visto  lo  que  el  Marqués  de 
Villona  le  esoribió,  luego  entró  (1)  en  Castilla  con 
aquella  gente  que  habemos  dicho.  B  venian  oon  él 


(1>  El  Can  de  loi  Pitaeloi  sofiela  las  fechas  de  estos  saeesos. 
Olee  ipie  el  ¡ley  de  Portof  al  (Don  Alonso  V)  entró  en  Castilla  por 
el  nos  de  Hayo»  y  qne  habiendo  pando  en  Plaseneia,  en  tt  del 
mismo  Hayo,  qne  aqnei  aflo  Tné  dia  del  Corpus»  snbid  eon  sn  so- 
brina ai  cadahalso  que  se  babia  hecho  en  la  plasa»  donde  les  des* 
posó  nn  Obispo ,  á  cayo  acto  se  signid  ei  de  aclamarlos  por  Reyes 
en  la  forma  acostumbrada.  Bernaid..  €4f,  17. 


É  DOfiA  ISABEL.  267 

de  SO  Reyno  el  Daqoe  de  Guimarans;  fijo  mayor 
del  Duque  de  Berganzá,  y  el  Conde  de  Faro  sn  her- 
mano, y  el  Conde  de  Villareal ,  y  el  Conde  de  Por- 
togal ,  y  el  Conde  de  Leule ,  y  el  Conde  de  Pineía, 
y  el  Conde  de  Marialva ,  y  el  Conde  de  Pellamasor, 
y  el  Arzobispo  de  Linboa,  y  el  Obispo  de  Coimbra, 
y  el  Obispo  de  Ébora ,  é  Ruy  Pereyra,  y  el  Mariscal 
de  Portogal,  é  Don  Alvaro,  fijo  del  Duque  de  Ber- 
ganzá ,  é  todos  los  mas  caballeros  é  gente  de  guer- 
ra que  habia  en  su  Reyno.  E  los  unos  vendieron  sus 
patrimonios ,  é  los  otros  empellaron  sus  rentas  para 
servir  al  Rey  de  Portogal  en  la  prosecución  desta. 
empresa  qne  tomó.  B  la  gente  ó  arreos  de  guerra 
que  traian,  engendró  en  ellos  tan  grand  orguUo, 
que  no  creian  que  el  Rey  ni  la  Reyna  osasen  espe-  ' 
rar  en  Castilla ;  porque  no  tenían  dineros  ni  rentas 
donde  lo  oviesen,  é  ante  de  haber  el  vencimiento, 
repartían  los  despojos  de  la  victoria.  B  con  esta, 
gente,  acompafiado  de  los  caballeros  que  habemos 
dicho,  el  Rey  de  Portogal  vino  á  la  cibdad  de  Pla- 
senda  donde  le  esperaba  el  Duque  de  Arévalo,  se- 
fior de  aquella  cibdad ,  y  el  Conde  de  Miranda  Don 
Di^gode  Stúfiiga,  su  hermano,  é  otros  oaballeros 
castellanos  con  sus  gentes.  Algunos  de  los  oaballe- 
ros que  eran  en  la  compafiia  del  Marqués  de  Villa- 
na é  del  Maestre  de  Calatrava ,  é  del  Arzobispo  de 
Toledo,  é  de  los  que  SQguian  el  partido  del  Rey  de 
Portogal ,  considerando  que  la  via  que  aquellos  sus 
sefiores  llevaban ,  era  oontraria  á  la  via  de  la  leal- 
tad que  eran  obligados  á  guardar  á  su  Rey  é  á  su 
tierra,  se  apartaron  dallos.  Bspeoialmente  se  apar- 

j  taren  los  dos  prinoipales  caballeros  de  aquella  Orden 
de  Calatrava,  conviene  á  saber :  el  Clavero  Don  Gar- 
oia  Lopes  de  Padilla,  que  fué  después  Maestre ^  é 
Don  Diego  de  Castrillo ,  Comendador  mayor.  Bl 
Marqués  de  Villena  que  estaba  en  Troxillo ,  é  soli- 
citaba la  entrada  del  Rey  de  Portogal,  vino  luego 
á  Plaseneia,  é  trazo  á  aquella  Dofia  Juana  que  se 
llamaba  Reyna  de  Castilla.  T  en  la  plaza  de  la  eib- 
dad  se  fizo  un  cadahalso,  en  el  qual  puestos  el  Rey 
de  Portogal  ó  aquella  su  sobrina  é  oon  ellos  todos 
los  caballeros  que  habemos  dicho,  el  Rey  de  Porto- 
gal  se  desposó  públicamente  con  ella ;  é  tomadas 
las  manos ,  luego  se  intituló  Rey  de  Castilla  é  de 
Portogal ,  é  á  grandes  voces  un  Faraute  dizo ;  Gu- 
<s¿te,  QuÜUapor  el  Bey  Don  Alomo  de  Portogal ,  é 
por  la  lUynaDoíía  Juana  9m  muger  proprieiaria  det- 
to$  Begnae.  Luego  el  Duque  de  Arévalo  y  el  Marqués 
de  Villena,  é  todos  aquellos  caballeros  besaron  las 
manos  al  Rey  de  Portogal  é  á  ella,  é  ficiéronles  ju- 
ramento é  omenage  de  fidelidad,  que  según  losfno- 
ros  de  Bspafia  se  requería  facer  como  á  Reyes  de 
Castilla  é  de  León.  Bste  acto  fecho ,  luego  el  Rey 
de  Portogal  ovo  su  consejo  con  aquellos  caballeros 
de  oontinar  el  camino  con  toda  su  hueste  para  la 
villa  de  Arévalo,  que  era  muy  fuerte  y  en  comedio 
del  Reyno ;  porque  desde  aquella  villa  toviose  sus 
tratos  con  los  prinoipales  caballeros  del  Reyno,  é 
con  las  cibdades  é  villas  del ,  para  que  tomasen  su 
voz ,  é  viniesen  á  su  ser  vioio ;  é  ansimesmo  para  im- 
pedir al  Rey  é  á  la  Reyna  que  no  oviesen  lugar  dq 


268 


CRÓNICAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


juaUr  gente.  B  Inego  lo  poso  por  obra,  é  vino  para 
Arélalo  donde  estoTO  por  espacio  de  dos  meees. 

CAPÍTULO  XVIIL 

De  eoBO  la  lomaroDlu  fUlit  deNodaró  de  Alefreteee  Por- 

togal. 

El  Bey  é  la  Bóyna,  sabido  aqael  acto  que  el  Bey 
de  Portogal  habia  fecho  en  Plasencia,  ovieron  con- 
sejo deee  inUtnlar  Bey  é  Beyna  de  Portogal;  poos 
el  Bey  de  Portogal  les  usarpaba  sa  títalo ,  llamán- 
dose Bey  de  Castilla  é  de  León ;  é  intitaláronse 
Bey  ó  Beyna  de  Castilla  é  de  León  ó  de  Portogal  é 
de  Sicilia,  Principes  herederos  de  Aragón.  En  aque- 
llos dias ,  algunas  gentes  de  las  fronteras  de  Porto- 
gal  ,  por  U  parte  de  Badajos,  entraron  en  el  Beyno 
de  Portogal,  ó  tomaron  una  fortaleza  que  se  llama- 
ba Nodar.  En  la  qual  el  Bey  é  la  Beyna  pusieron 
por  Alcayde  á  un  caballero  do  Sevilla,  que  se  lla- 
maba Martin  de  Sepúlveda,  Ye¡ftd  é  quatro  de  la 
oibdad ,  el  qual  les  fizo  pleyto  omenage  por  ella ,  ó 
fizo  guerra  á  los  Portogueses  por  espacio  de  tres 
aftos ;  é  al  fin  vendióla  al  Bey  de  Portogal,  por  di- 
neros que  le  dio,  ó  no  vino  á  Castilla  de  miedo  que 
ovo  por  aquel  caso  que  cometió.  En  aquel  tiempo 
que  tovo  aquella  fortaleza ;  usó  del  pecado  de  la  In- 
xuria  en  toda  manera  de  corrupción ,  é  de  la  cruel- 
dad en  toda  manera  de  tormento,  é  de  avaricia  en 
toda  manera  de  robos  que  fizo  á  amigos  é  á  enemi- 
gos. E  después  de  algunos  dias  pasados  acaeció  que 
este  Alcayde  quiso  cometer  otra  traycion  contra  el 
Bey  de  Portogal,  ó  fnyó  de  aquel  Beyno.  Ansimes- 
mo  Don  Alonso  de  Monróy,  Clavero  de  Alcántara, 
que  se  llamaba  Maestre,  tomó  otro  lugar  de  Porto- 
gal  que  se  llamaba  Alegróte ;  el  qual  tovo  con  gen- 
te de  Castilla  en  servicio  del  Bey  ó  de  la  Beyna  por 
espacio  de  dos  afios ;  é  al  fin  cargó  gente  de  Porto- 
gal  sobre  él ,  é  cercáronlo ,  é  porque  no  fué  socorrido 
lo  tomaron  á  cobrar  los  Portogueses.  E  desde  aque- 
llos dos  lugares,  todo  el  tiempo  que  estovieron  en 
poder  de  Castellanos ,  se  facía  guerra  á  Portogal. 
Ansimesmo  Don  Alonso  de  Cárdenas,  Comendador 
mayor  de  León ,  que  como  habemos  dicho  se  llama- 
ba Maestro  de  Santiago,  visto  que  el  Beyno  de  Por- 
togal estaba  vacio  de  gente  de  guerra,  la  qual  el 
Bey  de  Portogal  habia  traído  á  Castilla,  recogió  la 
más  gente  que  pudo  de  caballo  é  de  pié  de  todas 
aquellas  fronteras,  y  entró  bien  quince  dias  dentro 
en  Portogal ,  é  robó  todos  los  ganados,  é  quemó  é 
taló  todo  lo  que  falló  dentro  en  el  Beyno,  é  tornó 
con  gran  presa  para  Castilla.  Los  del  Beyno  de 
Galicia  por  aquellas  partes  que  son  fronteras  de 
Portogal ,  facían  ansimesmo  guerra  al  Beyno  de  Por- 
togal ;  é  los  de  Portogal  facían  al  Beyno  de  Galicia, 
é  robaban  los  unosá  los  otros  muchos  ganados  é  bie- 
nes, é  llevaban  de  unos  partes  á  otras  prisioneros. 
Especialmente  uno  que  se  llamaba  Pero  Alvares  de 
Sotomayor,  que  era  natural  de  aquel  Beyno  de  Ga- 
licia, y  estaba  en  la  obediencia  del  Bey  de  Porto- 
gal  ,  desde  algunas  fortalezas  que  tenia  facía  guer- 
ra ooutlaaá  todas  las  cibdades  é  villas  é  tierras  que 


no  querían  estar  á  la  obediencia  del  Bey  de  Porto - 
gal.  Este  caballero  Pero  Alvares  tomó  la  oibdad  de 
Tuy ,  que  es  del  Obispo  de  aquella  Iglesia,  é  intitu- 
lóse Vizconde  dellá;  é  tomó  ansimesmo  á  Bayona 
do  Mlfio ,  é  á  otros  lugares  é  tierras,  los  quales  fizo 
estar  á  la  obediencia  del  Bey  de  Portogal.  E  duró 
algunos  dias  en  aquel  Beyno  la  guerra;  por  causa 
de  la  quaJ  crecieron  los  tiranos  é  los  robadores  en 
tanto  número ,  que  si  la  guerra  de  aquella  manera 
durara ,  todo  aquel  Beyno  fuera  destruido  é  despo- 
blado. 

CAPÍTULO  XIX. 

D«  lo  fu  «a  Ofte  Ueapo  laoeiO  oa  el  Reyao  do  Pnada.    ' 

En  estos  dias  el  Bey  Eduarte  de  Ingalaterra,  con 
esfuerzo  é  promesa  que  fizo  de  ayudarle  el  Duque 
diarles  de  Borgofla,  fizo  grand  armada  en  su  Boy- 
no  por  la  mar,  é  con  quarenta  mil  combatientes  des- 
cendió en  un  puerto  del  Beyno  de  Francia  en  la 
tierra  de  Picardía ,  que  se  llamaba  Oontroy ,  con 
propósito  de  guerrear  á  Francia,  continando  la  vie- 
ja question  que  aquellos  dos  Beynos  antiguamente 
han  tenido.  E  porque  el  Duque  estaba  ocupado  en 
otra  guerra  que  por  estonces  tenia  con  el  Duque  de 
Lorena ,  no  pudo  venir  á  le  ayudar.  El  Bey  Don 
Luis  do  Francia,  visto  que  su  enemigo  el  Bey  de 
Ingalaterra  habla  descendido  en  su  Beyno  con  toda 
su  hueste,  como  quiera  que  tenia  gran  poder  de 
gente  para  le  resistir;  pero  por  ser  libre  de  aquella 
guerra  para  mejor  seguir  la  guerra  que  tenia  en 
propósito  de  comenzar  contra  Castilla  por  la  parto 
de  Guipúzcoa,  é  defender  el  Condado  de  Bosellon 
que  es  en  las  partes  de  Catalufia;  deliberó  de  se  con- 
cordar con  el  Bey  de  Ingalaterra ,  ó  movióse  trato 
entre  ellos  de  facer  tregua  por  cierto  tiempo.  El 
Bey  de  Ingalaterra,  visto  que  el  Duque  de  Borgo- 
fia  que  era  el  ayuda  principal  que  esperaba,  no  era 
en  tiempo  do  la  f aoer ,  ó  que  los  mantenimientos 
para  su  hueste  le  faltaban,  aceptó  el  trato,  é  con- 
cordaron de  ser  ambos  Beyes  en  un  rio  que  se  lla- 
ma Sena,  cerca  de  la  villa  de  Amians  en  Picardía. 
En  el  qual  rio  fué  fecha  una  puepte  de  madera,  y 
en  el  medio  della  fué  fecha  una  quebrada  de  fasta 
quatro  pasos;  y  en  el  un  cabo  es^ba  el  Bey  de 
Francia  con  seis  caballeros,  y  en  el  otro  el  Boy  de 
Ingalaterra  con  otros  seis ,  é  la  gente  del  un  Bey  é 
del  otro  estaba  ribera  del  rio,  cada  uno  de  la  parte 
que  su  Bey  estaba  (1).  E  allí  fablaron  é  concertaron 
que  el  Bey  de  Ingalaterra  volviese  para  su  Beyno, 
é  que  el  Bey  de  Francia  le  diese  luego  den  mil  co- 
ronas de  oro  para  ayuda  de  sus  gastos ;  e  firmaron 
tregua  por  siete  afios,  é  que  en  cada  un  afio  destos 
siete,  el  Bey  de  Francia  diese  al  Bey  de  Ingalater- 


(1)  Lai  vUUi  do  ostos  dos  Reyes  so  hleieroa  oa  PeqoisoTí  aa 
eastUlo  distaato  tres  iegaas  de  Amleas.  Las  cosas  qae  allí  paaa- 
roa  me  aiay  á  la  larga  Felipe  de  Gomlaes,  Mtmoir.,  tík,A,  eap.  10 
y  tig.,  y  el  Abad  Leaglet  ea  sa  osUaiable  edieloa  de  estas  Memo- 
rias pablieó  el  tratado  de  tregaas  qae  aqaf  eita  Palgar,  y  so  blio 
eo  dichis  vistas  ea  29  do  Agosto  desto  afio.  Umok,  4e  Comía., 
T^m,  lll,  p,  307  y  fiy.  Prew.,  aftm.  CCXXXiX. 


1X)N  ÍBRNANDO 

ra  oinqaenta  mil  coronas  de  oro ,  allende  las  cien 
mil  qne  le  habla  dado ;  é  qae  casase  el  Delfin  de 
Francia  con  la  fija  del  Bey  de  Ingalaterra.  B  con 
estos  partidos  el  Bey  de  Ingalaterra  toItíó  para  su 
Beyno ,  y  el  Bey  de  Franda  quedó  libre  de  aqaella 
gaerra. 

CAPÍTULO  XX. 

Gomo  el  Rey  de  Portofil  lio  llgtt  6  smUladet  eoa  el  Rey  de 
Francii ;  6  como  M  á  li  elbdad  de  Toro,  6  toad  U  forttleía. 

El  Bey  de  Portogal  como  se  yido  en  Castilla  con 
titulo  de  Bey  de  ella ,  é  con  el  aynda  de  los  caba- 
lleros Castellanos  qae  con  él  estaban,  embió  sos 
Embaxadores  al  Bey  de  Francia.  Con  los  qoales  le 
fiso  saber  la  muerte  del  Bey  Don  Enrique,  é  como 
él  habla  subcedido  por  Bey  en  los  Beynos  de  Cas- 
tilla é  de  León ,  que  pertenecían  de  derecho  á  Dolía 
Juana  su  fija ,  á  quien  él  habla  tomado  por  esposa ; 
o  á  causa  dolía  él  como  su  marido  los  poseía.  Por 
ende,  que  le  plogpuiese  refirmar  con  él  é  coa  su  so- 
brina ,  como  con  Bey  é  Beyna  de  Castilla,  las  anti- 
guas paces  é  aliansas  que  son  entre  estos  dos  Be- 
yes é  Beynos  de  Castilla  é  de  Francia.  Al  Bey  de 
Francia  plogo  mucho  dello,  é  como  quiera  que  te- 
nia fecho  asiento  de  facer  liga  é  ^mistad  con  el  Bey 
é  con  la  Beyna  como  con  Beyes  de  Castilla,  según 
habemos  dicho  que  lo  prometió  á  aquel  Secretario 
suyo  que  á  él  en  los  principios  embiaron ,  pero  par- 
tióse de  aquella  promesa,  é  firmó  (1)  su  amistad  con 
el  Bey  de  Portogal ;  á  fin  que  el  Bey  é  la  Beyna  no 
pediesen  facer  la  guerra  que  por  la  parte  de  Bose- 
Uon  recelaba  que  le  ferian.  Ecomonaó  á  facer  guer- 
ra por  las  partes  de  Bayona  é  do  Laborte  á  la  tier« 
ra  de  Gutpúscoa.  Sabido  por  el  Bey  de  Portogal, 
que  el  Bey  de  Francia  habia  aceptado  su  amistad 
como  con  Bey  de  Castilla ,  é  que  en  f aTor  suyo  fa- 
cía gaerra  á  la  tierra  de  Guipúzcoa ,  esfóreóse  mas 
para  proseguir  su  demanda.  Otros!  Juan  de  Ulloa, 
que  tenia  la  oibdad  de  Toro ,  le  embió  á  requerir 
qne  fuese  en  persona  é  tomase  la  f ortalesa  de  aque- 
lla cibdad ,  que  estaba  por  el  Bey  é  por  la  Beyná, 
de  otra  manera  no  podría  defender  la  cibdad  para 
su  senricio,  teniendo  por  contraria  la  fortalesa.  B 
ansimeemo  ie  dio  esperanza ,  que  desde  Toro  podria 
haber  á  Zamora ;  porque  creía  que  el  Mariscal  que 
tenia  la  fortaleza ,  é  Juan  de  Porras  su  suegro  que 
tenia  gran  parteen  la  cibdad,  no  embargante  que 
hablan  fecho  juramento  é  ployto  omenage  al  Bey  é 
á  la  Beyna  de  estar  en  su  servido ;  pero  como  le 
▼ieeen  puesto  en  Toro,  faciéndoles  alguna  merced 
le  darían  la  cibdad  de  Zamora.  La  qual  habida  ásu 
obedienda  temia  muy  gran  parte  en  el  Beyno;  por- 
que todos  los  de  las  otras  oibdados ,  visto  que 
Zamora  estaba  á  su  obediencia ,  f allecerian  en  el 
afidon  que  tenian  al  Bey  é  á  la  Beyna ,  é  muda- 

(1)  Este  tntado  de  tllanu  keehí  por  el  Rey  de  Pnseii  eon  el 
Rey  de  Portnsal  cono  eon  Rey  de  Casillli»  eostra  loe  Reyes  Ga- 
tdlfeos  y  Snnado  es  Seiilit  i  8  de  Setiembre  de  1415,  psblieó 
tenbleD  el  Abad  Lesglet  entre  las  Pniebas  de  las  Memorias  de 
Cominee,  T^m.  lU^  p,  406.  Presv.,  mm,  CclIUf • 


rian  él  propórito,  como  suelen  f  anr  los  oomanes 
que  ligeramente  se  mueren  á  la  parte  que  la  fortu- 
na Toen  ftiYorable.  El  Bey  de  Portogal,  habiendo 
estas  consideradones  fué  á  la  dbdad  de  Toro  eon 
toda  BU  hueste;  é  luego  como  llegó,  puso  sitio  so- 
bre la  fortaleza,  é  mandó  poner  las  estansas  bien 
junto  della;  é  ansí  por  la  parte  de  la  dbdad  como 
por  defuera  fueron  tan  fortificados,  qae  no  pudie- 
ra entrar  en  día  socorro  de  gente  un  reoebir  dafto ; 
é  por  esta  causa  no  se  pudo  sooorrer pord  Bey.  La 
qual  por  no  estar  bien  bastecida  ni  de  pertrechos  ni 
de  bastimentos  según  dobla,  á  pocos  días  la  entre- 
gó el  Alcayde  que  la  tenia  al  Bey  de  Portogal,  con 
partido  de  la  vida  que  seguró  á  él  é  á  los  ^que  ooñ 
él  estaban.  B  ansí  quedó  la  cibdad  de  Toro  con  sa 
fortaleza  por  d  Bey  de  Portogal,  la  qual  entregó  á 
Juan  de  Ulloa.  E  desde  dlí  tomó  la  villa  de  Oanta-  - 
lapiedra,  que  es  del  Obispo  de  la  dbdad  da  Sala- 
manca ,  é  puso  en  ella  gente  de  caballo  é  de  pié 
en  guarnidpn.  Veyéndose  el  Bey  de  Portogal  apo- 
derado de  aquellos  lugares ,  oyo  acuerdo  de  esore- 
bir  al  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera,  que  tenia  el 
alcázar  de  la  cibdad  de  Segovia ,  en  el  qual  estaban 
fasta  diez  mil  marcos  de  plata,  que  quedaron  de^ 
todo  el  gran  tesoro  que  ovo  llegado  el  Bey  Don 
Enrique,  mandándole  que  luego  le  entregase  aquel 
alcázar  con  todo  el  tesoro,  é  las  cosas  de  cámara 
que  hablan  quedado  en  su  poder ;  lo  qud  deda  per- 
tenecer á  él  é  á  la  Beyna  Doña  Juana  sa  muger^ 
como  á  fija  heredera  del  Bey  Don  Enrique  su  pa- 
dre, é  que  le  daría  gran  parte  dello,  é  le  faria  otras 
mercedes,  é  iria  luego  en  persona  con  su  haeste  á  lo 
resoobir.  B  que  si  no  obededese  sus  mandamientos 
como  de  su  Bey,  mandarla  exeoutar  en  su  persona 
tan  cruel  justicia ,  que  fuese  ezemplo  á  los  ▼ivien» 
tes.  Oida  por  este  Mayordomo  la  embaxada  dd  Bey 
de  Portogal,  ni  d  miedo  de  las  amenazas,  ni  la 
oobdida  de  las  promesas  le  piovió  á  facer  lo  que  d 
Bey  de  Portogal  le  embiaba  á  mandar.  B  respon- 
dió que  él  no  conocía  otro  Bey  de  los  Beynos  de 
Castilla,  sdvo  al  Bey  Don  Femando  é  á  la  Beyna 
Dofia  Isabel  su  muger,  á  la  qual  pertenedan  de  de- 
recho, é  á  quien  él  habia  fecho  pleyto  omenage  por 
aqudlos  alcázares  con  todo  b  que  en  ellos  estaba; 
á  los  quales  entendía  acudir  con  ello  cada  que  gelo 
mandasen :  por  ende  que  lo  oYÍese  por  esousado.  B 
luego  entregó  toda  aquella  plata  al  Bey  é  á  la  Bey- 
na, de  la  qud  se  pagó  sueldo  por  algunos  días  á  la 
gente  de  armas  que  embiaron  á  llamar.  El  Bey  de 
Portogd  fué  muy  indinado  contra  el  Mayordomo 
Andrés  de  Cabrera,  por  no  haber  complido  lo  que 
le  embió  mandar,  é  haber  fecho  todo  lo  contrario : 
porque  orda  de  ello  seguírsele  deservido,  and  por- 
que aquella  plata  era  algún  ayuda  para  pagar  suel- 
do á  la  gente  de  armas  que  venia  á  llamamiento  dd 
Bey  é  de  la  Beyna,  como  porque  voia  la  constancia 
del  Mayordomo  para  tener  por  dios  la  cibdad  de 
Begovia  de  que  estaba  apoderado. 


^0 


0RÓNI0A8  DB  LOS  BETBS  DE  OASTILLA. 


CAPÍTULO  XXI. 
Cobo  el  Eay  ét  Porlof al  ofo  It  dbdad  de  Zaaonu 

Bmbió  ansimeBino  el  Bey  de  Portogal  á  requerir 
á  Joan  de  Porras  que  tenia  la  cibdad  de  Zamora,  qoe 
le  entregase  aquella  dbdad ,  é  toviese  manera  con 
an  yerno  el  Mariacal,  qne  tenia  la  fortaleza,  quo 
gela  entregase;  é  prometió  de  les  dar  luego  una  su- 
ma de  orO|  é  de  les  facer  merced  de  cierto  número 
de  yasallos  de  tierra  de  la  cibdad,  é  otras  muchas 
mercedes.  Lo  qual  sabido  por  el  Bey,embi6  su  mon- 
sagero  al  Mariscal  é  á  Juan  de  Porras  su  suegro,  á 
les  dedr  que  ya  sabian  el  juramento  é  ployto  omo- 
nage  que  hablan  fecho  de  ser  leales  serridores,  ó 
guardar  aquella  cibdad  para  él  é  para  la  Beyna  su 
muger ,  ó  do  no  acoger  on  ella  persona  alguna  po- 
derosa en  su  deserTido ;  el  qual  pleyto  omenage 
segunda  ves  hablan  ratificado ,  quando  habia  ido 
en  persona  á  aquella  cibdad.  Por  ende,  que  como 
caballeros  é  bornes  fijosdalgos,  guardasen  su  leal- 
tad é  lo  que  hablan  jurado  é  prometido;  ó  si  necesa* 
rio  era,  les  embiaría  luego  un  capitán  con  gente  de 
^  armas ,  para  que  en  uno  con  ellos  guardasen  la  db- 
dad como  cumplía  á  su  servido.  Este  Juan  de  Por- 
ras ,  como  tenia  propódto  de  facer  mas  lo  que  á  su 
proTedio  que  ¿  su  honra  cumplía,  á  fin  de  qne  el 
Bey  no  embiaso  gente  á  la  dbdad  para  se  apoderar 
deÚai  embió  su  respuesta  simulada  por  dos  veces, 
mostrando  por  palabra  grand  obediencia  á  sus  man- 
damientos, ó  diciendo  que  no  plog^lese  á  Dios,  que 
él  ni  el  Mariscal  su  yerno  cayesen  en  error  contra 
sus  honras,  ni  en  cosa  que  fuese  su  deservicio;  é  quo 
no  era  necesario  gente  que  defendiese  aquella  cib- 
dad ,  porque  61  ó  los  naturales  della  la  defenderían. 
E  como  quier  que  por  algunos  fué  dicho ,  que  este 
Juan  de  Porras  daba  respuestas  amuladas,  é  que  era 
home  á  quien  la  cobdicia  f  acia  posponer  la  cons- 
dencia ;  pero  el  Bey  segurándose  en  su  respuesta, 
no  proveyó  en  embiar  la  gente  que  deliberaba  em- 
biar  para  la  guardar.  Juan  de  Porras  en  este  come- 
dio trataba  con  el  Bey  de  Portogal  secretamente  de 
lo  entregar  la  cibdad ;  é  como  ovo  reoebido  el  oro 
que  le  prometió,  é  las  otras  mercedes  que  le  fioo, 
laego  se  desnudó  de  aquella  vestidura  de  simula- 
don  que  al  Bey  mostraba  defuera,  é  pareció  de  den- 
tro el  verdadero  Juan  de  Porras;  y  erró  é  fieo  errar 
al  Mariscal  su  yerno,  é  dieron  su  obediencia  al  Boy 
de  Portogal,  é  fiso  alsar  en  la  dbdad  y  en  su  forta- 
lesa  pendones  por  él.  E  luego  el  Bey  de  Portogal, 
fué  con  toda  su  hueste  á  la  cibdad ,  en  la  qual  esto- 
vo algunos  pocos  dias,  é  dozó  la  fortalesa  al  Maris- 
cal ;  é  la  puente  dexó  ansimesmo  á  un  caballero  na- 
tural de  la  cibdad  que  se  llamaba  Francisco  de  Val- 
dés,  que  la  tenia  primero  en  tenencia.  Este  Francis- 
co de  Valdes  era  sobrino  de  aqud  Juan  de  Porras, 
fijo  de  su  hermana,  é  habia  seydo  uno  de  los  priva- 
dos dd  Bey  Don  Enrique,  é  después  por  algunos 
desacuerdos  que  ovo  con  él,  fué  é  vivir  con  el  Bey 
siendo  Principe  de  Aragón ,  é  ovo  gran  lugar  cerca 
del  y  en  su  Consejo  ;é  cuando  vido  que  el  Bey  de 


Portogal  entró  poderosamente  en  CSastílla,  luego 
dezó  al  Bey,  é  fué  á  vivir  con  d  Bey  de  Portogal ,  é 
por  aquella  causa  confió  del  la  puente  de  la  cibdad , 
que  es  una  de  las  mas  principales  fuerzas  della.  De- 
zadas  las  cosas  de  Zamora  asentadas,  luego  volvió  ci 
Bey  de  Portogal  para  Toro  do  estaba  su  sobrina.  Sa- 
bido por  el  Bey  é  por  la  Beyna  la  deslealtad  que  Juan 
de  Porras  y  el  Mariscal  su  yerno  fideron  en  su  de- 
servicio, ovieron  gran  pesar,  porque  Zamora  era  una 
de  las  mas  principales  oibdades  del  Beyno,  é  porque 
el  Bey  de  Portogal  é  los  cabal  loros  de  su  parcialidad 
se  esforzaron  mas  para  proseguir  la  guerra  que  te- 
nían comenzada. 

CAPÍTULO  XXIL 

De  la  f  ente  qae  te  juató  ea  Villadolld  par  Bandado  del  Rey 

6  de  la  lleyna. 

Según  habemos  dicho,  el  Bey  é  la  Beyna  acor- 
daron de  llamar  á  todos  los  caballeros  é  gente  de 
armas  de  caballo  é  de  pié  de  sus  Beynos,  é  de  las 
montafias,  é  de  Vizcaya,  é  do  Guipúzcoa;  é  de  las 
Asturias,  é  Castilla  rieja.  Las  quales  visto  d  man- 
damiento del  Bey  é  de  U  Beyna,  vinieron  con  la 
mas  gonto  de  su  casa  que  pedieron ;  é  laa  cibdadea 
ó  villas  embiaban  á  sus  costas  gentes  de  caballo  é  de 
pió.  Andmesmo  vinieron  los  ftjosdalgo  qne  fueron 
llamados,  é  otras  personas  particulares,  por  ganar 
fidalguías  é  franquezas  que  les  fueron  prometidns; 
é  juntáronse  todos  en  la  villa  de  Valladolid ,  ezoep- 
tas  las  oibdades  é  villas  del  Andalucía,  qae  no  fue- 
ron llamadas  por  ser  tan  lozos ,  é  otrosí  las  del  rey- 
no  de  Murda,  porque  Periafiez  Fazardo,  Adelanta-  ^ 
do  de  Murcia,  con  la  gente  de  aqud  reyno  fada 
guerrra  á  la  tierra  del  Marquesado  de  Villena.  An- 
simesmo de  la  villa  de  Madrid  no  vino  gente  á  su 
llamamiento ,  porque  estaba  oprimida  contra  la  vo- 
luntad de  los  vecinos  della ,  con  gente  dd  Marqués 
de  Villena  que  tenia  el  alcázar.  Fueron  con  el  Bey 
en  aquel  juntamiento  el  Cardenal  de  Espafia,  y  el 
Almirante  Don  Alonso  Enriques,  é  Don  Diego  Hur- 
tado de  Mendoza,  Duque  del  Infantadgo,  hermano 
del  Cardenal ,  y  el  Duque  de  Alva  Don  Gardálva- 
rez  de  Toledo ,  é  Don  Pero  Fernandez  de  Velasco, 
Condestable  de  Castilla  é  Conde  do  Haro ,  é  Don  Al- 
fonso de  Arellano,  Conde  de  Aguilar,  é  Don  Ifiigo 
Lopes  de  Mendoza,  Conde  de  Tendilla,  é  Don  Lo- 
renzo Suarez  de  Mendoza,  Conde  de  Corufia,  herma- 
nos del  Cardenal ,  é  Don  Enrique  Enriques,  Conde 
de  Alva  de  Liste,  é  Don  Pedro  de  Mendoza,  Conde 
de  Montagudo ,  é  Don  Pero  Alvarez  de  Osorio,  Mar- 
qués de  Astorga,  é  Don  Diego  Peres  Sarmiento, 
Conde  de  Salinas,  é  Don  Bodrigo  Alonso  Pimentel, 
Conde  de  Benavente, é  Don  Juan  Manrique,  Conde 
de  Castafieda,  é  Don  Qabriel  Manrique,  su  herma- 
no ,  Conde  de  Osorno ,  é  Don  Pero  Manrique ,  Con- 
de de  Trevifio,  é  Don  Pedro  de  Aoufia ,  Conde  de 
Buendia,  é  Don  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Obispo 
de  Patencia.  E  generalmentete  vinieron  todos  los 
mas  de  los  caballeroso  sefiores ,  é  periados  del  Bey- 
no,  ezcepto  el  Duque  de  Medinaddonia,  Conde  de 


Don  fbbnando 

Hiébl*!  é  Don  Diego  Feraandes  de  Córdoba,  Oonde 
da  Cabra  y  que  no  faeron  llamados,  porque  eeUban 
en  guarda  de  toda  el  Andalucía  oontra  el  Marqués 
de  Calis  que  estaba  en  Xerea,  é  contra  Don  Alonso 
de  Aguilar  que  estaba  en  Córdoba ;  porque  de  aque- 
llos dos  caballeros  se  pensaba  que  seguirien  el  par- 
tido del  Bey  de  Portogal ,  por  ser  casados  con  dos 
hermanas  del  Marqués  de  Villena,  é  por  las  grandes 
mercedes  que  de  parte  del  Bey  de  Portogal  les  eran 
prometidas.  Bl  Duque  de  Alburquerque  Don  Beltran 
de  la  Cueva  tenia  en  su  pecho  varios  pensamien- 
tos ;  porque  de  la  una  parte  era  traido  por  el  afi- 
ción de  aquella  Dofta  Juana,  de  la  otra  parte  el 
miedo  de  la  Beyna  le  refrenaba.  Al  fin ,  movido  por 
el  gran  número  de  gente  que  vido  venir  al  servicio 
del  Bey  é  de  la  Bejma,  vino  ansimesmo  con  toda 
su  gente  á  los  servir,  recelando  de  perder  lo  que  te- 
nia, oomo  quiera  que  se  afirmaba  haber  dado  pala- 
bra do  servir  al  Bey  de  Portogal,  é  se  juntar  con 
él.  Acaeció  en  aquellos  dias,  que  Don  Juan ,  Duque 
de  Valencia ,  estando  en  una  torre  de  la  su  villa  do 
Valencia,  cayó  della  é  murió  luego.  Afirmóse  por 
muchas  personas,  que  lo  lancó  de  aquella  torre  un 
caballero  que  se  llamaba  Juan  de  Bobres,  su  cufia- 
do, casado  con  su  hermana,  que  estaba  f ablando 
con  él ,  por  debates  que  con  él  tenia. 

CAPITULO  xxin. 

C«mo  el  Rey  botIó  cob  ta  htesto  ptra  Ir  contra  el  Rey  de 

Portofal. 

Como  estos  caballeros  con  toda  la  gente  de  caba- 
llo é  de  pié  fueron  juntos  allí  en  Valladolid,  el  Bey 
acordó  de  partir  de  aquella  villa  ,fé  ir  contra  el  Bey 
de  Portogal  que  estaba  en  Toro.  E  repartidas  pri- 
mero sus  capitanías,  é  ordenadas  sus  esquádras,  si- 
guieron su  camino  por  la  otra  parte  del  rio  de  Due- 
ro con  toda  aquella  hueste.  La  Beyna,  que  según 
hábemos  dicho ,  habia  estado  en  Toledo,  partió  de 
aquella  oibdad ,  é  oon  toda  la  gente  de  armas  é  de 
pié  de  las  oibdades  de  Begovia  é  Avila ,  é  de  todas 
aquellas  comarcas,  poniendo  sus  reales  en  el  cam- 
po ,  vino  para  la  villa  de  Tordesillas ,  é  juntó  la  gen- 
te que  traía  oon  la  que  falló  que  tenia  el  Bey  ribera 
del  rio  Duero.  B  todas  aquellas  gentes  fueron  repar- 
tidas por  sus  capitanes  en  treinta  é  cinco  batallas, 
en  que  habia  doce  mil  homes  á  caballo ;  de  los  qua* 
lee  eran  quatro  mil  homes  de  armas  con  caballos 
encobertados,  é  todos  los  otros  caballeros  á  la 
gineta.  De  las  montafias,  é  de  todas  las  otras 
partes  del  Beyno  se  juntaron  treinta  mil  homes  á 
pié.  B  ansí  como  el  Bey  de  Portogal  quando  en  Cas- 
tilla entró  pensando  en  la  multitud  de  su  hueste 
ovo  gran  orgullo,  é  tenia  creído  que  el  Bey  no  le 
daria  la  batalla,  ni  aun  esperaria  en  el  Beyno :  bien 
ansí  toda  aquella  gente  Castellana,  visto  que  eran 
muchos  mas  de  caballo  é  de  pié  que  los  Portogue- 
sea,  confiando  en  sus  fuerzas,  pensaron  de  los  lan- 
zar fuera  del  Beyno.  Ayudaba  á  esto  la  afición 
grande  que  tenían  con  el  Bey  é  con  la  Beyna,  é  las 
enemistades  antiguas  que  tenían  con  los  Portogue- 


i  DO^A  ISABEL.  itl 

ses,  é  oon  los  CastellanoB  que  los  metieron  en  él 
Beyno  é  los  favoreoian.  El  Bey  con  toda  aquella 
hueste  llegó  á  las  aoeftas  que  dicen  de  Forreros,  que 
éon  en  el  rio  de  Dnero ;  las  quales  tenia  fortaleoi* 
das  el  Alcayde  de  Castronullo  con  hombres  que  las 
guardaban.  B  luego  oomo  allí  llegaron  los  peones, 
especialmente  la  gente  que  venia  de  Vizcaya  é  Gui- 
p¿5coa;  con  ballesteria  grande  que  tenían,  comen- 
zaron á  combatir  aquella  fortaleza ;  é  tanta  fué  la 
multitud  de  la  gente  que  oargó  en  él  combate,  é 
tanta  é  tan  grande  priesa  le  dieron  por  todas  par- 
tes, que  los  que  estaban  dentro  no  pudiendo  socor- 
rer á  todos  los  logares  por  do  eran  combatidos  des- 
mayaron ,  é  por  fuerza  fueron  tomados ,  é  aforoados 
fasta  treinta  hombres  de  aquellos  ladrones  que  en 
ella  estaban  puestos  por  el  Alcayde  de  Castrpnufio. 
E  mandó  el  Bey  derribar  aquella  fortaleza»  é  mo- 
ver su  hueste  adelante;  é  las  banderas  tendidas  é 
las  batallas  ordenadas,  llegó  otro  día  oeroa  de  la 
cibdad  de  Toro  por  la  parte  de  la  puente.  El  Bey  de 
Portogal  informado  de  la  hueste  que  traia  el  Boy, 
acordó  de  cerrar  las  puertas  de  la  cibdad ,  é  armar 
toda  su  gente  é  ponerla  en  guarda  de  las  puertas,  é 
del  muro ,  é  de  las  torres.  B  ansí  estovo  allí  el  Bey 
por  espacio  de  oinoo  horas,  dando  vista  al  B^  do 
Portogal,  y  esperándole  en  el  campo  que  saliese  con 
él  abatolla. 

Quando  el  Bey  vido  que  el  Bey  de  Portogal  no 
salía  de  la  cibdad,  embió  á  él  un  caballero  que  se 
llamaba  Qomez  Manrique,  el  qual  le  dízo  de  su  par- 
te :  «Señor,  el  Bey  de  Castilla  é  de  León  é  de  Sici- 
•  lia  é  de  Portogal,  Principe  de  Aragón  nuestro  Se- 
9fior,  os  embia  á  dedr,  que  ya  sabedes  oomo  Bny 
9  de  Sosa ,  Caballero  de  vuestra  casa  que  embiastes  á 
9  él  é  la  Beyna  nuestra  sefiora  Dofia  Isabel  su  mu- 
9  ger,  les  requirió  de  vuestra  parte  que  saliesen  des- 
9  tos  Beynos,  que  decís  pertenecer  á  Doña  Juana 
9  vuestra  sobrina,  á  quien  afirmáis  haber  tomado 
9  por  esposa.  Con  el  qual  vos  respondieron,  que  se 
9  maravillaban  do  vos  siendo  Príncipe  dotado  do 
9  tantas  virtudes,  erabiar  demanda  tan  agrá,  é  des- 
9  pertar  materia  escandalosa  sobre  fundamento  tan 
9  incierto ,  é  tomar  empresa  de  tontas  muertes  é  in- 
9  cendios  se  pueden  seguir  en  estos  Beynos  y  en  el 
9  reyno  de  Portogal.  E  os  embiaron  rogar,  que  qui* 
9  siésedes  dezar  la  vía  de  la  fuerza,  é  tomar  la  via 
9  de  la  justicia,  por  escusar  los  inconvinientes  que 
9  de  la  guerra  proceden :  lo  qual  no  vos  plogo  acep- 
9tar,  intes  habéis  entrado  mano  armada  en  sus 
9  BoynoB,  é  les  habéis  usurpado  su  título  real,  é  ha- 
9  beis  publicado  que  los  venís  á  buscar  do  quier  que 
9  los  f  alláredos  para  los  lanzar  dellos.  Cerca  de  lo 
9  qual  les  parece  que  habéis  escogido  á  Dios  por 
9  juez ,  é  á  las  armas  por  ezeoutores  de  aquesto  de- 
9  manda.  Agora ,  señor,  el  Bey  nuestro  Señor  os  em- 
9  bia  decir,  que  á  él  place  del  juez  é  de  los  ejeouto- 
9  teres  que  habéis  escogido  ;  é  que  si  le  venís  á  bus- 
9  car,  él  es  venido  á  la  puerta  desta  su  cibdad  á  vos 
9 responder  á  la  demanda  que  traéis,  é  os  requerir 
9  que  fagáis  una  de  tres  cosas :  ó  que  luego  salgáis 
9destos  sus  Beynos,  é  dezeis  el  título  dellos  que 


m 


0BÓNIA8  DB  JLÓS  BfeTES  D£  OASTtLLA. 


»  contra  loda  jiutioia  queréis  nsorpar ;  é  si  algon 
9  derecho  enayueetra  Bobrína  decía  qae  tiene  á  ellos, 

•  á  él  place  que  se  Tea  é  determine  por  el  8amo 
B  Pontífice  ún  rigor  de  armaa,  ó  aalgaia  luego  al 
9  campo  con  vuestras  gentes  á  la  batalla  que  publí- 

•  castes  que  yeníades  á  le  dar :  porque  por  batalla 
9  do  suele  Dios  mostrar  su  voluntad  ó  la  verdad  de 

•  las  cosas,  lo  muestre  en  esta  que  tenéis  en  las  ma- 
9  nos,  6  si  por  ventura  lo  uno  ni  lo  otro  vos  place 
9 aceptar,  porque  su  poderío  de  gentes  es  tan  gran- 
9  de  y  el  vuestro  tan  pequeño ,  que  ne  podríades  ve- 
9  nir  con  él  en  batalla  campal ;  por  escusar  derra- 
9mam¡ento  de  tanta  sangre,  vos  embia  decir,  que 
9  por  combate  de  su  persona  á  la  vuestra  mediante 
9  el  ayuda  de  Dios,  vos  fará  conocer  que  traéis  in- 
9  justa  demanda. » 

Oído  por  el  Bey  de  Portogal  este  requerimiento, 
embió  su  respuesta  con  un  caballero  de  su  casa  que 
se  llamaba  Alfonso  de  Herrera,  el  qual  dixo  al  Bey 
ansí: 

cSefior,  el  Bey  Don  Alonso  de  Castilla  é  de  León 

9  é  de  Portogal  nuestro  sefior ,  vista  la  requesta  que 

9  con  Qomes  Manrique  Caballero  de  vuestra  casa  lo 

,  9  embiaates ,  vos  embia  decir :  que  él  tiene  derecho  á 

9  estos  Beynos  de  Castilla  é  de  Leen ,  como  esposo 

9 de  la  Beyna  Dofta  Juana  su  sobrina,  á  quien  de 

9  justicia  pertenecen  como  á  fija  legítima  heredera 

9  del  Bey  Don  Bnrique ,  la  qual  fué  jurada  en  oon- 

9Cordia  por  todos  los  tres  estados  destos  Beynos 

9  por  Princesa  heredera  dellos  sin  contradicción  al- 

9guna,  é  fdé  tenida  por  su  fija  natural  é  legítima. 

9  Por  ende  vos  requiere,  como  requerido  ha,  que 

9  salgáis  vos  é  la  Beyna  de  Sicilia  vuestra  muger 

9  dellos,  é  ge  los  dexeis  desembargados ;  y  ellos  an- 

9  sí  libres  de  la  usurpación  que  en  ellos  facéis ,  á  él 

9 place  que  el  Papa  conosca  este  derecho,  é  lo  libre 

9  entro  vosotros  por  justicia.  E  quanto  toca  á  la  ba- 

9 talla  que  le  presentáis,  vos  embia  decir,  que  él 

9 tiene  los  Qrandes  de  sus  Beynos,  é  otras  sus  gen- 

9 tes  de  armas  repartidas  en  muchos  lugares,  los 

9  quales  entiende  llamar  prestamente  é  salir  con  vos 

9  á  la  batalla  que  le  ofrecéis.  B  cerca  de  lo  tercero 

9  que  le  requerís  del  combate  de  persona  á  persona, 

9  porque  tantas  gentes  que  son  sin  culpa  no  peres- 

'  9  can ,  vos  responde ;  que  á  él  place  dello ,  tanto  que 

9 se  dé  forma  á  la  seguridad  del  campo  do  este  tran- 

9 ce  se  oviere  de  facer,  é  seguridad  ansimesmo  que 

9  el  vencedor  consiga  el  efeto  de  la  vitoría  que  Dios 

9  le  diere;  porque  si  esta  seguridad  no  o  viese,  en 

9  vano  venceria  aquel  á  quien  Dios  diese  la  vitoria. 

9  B  que  le  parece  que  no  pueden  ser  otros  rehenes 

9  mas  ciertos  deata  seguridad ,  que  la  Señora  Beyna 

9  de  Sicilia  vuestra  muger,  é  la  Señora  Beyna  da 

9  Castilla  é  de  Portogal  su  esposa,  pues  estas  son  las 

9  partes  principales  que  competen  sobre  esta  de- 

9  manda.» 

Oida  por  el  Bey  esta  respuesta,  respondió  al  Bey 
de  Portogal  con  Gómez  Manrique  aquel  caballero 
que  habernos  dicho  que  habla  ido  á  él  primero ;  el 
qual  le  dixo  de  su  parte : 

iSefior ,  el  Bey  de  Castilla ,  é  do  León ,  é  de  Sici- 


9lia,  é  de  Portogal,  Principe  de  Aragón  nuestro 
9 Sefior,  vos  embia  á  decir:  que  no  es  venido  aquí 
9á  platicar  por  palabras  el  derecho  destos  Beynos, 
9  salvo  por  las  armas  que  vos  quísistes  mover,  é  que 
9  le  parecen  superfinas  estas  alegaciones  de  deredio^ 
9  pues  aquí  no  tenéis  jues  que  las  oya  é  determine. 
9Ca  si  lugar  oviese,  alegarse  ía  como  el  Bey  Don 
9 Bnrique  é  todos  los  Qrandes  de  sus  Beynos,  con 
9  autoridad  del  Legado  del  Papa  juraron  á  la  Sefio- 
9ra  Beyna  su  muger  por  Princesa  heredera  destos 
9  Beynos  ;  ó  también  lo  juraron  los  procuradores  de 
9  las  oibdades  é  villas  dellos.  E  aun  se  alegaria  é 
9  probaria ,  como  el  mesmo  Bey  Don  Bnrique  pocos 
9  di  as  antes  que  falleciese ,  queria  retificar  aquel  ja- 
9  ramento ,  é  mandaba  que  lo  fioíesen  todos  loa  gran* 
9 des  del  Beyno  é  los  tres  estados  del,  por  cortes 
9  que  se  habían  de  facer  en  la  cibdad  de  Segovia;  ó 
9  lo  comunicó  con  el  Cardenal  de  Bspaña,  é  con  el 
9  su  Condestable  de  Castilla  Conde  de  Haro,  é  con 
9  el  Conde  de  Benavente,  é  ansimesmo  con  el  Mar* 
9  qués  de  Villena  que  está  en  vuestra  compañía,  é 
9  con  otros  Caballeros  é  Dotores  de  su  Consejo.  B 
9  aun  allende  desta  probanza,  dice  que  con  el  secie* 
9  to  de  vuestra  consciencia  se  probaria  la  inha)>ilí- 
9  dad  de  la  señora  vuestra  sobrina  para  esta  deman- 
9  da  que  proseguís.  Pero  pues  que  no  hay  aquí  juea 
9  que  lo  oyga  por  la  vía  de  la  justioia,  y  es  necesa* 
9  rio  venir  á  la  vía  de  fuerza  que  vos  esoogistes : 
9embíaos  á  decir,  que  por  quanto  para  tan  altos  ó 
9 tan  poderosos  Beyes  como  vosotros  sois,  no  se  fa- 
9  Uaria  reyno  seguro  do  fuésedes  á  facer  estas  ar- 
9  mas,  con  que  vos  combida  de  su  persona  á  la 
9  vuestra,  é  aun  porque  buscar  tal  seguridad  seria 
9  dilación  casi  infinita;  por  ende  le  parece  que  se 
9  deben  nombrar  quatro  caballeros,  dos  Castellanos 
9  nombrados  por  vuestra  parte,  é  dos  Portogoeses 
9  nombrados  por  la  suya ;  é  porque  ninguna  dila- 
9 cien  en  esto  se  pueda  dar.  Su  Alteza  nombra  lúe* 
9  go  de  los  Portogueses  al  Duque  de  Guimarans,  é  al 
9  Conde  de  Villareal  que  están  oon  vos;  é  que  vos 
9  nombréis  otros  dos  Castellanos  de  los  que  están 
9  con  él ,  para  que  estos  quatro  con  cada  ciento  6 
9  docientaa  lanzas,  con  grandes  juramentos  é  fide- 
9  lidados  que  fagan ,  tengan  el  campo  donde  ficiére- 
9  des  las  armas,  seguro  como  debe  ser  en  tal  caso. 
9  E  que  esta  negociación  se  concluya  dentro  de  ter- 
9  cero  día ,  porque  no  es  honesto  á  tan  altos  Prinoi- 
9  pes  la  dilación  en  semejante  materia.  E  acerca  de 
9  los  rehenes  que  embiastes  á  nombrar  de  la  Beyna 
9  nuestra  Señora,  é  de  la  Señora  vuestra  sobrina;  á 
9  esto  vos  embia  decir ,  que  estos  rehenos  no  llevan 
9  ninguna  proporción  de  igualdad,  la  qual  desigual- 
9  dad  es  muy  notoria  á  todo  el  mundo,  é  no  menos 
9  á  Vuestra  Señoría ;  por  onde  que  no  oonviene  fa- 
9blar  en  ello.  Pero  por  vos  satisfacer,  é  porque  no 
9  parezca  que  por  falta  de  seguridad  queda  por  fa- 
9cer  este  trance,  á  él  placo  de  dar  la  Princesa  su 
9  fija,  é  todas  las  otras  seguridades  é  rehenes  que 
9  sean  necesarias  para  seguridad  que  el  vencedor 
9  consiga  efeto  de  su  vitoria ;  é  si  en  esta  formo  vos 
9 place  aceptar,  luego  se  porná  en  obra  vuestro 


Don  FERNANDO 

•  tranoe ;  donde  otra  oom  placerá  á  Vaeatra  Alteza 
«afiadir  6  mengaar,  no  me  es  mandado  replicar 

•  mas.» 

El  Rey  de  Portogal  embió  Alonso  do  Herrera, 
aqnel  caballero  qne  habia  embiado  primero  al  Rey, 
el  qnal  le  dixo  de  sn  parte: 

c  Sefior,  el  Rey  de  Castilla,  é  de  León,  é  de  Por- 
itogal,  nuestro  Sefior,  risto  lo  que  le  embiastes  á 
«replicar  con  Qomes  Manrique,  dice  ansi :  qne  á  él 
B  place  nombrar  los  caballeros  Castellanos ,  segnn 

•  qne  Vneeta  Alteza  nombró  loe  dos  Portogneses, 

•  para  qne  tengan  segnro  el  campo  do  oviéredes  de 
» facer  el  trance.  Pero  cerca  de  los  rehenes  que 
9  se  han  de  dar  para  seguridad  de  la  Vitoria  que 
»oyiere  el  vitoríoso,  él  no  recibirá  otros  algunos 
»  salvo  á  la  Reyna  de  Sicilia  vuestra  muger ;  porque 
»si  ella  quedase  libre,  salvo  qne  él  venciese,  que- 
»  daba  todavía  el  debate  de  la  subcesion  deetos  Rey- 

•  nos  é  no  se  definía  por  vuestras  armas,  según  que 
9  vos  decis  que  lo  deseáis.  Por  ende ,  si  ella  se  pone 
9  por  rehenes ,  á  61  place  de  venir  en  todas  las  otras 
9  cosas  que  por  vos  son  movidas  :  en  otra  manera, 
9  no  me  mandó  fablar  mas  cerca  desta  materia.» 

CAPÍTULO  XXIV. 

Cono  el  Rey  tseDté  real  sobre  Toro ,  é  eomo  lo  alié. 

Visto  por  el  Rey  en  como  el  Rey  de  Portogal  no  . 
salía  á  la  batalla  campal,  é  que  traia  impedimento 
en  el  combate  que  le  movió  de  persona  á  persona, 
acordó  de  asentar  su  real  ribera  del  río  de  Duero 
cerca  de  la  cibdad  de  Toro ,  y  estovo  allí  tres  dias, 
en  los  quales  la  hueste  ovo  gran  falta  de  manteni- 
mientos. Porque  aquel  Alcayde  de  Castronnfio  que 
habernos  dicho ,  tenia  gente  en  las  fortalezas  de 
fiete  Iglesias  é  Oastronufto ;  é  la  otra  gente  contra- 
ria que  estaba  por  el  Rey  de  Portogal  en  otras,  for- 
talezas cercanas  á  la  cibdad  do  Toro  facían  guerra, 
é  no  consentían  pasar  los  mantenimientos  que  ve- 
nían al  real.  Y  en  los  tres  dias  que  estovo  allí  el 
Rey  llegó  á  valer  el  pan  diez  maravedís ,  qne  un  día 
antes  se  habia  vendido  por  dos  maravedís ,  é  por 
consiguiente  todos  los  otros  mantenimientos.  Quan- 
do  el  Rey  é  todos  los  caballeros  de  su  Consejo  sin- 
tieron fidta  de  los  mantenimientos,  é  como  óresela 
mas  cada  hora ,  é  que  no  lo  podían  remediar  por  el 
estorvo  qne  les  f adán  aquellas  fortalezas ;  de  que 
vieron  ansimesmo,  que  aunque  pudiesen  estar  allí 
mucho  tiempo,  ni  por  eso  la  cibdad  de  Toro  estaba 
cercada ,  porque  de  la  otra  parte  del  río  no  habia 
gente  que  resistiese  la  entrada  é  la  salida  de  los  Por- 
togueees,  ni  el  rio  se  podía  vadear  para  qne  de  la 
otra  parte  se  pudiesen  quitar  los  mantenimientos 
que  entrabap  en  la  cibdad ;  é  según  la  gran  gente 
que  estaba  dentro  con  el  R^  de  Portogal ,  era  ne- 
cesario asentar  real  de  la  otra  parte  de  la  cibdad,  en 
qne  oviese  tanta  gente  quanta  el  Rey.  allí  tenia,  ni 
menos  tenia  dineros  para  pagar  sueldo ,  é  para  las 
otras  cosas  necesarias  á  tan  grand  exército  como 
allí  con  él  estaba,  ni  habia  pertrechos  para  comba- 
tir la  puente,  pot  remediar  el  dafio  qne  la  hueste 
Or.-HL 


É  D09a  ISABEL.  Vti 

recebia,  é  porque  no  oviese  otro  mayor,  ovo  conse- 
jo el  Rey  de  alzar  el  real,  é  venir  á  la  villa  de  Me- 
dina del  Campo.  La  gente  de  los  comunes  de  pié  é 
de  caballo  que  allí  vinieron,  que  eran  en  gran  nú- 
mero ,  quando  sopieron  que  los  caballeros  conseja- 
ban al  Rey  que  alzase  el  real,  é  le  facían  bolver  sin 
haber  fecho  obra  ninguna ;  no  mirando  las  causas 
que  le  oostrefiian  á  lo  alzar  ^  comenzaron  á  murmu- 
rar ,  é  partíanse  en  partee.  Los  unos  dedan  qne  el 
Rey  venia  allí  engafiado,  é'  qne  los  caballeros  qne 
con  él  estaban  lo  querían  prender ;  otros  dedan  que 
le  consejaban  mal,  porque  teniendo  junto  tan  gran- 
de exército  de  gente ,  lo  facían  derramar  dn  facer 
alguna  obra ,  porque  no  podría  juntar  en  muchos 
tiempos  otra  tanta  é  tal  gente ,  é  con  tanta  volun- 
tad de  le  servir.  Dedan  ansimesmo ,  qne  los  caba- 
lleros no  contentos  de  las  dividones  é  guerras  pa- 
sadas, agora  do  nuevo  querían  tener  formas  de  di- 
lación ,  porque  esta  división  del  Rey  de  Portogal 
durase  en  el  Reyno ,  á  fin  de  ganar  con  el  un  Rey  6 
con  el  otro ,  por  acrecentar  sus  estados,  é  amenguar 
é  destruir  de  todci  punto  el  estado  reaL  Este  mor* 
murío  anduvo  entre  ellos,  é  oresdó  de  tal  manera, 
que  vinieron  algunos  dellos  al  Rey,  é  le  dizeron  co- 
mo los  caballeros  que  le  consejaban  que  alzase  el 
real,  no  le  eran  derechos  servidores :  por  ende  .que 
debía  mirar  cerca  dello  lo  que  compila  á  su  servido, 
é  que  para  qualquier  cosa  que  quisiese  facer,  todas 
aquellas  gentes  de  armas  de  los  comunes  qne  allí  es- 
taban se  juntarían  con  él.  B  sobre  esto  ovo  gran  es- 
cándalo en  el  real ,  porque  los  caballeros  que  fueron 
avisados  destas  fablas  so  escandalizaron,  é  cada  uno 
con  sn  gente  se  ponía  guarda ;  é  de  tal  manera  iba 
creciendo  el  escándalo,  que  toda  la  hueste  estovo 
en  punto  de  se  perder.  El  Rey  que  era  home  de  buen 
ingenio  ,  é  tenia  condición  amigable ,  oonodó  qne 
eomo  quiera  que  los  comunes  no  miraban  bien  las 
causas  que  le  constrellian  alzar  d  real ,  pero  queso 
movían  á  dedr  aquellas  cosas  oon  deseo  de  sn  ser- 
vicio. Eso  mesmo  sabia,  qne  los  caballeros,  oon  toda 
lealtad,  le  consejaban  la  verdad  de  lo  que  debía  fa- 
cer, según  las  neceddades  ocurrían  á  la  hora*  B  por- 
que vido  que  no  podía  durar  allí  toda  aquella  gente 
muchos  dias  dn  reoebir  gran  dafio, trabajó  de  padfi- 
cartodo  aquel  escándalo;  é  fabló  con  los  prindpales 
de  aqudlos  comunes,  las  cansas  que  le  movian  do 
alzar  el  real,  é  oon  buena  razón  satisfizo  al  buen  de- 
seo de  los  comunes,  é  á  la  inocencia  de  loe  caballe- 
ros,  é  á  la  concordia  de  los  unos  é  de  los  oíros.  Lue- 
go mandó  alzar  el  real,  é  vino  para  la  villa  de  Me- 
dina del  Campo.  E  al  tiempo  de  la  partida  aquellas 
gentes  de  las  comunidades,' indinados  por  la  poca 
execnoion  qne  habían  fecho  de  lo  que  tanto  desea- 
ban, derramáronse  por  muchas  partes  desordenados, 
de  tal  manera  que  d  el  Rey  de  Portogal  fuera  ddlo 
avisado ,  solos  dos  mil  rocines  qne  soltara  é  fueran 
en  pos  dellos ,  fideran  tan  grand  estrago  en  los  Cas- 
tellanos ,  que  en  aquel  día  oviera  acabado  su  em- 
presa ,  d  la  providencia  de  Dios,  que  guia  las  cosas 
á  los  fines  que  tiene  ordenados ,  no  le  impidiera  el 
conocimiento  de  aquella  ventura  que  ge  le  ofreda, 

18 


274 


0RÓNI0A8  DB  LOS  RETÍS  DE  OACmiiLA. 


OAPItüLO  XXV. 


De  lo  qae  puó  ea  HodiDa  del  Caapo, 6  del  lenerdo  qoe  se  oto 
pin  tomar  la  piau  de  las  Iglesias. 

El  Boy,  según  es  dicho,  acordó  de  venir  á  Medi- 
na; é  la  Beyna  qoe  estaba  en  Tordesillas  vino  lue- 
go para  él ,  é  allí  se  despidieron  para  ir  á  sus  tier- 
ras todos  los  mas  de  aquellos  Grandes  é  caballeros 
que  con  ellos  estaban,  é  todas  las  otras  gentes  que 
habían  juntado.  E  quedaron  con  el  Rey  ó  con  la 
Rejma  el  Cardenal  de  Espafta ,  y  el  Duque  de  Alva, 
y  el  Almirante,  y  el  Gondestable  Conde  de  Jiaro ,  y 
el  Oonde  de  Benavente ,  y  el  Oonde  de  AWa  de  lis- 
te ,  é  algunos  otros  caballeros ,  é  gente  de  caballo  é 
de  pié  que  estaban  en  la  guarda  del  Bey  ó  de  la 
Beyna.  Estando  allí  en  Medina ,  sopieron  que  un  ca- 
ballero que  se  llamaba  Don  Bodrigo  de  Oastafieda, 
hermano  del  Oonde  de  Oifuentee ,  que  TÍTÍa  con  el 
Marqués  de  Villena,  quería  venir  de  noche  con  gen- 
te á  quemar  los  arrabales  de  Medina.  De  lo  qual  el 
Bey  é  la  Beyna  fueron  avisados;  é  porque  vieron 
que  con  tan  poca  gente  no  podían  estar  seguros  en 
aquella  villa  por  no  ser  fuerte ,  en  especial  estando 
el  Bey  de  Portogal  tan  cerca  é  con  tanta  gente,  ovie- 
ron  su  acuerdo  de  volver  á  Valladolid.  E  porque  no 
tenían  dinero  para  pagar  sueldo  á  la  gente  de  armas 
que  con  ellos  estaban,  pensaron  por  muchas  mane- 
ras donde  lo  pudiesen  haber,  porque  les  convenía 
sostener  la  guerra  comenzada.  E  después  de  muchas 
pláticas  habidas  por  los  del  su  Consejo  cerca  desta 
materia ,  dixeron  al  Bey  é  á  la  Beyna ,  que  ya  veían 
quanto  les  era  necesario  tener  gente  de  armas  jun- 
ta ,  pues  el  Bey  su  adversario  la  tenía,  é  como  quier 
que  sus  subditos  con  voluntad  de  los  servir  vemian 
cada  que  los  llamasen ,  pero  que  era  necesario  dine- 
ro para  les  pagar  sus  gages,  é  que  esto  no  veían 
donde  se  pudiese  haber,  porque  todo  el  patrimonio 
real  estaba  enagenado  con  las  turbaciones  pasadas 
é  guerras  presentes.  Eso  mesmo  les  dixeron,  que 
ellos  eran  Beyes  é  no  tiranos ,  para  que  diesen  lu- 
gar á  robos  ni  fuerzas ,  porque  esto  tal ,  ni  seria  ser- 
vicio de  Dios,  ni  suyo,  ni  aun  de  semejante  gente 
se  suele  haber  provecho;  porque  no  les  pagando 
sueldo  no  tienen  obedienbia ,  é  sin  obediencia  f  arian 
mucha  mas  guerra  á  las  personas  é  pueblos  que  es- 
tán á  su  servicio,  que  á  los  que  están  por  su  adver- 
sario ¡  é  desto  se  siguiria  que  la  afición  que  los  co- 
munes tienen  á  sus  reales  personas,  se  con  vertiese 
en  odio  é  malquerencia.  E  que  no  seria  buen  conse- 
jo ,  teniendo  justa  guerra  dar  lugar  que  se  faga  in- 
justa con  la  mala  conscí encía  de  su  gente ;  porque 
aquellas  guerras  han  prósperos  fines,  cuya  gente 
tiene  freno  á  loa  robos,  é  do  esto  no  hay,  no  sola- 
mente los  contraríos,  mas  Dios  se  muestra  enemi- 
go. Todo  esto  considerado ,  é  ansimesmo  que  su  ad- 
versario tiene  mucho  dinero  de  lo  que  traxo  de  su 
reyno ,  é  que  cada  día  le  traen  de  sus  rentas  con  que 
paga  sueldo ,  é  face  mercedes,  é  se  sostiene  en  Cas- 
tilla; dixeron  que  habían  pensado ,  que  se  debía  to- 
mar la  plata  de  las  Iglesias ;  é  que  no  ovíese  esto 


por  cosa  nueva  ni  grave,  porque  permitido  era 
quando  extrema  necesidad,  como  esta,  ocurría  en 
los  reinos,  que  se  suele  tomar  no  solo  la  plata,  mas 
los  bienes  é  las  rentas  de  las  Iglesias,  é  de  las  co- 
sas sagradas.  Lo  qual  se  habia  fecho  machas  veces 
en  otros  rey  nos  é  provincias;  é  aun  se  lee  en  lo  Sa- 
cra Escríptura,  que  para  las  necesidades  que  ocnr- 
rian  en  Jerusalem ,  no  solamente  se  tomaba  el  teso- 
ro del  templo,  mas  tomaban  los  ornamentos  é  las 
limosnas  que  se  ofrecían  para  la  fábrica ,  é  para  las 
otras  cosas  pías,  para  remediar  á  las  necesidades 
que  ocurrían  on  la  tierra ;  porque  aquel/emedio  tam-  * 
bien  es  para  las  cosas  eclesiásticas,  como  para  las 
seglares ,  porque  no  padezcan  los  males  é  destrui- 
cíones  que  de  las  guerras  geles  siguen.  B  después 
de  fenecida  aquella  necesidad ,  los  buenos  Beyes 
restituían  lo  que  tomaban  del  santuario.  E  que  ansí 
esperaban  en  Dios  que  les  daria  victoria,  é  restitui- 
rían lo  que  tomasen,  é  f arian  otras  mayores  limos- 
nas á  los  templos.  E  pues  los  Perlados  é  Clerescía 
del  Beyno  serian  contentos  dello,  su  voto  era  que  de- 
bían dar  sus  cartas  luego  é  poner  receptores  que  re- 
cibiesen esta  plata ,  de  que  se  pudiesen  socorrer  sola- 
mente para  pagar  sueldo  ala  gente, é  para  las  otras 
cosas  necesarias  á  la  guerra ;  é  que  esto  no  se  gaste 
ni  destribuya  en  ning^una  otra  necesidad ,  salvo  so- 
lamente en  esta  de  la  guerra.  El  Bey  é  la  Beynai 
oídas  estas  razones',  parecióles  grave  cosa  tocar  en 
los  bienes  de  las  Iglesias ;  pero  considerando  su  ne- 
cesidad, é  conocido  que  á  los  Perlados  é  Clerescía 
placería  dello,  acordaron  que  se  tomase  solamente 
la  meytad  de  la  plata  de  las  Iglesias,  é  la  otra  mey- 
tad  quedase  para  el  servicio  del  culto  divino ,  con 
obligación  que  ficieron  de  la  pagar.  Para  la  qual 
paga  luego  diputaron  treinta  cuentos,  que  se  habían 
de  pagar  en  el  Beyno  del  pedido  é  monedas  dentro 
de  tres  afios;  é  dieron  sus  cartas,  y  embiaron  sos 
tesoreros  é  receptores  para  la  recebír.  Toda  la  Cle- 
recía ,  considerada  la  necesidad  de  la  guerra,  de  su 
voluntad  dieron  la  meytad  de  la  plata  que  tenían 
en  cada  una  Iglesia  del  Beyno.  De  la  qual  manda- 
ron pagar  sueldo ,  é  tomaron  llamar  gente  limitada, 
tanta  que  pudiese  sor  bien  pagada,  é  della  sostuvie- 
ron por  algunos  días  la  guerra,  que  en  otra  mane- 
ra no  pudieran  sostener.  La  qual  fué  después  paga- 
da á  las  Iglesias  de  aquellos  treinta  cuentos,  é  de 
otra  gran  suma  de  maravedís  que  para  ello  fué  li- 
brada. E  cerca  desta  paga,  la  Beyna  puso  gran  díli- 
rmcia  porque  se  ficiese  complidamente,  é  dio  cargo 
los  Padres  Priores  de  los  monesteríos  de  San  Qe» 
rónimo  de  todo  el  Beyno,  que  oviesen  información 
cada  uno  en  su  provincia,  sí  esta  plata  se  restitoia 
enteramente  á  las  Iglesias.  Los  qoales  fueron  solici- 
tadores dosta  restitución  que  enteramente  fué  fecha, 

CAPÍTULO  XXVI. 

De  las  cosas  qoe  el  Conde  de  Paredes  facía  en  el  Reyno 

de  Toledo. 

En  el  tiempo  que  estas  cosas  pasaban ,  el  Conde 
de  Paredes,  Maestre  de  Santiago,  é  Don  Diego  Fer- 


DON  FERNANDO 

faftnáeB  de  06rdoTa,  Ck>nde  de  Cabra,  por  yirtud  de 
los  poderes  que  tenían  del  Rey  é  de  la  Reyna,  fa- 
cían gnerra  á  las  tierras  del  Maestre  de  Oalatrava 
é  á  la  tierra  del  Conde  de  Umefia,  sn  hermano,  é 
del  Marqués  de  Villena  su  priipo,  qne  según  habe- 
rnos dicho  estaban  en  la  obediencia  del  Rey  de  Por- 
togal,  é  tomaron  á  Cibdad*Real,  que  tenia  el  Maes- 
tre de  Calatrava,  é  reduxeronla  á  la  obediencia  del 
Rey  ó  de  la  Reyna.  E  de  tal  manera  estos  dos  caba- 
lleros tenían  ocupada  la  tierra  del  Maestre  de  Oala- 
traya,  que  él  ni  gente  suya  no  pudo  ir  en  ayuda  del 
Rey  de  Portogal ,  porque  le  era  necesario  guardar 
con  ella  sus  lugares,  por  la  guerra  que  desde  Oibdad- 
Real  les  faoia  el  Maestre  Don  Rodrigo  Manrique ,  y 
el  Conde  de  Cabra.  Los  quales  cobraban  las  rentas 
de  muchos  lugares  de  los  contrarios,  de  las  quales 
pagaban  sueldo  á  la  gente  de  armas  que  tenían.  B 
después  que  estovieron  juntos  algunos  dias ,  acorda- 
ron que  ¿  Conde  volviese  al  Andalucía  á  proveer  en 
las  cosas  de  aquella  tierra,  en  lo  que  fuese  neoesa- 
rio  al  servicio  del  Rey  é  de  la  Reyna,  y  el  Maestre 
viniese  á  üolés,  é  ansí  se  partieron  cada  uno  con  su 
gente.  El  Maestre  como  fué  en  Uclés,  luego  oomen- 
sé  á  facer  guerra  á  todos  los  lugares  del  Marquesa- 
do de  Villena,  é  tomar  las  rentas  que  pertenecían 
al  Marqués.  B  porque  los  moradores  de  las  villas  é 
lugares  de  aquel  Marquesado  aborrecian  á  loe  Por- 
togueses  y  eran  aficionados  al  Rey  é  á  la  Reyna,  acu- 
dían de  buena  voluntad  con  las  rentas  al  Maestre 
de  Santiago.  Los  vecinos  de  Villena ,  como  vieron 
capitán  por  el  Rey  é  por  la  Reyna  puesto  en  la  co- 
marca que  les  pudiese  favorecer,  rebelaron  contra 
el  Marqués,  é  mataron  é  robaron  algunos  de  la  vi- 
lla, é  quitaron  los  oficiales  que  tenia  puestos  el  Mar- 
qués, é  pusieron  justicia  por  el  Rey  é  por  la  Rey- 
'  na,  é  cercaron  la  fortaleza.  B  para  los  favorecer  en 
aquel  cerco,  vino  un  caballero  de  Aragón,  que  se 
llamaba  Mosen  Gaspar  Fabra,  con  gente  de  Aragón, 
el  qnal  apretó  el  cerco  en  tal  manera,  que  en  pocos 
dias  tomó  la  fortaleaa.  El  Rey  é  la  Reyna,  por  el 
servido  que  les  ficieron  los  de  aquella  villa ,  prome- 
tiéronles de  la  no  apartar  de  su  corona  real.  Otrosí 
los  vecinos  de  las  villas  de  Utiel,  é  Almansa,  é 
Iniesta,  y  Hellin ,  é  Tovarra,  é  todas  las  mas  de  las 
otras  villas  del  Marquesado  de  Villena,  algunas  por 
su  voluntad  é  otras  por  temor,  visto  lo  que  los  de 
la  villa  de  Villena  ficieron,  luego  rebelaron  con- 
tra el  Marqués ,  é  se  pusieron  en  obediencia  del  Rey 
é  de  la  Reyna.  A  los  quales  el  Maestre  dixo  que  se 
conservasen  so  el  imperio  del  Rey  é  de  la  Reyna, 
cuyos  naturales  eran,  e  amonestóles,  que  si  alguna 
mudansa  ficiesen  de  lo  que  hablan  principiado,  se- 
rian privados  de  las  vidas  é  de  los  bienes;  é  que  á 
él  en  lugar  de  amigo  farían  adversario,  é  al  Rey  é 
á  la  Reyna  en  lugar  de  reyes  piadosos,  farian  jus- 
ticieros crueles.  Ansimesmo  Pedro  de  Arronis,  Al- 
oayde  de  la  fortaleea  de  Requena,  veyendo  que  el 
Marqués  de  Villena  por  quien  él  tenia  la  fortaleea, 
seguía  el  partido  del  Rey  de  Portogal,  é  que  no  la 
podía  defender,  porque  los  de  la  villa  la  querían 
cercar,  embió  su  obediencia  al  Rey  é  á  la  Reyna,  é 


i  D09a  ISABEL.  m 

físoles  pleyto  omenage  por  ella.  Des  tas  cosas  el 
Marqués  estaba  aquexado,  porque  de  todas  partes 
le  recrecían  necesidades,  á  que  no  podía  proveer,  é  ' 
recelaba  que  sus  villas  del  Condiido  de  San  Estovan 
é  otros  suB  lugares  rebelarían  contra  él ;  é  sus  Al- 
caydes  por  este  temor  le  embíaban  requerir,  que  les 

Iembiase  gente  é  bastimentos  para  las  defender ;  é  á 
fin  de  proveer  á  estas  necesidades,  repartió  toda  la 
gente  que  pudo  haber  para  guardar  las  villas  que  le 
quedaron.  Esta  misma  fatiga  tenían  el  Maestre  de 
Calatrava,  y  el  Conde  de  üruefia ,  su  hermano,  y  el 
Duque  de  Arévalo,  é  todos  los  caballeros  que  se- 
guían el  partido  del  Rey  de  Portogal,  é  les  impedia 
que  no  le  sirviesen  con  la  gente  que  habían  prome- 
tido. El  Rey  de  Portogal ,  visto  que  no  era  servido 
de  aquellos  caballeros  según  el  asiento  que  con  ellos 
fiso,  é  que  el  Comendador  mayor  de  León,  que  se 
llamaba  Maestre  de  Santiago,  se  había  entrado  en 
su  Reyno  con  gente  para  lo  destruir;  veyendo  eso 
mesmo  los  robos  que  de  las  fortaleaas  de  Alégrete 
é  Nodar  se  facían  continamente  en  su  tierra,  qui- 
siera embiar  alguna  de  su  gente  para  resistir  aque- 
llos dafios  que  en  su  Reyno  se  facían ;  pero  recolaba 
quedando  sin  gente,  que  recibiría  mayor  dafio  en 
Castilla,  é  si  no  la  embiase,  lo  recibiría  en  Porto- 
gal.  E  veyéndose  por  esta  causa  en  pensamiento 
trabajoso,  embió  decir  á  aquellos  caballeros  Caste- 
llanos que  estaban  en  su  obediencia,  que  lo  que  veía 
por  obra,  no  era  conforme  á  la  promesa  de  la  pala- 
bra que  le  habían  fecho,  ni  mehos  á  las  grandes  fiu- 
cias  y  esperanzas  que  le  habían  dado  al  tiempo  que 
había  entrado  en  Castilla,  quando  le  prometieron 
de  le  servir  en  esta  demanda  con  cinco  mil  homes 
de  armas  á  caballo,  é  facer  que  catorce  dbdades  é 
villas  de  las  mas  principales  del  Reyno  se  pusiesen 
en  su  obedienda.  E  porque  ninguna  cosa  destas,  ni 
otras  muchas  que  le  habían  certificado ,  sucedieron 
aegund  ellos  lo  habían  prometido,  mosteó  gran  des- 
oontentamiento  dellos.  Ansimesmo  dios  veyéndose 
por  tantas  partes  oprimidos  é  puestos  en  necemda- 
des  le  decían,  que  tener  junta  su  gente  oon  él,  ó 
tenerla  en  defensa  de  la  tierra  que  estaba  por  él,  to- 
do era  servido  suyo,  por  el  qual,  é  por  le  facer  Rey 
de  Castilla,  sufrían  muchas  pérdidas  de  su  patrimo- 
nio ;  é  allende  de  aquellas,  tenían  sus  personas  é  los 
bienes  que  les  quedaban  en  aventura  de  los  perder, 
é  desta  manera  ovíeron  algunos  descontentamien- 
tos los  unos  de  los  otros. 

El  Cardenal  de  Ijppafia  que  fué  informado  de  las 
cosas  que  pasaban  entre  el  Rey  de  Portogal  é  aque- 
llos caballeros ,  pensó  que  sería  tiempo  conveniente 
de  fablar  en  alguna  concordia;  y  embió  su  mensa- 
gero  secretamente  á  fablar  con  el  Rey  de  Portogal 
para  le  traer  á  algún  trato  de  paz.  El  qual  condde- 
rando  que  las  cosas  que  veía  presentes  no  corres- 
pondían á  las  que  pensó  al  tiempo  do  su  entrada  en 
Castilla,  respondió  al  Cardenal  quAe  piada  de  ve- 
nir en  partido  de  concordia  d  le  dexasen  las  dbda- 
des de  Toro  é  Zamora  qne  él  tenia,  é  le  diesen  el 
Reyno  de  Galicia  para  juntar  con  su  Reyno ;  é  ansi- 
mesmo demandaba  una  gran  suma  de  dineros ,  por-< 


m 


CRÓNIOAS  DE  LOS  B1B7ES  DE  OASTÍLLA. 


que  86  desase  de  aqvella  i^queeU.  La  Reyna,  oida 
esta  demanda  que  el  Rey  de  Portogal  fiso,  respon- 
dió que  como  quiera  que  el  Bey  su  marido  y  ella  es- 
taban en  tantas  necesidades  quantas  eran  manifies- 
tas á  todos ;  pero  que  faciendo  sos  diligencias  para 
que  estos  Beynos  fuesen  conservados  ó  no  diminui- 
dos, antes  lo  pomia  todo  en  las  manos  de  Dios  para 
que  dispusiese  dellos  á  su  voluntad,  que  en  sus  dias 
consintiese  apartar  dellos  ni  sola  una  almena,  para 
que  fuese  enagenado  en  otro  sefiorlo,  ni  mudarlos 
de  la  manera  que  su  padre  el  Bey  Don  Juan  los  ha- 
bía dexado.  B  corea  del  dinero  que  el  Bey  de  Porto- 
gal  pedia,  le  placia  dar  una  suma  de  oro  que  fuese 
raaonable,  é  aun  sufriría  que  fuese  excesiva,  por 
remediar  estos  Beynos  de  las  guerras  ó  trabajos  en 
que  los  Labia  puesto.  Oerca  de  lo  qual  pasaron  por 
estonces  algunas  f ablas  é  tratos  en  diversos  tiem- 
pos ;  pero  la  historia  aquí  no  face  mendon  dellos, 
porque  ninguna  cosa  dello  vino  en  efeto. 

CAPÍTULO  xxvn. 

Cobo  m  puo  eoroo  sobre  ol  cisttUo  de  Bdrsoe. 

.Después  que  el  Bey  ahsó  el  real  de  sobre  Toro,  é 
vinieron  el  Bey  é  la  Beyna  para  Valladolid,  reci- 
bieron mensageros  de  la  cibdad  de  Burgos ;  los  qua- 
les  les  ficieron  saber,  que  Juan  de  Stdfiiga,  Alcayde 
,del  castillo  de  la  cibdad,  con  gente  del  Duque  de 
Arévalo,  les  apremiaba  é  les  fada  guerra,  porque 
no  obedeoian  al  Bey  de  Portogal  por  so  Bey  é  que 
hablan  quemado  mas  de  tredentas  casas  cercanas 
al  castillo  en  una  calle  príndpal  de  la  cibdad ,  que 
se  llamaba  la  calle  de  las  Armas;  é  que  les  fadan 
de  día  ó  de  noche  tanta  guerra  con  los  trabucos  que 
tenían  en  el  castillo ,  ó  con  la  gente  que  salia  á  ro- 
bar é  á  matar  los  de  la  cibdad,  que  no  lo  podrían 
sufrír  si  no  toviesen  alguna  gente  para  los  resistir. 
Otrosí  que  ol  Obispo  de  Burgos,  que  se  llamaba  Don 
Luis  de  Acufta,  que  estaba  en  la  obediencia  del  Bey 
de  Portogal, Jes  fada  guerra  desde  una  su  fortale- 
za cercana  á  la  cibdad  que  se  llamaba  Babe.  Por 
ende  les  suplicaron  que  los  acorríesen  con  alguna 
gente,  en  tanto  número  que  pudiesen  cercar  d  cas- 
tillo, é  resistir  á  los  males  que  recebian.  Oida  esta 
embaxada ,  d  Bey  ó  la  Beyna,  considerado  d  servi- 
cio grande  que  de  aquella  cibdad  recebian ,  ó  que  en 
tenerla  ¿  su  obediencia  tenían  muy  ciertas  las  mon- 
tañas ,  acordaron  que  el  Bey  fuese  á  cercar  d  casti- 
llo de  Burgos.  T  entretanto  que  se  aderezaba  la 
gente  de  armas  que  había  de  ir  con  él,  embiaron  á 
Don  Alonso  de  Arellano ,  Oonde  de  Aguilar,  é  á  Pe- 
ro Manríque,  é  á  Sancho  de  Bozas,  sefior  de  Oavia, 
é  á  un  Oapitan  que  se  llamaba  Estovan  de  Villacre- 
ees,  con  gente  para  resistir  las  fuerzas  é  robos  que 
fadan  los  del  castillo.  Estos  caballeros  fueron  á  la 
dbdad  de  Burgos,  é  pusieron  sus  estanzas  por  par- 
te la  dbdad  contra  el  castillo,  ó  contra  una  Iglesia 
que  se  llama  Sama  María  la  Blanca,  que  es  cerca 
de  la  fortdeza,  é  defendían  que  no  saliesen  del  cas- 
tillo á  facer  tantas  fuerzas  é  robos  como  solían  f a- 

• 

cer.  Pero  como  los  del  castillo  tenían  dentro  y  en 


aquella  Iglesia  mucha  gente,  facíanles  poca  reds- 
tencia,  porque  por  la  puerta  de  la  Coracha  salían 
fuera  de  la  fortaleza  libremente,  é  robaban  á  los  que 
venían  con  mantenimientos  é  otras  cosas  á  la  cib- 
dad. Sabido  esto  por  el  Bey,  deliberó  de  venir  en 
persona  á  sitiar  el  castillo ;  y  embió  llamar  gente  de 
pió  de  toda  aquella  tierra  de  la  comarca,  ó  de  las 
montafias.  Vino  asimesmo  Don  Alonso  el  bastardo 
de  Aragón,  hermano  del  Bey,  que  era  Duque  de 
Villahermosa,  y  d  sa  Condestable  Conde  de  Haro. 
E  mandó  poner  estanzas  por  de  dentro  de  la  dbdad 
ó  por  defuera  contra  el  castillo,  ó  contra  aquella 
Iglesia  de  Santa  María  la  Blanca.  Mandó  ansimes- 
mo  facer  grandes  cavas  en  circuito  de  toda  la  for- 
taleza, de  manera  que  ninguno  podía  sdír  ni  entrar 
en  ella.  E  las  estanzas  que  estaban  por  defuera  do 
la  cibdad  fueron  fortificadas  de  cavas  ó  baluartes ; 
porque  sí  d  Bey  de  Portogd  la  vÍDÍese  ó  socorrer, 
no  pudiese  gente  ninguna  entrar  en  la  fortaleza  sin 
recebir  gran  daño.  Mandó  ansimesmo  poner  inge- 
nios, lombardas,  ó  otros  tiros  de  pólvora,  que  con- 
tinamente tiraban  al  castillo.  T  en  esta  manera  cer- 
có d  Bey  al  castillo  de  Burgos  por  todas  partes. 

CAPÍTULO  XXVIIL 

De  eomo  la  Reyaa  fué  á  Leos ,  6  de  le  qse  esde  iso. 

Entretanto  que  estas  cosas  pasaban,  la  Beyna, 
que  había  quedado  en  Valladolid ,  ovo  nueva  que 
Alonso  de  Oblanca,  Alcayde  de  las  torres  de  Leen, 
tenía  f abla  secreta  con  algunas  personas  por  parte 
del  Bey  de  Portogal ,  que  le  ofredan  gran  suma  de 
dinero,  é  le  facían  otras  mercedes,  porque  le  entre- 
gase aquella  fortaleza.  Como  la  Beyna  fué  certifi- 
cada desto,  luego  á  la  hora  partió  para  Leen,  é  con 
ella  d  Cardenal  de  Espafia.  Los  de  la  dbdad,  como 
sopieron  la  venida  de  la  Beyna,  ovíeron  mucho 
placer,  é  juntáronse  todoji  con  ella.  E  luego  mandó 
llamar  al  Alcayde,  el  qual  salió  á  ella,  é  díxole: 
c Alcayde,  á  mi  servicio  cumple  que  me  entreguéis 
»  esta  mi  fortdeza  que  tenéis.»  El  Alcayde  alterado 
en  ver  la  venida  tan  acelerada  de  la  Beyna,  dixo : 
«Sefiora,  ¿por  qué  vos  place  quitarme  el  cargo  de 
ttla  guarda  destas  torres ,  pues  no  he  fecho  cosa  por 
«que  se  me  deba  quitar?  »  La  Beyna  le  respondió: 
«Alcayde,  no  digo  que  sois  en  cargo,  pero  á  mí 
«servicio  cumple  que  luego  me  la  entreguéis.»  El  Al- 
cayde le  replicó :  «  Sefiora,  pues  que  ansí  vos. place, 
»  dadme  espado  para  sacar  mis  bienes  que  en  ella 
«tengo.»  La  Beyna  le  dixo :  «A  mí  me  place  que  sa- 
«quds  todo  lo  vuestro,  pero  no  comple  á  mi  serví- 
«cio  que  os  apartds  de  aquí  do  yo  estoy,  fasta  tan- 
»to  que  yo  sea  apoderada  de  mí  fortaleza.»  El  Al- 
cayde quando  vído  que  la  Beyna  no  le  daba  lugar 
para  volver  á  la  fortaleza,  entrególa  luego  á  un 
caballero  de  su  casa,  que  se  llamaba  Don  Sancho  de 
Castilla  que  venia  con  ella.  Beoebída  aquella  forta- 
leza por  aquel  caballero ,  la  Beyna  proveyó  en  la 
guarda  de  la  dbdad ,  y  en  la  justicia ,  y  en  otras  co- 
sas que  entendió  ser  necesarías  á  toda  aquella  tier- 
ra í  ó  volvióse  para  Valladolid. 


DON  FERNANDO 

CAPÍTULO  JXDL 

Del  Mátele  qte  le  did  en  Saieta  María  la  Dlanea  ea  Birg os. 

Bl  B^  contiDÓ  siempre  el  oeroo  del  oaetfllo  de 
BArgoi ;  é  «oordó  de  combatir  aquella  Iglesia  de 
Santa  María  la  Blanca,  qne  era  cercana  al  castilloi 
oomo  ákho  habernos,  porque  entendió  qne  aquella 
Iglesia  tomada,  se  podría  haber  mas  presto  la  for- 
talesa.  B  firo  aderesar  los  combates  por  seis  pattes 
oon  tiros  de  pólvora ,  é  ballestería ;  é  un  dia  por  la 
mafiana  comenaaron  á  llegar  los  pertrechos.  Los 
que  estaban  en  la  Iglesia  se  pusieron  en  defensa;  é 
recelando  que  si  fuesen  tomados,  serian  puestos  á 
cuchillo,  oomo  hombres  que  defendían  la  vida,  pe- 
leaban oon  grande  ánimo.  Duró  aquel  combate  por 
espacio  de  seis  horas,  en  las  quales  no  pudo  ser  to- 
mada por  la  gran  defensa  que  ficieron  los  que  esta- 
ban en  ella ,  con  los  pertrechos  é  muchos  tiros  de 
pólvora  que  tenían.  E  porque  el  Rey  vido  algunos 
muertos  é  feridos  de  los  suyos,  é  que  cada  hora  fe- 
rían  mas ,  mandó  retraer  su  gente ;  é  cesó  el  comba- 
te por  estonces,  con  propósito  de  la  tomar  á  com- 
batir con  mas  ó  mejores  pertrechos.  E  porque  la 
gente  de  armas  quedó  enflaquecida  por  el  poco  fru- 
to que  de  sn  trabajo  se  había  conseguido,  el  Rey 
pensó  de  los  eef  orsar,  é  díxoles :  «  No  penséis  oaba- 
f  Ueros  que  habéis  fecho  poca  fasafia  en  el  combate 
i  que  ayer  fecistes,  aunque  no  ovimos  fruto  de  nues- 
•tro  trabajo.  Porque  oomo  quiera  que  aquellos  mis 

•  rebeldes  no  fueron  tomados,  pero  muchos  dellos 
•son  feridoSi  ó  los  que  quedan  sanos  están  ya  tan 

•  cansados  de  vuestras  manos,  que  no  esperarán  se- 
•gundo  combate.  Ni  menos  se  oree ,  que  vuestra  fla- 

•  queaa  é  su  valentía  los  ha  defendido ;  mas  defen- 

•  diólos  la  dispusioion  del  lugar,  ó  su  desesperación 
i  que  los  face  pensar  ser  muertos  la  hora  que  fueron 

•  tomados.  Por  ende  si  á  ellos  conviene  ser  oonstan- 
i  tes  en  su  trabajo  por  escapar,  á  nosotros  es  neoe- 

•  sario  perseverar  en  nuestro  esfuerso  por  vencer ;  é 
f  nó  perdamos  la  voluntad  que  teníamos  al  tiempo 

•  que  fedmos  el  primer  combate ;  é  con  los  pertre- 

•  ohos  mas  é  mejores  que  he  mandado  traer,  tome- 
•mosála  facienda,  é  yo  espero  en  Dios  que  los 
•habremos  á  las  manos.» 

Los  que  estaban  en  la  Iglesia,  que  serian  en  nú- 
mero de  quatrodentos  hombres  de  armas,  queda- 
ron cansados,  ó  muchos  muertos  é  feridos ;  é  rece- 
lando que  el  Rey  mandaría  tomar  al  combate,  é  que 
ellos  no  tenían  gente  ^ana  para  resistirlo,  ansimes- 
mo  porque  no  tenían  las  cosas  necesarias  para  los 
feridos,  que  eran  muchos,  é  de  los  principales,  de- 
mandaron pleytesía  al  Rey,  qne  les  segurase  las  vi- 
das, ó  que  le  entregarían  la  Iglesia.  El  Rey  oomo 
quier  que  había  mandado  aparejar  todas  las  cosas 
para  el  segundo  combate  necesarías ,  pero  por  no 
dar  causa  á  mas  muertes,  otorgóles  aquello  que  de- 
mandaban ,  ó  tomó  la  Iglesia,  en  la  qual  estaba  por 
capitán  uno  que  se  Usmaba  Juan  Sarmiento ,  her- 
mano del  Obispo  de  Burgos ,  é  luego  puso  el  Rey 
en  ella  por  capitán  mayor  á  Don  Juan  de  Gamboa, 


É  DOÍÍA  ISABEL.  .277 

un  caballero  su  criado  oon  gente  de  las  montanas,  é 
dende  allí  fueron  mas  apretados  los  del  castillo.  Ha- 
bida aquella  Iglesia,  porque  informaron  al  Rey  qno 
podía  por  minas  tomar  él  agua  del  poso  del  oasti- 
Uo,  mandó  luego  minar  por  seis  partes  debaxo  de 
tierra.  Los  del  castillo  que  sintieron  las  minas,  fi- 
cieron sus  contraminas,  é  todos  los  aparejos  que 
pudieron  para  no  recebir  dafio  dallas.  Pero  veyón- 
dose  muy  trabajados ,  ansí  de  los  reparos  que  f  adán 
para  las  minas,  como  para  los  tiros  de  los  ingenios 
qne  de  dia  é  de  noche  les  tiraban,  é  de  las  lombar- 
das que  tiraban  al  muro,  é  ansimesmo  tenían  falta 
de  vino,  acordaron  de  embiar  su  mensagero  al  Du- 
que de  Arévalo  á  le  requerir  que  les  socorriese,  por- 
que de  cada  dia  eran  mas  apretados,  é  les  crecían 
mayores  necesidades  d  no  fuesen  socorridos.  El  Du- 
que de  Arévalo  que  tenia  gran  naturalesa  en  aquella 
dbdad,  porqpe  su  padre  é  abuelo  habían  tenido  la 
tenencia  de  aqud  castillo,  embió  al  Rey  de  Porto- 
gal  que  estaba  en  Toro  aquel  caballero  Juan  Sar- 
miento, hermano  del  Obispo  de  Burgos,  oon  el  qual 
le  embió  á  dedr,  que  sn  casa  era  una  de  las  mayores 
de  Castilla,  é  qne  la  mejor  cosa  de  toda  ella  era  la 
tenencia  del  castillo  de  Burgos,  la  qual  había  tenido 
sn  padre  é  abuelo ,  é  cox^  ella  fueron  siempre  honra- 
dos, é  sosto vieron ,  y  él  sostenía  el  estado  é  patrimo- 
nio qne  sus  padres  é  abuelos  le  dexaron ;  é  que  le 
facía  saber  que  los  Reyes  de  Castilla  teniendo  aque- 
lla fortaleza  tenían  título  al  Rey  no,  é  se  pueden  con 
buena  confianza  llamar  Reyes  del,  porque  es cabeze 
de  Castilla ;  é  que  había  quatro  meses  que  el  Rey 
Don  Femando  de  Sicilia  la  tenia  cercada ,  é  la  oom- 
baiia  continamente  de  noche  é  de  dia  con  ingenios 
é  lombardas,  é  con  minas  debazo  de  tierra;  en  los 
qnalos  combates  oran  muertos  é  de  cada  dia  morían 
muchos  do  sus  criados  é  parientes ,  é  los  que  queda-, 
ban,  con  grande  angustia  llamaban  á  grandes  voces 
desde  el  muro  á  Don  Alonso,  Rey  de  Castilla  é  de 
Portogal,  que  les  socorriese  en  el  aprieto  é  peligro 
en  que  estaban.  Otrosí  le  dixo  que  dado  que  tovíe- 
sen  mantenimientos  en  abundancia ,  no  podían  su- 
frir muchos  días  la  fatiga  grande  que  recebian,  pe- 
leando de  dia  por  se  defender,  é  de  noche  trabajan- 
do por  reparar  lo  que  destruían  los  ingenios  é  lom- 
bardas. E  que  un  grande  lienzo  de  la  cerca  estaba 
para  caer  en  el  suelo,  é  que  si  aquel  oda,  juntamen- 
te oon  él  caería  todo  d  estado  del  Duque,  é  aun  d 
suyo  redbiria  gran  mengua,  é  temía  poca  parte  en 
Castilla ;  porque  los  ojos  de  todos  no  miraban  otro 
fin  en  esta  demanda,  sino  el  fin  que  o  viese  d  cerco 
puesto  sobre  el  castillo  de  Burgos.  Por  ende  le  supli- 
caba, que  socorriese  á  los  que  estaban  en  él,  porque 
no  pereciesen,  6  ayudase  al  Duque,  porque  no  lo 
perdiese ;  é  proveyese  á  él  mesmo  que  proseguía  es- 
ta demanda,  porque  no  recibiese  d  dafio  que  fiabria 
si  el  castillo  viniese  á  manos  del  Rey  sn  adversario. 
Oídas  estas  razones,  luego  acordó  el  Rey  de  Pori»- 
gd  de  ir  á  socorrer  el  castillo  de  Burgos :  porque 
ovo  consejo  que  aqud  socorro  le  era  necesario  do 
facer  para  conseguir  el  ef eto  de  sn  empresa.  Pero  no 
tenía  tanta  gente  para  lo  facer  como  quidera,  por* 


278 


0BÓNI0A6  DB  LOB  BEYES  DE  OAflULLA. 


qae  UfaiaB  de  la  gente  portogueea  que  habia  -meti- 
do en  Oaatilla  era  ya  gastada,  delioa  tomados  á 
Portogal,  é  dallos  muertos  é  destroaados  en  algunos 
recuentros  que  hablan  habido ,  é  dellos  consumidos 
en  la  guerra  que  seguían.  Pero  con  esa  gente  que  te- ' 
nía,  partió  de  la  dbdad  de  Toro,  é  fué  para  la  villa 
de  Arévalo  ¡  ó  allí  vino  á  él  el  Arzobispo  de  Toledo 
con  toda  la  gente  de  su  casa ,  é  le  besó  la  mano ,  é  le 
obedeció  por  Bey,  é  le  fiso  juramento  é  pleyto  ome- 
nage  de  le  servir  ó  obedecer  como  á  Bey  de  Oastilla 
é  de  León, 

Oomo  la  Beyna ,  que  estaba  en  Valladolid,  sopo 
que  el  Bey  de  Portogal  era  venido  á  la  villa  de  Aió» 
valo',  acordó  de  embiar  gente  de  caballo  con  Don 
Hurtado  de  Mendosa,  é  con  Qutierre  de  Cárdenas, 
su  Contador  mayor  á  la  villa  de  Medina  del  Campo 
é  á  Don  Juan  de  Silva,  Conde  de  Cifuentes  á  la  villa 
de  Olmedo,  para  que  desde  aquellas  villas  ficiesen 
guerra  al  B^ey  de  Portogal  que  estaba  en  Arévalo. 
El  Conde  de  Cifuentes  venido  á  aquella  villa,  deli« 
beró  un  día  de  salir  al  campo  con  la  gente  que  traía 
en  su  capitanía;  ó  fué  cerca  de  la  villa  de  ArévalO| 
é  puso  sus  celadas,  y  embió  sus  corredores  por  ver 
si  podría  haber  alguna  presa  de  los  Portogueses.  É 
oomo  fué  sentido,  los  Portogueses  salieron  de  Ar^ 
valo,  é  corrieron  á  los  corredores  del  Conde  que  ha- 
blan robado  el  campo,  los  qnalea  se  retraxieron  fas- 
ta el  lugar  do  estaba  el  Conde  en  la  celada  en  un 
pinar;  el  Conde  salió  luego  de  la  celada  con  toda  la 
gente  que  tenia,  é  como  quiera  que  vido  los  Porto- 
gueses ser  en  mayor  número  de  gente  que  los  que 
él  traía,  quisiera  acometerlos,  ó  mandó  á  su  ensefia 
que  fuese  adelante.  Algunos  caballeros  que  con  él 
estaban  dixeron :  «Sefior,  no  nos  parece  que  tenéis 
» gente  para  acometer  álos  Portogueses,  porque  son 
«mas  que  nosotros,  é  salen  de  refresoo  de  sus  casas, 
» nosotros  é  nuestros  caballos  estamos  fatigados  de 
» la  mala  noche,  é  por  esta  causa  nos  parece  que  vos 
» debela  retraer,  pues  á  vuestra  honra  lo  podéis  fa- 
•cer,  antes  que  mas  gente  de  los  Portogueses  haya 
D lugar  de  salir  de  Arévalo:  porque  es  derto  que 
«aquellos  Portogueses  ya  ce  habrían  acometido,  sino 
«pensando  que  hay  segunda  celada,  é  recelando  esto 
¿no  pasarán  mas  adelante  de  aqud  lugar  do  están, 
i  Por  ende  debéis  recoger  vuestra  gente,  é  volver 
^  «para  la  villa  de  Olmedo  do  salimos :  porque  antes 
«debéis  cometer  vuestras  cosai  á  la  razón,  que  á  la 
«fortuna.«  Otros  habla  ende  que  le  consejaron  que 
no  era  su  honra  retraerse,  é  que  todavía  debía  pelear 
con  los  Portogueses,  aunque  no  toviese  tanta  gente 
como  dios.  É  los  que  esto  le  consejaban  eran  tan 
orgullosos,  que  sin  esperar  otro  consejo  quisieron 
socorrer  algunos  corredores  que  aun  no  eran  traídos 
y  estaban  escaramuzando  con  los  Portogueses;  é  no 
fué  eá  mano  del  Conde  que  no  se  soltase  la  gente  por 
socorrer  á  los  que  escaram^saban;  é  ansí  se  encen- 
dió la  pelea  du  orden  ninguna,  é  se  revolvieron  los 
nnos  con  los  otros,  é  se  firieron  con  las  lanzas,  é 
después  pelearon  gran  rato  con  las  espadas,  do  mu- 
rieron muchos  de  la  una  parte  é  de  la  otra.  É  al  fin 
los  Oastdlanos  no  pudiendo  sufrir  d  dafio  que  rece- 


bian  de  los  Portogueses,  retraziéronse  á  un  cerro,  é 
allí  el  Conde  recogió  la  gente  que  pudo,  é  volvió 
para  Olmedo;  é  los  Portogueses  recogieron  todo  el 
despojo,  ó  se  volvieron  oomo  victoriosos  á  Arévdo. 

CAPITULO  XXXI. 

Gomo  el  Rey  és  Poilofal  eonbaUó  U  lUli  ie  BtUtau  é  preadió 

•1  Casde  4e  Bsuvesie. 

El  Bey  de  Portogd  quando  se  vido  aoompafiado 
del  Arzobispo  de  Toledo,  é  del  Marqués  de  yiHena 
é  de  sus  gentes,  partió  de  la  villa  de  Arévalo  ó  fué 
á  la  villa  de  Pefiafiel,  que  era  del  Conde  de  Uruefia; 
é  allí  se  juntaron  con  él  alguna  gente  de  aquellos 
caballeros  Castdlanos  que  estaban  en  su  pardali- 
dad,  oon  intención  de  ir  á  socorrer  el  castillo  de 
Burgos.  Todo  esto  sabido  por  la  Beyna,  partió 
luego  é  fué  para  la  dbdad  de  Palenda,  é  oon  ella 
el  Cardenal  de  Espafia  y  d  Almirante  y  el  Conde 
de  Benavente,  con  la  mas  gente  que  pudo  llegar. 
É  mandó  ppner  sus  guardas  por  los  caminos  é 
sus  espías,  para  saber  la  hora  que  d  Bey  de  Porto- 
gd partiese  de  Pefiafiel:  porque  día  entendía  ir 
luego  á  las  espaldas  é  ayudar  al  Bey.  É  porque  sopo 
que  el  Bey  de  Portogal  esperaba  mas  gente  en  Pe- 
fiafiel para  facer  aquel  socorro,  mandó  entrotanto 
repartir  la  mas  gente  de  pié  ó  de  caballo  quo  oon 
ella  venia,  en  los  lugares  que  estaban  en  tomo  de 
Pefiafiel,  para  facer  gueira  al  Bey  de  Portogal  por 
todss  partes,  é  quitarle  los  mantenimientos,  é  and- 
mesmo  por  saber  mas  presto  quando  saliese  de  aque- 
lla villa.  Entre  los  caballeros  que  tomaron  aqud 
cargo  fué  uno  d  Conde  de  Benavente,  d  qual  oon 
la  gente  de  caballojé  de  pié  de  su  casa,  fué  á  aposen- 
tarse á  una  villa  muy  ceroana  de  Peftafid  que  se 
llamaba  Bdtanas;  é  desde  aquella  villa  fada  guerra 
al  Bey  de  Portogd  é  á  los  que  con  él  estaban  en 
Pefiafiel.  Los  cabdleros  é  criados  del  Conde,  consi- 
derada la  fiaqueza  de  aqud  lugar  do  estaban,  é  que 
por  no  tener  defensas  podían  retebir  dafio,  conee- 
jaban  algunas  veces  d  Conde,  que  pues  no  tenia 
tiempo  de  fortificar  aquel  lugar,  debía  dezarlo  ó  re- 
traerse á  otro  que  toviese  mejor  defensa,  é  que  esto* 
yieso  mas  loxos  de  Pefiafiel.  El  Conde  menospre- 
ciando aquellos  consejos  porque  mostraban  dguna 
flaqueza,  esforzaba  mucho  á  los  suyos  diciéndoles : 
que  ni  mostrarla  tan  gran  mengua  de  su  persona, 
ni  menos  por  su  causa  parecería  flaqueza  en  los 
fechos  del  Bey  é  de  la  Beyna,  la  qual  conocerían 
los  contrarios  d  de  aquel  lugar  so  traxiese;  é  que 
to viesen  buen  ánimo,  que  estando  allí  recibirían 
honra  é  no  dafio  ninguno.  Los  suyos  que  conside- 
raban bien  la  gran  confianza  del  Conde  é  la  poca 
defensa  del  lugar,  le  dixeron:  «Mirad  por  Dios,  se- 
«  fior,  que  muchas  veces  dafia  la  confianza,  y  el  mie- 
»do  proveo.  Cosa  razonable  es  que  rocelemos  los 
«dafios  que  pueden  venir,  porque  los  podamos  es- 
«cusar  agora  que  podemos,  é  no  lo  dexemos  para 
«cuando  no  pudiéremos, «  El  Conde  confiando  en  su 
esfuerzo,  no  quiso  retraerse  de  aqud  lugar,  é  toda- 
vía facía  guerra  á  los  que  eatAban  en  Pefiafid.  El 


DON  FBBNANDO 

Rey  de  Portogal  como  Tido  que  el  Oonde  de  Bena- 
▼ente  se  había  llegado  tan  cerca  é  la  guerra  que  le 
facía;  sabido  eao  mesmo  que  aqoel  lugar  que  ee  de- 
cía Baltanas  era  llano  é  que  tenía  la  cerca  flaca  y 
en  muchas  partes  aportillada,  é  sin  ningún  anda- 
mio ni  otro  adórese  de  defensa,  acordó  do  ir  á  lo 
combatir;  é  fiao  aderesar  toda  su  gente,  é  partió  de 
noche,  é  con  él  el  Arsobispo  de  Toledo  y  el  Marqués 
de  Yillena;  é  al  alba  del  día  comenzó  el  combate  por 
ocho  partes  do  estaba  la  cerca  mas  flaca.  El  Conde 
de  BeiyiTente  púsose  en  defensa  con  toda  su  gente 
é  repartióla  por  aquellos  lugares  que  entendió  ser 
mas  necesario;  é  duró  el  combate  desde  la  mafiana 
fasta  hora  de  vísperas.  Bn  el  qual  tiempo  los  Por- 
togueses  é  Castellanos  que  Tenian  con  ellos,  en- 
traron dos  Teces  en  d  lugar,  é  otras  dos  Teces  fue- 
ron laucados  fuera  por  f uen^  de  armas.  T  en  estos 
combates  cayeron  muertos  é  fueron  f eridos  muchos 
de  los  unos  ó  de  los  otros.  Bl  Conde  trabajaba  requi- 
riendo los  lugares  flacos  é  peleando  por  ellos,  é  pro- 
Teyéndolos  de  gente  descansada.  É  al  fln  la  gente 
dd  Bey  de  Portogal  entró  por  uno  de  aquellos  lu- 
gares que  estaba  aportillado,  porque  la  gente  del 
Conde  que  lo  guardaba,  cansados  ya,  é  dellos  muer- 
tos é  feridoB,  no  lo  pedieron  defender;  é  ansí  los 
Portogneses  pedieron  por  fuerza  de  armas  entrar 
la  Tilla.  El  Conde  quando  TÍdo  los  enemigos  den- 
tro é  su  gspte  destrozada;  púsose  en  defensa  en 
una  calle  con  pocos  de  los  suyos  que  pudo  recogper; 
é  allí  pelearon  é  mataron  é  firieron  muchos  de  los 
que  con  él  estaban,  y  él  fué  ferido  é  preso;  é  los 
Portogueses  prendieron  á  todos  los  principales  del 
Conde,  ó  robaron  todo  el  lugar  é  la  Iglesia  del.  Ha- 
bida esta  TÍtoria,  el  Roy  de  Portogal  toItíó  para 
Peftafiel,  é  Iíctó  preso  al  Conde  é  á  todos  los  otros 
caballeros  de  su  casa,  con  todo  el  despojo  que  oto 
en  el  lugar.  Desta  prisión  del  Conde  pesó  mucho  al 
Bey  é  á  la  Beyna,  ansí  porque  su  g^nte  se  dimi- 
nuía, como  pensando  que  el  Bey  de  Portogal  toma- 
ría mayor  orgullo  para  ir  á  socorrer  el  castillo  de 
Burgos.  É  luego  la  Beyna  mandó  que  toda  la  otra 
gente  que  estaba  puesta  en  guamicionos  en  tomo 
de  Pefiafielf  se  recogiese  é  TÍniese  para  Palenda  do 
ella  estaba,  para  irá  las  espaldas  del  Bey  de  Porto- 
gal  si  moTÍese  para  ir  á  Burgos.  Ansimesmo  el  Boy, 
sabida  la  prisión  del  Conde  de  BenaTente,  fortificó 
mas  de  gente  é  caTas  é  baluartes  las  estanzas  que 
tenia  puestas  contra  el  castillo  por  la  parte  de  fuera 
de  la  dbdad,  de  tal  manera  que  ninguna  gente  pu- 
diera entrar  en  él  sin  rescebir  gran  dafio.  Lo  qual 
sabido  por  el  Bey  de  Portogal,  é  ansimesmo  porque 
OTO  certinidad  que  la  Beyna  con  la  gente  que  tenia 
estaba  presta  para  ir  á  se  juntar  con  el  Bey  su  ma- 
rido, por  lo  qual  le  fuera  peligroso  facer  aquel  so- 
corro; otrosí  porque  le  dizoron  que  había  algunos 
tratos  en  la  dbdad  de  Zamora  para  la  dar  al  Bey 
é  á  la  Beyna,  oto  su  acuerdo  de  dexar  el  socorro 
del  castillo  de  Burgos  é  volTer  para  Zamora,  porque 
creía  que  aquella  dbdad  era  el  mayor  é  mejor  fun- 
damento que  tenía  para  su  demanda,  por  ser  dbdad 
fuerte  é  populosa,  é  cercana  á  su  reyno  de  Portogal; 


É  OOfiA  ISABEL.  279 

é  acordó  de  tener  allí  y  en  la  dbdad  de  Toroj  toda 
su  gente  aquel  ínTiemo.  É  con  este  acuerdo  partió 
de  la  TÍlla  de  Pefiaflel,  é  fué  para  la  TÍUa  de  ArÓTa- 
lo,  do  estaba  la  Duquesa  muger  dd  Duque  de  Aré- 
Talo,  que  era  prima  del  Conde  de  BenaTente;  la 
qual  trató  con  d  Bey  de  Portogal,  que  soltase  al 
Conde  su  primo  é  á  los  suyos,  porque  le  diese  las 
fortalezas  de  las  Tillas  de  Portillo  é  Máyorga  é  Yi- 
llalTa,  que  eran  del  Conde,  é  á  su  fijo  mayor  en  re- 
henes, por  seguridad  que  no  ayudaria  al  Bey  ni  á 
la  Beyua.  Las  quales  fortalezas  fueron  luego  entre- 
gadas al  Bey  de  Portogd,  é  puso  en  días  gente 
Portoguesa  en  guarda,  é  fué  d  Conde  de  BenaTente 
suelto  de  la  prisión;  é  como  fué  libre,  luego  Tino  á 
do  estaba  la  Beyna.  É  como  quier  qne  por  d  Rey 
de  Portogd  le  fué  ofredda  libertad  é  acrecenta- 
miento grande  de  su  casa;  pero  ni  su  ánimo  fué 
Tencido  por  el  Boy  de  Portogal,  ni  su  afición  apar- 
tada dd  Bey  de  Castilla  (1). 

CAPÍTULO  XXXIL 

De  las  cosas  fn^e  pasaron  ei  el  alo  slgaleato  de  m\\  qaalrodeii- 
tos  é  sateaU  6  seis  aftoa,  é  eoao  se  als4  Ocaia  por  al  R^  é 
por  la  Reysa. 

En  el  afio  siguioínte  dd  Belior  de  mil  é  quatro- 
trooientos  é  setenta  é  seis  afios  luego  al  principio 
dd  afio,  los  Todnos  de  la  TÍUa  do  Ooafia  que  estaban 
oprimidos  con  gente  del  Marqués  de  Yillena,  tra- 
taron con  el  Conde  de  Cifuentes  é  con  Don  Juan  de 
Bibera,  quo  estaban  en  la  dbdad  de  Toledo,  de  res- 
tituir la  Tilla  en  obediencia  del  Bey  é  de  la  Beyna, 
é  de  acoger  en  ella  al  Conde  é  á  Don  Juan  con  toda 
su  gente.  É  un  dia  por  la  mafiana  juntáronse  todos 
los  mas  de  la  Tilla,  é  dieron  lugar  que  entrasen  en 
ella  los  caballeros  naturdes  que  fueron  echados  da- 
lla porque  estaban  á  la  obediencia  del  Bey  é  de  la 
Beyna.  É  and  entrados,  echaron  de  la  TÍlla  á  la  gen- 
te del  Marqués  de  Villena,  é  acogieron  en  ella  al 
Conde  é  á  Don  Juan  de  Bibera,  con  gente  de  armas 
que  traían  de  la  dbdad  de  Toledo;  é  apoderados  de 
la  TÍlla,  luQgo  la  entregaron  por  mandado  de  la  Bey- 
na al  Maestre  de  Santiago,  Don  Bodrigo  Manrique. 
Sabida  esta  nucTS  por  el  Marqués  de  Villena,  é  an- 
simesmo oomo  de  cada  dia  se  lo  rebdaba  é  perdía 
toda  su  tierra,  oto  acuerdo  de  dexar  al  Bey  de  Por- 
togd é  Teñir  para  el  Marquesado  de  Villena,  por 
defender  dgunas  Tillas  que  le  quedaron,  de  la  guer- 
ra que  le  facía  el  Maestre  de  Santiago  Don  Bodrigo 
Manrique.  Como  TÍno  d  Marquesado,  é  TÍdo  quo 
había  perdido  la  mayor  parte  del;  ansimesmo  oon- 
dderando  que  no  pedia  sostener  lo  que  le  quedaba, 
por  la  guerra  que  facía  el  Maestre,  embió  dedr  d 


(I)  Bn  eata  alo  da  1475,  i  13  de  Joaio  día  de  San  Antoalo, 
rid  ea  Madrid  la  Reyaa  Dofia  laaoa  moger  del  Rey  Don  Bariqae, 
y  foó  sepultada  ai  la  Iglesia  de  Sao  Franelseo  Jaato  al  aliar  np- 
yor  al  lado  del  Bfaafello,  donde  loa  Reyea  CaldUaos  Bandaros 
baeerie  ra  ■agnlleo  sepolcro,  qee  despees  M  remofido  de  alK 
aoB  el  motlTO  qee  apoata  Qalnlana,  Gmieu  ie  MUiU,  /.  S, 
Mp.  80,  que  trae  vsrias  particalartdades  sobra  los  dlUnos  ales  y 
moerte  da  esta  Reyea. 


280 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BBTE8  DB  CASTILLA. 


Bey  de  Portogál  que  bien  sabia  oon  qnanto  amor  é 
Tolnntad  él  ae  habia  movido  á  le  servir,  é  como  le 
habia  entregado  á  la  Reyna  su  esposa,  é  que  al 
tiempo  que  ge  la  entregó,  prometió  de  oonsenrar  su 
estado,  ó  le  facer  otras  grandes  mercedes,  las  qna- 
les  no  quiso  recebir,  del  Bey  é  de  la  Reyna,  como 
qniera  qne  ge  las  ofrecian  oomplidamente.  Agora 
le  fada  sab^  que  toda  la  mayor  parte  de  las  villas 
é  lugares  del  Marquesado  de  Villena  habia  perdido 
por  su  servicio,  las  quales  se  hablan  puesto  en  obe- 
diencia de  la  Beyna;  é  todo  lo  que  le  quedaba  esta- 
ba en  punto  de  se  perder,  por  la  guerra  contina  que 
el  Conde  de  Paredes,  que  se  llamaba  Maestre  de  San- 
tiago, le  fada,  el  qual  agora  de  nuevo  habia  tonudo 
la  villa  de  Ocafia  que  estaba  por  ól;  é  que  conside- 
rase, que  como  quiera  que  la  tierra  fuese  suya  é  la 
perdiese,  pero  también  la  perdia  él,  pues  en  ella  era 
tenido  por  Bey  é  Beftor  de  Castilla.  Por  ende  que  le 
suplicaba,  quisiese  pasar  los  puertos,  ó  venir  para  la 
villa  de  Madrid  que  estaba  por  él :  porque  desde 
aquella  villa  podria  haber  luego  á  Toledo,  é  recobrar 
la  villi^  de  Ocafia  é  todo  lo  que  habia  perdido.  É  que 
sin  dubda  todas  las  dbdades  é  villas  del  Beyno  de 
Toledo  ó  la  tierra  de  Estremadura,  vemlan  á  su  obe- 
diencia, porque  la  tierra  del  Arzobispo  é  del  Maestre 
de  Oalatrava  estaban  por  él  é  tenían  su  vos,  desde  la 
qual  con  su  favor  é  veyéndole  con  gente  en  aqudlas 
partes,  se  podría  ligeramente  haber  todas  aquellas 
tierras  á  su  obedienda,  é  también  las  dbdades  é  vi- 
llas del  Andalucía;  lo  qual  deseaba  mucho  d  Mar- 
ques de  Cáliz  que  tenia  el  castillo  de  Xeres  de  la 
frontera,  é  Don  Alfonso  de  Aguilar  que  estaba  apo- 
derado de  la  dbdad  de  Córdoba;  los  quales  d  le  vie- 
sen en  d  reyno  de  Toledo,  luego  se  mostraxian  sus 
servidores  é  f  arían  tomar  á  aquellas  dbdades,  é  otras 
muchas  de  la  Andalucía  su  voz,  é  tenerlo  por  Bey  é 
Sefior  dellas;  é  ge  le  siguirían  otras  muchas  é  muy 
grandes  utilidades  si  pasase  los  puertos.  Suplicábale 
ansimesmo,  que  considerase  quan  mal  ezemplo  sería 
desampararle  é  dexarle  destruir,  lo  qual  seria  cansa 
que  los  caballeros  que  estaban  en  su  servido,  é  otros 
que  deseaban  venir  é  le  servir,  visto  el  poco  reme- 
dio que  le  daba,  se  apartasen  de  su  servicio  é  le  se- 
rían deservidores.  El  Bey  de  Portogál,  oido  lo  que 
el  Marqués  de  Villena  le  embió  dedr,  ovo  su  conse- 
jo, que  si  él  fuese  á  la  villa  de  Madrid  perdería  todo 
lo  que  tenia  en  esta  otra  parte  de  los  puertos.  É  por 
tanto  embió  á  decir  al  Marqués,  que  no  compila  á 
su  servicio  por  el  presente  su  pasada  allende  del 
puerto,  porque  su  adversario  el  Bey  de  Sicilia  con 
quien  él  por  fecho  de  armas  habia  de  librar  esta  f a- 
cienda,  estaba  desta  otra  parte  de  los  puertos;  é  que 
no  sería  bien  considerado  teniendo  su  adversarío 
delante,  dexarle  libre  é  ir  á  otras  partes  que  serían 
muy  ligeras  de  adquirír  seyendo  vencida  la  parte 
principal,  d  qual  vencimiento  con  ayuda  de  Dios 
entendía  prestamente  facer  por  batalla.  Bespondió 
ansimesmo,  que  si  él  se  ausentase  destas  partes,  las 
dbdades  de  Toro  é  de  Zamora  que  estaban  á  su 
obediencia,  nn  ninguna  dubda  se  perderían  é  redu- 
cirían al  Bey  é  á  la  Beyua;  é  que  no  era  buen  con- 


sejo  perder  lo  que  tenia  derto,  por  esperar  de  ganar 
lo  que  estaba  dubdoso.  É  que  él  fuese  seguro,  que 
deseaba  su  bien,  é  no  oonsentiria  su  perdldon:  para 
lo  qual  sí  conviniese  pomia  su  estado  real.  Dada 
esta  respuesta,  luego  d  Bey  de  Portogál  que  estaba 
en  Toro,  vino  para  la  dbdad  de  Zamora  con  toda  su 
gente,  é  dexó  en  guarda  de  la  dbdad  de  Toro  á  Juan 
de  Uiloa.  É  ansí  quedó  el  Marqués  en  grandes  peli- 
gros é  necesidades,  que  cada  dia  le  reoredan  por 
las  pérdidas  que  veia  de  su  patrímonio,  é  por  la  poca 
esperanza  que  tenia  en  la  ayuda  del  Bey  deJPorto- 
gal;  é  no  tenia  determinada  elección  si  permanece- 
ría en  BU  partido,  ó  d  se  redudria  á  la  obedienda 
dd  Bey  é  de  la  Beyna  asegurándole  solamente  su 
persona  é  patrimonio.  Estando  en  Zamora  d  Bey  de 
Portogál  sopo  de  derto  trato  que  algunos  de  la  db- 
dad trataban  para  la  dar  al  Bey  é  á  la  Beyna;  é  fizo 
prender  quatro  de  los  que  eran  en  el  trato,  é  mandó 
facer  justida  dellos,  é  acordó  de  templar  su  ven- 
ganza, porque  de  la  crueldad  vista  por  el  pueblo  no 
se  recreciese  algún  escándalo, 

CAPÍTULO  XXXIII. 

Da  lag  eosu  qne  puaroo  eo  el  aereo  del  aatUlo  de  Bárg oa. 

Sabido  por  la  Beyna  que  el  Bey  de  Portogál  dexó 
de  socorrer  al  castillo  de  Burgos  é  que  fué  para  Za- 
mora, lu^o  partió  de  Palenda,  é  con  eBa  d  Carde- 
nal de  Espafta,  é  los  otros  caballeros  que  estaban  en 
su  corte,  é  volvió  para  Valladolid.  Porque  siempre 
tovo  tal  diligencia  en  esta  guerra,  que  el  Bey,  ó  ella, 
ó  sus  Capitanes  por  su  mandado,  con  gente  de  armas 
se  ponían  lo  mas  cerca  que  podían  dd  logar  do  d 
Bey  de  Portogál  estaba.  El  Bey  oontinó  dempre  el 
cerco  del  castillo  de  Burgos,  é  mandó  poner  gran  di- 
ligenda  en  las  minas  que  iban  debaxo  de  tierra ;  é 
los  minadores  trabajaban  de  minar  d  pozo  de  la  for- 
taleza que  estaba  hondo,  é  pensaban  que  tomada  el 
agua  se  tomaría  el  castillo.  Ansimesmo  los  trabucos 
de  noche  é  de  día  no  cesaban  de  tirar  á  la  fortaleza 
é  las  lombardas  gruesas  é  otros  tiros  de  pólvora  ti- 
raban continamente.  É  algunas  veces  salían  los  de 
la  fortaleza  á  pelear  con  los  de  las  estanzas  que  es- 
taban puestas  por  defuera  de  la  cibdad,  é  con  los 
que  estaban  por  la  parte  de  dentro,  é  otras  veces 
peleaban  con  los  de  las  minas  que  habían  fecho.  De 
manera  que  muchos  días  acaeció  pelear  por  dos  par- 
tes debaxo  de  tierra,  y  encima  de  tierra  por  tros  ó 
quatro  partes.  En  los  quales  combates,  por  la  dis- 
poddon  de  los  lugares  do  peleaban,  pocos  tiros  de 
pólvora  ó  de  ballestería  se  fadan,  que  no  firíesen  ó 
matasen  á  los  de  la  una  parte  é  de  la  otra;  é  aqudla 
batalla  era  menos  cruel,  que  venia  entre  eUos  á  las 
manos  con  lanzas  y  espadas.  T  en  estos  combates, 
el  Bey  y  el  bastardo  su  hermano,  Duque  de  Villa- 
hermosa,  y  el  Almirante,  y  el  Condestable  trabaja- 
ban veces  peleando  por  sus  personas,  veces  prove- 
yendo é  f  avoredendo  de  gentes  á  unas  partes  é  á 
otras  do  era  necesario.  El  Duque  do  Arévalo  tenia 
muchos  criados  é  bornes  principales  en  la  cibdad, 
los  quales  al  tiempo  que  el  castillo  fué  cercado,  se 


DONrEBNANDO 

noogieron  dentro  par*  lo  def endor.  Ansimesmo  em« 
bió  ftlU  otrof  mndlios  de  eos  criados,  é  grandes  per- 
trechos: porque  aqnella  tenencia  tenia  en  mas  esti- 
ma qne  la  mejor  oosa  de  sn  casa.  T  esta  gente,  que 
serla  en  número  de  qnatrooientos  hombres,  fioieron 
muchas  cavas  é  baluartes  para  se  defender ;  é  los 
unos  peleaban,  é  loa  otros  reparaban  lo  que  derriba- 
ban loe  trabucos  é  las  lombardas,  é  con  los  ingenios 
que  tenian  en  la  f  ortaleaa  tiraban  i  la  dbdad,  é  des- 
truían é  derribaban  muchas  casas,  é  facían  tanta 
guerra,  que  ninguno  podia  andar  seguro  por  las 
oallfls  de  la  oibdadi 

OAPlTüLO  XXXIV. 

Gomo  el  Roj  UtrnA  la  dbiad  de  Zanora. 

Entretanto  que  estas  oosas  pasaban  en  Burgos,  la 
Beyna  trató  secretamente  con  aquel  Francisco  de 
VaJdes,  que  habernos  dicho  que  tenia  la  puente  de 
Zamora,  de  lo  reducir  á  su  servicio.  Este  Francisco 
de  Valdes,  considerando  que  habia  seydo  primero 
en  la  casa  del  Bey  é  habla  recebido  del  mercedes ,  é 
que  tenia  poco  cargo  del  Bey  de  Portogal,  aceptó  el 
trato  que  le  fué  movido,  é  fabló  con  un  Alcayde  que 
tenia  puesto  en  la  puente,  que  se  llamaba  Pedro  de 
Maaariegos  vecino  de  Zamora,  lo  qne  le  era  f  ablado. 
▲1  qual  plogo  mucho  dello,  porque  como  buen  cas- 
tellano, ni  su  noluntad  se  apartó  de  servir  á  la  Bey- 
na de  Oastilla,  ni  se  juntó  al  servido  del  Bey  de 
Portogal.  Este  trato  anduvo  algunos  días,  é  al  fin 
fué  asentado,  que  el  Bey  fuese  con  gente,  y  entrase 
de  noche  en  Zamora  por  la  puente;  é  que  tomaria  al 
Bey  de  Portogal,  ó  i  su  sobrina  que  estaba  con  éL 
Tratóse  esto  tan  secretamente,  que  ninguno  enten- 
dió en  ello,  salvo  el  Bey  é  la  Beyna,  y  el  Cardenal 
de  Espafta,  é  una  persona  raligiosa  que  lo  trataba. 
E  porque  convenie  que  el  Bey  viniese  en  persona 
á  lo  facer,  la  Beyna  le  embió  á  decir,  que  simulase 
estar  enfermo,  porque  ninguno  conodeso  que  se 
habia  ausentado  de  la  cibdad  de  Burgos,  é  que  lue- 
go A  la  hora  partiese,  ó  viniese  secretamente  para 
ValladoUd  do  ella  estaba,  é  allí  tomaría  la  gente 
que  habia  de  llevar  para  la  entrada  de  Zamora: 
porque  el  trato  de  su  entrada  en  le  dbdad,  era  con- 
cluido con  Franoisoo  de  Valdes.  El  Bey,  oído  lo  que 
la  Beyna  le  embió  á  decir,  f  ablólo  ton  el  bastardo 
su  hermano.  Duque  de  Villahermosa,  en  gran  secre- 
to, é  con  el  Almirante  su  tic,  ó  con  el  Condestable, 
que  estaban  con  él,  é  cop  Bodrigo  de  Ulloa,  su  Con- 
tador mayor,  é  con  un  su  Secretario  de  quien  él 
confiaba,  que  se  llamaba  Femand  Alvares  de  Tole- 
do. Este  Secretario  fiso  poner  por  mandado  del  Bey 
dos  caballos  fuera  de  la  cibded,  cerca  del  moneste- 
rio  de  las  Huelgas,  é  á  la  prima  noche  el  Bey,  deza- 
do  el  cargo  del  cerco  á  aquellos  caballeros,  salió  si- 
mulado de  BU  palacio  solo  con  aqud  caballero  Bo- 
drigo de  Ulloa,  su  Contador  mayor,  é  coi\  aquel  su 
Secretario,  é  fué  al  lugar  do  el  Secretario  puso  los 
caballos,  é  de  allí  partieron,  é  fueron  á  Valladolid. 
Aquellos  caballeros  á  quien  dexó  el  caigo  del  casti- 
llo de  BúigoSi  publicaron  otro  dia  que  el  Bey  no  sa- 


É  DOffA  ISABEL.  S81 

Ha  fuera  de  sa  cámara ,  porque  se  habia  sentido 
enojado.  Como  el  Bey  fué  en  Valladolid,  estovo  alli 
aqud  dia  secretamente  en  la  cámara  de  la  Beyna ;  é 
acordó  de  partir  con  toda  la  gente  que  la  Beyna  te* 
nía  llegada,  é  de  emblar  delante  con  gente  de  caba- 
llo á  Alvaro  de  líendosa,  para  que  entrase  primero 
en  la  dbdad.  Este  trato  no  pudo  ser  tan|^eto,  que 
no  lo  sospechase  alguno ,  que  avisó  dello  al  Bey  de 
Portogal ;  d  qual  por  la  sospecha  que  ovo,  quinera 
luego  desapoderar  de  la  tenencia  de  la  puente  i 
Francisco  de  Valdes.  E  la  noche  que  lo  sopo  embió* 
lo  llamar,  é  como  respondiesen  los  suyos  que  guar- 
daban la  puente,  qne  no  estaba  allí,  pensó  esa  no- 
die  de  tomar  la  puente  por  alguna  manera  de  enga- 
ño. T  embió  i  decir  con  Juan  de  Porras,  tío  de  Val- 
des,  i  aquel  Pedro  de  Masariegos  que  tenia  la  puen- 
te^ que  la  abriese  para  que  saliesen  dertos  caballe- 
ros que  el  Bey  de  Portogal  amblaba  esa  noche  i 
facer  cosas  que  compilan  i  su  servido,  y  esto  sé 
fada  i  fin  que  quando  la  gente  estovlese  en  la 
puente,  se  apoderasen  della,  y  echasen  fuera  al  Al- 
cayde é  á  los  que  con  él  estaban.  El  Alcayde  respon- 
dió, que  no  era  aqndla  hora  plira  recebir  gente  nin- 
guna en  la  puente;  pero  á  la  mafianafaria  lo  que  le 
mandasen.  El  Bey  de  Portogal,  aunque  dubdoso  de 
la  respuesta  de  aquel  Alcayde,  pero  por  no  facer 
claró  al  que  estaba  deservidor  encubierto,  dozole 
por  esa  noche ,  esperando  tomar  la  puente  otro  dia 
por  la  maftana.  Quando  el  Alcayde  Pedro  de  Masa- 
riegos  sintió  que  el  Bey  de  Portogal  habia  sabido  el 
trato,  é  que  aquella  gente  que  emblaba  por  la  puen- 
te era  para  gela  tomar,  trabajó  esa  noche  con  los 
que  con  él  estaban  de  facer  con  piedras  grandes  un 
baluarte  ahí  dentro  de  la  puerta  de  la  puente ;  é  no 
lo  fiso  por  defuera  por  no  ser  sentido  que  facía  de- 
fensa contra  la  dbdad.  T  embió  decir  al  Bey,  que 
viniese  i  mas  andar  con  gente,  porque  el  B^  de 
Portogal  habia  sentido  el  trato,  é  le  queria  tomar  la 
puente.  Otro  dia  por  la  mafiana  vino  á  la  puente 
aqud  Juan  de  Porras  que  habernos  dicho,  con  fasta 
den  hombres  á  caballo,  dmulado  que  iba  camino,  A 
dixo  al  Alcayde  qne  abriese  é  dexase  pasar  por  la 
puente  aquella  gente  que  el  Bey  emblaba.  El  Alcay- 
de quando  los  vido,  tirando  piedras  é  saetas  y  es- 
pingardas, á  grandes  voces  dixo :  OcuUUa^  Csfliíla, 
por  el  S9¡f  Don  Femando  ¿por  la  Reyna  Doña  lea' 
M.  Como  la  vos  fué  al  Bey  de  Portogd,  ovo  grande 
Indinadon ;  é  mesclada  la  Ira  con  tristesa  se  armó 
luego,  é  mandó  armar  toda  su  gente,  é  vino  en  per- 
sona i  la  puente ,  é  mandola  combatir.  Los  Porto- 
gueses  comenzaron  el  combate,  presente  el  Bey,  tan 
redo  que  ovieron  lugar  de  poner  fuego  i  las  puer- 
tas de  la  puente,  aunque  ovo  aUl  mudios  muertos  é 
feridos.  Quemada  la  puerta,  d  Bey  de  Portogal  en- 
cendido en  Ira  contra  los  que  la  guardaban,  mand»« 
ba  i  los  suyos  que  osadamente  llegasen.  Loe  quales, 
pensando  haber  luego  la  entrada,  fallaron  d  baluar- 
te que  hablan  fecho  la  noche  antes,  é  tomaron  á  pe- 
lear é  combatir  aqud  baluarte ;  en  d  qual  combate 
los  Portogneses  peleaban  osadamente,  pero  oomo  el 
fuego  qne  hablan  puesto  ó  la  puerta  de  la  puente 


282 


0RÓNI0A8  DE  LÓB  BBYES  DE  CASTILLA. 


l66  üópedia  la  entrada ,  reoebian  gran  dafio  do  los 
tíroB  de  eepingardas  é  ballestas  qne  tiraban  los  de 
dentro,  en  especial  por  la  dieposioion  del  logar  qne 
era  tan  estrecho,  qne  los  de  dentro  se  defendían  á 
poco  peligro,  é  los  de  f aera  ofendían  á  sn  gran  da- 
fio. En  este  combate  morieron  algunos  criados  del 
Itey  de  I)ytogal,  ó  oficiales  do  su  casa,  porque 
aqaáUos  eran  los  qne  con  mayor  osadía  llegaban  al 
peligro,  Toyendo  presente  al  Bey  sa  sefior  qne  los 
esfonsaba,  é  ansí  dnió  el  combate  desde  la  mafiana 
fasta  después  de  hora  de  TÍsperas.  E  YÍsto  por  un 
caballero  Portogpies,  hombre  anciano,  que  estaba 
con  el  Rey  de  Portogal,  el  gran  dafio  que  recebian 
los  Portogueses,  y  el  poco  fruto  que  se  esperaba  de 
aquel  combate,  movido  á  compasión  de  los  muertos 
é  feridos  que  yeia,  trabajaba  por  quitar  al  Boy  de 
Portogal  la  ira  que  mostraba ,  é  díxole :  iQue  la  ira 
•  que  mostraba  contra  sus  deservidores,  no  le  ocu- 
•pase  la  piedad  que  debía  haber  de  sus  seryidoroS| 
9  é  qne  pnes  no  se  podía  executar  la  justicia  contra 
» ios  unos,  usase  do  la  misericordia  que  debía  con 
»  aquellos  mancebos  qué  había  criado,  é  veía  morir 
»  sin  conseguir  f  ructo.»  El  Araobispo  de  Toledo  que 
estaba  con  el  Bey  de  Portogal ,  ansimosmo  lo  dixo : 
«Sefior,  yo  sé  bien  qne  aquel  que  tiene  aquella  puen- 
» te,  espera  presto  socorro  de  gente,  porque  de  otra 
»  guisa ,  no  es  do  presumir  que  cometiese  tan  grand 
» osadía.  E  conozco  al  Boy  é  á  la  Boyna  de  Sicilia, 

>  que,  ó  vemán  ellos  presto,  ó  embiarán  tanta  gente, 

>  que  puje  á  la  gente  que  tenéis  para  pelear ;  ó  no  es 

>  vuestra  honra  que  peleemos  por  las  calles  de  Za- 
»mora,  do  tornemos  á  todos  los  yecinos  dellapor 
»  enemigos  :  por  ende  deliberad  luego  de  partir  de 
«aquí,  porque  esto  es  lo  que  cumple  á  vuestro 
9  servido.»  El  Bey  de  Portogal  oídas  aquellas  pala* 
bras,  é  considerando  que  lo  que  el  Arzobispo  é  aquel 
oaballero  decían  era  cosa  de  creer,  visto  ansimesmo 
que  había  estado  allí  todo  lo  mas  del  día  sin  facer 
fruto,  fizo  retraer  á  los  del  combate  é  fué  á  su  pala- 
cío,  é  mandó  armar  toda  su  gente ;  é  sin  mas  tardar 
toinó  á  su  sobrina  que  estaba  allí  con  él,  recelando 
del  pueblo  no  fidese  con  él  algún  alboroto,  é  con  los 
mas  que  pudo  recoger  partió  esa  noche  de  la  cibdad, 
é  con  él  el  Ansobispo  de  Toledo,  é  fué  á  la  cibdad  de 
Toro ;  é  toda  su  cámara  é  otros  arreos  que  tenia  fizo 
poner  en  la  fortaleza  en  poder  del  Mariscal  que  la 
tenia.  E  fué  ansimesmo  con  él  Juan  de  Porras,  aquel 
oaballero  que  habemos  dicho  que  era  natural  de 
aquella  cibdad ;  el  qual  no  osó  quedar  en  ella,  por 
el  fierro  que  había  cometido  contra  el  Bey  é  contra 
la  Beyua.  Partido  de  la  cibdad  de  Zamora  el  Bey 
de  Portogal,  luego  donde  ápooo  espacio  llogó  Alva- 
ro de  Mendoza  con  la  gente  que  d  Bey  é  la  Beyna 
le  habían  dado,  y  entró  dentro  en  la  dbdad.  E  la 
gente  de  los  Portogueses  que  no  ovieron  espacio  de 
partir  con  el  Bey  de  Portogal,  retraxéronse  á  la 
Iglesia  mayor  que  estaba  cerca  de  la  fortaleza,  é 
metieron  en  ella  el  f  ardage  é  las  otras  sus  cosas  que 

'  pudieron  meter,  para  lo  salvar,  é  pusiéronse  en  de- 
fensa. La  gente  de  Alvaro  de  Mendoza,  como  llegó 
de  noohOi  tendióse  por  la  dbdad  á  robar  muchos  de 


los  bienes  de  los  Portogníases  qne  no  habían  podido 
guardar.  Otro  día  por  la  mafiana  al  albadd  dia,  Al- 
varo de  Mendosa  juntó  toda  la  gente  de  su  capita- 
nía é  mucha  gente  de  la.  dbdad,  é  comenzaron  á 
combatir  la  Iglesia.  Estando  en  el  combate,  llegó  d 
Bey,  é  con  él  el  Almirante,  y  d  Duque  de  Alva,  y 
d  Ck>nde  de  Alva  de  Liste,  é  otros  caballeros,  con 
toda  la  gente  de  armas  de  su  hueste.  Quando  los  de 
la  Igleda  vieron  que  el  Bey  entraba  en  la  dbdad, 
demandaron  partido  que  les  salvase  las  vidas  é  loa 
bienes  que  tenían  en  aquella  Igleda,  é  luego  la  de- 
xarían  libre.  El  Bey  otorgólo,  porque  de  su  natural 
condidon  era  home  piadoso;  é  ovo  consejo  de  no  se 
ocupar  en  d  combate  de  aquella  Iglesia,  por  escasar 
muertes,  é  porque  habida,  se  podría  mejor  poner 
dtio  sobre  d  castillo  que  estaba  cerca  dolía.  Los 
que  estaban  en  la  Iglesia,  habido  el  seguro  del  Rey, 
luego  salieron  con  todo  lo  que  tenían,  é  se  fueron  á 
Toro  do  estaba  d  Bey  de  Portogal.  £1  qual ,  como  so 
vido  desapoderado  de  la  dbdad  do  Zamora  en  la 
forma  que  habernos  recontado,  como  qiiier  que  fué 
gran  disfavor  para  su  demanda,  pero  pensó  de  es- 
forzar los  de  su  partido,  publicando  que  esta  de- 
manda no  se  había  de  librar  tomando  ó  dexando  de 
tomar  castillos  ó  cibdades,  sino  por  batalla  campal, 
ó  cercando  á  su  contrario  el  Bey  de  Sicilia,  lo  qual 
entendía  facer  prestamente.  E  luego  embió  mandar 
al  Príncipe  de  Portogal  su  fijo,  que  estoviese  presto 
con  toda  lamas  gonto  do  pié  é  de  caballo  qne  podie- 
se  habor  en  todo  su  royno,  para  quando  le  embíaso 
á  llamar. 

OAPlTüLO  XXXV. 

De  las  cosas  qaa  pauron  ea  el  cerco  del  caslillo  Se  Bdrgos, 
é  como  se  eatregé  i  la  Reyaa. 

El  Bey  fué  muy  bien  recebido  en  Zamora,  é  con 
grande  amor  de  los  del  pueblo,  é  luego  mandó  tomar 
los  bienes  de  aquel  Juan  de  Porras ,  é  dd  Mariscal 
que  tenía  la  fortaleza,  é  de  todos  los  otros  dededes 
que  con  él  estaban.  E  mandó  facer  una  grande  tapia 
por  atajo,  la  oud  apartó  la  fortaleza  do  la  cibdad 
do  manera  que  por  la  fortaloaa  no  podía  ninguna 
gente  entrar  en  la  cibdad.  E  por  defuera  de  la  cib- 
dad mandó  poner  once  estanzas  contra  la  fortaleza, 
é  cada  una  de  aquellas  estanzas  msndó  forneoer  de 
mucha  gente  bien  aderezada  de  armas  é  pertrechos 
é  artillería.  E  otrosí  mandó  fortificar  cada  una  des- 
tas  estanzas  de  grandes  cavas  é  baluartes  á  la  le- 
donda,  é  de  grandes  defensas,  por  manera  que  aun* 
que  alguna  gente  viniese  á  socorrer  la  fortaleza  por 
defuera  de  la  oíbdad,  no  pudiesen  entrar  dentro  ni 
desbaratar  las  estanzas  sin  gran  dafio  y  estrago  de 
gentes;  é  ansí  fué  cercada  la  fortaleza  de  Zamora 
por  todas  partes,  é  mandó  ansimesmo  traer  engenios 
é  lombardas  para  la  combatir.  Entretanto  que  estas 
cosas  pasaban  en  Zamora,  Don  Alonso  d  Bastardo, 
hermano  dd  Bey,  Duque  de  Villahermosa,  y  el  Con- 
destable, contínaban  el  cerco  dd  oastillo  de  Burgos 
é  los  minas  que  se  f  adán ;  é  daban  tan  gran  dilígen* 
oia|  que  de  noche  ni  de  dia  no  cesaban  los  tiros  de 


\  DON  FlfiBNANDO 

la  ODA  parte  ni  de  la  otra.  Aoaed<^  que  los  déla  for- 
talece movieron  un  dia  por  la  maftana  eecaramnBa 
con  loe  de  las  estansae  por  tres  partee ,  é  por  nna  de 
las  minas;  y  eetando  en  la  mayor  priesa  de  la  esca- 
ramnsa,  odiaron  gente  por  una  de  las  otras  minas, 
é  pusiéronle  fuego,  é  quemóse  toda,  porque  los  que 
la  guardaban  no  lo  pudieron  resistir,  é  cayó  toda  la 
mina  en  tierra.  E  porque  á  loa  oercadores  costrofiia 
la  Terg&ensa  é  á  los  oercadoa  la  neoesidad,  cayeron 
en  aquel  dia  en  los  oombates  é  peleas  muchos  muer- 
tos é  feridos  de  la  nna  parte  é  de  la  otra.  Especial- 
mente los  de  la  f ortaleaa  recibieron  tanto  dafio,  que 
▼oyendo  como  la  gente  ge  les  diminuía  é  iba  per- 
diendo cada  dia,  acordaron  de  guardar  la  fortalesa,' 
é  no  salir  mas  á  las  escaramusas  como  solian.  E  las 
estansas  puestas  contra  la  fortaleza  olieron  lugar 
de  se  poner  tan  cerca  de  las  torres,  que  podían  tirar 
piedras  con  la  mano  que  llegasen  fasta  lasestansas; 
é  fablaban  muchas  veces  los  unos  con  los  otros,  ó 
los  del  castillo  docian  á  los  do  las  estansas,  que  te- 
nian  esperansa  muy  firme  que  el  Rey  de  Portogal 
había  de  venir  á  los  socorrer,  porque  lo  había  pro- 
metido, é  que  tenían  ansimesmo  fiucía  en  la  guerra 
que  el  Rey  de  Francia  fada  á  la  provincia  de  Qui- 
púacoa,  é  que  había  de  entrar  gran  poderío  de  Fran- 
ceses en  OastíUa  en  favor  del  Rey  de  Portogal.  B 
con  estas  cosas  estaban  mas  rebeldes,  ó  no  querían 
aceptar  fabla  ni  partido  ninguno,  é  llamaban  desde 
el  muro  á  grandes  voces :  A^muo^  Aífimto,  Parto- 
gal^  PoriogaL 

Un  Alcalde  de  Burgos  que  habla  nombre  Alfonso 
Días  de  Onevas,  á  quien  el  Rey  había  dado  cargo 
con  gente  de  la  cíbdad  de  una  estanza  de  las  mas 
cercanas  al  muro,  oonoda  bien  á  los  principales  de 
los  que  estaban  en  la  fortaleza  que  eran  sus  amigos, 
é  oía  aquellas  fablas;  é  deseando  guardar  las  vidas 
á  aquellos  é  la  fortaleza  al  Rey,  dedales  A  altas  vo- 
ces: t  O  engafiados !  desde  Iss  almenas  de  Burgos 
i  cabeza  de  Castilla,  llamáis  á  Portogal  que  os  so- 
i  corra  I  Mal  pensamiento  es  el  vuestro,  si  aoordais 
9  de  esperar  las  penas  de  la  muerte  con  tantos  tra- 
9  bajos  de  la  vida,  esperando  socorro  de  aquellos  á 
9  quien  vuestros  padres  é  agttelos  siempre  tovieron 
9  por  enemigos.  Pésame,  dizo  él ,  d  la  afición  os  tiene 
9  tan  ignorantes  de  las  cosas,  que  no  oonoóds  que 
9  sería  ya  venido  el  Rey  de  Portogal  á  os  socorrer  ri 
9 pudiese;  é  mucho  mas  si  lo  sabéis,  é  con  desespe- 
9  radon  no  sabéis  remediaros.  Gemir  por  cierto  de- 
9brían  esas  almenas,  gemir  debrian  loa  vecinos  des- 
9  te  lugar,  é  aun  toda  la  lealtad  castdlana ;  porque 
9  nunca  pensaron  las  gentes,  que  tan  gran  desaven- 
9  tura  había  de  pasar  por  la  dbdad  de  Dúigos,  que 
saqudlos  que  guardaban  su  castillo  llamasen  á  los 
sPoitogueseapor  ayudadores.  Ni  menos  se  pensd, 
9que  los  de  Zamora  que  son  cercanoa  á  Portogal, 
9  guardando  su  lealtad  como  buenos  Oastellanoa 
9  echasen  al  Rey  de  Portogal  de  la  cíbdad ;  é  los  dd 
9  castillo  de  Bárgos  lo  llamasen  por  su  Rey,  é  que- 
9  masen  por  le  servir  la  cíbdad  de  su  naturaleza.  El 
9  reyno  de  Portogal,  como  sabéis ,  porteneqia  de  de- 
9reoho  al  R^  Don  Juan,  bísagfielo  dd  Rey  é  de  la 


É  DOftA  ISABEL.  283 

sReyna  nuestros  seftores,  por  parte  de  la  Reyna 
9  Dolía  Beatriz  su  muger;  é  los  Portogneses  quisie- 
9  ron  por  su  Rey  al  Maestre  de  Avís  (1),  agfldo  des- 
9  te  Rey  de  Portogd,  aunque  era  frayle  profeso  é 
9  bastardo,  antes  que  sofrir  por  Rey  á  home  Oastdla- 
9  no,  aunque  ^a  legítimo  é  tenia  derecho  daro  al 
9  reyno  de  Portogal.  E  vosotros  Oastdlimos  tenéis 
9  Rey  Oastellano,  é  Reyna  fija  legítima  del  Rey  Don 
9  Juan,  á  quien  sabéis  que  pertenecen  estos  Reynos: 
9  é  llamáis  por  Rey  á  Don  Alonso  Rey  de  Portogal, 
9  porque  casó  con  Dofia  Juana  su  sobrina.  ¿No  ha- 
9  beis  verg&enza  de  sostener  td  opinión?  ¿Dónde 
9 está  vuestro  entendimiento?  ¿dónde  está  vuestra 
9  lealtad?  No  habéis  memoria,  que  poco  tiempo  ha 
9  vímoa  á  los  mas  principales  de  los  que  ahí  estáis 
9  con  las  espadas  en  las  manos,  é  con  g^an  seqnda 
9  de  gente  por  las  calles  de  Bárgos,  diciendo :  cQud- 
9quíer  que  dixere  que  d  Príncipe  Don  Alonso  no 
9  es  heredero  legítimo  é  verdadero  do  los  Reynos  de 
9 Castilla,  nosotros  le  sacaremos  el  ánima:  porque 
9  no  pleperá  á  Dios,  ni  sofrirán  Iss  gentes,  que  Dofia 
9  Juana,  fijado  Don  Beltran de  la  Cueva,  reyne  en 
9Castilla.9  ¿Tan  presto  habéis  olvidado  aquella 
9  lealtad  que  publícábades?  ¿Tan  presto  sois  veni- 
9  dos  en  olvidanza  de  vosotros  meemos,  é  morís  por 
9  sostener  aquello  que  á  otros  consejábades,  é  aun 
9forzábadesque  no  sostuvieseu?  Querría  yo  saber 
9  de  vosotros,  sí  tomó  agora  de  nuevo  aqudla  sefio- 
9  ra  Dofia  Juana  á  ser  fija'dd  Rey  Don  Enrique, 
9  porque  no  se  confirmó  la  villa  de  Aiévalo  d  Duque 
9 Don  Alvaro.  Andad,  díxo,  engafiados;  andad,  é 
9  tomad  á  vuestro  entendimiento,  é  dezaos  destas 
9  opiniones  dafiadas:  ca  nunca  opinión  venció  á  la 
9  verdad,  é  la  verdad  d  fin  dempre  vendó  á  la  opi- 
9  nton.  Ni  porque  no  se  confirmó  Arévdo  d  Duque^ 
9  no  confirméis  vosotros  tan  gran  mácula  á  vuestras 
9  personas  é  á  vuestros  descendientes;  ni  sufráis  la 
9 vida  tan  mda  que  tenéis,  ni  la  muerte  tan  erada 
9  que  esperds,  oon  fundamento  tan  injusto.  Dexaos 
9  destas  esperanzas  vanas  de  socorros  de  Franceses, 
9  porque  cansados  llegarian  por  cierto  los  de  Paris  á 
9 socorrer  á  los  de  Burgos;  ni  menos  de  los  Poito- 
9  gueses  que  llamáis,  porque  asaz  tiene  que  facer  d 
9  Rey  de  Portogal  en  socorrer  á  d  é  á  las  estremas 
9neoeddades  en  que  está  puesto,  las  qudes  son  tan 
9  grandes,  que  le  facen  estimar  muy  peqnefia  esta 
9 que  vosotros  tends  por  grande.  Ni  esperéis,  que 
spues  d  Rey  ha  estado  tanto  tiempo  en  d  cerco 
9  deste  castillo,  é  lo  tiene  en  td  estado,  lo  dexe  por 
9  ninguna  otra  neceddad  aunque  sea  grande  ¡por- 


(1)  Este  fsé  DoB  JsM  I  de  Porti|il,  bfjo  <el  Rey  Des  Pedro, 
4«e  por  eleeeioi  de  loe  Portogiesee  tiendo  Maestre  de  Atíí  te- 
cedió  i  te  lieraavo  Don  Feratndo,  hi|o  lefftimo  del  mIobio  Dos 
Podro  y  de  ta  primera  Meger  Dola  Costtanu,  bija  de  Doa  Jiai 
MaBaolSefior  de  VlUent.  Don  Joan  I  de  CatUlla  pretendía  el  rey- 
no  de  Portngal,  por  el  derecho  de  tn  meger  Dolía  Beatrii»  bUa  del 
Rey  Don  Femando  de  Pertigal  y  de  Dofta  Leonor  de  Menetet,  i 
qelen  tln  dnda  pertenecía.  Pero  detpnet  de  Mnebot  reencnenlrot, 
bablendo  tido  derrotado  en  le  Memorable  batalla  de  AUnbarrota, 
en  1885,  bttbo  de  ceder  i  la  fortina,  y  tn  competidor  qnedd  en  pa^ 
cilea  potetlon  del  reyno.  Cróñ,  ée  Aes  Jum  I,  eSe  7,  cuqi.  14, 
Mariana,  S».  iS,  «y.  S. 


884 


0BÓNI0A8  DE  LOS  RBTES  DE  0A8TILLA. 


i  qii«  ningono  debe  dezAr  el  trebejo  de  le  ooee,  te- 
i  aiendo  le  atiiided  del  fin  ten  oeroe.  B  mired,  que 
9  im  Heneo  de  eee  oeroe  eete  noohe  ó  demefiena  oee- 
irá,  é  Yoeotroe  todoe  eeteie  en  peligro  de  loa  TÍdee. 
i  Ni  eepereie  qne  tomeda  la  fortaleza ,  aunque  eeoa- 
1  peie  oon  lee  Tidae,  Tueetroe  trabajos  é  aerTioios  ee- 
eran  miredoe  ni  remuneradoa  por  el  Duque  Don 
i  Ahrero,  ni  menoe  por  el  Bey  de  Portogal,  porque 
•el  fin  de  la  ooea  ee  mira,  é  no  loe  trebajoe  della. 
iBeduoíos  por  Dioe  á  Yueetro  buen  entendimientOi 
«é  luego  oonooereis  le  vordad ,  é  penaareie  de  oe  re- 
educir  al  eenrioio  del  Bey  é  de  le  Beyue,  oomo  aois 
iobligadoa.  Loe  qualee  son  tan  hnmanoe  é  piadoaoe 
•con  sus  naturales,  que  no  mirando  vuestroe yerros, 

•  cederán  vide  ó  reparo  de  vuestras  personas.  He- 

•  bed  ye  por  Dios  compasión  de  vuestra  naturaleza 
•é  de  vuestras  moradas  que  vedee  arder;  é  habed 

•  piedad  de  vosotros  meemoe  é  de  vueetra  fama,  ó 
•siquiera  de  vuestres  mugeres  ó  fijos,  que  viviendo 

•  vosotros  andan  oomo  viudas  é  huérfanos,  é  tienen 

•  la  vida  mala,  é  la  eeperensa  peor.  « 

Loe  de  la  fortaleza  oyeron  las  razones  que  dizo 
aquel  Alcalde  Alf  oneo  Diez  de  Cuevee ,  al  qual  co- 
noden  que  era  hombre  de  buen  entendimiento,  é 
tenia  amistad  oon  algunoe  dellos.  E  luego  comen- 
zaron á  f  ablar  entre  si ,  que  debian  venir  en  algún 
partido,  pues  que  lee  faltaban  ya  muchas  cosas  que 
habian  neooeario  para  d  mantenimiento  é  pera  la  de- 
fensa de  la  fortaleza ;  ó  ansimesmo  habla  entre  olios 
muchos  ferídoB,  é  algunos  muertos,  y  esperaban 
cada  dia  mayores  neoesidadee.  E  decían  que  no  ee- 
ria  buen  consejo  esperar  necesidad  tan  extrema  que 
no  oviesen  lugar  de  facer  partido  ninguno ;  pues 
▼dan  que  el  Rey  de  Portogal,  ni  el  Duque  de  Aré- 
velo  ponian  la  diligencia  que  debian  en  su  sooono. 
E  cerca  deeta  plática,  habia  entre  ellos  divereas 
opiniones  :  porque  unos  deoian  que  debian  morir 
allí  oomo  leales,  é  otros  dedan,  que  no  podien  creer 
que  no  fuesen  eocorridoe,  eeyendo  aquel  castillo  la 
principal  cosa  deeta  demanda ;  é  que  habiendo  olios 
fecho  su  deber,  sería  grande  inhumanidad  del  Rey 
de  Portogal  é  del  ';Duque  de  Arévalo,  si  no  los  re- 
mediasen. Otros  deoian,  que  ninguno  f acia,  aunque 
fuese  Rey,  mas  de  lo  que  podía,  ó  que  el  Duque  de 
Arévalo  no  podía  socorrer  el  castillo  de  Búrgoe  un 
gente  é  favor  dd  Rey  de  Portogal ;  el  qual  habia 
venido  fasta  Pefiafiel  á  loe  socorrer,  é  ee  volvió,  é 
deepues  fué  echado  de  Zamora,  según  lo  qual  no 
veían  manera  para  que  f  ueeen  eocorridoe  del.  E 
que  lee  seria  imputado  á  gran  ignoranoia,  veyendo 
las  cosas  en  tal  estado,  no  haber  consejo  de  salvar 
.sus  vidas  é  bienee  m  pudiesen.  E  aun  que  desto  no 
peearia  al  Duque  su  sefior ;  porque  ya  eran  venidoe 
A  tal  eetado,  que  les  convenia  sojuzgarse  al  remedio 
que  pudieaen,  é  no  al  que  escogiesen,  é  de  buscar  for- 
ma para  conservar  la  vida,  é  no  para  ganar  gloria. 
Eetando  eetes  cosas  entre  ellos  en  esta  plática,  un  dia 
por  la  mafiana  cayó  d  lienzo  de  la  cerca  por  do  ti-^ 
raban  lea  lombardas,  en  que  podía  haber  fasta 
veinte  pasos ;  é  luego  pareció  por  dentro  otro  muro 
de  tapia,  que  habían  fecho  los  del  castillo  para  su 


defensa ;  al  qual  tomaron  4  tirar  lee  lombardas^ 
pero  no  podían  en  él  facer  tanto  dafio,  porque  lea 
piedree  dd  muro  que  habían  oddo,  eran  grand  am- 
paro dd  muro  de  tapia  que  habían  f edio.  El  Al- 
oayde  quando  vido  d  muro  caído,  A  requesta  de . 
aquellos  que  procuraban  que  ee  dieee  la  fortdeaa  A 
partido,  loe  qudes  eran  de  loe  mas  prindpalee  que 
eetaban  oon  d,  veyendo  otrosí  que  le  iban  menguan- 
do loe  bastimentos  é  creciendo  las  neoeddadee,  de- 
mandó fabla  con  d  Oondeetable.  El  qual  llegó  áfa- 
blar  oon  seguridad  que  ovo  de  la  una  perte  é  de  la  otra 
é  deepuee  de  dgunae  plátioae,  que  en  tree  ó  quatro 
diae  ovieron ,  acordaron  que  daria  la  fortaleza  oon 
seguridad  de  las  vidas  de  loe  que  eetaban  en  ella ;  é 
que  d  Rey  é  la  Beyna  loa  perdonaeen  é  restítuye- 
een  bus  bienee.  E  luego  el  baetardo  hermano  del 
Rey,  y  el  Oondeetable,  eecribieron  A  la  Beyna  que 
eetaba  en  Vdledolld,  que  viniese  A  asentar  d  parti- 
do, é  A  reoebir  su  fortaleza*  La  Reyna,  vistas  las 
letras  del  Duque  é  del  Oondestable,  partió  de  Valla- 
dolid  (1),  é  vino  para  la  dbdad  de  Burgos,  é  posó  en 
las  casas  dd  Obispo.  E  allí  vinieron  A  ella  personas 
diputadas  por  parte  dd  Alcayde,  éde  loa  que  estaban 
oon  él  en  el  oastillo ;  é  perdonoloe,  é  mendolee  ree- 
tituir  sus  bienee,  é  recibió  el  cestiUo,  en  d  qual  puso 
por  Alcayde  A  Diego  de  Ribera,  Ayo  que  fué  dd 
Principe  Don  Alonso  su  hermano ;  é  dio  orden  en  el 
baetimento  é  reparo  dd  oastillo,  y  en  la  justida  é 
guarda  de  la  dbdad.  Esto  fecho,  volvió  luego  para 
Vdladolid,  é  dende  vino  para  Tordedllas,  por  eetar 
mas  cerca  de  Toro  é  de  Zamora  para  proveer  las 
cosas  necesarias  A  la  guerrai 

CAPÍTULO  XXXVL 

De  U  reeoaelUaeioB  del  Daqse  Don  Alnro  eoa  li  R^yit.  - 

Estando  la  Reyna  en  la  villa  de  Tordedlles,  vino 
ante  ella  Don  Pedro  de  Stúfiiga ,  fijo  del  Duque  de 
Arévdo,  A  proourar  perdón  para  el  Duque  su  padre, 
é  reducirlo  Aeu  servido.  Este  Don  Pedro,  oomo  quier 
que  d  Duque  su  padre  é  la  Duqueea  au  madrastra 
siguieron  la  vía  del  Rey  de  Portugal ,  pero  él  esto- 
vo siempre  en  ol  sorvicio  dd  Rey  ó  de  la  Reyna,  ó 
con  esta  confianza  vino  A  la  Reyna.  Ala  qual  dízo, 
oomo  la  vejez  de  eu  padre  habia  engendrado  on  él 
tan  gran  negligenda  acerca  de  la  gobemaoion  de 
su  casa,  que  ni  de  lo  malo  que  en  día  ee  fada  le 
debía  ser  imputada  culpa,  ni  por  lo  bueno  meieoia 
gradas.  Porque  toda  la  administración  de  eu  fa- 
denda,  é  aun  de  su  honra,  junto  con  la  gobemaoion 
de  su  persona  habia  remitido  A  la  Duquesa  su  mu- 
ger ;  y  él  aunque  presente,  ee  reputaba  oomo  abeen- 
te  de  todo  lo  que  en  eu  casa  se  facía.  E  que  la  Du* 
quesa  eu  madre  habia  poepuesto  la  honra  de  su 
marido,  é  muchas  veces  había  aventurado  A  todo 
peligro  su  casa  é  mayoradgo,  A  fin  de  facer  gran 

(1)  BsU  Meeto  y  los  ptstdoi  Mgie  él  tomtrio  de  Galiedei» 
deben  referirse  il  afio  antecedeate  de  1475,  poea  aeftala  la  ida  de 
la  Reyaa  de  Valladolid  á  Bdrgoa  ü  recibir  el  oalilio  en  diebe  aáo» 
y  en  el  mismo  la  partida  del  Rey  A  1q  de  Zamora.  Galindex,  Utwior^ 
Uo  1479i 


bO»  J^BttNANDO 
Mftor  á  l>oii  iuiok  ta  hijo ;  porque  oonoda  qno  en 
perderlo  ella  peidia  pooo  de  lo  rayo.  B  que  le  supli- 
oalM  que  ovieee  piedad  del ,  que  siempre  le  habla 
servido ;  y  en  aquel  yerro  que  oontra  su  magostad 
real  la  oasa  de  su  padre  habla  cometido ,  mostrase 
BU  magnanimidad ,  é  no  quisiese  que  él  padeciese 
por  el  yerro  que  su  padre,  ciego  de  ignorancia,  y 
engaftado  por  la  oobdida  de  su  muger ,  habla  come- 
tido :  mayormente  pues  que  en  este  yerro,  fué  ma- 
yor la  ceguedad  de  la  cobdicia  de  su  madrastra,  que 
la  malicia  del  Duque  su  padre.  Todo  lo  qual  consi- 
derado, él  traía  oomision  de  poner,  é  ponía  en  sus 
manos  reales  al  Duque  su  padre,  é  á  él  é  á  toda  su 
csHa,  para  que  de  todo  ello  fioiese  lo  que  su  volun- 
tad fuese.  La  Beyna  perdonaba  los  yerros  que  le 
facían  con  .gran  dificultad,  pero  considerando  la 
humildad  con  que  vino  á  ella  Don  Pedro,  é  que  ha- 
bia  servido  al  Bey  é  áella,  é  habia  de  heredar  aque- 
lla casa,  perdonó  al  Duque  su  padre,  é  la  Duquesa 
MI  muger,  é  redúxolos  á  su  servicio.  Los  quales  sir- 
TÍeton  después  al  Bey  é  á  la  Beyna  tan  bien  é  leal- 
mente,  que  le  entregaron  la  villa  de  ArévAlo  que 
tenían  ocupada;  é  habiéndose  por  bien  servida  da- 
llos les  dié  oonsentimiento  para  que  oviese  el  Maes- 
tradgo  de  Alcántara  Don  Juan  su  hijo,  que  era 
proveído  por  el  Papa.  Y  este  Duque  mudó  el  título 
que  tomó  de  Arévalo,  é  llamóse  Duque  de  Plasencia, 
de  la  qual  se  solía  intitular  Oonde. 

CAPÍTULO  XXXVIL 
De  las  eosu  f  se  patiroa  es  Fientembfi. 

Según  habemoB  dicho,  el  Boy  de  Francia  fiso  su 
amistad  é  confederación  con  el  Bey  de  Portogal 
como  con  Bey  de  Costilla.  E  como  se  vido  libre  de 
la  guerra  que  el  Bey  de  Ingalaterra  loquería  facer, 
é  vista  la  necesidad  en  que  estaban  el  Bey  é  la  Bey- 
na por  la  guerra  é  división  que  tenían  dentro  en  su 
Beyno ;  acordó  de  embíar  á  la  cíbdad  de  Bayona, 
que  es  en  la  frontera  de  Castilla,  quarenta  mil  com- 
batientes, para  facer  guerra  á  la  provincia  de  Gui- 
pÚBCoa,  é  poner  cerco  sobro  la  villa  de  Fuentera- 
bfa,  que  es  muy  fuerte.  E  f uole  dado  á  entender, 
que  tomada  aquella  villa  por  ser  la  primera  é  la 
mas  fuerte  de  toda  la  provincia,  muy  ligeramente 
tomarla  las  otras,  é  ansimesmo  las  del  Condado  de 
Viscaya,  do  hay  muchos  é  muy  buenos  puertos  de 
mar,  con  los  quales  su  reyno  que  es  menguado  da- 
llos, seria  abundado  de  puertos  de  mar,  é  de  gente 
belicosa,  é  muy  sabía  en  el  arte  de  marear.  La  villa 
de  Fuenterabia  es  puerto  do  mar,  y  está  asentada  i 
la  boca  de  un  río  que  se  llama  Aldnida,  é  nace  de 
los  montes  Pireneos,  y  entra  en  la  mar  de  Espafia,  é 
viene  del  Beyno  de  Navarra ,  é  parte  términos  en« 
tre  Costilla  é  la  tierra  de  Lobrot,  que  es  en  el  Duca- 
do de  Quiana,  del  seftorio  de  Francia.  E  aunque  la 
villa  está  puesta  en  alto,  é  los  muros  della  son  al* 
too;  pero  la  mar  en  los  crecientes  rodea  todo  lo 
mos  del  oirouito  della,  é  sube  mas  de  f  osta  lo  mey- 
tod  del  muro.  E  de  la  parte  de  la  tierra  está  muy 
torreodaí  é  la  dispusloion  del  lugar  la  face  mas 


¿DOfiA  ISABEL.  286 

fuerte :  porque  todo  lo  que  eetá  eü  su  circuito  por 
lo  porte  de  lo  tierra,  es  lugar  frogoso  é  montuoso, 
donde  á  gran  peno  pueden  andar  oabolloo  ni  otroo 
bestias  por  el  impedimento  del  lugar.  Los  France- 
ses pasaron  aquel  rio,  que  muy  ligeramente  se  pue- 
de pasar  á  las  menguantes  del  mar ;  y  entraron  en 
la  provincia  de  Quípúscoa,  é  quemaron  las  villas  de 
la  Bentería,  é  de  Oyarsu ,  é  fideron  cruda  guerra  á 
los  Guipuzes.  Los  de  la  provincia,  visto  el  gran  po- 
derío de  los  Fronceoes ,  embioron  á  lo  Beyno,  que 
estaba  en  Burgos,  en  el  tiempo  que  el  Bey  su  mari- 
do estaba  en  Zamora,  á  le  suplicar,  que  embiose  al- 
guno'gente  de  ooboUo,  para  que  con  los  peones  de 
la  tierra  pudiesen  resistir  áloe  Franceses.  LaB^jrna 
proveyó  luego,  y  embió  sus  poderes  á  Don  Diego 
Peres  Sarmiento,  Conde  de  Salinos,  su  Merino  ma- 
yor de /Guipúzcoa,  con  gente  de  cobollo  ;  ansimes- 
mo ombió  á  Don  Juon  de  Gamboa,  un  caballero  na- 
tural de  aquella  tierra,  para  que  entrase  en  Fuen- 
terabia, é  tomase  la  capitanía  de  ella.  E  dio  sus  car- 
tas para  todas  las  villas  que  son  en  Vixcaya,  é  Gui- 
púzcoa, é  Castilla  vieja,  é  Álava',  é  Burueva,  é  las 
Asturias,  é  para  todos  los  valles  que  son  en  laa 
montafias;  por  las  quales  mandó  que  fuesen  resis- 
tir á  los  Franceses  que  habían  entrado  á  facer  guer- 
ra en  sus  Beynos ,  é  se  juntasen  para  ello  oon  el 
Conde  de  Salinas  á  quien  embiaba  por  su  capitán 
mayor.  E  luego  aquel  Don  Juan  de  Gamboa  entró 
en  la  villa  de  Fuenterabia  oon  fasta  mil  hombres 
de  la  tierra,  é  fizo  grandes  cavaA  baluartes,  é  otras 
defensas,  é  fomociola  de  muchos  tiros  de  pólvora, 
é  de  todas  las  cosas  necesarias  á  la  defensa  de  la 
villa.  Los  Franceses  troion  mucho  gente  de  Goscu* 
fio,  que  son  vecinos  á  lo  provincia  de  Guipüsooo, 
homes  guerreros.  Entredice  quales  venia  un  ooba^ 
llero  que  se  llamaba  Mesen  Juan  Paigueta,  capitán 
de  mil  lacayos,  con  los  quales  facía  gran  guerra  á 
toda  aquella  tierra  de  Guipúzcoa,  porque  sabia  las 
entradas  é  los  puertos  é  pasos  della.  Este  capitán 
aposentóse  un  día  en  un  lugar  cerca  de  Fuenterabia, 
que  se  llama  Iruniranzu.  Los  Guipuzes  oon  el  sen- 
timiento grande  que  tenían  de  las  quemas  é  robos 
que  este  capitán  les  f  oda  con  aquellos  lacayos,  sa- 
bido como  estaba  aposentado  en  uno  coso  de  oqnel 
lugar  juntáronse  fasto  tres  mil  hombres  de  pie ;  é 
uno  nodie  por  los  lugares  de  lo  tierra  que  elloe  sa- 
bían, ondovieron  con  tan  grond  ardideza,  que  ontes 
que  fuesen  sentidos  por  los  guardas,  dieron  sobre 
él,  é  cercaron  la  casa  do  estaba ;  é  antes  que  fuese 
socorrido  de  los  Franceses  que  estaban  en  el  real 
pusiérole  fuego,  é  quemáronle  á  él  dentro,  é  fasta 
docíentos  hombres  que  estabon  oon  él,  é  retroze- 
ronse  á  Fuenterabia.  Los  Franceses  como  lo  sopie- 
ron,  tomoron  ormos  poro  ir  empos  de  los  Guipuzes, 
los  quoles  como  sabían  los  posos  é  lugores  de  lo 
tierra  mas  f rogosos,  fueron  por  ellóe ;  é  los  Fron- 
ceoes que  venían  á  caballo,  no  los  pudiendo  seguir 
de  noche  por  aquelloe  pasos.  Volvieron  á  su  real,  y 
estovieron  en  él  espacio  de  diez  días.  B  como  era 
gran  número  de  gente,  é  no  tenían  ya  montenimien- 
I  toe,  porque  la  tierra  es  muy  estéril,  volvieron  pon^ 


Í66 


0RÓNI0A8  DÉ  LOS  BEYES  DE  OAGmiiLA. 


Bayona,  que  es  oinoo  legnas  de  Faenterabia ;  é  allí 
se  proveyeron  de  mantenimientoB  qne  ficieron  traer 
por  mar,  é  de  pertrechos,  é  de  tiros  de  pólvora,  é  de 
las  otras  oosas  necesarias  para  el  oombate,  Gomo 
fueron  f omeoidos  do  todas  estas  cosas ,  volvieron 
para  Faenterabía  oon  toda  su  hueste;  é  ala  men- 
guante del  mar  pasaron  el  rio,  ó  con  toda  el  artillería 
ó  pertrechos  que  traian,  asentaron  ribera  de  aquel  rio, 
oeroa  de  la  villa  de  Fuenterabia  por  espado  de  tres 
mil  pasos*  E  como  no  podían  llegar  los  pertrechos 
á  la  villa  para  la  combatir,  porque  la  impedian  los 
muchos  tiros  de  pólvora  que  tiraban  los  Quipuzee, 
acordaron  los  Franceses  de  facer  una  mina  d[)ierta 
honda  en  tierra,  obra  de  estado  é  medio  de  un  home; 
la  qual  ficieron  á  vueltas ,  tomando  una  ves  á  la 
mano  derecha,  otra  ves  á  la  mano  izquierda,  porque 
los  tiros  que  facían  desde  la  villa  no  les  pudiesen 
facer  dafio.  Los  de  la  villa  acordaron  de  la  defen- 
der por  lo  bazo  della,  desde  los  baluartes,  é  desde 
las  cavas  que  tenian  fechas  ¡  ó  para  esto  derriba- 
ron lo  alto  de  las  torres  ó  de  las  almenas,  porque  si 
el  artillería  de  los  Franceses  tirase  al  muro  é  lo  der- 
ribase, las  piedras  que  del  cayesen,  no  ñriesen  ni 
ocupasen  á  los  que  andaban  debaxo  en  derredor  de 
la  villa  por  defuera  para  la  defender.  Los  France- 
ses por  aquella  gran  mina  que  ficieron,  llegaron  fas- 
ta la  villa  tanto  cerca,  que  peleaban  los  unos  con 
los  otros  desde  las  cavas.  Los  de  las  villas  de  Sant 
Sebastian,  ó  del  Pasage  é  de  Ernani,  é  Tolosa,  é 
Zaraus,  ó  Quetaria,'é  Deva,  ó  de  las  otras  villas  cer- 
canas, sabiendo  que  los  Franceses  querían  comba- 
tir á  Fuenterabia,  juntáronse  fasta  tres  mil  hombros 
de  toda  aquella  tierra ,  ó  pusiéronse  en  las  cuestas 
•  altas  que  están  en  derredor,  y  en  las  pefias  y  en  otros 
lugares  que  están  en  cirouito,  dispuestos  de  tal  ma- 
nera, que  poca  gente  se  puede  defender  de  mucha, 
é  facerles  dafio,  é  desde  aquellos  lugares  escaramu- 
saban  oon  los  Franceses  que  quedaban  en  guarda  del 
real,  ó  ferian  é  mataban  muchos  dellos.  Los  Fran- 
ceÍBes,  aunque  eran  muchos  en  número ,  pero  por 
la  díspusicion  de  la  tierra  no  podian  socorrer  á  las 
escaramuzas  que  aquella  gente  defuera  les  f ocia,  ó 
á  los  combates  do  la  villa,  pero  peleaban  los  unos  ó 
los  otros  oon  mucho  esfuerzo.  Esta  manera  de  com- 
batir duró  entro  ellos  por  espacio  de  nueve  días ;  ó 
con  los  tiros  de  pólvora,  é  de  ballestas  é  arcos,  mo- 
rían muchos  de  la  una  parte  é  de  la  otra.  Los  de  la 
villa  esforzábanse  cada  diamas,  especialmente  por- 
que quando  les  era  necesarío  entraban  en  la  villa 
con  las  crocientes  del  mar  barcos  cargados  de  las 
cosas  que  habían  menester  para  su  provisión.  Los 
de  la  provincia  armaron  naos,  é  pusiéronlas  al  paso, 
porque  por  mar  no  pudiesen  venir  bastimentos  á 
(os  Franceses.  Los  quales,  visto  el  poco  dafio  qne 
f aoian  en  la  villa,  y  entendiendo  que  podrían  facer 
menos  según  el  sitio  della,  é  la  dispusicion  de  la 
tierra,  ó  la  mucha  gente  que  la  defendía,  é  ansi- 
mesmo  porque  les  faltaban  los  mantenimientos, 
acordaron  de  se  retraer  é  volver  á  Bayona. 

Sabido  por  el  Rey  de  Francia  como  su  gente  no 
habiendo  conseguido  fruto  del  cerco  que  habían  fe- 


cho, se  retraxeron  á  la  villa  de  Bayona,  ovo  grand 
indinacion  contra  ellos,  é  tomó  á  embiar  otros  ca- 
pitanes, ó  mas  gente ;  á  los  quales  mandó  que  tor- 
nasen á  poner  real  sobre  la  villa  de  Fuenterabia,  6 
que  en  ningún  caso  la  alzasen  sin  la  combatir  é  to- 
mar ;  é  que  en  esto  se  pusiese  estremada  diligenota 
fasta  que  ovieae  efeto.  En    este  comedio  los  de 
Fuenterabia,  recelando  que  los  Franceses  volverían 
á  la  combatir,  fortalecieron  la  villa  de  muchas  ca- 
vas é  baluartes,  é  de  gentes  de  la  tierra  escogidas 
para  la  defender ;  y  en  tal  manera  se  proveyeron 
que  no  habían  tanto  recelo  de  la  multitud  de  los 
Franceses,  ni  de  sus  pertrechos  é  artillería.  Bspe- 
oialmente  porque  si  se  viesen  en  algún  apríeto,  es- 
taban apercebidas  todas  las  gentes  de  las  comarcas 
por  mandado  de  la  Beyna  paia  los  ir  á  socorrer» 
Otrosí  mandaron,  que  entrasen  en  ella  otros  mil 
hombres  escogidos  de  la  tierra;  é  vino  allí  Sancho 
del  Oampo,  un  capitán  que  embió  la  Beyna,  é  Juan 
de  l4»cano ,  é  Juan  de  Salazar  oon  gente  de  armas 
á  caballo,  é  oon  el  artillería  que  pudieron  haber  de 
aquella*  tíeira.  El  Rey  ansimesmo  había  embiado  i 
aquella  villa  una  lombarda  gruesa,  mayor  que  nin- 
guna de  las  que  traian  los  Franceses,  é  otros  muchos 
tiros  de  pólvora,  ó  maestros  de  artillería.  Los  Fran- 
ceses ficieron  de  su  parte  mayores  aparejos  de 
guerra  qne  antes  habían  fecho,  é  otros  artificios 
para  el  combate,  é  traxeron  mayor  abundancia  de 
bastimentos  para  bastecer  su  real,  porque  por  falta 
dellos  no  lo  oviesen  de  alzar  como  habían  fecho  las 
otras  veces.  Los  quales  mantenimientos  no  les  po- 
dían venir  por  mar ,  porque  según  habemos  dicho, 
los  Guipuzes  habían  armado  naos,  que  estaban  en 
guarda  para  impedirles  el  psso  ;  ó  oomo  por  tiem 
de  muy  lezos  habían  de  venir  al  real  de  los  Fran« 
ceses,  por  ser  gran  número  de  gente,  no  se  podian 
sostener  mudios diss  en  aquella  tierra;  ó  por  aque- 
lla causa  vinieron  proveídos  para  mas  tiempo.  B 
asentaron  real  en  el  lugar  do  lo  hablan  asentado  la 
primera  vez;  é  un  día  movieron  con  su  artillería 
ordenadamente  para  la  poner  en  los  lugarea  del 
oombate.  Los  Guipuzes  oon  sus  capitanes  salieron 
de  la  villa  con  su  artillería  ó  pertrechos  para  la  de- 
fensa, y  escaremuzaron  con  los  Franceses;  ó  doró 
la  escaramuza  entre  ellos  desde  la  maftana  fasta  la 
noche,  en  la  qual  muríeron  muchos  de  la  una  parte 
é  de  la  otra.  Los  Franceses  por  el  dafio  que  reoe- 
bian  en  su  real ,  con  quatro  lombardas  grandes,  é 
con  los  otros  tiros  de  pólvora  que  continamente 
les  tiraban,  acordaron  de  lo  retraer,  é  pusiéronlo 
mas  lexos  de  la  villa  cerca  de  aquella  aldea  que 
diximos  que  se  llamaba  Iruniransu ,  que  es  nna  le- 
gua de  Fuenterabia.  E  aquel  día  no  pudieron  los 
Franceses  asentar  el  artillería  oomo  pensaron,  por 
la  gran  defensa  que  los  de  la  villa  pusieron.  Otro 
día  perla  mafiana  tomaron  los  Franceses  á  la  esca- 
ramuza con  el  artillería ;  6  los  Guipuzes  salieron  de 
la  villa,  como  el  día  antes  habían  fecho ,  é  puestos 
en  la  pelea,  como  los  Guipuzes  sabían  los  lugares 
ó  pasos  de  la  tierra,  atajaron  por  un  lugar  á  los 
Franceses,  ó  ficieron  grand  estrago  en  ellos ,  é  to- 


'  \ 


DON  FERNANDO 

m«roiile8  álgonos  denuí  perireohoe.  Los  capitanes 
de  los  Franceses,  visto  el  dafto  que  sn  gente  recebtA, 
letrazeronse  al  real,  que  lo  tenían  muy  fortalecido. 
Otro  dia  acordaron  de  tomar  á  asentar  los  pertre- 
chos Ipara  combatir  la  villa,  é  de  los  llevar  por 
aquella  mina  abierta  que  hablan  fecho ;  é  pusieron 
gente  por  guarda  en  aquellos  lugares  por  do  habían 
recebido  dafto  el  dia  de  antes,  é  dispusiéronse  todos 
con  grand  Animo  para  asentar  la  artillería.  E  como 
eran  en  número  de  qnarenta  mil  combatientes,  é  los 
de  la  villa  habían  quedado  tan  cansados  de  las  es- 
caramusas  habidas  los  días  pasados :  como  quiera 
que  salieron  algunos  á  escaramusar  con  los  France- 
ses, pero  no  los  podiendo  resistir  retrazeronse  á  la 
villa ;  é  ansí  ovieron  lugar  los  Franceses  de  asentar 
la  artillería.  Y  en  la  pelea  que  pasó  aquel  dia ,  ti- 
raban de  la  una  parte  é  de  la  otra  muy  grandes  ti- 
ros de  pólvora ;  ó  llegaron  á  pelear  por  las  cavas 
tan  juntos  unos  de  otros,  que  se  tiraban  piedras  de 
mano,  é  lanzas  é  dardos.  E  ansí  ddraron  los  Fran- 
ceses en  aquel  sitio  por  espacio  de  dos  meses,  en  los 
quales  los  mas  días  habían  con  los  de  la  villa  gran- 
des escaramuBas  é  peleas,  donde  morían  muchos  de 
la  una  parto  é de  la  otra;  pero  los  Franceses  no  po- 
dían llegar  al  muro  por  las  grandes  defensas  que 
la  villa  tenia  por  defuera,  é  por  la  gran  gente  de 
dentro  que  la  defendía. 

Agora  deza  la  Crónica  de  recontar  esta  conquis- 
ta de  Fuenterabía,  ó  torna  á  recontar  las  cosas  que 
pasaron  estando  el  Bey  en  la  dbdad  de  Zamora. 

CAPÍTULO  XXXVUL 

De  las  eottt  f  «e  el  Rej  lio  en  U  eibdad  de  Zamora. 

Después  que  el  Bey  entró  en  la  eibdad  de  Zamo- 
ra ,  siempre  tovo  la  fortaleza  sitiada  por  parte  de 
dentro  é  defuera  de  la  eibdad  con  las  estanzas  que 
habemos  dicho.  É  como  quier  que  el  Bey  perdona- 
ba al  Mariscal,  é  le  ofrecía  restitución  de  sus  bie- 
nes porque  le  entregase  la  fortaleza,  é  aunque  se 
facían  contra  él  é  contra  los  que  con  él  estaban  los 
actos  que  se  deben  facer  contra  los  que  son  rebel- 
des ,  pero  sus  fierros  le  ponían  tanta  sospecha ,  que 
le  quitaban  toda  seguridad.  É  por  esta  causa  siem- 
pre estovo  pertinaz  é  no  quiso  oír  partido  ninguno, 
con  esperanzIDque  el  Bey  de  Portogal  le  socorrería 
é  le  f  aria  grandes  mercedes.  El  Bey  veyendo  su  per- 
tinacia, mandó  fortificar  el  cerco,  y  embiar  por  mas 
gentes  é  artillería  y  engeníos  para  combatir  la  for- 
taleza. Durante  este  tiempo  el  Bey  de  Portogal  so- 
po como  venían  ciertas  lombardas  y  engeníos  á  la 
eibdad  de  Zamora,  é  pensó  de  ir  en  persona  con  to- 
da su  hueste  á  los  tomar,  porque  fué  informado  que 
el  Bey  no  tenía  tanta  gente  para  le  resistir,  é  que  sí 
saliese  con  toda  su  hueste,  le  seria  forzado  alzar  el 
ritío  que  tenía  puesto  sobre  la  fortaleza,  ó  dexar  las 
estanzas  con  tan  poco  número  de  gente ,  que  los  de 
dentro  pediesen  salir  á  facerles  dafto.  É  con  este 
propósito  salió  de  la  eibdad  de  Toro  con  toda  su 
gente  puesta  en  orden  de  batalla,  é  llegó  fasta  cer- 
ca de  Zamora  por  espacio  de  una  legua.  É  porque 


i  DÓ^A  I8ABÉL.  ád^  : 

sopo  que  la  artillería  que  iba  á  tomar  estaba  ya  en 
salvo  é  que  no  la  podía  haber,  embió  requerir  al  Bey 
con  sus  farautes  é  reyes  de  armas,  que  alzase  luego 
el  céreo  que  habia  puesto  sobre  la  fortaleza  de  la 
eibdad  de  Zamora,  é  anstmesmo  saliesen  él  é  la  Bey* 
na  destos  reynos  de  Oastílla  é  de  León,  que  eran  su- 
yos é  le  pertenecían  por  él  derecho  que  á  ellos  tenia 
la  Beyna  Dofta  Juana  su  esposa ,  según  otras  veces 
le  había  requerido.  É  si  esto  no  quisiese  facer  salie- 
se luego  con  él  al  campo  donde  le  esperaba  con  to- 
do su  exéroito,  porque  por  batalla  esta  demanda  fe- 
neciese, é  las  guerras  é  males  que  por  causa  della 
habia  en  estos  Beynos  cesasen.  Oídas  por  el  Bey  las 
razones  que  el  Bey  de  Portogal  le  embió  decir,  ovo 
consejo  con  el  Almirante,  é  con  el  Duque  de  Al  va, 
é  con  el  Conde  de  Alva  de  Liste,  é  con  los  otros  ca- 
balleros que  con  él  estaban.  £  algunos  capitanes 
mancebos,  con  deseo  de  se  ver  en  batalla  con  los 
Portogueses,  consejaban  que  el  Bey  con  toda  su 
gente  debía  salir  á  la  batalla,  porque  era  gran  men- 
gua de  los  Castellanos  ver  los  Portogueses  en  el 
campo,  é  no  salir  á  ellos  aunque  fuesen  mayor  nú- 
mero :  porque  decían  que  la  multitud  de  peones 
que  el  Bey  de  Portogal  traía,  mas  era  vulgo  desor- 
denado que  gente  dispuesta  para  pelear ,  é  que  la 
desorden  é  cobardía  do  los  semejantes  suden  mu- 
chas veces  dar  causa  al  vencimiento  é  caída  de  su 
mesma  hueste.  É  dedan  otras  razones  con  gran  fer- 
vor que  tenían  de  pelear.  El  Bey  mandó  i  Don  En- 
rique Enriques,  Conde  de  Alva  de  (Liste,  que  estaba 
con  él  én  su  Consejo  y  era  caballero  andano  y  ex- 
perimentado en  los  fechos  de  las  guerras,  que  díxe- 
se  su  parecer ;  el  qual  dixo : 

«Vos',  sefior,  que  tenéis  cercada  esta  fortaleza,  in- 
» juríades  al  Bey  de  Portogal ;  é  para  guarda  de  su 
»honra  le  conviene  sooorreHa,  ó  faceros  alzar  d  cer- 
»  00,  porque  esta  es  su  demanda ,  é  á  vos  conviene  , 
»por  gaarda  de  la  vuestra,  continuarlo  fasta  la  to- 
amar.  É  si  vos,  sefior,  dexésedes  el  cerco  por  salir  á 
ala  batalla,  él  acabaría  su  demanda,  pues  vos  fada 
a  alzar  el  sitio,  é  vos  no  la  vuestra,  pues  no  tomáis 
ala  fortaleza :  en  la  qual  recibiríades  gran  mengua,  . 
apor  no  dar  fin  al  fecho  de  armas  que  oomenzastes. 
aÉ  según  la  orden  de  la  disciplina  militar,  ningún 
aprincipe  ni  capitán  debe  dexar  la  empresa  de  ar- 
a  mas  en  que  está  puesto ,  fasta  la  acabar,  por  nin- 
a  guna  otra  que  le  intervenga ;  é  durante  aquella, 
a  relevado  es  de  responder  á  otros  fechos  de  armas, 
a  Allende  desto,  no  sé  yo  qué  necesidad  hay  de  sa- 
a  lir  á  la  batalla  con  el  Bey  de  Portogal :  porque 
a  vos,  sefior,  en  el  campo  estáis  con  vuestras  gentes 
aguardando  las  estanzas  que  están  contra  la  forta- 
aloza,  y  en  el  campo  le  esperáis  continuando,  vnes- 
atra  empresa.  8í  él  viniese  é  dexásedes  el  dtío,  re- 
acibíríades  mengua ;  pero  continuando  vos  vuestra 
a  demanda,  él  recibe  mengua  si  no  viene  é  acaba  la 
asnya.  Ansí  que,  sefior,  á  mí  parece  que  por  ninguna 
a  vía  se  debe  alzar  el  sitio,  que  tenéis  puesto,  é  que 
alo  debéis  continuar  fasta  tomar  la  fortaleza,  é  no 
a  responder  por  agora  á  la  batalla  que  el  Bey  de 
I  a  Portogal  os  presenta:  porquo  si  batalla  boscaí 


S8é 


.  CfRÓNIOAS  DB  LOS  ftEtlES  DB  OASTILLÁ 


>iqni  lá  puede  fallar  ai  qnidere  yenir.  É  tomada  U 
sfortaleui,  allegareia  vueatraa  gentea  que  tenéis 
•repartidas  en  las  otras  gaamicionea ,  qne  defien- 
iden  loe  roboa  qne  ae  facen  por  loa  Portogaeaea 
adesde  Cantalapiedra ,  é  Oaatronofto,  ó  de  laa  otraa 
•fortalezaa  que  eatan  por  el  Bey  de  Portogal.  Ver-, 
ana  anaimeamo  el  Cardenal  de  Eapafia,  que  eaperaia 
aoada  dia,  oon  la  gente  de  au  oaaa,  ¿  oon  la  que  ea- 
•taba  aobre  el  oastillo  de  Burgos ,  puea  en  aquellas 
•partea  no  hay  por  agora  neooaidad  en  que  deba 
•eatar  ocupada.  Testoncos  podéis  con  el  ayuda  de 
•Dice  reaponder  por  batalla  al  Bey  de  Portogal 
•acompafiado  de  muchaa  gentea,  aegun  debe  ir  un 
•Rey  tan  poderoso  oomo  tos  aoia.» 

Oidaa  aquellaa  raaonea  que  dizo  el  Conde  de  Al- 
▼a  de  Uate,  pareció  a^Bey  é  á  loa  otroa  caballeros 
del  au  Conaejo ,  que  decia  muy  bien.  Y  embió  decir 
al  Bey  de  Portogal  con  8U>  reyes  de  armas :  que  61 
tenia  puesto  sitio  sobre  la  fortáleaa  de  aquella  oib* 
dad  de  Zamora  que  le  cataba  rebelada  por  algunoá 
dealealee  aua  vasallos ,  el  qual  sitio  con  el  ayuda  de 
Dios  entendía  continuar,  fasta  la  poner  en  au  obe- 
diencia. Por  ende ,  que  si  habia  voluntad  de  bata* 
llar  con  él,  viniese  á  socorrer  á  aquellos  que  esta- 
ban en  eUa  é  tenian  su  vos  y  eeperansa  que  los  lia 
de  socorrer ;  é  allí  f  aera  en  el  real  que  tiene  puesto 
sobre  ella  le  esperaba,  donde  mediante  el  ayuda  de 
Dios  le  respondería  con  las  manos  á  la  batalla  que 
le  presentaba.  Oida  por  el  Bey  de  Portogal  aquella 
respuesta ,  porque  se  informó  que  laa  estanaas  que 
estaban  puestas  sobre  la  fortaleza  por  parte  de  fue- 
ra de  la  cibdad  eran  muy  fortalecidas  ó  asentadaa 
de  tal  manera ,  que  no  ae  podria  combatir  por  la 
mucha  gente  que  tenian,  ni  menos  podrían  entrar 
en  la  fortalesa  á  la  socorrer,  acordó  de  volver  para 
la  cibdad  de  Toro.  El  Bey  continó  su  cerco,  é  man- 
dó armar  loa  engenios  que  tiraban  á  la  fortaleza  é 
derribaban  las  oaaaa  que  estaban  dentro;  ó  mandó 
aníriraesmo  traer  de  laa  oomarcaa  toda  la  artillería 
que  habia,  para  tirar  contra  el  muro. 

CAPÍTULO  XXXIX. 

D«l  reeaentro  qae  ofo  Alt  aro  de  Mendoia  eon  el  Coade  de  Pefta* 

Biaior,  é  cono  le  preadió. 

Estando  el  Bey  en  el  cerco  de  aquella  fortaleza 
de  Zamora,  vínole  nueva  como  habia  aalido  de  To- 
ro gente  de  los  Portogueses  por  tomar  á  un  capitán 
de  la  Beyna  que  se  llamaba  Críatoval  de  Valladolid 
las  provisiones  que  traía  á  Zamora ;  é  mandó  á  Al- 
varo de  Mendoza  que  fuese  en  socorro  de  aquel  ca- 
pitán, porque  los  Portogueses  no  lo  tomasen.  Esto 
caballero  Alvaro  de  Mendoza  cabalgó  luego  con  la 
gente  de  su  capitanía,  é  llegó  fasta  dos  leguas  de 
Toro;  é  porque  aopo  que  aquel  capitán  con  todo  lo 
que  traía  era  ya  por  otra  parte  pueato  en  aalvo, 
acordó  de  bolver  para  Zamora.  Como  notificaron  al 
Uej  de  Portogal  sus  guardas,  que  habían  víate 
gente  de  caballo  que  venia  camino  de  Toro,  mandó 
á  un  capitán  auyo  que  ae  llamaba  el  Conde  de  Pe- 
fiamazor,  que  fuese  oon  toda  la  gente  que  mas 


presto  pndieae  haber,  é  aopieae  quó  oabálleroa  eran 
aquelloa  que  habían  salido  de  Zamora  y  estaban  tan 
cerca  de  Toro.  Aquel  Conde  de  Peftamasor  fué  con 
loa  mas  caballerea  que  pudo  haber  preatoa ,  ó  vino 
para  el  lugar  donde  laa  guardaa  dizeron  que  habian 
viato  loa  oaballeroB  Caatellanoa.  Venidoa  á  aquel  lu- 
gar loa  caballeroa  Portogueaea ,  vieron  á  loa  Caate- 
llanoa, é  loa  Caatellanoa  vieron  á  loa  Portogueses. 
Alvaro  de  Mendoza  dizo  á  loa  caballeros  de  au  ca- 
pitanía :  c  A  mí  parece,  caballeroa,  que  puea  aquello 
•que  veníamos  á  aalvar  oatá  on  aalvo,  nosotroa  de* 
•bemoe  bolver  á  Zamora ,  é  que  no  debemoa  pelear 

•  conloa  Portogueses;  porque  son  mas  gente  que 
•nosotros,  ó  salen  cada  hora  maa  de  la  cibdad.»  Loa 
caballeroa  por  el  acuerdo  de  au  capitán ,  volvían  á 
Zamora.  El  Conde,  de  Pefiamazor,  é  loa  Portogueaea 
que  oon  61  estaban ,  visto  que  los  Castellanoa  bol- 
vían,  comenzaron  á  andar  maa,  é  ir  empoa  delloa 
por  loa  alcanzar;  pero  estaban  apartados  portante 
distancia  de  tierra,  que  no  pudieran  llegar  á  ellos, 
ai  loa  caballeros  Caatellanoa  quiaieran  aeguir  su  ca- 
mino. Quando  loa  Castellanos  vieron  que  los  Porto- 
gueees  venían  empos  dellos,  sintióronlo  á  grand  in- 
juria ;  6  dizeron  á  Alvaro  de  Mendoza ,  que  debrían 
volver  y  esperar  los  Portogueees  para  pelear  con 
ellos,  puea  preaumian  de  loa  correr;  6  que  dado  que 
ae  podrían  salvar,  no  debrían  dar  lugar  á  que  los 
Portogueses  llevasen  aquel  dia  honra  ninguna  de- 
llos, diciendo  que  los  habian  oorrído.  Alvaro  de 
Mendoza  dizo:  t Nosotros  no  vamos  en  fuida,  para 

•  que  se  pueda  decir  que  recebimoe  mengua;  6  por 

•  tanto  debemos  continuar  nuestro  camino.»  Los  ca- 
balleros Castellanos  eran  de  los  príncipales  de  la 
guarda  del  Bey ,  6  homes  de  buen  esfuerzo ;  6  sin- 
tiendo ser  injuriados  veyendo  venir  loa  Portogueses 
á  las  espaldas,  iban  descontentos  6  quezándoao  del 
capitán,  porque  no  daba  lugar  á  la  pelea.  Alvaro  de 
Mendoza,  visto  la  voluntad  de  aquelloa  caballeros^ 
dizo :«  Pues  vosotros  tan  grand  deseo  tenéis  hoy 

•  de  pelear,  no  plega  á  Dios  que  por  mí  se  diga  en 

•  ningún  tiempo  que  el  capitán  enflaqueció  el  es- 
•fuerzo  de  su  gente :  aparejad  pues  agora  las  manca 

•  6  mejor  los  corazones,  6  volvamos  á  ellos.»  É  di- 
ciendo estas  palabras,  volvió  las  riendaa  á  au  caba- 
llo, 6  todos  juntos  dieron  de  las  espuelas  á  los  ca- 
ballos, de  manera  que  muy  presto  ftKron  oon  los 
Portogueses.  É  los  Portogueseo  venían  ya  abiertos 
unos  empos  de  otros,  como  homes  que  van  en  al- 
cance, 6  los  Castellanos  entraron  por  ellos,  6  del 
primer  encuentro  cayeron  muchos  de  los  Portogue- 
ses, 6  tomaron  sobre  ellos ,  6  los  Portogueses  sobre 
los  Castellanos;  6  flrí6ronse  los  unos  á  los  otros  de 
manera,  que  quedaron  muy  pocos  de  los  unos  6  de 
los  otros  que  no  fuesen  muertos  ó  f erídos.  É  la  pe- 
lea duró  entre  ellos  por  espacio  de  quatro  horas ;  6 
quando  bien  miraron  los  unos  por  los  otros ,  no  se 
fallaron  ni  de  los  Portogueses ,  ni  de  los  Castella- 
nos, dooientos  caballeros  que  pediesen  pelear  á  ca- 
ballo ni  á  pie :  porque  todos  los  otros  eran  muertos 
ó  f erídos.  Estos  tornaron  á  pelear  con  gran  corage; 
6  algunos  habia ,  que  perdidas  6  quebradas  ya  las 


bOÑ  FBR*ÍANDO  ¿ 

Mpaáas,  peÍMibftn  con  los  pnfialea  deede  loe  caba- 
llos, do  86  Tortia  mnoha  Bangpre..  Al  fin  loa  Porto- 
ig^eaes  no  podiendo  aofrír  la  fiiena  de  loa  Oaatella- 
no8,  fueron  Tenddos  é  desbaratados,  é  pocos  dallos 
pedieron  f  nir ,  porque  aquel  Oonde  de  Pefiamazor  é 
todos  los  mas  de  los  que  con  él  quedaron ,  fueron 
f eridos  é  presos.  É  volvió  Alvaro  de  Mendoza  para 
Zamora,  é  llevó  preso  aquel  capitán  é  á  los  caballe- 
ros portogueses  que  quedaron  de  los  que  con  él  ba- 
bian  salido  de  Toro ;  todos  los  otros  fueron  muertos 
ó  f eridos  é  quedaron  en  el  campo ,  que  no  podian 
andar  de  laa  f cridas  que  recibieron.  Otros  muchos 
recuentros  é  fechos  de  armas  pasaron  entre  los  del 
un  partido  é  del  otro,  ansí  en  aquella  comarca  do 
estaban,  como  en  otros  partes  del  I(eyno,  do  fueron 
vencidos,  veces  los  de  la  una  parte ,  veces  los  de  la 
otra.  Pero  la  Corónica  no  face  mención  dello,  salvo 
deste,  por  ser  muy  ferido,  ó  porque  fué  preso  aquel 
Oonde  que  era  persona  principal ,  ó  de  quien  el  Roy 
de  Portogal  fiaba. 

CAPITULO  XL. 

Gomo  el  Rey  ditf  ? isUi  al  Rey  do  Portogal  á  las  puertas 

de  Toro. 

•  Sabido  por  la  Reyna  que  estaba  en  Valladolid, 
como  el  Rey  de  Portogal  había  presentado  la  bata- 
lla al  Rey  su  marido,  rogó  al  Oardenal  de  Espafia 
que  con  toda  la  gente  de  su  casa  é  con  otra  gente 
.  de  caballo  de  sus  guardas,  fuese  á  Zamora  do  el  Rey 
estaba.  El  Cardenal  recogida  toda  aquella  gente, 
fué  á  la  cibdad  de  Zamora ;  y  el  Rey  ovo  placer  con 
él  é  físole  posar  en  su  palacio.  É  Juego  dieron  orden 
en  apretar  mas  el  cerco  é  fortificar  las  estanzas  que 
estaban  contra  la  fortaleza.  T  el  Rey  con  acuerdo 
del  Cardenal,  embió  luego  por  mas  gente  á  Galicia. 
Y  el  Conde  de  Lemos/Don  Pero  Álvarez  de  Osorlo, 
Señor  de  Cabrera,  le  embió  gente  de  armas  á  caballo 
de  óu  casa,  é  dos  mil  peones,  bornes  usados  en  la 
guerra.  Vino  ansimesmo  el  Conde  de  Monterey ,  é 
otra  mucha  gente  de  caballo  é  de  pie  del  reyno  de 
Qalicia.  Como  los  caballeros  de  la  hueste  del  Rey 
vieron  aquella  gente  junta,  é  pensaron  que  las  es- 
tanzas  puestas  sobre  la  fortaleza  podian  quedar 
bien  fornecidas  de  gente,  é  ir  el  Rey  á  presentar  la 
batalla  al  Rey  de  Portogal,  suplicáronle  que  le  plo- 
guiese  de  lo  facer,  porque  se  sentían  menguados  de 
los  Portogueses,  por  no  haber  salido  á  la  batalla  que 
el  Rey  de  Portogal  pocos  días  antes  le  había  pre- 
sentado. Desta  opinión  eran  ansimesmo  los  vecinos 
de  la  cibdad,  los  quales  mormuraban  contra  los  ca- 
balleros principales  que  estaban  con  el  Rey ,  pen- 
sando que  ellos  lo  eetorvaban  por  algunos  malos 
respetos  de  deelealtad.  El  Cardenal  é  aquellos  otros 
Grandes  que  estaban  con  el  Rey ,  como  quier  que 
eonocian  bien  que  durante  el  sitio  que  estaba  pues- 
to sobre  la  fortaleza  de  Zamora  no  era  razón  res- 
ponder á  otra  nueva  requesta  de  anuas  fasta  con- 
cluir aquella  ;  pero  habiendo  consideración  que  al- 
gunas veces  es  necesario  satisfacer  á  la  opinión  del 
pueblo,  consejaron  al  Roy  que  lo  ficiese.  É  proveído 


DOftÁiSABEiL.    '  28Í    . 

lo  necesario  para  la  goarda  de  tas  estanzas,  partió 
de  la  dbdad  de  Zamora  con  toda  su  hueste ;  é  las 
esquadras  ordenadas  para  la  batalla,  llegó  cerca  de 
la  cibdad  de  Toro  quanto  medía  legua,  é  presentó 
la  batalla  al  Rey  de  Portogal.  El  qual  vista  la  gen- 
te del  Rey,  ovo  consejo  de  no  salir  por  estonces  á  la 
batalla,  porque  no  se  vido  tan  poderoso  de  gente 
para  la  dar;  é  mandó  poner  gran  guarda  en  las 
puertas  é  torres  de  la  cibdad,  porque  ninguno  salie- 
se fuera  della,  salvo  algunos  caballeros  que  salie- 
ron á  escaramuzar  con  los  corredores  que  el  Rey 
había  erobiado  delante.  Visto  por  el  Rey ,  que  había- 
estado  allí  esperando  por  espacio  de  quatro  horas,  é 
que  el  Rey  de  Portogal  no  salía  á  la  batalla,  volvió 
para  la  cibdad  de  Zamora,  é  oontinó  el  cerco  que 
tenia  puesto  sobre  la  fortaleza ;  la  qual  se  combatía 
con  engeníos,  porque  aun  no  ora  llegada  toda  la  ar- 
tillería que  había  mandado  traer  para  denibar  el 
muro.  En  este  comedio  faltó  al  Rey  el  dinero  para 
pagar  sueldo  á  la  gente  de  armas,  é  por  esta  causa 
algunas  gentes  se  volvían  para  sus  tierras,  é  la  hues- 
te se  diminuía.  Visto  este  inoon viniente,  acordó  el 
Cardenal  y  el  Almirante  y  el  Duque  de  Alva  da 
prostar  al  Rey  toda  su  plata  en  que  conrian,  por  re- 
mediar el  dafio  que  de  aquella  necesidad  se  pediera 
seguir. 

CAPÍTULO  XLI. 

Gomo  el  Rey  de  Portogal,  eos  la  gente  qne  ? lao  de  n  Reyno  ees 
el  Principe  sa  hijo,  paso  real  sobre  la  pnente  de  Zamora. 

El  rey  de  Portogal  visto  en  como  había  perdido  á 
Zamora,  y  el  castillo  de  Bárgos,  é  que  loa  caballe- 
ros castellanos  que  estaban  en  su  partido ,  por  esta 
cansa  dubdaban  permanecer  en  su  servicio ,  acordó 
de  embiar  á  llamar  al  Príncipe  de  Portogal,  su  fijo, 
con  toda  la  gente  de  su  Reyno  para  avivar  mas  su 
partido,  é  llevar  mas  adelante  su  empresa.  El  Prfn'* 
cipo  que  estaba  apercebído,  por  mandado  del  Rey 
su  padre  vino  luego  á  su  llamamiento,  é  trazo  gen- 
te de  pie  é  de  caballo  del  Reyno  do  Portogal,  fasta 
el  número  de  veinte  mil  combatientes ;  é  llegó  con 
toda  aquella  gente  fasta  la  cibdad  de  Toro,  do  es- 
taba el  Rey  su  padre.  El  Bey  de  Portogal  quando 
se  vido  aoompafiado  de  la  gente  de  su  Reyno,  con- 
siderando que  junta  con  la  otra  que  él  tenía,  había 
asaz  número  de  gente  para  pelear  con  el  Rey,  em- 
bió requerir  á  los  caballeros  castellanos  que  estaban 
en  su  servicio,  que  viniesen  á  él,  ó  embiasen  su  gen- 
te á  le  servir,  porque  él  en  persona  quería  ir  á  pe- 
lear con  el  Rey,  ó  le  cercar  en  la  cibdad  de  Zamora 
donde  estaba.  Especialmente  embió  sus  mensageros 
á  Don  Alvaro  de  Stúfiíga,  Duque  de  Plssencía,  á  le 
decir,  como  el  Príncipe  su  fijo  era  venido  con  tanta 
gente,  que  podía  socorrer  la  fortaleza  de  Zamora,  ó 
poner  sitio  sobre  el  Rej^  é  pelear  con  él,  é  lo  echar 
del  Reyno  de  Castilla;  é  que  agora  tenia  tiempo  pa- 
ra recobrar  d  castillo  de  Burgos,  é  dar  fin  á  toda  su 
demanda.  Por  ende  le  rogaba  que  embiase  la  maa 
gente  de  armas  é  peones  que  pudiese  para  le  ayu- 
dar á  lo  poner  en  execucíon.  El  Duque  considerando . 

19 


0BÓNI0A8  Dfl  LOS  BETlfiS  DB  QASTII4LA. 


290 

la  negligencia  qne  ^1  Bey  de  Portogel  habia  pneato 
en  Booorrer  al  oaatíUo  de  Bárgoa,  por  007a  pérdida 
estaba  lastimado,  ó  porque  aborrecida  ya  por  esta 
cansa  la  compafiía  del  Bey  de  Portogal,  babia  am- 
blado á  Don  Pedro  sa  fijo  á  tratar  oon  la  Beyna  su 
reconciliación  para  ser  en  sn  servicio  ¡  respondió  á 
los  mensageros  del  Bey  de  Portogal ,  qne  Á  no  de- 
bía anteponer  sn  servicio  al  servicio  del  Bey  Don 
.  Femando  é  de  la  Beyna  Dofia  Isabel,  Beyes  verda* 
derofl  de  Oastilla  é  de  León,  por  la  voluntad  de  Dios 
declarada  á  los  hombres  en  todos  los  fechos  pasa- 
dos. É  que  si  todos  los  destos  Beynos  eran  obliga- 
dos de  estar  en  su  servicio ,  mucho  mas  lo  debia  él 
ser,  porque  el  Bey  de  Portogal  se  ovo  mas  cruel- 
mente con  sus  parientes  é  criados  que  estaban  en  el 
castillo  de  Burgos,  que  el  Bey  Don  Femando  é  la 
Beyna  Dofia  Isabel ,  pues  que  él  los  dexaba  morir 
sirviéndole,  y  ellos  les  dieron  vida  desirviéndo- 
les. (l)tAnsique  decid  vosotros  al  sefior  Bey  de 
«Portogal,  que  allí  debe  ir  a  buscar  servidores,  don- 
ado no  se  sabe  el  socorro  que  fiso  á  los  del  castillo 
•de  Burgos,  que  le  esperaban  por  remediador  de  sus 
i  trabajos.  É  no  pienso  que  aquello  fué  poqüefio 
»  exemplo  á  todos  los  que  le  servían  en  este  Beyno, 

•  porque  miren  bien  como  ponen  sus  personas  y  es- 
•tadosen  condición  de  se  perder  por  le  servir.  É 

•  por  tanto,  dixo  él,  faga  el  sefior  Bey  de  Portogal 
•su  guerra  como  entendiere  ¡  é  de  mí  ni  de  mi  casa 
•no  espere  otra  ayuda  para  su  necesidad,  salvo  la 
»  que  yo  fallé  en  él  para  la  mia.« 

El  Bey  de  Portogal,  oida  la  respuesta  del  Duque, 
sabido  ansimesmo  como  Don  Pedro,  su  fijo  mayor,  é 
otros  algunos  de  su  casa  estaban  con  la  Beyna, 
luego  lo  tovo  por  ageno  de  su  servicio ;  é  pensó 
con  la  gente  que  tenia  de  su  Beyno ,  é  del  Arzobis- 
po de  Toledo ,  que  estaba  oon  él ,  de  ir  á  Zamora  é 
poner  sitio  sobre  ella  por  la  parto  de  la  puente.  E 
una  noche  á  la  primera  hora,  partió  con  toda  su 
hueste  de  la  cibdad  de  Toro,  é  al  alba  del  dia  an- 
tes que  fuese  sentido,  amaneció  sobre  la  puente,  é 
asentó  alli  su  real ;  y  él  se  aposentó  en  el  moneste- 
rio  de  Sant  Francisco,  que  es  cerca  de  la  puente ,  é 
físo  poner  tiros  de  pólvora  muy  cerca  de  la  boca  de 
la  puento,  por  manera  que  ninguno  podia  salir  do- 
lía para  pasar  donde  su  real  cataba.  Como  el  Bey 
vido  por  la  mafiana  el  real  que  el  Bey  de  Portogal 
asentó  en  aquel  lugar,  é  que  no  vino  por  la  otra 
parte  del  rio  do  estaba  la  fortaleza  para  la  socorrer, 
no  pudo  pensar  que  utilidad  gela  podia  seguir  de 
aquel  asiento ;  porque  ni  quitaba  los  mantenimien- 
tos que  podían  venir  á  la  cibdad  por  la  otra  parte 
del  río ,  ni  menos  podia  por  aquella  parte  socorrer 
la  fortaleza  que  estaba  sitiado.  B  como  quiera  que 
los  capitanes  é  gentes  del  Bey  quisieran  salir  por  la 


(t)  EsU  respoosu  es  nsy  semejante  i  la  qae  eon  semejanle 
oeasiOB  dieron  los  Voklanoa,  pocblos  de  la  antigua  Espafla.  i  los 
Romanos  qne  los  solicitaban  por  amigos  después  de  la  memora- 
ble p6rdida  de  Sagsnto  :  IH  quMerMtíi  ioeio*  oenieo,ukí  Sfuntí- 
«•  ctüin  i§noía  itt:  HitfauU  populU  Ucut  tngubre ,  íla  mtigtu  tf«- 
eumeaüm  SüíumIí  rtUuM  úru»l,  ne  quit  (idei  Romwnüe  aul  totíeM 
coBfidoL  Llf.,  11b.  M,  eap.  S. 


puente,  la  gente  de  los  Portogueaes,  é  los  tiros  de. 
pólvora  qne  estaban  asentadoe  contra  la  boca  de  la 
puente  lo  impedían  de  manera,  que  no  podían  salir, 
salvo  bien  pocoa;  á  loaqnalesel  peligro  de  la  salida 
ora  tan  cierto,  que  muy  pocos  homes  de  los  de  fue- 
ra lo  podían  resistir.  Puesto  el  real  del  Bey  de  Por- 
togal en  aquel  lugar ,  embió  luego  sus  cartaa  á  io- 
dos los  caballeroa  caatellanos  qne  estaban  á  su  obe« 
diencia ;  por  las  qualee  les  fada  saber  como  tenia 
puesto  su  real  sobre  la  dbdad  de  Zamora  do  estaba 
el  Bey,  al  qual  entendía  oon  el  ayuda  de  Dios  de  te- 
ner cercado ,  fasta  lo  tomar  y  echar  del  Beyno.  T 
esto  mesmo  embió  á  facer  saber  al  Papa,  é  al  Bey  de 
Francia,  é  á  todas  las  villas  é  oibdades  de  su  Beyno 
de  Portogal,  é  de  loa  Beynos  comarcanos  de  Oasti- 
lla. £1  Bey ,  é  todos  los  Grandes  é  Oaballeros  que  con 
él  estaban ,  reputaban  á  grand  injnría  la  fama  que 
el  Bey  de  Portogal  habla  divulgado,  oomo  quiera 
que  no  podian  recebir  dafio  en  el  cerco  que  tenían 
puesto  sobro  la  fortaleza  de  Zamora ;  ni  menos  la 
estada  del  Bey  de  Portogal  en  aquel  lugar  f  acia 
empacho  para  los  mantenimientos,  ni  para  otras  00- 
saa  que  venían  á  la  cibdad  por  la  otra  parte  del  rio. 
B  los  Oastellanoa  estaban  oon  gran  deseo  de  se  ver 
en  batalla  oon  los  Portogneses,  é  proouraron  mu- 
chas veces  de  romper  el  oabo  de  la  puente  ida  ]$k 
parte  do  estaba  el  Bey  te  Portogal ,  para  salir  al 
real  de  los  Portogneses.  Procuraron  ansimesmo  de 
pasar  el  rio ,  é  cometieron  otraa  muchas  vias  para 
salir  al  campo  oon  olios,  é  ninguna  fallaron  segura 
paralo  poder  f acer.  Eansí  duró  el  real  del  Bey  de  Por- 
togal en  aquel  lugar  por  espacio  de  quince  dias,  en  loa 
quales  desde  la  dbdad  tiraban  muchos  tiros  de  pól- 
vora al  real,  é  dd  real  á  la  cibdad,  de  los  quales  re- 
cebianaaaa  dafio  en  la  una  parte  y  en  la  otra;  é  and- 
mesmo  la  fortunado  los  fríos  tenia  muy  fatigada  la 
gente  de  los  Fortogueses ,  é  sus  caballos  que  esta- 
ban en  el  real.  La  Beyna  que  estaba  en  Tordedllas, 
sabido  oomo  el  Bey  de  Portogal  habla  puosto  real 
en  aquel  lugar ,  é  oomo  divulgó  por  mudias  partea 
que  tenia  cercado  al  Bey  su  marido  é  á  los  Grandes 
é  Oaballeros  qne  con  él  eran ,  peaóle  mucho ,  é  con 
la  gento  que  tenia  fada  guerra  á  la  cibdad  de  Toro, 
é  ¿  las  f ortalozas  de  Oastronufio ,  é  Siete  Iglodaa 
que  estaban  por  el  Bey  de  Portogal.  E  mandó  al 
Duque  Don  Alonso,  hermano  del  Bey,  é  al  Infante 
Don  Enrique ,  que  era  ya  reconciliado  con  el  Bey  é 
con  ella ,  é  á  Don  Pero  Manrique,  Oonde  de  Trevt- 
fio,  que  luego  fuesen  con  dos  mil  hombres  á  caballo 
á  se  aposentar  en  las  villas  de  la  Fuente  dd  Sabu- 
co é  Alahejos,  que  son  cinco  leguas  de  do  estaba 
el  Bey  de  Portogal ,  para  le  guerrear  é  quitarle  loa 
mantenimientos  que  viniesen  á  su  red. 

CAPÍTULO  XUL 
De  las  vistas  que  se  trataron  eon  el  Rey  do  Portogal. 

Estando  el  Bey  de  Portogal  en  aquel  lugar,  tra- 
tóse muy  secretamente  que  d  Bey  y  él  se  viesen 
para  platicar  en  dguna  forma  de  concordia.  Para 
I  lo  qual  el  Bey  de  Portogal  fiase  su  persona  en  el 


DON  f  EBNANDO 

gttfo  que  el  Sey  le  ficieee,  é  puaee  el  rio  en  nn  bar- 
co con  dos  hombrea  Boloa|«y  el  Bey  eaperaae  de  la 
otra  parte  del  rio  con  otros  dos,  é  qne  alli  se  fabla- 
sen  é  oonoordasen ;  porque  cada  uno  dellos  enten- 
día qne  le  venia  bien  la  concordia,  por  las  grandes 
neoesidadee  qne  de  la  discordia  geles  reorecian.  En 
este  trato  entendió  Don  Enrique  Enriques,  tío  del 
Bey,  é  sn  Mayordomo  mayor.  E  acaeció  que  el  Bey 
de  Portogal,  la  noche  sefialada  para  las  yistas  entró 
en  un  barco  con  dos  hombres  solos;  ó  como  movió 
para  pasar  para  la  otra  parte  del  río  donde  el  Boy 
le  esperaba,  el  barco  donde  iba  se  finchió  de  agua, 
tanto  que  el  Bey  de  Portogal ,  oonstrefiido  por  el 
peligro  que  yido,  se  tomó  é  no  osó  ir  mas  adelante 
fasta  haber  otro  barco;  y  embió  otro  dia  á  decir  al 
Bey  con  una  persona  religiosa  que  trataba  aquella 
Tista,  el  impedimento  que  aquella  noche  ovo,  por 
el  qual  no  pudo  pasar  á  verse  con  éL  E  quedó  asen- 
tada la  vista  para  la  otra  noche  siguiente ,  la  qual 
se  asentó  para  la  una  hora  después  de  media  noche. 
El  Bey ,  según  fué  acordado ,  vino  al  lugar  de  la 
ribera  do  habia  de  esperar  al  Bey  de  Portogal,  y 
estándole  esperando  á  la  hora  entre  ellos  asentada, 
el  relox  de  la  oibdad  que  andaba  errado ,  dio  las 
tres  horas  debiendo  dar  la  una ;  é  como  el  Bey  pen- 
só que  se  habia  tardado  ^considerando  que  el  Bey 
de  Portog^  debiera  ser^nido ,  é  se  habria  buelto, 
porque  no  le  habia  fallado  á  la  hora  asentada  entre 
ellos,  acordó  de  se  volver  luego  á  su  palacio,  por- 
que sus  guardas  no  le  sintiesen  andar  á  aquella  ho- 
ra por  aquellos  lugares.  El  Bey  do  Portogal ,  á  la 
hora  asentada,  pasó  en  el  barco  á  la  parte  de  la  cib- 
dad  al  lugar  de  la  ribera ,  do  pensó  fallar  al  Bey; 
é  visto  que  no  estaba  á  la  hora,  ni  en  el  lugar  entre 
ellos  asentado,  volvió  para  su  real ;  ó  acordó  de  no 
volver  tercera  ves,  considerando  que  aquellos  es- 
torvos  eran  por  algún  misterio.  Muchas  cosas  que 
se  f ablaron  é  trataron  entre  estos  dos  Beyes  sobre 
esta  materia ,  se  dexan  de  poner  en  esta  Orónioa, 
porque  no  o  vieron  efecto.  Ni  esta  se  pusiera,  salvo 
porque  es  bien  que  los  homes  quando  procuran  al- 
gunas cosas,  é  ponen  sus  fuersas  para  conseguir  el 
eibto  que  desean,  é  intervienen  algunos  estorbos  ó 
Impedimentos  semejantes,  conosoan  que  proceden 
de  la  voluntad  divina,  quetíene  ordenadas  las  cosas 
á  otros  fines  contrarios  de  los  que  los  homes  procu- 
ran. E  ansí  todo  home  que  esta  consideración  ovie- 
re,  quando  no  consiguiere  el  fin  que  procura,  habrá 
buena  paciencia ,  si  se  conformare  con  la  voluntad 
de  Dios,  en  cuya  mano  son  los  derechos  de  los  rey- 
nos  é  de  todas  las  otras  cosas.  Sin  dubda  la  Beyna 
veyendo  las  necesidades  que  de  todas  partee  le  ocur- 
rían ,  é  por  quitar  las  guerras  y  estragos  que  se  fa- 
cían en  sus  BeynoB,  estovo  en  propósito  de  dar  al- 
guna suma  de  oro  al  Bey  de  Portogal  para  sus  gas- 
tos ,  ó  para  ayuda  al  casamiento  de  aquella  Dofia 
Juana;  é  siempre  intervinieron  tales  é  otros  seme- 
jantes impedimentos,  que  estorbaron  la  conclusión. 


É  DOSa  ISABEL. 


201 


CAPÍTULO  XLIIL 


Gomo  el  Rey  de  Porf  o|il  tlió  el  real  de  sobre  la  psente  de 

Zamora. 

El  Bey  de  Portogal ,  visto  el  poco  fruto  é  gran 
dafio  que  habia  de  la  estada  en  aquel  lugar ,  sabido 
ansimesmo  como  la  Beyna  que  estaba  en  Tordesi- 
Uas  habia  amblado  gente  á  la  Fuente  del  Sabuco  é 
AlahejoB  para  quitar  los  mantenimientos  que  ve- 
nían á  su  real,  é  que  ya  el  Bey  acordaba  de  facer 
portillos  por  la  parte  de  la  puente  para  que  su  gen- 
te pudiese  salir  á  pelear  con  él ;  pensó  de  levantar 
su  real ,  é  retraerse  á  la  oibdad  de  Toro.  E  para  lo 
facer  mejor,  acordó  de  embiar  secretamente  una 
noche,  con  seguridad  que  ovo  del  Bey,  á  Don  Al- 
varo ,  fijo  del  Duque  de  Berganza,  ó  con  él  al  Licen* 
dado  Antón  Nuñes  de  Oibdad-Bodrígo  en  un  barco 
á  la  clbdad;  los  quales  llevaban  comisión  del  Bey 
de  Portogal  de  asentar  tregua  por  algunos  dias,  en 
los  quales  pudiese  á  su  salvo  alzar  el  real.  Oomo  es- 
tos embaxadoree  pasaron  el  rio,  é  vinieron  al  pala- 
cio del  Bey ,  é  movieron  algunos  partidos  de  con- 
cordia ,  en  los  quales  parecía  al  Bey  é  á  los  de  su 
Consejo  que  no  se  debía  platicar  por  no  ser  rasona- 
bles;  visto  por  Don  Alvaro  é  por  aquel  Licenciado 
que  no  se  aceptaban ,  dixeron  que  se  deberia  facer 
alguna  suspensión  de  guerra  entre  los  Beyes  por 
quince  dias,  durante  los  quales  vemia  la  Beyna  al 
lugar  do  fuese  acordado,  é  presente  ella  se  podria 
mas  largamente  f  ablar  en  la  materia ;  é  que  espera- 
ban en  Dios,  que  se  asentaría  en  ellos  toda  paa,  la 
qual  eran  obligados  á  facer  por  servido  de  Dios,  é 
por  dar  sodogo  en  sus  Beynoe  é  tierras.  A  esta  fa- 
bla  fueron  presentes  con  el  Bey ,  d  Cardonal  de  Es- 
pafia,  y  el  Almirante,  y  el  Duque  de  Alva,  y  d 
Conde  de  Alva  de  Liste,  é  dgunos  otros  oabsJleros 
de  BU  consejo.  El  Bey  quiso  saber  el  voto  de  aque- 
llos que  con  él  estaban  en  su  consejo ,  cerca  de  la 
tregua  qne  aquellos  embaxadoree  demandaron.  Y 
el  parecer  de  dgunos  era  que  la  dobla  otorgar; 
porque  honra  del  Bey  era  dar  logar  que  d  Bey  de 
Portogd  se  fuese  de  alli  do  estaba,  pues  iba  sin  so- 
correr la  fortalesa  ni  conseguir  fruto  ninguno  de 
lo  que  deseaba,  de  lo  qud  venia  cdda  en  su  fecho, 
é  no  podía  ser  mayor  honra  d  Bey ,  que  embiar  el 
Bey  de  Portogd  sus  embaxadoree  é  le  pedir  tregua. 
E  allende  desto  decían,  que  el  Bey  de  Portogd ^ es- 
taba en  tierra  agena,  é  odiosa  á  él  é  su  gente ;  é  que 
diminuyendo  é  gastándose  de  cada  dia  mas ,  de  ne- 
cesarío  le  sería ,  ó  dexar  el  Beyno ,  ó  d  en  él  quide- 
se  estar,  reoebir  gran  mengua  en  su  persona  y  esta- 
do, ó  venir  en  partido  ventajoso  al  Bey  é  la  Beyna 
é  injurioso  á  él.  E  por  tanto  que  la  tregua  que  pe- 
dia gele  dobla  otorgar,  é  no  solamente  de  quince 
dias ,  mas  de  quanto  tiempo  él  quidese ,  en  d  qud 
se  gastarla  é  consumiría,  é  desta  manera  se  doan- 
saria  vénganse  del  mas  presto  que  por  otra  via«  El 
Bey  estaba  dnbdoso  de  otorgar  aquella  tregua,  é 
quiso  saber  d  voto  del  Cardend,  é  rogóle  que  dixe* 
se  lo  que  le  parada;  d  Cardend  propuso  and; 


á92  ' 

«  Sefior ,  por  la  reconciUacioD  ó  pas  del  humanal 
» linago  I  Dios  nuestro  Bedemptor  mnohas  injarias 
•  8a£ri6,  ó  vos  por  la  paa  de  vuestros  Beynos  de- 
»  beis  sufrir  la  injuria  que  parece  habeoos  fecho  el 
»  Rey  de  Portogal  en  asentar  su  real  allí  donde  lo 
B  asenta ;  pdro  quelasufiais  vos  por  tregua  de  quin- 
» 00  dtas,  no  ine  parece  que  es  senrido  vuestro  ni 
»  de  la  Beyna  mi  Sefiora,  ni  menos  honra  de  vues- 
B  tra  corona  real.  Porque  venir  61  allí  con  ánimo  de 
»  vos  injuriar ,  é  procurar  tregua  de  quince  dias  pa- 
a  ra  poder  alzar  su  real  en  salvo,  ¿ quó  otra  cosa  se- 
»  ria,  sino  haber  oomplido  so  propósito,  ó  facer  ver- 
il dadera  la  fanía  que  divulgó ,  como  tenia  puesto 
»  sitio  sobre  la  cibdad  do  vos  estáis ,  ó  que  lo  puso 
»  quando  entendió,  é  lo  alsó  quando  le  plogo,  é  to- 
»  do  á  BU  salvo  sin  resistenoia  ninguna?  To,  Sefior, 
9  f ablaró  en  esta  materia ,  no  como  fijo  de  la  reli- 
»  gion  6  hábito  que  resoebf ,  mas  como  fijo  del  Mar- 
»qués  de  Santillana,  mi  padre,  que  por  el  grand 
V  exeroioio  de  las  armas  suyo  ó  de  sus  progenitores, 
»  fué  experimentado  en  esta  militar  disciplina.  No 
»  es  de  sufrir,  diría  yo,  á  ningún  cabaUero,  mayor- 
t  mente  á  un  Rey  tan  poderoso  como  vos  sois,  que 
»  otro  Rey  estrangero  venga  á  poneros  sitio  dentro 
*  »de  vuestros  Rey  nos  quando  quisiere,  é  lo  levante 
Bsin  dafio  quando  entendiere  que  le  comple,  salvo 
B  necesidad  constrifiente.  B  si  esta  tregua  se  flciese 
»  estando  el  Rey  de  Portogal  en  otro  lugar  de  vuee- 
B  tros  Reynos,  flaqucEa  mostrariamce,  ó  ventaja  da- 
B  riamos  á  los  Portog^eses  que  entraron  y  están  en 
B  ellos  con  tanto  escándalo  6  injuria  vuestra  é  de 
» todos  vuestros  subditos.  Pues  mucho  mayor  fla- 
B  queaa  nuestra  parecería,  si  se  otorgase  habiendo 
B  venido ,  y  estando  allí  donde  está.  La  qual  estada, 
B  no  á  la  grandeza  de  su  hueste ,  ni  á  la  flaqueaa  de 
8  vuestro  poderío  se  debe  imputar ,  mas  á  la  dispo- 
B  sicion  del  lugar  que  fallaron  para  impedir  la  sali- 
B  da  de  vuestros  caballeros ,  caso  que  muchos  mas 
B  fuesen  que  los  Portogneses.  Bste  impedimento  qui- 
B  tado,  ¿quién  impedirá  la  venganza  de  la  injuria 
B  que  ante  los  ojos  tenemos,  si  no  fuese  gran  flaque- 
B  za  nuestra ,  é  subjecion  otorgada  á  los  Portogue- 
B  ses  ?  Los  quales  pues  no  vinieron  por  la  parte  don- 
B  de  la  fortaleza  se  dobia  socorrer,  ni  su  estada  allí 
B  impide  los  mantenimientos  ó  otras  cosas  necesarias 
B  á  la  cibdad ,  claro  parece  haber  venido  solo  por 
B  adquirir  gloria  de  la  fama  que  han  divulgado. 
B  Esta  por  cierto  deben  llevar  sangrienta,  é  no  ansí 
B'lhnpia  como  presumen  llevar ;  porque  allí  do  pu- 
B  blicaron  tener  sitiada  vuestra  persona  real,  se  se- 
Bpa  ansimesmo  como  ovieron  el  pago  de  su  indis- 
B  creta  osadía.  Oa  de  otra  guisa,  seríamos  transgre- 
B  sores  de  las  leyes  de  la  caballería,  que  defienden 
Bla  disimulación  de  semejante  injuría,  teniendo, 
B  como  tenéis  por  la  gracia  de  Dios ,  fuerzas  para  la 
B  vengar.  E  mucho  debria  gemir  el  estado  reiJ  vuee- 
B  tro  é  de  la  Reyna  mi  sefiora ,  mucho  vuestra  hon- 
.  B  ra  ó  la  suya,  mucho  los  grandes,  los  generosos, 
B  los  caballeros ,  los  fidalgos ,  é  generalmente  todos 
B  vuestros  Reynos ,  si  de  tal  injuria  no  se  mostrase 
Bsentipaiento.  El  qual  la  Reyna  ha  tanto  mostrudo 


ORÓNIOÁS  DE  LOS  RETES  DE  OASTILlA. 


BOU  palabras,  ó  proveído  en  obras,  forneoiendo 
B  vuestra  hueste  de  gentes  ó  de  las  otras  cosas  nece- 
B  serias ,  que  seria  mostrar  gran  flaqueza  si  dexáse- 
B  des  el  fin  para  que  todo  ello  se  aparejó.  Habemos 
B  de  considerar ,  muy  poderoso  Sefior ,  que  durar  los 
B  Portogueses  en  aquel  lugar  muchos  ni  pooos  dias, 
B  caso  que  la  pena  del  tiempo  y  el  dafio  que  reciben 
B  pudiesen  su&ir,  no  seria  posible  por  la  falta  de 
bIos  mantenimientos  que  la  gente  que  embió  la 
B  Reyna  puesta  á  sus  espaldas  les  face.  Ansí  que  de 
B  necesario  les  será  alzar  de  allí ,  ó  volver  donde  sa- 
B  lieron.  B  la  vuelta  que  facen  los  exórdtos  ñn  f a- 
Bcer  fruto,  notorio  es  que  les  pone  gran  flaqueza, 
B  porque  los  brazos  geles  caen  juntamente  con  loa 
B  ánimos,  é  no  vuelven  con  aquel  vigor  con  que  sa» 
B  len  á  la  facienda.  E  ansí  bien  es  de  creer,  que  el 
B  orgullo  que  estos  Portogueses  traxeron  quando  allí 
B  vinieron,  el  poco  fruto  que  han  conseguido,  y  el 
B  mucho  trabajo  que  han  padecido,  les  ha  puesto 
B  mas  en  deseo  de  reparar ,  que  de  pelear.  Repre- 
B  sénteseos,  Sefior,  qnanta  fuerza  6  quanto  deseo  de 
B  pelear  tenia  la  gran  hueste  que  llevastes  á  Toro 
B  á  presentar  la  primera  batalla  que  presentastes  al 
B  Rey  de  Portogal ;  é  pensad  también  quanta  fla- 
B  queza  ó  desorden  á  la  vuelta  traíamos ,  por  no  con- 
B  seguir  el  efecto  que  pe^^bamos.  De  lo  qual  si  loe 
B  enemigos  fueran  avis^Rs,  pudieran  con  pocos 
B  desbaratar  toda  aquella  multitud  de  gente  que  allí 
B  con  Vuestra  Sefioría  venimos ,  si  Dios  no  les  c^a- 
B  ra  el  conocimiento.  Desta  ceguedad ,  muy  podero- 
Bso  Sefior,  debemos  carecer,  pues  vemos  la  razón 
B  junta  con  la  experiencia,  que  nos  avba  é  amoues- 
B  ta  lo  que  debemos  facer.  Allende  desto  es  de  pen- 
B  sar  que  ellos  están  en  tierra  agena,  que  natural- 
B  mente  les  pone  temor, ó  de  los  Castellanos  que  es- 
B  tan  con  ellos ,  no  bien  seguros  é  trabajados  é  muy 
B  fatigados  de  la  fortuna  del  tiempo  que  han  pasa- 
B  do  en  el  campo.  Los  vuestros  por  la  gracia  de  Dios 
B  deseosos  de  serviros ,  é  de  se  vengar  de  aquella 
B  osadía  que  han  cometido  los  Portogueses :  sus  per- 
»  sonas  6  sus  caballos  han  estado  en  casas,  defendi- 
B  dos  de  la  fortuna  del  invierno.  Están  igisimesmo 
B  muy  dispuestos  para  la  batalla,  porque  ellos  salen, 
BÓ  los  contrarios  vuelven.  Conoced  pues,  Sefior,  la 
B  ventura  que  diviuainente  so  os  ofrece.  Sabed  usar 
B  della ;  no  la  perdáis ,  ni  la  prolonguds ,  porque  no 
B fagáis  esta  question  inmortal*  La  qual,  otorgando 
B  treguas,  do  necesario  durará,  ó  andaréis  luchando 
B  con  las  mudanzas  que  la  fortuna  suele  facer ;  en 
Blas  quales  vuestras  fuerzas  se  enflaquecerán  de  tal 
B  manera,  que  no  podréis  negar  á  los  vuestros  las 
B  mercedes  que  os  demandaren,  ni  castigar  los  yer- 
B  ros  que  fícieren ,  por  las  necesidades  continas  que 
B  en  la  división  teméis.  E  ansí  en  poco  tiempo  á  vos 
B  ó  á  la  Royna  quedará  poca  facultad  para  dar ,  é 
B  menos  para  usar  de  la  justicia  que  sois  obligados: 
B  donde  se  sigo  irá  que  estos  Reynos  se  conviertan 
B  en  una  disolución  de  tiranías,  de  que  Djos  sea  de- 
B  servido,  6  vos  podría  ser  que  oviésedes  alguna 
B  tentación  por  el  pecado  de  la  negligencia.» 


DON  FBBNANDO  ¿ 


CAPÍTULO  XLIV. 

De  U  respqesUi  qne  llenron  los  embaladores  del  Rey 

de  PortogaL 

Mucho  plogo  al  lley  é  A  todos  los  mas  do  los 
Grandes  é  Oaballeros que  oon  él  estaban,  déla  fabla 
qae  el  Cardenal  fizo ;  por  la  qoal  el  Bey  deliberó  de 
no  otorgar  aquella  tregua,  ni  por  sola  una  hora,  ó 
mandó  llamar  i  Don  Alvaro  é  á  aquel  Licendado 
para  les  dar  la  repuesta.  Aquellos  embaxadoros 
venidos  al  Consejo,  porque  el  Cardenal  estaba  muy 
pesante  de  la  destruicion  que  ol  Rey  de  Portogal 
habia  fecho  en  el  monestorio  de  Sant  Francisco, 
donde  asentó  el  real ,  les  dizo :  «Decid  vosotros  al 
9  Bey  de  Portogal  que  mal  ha  guardado  la  casa 
>  consagrada,  donde  Dios,  de  quien  él  esperaba  ayu- 
•da,  era  adorado.  Mucho  estamos  ac¿  maravillados 

•  de  su  devoción  consentir  tan  gran  destruicion  on 
•templo  tan  notable.  Los  bárbaros  qnando  por  fuer- 
•zade  armas  entraron  la  cibdad  de  Boma,  con  gran- 
•de  veneración  guardáronlos  templos,  é  nunca con- 

•  sintieron  en  ninguna  casa  de  oración  facer  una 

•  sola  violencia  de  las  muy  muchas  que  Su  Señoría 
•ha  fecho  é  permitido  facer  en  aquel  santo  templo. 
•De  mi  parte  le  decid  que  mucho  debe  á  Dios  por 
•causa  desta  transgresionl  ansi  para  lo  satisfacer  en 
•obra  ext^ior,  como  en  penitencia  é  contrición  in- 

•  terior.»  B  porque  el  Bey  habia  rogado  al  Cardenal 
que  les  diese  la  respuesta  acordada ,  les  dixo  que  el 
Bey  habia  deliberado  en  su  Consejo  de  venir  en 
qualquiera  medio  de  pan  é  concordia  raEonable,  aun- 
que en  algo  fuese  perjudicial  á  él  é  á  la  Beyna,  por 
dar  pas  é  sodogo  en  sus  Beynos.  Poro  que  esto  con- 
venía facerse  luego  desdo  aquel  lugar  do  el  Bey  de 
Portogal  estaba,  pues  por  estar  tan  cerca  podrían 
platicar  mas  prestamente  en  las  materíasé  dar  oon- 
clusion  en  ellas,  lo  que  no  se  podría  ansi  buenamen- 
te facer  estando  apartados  el  uno  del  otro.  B  que 
para  estar  allí  donde  estaba  en  tanto  que  duraba  la 
plática  de. la  concordia,  razonable  cosa  ora  quo  so 
fidese  la  tregua  que  de  su  parte  se  movia ;  pero  quo 
fuese  cierto  que  de  alli  no  se  habia  de  apartar  solo 
un  paso  sin  perpetua  paz  ó  cruel  batidla.  Bcon 
aquella  respuesta  voHieron  Don  Alvaro  é  aquel 
Licendado  que  oon  él  vino. 

CAPÍTULO  XLV. 

« 

De  U  batalla  Real  qve  faé  feeha  eitre  Toro  é  Zamora. 

Bl  Bey  de  Portogal  é  la  gente  de  su  hueste,  no 
podiendo  sufrir  mas  la  estada  en  aquel  lugar,  ansi 
por  la  fortuna. del  tiempo,  como  porque  la  gente 
que  la  Beyna  habia  puesto  en  la  Fuente  dd  Sabuco 
les  quitaba  los  mantenimientos ,  acordó  de  alzar  el 
real  que  habia  puesto.  B  porque  Don  Alvaro  y  el 
Licendado  de  Cibdad-Bodrigo  no  hablan  traido 
conclusión  de  la  tregua  que  habia  embiado  procu- 
rar; pensó  de  lo  alzar  de  noche,  é  tan  calladamente 
que  las  guardas  que  estaban  en  la  puente  no  lo  sin- 
tiesen, y  embió  todo  su  fardage  adelante.  B  un  Vier- 


DOÍfAISABBL.  293 

nes  por  la  maftána,  primero  dia  de  Marzo  deste  afio 
de  mil  é  quatrodentos  é  setenta  é  seis  afios,  ante  im 
poco  del  alba  del  dia,  ordenadas  sus  batallas  volvie- 
ron  para  la  cibdad  de  Toro.  Qnando  las  guardas  ¿e 
la  puente  vieron  bien  por  la  mafiana  como  d  Bey 
de  Portogal  habia  alzado  el  real,  é  que  el  impedi- 
mento de  la  salida  al  campo  por  la  puente  era  ya 
quitado,  fuéronlo  á  decir  al  Bey.  B  como  lo  sopo,    . 
mandó  luego  armar  su  gente ;  la  qual  comenzó  á  sa- 
lir por  la  puente,  é  la  salida  era  tan  estrecha,  é  las 
cavas  é  baluartes  ^ue  estaban   fechos  ddante  la   , 
puente  eran  tantos,  que  no  podian  salir  los  del  Bey, 
sino  pocos  á  pocos.  B  tanta  era  la  voluntad  que  to- 
dos tenian  de  salir,  é  de  ir  empos  de  los  Portogue- 
ses,  que  muchos  de  los  peones  sallan  en  baroos,  é 
otros  se  aventuraban  á  salir  por  la  presa  que  estaba 
en  el  río.  De  manera  que  quando  todos  fueron  sali- 
dos por  una  parte  é  por  otra,  era  ya  pasada  gran 
parte  del  dia.  B  porque  muchos,  and  de  pie  oomo 
de  caballo,  iban  desordenadamente  empos  de  los 
Portogueses,  el  Bey  mandó  á  un  su  capitán ,  que  lla- 
maban Diego  de  Ovando  de  Cáceres,  que  con  do-, 
cientos  hombres  á  caballo  fuese  á  tener  la  gente, 
que  no  fuese  desordenada,  fasta  que  todos  los  de  su 
hueste  fuesen  salidos  de  la  dbdad  é  puestos  en  or- 
den de  batalla.  Como  la  gente  de  armas  é  peones 
salió  fuera  de  la  cibdad,  luego  d  Bey  mandó  orde- 
nar todas  sus  gentes  de  armas  en  esta  manera.  Bn 
su  batalla  real  iba  Don  Bnríque  Bnriquez,  su  Ma- 
yordomo mayor,  con  algunos  caballeros  sus  oriadoe, 
é  otros  fijosdalgo  oontinos  del  palacio  red*  Ansi- 
mesmo  iba  la  gente  de  armas  de  Gdida,  que  embió 
d  Conde  de  Lemos,  é  otros  oaballeros  de  aquel  Bey- 
no ;  é  las  gentes  de  armas  de  Salamanca,  é  Zamora, 
é  Cibdad-Bodrigo,  é  Medina,  é  Valladolid,  é  Olme- 
do, que  hablan  venido  á  le  servir.  Otrod  ibaú  seis 
esquadras  de  gente,  en  una  de  las  qudes  iba  por 
capitán  Don  Alvaro  de  Mendoza,  á  quien  el  Bey  é 
la  Beyna  dieron  títdo  de  Conde  de  la  su  villa  dé 
Castroxeríz ;  y  en  esta  iban  Gutierre  de  Cárdenas,  é 
Bodrigo  do  Ulloa,  sus  Contadores  mayores.  Bn  otra 
esquadra  iban  por  capitanes  d  Obispo  de  Avila,  ó 
Alonso  |de  Fonseca,  sefiorde  Coca  é  Alahejos.  Bn 
otra  iba  por  capitán  un  caballero  que  se  llamaba 
Pedro  de  Quzman.  Bn  otra  esquadra  iba  otro  que 
se  llamaba  Bemd  Franoes.  Bn  otra  esquadra  iba 
por  capitán  Pedro  de  Velasoo.  Bn  otra  esquadra  iba* 
Vasoo  de  Vivero.  Todas  estas  seis  esquadras  de 
gente  iban  á  la  mano  derecha  de  la  batalla  dd  Bey, 
á  la  parte  de  las  cuestas  que  se  facen  yendo  de  Za- 
mora á  Toro  por  aqudla  parte  de  la. puente.  Bn  la 
ala  izquierda  de  la  batalla  del  Bey,  á  la  parte  dd 
río  de  Duero  iban  d  Cardend  de  Bspafla  con  la 
gente  de  su  casa,  é  luego  cerca  del  iba  d  Duque  de 
Alva  oon  otra  esquadra  de  la  gente  de  su  oasa ;  é  de  . 
la  otra  parte  d  Almirante  Don  Alonso  Enriques, 
tio  del  Bey,  y  en  aquella  batdla  iba  Don  Bnriqne 
Bnriquez,  Conde  de  Alva  de  Liste.  Bn  otra  batalla 
iba  Don  Garda  Osorio,  capitán  de  la  gente  dd  Mar- 
qués de  Astorga,  su  sobrino,  y  el  peonage  iba  enme- 
dio  de  aquellas  batallas;  Puestas  todas  estas  esqua- 


29€ 


OBÓNIQAS  DE  LOS  BISTBS  DE  CASTILLA. 


drasde  gentes  en  Orden,  el  Bey  con  oonsejo  del 
Cardenal  é  de  aqnelloe  caballeree  qae  con  él  iban, 
mandó  mover  ene  haces,  é  fueron  empos  de  las  ba- 
tallas del  Bey  de  Portogal,  fasta  el  medio  oamino 
qae  es  de  Zamora  á  Toro.  B  llegaron  á  un  portillo 
estrecho,  que  se  face  entre  las  cuestas  y  el  rio,  por 
el  qnal  no  puede  pasar  mucha  gente  junta.  E  por^ 
que  fué  dicho  al  Bey,  que  no  podria  alcanzar  al  Bey 
de  Portogal,  é  que  antes  que  oviese  pasado  aquel 
portillo,  todas  aquellas  gentes  portogueeas  serian 
puestas  en  salvo  en  la  cibdad  d%  Toro,  mandó  estar 
quedas  las  batallas,  é  que  so  juntasen  los  capitanes; 
é  juntos  allí  en  el  campo,  preguntóles  si  seria  bien 
pasar  su  hueste  mas  adelante.  Ovo  ende  algunos 
cuyo  consejo  era  que  el  Boy  se  tornase  á  Zamorii, 
pues  en  llegar  fasta  aquel  lugar  empos  de  su  adver« 
sario,  habla  fecho  todo  lo  que  se  debia  faceré  com- 
pila á  BU  honra,  mayormente  que  el  Bey  de  Porto- 
gal  no  esperaba,  é  iba  como  de  fuida,  é  no  volvía  la 
rienda  para  pelear.  B  ansimesmo  deoian,  que  era  ya 
tarde,  y  en  el  tiempo  que  era  menester  para  pasar 
la  gente  aquel  portillo,  seria  tanto  de  noche,  que  no 
podrian  pelear.  T  estando  el  Bey  en  esta  dubda,  el 
Cardenal  le  dizo :  aSefior,  si  mandáredes,  yo  pasaré 

•  aquel  portillo,  é  veré  las  batallas  del  Bey  de  Por- 
Dtogal,  é  vista  la  forma  como  van  ordenadas,  ha- 
sbr^is  acuerdo  si  debéis  pasar  el  portillo;  porque 
B agora  ni  vuestras  batallas  ven  á  las  suyas,  ni  los 
w suyas  ven  á  las  vuestras,  para  que  vey endose  los 

•  unos  á  los  otros,  se  pueda  conocer  de  que  propóei- 
» to  están  los  Portogueses.  Porque,  Sefior,  un  ánimo 
pone  la  absencia,  é  otro  la  presencia  del  enemigo. 
t  Quando  los  Portogueses  vieren  vuestras  batallas,  é 
»no  esperaren,  estonces  se  puede  decir  que  van  fu- 
» yendo,  ó  podéis  mandar  soltar  alguna  gente  que 

•  vaya  empos  dellos  para  les  facer  dafio.  E  si  de  aquí 
»  acordáis  volver  sin  ver  vuestro  adversario,  é  lo 
•poner  en  fuida,  no  se  puede  con  verdad  decir  que 

•  él  dia  de  hoy  habéis  llevado  la  honra  que  vos  que- 

•  reis  é  todos  deseamos.  B  sabe  bien  Vuestra  Sefioría, 

•  que  el  deseo  de  todos  vuestros  caballeros  era  verse 
•en  campo  con  los  Portogueses ;  é  no  me  parece  co- 
•sa  de  caballeros,  agora  que  vemos  lo  que  desea- 
•mos,  no  poner  en  obra  lo  que  mostrábamos  desear.» 
El  Bey  oida  aquella  razón  del  Cardenal ,  dixo  que 
era  muy  buen  consejo.  E  luego  el  Cardonal,  solo 
con  un  capitán  que  se  llamaba  Pedro  de  Quzmau, 
pasó  el  portillo ;  é  vido  la  geuto  del  Bey  de  Porto* 
gal  é  sus  haces ,  que  iban  puestas  en  orden  de  bata- 
lla, peto  no  iban  desconcertadas  ni  en  fuida.  Porque 
oomo  sopo  el  Bey  de  Portogal  que  el  Bey  liabia  sa- 
lido de  Zamora  con  su  hueste  para  venir  contra  él, 
ovo  consejo  con  sus  caballeros,  que  era  grand  inju* 
ría  desordenar  su  hueste.  El  Cardenal  quando  los 
vido,  tomó  al  Bey,  é  dízole :  a  Señor,  el  Bey  de  Por- 
•togal  no  vafuyendo  oomo  decían,  antes  lleva  sus 

•  batallas  ordenadas;  é  si  vos  mandásedes  agora 
A  volver  vuestras  gentes,  é  no  fuésedes  contra  él, 

•  llevaría  hoy  do  vos  toda  la  honra  que  vos  pensáis 

•  llevar  del,  pues  no  le  ponois  en  fuida.  Por  ende 
«carecería  que  debéis  mandar  pasar  adelante  toda 


•  la  gente,  é  que  se  aparejen  todos  para  la  batalla, 
»  si  el  Bey  de  Portogal  esperare;  é  fio  por  Dios  en 
»  cuya  mano  son  las  victorias,  que  vos  dará  hoy  el 

•  vencimiento  que  todos  esperamos.»  Luego  el  Bey 
mandó  á  todos  aquellos  capitanes,  que  fuese  cada 
uno  al  lugar  do  hablan  dezado  su  esquadra  de  gen- 
te ;  é  movió  oon  su  batalla  adelante  contra  los  Por- 
togueses ordenadamente,  oomo  homes  que  habían 
de  pelear.  E  amonestóles  que  ficiesen  como  fidalgos 
é  buenos  y  leales  vasallos  deben  facer,  é  que  tovie- 
sen  ante  los  ojos  la  injuria  que  habían  pooo  antea 
rocebido  de  los  Portogueses,  asentando  allí  do  asen- 
taron su  real ;  é  que  no  ge  les  olvidase  en  el  campo 
la  voluntad  que  tenían  en  casa  de  pelear  oon  ellos. 
Los  capitanes  se  apartaron  del  Bey,  é  cada  uno  de- 
llos fué  para  su  gente,  é  la  amonestó  lo  mejor  que 
pudo  para  la  batalla,  é  pasaron  todos  aquel  portillo. 
Sabido  por  el  Rey  de  Portogal  que  el  Bey  venia 
empos  del,  reputando  á  gran  mengua  si  no  tornase 
á  pelear,  mandó  volver  sus  batallas,  y  esperar  al 
Bey  é  darle  batalla,  porque  había  poca  diferencia 
en  el  número  de  la  gente  de  caballo  del  un  ezército 
al  otro.  E  sus  batallas  iban  ordenadas  en  esta  ma- 
nera. En  la  batalla  suya  iba  el  Conde  de  Lenle,  é 
Pereyra  su  guarda  mayor  oon  sus  gentes,  é  muchos 
caballeros  y  escuderos  Castellanos  que  estaban  en 
su  compañía.  En  la  ala  de  su  mano  izquierda  iba  el 
Principe  su  fijo  con  otra  esquadra,  do  iba  de  la  me- 
jor gente  de  toda  su  hueste,  é  oon  él  iba  en  otra  es- 
quadra el  Obispo  do  Ebora  con  su  gente ;  y  estas 
dos  batallas  del  Principe  é  del  Obispo,  iban  fome- 
cidas  de  gran  número  de  espingardas  é  otros  tiros 
de  artillería.  En  la  ala  de  la  mano  derecha  iba  otra 
esquadra,  do  iba  por  capitán  el  Conde  de  Faro  con 
su  gente  é  oon  la  gente  del  Duque  de  Guimarains, 
su  hermano.  Y  en  otra  batalla  iba  el  Arzobispo  de 
Toledo  con  toda  la  gente  de  su  cosa,  y  en  esta  ala 
iba  otra  esquadra,  do  iba  por  capitán  el  Conde  de 
Villareal,  y  en  otra  batalla  iba  el  Conde  de  Monsant 
con  sus  gentes.  El  peonage  del  Bey  de  Portogal 
venía  repartido  en  quatro  partes,  todas  á  la  parto 
del  rio.  E  ansí  el  Boy  de  Portogal,  como  todos  aque- 
llos capitanes,  amonestaban  sus  gentes  á  la  batalla, 
é  poníanles  esfuerzo,  para  que  oon  mejor  ánimo  po- 
loason.  Puostos  los  unos  é  los  otros  en  orden  de  ba- 
talla, como  las  banderas  enemigas  se  vieron,  fecho 
por  las  trompetas  el  signo  de  pelear,  los  unos  se 
vinieron  para  los  otros  con  recio  cometimiento,  é 
las  batallas  se  invistieron  unaa  en  otras;  é  nom- 
brando cada  uno  su  apellido,  los  unos  Fernando,  los 
otros  Alfonso,  se  enoontraron  con  las  lanzas.  E  lue- 
go aquellos  seis  capitanes  castellanos,  que  habemos 
dicho  que  iban  á  la  mano  derecha  de  la  batalla  del 
Bey,  contra  los  qualea  vino  á  encontrar  el  Príncipe 
do  Portogal  y  el  Obispo  de  Ébora,  volvieron  las  es- 
paldas é  se  pusieron  en  fuida,  porque  en  ellos  no 
había  tanta  gente  cómo  en  la  batalla  del  Principe 
de  Portogal,  é  porque  la  batalla  de  los  Portogueses 
iba  toda  junta,  é  la  de  los  Castollanos  repartida  en 
seis  partes,  en  especial  por  ol  gran  dafio  que  á  los 
primeros  encuentros  recibieron  de  la  muchedumbre 


DON  FEBNANDO 

de  tts  Mpingardas  é  trtínerla  qne  yenU  en  U  bata- 
lis  del  ránoipo.  El  B^  é  los  de  aa  batalla,  é  loa 
otros  Ghrandes  é  Caballeros  que  iban  en  las  otras  es- 
qnadras  á  la  mano  iaqnierdaí  enoontraron  con  la 
batalla  del  Bey  de  Portogal  é  del  Arzobispo  de  To- 
ledo, é  contra  las  otras  de  los  Portogneses  qae  iban 
en  e)  ala  de  sn  mano  derecba;  é  quebradas  las  lan- 
ías, yinieron  al  combate  de  las  espadas.  B  todos 
reyneltoa  nnoa  con  otros,  sonaban  los  golpea  de  las 
armas  y  el  estniendo  del  artillería  é  las  roces,  anos 
nombrando  su  apellido,  otros  gimiendo  sus  llagas 
é  caídas,  otros  demandando  aynda,  otros  repreben- 
diendo  loa  qne  veian  negligentes  en  pelear,  y  esfor- 
aándolos  qne  peleasen.  E  porqne  entre  los  Castella- 
nos é  Portogneses  babia  la  vieja  qnestion  sobre  la 
faerza  y  el  esfaeno  de  las  personas,  cada  nno  por 
sn  paite  se  disponía  á  la  maerte  por  aloansar  la  Vi- 
toria. Duró  la  fortuna  saspensa  desta  batalla  por 
espacio  de  tres  boras ,  qne  no  se  mostraba  el  venci- 
miento  de  la  nna  parte  ni  de  la  otra.  En  este  tiempo 
los  capitanes  ayudaban  y  esforzaban  á  los  sayos, 
cada  uno  en  el  lagar  do  era  menester.  Al  fin  no  po- 
diendo los  Portogneses  sofrir  las  fuerzas  de  loa 
Castellanos,  fueron  desbaratados,  é  vueltas  las  es- 
paldas se  pusieron  en  fuida  por  escapar  en  la  gua- 
rida que  tenian  cerca  en  la  cibdad  de  Toro.  B  mu- 
chos de  los  peones  portogneses  é  otros  caballeros 
se  lanzaron  en  el  rio  de  Duero  pensando  escapar 
nadando ;  algunos  de  los  quales  fueron  fallados  en 
Zamora,  que  los  llevaba  el  rio.  El  Bey  de  Portogal 
como  vido  su  gente  desbaratada,  acordó  de  dexar 
el  camino  de  Toro,  por  no  reoebir  dafio  de  los  del 
Bey  4^0  seguían  el  alcance;  é  con  tros  ó  qnatro  que 
quedaron  con  él  de  todos  los  que  tonian  cargo  de 
guardar  su  persona,  aportó  esa  noche  á  Castronufio, 
do  fué  recebido  é  servido  por  el  alcayde  en  la  for- 
taleza. Muchos  de  los  que  fueron  en  aquellas  seis 
batallas  de  los  Castellanos  desbaratados  al  principio 
por  el  Príncipe  de  Portogal,  visto  el  vencimiento 
que  el  Bey  é  los  de  las  otras  batallas  que  con  él 
eran  babian  fecho  por  la  parte  do  ¡aleaban,  volvie- 
ron é  juntáronse  con  la  gente  del  Bey,  é  tomaron  á 
pelear.  E  allí  fué  tomado  por  el  Cardenal  é  por  la 
gente  de  armas  que  guardaba  su  persona,  el  estan- 
darte del  Bey  de  Portogal.  E  porque  se  detenia  que- 
riendo escapar  de  muerte  al  alférez  á  quien  fué  to- 
mado, aqud  ci^allero  Diego  de  Ovando  de  Cáceres 
que  habemos  dicha,  le  dizo :  Seguid^  ieñor,  la  vitaría 
que  Dio9  ka  querído  dar  oy  al  R«y^  é  no  vos  oen- 
péi$  en  €iio  qué  ntá  ya  vencido.  El  Cardenal  dexó 
aquel  lugar,  y  encomendó  el  estandarte  á  dos  caba- 
lleros que  se  llamaban ,  el  uno  Pedro  de  Velasoo,  y 
el  otro  Pero  Vaca,  los  quales  lo  tornaron  á  perder. 
E  fueron  tomadas  ocho  vanderas  de  los  Portogne- 
ses, é  traídas  á  la  cibdad  de  Zamora;  é  fueron  muer- 
tos ranchos  do  la  nna  parte  é  de  la  otra  (1).  Pero  de 

(1)  Bl  Cira  de  los  Pilaeios  dieeqoe,  i  lo  qoe  pudo  stbarae/ 
morlerov  de  los  del  Rey  Don  Alonso  hasta  mil  y  doelentos,  entre 
ellos  el  Alféres  qae  llevaba  el  penden  real ;  ciyo  arnés  y  tamblea 
el  pendón  diee  se  eonserraba  en  sn  Hempo  en  la  eapilla  de  los 
Kejes  de  Toledo.  Bl  Cronista  no  apante  el  logar  izo  déla  batailai 


É  D09A  ISABEL.  296 

los  Portogneses  fueron  mas  los  que  murieron  lanzán- 
dose en  el  rio  por  escapar,  que  los  que  mató  el  fierro 
peleando.  Fueron  ansimesmo  presos  mudios  de  los 
Portogneses,  entro  los  quales  fué  preso  el  alferes 
que  traía  el  pendón  real  del  Bey  de  Portogal,  é 
traído  á  la  cibdad  de  Zamora.  El  Bey  é  la  Beyna 
mandaron  poner  el  ames  de  aquél  alferes  que  fué 
tomado,  en  la  capilla  de  los  Beyes  de  Santa  María 
de  Toledo,  do  está  puesto  fasta  el  presente  día.  Fe- 
cho el  desbarato,  é  venida  la  noche,  fué  tan  grande 
la  turbación  que  los  Portogneses  ovieron  en  la  ba- 
talla, que  no  miraron  por  su  Bey,  ni  ovieron  lugar 
de  le  guardar ;  é  por  escapar  la  vida,  lea  fué  turbado 
el  consejo  de  lo  qne  á  la  hora  eran  obligados  de  fa- 
cer, é  siguieron  la  via  de  Toro,  do  pensaron  que  su 
Bey  habría  aportado.  De  la  parte  del  Bey  fueron 
algunos  muertos  é  feridos  en  la  batalla,  pero  nin- 
guno fué  preso,  salvo  Don  Enrique  Enriques,  Conde 
de  Alva  de  Liste,  el  qual  pensando  que  iba  acompa- 
flado  deles  suyos,  fué  tanto  adelante  en  el  aloancci 
que  cerca  de  la  puente  de  Toro  fué  preso  por  los 
Portogneses.  En  este  alcance  fueran  mnohos  mas 
Portogueses  muertos  é  presos,  salvo  por  el  impedi- 
mento de  la  noche,  é  de  la  gran  lluvia  que  aquella 
hora  facía  ;é  ansimesmo  porque  veyéndose  en  aprie- 
to los  Portogueses,  acorríanse  al  apellido  de  los 
Castellanos,  é  llamaban  Femando^  Femando;  é  con 
este  apellido  muchos  dellos  fueron  libres  de  muerte 
é  prisión.  El  Príncipe  de  Portogal,  visto  que  la  gen- 
te del  Bey  su  padro  era  vencida  é  desbaratada,  pen- 
sando reparar  algunos  de  los  que  iban  fuyendo,  su- 
bióse sobro  un  cabeao,  á  donde  taftendo  las  trompe- 
tas, é  faciendo  fuegos,  é  recogiendo  su  gente,  esto- 
vo quedo  con  su  batalla,  é  no  consintió  salir  dellaá 
ninguno.  Contra  él  qual  el  Cardenal  de  Espafia,  é 
ansimesmo  el  Duque  de  Alva,  quisieran  ir  con  al- 
gunos que  pedieran  recoger  de  aquellos  que  v^ían 
del  alcance,  é  de  otros  que  andaban  derramados  por 
el  campo  tomando  caballos  é  prisioneros;  é  no  pe- 
dieron recoger  la  gente  ni  moverla,  porque  \%  noche 
era  tan  escura,  que  ni  se  veian  ni  se  conocían  unos 
á  otros,  é  la  gente  estaba  cansada,  é  déUos  no  habían 
comido  en  todo  el  día,  porque  de  Zamora  habían 
salido  mucho  por  la  mafiana.  EH  Bey  volvió  luego 
para  la  cibdad  de  Zamora,  porque  le  dixeron  qne 
podria  venir  gente  del  Bey  de  PortogiÚ,  de  la  que 
había  quedado  en  la  cibdad  de  Toro  por  la  otra  par- 
te del  rio,  á  dar  en  las  estansas  que  dexó  sobro  la 
fortaleaa  de  Zamora.  T  el  Cardenal  y  el  Duque  de 
Alva  quedaron  en  el  campo  recogiendo  la  gente,  é 
volvieron  oon  ella  á  la  cibdad  de  Zamora. 

CAPÍTULO  XLVL 

De  las  eosat  qve  pasaron  ea  Toro  la  noche  del  f  eaehalealo. 

El  Duque  de  Guimarains,  que  había  quedado  por 
mandado  del  Bey  de  Portogal  en  la  guarda  de  la 

qae  fié  el  Campo  de  Pelayo  Geniales,  ana  le^oa  de  Toro»  eomo  se 
fe  por  nn  despaeho  del  Hoy  Don  Femando  heeho  ea  Zamora  en  9 
de  Mano,  qne  trae  Záfiiga,  Anei.  éé  BiHiUt^  ele  1476.  Beraatd., 


296 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  0A8TILLA. 


cibdad  de  Toro,  veyendo  venir  la  gente  Portoguesa 
desbaratada,  ó  que  el  Ansobiepo  de  Toledo  é  loe 
otros  oaballeros  é  capitanes  Portogneses  vonian  sin 
el  Boy  de  Portogal,  del  qual  no  sabian  decir  nue- 
vas, sospechó  que  los  Castellanos  que  estaban  en 
su  oompafiia  hablan  cometido  alguna  traycion  en 
la  batalla  contra  él ;  ó  fizo  guardar  el  muro  ó.  las 
puertas  de  la  cibdad,  ó  acordó  de  poner  gente  de 
armas  á  la  puerta  de  la  puente ,  ó  no  dexar  entrar  á 
ninguno  en  la  cibdad  fasta  que  el  Bey  de  Portogal 
viniese.  El  Arzobispo  de  Toledo  ó  los  otros  caballe- 
ros, ansí  Portoguesescomo  Castellanos,  é  otras  gentes 
que  venian  fuyendo  de  la  batalla,  especial  los  feri- 
dos  que  se  querían  curar,  recelando  prisión  ó  muerte 
si  los  del  Bey  siguiesen  el  alcance,  daban  voces,  los 
Castellanos  repitiendo  el  servicio  que  hablan  fecho 
al  Bey  de  Portogal  poniéndose  por  él  á  la  muerte; 
otros  lloraban  sus  llagas,  otros  lloraban  las  muer- 
tes de  sus  amigos  é  parientes,  otros  daban  voces 
preguntando  por  sus  sefiores.  Los  Portogneses  de 
dentro ,  escandalizados  por  la  sospocha  que  hablan 
concebido,  agrandes  voces  preguntaban  á  los  de 
fuera  si  venia  el  Bey.  Los  de  fuera  con  recelo  del 
peligro  en  que  estaban ,  rogaban  que  les  abriesen.  E 
ansí  en  los  unos  como  en  los  otros  habia  turbación 
é  confusión,  especialmente  porque  los  Castellanos 
que  alH  eran  recolaban  de  los  Portogneses,  é  los 
Portogneses  de  los  Castellanos.  T  en  aquella  hora 
ni  habia  seftor  que  los  mandase  ni  discreción  que  los 
ministrase ;  é  ansi  duró  la  turbación  entre  ellos  fas- 
ta que  el  Principe  de  Portogal  llegó ,  el  qual  luego 
entró  dentro  en  la  cibdad,  é  mandó  que  abriesen  al 
Arzobispo  de  Toledo  é  á  todas  aquellas  gentes,  an- 
si Portogueses  como  Castellanos.  Esa  noche,  como 
el  Bey  de  Portogal  no  pareóla  en  el  campo,  ni  ha- 
bia aportado  á  la  cibdad  de  Toro,  ni  lo  fallaban  por 
ninguna  parte ,  é  la  noche  era  tan  afortunada  de 
escuridad  é  de  lluvia ,  que  no  podían  ir  á  lo  bus- 
car, estaban  todos  en  gran  turbación ;  en  especial 
aquellos  caballeros  fidalgos  de  su  reyno  é  todos  sus 
criadoi^  estaban  avergonzados;  porque  vencidas  las 
personas  con  el  peligro  de  la  muerte,  les  fué  turba- 
do el  juicio  para  facer  lo  que  eran  obligados  cerca 
de  la  guarda  de  su  Boy  en  la  hora  de  la  necesidad. 
El  Duque  de  Guimarains  que  habla  quedado  en 
guarda  de  la  dbdad ,  los  reprehendía  gravemente, 
i  O  fidalgos  de  Portogal,  decia  él ,  ¿do  está  vuestro 
•Bey?  ¿Do  está  vuestro  sefior?  ¿ Do  dexastes  vues- 
stra  cabeza  é  vuestro  capitán?  No  sé  yo  porque  no 
» sopletes  guardar  todos  á  uno  solo ,  que  era  guarda 
»de  todos;  ni  sé  como  podéis  verla  gente,  ni  sofrír 
nque  la  gente  vea  á  vosotros,  habiendo  dexado 
B vuestro  Bey  en  el  peligro,  por  escapar  vosotros 
sdél.  Si  perdistes  la  fuerza  para  pelear  con  él,  no 
.Bsé  como  perdistes  el  entendimiento  para  venir  sin 
»él.  Guardábades  la  persona  del  Bey  en  la  cámara, 
sen  la  tabla;  guardábadesle  en  las  fiestas,  en  los 
splaceres,  é  dexástesle  de  guardar  en  la  batalla,  do 
»BU  honra  é  vida  habíades  mas  do  mirar.»  E  aquellos 
caballeros  estaban  tan  turbados,  que  ni  lloraban 
ni  respondían,  porque  la  vergüenza  y  el  pesar  les 


impedía  las  lágrimas  é  la  f abla.  El  Principe  de  Por- 
togal estaba  ansimesmo  muy  turbado  porque  no 
sabia  del  Bey  su  padre ,  é  porque  le  ponían  en  sos- 
pecha de  los  Castellanos  qno  hablan  comotido  algu- 
na trayoion.  El  Arzobispo  de  Toledo  ó  los  Castella- 
nos que  en  aquella  batalla  se  acaecieron,  estaban 
en  recelo  por  la  sospecha  que  dellos  se  habia ;  de  la 
qual  eran  tan  inocentes  con  el  Bey  de  Portogal, 
quanto  culpados  con  su  Bey  natural  por  haber  sey- 
do  en  batalla  contra  éL  Otro  dia  por  la  mafiana,  el 
Bey  de  Portogal  que  la  noche  pasada  habia  estado 
en  cuidado  grave,  pensando  qué  fortuna  habia sey- 
do  la  de  su  fijo  el  Principe,  embió  á  decir  á  los  de 
Toro  como  habia  aportado  esa  noche  á  Castronufto; 
ó  luego  él  en  persona  vino  á  la  cibdad  de  Toro ,  é  se 
juntó  con  el  Príncipe  su  fijo. 

La  Beyna  que  estaba  en  Tordesillas,  sabida  la 
victoria  que  el  Bey  ovo ,  é  como  el  Bey  do  Portogal 
habia  aportado  fuyendo  á  Castronufio,  luego  mandó 
juntar  la  clerecía  do  la  villa,  é  faoor  gran  procesión; 
en  la  qual  fué  á  pié  ó  descalza  desde  ol  palacio  roal 
do  estaba,  fasta  ol  monestorio  de  Sant  Pablo,  que 
es  fuera  de  la  villa,  dando  gracias  á  Dios  con  muy 
gran  devoción,  por  la  victoria  que  habia  dado  al 
Bey  su  marido  é  á  sus  gentes. 

CAPÍTULO  XLVIL 

De  Us  eous  qao  pasaros  es  Zamora  despaes  de  habido  el  Tenel- 

mleato  de  la  batalla  real. 

El  Bey  habida  aquella  victoria,  luego  otro  dia 
mandó  Hogar  mas  las  oetanzas  que  estaban  puestas 
contra  la  fortaleza  do  Zamora.  E  las  gentes  ^ue  el 
dia  antes  fueron  on  la  batalla,  repartían  los  despo- 
jos que  habian  habido ;  como  quier  que  por  ser  de 
noche  é  muy  escura ,  fueron  en  poca  cantidad ,  se- 
gún el  gran  número  de  la  gente  que  fué  desbarata- 
da. Muchos  do  los  Portogneses  que  quedaron  de  la 
batalla,  ansí  de  caballQ  como  de  pié ,  se  volvían  pa- 
ra Portogal.  E  porque  á  la  entrada  en  Castilla  con 
el  orgullo  que  tiaian,  ficieron  algunos  rebosé  fuer- 
zas do  mugeres  en  una  tierra  de  Zamora  por  donde 
entraron ,  que  se  llama  Val  de  Sayago,  los  de  aque- 
lla tiorra  mataban  é  prendían  todos  los  Portogneses 
que  por  allí  volvían  á  Portogal,  é  muchos  dellos  cas- 
traban por  las  fuerzas  de  las  mugeres  que  habian 
fecho.  E  por  este  recelo  juntábanse  muchos  de  los 
Portogueses,  é  facían  su  partido  con  qualquier  de 
los  del  Bey  que  fallaban ,  porque  los  pasasen  segu- 
ros á  Portogal,  é  dábanlos  porcada  uno  un  roal  do 
plata.  Esto  sabido  por  ol  Bey,  fué  platicado  en  su 
Consejo  si  se  debia  dar  lugar  que  los  Portogueses 
pasasen  en  salvo  á  Portogal.  Algunos  caballeros  é 
otros  homes  de  la  hueste  del  Bey,  cuyos  fijos  y  her- 
manos é  parientes  fueron  muertos  é  ferldos  en  la 
batalla,  con  el  dolor  que  tenian  del  daDo  de  suspro- 
pinquoB,  trabajaban  de  provocar  al  Bey  que  usase 
de  crueldad  contra  aquellos  Portogueses  que  se  vol- 
vían á  Portogal,  á  fin  de  los  matar  ó  poner  en  ser- 
vidumbre. E  traian  á  la  memoria  del  Bey  las  inju- 
rias é  muertes  crueles  que  los  Portogueses  habian 


DON  FfiKNAMDO 
fecho  á  los  GastellaaoB  en^la  batalla  de  Aljubarro- 
ia,  donde  olvidada  la  piedad,  usaron  de  toda  cruel- 
dad contra  los  Castellanos,  quo  con  el  Bey  Don 
Juan  su  bisabuelo  fueron.  Hcprosentdbanle  ansi- 
uiesmo  el  orgullo  é  sobervia  grande  con  que  hablan 
,  entrado  en  sus  Reynos  á  los  tomar,  ó  las  injurias  de 
dicho ,  6  los  robos  ó  muertes  de  fecho  que  contra  los 
labradores  ó  gente  pacifica  hablan  cometido.  E  su- 
plicaban al  Rey  que  no  perdonase  á  los  que  no  per- 
donaran, ni  salvase  á  los  que  no  salvaran,  si  ven- 
cieran: Estas  é  otras  rasones  decian  aquellos  caba- 
lleros al  Bey,  porque  les  diese  lugar  de  se  vengar  de 
los  Portogueses,  eepeoialmonte  porque  los  deseaban 
tener  por  esclavos.  lA  Bey  estaba  en  dubda  de  lo 
que  habla  de  facer. 

El  Cardenal  de  Bspafin  le  dixo : «  Matar  al  quo  se 
Brinde,  mas  se  puede  decir  torpe  venganza,  que 
•gloriosa  victoria.  Si  vosotros,  caballeros,  matára- 
»des  peleando  á  estos  Portogueses,  fecho  era  de  ca- 
Bballeros ;  pero  si  se  os  rindieran  é  los  matárades,  á 
•crueldad  se  reputara,  é  mucho  se  ofendiera  el  uso 
>de  la  nobleza  casteUana  que  lo  defiende;  quanto 
»mas  viniendo  á  pedir  misericordia  desús  vidas,  ó 
» libertad  de  sus  personas.  Cosa  es  por  cierto  agena 
»de  toda  virtud  matar  los  desarmados  que  no  se  de- 
Bfiendon,  porque  no  los  pedimos  matar  armados 
»  peleando.  Estos  Portogueses  que  se  vuelven  á  Por- 
Btogal,  gente  es  común,  que  vino  por  fuerza  á  11a- 
nmamiento  de  su  Bey ;  ó  si  fuerzas  han  cometido  en 
•este  Reyno,  también  las  cometiéramos  nosotros  en 
bcI  suyo  si  el  Rey  allá  nos  llevara.  Pero  González  de 
•Mendoza,  mi  bisabuelo,  sofior  de  Álava,  en  aqne- 
•11a  batalla  de  Aljubarrota  que  vosotros  decis,  pe- 

•  loando  sacó  al  Bey  Don  Juan  del  peligro  de  muér- 
ete en  que  estaba,  é  puesto  en  salvo ,  tornó  á  la  ba- 

•  talla,  donde  fué  muerto  peleando ;  é  desta manera 
•fenecieron  allí  algunos  mis  parientes,  é  otros  mu- 
•chos  homes  principales  de  Castilla.  E  no  es  cosa 
•nueva  que  con  el  orgullo  del  vencimiento  se  ficie- 

'  •sen  aquellas  crueldades  que  decís,  porque  difioile 
•es  templar  el  espada  en  la  hora  de  la  ira.  Pero  so- 
bria cosa  inhumana,^  pasados  diez  dias  de  la  bata- 
•Ua,  que  durase  la  furia  para  matar  á  los  que  vie- 
•nen  demandando  piedad.  Nunca  plega  á  Dios,  di- 

•  xo  él,  que  tal  cosa  se  diga,  ni  en  la  memoria  de 
•los  vivos  tal  ezemplo  de  nosotros  quede.  Trabajo- 
•mos  por  vencer,  é  no  pensemos  en  vengar,  porque 

•  el  vencer  es  de  varones  fuertes,  y  el  vengar  de 
f  •mogeree  flacas.  E  si  venganza  queréis,  ¿qué  ma- 

•yor  puede  ser,  que  no  vengaros  del  que  os  podéis 
•vengar,  é  dar  vida  é  libertad  al  enemigo,  podiendo 
•darle  muerte  é  captiverio?  Por  cierto  si  la  pasada 
•fuese  impedida  á  estos  qiie  se  van,  do  necesario 

•  les  seria  quedar  en  vuestros  Beynos,  para  facer  en 
•ellos  guerras  é  males ,  é  por  tanto  parece  que  es 
•mejor  consejo  dar  fugar  al  enemigo  para  fuir,  que 
•darle  ocasión  para  quedar  á  facer  mal.» 

Oidas  las  razones  del  Cardenal,  el  Bey  mandé 
pregonar  que  no  impidiesen  la  ¡pasada  á  los  Porto- 
gueses, ni  les  fidesen  mal  alguno;  é  fizo  merced  á 
un  capitán  de  los  ginetos  del  Duque  de  Alva  de  to- 


É  DOfÍA  ISABEL  .297 

do  lo 'que  pediese  haber  de  los  Portogueses  por  los 
posar  en  salvo.  Aquel  capitán  pasó  á  todos  aquellos  , 
que  se  iban  á  Portogal  por  precio  que  cada  uno  la 
daba ;  lo  qual  fué  reputado  á  inayor  vencimiento  é 
caída  de  los  Portogueses,  que  la  que  ovieron  el  día 
de  la  batalla.  Ansimesmo  algunos  de  los  que  fueron 
presos  é  despojados  en  la  batalla  é  traídos  á  Zamo-' 
ra ,  venían  demandar  merced ;  y  el  Bey  los  manda- 
ba vestir,  é  darles  lo  que  ovieeen  menester.  Este 
Cardenal  era  fijo  del  Marqués  de  Santillana,  Don  Ifii- 
fiígo  López  de  Mendoza ,  Conde  del  real  de  Manza- 
nares, é  nieto  de  Don  Dleg^  Hurtado  de  Mendoza, 
Almirante  mayor  de  Castilla.  Era  heme  esforzado, 
é  de  grand  ingenio ;  é  siempre  fué  visto  procurar  el 
pacifico  estado,  é  celar  el  honor  de  la  oorona  real  de 
CastiUa. 

CAPÍTULO  XLVIII, 

Gomo  ol  Rey  tomó  U  forUleu  de  Zamori. 

El  Mariscal  Alfonso  de  Valencia,  visto  el  venci- 
miento que  ovo  el  Bey,  é  como  ni  había  habido,  ni 
esperaba  haber  soporro  del  Bey  de  Portogal,  de 
mandó  fabla  con  el  Cardenal,  y  encomendóse  á  él, 
que  ganase  perdón  del  Bey  para  él  é  para  todos  los 
que  con  él  estaban ,  é  restitución  de  todos  sus  bie- 
nes. El  Cardenal,  acatando  que  tenia  debdo  de  san- 
gro oon  él,  suplicó  al  Bey  que  le  perdonase.  El  Bey 
luego  otorgó  aquel  perdón  á  suplioaoion  del  Carde- 
nal, porque  ovo  consideración  que  era  mozo,  é  ha- 
bía errado  mas  por  ignorancia  soyendo  engafiado 
de  su  suegro  Juan  de  Porras,  que  por  malicia  é  des- 
lealtad;  é  mandóle  restituir  sus  bienes.  E  recibió 
del  la  fortaleza,  en  la  qual  estaba  la  cámara  é  arreos 
del  Bey  de  Portogal ,  que  dezó  alli  en  guarda  quan- 
do  partió  de  Zamora.  Las  qualee  cosas  él  Bey  no 
quiso  tomar  para  sí,  ni  menos  faoer  merced  dolías 
á  ninguno  de  los  cabi^lleros  é  oapitanes  que  las  de- 
mandaron, po^rque  sopo  que  eran  cosas  de  la  cáma- 
ra del  Bey  de  Portogal ,  é  arreos  de  su  persona.  Al- 
gunos de  aquellos  caballeros  é  capitanes  que  esta- 
ban quexosos  porque  ni  el  Bey  lo  tomaba,  ni  lo 
daba ,  le  dixeron :  a  Por  cierto ,  Señor,  lo  que  el  Bey 
•de  Portogal  en  estas  guerras  ha  podido  haber  de 

•  vos  é  de  los  vuestros ,  no  lo  ha  dexado  libre,  como 

•  vos  dexais  esto  que  buenamente  podéis  tomar.» 
Bespondióles  el  Bey :  « Queremos,  si  pudiéremos, 

•  quitar  al  Bey  de  Portogal  mi  primo  loe  malos  con- 
»  ceptos  de  su  voluntad,  é  no  los  buenos  arreos  de  su 
•persona.»  E  luego  mandó  tomar  todas  aqueUas  co- 
sas que  allí  fallaron,  é  lleváronlas  en  salvo  al  Bey 
de  Portogal  á  la  cibdad  de  Toro.  Tomada  la  forta- 
leza de  la  cibdad  de  Zamora,  el  Bey  dio  la  tenencia 
della  á  Don  Sanoho  de  Costilla ;  é  con  acuerdo  del 
Cardenal  de  Espafta,  é  de  los  otros  caballeros  que 
con  él  estaban,  deliberó  de  venir  á  la  villa  de  Me- 
dina del  Campo.  La  Beyna  que  estaba  en  Tordesi- 
llas ,  vino  ansimesmo  para  Medina. 

El  Cardenal ,  creyendo  que  el  Bey  de  Portogal  por 
el  desbarato  que  ovo,  estaría  mas  iuclínado  á  faoer 
algún  partido  que  esousase  mayores  dallos ,  le  em- 


••        •  • 


CRÓNI0A8  DE  LOB  BETES  DE  0A8TILLA. 


298 

bió  á  deolr  que  oonsiderise  oomo  esta  «a  demanda 
no  viniera  á  tanta  rotara ,  si  á  los  principios  le  plo- 
gaiera  ponerla  en  algnn  medio  de  igaala  oonveni- 
ble  á  ambas  las  partes ;  ó  qne  agora  los  inconvinien- 
tes  principiados  irian  en  orecimiento,  é  nacerían 
otros  mayores  adelante ,  si  al  yencedor  duraba  la 
ira,  é  al  vencido  crecía  el  odio.  Por  ende  le  suplica- 
ba que  el  acuerdo  que  no  le  plogo  haber  fasta 
aquí ,  le  plogniese  haber  agora ;  ó  que  embiase  sos 
diputados  á  Oastrónufto ,  y  el  Bey  é  la  Beyna  em- 
biarian  los  suyos  á  Alahejos,  los  quales  platicarían 
en  las  materias ,  ó  placería  á  Dios  que  se  diese  tal 
fin  en  ellas,  con  qne  Dios  fuese  servido,  é  los  incon* 
vinientes  é  guerras  comenzadas  cesasen ,  é  se  con- 
virtiesen en  paa,  que  al  venoedor  convenia ,  é  al 
▼encido  es  necesaria.  B  que  esto  que  le  suplicaba 
también  gelo  daba  por  consejo ,  é  aun  le  amonesta- 
ba que  lo  floiese ;  porque  m  muy  presto  no  se  diese 
me^o  de  conclusión  en  esta  su  demanda,  le  certifi- 
caba qne  gele  aparejaba  injuria ,  ó  otro  dallo  irrepa- 
rable en  su  persona  y  estado.  El  Bey  de  Portogal, 
considerando  que  el  partido  que  en  aquella  sason  fi- 
ciese,  ni  sería  á  su  honra ,  ni  menos  on  tanta  utilidad 
como  á  los  principios  le  era  ofrecido,  por  éí  desbarato 
que  OTO  en  la  batalla,  embió  decir  al  Oardenal  que 
le  agradecía  su  buena  voluntad,  pero  que  no  enten- 
día al  presente  f  ablar  en  partido  ninguno.  E  luego 
'  puso  guarniciones  de  gentes  en  Oantalapiedra ,  é 
Oastronufio,  é  Cabillas ,  ó  Siete  Iglesias ,  é  Víllalf on- 
80,  é  la  Mota,  y  en  Portillo,  y  en  Villalba,  y  en 
Mayorga ,  que  estaban  por  él ;  é  mandó  que  ficíesen 
cruda  guerra  por  todas  partes  de  las  comarcas,  por- 
que no  tenía  otro  remedio  por  estonces  para  su  de- 
manda ,  salvo  la  guerra  que  destas  fortalesas  se  fi- 
ciese.  En  [aquella  sason  el  Condestable  trabajaba 
mucho  por  traer  al  servicio  del  Bey  ó  de  la  Beyna 
al  Conde  de  Uruefia  é  al  Maestre  de  Calatrava,  su 
hermano ;  ó  suplicó  al  Bey  é  á  la  Beyna  que  loe  per- 
donasen, é  los  reduxesen  á  su  servicio,  porque  se 
adelgazasen  mas  las  fuerzas  del  Bey  de  Portogal ,  ó 
le  quedase  menor  parte  en  el  Beyno  de  la  que  te- 
nia. E  para  que  esto  viniese  en  ef  eto  é  conclusión, 
el  Condestable  dio  una  su  fija  en  casamiento  al  Con- 
de de  Uruefia.  El  Bey  é  la  Beyna  inclinados  á  las 
suplicaciones  que  el  Condestable  fizo,  considerando 
ansimesmo  qne  el  Maestre  y  el  Conde  de  Uruefia  su 
hermano  eran  mozos ,  ó  que  no  habfan  errado  de  su 
voluntad ,  salvo  por  ignorancia ,  traídos  y  engcifia- 
dos  por  el  Marqués  de  Víllena  é  por  aquellos  que  le 
administraban,  perdonáronlos,  é  reconciliáronlos  á 
su  servicio.  Lo  qual  sabido  por  el  Bey  de  Portogal, 
é  ansimesmo  veyendo  que  los  otros» caballeros  que 
le  habían  traído  á  Castilla  ni  le  servían,  ni  podían 
servir  con  gente  según  él  pensaba  y  ellos  le  habían 
prometido,  por  la  ocupación  é  necesidad  que  cada 
uno  tenia  en  la  guarda  de  sus  tierras,  acordó  de  for- 
necer  bien  aquellas  fortalezas  de  gente,  é  de  todas 
las  otras  cosas  necesarías  á  la  guerra,  é  ir  él  en  per- 
sona al  Bey  de  Francia  á  le  demandar  ayuda  de 
gentes  é  dineros,  para  tomar  poderosamente  á  Cas- 
óla á  la  conquistar;  poique  según  las  ligas  é  con- 


federaciones que  con  él  tenia,  esperaba  que  le  daila 
gran  número  de  gente  é  todo  lo  que  oviese  neoesa* 
rio  para  esta  conquista. 

CAPÍTULO  XLDL 

Como  se  partió  ti  Anoblipo  áil  Rej  4e  Poitogil,  é  toMs  le 
toMtroB  las  fortalasas  4a  Attanu  A  Garaeaaa. 

El  Bey  é  la  Beyna  que  estaban  en  Medina,  vista 
la  guerra  que  se  facía  por  todas  partes ,  acordaron 
ir  á  la  villa  de  Madrigal ,  é  llamar  los  Procuradores 
del  Bcyno,  é  facer  cortes  para  dar  orden  en  aque- 
llos robos  é  guerras  que  en  el  Beyno  se  facían;  é 
ansimesmo  poner  sitio  sobre  Cantalapiedra,  é  sobio 
Castronufio ,  do  estaba  la  mayor  parte  de  las  gentes 
del  Bey  de  Portogal.  Durante  este  tiempo,  el  Arzo- 
li'oo  de  Toledo  que  estaba  con  el  Bey  de  Portogal^ 
había  nuevas  cada  día  qne  su  tierra  estaba  altera- 
da, é  so  quería  rtbelar  oontra  él.  E  recelando  algún 
inconviniente  en  su  persona  y  estado,  aoordó  de  de- 
zar  al  Bey  de  Portogal  en  la  cibdad  de  Toro ,  é  pa- 
sar los  puertos  para  proveer  en  las  cosas  de  su  tier- 
ra, porque  no  se  alzase;  é  luego  partió  de  Toro 
muy  secretamente.  E  para  seguridad  de  la  pasada, 
porque  no  recibiese  dafto  de  la  gente  del  Bey  é  de 
la  Beyna,  el  Bey  de  Portogal  le  dio  un  oajMtan  con 
gente  de  caballo  Portog^eses,  que  fuesen  con  él 
fasta  lo  poner  en  salvo  en  la  villa  de  Alcalá  de  He- 
nares. B  por  ir  mas  seguro  dezó  todos  los  oaminos 
derechos ,  é  rodeó  por  partes  muy  remotas  de  los  lu- 
gares do  estaba  la  gente  del  Bey  é  de  la  Beyna ;  é 
andando  grandes  jornadas,  aportó  á  la  vflla  de 
Atienza,  porque  el  Alcayde  de  aquella  fortaleza  es- 
taba en  el  partido  del  Bey  de  Portogal.  Sabido  por 
el  Bey  é  por  la  Beyna  que  el  Arzobispo  de  Toledo 
era  partido  de  la  cibdad  de  Toro ,  luego  manda- 
ron á  Don  Pero  Manrique,  Conde  de  Trevifio,  que 
con  la  gente  de  su  casa ,  é  con  otra  gente  que  le  die- 
ron de  BU  guarda ,  fuese  empos  del  é  le  prendiese, 
deseando  proceder  contra  él  con  grand  indínacion 
que  tenían,  por  los  yerros  que  oontra  ellos  había 
cometido.  El  Conde  de  Trevifio  le  siguió  todo  el  ca- 
mino, é  no  lo  pudo  alcanzar,  porque  el  Arzobispo 
andovo  tanto,  que  entró  en  la  villa  de  Alcalá  antes 
que  el  Conde  llegase.  E  luego  fortificó  de  caTas  é 
baluartes  aquella  villa ,  é  las  otras  de  su  Arzobispa- 
do. E  porque  el  Bey  de  Portogal  daba  sus  poderes 
á  qualquier  Alcayde  ó  Caballero  que  queria  tomar 
su  voz,  para  recebir  los  derechos  reales  del  Beyno, 
é  para  facer  guerra  é  todas  las  otras  cosas  que  él 
podía  facer,  procuró  el  Arzobispo  que  en  común  de 
los  otros  Alcaydes  á quien  daba  este  cargo,  lo  diese 
al  Alcayde  de  Atienza  Pedro  de  Almazan,  qne  se- 
gún habemos  dicho  estaba  en  su  partido ,  é  á  otro 
caballero  que  se  llamaba  Juan  de  Tovar,  Sefior  da 
Caracena  é  de  Cevico.  Los  quales  so  color  de  rece- 
bir los  derechos  reales,  fadan  guerra  en  todas  las 
tierras  ó  comarcas  que  estaban  en  la  obediencia  del 
Bey  é  de  la  Beina.  Visto  esto  por  un  caballero  na- 
tural de  aquella  tierra  que  se  llamaba  Gaici  Bravo, 
borne  de  buen  esfuerzo ,  trató  con  un  mozo  de  aquel 


DON  FEBNANDO 

V  0 

AlcMiydo  de  Atieiusa  que  la  noche  qae  le  cmpiese  la 
▼ela  echase  ima  aoga  é  eahieae  ana  escala  de  oaer- 
da  por  do  sabiesen  loe  sayos  é  tomasen  la  f oriale- 
aa.  Lo  qaal  se  fiao  ansí,  é  la  noche  qae  asentaron 
con  aqael  moeo,  se  poso  en  obra;  é  aqael  caballe- 
ro Garci  Bravo  con  fasta  cien  hombrea  sabio  por 
la  escala  I  é  prendió  al  Alcayde  Pedro  de  Almaaan 
é  á  sa  mager  é  fijos,  é  apoderóse  de  la  fortaloaa ;  é 
sópoee  por  verdad,  que  en  oro  é  plata,  é  pertrechos, 
é  armas,  é  bastimentos,  tomó  dentro  de  la  fortale- 
sa  valor  de  cien  mil  florines  de  oro.  De  lo  qaal  to- 
do, é  de  la  tenencia  de  la  fortalesa  le  fícieron  mer- 
ced el  Rey  é  la  Reyna,  porqae  les  fizo  gran  servicio 
en  qnitar  aqael  tirano  de  aqaella  tierra,  qae  la  te- 
nia tiranisada.  B  ansimesmo  las  salinas  de  Atien- 
aa,  que  es  una  gran  ronta  qae  pertenece  á  los  Be- 
yes de  Oastilla.  Dende  á  pocos  dias  este -caballero 
Garci  Bravo  combatió  la  fortelesa  de  Oaracena,  é 
la  entró  por  fnensa,  é  prondió  á  Joan  de  Tovar,  el 
otro  tirano  que  facía  guerra  en  aquellas  comarcas 
sosteniendo  la  voa  del  Rey  de  Portogal.  Haber  des- 
fecho aquellos  dos  tíranos  en*  ten  poco  eq>acio  de 
tiempo,  especialmente  considerando  la  muy  difícil 
subida  del  castillo  de  Atienza,  podemos  creer  que 
mucho  mas  clara  se  mostró  allí  la  volunted  de  Dios 
que  la  osadía  de  los  homes. 

Agora  dexa  de  conter  la  historia  deeto,  é  contará 
lo  que  pasó  en  la  villa  de  Madrid. 

CAPÍTULO  L. 
De  hs  eosas  qae  pasaron  es  la  Tilla  de  Madrid. 

Según  habernos  contado,  el  Marqaés  de  ViHena 
esteba  apoderado  de  la  villa  de  Madrid  é  de  sus  al- 
cázares. É  porque  teniendo  aquella  villa  de  su  mano 
entendía  que  esteba  seguro  su  estado,  puso  en  la 
guarda della á  Don  Rodrigo deOastafieda,  hermano 
del  Conde  de  Oifuentes,  con  toda  la  mas  é  mejor 
gente  que  tenia,  los  quales  trabajaban  mucho  en  la 
guardar.  Porque  como  quier  que  Juan  Zapato,  un 
caballero  principal  de  un  bando,  é  otros  algunos 
caballeros  y  escuderos  naturales  della  vivian  con 
el  Marqués,  pero  otro  caballero  principal  de  otro 
bando,  que  se  llamaba  Pero  Nufiez  de  Toledo,  con 
otros  caballeros  de  su  parentela,  que  por  estar  en 
el  servicio  del  Rey  é  de  la  Reyna  fueron  echados  de 
la  villa,  con  la  mayor  parte  del  común  eran  de  opi- 
nión contraria,  é  quisieran  que  la  villa  estoviera  á 
la  obediencia  del  Rey  é  de  la  Reyna.  É  como  la  vo- 
luntad forzada  desea  siempre  ser  libre,  algunos  de 
la  villa  trateron  con  Pedro  Arias  de  Ávila,  Sefior  de 
Torrejon,  é  con  aquel  Pero  Nufiez  de  Toledo,  é  con 
sus  parientes,  que  viniesen  de  noche  con  gente,  é 
que  ellos  darían  forma  para  los  acoger  dentro.  Es- 
tos dos  caballeros  Pedro  Arias  é  Pero  Nufiez,  con 
deseo  de  facer  servicio  al  Rey  é  á  la  Reyna  é  de 
entrar  en  sus  casas,  trateron  con  el  Duque  del  In- 
fantadgo  que  esteba  en  la  cibdad  de  Quadalazara, 
que  viniese  con  la  gento  de  su  casa  á  entrar  en  la 
villa,  porque  los  vednos  della  habían  acordado  con 
ellos  de  les  dar  entrada  por  lugar  cierto.  El  Duque 


É  DOÑA  ISABEL.  *'  299 

consultó  esto  trato  con  la  Reyna,  y  ella  le  embió  á 
mandar  que  lo  aceptase,  é  ficiese  todo  su  poder  por 
tomar  la  villa;  para  lo  qual  le  embió  á  Diego  del 
Águila,  é  á  Juan  de  Robres  é  á  Juan  de  Torres,  ca- 
pitanes de  cierto  gento  de  armas  de  su  guarda,  á  los 
quales  mandó  que  se  juntasen  con  el  Duque  é  flcie- 
een  todo  lo  que  él  mandase.  El  Duque  habido  este 
mandamiento,  con  la  gento  de  su  casa,  é  con  aque- 
llos dos  caballeros  Pedro  Arias  é  Pero  Nofies¿  é  con 
la  gento  que  la  Reyna  le  embió,  vino  para  la  villa. 
E  como  quiera  que  los  vecinos  della  se  dispusieron 
á  dar  la  entrada,  pero  no  lo  pudieron  facer,  porque 
sabido  el  trato,  aquel  capitán  Don  Rodrigo  de  Cas- 
tefieda  eohó  de  la  villa  á  todos  los  mas  principales, 
é  puso  ten  gran  guarda  en  ella,  que  el  Duque  no  la 
pudo  por  estonces  haber.  É  acordó  de  aposentane 
en  el  arrabal,  é  poner  la  villa  en  tel  estrecho,  que 
de  necesario  la  entrogasen,  é  fizo  poner  sus  estan- 
sas  en  drouito,  é  apretó  el  cerco  de  tal  manera,  que 
por  ninguna  parto  podían  haber  mantonimientos. 
É  mando  facer  minas  por  debazo  de  tierra,  que  sa- 
liesen á  la  tom  que  está  sobro  una  puerta  de  la  vi- 
lla que  sale  al  arrabal,  que  se  llama  la  puerta  de 
Gaadalaxara,  para  la  poner  en  cuentos,  é  la  derri- 
bar con  quarenta  pasos  de  la  cerca.  Como  esto  fué 
sentido  por  un  caballero,  que  se  llamaba  Pedro  de 
Ayala,  Comendador  de  Paracuellos,  que  tenia  en^ 
guarda  aquella  puerta,  recelando  el  dafio  que  á  élw 
é  á  toda  la  villa  se  slgulria  si  por  fuena  de  armas 
se  entrase,  trato  con  el  Duque  de  le  dar  entrada  en 
la  villa,  con  tal  pacto,  que  fuesen  seguros  todos  los 
del  bando  de  Juan  Zapata  que  era  de  su  parentola, 
é  no  recibiesen  dafio  de  los  caballeros  del  otro  ban- 
do de  Pero  Nufiez  que  estaban  con  el  Duque :  lo 
qual  el  Duque  prometió,  y  en  aquella  manera  le  fué 
entregada  la  villa.  Don  Rodrigo  que  estaba  allí  por 
oapitan,  é  todos  los  que  con  él  eran,  visto  que  la  vi- 
lla era  entrada,  luego  se  retraxeron  á  los  alcázares; 
los  qaales  estaban  bastecidos  de  armas,  é  bastimen- 
tos en  grand  abundancia.  É  luego  el  Duque  fizo 
poner  estansas  contra  los  alcázares,  por  dedentro 
de  la  villa  é  por  defuera,  las  quales  feneció  de  la 
gento  que  era  necesaria.  É  dio  cargo  á  Don  ífiigo 
López  de  Mendoza,  Conde  de  Salda&a,  su  fijo  mayor, 
para  que  andoviese  requiriendo  las  estanzas  que  es- 
taban puestas  por  defuera  de  la  villa,  é  las  prove- 
yese de  gente,  é  las  socorriese,  si  los  del  alcázar  sa- 
liesen á  pelear  con  ellos.  É  por  dedentro  de  la  villa 
mandó  facer  una  tapia  entre  el  alcázar  é  la  villa,  la 
qual  era  tan  grande  é  tanto  ancha,  que  los  de  la 
fortaleza,  dado  que  fuesen  socorridos  con  gento  po- 
derosa, no  podían  entrar  en  la  villa,  ni  menos 
los  de  la  villa  pasar  al  alcázar,  salvo  por  lugares 
ciertos,  do  guardaba  la  gento  del  Duque  que  entra- 
ba á  pelear  con  los  del  alcázar,  en  el  qual  estaban 
fasta  qnatrooientos  homes.  É  todos  los  dias  habían 
escaramuzas  con  los  de  fuera,  é  por  la  dispusicion 
de  los  lugares,  recebian  dafio  los  del  Duque:  en  una 
de  las  quales  fué  muerto  Diego  del  Águila,  uno  de 
los  capitanee  que  la  Reyna  había  embiado,  é  otros 
algunos  criados  é  caballeros  de  la  casa  del  Duque^ 


Otrmrf  Jaán  ZapaU,  aquel  caballero  que  hábemoi 
dicho  que  era  principal  do  ud  bandoi  retráxoae  á 
una  fortalesa  auya  dos  leguas  do  la  villai  que  se 
llama  el  Alameda^  é  otro  que  se  llamaba  Pedro  de 
GMova,  que  tenia  la  fortalesa  del  Pardo;  é  deede 
aquellaa  fortalezas  facían  guerra  á  la  tiena  del  Du- 
quoi  é  llegaban  loa  mas  días  fasta  Madrid,  é  mata- 
ban de  los  del  Duque,  é  robaban  lo  que  podían  ha- 
ber. Oontra  los  quales  el  Daqne  puso  ansimesmo 
gente  en  el  campo,  para  resistir  los  robos  é  muertes 
que  fadan.  É  todos  los  dias  había  esoaramusas  ó 
muertes  de  homes,  é  robos  entre  los  del  Duque  é 
aquellos  dos  caballeros  que  estaban  en  aquellas 
dos  f  ortalesas.  É  desta  manera  estovo  sitiado  aquel 
alcázar  por  espacio  de  dos  meses ;  en  comedio  de  los 
quales,  el  Rey  é  la  Reyna  que  estaban  en  Madrid, 
flcieron  cortes  generales,  en  las  quales  los  Procura- 
dores de  las  cibdades  ó  villas  del  Beyno  en  concor- 
dia, juraron  á  la  Princesa  Dofia  Isabel  por  Princesa 
heredera  de  los  Beynos  do  Castilla  6  de  León  para 
después  de  los  dias  de  la  Beyua,  que  era  la  propie- 
taria dellos,  é  flcieron  algunas  leyes  é  ordenanzas, 
que  según  la  dispusioion  del  tiempo  convinieron  de 
se  facer. 

Agora  deza  la  Crónica  de  fablar  lo  que  pasó  en 
el  cerco  del  alcázar  de  Madrid,  ó  fabla  de  como  se 
flcieron  las  hermandades  en  Castilla. 

CAPÍTULO  LI. 

Como  m  JasUron  lu  herBindades  en  GulUla. 

Bn  aquellos  tiempos  de  divÍBion,  la  justicia  pa- 
decía, é  no  pedia  ser  exeoutada  en  los  malhechores 
que  robaban  é  tiranizaban  en  los  pueblos ,  en  los 
caminos,  ó  generalmente  en  todaa  las  partes  del 
Reyno.  É  ninguno  pagaba  lo  que  debía,  si  no  que- 
ría; ninguno  dezaba  de  cometer  qnalquíer  delicto, 
ninguno  pensaba  tener  obediencia  ni  snbjecion  á 
otro  mayor.  É  ansí  por  la  guerra  presento,  como  por 
las  turbaciones  é  guerras  pasadas  del  tiempo  del 
Bey  Don  Enrique,  las  gentes  estaban  habituadas  á 
tanta  desorden,  que  aquel  se  tenía  por  menguado, 
que  menos  fuerzas  facía.  É  los  oibdadanos  é  labra- 
dores é  homes  pacíficos  no  eran  sefiores  de  lo  suyo 
ni  tenían  reourso  á  ninguna  persona,  por  los  robos 
é  fuerzaa  é  otros  males  que  padecían  de  los  alcay- 
des  las  fortalezas,  é  de  los  otros  robadores  ó  ladro- 
nes. É  cada  uno  quisiera  de  buena  voluntad  contri- 
buir la  meytad  do  sus  bienes,  por  tener  su  persona 
ó  familia  en  seguridad.  É  f ablóse  muchas  veces  en 
los  pueblos  de  facer  hermandades  ó  dar  alguna  or- 
den entre  sí,  para  se  remediar  de  tantos  males  ó 
fuerzas  como  continamente  sofrían.  Pero  fallecíales 
persona  tal,  que  oviese  zelo  á  la  justicia  é  á  la  paz 
del  Reyno,  que  lo  moviese,  é  ficíese  alguna  congre- 
gación de  pueblos  en  la  qual  se  diese  orden  para 
remedio  de  aquellos  males.  Porque  el  Rey  é  la  Rey- 
na, como  quier  que  castigaban  lo  que  podían,  pero 
el  impedimento  de  la  guerra  que  con  el  Rey  de 
Portogal  tenían,  no  les  daba  lugar  para  lo  remediar 
como  quisieran.  Esta  plátioa  venida  á  noticia  de  un 


CRÓNICAS  DE  L06  RETBB  DB  CASTILLA. 


caballero  que  se  llamaba  Alfonso  de  Quintanllla 
Contador  mayor  de  cuentas  del  Rey  é  de  la  Reyna, 
natural  de  Asturias  de  Oviedo,  é  Don  Juan  de  Or- 
tega, Provisor  de  Villafranca  de  Montes  de  Oca,  Sa- 
cristán del  Rey,  natural  de  la  cibdad  do  Burgos, 
doliéndose  de  la  corrupción  ó  males  que  veían  en  la 
tierra,  fablaron  con  el  Rey  é  con  la  Reyna,  por  sa- 
ber dellos  si  les  placería  que  se  flciese  alguna  oon- 
gregacíon  de  pueblos  para  ordenar  entre  sí  herman- 
dad, en  la  qual  se  ordenasen  algunas  cosas  oompli- 
deras  á  servicio  de  Dios  é  suyo,  é  bien  general  de 
todo  el  Reyno,  é  para  defensa  é  resistencia  de  aqn^ 
líos  males  que  veían.  Desto  plegó  mucho  al  Rey  ó 
á  la  Reyna,  porque  deseaban  el  bien  é  paz  de  sus 
Reynos;  é  mandáronles  que  trabajasen  porque  vi- 
niese en  efeto.  Estos  dos  varones,  Alfonso  de  Quin- 
tanllla é  Don  Juan  de  Ortega ,  Provisor  de  ViUafran- 
ca,  propusieron  de  poner  sus  personas  á  todo  trabajo 
é  peligro,  por  remediar  los  males  que  veían;  é  fa- 
blaron con  algunos  homes  príncipaJes  de  las  oibda- 
des  é  villas  de  Burgos,  é  Palencia,  é  Medina,  ó  Ol- 
medo, é  Avila,  ó  Sogovía,  é  Salamanca,  é  Zamora,  é 
de  aquellas  partes,  mostrándoles  los  náales  é  dafios 
que  padecían,  é  quanto  mayores  los  esperaban  si 
con  tiempo  no  se  remediasen.  Estos  oada  uno  en 
sus  pueblos  platicaron  esta  materia,  ó  al  fln  ovieron 
su  acuerdo,  que  cada  cibdad  é  villa  embiase'sus 
proouradores,  los  quales  se  juntasen  á  día  cierto  en 
la  villa  de  Duefias.  É  para  aquel  día  que  asignaron, 
todos  los  Procuradores  de  aquellos  pueblos,  que  fue- 
ron en  gran  número,  se  juntaron  en  la  villa  de  Due- 
fias, por  solicitación  ó  diligencia  de  aquel  caballero 
Alibnso  de  Quintanilla,  é  del  Provisor  de  Villafran- 
ca. É  los  unos  á  los  otros  f«blaban  ó  recontaban  con 
grand  angustia  los  robos  é  males  6  reecates  que  so- 
frían de  los  alcaydes  de  las  fortalezas,  é  de  los  tíra- 
nos ó  otros  robadores  que  cada  día  crecían;  é  que- 
zábanse  dellos  los  unos  á  los  otros.  É  partidos  en 
partes,  los  unos  daban  remedio  de  una  manera  é  loa 
otros  de  otra,  é  ni  daban  conclusión,  ni  se  ooncor-. 
daban,  é  queríanse  todos  volvor  para  sus  casas  por- 
que no  veían  remedio  para  los  males  que  padecían. 
Aquel  caballero  Alfonso  de  Quintanilla,  doliéndose 
porque  no  se  conseguía  fruto  de  su  trabajo,  fabló  á 
todos  los  Procuradores  en  esta  manera: 

iNo  sé  yo,  señores,  como  se  puede  morar  tierra 
»que  su  destruicion  propia  no  siente,  é  donde  los 
» moradores  della  son  venidos  á  tan  eztremo  infor- 
stunio,  que  han  perdido  ya  la  defensa  que  aun  á  los 
«animales  brutos  es  otorgada.  No  nos  debemos  que- 
»zar  por  cierto,  sefiores,  de  los  tiranos,  mas  quezé- 
9  monos  de  nuestro  gran  sufrímíento;  ni  nosqueze- 
smos  de  los  robadores,  mas  acusemos  nuestra  dis* 
voordia,  é  nuestro  malo  é  poco  consejo,  que  los  ha 
9 criado,  ó  de  pequefio  número  ha  fecho  grande;  que 
BBÍn  dubda,  si  buen  consejo  toviésemos,  ni  oviera 
n  tantos  malos,  ni  sufríérades  tantos  males.  É  lo  mas 
9  grave  que  yo  siento  es  que  aquella  libertad  que 
•  natura  nos  dio,  é  nuestros  primeros  ganaron  con 
sbuen  esfuerzo,  nosotros  la  habemos  perdido  oon 
» cobardía  é  caimiento,  sometiéndonos  á  los  tiranos. 


DON  FEttNANlX) 

ki>e  Io0  qnales  m  no  nos  libertamoe,  ¿qnién  podrá 
BOicnsar  que  no  crezca  mas  la  subjccion  de  loe  bue- 
»no8,  y  el  poder  de  loe  malos  qae  ayer  eran  eend- 
vdoree,  é  boy  los  yemoe  sefioree  porque  tomaron 
9 oficio  de  robar?  No  heredastes  por  cierto,  señores, 
«esta  snbjeoion  que  padecéis,  de  vuestros  antcc(»o- 
»reB ;  loe  quales  como  quiera  que  fuesen  pequefto 
»némero  en  aqnella  tierra  de  las  Asturias,  do  yo  soy 
iinatural,  pero  con  deseo  de  libertad,  como  varones 
»ganaron  la  mayor  parte  de  las  Espafias  que  ocnpa- 
»ban  los  moros  enemigos  de  nuestra  santa  fe,  é  sa- 
»oiidleron  de  si  el  yugo  de  servidumbre  que  tenían. 
»Ni  monos  tomamos  doctrina  de  aquellos  buenos 
» castellanos,  que  fidcieron  la  estatua  del  Oonde 
»Feman  Oonealea,  en  sefior,  que  estaba  preso  en  el 
.»ReyQo  de  Navarra,  6  siguiendo  aquella  figura  de 
»piedra,  ganaron  la  libertad  para  él  é  para  ellos. 
»Ni  menos  la  tomamos  de  otros  notables  varones, 
»cuya  memoria  es  inmortal  en  las  tierras,  porque 
•ganaron  libertad  para  si  é  para  sus  reynos  é  pro- 
•vincias;  los  quales  ovieron  gloria  por  ser  libres,  é 
» nosotros  bebemos  pena  por  ser  snbjetos.  Machas 
iveces^veo  que  algunos  sufren  con  poca  paciencia 

•  el  yugo  suave,  que  por  ley  6  por  rason  debemos 

•  al  cetro  real,  é  nos  agraviamos  é  gastamos,  é  aun 
•trabajando  buscamos  forma  por  nos  libertar  del ;  é 
•deala  otra  subjedon,  que  pecamos  en  sofrir,  por 
•ser  oontra  toda  ley  divina  é  humana  ¿no  trabaja- 
bremos  é  gastaremos  por  nos  libertar?  No  puedo  yo, 
•sefioree,  por  cierto  entender  como  pueda  ser  que  la 
•nadon  castellana,  que  nunca  buenamente  sufrió 

•  imperio  de  gente  extrafia,  agora  por  falta  de  buen 

•  consejo  sufra  cruel  sefiorio  de  la  suya,  é  de  loe 
•malos  é  perversos  della.  No  tengamos  por  Dios, 
•sefiores,  nuestro  entendimiento  tan  amortiguado; 
•ni  se  refrié  en  nosotros  tanto  la  caridad  é  se  olvi- 
•de  el  amor  de  nuestras  cosas  proprias,  que  no  sin- 

•  tamos  d  perdimiento  nuestro  é  dellas;  é  remedie- 
•mos  luego  los  males  que  vienen  de  los  bornes,  an- 
otes que  vengan  los  que  nos  pueden  venir  de  Dios. 
•B!l  qual  también  da  pena  al  que  doxa  de  facer  obra 
•buena,  como  al  que  la  face  mala;  é  tan  bien  da 
•punición  \  los  buenos  como  á  los  malos,  á  los  ma- 
llos porque  son  malos,  é  á  los  buenos,  aunque  bue- 

•  nos,  porque  consienten  los  malos  é  podiéndolos 
•castigar,  dezan  crecer  sus  pecados,  dellos  por  ne- 
•gligoocia,  dellos  por  poca  osadía,  é  algunos  por 
•ganar  6  por  no  perder  ni  gastar,  otros  por  querer 
•complacer,  ó  por  no  desplacer  á  los  malos,  6  por 
•otros  respetos  ágenos  mucho  de  oc^uello  que  bome 
•bueno  6  recto  es  obligado  de  facer.  Nosotros,  sefio- 
•res,  visto  lo  que  vedes,  ó  considerando  lo  que  cada 
•uno  de  voseaos  considera,  nos  movimos  por  sor- 
•vicio  de  Dios,  é  por  el  bien  é  libertad  de  la  tierra, 
•á  procurar  con  vosotros  que  esta  congregación  se 
•fioiese,  creyendo  que  este  vuestro  juntamiento  no 
•es  de  la  calidad  de  otros,  donde  muchas  veces  acae- 
zco que  en  el  fin  y  en  los  caminos  para  el  fin  hay 
•diversos  consejos  é  opiniones  contrarias;  antes 
•creemos  que  todos  nnáoimes  vais  á  un  fin,  é  tam- 
•bien  pensamos  que  os  conformaréis  en  tomar  los 


i  DOÑA  ISAfiBti.  801 

» caminos  mas  ciertos  para  lo  oonseguir.  É  si  esto 
•de  vosotros  no  conociésemos,  vano  seria  por  derto 
•nuestro  trabajo,  é  mucho  mas  inútil  nuestra  fabla. 
•É  por  tanto  no  me  déteme  mucho  en  recontar  los 
•males  que  sofrímos  é  padecemos,  porque  cada  uno 
•de  vosotros  lo  sabe,  é  aun  lo  siente;  pero  breve- 

•  mente  diré  el  remedio  que  nos  parece  para  ellos. 

•Siete  cosas,  honorables  sefiores,  á  mi  parecer  se 
•deben  considerar  en  esta  materia  que  tratamos.  La 

•  primera,  si  es  servicio  de  Dios,  é  dd  Rey  é  de  la 
•Beyna  nuestros  sefiores.  La  segunda,  quien  sois 
•vosotros.  La  tercera,  quien  son  aquellos  con  quien 

•  debatimos.  La  quarta,  la  calidad  de  la  cosa  sobre 
•que  debatímoe.  Ija  quinta,  en  qué  tierra  es  d  déba- 
nte. La  sexta,  qué  oosas  son  necesarias  para  aquello 
•que  queremos  comenzar.  La  séptima  é  postrimera, 
•quo  es  el  pro  ó  el  dafio  que  en  el  fin  se  nos  puede 
•seguir.  Quanto  á  lo  primero,  no  es  necesaria  mucha 
•plática;  porque  manifieeto  es  el  servicio  grande  que 
•facemos  á  Dios,  é  al  Rey  é  á  la  Reyna,  si  tomamos 
•consejo  é  ponemos  en  obra  de  castigar  los  tiranos, 
•é  dar  paz  al  Reyno  en  general ,  é  á  cada  uno  en 
•especial.  Quanto  á  lo  segundo,  menos  f aré  larga 
•fabla;  porque  sabido  es  que  vosotros  sois  homes 

•  caballeros,  é  fijosdalgo,  cibdadanos,  é  labradores, 

•  deseosos  de  paz  é  sosiego  del  Reyno;  é  ansimesmo 
•que  sabéis  seguir  la  guerra  quando  conviene,  é 
•procurar  la  paz  quando  comple.  Lo  tercero,  sabe- 
•moa  bien  que  debatimos  con  homes  tiranos,  ladro- 
•nes,  é  robadores,  á  quien  su  yerro  mesmo  face  na* 
•turalmente  cobardes.  Vimos  en  el  tíempo  de  las 

•  otras  hermandades  pasadas,  que  uno  dellos  no.  pa- 
dreóla en  el  Reyno;  é  duraran  fasta  hoy  en  sus  des- 
atierros,  n  nosotros  duráramos  en  nuestras  ordeoan- 
•zas.  Vimos  andmesmo  que  d  Rey  é  la  Reyna 
•comenzando  á  facer  justicia  de  algunos  dellos  en 

•  Segovia  luego  que  reynaron,  quantos  dellos  fnye- 
9 ron,  é  qnanta  paz  é  sosiego  por  aquella  causa  se  . 

•  siguió,  la  qual  fasta  hoy  se  continuara,  si  la  divi- 
•sion  del  Rey  de  Portogal  no  interviniera.  And  que, 
•sefiores,  por  experiencia  vemos  que  nuestra  quis- 
•tion  es  con  gente  á  quien  sn  maldad  face  flacos  é 
•fuidores;  los  quales  no  tienen  mas  esencia  ni  resis- 

•  teucia  de  quanto  vieren  nuestra  pacienda  é  poca 

•  diligencia.  La  calidad  de  la  cosa  sobre  quo  deba- 
étimos,  que  fué  la  quaiia  parle  de  mi  dividen,  es 

•  sobre  defensión  de  nuestras  personas  é  de  nuestras 

•  f  aciendas,  é  de  nuestras  vidas,  é  sobro  nuestra  li- 
•bertad,  que  vemos  perder  é  diminuir.  Considerad 

•  agora,  sefiores,  d  son  estas  cosas  de  calidad  que 

•  deban  ser  remediadas.  É  lo  mesmo  condderad  que 
•vida  seria  la  nuestra,  d  no  la  remediásemos  con 
•gran  parte  de  lo  que  tenemos,  é  d  no  con  parte,  con 
•todo  cuanto  tenemos,  porque  seamos  homes  libres 

•  como  lo  debemos  ser,  é  no  subjetos  como  lo  somos. 
•La  quinta  es,  saber  en  qué  tierra  debatimos.  Á  m( 
•parece,  sefiores ,  que  esta  nuestra  quistion  no  es  la 
•empresa  de  Ultramar,  ni  menos  habemos  de  ir  á 
•conquistar  provindas  estrafias.  La  conquista  que 

•  habemos  de  facer  en  nuestro  Reyno  es,  en  nuestra 
•tierra  es,  en  nuestras  dbdades  é  villas  es;  en  nnes^ 


itA 


ÓBÓNI0A8  DE  LOS  ílBtBS  DÉ  0A8TÍLLA. 


ttros  oampoe  et,  en  nneeiraB  oasM  y  horedamientoe 
lee, donde  estando  jontoB  ó  concertados,  segnnes- 
ipero  que  lo  seréis,  no  digo  yo  á  aquellos  pocos  6 
•malos  tiranos,  mas  á  todo  di  restante  del  mundo 
»que  viniese,  podriadee  resistir  ó  defender,  é  aun 
•ofender.  Porque  oomo  sabéis,  gran  diferencia 
•hay  de  las  fuerzas  que  defienden  lo  suyo  á  las 
•  del  ladrón  que  viene  por  lo  ageno.  La  sexta  es, 
ver  las  cosas  que  para  el  remedio  desta  nuestra 
requesta  son  necesarias.  Las  quales  según  pen- 
samos son  tres:  la  primera  es  el  dinero;  la  se- 
gunda gente  é  capitanee;  la  tercera  ordenanzas 
por  donde  nos  gobernemos.  É  qnanto  toca  al  di- 
nero, según  los  clamores  que  á  todos  en  general, 
é  á  cada  uno  en  especial  vemos  facer  por  los 
malee  que  recibe,  no  creemos  que  haya  perso- 
na que  no  dó  la  meytad  de  sus  bienes,  por  tenor 
la  otra  meytad  é  su  persona  ¿  de  sus  fijos  é  parien- 
tes seguros:  pues  quanto  mas  dará  la  pequefia  ó 
bien  pequefia  cantidad,  que  le  podrá  caber  en  los 
repartimientos  que  se  farán  on  los  pueblos  para 
esta  f  adeuda.  La  segunda  es,  haber  gente  é  capi- 
tanes; é  para  haber  esto,  no  habemos  de  ir  fuera  de 
nuestro  Beyno,  porque  dentro  dól  abundamos  en 
asaz  número  de  gente  sabia  en  la  guerra,  é  bien 
armada,  tal  ó  tanta,  qué  no  es  menester  trabajo  ni 
pensamiento  para  la  haber.  La  tercera  cosa  es,  fa- 
cer nuestras  ordenanzas  y  estatutosi  é  penas  según 
se  requiere  á  los  delictos  ó  crímenes  que  se  come- 
tieren. É  para  esto,  sefioros,  tenéis  la  voluntad  del 
Bey  é  de  la  Beyna,  que  vos  darán  facultad  é  auto- 
ridad para  las  facer,  é  poder  para  las  exectitar,  ó 
tener  vuestra  jurisdicion  apartada  de  la  ordinaria 
en  los  pueblos,  de  tal  manera  que  no  habréis  estor- 
bo ninguno  de  su  jurisdicion  en  lo  que  quisiéredes 
ordenar,  ó  salvar;  é  vos  darán  ansimesmo  todo  el 
favor  necesario,  para  que  esto  que  con  el  ayuda  de 
Dios  queréis  comenzar,  venga  en  efeto.  Ansí  que 
el  mayor  trabajo  de  esta  nuestra  obra,  es  comen- 
zarla: esto  fecho,  la  mesma  cosa  abrirá  los  cami- 
nos para  el  fin  que  deseamos  con  el  ayuda  de  Dios, 
en  el  qual,  quanto  mayor  fe  tovióremos,  tanto  mas 
cierto  teméis  el  efeto  de  la  justa  petición  que  fi- 
ciéredes. 

•  Bien  creo  yo,  sefioros,  que  hay  algunos  á  quien 
esto  geles  fará  difícile,  creyendo  que  no  nos  po- 
dremos juntar,  é  juntos  no  nos  podremos  conoor- 
dar  en  los  repartimientos  de  los  dineros,  é  otras 
cosas  que  son  menester.  B  cerca  desto ,  no  parece 
que  debe  haber  dificultad ,  porque  todos  sabemos 
que  la  mayor  parte  del  Beyno  viene  de  voluntad 
en  esta  contribución,  é  que  ningunos  hay  que  la 
contradigan,  é si  los  hay  son  bien  pocos;  los  qua- 
les veyéndose  fuera  del  beneficio  é  utilidad  que 
de  nuestra  hermandad  se  puede  seguir,  ¿quién 
dubda  que  no  quieran  ser  comprehendidos  en  ella, 
por  s^urídad  suya  ó  de  lo  suyo?  Otros  algunos 
hay  que  dubdan  en  la  constitución  desta  nuestra 
hermandad ,  reeelando  ser  cosa  de  comunes  é  de 
pueblos,  do  habrá  diversas  opiniones  ó  volunta- 
des ,  las  quales  podrían  ser  de  tanta  discordia ,  que 


lo  derribasen  é  destruyesen,  según  se  fizo  en  las 
otras  hermandades  pasadas.  De  lo  qual  se  segui- 
ría quedar  los  pueblos  é  personas  singulares  mu- 
cho mas  enemistados  con  los  alcaydes  é  tiranos  ó 
con  los  robadores ,  para  nos  poner  en  mayor  sub- 
jecion  de  la  que  agora  tenemos.  B  para  sanear  es- 
te recelo  son  de  notar  dos  cosas.  La  primera  es 
que  si  las  otras  hermandades  pasadas  no  perma- 
necieron en  su  fuerza ,  aquello  fuá  porque  se  entre- 
metieron á  entender  en  muchas  cosas  mas  de  lo 
que  les  pertenecía ;  é  nosotros  á  ningún  caso  otro 
habemos  de  facer  hermandad ,  salvo  al  que  viá- 
romos  ser  necesario  para  seguridad  de  los  cami- 
nos, é  para  resistir  é  castigar  los  robos  é  prisiones 
que  se  facen.  La  segunda  es  que  el  Bey  Don  En- 
rique, que  las  habia  de  sostener  é  favoreoer,  este 
las  oontradeda  ó  repugnaba  de  tal  manera,  que 
las  destruyó  en  poco  tiempo ;  y  esto  tenemos  ago- 
ra por  el  contrarío,  porque  el  Bey  ó  la  Beyna,  nues- 
tros sefioros,  mandan  que  estas  hermandades  en 
sus  Beynos  se  constituyan ,  é  dan  sus  cartas  para 
ello,  ó  las  quieren  con  gran  voluntad  favorecer, 
de  manera  que  permanezcan,  considerando  el  gran 
servicio  de  Dios  é  suyo,  ó  la  paz  ó  sosiego  que  do- 
lías en  BU  Beyno  se  puede  conseguir.  E  por  tanto 
mi  parecer  seria,  que  luego  debéis  diputar  entre 
vosotros  caballeros  ó  letrados  que  vean  los  casos 
desta  hermandad  que  debemos  facer,  é  quales  é 
quantos  deben  ser ;  ó  sobre  ellos  establezcan  é  ins- 
tituyan las  leyes  ó  ordenanzas  que  entendieren ,  é 
con  las  penas  que  les  paredere.  Ansimesmo  se 
deben  diputar  entre  vosotros  personas  que  entien- 
dan luego  en  el  repartimiento  del  dinero,  oomo  6 
quanto  se  debe  repartir ,  é  que  personas  lo  deben 
pagar  ¡  6  otrosi  en  la  gente  que  se  debe  juntar,  y 
en  los  capitanes  que  se  deben  elegir,  é  quanto 
sueldo  geles  debe  dar.  Esto  fecho,  esperamos  en 
Dios,  que  conseguiremos  el  fin  de  la  seguridad 
que  deseamos ,  que  fué  la  séptima  é  útima  iwite 
desta  mi  proposición,  • 
Oomo  este  caballero  Alfonso  de  QuintaniUa  ovo 
acabado  su  razonamiento,  todos  aquellos  caballe- 
ros ,  ó  letrados,  ó  dbdadanos,  ó  labradores  que  allí 
estaban,  fueron  contentos, é  loaban  la  fabla  que 
habia  fecho,  é  mucho  mas  su  buena  intendon  cerca 
del  remedio  de  aquellos  males  que  padedan.  £  to- 
dos unánimes,  despertando  los  ánimos  que  tenían 
caídos  de  los  dafios  que  recebian,  dixeron  que  era 
cosa  justa  é  razonable  que  la  tierra  se  remedíase ;  é 
que  se  debía  facer  la  hermandad. que  deoia,  6  re- 
partir loe  dineros  necesarios,  é  llamar  la  gente  de 
armas,  é  facer  todas  aquellas  cosas  que  aquel  caba- 
llero habia  propuesto.  E  luego  todos  estos  procura- 
dores, que  allí  vinieron  con  poderes  bastantes  cada 
uno  de  sus  cibdades  ó  villas  ó  pueblos ,  ficieron  é 
instituyeron  una  hermandad  que  durase  tres  afios, 
para  responder  unos  á  otros ,  é  se  ayudar  contra  los 
tiranos  é  robadores ;  é  diputaron  dorios  osballeroB 
é  letrados ,  los  quales  ficieron  ó  ordenaron  cinco  ca- 
sos de  hermandad ,  en  que  habían  de  entender  los 
oficiales  que  fuesen  puestos  para  ministrar  esta  her- 


l)Qt^  t*BRNANDO 

mandad.  Y  el  primero  caso  era,  toda  fueraa,  ó  robo, 
ó  furto ,  ó  ferida  feoha  en  el  oampo.  ¡El  segundo, 
todo  robo ,  6  fuerza,  6  furto  fecho  en  poblado,  quan- 
do  el  malfechorse  fueae  fuera  del  poblado  do  lo  fizo 
ó  á  otro  lugar.  El  tercero,  todo  quebrantamiento  de 
casa.  El  quarto ,  toda  fuerza  de  muger.  El  quinto, 
quando  alguno  fueee  contra  la  justicia  é  la  desobe- 
decteee.  E  inatituyeron  que  oviese  en  cada  cibdad, 
villa  6  lugar  dos  alcaldes  de  hermandad,  que  to- 
viesen  plenaria  jurísdicion  para  juzgar  é  determi-  • 
nar  en  estos  dnoo  oasos  de  hermandad  cada  que 
acaeciese.  Eso  mesmo  ñderon  cierto  número  de 
quadrillas,  para  perseguir  los  robadores  ó  malfe- 
chores.  ítem  diputaron  ciertos  caballeros,  é  perso- 
nas sabias  é  de  buena  intención ,  á  quien  cometie- 
ron el  repartimiento  del  dinero  que  se  hablan  de 
coger  en  cada  pueblo.  Y  estos  diputados  acordaron 
que  cada  cient  vecinos  de  todas  las  cibdados  é  vi- 
llas 6  lugares  do  los  Reynos  do  Oastilla  é  do  León, 
que  entraron  en  aquella  hermandad,  pagasen  el 
sueldo  é  acostamiento  de  un  borne  á  caballo,  el  qual 
siempre  estoviese  presto  con  el  capitán  que  le  die- 
sen para  seguir  qualquier  malfechor.  E  tomaron 
por  capitán  general  de  la  hermandad  que  flcieron, 
á  Don  Alfonso  de  Aragón,  Duque  de  VUlahermosa, 
hermano  bastardo  del  Bey ,  y  eligieron  otros  ocho 
capitanes,  algunos  de  trecientas,  otros  de  decien- 
tas, é  de  cient  lanzas ,  á  cada  uno  de  los  quales  pa- 
gaban el  sueldo  é  aóostamiento  que  le  montaba  ha- 
ber para  la  gente  que  tenia  en  su  capitanía.  T  estos 
estaban  continamente  juntos  con  sus  armas  é  caba- 
llos, en  los  lugares  é  provincias  do  les  era  manda- 
do, ítem  para  conocer  de  los  debates  quo  oonrrírian 
oonoemientos  á  los  oasos  do  hermandad ,  ó  para  los 
determinar,  eligieron  por  Presidente  á  Don  Lope  de 
Bibas,  Obispo  de  Cartagena,  un  perlado  antiguo,  con 
el  qual  estaban  de  cada  provincia  un  diputado  con- 
tinamente ;  y  estos  se  llamaban  dipotados  genera- 
les para  oir  é  determinar  las  cosas  que  ante  elloa 
venian ,  los  quales  tenian  plenaria  jurisdicción  para 
determinar,  é  del  juicio  destos  no  habia  apelación. 
Otrosí,  porque  los  agraviados  con  sus  querellas  no 
oviesen  de  trabajar  en  venir  con  sus  agravios  al 
lugar  do  estaba  el  presidente  é  diputados  genera- 
les, ordenaron  que  en  cada  provincia  estoviese  un 
diputado  provincial  para  las  oir  é  remediar,  el  qual 
entendiese  en  las  contribuciones  que  so  habían  de 
facer  para  la  hermandad,  de  manera  que  todos  pa- 
gasen segund  sn  facultad ,  é  ninguno  fuese  agravia- 
do efí  los  repartimientos.  Otrosí,  para  entender  en 
todas  estas  cosas,  6  para  dar  orden  en  poner  teso- 
reros é  recabdadores,  é  pagar  é  repartir  el  dinero  á 
quien  é«como  se  debía  dar ,  porque  era  cosa  de  gran 
confianza  ;  el  Bey  é  la  Beyna  dieron  cargo  á  aquel 
caballero  Alfonso  de  Quintanilla  é  al  Provisor  de 
Villafranca,que  seg^n  habemos  dicho,  fueron  pro- 
movedores é  solicitadores  para  que  la  hermandad  se 
fioiese.  E  todos  estos  recurrían  por  la  final  determi- 
nación de  las  cosas  al  Bey  é  á  la  Beyna  é  á  su  Oon- 
seje.  Ansí  fueron  constituidas  hermandades,  en  las 
qualee  fueron  comprehendidas  todas  las  cibdades  é 


i  DO^A  ISABEL 

tíllaa  é  lugares  de  los  Beynos  de  Oastilla  é  de  León 
é  del  reyno  de  Toledo  é  del  Andalucía  é  de  Gkdida. 
Los  lugares  é  tierras  de  sefiorfo  no  entraron  luego, 
por  los  impedimentos  que  los  seftores  dellas  le  po- 
nían. Sobre  lo  qual  fuá  requerido  Don  Pedro  Fer- 
nandez de  Velasoo,  Condestable  dé  Castilla  é  Conde 
de  Haro ,  que  era  d  que  tenia  maa  número  de  vasa- 
llos que  ningún  otro  sefior  de  todas  aquellas  tierras 
de  allende  los  puertos,  para  que  diesS'  lug^  que  sus 
tierras  entrasen  en  aquella  hermandad.  El  qual  res- 
pendió  que  le  placía,  é  no  solamente  daria  lugar 
que  sus  tierras  entrasen  en  ella,  pero  que  él  ge  lo 
mandaría  é  oonstreftiria  qué  lo  ficiesen,  é  contribu- 
yesen en  día  con  todos  los  que  habían  entrado.  B 
allende  desto ,  él  é  todos  los  de  su  casa,  queria  que 
fuesen  comprehendidos  en  aquella  santa  herman- 
dad, considerando  quanto  era  servido  de  Dios  é  del 
Bey  é  de  la  Beyna,  é  bien  é  seguridad  del  Beyno. 
E  luego  mandó  á  todos  los  de  sus  villaa  é  lugares 
quo  se  juntasen  con  aquellos  que  habían  entrado 
en  la  hermandad,  é  fuesen  particioneros  en  ella;  é 
and  lo  ficieron  luego  todos  los  de  sus  tierras.  Este 
Condestable  era  heme  generoso  é  recto ,  y  era  gran, 
sefior  en  las  raontafias ;  é  nunca  le  vieron  ser  en  re- 
belión contra  ningún  Bey ,  antes  era  obediente  á 
los  mandamientos  reales,  é  daba  exemplo  á  otros 
que  lo  fuesen.  Visto  por  todos  los  caballeros  é  sefio- 
res  que  tenian  vasallos,  como  el  Condestable  había 
mandado  á  sus  tierras  entrar  en  la  hermandad,  lue- 
go mandaron  á  sus  villas  é  lugares  que  ansimesmo 
entrasen  en  ella.  E  de  lo  que  contribuían  los  pue- 
blos en  esta  hermandad ,  se  pagaba  sueldo  oontina- 
mente  á  dos  mil  homes  á  caballo,  que  estaban  pres- 
tos para  lo  que  el  Bey  é  la  Beyna  mandaban ,  é  se- 
guraban los  caminos,  é  perseguían  los  malfediores, 
E  vista  la  grand  utilidad  que  della  se  seguía,  se 
prorogó  por  otros  tres  afios  addante. 

B  porque  á  los  principios  que  esta  hermandad  se 
constituyó ,  condderando  que  la  utilidad  era  común 
á  todos ,  fué  ordenado  que  todos  contribuyesen  en 
olla ,  también  los  eeontos  como  los  no  esentos ;  los 
fijosdalgo  del  Beyno  sintiéndose  agraviados  desta 
contribudon  por  ser  en  quebrantamiento  de  la  li- 
bertad que  tienen  por  razón  de  su  fidalguia,  reda- 
maron ante  el  Bey  é  la  Beyna,  é  soplicéroides  que 
pues  dios  en  las  guerras  presentes,  é  sus  padres  é 
agflelos  en  las  pasadas  habían  servido  á  los  Beyes 
sus  progenitores,  and  en  la  guerra  contra  los  mo- 
ros, como  contra  todas  las  otras  personas  que  les 
era  mandado,  y  estaban  dispuestos  por  sus  personas 
de  se  poner  á  la  muerte  por  su  servicio ;  que  les  plo- 
guiese  mandar  guardar  el  privilegio  de  su  fidalguia, 
que  nunca  habia  seydo  quebrantado  en  estos  Bey- 
nos.  El  Bey  é  la  Beyna,  vista  la  razón  de  los  fidal- 
gos,  luego  ge  lo  mandaron  guardar;  é  dende  en 
addante  los  fidalgos  no  contribuyeron  en  aquella 
hermandad  todos  los  afios  que  duró. 


ORÓNIGAS  DB  LOS  RB7B8  DÉ  OASTltLA. 


CAPÍTULO  LH. 

De  eofflo  6l  Rej  uenió  nal  sobre  Canuiipiedra ,  é  de  las  cosas 

qee  alli  pasaron. 

Segnn  habernos  recontado ,  el  Rey  de  Portogal 
f oraeoió  de  mucha  gente  ó  pertrechos  é  bastimentos 
las  fortalezas  qne  tenia  en  dronito  de  la  cibdad  de 
Toro  donde  ól  estaba ;  en  especial  la  villa  de  Canta- 
lapiedra ,  en  la  qual  puso  por  capitán  á  un  caballe- 
ro castellano  de  los  que  seguían  su  partido ,  que  se 
llamaba  Alonso  Peres  de  Vivero,  con  muchos  bo- 
rnes á  caballo  é  á  pió.  Bl  Rey  ovo  su  acuerdo  de  po- 
ner real  sobre  aquella  villa,  é  ansimesmo  poner 
guarniciones  de  gente  contra  los  que  estaban  en 
Castronufio ,  por  escasar  los  robos  qué  de  aquella 
villa  se  facian  en  las  comarcas.  B  di6  cargo  al  bas- 
tardo su  hermano,  Duque  de  VUlahermosa,  é  al  Con- 
de de  Trevifio ,  de  la  gente  que  mandó  estar  sobre 
Oautalapiedra,  porque  le  era  necesario  estar  en  las 
cortos  que  tenia  en  Madrigal ,  los  mas  dias  con  la 
gente  de  su  guarda ,  é  desdo  Madrigal  iba  á  Cántala- 
piedra  á  proveer  las  guarniciones  que  tenia  puestas 
contra  Castronufio  é  Siete  Iglesias.  B  mandó  poner 
artillería  y  engenios  sobre  aquella  villa  do  Cántala- 
piedra,  é  apretar  á  los  que  estaban  dentro,  á  fin  do 
la  tomar  \  porque  tomada  so  quitaba  gran  parto  del 
impedimento  que  habia  para  poner  sitio  sobre  Cas- 
tronufio ,  ó  sobre  las  fortaleisas  de  la  comarca  que 
estaban  por  el  Rey  de  Portogal.  Los  que  estaban 
dentro  pusiéronse  en  defensa,  para  lo  qual  tenían 
grandes  aparejos,  cavas  ó  baluartes,  ó  otros  edifi- 
cios. B  después  de  muchas  escaramuzas  que  ovieron 
'  en  algunos  dias,  mandó  el  Rey  aderezar  el  comba- 
te. Los  de  la  villa  salieron  á  pelear  con  los  de  fuera 
por  las  partes  que  los  del  Rey  llevaban  los  pertre- 
chos, é  por  otras  coevas  secretas  que  tenian  fechas, 
desde  las  quales  podían  ofender,  ó  no  recebir  dafio. 
B  antes  que  llegasen  los  pertrechos,  porque  el  Rey 
conoció  que  por  las  cavas  ó  cuevas  que  los  de  den- 
tro de  la  villa  hablan  fecho  secretamente ,  pudiera 
su  gente  recebir  gran  dafio,  mandó  retraer  los  per- 
trechos ,  ó  acordó  que  aquel  día  no  se  combatiese  la 
villa.  Los  Portogueses,  veyondo  que  los  pertrechos 
se  retraían,  cobraron  mayor  esfuerzo,  é  salieron  á 
escaramuzar  con  los  del  Rey  á  caballo  ó  á  pié.  Y  en 
aquella  escaramuza,  y  en  otras  que  otros  dias  ovie- 
ron ,  fueron  muchos  muertos  é  f eridos  de  los  unos  é 
délos  otros.  Los  de  la  villa,  como  quiera  que  se  es- 
forzaban ,  porque  tenian  al  Roy  de  Portogal  cerca 
esperando  que  los  socorriera ,  poro  porque  los  apre- 
taban mucho  los  dol  Rey ,  de  manera  que  no  les  en- 
traba mantenimiento  ninguno,  é  ansimesmo  porque 
trabajaban  de  día  en  las  cavas,  é  de  noche  en  repa- 
rar los  muros  é  los  baluartes  que  derribaban  las 
lombardas  del  Roy,  ó  poniendo  defensas  para  los 
dafioa  que  facian  los  engenios,  é  otrosí  porque  en 
las  escaramuzas  que  hablan  habido,  goles  diminuía 
la  gente ;  embiaron  á  decir  al  Rey  de  Portogal ,  que 
los  socorriese,  porque  estaban  en  grande  aprieto. 
Bl  Rey  de  Portogal  no  touia  tanta  gente  para  los 


poder  socorrer,  porquo  habia  sacado  por  dos  veoes 
de  su  reyno  toda  la  gente  que  en  él  habia  para  esta 
conquista  ;  é  muchos  dellos  eran  muertos,  é  otros  se 
volvían  á  Portogal  por  las  grandes  fatigas  ó  traba- 
jos que  hablan  recebido  en  Castilla.  B  como  se  vido 
puesto  en  necesidad ,  é  ansimesmo  porque  el  Arzo- 
bispo de  Toledo  é  los  otros  caballeros  castellanos 
que  estaban  á  su  obediencia ,  eran  tan  ocupados  en 
la  guarda  de  sus  tierras,  que  no  le  podían  servir  por 
sus  personas ,  ni  embiarle  de  sus  gentes ,  por  conse- 
jo de  algunos  sus  caballeros  é  capitanes,  acordó  de 
saUr  al  campo  con  toda  la  gente  que  tenia,  é  robar 
ó  quemar  los  lugares  de  tierra  de  Salamanca  que  es- 
taban'cercanos  á  Toro ,  porque  creía  que  el  Rey  irla 
á  los  socorrer,  é  le  sería  forzado  alzar  el  real  que 
tenia  puesto  sobre  Cantalapiedra ;  y  en  aquella  ma- 
nera entendía  que  los  cercados  serian  socorridos,  ó 
los  cercadores  no  darían  fin  á  su  empresa.  Algunos 
dolos  de  su  consejo  le  dixoron  que  no  era  cosa  dina 
de  Rey  ir  en  poi-sona  á  robar  ó  quemar  lugares,  ó 
doxar  do  socorrer  su  gente,  quo  á  sus  ojos  estaba  si- 
tiada ;  ó  quo  los  Royos  do  tal  manera  hablan  de  salir 
al  campo  acompafiados,  que  no  recibiesen  mengua 
ni  fuerza  de  sus  contraríos.  B  que  bien  podia  man- 
dar á  algunos  de  sus  capitanes,  que  saliesen  á  fa- 
cer aquella  guerra,  porquo  si  recibiesen  dafio ,  á  su 
persona  real  ompocería  poco,  ó  si  saliese,  podría  po- 
ner su  persona  y  estado  ó  la  empresa  que  tenia  do 
Castilla  en  perdición.  B  quo  si  por  ventura  el  Rey 
su  adversario  alzase  el  real  de  sobre  Cantalapiedrai 
é  viniese  con  toda  su  hueste  é  resistir  los  dafios  ó 
quemas  que  ¿I  quería  facer,  una  de  dos  cosas  le 
con  venia  facer,  ó  haber  con  ól  batalla,  para  lo  qual 
tenia  igual  poder  de  gente ,  ó  retraerse  al  lugar  do 
habia  salido ,  con  poca  honra.  B  amonestábanle ,  que 
pues  en  esta  demanda ,  á  la  fortuna  tentada  por  tan- 
tas vias  bahía  fallado  dubdosa ,  antes  que  del  todo 
la  oviese  contraria ,  remediase  á  su  persona ,  á  sa 
honra,  á  su  gente ,  á  su  reyno ,  é  ansimesmo  á  los  ca* 
balleros  castellanos ,  que  esperando  algún  nuevo  fa- 
vor duraban  en  su  servicio,  antes  qué  la  dilación 
del  tiempo  les  ficiese  mudar  el  propósito  que  habian 
tomado  de  le  servir.  B  que  les  parecía,  que  si  el  Roy 
de  Francia  le  era  amigo  cierto,  según  que  con  él  te« 
nía  firmado  é  jurado ,  debia  dexar  reoabdo  en  aque- 
llas fortalezas,  é  ir  al  Rey  de  Francia;  el  qual  le 
habia  fecho  grandes  ofrecimientos  para  le  ayudar 
en  esta  conquista  que  tenia  comenzada.  B  que  ooa 
el  poder  de  gente  é  dinero  que  le  darla ,  podría  ve- 
nir como  á  Roy  pcitenece ,  é  recobrar  el  Reyno  de 
Castilla ;  ó  que  no  debía  gastar  su  tiempo  en  robos 
é  quemas  de  lugares,  porque  aquella  tal  guerra, 
mas  era  de  homes  rateros,  que  de  Reyes.  Decíanle 
ansimesmo,  é certificábanle,  que  el  ayuda  del  Rey 
de  Francia  le  era  muy  cierta;  porque  esta  empresa 
de  Castilla,  tanto  la  tenia  por  suya  como  el  Rey  de 
Portogal ,  ansí  por  la  question  que  tenia  con  el  Rey 
por  causa  del  debate  de  Ruisellon ,  como  por  el  da- 
fio que  gele  seguiría  si  su  adversario  fuese  Rey  pa- 
cifico de  Castilla. 
B  como  cu  su  consejo  habia  diversas  opinionoSi 


DON  t'ERNANDO. 

é  contrarias  «nat  de  otras,  algnnoa  de  bq  Consejo 
le  dixeron :  «Voa,  Sefior,  para  socorrer  los  yaestros, 
» tenéis  cerca  la  necesidad  presente,  ó  tenéis  la  aya- 
»  da  del  Rey  de  Francia  incierta,  é  de  f atoro.  Por. 
»qae  oomo  qaiera  qae  tos  tengáis  gran  oonfiansa 
»  en  la  amistad  qae  pon  el  Rey  de  Francia  flcistes, 
»ansf  por  lo  qae  os  tiene  jabado  en  escripto,  oomo 
» por  los  glandes  ofrecimientos  qne  vos  ha  embiado 
»  decir  por  palabra ;  pero  visto  habernos ,  qae  mn- 
»  ches  son  los  principes  qae  veyendo  á  otros  en  pros- 
•  peridad ,  estonces  les  facen  ofrecimientos,  los  qaa- 
B  les  se  madan  qaando  los  Teen  en  adversidad.  £  si 
»  vos,  Sefior,  vais  en  persona  á  él,  mostrando  qae  sois 
»  venido  en  tal  estado  qae  habéis  menester  sa  aya* 
ida,  no  sabemos  si  tema  aquella  voluntad  en  el 
»  tiempo  de  la  obra ,  qae  tovo  en  la  hora  del  ofreci- 
» cimiento,  ^si  estará  tan  libre  para  complir  sas 
B  ofrecimientos,  como  estaba  al  tiempo  que  los  fa^ 
» cia.  B  dado  que  la  voluntad  tenga  buena,  no  sa- 
B  hemos  si  tema  el  poder  para  lo  poner  en  obra ; 
B  porque  sabemos  que   está  muy  ocupado   en  las 
B  guerras  que  tiene  con  el  Duque  de  Borgofta  vues- 
Btro  primo,  y  en  otras  partes.  T  es  de  mirar,  que 
B  loa  Reyes  qnanto  son  mayores ,  tanto  mayores  son 
Bsus  necesidades ;  é  que  no  deben  dezar  de  proveer 
B  á  las  suyas ,  por  socorrer  á  las  agenas ,  ni  vos  de 
B  buena  hermandad  lo  debéis  pedir,  si  en  tal  neoeei- 
Bdad  le  vedes  puesto.  Portante,  Sefior,  parecería 
iique  debéis  ir  antes  á  socorrer  los  vuestros,  que 
B  esperar  las  ayudas  agenas.  £  no  parece  ser  incon- 
B  viniente,  que  vos  salgáis  en  persona  al  campo  á 
B  facer  guerra  en  las  tierras  que  están  por  vuestro 
B  adversario ;  pues  él  ansimesmo  está  en  el  campo 
B  con  su  hueste,  faciendo  guerra  á  las  vuestras.»  El 
Rey  de  Portogal,  oidas  estas  rasónos,  dexó  por  es- 
tonces de  entender  en  su  ida  á  Francia,  é  acordó  de 
partir  de  la  cibdad  de  Toro,  é  salir  en  persona  al 
campo  con  toda  la  mas  gente  que  pudo ;  é  aderesó 
su  camino  con  su  hueste  á  la  parte  de  aquella  tier- 
ra de  Salamanca,  que  estaba  cercana  á  Toro,  é  ro- 
bó é  quemó  ciertas  aldeas  cercanas  de  aquella  cil>- 
dad.  Ck>mo  el  Rey  sopo  la  guerra  que  se  facia  en 
tierra  de  Salamanca,  creyendo  que  él  Rey  de  Por- 
togal habla  embiado  algunos  caballeros  á  la  facer, 
é  que  no  habla  ido  él  en  persona,  mandó  á  Don  Pero 
Manrique,  Conde  de  Trevifio,  que  fuese  luego  con 
gente  de  caballo  ala  resistir,  con  intención  de  le  ir 
á  socorrer  en  persona,  si  la  gente  del  Rey  de  Por- 
togal fuese  mayor  que  la  del  Conde.  El  Conde  por 
mandado  del  Rey ,  fué  á  aquellas  partes  donde  se 
facia  aquella  guerra;  é  llegando  cerca  del  lugar 
donde  el  Rey  de  Portogal  estaba  por  espacio  de  una 
legua,  fueron  tomados  por  los  del  Rey  de  Portogal 
diea  hornea  á  caballo,  de  los  que  el  XDonde  habla 
embiado  á  tomar  lengua  é  saber  quanta  gente  era 
aquella  que  facia  aquellas  quemas  é  robos.  Estos 
dies  homes  fueron  llevados  ante  el  Rey  de  Por- 
togal ,  é  preguntados  que  gente  habla  salido  del 
real,  le  dixeron  en  como  el  Conde  de  Trevifio  con 
gente  venia  por  mandado  del  Rey  á  le  buscar,  é 
que  el  Rey  venia  ansimesmo  empos  del  con  gran 
Or—IIL 


ú  Doíf  A  Isabel.  *  toS 

parte  de  su  hueste  á  le  socorrer.  Oomo  esto  sopo  el 
Rey  de  Portogal,  pensando  que  no  sería  su  honra 
pelear  en  persona  con  el  Conde  de  Trevifio ,  acordó 
de  volver  para  la  cibdad  de  Toro  ;  y  el  Conde  fué  á 
las  espaldas  siguiéndole ,  é  faciendo  dafio  en  la  re- 
aaga  de  su  gente ,  fasta  que  todos  se  pusieron  en 
salvo  dentro  do  la  cibdad  de  Toro. 

Quando  el  Rey  de  Portogal  conoció  que  no  pedia 
socorrer  á  los  que  estaban  por  él  en  Cantalapiedra, 
ni  tenia  tanta  gente  para  salir  al  campo,  movió  tra- 
to de  partido  al  Rey ,  que  alease  el  cerco  que  alU 
tenia  puesto ,  é  que  soltarla  la  fe  que  tenia  del  Con- 
de do  Benavente,  é  le  restituiría  sus  fortalesas,  con- 
viene á  saber,  á  Portillo,  Mayorga,  é  Villalva,  que 
lehabiatomado.fi  ansimesmo  que  el  Rey  soltase 
al  Conde  de  Pefiamasor  que  tenia  preso ,  é  que  res- 
tituyese al  Licenciado  Antón  Nufiez  de  Cibdad-Ro- 
drigo  sus  bienes  é  rentas  y  heredamientos  que  le 
habia  mandado  tomar.  Otros!  que  dentro  de  un  áfio 
no  le  fíciese  guerra  en  el  Reyno  por  la  gente  que 
estaba,  ó  estoviese  en  Cantalapiedra.  B  para  con- 
cluir este  trato,  vino  por  parte  del  Rey  de  Portogal, 
al  Real  el  Conde  de  Faro.  B  plogo  al  Rey  de  lo  con- 
cluir en  esta  manera  que  habernos  d|cho ,  á  fin  de 
libertar  al  Conde  de  Benavente  de  la  fe  que  habia 
dado  al  Rey  de  Portogal ,  é  de  le  restituir  sus  forta- 
lesas ;  é  luego  el  Rey  alzó  el  cerco  que  tenia  sobre 
Cantalapiedra ,  y  el  Rey  é  la  Reyna  fueron  para  Va- 
lladolid.  B  ficieron  merced  al  Conde  de  Benavente 
de  quatro  quentos  de  maravedís,  en  enmienda  de 
los  gastos  é  dafios  que  ovo  por  su  servicio  en  la 
prisión.  E  ansimesmo  le  hablan  fecho  merced  de  \h 
cibdad  de  la  Corafia  de  juro  de  heredad  para  siem- 
pre jamas,  quando  vino  á  les  servir  coütra  el  Rey 
Portogal ;  é  mandáronle  entregar  la  f  ortaleaa  della. 
E  oomo  los  de  la  cibdad  vieron  puesta  la  fortalesa 
en  poder  del  Conde  de  Benavente ,  é  que  él  Rey  é 
la  Reyna  le  hablan  dado  la  cibdad,  é  que  eran  apar- 
tados de  la  corona  real ,  fueron  de  tal  manera  atri- 
bulados, que  no  podiendo  sofrir  sefiorio  apartado 
del  sefiorio  roal ,  propusieron  de  se  libertar  del  Con- 
de, é  posponer  sus  vidas,  é  perder  sus  bienes,  por 
dezar  tal  memoria  y  ezemplo  á  los  venideros  para 
qne  nunca  consintiesen  apartar  aquella  cibdad  de 
la  corona  real  de  Castilla  en  ningún  tiempo.  E  oomo 
quiera  que  entro  losmoradoresé  caballeros  de  aque- 
lla cibdad,  habia  algunas  divisiones  y  enemistades; 
pero  todas  las  pospusieron,  é  conformes  y  en  unión 
tomaron  armas ,  é  pusieron  sitio  sobre  la  fortalesa, 
é  foraederoñ  la  mar  de  navios  é  á  sus  espensas,  ó 
combatían  todos  los  días  al  Alcayde  qne  tenia  la 
fortalesa  por  el  Conde ,  é  á  sus  <úriados  que  habia 
puesto  para  la  defender.  Quando  el  Conde  que  es- 
taba en  Castilla  sopo  aquello,  juntó  toda  la  gente 
de  su  casa,  é  ansimesmo  la  de  algunos  de  susparien- 
tes  é  amigos,  é  fué  á  socorrer  su  fortalesa,  é  á  fa- 
cer guerra  contra  los  de  la  oibdad  que  la  tenian  cer- 
cada. A  los  quales  el  temor  del  Conde  fiso  cobrar 
mayores  ánimos  para  se  defender;  é  fortificaron 
mas  sus  estansas  por  parte  de  la  tierra  é  del  mar,  de 
tal  manera  que  el  Conde  no  pudo  entrar  ni  en  la  oib- 

70 


OBÓNIOAS  DB  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


306 

dad  ni  en  U  f  ortaleM  á  U  Bocorrer-  E  al  fin  de  gran- 
des trabajos,  ó  machos  gastos  que  fiso,  dezó  aque- 
lla demanda  sin  consegnir  el  fruto  que  esperaba.  El 
Aicayde ,  é  los  otros  sus  criados  que  estaban  en  la 
fortaleza ,  sabido .  que  el  Conde  no  los  pudo  socor- 
rer, entregáronla  luego  á  los  de  la  oibdad  ;  la  qual 
fué  libre  del  sefiorio  del  Conde ,  é  restituida  á  la  co- 
rona real,  por  las  fuersas  é  buen  ánimo  de  los  veci- 
nos de  ella. 

CAPÍTULO  Lin. 

Gobio  el  Rey  flié  ft  socorrer  ft  Fnenterrftbii,  é  eomo  los  Frtneeses 

litaros  el  cerco  qne  tenían  sobre  ella. 
• 

Estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  Valladolid  acordó 
el  Rey  de  ir  á  los  Reynos  de  Aragón  é  de  Cataluña, 
porque  el  Rey  su  padre  muchas  veces  le  embió  á  de- 
cir que  oonvenia  su  presencia,  para  proveer  en  las 
cosas  que  por  estonces  ocurrían  en  aquellas  partes. 
E  la  Reyna  vino  ala  villa  de  Tordesillas  con  gente 
de  armas ,  para  estar  mas  cerca  de  la  cibdad  de  To- 
ro, do  estaba  el  Rey  de  Portogal.  Estando  el  Rey  en 
Aragón  proveyendo  las  cosas  de  aquel  Reyno  con 
el  Rey  su  padre ;  porque  f  uó  informado  de  la  cruda 
guerra  que  lo^  Franceses  facían  en  la  provincia  de 
Quipúzcoa ,  ó  áloe  de  la  villa  de  Fuenterrabia,  acor- 
dó de  ir  á  las  montafias  á  socorrer  aquella  tierra,  é 
la  librar  de  la  guerra  que  lo  facían  los  Francosoa.  E 
vino  para  la  cibdad  de  Victoria,  donde  juntó  fasta 
cinqflenta  mil  combatientes  de  Castilla  la  vieja,  é 
de  todas  las  montafias,  é  Asturias ,  é  de  las  merinda- 
des  é  villas  de  aquella  tierra  :  con  los  qualee  movió 
á  entrar  en  la  provincia  de  Quipúzcoa,  para  ir  á 
Fuenterrabia,  donde  estaban  los  Franceses.  Los  qua- 
les,  visto  que  si  esperaban  recibirían  gran  dafio,é 
que  no  tenían  tanto  número  do  gente  para  socorrer 
el  cerco,  acordaron  de  lo  alzar,  é  volver  para  la  villa 
de  Bayona.  T  embiaron  á  decir  al  Rey  de  Francia 
los  trabajos  qne  hablan  pasado  todo  el  tiempo  que 
•  estovieron  en  aquella  tierra,  ó  la  mucha  de  su  gen- 
te que  allí  habia  perecido  en  las  escaramuzas  habi- 
das con  los  Guipuzes.  E  que  dado  qne  murieron  mu- 
chos dellos,  ó  asentaron  el  artilleria ;  pero  qne  con 
ella  facían  poco  dafio  á  los  muros  de  la  villa,  los 
quales  estaban  amparados  con  la  gran  altura  de  las 
cavas,  é  otras  dioneas.  E  ansimesmo  sabían  de 
cierto,  que  venia  el  Rey  Don  Fernando  con  gran  nú- 
mero de  gente  á  la  socorrer;  é  que  no  era  buena  go- 
bernación de  guerra ,  poner  sitio  sobre  plaza  que 
tenia  tan  presto  el  socorro ,  ó  de  tan  gyande  é  ma- 
yor número  de  gente  que  eUos  eran.  E  que  dado 
que  esto  pudiesen  sufrir,  en  ningún  |caso  podrian 
sostener  la  mengua  de  los  mantenimientos  que  to- 
dos los  días  esperaban  de  las  tierras  lozanas.  Las 
quales  cosas  consideradas,  é  otrosí  el  asiento  que 
aquella  villa  tiene  por  parte  del  mar  é  de  la  tierra, 
les  parecía  dif ícile  poderla  combatir,  sin  tener  grand 
armada  é  aparejos  por  el  mar.  Lo  qual  le  facían  sa- 
ber, porque  no  les  imputase  culpa,  sí  la  villa  no  se 
combatía.  El  Rey  de  Francia,  oídas  aquellas  razo- 
nes, mandó  que  quedasen  algunas  de  sus  gentes  en 


gnamidon  en  la  villa  de  Bayona^  para  que  fioíesen 
guerra  á  la  provincia  de  Quipúscoa,  con  propósito 
de  facer  grand  armada  por  mar  para  la  tornar  á  si- 
tiar: porque  fué  informado,  que  si  no  ponia-grun 
guarda  por  el  mar  también  como  por  la  tierra ,  no 
podria  haber  la  villa.  Dende  en  adelante  los  Fran- 
ceses facian  guerra  á  los  Guipuzes,  é  los  Guipuzes 
á  los  Franceses:  donde  se  recrecieron  muertes,  é  pri- 
siones de  bornes ,  é  otros  dafios  en  el  un  sefiorio  y 
en  el  otro.  En  esta  guerra  los  Guipuzes  se  mostraron 
leales  á  su  Rey ,  esforzados  en  las  peleas ,  é  libera- 
les de  sus  bienes,  porque  mantovieron  la  guerra  á 
sus  proprias  esponsas  todo  aquel  tiempo  que  duró 
la  guerra.  Sabido  por  el  Rey,  en  como  los  France- 
ses alzaron  el  real  que  tenían  puesto  sobre  Fuenter- 
rabia ó  qne  se  habían  retraído  á  Bayona,  mandó 
derramar  la  gente  que  tenía  junta  para  facer  el  so- 
corro que  acordaba  facer;  y  entró  en  las  montafias,  é 
con  él  el  Condestable  Conde  de  Haro.  £  fizo  justicias 
en  hombres  orimínosoB  é  robadores,  é  mandó  derri- 
bar casas  fuertes  donde  se  facían  fuerzas;  é  dexó 
en  aquella  tierra  su  justicia,  é  volvió  para  la  cibdad 
de  Victoria,  do  vinieron  algunos  caballeros  del  Rey- 
no  de  Navarra  de  la  parte  del  Conde  de  Lerin ;  los 
quales  ofrecieron  de  le  dar  la  obediencia  de  la  cib« 
dad  de  Pamplona ,  é  de  otras  muchas  villas  é  luga« 
res  é  fortalezas  de  aquel  Reyno  de  Navarra  que  ellos 
tenían.  A  los  quales  el  Rey  respondió,  que  no  que- 
ría reoebír  ninguna  cosa  que  lo  fuese  dada  de  aquel 
Reyno,  porque  no  le  pcrtenecia,  é  conocía  bien  que 
de  derecho  era  del  Rey  Febus  su  sobrino;  pero  que 
le  placía  entender  .en  los  debates  que  eran  entre 
aquel  Conde  de  Lerin  é  los  caballeros  de  su  paren- 
tela, y  entre  Mesen  Pedro  de  Peralta,  é  los  otros 
caballeros  de  la  suya,  é  los  determinar,  porque  es- 
tovíesen  en  toda  paz.  E  luego  los  fizo  venir  ante  él, 
é  les  puso  treguas,  é  determinó  entre  ellos  algunos 
debates  que  tenían,  los  quales  habían  durado  mu- 
cho tiempo,  do  se  recrecieron  tantas  muertes  é  ro- 
bos é  quemas  de  lugares  en  aquel  Reyno  de  Navar- 
ra ,  que  casi  estaba  ya  en  punto  de  se  perder.  El  Car- 
denal de  Espafia  que  tenia  amistad  con  el  Rey  de 
Francia ,  deseando  que  cesasen  aquellos  rigores  de 
guerra  entre  Francia  é  Castilla,  é  ovicso  concordia 
entre  los  Reyes  destos  dos  Reynos,  según  siempre 
la  ovo,  embió  á  él  un  su  Capellán ,  que  era  Vicario 
de  Festan,  con  el  qual  le  escribió  una  letra  en  latiui 
que  decía  ansL 

CAPÍTULO  LIV. 

Li  carta  qne  embió  el  Cardenal  de  Espafia  al  Rey  de  Franela  fin 

que  oviese  pas  entre  CaatUla  é  Francia. 

cChristianísimo  é  muy  poderoso  Rey  é  Sefior:  Los 
nCastelianos,  en  especial  los  de  las  provincias  de 
^Guipúzcoa  é  Vizcaya,  siempre  tovíeron  guerra  por 
»mar  é  por  tierra  con  los  Ingleses  vuestros  ancianos 
^enemigos,  é  contra  los  Portogueses  sus  aliados ;  é 
^derramaron  su  sangre  por  conservación  de  la  co- 
breña real  de  Francia  vuestra,  é  de  vuestros  pioge- 
•nitores.  Ved  agora  que  aquella  sangre  qne  se  der- 


IX)N  FERNANDO 

wnmé  en  favor  TneBtró,  mandáis  qoe  m  derrame 
npor  loe  Tnestroe ,  f  aToreciendo  á  los  Portog^eses 
vqiie  no  son  Tuesiros ;  esto  oe  digo,  Sereníeimo  Se- 
«ftor:  qne  ni  la  razón  lo  consiente,  ni  la  humanidad 
nlo  puede  aofrir.  Pidoos  por  merced,  Sefior,  qne  man- 
»deia  oeear  la  gnerra  por  vooetra  parto;  é  yo  tomó 
«acá  manera  con  el  Rey  é  con  la  Reyna  de  Oaetilla 
»mi8  eefioree,  qne  la  manden  aneimeemo  Bobreeeer 
»por  algún  tiempo ,  en  el  qual  se  dará  aquella  ór- 
»den  que  cumpla  á  servicio  de  Dios,  é  á  oonserva- 
»oion  de  la  loable  pas  é  amistad  qne  siempre  ovo 
sentre  estos  dos  reynos,  y  entre  los  naturales  dollos. 
vOeroa  de  lo  qual,  mi  Oapellan  os  fablará  mi  inten- 
>oion,  é  ansimesmo  os  dirá  en  el  estado  que  está  la 
•guerra  qne  movió  en  Castilla  el  Rey  de  Portogal. » 
Este  Vicario,  Capellán  dol  Cardenal ,  que  se  lla- 
maba Alonso  Yanes ,  Tesorero  de  la  Iglesia  de  8i- 
güenaa,  llevó  la  letra,  é  fué  é  vino  algunas  veces  al 
Rey  de  Francia  con  este  trato  do  concordia ;  é  al  fin 
asentó  tregua  por  tiempo  de  un  afio,  dentro  dol  qual 
viniesen  diputados  del  Rey  é  de  la  Reyna  á  Fuen- 
terrabía,  é  diputados  del  Rey  de  Francia  á  Bayona, 
con  poderes  de  amas  las  partes  ,'paf  a  íablar  en  con- 
cordia entro  los  Reyes  de  Francia  é  Castilla  ó  sus 
Reynos. 

CAPÍTULO  LV. 

De  las  cosas  qse  pasaros  on  el  céreo  de  Ueles. 

Durante  los  cercos  que  el  Rey  tenia  sobro  Canta- 
lapiedra ,  y  el  Duque  del  Infaotadgo  tenia  sobre  el 
alcázar  de  Madrid ,  el  Conde  de  Paredes  Don  Rodri- 
go Manrique,  que  se  intitulaba  Maestre  de  Santia- 
go, fué  á  lo  villa  de  Udes,  do  es  el  Convento  del 
Maestradgo  de  Santiago  en  la  provincia  de  Castilla, 
y  entró  en  la  villa ;  la  qual  é  la  f  ortalesa  della  esta- 
ban por  el  Marqués  de  Villena.  B  la  tenia  por  él  un 
su  Alcayde  que  se  llamaba  Pero  de  la  Plazuela ;  el 
qual  fué  fequerído  algunas  veces  por  el  Maestre, 
que  le  entregase  la  fortaleza  pues  era  suya,  é  le 
pertenecía  de  derecho  como  á  Maestre  de  Santiago; 
é  ofreoiale  grandes  intereses  é  rentas  si  gela  entre- 
gase, porque  es  la  principal,  é  cabeza  del  Maes- 
tradgo de  Santiago  en  la  provincia  de  Castilla ;  é 
junto  oon  los  ofrecimientos,  le  puso  grandes  temo- 
res si  no  la  entregase.  Este  Alcayde ,  ni  aceptó  los 
ofrecimientos,  ni  temió  las  amenazas ;  é  todas oosas 
pospuestas,  respondió,  que  no  acudiría  con  ella,  sal- 
vo al  Marqués  de  Villena  su  sefior,  qne  gela  babia 
encomendado.  El  Maestre  vista  la  intendon  final 
de  aquel  Alcayde ,  entró  en  la  villa ,  é  acordó  de 
poner  sitio  sobre  la  fortaleza,  é  puso  sus  estanzas 
contra  ella  de  dentro  de  la  villa  é  por  defuera.  El 
Alcayde  pósete  en  defensa  quanto  pudo ,  é  oon  la 
gente  que  oon  él  estaba  facia  gran  dafio  en  las  es- 
tanzas  del  Maestre,  porque  las  habla  puesto  muy 
cercanas  á  la  fortaleza.  Este  oerco  duró  por  espacio 
de  dos  meses ,  en  loe  quales  ovo  grandes  fechos  de 
armas ;  porque  aquel  Alcayde  era  homo  esforzado,  é 
sabia  bien  en  que  tiempos ,  ó  porque  lugares  habia 
de  salir  á  dar  en  los  que  guardaban  las  estancas.  AI 


É  DOlf A  ISAfiEL.  .  Wl 

fin,  no  se  pudiendo  mas  sostener  por  la  falta  que 
tenia  de  los  mantenimientos,  embió  á  dedr  al  Mar- 
qués de  Villena  que  estaba  en  la  villa  de  Aléala  de 
Henares  oon  el  Arzobispo  de  Toledo ,  que  viniese 
á  socorrer  su  fortaleza,  porque  le  faltaban  ya  los 
mantenimientos,  é  no  la  pedia  sostener.  B  oertifi- 
cole,  que  él  é  la  gente  que  oon  él  estaba,  habia  mas 
de  quince  dias  que  otra  cosa  no  comían  sino  pan 
é  agua  mucho  daftada,  que  ya  no  se  podia  beber 
sino  con  gran  dafio  de  las  personas.  Ansimesmo  que 
le  f  allecian  muchos  homes  de  los  que  gela  ayuda- 
ban á  defender,  dellos  muertos,  dellos  feridoe,  é  al- 
gunos dolientes  del  poco  é  dafiado  mantenimiento 
que  oomian.  El  Marqués  de  Villena,  considerando 
quanto  le  compila  tener  aquella  f  ortalesa,  por  ser 
la  principal  de  todo  el  Maestradgo  de  Santiago, 
acordó  de  la  socorrer.  E  comunicólo  con  el  Arzobis- 
po de  Toledo,  en  el  qual  falló  presta  el  ayuda  para 
en  aquel  socorro,  porque  si  aquella  fortaleza  de  Udes 
fuese  tomada,  á  él  é  á  su  estado,  é  al  partido  que 
seguia  vemia  gran  dafio ;  y  espeoialmente  enflaque- 
cerían las  fuerzas  á  López  Vázquez  de  Aoufia  su 
hermano ,  que  estaba  apoderado  de  la  dbdad  de 
Jinete.  E  luego  juntaron  fasta  tres  mil  homes  á  ca- 
ballo, é  quatro  mil  peones  para  el  socorro  de  aque- 
lla fortaleza.  Lo  qual  sabido  por  el  Maestre ,  quiso 
conocer  d  ánimo  de  los  caballeros  é  oapitanes  que 
con  él  estaban  cerca  de  aqudla  afrenta  que  espera- 
ban, é  demandóles  su  parecer.  Algunos  dellos  le 
consejaron,  é  aun  le  requirieron ,  que  pues  los  con- 
traríos traían  gente  que  pujaba  á  la  suya,  no  debia 
oometer  su  persona  ni  su  gente  á  la  fortuna ;  por- 
que do  la  ventaja  era  tan  paredda,  le  sería  impu- 
tado mas  á  presumpdon  indiscreta,  que  á  esfuerzo 
de  caballero.  E  que  conociendo  el  tiempoi  que  la 
prudencia  en  tales  casos  debe  mirar,  les  parecía  que 
debia  dexar  por  agora  aquella  demanda ,  oon  espe- 
ranza de  volver  á  día  f  omeddo  de  tanta  gente,  que 
ninguna  otra  gela  pndiese  forzar.  E  que  si  por  ven* 
tura  este  no  le  pareda  consejo  oonviniente,  le  roga- 
ba qne  él  quisiese  poner  su  persona  en  salvo,  é  de- 
zase  en  la  villa  con  aquella  su  gente  á  uno  de  sus 
hijos ;  con  el  qual  ellos  quedarían,  é  pomian  sus 
personas  á  todo  pdigpro  por  la  defender.  El  Maestre 
era  buen  oabdlero,  é  toda  la  mayor  parte  de  su  vi- 
da gastó  en  guerra  de  moros  é  de  christianos,  don- 
de ganó  por  las  armas  mucha  honra.  B  oonnderan- 
do,  qne  retraerse  de  aquello  que  habia  príncipiado, 
le  era  gpran  mengua,  pospuestos  todos  inconvinien- 
tes  que  le  presentaban ,  acordó  de  esperar  al  Arzo- 
bispo é  al  Marqués.  B  dizo  á  aquellos  oabdleros, 
que  no  se  retraería  ni  alzaría  d  dtio:  porque  él  te- 
nia confianza  en  Dios,  y  en  la  Vírg^  gloriosa  su 
madre,  y  en  el  Apóstol  Santiago,  que  le  ayudarían 
á  sostener  aquello  que  con  derecho  é  intención  bue- 
na habia  comenzado  proseguir  en  servido  de  Dios 
é  del  Rey  é  de  la  Reyna,  y  en  utilidad  é  conserva-' 
don  de  las  oosas  de  aquella  su  Orden.  B  fizo  luego 
fortificar  las  estanzas,  que  por  de  dentro  de  la  villa 
tenia  puestas  contra  la  fortaleza,  é  g^rdar  las 
puertas é  muros  dellSi  é  barrearlas  calles;  é  diputó 


CRÓNtOAS  ÜE  LOS  fiKTES  DB  OÁSttLtÁ. 


oapiianoi  é  gente  en  oada  una  para  las  guardar.  Bl 
Araobiapo  j  el  Marqués ,  no  creyendo  que  el  Maes- 
tre de  Santiago  esperaría  la  foersa  desn  gente, 
qnando  sopioron  qae  los  esperaba  6  se  ponía  en  de- 
fensa ,  llegaron  con  sus  gentes  fasta  la  Tilla  por  la 
parte  de  la  fortaleaa,  6  fideron  apear  mndia  de 
aquella  gentb  de  armas  qno  traian.  Los  qaales  en- 
traron en  la  fortaleza  por  parte  de  fuera;  é  ansi  en- 
trados, comenzaron  á  salir  á  pelear  con  los  de  las 
estancas  que  estaban  puestas  contra  la  fortaleza  por 
de  dentro  de  la  villa.  La  qual  pelea  duró  desde  la 
mafiana  fasta  la  noche,  do  cayeron  muchos  de  la 
la  una  parte  ó  de  la  otra ,  en  especial  de  los  del  Ar- 
zobispo ó  del  Marqués ,  por  la  dispnsioion  de  los  lu- 
gares, que  ayudaba  mucho  á  los  del  Maestre  á  de- 
fender la  entrada  de  la  villa  por  las  cavas  é  defen- 
sas que  tenian  fochas.  Lo  quid  visto  por  el  Arzobis- 
po é  por  el  Marqués,  é  conociendo  que  no  podian 
entrar  en  la  villa,  aunque  muriesen  muchos  de  los 
suyos,  retraxéronse  á  la  fortaleza,  é  dezaron  de  pe- 
lear por  aquellas  partes,  por  las  quales  la  entrada 
en  la  villa  velan  que  les  era  peligrosa.  BS  porque  no 
.hablan  traído  viandas  parala  bastecer,  pensando 
que  el  Maestre  no  esperaba  en  el  sitio,  acordaron  de 
sacar  la  gente  que  estaba  enferma  en  la  fortaleza, 
,é  los  que  no  eran  para  pelear,  é  dexaron  en  ella  otra 
gente,  la  mejor  que  fallaron  parala  defender.  E 
partieron  de  allí,  con  propósito  de  tornar  luego  á  la 
bastecer  de  los  mantemmientos  que  fuesen  necesa- 
■  ríos,  é  para  traer  algunos  pertrechos  é  artillería,  que 
derríbasen  aquellas  estanzas  que  les  impedían  la 
pasada  desdo  la  fortaleza  á  la  villa.  B  la  ira  quo 
concibieron  contra  el  Maestre,  por  no  haber  conse- 
guido el  efeto  que  deseaban,  é  porque  dezaban  la 
fortaleza  menguada  de  mantenimientos,  les  fizo  po- 
ner presta  diligencia  para  volver  luego  á  la  proveer; 
y  en  espacio  de  veinte  dias  tomaron  con  la  gente 
que  tenian,  é  con  toda  la  mas  que  pedieron  haber^ 
con  intención  de  combatir  las  estanzas  y  entrar  en 
la  villa.  Lo  qual  sabido  por  el  Duque  del  Inf  antad- 
go,  que  estaba  en  el  sitio  que  tenia  puesto  sobre  el 
alcázar  de  Madrid ;  considerando  que  con  las  gen- 
tes é  pertrechos  que  el  Arzobispo  y  el  Marqués  lle- 
vaban, podian  desbaratar  al  Maestre,  de  lo  qual  se 
seguía  deservicio  grande  al  Bey  é  ala  Reyna,  éá  él 
podría  venir  gran  daño  on  el  cargo  que  tenia,  si  en 
aquella  facienda  el  Arzobispo  y  el  Marqués  queda- 
sen victoriosos  ;  acordó  de  embiar  á  Don  Hurtado 
de  Mendoza  su  hermano ,  con  gente  de  caballo  é  de 
pié  en  ayuda  del  Maestre,  porque  no  recibiese  dafio 
en  aquella  necesidad.  Este  capitán  Don  Hurtado, 
como  sopo  que  el  Arzobispo  y  el  Marqués  eran 
partidos  de  Alcalá,  luego  partió  de  Madrid  con  gen- 
te para  los  resistir.  Y  en  llegando  el  Arzobispo  y  el 
Marqués  quanto  dos  leguas  déla  villa  de  Ucles,  Ue- 
gó  Don  Hurtado  cerca  de  aquel  lugar,  é  puso  toda 
su  gente  entre  la  fortaleza  é  los  contrarios  para  les 
Impedir  la  entrada,  y  embió  á  facer  saber  al  Maes- 
tre su  venida.  Gomo  el  Maestre  sopo  de  la  gente 
que  el  Duque  del  Infantadgo  embiaba  en  su  fa- 
vor, tomó  grand  esfuerzo ,  é  mudó'  el  consejo  que 


primero  tenia  de  los  esperar  dentro  en  ia  villa;  i  i 
dezadas  sus  estanzas  bien  fomeoidas,  con  toda  la 
otra  gente  salió  al  campo ,  é  juntase  con  el  oapitán 
Don  Hurtado ,  é  ordenó  sus  batallas  para  /pelear 
con  el  Arzobispo  é  oon  el  Marqués.  Bl  Áitohlaipo  y 
el  Marqués,  aperoebida  é  amonestada  toda  su  gente 
la  pusieron  en  orden  de  batalla.  Esto  ya  era  bien 
cerca  de  la  noche,  la  qual  les  impedia  que  no  aco- 
metiesen los  unos  á  los  otros  :  porque  cada  uno  se 
fortificó,  é  puso  en  lugares  los  mas  seguros  que  pudo 
para  tener  ventaja  al  otro.  E  ansi  estovieron  los 
unos  é  los  otros  las  lanzas  en  las  manos ,  é  dispues- 
tos para  la  pelea,  fasta  la  media  noche,  sin  acome- 
ter los  unos  contra  los  otros.  El  Arzobispo  y  el  Mar* 
qués,  considerando  que  no  podian  entrar  en  la  for- 
taleza sin  pelear,  é  que  de  la  pelea  gelee  podía  se- 
guir gran  dafio  por  la  gente  del  Duque  del  Infan* 
tadgo  que  había  recrecido  en  ayuda  del  Maestre,  ni 
menos  podian  proveer  la  fortaleza  de  los  manteni- 
mientos que  traían,  é  otrosí,  consideimndo  que  sus 
gentes  é  caballos  estaban  fatigados  de  los  dias  é  no- 
ches pasadas ,  recelando  ser  vencidos,  si  venido  el 
día  el  Maestre  é  Don  Hurtado  los  acometiesen,  acor- 
daron de  volver  á  un  castillo  que  estaba  ceroa  qno 
se  llamaba  Gastil  de  Acufia ,  que  era  de  Lope  Váz- 
quez hermano  del  Arzobispo.  E  como  el  Maestre  vido 
que  el  Arzobispo  y  el  Marqués  volvían  las  espaldas, 
mandó  algunos  caballeros  que  fuesen  empos  dellos;^ 
los  quales  les  fícieron  algún  dafio  en  el  fardage,  é' 
ficieran  mas  salvo  por  ser  de  noche,  é  tan  escura 
que  no  podian  mas  seguirlos  sin  recebir  dafto.  Otro 
dia  por  la  mafiana,  vÍBto  por  el  Arzobispo  é  por  el 
Marqués,  que  no  podian  socorrer  la  fortalesa  ni  la 
bastecer,  acordaron  de  volver  para  Alcalá.  El  Al- 
cayde  conociendo  que  no  le  podian  socorrer,  ni  te- 
nia mantenimientos  para  se  sostener,  sin  procurar 
ni  recebir  interese  de  los  que  el  Maestre  le  ofrecía, 
acordó  de  entregar  la  fortaleza,  solamento  oon  par- 
tido de  la  vida  suya  é  de  los  que  con  él  estaban ,  ó 
los  bienes  que  tenian  en  la  fortaleza,  y  el  Maestre 
gelo  otorgó. 

CAPÍTULO  LVI. 

Gomo  el  Rey  de  Portofal  fué  ft  n  Reyao ,  é  dende  partid  pan  el 

Reyno  de  Francia. 

El  Rey  de  Portogal ,  vista  la  poca  ajruda  que  fa- 
lló en  el  Arzobispo  de  Toledo ,  y  en  el  Duque  de 
Plasencia,  y  en  el  Marqués  do  Villena ,  y  en  otros 
caballeros  Oastellanos  que  le  habían  metido  en  Cas- 
tilla ,  é  como  las  cosas  no  le  sucedieron  según  él 
pensaba  y  ellos  le  habían  prometido ;  é  porque 
aquel  Juan  de  Ulloa  que  había  entregado  la  dbdad 
de  Toro  era  muerto,  el  qual  murió  sópitamente, 
acordó  de  dezar  en  guarda  de  la  cibdad  de  Toro  al 
Conde  de  Maríalva,  é  ansimesmo  poner  alguna  gen- 
te en  las  fortalezas  que  por  él  estaban,  para  que  fi- 
ciesen  guerra  en  los  lugares  de  la  comarca.  T  él 
partió  de  aquella  cibdad  para  su  Bejruo  de  Porto- 
gal,  é  llevó  en  su  poder  á  Dofia  Juana  su  sobrina;  é 
luego  como  fué  en  su  Beyno ,  pensando  que  seria 


DON  FBBNANDO 
gran  mengua  si  desase  la  empresa  de  Oastilla  qee 
habia  comensado,  para  la  qaal  no  tenia  aquella  fa- 
cultad de  gente  ni  de  dinero  que  era  necesaria ,  te- 
niendo ánsimesmo  gran  confianza  en  las  promesas 
é  juramentos  que  el  Rej  de  Francia  le  habia  fecho 
para  haber  los  Reynoa  de  Oastilla,  acordó  de  ir  en 
persona  á  éL  É  mandó  aparejar  algunas  naos ,  é 
fornecerlas  de  pertrechos  é  bastimentos,  é  de  las 
otras  cosas  necesarias  para  el  navegar ;  é  fué  para 
el  Beyno  de  Francia,  con  ciertos  caballeros  é  oficia- 
les de  su  casa  en  número  de  decientas  personas.  É 
desembarcó  en  la  Provensa  en  un  puerto  que  se 
dice  Marsella,  é  de  allí  fué  por  tierra  del  Bey  de 
Francia  fasta  la  yilla  de  Torres  (1)  en  Torayna.  Sa- 
bido por  el  Bey  de  Francia  en  como  el  Bey  de  Por- 
togal  era  reñido,  luego  mandó  á  ciertos  caballeros 
de  su  casa,  que  fuesen  á  él  á  le  acompaftnr  é  servir; 
é  que  le  dizesen  que  le  placia  de  su  venida ,  é  le 
rogaba  que  estovieee  en  aquella  villa  reposando  del 
trabajo  de  su  camino,  fasta  que  le  viniese  á  ver  é 
f  ablar.  Dende  á  pocos  dias  vino  el  Bey  de  Francia 
á  aquella  villa  de  Torres,  ó  mandó  A  los  caballeros 
que  embió  aoompafiar  al  Bey  de  Portogal,  que  cuan- 
do fuese,  á  su  posada  á  le  ver,  no  le  consintiesen  sa- 
lir de  la  cámara  do  estaba  para  le  facer  ninguna  ce- 
rimonia.  É  como  el  Bey  de  Portogal  sopo  que  el 
Bey  de  Francia  venia  á  le  ver,  quiso  salir  á  le  re- 
cebir,  é  aquellos  caballeros  Franceses  que  con  él 
estaban,  no  gelo  consintieron;  pero  no  pudieron 
sus  palabras  tanto  reñstirle ,  que  no  saliese  fasta 
la  puerta  de  su  cámara,  é  allí  se  vieron  é  abraza- 
ron. É  después  de.  las  primeras  salutaciones,  el  Bey 
de  Portogal  le  dixo :  Stñor,  todoB  mis  trabajo»  reputo 
á  gran  prosperidad^  pues  fueron  ocutsa  que  viese  la 
presencia  vuestra ,  que  era  eldeseo  mayor  que  jamas 
tove.  El  Bey  de  Francia  le  respondió:  Que  él  ánsi- 
mesmo daba  gradas  á  Dios^  é  se  reputaba  por  el  Rey 
mas  bienaventurado  del  mundo,  porque  veia  al  Prín- 
cipe mas  noble  é  virtuoso  que  habia  en  la  christiandad. 
É  dichas  aquellas  palabras  por  el  uno  é  por  el  otro, 
el  Bey  de  Francia  le  fizo  grandes  ofrecimientos  y  el 
Bey  de  Pbrtogal  gelos  regradeció  mucho ;  é  de  allí 
se  partieron,  el  Bey  do  Francia  para  su  posada,  é 
no  consintió  que  el  Bey  de  Portogal  le  ficiese  nin- 
guna oerimonia,  ni  saliese  con  él  de  su  cámara. 

CAPÍTULO  LVIL 

Os  las  eons  que  pitaros  entre  el  Bey  de  Franela  j  el  Rey 

de  Portogal. 

Fecho  aquel  recebimiento,  é  pasados  algunos 
dias,  el  Bey  de  Francia  partió  de  la  villa  do  Torree, 
é  fué  á  la  cibdad  de  Paris,  por  dar  orden  en  la  guer- 
ra que  tenia  cerca  de  aquellas  comarcas  con  el  Du- 
que de  Borgofia.  El  Bey  de  Portogal  fué  ánsimes- 
mo para  Paris  (2),  donde  el  Bey  de  Francia  estaba. 

(f )  Toirs,  dndad  Anoblspal  en  Tarena  y  capital  de  aquella 
profinda. 

(i)  La  Crdniea  de  Lnls  XI,  llamada  BsamásiciSt  séllala  la  en- 
trada del  Rey  de  Portnsal  en  Paria  Sábado  93  de  NoyIc mbre  de 
,  1476,  y  describe  eoe  partfenlaridad  las  ceremonias  con  qne  fnó 
recibido.  Unflet,  Tom.  li  ée$  Mmoir.  is  CfsHñ,,  p.  I38w 


É  DOfiA  ISABEL.  d09 

El  qual  por  sus  mensageros  le  embió  á  decir  que 
bien  sabia  quanto  loe  Beyes  eran  obligados  de  se 
ayudar  unos  á  otros,  en  especial  para  que  sus  sub- ; 
ceeores  heredasen  sus  reynos  pacíficamente,  de  ma- 
nera que  ninguno  tiránicamente  gelos  ocupase.  É 
que  si  esta  general  obligación  ligaba  á  él  como 
á  rey,  también  le  obligaba  oomo  á  príncipe  virtuoso, 
de  quien  tantos  fechos  notables  por  el  mundo  se 
predicaban;  é. mayormente  leol>ligaba  el  amistad 
é  confederación  que  con  él  tenia,  como  con  Bey  de 
Castilla.  É  que  sabia  bien,  que  el  Bey  Don  Enrique 
dezó  por  su  fija  legítima  é  subcesora  de  los  Beynos 
de  Castilla  é  de  Leen  á  la  Beyna  Dofia  Juana  su 
sobrina,  á  quien  él  tomaba  por  muger,  la  qual  ha- 
bia seydo  jurada  en  concordia  por  heredera  de 
aquellos  Beynos,  después  de  los  dias  de  su  padre;  é 
que  el  Bey  Don  Fernando  de  Sicilia,  é  la  Beyna 
Dofia  Isabel  su  muger,  los  tenían  ocupados  é  usur- 
pados, intitulándose  Bey  é  Beyna  dellos  sin  tener > 
para  ello  título  ni  derecho  alguno.  É  que  si  á  esta 
tan  grand  injusticia  se  diese  lugar,  ¿cuál  heredero 
sería  seguro  de  la  herencia  de  su  padre?  en  especial 
de  la  suboesion  de  los  reynos ,  donde  los  hermanos 
menores  tomarían  osadía  de  usurpar  los  reynos  á  los 
legítimos  ó  verdaderos subcesores:  desque  Dice  se- 
ría deservido,  y  en  las  tierras  se  siguirían  grandes 
divisiones  é  derramamientos  de  sangre.  Bepresen- 
táronle  ánsimesmo  la  enemiga  que  el  Bey  é  la  Bey- 
na tenían  con  él  por  causa  del  Condado  de  Buise- 
Uon ;  é  que  si  les  consintiese  haber  pacíficos  los 
Beynos  de  Oastilla  con  los  Beynos  de  Aragón  é  de 
Catalufia,  é  de  Valencia,  que  esperaban  heredar,  se- 
rian muy  poderosos,  é  que  ligarían  en  amistad  con 
el  Bey  de  Ingalaterra,  é  ferian  guerra  á  sus  Beynos 
de  Francia  por  muchas  partes,'  ansí  por  cobrar  el 
Condado  de  Buisellon  que  les  tenia  ocupado ,  oomo 
por  se  vengar  de  la  guerra  que  les  habia  mandado 
facer  en  la  provincia  de  Gulpúscoa  y  en  especial  en 
la  villa  de  Fuenterrabía.  Por  ende  le  rogaba  é  le 
requería  por  el  amistad  é  confederación  que  con  él 
tenia,  que  le  diese  socorro  é  ayuda  de  gente  ^ara  re- 
cobrar los  Beynos  de  Castilla ;  en  los  quales  deda 
que  él  tenia  gran  parte  de  caballeros  é  perlados 
principales  de  aquellos  reynos,  é  algunas  cibdades 
é  f  ortaleías  que  estaban  por  él ,  é  otras  muchas  que 
se  reducirian  á  su  servicio  é  obediencia,  si  le  viesen, 
como  le  esperaban  ver,  tomando  al  reyno  con  gran 
poder  de  gente. 

Como  esta  demanda  que  se  facía  por  parte  del 
Bey  do  Portogal ,  era  de  grand  importancia ,  quiso 
prímero  ol  Boy  de  Francia  deliberar  sobre  ella  al- 
gunos dias.  É  al  fin  respondió  que  él  estaba  impe- 
dido por  estonces  en  las  guerras  que  tenia  con  el 
Duque  de  Borgofia,  y  en  las  que  esperaba  haber 
con  el  Bey  de  Ingalaterra;  en  las  quales,  é  ánsimes- 
mo con  la  gente  de  armas  que  por  le  ayudar  tenia 
puesta  en  Bayona  contra  la  provincia  de  Guipúscoa, 
tenia  ocupados  muchos  de  sus  caballeros;  é  que  él 
estaba  en  propósito  de  le  ayudar ,  é  dar  gente  con 
que  pudiese  conseguir  el  efeto  de  su  conquista.  Pe- 
ro que  le  parecía  para  m^or  fundamento  de  su  de- 


310 


ORÓNIOAS  DE  LOS  URTES  DE  OAOTILLA. 


nuindtt,  qoe  ante  todu  ooaas  él  Be  debia  ceear  oon 
8tt  sobrina ;  porque  ante  de  ser  casado  con  ella,  no 
se  podría  intitolar  Bey  de  Castilla,  ni  él  era  obli- 
gado de  le  ayodar  como  sa  amigo  é  confederado, 
fasta  qne  jnsta  é  legítimamente  oviese  título  de 
B^  de  aquel  ReyuQ.  É  pues  el  casamiento  con  su 
sobrina  no  se  podía  facer  sin  baber  primero  dispen- 
sación del  Papa ,  esta  se  debia  procurar  ante  todas 
cosas :  la  qual  habida,  y  él  legítimamente  casado 
con  ella,  estonces  podría  con  derecho  intitularse 
Bey  de  Oastilla,  é  como  Bey  de  aquellos  Beynos 
hennano  é  confederado  suyo,  le  podría  é  con  rasen 
le  debria  ayudar. 

Esta  respuesta  habida,  como  quiera  que  el  Bey 
de  Portogal  conoció  que  era  forma  de  dilación,  por- 
que según  los  ofrecimientos  por  palabra  é  obliga- 
ciones que  tenia  por  escrípto  del  Bey  de  Francia, 
pensaba  que  luego  le  diera  gente  para  venir  en  Es- 
palia ;  pero  porque  al  no  pudo  facer,  le  replicó,  que 
él  decía  muy  bien,  é  que  se  debia  ansí  facer,  é  para 
lo  poner  luego  en  obra,  por  parte  del  un  Bey  é  del 
otro,  fueron  embíados  embazadores  á  Boma.  Loa 
quales  propusieron  su  embazada  ante  el  Santo  Pa- 
dre, é  le  suplicaron  que  lo  ploguiese  dispensar  con 
el  Bey  de  Portogal ,  para  que  pudiese  casar  con 
aquella  Dofia  Juana  su  sobrina.  Bsta  embazada  sa- 
bida en  corte  Bomana,  oyó  alguna  alteración  entre 
los  de  la  nación  Francesa  é  Portoguesa  de  la  una 
parte ,  é  los  de  Espafia  de  la  otra ;  é  fué  mucho  re- 
pugnada é  contradicha  por  los  embazadores  del 
Bey  é  de  la  Boyna  que  estaban  en  Boma.  En  espe- 
cial por  un  Datario  del  Papa,  que  se  llamaba  Don 
Francisco  Obispo  de  Goría,  Maestro  en  santa  Teolo- 
gía, gran  letrado  é  natural  de  la  dbdad  de  Toledo: 
ei  qual  puso  conclusiones  en  Boma ,  por  las  quales 
se  ofreció  á  defender,  que  no  se  debia  conceder 
aquella  dispensación,  por  los  escindalos  é  muertes 
que  della  evidentemente  se  signian ,  é  por  el  dore- 
dio  claro  que  la  Beyna  tenia  al  Beyno.  Este  Obis- 
po Datarlo,  con  los  otros  embazadores  del  Bey  ó  de 
la  Beyna,  impidieron  por  estonces  que  no  se  diese  la 
dispensación.  Pero  porque  el  Papa  estaba  en  nece- 
sidad del  Bey  de  Francia,  é  le  quiso  por  estonces 
gratificar ;  é  ansimesmo  porque  algunos  cardonales 
é  otros  oficiales  que  estaban  cerca  del  Papa ,  eran 
quezosos  del  Bey  de  Aragón,  padre  del  Bey ,  por 
causa  de  la  posesión  de  algunas  dignidado«  que  les 
impedia  en  sns  Beynos  de  que  oran  proveidoB,  por- 
que las  provisiones  habían  seydo  fechas  por  el  Pa- 
pa contrarías  á  su  suplicación ;  estos,  en  lo  secreto, 
dieron  á  entender  al  Papa ,  que  debía  dar  aquella 
dispensación.  El  Papa,  por  información  é  consejo 
destos  que  tenían  lugar  cerca  del,  la  concedió  no 
nombrando  persona  alguna,  salvo  dispensando  con 
aquella  Dofia  Juana ,  que  pudiese  casar  con  qual- 
quier  debdo  suyo  dentro  del  quarto  grado.  Esta  dis- 
pensación fué  dada  en  Boma  tan  secretamente,  que 
ninguno  sopo  della,  salvo  dos  ó  tres  á  quien  fué  re- 
velado é  mandado  por  el  Papa  so  pena  de  escomu- 
nion  que  no  lo  descubriesen  fasta  que  fuese  traída 
al  Bey  de  Francia  é  al  Bey  de  Portogal«  Quiso  el 


Bey  da  Portogal  ansimesmo  gratificar  al  Rey  de 
Francia,  é  ofrecióse  da  ir  al  Duque  de  Borgofia  su 
primo,  con  quien  tenía  guerra,  para  le  leconcilíar 
oon  él  é  quitar  de  entre  ellos  toda  materia  de  dis- 
cordia, porque  el  Bey  de  Francia  estoviese  mas  li- 
bre para  le  ayudar  en  su  conquista.  É  luego  el  Bey 
de  Portogal  fué  para  el  Ducado  de  Lorena,  que  es 
en  los  confines  de  Alemafia ,  donde  el  Duque  de 
Borgafia  estaba  faciendo  guerra  al  Duque  de  aque- 
lla tierra  de  Lorena.  É  fabló  con  él  cerca  de  los  de- 
bates que  tenia  con  el  Bey  de  Francia,  para  dar  me- 
dio alguno  de  concordia  entre  ellos.  B  después  que 
se  despidió  del  é  tomando  para  el  Bey  de  Franda, 
casi  á  una  jomada  de  donde  se  había  partido,  ovo 
nueva  como  le  habían  muerto  en  una  batalla  que 
ovo  con  aquel  Duque  de  Lorena.  Sabida  por  el  Bey 
de  Portogal  aquella  nueva,  continó  su  camino  para 
la  oíbdad  de  Paris,  do  estsba  el  Bey  de  Francia.  El 
qual  luego  que  sopo  la  muerte  del  Duque  de  Bor- 
gofia, adereaó  su  ezérdto,  é  lo  embió  por  tres  partea 
á  tomar  el  Ducado  de  Borgofia  que  decía  pertene- 
cerle,  por  quanto  el  Duque  murió  sin  dezar  fijo  va- 
ron  legitimó  qne  lo  debiese  heredar ;  é  por  aquella 
cansa  deda  el  Bey,  que  el  Ducado  de  Borgofia  tor- 
naba á  la  corona  real  de  Francia.  Veyéndose  el  Bey 
de  Francia  ocupado  en  tomar  esto  Ducado  de  Bor- 
gofia, dilató  d  ayuda  que  le  pedia  el  Bey  de  Porto- 
gal  ;  ó  decíale  que  se  viniese  para  Espafia,  é  que  se 
casase  con  su  sobrina  por  virtud  do  la  dispensación 
que  tenia ;  porque  casado  con  olla,  estonces  como  ó 
Bey  do  Castilla  le  podía  ayudar,  lo  que  no  po- 
día facer  justamente  no  soyendo  oon  ella  ca- 
sado. 

El  Bey  de  Portogal  (1)  que  esperaba  ser  grande- 
mente ayudado  del  Bey  de  Frauda,  y  esperaba  an- 
simesmo volver  á  Castilla  con  gran  número  de 
Franceses,  vista  aquella  respuesta  dd  Bey  de  Fran- 
cia, muy  lozana  del  pensamiento  que  le  había  mo- 
vido á  venir  en  persona  á  él,  cayó  en  tan  gran  cui- 
dado, que  pensó  apartarse  del  mundo  en  alguna  re- 
ligión. B  poniendo  este  su  pensamiento  en  obra, 
despidió  los  suyos  para  que  volviesen  á  Portogal, 
con  los  quales  escribió  al  Principo  su  fijo,  que  su 
propósito  era  do  se  apartar  del  mundo  y  entrar  en 
religión :  por  onde  quo  tomase  la  gobernación  dd 
Beyno,  é  se  intitulase  Bey  de  Portogal.  T  él  se 
apartó  en  un  lugar  con  dos  servidores  suyos  á  quien 
descubrió  su  propósito.  Algunos  decían  que  su  in- 
tención era  de  so  meter  en  religión  en  el  santo  se- 
pulcro do  Hiorusalom.  Sabido  esto  por  algunos  ca- 
balleros é  otros  oficiales  sus  criados  que  habían  ve- 

(1)  Felipe  de  Comlnes,  qne  se  hiUibi  á  esta  siion  ea  Frasela  j 
fu6  uno  do  los  DipuiaJos  para  los  tratos  de  ambos  Reyes,  dice 
qne  el  de  Portugal,  viendo  qne  se  ponían  dilaciones  A  su  pretcn- 
sión ,  llegó  ft  temer  que  el  do  Francia  qncrla  prenderle  y  entre- 
garlo á  su  enemigo  el  de  Castilla,  y  se  huyó  de  Francia  disfraudo, 
lomando  el  camino  de  Homa  para  ponerse  religioso.  Conoeiéron- 
le  en  Normandia,  y  el  Ucy  de.Francia,  noticioso  del  Seeho.le 
mandó  conducir  á  su  Ucyoo  con  navios  de  so  nados.  Los  Histo- 
liadores  Portugueses  callan  este  viage  á  Francia  y  n  salida,  y 
aun  se  arrogan  la  victoria  de  la  baUlla  de  Toro.  Comis., 
M,  Y,  oap.  7.  Faria,  UtU.  de  Port.,  P.  lU.  cü^.  13. 


DON  FERNANDO 

nido  oon  él ,  filáronle  á  boicar ,  é  falláronle  én  un 
logar  de  Franola,  del  qnal  quería  ya  partir  para  se- 
goir  011  oamino  de  HiemBálem.  É  fablaron  oon  él  é 
reprobaron  mncho  aqnel  propósito  qne  tomaba,  en 
especial  el  Oonde  de  Faro  le  dixo  que  aquella  mn- 
dansa  tan  grande  que  de  sn  persona  qneria  facer, 
mas  seria  reputada  por  todo  el  mundo  á  flaqueza 
que  á  devoción,  por  ser  fecha  en  tiempo  que  las  co- 
sas no  sucedían  á  su  voluntad.  É  que  todos  los  bo- 
rnes, mayormente  los  Reyes,  están  obligados  á  los 
golpes  de  la  fortuna ;  los  quales  deben  estar  arma- 
dos con  fuerza  de  ánimo  para  sofrir  tan  bien  la 
adversa  oomo  la  préspera ,  é  no  deben  mostrar  fla- 
queza por  ningún  infortunio  que  venga,  el  qñal 
muchas  veces  viene  á  los  buenos  por  permisión  de 
Dios  para  los  enmendar,  pero  no  para  los  desesperar^ 
de  tal  manera,  que  si  pierden  los  bienes  y  el  sefio- 
lio ,  pierdan  el  corasen  é  buen  entendimiento  con 
que  se  cobran.  É  con  estas  razones ,  dándolo  gran- 
des esperanzas  de  la  fortuna  que  le  seria  favorable 
en  lo  por  venir,  oomo  le  habla  seydo  adversa  en  lo 
presente  é  pasado,  le  retraxeron  de  aquel  propósi- 
to; é  consejáronle ,  que  pues  el  Rey  de  Francia  no 
respondia  á  su  amistad  según  del  esperaba,  debia 
venir  para  su  Reyno,  donde  recobrara  mayores 
fuerzas  para  conseguir  el  ef eto  de  su  empresa.  El 
Rey  de  Portogal  condescendió  á  los  ruegos  é  conse- 
jos del  Oonde  de  Faro  é  de  aquellos  otros  caballe- 
ros suyos,  que  en  esto  lo  consejaron ;  y  embióse  á 
despedir  del  Üey  de  Francia,  é  vino  por  mar  para 
su  Reyno  de  Portogal. 

CAPÍTULO  LVIII. 

De  lu  eoaas  que  panros  en  el  afio  de  mfl  é  qoelroeieetos  é  se- 
tenia  é  siete  afios,  6  cono  la  tleyaa  mandó  ^oner  gvarnielones 
eontra  la  elbdad  de  Toro. 

En  el  afio  siguiente  del  Sefior  de  mil  é  quatro- 
dentos  é  setenta  é  siete  afios,  entretanto  que  el  Rey 
de  Portogal  estaba  en  Francia  entendiendo  en  las 
cosas  que  habétnos  reodtitado,  porque  la  Royna  que 
estaba  en  Tordesillas,  sopo  que  en  Toro  no  habia 
mas  de  trescientos  hoinés  á  caballo,  que  hablan 
quedado  en  guarda  de  la  dbdad  con  el  Oonde  de 
Marialva,  fué  consejada  por  algunos  caballeros,  que 
debia  embiar  á  combatir  la  cibdad  por  muchos  lu- 
gares ;  pensando  que  como  tenia  gran  circuito,  los 
de  dentro  no  podrían  socorrer  á  todas  partes,  é  se 
entrarla  á  escala  vista.  La  Reyna  por  consejo  de 
aquellos  caballeros,  embió  gente  de  armas  oon  el 
Almirante  Don  Alonso  Enriquez  tic  del  Rey,  é  con 
Don  Rodrigo  Alonso  Pimentel  Oonde  de  Benaven- 
te,  é  comenzaron  el  oombate  un  día  por  la  mafiana 
al  alba  del  día.  Los  Portogueses  que  estaban  aper-* 
cébidos  parala  defensa,  fomeoieron  los  lugares  por 
do  entendían  ser  combatidos  de  mucha  gente,  é  de 
los  pertrechos  é  defensas  que  les  eran  necesarias.  T 
en  espacio  de  cinco  horas  que  el  combate  duró,  los 
Oastellanos  recibieron  tan  gran  dafio  de  los  Porto- 
gueses que  no  pudieron  por  ninguna  de  las  partes 
que  combatían  entrar  en  la  dbdad.  El  Almirante  y 


É  DOÑA  ISABEL.  81Í 

el  Oonde,  visto  qne  muchos  de  sus  driadca,  é  de  las 
otras  gentes  que  con  ellos  estaban  en  aquella  fa- 
denda  eran  muertos  é  feridos ,  é  quanto  mas  se'  es- 
forzaban al  combate ,  tanto  mayor  dafio  redbian, 
acordaron  de  se  retraer,  é  se  volver  para  Tdrdesi- 
llas.  La  Reyna  veyendo  que  la  cibdad  de  Toro  no 
se  pudo  tomar,  mandó  poner  guarniciones  de  gen- 
tes contra  los  que  estaban  en  aquella  dbdad ;  las 
quales  mandó  que  estoviesen  en  esta  manera.  A  un 
capitán  que  se  llamaba  Pedro  de  Velasco,  con  la 
gente  de  su  capitanía,  mandó  que  estoviese  en  Sant 
Román  de  Omija.  Á  Don  Fadrique  Manrique,  oon  la 
gente  de  su  capitanía,  que  estoviese  en  una  aldea 
que  se  llama  Pedrosa.  A  Vasco  de  Bivero  é  á  Juan 
de  Biedma.  mandó  que  estoviesen  en  Bacanes.  Al 
Obispo  de  Avila,'  é  á  Alonso  de  Fonseca,  mandó  es- 
tar con  su  gente  en  Alahejos.  T  ella  quedó  en  Tor- 
demllas,  é  oon  olla  el  Oardonal  de  Espafia,  y  el  Al«* 
mirante,  y  él  Oonde  de  BenaventCi  oon  toda  la  otra 
gente  de  la  hueste. 

OAPÍTULO  UX. 

De  IM  eosas  que  pasaron  en  SegoTla ,  enando  Haldonado  se  álfd 

eon  el  alclnr. 

El  Rey  é  la  Reyna  habían  dezado  todos  estos 
tiempos  pasados  á  la  Princesa  Dolía  Isabel  su  flja 
en  poder  del  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera ,  é  de 
Dofia  Beatriz  de  Bovedilla  su  muger,  que  tenian 
por  dios  la  cibdad  de  Begovia  é  su  alcázar;  en  d 
qual  habia  estado  por  Alcayde  puesto  por  el  Mayor- 
domo un  caballero  que  se  llamaba  Alonso  Maldo- 
nado ;  é  después  d  Mayordomo  qmtóle  la  tenencia 
é  puso  por  Alcayde  á  Mesen  Pedro  de  Bobadilla  su 
suegro.  Aquel  Alonso  Maldonado  (1),  veyéndose 
desapoderado  de  la  tenenda  del  alcá^,  sintiólo  á 
gran  mengua ;  é  pensó  que  en  aquellos  tiempos  de 
guerras  Ó  turbaciones  qualquier  hazafia  había  lugar 
de  cometer,  é  que  podría  telir  con  ella ;  é  imaginó 
de  tomar  por  aJguna  traydon  d  alcázar  é  la  Pri|i- 
cesa  que  estaba  ende  aposentada,  á  fin  qne  le 
fuese  fecho  algún  partido  por  parte  del  Rey  é  de  la 
Reyna,  ó  por  parte  del  Rey  de  Portogal  É  oomo 
tenia  libertad  de  entrar  quando  quería  en  el  alcá- 
zar, porque  aquel  Mesen  Pedro  que  le  tenia,  no  sos- 
pediaba  del  ninguna  trayoion,  un  día  que  oonodó 
estar  en  el  alcázar  pocos  hombres,  pidió  líoenda  al 
Alcayde  Mesen  Pedro  que  le  dexase  sacar  una  pie- 
dra grande  que  estaba  en  el  alcázar ,  el  qual  gela 
otorgó.  É  para  gda  ayudar  á  sacar,  entraron  con  él 
quatro  hombres  con  armas  secretas,  los  quales  lua- 
go  en  entrando  mataron  al  portero  que  guardaba  la 
puerta,  é  le  tomaron  las  llaves  é  fueron  para  el  Al- 


(1)  Bste  sneeso  y  la  tena  de  Toro  deben  referirse  al  afio  ante^ 
eedente,  eono  apnnta  Galindes  en  el  snmarlo  de  este  alio,  y  Col- 
nenares,  qne  vid  la  eédnla  original  dada  eon  este  «otiTo.  Sneedid 
lo  de  Segof la  en  1  de  Agosto  de  IM,  y  la  Reyna  fenaaneeló  alU 
hasta  ti  de  Setiembre,  qne  lo  llegd  la  notida  de  la  tona  de  Toro, 
qne  habia  sido  Jnétes  en  la  noehe  i  19  del  propio  nes.  Gallnd., 
año  1470.  Golnenares,  Bití.  U  Sitwfi;  e§f.  34,pff.  ill.  Znrlta, 
Hk,  19,  «^.  n  p  58.  % 


••  •  t   •«•  0  , 


812 


OBÓNIOAS  DB  LOB  BEYES  DB  OASTILLA. 


otydalfoMn  Pédroé  prandiáronla  Lcm  hombres  do 
MoMn  Pedro  que  eiUben  en  el  eloáur,  como  cono- 
cieron U  traydon  de  aquel  lialdonado,  é  yeyendo  á 
en  eefior  preoo,  pensando  que  era  mas  número  de 
gente  con  61  en  la  trayoion  |  no  les  vino  en  aquel 
momento  otro  consejo ,  salvo  ir  luego  á  una  torre 
donde  estaba  la  Princesa,  é  apoderáronse  della  con 
propósito  de  la  defender  fasta  que  fuesen  socorri- 
dos. Aquel  Maldonado  como  tenia  preso  al  Aloay- 
de^  fué  luego  con  él  para  aquella  torre  do  estaba  la 
Princesa  por  se  apoderar  della ,  é  no  lo  pudo  facer 
por  la  resistanda  que  floieron  los  homes  del  Alcay- 
de,  que  se  habían  della  iq;K>derado.  El  Maldonado, 
vista  la  resistencia  qué  los  del  Alcayde  facían,  co- 
metió de  matar  al  Alcayde,  á  fin  de  que  los  suyos 
le  entregasen  la  torre.  Los  homes  que  dentro  esta- 
ban, con  grand  osadía  defendieron  aquella  torre  do 
estaba  la  Princesa ,  no  fadendo  mendon  alguna  de 
la  vida  del  Alcayde.  YIbU>  por  aqud  Maldonado 
que  no  podía  haber  la  torre  do  estaba  la  Princesa, 
apoderóse  dolo  otro  que  pudo  en  d  alcáiar.  Esta 
voi  fué  luego  por  toda  la  cibdad,  é  todos  los  caba- 
lleros é  dbdadanos  se  puderon  en  armas,  é  vinieron 
para  el  alcásar  en  gran  número.  Aquel  Maldonado 
como  se  vído  con  tan  poca  gente ,  porque  no  tenía 
sino  solos  quatro  homes,  é  pensó  que  no  podía  guar- 
dar d  dcáiar  con  ellos,  tomó  seguridad  de  algunos 
de  la  cibdad,  en  especial  de  uno  que  se  llamaba  Joan 
de  la  Hos,  é  de  otro  que  se  llamaba  Juan  del  Rio,  ó 
de  Femando  del  Río  su  hermano ,  que  eran  vadnos 
de  la  dbdad,  é  de  otros  dgunos  que  tenían  gran  pa- 
rentela en  ella,  é  dexólos  entrar  dentro  con  sus  gen- 
tes. Los  quales  se  apoderaron  de  todo  lo  mas  que 
pudieron  dd  alcásar,  pero  no  pudieron  apoderarse 
de  la  torre,  ni  de  la  parte  donde  estaba  la  Princesa, 
porque  aquellos  homes  de  Mesen  Pedro  que  la  ha- 
bían tomado,  la  defendían.  É  and  estovo  en  este  es- 
cánddo  la  cibdad  é  la  fortalesa  por  espacio  de  un 
día.  É  luego  el  Obispo  de  aqudla  cibdad ,  que  se  lla- 
maba Don  Juan  Arias,  que  estaba  fuera  della  por 
los  debates  que  tenia  con  el  Mayordomo  Andrea  de 
Cabrera,  entró  en  la  cibdad ;  é  juntáronse  con  él  to- 
dos los  cabdleros,  é  la  mayor  parte  dd  pueblo;  á 
los  quales  trda  el  Obispo  á  su  opinión  contra  el  Ma- 
yordomo é  contra  los  que  eran  de  su  parte,  dándoles 
á  entender  que  no  era  cosa  de  sofrir  d  mando  ni  la 
administradon  déla  justicia,  é  las  otras  opredonee 
que  d  Mayordomo  é  sus  oñddee  facían.  E  luego  d 
pud>lo,  que  quando  está  dborotado,  ligeramente  es 
trddo  á  facer  insultos ,  en  eepeoíd  con  el  favor  que 
fallaban  en  d  Obispo,  combatieron  las  puertas  de 
la  dbdad,  en  espedal  la  puerta  de  Sant  Martin  é  la 
puerta  de  Santiago  que  tenían  los  dd  Mayordomo, 
é  luego  las  tomaron.  Otra  puerta  que  se  dice  de  Sant 
Juan,  no  la  pudieron  tomar,  porque  era  mas  fuerte, 
y  estaba  mejor  provdda  de  defensas. 

Esto  sabido  por  la  Beyna  que  estaba  en  rTordesi- 
llas,  luego  á  la  hora  cabalgó,  é  con  día  el  Oardend 
de  Espafia  y  el  Conde  de  Benavente,  é  vino  á  Sego- 
vía.  E  como  fué  cerca  de  la  dbdad,  é  se  sopo  por 
el  Obispo  é  por  los  cabdleros  della  que  la  Reyna 


venía,  embíaronle  á  suplicar  dos  cosas.  Ls  primerSi 
que  no  quisiese  entrar  en  lacíbdad  por  la  puerta  de 
Sant  Juan  que  tenia  d  Mayordomo  Andrés  de  Ca- 
brera, advo  por  una  de  las  puertas  que  d  pueblo 
había  tomado.  La  otra  enplicadon  fué,  que  le  plo- 
guiese  mandar  d  Conde  de  Benavente  é  á  Dofia 
Beatris  de  Bovedilla,  muger  dd  Mayordomo,  que 
no  entrasen  con  día  en  la  dbdad,  porque  d  Conde 
era  grande  amigo  dd  Mayordomo  é  de  su  muger,  é 
por  esta  rasen  era  muy  soq^echoso  d  pueblo.  El 
qud  estaba  tan  dterado  y  escandalísado,  que  d  otra 
cosa  la  Beyna  fidese,  podría  seguíisde  gran  deser- 
vicio :  espedalmente  porque  de  la  mayor  parte  dd 
dcáiar  estaban  apoderados  aqudlos  dbdadanos  que 
se  habían  juntado  con  d  pueblo ;  é  que  todos  los 
mas  de  los  caballeros  é  prindpales  della  estsban 
^bdiosos  d  Msyordomo  é  á  su  muger.  B  con  estas 
razones,  los  que  iban  por  parte  de  la  dbdad  á  la 
Beyna,  le  ponían  grandes  temores  é  le  consejaban 
que  debía  tener  grato  d  pueblo  é  complír  sos  peti- 
ciones, á  fin  que  no  ovíesen  lugar  de  errar  contra 
su  servicio ;  porque  d  una  ves  enrasen,  el  miedo  de 
la  pena  les  faria  perseverar  en  el  yerro.  B  con  estas 
rasones  que  dedan  á  la  Beyna,  se  trabajaban  de  la 
índinar  contra  d  Mayordomo  é  c<mtra  su  muger, 
para  que  le  quitase  el  dcásar,  é  las  puertas,  y  d 
cargo  que  tenia  de  la  jostida  de  la  dbdad;  porque 
constrefiidá  por  la  neceddad  que  tenía  presente, 
diese  d  cargo  de  todo  ello  á  aqudlos  principdes  de 
lacíbdad,  que  traían  el  pueblo  á  lo  que  querian.  La 
Beyna  que  conoció  bien  el  engafio  que  aquellos 
principdes  fadan,  para  conseguir  con  vos  dd  pue- 
blo lo  que  á  ellos  complia,  respondióles  and :  t  Decid 
vosotros  á  esos  caballeros  é  dbdadanos  de  Sego^ 
vía,  que  yo  soy  Beyna  de  Castilla,  y  esta  dbdad 
es  mía,  é  me  la  dexó  el  Bey  mí  padre;  é  para  en- 
trar en  lo  mío  no  son  menester  leyes  ni  condicio- 
nes algunas,  de  las  que  dios  me  puderen.  To  en- 
traré, dixo  la  Beyna,  en  la  cibdad  por  la  puerta  que 
quidere;  y  entrará  comigo  d  Conde  de  Benaven- 
te, é  todos  los  otros  que  entendiere  ser  oomplídero 
ámi  servicio.  DeciiÜeB  ansimesmo,  que  vengan 
todos  á  mí,  é  fagan  lo  que  yo  les  mandare,  como 
leales  subditos,  é  se  dexon  de  facer  alborotos  y  es- 
cánddos  en  mi  dbdad,  porque  dello  goles  puede 
seguir  dafio  en  sus  personas  é  bienes.»  E  respon- 
diendo esto,  entró  en  la  dbdad,  é  con  día  d  Carde- 
nal y  d  Conde  de  Benavente,  é  luego  fué  para  el 
dcásar.  La  gente  que  había  dentro  estaba  partida 
en  dos  partes :  en  la  una  estaba  la  Princesa  con  los 
homes  de  aquel  Mesen  Pedro  de  Bobsdílla,  é  otros 
algunos,  que  á  la  hora  se  mostraron  de  la  parte  dd 
Mayordomo,  que  defendían  aquella  parte;  y  en  la 
otra  estaban  aqudlos  dbdadanos  que  habemos  di- 
cho que  se  spoderaron  de  derta  parte  dd  alcásar. 
T  entre  los  unos  é  los  otros  había  tan  gran  confn- 
don  y  escánddo,  que  no  había  lugar  para  lo  pacifi- 
car :  porque  la  furia  que  ala  hora  tenían,  les  priva- 
ba el  entendimiento  para  obedecer  á  la  Beyna  como 
debían.  El  Cardend  é  los  otros  que  la  aoompafiaban, 
estaban  puestos  en  gran  turbación,  é  no  sabían  que 


DON  FKRNANDO 

remedio  der  para  que  áqnel  eeoindalo  f  aeee  pacifl- 
oado.  Estando  las  ooeaa  en  este  estado,  por  parte  del 
Obispo  é  de  aquellos  otros  oibdadanos,  faé  movido 
todo  el  paeblo,  dándoles  á  entender  que  á  la  Reyna 
.placía  qae  todos  á  una  tos  se  jontasen  á  le  snplicar 
qne  quitase  al  Mayordomo  la  tenencia  del  aloásar 
é  las  puertas  é  la  justicia  de  la  oibdad,  é  lo  diese  á 
homes  dbiiadanos  é  naturales  della,  que  lo  guarda- 
sen para  su  serrioio  mejor  que  el  Mayordomo  ni  los 
suyos  lo  habian  fecho.  B  con  esta  demanda  Tenia 
toda  la  multitud  del  pueblo,  los  quales  llegaron  á 
la  puerta  del  alcAsar,  demandando  que  les  abriesen. 
B partidos  en  partes,  los  unos  oon  furia  decían: 
c  Combatamos  las  torres  6  pongamos  á  espada  todos 
»los  del  Mayordomo»;  los  otros  tomaban  oonsejos 
▼arios  é  malos.  Bl  Oudenal  y  el  Conde  de  Benaven- 
te,  é  los  caballeros  6  capitanee  que  estaban  con  la 
Beyna,  le  dtxeron :  iSefiora,  si  dais  lugar  que  algu- 

•  nos  de  los  que  allí  Tienen  entren  en  el  aloásar,  de 

•  creer  es  que  cometan  algún  grand  insulto  en  Tues* 
» tro  deserrioio,  é  mal  de  todos  los  que  aquf  esta- 

•  mos,  porque  Tienen  mas  armados  de  furia  que  de 

•  rason.  Por  ende,  mandad  que  se  guarden  las  puer- 
•tas,  porque  ninguno  deUos  pueda  entrar.»  Oídas 
estas  palabras  por  la  Beyna,  é  conocida  la  turba- 
don  de  aquellos  qne  con  ella  estaban,  luego  se  le- 
vantó, é  dizo  al  Cardenal  é  al  Conde  é  á  los  otros 
oaballeros,  que  no  se  apartasen  de  aquel  lugar  do  loe 
dexaba.  T  ella  fué  para  el  patín  del  alcázar,  é  con- 
tra el  parecer  de  aquellos  caballeros  que  con  ella  es- 
taban, mandó  que  abriesen  las  puertas  para  que  en- 
trasen todos  quantos  pudiesen  entrar.  B  luego  fué 
un  mensageroque  les  dizo:  •  Amigos,  la  Beyna 

•  manda  que  todos  entréis  quantos  aquí  Tcnisj»  B 
abiertas  las  puertas,  entraron  todos  quantos  pudie- 
ron caber  dentro;  é  la  Beyna  allí  con  ellos,  les  dizo 
ansí :  •  Decid  agora  Tosotros  mis  Tssallos  é  serrido- 
»  res  lo  qne  queréis,  porque  lo  que  á  Tosotroa  Tiene 

•  bien,  aquéllo  es  mi  serrido  é  me  place  que  se  faga, 

•  pues  es  bien  común  de  toda  la  cibdad.»  Aqudla 
gente,  ddas  las  palabras  de  la  Beyna  dichas  á  su 
Tolnntad,  luego  se  aplacó  é  mitigó  la  furia  con  que 
Tcnian;  é  fabló  uno  dellos,  é  dizo :  iSefiora,  lopri- 
•mero  que  este  pueblo  suplica  á  Vuestra  Altesa  es, 
»que  el  Mayordomo  Andrés  de  Cabrera  no  tenga  la 
•tenenda  deste  alcázar.»  B  como  procedía  á  otras 
demandas,  la  Beyna  le  impidió  que  no  dizeee  mas, 
é  dízoles :  •  Eso  que  queréis  Tosotros,  quiero  yo ; 
»  por  ende  subid  luego  á  esas  torres,  é  á  esos  muros, 
•éno  dezeis  ende  persona  alguna  del  Mayordomo, 
»  ni  desotros  que  me  tienen  ocupado  este  alcáaar ;  d 
iqual  quiero  yo  tener  é  confiarlo  de  un  mi  criado, 
«que  guarde  la  lealtad  que  debe  á  mí,  é  ala  honra 
•de  todos  Tosotros.»  Oidas  por  aquel  común  estas 
palabras,  luego  á  gran  priesa,  como  Tulgo  f aTored- 
do  de  su  Bey,  subieron  á  las  torrres  é  al  muro,  di- 
ciendo á  grandes  tocos:  Viva  la  Ee^na.  T  eohaion 
á  quantos  fallaron  apoderados  ddlas,  ansi  de  la  par- 
te del  Mayordomo,  como  de  los  otros  dbdadanos 
que  las  habian  tomado.  B  aquel  Mddonadoque  ñso 
aquella  traydon«  oon  la  tnrbadon  de  los  unos  é  de 


A  DOÑA  ISABEEi,  318 

.  los  otioB,  OTO  lugar  de  fuir.  Esto  fecho,  dentro  de 
media  hora  quedaron  libres  las  torres  é  muros  de  la 
fortaleaa,  de  aquellos  que  las  tenían.  B  la  Beyna 
mandó  á  Qonsalo  Chacen ,  su  criado  é  Contador 
mayor,  que  Tenia  oon  ella,  que  se  apoderase  de  todo 
el  aloáísar.  Visto  por  los  dd  jtueblo  como  d  aloásar 
quedaba  en  poder  de  la  Beyna,  é  fuera  del  todos 
los  del  Mayordomo,  fueron  muy  contentos;  e  la 
B^na,  aoompafiada  de  toda  aquella  gente  del  co- 
mún, salió  del  aloásar  é  tíuo  á  su  palacio,  que  es 
cerca  de  la  Iglena  de  8ant  Martín.  E  con  esta  for- 
ma que  la  Beyna  sopo  tener,  pacificó  aquel  esoán- 
ddo,  é  ni  el  Obispo  ni  los  otros  oibdadanos  que  in- 
dndan  al  pueblo,  oondgnieron  el  efeto  de  lo  qne 
pensaban.  Como  la  Beyna  TÍno  á  su  pelado,  dizo  á 
toda  la  gente  que  Tenia  oon  día,  que  estaba  de  pro- 
ponte de  guardar  á  los  Tednos  de  aquella  cibdad 
sus  personas  é  bienes ,  de  manera  que  cada  uno  tí- 
Tíese  seguramente  en  lo  suyo,  é  no  recibiese  agra- 
TÍo  del  Mayordomo  ni  de  sus  oficiales.  Por  ende,  que 
todos  fuesen  á  sus  casas  é  á  sos  labores,  é  se  pacifi- 
casen, é  no  fideeen  mas  yuntamientos  ni  alboro- 
tos, é  diputasen  tres  ó  quatro  dellos,  que  TÍniesen 
á  le  recontar  los  agraTios  que  redbian,  y  día  los 
remediaría  como  compila  á  su  serrido  é  bien  de 
todos.  Todo  aquel  pueblo  con  estas  rasones  se  pa- 
dfloó,  é  otro  día  diputaron  ciertas  personas,  que  tí- 
nieron  ante  la  Beyna  á  le  dedr,  que  el  Mayordomo 
é  sus  lug^artenientes  facían  dgnnas  dnrasones,  ro- 
bos é  fuerzas,  é  otras  injurias,  de  las  quales  dgunas 
recontaron  particularmente.  B  la  Beyna  mandó  fa- 
cer inquiddon  oon  gran  diligencia  sobre  todas  las 
querellas  que  se  dieron  dd  Mayordomo  é  de  los  su"* 
yes ;  é  porque  d  Mayordomo  no  se  f dló  en  culpa, 
é  d  dguna  había  era  bien  pequefta,  é  no  cometida 
por  él,  salTo  por  sus  ofiddes ;  la  Beyna  mandó  lue- 
go restituirle  la  tenenda  dd  alcázar  é  las  puertas 
de  la  dbdad ;  porque  conoció  bien  aquel  escándalo 
ser  fecho  por  inducimiento  de  dgunos  caballeros  é 
dbdadanos  príndpdes  de  la  dbdad,  que  dborota- 
ron  d  pueblo  á  fin  que  la  tenenoia  dd  dcásar  se 
quitase  d  Mayordomo  é  se  diese  á  dios. 

CAPÍTULO  LX. 

De  la  recoBclUaeloB  qae  floieros  eon  la  Reyoa  el  Anoblspo 
de  ToMo  j  el  Marqite  de  VlUena. 

Los  fechos  del  Arzobispo  de  Toledo  é  del  Mar- 
qués de  VUlena,  and  por  las  cosas  pasadas,  como 
por  la  toma  que  el  Maestre  Don  Bodrigo  Manrique 
fizo  de  la  Tilla  é  castillo  de  Udes,  iban  en  perdi- 
don ;  é  pensaron  de  se  reparar,  reduciéndose  d  ser- 
TÍdo  dd  Bey  é  de  la  Beyna.  B  oon  la  confianza 
derta  que  tenian  en  la  intercesión  que  por  dios  fa- 
ria  el  Bey  de  Aragón,  padre  dd  dby,  acordaron  de 
embiar  algunos  rdigiosos  de  la  Orden  de  Sant 
Francisco  á  |a  Beyna,  que  estaba  en  SegoTÍa;  los 
qudesle  suplicaron,  que  OTÍese  memoria. de  los 
serTÍdos  que  el  Arzobispo  había  fecho  al  Bey  é  á 
día  en  los  tiempos  pasados,  é  olvidase  los  deserrí- 
cíos  que  había  f eoho  en  los  presentes,  é  que  le  pío- 


314 


ORÓNÍOAS  DE  L06  BETE8  DE  OASTILLA. 


gaieee  perdonar  á  él  é  al  Marqués  de  ViUena,  é  re- 
dñcirloi  á  BU  aervicio,  é  apartar  de  fi  el  enojo  que 
delloe  habia ;  porque  tanto  mayor  ae  mostraba  la 
grandeza  ó  magnanimidad,  de  los  Reyes,  quanto  de 
mayor  gravosa  era  él  yerro  que  perdonaban  á  los 


de  la  Asia,  después  que  oro  tomado  la  dbdad  da 
OonstúitinopUs  é  Pera,  é  Gafa,  é  otras  oibdades,  é 
villas  é  provinoias  de  diristianos,  en  las  quales  fiso 
grandes  robos  é  quemas  é  otras  muchas  crueldades, 
tomó  ansimesmo  una  cibdad  de  Venecianos  que  se 


mayor  gravosa  era  ei  yerro  que  peíaooaoan  •  ion       lomo  anairaivmo  uus  uiuuau  uo  t  ououmuub  «|uv  w 
que  oon  obediencia  venian  á  pedir  perdón.  El  Bey   I  llama  Nigroponte,  lugar  muy  fuerte  y  en  tal  sitio 


de  Aragón  ansimesmo  intervino  on  esta  reconcilia- 
ción, 6  muchas  veces  insistió  con  el  Bey  su  fijo  ó 
con  la  Beyna,  que  los  perdonase.  E  como  quier  que 
los  yerros  que  cometieron  hablan  seydo  grandes  6 
la  Beyna  conoció  que  la  necesidad  é  no  la  voluntad 
constrefiia  al  Arsobispo  á  facer  esta  suplicación, 
pero  por  complacer  al  Bey  de  Aragón,  su  suegro, 
cuyos  megos  no  le  paréela  cosa  honesta  contradedr, 
considerando  ansimesmo  las  grandes  humiliaciones 
que  de  parte  del  Arsobispo  le  ficieron  aquellos  Be- 
ligiosos,  perdonó  al  Arzobispo,  ó  perdonó  ansimes- 
mo al  Marqués  de  Villena;  é  mandó  desembargar 
algunos  bienes  é  maravedís  de  juro  que  tenían  on 
sus  libros.  Y  el  Marqués  fiso  entregar  á  la  Beyna  el 
alcázar  de  Madrid,  que  estaba  cercado  por  el  Duque 
del  Infantazgo,  según  lo  habemos  recontado.  E  an- 
simesmo se  oonoordó  con  él,  que  entregase  la  forta- 
leza de  Trogillo  en  tercería  á  Gonzalo  de  Avila, 
Sefior  de  Villatoro,  para  que  la  toviese  fasta  ser 
complidas  ciertas  cosas  que  oon  él  se  habían  de 
complir.  Desta  fortaleza  en  los  tiempos  pasados 
había  fecho  grandes  opresiones  á  la  cibdad  aquel 
Pedro  de  Baeza,  á  quien  el  Maestre  Don  Juan  Pa- 
checo la  encomendó  al  tiempo  de  su  muerte.  Ansi- 
mesmo  se  concertó,  que  Lope  Vázquez  do  Acnfia, 
hermano  del  Arzobispo,  entregase  á  la  Beyna  la 
cibdad  de  Huete  é  su  castillo,  de  la  qual  é  de  su 
tierra  el  Bey  Don  Enrique  le  habia  fecho  merced 
por  juro  de  heredad.  E  desta  manera  se  fizo  la  re- 
conciliación del  Arzobispo  é  del  Marqués,  los  quales 
juraron  de  servir  al  Bey  é  á  la  Beyna  como  á  sus 
Beyes  naturales,  é  de  no  se  juntar  oon  el  Bey  de 
Portogal  ni  con  otra  persona  en  su  deservicio.  Es- 
cribió ansimesmo  el  Arzobispo  al  Papa  una  letra, 
faciéndole  saber  las  variedades  que  habia  fecho,  é 
opiniones  contrarias  unas  de  otras  que  habia  tenido 
cerca  de  la  subcesion  do  los  Boynos  de  Castilla ;  é 
•  confesaba  haber  errado  gravemente  en  aquel  jura- 
mento que  habia  fecho  al  Bey  de  Portogal  é  aquella 
Dofta  Juana  su  sobrina,  y  en  los  haber  servido;  é 
que  se  habia  reconciliado  é  reducido  al  servicio  de 
la  Beyna,  conociendo  verdaderamente  el  derecho 
de  la  subcesion  en  los  Beynos  de  Oastilla  ser  suyo : 
é  que  ella  usando  con  él  de  clemencia  le  habia  per- 
donado. Lo  qual  le  facia  saber,  porque  era  cosa 
justa  de  le  dar  razón  de  las  cosas  pasadas  como  á 
superior. 

ÓAPlTüLO  LXI. 

De  lu  eosai  qio  es  aquellos  días  faela  el  Torea. 

En  aquellos  tiempos  acaesció  (1)  que  el  Turco, 
un  gran  Príncipe  de  los  moros,  sefior  de  gran  parte 

(i)  La  toma  de  Negroponle  por  ei  Terco  Mahomet  II  faé  en  i9 
da  Mayo  de  1471.  Dergomeni,  Su¡»im,  CroaUar,,  M,  16. 


asentado,  que  era  paso  muy  dispuesto  para  entrar  « 
en  la  tierra  de  Italia,  en  especial  en  las  tierras  de 
Veneoia,  y  en  la  cibdad  de  Bodas;  en  las  quales 
tierras  los  capitanes  de  aquel  Turco  facían  cruel 
guerra,  é  mataban  é  llevaban  christianos  captivos 
en  gran  número.  B  tanto  se  estendió  su  sefiorío  en 
aquellas  partes,  que  la  cibdad  de  Venecia,  no  po- 
diendo defenderse  de  los  males  que  continamento 
sofrisn  de  los  turcos ,  embiaron  á  notificar  al  Papa 
é  á  todos  los  Príncipes  de  la  christiandad  las  guer* 
ras  que  de  los  turóos  recibían,  las  fueisas  de  los 
quales  eran  tanto  grandes,  que  ellos  no  las  podían 
resistir  sin  alguna  ayuda  que  les  fuese  dada.  Por 
ende,  que  les  requerían  como  afieles  christianos,  les 
ploguiese  embiar  sus  gentes  para  resistir  aquella 
gente  bárbara,  la  qual  tanto  mas  crecía  en  crueldad, 
quanto  mas  les  daban  lugar  de  estender  su  sefiorío. 
T  en  esta  amonestación  insistieron  los  Venecianos 
por  muchas  veces,  pensando  ser  ayudados  de  algu- 
nos Beyes  de  la  christiandad.  E  como  quier  que  al- 
gunos homes  ungulares  á  sus  proprías  expensas  iban 
por  servicio  de  Dios  é  por  la  salvación  de  sus  áni- 
mas á  se  juntar  oon  los  christianos  que  guerreaban 
á  los  turcos,  pero  por  estonces  ningún  Príncipe  ni 
Bey  embió  el  ayuda  que  les  era  pedida ;  algunos 
porque  estaban  impedidos  en  las  guerras  que  tenían 
en  sus  comaroas,  otros  por  impedimentos  de  guer- 
ras é  necesidades  que  tenían  dentro  de  sus  Beynos, 
é  otros  faciendo  poca  mención  de  aquellas  guerras, 
por  ser  muy  lexanas  de  sus  Beynos,  do  entendían 
que  les  no  podrían  empecer.  B  aun  se  deda,  que 
aquelloa  Beyes  Ó  Principes  que  confinaban  oon  los 
Venecianos,  no  les  pesaba  que  perdiesen  sus  tierras 
é  señoríos,  porque  eran  tanto  grandes,  que  sobrepu- 
jaban en  grandeza  á  todos  los  comarcanos.  E  por 
esta  negligencia  el  Turco  ovo  lugar  de  estender  mas 
su  sefiorío  en  la  tierra  do  los  christianos  que  era  en 
su  comarca. 

OAPÍTÜLO  LXII. 

De  COBO  se  falló  la  mina  del  oro. 

En  aquellos  tiempos,  en  las  partes  de  Poniente, 
muy  lexanas  de  la  tierra  de  ESspa&a,  podría  ser  en 
número  de  mil  leguas  por  mar,  se  fallaron  unas 
tierras  de  gente  bárbara,  homes  negros,  que  vivían 
desnudos  y  en  chozas;  los  quales  poseían  mineros 
grandes  de  oro  muy  fino,  é  fallóse  desta  manera. 
Una  nao  de  un  puerto  de  los  de  Espafia  oon  fortuna 
que  ovo,  tiró  por  la  mar  adelante  contra  aquellas 
partes  de  Poniente,  donde  el  viento  forzoso  la  llevó 
é  paró  en  aquella  tierra.  La  gente  do  aquella  nao, 
queriendo  saber  donde  estaban ,  ovieron  noticia  de 
aquella  gente;  la  qual  como  vieron  los  homes  de  la 
nao,  vinieron  á  ellos  desnudos,  é  oon  muchos  peda- 


DON  FERNANDO 
80S  de  oro  en  las  manos  para  trocar  por  Testidos 
Tiejoe  é  por  otras  cosas  de  poco  valor,  q«ie  llevaban 
en  la  nao.  Los  de  aquella  nao  trocaron  sus  vestidos 
viejos  é  las  otras  cosas  de  sa  nao  que  podian  esoo- 
sar,  por  los  pedasos  de  oro  que  aquellos  bárbaros 
les  daban.  E  habida  gran  suma  de  oro  en  aquella 
manera,  volvieron  para  Espafia,  é  notificaron  espe- 
cialmente en  aquellos  puertos  del  Andalucía,  lo  que 
habian  fallado,  é  probaron  ol  oro  que  traian,  é  fa- 
llaron ser  fino.  Esto  sabido,  algunas  personas  de 
aquellos  puertos  fornecieron  una  caravela,  é  aven- 
turáronse de  ir  aquel  viage.  Loa  quales  onaimesmo 
vinieron  con  mucho  oro  trocado  á  vestidos  viejos  6 
á  latón  viejo  é  á  cobre.  Esta  fama  se  estendió  tanto 
por  aquellos  puertos  del  Andalucía,  que  todos  tra- 
bajaban por  ir  á  aquella  tierra;  ó  acaeció  haber  do 
un  viage  diez  mil  posos  de  oro,  quo  era  cada  peso 
valor  de  dos  florines  de  Aragón,  en  especial  el  quo 
llevaba  conchas  de  la  mar  muy  grandes,  aquel  traia 
por  cada  una  veinte  é  treinta  pesos  de  aquel  oro ;  ó 
todos  C4urgaban  de  aquellas  conchas  el  que  las  pedia 
haber;  las  quales  se  habian  en  los  puertos  de  las  is- 
las de  Canaria,  é  una  concha  que  no  era  estimada 
en  precio  ninguno,  acaeció  valor  por  aquella  causa 
en  la  cibdad  de  Sevilla  y  en  aquellos  puertos  del 
Andalucía  veinte  reales  de  plata,  por  la  gran  reques- 
ta  que  dellas  habia  para  llevar  á  aquella  tierra. 

Esto  sabido  por  el  Rey  é  por  la  Reyna,  veyendo 
la  grand  utilidad  que  en  aquella  f  adeuda  se  habiá, 
pusieron  la  mano  en  ello;  ó  mandaron,  que  ningu- 
no fuesu  á  aquellas  partes  sin  su  licencia,  porque  de 
lo  queendeseoviese,  dios  recibiesen  la' quinta  parte 
que  les  pertenecía  como  ásefioresde  la  tierra,  de  lo 
qnal  se  ficieron  grandes  derechos  para  su  cámara. 
La  gente  que  iba  á  aquellas  partes,  escogían  naos 
pequefias  é  caravelas,  porque  habia  algunas  rías  por 
donde  habian  de  entrar  en  aquella  tierra.  Lo  que 
llevaban  é  se  demandaba  por  las  gentes  de  aquellas 
partes,  eran  ropas  viejas  traídas,  que  no  toviesen 
pelo,  é  almireces  de  cobre,  é  candeleros  de  latón,  é 
manillas  de  latón ;  y  en  especial  llevaban  de  aque- 
llas conchas,  que  eran  allá  mucho  demandadas.  De- 
cíase que  eran  preciadas,  porque  en  aquellas  parti- 
das oaian  muchos  rayos  del  cielo,  ó  creían  aquellos 
bárbaros,  que  qualquier  que  traia  una  concha  de 
aquellas  era  seguro  do  los  rayos.  El  tiempo  que  tar- 
daba una  nao  en  ir  á  aquellas  partes,  era  dos  meses 
ó  tres,  porque  iban  siempre  abaxando;  y  en  la  ve- 
nida duraba  siete  ú  ocho  meses.  Eoomo  se  llegaban 
á  aquellas  partes  y  entraban  en  las  rías,  lueg^ 
aquellas  gentes  bárbaras  venían  á  ellos,  cada  uno 
con  el  oro  que  tenia,  é  trocábanlo  á  las  cosas  que 
llevaban.  Muchos  de  los  que  iban  peligraban  en  el 
camino,  porque  la  tierra  es  muy  calurosa,  é  con  el 
calor  bebían  mucha  agua ,  ó  comían  de  las  frutas 
de  aquellas  islas  que  fallaban  en  el  camino ;  pero  el 
que  escapaba  quedaba  rico.  Todos  los  que  venían 
de  aquellas  partes  é  andaban  en  aquella  negocia- 
ción, decían  que  quando  algunas  naos  arribaban  en 
aquella  tierra,  luego  las  gentes  della  se  llamaban 
con  vecinas  unos  á  otros,  porque  moraban  en  los  | 


i  DOÑA  ISABEL.  315 

oampos,  é  todos  aeudian  á  aquellos  puertos  á  trocar, 
su  oro.  Esta  negodaoion  oomo  era  de  gran  ganan- 
cia, fué  usads  de  tantos  navios  de  Castilla  é  de  Por- 
togal  que  iban  con  las  cosas  que  habernos  dióho  á 
aquella  tierra,  que  aquellos  bárbaros  se  avisaron 
mas,  ó  sopieron  el  precio  de  aquel  su  oro,  é  no  lo 
daban  ya  con  tanta  liberalidad  como  lo  daban  á  los 
principios ;  pero  siempre  habian  gran  ganancia  los 
que  allá  iban.  No  sabemos  si  esta  tierra  donde  este 
oro  se  traía,  fuese  la  tierra  de  Társia,  ó  la  tierra  de 
Ofir,  de  que  face  mención  la  Sacra  Escríptura,  en  el 
libro  tercero  de  los  Reyes,  de  donde  traian  al  Rey 
Salomón  oro,  para  la  obra  del  templo  que  labró. 
Agora  dexa  la  historia  de  f  ablar  desta  materia,  ó 
toma  á  proceder  en  las  cosas  que  acaecieron  en 
Castilla. 

CAPÍTULO  LXIÍL 
De  eomo  faó  tomada  la  cibdad  de  Toro. 

Estando  el  Rey  en  el  Reyno  de  Aragón,  é  la 
Reyna  en  Segovia,  do  habia  venido  por  los  debates 
y  escándalos  acaecidos  en  aquella  dbdad ,  según 
que  lo  habemos  recontado ,  vínole  nueva  en  oomo 
los  capitanes  é  caballeros  que  habia  dexado  en  las 
guamidones  contra  la  dbdad  de  Toro ,  habian  en- , 
trado  en  la  cibdad  y  estaban  apoderados  della ;  é 
la  forma  como  se  tomó  fué  esta.  Un  pastor  que 
guardaba  ovejas,  que  se  llamaba  Bartolomé,  natural 
de  aquella  ciudad  de  Toro,  vino  á  Don  Pedro  de 
Fonseoa  Obispo  de  Avila ,  que  era  uno  de  los  que 
tenían  cargo  principal  de  aquellas  guarniciones 
que  la  Reyna  mandó  asentar  en  drcuito  de  Toro  é 
de  Castronufio,  é  dizo  que  ól  sabia  lugar  cierto  por 
donde  se  podría  entrar  la  cibdad  de  noche  sin  peli- 
gro ninguno  de  los  que  la  entrasen,  é  que  él  iria  con 
la  gente  que  le  diesen  é  mostrariapor  donde  la  en- 
trasen. El  Obispo  oída  aquella  razón,  quísose  infor- 
mar del  logar  que  el  pastor  le  dixo ,  é  de  la  forma 
que  se  habia  de  tener  en  la  entrada.  El  pastor  le 
respondió  que  él  guardaba  continamente  sus  ove- 
jas, h»  quales  traia  en  derredor  de  Toro,  é  que  mu- 
chas veces  las  llevaba  entre  el  rio  é  la  cibdad  por 
lugares  tanto  ásperos  é  altos,  que  la  meema  altura  é 
los  barrancos  que  habia  por  aquella  parte,  es  la  mu- 
nición é  fortaleza  de  la  cibdad.  E  dixo,  que  en 
aquellas  partos  por  su  grand  altura ,  no  se  ponían 
guardas,  ni  se  presumía  que  ninguno  pudiese  en- 
trar por  aquel  lugar ;  é  que  él  guardando  su  ganado, 
de  noche  entraba  en  la  cibdad  por  aquella  parte  mu- 
chas veces  é  nunca  fué  sentido.  El  Obispo  que  era 
natural  de  aquella  dbdad,  oída  la  razón  del  pastor 
parecióle  cosa  razonable ,  porque  sabía  bien  aque- 
llos barrancos,  é  aquel  lugar  que  el  Pastor  le  decía ; 
é  aunque  pensó  ser  cosa  que  podria  venir  en  efeto, 
pero  quísolo  primero  experimentar,  porque  le  pa- 
reció cosa  muy  difícUe  la  entrada  de  la  gente  por 
aquellos  barrancos.  7  embió  una  noche  diez  escu- 
deros hornos,  naturales  de  la  cibdad,  á  aquel  lugar 
que  decía  el  pastor,  para  verlo  Ó  tentar  la  entrada. 
Los  quales  fueron  con  el  pastor  que  los  guiaba,  ^ 


■»*^       M*^         •«       -^  k  ttB       •      t»     É  ■  >»1 


316 


por  aquéllos  Ittgaras  é  bamnoos  ásperos  de  grado 
en  grado,  sobiendo  el  pastor  delante,  los  puso  den- 
tro de  la  oiudad ;  ó  vieron  que  ninguna  de  las  guar- 
das estaba  en  aquellas  partes,  los  qnales  tomaron  á 
salir  por  aquel  mesmo  lugar  seguramente  é  dixe- 
ron  al  Obispo  lo  que  hablan  fecho ,  é  oertiflcáronle 
que  muy  ligeramente  podia  subir  por  aquel  lugar 
la  gente  de  armas  y  entrar  en  la  oibdad,  según  que 
ellos  hablan  entrado  sin  peligro.  E  porque  aquellos 
que  el  Obispo  embió  eran  bornes  de  buen  entendí* 
miento,  dióles  fe  á  ello.  Y  embió  por  Don  Fadrique 
Manrique,  ó  por  Pedro  de  Velasoo ,  ó  por  Vasco  de 
Vivero,  ó  por  Pedro  de  Guzman,  é  por  Bemal  Fran- 
cés, é  por  Antonio  de  Fonseca  capitones  de  la  gen- 
te de  las  guarniciones  que  la  Beyna  habla  dexado ;  é 
comunicóles  lo  que  el  pastor  le  dixo,  ó  como  lo  ha- 
bla ezperimenUdo  con  aquellos  escuderos  que  em- 
bió. Lo  qual  visto  ovieron  su  consejo ,  que  fuesen 
fasto  seiscientos  escuderos  á  pie  con  aquel  pastor  6 
con  aquellos  escuderos  que  hablan  primero  tentado 
la  entrada,  é  toda  la  otra  gente  fuese  por  defuera 
de  la  oibdad ,  é  se  pusiesen  á  una  puerto  della ;  é 
que  una  parte  de  aquellos  seiscientos  escuderos, 
que  entrasen  en  la  cibdad,  peleasen  con  las  guardas 
ó  rondas,  é  la  otra  parto  fuese  á  aquella  puerto  á  la 
abrir,  porque  pudiesen  entrar  por  ella  toda  la  otra 
gento.  Esto  acuerdo  tomado  por  el  Obispo  é  por 
aquellos  capitones,  pusioronlo  en  obra,  é  aguardan- 
do una  noclie  escura,  fueron  Don  Fadrique  Man- 
rique, éTedro  de  Velasco,  é  Antonio  de  Fonseca 
con  aquel  pastor,  é  con  aquellos  otros  escuderos  que 
hablan  ido  primero.  E  puestos  al  pié  de  la  subida, 
algunos  escuderos  dubdaban  el  fecho,  é  ponían  sos- 
'  pechas  é  recelaban  de  subir,  poniendo  inconvinien- 
tes,  é  dando  á  entonder,  que  podia  ser  algún  trato 
doble,  que  aquel  pastor  traia  en  deservicio  del  Bey 
é  de  la  Reyna,  y  en  perdición  de  todos  ellos ;  lo 
qual  decían  que  se  certificaba  mas ,  porque  aquel 
pastor  facía  ton  fácil  é  ton  sin  peligro  la  entrada 
en  la  cibdad.  E  daban  razón  do  su  sospecha  dicien- 
do, que  no  era  cosa  de  presumir  que  los  caballeros 
Portogueses  que  con  tanto  diligencia  guardaban 
la  cibdad  estoviesen  á  ton  mal  reoabdo  que  de- 
xasen  paso  ni  lugar  en  el  circuito  de  la  cibdad, 
sin  guarda  é  ronda.  Decían  ansimesmo ,  que  la 
entrada  primera  que  aquellos  diez  escuderos  ha- 
blan fecho  por  aquel  lugar,  era  causado  mayor  sos- 
pecha: porque  decían  haber  subido  y  entrado  en  la 
cibdad  sin  haber  sentido  ni  oido  ninguna  guarda 
ni  ronda;' y  era.de  creer  haberlos  dexado  entrar 
porque  eran  pocos ,  á  fin  de  tomar  después  Jos  que 
entraren  quando  fuesen  muchos.  Con  estas  razones 
é  sospechas  amonestoban  á  los  capitanes  que  no 
entrasen  ni  aventurasen  sus  personas  ó  gentes,  ni 
menos  creyesen  de  ligero  aquel  fecho ,  donde  ton 
gran  deservicio  se  podria  seguir  al  Rey  é  á  la  Rey- 
na. El  pastor  que  los  habla  puesto  en  aquel  lugar, 
afirmaba  todavía  la  seguridad  de  la  entrada,  é  qui- 
tábales la  dubda,  é  decíales :  «Venid  vosotros  en  pos 
i  de  mi,éno  hayáis  recelo  ninguno.»  El  oapiton 
Pedro  de  Velasco,  que  habemos  dicho,  era  heme  de 


ORÓNIGAS  DE  LOS  BEYEB  DE  0|ErnLLA. 


gran  esfuerzo  é  de  buen  entendimiento,  é  conocida 
la  símplesa  del  pastor,  en  la  qual  entendió  que  no 
podia  haber  mistura  de  maldad,  les  dixo :  •  Oaba- 
sUeros,  si  en  las  faaaftas  de  caballería  no  oviese 
«aventura,  no  habria  honra;  é  tanto  ea  mayor  la 
•honra  del  caballero  ,  quanto  mayor  es  el  peligro 
«que  oometo.  Bueno  es,  dixo,  tener  algún  miedo  que 
»nos  faga  haber  memoria  de  Dios,  porque  alcemos 
•los  ojos  á  él,  para  que  nos  ayude  en  nuestros  fe- 
schos ;  con  la  ayuda  del  qual  yo  dispongo  subir  es- 
»tas  cuestas ,  siguiendo  el  camino  que  esto  pastor 
»  me  mostrare,  porque  tongo  creído  qu^  ni  tiene  do- 
sbladura  en  su  condición ,  ni  menos  en  este  fecho 
»de  que  nos  ha  avisado.»  E  luego  Antonio  do  Fon- 
seca  subió  el  primero ,  en  pos  del  subió  Pedro  de 
Velasco,  é  luego  subió  Vasco  de  Vivero,  é  toda  la 
otra  gento  siguió  á  estos.  Veyendo  á  sus  capitanes 
esforzados,  cobraron  ánimo,  é  llevando  por  guia  á 
aquel  pastor  por  aquellos  barrancos  é  lugares  áspe- 
ros, subieron  de  grado  en  grado  fasto  que  todos  es- 
to vieron  dentro  en  la  cibdad,  é  no  fueron  sentidos, 
porque  en  aquella  parto  estaba  todo  despoblado  sin 
morador  ninguno.  Puestos  en  la  cibdad ,  la  mayor 
parto  dellos  fué  á  la  plaza  con  grand  ímpetu ;  los 
otros  fueron  á  abrir  la  puerto  por  do  entrase  toda 
la  gento  que  estaba  aguardando  por  defuera  para 
entrar.  Algunos  Portogueses  que  andaban  en  la  ron- 
da como  sintieron  la  gonto  de  armas  en  la  cibdad, 
comenzaron  á  pelear  con  ellos.  La  qual  pelea  duró 
poco  espacio,  porque  pensaron  que  los  vecinos  de  la 
cibdad  les  hablan  dado  entrada,  é  que  toda  la  cib- 
dad estoba  contra  ellos  ¡  y  esto  sospecha  los  fizo 
luego  retraer  á  la  fortaleza.  E  como  vieron  que  toda 
la  gento  de  las  guardas  hablan  entrado  por  la  puer- 
ta, é  se  hablan  apoderado  de  la  cibdad,  el  Oonde  de 
MaríaWa,  que  estoba  por  guarda  della,  acordó  de 
dexar  la  fortaleza  á  Dofia  María  Sarmiento  muger 
do  Juan  de  Ulloa ,  é  ir  con  toda  su  gento  á  Gastro- 
nufio,  é  donde  fué  para  Portugal.  B  ansí  quedó  la 
gento  del  Roy  é  de  la  Reyna  apoderada  de  la  cib- 
dad Toro ,  é  aquella  Dofia  María  quedó  apoderada 
con  ciertos  escuderos  suyos  en  la  fortaleza.  Gomo 
la  Reyna  sopo  que  sus  gentes  habían  tomado  la 
cibdad  de  Toro ,  partió  de  Segovia  é  fué  para  allá, 
do  fué  recebida  con  placer  de  todos,  por  se  ver  li- 
bres de  la  subjecion  en  que  estoban  de  los  Porto- 
gueses. E  luego  mandó  restituir  la  posesión  de  sus 
casas  é  bienes  y  heredamientos  á  todos  los  caballe- 
ros y  escuderos  de  aquella  ciudad  que  estaban  des- 
torrados  ;  á  los  quales  habia  fecho  grandes  agravios 
é  robos  aquel  Juan  de  Ulloa  que  habemos  dicho. 
E  fizo  merced  al  pastor  que  mostró  la  entrada  de  la 
cibdad  para  su  mantonimiento  de  dineros  de  juro 
do  heredad  para  él  é  para  sus  descendientes,  é  fizó- 
los francos  de  todos  pechos  é  tributos.  E  mandó 
luego  poner  estonzas  contra  la  fortaleza,  é  traer 
lombardas  y  engenios  para  la  combatir.  Visto  por 
algunos  parientes  de  aquella  Dofia  María  la  indina- 
don  que  la  Reyna  tenia  contra  ella,  suplicáronle 
que  le  ploguiese  considerar,  que  el  yerro  cometido 
por  aquella  duefia,  habia  seydo  por  mandado  de  su 


Don  FERNANDO 

IkMUriclo,  é  no  de  in  Tolontad :  lo  qnal  pared*  olaro, 
porqae  ella  agora  que  se  veia  libre,  deseaba  tomar 
á  ea  serricio ,  y  entregarle  en  fortaleaa ;  é  si  en  al- 
guna defensa  se  ponía,  no  era  oon  intención  de  re- 
belar  á  sns  mandamientos,  salvo  por  el  miedo  gran- 
de que  babia  de  sn  indinadon ,  é  á  fin  de  le  supli- 
oar  por  la  seguridad  de  su  persona  é  de  sus  fijos  é 
parientes  é  criados :  la  qual  habida,  luego  Temia  á 
obediencia  é  á  todo  lo  que  la  Beyna  mandase.  La 
Reyna,  oidas  aqudlas  raaonee,  considerando  que  era 
hermana  de  Don  Diego  Peres  Sarmiento  Oónde  de 
Salinas,  é  de  otros  caballeros  que  en  aquellas  guer- 
ras le  hablan  bien  serrido ,  movida  ansimesmo  á 
piedad»  porque  era  duefia  viuda,  6  venia  á  le  supli- 
car por  su  seguridad  con  toda  obediencia,  concedió 
á  las  suplicaciones  que  de  su  parte  le  fueron  fechas, 
é  perdonóla  é  á  todos  los  que  oon  ella  estaban.  E 
luego  entregó  el  castillo  á  la  Beyna,  é  la  fortaleza 
de  la  Mota  al  Mariscal  Diego  de  Benavides  cuya 
era,  las  quales  Juan  de  UUoa  marido  desta  duefia 
habia  tomado  é  poseído  muchos  tiempos  tiránica- 
mente. Estas  cosas  fechas,  por  mandado  de  la  Bey- 
na, quedaron  dertos  capitanes  é  gentes  de  armas  en 
circuito  de  Oastronufio  é  de  Oantalapiedra,  Ó  de 
las  otras  fortalezas  que  estaban  por  el  Rey  de  Por- 
togal ;  é  la  Beyna  vino  para  Valladolid  con  inton- 
cion  de  esperar  en  aquella  villa  al  Bey  su  marido, 
para  dar  orden  en  los  sitios  que  acordaba  de  poner 
.  sobre  aquellas  fortalezas ,  por  los  grandes  robos  Ó 
dafios  que  ddlas  se  facían. 

CAPÍTULO  LXIV. 

De  eoao  la  Rejia  partió  de  ValladoUd,  é  íaé  i  líeles,  pan  impe- 
dir la  eleeden  qae  los  Comendadores  qnerian  facer  de  Maestre 
de  Saallago. 

Estando  la  Beyna  en  Valladolid ,  vínole  nueva 
que  el  Oonde  de  Paredes  Don  BodrigO  Manrique  (1), 
que  se  llamaba  Maestre  de  Santiago ,  era  muerto. 
Fué  ansimesmo  informada,  que  el  Comendador 
mayor  de  León  Don  Alfonso  de  Oardenas  venia  oon 
gento  de  aimas,  desde  la  provincia  de  León  á  la 
provinda  de  Castilla,  para  que  los  Treces  Ó  Comen- 
dadores de  la  Orden  en  concordia  le  eligiesen  por 
Maestre  de  Santiago  en  el  convento  de  Udes.  E 
porque  la  Beyna  habia  suplicado  al  Papa  que  diese 
aquel  Maestradgo  en  administración  al  Bey,  partió 
luego  de  Valladolid  y  en  tres  dias  vino  á  la  viUa  de 
Ocafia ;  ó  como  quier  que  era  de  noche  á  la  hora  que 
llegó,  é  fada  afortunado  tiempo  de  aguas,  pero 
luego  partió  ó  fué  á  la  villa  de  Udes.  B  mandó  ve- 
nir anto  ella  los  Treces  é  Comendadores  que  alli  es- 

(1)  El  Maestre  de  Santiago  Don  Rodrigo  Manrique  «arló  en 
Oealla  i  II  de  NoTiembre  de  1476,  como  ae  eompraeba  por  sn 
epiuflo  qae  trae  Salatar,  y  lo  dice  también  Galindes  en  el  SQmsrio 
de  diebo  afio.  El  epitafio  diee  asi : 

Aqoi  taci  il  «AGMlnco  siRoa  non  nonaieo  harriqos, 
■Atsras  Dt  sAnTueo,  mijo  ml  aoblamtabo  voh  nono  «am- 
niQos  T  ai  nollA  Lsonon  db  castilu  ,  bl  qoal  tució  tbuitb 

T  aQATRO  SATALLAa  DB  MOROS  T  GRISIIAROS.  VORIÓ  AAO  RB 
f476,  Al!  DBROflBRRRB. 

Salaur,  Pr.  da  /«  coaa  «Te  L§r§,  t.  ii,  pig.  S16. 


É  DOÑA  ISABEL  ílí 

taban  juntos ;  ó  dfzoles,  que  bien  sabían  oomo  aqnd 
Maestradgo  de  Santiago  era  una  de  la  mayores  dig- 
nidades de  toda  Síspafia,  ó  que  allende  de  ser  tan 
grande  en  rentas  é  vasallos ,  habia  en  él  muchas 
fortalezas  derramadas  fronteras  de  los  moros,  ó  de 
los  otros  reynos  comarcanos ;  ó  por  esta  causa  los 
Beyes  sus  progenitores  siempre  pusieron  la  mano 
en  esta  dignidad  é  la  tomaron  en  administración,  ó 
la  dieron  á  su  fijo  segimdo,  ó  á  persona  muy  fiel  á 
la  casa  real  de  Castilla.  B  oomo  quiera  que  el  Co^ 
mendador  mayor  de  León  era  persona  leal  al  Bejr  ó 
d  ella ;  pero  por  agora  habia  deliberado  que  el  Bey 
toviese  aquel  Maestradgo  en  administración,  lo 
qual  habia  acordado  de  suplicar  al  Papa.  Por  ende, 
que  les  mandaba  que  suspendiesen  aqndla  elección 
que  querían  facer,  porque  no  compila  al  servido 
del  Boy  ni  suyo  ni  al  bien  de  sus  Beynos.  Otrosí, 
que  suplicaban  al  Papa,  que  les  diese  por  adminis- 
trador al  Bey;  porque  ansí  oomplia  d  la  buena  go- 
bernadon  de  la  orden  é  de  sus  bienes,  y  embió  á 
dedr  al  Comendador  mayor  que  estaba  en  d  Corral 
de  Almaguer,  que  dexase  la  solicitud  que  tenia  de 
haber  esta  dignidad ,  porque  no  compila  al  servido 
del  Bey  ni  suyo ;  é  que  le  seguraba  por  su  fe  real, 
que  si  el  derecho  que  alegaba  tener  se  averiguase, 
ella  lo  mandarla  guardar  enteramente.  Oida  por 
aquellos  Treces  ó  Comendadores  lafabla  y  el  mandar 
miento  que  la  Beyna  les  fiso,  porque  era  muy  temi- 
da de  todos,  acordaron  de  obedecer  sus  mandamien- 
tos ;  é  suplicaron  al  Papa  que  proveyese  al  Bey  de 
la  administradon  de  la  orden,  según  la  Beyna  g^lo 
mandó.  Ansimesmo  d  Comendador  mayor,  habido  él 
mandamiento  de  la  Beyna,  como  quiera  que  gele 
fizo  grave  dexar  aquella  demanda,  porque  alegaba 
tener  derecho  al  Maestradgo,  pero  obededó  al  man- 
damiento de  la  Beyna.  E  luego  volvió  para  la  pro- 
vincia de  León,  Ó  se  dispuso  de  servir  al  Bey  é  á  la 
Beyna  en  la  guerra  que  hablan  con  Portogal ,  tan 
lealmeute  como  d  le  oviera  dado  el  Maestradgo ; 
porque  propuso  de  no  haber  aquella  dignidad  salvo 
limpiamente,  seyendo  elegido  según  los  preceptos 
é  constitudonesdo  su  Orden,  é  annmesmo  de  volun- 
tad del  Bey  ó  de  la  Beyna,  según  era  la  costambre 
en  Castilla. 

■ 

CAPITULO  LXV. 

Del  Conaejo  qne  ae  ovo  para  qne  el  Rey  feeae  allende  el  paerte 
6  la  Reyna  i  tierra  de  Bstremadvra;  6  como  fndaron  el  m# 
nesterio  de  Ssn  Joan  de  loa  Reyea  en  Toledo. 

Como  el  Bey  ovo  fecho  el  socorro  de  Fuentera* 
bía,  é  las  justicias  que  ditimos  que  exeoutó  en  las 
montafias,  lueg^  vino  para  la  dbdad  de  Toro,  é  pro^- 
veyó  en  algunas  cosas  que  entendió  ser  necesarias 
á  las  gentes  de  armas  que  la  Beyna  dexó  en  guar» 
nidones  contra  Ca8tronufio,é  Cubillas,  é  Siete  Igle* 
mas ;  é  dexó  con  sus  poderes  para  proveer  en  la 
justicia  y  en  las  cosas  tocantes  á  la  guerra,  y  en  to- 
das las  otras  cosas  qne  fuesen  necesarias  en  aquellas 
partes,  al  basterdo  su  hermano  Duque  de  Villaher- 
mosa,  é  al  Conde  de  Haro  su  Condesteble.  Fecha 


dié 


ORÓNIOAS  DE  LOS  BBTBS  DE  OAffFILLA 


aquella  provisión,  vino  para  la  vina  de  Ooafia,  don- 
de la  Reyna  estaba ,  ó  de  allí  partieron  el  Bey  6  la 
Beyna  para  la  cibdad  de  Toleda,  donde  fioieron 
algunas  limosnas  é  otras  obras  pias,  que  habian 
prometido  por  la  victoria  que  á  Dios  plogo  les  dar ; 
especialmente  fundaron  un  monesterío  de  la  orden 
de  Sant  Francisco,  cerca  de  dos  puertas  do  la  cib- 
dad, que  se  llama  la  una  la  puerta  de  Sant  Martin, 
la  otra  la  puerta  del  Oambron.  E  mercaron  algunas 
casas  que  estaban  cercanas  á  aquellas  puertas  do  la 
cibdüd,  que  fueron  derrocadas  para  fundar  aquel 
monesterio,  según  está  magníficamente  edificado, 
á  la  invocación  de  Sant  Juan,  el  cual  se  llama  hoy 
Sant  Juan  de   los  Beyes.   Gomplidos    los  votos 
ó  devociones  que  el  Bey  6  la  Beyna  habian  pro- 
metido de  facer,  luego  partieron  de  Toledo,  é  vi- 
nieron á  la  villa  de  Madrid ,  donde  ovieron  nue- 
vas que  la  gente  de   Portogal,  por  las   partes 
de  Badajos  é  Gibdad-Bodrigo,  entraban   á  facer 
guerra  en  Oastilla;  é  ansimosmo,  que  los  do  las 
f ortaleaas  que  estaban  por  el  Bey  de  Portogal,  fa- 
cían guerra  á  todas  aquellas  comarcas,  á  las  quales 
•  no  podian  resistir  las  gentes  del  Bey  é  de  la  Beyna, 
que  habian  dexado  en  guarnición.  Habidas  estas 
nuevas,  luego  proveyeron  á  la  defensa  de  la  tierra, 
y  embiaron  sus  poderes  al  Comendador  mayor  de 
León,  é  á  Don  Lorenzo  Xuarez  de  Figueroa,  Oonde 
de  Feria,  que  eran  vecinos  en  aquellas  fronteras  de 
Portogal,  para  que  defendiesen  la  tierra,  é  fioiesen 
guerra  al  Beyno  de  Portogal ;  é  dieron  sus  cartas 
para  todos  sus  fijosdalgo  é  gentes  do  armas  de  ca- 
ballo é  de  pie  de  aquellas  partidas ,  que  se  juntasen 
con  ellos  cada  que  los  embiasen  á  llamar,  ó  fíciesen 
lo  que  les  mandasen.  Estos  dos  caballeros  cada  uno 
por  su  parte  facían  guerra  á  Portogal,  é  defendían 
de  los  Portogueses  la  tierra  do  Castilla  en  aquellas 
comarcas ;  y  entraron  algunas  veces  en  Portogal 
ó  traxeron  robados  ganados  é  bestias  é  prisioneros. 
Eso  mismo  entraban  los  Portogueses  en  Castilla  por 
aquellas  partes,  é  por  la  frontera  de  Cibdad- Bodri- 
go,  ó  llobaban  cavalgadas  de  todo  lo  que  fallaban. 
En  estas  entradas  que  los  Castellanos  facían  á  Por- 
togal, ó  los  Portogueses  á  Castilla,  ovieron  algunos 
recuentros,  donde  fueron  muertos  é  presos  muchos 
de  la  una  parte  ó  do  la  otra,  é  de  coutino  había  cu- 
tre ellos  cruda  guerra.  El  Bey  6  la  Beyna  pensaron, 
que  si  ellos  fuesen  á  aquellas  partes  de  Estremadu- 
ra,  se  daría  mejor  provisión  en  la  guerra  de  Porto- 
gal,  ó  pacificarían  aquella  provincia,  que  estaba  de 
largos  tiempos  puesta  en  robos  ó  tiranías,  por  algu- 
nos caballeros  é  otras  personas  naturales  de  la  tier- 
ra, é  por  los  alcaydes  de  las  fortalezas.  E  f  arian  an- 
BÍmesmo  que  la  fortaleza  de  la  cibdad  do  TrogíUo, 
que  tenía  el  Marqués  de  VíUeua,  se  pusiese  en  terce- 
ría, según  que  el  Marqués  era  obligado  de  la  poner. 
Ansimesmo  fablaban  do  ir  á  proveer  en  la  guerra  que 
facían  los  de  Castronufio,  ó  Cubillas,  é  Siete  Iglesias, 
ó  Cantalapiedra.  E  estando  en  deliberación  de  lo 
uno  é  de  lo  otro,  pensaban  sí  seria  mejor  provisión 
para  aquellas  dos  necesidades ,  ir  el  Bey  á  proveer 
en  lo  uno  ó  la  Beyna  eu  lo  otro ;  é  quisieron  cerca 


dello  saber  el  pareoer  de  los  oaballeros,  6  periados, 
¿  doctores  de  su  Consejo.  E  después  do  alguna  plá- 
tica habida,  algunos  de  su  Consejo  dizeron  que  ni 
el  Bey  é  la  Beyna  juntos,  ni  cada  uno  por  si  debían 
ir  á  aquellas  parte  de  Estremadura.  Lo  primero, 
porque  les  era  necesario  tener  alguna  cibdad  ó  villa 
en  aquella  provincia,  donde  sus  personas  reales  6 
sus  gentes  pudiesen  estar  seguramente  aposenta- 
dos, sin  recelo  de  las  fortalezas  que  eu  ella  había.  E 
como  quiera  que  todas  las  cibdades  é  pueblos  esta- 
ban á  su  obediencia,  pero  que  ninguno  había  que 
no  toviose  fortaleza  enagenada  en  poder  de  algún 
caballero',  6  tirano,  que  en  los  tiempos  pasados 
oviese  cometido,  y  en  el  presente  cometía  tales  cri- 
mines, por  los  quales  estoviesen  temerosos  de  la 
justicia.  E  que  veyendo  sus  personas  reales  en  aque- 
llas partes,  el  temor  les  f  aria  alterar  de  manera  que 
no  querrían  entregar  las  fortalezas  que  toviesen ;  ó 
que  no  sería  razón  que  su  personas  reales  en  tal 
tiempo  se  aposentasen  en  pueblo,  do  semejantes  ho- 
mes  estoviesen  apoderados  de  la  fortaleza.  E  que 
no  habiendo  la  seguridad  que  á  sus  personas  reales 
convenia,  temían  mayor  necesidad  de  se  guardar 
de  los  alcaydes  que  de  los  contrarios.  E  dado  que 
deliberasen  poner  sitio  sobre  alguna  fortaleza  para 
la  haber  de  su  mano  ;  esto  decían  ellos,  que  les  pa- 
recía mayor  inconviniente,  porque  debiéndose  ocu- 
par en  la  guerra  contra  sus  contrarios,  se  impidi- 
rían  faciéndola  á  los  que  la  dedan  ser  sus  servido- 
res. E  allende  desto,  era  de  creer  que,  puesto  sitio 
sobre  uno  dellos,  todos  los  otros  se  escandalizarían 
é  rebelarían :  do  donde  se  seguiría,  que  los  que  ago- 
ra se  mostraban  servidores,  se  tomasen  deservido- 
res, de  que  se  podrían  seguir  gran  deservicio  suyo, 
é  otros  dafios  irreparables ,  por  ser  todas  aquellas 
fortalezas  fronteras  de  Portogal.  Especialmente  de- 
cían, que  en  aquella  provincia  donde  era  necesario 
mostrarse  mas  la  obediencia  de  sus  subditos,  había 
muchas  fortalezas  donde  estaban  apoderados  algu- 
nos tíranos ,  que  continamente  facían  robos  é  f ner- 
zas;  éque  faciéndose  en  su  presencia ,  sin  remediar 
á  los  agraviados  é  punir  á  los  malfechores,  manifiesto 
era  el  deservicio  grande  que  dello  goles  seguiría.  E 
por  estas  razones  decían,  que  ni  el  Bey  ni  la  Beyna 
debían  ir  á  aquellas  partos  de  Estremadura,  fasta  tan- 
to que  la  tierra  estuviese  mas  pacificada,  é  obedien- 
te á  sus  mandamientos  ;  la  qual  pacificación  se  po- 
día mejor  facer  mediante  algún  capitán  que  embia- 
sen é  aquella  provincia  con  gran  poder  de  gente,  y 
este  80  juntase  con  el  Comendador  de  León,  é  con 
el  Conde  de  Feria,  para  asegurar  toda  aquella  tierra 
é  resistir  á  los  Portogueses,  é  facerles  guerra  quau- 
do  entendioBon  que  so  debía  facer.  Ansimesmo  les 
parecía  que  el  Bey  debía  ir  á  poner  sitio  sobre  las 
fortalezas  do  Castronufio,  é  Cubillas,  é  Siete  Iglesias, 
é  Cantalapiedra,  é  la  Beyna  debía  estar  en  la  cib- 
dad de  Toledo,  porque  desde  aquella  cibdad  podria 
proveer  prestamente  todas  las  cosas  que  ocurriesen, 
ansí  en  la  tierra  de  Estremadura  é  del  Andalucía, 
como  en  todas  las  otras  partes,  por  en  comedio  de 
sus  Beynos,  ó  donde  los  Beyes  pasados,  habida  est« 


txm  FERNANDO 

eoondenmoii,  U  mayor  parte  de  los  tiempos  toyie- 
ron  su  riUa  real.  El  Rey  é  la  Reyná  oyeron  aquellas 
raaones  de  los  del  so  Oons^o ;  é  como  quiera  qae 
les  parecieron  rasonables,  pero  la  Reyna  qne  esta- 
ba inclinada  á  proveer  en  toda  aquella  tierra  de  Es- 
tremadnra,  é  la  pacificar,  é  poner  la  fortalesa  de 
T^ogillo  en  tercería,  según  que  el  Marqués  de  Ville- 
na  era  obligado ,  respondió  á  aquellos  de  su  Conse- 
jo: «To  siempre  oí  decir,  qne  la  sangre  como  bue- 
»na  nuestra  ya  siempre  á  remediar  las  partes  del 
»  cuerpo  que  reciben  idguna  pasión ;  pues  oír  conti- 
»  ñámente  la  guerra  que  los  Portogueses  como  con- 
strarios  é  los  Oastellanos  como  tiranos  facen  en 
a  aqueles  partidas,  é  sofrirla  con  disimulación ,  no 
«sería  ofldo  de  buen  Rey,  porque  los  Reyes  que 
»  quieren  reynar  han  de  trabajar.  A  mí  me  parece 

•  que  el  Rey  mi  sefior  debe  ir  á  aquellas  comarcas  de 
•allende  el  puerto,  é  yo  á  estotras  partes  de  Estre- 

•  madura,  para  proreer  en  lo  uno  y  en  lo  otro.  Ver- 
sdad  es  que  en  mi  ida  algunos  iuconvinieutes  se 
•muestran  de  los  que  habéis  declarado ;  pero  en  to- 
•dos  los  negocios  hay  cosas  ciertas  é  dubdosas,  é 
•tan  bien  las  unas  como  las  otras  son  en  las  manos 
•de  Dios,  que  suele  guiar  á  buen  fin  las  justas  é  con 

•  diligencia  procuradas.*  Al  Rey  plogo  do  aquello 
que  la  Reyna  determinó,  é  á  algunos  de  su  Consejo, 
porque  conocía  della  ser  muger  de  grand  ánimo.  E 
luego  partieron  de  Madrid,  el  Rey  para  aquellas 
partes  de  allende  el  puerto ,  é  la  Reyna  para  Estre- 
madura. 

CAPÍTULO  LXVL 

Cobo  al  Rey  piio  sillo  sobra  las  forulatas  da  Gistronifio , 
é  Cabillas,  6  Gantilapladra,  é  Slata  Iglasias. 

El  Rey  partió  de  la  Tilla  de  Madrid ,  é  vino  para 
Medina  del  Campo ;  y  embió  á  mandar  á  los  capita- 
nes que  estaban  en  guarnición  contra  las  fortalesas 
de  Castronufio,  é  Cantalapiedra,  é  Cubillas,  é  Siete 
Iglesias,  que  viniesen  á  él.  E  ovo  consejo  con  el 
bastardo  su  hermano  Duque  de  Yillahermosa,  é  con 
el  Conde  de  Haro,  su  Condestable,  de  poner  sitio  so- 
bre todas  aquellas  fortalezas,  de  las  quales  se  fa- 
dan  continamente  grandes  robos  é  muertes,  é  se 
despoblaba  la  tierra  de  la  comarca ;  los  quales  sitios 
podia  poner  con  menor  dificultad ,  porque  ya ,  se- 
gún habernos  dicho,  estaba  á  su  obediencia  la  db- 
dad  de  Toro  é  su  fortaleza,  que  fasta  aquel  tiempo 
era  grand  impedimento  para  guerrear  aquellas  for- 
talezas, é  las  sitiar.  E  luego  mandó  llamar  las  gen- 
tes de  armas  de  las  comarcas ,  é  puso  sitio  en  un  día 
sobre  aquellas  cuatro  fortalezas ;  Ó  dio  cargo  al  bas- 
tardo BU  hermano  del  cerco  de  Siete  Iglenas,  é  á 
Pedro  de  Guzman  del  oerco  de  Cubillas,  é  al  Obis- 
po de  Ayila,  é  á  Vasco  de  Vivero ,  é  á  Alfonso  de 
Fonseca,  é  á  Don  Sancho  de  Castilla,  del  cerco  de 
Cantalapiedra,  é  á  Don  Luis,  fijo  del  Conde  de  Buen- 
dia,  é  á  Don  Fadríque  Manrique,  del  cerco  de  Cas- 
tronufio. Puestos  estos  sitios,  el  Rey  andaba  todos 
'  los  dias  dd  un  oerco  al  otro,  proveyendo  las  cosas 
necesarias,  B  luego  á  pocoe  dias  el  alcayde  de  aque- 


i  DOl^A  ISABEL.  8ld 

Ha  fortaleza  de  Cubillas  demandó  al  Rey  merced 
que  le  segurase  la  vida  é  los  bienes,  é  que  la  entre-  . 
garía.  El  Rey  lo  fizo,  Ó  redúxole  á  su  servido,  é  to- 
mó la  fortaleza.  E  mandó  á  Pedro  de  Quzman  que 
con  la  gente  que  tenia  en  el  cerco  della,  pdbase  al  ' 
sitio  que  estaba  puesto  sobre  la  fortaleza  de  Castro-: 
nufio ,  porque  en  la  defensa  de  aquella  villa  estaba 
mayor  copia  de  gente  que  la  guardaba.  El  bastardo 
hermano  del  Rey,  puso  ansimesmo  gran  diligenda 
en  el  sitio  que  tenia  puesto  sobre  la  fortaleza  de 
Siete  Igledas,  y  en  espacio  de  dos  meses  la  puso  en 
miicho  estrecho ;  é  al  fin  la  combatió  con  las  lom- 
bardas tan  de  recio  por  todas  partes,  que  d  alcay- 
de, é  los  otros  qne  con  él  estaban,  no  se  podiendo 
mas  defender,  demandaron  partido  de  las  vidas,  é 
que  entregarian  la  fortaleza;  y  el  Rey  otorgólo,  é 
luego  la  entregaron.  Algunos  de  los  que  fueron  to- 
mados  en  los  combates  y  escaramuzas  mandó  afor-    ^ 
car,  é  toda  aquella  fortaleza  luego  el  Rey  la  mandó 
derribar.  Los  que  estaban  en  Cantalapiedra,  veyen- 
do  que  no  se  podían  defender,  é  que  habían  estado 
cercados  por  espacio  de  tres  meses ,  é  no  habían  ni 
esperaban  haber  socorro,  demandaron  ansimesmo 
partido  al  Rey  que  los  dexase  ir  d  Portogal.  El  Rey 
gelo  otorgó,  y  entregaron  la  villa ,  Ó  mandó  derribar 
todo  lo  fuerte  della,  é  cegar  las  cavas  é  otras  defen- 
sas que  tenían  fechas,  é  mandóla  restituir  d  Obispo* 
de  Salamanca,  cuya  era.  E  ansí  quedó  solo  el  sitio 
que  estaba  puesto  sobre  Castronufio,  alqual  mandó 
pasar  toda  la  gente  que  estaba  en  los  cercos  de  las 
otras  fortalezas  que  eran  entregadas.  E  mandó  po- 
ner dos  reales,  é  guardar  por  la  parte  dd  rio  de 
Duero,  porque  por  d  agua,  ni  por  la  tierra,  no  pu- 
diesen haber  entrada  ni  salida  en  la  villa ;  esto  fe- 
cho, acordó  de  combatir  la  villa.  Algunos  capitanes 
de  los  que  dlí  eran  quisieron  impedir  el  combate, 
porque  les  pareció  peligroso,  por  estar  la  villa  tan 
fortalecida  de  cavas  é  baluartes  é  otras  defensas,  é 
bastecida  de  mucha  gente  para  la  defender ;  é  de- 
cían que  teniéndolos  cercados  algunos  dias  sin  los 
combatir,  geles  enfiaquecerian  las  fuerzas;  Ó  tra- 
yendo mas  pertrechos,  se  podria  con  mayor  fuerza 
é  menor  peligro  facer  el  combate.  Otros  dedan  qne 
se  debia  combatir  luego  durante  el  disfavor  é  temor 
que  los  de  dentro  tenían  por  la  entrega  de  las  otras 
fortalezas ;  porque  sí  dilataba  el  combate,  sus  gen- 
tes é  los  caballos  que  tenían  allí  en  el  campo  por 
ser  comienzo  de  invierno,  se  perdcrian  ó  no  lo  po- 
drian  sofrir.  Eso  mesmo  se  dafiaria  la  pólvora  ó  loé 
otros  pertrechos  que  tenían,  é  todo  su  exérdto  re- 
cibiria  mucho  dafio  ri  en  tiempo  de  invierno  este- 
viesen  como  estaban  en  el  campo ,  é  que  le  seria  ne- 
cesario alzar  el  real,  de  lo  qual.gele  nguiria  gran 
deservicio ;  é  que  entendían  con  el  ayuda  de  Dios 
que  se  daria  tal  diligencia  en  el  combate,  que  por. 
fuerza  entrasen  la  vÜla;  é  aposentada  la  gente  en 
las  casas  podrían  pasar  el  invierno,  é  tener  sitiada 
la  fortaleza  como  complia.  El  Rey,  oída  aquella  ra- 
zón, parecióle  que  el  combate  se  debía  dar,  é  man- 
dó luego  aderezar  las  cosas  que  para  ello  eran  ne- 
cesarias. E  una  mafiana  al  alba  dd  día,  comenzaroii 


á2Ó 


OBÓIHOAS  t)B  iiOB  ÍLJgtEB  DA  OASVlLLiL 


á  llegar  loi  pertrechos  ¡^ára  cegar  las  cayas,  6  der- 
ribar las  otras  def enaas  que  teDÍan  fechas ,  porqae 
padiese»  llegar  las  escalas  al  moro  por  aquellos  lu- 
gares que  enteudieron  que  podían  llegar.  Los  de 
dentro  salieron  de  la  villa  á  pelear  con  la  gente  que 
traían  los  pertrechos  por  los  impedir  que  no  llega- 
sen ;  é  fué  la  polea  tan  grande  aquel  dia  entre  los 
unos  é  los  otros,  que  murieron  é  fueron  feridos  mu- 
chos de  la  una  parte  é  de  la  otra ;  é  al  fin  los  de  den- 
tro é  los  do  fuera  se  retraxeron ,  porque  la  noche  les 
impidió  de  manera  que  no  pudieron  mas  pelear.  Otro 
dia  por  la  mafiana  tomaron  con  los  pertrechos  á  ce- 
gar las  cavas  con  mucho  peonage  que  el  Rey  man- 
dó llamar.  Los  de  la  villa  salieron  según  que  de  pri- 
mero hablan  salido  á  pelear,  é  desde  las  defensas  é 
baluartes  que  tenian  fechos  defendían  quanto  po- 

^  dian  que  las  cavas  no  se  cegasen,  porque  la  gente  del 
Bey  no  oviese  lugar  de  llegar  las  escalas  al  muro. 
Esta  manera  de  combatir  unos  con  otros  duró  por  es- 
pacio de  diea  dias,  en  los  quales  murieron  é  fueron 
feridos  muchos  de  la  una  parte  é  de  la  otra.  El  Bey 
andaba  á  todas  partes  esfonando  sus  gentes,  é  pro- 
veyéndolos de  las  cosas  necesarias  al  combate,  fas- 
ta que  acabaron  de  cegar  por  fueras  de  armas  todas 
las  cavas,  é  derribar  los  baluartes  por  aquellos  lu- 
gares donde  acordaron  de  dar  el  combate.  Otro  dia 
por  la  mafiana ,  como  quiera  que  la  gente  del  Bey 
habla  reoebido  grandes  dafios  en  los  combates  de 
los  dias  pasados,  pero  con  grand  ánimo  llegaron  á 
poner  las  escalas  al  muro ;  las  quales  puestas  con 
el  gran  número  de  artillería  é  ballestería  que  tira- 
ban, los  de  dentro  no  lo  podiendo  mas  defender,  é 
visto  el  dafto  que  recibían ,  y  el  poco  fruto  que  fa- 
cían, desampararon  la  villa  e  retraxéronse  á  la  for- 
taleaa,  é  las  gentes  del  Bey  entraron  en  ella  por 

•  fuersa  de  armas,  é  todos  quantos  pudieron  haber 
pusieron  á  espada,  que  ninguno  escapó.  £1  Bey,  en- 
trada, la  villa,  mandó  aposentar  en  ella  sus  gentes, 
é  barrear  las  calles,  é  poner  estanzas  en  circuito  de 
'  la  fortaleaa,las  quales  fomedó  de  muchas  gentes  é 
pertrechos,  los  quales  eran  necesarios:  de  manera 
que  la  fortaleaa  quedó  aitiada  por  todas  partes.  El 
Alcayde  púsose  en  defensa,  para  lo  qual  tenía  qua- 
trocíentos  homes  Castellanos  é  Portogueses,  entre 
los  quales  habia  mas  de  cien  escuderos  Oastellanos, 
homes  cursados  en  la  guerra  que  vivían  con  él.  Te- 
nia ansimesmo  muchos  bastimentos  de  pan  é  vino 
é  carne ,  é  de  todas  las  otras  cosas  necesarias  al  pro- 
veimiento de  los  que  con  él  eran,  y  esto  tenia  en 
grand  abundancia.  Tenia  ansimesmo  gran  copia  de 
pertrechos  ó  artillerías  para  defender  é  ofender :  de 
todas  estas  cosas  estaba  tan  bien  f  ornecído ,  que  nin- 
gún Rey  pudiera  mejor  bastecer  ninguna  fortalesa 
que  con  gran  diligencia  quisiera  tener  proveída.-  B 
porque  los  que  esta  Orónica  leyeren  tomen  exemplo 
en  las  cosas  pasadas  para  las  que  tovieren  presen- 
tes, é  sepan  quanto  deben  fuir  de  ser  causa  de  di- 
visión en  los  reynos,  porque  es  un  pecado  detesta- 
ble ,  ó  de  que  Dios  es  deservido ,  é  los  reynos  donde 
los  hay  son  destruidos,  é  los  malos  han  lugar  para 
sus  malos  deseos,  ó  los  buenos  son  oprimidos  é  fa- 


tigados :  es  de  saber  que  este  Alcayde  de  Oast|on«< 
fio  fué  un  home  de  baza  manera,  que  se  decía  Pe- 
dro de  Mendafia  (1) ,  fijo  de  otro  Alcayde  de  Castro- 
nufio  Gallego ;  y  este  fué  natural  de  Paradinas,  al 
qual  puso  en  aquel  castillo  por  Alcayde  Don  Juan 
de  Valenzuela,  Prior  de  la  Orden  de  San  Juan,  que 
fué  privado  de  aquel  Prioradgo.  T  en  el  tiempo  que 
el  Arzobispo  de  Toledo ,  y  el  Maestre  de  Santiago ,  y 
el  Almirante  de  Castilla ,  y  el  Duque  Don  Alvaro ,  é 
otros  caballeros  é  perlados  ficieron  la  división  en  el 
Beyno  quando  afasaron  por  Bey  al  Príncipe  Don  Al- 
fonso en  la  cibdad  de  Avila ;  este  Alcayde  de  Cas- 
tronufio,  veyendo  tiempo  dispuesto  á  su  deseo  é  in- 
clinación natural ,  recibió  en  aquella  fortalesa  mu- 
chos ladrones  é  robadores  con  los  furtos  é  robos  que 
facían  en  las  comarcas,  é  defendíalos  en  aquella 
fortalesa.  Eso  mesmo  defendía  á  otros  homes  mata- 
dores é  criminosos  é  adebdados,  é  á  otros  que  ha- 
bían cometido  excesos  é  maleficios.  Los  homes  des- 
ta  condición  crecieron  en  gran  número  so  la  defen. 
sa  deste  alcayde  ¡  ol  qual  como  se  vído  acompafiado 
de  gente  á  quien  su  maldad  apremiaba  que  le  aoom- 
pafiasen.  Dios  que  muchas  veces  permite  las  guer- 
ras para  punir  ó  enmendar  los  pecados  de  los  ho- 
mes, permitió  de  crecer  el  coraaon  deste  Alcayde  á 
mayores  cosas,  é  tomó  las  fortalesas  que  habernos 
dicho  de  Cubillas,  é  Cantalapíedra,  é  fortaleció  la 
de  Siete  Iglesias ,  é  puso  gente  en  ellas ;  de  las  qua- 
les continamente  robaban  por  aquellas  comarcas,  é 
acudían  á  él  con  la  mayor  parte  de  lo  robado.  Tomó 
ansimesmo  la  villa  de  Tordesillas,  de  la  qual  estovo 
apoderado,  é  de  tal  manera  creció  su  poder,  que  Isa 
cíbdades  de  Burgos,  é  Avila,  é  Salaoianoa,  é  Sego- 
vía,  é  Valladolid,  é  Medina,  é  todas  las  otras  villas 
de  las  comarcas,  lo  daban  cierta  quantía  de  pan  é 
vino  é  maravedís  por  haber  seguridad.  B  allende 
desto  les  facía  otras  demandas  de  dineros  é  de  ga^ 
nados,  é  todo  le  era  pagadq  á  su  voluntad ,  é  con 
esta  tiranía  llegó  á  tanta  riqueaa ,  que  continamente 
pagaba  sueldo  á  trecientos  homes  á  caballo.  E  to- 
dos los  Grandes  del  Beyno  de  aquellas  comarcas  le 
habían  miedo ,  é  le  daban  dádivas  porque  no  lee  fl- 
ciese  guerra  en  sus  tierras.  E  desto  vino  á  tener  mu- 
chos servidores  é  grande  estado;  en  especial  tenia 
homes  dispuestos  para  la  guerra,  que  vivían  con 
él ,  los  quales  destruían  las  costumbres  de  los  homes 
también  como  los  bienes.  E  ¿este  alcayde  tomaron 
exemplo  otros  muchos  alcaydes  del  Beyno,  que  se 
pusieron  á  robar  é  rescatar  pueblos,  é  facer  é  defen- 
der los  crimines  é  maleficios  que  los  robadores  fa- 
cían: en  loa  qualoa  crimines  se  manifestó  bien  el 
justo  juicio  de  Dios ;  porque  los  mas  de  los  caballe- 
ros que  fueron  causa  de  aquella  división  que  habe- 
mos  dicho ,  por  la  qual  este  alcayde  ovo  crecimien' 
to,  fueron  guerreados  é  injuriados,  é  continamente 
ofendidos  del  é  de  los  otros  alcaydes  é  tíranos ;  de 

(1)  Ba  el  MaBuerito  del  Escorial  te  lee  Pedro  de  Á9máúMp,  j 
en  el  del  Seflor  Nítí,  de  MMétUo,  El  Cera  de  los  Palacios  le  llama 
Pedro  de  Meadaflo ,  y  dice  qae  era  Mjo  de  na  svrrador  de  Para- 
dinas ,  aldea  de  Salamanca ;  en  lo  demás  va  conforme  con  esta 
Crónica.  Bemald.,  UitlotU  4c  lo$  A^m  CétáHcoi,  cap.  lu. 


tiiáiierá  <itie  no  feo  podian  Mmediar  á  las  guerras  é 
rMoatéa  que  á  ellos  6  á  sus  vasallos  é  tierras  faoian 
de  contíno.  Donde  podemos  bien  creer  qne  fuera 
menos  dafio  á  los  caballeros  sof  rir  qualesquier  ma- 
les que  de  los  Beyes ,  aunque  fuesen  malos,  les  pu- 
dieran yeuir,  que  aquellos  que  de  tantas  partes  so- 
frían, por  la  inobediencia  que  al  Rey  mostraron ,  é 
división  que  en  el  Reyno  fideron.  Este  aloayde  an- 
simesmo  títís  con  grande  miedo  de  los  estrafios,  é 
mas  de  los  suyos,  ¿  ni  lugar  ni  hora  le  eran  segu- 
ros, ni  la  noche  tenia  sin  pena,  ni  el  dia  con  repo- 
so, porque  estaba  acompañado  de  malos  homes,  de 
quien  recelaba  ser  muerto ,  é  quisiera  retraerse  de 
aquella  manera  de  vivir  con  parte  de  sus  riqueaas, 
salvo  que  estaba  ya  tan  enlazado  de  los  mdes  en 
qne  él  mesmo  se  metió ,  que  ni  estar  en  aquella  vida 
le  era  seguro ,  ni  para  salir  della  tenia  lugar.  B  an- 
sí se  mostró  como  los  malos  de  sus  mesmos  males 
son  combatidos ,  porque  detios  los  nacen  talos  tra- 
bajos, que  los  face  vivir  en  contina  pena.  Oomo  la 
villa  fué  entrada,  luego  el  Aloayde  puso  gran  re- 
cabdo  en  su  fortálesa,  é  repartió  su  gente  á  pelear 
con  la  gente  del  Rey  que  estaba  en  las  estansas,  do 
morían  y  eran  feridos  muchos  de  la  una  parte  é  de 
la  otra,  con  los  grandes  tiros  de  pólvora  é  de  balles- 
tas que  se  tiraban.  El  Bey  como  dezó  cercada  aque- 
lla fortaleza,  partió  de  allf ,  é  fué  para  la  villa  de 
Medina  del  Oampo  á  proveer  en  las  cosas  que  ocur- 
rían y  eran  necesarías  en  aquellas  comarcas. 

OAPtrULO  LXVII. 

De  cono  el  Rey  tomó  la  fortaleu  de  Monlees. 

Estando  el  Rey  en  la  villa  de  Medina  del  Campo, 
vino  á  él  un  caballero  qne  se  llamaba  García  Oso- 
rio,  que  tenia  el  cargo  de  la  justicia  en  la  cibdad  de 
Salamanca ;  é  notificóle  como  un  caballero  natural 
de  aquella  cibdad  que  so  llamaba  Rodrigo  Maldo- 
nado,  fué  desobediente  á  la  justicia,  é  vivia  mal  é 
tenia  tiránicamente  el  castillo  de  Monleon ,  que  es 
de  aquella  cibdad  bien  cercano  al  Reyno  de  Porto- 
gal,  en  el  qual  habia  labrado  moneda  falsa,  é  ha- 
bla cometido  otros  crimines  en  deservicio  de  Dios  é 
suyo,  é  dafio  de  toda  la  tierra,  la  qual  tenia  muy 
oprimida  con  robos  é  tiranías.  El  Rey  oida  aquella 
querella,  é  informado  de  los  delictos  que  aquel  al- 
oayde habia  fecho,  luego  á  la  hora  cabalgó,  é  solo 
con  un  Secretario  é  con  un  Alcalde  de  su  Corte  que 
se  llamaba  el  Licenciado  Diego  de  Proafio,  en  es- 
pacio de  ocho  horas  fué  desde  Medina  á  la  oibdad 
de  Salamanca  donde  estaba  aquel  Maldonado;  é 
descabalgó  en  la  posada  del  Corregidor,  el  qual  le 
avisó  como  aquel  aloayde  estaba  en  su  casa  con  otros 
caballeros  de  la  cibdad.  El  Rey  que  estaba  allí  se- 
cretamente, cabalgó  en  su  caballo,  é  fué  para  la 
casa  do  estaba  aquel  caballero;  é  luego  se  sopo  de 
uno  en  otro  oomo  el  Rey  estaba  en  la  cibdad  |  é  to- 
dos los  caballeros  'é  gentes  della  se  armaron ,  é  vi- 
nieron para  el  Rey.  Aquel  aloayde  como  sopo  que 
él  Rey  estaba  en  la  oibdad|  é  que  la  salida  de  su  1 
a.-IIL 


A  htíSk  tdkhisL  821 

casa  no  le  era  segura,  porque  el  Rey  estaba  ya  á  la 
puerta  con  mucha  gente,  fuyó  por  los  tejados,  é  me- 
tióse en  el  monesterio  de  Sant  Franoisoo.  Como  el 
Rey  lo  sopo,  mandó  á  las  gentes  que  cercasen  por 
todas  partes  el  mo.nesterio.  El  €hiardian  é  los  Fray- 
Íes,  oomo  vieron  qne  el  Rey  mandaba  entrar  en  el 
monesterio,  suplicáronle  que  no  quisiese  facer  vio- 
lencia en  aquella  casa  de  oración,  é  que  le  ploguie- 
se  acatar  aquella  reverencia  que  cathólico  principe 
debe  á  los  templos  de  Dios,  é  le  ploguiese  dar  segu- 
ro para  que  aquel  caballero  no  padeciese  muerte  ni 
lisien  en  su  persona,  y  dios  g^lo  entregarian  para 
facer  lo  que  Su  Altesa  mandase.  El  Rey  oomo  quie- 
ra que  fué  informado  que  aquel  aloayde  habia  co- 
metido delictos  de  tan  mala  calidad ,  qne  no  era  dig- 
no de  gozar  del  privilegio  de  la  Iglesia ;  pero  por 
reverenda  de  aquel  templo ,  é  acatadas  las  humildes 
suplicaciones  del  Guardian  é  de  aquellos  Frayles, 
prometióles  de  salvar  la  vida  de  aqud  aloayde  |  se- 
gún gelo  suplicaron,  si  entregase  la  fortaleza  de 
Monleon.  Los  Frayles  habido  el  seguro  dd  Rey,  en- 
tregáronle aquel  caballero,  é  mandólo  poner  en  pri- 
dones,  é  llevarlo  á  la  fortalesa;  é  quando  fué  cerca 
della,  le  dixo ;  •  Aloayde,  cumple  que  luego  me  deis 
a  esta  fortdesa.»  El  Aloayde  dizo:  •  Pláceme  de  lo 
•facer ;  dadme,  Sefior,  lugar  que  fable  con  mi  mu- 
»  ger  é  con  mis  criados  que  están  dentro  para  que  lo 
•fagan.»  El  Rey  mandó  que  saliesen  seguros  de  la 
fortaleza  á  fablar  con  d  Alcayde  aquellos  que  él 
llamase ;  é  luego  salieron  á  él  algunos  de  sus  cria- 
dos, d  los  quales  el  Aloayde  dixo :  t Criados,  el  Rey 
«demanda  esta  fortaleza ,  é  yo  estoy  en  sus  manos,  é 
»  mi  vida  está  en  las  vuestras ;  por  ende  oumple  que 
«luego  salgáis  della,  é  dedd  á  mi  mug^r  que  la  en- 
e  treguo  á  quien  d  Rey  mandarejí  Aquellos  sus  cria- 
dos tornaron  con  el  mandamiento  del  Alcayde,  é 
quando  se  vieron  dentro,  dixeron  que  en  ningún/ 
caso  la  entregarían  al  Rey,  d  no  fioiese  grandes 
mercedes  d  Alcayde  Ó  á  ellos.  Dedan  ansimesmo 
que  si  facían  dgun  mal  d  Alcayde ,  luego  se  junta- 
rían con  los  Portogueses  á  facer  cruda  guerra  en 
Castilla.  Como  el  Rey  vido  que  se  dilataba  la  entre* 
ga  de  la  fortalesa,  é  que  demandaban  mercedes,  é 
fadan  amenazas,  dixo  con  grand  indinaoion  al  Al- 
oayde: t  Disponeos,  Alcayde,  á  la  muerte,  que  os 
i  dan  esos  á  quien  fiasteis  la  fortdeza.  i  B  mandó 
que  luego  á  vista  de  su  muger,  é  de  todos  los  que 
estaban  en  la  fortdeza,  le  degollasen.  El  Aloayde, 
vista  la  sentencia  dd  Rey  é  oomo  lo  llevaban  á  de- 
gollar, daba  voces  á  los  suyos,  é  demandábales  que 
entregasen  la  fortdeza,  porque  le  escusasen  la 
muerte.  Los  suyos  desde  las  almenas  le  dedan  que 
en  ningún  caso  la  entregarían ;  é  que  d  él  padecie- 
se por  aquella  causa,  dios  ferian  td  guerra  en  Cas- 
tilla, por  donde  su  muerte  fuese  bien  vengada.  Trd- 
do  ya  d  lugar  do  el  Rey  mandó  que  lo  degoUssen, 
llamó  á  su  muger,  é  díxole :  tO  muger,  gran  dolor 
•  llevo  por  haber  conoddo  tan  tarde  el  amor  tan 
•falso  que  me  mostrabas ;  dñ  dubda  parece  agora  ^ 
•bien  que  te  pesaba  de  mi  vida,  pues  eres  causa  de 
•mi  muerte;  no  me  mata  ñor  cierto  el  Rey,  sino  tá| 

21 


ílíA 


6bÓnICA6  Í)E  LAS  retes  DB  OASntLÁ. 


»ni  menot  mo nuiU  aste  qoe  me  «U lu maiiot,iiiaf 
BmáUnnm  mis  crúidcM ,  porque  les  fié  lo  mió.  B  qna 
imei^iroirochA,  docUéi,yo  nmerto,  U  TengaiizA 
»do  mi  muerte?»  Ettee  6  otrae  coww  qoe  decian  oian 
loa  de  la  fortaleea ;  loa  qnalea  yeyendo  que  ya  le 
qnenaa  degollar,  moTidoa  á  oompaaion  de  aqneliaa 
palabrea,  llamaron  á  yooea  é  dixeron  qoe  eotrega- 
rian  la  fortaleza  ^  ■oyendo  aegaroa  de  la  vida  del  Al- 
oayde  é  de  la  aaya.  B  lo^o  el  Bey  dio  el  seguro 
que  demandaban,  y  elloa  salieron  de  la  fortalesa,  6 
la  dezaron  libre;  la  qnal  mandó  el  Bey  entregar  á 
un  oaballero  su  criado,  qoe  ae  llamaba  Diego  Ruis 
de  Montalyo,  natural  de  la  Tilla  de  Medina  del  Oam- 
po«  Oomo  el  Bey  oro  aquella  fortaleza ,  volvió  para 
la  cíbdad  de  Salamanca,  é  dende  fué  á  proveer  en 
el  sitio  que  tenia  pneato  sobre  la  fortalesa  de  Gta- 
tronufto. 

CAPÍTULO  LXVm. 

Dt  íu  coMS  <■•  la  Reyu  lio  n  la  Uerra  it  Ealrma4ara ,  é  las 

fortaleías  qae  eade  tomé. 

Según  habernos  recontado,  quando  el  Rey  partió 
de  Madrid  para  proveer  en  los  oercos  de  Oastronu- 
fio,  é  de  las  otras  fortalezaa  que  estaban  por  el  Rey 
de  Portogal,  la  Reyna  anaimesmo  partió  para  Es- 
tramadora,  é  vino  para  la  villa  de  Guadalupe.  B  de 
allí  embió  un  su  Secretario  á  Pedro  do  Baeza,  AU 
oaydedela  fortaleza  de  Trogillo,  con  el  qual  le 
embió  mandar  que  la  entregase  á  Qonzalo  de  Avila, 
Sefior  de  Yillatoro,  que  la  habia  de  tener  cierto 
tiempo  en  teroerfa,  fasta  ser  oomplidas  algunas  co- 
aaa  asentadas  con  el  Marqués  de  Villena.  Aqnel  Al- 
cayde  que  estaba  muy  fortalecido,  respondió  que 
en  ningún  caso  la  entregaría,  antes  entondia  de  la 
defender  fasta  el  postrimero  dia  de  su  vida ;  é  dixo 
en  reapuesta  otras  cosaa  muy  duras ,  é  sio  esperanza 
de  la  entregar.  La  Reyna,  oída  aquella  respuesta, 
embió  otra  ves  aquel  Secretario  á  le  prometer  gran- 
des dádivas  é  mercedes  porque  la  entregase,  á  fio 
de  no  venir  al  experimento  de  la  fuerza  por  los  in- 
convinientes  que  algunos  de  su  Gonsejo  le  decian 
que  ae  podian  seguir  poniendo  sitio  sobre  aquella 
fortalesa,  por  estar  tan  cercana  al  Roy  no  de  Porto- 
gal.  Bl  Aloayde,  oidas  las  promesas  que  la  Reyna 
le  embió  á  facer,  respondió  mas  duramente  que  pri- 
mero habia  respondido ,  y  embió  suplicar  á  la  Rey- 
na que  ni  le  mandase  entregar  la  fortaleza,  ni  me- 
nos vinieae  á  aquella  cibdad,  porque  le  sería  nece- 
sario ponerse  en  defensa,  de  que  ella  podria  recebir 
algún  deservicio.  La  Reyna,  oida  aquella  respuesta 
del  Alcayde,  ovo  grand  indinacion  contra  él.  «¿E 
»yo,  dizo,  tengo  de  sofrir  la  ley  que  mi  subdito 
» presume  de  ponerme,  ni  recelar  la  resistencia  qoe 
»  piensa  de  me  facer  ?  ¿  E  dexaré  yo  de  ir  á  mi  cib- 
»dad,  entendiendo  que  cumple  al  servicio  do  Dios 
lé  mió,  por  el  inconviniente  qoe  aquel  Alcayde 
1  piensa  de  poner  en  mi  ida?  Por  cierto  ningún  buen 
']^Rey  lo  fizo,  ni  menos  lo  faré  yo.»  E  luego  mandó 
llamar  gentes  de  armas  de  laa  cibdades  de  Sevilla  é 
OórdoTft,  é  de  todaa  las  otras  del  Andalucía;  las 


qnales  vinieron  á  su  llamamiento.  B  partió  luego  cU 
Guadalupe,  é  fué  para  la  cibdad  de  Trogillo ,  donde 
fué  muy  alegremente  reoebida  por  tódoa  loa  caballe- 
rea é  pueblo  de  aquella  dbdad.  B  vinieron  á  ella  loa 
caballerea  de  aquella  provincia  é  de  soa  comaitsaa ; 
é  anaimeamo  vino  alli  á  la  servir  el  Maestre  de  Oa- 
latrava,  que  oomo  habemoa  dicho  era  ya  perdonado 
é  reducido  á  su  servicio,  é  Don  Alonso  de  Monroy, 
Clavero  de  Alcántara,  que  ae  llamaba.  Maeatre  do 
aquel  Maeetradgo,  por  la  elección  que  algunos  Oo- 
mendadorea  le  ficieron  por  fin  del  Maestro  Don  Gó- 
mez de  Gáceres,  postrero  Maestre  que  fué  de  aque- 
lla Orden.  Mandó  anaimesmo  traer  toda  la  artilürfa 
é  lombardas  y  engenios  que  habia  en  aquellaa  co- 
marcaa,  y  en  algunos  lugarea  del  Andalucía.  B 
porque  se  informó  de  los  robos  é  crímines  que  se 
f adán  de  algunas  fortalezaa,  especialmente  del  oaa- 
tillo  de  Madrígalejo,  donde  cataba  por  Alcayde  uno 
que  se  llamaba  Juan  de  Vargas,  é  de  Gastilnovo, 
donde  estaba  por  Alcayde  otro  que  se  llamaba  Pe- 
dro de  Orellana,  luego  loa  mandó  carear.  B  los  Al- 
caydes  dellas,  recelando  la  indinacion  de  la  Reyna 
si  por  fuerza  f ueaen  tomadoa,  demandaron  partido 
á  los  capitanes  que  estaban  en  loa  sitios ,  que  la  Rey- 
na les  perdonaae  loa  yerros  é  crímines  que  habían 
cometido  en  los  tiempos  paaadoa,  é  que  entregarían 
las  fortalezaa.  La  Reyna  les  perdonó  su  justicia ,  á 
tal  pacto,  que  satisficiesen  á  los  agraviados  de  to- 
doa  los  robos  que  hablan  fecho,  é  se  fallasen  en  po- 
der de  qnalesquier  personas ;  é  con  este  partido  en- 
tregaron las  fortalezas.  B  porque  la  Reyna  fué  in- 
formada que  de  la  fortaleza  de  Madrigalejo  so  ha- 
bían fecho  mayorca  críminea  é  robos,  mandóla  der- 
ribar. Do  lo  qual  so  imprimió  tan  grande  miedo  en 
todos  los  de  aquella  tierra,  que  ningún  alcayde  de 
toda  Estreraadura  osó  facer  robo  ni  fuerza  de  laa 
que  eolian  facer,  é  todos  vinieron,  ó  embiaron  sus 
gentes  á  la  servir.  Mandó  anaimesmo  la  Reyna  que 
tornasen  á  fablar  con  aquel  alcayde  de  la  fortaleza 
de  Trogillo,  para  qae  la  entregase  en  tercería  aegun 
el  Marqués  de  Villena  lo  habia  prometido.  Bl  qual 
le  embió  á  suplicar  con  gran  humiliacion  que  le  plo- 
guieso  embiar  por  el  Marqués  que  habia  fiado  del 
aquella  fortaleza,  al  qual  la  entregaría  luego:  por- 
que no  tenia  mandamiento  suyo  para  la  entr^ar  á 
otra  persona,  ni  menos  de  la  dar  en  la  tercería  que 
el  Marqués  era  obligado  de  la  poner.  La  Reyna  de- 
liberó sor  mejor  consejo  embiar  á  llamar,  al  Marqués 
de  Villena  para  que  la  ficiese  entregar,  que  poner 
sitio  sobre  la  fortaleza.  B  luego  embió  á  su  Seore- 
tarío  Fernán  Alvarez  de  Toledo,  con  el  qual  embió 
á  mandar  al  Marqués  que  ficiese  entregar  aquella 
fortaleza  á  Gonzalo  de  Avila,  que  la  habia  do  tener 
en  tercería  según  ora  obligado,  é  que  si  entendía 
que  aquel  su  alcayde  no  la  entregaría  por  su  carta, 
viniese  luego  en  persona  á  gelo  mandar.  El  Mar- 
qués, oído  el  mandamiento  de  la  Reyna,  porque 
creía  que  aquel  su  alcayde  no  la  entregaría,  salvo 
á  él,  según  gelo  habia  prometido  quando  del  la  con- 
fió ;  recelando  la  indinacion  de  la  Reyna ,  vino  á  su 
llamamiento.  E  como  el  Marqués  llegó  á  Trogillo 


1X)Ñ  l'EttÑANbO 
laego  lá  tteyna  le  mandó  q,ae  entregaie  la  foriala- 
sa  á  Gonzalo  de  Avila,  para  qne  la  tovieoe  en  torce-  - 
ría  segan  estaba  obligado,  £1  Marqués  le  respondió 
qae  le  placía,  pero  que  bien  sabia  8u  Real  Mag^- 
tad  que  antes  que  aquella  fortaleza  oviese  de  poner 
en  tercería,  se  hablan  de  asentar  otras  cosas  que 
vBXí  tabladas ,  tocantes  á  la  restitución  de  algunos 
ms  oficios  ó  bienes,  é  de  las  Tillas  é  lugares  del  Mar- 
luesado  do  Villena,  que  le  estaban  tomadas.  La 
^eina,  oida  la  respuesta  del  Marqués,  le  dixo  que 
pospuesta  toda  dilación  complia  á  su  servicio  que 
entregase  aquella  fortaleza  antes  que  en  otra  cosa 
30  f  ablase ;  la  qual  entregada,  ella  mandaría  enten- 
der en  sus  negocios,  y  expedirlos,  según  de  justicia 
«e  debian  expedir,  fil  Marqués,  vista  la  determina- 
ia  voluntad  de  la  Beyna,  mandó  á  aquel  su  alcayde 
que  entregase  la  fortaleza  á  qualquler  persona  que 
la  Beyna  mandase.  E  luego  el  Alcayde  abríó  las 
puertas  de  la  fortaleza,  y  entraron  en  ella  todos  los 
que  la  Reyna  mandó.  £  después  entró  ella  acompa- 
Ja  de  muchas  gentes,  é  como  quiera  que  la  pudiera 
ornar,  é  poner  en  ella  por  Alcayde  á  la  persona  que 
.e  ploguiera;  pero  por  complir  lo  que  estaba  asen- 
tado con  ol  Marqués ,  deliberó  que  se  entregase  á 
aquel  caballero  Qonzalo  de  Avila,  Sefior  de  Villato- 
ro,  que  habemos  dicho  que  la  habia  de  tener  en  ter- 
cería cierto  tiempo,  é  no  la  quiso  tomar  en  otra  ma- 
nera. 

ÚAPÍTÜLO   LXIX. 
De  cono  la  Reyna  faé  á  Cteeres ,  é  de  lo  qae  allí  fizo. 

Puesta  la  fortaleza  de  Trogillo  en  tercería,  luego 
ia  Reyna  partió  de  lacibdad  de  Trogillo,  é  vino 
para  la  villa  de  Gáoeres,  en  la  qual  estovo  algunos 
días  ocupada,  faciendo  justicia  de  algunas  personas 
de  aquélla  villa ,  é  de  las  otras  de  su  comarca,  que 
%*eclamaron  ante  ella  de  fuerzas  que  habían  padeci- 
do en  los  tiempos  pasados.  £  otrosí ,  porque  fué  in- 
formada que  los  oficios  de  regimientos ,  é  mayordo- 
mía,  é  fialdades,  é  otros  algunos  de  la  villa,  eran 
proveídos  por  elección  fecha  cada  un  afio  á  personas 
de  la  villa ,  sobre  la  qual  elección  habia  grandes  de- 
bates entre  las  dos  parcialidades  que  allí  eran ;  de 
lo  qual  se  recrecieron  cada  afio  muertos  é  otros  in- 
convinientes  ;  la  Reyna  por  esonsar  estos  dafios, or- 
denó por  constitución  perpetua ,  que  los  oficiales  de 
fialdades ,  é  regimientos ,  é  mayordomía ,  é  los  otros 
oficios  que  fasta  aquel  tiempo  habían  seydo  electi- 
vos cada  afio,  fuesen  donde  en  adelante  por  la  vida 
de  aquellos  d  quien  este  afio  cupiesen  por  suerte.  E 
mandó  que  viniesen  ante  ella  tantos  de  la  una  par- 
to como  de  la  otra ;  é  aquellos  que  por  suerte  les  cu- 
piese, fuesen  regidores  de  la  villa  para  toda  su  vi- 
da, é  quando  alguno  muríese,  ella  é  los  Reyes  sus 
suboesores  proveyesen  á  quien  entendiesen  que  com- 
pila á  su  servicio.  T  esto  estableció  en  aquella  villa 
este  afio  por  ley  perpetua  según  habemos  dicho ;  de 
la  qual  constitución  todos  los  de  la  villa  fueron  con- 
tentos ,  porque  se  quitó  entre  ellos  la  causa  de  sus 
enemistades ,  é  los  males  que  cada  afio  dolías  se  se 


i  DOtik  tSÁBÉL  m 

guian,  por  causa  de  la  elección  qne  faoiañ  do  aque- 
llos oficios.  Proveyó  ansim^smo  en  la  frontera  de 
Portogal ,  é  puso  gente  de  armas  en  la  cibdad  de  Ba- 
dajoz ,  y  en  los  otros  lugares  que  debian  estar  para 
defensa  de  la  tierra.  Estas  provisiones  fechas ,  ovo 
su  consejo  de  ir  á  la  cibdad  de  Sevilla. 

CAPÍTULO  LXX. 

De  eeno  la  Reyna  faé  á  la  elbdad  de  Sefiila,  é  de  laa  eoaas 

qne  ende  flio. 

£n  la  cibdad  de  Sevilla  ovo  algunas  guerras  é  di- 
visiones entre  Don  Knrique  de  Guzman  Duque  de 
Medinasidonia ,  é  Don  Rodrigo  Ponce  de  Leoo  Mar- 
qués de  Cáliz.  T  en  la  cibdad  de  Córdoba,  ansimes- 
mo  habia  otros  grandes  debates  y  enemistades  entre 
Don  Diego  Fernandez  de  Córdoba  Conde  de  Cabra, 
é  Don  Alonso  de  Aguilar  Sefior  de  Montilla.  Por 
causa  de  las  quales  en  aquellas  dos  dbdades  y  en 
sus  tierras  é  comarcas  acaecieron  en  los  tiempos 
que  reynaba  el  Rey  Don  Enrique,  grandes  escánda- 
los é  guerras,  do  se  siguieron  muertes  de  hemos ,  é 
otras  fuerzas  é  deliotos  en  gran  destruioion  de  la 
tierra.  T  especialmente  fueron  enagenadas  las  forta- 
lezas que  son  en  las  tierras  de  aquellas  oibdades  en 
poder  de  personas  que  ni  al  Rey  ni  á  las  oibdades 
respondían  con  ellas;  é  facían  guerra  é  paz  á  su  ar- 
bitrio sin  conocimiento  ninguno  de  superior.  Ansi- 
mesmo  el  Duque  estaba  apoderado  del  alcázar  é  tara- 
zanas  de  la  cibdad  de  Sevilla ,  y  el  Marqués  de  Cáliz 
de  la  fortaleza  de  Xerez  de  la  Frontera ,  é  los  Al- 
caydes  que  tenían  las  fortalezas ,  cada  una  seguía 
la  parcialidad  que  le  placía  seguir.  En  esta  manera 
estaba  aquella  tierra  por  esta  causa  divisa  en  dos 
partes.  La  Reyna,  considerando  que  aquellas  cib- 
dades  é  sus  comarcas,  por  los  debates  destos  caba- 
lleros no  estaban  ordenadas  en  justicia  según  de- 
bian, acordó  de  ir  d  aquella  provincia  del  Andalucía 
por  la  pacificar,  é  quílar  los  debates  que  en  ella  ha- 
bía. £  fué  luego  á  la  ciddad  de  Sevilla  (1),  donde 
fué  recebida  con  grande  solemnidad  é  placer  de  los 
caballeros,  clerecía,  cibdadados,  é  generalmente  de 
todo  el  común  de  la  mbdad  ;  é  para  este  recibimien- 
to flderon  grandes  juegos  é  fiestas  que  duraron  al" 
gunos  dias.  Como  la  Reyna  asentó  en  aquella  cibdad, 
é  fué  informada  que  había  en  ella  muchos  agra- 
viados qne  la  deseaban  ver  por  ir  á  ella  con  sus 
querellas ;  acordó  de  dar  audiencia  pública  los  días 
de  los  Viémes  en  una  gran  sala  de  sus  alcázares.  Y 
ella  asentada  en  ana  silla  cubierta  de  un  pafio  de 
oro ,  puesta  en  estrado  de  gradas  altas ,  mandaba 
qne  se  asentasen  en  un  lugar  baxo  de  donde  ella  es- 
taba, á  la  una  parte  los  perlados  Ó  caballeros,  é  á 
la  otra  los  dotores  de  su  Consejo ;  é  los  Secretarios 
qne  estoviesen  delante  della ,  é  tomasen  las  peticio- 
nes de  los  agraviados ,  é  le  fioieeeii  relaoion  dallas. 

(II  SI  Cira  de  los  Pataelof  aeiata  la  entrada  de  la  Reyna  en  Se- 
Tilla  i  fS  de  Jnllo  de  14T7,  rayas  UaTea  y  las  de  la  forulesa  le 
enlregó  el  Daqae  de  Medinasidonia,  qne  estaba  apoderado  deella 
desde  la  mnerte  del  Rey  Don  Bnriqne.  Berasld.,  HI$L  If S.  tfs  Ist 
JleystCeMA,04r.l9. 


S24 

Ifandaba  anslpudamo  esUr  delante  della  á  los  aloal- 
dea  é  algnaciles  de  aa  Oorte,  ó  aaa  balleateroa  de 
mava.  E  mandaba  f  aoer  á  todos  los  querellantes  oom- 
plimiento  de  jnaticia  sin  dar  Ingar  á  dilación.  E  si 
alguna  causa  venia  ante  ella,  que  requiriese  oír  la 
parte ,  cometíalo  á  algún  dotor  de  su  Consejo ;  é 
mandábale  que  pusiese  diligenoia  en  examinar  aque- 
lla causa ,  é  saber  la  yerdad  de  tal  manera,  que  den- 
tro de  tercero  dia  alcanzase  el  agraviado  justicia. 
B  desta  manera  en  espacio  de  dos  meses  se  fene- 
deron  y  executaron  muchos  pleytos  ó  debates  civi- 
les 6  oríminales.  Otrosí  fueron  muertos  por  justicia 
algunos  malfechores,  é  restituidas  muchas  perso- 
nas en  la  posesión  de  los  bienes  y  heredamientos, 
que  forzosamente  les  eran  tomados ;  los  quales  mu- 
cho tiempo  antes  estaban  pendientes.  E  con  estas 
justicias  que  mandaba  ezecutar  era  muy  amada  de 
los  buenos ,  é  temida  de  los  malos ;  los  quales  rece- 
lando la  justicia  que  la  Beyna  mandaba  executar,  se 
ausentaron  de  la  cibdad ,  é  dallos  se  iban  á  tierra 
de  moros,  doUos  al  Reyno  de  Portogal,  6  á  otras 
partes.  E  porque  estos  eran  en  gran  número ,  ó  rece- 
laban que  seria  mayor,  si  la  justicia  con  rigor  en 
todo  se  executase,  los  caballeros  é  cibdadanos  é  co- 
munidad de  la  cibdad ,  considerando  que  según  la 
gran  disolución  de  los  tiempos  pasados,  pocos  ha- 
bla en  la  cibdad  que  careciesen  de  culpa,  porque  fa- 
ciendo ,  ó  favoreciendo ,  6  en  otras  formas  é  circuns- 
tancias de  pecar,  habia  gran  número  de  culpados, 
oyieron  su  acuerdo  de  suplicar  á  la  Rey  na  por  per- 
don  general  para  todos.  B  platicaron  este  acuerdo 
con  Don  Alonso  de  Solis  Obispo  de  Cáliz  (1),  que 
en  aquella  sazón  estaba  en  la  cibdad  por  Provisor 
del  Cardenal  de  Espafia  Arzobispo  de  aquella  Igle- 
sia. B  un  dia  aquel  Obispo  con  gran  multitud  de  los 
caballeros  é  cibdadanos,  con  los  quales  iban  algu- 
nas mugeres,  cuyos  maridos,  fijos  y  hermanos,  el 
miedo  de  la  justicia  habia  fecho  absentar  de  la  cib- 
dad ,  fueron  ante  la  Reyna.  7  ella  estando  en  su  si- 
lla real ,  el  Obispo  propuso  ansí :  «Muy  alta  y  exce- 
slente  Reyua  é  Sefiora,  estos  caballeros  é  pueblo 
9  desta  vuestra  cibdad ,  vienen  aquí  ante  vuestra 
9  real  Magostad ;  é  vos  notifican ,  que  quanto  gozo 
»  ovieron  los  días  pasados  con  vuestra  venida  á  esta 

•  vuestra  tierra,  tanto  terror  y  espanto  ha  puesto 
9  en  ella  el  rigor  grande  que  vuestros  ministros 

•  muestran  en  la  execucion  de  la  justicia;  el  qual 

•  los  ha  convertido  todo  su  placer  en  tristeza,  toda 
»sn  alegría  en  miedo ,  é  todo  su  gozo  en  angustia  é 

•  trabajo.  Muy  excelente  Reyna  é  Seftora ,  todos  los 

•  homes  generalmente,  dice  la  Sacra  Escriptura, 

•  que  somos  inclinados  á  mal ;  é  para  refrenar  esta 


(1)  Ed  el  US.  del  Steoria!  se  lee  il  nárreo  la  doU  elfnieaie: 
«Este  Obiipo  era  natnral  de  Coea,  hijo  de  ao  labrador.  Llandae 
»  non  Pedro  de  Solia.  Fué  Obtapo  de  Tvl » y  de  Gddli,  y  Abad  de 
>  Pfrraies.  LlamÓae  Soils  porqae  era  arfado  de  Svero  de  Solia, 
•tecino  de  Salamanea.  EaU  enterrado  ea  Coea  en  la  capilla  (|ae 
»él  blio,  qae  ertft  janto  i  la  Iglesia  atayor.»  El  Cara  de  loa  Pa- 
léelos le  llama  Don  Pedro  Femandes  de  Solía,  y  diee  qae  fnó  ano 
de  los  eneargados  perla  Reyna  para  el  primer  esUblecimlento  de 
U  Inqoisicion.  Bemald.,  BM.  i9  hi  Reffn  C»íáL,  c^.  43. 


ÜRÓlttOAg  DE  LOS  ReV^  DE  ÚASTÍLLA. 


mala  inclinación  nuestra,  son  puestas  y  estableci- 
das leyes  é  penas ,  ó  fueron  por  Dios  constituidos 
reyes  en  las  tierras ,  é  ministros  para  las  executar, 
porque  todos  vivamos  en  paz  é  seguridad.  Pero 
qnando  los  reyes  ó  ministros  son  tales  de  quien  no 
se  haya  temor ,  ni  geles  cate  obediencia ,  no  nos 
maravillemos  que  la  natura  humana ,  siguiendo 
su  mala  inclinación ,  se  desenfrene,  é  cometa  de- 
lictos  y  excesos  en  las  tierras :  especialmente  en 
vuestra  Espafia ,  donde  vemos  que  los  homes  por 
la  mayor  parte  pecan  en  un  error  oomnn,  antepo- 
niendo el  servicio  de  sus  seflores  inferiores  á  la 
obediencia  que  son  obligados  álos  Reyes  sus  sobe- 
ranos sefiores.  E  por  cierto,  ni  á  Dios  debemos 
ofender,  aunque  el  Rey  lo  quiera,  ni  al  Rey  aun- 
que nuestros  sefiores  nos  lo  manden.  E  porque  per- 
vertimos esta  orden  de  obediencia,  vienen  en  loi. 
reynos  muchas  veces  las  guerras  que  leemos  pasa- 
das, é  los  males  que  vemos  presentes.  Notorio  es, 
muy  poderosa  Reyna  é  Sefiora,  los  delictos  é  crí- 
menes cometidos  generalmente  en  todos  vuestro» 
Reynos  en  tiempo  del  Rey  Don  Enrique  vuestn 
hermano,  cuya  ánima  Dios  haya,  por  la  negligen- 
cia grande  de  su  justicia  é  poca  obediencia  de  sufc 
subditos ;  la  qual  dio  causa ,  que  ansi  como  ovo  di- 
sensiones y  escándalos  en  todas  las  mas  de  lascib- 
dades  de  vuestros  Reynos,  ansí  en  esta,  estos  dos 
caballeros  vuestros  sábditos  Duque  de  Medina  é 
Marqués  de  Cáliz,  se  discordasen,  é,  con  el  poco 
temor  de  la  justicia  real,  se  pusiesen  en  armaS| 
en  fuerza  de  las  quales  cada  uno  procuró  de  se- 
guir su  propósito  en  detrimento  general  de  toda 
esta  tierra.  Y  en  esta  discordia  cibdadana,  pocos, 
6  ningunos  de  los  moradores  della  se  pueden  bue- 
namente escuear  de  haber  pecado ,  desobedeciendo 
al  sceptro  real ,  siguiendo  la  parcialidad  del  uno  { 
del  otro  dcstos  dos  caballeros.  E  dexando  do  recon- 
tar las  batallas  que  entre  ellos  ovo  en  la  cibdad  ( 
fuera  della ,  é  tomando  á  los  males  particulares, 
que  por  causa  dolías  se  siguieron  en  toda  la  tierra; 
no  podemos  por  cierto  negar  que  en  aquel  tiem- 
po tan  disoluto  no  fueron  cometidas  algunas  fuer- 
zas, muertes  6  robos,  é  otros  excesos  por  muchos 
vecinos  desta  cibdad  ó  su  tierra,  los  qualea  causó 
la  malicia  del  tiempo ,  ó  no  escusó  la  justicia  del 
Rey ;  y  estos  son  en  tanto  número,  que  pensamos 
haber  pocas  l^asas  en  Sevilla  que  carezcan  do  pe- 
cado, qnier  cometiéndolo ,  quier  encubriéndolo,  6 
seyendo  en  él  participantes  por  otras  vias  é  cir- 
cunstancias. E  porque  de  los  malos  de  las  guerras 
vemos  caídas  é  destruidones  de  pueblos  é  ^  cibda- 
des,  creemos  verdaderamente,  que  si  esta  guerra 
mas  durara,  é  Dios  por  su  misericordia  no  lo  re- 
mediara asentando  á  Vuestra  Magostad  en  la  silla 
real  del  Rey  vuestro  padre,  esta  cibdad  de  todo 
punto  pereciera  é  se  asolara.  B  si  estonces ,  muy 
excelente  Reyna  é  Sefiora,  estaba  en  punto  de  se 
perder  por  la  poca  justicia ,  agora  está  caida  por  la 
mucha  é  muy  rigurosa  que  vuestros  jueces  é  mi- 
nistros en  ella  executan.  De  la  qual  todo  esta  pue- 
blo ha  apelado  I  é  agora  apela  para  ante  la  olamsn- 


DOK  FERNANDO 

«  ola  é  piedad  dé  Vaeetra  real  Mageatad ;  é  oon  las 
» lágrimas  é  gemidos  qae  vedes  6  oiS|  se  humillan 
»  ante  vos ,  é  os  Suplican  que  hayáis  aquella  piedad 
»  de  vuesttus  subditos,  que  Nuestro  Sellor  ha  de  to- 
9  dos  los  vlYientes,  é  que  vuestras  entrafias  reales  se 
9  oompadesoan  de  sus  dolores,  de  sus  destierros,  de 
9  sus  pobresas ,  de  sus  angustias  é  trabajos,  que  oon- 
9  Unamente  padecen,  andando  fuera  de  sus  oasas 
9  por  miedo  de  vuestra  justicia.  La  qual,  muy  ezoe- 

•  lente  Beyna  é  Sefiora,  como  quiera  que  se  deba 
i  executar  en  los  errados ,  pero  no  oon  tan  grande 
)  rigor  que  se  cierre  aquella  loable  puerta  de  la  ole- 
9  mencia,  que  face  á  los  reyes  amados ,  é  si  amados, 

•  de  necesario  temidos,  porque  ninguno  ama  á  su 
9  Bey,  que  no  tema  de  le  enojar.  Verdad  es,  muy 
9 excelente  Beyna  é  Sefiora,  que  Nuestro  Sefior  tan 
9  bien  usa  de  la  justída  como  de  la  piedad ;  pero  de 
9  la  justicia  algunas  veces,  6  de  la  piedad  todas  ve. 
9  oes,  é  no  solamente  todas  veces ,  mas  todos  los 
9  momentos  de  la  vida ;  porque  si  siempre  usase  de 
9 la  justicia  según  siempre  usa  de  la  piedad,  como 
4  todos  los  mortales  seamos  dinos  de  pena,  el  mun- 
«  do  en  un  instante  pereceria.  B  anumesmo ,  porque 
9  vuestra  real  prudencia  sabe  que  el  rigor  de  la  jus- 
9ticia  engendra  miedo,  y  el  miedo  turbación,  é  la 
9  turbación  algunas  veces  desesperación  é  pecado; 
9  é  de  la  piedad  procede  amor ,  é  del  amor  caridad, 
9  é  de  la  caridad  siempre  se  sigue  mérito  é  gloria. 
9  B  por  esta  razón  fallará  Vuestra  Excelencia  que 

0  la  Sacra  Scrlptura  está  llena  de  loores ,  ensalzando 
9 la  piedad,  la  mansedumbre ,  la  misericordia,  é  la 
9  clemencia,  que  son  títulos  é  nombres  de  Nuestro 
9  Sefior ,  el  qual  nos  dice  que  aprendamos  del ,  no  á 
9  8or  rigurosos  en  la  justicia :  Moi  aprended  de  m(, 
9  dice,  que  eey  humilde  é  maneo  de  eoroMon,  La  Santa 
9  Iglesia  cathólica  continamente  canta :  Llena  eetá 
9  Señor  la  tierra  de  tu  mieerieordia,  B  por  el  contíno 
9  uso  de  su  clemencia  le  llamamos :  Mieeraior^  mi-' 
9  eerieore ,  paUene,  muUae  mieerieordiae.  Mire  bien 
9  Vuestra  Alteza  quantas  veces  refiere  este  su  nom- 
9brede  misericordioso,  lo  que  no  fallamos  veces 
(  9  tan  repetidas  del  nombre  de  justiciero,  6  mucho 
9  menos  de  riguroso  en  la  justicia ;  porque  él  rigor 
9  de  la  justicia  vecino  es  de  la  crueldad ,  6  aquel 
9  principe  se  llama  cruel,  que  aunque  tiene  causa, 
9  no  tiene  templanza  en  el  punir ;  é  la  piedad  oficio 
9  os  contino  de  nuestro  Bedemptor ,  del  qual  toman- 
9  do  exemplo  los  Beyes  y  Emperadores ,  cuya  fama 
9  resplandece  entre  los  vivos,  perdonaron  los  humil- 
9  des ,  é  persiguieron  los  soberbios  por  remediar  á 
9  aquel  que  les  di6  poder  en  las  tierras.  Entre  los 
9  quales  aquel  sabio  é  Bey  Salomen ,  no  demandó  á 
.  9  Dios  que  se  membrase  en  los  trabajos,  no  de  las 
9  limosnas ,  no  de  los  otros  méritos  del  Bey  David 
9  su  padre ,  ni  menos  de  las  justicias  que  fizo ,  é  pe- 
9  ñas  que  executó.  Mas  mUmhraief  dixo,  Señor  de 
9  David f  é  de  toda  tu  maneedumhre;  por  méritos  de 
9  la  qual  etttendia  aquel  Bey  ganar  la  mansedum- 
9  bre  é  la  piedad  de  Dios ,  para  remisión  de  sus  pe- 
9  cades  é  perpetuidad  de  su  silla  real.  E  vos,  Beyna 
9  muy  excelente  I  tomando  aquella  dotrina  mansa 


i  D09A  ISABEL.*  825 

9  de  nuestro  Salvador ,  é  de  los  Beyes  santos  é  bue- 
9 nos,  templad  vuestra  justicia,  é  repartid  vuestra 
9  misericordia  en  vuestra  tierra;  porque  tanto  seréis 
9  junta  oon  su  divinidad,  quanto  le  remedáredes  en 
9  las  obras ;  é  tanto  le  remedareis  en  las  obras,  quan- 
9  to  f  uéredes  piadosa ;  é  tanto  seréis  piadosa,  quan- 
9  to  os  compadeoiéredes  é  perdonáredes  los  misera* 
9  bles  que  llaman  y  esperan  con  grande  angustia 
9  vuestra  clemencia.  La  qual ,  muy  excelente  Bey- 
9  na ,  debe  estar  principalmente  arraygada  en  vues- 
9  tra  memoria,  y  en  los  conceptos  de  vuestra  ánl- 
9  ma ;  porque  se  miembro  Dios  de  vos  é  de  vuestra 
9 mansedumbre,  é  vos  perdone  oomo  vos  perdona- 
9 redes,  é  vos  dé  vida  oomo  vos  la  diéredes ;  é  per- 
9petúe  vuestra  silla  real  en  vuestros  descendientes 
9  para  siempre ,  especialmento  oon  los  desta  oibdad 
9 aunque  hayan  errado,  considerando  que  entre 
9  tanta  multitud  de  errores  difícil  era  vivir  por  sola 
9  inocencia.  El  Bey  Don  Juan  vuestro  padre,  no  solo 
9  en  una  dbdad ,  ni  en  una  provinda,  mas  en  todos 
9  sus  Beynos  fizo  perdón  general  quando  las  disen* 
9  sienes  y  escándalos  en  ellos  acaeddos  con  los  Li- 
9  f  antes  de  Aragón  sus  primos.  Vemos  ansimesmo, 
9  que  vuestra  demencia  manda  poner  en  libertad  á 
9  los  Portogueses  que  entraron  en  vuestros  Beynos 
9  á  vos  deservir,  é  cometieron  en  ellos  grandes  de- 
9  Hotos  é  maleficios ;  é  no  solamente  los  mandáis  po« 
9  ner  en  libertad,  mas  mandalslos  proveer  de  vues* 
9  tras  limosnas,  é  reducirlos  á  sus  tierras.  Beduoid, 
9  pues ,  Beyna  excelente  á  los  vuestros,  á  la  piedad 
9  que  habéis  con  los  estrafios,  habadla  con  vuestros 
9  naturales.  Los  quales  ansí  oomo  el  ánima  enferma 
9  de  cobdlcia,  aunque  embuelta  en  el  deseo  de  los 
9  bienes  temporales ,  siempre  sospira  á  nuestro  Dios 
9  que  las  repare  oon  su  misericordia ,  bien  ansí  estos 
9  vuestros  subditos ,  aunque  embudtos  en  las  guer- 
9  ras  é  males  pasados,  pero  todavía  tovieron  un  fer- 
9  viente  deseo  de  vuestra  victoria  é  prosperidad; 
aporque  en  virtud  de  vuestro  soeptro  real ,  gozasen 
9  de  paz  é  seguridad ,  la  qual  muy  humilmente  os 
9  suplican  que  derraméis  en  este  vuestra  dbdad  é 
9  tierra,  porque  ansí  oomo  damos  gracias  á  Dios  por 
9  los  males  que  refrenó  vuestra  justída,  bien  ansí 
9  ge  las  demos  por  la  vida  que  nos  otorga  vuestra 
9  clemencia.» 

Oomo  el  Obispo  ovo  feoho  esta  suplicación,  la 
Beyna  veyendo  la  multitud  de  aquellos  homes  é 
mugores  atribulados ,  movida  á  oompadon  de  sus 
lágrimas,  respondió  al  Obispo,  que  liberalmente 
mandarla  remitir  los  yerros  de  aquellos  homes  cri- 
minosos ;  pero  que  no  podía  oon  sana  conscienda 
perdonar  las  Injurias  agenas ,  ni  negar  la  justicia  á 
las  personas  que  continamente  redamaban  delante 
della ,  para  que  les  ficlese  justida  de  los  agravios 
que  hablan  reoebido.  El  Obispo  replicó :  t  Sefiora, 
9  muchos  de  los  que  aquí  vienen  á  vos  suplicar  por 
9  piedad,  son  los  que  ansimesmo  vos  demandan  jus- 
9  ticia.  E  ansí,  muy  excelente  Sefiora,  considerado 
9  bien  por  vuestra  muy  alta  prudencia ,  fallará  que 
9  esta  cansa  que  se  os  presenta,  es  de  calidad  que 
9  sufre  bien  recompensadonde  las  Injurias  que  unos 


B26  GBÓNIOAS  DE  LOS  BBYES  DB  OASTILLA. 

i  oometiaron  á  otros ;  paea  aquellos  que  1m  snírie- 
i  ron,  Umbiea  laa  cometieron ,  mayormente  por  to- 
•  oar  á  gran  número  de  peraonaa ,  donde  el  perdón 
»  ha  mayor  lagar  por  reparo  detodauna  cibdad.B 
La  Beyna,  ooneiderando  la  calidad  de  todas  aque- 
llas querellas,  é  de  sus  oircunstanoias,  respondió 
que  le  placía  conceder  á  su  suplicación ,  ó  que  man- 
daría dar  la  Orden  que  entendiese  ser  compUdera  al 
serricio  de  Dios  é  suyo ,  é  á  la  seguridad  de  todos 
ellos.  B  después  que  platicó  la  materia  algunos  dias 
con  los  de  su  Gonsejo ,  mandó  publicar  perdón  ge- 
neral á  todos  los  vecinos  de  la  cibdad  de  Seyilla  é 
de  BU  tierra  é  Arzobispado,  de  todas  las  muertes  y 
excesos  ó  crímenes  por  ellos  cometidos  fasta  aquel 
día,  ezoepto  el  crimen  de  la  heregía.  B  ansimesmo, 
que  fuese  restituido  lo  robado  á  la  persona  á  quien 
fuá  tbmado  en  aquel  tiempo  que  se  fallase.  Mandó 
ansimesmo  á  ciertos  homes  que  habían  cometido 
feos  crimines ,  que  fuesen  desterrados  de  la  cibdad 
é  de  su  tierra,  dellospara  siempre,  dellos  por  algún 
tiempo ,  según  la  calidad  de  sus  excesos.  B  con  este 
perdón  tomaron  á  la  cibdad  de  Sevilla  é  su  tierra 
mas  de  quatro  mil  personas  que  andaban  f  nidos  por 
miedo  de  la  justicia. 


CAPÍTULO  LXXL 

D«  lat  alegieiones  qse  leieroi  el  Dsqoe  da  Medlni  y  el  Maréate 

de  CilU ,  sno  costra  otro. 

La  Beyna  veyendo  la  multitud  de  los  pleitos  é 
negocios  que  había  en  aquella  cibdad',  mandó  á  sus 
porteros  que  dexasen  entrar  á  donde  ella  estaba  to- 
dos los  que  viniesen  con  algunas  querellas ;  ó  con- 
tinaba  las  audiencias  públicas  en  su  cámara.  É  los 
de  su  Gonsejo  é  Alcaldes  de  su  Gorte  trabajaban  por 
BU  mandado  todos  los  dias  en  oír  las  querellas,  é 
facer  complimiento  de  justicia  á  los  agraviados. 
Mandó  ansimesmo,  que  si  pleytos  algunos  viniesen 
ante  sus  comisarios  en  que  ovieee  alguna  dubda, 
que  le  ficiesen  relación  dellos,  é  que  ella  por  su  per- 
sona los  determinaría,  porque  las  gentes  no  gasta- 
son  su  tiempo  é  bienes  demandando  justicia.  Y  en 
estos  tales  entendía  todos  los  dias,  los  quales  exa- 
minaba con  tal  diligencia,  que  conocía  las  alegacio- 
nes que  con  malicia,  é  con  intención  de  dilatar  se 
alegaban ;  é  sin  dar  lugar  á  ellos  mandaba  luego 
executar  la  justicia.  Esto  fizo  de  tal  manera ,  que 
allende  de  las  restituciones  que  se  fícieron  por  bus 
sentencias  ó  de  bus  comisarios ,  las  gentes  estaban 
tan  sometidas  é  temorizadas  de  las  ponas  que  se 
executaban,  que  qualquier  que  se  sentía  tener  car- 
go de  otro,  facía  justicia  de  sí  mesmo,  é  satisfacía  á 
la  parte  agraviada  por  temor,  ó  por  vergüenza  de 
venir  á  juicio  delante  de  la  Reyna.  Otrosí  el  Duque 
de  Medínasidonia,  que  tenía  en  aquella  cibdad  gran 
parcialidad  de  parientes  ó  criados ,  suyos  é  do  su 
padre  é  abuelos, ñzo  relación  á  la  Beyna,  como  el 
Marqués  de  Cáliz,  é  muchos  de  su  parcialidad  ha- 
bían fecho  é  cometido  grandes  crimines  é  delíctos 
en  toda  la  tierra;  é  habían  puesto  aquella  dbdad  en 
tanto  escándalo  en  tiempo  del  Rey  Don  Enrique  sn 


hermano,  qne  algunas  veoes  estovo  en  ponto  de  so 
perder.  É  después  que  ella  habia  sucedido  en  el  Bey- 
no,  había  tratado  con  el  Bey  de  Portogal  oosas  cri- 
minosas en  sn  deservioiOi  mediante  el  Marqués  de 
Villena,  cuya  hermana  tenia  por  muger.  É  represen- 
tó á  la  Beyna  sus  servicios,  diciendo  los  trabajos  de 
sn  persona,  é  grandes  gastos  que  había  fecho  de  su 
faoienda,  por  tener  á  su  obediencia  aquella  oibdad 
é  toda  aquella  tierra,  é  la  defender  de  las  guerras 
públicas  é  otras  formas  secretas  qne  el  Marqués  de 
Cáliz  habia  tenido  por  entrar  en  ella  é  la  poner  en 
obediencia  del  Bey  de  Portogal.  Díxole  ansimesmo 
que  el  Marqués  tenia  la  cibdad  de  Xerez  opresa,  é 
los  moradores  della  fuera  de  toda  libertad,  con  las 
grandes  sinrazones  que  les  facía.  É  que  tenia  tira- 
nizada la  fortaleza  de  Alcalá  de  Qnadayra,  é  otras 
fortalezas  de  la  dbdad  de  Sevilla ;  é  favorecía  á  los 
aloaydes  para  qne  no  aoudiese^  con  ellos  á  la  cib- 
dad cuyas  son,  ó  para  que  desde  ellas  ficiesen  las 
fuerzas  que  habían  fecho.  En  espedal  favorecía  al 
Mariscal  Femandarías  de  Sayavedra,  qne  tenia  la 
villa  y  el  castillo  de  Tarifa,  é  la  fortaleza  de  Utrera, 
donde  se  habían  fecho ,  é  f adán  robos  é  fuerzas  á 
los  moradores  de  la  comarca.  En  fin  suplicóle,  que 
proveyese  como  Beyna  justiciera  debía  proveer,  re- 
munerando á  él  los  servicios  que  le  había  fecho,  é 
procediendo  contra  el  Marqués  por  los  crimines  que 
habia  cometido.  La  Beyna,  oídas  aquellas  razones, 
respondió  al  Duque,  que  la  principal  causa  porque 
deliberó  venir  á  aquella  tierra,  fué  por  quitar  della 
todos  crimines  é  tiranías ;  en  lo  qual  entendía  con 
el  ayuda  de  Dios,  trabajar,  fasta  la  poner  on  toda 
seguridad.  É  díxole  que  o  viese  buena  esperanza,  é 
pacificase  los  caballeros  de  sn  parcialidad;  porque 
habiendo  respeto  á  la  justicia,  ella  estaba  en  propó- 
sito de  honrar  su  persona,  é  guardar  las  cosas  que 
le  tocasen  coiho  de  leal  servidor.  Los  de  la  cibdad 
de  Sevilla,  ansí  los  caballeros  como  los  cibdadanos 
é  plebeyos,  por  la  mayor  parte  eran  afidonados  al 
Duque  por  la  gran  naturaleza  que  él  é  su  padre  é 
abuelos  de  luengos  tiempos  tenían  en  aquella  cib-  \ 
dad ;  é  publicaban  que  según  las  cosas  pasadas,  el    \ 
Marqués  i-ebelaria  á  los  mandamientos  de  la  Beyna 
é  se  pomia  en  resistencia  contra  ella  si  algo  le  man- 
dase. É  daban  á  entender  á  la  Beyna,  é  consejában- 
le que  mandase  aderezar  todas  las  cosas  necesarias 
á  la  guerra  contra  el  Marqués,  antes  que  o  viese  lu- 
gar de  se  proveer,  porque  bastecía  la  fortaleza  de 
Xerez,  é  las  otras  fortalezas  que  tenia ;  é  trabajaban 
de  índínar  á  la  Boyna  contra  el  Marqués,  por  qnan- 
tas  maneras  podían.  La  Beyna,  movida  por  estas 
inf ormadones ,  é  considerando  que  el  Marqués  no 
había  venido  á  le  facer  la  reverencia  qne  debia 
concibió  alguna  indínadon  contra  él.  Como  esto  vi- 
no á  noticia  del  Marqués,  acordó  de  venir  á  la  Bey. 
na  solo  con  un  su  servidor.  É  una  noche  estando  la 
Beyna  retraída  en  su  cámara,  el  Marqués  entró,  é  le 
dixo  estas  palabras :  a  Védesmeaquí,  Beyna  muy  po- 
nderosa, en  vuestras  manos ;  é  si  á  Vuestra  real  Ma- 
vgestad  ploguíere,  mostraré  mi  innocencia,  é  aque- 
slla  vista,  faga  Vuestra  real  Sefioría  do  mí  aquello 


DONFBBNANDO 

»i|tie  le  placerá.  Yo  no  vengo  aqai  oon  fiaoia  de  la 
«seguridad  qae  Vuestra  real  Magostad  me  baya  da- 
idO|  pero  vengo  oon  la  que  mi  inocencia  me  da.  Ni 
•vengo  á  decir  palabras,  mas  vengo  amostrar  obras; 
nni  menos  quiero  dafiar  vuestras  orejas  reales,  con- 

•  donando  á  ninguno,  mas  quiero  salvar  á  mi  con  la 
B  verdad,  que  siempre  salva  al  inocente.  Embiad  6e- 

•  fiera  á  recebir  vuestras  fortalezas  de  Xeres,  é  de 
•Alcalá,  aquellas  que  mis  adversarios  vos  dan  á  en- 

•  tender,  que  oon  gran  gente,  é  mucho  tiempo  son 
•difíciles  de  haber;  é  si  las  de  mi  patrimonio  com- 
•plen  á  vuestro  servicio ,  dende  esta  vuestra  cámara 
•las  faré  entregar,  pues  entrego  mi  persona.  É  por 
•no  enojar  á  Vuestra  Magostad,  dezode  decir  como 
•el  Duque  mi  adversario  juntó  la  mayor  parte  del 
•pueblo  desta  cibdad,  ó  vino  á  mi  casa,  é  roe  eclió 
•della,  é  me  desterró  de  mi  natural  esa.  Ni  menos 
•quiero  exprimir  los  agravios  que  á  mi  é  á  los  mios 

•  ha  fecho,  porque  Vuestra  Señoría  lo  sabrá  por  ver- 
•daderas  informaciones.  É  sobre  todo  crea  Vuestra 
•real  Sefioria,  que  me  consolaré  antes  sofriendo 
•vuestra  ira  que  su  orgullo.  É  si  yo  traté  con  el  Bey 
•de  Portogol,  ó  fice  alguna  cosa  en  vuestro  deservi- 

•  cio,  á  Dios  que  sabe  las  intenciones  secretas  doy 
•por  testigo,  é  á  vos  que  habéis  visto  las  obras  pú- 
•blicas.»  La  Royna,  oídas  aquellas  razones  fué  muy 
contenta,  porque  f abló  breve,  é  con  ef eto ,  é  díxole: 
«Marqués,  verdad  es  que  yo  he  habido  do  vos  no 
•buenas  informaciones,  pero  la  confianza  que  vos 
•ha  fecho  venir  aute  mí,  da  sefial  del  descargo  vues- 
•tro;  é  dado  que  fuésedes  diño  de  pena,  haberos 
•puesto  desta  manera  en  mis  manos, me  obligaria  á 

•  usar  con  vos  de  benignidad.  Entregad  luego  esas 

•  mis  fortalezas  de  Xorez  é  de  Alcalá  que  tenéis,  ó 
•yo  mandaré  entender  en  los  debatea  que  son  entre 
•vos  y  el  Duque  de  Medina ,  é  determinaré  aquello 
•que  sea  justicia,  guardando  en  todo  vuestra  hon- 
•ra.^  El  Marqués  como  vido  á  la  Rey  na  aplacada,  ó 
sin  indinacion,  dizo :  «Que  le  placía  de  entregar  lue- 
ngo aquellas  fortalezas  que  le  mandaba.»  Otrosí  le 
dizo :  «Téngovos,  Sefiora,  en  merced  sofi alada,  que 
•vos  plega  entender  en  estos  debates  que  son  entre 
•mi  y  el  Duque,  porque  fallará  por  cierto  Vuestra 
•real  sefioria,  que  ninguno  hay,  salvo  que  quiere  el 
•Duque  solo  sefiorear  esta  cibdad ;  é  que  ai  vos,  que 

•  sois  softora,  uséis  de  vuestro  señorío,  ni  el  caballo- 
•ro  que  es  natural,  goce  en  ella  de  su  naturaleza.  E 

•  cerca  de  la  información  que  vos  ha  fecho  de  los 
•tratos  que  yo  he  tenido  oon  el  Roy  de  Portogal  en 

•  deservicio  vuestro,  por  respeto  de  mi  cufiado  el 

•  Marqués  de  Villena;  verdad  es  que  yo  soy  oasado 
•con  su  hermana,  pero  no  me  obligó  el  casamiento 
•á  que  yo  quisiese  lo  que  él  quiere,  ni  siguiese  el 
•camino  que  él  siguió :  cada  uno  es  libre  para  facer 

•  aquello  que  entiende  que  debe  seguir.  É  si  por 
•ventura  por  alguna  via pública,  ó  escondida,  Vues- 
•tra  Alteza  fallare  que  yo  en  estos  tiempos  pasados 
•favorecí  la  parte  del  Rey  de  Portogal,  qualquiera 

•  pena  que  me  mandáredes  dar  sufriré  con  paden- 

•  oia.  Verdad  es  que  no  servia  las  guerras  pasadas 
»á  Vuestra  Alteza  como  debia,  ó  ^o  deseaba,  por  los 


i  DOÑA  ISABEL.  8^7 

•impedimentos  é  guerras  grandes  que  por  parte  del 
•Duque  me  eran  fechas ;  en  las  quales  no  serví  por 
•cierto  al  Rey  de  Portogal,  como  el  Duque  dioe,ma8 
•resistí  á  él  como  todos  saben. »  Dichas  estas  pala- 
bras, partió  de  la  cámara  de  la  Reyna,  é  fué  para  la 
cibdad  de  Xeres.  La  Reyna  embió  oon  él  á  Juan  de 
Robres,  un  su  capitán  á  tomar  la  fortaleza  de  Xerez, 
é  usar  en  la  dbdad  del  oficio  de  justicia.  El  Marqués 
entregó  luego  la  fortaleza  á  aquel  capitán,  é  ansi- 
mesmo  la  fortaleza  de  Alcalá  de  Quadayra,  la  qual 
mandó  la  Reyna  que  recibiese  un  caballero  ,de  su 
casa,  que  se  llamaba  Pero  Vaca. 

CAPÍTULO  LXXII. 
Délas  fortalezas  de  Sevilla,  qoe  so  eatregaroB  ft  la  Reyaa. 

Como  la  venida  del  Marqués,  é  la  entrega  que  fizo 
de  aquellas  fortalezas,  fué  contra  el  pensamiento 
del  Duque ,  é  de  todos  los  de  su  parcialidad,  é  ge- 
neralmente contra  la  opinión  de  todos  loo  de  aquella 
tierra,  fueron  maravillados;  é  pesó  de  aquella  obe- 
diencia que  el  Marqués  fizo  á  algunos  hemos  de  ma- 
los deseos ,  tan  bien  de  su  parcialidad ,  como  do  la 
parto  contraría;  porque  oon  la  rebelión  que  espera- 
ban del  Marqués  entendían  que  habría  en  aquella 
tierra  guerras  y  escándalos ,  do  pensaban  sor  acre- 
centadoo.  Gomo  aquellas  fortalezas  de  Xerez  é  Alca- 
lá fueron  entregadas  por  el  Marqués,  luego  mandó 
la  Reyna  al  Duque,  que  ansimesmo  entregase  las 
fortalezas  que  tenia  de  la  dbdad.  El  Duque,  vístala 
entrega  que  el  Marqués  habia  fecho,  entregó  luego 
las  fortalezas  de  Frexenal,  Aroche,  Araoena,  Librí- 
xa,  Alanis,  Gonstantina,  Alcantarilla  i  que  d  Duque 
y  él  Marqués,  é  algunos  caballeros  de  sus  parciali-' 
dados  tenían.  É  puso  la  Reyna  en  días  por  alcaydes 
hemos  naturales  de  la  dbdad,  que  venían  con  día  é 
no  eran  de  ninguna  destas  parcialidades.  Embió  an- 
simesmo la  Reyna  á  mandar  al  Mariscal  Fernanda- 
rías  de  Bayavedra,  que  tenia  la  fortaleza  de  Tarifa, 
que  la  entregase  al  Almirante  Don  Alonso  Enríquez 
tío  del  Rey,  porque  aquella  tenenoia  habia  tenido  el 
Almirante  Don  Fadrique  su  padre.  Otrosí  le  mandó 
que  entregase  la  fortaleza  de  Utrera,  que  era  de  la 
cibdad  de  Sevilla,  para  que  la  toviese  por  la  dbdad 
la  persona  que  ella  mandase,  según  habia  dispuesto 
do  todas  las  fortalezas  de  la  cibdad.  Aquel  Maríscal 
Fernandarias  respondió ,  que  las  tenencias  de  aque- 
llas fortalezas  habían  seydo  de  Qonzalo  de  Saya- 
yedra  su  padre ;  é  que  el  Rey  Don  Enrique  las  ha- 
bia confirmado  á  él,  é  no  habia  razón  porque  debie- 
se ser  desapoderado  dellas.  Y  embió  á  mandar  al 
atcayde  do  la  fortaleza  de  Utrera,  é  á  los  que  esta- 
ban oon  él  que  se  defendiesen  é  no  la  entregasen  á 
la  Reyna ,  porque  él  los  socorrería  si  fuesen  cerca- 
dos. La  Reyna,  sabida  la  respuesta  dd  Maríscal, 
mandó  luego  á  dertos  capitanes  do  su  guarda ,  que 
fuesen  á  poner  dtio  sobre  la  fortaleza  do  Utrera.  É 
al  cabo  de  quarenta  días  que  estovo  cercada,  é  fe- 
chos algunos  portilloB  en  el  muro  con  las  lombardas 
que  le  tiraban ;  por  mandado  do  la  Reyna  fué  á  re- 
quorír  aquel  sitio  Gutierre  de  Cárdenas,  su  Contador 


328 


OBÓNIOAB  DB  LOS  BETB8  DE  0A8TILLA. 


mayor,  por  ver  U  dispiuddon  en  qve  esUb*,  é  pro- 
veer eii  las  oosaa  que  faeeen  neoeaariaa.  El  qaal  fué 
á  requerir  al  alcayde,  ó  á  loe  que  oon  él  eran ,  qne 
la  entregasen  á  la  Reyna,  eegnn  que  buenos  subdi- 
tos é  naturales  eran  obligados  de  facer,  é  qne  les 
salvaría  las  vidas:  las  quales  merecían  perder  por 
la  rebelión  qne  habían  mostrado  á  los  mandamien- 
tos de  la  Reyna,  El  aloayde,  é  los  qne  oon  él  esta- 
ban, respondieron,  que  no  la  entregarían,  salvo  al 
Mariscal  Femandarias  de  Sayavedra ,  que  allí  los 
habia  puesto.  Gomo  esto  oyó  Gutierre  de  Cárdenas, 
é  conoció  la  rebelión  de  aquel  alcayde,  é  de  los  que 
oon  él  eran,  ordenó  la  gente  que  en  aquel  sitio  es- 
taba en  quatro  partes,  é  oada  una  fomeció  de  per- 
treohos,  é  mantas,  é  arülleria,  é  ballestería,  la  que 
entendió  ser  necesaria  para  el  combate.  É  todas  las 
cosas  aparejadas,  un  día  por  la  maflana  combatió  la 
f ortalesa  por  quatro  partes :  en  el  qnal  combate 
murieron  algunos  homes  de  los  defuera.  Murió  an- 
simesmo  el  alcayde  de  la  f ortaleaa ,  que  se  llamaba 
Pedro  de  Quzman ;  é  duró  el  combate  todo  el  día  fas- 
ta después  de  vísperas.  Al  fin  los  de  dentro,  porque 
dellos  eran  muertos,  dellos  mal  feridos,  é  todos  los 
otros  cansados  de  la  priesa  que  la  gente  de  la  Beyna 
.  les  dio  por  todas  partes,  como  vieron  muerto  al  al« 
cayde  falleciéronle  las  fuerzas  para  pelear  (1).  É  los 
defuera  ovieron  lugar  de  entrar  en  la  fortaleza  por 
fuersa,  en  la  qual  entrada  fueron  muertos  é  feridos 
algunos  escuderos  de  la  guarda  de  la  Reyna,  que  se 
mostraron  esforzados  en  aquella  facienda,  é  fueron 
presos  veinte  é  dos  homes  que  quedaron  vivos  de  los 
de  la  fortaleza.  Estos  traídos  á  la  dbdad  de  Hevilla, 
porque  fueron  rebeldes,  é  habían  cometido  grandes 
crimines  é  robos,  la  Reyna  los  mandó  aforcar. 

CAPÍTULO  LXXIII. 

De  lai  eoiuqse  pesaros  el  alo  tlfiil<*te  4e  m\\  é  qoetrociestoi 
é  eetcDte  é  oebo  eflos,  é  como  eele  efto  nació  el  Principe  Don 
Jain. 

El  Rey,  que  según  habemos  contado ,  tenia  pues- 
to sitio  sobre  la  fortaleza  de  Oastronufio ,  veyendo 
qne  no  se  podía  combatir  porque  el  lugar  do  estaba 
fundada,  era  una  cuesta  alta  é  redonda ,  que  se  lla- 
ma la  Muela,  en  la  qnal  estaba  gente  de  armas  de 
aquel  alcayde ,  que  la  defendían ,  é  la  artillería  no 
habia  lugar  de  tirar  i  parte  ninguna  donde  ficiese 
daño,  por  la  dispusicion  del  lugar;  acordó  de  dexar 
en  aquel  cerco  sus  capitanes  proveídos  de  lo  qne 
era  necesario  para  el  sitio.  É  vino  (2)  para  la  dbdad 


(1)  B  flüo  ét  Utrera  te  pnao  i  Altinoe  de  Noftembre,  pero  no 
te  tomó  hasta  el  Domlofo  óe  Qoaslmoóo  óel  slf nlente  óe  1478^ 
como  relere  el  Cara  de  los  Palacios,  aotor  bien  lastmldo  en  \u 
cosas  de  Andalacla.  También  varia  el  nombre  del  Alcayde,  á  quien 
llama  Alonso  Tcllex,  un  escudero  qne  vivía  en  casa  del  Marlsal 
Fernand  Arlas.  Bemald.,  «ep.  SI. 

(i)  El  Rej  entró  en  SoTlIla  de  alU  á  nn  mes  qne  In  Rejna,  i  ti- 
timos  de  Agosto,  como  relere  el  Cnra  de  los  Palacios,  qne  supone 
que  qnando  el  Marqués  de  Cádls  se  presentó  estaban  los  Rejos 
ya  juntos»  y  es  mu  probable,  porque  Us  resnlus  de  siiUr  las 
íurUleías  rebeldes  son  posteriores  á  la  venidn  del  Rey.  Bemald., 


de  Sevilla  do  estaba  la  R^na,  é  fué  recebído  por 
todos  los  de  la  cibdad  oon  grand  alegría ;  é  allí  esto- 
vo algunos  días,  en  los  quales  la  Reyna  se  fizo  pre- 
fiada.  Este  prefiado  era  muy  deseado  por  todos  los 
del  Reyno,  porque  no  tenían  sino  á  la  Princesa  Do- 
fia  Isabel  que  había  siete  aflos;  en  los  quales  la 
Reyna  no  se  había  fecho  prefiada.  É  oon  grandes 
suplicaciones  é  sacrificios,  é  obras  pías  que  fizo,  ple- 
gó á  Dios  que  concibió  é  parió  en  aquella  cibdad  un 
fijo  que  se  llamó  el  Príncipe  Don  Juan ;  el  qual  na- 
ció en  aquella  cibdad  de  Sevilla  á  veinte  é  nueve 
días  (3)  del  mes  de  Junio  deste  afio  de  mil  é  qua. 
trocientos  é  setenta  é  ocho  afíos.  Por  el  nacimiento 
deste  Príncipe  se  ficieron  grandes  alegrías  en  todas 
las  dbdades  é  villas  de  los  Reynos  de  Castilla  é  do 
Aragón,  é  de  Sicilia,  y  en  todos  los  otros  sefioríos 
del  Rey  é  de  la  Reyna,  porque  plogo  i  Dios  darlos 
heredero  varen.  £n  estos  días  que  el  Rey  é  la  Rey- 
na estovieron  en  la  cibdad  de  Sevilla ,  el  Rey  de 
Granada  embió  sus  embaxadores  á  demandar  tre- 
guas por  cierto  tiempo.  £1  Rey  é  la  Reyna  acorda- 
ron de  gelas  dar,  pagando  oada  afio  las  parías  que 
los  Reyes  Moros  acostumbraban  dar.  El  Rey  Moro 
que  se  llamaba  Muley  Albohacen ,  respondió ,  que 
los  Reyes  de  Granada  que  solían  dar  parías  eran 
muertos;  é  que  en  las  casas  do  se  labraba  estonoes 
la  moneda  que  se  pagaba  en  parias ,  se  labraban 
agora  fierros  de  lanzas  para  defender  que  no  se  pa~ 
gtson.  £1  Rey  é  la  Reyna ,  como  quiera  que  cono- 
cieron ser  soberbiosa  respuesta,  pero  acordaron  de 
gelas  otorgar  por  tiempo  de  tres  aflos,  sin  que  se 
pagasen  las  parits  acostumbradas ,  por  causa  de  la 
guerra  que  tenían  con  el  Rey  de  Portogal ,  é  pen^ 
diente  aquella,  no  estaban  en  tiempo  de  mover 
guerra  contra  moros.  Otrosí  embiaron  sus  capitanes 
contra  aquel  Maríscal  Fernandarías ,  que  habemos 
dicho  que  tenia  á  Tarifa,  para  le  facer  guerra  por 
la  rebelión  que  habia  mostrado  contra  sus  manda- 
mientos, é  mandáronle  tomar  todos  sus  bienes.  El 
Mariscal  visto  que  no  podía  resistir  el  poderío  real, 
embió  á  suplicar  al  Rey  é  la  Reyna,  que  le  perdo- 
nasen, é  le  mandasen  restituir  sus  bienes  que  le  ha- 
bían tomado.  £1  Rey  é  la  Reyna,  por  contemplación 
del  Marqués  de  Cáliz ,  é  de  otros  caballeros  de  la 
cibdad  parientes  de  aquel  Mariscal ,  que  les  habían 
bien  servido,  concedieron  á  sus  suplicaciones,  é 
perdonáronle.  É  luego  entregó  la  villa  de  Tarífa  al 
Almirante  Don  Alonso  £ur¡quez  tío  del  Rey;  el 
qual  dio  la  tenencia  della  á  Don  Pero  Enriquez  su 
hermano,  Adelantado  mayor  del  Andalucía.  Ansi- 
mesmo  embiaron  mandar  á  Pedro  de  Godoy  un  ca- 


(S)  El  snmarlo  de  Galindes  seAala  el  nacimiento  del  Principe 
en  f8  de  Julio,  y  Nebrixa  en  t9;  pero  no  fué  sino  ft  SO,  como 
eslA  en  los  Impruos,  y  lo  comprueba  Zdftiga  por  la  carta  de  aflso 
qne  tuvo  la  ciudad  de  Sevilla  en  Miércoles  i  do  Julio  qne  dice 
como  parló  el  dia  antes.  El  mismo  ano  ft  t9  de  Jnlio^  Miércoles, 
bubo  eclipse  de  Sol  total,  visible  en  Europa,  Asia  y  África ,  á  it 
polpdas  del  centro  al  S.  0.  y  empezó  á  observarse  en  Sevilla 
como  á  las  dos  de  la  tarde.  Gilínd.,  eie  1178;  Bemald.,  eep.  34. 
Este  autor  trae  muy  é  la  larga  las  fiestas  que  so  blcleron  al  ukI- 
miento  del  Principe ,  y  isa  solemnidades  de  sa  bantiio  y  salida 
de  la  Reyna  i  misa,  up,  8i  p  33. 


DOS  FBÜtHANDO 

ballero  que  tenU  la  Tilla  é  loa  alcásares  de  Oarmo- 
na,  qna  Inego  los  antregaae.  É  como  quiera  qae  eete 
caballero  quisiera  demandar  eqaiyalenoiaB  é  meroe- 
dee  por  aquella  tenencia  que  le  quitaban ;  pero  con- 
Btderando  que  no  tenia  lugar  de  mostrar  desobe- 
diencia áloe  mandamientos  reales,  é  vista  la  gran 
diligencia  que  ponia  la  Reyna  en  cobrar  las  f  ortale- 
las  de  su  Rejno  que  estaban  enagenadas,  é  por  la 
justicia  que  vido  que  se  executaba  contra  los  rebel- 
des á  BUS  mandamientos,  ovo  su  acuerdo  de  las  en- 
tregar; la  tenencia  de  las  quales  fué  dada  perla 
Bejna  á  Gutierre  de  Cárdenas  su  Contador  msyor. 

CAPÍTULO  LXXIV. 

J0«  cono  ftié  dado  el  Macttndgo  de  Sinett^go  al  Conendador    * 
mayor  Don  Aloeso  de  Cárdeeat . 

El  Comendador  mayor  de  Loon,  que  so  intitulaba 
Maestre  de  Santiago,  no  embargante  que,  según  ha- 
bemos  contado,  la  Reyna  estorbó  que  no  fuese  ele- 
gido en  el  convento  de  XJcles;  pero  nempre  sirvió 
con  gran  lealtad  al  Rey  é  á  ella  en  la  guerra  contra 
el  Reyno  de  Portogal,  en  el  qnal  entró  dos  veces 
con  gente  de  armas,  é  fizo  grandes  quemas  de  luga- 
res, é  talas,  é  robos,  é  otros  estragos.  É  siempre  sir- 
viéndoles con  gran  humildad,  les  suplicaba  les  plo- 
guiese  guardar  su  derecho  cerca  de  la  elección  que 
los  Treces  é  Comendadores  de  la  Orden  le  hablan 
fecho  en  la  provincia  de  León,  é  la  qae  todos  en 
concordia  querían  confirmar  en  el  convento  de 
Ucles.  El  Rey  é  la  Reyna,  como  qnier  que  hablan 
acordado  que  el  Rey  oviese  el  Maestradgo  en  ad- 
ministración, pero  considerando  los  servicios  é  obe- 
diencia del  Comendador  mayor,  é  que  por  ningún 
estorbo  ni  contradicion  que  le  ficieron  cerca  de  su 
elección,  le  mudaron  la  constancia  que  tovo  en  las  ' 
cosas  de  su  servicio;  especialmente  porque  sintieron 
algún  cargo  de  sus  consdencias,  por  contrariar  las 
constituciones  de  la  Orden;  acordaron  de  gelo  otor- 
gar, é  dieron  lugar  que  fuese  elegido  en  conoordia 
ó  suplicaron  al  Papa  que  lo  confirmase,  y  el  Papa 
lo  confirmó.  El  Rey  é  la  Reyna  asentaron  con  él, 
que  de  las  rentas  del  Maestradgo  fuese  tonudo  de 
les  dar  todo  el  tiempo  que  fuese  Maestre  cada  un 
afio  tres  cuentos  de  maravedís,  para  el  reparo  é 
bastimento  de  los  castillos  que  son  frontera  de  Gra- 
nada, é  para  las  otras  cosas  ooncemientes  á  la 
guerra  de  los  moros,  y  el  Maestre  lo  otorgó,  y  en 
esta  manera  ovo  el  Maestradgo  de  Santiago.  Como 
este  Maestre  fué  proveído  del  Maestradgo,  fué  an- 
simesmo  proveído  Don  Gutierre  de  Cárdenas,  Con- 
tador mayor  del  Rey  é  de  la  Reyna,  de  la  enco- 
mienda mayor  de  León  que  tenia  el  Maestre.  Este 
Maestre  era  fijodalgo,  é  borne  esforzado,  é  de  buen 
entendimiento,  é  heme  piadoso,  é  limosnero;  fué 
natural  de  Ocafia,  fijo  de  un  caballero  que  se  lla- 
maba Don  Garci  López  de  Cárdenas,  que  fué  Co- 
mendador mayor  de  León  en  esta  Orden  de  San- 
tiago. 


í  DOlf  A  ISAfetíi.  '  829 

r 

CAPÍTULO  LXXV. 
De  COMO  el  Rej  fsé  á  ver  al  Rey  de  Anfoi  n  rtáre. 

Recebidas  las  fortalezas  de  la  tierra  de  Sevilla, 
é  de  la  villa  de  Carmena,  el  Rey  partió  de  Sevilla 
é  fué  á  la  cibdad  de  Trogillo,  é  tomó  la  fortaleza  de 
poder  de  Gonzalo  de  Ávila,  que  la  tenia  en  tercería, 
porque  el  término  que  la  habla  de  tener  era  pasado: 
la  qual  entregó  á  Sancho  del  Águila  un  caballero 
de  Avila,  é  proveyóla  de  gente,  é  de  las  otras  cosas  . 
necesarías  para  la  guerra  que  se  continuaba  contra 
Portogal.  E  luego  partió  de  Estremadura,  é  fué  á  la  , 
cibdad  de  Victoría,  donde  esperó  al  Rey  de  Aragón 
su  padre;  el  qual  vino  allí,  y  el  Rey  le  salió  á  reci* 
bir  fuera  de  la  cibdad,  é  Uegó  á  él,  é  demandóle  la 
mano  para  gela  besar,  y  el  Rey  de  Aragón  no  gela 
quiso  dar.  Otrosí  se  puso  á  su  mano  izquierda  y  el 
Rey  do  Aragón  no  lo  consintió.  É  ansí  entraron  en 
la  cibdad,  el  R^  de  Aragón  á  la  mano  izquierda 
del  Rey  su  fijo,  y  el  Rey  fué  con  el  Rey  su  padre 
fasta  su  posada,  é  descabalgó  en  ella  para  le  poner  , 
en  su  cámara.  El  Rey  de  Aragón,  quando  sopo  que 
aquella  era  su  posada,  dixole:  «Vos,  fijo,  que  sois  Be- 
»fior  principal  de  la  Casa  real  de  Castilla,  donde  yo 
»  vengo,  sois  aquel  á  quien  todos  los  que  venimos  de 
V  aquella  casa,  somos  obligados  de  acatar  é  servir 
«como  á  nuestro  Sefior  é  pariente  mayor;  é  los  ho- 
s  ñores  que  yo  os  debo  en  este  caso,  han  mayor  lu- 
Bgar  que  la  obediencia  filial  que  vos  me  debéis 
«oorno  á  padre:  por  tanto  tomad  á  cabalgar,  yo*  me 
Biré  con  vos  á  vuestra  posada,  porque  ansí  lo  quiere 
«la  razon.B  £1  Rey  por  los  ruegos  que  el  Rey  su 
padre  le  fizo,  consintió  que  fuese  con  él  f asMi  su  po- 
sada. El  Rey  de  Aragón  estovo  en  aquella  cibdad 
por  espacio  de  veinte  dias,  dando  orden  en  las  cosas 
del  Reyno  de  Navarra,  que  perteDoda  al  Rey  Febo 
su  nieto,  y  en  la  paz  é  seguridad  de  aquel  Royno. 
Otrosí  en  las  cosas  que  concernían  á  la  buena  go- 
bernación de  los  Reynos  de  Aragón,  é  de  Sicilia,  é 
do  las  otras  islas;  para  lo  qual  era  necesario  plati- 
car el  uno  con  el  otro.  En  todos  los  otros  actos  pú- 
blicos é  secretos  que  allí  pasaron  entre  los  dos  Reyes 
no  consintió  el  Rey  de  Aragón  que  el  Rey  su  fijo 
le  ficiese  la  cerimonia  que  le  debia  como  á  padre; 
é  todas  las  que  él  debia  facer,  fizo  al  Rey  su  fijo 
como  á  pariente  inayor.  Fechas  é  asentadas  todas 
las  oosas,  para  que  allí  se  hablan  juntado,  el  Rey 
de  Aragón  volvió  para  su  Reyno,  y  el  Rey  vino 
para  el  sitio  que  tenia  puesto  sobre  Castronufio,  en 
el  qual  falló  que  sus  gentes  tenían  bien  opremldos 
á  los  que  estaban  en  la  fortaleza;  porque  como 
quier  que  de  los  bastimentos  no  tenían  mengua, 
pero  faltaban  muchos  homes  que  eran  muertos  é 
feridos  en  las  escaramuzas  que  de  oontino  facían. 
El  Rey,  conocido  él  estado  de  aquel  sitio,  fizo  mo- 
ver partido  al  alcayde  que  entregase  la  forUleza. 
El  alcayde  dio  fabla,  é  púsose  en  trato  de  la  dar 
al  Rey:  porque  el  mucho  tiempo  que  habla  estado 
sitiado  sin  haber  mensagero  ni  esfuerzo  del  Rey  de 
Portogal,  le  fizo  perder  esperanza  del  socorro  que 


S80 


CRÓNICAS  BH  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


!•  bAbift  prometido.  É  anmmeBmo  porque  ya  no  Be 
confiaba  en  la  gente  qne  con  él  eataba,  á  la  qnal 
habla  acostumbrado  de  tal  manera,  que  recelando 
de  la  dotrína  qne  él  metmo  les  había  dado,  pensaba 
que  le  matarían,  é  darían  la  fortaleza  al  Rey.  £1 
Rey  ansimesmo,  porque  ovo  nuevas  que  el  Rey  de 
Portogal  era  despedido  de  Francia  para  pasar  á  su 
Reyno,  é  considerando  los  inconyinientes  que  en  la 
dilación  del  tiempo  podían  nacer,  condescendió  al 
partido  que  el  Alcayde  le  demandó;  é  díóle  seguri- 
dad para  que  fuese  á  Portogal  con  todo  lo  que  te- 
nia en  la  fortaleaia.  Y  en  esta  manera  la  entregó  al 
Rey,  la  qual  mandó  luego  derribar  por  los  muchos 
robos  é  fuerzas  que  della  se  habían  fecho,  é  porque 
no  OTÍese  lugar  donde  mas  en  adelante  se  fíoiesen. 
Como  la  fortaleza  de  Caatronufio  fué  derribada,  y 
el  Rey  ovo  expedido  las  cosas  que  fueron  necesarias 
en  aquella  comarca;  luego  vino  para  la  cibdad  de 
Sevilla  donde  la  Reyna  estaba.  É  acordaron  de  par- 
tir do  allí  para  la  cibdad  de  Córdoba,  por  dar  órdon 
en  la  justicia  de  aquella  cibdad  é  de  su  tierra,  é  res- 
tituir las  fortalezas  della  que  estaban  tiranizadas, 
é  desagraviar  á  muchas  personas  que  en  los  tiem- 
pos pasados  habían  recebído  dafios  é  fuerzas  en  sus 
bienes.  Antes  qne  partiesen  de  la  cibdad  de  Sevilla, 
el  Marqués  de  Cáliz  suplicó  al  Rey  é  á  la  Reyna  qne 
le  diesen  lugar  que  volviese  á  la  cibdad  á  estar  en 
su  casa,  é  no  consintiesen  que  tanto  tiempo  estovie- 
se  desterrrado  de  su  naturaleza,  sin  haber  otra  cau- 
sa, salvo  la  enemistad  que  con  él  tenia  el  Duque  de 
Medina.  El  Rey  é  la  Reyna,  considerando  que  si 
tornase  á  la  cibdad,  según  las  enemistades  que  ha- 
bía entre  el  Duque  y  él,  no  se  podrían  escusar  entre 
ellos  algunos  inoonvinientes  é  daflos  á  los  vecinos 
do  la  cibdad,  y  escándalo  en  toda  la  tierra;  acorda- 
ron que  ni  él  volviese  á  la  cibdad  de  Sevilla,  ni  el 
Duque  estoviese  en  ella,  é  cada  uno  estoviese  en  su 
tierra.  É  mandaron  al  Duque  salir  luego  de  la  cib- 
dad, é  que  no  volviese  á  ella  sin  su  licencia.  Este 
mandamiento  que  al  Duque  se  fizo,  le  fué  grave, 
porque  decía,  que  siempre  había  servido  al  Rey  é  á 
la  Reyna;  é  qne  en  los  tiempos  de  las  turbaciones 
é  guerras  pasadas  había  sostenido  con  grandes  tra- 
bajos é  peligros  aquella  cibdad  para  su  servicio,  é 
que  les  había  fecho  leales  sorvioios  dinos  de  gran- 
des mercedes;  é  que  no  solamente  no  gelas  facían, 
mas  en  lugar  dellaa,  le  daban  pena  de  destierro  de 
su  casa  é  naturaleza.  Decían  ansimesmo,  que  no  de- 
bía ser  fecha  comparación  de  su  persona  é  servicios 
á  la  persona  del  Marqués  de  Cáliz  que  había  deser- 
vido. É  decía  otras  razones,  por  do  mostraba  ser 
agraviado  de  aquel  mandamiento  que  le  fué  fecho. 
El  Rey  é  la  Reyna,  considerando  qnaato  compila  al 
servicio  de  Dios  é  suyo,  é  quantos  dafios  é  muertes 
se  escusában  estando  absentes  aquellos  dos  caballe- 
ros de  la  cibdad,  é  que  farían  agravio  al  Marqués 
si  le  doxasen  fuera  quedando  el  Duque  en  la  cibdad, 
insistieron  en  su  primero  mandamiento,  é  ficieron 
salir  de  la  cibdad  al  Duque;  é  prometieron  al  uno  é 
al  otro,  que  habido  tiempo  convíniente  entenderían 
en  sus  debates,  é  darían  tftl  órdon,  que  con  paz  é 


amor  volviesen  á  estar  en  sus  casas  en  la  dbdad. 
Embiaron  ansimesmo  en  aquel  aflo  desde  la  cibdad 
de  Sevilla  á  Don  Juan  de  Qamboa  un  caballero  de 
la  Montafta  criado  del  Rey,  que  era  Alcalde  de 
Fuenterrabía,  é  al  Licenciado  Don  Juan  de  Medina 
Arcediano  de  Alraazan,  del  Consejo  del  Rey  é  de  la 
Reyna,  por  sus  diputados  á  la  villa  de  Fuentorra- 
bia  (1)  con  sos  poderes  bastantes  para  platicar  é 
oonf  erir  con  el  Obispo  de  Lnmbiers,  é  con  otro  ca- 
ballero Francés,  qne  el  Rey  de  Francia  había  em- 
biado  á  la  villa  do  Bayona  por  sus  diputados,  sobre 
las  materias  de  la  paz  que  el  Cardonal  de  Espafia 
trataba  que  so  finnase  entro  el  Roy  é  la  Reyna,  y 
el  Rey  de  Francia  é  sus  Reynos,  é  sobre  las  cosas 
de  las  guerras  pasadas. 

CAPÍTULO  LXXVI. 

De  la  iraaéa  qae  m  lio  por  mu,  para  cosqoitUr  Ua  Islat  de  la 

Gran  Canaria. 

Acordaron  el  Rey  é  la  Reyna  de  facer  armada 
por  mar,  y  embiar  á  conquistar  las  islas  do  la  Qran 
Cañaría,  aquellas  que  eran  rebeldes  é  no  estaban 
sobjotas  á  sefiorío.  E  mandaron  fornecer  muchas 
naos  de  armas,  é  bastimentos,  é  caballos,  y  embia- 
ron por  su  capitán  de  aquella  conquista  á  un  caba- 
llero natural  de  Xerez  de  la  Frontera,  que  se  lla- 
maba Pedro  de  Vera,  homo  de  buen  esfuerzo,  y 
experimentado  en  las  cosas  de  la  guerra;  el  qual 
descendió  en  las  islas  de  la  Qran  Canaria,  é  peleó 
muchas  veces  con  las  gentes  bárbaras  que  moraban 
en  ellas.  La  qual  conquista  duró  por  espacio  de  tres 
afios,  en  los  quales  ovo  con  aquellas  gentes  guerras 
continas.  Y  el  Rey  é  la  Reyna  ficieron  grandes  gas- 
tos, porque  oontinamento  en  todo  tiempo  embiaban 
gentes  de  guerra,  é  otras  grandes  provisiones  de 
vino,  é  lienzo,  é  fierro,  é  pafio,  é  armas,  é  de  todas 
las  otras  cosas  que  eran  necesarias  al  sostenimiento 
de  las  gentes,  quo  por  su  mandado  estaban  en 
aquella  conquista.  É  al  fin  fueron  puestas  en  subje- 
cion  del  Rey  é  de  la  Reyna.  Aquellas  islas  son  tier- 
ra muy  caliente,  é  fértil  de  pan,  é  de  muchos  ga- 
nados domésticos,  é  miel,  é  otros  muchos  frutos. 
Las  gentes  que  allí  moraban  no  se  vestían  ropas 
de  lana,  salvo  pellejos  de  animales;  ni  tenían  fierro 
é  defendíanse  con  piedras,  é  con  varas  de  árboles, 
que  aguzaban  con  piedras  agudas,  las  quales  varas 
por  el  grand  uso  que  tenían  de  tirar,  silian  de  sus 
brazos  tan  recias  como  de  ballestas  é  de  arcos,  é 
pasaban  una  adarga;  é  defendíanse  en  cuevas,  é 
dellas  facían  tanta  guerra  que  ninguno  osaba  me- 
terse entre  ellos  por  la  espesura  de  las  cuevas  qne 
tenían.  Moraban  en  chozas,  é  ramadas  de  árboles, 

5ue  los  defendían  del  fervor  del  sol  é  de  las  aguas. 
I  labraban  la  tierra  con  cuernos  de  vacas,  é  con 
poca  labor  cogían  mucho  fruto,  por  la  gran  fertili- 
dad de  la  tierra.  Su  creencia  era  en  un  solo  Dios  de 
lo  alto;  é  tenían  un  lugar  do  facían  oración,  é  su 


(1)  Eo  el  MS.  de  Moifort  hay  «aa  nota  margtoal  qso  dice:  Bil$ 


DON  FERNANDO 
rita  era  rociar  aquel  lugar  do  oraban  con  leche  de 
cabras  que  tenian  apartadas,  é  las  criaban  para  sólo 
aquello;  6  á  estas  cabras  llamaban  ellos  animales 
santos.  Su  lengua  era  bárbara  muy  cerrada,  é  apar- 
tada de  la  lengua  castellana.  Pero  porque  habla 
ende  otras  islas,  que  estaban  en  la  subjeoion  del 
Bey  é  de  la  Beyna,  que  eran  ya  chrístianos,  los 
qnales  iban  é  venian  muchas  Teces  á  la  cibdad  de 
SeTÍUa,  y  eran  mostrados  en  nuestra  lengua;  de 
aquellos  tales  llevaban  intérpretes  que  entendían. 
El  Rey  é  la  Reyna  embiaron  á  aquellas  islas  fray- 
Íes  é  clérigos,  que  los  convirtiesen  á  la  fé  de  Nues- 
tro Salvador.  Aquellas  gentes  eran  muy  agudas  de 
su  natura,  é  placíales  saber  y  entender  las  cosas  de 
nuestra  fé.  Ansimesmo  en  aquellos  días  partieron 
de  la  cibdad  de  Sevilla  é  do  los  otros  puertos  del 
Andalucía  fasta  treinta  ó  cinco  caravelas  para  la 
mina  del  oro :  en  las  qnales  iban  muchos  mercado- 
res  é  personas  que  so  sentían  dispuestos  para  sofrir 
el  largo  camino  de  la  mar,  é  las  dolencias  que  se 
recrecían  en  aquella  tierra.  Los  quales  llevaban 
cargadas  las  naos  de  aquellas  ropas  viejas,  é  con- 
chas, é  almireces,  é  manillas  de  latón,  é  de  las  otras 
cosas  que  eran  demandadas  por  las  gentes  que  en 
aquellas  tierras  moraban.  T  embiaron  el  Rey  é  la 
Keyna  en  aquella  flota  por  capitán  un  caballero  que 
se  llamaba  Pedro  de  Oovídes,  á  quien  mandaron  que 
obedeciesen  todas  las  gentes  é  mercaderes  que  iban 
en  aqneUa  flota.  É  de  todo  el  oro  que  se  traía  de 
aquella  tierra,  el  Rey  é  la  Reyna  habían  la  quinta 
parte,  de  lo  qual  habían  gran  renta. 

CAPÍTULO  LXXVII. 

De  la  bereeía  que  se  falló  en  Sevilla  y  en  Córdoba,  y  en  oCna  al- 
ffiinaa  elbdadea  de  loa  Reynoa  de  GaaUlla,  é  Araron,  é  Valónela 
ó  CaUlafia  (1). 

Algunos  Clérigos  é  personas  religiosas  é  otros 
muchos  seglares,  informaron  al  Rey  é  i  la  Reyna, 
que  en  sus  Reynos  é  sefioríos  había  muchos  chrís- 
tianos del  linage  de  los  judíos,  que  tomaban  á  ju- 
dayzar,  é  facer  ritos  judaycos  secretamente  en  sus 
casas;  é  ni  creían  la  fé  christlaha,  ni  facían  las 

(1)  El  Cronista  refiere  en  este  eapflalo  varias  cosas  qae  perte- 
necen i  distintos  tiempos.  La  ordenanza  6  edicto  del  Cardenal  de 
Mendosa  fué  beeha  y  publicada  en  este  afio,  pero  no  la  conce- 
sión de  la  Bola,  ni  el  ostabieclniento  do  la  Inqniaidon.  Los  Re- 
yes i  sn  partida  de  Sevilla  dejaron  encarrado  este  negocio  at 
Provlaor  Don  Pedro  de  SoUa,  al  Asistente  Diego  de  Merlo,  y  á  nn 
Religioso  de  San  Pablo  llamado  Fray  Alonso,  y  estos  formaron  el 
primer  pian  de  la  Inqniaicion,  sobre  el  qnal  se  pidió  la  Bita  á 
Sixto  IV  y  éste  la  concedió  en  1480,  alendo  encargados  de  esto 
negocio  en  Boma  Don  Francisco  de  Santilian,  Obispo  de  Osma,  y 
aa  bermano  Don  Diego  de  Santilian  ambos  Sevillanos,  bljos  del 
Doctor  Ray  García  de  Santilian,  del  Consto  del  Rey  Don  Joan  II, 
como  trae  Zdfilga  en  ana  ÁnuL,  año  ii80,  p,  389.  Pero  el  esuble- 
cimiento  formal  de  la  Inqnlslclon  no  se  efeclaó  basta  el  año  1481, 
como  afirma  el  Cora  do  los  Palacios,  y  comprneba  el  mismo  Zd- 
ftiga  por  la  lápida  qoe  está  on  la  portada  de  dicho  Tribunal  en 
Sevilla.  Am/.,  «ffo  1481,  f,  589.  Bernaldez  sefiala  los  tres  primeros 
Inquisidores,  fM  Amtm  íom  Frffiet  d$SmUo  Dominfú,  m  PrtH». 
do/  i  m  Vicario,  oi  ano  ¡Umédo  Fro§  Mifuei,  y  oi  otro  Frtf  Jtum, 
é  con  eiiot  el  Mor  de  Meiln»,  Clérigo  do  Sm  Pedro,  eie*  Bernald., 
Myr.  4Sy44. 


É  DOÑA  ISABEL.  *  831 

ohras  <lue  oath^cos  chrístianos  debian  facer.  É  so- 
bre este  caso  les  encargaban  las  consoiendaSi  re- 
quíriéndoles,  que  pues  eran  príncipes  oathólioos,  cas- 
tigasen aquel  error  detestable;  porque  sí  lo  dexasen 
sin  castigOi  é  no  se  atajaba,  podría  crecer  de  tal  ma» 
ñera,  que  nuestra  santa  fé  oathólica  recibiese  gran 
detrimento.  Eeto  sabido  por  el  Rey  é  por  la  Beyna, 
ovieron  gran  pesar,  por  se  fallar  en  sus  sefioifíos 
personas  que  no  sintiesen  bien  de  la  fé  oathólica,  é 
fuesen  hereges  é  apóstatas.  Sobre  lo  qual  el  Carde- 
nal de  Bspafia  Arzobispo  de  Sevilla,  fizo  oierta  cons- 
titución en  la  cibdad  de  Seyüla,  conforme  á  los  sa- 
cros Cánones,  de  la  forma  que  con  el  christiano  se 
debe  tener  desde  el  día  que  nace,  ansí  en  el  sacra- 
mento del  baptismo,  como  en  todos  los  otros  sacra- 
mentos que  debe  recebir,  é  de  lo  que  debe  ser  doc- 
trinado, é  debe  usar  ó  creer  como  fiel  christiano,  en 
todos  los  días  é  tiempos  do  su  vida,  fasta  el  día  áe 
su  muerte.  É  mandólo  publicar  por  todas  las  Igle- 
sias de  la  cibdad,  é  poner  en  tablas  en  cada  parro- 
quia por  firme  constitución.  É  otrosí  de  lo  que  los 
curas  é  olórigos  deben  dotrínar  á  sus  feligreses, 
é  lo  que  los  feligreses  deben  guardar  é  mostrar  á 
sus  fijos.  Otrosí  el  Rey  é  la  Reyna  dieron  cargo  á 
algunos  Frayles  é  Clérigos,  é  otras  personas  reli- 
gicsas,  que  dellos  predicando  en  público,  dallos  en 
fablas  privadas  é  particulares,  informasen  en  la 
i  i  á  aquellas  personas,  é  los  instruyesen,  é  reduze- 
sen  á  la  verdadera  creencia  de  Nuestro  Sefior  Jesu 
Christo,  é  les  mostrasen  en  quanta  damnación  per- 
petua de  sus  ánimas,  é  perdición  de  sus  cuerpos  é 
bienes  incurrían  por  facer  ritos  judaycos. 

Estos  Religiosos  á  quien  fué  dado  este  cargo,  co- 
mo quier  que  primero  con  dulces  amonestaciones,  é 
después  con  agras  reprehensiones,  trabajaron  por 
reducir  á  estos  que  judaysaban,  pero  aprovechó 
poco  á  su  pertinacia  ciega  que  sostenían.  piOs  quBr 
les  aunque  negaban  y  encubrían  su  yerro,  pero  se- 
cretamente tomaban  á  recaer  en  él,  blasfemando  el 
nombre  é  dotrina  de  nuestro  sefior  é  redemptor  Jesu 
Christo.  £1  Rey  é  la  Reyna,  considerando  la  mala  é 
perversa  calidad  de  aquel  error,  é  queriéndolo  oon 
grand  estudio  é  diligencia  remedisr,  embíáronlo  á 
notificar  al  Sumo  Pontífice,  el  qual  dio  su  bula,  por 
la  qual  mandó,  que  ovíese  Inquisidores  en  todos 
los  Reynos  é  sefiorios  del  Rey  é  de  la  Beyna,  los 
quales  inquiriesen  de  la  fé,  é  castigasen  los  culpa- 
dos del  pecado  de  la  herética  pravídad ;  é  dio  el  car- 
go principal  desta  inquisición  á  un  Belígioso  de 
vida  honesta,  que  tenía  gran  zelo  de  la  fé,  que  se 
llamaba  Fray  Tomas  de  Torquemada,  Confesor  del 
Rey,  é  Prior  del  monesterio  de  Santa  Cruz  áh  Sego- 
via,  de  la  Orden  de  Santo  Domingo.  Este  Prior  que 
era  principal  Inquisidor,  substituyó  en  su  lugar  In- 
quisidores en  todas  las  mas  cibdades  é  villas  de  los 
Reynos  de  Castilla,  é  Aragón ,  ó  Valencia,  é  Oatalu- 
fia.  Los  quales  ficieron  inquisición  sobre  aquella 
materia  de  la  herética  pravídad,  en  cada  tierra  ó 
comarca  donde  eran  puestos ;  é  ponían  en  ellas  sus 
cartas  de  edites,  fundadas  por  derecho,  para  que 
aquellos  que  habían  judayzado,  ó  no  sentían  bien 


882 


ORÓNIOÁS  BE  LOS  BETES  DE  OAfiTILLA. 


de  la  fé  I  dentro  de  cierto  tiempo  viniesen  á  decir 
fus  onipas,  é  ee  reconciliasen  con  la  Santa  madre 
Iglesia.  Por  yirtnd  destas  cartas  y  editos,  muchas 
personas  de  aquel  línage,  dentro  del  término  que 
era  sefialado,  parecían  ante  los  Inquisidores,  é  con- 
fesaban sus  culpas  ó  yerros  qae  en  este  crimen  de 
heregía  hablan  cometido;  Á  los  quales  daban  peni- 
tencias según  la  calidad  del  crimen  en  que  cada  uno 
habia  incurrido.  Fueron  estos  mas  de  quince  mil 
personas,  ansi  homes  como  mugeres.  E  si  algunos 
habia  culpados  en  aquel  crimen ,  é  no  yenian  á  se 
reoonciliar  dentro  del  término  que  les  era  puesto, 
habida  información  de  testigos  del  yerro  que  ha- 
bían cometido,  luego  eran  presos,  é  se  facían  proce- 
sos contra  ellos,  por  yirtud  de  los  quales  eran  con- 
denados por  hereges  é  apóstatas,  é  remitidos  á  la 
justicia  seglar.  Destos  fueron  quemados  en  diversas 
veces  y  en  algunas  oibdades  é  villas,  fasta  dos  mil 
homes  ó  mugeres;  é  otros  fueron  condenados  á  cár- 
cel perpetua,  é  á  otros  fué  dado  por  penitencia,  que 
todos  los  días  de  su  vida  andoviesen  sefialados  con 
cruces  grandes  coloradas,  puestas  sobre  sus  ropas 
de  vestir  en  los  pechos  y  en  las  espaldas.  B  los  inha- 
bilitaron, ansí  á  ellos  como  á  sus  fijos,  de  todo  oficio 
público  que  fuese  deoonfianaa,  é  constituyeron  que 
ellos  ni  ellas  no  pudiesen  vestir,  ni  traer  seda,  ni 
oro,  ni  cliamelote,  so  pena  de  muerte.  Ansimesmo 
se  facía  inquisición,  si  los  que  eran  muertos  dentro 
de  cierto  tiempo  habían  judayzado;  é  porque  se  fa- 
lló algunos  en  su  vida  haber  incurrido  en  este  peca- 
do de  heregia  é  apoetasía ,  fueron  fechos  procesos 
contra  ellos  por  vía  jurídica,  ó  fueron  condemnados 
é  sacados  sus  huesos  de  las  sepulturas,  é  quemados 
públicamente;  é  inhabilitaban  sus  fijos  para  que 
no  ovieeen  oficios  ni  beneficios.  Destos  fué  fallado 
gran  número,  cuyos  bienes  y  heredamientos  fueron 
tomados,  é  aplicados  al  fisco  del  Bey  é  de  la  Beyna. 
Vista  esta  manera  de  proceder,  muchos  de  los  de 
aquel  línage,  temiendo  aquellas  ezecuciones,  des- 
ampararon sus  casas  é  bienes,  é  se  fueron  al  Beyno 
de  Portogal,  é  á  tierra  de  Italia,  é  á  Francia,  é  á 
otros  Beynos,  contra  los  quales  se  procedía  en  ab- 
sencia  por  los  Inquisidores,  é  les  eran  tomados  sus 
bienes :  de  los  quales  é  de  las  penas  pecuniarias  que 
pagaban  los  reconciliados,  por  quanto  eran  de  aque- 
llos que  habían  ido  contra  la  f é,  mandaron  el  Bey 
é  la  Beyna,  que  no  se  destribuyesen  en  otra  cosa, 
sdvo  en  la  guerra  contra  los  moros,  ó  en  otras  co- 
sas que  fuesen  para  ensalzamiento  de  la  f é  cathólica. 
Algunps  parientes  de  los  presos  é  condemnados,  re- 
clamaron, diciendo  que  aquella  inquisición  y  exe- 
cucion  era  rigurosa,  allende  de  lo  que  debía  ser;  é 
que  en  la  manera  que  se  tenia  en  el  facer  de  los 
procesos,  y  en  la  ezeoucion  de  las  sentencias,  los 
ministros  y  executores  mostraban  tener  odio  á  aque- 
llas gentes.  Sobre  lo  qual  el  Bey  é  la  Beyna,  come- 
tieron á  ciertos  perlados  homes  de  consoiencia,  que 
lo  viesen  é  remediasen  con  justicia.  Falláronse  es- 
pecialmente en  Sevilla,  é  Oórdoba,  y  en  las  oibda- 
des é  villas  del  Andalucía  en  aquel  tiempo  quatro 
mil  casas  é  mas,  do  moraban  muchos  délos  de  aquel 


línage ;  los  quales  se  absentaron  áp  la  tierra  con  sus 
mugeres  é  fijos.  E  como  quier  que  la  absencia  de  es- 
ta gente  despobló  gran  parte  de  aquella  tierra,  é  fué 
notificado  á  la  Beyna,  que  el  trato  se  diminuía ;  pero 
estimando  en  poco  la  diminución  de  sus  rentas,  é 
reputando  en  mucho  la  limpieza  de'  sus  tierras,  de- 
cía, que  todo  interese  pospuesto  quería  alimpiar  la 
tierra  de  aquel  pecado  de  la  heregía ;  porque  enten- 
dia,  que  aquello  era  servicio  de  Dios  é  suyo.  E  las 
suplicaciones  que  le  f aeren  fechas  en  este  caso,  no 
la  retraxeron  deste  propósito,  é  porque  se  falló  que 
la  comunicación  que  aquella  gente  tenia  con  los 
judíos  que  moraban  en  las  oibdades  de  Córdoba  é 
Sevilla  é  sus  diócesis,  era  alguna  causa  de  aquel 
yerro,  ordenaron  el  Bey  é  la  Beyna  por  constitu* 
cien  perpetua,  que  ningún  judio,  sopeña  de  muertCi 
morase  en  aquella  tierra:  los  quales  fueron  constre* 
fiidos  de  dexar  sus  casas,  é  ir  á  morar  á  otras  partes. 

OAPlTüLO  LXXVIII. 

lu  eoMi  qae  el  Rey  é  la  Reyni  flderoa  ea  la  elbdaá  áe 

Córdoba. 

Fechas  é  asentadas  las  cosas  que  habemos  recon- 
tado que  ficieron  el  Bey  é  la  Beyna  en  la  cibdad  de 
Sevilla,  doxaron  en  ella  por  Asistente  oon  cargo  de 
administrar  la  justicia,  á  un  caballero  que  se  llama- 
ba Diego  de  Merlo,  é  partieron  para  la  eibdad  de 
Oórdoba,  en  la  qual  había  dos  parcialidades ;  de  la 
una  era  Don  Diego  Fernandez  de  Córdoba  Conde  de 
Cabra,  é  de  la  otra  Don  Alonso  de  Aguilar  Sefior  de 
Montilla ;  entre  los  quales  en  los  tiempos  pasados 
ovo  tales  é  tan  grandes  enemistades,  que  Don  Alon- 
so de  Agolar  con  los  de  su  parcialidad ,  echó  fuera 
de  la  cibdad  al  Conde  de  Cabra  é  á  los  de  la  suya,  é 
le  tomó  los  alcázares  é  la  Calahorra ,  que  tenia  el 
Conde  en  tenencia.  E  por  causa  destos  debateS|  an- 
si en  la  cibdad  de  Córdoba  y  en  su  tierra ,  como 
fuera  della  en  las  comarcas,  acaecieron  muchas 
muertes  é  robos  é  otros  grandes  crimines  entre  los 
caballeros  é  otras  personas  de  la  una  parcialidad  ó 
de  la  otra.  B  las  fortalezas  de  la  dbdad  ansimesmo 
estaban  en  poder  destos  dos  caballeros  é  de  sus  pa- 
rientes é  allegados ;  los  quales  no  acudían  con  ellas 
á  la  cibdad,  ni  facían  deltas  guerra  ni  paz,  salvo  á 
su  arbitrio é  voluntad,  sin  conocimiento  de  superior. 
Como  el  Bey  ó  la  Beyna  fueron  en  aquella  cibdad, 
luego  entendieron  en  la  administración  de  la  justi- 
cia, é  dieren  audiencias  públicas,  según  lo  ficieron 
en  la  cibdad  de  Sevilla.  E  oyeron  á  muchas  perso- 
nas que  reclamaron  de  robos  é  fuerzas,  é  otros  agra- 
vios que  habían  reoebido  de  algunos  caballeros  é  de 
otras  personas  de  la  cibdad  é  su  tierra,  á  las  quales 
luego  mandaron  desagraviar;  é  ficieron  aquellos 
días  restituciones  de  bienes  y  heredamientos  que 
algunos  caballeros  habían  poseído  largo  tiempo 
forzosamente.  Ansimesmo  mandaron  facer  justicia 
de  algunos  ladronea  ó  robadores  que  habían  come- 
tido feos  delictos;  é  con  esta  justicia  que  ficieron, 
toda  la  cibdad  se  pacificó.  Otrosí  tomaron  las  forta- 
lezas de  Homaohuelos,  é  de  Anduxar,  é  de  los  Mar- 


DONÍEttNANDO 
mólejodi  é  de  U  Rambla,  é  de  Santaella,  é  de  Baja- 
lance,  é  de  Montero,  é  del  Pedroohe,  é  de  Oastro  del 
Rio;  é  pusieron  en  ellas  por  alcaydes  á  personas  pa- 
cificas qne  las  teTÍesen  por  ellos.  Mandaron  ansi- 
mestno  i  Don  Alonso  de  Agoilar,  qne  estaba  en  la 
cibdad,  que  dexase  los  alcAsaros  nnevo  é  viejo,  é  la 
Calahorra  qne  tenia,  é  qne  saliese  de  la  cibdad  é  no 
YolTiese  á  ella  sin  sn  licencia  é  mandado,  porque 
ansimesmo  el  Oonde  de  Cabra  esteba  fuera  de  la  cib- 
dad. T  entendieron  que  lo  mas  necesario  para  con- 
serracion  del  pacífico  estado  de  la  tierra,  era  el  ab- 
sencia  de  aquellos  dos  caballeros  déla  cibdad.  Vino 
ansimesmo  á  noticia  del  Rey  é  de  la  Rejna,  qne  se 
daban  é  repartían  grandes  dádivas,  ansí  ¿  los  de  su 
Consejo,  como  álos  sus  Contedores  mayores  é  i  sus 
oficiales,  é  i  los  Alcaldes  de  sn  Corto,  6  Secretorios, 
7  Escribanos  de  cámara,  ó  á  otros  que  servían  los 
oficios  de  su  corto;  las  qnales  dádivas  se  recebianso 
color  de  derechos  de  sus  oficios ;  é  los  oficíales  se 
atrevían  á  demandar  mas  de  lo  que  debían  haber. 
Por  la  qual  causa  los  negociantes  é  librantes  recla- 
maban de  los  grandes  cohechos  que  les  llevaban,  é 
de  la  gran  corrupción  que  cerca  desto  en  todos  los 
oficios  é  oficíales  de  la  corte  generalmente  había.  E 
habida  sobre  esto  información,  unos  fueron  priva- 
dos de  sus  oficios,  otros  penados  en  sos  bienes.  B 
por  la  solicitud  de  un  honesto  Religioso  é  devoto, 
que  se  llama  Fray  Hernando  do  Talavera,  Prior  del 
convento  de  Santa  María  del  Prado  cerca  de  Valla- 
dolíd,  de  la  Orden  de  Sant  Gerónimo,  persona  de 
muy  honesto  vida,  é  de  gran  suficiencia,  el  qual  era 
Confesor  de  la  Reyna,  é  de  quien  mucho  fiaba;  es* 
tendo  en  Córdoba  el  Rey  é  la  Reyna  ficíeron  orde- 
nanza, que  ninguno  del  Consejo,  ni  los  Contedores, 
ni  Alcaldes  de  la  Corte,  ni  otro  Juez,  ni  Comisario, 
llevase  presente,  ni  precio  alguno  de  dinero,  ni  otras 
cosas,  de  las  personas  que  ante  ellos  tratasen  pley- 
tos.  E  ansimesmo  fideron  ordenanza  de  lo  que  los 
oficíales  de  los  Contadores  ¿  los  Secretorios  y  Escri- 
banos de  cámara,  é  todos  los  otros  oficíales  de  la 
corto,  habían  de  haber  de  sus  derechos.  E  constita- 
yeron,  que  ninguno  excediese  do  aquella  tasa,  so 
pena  que  lo  pagase  con  las  setenas.  Allende  desto 
todos  los  oficiales  en  presencia  del  Rey  é  de  la  Rey- 
na fideron  juramento  de  guardar  é  oomplir  aquella 
constitución.  E  porque  fué  procedido  contra  algu- 
nos que  la  quebrantaron,  á  que  pagasen  las  setonas 
de  lo  que  allende  de  sus  derechos  habían  llevado, 
ninguno  dende  en  adelante  fué  osado  de  demandar 
allende  de  lo  que  contenía  la  tasa  que  fué  ordenada 
que  llevasen. . 

ÓAPlTÜLO  LXXIX. 

Cono  et  Aejr  é  la  Ae^a  ovleron  meta  qae  el  Rey  da  Portsfil 
era  Toeíto  I  n  Bejiio;  6  lo  qde  Gdmei  MiMqae  M\6  á  loa 
6e  Toledtf. 

Estando  el  Rey  é  la  Reyna  en  la  cibdad  de  Córdo- 
baj  ovíeron  nuevas  dé  como  d  Rey  de  Portogal  era 
tenido  de  Frauda  por  mar  á  su  Éeylio  de  Portogal; 
i  que  esteba  en  propósito  de  proseguir  la  guerra  que 


A  DOSa  ISABlíti.      :  íjte 

tenía  comenzada  contra  estos  Reynos  de  Castilla,  é 
mandaba  poner  gran  dilígenoía  en  la  guerra  que  se 
facía  en  las  fronteras.  Ansimesmo  sopieron  oomo  el 
Arzobispo  de  Toledo,  ó  porque  los  yerros  pasados 
no  le  daban  seguridad,  ó  porque  su  natural  Inclina- 
ción era  delejrterse  en  guerras,  é  ver  novedades  de 
tiempos,  junteba  gente  de  armas  en  la  ira  villa  de 
Alcalá  de  Henares,  para  favorecer  al  partido  del 
Rey  de  Portegal,  é  para  lo  meter  otra  ves  en  Castí^^ 
lia;  porque  entendía  caer  sn  fama  en  la  estimación 
de  las  gentes,  si  se  retrazese  del  proponte  comen-' 
zado.  E  olvidando  el  torceré  juramento  que  fizo  de 
ser  siempre  leal  servidor  al  Rey  é  á  la  Reyna,  é  no 
favorecer  al  Rey  de  Portogal,  le  escribía  contina- 
mento  avisos  é  consejos  como  debía  entrar  en  estos 
Reynos,  é  contínar'  su  demanda;  dándole  á  enton- 
der,  que  agora  tonía  mejor  lugar  para  la  proseguir 
que  en  ningún  tiempo  do  los  pasados.  Porque  de-, 
da  que  había  algunos  Grandes  é  Caballeros  en  el 
Reyno  descontontos  del  Rey  é  de  Ja  Reyna;  los 
quales  deseando  liberted  disoluto,  se  juntarían  con 
él  luego  que  entrase  en  Castilla,  é  le  serian  servido- 
res leales.  Ansimesmo,  que  muchas  dbdades  é  pue«- 
blos  le  recebirían  con  g^an  voluntad,  porque  no  po- 
dían sofrir  las  imposiciones  é  tributos  que  les  eran 
impuestos,  en  espedal  las  derramas  que  se  cogían 
de  la  hermandad  en  todo  d  Reyno ,  para  sueldo  de 
la  gente  de  armas,  que  continamente  pagabab.  E 
que  debía  venir  luego  oon  gento  para  la  su  villa  de 
Tala  vera,  é  de  allí  vemia  para  la  cibdad  de  Tole- 
do, donde  le  daba  oertínídad  que  sería  recebído  por 
Rey  é  Sefior ,  porque  los  principales  del  común  ddla 
e8taba\i  á  sn  mandado,  é  se  levanterian  contra  Chi- 
mes Manrique,  que  tonía  la  tonencia  del  alcázar  é 
la  administración  de  la  justicia.  E  que  esto  cibdad 
habida  en  su  sefiorio,  con  buena  confianza  se  podia 
llamar  Rey  de  Castilla.  Aquel  caballero  Gomes 
Manrique,  que  sabía  el  trato  del  Arzobispo,  tonía 
continos  trabajos  en  guardar  la  dbdad,  no  tonto  de 
los  contrarios,  quanto  de  la  mayor  parte  de  sus 
mesmos  moradores;  que  por  ser  gentM  de  diversas 
partes  venidas  allf  á  morar  por  la  gran  franqueza 
que  gozan  los  que  allí  viven,  deseaban  escándalos 
por  se  aorecenter  con  robos  en  cibdad  turbada.  Los 
quales  no  toniendo  el  amor  que  los  naturales  tienen 
á  su  propría  tierra,  ni  sentían,  ni  les  dolía  su  dafio. 
Estos  por  sugestión  de  algunos  alborotedores,  en 
los  treínto  afios  pasados,  rebelaron  muchas  veces 
contra  el  Rey  Don  Juan ,  é  contra  el  Rey  Don  En- 
rique su  fijo ,  é  puneron  la  cibdad  en  incendios  é  ro« 
bos,.é  agora  incitodosé  atraídos  con  promesas  é 
dádivas  del  Arzobispo  de  Toledo «  fioieron  una  óon^ 
juraoíon  secreta  de  matar  aquel  caballero  que  tenía 
la  guarda  de  la  dbdad ,  é  tomar  por  Rey  al  Rey  de 
Portugal ;  é  daban  á  entender  en  sus  f  ablas  secre^ 
tas  á  los  que  pensaban  ser  mas  prestos  al  escándalo^ 
que  mudando  el  estodo  de  la  cibdad  geles  mudaría 
su  fortuna^  é  habrían  grandes  intereses  de  las  fa- 
bíendas  de  los  mercadetes  é  oíbdadanos  ricos  como 
otras  veces  habían  habido,  é  grandes  dádivas  é  mer« 
oedee  del  Rey  de  Portogal ,  si  tomasen  armas,  é  po« 


(mÓNIOád  DB  LOS  ItETEé  Ü2  GASTILtA. 


884 

sietan  la  cibdaá  en  sa  obediencia.  E  con  eatae  plá- 
tioae  que  tenian,  loe  comimee,  qao  ligeramente  son 
traídos  á  faoer  en  los  pueblos  levantamientos,  os- 
laban alborotados,  ó  los  cibdadanos  pacffioos  ate* 
morisados  de  aquel  escándalo  qae  sentían ,  é  de  los 
malee  qne  por  él  recelaban.  Algunos  cibdadanos  pa* 
dfioos  ó  de  bnen  deseo,  requirieron  á  aquel  caba- 
llero qne  basteciese  al  alcásaré  algunas  torres  é 
puertas  de  la  dbdad ,  ansí  de  armas,  como  de  man- 
tenimientos é  gentes  para  donde  se  pudiesen  re- 
traer en  tiempo  de  extrema  necesidad  fasta  que 
fuese  socorrido.  El  qual  les  respondió  que  no  en- 
tendía retraerse ,  ni  conocía  lugar  fuerte  para  se 
defender  contra  el  pueblo,  porque  toda  la  cibdad 
era  fortaleza,  j  el  pueblo  de  Toledo  era  el  Alcay- 
de,  é  quando  el  pueblo  era  confbrme  á  la  rebelión, 
ninguna  defensa  pedia  haber;  pero  aunque  conocia 
estar  alborotado  la  mayor  parte,  creia  haber  en  él 
dos  mil  bornes  que  fuesen  leales,  é  lo  que  entendía 
facer  era,  ponerse  con  el  pendón  real  en  la  placa, 
é  con  aquellos  leales  que  se  allegasen  al  pendón 
real  había  deliberado  de  pelear  por  las  calles  de  la 
cibdad  contra  los  otros  alborotadores  é  desleales.  Al 
fin  por  algunas  formas  que  discretamente  este  ca- 
ballero sopo  tener  en  aquel  peligro,  sabida  la  ver- 
dad de  la  conjuración ,  prendió  á  algunos  que  pudo 
haber  de  los  que  en  ella  fueron  participantes,  é  fizo 
delloB  justicia,  otros  f ujeron  á  lugares  do  no  pu- 
dieron ser  habidos ;  é  ansí  libró  la  cibdad  de  aquel 
infortunio  que  recelaba.  Fecha  aquella  justicia,  pre- 
sente la  mayor  parte  del  pueblo  en  su  congrega- 
ción, aunque  sabia  haber  algunos  entre  ellos  délos 
que  hablan  seydo  en  la  conjuración  ;  pero  porque 
la  exeoucion  de  la  justicia  en  los  muchos  pensó  ser 
dificile  é  peligrosa,  acordó  en  la  hora  de  disimular, 
é  con  algunas  reprehensiones  é  amonestaciones  cor- 
regir al  pueblo ,  no  nombrando  á  ninguno,  porque 
el  secreto  diese  causa  al  repentimíento,  é  dfxoles 
ansí :  aSi  jo^  cibdadanos,  no  conociese ,  que  los  bue- 
s  nos  ó  discretos  de  vosotros  deseáis  guardar  la  leal- 
i  tad  qne  debéis  á  vuestro  Rey,  y  el  estado  pacífico  de 

•  vuestra  cibdad ,  mi  f  abla  por  cierto  é  mis  amones- 
1  tacíones  serían  supérfluas:  porque  vana  es  la  amo- 
unostacion  á  los  muchos  quando  todos  obstinados 
•siguen  el  consejo  peor.  Pero  porque  veo  entreves* 

•  otros  algunos  que  desean  vivir  pacíficamente,  veo 

•  ansimesmo  otros  mancebos  engafiados  con  pro- 
A  mesas  y  esperanzas  inciertas,  otros  vencidos  del 
Apocado  de  la  cobdioia,  creyendo  enriquecer  en  cib- 
B  dad  turbada  con  robos  é  f  uezas;  acordé  en  edte  ay  un- 
«tamíento  de  os  amonestar  lo  qae  á  todos  conviene, 

•  poique  'conocida  la  verdad  no  padezcan  muchos 
B  por  engafio  de  pocos.  No  se  turbe  ninguno,  ni  se 
«altere,  sí  por  ventura  oyere  lo  que  no  le  place; 
» porque  yo  en  verdad  bien  os  querría  complacer, 
npero  mas  os  deseo  salvar.  Toda  honra  ganada  é 
B  toda  franqueza  habida,  se  conserva  continando  los 
B  leales  é  virtuosos  trabajos  con  que  al  principio  se 
B  adquirió ,  é  se  pierde  usándolo  contrario.  Los  prí- 
B  meros  moradores  desta  cibdad  seyendo  obedientes 
lé  lealsi  i  los  Beyes,  firmes  é  no  variables  en  sus 


B  propósitos,  caritativos  é  no  órneles  á  sus  oibdada- 
B  nos,  acrecentaron  sefiorio,  é  ganaron  honra  é  fran- 
B  queza  para  sí  é  para  vosotros.  B  según  nos  pare- ' 
Boe,  algunos  de  los  que  agora  la  moran,  con  fasa- 
B  fias  de  crueldad,  desleáltad  é  inobediencia,  traba* 
B  jan  por  la  perder  en  gran  peligro  suyo  é  general 
B  perdioion  de  todos  vosotros.  Los  servicios  que  los 
B  primeros  caballeros  é  cibdadanos  de  Toledo  ficie- 
Bren  á  los  Beyes  de  Eapafia,  é  la  lealtad  que  les 
B  guardaron,  porque  merecieron  la  franqueza  é  li- 
Bbertad  que  oy  tenéis  no  conviene  aqui  repetir, 
»  porque  fueron  muchos  y  en  diversos  tiempos  f e- 
B  ches,  é  aun  porque  las  grandes  franquezas  é  Uber- 
B  tades  de  que  esta  cibdad  mas  que  otra  ninguna  de 
B  Bspafia  goza,  muestran  bien  ser  leales  é  muy  se- 
B  fialados.  Pero  soy  constrefiido  traer  á  vuestra  me- 
B  moría  los  deservicios  ó  rebeliones  que  de  pocos 
B  tiempos  acá  en  esta  cibdad  son  cometidos  contra 
B  los  Beyes  de  Castilla ;  porque  si  por  ellos  no  ovis- 
B  tes  pena ,  que  á  los  malos  enfrena,  hayáis  vergüeu- 
B  za  que  á  los  malos  reprime.  El  Bey  Don  Juan,  pa- 
B  dre  de  la  Beyna  nuestra  sefiora,  vino  á  esta  cíb- 
Bdad,  donde  debiera  ser  reoebido  como  Beyé  sobe- 
Brano  Sefior;  é  vosotros,  cometiendo  grave  caso, 
B  é  dando  mal  exemplo  i  los  oyentes,  le  cerrasteis 
B  las  puertas,  é  apoderastes  en  la  cibdad  contra  su 
B  expreso  mandamiento  al  Infante  Don  Enrique  su 
B primo,  qne  á  la  hora  no  estaba  en  su  grada.  Des- 
Bpues  perdonado  vuestro  yerro,  é  tomados  á  su 
B  obediencia,  dende  á  pocos  días  tomastes  á  desobe- 
Bdecer  é  rebelar  contra  él,  é  sufristes  que  viniese 
B  poderosamente  á  poner  su  real  sobre  vosotros.  B 
B  seyendo  único  rey  natural,  y  estando  todo  su  rey- 
B  no  pacífico  á  su  obediencia,  solos  vosotros  presn- 
B  mistes  de  le  quitar  su  título  real  por  vana  é  loca 
B  sugestión  de  los  alborotadores  de  quien  sois  lige- 
BTamente  traídos  á  semejantes  yerros.  Muerto  el 
B  Bey  Don  Juan ,  é  jurado  por  Bey  en  todo  el  Bey- 
B  no  y  en  esta  cibdad  su  fijo  el  Bey  Don  Enrique , 
Brebelastes  contra  él;  é  faciendo  división  en  el  Bey- 
Bno,  tomastes  por  vuestro  Bey  al  Principe  Don 
B  Alonso  su  hermano.  E  después  pasados  algunos 
Bdias  dexastes  al  Principe  Don  Alonso,  é  tomastes 
B  al  Bey  Don  Enrique;  el  qual  venido  á esta  dbdad, 
B  por  voluntad  de  algunos  do  vosotros,  el  día  que 
B  entró  en  día,  mudando  vuestro  propósito,  tomas- 
B  tes  armas,  é  le  oonstrefiistes  á  salir  fuera  dalla,  é 
B  tomastes  á  la  obedienda  del  Príncipe  Don  Alon- 
Bso.  Lueg^  á  pocos  dias  tomastes  á  la  obedienda 
Bdel  Rey  Don  Enrique,  dn  haber  razón  para  las 
Bunas,  ni  para  las  otras  mudanzas,  sino  solo  el  in- 
B  dudmiento  y  engafio  de  vuestros  alborotadores, 
B  que  degos  de  cobdicia  é  ambición,  ni  saben  dar 
B  buena  paz,  ni  usar  do  justa  guerra.  Podemos  ver- 
B  daderamente  creer,  que  si  la  primera  ó  segunda  re- 
Bbelíon  fueran  punidas  según  la  graveza  del  yerro 
bIo  requería,  ni  oviérades  atrevimiento  para  las 
B  otras ,  ni  dellas  á  los  reyes  que  recebistes,  ni  á  la 
B  dbdad  que  moráis ,  tantos  dafios,  robos,  é  destruí - 
B  cienes  se  siguieran  ;  porque  cosa  es  cierta  d  pue- 
B  ble  castigado  obedecer,  é  muchas  veces  perdona- 


IjOlT  FERNANDO 

mAo  floberUar.  BÍaerto  el  Rey  Don  Enrique,  todos 

•  vosotros  en  nnion  conformo  reoebistes  al  Rey  é  á 

•  laReyna,  proprietari a  verdadera  destos  Reynos, 

•  por  vaestros  seftores  naturales ;  é  les  íecistes  la 
t  solemnidad  del  juramento  de  lealtad,  que  subditos 
»son  obligados  de  gnardar  ¿  su  rey.  Agora  qnerria 
»  saber,  ¿  qué  oaasa,  qué  razón  tenéis ,  é  qné  f  neizas 
sreoebis,  6  receláis  recebir,  porque  contra  Dios,  é 

•  contra  vuestra  lealtad ,  y  especialmente  contra  el 
»  juramento  que  poco  ha  fecistes ,  dais  orejas  á  los 

•  esoandalÍEados  é  alborotadores  del  pueblo;  que 

•  propuesto  su  interese,  é  vuestro  dafio,  ponen  ve- 

•  neno  de  división  en  vuestra  cibdad ,  é  no  cansan 
»de  vos  inducir  é  traer  á  los  robos  é  incendios 

•  que  han  acostumbrado,  é  vos  engafian  que  toméis 
B  armas ,  é  pongáis  esta  cibdad  en  obediencia  del 
%Rey  de  Portogal  con  dafio  é  destruicion  de  to- 
B  dos  vosotros?  ¿No  habria  alguna  consideración  al 

•  temor  de  Dios,  ni  vos  pungiría  la  vergüenza  de 
» las  gentes ,  ó  siquiera  no  habríades  compasión  de 
» la  tierra  que  moráis  ?  ¿Podríamos  saber  qué  es  lo 
»  que  queréis,  6  quando  habrán  fin  vuestras  rebelio- 
»nes,  é  variedades,  ó  podria  ser  que  esta  cibdad 
»  sea  una  dentro  de  una  cerca ;  é  no  sea  tantas,  ni 
»  mandada  por  tantos?  ¿No  sabéis  que  en  el  pueblo 
s  do  muchos  quieren  mandar,  ninguno  quiere  obe- 
Bdecer?  Yo  siempre  oi  decir,  que  proprío  es  i  los 
»  reyes  el  mando,  é  á  loe  subditos  la  obediencia  ;  é 
«quando  esta  orden  se  pervierte,  ni  hay  cibdad  que 
i  dure,  ni  rey  no  que  permanezca.  B  vosotros  no  sois 

•  superiores ,  é  queréis  mandar,  sois  inferiores,  é  no 
»  sabéis  obedecer ,  do  se  signe  rebelión  i  los  reyes, 
B  males  á  vuestros  vecinos ,  pecados  á  vosotros,  é 
B  destruicion  común  á  los  unos  é  i  los  otros.  Muchos 
B  piensan  ser  relevados  deetas  culpas ,  diciendo:  so- 
A  mos  mandados  por  los  principales  que  nos  guian. 
B  ¡O  digna  é  muy  suficiente  escusacion  de  varones! 
B  Sois  obedientes  á  los  alborotadores  que  vos  man- 
B  dan  robar  é  rebelar,  é  sois  rebeldes  á  vuestro  Rey 
B  que  vos  quiere  pacificar  é  guardar.  E  quercis  dar 
Bá  entender,  que  la  rebelión  i  los  reyes,  é  los  ro- 
Bbos  que  habéis  fecho  á  vuestros  cibdadanos,  se 
B  deben  imputar  i  loa  consejeros ;  como  si  vosotros 
Bno  snpiésedes,  que  rebelar  é  robar  son  crimines 
B  tan  feos,  que  ninguno  los  debe  cometer  traido  por 
B  fuerza,  ni  menos  por  engafio  de  aquellos  que  de- 
B  cis  que  vos  guian;  á  los  quales  si  vosotros  tenéis 
B  por  principales  guiadores,  mucho  erráis  por  cierto 
B  en  la  guia  verdadera;  porque  sus  principios  des* 
B  tos  principales  son  soberbia,  é  sus  medios  invidia, 
B  é  sus  fines  muertes,  é  robos,  é  destruiciones.  Ansí 
B  que  menos  podéis  vosotros  escusaros  de  culpa  con- 
B  sintiendo,  que  dios  de  pena  consejando.  Verdade- 
B  ramente  creed,  que  si  cada  uno  de  vosotros  tuvie- 
B  se  á  Dios  por  principal ,  estos  que  llamáis  prínci- 
B  pales,  ni  temian  autoridad,  ni  serian  creidos  como 
B  prindpales ;  antes  como  indinos  é  dafiadores  se- 
Brian  apartados,  no  solamente  del  pueblo,  mas  del 
B  mundo;  pues  tienen  las  intenciones  tan  dafiadas. 
B  que  ni  el  temor  de  Dios  los  retrae,  ni  el  del  Rey 
líos  enfrena,  ni  la  condenóla  los  acusa ,  ni  la  ver- 


É  DOÑA  iSABEti.  M6 

gfienza  los  impide,  ni  la  razón  los  manda ,  ni  la  ley 
los  sojuzga.  E  con  la  sed  rabiosa  que  tienen  de  al- 
canzar en  los  pueblos  honras  é  riquezas,  carecien- 
do del  buen  saber  por  do  las  verdaderas  se  alcan- 
zan ,  despiertan  alborotos ,  é  procuran  divisiones 
para  los  adquirir,  pecando  é  faciendo  pecar  al  pue- 
blo. El  qual  no  puede  tener  por  cierto  quieto,  ni . 
próspero  estado ,  quando  lo  que  estos  sediciosos 
piensan ,  dicen ,  é  lo  que  dicen ,  pueden ,  é  lo  que 
pueden  osan ,  é  lo  que  osan  ponen  en  obra,  é  nin- 
guno de  vosotros  gelo  resiste.  |0  infortunados 
aquellos,  cuya  memoria  de  tales  crimines  queda  á 
los  vivientes  1  Allende  desto  querria  saber  de  vos- 
otros ,  qué  riqueza ,  qué  libertades,  6  qué  acrecen- 
tamientos de  honra  habéis  habido  de  las  alteracio- 
nes é  rebeliones  pasadas,  ¿Dan  por  ventura,  6  re- 
parten estos  alborotadores  algunos  bienes  é  oficios 
entre  vosotros,  6  falláis  algún  bien  en  vuestras  ca- 
sas de  sus  palabras  y  engafios,  ó  puede  alguno  de- 
dr  que  poséis  algo  de  los  robos  pasados?  No  por 
cierto  :  antes  vemos  sus  f  adeudas  crecidas,  é  las 
vuestras  menguadas;  é  con  vuestras  fuerzas  é  peli- 
gros, haber  ellos  honras  é  ofidos  de  iniquidad.  B 
vemos,  que  al  fin  do  todas  las  rebeliones  é  discri- 
mines en  que  vos  ponen,  vosotros  quedáis  dem- 
pre  pueblo  engafiado,  dn  provecho,  dn  honra,  dn 
autoridad,  é  con  disfamia,  pdigro,  é  pobreza  ;  é 
lo  que  peor  é  mas  grave  es ,  mostráis  os  rebddes, 
á  vuestro  Rey,  destruidores  de  vuestra  tierra,  sub-» . 
jetos  á  los  malos  que  crian  la  guerra  dentro  de 
la  cibdad  do  es  prohibida ;  é  no  tienen  ánimo  fue-  . 
ra  de  ella ,  do  es  necesaria.  E  porque  mi  f  abla  maa 
pura  sea ,  é  faga  el  fruto  que  yo  deseo ,  é  á  vos- 
otros cumplo,  convemá  aclarar  una  de  las  princi- 
pales causas  destos  vuestros  escándalos,  afiuolla 
en  que,  según  pienso,  el  mayor  número  do  vosotros 
peca.  Pienso  yo,  que  vosotros  no  podéis  buena- 
mente sofrir ,  que  algunos  que  juzgáis  no  ser  de 
linage,  tengan  honras  é  oficios  de  gobernación  en 
esta  cibdad ;  porque  entendéis,  que  el  defecto  do 
la  sangre  les  quita  la  habilidad  del  gobernar.  An- 
dmesmo  vos  pesa  ver  riquezas  en  homes,  que  se- 
gún vuestro  pensamiento  no  las  merecen,  en  espe- 
cial aquellos  que  nuevamente  las  ganaron.  E  des- 
tas  cosas  que  sentis  ser  incomportables,  se  engen- 
dra un  mordimiento  de  invidia,  é  de  la  invidia 
nace  un  odio  tal ,  que  vos  mueve  ligeramente  á  to- 
mar armas ,  é  hacer  insultos  en  la  cibdad.  E  no  sé 
yo  que  so  puede  colegir  desto,  salvo  que  querria- 
des  enmendar  el  mundo,  porque  vos  parece  que 
va  errado,  é  los  bienes  del  no  bien  repartidos.  |0 
cibdadanos  de  Toledo ,  pleyto  viejo  tomáis  por 
derto ,  é  querdla  muy  antigua,  no  aun  por  nues- 
tros pecados  en  el  mundo  fenecida  cuyas  raices 
son  hondas,  nacidas  con  los  primeros  homes,  é  sus 
ramas  de  confusión  que  ciegan  los  entendimien- 
tos, é  las  flores,  secas  é  amarillas  que  afligen  el 
pensamiento ,  é  su  fruto  tan  dafiado  é  tan  mortal 
que  crió  é  cria  la  mayor  parte  de  los  malee  que  en. . 
el  mundo  pasan ,  é  han  pasado ,  los  que  habéis  oí- 
do,  é  los  que  habéis  de  oir.  Mirad  agora  quanto 


Aéé 


(mÓÑIOAB  DI  tos  líiYÉB  DÉ  OÁSTÍLtÁ. 


»  yem  el  apailonado  dette  •mor :  porqae  desando 
i  dO'  deotr  oomo  yarní  contra  la  ley  de  natura,  paea 
1  todoa  Bomoa  naoidoa  de  un  padre  é  de  una  masa, 
B  é  oyimoa  un  principio  noble:  y  especialmente  con- 
»tra  aquella  clara  Tirtnd  de  la  caridad  que  noe 
»  alumbra  el  camino  de  la  f  elioidad  Terdadera ;  ha- 
1  beia  de  saber  que  se  lee  en  la  Sacra  Scriptura,  que 
1  ovo  una  nación  de  gigantes,  que  fué  por  Dios  des- 
» truida,  porque  según  se  dice,  presumieron  pelear 
i  con  el  cielo.  ¿Pues  qué  otra  cosa  podemos  enten- 

•  der  de  los  que  mordidos  de  invidia,  facen  divisto- 
»  nes  é  robos  en  los  pueblos?  sino  que  remedando 

•  la  soberbia  de  aquellos  gigantes,  quieren  pelear 
1  con  el  cielo,  é  quitar  la  fuersa  á  las  estrellas,  re- 
1  putando  las  gracias  que  Dios  reparte  á  cada  uno 
icomo  le  place,  en  virtud  de  las  quales  alcanzan 
1  estas  honras  é  bienes,  que  vosotros  presumís  en- 
»  mondar  ó  contradecir.  Vemoe  por  experiencia  al- 
B  gunos  homes  destos  que  juagamos  nacidos  de  baxa 
B  sangre,  forzarlos  su  natural  inclinación  i  dexar 
B  los  oficios  baxoa  de  loa  padrea ,  é  aprender  scien- 
Bda,  é  ser  grandes  letrados.  Vemos  otros  que  tie- 
Buen  inclinación  natural  á  las  armas,  otros  á  la 
B  agricultura,  otros  á  bien  ó  compuestamente  f  ablar, 
B  otros  á  administrar  é  regir,  é  á  otras  artes  direr- 
«saa,  ó  tener  en  ellas  habilidad  singular  que  les  da 
B  su  inclinación  naturaL  Otrosí  vemos  diversidad 
B  grande  de  condiciones,  no  solamente  entre  la  muí- 
B  titnd  de  loa  homes,  mas  aun  entre  los  hermanos 
B  nacidos  de  un  padre  é  de  una  madre :  el  uno  ve- 
amos  sabio,  el  otro  ignorante  ;  uno  cobarde,  otro 
B esforzado;  liberal  el  un  hermano,  el  otro  avaríen- 
Bto  ;  uno  dado  á  algunas  artes,  otro  á  ningunas. 
BEn  esta  dbdad  pocos  diaa  ha  vimos  un  heme  pe- 
B  rayle ,  nacido  ó  criado  desde  su  niftes  en  el  oficio 
Bde  adobar  palios ,  el  qual  era  sabio  en  el  arte  de  la 
B  astrología,  y  el  movimiento  de  las  estrellas,  sin 
B  haber  abierto  libro  dello.  Mirad  agora  quan  gran 
B  diferencia  hay  entre  el  oficio  de  adobar  pafios  é 
B  la  sciencia  del  movimiento  de  los  cielos ;  pero  la 
B  fuerza  de  su  constelación  le  llevó  á  aquello,  por  do 
Bovo  en  la  cibdad  honra  é  reputación.  ¿Podréis  por 
B  yentura  quitar  á  estos  la  inclinación  natural  que 
B  tienen,  do  les  procede  esta  honra  que  poseen?  No 
B  por  cierto ,  sino  peleando  con  el  cielo ,  oomo  ficíe- 
B  ron  aquellos  gigantes  que  fueron  destruidos.  Tam- 
B  bien  vemos  los  fijos  é  descendientes  de  muchos  re- 
B  yesé  notables  homes  escuderos  é  olvidados,  por  ser 
B  inhábiles  é  de  baxa  condición.  Fagamos  agora  que 
o  sean  esforzados  todos  los  que  vienen  del  linaje 
B  del  Bey  Pirro,  porque  su  padre  fué  esforzado.  O 
B  f agamoa  sabios  á  todos  los  descendientes  de  Salo- 
Bmon,  porque  su  padre  fué  el  mas  sabio.  O  dad  rí- 
B  quezas,  y  estados  grandes  á  los  del  linage  del  Rey 
B  Don  Pedro  de  Oastilla,  é  del  Rey  Don  Dionis  de 
BPortogal,  p6ea  que  no  lo  tienen,  é  vos  parece  que 
B  lo  deben  tener  por  ser  de  linage.  B  si  el  mundo 
B  queréis  enmendar,  quitad  las  grandes  dignidades, 
B  Vasallos  é  rentas  é  oficios ,  que  el  Rey  Don  Enri- 
B  que  de  treinta  aflos  á  esta  parte  di6  á  homes  de 
•  baxo  linage.  Vano  trabajo  por  cierto ,  é  fatiga 


B  grande  de  espíritu  da  al  ignorante  este  triste  pa* 
B  oado,  el  qual  ningún  fruto  de  delectación  tiene  ; 
B  porque  en  el  acto,  y  en  el  fin  del  acto  engendra 
B  tristeza,  con  que  llora  su  mal  proprío,  y  el  bien 
B  ageno.  Ansí  que  no  hayas  molesto  ver  riquezas  é 
B  honores  en  aquellos  que  á  vosotros  parece  que  no 
Blas  deben  tener,  é  carecer  dellas  á  los  que  por  U- 
B  nage  pensáis  que  las  merecen,  porque  esto  pro- 
B  cede  de  una  ordenación  divina ,  qu9  no  se  puede 
B  repunar  en  la  tierra ,  sino  oon  destruicion  de  la 
B  tierra.  B  habéis  de  creer  que  Dios  fizo  homes 
Bé  no  fizo  linages  en  que  escogiesen.  A  todoa  fi- 
B  zo  nobles  en  su  nacimiento;  la  vileza  de  la  san- 
Bgre  é  obscuridad  del  linage,  con  ana  manos  la 
B  toma  aquel  que  dexando  el  camino  de  la  dará  vir- 
B  tnd  ae  inclina  á  los  vides  dd  camino  errado.  B 
B  pues  á  ninguno  dieron  decdon  de  linage  qnando 
Buadó,  é  á  todos  se  dio  decdon  de  costumbres 
B  quando  viven,  impouble  seria  según  razón,  ser  d 
B  bueno  privado  de  honra,  ni  d  mdo  tenerla,  aun* 
B  que  sus  primeros  la  hayan  tenido.  Muchos  de  loa 
B  que  desdenden  de  noble  sangre,  vemos  pobres,  á 
B  quien  ni  la  nobleza  de  ana  primeros  pudo  qdtar 
B  pobreza,  ni  dar  autoridad.  Donde  podemos  clara- 
B mente  ver,  que  esta  nobleza  que  opinamoa,  nin* 
B  guna  fuerza  natural  tiene  que  la  faga  permanecer 
Bdo  unos  en  otros,  dno  permaneciendo  la  virtud 
B  que  la  verdadera  nobleza  da.  Habemos  andmesmo 
Bde  considerar,  que  anaí  oomo  el  cielo  un  momento 
Bno  está  firme  ni  quedo,  ansí  las  cosaa  de  la  tierra 
B  no  pueden  estar  en  un  estado;  todas  Isa  muda  el 
B  que  nunca  ae  muda.  Sólo  d  amor  de  Dios,  é  la  oa- 
Bridad  del  préximo  ea  lo  que  permanece;  la  qual 
B  engendra  en  el  christiano  buenos  pensamientos,  é  le 
B  da  gracia  para  las  buenas  obraa  que  facen  la  ver- 
B  dadora  fidalgnía,  é  para  acabar  bien  esta  vida,  é 
B  ser,  del  linage  de  -los  santos  en  la  otra.  To,  sefio* 
B  res,  condderando  d  crimen  detestable  que  en  esta 
B  dbdad  imaginaban  algunos  cometer  contra  la  ma* 
B  gestad  real,  bien  quisiera  estender  maa  la  justicia 
B  que  comencé  á  facer  en  dgunoa  ddinqflentes,  pero 
B  déxolo  agora  por  dos  respetos :  el  primero ,  por- 
B  que  conozco,  que  el  Rey  é  la  Reyna  nuestros  Se- 
B  flores  son  tan  piadosos,  que  no  se  gozan  en  la  san- 
B  gre  de  sus  subditos ;  lo  otro,  porque  entiendo  que 
B  mis  razonea  f aran  tal  fruto  en  los  errados ,  que  co- 
B  nocido  su  yerro ,  é  temiendo  la  justida,  darán  td 
B  reposo  á  sí  é  á  vosotros,  que  olvidaran  todo  mal 
B  pensamiento. 

Oidas  las  razones  de  Gómez  Manrique,  todas 
aqudlaa  gentes  partidas  en  partes,  los  unos  se  sd- 
vaban  afirmando  no  saber  aquella  conjuración,  otros 
la  agraviaban  mucho ,  é  decían,  que  todos  los  que 
en  día  habian  entendido  debían  ser  castigados. 
Pero  and  los  que  en  su  secreto  sabían  sus  yerros,  por 
ser  libres  de  pena,  cómelos  inocentes,  por  gozar  de 
la  paz  que  deseaban,  fueron  alegres  por  la  seguri^ 
dad  que  Gómez  Manrique  les  dié.  T  en  aquella  ma- 
nera se  remedió  el  escándalo  que  en  aqudla  dbdad 
se  trataba. 


DONFEBRANDO 


OAPITULO  LXXX. 

Gomo  el  Rey  é  la  Reyaa  ftieroo  avisados  que  el  Rey  da  Poriogal 
quería  entrar  otra  toz  en  Castilla,  é  proToyeron  en  la  («erra  del 
Marquesado  de  VUlena;  é  de  la  reeonelllaelon  del  Anoblspo  de 
Toledo. 

El  Bey  é  la  Beyna,  estando  en  la  cibdad  de  06r- 
dova,  fueron,  segon  habernos  dicho,  avisados  que 
el  Ansobispo  de  Toledo  trataba  de  nuevo  con  el  Bey 
de  Portogal  que  entrase  en  Castilla  ó  viniese  á  la  su 
viüadeTalavera;  éque  allí  vernian  áél  algnnos 
grandes  é  otros  caballeros  del  Beyno,  á  qnien  él 
solicitaba  qne  tomasen  su  voz  ;  é  que  dende  aque- 
lla villa  proseguiría  su  empresa  para  haber  los  Bey- 
nos  de  Castilla.  Sopieron  ansimesmo,  que  el  Bey  de 
Portogal  lo  habla  aceptado,  é  que  el  Príncipe  su  fijo, 
é  otros  algunos  caballeros  de  su  Beyno  le  retraían 
dello,  é  le  consejaban  que  no  lo  aceptase  Porque  si 
la  primera  entrada  que  fizo  en  Castilla  con  mejores 
fundamentos  é  mayores  fuerzas  habia  seydo  incier- 
ta, é  le  habia  puesto  en  grandes  peligros,  quanto 
mas  lo  sería  la  segunda,  que  no  tenia  otra  certini- 
dad, sino  la  que  solo  el  Arzobispo  le  f  acia.  Bl  Bey 
de  Portogal ,  considerando  que  en  haber  principia- 
do é  no  acabado  su  empresa  recebia  gran  mengua, 
refusaba  todo  consejo  que  contra  su  voto  le  fuese 
dado,  porque  entendí  a  que  mayor  honra  le  era  morir 
con  infortunios  en  Castilla  prosiguiendo  esta  de- 
manda, que  vivir  con  prosperidad  en  otras  partes 
dexáudose  della.  Otrosí  ovieron  nueva  que  el  Mar- 
qués de  Villena  habla  ido  á  la  cibdad  de  Chinchilla 
á  resistir  el  sitio  que  el  Gobernador  que  la  Beyna 
puso  en  el  Marquesada  tenia  sobre  aquella  cibdad, 
é  le  habia  impedido  algunas  execuciones  de  justi- 
cia, que  con  los  poderes  reales  quería  executar  en 
aquella  tierra,  especialmente  en  la  cibdad  de  Chin- 
chilla ,  didendo  que  aquello  que  executaba  era  in- 
justo, é  procedía  dé  voluntad  de  aquel  Gobernador, 
é  no  de  voluntad  de  la  Beyna,  porque  era  contra  lo 
asentado  con  él  al  tiempo  que  le  habían  recondlía- 
do  á  su  servicio.  Et^é  fecha  relación  al  Bey  é  á 
la  Beyna,  oomo  el  Marqués  habia  fecho  aquel  mo- 
vimiento, porque  conocía  la  necesidad  en  que  esta- 
ban puestos  en  la  guerra  que  con  el  Bey  de  Porto- 
gal  se  esperaba,  á  fin  de  recobrar  las  villas  é  tierras 
que  habia  perdido  del  Marquesado  de  ViUena.  El 
Bey  é  la  Beyna,  habidas  estas  nuevas,  embiaron 
por  capitanes  á  Don  Jorge  Manrique  fijo  del  Maes- 
tre Don  Bodrígo  Manrique,  é  á  Pedro  Bnis  de  Alar- 
oon,  bien  proveídos  de  gente  de  caballo  al  Mar- 
quesado de  Villena,  para  guardar  aquella  tierra,  é 
resistir  qualqnler  fuerza  que  el  Marqués  en  ella 
tentase  facer ;  é  para  facer  guerra  á  la  cibdad  de 
Chinchilla,  é  á  las  villas  de  Belmonte  é  Alarcon ,  ó 
al  castillo  de  Garcimufioz  que  estaban  por  él.  Otrosi 
proveyeron  en  aquel  nuevo  escándalo  que  el  Arzo- 
bispo facía,  é  dieron  cargo  al  bastardo  hermano  del 
Bey,  Duque  de  Villahermosa,  que  estuviese  en  la 
villa  de  Madrid ;  el  qual  puso  gente  de  armas  en 
aquellos  lugares  comarcanos  de  la  villa  do  Alcalá 
Or^m. 


ÉDOÍÍA  ISABEL      -  887 

donde  el  Arzobispo  estaba,  ptra  le  irésistir  ú  mot- , 
viese  á  facer  guerra,  6  d  fuese  á  Toledo  según  pen- 
saba que  irifU  B  mandaron  dar  sus  cartas  para  to- 
das las  dbdades ,  villas  é  lugares  del  Arzobispado 
de  Toledo,  recontando  el  ollas  el  perdón  que  pocos 
días  antes  fideron  al  Arzobispo  de  los  yerros  pasa- 
dos. De  los  quales  no  contento,  afiadiendo  otros  ma- 
yores, trataba  con  el  Bey  de  Portogal  para  lo  me- 
ter en  sus  Beynos,  é  mover  nuevas  guerras  en  gran 
deservido  de  Dios  é  suyo,  é  quebrantamiento  del 
segundo  juraikíento  que  poco  antes  le  habia  fecho : 
por  las  quales  cosas  ellos  querían  proceder  contra  él, 
é  procurar  con  el  Santo  Padre  quele  privase  del  Ar- 
zobispado, é  le  diese  pena  condigna  de  tales  é  tan 
desleales  crimines.  T  entretanto  mandaron  embar- 
gar todas  sus  rentas.  Otrod  mandaron  á  todos  los 
qne  con  él  estaban ,  que  luego  se  apartasen  de  su 
compañía,  é  no  le  diesen  favor  ni  ayuda,  so.pena 
quo  perdiesen  sus  bienes,  é  les  derribasen  las  casas 
de  su  morada.  E  de  fecho  fueron  derribadas  en  la 
villa  de  Madrid  las  casas  do  algunos ,  que  oontra  el 
mandamiento  dd  Bey  é  de  la  Beyna  estovieron  oo.ü 
d  Arzobispo. 

Como  estas  cartas  fueron  publicadas  en  todos  los 
lugares  del  Arzobispado,  luego  fueron  embargadas 
las  rentas  del  Arzobispo,  é  no  le  era  acudido  con 
maravedís  ni  pan  alguno  dallas;  é  muchos  de  los 
que  con  él  estaban  se  despidieron  del,  porque  sus 
casas  no  fuesen  derribadas.  Andmesmo  Diego  Ló- 
pez de  Ayala  un  capitán  de  la  Beyna ,  entró  secre- 
tamente en  la  villa  de  Talavera,  é  apoderóse  de  la 
fortaleza  della.  Las  otras  villas  é  lugares  dd  Arso* 
Uspado  que  eran  llanas,  considerando  quan  desho- 
nesta era  la  mudanza  quo  d  Arzobispo  fada,  estaban 
alteradas  para  se  alzar  oontra  éL  Los  caballeros  de 
su  casa  é  sus  criados ,  por  la  mayor  parte  estaban 
descontentos  de  aquel  camino  quo  el  Arzobispo 
tomaba  á  seguir ,  é  requerianle  que  lo  dexase.  B 
porque  ordan  que  el  Arzobispo  facía  este  nuevo  es- 
cándalo por  consejo  de  aquel  Alarcon,  á  quien  ha- 
bernos dicho  que  daba  gran  crédito ,  fué  de  tal  ma- 
nera amenazado,  que  no  creyendo  que  podria  esca- 
par de  sus  manos,  acordó  de  se  absentar,  é  fué  para 
d  Beyno  de  Frauda.  Pero  ni  por  d  absencía  do 
este  Alarcon,  el  Arzobispo  dexó  de  oontínar  su 
propósito  contra  el  voto  de  los  prindpales  de  su 
casa.  Entre  losqudes  uno  que  se  llamaba  d  Doctor 
Don  Tollo  de  Buendia,  Arcediano  do  Toledo,  letrar 
do,  é  homo  de  loable  exemplo  de  vida,  criado  anti- 
guo del  Arzobispo,  veyendo  que  no  le  podían  apar- 
tar do  la  oompafiia  dd  Bey  do  Portogal,  é  que  su 
f  edio  iba  en  perdición,  habiendo  respecto  á  lo  que 
buen  heme  es  obligado  de  facer  por  sn  sefior  en  tiem- 
po do  extrema  neoesidad;  como  quiera  que  fuese  bo- 
rne viejo,  é  apartado  ya  de  toda  negodadon  mun- 
dana, fué  d  Ansobispo  á  le  consejar  que  dexase 
aquel  camino  que  quería  llevar  adelante,  é  dixolo: 
c  Seffor,  si  entre  tanta  multitud  de  gentes  vedes  qne 
Bplogo  á  Dios  degiros  por  Prelado  de  la  Iglsia  ma- 
lyor  de  las  Espafias ;  en  pago  de  tanto  benefido,  no 
»debeis  escandalizar  la  tierra,  ni  poneria  en  guenra, 

22 


^  838 


CRÓNIOAB  DE  LOS  BEYES  DE  OASTILLA. 


•mnoho  Agena  de  yaettro  hábito  ó  religión;  por- 
•que  os  moatraríadee  ingrato  i  Dios  que  vos  dio 
•esta  dignidad,  y  enemigo  de  la  tierra  á  quien  de- 
•bei8  ser  padre.  Oontemplemos,  eefior,  en  la  breye- 
•dad  de  nuestra  vida,  é  gastémosla  en  enmendar 
•los  jerroB  'pasados;  porque  dezen^os  acá  buen 
•exemplo,  é  aloancemoe  allá  verdadera  gloria. » 

El  Arzobispo^  veyendo  que  algunos  grandes  del 
Beyno  con  quien  trataba  no  le  respondían  según 
esperaba,  é  que  no  le  acudian  con  sus  rentas,  ni  te- 
nia dinero  para  pagar  el  sueldo  á  la  gente  de  armas 
que  tenia  junta;  veyéndose  puesto  por  muchas  par- 
tes en  extremas  necesidades,  conociendo  ansimes- 
mo  la  sana  intención  doste  Arcediano ,  dióle  comi- 
sión para  facer  aquello  que  entendiese  que  debia 
facer  en  guarda  de  su  honra  y  estado.  Esto  Arce- 
diano fuá  con  esta  comisión  al  Rey  é  á  la  Beyna 
que  estaban  en  Córdoba,   los  quales  le  tenian  en 


les  piada  de  usar  con  el  Aisobispo  de  la  piedad 
que  á  ellos  oonvenia,  é  no  de  la  josticia  que  él  me- 
reoia,  é  que  le  perdonaban  otra  vea,  ansí  por  gratifi- 
car al  Bey  de  Aragón,  á  quien  sabian  que  placerla 
dello,  como  por  las  buenas  raaones  é  humillaciones 
que  de  su  parte  les  había  fecho.  Pero  demandaron 
que  les  entregase  el  Arzobispo  todas  las  fortalezas 
que  tenia,  por  quitarle  del  pensamiento  los  alboro- 
tos que  en  fiucia  deUaa  imaginaba  facer  en  deser- 
vicio de  Dios,  é  dafio  de  su  conaciencia,  y  en  agra- 
vio general  de  la  tierra.  £1  Arcediano  do  Toledo,  de 
parte  del  Arzobispo  prometid  de  las  entregar  luego 
á  quien  el  Bey  é  la  Beyna  mandasen.  El  Arzobispo, 
cumpliendo  lo  que  el  Arcediano  prometió  de  su 
parte^  entregó  las  fortalezas  de  Alcalá  la  vieja,  é 
Brihuega,  é  Santorcaz ,  é  la  Guardia,  é  Almonaoil, 
é  Oanaies,  é  Uceda;  en  las  quales  el  Bey  é  la  Bey- 
na pusieron  sus  Alcaydes,  que  les  ficieron  pleyto 


gran  veneración,  por  respecto  de  su  soiencia  é  ho-  I  omenage,  é  prometieron  de  no  acoger  en  ellas  al 
nestidad  de  vida.  B  como  quiera  que  por  la  indina-      Arzobispo,  ni  á  otra  persona  alguna  sin  su  manda- 


oion  que  tenian  concebida  del  Arzobispo,  estaban 
en  propósito  de  no  oir  mensagero ,  ni  trato  que  les 
fuese  movido  de  su  parte;  pero  la  bondad  del  men- 
sagero fizo  ablandar  la  ira  que  del  Arzobispo  tenian 
concebida,  é  recebirlo  humanamente.  Este  Arcedia- 
no les  dixo  que  la  clemencia  de  los  Beyes  es  un 
vencimiento  de  mayor  gloría  que  aquel  que  en  las 
batallas  se  alcanza  ;  ó  que  no  venia  á  salvar  al  Ar- 
zobispo, ni  dar  razones  de  sus  yerros,  ni  menos  que- 
na decir  que  tenia  confianza  en  su  inocencia,  pero 
que  la  tenia  en  la  magnanimidad  del  Bey  é  de  la 
Beyna,  porque  oreia  que  eran  muy  grandes,  serían 
muy  piadosos,  é  mostrarían  su  grandeza  en  el  per- 
donar, é  que  no  mirarían  á  los  yerros  presentes, 
mas  recordarían  los  servicios  pasados ,  si  algunos 
les  habla  hecho  el  Arzobispo.  Por  onde  que  les  su- 
plicaba, que  viesen  la  orden  que  daban,  é  lo  que  les 
placia  que  se  ficiese,  é  luego  se  pomia  en  obra ;  por- 
que él  y  todo  lo  que  tenia,  se  ponia  en  sus  manos 
reales.  El  Bey  é  la  Beyna,  oidas  aquellas  palabras, 
respondieron,  que  verían  én  aquello  que  habia  pro- 
puesto, é  lo  mandarían  expedir  prestamente. 

CAPÍTULO  LXXXI. 

61fS0Bse  !••  eossf  qas  pasaron  en  el  alo  do  ntl  6  qnatroelestoi 
é  aeleoia  é  booto  afioa.  Como  el  Rey  é  la  Royna  roeron  á  Goa- 
dalopOt  é  do  laa  eosaa  que  alU  fldoroo. 

Fechas  é  asentadas  las  cosas  que  el  Bey  é  la  Bey- 
na fioieron  en  Córdoba,  acordaron  de  partir  de 
aquella  dbdad,  é  venir  para  la  villa  de  Guadalupe, 
por  estar  en  comarca  del  Beyno  de  Portogal,  para 
proveer  en  las  cosas  necesarias  á  la  guerra  de 
aquélla  frontera,  é  ansimesmo  en  comarca  del  rey- 
no  de  Toledo,  é  de  la  villa  de  Escalona,  donde  es- 
taba gente  del  Marqués  de  Villena  faciendo  guerra 
en  aquella  tierra.  Venidos  á  Guadalupe^  después  de 
algunas  pláticas  habidas  con  el  Arcediano  de  Tole- 
do en  aquel  negocio  del  Arzobispo,  acordaron  de 
olvidar  los  yerros,  é  dexar  la  ira  que  del  Arzobispo 
hablan  oonoebid0|  é  respondieron  al  Arcediano  que  [ 


do.  Asentaron  ansimesmo,  que  la  villa  de  Talaver^ 
eatoviese  en  poder  de  aquel  Diego  López  de  Ayala 
que  la  tomó,  é  toviose  la  justicia  é  jurisdicion  della, 
ó  no  recibiese  al  Arzobispo,  ni  á  otra  persona  pode- 
rosa salvo  al  Boy  é  á  la  Beyna,  ó  á  quien  ellos  man- 
dasen ;  é  que  el  Arzobispo  pegaso  las  tenencias  á 
los  Alcaydos  que  el  Bey  é  la  Beyna  pusiesen  en 
aquellas  fortalezas,  é  les  diese  todos  los  bastimen- 
tos é  pertrechos  que  fueren  menester  para  la  pro- 
visión é  guarda  dellas.  Las  quales  entregadas  á  las 
personas  que  el  Bey  ó  la  Boyna  pusieron  por  Alcay- 
des, é  puesto  en  execucion  todo  lo  que  por  aquel 
Arcediano  fué  asentado,  el  Bey  é  la  Boyna  manda- 
ron sus  cartas  para  desembargar  sus  rentas  al  Ar- 
zobispo. El  qual  como  se  vido  sin  fortalezas,  cesó 
de  pensar  pensamientos  escandalosos,  é  cesó  ansi- 
mesmo la  pendencia  que  tenia  con  el  Bey  de  Por- 
togal ,  porque  lo  f alloscian  las  fuerzas  con  que  le 
pedia  ayudar;  é  donde  en  adelante  vivió  pacífica- 
mente, sin  dar  á  su  espíritu  inquietud ,  é  al  Beyno 
de  Castilla  escándalos» 

CAPÍTULO  LXXXIL 

Do  la  guerra  qae  so  flio  eontra  el  Marqaéa  de  VUlesa 
en  Escalona  j  en  el  Marquesado. 

Estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  Guadalupe,  man- 
daron 1^1  bastardo  hermano  del  Bey,  Duque  de  Vi- 
Uahermosa,  qne  era  capitán  mayor  de  la  gente  de 
las  hermandades,  qne  fuese  con  algunas  gentes  á 
Almorox ,  un  lugar  cerca  de  la  villa  ^e  Escalona, 
para  resistir  á  la  gente  del  Marqués  los  robos  é  otros 
males  que  facían  por  la  comarca.  T  en  aquel  lugar 
de  Almorox,  y  en  Maqueda  puso  gentes  de  caballo, 
que  todos  los  mas  dias  sallan  al  campo,  é  peleaban 
con  los  do  la  villa  de  Escalona ;  en  la  quál  estaba 
por  capitán  un  hermano  del  Marqués  bastardo^  que 
se  llamaba  Don  Juan  Pacheco,  que  después  fué 
muerto  en  Zamora,  é  por  Alcayde  de  los  alcázares 
un  caballero  natural  de  Madrid,  que  so  llamaba 
Juan  de  Luxan  |  los  quales  tenian  qnatrooientoa 


DON  FERNANDO 

liomet  á  cuballo,  é  qninientofi  peones,  que  aalien 
continamente  por  la  tierra  á  traer  loa  baatimentoa 
qne  eran  neoeaarioa*  Anaimeemo  en  el  Marqneeado 
donde  eataban  por  oapitanea  contra  el  MarqnéS| 
Don  Jorge  Manrique  é  Poro  Bni2  de  Alarcon,  pe- 
leaban loB  mas  diaa  con  el  Marqnés  de  Villena  é 
con  sn  gente ;  é  habia  entre  ellos  algunos  recnen- 
tros ,  en  nno  de  los  quales ,  el  capitán  Don  Jorge 
Manrique  se  metió  ]con  tanta  osadía  entre  los  ene- 
migos, qne  por  no  ser  yisto  de  los  suyos,  para  que 
fuera  socorrido  le  firieron  de  muchos  golpes,  é  mu- 
rió peleando  cercs  de  las  puertas  del  castillo  de 
Garcimufioz,  donde  acaeció  aquella  pelea,  en  la  qual 
murieron  algunos  escuderos  é  peones  de  la  una  é 
de  la  otra  parte.  En  aquella  guerra  habia  algunos 
prisioneros  que  se  tomaban,  é  los  capitanes  del  Rey 
é  de  la  Reyna  acordaron  de  af  orear  seis  homes  de  los 
que  prendieron,  porque  siguiendo  guerra  injusta, 
peleaban  contra  el  Rey  en  su  Reyno.  Visto  por  la 
gente  de  armas  que  estaba  con  el  Marqués  aquella 
justicia,  recelando  que  qualquier  dellos  que  fuese 
preso  seria  aforcado,  requirieron  i  un  caballero  qne 
se  llamaba  Juan  de  Berrio  capitán  de  la  gente  del 
Marqués,  que  aforcase  otros  seis  de  los  prisioneros 
que  estaban  en  su  poder.  Aquel  capitán,  temiendo 
que  su  gente  por  aquella  causa  no  enflaqueciese, 
acordó  de  af  croar  algunos  de  los  que  tenia  presos ; 
é  mandó  que  echasen  suertes  los  presos,  é  los  sds 
dellos  ¿  quien  cayese  por  suerte  fuesen  degollados. 
Acaeció,  que  una  de  las  suertes  cayó  á  un  escudero 
yecino  de  Villanneya  de  la  Xara  aldea  de  Alaroon, 
heme  de  fasta  qaarenta  é  cinco  afios ,  casado  é  con 
fijos;  el  qual  tenia  un  hermano,  que  estaba  ansi- 
mesmo  preso  con  él,  mozo  de  fasta  veinte  é  cinco 
afios.  Este  meso,  visto  que  por  la  suerte  que  habia 
caído  á  su  hermano  mayor  habia  de  morir,  dizo: 
1  Hermano,  yo  quiero  morir  en  lugar  vuestro;  por- 
i  qne  no  podría  sofrír  la  pena  que  habría  en  vues- 
Btra  muerte,  é  carecer  de  vuestra  vista.»  El  her- 
mano mayor  le  respondió :  «  No  plegué  á  Dios,  her- 
»  mano,  que  padezcas  tú  por  mf ;  yo  quiero  sofrír 
i  con  paciencia  esta  muerte ,  pues  i  Dios  plogo  que 
1  muriese  de  esta  manera.  No  es  razón  que  tü,  que 
■  eres  mas  mozo,  é  aun  no  has  gozado  de  los  bienes 
xdesta  vida,  mueras  en  tan  tierna  edad ;  enoomién- 
tdote  mi  muger  é  mis  fijos.»  El  hermano  menor  re- 
plicó: I  Hermano,  vos  sois  casado,  é  tenéis  fijos  pe- 
Mquefios,  los  quales  quedarían  sin  abrigo;  mas  vale 
»que  muera  yo,  é  dexe  temprano  las  tribulaciones 
idesta  vida,  pues  de  mi  muerte  no  viene  dafio  á  otro 
»sino  á  mi.»  Esta  quistion  pasó  entre  estos  dos  her- 
manos, é  al  fin  venció  el  menor ;  é  por  grandes 
megos  que  fizo  al  capitán  fué  degollado,  é  quedó 
vivo  el  mayor :  pénese  aquí  este  caso  por  ser  sin- 
gular ezemplo  de  buena  hermandad.  El  Marqués  de 
Villena,  que  estaba  en  él  castillo  ,de  Garcimufioz, 
publicaba,  que  él  no  era  causa  de  aquella  guerra,  é 
que  sus  armas  eran  por  resistir,  é  no  por  ofender  ni 
desobedecer  al  sceptro  real.  E  sobre  esto  embió  al 
Bey  é  á  la  Beyna  un  eaballero  do  su  casa,  [que  se 
llamaba  Don  Bodrigo  de  Gastafieda;  con  él  qual 


i  DOSA  IBABEIi.  '839 

les  embió  á  dedr,  que  Dios  erm  testigo  de  sn  volun- 
tad, como  no  habia  tomado  armas  ni  movido  guer- 
ra en  su  deservicio,  ni  menos  tenia  olvidado  el  gran 
beneficio  que  le  ficieron  en  le  perdonar;  por  el  qual 
estaba  en  obligación  de  los  servir  é  obedecer  en  los 
dias  de  su  vida.  E  que  les  suplicaba  mandase  saber 
la  verdad  del  movimiento  de  aquella  guerra,  é  fa- 
Uarian  que  por  él  ni  por  parte  suya  fué  movida, 
salvo  resistiendo  al  Gobernador  que  hablan  embia- 
do  al  Marquesado,  el  cerco  que  sin  cansa  habi« 
puesto  sobre  la  dbdad  de  Chinchilla,  sin  tener  man- 
damiento del  Rey  ni  de  la  Reyna  para  ello ;  porque 
era  contra  lo  que  sos  Altezas  le  hablan  prometido 
quando  le  recibieron  á  su  servicio.  B  que  si  guerra 
en  aquella  su  tierra  y  en  la  su  villa  de  Escalona  ha- 
bia recrecido,  aquello  era  queriendo  defender  su 
persona,  é  los  bienes  que  le  hablan  dezado,  éno 
presumiendo  de  ofendelles  ni  desobedecer  sus  man- 
damientos. E  que  les  suplicaba  no  quisiesen  creer 
las  malas  é  no  verdaderas  informaciones  que  algu- 
nos, mas  siguiendo  sus  pasiones  que  las  vi  as  de  la 
verdad  les  f  acian,  é  mandasen  cesar  aquella  guerra 
que  contra  él  se  facia,  é  oírle  á  su  justicia. 

El  Rey  é  la  Reyna ,  oida  la  suplicación  del  Mar- 
qués, respondieron  que  si  su  gobernador  en  alguna 
cosa  habia  excedido,  debiera  el  Marqnés  recorrer  i 
ellos  por  el  remedio  para  que  lo  mandase  castigar, 
é  que  habia  errado  en  querer  por  su  propia  autorí- 
dad  ponerse  en  armas  á  facer  resistencia ;  pero  qué 
ellos  mandarían  saber  la  verdad  de  todas  las  cosas 
pasadas,  é  facer  aquello  que  de  justicia  debiesen. 
Aquel  caballero  Don  Rodrígo  de  Oastafieda  era  ho- 
mo de  mas  altos  pensamientos  quo  fuerzas,  y  estan- 
do allí  en  Guadalupe  algunos  dias,  solicitando  con 
el  Rey  é  con  la  Reyna  la  relevación  de  la  guerra 
que  por  todas  partes  se  facia  al  Marqués ;  porque  se 
falló  contra  él,  que  no  mandándolo  el  Marqués,  em- 
biaba  avisos  al  Rey  de  Portugal,  dando  orden  en  su 
entrada  en  Oastilla,  él  Rey  é  la  Reyna  le  mandaron 
prender,  é  llevar  á  la  villa  do  Talavera,  donde  es- 
tovo preso  algunos  dias,  é  allí  en  la  prisión  muríó* 

CAPÍTULO  LXXXm. 

De  IM  eons  q«e  pasaron  coi  los  nensasaros  lal  Cltfero 
da  Aleintara,  ¿  de  la  Condesa  de  Medeilln. 

Vinieron  á  Guadalupe  do  estaba  el  Rey  é  la  Rey- 
na mensagoros  de  Dofia  María  Pacheco  Condesa  de 
Medellin,  hermana  del  Marqués  de  Villena,  fija  bas- 
tarda del  Maestre  de  Santiago  Don  Juan  Pacheco, 
muger  viuda ;  la  qual  poco  4ntes  de  aquellos  dias 
soltó  á  Don  Pedro  Puertooarrero  Conde  de  Medellin 
su  fijo  de  las  prisiones  en  que  le  tovo  por  espacio 
de  cinco  afios.  Esta  Condesa  fué  la  principal  que  en 
los  tiempos  pasados  sostovo  las  guerras  en  aquellas 
partes  de  Estremadnra,  favoreciendo  unas  veces  á 
unos,  é  otras  veces  á  otros,  muger  de  grandes  atreví; 
mientos.  La  qual  tenia  usurpada  la  villa  de  Mérida, 
que  es  del  Maestradgo  de  Santiago;  é  tenia  por  fuer- 
za la  villa  de  Medellin  al  Conde  su  fijo,  é  todos  los 
otros  sus  bienes.  Estos  mensagoros  pidieron  al  Rey 


ÜÓ 


ÓRÓÑIÓAB  DB  LOB  BBTBS  DE  QAffPlLLA. 


é  á  1a  Beyna  qae  le  dieBon  la  enoomitnda  de  «qne- 
lU  Tilla  de  Mérida,  é  qoe  mandaaen  que  en  toda  bu 
Tida  toTieae  la  Tilla  de  MedeUin,  é  lleraae  la  lenU 
della^  é  que  le  diesen  proTisionee  para  ello ;  deman- 
daron anaimesmo  otraa  coaas  difíciles  de  facer.  El 
Bey  6  la  Reyna,  Tintas  las  demandas  que  de  parte  de 
la  Oondesa  les  fueron  fechas,  respondieron ,  que  de 
la  Tilla  de  Herida  ni  de  su  encomienda,  ellos  no 
debian  disponer  por  ser  de  la  orden  de  Santiago,  ni 
menos  le  düuian  proTisiones  ni  fsTor  contra  el  Gonde 
su  fijo,  paira  UsTar  las  rentas  que  le  pertenecían. 
Pero  que  Tistes  las  causas  que  entre  ellos  eran,  pro- 


de  la  Oondesa  no  fueron  contentos  de  las  tmpam* 
tas  dadas  al  uno  ni  al  otro;  porque  pensalMm  el  Bey 
é  la  Beyna  estar  puestos  en  tan  grandes  neoesida- 
des  de  la  guerra  que  esperaban  con  el  Bey  de  Por- 
togal,  que  de  necesario  seria  otorgarles  todo  lo  que 
demandasen,  é  que  ningana  cosa  les  seria  negada, 
por  causa  de  las  f  ortaleaas  é  gente  ó  parentela  gran- 
de que  tenian  en  aquella  frontera  de  PortogaL  Des- 
pedidos aquellos  mensageros  con  la  respuesta  que 
el  Bey  ó  la  Beyna  les  mandaron,  el  GaToro  é  la 
Oondesa,  que  fasta  aquel  tiempo  en  las  guerras  pa- 
sadas hablan  seydo  enemigos,  é  tenido  partes  con- 


puestas ó  oidas  las  razones  del  Oonde  su  fijo,  man-  I  traiias,  luego  trataron  amistad  en  uno ,  y  embiaron 


darían  administrar  sobre  todo  lo  que  fuese  justicia 
Vinieron  ansimesmo  mensageros  de  Don  Alonso  de 
Monroy,  OlaTero  de  Alcántara,  que  según  habemos 
dicho  se  llamaba  Maestre,  ó  tenia  contención  con 
Don  AWaro  de  Stúfiiga  Duque  de  Plasencia,  sobre 
la  posesión  del  Maestradgo  de  Alcántara,  del  qual 
era  proTcido  por  el  Papa  Don  Juan  de  Stúfiiga,  su 
fijo.  Este  OlsToro  era  home  guerrero,  é  muy  empa- 
rentado en  la  tierra  de  Estremadnra,  y  estaba  apo- 
derado de  algunas  fortaleaas  de  su  comarca ;  é  por 
haber  la  posesión  del  Maestradgo,  continuaba  guer- 
ra en  aquellas  partes,  de  la  qual  se  siguieron  mu- 
chos 6  muy  crueles  fechos,  ansí  de  robos,  como  de 
muertes,  ó  tomas,  é  furtos  de  fortalezas,  é  otros 
grandes  dafios  y  engafios,  en  uno  de  los  quales  este 
ClaTcro  fué  preso  por  el  Aloayde  de  Magazela,  de 
quien  se  confió.  En  la  qual  prisión  estoTO  algunos 
días,  ó  después  por  mandado  del  Bey  ó  de  la  Beyna 
fué  suelto,  por  las  mercedes  que  ficieron  al  Aloay- 
de que  lo  tenia  preso.  Los  mensageros  de  este  Ola- 
Tero  suplicaron  al  Bey  é  á  la  Beyna,  que  le  diesen 
fsTor  para  haber  el  Maestradgo  de  Alcántara,  que 
de  derecho  deoia  pertenecerle,  por  la  elección  que 
algunos  Oomendadores  de  la  Orden  le  ficieron.  En 
esta  suplicación  que  ficieron ,  ansi  los  mensageros 
de  la  Oondesa  de  Medellin,  como  los  del  OlaTsro, 
insbtieron  con  gran  instancia,  é  dieron  á  entender 
que  si  el  Bey  é  la  Beyna  no  facían  todo  lo  que  su- 
plicaban en  su  fsTor,  luego  se  juntarían  con  el  Bey 
de  Portogal,  é  lo  meterían  en  Oastilla,  é  se  pomian 
en  su  obediencia.  El  Bey  6  la  Beyna  respondieron  á 
los  mensageros  del  OlaTero,  que  el  Papa,  en  TÍda 
del  Bey  Don  Enrique  su  hermano,  había  proTcído 
de  aquel  Maestradgo  por  sus  bulas  á  Don  Juan  de 
Stúfiiga,  fijo  del  Duque  Don  AlTaro,  por  TÍrtud  de 
las  quales  había  tomado  la  posesión  de  Alcántara, 
é  de  la  mayor  parte  de  las  fortalezas  ó  tierras  del 
Maestradgo ;  ó  que  ellos  no  podían  en  aquel  caso 
repnnar  la  proTÍsion  fecha  por  el  Papa,  ni  quitar  la 
posesión  de  las  tierras  que  el  Maestre  Don  Juan 
había  tomado ;  ó  que  esta  quistion  era  entre  él  y  el 
otro  Maestre  Don  Juan,  é  la  determinación  della 
pertenecía  al  Samo  Pontífice,  é  no  á  ellos.  Pero  que 
si  el  OlaTero  deda  tener  derecho,  por  qualquíer 
elección  que  le  era  fecha,  ellos  interTcnian ,  é  tor- 
nian  tal  manera  como  su  justicia  enteramente  le 
fuese  guardada;  ó  para  esto  le  darían  el  faTor  que 
necesarío  le  fuese.  Los  mensageros  deste  OlaTero  é 


sus  mensageros  al  Bey  de  Portogal,  ofreciéndole  su 
obediencia,  é  recibiéndole  por  su  Bey,  é  obligáronse 
de  le  senrircomoens  subditos.  El  Bey  de  Portogal, 
recibiendo  el  ofrecimiento  del  OlaTero  é  de  la  Oon- 
desa, prometió  de  les  ayudar  en  todas  las  cosss  que 
le  demandaron.  E  por  seguridad  que  la  Oondesa 
complíría  con  el  Bey  de  Portogal  lo  que  le  prome- 
tía, entrególe  la  fortaleza  de  Mérída. 

OAPITULO  LXXXIV. 

De  li  «Mbauda  que  embM  el  Rey  de  Pnocia  al  Rey  é  i  la  Reyea, 

é  le  qie  propatieroo. 

Vinieron  ansimesmo  á  aquella  TÍlla  de  Guadalupe 
embaxadores  del  Bey  de  Francia,  entre  loe  quales 
Tenia  un  Perlado  que  era  Obispo  de  Lumbiers  para 
refirmar  la  paz  entre  el  Bey  é  la  Beyna  é  sus  Bey- 
nos,  con  el  Bey  de  Francia  é  con  los  sayos:  la  qual 
había  tratado  por  sos  cartas  ó  mensageros  en  los 
días  pasados  el  Oardenal  de  Espafia.  É  aquel  Obis- 
po de  Lambiere  propuso  ante  el  Bey  é  la  Beyna  en 
BU  gran  consejo,  los  debdos  de  sangre  que  hay  en* 
tre  los  Beyes  de  Francia  é  de  Oastilla,  é  las  amiata- 
des  é  confederaciones  perpetuas  que  siempre  en  los 
tiempos  pasados  oto  entre  los  Beyes  destos  dos 
Beynos  é  sus  subditos  é  naturales.  Otrosí  dixo  como 
el  Bey  de  Francia  su  sefior  oto  gran  plaoer  por  ha- 
ber subcedído  la  Beyna  en  la  silla  real  destos  Bey- 
nos  del  Bey  Don  Juan  su  padre.  É  como  quiera  que 
por  algunas  malas  é  siniestras  informaciones,  fe- 
chas por  parte  del  Bey  de  Portogal,  pasaron  algu- 
nas diferencias  entre  el  Bey  de  Francia  su  sefior,  y 
el  Bey  é  la  Beyna;  pero  aqaellas  habían  cesado, 
porque  no  tenían  fundamento  de  Terdad.  T  en  con- 
clusión dixeron  que  ellos  Tenían  allí  por  mandado 
del  Bey  de  Francia  é  con  su  poder,  á  refirmar  las 
paces  é  confederaciones  antiguas  que  fueron  jura- 
das por  los  Beyes  pasados  de  Francia  ó  de  Oastilla: 
las  quales  eran  obligados  de  guardar  sus  subcesures. 
Por  ende,  que  les  ploguiese  de  las  jurar  é  firmar 
con  aquel  amor  é  fraternidad  que  ellos  las  habían 
guardado,  é  según  que  el  Bey  de  Francia  su  sefior 
estaba  en  Toluntad  de  las  guardar  é  conserTar.  El 
Bey  é  la  Beyna,  oída  aquella  embazada,  como  quier 
que  conocieron  la  intención  que  á  los  principios 
toTO  el  Bey  de  Francia  de  se  confederar  con  el  Bey 
de  Portogal,  é  la  guerra  que  sin  causa  fizo  en  la 
proTÍnoia  de  Quipúzcoa,  é  lo  que  agora  le  moTÍa  á 


.     DON  FEBNAIinDO 

f  aoer  mudaiusa  6  ▼«&&  pidiendo  pas ;  pero  por  oon- 
Bejo  del  Cardenal  de  Espafia,  moatraron  inadverien- 
oía  á  las  yariedadea  é  sinieeira  intendon  del  Bey  de 
Franda,  é  redbieron  muy  bien  á  ana  embazadorea, 
é  no  lea  moatraron  aentimiento  de  laa  ooaaa  paaadaa 
é  reapondiéronlea,  qae  lea  plaoia  aoeptar  la  amistad 
é  confederación  por  elloa  propuesta,  porque  loa  Be- 
yes BUS  progenitores  les  hablan  obligado  á  ello.  É 
fideron  mucha  honra  á  aquelloa  embazadores,  é  ce- 
lebraron laa  confederaciones  é  amistades  acostum- 
bradas; en  laa  quales  se  contenia  que  obligaban  á 
sí  é  á  sus  fijos  primogénitos  herederos  de  sus  Bey- 
nos,  que  serian  amigos  de  amigos,  y  enemigos  de 
enemigos,  según  lo  fueron  los  reyes  pasados  sus 
progenitores,  contra  todas  laa  personaa  del  mundo, 
excepto  el  Padre  Santo.  Lo  qual  juraron  solemne- 
mente aqudlos  embazadores,  por  virtud  del  poder 
que  traiúi  dd  Bey  de  Francia  su  sefior;  en  el  qual 
juramento  dizeron,  é  se  obligaron  de  lo  guardar  é 
mantener,  no  embargante  la  confederación  é  amis- 
tad que  el  Bey  de  Francia  su  sefior  habia  fecho  con 
d  Bey  de  Portogal  pocos  dias  habia.  Fechaa  estas 
ligas  é  confederadones,  el  Bey  é  la  Beyna  manda- 
ron dar  de  sus  dones  á  aquel  Obispo  é  á  los  otros 
caballeros  que  vinieron  con  él,  é  mandáronlos  des- 
pedir. É  cerca  del  debate  que  habia  entre  el  Bey  é 
la  Beyna,  y  el  Bey  de  Francia  sobre  el  Condado 
de  Buisellon,  acordaron  que  quedase  al  juicio  de 
dos  personas,  que  nombrasen  cada  uno  por  su  parte; 
los  qualea  toviosen  poder  do  lo  determinar  dentro 
de  dnoo  afios.  É  que  el  Bey  de  Francia  pudese 
dentro  de  cierto  tiempo  la  fortaleza  de  Perpifian,  é 
laa  otras  fortalezas  de  aquel  Condado  de  Buisellon 
en  poder  del  Cardenal  de  Espafia,  para  que  las  en- 
tregase al  Bey  é  á  la  Beyna,  cumpUendo  lo  que  los 
arbitros  determinasen  que  habia  de  haber  el  Bey  de 
Frauda.  Con  estos  embazadores  mandaron  el  Bey 
é  la  Beyna,  que  fuesen  Don  Juan  de  Gamboa,  y  el 
Arcediano  de  Almasan,  que  fueron  los  diputados 
que  eetOYieron  en  Fuenterabía  por  su  mandado.  Los 
qualea  fueron  al  Bey  de  Francia,  el  qual  en  presen- 
cia ddlos,  é  de  los  de  su  cons^'o,  retiflcé  é  juró 
todo  lo  que  aqud  Obispo  de  Lumbiers  é  los  otros 
sus  embazadores  en  su  nombre  hablan  fecho ;  lo 
qual  fué  pregonado,  é  mandado  guardar  .por  todo 
el  Beyno. 

CAPÍTULO  LXXXV. 

De)  tnto  de  pii  que  noTlé  le  Infinta  de  Portogil,  é  eomo  el  Ptpt 
revoeó  la  die pensadon  qve  habla  dado  al  Rey  de  Portogal. 

La  Lif anta  Dofia  Beatriz  de  Portogal  que  habia 
seydo  casada  con  el  Infante  Don  Fernando  Duque 
de  Viseo  hermano  del  Bey  de  Portogal,  era  una  se- 
fiora  discreta,  é  conocia  bien  la  calidad  desta  em- 
presa que  el  Bey  de  Portogal  habia  tomado^  é  los 
infortunios  que  en  la  prosecución  ddla  le  acae- 
cieron. É  como  agora  por  consejo  de  algunos  Cas- 
tellanos, tomaba  á  la  continar,  posábalo  dello,  por- 
que amaba  mucho  al  Bey  de  Portogal  é  al  Príncipe 
•o  fijo,  que  era  su  yern0|  é  anaimeamo  á  la  Beyna 


B  DOSík  IBABKL  341 

de  Castilla  que  era  su  aobrinai  fija  de  su  hermana ;  é 
deseaba  quitar  á  ellos  de  quiation,  é  á  sus  reynos  de 
guerraa.  É  fabló  con  el  Bey  de  Portogal  algunaa 
Teces,  atrayéndole  á  la  paz  con  d  Bey  é  la  Beynai 
é  dábale  razones  porque  lo  debia  f  aoer,  é  desar  esta 
conquista  de  Castilla,  la  qual  ni  habia  auoedido  se- 
gún complia  á  servicio  de  Dios  ni  suyo,  é  mucho 
menos  á  su  honra;  antes  lo  acaeddo  fasta  aqud 
tiempo  habia  seydo  en  gran  pérdida  de  su  Beyno,  é 
peligro  é  muertes  de  sus  subditos  é  naturales.  A 
este  voto  de  la  Infanta  estaba  allegado  d  Príncipe 
BU  yerno,  á  quien  ansimesmo  peeaba  dd  propésito 
que  su  padre  tomaba  á  tomar,  é  ayudaba  á  la  In- 
fanta BU  Buegra  en  laa  razones  que  deda  al  Bey  su. 
padre.  Y  embió  un  mensagero  á  la  B^yna  á  le  decir 
aecretamonte,  que  se  debia  llegar  maa  á  aqudla 
frontera  de  Portogd,  porque  quanto  maa  oeroa  ea- 
toviese,  habría  mejor  lugar  de  comunicar  oon  ella 
dgunaa  ooaaa  que  convenian  á  la  paz  del  Bey  su 
marido  é  Buya  oon  el  Bey  de  Portogal;  é  que  oon  el 
ayuda  de  Dioa  é  de  la  gloríoea  Víigen  bu  madre  en- 
tendía dar  remedio  de  paz  é  concordia  entre  dios. 
La  Beyna  lo  regradeció  mucho,  y  embide  á  decir, 
que  despedidos  los  embazadorea  de  Frauda,  é  algu- 
nos otros  negocios  que  el  Bey  y  día  tenían  pen- 
dientes en  la  villa  de  Guadalupe,  luego,  llegarían  á 
aquellas  partea  de  la  frontera  de  Portogal,  é  podrían 
fablar  en  aquella  matería,  según  que  lo  acordaba, 
Otrod,  como  habemoa  dicho,  el  Papa,  á  auplicadon 
del  Boy  de  Francia,  é  del  Bey  de  Portogal,  dio  dis- 
pensación para  que  aquella  Dofia  Juana  pudiese  ca- 
sar con  persona  conjunta  á  día  dentro  en  d  quarto 
grado  de  conaanguinidad.  De  la  qud  diapenaadon 
el  Bey  é  la  Beyna  se  agraviaron,  y  embiaron  á 
mostrar  sus  causas  de  los  agravios  que  el  Papa  lea 
fizo  en  la  otorgar.  Lo  qual  viato  en  el  colegio  de 
los  Cardendes,  oondderando  Iob  esoánddos,  guer- 
ras, é  derramamientoB  de  sangre,  que  por  oausa  de 
aquella  diapenaadon  ae  podrían  aeguir,  el  Papa 
acordó  de  dar  otra  bula,  en  la  qud  dedaró,  que  la 
primera  bula  había  seydo  impetrada,  no  le  fadendo 
rdadon  verdadera  de  la  peraona  oon  quien  aquella 
Dofia  Juana  había  de  casar,  ni  de  otraa  drounstan-^ 
daa  que  la  impetración  de  la  bula  ae  requerían  é  de- 
bían ser  dedaradaa :  por  ende  que  la  revocaba  é 
daba  por  ninguna. 

CAPÍTULO  LXXXVI. 

De  la  ivern  qae  el  elaveró  de  Alcántara,  é  la  GondeH  de  leda» 
Uin  leleron  en  favor  del  Rey  de  Portogal. 

El  Clavero  de  Alcántara  Don  Alonso  de  Monioy, 
é  la  Condesa  de  Meddlin,  que  según  habemoa  dicho 
se  pusieron  en  la  obediencia  dd  Bey  de  Portogal, 
comenzaron  á  facer  guerra  en  aqudlaa  parteo  de 
Kstremadura  deade  las  f  ortdezas  que  tenían;  é  alle- 
gábanse á  dios  muchos  homes  de  mdos  deseos, 
cobdiciosoB  de  guerras  que  no  sofrían  orden  de  bien 
vivir.  É  con  estos  se  facían  cada  día  mas  poderosoa 
é  fortificaban  en  aquellas  partea  la  voz  dd  Bey  de 
PprtogaL  Bl  Bey  é  la  Beyna,  por  remediar  aquella 


342 


CRÓNI0A8  DB  LOS  BBTES  DB  ÜÁSnLLk. 


gnerrai  é  ánrimeamo  por  platicar  en  U  concordia 
qae  la  Infanta  tía  de  la  Bejma,  hábia  moyido;  con 
consejo  del  Cardenal  de  Eepafia,  é  de  loa  otros  Ca- 
balleros é  Dotores  de  sn  Consejo,  acordaron  de  ir  á 
la  cibdad  de  Troxillo.  É  antes  que  partiesen  de 
aquella  villa  de  Guadalupe,  vino  nueva  como  el 
Bey  Don  Juan  de  Aragón,  padre  del  Bey,  era  falle- 


macha  gente  de  armas,  para  estar  en  la  villa  de  Mé<> 
rida,  que  le  había  entregado  la  Condesa  de  Ifede- 
llin,  ó  facer  guerra  desde  aquella  villa  á  toda  la 
tierra  de  la  comarca.  £1  consejo  que  él  Bey  de  Por- 
togal  por  estonces  ovo,  era  de  facer  desde  aquellas 
dos  villas  é  de  otras  seis  f  ortaleaas  que  la  Condesa 
de  Medellin  y  el  Clavero  tenian,  guerra  en  toda  Es- 


ddo;  el  qual  murió  este  afio  de  mil  é  quatrooientos  I   tremadura,  tanta  ó  tan  cruda,  que  el  Bey  ó  la  Bey- 
é  setenta  é  nueve  años,  dia  de  Sant  Sebastian,  á      na  no  podiendo  remediar  á  todas  partes,  les  fuese 


veinte  de  Bnero  en  la  cibdad  de  Barcelona.  É  luego 
todos  los  del  Beyno  de  Aragón,  é  Valencia,  é  Sici- 
lia, é  Principado  de  Catalufla,  é  los  otros  sefioríos, 
en  absenoia  deste  Bey  Don  Femando,  le  recibieron 
por  su  Bey  é  Sefior;  y  embiaronle  á  llamar,  que 
fuese  á  tomar  la  posesión  de  sus  Beynos  é  sefioríos. 
Habida  esta  nueva,  luego  partieron  de  Guadalupe, 
é  fueron  para  la  cibdad  de  Troxillo,  donde  ficieron 
solemnes  obsequias  por  la  muerte  del  Bey  de  Ara* 
gen.  Platicóse  ansimosmo  en  el  Consejo  del  Bey  é 
de  la  Beyna,  como  se  debían  intitular;  é  como  quie- 
ra que  algunos  de  su  consejo  eran  en  voto,  que  se 
intitulasen  Beyes  de  Espafia,  pues  sucediendo  en 
aquellos  Beynos  é  sefioríos  de  Aragón,  eran  sefiores 
de  toda  la  mayor  parte  della;  pero  determinaron 
de  lo  no  facer,  é  intituláronse  en  todas  sus  cartas 
en  esta  manera. 

iDoN  Fernando  é  DoSá  Isabil,  por  la  gracia  de 
bDíos,  Bey  é  Beyna  de  Castilla,  de  León,  de  Ara- 
»gon,  de  Sicilia,  de  Toledo,  de  Valencia,  de  Galicia, 
»de  Mallorcas,  de  Sevilla,  de  Cerdefia,  de  Córdoba, 
»de  Córcega,  de  Múrela,  de  Jaén,  del  Algarve,  de 
»Algecira,  de  Gibraltar,  Conde  é  Condesa  de  Bar- 
Boelona,  Sefiores  de  Vizcaya,  ó  de  Molioa,  Duques 
«de  Atenas,  ó  de  Neopatria,  Condes  de  Buisellon,  é 
«de  Cerdania,  Marqueses  de  Oristan,  ó  de  Gk>ciano, 
seto.»  El  Bey  é  la  Beyna  dieron  orden  en  la  guerra 
que  se  facía  contra  el  Beyno  de  Fortogal,  é  contra 
el  Clavero,  é  la  Condesa  de  Medellin,  y  embiaron  á 
llamar  á  su  Condestable,  é  gentes  de  armas  de  al- 
gunas partes  de  las  comarcas;  las  quales  vinieron  á 
BU  llamamiento,  é  pusieron  guarniciones  de  gentes 
cercanas  adonde  ellos  estaban,  por  esousar  los  robos 
é  males  que  facían  en  la  tierra.  Otrosí  fomecieron 
de  gentes  de  armas  la  cibdad  de  Badajoz,  y  embia* 
ron  á  mandar  al  Maestre  de  Santiago,  que  con  la 
gente  de  armas  de  su  oasa,  estovíese  en  la  villa  de 
Lobon,  que  es  en  comarca  de  la  villa  de  Medellin, 
do  estaba  la  Condesa,  ó  de  la  villa  de  Mérida,  do 
estaba  el  Clavero.  Y  embiaronle  para  fortífioar  su 
guarnición,  á  Don  Martin  de  Córdoba  fijo  del  Con- 
de de  Cabra,  é  ¿  Alonso  Enriques,  é  á  Sancho  del 
Águila,  capitanes  de  su  guarda,  con  las  gentes  de 
sus  capitanías. 

CAPITULO  LXXXVIL 

Cobo  Ií  gasta  áal  Ray  da  Portopl  ro¿  dasbanUda  j^or  al  Maattra 

da  Stattago. 

Estando  el  Maestre  en  la  villa  de  Lobon,  fué  avi- 
sado como  el  Bey  de  Portogal  amblaba  al  Obispo 
de  Ébora  Don  García  de  Meneses  por  capitán  con 


necesario  desampararla ;  porque  ellos  absentes,  ha- 
bría lugar  de  entrar  poderosamente  segunda  vez  en 
Castilla.  Como  el  Maestre  de  Santiago  ovo  aviso 
que  la  gente  Portoguesa  venia,  partió  de  Lobon,  é 
fué  camino  de  Mórida,  por  esousar  la  |entrada  en 
aquella  villa  á  los  Portogueses  é  á  los  Castellanos 
que  venían  con  ellos ,  de  los  que  habían  tenido  la 
voz  del  Bey  de  Portogal.  £  considerando  el  gran 
dafio  que  le  vemia  sí  el  Clavero  ovíese  lugar  de  se 
juntar  con  los  Portogueses,  porque  serían  en  mayor 
número  de  gente  que  la  suya,  ó  no  podía  pelear 
con  ellos ;  como  era  home  proveído  en  las  cosas  de 
la  guerra,  mandó  á  algunos  caballeros  que  oorríesen 
el  campo,  é  llegasen  bien  cerca  de  la  villa  de  Mérí- 
da,  y  él  con  toda  su  gente  se  puso  en  celada  en  un 
lugar  cerca  de  Mérida  que  se  llama  el  Albuhera,  por 
donde  los  Portogueses  habían  de  venir.  £1  Clavero 
que  conoció  bien  la  celada,  recelando  della,  recogió 
toda  su  gente  en  la  villa,  é  mandó  que  ninguno  sa- 
liese á  pelear  con  la  gente  del  Maestre.  E  como 
quier  que  sabía  bien  de  la  gente  Portoguesa  que  el 
Bey  de  Portogal  embiaba  en  favor  suyo  é  de  la 
Condesa,  pero  no  sabía  el  día  que  había  de  llegar  á 
Mérida,  ni  lo  pudo  saber  por  las  grandes  guardas 
que  el  Maestre  puso  para  que  lo  no  sóplese.  E  ansí 
como  el  Maestre  iba  mas  adelante  al  encuentro  de 
los  Portogueses,  ansí  el  Clavero  guardaba  mucho 
mas  de  no  salir  de  la  villa,  porque  veía  las  atalayas 
é  guardas  que  el  Maestre  había  puesto ;  á  los  quales 
había  mandado  que  se  mostrasen  algunas  veces,  á 
fin  que  el  Clavero  los  viese,  y  estovíese  siempre  en 
recelo  de  su  celada,  porque  no  saliese  de  la  villa  á 
se  juntar  con  los  Portogueses.  £1  Obispo  de  Ébora 
é  la  gente  de  su  capitanía  contínaron  su  camino, 
fasta  que  llegaron  el  día  primero  de  Quaresma  dos 
leguas  de  la  villa  de  Mórida.  Como  el  Maestre  sopo 
que  los  Portogueses  se  llegaban,  fizo  poner  á  punto 
de  batalla  á  Don  Martin  de  Córdoba,  é  á  Sanoho  del 
Águila,  é  á  Alonso  Enriques ,  capitanes  que  el  Bey 
é  la  Beyna  le  habían  embíado,  é  ansimesmo  á  toda 
la  otra  gente  de  su  casa  que  con  él  iban ;  los  quales 
ordenó  en  tres  escuadras.  T  el  Obispo  de  Ebora, 
que  venía  por  capitán  mayor  de  los  Portogueses, 
traía  otros  tres  capitanes,  el  uno  se  llamaba  Gonza- 
lo Faloon,  que  venía  por  capitán  de  la  gente  del 
Príncipe  de  Portogal,  y  el  otro  capitán  se  llamaba 
Cristóbal  Bermudez,  el  qual  era  csstellano,  é  había 
vivido  oon  el  Bey  Don  Enrique  en  las  guerras  pa- 
sadas, é  se  había  pasado  al  Bey  de  Portogal,  é  otro 
capitán  Portogues  que  se  llamaba  Alonso  de  Al- 
meyda,  el  qual  traía  en  su  batalla  gente  de  Porto- 
gal  é  de  Castilla.  El  Obispo  de  Ébora,  capitán  ma- 


DON  inSBMANDO 
yor  trato  en  mi  btUIlft  aeteoientos  homes  de  caba- 
llo, en  loe  qaalea  habia  doeoientoe  hornee  de  annae 
caetellanoB,  de  aqoelloe  que  habían  eetadb  en  Gae- 
ironufio,  y  en  Oantalapiedra,  y  en  las  otrae  fortale- 
288  qne  hablan  tenido  la  voz  del  Rey  de  Portogal. 
Entre  loe  qualee  venia  el  Adelantado  Pedro  de  Pa- 
reja, é  Alonso  Peres  de  Vivero ,  é  Gonzalo  Mufioa 
de  Caetafieda,  é  Bodrigo  de  Afiaya,  é  Pedro  de  Afia- 
ya  en  hermano,  é  Alvaro  de  Luna,  é  Joan  Sarmiento, 
óotroemaohoe  fijoedalgoecastellanoB,  los  qnalee  ve- 
nían con  proposito  de  eofrir  toda  pena  enCaetllla,  é 
al  fin  padeoer  la  mnerte  antee  que  tornar  á  Portogal, 
porque  no  eran  bien  tratados  de  los  Portogueees.  E 
ansimesmo  tenían  propósito  de  facer  tanta  guerra, 
que  de  necesario  fueee  al  Bey  é  á  la  Beyna  dexar 
aquella  tierra.  Esta  gente  que  el  Obispo  traía,  ansí 
Castellanos  como  Portoguesee,  oran  homee  esforza- 
dos, é  usados  en  la  guerra,  é  muy  bien  armados. 
Quando  el  Maestre  de  Santiago  los  vido,  é  recono- 
ció bien  que  aquella  gente  venia  con  intención  de 
pelear,  juntó  todos  los  suyos ;  é  como  quier  que  era 
heme  de  pocas  palabras,  díxoles  ansí:  «Señores 
sé  amigos,  la  honra  de  que  el  fidalgo  goza  toda  su 
•vida,  en  un  día  tal  como  este  la  gana,  faciendo  lo 
•que  debe,  ó  la  pierde  si  no  lo  face.  Ansimesmo  tene- 
tmos  cierta  experiencia  en  las  batallas,  que  los  ene- 
smigos  no  nos  faran  tanto  mal  peleando,  quanto 
»f  aremos  á  nos  meemos  fuyendo.  Por  ende  vos  rue- 
»go,  que  cada  uno  piense  en  la  vida  é  honra  que 
9  gana  el  vencedor ,  y  en  la  muerte  é  deshonra  que 
t  recibe  el  vencido.  Y  esto  considerado,  aparejad  los 
«brazos,  y  esforzad  los  corazones,  para  que  sin  te- 
•mor  acometamos  á  estos  enemigos;  é  yo  fio  en 
•  Dios,  y  en  el  Apóstol  Santiago,  que  en  este  dia 
t santo  primero  de  Qnaresma,  habremos  la  victoria 
ique  deseamos.  De  mi  vos  seguro,  que  no  veré  á 
•qualqúier  de  voeotros  en  peligro,  que  no  ofrezca 
9  mi  persona  por  salvar  la  suya.»  Acabada  esta  ra- 
zón del  Maeetre,  todos  quedaron  tan  esforzados  que 
pensaban  no  recebir  mal  si  peleaban  bien.  E  luego 
lee  fizo  tomar  por  sefial  sendas  retamas,  por  apelli- 
do Santiago ;  é  comenzó  de  andar  de  unos  en  otros, 
esforzándolos,  é  faciéndoles  que  se  pusiesen  en 
punto  de  guerra ;  é  dio  cargo  á  un  caballero  su  pri- 
mo, que  se  llamaba  Bodrigo  de  Gárdenas,  hermano 
del  Comendador  mayor  de  León ,  heme  muy  esfor- 
zado, que  con  algunos  caballeroé  se  adelantase  á 
romper  la  batalla  del  Obispo  de  Ébora,  porque  si  la 
desconcertase,  la  pudiese  mas  ligeramente  vencer. 
Los  Portogueees  é  los  Castellanoe  que  venían  con 
ellos,  como  vieron  la  gente  del  Maestre  con  propó- 
sito de  pelear ,  é  que  les  habían  salido  al  camino, 
ordenaron  sus  batallas ;  á  los  quales  no  era  nece- 
sario amonestar,  porque  cada  uno  dellos,  en  espe- 
cial loe  castellanos  que  allí  eran,  venían  con  gran- 
de Animo  de  pelear,  é  morir  matando  ó  venciendo, 
antes  que  fuir  ni  dexar  el  campo.  E  ansí  con  ímpetu 
muy  riguroso  se  vinieron  las  unas  f  aoee  contra  laa 
otras,  é  rompieron  las  lanzas  los  unos  en  los  ctros, 
é  á  los  primeros  encuentros  cayeron  de  los  caballe- 
ros algunos  de  la  una  parte  é  de  la  otra.  Los  peoDOi 


B  DOfiA  nULBKIi,  848 

que  el  Maestre  traía,  oomo  vieron  los  primeros  en- 
cuentros de  los  caballeros',  é  las  batallas  rebueltas,. 
luego  se  apartaron  é  f  uyeron.  S  los  caballeros  de  la 
una  parte  é  de  la  otra,  perdidas  las  lanzas  vinieron 
á  las  espadas,  é  andaban  mezclados  unos  con  otros, 
firíéndose  tan  crudamente ,  que  muchos  dellos  por 
estar  tan  juntos,  no  se  podían  aprovechar  de  lae  es- 
padas, é  peleaban  con  los  pufiales.  E  ansí  la  fortu- 
na do  la  una  gente  é  de  la  otra  estovo  dubdosa,  é 
duró  por  espacio  de  tres  horas,  que  no  se  mostraba 
vencimiento  por  la  una  parte  ni  por  la  otra;  porque 
muchas  veces  llevaban  los  Portogueees  á  loe  Caste- 
llanos, é  otras  vocee  llevaban  los  Castellanos  á  los 
Portogueees.  Y  en  estas  vueltas  caían  muchos  muer- 
tos de  la  una  parte  é  de  la  otra ;  é  ni  los  muertos 
caídos  en  el  campo,  ni  las  llagas  é  sangre  que  de 
sus  cuerpos  veían  derramar  desmayaba  á  los  unos 
ni  á  los  otros  para  se  dexar  vencer ;  antes  parecía 
que  quanto  mas  sangre  veían  vertida,  tanto  mas  sé 
encrudelecían  los  unos  contra  los  otros ;  é  olvidado 
el  miedo  de  la  muerte,  cada  uno  acometía  á  los  ene- 
migos, é  se  metía  e&  loe  lugares  mas  peligrosos,  te- 
niendo en  poco  la  vida  por  alcanzar  la  victoria.  El 
Maestre  como  era  experimentado  en  semejantes  fa- 
ciendas,  andaba  con  los  que  le  guardaban  de  unos 
en  otros,  socorriendo  á  los  lugares  mas  flacos,  é  jun- 
tando los  que  estaban  derramados,  y  esforzándolos; 
é  peleaba  por  su  persona  vivamente  contra  loe  ene- 
migos que  veía  andar  mae  esforzados,  por  los  ven- 
cer é  derribar ;  é  do  quier  que  entraba  facía  tal  es- 
trago en  los  contrarios ,  que  casi  al  fin  del  día  se 
mostró  el  vencimiento,  é  algunos  de  los  Portoguesee 
comenzaron  á  se  retraer  é  ponerse  en  fuida.  Otros 
algunos  se  quisieron  recoger  en  un  cerro,  que  pare- 
cían querer  tomar  á  pelear.  Aquel  Bodrigo  de  Cár- 
denas que  dixímos,  fué  contra  ellos  con  algunos  do 
los  que  pudo  recoger ;  é  subióles  el  cerro  por  fuer- 
za, é  deebarotólo,  é  mató  algunos  delloe,  y  el  fué 
mal  f erldo  de  muchae  feridas  en  todo  su  cuerpo ;  é 
ansí  quedó  todo  el  campo  por  el  Maestre.  Fueron 
tomadas  allí  todas  las  banderas  que  traían  los  Por- 
togueees, en  especial  fué  preso  el  Obispo  de  Ébora 
su  capitán  mayor,  en  poder  de  un  escudero  de  baxa 
manera,  á  quien  el  Obispo  prometió  tanta  suma  de 
oro,  que  le  soltó,  é  se  vino  con  él  para  Mérída.  Fué 
preso  el  otro  capitán  que  se  llamaba  Crietóbal  Ber- 
mudez.  Fueron  muertoe  peleando  el  Adelantado  Pe- 
dro de  Pareja,  é  Diego  Mufioz  Sefior  de  Cheles,  é  todos 
los  mas  de  los  CastellanoB.  Fueron  presos  Alvaro 
de  Luna,  é  Bodrigo  de  Afiaya,  é  Pedro  de  Afiaya, 
é  otros  muchos  caballeros  principales.  Los  Castella- 
que  fueron  presos  en  aquella  batalla  fueron  puestos 
en  prisión  por  mandado  del  Bey  é  de  la  Beyna.;  ó 
los  Portogueees  después  de  algunos  días  fueron 
sueltos  por  intercesión  de  U  Lif anta  Dofia  Beatriz 
tía  de  la  Beyna,  que  suplicó  por  ellos.  Todos  ios 
otros  que  f uyeron,  ése  derramaron  por  algunas  par- 
tes, acudieron  á  la  villa  de  Merida  é  de  Medellín,  ó 
á  las  otras  fortalezas  que  estaban  por  to  Condesa  ó 
por  el  Clavero.  Tomáronles  en  el  despojo  todo  el 
fardage  que  traían,  que  se  dijo  ser  en  gran  oanti- 


344 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


dad;  porque  los  OébUUauoIi  é  «un  moohoft  de  loe 
Poiiogaaoei  mas  príndpalee,  tndaii  gran  parte  de 
sos  bienei^  oon  propóeito  de  f  aoer  su  asiento  en 
aquellas  yiÜas.  El  Maestre  fué  ferido  de  dos  feri- 
das,  é  de  los  Oastellsnos  do  su  parte  fueron  muer- 
tos algunos,  é  feridos  muohos.  De  los  caballos  de 
la  una  ó  de  la  otra  parte  se  fallaron  pooos  yívos. 
Esta  batalla  fué  tan  sangrienta,  que  todos  los  oapi- 
tanes  de  la  una  parte  é  de  la  otra  fueron  feridos,  é 
todos  los  capitanes  de  los  Portogueses  presos.  Los 
caballeros  é  capitanes  vencedores,  que  poco  antes 
el  espantoso  terror  de  la  batalla  habia  oprimido, 
habida  la  gloría  del  yenotmiento,  unos  llaman  á 
otros,  júntense  con  alegría,  cuentan  sus  oasosi 
muestran  sus  f erídas,  ensalsan  los  fechos  de  armas 
fuertes  é  osados  que  hablan  pasado,  también  los  de 
los  enemigos  como  los  suyos ;  ó  cada  uno  se  gloria- 
ba oon  el  vencimiento  habido.  E  por  cierto  en  nues- 
tra humana  costumbre  vemos,  que  como  en  las  ad- 
versidades el  esforzado  es  culpado  de  flaquesa,  ansi 
en  las  victorias  aun  el  cobarde  tiene  licencia  de  se 
gloriar  oomo  esforzado.  El  Maestre  como  vino  con 
toda  la  presa  á  la  villa  de  Lobon ,  fizo  luego  curar 
los  feridos,  proveer  á^os  que  allf  perdieron  armas 
é  caballos;  ó  dando  de  lo  suyo,  é  no  tomando  parte 
del  despojo,  proveyó  á  todos  los  que  en  la  batalla 
recibieron  dafio.  B  fizo  saber  al  Bey  é  á  la  Beyna, 
que  estaban  en  Truxillo ,  aquella  victoria  que  Dios 
les  habia  dado ;  los  quales  dieron  gracias  á  Dios  por 
aquel  vencimiento  que  habia  mostrado  en  su  favor, 
T  embiaron  luego  al  Maestre  una  su  carta,  por  la 
qual  le  faoian  merced  de  los  tres  cuentos,  con  que 
era  obligado  de  los  servir  cada  un  afio ,  para  reparo 
de  los  castillos  fronteros  de  tierra  de  moros.  E 
mandaron  degollar  por  justicia  en  aquella  villa  de 
Lobon  aun  capitán  castellano,  que  fuó  preso  en  la 
batalla,  que  se  llamaba  Cristóbal  Bermudez,  el  qual 
habia  fecho  en  Castilla  en  los  tiempos  de  las  guer- 
ras pasadas  muchos  robos  é  fuerzas. 

CAPÍTULO  LXXXVIIL 

Gmio  la  Ootí  de  los  Portogsetet  desbarató  i  la  Sota  de  ios 
Castellanos,  que  bablaa  Ido  á  la  mioa  del  oro. 

Según  habemos  contado,  el  afio  antepasado  par- 
tieron treinta  é  cinco  naos  de  los  puertos  de  la  mar 
que  son  en  el  Andalucía,  para  ir  á  la  tierra  donde 
habia  la  mina  del  oro.  Los  que  iban  en  estas  naos 
fueron  en  salvo  á  aquellas  partes,  é  trocaron  á  pe- 
dazos de  oro  las  conchas  ó  cosas  de  latón  é  ropas 
viejas,  ó  las  otras  cosas  que  llevaban ,  que  son  pe- 
didas é  deseadas  por  los  bárbaros  que  moran  en 
aquella  tierra.  Fechos  sus  troques,  á  la  vuelta  que 
volvían  con  gran  suma  de  oro,  los  Portogueses  que 
fueron  avisados,  oomo  hablan  partido  á  facer  aque- 
lla via,  armaron  ciertas  naos,  é  aguardaron  á  las 
naos  castellanas  al  tiempo  que  entendían  que  po- 
dían volver ;  y  encontraron  oon  ellas ,  é  tomaron 
todas  treinta  é  cinco  naos  con  todo  el  oro  que  traían, 
é  prendieron  á  todos  los  que  iban  en  ellas,  ó  del  oro 
que  el  Bey  de  Portogal  ovo  del  quinto  que  le  per. 


teneda  de  aquella  presa,  tovo  dinero  par  A  pagar 
sueldo,  é  fozneoer  la  gente  que  fuó  desbaratada  por 
el  Maestre  de  Santiago.  E  fueron  trocados  muchos 
de  los  Portogueses  que  fueron  presos  en  la  batalla, 
con  los  Castellanos  que  fueron  presos  en  las  naos ; 
ó  ansí  fueron  libres  los  presos  de  la  una  parte  ó  de 
la  otra.  Después  que  el  Maestre  de  Santiago  ovo 
aquel  vencimiento,  el  Clavero  de  Aloántara  salió  al 
campo,  ó  recogió  en  la  villa  de  Mórida  la  gente  de 
los  Portogueses  que  habia  fuido  de  la  batalla,  ó 
fueron  proveídos  de  armas  ó  de  caballos,  que  el  Bey 
de  Portogal  les  embió.  T  embió  mandar  al  Obispo 
de  Ébora,  que  con  la  gento  que  pudiese  haber,  fue* 
se  á  la  villa  de  Medellin,  por  esforzar  á  la  Condesa, 
ó  desde  aquella  villa  ficiese  guerra  en  toda  la  tier- 
ra. El  Obispo  fué  luego  á  aquella  villa  de  Medellin, 
donde  fué  recebido  por  la  Condesa  oon  trecientos 
homes  á  caballo,  é  otros  algunos  á  pie ;  é  con  esta 
gente,  é  con  la  de  la  Condesa,  facia  guerra  en  todas 
aquellas  partes.  El  Clavero  de  Alcántara  fué  para 
la  villa^de  Deleytosa,  que  tenia  tomada  á  un  su  her- 
mano, que  se  llamaba  Bodrigo  de  Monroy,  é  puso 
ansimesmo  gente  en  ella ;  é  semejante  provisión  de 
gente  fiso  en  todas  las  otras  fortalezas  que  estaban 
por  él  é  por  la  Condesa  en  toda  aquella  provincia, 
desde  las  quales  todos  los  dias  facía  guerra  en  aque- 
llas comarcas. 

CAPÍTULO  TiXXXTX. 

De  las  cosas  que  pasaros  en  Aledntara. 

Después  de  algunos  dias  que  el  Bey  ó  la  Beyna 
estovieron  en  Is  cibdad  de  Troxillo,  acordaron  de 
ir  á  la  villa  de  Caceras.  T  estando  en  aquella  villa, 
la  Lifanta  Dofia  Beatriz  tía  de  la  Beyna,  que  trata- 
ba la  paz  con  el  Bey  de  Portogal,  embió  decir  á  la 
la  Beyna,  que  para  mas  breve  conclusión  de  las  co- 
sas que  se  habían  de  platicar,  seria  necesario  que 
estoviesen  ambas  en  un  lugsr  cercano  á  la  frontera 
de  Portogal.  La  Beyna,  oída  aquella  embaxada, 
embió  á  pedir  á  Don  Alvaro,  Duque  de  Plasenda,  la 
villa  de  Alcántara  con  su  fortaleza,  porque  ella  en 
persona  queria  ir  á  estar  en  ella  algunos  dias,  para 
entender  en  los  trstos  de  aquella  paz  que  le  eran 
movidos.  El  Duque  Don  Alvaro,  que  era  Adminis- 
trador de  aquella  orden  por  el  Maestre  Don  Juan 
su  fijo,  embió  mandar  al  Alcayde  del  castillo,  que 
luego  la  entregase  á  la  Beyna,  con  todo  lo  que  en 
ella  estaba,  é  saliesen  él  é  los  suyos  fuera.  El  Al- 
cayde entregó  luego  aquel  castillo  á  Outierre  de 
Cárdenas  Comendador  mayor  de  Leen,  á  quien  la 
Beyna  lo  mandó  tener.  E  luego  partió  de  la  villa 
de  Cáceres  ,  é  fué  para  la  villa  de  Alcántara  (1). 


(1)  Bl  Rey  partté  de  Cleeres  Junto  la  Reyna  f  fueron  ambos  i 
Tnxlllo,  en  tt  de  Mano  de  este  afio.  Allí  se  detnto  alfo  mas  do 
lo  que  pensaba,  hasta  el  mes  de  Junio,  que  fué  A  sn  naevo  Rejmo 
de  Aragón,  donde  Miosn  entrada  enpdblieo  en  Zarafou  A  S8  del 
mismo  mes,  y  se  detut o  basta  Noviembre  de  dlebo  afio  arreglando 
tarias  cous  perteneeientes  A  la  buena  fobemseion  del  Reyno, 
que  el  GronisU  omite  por  no  pertenecer  A  los  sicesos  de  CasUtta. 
Vetas  Zurita,  ano/.,  Uk.  SO,  ce#.  9S 


DON  FEBNAKDO 

.  Bl  Bey  ansimeemo  partió  de  aqaella  Tilla,  é  fué 
para  el  Bejmo  de  Aragón  á  proveer  en  las  ooaas  de 
aqneUoB  reynoe ;  para  la  qnal  provisión  fué  machas 
Teces  llamado,  é  aan  requerido  por  los  caballeros 
principales  de  aquellos  reynos.  La  Infanta  ansimos- 
mo  Tino  luego  para  Alcántara,  é  la  Rejna  la  reci- 
bió con  gran  Teneradon,  mostrándole  mucho  amor, 
é  mandóla  aposentar  en  la  fortaleza  donde  eUa  po- 
saba. Todos  los  del  Consejo,  é  los  contadores,  é 
otros  oficiales,  é  la  gente  de  armas ,  quedaron  en  la 
Tilla  de  Cáceres ;  é  ninguno  otro  fué  con  la  Rey- 
na,  salTO  un  letrado  de  quien  mucho  se  confiaba, 
que  se  llamaba  el  ¡Doctor  Rodrigo  Maldonado,  que 
era  de  su  Consejo,  é  Femand  AlTares  de  Toledo  su 
Secretario,  é  alguna  gente  de  armas  de  su  guarda, 
que  mandó  estar  con  el  Comendador  major  de  León 
en  la  guarda  do  la  Tilla  ó  do  su  fortaleza.  Venida  la 
Infanta  á  aquella  Tilla,  la  Reyna  f abló  con  ella  en 
los  ocho  días  primeros  algunas  cosas ,  en  las  quales 
ninguna  persona  interTino ;  é  después  que  fueron 
platicadas,  é  puestas  en  eücripto,  la  Infanta  deman- 
dó á  la  Reyna  licencia  para  ToWer,  é  término  para 
consultar  con  el  Rey  de  Portogal,  é  con  el  Príncipe 
su  fijo.  E  la  Reyna  dio  sus  dones  de  oro  é  de  plata 
á  la  Infanta  su  tia,  é  á  todas  las  duefias  é  doncellas 
que  con  ella  Tenían,  é  la  despidió.  E  mandó  al  Doc- 
tor Rodrigo  Maldonado  de  su  Consejo,  que  fuese 
con  ella  para  platicar  con  el  Rey  de  Portogal  é  con 
los  de  su  Consejo  las  materias  é  apuntamientos  é 
seguridades  allí  fabladas  é  apuntadas  con  la  Infan- 
ta. E  luego  toItíó  la  Reyna  á  la  Tilla  de  Cáceres, 
donde  la  esperaba  el  Cardonal  de  Espafia  y  el  Con- 
destable, é  las  otras  gentes  de  armas  de  su  hueste,  é 
todos  los  otros  oficiales  de  su  Corte.  £  dende  á  po- 
cos días  que  estoTo  en  la  Tilla  de  Cáceres,  partió 
para  la  cibdad  de  Troxillo. 

CAPÍTULO  xa 

De  los  eereoff  qae  la  Reina  mandó  poner  sobre  Herida,  MedelUn, 

Nontanehes ,  é  Dcleytou. 

Como  la  Reyna  fué  en  la  cibdad  de  Troxillo,  en- 
tendió luego  en  la  proTision  de  las  cosas  necesarias 
á  la  guerra  que  f  aoian  los  Portogueses  é  los  Caste- 
llanos que  estaban  con  ellos ,  especialmente  desde 
las  Tillas  de  Mérida,  é  de  Medellin,  é  Deleytosa,  é 
de  Azagala,  é  CastilnoTO,  é  Piedrabuena,  é  Mayor- 
ga ;  do  las  quales  se  facia  tanta  guerra,  que  ni  los 
caminos  se  andaban  ,  ni  la  tierra  se  labraba,  é  toda 
negociación  cesaba  en  aquella  proTinoia.  E  todas 
las  aldeas  cercanas  á  aquellas  fortalezas  é  á  sus  co- 
marcas estaban  despobladas,  é  los  moradores  dellas 
las  desampararon ,  é  fueron  á  morar,  dellos  al  An- 
dalucía, dellos  al  Reyno  de  Toledo,  é  á  otras  par- 
tes. E  ningunos  mantenimientos  se  podían  haber  en 
la  cibdad  de  Troxillo,  donde  la  Reyna  estaba,  sino 
traídos  de  tierra  de  AtíU  ,  é  de  Salamanca ,  é  de 
Toro ,  é  del  Reyno  de  Toledo ;  los  quales  se  ponían 
en  la  TÍUa  de  Guadalupe ,  é  de  allí  la  Reyna  embia- 
ba  gente  de  armas ,  que  los  traían  en  salTO  fasta  la 
dbdad  de  Xroxiüo.  Gomo  algunos  caballeros  ó  otros 


ÉDOffAISABEU  845. 

del  consejo  de  la  Reyna  yneton  la  destroioion  de 
aquella  tierra,  considerando' las^neoesidades  presen- 
tes, é  recelando  las  por  Teñir ;  veyendo  anaimesmo 
como  las  fortalezas  que  estaban  rebeldes ,  crecían 
cada  día  mas ,  oon  mayor  número  de  gebte  del  Rey- 
no  de  Portogal,  según  lo  qual  parecía  difioile  aca- 
barse aquella  guerra ,  salTo  en  mucho  espacio  de 
tiempo  é  oon  gran  número  de  gente,  otrosí  oonsi- 
derando  que  la  estada  de  la  Reyna  en  aquella  cib- 
dad ,  no  solo  era  trabajosa  perla  gran  falta  de  man- 
tenimientos ,  mas  era  peligrosa  á  ella,  é  á  todos  los 
que  con  ella  estaban ;  suplicáronle  que  dexando 
guarniciones  de  gentes  en  las  oíbdades  de  Troxillo, 
é  Badajos,  é  Cáceres,  é  sus  comarcas,  ella  se  apar- 
tase de  aquella  tierra,  é  fuese  para  la  Tilla  de  Tala- 
Tera,  ó  á  otro  lugar  comarcano  é  mas  se^ro.  Por; 
que  según  los  parecía,  con  tan  poca  gente  como  álii 
estaba,  no  podía  remediar  guerra  tan  grande,  fecha 
por  tantas  partes.  B  que  no  era  su  serTicío,  ni  me- 
nos se  guardaba  su  preeminencia  real,  sí  estoTÍese 
en  aquella  cibdad  enmedio  de  todas  aquellas  forta- 
lezas contrarias ,  Teyendo  é  oyendo  los  robos  é  pri- 
siones que  los  Portogueses  facían  sin  las  remediar. 
Otrosí  decían,  qae  si  cerca  de  la  paz  que  se  fabla- 
ba  con  la  Infanta  su  tia ,  alguna  cosa  fuese  neoesa- 
río  consultar ,  ansí  bien  se  podía  facer  desde  otra 
Tilla  aunque  fuese  algo  mas  lexana,  como  desde  la 
cibdad  de  Troxillo.  La  Reyna,  oídas  aquellas  razo- 
nes, respondió:  cPues  ya  soy  Tenida  á  esta  tierra 
»  ciertamente  por  f  uir  peligro ,  ni  oscusar  trabajo, 
»  no  la  entiendo  dexar ,  ni  dar  tal  gloria  á  los  con- 
•  trarios ,  ni  tal  pena  á  mis  subditos.  Por  ende  yo  he 
«deliberado  de  estar  aquí  fasta  Tor  el  oabo  de  la 
»  guerra  que  facemos ,  ó  de  la  paz  que  tratamos. »  E 
luego  embió  llamar  mas  gentes  de  armas  de  todos 
sus  Reynos,  é  acordó  de  poner  tres  sitios  sobre  las 
Tillas  de  Medellin,  é  Mérida, é  Deleytosa.  E  mandó 
al  Maestre  de  Santiago  que  tomase  cargo  de  sitiar 
la  Tilla  de  Mérida  que  es  de  su  Orden ,  oon  la  gente 
de  su  casa,  é  oon  otra  que  ella  le  dio  de  su  guarda. 
E  mandó  á  Luís  Fernandez  Puertooarrero^  Sefior  de 
la  Tilla  de  Palma ,  que  con  dos  mil  bornes  á  caballo, 
é  tres  mil  peones,  pusiese  sitio  sobre  la  Tilla  de  Me- 
dellin, donde  estaba  el  Obispo  de  Ebora  oon  gente 
de  Portogal  é  de  la  Condesa.  B  mandó  á  Rodrigo  do 
Monroy ,  cuya  era  la  Tilla  é  fortaleza  de  Deleytosa, 
que  la  sitiase  oon  gente  que  le  mandó  dar  para  ello. 
Todos  estos  tres  sitios  fueron  por  su  mandado  pues- 
tos er  un  día  sobre  aquellas  tres  fortalezas.  E  man- 
dó al  Conde  de  Fétía  Don  Lorenzo  Suarez  de  Figue- 
roa ,  quo  estoTÍese  por  frontero  en  la  cibdad  de  Ba- 
dajoz con  la  gente  de  su  oasa ,  é  oon  otra  gente  de 
su  guarda  que  le  embió  para  facer  guerra  á  Porto- 
gal  ,  é  resistir  la  que  por  aquella  parte  facían  los' 
Portogueses.  La  Reyna  estando  en  la  cibdad  de 
Troxillo,  é  con  ella  el  Cardenal  de  Espafia,  y  el 
Condestable  Conde  de  Haro ;  todos  los  días  daba  or- 
den, é  proTeia  de  gentes  é  mantenimientos  á  aque- 
llos tres  sitios  que  mandó  poner.  Estando  las  cosas 
de  la  guerra  en  el  estado  que  hemos  dicho,  acaeció 
que  el  ClaTero  de  Alcántara  Tino  á  la  fortaleea  de 


846 


OBÓmOAS  BB  LOS  BITE8  DB  OACTTILIíA^ 


MonUnohes ,  U  qual  tenia  im  la  oafiado ,  Oomenda- 
dor  de  la  Orden  de  Santiago,  que  se  llamaba  Pedro 
Pnertooarrero,  oasado  oon  en  hermana,  é  trató  oon 
alia  qae  le  dexaee  apoderar  de  la  fortaleza :  la  qnal 
{>or  megoe  ó  promesas  de  su  hermano,  tovo  manera 
que  entrase  con  algunos  bornes  suyos,  ó  luego  echó 
fuera  toda  la  gente  del  Comendador  su  cufiado,  yol 
quedó  apoderado  de  la  f ortalesa.  £  comenzó  á  facer 
i^uerra  á  la  oibdad  de  Troxiilo ,  é  los  mas  días  llega- 
ba BU  gente  fasta  cerca  de  la  cibdad  ó  tomaban  pri- 
sioneros, ó  impedían  qne  no  viniesen  mantenimien- 
tos á  la  cibdad.  La  Beyna,  como  quier  que  ovo  gran 
pesar  de  la  toma  de  aquella  fortaleza ,  pero  luego 
entendió  en  la  provisión  que  se  debia  facer  en  aquel 
nuevo  dafio.  £  mandó  á  su  Condestable,  é  á  Don 
Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador  mayor  de  León, 
qae  con  la  gente  de  armas  que  tenia  en  su  guarda, 
é  con  los  caballeros  continos  de  su  casa,  fuesen  á 
la  fortaleza  de  Montanches,  é  la  sitiasen ,  é  resistie- 
sen la  guerra  que  f  acia  la  gente  que  el  Clavero  de- 
xó  en  ella.  Aquella  fortaleza  de  Montanches  es 
fuerte  ó  inexpugnable ,  pero  el  Condestable ,  y  el 
Comendador  mayor  de  León  se  aposentaron  con  la 
gente  de  armas  bien  cerca  della,  en  tal  lugar,  que 
no  podían  salir  á  facer  los  daftos  que  antes  f adán. 
El  Clavero  fué  para  las  fortalezas  de  Piedrabuena, 
éMayorga,  é  Azagala,  ó  Castílnovo  que  estaban 
por  él.  £  desde  aquellas  fortalezas,  andando  de  una 
en  otra,  facía  guerra  á  Badajoz,  ó  á  Cáceres,  ó  á 
todas  aquellas  partes  de  sus  comarcas.  £  algunas 
veces  metía  gente  de  Portogal ,  con  la  qual  facía 
prisiones,  é  quemas, é  robos,  é  grandes  estragos  en 
todas  aquellas  tierras.  Ansimesmo  iba  al  Bey  de 
Portogal  á  impedir  la  paz  qae  trataban  el  Principe 
BU  fijo,  é  la  Infanta  Dofia  Beatriz  su  suegra  ¡  ó  soli- 
citaba con  c^an  diligencia  que  entrase  poderosa- 
mente ¿  socorrer  su  gente,  que  estaba  sitiada  en 
qoatro  partes.  En  especial  le  daba  á  entender,  que 
si  socorriese  solamente  el  castillo  de  Montanches, 
todoB  los  otros  sitios  se  alzarían  ¡  é  de  aquella  ma- 
nera los  suyos  serían  socorridos,  y  él  quedaría  vio- 
toríoso.  Porque  alzados  los  sitios,  podría  ir  con  gran 
poder  de  gente  á  la  cibdad  de  Troxiilo ,  donde  es- 
taba la  Beyna :  la  qual  por  falta  de  mantenimien* 
tos,  que  eran  trabajosos  de  haber,  no  esperaría  en 
aquella  cibdad ;  é  que  de  necesario  le  convernía  de- 
xar  toda  aquella  tierra ,  donde  él  quedaria  Bey  ó  Se- 
fior  BÍn  impedimento  alguno.  £  habida  aquella  pro- 
vincia á  su  obeddiencía ,  podria  conquistar  mucho 
mejor  á  Castilla,  é  con  mayores  fuerzas  que  primero. 
£1  Condestable ,  y  el  Comendador  mayor  que  eran 
avisados  de  lo  que  el  Clavero  solicitaba  con  el  Bey 
de  Portogal,  ponían  grande  guarda,  no  solamente 
contra  la  fortaleza  de  Montanches, que  tenían  sitia- 
da ;  mas  recelando  que  vemia  el  Bey  de  Portogal 
contra  ellos,  ponían  guardas  6  sobreguardas,  y  es- 
cuchas en  los  caminos,  ó  atalayas  sobre  las  sierras 
por  no  ser  tomados  de  salto.  T  ellos  ó  los  que  con 
ellos  estaban,  todas  las  noches  estaban  armados.  B 
porque  el  trabajo  era  tan  grande  é  contino ,  que  ni 
ellos,  ni  la  gente  de  armas  que  tenían  en  su  capita- 


nía  lo  podían  sofriri  aoordaroü  de  faoer  «noima  de 
una  derra  cercana  al  castillo  de  Montanches  un 
circuito  de  piedra  fuerte,  donde  ellos  ó  toda  la  gen- 
te de  s»  capitanía  pudiesen  estar  se¿uroa  que  no 
fuesen  tomados  de  salto ;  el  qnal  fuó  fecho  é  f ortifl- 
cado  en  díee  días.  £  dentro  de  aquel  circuito  de 
piedra,  estaban  ya  seguros  de  no  ser  tomados,  aun- 
que viniese  gfan  poder  de  gente  del  Bey  de  Porto- 
gal.  £  todos  los  días  sallan  á  pelear  contra  los  de  la 
fortaleza,  é  los  de  la  fortaleza  contra  ellos.  Luis 
Fernandez  Puertocarrero,  que  tenia  cercada  la  villa 
de  Medellin,  había  escaramuzas  con  la  gente  que 
estaba  en  ella;  los  qualea  eran  tal  número,  que  sa- 
llan á  pelear  con  los  de  fuera  tantas  veces  que  no  lo 
podiendo  sofrír,fuó  necesario  á  este  capitán  alzar  el 
sitio  que  tenia  puesto  cerca  de  la  villa,  é  lo  apartar 
por  espacio  de  media  legua.  £  por  aquella  causa  ha- 
bían lugar  los  de  la  villa  de  salir  fuera  por  mante- 
nimientos algunas  veces.  E  después  de  algunos  días, 
acaeció  venir  en  aquel  cerco  una  tan  gran  multitud 
de  moscas ,  que  la  gente  que  allí  estaba  no  se  podía 
valer ,  porque  ninguno  podía  comer  sino  teniendo 
ocupada  la  una  mano  en  se  defender  de  las  moscas, 
ó  comían  con  la- otra  ;  ni  menos  podían  dormir,  si 
no  á  gran  'pena,  que  las  moscas  les  daban.  Ovo  en 
aquel  cerco  grandes  escaramuzas ,  en  las  quales  pa- 
saron fechos  de  armas  sefialadoB ;  porque  los  Caste- 
llanos é  los  Portogueses  contendían  de  valentía,  é 
quando  venían  á  las  manos ,  cada  uno  trabajaba  de 
sostener  la  honra  de  su  nación  ó  la  suya ,  y  en  es- 
tas peleas  murieron  algunos  de  la  una  parte  ó  de  la 
otra.  £  tantos  caballos  quedaron  en  el  campo  muer- 
tos ,  que  inficionaban  de  dolencias  pestilenciales  á 
los  unos  é  á  los  otros.  Bodrígo  de  Monroy,  que  ansi- 
mesmo puso  el  cerco  sobre  Deleytosa ,  tenía  en  es- 
trecho á  los  que  la  defendían.  A  los  quales  después 
de  tres  meses  que  estovieron  sitiados ,  geles  dafió  el 
agua ;  ó  porque  veían  jue  el  Bey  de  Portogal  no  les 
embiaba  socorro,  según  gelo había  prometido,  acor- 
daron de  no  esperar  á  que  geles  dafiase  tanto  que 
no  la  pudiesen  beber ;  ó  demandaron  partido  que  les 
salvasen  las  vidas  é  los  bienes,  ó  que  entregarían  la 
fortaleza.  La  Beyna  mandó  que  de  su  parte  les 
asegurase  ¡  y  entregáronla  á  aquel  Bodrígo  de  Mon- 
roy cuya  era,  al  qual,  según  habernos  dicho ,  tiráni- 
camente la  tenía  tomada  el  Clavero  su  hermano.  £ 
mandó  la  Beyna  que  la  gente  que  en  aquel  sitio 
había  estado ,  fuese  al  sitio  de  Montanches  do  esta- 
ba el  Condestable  y  el  Comendador  mayor.  El  Maes- 
tre de  Santiago  contínó  el  cerco  que  tenía  puesto 
sobre  la  villa  de  Mérida,  é  fizo  grandes  baluartes  6 
cavas,  ó  otras  muchas  defensas,  para  que  ól  é  su 
gente  estoviesen  seguros ,  ansí  de  los  cercados ,  co- 
mo de  qualquier  otra  gente  que  viniese  defuera  á 
los  socorrer.  £  ansí  en  aquel  cerco  como  en  todos 
los  otros,  fallecían  muchas  veces  los  mantenimien- 
tos;  é  la  Beyna  lo  mas  del  tiempo  entendía  en  los 
mandar  traer  é  repartir  por  los  sitios  que  estaban 
puestos,  y  embiarles  todas  las  otras  cosas  que  eran 
necesarias.  Estos  sitios  duraron  por  espacio  de  cin* 
00  nMses:  en  los  quales  allende  do  loa  ir«bajoS| 


DONrEBNANDO 
maertet  é  feridM  que  loi  oeroadores  padeoieron  en 
loa  oombateay  aaoaramQsaa  que  oyieron  oon  los  oer« 
oadoS|  aofrieron  ansimeamo  gran  trabajo,  por  falta 
de  loe  mantenimientoB,  é  tanta  pena,  que  maphoa 
diaa  pasaban  con  solo  pan  é  agaa.  Porque  las  vian- 
das que  oomian  eran  habidas  á  gran  deseo ,  é  mu- 
chos días  se  Tendió  un  celemin  de  oebada  por  un 
real  de  plata.  E  ansimesmo  reoibian  fatiga  en  el 
campo  de  grandes  bochornos ,  de  que  se  siguieron 
enfermedades,  é  algunas  dellas  pestilenciales.  El 
Doctor  Rodrigo  Maldonado,  que  según  habernos  di- 
cho ,  fué  por  mandado  de  la  Reyna  oon  la  Infanta 
su  tia  á  platicar  con  el  Rey  de  Portogal,  é  oon  los 
de  su  Consejo  en  las  materias  de  la  paa  que  se  ha- 
blan apuntado  en  Alcántara,  escríbia  á  la  Reyna  los 
mas  dias  :  que  ol  Príncipe  de  Portogal  é  la  Infanta 
su  lia,  no  podian  traer  al  Roy  do  Portogal  á  la  paz 
con  aquellas  condiciones  que  en  Alcántara  fueron 
apuntadas ,  é  que  demandaba  cosas  nuevas.  Otrosí, 
que  habia  en  su  Oonsejo  algunos  Portogueses  é  Cas- 
tellanos, que  le  daban  á  entender  como  reoebia 
mengua  en  dexar  el  título  de  Rey  de  Castilla  que 
habia  tomado ;  especialmente  el  Clavero  de  Alcán- 
tara le  daba  esperanza,  quo  habría  toda  aquella 
provincia  de  Estremadura  en  poco  tiempo,  sola- 
mente socorriendo  la  fortaleza  de  Montanches.  E 
con  estas  cosas,  el  Rey  de  Portogal  estaba  determi- 
nado de  proseguir  la  guena,  para  lo  qual  tenia  jun- 
ta la  mas  gente  de  su  Reyno.  Quando  la  Reyna  sopo 
que  el  Rqj  de  Portogal  no  estaba  por  los  apunta- 
mientos fechos  oon  la  Infanta,  é  que  demandaba 
cosas  nuevas,  embió  mandar  á  aquel  Doctor,  que 
se  despidiese,  é  viniese  para  ella.  El  Príncipe  do 
Portogal ,  é  algunos  caballeros,  é otras  personas  que 
estaban  en  el  Consejo  del  Rey  su  padre,  á  quien  no 
piada  de  la  guerra  que  quería  proseguir,  le  repre- 
sentaron los  inoonvinientes  que  en  esta  demanda 
ovo,  é  diéronle  á  entender  que  los  habría  mayores 
si  en  ella  insistiese;  especialmente  que  no  tenia 
aquellas  fuerzas  de  gente  é  dinero  que  eran  necesa* 
rías  para  la  continuar.  E  que  no  debia  dar  crédito  á 
los  Castellanos,  que  poniendo  su  estado  real  en  pe- 
ligro, querían  cobrar  los  oficios  é  bienes  que  habían 
perdido  en  Castilla.  Porque  era  cierto  aquellos  estar 
ocupados  de  pasión,  é  no  podian  rectamente  conse- 
jar. E  suplicáronle,  que  mandase  al  Doctor  que  no 
partiese  fasta  que  mas  viese  en  las  materías  con- 
cernientes á  la  paz,  que  habían  seydo  platicadas.  El 
Rey  de  Portogiü ,  mudado  aquel  propósito  por  los 
consejos  del  Príncipe  é  de  la  Infanta  su  suegra  é 
de  los  Caballeros  é  Doctores  de  su  Consejo,  mandó 
al  Doctor  que  no  partiese ,  porque  entendía  ver  mas 
en  las  materias  de  la  paz.  El  Doctor,  por  mandado 
del  Rey  de  Portogal  se  detovo,  é  tomó  á  platicar 
mas  con  el  Príncipe  é  oon  los  del  Consejo  del  Roy 
de  Portogal;  é  después  de  algunas  pláticas  habidas 
en  otros  quince  dias  que  se  detovo ,  feneció  la  guer- 
ra, é  fizóse  la  paz  entre  el  Rey  é  la  Reyna ,  é  sus 
Reynos  é  sefioríos  de  la  una  parte,  y  el  Rey  de  Por- 
togal ó  BU  Reyno  de  la  otra ,  en  esta  manera. 


É  DOfiA  ISABEL. 


W 


CAPÍTULO  XCI. 


Como  U  Roynt  eonclsjó  It  pu  oon  el  Rey  de  Portofal  (I). 

Primeramente,  que  el  Rey  de  Portogal  dexase  el 
título  que  habia  tomado  de  Rey  de  Castilla,  é  las 
armas  de  Castilla  que  habia  puesto  en  su  escudo. 
Otrosí,  que  jurase  de  no  casar  en  ningún  tiempo, 
con  aquella  Dofia  Juana  su  sobrina.  ítem  que  ella 
toviese  libertad  por  tiempo  de  seis  meses  de  facer 
de  su  persona  lo  que  le  ploguiese ;  ó  estando  si  qui- 
siese en  aquel  Reyno  de  Portogal ,  ó  yendo  á  otra 
qualquier  parte  que  á  ella  bien  viniese:  tanto  que 
el  Rey  de  Portogal,  ni  otro  alguno  do  su  Reyno  la 
favoreciese.  E  que  si  por  ventura  delibrase  no  salir 
del  Reyno  de  Portogal,  que  complidos  los  seis  me- 
ses, luogo  f  uoso  obligada  de  elegir  una  de  dos  vias : 
ó  que  se  obligase  de  casar  con  ol  Príncipe  Don  Juan 
de  Castilla, y  estoviese  en  poder  de  la  Infanta  Dofia 
Beatriz  tía  de  la  Reyna,  esperando  fasta  que  el 
Príncipe  f  ueso  de  edad  para  casar  con  ella ;  ó  si  esto 
no  quisiese  facer ,  entrase  en  religión  en  la  orden  de 
Santa  Clara ,  en  uno  de  los  monesteríos  que  le  fue- 
ron nombrados  en  el  Reyno  de  Portogol.  Otrosí 
que  el  Príncipe  Don  Alonso  fijo  del  Príncipe  de 
Portogal  casase  con  la  Infanta  Dofia  Isabel  fija  del 
Rey  é  de  la  Reyna.  E  que  por  oertenidad  de  las  co- 
sas concordadas  cerca  desta  paz ,  estos  dos  sefiores 
Príncipe  é  Infanta  estoviesen  en  poder  de  la  Infan 
ta  Dofia  Beatriz,  tia  de  la  Reyna,  en* el  castillo  de 
Mora,  que  es  en  el  Reyno  de  Portogal ;  el  qual  fué 
entregado  á  la  Infanta,  que  era  suegra  del  Príncipe 
de  Portogal ,  para  que  los  tovieso  por  cierto  tiempo, 
fasta  que  fuesen  complidas  las  cosas  quo  se  habían 
de  complir  é  habían  seydo  concordadas.  Otrosí,  que 
la  mina  del  oro  quedase  para  el  Rey  de  Portogal ,  é 
para  el  Príncipe  su  fijo ;  é  que  ninguno  de  los  Rey- 
nos  é  sefioríos  del  Rey  é  de  la  Reyna  fuesen  á  ella, 
so  grandes  penas.  ítem ,  que  oviese  paz  entre  el  Rey 
é  la  Reyna  de  Castilla  y  el  Rey  de  Portogal,  y  en- 
tre sus  Reynos  é  sefioríos  é  subditos  é  naturales  de 
la  una  parte  é  de  la  otra;  é  que  esta  paz  fuese  guar- 
dada é  oonservada  so  grandes  penas,  por  tiempo  de 
ciento  é  un  afios.  ítem ,  que  la  Reyna  perdonase  al 
Clavero,  é  á  la  Condesa  de  Medellin,  é  á  todos  los 
Castellanos  que  habían  rebelado  oontra  el  Rey  é 
contra  ella ,  é  habían  seguido  el  partido  del  Rey  de 
Portogal ,  do  todos  é  qualesquier  crímines  é  delic- 
tos  que  oviesen  cometido  contra  ellos ,  de  qualquier 
calidad  que  fuesen ,  é  les  mandase  restituir  sus  bie- 
nes y  heredamientos  é  rentas ,  que  por  bu  mandado 
les  fueron  tomados  en  Castilla ,  los  que  tenían  al 
tiempo  que  fueron  á  servir  al  Rey  de  Portogal.  Bn 
esta  manera  fué  fecha  é  firmada  la  paz  oon  el  Rey 


(1)  Zorita  trae  mas  á  la  larga  este  tratado  de  ptoés  y  eSadoqia 
reflero  aos  eoBdleiosfO  mas  parUealameate  por  ser  nai  tiertaa  j 
disUntas  qoe  las  eaeriba  Hersando  del  Palgar.  Bi  misno  se- 
fiala  el  oaelrnteato  de  la  lofanta  DoHa  Jdana  en  Sábado  S  de  No- 
Tlembre  de  este  afio,  pero  la  reeofteillaeioa  del  Maniiés  de  VI- 
lliHia  la  trae  eo  el  sigiileDte ,  y  n  concordia  con  los  Reyea  oa  M 
de  Febrero  del  nismo  aflo  1480.  Zirita,  AK  W,  09.  84  f  8S. 


848 


ORÓNIOAS  DB  LOS  BBTES  DB  QA8IILLA. 


de  Portogal  6  oon  sa  Beyno.  B  luego  fueron  ftbsa- 
dos  loe  sitios ,  que  estaban  puestos  sobre  las  f  orta* 
•  lesas,  é  la  villa  de  Marida  fué  restituida  al  Maes- 
tre,  porque  era  de  su  Orden;  é  la  villa  deMedellin, 
mandó  la  Beyna  que  se  entregase  á  aquel  caballero 
Puertooarrero ,  que  la  tovo  por  su  mandado  sitiada, 
fasta  que  mandase  ver  los  debates  que  la  Condesa 
tenia  oon  el  Oonde  de  Medellin  su  fijo,  á  quien  per- 
teneoia  de  dereoho,  é  oídas  las  partes,  determina- 
se entre  ellos  lo  que  fuese  de  justicia.  Fechas  é  asen* 
tadas  estas  cosas ,  el  Bey  de  Portogal  las  firmó  ó 
Juró ,  é  las  fiso  pregonar  en  su  Oorte ,  mandando  que 
se  guardasen  so  grandes  penas.  Y  embió  sus  emba- 
xadores  oon  sus  poderes  bastantes  á  la  oibdad  de 
Troxillo  para  las  refirmar  é  ver  firmar  é  jurar  á  la 
Beyna.  Lo  qual  la  Beyna  otorgó ,  é  lo  mandó  pre- 
gonar con  trompetas  públicamente  en  su  Corte ,  se- 
gún que  fué  pregonado  en  la  Oorte  del  Bey  de  Por- 
togal. E  luego  la  Beyna  embió  facer  saber  al  Bey 
que  estaba  en  Cataluña ,  la  pas  que  habia  concluido 
con  el  Bey  de  Portogal,  é  la  forma  como  se  habia 
asentado,  de  lo  qual  le  plogo  mucho.  Fechas  é  con- 
cluidas, todas  aquellas  cosas,  la  Beyna  puso  sus  Cor- 
regidores é  oficiales  en  aquella  tierra  de  Estrema- 
dura,  é  dio  orden  para  que  todos  viviesen  en  pas ;  é 
mandó  facer  muchas  restituciones  á  algunas  viudas 
é  miserables  personas ,  de  los  bienes  y  heredamien- 
tos que  en  los  tiempos  pasados  les  eran  ocupados 
por  fuerza.  Esto  fecho,  partió  de  aquella  tietra  de 
Estremadura  para  la  cibdad  de  Toledo.  El  Bey  an- 
simesmo  vino  para  aquella  cibdad ,  ó  juró  en  pre- 
sencia de  los  embazadores  del  Bey  de  Portogal  los 
capítulos  de  la  paz,  según  que  la  Beyna  lo  habia 
jurado  é  firmado.  Y  embiaron  sus  cartas  á  todo»  los 
Grandes  de  sus  Beynos  é  sefioríos ,  é  á  todas  las  db- 
dades  ó  villas  dellos,  notificándoles  la  paz  é  concor- 
dia que  habia  fecho  la  Beyna  con  el  Bey  de  Porto- 
gal  é  oon  su  Beyno ;  y  embiáronles  á  mandar  que  la 
guardasen  so  ¿gandes  penas.  Estando  en  aquella 
'     cibdad,  vino  el  Marqués  de  Villena  ante  el  Bey  é 
la  Beyna ,  é  suplicóles  que  por  quanto  quena  mos- 
trar ante  Su  real  Magostad  su  inocencia,  cerca  déla 
guerra  que  le  acusaban  haber  movido ,  les  ploguiese 
oirle  é  guardar  su  justicia ;  é  ofrecióse  á  probar  que 
no  fué  culpante,  ni  promovedor  de  escándalo.  E 
dizo,  que  si  él  habia  tomado  armas,  habia  seydo 
para  defender  su  personado  aquellos  que  no  sabian 
mostrarse  servidores,  salvo  mostrando  á  otros  de- 
servidores :  los  quales  movieron  guerra  contra  él, 
sin  mandamiento  de  Su  Alteza;  6  que  si  debieran 
ser  punidos  si  no  la  ficieran  mandandogelo,  mucho 
mas  lo  debían  ser  por  la  haber  fecho  sin  ser  manda- 
dos. El  Bey  é  la  Beyna  mandaron  poner  en  examen 
de  justicia  la  suplicación  del  Marqués.  E  porque  se 
falló,  que  no  fué  principiador  do  aquella  guerra ;  é 
aosimesmo  porque  no  se  probó  contra  él ,  que  des- 
pués que  fué  perdonado ,  tomó  voz  del  Bey  de  Por- 
togal, ni  monos  trató  con  él  en  deservicio  del  Bey  é 
de  la  Beyna,  fallaron  que  debian  reconciliarle ,  é 
seguraron  su  persona  é  bienes.  Estando  en  esta  cib- 


dad de  Toledo ,  parió  la  Beyna  á  Ift  Infanta  Dofia  [  Uk.  io,  cap.  38 


Juana  en  el  mes  de  Noviembre  deste  ifio  de  mil  é 
quatrodentos  é  setenta  é  nueve  aftos« 

CAPÍTULO  XOIL 

Os  como  el  Riy  é  la  Reyna  enbUron  á  Portogal  m  «sbauáo* 
res,  sobre  la  profesión  qae Dofta  Juana  habla  de  faeer. 

Según  habemos contado,  aquella  Dofta  Juana  de 
Portogal,  tovo  libertad  de  elegir  una  de  dos  vias ,  6 
esperar  fasta  que  el  Príncipe  de  Oastilla  fuese  de 
edad  para  casar  con  ella ,  ó  entrar  en  xeligion  en 
uno  de  cinco  monesterios  que  le  fueron  nombrados 
de  la  orden  de  Santa  Olara.  É  porque  eligió  antes  la 
religión  que  el  casamiento ,  el  Bey  é  la  Beyna  em- 
biaron á  Fray  Femando  de  Talavera,  Prior  del  mo- 
nesterio  de  Santa  María  de  Prado  su  confesor,  é  al 
Doctor  Juan  (1)  Diaz  de  Madrigal  de  su  Oonsejo, 
por  BUS  embaxadores  al  Bey  de  Portogal,  para  refir- 
mar la  paz  fecha  entre  ellos ,  é  otrosí  para  ver  la 
profesión  que  aquella  Dofta  Juana  habia  de  facer 
en  la  orden  que  eligió.  Estos  embaxadores  fueron 
bien  recebidos  por  el  Bey  de  Portogal,  é  por  el  Prín- 
cipe su  fijo ;  y  en  loor  de  la  paz  entre  ellos  celebra- 
da, aquel  religioso  f  abló  al  Bey  de  Portogal  en  esta 
manera :  «Muchas  saludes,  muy  alto  Bey  é  Príncipe 
sesclarecido,  ó  muy  cordiales  encomiendas  vos  em* 
»bian  los  muy  altos  é  muy  poderosos  Bey  é  Beyna 
»de Oastilla,  é  de  León,  é  de  Aragón,  é  de  Sicilia 
nnuestros  soberanos  seftores,  con  aquel  amor  é  vo- 
eluntad  que  á  tan  claro  Bey  é  Príncipe,  tan  conjun- 
»tos  en  debdo,  tan  confederados  é  aliados  on  vorda- 
ttdera  paz  é  amistad  son  debidas.  Quisieron  Sus  Al- 
vtezas  que  fuésemos  scs  embaxadores  é  portadores 
Ddellas,  como  quier  que  muy  pequefios  en  su  muy 
nalto  consejo ,  pero  no  menos  que  otros  familiares, 
i>é  aceptos  á  su  servicio ;  porque  algunas  cosas  qiie 
»á  Vuestra  Alteza  é  serenidad  nos  mandaron  expo- 
»ner  é  comunicar,  son  de  tal  calidad  é  misterio,  que 
Drequieren  ministros  de  semejante  profesión.  É  aun 
spor  corresponder  á  la  manera  que  vuestra  muy  ex- 
»celente  prudencia  tovo  en  las  novísimas  embaxa- 
Ddas  ó  mensagerías  que  á  Sus  Excelencias  fizo  en 
vestes  días  ¡  primeramente  con  el  sabido  Licenciado 
»de  Figueroa  de  vuestro  muy  alto  consejo ,  é  des- 
»puos  mas  familiarmente  con  el  devoto  Beligioso 
})Padre  Fray  Antonio  vuestro  Oonf  esor.  Manera  por 
ncierto  prudentísima  é  muy  provechosa,  porque  por 
vesta  via  mas  que  por  otra  serán  confirmadas  é  per- 
npetuadas  vuestras  bienaventuradas  paces  é  muy 
»dignas  amistades  en  aquestos  tiempos  dignamente 
oreformados.  Oa  por  esta  via,  mas  que  por  otra,  se 
Dpodian  certificar  vuestras  muy  buenas  voluntades 
sé  las  suyas  ¡  refiriéndolas  á  aquellos  que  las  cono- 
Dcen,  como  Dios  cuyo  es  proprio  asentar  los  cora- 


(1)  Zurita  dice  que  el  compafiero  en  esta  embajada  no  fii¿  el 
Doetor  Jnan  Diai  de  Madrigal  como  aqai  dice  Pulgar,  sino  el  Doe- 
tor  Rodrigo  Ualdonado  de  Talsvera.  El  uiamo  refiere  uua  notable 
resolución  del  Príncipe  de  Portugal  quando  loa  tratados  de  pax, 
sobre  la  f¿  de  Garda  de  Resende ,  autor  Portugués,  que  puede 
Terse  alii  y  euya  verdad  no  es  tiempo  abora  de  eiamijiar.  áae/.. 


DONVERNANDO 
«zon6«,  que  éñgtm  el  Profeta  eon  difioilee  de  oono- 
9oer  é  por  cosa  deste  mundo  no  dirán  sino  yerda- 
ides.  Manera  otro  si  decente  é  muy  dina  de  sns  rea- 
»le8  excelencias  é  ynestras :  porqae  claramente  de- 
smnestra,  qae  no  solamente  sois  Principes  oientifl- 
»cos ,  é  Beyes  animosos ,  é  muy  proveídos  en  los 
»ezercicios  belicosos  é  actos  mi  litares,  como  á  todos 
oes  notorio,  mas  mny  católicos  é  sublimados,  en  to- 
ldo linage  de  heroyoas  é  perfectas  yirtades,  qnan- 
ido  ansi  TOS  place  elegir  é  destinar  tales  nuncios  é 
Bmensageros.  Porque  es  regla  general  tan  bien  en 
»lo  natural  como  en  lo  moral,  é  tan  bien  en  las  oo- 
osas  divinas  como  en  las  humanas ,  que  los  medios 
^participan  é  han  de  pai*ticipar  en  alguna  manera 
lia  condición  de  los  extremos.  Exemplo  es  muy  su- 
>fioiente,  que  Jesu  Orísto  nuestro  Bedemptor,  para 
98er  entre  Dios  é  los  homes  perfecto  medianero, 
90V0  de  ser  Dios  é  home  verdadero.  É  porque  nos 
icomenzamos  á  testificar  lo  que  de  cierto  sabemos, 
«crea  vuestra  serenidad ,  que  la  voluntad  de  núes- 
»tros  soberanos  principes  Rey  é  Beyna  nuestros  se- 
nfiores  (que  por  eso  la  decimos  voluntad  é  no  vo- 
»luntades,  porque  en  esto  y  en  todo  bien  son  con- 
iformes, é  tienen  un  querer  é  no  querer,  como  muy 
«esclarecidos  conjugados  en  todo  é  por  todo  lo  de- 
»ben  tener)  es  muy  determinada,  muy  entera,  muy 
nconstante  en  la  perfecta  conservación  de  las  dichas 
«paces,  y  en  el  cumplimiento  de  todo  lo  por  ellas 
«capitulado,  según  que  de  las  vuestras  son  certifi- 
«cados,  especialmente  por  el  dicho  devoto  Padre,  á 
«quien  Sus  Alteaaa  dan  mucha  f  é  por  las  razones 
«ya  dichas.  É  no  sin  causa  vuestras  muy  ilustres  vo- 
«luntades  6  la  suya,  en  esto  son  ó  deben  ser  conf or- 
«mes ;  como  esta  bienaventurada  paz  ó  concordia 
«sea  á  Nuestro  Sefior  Dios  muy  apacible ,  que  toda 
«buena  paz  ama  é  aprueba,  como  aquel  que  es  di- 
>cho  della  (1).  El  qual  por  facer  paz  verdadera  é 
«perpetua  con  el  linsge  humanal ,  é  paz  entre  sus 
«santos  ángeles  é  los  homes,  é  paz  entre  los  hom- 
«mes  de  diversas  condiciones,  en  la  persona  del  fijo 
«se^ristió  de  nuestra  humanidad ,  y  en  ella  recibió 
«muerte  é  pasión ,  porque  pudiésemos  conseguir  la 
«paz  del  cielo,  que  es  nuestra  bienaventuranza,  que 
«sin  la  paz  del  suelo  no  se  alcanza.  É  por  eso  quiso 
«ser  llamado  príncipe  de  paz,  é  quiso  nacer  en  tiem- 
«po  de  paz,  é  que  sus  ángeles  la  snunciasen  en  su 
«santa  natividad,  é  la  dexó  por  herencia  á  sus  muy 
«amados  discípulos  en  su  testamento  é  postrimera 
«voluntad,  é  con  ella  les  mandó  saludar  la  casa  en 
«que  entrasen ,  é  con  ella  les  saludó  él  mesmo  des- 
«pues  déla  gloriosa  resurrección ;  dando  á  entender 
«que  esta  es  verdadera  salutación,  y  el  mayor  bien 
«que  se  debe  desear.  É  ansí  la  mandó  dar  en  el  tes- 
«tamento  viejo  por  bendición  principal  á  su  pueblo. 
«Es  otrosí  la  paz  á  vuestras  serenísimas  personas  ó 
«á  las  suyas,  causa  de  mucho  descanso  é  consolación, 
«porque  da  oportunidad  para  toda  buena  gobema- 
«cion :  como  por  el  contrario  la  guerra  é  la  disoor- 


(i)  Parees  qae  alsde  it  epíteto  «se  da  San  PaMo  á  Dlof »  llv 


É  DOSa  ISABEL.  849 

«dia  son  causa  de  muoha  fatiga  y  enojo  é  taibadon. 
»T  es  la  paz  necesaria  é  muy  |Mro  veohosa  á  todos  los 
«estados  de  sus  reynos  é  de  los  vuestros ,  cuyo  bien 
«todo  príncipe  con  muy  mucho  estudio  debe  proon- 
«rar,  é  anteponer  al  suyo ;  é  aun  oportuna  é  oonf  e- 
«rente  á  toda  la  religión  ohrietiana,  y  especialmen- 
«te  en  estos  tiempos  peligrosos ;  y  es  mucho  dafiosa 
«é  por  consiguiente  molesta  é  odiosa  á  los  enemigos 
«de  la  santa  fé  cathólioa,  propinquos  é  remotos.  É 
«porque  desto  é  de  otras  cosas  que  requieren  au- 
«dlencia  mas  familiar  é  secreta,  diré  á  Vuestra  real 
«Magostad  é  muy  ilustre  Sefioria :  agora  facemos 
«fin  muy  humilmente,  suplicando  perdón  en  lo 
«que  menos  debidamente  es  dicho,  é  remitiendo  al 
«Doctor  diño  colega  en  esta  nuestra  legación,  que 
«como  varón  docto  é  prudente,  supla  lo  que  mi  sim- 
«pleza  ha  fallecido. «  Después  que  aquel  religioso 
ovo  f  ablado,  el  Bey  de  Portogal  le  respondió  muy 
bien ,  é  les  dixo :  cQue  su  intención  era  de  perma- 
«necer  en  la  paz  asentada,  considerando  el  fruto 
«loable  que  deUa  se  slguia.»  El  Do'ctor  Yabló  ansi- 
mesmo  las  cosas  que  fueron  necesarias  de  se  propo* 
ner,  por  algunas  novedades  que  se  hablan  fecho  do 
unas  partes  á  otras :  sobre  las  qualee  el  Bey  de  Por- 
togal mandó  á  los  de  su  Oonsejo  que  entendiesen 
con  estos  dos  embaxadores,  é  aclarasen  todo  aque- 
llo que  de  razón  é  justicia  se  debiese  facer.  Lo  qual 
fué  ansí  fecho,  é  fueron  las  paces  confirmadas  con 
placer  de  ambas  las  partes.  E  después  este  Beligio- 
80  y  el  Doctor,  fueron  á  la  oibdad  de  Ooimbra,  don- 
de estaba  monja  aquella  Dofia  Juana  en  el  mones* 
terio  de  Santa  Clara.  T  este  Beligioso  lo  fabló  en 
esta  manera :  «Somos  aquí  venidos,  muy  ilustre  ó 
»muy  do  vota  sefiora,  por  mandado  de  los  muy  altos 
a  é  muy  poderosos  Bey  é  Beyna  de  Castilla  é  do 
•  León,  nuestros  soberanos  señores ;  porque  sus  Al- 
atezas  han  sabido  que  es  vuestra  deliberada  volun- 
a  tad  de  facer  profesión  en  esta  religión  de  la  bien- 
•aventurada  Santa  Clara,  cuyo  hábito  degistes,  é 
a  vos  plogo  tomar.  Es  por  cierto,  muy  noble  Sefiora, 
«el  que  vos  quesistes  é  queréis  el  mejor  de  los  esta- 
•dos,  é  por  tal  habido  é  aprobado  en  el  santo  Evan- 
agelio;  en  el  qual  Nuestro  Sefior  Jesu  Christo  alaban- 
ado  la  contemplación ,  á  la  qual  es  dedicada  esta 
a  religiosa  vida,  dice,  que  María  Magdalena,  por  la 
a  qual  aquella  es  figurada,  como  la  vida  activa  por 
t  Santa  Marta,  escogió  la  muy  mejor  parte.  Esta  es 
ala  mas  perfecta  de  las  vidas,  porque  mas  que  nin- 
aguna  es  dispuesta  é  ordenada  para  mas  complida- 
a  mente  amar  á  Nuestro  Sefior ;  lo  qual  es  todo  el 
abien  é  perfecdon  que  en  esta  miserable  carne  vi- 
a  viendo  se  puede  alcanzar.  Conocida  cosa  es  que 
«el  amor  libre  de  las  riquezas  temporales,  é  libre 
a  otrosí,  é  apartado  de  los  ddeytes  camales,  ó  de  los 
a  cargóse  actos  conjugales,  é  sometido  en  todo  é  por 
ttodo  á  oomplir  é  obedecer  la  voluntad  de  Nuestro 
t  Sefior,  la  qual  en  cada  cosa  é  causa  nos  deolara  y 
aensefia  el  perlado  ó  perlada ,  que  entre  nos  é  sobre 
anos  tienen  sus  veces,  es  mas  dispuesto  que  ningu- 
ano  para  perfectamente  amar  á  Nuestro  Sefior.  Por- 
aque  como  nuestro  coraron  no  puedo  careos  d# 


I 


0RÓKÍCA8  DS  LOS  REYES  DE  GASTitLA. 


«amoiTi  que  os  de  su  propria  operación,  es  forzadoi 
9qae  desamando,  ó  no  amando  las  oosasbaxas,  qnie- 
»ra  é  ame  las  altas;  é  qae  despreciando  las  cosas 
B criadas,  qne  no  hinchen  sa  capacidad  é  medida, 
•precie,  qniera  é  ame  al  hacedor  ó  gobernador  de- 
slías qae  tiene  é  da  perfección  complida.  Á  esta  caa- 
»sa,é  no  á  otra  los  Santos  por  Naeetro  Sefior  inspi- 
irados  é  alambrados,  notaron  é  ordenaron  que  yo- 

•  tasemos  aquellos  tres  votos  principales  de  pobre- 
•za,  castidad,  ó  obediencia,  que  son  necesarias  é 
1  substanciales  en  toda  religión  perfecta  ó  aproba- 
ida;  por  las  quales  son  excluidas  y  desechadas 
•aquellas  tres  cosas,  que  facen  á  los  hornea  indinos 
•de  participar  y  entrar  al  combite  de  las  bodas  oe- 
•lestiales.  Las  quales  tres  cosas  en  el  santo  Evange- 

•  lio  son  figuradas  y  entendidas  por  la  villa,  quesig- 
•nifioa  el  sefiorío  é  honra  temporal ;  épor  la  muger, 
•que  significa  el  casamiento  é  todo  deleyte  camal, 
•é  por  las  yugadas  de  bueyes ,  que  significan  las  ri- 
•queeas,  que  facen  de  terrenal  esta  perfección  de 

•  amores.  Esta  es  aquella  preciosa,  para  la  qual  ha- 
•ber,  el  santo  Evangelio  dice  que  habemos  de  ven- 

•  der  todo  lo  que  tenemos ;  este  es  el  tesoro  abscon- 
•dido  en  el  campo,  por  el  qual',  como  ese  mesmo 
•Evangelio  dice,  todo  haber  con  mucho  gozo  debe 
» ser  da  lo.  Esta  es  la  crus  muy  preciosa  con  que 

•  Nuestro  Sefior  quiere  que  crucificados  le  sigamos. 

•  Este  es  el  su  yugo  suave  é  carga  liviana,  que  nos 
•face  verdaderos  discípulos  suyos,  amigos,  fijos  y 
•hermanos.  Y  esta  nos  face  dinos ,  como  ese  mesmo 

•  Evangelio  dice,  qne  en  el  juicio  universal,  en  si- 
fe  lias  muy  altas,  seainos  con  él  asentados  á  juzgar. 

•  Esta  es  la  vida  inocente  é  pura,  alegre  ó  jocunda, 
•pacifica  é segura,  é  mas  apta  que  ninguna,  para 

•  facer  complida  penitencia  de  qnaleequier  pecados 
•é  yerros,' por  nosotros,  ó  á  nuestra  causa  cometidos 
•é fechos; pobreza  muy  rica,  que  quanto  mas  quie- 
bre, tanto  mas  tiene,  ó  nada  le  falta,  porque  muy 
•poco  le  basta.  Castidad  muy  fecunda,  llena  é  abas- 
•tada  de  generación  é  deleyte  espiritual.  Subjecion 

•  llena  de  libertad ;  maa  libertad  verdadera,  é  final - 
•mente  mas  angélica  que  humana,  é  mas  del  cielo 
•que  de  la  tierra.  Épor  eso  la  aconseja  el  Apóstol 

•  Sant  Pablo  á  todas  las  personas,  que  aun  no  están 

•  atadas  ni  cargadas  de  casamiento.  Por  eso  la  esco- 
ftgioron  Santa  Inés,  Santa  Cecilia,  Santa  Lucía,  San- 
•ta  Catarina,  é  vuestra  madre  Santa  Clara,  é  otras 
•muchas  doncellas  de  claros  linages,é  desecharon 
» esposos  muy  generosos ,  é  las  bodas  temporales. 
•Paes  considerando,  muy  ilustre  Sefiora,  la  bondad 
•perfección  é  mejoría  que  á  vos  plogo  de  elegir,  é 
•place  do  continar,  no  seria  buen  pariente,  ni  buen 
•amigo,  ni  buen  consejero,  quien  de  cosa  tan  buena 
•vos  cuidase  apartar.  Mayormente,  que  por  maravi- 
»11a  es  visto,  antes  nunca,  qne  personas  de  vuestro 
•linage  después  que  en  el  monesterío  entrasen,  ha- 
•yan  tomado  atrás,  ni  doxasen  el  hábito  de  la  santa 
•religión,  y  el  santo  propósito  con  que  el  primero  dia 

•  comenzaron ;  agora  entrasen  por  sola  virtud,  é  solo 
•amor  de  Nuestro  Sefior,  é  deseo  verdadero  de  su 
•seguTA  salvadon,  agor*  impelidas  ó  movidas  por 


•  evadir  qualquier  necesidad,  ó  tribulación.  La  qual 

•  en  tal  caso  llaman  los  Santos  felicidad ,  porque 
•compele  á  tomar  estado  de  tanta  excelenoia  é  de 

•  tanta  virtud  é  bondad.  Quanto  maa  que,  bien  oonai* 

•  dorando  la  deliberación  con  que  vos  plogo  de  tomar 
•este  estado,  y  el  tiempo  que  para  deliberarlo  vos 
•fué  dado,  é  la  intención  oon  que  lo  tomastes,  que 
•fué,  no  de  probar,  mas  de  siempre  en  él  perseverar, 

•  el  primero  dia  fuistes  profesa ,  quanto  á  Dios,  é 

•  quanto  á  la  obligación  de  vuestra  oonscienoia,  aun- 
•que  no  interviniese  la  solemnidad  acostumbrada 
•en  la  profesión  expresa,  que  agora  queréis  facer 
•en  faz  de  la  Iglesia.  É  aun  yo  seria  mal  frayle,  é 

•  muy  mal  siervo  de  Dios ,  si  tal  caida  é  tal  aparta- 
amiento  de  su  verdadero  amor  vos  aconsejase.  Mas 
•porque  podría  ser,  que  teniendo  vos  alguna  dubda 
•é  recelo ,  que  los  dichos  Rey  é  Reyna  nuestros  se- 
•fiores,  no  toviesen  voluntad  de  complir  lo  que  oon 

•  el  muy  ilustre  Rey  vuestro  tío  al  tiempo  de  las  pa- 
•oes  capitularon  cerca  de  vuestro  casamiento  oon  el 
•serenísimo  Príncipe  Don  Juan  nuestro  Sefior,  vos 
•oviese  movido  á  querer  elegir  é  tomar  aqueste  san- 
Bto  é  bienaventurado  é  mejor  estado;  por  esto  vos 

•  facen  saber,  antes  que  mas  vos  atéis,  aunque  según 
•lo  dicho,  quanto  á  Dios,  é  quanto  á  vos,  é  quanto  á 
•la  Iglesia  ya  sois  atada,  que  su  voluntad  fué,  y  es, 
•é  scorá  de  complir  enteramente.  É  á  mí  dan  por  tes- 
•tígo,  que  la  sé  como  Dios,  é  por  cosa  deste  mundo 
•no  diré  sino  verdad.  Porque  ansí  vista,  veáis  bien 
•lo  qne  facéis,  é  si  de  aquello  dubdais,  perdáis  toda 
•dubda.  Alumbre  Nuestro  Sefior  y  esfuerce  vuestro 

•  muy  noble  spíritu,  para  que  aquello  conozca  é 

•  quiera,  que  á  él  es  mas  apacible,  amen.^  Como 
aquel  Religioso  Prior  ovo  propuesto  esta  exhorta- 
ción é  declaración  á  esta  Dofia  Juana,  luego  ella  di- 
xo,  que  al  principio  de  la  concordia ,  en  su  ánimo 
habla  elegido  mas  la  via  de  la  religión,  que  la  del 
casamiento :  porque  muchas  veces  Dios  le  habia 
mostrado  los  estados  reales  é  otras  qualesquier  pros- 
peridades mundanas  ser  transitorias,  é  que  el  apar- 
tamiento del  mundo  era  causa  de  se  apartar  la  cria- 
tura de  pecar,  é  la  poner  en  amor  de  Dios,  que  es  lo 
que  permanece.  Por  ende,  que  ella  sin  ninguna  pre- 
mia, salvo  de  su  propria  voluntad  quería  vivir  en 
religión,  é  facer  profesión,  é  fenecer  en  ella  en  ser- 
vicio de  Dios  é  de  la  Virgen  bienaventurada  Santa 
María  su  madre,  pospuestas  todas  otras  cosas.  É  lue- 
go presentes  este  Religioso  y  el  Doctor,  é  la  Abadesa 
é  las  Monjas  de  aquel  monesterio  de  Santa  Clara, 
é  algunos  caballeroso  duefias,  é  otras  muchas  per- 
sonas, celebraron  solemnemente  lo  que  á  tal  acto  é. 
sacramento  requería.  É  aquella  Dofia  Juana  fizo 
profesión  en  aquel  monesterío,  según  orden  déla 
Iglesia. 

Agora  dexa  la  historia essa  mataría,  é  contará  lo 
qne  ficieron  los  turcos  en  la  tíerra  de  los  ohristianos. 


\ 


CAPÍTULO  xcm. 


De  como  los  tireoí  omaroB  h  etadad  de  Rodag,  é  lo  ove 

onde  patd. 


En  este  afio  los  turcos  fioieron  gran  guerra  por. 
tierra  é  por  mar  en  aquellas  partes  de  los  christia- 
nos,  que  confinaban  con  los  moros,  é  llevaron  gran 
número  de  captivos ,  é  fioieron  robos  é  quemas  de 
lugares ;  especialmente  vino  gran  multitud  de  tur- 
óos sobre  la  cibdad  de  Rodas,  é  toviéronla  cercada 
por  espacio  do  ocho  meses.  É  como  la  fama  deete 
cerco  fué  sabida  por  las  tierras  de  la  ohristiandad, 
muchos  Maestres  ó  Comendadores  de  la  Orden  de 
8ant  Juan,  que  son  subjetos  al  Gran  Maestre  de 
Rodas,  fueron  do  todos  los  Reynos  de  la  christiandad 
por  mar  ó  por  tierra  A  socorrer  la  cibdad,  ó  al  Maes- 
tro qtie  estaba  en  olla  cercado ;  ó  ovieron  grandes 
batallas  con  los  turcos,  donde  murieron  muchos  de 
los  Comendadores  de  la  orden  de  l^ant  Juan,  é  otros 
homes  principales  que  estaban  dentro  en  defensa  de 
la  cibdad.  La  qunl  estovo  en  punto  do  se  perder  por 
los  grandes  combates,  que  continuamente  por  tierra 
é  por  mar  los  turcos  le  daban,  é  por  la  mengua 
grande  que  padecían  los  christianos  por  falta  de 
mantenimientos,  é  de  pólvora  para  la  defensa  de  la 
cibdad.  É  como  quier  que  las  naos  que  habían  veni- 
do á  la  socorrer  estaban  cerca,  pero  ninguno  osaba 
entrar  en  el  puerto  por  miedo  de  la  grande  flota  que 
los  turcos  tenian  en  guarda.  É  los  christianos  es- 
taban en  turbación,  porque  de  la  una  parte  velan  el 
perdimiento  de  la  cibdad,  si  no  la  socorrían,  é  de  la 
otra  conocían  su  perdición ,  si  se  aventuraban  á  la 
socorrer.  Estando  en  la  pena  deste  pensamiento ,  un 
Comendador  de  la  nación  Inglesa,  que  había  veni- 
do con  una  nao,  dixo  á  algunos  de  los  capitanes  de 
las  otras  naos ,  que  no  sabia  él  qué  aprovechaba  el 
trabajo  y  el  gasto  fecho  en  la  venida  fasta  aquel  lu- 
gar, si  se  volviesen  sin  conseguir  algún  fruto  de  su 
venida.  É  diciendo  estas  palabras,  é  disponiéndose 
al  peligro,  mandó  poner  todas  las  velas  á  la  nao ;  é 
peleando,  é  sufriendo  muchos  tiros  de  pólvora,  que 
le  tiraban  los  de  la  flota  de  los  turcos,  entró  por 
fuerza  de  armas  en  el  puerto ,  é  basteció  la  cibdad 
de  las  cosas  necesarias ,  en  especial  de  pólvora,  con 
que  se  pudo  defender.  É  con  esta  fazafia  grande 
que  aquel  Comendador  Ingles  fizo,  la  cibdad  de  Ro- 
das fué  socorrida,  é  los  turcos  no  ovieron  lugar  de 
la  tomar.  Como  los  turcos  vieron  que  la  cibdad  fué 
en  aquella  manera  socorrida,  acordaron  de  la  com- 
batir ;  é  tan  grande  era  la  multitud  de  loe  turcos,  é 
las  fortalezas  de  los  combates  dados  por  todas  par- 
tes, que  ovieron  lugar  de  entrar  en  ella  por  unapar- 
te  del  muro  que  habían  derribado  con  el  artillería. 
É  los  christianos  esforzáronse ,  é  pelearon  por  las 
calles  oon  los  turcos,  7  echáronlos  fuera  de  la  cib- 
dad. En  este  fecho  de  armas  murieron  muchos  de 
los  unos  é  de  los  otros ;  especialmente  se  fallaron 
muertos  de  los  de  dentro  catorce  Comen  d  adores ,  to- 
dos homes  principales,  que  pelearon  con  grand  es- 
fiíeiso  por  botar  los  turóos  fuer*.  Ú  como  Tíeron 


DON  FERNANDO  É  DO^A  ISABEL.  35l 

los  turóos  que  no  podían. haber  la  cibdad,  porque 
había  seydo  socorrida,  é  por  las  grandes  ayudas  que 
cada  día  le  venían  de  toda  la  christiandad  por  mar 
é  por  tierra,  acordaron  de  alzar  los  sitios  que  tenian 
sobre  ella  puestos.  E  ansí  quedó  la  cibdad  libre  del 
sefiorio  del  turco,  pero  muy  destruida  déla  gran 
guerra  que  le  fué  fecha,  é  de  los  combates  que  mu- 
chas veces  le  dieron. 


I 


CAPÍTULO  xav. 

De  las  eoiis  qoe  panroa  es  Italia  (i)^ 

En  estos  tiempos  era  Padre  Santo  Sixto  Quarto, 
un  homo  de  la  naoíon  de  Genova,  el  qual  había  sey- 
do  Cardenal  é  f  rayle  de  la  orden  de  Sant  Francis- 
co ,  buen  teólogo,  é  home  de  buena  intención ;  pero 
sometido  á  la  gobernaoion  do  otroe »  especialmente 
do  un  su  sobrino ,  quo  so  llamaba  Mioer  Ilieróni- 
mo,  á  quien  fizo  Condado  la  cibdad  de  Imola.  Este 
era  mancebo  casado,  de  edad  de  veinte  é  ooho  afioe^ 
ó  muy  cobdicíoso  de  haber  sefioríos,  é  con  la  mano 
del  Papa  alcanzó  mucho  de  lo  que  deseaba.  B  ansí 
como  le  creciótel  estado,  ansí  creció  laoobdicia  pa'» 
ra  lo  acrecentar;  é  pensó  de  sefiorear  la  cibdad  de 
Florencia,  en  la  qual  por  estonces  había  dos  ban- 
dos, uno  se  decía  de  Pácis,  otro  era  de  los  de  Médi- 
cis.  E  juntóse  en  amistad  con  los  del  bando  de  Pá- 
cis, é  prometióles  el  favor  del  Papa  y  el  suyo,  para 
tener  la  gobernación  de  la  cibdad  sin  impedimento 
de  los  del  otro  bando  de  Médicís ;  y  ellos  prometie- 
ron á  él  de  le  tener  por  sefior  é  superior  en  la  cib- 
dad. E  para  conseguir  el  efecto  deste  su  propósito, 
por  parte  de  aquel  Conde  Hierónimo  fué  embíado  á 
la  cibdad  de  Florencia  un  su  amigo  que  era  Arzo* 
hispo  de  Pisa,  natural  de  aquella  cibdad.  E  segan 
después  pareció,  aquel  Arzobispo  con  los  del  bando 
de  Pácis,  acordaron  de  facer  matar  á  Micer  Pedro 
de  Médicís,  é  á  Micer  Lorenzo  de  Médicís,  dos  her- 
manos que  eran  los  principales  de  aquella  parente- 
la, que  tenían  por  estonces  la  gobernación  de  la 
cibdad.  E  un  Domingo,  estando  el  que  se  llamaba 
Lorenzo  do  Médiois  en  misa,  y  el  otro  su  hermano 
Pedro  de  Médicís  en  \%  plaza  de  la  cibdad,  aquellos 
que  tenian  cargo  de  poner  las  manos  en  ellos,  lo 
pusieron  en  obra ;  y  el  Micer  Pedro  de  Médicís  fué 
muerto  á  pufialadas  en  la  plaza  por  uno  que  se  lla- 
maba Francisco  de  Pácis.  El  Micer  Lorenzo  que  es- 
taba en  la  Iglesia,  se  defendió,  como  quiera  que  fué 
ferido.  Este  insulto  fecho,  luego  la  cibdad  se  albo- 
rotó, é  se  juntó  oon  Lorenzo  de  Médicís,  é  prendie- 
ron á  todos  los  que  pudieron  haber  del  otro  bando 
de  Pácis:  é  prendieron  ansimesmo  á  aquel  Arzobis- 
po de  Pisa ;  é  á  todos  los  suyos,  é  arrastraron  é  ma- 

(f )  Este  asee  te  de  la  reTolaelon  de  Ploreieia  |»or  el  Conde  Ge- 
róDlmo  aaeecdid  el  afto  antecedente.  BI  Sefior  de  Argenten  qae 
fié  eowiilonado  por  el  Rey  de  Francia  para  paeücar  eataa  dire- 
reacias,  cuenta  el  snceso  con  mnebapartienlarldad  7I0  coloea  en 
dicho  alio.  El  hermano  de  Lorenzo  de  Nédiela  qne  fné  nnerto  por 
Pranelseo  de  Pacta,  no  se  llamaba  Pedro,  sino  Jnllan  de  Médicís» 
padre  de  Jallo  de  Mediéis,  qne  detpiea  ta¿  Papa  y  se  llamé  Cle- 
mente Vil.  Mem^^  M»  6,  ciqp«  Si  PreiT.»  uiau  CfílCOU  Te* 
mouiyPtSSI^ 


362 


0RÓNI0A8  DB  LOS  BE7ES  DE  OAffFILtiA.' 


taron  á  aquel  qne  mató  á  Podro  de  Médiouu  E  toda 
1a  mayor  parte  de  la  oibdad  eooendidos  de  ira,  ma- 
taron á  todoa  qaantoB  de  aquella  parentela  de  Pácia 
pudieron  haber;  ó  ansimesmo  af orearon  á  aquel  Ar- 
zobispo de  Pisa,  é  á  dies  saoerdotes  de  misa  que 
venian  oon  él,  é  á  todos  los  suyos.  T  en  aquel  Ím- 
petu del  pueblo  fueron  muertos  algunos  de  los  de 
Páois,  aunque  eran  inocentes,  por  el  odio  que  la 
oibdad  concibió  contra  los  del  linage  de  Páds,  por 
la  fazafia  que  imaginaron  facer ;  é  todos  los  que  se 
pudieron  salvar  fuyeron  ó  fueron  desterrados  de  la 
cibdad.  E  ordenaron  en  su  consistorio ,  que  heme  de 
aquel  linage  de  Pácis  no  estoviese  jamas  en  ella, 
porque  fueron  contra  la  libertad  de  los  cibdadanos. 
Por  causa  deste  insulto  toda  Italia  se  alborotó  ó  di- 
vidió en  partes,  de  la  una  el  Papa,  oon  el  qual  se 
juntó  el  Rey  Don  Fernando  de  Ñapóles ;  ó  de  la  otra 
el  Duque  de  Milán,  con  las  comunidades  de  Vene- 
oia  ó  Florencia.  E  por  causa  dest^  división,  ovo  en 
toda  Italia  este  afio  muchas  guerras  é  muertes  en 
los  de  la  una  parte  ó  de  la  otra.  Al  fin  visto  como 
la  tierra  se  perdía  por  la  guerra  que  f  acian  unos  á 
otros,  é  como  los  turcos  ansimesmo  por  su  parte 
guerreaban,  deliberaron  facer  treguas  por  idgan 
tiempo  entre  el  Papa  y  el  Bey  de  Ñápeles,  é  las  co- 
munidades de  Florencia,  ó  Venecia,  ó  Qénova,  y  el 
Duque  de  Milán.  Los  turcos  siempre  continuaban 
la  guerra  contra  los  christianos,  ó  tomaron  la  cib- 
dad de  Otranto ,  que  es  en  el  Reyno  de  Ñápeles ;  é 
armaban  gran  flota  de  naos  para  venir  en  Italia ,  y 
entrar  primeramente  en  el  Reyno  de  Sicilia,  porque 
creian  aquel  Reyno  ganado,  se£^n  la  comarca  don- 
de está,  é  la  grand  abundancia  que  en  él  hay  de 
mantenimientos,  que  podrían  guerrear  todas  las 
Italias.  Todos  los  caballeros  é  gentes  del  estaban 
temerosos  de  ser  guerreados  de  los  turcos,  y  escri- 
bieron al  Rey  ó  á  la  Reyna  el  temor  en  que  estaban 
puestos,  é  como  no  había  resistencia  en  toda  aque- 
lla tierra  de  Sicilia  si  los  turcos  viniesen ;  porque  la 
luenga  paz  de  que  la  gente  de  aquel  Reyno  goza- 
ba, les  había  fecho  ignorantes  del  exercicio  de  las 
armas,  ó  que  les  faUecian  homes  cursados  en  guer- 
ra é  armas  para  defensa  de  la  tierra.  El  Rey  ó  la 
Reyna,  considerando  que  era   necesario   proveer 
aquel  su  Reyno,  mandaron  á  ciertos  mercaderes  de 
la  cibdad  de  Burgos,  que  llevasen  naos  cargadas 
de  lanzas,  é  paveses,  6  corazas,  casquetes,  ó  balles- 
tas, ó  almacén ,  ó  artillería,  é  otras  armas.  Ansimes- 
mo mandaron  á  Alonso  de  QuintaníUa  su  Oontador 
mayor  de  caentas,  é  al  Provisor  de  Villafranca,  Qo- 
bemadores  de  las  hermandades  de  Castilla,  que  en- 
tendiesen en  los  cosas  necesarias  para  la  armada 
que  acordaban  facer  por  mar,  según  adelante  será 
recontado. 

CAPÍTULO  XOV. 

De  \u  eo«ii  qat  pasaron  en  al  afio  algniante  de  mil  é  qnatróaien- 
toa  ¿  ochenta  alos.  Primeramente  de  las  cortes  qve  se  fleleron 
en  Toledo. 

En  este  afio  siguiente  del  Sefior  de  mil  é  quatro- 

cientos  é  ochenta  afios,  estando  el  Rey  é  la  Reyna 


en  la  cibad  de  Toledo ,  acordaron  de  facer  cortea  ge« 
nerales  en  aquella  cibdad.  Y  embiároulas  notificar 
por  sus  cartas  á  la  cibdad  de  Burgos,  León,  Avila, 
Segovia,  Zamora,  Toro,  Salamanca,  Soria,  Murcia, 
Cuenca,  Toledo,  Sevilla,  Córdoba,  Jaén,  é  á  las  vi- 
llas de  Valladolid,  Madrid  é  Quadalaxara;  que  son 
los  diez  é  siete  cibdades  é  villas  que  acostumbran 
continamente  embiar  procuradores  á  las  cortes  que 
facen  los  Reyes  de  Castilla  ó  de  Leen.  Las  quales 
embiaron  de  cada  cibdad  é  villa  destas  que  son  nom- 
bradas ,  dos  personas  por  procuradores  con  sus  po- 
deres bastantes  para  las  cosas  que  en  aquellas  cortes 
se  oviesen  de  contratar.   Ansimesmo  vinieron  á 
aquellas  cortes  algunos  Perlados  é  Caballeros  del 
Reyno ;  y  entendieron  luego  en  restituir  el  patri- 
monio real ,  que  estaba  enagenado  de  tal  manera, 
que  el  Rey  ó  la  Reyna  no  tenían  tantas  rentas  como 
eran  necesarias  para  sostener  el  estado  real  é  del 
Príncipe  é  Infantas  sus  fijos.  E  ansimesmo  para  las 
cosas  que  se  requerían  expender  cada  afio  en  la  ad- 
ministración de  la  justicia  é  buena  gobernación  de 
sus  reynos ;  porque  el  Rey  Don  Enrique  lo  había 
enagenado  en  el  tiempo  de  la  división  pasada  que 
ovo  con  BU  hermano  el  Príncipe  Don  Alonso.  Y  este 
enagenamíento  de  las  rentas  reales  se  fizo  en  mu- 
chas maneras,  á  unos  se  dieron  maravedís  de  juro 
do  heredad  para  siempre  jamas,  por  loe  facer  mer- 
ced en  emienda  de  gastos ,  otros  los  compraron  del 
Rey  Don  Enrique  por  muy  pequefios  precios,  por- 
que la  muchedumbre  de  las  mercedes  de  juro  de 
heredad  que  se  habían  fecho,  los  puso  en  tan  pe- 
queña estimación ,  que  por  mil  maravedís  en  dinero 
se  daban  otros  mil  de  juro  de  heredad.  Y  esta  disi- 
pación del  patrimonio  é  rentas  reales  vino  á  tanta 
corrupción ,  que  se  vendían  albalaes  del  Rey  Don 
Enrique  en  blanco  de  merced  de  juro  de  heredad, 
para  qualquier  que  los  quería  comprar  por  poco 
precio.  E  todos  estos  maravedís  se  situaban  en  las 
rentas  de  las  alcabalas ,  é  tercias,  é  otras  rentas  del 
Reyno,  de  manera  que  el  Rey  no  tenia  en  ellos  cosa 
ninguna.  Sobre  esta  materia  los  procuradores  del 
Reyno  suplicaron  al  Rey  ó  á  la  Reyna,  que  porque 
el  estado  real  convenía  ser  bien  proveído  de  los  oo- 
sas  necesarias,  ansí  para  sus  gastos  continos,  como 
para  los  otros  necesidades  que  ocurrían  en  el  Rey* 
no,  mandasen  restituir  las  rentas  reales  antiguas  á 
debido  estado ;  porque  no  lo  faciendo ,  de  necesario 
les  era  imponer  otros  nuevos  tributos  é  imposicio- 
nes en  el  Reyno,  de  que  sus  subditos  fuesen  agra- 
viados. Otrosí  les  suplicaron  que  mandasen  reducir 
á  BU  corona  real  las  cibdades  ó  villas  é  lugares 
que  en  los  tiempos  pasados  el  Rey  Don  Enrique  ha- 
bía dado,  ó  revocar  las  mercedes  que  dellas  había 
fecho.  Porque  decían  ser  dadas  por  necesidad  de 
las  guerras,  en  que  le  habían  puesto  algunos  caba- 
lleros, é  no  pbr  leales  servicios  que  oviesen  fecho, 
ni  por  otra  justa  razón  que  oviese  para  las  apartar 
de  la  corona  é  patrimonio  real ,  ó  las  dar  á  aquellos 
que  las  dio.  Sobre  esta  suplicación  que  les  fué  fe- 
cha, platicaron  con  el  Cardenal  de  Espafia,  é  con 
los  Duques,  ó  Condes,  é  Perlados»  ó  Caballeros  é 


tooíi  ins&SÁisnx) 

DoetoiM  ¿B  tu  Ooniejóy  que  oon  ellos  eetaban.  B 
después  de  mudu»  pUtioas  sobre  ello  liabidas,  to- 
dos oonoordaron  que  la  renta  é.  patrimonio  real  de- 
bía ser  restituido  I  é  puesto  en  tan  debida  orden ,  que 
el  estado  real  é  las  neoesidades  que  oourrían  en  el 
Beyno  pudiesen  ser  proveídas  de  las  rentas  anti- 
guas, sin  poner  nuevos  tributos  é  imposioiones.  Pe- 
ro no  se  acordaban  en  la  forma  oomo  se  debía  fa- 
eer;  porque  estos  maravedís  de  juro  de  heredad  es- 
taban repartidos  por  grandes  sefiores  del  Beyno ,  é 
por  otros  Perlados  é  Oaballeros  y  Escuderos  é  Igle- 
sias é  monesteriosi  é  otras  personas  de  todos  esta- 
dos. Y  el  voto  de  algunos  era  que  se  debía  facer 
revocación  general  de  todas  las  mercedes  de  juro 
de  heredad  que  se  fideron  en  el  tiempo  de  aquella 
división ;  porque  el  Bey  Don  Enrique  las  había  fe- 
cho, oonstrefiido  por  necesidad,  é  no  por  justa oau- 
sa;  que  asas  bastaba  el  fruto  que  deUas  habían  to- 
mado los  que  las  tovieron  en  los  tiempos  pasados. 
Otrosí  decían  que  estas  mercedes  no  se  habían  fe- 
cho á  todos  de  una  manera,  ni  por  un  respecto;  é 
que  si  se  fidese  revocación  general,  no  sería  cosa 
justa,  porque  algunos  las  habían  habido  por  servi- 
oioB  que  habían  fecho,  é  por  otras  justas  causas. 
Otrosí  algunos  decían  que  no  era  cosa  igual ,  ni  bien 
considerada  que  se  quitasen  á  unos ,  é  no  á  otros ;  é 
todos  trabajaban  de  justificar  las  causas  porque  las 
habían  habido,  sobre  lo  qual  ovo  diversos  votos.  B 
porque  esta  negociación  era  ardua,  é  de  grand  im- 
portancia, el  Bey  é  la  Beyna  acordaron  de  escribir^ 
sus  cartas  á  todos  los  Duques,  é  Condes,  é  Perla- 
dos, é  Bioos-homes  de  sus  Beynos,  que  estaban 
fuera  de  su  corte,  f adeudóles  saber  las  grandes 
neoesidades  ó  pocas  rentas  que  tenían  en  todos 
sus  Beynos,  por  el  enagenamiento  que  déilas  ha- 
bía fecho  el  Bey  Don  Enrique  su  hermano.  Sobre 
lo  qual  los  procuradores  de  las  dbdades  é  villas  de 
BUS  Beynos,  les  suplicaron  que  las  reduxesen  á  de- 
bido estado.  E  porque  era  rasen  de  saber  su  voto 
cerca  de  esta  materia,  é  de  las  otras  que  se  habían 
de  tratar  en  sus  cortes,  les  mandaron  que  viniesen 
personalmente  á  entender  en  todo  ello.  Pero  que  sí 
estaban  impedidos  de  tal  impedimento  que  no  pu- 
diesen venir,  embíasen  á  dedr  lo  que  les  pareda; 
porque  visto  en  su  consejo,  se  fidese  aquello  que 
mas  cumpliese  á  servido  de  Dios  é  bien  de  sus  Bey- 
nos.  Muchos  de  los  grandes  sefiores  é  Oaballeros  é 
Perlados  dd  Beyno  vinieron  á  aquellas  cortes,  por 
d  llamamiento  que  les  fué  fecho  de  parte  del  Bey 
é  de  la  Beyna,  é  andmesmo  los  que  no  pudieron 
venir,  embiaron  sus  pareceres  por  diveisas  mane- 
ras ;  pero  todos  concordaron  que  las  rentas  6  patri- 
monio real  que  estaba  enagenado  por  las  inmensas 
;dádivas  que  del  eran  fechas,  debía  ser  reduddo  en 
debido  estado.  El  Oardenal  de  Espafia,  cuyo  voto 
,el  Bey  é  la  Beyna  quisieron  especialmente  saber, 
!  dixo  que  le  parecía  que  aquellos  maravedís  de  juro 
de  heredad,  é  de  merced  de  por  vida,  é  tordas  de 
lugares,  é  otras  rentas  que  el  Bey  Don  Enrique  dio 
)á  algunos  oaballeros  é  personas ,  las  quales  habían 
loTi^ntado  escándalos  é  guerras  en  el  Beyno  |  é  le 


É  DofiA  máÉBti.    '  m 

habían  puesto  en  neoeddad,  solamente  por  haber 
del  mercedes ;  que  estas  tales  debían  ser  revooadas 
del  todo,  ó  aun  de  derecho  debian  restituir  los  fru- 
tos que  ¿ellas  habían  habido.  E  que  las  meroedes 
que  había  fecho  á  otros  oaballeros  é  personas  que 
le  sirvieron  bien  é  lealmente,  é  trabajaron  por  sos- 
tener su  persona  y  estado  real,  é  por  le  relevar  de 
laa  neceddades  en  que  los  otros  le  puderon  ^  é  pe- 
learon con  él  en  la  batalla  que  ovo  oon  los  caballe- 
ros que  tovieron  la  parte  del  Príndpe  Don  Alonso 
su  hermano,  aquellas  tales  debian  ser  confirmadas, 
é  no  les  debían  ser  revocadas  todas  ni  parte  ddlas.  - 
Porque  las  habían  bien  merecido,  sirviendo  oon 
lealtad,  é  trabajando  porque  la  dividen  se  quitase 
de  sus  Beynos ;  é  á  estos  tales,  antes  les  debian  afia- 
dir  mercedes ,  que  quitar  las  que  tenían.  Ansímes- 
mo,  que  se  debían  ver  por  los  libros  de  contadores 
los  maravedís  de  juro  de  heredad  que  se  dieron  en 
pago  de  suddos  é  tenendas.  E  si  se  fallase  que  ha- 
bía seydo  fecha  en  ello  justa  oompensadon,  debian 
ser  á  los  tales  oonfirmadas  las  mercedes  que  ovíe- 
ron;  ó  d  les  fuesen  revocadas,  les  debian  ser  paga- 
dos en  dineros  los  maravedís  que  debieron  haber  de 
sus  tenencias  é  sueldos.  Otrod  dtzo,  que  las  merce- 
des que  el  Principe  Don  Alonso  en  su  vida,  llamán- 
dose Bey,  di6  á  aquellos  Oaballeros  é  Perlados,  que 
fioieron  dividen  en  d  Bejmo,  las  quales  por  mane* 
ras  esquídtas  fideron  que  d  Bey  Don  Enrique  les 
confirmase,  le  pereda  que  debian  ser  revocadas.  B 
ansimesmo  debían  revocar  las  otras  que  se  vendían 
con  albalaes  que  el  Bey  Don  Enrique  daba  en  blan- 
co. Otrosí,  que  aquellos  que  mercaron  del  Bey  ma- 
ravedís de  juro,  é  le  dieron  dinero  por  ellos,  les  de- 
bian ser  tornados  los  tales  maravedís  á  los  que  Ice 
dieron,  é  que  les  debian  tomar  los  privilegios  que 
de  laa  tales  mercedes  ovieron,  para  que  fuesen  ras- 
gados. E  que  cerca  de  todo  esto  se  debía  tener  una 
moderadon  igual ,  é  muy  conforme  á  ía  rasen  é  jus- 
ticia, porque  cada  uno  oviese  lo  que  le  perteneda 
haber,  é  le  fuese  quitado  lo  que  por  maneras  no  de- 
bidas había  habido,  según  que  á  todos  era  notorio ; 
é  que  fadéndose  desta  manera,  ninguno  temia  ra- 
sen de  se  agraviar  de  lo  que  le  quitasen.  Visto  este 
voto  del  Oardenal,  algunos  Grandes  é  Oaballeros  6 
Doctores  del  Oonsejo  dd  Bey  é  de  la  Beyna  confor- 
máronse oon  él,  é.dizeron  que  era  muy  bien  é  justa- 
mente dicho,  é  que  se.  debía  and  poner  por  obra. 
Otros  algunos  dieron  votos  contrarios  á  este,  porque 
algunos  maravedís  de  juro  fueron  dados  á  iglesias 
é  monesterios  de  tal  calidad,  que  no  se  debian  qui- 
tar; é  que  se  debía  haber  respecto  á  la  dinídad  de 
las  personas  que  los  tenían ,  porque  ri  les  fuesen  qui- 
tados se  podria  dello  seguir  deservicio  al  Bey  6  á 
la  Beyna,  y  escándalo  en  el  Bejmo.  El  Bey  é  la 
Beyna,  oído  el  voto  que  dió  el  OÚdenal  é  los  otros 
Oaballeros  é  Perlados  dd  Beyno,  mandaron  que  ca- 
da uno  de  los  que  tenían  meroedes  de  juro  de  here- 
dad diesen  informaciones  por  esoripto  de  las  causas 
por  donde  las  habían  hAbido.  Otrod  mandaron  iraer 
ante  d  los  libros  de  todo  d  juro  de  heredad,  é  mer- 
oedes de  por  vida,  que  los  de  sus  Beynos  general- 

i» 


854 


GRÓNiOAB  01  tos  BÉTIS  DI  ÓA8IILLÁ. 


mente  tenían*  fi  ovieron  infonnaoionee  de  loe  oon- 
tadoree  é  oficielee  del  Rey  Don  Enrique,  de  las  n- 
Eonee  por  donde  oada  nno  las  ovo.  E  para  f  aoer  1« 
determinaoion  de  lo  que  debian  quitar,  é  de  lo  que 
debían  dexar,  pneieron  en  sn  oonaejo  eeoreto  al  Maes- 
tro Fray  Femando  de  Talaverai  Prior  del  moneste- 
rio  de  Santa  María  de  Prado,  en  oonfeeor,  porque 
era  borne  de  gran  suficiencia.  B  por  oonsejo  deste 
religioso  quitaron  todas  las  mercedes  de  juro  de  be- 
redad,  é  de  merced  de  por  vida,  que  el  Bey  Don  En- 
rique babia  dado  en  aquellos  tiempos,  fasta  en 
quantía  de  treinta  quentos  de  maravedís ,  poco  mas 
ó  menos.  A  algunos  quitaron  la  meytad ,  á  otros  el 
tercio,  á  otros  el  quarto,  á  algunos  quitaron  todo  lo 
que  tenían,  á  otros  no  quitaron  cosa  ninguna ;  é  á 
otros  mandaron  que  oviesen  é  gozasen  de  aquéllas 
mercedes  en  su  vida,  juzgando  6  moderándolo  to- 
do, según  las  informaciones  que  ovieron  de  la  for- 

.  ma  que  cada  uno  lo  ovo.  B  desta  determinación  que 
se  fizo,  algunos  fueron  descontentos ;  pero  todos  lo 
sufrieron ,  considerando  como  ovieron  aquellas  mer- 

'  <}edes  oon  disolución  del  patrimonio  real.  E  manda- 
ron que  cada  uno  traxese  dentro  de  cierto  término 
sus  privilegios  para  rasgarlos,  é  les  diesen  otroe 
nuevos  de  los  maravedís  de  juro  que  les  dcxában. 
La  Reyna  no  quiso  que  fuesen  quitados  maravedís 
algunos,  ni  pan  ni  tercias,  ni  otras  cosas  de  las  que 
ovieron  los  monesterios  é  iglesias  é  bospitales,  ni 
otras  personas  pobres.  T  en  esta  manera  fué  deter- 


Bey  é  la  Beyna  facían,  é  determinaban  las  oansai 
que  ooncemian  á  la  ftioienda  é  patrimonio  real.  B 
de  todos  estos  consejes  recoirian  al  Bey  é  á  la  Bey- 
na con  qualquier  cosa  de  dubda  que  ante  ellos  re- 
oreda.  E  las  cartas  é  provisiones  que  daban  eran  de 
grand  importancia ;  firmaban  en  las  espaldas  los  que 
estaban  en  estos  consejos,  y  el  Bey  é  la  Beyna  las 
firmaban  de  dentro.  Otrod  los  tres  Alcaldes  de  su 
Oorte  libraban  fuera  del  palacio  real  las  querellas 
é  demandas  dvíles  é  criminales  que  ante  ellos  se 
movían,  y  entendian  en  la  justicia  é  sosiego  de  la 
Ck>rte.  T  en  esta  manera  el  Bey  é  la  Beyna  tenían 
repartidos  sus  cargos,  é  proveían  en  todas  las  cosas 
de  sus  Beynos.  Mandaron  ansímesmo  facer  en  aque- 
lla cibdad  justicia  de  mucbos  bomes  criminosos  é 
robadores,  que  en  los  tiempos  pasados  babian  come- 
tido delictos  é  crimines.  E  fué  preso  por  su  manda- 
do aquel  Femando  de  Alaroon,  que  bebemos  dicbo 
que  estaba  con  el  Arzobispo  de  Toledo ;  é  traído  alli 
fué  degollado  por  justicia,  porque  confesó  baber 
movido  mucbos  escándalos  en  el  Beyno,  y  estorba- 
do la  paz  por  intereses  que  babia  bebido.  E  oon  es- 
tas justicias  que  mandaron  ezecutar  ovo  gran  paz  6 
sosiego  comunmente  en  todo  el  Beyno ;  porque  la 
justicia  que  executaban  engendraba  miedo,  y  el 
miedo  apartaba  los  malos  pensamientos,  é  refrena- 
ba las  malas  obras.  Provisión  fué  por  cierto  divina, 
feoba  de  la  mano  de  Dios,  é  fuera  de  todo  pensa- 
miento de  bomes  ¡  porque  en  todos  sus  Beynos  poco 


minada  aquella  materia  que  era  muy  ardua  é  de  ^    antes  Labia  bomes  robadores  é  criminosos,  que  te 


gran  confusión ;  la  qual  se  quitó  á  causa  de  la  gran 
moderación  que  en  ella  tovieron  el  Bey  é  la  Beyna. 
En  aquellas  cortes  de  Toledo ,  en  el  palacio  real  don- 
de el  Bey  é  la  Beyna  posaban,  babia  dnco  consejos 
en  cinco  apartamientos :  en  el  uno  estaba  el  Bey  é 
la  Beyna  con  algunos  Qrandes  de  su  Beyno ,  é  otros 
de  su  consejo,  para  entender  en  las  embazadas  de 
los  reynos  éstrafios  que  venían  á  ellos ,  y  en  las  co- 
sas que  se  trataban  en  corte  de  Boma  con  el  Santo 
Padre,  é  oon  el  Bey  de  Francia,  é  con  los  otros  Be- 
yes, é  para  las  otras  cosas  necesarias  de  se  proveer 
por  expediente.  En  otra  parte  estaban  los  Perlados 
é  Doctores,  que  eran  diputados  para  oír  las  petícío. 
nes  que  se  daban,  é  proveer  é  dar  cartas  de  justí* 

•  cía ,  las  quales  eran  mucbas  é  de  diversas  calidades; 
otrosí  en  ver  los  procesos  de  los  pleytos  que  ante 
ellos  pendían ,  é  determinarlos  por  sentencias  difiní- 
tívas.  En  otra  parte  del  palado  estaban  Oaballeros 

'  é  Doctores  naturales  de  Aragón ,  é  del  Principado 
de  Oatalufia,  é  del  Beyno  de  Sicilia,  é  de  Valencia, 
que  veían  las  peticiones  é  demandas ,  é  todos  los 
otros  negocios  de  aquellos  Beynos :  y  estos  enten- 
dian en  los  expedir,  porque  eran  instractos  en  los 
fueros  é  costumbres  de  aquellas  partidas.  En  otra 
parte  del  palacio  estaban  los  diputados  de  las  ber- 
mandades  de  todo  el  Beyno,  que  veían  las  cosas 
concernientes  á  las  bermandades  según  las  leyes 
que  tenían.  En  otra  parte  estaban  los  contadores 
mayores  é  ofidales  de  los  libros  de  la  f acienda  é 
patrimonio  real  ¡  los  quales  facían  las  rentas,  é 
libraban  las  pagas  é  meroedeSi  é  otras  cosas  que  el 


nian  diabólicas  osadías,  é  sin  temor  de  justicia,  co- 
metían crimines  é  feos  delictos.  E  luego  en  pocos 
días  súpitamente  se  imprimió  en  los  corazones  de 
todos  tan  gran  miedo,  que  ninguno  osaba  sacar  ar- 
mas contra  otro,  ninguno  osaba  cometer  fuerza,  nin- 
guno decía  mala  palabra  ni  descortés;  todos  se 
amansaron  é  pacificaron,  todos  estaban  sometidos á 
la  justicia,  é  todos  la  tomaban  por  su  defensa.  Y  d 
caballero  y  el  escudero,  que  poco  antes  con  sober- 
bia sojuzgaban  al  labrador  é  al  oficial,  se  sometían 
á  la  razón,  é  no  osaban  enojar  á  ninguno,  por  míe- 
do  de  la  justicia  que  el  Bey  é  la  Beyna  mandaban 
executar.  Los  caminos  estaban  ansímesmo  seguros, 
é  muchas  do  las  fortalezas  que  poco  antes  oon  dili- 
gencia se  guardaban,  vista  esta  paz  estaban  abier- 
tas; porque  ninguno  había  que  osase  f  urtarlas,  é  to- 
dos gozaban  de  la  paz  é  seguridad.  El  Bey  é  la  Bey- 
na acordaron  en  aqud  afto  de  embiar  Oorregidores 
á  todas  las  cibdades  é  villas  de  sus  Beynos ,  donde 
no  los  habían  puesto.  Otrod  Aderen  en  aquellas  cor- 
tes leyes  é  ordenanzas,  necesarias  á  la  buena  gober- 
nación del  Beyno  y  execudon  de  la  justicia,  and  en 
lo  dvil  como  en  lo  criminal.  Entre  las  quales  orde- 
naron una ,  por  la  qual  confirmaron  la  ordenanza  é 
constitución  antigua,  fecha  por  los  Beyes  sus  ante- 
cesores; para  que  todos  los  judíos  é  moros  viviesen 
apartados  en  las  cibdades  é  villas  do  moraban ,  é 
que  no  morasen  entre  los  chrístíanos ,  é  traxesen  las 
sefiales  antiguamente  ordenadas.  Otrod,  que  los  ju- 
díos no  pusiesen  plata  ni  oro  en  las  toras ;  é  para 
executar  este  apartamiento  i  mandaron  dar  sus  car- 


DON  Ffi&MANDO 
,  tai,  y  embiaron  penoau  qne  diMen  orden  en  ello 
é  lo  ezecQtMen  dentro  do  un  alio.  A  estas  personas 
dieron  oargo  de  facer  inqaisiciones  en  las  oibdades 
é  Tillas,  si  habia  algnnos  que  recibiesen  agravios,  ó 
foensas  de  Caballeros ,  ó  Aloaydes  de  fortalezas ,  é 
los  no  osaban  querellar,  para  que  lo  notifioason  á 
los  Oorregidores,  é  ficiesen  cumplimiento  de  justi- 
cia. Otrosí  les  dieron  cargo  para  que  ficiesen  resti- 
tuir á  las  oibdades  é  Tillas  é  lugares  los  términos 
que  les  estaban  tomados  en  los  tiempos  pasados,  por 
qualeequier  caballeros  é  otras  personas.  Otrosí  ficie- 
sen inquisición  secreta  si  los  Oorregidores  adminis- 
traban la  justicia  como  doblan,  6  si  eran  negligen- 
tes en  ella  por  intetrese  ó  afición ;  6  si  recibían  dádi- 
Tas,  ó  presentes,  ó  otros  algunos  intereses  oorrom- 
.  piendo  la  justicia.  T  estos  pesquisidores  andaban 
por  todo  el  Beyno ,  faciendo  las  inquisiciones  que 
les  eran  encomendadas;  é  solicitaban  que  se  exeou- 
tase  la  justicia,  é  se  quitasen  las  f nenas  fecbas  en 
todo  el  Reyno.  Ansimesmo  mandó  librar  la  Beyna 
á  aquel  Maestro  Prior  de  Prado  su  Oonf  esor,  cierta 
suma  de  maravedís  para  descargar.su  consciencía,  é 
satisfacer  á  las  personas  que  fallasen  que  en  su  de- 
servícío  babian  gastado  algunos  maraTodis,  6  ha- 
bían perdido  caballos ,  ó  otros  bienes  en  las  guerras 
pasadas ;  é  para  proTeer  á  las  mujeres  é  fijos  de  al- 
gunos que  eran  muertos  en  su  serricio.  Y  este  Maes- 
tro su  Oonfesor  la  administraba  por  su  mandado 
con  gran  diligencia. 

CAPÍTULO  XOVI. 

Cono  (sé  Jiraáo  el  Prfndpe  Dob  Jvm  por  Rey  áe  Gutllla, 
áetpiet  áe  los  <lti  de  la  Rejaa. 

En  aquellas  Cortee  que  se  ficieron  en  la  cibdad  de 
Toledo,  acordaron  los  Grandes  del  reyno  é  los  Per- 
lados, é  Caballeros,  é  Bicos-bomes,  é  los  Procurado- 
res de  las  oibdades  é  Tillas,  de  jurar  al  Príncipe  Don 
Juan  por  succesor  destos  Beynos  de  Castilla  é  de 
Ldon.  Y  en  un  día  del  mes  de  Abril  deste  afio  de 
mil  é  quatrocíentos  é  ochenta  afioe,  estando  presen- 
tes el  Cardenal  de  Espafia,  é  Don  Luis  de  la  Cerda, 
Duque  de  Medinaceli,  é  Don  Alonso  de  Cárdenas, 
Maestre  de  Santiago,  é  Don  Pero  Femandea  de  Ve- 
lasco,  Conde  de  Haro  é  Condestable  de  Castilla,  é 
Don  Alonso  Enriques,  Almirante  de  lámar,  tio  del 
Bey,  é  Don  Pero  ÁlTarea  de  Osorio,  Marqués  de  As- 
torga,  Conde  de  Trastamara,  é  Don  Felipe  de  Ara- 
gón, fijo  del  Príncipe  Don  Carlos,  sobrino  del  Bey,  é 
Don  Enrique  Enriques,  Mayordomo  mayor  del  Bey, 
é  Don  Diego  Lopes  de  Stúfiiga,  Conde  de  Miranda, 
é  Don  AlTaro  de  Mendosa,  Conde  de  Castro,  é  Don 
Lorenso  Suares  de  Mendosa,  Conde  de  Corufia,  é  Don 
Fernán  AlTares  de  Toledo,  Conde  de  Oropesa,  é  Don 
Gutierre  de  Sotomayor,  Conde  de  Belalcásar,  é  Don 
Ifiigo  Lopes  de  Mendosa,  Conde  de  Tendilla,  é  Don 
Diego  de  la  CuoTa,  Conde  deLedesma,  é  Don  Juan 
de  Silva,  Conde  de  Cifuentes,  é  Don  Diego  Fernan- 
dos de  Quillones,  Conde  de  Luna,  é  Don  Diego  Hur- 
tado de  Mendosa,  Obispo  de  Palenoia,  é  Don  Alonso 
de  Burgos»  Obispo  do  Oírdobaí  4  Don  Bomon  d'Jb- 


A  DOÍTA  ISABEL  866 

peS|  Obispo  de  ürgel,  é  Don  AItst  Peres  de  Gua- 
rnan, Sefior  de  Santa  Olalla,  é  Don  Gutierre  de  Car- . 
denaS|  Comendador  mayor  de  León,  Contador  mayor 
del  Bey,  é  Don  Juan  de  Cardona,  é  Mesen  Beque- 
sens,  Gobernadores  de  Catalufta,  é  todos  los  Procu- 
radores de  las  oibdades  é  Tillas  del  Beyno,  é  otros 
Caballeree  é  Btcos  homes  que  se  juntaron  en  aque- 
llas C6rtes;  estando  todos  en  la  Iglesia  de  Santa 
María,  delante  del  altar  mayor,  juraron  solemne- 
mente en  un  libro  misal  que  tenia  en  sus  manos  el 
Sacerdote  que  habia  celebrado  la  misa,  de  tener  por 
Bey  destos  Beynos  de  Castilla  é  de  León  al  Prínci- 
pe Don  Juan  su  fijo  mayor  del  Bey  é  de  la  Beyna, 
para  después  de  los  días  de  la  Beyna,  que  era  pro- 
pietaria destos  Beynos.  É  ansimesmo  fideron  pley- 
to  omenage  de  lo  oomplir  é  guardar  por  sí  é  por  sus 
Bubcesores,  é  por  todas  las  oibdades  é  Tillas  destos 
Beynos,  según  y  en  la  manera  que  lo  habían  jurado. 
Otrosí  el  Maestre  de  Santiago  suplicó  al  Bey  é  á  la 
Beyna,  que  le  entregasen  los  pendones  é  insignias 
del  Maestradgo  de  Santiago:  por  quanto  la  costum- 
bre antigua  de  Espafia  es  que  los  Beyes  de  Castilla 
entreguen  de  su  mano  por  acto  solemne  los  pendo- 
nes del  Maestradgo  de  Santiago,  á  los  que  son  ele* 
gidos  por  Maestres;  porque  en  el  acto  se  muestra  el 
consentimiento  que  los  Beyes  dan  á  los  Maestres  pa- 
ra que  hayan  aquella  dinidad  en  sus  Beynos.  É  an- 
shnesmo  porque  en  aquella  entrega  se  da  á  entender' 
que  le  facen  Capitán  é  Alf&nm  del  Apóstol  Santiago 
patrón  de  las  Espafias,  para  la  guerra  contra  los 
moros,  enemigos  de  nuestra  santa  f  é.  Y  el  Bey  é  la 
Beyna  oviéronlo  por  faienf  é  mandaron  celebrar  en 
la  Iglesia  mayor  una  solemne  misa;  é  después  de 
dicha,  el  Sacerdote  bendixo  los  pendones  con  devo- 
tas oraciones.  Y  el  Maestre  con  fasta  quatrocíentos 
Comendadores  é  Caballeros  de  la  orden,  todos  ves- 
tidos de  mantos  blancos  largos,  según  su  costumbre, 
é  sus  hábitos  de  cruces  de  espadas  coloradas  en  los 
pechos,  pasaron  en  procesión  entre  los  dos  coros  de 
la  Iglesia.  Y  el  Maestre  entró  en  él  ooro,  é  fincadas 
las  rodillas  ante  el  Bey  é  la  Beyna,  le  entregaron 
de  su  mano  en  la  suya  los  pendones  é  insignias  de 
Santiago,  é  le  dixeron :  i  Maestre,  Dios  vos  dé  bue-' 
•ñas  andansas  contra  los  moros,  enemigos  de  nues- 
Btra  santa  fé  católica.  •  El  Maestre  redbió  aquellos 
pendones,  é  besó  las  manos  al  Bey  é  á  la  Beyna;  é 
suplicóles  que  le  diesen  licencia,  para  que  él  con 
toda  la  Orden  de  la  caballería  de  Santiago  fuese  á  la 
tierra  de  moros,  á  les  facer  la  guerra  que  era  obli- 
gado de  faoer,  porque  sirriese  á  Dios  é  á  ellos,  é 
cumpliese  los  estatutos  de  su  Orden.  El  Bey  é  la 
Beyna  le  dixeron,  que  sn  suplicación  era  de  oathólioo 
ohristiano,  é  de  buen  caballero,  ó  que  ellos  ansi- 
mesmo estaban  en  propósito  de  dar  orden  en  la 
gnerra  contra  los  moros;  pero  que  agora  estaban 
ocupados  en  mandar  faoer  armada  contra  los  tur- 
cos. Aquella  expedida,  luego  entenderían  en  su  su- 
plicación, é  le  llamarían  para  lo  que  oeroa  de  aque- 
Ua  guerra  se  debía  facer.  En  las  Corteo  de  aquella 
cibdad  ficieron  ansimesmo  un  estatuto,  que  ninguno 
de  los  Duques  de  OastOb  trassion  ballesteros  de 


OBÓNIÓAS  DB  Loé  ESTES  DB  GAfiTlttÁ. 


866 

masa  ante  sf,  ni  meñoe  traxesen  ooronelea  en  loa 
aaondoB  de  ana  annaa,  ni  traxeaen  por  orlaa  laa  ar- 
maa  realea,  aalyo  aqnelloa  qne  por  jnata  canaa  laa 
pndiaaen  traer.  Otrod  defendieron  qne  ningún  Du- 
que, ni  otro,  quanto  quier  que  fueae  noble,  no  puaie- 
ae  an  título  encima  de  la  letra  que  eaoribieae  á  aa 
▼aaallo;  porque  eato  pertenecía  á  la  proeminenda 
real  aclámente.  Ansimeamo  en  aquellaa  Cortea,  el 
Bey  é  la  Beyna  conociendo  loa  lealea  aervioioa  que 
el  Mayordomo  Andrea  de  Cabrera  é  su  muger  Dofia 
Beatris  de  Boyadilla  aefiorea  de  la  villa  de  Moya 
lea  fioieron,  aeyendo  Prinoipee,  é  deapuea  que  fueron 
Beyea,  acordaron  de  loa  remunerar,  dándolea  título 
de  Marquéa  é  Marqueaa  de  la  su  rilla  de  Moya;  é 
por  loa  honrar,  mandaron  que  aquel  dia  comieaen 
á  BU  meaa.  É  la  Beyna  lea  fizo  merced  de  ciertoa 
luga^  en  el  Beyno  de  Toledo,  que'ae  llaman  el 
Seamo  de  Yaldemoro,  loa  qualea  eran  de  tierra  de 
SegoTia,  porque  pudieaen  mejor  aoatener  el  catado 
é  dinidad  que  lea  hablan  dado. 

CAPÍTULO  XOVII. 

De  eoBo  el  Rey  é  U  Reyat  partieron  de  Toledo,  d  pasiroa  loe 
paertos,  é  teordaroa  de  ir  ft  Mediat  del  Cajapo»  é  dende  ft  la 
vUla  de  ValladoUd. 

Fechaii  laa  Cortea  de  Toledo,  el  Bey  é  la  Beyna 
acordaron  de  paaar  loa  puertea,  ó  yenir  á  la  villa  de 
Medina  del  Campo :  en  la  qual  eatoyieron  algunoa 
diaa,  é  mandaron  facer  juatícia,  é  reetítuir  loa  bie- 
nea  y  heredamientoa,  que  f  orzoaamente  en  loa  tíem- 
poa  paaadoa  cataban  tomadoa.  Y  en  cate  exeroicio 
de  la  juatícia,  anal  elloB  como  loa  Doctorea  que  ca- 
taban en  au  Conaejo,  trabajaban  contínamente: 
porque  aegun  loa  grandea  reynoa  y  eatendidoa  ae- 
fiorioa  que  tenían,  lea  oonyenia  oír  aiempre  loa  qne- 
rdloaca,  é  loa  proveer  de  juatícia.  É  mandaron  de- 
gollar por  juatida  á  un  caballero  natural  del  Beyno 
de  Galicia,  que  ae  Uamaba  Alvar  Tafieas  de  Lugo 
vecino  de  aquella  villa  de  Medina,  heme  muy  rico; 
d  qual  por  haber  ciertoa  bienea  de  un  heme,  fiao 
facer  una  eacriptura  f alaa  á  un  eacribano,  é  deapuea 
porque  el  eacribano  no  lo  deacubrieae  le  mató,  y  en- 
terró aecretamente  en  au  caaa.  Bate  delicto  fizo  tan 
secreto,  qne  ninguno  fué  en  él  partícipe,  aalvo  aolo 
él,  é  un  heme  auyo,  á  fin  que  no  ae  aupieae.  Pero 
todoa  loa  delictoa  por  aecreto  que  ae  fagan,  deecubre 
el  aol  de  la  juatida  de  Dioa,  en  cuya  of enaa  ae  facen; 
ó  la  muger  de  aquel  eacribano  querelló  deate  delicto 
ante  el  Bey  é  la  Beyna.  É  mandaron  facer  peaquiaa 
^  prender  aquel  caballero;  el  qual  moatrándole  loa 
manifieatoB  indicioa  de  au  delicto,  falladoa  por  la 
peaquiaa,  oonf  eaó  an  pecado,  é  daba  al  Bey  é  á  la 
Beyna  quarenta  mil  doblaa  para  la  guena  de  loa 
morca,  porque  le  aalvaaen  la  vida.  Algunoa  ovo  en 
an  conaejo,  cuyo  voto  era  que  ae  recíbieaen,  puea 
aquello  en  que  ae  habían  de  diatribuír,  era  coaa 
aanta  é  neceaaria.  Pero  la  Beyna  no  lo  quiao  facer, 
é  man  A.  degollar  á  aquel  caballero,  poapueato.  el 
grand  intereae  que  le  era  ofrecido.  B  como  quiera 
que  ana  bieneai  aegun  laa  leyeai  eran  apUoadoa  á  au 


oAmara,  pero  no  loa  quiBo  tomar,  é  fiao  merced  aé- 
Iloa  á  ana  fijoa,  porque  laa  gentea  no  penaaaen,  que 
movida  por  cobdicia  hábia  mandado  íbmh  aquella 
juatida. 

capItulo  zovm. 

M  preveialeato  lae  el  Rejr  d  la  Reyaa  auadaroa  faeer  ea  el 

Reyae  de  Gállela. 

Bn  el  afio  «guíente  dd  Sefior  de  mil  é  quatro- 
cíentoa  é  ochenta  é  un  afioa,  el  Bey  é  la  Beyna 
acordaron  de  partir  de  la  villa  de  Medina  dd  Cam- 
po, é  ir  á  la  villa  de  Yalladolid.  É  deapuea  de 
haber  catado  en  ella  algunoa  diaa,  el  Bey  partió 
para  el  Beyno  de  Aragón  á  proveer  en  la  juati- 
da, y  en  laa  otraa  coaaa  que  en  aquellaa  partea 
ocurrían,  donde  era  meneater  an  preaencia,  eape- 
dalmente  para  facer  llamar  á  laa  cortea  que  ae 
habían  de  facer  en  aquel  reyno.  É  la  Beyna  quedó 
en  Yalladolid,  é  con  día  el  Cardenal  de  Bapafia,  y 
el  Almirante  Don  Alonao  Bnríquea,  y  el  an  Oondea- 
table  Conde  de  Haro,  y  d  Conde  de  Benavente,  6 
otroa  cabdleroa.  É  porque  el  Beyno  de  Calida  por 
muchoa  afioa  había  catado  en  guerrea  é  corrupcio'* 
nea,  laa  qudea  duraron  tanto  tiempo,  que  loa  mora- 
dorea  de  toda  aquella  provincia  cataban  aubjetoa  á 
loa  tíranoB  ó  robadores;  é  ni  el  Bey  Don  Enrique, 
hermano  de  la  Beyna,  ni  menea  el  Bey  Don  Juan 
BU  padre,  pudieron  aojusgar  aquel  reyno  como  de- 
bían; ni  loa  cabdleroB,  ni  loa  morador  ea  del  com- 
plían  BUB  mandamientoB,  ni  lea  pagaban  aua  rentaa^ 
salvo  á  la  voluntad  de  loa  que  laa  querían  pagar: 
é  loa  tiranos  laa  tomaban  é  apropiaban  á  d,  Otrod 
tomaban  las  rentaa  é  loa  heredamientoa  de  laa  Igle- 
uaa,  é  facíanse  patronea  ddlaa;  é  muchoa  monea* 
terica  no  oaaban  tomar  de  bub  propíaa  rentaa,  advo 
lo  que  el  cabdlero  que  en  diaa  ae  había  entrado 
lee  daba  de  en  mano.  Ficiéronae  andmeamo  en 
aquelloa  tiempoa  por  todo  aquel  reyno  muchaa  fór- 
taleaaa,  ain  licencia  de  loa  Beyea  paaadoa,  donde 
contínamente  cataban  ladronea  é  robadorea  que  te- 
nían loa  puebloa  aubjetoa.  É  tanto  cataban  habi- 
tuadoa  en  aquella  aubjedon,  que  ya  ae  convertía 
en  tal  coatumbre,  que  no  se  contradecía;  é  cada 
uno  apropríaba  á  ai  los  puebloa  que  maa  podía  so- 
juzgar, é  laa  rentaa  que  podía  tomar.  Bataban  an- 
aimeamo  opreaaa  é  tiranizadaa  por  loa  cabdleroa 
de  aquel  reyno  laa  dbdadea  é  villaa  de  Tuy,  é 
Lugo,  é  Orenac,  é  Mondofiedo,  é  Vivero,  é  todaa 
laa  otraa;  en  lafi  qudea  el  Bey  é  loa  Perladoa  de- 
llaa  tenían  poca  parte.  É  como  quier  qne  loa  Be- 
yea paaadoa  embiaron  Gobemadorea  é  Corregido- 
rea  á  aquel  reyno  con  gente  de  armaa,  para  loa 
tener  en  juatida;  pero  tanta  era  la  confudon  é 
multitud  de  loa  tiranoa,  que  en  ningún  tiempo  loe 
pudieron  poner  en  orden  eegun  debía.  Bl  Bey  é  la 
Beyna,  entendiendo  que  complia  d  servicio  de  Dios 
é  auyo  proveer  en  la  buena  gobernación  de  aqud 
reyno,  embiaron  á  Don  Femando  de  Acullá,  fijo  dd 
Conde  de  Buendia,  que  era  caballero  de  buen  ea- 
f  neiaso  é  de  aan«  conadenciai  é  A  un  letredo  de  br 


DON  FBBNANDO 

OonMJo,  que  se  llamaba  él  tioendado  Garci  Lo- 
pes de  Chinchilla,  qne  era  baen  letrado,  é  home  de 
buen  juicio,  é  constante  en  la  administración  de  la 
justicia.  Este  caballero  y  este  letrado  con  poderes 
del  Bey  é  de  la  Reyna  fueron  al  Reyno  de  Galicia, 
é  llevaron  gente  de  armas  á  caballo,  y  entraron  en 
la  dbdad  de  Santiago;  é  por  virtud  de  los  poderes 
que  llevaban,  embiaron  á  mandar  á  todas  las  cib- 
dades,  é  villas,  é  cotos  del  Beyno  de  Galida,  que 
embiasen  allí  sus  procuradores,  para  comunicar  con 
ellos  sobre  las  cosas  concernientes  á  la  pacificadon 
de  aquel  reyno.  Los  quáles  vinieron  á  la  oibdad  de 
Santiago;  é  después  que  todos  fueron  juntos,  aquel 
caballero,  é  aquel  licenciado  les  dixeron,  como  ellos 
venian  allí  con  cargo  de  administrar  justída  en 
aquel  reyno,  é  quitar  del  las  tiranías  en  que  estaba 
puesto.  Algunos  de  aquellos  procuradores  que  allí 
se  juntaron  dubdaban  de  los  recebir,  porque  no 
oreian  tenor  fuerzas  para  administrar  la  justida 
oontra  los  tiranos,  qne  de  tan  antiguos  tiempos  es- 
taban habituados  á  robar  é  tiranizar.  De  lo  qnal  era 
la  costumbre  tan  antigua,  que  los  robadores  adqui- 
rían ya  derecho  á  los  robos,  é  los  llevaban  cada  afio 
de  los  pueblos;  é  los  robados,  tanto  tenían  ya  en  uso 
Bofrir  aquellos  robos,  que  los  consentían  como  cosa 
debida.  En  especial  fallaban  ser  dífícile  desapo- 
derar á  aquellos  tiranos  de  las  fortalezas  é  castillos 
do  estaban  fortalecidos,  é  punir  tanta  multitud  de 
ladrones  como  había  en  aquel  reyno ;  porque  sí  to- 
dos los  malfechores  é  tiranos  se  juntasen,  como 
otras  veces  se  habían  juntado,  eran  muchos  mas 
sin  comparación  que  la  ffente  de  armas  que  aquel 
Pon  Femando  llevaba.  É  algunos  que  órdan  ser 
impodble  poner  en  justida  aquella  provincia,  res- 
pondieron que  ansí  como  traían  poder  del  Bey  de 
la  tierra,  les  era  menester  traer  poder  del  Bey  del 
ddo,  para  poder  punir  tantos  tiranos  é  malfechores 
oomo  en  aqud  reyno  había;  de  otra  manera  no 
ordan  que  pudiese  facer  ezecucion  de  justida.  Es- 
tas é  otras  muchas  razones  dedan  aquellos  procu- 
radores, dubdando  de  los  recebir,  por  no  se  enemis- 
tar oon  los  caballeros  é  tiranos  de  aquel  reyno; 
pensando  que  d  se  mostrasen  favorables  á  la  justi- 
da, se  enemistarían  con  ellos,  é  la  flaqueza  de  la 
justida  no  temía  fuerzas  para  los  librar  de  sus 
manos.  Oídas  aqudlas  razones,  aqud  caballero  y  el 
letrado,  les  dixeron:  «Estad  seftores  de  mejor  Aní- 
imo,  é  tened  buena  esperanza  en  Dios,  y  en  la  pro- 
Avidencia  del  Bey  é  de  la  Beyna  nuestros  sefioree, 
»y  en  la  voluntad  que  tienen  á  la  administración 
Bde  la  justida,  é  ansímesmo  en  el  deseo  que  nos- 
AotroB  tenemos  de  U  executar  en  su  nombre;  é  oon 
id  ayuda  de  Dios  trabajaremos,  que  las  tiranías 
soasen,  é  los  tiranos  sean  punidos,  é  cada  uno  de 
slos  moradores  deste  reyno  vivan  en  sosiego,  de 
smanera  que  sean  sefiores  de  lo  suyo,  sin  padecer 
i  los  agravios  que  fasta  aquí  habéis  padeddo.i 
Aqudlos  procuradores,  como  quiera  que  indertos 
de  aquella  promesa,  pero  deseando  ver  alguna  jus- 
tida, redbíéronlos  al  caballero  por  Gobernador,  é 
al  letrado,  por  Oorregidor;  é  di](éronleB|  que  ettp- 


¿DOJEfA  BABEL.  867 

» 

viesen  continamente  sus  personas  tti  aquel  reyno, 
é  no  lo  desamparasen,  fasta  tanto  que  fuese  puesto 
en  orden  de  justida,  é  que  dios  les  darían  favor  é 
gente  para  la  executar.  Aqud  caballero  é  aquel  le- 
trado lo  prometieron;  é  asentadas  las  cosas  entre 
ellos,  los  procuradores  se  volvieron  cada  uno  A  la 
dbdad  ó  villa  donde  eran.  É  aqud  caballero  é 
aqud  letrado  .comenzaron  á  oír  algunas  querellas, 
é  facer  sus  procesos  por  vía  jurídica  oontra  los  mal- 
fechores, é  prendieron  algunos,  6  ficíeron  justída 
dellos.  É  tan  grande  fué  el  terror  de  la  justida  que 
executaban,  que  en  espado  de  tres  meses  se  absen- 
taron de  la  tierra  mas  de  mil  é  quinientos  ladrones 
é  omioianos.  £  oomo  las  gentes  oonoderon  que 
aqud  caballero  y  d  licendado,  dn  temor,  dguno  da 
las  amenazas  que  por  los  caballeros  é  tiranos  les 
eran  fechas,  é  dn  intereses,  ni  aoepdon  de  personas 
executaban  la  justida,  todos  se  juntaron  oon  ellos, 
cada  que  los  llamaban,  6  pagaban  al  Bey  é  á  la 
Beyna  los  pechos  ordinarios,  que  de  largos  tiempos 
tomaban  los  caballeros,  é  derribaron  por  todo  el 
Beyno  de  Galicia  quarenta  é  seis  fortaleaas,  de 
donde  se  f adán  grandes  fuerzas.  É  fideron  justida 
de  muchos  homés,  que  habían  cometido  en  loe 
tiempos  pasados  fuerzas  6  crimines;  entre  los  quá- 
les fideron  justicia  de  un  caballero  que  se  llamaba 
Pedro  de  Miranda,  é  de  otro  caballero  que  se  lla- 
maba d  Mariscal  Pero  Pardo:  loe  quides  no  crdan 
que  podía  venir  tiempo  en  que  la  justida  los  osase 
prender.  É  después  de  presos  daban  grandes  sumas 
de  oro  para  la  guerra  de  los  moros,  porque  les  sal- 
vasen las  vidas;  pero  aqud  caballero  é  aquel  letra- 
do no  lo  quideron  recebir. 

Otrosí  ficíeron  restituir  á  las  iglesias  é  mpneste- 
rios,  é  A  otras  personas  edeeiásticas,  muchos  bienes 
y  heredamientos  6  benefidos  que  estaban  entrado» 
forzosamente  de  muchos  tiempos  antepasados*  É 
oon  esta  forma  qne  tovieron,  pacificaron  en  espado 
de  afio  é  medio  todo  el  Beyno  de  Galicia;  de  ma- 
nera que  los  moradores  de  aquella  tierra,  que  no  pen- 
saban haber  justída  ni  libertad,  como  redemidos  de 
largo  oaptiverio,  daban  gracias  á  Dios  por  la  gran 
seguridad  de  que  gozaban,  6  loaban  mndio  la  dili- 
genda  qne  el  Bey  é  la  Beyna'mandaron  facer  para 
execudon  de  la  justida;  la  qual  se  administró  se- 
gún debía,  por  la  buena  conformidad  que  aqudlos 
ministros  tovieron  el  uno  oon  d  otro.  Los  quales 
sufrieron  grandes  miedoa,  teniendo  aqudlas  formas 
que  entendían  para  lo  traer  al  estado  que  lo  traxe- 
ron;  especialmente  porque  fueron  tan  reotos  on  los 
juicios  é  tovieron  las  manos  tan  limpias  de  recebir 
dones,  que  jamas  fueron  corrompidos  por  dádivas 
que  les  fueron  ofreddas.  É  sin  dubda  d  jues  que 
toma,  lu^o  es' tomado  é  menoi^redado  de  aqud 
que  le  da,  é  no  puede  escapar  de  ser  ingrato  ó  In- 
justo :  ingrato,  ú  no  face  algo  por  d  que  le  dio; 
injusto,  si  lo  face  contra  justida.  É  d  por  ventura 
recibe  algo  porque  faga  justicia,  yerra,  también  d 
toma  prado  por  aq|uello  que  sin  prado  es  obli^do 
de  f acer. 


868 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BBTBS  DB  OASnLLA. 


OAPlTÜLO  XCIZ. 

De  la  ármate  qae  m  flio  aoitra  al  Tireo. 

Todos  loi  mas  días  Tenían  nveyaa  al  Bey  é  á  la 
Beyna,  qae  el  tnroo  tenia  grand  annada  por  mar,  é 
qae  embiaba  á  oonqniatar  el  Beyno  de  Sioilia,  é  an- 
aimésmo  qne  por  tierra  oontinamente  sob  gentea 
tomaban  ohrístíanoB,  é  les  faoian  órneles  muertes. 
Lo  qnal  poso  tan  grande  terror,  que  mandaron  en 
las  iglesias  de  sus  Rejnos  todos  los  dias  faoer  ora- 
oion  á  DiOfi,  porque  le  ploguiese  alzar  sa  ira,  é  li- 
brar á  los  ohristianos  de  las  f  aereas  é  poderío  de 
aquel  enemigo  de  la  ohristiandad,  É  acordaron  de 
facer  armada  por  mar,  para  favoreoer  al  Rey  Don 
Femando  de  Ñapóles,  6  defender  el  Beyno  de  8ioi- 
liai  B  mandaron  á  Alonso  de  Quintanilla,  é  al  Pro- 
▼isor  de  YiUafranoa,  que  administraban  las  cosas 
de  las  bermandades,  qae  fuesen  á  Yiaoaya,  é  á  Gui- 
púaooa,  é  á  las  montafias,  é  tomasen  las  naos  que 
pudiesen  haber,  é  la  gente,  é  yituallas,  é  armas,  é 
artillería  que  fuese  necesaria,  é  fidesen  armada  por 
mar.  Estos  ministros  fioieron  juntar  en  la  oibdad 
de  Burgos  los  procuradores  de  las  yillas  6  lugares 
de  las  behetrías,  que  por  obligación  antigua  son  to- 
nudos de  dar  galeotes  para  las  armadas  que  los  Be- 
yes de  Oastilla  mandaren  facer.  É  porque  los  mo- 
radores de  las  behetrías  no  tienen  el  uso  de  navegar, 
por  la  gran  distancia  que  hay  de  los  lugares  do 
moran  á  los  puertos  de  la  mar,  ficieron  composición 
con  aquellos  dos  comisarios,  de  les  dar  cierta  suma 
de  maravedis,  con  la  qual  tomasen  otros  galeotes  de 
laa  yillas  é  lugares  que  son  oeroa  de  puertos  de  mar, 
y  ellos  fuesen  libres  de  ir  en  el  armada.  Aquellos 
dos  comisarios  recibieron  la  suma  que  les  fué  dada ; 
é  fueron  al  Oondado  de  Vizcaya  é  á  la  provincia  de 
Guipúsooa,  é  ficieron  juntar  los  caballeros  é  fijos- 
dalgo,  é  procuradores  de  todas  laa  villaa  é  lugares 
de  aquellas  tierras.  A  los  quales  notificaron,  como 
el  Bey  é  la  Beyna  mandaban  faoer  armada  por  mar 
para  ir  contra  los  turcos,  é  ayudar  á  los  ohristianos 
é  para  defender  el  Beyno  de  Sicilia  que  el  Turco 
queria  conquistar;  é  ansimesmo  para  que  el  Bey  de 
Ñápeles  pudiese  recobrar  la  oibdad  de  Otranto  que 
le  tenían  ocupada.  É  porque  los  que  moraban  en 
aquel  Oondado  de  Vizcaya,  y  en  la  provincia  de 
Chiipúsooa  son  gente  sabida  en  el  arte  de  navegar, 
y  esforzados  en  las  batallas  marinas,  é  tenían  naves 
é  aparejos  para  ello,  y  en  estas  tres  cosas  que  eran 
las  principales  para  las  guerras  de  la  mar,  eran  maa 
instructos  que  ninguna  otra  nación  del  mundo ; 
por  ende  convenía  que  luego  se  dispusiesen  á  la 
facer,  é  diputasen  entre  sí  hómes  que  procurasen 
las  cosas  necesarias  para  ello.  Porque  si  en  otras 
armadas  que  habían  fecho,  ansí  contra  Ingalaterra 
como  contra  otras  naciones  en  los  tiempos  pasados 
habían  seydo  diligentes,  é  por  la  gracia  de  Dios 
victoriosos;  mayormente  lo  debían  faoer  en  esta 
que  tanto  era  servido  de  Dios,  6  del  Bey  6  de  la 
Beyna,  é  defensa  general  de  toda  la  christiandad,  y 
ensalzamiento  de  nuestra  santa  fe  oathólioa.  Los  mo- 


radores de  ysqudlas  tierras  son  gente  sospechosa,  I 
algunos  dellos  porque  no  les  daban  cargos,  otros 
porque  no  eran  reoebídos  sos  votos,  otros  porque 
no  se  contentaban  oon  los  gages  é  sueldos  que  les 
daban,  é  otros  porque  no  querian  dar  sus  naves 
para  el  armada,  ponían  empacho,  é  impedían  que 
se  fidese,  diciendo  ser  contra  sos  privilegios,  é 
contra  sus  grandes  libertades,  de  que  los  de  aquella 
tierra  gozan,  é  les  fueron  guardadas  por  los  Beyes 
de  Espafia,  antecesores  del  Bey  é  de  la  Beyna.  É 
sobre  esto  ponían  turbaciones  é  impedimentos  de 
tan  mala  calidad,  que  todaa  aquellaa  gentes  se  es- 
candalizaron, diciendo  que  sus  privilegios  é  liber- 
tades eran  quebrantadas.  É  aquellos  dos  comisarios 
Alonso  de  Quintana  y  el  Provisor  de  ViUafranóa, 
fueron  puestos  algunas  veces  en  gran  peligro  de 
sus  vidas,  recelando  el  ímpetu  de  los  pueblos  que 
estaban  levantados.  Porque  los  alborotadores  les 
daban  á  entender,  que  aquellos  comisarios  venían 
4  los  engallar,  é  quebrantar  sus  privilegios  é  á  los 
facer  pecheros  é  tributarios.  Los  comisarios  rece- 
lando el  ímpetu  del  pueblo,  engafiado  por  aquellos 
alborotadores,  ficieron  juntar  todos  los  mas  que  pu- 
dieron, é  con  palabras  dulces  les  dieron  á  entender, 
que  ellos  no  venían  á  quebrantarles  sus  franquezas, 
mas  venían  á  gelaa  guardar  mejor  que  fasta  aquí 
les  habían  seydo  guardadas.  É  que  dízesen  ellos  lo 
que  recelaban,  é  de  toda  su  sospecha  les  darían 
el  saneamiento  que  quisiesen ;  6  que  les  ploguie- 
se considerar  quan  santa  era  la  negooiadon  que 
ellos  traían,  é  otrod  los  grandes  estragos  é  derra- 
mamientos de  sangre  que  los  tarcos  habían  fecho, 
é  de  cada  dia  fadan  en  los  christianos,  é  la  gran 
neoeddad  en  que  toda  la  christiandad  estaba  de  re- 
sistir aquel  enemigo.  É  que  como  buenos  diristia* 
nos  debían  dar  gracias  á  Dios,  porque  aparejó  oosa 
tan  grande,  en  que  demostrasen  el  gran  zelo  que 
tienen  á  la  honra  de  bu  Bey  é  de  sa  tierra,  é  al  en- 
salzamiento de  la  religión  chriatiana;  lo  qual  ellos 
tanto  mas  eran  obligados  de  facer,  quanto  eran  mas 
sabios  en  el  arte  de  navegar,  y  esforzados  en  las 
batallas  marinas.  É  que  debían  tomar  exemplo  en 
los  Ingleses  y  en  otraa  naciones,  que  habían  fecho 
semejantes  armadas;  especialmente  loa  Portogue- 
ses,  los  quales  aunque  de  reyno  pequefio,  é  caídos  é 
vencidos  do  las  guerras  y  estragos  que  padecieron 
en  Oastilla,  pero  que  habían  fecho  armada  é  iban 
con  ella  en  servicio  de  Dios  ó  de  su  Bey,  é  honra  de 
BU  tierra.  uÉ  si  vcaotrosa,  díze  él,  cpodds  sufrir 
ique  los  Portogueses  oon  tanta  honra  vayan  en  la 
iprosecudon  desta  santa  demanda,  é  vosotros  Oas- 
atellanos,  mas  en  número,  mas  poderosos,  maa  es- 
a  forzados,  é  mucho  mas  diestros  en  el  arte  de  na- 
avegar,  acordáis  quedar  folgando  en  vuestras  casas; 
a  quedad  sefiores  enhorabuena,  a  Díchaa  estas  é  oteas 
razones,  los  pueblos  fueron  no  solamente  aplacados 
mas  engendróse  en  ellos  de  súbito  tal  embidía,  que 
mudada  sospecha  en  orgullo,  é  sus  esousadones  en 
diligencia  presurosa,  dieron  orden  á  faoer  el  arma, 
da.  T  en  aquellaa  dos  provincias  de  Vizcaya  é  de 
Guipúaoca  se  armaran  cinquenta  naosi  é  juntaa  en 


DON  FERNANDO 
el  pnetU}  de  Lftredo,  dicha  ende  con  gran  solemni- 
dad una  mil»,  qne  celebró  aquel  Provieor  de  Villa- 
franca,  é  dichas  ansimesmo  las  bendidonee  sobre 
las  ensefias  é  banderas  qne  llevaban  las  naos,  par- 
tieron del  pnerio  do  Laredo  con  gran  gente  de 
aquellas  montafias  bien  armada  é  bastecida.  De  la 
quai  iba  por  capitán  Don  Francisco  Enriques,  fijo 
del  Almirante  Don  Fadrique;  é  juntáronse  con  esta 
flota  de  los  puertos  de  Galida  é  del  Andeluda  otras 
▼einte  naos,  de  manera  que  en  toda  el  armada  iban 
setenta  naos.  Las  quales  con  su  capitán  llegaron 
fasta  el  Re]mo  de  Ñápeles,  donde  ansimesmo  vinie- 
ron las  armadas  de  Poitogal  é  de  otros  reynos  (1). 
i  al  tiempo  que  llegaron,  al  Bey  de  Ñápeles  que 
tenia  cercada  la  cibdad  de  Otranto,  porque  no  fué 
socorrida  del  Turco,  gele  entregó  á  partido,  en  que 
salvó  las  vidas  de  los  turcos  quo  en  ella  estaban, 
los  quales  desampararon  la  dbdad* 

OAPÍTÜLO  O. 

Del  debite  qse  oto  entre  Don  Fidriqne  Enrlqaex,  é  Rtmir^Naffo 

áoGaxBian. 

Acaeció  en  aquellos  días,  que  estando  la  Beyna 
en  Valladolid  (2)  y  el  Bey  en  Aragón ,  una  noche 
el  fijo  mayor  del  Almirante,  que  se  llamaba  Don 
Fadrique,  ovo  palabras  con  el  Sefior  de  Toral  que 
se  llamaba  Bamir  Nufies  de  Guzman  en  el  palacio 
de  la  Beyna,  sobre  el  asiento  cerca  de  las  damas ; 
de  las  quales  palabras  Don  Fadrique  se  sintió  inju- 
riado. E  otro  dia  notificóse  á  la  Beyna,  que  se  espe- 
raba algún  inconviniente  de  la  discordia  qne  entre 
aquellos  dos  caballeros  habia  pasado;  por  ende  que 
Bu  Alteza  lo  remediase.  La  Beyna  ovo  informadon 
délo  que  entre  ellos  pasó,  é  mandó  áGarcilaso  de  la 
Vega  su  Maestresala,  que  toviese  preso  en  su  posada 
á  Bamir  Nuñea  de  Guzman ;  é  á  Don  Fadrique  em- 
bió  á  mandar,  qne  estoviese  preso  en  casa  del  Al- 
mirante su  padre,  é  no  saliese  della  sin  su  licencia. 
T  embióles  á  mandar,  que  de  dicho  ni  de  focho  no 
inovasen  el  uno  contra  el  otío  cosa  alguna,  porque 
ella  lo  mandaría  remediar  por  justicia ;  é  puso  tre- 
guas entre  ellos,  las  quales  mandó  que  guardasen 
so  ciertas  penas.  Don  Fadrique  presumiendo  tomar 
venganza  por  sus  manos,  é  no  por  via  de  justicia, 
absentóse  porque  los  mandamientos  de  la  Bejrna  no 
le  fuesen  notificados.  E  la  Beyna  quando  oyó  decir 
.  que  Don  Fadrique  se  habia  absentado,  fizo  soltar  á 
Bamir  Nuñez  de  Guzman,  é  dióle  su  seguro  que  no 
recibirla  daño  ni  injuria.  E  dende  á  pocos  dias,  an- 
dando aquel  caballero  en  una  muía  por  la  plaza  de 


(1)  La  armada  de  Eipafia  qaebabia  salido  da  Laredo  ft  tt  de 
Jinlo  de  este  afto  Ilefd  á  Italia  á  1  de  Oetnbre,  y  poeo  antes  la 
PortQfvesa,  pero  nna  y  otra  tarde,  paes  ya  sebabia  rendido 
Otranto  al  Dsqne  de  Calabria  eon  partido  de  la  vida  del  Goberna- 
dor y  doeientos  bombres;  los  demás  A  mereed.  üabia  sido  tomada 
esta  plaia  por  el  Tnreo  en  13  de  Af  osto  del  afio  anteeedente»  des- 
pnes  del  indtil  céreo  de  Rodas.  Bemald.,  «ep.  15.  Zorita,  ñb,  SO, 
Cip.  40. 

CO  Galiades  en  el  simarlo  do  este  alo  dleeqne  este  beeho  pasd 
ea  Hedina  del  Campo,  y  qne  el  Cronista  lo  eoenta  moy  falta  y  dl- 
■Initaaente  eos  poijilsio.do  partos.  Ro  so  aplica  más. 


¿DoSA  ISABEL.  860 

la  Tilla,  oonfiado  de!  seg^uro  que  la  Beyna  lé  habla 
dado ,  salieron  á  él  tres  homes  á  caballo  cubiertas 
las  caras,  6  dióronle  ciertos  palca.  Lo  qnal  sabido 
por  la  Bcryna,  como  quiera  qne  faoia  ala  hora  gran 
fortuna  de  aguas ,  pero  luego  oabalgó,  é  salió  sola 
por  la  puerta  del  campo ,  que  es  en  aquella  villa  de 
Valladolid,  é  fué  camino  de  ffimáncas,  que  tenia 
el  Almirante.  E  como  se  sopo  por  la  corte  que  la 
Beyna  iba  sola,  lueg^  todos  los  capitanes  da  su 
guarda  cayalgaron,  é  fueron  corriendo  fasta  que 
la  alcanzaron.  E  ansimesmo  fué  el  Almirante,  i  al- 
canzó á  la  Beyna  que  estaba  ya  á  la  puerta  de  la 
fortaleza,  é  dizole :  «Almirante ,  dadme  Inego  á  Don 
sFadrique  vuestro  fijo  para  facer  justicia  del ,  por- 
sque  quebrantó  mi  seguroj»  El  Almirante  le  respon- 
dió :  aSefiorano  le  tengo,  ni  sé  dónde  está.D  La  Bey-* 
na  le  replicó :  «Pues  no  me  podéis  entregar  vuestro 
»fijo;  entregedme  esta  fortaleza  de  ffimáncas,  é  la 
sfoitalesa  de  Bioseoo.i  El  Almirante  le  dixo  :  iBe- 
sfiora,  pláceme  de  buena  voluntad  entregaros  estas 
sfórtalezas  é  todas  las  otras  que  tengo.»  B  luego 
llamó  al  Alcayde,  y  en  presencia  de  la  Beyna  man- 
dó que  entregase  la  fortaleza  á  quien  ella  mandase. 
La  Beyna  mandó  salir  á  todos  los  homes  del  Almi« 
rante  que  estaban  en  ella,  é  mandó  á  un  oapitan  que 
se  llamaba  Alonso  de  Fonseca,  que  se  apoderase  de- 
lla, é  buscase  si  estaba  dentro  Don  Fadrique ,  é  no 
fué  fallado,  é  quedó  la  fortaleza  en  poder  de  la  Bey- 
na é  de  aquel  su  capitán,  á  quien  la  mandó  entre- 
gar, é  fizóle  pleyto  omenage  por  ella.  E  ante  que 
de  allí  partiese,  fizo  que  el  Almirante  embiase  á 
entregar  la  fortaleza  de  Bioseco :  la  qual  le  fué 
luego  entregada,  porque  no  osó  el  Almirante  faoer 
otra  cosa.  E  ansi  quedaron  aquellas  dos  fortalezas 
en  poder  de  la  Beyna,  é  volvió  para  Valladolid. 
Otro  dia,  del  gran  pesar  que  ovo  por  el  quebranta- 
miento de  su  seguro,  é  del  trabajo  que  ovo  del  dia 
antes,  no  se. levantó  de  la  cama.  Preguntada  qué 
enojo  sentía,  respondió:  «Duéleme  este  cuerpo  de 
vlos  palos  que  dio  ayer  Don  Fadrique  contra  mi  se- 
sguro» ;  é  siempre  mostró  indinacion  y  enojo  con- 
tra el  Almirante,  aunque  era  tio  del  Bey  su  mari- 
do, é  contra  sus  parientes,  por  aquel  delioto  que 
Don  Fadrique  comeüó  en  su  corte.  El  Almirante  ve- 
yendo  que  la  Bejma  mostraba  contra  él  é  contra  to- 
da su  parentela  grand  indinacion,  ovo  su  consejo 
de  buscar  á  do  estaba  Don  Fadrique  su  fijo,  é  de  lo 
entregar  á  la  Beyna,  é  remitirse  á  lo  que  le  ploguie- 
se  facer.  E  dende  á  pocos  dias,  el  Oondestable  de 
Castilla  que  era  tio  de  Don  Fadrique,  hermano  de 
su  madre,  lo  llevó  al  palacio  de  la  Beyna  para  gelo 
entregar,  é  dlxole  :  a  Señora,  yo  traigo  aquí  á  Don 
^Fadrique  mi  sobrino,  é  lo  entrego  á  Vuestra  Sefio- 
nría,  para  que  mande  faoer  del  lo  que  por  bien  to- 
•viere,  pero  humihnente  le  suplico,  qne  considere 
sque  no  ha  veinte  afios ,  é  que  esta  edad  no  es  aun 
i  bien  capaz  para  saber  el  acatamiento,  é  obedien- 
»cia  que  se  debe  á  los  mandamientos  reales:  faga 
•Vuestra  Alteza  del,  ó  la  justicia  que  quisiere ,  ó  la 
amisericordia  <yae  debe.»  La  Beyna  no  quiso  ver  á 
Don  Fadrique  i  é  maodó  ^ne  lo  entregase  á  un  Al'* 


8(0 


OBÓmOAS  DB  LOB  BBTBS  DB  OACrFILLA. 


1 

oald«  d«  ia  corto ;  é  miado  al  Aloalde  que  pública- 
manto  lo  Ueyaac  piaao  por  la  plaaa  de  Valladolld,  é 
facae  con  tí  á  la  villa  da  Aiéyalo,  é  lo  entregaaa  al 
Aloayde  de  la  fortoleea  dalla ;  el  qnal  lo  recibió  6 
lo  toyo  en  priaionea  muy  eatreohaa,  y  en  lagar  qae 
nadie  lo  yeia,  aalvo  el  que  le  proyeia  de  lo  neoeea« 
rio.  Deapnea  de  algún  tiempo  que  eatovo  preao,  con- 
■iderando  que  era  primo  del  Bey,  faé  aaelto  é  dea- 
torrado  para  el  Beyno  de  Sicilia ;  é  faéle  mandado 
per  la  Beyna  qne  no  entraae  en  Oaatilla  ain  bu  man- 
damiento, ao  grandea  penaa.  Bato  Bamir  Ñafies, no 
contonto  de  la  pena  qae  la  Beyna  dio  al  fijo  del  Al- 
miranto ,  preaamió  tomar  yenganaa  por  aoa  manoa; 
6  aguardó  una  noche  que  el  Almiranto  aalia  del  pala- 
do  del  Bey  é  de  la  Beyna,  Teniendo  por  una  caUe  en 
la  Tilla  de  Medina  del  Oampo ;  aobrcTino  cato  Bamir 
Ñafies  con  otroa  qaatro  de  caballo  que  le  guarda- 
ban, é  fué  contra  el  Almiranto  por  le  íerir  con  un  pa- 
lo; é  de  fecho  le  injuriara ,  aalTO  por  algonca  homea 
que  le  acompaftaban  qae  ae  pusieron  delanto,  ele 
ocuparon  qué  no  le  pudo  f  erir.  B  por  cato  acometi- 
miento que  Bamir  Nufies  fiso,  el  Bey  é  la  Beyna 
mandaron  proceder  contra  él  por  joaticia;  é  le  fueron 
tomados  todos  sus  bienes  é  rentas  é  castillos  é  f  orto- 
leeaa  que  tenia  en  el  Beyno  de  León  é  de  OastilUí  y 
él  ae  fayó|  é  ae  fué  para  el  Beyno  de  PortogaL 

CAPITULO  01. 

D«  lu  eosu  410  al  Rey  4  la  Rdjaa  adema  es  loe  Royaof  do  Ara- 
f OB  6  éo  Gfttaltai,  4  eoao  M  iartáo  el  Prlacipo  Doi  Jua  por 
aorodoro  de  iqeeUoe  Reyíioe. 

Según  habemoB  contado ,  el  Bey  partió  de  Valla- 
dolid  para  loa  Beynoa  de  Aragón ,  con  pn>pÓ8Íto  de 
facer  juntar  en  Oórtea  é  loa  Oaballeroa,  é  Perladoa, 
é  Baronea,  é  á  loa  Procuradores  de  laa  cibdadee  é 
Tillaa  de  aquel  Beyno,  para  que  jnraaen  al  Principe 
Don  Juan  su  fijo,  por  Bey  de  aquellos  Beynos  é  Se- 
fiorioapara  después  de  sus  diaa,  é  para  facer  otraa 
ooaaa  qne  conTenien  á  la  buena  gobernación  de 
aquellaa  tierraa  ;  é  otroal  por  haber  algún  serTÍdo 
de  dineros  para  laa  neceddadea  que  le  ocurrían.  La 
Beyna  que  habia  quedado  en  Valladolld,  acordó  an- 
simeamo  de  ir  al  Beyno  de  Aragón,  donde  estaba  el 
Bey ,  é  llevar  al  Príncipe  au  fijo  para  que  fuese  ju- 
rado en  persona.  B  dexó  en  Oaatilla  con  sua  poderea 
reales,  para  la  adminiatradon  de  la  justicia  é  de  laa 
otras  cosaa  que  ocurrieaen,  al  Oonde  de  Haro  su 
Condestoble,  é  á  Don  Alonso  Bnriques  su  Almiran- 
to ;  é  con  ellos  mandó  quedar  algunoa  Doctorea  de 
su  Oona^o,  para  que  oyesen  laa  causas,  é  proveye- 
sen en  ellas  por  justlda.  Fecha  cato  proTidon,  par- 
tió para  la  villa  de  Oalatoyud,  que  ea  en  el  Beyno 
de  Aragón,  donde  fué  muy  bien  reoebida  con  fiea- 
taa  é  alegrías  de  todos  los  de  la  oibdad.  B  luego  Ti- 
no allí  d  Bey  que  eatoba  en  Barcdona,  é  como  fue- 
ron juntoa,  Tinieron  d  Justicia  y  el  Gobernador ,  é 
todos  los  Perlados,  é  Oabdleroa  é  Barones,  é  los 
Procuradores  de  laa  dbdades  é  villas,  é  todos  los 
otros  ofiddes  que  suden  facer  laa  cortes  de  aqael 
'  Beyno.  B  undia  (1)  dd  mes  de  Mayo  demilé  qua- 

'  ti)  D^viúifo  i  «O  dalayo.  Zarili.  iasA,  M.  «^  o^  40. 


trodentos  é  ochento  é  on  afioi,  en  la  Iglesia  deSant 
Pedro  de  aqodla  villa  de  Oalatoyud ,  donde  suelen 
facer  iaa  congregadonea  é  actos  generdes ;  estan^ 
do  presentes  el  Bey  é  la  Beyna  y  d  PHndpe  an  fi« 
jo,  todos  aquellos  Oaballeroa  é  Barones  é  ofid.daa  é 
Proouradorea  de  laa  dbdades  é  villaa  dd  Beyno,  en 
una  concordia  juraron  aolemnemento  de  haber  por 
Bey  é  Seftor  de  aquellos  reynoa  é  aefioríos  de  Ara* 
gen  d  Príncipe  Don  Juan ,  deapues  de  los  diaa  del 
Bey  su  padre.  B  anaimeamo  el  Bey  é  la  Beyna  ju« 
raron  de  guardar  aus  privilegios  é  usos  é  costum- 
bres, según  que  los  Beyes  paaadoa  loa  hablan  guar- 
dado. Pablóse  anaimesmo  por  parto  dd  Bey  é  de  U 
Beyna  en  aquella  congregadon ,  que  condderados 
los  gaatoa  f  echoa  en  las  guerraa  paaadaa ,  é  laa  ne- 
ceddadea que  tonian  preaentes,  para  sustontomien- 
to  del  estodo  red ,  en  espedd  para  el  armada  que 
fadanpor  la  mar,  era  neoeaarío  que  fideaen  repar- 
timiento de  dguna  suma  de  florinea  con  que  pu- 
diesen reparar  dguna  parte  de  aquellaa  neoeaida- 
dea  que  lea  ocurrían.  Fecha  eaU  requesta,  loa  Oaba- 
lleroa é  Baronea  é  los  Procuradores  de  laa  dbdadea 
é  villas,  respondieron,  que  según  los  fueros  guar- 
dados en  aquel  Beyno,  laa  aemejantes  ayudas  no 
se  acostumbraban  facer  á  los  Beyes,  faato  que  loa 
•gravioa  que  eran  fechos  de  unas  personaa  á  otras 
fuesen  satíafechos,  é  se  fldese  justicia  de  las  maer- 
tes  é  otros  crimines  cometidos  en  d  Beyno.  B  que 
por  la  adminiatradon  de  la  juatidase  suelen  facer 
estaa  ayudaa  á  los  Beyes,  é  no  en  otra  manera.  Oi- 
da  cata  reapuesto  por  el  Bey  é  por  la  Beyna,  de- 
mandaron que  les  diesen  por  escrípto  los  agravios 
que  dedan  ser  recebidos  de  unas  personaa  á  otraa, 
para  loa  ver  é  deaagraviar  por  justicia :  los  qudes 
fueron  dados ,  y  eetovieron  algunoa  días  en  aquella 
dbdad  de  Oalatoyud  entondiendo  en  dios.  Entre- 
tanto que  estaa  coaaa  paaaban  en  laa  Oórtea  de  Oa- 
latoyud ,  acaecieron  en  Oaatilla  algunoa  debates  en- 
tre el  Oonde  de  Valencia  y  el  Oonde  de  Luna,  que 
tienen  aua  sefiorioa  en  el  Beyno  de  León ,  é  confi- 
nan uno  con  otro :  los  qualea  juntaron  sus  gentes, 
é  fioieron  dgun  esoánddo  en  aqudla  provincia.  Bato 
aabido  por  el  Bey  é  i)or  la  Beyna,  embiaron  man- 
dar al  OondeatoUd  é  d  Akniranto ,  que  tenían  el 
cargo  de  su  joaticia,  que  por  haber  procedido  aque- 
llos dos  Oondes  en  sus  debatea,  por  vía  de  fe- 
cho ,  é  no  esperaron  aer  remediados  por  la  vía  dd 
derecho,  faciendo  escándalo  en  sua  Beynoa,  que 
luego  fuesen  contra  elloa  é  los  prendiesen ;  los  qua- 
lea fueron  preaoa,  y  eatovieron  en  pridon  muohoa 
diaa,  faato  que  su  debato  fué  viato  é  determinado 
por  derecho ;  é  deapuea  fueron  aueltoa  con  dertas 
penaa  qae  lea  impuaieron. 

# 

OAPÍTÜLO  OIL 
Cobo  el  Rey  4  la  Reyna  fueron  4  Zertgoxa. 

Después  que  el  Bey  é  la  Beyna  eatovieron  alga- 
nos  días  en  la  dbdad  de  Oalatoyud,  acordaron  de 
ir  á  la  dbdad  de  Zaragoaa ,  donde  fueron  reoebidoa 
con  grandea  fleataa  é  alegrías  de  todos  los  catadoa 


•i 


DON  FBBNAKDO 

de  ia  oibdad  generalmente.  B  mandaron  allí  venir 
los  OaballeroB,  Barones,  é  Prooilradores ,  é  Diputa- 
dos de  las  Oórtes  que  hablan  estado  en  Oalataynd, 
oon  los  qnales  entendieron  en  desatar  los  agravios 
.  que  en  aquel  Rejmo  de  Aragón  eran  fechos  en  los 
tiempos  pasados.  En  la  qual  negooiadon,  oomo 
qnier  que  el  Bey  é  la  Bejna  estoTieron  ocupados 
algunos  dias,  y  entendieron  en  ellos  oon  gran  dili- 
gencia ;  pero  porque  las  materias  eran  grandes  é 
de  dironas  calidades,  no  oyieron  lugar  por  eston- 
ces do  las  fenecor,  según  el  fuero  de  aquel  Bejrno 
lo  requiero.  Estando  en  aquella  cibdad,  vino  nueva 
al  Rey  ¿  á  la  Reyna  desde  la  oibdad  de  Venecia  en 
once  dias,  como  el  gran  Turco  eim  muerto ;  de  la 
qual  muerte  toda  la  christiandad  generalmente  ovo 
placer,  |ior(]ne  ninguno  puede  imaginar  el  terror 
grando  quo  aquel  príncipe  bárbaro  tenia  puesto  en 
los  ooraisonos  do  todos  los  chrístianos ,  según  las 
tierras  que  había  conquistado,  é  las  que  adqueriaé 
ganaba  cada  día ,  sin  que  pudiese  ser  fecha  resis- 
tencia ásu  gran  poder.  El  Roy  é  la  Reyna  fioieron 
grandes  procesiones  por  la  oibdad  é  saorífidos,  é 
otras  muchas  devociones  é  limosnas,  porque  plogo 
á  Dios  quitar  de  la  christiandad  tan  grand  enemi- 
go. Este  turco  murió  de  dolencia  en  edad  de  cin- 
qüenta  aftos ,  en  el  tiempo  de  su   prosperidad ;  el 
qual  continamente  tenia  en  el  campo  dos  grandes 
huestes,  una  que  guerreaba  é  ganaba  tierras  é  pro- 
vincias de  chrístianos ,  otra  que '  guerreaba  contra 
otros  moros  que  confinan  con  sus  tierras.  Muerto  el 
Turco,  luego  sus  fijos  o  vieron  división  el  uno  con* 
tra  el  otro,  y  el  mayor  mató  todos  los  que  estaban 
en  el  consejo  de  su  padre ;  y  entró  en  la  oibdad  de 
Oonstantmopla,  é  mató  todos  los  que  tenian  la  vos 
de  su  hermano,  é  apoderóse  de  la  oibdad.  Durante 
la  división  que  habia  entre  aquellos  dos  hermanos 
fijos  del  Turco,  el  Rey  Don  Femando  de  Ñápeles 
cobró,  según  habemos dicho,  la  oibdad  de  Otranto, 
que  habia  ganado  el  Turco ,  y  echó  donde  los  tur- 
óos que  estaban  apoderados  della,  é  restituyóla  en 
su  sefiorío.  Después  que  en  la  oibdad  de  Zaragoza 
estovieron  el  Rey  é  la  Reyna  algunos  dias  enten- 
diendo en  las  cosas  de  aquel  Reyno  de  Aragón, 
acordaron  de  irá  la  cibdad  de  Barcelona,  que  es  ca- 
beza del  Principado  de  Catalufta;  donde  fueron  re- 
oebidos  muy  solemnemente  con  grandes  fiestas  é 
placer  de  todos  los  de  la  cibdad. 

oapItulo  oin. 

De  las  Córtet  qie  el  Rey  é  la  Reyíia  SeieroB  es  la  cibdad 

de  Bareelooa. 

Oomo  el  Rey  é  la  Reyna  fueron  á  la  cibdad  de 
Barcelona,  luego  entendieron  en  los  negocios  que 
se  hablan  de  contratar  en  las  Oórtes  de  aquel  Prin- 
cipado ;  para  las  quales  en  aquella  cibdad  estaban 
juntos  los  Perlados ,  Oaballeros,  é  Procuradores,  6 
Diputados,  é  generdmente  todos  los  tres  estados  de 
las  dbdadea  é  villas.  Plácenos  recontar  aquí  breve- 
mente la  causa  prindpal  del  juntamiento  destas 
Oórtes,  porque  los  que  esta  Orónioa  leyeren,  sepan 


É  DOSA  ISABEL.  861 

la  causa  porque  se  fioieron.  Esta  dbdad  en  los  tiem- 
pos pasados  fué  también  gobernada  por  los  prind- 
pales  que  tenian  cargo  de  su  regimiento,  que  fiore- 
cia  entre  todas  las  oibdades  de  la  christiandad ;  é 
todos  los  moradores  della  gozaban  de  seguridad  de 
sus  personas  é  bienes ,  6  de  gran  abundancia  de  las 
cosas  necesarias  á  la  vida.  E  por  la  buena  industria 
ajusta  oomunioadon,  igualmente  guardada  tam- 
bién á  los  estrangeros ,  oomo  4  los  naturales ,  algu- 
nas personas  de  otras  partes  remotas,  informadas 
de  su  buen  regimiento,  traian  á  ellas  sus  bienes ,  á 
fin  de  vivir  en  paz  é  segn^rídad ;  lo  qual  la  engran- 
deció, é  fué  populosa,  é  aun  poderosa  de  gente  é 
riquezas.  Pero  la  fortuna  embidiosa  de  los  grandes 
estados ,  tentó  de  sobervia  é  los  que  la  gobernaban; 
los  quales,'  perdidas  las  buenas  costumbres  por  men- 
gua de  buenos  varones,  so  color  de  libertad,  rebe- 
laron contra  el  Rey  Don  Juan  de  Aragón',  padre 
deste  Rey  Don  Fernando,  é  tomaron  algunos  prín- 
cipes é  sefiores  por  gobernadores),  los  quales  por 
muerte  suboedió  el  uno  al  otro.  Y  en  estos  tiempos 
siempre  el  Rey  Don  Juan  la  guerreó,  á  fin  de  la  re- 
ducir á  su  obediencia ;  é  ni  por  la  muerte  de  los  go- 
bernadores que  tomaron,  ni  por  los  trabajos,  muer- 
tes é  gastos  é  destruiciones  habidas  en  la  guerra, 
los  de  aquella  dbdad  dezaron  su  rebelión ;  en  la 
qual  cometieron  contra  su  Rey  é  oontra  la  Reyna  su 
muger ,  é  contra  este  Rey  su  fijo,  que  á  la  sason  era 
Príndpe  heredero ,  muchos  crimines  é  ddictos.  Ovo 
entre  ellos  grandes  batallas ,  donde  murieron  mu» 
ches  de  los  vecinos  de  aquella  dbdad  étodo  su  prin«- 
dpado.  Gastaron  ansimesmo  todos  sus  tesoros,  por- 
que la  mengua  de  los  buenos  les  dio  mengua  de  los 
bienes.  Al  fin  de  catorce  afios  oontinos  de  guerra, 
los  de  la  oibdad ,  no  pudiendo  sofrir  los  daños  que 
recebian  de  la  guerra  que  d  Rey  de  Aragón  les  fa- 
da ,  trataron  oon  él  que  los  perdonase  é  rednxiese 
á  su  obediencia,  y  entregáronle  la  cibdad ;  la  qual 
de  las  guerras  pasadas  tenia  ya  caídas ,  no  las  tor- 
res ni  el  muro ,  mas  las  costumbres  é  buena  gober- 
naciotf ,  mediante  la  qual  los  primeros  governado- ' 
res,  oon  gran  trabajo  é  mucho  tiempo,  la  habían  fe- 
cho próspera  é  fioreoiente.  Al  fin  el  Rey  de  Aragón, 
dexada  la  venganza,  é  usando  de  clemenda,  los  per- 
donó é  reduxo  á  su  obedienda.  El  Rey  é  la  Reyna, 
habiendo  oonsideradon  á  los  trabajos  de  aquella 
cibdad,  é  porque  fuese  reducida  en  su  primero  esta- 
do ;  otrosí  por  no  dexar  á  los  servidores  dn  galar- 
dón, é  á  los  deservidores  sin  piedad,  concluyeron 
las  Oórtes  en  esta  manera:  conviene  á  saber ,  quo 
todas  las  f  aciendas  é  bienes  raices,  ansí  villas  oomo 
lugares,  heredamientos  é  rentas,  que  en  d  tiempo 
de  la  guerra  estaban  tomados  por  los  del  Rey  su  pa- 
dre á  los  que  fueron  sus  contraríos  é  deservidorM, 
and  por  título  de  merced,  oomo  en  otra  qualquier 
manera,  fuesen  restituidos  á  los  que  de  antes  las 
poseían  ;  é  que  el  Rey  é  la  Reyna  fidesen  equiva- 
lencia é  los  que  agora  las  poseían ,  acatados  los  ser- 
vidos que  ficíeron  al  Rey  su  padre ,  por  respeto  de 
los  quales  hablan  seydo  dados  aquellos  bienes.  E 
para  que  d.Bey  é  la  Reyna  pudiesen  faoer  esta 


868 


0BÓNI0A8  DE  LOS  BBTES  DB  0A8TILLA* 


emienda,  ¿  otrosí  para  aatiafaoeral  Rey  de  algunoe 
cargos,  en  qae  eran  al  Bey  so  padre ,  la  oibdad  y  el 
principado  de  Oatalafia  sirviesen  luego  con  den  mil 
libras  de  oro,  é  ansimesmo  les  sirviesen  con  otras 
doscientas  mil  libras ;  las  qnales  por  los  trabajos  6 
necesidades  de  la  dbdad  no  se  dieron  laego  en  di- 
neros ,  pero  impusieron  dertos  derechos  é  impod- 
dones  sobre  las  mercaderías  é  mantenimientos  de 
aquel  principado  en  dertos  afios,  para  gelas  pagar. 
Andmesmo  les  mandaron  guardar  sus  privilegios, 
franquessas ,  é  usos  é  costumbres,  según  quo  goza- 
ban antes  que  cometiesen  la  rebelión.  Estando  en 
aquella  oibdad  de  Barcelona,  les  vino  nueva  como 
el  Bey  de  Portogal  era  finado  ;  el  qual  falleció  en  la 
dbdad  de  Lisbona,  de  enfermedad  que  duró  vdn- 
te  é  dnoo  días.  El  Bey  é  la  Beyna  mostraron  gran 
sentimiento  de  su  muerte,  é  ficieron  celebrar  allí  en 
Barcelona  sus  obsequias  solemnemente.  Ooncluidas 
las  Cortes  del  Principado  de  Oatalufia  en  la  forma 
que  habernos  dicho ,  el  Bey  é  la  Beyna  partieron  de 
la  dbdad  de  Barcelona,  é  vinieron  para  la  oibdad 
de  Valenda ;  en  la  qual  fueron  recibidos  muy  ale- 
gremente, con  grandes  é  muy  snmptuosas  fiestas, 
ansí  de  gastos  generales  de  la  dbdad ,  como  parti- 
culares de  muchos  caballeros  que  fideron  justas  é 
torneos  en  todas  las  plazas  é  calles  príndpales  con 
grandes  arreos ;  en  las  quales  fiestas  los  de  aquella 
oibdad  mostraran  tener  muchas  riquesas,  é  ¿limo 
para  gastarlas.  Batas  fiestas  duraron  los  quince  dias 
que  el  Bey  é  la  Beyna  estovieron  en  aquella  oibdad 
é  luego  partieron  ddla  para  venir  á  Oastilla. 

CAPÍTULO  CIV. 

Dalu  eens  qso  ptitroB  es  al  tfto  flgvlente  ét  mil  d  qulrodea- 
tos  é  oebeau  é  dos  iloi.  Prinertmoace  do  lo  que  el  Roy  é  la 
Reyaa  leieroa  sobre  la  provUioa  del  Obispado  de  Caonea  qne 
elPapababla  feebo. 

En  d  afio  siguiente  dd  Sefior  de  mil  é  qnatro- 
dentos  é  ochenta  é  dos  afios,  al  principio  dd  afio 
el  Bey  é  la  Beyna  partieron  do  la  oibdad  de  Valen- 
cia para  la  villa  do  Medina  del  Campo ;  é  allí  vinie- 
ron el  Condestable  y  el  Almirante,  que  habían  te- 
nido el  cargo  de  la  justida,  á  les  dar  razón  de  lo 
que  habían  fecho.  Estando  en  aquella  villa  enten- 
tendieron  en  las  provisiones  de  los  Obispados  é 
Igledas  de  sus  Beynos,  para  que  se  ficiesen  en  Bo- 
ma á  suplicación  suya,  é  no  de  otra  manera.  E  por- 
que el  Padre  Santo  habia  proveído  de  la  Iglesia  de 
Cuenca  que  era  vaca,  á  un  Cárdena!  su  sobrino  na- 
tural de  Genova,  la  qud  provisión  el  Bey  é  la  Bey- 
na no  consintieron ,  por  ser  fecha  á  persona  estran- 
gera,  é  contra  la  suplicadon  que  ellos  habían  fecho 
fd  Papa,  acordaron  de  le  suplicar,  que  le  ploguiese 
facer  aquella  é  las  otras  provisiones  de  las  Igledas 
que  vacasen  en  sus  Beynos,  á  personas  naturdes 
dellos,  por  quien  ellos  suplicasen,  é  no  á  otros ;  lo 
qual  con  justa  causa  acostumbraron  facer  los  Pon- 
tífices pasados,  considerando  que  los  Beyes  sus 
progenitores  con  grandes  trabajos  é  derramamien- 
to de  so  sangre  oomo  ohristianisímoa  príncipes,  ha- 


bían ganado  la  tierra  de  los  moros ,  enemigos  de 
nuestra  santa  fe  cathólica,  colocando  en  ella  el  nom- 
bre de  nuestro  Bedemptor  Jesu  Christo,  y  extirpan- 
do d  nombre  de  Mahoma ;  lo  qual  les  daba  derecho 
de  patronadgo  en  todas  las  igledas  de  sus  reynos  y 
sefioríos,  para  que  debiesen  ser  provddas  á  suplica- 
don  suya,  á  personas  sus  naturdes,  gratas  é  fides 
á  ellos,  é  no  á  otros  dgunos,  oonsidersndo  la  poca 
noticia  que  los  estrangeros  tienen  en  las  cosas  de 
sus  reynos.  Deoian  andmesmo,  que  las  Iglesias  te- 
nían muchas  f ortalesas,  é  algunas  dallas  fronteras 
de  los  moros,  donde  era  necesario  poner  goarda  para 
la  defensión  de  la  tierra,  é  que  era  deservido  suyo 
ponerlas  en  poder  de  personas  que  no  fuesen  nata- 
rdes  de  sus  Beynos. 

Por  el  Papa  se  alegaba  que  era  príndpe  de  la 
Igleda,  é  tenia  libertad  de  proveer  de  las  iglesias, 
de  toda  la  ohristiandad  á  quien  él  entendiese ;  é  que 
la  autoridad  del  Papa,  y  d  poderío  que  por  Díoa 
tenia  en  la  tierra,  no  era  limitado,  ni  menos  ligado 
para  proveer  de  sus  Iglesias  á  voluntad  de  ningún 
príndpe,  salvo  en  la  manera  que  entendiese  ser  ser- 
vido de  Dios  é  bien  de  la  Igleda.  B  por  esta  oansa 
d  Bey  é  la  Beyna  embiaron  diversas  veces  sns  em- 
baxadores  áBoma,  para  dar  á  entender  al  Papa, 
que  dios  no  querían  poner  límite  á  su  poderío;  pero 
que  era  cosa  razonable  oonddorar  las  cosas  suso 
degadas,  según  lo  consideraron  los  Pontífices  pa- 
sados en  las  provisiones  que^fioieron  de  las  igledas 
de  sus  Beynos.  B  porque  estos  embaxadores  no  pu- 
dieron haber  condudon  oon  el  Papa ,  según  lo  ha- 
bían suplicado,  el  Bey  é  la  Beyna  embiaron  man- 
dar á  todos  sus  naturales  que  estaban  en  corte  Bo- 
mana  que  saliesen  ddla.  Esto  ficieron  oon  propód- 
to  de  convocar  los  Principes  de  la  christiandad  á 
facer  concilio,  ansí  sobre  esto  como  sobre  otras  co- 
sas que  entendían  proponer,  complideras  al  servido 
de  Dios,  é  bien  de  su  universal  Igleda.  Los  natura- 
les de  Castilla  é  de  Aragón,  recelando  que  d  Bey  é 
la  Beyna  les  embargarían  las  temporalidades  que  te- 
nían en  sns  Beynos,  obedecieron  sus  mandamientos 
é  sdieron  de  la  corte  de  Boma.  Estando  las  cosas  en 
este  estado,  d  Papa  embió  al  Boy  é  á  la  Beyna  por  su 
embaxador  oon  sus  breves  credenciales  auno  que  se 
llamaba  Domingo  Centurión,  heme  lego,  natural  de 
la  oibdad  de  Genova.  B  como  este  llegó  á  la  villa  de 
Medina,  embió  facer  saber  al  Bey  é  la  Beyna  que 
venia  á  ellos  como  embaxador  del  Papa,  para  les  co- 
municar algunas  cosas  sobre  aquella  materia  que 
por  estonces  se  tractaba.  £1  Boy  é  ala  Beyna,  sabi- 
da la  venida  de  aquel  embaxador,  embiaronle  á  de- 
cir, que  el  Papa  se  habia  nías  duramente  en  sos  co- 
sas, que  en  las  de  ningún  otro  Príncipe  de  ia  chris- 
tiandad, seyendo  ellos  é  los  Beyes  sus  predecesores 
mas  obedientes  á  la  Silla  Apostólica  que  ninguno 
otro  Bey  caihólíco;  é  que,  habida  esta  condderacion, 
ellos  entendían  buscar  los  remedios  que  según  de- 
recho podían  é  debían,  para  se  remediar  de  los 
agravios  que  el  Padre  Santo  les  facía.  B  que  le  man- 
daban que  saliese  fuera  de  sus  Beynos,  é  no  se  cu- 
rase de  les  proponer  ninguna  embazada  de  parto 


DON  FERNANDO 
del  Papa ;  porque  eran  ayisados  que  todo  lo  qae 
de  eu  parte  les  qneria  ezplioar ,  era  en  derogadon 
de  SQ  preeminencia  reaL  Y  embiaronle  decir  que 
elloe  le  daban  seguridad  de  sn  persona  é  de  los  sa- 
yos que  con  él  yenian  en  todos  sus  Re3mos  é  sefto- 
rios,por  guardar  el  privilegio  é  inmunidad  de  que 
los  mensageros  y  embaxadores  deben  gosar,  espe- 
cialmente yiniendo  por  parte  del  Sumo  Pontífice; 
pero  que  se  marayillaban  del,  estando  las  cosas  en 
el  estado  en  que  estaban,  como  habia  aceptado 
aquel  cargo,  bebiendo  el  Papa  tratado  tan  inhuma- 
namente sus  embaxadores  é  procuradores,  é  no 
queriendo  oonoeder  á  sus  justas  é  muy  humildes  su- 
plicaciones. Aquel  embazador,  yista  la  indinacion 
del  Bey  é  de  la  Reyna  en  las  razones  que  le  embia- 
ron  decir,  é  considerando  que  era  lego,  é  que  ellos 
eran  Reyes  tan  poderosos ,  ombioles  decir  que  él 
renunciaba  de  su  propría  yolontad  el  privilegio  é 
seguridad  que  tenia  como  embaxador  del  Papa,  é 
no  quería  gozar  del ;  é  qae  si  los  plognieso,  él  que- 
ría ser  natural  suyo ,  é  como  su  natural  quería  ser 
juzgado  por  ellos,  é  sometido  á  su  imperio  en  todo 
lo  que  les  ploguiese  facer  de  su  persona  é  de  sus 
bienes.  La  respuesta  humilde  de  aquel  embaxador 
templó  la  indinacion  que  el  Rey  é  la  Reyna  habian 
concebido.  E  después  de  algunos  días,  el  Cardenal 
de  Éspafia  intercedió  por  él,  é  suplicó  al  Rey  é  á  la 
Reyna,  que  se  oviesen  con  él  benignamente ,  é  que 
tomasen  áfablar  en  la  concordia  con  el  Pipa;  lá 
qual,  mediante  el  Cardenal,  se  fizo,  para  que  de  las 
Iglesias  principales  do  todos  sus  Reynos,  el  Papa 


É  DOÑA  ISABEL.  Stt 

proveyese  4  suplicación  del  Rey  é  do  la  Reyna,  á 
personas  sus  naturales ,  que  fuesen  dinas  é  capaces 
para  las  haber.  T  el  Papa  revocó  la  provisión  que 
habia  fecho  de  la  Iglesia  de  Cuenca  al  Cardenal  do 
Sant  Jorge  su  sobrino,  ó  proveyó  della  á  Don  Alon- 
so de  Burgos,  Capellán  mayor  de  la  Reyna,  Obispo 
que  era  de  Córdoba,  por  quien  habia  suplicado.  El 
Rey  é  la  Reyna,  siempre  miraban  con  diligencia  de 
suplicar  por  las  iglesias  que  vacaban  en  sus  Reynos 
en  favor  de  personas  generosas,  por  remunerar  á  ellos 
éá  sus  parientes  que  les  habian  servido ;  é  muchas 
veces  suplicaban  por  personas  religiosas,  bornes  de 
honesta  vida  é  letrados,  considerando  que  tanto  las 
cosas  públicas  eran  bien  gobernadas,  quanto  los 
perlados  é  ministros  de  las  iglesias  eran  homes  de 
buena  vida,  é  doctos,  é  predicadores  de  buenas  doo- 
trinas,  do  quien  todos  tomasen  exemplo  de  vivir. 
Acaesció  en  estos  tiempos  asaz  veoes,  que  el  Rey  ó 
la  Reyna  rogaron  con  los  Obispados  de  sus  Reynos  « 
que  ¡vacaron,  á  semejantes  personas  religiosas,  é 
aun  los  apremiaron  que  los  aceptasen ;  los  quales 
estaban  tan  apartados  del  mundo  en  sus  monéste- 
rioB,  que  no  los  querían  aceptar,  ni  encargarse  de 
gobernación  de  iglesias ;  y  estos  tales  fueron  apre- 
miados por  el  Papa,  so  pena  de  obediencia  que  los 
aceptasen.  En  especial  fué  mandado  á  Don  Juan 
de  Ortega,  fijo  de  Don  Pedro  de  Maluenda,  home 
religioso,  é  general  que  fué  de  la  orden  de  Sant 
Hierónimo,  que  tomase  el  Obispado  de  Coria ,  é  al 
Doctor  Tello  de  Buendia  Arcediano  de  Toledo,  que 
aceptase  el  Obispado  de  Córdoba. 


¿BiÉM^aa^  f  f      '  -■  ''      ! 


'      -U     1  lÉI 


ÉñttÉ 


COMIENZA  U  TERCERA  PARTE 

DE  LA  OEÓNICA 

OE  LOS  MUY  ALTOS  Y  MUY  PODEROSOS 

DON  FERNANDO  É  DOÑA  ISABEL, 

RBY  É  BETNA  DE  OASTILLA  É  DE  LEÓN  É  DE  BIOILIA : 

XN  hk  OUAL  81  EBOÜSNTA  LA  OONQÜIBTA  QITB  FIOISBON  OOirTRA  BL  BIETHO  DI    GBANADA| 

Ú  0TBA8  ALGUNAS  OOSAS  QX7H  IHTBBYmiXBON. 


OAPÍTÜLO  PRIMERO. 

Goao  lot  moros  toBiroB  la  Tilla  do  Zahara; 

El  Rey  é  la  Reyna  después  que  por  la  gracia  de 
Dios  reynaron  eo  los  Reynos  de  Castilla  é  de  Leoo, 
oonosdendo  que  ninguna  guerra  se  debia  princi- 
piar, salvo  por  la  fe  é  por  la  seguridad,  siempre  to- 
Tieron  en  el  Animo  pensamiento  grande  de  conquis- 
tar el  Reyno  de  Granada,  é  lanzar  de  todas  las  Es- 
pafias  el  seftorfo  de  los  moros  y  el  nombre  de  líabo- 
ma,  Pero  el  negocio  era  grande,  y  ellos  estoyieron 
tan  ocupados  en  la  guerra  que  toYieron  con  el  Rey 
de  Portogal,  y  en  poner  orden  en  las  oosas  de  Oasti- 
11a,  que  no  pudieron  luego  complir  su  deseo.  E  se- 
gún en  la  segunda  parte  desta  historia  habernos  re- 
contado, dieron  treguas  á  los  moros  por  algunos 
afios,  durante  los  quales  el  Rey  de  Granada  que  se 
llamaba  Alimuley  Abenhasan,  por  ayiso  que  oto 
que  en  la  yilla  é  castillo  de  Zahara  no  habia  buena 
guarda,  Tino  oon  gente  de  moroa  sobre  ella,  é  üaola 
una  noche  escalar ;  é  los  moros  que  entraron  en  el 
castillo,  mataron  al  Alcayde,  6  apoderáronse  de  la 
fortaleaa  (1),  é  tomaron  capthros  todos  los  que  en  la 
Tilla  moraban,  é  robaron  los  ganados  6  los  bienes  que 
f  allaKon.  Oomo  el  Rey  é  la  Reyna,  que  estaban  an  la 
TÜla  de  Medina  del  Campo,  sopieron  la  toma  desta 
Tilla,  é  que  los  moros  hablan  quebrantado  las  tre- 
guas que  les  habian  dado,  proTeyeron  luego  en  la 
seguridad  de  la  tierra,  y  embiaron  mandar  á  los 
Adelantados  é  Alcaydes,  é  á  las  dbdades  é  Tillas  é 
lugares  que  son  en  la  Andalucía  y  en  el  Reyno  da 


(f )  La  toma  4o  Zahira  qso  testa  i  as  gurda  o!  Mariaeal  Cos- 
íalo Arias  do  SaaTodra  hilo  dol  Mariscal  Ponaad  Artas,  fiíé  es  SS 
do  IMelombro  sofosdo  día  do  Navidad  dol  aBo  1481,  oomo  reSoro 
al  Gara  do  los  Palaalof,  osp.  61.  ZariU  seAala  ol  día  t7.  ámL, 
|II.Í0,Ay.4a.* 


Murcia,  que  pusiesen  buena  guarda  en  todas  aqué- 
llas fronteras,  porque  no  recibiesen  dafio  de  los 
moros.  E  mandaron  4  Don  Alonso  de  Cárdenas 
Maestra  de  Santiago,  que  fuese  con  gente  de  armas 
á  la  cibdad  de  Écija,  é  á  Don  Rodrigo  Tellez  Girón 
Maestre  de  Oalatrava  que  estoviesé  en  la  comarca 
de  Jaén ;  é  á  otros  capitanes  mandaron  estar  en 
otros  lugares  fronteros  de  los  moros ,  para  les  facer 
guerra,  é  defender  la  tierra.  Aquel  Rey  Moro  tenia 
estonces  mayor  número  de  gente  á  caballo  é  artille- 
ria  é  las  otras  cosas  necesarias  á  la  guerra,  que  to- 
TO  ningún  Rey  délos  que  fueron  en  Granada  todos 
los  tiempos  pasados;  é  confiando  en  sus  f nenas, 
entraba  á  facer  guerra  en  la  tierra  de  los  christia- 
nos.  E  la  gente  de  armas  que  estaban  fronteros  en- 
traban á  facer  guerra  en  la  tierra  de  los  moros ;  é 
tan  bien  los  unos  como  los  otros  facían  robos  de 
ganados,  é  prisioneros,  é  talas  é  otros  dafios,  espe- 
cialmente trabajaban  de  haber  por  furto  dbdades 
é  fortaleaas,  para  se  apoderar  mas  adelante  de  la 
tierra. 

CAPÍTULO  n. 

De  oomo  so  tomd  la  dbdad  do  Albami. 

Pasados  algunos  dias  después  que  los  moros  tO'* 
marón  la  Tilla  de  Zahara,  aquel  caballero  Diego  de 
Merlo,  á  quien  habemos  dicho  que  el  Rey  é  la  Rey- 
na pusieron  por  guarda  é  Asistente  en  la  cibdad  de 
ScTilla,  f  abló  con  algunos  escaladores  é  adalides  en- . 
cargándoles  que  se  informasen  do  la  guarda  que  ha- 
bia en  algunas  TÜlaa  é  castillos  de  los  moros,  é  Tie- 
sen  si  las  podrían  escalar.  É  después  que  los  adali- 
des espiaron  la  tierra,  6  conoderon  las  faltas  que  en 
la  guarda  de  algunos  lugares  habia,  informaron  á 
esto  caballeroi  que  se  podía  escalar  la  dbdad  do 


^W  '  ORÓNIOAB  DÍS  LOS 

Málaga  2  la  de  Alhamai  donde  entendieron  qne  no 
había  tal  guarda  qne  pudiese  eer  sentida  la  escala. 
Habida  esta,  información,  aqnel  caballero  lo  coma- 
nicó  secrotamente  con  Don  Rodrigo  Ponce  de  León 
Marqués  de  Oália  é  con  Don  Pedro  Enriques  Ade- 
lantado mayor  del  Andalucía;  y  estos  caballeros  lo 
ficieron  saber  á  otros  algunos  caballeros  ó  Aloaydes 
de  la  comarca;  é  juntáronse  con  ellos  Don  Pedro  de 
Stúfiiga,  Conde  de  Miranda,  é  Juan  de  Bobles,  Al- 
cayde  de  Xerea,  é  Sancho  de  Ávila,  Alcayde  de  los 
alcásares  de  Carmena  por  Don  Qutíerro  de  Cárde- 
nas, Comendador  mayor  de  León,  é  los  Alcaides  de 
Antequera  ó  Arohidona  é  de  Morón,  é  Don  Martin  de 
C6rdoba,  fijo  del  Conde  de  Cabra.  B  por  algunas  di- 
ferencias que  por  estonces  habia  entre  el  Marqués 
de  Calis  é  Don  Enrique  de  Gusman,  Duque  de  Me- 
dinasidonia,  no  gelo  notificaron.  Estos  caballeros  é 
Alcaydes  que  habemos  dicho,  con  Yoluntad  de  ser- 
vir á  Dios  é  al  Bey  é  á  la  Beyna,  é  de  facer  fasafia 
notable,  se  dispusieron  á  tomar  la  cibdad  de  Alha- 
ma;  é  juntaron  fasta  tres  mil  homes  á  caballo  é 
quatro  mil  peones.  É  poniendo  sus  guardas,  porque 
no  fuesen  sentidos,  llegaron  fasta  el  campo  de  Can- 
taríl ,  é  fueron  adelante,  é  pasaron  las  sierras  que 
dicen  del  Airacif e,  é  andovieron  con  gran  pena  fas- 
ta que  llegaron  media  legua  de  la  cibdad  de  Alha- 
ma,  postrero  dia  de  Hebrero  deste  afio. 

Como  allí  fueron  el  Marqués  y  el  Adelantado  é 
Diego  de  Merlo ,  mandaron  que  se  apeasen  fasta 
trescientos  escuderos,  é  que  llevasen  los  trosos  de 
las  escalas,  é  siguiesen  al  escalador  é  á  los  adalides 
que  iban  delante.  É  como  fueron  ceroa  del  muro  de 
la  cibdad,  por  la  parte  de  la  fortaleza,  informados 
de  sus  escuchas  como  no  se  guardaba  por  aquella 
parte,  pusieron  las  escalas ;  y  el  escalador  que  se 
llamaba  Juan  de  Ortega  vecino  de  Carrion  subió 
primero,  y  empos  del  un  caballero  que  se  llamaba 
Martin  Qalindo,  é  después  subieron  otros  treinta  es- 
cuderos ;  y  entraron  la  barrera  é  subieron  en  el  mu- 
ro, é  mataron  al  moro  que  lo  guardaba,  é  á  los  otros 
moros  que  fallaron  en  la  guarda  del  castillo,  ó  pren- 
dieron á  la  muger  del  Alcayde,  é  á  otras  mugen» 
que  estaban  con  ella ,  porque  el  Alcayde  no  estaba 
allí,  que  era  ido  á  unas  bodas  áVelezmálaga,  é  aquel 
caballero  Martin  Galindo  peleando  con  los  moros 
fué  f crido  de  una  cuchillada  en  la  cabeza.  Apode- 
rados de  la  fortaleza  abrieron  la  puerta  que  sale  al 
campo,  y  entraron  el  Marqués  y  el  Adelantado  y  el 
Conde  de  Miranda  é  Diego  de  Merlo ,  é  con  ellos  to- 
da la  gente  que  pudo  caber. 

Los  moros,  á  quien  la  gran  fortaleza  de  la  cibdad 
daba  seguridad  de  sus  personas,  como  vieron  perdi- 
do el  castillo,  é  que  aquellos  christianos  osaron  en- 
trar tanto  dentro  de  aquel  reyno,  tomaron  armas,  é 
guardaron  las  puertas  ^  la  cibdad  ]  é  apoderáronse 
de  las  torres  mas  fuertes  que  estaban  en  el  muro 
para  las  defender,  con  esperanza  cierta  que  tenían 
de  ser  luego  socorridos  del  Bey  Moro ,  que  estaba 
en  Granada  á  ocho  leguas  de  aquella  cibdad.  Ansi- 
mesmo  barrearon  las  bocas  de  las  calles  que  salían 
^h  íorUUeEa,  é  pudoroA  ondlAs  ballMterosy  espin- 


¿E7E8  D¿  QÁBÍIÍAJl 

garderos ,  que  tiraban  á  la  puerta  de  la  fortaleza 
tantos  tiros,  que  los  christianos  qne  estaban  dentro 
no  podían  salir  á  la  cibdad,  sino  á  gran  peligro  por 
ser  muy  estrecha  la  salida,  lo  qual  les  puso  en  gran 
confusión,  que  no  sabían  que  consejo  tomar.  Acae- 
ció qne  aquel  Sancho  de  Ávila,  Alcayde  de  los  al- 
cázares de  Carmena,  é  Nicolás  de  Roxas,  Alcayde 
de  Arcos,  homes  esforzados ,  se  aventuraron  á  salir 
por  aquella  puerta,  á  fin  que  saliesen  empos  dellos 
algunos  otros;  é  luego  como  salieron  fueron  muer- 
tos de  los  tiros  de  las  ballestas  y  espingardas  que 
los  moros  tiraron ;  lo  qual  fué  primero  dia  de  Mano 
deste  afio.  ^ta  por  algunos  capitanes  la  muerte 
do  aquellos  Alcaydes,  y  el  peligro  que  habia  por  ser 
la  salida  de  aquella  fortaleza  tan  estrecha,  retrazé- 
ronse.  É  algunos  decían  que  la  debían  quemar  é 
'desamparar,  porque  según  el  peligro  grande  que 
veían  en  la  salida  de  la  fortaleza  para  entrar  en 
la  cibdad,  y  el  socorro  que  los  moros  esperaban  tan 
prestox  era  cosa  peligrosa  esperarlos  con  tan  poca 
gente.  El  Marqués  de  Cáliz  y  el  Adelantado  é  Die- 
go de  Merlo  decían,  que  pues  á  Dios  había  pladdo 
que  aquella  fortaleza  fuese  en  poder  de  christianos, 
sería  gran  mengua  desampararla,  habiéndola  gana- 
do con  tanto  trabajo.  É  por  esta  divereídad  de  vo- 
tos estuvieron  en  alguna  diferencia,  porque  de  la 
una  parte  les  oprimía  el  cansancio  de  las  noches  é 
días  pasados,  el  miedo  del  Bey  Moro  que  esperaban 
venir  presto,  la  entrada  peb'grosa  en  la  dbdad,  y  el 
poco  mantenimiento  que  tenían  para  se  sostener;  de 
la  otra  parte  les  requería  la  virtud  de  la  constancia, 
que  en  tales  fechos  el  caballero  debe  tener,  é  como 
ningún  fruoto  consiguian  de  sus  trabajos  pasados 
sí  de  presente  no  alcanzaban  él  fin  ,que  deseaban. 
Esto  considerado  por  el  esfuerzo  de  aquellos  caba- 
lleros principales,  no  se  desamparó.  É  acordaron  de 
romper  un  pedazo  del  muro  del  castillo  por  donde 
pudiese  salir  gran  golpe  de  gente  junta ;  é  otrosí  qne 
fuesen  algunos  á  pelear  por  la  cerca,  é  otros  subie- 
sen por  los  tezados;  de  manera  que  fuesen  los  mo- 
ros tan  guerreados  por  todas  partes,  que  por  fuerza 
desamparasen  las  calles  é  las  torres  que  defendían. 
É  porque  con  mayor  voluntad  la  gente  se  dispusie- 
se al  peligro ,  mandaron  que  la  cibdad  se  pusiese  á 
sacomano;  é  que  qualquier  presa,  ansí  de  prisione- 
ros como  de  fadenda,  fuese  de  aquel  que  la  toma- 
se. Habido  este  acuerdo,  venciendo  la  cobdicia  al 
peligro,  rompieron  un  pedazo  de  la  cerca,  é  salieron 
juntos  por  aquel  lugar  que  derríbaron  un  golpe  de 
gente  de  armas,  con  los  qnales  salió  por  capitán  ei 
Marqués  de  CáUz ;  los  otros  capitanes  salieron ,  de- 
llos por  la  puerta,  dellos  por  los  tezados,  é  otros  por 
el  muro  que  va  de  la  fortaleza  á  la  cibdad,  é  pelea- 
ron con  los  moros  por  las  callesy  desde  la  mafiana 
fasta  la  noche^  do  muríeron  muchos  moros,  é  algu- 
nos christianos.  Los  moros  por  recobrar  su  cibdad  é 
por  la  defensión  de  su  vida,  é  libertad  de  sus  per- 
sonas, peleaban  con  todas  sus  fuerzas ;  y  esperando 
cada  hora  que  les  vernia  socorro  de  Granada,  dura- 
ban en  la  pelea  é  no  les  turbaban  las  f^rídas  é  muer- 
tes de  los  que  peleando  veiaa  caer.  Los  duistianoi^ 


í)ON  FBBNANDO 

reoetando  qae  iodos  seriáií  perdidos  ú  la  oibdad 
faese  Boconida^  peleaban  oon  grand  ánimo  por  la 
ganar  antea  que  el  Bey  de  Granada  yiniese  á  eooor- 
rerloe.  Al  fin  loe  moros  no  podiendo  mas  sofrir  la 
fuerza  de  los  ohristianos,  se  reirazeron  á  ana  mea- 
quita  grande,  que  estaba  cercana  al  muro  de  la  cib- 
dad,  é  de  allí  tiraban  tantos  tiros  de  espingardas  é 
ballestas,  que  los  ohristianos  no  podian  llegar  á  los 
combatir,  salyo  con  gran  peligro;  pero  recelando 
que  los  moros  serian  socorridos,  cobraron  mayores 
fuerzas,  é  con  mantas  é  otras  defensas  que  fideron, 
llegaron  á  poner  fuego  á  las  puertas  de  la  mezquita. 
Los  moros  visto  el  fuego,  como  g^nte  desesperada 
salieron  á  pelear ,  é  fueron  muertos  la  mayor  parte 
dellos,  é  los  otros  fueron  captívoe ;  é  los  cbristianos 
se  apoderaron  de  la  dbdad  é  de  las  torres  que  los 
moros  al  principio  hablan  defendido.  Fueron  allí  to- 
mados captiros  gran  número  de  moros  é  moras,  an- 
simesmo  fueron  robados  muchos  bienes  muebles, 
oro  é  plata  é  ganados  en  gran  cantidad ,  porque 
aquella  cibdad  era  rica  é  de  gran  trato.  Otrosí  al- 
gunos caballeros  é  peones  pensando  que  no  se  po- 
dría sostener  la  oibdad,  é  que  la  habían  de  desam- 
parar, quebraron  muchas  vasijas  que  fallaron  llenas 
de  aceite,  é  derramaron  el  trigo  que  el  Rey  de  Gra- 
nada allegaba  de  sus  rentas  en  aquella  cibdad.  Otro- 
sí sacaron  todos  los  ohristianos  que  los  moros  tenían 
oaptÍTOs,  y  estaban  metidos  en  mazmorras.  Gomo 
otro  día  por  la  mafiana  se  sopo  en  Granada  la  toma 
de  la  oibdad  de  Alhema,  yinieron  fasta  mil  moros 
á  oaballo,  é  llegaron  bien  cerca  de  la  cibdad  por  ver 
si  la  pudieran  socorrer.  É  como  sopieron  que  los 
cbristianos  eran  tantos,  é  que  estaban  ya  apodera- 
dos en  todas  las  torres  é  puertas ,  acordaron  de  se 
volver.  Pasados  quatro  días  después  que  aquella 
oibdad  se  tomó,  porque  los  chrbtianos  padesoian 
gran  pena  del  mal  olor  de  los  moros  muertos  que 
estaban  por  las  calles  é  por  las  casas,  acordaron  de 
echarlos  fuera  de  la  cibdad,  é  allí  al  campo  do  es* 
taban  salían  los  perros  de  la  oibdad  á  los  comer. 
El  Rey  de  Granada  sabido  como  la  cibdad  de  Al- 
hema era  tomada,  vino  con  muchos  moros  á  caba- 
llo é  á  pié,  é  puso  sitio  en  el  campo  do  estaban  los 
cuerpos  de  los  moros  muertos  que  los  chrístíanos 
habían  echado  en  el  campo.  É  visto  por  los  moros 
que  los  perros  los  comían ,  tiraron  con  las  ballestas 
é  mataron  los  perros ;  é  la  ira  fué  tan  grande  sobre 
los  de  aquella  cibdad  que  fasta  los  perros  della  fue- 
ron muertos  é  captivos.  El  Rey  de  Granada  pensan- 
do de  recobrar  la  cibdad,  antes  que  los  cbristianos 
fuesen  socorridos,  porque  entendió  que  no  tenían 
mantenimientos,  ni  las  otras  cosas  necesarias  para 
se  sostener,  fizóla  combatir;  é  con  el  dolor  que  los 
moros  tenían  por  la  pérdida  de  aquella  cibdad^  por- 
que estaba  casi  en  el  comedio  de  su  Reyno,  llega- 
ban al  muro,  é  ponían  las  escalas  por  todas  partes; 
é  subían  por  ellas  indiscretamente,  no  guardando 
tiempo,  ni  llevando  pertrechos,  mas  todas  horas,  é 
con  qualesquíer  defensas,  pensando  que  la  gran 
muchedumbre  dellos  combatiendo  por  muchas  par- 
tm,  oonfundirian  4  los  ohristianos  é  los  vencerían. 


Ú  DOÍÍA  ISABEL.  éét 

El  Marqués  de  Oáliz,  y  el  Oonde,  y  el  Adelantado,é 
Diego  de  Merlo  é  los  otros  caballeros  é  Aloaydes, 
repartieron  sus  gentes  por  el  muro  6  defendíanlo ;  é. 
algunas  veces  salían  fuera  á  escaramuzar  oon  los 
moros.  En  estos  combates  y  escaramuzas  oaian  al- 
gunos moros  muertos  é  feridos,  porque  según  habe- 
mos  dicho  llegaban  con  loca  osadía  á  los  combates 
por  lugares  peUgrosos.  Al  fin  no  podiendo  por  com-« 
bate  ganar  el  muro,  pensaron  de  quitar  el  agua,  é 
de  echar  el  rio  que  iba  cerca  de  la  oibdad  por  otra 
parte.  Los  cbristianos  visto  que  los  moros  quitaban 
el  agua,  salieron  á  pelear  oon  ellos;  pero  no  pudie- 
ron resistir  que  los  moros  no  quitasen  gran  parte 
del  agua,  é  la  que  dezaron  no  se  podía  beber ,  salvo 
con  gran  trabajo,  porque  convenia  que  peleasen  los 
unos  entretanto  que  los  otros  cogían  agua  para  ellos 
é  para  sus  caballos ,  por  una  mina  que  salía  de  la 
oibdad  al  rio.  É  por  esta  mengua  del  agua,  todas  las 
horas  del  día  é  de  la  nodie  peleaban ,  é  morían  mu- 
chos de  los  unos  é  de  los  otros.  El  Marqués  y  el  Ade- 
lantado, como  se  vieron  puestos  en  aquella  neoesi- 
dadf  escribieron  i  las  cibdades  de  Sevilla  é  de  Cór- 
doba é  á  los  caballeros  de  las  comarcas  que  les  so- 
corriesen é  librasen  del  peligro  en  que  estaban.  Otro- 
sí embiaron  facer  saber  al  Rey  é  á  la  Reyna ,  que 
estaban  en  Medina  del  Oampo,  como  habían  toma- 
do la  dbdad  de  Alhema, é  la  sostenían  oontra  el 
Rey  de  Granada  que  los  tenia  cercados.  É  luego  co- 
mo en  las  dbdades  de  Sevilla  é  Córdoba  y  en  las 
oomaroas  se  sopo  que  aquellos  caballeros  habían 
tomado  la  cibdad  de  Alhema  é  la  necesidad  en  que 
estaban,  d  Duque  de  Medinaridonia ,  como  quier 
que  tenía  debates  con  el  Marqués  de  Oáliz,  pero  en 
aquella  hora  olvidando  el  odio  se  dispuso  á  los  so- 
correr ;  é  juntó  luego  toda  la  mas  gente  de  caballo 
é  de  pié  que  pudo  haber  de  su  casa  é  de  otras  par- 
tes. Otrod  los  caballeros  é  capitanes  é  alcaydes  é 
gente  que  estaban  por  fronteros,  los  que  mas  presto 
se  pudieron  allegar,  se  dispusieron  á  socorrer  á  los 
caballeros  é  gentes  que  defendían  la  dbdad« 

OAPlTÜLO  m. 

De  COBO  el  Rey  fuUé  de  Nedb»  del  Canpo,  é  Tino  á  fierre  de 
moros  i  ioeorrer  los  etballeros  qie  babiis  toiíado  Ii  elbdid 
de  Alhema. 

Gomo  d  Rey  é  la  R^yna  sopieron  que  d  Marqués 
de  Cáliz  y  el  Adelantado  del  Andducía  é  Die- 
go de  Merlo  é  aquellos  otros  oabdleros,  habían 
tomado  la  cibdad  de  Alhema,  é  qne  estaban  cerca*' 
dos  de  los  moros,  luego  embiaron  sus  oartas  é  men-» 
sageros  á  todos  los  caballeros,  é  cibdades  é  villas 
del  Andaluda,  mandándoles  que  oon  la  mayor  dili- 
gencia que  pudiesen  juntasen  toda  la  gente  de  pié  é 
de  cabdlo  de  la  tierra ,  é  fuesen  á  los  socorrer.  El 
Rey  d  día  que  lo  supo  partió  de  Medina  dd  Cam- 
po, é  vinieron  oon  él  Don  Boltran  de  la  Cueva,  Du- 
que de  Alburquerque,  é  Don  Pedro  Manrique ,  Con- 
de de  Trevífio,  é  Don  ífiígo  Lopes  de  Mendosa, 
Conde  de  Ten^mia,  é  Don  Enrique  Enriques,  su  Ma- 
yordomo mayori  é  Rodrigo  de  UUoa,  so  Contador 


M 


OBÓÑIOAS  bB  tiOB  BETB8  DÉ  OASTILLA. 


mayor;  6  Don  Joan  de  Btlva,  Conde  de  Oifuentea 
salió  de  Toledo  á  ir  oon  él,  é  á  jomadas  preeoroBas 
llegó  fasta  la  villa  de  Adamni ,  que  es  á  dnoo  le- 
gnas  de  Oórdoba.  É  oomo  llegó  á  aquel  lagar  j  el 
Dnqne  de  Alburqnerqne  le  dixo :  c  Sefior,  no  debéis 
»dar  tan  gran  priesa  á  esta  Tuestra  entrada  en  tier- 
ira  de  moros ,  porqoe  no  tenéis  gente  de  Oastilla 
»oon  que  podáis  faoer  este  sooorro,  sino  sola  la  gen- 
ite  del  Andalncia*  É  los  Beyes  yneetros  predeceso- 
«res  nanoa  entraron  en  el  Beyno  do  Qranada,  sino 
»aoompafiados  de  gran  número  do  gente  de  Gasti- 
illa.  Otros!  Sefior,  debéis  considerar  qae  el  Daqne 
i  de  Medinasidonia ,  y  el  Oonde  de  Cabra ,  ó  Don 
9  Alonso  de  Agnilar,  é  los  otros  oaballeros  é  aloay- 
i  des  que  estaban  juntos ,  son  asaz  gentes  para  fa- 
ioer  este  sooorrO|  é  no  debe  Vuestra  persona  Beal 
lentrar  á  lo  facer,  pudiéndolo  facer  Tuestros  súbdi- 
itos ;  porque  los  Beyes  que  tienen  las  gentes  é  los 
» capitanes  que  vos  tenéis,  basta  que  embien  algn- 
»noBdellos  á  faoer  las  guerras  que  se  puedan  bien 
»faoer  sin  que  ellos  sean  presentes ;  é  sus  personas 
Adoben  quedar  á los  esforzar.»  El  Bey,  oídas  aquellas 
razones ,  le  dizo :  «Duque,  si  yo  partiera  de  la  villa 
»de  Medina  con  propósito  de  socorrer  aquellos  ca- 
Bballeros,  tos  dábades  buen  consejo  ;  pero  babien- 
ido  partido  oon  intención  determinada  de  los  so- 
soorrer  por  mi  persona ,  y  estando  en  el  fin  del  ca- 
»mino,  cosa  seria  por  cierto  contra  mi  condición 
imndar  el  primero  consejo,  no  babiendo  para  ello 
9  nuevo  impedimento ;  é  por  tanto  con  las  gentes 
sdesta  tierra,  que  están  juntos,  sin  esperar  la  gente 
9 de  Castilla  que  habemos  llamado,  entiendo,  con 
»el  ayuda  de  Dios  continar  mi  camino.»  É  luego 
embió  mandar  al  Duque  de  Medina ,  é  al  Oonde  de 
Oabra,  é  á  los  otros  caballeros  é  aloaydes  que  iban 
á  socorrer  á  Alhama ,  que  le  esperasen;  porque  él 
acompaflado  dallos  queria  entrar  á  la  socorrer.  El 
Duque,  y  el  Conde  de  Oabra,  é  Don  Alonso  de  Agui- 
lar,  visto  el  mandamiento  del  Bey,  bien  le  quisie- 
ran esperar,  según  gelo  embiaba  á  mandar ;  pero 
oontinaron  su  camino ,  porque  estaban  ya  bien  den- 
tro en  la  tierra  de  los  moros,  y  era  peligroso  ansí  á 
los  que  esperaban  el  socorro,  como  á  ellos,  si  se  re- 
trazeran  para  tomar  otra  vez  á  entrar  con  el  Bey, 
porque  se  fatigaba  la  gente  que  oon  ellos  iba.  El 
Bey  oontinó  su  camino,  é  llegó  á  la  dbdad  de  Cór- 
doba, é  tomó  las  muías  de  los  que  le  salieron  á  rece- 
bir,  para  que  en  ellas  fuesen  los  que  iban  con  él, 
porque  las  suyas  estaban  tan  cansadas  que  no  po« 
dian  mas  durar.  É  con  la  voluntad  grande  que  tenia 
de  facer  aquel  socorro ,  no  paró  en  la  oibdad;  por- 
que ovo  nueva  que  el  Duque  de  Medina,  y  el  Conde 
de  Cabra,  é  los  otros  caballeros  que  iban  á  faoer  el 
socorro,  daban  priesa  en  su  camino.  É  fué  fasta  un 
lugar  que  llaman  el  Pontón  del  Maestre ,  do  ovo 
mensagero  de  aquellos  caballeros,  oon  el  qual  le  em- 
biaron  á  decir,  que  no  babian  podido  esperar  según 
gelo  babia  embiado  á  mandar,  porque  los  caballeros 
é  aloaydes  que  estaban  en  Alhama  los  llamaban  oon 
necesidad  grande  que  tenian  de  ser  socorridos.  E 
Bey  quisiera  oon  aquellos  pocos  que  iban  con  él  en- 


trar en  el  Beyno  de  Granada,  salvo  que  los  que  oca 
él  iban  le  amonestaron  que  no  entrase,  sin  que  fue- 
se acompaflado  de  muchas  gentes,  por  el  peligro  que 
habia  de  las  villas  é  castillos  de  moros  por  do  habia 
da  pasar.  É  acordó  de  estar  en  la  oibdad  de  Ante- 
quera, donde  le  vino  nueva  como  el  Bey  de  (1)  Qra^ 
nada  alzó  el  cerco  que  tenia  puesto  sobre  la  oibdad 
de  Alhama  ¡  é  no  babia  esperado  á  los  oaballeros  é 
gentes  del  Andalucía  que  iban  á  pelear  oon  él  Sa- 
bido por  el  Duque  de  Medina  é  por  el  Conde  de  Ca- 
bra, que  el  Bey  de  Qranada  alzó  el  cerco,  é  que  era 
vuelto  á  Granada,  llegaron  fasta  la  oibdad  de  Al- 
hama; é  como  asomaron  á  vista  de  la  oibdad,  los 
oaballoros  é  aloaydes  que  estaban  en  ella,  oomo  li- 
bres de  extremo  peligro  salieron  oon  deseo  á  los  re^ 
cebir,  é  todos  ovieron  gran  placer ,  los  unos  porque 
ftoieron  b  que  debían,  é  los  otros  porque  escaparon 
de  lo  que  recelaban.  El  Marqués  de  Cáliz  sabido  oo- 
mo el  Duque  venia  allí  oon  tanta  gente  á  le  socor- 
rer ,  informado  de  los  gastos  que  fizo,  é  de  la  dili- 
gencia que  puso  por  le  sacar  de  aquel  peligro,  llegó- 
se á  él,  é  después  de  las  primeras  saludes  le  dixo: 
cSefior,  el  dia  de  oy  distes  fin  á  todos  nuestros  de- 
»  bates ;  bien  paresce  que  en  nuestras  diferencias  pa- 
»sadas,  mi  honra  fuera  guardada,  si  la  fortuna  me 
»traxera  á  vuestras  manos,  pues  me  habéis  quitado 
»  de  las  agenasé  crueles» ;  é  allí  se  dieron  paz,  é  qoo- 
daron  en  buena  amistad.  É  porque  habían  estado  en 
gran  trabajo,  ansí  de  las  continas  escaramuzas,  co- 
mo de  la  falta  que  teniátt  de  los  mantenimientos, 
acordaron  de  salir  dé  aquella  cibdad  dexándola  for- 
neecidade  alguna  gente  que  la  defendiese,  é  venir 
adonde  el  Bey  estaba.  Aquel  caballero  Diego  de 
Merlo  no  quiso  salir  de  la  cibdad,  porque  habla 
principiado  la  toma  della,  é  propuso  de  no  la  de- 
xar ,  salvo  de  la  sostener,  fasta  entregarla  al  Bey,  ó 
á  su  cierto  mandado ;  é  quedaron  con  él  Don  Mar- 
tin de  Córdoba,  hermano  del  Conde  de  Cabra,  é  Fer- 
nán Carrillo,  capitanes  con  gente  de  las  hermanda- 
des, é  otros  algunos;  para  los  qttales  dexaron  aque- 
llos oaballeros  que  los  socorrieron  mantenimien- 
tos por-  algunos  días  fasta  tanto  que  el  Bey  é  la 
Beyna  la  mandasen  f omecer  de  gentes  é  manteni- 
mientos (2). 


(1)  El  Rey  ét  Grasada  abó  el  aereo  da  aobre  Alhava  •  Tiéraes 
99  do  Mareo,  despuea  do  trea  aemaaaa  qaa  lo  tenia  paeato,  aono 
refiero  el  Cara  de  loa  Palacioa,  que  caenta  eale  hecho  coa  naa 
paataalldad,  aefialaado  días  y  aufetoa,  qae  omile  Palfar.  Toad 
la  Boen  al  Rey  ea  Lacena,  de  doado  volvió  á  Córdoba ,  desando 
por  Capitán  y  Aleayde  de  Alhama  al  Aaiatente  Diego  de  HeHo 
con  ochocientoa  hombrea  de  pelea,  qae  era  la  tente  de  toa  her- 
mandadca.  Bemald.,  cap,  S2« 

(t)  En  el  HS.  del  SeSor  Nata  hay  afiadldaí  eatai  palabras: 

•  Faeron  deste  socorro  el  Daqae  de  Medina,  y  Den  Rodrifo  Gl- 

•  ron  Maeatre  de  Calatrava ,  y  Don  Alonao  de  Agallar  Seilor  de  la 
•caaa  do  Afollar,  y  loa  Condea  de  Uarella,  y  Cabra,  y  Lopes  Yai- 

•  qaez  de  Acafla  Adelantado  de  Caiorla,  y  Mariia  Alonso  Mor  do 

•  Alcaadcte,  y  el  Aleayde  de  los  Doncelea» 


I 

OAPtrULO  ív. 

M  détele  «le  rro  iobie  la  ptrUdos  del  deipeje  qae  te  tone 

ea  Alhtat. 

Gomo  aqnellaa  gentes  qae  tomaron  la  dbdad  do 
Alhama  salieron  della  con  los  despojos  que  allí 
oyieron,  oto  gran  debate  entre  ellos  é  los  qae  Tinie- 
ron  á  los  Booorrer,  los  quales  demandaban  parte  del 
despojo  qae  se  oto  de  los  moros  al  tiempo  qae  se 
tomó  I  porqae  segon  habemos  dicho,  era  en  gran 
cantidad ;  é  alegaban  perteneoerles,  paes  por  el  so- 
corro qae  ellos  hablan  fecho  se  habia  ganado.  Los 
caballeros  qae  tomaron  la  dbdad  decían  qne  á  ellos 
pertenescia  todo,  é  qae  los  caballeros  qae  vinieron 
á  los  socorrer  no  debían  haber  parte,  por  qaanto 
ellos  eran  los  qae  oon  grandes  trabajos  é  peligros 
Tinieron  á  ganar  aqaella  dbdad,  é  sofrieron  ma« 
días  feridas  en  los  combates  qae  fioieron  dende  las 
torres,  y  en  las  peleas  de  las  calles,  fasta  Tcncer  á 
los  moros,  ése  apoderar  de  toda  día,  é  los  que  por 
la  sostener  habían  pdeado  con  los  moros  todos  los 
dias  que  el  Bey  de  Granada  los  toTO  cercados,  é  los 
qae  sofrieron  macha  hambre  é  otros  trabajos  por  la 
guardar;  é  qae  en  todo  esto  las  otras  gentes  que  vi- 
nieron á  los  sooorrer,  no  habían  trabajado  ni  ovie- 
lon  aventurai  salvo  solamente  que  se  dispuderon  á 
venir  dn  peligro  fasta  aqud  logar  por  los  sooorrer ; 
4  lo  qual  eran  obligados  no  solamente  como  dirís* 
tianos,  que  deben  facer  guerra  á  los  moros,  mas  co- 
mo buenos  ohristianos  que  deben  socorrer  á  los 
chrístianos.  15  ¿qué  inhumanidad,  dedan  ellos  tan 
cruel,  ó  qué  cobdida  tan  corrupta  puede  ser,  que  se 
compare  al  querer  tomar  lo  ageno  ganado  de  tal 
manera  é  con  tantos  trabajos?  E  con  la  ira  que 
concibieron  dodan  que  no  llevarían  parte,  dno  ga- 
nándola con  derramamiento  de  sangre  de  los  unos 
é  de  los  otros.  Las  gentes  qae  vinieron  al  socorro 
dedan :  c  A  nosotros  pertenece,  no  solamente  parte, 
»mas  todo  d  despojo  que  aquí  es  habido;  porque 
Aquanto  mayores  trabajos  é  peligros  vosotros  ovis- 
ites,  tanto  mayor  gloria  á  nosotros  se  debe  Impu- 
»tar,  como  á  homes  qne  á  vosotros  é  á  ello  libramos 
»de  muerte  é  perdidon.  Verdad  es  que  ganastes  este 
«despojo,  pero  vosotros  y  ello  érades  perdidos,  por- 
ique  no  lo  podfadee  salvar,  é  nosotros  oon  nuestra 
» venida  lo  recobramos;  é  como  cosa  por  vosotros 
«perdida,  é  por  nosotros  de  nuevo  ganada,  nos  per- 
»tenesoe.  Básteos,  dedan  ellos,  qué  movidos  á  com- 
Apasion  dd  peligro  en  que  estábades,  aventuramos 
muestras  personas,  é  fecimos  gastos  de  nuestras 
ifadendas  por  vos  socorrer.  E  d  batalla  ni  recuen- 
•tro  no  ovimoa  oon  los  moros,  no  se  puede  dedr 
•que  f Oímos,  pues  los  venimos  á  buscar  para  vos 
•salvar ;  y  es  de  considerar  el  fin  en  todas  las  cosas, 
•especidmente  en  las  guerras,  mucho  mas  que  los 
•príndpios.  Deste  ñn  é  del  interese  que  por  causa 
•del  ovo,  nosotros  debemos  ser  partídpee,  que  fni- 
•mos  en  d  efecto  final,  por  donde  se  acabó  de  ga- 
•nar.  B  ¿qué  ingratitud,  dedan  dios,  puede  ser  tan 
;i  grande  que  niegue  dar  parte  de  los  bienes  álos 


A  DOttA  iffiABEti.  té9 

•I 

•que  sdvan  las  vidas? >  Sobre  esta  materia  los  unge 
é  los  otros,  tentados  gravemente  de  la  cobdida,  rail 
de  semejantes  torbadones,  estaban  en  tanta  discor- 
dia, que  se  aparejaban  á  las  armas. 

El  Duque  de  Medina,  visto  el  grande  dafio  que 
de  aquella  quistion  se  esperaba,  apartó  á  los  suyos' 
é  mandóles  que  no  demandasen  parte  de  aquellos 
bienes;  é  dizo  á  los  otros  que  vido  mas  puestos  en 
la  cobdida :  e  Preguntóos  yo,  caballeros,  ¿  qué  gner- 
•ra  mas  cruel  nos  farian  los  moros  que  la  que  d 
•día  de  oy  queréis  facer  á  los  chrístianos?  Por  der- 

•  to  d  venimos  á  dar  vénganse  4  nuestros  enemigos, 
»é  perdición  4  nuestros  amigos,  debds  insistir  en 

•  esta  demanda  que  facds ;  pero  aquellos  que  to- 

•  vieren  respecto  4  Dios  é  4  la  virtud ,  pospuesto  el 
•interese,  aunque  sea  justo,  se  deben  dezar  ddlo  en 
•tiempo,  por  esousar  tan  grand  inconviniente  como 
•desto  que  queréis  se  sigoiria.  Nosotros,  dixo  él,  no 
•venimos  aqoí  4  pelear  oon  los  chrístianos  en  favor 
•de  los  moros,  mas  venimos  por  servido  de  Dios 

•  é  del  Bey  é  de  la  fteyna  4  sdvar  del  poder  de  los 

•  moros  4  nuestros  hermanos  los  chrístianos,  ni  mé« 

•  nos  venimos  con  propósito  de  ganar  bienes,  mas 
•de  salvar  énimas :  esta  fué  nuestra  intención.  B 
•pues  4  loor  de  Dios  es  compUda,  en  lugar  de  le  dar 
•gracias,  no  demos  pena  4  nosotros,  é  gloría  4  nues- 
•tros  enemigos.  Aquí,  dixo,  ha  de  vencer  la  mag- 
•nificenda  4  la  cobdida,  é  la  caridad  al  escéndalo, 

•  que  el  diablo,  envidioso  de  nuestra  virtud^  procu- 
•ra  para  nuestra  perdición.  To  vos  ruego  que  les 
•dezemos  sus  despojos ,  porque  sí  sus  trabajos  die* 

•  ron  4  ellos  aquellas  ríquessas,  los  nuestros  han  da* 

•  do  4  nosotros  mayor  honra,  pues  gelas  dimos  jnn- ' 

•  tamente  con  la  vida.^  Vista  la  voluntad  dd  Du- 
que, todas  aquellas  gentes  se  dezaron  de  aquella 
demanda,  é  cesó  aqud  escéndalo  que  entre  dios  se 
encendía  (1). 

OAPÍTÜLO  V. 

be  les  idereieifse  le  Refsa  mendd  íkeer  pera  eoatlaserle  giei» 

neoilre  los  Mores. 

La  Beyna,qae  habia  quedado  en  Medina  ,dd 
Oampo,  escribió  4  algunos  caballeros  é  4  otras  gen- 
tes de  las  comarcas,  que  la  dbdad  de  Alhama  sa 
habia  ganado  4  los  moros,  é  como  d  Bey  iba  4  so- 


(t)  El  CroBlste  esilte  la  saessoBST  aetab^e  <|ie  raeedlóel 
etre  dte  de  tonada  Altesia,  prinero  de  Mane.  Lee  aorof  de 
Roade,TleBdo  aqnelle  tierra  desierte  de  erlitleeos,  perqieeaal 
todos  estaban  es  el  eereo  de  Albane ,  saüeroB  lobre  lee  qse  ha- 
bla coa  doseieDlos  y  sesenU  de  i  eaballo.  ToBares  lodos  loa  cas- 
tlTOS  eoi  los  fssados  qse  apaeesiabas,  y,  sis  temor  de  eseseslrd 
elfSBe,  ee  Tolflas  eos  la  pren  á  sss  easas.  Sabido  por  loa  cris- 
tianoa  de  Utrera,  se  Jsstaroa  basta  aetesta  y  dea  de  eaballo,  y 
eos  ellos  por  eapltases  Gooiei  Mendei  de  Solonayor,  Aleayde  de 
Utrera,  y  Mateo  Sasehes,  Aleayde  de  Bdrsos,  y  dasdo  aobre  les 
moroe  es  ss  eeiro  qse  diees  el  loaio  del  Isdio,  qas  seta  des  le- 
sees de  Bdrsoe,  loe  deebersuros,  sutsrsa  deste  denos ,  y  les 
toanros  toda  la  preee  qte  Uevsbas,  y  á  bm  sofeats  eabeUos  esa 
Bsebu  armas  y  otres  eosu,  todo  eea  Bserte  de  solea  qsatie 
erisHasoe.  Retdrelo  d  Cera  de  loe  Psleelee,  WM.  éé  ki  Aipi» 
Cetfl,  e&p.  57.  Zsriis  lo  eaeaU  ees  slisas  dlTeislded  oa  el  ad« 
Beto.  áM§l.g  ff>.  n^  eiy.  41, 

U 


m 


OBONIOAS  DB  los  BITXS  DB  GAffnLUL 


ooner  loi  oáballerot  que  la  haMan  tomado ;  7  em« 
biólea  mandar  qne  laego  partiesen ,  porqne  padie- 
■en  entrar  oon  61  en  el  Reyno  de  Granada.  Embió 
aneimeemo  ihb  cartas  de  aperoebimiento  á  todos  loa 
oaballeros  7  escnderos  qne  tenían  tierras  é  aoosta- 
mientosdellai  mandándoles  qne  estoyiesen  prestos 
oon  sns  aimas  é  oaballos  para  qaando  loa  embiase 
á  llamar  para  la  guerra  que  entendía  faoer  contra 
el  Re7  é  Bstuo  de  Granada.  B  porque  ella  ansi- 
mesmo  entendía  de  ir  en  persona  al  Andalnoia,  para 
proveer  en  las  cosas  qne  fuesen  necesarias ,  embió 
también  llamar  á  su  Condestable  para  le  dar  cargo 
de  la  gobernación  de  las  tierras  é  provincias  de 
allende  los  puertos.  Bl  Ck>nde8table  Tino  luego  al 
llamamiento  de  la  Re7na,  é  quando  sopo  que  el  Be7 
erapaitido  para  el  Andalucía,  demandó  licencia  á  la 
Be7napara  le  ir  á  serrir.  La  Beyna  le  dixo  qne  no 
compila  al  serrioio  del  £07  ni  SU70  que  fuese  al 
Andalucía,  porque  babiadetermioado  de  le  dezar  el 
cargo  de  la  justicia  en  toda  la  tierra  de  allende  los 
puertos,  juntamente  con  el  Almirante  Don  Alonso 
Bnríquea.  El  Ck>ndestable  le  respondió :  cSefiora,  si 
sen  estas  partes  OTiese  necesidad  de  guerra,  como 
lia  ba7  en  el  Andalucía,  seria  en  vuestra  elección 
imandar  que  os  sirviese  en  qualquiera  do  las  guer- 
>ras  que  mandásedes ;  pero  babiendo,  por  la  gracia 
»de  Dios,  paa  en  todos  vuestros  Be7nos,  é  guerra 
ioon  los  moros,  ¿es  cosa  razonable  que  7endo  el  Re7 
»á  la  guerra,  quede  70  en  la  tierra  pacífica,  tenien- 
»  do  como  vuestro  Oondestable  el  cargo  principal  de 
ivuestras  huestes?  Por  ende  humildemente  suplico 
9  á  Vuestra  real  Magestad  que  no  me  mande  facer 
i  aquello  que  70  habría  por  mal,  ¿  las  gentes  no 
shabrian  por  bien  si  lo  ficiese.»  La  Rejrna ,  vista  la 
voluntad  del  Oondestable,  dióle  licencia  que  fuese 
con  el  Be7,  el  qual  era  7a  vuelto  á  la  cibdad  de 
OÓrdoba,  do  esperaba  á  la  Re7na.  La  Re7na  proveí- 
das las  cosas  necesarias  á  la  tierra  de  allende  los 
puertos,  dezÓ  en  ella  al  Almirante  oon  sus  poderes 
reales,  é  mandó  á  ciertos  doctores  del  su  Consejo 
qne  quedasen  con  él.  B  proveídas  ansimesmo  de 
Corregidores  ó  Asistentes  algunas  dbdades  é  vi- 
llas de  aquellas  partes,  donde  entendió  que  era  ne- 
cesario, partió  de  la  villa  de  Medina,  é  fué  para  la 
cibdad  de  Toledo,  donde  estovo  los  tres  dias  do 
Pasque  de  Resurrección.  B  como  quiera  que  estaba 
preikada  é  trabajada  del  camino,  pero  luego  otro 
dia  partió  de  Toledo,  é  fué  para  la  cibdad  de  Cór- 
doba, donde  el  Re7  la  estaba  esperando. 

CAPITULO  Vt. 

Como  él  Roy  do  Crtaadi  tono  i  poaor  roal  lobro  los  f«o  fsodi* 

roa  ea  U  elbda4  do  AlbtBi. 

Bl  Re7  de  Granada,  quando  sopo  que  el  Marqués 
de  Cálii  é  aquellos  otros  caballeros  eran  salidos  do 
la  cibdad  de  Alhema,  acordó  de  tomar  á  ella  con 
gran  número  de  moros,  é  cercóla  por  todas  partes, 
é  con  los  pertrechos  que  traía  fizóla  combatir  por 
los  lugares  que  se  pedia  entrar.  E  los  moros  traba- 
jaban mnchp  en  los  XH)mbate8  7  escaramuzas  que 


hablan  oon  los  chrís  Janos,  á  fin  de  cobrar  aquella 
cibdad;  porque  entenc'ian  que  los  lugares  que  son 
en  su  comarca  no  podían  tener  seg^dad  si  aque« 
lia  cibdad  fuese  poseida  de  ohrístianos.  Diego  de 
Merlo,  é  Don  Martín  de  Oórdoba,  é  Fernán  Oarrillot 
capitanee,  pusieron  gran  diligencia  en  la  guarda, 
é  algunas  veces  sallan  á  escaramuzar  oon  los  mo- 
ros por  los  apartar  del  muro ;  7  en  aquellos  oomba- 
tes  7  escaramuzas  recebian  dafto  del  artillería  que 
traíanlos  moros,  ün  dia  (1)  perla  mafianai  ha- 
biendo peleado  toda  la  nodie,  acordaron  los  moros 
de  escalar  la  cibdad  por  la  parte  de  abaso ,  donde 
es  lo  mas  fuerte  della,  é  por  donde  no  se  recelaba 
qne  se  podía  entrar  por  escala.  Puestas  las  escalas, 
subieron  los  moros  á  gran  peligro,  é  fallaron  una 
vela  dormiendo ,  é  matáronla.  Otra  fué  á  grandes 
voces  á  las  otras  partes  donde  combatían,  diciendo 
como  la  cibdad  por  aquella  parte  era  entrada  de  los 
moros.  E  antes  qne  los  christíanos  socorriesen,  7a 
estaban  dentro  de  la  cibdad  fasta  setenta  moros 
bien  armados,  oon  los  quales  los  ohrístianos  comen- 
zaron á  pelear  por  tres  partes.  Otros  fueron  al  lugar 
por  donde  los  moros  subían  con  las  escalas  á  les  de- 
fender la  subida,  é  pelearon  oon  ellos,  é  ficiéronlos 
retraer;  é  algunos  descendían  por  las  escalas  por 
do  hablan  subido,  é  á  otros  algunos  facian  saltar 
por  las  pefias  abazo.  B  defendieron  los  chrutianos 
aquel  lugar  por  donde  los  moros  subían,  de  manera 
que  no  pudieron  subir  mas.  Los  otros  moros  que  pe- 
leaban por  las  calles ,  visto  qne  no  subían  mas  mo« 
ros  á  los  a7udar,  perdido  el  esfuerzo  que  tenían  en 
la  pelea ,  fueron  vencidos ,  é  dellos  fueron  presos, 
dellos  muertos,  é  algunos  fueron  feridos ,  7  escapó 
la  cibdad  de  ser  tomada. 

El  Re7  de  Granada  visto  como  la  no  podía  to- 
mar, alzó  el  real,  é  volvió  oon  toda  su  gente  para  la 
cibdad  de  Granada  con  propósito  de  convocar  todos 
los  moros  de  su  Re7no ,  é  tomar  otra  vez  á  la  cer- 
car, porque  estando  aquella  cibdad  por  christíanos, 
ninguna  seguridad  tenían  los  moros.  Algunos  ca- 
balleros é  capitanes,  especialmente  del  Andalucíai 
que  sabían  aquellas  tierras  de  moros,  é  conocían  el 
sitio  é  la  comarca  de  la  cibdad  de  Alhema,  é  los  pe- 
ligros que  había  para  entrar  á  ella,  considerando 
que  no  se  pedia  bastecer,  salvo  oon  gastos  é  traba- 
jos grandes ,  por  los  muchos  lugares  de  moros  que 
estaban  en  el  circuito,  consejaban  al  Re7  é  á  la  Re7- 
na  que  la  mandasen  derribar.  B  decían  que  7a  ha- 
bla se7do  ganada  otra  vez  por  el  Re7  Don  Feman- 
do su  trebisabuelo ,  é  considerada  la  dificultad  que 
habla  en  la  sostener  la  hablan  desamparado.  B  de- 
cían que  era  necesario  juntar  cinco  mil  rocines  é 
muchos  peones  cinco  ó  seis  veces  en  el  afio,  para 
meter  la  recua  de  los  mantenimieutos  para  los  que 
la  guardasen,  porque  de  otra  manera  no  podía  ser 
proveída.  B  que  estos  juntamientos  de  gentee,  tan- 

(I)  Psd  esto  á  tO  do  Abril.  Dord  el  oereo  doeo  dlii,  i|l  cobo  de 
los  qaales  lo  altó  ol  Rey  toneroso  do  las  feotes  «oo  véalas  ooa 
el  Rey  Don  Feroando.  Ea  so  defeosa  so  softalaroa  Pedro  do  Pt- 
Boda,  y  Don  Alonso  Ponce,  deados  asOios  do  li  oasa  del  Marqués 
do  Cádii.  ZoriU,  UK  tO,  Mp,  49, 


DON  FEBNAKDO 

ím  7  en  tan  pooo  éepaoio  de  tiempo,  serían  dificilee 
é  maj  ooetoeoe ,  loe  qnilee  no  se  podían  esoosar,  ai 
la  oibdad  de  Loxa  no  ae  ganase.  E  qne  Loxa  era 
gran  oibdad,  é  para  poner  sitío  sobre  ella  no  habla 
tiempo,  porqne  era  ya  el  prínoipio  del  mes  de  Mayo, 
él  qñal  se  pasarla  en  la  entrada  que  el  Bey  quería 
facer  á  bastecer  á  Alhama;  y  era  menester  mas 
tiempo,  ansí  para  juntar  las  gentes,  como  para  ha- 
ber las  proTisiones  qne  fuesen  neoesarias  traer  de 
Oastilla,  porqne  en  el  Andalucía  aquel  afio  habla 
habido  mengua  de  mantenimientos.  A  laBeyna  no 
placía  de  aquel  yoto,  é  deda  que  bien  conoda  co- 
mo en  todas  las  guerras  se  recrecían  gastos  é  tra- 
bajos, é  con  aquel  presupuesto  ol  Bey  y  ella  ha- 
blan deliberado  de  proseguir  la  conquista  contra 
el  Beyno  de  Ghranada;  6  pues  aquella  oibdad  era  la 
primera  que  se  habla  ganado,  entendía  que  sería 
imputado  á  mengua  si  se  desamparase.  Habido  por 
el  Bey  é  por  la  Beyna  aquel  acuerdo,  luego  el  Bey 
partió  de  la  oibdad  de  Córdoba,  y  con  él  el  Carde- 
nal de  Espafia,  y  el  Duque  de  Villahermosa,  y  el 
Condestable  Don  Pedro  de  Velasco,  6  Don  Luis  de 
la  Cerda,  Duque  de  Medlnaoeli,  é  Don  Ifilgo  Lopes 
de  Mendosa,  Duque  del  Iníantadgo,  y  el  Duque  de 
AIburquerque,6  Don  Alonso  de  Cárdenas,  Maestre  de 
Santiago,  é  Don  Bodrlgo  Telles  Qiron,  Maestre  de 
Oalatraya,  y  el  Marqués  de  Calis,  é  Don  Diego  Lo- 
pes Pacheco,  Marqués  de  Villena,  y  el  Conde  de 
Cabra,  y  el  Conde  de  Trevifio,  é  Don  Alonso  Tellez 
Girón,  Conde  de  üruefia,  é  Don  Ifilgo  Lopes  de 
Mendosa,  Conde  de  Tendllla,  é  Don  Diego  Hurtado 
de  Mendosa,  sn  hermano,  Obispo  de  Palencla,  qne 
fué  después  Arsobispo  de  Sevilla,  é  Patriarca  de 
Alexandria,  é  Cardenal  de  Espafia,  y  el  Conde  de 
Oifuentes,  é  Don  Gutierre  de  Sotomayor,  Conde  de 
Belaloasar,  é  Don  Enrique  Enriques,  Mayordomo 
mayor  del  Bey,  é  Don  Alonso,  Sekor  de  la  Casa  de 
Agnllar,  é  Don  Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador 
mayor  de  León,  é  Bodrigo  de  ülloa,  é  Don  Juan 
Chacón,  Contadores  mayores  del  Bey  é  de  la  Bey- 
na, é  otros  muchos  caballeros  de  Castilla ,  que  la 
Beyna  mandó  Teñir  i  la  senrir,  é  otros  algunos  del 
Andalucía ;  é  fueron  con  el  Bey  á  la  oibdad  de  Ed- 
Ja,  é  dende  oontinaron  sn  camino  fasta  qne  entra- 
ron en  tierra  de  moros  con  fasta  ocho  mil  homes  á 
caballo,  é  dies  mil  peones.  B  llegó  el  B^y  (1)  con 
él  Cardenal  de  Espafia  é  con  toda  aquella  hueste  á 
la  oibdad  de  Alhema,  é  bastecióla  é  fortalecióla  de 
todas  las  cosas  necesarias  para  su  defensa ;  é  sacó 
della  á  aquel  caballero  Diego  de  Merlo,  é  i  los  otros 
oapitanes  é  gente  qne  en  guarda  della  hablan  que- 
dado ;  é  regradesoióles  los  trabajos  que  habian  ha- 
bido en  la  defender,  é  dexó  en  ella  por  capitán  á 
l^nis  Femandes  Puertocarrero,  Sefior  de  Palma;  é 
mandó  á  Diego  Lopes  de  Ayala,  é  á  Pero  Bnls  de 
Alaroon,  é  á  Alonso  Ortis,  capitanes  de  quatroden- 
tas  lansas  de  las  hermandades,  que  quedasen  con 
él ;  é  dexó  anslmesmo  con  ellos  fasta  mil  peones  á 
pié.  B  con  quarenta  mil  bestias  qne  iban  en  su  hnes- 


i  DtíSk  ISABEL.  871 

te  cargadas  de  mantenimientos  bastedó  la  oibdad 
por  tres  meses  de  las  cosas  necesarias.  El  Bey  é.la 
Beyna  fundaron  tres  Iglesias  en  tres  mosquitas 
priudpales  que  habla  en  aquella  cibdad:  la  una 
Igleda  fundaron  á  la  Tocadon  de  Santa  María  de  la 
Encamación,  é  la  otra  á  la  Tocación  de  Santiago,  é 
la  otra  de  Sant  Miguel,  las  quales  consagró  el  Car- 
denal de  Espafia,  é  la  Beyna  las  dotó  de  cruces  é 
cálices  é  Imagines  de  plata,  é  de  libros,  é  ornamen- 
tos, é  de  todas  las  otras  cosas  que  fueron  neoesarías 
al  culto  dlTÍno.  E  allende  desto  moTlda  con  deTO** 
don,  propuso  de  labrar  con  sus  manos  algunos  de 
los  ornamentos  para  aquella  iglesia  de  Santa  María 
de  la  Encamación,  por  ser  aquella  la  primera  Igle- 
sia que  fundó  en  el  prímer  lugar  que  se  ganó  en 
esta  conquista. 

CAPÍTULO  VIL 

De  li  Uli  qse  el  Rey  fiío  ea  li  ?egi  de  Grisadi,  é  «dsio  ll  R«y- 
sa  Blindó  Utmtr  geste,  é  traer  proTlilonei  para  eercar  á  Leía. 

Entretanto  que  estas  cosas  pasaban,  la  Beynai 
que  quedó  en  Córdoba,  mandó  facer  repartimiento 
por  todas  las  dbdades  é  Tillas  del  Andalucía  é  de 
Estremadura,  é  las  tierras  de  los  Maestrasgos  de 
CalatraTa,  é  Santiago,  é  Alcántara,  é  dd  Príorasgo 
de  San  Juan,  é  de  todo  el.  Beyno  de  Toledo,  é  alien* 
de  los  puertos,  fasta  las  dbdades  de  Salamanca,  é 
Toro,  é  Válladolid,  é  de  aquellas  comarcas,  de  cier- 
to número  de  pan  é  tIuo  é  ganados  é  sal  é  puercos; 
é  mandó  que  lo  trazasen  la  meytad  en  fin  de  Jnnll| 
é  la  otra  meytad  en  Julio  al  real  que  el  Bey  habla 
de  poner  sobre  la  dbdad  de  Loxa,  é  que  cada  uno 
lo  Tendiese  al  precio  que  mejor  pudiese.  E  mandó 
ansiniesnio  dar  sus  cartas  para  todas  estas  tierras  é 
para  todas  las  otras  de  sus  Beynos  fasta  Vizcaya  é 
OuipÚECoa  para  que  amblase  cada  un  pueblo  al  real 
de  sobre  Loza  derto  número  de  caballeros  é  peo- 
nes. Otrosí  mandó  traer  lombardas  é  otros  muchos 
tiros  de  pólTora,  é  facer  los  otros  aparejos  que  fue- 
ron menester  para  aquel  ntlo.  El  Bey  como  baste- 
dó de  gentes  é  mantenimientos  la  cibdad  de  Alhe- 
ma, é  fiso  algunas  talas  en  los  lugares  de  la  Tega 
de  Granada,  toItIó  para  la  cibdad  de  Córdoba,  é 
mandó  á  todos  aquellos  caballeros  qne  con  él  fue- 
ron qne  ficiesen  Teñir  la  mas  gente  que  pudiesen 
traer  de  sus  casas,  é  que  estoTlesen  prestos  para  Ir 
con  él  al  real  que  entendía  poner  sobre  la  dbdad  de 
Loza.  Los  moros  temiendo  los  males  que  déla  guerra 
geles  hablan  seguido,  é  recelando  de  los  haber  ma* 
yores,  embiaron  sus  Alfaquíes  á  publicar  por  todos 
los  reynos  é  pueblos  de  África  el  g^an  dafio  que  re* 
cebian,  é  la  necesidad  en  que  estaban  por  la  guerra 
que  el  Bey  é  la  Beyna  de  Espafia  les  facían ,  é  que 
temían  perdidon  de  la  tierra,  si  no  les  einblaban 
ayuda  de  gentes  é  mantenimientos.  Sabido  esto  por 
el  Bey  é  por  la  Beyna,  mandaron  facer  armada  de 
naos  é  galeras  por  la  mar,  de  las  quales  eran  capi- 
tanes Martin  Días  de  Mena,  é  Charles  de  Valora,  é 
Arriaran.  Estos  capitanes  por  mandado  dd  Bey  é 
de  U  BeynA  estaMn  oontinamente  en  el  estrecho  de 


3t2 


OBÓNIOAS  DB  los  Bttn&S  DS  OAGrrtLtiA. 


GibralUr,  é  andábui  por  los  pnertos  de  Afrioa ,  é 
f  «oian  gaem  á  los  Moros  é  no  dexaban  pasar  na- 
rios  de  la  nná  parte  á  la  otra, 

CAPÍTULO  vm. 

Cobo  él  Roy  puo  Roal  lobro  U  elb4id  do  Lou»  é  lo  q«o  tlU 

.  Traídos  los  maoteidmientoSi  é  junta  la  gente  de 
pie  é  de  oaballo  que  la  Beyna  mandó  llamari  el  Bey 
partió  de  la  cibdad  de  Córdoba,  é  fueron  con  61  los 
caballeroso  capitanes  qne  le  sirvieron  en  la  tala  que 
habia  fecho  en  la  vega  de  Qranada;  é  siguiendo  su 
camino  con  sus  batallas  ordenadas  |  llegó  cerca  de 
la  pibdad  de  Loza,  ó  asentó  su  real  entre  los  olivares 
qne  estaban  en  unos  valles  é  grandes  cuestas  cerca 
del  rio  de  Quadaxenil.  Asentado  el  real,  la  gente  de 
la  hueste  ovo  g^an  mengua  de  pan  cocido ,  porque 
iodo. lo  que  hablan  traído  era  ya  gastado;  ó  como 
qnier  que  habia  gran  cantidad  de  harina ,  pero  no 
ovó  tiempo  de  facer  en  el  real  los  hornos  que  eran 
necesarios  de  se  facer  para  cocer  el  pan,  é  las  gentes 
en  dos  días  que  duró  el  asiento  del  real,  comían  el 
.  pan  cocido  en  las  brasas.  £1  Rey  por  mayor  segu- 
ridad de  la  hueste,  mandó  á  Don  Bodrigo  Talles  Gi- 
rón, Maestre  de  Calatrava,  6  á  su  hermano  el  Conde 
de  üruefia,  é  al  Marqués  de  Calis ,  é  al  Marqués  de 
de  Yillena,  é  á  Don  Alonso,  Sefior  de  la  casa  de 
Aguilar,  que  con  sus  gantes  se  aposeutasen  en  una 
cuesta  que  está  cerca  de  la  cibdad ,  á  quien  los  mo- 
As  llaman  Santo  Albohaoon.  Los  otros  caballeros 
pusieron  sus  estanzas  cada  uno  en  el  lugar  donde  le 
fué  señalado  por  el  Bey.  Los  moros  que  estaban  en 
la  cibdad,  que  serian  fasta  tres  mil  homes  de  pelea, 
con  un  capitán  que  se  llamaba  Abrahen  el  Alatar, 
heme  muy  esfonsado  é  cursado  en  la  guerra,  salían 
de  la  cibdad  á  pelear  por  todas  partes  con  loschris- 
tianosque  estaban  en  la  guarda  y  en  las  estanzas.  Y 
en  estas  peleas  los  christianos  recebian  algún  dafio, 
porque  el  real  estaba  asentado  en  tan  grandes  cues- 
tas ,  é  habia  tan  grand  apartamiento  de  las  unas 
cuestas  á  las  otras,  que  no  podían  prestamente  ayu- 
darse unos  á  otros,  porque  la  dispusioion  de  los  lu- 
gares gelo  empedía.  Acaescíó  que  el  Sábado  siguien- 
te, que  fué  el  quarto  dia  que  el  real  fué  asentado,  los 
moros  acordaron  de  salir  con  gente  á  pelear  con 
los  que  guardaban  aquella  estanza  de  Santo  Albo- 
hacen ,  que  habemos  dicho  que  fué  encomendada  al 
Maestre  de  Calatrava ,  é  á  los  Marqueses  de  Cáliz  é 
Yillena,  é  al  Conde  de  üruefia,  é  á  Don  Alonso  de 
Aguilar.  Aquellos  caballeros  visto  que  los  moros 
cometieron  la  pelea  con  la  guarda  que  tenían  pues- 
ta, salieron  á  pelear  con  ellos ;  é  los  moros  se  pu- 
sieron en  fuida,  á  fin  de  apartar  bien  á  los  christia- 
nos de  su  estanza,  é  como  los  vieron  apartados,  so- 
br€fvioo  otra  esquadra  de  moros  que  estaba  puesta 
en  celada,  é  subieron  muy  prestamente  á  la  estanza 
de  aquellos  caballeros ,  donde  habia  quedado  en 

,  (1)  El  eoreo  do  Loxa  fué  i  prlmoroi  do  Jolio.  El  somirio  do 
CtUndex  iodilt  U  muerto  del  Miootro  de  Ctlitrin  en  troi  do  dl- 

Oho  mee. 


guarda  poca  gente.  É  con  aquellos  alaridos  qne  loa 
moros  suelen  pelear ,  entraron  en  ella ,  é  mataron 
algunos  christianos,  ó  tomaron  algunas  cosas  que 
de  presto  pudieron  haber.  Aquellos  caballeros  visto 
que  los  moros  por  otra  parte  habían  subido  la  cues- 
ta donde  estaban  sus  tiendas,  dexaron  de  seguir  los 
moros  que  iban  en  fuida ,  é  tomaron  á  socorrer  su 
estanza, é  pelear  con  los  moros  que  la  habían  to- 
mado. É  luego  los  moros  que  iban  en  fuida ,  visto 
que  los  christianos  tomaban  á  socorrer  su  estanza, 
siguiendo  su  manera  antigua  de  pelear « volvieron 
contra  los  christianos,  é  allí  pelearon  por  espado  de 
una  hora,  fasta  que  los  moros  visto  que  cargaban 
sobre  ellos  mas  gente,  se  retraxeron  á  la  cibdad*  En 
aquella  pelea  murió  di  Maestra  de  Calatrava  de  dos 
saetadas  que  le  dieron.  Fué  la  una  por  bazo  del  bra-  • 
zo,  por  la  escotadura  de  las  corazas,  tan  mortal  que 
incontinente  fué  á  caer  del  caballo ,  como  oayerai 
si  no  porque  Pedro  Casca,  caballero  de  Ávila,  que 
iba  á  su  lado,  se  abrazó  con  él,  é  le  tomó,  é  llevó  an- 
sí fasta  su  aposento ,  donde  murió  dende  á  poco. 
Desta  muerte  pesó  mucho  al  Bey  é  á  la  Beyna,  é  co- 
munmente á  todos  los  que  le  oonoscian ,  porque  era  ^ 
mozo,  é  de  poca  edad,é  buen  caballero ,  é  de  bue- 
nos deseps. 

CAPITULO  IX. 
Do  eoBio  10  ilxd  roil  do  sobro  Loxa. 

El  Bey  visto,  que  ansí  los  caballeros  que  estaban 
en  aquella  cuesta  de  Santo  Albohaoen  como  to- 
dos los  otros  que  guardaban  las  otras  estanzas,  es- 
taban en  peligro  por  la  dispusioion  de  los  lugares, 
acordó  de  rotirar  el  real  de  aquellos  valles  é  barran- 
cos donde  estaba,  é  ponerlo  en  un  lugar  que  se  lla- 
ma Bio  Frió,  apartado  un  poco  mas  de  la  cibdad,  y 
esperar  allí  las  otras  gentes  que  habían  de  venir, 
para  asentar  dos  reales  sobre  la  cibdad ;  porque  de 
otra  manera  no  se  podía  empedir  á  los  moros  la  en- 
trada de  los  mantenimientos ,  ni  el  socorro  de  las 
gentes  que  les  podía  venir  por  la  sierra  que  estaba 
de  la  otra  parte  del  real.  Este  acuerdo  tomado  Sá- 
bado en  la  tarde ,  luego  otro  dia  Domingo  por  la 
mafiana,  antes  que  se  pregonase  la  mudanza  del 
real,  visto  por  alguna  gente  de  los  conceg^les,  é  al- 
gunos otros  de  los  que  venían  á  servir  en  aquella 
guerra,  que  se  alzaban  algunas  tiendas  del  real,  en 
especial  las  tiendas  de  aquellos  caballeros  .que  te- 
nían la  cuesta  de  Santo  Albohaoen ;  é  visto  que  los 
moros  luego  la  subieron  é  se  apoderaron  dolía,  ro- 
celando  que  de  noche  habia  entrado  g^an  multitud 
de  moros,  no  esperaron  tiempo  para  saber  la  ver- 
dad, ni  tovieron  esfuerzo  para  esperar  la  pelea,  ni 
menos  atendieron  mandamiento  del  Bey  ni  de  sus 
capitanes  para  lo  que  habían  de  facer.  B  pensando 
fallar  mas  presta  la  salud  en  la  fuida  que  en  la 
fuerza  de  sus  manos ,  sin  nengnn  perseguidor,  se 
pusieron  en  torpe  fuida,  tan  sin  tiento,  que  ningu- 
no de  los  capitanes  ni  otros  caballeros  de  los  prin- 
cipales los  pudieron  detener.  £1  Bey  é  los  oapitanea 
é  caballeros  que  con  él  estubaui  visto  aquel  descqn- 


DON  FERNANDO 

oferto,  y  «1  peligro  grande  en  que  todoa  esUbui  por 
la  foida  indÍBoreU  de  aquellas  genteSi  mostraron  el 
ánimo  de  f ortalesa  qae  faé  necesario  en  tal  tiempo 
á  la  salud  de  todos,  é  fioieron  rostro  á  los  moros  que 
sallan  de  la  dbdad  para  Ir  en  seguimiento  de  aque- 
llas gentes  que  fuian.  É  cada  uno  de  aquellos  oabar 
Ueros  en  su  estansa  con  sus  criados  y  las  gentes  de 
sus  casas  pelearon  con  los  moros,  é  floiéronlos  re- 
traer. El  Bey  con  algunos  caballeros  púsose  á  ca- 
ballo en  un  lugar  bien  peligroso  de  los  tiros  de  pól- 
Tora  é  ballestas  que  los  moros  tiraban;  é  desde  aquel 
lagar  proveía  á  los  lugares  mas  flacos  que  entendía; 
é  mandaba  á  algunos  que  fuesen  ayudar  á  otros  an- 
sí á  pié  oomo  á  oaballo.  Duró  la  pelea  en  gran  pena 
i  fatiga  de  los  christianos  todo  aquel  dia,  fasta  que 
OTO  lugar  de  se  alzar  el  real,  é  se  alaó  toda  la  arti- 
Ueria.  B  todo  ello  puesto  en  salvo,  el  Bey  6  todos 
los  caballeros  é  capitanes  principales  vinieron  á  Rio 
Frió  adonde  babian  acordado  de  venir;  é  de  allí  vi- 
no para  la  cibdad  de  Córdoba  donde  la  Beyna  esta- 
ba. Algunas  tiendas  é  mantenimientos  que  estaban 
en  el  real  no  se  pudieron  salvar  por  falta  de  bestias 
en  que  se  oargasen;  porque  eran  partidas  del  real 
para  traer  oiros  mantenimientos.  El  dafio  que  los 
ohristianos  en  aquel  desbarato  recibieron  no  fué 
grande,  pero  fuera  sin  dubda  mayor ,  no  solamente 
de  los  que  allí  se  acaescieron,  mas  generalmente  de 
todos  los  de  Espafia,  si  el  Bey  é  los  caballeros  é  ca- 
pitanes principales  no  repararan  con  esf uerso  lafui- 
da  que  aquellas  gentes,  que  bebemos  dicbo,  fide- 
ron.  El  Oondestable  en  aquella  f  adeuda  redbió  tres 
golpes  en  la  cabesa.  El  Duque  de  Medinaceli  fué 
derribado  de  los  moros  en  el  suelo,  é  socorrido  de 
los  suyos.  El  Conde  de  Tendilla  que  tenia  estanza 
mas  oeroana  al  muro  de  la  cibdad  que  otro,  redbió 
grandes  culpes  é  f cridas  peleando ;  é  fuera  muerto 
ó  preso,  sino  porque  fué  socorrido  de  Don  Francis- 
00  de  Btüfiiga,  fijo  del  Duque  de  Plasenda,  que  con 
la  gente  de  su  padre  á  gran  peligro  se  metió  entre 
ellos,  faciendo  estrago  en  los  moros  por  le  salvar. 
Los  dichos  Ck)nde  é  Don  Francisco  salvaron  aquel 
dia  mucha  gente  dd  real  que  no  peligrasen.  El  Mar- 
qués de  Cálii  con  los  continos  de  su  caSa  pdeó  con 
los  moros  por  la  parte  do  estaba ,  Ó  fizo  retraer  del 
alcance  adonde  iban  dguiendo  á  los  ohristianos.  É 
todos  los  fijosdalgo  é  caballeros  continos  de  la  casa 
del  Rey  é  de  la  Beyna  pdearon  con  aquel  esfuerzo 
é  osadía  que  la  extrema  necesidad  pone  á  los  varo- 
nes fuertes  por  salvar  las  vidas  é  guardar  las  hon- 
ras. El  desbarato,  6  mas  propriamente  fablando,  d 
desoonderto  que  los  christianos  en  aquella  jomada 
ovieron,  procedió  prindpalmente  de  tener  en  poco 
las  fuerzas  dd  enemigo ;  é  de  allí  se  dguió  que  no 
fué  bien  mirado  d  dtio  donde  se  habla  de  poner  el 
real  antes  que  se  asentase;  por  la  dispundon  dd 
qud  los  diristianos  recebian  grandes  dafios.  Otrosí 
por  el  orgullo  de  alguno  de  los  prinoipdes ,  que  no 
creyendo  que  los  moros  esperasen  en  aquella  cib- 
dad, fueron  negligentes  en  proveer  las  cosas  nece- 
sarias para  la  hueste  que  en  reino  esirafio  entra  á 
faoergaenfti  Qoando  bBejnai  que  eetab«  en  OAr- 


É  DOÑA  IñABEIi.  ft78 

doba,  sopo  que  el  real  puesto  sobre  Loza  se  habla 
alzado,  é  que  no  habla  durado  dno  solcis  dnco  dias^ 
informada  de  la  manera  que  se  alzó,  pesóle  mucho, 
ad  porque  con  gran  diligenda  habia  trabajado  en 
todas  las  cosas  neoesarias  para  d  proveimiento  do 
aqud  real,  como  por  d  orgullo  que  los  moros  toma- 
ban en  verse  tan  presto  libres  dd  trabajo  que  reoe- 
laban.  Pero  ninguno  pudo  conocer  en  sus  palabras 
ni  autos  el  gran  sentimiento  que  tenia ;  é  propuso  do 
lo  reparar,  aderezando  las  cosas  necesarias  para  que 
el  Rey  tomase  á  entrar  luego  poderosamente  en 
tierra  de  moros  á  les  facer  dafios  é  bastecer  á  Al- 
hema. Algunas  de  las  gentes  que  quedaron  en  la 
dbdad  de  Alhema  con  Luis  Fernandez  Fuertooar- 
rero,  é  con  Pero  Ruis  de  Alarcon,  é  con  los  otros  ca- 
pitanes que  el  Rey  dexÓ  en  guarda  de  aquella  db- 
dad, esperaban  que  se  tomarla  la  cibdad  de  Loxa,  é 
que  ellos  habrían  loable  fin  de  los  trabajos  que  por 
sostener  aquella  dbdad  habian  pasado.  É  quando 
sopieron  que  el  red  se  habia  alzado  de  aquélla  ma- 
nera, é  que  d  Rey  era  tomado  con  toda  la  hueste 
para  la  dbdad  de  Córdoba,  recelando  que  serian 
cercados  de  gran  multitud  de  moros  á  quien  no  po- 
drían resistir,  dedan  que  seria  buen  consejo  salir 
de  aquella  dbdad,  é  la  desamparar.  Esta  fabla  quo 
andaba  de  unos  en  otros  los  enflaquesda,  é  ponía 
en  tal  miedo,  que  d  á  la  hora  los  moros  vinieran,  to- 
vleran  poca  ó  ninguna  resistencia.  É  como  .vino  á 
noticia  de  los  capitanes,  antes  que  aquellos  que  es- 
to murmuraban  osasen  mas  fablar,  ni  d  temor  se 
estendlese  á  otros,  aqud  capitán  PuertooarrerA 
acordó  de  lesfablar  en  esta  manera. 

cBien  sabéis,  cd)dleros,  que  fuisteis  escogidos 
>en  la  hueste  dd  Rey  é  de  la  Reyna  por  varones 
»esf orzados  para  sofrir  los  pdigroe  é  pasar  los  tra- 
sbajos  que  en  la  guarda  desta  dbdad  se  requieren; 
sé  de  vuestra  voluntad  ofreoistds  á  ello  vuestras 
spersonas,  por  haber  honra  en  esta  vida,  é  gloria  en 
>la  otra.  Ansimesmo  habéis  mostrado  fasta  aquí 
sdevodon  de  buenos  christianos,  y  esfuerzo  de  no- 
stables  varones  en  la  defensa  destos  muros  é  of en- 
»sa  de  los  moros  de  quien  esperamos  ser  cercados  é 
scombatidos.  Agora  estos  capitanes  é  yo  habemos 
«sabido  que  deepues  que  d  Rey  alzó  el  real  que  te- 
snia  sobre  la  dbdad  de  Loxa ,  habéis  mostrado  fla- 
oqueza  en  algunas  f  ablas,  dioiendo  unos  á  otros  que 
sesta  cibdad  se  debe  desamparar  por  el  peligro  sin 
sremedio  que  en  eUa  se  espera.  B  d  ello  es  and, 
«bien  daríamos  á  entender  que  mostramos  esfuerzo 
sfingido  quando  no  era  menester,  pues  en  el  verda- 
idero  falleecemos  quando  es  necesario.  Verdad  es, 
icaballeros,  que  d  Rey,  no  por  d  desbarato  que  fi- 
noiesen  los  moros,  mas  por  d  desoonderto  que  fide- 
>ron  algunos  ohristianos,  alzó  d  red  que  tenia  pues- 
sto  sobre  la  dbdad  de  Loxa,  é  que  es  vudto  con  to- 
»da  su  hueste  á  la  dbdad  de  QMoba.  É  aun  quiero 
sque  sepáis  que  por  esta  causa  nosotros  quedamos 
saquí  sin  aqudla  esperanza  dd  presto  socorro  que 
sprimeto  teníamos.  Pero,  d  venddos  ya  de  flaqnezai 
laoordásemcs  desamparar  esta  dbdad,  que  fué  de 
>nosotros  oonfiidaí  ¿por  qué  lugar  os  parece  que  po- 


874 

»demos  Mlfr  deito  tierra  para  salvar  la  vida  de  to- 
9doi|  paae  Temos  que  uno  solo  que  embiamos,  á  gran 
STentara  se  puede  salvar,  que  no  sea  preso,  ó  mner- 
>to?  Mucho  querría  yo,  caballeros,  que  si  proveéis 
sal  daño  que  receláis  esperando ,  remediásedee  á  la 
smuerte  que  se  espera  luyendo ;  é  si  en  lo  uno  y  en 
tío  otro  hay  peligro,  escogiésemos  el  de  menor  da- 
Bfio  é  de  mayor  honra.  É  porque  esperando  es  oier- 
»ta  la  gloria,  é  fuyendo  es  dubdosa  la  vida  é  cierta 
»la  deshonra,  á  mí  me  paresce  que  no  solamente  de- 
»bemos  aquí  esperar  faciendo  nuestro  deber ,  mas 
>que  debemos  dar  gracias  á  Dios,  á  quien  plogo  que 
»á  nosotros  mas  quo  á  otros  se  of  rescieee  este  casoí 
>en  el  qual  dando  buena  cuenta  á  Dios  de  nuestras 
lánimas,  é  al  Bey  de  su  cibdad,  é  al  mundo  de  núes- 
»tra  virtud,  fagamos  larga,  por  fama,  esta  vida  breve 
«de  días.  Mayormente  que  no  nos  vienen  de  nuevo 
>Ios  peligros,  las  necesidades,  los  trabajos  que  en  la 
^defensa  desta  cibdad  se  requerían;  cuando  nos 
Dofrescimos  á  la  guardar,  todo  nos  fué  presente 
squando  aquí  venimos  y  entramos.  Agora  si  por  so- 
llo miedo  sin  ninguna  f  uensa  desamparásemos  es- 
utos  muros  que  nos  fueron  encomendados,  de  razón 
Moríamos  reputados  como  los  homes  livianos  que  á 
itoda  cosa  se  ofrecen  sin  deliberación,  é  se  retraen 
sdella  con  vergüenza ;  los  quales  queriendo  antes  de 
lia  afrenta  parescer  esforzados,  son  soberbios ;  pues- 
»tos  en  ella,  enflaquecen  é  caen.  Oontrariode  los  va- 
yrooes  fuertes,  que  son  templados,  é  no  se  ofrescen 
»á  toda  empresa ,  mas  eligen  con  deliberación  aque- 
Dlla  donde  muriendo  ó  viviendo  resplandesce  su 
vloable  memoria.  É  pues  el  dolor  es  de  las  cosas 
«presentes,  el  temor  de  las  futuras,  é  nosotros  no 
.  Atenemos  llagas  que  doler ,  ni  vemos  aun  fuerzas 
sque  temer,  yo  vos  ruego  que  no  sea  menos  fuerte 
^nuestro  ánimo  para  la  obra,  que  fué  nuestra  pala- 
ibra  para  la  promesa ;  é  que  arméis* vuestros  cora- 
>zones  de  fortaleza,  no  por  premia  del  capitán,  mas 
»por  premia  de  la  virtud ;  no  por  esperanza  de  in- 
vterese,  mas  por  haber  el  claro  nombre  que  da  la 
•fortaleza,  quo  se  muestra,  no  combatiendo  lo  flaco^ 
>mas  resistiendo  á  lo  fuerte,  é  tiene  mayor  grado 
•esperando  al  que  comete,  que  cometiendo  al  quo 
•espera.  No  quiero  yo  negar  el  miedo  á  todo  heme 
•quando  espera  mayores  fuerzas  ¡  mas  el  temor  an- 
•d  como  face  caer  á  los  flacos  9  ansí  pone  esfuerzo 
>á  los  fuertes :  los  quales  no  son  vencidos  de  mie- 
»dos  vanos,  ni  de  amenazas  inciertas,  mas  miran  las 
•cosas  según  su  realidad,  é  no  según  la  pasión  que 
•ocupa  el  entendimiento.  Nosotros  debemos  consi- 
•derar  que  estos  moros  son  fuertes,  si  nuestra  fla- 
•qucza  no  los  fíciere  flacos ,  é  que  tenemos  para  los 
•defender  artillería  é  armas  y  el  bastimento  quepa- 
•ra  asas  días  es  necesario.  ¿  Qué  pues  f  allesce  aquí, 
•salvo  esfuerzo  de  buenos  homes,  é  devoción  de 
•buenos  christianos,  para  pelear  en  defensa  de  nues- 
•tra  fe,  por  el  ensalzamiento  de  la  qual  con  tanto 
•mayor  vigor  debemos  pelear ,  quanto  mas  verda- 
•dera  es  nuestra  santa  ley  que  su  mentirosa  seta?- 
•Pensemos  ansimesmo,  caballeros,  en  los  casos  de 
•la  fortuna  que  muchas  veces  acaescen.  Por  ventu- 


09dNI0A8  DE  LOS  BE7EB  DB  OASTILLA. 


•ra  estos  moros,  cuya  faen*  rsoalaii|  novanáa 
•por  la  división  que  hay  entre  eUcSi  é  si  vinieren, 
•por  ventura  habrán  tal  discordia ,  quo  los  dasbara- 
•te ,  oomo  ha  acaesoido  en  muchas  huestes.  Vimos 
•la  esperanza  que  poco  ha  teníamos  de  haber  la  oib* 
•dad  de  Loxa  por  la  fuersa  de  la  gente  que  el  Bey 
•traxo  sobre  ella,  é  conocimos  el  grande  miedo  que 
•tenían  los  moros  de  la  perder;  pero  vimos  quanto 
•se  fizo  en  contrario  de  lo  que  nosotros  esperába- 
•mos  é  los  moros  recelaban,  É  nosotros,  ohristia- 
•nos,  ¿por  qué  perderemos  aquella  esperansa  de  la 
•salvación  de  nuestra  cibdad  que  los  moros  ovieron 
•de  la  suya?  No  oreáis,  caballeros,  que  puede  nin- 
•guno  dar  juicio  cierto  en  los  fechos  de  las  bata- 
•Uas ,  porque  son  muchos  é  varios.  La  dispnsicion 
•del  lugar,  la  fortuna  del  tiempo,  la  hora,  el  sol 
•contrario,  la  muerte  de  un  heme,  la  flaqueza  da 
•otro,  una  voz,  un  alarido,  un  caso  que  se  atravie- 
•sa,  es  causa  de  ser  vencidos  los  mnchos  que  espe- 
•ran  ser  vencedores.  Léese  que  él  capitolio  de  Bo* 
•ma,  tomada  ya  por  los  Franceses  la  cibdad,  fué  re* 
•cobrado  por  el  graznido  de  un  ánsar  que  despertó 
•las  velas.  É  nosotros  ¿por  qué  perderemos  esperan* 
•za  de  haber  en  nuestro  favor  alguno  de  los  seme- 
•jantes  casos?  Gomo  quiera  que  de  tal  manera  noa 
•debemos  proveer,  que  seyondo  ó  no  seyendo  la 
•fortuna  favorable,  demos  loable  fin  á  nuestro  buen 
•principio. 

•Bien  creo  yo,  cabaUeros,  que  mis  razones  des- 
•piertan  vuestra  virtud  para  ser  constantes;  pero 
•también  oreo  que  vos  engafia  el  amor  de  la  vida,  é 
•vos  turba  el  temor  de  la  muerte  para  tener  entera 
•constancia.  E  querría  preguntaros  ¿á  qué  lugar 
•fuera  de  aquí  iremos  que  no  tengamos  este  miedo? 
•ó  ¿  qué  otra  cosa  son  á  toda  edad  los  días  de  la  vi- 
•da,  sino  dortas  é  presurosas  jomadas  para  llegar  á 
•la  muerte,  para  la  qual  todos  nos  debríamos  apa- 
rre jar,  pues  ninguno  la  puede  fuir?  Porque  temer 
•aquella  cosa  que  escuaar  no  se  puede ,  por  cierto 
•extrema  flaqueza  es,  mayormente  á  nosotros  que 
•tomamos  oficio  que  nos  obliga  toda  hora  á  muerte 
•honrada,  é  nos  defiende  f  uida  torpe.  E  si  teméis  de 
•morir  mancebos  no  habiendo  aun  gozado  del  en* 
•gafioso  dulzor  desta  vida,  fallareis  que  mas  muer* 
•tos  é  mucho  mas  llorosas  sufrió  el  Bey  Príamo  quo 
•vivió  mucho,  que  Troylo  que  vivió  poco.  Deseohe* 
•moB  pues  los  sentimientos  que  las  vejezuelas  flacas 
•facen  por  los  que  mueren  antes  de  tiempo,  porque 
•ninguno  puede  morir  mal  si  vivió  bien.  E  no  pen* 
•seis  que  Dios  sea  perezoso  en  los  actos  humanos; 
•mas  algunas  veces  proluenga  sus  remedios,  á  fin 
•de  experimentar  la  virtud  de  la  constancia  que  de- 
•bemos  tener  en  las  tentaciones  y  extremas  neoesi* 
•dades.  Por  esto,  capitanes,  é  por  mí  vos  seguro,  que 
•entendemos  morir  defendiendo  á  Alhema,  é  no  vi* 
•vir  captivos  de  los  moros  en  el  corral  de  Qranada. 
•Gomo  quiera  que  debemos  tener  firme  esperanzai 
•que  ni  nuestro  Dios  desamparará  su  pueblo,  ni 
•nuestro  Bey  olvidará  su  gente. •  Esterasonamien- 
to  fecho,  todos  aquellos  caballeros  y  escuderos  é  peo- 
nes cobraron  nuevos  corazones,  é  propusieron  de 


DON  FBBMAÑSO 

goaidir  aquellA  dbdádi  é  morir  «n  U  defensa  de- 
]]«•  B  laego  aquelloe  oepitoaee  piuietoii  eoe  eeUn* 
sae  por  todo  el  miiroi  en  los  logares  que  entendieron 
ser  neoesarios,  é  repartieron  ansimesmo  el  pan  que 
era  menester  á  oada  nno ;  la  oame  les  f  aUesoia  por- 
que los  moros  les  habian  llevado  los  ganados  que 
se  apasoentaban  oérea  del  muro,  é  oomian  oame  de 
oaballos  é  bebían  agua  porque  el  vino  les  habla  fal- 
tado. Sabido  por  el  Rey  de  Granada  que  el  real  de 
Loza  se  alaó  de  aquella  manera  que  habemos  dioho, 
luego  juntó  sus  gentes,  6  oon  dos  mil  homes  á  oaba- 
Ho  é  dies  mil  á  pié.  Tino  sobre  Alhema  (1),  con  pro« 
pósito  de  la  oombatir ;  porque  entendió  que  ligera- 
mente la  podria  tomar,  ansí  por  la  falta  que  tenian 
de  mantenimientos,  oomo  porque  entendió  que  no 
podria  ser  tan  presto  socorrida.  B  puso  su  real  bien 
ceroa  de  los  muros  de  la  cibdad,  é  combatióla  por 
algunas  partes,  por  donde  entendió  que  se  podria 
tomar.  Pero  los  christianos  defendieron  el  muro  de 
tal  manera,  que  los  moros  no  lo  pudieron  entrar.  £1 
Bey  é  la  Bejrna  sabida  la  mengua  de  mantenimien- 
tos qne  habla  en  Alhema,  ó  que  el  Bej  de  Granada 
habla  venido  sobre  ella ,  luego  tomaron  á  llamar 
fasta  seb  mil  homes  á  caballo  é  dies  mil  peones,  con 
propósito  de  ir  el  Bey  en  persona  á  socorrer  á  Al- 
hema, ó  mandaron  traer  veinte  ó  cinco  mil  bestias 
oaigadas  de  vino  é  de  las  otras  cosas  necesarias  pa- 
ra él  proveimiento  de  aquella  cibdad.  Como  todas 
las  cosas  fueron  prestas,  el  Bey  partió  de  Oórdoba^ 
é  fueron  con  ól  el  Maestre  de  Santiago,  y  el  Condes- 
table, y  el  Marqués  de  Cáliz,  é  Don  Diego  Feman- 
des  de  Córdoba,  Conde  de  Cabra,  y  el  Conde  de  Bo- 
navente^  y  el  Conde  de  Trevifio,  y  el  Conde  de  Be- 
lalcásar,  ó  los  alcaydes  é  capitanes  ó  gentes  de  las 
oibdades  de  Córdoba,  é  Sevilla,  y  Ecija,  ó  Carmena. 
El  Bey  moro^  quando  sopo  que  el  Bey  venia  á  so- 
oorrer  á  los  que  estaban  en  Alhema ,  luego  alsó  el 
leal  que  tenia  puesto  sobre  ella,  ó  volvió  para  la 
dbdad  de  Granada.  El  Bey  llegó  festa  la  cibdad  de 
Alhema,  é  bastecióla  de  todas  las  oosas  que  fueron 
necesarias.  E  porque  sopo  los  grandes  trabajos  é  pe- 
ligros que  Luis  Femandes  Puertocarrero  ó  los  otros 
capitanes  que  oon  él  estaban,  sofrieron  por  sostener 
aquella  dbdad,  gradedógelo  mucho  é  descargólos 
de  aquel  cargo.  B  puso  en  la  dbdad  por  capitán  á 
Don  Luis  Osorio ,  Arcediano  de  Astorga,  que  fué 
después  Obispo  de  Jaén ;  é  mandó  estar  con  él  otros 
capitanes  é  gente  nueva  de  caballo  é  de  pié,  para  la 
guardar. 

CAPITULO  X. 

Como  «I  R^f  asiré  á  talir  It  v«gt  de  Gmada ,  é  ceso  los  dirlt- 
tfaset  ptidlaree  la  fUla  de  Caleta. 

Como  d  Bey  ovo  basteddo  á  Alhema,  andobo 
por  aqudla  tierra  de  moros  faciendo  talas ,  é  que- 
mando dgnnas  dcarfas,  é  f  adeudo  otros  dafios ;  é 
luego  volvió  oon  toda  su  hueste  para  la  dbdad  de 

(1)  Deite  lanar  aereo  so  bablan  loa  denaa  felitoriadoraa.  El 
€ara  da  loa  Palaeloa  Ubj^ooo  habla  da  Doa  Lela  Oaorio,  y  aolo 
Iteo  ^a  OB  lagar  do  Paartoaarraro  fké piaato  Jiaa  da  Vara»  Al- 
aajda  fu  filé  íb  Jaas.  Banald.»  Mf,  55* 


BDOfiA  ISABEL.  «7» 

Córdoba.  En  estas  entradas  que  el  Bey  flso  en  tierra 
de  moros  se  mostró  d  gran  poder  dd  Bey  é  de  la 
Beyna,  é  la  gran  voluntad  que  tenian  de  facer  guer- 
ra á  los  moros ;  porque  en  los  meees  de  Junio  é  Ju- 
lio é  Agosto  deete  afto,  juntaron  quatro  vecee  gran 
hueete,  é  quatro  vecee  entró  d  Bey  por  su  persona 
en  tierra  de  moros,  é  ftso  asas  dafios  é  tdaSi,  Por  las 
qualee  los  moros  estaban  en  grandee  traba joe,  é 
mengua  de  pan  é  de  las  otras  cosas  de  que  solian 
ser  proveídos,  ansi  por  mar  como  por  tierra;  porque 
el  Bey  é  la  Beyna  tenian  grand  armada  é  manda- 
ban guardar  el  eetreoho  de  Gibrdtar ,  para  que  no 
pesasen  moros  de  África  á  estas  partes ,  ni  los  des- 
tes  fuesen  allende.  E  loe  oapitaneede  la  armada  to- 
maron muchos  navios,  é  venderon  algunas  batallas 
marinas  contra  los  moros  de  allende  que  pasaban  á 
tierra  de  Granada  con  gentes  é  caballos  é  manteni- 
mientos, é  les  ficieron  otros  dafios.  Los  moros  and- 
mesmo  entraban  en  tierra  de  christianos ,  é  facían 
guerras  é  robos  é  otros  dafios  por  lapartedeMurda 
é  de  Loroa.  Acaeeció  un  dia  que  los  escuderoe  é  otros 
moradores  que  estaban  en  la  villa  de  Cafiete  eran 
idos  á  entrar  en  tierra  de  moroe ;  é  loe  moros  aquel 
dia  entraron  en  tierra  de  christianos,  é  pasaron  por 
aquella  villa,  la  guarda  de  la  qual  tenia  Don  Pero 
Enriques,  Addantado  del  Andalucía.  E  como  los 
moros  sopieron  que  los  que  guardaban  aqudla  villa 
eran  idos,  é  quedaban  pocos  en  día  para  la  defen- 
der, combatiéronla  y  entréronla  por  fuerce,  é  lleva- 
ron captivos  todas  las  mugeres  é  viejos  é  nifios  que 
en  ella  f  dieron ,  é  quemaron  la  vÜla.  E  oomo  esto 
sopo  el  Adelantado  que  la  tenia  en  cargo ,  vino  á  la 
villa  con  la  gente  de  eu  casa,  é  propuso  de  no  sdir 
ddla  fasta  reparar  los  muros  é  torres  que  habian 
destraido  los  moros;  é  puso  en  día  moradores  de 
nuevo  que  la  defendieeen,  porque  estaba  en  lugar 
dispuesto  para  facer  guerra  á  loa  moroS|  é  guardar 
la  tierra  de  los  christianos. 

capItulozl 

De  la  dIffatoB  qeo  babia  oelie  loa  aMraa,  é  da  las  aafitasao  fu 
el  Roy  é  la  Rayea  luuidaroa  poaor  oe  la  fireeiara. 

Allende  de  los  trabajos  é  mengua  de  manteni- 
mientoe  que  padesdan  los  moros,  ovo  entre  ellos 
gran  división ;  porque  la  mayor  parte  de  los  alcay* 
des  é  cabeceras  de  aqud  Beyno,  en  espedd  d  lina- 
ge  de  los  Abenoerrages,  dezaron  d  Bey ,  porque 
habla  degollado  i  dertos  oabdleros  parientes  su- 
yos, é  tomaron  á  un  su  fijo,  é  daáronlo  por  Bey.  El 
''qual  juntó  gente  contra  su  padre,  é  apoderóse  de  la 
dbdad  de  Granada  é  del  Alhambra  é  de  otras  fuer- 
ces de  la  cibdad;  y  el  Bey  su  padre  se  retraxo  á  la 
dbdad  de  Basa.  Entre  d  padre  y  el  fijo  ovo  dgu- 
ñas  batallas,  donde  murieron  muchoe  moros.  B  un 
dia  d  Bey  viejo  juntó  la  mas  gente  que  podo  lia- 
ber,  é  vino  á  la  dbdad  de  Granada;  é  un  escalador 
que  traia  diristíano  escaló  d  Alhambra,  y  entraron 
en  ella  festa  quinientos  moros,  é  mataron  los  moros 
que  podieron  haber  de  los  que  la  guardaban.  B  un 
cabecera  moro  que  estaba  en  día  por  dcaydoi  que 


876 •'         r 

■e  llimabA  AbMioomixár,  tetrázosa  á  una  tone  de 
lajfortalesA  oon  lot  que  con  ól  pedieron  eeoepar.  B 
luego  que  el  Bey  yiejo,  dexedoe  elgnnoa  en  la  fór* 
taleía,  salió  i  la  cibdad  de  Granada,  é  por  las  callee 
oomeoió  á pelear  con  los  que  fallaba,  loe  de  la  cib- 
dad é  los  del  Albayoin  qoe  estaban  por  el  Bey  su 
fijo,  se  Jantaron  é  pelearon  contra  él  é  contra  la 
gente  qne  traia;  y  cebáronle  de  la  dbdad ,  é  retra- 
sóse á  una  fortalesa  que  estaba  por  él ,  cerca  de  la 
oibdad  de  Granada,  é  aqnel  capitán  Abencomixar 
tomó  á  recobrar  el  Alhambra.  Pero  ni  por  esta  divi- 
sión, ni  por  la  enemiga  grande  que  babia  entre  él 
padre  y  el  fijo ,  é  los  caballeros  de  la  una  parto  é  de 
la  otra,  ninguna  de  las  partes  quiso  recebir  ayuda 
de  los  cbristianos;  é  antes  querían  padescer  la  ham- 
bre é  muertes  que  recebian,  que  metor  cbristianos 
en  su  Beyno.  Como  el  Bey  é  la  Beyna  ovieron  pro- 
Teido  la  cibdad  de  Alhama  de  nuevo  capitán  é  gen- 
tes é  mantenimientos,  acordaron  de  poner  frontoroa 
en  los  lugares  necesarios  contra  tierra  de  moros ,  é 
dieron  bargo  á  Don  Pero  Manrique,  Conde  de  Tre- 
vifto,  á  quien  flcieron  Duque  de  NAzera,  de  la  fron- 
tera de  Jaén;  é  á  Don  Alonso  de  Cárdenas,  Maestre 
de  Santiago ,  mandaron  que  estoviese  en  la  cibdad 
de  Bcija.  T  embiaron  mandará  todos  los  Adelanta- 
'  dos.  Duques,  Marqueses,  Condes,  é  Bicoa-bomes  que 
moraban  frontora  del  Beyno  de  Granada,  desde 
Loroa  fasto  Tarifa,  é  á  todas  las  cibdades  é  villas  é 
lugares  de  aquellas  comarcas ,  que  eetoviesen  aper- 
cébidos  é  fidesen  guerra  á  los  moros  y  embiasen 
su  gento  á  aquellos  capitanes  mayores  que  dexaban 
por  fronteros  con  sus  poderes  reales,  cada  qne  los 
embiasen  á  requerir.  E  porque  Diego  de  Merlo ,  que 
era  Asistento  de  la  cibdad  de  Sevilla ,  era  muerto, 
encomendaron  la  justicia  é  guarda  de  aquella  oib- 
dad á  Don  Juan  de  Silva,  Conde  de  Cifuentea  E  pro- 
veidas  las  cosas  que  entondieron  ser  necesarias  á  la 
provincia  del  Andalucía,  partieron  de  la  oibdad  de 
Córdoba,  é  vinieron  para  la  villa  de  Madrid. 

En  el  mes  de  (1)  Junio  desto  afio  parió  la  Beyna 
á  la  Infanta  Dofia  Maria  en  esta^cibdad  de  Córdoba. 

CAPÍTULO  XII. 

Os  Ut  eotti  f  se  panroB  en  el  alo  de  mil  é  qnalroeleoloi  é  oehes- 
U  é  UM  aflot.  Prineraneate  de  la  proTlfion  qaa  flderos  al  Rey 
é  la  Reyaa  es  Ua  hemaiidadaa. 

Como  el  Bey  é  la  Beyna  vinieron  á  la  villa  de 
Madrid,  luego  entendieron  en  las  cosas  de  las  ber- 
mandades  de  sus  Beynos,  para  dar  en  ellas  buena 
orden;  porque  les  fué  notificado  qne  algunos  oficia- 
les qne  administraban  los  oficios  de  la  bermandad, 
no  usaban  como  debían  del  cargo  que  teniao;  é  que 
llevaban  salarios  demasiados  é  cosas  extraordina- 
rias. É  para  poner  esto  en  exeoncion,  mandaron 
juntar  los  Diputodos  de  las  provincias,  é  los  Procu- 
radores de  las  cibdades  é  villas  que  eran  principa- 
les, é  todos  los  Tosoreros  é  Letrados  é  oficiales  que 

(1)  k  Tétate  j  Biere  de  Isaie  bd  día  antes  qoe  el  Rej  parllen 
al  sitie  de  Leu.  ZoriU,  Ué.  %,  ap.  43. 


OBÓmOAS  DB  LOB  BEYES  DE  OAETTILLA. 


tenían  cargo  de  la  gobemadon  de  las  hermandades, 
los  quales  fueron  juntos  en  la  villa  de  Pinto.  T  en 
aquella  junto  cada  im  diputado  é  proonrador  pro- 
ponía los  agravios  que  recibía  el  partido  de  que  te- 
nia cargo  en  las  contribuciones,  si  entendía  que  su 
partido  estoba  mas  cargado  de  lo  que  debia  pagar. 
Otrosí  se  proponía  qualquier  menosprecio,  ó  deeobe- 
dienoia  fecha  á  los  oficiales  de  laliermandad ;  6  si 
los  alcaldes  ó  quadrilleros  é  otros  oficiales  della  ha- 
blan seydo  negligentes  en  la  administración  y  eze- 
cucion  de  la  justicia,  quier  por  dádiva,  quier  por 
afición,  ó  en  otra  manera.  Yenian  ansimesmo  ante 
aquellos  diputados  las  querellas  de  las  dádivas  é 
cohechos  que  algunos  hablan  llevado  no  debida- 
mente. Otrosí  examinaban  á  los  capitanes  de  la 
gento  de  armas  que  pagaba  la  hermandad,  si  tenían 
tantos  homes  quantos  les  eran  pagados,  é  si  tonian 
caballos  é  armas.  Todas  estas  cosas  se  trataban  é 
apuraban  en  aquel  juntamiento,  é  facían  restituir 
qualesquier  maravedís  é  otros  bienes  que  fuesen 
llevados  oontra  josticia,  é  punían  á  los  que  fallaban 
culpantes,  é  privábanlos  de  los  oficios.  Otrosí  enton- 
dieron en  los  salarios  que  llevaban  los  Diputados  é 
Tesoreros  é  otros  oficiales ;  é  quitaron  algunos  que 
entondieron  no  ser  necesarios,  é  moderaron  la  tasa 
que  entendieron  ser  convenible.  Todo  esto  examen 
mandaron  el  Bey  é  la  Beyna  facer  oon  gran  díli- 
genoia  y  execucion  de  justicia,  sin  recebir  ru^go  de 
ningún  gran  señor,  é  sin  acepción  de  personas  ni  de 
interese.  En  esta  junto  demandaron  el  Bey  é  la 
Beyna  á  los  Procuradores  é  Diputados  de  las  her- 
mandades diez  é  seis  mil  bestias,  é  ocho  mil  homes 
que  fuesen  con  ellas,  para  bastecer  de  manteni- 
mientos á  Alhema.  É  como  quiera  que  el  Beyno 
estaba  fatigado  de  las  derramas  que  continamento 
en  él  se  cogían,  ansí  para  la  guerra  de  los  moros, 
como  para  otras  necesidades  que  al  Bey  é  á  la  Bey- 
na ocurrian,  especialmento  para  las  otras  llevas  de 
mantonimí entes  que  habian  embiado,  pero  luego 
las  otorgaron  é  fueron  repartidas  é  puestas  en  fin 
del  mes  de  Mayo  en  la  cibdad  de  Córdoba,  según 
les  fué  mandado,  para  bastecer  la  oibdad  de  Al- 
hama. 

CAPÍTULO  xin. 

De  Ua  cosM  qae  ea  este  tteape  ^aarea  es  la  Hem  de  Italia. 

Becontado  habemos  en  esta  crónica  las  altoracío- 
nes  y  escándalos  aoaescidos  en  la  cibdad  de  Floren- 
cia, quando  af croaron  al  Arzobispo  de  Pisa,  é  á 
otros  muchos  de  loe  que  eran  del  bando  qne  se  lla- 
maba de  Pácis,  donde  procedió  que  toda  la  tierra 
de  Italia  se  puso  en  armas  é  se  partió  en  partes. 
Algunas  comunidades  é  caballeros  se  juntaron  oon 
el  Papa,  é  otros  se  juntoron  con  el  Bey  Don  Fer- 
nando de  Ñápeles;  el  qual  en  favor  de  la  comuni- 
dad de  Florencia  fiao  guerra  al  Papa  é  á  la  comu- 
nidad de  Veneoia,  que  eran  de  una  liga.  Esta  guer- 
ra fué  tan  cruel  en  Italia,  qne  el  Bey  Don  Femando 
embió  á  su  fijo  el  Duque  de  Calabria  oontra  Boms, 
é  puso  su  real  cerca  de  la  cibdad,  é  tóvola  en  grand 


DON  FERNANDO 

láprietoi  porqve  defendía  U  entrada  de  los  mente- 
almientoe,  é  de  las  otras  ooeae  qae'  yenian  á  ella. 
La  comunidad  de  Venecia  que  ayudaba  al  Papa 
embió  un  en  capitán  con  cierta  gente  de  annaSi  loe 
qnales  entraron  en  Boma  en  yeoee  por  tan  secreto 
logar,  que  el  Duque  de  Oalabria  que  la  teuia  sitiada 
no  lo  sopo.  Con  este  capitán  veneciano  se  juntó  el 
Conde  Hierónymo,  que  era  capitán  de  la  gente  de 
armas  del  Papa.  E  estos  dos  capitanes  salieron  jun- 
tos una  mafiana  con  sus  gentes  á  dar  en  el  real  de 
los  Napolitanos;  é  antes  que  fuesen  sentidos  pelea- 
ron con  ellos.  É  como  el  Duque  de  Oalabria  é  sus 
gentes  no  estaban  apercebidos,  fueron  yenoidos  é 
desbaratados,  é  se  pusieron  en  fuida;  y  el  Conde 
Hierónymo,  y  el  otro  capitán  yeneciano  fueron 
yencedores,  y  entraron  en  el  real  que  tenia  puesto 
el  Duque,  é  oyieron  todo  el  despojo  que  en  él  falla- 
ron. Por  este  yenoimiento  el  Bey  de  Ñápeles  acor- 
dó de  juntar  mas  gentes,  ansí  suyos,  como  de  loe 
otros  sefiores  é  comunidades  de  Italia,  que  eran  de 
su  liga;  é  tornaron  á  facer  la  guerra  al  Papa,  é  á  los 
Venecianos,  mas  cruel  que  de  primero  la  f  acian.  El 
Bey  é  la  Beyna,  conocido  el  inconyioiente  que  de 
aquesta  guerra  de  Italia  se  seguia  en  la  Chrístian- 
dad,  especialmente  por  ser  contra  el  Sumo  Pontífi- 
ce, embiaron  sos  embaxadores  por  diversas  veces 
al  Papa,  6  al  Bey  de  Ñápeles,  á  ansimesmo  á  todos 
los  sefiores  é  comunidades  de  Italia,  faciéndoles 
saber  el  pesar  que  tenían  de  la  guerra  nascida  en- 
tre ellos,  conosciendo  los  inconvinientes  que  della 
se  podrían  seguir  en  toda  la  christiandad  si  mas 
durase,  é  que  ellos  por  servido  de  Dios,  é  por  el 
bien  de  la  pas  querían  entender  en  su  concordia.  É 
suplicaron  al  Papa,  é  rogaron  al  Bey  don  Femando 
é  á  todos  los  otros  Duques,  é  Condes,  é  Marqueses, 
é  Comunidades  de  Italia,  que  les  ploguiese  dexar 
las  armas,  é  tomar  la  via  de  la  concordia;  é  para  la 
tratar  entre  ellos  ficieron  grandes  gastos  en  las  em- 
bazadas que  diversas  veces  embiaron.  É  postrime- 
ramente embiaron  al  Obispo  de  Girona,  que  se  lla- 
maba Don  Juan,  é  á  un  Dotor  que  se  llamaba  Bar- 
tolomé de  Berrío.  Estos  embaxadores  fueron  al  Papa 
é  al  Bey  de  Ñápeles  diversas  veces,  y  escribieron  á 
los  otros  sefiores  é  comunidades  de  Italia;  é  fecha 
una  congregación  en  Boma  de  los  embaxadores  que 
embiaron  sobre  aquella  materia  de  la  paz,  por  la 
gran  diligencia  que  el  Bey  é  la  Beyna  mandaron 
poner,  fué  concluida  por  estonces  la  paz  en  Italia,  é 
cesaron  las  muertes,  é  destruldones  que  en  ella  se 
facían*  T  el  i^apa  escribió  al  Bey  é  á  la  Beyna  un 
su  Breve  plomado;  el  qual  tomado  en  romance 
deda  ansí : 

cHuy  amados  fijos:  vuestros  embaxadores  Don 
vJuan  Obispo  de  Girona,  y  d  Dotor  Bartolomé  de 
vBenio,  embiados  á  Nos  á  tratar  la  pas  de  Italia, 
ifueron  por  Nos  rescebidos,  é  oídos  con  ánimo  gra- 
>doso,  ansí  por  la  benevolenda  que  mempre  ovi- 
ymos  á  vuestras  personas  reales,  como  porque  estos 
yvuestros  embaxadores  son  sabios  varones,  é  de 
yautoridad,  é  dignos  de  tan  gran  cargo ;  los  quales 
»poderpn  tanta/diligencia  por  traer  la  pas  de  Italia 


É  DOSfA  ISABEL.  •  877 

>en  éf eto,  que  ninguna  cosa  dexaron  de  facer  de  lo 
>que  vuestras  personas  reales  les  mandaron,  por- 
vque  todos  ffczásemos  comunmente  de  entera  tran- 
vquilidad.  B  Nos  fuimos  inclinados  á  la  pas,  porque 
^ninguna  cosa  deseamos  mas,  ni  procuramos  con 
>mayor  estudio.  É  d  por  ventura  alguna  injuria 
>recebimos,  declinando  á  la  parte  mas  piadosa,  la 
yolvidamos,  é  quitamos  de  nuestro  ánimo,  é  la  re** 
emitimos  por  respeto  á  vuestra  Magestad  red,  per- 
eque entendiésedes  en  quanta  estimación  é  autorí- 
>dad  son  habidos  cerca  de  Nos  vuestros  megos ;  ^ 
»los  quales .  con  honesto  ánimo  concedimos  é  los 
^otorgamos  de  buena  voluntad.  Ansí  que,  muy  ama- 
i»dos  fijos,  podéis  gozar  de  vuestro  loable  trabajo, 
»pues  que  es  la  paz  de  Italia  conoldda.  Esperamos 
nque  entraran  en  ella  los  Venecianos,  á  los  qudes 
«vuestros  embaxadores  son  idos  por  vuestro  man- 
>dado,  é  continamente  solicitan  é  tratan  que  sean 
ven  esta  paz  comprehendidos ;  porque  no  quede 
vcentdla  ninguna  por  donde  la  tierra  de  Itdia  haya 
>ocadon  de  arder  con  dafio  de  la  república,  é  detii- 
Dmento  déla  christiandad.  And  que  pues  una -obra 
>tan  piadosa  é  tan  santa,  con  tantas  fuerzas  é  gas- 
itos  habéis  procurado,  é  con  tanta  gloria  habéis 
:»dcanzado;  finca  agora  que  como  Beyes  Cathólicos 
»é  rdigiosos,  procuréis  con  grand  estudio  é  diligen- 
»da  de  la  facer  guardar,  según  y  en  la  manera  que 
>vuestros  embaxadores  de  vuestra  parte  lo  han  pro- 
>metido.  É  somos  ciertos  que  vosotroe  lo  tenéis  en 
^voluntad,  pues  que  todas  las  cosas  están  puestas 
>en  vuestra  mano,  é  de  ello  se  vos  dgue  gloría  in-  . 
^mortal.  Dada  en  Boma  á  dos  días  de  Enero  de  mil 
Dé  quatrocientos  é  ochenta  é  tros  afios.»  £1  Colegio 
de  los  Cardenales  lea  embió  una  carta  que  decía 
ansí: 

cMuy  dtos  é  muy  poderosos  Príndpes  Beyes  é 
vmuy  amados  Sefiores.  Vuestros  embaxadores,  que 
>por  tratar  la  paz  de  Italia  embiastes,  han  trabaja- 
ndo con  todas  sus  fuerzas  por  la  traer  en  efeto;  por 
vía  qud  este  Colegio  siempre  trabajó  porque  se 
edcanzase.  É  pues  vuestra  real  Magestad  como 
»instrumentos  é  causa  de  esta  pas  habéis  habido 
zgloría  inmortal,  afectuosamente  vos  rogamos  ten- 
ngais  manera  como  aquella  se  conserve,  pues  todas 
olas  cosas  á  la  pas  concernientes  están  puestas  en 
•vuestras  manos.  Dada  en  Boma  á  dos  dias  de 
•Enero  de  mil  é  quatrocientos  é  ochenta  é  tres 
lafios.»  El  pueblo  Bomano  escribió  otra  carta  que 
decía  ansí: 

cMuy  altos  é  muy  poderosos  Príndpes  Beyes  é 
»8eftores.  Los  Cónsules  del  pueblo  Bomano  nos  en- 
icomendamos  á  vuestra  red  Magostad,  la  qud  ha- 
mbre sabido  las  guerras  duras,  é  trabajos  muy  pelí- 
>grosos  acaeddos  en  Itdia.  De  las  qudes  procedió 
>qne  nuestro  muy  santo  Padre,  é  su  Bomana  Curia 
sestante  en  la  santa  dbdad  de  Boma  donde  la  dlla 
»de  Christo  está  asentada,  fuesen  cercados  é  apre- 
imiadoa,  é  quanto  por  ellas  este  pueblo  Bomano 
efuese  fatigado,  de  manera  que  ninguno  era  osado 
»de  salir  de  la  cibdad,  por  miedo  de  los  grandes 
opdlgros  que  se  recredaní  también  de  dentro  como 


Í7Í 


OBÓNICAS  DH  LOB  BETB9  DB  GiSULLA. 


nde'faera  della.  De  manera  qne  todos  eetábamoa  de 
vpropMto  con  nnestraa  mogores  é  fijos  de  dexar  la 
»cibdad;  empero  plogo  á  Dioe,  aquel  qne  no  dexa 
»pereoer  la  navecilla  de  8ant  Pedro,  qne  yoeotroa 
»como  oathóliooB  príncipes,  movidos  á  piedad  de 
»tantos  estragos  é  dafios  sin  reparo  como  se  espera- 
»ban  en  Italia,  vos  qnesistes  interponer  á  dar  pai 
sen  la  Silla  Apostólica,  7  en  toda  la  provincia  de 
«Italia.  La  qnal  condayeron  vuestros  embazadores 
>con  la  autoridad  de  vuestra  Beal  Magostad,  é  con 
;»el  trabajo  que  ellos  pusieron;  en  lo  qual  se  mostró 
^vuestra  santa  intención,  é  la  diligencia  de  vues- 
stros  embaxadores.  El  fruto  de  la  qual  pas ,  que 
.  igosamos,  según  parece  por  obra,  dexamos  de  dedr 
sen  prolixidad  de  palabras.  Por  ende,  muy  altos  é 
>mny  poderosos  Príncipes  é  Beyes,  dáinosvos  mu- 
i>ofaas  gracias,  de  las  quales  sois  merecedores  en 
>e8ta  y  en  la  otra  vida;  pues  que  con  vuestros  loa* 
>bles  trabajos  é  gastos  habeb  quitado  á  esta  dbdad 
Dé  á  toda  la  provincia  de  Italia,  de  los  estragos  é 
smuertes  é  destmioiones  en  que  ardia ;  é  nosotros 
«quedamos  por  vuestros  perpetuos  servidores,  ro* 
sgando  á  Dios  por  los  dias  é  prosperidad  de  vues- 
stra  Real  Magostad.  Dada  en  Boma  á  quatro  dias 
sde  Enero  de  mil  é  quatrocientos  é  ochenta  é  tres 
»afios.> 

Esta  pai  de  la  Italia  se  concluyó  por  la  gran  di- 
ligencia del  Bey  ó  de  la  Beyna  á  doce  dias  del  mes 
de  Diciembre  afio  de  la  Encarnación  de  nuestro  Se- 
fior  de  mil  6  quatrocientos  é  ochenta  é  dos  afios.  T 
el  Papa  vino  al  consistorio  aquel  dia,  é  fizo  llamar 
á  los  embaxadores  de  los  príncipes  6  potestades  de 
Italia  6  del  Bey  de  Ñápeles;  é  todos  vinieron  al 
consistorio,  donde  ansimesmo  estaban  todos  los 
cardenales.  T  el  Papa  embió  á  llamar  al  émbaxa- 
dor  de  Venecia,  el  qual  no  quiso  venir.  É  visto  por 
el  Papa  que  aquel  embaxador  no  quiso  ser  presente 
á  la  publicación  de  la  paz,  en  su  absencia  la  mandó 
publicar  en  su  consistorio.  Leídos  los  capítulos  de 
la  paz,  el  Papa  dixo :  que  por  quanto  el  Bey  é  la 
Beyna  de  Castilla,  ó  de  León,  é  de  Aragón,  é  de 
Saoilia  como  cathólicos  príncipes,  oondoliéndose  de 
las  guerras  de  Italia,  ó  de  las  molestias  en  que 
aquella  silla  Apostólica  estaba,  se  habían  inter- 
puesto, y  embiado  sus  embaxadores  por  diversas 
veces  á  tratar  aquella  paz,  en  la  qual  habían  fecho 
grandes  expensas,  é  por  la  gracia  de  Dios  la  habían 
concluido,  á  la  qual  él  queriendo  usar  de  benigni* 
dad  había  concedido  con  ánimo  sincero  de  la  guar- 
dar é  conservar :  por  ende  que  lo  notificaba  á  todos 
porque  sopiesen  su  voluntad,  é  ansimesmo  el  fruto 
loable  que  se  había  consegido  por  el  trabajo  del 
Bey  é  de  la  Beyna  de  Espafia,  ó  por  la  diligencia 
que  aquellos  sus  embaxadores  por  su  mandado  en 
ello  pusieron.  El  Papa  en  aquel  auto  fizo  mas  honra 
á  los  embaxadores  del  Bey  é  de  la  Beyna,  que  á 
ninguno  de  los  otros  príncipes  ó  potestades;  porque 
les  fizo  asentar  é  cobrir  las  cabezas,  é  todos  los  em- 
baxadores de  los  otros  reyes  é  principes,  6  comuni- 
dades estovieron  las  rodillas  fincadas  é  descubiertas 
las  cabezas.  Aquella  paz  se  asentó  en  esta  manera : 


Qae  las  cibdades  é  yíUií  é  logares  é  foiialsns  qn^ 
eran  tomadas  de  las  nnas  partes  á  las  otras  fuesen 
entregadas  al  Bey  é  á  la  Beyna,  ó  á  sa  oferto  man* 
dado  dentro  de  ciertos  dias,  porque  ellos  las  entre- 
gssen  á  aquellos  que  de  derecho  las  hablan  de  hi^ 
ber.  £n  esta  oonoordia  no  quiso  entrar  la  Seftoría 
de  Yeneoia  que  tenia  tomada  á  Ferrara;  por  lo  qoal 
el  Papa  y  el  Bey  Don  Femando  é  los  otros  seftores 
que  fueron  comprehendidos  en  aquella  pai  ambla- 
ron sos  gentes  de  armas  á  la  cercar  en  favor  del 
Marqués  de  Ferrara,  para  se  la  restituir. 

Feoho  este  asiento,  los  venecianos  veyéndoss 
solos,  é  recelando  que  todos  los  sefiores  é  comuni- 
dades de  Italia  se  juntarían  contra  ellos,  acordaron 
de  tratar  amistad  con  los  turóos  que  eran  sus  vad- 
nos, psra  se  defender,  é  ofender  á  los  christianos,  é 
les  dar  pasada  segura  por  sus  tierras  para  facer 
guerra  en  Italia.  E  como  esto  fué  sabido  por  d  Bey 
Don  Femando  de  Ñápeles,  embió  tratar  amistad 
con  los  turcos,  é  prometióles  su  ayuda  oontra  los 
Venecianos;  porque  se  habían  apartado  é  no  quisie- 
ron ser  comprehendidos  en  la  pas  común  que  se 
habia  fecho.  T  embió  al  Bey  é  á  la  Beyna  que  ea- 
taban  en  Madrid  por  su  embaxador  al  Conde  de 
Tróvente;  con  el  qual  les  embió  á  dar  muchas  gra- 
das por  el  trabajo  y  expensas  grandes  que  habían 
fecho  en  la  contratación  de  la  pas  de  todas  las  Ita- 
lias.  En  la  qual  como  quiera  que  el  Sumo  PontífioO| 
y  él  ansimesmo,  é  todos  los  otros  príndpes  é  comu- 
nidades de  Italia  quideron  ser  oomprehendidos; 
pero  los  venecianos  soberbiosamente  se  quideron 
apartar,  é  no  ser  inclusos  en  ella,  oon  propódto  de 
tiranizar,  é  tomar  lo  ageno,  según  siempre  lo  aoos- 
tumbraron  facer.  É  que  habían  tratado  amistad  oon 
los  turcos,  para  les  dar  pasada  por  sus  tierras  á  fin 
de  facer  guerra  en  las  Italias,  especialmente  en 
el  Beyno  de  Sicilia;  é  por  escusar  aqud  ínconvi- 
niente,  él  ansimesmo  había  tratado  pas  con  los 
turoos,  para  oontra  los  venedanos ;  en  la  qual  eran 
comprehendidos  todos  los  príndpes  é  comunidades 
de  Italia,  vista  la  gran  rebelión  é  soberbia  que  los 
venecianos  tenian.  Por  ende  que  rogaba  é  requería 
al  Bey  é  á  la  Beyna,  que  condderada  la  gran  perti- 
nacia de  aquella  gente  venedana ,  les  ploguiese  ser 
comprehendidos  en  aquella  liga  que  él  é  toda  Italia 
facían  con  los  turcos ;  porque  todos  juntos  en  amis- 
tad pudiesen  guerrear  á  los  venedanos,  é  abaxar 
aquella  su  erada  tiranía  é  antigua  soberbia;  é  les 
ficiesen  restituir  todas  las  cibdades  é  villas  é  forta- 
lezas que  tiránicamente  posdan  tomándolas  por 
fuerza  á  los  sefiores  cuyas  habían  seydo,  é  teman 
á  ellas  justo  título.  Porque  si  esto  no  se  pódese  por 
obra,  su  sefiorío  se  estendería  cada  dia  mas  en  gran 
detrímento  é  perjuicio  de  todas  las  Italias,  de  ma- 
nera que  ninguno  fuese  sefior  de  lo  suyo.  T  en  ea- 
pecíd  su  Beyno  de  Sidlia  estaba  en  punto  de  per- 
dición, si  se  diese  logar  que  ellos  ficiesen  amistad 
oon  los  turcos;  porque  les  darían  pasada  por  so 
tierra  para  venir  á  él  seguramentoi  é  favor  por  la 
mar  para  lo  guerrear.  Esta  embaxada  oída  por  el 
Bey  é  por  la  Beynai  respondieron  que  por  quantQ 


'  t)ON  yEBlJANDO  A 
•1  Doqae  é  Sefiorf*  de  Veneoia  habian  embfado  á 
•Uoii  aoft  émbazadorea  por  ganar  aa  pas  6  áegnridad 
la  qoal  lea  habian  otorgado,  é  loa  tenían  por  ami- 
goa,  qne  no  aeria  ooaa  raaonable  quebrantar  la 
pai  que  lea  habian  prometido  ain  haber  caiua  por 
do  ae  debieae  romper.  Pero  qne  ellos  emblerian  ana 
embaicadorea  á  la  oibdad  de  Veneoia  á  lea  f  aoer 
aaber  todas  estaa  oosaa  que  les  eran  propneatas;  é 
al  no  qniaieaen  conceder  lo  qne  de  rason  eran  obli* 
gados,  eetoncea  podrían  con  justa  cansa  entrar  en 
aquella  liga  que  todaa  las  Italiaa  y  el  Bey  Don  Fer- 
nando facían  oontra  loe  Tenedanos,  6  mandar  á 
BUS  oibdades  é  Tillas  é  gentes  del  Reyno  de  Sicilia 
é  de  las  otras  islas  de  su  señorío,  que  se  juntasen 
oon  ellos,  é  ficieeen  aquello  que  de  justicia  debiesen 
facer.  É  con  eata  reapueata  despidieron  al  Conde 
de  Treyento, 

'  CAPITULO  XIV. 

De  lof  empreitldoi  q«e  se  pidleroa  por  el  Reyno»  é  del  eabiidlo 
9«e  dld  le  elereeia  pan  la  fiiem  de  loi  moroe. 

Ki  el  4nimo  de  la  Beyna  cesaba  de  pensar,  ni  la 
persona  de  trabajar  en  haber  dineros,  ansí  para  la 
guerra  oontra  los  moros,  como  para  las  otras  cosas 
que  de  contino  ocurrían,  necesarias  á  la  goberna- 
ción de  sus  reynos.  Para  la  qual  tenían  gente  de 
armas  continamente  repartida  en  el  Reyno  de  Gali« 
cía,  é  con  loe  otros  capitanes  que  tenían  puestos  en 
la  frontera  de  los  moros,  é  la  que  el  Bey  é  la  Beyna 
traían  en  su  guarda;  porque  con  esta  gente  estaban 
poderosos  é  temidos,  y  en  sus  cartaa  é  mandamien- 
tos obedescidos,  é  su  justicia  exeoutada;  é  ningún 
grande  ni  otro  caballero  osaba  facer  fuersa  ni  in- 
juria á  otro,  é  todos  sus  Beynos  gozaban  de  paa  é 
aeguridad.  £  porque  con  el  sueldo  que  pagaban  á 
esta  gente  de  armas,  allende  de  la  gente  que  paga- 
ban las  hermandsdea  del  Beyno,  6  con  los  otros 
gastos  oontinos  que  se  facían,  ansí  para  las  emba- 
zadas, como  para  las  otras  cosas  que  se  requerían  al 
aostenimiento  del  estado  real  é  del  Príncipe  é  de 
laa  Infantas,  estaban  en  continas  necesidades;  fue- 
ron constreftidos  á  demandar  dineros  prestadoa  en 
todoa  sus  Beynos  á  personas  singularea,  de  quien 
fueron  informadoa  que  los  podrían  prestar  ain  dafio 
de  sus  f aciendat;  especialmente  porque  la  cantidad 
que  se  demandó  á  cada  uno,  era  pequeña.  É  aque- 
llos á  quien  fué  demandada,  lo  prestaron  de  buena 
Toluntadi  consideradas  las  necesidades,  é  otrosí 
porque  los  Tesoreros  é  Becabdadores  lea  asegura- 
ban que  lea  seria  pagado  dentro  de  cierto  término. 
Ansimesmo  el  Papa  por  socorrer  las  necesidades  de 
la  guerra  de  los  moros,  dio  su  bula,  para  que  todos 
los  Perlados  é  Maestres  y  el  estado  Edeaiéstíco  de  los 
Beynos  de  Castilla  é  de  Aragón  diesen  una  suma 
de  florines  en  subsidio.  É  allende  desto  embítf  su 
Nuncio  apostólico  al  Bey  é  á  la  Beyna  con  sn  bula 
de  orusada,  la  qual  contenía  grandes  indulgencias 
para  todos  los  qué  la  tomasen.  El  Bey  é  la  Beyna 
recibieron  este  Nuncio  del  Papa,  é  aquella  bula  de 
la  emiada  «n  el  monesterfo  de  Santo  Domingo  el 


DOfiA. ISABEL*  ftTff 

Beal  de  Madrid,  con  una  solemne  procesión,  en  la 
qual  iban  el  Cardenal  de  España,  é  Don  Alonso  de 
Fonseca,  Anobispo  de  Santiago,  é  Don  Diego  Hur- 
tado de  Mendosa,  Obispo  de  Patencia,  é  Don  Oon- 
salo  de  Heredia,  Obispo  de  Baroelona,  é  Don  Juan 
de  Maluenda,  Obispo  de  Coria,  é  otros  muchos  Per» 
lados;  é  la  mandaron  predicar  en  todos  sus  Beynos 
é  señoríos,  donde  se  oto  gran  suma  de  dineros,  lios 
qnales  se  consumían  en  los  sueldos,  y  en  las  otras 
oosaa  que  ae  requerían  para  la  guerra  de  los  moros* 

CAPÍTULO  XV. 

De  tai  eoau  que  paaaroa  aobro  el  easamlonto  qae  ae  siofló  del 
Priodpe  de  CaaUlla  eoa  la  Reyna  de  Nanrra. 

Estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  la  yilla  de  Madrid, 
OTÍeron  cartea  é  mensageros  del  Conde  de  Lerin ,  un 
caballero  del  Beyno  de  Navarra,  qne  estaba  casado 
oon  hermana  bastarda  del  Bey,  como  el  Bey  de  Na- 
Tarra  era  muerto.  Este  Bey  de  Navarra,  que  se  lia* 
mabaFebus,  era  fijo  del  Principe  de  Navarra,  sobri- 
no del  Bey  fijo  de  su  hermana,  el  qual  murió  ante 
que  oviese  título  de  Bey.  Era  ansimesmo  este  Bey 
Febus  sobrino  del  Bey  de  Francia,  fijo  de  su  herma- 
na. T  el  Bey  de  Francia  trataba  caaamiento  secre- 
tamente á  este  Bey  Febus  de  Navarra,  su  sobrino, 
con  doña  Juana  de  Portogal ;  la  qual ,  según  habe- 
mos  dicho,  estaba  monja  profesa  en  el  monesterío 
de  Santa  CÁara  de  Coimbra.  Porque  pensaba,  fecho 
aquel  casamiento,  que  el  roy  de  Navarra  su  sobrino 
tomaría  título  de  Bey  de  Castilla,  á  causa  de  aque- 
lla Doña  Juana,  é  le  daría  todo  el  favor  que  ovio' 
se  menester  para  poner  división  en  el  Beyno  de 
Castilla,  é  mover  guerra  al  Bey  é  á  la  Beyna;  la 
qual  pedia  facer  dende  el  Beyno  de  Navarra,  por- 
que confina  con  Castilla.  B  no  embargante  las  pa- 
ces é  amistad  que  con  el  Bey  é  con  la  Beyna  tenia 
juradas  é  firmadas,  pero  por  no  se  desapoderar  ^ 
la  posesión  del  Condado  de  Buisellon,  penaando  sa- 
near la  guerra  que  tenia  dentro  de  d  en  tener  lo 
ageno ,  bascaba  guerra  defuera  para  lo  mejor  po« 
seer,  poniendo  en  necesidad  al  Bey  é  á  Ja  Beyna; 
durante  la  qual  creia,  que  no  habría  lugar  de  le  de- 
mandar aquel  Condado,  ni  por  vía  de  armas,  ni  en 
otra  manera.  E  ansimesmo  porque  este  Bey  de  Fran- 
cia ninguna  cosa  facía  habiendo  respecto  á  las  co- 
sas pasadas,  ni  á  las  por  venir,  salvo  lo  que  ala  ho- 
ra le  ocurría,  é  venia  bien.  Estas  cosas  consideía- 
das,  el  Bey  é  la  Beyna,  sabida  la  muerte  del  Bey 
Febus  de  Navarra,  platicaron  con  el  Cardenal  de 
España,  é  con  los  otros  Duques  é  Condes  é  Dotores 
que  estaban  en  su  Consejo  sobra  la  snboesion  de 
aquel  Beyno.  A  los  quales  abiertamente  declararon 
su  voluntad ,  é  dizeron  que  bien  sabían  como  Dios 
por  su  infinita  bondad  loe  había  asentado  en  las  si- 
lias  reales  de  los  Beyes  sus  padres,  é  los  grandes 
reynos  é  provincias  qne  tenían  en  su  señorío ;  é  Dios 
era  sábidor,  que  mas  era  su  intención  de  le  dar  gra<> 
oías  por  la  pas  que  en  ellos  les  había  dado ,  qne  no 
mover  guerra  donde  fuese  deservido;  ni  menos 
querían  adquirir  otroa  Beynos  é  señoríos  |  pues  á 


iao 


OBÓMIOAB  DB  LOB  BETEB  DB  CASTILLA. 


Dio*  graoiifli  los  qve  tenian  eran  g^randea  y  eeten- 
didoa.'  Pero  qae  bien  aabian  la  condición  del  Bey 
Don  Loia  de  Francia ,  y  el  trato  de  amistad  que  te- 
nia con  el  Bey  de  Portogal  ¡  é  como  no  oontento  de 
la  guerra  qae  en  su  favor  fiao  en  la  provinoia  de 
Guipúzcoa,  agora  de  nuevo,  despuea  de  haber  f  eolio 
paa  ó  amistad,  oon  ellos,  habia  tratado  casamiento 
de  aquel  ,Bey  Febus  su  sobrino  con  Dofia  Juana  de 
Portogal  que  estaba  monja,  á  fin  de  mover  guerra 
é  poner  escándalo  en  Castilla.  E  agora  que  era 
muerto  el  Bey  Febus,  creian  que  su  madre  apode- 
raría al  rey  de  Franda  en  las  fortalezas  del  Beyno 
de  Navarra ;  desde  las  quales  habría  lugar  de  facer 
guerra  á  los  Beynos  de  Castilla  é  de  Aragón  con 
'  quien  confinan.  Por  ende  querían  saber  si  sería  bien 
que  se  tratase  casamiento  del  Príncipe  Don  Juan  sn 
fijp  con  una  hermana  de  aquel  Bey  Febus,  á  quien 
pertonescia  el  Beyno  de  Navarra,  por  escusarlosin- 
convinientes  é  guerras  que  se  podrían  seguir  del 
mal  conecto  que  el  Bey  de  Francia  tonia  contra 
ellos ;  el  qual  no  dubdaban  que  lo  pomia  por  obra, 
si  oviese  entrada  en  aquel  Beyno  de  Navarra.  Esta 
matoría  platicada  en  su  Consejo,  él  Cardenal  de 
España,  é  todos  los  otros  que  allí  estaban  con  el  Bey 
é  con  la  Beyna,  acordaron  que  se  debia  tratar  aquel 
casamiento ;  é  ansimesmo  debian  embiar  luego  al- 
gunos capitanes  é  gentes  de  armas,  para  se  apode- 
rar de  todas  las  villas  é  lugares  del  Beyno  de  Na- 
varra^, que  pudiesen  haber,  si  el  Bey  de  Francia 
tentase  de  se  apoderar  del.  Esto  consejo  habido, 
luego  el  Bey  ó  la  Beyíia  embiaron  al  Doctor  Bodrí- 
go  lialdonado,  que  era  de  su  Consejo,  á  la  Prínoe- 
sa  hermana  del  Boy  de  Francia  é  madre  de  aquella 
Sofiora  que  habia  suboedido  por  Beyna  de  Navar- 
ra. Con  el  qual  le  embiaron  á  dedr  prímeramento 
el  pesar  que  habian  habido  de  la  muerto  del  Bey 
Febus  su  fijo,  é  á  le  consolar  sobre  ello.  E  después 
de  le  haber  dicho  las  palabras  que  se  requerían  á  la 
consolación  de  su  trabajo,  mandaron  que  le  ficiese 
fabla  de  casamiento  del  Príncipe  Don  Juan  su  fijo 
oon  su  fija,  que  subcedió  por  Beyna  de  Navarra.  Es- 
to Dotor  Bodrígo  Maldonado  fizo  la  embaxada  en 
la  manera  que  el  Bey  é  la  Beyna  le  mandaron ,  é 
dio  á  entonder  á  la  Princesa  la  grand  utilidad  que 
gele  seguía  de  aquel  casamiento ;  porque  su  fija  so- 
lamento  era  Beyna  de  aquel  pequefio  Beyno  de  Na- 
varra, é  casando  con  el  Príncipe  Don  Juan  de  Cas- 
tilla, esperaba  ser  Beyna  de  los  Beynos  de  Castilla, 
é  de  Aragón,  é  de  Navarra,  ó  de  Sicilia ,  é  de  todos 
los  reynos  é  provincias  é  islas  que  son  en  elsefiorío 
del  Bey  éde  la  Beyna.  Otrosí  porque  aquel  Conde  de 
Lerín ,  que  habernos  dicho ,  era  un  caballero  que 
touia  la  cibdad  de  Pamplona ,  é  gran  parte  en  el 
Beyno  de  Navarra,  y  estaba  en  servicio  del  Bey  6 
de  la  Beyna ;  embiáronle  á  Don  Juan  de  Bibera  con 
gento  de  armas,  para  le  ayudar  á  toner  aquella  cib- 
dad, é  resistir  á  qualquier  gento  de  armas,  que  el 
Bey  de  Francia  embiase  á  se  apoderar  del  Beyno  de 
Navarra. 

La  Princesa  de  Navarra ,  oída  la  embazada  do  ca- 
samiento que  el  Doctor  Maldonado  le  propuso »  res- 


pondió qne  le  piada  modio  da  lo  aoeptar,  é  dar 
forma  oomo  con  la  grada  de  Dioa  se  condnyeie  con 
la  Beyna  sn  fija  ;porque  en  toda  la  duristiandad  no 
podía  haber  tan  alto,  ni  tan  grande  oaaaroiento  oo* 
mo  d  del  Príndpe  de  Castilla,  é  por  otraa  manifies- 
tas utilidades  qne  del  ae  siguian  en  aqnd  Beyno  do 
Navarra.  Pero  que  era  ooaa  raaonable  de  lo  consul- 
tar con  d  Bey  de  Franda,  su  hermano,  é  haber  ao 
parescer  cerca  dallo;  é  and  quedó  de  faoer  por  es- 
tonces d  efeto  aqnd  caaamiento.  El  B^  é  la  Beyna 
mandaron  á  ana  capitanea  que  estovieson  siempre 
con  sos  gentes  de  armas  en  aqnd  Beyno,  para  reaia- 
tir  á  qudquier  gente  franoeaa  qne  viniese  á  apode- 
rarse déL  E  acordaron  que  d  Bey  fuese  á  facer  la 
tda  que  esto  afio  se  debía  facer  en  d  Beyno  do 
Granada,  é  la  Beyna  fueae  á  Logrofio,  ó  á  dgnna 
dbdad  cercana  al  Beyno  de  Navarra,  para  enten- 
der en  aqnd  casamiento  dd  Príndpe  su  fijo,  y  en 
las  otras  cosaa  que  eran  neoesariaa  de  proveer  en 
todas  aqudlaa  partidas  de  Burgos  é  Caatilla  la 
Vieja. 

CAPÍTULO  XVL 

Como  ptfUÓ  el  Roy  U  Mairié  h»  ir  á  Calida. 

Contado  habernos  como  el  Beyno  de  Gdida,  qne 
muchos  tiempos  habia  estado  en  guerrea  y  escín- 
dalos, fué  puesto  en  paz  é  segurídad ;  é  como  Don 
Femando  de  Acufta  y  el  Licendado  Gardlopea  de 
Chinchilla ,  que  el  Bey  é  la  Beyna  embiaron  por 
gobernadores  é  corregidores,  tomaron  dgnnaa  for- 
talezas de  aqnd  Beyno ,  ó  las  puderon  en  poder  de 
personas,  á  quien  el  Bey  ó  la  Beyna  mandaron ;  en- 
tre Isa  qudes  fuó  tomada  la  fortdeza  de  Lugo,  qne 
es  del  Obispo  de  aquella  cibdad,  d  qnd  Obispo 
era  hermano  de  Don  Pero  Alvarezde  Osorio,  Conde 
de  Lémos  é  Sefior  de  Ponferrada.  Esto  Conde  de 
Lémos  era  el  mayor  sefior  de  aquel  Beyno  de  Gali- 
cia, é  ñutiendo  á  injuria  que  la  fortaleza  de  sn  her- 
mano le  fuese  tomada,  visto  qne  Don  Femando  de 
Acufia  y  el  Licenciado  Garoilopez  eran  absentes  de 
aquel  Beyno,  creyendo  que  antes  podría  tomar  la 
fortaleza  que  fuese  socorrida,  acordó  de  la  cercar,  y 
embió  gento  de  armas  de  su  casa  é  de  otros  caba- 
lleros sus  amigos  á  poner  dtio  sobre  ella.  Lo  qual 
aabido  por  d  Bey  é  por  la  Beyna,  embiáronle  á  de- 
dr que  se  maravillaban  de  haber  osadía  para  cer- 
car fortdeza  en  sus  Beynos,  especidmento  aquella 
que  tonia  alcayde  puesto  por  su  mano ;  é  que  le 
mandaban  que  luego  alzase  el  sitio  que  tenia  pues- 
to, é  la  dexase  tener  libremento  d  alcayde  que  por 
su  mandado  la  tonia.  El  Conde,  visto  d  manda- 
miento dd  Bey  é  de  la  Beyna,  respondió  que  Don 
Femando  y  el  licenciado  habian  tomado  aquella 
fortdeza  no  debidamente.  Porque  como  quiera  que 
tovieron  razón  de  tomar  otras  f  ortdezaa  en  aquel 
reyno,  por  se  haber  fecho  dellas  algunos  robos  é 
crimines,  pero  aquella  fortdeza  de  Lugo  dempre 
habia  estado  en  paz,  6  no  se  habian  fecho  ddla  loa 
dafios  que  de  las  otras  que  ae  tomaron  fueron  come- 
tidos. Ansimesmo  embió  decir  que  d  é  sn  casa 


dempr» liábiaa  Mrrido  il  Bey  é  á  la  B^yna,  é  no 
babian  oometido  coia  oonira  ra  semoio ;  é  qae  d 
él  se  movió  áoercar  aqQoUa  fortaleea  de  Lugo,  era 
porque  el  Aloayde  habia  impedido  laa  rentas  del 
Obiepo  in  bermano ,  6  las  tomaba ,  é  babia  f edio 
otros  ezoeeos  oontra  él  é  oontra  sns  yasalloe,  por  do 
meresda  no  solamente  ser  privado  de  aquella  te- 
nencia |  mas  ponido  por  los  males  que  babia  co- 
metido. Por  ende  qne  snplicaba  á  8a  Alteza,  que  no 
pensase  qne  babia  en  él  presnmpoion  de  inobedien- 
cia,  salvo  de  escosar  los  dafios  que  aquel  alcayde 
f  ada  de  cada  dia  á  él  é  al  Obispo  su  hermano ,  é  á 
sus  vasallos  é  rentas.  Bl  Bey  é  la  Beyna,  vista  la  res- 
puesta del  Oonde,  oomo  quier  que  fué  asaa  bumil- 
de ;  pero  porque  no  alió  luego  el  sitio  según  gelo 
amblaran  á  mandar,  ovleron  grand  enojo.  B  luego 
él  Bey  partió  para  ú  Keyno  de  Galicia  á  punir  al 
Oonde  por  aquella  osadía  que  cometió;  y  en  el  ca- 
mino le  vino  la  nueva  oomo  el  Oonde  babia  aliado 
él  sitio,  porque  le  dieron  á  entender  el  enojo  que  el 
Bey  é  la  Beyna  hablan  mostrado  por  lo  haber  pues- 
to. E  no  embargante  que  el  Bey  sopo  oomo  el  sitio 
era  alsado,  todavia  oontinó  su  camino  para  ir  con- 
tra el  Oonde.  B  quando  Uegó  á  la  dbdad  de  Astor- 
ga,  sopo  que  el  Oonde  era  muerto ,  é  no  pasó  mas 
adelante,  porque  habia  de  ser  á  dia  cierto  en  la  cib- 
dad  de  Oórdoba,  donde  el  Bey  é  la  Beyna  manda- 
ron que  se  juntasen  oiertos  caballeros  é  gentes  de 
armas  é  peones,  para  entrar  á  facer  la  tala  en  la  ve- 
ga de  Qranada.  Este  Oonde  de  Lémos  dexó  fijas  le- 
gitimas, é  no  dezó  fijo  vsron  ninguno  que  heredase 
su  casa ;  é  un  fijo  que  la  heredaba,  murió  en  vida  de 
su  padre,  sin  dexar  fijo  legitimo,  salvo  un  bastardo 
que  se  llamaba  Don  Bodrigo,  moso  de  veinte  afios, 
á  quien  el  Oonde  su  abuelo  en  su  vida  apoderó  de 
las  villas  é  f  ortaleaas  que  tenia ;  porque  su  volun- 
tad era  que  aquel  heredase  su  casa  aunque  era  bas- 
tardo. Bste  Oonde  Don  Bodrigo  luego  como  murió 
él  Oonde  su  abuelo,  tomó  titulo  de  Oonde  de  Lémos, 
é  juntáronse  Oon  él  todos  los  criados  del  Oonde  á  le 
sorvir,  é  favorescer,  para  que  heredase  su  casa.  La 
qual  Don  Bodrigo  Alonso  Pimentel,  Oonde  de  Be- 
navente,  decia  que  pertenescia  á  la  fija  mayor  del 
Oonde  de  Lémos,  que  era  desposada  con  su  fijo,  por- 
que era  legitima,  é  aquel  Don  Bodrigo  era  bastar- 
do é  no  debia  heredar.  E  para  haber  la  posesión  de 
aquella  casa  é  rentas  para  la  esposa  de  su  fijo,  jun- 
tó gentes,  ansí  de  su  casa,  como  de  sus  parientes  é 
amigos.  Ansimesmo  Don  Bodrigo  que  se  intitulaba 
Oonde  de  Lémos,  juntó  gentes  para  le  resistir ;  por- 
que decia  que  le  pertenesda ,  ansí  por  virtud  del 
testamento  que  el  Oonde  de  Lémos  su  abudo  fiao, 
en  el  qud  le  constituyó  heredero  en  todos  sus  bie- 
nes, oomo  porque  aunque  él  era  bastardo  habia  sey- 
do  legitimado  por  bula  dd  Papa*  B  sobre  este  de. 
bate  se  juntó  mudia  gente  de  los  parientes  é  amigos 
de  la  una  parte  é  de  la  otra,  donde  se  esperaban 
guerras  é  otros  inoonvinientes«  Lo  qud  sabido  por 
el  Bey,  como  quiera  que  le  era  neoesario  partir  pa- 
ra el  Andduoia,  pero  detóvose  en  aquella  cibdadde 
Aitorga  dgnnos  dias  |  y  embió  mandar  á  aquellos 


f  4 

á  T>OÍlk  ÍBkAtL  t6L 

dos  Oondes,  é  á  la  gente  de  armae  que  con  eDos  es-  . 
tabau,  que  luego  se  derramasen  é  desasen  aqud  es- 
cándalo, é  veniesen  el  uno  y  d  otro  á  la  dbdad  de 
Astorga,  é  mostrasen  sus  derechos  que  tenian  á  loa 
bienes  del  Oonde  de  Lémos,  y  él  les  mandarla  guar- 
dar su  jostida.  Estos  dos  Oondes  derramaron  luego 
la  gente  qne  tenian  junta ,  según  por  d  Bey  les  fué 
mandado,  é  vinieron  á  la  dbdad  de  Astorga.  El  Bey 
puso  tregua  entre  ellos,  fasta  que  su  debate  fuese 
determinado  por  justicia.  Otrod  tomó  la  villa  de 
Ponf errada  de  que  estaba  apoderado  aquel  Oonde 
Don  Bodrigo,  é  dio  la  tenencia  ddla  áDon  Enrique 
Enriques,  su  tío  é  su  Mayordomo  mayor,  para  que  la 
toviese  dertos  dias ;  y  el  Bey  é  la  Beyna  mandaron 
entregar  una  de  doa  fortdesas  que  hay  en  aquella 
villa  á  un  caballero  oontino  de  su  casa,  que  se  lla- 
maba Jorge  de  Mendafto,  que  la  toviese  derto  tiem- 
po, en  el  qud  se  habia  de  ver  d  derecho  de  las  par- 
tes. B  luego  partió  el  Bey  de  la  dbdad  de  Astoiga, 
é  vino  para  la  villa  de  Madrid  |  donde  la  Beyna  es- 
taba. 

OAPÍTÜLO  xvn. 

SIfsraM  las  Msti  ဠ la  fiam  áel  alo  de  mil  é  qsitrodeatoi  é 
Mhenla  é  tres  aflos.  De  «a  eagiio  qae  aa  eaeaáero  lie  4  les 
moros,  é  de  lo  qae  el  Rey  é  la  Reyaa  sobre  ello  leieroa. 

La  guerra  de  los  moros  todos  los  dias  se  oontina- 
ba.  El  Maestre  de  Santiago,  y  el  Duque  de  Náxera, 
á  quien  el  Bey  é  la  Beyna  dieron  cargo  de  la  fron- 
tera por  la  parte  de  Jaén,  y  el  Duque  de  Medinasi- 
donia,y  el  Marqués  de  Oális,  y  el  Adelantado  del 
Andaluda,  é  Juan  de  Benavides,  é  Don  Juan  Oha- 
oon.  Adelantado  de  Murda,  cada  uno  por  su  parte 
fadan  entradas  é  tdas,  é  destruían  la  tierra  de  los 
moros.  Los  moros  ansimesmo  entraban  en  la  tierra 
de  los  christianos,  é  llevaban  ganados  é  prisione- 
ros ;  pero  los  moros  reoebian  tanto  dafio  en  su  tíer* 
ra  é  por  tantas  partes,  que  estaban  oprimidos,  é  pa- 
decían mengua  de  pan  por  las  talas  que  les  ¿wian. 
B  la  mayor  fatiga  que  tenian  era  estar  la  c¡l>dad  de 
, Alhema  en  poder  de  christianos;  porque  estaba  en 
td  comarca,  que  los  moros  no  podían  andar  libre- 
mente por  aquellas  partes  ,  sino  á  gran  pdigro  de 
ser  muertos  ó  presos  por  la  gente  que  el  Bey  é  la 
Beyna  tenian  en  guardado  aquella  dbdad.  Aoaesdó 
que  un  escudero  de  los  que  estaban  en  la  capitanía 
de  Diego  Lopes  de  Ayala,  que  se  llamaba  Juan  de 
Oonral,  borne  de  astndas  oautdosas,  conocida  la  vo- 
luntad que  los  moros  tenian  de  recobrar  á  Alhama, 
con  proponte  de  los  burlar  procuró  seguro  del  Bey 
de  Qranada  para  ir  á  fablar  oon  éU  Habido  el  se- 
guro, la  fabla  que  le  fizo  fué,  que  faria  que  el  Bey 
é  la  Beyna  le  restituyesen  i  Alhama,  d  el  Bey  de 
Granada  diese. cierto  número  de  doblas  é  captivos. 
El  Bey  de  Qranada  é  los  cabeceras  que  oyeron  aquel 
partido  fueron  muy  alegres;  é  prometieron  de  tor- 
nar á  Zahara,  é  soltar  todos  loe  captivos  que  oviese 
en  el  Bdno  de  Qranada,  é  de  dar  luego  treinta  mil 
doblas  en  servido  al  Bey  Ó  á  la  Beyna. 'E  allende 
desto,  d  les  quínese  otorgar  tregua,  darian  una  gran 
suma  de  doblas  en  parias  cada  un  alto  de  quantos 


8¿2  OB¿NIOAS  DS  LOS  BKYBB  DÍ  OABChit 

gplfk  otargasoL  Isto  Joan  da  Corral  vino  oon  eata 

partído  al  Boy  é  á  la  Reyna,  é  no  lea  dixo  laa  ooaaa 

qne  al  Bey  da  Chranada  lea  ofreació;  pero  dizolaa 

qne  al  Rey  de  Granada  lea  reatitoma  á  Zahara,  ó 

oon  ella  lea  daría  otroa  oaatílloa  é  villaa  del  Reino 

de  Granada,  que  aon  frontera  da  Oaatilla,  é  aoltaria 

todoa  loa  ohriatíanoa  qne  eataban  oaptÍToa,  é  darían 

nnagranaamade.doblaa  ai  la  tomaaen  la  oibdad 

da  Alhama, 

Al  Rey  é  á  la  Reyna  plogo  de  aqnel  partído,  é 
acordaron  de  la  restituir  á  Alhamai  é  leadartregnaa 
por  ciertos  afioa,  oompliendoelloa  aquello  que  aquel 
Juan  de  Corral  de  au  parte  loa  ofreada;  porque  era 
mucho  maa  en  cantidad  y  en  calidad  da  lo  que  Al- 
hama  era.  E  mandaron  dar  au  carta  á  eata  Juan  da 
Corral  oondicionalmente :  contiena  á  aaber  que  en- 
tregando loa  morca  aquellas  TÍllaa  é  oaatílloa ,  é  laa 
doblas  é  loa  oaptÍToa  que  prometían ,  la  daban  fa- 
cultad para  que  de  au  parta  lea  prometleae  que  Al- 
bama  lea  aeria  reatítuida.  Esta  Juan  de  Corral  fué 
con  esta  poder,  firmado  de  loa  nombrea  del  Rey  é 
de  la  Reyna,  é  sellado  oon  au  aello  real,  al  Rey  mo- 
ro. El  qual  oidaa  laa  palabraa  blandaa ,  é  promeaaa 
graciosaa  que  le  fiao,  mirando  aclámente  á  la  firma 
é  al  sello  del  Rey  é  de  la  Reyna,  é  no  azaminando 
el  poder  limitado  que  dieron ,  ni  la  condición  que 
an  él  se  contenia,  dieron  á  eata  Juan  da  Corral  der- 
taa  doblas  é  captiToa,  oon  lo  qual  muy  contento  de 
sí  mesmo,  porque  habia  sabido  engafiar  á  loa  moros, 
vino  para  el  Duque  de  Náxera.  El  Rey  da  Granada 
oonoscido  al  angafio  que  aqnel  eacudero  habia  fe- 
cho, embió  á  decir  con  aua  axeaa  al  Duque  de  Ná- 
xera la  contratación  engafioaa  que  con  él  habia  fe- 
cho aquel  eacudero,  é  lo  que  la  habia  dado ,  porque 
le  moatró  poder  del  Rey  é  de  la  Reyna.  E  que  no  le 
habia  eogafiado  Juan  de  Corral,  sino  la  firma  é  se- 
llo que  vido  de  tan  altea  é  tan  poderoaos  reyea ;  los 
qualea  á  aemejantea  menaagaroa  no  debían  confiar 
ana  cartas  limitadaa  ni  en  otra  manera ,  porque  so 
color  dellaa  laa  gentea  ignorantaa  no  recibiesen  en- 
gafios.  El  Duque  dt»  Náxera  aabida  la  manara  da 
aquel  angafio,  embió  aquel  Juan  de  Corral  á  la  yílla* 
de  Madrid  donde  el  Rey  6  la  Reyna  estaban ;  á  loa 
qualea  embió  á  decir  la  querella  que  loa  morca  te- 
nían, por  la  manera  que  habia  tenido  para  loa  enga- 
fiar. El  Rey  é  la  Reyna  fueron  muy  indinadoa  con- 
tra aquel  eacudero,  ó  mandáronle  prender,  y  embiá- 
ronle  preso  al  Duque  de  Náxera ;  al  qual  amblaron  á 
mandar  que  le  ficieae  restítuír  luego  las  doblaa  é 
otroa  qnaleaquier  doñea  que  habia  recebido  de  loa 
moros ;  é  mandaron  pagar  el  rescate  que  fué  apre- 
ciado por  loa  captívoa  ohristíanos  que  habían  solta- 
do. E  si  luego  no  lo  restituyese,  que  gelo  antregaaa 
preao ,  para  que  ficieaen  del  lo  que  les  ploguiese, 
porque  ninguno  de  sus  mensageroa  no  CTÍeaa  cauaii 
de  engafiar  con  color  da  ana  letras.  El  Duque  da 
Náxera,  visto  el  mandamiento  del  Rey  ó  de  la  Rey- 
na, embió  preao  aquel  Juan  de  Corral  ala  dbdadde 
Anteqnera;  en  la  qual  estovo  preao  en  poder  del  Al- 
cayda,  fasta  que  enteramente  restituyó  todo  lo  que 
babía  habido  de  loa  moroa« 


CAPÍTULO  XVilL 

De  li  aisnt  o*  m  eontiaó  coatra  Im  Ulu  U  Ciasfli. 

Dicho  habemoa  como  la  Reyna  mandó  Ufin  graod 
annada  por  la  mar  para  ir  á  conquistar  laa  ialaa  da 
Canaria ,  é  como  embió  por  capitán  á  un  caballero 
que  ae  llamaba  Pedro  de  Yeiyi,  natural  da  la  oibdad 
de  Xerea  de  la  Frontera,  el  qual  ganó  algunas  vi- 
llaa de  aquelloa  Canarioa.  Esta  conquiata  aiempre  ae 
oontínó  por  aquel  capitán  oon  la  gente  é  proviaio- 
naa  que  la  Reyna  le  embiaba  en  la  flota,  que  conti- 
namente tenía  en  la  mar ;  loa  qnalea  ganaron  las  ia- 
laa que  ae  dicen  la  gran  Canaria,  en  la  qnal  aqnel 
Pedro  de  Yera  ó  la  gente  de  au  capitanía  paaaron 
grandes  trabajoa,  anal  de  las  ooaaa  neceaaríu  al  vea- 
tir  ó  al  oomer,  porque  habían  de  eaperar  que  lea  vi- 
nieae  por  la  mar,  como  en  la  guerra  que  habían  oon 
aquella  gente  báíbara.  Loa  qualea,  como  quiera  qna 
no  tenían  armaa,  pero  peleaban  con  piadraa  ó  palca 
agudos  con  pedemalea,  é  loa  tiroa  que  facían  eran 
tan  ciertoa,  qne  ninguno  erraba  donde  queria  dar ; 
é  tiraban  recio ,  que  pasaban  una  adarga ,  é  oon  tan 
grand  osadía  arremetían  á  f  arir,  que  poaponian  él 
morir  por  el  matar.  Estos  Canarioa  andaban  deanu- 
dos  de  la  cintura  arriba,  é  con  yervaa  é  pellejoa  ae 
cubrían  de  la  cintura  abaxo,  y  eran  muy  diestros  en 
el  pelear  por  el  contino  exeroicio  qne  tenían  en  laa 
guerrea  que  habían  unoa  con  otroa.  Eata  isla  da  la 
gran  Canaria  fuera  díficíl  de  ae  ganar,  aalvo  porque 
había  en  ella  dea  reyea  contrarioa  uno  de  otro ;  y 
él  uno  por  haber  venganza  del  otro  au  enemigo,  se 
juntó  con  este  Pedro  de  Vera  oapitan,  6  oon  el  ayu- 
da que  le  dio,  fué  vencido  el  Rey  au  contrario.  B 
aquel  capitán  se  apoderó  de  toda  la  iala,  é  la  puao 
en  obediencia  del  Rey  é  de  la  Reyna;  y  embió  á 
este  rey  que  le  ayudó  é  á  au  mugar  á  la  villa  de 
Madrid  (1),  do  el  Rey  é  la  Reyna  eataban ;  loa  qua- 
les  mandaron  proveer  de  todaa  laa  ooaaa  neoeaaríaa 
i  elloa  é  á  todoa  los  Canarioa  que  oon  elloa  vi- 
nieron. 


CAPÍTULO 


Como  los  ñoras  éeibanbiroa  al  Maestre  ie  SaalUfo»  é  si  Var- 
qaéa  de  Cáliz,  é  4  otroi  aballeroa  é  upllaaei. 

El  Maeatre  de  Santiago  Don  Alonso  de  Cárdenas, 
á  quien  el  Rey  é  la  Reyna  dieron  cargo  da  la  fron- 
tera do  los  moros  por  la  parte  de  Ecija,  é  Don  Ro- 
drigo Ponce  de  Leen,  Marquéa  de  Calía,  fueron  in- 
formados por  algunos  adalidea  que  podrian  facer 
guerra  á  loa  moros  qne  vivían  en  unaa  grandea  sier- 
ras oercanaa  á  la  mar,  que  se  decían  el  Axarquía,  é 
que  había  un  lugar  cercano  de  la  oibdad  de  Málaga 
por  donde  laa  batallaa  de  la  gente  que  llevaaan  po- 
drian entrar  é  salir  aeguramente  sin  recelo  de  rece« 


(1)  Pié  eito  por  ISBlo  de  sita  alo.  Do  lai  UIu  Cisiriu  y  m 
eonqoiiUi  y  nedloi  como  Pedro  de  Vera  traio  oso  do  loi(  dos  ra- 
yeeá  Caftllla,  babld  mof  lirgameote  el  Cen  do  loo  Palacios* 


DONtlSBNANDO 

Mr  dallo  de  1m  moroi.  B  porque  Mtbian  qao  en  Mi- 
lega  tiebie  por  estonoee  poooa  hornea  á  caballo,  oo- 
mo  eetoa  eaballeros  faeron  avisadoe  del  estado  de 
la  tierra,  aoordaron  de  juntar  sos  gentes.  B  ficiéron-* 
lo  saber  á  Don  Juan  de  Silva,  Conde  de  Oifuentes, 
qne  estaba  por  guarda  é  Asistente  de  la  oibdad  de 
Sevilla ,  é  á  Don  Alonso,  Sefior  de  la  oasa  de  Agui« 
lar,  é  A  Don  Pero  Bnriquea,  Adelantado  del  Anda- 
lucia  ;  los  quales  con  sus  gentes  se  juntaron  con  el 
Maestre  é  oon  el  Marqués  de  Calis  para  facer  aque* 
Ha  entrada.  JuntAronse  ansimesmo  con  estos  caba- 
lleros Bemardino  Manrique,  fijo  de  Garci  Femandes 
Manriqne,  que  tenia  la  guarda  i  la  justicia  de  la 
dbdad  de  Córdoba,  é  Juan  de  Bobres,  Alcayde  6 
Corregidor  de  la  cibdad  de  Xeres,  oon  las  gentes 
de  aquellas  dbdades ;  é  los  Aloajdes  de  Antequera 
é  Morón  é  Arohidona  é  de  otras  f ortaleeas  coreanas 
de  tienra  de  moros ;  6  ansimesmo  Juan  de  Aimaras 
é  Bemal  Francés,  capitanes  de  cierta  gente  de  ar- 
mas de  les  hermandades,  á  quien  el  Bey  é  la  Beyna 
mandaron  que  estoyiesen  en  aquella  frontera  A  la 
gobernación  del  Maestre  de  Santiago.  Betos  caba- 
lleros juntaron  sus  gentes  de  A  caballo  6  de  pié.  B 
porque  tantos  é  tales  caballeros,  é  con  tanta  gente 
facian  entrada  en  tierra  de  moros,  otros  algunos  de 
las  cibdades  de  Serilla,  é  de  Córdoba,  é  de  Bdja,  é 
de  aquellas  comarcas ,  dellos  movidos  por  senricio 
de  Dice,  otros  por  ganar  honra,  é  otros  por  haber 
robos,  se  movieron  do  su  voluntad  A  ir  con  ellos. 
Porque  creian,  según  la  mengua  de  gentes  é  de  ca- 
ballos é  las  otras  fatigas  que  los  moros  de  cada  dia 
hablan  recebido,  que  no  iomian  fuensas  para  resis- 
tir al  poder  que  estos  caballeros  llevaban.  Todos  es- 
tos capitanes  con  sus  gentes  se  juntaron  en  la  cib- 
dad de  Antequera,  donde  ovieron  diversos  conse- 
jos. Bl  voto  de  algunos  ere  que  entrasen  unos  A  unas 
partes,  é  otros  A  otras.  Algunos  caballeros  que  sa- 
bían aquella  tierra,  dixeron  que  la  atperesa  de 
aquellas  montafias  era  defensa  de  las  gentes  que  las 
moraban ;  é  que  quando  los  venciesen  habrían  poco 
provecho,  porque  eran  pobres  de  ganados  j  ellos 
se  defenderían  en  las  sierras  j  en  los  lugares  Aspe- 
ros,  é  dedan  qne  en  las  guerras  no  se  debía  aven- 
turar lo  mucho  por  haber  lo  poco.  Al  fin  por  aviso 
de  aquellos  adalides  aoordaron  de  entrar  en  aque- 
llas partes,  é  ordenaron  sus  batallas  en  esta  mane- 
ra. Don  Alonso,  Sefior  de  la  casa  de  Aguilar,  y  el 
Adelantado  del  Andalucía  tomaron  cargo  de  llevar 
el  avanguarda,  é  oon  estos  iban  por  guiadores  los 
adalides.  Después  de  aquella  batalla  iba  el  Conde 
de  ClfuenteSy  do  iban  algunos  homes  principales  de 
la  dbdad  de  SeviUa.  Bl  Marqués  de  CAfia  iba  des- 
pués deeta  batalla  oon  la  gente  de  su  oasa,  é  otros 
algones  tMbaUeros  del  Andalnda.  La  reguarda  lle- 
vaba el  Maeetre  de  Ssntiago  con  los  caballeros  de 
su  Orden,  ¿  de  la  cibdad  de  Bdja.  Bstos  caballeros 
é  gentes  llevaban  gran  recuage  de  acémilas  é  bes- 
tias, en  qne  iban  providones  para  los  días  que  en 
tierra  de  moros  estoviesen.  Las  batallas  ordenadas 
m  esta  manera,  partieron  de  la  dbdad  de  Anteque- 
m  mi  din  IGArooles  del  mes  de  Mansoí  é  andovieron 


á  DoérA  IBABBL. 


éé& 


I 


todo  aqud  dia  é  la  noche  signiente.  B  como  aquella 
tierra  adonde  habían  acordado  de  ir  es  metida  en 
tierra  de  los  moros,  no  pudieron  llegar  allA  fasta 
otro  dia  Jueves.  Aqud  día  ya  bien  tarde  llegaron  A 
algunas  aldeas,  que  son  «i  aquella  tierra  de  Axar- 
quía;  é  por  ser  mucha  la  gente  de  los  christianos ,  é 
haber  tardado  tanto  en  la  entrada,  fueron  sentidos 
antes  que  «itrasen ;  é  los  moros  ovieron  lugar  de 
alzar  sus  ganados  é  bienes,  é  se  retrser  A  las  torres 
A  derras  é  otros  lugares  fuertes  que  estaban  en  aque- 
lla tierra.  B  por  esta  causa  los  diristianos  no  pudie- 
ron tomar  sdvo  pocos  ganados  é  pridoneros;  pero 
quemaron  algunas  aldeas  que  fallaron  despobladas. 
Aquellos  caballeros  é  capitanes  que  llevaban  la  de- 
lantera, é  algunos  otros,  se  derramaron  por  todas 
partes  A  buscar  robos  de  ganados  6  de  prisioneros; 
el  Maestre  iba  en  la  retaguarda,  é  llevaba  su  gente 
junta.  B  pasando  por  una  aldea  de  las  quemadas 
que  se  llamaba  Molinete,  salieron  los  moros  que  es- 
taban recogidos  en  el  castillo;  é  como  vieron  A  la 
gente  de  cabdlo  que  el  Maestre  llevaba  metida  en 
unas  grandes  ramblas  é  barrancos,  donde  los  caba- 
lleros no  se  podían  bien  rodear  oon  los  caballos,  sa- 
lieron de  la  fortaleza  é  pelearon  con  ellos.  Y  en 
aquella  f  acíenda  recibió  el  Maestre  dafio  en  los  su- 
yos, que  los  veía  ferir  é  matar  dn  los  poder  socor- 
rer, ansí  porque  estaba  defendiéndose  de  los  mo- 
ros, como  por  la  mda  dispusidon  de  los  lugares ;  y 
embió  llamar  la  gente  que  iba  delante,  que  le  vi- 
niesen A  socorrer.  Bl  Marqués  de  CAlis  quando  sopo 
que  los  moros  peleaban  con  el  Maestre ,  é  le  fadan 
dafio  en  su  batalla,  tomó  A  le  socorrer  con  la  gente 
de  caballo  é  oon  algunos  peones  que  pudo  recoger. 
B  con  el  socorro  que  el  Marqués  fizo,  los  mojros  se 
retraxeron,  y  el  Maestre  é  su  gente  pudieron  salir 
de  aqudlos  malos  pasos  en  que  estaban  metidos.  Los 
otros  caballeros  é  capitanes  que  iban  en  la  ddante- 
ra,  habían  quemado  dgunas  aldeas  é  andaban  der- 
ramados buscando  ganados  é  prisioneros.  B  porque 
no  sabían  los  malos  pasos  que  en  aquella  tierra  ha- 
bía, metíanse  en  talos  vdles  é  angosturas,  que  re- 
oebian  algunoe  dafios  de  loe  moros  que  salían  A  ellos 
de  unas  partes  é  de  otras,  veyéndolos  abarrancados. 
Bl  Conde  é  Don  Alonso  y  el  Adelantado,  como  so- 
pieron  que  los  moros  peleaban  oon  el  Maestre  é  con 
d  Marqués,  recogiéronse,  é  vinieron  donde  d  Maes- 
tre y  el  Marqués  estaban ;  los  quales  juntos,  porque 
conoderon  que  la  dispusidon  de  aquella  tierra  era 
mas  para  recebir  dafio  que  para  lo  faoer,  espedal- 
mente  porque  todos  los  homes  é  mugeres  eran  re* 
trddos  con  sus  bienes,  acordaron  de  dezar  la  presa 
de  algunos  ganados  que  habían  tomado,  porque  les 
impedía  la  salida,  A  volver  A  tierra  segura.  B  man- 
daron A  los  adalides  que  los  guiasen  para  salir  de 
aquellas  ramblas  é  lugares  Ásperos.  Los  adalides  A 
quien  cometieron  la  guia,  pensando  llevar  la  gente 
por  lugar  mas  seguro,  tomaron  camino  de  una  der- 
ra  tan  alta  é  tan  fragosa,  por  donde  d  peen  podía 
andar  A  gran  pena.  Los  moros  todo  aquel  día  é  la 
noche  pasada,  según  su  costumbre,  fideron  gran- 
des fuegos  por  muchu  partes  en  las  cumbres  de  1«9 


m 


bBóÑioAé  bk  LOS  ttÉns  db  tiABtrLhk. 


•ierniB  y  en  otros  Ingaroa  altos;  é  jimtároiiBa  ma- 
chos de  los  que  moraban  en  aquella  serranía »  é  to- 
maron la  delantera  por  donde  iban  los  christianos,  é 
dende  aquellos  lagares  faoian  en  ellos  grandes  da- 
fios  con  piedras  é  saetas  que  tiraban  por  los  lados 
en  la  reguarda  que.  llevaba  el  Maestre.  B  los  ohris- 
tianos  trabajando  por  salir  de  los  malos  pasos  don- 
de estaban  metidos,  sobrevino  la  noche.  B  recelan- 
do que  en  aquel  camino  por  do  eran  guiados  no  re« 
oibiesen  mas  dafio ,  volvieron  á  pasar  un  arroyo  fon- 
do debaxo  de  una  sierra  fragosa,  que  los  moros  ha- 
bían ya  subido.  Quando  los  moros  vieron  á  los  ohris- 
tianos  metidos  en  aquel  valle  angosto,  desde  las 
alturas  tiraban  piedras  y  esquinas,  é  mataban  mu- 
chos ohristianos;  ó  algunos  de  los  que  se  aventura- 
ban á  subir  la  sierra  por  escapar,  morian  cayendo  de 
los  barrancos  altos,  porque  la  esouridad  de  la  noche 
les  impedia,  de  manera  que  ni  veian,  ni  sabian  el 
tino  por  do  hablan  de  subir.  £  oyendo  los  alaridos 
de  loa  moros,  é  turbados  con  la  esouridad  de  la  no* 
che  é  con  la  aspereza  del  lugar,  enfiaquescian,  é  no 
sabian  que  remedio  diesen  á  la  perdición  que  veian; 
é  sufriendo  esta  pena  estovieron  fasta  la  media 
noche. 

El  Maestre  é  aquellos  caballeros  é  capitanes,  ve- 
yendo  á  sus  parientes  é  criados  é  á  las  otras  gentes 
de  BUS  capitanías,  á  unos  caer  muertos,  é  á  otros  llo- 
rar sus  f cridas,  é  á  otros  gemir  su  flaqueza;  ó  como 
no  tenian  fuerzas  para  pelear,  ni  con  el  cansancio 
de  la  noche  é  de  los  dias  pasados  podían  salir  de 
aquella  fondura  do  estaban  señoreados  de  los  mo- 
ros: t Muramos,  dixo  el  Maestre,  faciendo  camino 
9 con  el  corazón,  pues  no  lo  podemos  facer  con  las 
9 armas,  é  no  muramos  aquí  muerte  tan  torpe.  6u- 
» hamos  esta  sierra  como  homes,  é  no  estemos  abar- 
» raneados  esperando  la  muerte,  é  veyendo  morir 
9 nuestras  gentes,  no  las  pudiendo  valer.»  B  dicien- 
do estas  palabras,  delios  á  caballo,  dellos  á  pié,  acor- 
daron de  se  poner  al  peligro  que  podían  recebir  en 
la  subida  de  la  sierra,  é  no  al  que  veían  estando  en 
aquel  valle.  E  defendiéndose  como  mejor  pudieron, 
subieron  fasta  donde  los  moros  estaban.  En  aquella 
subida  se  perdió  el  Alférez  del  Maestre  con  su  se- 
fia,  que  se  llamaba  el  Oomendador  Diego  Becerra, 
cuya  era  Torre  Mexf a ;  é  murió  peleando  un  caballe- 
ro primo  del  Maestre  que  se  llamaba  Joan  Osorío,  é 
Juan  de  Bazan ,  Sefior  de  la  Granja ;  é  otros  muchos 
de  sus  parientes  ó  criados,  6  de  los  otros  caballeros 
que  trabajando  por  subir  i  lo  alto,  caian  con  la 
fuerza  de  las  esquinas  é  piedras  grandes  que  los 
moros  derribaban.  £1  Marqués  que  subió  por  otra 
parte  guiándolo  un  adalid,  pasó  adelante  de  aque- 
lla sierra  con  la  gente  que  le  había  quedado  de  su 
batalla.  El  Maestre  y  el  Oonde  de  Oifuentes  é  Don 
Alonso  de  Aguilar  y  el  Adelantado  é  los  otros  capi- 
tanes, que  habían  de  seguir  la  vía  que  el  Marqués 
llevaba,  ansí  porque  quedaron  peleando  con  los  mo- 
ros, como  porque  fueron  impedidos  con  la  esourí* 
dad  de  la  noche,  é  turbados  veyéndose  rodeados  de 
los  moros  por  todas  partes,  no  pudieron  seguir  el 
camino  que  él  Marqués  había  llevado ,  6  fuéles  ne- 


oesario  desoender  á  otro  vallo.  B  los  moMs  ovtéron 
lugar  de  se  poner  entre  la  batalla  del  Marqués  é  del 
Maestre  é  de  los  otros  caballeros,  de  manera  qne  no 
podían  socorrer  los  unos  á  los  otros,  ni  menos  los 
que  estaban  juntos  se  podían  ayudar;  porque  oada 
uno  trabajaba  lo  que  pedia  por  se  salvar  de  los  ti- 
ros de  piedras  é  saetas  que  por  todas  partes  tiraban 
los  moros  que  sabian  bien  aquella  tierra  é  los  malos 
lugares  donde  la  fortuna  metió  loa  christianos*  El 
Marqués  de  Celia ,  que  pasó  adelante,  metióse  con 
la  gente  que  le  quedó  en  un  valle,  penaando  en  él 
estar  mas  seguro,  é  recoger  las  otras  gentes  que  ve* 
nían  en  la  rezaga.  B  alguna  parte  de  los  moros  qne 
tenian  tomada  la  delantera,  salieron  al  enooentro,  é 
pelearon  con  él  é  con  la  otra  gente  que  le  pudo  acom- 
pafiar.  B  oomo  quier  que  fizo  rostro  á  los  moros  é 
peleóroon  ellos,  pero  oomo  su  gente  estaba  caneada 
del  trabajo  que  habían  pasado  en  subir  aquellas 
sierras,  é  muchos  dellos  tridos,  é  los  moros  salían 
todavía  mas  de  refresco,  é  sabían  los  paaos  donde 
podían  pelear  á  su  salvo ;  los  que  estaban  con  el 
Marquéa  no  pudiendo  sofrír  la  fuerza  de  los  moros 
que  entraban  ya  por  ellos,  fueron  desbaratados;  é 
los  que  tovíeron  fuerzas  para  fuír  se  pusieron  en 
fuida,  é  todos  los  otros  fueron  muertos  é  presos.  Bl 
Marqués  visto  el  destrozo  de  los  suyos,  tomó  otro 
caballo,  porque  el  suyo  ya  estaba  cansado  é  mal  fe- 
rido,  é  guiándole  un  adalid  por  una  aierra  alta  que 
duraba  quatro  leguas,  se  pudo  salvar.  B  los  moros 
siguieron  el  alcance  fasta  medía  legua,  matando  é 
capüvando  muchos  de  los  christianos.  Allí  en  aquel 
destrozo  mataron  los  moros  á  Don  Diego,  ó  á  Don 
Lope ,  é  á  Don  Beltran ,  hermanos  del  Marqués ,  é  á 
Don  Lorenzo,  é  á  Don  Manuel,  sus  sobrinos,  ó  otros 
muchos  de  sus  parientes  é  criados,  é  de  los  otros 
que  se  llegaron  á  su  compañía.  £1  Maestro  de  San- 
tiago y  el  Conde  de  Cifuentes  y  el  Adelantado  é  Don 
Alonso  de  Aguilar  é  los  otros  capitanes  con  las  otras 
gentes  que  quedaron  en  una  ladera  de  aquella  sier- 
ra, oomo  estaban  muy  cansados  y  enflaquecidos  de 
los  trabajos  de  la  noche  é  de  los  diaa  pasados,  é  no 
sabian  los  pasos  de  aquella  sierra,  oaían  muchos  al 
fondo  del  valle.  Otros  se  metían  en  poder  de  los  ene* 
migos,  porque  elegían  antes  perder  la  libertad  que 
la  vida,  pues  no  podían  pelear.  Los  moros  daban 
grandes  alaridos  con  el  orgullo  del  vencimiento ;  é 
los  ohristianos  gemían  las  muertes  que  veían  de  los 
suyos,  é  las  que  ellos  esperaban.  Los  caballeros  é  ca- 
pitanes principales  puestos  en  angustia  é  no  veyen- 
do reparo,  estaban  turbados,  é  fallecíales  el  conse- 
jo, porque  todas  sos  gentes  estaban  derramadas  por 
aquellas  sierras,  é  tan  grande  era  él  temor  qne  te- 
nían, que  ninguno  sabia  de  su  compafiero  ni  le  po- 
día ayudar.  A  tal  estado  vinieron  los  christianos  en 
aquella  hora,  que  ni  oían  sefial  de  trompeta,  ni 
veian  sefia  que  guardasen,  ni  donde  se  acaudilla- 
sen. El  Maestre  de  Santiago,  visto  el  perdimiento 
de  aquella  hueste,  dixo:  «O  Dios  bueno,  grande  es 
»por  cierto  la  ira  que  el  día  de  hoy  has  querido  moa- 
Btrar  contra  los  tuyos,  pues  vemos  que  la  gran 
B  desesperación  que  estos  moros  tenían ,  goles  hf 


IX)Ñ  nSBNAKDO  ft  DOftA  I8ABIL. 


BOonTeittdo  «n  tal  oíadifti  pan  qae  rin  tnoas  ha- 
>/an  TÍoioria  de  noeotrof  armadiNki  Algimoa  da  toa 
parientea  é  oriadoa  qoa  oon  él  eaUbaui  le  dixetons 
iTa  vedea,  Sefior,  eate  perdimiento;  dexad  el  ea- 
•fne^ao  para  pelear,  é  habed  conato  para  eaoapar, 
•puea  yedea  que  no  hay  otro  remedio ,  aino  poneroa 
•en  aalTO,  porque  no  padeacaia  Yoa|  é  oon  Toa  to- 
•doa  eatoa  voeatroa  parientea  é  oriadoa,  é  laa  otraa 
Bgentea  qnehapladdo  á  Dioa  que  queden  yivaa; 
•porque  Tueatra  eetada  aquí  no  aea  cansa  de  perdi* 
•don  de  todoají  Eato  meamo  deoian  sus  parientea  é 
oriadoa  á  cada  uno  de  loa  oiroa  oaballeroa.  El  Maes- 
tre porque  no  Teia  lugar  de  pelear,  é  conodó  que  to.- 
doa  pereaoerian  si  él  allí  esperaae,  dixo :  tNo  ruel- 
•▼o  laa  eepaldaa  por  cierto  á  eatoa  moroa,  pero  fu- 
ayo,  Sefior,  la  tu  ira,  que  ae  ha  moatrado  hoy  con- 
•tra  noaotroa  por  nuestros  pecadoa,  que  ta  ha  plaoi- 
•do  oaatigar  con  las  manca  deataa  gentes  infieles.» 
E  luego  le  dieron  un  caballo ,  porque  estaba  á  pié ;  é 
guiéndole  un  adalid  por  lugares  muy  ásperos  ae 
aalFÓ.  Salieron  anaimeamo  el  Adelantado,  é  Don 
Alonao  de  Aguflar,  cada  uno  por  su  parto,  aubien- 
do  aquellaa  aierras  por  lugarea  fragoaos,  porque  loa 
moroa  no  loa  aiguieaen.  Huchea  hornea  que  cataban 
á  caballo  fueron  muertos  é  presos  en  aquel  deabara- 
to;  porque  fuyendo  por  las  cuestas  áltaa,  loa  que 
estaban  á  pié  se  aaian  á  laa  oolaa deles  caballoa,  por 
haber  maa  fuersa  para  aubir;  é  loa  caballoa  no  pu- 
diendo  auf  rir  el  trabajo  de  la  aubida,  caian  é  que- 
daban en  el  camino  el  cabaUero  y  el  peón.  El  Oon- 
de  de  Oifuentes  con  algunoa  de  loa  auyca  que  ae  fa- 
llaron con  él  en  un  lugat  muy  eatrecho,  Teyéndoae 
cercadoa  por  todu  partea,  é  que  no  podían  escapar 
peleando,  por  la  multitud  de  laa  piedras  é  saetaa  que 
le  tiraban,  ae  dio  á  priñon,  é  fué  llegado  él  y  otro 
an  hermano,  que  ae  llamaba  Don  Pedro  de  Silva,  á 
la  cibdad  de  Granada,  con  algunoa  otroa  de  loa  au- 
yca que  pelearon  con  éL  Loa  moros  siguieron  el  al- 
cance por  todaa  partea  donde  iban  los  cbristianos 
fuyendo,  é  prendieron  muchos  dellos ,  é  otros  algu- 
noa que  tiraron  por  direraaa  partea  ae  aalraron.  Per- 
dieron allí  loa  chriatianoa  todaa  laa  armaa  que  Ue- 
Taban,  é  la  mayor  parto  de  loa  caballos,  é  todo  el 
fardage ,  que  era  en  gran  cantidad ;  é  fueron  preaoa 
loa  Aloaydea  de  Antequera  é.de  Moren,  é  Juan  de 
Bobrea,  é  Bemardino  Manrique,  é  Juan  de  Pineda» 
é  Juan  de  MonaalTO,  é  otroa  muchoa  caballerea  prin- 
dpalea,  que  fueron  en  aquella  entrada.  B  la  TÍoto- 
ria  de  loa  moroa  fué  tan  grande ,  y  d  eafuerzo  de 
loa  chriatianoa  tan  pequefio,  que  doa  morca  desar- 
madoa  prendían  cinco  6  ada  diriatianoa  de  los  que 
andaban  perdídoa  por  aquellaa  derraa,  é  loa  UcTa- 
han  á  la  dbdad  de  Málaga,  que  era  cerca  de  aquel 
lugar  donde  fué  esto  desbarato.  B  algunaa  mugerea 
moras  adían  de  la  dbdad  de  Málaga,  é  prendían  loa 
duiatianoa  que  fallaban  derramados  é  perdidos  por 
los  campea.  Falláronse  allí  mil  captÍToa  é  maa  que 
fueron  ÜeTadoa  á  otraa  partea. 

Esto  desbarato  que  olieron  loa  christíanoa  fué 
grande,  lo  qud  en  lo  pAblico  pareció  haber  aeydo 
p^  la  mala  guia  de  loa  addidea;  lo  aeoreto  ningu-  I  ¡Hlüt'SS^ 


no  lo  pudo  conocer,  aino  aolo  Dioa,  en  cuya  mano 
son  los  yencimientos  de  las  batallaa.  Paro  aegun  d 
juicio  de  los  homes,  bien  ae  moatró  haber  acaeacído 
por  d  orgullo  é  acberbia  que  toTieron  loa  chriatia- 
noa, teniendo  en  poco  laa  fueraaa  del  enemigo ;  é 
porque  olvidaban  la  confianaa  que  debían  tener  en 
Dioa,  la  puderon  en  la  fuersa  de  la  ganto  (1). 


OAPÍTULO 


Ds  cerno  él  Coaée  éa  Cibra  y  el  Aleayéa  de  los  noaoeleí  ?ei€if- 
roa  oa  teUUa  al  Rey  éo  Gnaidt«  é  le  preadieroa. 

Contado  habemoa  la  dÍTÍaion.que  había  entre  toa 
moroa^  é  como  la  mayor  parto  de  loa  príndpalea  de 
aquel  Beyno  de  Granada  dexaron  d  Bey  que  tenían, 
é  se  juntaron  con  su  fijo  mayor,  é  le  abaron  por  Bey; 
é  como  duranto  cata  dividen  loa  moroa  tañían  entre 
d  guerra,  dlende  de  la  que  loa  chriatianoa  lea  fa- 
cían. El  B^  Moro  que  ae  llamaba  Alimuley  Babáb- 
deli,  veyendo  que  au  poder  era  mayor  que  d  de  au 
padre,  é  conodendo  que  loa  moroa  tenían  afición  á 
aquel  Bey  que  mayor  guerra  f  ada  á  loa  ohríatianoai 
juntó  la  mas  genta  de  píe  é  de  oabdlo  que  pudo  ha* 
ber  en  d  Beyno  de  Granada.  É  conaiderando  que  la 
frontera  de  Córdoba,  é  de  Édja,  é  de  todaa  aquellas 
partea,  por  d  deabarato  que  loe  chriatíanoa  ovieron 
en  el  mes  de  Mano  paaado,  cataría  menguada  iie 
gento ,  é  que  no  fallarla  reaiatoncia ;  acordó  de  en- 
trar en  tierra  de  chriatianoa,  é  puso  red  sobre  la  vi- 
lla de  Lucena,  que  ea  del  Alcayde  de  loa  Doucelea, 
é  tdó  los  panes  é  vífiaa  de  aquella  villa,  é  de  la  vi- 
lla de  Aguilar,  é  de  otroa  lugarea  de  la  comarca.  La 
nueva  deata  entrada  vino  á  Don  Diego  Fernandas 
de  Córdoba,  Conde  de  Oabrai  que  cataba  en  la  au 
villa  de  Baena;  é  luego  juntó  la  maa  genta  que  pu- 
do, é  fué  para  la  villa  de  Lucena,  donde  aopo  que 
cataba  el  Bey  de  Granada  con  toda  au  genta,  é  dlí 
ae  juntó  con  él  el  Alcayde  de  loa  Donoalea.  Como 
loa  moroa  aopieron  que  el  Conde  venía  contra  dloa^ 
ovieron  su  acuerdo  de  alaar  el  red,  é  volver  con 
toda  la  cavalgada  que  llevaban  para  la  dbdad  de 
Loxa.  El  Conde  de  Cabra  y  d  Alcayde  de  loa  Don- 
odea,  taniendo  menor  número  de  genta  á  caballo  é 
á  pie  que  tenia  d  Bey  de  Granada,  movidoa  mas 
por  dguna  inspiradon  divina  que  por  ninguna  ra- 
son  humana,  acordaron  de  argüir  á  loa  moroa,  é 
puderon  td  diligenda,  que  loa  dcaniaron  faata  la* 
gua  é  media  de  Lucena,  en  un  lugar  que  ae  llama  d 
Arroyo  de  Martin  Gonaalea.  É  como  fueron  á  víata 
ddloa,  puderon  toda  au  genta  en  una  batalla,  y  ea- 


(1)  Ba  el MS.  id SeaorMevi  lo  aaalo  lo  elftleate;  «Le  foal 
•eaeauraa,  §1  al  ullr  faena  jintot  eoa  loe  aésnea  do  Mdlafa: 
»é  porqae  ao  dieron  lanUí  fraelas  á  Dioa  M*atu  bablaa  de  dar 
»por  la  loma  de  Alhema ;  qae  moeboa  delioa  lletalMB  dlneroa  para 
veomprar  el  deapojo  de  loe  moroa,  de  manera  %w  Itoa  maaá 
•mereadearqaeáaertlrdDIos:  porqae  peaaataa  qoe  kabla  de 
»aer  el  despojo  eomo  el  de  Alkama.a  Soeedló  eala  derrota  día  de 
San  Benito,  d  ti  de  Mano,  eomo  apeala  el  snmario  de  Gallndei,  y 
maa  larf amante  el  Can  de  loa  Palaoloa,  qae  éaeata  mu  per  me* 
aor  eate  heeho,  y  diaerepa  algo  ea  el  admero  de  loe  meertee  y 
prlatoaeroa,  qae  kaee  aaMr  baett  aUl  y  qalaientee.  Btr—lt^  ca* 


88é 


OBÓNIOAB  DB  LOS  BBTES  DB  OAfimUJL 


pcranm  loi  peonei  qaa  traian,  é  amonaitároiilet 
qao  fidfiMii  lo  que  ba«noi  ohriitianoi  é  homM  ei- 
f onados  deben  facer ;  é  que  esperaban  en  la  miae- 
ricordia  de  Dioi ,  y  en  la  Virgen  gloriosa  an  madre^ 
qae  lea  daría  yiotoria  de  aquella  gente  infieL  Algu- 
nos yeyendo  que  los  moros  eran  en  número  mnobo 
mayor  que  los  cbriatianos ,  fueron  turbados,  ó  de- 
cían que  con  mayor  deliberación  debian  salir  al 
campo,  é  con  mas  gente  debieran  seguir  los  enemi- 
gos, ó  ponerse  en  aquel  lugar  do  estaban ;  é  quisie- 
ran facer  por  su  voluntad  lo  que  la  THrg&ensa  les 
impidia.  El  Oonde  cuando  yido  los  ánimos  de  aque- 
llos dubdosos  é  algo  enflaquecidos,  esf orzábalos  di- 
ciendo que  la  vida  en  poco  tiempo  se  t>a8aba,é 
con  pequefia  dolencia  se  atajaba,  é  que  la  debian 
aventurar  por  baber  fama  loable  si  yendesen,  é 
gloria  si  alli  muriesen ;  ó  que  en  tal  lugar  estaban 
puestos,  donde  toda  esperanza  de  la  vida  estaba 
puesta  en  el  esfneiso,  é  no  en  la  fulda.  T  eafonan- 
do  toda  su  gente  oon  semejantes  rasónos,  fueron 
contra  los  moros. 

Los  moros  yenian  en  tres  batallas :  en  la  upa  ve- 
nia el  B^  de  Ghranada,  en  la  otra  venia  el  Algua- 
cil mayor,  y  en  la  otra  venia  por  capitán  el  Alatar 
de  Loza.  Bl  Bey  de  Granada  y  estos  capitanes  mo- 
ros quando  vieron  que  él  Conde  de  Oabra  y  el  Al- 
cayde  de  los  Donceles  con  sus  gentes  venian  contra 
ellos  en  batalla,  juntaron  las  tres  batallas  que  traian 
en  una.  B  los  peones  moros  siguieron  adelante  su 
camino  con  la  cavalgada  que  llevaban;  é  los  moros 
con  gran  alarido  é  muy  gran  denuedo  vinieron  con- 
^  tra  el  Oonde  é  contra  el  Aloayde,  pensando,  según 
su  costumbro  de  pelear,  que  los  cbristianos  no  pu- 
diendo  sufrir  su  arrebatado  acometimiento,  venci- 
dos súbitamente  de  miedo,  se  pondrían  en  fuida.  B 
plogo  á  Dios  é  la  Virgen  su  madre  de  les  dar  es- 
fuerzo para  sofrir  aquel  riguroso  acometimiento  de 
los  moros,  B  como  los  unos  estaban  ya  cerca  de  los 
otros  para  se  encontrar,  quan  grande  fué  el  amba- 
tamiento  que  ovieron  los  moros  para  acometer,  tan 
grande  é  mayor  fué  para  volver  las  espaldas ;  é 
luego  sin  esperar  los  primeros  encuentros,  se  pu- 
sieron en  fuida.  T  el  Oonde  y  el  Aloayde  de  los 
Donceles  fueron  contra  ellos  matando  é  captivando 
fasta  un  lugar  que  se  llama  Xezna,  que  es  cinco 
leguas  de  Luoena ;  é  tomaron  toda  la  cavalgada 
que  los  moros  desampararon.  La  nueva  deste  des- 
barato vino  á  Don  Alonso  de  Aguilar  que  estaba 
en  la  dbdad  de  Antequera,  é  cavalgó  luego  con  la 
gente  de  caballo  que  pudo  baber,  é  púsose  en  el 
atajo  de  los  moros  que  iban  fuyendo,  é  captivo  é 
mató  mucbos  dallos.  Bn  aquel  lugar  se  fallaron 
muertos  fasta  mil  moros,  allende  de  los  que  murie- 
ron en  otras  partes;  é  fué  preso  el  Bey  de  Granada, 
ó  murieron  algunos  Alcaydes  é  cabeceras  del  Bey- 
.  no  de  Granada,  en  espedal  murió  el  Alatar  que  era 
Aloayde  é  capitán  de  Loxa,  é  fué  tomado  él  recuaje 
que  traian,  é  fueron  traídos  presos  á  la  villa  de  Lu- 
oena é  Aguilar  muchoa  dalles.  B  fueron  tomadas 
nueve  banderas,  Iss  qualea  con  la  oabeaa  de  un  Bey 
puesta  en  una  cadenai  d  Bey  A  la  Beyna  dieron  fft"* 


cuitad  que  el  Conde  tnjese  en  el  escudo  de  sos  a^ 
mas^  y  en  laa  orlas  que  están  en  drcuito  dd  escu- 
do. Cogido  d  despojo,  é  traído  d  B^  Moro  ante  d 
Oonde  de  Cabra,  visto  como  poco  antea  la  fortuna 
le  dio  poder  de  r«y,y  el  infortunio  le  puso  tan  pres- 
to en  catado  de  subjeto,  por  le  consolar  le  dixo 
que  d  como  borne  discreto  le  condderase  d  presu- 
roso movimiento  de  las  oosaa  bumanas,  ni  la  prca- 
paridad  que  poco  antea  tovo  le  debia  dterar,  ni  la 
adversidad  que  tan  presto  le  vino  le  debia  entriste- 
cer. Porque  and  como  d  bien  pasado  no  tovo  fir- 
meea,  ansi  el  md  presente  se  puede  mudar.  B  con 
eataai  é  con  semejantea  pdabraa  consolándole,  é 
guardándole  la  bonra  que  debia  como  á  rey,  lo  lle- 
vó preao  á  la  su  villa  deBaena.  Sabido  por  loa  mo- 
rca esto  desbarato,  é  como  su  Bey  era  preso,  algunoa 
caballeroa  de  aqud  Beyno ,  que  le  obedeoian  por 
r^i  se  tomaron  á  la  obedienda  dd  B^  su  padre. 

CAPÍTULO  XXL 

Gomo  el  Rey  eatrá  ea  It  lest  de  Giueáe»  é  áe  U  ttlt  foa 

lio. 

Bl  propódto  del  Bey  é  de  la  Beyna  era  oontinar 
la  guerra  que  tenian  comenaada  contra  loa  moros. 
B  acordaron  que  este  afio  se  fimese  tda  en  la  v«ga 
de  Granada,  é  para  la  faoer  mandaron  aperoebir  á 
todoa  los  cabdleroa  é  gentea  que  moraban  en  aque- 
llaa  partea  del  Andalucía,  é  dd  Beyno  de  Toledo, 
é  de  dgnnaa  oibdadea  é  vülaa  que  son  allende  loa 
puertea  hasta  Castilla  la  vieja ;  é  mandaron  adere- 
zar todaa  laa  oosaa  necesariaa  á  la  guerra.  B  como 
el  Bey  vino  de  la  cibdad  de  Aatorga  para  la  villa  de 
Madrid  do  estaba  la  Beyna,  luego  otro  dia  partió 
para  la  cibdad  de  Córdoba.  La  Beyna  ansimesmo 
partió  de  Madrid,  é  fué  para  la  cibdad  de  Sancto 
Domingo  de  la  Calzada,  é  fué  oon  ella  d  Cardend 
de  Bspafia ,  é  dgunos  otros  Doctores  dd  sa  Conse- 
jo ,  para  entender  en  laa  coaaa  tocantea  á  la  gober- 
nación del  Condado  de  Vizcaya,  é  de  la  provincia 
de  Guipúzcoa,  é  de  todaa  aquellaa  partea  de  Castilla 
la  vieja,  é  de  otras  oosaa  tocantea  al  caaamiento 
que  era  movido  dd  Príndpe  Don  Juan  su  fijo  con 
la  Beyna  de  Navarra,  que  según  habemos  dicho, 
snbcedió  en  aquel  Beyno  por  la  muerte  dd  Bey  Fe- 
buB  su  bermsno.  B  como  el  Bey  llegó  á  Córdoba,  no 
ae  detovo  en  aquella  dbdad,  porque  el  tiempo  da 
facer  la  tala  se  pasaba.  B  luego  partió  para  la  villa 
de  Almodovar,  é  fueron  con  él  d  Duque  de  Náza- 
ra,  y  el  Duque  de  Alburquerque,  y  el  Maeatre  de 
Santiago,  y  d  Marqués  de  Yillena,  y  d  Marqués 
de  Cáliz,  y  el  Conde  de  Cabra,  é  Don  Pedro  Pner- 
tocarroro ,  Conde  de  Medellin ,  é  Don  Gard  Lopes  da 
Padilla,  Maeatre  de  Calatrava,  y  el  Oonde  de  Mon- 
te-Bey, é  Don  Gutierro  de  Sotomayor,  Conde  de  Be- 
laloázar,  é  Don  Pedro  de  Aoufia,  Conde  de  Buendía 
é  Adelantado  de  Cazorla,  é  Don  Ifiigo  Lopea  de 
Mendoza,  Conde  de  Tendilla,  é  Don  Juan  de  Gui* 
man,  fijo  del  Duque  de  Medinaddonia,  é  Don  BnrI* 
que  Bnriquez, Mayordomo  mayor  dd  Bey,  é  Lola 
Fernandez  Ih^ertocftmrpí  Befior  de  Pahnai  ó  Bo« 


t)bNFBBNANDO 

¿rigo  de  tmoa,  en  Oontádor  mayor ,  é  Don  Fernan- 
do de  Velaeco ,  capitán  de  la  gente  del  Dnqne  del 
Infantadgo,  7  el  Alcayde  de  loe  Donceles,  é  Don 
FranoiBOo  de  Eetúfiiga ,  fijo  del  Daque  de  Plaeenoia. 
Vinieron  aneimeemo  á  eenrir  al  Key  é  á  la  Reyna 
nna  gente  qne  se  llamaba  loe  Sniaos,  natnralea  del 
Beyno  de  Sneda  (1),  que  ee  en  la  alta  Alemafia, 
EetoB  Bon  hornee  belicosos ,  é  pelean  á  pié,  é  tienen 
propósito  de  no  yolver  las  espaldas  á  los  enemigos; 
é  por  esta  cansa  las  armas  defenÚTas  ponen  en  la 
ddantera,  é  no  en  otra  parte  del  cnerpo ,  é  con  esto 
son  mas  ligeros  en  las  batallas.  Son  gentes  que 
andan  ¿  ganar  aneldo  por  las  tierras ,  ó  ayudan  en 
las  guerras  que  entienden  que  son  mas  Justas.  Bon 
devotos  é  buenos  christianoa ;  tomar  oosa  por  fuer- 
aa  repútanlo  á  gran  pecado, 

Gomo  todas  las  gentes  que  el  Bey  mandó  llamar 
fueron  juntas,  partió  de  la  villa  de  Almodovar,  é 
poniendo  sus  reales  llegó  fasta  un  lugar  que  dicen 
él  Oarriaal ;  é  allí  esperó  el  artillerfa  que  iba  en  su 
hueste,  ansimesmo  todo  el  recuage  de  los  mante- 
nimientos é  otras  oosas.  E  mandó  facer  alarde  de  la 
gente  que  llevaba,  é  falló  que  estaban  juntos  en 
aquel  real  fasta  diea  mil  homes  de  caballo  á  la  gi- 
netaé  á  la  guisa»  é  veinte  mil  homes  á  pié,  é  otros 
treinta  mil  peones  diputados  solamente  para  talar. 
E  allende  desto  iban  en  aquella  hueste  otra  gran 
oopia  de  gentes  que  tenian  cargo  de  ir  con  las  bes- 
tias que  llevaban  los  mantenimientos  para  bastecer 
la  hueste.  Otrosí  los  que  llevaban  los  bastimentos  é 
cosas  necesarias  para  proveimiento  de  la  dbdad  de 
Alhema.  En  esta  hueste  iban  con  los  bastimentos  é 
artillería  fasta  ochenta  mil  bestias  de  recuage.  B 
mandó  el  Bey  ordenar  las  batallas  de  la  gente  de 
armas  é  de  pié  en  esta  manera.  Al  Maestre  de  San- 
tiago, é  al  Marqués  de  Oális,  é  á  Don  Alonso  de 
Aguilar,  é  á  Luis  Femandea  Puertocarrero,  8e- 
fior  de  Palma,  mandó  llevar  el  avanguarda  con  las 
gentes  de  sus  casas.  A  Don  Garci  Lopes  de  Padilla, 
Maestre  de  Galatrava,  é  al  donde  de  Monte-Bey 
mandó  ir  en  otra  esquadra.  A  Don  Francisco  de 
Estúfiiga  con  la  gente  del  Duque  de  Plasenda  su 
padre,  é  del  Maestre  de  Alcántara  su  hermano  man- 
dó ir  en  otra  esquadra.  Al  Conde  de  Belalcésar,  é  á 
Don  Fadrique,  fijo  del  Duque  de  Alba,  mandó  que 
fuesen  en  otra  esquadra.  Al  Duque  de  Náxera  oon 
la  gente  de  su  casa  é  con  la  gente  de  las  dbdades 
de  Jaén  é  Úbeda  é  Baeaa  mandó  ir  en  otra  esqua? 
dra.  Al  Duque  de  Alburquerque,  é  á  Don  Juan  de 
Guzman,  fijo  del  Duque  de  Medinasidonia,  mandó 
ir  en  otra  esquadra.  En  la  batalla  real  donde  iba  su 
persona,  iban  mil  caballeros,  los  quinientos  homes 
de  armas  á  la  guisa  con  caballos  encubertados,  é 
otros  quinientos  á  la  gineta ;  estos  eran  todos  cria- 
dos suyos  é  de  la  Beyna,  que  andaban  continos  en 
su  guarda.  E  mandó  á  Don  Diego  Lopes  Pacheco, 
Marqués  de  Villena,  que  fuese  por  capitán  de  aque- 
lla batalla,  en  la  qual  iba  por  Alférea  de  su  estan- 
darte real  Don  Alonso  de  Silva  que  lo  servia  por 

(I)  A»i  i(M  el  original  qie  aoi  ttne  ée  texto. 


li  DOSA  ÍSAfiEti.  887 

Don  Juan  de  Bilvaí  Oonde  de  Ofuent^i  su  herma- 
no, que  estaba  preeo  en  Granada.  En  la  esquadra 
de  la  reaaga  mandó  ir  al  Conde  de  Buendia,  é  á 
Don  Juan  de  Sotomayor,  Seftor  de  Alconohél,  é  ¿  . 
Don  Femando  de  Velasoo,  capitán  de  la  gente  del 
Duque  del  Infantadgo,  é  á  la  gente  del  Duque  de 
Medinaceli,  é  á  Martin  Alonso ,  Sefior  de  Montema- 
yor.  Los  peones  mandó  repartir  en  esquadras,  cada 
una  con  su  capitán  en  los  lugares  convinientes.  E 
oon  el  artillería  é  fardage  iban  otras  gentes  á  caba- 
llo é  á  pié  de  las  dbdades  de  Sevilla  é  de  Córdoba  é 
de  Écija  é  de  toda  el  Andalucía  oon  sus  capitanes. 
Ordenadas  las  batallaa  en  eeta  manera  que  habe- 
mos  dicho,  el  Bey  fué  fasta  un  lugar  que  se  llama- 
ba la  Cabeaa  de  los  Ginetes.  E  otro  dia  entró  más 
adentro  en  tierra  de  moros,  é  mandó  asentar  sn  real 
junto  con  Illora,  que  es  villa  muy  fuerte  de  moros; 
de  la  qual  salieron  algunos  mory  á  escaramuaar 
con  la  gente  de  Caballo  que  iba  en  la  delantera, .é 
con  los  peones  que  iban  con  ellos.  Los  quales  pelea- 
ron é  retraxeron  á  los  moros ,  y  entraron  juntamente 
peleando  con  ellos  por  el  arrabal.  Los  moros  visto 
que  el  arrabal  era  tomado,  retraxéronse  á  la  villa* 
B  como  los  christianos  se  apoderaron  del  arrabal,  el 
Bey  mandó  quemar  algunas  parvas  de  panes,  que  los 
moros  tenian  puestas  bien  cerca  del  muro  de  la  vi- 
lla, recelando  la  tala  que  el  Bey  entraba  á  facer  en 
aquella  tierra.  E  los  moros  por  defender  los  panes 
del  fuego ,  é  los  diristianos  por  los  quemar,  pelea- 
ron loe  unos  contra  los  otros,  é  fué  entre  ellos  bien 
f  erida  aquella  escaramusa.  En  la  qual  los  diristianoa 
reoebian  dafio  de  los  tiros  de  piedras  é  saetas  é  es- 
pingardas, que  los  moros  tiraban  desde  el  muro,  por 
defender  los  panes.  El  Bey  visto  el  dafio  que  rece- 
bian  los  suyos,  fíaolos  retraer  de  la  pelea;  é  mandó 
¿  los  artilleros  que  tirasen  con  los  ribadoquines  al 
muro,  é  á  los  otros  lugares  do  estaban  los  moros  de- 
fendiendo, é  de  aquellos  recelñan  los  moros  tanto 
dafio,  que  desempararon  los  lugares  donde  defen- 
dían laa  parvas ,  é  los  christianoa  ovieron  lugar  de 
ponerles  fuog^,  aunque  estaban  bien  juntos  oon  el 
muro  de  la  villa.  Mandó  ansimesmoel  Bey  quemar 
todo  aquel  arrabal,  é  quedó  la  villa  destruida  por 
la  gran  tala  que  en  todo  aquel  término  se  fiao.  An- 
dmesmo  mandó  al  Conde  de  Cabra,  é  á  Don  Alonso 
de  Aguilar,  que  fuesen  á  nna  villa  que  se  llama 
Monte  Frío  á  la  talar  con  dos  mil  homes  á  caballo,  ó 
diea  mil  peones  taladores.  Estos  caballeros  cumplien- 
do lo  que  d  Bey  les  mandó,  fueron  luego,  é  puderon 
toda  la  gente  de  armas  á  la  puerta  de  la  villa,  por 
redstir  á  los  moros  d  saliesen  á  defender  la  tda; 
entretanto  qne  los  peones  tdadores  tdaron  todaa 
laa  huertasé  panes,  é  otras  cosaa  que  en  d  término 
de  aquella  villa  fallaron  en  dionito  de  nna  legua.  ' 

CAPITULO  XXDL 

De  «orno  te  tomó  It  tUIí  ée  T^an. 

Fecha  la  tda  de  aquellas  villas ,  el  Bey  vino  con. 
toda  su  hueete  á  otra  villa  que  se  llamaba  Tajara,  é 
puestas  sus  batallas  en  orden  venían  por  d  camino 


888 


tíBÓNIOAS  t)B  tX»  ¿B7ES  t>t  OAffííLhL 


los  peones  á  pi<  qae  ertn  eaftalidoe  para  .talar,  é 
derribando  molinoa,  é  quemando  bnertas,  é  talan- 
do arbolea  por  todoa  loa  oampoa.  B  allende  de  lo 
qne  loa  peonea  taladores  faoian,  la  mnltitnd  de  la 
bneste  no  dexaba  ooaa  inbiesta  doa  leguas  en  der- 
redor  de  la  tierra  qne  paaaban.  B  oomo  el  Bey  llegó 
á  aquella  yilla  de  Tajara ,  porque  estaba  en  tal  oo- 
maroa,  qne  los  que  guardaban  á  Albama,  recebian 
della  gran  dafio,  é  los  moros  de  Loxa  gran  ayuda, 
mandóla  oombatir.  B  luego  loa  ferraros  é  oarpinte- 
roa  que  traía  en  su  bueste,  de  la  madera  de  loa  ar- 
bolea que  talaron,  ficieron  banooa  pinjadoa ,  é  man- 
tea, é  otraa  oosas  neoesarias  para  el  oombate.  B  oo- 
mo quier  que  los  moros  qne  estaban  dentro  eran 
bomea  oursados  en  la  guerra,  é  aventuraban  la  vida 
por  defender  la  entrada  á  loa  obríatianoa ;  al  fin  no 
pudiendo  sofrir  los  oombates  que  les  fueron  dados, 
deaampararon  la  villa,  é  loa  que  pudieron  ae  retra- 
zeron  á  la  fortalesa,  é  loa  obristianoa  la  pusieron  á 
saoomano.  Bntrada  la  villa ,  los  votos  de  algunos 
caballeroa  é  capitanea  eran  que  la  fortalesa  no  se 
combatiese ,  porque  dedan  .  que  el  muro  era  muy 
fuerte,  é  no  babia  lombardas  gruesas  oon  que  se 
pudiese  derribar.  Bl  voto  de  otroa  era  que  debia  el 
Bey  mandar  llegar  los  banooa  pinjados,  é  tentar 
oon  loa  picoa  él  muro,  por  ver  si  se  podría  cavar 
por  baxo ,  para  se  poner  en  cuentos.  Bl  Bey  visto 
el  parecer  de  loa  unos  ó  de  los  otros ,  mandó  que  se 
combatiese  la  fortalesa,  conociendo  que  ae  babian 
recogido  en  ella  tantos  moros  é  moras  de  los  viejos 
é  criaturaa,  que  no  podian  tener  mantenindentoa 
para  se  sostener,  é  que  la  turbación  que  tenian  en 
ver  tomada  la  villa,  lea  quitaría  las  fnenaa  para 
defender  la  fortalesa.  B  mandó  al  Maeatre  de  San- 
tiago, é  al  Marquéa  de  Oális,  ó  á  Don  Alonso  de 
'  Aguilar,  que  toviesen  caigo  de  combatir  la  una 
parte  del  caatillo,  ó  al  Duque  de  Názera,  é  ¿  Luis 
Femandes  Puertooarrero,  mandó  combatir  por  otra 
parte.  B  á  Don  Femando  de  Vélaaco,  capitán  de  la 
gente  del  Duque  del  Infantadgo,  mandó  combatir 
una  de  las  torres  que  estaban  á  la  puerta  de  la  for- 
talesa. B  á  Qarct  Femandea  Manríque  mandó  que 
con  la  gente  de  Córdoba  combatieae  otro  pedaso 
del  lienso  de  la  oerca.  Bepartidoa  eatoa  combates, 
aquelloa  caballeroa  é  capitanea,  cada  uno  por  au 
parte  comenaó  el  combate.  B  loa  moros  se  pusieron 
en  defensa  é  tiraban  piedraa,  é  tiroa  de  pólvora,  é 
saetea  deade  los  muros  é  torres ,  é  facían  gran  dafio 
en  los  cbríatianos.  Aquel  combate  duró  dende  la 
mafiana  fasta  bora  de  viiperaa ;  en  el  qual  fueron 
muertoa  é  ferídos  algunoa  fijos-dalgo,  especialmen- 
te fué  ferído  Don  Bnríque  Bnriquea,  Mayordomo 
mayor  del  Bey,  de  una  espingarda  en  el  pié.  Los 
moros  visto  que  los  obrístianos  babian  llegado  al 
muro ,  cebaban  de  arríba  manojos  de  lino  é  de  oá- 
fiamo,  bafiados  en  aseyte é  pea  ardiendo;  oon  los 
qualea  quemaron  algunoa  bancos  pinjados,  emen- 
tas. Los  cbrístíanos  qne  estaban  debaxo,  desampa- 
raron loa  bancos,  que  no  los  pudieron  sostener  por 
el  fuego  que  los  moros  de  arriba  babian  lanaado.  B 
por  esta  causa  aquel  dia  no  se  pudo  tomar  el  cas- 


tillo. Otro  dia  el  Bey  mandó  tomar  al  combate,  é 
tan  grande  fué  la  prieaa  que  loa  obrístianos  dierooi 
que  los  moros  no  pudiendo  defender  el  muro  por  la 
multitud  de  lea  espingardaa  é  aaetas  é  otros  tiros 
de  pólvora  que  lea  tiraban,  demandaron  segurídad 
á  los  que  cambatian.  B  bebido  el  seguro,  amblaron 
un  alfaqui  al  Bey,  ale  ofrescer  él  castillo,  si  leplo- 
guiese  dar  aeguridad  de  la  vida,  é  libertad  de  las 
personas  é  bienes  á  los  que  en  él  estaban.  Bl  Bey 
oomo  quier  que  lea  dio  seguridad  de  las  vidas,  pe- 
ro no  les  quiso  otorgar  libertad  de  las  pensonaa,  ni 
de  loa  bienea,  é  mandó  continar  el  combate.  Algu- 
noa de  loa  morca  veyendo  que  no  ee  podian  defenderi 
acordaron  de  ae  dar  á  priaion ;  otroa  decían  que  de- 
bían morír  en  la  defensa  del  caatillo.  B  porque  esta 
división  que  tenian  lea  enflaquecía  maé  las  fnenas, 
los  obristianoa  ovieron  lugar  de  entrar  por  fuena 
el  castillo,  é  pusieron  encima  del  muro  la  aefta  real| 
é  prendieron  todos  los  moros  é  moras,  é  fueron  ro- 
bados gran  cantidad  de  bienes,  é  baatímentos,  é 
armaa,  é  caballos  que  en  él  estaban.  B  de  los  caba- 
llos é  otras  cosaa  de  precio  que  allí  se  tomaron,  él 
Bey  flso  merced  á  algunos  caballeros  y  escuderos 
que  con  mayor  esfuerso  se  ovieron  en  los  comba- 
tea. B  mandó  poner  fuego  á  la  villa,  é  derribar  los 
muros  de  la  fortaleza  para  esousar  el  dafio  que  de 
loa  que  allí  moraban  ae  aiguia  á  la  tienra  de  los 
cbristianos.  Talada  é  derribada  la  villa  de  Tajara, 
él  Bey  acordó  de  ir  con  toda  su  bueste  á  bastecer  la 
cibdad  de  Albama.  B  continando  aquel  camino,  la 
bueste  rocibió  tan  gran  fatiga  por  mengua  de  agua, 
que  perecieron  algunas  bestiaa.  T  el  Bey  fué  cons- 
trefiido  de  abreviar  las  jomadas  faata  que  llegó  á  la 
cibdad  (1),  donde  la  gente  ovo  refrigerio,  oon  la 
abundancia  de  las  aguas  que  fallaron ;  é  luego  la 
fiao  bastecer  con  treinta  mil  beatiaa  oargadaade 
provisiones.  T  entregó  la  tenencia  della  á  Don  DU- 
go  Lopes  de  Mendoza,  Oonde  de  Tendílla,  é  dióle 
la  capitanía  mayor  de  mil  bomee  á  caballo  é  á  pié^ 
que  eetoviesen  con  él  para  la  guardar,  é  facer  guer- 
ra á  los  moros.  Bastecida  la  cibdad  de  Albama,  lue- 
go el  Bey  mandó  mudar  él  real  en  la  ribera  del  rio 
de  Cacin ,  fasta  una  legua  de  Albama.  B  otro  dia 
fué  á  otro  lugar,  que  se  llama  Melaba ;  é  mandólo 
quemar,  é  fueron  derribadaa  é  quemadas  fasta  tre- 
cientas torres,  é  cortijos,  é  alcaríaa  que  estaban  en 
aquel  camino,  y  en  dos  leguaa  de  au  oirouito.  Otro 
dia  mandó  aaentar  au  real  en  un  lugar  que  se  llama- 
ba Albendin,  que  es  una  legua  de  Granada,  junto 
con  la  sierra  Nevada,  donde  bay  una  legua  de  oH- 
vares,  é  buertas,  é  panea,  é  viíLaa.  B  mandó  poner 
guardes  por  todas  partes  en  los  lugaree  convinien- 
tes,  entro  tanto  qne  loe  que  talaban  derribaban  to- 
dos los  Arbolee,  é  destruían  loa  panee  é  otras  oosas 
que  fallaron.  Loa  moroa  veyendo  la  destmicion  que 
se  facía  en  su  tierra,  cometieron  A  escaramuzar  con 
los  que  tenian  el  avanguardia,  é  trabajaban  por  de- 
fender ¿  los  obristianoa  la  entrada  en  aquel  lugar. 


(1)  Fié  etta  Mi  7  la  tome  áe  T^an  ^r  Sta  Jita  U  laale  ile 
este  ato.  B«rseM.,  «ly.  6S, 


.\ 


DON  FBBNANDO 

Lo8  cIiiMmiiní  qin  ettabiB  áoftlrnUo,  faeirá  oont^ 
ftqndloe  moKNi,  é  retrazéronlot  de  tal  manera,  que 
loa  peonea  OTianm  lugar  de  entrar  en  aquel  lugar 
de  Alhendin,  é  pvaieronle  faego^é  qnemaron  todaa 
laa  pairas  que  eeUban  en  laa  heraa  cerca  de  la  oib- 
dad  de  Granada.  Otro  día  el  Bey  fué  con  todaa  ana 
batallaa  ordenadaa  íaata  bien  oeroa  de  la  dbdad  de 
Qranadaí  donde  eatoYO  todo  el  dia,  entretanto  que 
loa  taladoree  andaban  talando  por  todas  partea.  B 
como  quiera  que  loa  morca  aalieron  ¿  eaoaramnaar 
algnnaa  yeoea  entre  loa  olirarea ;  pero  no  pndiendo 
reaiatir  la  tala  que  Tcian  facer  de  ana  fratoa,  acor- 
daron de  enturbiar  el  agua  que  iba  por  laa  acequias, 
de  donde  loa  cbriatianoa  ae  proTeian ;  de  manera 
que  la  hueateno  ae  podia  aproyechar  della.  B  por 
eata  cauaa  el  Bey  mandó  mudar  au  real  de  aquel 
lugar  é  ponerlo  oeroa  de  una  Tilla  que  ae  llama 
Huócar,  porque  la  hueate  no  reoibieae  dafio  por 
mengua  de  agua.  E  mandó  á  loa  taladoree,  que  ta- 
laaen  la  vega  de  Granada  por  todaa  partea,  ó  por  la 
«Ibera  de  Guadazenil ;  en  la  qual  tala  el  Bey  durara 
mas  tiempo,  é  puaiera  aitio  sobre  alguna  TÍUa,  aal- 
▼o  porque  f  alleadan  loa  mantenimientos  que  eran 
neceaarioa  para  proTcImiento  de  la  bueate.  Fecba 
eeta  tala  en  la  manera  que  dicbo  habemoa ,  el  Bey 
▼ino  á  Córdoba;  é  como  llegó  á  la  dbdad,  mandó 
pagar  sueldo  á  la  gente  de  armaa ,  é  loa  jomalea  á 
loa  taladoree,  é  á  todas  laa  otraa  gentea  que  fueron 
con  él,  ó  mandólos  despedir. 

Deata  entrada  é  de  la  tala  que  el  Bey  fiao  en  el 
Beyno  de  Granada,  loa  morca  quedaron  destruidos,  é 
su  tierra  tan  oprimida,  que  OTieron  acuerdo  de  enriar 
aua  embaxadores  al  Bey  á  le  auplioar  que  les  diese 
treguas  por  algún  tiempo;  é  como  ofrederonle  gran 
cantidad  de  oro  cada  afio  de  los  que  le  ploguiese 
otorgarias.  El  Bey  oida  la  embazada  del  B^  de  Gra- 
nada ,  embiolo  á  comunicar  con  la  Beyna,  qué  esta- 
ba en  la  dbdad  de  Vicrtoria ;  la  qual  embió  á  dedr 
que  BU  parecer,  d  á  él  ploguieae,  aeiia  que  aqudla 
fragua  no  ae  otorgase  ¿  los  morca,  si  no  entregaaen 
dertaa  Tillaa  é  f  ortaleaaa  del  Beyno  de  Granada  por 
aeguridad  de  lo  que  babian  de  dar  en  parias ;  porque 
ya  otras  ▼eoea  lea  babian  seydo  otorgadaa,  é  laa  ba- 
bian rompido  quando  no  tenian  tal  premia  que  gdaa 
ficieae  guardar.  E  porque  loa  moroa  no  las  quiaieron 
entregar ,  é  otrosí  porque  el  Bey  é  la  Beyna  tenian 
concebido  en  su  ánimo  de  guerrear  todo  aquel  Bey- 
no  de  Granada,  no  lea  fueron  dadaa  laa  treguas  que 
demandaron.  T  embiaron  á  mandar  que  ae  puaieaen 
grandea  guardas  en  los  puertos,  para  que  ninguna 
persona  pudieae  meter  mantenimientoa,  ni  pafio,  ni 
otraa  coaaa  de  las  que  sellan  llevar  al  Bey  de  Grana- 
da. E  como  quiera  que  mucboa  caballerea  é  otros  de 
los  que  estaban  captiroa  ae  reacataban  por  alguna 
cantidad  de  aieyte  é  ganados  é  pafioa  é  otraa  algn- 
naa proyisiones ;  pero  la  Beyna  no  daba  lugar,  que 
grande  ni  pequefia  cantidad  de  prcreimientoa  ae 
llevaae  á  loa  morca  por  reacate  de  ningunicbristiano. 
B  deliberaba  de  facerles  ayuda  de  dineroa  en  gran 
cantidad  para  ae  rescatar,  antea  que  dar  licenda 
para  que  oyieaen  loa  moroa  proririon  alguna. 


É  DtíSk  ISABEL. 


w 


OAPlTULO  ZXHL 


Ita  lu  eofis  %u  pasarott  en  Córdoba  eoi  el  Rej  Mere  qal 

estaba  preae. 

Estando  el  Bey  en  la  dbdad  de  Córdoba,  vinie^ 
ron  á  él  menaageroa  de  la  madre  de  Mnley  Babada^ 
li,  B^  de  Granada ,  que  estaba  preeo  en  poder  del 
Conde  de  Cabra,  é  de  parte  de  otroa  caballeroa  é  ci^ 
beoeraa  del  Beyno  de  Granada,  que  cataban  áaa 
obediencia,  ¿  le  auplioar  que  le  ploguieae  ponerle 
en  su  libertad,  é  reducirlo  á  au  Beyno ;  porque  de 
lo  tener  preao ,  no  recebia  aenrido ,  é  si  lo  soltaae, 
ofreciéronle  que  seria  su  yasallo ,  é  le  daría  ciertn 
auma  de  oro  cada  afio  de  loa  que  le  diese  treguas ,  é 
cierto  número  de  cbriatianoa,  qualea  el  Bey  caco- 
gieae  de  loa  que  estaban  captiroa  en  tierra  de  mo- 
rca. El  Bey  oida  aquella  auplioaoion,  embió  mandar 
al  Conde  de  Cabra  que  trazeae  al  Bey  de  Granada 
é  gelo  entregaae.  El  Conde  obedeaoiendo  el  manda-, 
miento  dd  Bey,  partió  luego  de  la  su  rilla  de  Bae- 
na,  é  riño  para  la  dbdad  de  Córdoba,  é  traxo  al 
Bey  de  Granada  preao,  y  entrególo  al  Bey.  El  Bey 
redbió  al  Conde ,  é  fíaole  grande  bonor,  é  no  quiso 
rer  al  Bey  Moro  fasta  que  acordaae  d  lo  debía  aol- 
tar.  E  mandó  á  un  caballero  de  au  caaa  que  ae  lla- 
maba Martm  de  Alarcon  que  tenia  la  fcrtaleaa  de 
Porcuna,  que  torieae  cargo  de  la  guardar;  y  am- 
bicie dedr  con  aqud  caballero ,  que  ae  eaforsaae,  é 
orieae  aqud  placer  que  pone  á  los  presos  la  espe- 
ransa  de  la  libertad.  El  Bey  Moro  oida  la  consola- 
den  que  d  Bey  le  embió,  reepondió :  tDeoid  d  Bey 
ade  Castilla  mi  sefior  que  yo  no  puedo  aer  triste  ea- 
1  tando  en  poder  de  tan  altoa  é  podercaca  Beyea  co- 
ime acn  el  Bey  é  la  Beyna  au  mugar ,  eapedalmen- 
ate  aeyendo  tan  bumanos,  é  teniendo  tanta  parte 
ade  la  grada  que  Dice  da  á  loa  reyes  que  bien  ama. 
iGtrori  le  decid  que  diaa  ha  que  penaaba  ponerme 
1  debazo  de  su  poderlo  para  recebir  de  aua  manca  d 
iBeyno  de  Granada,  aegun  que  lo  redbió  d  Bey  mi 
•abuelo  dd  Bey  Don  Juan  au  auegro,  padre  de  la 
•Beyna.  E  que  d  trabajo  mayor  que  tengo  en  eata 
•prinon  ea  haber  fecho  por  fuersa  lo  que  penaaba 
•facer  de  gradoj  E  porque  era  neceaario  d  Bey  re- 
ñir á  la  dbdad  de  Victoria  do  eatababa  la  Beyna,  é 
andmeamo  ir  d  Beyno  de  Aragón  para  proreer  en 
la  justida,  y  en  otraa  cosaa  que  en  aqudlaa  prorin- 
das  ocurrían ;  acordó  poner  fronteroa  en  loa  luga- 
rea  do  era  neceaario,  para  que  la  tierra  eatorieae 
guardada,  é  ae  ficieae  guerra  á  loa  morca.  Andmea- 
mo quiso  entender  en  laa  coaaa  que  por  parte  dd 
Bey  moro  le  eran  ofreaddas  para  laa  dezar  aaenta- 
daa.  E  mandó  á  loa  que  procuraban  su  ddiberadon, 
que  laa  declarasen  en  su  Consejo.  Los  qudes  en 
presenda  dd  Bey,  catando  en  au  Conaejo  d  Maestre 
de  Santiago,  é  Don  Gard  Lopea  de  Padilla,  Maeatre 
de  Calatrara,  y  el  Duque  de  Alburquerque ,  y  d 
Duqye  de  Názera ,  y  el  Conde  de  Cabra ,  y  el  Mar- 
quéa  de  Calis,  y  d  Marquéa  de  Villena, y  el  Conde 
de  Bddcaaar,  y  el  Conde  de  Corufia,  é  Don  AlonaO| 
Sefior  de  la  caaa  de  Aguilari  é  Bodrigo  de  Ulloa,  aa 


m 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BETIS  DB  GABTILLA. 


Gontádor  mayor ,  6  otros  oaballeros  é  dotoreí  de  su 
OonMJOi  é  algunos  oapitanes  é  alcaydes  de  la  fron- 
tera ;  los  mensageroB  moros  dixeron  qve  si  el  Bey 
ponia  en  libertad  al  Bey  de  Granada ,  él  seria  so 
yasallOi  é  le  serriria,  é.faria  lo  qne  le  mandase  oo- 
mp  su  subdito.  Otrosí  que  le  daría  treoientos  ehris- 
tianos,  qnales  él  esoogiese  de  loe  que  estaban  oapti* 
voB  en  tierra  de  moros,  é  dooe  mil  doblas  de  oro  ca- 
da afio  de  los  que  le  plogaiese  otorgar  treguas  á  loa 
logares  del  Beyno  de  Granada,  qne  estaban,  ó  den- 
tro de  dertOB  dias  estoyiesen  por  él.  E  para  seguri- 
dad que  lo  compliria,  prometieron  de  dar  en  rehe- 
nes un  fijo  legitimo  de  aquel  Bey,  é  otros  fijos  de 
Alcaydes  é  cabeoeras  del  Beyno  de  Granada  de  los 
que  estaban  á  su  obediencia.  Otrod  demandaron 
que  el  Bey  mandase  á  sos  gentes  que  le  diesen  f  a- 
Yor  para  f aoer  guerra  á  algunos  lugares  é  fortale- 
sas  que  se  hablan  reducido  al  Bey  su  padre  duran- 
te su  prisión ,  é  A  los  otros  que  le  hablan  estado  6 
estoyiesen  rebeldes.  E  dieron  A  entender  que  si  el 
Bey  no  daba  luego  Orden  en  su  deliberación ,  é  se 
tardaba  algunos  dias,  todos  los  caballeros  principa- 
les del  Beyno ,  é  las  cibdades  é  villas  é  castillos  é 
tierras,  que  hoy  estaban  por  él  i  perdida  la  esperan- 
sa  de  su  libertad,  tomarían  A  la  obediencia  del  Bey 
BU  padre ,  como  algunos  ya  hablan  fecho.  Oido  por 
el  Bey  aquello  que  por  pute  del  Bey-^oro  se  ofres- 
cia ,  quiso  saber  lo  que  A  los  Duqaes  é  Maestres  é 
Condes  é  Marqueses,  é  A  los  capitanes  que  con  él  es- 
taban en  su  Consejo  páresela.  Sobre  lo  qual  ovo  di- 
versos votos ,  poique  algunos  deoian  que  se  debia 
soltar  é  reoebir  aquello  que  se  ofresoia ;  otros  de- 
cían que  no  lo  debia  facer  porque  no  era  su  servi- 
cio, antes  era  mayor  la  utilidad  que  se  seguia  de  lo 
tener  preso,  que  la  que  se  ofresoia  seyendo  libre.  B 
porque  uno  de  los  príncipales  que  sostenían  esta 
opinión  era  Don  Alonso  de  CArdenaa,  Maestre  de 
Santiago,  por  dar  A  entender  mejor  su  parescer,  di- 
xo  al  Bey  :  t Muy  excelente  Bey  é  Sefior,  tres  cosas 
»A  mi  ver  deben  considerar  los  Beyes  en  las  con- 

•  quistas  que  mueven.  La  primera,  si  son  justas ;  la 
asegunda,  si  tienen  aparejo  para  las  seguir  ;^ la  ter- 
Bcera ,  si  pueden  forzar  las  fuerzas  del  enemigo. 
»Quanto  A  la  primera ,  quien  bien  mirare  las  cosas 

•  pasadas  en  estos  vuestros  reynos,  después  que  por 
»1a  gracia  de  Dios,  Vos  é  la  Beyna  en  ellos  reynas- 
•tes,  claro  verA  que  Dios  aderezó  la  paz  con  quien 
sladebiades  tener,  quando  la  Beyna  la  concluyó 
Bcon  el  Bey  de  Portogal,  é  vos  despertó  A  la  guerra 
i»que  sois  obligados  de  seguir,  quando  los  moros 
•rompiendo  las  treguas  que  les  distes,  tomaron  la 
•villa  de  Zahara.  Bien  creo,  Sefior,  que  sabe  Vuestra 
•real  Magostad,  como  una  de  las  cosas  que  los  bue- 
•nos  Beyes  chrístianos  vos  han  embidia,  es  tener  en 
•vuestros  confines  gente  pagana  con  quien  no  solo 
•podéis  tener  guerra  justa,  mas  guerra  santa,  en 
•que  entendáis  é  fagáis  exercitar  vuestra  caballería; 
•el  qual  exercicio  no  piense  Vuestra  Alteza  ser  po- 
seo necesario  para  las  guerras  que  nasoen  en  los 
•reynos.  Léese  en  las  historias  romanas,  que  TuHo 
sOstilio  el  tercero  Bey  de  Boma,  movió  guerra  sin 


•oausa  oon  los  Albanos  sus  amigos  é  parientes, no 
•por  otro  respecto,  salvo  por  no  dexar  en  odo  su 
•caballería.  Pues  ¿quanto  m^or  lo  debe  facer  quien 
•tiene  tan  justa,  tan  santa,  é  tan  necesaria  guerra 
•como  vos  tenéis?  en  la  qual  se  puede  ganar  honra 
•en  esta  vida  é  gloria  en  la  otra.  Quanto  A  la  según* 
•da.  Vos,  Sefior,  por  la  gracia  de  Dios ,  tenéis  bue- 
•nos  capitanes,  mucha  caballeria  obediente  A  vues* 
•tros  mandamientos  é  de  la  Beyna  nuestra  Sefiora, 
•cursada  en  esta  guerra,  bien  pagada  de  sus  gages; 
•tenéis  villas  é  castillos  cercanos  A  la  tierra  de  los 
•moros;  tenéis  artillería  é  todos  los  aparejos  que  se 
•requieren  para  continar  la  guerra.  Anal  que  no  sé 
•yo  que  oonsejo  seria  dexar  de  seguirla,  pues  no  hay 
«impedimento  para  que  se  deba  escusar.  La  tercera 
•es  considerar  si  se  pueden  forzar  las  fueizas  del 
•enemigo.  B  cerca  desto  no  conviene  mucho  decía- 
•rar ,  pues  las  vemos  tan  flacas ,  que  ansí  los  de  la 
•una  parte,  como  los  de  la  otra,  vienen  oon  tanta 
•cuita ,  que  os  ofrecen  parias ,  é  demandan  tregua; 
•por  la  qual  muchas  veces  ha  seydo  ofrecida  A 
•vuestros  capitanes  alguna  cantidad  de  doblase 
•de  captivos  christianos,  é  ni  A  Vos,  ni  A  la  Bey- 
»na  ha  placido  otorgarla.  Porque  según  todos  sabe- 
•mos ,  el  fin  principal  vuestro  é  de  la  Beyna  es  fa- 
lcar guerra,  é  ganar  el  Beyno  de  Granada,  é  no  ce- 
nsar della  fasta  le  dar  el  fin  que  deseáis.  En  prose- 
•cucion  de  lo  qual,  allende  de  los  peligros,  aventn- 
•ras  é  trabajos  habidos  por  vuestra  persona  real,  é 
•por  vuestros  capitanes  é  gentes ;  es  cierto  que  son 
•fechos  tantos  é  tan  inmensos  gastos,  que  sobrepu- 
•jan  A  la  cantidad  de  las  parias  que  estos  moros 
•ofrescen ,  ni  podrian  dar  en  muchos  afios.  E  no  sé 
•yo  que  aprovecharan  los  llamamientos  de  vuestras 
•gentes,  venidas  de  los  fines  de  vuestros  reynos,  ni 
•las  batallas  habidas  con  los  moros,  ni  las  talas  é 
•destruiciones  que  por  vuestra  persona  real  é  por 
•vuestros  capitanes  son  fechas  en  su  tierra ,  ni  me- 
•nos  sé  que  aprovecharían  los  prestidos,  los  tribu- 
•tos,  las  imposiciones  puestas  en  vuestros  Beynos, 
•si  teniendo  la  guerra  para  que  se  pusieron  en  el  es- 
tttado  que  la  tenéis,  la  dexAsedos  agora,  para  que  se 
•pierda  juntamente  con  el  fruto  que  della  se  espe- 
•ra.  Ansimesmo  Vuestra  Alteza  ve  que  este  Bey 
•preso,  no  solamente  quiere  libertad,  mas  demanda 
•vuestro  favor  para  ganar  las  tierras  del  Beyno  de 
•Granada,  que  le  están  rebeldes.  E  si  vuestras  gen- 
•  tes  se  han  de  poner  A  los  peligros  que  se  requieren 
"sen  ganar  la  tierra  para  él,  mejor  seria  que  los  ovie- 
•sen  ganAndola  para  vos ;  porque  los  provechos  de 
•las  parias  que  dieren ,  no  son  tan  grandes  que  no 
•sean  mayores  los  trabajos  que  vuestra  gente  ovie- 
•re,  é  los  gastos  que  vos  ficiéredes  en  le  poner  paci- 
ttfico  en  su  Beyno.  Ni  menos  se  debe  tener  confian- 
•za  en  la  promesa  que  face  de  ser  vuestro  subdito, 
•porque  si  la  necesidad  que  agora  tiene  le  obliga  A 
•esta  subjecion,  la  libertad  que  después  toviere  le  f  a- 
•rA  salir  della.  Allende  desto ,  Vuestra  real  Sefioria 
•prosigue  agora  guerra  contra  un  rey  viejo  dolien- 
•te,  é  desamado  de  los  de  su  reyno ;  el  qual  no  pue- 
•de  bien  seguir  la  guerra  por  el  impedimento  de  su 


«  I 


DON  FERNANDO 
•penona  é  por  U  inobedienoÍA  do  mu  BÚbditoo.  E  si 
>O0to  roy  preoo  pónete  en  libertad,  daisnos  un  ene- 
•migo  moco  é  sano,  en  Ingar  de  otro  enemigo  viejo 
•é  doliente ;  é  loe  moros  que  agora  están  sin  el  ca- 

•  pitan  que  quieren,  cobrarían  el  rey  qae  desean.  De 
•donde  seguirla,  que  los  enemigos  que  agora  tene- 
smos flacos  é  derramados  por  falta  de  buen  oapitan, 
lestarian  fuertes  ó  juntos  con  buen  caudillo.  Ni  me- 
mos debemos  tener  oonfianza  en  la  discordia  que 
ihay  entre  ellos ;  porque  dado  que  agora  estén  di- 
•yersos,  ¿donde  seremos  seguros  que  permanesoa 
•esta  división,  é  que  no  se  reconcilien  el  padre  y 
•el  fijo,  é  juntos  sean  mas  fuertes  para  rebelar  con- 
•tra  Yos,  como  ban  fecho  los  Beyes  de  Ghranada  con- 
•tra  los  Beyes  yuestros  antecesores,  todas  las  yeoes 
•que  han  habido  lugar  de  lo  facer?  Á  lo  qnal  no  les 
•impedirán  por  oierto  los  rehenes  que  dan ,  aunque 
•sean  de  mucho  mas  valor  de  lo  que  son  estos  que 
•ofrescen ;  porque  los  moros  estiman  en  poco  el 
•captiverio,  é  no  habrán  empacho  de  perder  los  re- 
•henes  que  dieren  de  algunos ,  por  facer  lo  que 
•cumple  á  todos.  Otrosi  sabrá  Vuestra  real  Sefioría 
•que  el  poder  de  los  moros  está  agora  caido  por  la 
•prisión  deste  rey  que  amaban  ellos,  y  están  men- 
•guados  de  gente  de  guerra  é  de  armas  é  caballos 
•por  el  desbarato  que  ovieron  en  la  batalla  do  fué 
•preso.  B  si  agora  le  mandasedes  soltar  é  diesedes 
•tregua  y  el  favor  que  piden ,  habrían  lug^  de  se 
•reparar  de  todas  las  cosas  de  que  están  mengua- 
•dos ,  é  oriarfades  un  enemigo  para  vuestros  ami- 
•gos,  é  un  amigo  para  los  enemigos,  contra  el  qual 
•no  podríamos  ansí  bien  guerrear ,  como  facemos 

•  agora  contra  su  padre,  que  no  tiene  los  aparejos 
•que  temía  este  si  se  viese  libre.  Ansí  que  mi  pa- 
•resoer  es,  que  la  guerra  oomensada  se  debe  conti- 
•nuar,  é  que  ni  debéis  soltar  este  rey,  ni  recebir  las 
•parias  del  otro;  porque  no  movistes  tan  gran  guer- 
•ra  para  recebir  lo  que  los  moros  os  quisiesen  dar, 
•mas  para  que  les  quede  lo  que  les  quisiéredes  de- 

•  xar,  quando  so  vuestro  imperio  quisiéredes  que  vi- 
•van.  E  lo  que  Vos,  Sefior,  podéis  tomar,  no  espere» 
•recebirlo  de  otro.^ 

Aoabado  este  rasonamiento,  aquellos  caballeros 
é  capitanes,  cuyo  voto  era  que  la  guerra  contra  los 
moros  se  siguiese ,  por  las  rasones  que  el  Maestre 
de  Santiago  dixo,  se  esforsaron  mas  á  aconsejar  al 
Bey  que  no  soltase  al  Bey  Moro,  ni  recibiese  sus 
parias,  é  que  siguiese  la  guerra  comenzada.  El  Bey 
quiso  ansimesmo  oír  á  los  que  eran  en  voto  contra- 
rio, é  oonsejaban  que  el  Bey  Moro  se  soltase ,  é  las 
parias  se  recibiesen.  E  porque  uno  de  los  principa- 
les que  lo  sostenían  era  Don  Bodrígo  Ponce  de 
León,  Marqués  de  Calis,  mandóle  que  dixese  su  pa- 
rescer,  el  qual  dixo  ansí: 

«  Para  que  Vuestra  real  Sefioría  prosiga  la  guer- 
•ra  oomensada  oontra  el  Bey  é  Moros  de  Granada, 
•asas  abundantes  son  por  cierto  las  rasónos  dichas 
•por  el  Maestre  de  Santiago ;  las  quales  yo  no  en- 
•tiendo  repunar ,  porque  mi  parescer  siempre  fuá, 
•que  la  guerra  contra  los  moros  se  continúe ;  pero 
•no  hay  en  esta  vida  oosa  tan  gobernada  por  ra« 


i  DO£fA  ISABEL.  t»í 

•son,  que  él  tiempo  y  la  edad  é  los  oaaos  nuevos 
•no  traygan  pensamientos  nuevos,  para  que  aque- 
•Uo  que  una  ves  nos  parece  que  sabemos,  otra  ves 
•no  lo  sepamos ;  en  lo  que  en  un  tiempo  nos  pare- 
•ce  provechoso ,  en  otro  nos  parece  daftoso  é  ageno 
•de  rasen.  Esto  digo,  muy  poderoso  Bey  é  Sefior, 
•porque  la  prisión  deste  rey,  é  lo  que  de  su  parte 
•se  ofrece,  la  división  de  los  moros,  la  prisión  do 
•los  chiistianos,  traen  cosas  nuevas,  que  la  pruden- 
f  cía  nos  amonesta  disoemer  para  lo  m^or  é  mas 
•provechosamente  proseguir.  E  ante  todas  cosas  es 
•de  ver  si  Vuestra  real  Señoría  gana  honra  alguna 
•en  tener  preso  este  rey.  E  cerca  desto ,  verdad  es 
•por  cierto,  que  haberlo  prendido  un  Oonde  vuestro 
•subdito ,  honra  es  é  grande ;  pero  tenerlo  preso 
•ninguna.  Porque  los  moros  tienen  poca  fe  con  sus 
•reyes,  é  les  han  tan  poco  acatamiento,  queligera- 

•  mente  los  facen  ¿  desfacen  estando  libres;  ma- 
» yérmente  estando  presos,  según  que  en  diver-. 

•  sos  tiempos  los  habernos  visto,  é  agora  vemos  en 
•en  la  prisión  deste.  La  qual  sabida ,  luego  los  mas 
•que  estaban  á  su  obediencia,  tomaron  á  la  del  Bey 
•su  padre,  é  privaron  al  fijo  del  nombre  de  rey  que 
•le  habían  dado.  T  esto  mesmo  es  de  oreer  que  f  a- 

•  gan  los  que  quedan  teniendo  su  vos,  porque  tanto 
•menos  le  estimaran,  quanto  mas.le  tovieron  absen- 

•  te.  Ansí  que  no  se  puede  decir  que  tenéis  rey  pre- 
nso, mss  que  tenéis  un  homo  particular;  de  cuya 
•prisión,  ni  los  moros  facen  mención,  ni  los  Ohris- 

•  tinos  reciben  honra.  Veamos  pues  agora  el  prove- 
•cho  que  su  libertad  da  á  los  Ghristianos,  y  el  dafio 
•que su  prisión  escusa  a  los  Moros.  Notorio  es,  muy 
•poderoso  Bey  é  Sefior ,  que  antes  que  este  rey  fue* 
•se  preso,  la  división  que  había  entre  él  é su  padre, 
•los  tenia  tan  ocupados ,  que  la  guerra  que  les  fa- 

•  ciamos  era  mas  provechosa  á  nuestra  parte,  é  mas 
•dafiosa  a  la  suya ;  porque  queriendo  cada  uno  de- 

•  líos  seguir  su  propósito ,  ni  se  podían  bien  def en- 
•der  de  la  guerra  que  les  facíamos  defuera,  ni  po- 
•dian  bien  remediar  ala  que  ellos  tenían  de  dentro. 
•Agora  después  que  este  rey  fué  preso,  é  algunos 

•  de  los  principales  de  Granada,  que  estaban  por  el 
•fijo  se  han  juntado  con  el  padre,  han  habido  In- 
•gar  para  defender  mejor  su  tierra.  To,  muy  pode- 
•roso  Bey  é  Sefior,  no  digo  que  cese  la  guerra  que 
•tenéis  contra  los  moros ;  pero  digo  que  se  suelte 
•este  que  es  causa  |de  su  división,  para  que  tengan 
•dos  guerras,  una  con  ellos,  é  otra  con  nosotros, 
•porque  les  podáis  mejor  guerrear ,  y  ellos  se  pue- 
•dan  mejor  defender.  Lo  qual  no  se  puede  ansí  bien 
•facer,  teniendo  este  Bey  preso,  porque  aquellos 

•  que  le  esperan  libre,  quitos  desta  esperansa  de  su 
•libertad ,  no  es  dubda  que  tomen  á  la  obediencia 
•de  su  padre ,  é  Vuestra  Altesa  pierda  la  ayuda  que 

•  nos  facía  su  división.  El  inoonviniente  que  se  re- 
seda de  su  libertad  es,  que  seyendo  libre  se  reoon- 
•ciliará  con  su  padre,  é  rebelará  oontra  vos.  B  sin 

•  dubda  es  oosa  que  puede  aeaescer,  pero  mas  debe- 
•mos  creer,  que  se  continúe  entre  ellos  la  división 

•  que  se  espera,  que  la  reconoliaoion  que  se  recela. 
I  •  Porque  este  nombre  de  rey  entre  los  humanos  es 


OBÓNtOAB  DS  LOS  BBKES  DS  OAffnLLA. 


%á%  tanta  exoelendfti  qne  aqael  que  una  yea  lo  to- 
•ma  por  titulo,  sino  es  pusilánime,  no  lo  deja  sino 

•  juntamente  oon  la  vida.  Y  es  oierto,  que  pues  di 
ireynarno  snfre  dos,  aunque  sean  padre  é  fijo,  ni 
testo  dexsrá  la  guerra  fasta  haber  todo  el  Bejno  á 
1  su  obediencia,  ni  el  otro  dezará  su  yengansa ,  ías- 
ita  quedar  rey  único  oomo  lo  era.  E  para  esta  su 
Idisoordia,  ninguna  oosa  se  pierde,  si  Vuestra  alta 
tSefiorla  mandare  farorecer  á  este,  por  manera  que 
idure  la  división  entre  ellos;  para  lo  qual  no  sola- 
1  mente  se  debe  soltar  este,  mas  debriades  orlar  de 
» nuevo  otro,  si  este  no  toviésedes.  B  puesto  caso 
•que  este  rebelase  oontra  Vos,  desto  por  oierto  de- 
sbe  facer  Vuestra  Altesa  poca  estima,  porque  en  le 
•dar  libertad,  se  muestra  magnificencia  y  en  tener 
>«n  poco  su  rebelión,  se  muestra  vuestro  poderío. 
sAnsi  que,  muy  alto  Bey  é  Seftor,  mi  parecer  es 

•  que  le  debéis  mandar  soltar,  é  otorgar  tregua  de 
»algun  breve  tiempo  á  la  tierra  que  está  por  él,  ¿ 
irecebir  las  parias  é  los  captivos  que  ofresoe ;  pues 
ipor  esto  no  se  impide  la  continuación  de  la  guer- 
sra  que  faoels  contra  el  Rey  su  padre.  E  fenecido 
lel  término  de  la  tregua  que  le  dais,  el  tiempo  mi- 
snistro  é  maestro  de  las  cosas  vos  mostrará  como 
»é  oontra  quien  debéis  seguir  la  guerra  quo  tenéis 
sen  propósito  de  facer.  Y  esto  debe  facer  Vuestra 
s  Altesa  por  dos  rasones :  la  primera,  por  usar  de 
«caridad  oon  vuestros  subditos  los  christianos  que 

•  os  ofrescen, redimiéndolos  del  oaptiverio  que  ovie- 
sron  «n  servioio  de  Dios  é  vuestro;  lo  segundo, 
«porque  uséis  de  magnificencia  é  liberalidad  con 
«este  Bey  que  vos  la  demanda,  la  qual  si  él  no  es 
«merecedor  de  la  recebir  por  ser  pagano,  Vos  sois 
«diño  de  la  dar  por  ser  católico  ;  é  porque  la  virtud 
«de  Tuestra  liberalidad  resplandeooa  inmortalmen- 
«te  entre  los  vivos,  quando  so  oyere,  que  teniendo 
«preso  un  rey  enemigo,  vuestra  humanidad  no  su- 
«frié  que  muriese  en  fierros,  mas  que  le  distes  li- 
«bertad,  que  es  el  mayor  don  que  se  puede  dar. 
«Leemos  en  las  historias  antiguas  que  muchos  reyes 
«prendieron  en  batallas  á  otros  reyes ,  é  con  ánimo 
9  cruel  haberles  dado  diversas  maneras  de  muertes  é 
«tormentos ;  é  otros  que  usando  con  ellos  de  piedad 
«les  dieron  libertad.  Pero  la  piedad  que  olmos  de 
«los  unos,  les  da  fama  loable  ¡  é  la  crueldad  de  los 
«otros,  áspera  é  absurda.  E  no  sin  cansa,  porque 
«mediante  la  yirtud  que  usamos,  somos  partícipes 
«con  Dios  eterno;  é  usando  de  crueldad,  participa- 
«mos  con  las  furias  infernales.  Los  Reyes  que  usan 
«de  manificenda,  no  han  de  pensar  en  los  gastos 
if  eches,  ni  en  los  trabajos  habidos ;  todo  lo  ha  de 
«posponer  el  corasen  noble,  quando  se  ofrece  tal 
«caso  en  que  puede  mostrar  su  virtud,  la  qual  jun- 
«tamente  con  yuestro  gran  podar  mostráis  teniendo 
«en  poco  su  rebelión.  Porque  dado  que  la  faga, 
«queda  ynestra  voluntad  junta  con  el  poder,  para 
«gela  reprimir,  é  con  él  ayuda  de  Dios,  tomarle 
«todas  horas  en  el  estado  que  le  quisiéredes  poner.« 

Las  rasónos  que  el  Marqués  de  Oálía  dizo  fue* 
ron  bien  recebidas  por  todos^  especialmente  por 
aquéllos  caballeros  é  capitanes,  cuyo  voto  era  que 


el  B^  Moro  so  soltase.  ■  porque  habla  muchos  vo- 
tos contrarios,  el  Bey  lo  embió  facer  saber  á  la 
Beyna  por  saber  su  parecer.  La  Beyna  vistas  las 
rasones  de  la  una  parte  é  de  la  otra,  respondió  al 
Bey,  que  vistas  las  voluntades  de  aquéllos  caba* 
lloros  sobre  la  deliberadon  del  Bey  Moro,  porque 
muchos  Beyes  de  aquel  Beyno  de  Qranada  fueron 
vasallos  de  los  Beyes  sus  progenitores;  si  á  8a 
Merced  ploguiese,  debia  darle  la  libertad,  é  recebir- 
lo  por  vasallo,  especialmente  porque  se  puedan  re- 
demirlos  christianos  que  ofredan  del  oaptiverio  que 
tienen.  Visto  por  el  Bey  el  parecer  de  la  Beyns, 
embió  á  decir  á  aquellos  mensageros  que  trataban 
la  libertad  del  Bey  Moro,  que  le  piada  de  lo  soltar ; 
y  ellos  tovieronlo  á  Su  Sefioría  en  sefialada  merced, 
é  otorgaron  en  su  nombre  que  seria  vasallo  dd  Bey 
é  de  la  Beyna,  para  facer  su  mandado,  é  venir  ásu 
llamamiento  cada  que  gelo  mandase.  Otrod  que  les 
daría  quatrodentos  diristianos  de  los  que  estaban 
captivos  en  el  Beyno  de  Granada,  los  tredentos  da- 
llos quales  el  Bey  é  la  Beyna  nombrasen,  é  mas 
doce  mil  doblas  saenes  cada  afio  en  parías.  Otrosí 
que  las  villas  é  cibdades  é  tierras  que  estaban  y  ento- 
viesen  por  él,  fuesen  obligadas  á  dar  pasada  segura 
é  mantenimientos  á  las  gentes  dd  Bey  é  de  la  Bey- 
na, para  facer  guerra  á  los  lugtres  que  estaban  ó 
estoviesen  por  el  Bey  su  padre.  Estas  cosas  acorda- 
das, d  Bey  Moro  prometió  é  juró  en  su  ley  de  las 
mantener  é  complir ;  y  el  Bey  otorgó  treguas  por 
dos  anos  áél,  é  y  á  todos  los  lugares  que  estaban  á  su 
obediencia,  ó  estoviesen  dentro  de  treinta  dias  des- 
pués que  estoviese  libre  en  su  reyno.  B  á  suplica- 
ción del  Bey  Moro  mandó  á  los  capitanes  é  gentes 
dd  armada  que  traian  por  la  mar,  que  dexasen  pa- 
sar libremente  á  un  caballero  Moro  que  estaba  en 
Afríca  llamado  Máhomad  Abencerraje,  que  era  en 
su  obediencia.  Fechas  é  asentadas  estas  cosas,  man- 
dó el  Bey  que  le  traxesen  al  Bey  Moro  á  la  dbdad 
de  Oórdoba,  é  que  todos  los  oaballeros  de  su  corte 
saliesen  á  lo  recebir.  E  mandó  dar  é  él  é  á  cinqfien- 
ta  oaballeros  moros  que  vinieron  á  procurar  su  de- 
libracion,  caballos  é  vestiduras  de  palios,  brocados 
é  sedas,  é  otros  ricos  arreos,  é  toda  la  suma  de  di- 
neros que  ovieron  menester  para  se  reparar  é  tor- 
nar á  su  tierra.  E  porque  el  Bey  Moro  habia  de  pa- 
recer ante  d  Bey  á  le  facer  reverencia,  todos  los 
Duques  é  Condes  é  otros  oaballeroe  que  estaban  en 
su  Oonsejo,  acordaron  que  el  Rey  le  debia  de  dar  su 
mano  á  besar  oomo  á  su  vasallo ,  por  conocimiento 
de  sefiorío  é  superioridad.  E  dizeron  al  Rey ;  tSe- 
«fior,  pues  este  Rey  Moro  vos  viene  á  facer  reveren- 
«cia,  y  es  vuestro  vasallo,  cosa  raionablo  es  que 
«  como  á  vuestro  subdito  le  deis  la  mano  á  besar.» 
El  Rey  les  respondió:  tDiéragela  por  cierto,  d  es- 
«toviera  libre  en  su  reyno ;  é  no  gelo  daré,  porque 
«está  preso  en  el  mio.tt  Aqudlos  caballeros  oonod- 
da  la  humanidad  del  Rey,  no  le  f ablaron  mas  en 
aquella  materia.  Asentadas  estas  cosas,  d  Rey  Mo- 
ro entró  en  la  dbdad  de  Oórdoba ,  acompañado  dé 
todos  los  Duques  é  Condes  é  Marqueses  é  oaballeros 
que  estaban  en  la  corte,  é  fué  á  palado  do  d  Rej 


I. 


DON  FERNANDO 

etUba;  é  como  Tído  aí  Rey ,  inclinó  las  rodillas  en 
el  mielo,  é  demandó  qve  le  dieae  la  mano  á  besar, 
ansi  porque  era  sa  sefior,  y  él  era  su  subdito,  como 
por  el  gran  beneficio  de  libertad  qae  del  recebia. 
El  Rey  no  gela  quiso  dar ,  como  qoiera  qae  le  su- 
plicó con  grand  instancia,  y  el  Rey  le  levantó  del 
suelo.  S  como  un  intérprete  que  abí  estaba  comen- 
sase  á  f ablar  de  parte  del  Rey  Moro ,  ofreciéndole 
por  serridor  del  Rey,  é  dándole  gracias,  é  loándole 
la  magnificencia  que  con  él  habia  usado ;  el  Rey  no 
sufriendo  looref  en  presencia,  le  interrumpió,  é  dixo 
al  intérprete:  tNoes  necesaria  esta  gratificación: 
»yo  espero  en  su  bondad,  que  fará  todo  aquello  que 
»buen  home,  ó  buen  rey  debe  facera  B  despedido 
del,  mandó  á  uno  de  los  capitanes  de  su  guarda 
que  lo  acompafiase  con  gente  de  armas,  fasta  lo  po- 
ner  seguro  en  él  Reyno  de  Granada. 

.  CAPÍTULO  XXIV. 

Cono  liSli  Fonasdsi  Portoearrero*  6  otros  eapltiooi  qao  ottebas 
os  U  frostoia,  iosborataros  leo  Boros. 

Despedido  el  Rey  Moro,  é  proveidas  las  cosas 
necesarias  en  la  provincia  del  Andalucía,  ansi  las 
4ue  concemian  á  la  guerra  de  los  moros  como  á  la 
justicia  de  la  tierra ,  el  Rey  partió  de  la  cibdad  de 
Córdoba  é  vino  para  Santa  Maria  de  Guadalupe, 
donde  tovo  novenas,  é  dende  fué  á  la  cibdad  de 
Vitoria  donde  estaba  la  Reyna.  En  este  tiempo, 
los  moros  que  estaban  en  obediencia  del  Rey  viejo, 
sabido  que  el  Rey  moso  era  libre,  é  que  habia  de- 
mandado al  Rey  gente  para  facer  guerra  á  los  lu- 
gares que  le  estaban  rebeldes,  concibieron  grand 
odio  contra  él,  porque  oreiau  que  meterían  chris- 
tíanos  en  su  tierra  para  les  facer  guerra.  E  por 
esta  cansa  fué  aborrecido  de  todos  los  moros,  é  no 
fué  bien  recebido  por  aquellos  que  hablan  seydo 
en  su  parcialidad ,  é  de  quien  esperaba  ayuda.  E 
porque  los  moros  sopieron  que  el  Rey  era  partido 
de  aquella  provincia  del  Andalucía,  acordaron  de 
se  juntar  quince  alcaydes  é  cabeceras  de  las  princi- 
pales cibdades  é  villas  del  Reyno  de  Granada  con 
gran  gente  de  caballo  é  de  pié ,  y  entraron  á  facer 
guerra  en  la  tierra  del  Andalucía.  Acaeció  en  aque- 
llos dias,  que  seis  christianos  Almogávares  entra- 
ron en  la  tierra  de  los  moros,  como  algunas  veces 
lo  acostumbraban  facer ;  é  pusiéronse  en  asechanza 
encima  de  una  sierra  para  facer  sus  asaltos  é  pren- 
der algunos  moros.  Estos  seis  christianos ,  estando 
en  la  cumbre  de  aquella  sierra,  vieron  los  caballe- 
ros moros  que  estaban  juntos,  é  seguían  su  camino 
para  facer  entrada  en  tierra  de  Sevilla,  é  de  Xeres, 
é  de  aquellas  comarcas.  E  luego  aquellos  seis  chris- 
tianos se  repartieron ,  los  unos  fueron  á  Luis  Fer- 
nandes  Puertocarrero,  Sefior  de  Palma,  otros  fueron 
al  Marqués  de  Calis,  é  otros  á  la  villa  de  utrera,  é 
á  los  logares  de  aquella  comarca  ágelo  facer  saber, 
é  los  avisar  de  la  entrada  que  los  moros  facían.  Có- 
mo lo  sopo  Luis  Femandei  Puertocarrero,  luego 
fiso  juntar  á  Figueredo  Aloayde  de  Morón,  é  á  los 
Alcaydes  de  Osuna,  é  de  todas  las  fortalezas  de 


i  DOÜfA  ISABEL.  398 

aquella  comarca ;  é  fizólo  saber  á  Fernán  Carrillo 
capitán  de  cierta  gente  de  las  hermandades,  é  al 
capitán  de  la  gente  del  Maestre  de  Alcántara.  E  oon 
la  gente  de  su  casa,  é  oon  la  que  tenia  en  su  capi- 
tanía, informado  del  camino  que  los  moros  traían, 
salióles  al  encuentro.  Los  moros  ficieron  tres  partes 
de  su  gente,  unadexaron  en  la  sierra,  para  guardar 
el  paso,  porque  no  les  fuese  tomado  por  los  chris- 
tianos; y  en  esta  quedaron  la  mayor  parte  de  los 
peones,  é  de  las  otras  sus  gentes  que  traían  mas 
flacas.  Otra  parte  embiaron  delante  por  oorredores, 
á  robar  la  tierra  por  el  oampo  de  Utrera.  La  otra 
mayor  parte  dexaron  en  celada,  cerca  del  rio  que 
se  dice  de  Lopera.  Puertocarrero,  é  los  otros  alcay- 
des é  capitanes  que  oon  él  iban,  informados  del  lu- 
gar donde  los  corredores  robaban ,  fueron  contra 
ellos.  Los  moros  corredores,  como  vieron  á  los  chris- 
tianos, luego  se  retrazeron  al  lugar  do  estaba  la 
mayor  batalla  de  su  g^nte  puesta  en  ociada.  Los 
Christianos  ficieron  dos  partes  de  su  gente:  en  la 
delantera  iba*el  Aloayde  de  Morón,  y  el  Aloayde  de 
Osuna,  é  Fernán  Carrillo,  y  el  capitán  de  la  gente 
del  Maestre  de  Alcántara,  en  la  otra  quedó  Puerto- 
carrero  con  la  otra  gente.  E  la  batalla  delantera  fué 
al  lugar  donde  la  celada  de  los  moros  estaba,  é  con 
grand  osadía  los  moros  que  estaban  en  la  celada, 
todos  juntos  vinieron  contra  los  christianos,  é  los 
christianos,  aunque  no  eran  tantos  como  los  moros, 
fueron  contra  ellos;  é  las  lanzas  quebradas,  á  los 
primeros  encuentros  andaban  los  unos  con  los  otros 
embueltos  peleando. 

Estando  en  esto,  Puertocarrero  llegó  con  su  ba- 
talla ;  los  moros  quando  vieron  entrar  en  la  pelea 
gente  nueva,  no  podiendo  sufrir  la  fueraa  de  los 
christianos,  luego  se  pusieron  en  f  uida,  é  tomaron 
dos  caminos  pensando  de  se  salvar  mejor.  Los 
christianos  fueron  en  el  alcance,  matando  los  moros 
que  iban  f  uyendo  por  la  una  parte.  El  Marqués  de 
Calis  con  la  gente  de  su  casa,  é  con  los  caballeros 
de  la  cibdad  de  Xerez,  que  eran  avisados  de  la  en- 
trada de  los  moros ,  é  hablan  salido  por  otra  parte 
á  los  buscar,  encontraron  á  caso  con  los  moros  que 
iban  fuyendo,  é  hablan  tomado  el  otro  camino ;  é 
siguiéronlos,  é  prendieron  é  mataron  muchos  dellos. 
De  manera,  que  ansí  los  que  fnyeron  por  la  una 
parte,  como  por  la  otra,  fueron  seguidos,  é  los  mas 
dellós  fueron  muertos  é  presos.  Entre  los  quales 
fué  preso  el  Aloayde  de  Málaga,  y  el  de  Alora,  y  el 
Alcayde  del  Burgo,  é  un  Aloayde  que  se  Jlamaba 
Izbenñdre,  y  el  Aloayde  de  Cohin ;  é  fueron  muer- 
tos el  Alcayde  de  Velesmálaga,  é  un  caballero  que 
se  llamaba  el  Gebie,  é  otros  cabeceras  é  moros  de 
los  principales;  é  fueron  tomadas  quince  bande- 
ras (1). 

Habido  este  vencimiento,  luego  Puertocarrero  lo 
fizo  saber  al  Rey  é  ala  Reyna,  y  embióles  las  quin- 

(I)  Fié  Mta  batalla,  dieha  oomnaieBto  la  do  Loj^ra,  Ulereo- 
loi  17  do  Sottombro  do  oslo  atto.  Mirloroi  os  olla  f  fioros  oaaU- 
TOi  SMS  do  mil  moroa  do  lea  bII  y  doaolontoa  qso  bablai  oiln- 
do.  A  loo  Aleajdoa  oaaüfoa^  alado  Bomaldoi  lea  do  Goaiaros  y 
Marbella.  Hktor.  i$  ht  Rq/tt  Cé!éñm,  c^,m. 


8M  0RÓNI0A8  DB  LOS  BETB8  DE  OASTILLA. 

oe  banderai  qoe  tomó  en  aquella  bataUa.  La  Bejrna 
ovo  gran  plaoer  con  aqaelia  nnevaí  é  íótom  por 
bien  aeryida  de  aqvel  caballero,  por  la  gran  dili- 
gencia é  bnen  eef aereo  que  oto  en  aquella  faoien* 
da.  E  por  le  facer  merced,  dio  á  sa  mager  la  ropa 
qne  ella  yifltieee  todos  los  aftosde  su  vida  el  día  de 
los  Beyes,  por  memoria  de  aquel  yenoimiento,  ó 
fiao  á  él  otras  mdroedes. 


OAPtruLo  xxvr. 

De  lu  eoMS  «lo  Ixo  el  Geide  <e  TeaéUli  ea  Alhastt. 
Dicho  habernos  que  la  tenencia  de  la  dbdad  dé 


CAPITULO  XXV. 

Ceno  el  Mainel  ée  aiU  é  Leis  Penaedet  Paerlectirero  rteo- 

bnroi  la  Yliia  de  Zabara. 

El  Marqués  de  Calis  fué  informado  por  algunas 
espías,  que  podría  recobrar  la  villa  de  Zahara,  por- 
que en  ella  7  en  la  comarca  habia  poca  gente.  £ 
después  que  sopo  de  la  gente  que  en  ella  estaba,  é 
de  la  manera  como  se  guardaba,  juntó  la  gente  de 
su  casa  é  de  la  cibdad  de  Xerea,  é  llamó  para  aque- 
Ha  facienda  A  Luis  Femandes  Puertocarrero,  é  al- 
gunos Aloaydes  de  su  comarca.  E  fué  para  aquella 
villa,  é  puso  de  noche  un  escalador  con  dies  escu- 
deros en  un  lugar  escondido,  é  otros  setenta  escu- 
deros cerca  dellos  en  otro  lugar,  para  socorrer  A  lo 
que  aquellos  diez  primeros  cometiesen.  Y  él  se  puso 
en  celada  con  toda  la  otra  gente,  é  fiao  que  ciertos 
peones  en  esclareciendo  corriesen  el  campo.  Con- 
tra los  quales  salieron  fasta  setenta  moros  A  caba- 
llo, é  algunos  peones  de  los  que  la  noche  pasada  ha- 
blan guardado  el  muro,  porque  no  recelaban  que 
la  villa  se  podría  tomar  de  dia  por  escala.  E  como 
los  moros  salieron,  é  quedó  el  muro  sin  guarda,  ar- 
remetió el  escalador,  é  puestas  las  escalas, subió  al 
muro  él  é  los  diez  escuderos  que  con  él  estaban,  que 
no  fallaron  resistencia  ninguna,  é  comenzaron  A  pe- 
lear con  algunos  moros  que  fallaron  en  la  villa ;  y 
entretanto  acudieron  los  otros  setenta  escuderos  que 
estaban  en  la  celada,  é  subieron  ansimesmo  la  esca- 
la, é  apoderAronse  de  las  puertas  é  torres  principales. 
Los  moros  que  hablan  salido  A  defender  el  campo 
contra  los  peones  ohristlanos  que  lo  coirian,  sabido 
que  la  villa  era  entrada,  tomaron,  é  o  vieron  lugar  de 
se  meter  en  ella.  E  luego  el  Marqués  é  Puertocarrero 
salieron  de  la  celada  do  estaban,  por  las  sefias  que 
les  fueron  fechas  dende  el  muro,  é  corrieron  empos 
de  los  moros,  y  entraron  en  la  villa.  Los  moros 
como  vieron  la  villa  tomada ,  retrazeronse  A  la  for- 
taleza; é  luego  el  Marqués  é  Puertocarrero  la  cerca- 
ron, é  como  eran  muchos  los  que  estaban  dentro,  é 
no  tenian  bastimentos  en  ella  para  se  sostener,  saca- 
ron partido  que  los  desasen  ir  libres  é  dezaron  la  for- 
taleza al  Marqués.  En  estA  mAnerA  se  recobró  aque- 
lla villa  de  Zahara,  é  se  esousAron  los  dáfios  qne 
todos  los  mas  dias  fadan  los  moros  que  estaban  en 
ella  A  lAs  tierras  comArcanAs  de  los  ohrístlAnos  (1). 

(1)  Feé  la  toma  de  Zabara  lieYea  é  tS  de  Oetnbre  de  eile  aflot 
día  de  Su  Slmoa  j  ladu.  El  Cira  de  loa  Palaeioi  leoenta  eoaio 
el  Rey  blio  aereed  de  Zabara  al  Marqaéa  de  CftUí,  y  del  Utolo  de 
Doqee,  pero  qne  él  eatlmaba  en  tanto  el  de  Marqvéa,  qne  nonea  le 
dejó,  y  Irmaba  aleapre :  M§rquét  DsfM  4§  Calis,  Hi$l»r^  éé  U$ 


Alhema  fué  encomendada  por  el  Bey  é  por  la  Bey- 
na  A  Don  Iftigo  Lopes  de  Mendosa  Conde  de  Ten- 
dilla,  porque  era  caballero  esforsado,  é  de  noUé 
sangre.  El  qual  apoderado  de  la  cibdad,  luego  tra- 
bajó de  poner  la  gente  de  su  capitanía  en  buenas 
costumbres ,  é  los  doctrinar  en  cosas  concernientes 
al  exercioio  de  la  caballería;  é  defendió  los  Juegos 
que  falló,  é  otras  luxurias  que  acarrean  infortunios 
en  las  huestes  ¡  dAndoles  A  entender ,  como  muchas 
veces  el  justo  fundamento  de  la  guerra  se  pervertía 
con  el  injusto  exercicio  de  los  que  la  siguen ,  é  las 
dalladas  costumbres  pierden  el  próspero  ñn  que  se 
espera  en  las  guerras.  E  por  los  esfocsar  é  provocar 
A  virtud  les  dixo:  •  Caballeros,  no  digo  que  somos 
n mejores  que  los  otros  que  este  cargo  han  tenido, 
•para  que  con  orgullo  cay  amos  en  algún  error,  ni 
•menos  somos  peores  para  refusar  los  peligros  de  la 
•muerte,  por  ganar  la  gloria  que  ellos  ganaron.  Con- 
•viene,  pues,  qne  en  aquello  que  virtuosamente  fi- 
fi ciaron,  les  remedemos ;  é  si  algo  dezaron  de  facefi 
•lo  suplamos  de  tal  manera,  que  los  que  en  este  oar- 
>go  suboedleren,  reputen  A  buenaventura  qnando 
•pudieren  igualar  A  nuestras  fazaflas.»  E  púsolos 
en  tales  costumbres,  que  olvidado  todo  juego  é  to- 
da Inxuria,  que  ocupan  el  tiempo  y  el  entendimien- 
to para  bien  facer,  entendían  continamente  en  la 
guerra  que  tenian  presente.  E  habiendo  avisos  con- 
tinos de  los  consejos  é  movimientos  de  los  moros^ 
ni  dexaba  en  ocio  A  los  suyos,  ni  en  seguridad  A  los 
enemigos.  E  algunas  veces  salió  de  la  cibdad,  é 
combatió  muchas  torres  é  casas  fuertes  que  eran 
cerca  de  Granada,  é  las  derribó  é  tomó  prisioneros  é 
bestias  de  arado,  é  otros  muchos  ganados.  E  tanta 
solicitud  ponía  en  la  guerra,  que  los  de  la  cibdad  de 
Granada,  visto  que  fasta  una  legua  no  osaban  salir 
A  sembrar,  ni  facer  labor  en  el  campO|  se  levantaron 
contra  el  Bey  viejo,  é  le  pidieron  remedio  para  po- 
der salir  de  la  cibdad  seguros.  El  qual  acordó  de  po- 
ner gente  de  caballo,  que  estoviese  en  el  campo  de 
contino,  entretanto  que  las  gentes  de  la  cibdad  fa- 
cían sus  labores.  Acaeció  en  aquel  tiempo ,  que  con 
la  gran  fortuna  de  las  aguas  del  invierno,  cayó  una 
gran  parte  del  muro  de  Alhama,  lo  qual  puso  gran 
miedo  A  la  gente  qne  estaba  en  la  guarda  della;  por- 
que recelaban,  que  sabido  por  los  moros  el  gran  por- 
tillo fecho  en  la  cerca,  vemiamultitud  dellos  A  com- 
batir y  entrar  en  la  cibdad  por  aquel  lugar.  Conoci- 
do esto  por  el  Conde,  usó  de  una  cautela,  é  luego  pu- 
so una  gran  tela  de  lienzo  almenado  que  cubria  to- 
da aquella  parte  del  muro  que  se  cayó ;  é  de  tal  ma- 
nera era  el  lienzo,  que  al  parecer  de  los  que  se  mira- 
ban de  lexos,  ninguna  diferencia  habia  de  la  coltf 
del  muro  A  la  color  del  lienzo.  E  mandó  poner  gran 
guarda  en  la  cibdad,  porque  ninguno  saliese  para 
avisar  los  moros  del  peligro  en  que  estaban  por  la 
falta  de  aquel  muro  caído;  é  puso  ten  gran  diligen- 


WÉ  tmrANDO 

da  en  lo  facer,  queenpooMdiaB  lo  iornó  á  fortale- 
cer,  tanto  é  mas  q^ie-  de  primero  estaba.  B  como 
qiiier  que  loe  moroe  yinieron  en  aquellos  días  á  cor- 
rer la  cibdad ,  pero  no  pudieron  ver  el  defecto  del 
maro  caído.  Acaeció  ansimesmo  qne  oto  falta  de 
moneda  en  aquella  cibdad  para  pagar  el  sueldo  que 
á  la  gento  de  armas  se  debia,  é  por  esta  causa  cesa- 
ba entre  ellos  el  trato  necesario  á  la  vida.  Vista  por 
el  Conde  esta  falta,  mandó  facer  moneda  de  papel 
de  diversos  precios  altos  é  bazos ,  de  la  cantidad 
que  entendió  ser  necesaria  para  la  contratación  en- 
tre las  gentes.  T  en  cada  picea  de  aquel  papel  escri- 
bió de  su  mano  el  precio  que  Taiiese ,  é  de  aquella 
moneda  ansí  sefialada,  pagó  el  sueldo  que  se  debia 
á  toda  la  gento  de  armas  é  peones,  é  mandó  que  va- 
liese  entre  los  que  estoban  en  la  cibdad ,  é  que  nin- 
guno la  refusase.  B  dio  seguridad  que  quando  de 
allí  saliesen ,  tomándole  cada  uno  aquella  moneda 
de  papel,  le  daría  el  valor  que  cada  pieza  toviese  es- 
oripto,  en  otra  moneda  de  oro  ó  de  plato.  B  todas 
aquellas  gentes,  conociendo  la  fidelidad  del  Conde, 
se  confiaron  en  su  palabra ,  é  recibieron  sus  pagas 
en  aquella  moneda  de  papel ;  la  qual  andovo  entre 
ellos  en  la  contratación  de  los  mantenimientos ,  é 
otras  cosas  sin  la  refusar  ninguno,  é  fué  gran  reme- 
dio á  la  extrema  necesidad  en  que  estaban.  Después 
al  tiempo  que  el  Conde  dezó  el  cargo  de  aquella 
cibdad,  antes  que  della  saliese ,  pagó  á  qualquiera 
I  que  le  tomaba  la  monedado  papel  que  había  rece- 
bido,  otro  tanto  valor  en  moneda  de  oro  ó  de  plata 
como  en  la  de  papel  estaba  esoripto  de  su  mano. 

Esto  Conde  de  Tendilla  fizo  poner  á  sus  espensas 
en  una  torre  de  Alcalá  la  Real  un  farol  que  ardiese 
para  siempre  todas  las  noches,  para  que  los  capti- 
vos chrístianos  que  estoban  en  Granada  y  en  los 
otros  lugares  de  moros  que  se  soltoban  de  la  prisión, 
pudiesen  venir  de  noche  á  se  salvar  al  tino  de  aque- 
lla lumbre.  El  qual  dicho  Conde  por  estas  fazafias 
é  otras  muchas,  quando  se  ganó  la  cibdad  de  Gra- 
nada, fué  escogido  para  Alcayde  é  Capitán  general 
della,  é  quedó  en  el  Alhambra  con  quinientos  caba- 
lleros é  mil  peones,  quedando  la  cibdad  é  todo  su 
Beyno  poblado  de  moros,  como  adelanto  se  dirá. 

CAPÍTULO  xxvn. 

De  lu  eof  u  qie  la  Reyu  Sio  en  Tltori». 

El  tíempo  que  el  Bey  estovo  en  el  Andalucía 
ocupado  en  la  guerra  de  los  moros,  la  Beyna  esto- 
vo en  la  cibdad  de  Vitoria,  entendiendo  en  la  jus- 
ticia é  buena  gobemadon  de  las  montafias.  B  por- 
que la  absencia  de  los  reyes  da  osadía  á  las  gentes 
de  aquellas  partes  que  sigan  bandos  é  parcialidades, 
é  cometan  delictos  é  fuerzas  con  poco  temor  de  la 
justicia  real ;  estas  cosas  consideradas,  la  Beyna  en- 
tró en  el  Condado  de  Vizcaya ,  é  fué  á  la  villa  de 
Bilbao ,  é  mandó  ezecutar  la  justicia  en  algunos 
malfechores;  é  puso  gran  temor  á  los  moradores  de 
la  tierra,  de  tal  manera,  que  todos  estoban  someti- 
dos á  la  justicia  é  vivían  en  paz,  é  sin  pensamiento 
de  cometer  las  fnenas  qne  antes  cometían.  B  man- 


É  DOSa  ISABBli.  895 

dó  ezaminar  sus  leyes  é  fueros ,  é  confirmóles  los 
que  debían  ser  guardados  para  el  bien  común  de  la 
tierra ;  é  puso  sus  Corregidores  é  Jueces  en  todas 
aquellas  provincias  é  valles.  B  mandó  facer  pesqui. 
sa  contra  los  Jueces  é  Coiregidores  que  antes  este- 
ban  puestos ,  é  prender  algunos  que  falló  haber  per- 
vertido la  justicia  por  dádivas  é  intoresee,  é  facer 
justicia  dellos. 

Bn  esto  afio  murió  el  Bey  Duarte  de  Inglaterra,  é 
dezó  dos  fijos  varones,  encomendados  á  su  herma-    . 
no  el  Duque  de  Glocestre  ;  el  quál  los  prendió ,  é 
después  los  mató,é  tomó  para  sí  el  Beyno. 

En  esto  afio  murió  el  Bey  Luis  de  Francia,  é  sub- . 
cedió  por  Bey  en  el  Beyno  su  fijo  que  se  llamaba  el 
Carlos  mozo  de  trece  afios.  El  qual  por  consejo  de 
algunos  Duques  é  sefiores  de  la  sangre  real  de  Fran- 
cia, fizo  grandes  restituciones  de  patrimonios  é  ren- 
tas, que  el  Bey  su  padre  había  quitado  á  algunos 
sefiores  particulares  de  Francia.  E  los  que  eran 
muertos,  esto  Bey  usando  de  gran  magnificencia 
con  sus  fijos,  gelo  restitoyó  entoramento ;  porque 
entendieron  que  el  Bey  temía  su  Beyno  mas  pacífi- 
co, é  sus  subditos  mas  obedientes,  quando  le  viesen 
usar  de  magnificencia  é  piedad  con  aquellos  caba- 
lleros, á  quien  el  Bey  su  padre  había  desbaratado 
de  sus  patrimonios.  Esto  Bey  Don  Luis  de  Francia, 
estondo  enfermo  de  la  enfermedad  que  falleció, 
mandó  facer  dos  campanas  en  la  Iglesia  de  Santia- 
go de  Galicia ;  y  embió  maestros  é  metal  é  todas  las 
cosas  necesarias,  para  que  se  ficiesen  mayores  que 
las  mayores  que  ovíese  en  toda  la  cristiandad.  Para  , 
lo  qual  embió  diez  mil  coronas  de  oro,  é  mandó  que 
ficiesen  en  la  Iglesia  de  Santiago  una  gran  tor- 
re muy  fuerto  á  sos  ezpensaa,  que  las  pudiese  sos- 
tener. 

En  esto  afio  el  Bey  Don  Juan  de  Portogal  dego- 
lló por  justicia  al  Duque  de  Berganza,  un  gran  se- 
fior  de  aquel  Beyno.  No  sabemos  la  causa  cierto  des- 
to  justicia,  pero  sabemos  que  quando  le  llevaban  al 
cadahalso  donde  fué  degollado ,  el  pregón  sonaba, 
porque  habia  conjurado  contra  la  sangre  real.  B  se 
decía  que  se  tratoba  con  otros  de  matar  al  Bey,  é  to- . 
mar  por  su  Bey  al  Duque  de  Viseo ,  primo  del  Bey,  ' 
fijo  del  Inf  anto  Don  Femando  su  tic,  mozo  de  vein- 
to  afios.  Fizo  ansimesmo  matar  por  justicia  otros 
seis  caballeros,  porque  se  decía  que  eran  partícipes 
en  aquella  conjuración.  Fácese  aquí  memoria  de  la 
muerto  deste  Duque,  porque  era  gran  sefior  é  bien 
cercano  de  la  sangre  real.  Fueron  ansimesmo  des- 
terrados de  aquel  Beyno  el  Condestoble  de  Porto- 
gal,  y  el  Conde  de  Faro,  é  Don  Alvaro,  tres  her- 
manos de  aquel  Duque,  é  otros  caballeros  é  servi- 
dores suyos. 

CAPtruLo  xxvra. 

JSs  qae  se  slgsea  lai  eens  qae  pasaros  ea  ai  alo  da  mil  é  qai- 

troeientos é oebeaU é qaatroaflos.  B primeraneaia  lo  ^nepa- 
sé  sobra  la  resUtaeioa  de  loa  Condados  do  RalsalloB  é  de  Ger- 
daaia. 

Contado  habemos  oomo  el  Bey  Luis  do  Francia, 
que  murió  en  esto  afio  pasado,  tenia  ocupados  Ion 


898 


OBÓHIOAS  Vi  LOB  BEYES  DE  QASníXJL 


Oondtdoá  de  Bniiélldn  í  iie  Oordania,  qne  ion  en  él 
Principado  de  Oatalnfia.  Por  la  restitiicion  de  los 
qnalesi  ansí  por  el  Bey  Don  Joan  de  Aragón  en  en 
vida,  como  defpnes  por  el  Bey  6  por  la  Beyna  qnan- 
do  aabcedieron  por  eefiorea  de  aqnel  Principado,  fué 
requerido  que  gdos  reatitoyeBe,  pues  no  tenia  rason 
alguna  para  loa  retener.  B  oomo  qniera  que  mostra- 
ba  en  ana  respueetaa  que  le  piada  de  lo  faoér ,  pero 
siempre  tenia  maneras  para  lo  dilatar.  Al  fin  ye- 
yéndose  oercano  á  la  muerte,  mandó  que  libremente 
fuesen  restituidos.  E  mandó  al  Obispo  de  Lumbiers 
un  Perlado  de  su  Reyno ,  que  fuese  á  facer  la  resti- 
tución de  aquellos  Oondados  al  Bey  é  á  la  Beyna; 
con  el  qual  embió  á  absolver  del  pleyto  omenage 
que  le  tenia  fecho  el  aloayde  que  por  él  tenia  los 
oastiUos  de  aquellas  tierras.  Este  Obispo  yendo  á 
facer  la  restitución,  sopo  en  el  camino  como  el  Bey 
de  Francia  era  muerto ;  é  oomo  lo  sopo,  acordó  de 
suspender  en  el  cargo  que  llevaba,  fsata  lo  consul- 
tar oon  el  Bey  Carlos  su  fijo,que  luego  subcediópor 
Bey  en  aquellos  Beynos ,  é  con  los  Duques  é  otros 
seftores  de  su  Oonsejo.  Los  quales  le  embiaron  á  man- 
dar que  desase  de  faoer  la  restitución  de  aquellos 
Oondados,  fasta  que  mas  viesen  cerca  de  aquella 
materia ;  é  por  esta  causa  cesó  de  facerse  aquella 
restitución.  B  luego  el  Bey  Carlos  que  habla  subce- 
dido  por  Bey  en  Francia ,  embió  su  embazador  al 
Bey  é  á  la  Beyna  que  estaban  en  la  cibdad  de  Vi- 
toria, á  les  notificar  la  muerte  del  Bey  su  padre,  é 
oomo  él  habia  subcedido  por  Bey  en  Francia  como 
su  fijo  heredero;  porque  entre  estos  Beyes  de  Casti- 
lla é  de  Francia  es  costumbre  que  qaando  alguno 
dellos  muere,  el  fijo  que  subcede  en  el  Beyno,  noti- 
fica al  otro  Bey  la  muerte  de  su  padre,  é  se  ofrece  á 
guardar  con  él  las  antiguaa  alianzas  que  son  entre 
estos  dos  Beyes  é  sus  Beynos. 

Esta  embazada  oida  por  el  Bey  é  por  la  Beyna, 
fuéles  respondido,  que  les  habia  pesado  de  la  muer- 
te del  Bey  su  padre  ;  pero  que  les  piada  haber  él 
subcedido  por  Bey  en  su  lagar,  como  su  fijo  here- 
dero. Otrosí,  que  ellos  embiarian  á  él  sus  embazado- 
res,  ansí  sobre  la  entrega  que  debia  facer  de  los 
Condados  de  Buisellon  y  de  Cerdania,  según  que  el 
Bey  su  padre  lo  habia  mandado,  como  para  refirmar 
oon  él  las  loables  alianzas  é  confederaciones  que 
entre  ellos  é  sus  Beynos  antiguamente  eran.  E  lue- 
go el  Bey  é  la  Beyna  embiaron  á  Don  Juan  de  Ribera, 
Sefior  de  Montemayor ,  é  oon  él  mandaron  ir  á  un 
Dotor  que  se  llamaba  Juan  Arias  (1)  Dean  de  la 
Jgleda  de  Sevilla,  de  su  Consejo ,  por  embazadores 
al  Bey  de  Frauda.  A  los  quales  dieron  sus  letras 
de  creencia  é  sus  poderes,  para  facer  con  el  Rey  de 
Francia  las  alianzas  é  confederaciones  que  anti- 
guamente fueron  entre  los  Beyes  sus  predecesores 
é  sus  Beynos  é  subditos  del  uno  é  del  otro.  Pero 
mandáronles,  que  no  las  otorgasen,  fasta  que  ante 
todas  cosas  restituyesen  realmente  aquellos  Conda- 
dos de  Buisellon  é  de  Cerdania ;  pues  la  razón  le 

(1)  Ba  «I  MS.do  Moofort  baj  «o»  soto  mtrflBil,  qne  dtee:  Dm 
Jms  ártM9  i$i  YUUr,  fM  ééifuet  M  0M4»#  ié  (hípiú  %&$§•- 
9Ul 


obligaba  alo  facer,  anal  poique  de  Jostida  é  buena 
igualdad  no  los  podían  retener,  como  porque  cono- 
ddo  por  el  Bey  su  padre  tenerlos  no  debidamente, 
los  habia  en  su  vida  mandado  restituir. 

Este  oaballero  aoompafiado  de  mudios  escuderos 
é  fijos-dalgo  de  su  casa,  é  compuesto  de  grandes  ar- 
reos, é  otrosí  aqud  Dean  que  mandaron  ir  oon  él, 
iteren  á  la  dbdad  de  Torres  en  Torayna ,  que  es  en 
d  Beyno  de  Frauda  donde  estaba  d  Bey.  E  des- 
pués que  de  parte  del  Bey  é  de  la  Beyna  le  r^re- 
sentaron  sus  gradosas  salutadonesé  ofredmientoS| 
propuderon  su  embazada,  estando  presentes  los  se- 
ftores de  su  sangre ,  é  los  Duques  é  Caballeros  é  Do- 
tores  de  su  Consejo.  En  la  qual  ezpresamente  decla- 
raron que  ellos  venían  allí  á  ratificar  las  antigusa 
alianzas  é  oonf  ederadones  que  son  entre  los  Beyes 
é  Beynos  de  Caatilla  é  de  Francia,  fadéndose  pri- 
mero la  restitudon  de  los  Condados  de  Buisellon  é 
de  Cerdania,  que  el  Bey  de  Francia  tenia  ocupados^ 
según  que  por  d  Bey  é  por  la  Beyna  les  fué  man- 
dado. E  después  de  los  haber  recebido  é  tratado  ho- 
norablemente, les  fué  respondido  por  escrípto  en 
lengua  latina,  lo  que  en  esta  nuestra  lengua  se  d- 
gue. 

•El  Christianísimo  Bey  de  Francia  Carlos  Octa- 
1  vo ,  oon  bueno,  gradóse  é  alegre  ánimo ,  vido ,  re- 
Bcibió  é  oyó  á  los  magníficos  embazadores  de  los 

>  Serenísimos  Beyes  de  Castilla  é  de  León ;  é  plógo- 
»le  mucho  de  esta  visitadon,  por  la  qual  da  gra- 
ttdas  inmortales  á  Dios ,  y  entiende  dar  obra  para 
•facer  al  tanto  con  gran  fervor  de  amistanza.  Cíer- 
tttamente  asaz  es  manifiesto  á  los  Beyes  de  Frauda 
>é  á  los  moradores  de  su  reyno  haber  dempre  ama- 
>do.á  los  Beyes  de  Castilla,  é  á  los  de  su  Beyno ;  é 
uno  dn  causa,  porque  estos  dos  reynos  antiguamen- 
ste  fueron  ligados  oon  saucta  é  inviolable  confede- 
9 ración ,  la  qual  d  Christianísimo  Bey  de  Francia 
tt  moderno  ha  constituido  é  ddiberado  preaervar  en 

>  tal  manera,  que  ninguna  cosa  pueda  aoaescer,  que 
B  jamas  della  le  pueda  revocar.  E  por  tanto  ha  acor- 

>  dado  de  embiar  prestamente  sus  Legadoa  muy  di- 
gnos, á  visitar  é  honrar  los  ezcdentes  Beyes  de  Cas- 
B  tilla,  é  allende  desto  á  renovar  é  confirmar  la  vieja 
Bliga  que  es  entre  ellos.  E  oomo  quiera  que  no  es 
Buecesaría  nueva  confederadon ,  pues  que  ya  fué 
Bfecha  por  perpetuamente,  no  solo  por  los  Beyes  é 
Bpor  sus  suboesores,  maa  también  por  d  uno  é  por  d 
BOtro  reyno,  de  la  qual  confederación  tan  sanotalos 
Breyes  no  se  pueden  apartar,  en  perjuido  de  los  mo- 
B redores  del  uno  é  del  otro  reyno;  pero  porque  los 
Bcmbazadores  parece  haber  propuesto  ser  difidle 
B  guardarse  esta  confederadon,  sino  se  restituyesen 
bIos  Condados  de  Buisdlon  é  de  Cerdania,  la  Alte- 
Bza  dd  Rey  ha  deliberado ,  de  cometer  á  los  emba- 
Bzadores  que  ha  de  embiar,  para  que  cerca  deste  ar- 
Btíoulo  fablen  abundosamente,  de  tal  manera  que 
B  ninguna  cosa  pueda  intervenir  qae  dafie  la  muy 
B vieja  liga  é  benivolenda  que  es  entre  ellos;  como 
B  quiera  que  la  causa  de  Buisellon  no  pende  del  Bey- 
Buo  de  Castilla,  é  no  obstante  aqudla,  las  oonfede» 
Bradones  antiguas  deben  permanesoer  dn  violenoi«i 


DON  nSBÑAHDO 

i  A  íñB  quálas  él  Berenisimo  Bey  de  Franoia  firme- 
emente  é  OOB  toda  ooBfltanda  se  entiende  allegar,  é 
•no  faoer  ooea  que  eea  agena  dellas ;  j  esto  protesta 
•expresamente  declarando  qne  no  quiere  oon  las 
•Magestades  de  los  Beyes  de  Oastilla  contender, 
•salvo  de  beniyolenoia  é  amistad  singular.  Dada  en 
•Torres  á  reinte  é  tres  días  de  Marso ,  afio  de  mil  é 
•qnatrocientos  é  ochenta  é  quatro  afios.» 

Esta  respuesta  dada  por  el  Bey  de  Franoia  é  por 
los  de  su  Consejo,  é  Tista  por  los  embazadores  del 
Bey  é  de  la  Beyna,  porque  les  pareció  forma  de  di- 
lación, pues  no  se  ponia  en  obra  la  restitución  de 
aquellos  dos  Oondados  y  no  fideron,  ni  refirmaron 
oon  el  B^  de  Franoia  la  liga  é  confederación  que 
llevaban  en  cargo  de  faoer.  B  acordaron  de  faoer  en 
nombre  del  Bey  é  de  la  Beyna  un  requerimiento  en 
forma  ante  Notarios  apostólicos  al  Bey  de  Francia, 
é  A  los  de  su  Consejo,  é  A  los  tres  estados  del  Beyno, 
en  presenda  de  sus  procuradores  que  estaban  pre- 
sentes ,  por  el  qual  dizeron ,  que  bien  sabian  como 
aquellos  dos  Condados  de  Buisellon  é  do  Cerdania 
eran  del  Bey,  é  le  pertenesdan  do  derecho ,  por  fin 
del  Bey  Don  Juan  de  Aragón  su  padre.  El  qual  de- 
recho sabido  é  conosddo  por  d  Bey  Don  Luis  de 
Frauda  de  esclaresdda  memoria,  en  su  trida  los 
mandó  restituir  al  Bey  é  A  la  Beyna ,  y  embió  al 
Obispo  de  Lumbiers  A  facer  esta  restitudon ,  é  ab- 
soWió  del  pleyto  omenage,  que  por  las  fortaleeas  le 
tenia  fecho  un  caballero  que  se  llamaba  Dusillo ,  A 
quien  habia  dado  cargo  de  la  tenenda  dellas.  La 
qual  restitudon  fuera  fecha  si  la  muerte  dd  Bey  no 
interriniera;  é  pues  la  pas  entre  estos  dos  reynos 
no  puede  ser  guardada,  seyendo  agr aviados  é  des- 
pojados el  Bey  é  la  Beyna  de  la  posedon  destos  Con- 
dados que  de  derecho  les  pertenescen :  por  ende  re- 
quirian  al  Bey  de  Frauda  que  le  ploguiese  man- 
darlos restituir  luego,  según  que  d  Bey  su  padre  lo 
mandó,  pues  no  habia  raion  porque  los  debiese  re- 
tener. La  qual  cosa  seria  apadble  A  Dios  é  A  los  bo- 
rnes, é  oonforme  A  la  justicia;  especialmente  A  la 
conservación  de  las  ligas  é  loables  oonf  ederadones, 
fechas  é  cdebradas  antiguamente  entre  los  Beyes 
de  Franda  é  de  Castilla.  Andmesmo  se  compliría  la 
voluntad  que  en  su  vida  cerca  deste  caso  mostró  d 
ilustrisimo  Bey  su  padre ;  la  qual  él ,  como  su  fijo  é 
suboescr,  era  tenido  de  complir.  E  que  d  no  le  pia- 
da mandar  facer  luego  esta  restitudon,  protestaban 
que  incurriese  en  las  penas  de  oro  é  plata,  y  en  las 
otras  penas  contenidas  en  las  alianzas  é  confedera- 
dones  ,  oomo  tranagresor  dellas,  é  fuese  obligado  él 
é  sus  Beynos  é  subditos  é  naturales  A  todos  los  da- 
fios  é  intereses  que  al  Bey  é  A  la  Beyna,  é  A  sus  rey- 
nos  é  subditos  é  naturales  dallos  por  esta  causa  se 
'  recredesen. 

Fecho  este  requirimlento  por  los  embajadores 
del  Bey  é  de  la  Beyna,  luego  les  fué  respondido  por 
parte  del  Bey  de  Francia,  que  él  estaba  presto  de 
oontinar  con  el  Bey  é  con  la  Beyna,  como  oon  Be- 
yes de  Castilla  aqudla  loable  amistad  é  antigua 
eonfederádon,  que  los  B^es  sus  anteoesores  tovie- 
ton  é  guardaron  oon  los  Beyes  pasados  de  Castilla^ 


Ú  jyotljL  ISABEL  \  '      Wl 

é  que  por  su  parte  no  faltaba  de  las  renovar  é  afir- 
mar luego  con  ellos.  A  lo  qual  no  debia  impedir  la  * 
entrega  de  aquellos  Condados,  por  ser  en  el  sefiorio 
deCatalufiá,  qne  no  atafien  en  cosa  ni  en  parte  A 
los  Beyes  é  Beynos  de  Casulla,  según  que  lo  habia 
respondido.  B  que  él  entendía  oon  el  ayuda  de  Dios 
embiar  sus  embazadores  A  contratar  oon  d  Bey  é 
oon  la  Beyna  sobre  la  materia  de  aquella  restítn* 
don,  para  que  se  fidese  lo  que  de  justida  é  buena 
igualdad  se  debiese  facer,  según  que  primero  lo  ha- 
bia respondido.  Dada  esta  réplica,  los  embazadores 
se  despidieron  del  Bey  de  Franda,  sin  conseguir 
efeto  de  las  cosas  que  llevaban  en  cargo.  E  porque 
la  parte  del  Bey  de  Francia  deseaba  mudio  la  con- 
firmación de  las  alianzas  que  oon  los  B^es  de  Cas- 
tilla antiguamente  tenían,  este  embazador  Don 
Juan  de  Bibera  fué  muy  rogado  que  le  plogmese 
mostrar  al  Bey  é  A  la  Beyua  la  voluntad  que  el  Bey 
de  Francia  tenia  A  la  pas  oon  sus  reynos,  y  el  amor 
oon  sus  personas ;  é  que  cerca  desto  tovlese  Aquella 
sinceridad  que  todo  cabdlero  amador  de  concordia 
debe  facer  para  la  traer  en  efeto.  E  condderando 
que  loe  gastos  que  habia  fecho,  é  las  dAdivas  de 
caballos  é  otras  cosas  que  habia  dado  A  algunos  de 
su  corte,  correspondían  A  la  nobleza  de  su  sangre, 
le  embió  A  su  posada  gran  suma  de  plata.  Y  embió- 
le  A  decir  oon  d  Obispo  de  Lumbiers,  é  oon  su  Maes- 
tresala, que  redbiese  del  aquel  don,  porque  ansí 
como  en  sns  actos  habia  dado  A  oonocer  que  era  ca- 
ballero diño  de  lo  recebir,  ansí  bien  era  razón  que 
conociese  como  el  Bey  habia  gran  voluntad  degelo 
dar;  é  que  le  rogaba  que  recibiese  aquella  cantidad 
de  plata  que  le  embiaba,  con  esperanza  que  le  daba 
de  le  facer  mayores  mercedes.  Este  caballero  regra- 
desdó  mudio  al  Bey  la  liberalidad  grande  con  que 
le  queria  gratificar,  pero  embióle  A  suplicar  qne  no 
gelo  mandase  recebir.  T  embióle  A  decir,  que  nin- 
gún don  le  traeria  tanto  A  su  servido ,  quanto  le 
moveria  la  grand  afidon  qué  tenia  A  le  servir.  No 
ser  recebido  por  este  caballero  aquel  don  que  d  Bey 
de  Francia  le  embió,  fué  muy  molesto,  and  A  él  oo- 
mo A  los  de  su  Consejo.  E  reputAndolo  A  muy  grave 
oosa,  tomó  el  Bey  A  replicar,  rogAndole  que  le  pío* 
guíese  de  lo  recebir,  porque  los  dones  que  los  Be^ 
yes  de  Francia  amblaban  fasta  las  posadas  de  los 
embazadores ,  no  sellan  ser  refusados,  ni  tomados 
A  su  cAmara  por  ninguno,  quanto  quier  grande  se- 
ñor que  fuese.  Este  oaballero  reprimido  de  vergflen<* 
a,  por  la  mengua  que  el  Bey  mostraba  en  ser  xefa- 
ado  lo  que  le  daba,  respondió:  t NI  yo  por  cierto 
me  escusaría  de  servir  A  la  real  magestad  dd  Bey 
de  Frauda,  ni  menos  refnsarla  de  tomar  sus  mer^ 
cedes,  porque  yo  reputo  A  gran  prosperidad  mia 
quando  su  Alteza  me  falla  diño  de  las  redbir ;  < 
sin  dubda  las  redbiera,  d  algún  efeto  oviera  con- 
seguido la  embazada  que  habernos  traído.  Pero 
restantes  las  materias  de  nuestro  cargo  en  el  esta* 
do  en  que  estAn,  dedd  vosotros  A  la  Señoria  del 
Bey  de  Franda,  qué  le  suplico  humildemente  no 
haya  por  grave  no  recebir  yo  agora  sus  dones^ 
fasta  que  oon  ayuda  dd  muy  alto  DÍoS|  las  mate* 


édé  CmÓmOAS  DI  LOS  BKlhBS  DB  OAETFILLA. 

i  riai  presentes  qne  entre  el  Rey  é  la  Beyna  mis  so-  I  Don  Joan  de  Ribera,  aqnel  oa1>allero  que  emblaron 


»  beranoB  sefiores  6  Sa  Alteaa  penden ,  sean  reduoi* 
»  das  al  fin  deseado,  estonces  habrá  mejor  lugar  8a 
•  Sefiorf a  para  me  facer  merced,  é  yo  ninguna  causa 
•para  la  no  recebir.»  E  al  fin  de  grandes  ruegos 
que  lo  fueron  fechos,  perdida  toda  cobdicia  de 
aquella  gran  suma  que  le  fué  ofresoidá,  nunca  esta 
caballero  lo  quiso  recebir ;  porque  según  él  estado 
en  que  conoció  estar  las  cosas  pendientes,  pensó 
que  yiniendo  en  alguna  rotura  de  guerra,  no  era 
cosa  dina  de  caballero  ser  contrario  en  guerra,  al 
que  era  en  cargo  de  dones.  E  ansí  despedidos,  toI- 
▼ieron  este  Caballero  é  aquel  Dean  que  habia  ido 
con  él  para  Castilla,  sin  refirmar  cosa  alguna  tocan- 
te á  la  renovacioQ  de  las  ligas  é  confederaciones 
que  con  el  Rey  de  Francia  se  debian  facer,  según 
la  costumbre  antigua  que  entre  estos  Reyes  é  Rey- 
nos  habla.  E  porque  esta  respuesta  dada  por  el  Rey 
de  Frauda  muchas  reces,  pareció  ser  mas  forma  de 
diladon  que  condosion,  no  quedaron  bien  sanea- 
das por  estonces  las  yolontades  de  la  una  parte  é 
de  la  otra.  E  oonmderando  que  podria  yenir  en  al- 
gQQ  rompimiento  con  el  Rey  de  Frauda  por  causa 
de  aquella  restitución,  fallóse  en  aqudla  saaon  en 
d  Consejo  dd  Rey  é  de  la  Reyna,  que  se  debian  em- 
biar  dgunos  capitanes  6  gentes  de  armas  ó  otros 
aparejos  de  guerra  d  Prindpado  de  Catdufia  para 
recobrar  aquellos  Condados. 

CAPITULO  XXIX. 
De  U  gente  de  eneu  qao  u  paso  frontera  de  Navarra. 

Habemos  andmesmo  recontado  como  por  parte 
del  Rey  é  de  la  Reyna  fué  movido  casamiento  de 
Don  Juan  su  fijo  Príndpe  de  Castilla  é  de  Aragón 
con  la  Reyna  de  Navarra  fija  de  la  Princesa,  tia  dee- 
te  Rey  Carlos  de  Frauda  hermana  de  su  padre.  B 
como  la  Princesa  no  lo  quiso  aoeptar,  didendo  ha- 
ber gran  desigualdad  en  las  edades  del  Príncipe  é 
de  la  Reyna  su  fija;  al  fin  la  cas^  con  el  fijo  del  8e- 
fior  de  Labret,  que  es  en  la  provinda  de  Gascufia, 
dd  señorío  de  Francia.  E  porque  esta  Princesa  re- 
fusó  este  casamiento,  fué  conoddo  della  que  en  las 
cosas  tocantes  d  Rey  é  á  la  Reyna ,  no  tenia  aque- 
lla voluntad  sana  que  de  rasen  debia  tener.  E  creía- 
se, que  movida  guerra  á  los  Franceses  por  aquellas 
partes  de  Catalufia,  se  juntaría  con  d  Rey  de  Fran* 
da  su  sobrino  é  le  ayudaria,  é  daria  lugar  por  el 
Reyno  de  Navarra  á  los  Franceses,  que  entrasen  á 
facer  guerra  á  Castilla. 

E  conocida  la  voluntad  de  aquella  Princesa,  tó- 
vose  manera  con  dgunos  caballeros  é  otros  homes 
prindpales,  é  con  ciertas  villas  é  lugares  de  aquel 
Rejrno  de  Navarra,  en  especial  con  la  villa  de  Tu- 
déla,  que  estoviesen  á  servido  dd  Rey  é  de  la  Rey- 
na, é  no  diesen  lugar  que  por  aquellas  partes  entra- 
sen Franceses,  ni  fidesen  guerra  en  Castilla.  E  pu- 
sieron gente  de  armas  é  capitanes  en  la  frontera  de 
Navarra,  para  resistir  á  los  Franceses  é  Navarros,  si 
por  aquellas  partes  quinesen  entrar.  E  dieren  el  car- 
go prindpd  de  la  capitanía  de  aqudla  frontera  á 


por  embazador  á  Francia. 

Agora  dexa  la  historia  de  relatar  lo  que  toca  á 
esta  materia,  é  cuenta  las  cosas  que  se  fideron  sn 
el  Reyno  de  Granada. 

CAPÍTULO  XXX. 

De  la  talaje  ciertoa  eakalleroa  por  nundado  del  Rey  é  de  la 
Rema  Ideron  en  Uerra  de  mutw,  en  el  alo  de  bU  é  qutro- 
clentea  ochenta  é  f natro  aloe. 

Después  que  d  Rey  vino  á  la  dbdad  de  Vitoria, 
do  estaba  la  Reyna,  porque  estaban  ocupados  en  la 
goberaadon  de  las  cosas  que  ocurrian  de  los  Rey- 
nos  de  Aragón,  é  de  Vdenda,  é  Barodona  y  en 
aquellas  partes,  no  pudieron  ir  por  estonces  á  la 
guerra  de  los  moros,  y  embiaron  á  un  Tesorero  que 
se  llamaba  Ruy  Lopes  de  Toledo,  é  á  «n  su  Secre- 
tario que  se  llamaba  Frandsoo  Ramirea  de  Madrid, 
á  la  dbdad  de  Córdoba  con  sus  cartas  para  d  Maes- 
tre de  Santiago,  é  para  el  Duque  de  Medinaddonias 
é  para  el  Conde  de  Cabra,  é  para  el  Marqués  de  Ca- 
lla, é  para  Don  Alonso  de  Aguilar,  é  para  Luis  Fer- 
nandea  Paertocarrero,  Sefior  de  Palma,  é  para  otro, 
caballeros,  é  capitanes  é  dcaydes,  é  para  las  dbda- 
des  é  villas  dd  Andalucía,  mandándoles  que  se  jun- 
tasen con  los  capitanes  generales,  y  entrasen  en  el 
Reyno  de  Granada  con  sus  gentes,  é  con  la  otra 
gente  del  Andduda,  é  tdasen  los  panes  é  huertas 
de  la  dbdad  de  Málaga,  é  de  los  otros  lugares  de 
aquellas  comarcas.  Estos  dos  Tesorero  é  Secretario, 
dadas  las  cartas  á  los  cabdleros  á  quien  se  diri- 
gían, solicitaron  c6n  dgunas  dbdades  é  viOas,  que 
ae  juntasen  con  dice  á  facer  la  tala  que  el  Rey  é  la 
Reyna  mandaban  facer.  E  fueron  con  ellos  el  Al- 
cayde  de  los  Donceles,  é  Garoifernandes  Manrique, 
Corregidor  de  Córdoba  con  la  gente  de  aquella  db- 
dad ;  é  Juan  Guillen,  é  Pedro  de  Roxas  con  la  gen- 
te de  Sevilla;  y  el  Licenciado  Juan  de  la  Fuente, 
Corregidor  de  Xeres,  con  la  gente  de  aqudla  db- 
dad, é  la  gente  de  Bdja,  é  de  Carmena ;  é  la  gente 
del  Duque  de  Medinaddonia ,  é  la  gente  del  Conde 
de  Cabra  con  los  otros  capitanes  que  d  Rey  é  la 
Reyna  embiaron;  y  el  Alcayde  de  Morón,  con  la 
gente  del  Conde  de  üruefla.  Todos  estos  caballeros 
juntos  en  el  rio  de  las  Teguas,  ficieron  darde,  é  re- 
partieron las  batallas  en  la  forma  que  debian  en- 
trar, é  faeron  addante  á  poner  real  en  los  prados 
de  Antequera.  E  acordaron  todos  de  estar  á  la  go- 
bernación del  Maestre  de  Santiago,  é  del  Marqués 
de  Cália,  é  Don  Alonso  de  Aguilar.  Los  qudes  pu- 
deron  justicia  é  ofiddes  en  la  hueste,  é  dieron  car- 
go al  Licenciado  Juan  de  la  Fuente,  Corregidor  de 
Xerea,  que  era  Alcayde  dd  Rey  é  de  la  Reyna  en 
su  corte,  que  la  administrase;  é  todos  los  manda- 
mientos, é  pregones,  y  execudones  de  justida,  que 
se  f adán  en  d  real,  sonaban  ser  fechos  por  manda- 
do dd  Rey  é  de  la  Reyna.  B  porque  en  la  hueste 
venían  muchas  mugares  mimdarias ,  aquellos  capí* 
tañes  acordaron  délas  echar  faera,  é  no  condntíe- 
ron  que  ellas  ni  otra  persona  dn  proyecbo  faesf 


nos  fBBNAHDO 

• 

«n  Vtadlft  liiiMto.  E  oidanaion  BUS  batallts  en  esto 
manera:  en  la  avangiiarda  iba  Don  Alonso  de  Agoi- 
lar,  y  el  Alcayde  de  los  Donoelesi  é  Pnertoóarreroy 
é  Jnan  de  Aimaras ,  é  Jnan  de  Merlo,  é  O&rlos  de 
Biesma,  oapiUnes  del  Bey  ó  de  la  Beyna  oon  las 
gentes  de  sns  oapitanlas.  En  otra  batalla  iba  luego 
el  Maestre  de  Santiago  y  el  Maiqués  de  Calis  con 
las  gentes  de  sus  casas,  é  Don  MarUn  de  Ofirdoba,  é 
Antonio  de  Fonseca,  é  Fernán  Carrillo,  capitanes 
con  las  gentes  de  sus  capitanías,  é  la  gente  del  Maes- 
tre de  Calatraya,  é  la  gente  de  Gonsalo  Mexía,  8e- 
fior  de  Sanotofimia.  T  en  las  dos  alas  desta  batalla 
iba  Gonsalo  Hemandea  de  Córdoba,  é  Diego  Lopes 
de  Ayala,  é  Pedro  Buis  de  Alaroon,  y  el  Comenda- 
dor Pedro  de  Bibera,  é  Pedro  Osorio,  é  Bemal  Fran- 
cés ,  é  Francisco  de  Bovadilla ,  capitanes ,  con  las 
gentes  de  sus  capitanías.  En  la  otra  batalla  iba  la 
gente  del  Duque  de  Medina,  ¿  la  gente  del  Conde 
de  Cabra  con  sus  capitanes,  y  el  Alcayde  de  Morón 
con  la  gente  del  Conde  de  Uruefia ,  é  con  la  gente 
de  Martin  Alonso,  Sefior  de  Montemayor.  fin  la  re- 
guarda iba  el  Comendador  mayor  de  Calatrava  con 
la  gente  de  su  capitanía,  é  con  la  gente  é  capitones 
de  Xeres  y  Ecija  é  Carmena.  Toda  esto  gente,  que 
eran  fasto  seis  mil  bornes  á  caballo,  é  doce  mil  peo- 
nes, ballesteros  é  lanceros,  con  gran  copia  de  espin- 
garderos,  repartidos  en  estas  batallas,  entraron  en 
él  Beyno  de  Granada  contra  las  partes  de  Málaga, 
6  talaron  luego  los  panes  é  Tifias  é  oliyares  é  figue- 
rales,  é  todas  las  otras  cosas  que  fallaron  en  el  cir- 
cuito de  la  villa  de  Alora.  7  entretonto  que  la  tala 
se  facía,  la  batolia  de  la  gente  del  Duque  de  Medi- 
na, é  del  Conde  de  Cabra,  y  el  Alcayde  de  Morón 
con  la  gente  del  Conde  de  üruefia ,  se  pusieron  de- 
lante de  la  villa  para  facer  resistencia  á  los  moros 
que  estoban  en  guarda  della  que  no  saliesen  á  facer 
dafio  en  los  taladores. 

Talada  toda  aquella  tierra,  la  bueste  pasó  adelan- 
te, é  telaron  todos  los  panes  é  olivares  é  vifias  é 
huertas  é  Agüérales,  é  todos  los  otros  árboles  que 
fallaron  en  los  valles  é  tierras  de  Cobin,  é  del  Sabi- 
nal,  6  de  Casarabonela,  é  de  Almexía,  é  de  Cárta- 
ma, en  lo  qual  estovieron  dies  días.  E  los  moros  de 
Cártama  salieron  á  defender  la  tala  que  se  facía  en 
las  huertas  que  eran  cerca  de  la  villa ;  é  la  gento  de 
los  ohristianos  que  iba  en  la  batalla  de  la  avan- 
guarda,  pelearon  con  ellos,  é  los  retrazeron  á  la  vi- 
lla, é  robaron  6  quemaron  todo  el  arrabal.  Otro  dia 
pasó  la  gento  adelante,  é  tolaron  todos  los  panes  é 
viñas,  é  otros  árboles  de  Pupiana ,  é  por  todo  el  ca- 
mino, fssto  que  llegaron  á  la  villa  de  Alhendin.  B 
los  moros  de  aquella  villa  porque  tenían  grandes 
olivares  é  huertas  é  gran  copia  de  panes,  cometieron 
partido  á  los  capitanes  que  no  les  tolasen  su  térmi- 
no, é  que  les  darían  todos  los  ohristianos  captivos 
que  tenían  en  su  villa  é  comarca.  El  Maestre  de 
Santiago  y  el  Marqués  de  Cálisnolo  pudieron  facer, 
porque  los  taladores  estaban  yá  ton  tendidos  por 
todas  partes  talando  é  quemando,  que  no  ovo  lugar 
de  lo  resistir;  é  aquella  villa  é  tierra  quedó  del  to- 
do destruida,  B  cierto  gento  de  Xeres  con  el  Corre- 


Á  Dolt A  ISABEL.  ^ 

gidor,  éla  gento  de  Edja  i  de  Oarmona  pasaron  la 
sierra  de  Cártama  por  la  otra  parto,  é  talaion  todos 
los  panes,  é  quemaron  todos  los  olivares  á  almen- 
drales que  en  aquella  parto  fallaron.  Otro  dia  la 
huesto  fué  adelanto,  é  tolo  é  quemó  todo  el  término 
de  la  torre  del  Atobal,  é  los  valles  de  Pupiana  é 
Churriana,  é  toda  la  vega  de  Málaga,  que  ninguna 
cosa  dejaron  enhiesta.  E  tanto  fué  la  diligencia  que 
el  Bey  é  la  Beyna  mandaron  poner  en  las  cosas  de 
la  guerra,  que  aquellos  oficiales  é  ministros  á  quien 
dieron  el  cargo,  tovieron  manera  que  entretanto  que 
la  gento  estovo  faciendo  la  tala  en  estos  lugares, 
llegaron  á  la  costo  de  la  mar  bien  cerca  de  la  tierra 
navios  de  las  dbdades  de  Sevilla  é  de  Xeres,  que 
traían  los  mantenimientos  necesarios  para  la  hues- 
te, donde  fué  proveída  de  todo  lo  que  ovo  menes- 
tor;  de  tal  manera  que  por  falto  de  mantenimien- 
tos é  de  las  otras  cosas  necesarias  no  dezasen  la 
guerra.  Llegados  aquestos  navios,  é  proveída  la 
gente,  el  Maestre  y  él  Marqués  é  los  otros  caballe- 
ros é  capitones,  acordaron  de  ir  oon  sus  batallas  or- 
denadas á  la  cibdad  de  Málaga  por  talar  los  panes 
é  huertas  que  estoban  cerca  de  la  cibdad.  E  como 
llegaron  con  sus  batollas,  los  moros  salieron  á  pe- 
lear con  ellos,  é  duraron  aquel  dia  todo  esoaramu-  * 
sando,  donde  fueron  muertos  é  ferídos  algunos  de 
la  una  parto  é  de  la  otra.  E  duranto  aquella  escara- 
musa  la  gento  de  los  christianos  andaba  quemando 
é  tolando  panes  é  vifias  é  huertas  é  olivares  é  al- 
mendrales é  palmas  é  otros  árboles,  é  quebraron  to- 
dos los  molinos  que  fallaron  en  el  término  de  Má- 
laga. Otro  dia  pusieron  real  sóbrela  villa  de  Cohin, 
é  talaron  todo  lo  que  fallaron  en  circuito  della,  fas- 
to que  llegaron  al  término  de  Altasayna,  é  de  Cu- 
tero ;  é  tolaron  ansimesmo  á  Alhaurin,  é  destruye- 
ron toda  aquella  tierra  é  sus  comaroas.  En  todos  los 
lugares  que  talaron  ovieron  escaramusas  é  peleas 
oon  los  moros,  donde  fueron  muertos  é  f eridos  tam- 
bién de  los  ohristianos,  como  de  los  moros.  Había 
en  aquella  huesto  cirujanos,  que  la  Beyna  embiaba 
quando  entraba  su  gento  en  tierra  de  moros,  á  los 
quales  mandaba  que  sin  ningún  precio  curasen  los 
ferídos,  porque  ella  lo  facía  todo  pagar.  Fecha  esta 
tola,  que  duró  por  espacio  de  quarento  dias,  volvie- 
ron todos  aquellos  caballeros  é  capitones  oon  sns 
gentes  para  los  prados  de  Antoquera.  E  alU  se  des- 
partieron, con  aperoebimíento  que  les  fué  fecho  de 
parto  del  Bey  é  de  la  Beyna,  que  estovíesen  prestos 
para  entrar  con  el  Bey  á  la  tala  que  había  de  facer 
en  la  vega  de  Granada,  é  bastecer  la  dbdad  de  Al-* 
hama. 

CAPÍTULO  XXXL 
Cmbo  el  R«y  é  It  Reyi»  faenm  é  la  dbéai  áo  Tintosi. 

El  Bey  que  según  habemos  dicho  era  venido  á 
Vitoria,  é  la  Beyna  que  habla  salido  de  las  monto- 
fias  de  VÍEcaya,  proveída  la  frontera  de  Navarra,  é 
las  otras  cosas  que  fueron  necesarias  de  proveer  en' 
aquellas  provincias,  partieron  de  Vitoria,  é  f  ueron- 
á  la  cibdad  de  Tarasona,  á  entender  en  las  cortes  de 


M 


ORÓNIQAS  DS  Loe  BSTKB  DS  OASlILtiL 


Angón  qnaie facUn  cu  «qnella  dbdadi  gobre  al- 
gooM  ooMS  oonoemiaitM  á  k  tdmlnintraoion  de 
la  joatioii^  é  otras  nooeaidadM  que  en  aqael  Beyíio 
por  astónoei  oourrian.  B  Tinieroa  á  aqaella  dbdad 
por  ro  áiandado  todos  los  mas  oakalloros  é  yaronss 
é  prooondorss  de  las  oibdades  ¿  Tillas,  é  todos  los 
otros  que  aoostnmbraban  juntarse  en  las  oortes  de 
aqnd  Beyno.  B  oomo  fueron  juntos,  por  parte  del 
Bey  é  de  la  Beyna  les  fueron  notificadas  algunas 
neoesidades  que  por  estonces  tenian,  ansí  para  re- 
oobrarlos  Oondados  de  Buisellon  é  de  Oerdania, 
como  pan  la  guerra  de  los  moros,  que  se  contineba, 
é  páralos  otros  gastos,  que  pan  sostener  su  estado 
real  eran  neoesarios.  Ansimesmo  por  los  del  Bejno 
fueron  propuestas  al  Bey  é  á  le  Bejna  algunas  co- 
sas que  pan  conservación  de  sus  fueros  é  leyes  com- 
plia  de  se  ezecutar  é  remediar.  Bn  las  quales  enten- 
dieron oon  gran  diligencia  los  dias  que  en  aquella 
oibdad  estoTieron ;  pero  enn  tantas  é  de  tan  diver- 
sas  calidades,  que  no  se  pudo  dar  fin  á  ellas  por  es- 
tonces. B  porque  era  ya  el  mes  de  Abril ,  y  el  tiem- 
po para  entrar  en  él  Beyno  de  Gnnada  á  facer  la 
guem.é  la  tale  que  se  babia  de  facer  se  pasaba ,  la 
Beyna,  que  tenia  mucho  en  el  ánimo  aquella  guer- 
ra de  los  moros,  acordó  que  se  debian  dexar  aque- 
llas cortes  de  Aragón,  por  la  dilación  grande  que  se 
daba  en  la  conciuaion  dallas,  é  todas  cosas  pospues- 
tas debian  ir  al  Andalucía  en  prosecución  de  la 
guerra  deles  moros.  Porque  docia  ella  que  era  tan 
justa  é  tan  sanota  empresa,  que  entre  todos  los  prin- 
cipes ckristianos  no  pedia  ser  mas  honrada,  ni  que 
mas  dina  fuese;  pan  que  facióndose  debidamente 
se  OTiese  el  ayuda  de  Dios  y  el  amor  de  las  gentes. 
Bl  yeto  del  Bey  era  que  primero  se  debian  recobrar 
los  Gondados  de  Buisellon  é  de  Oerdania,  que  los  te- 
nia injustamente  ocupados  el  Bey  de  Francia;  é  que 
la  guerra  con  los  moros  se  pedia  por  agen  suspen- 
der, pues  en  yoluntaria,  é  para  ganar  lo  ageno,  é 
la  guerra  con  Francia  no  se  debia  escusar,  pues  er^ 
necesaria,  ó  para  recobrar  lo  suyo.  B  que  si  aquella 
era  guerra  santa ,  estotra  guerra  era  justa,  é  muy 
conviniente  ásu  honra.  Porque  si  la  guerra  de  los 
moros  por  agora  no  se  prosiguiese,  no  les  seria  im- 
putada mengua ;  é  si  estotra  no  se  fidete,  allende 
de  recebir  dafio  é  pérdida,  incurrían  en  deshonra, 
por  dexar  á  otro  rey  poseer  por  fuersa  lo  suyo,  sin 
tener  á  ello  título  ni  razón  alguna.  Decía  ansimesmo 
que  el  Bey  de  Francia  era  meso,  é  su  persona  é  Bey- 
no  andaba  en  tutorías  é  gobemadon  agena;  las  qua- 
les cosas  daban  oportunidad  para  facer  la  defensa 
de  los  Franceses  mas  flaca,  é  la  demanda  de  resti- 
tndon  mas  fuerte.  B  que  si  por  agora  se  dexase,  era 
de  pensar  que  cresciéndole  la  oobdicia  con  la  edad, 
seria  mas  dif  ídle  de  recobrar  é  sacar  de  su  poder 
aquella  tierra.  Otrosí  deda  que  quanto  mas  tiempo 
dexase  de  mover  esta  guerra ,  tanto  mayor  posesión 
ganaba  d  Bey  de  Frauda  de  aquellos  Oondados ;  ó 
los  mondores  delloS|  que  cada  hon  esperaban  ser 
tomados  á  su  sefiorío,  veyendo  pasar  el  tiempo  dn 
dar  obra  á  los  recobrar,  perderían  la  esperansa  que 
tenian  de  ser  reducidos  al  sefiorío  primero ;  é  que  d 


tiempo  faria  asentar  sos  ánimos  en  ser  sábdUos  del 
Bey  de  Fhmdaí  é  perderían  la  afldon  que  tenian  al 
sefiorío  real  de  los  Bqr«i  de  Aragón.  La  qnd  afidoB 
deoia  él  que  no  en  pequefia  ayuda  pan  loe  reoo- 
brar  prestamente.  Otrod  deoia  que  no  podia  bne* 
ñámente  sofrir  los  clamores  de  algunos  caballeros  á 
oibdadanos  de  aquellos  Oondados  que,  por  seryido 
ddBey  su  padro é suyo,  han  estado  tanto  tiempo 
desterrados  de  sus  casas  y  heredamientos ;  é  reda- 
maban toda  hon  solidtando  que  se  diese  obn  á  la 
redndon  de  aquella  tiem,  por  tomar  á  sus  oasw  é 
bienes.  Todas  estas  rasones  deoia  el  B^  á  fin  que 
la  guerra  se  moviese  pan  recobrar  aquella  tiem  de 
Buisdlon  é  de  Oerdania.  La  Beyna  que  estaba  muy 
indinada  áoontinar  la  guerra  comensada  contn  loe 
moros  deda ,  que  d  agora  estoviesen  en  tiempo  de 
degir  qual  de  aquellas  guerras  se  debia  comensaTi 
hablan  logar  las  causas  que  el  Bey  deda  pan  co- 
menzar la  de  Frauda  é  dexar  la  de  Qnnada.  Pero 
que  comensada  ya  de  dos  afios  antes  la  guem  oon 
los  moros,  para  la  qual  oon  grandes  trabajos  eran 
fechos  aparejos,  é  se  hablan  fecho  inmeneos  gastos 
é  costas,  and  por  mar  como  por  tiem,  é  teniéndola 
en  el  estado  que  la  tenian,  pereda  mal  consejo  per- 
dello  todo  por  comenzar  otn  guerra  de  nuevo ,  pu- 
diéndose proseguir  la  de  los  moros,  proveyendo  es- 
totra que  se  espenba  oon  los  Franceses,  Para  la 
qual  deda  día  que  debrían  quedar  con  d  Bey  en 
aquellas  partes  de  Aragón  é  de  Oatalofia  algunas 
gentes  de  armas  de  Oastilla :  oon  los  quales  é  oon 
la  gente  de  la  tierra  podia  facer  d  Bey  lo  que  que- 
ría. B  que  ella  iria  en  prosecudon  de  la  guerra  que 
tenia  comenzada  contra  los  moros,  y  en  esta  mane- 
ra se  proveía  lo  uno  é  lo  otro. 

Bn  este  acuerdo  asentaron  d  Bey  é  la  Beyna  é 
los  de  su  Oonsejo,  é  luego  dieron  orden  en  la  admi- 
nistración de  la  justicia  que  habia  de  quedar  en  las 
tierras  de  allende  d  puerto ;  de  la  qual  dieron  car- 
go al  Almirante  Don  Alonso  Bnriques  é  d  Oondes- 
table  Oonde  de  Haro ,  á  los  qudes  mandaron  que 
estoviesen  en  la  villa  de  Valladolid.  Otrod  manda* 
ron  á  ciertos  Dotores  de  su  Oonsejo,  que  estoviesen 
con  ellos,  é  librasen  las  causas  que  pendían |  é  de 
nuevo  nadesen  en  aquellas  partes,  é  proveyesen  en 
ellas :  para  lo  qud  el  Bey  é  la  Beyna  les  dieron  sus 
poderes  bastantes. 

Fecha  eeta  provisión,  el  Bey  quedó  en  aquella 
oibdad  de  Tarazona ,  entendiendo  en  las  cortes  que 
se  facían,  é  la  Beyna  partió  de  aquella  dbdad,  é 
con  ella  el  Oardend  de  Bspafia,  é  vinieron  á  la  db- 
dad de  Toledo.  B  como  la  Beyna  llegó  ocrea  de  la 
dbdad,  porque  era  costumbro  antigua,  é  muy  guar- 
dada, quequando  loe  Arzobispos  éntrenla  primera 
vez  en  ella ,  los  caballeros  de  la  dbdad  sden  á  le 
recebir  fuen  de  la  oibdad ;  é  todos  vienen  con  d  á 
pié  en  circuito  dele  oavdgadun  en  que  entra,  fasta 
lo  poner  á  las  puertas  de  la  Igleda  donde  deecaval- 
ga  é  face  oración  á  la  cruz,  oon  que  la  dereda  de 
la  Igleda  le  está  esperando ;  la  clerecía  de  la  db- 
dad requiríó  al  Oardend  que  pues  aqudla  en  U 
primera  vez  que  entraba  en  la  dbdad ,  después  que 


DON  VBBNÁNOÚ 
fui  ph>T«tdo  del  Afiot>isp«dO|  le  plogaleee  guardar 
la  oerimonia  debida  á  Iob  ArsobispoB,  y  entrar  en  la 
dbdad  nn  dia  antee  qne  la  Beyna  entrase ;  porque 
entrando  solo,  los  oabalIeroB  ovieeen  logar  de  le  £a- 
oer  aqnella  honra  acostumbrada.  E  como  la  Beyna 
le  rogase  aquello  mesmo ,  el  Cardenal  le  respondió : 
i  Seftora,  pues  yuestra  voluntad  fué  de  me  procurar 

•  la  provisión  de  este  Arzobispado,  yo  reputo  la  ma- 
»  yor  honra  que  puedo  reoebir  entrar  acompafiando 
•á  yuestra  persona  real ,  é  que  vos  me  pongáis  por 

•  vuestra  mano  en  la  posesión  de  la  Iglesia  que 
»me  procurastes;*— quédese,  dixo,  esta  oerimonia 

•  para  otro  tiempo  é  lugar» ;  é  no  quiso  entrar  en  la 
cibdad,  salvo  oon  la  Beyna,  acompañándola.  Aque- 
lla respuesta  que  el  Cardenal  dio,  éla  voluntad  que 
en  aquel  caso  mostró,  fué  notada  á  virtud  de  humil- 
dad é  de  agradescimiento ;  porque  eligió  antes  ir 
con  los  otros  acompafiando  á  la  Beyna ,  qne  entrar 
solo  en  la  cibdad  oon  aquella  gran  oerimonia  é  hon- 
ra que  le  era  debida  é  le  ofrescian.  E  ansí  entró  en 
la  cibdad  acompafiando  á  la  Beyna,  á  la  qual  fué 
fecho  grande  recibimiento,  y  estovo  en  la  cibdad 
los  tres  días  de  Pasqua  de  Besurreocion ;  é  luego 
partió  para  el  Andalucía |  é  con  ella  el  Cardenal,  é 
fué  á  las  oibdades  de  Úbeda  é  Baesa  é  Andúzar  é 
Jaén.  E  vistas  todas  aquellas  partes  proveyó  algu- 
nas cosas  que  entendió  ser  necesarias  á  la  adminis- 
tración déla  justicia,  é  buena  gobernación  de  aque- 
llas cibdades :  en  especial  defendió  el  juego  de  los 
dados  en  aquellas  tierras  y  en  todos  sus  Beynos  so 
grandes  penas ,  é  mandó  á  sus  Corregidores  que  las 
execntasen  en  qualesquler  persona  que  los  jugasen. 
B  los  ministros  de  la  justicia  habían  tan  gran  te- 
mor de  la  Beyna,  que  executaban  con  mucha  dili- 
gencia sus  mandamientos;  é  algunos  por  miedo  de 
las  penas  que  se  executaban ,  se  refrenaban  é  dexa- 
ban  de  jugar :  de  manera  que  los  grandes  de  ver- 
gflensa,  é  los  otros  por  miedo  de  la  pena,  todos  jue- 
gos cesaron.  Cosa  fué  por  cierto  dina  de  memoria, 
porque  esto  se  guardó  tanto,  que  no  se  fallaban  en 
todo  el  Beyno  dados  para  jugar,  ni  agora  ninguno 
los  osaba  tener  ni  vender.  Asentadas  todas  estas 
cosas  por  la  Beyna  en  aquellas  cibdades,  acordó  de 
venir  para  la  cibdad  de  Córdoba,  á  esperar  la  gente 
de  armas  que  había  mandado  llamar  para  facer  guer- 
ra en  el  Beyno  de  Granada. 

CAPÍTULO  XXXIL 

fie  las  eons  qu  la  Reyna  lio  es  la  elbdad  da  CórdoH ,  é  eo»o 
el  Rey  dexó  las  eortcs  do  Taruoia ,  é  vloo  á  Córdoba  do  os- 
laba la  Rayia. 

Como  la  Beyna  llegó  á  la  cibdad  de  Córdoba,  lue^ 
go  vinieron  á  su  llamamiento  el  Maestre  de  Santia- 
go, y  el  Conde  de  Cabra  y  el  Marqués  de  Célis,  y 
el  Marqués  de  VíUena,  é  Don  Lorenzo  Suareí  deFí- 
'  gueroa,  Conde  de  Feria,  é  Don  Alonso  de  Aguílar, 
y  el  Conde  de  Belalcáaar,  y  el  Conde  de  Osomo  ,Co- 
mendador  mayor  de  Castilla,  y  el  Conde  de  Nieva, 
y  el  Conde  de  üruefia ,  é  Don  Juan  de  Queman,  fi- 
jo del  Duque  de  Medinasidonía  con  la  gente  del 


d  D09Á'l8ABfiL.  401 

Duque  su  padre ,  é  Don  Juan  de  Sotomayor,  Sefior . 
de  Aloonchel,  é  Puertooarrero,  Sefior  de  Palma,  é 
Juan  de  Quzman,  Sefior  de  Teba ,  é  todos  los  otros 
capitanes  é  gentes  de  armas  que  embió  á  llamar. 
Otrosí,  vinieron  fasta  mil  peones  ballesteros  é  lan- 
ceros y  espingardoros,  é  mandó  traer  gran  número 
de  carroso  madera é  fierro  é  piedras é  maestros  para 
las  labrar,  é  todas  las  otras  cosas  que  eran  necesa- 
rias para  las  lombardas  é  otros  tiros  de  pólvora  de 
su  artilleria,  según  la  orden  que  para  ello  dábanlos 
maestros  que  fizo  venir  de  Francia  é  de  Alemafia, 
que  tenían  aquel  cargo.  E  allende  de  las  trece  mil 
bestias  que  ol  Beyno  le  dio  en  servicio  este  afio  para 
meter  los  bastimentos  necesarios  á  la  gente  que  es- 
taba en  Alhema ,  mandó  ansimesmo  traer  alquila- 
das otro  gran  número  de  bestias  é  de  carretas,  para 
llevar  las  cosas  necesarias  á  las  gentes  de  armas  é 
peones  .que  habían  de  entrar  en  la  vega  de  Grana- 
da. Otrosí  mandó  aderezar  grande  flota  de  naos  é 
galeras  é  carracas  por  el  mar,  é  fornescerlas  de  ar- 
mas é  gentes  é  mantenimientos,  para  guardar  el  es- 
trecho que  no  pasasen  mantenimientos  ni  gentes  de 
las  partes  de  África  para  favorecerlos  moros.  E  dio 
cargo  de  la  capitanía  de  esta  flota  á  Don  Alvaro  de 
Mendozai  Conde  de  Castro.  Aparejadas  todas  las  co- 
sas que  eran  necesarias  para  la  guerra,  pensando 
que  el  Bey  se  detemía  en  las  cortes  de  Aragón,  dio 
cargo  de  la  capitanía  general  de  toda  su  hueste  al 
Cardenal  de  Espafia ,  para  que  entrase  en  tierra  de 
moros;  y  ella  acordó  de  ir  á  las  cibdades  de  Ante- 
quera  é  Alcalá  la  Beal ,  para  proveer  en  las  necesi- 
dades que  ocurrieson ;  porque  la  presencia  de  la 
Beyna,  é  la  forma  que  tenia  en  la  gobernación  de  . 
las  cosas,  facía  á  sus  ministros  é  servidores  poner- 
las en  obra  con  diligencia.  Las  oosas  de  la  guerra 
fechas  é  aderezadas  por  la  Beyna  en  la  manera  que^ 
habemos  dicho ,  el  Bey  dexó  las  Cortes  de  Aragón, 
é  suspendió  en  la  guerra  que  estaba  en  propósito  de 
facer  á  los  Franceses ;  porque  en  aquellas  Cortes  no 
falló  por  estonces  el  aparejo  que  era  necesario  para 
la  principiar,  é  vino  para  la  cibdad  de  Córdoba  don- 
de estaba  la  Beyna.  E  juntos  aquellos  caballeros  é 
capitanes  que  estaban  en  su  Consejo ,  f  ablóse  cerca 
de  la  guerra  que  se  había  de  facer  aquel  afio.  E  por- 
que el  voto  de  algunos  era ,  que  se  debía  facer  tala 
en  la  vega  de  Granada  ,  según  se  había  fecho  los 
afios  pasados,  y  el  voto  de  otros  era ,  que  so  debía 
asentar  real  sobre  alguna  Villa ;  aquellos  cuyo  voto 
era  de  facer  la  tala,  decían  que  pues  había  tan  gran  * 
recabdo  en  la  mar,  para  que  no  pasasen  manteni- 
mientos de  África  con  que  los  moros  de  Qranada  se 
pudiesen  proveer,  les  parecía  que  debían  entrar  en 
la  vega ,  é  facer  la  tala  de  los  panes  é  otras  cosas, 
según  que  otras  veces  se  había  fecho.  E  qne  quí- 
tando  á  los  moros  por  todas  partes  el  mantenimien- 
to, geles  faria  mayor  gueira  que  en  otra  manera: 
porque  no  pudíendo  sofrir  la  mengua  de  los  manto- 
nimientos,  seria  forzado  darse  todos  de  hambre;  y  i 
en  esta  forma  seria  fecha  guerra  general  á  todo  él 
Beyno ,  lo  que  no  se  faria  cercándose  una  villa  sola. 
Los  que  eran  en  voto  que  se  cercase  alguna  villai 

26 


4»  0BÓNI0A8  DB  LOS 

dedaa  que  U«n  ieria  faoena  la  tala,  ú  generalmen- 
te ae  padieae  íaoer  en  todaa  laa  partea  del  Beyno 
de  Qranadaí  pero  que  no  le  podía  facer ,  aalTO  ao- 
lamente  en  la  yega ,  é  aon  en  aqnella  no  te  podía 
talar  cumplidamente,  aalTO  algnnoa  Ingarea ;  é  anal 
quedaban  todaa  laa  otraa  dbdadea  é  TÜlaa  é  lagarea 
é  partea  de  aquel  Reyno  por  talar,  de  donde  loa  mo- 
rca ae  podían  proyeer.  Anal  que  íaoer  la  tala  era 
una  guerra  de  grandea  coetaa  á  loa  ohrístíanoa,  6 
poco  dafto  á  loe  moros.  Esto  bien  conaiderado ,  de- 
dan  que  el  Bey  debia  poner  sitio  sobre  alguna  Tilla 
de  laa  de  aquel  reyno ,  pues  tenía  gran  poder  de  gen- 
tes é  artillería  para  la  guerrear  é  combatir.  E  ni  por 
esto  cesaría  la  tala ,  pues  que  laa  gentes  de  la  huea- 
te  talarían  asas  tierra  de  la  que  estoTÍese  en  drouí- 
to  de  la  YÍlla  que  se  sitiase.  Sobre  esta  materia  ovo 
grande  plática  é  diversidad  de  oonaejoa  entre  los  oa- 
balleroa  é  capitanes  que  estaban  en  el  Consejo.  Al 
fin  el  Bey  é  la  Beyna,  viataa  laa  rasones  que  ae  ale- 
gaban por  loa  unos  é  por  los  otros ,  determinaron, 
que  ae  debía  poner  aitio  aobre  alguna  villa  de  mo- 
ros é  la  combatir,  porque  entendían  de  la  baber  con 
la  fuerza  del  artillería.  E  determinaron  que  se  sitía- 
se la  YÍlla  de  Alora ,  porque  tomada  aquella  villa, 
aseguraba  gran  parte  de  laa  otras  tierras  de  ohrís- 
tianos  que  estaban  frontera  délos  moros,  de  donde 
se  podía  facer  guerra  á  laa  otraa  villaa  é  tierras  del 
Beyno  de  Qranada,  que  estaban  en  la  comarca.  Este 
acuerdo  bebido,  fué  tan  secreto  que  ninguno  lo  so- 
po ,  salvo  muy  pocos  de  su  Consejo.  E  aprovechó 
tanto  el  secreto,  que  los  moros  no  proveyeron  aque- 
lla villa  de  las  cosaa  que  se  requerían  para  su  de- 
fensa ;  é  recelando  que  el  Bey  cercaría  otra  vea  la 
dbdad  de  Loxa ,  pusieron  en  ella  los  moros  guarda 
de  mucha  gente  é  mantenimientos ,  é  fortificáronla 
'  mas  que  otra  ninguna  oibdad  ní  villa  de  aquellas 
partes.   ' 

CAPITULO  XXXIII. 

Como  el  Rey  tom^  la  Tilla  de  Alora. 

Habido  el  acuerdo  que  habemos  dicho  luego  el 
Bey  partió  para  la  oibdad  de  Córdoba  con  todos 
los  caballeros  ó  gentes  de  caballo  ó  de  pió  qae  la 
Beyna  había  fecho  juntar ;  é  sus  batallas  ordena- 
daa,  vino  fasta  un  lugar  que  se  llama  el  Bio  de  las 
Yeguas.  Estando  alli,  mandó  al  Marqués  de  Calía  que 
con  la  gente  de  su  casa,  é  con  la  batalla  de  la  gen- 
te de  armas  del  Cardenal  deEspafia,  do  iba  perca- 
pitan  Don  Antonio  de  Mendosa  su  sobrino ,  fuese 
adelante  á  asentar  real  en  lugar  oonviniente.  Como 
el  Marqués  fué  partido,  el  Bey  lo  aiguió,  y  entró 
mas  adelante  en  tierra  de  morca  con  toda  su  hues- 
te, donde  iban  de  las  bestias  que  dio  el  Beyno,  é  de 
las  otras  que  la  Beyna  mandó  traer  alquiladas,  faa- 
ta  en  número  de  treinta  mil  cargas,  que  llevaban 
los  mantenimientos  para  la  gente.  Iba  ansimesmo 
gran  nómero  de  carros  con  el  artillería,  é  una  gran 
parte  de  los  peones  pasaban  adelante  por  las  sier- 
raa'  y  puertos  de  aquella  tierra,  allanando  los  cami- 
nos é  lugares  ásperos  por  donde  pudiesen  pasar  los 


SE  CASTILLA, 
oarroa,  T  en  sata  forma  fué  el  Bi¡y  poniendo  anl 
reales  fasta  que  Degó  aobre  la  villa  de  Alora,  Yiér* 
nes  once  diaa  del  mea  de  Junio  deate  afto.  Loa  mo- 
ros que  en  ella  estaban  fioieron  grandea  apaiejoa  de 
defensaa  en  loa  mnroa  é  torrea ,  y  el  Aloayde  que 
tenía  la  f  ortalesa  repartió  sa  gente  en  loa  lugares 
que  entendió  aer  neoeaaríoa  para  la  defender.  Brta 
villa  ea  tan  fuerte  é  puesta  en  tal  aitio ,  que  loa  mo- 
rca recelaban  poco  de  ninguna  f  nena  ni  combata 
que  lea  fué  fecho.  El  Bey,  pueato  su  real,  mandó  asen- 
tar d  artillería ,  Ó  que  tíraae  i  dertaa  partea  dd  mu- 
ro é  de  laa  torrea.  Loa  moroa  anwmeamo  tiraban 
oon  espingardaa ,  é  con  otros  ti^os  de  pólvora,  é  aae- 
taa  oon  yervaa  é  ferian  algnnoa  ohriatianoa.  E  para 
curar  loa  ferídoa  é  loa  dolientes,  la  Beyna  embiaba 
aiempre  á  los  realea  seis  tíendaa  grandea,  é laa  oa- 
maa  de  ropa  neoesariaa  para  loa  ferídoa  y  enf ennoa; 
y  embiaba  fidcoa  é  drujanoa  é  medidnaa  é  hornea 
que  loa  airvieaen,  é  mandaba  que  no  llevaaen  pre- 
oio  alguno,  porque  eUa  lo  mandaba  pagar.  T  estaa 
tíendaa  con  todo  eate  aparejo ,  se  llamaban  en  loa 
realea  d  Hospitd  de  la  Beyna.  Asentadaa  laa  lom- 
bardas grandes,  é  comensando  á  tirar,  derribaron 
dos  torres  ó  á  una  gran  parte  del  muro.  B  oomo 
aquella  parte  del  muro  fué  caída,  loa  moros  traba- 
jaron por  facer  otro  muro  de  tapia  por  de  dentro 
para  se  defender ;  pero  los  ríbadoquinea  é  otroa  ti- 
ros de  pólvora  tiraban  tantas  vecea  á  aqudla  parta 
do  el  muro  había  caído,  que  loa  moros  no  tenían  lu- 
gar de  facer  ninguna  defensa  dentro ;  é  d  dgunos 
trabajaban  de  la  facer ,  luego  eran  muertoa  ó  lisia- 
dos con  la  gran  muchedumbre  de  artillería  que  con- 
tinamente tiraban. 

Visto  por  el  Bey  como  laa  torrea  oon  aquella  par- 
te del  muro  eran  oaidaa,  mandó  aderesar  loa  banooa 
pinjados  é  gruaa  é  mantea,  é  loa  otros  pertrechos 
neceaarios  para  d  combate;  é  repartió  loa  lugarea 
por  do  la  villa  se  había  de  combatir  á  cada  capitán. 
Loa  moroa,  que  prímero  estaban  eaf  orsadoa  é  oon 
poco  temor  de  recebir  dafio,  quando  vieron  las  tor- 
res con  grande  parte  del  muro  derríbado,  é  como 
toda  la  artillería  continamente  tiraba  ó  derribaba 
cada  hora  mas ,  é  que  no  podían  defender  d  muro, 
ní  andar  seguros  por  laa  callea ;  sintiéndose  guer- 
readoa  por  tantas  partea,  requirieron  al  Aloayde  que 
dieae  al  Bey  la  villa,  porque  ni  vdan  manera  para 
la  defender  ni  tenían  fuersa  para  pelear.  El  Al- 
oayde, visto  que  gran  parte  de  sus  moros  perdían  d 
esfuerso ,  oon  algunos  que  vído  tener  mejor  ánimo. 
se  puso  en  una  torre  á  fin  de  la  defender ;  é  reprehen- 
día á  los  otros  por  la  flaquesa  que  mostraban,  é de- 
cides, que  antes  debían  dlí  morir  que  perder  an 
tierra,  é  ser  puestos  so  la  aervidumbre  de  loa  chria- 
tianos,  á  quien  no  conodan  aino  por  enemígoa  órna- 
les. E  con  estas  é  otras  semejantes  rasonea  trabaja- 
ba de  loa  esforsar ,  pero  loa  moroa,  veyendo  loa 
muertos  é  feridos  é  oomo  cada  hora  ana  muroa 
caían,  pueatos  en  aquella  neoeddad  peligrosa ,  la 
turbación  les  privaba  el  entendimiento  para  tomar 
acuerdo  de  lo  que  debían  f aoer.  Estando  en  esta 
priesa,  descolgáronse  por  la  cerca  tres  moroa  é  tí- 


DON  FEBNANDO 

nieron  al  B^  á  le  dedr  el  estado  de  la  villa,  y  el 
deeaonerdo  qne  había  entre  loe  moros  sobre  la  de- 
fender ó  entregar.  Bstónoes  el  Bey  les  embió  á  de- 
cir con  nn  faraate  ó  intérprete,  qne  él  les  asegura- 
ba la  yida  é  los  bienes,  é  que  los  embiaria  sin  dafio 
á  qnalqnier  parte 'qne  qnisiesen ,  si  luego  le  entre- 
gaban la  Tilla.  Los  moros,  oyendo  la  piedad  que  el 
Bey  les  ofrecía,  esforséronse  mas  contra  el  Alcay- 
de  é  decíanle :  «^d,  Alcayde,  que  nos  mandas  def  en- 

•  dér,  dénos  si  puedes  vida  para  poder  pelear,  é  plé- 
»  ceños  morir  defendiendo,  si  podemes  defender  pe- 

•  loando ;  mas  si  no  podemos  guardar  la  vida  para 

•  defender  la  Tilla,  locura  es  perder  la  TÍda  é  la  yl- 
»lla.  Tú  quieres  que  muriendo  Toamos  moriré  cap- 

•  tÍTar  nuestras  mngeres  é  fijos ,  é  al  fin  que  sepier- 
»  da  la  Tilla ;  sábete  que  no  lo  queremos  facer,  én- 

•  tes  queremos  gozar  de  la  piedad  que  el  Bey  nos 

•  ofrece,  que  usar  del  consejo  que  tú  nos  das.»  £1 
Alcayde,  TÍsto  que  cada  hora  mas  desmayaba  su 
gente  con  las  muertes  de  unos  é  f cridas  de  otros, 
acordó  de  entregar  al  Bey  la  Tilla ;  y  el  Bey  seguró- 
les las  Tidas  é  los  bienes ,  é  mandó  al  Comendador 
mayor  de  León  Don  Gutierre  de  Cárdenas,  é  á  Puer- 
tocarrero  Sefior  de  Palma,  que  entrasen  en  ella.  A 
los  quales  el  Alcayde  dio  logar  que  se  apoderasen 
de  una  torre  con  fasta  Teinte  homes  de  armas ,  en- 
tretanto que  los  moros  de  la  Tilla  recogrian  sus  bie- 
nes, é  los  sacaban  fuera.  B  luego  fueron  puestas 
sobre  las  torres  de  la  Tilla  las  banderas  del  Bey  é  de 
la  Beyna ,  y  el  pendón  de  la  Cruzada.  Fué  entrega- 
da esta  Tilla  al  Bey,  á  Teinte  dias  del  mes  de  Junio, 
afio  del  nascimiento  de  nuestro  Bedemptor  de  mil 
é  quatrocientos  é  ochenta  é  quatro  afios*  B  mandó 
poner  en  seguro  todos  los  moros  é  moras  con  sus 
fijos  é  bienes ;  otrosí  mandó  rescatar  todos  los  chrís- 
tianos  que  estaban  en  ella  captiTos.  Como  la  Tilla 
fué  desembargada,  el  Boy  entró  en  ella  con  una 
solemne  procesión ,  é  fué  á  la  mosquita  principal ,  é 
fundó  en  ella  una  iglesia,  que  por  intercesión  de  la 
Beyna  fué  intitulada  Santa  María  de  la  Encama- 
ción. É  mandó  reparar  las  torres  y  el  muro  que  ha- 
bían derribado  las  lombardas,  é  dio  cargo  de  la  ca- 
pitanía mayor  de  aquella  Tilla  á  Luis  Fernandos 
Puertocarrero,  con  decientes  homes  á  caballo  é  otras 
gentes  á  pié.  E  proTeyóla  de  mantenimientos  é  de 
las  otras  cosas  necesarias,  é  partió  con  toda  su  hues- 
te para  el  Talle  que  dicen  de  Cártama. 

Tomada  la  Tilla  de  Alora,  el  Bey  mandó  mOTor 
su  real  é  fué  al  Talle  que  dicen  de  Cártama  por  lo 
talar;  y  embió  delante  al  Marqués  de  Calis  con  la 
gente  de  su  casa,  é  con  la  gente  del  Cardenal  de 
Espafia,  é  otros  capitanes ,  que  serian  fasta  dos  mil 
de  caballo.  E  como  entró  en  aquel  Talle,  fué  para 
la  Tilla  de  Alozayna;  é  los  moros  della,  Teyendo 
qne  no  se  podían  defender,  salieron  al  Marqués,  é 
trataron  con  él  de  se  poner  en  él  sefiorío  del  Bey  é 
de  la  Beyna,  é  ser  sus  Tasallos.  El  Marqués  embió  á 
dedr  al  Bey,  como  los  de  aquella  Tilla  querían  ser 
■US  sierTOS,  si  les  mandase  guardar  sus  bienes.  El 
Bey  le  emÚÓ  á  mandar  que  la  recibiese,  é  no  les 
guenrai  4  que  los  asegurase  de  su  parte*  T 


ÉDp9A  ISABEL.  403- 

en  esta  manera  aquella  Tilla  quedó  en  el  sefiorío  del 
Bey  é  de  la  Beyna.  El  Bey  con  toda  su  hueste  en- 
tró en  aquel  Talle  de  Cártama,  é  asentó  real  sobre 
una  Tilla  que  se  llama  Oasarabonela.  qne  es  fuerte* 
E  los  moros  que  estaban  en  ella  salieron  á  escara- 
muzar por  tales  logares,  que  á  su  ssIto  podían  fa- 
cer harto  dafio  en  los  christíaaos,  é  no  reoebírlo,  se- 
gún la  dispusicion  de  la  tierra  é  de  los  grandes  olí- 
Tares  é  otras  ramblas  é  barrancos  que  estaban  en  el 
circuito.  E  algunos  de  los  ohristianos  con  orgullo  é 
oobdida  de  robar,  soltáronse  de  algunas  batallas 
sin  orden  é  sin  mandamiento  de  los  capitanes ,  é 
fueron  á  escaramuzar  con  los  moros  por  aquellos  lu- 
gares que  no  sabían.  Algunos  de  los  capitanes  TÍsto 
aquel  dafio  entraron  en  la  escaramuza,  por  retraer 
della  á  los  ohrístianos ;  é  la  confusión  é  desorden  de 
pelear  fué  allí  tan  grande,  que  de  los  ohrístianos 
fueron  algunos  muertos  é  muchos  f eridos  de  los  ti- 
ros de  saetas  con  yerTSsy  espingardas  que  tiraban 
los  moros. 

Muríó  en  aquella  facienda  de  una  saetada  Don 
Gutierre  de  Sotomayor,  Conde  de  Belalcásar,  que 
entró  á  retraer  la  gente  de  su  batalla.  Este  Conde 
era  mozo  de  Teinte  é  quatro  afios,  heme  de  muy 
buenos  deseos,  é  tan  bien  acondicionado ,  que  pesó 
mucho  al  Bey  é  á  la  Beyna  de  su  muerte.  Dio  tan 
gran  tristeza  en  las  gentes  del  real,  que  todos  los 
qne  andaban  en  la  escaramuza,  oída  la  muerte  de 
aquel  Conde,  se  retraxeron.  E  los  moros  de  algunas 
Tillas  de  aquel  Talle ,  que  por  la  toma  de  la  Tilla 
de  Alora  estaban  tan  caídos  que  pensaban  darse 
por  subditos  del  Bey  é  de  la  Beyna ,  quando  oyeron 
el  dafio  que  ficieron  en  aquella  escaramuza,  cobra- 
ron tanto  esfuerzo,  que  mudaron  el  propósito  é  no 
se  quisieron  dar.  El  Bey  mandó  talar  todos  los  pa- 
nes é  Tifias  é  olí  Tares  de  aquel  Talle,  é  por  acuerdo 
de  algunos  capitanes,  deliberaba  TclTor  para  Cór- 
doba, é  TÍno  fasta  los  prados  de  Antequera.  La 
Beyna  que  todos  los  dias  trabajaba  embiando  dine- 
ros é  gentes  é  requas  é  mantenimientos  é  f ada  con- 
tínos  aparejos  para  aquella  guerra ,  oído  como  el 
B^y  deliberaba  tan  presto  dezar  la  guerra  é  salir 
con  toda  su  hueste  de  tierra  de  moros,  embió  decir 
al  Bey ,  que  si  le  ploguiese  debía  facer  la  tala  en  la 
Tega,  ó  poner  sitio  sobre  alguna  otra  Tilla,  pues 
había  aun  asaz  tiempo  del  Terano  en  que  se  podía 
facer.  El  Bey  sabida  la  Toluntad  de  la  Beyna ,  co- 
mo quier  que  ya  la  gente  comenzada  á  se  TolTor; 
pero  ansí  los  grandes  sefiores ,  como  los  capitanes, 
é  todos  los  otros  caballeros  é  gentes  de  la  hueste, 
TÍsto  como  el  consejo  de  la  Bejma  era  razonable; 
tomaron  á  entrar  en  la  Tega  de  Granada  con  el 
Bey.  El  qual,  ordenadas  sus  batallas,  fué  aun  lugar 
qne  se  llama  Alhendln ,  é  quemó  las  Tifias  é  olÍTa- 
res  é  otros  árboles  é  todos  los  panes  que  estaban  en 
las  eras ;  é  quemó  las  casas  de  la  Marbaha,  é  de 
Gabiar,  é  Autora  é  Goxa.  E  otro  día  fué  con  algu- 
nas gentes  por  cerca  de  un  lugar  que  se  llamaba 
Dílar,  que  es  al  pié  de  la  Sierra  NeTada.  £  fueron 
muertos  algunos  moros  que  salían  á  escaramuzar 
con  la  gente  del  Bqr,  é  otros  fueron  captíros;  4 


4H 


OBÓMIOAS  DE  LOS  ]EtETBS  DS  OiffítLLL 


faoroii  qnenudoi  üiixar  é  Aoibia  doi  lagares  oer- 
oanoe  de  la  oibdad  de  Qranadaí  é  quemaron  las  par- 
Taa  de  loa  panes,  é  las  yiftaa  é  haertaa,  é  otroa  fm- 
tales  qve  estaban  en  aquel  circuito.  Otro  dia  el  Bey 
con  toda  su  hueste ,  sus  banderas  tendidas,  é  la  gen- 
te dispuesta  á  la  batalla,  fué  camino  de  la  cibdad 
de  Granada,  por  encima  de  Armilla,  que  es  por  la 
p^rte  de  la  Sieira  Nevada,  quemando  ó  talando  todo 
lo  que  fallaba  en  drcnito  de  dos  leguas,  é  quema- 
ron á  Armilla  la  menor,  é  las  eras  de  Abra,  ó  que- 
braron los  molinos  de  Jarambi,  que  son  cerca  de  la 
puerta  de  Granada  que  se  llama  Bibarrambla,  é  to- 
dos los  otros  molinos  que  estaban  cercanos  déla  db- 
dad.  El  Bey  con  su  batalla  real  se  puso  delante  las 
puertas  de  la  cibdad,  quanto  un  quarto  de  leg^a 
por  la  parte  de  la  Sierra  Nevada,  á  pelear  con  los 
moros,  si  saliesen  «í  defender  la  tala  que  los  suyos 
fadan  por  todas  partes ;  los  qnales  quemaron  las  al- 
deas, alearías,  ó  casas,  é  torres,  é  mezquitas  que  los 
moros  tenian  en  aquella  parte,  é  todos  los  oliyarea 
y  huertas  j  é  parvas  que  estaban  en  las  heras.  E  lle- 
garon algunos  caballeros  é  peones  fasta  cerca  del 
muro  de  la  oibdad  de  Granada.  Otros!  la  Beyna  ha- 
bla mandado  al  Duque  de  Medinasidonia,  é  al  Con- 
de de  Cabra  que,  entre  tanto  que  el  Bey  estaba  en 
la  vega  faciendo  esta  tala,  entrasen  en  la  tierra  de 
los  moros  con  las  gentes  de  sus  casas :  al  Duque  por 
la  parte  de  Ximena,  é  al  Conde  de  Cabra  mandó 
que  fuese  al  término  do  la  cibdad  de  Loxa.  Estos 
dos  caballeros,  cumpliendo  el  mandamiento  de  la 
Beyna,  entraron  en  tierra  de  moros,  é  talaron  é 
quemaron  é  destruyeron  todos  los  panes  é  vifias  é 
árboles  que  fallaron  en  aquellas  partes ,  é  traxeron 
ganados  é  prisioneros  en  gran  número.  Fizóse  en 
espado  de  quarenta  dias  que  el  Bey  duró  en  la  ve- 
ga, y  en  la  entrada  que  estos  dos  caballeros  cada 
uno  por  su  parte  fizo  la  mayor  tala  é  destruidon 
que  se  fiso  en  aquella  tierra,  después  que  los  moros 
la  poseen. 

Fecha  esta  tala ,  el  Bey  vino  con  toda  su  hueste 
para  la  oibdad  de  Alhama,  é  fizo  meter  en  ella  cin. 
co  mil  bestias  cargadas  de  mantenimientos  que  la 
Beyna  habia  embiado  de  Córdoba  pambastedmien- 
to  de  aquella  cibdad,  é  sacó  della  al  Conde  deTen- 
dilla  que  la  habia  sostenido ,  é  dio  d  cargo  de  la 
capitanía  mayor  á  Don  Gutierre  de  Padilla,  Clave- 
ro de  Ja  orden  de  Calatrava.  E  dexando  el  provei- 
miento de  las  cosas  necesarias  para  aquella  cibdad, 
volvió  con  toda  su  hueste  á  la  dbdad  de  Córdoba. 


CAPITULO  XXXIV. 

Como  el  Rej  tomó  U  tIIU  de  SetesiL* 

Porque  el  tiempo  del  verano  duraba  para  poder 
estar  gente  en  el  campo ,  acordaron  en  su  Consejo 
el  Bey  é  la  Beyna  de  no  dexar  pasar  el  tiempo  sin 
facer  otra  entrada,  é  poner  sitio  sobre  alguna  villa 
de  moros.  E  como  quier  que  ovo  diversos  votos  en- 
tre los  capitanes  que  en  esto  entendían,  porque  unos 
4edan  que  debían  poner  sitio  sobre  Cambil  que  es 


oeroa  de  Jaén,  otros  decían  que  se  debía  ponéf  S6« 
bre  Montefrio,  otros  sobre  Ilion ;  pero  al  fin  aoor- 
daron  que  se  debia  poner  oeroo  sobre  Setenil ,  por 
mudias  rasones  que  mostraban  ser  esta  villa  mas 
provechosa  que  las  otras,  d  se  pudiese  haber,  por 
la  seguridad  que  los  duristianos  habrían,  é  por  d 
dafio  que  los  moros  redbirian  si  se  ganase.  B  oomo 
qmer  que  la  plática  de  estes  cosas  era  secreta  en  sa 
Consejo ,  pero  aquello  que  determinaban  faoer  esta- 
ba mucho  mas  secreto,  porque  ninguno  sabia  la 
find  determinadon  sdvo  muy  pocos.  Habido  esta 
acuerdo,  luego  el  Bey  partió  de  la  dbdad  de  Cór- 
doba con  toda  la  gente  de  armas  de  su  hueste ,  y 
embió  delante  al  Marqués  de  Cáliz;  el  qual  con  dos 
mil  homes  á  caballo  fué  muy  presto  á  la  villa  da 
Setenil ,  por  guardar  que  los  moros  no  se  proveye- 
sen ,  d  oviesen  aviso  dd  camino  que  d  Bey  lleva- 
ba ]f ara  la  cercar.  Otrod  mandó  llevar  d  artillería; 
é  como  llegó  d  Marqués  tomó  dgunos  moros  que 
andaban  en  el  campo ,  de  los  qudes  sopo  oomo  en 
la  villa  no  habia  otra  gente,  salvo  d  Aloayde  é  los 
vecinos  de  ella ,  pero  sopo  que  eran  aaaa  para  la  de- 
fender, é  homes  cursados  en  la  guerra  para  pdear. 
E  luego  el  Bey  vino  con  toda  su  hueste,  é  asentó  su 
red  bien  cerca  de  la  villa ;  é  porque  los  caminos 
eran  fragosos  por  do  hablan  de  pasar  los  carros  en 
que  iba  d  artillería,  mandó  que  viniesen  delante  al- 
guna gente  de  peones  oon  picos  é  palas  de  fierro,  é 
otros  aparejos  para  dlanar  los  logares  altos  é  fra- 
gosos por  do  pudiesen  pasar.  Los  moros,  veyendo  la 
villa  cercada  de  todas  partes,  salieron  algunas  ve- 
oes  á  escaramuzar  con  la  gente  que  estaba  en  la 
guarda ;  pero  visto  los  dafios  que  los  tiros  de  pólvo- 
ra facían  en  ellos,  acordaron  de  no  salir  mas  día  es- 
caramuza ,  é  cerraron  todas  las  puertas  de  la  villa, 
é  tapiáronlas  por  de  dentro,  é  acordaron  de  defen- 
der el  muro  é  las  torres.  E  por  esta  cansa  la  gente 
de  la  hueste  estaba  segura  de  los  moros ,  que  no  te- 
nian por  do  salir  á  pelear  con  la  gente  dd  real  ¡  d 
qual  estaba  muy  bastecido  de  todas  las  cosas  nece- 
sarias ,  porque  la  Beyna  embió  oficiales  é  provido- 
nes  é  las  otras  cosas  que  eran  menester  para  la  hues- 
te en  grand  abundancia ;  otrosí  embió  las  seis  tien- 
das que  se  decían  el  Hospital  de  la  Beyna  para  los 
dolientes  é  feridos,  según  lo  acostumbraba  á  am- 
blar á  los  otros  reales.  Asentadas  las  lombardas 
gruesas,  el  Bey  mandó  que  tirasen  á  dos  torres 
grandes  que  estaban  en  la  entrada  de  la  villa ;  é 
como  tiraron  por  espado  de  tres  dias,  luego  las 
derribaron  oon  un  gran  pedazo  del  muro.  Y  entre- 
tanto los  otros  tiros  de  cebratanas  é  pasabolantes  é 
ribadoquioes,  tiraban  á  las  casas  de  la  villa,  é  ma- 
taban los  homes  é  mngeres  é  nifioa  é  derribaban 
las  casas.  E  tan  gran  temor  puderon  los  tiros  do 
pólvora ,  é  tanto  dafio  y  estrago  facían  en  los  mo- 
ros, que  no  lo  podían  sofrír,  ni  tenian  vigor  para 
pdear,  ni  para  se  defender.  E  demandaron  partido 
d  Bey  que  les  salvase  las  vidas  é  las  fadendas,  é 
les  diese  libertad  para  ir  en  sahro  do  les  plogmesa. 
El  Bey  otorgóles  seguridad  de  las  vidas  oon  todo 
lo  que  pudiesen  llevar ;  é  luego  eli  Aloayde  é  todos 


V-  »' 


tV 


DON  FSBNANDO 
Oi  moroitntregaronlATilk  al  Bey  (1).E  mandó  á  | 
doa  capitanea  qne  oon  la  gente  de  ene  capitanías 
fnesen  oon  el  AloajdOf  é  oon  todoa  loa  moros,  á 
loa  poner  en  aalTO  en  la  oibdád  de  Ronda»  Y  el  Rey 
entró  en  la  Tilla ,  é  mandó  reparar  las  torres  é  ma- 
ros qne  hablen  derribado  las  lombardas,  é  ffsola 
basteoer  de  pertrechos  é  bastimentos  é  de  las  otras 
cosas  necesarias.  E  dexd  por  capitán  mayor  á  Don 
Francisco  Bnriqnes  oon  decientes  homes  de  caba- 
llo, é  con  la  gente  de  pié  qne  fné  necesario  para  la 
guardar ;  é  Inego  fnó  con  toda  sn  hueste  para  la 
cibdad  de  Ronda,  qne  es á  dos  legaas  de  Betenil,  é 
fiao  talar  los  panes  é  vifias  é  oli Tárese  los  otros  fru- 
tales que  estaban  á  una  legua  en  circuito  de  aque* 
Ua  dbdad.  Sabido  por  la  Reyna  como  la  Tilla  de  Be- 
tenil tan  presto  fué  tomada,  oto  gran  placer;  por- 
que fué  cercada  por  algunoa  Reyes  pasados  en  otros 
tiempos,  é  como  quier  que  habla  durado  el  sitio  so- 
bre ella  mucho  tiempo,  nunca  se  pudo  tomar;  é 
acordó  de  ir  á  la  cibdad  de  SeTiUa.  El  Rey,  qne  ha- 
bla salido  de  la  tierra  de  moros,  tíuo  á  ella  al  ca- 
mino ,  é  ambos  entraron  en  la  cibdad,  donde  esto- 
Tieron  el  iuTiemo  proT^endo  en  las  cosas  necesa- 
rias, ansí  á  la  buena  gobernación  de  sus  Reynos, 
como  á  la  guerra  de  los  moros,  al  bastecimiento  de 
las  Tillas  que  eran  tomadas ,  é  de  las  otras  gentes 
que  estaban  puestas  en  la  frontera.  En  este  tiempo 
los  capitanes  que  dexaron  en  Alhama,  y  en  Alora, 
y  en  Setenil,  continamente  fadan  entradas  en  tier- 
ra de  los  moros ;  é  les  facían  tanta  guerra,  que  ca- 
taban oprimidos ,  é  no  tenían  aquellas  fuerzas  que 
sellan  para  entrar  á  facer  guerra  en  la  tierra  de  los 
ohristianoB  por  aquellas  partes.  E  muchas  Teces 
ofrecieron  gran  número  de  oro  en  parlas  al  Rey  é  á 
la  Reyna,  é  que  el  Rey  moro  seria  su  Tasallo  para 
los  serrir,  según  lo  hablan  seydo  algunos  moros 
del  Reyno  de  Granada  de  los  Reyes  de  Castilla  sus 
antecesores.  Pero  porque  su  propósito,  según  habe- 
rnos dicho ,  era  de  conquistar  todo  el  Reyno  de  Gra- 
nada, no  lo  quisieron  aceptar.  E  mandaban  á  sus 
capitanes  é  gentes  que  f  SToreciesen  al  Rey  mozo 
oontra  el  Rey  su  padre,  según  gelo  hablan  prometi- 
do. Los  moros,  considerando  que  aquel  Rey  mozo 
recebia  ayuda  de  los  ohristianos,  é  recelando  que 
los  meteria  en  su  tierra ,  aborrescfanle,  é  apartában- 
se del ,  y  estaba  retraído  en  la  cibdad  de  Almería. 

OAPÍTÜLO  XXXV. 

Aa  las  Miat  qaa  pasaros  ea  la  Jaita  qio  lat  Htmandaéet  id 
Reyso  aderoa  ea  esta  alo  en  la  Ttlla  io  Orgsi. 

Los  diputados  é  oficialea  de  las  Hermandades  de 
las  cibdades,  é  Tillas  é  proTinoias,  é  otros!  Alonso 
de  Quintanilla,  y  él  ProTisor  de  Villafranoa  que  te- 
nían cargo  por  el  Rey  é  por  la  R^yna  de  los  admi- 
nistrar, acordaron  de  se  juntar  en  el  mea  de  No- 
Tiemble  de  este  alio  en  la  Tilla  de  Orgaa,  para  en- 
tender en  las  cosas  de  la  justicia  que  el  R^  é  la 
Bsjna  les  hablan  dado  facultad  que  entendiesen,  y 

(f)rMeilefsr8eilfBbnáasftoaao.BeniaM.t  iqr*n« 


A  DOfiA  ISABEL  *     40^ 

en  los  repartimientos  é  0^  «  qtié  cemplian  dé 

se  facer.  Fueron  prese*-      .  *\  «ta  junta  el  bastardo 
de  Aragón,  Duque  á*s       ihermoaa.  Capitán  general 
de  la  gente  de  armaa  de  laa  hermandades ,  é  Don 
Alonso  de  Burgos,  Obispo  de  Ouenca,  qne  era  Pre- 
sidente. E  juntos  en  aquella  congregación ,  é  plati- 
cadas algunas  cosaa  neoesariaa  de  ae  proreer,  aque- 
llos ministros  relataron  loa  trabajos  en  la  guerr» 
con  loa  moros ,  en  la  qnal  se  facían  tan  gratidea  glas- 
tos, que  sobrepujaban  á  las  rentas  ordinarias  que 
el  Rey  é  la  Reyna  tenian.  Por  ende  lea  encargaban 
de  parte  de  su  Real  Magostad,  que  considerada 
aquella  neoeaidad,  é  la  cosa  en  que  sehabian  de 
destríbuir,  repartiesen  allende  del  repartimiento  or- 
dinario alguna  suma ,  para  ayuda  de  pagar  las  He- 
Tas  de  los  mantenimientos  qne  se  hablan  de  llcTar 
al  real  el  Tcrano  siguiente,  é  para  basteoer  la  db- 
dad  de  Alhama ;  otroaí  para  ayudar  á  pagar  laa  cos- 
tas que  se  requerian  facer  en  el  artiUeria,  é  para 
pagar  los  caballos  que  eran  muertos  en  laa  peleaa  é 
batallaa  habidas  oon  los  moros.  Aquellos  Procura- 
dorea  é  Dipntadoa,  oído  lo  que  les  fué  propuesto,  é 
habida  consideración  á  las  cosaa  para  qne  se  de- 
mandaba aquella  ayuda,  con  buena  TClnntad  de  to- 
dos respondieron,  que  les  placía  de  serTlr  al  Rey  é 
á  la  Reyna  con  todo  lo  que  de  su  parte  lea  era  de- 
mandado: porque  como  Reyea  exeoutaban  la  justi- 
cia, é  como  sefiores  defendían  sus  Reynos,  é  pomo 
cathólicos  celaban  la  fe,  é  como  animosos  guerrea- 
ban loa  enemigos ,  é  como  prudentes  gobernaban  en 
tal  manera  sus  Reynos ,  que  cada  uno  era  aefior  de 
lo  suyo ,  é  no  daban  lugar  qne  ninguno  robaae  lo 
ageno;  é  porque  con  los  tributos  que  les  daban, 
ellos  eran  Reyea  mas  poderosos ,  é  oon  su  poder  sus 
subditos  eran  mas  honradoa  é  defendidos.  Ansimes- 
mo  respondieron ,  que  si  á  los  Reyes  paaados  se  fa- 
cían senricios  é  pagaban  tributos ,  Tiste  que  algu- 
nas Teces  se  distribuían  menos  debidamente  que  de- 
bían, aquellos  se  otorgaban  con  cargo,  é  se  repar- 
tían con  dificultad ,  é  se  cogían  oon  trabajo.  Pero 
considerando  que  la  intención  con  que  se  pide  este 
serTÍdo  es  recta ,  é  la  guerra  en  que  ae  gaataba  ea 
sancta ,  éla  manera  del  gastar  Telan  aer  reglado;  les 
parada  que  la  razón  lea  obligaba  á  contribuir  nue- 
Taa  contríbucionea ,  puea  se  facían  nueToa  é  neceaa- 
rios  gastos.  E  allende  del  repartimiento  que  ordina- 
riamente pagaban  para  el  aueldo  de  la  gente  dé  ar- 
mas que  contínaba  en  la  guerra,  les  piada  de  aer- 
Tir  este  afio  con  doce  quentos  de  maraTedfs,  para 
pagar  los  alqnilerea  de  laa  bestias  que  hablan  de' 
UcTar  los  mantenimientos  al  real,  é  al  proTdmien- 
to  de  la  dbdad  de  Alhama  é  de  las  Tillas  de  Alora  é 
Setenil ;  é  mas  otro  medio  quento  de  maraTcdis  para 
pagar  laa  bestiaa  é  aoémilaa  que  ae  murieron  el  afto 
pasado  llsTando  los  bastimentos,  é  anaimeamo  lo 
que  se  gastaba  en  el  artílleria.  Dada  esta  respuesta 
por  los  Procuradores  del  Reyno ,  é  presentada  á  la 
Reyna  por  el  Duque  de  Villahermosa,  é  por  el  Obis- 
po de  Ouenca,  é  por  loa  otros  comisarios  que  fue- 
ron presentes  en  aquella  junta ,  la  Reyna  regrades- 
dó  la  obedienda  que  los  FSroouradores  de  sus  E^« 


406 


0BÓNI0A8  DB  liOS  BETES  DB  OAfiTILUL 


no*  moftnuron ;  é  oonsiderando  qoe  porlaa  darramaf 
qae  ie  oogian  en  el  Beyno ,  soe  subditos  sentirian  al- 
guna fatiga,  acordó  que  no  se  repartiesen  mas  de 
los  doce  quentos  que  eran  n6cesarios  para  el  alqui- 
ler de  las  bestias  que  hablan  de  llevar  los  basti- 
mentos al  real,  é  al  proveimiento  de  Alhama  é  Alo- 
ra é  Setenil,  porque  estas  no  se  podían  esousar.  To- 
dos los  otros  repartimientos  mandó  que  cesasen,  é 
mandó  dar  sus  cartas  para  los  diputados  de  las  pro^ 
viAoias,  que  no  repartiesen  otra  suma  allende  de 
aquellos  doce  quentos. 

En  este  afio  murió  el  Papa  Sixto  Quarto ,  é  fué 
elegido  por  Sumo  Pontífice  Inocencio  Octavo.  Otro- 
sí, estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  aquella  oibdad ,  les 
vino  nueva  como  el  Bey  de  Portogal  habla  muerto 
por  su  mano  al  Duque  de  Viseo  su  primo,  hermano 
de  la  Beyna  su  muger,  é  fijo  del  Infante  Don  Fer- 
nando su  tic,  hermano  del  Bey  su  padre,  é  de  la 
Infanta  Dofia  Beatria  tia  de  la  Beyna.  Este  Duque 
de  Viseo  era  mozo  de  veinte  afios ,  é  como  esta  nue- 
va vino  dubdosa ,  porque  unosdecian  que  era  muer- 
to ,  otros  que  era  preso  ;  el  Bey  é  la  Beyna,  por  él 
debdo  de  sangre  que  con  ellos  tenia ,  acordaron  de 
embiar  á  Don  ítiigo  Lopes  Manrique,  Obispo  de 
León  é  á  Mosen  Gaspar  Fabra  un  caballero  de  Ara- 
gón por  embaxadores  al  Bey  de  Portogal ,  á  le  ro- 
gar con  grand  afición ,  que  si  no  era  muerto  el  Du- 
que, no  prooediese  contra  él  4  la  muerte,  fasta  que 
con  mayor  piedad  mirase  la  causa  de  su  prisión  ¡  é 
si  era  muerto,  de  su  parte  consolasen  4  la  Infanta 
Dofia  Beatris  su  madre. 

Estos  embaxadores  partieron  luego  4  la  hora  que 
les fu4  mandado,  é  como  sopieron  ene!  camino  que 
el  Bey  habla  muerto  al  Duque ,  fueron  4  decir  4  la 
Infanta  la  gran  turbación  que  el  Bey  ó  la  Beyna 
ovieron  de  aquel  oaso  acaescido  al  Duque  sn  fijo,  é 
4  le  consolar  según  les  fué  mandado.  Esta  Infanta 
era  muger  discreta,  é  como  quiera  que  era  tierno  el 
dolor  que  sintió  por  la  muerte  del  Duque  su  fijo,  es- 
pecialmente porque  se  afiadió  4  la  muerte  del  Du- 
que de  Guimaranes  su  yerno,  4  quien  el  Bey  de  Por- 
togal el  afio  pasado  habla  fecho  degollar  por  justi- 
cia ;  pero  mostró  tener  aquella  consolación  que  per- 
sona discreta  debía  mostrar  en  tiempo  de  tal  turba- 
ción, y  embió  4  regradescer  al  Rey  é  4  la  Beyua  sn 
buena  consolación.  E  como  quier  que  la  muerte  de 
este  Duque  haya  acaecido  en  reyno  extrafio ;  pero 
porque  era  de  sangre  real  é  heme  de  grand  estado, 
plécenos  de  recontar  aquí  la  causa ,  que  oimos  ha- 
ber movido  al  Bey  de  Portogal  de  matar  4  este 
Duque. 

Según  que  en  las  cosas  acaescidas  el  afio  pasado 
habernos  recontado  ,  un  caballero  de  los  principales 
de  aquel  Beyno  de  Portogal  é  de  mayores  parientes 
era  el  Duque  de  Guimaranes,  4  quien  el  Bey  de  Por- 
togal habla  fecho  degollar  por  justicia.  El  qual  é 
los  otros  sus  hermanos  é  debdos,  sintiendo  4  gra ve- 
za la  poca  estimación  que  el  Bey  facía  dellos,  por- 
que seyendo  cercanos  4  su  sangre  no  los  trataba  con 
aquella  humanidad  que  el  Bey  su  padre  los  habla 
tratado ;  not4banle  ser  de  dura  y  esquiva  oonversa- 


don ,  é  murmuraban  del,  imponiéndole  ser  averien-  . 
to,  é  injusto ,  é  incapaz ,  é  los  otros  defetos  q«e  los 
que  aborrescen  4  su  mayor  le  suelen  imponer  quan- 
do  del  est4n  desoontentos.  B  de  día  en  dia  oresoió 
tanto  el  odio  entre  ellos,  que  no  cesaban  de  afear  las 
esquividadesé  condiciones  esperas  del  Bey: las  qna- 
les  comparadas  4  la  humanidad  é  dulce  conversación 
que  tenían  con  el  Bey  sn  padre  les  parecían  mucho 
mas  grávese  intolerables.  Esta  pl4tica  se  estendió  en- 
tre ellos  tantas  veces  que  vino  4  noticia  del  Bey  como 
I  aquel  Duque  de  Guimaranes  é  los  otros  sus  henúa- 
nos  é  parciales  maculaban  sus  costumbres,  é  afea- 
ban con  palabras  la  manera  de  su  gobernación.  Do 
lo  qual  se  engendró  entre  ellos  tan  grand  odio,  que 
el  Bey  no  pudiendo  sofrir  los  mordimientos  de  sus 
s&bditos  pensó  como  los  castigase.  T  ellos  creyen- 
do no  tener  vida  segura  viviendo  el  Bey ,  dícese 
que  imaginaron  de  lo  matar,  é  facer  Bey  4  este  Du- 
que de  Viseo  sn  primo.  Informado  el  Bey  de  Porto- 
gal  de  la  conjuración  que  contra  élsefadapor  algu- 
nos que  se  dice  que  la  sabian,  mandó  prender  al  Du- 
que de  Guimaranes,  é  fecho  proceso  contra  él,  fué 
degollado ,  según  habemos  dicho ,  por  justicia.  B 
desterró  el  Bey  á  todos  sus  hermanos  é  parciales ,  é 
mandó  degollar  4  otros  caballeros  que  eran  partíci- 
pes en  aquella  conjuración,  é  tomóles  todos  sus  bie. 
nes.  E  habiendo  consideración  que  este  Duque  de 
Viseo  era  su  primo ,  é  de  tan  poca  edad ,  que  no  pe- 
dia inventar  fasafia  tan  criminosa,  le  díxo  que  le 
perdonaba ,  é  que  dende  en  adelante  se  guardase  de 
creer  4  ninguno  que  en  tal  yerro  con  falsa  esperan- 
za le  pusiese.  Muerto  aquel  Duque  de  Guimaranes, 
el  odio  concebido  contra  el  Bey  creció  mas  en  aque- 
llos que  amaban  al  Duque,  é  desamaban  al  Bey; 
mayormente  porque  continaba  siempre  en  aquellos 
apartamientos  y  esquividades  que  hablan   seydo 
principio  de  su  odio.  E  díxose  por  parte  del  Bey, 
que  aquellos  perseveraron  en  la  conjuración ,  que 
primero  hablan  imaginado,  para  lo  matar  é  tomar 
por  Bey  en  su  lugar  4  este  Duque  de  Viseo.  Eí  qual 
por  las  palabras  de  exaltación  que  de  contino  le  de- 
cían los  que  eran  partícipes  en  la  conjuración,  elevó 
su  4nimo  4  subir  en  silla  real ,  é  con  esperanza  de 
reynar  usaba  de  algunas  pompas  é  cerímonias  que 
4  ninguno  son  debidas ,  salvo  4  Bey.  Alleg4base  4 
esto  el  vano  conocimiento  de  algunos  que  presu- 
miendo saber  las  cosas  futuras ,  le  decían  que  ha- 
bla de  ser  rey  é  le  pronosticaban  el  reyno ,  porque 
la  fortuna  de  su  nascimiento  le  era  favorable  para 
lo  haber.  E  como  los  reyes,  aunque  son  humanos, 
pero  por  experiencia  vemos  tener  alguna  especiali- 
dad divina ,  que  naturalmente  face  imprimir  en  los 
énimos  de  sus  subditos  un  amor  reverencial  para 
los  servir  é  conservar :  díxose  que  algunos  de  los 
que  sopieron  la  verdad  de  la  conjuración,  por  gra- 
tificar al  Bey ,  é  no  caer  en  yerro  tan  feo  como  es 
matar  4  su  príncipe ,  le  descubrieron  el  peligro  que 
contra  su  persona  se  ordenaba ;  é  le  informaron  de 
los  lugares  é  tiempo  é  formas  como  se  había  de  exe- 
cutar  sn  muerte.  El  Bey,  informado  de  la  con  juta- 
clon,  recelando  que  la  dilación  no  le  fuese  peligro- 


DON  FERNANDO 

iAi  antioipÓM  á  la  utojftr.  Y  entrando  una  noche 
es^  Duque  en  en  cámara ,  el  Bey  moTido  de  ira  fué 
contra  él  con  un  pnfial ;  t ¿E  tú,  traidor,  dixo  él, 
»  piensaB  matarme ,  é  reynar  en  mi  lagar?  Por  der- 
» to  al  mi  brazo  me  ayuda ,  tu  corazón  no  yerá  ni 
•  habrá  lo  que  piensa.»  E  diciendo  eeto  dióle  dos  pn- 
fialadas,  é  lueg^  cayó  muerto.  Fizo  prender  anti- 
meemo  al  Obispo  de  Ebora  (1),  un  Perlado  de  gran 
Buficenda,  que  se  dixo  ser  partícipe  en  la  conjura- 
don  ;  é  murió  luego  en  la  estrecha  cárcel  en  que  le 
puso.  Fizo  andmesmo  justicia  de  otros  algunos  ca- 
balleros ,  que  se  dixo  que  eran  partícipes  en  aquel 
delito ;  é  otros  muchos  fnyeron,  é  Tinieron  para  Gas* 
tilla.  B  and  feneció  aquel  Duque ,  é  todos  aquellos 
que  se  dixo  haber  entendido  en  aquella  conjuración. 
Verdad  es  que  los  Reyes  deben  fuir  de  toda  execu- 
don  acelerada,  é  sin  oir  primero  no  deben  facer  jns- 
tida,  especialmente  por  su  mano.  Otrod  deben  ser 
humanos  é  tratables  con  sus  naturales,  pero  dado 
que  no  lo  sean ,  é  tengan  otros  defetos,  los  subditos 
no  han  de  ser  jueces  de  su  rey ;  porque  Dios  que 
los  puso  por  sus  vicarios  en  la  tierra ,  reservó  este 
juzgado  para  d.  Leemos  en  muchas  historias  haber 
acaecido  conjuradones  contra  sus  príncipes;  las 
quales  si  se  descubren  é  no  vienen  en  efecto,  re- 
dundan en  perdición  de  los  conjurados ;  é  d  se  exe- 
cutan  es  mucho  peor,  porque  habemos  visto  por  ex- 
períenda,  é  Iddo  en  historias  seguirse  muy  mucho 
mayores  muertes  é  destruidones  en  las  tierras  do  se 
imagina  é  pone  en  obra  el  crimen  tan  detestable, 
como  es  matar  é  perseguir  los  subditos  á  su  Rey. 

OAPmjLO  XXXVL 

Slf«eiiM  las  eosu  pasadas  en  el  afio  de  mil  é  qsatroeleBtos  é 
ochenta  é  elneo  afios.  Como  el  Infante  Moro  hennano  del  Rey 
de  Granada  tomó  la  ettidad  do  Almería ,  é  lo  qio  ende  Iso. 

Reoontado  habemos  en  las  cosas  acaescidas  en  el 
afio  pasado,  como  el  Rey  de  Granada  mozo  estaba 
en  la  dbdad  de  Almería,  esperando  que  viniesen  ásn 
obediencia  los  caballeros  é  cabeceras  é  las  dbdades 
é  villas  de  aquel  Reyno  que  no  estaban  en  su  par- 
tido; é  como  el  Rey  é  la  Reyna  le  proveían  de  di- 
neros é  de  las  otras  cosas  que  le  eran  necesarias,  é 
mandaron  dar  sus  cartas  para  las  dbdades  é  villas 
é  castillos  que  eran  en  comarca  de  Almería ,  para 
que  le  favoredesen  faciendo  guerra  á  los  lugares 
de  moros  que  no  le  obedescian.  E  porque  el  R^ 
viejo  su  padre  era  tan  impedido  de  enfermedades 
que  no  pedia  gobernar  su  Reyno,  ni  salir  fuera  de  la 
Alhambra  de  Granada;  los  moros  se  llegaron  á  un 
Infante  hermano  de  aquel  Rey  viejo  que  se  llama- 
ba Muley  Bahadeli ,  porque  conoscian  que  era  hábile 
para  defender  la  tierra  de  los  moros,  é  guerrear  la 
de  los  christianoB.  Este  Infante  trató  con  algunos 
alfaquíes  que  estaban  en  Almería,  que  le  diesen  en- 
trada de  noche  en  la  dbdad,  para  prender  al  Rey 

(1)  Don  Careta  de  Menaies,  el  mlamo  qne  entrd  de  GapiUn  en 
Gattina,  eiando  el  Rey  Alonso  ▼  dlspnlaba  esU  corona  i  la  Re^ 
aa  Ihilt  liaM.  rula,  BpU.  i$  U$  BUI^r.  Pcrt^i,,  f.  Z,  «9.  ii 


É  DOJSÍA  ISABEL.  '407 

mozo,  porque  era  amigo  de  los  christianos,  é  los  que^ 
ria  meter  en  el  Reyno  de  Granada.  B  los  alfaquíes 
con  otros  moros  de  la  dbdad  aceptaron  el  trato  que 
les  fué  movido,  á  fin  de  destruir  al  Rey  mozo ,  por- 
que recebia  ayuda  de  los  christianos.  Y  el  Infante 
moro,  con  cierta  gente  de  cabaUo  é  con  cierto  nu- 
mero de  peones,  entró  en  la  cibdad  de  Almería,  por 
el  lugar  que  le  dieron  los  alfaquíes  con  los  otros 
moros  que  con  ellos  eran  en  el  trato.  Y  el  Rey  mozo 
salió  f uyendo  de  la  cibdad ,  é  fué  á  la  tierra  de  los 
christianos,  donde  se  pudo  salvar.  Y  el  Infante  en- 
tró en  la  casa  donde  estaba  é  mató  un  hermano  del 
Rey  mozo  de  pequefta  edad  é  á  los  otros  que  pudo 
haber  de  su  parcialidad,  é  apoderóse  de  la  dbdad» 
é  púsola  en  obediencia  del  Rey  viejo  su  herma-' 
no.  Después,  pasados  algunos  dina,  los  moros  cono- 
cidas las  enfermedades  del  Rey  viejo  é  como  no  te- 
nia fuerzas  para  defender  la  tierra ,  tomáronle,  é 
con  su  muger  é  algunos  servidores,  le  pusieron  en 
una  fortaleza ;  donde  murió  dende  á  pocos  dina.  Y 
en  su  vida  alzaron  por  Rey  de  Granada  á  este  In- 
fante su  hermano  líuley  Bahaddi ;  y  el  Rey  mozo 
vino  á  donde  estaba  el  Rey  é  la  Reyna. 

CAPÍTULO  XXXVII. 

Como  entró  el  Conde  de  Cabra  con  otros  caballeros  i  facer 
f  nerra  en  clertoa  logares  del  Reyno  de  Granada. 

Entretanto  que  el  Rey  é  la  Reyna  estaban  en  Se- 
villa el  invierno  deste  afto,  los  caballeros  é  capita- 
nes que  dexaron  por  fronteros  en  las  dbdades  de 
Écija  é  Jaén  y  en  los  otros  lugares  dd  Andalucía, 
ficieron,  según  habemos  dicho,  algunas  entradas 
en  tierra  de  moros,  é  sacaron  captivos  é  ganados 
aunque  pocos :  porque  los  moros  con  sus  bienes  es- 
taban retrddos  en  las  sierras  y  en  otros  lugares  de- 
f  ennbles ,  por  miedo  de  la  guerra  que  continamen- 
te les  era  fecha.  De  las  quales  entradas,  por  no  haber 
seydo  en  tanta  cantidad ,  ni  haber  pasado  recuen- 
tros ni  fechos  de  armas,  no  se  face  aquí  mentioria. 
Pero  acaesdó  que  el  Oonde  de  Cabra  é  Martin  Alon- 
so i  Sefior  do  Montemayor ,  é  Don  Diego  de  Oastri- 
11o,  Oomendador  mayor  de  la  Orden  de  Oalatrava,  Ó 
Diego  Lopes  de  Ayala,  capitán  de  cierta  gente  de 
las  hermandades ,  é  con  la  gente  de  las  dbdades  de 
Úbeda  é  Baeza  donde  era  Oorregidor,  é  Pero  Rula 
de  Alarcon,  con  la  gente  de  su  capitanía,  é  Fran- 
dsco  de  Bovedilla,  Corregidor  de  las  dbdades  de 
Jaén  é  Andúzar  con  las  gentes  de  aquellas  dbda- 
des ,  por  el  aviso  que  ovieron  de  algunos  adalides, 
acordaron  de  facer  una  entrada  en  tierra  de  moros, 
é  pasar  adelante  una  legua  de  la  dbdad  de  Granada 
hada  la  Sierra  Nevada  á  facer  guerra  en  dos  luga- 
res que  se  llaman  el  uno  Nibar,  y  el  otro  Guáxar; 
connderando  que  los  moradores  destos  dos  lugares, 
pensando  estar  en  tierra  mas  seg^a,  no  temían 
tanto  cuidado  de  se  guardar.  Estos  capitanes  que 
habemos  dicho  con  sus  gentes  entraron  en  tierra 
de  moros  contra  aqudlos  dos  lugares,  llevando  por 
guia  los  adalides  que  sabían  la  tierra.  El  capitán 
Pero  Bula  de  Alarcon ,  que  era  caballero  esf  orzado 


4M 


GRÓNIOAB  DE  LOS  BKTKB  DB  OABTILLJu 


y  «xperimontAdo  lo  mai  do  mi  yida  en  la  gaonra  do 
loo  moros  y  Toyondo  qoo  entraban  muy  adentro  en 
la  tierra  de  los  enemigos ,  dixo  al  Conde  de  Oabraé 
á  los  otros  oaballeros  que  estaban  jnntos ,  que  de« 
bian  oon  mayor  diligenoia  dar  orden  en  la  segnxi- 
dad  de  la  salida,  qne  en  la  manera  de  la  entrada ; 
porque  la  gente  que  va  á  facer  semejante  gnerra; 
está  dispuesta  á  obedeoer  so  espitan  quando  entra, 
mucho  mas  que  quando  sale,  y  lleva  las  fuersas 
mas  títss  quando  ya  á  facer,  que  quando  vuelve 
de  haber  fecho.  É  quier  sea  por  oansacio  de  lo  que 
han  trabaxado,  quier  por  orgullo  del  vencimiento 
^ue  han  habido ,  oon  deseo  de  salir  de  la  tierra  age- 
na  é  volver  á  la  suya ,  no  guardan  aquella  orden  en 
la  salida  que  tovieron  en  la  entrada.  B  por  tanto,  dixo 
él,  que  se  deMa  poner  en  los  pasos  é  vados  por  do 
habla  de  salir  tal  reoabdo  de  gente,  que  no  recibie- 
sen dafio  al  tiempo  de  la  vuelta.  £  por  las  amones- 
taciones deste  capitán,  el  Oonde  é  los  otros  caballe- 
ros pusieron  mucha  guarda  en  los  vados  é  pasos  do 
las  sierras  por  donde  habian  de  salir.  Bstos  capita- 
nes que  habemos  dicho,  entraron  á  aquellos  dos  lu- 
gares, y  embiaron  oorredores  adelante,  é  tomaron 
los  ganados  é  prisioneros  que  pudieron.  B  como  fue- 
ron sentidos,  salieron  de  la  cibdad  de  Granada 
gran  multitud  de  moros  á  pié  é  á  caballo  con  el  In- 
fante que  habian  tomado  por  Rey.  Bl  qual  embió 
Ine^o  de  sus  gentes  á  tomar  la  delantera,  é  los  va- 
dos é  pasos  por  do  entendían  que  los  chrístianos  ha- 
bian de  volver;  pero  no  los  pudieron  tomar ,  por  la 
gran  guarda  que  en  ellos  estaba  puesta.  Y  el  Rey 
moro  vino  empos  de  los  dhristianos  que  se  volvian 
con  la  presa.  Bl  Oonde  é  los  otros]  caballeros,  como 
vieron  venir  al  Rey,  é  los  moros  contra  ellos,  pu- 
siéronse en  orden  de  batalla ,  é  tomaron  contra  los 
moros ,  que  venían  firiendo  en  la  reguarda.  B  los 
moros  quando  vieron  que  los  chrístianos  tomaban 
contra  ellos,  volvieron  las  espaldas,  é  pusiéronse 
en  fnida,  é  los  chrístianos  fueron  empos  dellos,  pero 
tko  los  siguieron  mucho,  por  recelo  de  caer  en  algu- 
na celada.  Los  moros  visto  que  los  chrístianos  no 
osaban  ir  adelante,  volvieron  contra  ellos,  con  gran- 
des alaridos,  según  costumbre  de  pelear;  y  en  aque- 
lla vuelta  firíeron  en  los  chrístianos  que  iban  en  la 
reguarda,  é  allí  quedaron  muertos  algunos.  Bsfor- 
záranse  los  moros  para  los  seguir  mas  adelante,  sal- 
vo porque  el  Oonde  é  los  otros  capitanes  volvieron 
tres  veces  contra  los  moros,  é  los  resistieron  pelean- 
do oon  ellos ;  é  acordaron  de  se  juntar  todos  é  po- 
nerse en  una  cuesta,  donde  los  moros  no  podían  su- 
bir salvo  á  gran  dafio  suyo.  B  ansí  estuvieron  los 
unos  á  vista  de  los  otros,  é  ninguna  de  las  batallas 
osaba  acometer  á  la  otra,  porlaindispnsicion  délos 
lugares  do  estaban.  Al  fin  los  chrístianos  ansí  por- 
que la  noche  se  acercaba,  como  porque  no  habia 
dispusloion  en  el  lugar  do  estaban  para  pelear ;  con- 
siderando que  si  cometiesen  la  pelea,  recebirian 
mayor  dafio  venciendo,  qne  los  moros  seyendo  ven- 
cidos, acordaron  de  se  volver  con  alguna  parte  de 
la  presa  qne  pudieron  llevar,  por  los  lugares  é  pa- 
sos por  do  habian  puesto  las  guardas;  las  quales  fa- 


llaron quehabiaa  peleado  oon  algnnoi  peones  de  loe 
moros;  que  habian  subido  la  sienra  por  tomar  la de^ 
lantera;  é  visto  que  los  no  podían  tomar,  volvié- 
ronse é  dexaron  la  sierra.  B  los  chrístianos  como 

s 

vieron  volver  á  aquellos  peones  moros,  fueron  con- 
tra  ellos,  é  mataron  alguiSos,  porque  no  pudieron 
ser  socorridos  de  los  otros  moros  de  caballo  que  ha- 
bian quedado  al  pié  de  la  sierra.  B  fuera  mayor  el 
vencimiento  que  ovieron  los  chrístianos ,  salvo  qne 
los  lugares  do  aquella  fadenda  acaesció,  eran  peli- 
grosos ,  y  estaban  cercados  por  tantas  partes  de  los 
moros,  que  los  chrístianos  no  osaban  seguirlos,  ni 
oontinar  la  victoria  que  pareóla  ofrécemeles :  por- 
que acordaron  de  estar  siempre  juntos  en  una  bata- 
lla, é  no  consentían  salir  á  ninguno  della ,  salvo  á 
aquellos  que  mandaban  ir  contra  los  moros  quando 
era  necesario.  Y  en  esta  forma  pasaron  los  chrístia- 
nos aquella  jomada,  sin  reoebir  el  dafio  grande 
que  recibieran,  sino  guardaran  la  orden  qne  guar- 
daron. 

Pénese  aquí  este  recuentro ,  no  porque  fuese  en 
gran  dafio  de  los  unos  ni  de  los  otros ,  mas  porque 
fueron  libres  los  chrístianos,  de  ser  todos  perdidos, 
por  el  buen  consejo  que  ovieron  en  mirar  tanto  é 
mas  la  segurídad  de  la  salida  que  la  forma  de  la 
entrada. 

OAPÍTULO  xxxvin. 

4 

DslUMtu  iu  pasaros  ea  Satilla,  «atando  ol  Hoy  é  It  Reyaa  ea 

tqsoUa  cibdad. 

Bstando  el  Rey  é  la  Reyna  en  la  cibdad  de  Sevi- 
lla, vino  á  ellos  un  Nuncio  del  Papa  con  poderes 
para  facer  ciertas  cosas  en  losReynos  de  Osstilla  é 
de  León,  especialmente  para  haber  la  posesión  del 
Arsobispado  de  Sevilla,  que  vacó  por  fin  de  Don 
íñigo  Manrique,  Arsobispo  que  fué  de  aquella  Igle- 
sia ;  de  la  qual  el  Papa  había  proveído  á  un  Oarde- 
nal  que  era  su  Vioecanceller ,  natural  de  la  cibdad 
de  Valencia  (1).  Desta  provisión  no  plogo  al  Rey 
ni  á  la  Reyna ,  porque  entendían  ser  en  deservicio 
de  Dios  é  suyo ,  é  respondieron  á  aquel  Nundo ,  ¿ 
por  sus  letras  notificaron  al  Papa  en  como  aquella 
Iglesia  era  una  de  las  mas  príndpales  de  sus  Rey- 
nos,  é  tenia  tierras  cercanas  á  la  tierra  de  los  mo- 
ros ;  é  que  no  era  razón  que  fuese  ddla  proveída 
persona  estrangera,  é  no  natural  de  Oastilla,  por  los 
grandes  é  claros  inconvinientes  que  de  la  tal  provi- 
sión se  podrían  seguir  en  deservicio  de  Dios  é  dafio 
de  aquella  Iglesia  é  de  las  cosas  della.  B  que  para 
la  provisión  de  las  Iglesias  de  sus  Reynos  debía  es- 
perar la  suplicación  que  le  ficiesen  antes  que  dellas 
proveyese,  según  fué  asentado  oon  el  Pontífice  pa- 
sado. Y  especialmente  de  aquella  Iglesia  de  Sevi- 
lla, de  la  qual  por  ser  tan  insigne  era  necesario  que 
fuese  provdda  persona  natural  dellos  que  no  esto- 


(1)  fil  MS.  del  Baeorial  aSado  aqsl  osa  elánasla,  tomada  al  pa- 
recer de  algaaa  nota  marginal,  qne  dice  asi :  «Este  se  llamó  Don 
•  Rodrigo  de  Borja,  que  babia  Tenido  primero  por  Legado  del 
»Papa«  y  despnes  fné  Papa  Alexandro  Sesto.» 


DON  FBRHASDO 

^1608  abtente  de  la  tíem;  porque  de  la  abeenoia 
del  Perlado  se  podrían  aegnir  grandea  é  irreoapera- 
bles  dafioe,  anaf  ea  laa  tieirae  de  Igleaia,  como  en 
todas  aquellas  comaróas  do  está  colooada.  E  certifl-' 
carón  á  Sn  Sanotidad,  qne  guardando  lo  qne  oomplia 
á  sos  conoienoias  oomo  oathólioos  principes,  quan- 
do  algana  Iglesia  acaesoia  Tacar  en  sus  Beynos, 
siempre  le  snplioaban  por  personas  dinas ,  é  qnales 
oomplian  á  serrido  de  Dios  é  sayo ,  é  á  la  buena 
administración  de  las  Iglesias.  Por  ende  le  snplioa- 
ban  que  lo  remediase  de  tal  maneta  que  no  oviesen 
lugar  los  manifiestos  incouTinlentes  que  de  aquella 
provisión  se  podrían  seguir.  El  Papa  habida  sn  in* 
formación,  condescendió  á  la  suplicación  del  Bey  é 
de  la  Bejna,  é  tovo  manera  como  aquel  Cardenal 
Vicecandller  resinase  en  sus  manos  la  provisión  que 
el  fiso;  é  tomó  á  proveer  de  aquel  Arzobispado  de 
Sevilla  á  Don  Diego  Hurtado  de  Mendosa ,  Obispo 
de  Palencia  que  fué  Patríarca  de  Alezandría  é  Car- 
denal de  Espafia,  por  quien  hablan  suplicado ;  é  de 
la  Iglesia  de  Palencia  á  Don  Alonso  de  Burgos 
Obispo  que  era  de  Ouenca ,  Capellán  mayor  de  la 
Bey  na;  é  de  la  Iglesia  de  Cuenca  proveyó  á  Don 
Alonso  de  Fonseca,  Obispo  que  era  de  Avila ;  é  pro- 
v^ó  de  la  Iglesia  de  Avila  ¿  Don  Femando  de 
Oropesa ,  Príor  del  monesterío  de  Bancta  María  de 
Prado,  de  la  orden  de  Sant  Hierónimo,  Confesor 
de  la  Beyna.  Todas  estas  traslaciones  é  provisiones 
fiso  el  Papa,  según  que  por  el  Bey  é  por  la  Beyna 
le  fué  suplicado :  porque  fué  informado  que  mira- 
ban primero  si  las  personas  por  quien  le  suplicaban 
eran  dinas  de  la  dinidad  que  les  procuraban. 

CAPÍTULO  XXXIX. 

De  la  dnifenda  qie  si  Rey  é  le  Reine  aendebee  poner  en  eia- 
aiieer  loe  GoTtegldoree  el  ■eebia  relemeiite  de  le  Jsetfeie  é  de 
loe  eerf  oe  qae  teeiea  en  lee  elbdedee. 

Estando  en  la  dbdad  de  Sevilla,  mandaron  el 
Bey  é  la  Beyna  que  se  ñciese  la  visitación  que  se 
solia  facer  en  las  dbdades  é  villas  é  provincias  de 
sus  Beynos ,  para  saber  si  los  Corregidores  é  otras 
personas  que  tenían  en  ellas  cargo  de  justicia ,  la 
administraban  rotamente ;  é  si  por  afícioa  do  per- 
sonas oondenaban  i  algunos,  ó  por  interese  que  te- 
man relevaban  ó  otros  de  la  pena  qne  merecian ,  ó 
si  eran  negligentes  en  ella ;  é  mandaban  executar 
las  penas  en  aquellos  que  en  esto  fallaban  culpan- 
tes. Otrosí  mandaron  que  los  Corregidores  flcieeen 
sus  residencias  en  las  cibdades  é  villas,  do  hablan 
tenido  cargo  de  justicia,  en  fin  de  cada  un  afio ,  se- 
gún las  leyes  de  sus  Beynos  lo  disponen.  Y  en  esto 
tenían  grande  solicitud,  que  ninguno  osaba  corrom- 
per la  justicia,  ni  ser  negligente  en  ella.  B  porque 
fueron  informados  que  algunos  caballeros  é  cibda- 
danos  é  otras  personas  por  su  propría  autoridad  te- 
nían entrados  algunos  términos  é  dehesas  é  otras 
tierras  de  laa  cibdades  é  villas  de  sus  Beynos,  é  las 
hablan  apropiado  á  sí,  faciendo  particular  de  uno 
lo  que  era  oomun  de  todos ;  amblaron  pesquisidores 
á  laa  cibdadea  é  villas,  los  quales  habida  informa- 


A  DOfiA  ISABEL.  409 

don,  fioieron  restituir  á  las  cibdades  é  villas  todas 
las  tierras  é  térmfanoB  que  los  caballeros  é  otras  per- 
sonas hablan  tomado.  E  los  que  fallaron  plantados 
de  villas  é  huertas ,  é  otros  qualesquier  f  ratos,  los  ' 
I  fideron  talar  é  arrancar,  de  manera  que  todos  que- 
daron esentos  para  los  pueblos.  E  también  manda-  . 
ron  que  se  guardase  la  prohibición  que  la  Beyna 
fiso  dd  juego  de  los  dados,  é  de  tal  manera  man- 
daban executar  la  pena  en  la  persona  qne  los  ju- 
gaba, que  ninguno  los  osaba  jugar ;  é  las  penas 
que  desto  se  habían,  mandábanlas  deetríbuir  en  co-  ' 
sas  pias*  E  antes  que  los  Corregidores  fuesen  rece- 
bidos  en  las  cibdades,  juraban  estas  cosas  que  por. 
el  Bey  é  por  la  Bejma  fueron  ordenadas,  c  Primera- 
•mente,  que  bien  é  diligentemente  é  con  toda  leal- 
•tad  usaría  de  aquel  oficio  de  justicia  que  le  daban 
»en  cargo.  Otrosí,  que  no  tomaría  alcalde,  ni  al- 
•guadl,  ni  escribano,  porraegoni  interoesion  de 
•persona  alguna,  varón  ni  muger.  B  que  no  serian 

•  naturales  del  lugar  do  to viese  el  oficio ,  ni  de  los 
•otros  lugares  sub jetos á  su  jurisdidon ;  é  que  fue- 
•sen  los  mejores  é  mas  hábiles  que  para  aqud  ofi* 

•  do  pudiese  haber.  Otrosí,  que  no  so  juntaría,  ni 

•  faría,  parcialidad  con  alguno  ni  algunos  regido- 
•res  ni  caballeros  ni  otras  personas  de  los  tales 
•pueblos,  salvo  qne  igualmente  ternia  á  todos  en 
» juBtioia  quanto  á  él  posible  fuese.  B  no  redbiría 
•dafio,  ni  aceptaría  promesa  de  ninguna  persona^ 

•  durante  el  tiempo  de  su  ofido;  ni  consentiría  á 
•BUS  oficiales  ni  á  su  muger  ni  á  sus  fijos,  ni  á  otra 
•persona  alguna,  de  cuya  mano  haya  de  venir  á  élf 
•que  redba  mas  de  su  salario  é  derechos  que  jus- 
•tamente  debiere  haber.  Otrosí,  que  lo  mas  presto 
•qae  podrá,  sacará  copia  de  las  sentencias  que  son 
•dadas  en  fs^ror  del  lugar  do  es  Corregidor,  sobre 
•los  términos ;  é  se  informará  quales  dellas  están 

•  ezecutadas,  é  las  que  fallaren  que  no  eétan  execu- 
•tadas,  ó  después  las  tornaron  á  tomar  contra  el 
•tenor  de  las  tales  sentencias,  que  las  fará  luego 
•executar,  é  dexar  los  tales  términos  libres  é  des- 

•  embargados  á  la  dbdad ,  villa  ó  lugar  de  donde 
•fueren ;  é  fará  execucion  en  bienes  de  la  persona 
•que  ansí  tíene  ocupados  los  términos  con  el  tenor 
•de  las  tales  sentencias,  por  la  pena  en  ellas  conte- 
•nida.  Pero  si  de  la  tal  execucion  se  temiese  escán- 

•  dalo,  ó  otra  gran  dificultad,  que  fará  relación  dello 

•  al  Bey  é  á  la  Beyna,  ó  lo  embiará  al  su  Consejo  lo 
•mas  presto  qne  podrá.  Otrosí,  que  no  Uevará,  nt 
•consentirá  llevar  á  sus  oficiales  mas  derechos  do 
•los  que  justamente  debieren  haber,  según  la  tabla 
•qne  o  viere  escripta  dallos  en  el  lugar  donde  fue- 
•re ;  é  sino  la  oviere,  que  la  mande  facer  oon  aouer- 
•do  de  los  oficiales  dd  Consejo,  é  poner  en  lo  pá-  . 
•blico  de  su  audienda;  é  que  por  aquella  tasa  Ue- ' 

•  varán  los  derechos  é  no  mas,  é  que  executaría  las 
•penas  de  los  que  lo  contrarío  fidesen.  Otrosí,  que 

•  no  llevaría  ni  consentiría  á  sus  ofidales  llevar  de- 
•rechoa  de  exeouciones  por  ningún  contrato  ni 
•obligación,  ó  de  sentencia  de  que  se  pidiere  exe- 
•cucion,  fasta  que  el  sefior  de  la  debda  sea  pagado 
»é  contento.  B  que  por  un  contrato  é  obligadon  é 


410 


0BÓNI0A8  DE  LOS  BBTES  DE  OASTILLA. 


•Bentenoia,  é  por  mut  debda  no  llevará  nuui  do  un 
I  derecho,  según  lo  quieren  é  disponen  loa  dereohoi 
•é  las  leyes  del  Beyno.  Otrosí,  qoe  no  dará,  ni  con<^ 
•sentirá  á  sos  oficiales  qoe  den  dádivas  ni  presen- 
» tes,  ni  farán  promesas  de  les  dar  presentes  á  per- 
•sona  alguna  de  las  que  continamente  residen  en 

•  corte,  ni  á  sos  mageres  é  fijos ,  ni  á  oficiales,  ni  á 
•otras  personas,  para  que  vengan  á  la  mano  de 
•aquellas  direeU  ni  kuUneié.  Otrosí,  que  no  llevará 
•ningunas  penas  de  las  que  disponen  las  leyes,  sin 

•  que  primero  las  partes  sean  oidas  é  vencidas  é 
•sentenciadas.  Otrosí,  que  á  todo  su  leal  poder  de- 
•íenderá  la  jnrisdicion  real  en  los  casos  que  según 
•derecho  no  deba  ser  ocupada.  Iten,  que  ni  pública 
•ni  ocultamente ,  directé  ni  Mireeié  no  procurará 
•que  le  sean  leidas  cartas  de  los  jueces  eclesiásticos, 
•para  que  sea  impedida  de  guardar  y  executar  la 
•jurisdicion  real :  porque  como  el  Bey  é  la  Beyna 
•quieren  que  la  jurisdicion  eclesiástica  sea  guarda- 
•da,  ansí  quieren  que  su  jurisdicion  real  no  sea 
•usurpada.  Otrosí,  que  las  penas  ordenadas  por  las 
•leyes,  que  pertenescen  á  su  cámara ,  él  ni  sus  ofi- 
•ciales  no  las  ocuparán ;  mas  luego  que  fueren  sen* 
•tenciadas  por  sentencia  pasada  en  cosa  juagada, 
•poma  diligencia  en  las  cobrar  ó  poner  en  depósito 
•en  poder  del  escribano  del  Consejo,  para  que  estén 
•allí  de  manifiesto,  y  el  limosnero  pueda  poner  co- 
•bro  en  ellas;  y  embie  lo  mas  presto  que  podrá  re- 
•ladon  dellas  al  limosnero  para  que  las  cobre. 
•Otrosí,  que  no  aceptará  ruego,  ni  carta,  ni  mensa- 
•gería  que  le  sea  fecha  en  favor  de  algunas  perso- 

•  nas  del  pueblo  donde  estoviere,  por  palabra  ni  por 

•  escripto,  aunque  sea  de  qualquier  persona  de  las 
•que  andan  en  la  corte  é  contino  residen  en  su  ser- 
fe  vido.  Otrosí,  que  castigará  é  fará  castigar  á  sus 
•oficiales  las  blasfemias,  é  juegos  prohibidos,  é  los 
•otros  pecados  públicos  é  no  poma  penss  para  sí  ni 
•las  llevará.  Otrosí,  que  [no  llevará,  ni  consentirá 
•llevar  á  sus  oficiales  las  acesorias,  ni  vistas  de  pro* 
•ceses  para  ías  sentencias  que  diere.  Otrosí,  que 
•fará  á  sus  oficiales  que  juren  todo  aquello  que  el 
•Corregidor  jurare,  antes  que  les  sea  dado  el  ofido 

•  é  la  administración  del.  Iten ,  que  guardará  é  fará 
•guardará  sus  oficiales  las  leyes  del  quaderno  do 
•las  alcavalas,  fechas  por  el  Uey  é  por  la  Reyna, 
•de  la  manera  qoe  se  ha  de  tener  en  el  demandar 
•de  las  alcavalas  á  los  labradores  é  oficiales,  para 
•que  no  sean  fatigados  indebidamente,  o 

CAPÍTULO  XL. 

0%  la  embiuda  qie  embió  al  Rey  de  Fes,  6  de  la  dlUg encía  qae 
ae  faela  para  la  g aerra  de  loa  moroa. 

Según  en  otras  partes  desta  Crónica  habemos  di- 
cho, el  Bey  é  la  Beyna  tenían  mayor  voluntad  de 
facer  guerra  á  los  moros,  que  la  tovieron  ninguno 
de  los  Beyes  sus  predecesores ;  é  tan  grand  afidon 
mostraban  á  las  cosas  que  para  la  proseguir  eran  ne- 
cesarias, que  pareció  ser  movidos  á  ella  por  algu- 
na divina  inspiración ;  porque  su  pensamiento  é 
trabajo  contino  era  mandar  guardar  los  puertos  por 


tierra  é  tener  gran  flota  do  navíoa  por  la  mar,  por- 
que  no  pasase  gente ,  ni  caballos ,  ni  mantenimien- 
tos de  los  Beynos  de  África  á  proveer  el  Beyno  de 
Granada.  Otrosí,  mandaban  poner  gran  diligenda 
en  fomesoer  el  artillería,  é  tener  bien  pagada  la 
gente  de  armas  de  los  sueldos  é  tierras  que  les 
mandaban  dar  cada  afto.  E  de  lo  que  se  cogia 
de  la  Cnisada  é  subsidio  de  la  clerecia,  é  de  las  pe- 
nas que  se  ponían  á  los  que  habían  judaizado ,  é  se 
recondliaban  á  la  Iglesia,  é  de  las  otras  sus  rentas 
ordinarias,  é  de  todas  las  partes  que  podían  haber 
dineros,  mandaban  distribuirlo  en  las  cosas  de  la 
guerra.  E  porque  su  fama  era  divulgada  por  todo  el 
mundo,  espedalmente  por  los  Beynos  de  África,  el 
Bey  de  Fea  les  embió  sus  embaxadores  con  presen- 
tes de  caballos  é  jaeces  para  el  Bey,  é  sedas  é  per- 
fumes para  la  Beyna,  é  otras  cosas  délas  que  haj 
en  aquella  tierra.  T  embióles  á  suplicar  que  le  to- 
viesen  en  su  buena  gracia,  é  le  oviesen  por  reco- 
mendado, é  mandasen  á  sus  capitanes  que  andaban 
en  armada  por  la  mar,  que  no  fioiesen  guerra  á  sus 
gentes ,  é  que  él  quena  ser  su  servidor  en  todas  laa 
cosas  que  le  mandasen.  El  Bey  é  la  Beyna  gelo  em- 
biaron  á  regradescer,  é  respondieron  á  loa  moros 
embaxadores,  que  mandarían  á  sua  oapitanes  é  gen- 
tes que  guardaban  la  mar,  que  no  fioiesen  dafio  á 
sus  moros,  tanto  que  ellos  no  lo  fioiesen  álos  ohria- 
tianos,  ni  pasasen  al  Beyno  de  Granada  gentes,  ni 
armas,  ni  caballos,  ni  mantenimientoa.  Otrosí  el 
Bey  de  Portogal  embió  su  embazador  al  Bey  é  á  la 
Beyna,  notificándoles  la  muerte  del  Duque  de  Viseo, 
de  la  qual  relatamos  en  las  cosas  esoriptas  en  el  año 
pasado ;  y  embió  á  decir  las  rasónos  que  le  habían 
movido  á  lo  facer.  E  mandó  á  su  embazador  que 
les  mostrase  la  pesquisa  que  se  fiao  contra  los  que 
hablan  conjurado  de  lo  matar;  é  las  otras  cosas  que 
habían  pasado  cerca  de  aquella  muerte.  E  que  les 
rogaba  que  considerando  el  crimen  tan  detestable 
como  contra  su  persona  se  quería  facer,  le  releva- 
sen de  culpa,  é  apartasen  de  sus  ánimos  todo  mal 
concepto,  si  alguno  por  este  caso  tenían. 

CAPÍTULO  XLI. 

CoBio  el  Rey  6  la  Rejaa  maadaroa  Jantar  iu  festea«  f  el  Rey 
^  entré  en  el  Reyao  de  Granada. 

El  Bey  é  la  Beyna  el  afio  pasado  habían  dado  sos 
cartas  de  apercebimiento  para  algunas  gentes  de 
armas  é  peones  de  Castilla ;  por  las  quales  les  em- 
biaron  á  mandar  que  estoviesen  prestos  para  venir 
á  la  dbdad  de  Córdoba  en  el  mes  de  Ifaxao  siguien- 
te, para  la  guerra  que  entendían  contínar  contra  el 
Bey  é  moros  dd  Beyno  de  Granada,  á  donde  d  Bey 
en  persona  había  de  ir.  E  partieron  de  la  oibdad  de 
Sevilla  para  la  dbdad  de  Córdoba,  é  con  dios  d 
Principe  Don  Juan,  é  las  Infantas  Dolía  Isabd  é 
Dolía  Juana  é  Dofia  María  sus  fijos ;  y  el  Cardenal 
de  Espafia,  é  los  otros  caballeros  é  ofidales  que  por 
su  mandado  continaban  en  su  corte.  E  luego  o  orno 
fueron  en  la  dbdad  do  Córdoba,  embiaron  á  llamar 
todos  los  caballeros  é  gentes  de  caballo  é  de  pié  qoo 


DON  FERNANDO 
bábian  mandado  apercebir.  E  vinieron  á  sn  fiama- 
miento  el  Ifaeatre  de  Santíago,  y  el  Maeetre  de  Al- 
cántara, y  el  Duque  de  Medinaoeli ,  7  él  Dnque  de 
Názera,  é  Don  Juan  de  Queman,  fijo  del  Duque  de 
Medinaaidonia  oon  la  gente  del  Duque  su  padre,  7 
el  Conde  de  Benavente,  7  el  líarquéa  de  O&liz,  7 
el  Conde  de  Cabra,  é  Don  Bemardino  de  Mendosa, 
Conde  de  Oorufia, é  Don  Pedro  Enriques,  Adelanta- 
do ma7or  del  Andaluof  a,  é  Don  Alonso,  Seftor  de  la 
Casa  de  Aguilar,  é  Don  Frandsoo  de  Estúfiiga  oon 
la  gente  del  Duque  dePlasencia  su  padre,  é  Martin 
Alonso,  flefior  de  Montemayor,  é  Don  Hurtado  de 
Mendosa,  oapitan  de  la  gente  de  armas  del  Carde- 
nal de  Espafia  su  hermano,  é  Luis  HemandesPuer- 
tooarrero,  Seftor  de  Palma,  é  Diego  Fernandez  de 
Córdoba,  Aloa7de  de  los  Donoeles,  é  Pero  Carrillo 
de  Albornos,  capitán  de  la  gente  de  armas  que  em- 
hl6  Don  Ifiigo  Lopes  de  Mendosa,  Duque  del  In- 
f antadgo,  é  Juan  de  Villafuerte,  capitán  de  la  gen- 
te de  armas  que  embió  Don  Qaroiályares  de  Tole- 
do, Duque  de  Alva,  é  Gardlaso  de  la  Vega,  capitán 
de  la  gente  de  armas  que  embió  Don  Lorenso  Sua- 
res  de  Figueroa,  Conde  de  Feria.  Otrosí  vinieron 
caballeros  7  escuderos  que  tenían  tierras  é  acosta- 
mientos del  Re7  é  de  la  Be7na,  é  los  peones  que 
embiaron  á  mandar  que  viniesen  de  las  provincias 
do  Vi&oa7a  é  Quipúaooa,  é  CastilU  la  Vieja,  é  de 
Álava,  é  do  Bioja,  é  de  las  Asturias  de  Oviedo,  é 
delBe7no  de  León,  é  de  todas  las  cibdades  é  villas 
é  tierras  que  embíaron  á  llamar.  Otrosí  vinieron  á 
servir  á  esta  guerra  los  homes  fl  jos-dalg^,  que  go- 
saban  de  f  ranqneaas  por  rason  de  su  fidalgnía.  Don 
Pedro  Fernandes  de  Velasco,  Condestable  de  Cas- 
tilla é  Conde  de  Haro ,  no  fué  llamado.  E  como 
quier  que  le  embiaron  á  mandar  que  residiese  allen- 
de los  puertos  oon  el  cargo  de  la  justicia  de  aque- 
llas partes ,  pero  respondió  al  Be7  ó  áU  Be7na  que 
por  quanto  él  estaba  para  servir  á  Dios  é  á  ellos  en 
aquella  guerra,  les  suplicaba  que  no  le  oonstríOie- 
sen  á  que  flciese  lo  contrarío ;  poique  no  era  honra 
su7a,  Be7endo  su  Condestable  é  7endo  el  Be7  á  la 
guerra  de  los  moros,  quedar  él  sin  le  servir  en  ella 
por  su  persona.  E  luego  vino  á  la  oibdad  de  Cór- 
doba, é  vinieron  oon  él  Don  Beltran  de  la  Cueva, 
Duque  de  Alburquerque,  é  Don  Pedro  de  Estúfiiga, 
Conde  de  Miranda,  é  Don  Alonso  Talles  Girón,  Con- 
de de  ürefia  sus  7emos,  é  Don  Bemardino  de  Ve- 
lasco,  su  fijo ,  Sefior  de  Pedrasa,  é  Don  Sancho  de 
Velasco,  su  hermano.  E  todos  estos  Duques  é  Con- 
des é  Maestres  é  caballeros  vinieron  cada  uno  con 
la  gente  de  su  casa,  que  les  fué  mandado  traer  ade- 
resada  con  grandes  arreos  de  guerra,  los  quales  se 
presentaban  con  lasesquedras  de  la  gente  que  traían 
delante  él  palacio  real.  Vinieron  ansimesmo  á  su 
llamamiento  las  gentes  de  caballo  é  de  pié  del  An- 
dalucía. Otrosí  mandaron  traer  gran  número  de 
boe7es  de  las  tierras  de  Avila  é  de  Segovia,  é  de 
otras  partes ;  é  oarros  para  llevar  las  lombardas,  é 
otros  tiros  de  pólvora ,  é  las  escalas,  é  mantas  é 
grúas  7engenios,  é  otros  pertrechos  para  combatir: 
con  lo  qual  venían  carpinteros  oon  sus  ferramien- 


i  DOÍfA  ISABEL.-  411 

tas,  é  forreros  con  sus  fraguas,  que  andaban  de  con- 
tino  en  los  reales7  en  todas  las  otras  partes  por  do 
se  llevaba  el  artilleria,  é  maestros  lombarderos,  7  - 
engenieros,  é  pedreros  que  facían  piedras  de  canto 
é  pelotas  de  fierro,  é  todos  los  maestros  que  eran . 
necesarios,  é  sabían  lo  que  se  requería  para  facer  lá 
pólvora,  é  para  todos  aquellos  oficios ,  é  para  todas 
las  cosas  que  eran  menester.  De  cada' lombarda  da- 
ban cargo  á  un  heme,  para  que  solicitase  de  tener 
la  pólvora,  é  todos  los  aparejos  que  le  fuesen  me- 
nester, de  manera  que  por  falta  de  diligenda  no  de- 
xasen  de  tirar.  Otrosí  mandaron  que  dos  capitanes 
oon  la  gente  de  caballo  é  -  de  pié  de  sus  capitanías 
andoviesen  de  contino  en  la  guarda  del  artillería  é 
de  la  pólvora.  E  como  las  cosas  neoeearías  al  arti- 
llería é  á  los  pertrechos  fueron  aderesadas ,  vinie* 
ron  luego  gran  número  de  bestias  é  carros  alquila- 
dos, é  homes  que  los  traían,  allende  las  bestias  que 
el  Re7no  pagaba,  para  llevar  las  provisiones  de  pan 
é  de  vino  é  de  cebada;  é  otrosí  los  ganados  é  todas 
las  otras  cosas  que  eran  necesarías  para  el  mante- 
nimiento de  las  gentes  de  la  hueste.  Embió  ansi- 
mesmo la  Reyna  las  tiendas  grandes  que  se  llama- 
ban el  Hospital  de  la  Be7na ;  con  el  qual  Hospital 
amblaba  físicos  é  cirujanos,  é  ropa  de  camas  é  me- 
dicinas, é  homes  que  servían  á  los  feridos  7  enfer- 
mos ;  é  todo  lo  mandaba  pagar,  según  lo  acostum- 
braba en  los  otros  reales.  Todas  las  cosas  de  la  guer- 
ra aparejadas  en  la  forma  que  hemos  dicho,  el  Be7 
é  la  Be7na  mandaron  platicar  en  su  Consejo,  en  qué 
parte  del  Re7no  de  Granada  se  debía  este  afio  facer 
la  guerra.  E  después  de  oídos  los  votos,  acordaron 
secretamente  que  el  Be7  entrar  debía  aponer  su  real 
sobre  la  oibdad  de  Málaga,  é  mandar  al  Conde  de. 
Castro  su  capitán  ma7or  do  la  flota,  que  pusiese 
los  navios  acerca  de  la  oibdad,  porque  esto  viese 
cercada  por  la  mar  e  por  la  tierra.  Pero  acordaron 
que  era  necesario  tomar  primero  las  villas  de  Ca- 
sarabonéla  é  Cártama  é  Coin,  é  todos  los  otros  cas- 
tillos é  lugares  que  están  en  el  valle  que  dicen  de 
Sancta  María,  7  en  el  valle  de  Cártama,  que  están 
antes  de  la  oibdad  de  Málaga ;  porque  ú  estos  cas- 
tillos no  se  tomasen  primero,  los  moros  farían  dafto 
en  la  gente  que  fuese  á  los  herbages,  7  en  los  que 
trazieeen  mantenimientos.  Los  grandes  sefiores  que 
allí  vinieron  facían  gastos  demasiados  en  los  ves- 
tidos é  arreos  de  sus  personas,  é  otrosí  tenían  dema- 
siada familia  de  pages  é  servidores,  é  de  otros  ho- 
mes inútiles  para  la  guerra ;  é  ansimesmo  gastaban 
excesivamente  en  traer  cada  uno  delante  de  si  mu- 
chas hachas  encendidas,  é  facían  grandes  gastos  en 
los  platos  de  diversos  manjares  que  se  ponían  á  sus 
mesas,  7  en  todas  las  otras  cosas  que  se  requieren 
para  mostrar  grandes  estados;  de  lo  qual  tomaban 
exemplo  los  otros  caballeros  que  no  eran  de  tanto 
estado.  E  porque  los  gastos  fechos  en  semejantes 
cosas,  allende  de  ser  inútiles,  crian  en  los  homes 
alguna  mollesa,  enemiga  del  oficio  de  las  armas ;  el 
Be7  é  la  Re7na  mandaron  que  se  fablase  oon  algu- 
nos príncipales  de  aquellos  grandes  sefiores,  dándo- 
I  les  á  entender,  quanto  dafio  é  poco  fruto  habi#  en 


412 


CRÓNICAS  1)B  LOS  RETES  PE  OAOTILLA. 


aquellos  gftrtos  exoedrOB ;  rogándoles  qae  los  tem- 
plasen, especialmente  en  tiempo  de  gnerra,  porque 
los  otros  tomasen  exemplo  dellos.  Después  de  habi- 
do consejo  de  lo  que  se  debía  facer  en  tierra  de 
moros,  el  Hej  partió  de  la  cibdad  de  Córdoba  en 
el  mes  de  Mayo  deeto  aAo ;  é  fueron  con  él  los  Du- 
ques é  Condes  ó  capitanes  que  habemos  dicho ,  é 
llegó  á  poner  real  á  un  lugar  que  se  llama  el  Pon- 
tón de  Don  Gk>nzalo,  que  es  junto  con  el  río  de  Qna- 
daxenil.  B  mandó  el  Rey  otro  dia  mover  su  real  de 
aquel  lugar ,  ó  fué  para  el  Rio  que  se  dice  de  las 
Teguas,  donde  estovo  dos  dias  recogiendo  las  otras 
gentes  de  caballo  ó  de  pié  que  venian  por  otros  ca- 
minos. Otrosí  llegó  el  artillería  é  pertrechos  que 
traían  fasta  mil  carros,  delante  los  quales  venian 
gran  número  de  peones  con  picos  é  azadas,  facien- 
do llanos  los  caminos  é  pasos  en  las  sierras  y  en  los 
lugares  altos  é  ásperos  por  donde  pudiesen  pasar 
los  carros.  E  como  todos  los  caballeros  é  gentes  que 
habemos  dicho  fueron  juntos  con  el  Rey  en  aquel 
lugar,  movió  de  allí  su  real  con  las  batallas  ordena- 
das en  esta  manera.  £1  avanguarda  llevaba  el  Con- 
destable, é  oon  él  el  Duque  de  Alburquerque,  y  el 
Conde  de  Ifiranda  sus  yernos  con  las  gentes  de  sus 
casas  é  con  mil  homes  á  caballo  de  los  fijos-dalgo, 
,  é  oon  los  peones  que  vinieron  de  Castilla  la  vieja. 
£  delante  desta  avanguarda,  según  la  antigua  cos- 
tumbre de  Castilla,  iba  el  Alcayde  de  los  Donceles 
con  algunos  caballeros  á  descubrir  la  tierra.  En  otra 
esquadra  cerca  del  avanguarda  iba  de  la  una  parte 
Garoibravo  Alcayde  de  Atienza  capitán  de  quatro- 
oientos  homes  á  caballo ;  y  en  la  otra  parte  iba  otra 
esquadra  de  quatrocientos  é  cinqüenta  homes  á  ca- 
ballo oon  el  capitán  Poro  Vaca.  En  otra  batalla  iba 
el  Duque  de  Medinaceli  con  la  gente  de  su  casa.  T 
en  otra  esquadra  iba  Don  Furtado  de  Mendoza  con 
la  gente  de  armas  del  Cardenal  de  España,  y  el 
Conde  de  Corufia,  é  Pero  Carrillo  de  Albornoz,  ca- 
pitán de  la  gente  del  Duque  del  Infantadgo.  En 
otra  batalla  iba  el  Conde  de  Cabra,  y  el  capitán 
Sancho  de  Róxas  con  la  gente  de  su  capitanía.  En 
otra  batalla  iba  Don  Juan,  fijo  del  Duque  de  Medi- 
nasidonia  con  la  gente  del  Duque  su  padre.  Des- 
pués destas  batallas  en  esta  manera  ordenadas  iba 
la  batalla  real,  en  la  qual  iba  por  capitán  Don  Pero 
Manrique,  Duque  de  Názera.  E  otrosí  iba  en  esta 
batalla  el  Adelantado  del  Andalucía,  é  Diego  Lo- 
*pezdeAyala,  é  Luis  Fernandez  Puertocarrero,  é 
Pedro  Ruiz  de  Alaroon,  y  el  Comendador  Pedro 
de  Ribera,  é  Bemal  Francés,  é  Francisoo  de  Bo- 
vedilla, é  Antonio  del  Águila  é  Juan  de  Merlo, 
capitanes  de  Us  gentes  de  las  guardas  del  Rey 
é  de  la  Reyna,  é  de  las  Hermandades,  é  las  otras 
gentes  de  armas  que  tenían  tierras  é  acostamien- 
tos del  Rey  é  de  la  Reyna.  £  cerca  de  la  batalla 
real  á  la  mano  derecha  iba  la  gente  de  Sevilla ,  Ó 
de  ios  Obispados  de  Córdoba  é  de  Jaon.  E  con  el 
guión  donde  iba  la  persona  del  Rey,  iba  Don  Qu- 
tierre  de  Cárdenas,  Comendador  mayor  de. León,  é 
Don  Enrique  Eoríquez,  su  Mayordomo  mayor,  con 
todos  los  oriados  é  caballeros  é  fijos-dalgo  que  eran 


oontlnos  en  la  casa  del  Rey  i  de  la  Bsyna.  Luego 
después  desta  batalla  iba  todo  el  requage^  élas  otras 
bestias  que  llevaban  las  provisiones  é  manteni- 
mientos para  la  hueste.  En  la  reguarda  de  todo  iban 
las  batallas  de  la  gente  de  armas  del  Maestra  do 
Santiago  é  del  Marqués  de  Cáliz,  é  oon  ellos  iba  el 
capitán  Don  Juan  Manrique  oon  la  gente  de  su  ca- 
pitanía. Los  peones  que  fueron  llamados,  iban  oon 
sus  capitanes,  partidos  en  los  logares  que  fué  acor- 
dado. Mandó  ansimesmo  el  Rey  á  dos  alcaldes  é  á 
dos  alguaciles  de  su  corte,  que  fuesen  con  la  hues- 
te ;  los  quales  con  los  alguaciles  que  el  Condestable 
tiene  facultad  de  poner  en  los  reales,  considerando 
los  grandes  inconvinientes  que  de  la  desorden  é  poco 
temor  de  la  justicia  se  siguen  en  las  huestes^  jbcian 
tan  grandes  castigos  en  los  que  erraban,  que  la  gen- 
te, aunque  era  en  gran  número  iba  tan  atemorizada 
déla  justicia,  que  no  osaba  facer  dafio  en  los  panes 
ni  en  las  vifias  de  la  tierra  de  los  christianos ,  ni  me- 
nos osaba  ninguno  sacar  armas  contra  otro,  ni  facer 
fuerza  ni  exceso,  por  la  gran  diligencia  que  el  Rey 
mandaba  poner  en  la  execudon  ¡de  la  justicia.  Co- 
mo el  Rey  con  toda  la  hueste  entró  en  la  tierra  do 
los  moros ,  por  consejo  de  algunos  escaladores  é 
adalides  que  sabían  la  tierra,  acordó  de  embiar  á 
escalar  una  villa  de  los  moros  que  se  llamaba  Mon- 
tef  rio ;  porque  si  se  pudiera  haber,  se  ganara  gran 
parte  de  la  tierra,  é  se  habría  mayor  seguridad  para 
la  gente  que  iba  en  la  hueste.  E  moviéronse  á  ello, 
porque  fueron  avisados  que  no  había  tanta  gente 
en  aquella  villa  ni  en  su  comarca  para  la  defender ; 
porque  toda  la  mas  gente  de  guerra  de  aquel  Rey- 
no,  se  había  llegado  á  las  partes  de  Málaga,  é  á  las 
otras  villas  é  castillos  de  su  comarca,  por  defender 
aquella  cibdad  é  tierra  de  la  guerra  que  sopieron 
que  les  sería  fecha  por  el  Rey  este  afio.  E  como  los 
escaladores  con  ciertas  gentes  de  armas  é  peones  la 
quisieron  escalar,  fueron  sentidos,  porque  los  moros 
que  estaban  en  ella  tenían  tal  guarda  que  no  se  pu- 
do haber.  Acaesdó  ansimesmo  en  aquel  tiempo  que 
vino  una  lluvia  con  tanta  tempestad  de  truenos  é 
de  relámpagos,  que  todos  fueron  espantados  é  pen- 
saron perecer.  E  la  gente  de  la  hueste  que  iba  orgu- 
llosa,  sabido  que  la  villa  no  se  pudo  tomar,  é  vista 
la  gran  tormenta  que  vino  del  cielo ,  .como  pueblo 
movido  ligeramente  por  opinión,  imaginaron  que 
era  sefial  de  algún  infortunio  que  les  había  de 
acaescer,  é  caídos  de  la  esperanza  que  tenían,  falle- 
cieron de  las  fuerzas  que  primero  mostraban.  Los 
capitanes  cada  uno  á  sus  gentes  esforzábanlos  di- 
ciendo, que  en  las  grandes  conquistas  no  era  nue- 
vo acaescer  semejantes  alteraciones,  é  que  aquella 
gran  tempestad  pasada  que  vieron ,  y  el  tiempo  se- 
reno que  veían,  era  sefial  cierta  para  conocer  que 
después  de  los  trabajos  que  oviesen  gozarían  de  la 
victoria  que  deseaban. 


hOÉ  ÍERNANDO 

OAPtrULOXLIL 

Come  el  R0J  manió  poaer  dos  roolet  «obro  la  villa  da  Cola  é  do 
Cártama,  é  las  tomé;  óansimosmo  la  vUla  do  Bonamaqaa»  é 
lo  qao  OH  ella  Iso. 

Qaando  el  Rej  llegó  á  aqael  lugar  que  hmbemos 
diohOy  OTO  consejo  con  el  Maestre  de  Santiago,  é 
oon  el  Oondestable ,  é  con  los  Duques  é  Condes  é 
otroa  caballeros  que  con  ¿I  estaban,  sobre  lo  prime- 
ro que  debian  facer,  porque  el  acuerdo  que  oyieeen 
se  pusiese  prestamente  en  obra,  antes  que  los  mo- 
ros se  apercibiesen,  ni  sopiesen  á  qual  parte  debian 
poner  mayores  defensas.  Efué  acordado  en  su  Con- 
sejo que  el  Maestre  de  Santiago ,  y  el  su  Condesta- 
ble, é  Don  Alonso,  Sefior  de  la  Casa  de  Aguilar,  é 
Pnertooarrero,  Sefior  de  Palma,  fuesen  á  poner  cer- 
co sobre  la  yilla  de  Cártama.  Otrosí  el  Marqués  de 
Calis ,  y  el  Conde  de  Corufia  éDon  Furtado  de  Men- 
dosa con  la  gente  del  Cardenal  de  Espafia ,  y  el 
Adelantado  del  Andalucía  ^  fuesen  á  cercar  la  yilla 
de  Coin.  E  mandó  á  estos  caballeros  que  pusiesen 
estos  sitios  en  un  dia  sobre  estas  dos  villas.  T  el  Bey 
moTió  adelante  con  toda  la  otra  gente  de  su  hues- 
te, é  pasó  allende  á  la  yilla  de  Alora,  6  asentó  su 
real  en  medio  de  aquellas  dos  villas  de  Coin  é  de 
Cártama,  en  tal  lugar,  que  podia  ver  á  la  una  é  á  la 
otra,  ó  socorrer,  si  fuese  necesario,  á  aquellos  ca- 
balleros que  embió  á  las  cercar.  T  el  dia  siguiente 
fué  con  algunos  caballeros  á  ver  las  dispusidones 
de  estas  dos  villas,  por  ver  donde  era  mas  necesa- 
rio que  asentase  su  real.  E  conoscida  la  dispusicion 
de  ambos  lugares;  como  quiera  que  la  villa  de  Car- 
tama  vido  ser  muy  fuerte,  é  asentada  en  lugar  ás- 
pero ,  pero  porque  conosció  que  la  villa  de  Coin 
era  mayor,  é  la  dispusicion  de  la  tierra  era  mas 
fuerte,  porque  toda  estaba  rodeada  de  cuestas 
grandes  é  ramblas  é  de  huertas  é  lugares  ó  ace- 
quias é  pasos  que  la  fortificaban,  acordó  de  po- 
ner su  real  sobre  ella.  Acaesoió  que  el  afio  pasado 
estando   el   Rey  con  su  hueste  en  aquella  tier- 
ra, los  de  la  villa  de  Benamaquex ,  que  es  una  vi- 
lla bien  cerca  de  Coin,  trataron  oon  el  Marqués  de 
Calis  que  querían  ser  Mudéxares  subditos  del  Rey, 
é  acudiría  oon  los  tributos  que  acudían  al  Rey  Mo- 
ro ,  é  que  el  Rey  les  asegurase  sus  personas  é  bie- 
nes, é  mandase  que  les  fuesen  guardadas  las  vifias 
é  olivares  é  frutales  é  panes  é  las  otras  cosas  que  te- 
nían sembradas.  El  Rey  condescendió  á  las  humil- 
des suplicaciones  que  le  ficieron  los  de  aquella  vi- 
lla; é  mandóles  guardar  todos  sus  bienes,  é  no  les 
fué  fecha  guerra  ni  dafio.  E  los  de  la  villa  ficieron 
pacto  con  el  Rey  de  ser  sus  subditos,  é  de  facer  guer- 
ra ó  pas  por  su  mandado,  é  acoger  sus  gentes,  é  le 
acudir  oon  los  tributos  que  al  Rey  Moro  solian  dar. 
Después  que  el  Rey  é  sus  gentes  partieron  de 
aquella  tierra,  luego  los  de  la  villa  rebelaron,  é 
aoogieron  álos  moros,  édieronles  favor  en  la  guerra 
que  facían  á  los  ohrístianos.  Conocido  aquel  engafto 
que  habían  fecho ,  el  Rey  indinado  contra  ellos, 
^01  iTo  faré  que  la  pena  destossea  temor  Aotros, 


¿  DOÁA  ISABEÍi.  ^      /  iii 

•  para  que  guarden  lealtad  por  fuenai  qnando  no  U 
Aguardaren  de  grados.  E  luego  mandó  combatir 
aquella  villa,  é  tanta  fuó  la  ballestería  y  espingar- 
das é  otros  tiros  de  pólvora  que  tiraban  al  muro, 
que  los  moros  que  lo  guardaban  perdieron  la  fuer- 
aa,  é  la  gente  del  Rey  que  la  combatía, pudo  llegar 
los  bancos  pinjados  é  las  mantas  al  muro ;  é  los  mo- 
ros lo  desampararon ,  de  manera  que  los  ohrístianos 
entraron  en  la  villa.  T  el  Rey  mandó  facer  justicia 
de  los  moros  que  en  ella  estaban,  Ó  fueron  puestos 
á  espada  é  aforcados  ciento  é  ocho  moros  principa- 
les della.  E  mandó  que  se  tomasen  captivos  todos 
los  otros ,  é  las  mugares  é  criaturas  que  en  ella  fa- 
llaron, é  mandó  quemar  la  villa ,  é  .derribar  el  mu- 
ro. Tomada  é  derribada  la  villa  de  Benamaquel, 
embió  el  Rey  á  uno  de  los  adalides  que  venían  en 
su  hueste,  que  se  llamaba  Gonaalo  Arias ,  é  un  in-. 
térprete  de  arábigo ,  á  facer  saber  á  los  de  la  villa 
de  Coin  la  justicia  que  se  había  fecho  en  los  mo- 
radores de  Benamaquex ;  por  ende,  que  les  manda- 
ba que  entregasen  luego  la  villa  á  sus  gentes,  por- 
que no  recibiesen  el  dafio  que  veían  padescer  á  sus 
vecinos.  Los  de  aquella  villa  de  Coin  no  quisieron 
oirlafabla,  ni  facer  partido,  ó  pusiéronse  en  de- 
fensa, é  salieron  á  escaramuzar  con  la  gente  que 
el  Rey  había  embiado  delante  á  la  sitiar.  E  luego  el 
Rey  mandó  poner  las  estarnas  en  tales  lugares  que 
la  gente  no  recibiese  dafio,  pero  no  se  pudieron  asen- 
tar por  todo  el  circuito  de  la  villa ,  por  la  grand  as- 
pereaa  é  dispusicion  de  los  lugares  do  está  asenta- 
da. E  mandó  poner  guardas  é  sobreguardas  y  escu- 
chas, porque  fuese  sabido  si  los  moros  de  las  ser- 
ranías que  estaban  cercanas  á  aquella  villa  se  mo- 
viesen á  venir  á  ella ;  é  mandó  poner  guardas  en  los 
caminos ,  porque  las  requas  de  los  mantenimienuNí 
que  contíno  venían  al  real  no  recibiesen  dsfio.  Otro- 
sí porque  entendió  ser  necesaria  mas  gente  para 
fortificar  el  sitio  que  mandó  poner  sobre  la  villa  de 
Cártama ,  embió  al  Duque  de  Alburquerque ,  é  al 
Conde  de  Miranda  con  la  gente  de  sus  casas,  é  al 
capitán  Alonso  Osorio ,  é  á  Garoilaso  capitán  de  la 
gente  del  Conde  de  Feria,  Ó  á  Pedro  Carrillo ,  capi- 
tán de  la  gente  del  Duque  del  Infantadgo  é  á  Juan 
de  Ayala,  Sefior  de  Cebolla,  é  al  capitán  Pero  Vaca,  é 
á  Juan  Arias  de  Avila,  sefior  de  Torrejon  con  sus  gen- 
tes, los  quales  serian  fasta  en  número  de  cinco  mil 
homes  á  caballo,  é  diea  mil  peones  ballesteros  é  lan- 
ceros y  espingarderos ,  para  que  estoviesen  oon  el 
Maestre  de  Santiago ,  Ó  oon  di  Condeatable ,  é  con 
los  otros  caballeros  que  primero  había  embiado  á 
poner  sitio  sobre  aquéUa  villa,  porque  de  todas  par- 
tes estoviese  cercada,  y  ellos  fuesen  mas  seguros 
de  la  multitud  de  los  moros  que  estaban  en  las  sier- 
ras cercanas ;  y  amblóles  ansimesmo  parte  del  arti- 
llería para  la  combatir.  Sabido  por  el  Rey  Moro  co- 
mo el  Rey  mandó  sitiar  aquellas  dos  víUaSi  luego- 
embió  á  aquellas  partea  algunos  caballeros  Ó  peones 
para  facer  guerra  á  las  gentes  del  real  que  salían  al 
herbage,  é  á  los  que  traían  los  mantenimientos,  los 
quales  tomaron  algunas  bestias  que  venían  con  bas- 
timento para  la  haestOi  é  los  homes  que  venían  con 


4l4 


CRÓNICAS  DB  LÓS^BStüS  DB  ÓktítíLtL 


ellas  las  desampararon,  é  se  podieron  salvar.  Lo 
qaal  sabido  por  el  Bey,  mandó  que  les  fuese  paga- 
do el  valor  de  todo  lo  qne  les  fué  tomado ,  porque 
ninguno  se  escusase  de  llevar  mantenimientos  al 
real.  E  mandó  poner  guarda  de  gente  de  caballo  é 
de  pié  en  todas  las  sierras  é  pasos,  j  en  otros  luga- 
res do  podían  haber  peligro ;  porque  dende  en  ade- 
lante no  recibiesen  dafio  los  que  venían  al  real  con 
mantenimientos.  Los  meros  de  la  serranía  de  Ron- 
da,  é  de  todas  las  serranías  6  valles  de  aquellas  co- 
marcas ,  como  sopieron  los  cercos  que  el  Rey  man- 
dó poner  sobre  la  villa  de  Cártama  ó  Coin,  vinieron 
gran  multitud  dellos  á  la  villa  de  Monda,  que  es 
una  legua  de  Coin,  entre  los  qnales  vinieron  algu- 
nos moros  que  se  llamaban  Qomeres.  Esta  gente  de 
los  Gomeros  son  homes  qiie  en  los  Reynos  de  África 
usan  la  guerra  continamente, é  pasan  dellos  á  estes 
partes  del  Reyno  de  Granada  á  ganar  sueldo,  é  fa- 
cer guerra  á  los  christianos.  Los  moros  de  aquella 
villa  de  Monda  é  aquellos  Gomeros,  desde  las  sier- 
ras altas  é  desde  los  otros  lugares  isperos  donde  se 
pusieron ,  salían  á  tirar  saetas  j  espingardas ,  é  al- 
gunas veces  cometían  de  pelear  con  las  guardas 
que  por  todas  partes  estaban  puestas  á  las  entradas 
del  reaL  Y  estos  acometimientos  de  los  moros  fa- 
cían estar  toda  la  hueste  en  temor  tan  oontino,  que 
no  solamente  guardaban  aquellos  á  quien  cabían 
las  guardas ,  mas  todos  l6s  caballeros  é  capitanes 
guardaban  ó  trabajaban  é  facían  trabajar  á  sus  gen- 
tes, por  poner  en  gran  guarda  la  persona  del  Rey  é 
toda  la  hueste.  E  cada  uno  amonestaba  á  los  suyos, 
que  guardasen  los  lugares  é  pasos,  y  estovíesen 
prestos  á  la  pelea  quando  fuese  necesario,  é  tovie- 
sen  aquel  ánimo  que  varones  esf  oreados  debían  te- 
ner para  defender  la  vida  ó  resistir  á  aquella  mul- 
titud de  moros.  Los  christianos  que  veían  á  los  mo- 
ros, deseaban  venir  con  ellos  á  batalla  campal,  sí 
la  dispusíoion  de  la  tierra  do  estaban  no  gelo  impi- 
diera ;  ó  quisieran  mas  disponerse  á  los  peligros  que 
pudieran  haber  batallando ,  que  sofrír  aquella  pena 
contina  que  padesoian  guudando  ó  resistiendo  los 
acometimientos  que  los  moros  facían.  Entretanto 
que  estas  cosas  pasaban,  el  Rey  mandó  que  con 
gran  diligenciase  asentase  la  artillería  repartida  en 
tres  partes.  Ansimesmo  el  Condestable  y  el  Maestre 
de  Santiago  con  el  artillería  que  el  Rey  les  mandó 
dar ,  f adán  tirar  al  muro  de  la  villa  de  Cártama :  y 
el  sonido  de  las  lombardas  era  tan  grande  que  se 
oían  en  él  un  cerco  los  tiros  de  las  lombardas  que  ti- 
raban en  el  otro.  Los  moros  de  la  villa  de  Coin, 
confundidos  de  los  grandes  sonidos  del  artillería 
que  continamente  oían ,  é  del  dafio  que  vían  facer 
en  los  muros,  no  sabían  que  consejo  tomar  para  se 
remediar,  especialmente  porque  vieron  caer  una 
parte  del  muro  de  la  villa ;  donde  se  fizo  un  gran 
portillo.  Los  moros  Gomeros  que  habían  venido  á  la 
villa  de  Monda  para  socorrer  á  Coin,  informados 
oomo  aquella  villa  é  los  moradores  della  estaban  en 
peligro,  si  la  villa  se  entrase  por  fuerza  de  armas, 
cometieron  algunas  veces  de  entrar  en  ella  por  la 
defenderi  ó  no  pudieron  por  la  gran  guarda  que  el 


Rey  mandaba  poner  en  el  real  é  fuera  del.  "É  oomo 
sopieron  que  la  oeroa  era  derribada,  un  moro  capi- 
tán dellos  les  dizo:  sEa,  moros,  quiero  ver  quien 
»será  aquel  que  se  compadescerá  de  los  nifios  é  mu- 
»  geres  de  Coin ,  que  esperan  la  muerte  y  el  oaptive- 

•  rio ;  é  aquel  á  quien  la  piedad  de  Dios  moviere  sí- 

•  game,que  yo  me  dispongo  á  morir  oomo  moro 
»por  socorrer  á  los  moros.  •  B  diciendo  estas  pala- 
bras tomó  una  sefia  blanca ,  é  siguiéronle  los  moros 
(Comeres.  B  los  moros  de  Coin  que  sopieron  la  hora 
que  los  Gomeros  hablan  de  venir,  fideron  tal  reba* 
to  en  el  real ,  que  no  geles  pudo  resistir  la  entrada 
que  estos  moros  con  gran  osadía  ñderon  en  la  villa. 
Los  quales  amonestaban  á  los  vecinos  della,  diden* 
dolos  que  se  esforzasen  á  defender  su  vida  é  su  vi- 
lla, porque  con  buen  esfuerzo  se  defenderían ,  é  si 
desmayaban  se  perderían ;  y  eUos  porque  eran  cur- 
sados en  las  guerras,  tanto  mas  se  esforzaban  á  de- 
fender, quanto  mayores  combates  les  daban  los 
christianos.  El  Rey  entendió  que  por  el  portillo  que 
fideron  las  lombardas  en  el  muro  se  podrís  comba- 
tir y  entrar  en  la  villa.  B  mandó  al  Duque  de  Maza- 
ra é  al  Conde  de  Benavente,  que  se  aparcasen  con 
sus  gentes  para  la  combatir,  é  ordenasen  d  comba- 
te con  los  pertrechos  que  fuesen  necesarios  para 
mayor  seguridad  de  sus  gentes.  Otrosí  embió  á  man- 
dar á  Don  Luis  de  la  Cerda  Duque  de  Medínaodí, 
que  embiase  sus  gentes  á  aquellos  caballeros  para 
les  ayudar.  El  Duque  sintiendo  grave  el  manda- 
miento que  el  Rey  le  fizo,  porque  le  mandaba  em- 
biar  su  gente  á  otros  caballeros,  respondió  á  los 
mensageros:  t  Decid  al  Rey  mi  sefior,  que  yo  vine 

•  á  le  servir  con  la  gente  de  mi  casa,  é  que  si  mi 

•  gente  manda  que  vaya  á  qualquier  parte,  tengo 

•  yo  de  ir  con  ella,  porque  ni  yo  estaré  en  la  guerra 

•  salvo  aoompafiado  de  los  míos,  ni  los  míos  es  ra- 
nzón que  vayan  á  ningún  fecho  de  armas,  sin  que 

•  vaya  yo  delante  ddlos.  Por  ende  que  si  Su  Alteza 

•  se  quiere  servir  de  mi  gente,  yo  qne  soy  su  oapl- 

•  tan  iré  con  ella  do  me  mandare ;  porque  ni  la  gen- 

•  te  pnode  bien  servir  nn  capitán ,  ni  d  capitán  sin 

•  gente.  • 

Estando  la  cosa  en  este  estado,  aderezando  d 
oombate  que  el  Rey  mandaba  ordenar,  algunas  gen- 
tes del  real  con  d  capitán  Pero  Ruis  de  Alarooui  se 
anticiparon  al  oombate,  é  tomaron  mantas  é  otros 
pertrechos  de  defensas,  y  entraron  la  villa  por 
aqud  portillo  que  las  lombardas  habían  fecho,  é 
comenzaron  á  pdear  con  algunos  moros  que  falla- 
ron luego  á  la  entrada  de  la  villa  por  las  oalles.  B 
los  christianos  peleando  retrazieron  á  los  moros  fas- 
ta una  plaza  de  la  villa,  á  la  qud  sobrevinieron  de 
súbito  con  grand  alarido  muchos  moros  de  aquellos 
Gomeros ,  é  socorrieron  á  las  oalles  é  á  otros  luga- 
res por  donde  entraban  los  christianos,  é  pelearon 
oon  ellos.  E  los  christianos  no  podiendo  sofrír  U 
fuerza  de  los  moros,  ní  los  tiros  de  piedras  é  tesas 
que  les  tiraban  por  las  ventanas,  é  veyendose  tor- 
bados,  porque  no  sabían  los  lugares  ni  las  oalles  por 
do  habían  de  pdear ,  volvieron  las  espaldas ;  é  los 
moros  firiendo  en  ellos  ^  los  echaron  fuera  do  h  vi- 


DON  FERNANDO 

lU  por  nqatl  portíDo  que  hablan  entrado.  B  aquel 
capitán  Pero  Buia  de  Alaioon  oon  algonos  de  los 
qne  entraron  con  él ,  peleó  oon  los  moros  en  ona  oa- 
lle ,  do  esperaba  que  sería  socorrido  de  los  ohrístia- 
nos.  B  oomo  qnier  qne  yido  Tolver  las  espaldas  á 
los  qne  al  principio  con  él  estaban  ^  pero  oomo  era 
varón  esforsado,  y  en  otros  fechos  de  aimás  tan 
experimentado,  qne  se  aparcaba  antes  á  esperar 
mnerte  qne  á  recebir  mengna ,  queriendo  pagar  con 
la  Tirtnd  la  mnerte  qne  debia  á  la  natora,  dizo: 
«  No  entré  70  á  pelear  para  salir  de  la  pelea  fnyen- 
»do.i  B  peleé  con  gran  esfnenso  faciendo  estrago 
en  los  moros,  los  qnales  le  rodearon  por  todas  par- 
tes; é  no  podiendo  mas  sofrir  las  grandes  f cridas 
qne  tenia,  cayé  mnerto  peleando  oon  fama  de  bnen 
caballero.  Bn  esta  manera  qnedé  libre  á  los  moros 
la  Tilla  qne  habia  seydo  ja  entrada  por  los  christia- 
nos.  Murieron  é  fneron  f eridos  en  aquella  facienda 
algunos  ohristianos,  entre  los  quales  fué  muerto 
otro  caballero  que  se  llamaba  Tollo  de  Aguilar.  Ck>- 
mo  el  Rey  sopo  la  muerte  de  aquellos  dos  caballeros 
y  él  desbarato  que  sus  gentes  oyieron,  ovo  grand 
enojo ,  porque  hablan  principiado  el  combate  sin  su 
mandado,  é  luego  mandé  apretar  mas  el  cerco,  é 
que  tirasen  las  lombardas  gruesas  é  los  otros  tiros 
de  pólvora.  Los  quales  f  acian  tan  grand  estrago  en 
los  moros  y  en  las  casas  de  la  villa,  que  no  pudien- 
do  sofrir  el  dafio  que  veian ,  é  recelando  la  muerte 
que  esperaban ,  demandaron  f  abla  para  entregar  la 
villa,  é  pidieron  al  Bey  que  les  diese  seguridad  de 
las  personas  é  bienes  para  se  poner  en  salvo.  El  Rey 
que  estaba  indinado  por  la  fuerza  que  los  moros 
hablan  fecho  en  su  gente,  quisiera  tomar  la  villa 
por  combate ,  é  no  segurar  á  los  moros  que  la  defen- 
dían ;  pero  considerando  el  peligro  en  que  estaban 
el  Condestable  y  el  Maestre  de  Santiago  é  los  otros 
caballeros  que  con  ellos  eran  en  el  cerco  que  tenian 
sobre  la  villa  de  Cártama,  por  la  gran  morisma  que 
se  habia  puesto  en  las  sierras  que  estaban  en  el  cir- 
cuito de  aquellas  villas,  é  por  escusar  los  peligros 
que  á  sus  gentes  podrian  acaescer  en  el  combate,  é 
otrosi  por  quitar  los  grandes  trabajos  que  la  hueste 
sofria  continamente  en  guardar  las  entradas  del  real 
de  la  multitud  de  los  moros  que  todas  horas  é  por 
muchas  partes  guerreaban ;  acordé  dar  el  seguro  que 
pedían,  é  recebir  la  villa  con  el  partido  que  los  mo ' 
ros  demandaron.  B  los  naturales  della  con  sus  mn- 
geres  é  fijos,  é  los  otros  Qomeres  que  habían  veni- 
do á  la  defender,  la  dezaron  libre  al  Bey,  é  se  fue- 
ron oon  sus  bienes.  E  luego  el  Bey  la  mandó  derri- 
bar, porque  era  de  gran  circuito,  y  en  tal  sitio  pues- 
ta, que  no  se  podia  defender,  sino  á  gran  peligro 
de  los  que  la  guardasen.  Entretanto  que  estas  cosas 
pasaron  en  el  cerco  de  Coin ,  el  Condestable  y  el 
Maestre  de  Santiago  é  los  otros  caballeros  é  cepita* 
nes  que  oon  ellos  estaban ,  ponian  diligencia  en  el 
ceirco  de  Cártama, é  tenian  á  los  de  la  villa  en  aprie- 
to ;  pero  esperaban  ser  socorridos  de  los  moros  quo 
estaban  en  las  sierras  cercanas  á  la  villa.  Bpor  este 
recelo  que  el  Condestable  y  el  Maestre  tenian,  es- 
<  taban  é  f  adán  estar  la  gente  armada  continamente 


¿  DO^A  ISABBt.  iít 

é  presta  á  la  batalla.  Otrosí  fadan  que  tirasen  tS 
muro  de  la  viUa  las  lombúdas  é  otros  tiros  de  pól- 
vora ,  las  quales  pusieron  tan  grand  'espanto  á  los 
moros ,  qne  no  pudiendo  sofrir  el  gran  dafio  que  les 
facían ,  otrosi  sabido  que  la  villa  de  Coin  era  toma- 
da ,  f allescieronles  las  fnersas  qne  al  principio  mos- 
traban en  la  defender.  Lo  qnal  sentido  por  él  Maes- 
tre é  por  el  Condestable,  embiaron  á  decir  al  Bey, 
que  pues  la  villa  de  Coin  era  ya  tomada,  y  estaba 
ya  libre  del  trabajo  de  aquel  sitio,  le  plog]Ddese  de 
venir  al  cerco  que  les  habia  mandado  poner  sobre 
la  villa  de  Cártama,  porque  creían  que  sabido  por 
el  Alcayde  é  por  los  otros  moros  que  la  guardaban 
como  su  persona  real  venia  allí ,  luego  se  darian :  y 
era  rasen,  quier  se  tomase  la  villa  por  fuerza  de 
armas,  quier  usando  con  los  que  la  defendían  de 
piedad,  Su  real  Magostad  oviese  la  gloría  de  qual- 
quier  de  aquellos  vencimientos.  E  luego  el  B^  vi- 
no á  aquella  villa ;  é  sabida  por  los  moros  su  veni- 
da, no  podiendo  sofrir  el  dafio  que  recebian  del  ar- 
tilloHa,  suplicaron  que  les  diese  seguridad  de  la  vi- 
da é  de  los  bienes  que  en  ella  tenian, é  que  gela  en< 
tregarian.  El  Bey,  oon  acuerdo  de  aqudJos  caballe- 
rorf,  les  dio  la  seguridad  que  pidieron ,  por  escusar 
las  muertes  que  los  christianos  podrian  haber  en  el 
combate,  é  por  estar  mas  libre  para  ir  adelante  é 
á  seguir  su  conquista.  E  luego  los  moros  naturales 
de  la  villa,  é  los  otros  Gomeros  que  hablan  entrado 
á  la  guardar,  salieron  della  oon  sus  mugeres  é  fijos 
é  con  todos  sus  bienes  seguramente,  é  dezaron  la 
villa  libre  con  su  fortaleza  al  Bey.  ESntretanto  que 
los  cercos  de  Coin  é  Cártama  duraron,  los  moros 
vednos  de  las  villas  de  Churriana  é  Popiana  é  Cam- 
panillas é  de  Fadala  é  de  Lahuin,  é  de  Alburio,  é 
de  Quarro,  recelando  de  ser  muertos  ó  captivos, 
desampararon  todas  estas  villas  é  se  fueron  oon  los 
bienes  que  se  pudieron  llevar  á  otras  partes.  E  co- 
mo sopo  el  Bey  que  estaban  yermas ,  mandé  derri- 
bar todas  las  torres  é  muros  é  cortijos  que  tenian. 
Otrosi  mandé  derribar  la  torre  del  Atabal,  éotra 
fuerza  que  se  deda  la  torre  nueva  del  Quizóte.  To- 
mada la  villa  de  Cártama,  el  Maestre  de  Santiago 
embió  á  suplicar  al  Bey,  que  por  quanto  aquella  Or- 
den de  la  oaballeria  de  Santiago  donde  él  era  Maes- 
tre, fué  fundada  para  facer  guerra  á  los  moros  ene- 
migos de  la  santa  fe  oathólica ,  y  él  estaba  en  propó- 
mto  de  seguir  aqudlo  que  por  las  oonstítudones  de 
su  orden  era  mandado,  le  plogoiese  de  le  dar  el  car- 
go de  la  tenenda  de  aquella  villa,  porque  era  dos 
leguas  de  la  dbdad  de  Málaga,  é  asentada  en  lugar 
dispuesto  para  seguir  la  guerra  comenzada  contra 
los  moros  que  estaban  en  aquellas  comarcas.  El  Bey 
vista  la  suplicadon  del  Maestre,  é  oonosddasu  bue- 
na intendon,  mandé  que  se  reparasen  las  torres  é 
muros  que  hablan  derribado  jlas  lombardas,  é  bas- 
tecerla de  los  bastimentos  é  pertrechos  que  fueron 
menester,  mandógela  entregar.  T  el  Maestre  la  re- 
dbió,  é  le  fizo  pleyto  omenage  por  eUa,  é  puso  por 
Alcayde  en  la  fortaleza  á  un  caballero  de  su  casa 
que  se  llamaba  Juan  de  Céspedes.  La  Beyna  que 
habia  quedado  en  U  cibdad  de  Córdoba ,  mandaba 


4lé  (mÓNiOÁB  DB  tos 

poner  gran  (UligenQÜi  en  repartir  é  traer  loe  mante- 
nimientoe,  porque  todoa  loa  diaa  andoyieaen  laa  re- 
qaaa  que  iban  oon  elloa ;  é  mandaba  ir  loa  ofioialea 
é  miniatroa  é  todaa  las  otras  ooaaa  qne  eran  neoeaa- 
riaa  para  el  proveimiento  del  reaL  Otroaí  tenia  poi- 
dado  de  embiar  el  sueldo  para  la  g^nte  de  armaa ,  ó 
.para  loa  otroa  gastos  que  se  requerían  en  la  guerra, 
lo  qual  era  en  gran  oantidad.  Y  embió  á  mandar  al 
Oomendador  mayor  de  León,  su  Contador  mayor, 
á  quien  di6  oargo  de  la  administración  de  laa  ooaaa 
que  en  la  bueate  fuesen  neoesariaa,  que  pusieae 
gran  diligenoia  en  mandar  á  loa  teaoreroa  que  paga- 
sen bien  la  gente,  é  la  tovieaen  oontenta,  é  prove- 
yese en  todaa  las  otraa  cosas  que  fuesen  menester, 
tan  oomplidamente,  que  por  falta  de  lo  neoeaario 
no  se  dexase  de  facer  la  guerra  como  convenia.  B 
mandó  ansimesmo  poner  paradas  en  el  camino,  por 
laa  qualea  en  poco  espacio  era  informada  de  todo  lo 
que  en  el  reíd  cada  bora  ae  faoia.  Otrosí  escribía 
cartas  graciosaa  á  los  grandes  de  sus  Beynos  que 
estaban  en  la  bueste,  é  algunos  otros  caballerea  é 
capitanes,  á  quien  entendía  aer  neoeaario:  á  unos 
agradeciéndoles  lo  que  facían ,  á  otros  loando  su  vo- 
luntad de  lo  que  deseaban  facer.  B  con  estos  pro- 
veimientos que  la  Beyna  facia,  tenia  gratos  á  los 
grandea  sefiores  é  á  los  otros  caballeros  para  aofrir 
loa  trabajos  que  pasaban. 

CAPÍTULO  XUIL 

Como  d  Roy  ooa  alfnnot  etballeros  M  A  4ar  tUU  A  la  dbda4 

4«  Málaga^ 

Bl  Bey  siguiendo  el  primer  consejo  que  en  Cór- 
doba en  presencia  de  la  Beyna  ovo,  de  cercar  la 
oibdad  de  Málaga  9  dexó  su  real  puesto  cerca  de  la 
villa  de  Cártama,  é  con  algunos  caballerea  é  fijos^ 
dalgo  que  con  ¿1  fueron,  partió  con  bus  batallaa  or- 
denadaa  para  la  oibdad  de  Málaga,  por  ver  el  sitio 
donde  se  debía  poner  el  real.  B  como  llegó  cerca  de 
la  dbdad,  salió  el  Bey  Moro  con  faata  mil  bomea  á 
caballo ;  los  quales ,  según  se  mostró  en  el  srreo  de 
sus  personas  y  en  los  caballea  qne  traían,  parecían 
bomes  de  guerra  los  maa  escogidos  que  babia  en  to- 
do el  Beyno  de  Granada.  Otrosí  salieron  oon  él  gran 
número  de  peones ,  que  se  mostraron  por  laa  buer- 
tas  6  olivarea  cercanos  á  la  cibdad.  B  trabóae  entre 
loa  unoa  é  loa  otros  una  escaramuza,  la  qual  cre- 
dendo  de  grado  en  grado,  se  encendió  tanto ,  que 
caían  mucbos  de  los  unos  ó  de  los  otros ;  é  quanto 
IOS  moros  se  esforzaban  á  mostraren  aquella  f aoien- 
da  sus  fuerzas,  tanto  los  christianos  pugnaban  con 
mayor  ánimo  por  loa  vencer.  Bn  esto  pelea ,  una  vea 
loa  cbristianos  retraían  á  los  moros  fasto  los  poner 
bien  cerca  del  muro ;  otra  vez  los  moros  con  espin- 
gardas é  oon  la  multitud  de  saetea  qne  tiraban  den- 
de  loa  olivares  é  buertaa  ferian  mucboa  bomes  é  ca- 
ballos de  loa  cbristianoa  é  loa  facían  retraer  del  mu- 
ro donde  llegaban.  T  en  esto  manera  duró  aquella 
flfloaramuaa  entre  elloa ,  f  aato  tanto  que  el  Bey  man- 
dó á  loa  capitanea  que  fioieaen  retraer  su  gente ;  ó 
loa  moroa  anaimeamo  ae  retraauwout  Molieron  é  fue- 


itBS  DB  ÜÁBSttAéL 

ron  faridoa  en  aquella  eaoaramnaa  algonoa  Ae  íoé 
ohriatianoa,  eapeoialmento  morió  Don  Fernando  da 
Ayala ,  el  heredero  mayor  de  la  caaa  de  Ayala,  que 
con  oaadía  de  caballero  ae  metió  tanto  entra  loa  mo- 
roa firiendo  4  recibiendo  leridea^  faato  que  lo  ma- 
taren.  Bstonoea  el  Bey  mandó  ver  el  aitio  donde  ae 
podría  aaentar  au  raál;  é  porque  no  ae  falló  lugar 
do  pudieae  haber  tanto  abundancia  da  agua  que 
bastase  para  toda  la  hueato,  -porque  un  rio  que  paaa 
oerca  de  la  cibdad  eatoba  aeoo;  otroaí  porque  había 
tonto  multitud  de  moroa  en  la  cibdad ,  que  fuera  pe« 
ligroaa  la  guarda  del  raal  que  allí  ae  puateae;  acor- 
dó que  por  eqtoncea  no  se  pusiese  real  aobre  la  eib^* 
dad  de  Málaga ,  é  volvió  para  la  villa  de  Cartamai 
donde  ovo  consejo  de  b  que  debiia  luego  facer. 
Acerca  desto  ovo  diversos  votos^  algunoa  decían 
que  baatoba  la  guerra  fecha  en  aquella  entrada, 
puea  con  talea  trabajoa  é  peligroa  se  habían  ganado 
laa  víllaa  de  Cártama,  ó  Coin,  ó  Benamaquez,  ó  se 
habían  deapoblado  laa  otraa  víllaa  é  torrea  que  ae 
derribaron;  é  que  en  la  guerra  y  eatrago  grande 
que  en  aquellaa  partea  se  había  fecho ,  laa  gentea  de 
la  hueato  habían  trabajado  tanto  que  era  raaon  que 
raposasen.  Bl  voto  de  otroa  era,  que  puea  quedaba 
aaaa  tiempo  del  verano  para  guerrear  en  otraa  par- 
tea de  aquel  Beyno,  no  lo  debían  perder ;  é  que  de-' 
bia  ir  el  Bey  á  tolar  loa  panea  é  arbolea  é  vífiaa  6 
buertaa  de  muchoa  lugarea  que  eatoban  metidoa  en 
los  valles  ceroanoa  á  aquella  comarca,  ó  debia  po- 
ner real  sobre  la  villa  de  Oasarabonela.  Anaimeamo 
quando  la  Bejrna  sopo  que  laa  víllaa  de  Coin  é  Car- 
tama  erai^  tomadaa ,  embió  á  dedr  al  Bey,  que  si  á 
él  pareciese  debia  proseguir  su  oonquísta  oontra 
otraa  partea,  qualea  entendiese  en  aquel  Beyno; 
pues  había  asaz  tiempo  del  verano  en  que  laa  gen- 
tea  podian  estar  en  el  campo,  é  que  ella  embiaría 
lo  que  fuese  necesario  para  bsatocer  la  hueato. 

Bl  Bey,  oído  lo  que  la  Beyna  le  embió  á  decir,  é 
los  votos  de  los  caballeroa  que  con  él  estoban ,  'por- 
que fué  informado  que  alguna  gente  de  pelea ,  que 
guardaba  la  cibdad  de  Bonda,  la  hablan  dezadopor 
venir  á  socorrer  á  Málaga,  é  á  los  otros  lugarea  da 
su  comarca,  é  que  los  vecinos  de  aquella  cibdad  ea> 
taban  sin  sospecha  de  ser  cercados ,  pensó  que  sería 
mejor  acuerdo  conquistar  luego  aquella  oibdad  que 
ning^a  otra  de  los  moros.  Bsto  pensamiento  que 
el  Bey  ovo,  comunicólo  en  su  secreto  con  algunoa 
caballeros  é  capitanea  que  sabían  la  tierra  y  enten- 
dían laa  cosaa  de  la  guerra,  los  qualea  le  dizeron, 
que  la  cibdad  de  Bonda  era  muy  fuerto  y  el  lugar 
de  su  asiento  era  áspero ,  é  que  sería  trabajoso  el 
cerco  que  sobre  ella  se  pusiese,  por  la  multitad  de 
loa  moros  que  en  laa  sierras  cercanaa  á  aquella  cíb- 
bad  eatoban.  E  aunque  loa  principalea  homea  de  la 
guerra  eran  absentos  dalla,  pero  por  aer  oíbdad  po- 
pulosa, síempra  quedarían  en  ella  asaa  moroa  pan 
la  defender.  Maa  porque  vieron  al  Bey  indinado  á 
la  oeroari  oonformáronae  con  él  para  lo  poner  en 
obra» 


'•»' 


DON  mUTAlíDO 

OAFflüLD  ZUY. 

Cobo  el  Mr  f  «m  nal  fokre  ta  tíkiU  4o  Roída,  é  la  oooikatté 

é  la  loiid. 

El  Bej  poniendo  por  obra  la  yolantad  qne  tovo 
de  oeroar  la  cibdad  de  Ronda ,  mandó  al  Marqnée  de 
Oália ,  é  á  Don  Pero  Enríqaei ,  Adelantado  del  An- 
dalnolai  é  á  Don  Fnrtado  de  Mendoza,  capitán  de 
la  gente  del  Oardenal  de  Eepafia,  é  á  Rodrigo  de. 
Ülloa ,  en  contador  mayor,  que  luego  fuesen  para 
aquella  oibdad  oon  tres  mil  hornea  á  caballo  é  ocho 
mil  peonee ,  é  guardasen  por  todo  el  circuito  que 
ninguno  entrase  ni  saliese  della. 

Estos  caballeros  partieron  luego  como  el  Rey  lo 
mandó,  é  pusiéronse  con  la  gente  que  llevaban  cer- 
ca de  la  cibdad  á  guardar  la  entrada  é  la  salida  de 
los  moros.  El  Rey,  como  dexó  reparado  el  muro  é  las 
torree  de  la  Tilla  de  Cártama  6  bastecida  de  lo  ne- 
cesario para  su  defensa,  movió  su  real  de  allí  é  to- 
mó el  camino  de  los  prados  de  Antequera,  que  es 
bien  desviado  del  camino  de  Ronda.  E  como  se  vido 
por  todas  las  gentes  la  vuelta  que  el  Rey  oon  toda  su 
hueste  f  acia  para  aquellas  partes,  los  moros  creyeron 
que  iba  á  poner  sitio  sobre  la  cibdad  de  Loza ;  lo 
qual  ansimesmo  creían  todos  los  que  iban  en  su  hues- 
te, salvo  aquellos  pocos  á  quien  en  su  secreto  habia 
comunicado  la  voluntad  que  tenia  de  cercar  A  Ron- 
da. É  como  todos  pensaron  que  habian  do  ir  por  el 
rio  de  Guadalheroe  arriba,  camino  de  Loza,  volvió 
pof  aquel  río  abazo  camino  de  Ronda  por  la  via  de 
Teba  é  de  los  prados  de  Antequera.  É  mandó  al 
Oonde  de  Benavente  que  con  dos  mil  bornes  A  ca- 
ballo é  quatro  mil  peones,  tomare  It  delantera,  é 
fuese  á  Ronda  á  se  juntar  con  «^l  Marqués  de  Calis , 
é  con  los  otros  caballeros  que  habla  ombiado  prime- 
ro ;  é  que  asentasen  el  real  en  los  lugares  que  en- 
tendiesen ,  entretanto  que  el  Rey  llegaba  con  toda 
la  otra  gente  de  su  hueste. 

La  rasen  demanda  que  fagamos  aqui  mención 
del  asiento  desta  cibdad  de  Ronda,  é  de  la  natura- 
lesa  de  la  tierra  é  su  comarca,  é  de  la  condición  de 
la  gente  que  la  moraba.  Esta  cibdad  es  hacia  la  par- 
te del  poniente,  apartada  de  la  mar  por  espacio  de 
ocho  leguas,  y  está  asentada  sobre  una  gran  pefta 
alta  y  asenta  de  todas  partes;  y  en  la  parte  de  lo 
mas  llano  de  la  pefta  está  fundado  un  alcásar,  for- 
talecido con  tres  muros,  torreados  con  muchas  tor- 
res. De  la  otra  parte  está  fortalecida  con  la  dispn- 
sioion  del  lugar,  perqué  las  dos  partes  de  la  cibdad 
rodea  una  boa,  do  está  un  vallé  muy  fondo,  é  por  el 
valle  corre  un  rio  do  están  los  molinos.  T  estas  dos 
partes  de  la  cibdad  son  inexpugnables,  que  no  hay 
juicio  de  home  que  las  ose  combatir;  é  debaxo  de  un* 
pefia  de  las  que  están  en  aquella  hos,  á  la  parte  de  la 
cibdad,  sale  una  fuente  oon  un  oafto  de  agua  muy 
grueso ;  é  desta  fuente  se  sirven  los  de  la  cibdad| 
por  una  mina  que  está  fecha  antiguamente  dentro 
del  muro.  De  la  otra  parte  de  la  cibdad  están  gran- 
des pefias  é  lugares  ásperos  que  la  fortifican,  é  á  la 
parte  del  alcázar  tiene  dos  arrübdeSi  uno  uto  |  i 


ll  DOltA  IBÁBBti.  ití 

otro  bazo.  B  ansí  los  muros  de  la  elbdad,  oomo  loa 
deles  arrabales,  son  fortaleddos  de  muchas  torres 
é  pefias  que  los  defienden.  La  tierra  cercana  á  la  cib- 
dad es  montuosa  de  grandes  sierras  fértiles  por  laa 
muchas  é  buenas  aguas  que  abundan  en  ellas  ;  está 
poblada  de  muchos  moradores  á  quien  la  aspereza  de 
aquellas  montafias  face  ser  homes  robustos  é  ligeros 
é  guerreros  ,  porque  en  aquellas  fronteras  síerapre 
continaron  la  guerra  con  los  christíanos.  Betas  gen- 
tes acostumbran  mostrar  sus  fijos  de  pequefion  á  ti- 
rar la  ballesta ,  y  en  esta  arte,  por  el  graiid  neo  que 
tienen ,  son  tan  maestros,  que  no  yerran  de  dar  en 
qualquier  lugar  do  tiran. 

Los  caballeros  que  habemos  dicho ,  con  la  gente 
que  el  Rey  embió  delante,  llegaron  á  la  dbdad,  é 
cercáronla  por  todas  partes ,  de  manera  que  ningu- 
no pedia  entrar  ni  salir  della.  B  después  que  el  Rey 
llegó  con  todas  los  otras  gentes,  é  llegaron  los  car* 
ros  de  la  artillería  é  de  los  pertrechos ,  mandó  asen- 
tar en  el  circuito  de  la  cibdad  dos  reales.  En  el  uno 
se  asentaron  sus  tiendas  ,  é  las  de  sus  oficiales  é 
guardas;  é  cerca  de  las  tiendas  del  Rey,  á  la  parte 
de  la  cibdad  que  dicen  el  Mercadillo,  mandó  apo- 
sentar al  Maestre  de  Alcántara,  é  al  Conde  de  Bena- 
vente ,  é  al  Maques  de  Oália  con  sus  gentes.  Otrosí 
se  aposentaron  cerca  destos  otros  capitanes  del  Rey 
é  de  la  Reyna  oon  las  gentes  de  sus  capitán! asi  En 
otro  real,  á  la  parte  del  alcázar,  se  asentó  la  artillería 
é  puso  en  guarda  della  al  OondesUble,  oon  otros  ca- 
balleros é  gente  de  la  hueste.  T  en  otra  parte  de  la 
oibdad  estaba  el  Maestre  de  Santiago  oon  sus  gen- 
tes é  con  otros  capitanes  que  fueron  aposentados  en 
aquella  parte.  L^s  otros  caballeros  é  gentes  de  la 
hueste  se  aposentaron  cada  uno  en  el  lugar  que  les 
fué  sefialado  por  los  Mariscales  del  Rey,  é  fueron 
repartidas  las  estaozas  en  tales  lugares,  que  la  cib- 
dad fué  bien  cercada  por  todas  partes.  Otrosí  man- 
dó el  Rey  poner  guardas  sobresalientes  para  socor- 
rer á  qualquier  estauza  que  oviese  menenter  ayuda, 
É  á  cada  uno  de  los  caballeros  é  capitanes  que  te- 
man cargo  de  algunas  estanzas,  fizo  facer  cavas  é 
álbarradas  é  tapias  para  la  fortificar.  Asentado  el 
real  é  las  estanzas  en  la  manera  que  habemos  dicho, 
mandó  el  Rey  poner  guarda  en  el  campo  y  en  los 
caminos,  é  sobreguardas  y  escuchas,  para  sentir 
qualquier  movimiento  que  los  moros  quisiesen  fa- 
cer. Este  real  estaba  bastecido  con  abundancia  de 
pan  é  vino  é  carne,  é  de  todos  los  oficios  é  oficiales, 
é  de  las  otras  cosas  que  eran  menester  para  la  hues- 
te ,  porque  la  Beyna  mandaba ,  que  no  cesasen  las 
requas  todos  los  dias  de  llevar  provisiones.  B  por- 
que mayor  abundancia  oviese,  mandaba  poner  en 
los  reales  dos  grandes  montones,  une  donde  ovieee 
vrinte  mil  fanegas  de  cebada,  é  otro  donde  oviese 
otro  tanto  de  harina;  y  estos  montones  estaban 
siempre  enteros,  que  no  se  tocaba  á  ellos,  salvo  al- 
gún dia  si  cesaban  las  requas  de  venir  con  las  pro- 
visiones al  real. 

Oomo  el  Rey  moro  que  estaba  en  Málaga ,  sopo 
que  el  Rey  habia  puesto  real  sobre  la  cibdad  de  Ron- 
da, embió  algunos  oaballeros  á  aquellas  partes,  é 

27 


41S 


GBÓNIOAS  DI  LOB  BITIB  DI  OASTlLíiA. 


lotbomaiddgaemiiaiorilMdelaoibdady  qn6«t- 
tabui  ídermde  ella,  oon  las  gentea  quemoralMtneii 
aqneUaaeerraniafli  sa  juntaron  é  yinieron  bian  ear- 
oa  da  la  eibdad.  B  púeatoa  an  laa  rieiraa  y  an  las 
toma  7  enastas  I  é  otros  lagaña  asparos,  aalian  to- 

dos  losdias  á  palear  oon  laa  gnardaa  que  iban  al  her- 
baja,  é  oon  laa  otras  gnardaa  qna  eataban  an  loa  oa- 
minoa.  Otrosi  facían  grandes  fuegos  encima  da  las 
onmbres  de  las  montafias,  6  deaoandian  de  aqnáüaa 
altnraa  oon  impefcn  rigorosoí  segon  sn  ooatiunbra 
da  palear,  é  'acometían  oon  grandes  alaridoa  A  las 
gnardaa  de  loa  ohrístianoa.  B  como  qnier  qnafacian 
muchos  tiros  da  saetas  y  espingardas  é  piedraa ,  pero 
el  Bey  defendió  que  ninguno  sin  licencia  suya  ó  de 
sus  capitanea  aalieaede  la  guarda  donde  cataba  Apa- 
lear oon  loa  morca,  por  eacnaar  el  dafio  que  aa  pe- 
dia seguir  peleando  con  dloa  por  aquellos  lugarea 
do  no  babia  dispnsicion  para  la  pelea,  aalvo  A  gran 
ventaja  da  los  moros.  B  todos  los  sefiores  A  caballe- 
rea é  capitanea  de  la  hueate ,  oon  gran  diligencia  tra- 
bajaban cada  uno  en  la  parta  do  eataban;  los  unos 
an  defender  laa  entradas  del  real ,  é  tener  los  peo- 
nes que  no  subiesen  la  sierra ,  loa  otroa  en  defen- 
der laa  ftstfiff»—  que  tenían  pueataa  contra  la  oibdad. 
Acaeció  algunaa  vecea  que  los  moros  naturales  de 
la  dbdad ,  oon  el  peaar  que  tenían  de  la  ver  oeroa- 
da,  acometían  A  las  guardas,  peleando  con  tanto 
oofage,  que  indiaoretamenta  se  ofrecían  A  la  muer- 
ta, A  fin  de  matar  ó  entrar  en  la  oibdad  A  la  defen- 
der. La  oibdad  tenía  un  arrabal  muy  fuerte  repar- 
tido, oome  babemos  dicho , en  dos  partea,  uno  alto 
é  otro  bazo ;  y  él  Bey  mandó  que  el  artíllería  ae 
'  asentase  en  tres  lugares  para  que  Ijrasen  A  tres  par- 
tea del  muro  que  oeroába  el  arrabal.  Loa  morca  de 
la  dbdad  quando  se  yieron  cercados,  juntAronsa 
con  el  Algualcil  mayor  de  Bonda,  é  dispuaióronse  A 
la  defender ;  é  pusieron  sus  guardas  en  laa  torrea  é 
muroa ,  y  en  laa  puertas  de  la  oibdad  é  de  loa  arra- 
balea,  y  en  los  lugarea  que  entendieron  ser  necesa- 
riaa.  Loa  maestros  del  artillería  oomenaaron  A  tirar 
oon  laa  lombardas  gruesas ,  é  derribaron  en  espado 
de  quatro  diaa  el  potril  é  las  almenas,  é  todo  lo  alto 
de  tres  torres ,  oon  un  pedaao  dd  muro  que  oeroá- 
ba los  arrabales.  É  de  tal  manera  fué  derribada  la 
defensa  por  aquella  parte,  que  los  moros  no  habían 
lugar  do  ae  poner  A  los  defender,  por  los  muchos 
tiros  de  ribadoquines  é  otros  tiros  de  pólvora  que  se 
tiraban.  Otrosí  cayó  en  otro  lugar,  por  do  tiraban 
laa  lombardaa,  un  pedazo  del  adarve  donde  murie- 
ron algiinoa  moroa. 


ble,  que  cataban  en  la  gualda  de  maestanUí  i4rfa 
que  laa  lombardaa  liabian  desmodiado  una  to^  A 1% 
parte  que  dloa  guardaban,  arrametlaron  AUtoira  A 
subieron  en  ella.  Bl  Bey  que  continamente  andaba 
requiriendo  laa  astanzaa  y  eafonando  lagente^  via- 
to  oomo  aqudloa  peeneahabianganadola  tonáiea- 
fonóloa  maa.É  mandó  Ala  gentedearmaa  da  aque- 
lla estansa  que  socorriesen  Aaqudloa  peonea ;  A  con 
d  eafneno  que  d  Bey  lea  puaoi  anametieron  oon 
caadla  al  murOi  A  apodeiAronse  ¡de  aqnd  tomijon. 
Loa  da  laa  otoaa  estansaa  arremetieron  cada  uno  por 
su  parta,  de  numera  que  loa  unce  por  unaa  partea  A 
loa  otroa  por  otras,  entraron  loa  arrd>dea. 

Aoaeaoió  que  un  oaballero,  que  ae  llamaba  Alen* 
so  Fazardo,  oapitande  dertoa  peonea,  puao  una  aa- 
oala  al  muro  en  la  parta  que  combatía,  A  aubló  d 
primero  por  día,  A  luego  anidaron  traa  él  otroa  m» 
cuderoa  A  peones  ¡  los  qualea  pdearon  oon  loa  moroa 
é  ganaron  aqudla  parte  del  adarve.  T  eata  oqdtan 
Fazardo  ae  adelantó,  A  tomó  la  aella  que  Uevdba  d 
iifóreí  de  aquelloa  peonea,  A  trabajó  por  lo  poner 
endma  de  la  torro  de  una  mosquita  que  cataba  an 
aqud  arrabaL  Loa  moroa  que  guardaban  la  torro  vi- 
nieron contra  d,  A  tomAronle  la  bandera.  T  Al  pe- 
leando oon  dloa  en  loa  tazadoa  de  la  mecquita,  A 
vista  de  todoa  la  recobró  por  fuena  de  armaa  con 
ayuda  que  le  fideron  loa  que  le  aeguian ;  é  pdearon 
oon  loa  moroa  de  aqudla  torro,  faata  que  la  ganaron 
é  ficiaron  retraer  A  loa  moros  por  las  puertea  dd  d- 
cAsar  de  la  dbdad.  Al  fin  loa  moroa,  veyendo  loa 
ohrístianoa  entnur  por  tantea  partea,  é  no  lea  pudien- 
do  redstir  la  entrada  ni  aofrir  d  dafio  que  reoebian 
de  los  muchos  tiros  que  d  artillería  fada,  deaai|A- 
pararon  los  arrabdea ,  A  retrazióronaa  A  la  oibdad, 
é  loa  chriatíanoa  quedaron  apoderadoa  delloa,  A  ro- 
baron las  casas,  A  todo  lo  que  fallaron  (1).  Toma- 
dos loa  arrabdea  de  Bonda,  luego  otro  día  mandó 
el  Bey  meter  laa  lombardaa  grandea  A  loa  otroa  ti- 
roa  de  pólvora ,  ó  loa  engeníoa  é  oortaoa  para  oom- 
batír  la  oibdad.  Loa  que  tenían  cargo  de  proveer 
las  cosas  necesarias  en  d  red,  trabajaban  por  aua 
pevBonaa  A  aolidtaban  A  loa  miniatroa  que  tenian 
puestos,  para  que  pusiesen  gran  diligencia  cada  uno 
en  d  cargo  que  lea  habían  dado,  porque  no  ovieae 
punto  de  fdta  en  el  tiempo  que  fuese  manesteri 
Otrod  daban  grand  acucia,  para  que  el  artíllería  se 
asentase  en  loa  lugarea  que  loa  maeatroa  acordaron 
que  se  debía  poner.  B  oomo  fué  asentada,  luego 
oomensaron  A  tírar  juntamente  laa  lombardas  grue- 
aaa  con  loa  otros  tiros  de  pólvora  medianoa  é  meno- 


Loa  chriatíanoa,  visto'que  eran  derríbadaadgunaa  I  rea.  AnnAronse  ansímesmo  loa  engeniosA  los  cor- 


almenaa  6  defensas  dd  muro,  cobraron  mayor  ea- 
fneno para  combatír.  É  la  gente  del  Conde  de  Be- 
navente  é  del  If  aestre  de  AlcAntara ,  que  guarda- 
ban una  eaUnsa,  A  gran  peligro  aubieronuna  cues- 
ta alta,  por  ganar  aquella  parte  do  combatían;  A 
por  fuersa  de  armaa  cobraron  una  pafia,  que  para  d 
combate  era  gran  defensa  A  los  moros  é  ayuda  A  loa 
chriatíanoa.  Los  de  laa  otraa  estanzaa  que  habemoa 
dicho,  cada  uno  por  su  parte  trabajaba  por  llegar  d 
muro  I  y  espeoialmente  unos  peones  del  Oondesta" 


taos  que  tiraban  A  la  eibdad.  Otrod  ficiaron  loa  i 
troa  dd  artíllería  unaa  pellaa  grandea  de  hilo  de  oA- 
fiamo  é  pea  ó  alorovita  ó  pólvora,  conf  eodonadaa  oon 
otroa  materídea,  da  td  manera  A  oompoatura,  que 
poniéndoles  fuego  echaban  de  ai  por  todaa  partea 
centellas  A  Uamaa  eapantoaas,  é  quemaban  todo  quan- 
to  alcanaaban,  y  d  fuego  que  lanaaban  de  d  du- 


(1)  Tomáronse  loi  tmbal«  U  ftoadt  i«éf m  Aom  U  Biio  «a 


bO»  VBttNAHDO 

rabft  por  grand  «ptdo  y  er*  tan  riguoso,  qae 
ninguno  osaba  llagar  á  lo  matar.  Fioieron  anaimea- 
mo  pelotas  redondas  grandes  é  pequefias  de  fierro, 
idestas  fadan  muchas  en  molde,  porque  en  tal  ma- 
nera templaban  el  fierro ,  que  se  derretía  como  otro 
metal ;  y  estas  pelotas  f  aoian  grand  estrago  do  quie- 
ra que  aloansában.  Las  lombardas  grandes  tiraron 
tantas  veces  al  muro  de  la  oibdad  é  del  aloásar  que 
derribaron  gran  parte  de  las  almenas  é  de  las  otras 
defensas  que  habia  en  las  torres  é  adarves.  Otrosí 
por  otras  partes  tiraban  los  cortaos  é  los  engenios ; 
é  tantos  é  tan  continos  eran  los  tiros  que  facía  el  ar- 
tillería ,  |Ue  los  moros  que  guardaban  la  cibdad  A 
gran  pena  se  oían  los  unos  á  los  otros,  ni  tenían  lu- 
gar de  dormir,  ni  sabían  A  que  parto  socorrer;  por- 
que de  la  una  parte  las  lombardas  derribaban  el  mu- 
ro, é  de  la  otra  los  engenios  é  cortaos  derribaban  las 
casas.  B  si  los  moros  trabajaban  por  reparar  lo  que 
las  lombardas  derribaban,  no  habia  lugar  de  lo  fa- 
cer, porque  los  otros  tiros  de  pólvora  medianos  que 
continamente  tiraban  no  les  daban  lugar  á  lo  repa- 
rar, é  mataban  todos  los  que  estaban  sobre  la  cerca, 
Otrosí  con  un  engenío  echaron  una  pella  grande  de 
fuego  dentro  en  la  cibdad,  la  qual  venía  por  el  ayre 
echando  de  sí  tan  grandes  llamas,  que  ponía  espan- 
to A  todos  los  que  la  veían.  Esta  pella  cayó  en  la 
cibdad ,  é  comenaó  de  arder  la  casa  donde  acertó* 
'  os  de  la  cibdad,  A  quien  su  gran  fortalesa  largos 
tiempos  había  dado  confianaa  de  seguridad ,  muda- 
da súbitamente  su  confianza  en  turbación,  é  su  se- 
guridad perdida  coa  el  miedo ,  ni  podían  tomar  ar- 
mas ni  administrarlas ,  porque  veyendo  A  los  unos 
caer  feridos ,  é  A  los  otros  muertos,  arder  las  casas, 
caer  las  torres ,  estaban  turbados ,  que  no  sabíao  A 
quÜ  logar  socorrer ,  ni  qué  consejo  tomar.  Porque 
ninguno  podía  estar ,  ni  en  el  muro  defendiendo, 
ni  por  las  calles  andando,  ni  faciendo  otra  alguna 
manera  de  defensa.  Las  mugeres,  no  acostumbradas 
de  tal  infortunio  é  los  nífios,  enflaquecidos  con  el 
espanto  del  fuego  é  de  los  golpes  de  las  lombardas, 
daban  voces,  ó  lloraban  unas  las  muertes  de  sus  ma- 
ridos é  de  BUS  fijos,  otras  sus  feridas,  otras  la  des- 
truícion  de  la  cibdad.  É  con  los  gritos  é  lloros  que 
facían ,  desmayaban  los  moros  principales,  é  priva- 
do el  sentido ,  perdían  las  fuerzas  para  dar  remedio 
A  sí  ni  A  la  gente  de  la  cibdad.  Los  ohristianos  cada 
uno  por  BU  parte  en  el  cargo  que  tenia,  ponía  dili- 
gencia ;  los  unos  en  guardar  los  pasos  A  los  moros 
que  venían  por  la  sierras  con  grandes  alaridos,  fasta 
cerca  de  las  entradas  del  real ;  otros  en  que  se  con- 
tinasen  los  tiros  del  artillería.  E  quantos  mayores 
dafios veían  recebir  Ales  moros,  mayor  esfuerzo  to- 
maban para  los  guerrear.  T  esta  manera  de  comba- 
tir duró  diez  días,  fasta  que  los  moros  perdieron  la 
fuerza  para  pelear  y  el  esfuerzo  para  defender ;  é 
recelando  la  muerte  ó  el  captiverío  general  de  to- 
dos, demandaron  seguro  para  f  ablar  en  partido  de 
entregar  la  cibdad.  T  el  Bey  mandógelo  dar ,  é  que 
eesasen  por  todas  partes  los  tiros  que  facía  el  arti- 
llería; pero  que  les  oonvenía  dezar  libre  la  cibdad, 
éqna  los  mofidoroi  della  se  fuesen  é  vivir  A  otras 


A  DOtfA  ISA6BL.  4t» 

partes.  Bl  Alguacil  mayor,  é  los  otros  vi^  é  ca- 
balleros moros,  conociendo  del  Bey  que  no  faria 
otro  partido,  prometieron  de  le  entregar  la  cibdad 
é  dexarla  libre  de  los  moradores  della ,  dAndoles  se- 
guro de  las  vidas  6  de  las  faoiendas,  para  que  se 
fuesen  los  que  quisiesen  A  los  reynos  de  moros  que 
son  en  África,  ó  A  la  cibdad  de  Granada,  ó  A  otras 
partes.  B  sí  algunos  quisiesen  morar  en  qualesquier 
cibdades  é  villas  del  Beyno  de  Oastilla,  qua  el  Bey 
les  mandase  recebir  en  ellas ,  é  les  conservase  en  sn 
ley ,  6  mandase  que  fuesen  tratados  con  paz.  Bl  Bey 
prometió  de  lo  Hoer  según  le  fué  demandado,  por 
esousar  las  muertes  é  otros  dafios  que  pudieran  ha- 
ber los  suyos  en  los  combates  y  en  la  entrada  de  la  - 
cibdad,  que  era  tan  Áspera,  que  con  pooa  resisten- 
cía  que  los  moros  fideran,  pudieran  facer  gran  da- 
ño en  los  ohristianos ,  é  otrosí  por  los  relevar  de 
les  trabajos  contínos  que  tenían  guerreando  con 
la  multitud  de  los  moros  que  estaban  sobre  aque- 
llas sierras  é  logares  Ásperos.  Otorgado  el  partido 
A  los  moros,  por  parte  del  Bey  les  fué  demandado 
que  por  seguridad  de  le  que  habían  prometido, 
apoderasen  luego  en  una  torre  del  álcAzar  A  un  ca- 
ballero que  él  mandase,  porque  no  ovíese mudanza 
de  lo  que  con  él  habían  asentado.  Los  moros  res- 
pondieron que  les  piada.  B  luego  mandó  el  Bey  A 
Don  Bernardino  de  Velasco  fijo  del  Condestable^ 
que  con  gente  de  armas  se  apoderase  de  una  torre 
del  alcAzar  que  los  moros  le  entregaron ;  el  qnal 
estovo  apoderado  della  fasta  que  todos  los  moros 
é  moras  con  sus  bienes  fueron  salidos  de  la  dbbad, 
é  la  dexaron  libre  al  Bey.  Bu  la  qual  entró  este  Bey 
Don  Femando  con  los  sefiores  é  caballeros  de  sa 
hueste,  Domingo  día. de  la  Pascua  de  SanctispírituSí 
A  veinte  y  dos  días  de  Mayo,  contados  del  nasd« 
miento  de  nuestro  Bedemptormü  é  qnatrocientos 
é  ochenta  é  cinco  afios. 

Haberse  ganado  esta  oibdad,  fué  cosa  mas  digna 
de  admiración  que  gobernada  por  razón ;  porque 
según  su  fortaleza  é  la  multitud  de  aquellas  gentes 
herbaras  que  moraban  en  ella  y  en  las  serranías  que 
son  en  su  circuito,  no  se  pediera  imaginar  por  loa 
homes  de  la  sitiar  con  esperanza  de  la  ganar  en  mu- 
chos tiempos  é  con  gran  multitud  de  gentes.  B  co- 
mo la  dbdad  de  Bonda  fué  tomada,  luego  aquella 
multitud  de  moros  que  estaban  en  las  montafias  sa 
derramaron ,  é  los  peones  del  real  subieron  aquellas 
sierras  empos  dellos,  é  los  signieron ,  pensando  pe- 
lear con  eÚos  é  los  matar  ó  captivar ;  é  no  fué  en 
poderío  de  ninguno  de  los  capitanes  resistir  A  aque- 
llos peones  la  subida;  pero  los  moros  que  sabían  la 
tierra,  se  pusieron  en  las  villas  cercadas  y  en  las 
muchas  torres  que  hay  en  aqudla  serranía  de  Bon- 
da, do  se  pudieron  salvar.*  Bl  Alguadl  mayor  de 
Bonda  con  sus  fijos  é  parientes  que  era  gente  noble 
entre  los  moros,  demandaron  que  querían  ír  A  mo- 
rar en  la  cibdad  de  Sevilla  y  en  la  villa  de  AlcalA 
de  Quadayra ;  dé  lo  qual  plogo  al  Bey  é  A  la  Bey 
na ,  é  mandAronles  dar  sus  cartaa  para  que  los  red- 
biesen  en  aquellos  lugares,  é  los  tratasen  bien  é  ho- 
norablemente, é  diéronlea  franquoMS  de  todos  til* 


420 


ÓBÓNlÚAS  DB  LOS  ÉBTEB  DB  QASTÍLtA. 


batos.  (Hroeí  las  mindAron  dar  omm  ,  é  les  fioieron 
merced  de  pan,  é  de  algimas  otras  proyisiones  para 
sa  mantonimiento.  Otros  Teoinos  de  la  oibdad  se 
faeroQ  A  inorar  á  la  serranía  de  Bonda,  A  ser  mu- 
dézares  oon  los  otros  qne  moraban  en  aqaella  tier- 
ra. Otros  algunos  pasaron  oon  seguro  del  Bey,  á  los 
reynos  de  África ;  é  ansí  quedó  despoblada  aqaella 
cibdad  de  los  moroSi  que  muohos  tiempos  antea  la 
habian  poseído* 

La  Reyna ,  qnando  sopo  que  la  cibdad  de  Bonda 
era  tomada,  oro  gran  placer,  é  mandó  facer  proce- 
siones é  grandes  sacrificios ,  dando  gracias  A  Dios 
por  aquellas  victorias.  B  mandó  dar  la  tenencia  de 
aquella  cibdad  A  un  caballero  .de  su  casa  que  se  lla- 
maba Antonio  de  Fonseca.  B  fueron  fundadas  en 
ella  estas  Iglesias :  la  primera  se  fundó  en  una  mea- 
quita,  quo  era  la  mayor,  A  la  advocación  de  Sancta 
Moría  de  la  Encarnación.  Otra  se  establesció  en  otra 
mezquita  A  la  advocación  de  Sanctispíritns,  porque 
la  cibdad  se  entregó  al  Bey  en  aquel  dia.  Otra  Igle- 
sia cerca  desta  se  estableció  en  otra  mezquita  A  la 
advocación  de  Santiago  Apóstol.  Otri^  Iglesia  se  es- 
bleció  A  la  advocación  de  Sant  Juan  Evangelista. 
Otra  Iglesia  se  estableció  en  otra  mesquita  que  es- 
taba cerca  de  unas  tiendas  que  eran  en  el  arrabal ,  A 
la  advocación  de  Sant  Sebastian.  E  para  todas  estas 
Iglesias  embió  la  Beyna  cruces  é  cAlices,  y  encen- 
sarios  de  plata,  ó  vestimentas  de  seda  ó  de  broca- 
dos, é  retablos ,  ó  imAgines,  é  libros,  é  campanas,  Ó 
todos  los  otros  ornamentos  que  eran  necesarios  para 
celebrar  en  ellas  el  culto  divino.  Fueron  ansimesmo 
moradores  cbristionos  de  las  cibdades  de  Sevilla  é 
de  Córdoba,  é  de  otras  partes  A  la  poblar.  E  porque 
los  moradores  de  aquellos  valles  é  serranías  de  Bon- 
da despoblaban  la  tierra  é  se  iban  A  otras  partes,  por 
miedo  que  babian  de  ser  muertos  ó  captivos,  el  Bey 
les  dio  seguro,  é  mandó  A  todas  sus  gentes  que  no 
les  flciesen  guerra  ni  dafio.  B  porque  algunos  tenta- 
ron de  quebrantar  este  seguro,  ó  tomaban  algunaa 
mugeres  é  nifios  captivos,  el  Bey,  informado  de  la 
verdad,  mandó  facer  justicia  de  los  que  se  falla- 
ron culpantes,  é  restituir  todo  lo  que  babian  to- 
mado. 

Vistp  por  loa  moros  que  el  Bey  les  guardaba  el 
seguro,  é  facia  justicia  de  los  que  les  facían  algún 
robO|  aseguráronse  para  estar  en  aquellas  serranías 
donde  quedaron  mudózares  ó  servidores  del  Bey  é 
de  la  Beyna;  ó  dende  en  adelante  contratoban  libre- 
mente oon  los  cbrístianos,  é  venían  seguros  al  real 
del  Bey  por  las  cosas  que  eran  necesarias* 

CAPÍTULO  XLV. 
Gsme  M  entrtiiroa  otros  lagiroi  de  moros» 

Sabido  por  aquéllas  oomaroas  de  los  moros  como 
la  cibdad  de  Bonda  era  tomada,  imprimióse  en  los 
oorazones  de  las  gentes  de  aquella  tierra  ton  gran 
terror,  que  recelando  los  vecinos  de  cada  lugar  que 
si  fuesen  cercados  serian  muertos  é  perdidos,  otro- 
sí, informados  como  aquellos  A  quien  el  Bey  asegu- 
raba eran  bien  guardadoS|  vinieron  mensageros  de 


las  villas  que  eran  en  la  oomarca  de  kootbdaá  ¿& 
Bonda,  é  soplioAronle  que  le  plogniese  tomaika  por 
vasallos,  pues  que  de  sa  voluntad  venían  A  sa  po- 
ner en  sa  servidumbre;  é  como  subditos  que  so^ 
obligados  A  su  Bey,  le  querían  acudir  oon  sus  triba- 
tos  en  la  manera  que  acudían  A  los  Beyes  moros. 

Otrosí  le  suplicaron  humildemente  que  le  plogoie- 
se  dar  su  seguridad :  primeramente  para  que  pudie- 
sen vivir  en  su  ley  de  Mahoma,  é  para  que  sus  per- 
sonas é  de  sus  mugeres  é  fijos  fuesen  seguras ,  é  po- 
dieseo  poseer  sus  bienes  é  oaaas  y  heredamientos. 
Bl  Bey  dio  el  seguro  que  las  villas  aquí  nombradas 
embiaron  Á  pedir,  oon  oondidon  que  luego  entre- 
gasen las  fortalesas  de  cada  ana  dellas,  é  todas  las 
torres,  é  qualesquier  faenas  que  en  ellas  oviese,  A 
los  que  él  mandase.  B  los  moros  prometieron  de  lo 
facer,  é  fueron  entregadas  las  f ortalesas  sigoientes' 
A  las  personas  que  el  Bey  mandó,  en  este  manera. 
La  villa  de  Tunquera  é  su  fortaleaa  A  Diego  de 
Barrase.  La  villa  é  fortaleaa  del  Burgo  A  Pedro  de 
Barrio  Nuevo.  B  la  villa  de  Honda  é  su  fortaleaa  A 
Hartado  de  Luna.  B  la  villa  de  Tolos  é  su  fortele- 
za  A  Sancho  de  Ángulo.  E  la  villa  é  fortaleaa  de 
Guasin  A  Pedro  del  Caatillo.  B  la  villa  é  fortaleaa 
de  Ouares  A  Sancho  de  Saravia.  La  fortaleaa  de 
Montexaque  A  Alonso  de  Barrio  Nuevo.  B  las  forta- 
lezas de  Hazualmara  é  Cárdela  que  son  en  la  serra- 
nía de  Villaluenga,  se  entregaron  al  Marques  de  OA- 
lis.  Las  fortalezas  de  las  villas  de  Benauzan  é  da 
Montecortol  6  de  Audite  mandólas  el  Bey  derribar. 
B  todos  los  moradores  destas  villas  é  lugares  que- 
daron por  siervos  mudóxares  del  Bey  é  de  la  Bey- 
na. B  juraron  loa  alf  aquíes  é  viejos  de  cada  uno  des- 
tos  lugares,  por  la  unidad  de  Dios  que  sabe  lo  pú- 
blico élo  secreto,  el  que  es  criador  vivo,  é  dio  la 
ley  A  Mahomad  su  mensagero,  de  ser  buenos  é  lea- 
les subditos  é  vasallos  del  Bey  é  de  la  Beyna,  é 
cumplir  sus  cartas  é  mandamientos,  é  de  facer  guer- 
ra é  paz  por  su  mandado,  é  de  les  aoudir  con  todos 
los  tributos  é  pechos  é  derechos  que  en  aquellas  vi- 
llas se  acostumbraron  dar  A  los  Beyes  moros;  Ó  qae 
esto  ferian  bien  é  lealmente  sin  ningún  engdlo.  Bl 
Bey  les  prometió  en  su  palabra  real  de  los  conser- 
var en  la  ley  de  liahomad ,  6  de  no  facerles  ni  con- 
sentir que  les  fuese  fecha  opresión  alguna ;  é  oon- 
sentir  que  sean  juzgados  sus  pleytos  por  juez  é  al- 
faquí,  é  A  consejo  del  Alcalde,  é  por  la  ley  de  Ja- 
racuna.  E  que  les  serán  guardadas  sus  penonas  é 
bienes  por  qualesquier  partes  de  sus  Beynosé  sefio- 
rios  que  andovieren ,  con  oondioion  que  no  fuesen  A 
ninguna  de  las  f  ortelesas  de  los  ohristianos  qae  son 
en  su  sefiorio  frontera  de  moros,  para  estaren  ellas 
una  hora  Antes  que  se  pusiese  el  sol. 

Vinieron  anaimesmo  A  obedecer  al  Bey  en  la  ma- 
nera que  habemos  dicho  los  mensageros  é  procnra- 
dorea  de  otras  diez  é  nueve  villas  que  son  en  la  ae^> 
ranía,  que  se  dice  el  Arrabal ;  A  los  procuradores  é 
mensageros  de  otras  diez  é  siete  villas  é  aldeas  que 
son  en  la  serranía  de  Gausin.  B  de  la  serranía  da 
Villaluenga  vinieron  los  procuradores  de  otras  dooa 
Tillas  é  aMeas.  B  todos  estos  procuradores  jararon 


DON  FBBNANDO 

«ODIO  lofl  de  iM  otns  tíIIm  ;  y  él  Bey  lee  diólemee- 
me  iegmided  oondidonade  qae  dio  A  los  otroe.  E 
porqae  todae  lee  TÜlas  é  lagares  que  eran  en  el  ra- 
lle de  Oartama  fueron  paestas  en  el  sefiorf o  del  Bey 
é  de  la  Beyna ,  é  los  de  la  yilla  de  Ousarabonelá  qoe 
es  en  aquel  valle i  no  vinieron,  según  que  todos  los 
otros  de  las  oomaroas  hablan  venido,  el  Bey  les  es- 
cribió su  carta,  embiándoles  á  mandar  que  entrega- 
sen aquella  villa  oon  su  f  ortalesa  i  quien  ü  manda- 
se;  é  si  lo  fldesen ,  les  asegurarla  sus  vidas  é  bieneg 
para  que  no  les  fuese  feoba  guerra  ni  dafio,  é  si  luego 
no  lo  pusiesen  por  obra,  que  embiaria  sus  gentes  á  la 
combatir,  oon  dafio  é  destruicion  de  sus  moradores. 
Los  vecinos  de  aquella  villa ,  oído  el  mandamiento 
del  Bey,  escribiéronle  una  carta  que  decia  ansí  (1). 
•Alabado  sea  Dios  poderoso  en  unidad,  que  no 
i  hay  otro  en  fas  de  la  su  grada  é  salvación  que 

•  Mahomad  nuestro  profeta  su  mensagero.  Escribi- 
•mos  la  presente  carta  al  gran  Bey  muy  poderoso, 
Bsefior  de  muy  grandes  reynos  é  sefioríos  é  de  mu- 
•chas  provincias,  poderoso  é  justo  en  sentendas,  é 
B amador  déla  justída.  Bey  de  Castilla:  ensálcelo 
bDíos  y  esfuércelo.  Nos  la  Comunidad,  é  Aiguadl  é 
•Alcayde  dd  castillo  de  Casarabonela  (juuto  oon 

•  esto  aoredente  Dios  vuestro  real  estado)  redbimos 
•una  carta,  é  leímosla,  y  entendimos  lo  en  ella  con- 
B tenido,  y  estamos  todos  en  voluntad  de  obedecer 
Bá  Vueshm  Altesa,  pues  que  oimos  é  vemos  que 
B  vuestra  palabra  es  verdad,  é  cierta  en  dicho  y  en 
>  fecho.  Por  quanto  nos  dixeron  que  Vueetra  Aitesa 

•  habia  dicho  qu$  ewmdo  ¡oí  marot  dé  (kuarahonda 
3vmierm  á  darme  la  obedieneiaf  €8tónee$  faré  yo  ¡o 
tqué  dloi  ftdtierm^  ensalce  Dios  á  Vueetra  Altesa. 
•Nunca  obedesdmos  ni  servimos  á  r^,  ni  á  ningún 
•caballero  en  toda  nuestra  vida,  é  fuimos  honrados 
•é  acatados  de  todos  los  reyes ;  pero  á  Vuestra  Alte- 
•sa  nos  conviene  servir  é  acatar,  pues  vos  flso  Dios 
•tan  poderoso  é  dichoso  en  todas  las  cosas,  é place- 
•rá  á  Dios  que  siempre  sea  ansí.  Por  ende,  pues  que 
•nos  ponemos  en  manos  de  Vuestra  Altesa,  seamos 
•bien  tratados  é  honrados  como  dempre  fuimos  de 
•todos  los  otros  reyes,  quanto  mas  seyendo  Vuestra 

•  Altesa  mas  poderoso  é  mayor  é  mejor  que  no  diosas 

Becebida  por  el  Bey  esta  carta  con  los  mensageros 
que  aquella  villa  embió,  luego  les  mandó  dar  su  se- 
guro en  la  manera  que  se  dio  á  las  otras  villas  é 
tierras.  E  los  de  la  villa  fideron  juramento  de  ser 
subditos  del  Bey  é  de  la  Beyna,  é  de  les  dar  é  pagar 
los  tributos  que  daban  al  Bey  moro,  en  la  forma 
que  las  otras  villas  lo  fideron ;  y  entregaron  luego 
el  castillo  é  todas  las  f  uersas  de  la  villa  al  capitán 
Don  Sancho  de  Boxas  que  embió  d  Bey  á  la  reoebir. 

OAPlTÜLO  XLVL 
Gtae  él  Kgf  tono  la  dbdU  de  HaifcaDa. 

Tomada  la  dbdad  de  Bonda  é  su  serranía,  é  las 
otras  vülas  é  castillos  é  valles  que  habernos  dicho, 

(i)  Trie  Mti  Bltai  «tria  eos  aai  aileniloB  el  eira  4e  loa  Pa- 
ladea, y  aeiala  la  estresi  de  Canrakosela  Jiévea,  éia  Sel  Ger- 
fUt  i  ém  ieissie  de  aate  Ue.  IítmíV.,  Mf,  71 


A  DOlfA  ISABEL.  4tt 

d  Bey  acordó  de  tomar  la  eibdad  de  Uarbdla,  que 
es  en  la  ribera  de  la  mar ;  porque  tomada  aquella 
dbdad,  los  moros  de  Halaga  estarían  mas  oprimí* 
des,  é  no  podrian  haber  providones  por  la  mar  de 
los  reynos  de  África,  salvo  con  gran  dificultad.  Ha« 
bido  este  acuerdo,  escribió  una  carta,  mandándoles 
que  luego  entregasen  la  dbdad  á  quien  él  mandase; 
é  que  seguraba  sus  personas  é  bienes  para  que  fue- 
sen do  quidesen.  Los  moros  de  la  dbdad  respon* 
diéronle  por  una  carta  que  decia  ansí : 

s  Loado  sea  Dios.  Esta  es  nuestra  carta  al  sefior  6 
mayor  honrado  nuestro  sefior  Don  Femando  Bey  de 
Oastilla  é  de  León,  que  aoredente  Dios  los  dias  de 
su  vida  é  honra.  Besamos  vuestros  pies  é  manos 
vuestros  servidores  y  esclavos  é  subjetos  los  de  la 
dbdad  de  Marbdla.  E  faoemos  saber  á  Vuestra  Al- 
teza (é  pedimos  á  Dios  que  sea  ensalzado)  nos  lle« 
gó  una  carta  de  Vuestra  Alteza,  que  se  entendió  en 
día  de  estar  á  vuestra  obediencia  é  mandamiento; 
aunque  estaban  fuera  de  aquí  algunos,  é  por  es- 
perarlos se  ha  tardado.  E  después  de  juntos,  acor- 
damos de  ser  vuestros,  y  estar  so  vuestro  amparo. 
Y  embiamos  á  Vuestra  Alteza  nuestro  Alguacil 
honrado  Mahomad  Abenaza  con  otros  de  nuestro 
pueblo,  á  pedir  á  Vuestra  Alteza  que  se  haya  con 
nosotros  piadosamente.  Aquel  que  os  dio  d  vend- 
miento,  os  de  la  mansedumbre  para  nosotros.» 
Becebida  esta  carta  por  d  Bey ,  luego  les  embió 
otra  carta,  regradedéndoles  su  buena  voluntad,  é 
mandándoles  que  todavía  dexasen  libre  la  oibdad. 
E  prometióles  seguridad  para  ellos  ó  para  todas  sus 
cosas ;  é  que  entregada  la  dbdad ,  si  los  moradores 
della  quidesen  vivir  en  otros  lugares  cercanos ,  él 
los  mandaria  guardar  en  sus  usos  é  costumbres,  é 
que  no  les  seria  fecho  md  ni  dafio.  Pero  porque  en 
su  consejo  se  platicó,  que  si  el  Bey  se  absentase  de 
la  tierra,  los  moradores  de  aquella  dbdad  se  move- 
rian  de  lo  que  d  presente  mostraban  por  su  letra ; 
el  Bey  ddiberó  de  Ir  en  persona  con  toda  su  hueste 
á  aquella  dbdad ,  que  es  ocho  leguas  de  la  eibdad 
de  Bonda ;  aunque  el  camino  eS  tan  áspero  de  derras 
agrandes  montafias\  que  los  peones  á  gran  pena  lo 
pueden  andar.  E  mandó  andmesmo  que  llevasen  su 
artillería  para  la  combatir  d  los  moros  luego  no  la 
entregasen.  Este  consejo  habido,  luego  d  Bey  partió 
de  la  dbdad  de  Bonda  oon  toda  la  gente  de  su  hues- 
te; é  mandó  poner  su  real  cerca  de  la  villa  de  Zahara, 
é  dende  partió  para  la  dbdad  de  Arcos.  E  porque  los 
caminos  eran  tan  fragosos  para  pasar  los  carros  del 
artillería,  é  la  gente  de  la  hueste  recebia  gran  fatiga 
deteniéndose  en  los  redes,  otrosí  porque  era  necesa- 
rio ir  ddante  gran  multitud  de  peones  con  picos  é 
azadones  é  destrdes,  derribando  pefias  é  tdando 
árboles,  é  allanando  los  lugares  por  do  pasasen  los 
carros ;  d  Bey  acordó  de  se  detener  en  aquella  ciu- 
dad de  Arcos.  B  como  los  moros  de  Marbdla  sople- 
ron  que  d  Bey  estaba  en  Arcos  é  habla  movido  sn 
red  para  ir  contra  dios,  embiaron  á  él  sus  mensage- 
ros, que  le  dixeron  como  los  moradores  de  aquella 
dbdad  ge  la  dexarian  libre  é  se  irían  á  vivir  á  otras 
partea  T  embiaronle  otra  carta  que  decia  and: 


4tt 


GBÓHIGAS  DB  LOB  BBTISS  DB  OASnLLJu 


t  Alabado  iea  Dioi.  Hay  poderoso,  grande,  alto, 
eafonado,  nombrado,  gran  gnerrero,  fatigador  de 
los  rejes  é  de  sus  tierras,  qae  de  an  oondioion  es 
asar  de  piedad  é  demenoia  oon  los  pobres  é  oon 
los  qae  tienen  pooa  facultad,  é  osar  de  rlgarod- 
dad,  é  fatigar  á  los  qoe  no  quieren  obedesoer  sas 
mandamientos  é  servirle ;  el  excelente,  faente  de 
yirtad,  naestro  sefior  Don  Femando  "Rey  de  Oas- 
tilla,  ó  de  Aragón,  6  de  Sicilia,  é  de  la  mar  oon 
todas  sos  islas,  é  de  otras  machas  provincias  é  se- 
fioríos,  é  de  machas  serranías  é  campos  yermos  é 
poblados ;  el  qae  fatiga  á  los  reyes,  ó  sojuzga  sos 
sefioríos  é  pondos  so  sa  obediencia;  Sefior  de  to- 
dos los  Garbiades  de  Málaga,  é  de  todas  sus  f  orta- 
lesas,  cibdades,  villas  é  lugares,  rey  grande^  temi- 
do, nombrado  é  preciado,  rey  que  la  virtud  con 
¿1  mora :  ensalce  y  prospere  Dios  poderoso  vues- 
tro real  estado,  é  acreciente  vuestra  vida.  Besan- 
do vuestras  reales  manos  vuestros  servidores  los 
que  esperan  vuestra  piedad  é  demencia,  el  alcay- 
de,  alfaqaf,  algaacil,  viejos,  caballeros,  dbdadanos, 
é  comunidad,  vuestros  siervos,  que  viven  en  el  real 
de  Vuestra  real  Sefioría  en  la  cibdad  de  Marbella; 
plega  á  Dios  poderoso  poner  en  vuestro  6orazen 
quiera  usar  oon  ellos  de  piedad  é  demencia,  y  es- 
peramos en  Dios  que  ansí  será.  Porque  con  los  que 
son  rebddes  6  no  quieren  obedecer,  muestra  su 
poderío  gran  rigor ;  é  con  los  que  vienen  á  ponerse 
en  manos  de  Vuestra  Alteaa,  usa  con  ellos  de  pie- 
dad é  virtud ,  aunque  hayan  mucho  errado.  Qaan- 
to  mas  á  los  que  de  pura  voluntad  é  buena  inten- 
don  deliberadamente  obedescen  y  entran  en  ser- 
vicio de  Vaostra  real  Sefioría,  que  somos,  der- 
tos  que  habedes  de  facer  con  dios  segan  con- 
viene facer  á  vuestra  grande  ó  muy  alta  ó  real  Se- 
fioría. Porque  según  es  cierto  que  Vuestra  Alteza 
dgue  el  camino  recto  é  verdadero  (por  tanto  visí- 
teos Dios  poderoso  é  grande), los  que  signen  el  se- 
mejante camino  Ó  dguen  la  verdad,  dcanzan  lo 
que  quieren ;  ó  desta  causa  vencéis  á  los  que  ven- 
céis, en  mantener  la  verdad  é  aborreeoer  su  con- 
trario, é  satisfacer  al  agraviado  de  aqud  que  lo 
agravia.  E  con  esto  vencéis  é  venceréis,  fasta  que 
todo  este  reyno  sea  vuestro  Ó  so  vuestra  obedien- 
cial é  la  verdad  vence  é  su  contrario  es  venddo. 
Porque  Dios  no  apiada  al  que  no  apiada  al  nece- 
sitado; ni  entra  en  paraíso  primero  que  nadie,  si- 
no al  que  ha  piedad  ó  demencia  de  las  criaturas, 
que  sean  de  qualquier  calidad.  Saludes  con  acre- 
centamiento de  mucha  vida,  é  grande  honra  6  vic- 
toria sean  con  nuestro  sefior  el  Bey,  é  la  piedad 
de  Dios  é  su  bendidon ;  junto  con  esto  ensalce 
Dios  vuestro  real  estado.  Vuestros  humildes  servi- 
dores facen  saber  á  Vuestra  Alteza,  como  reoebi- 
mos  vuestro  honrado  mandamiento  é  carta,  por  el 
qud  nos  embiábades  á  requerir  é  mandar  ciertas 
cosas,  segnn  que  por  él  se  contiene ;  é  prestamen- 
te lo  leímos  é  oimos,  6  luego  lo  obedecimos ;  é  dí- 
ximos:  lo  cumpliremos  con  buena  voluntad  todo 
lo  que  d  Bey  nuestro  sefior,  sojuzgador  de  los  re- 
yes é  cervices  de  las  gentes,  nos  embia  á  mandar: 


laqud  que  da  vida  á  las  alma  qne  ostia  en  penai 
sé  las  rdieva  della.  B  lo  mas  presto  qoe  podimosi 
tánte  todas  cosas  embiamos  á  Vuestra  Alteaa  bien« 
taventorada  obedienoia  oomo  Vuestra  AJtesa  nos 
sembla  mandar.  Oonsiderando  é  oonodendo  el  gran 
•poder  é  poderoso  estado  é  muy  esforzado  de  Vuea- ' 
i  red  Sefioria,  é  confiando  en  vuestra  mucha  bondad 
sé  virtud,  no  se  falló  homo  que  oontradixese  en  la 
idbdad,  obediencia  bienaventurada,  oon  d  ayuda  de 
sDios  é  de  todos  los  vednos  que  viven  en  la  cibdad 
»de  Ifarbella,  que  es  de  Vuestra  real  Sefioría  é  toda 
tsu  tierra ;  antes  todos  en  generd  oon  apacible  vo- 
«luntad  é  agradable  intención,  todos  entraron  en 
» servido  de  Vuestra  real  Sefioría ,  é  le  obedederon 
»por  rey  é  sefior,  é  se  pusieron  so  su  mandado  é  ju- 

•  risdidon,  en  la  manera  que  Vuestra  Alteaa  mandó. 
sQue  los  que  quisiesen  vivir  aquí  en  esta  tierra 
ten  las  aldeas  y  en  otras  partes,  viviesen  sega- 
vramente  so  vuestro  amparo  é  defendimiento;  y 
9  el  que  quidese  pasar  dlende,  Vuestra  Alteaa  lo 
i  pasaría  seguramente  en  vuestros  navios  fasta  don- 
•de  quidesen,  con  favor  é  amparo  de  Vuestra  Alte- 
iza ;  de  manera  que  pediesen  seguramente  asentar 
•en  los  lugares  donde  Dios  les  pusiese  en  voluntad 
•de  vivir.  Todo  lo  que  conviene  facer  á  los  reyes 
•que  son  como  Vuestra  Alteza.  E  por  el  muy  pode- 
•roso  Bey  nuestro  sefior,  que  algunos  desU  dbdad 
•de  los  príncipdes  que  tienen  la  fabla  y  d  consejo, 
•están  absentes  en  Granada  y  en  Málaga,  é  de  ea- 
•da  día  los  esperamos.  E  si  parece  á  Vuestra  Alteza 

•  mandarlos  esperar  un  mes,  fasta  que  f abismos  to- 

•  dos  juntos  les  absentes  é  los  presentes,  y  estonces 
•veraá  Vuestra  Alteza  á  la  cibdad ;  esto  rogamos  é 
•suplicamos ,  y  el  parecer  de  Vuestra  Alteza  es  lo 
•mejor.  Aquí  están  algunas  pardalidades  de  Qome- 

•  res,  que  tienen  sus  parientes  ó  sus  mugeres  en  Má- 
•laga :  suplican  á  Vuestra  Sefioría  les  mande  dar 
•su  seguro,  para  que  puedan  sdir  dende  aquí  con 
•los  que  quisieren  pasar.  E  ansimesrao  sepa  nuestro 
•sefior  el  Bey,  que  la  gente  desta  cibdad,  mas  que 
•todos  los  de  las  otras  cibdades  del  reyno  de  Gra- 
•nada  son  muy  pobres  é  necesitados ;  é  los  que  Dios 
•ha  ordenado  que  se  vayan  della  á  donde  Dios  qni- 
•dere,  son  tan  pobres,  que  d  no  piden  por  Dios, 
•no  se  podrán  remediar:  de  manera,  quede  su  hora 
•no  podrian  aderezar  sus  cosas.  Por  ende  suplica- 
•mos  á  Vuestra  real  Sefioría,  que  el  que  quidere  ven- 
•der  alguDas  cosas,  que  haya  quien  las  compre  por 
•justo  precio,  por  manera  que  no  pierdan  ninguna 
•cosa.  E  si  algunos  quideren  vivir  ó  quedar  en  sus 
•casas,  que  queden  según  y  en  la  manera  que  Vnes- 
•tra  Alteza  asentó  é  capituló  con  todos  los  otros  que 
•quedan  en  servicio  de  Vuestra  Alteza.  Allá  embía- 
•mos  ciertas  personas  de  nosotros,  para  que  fablen 
•con  Vuestra  Alteza, ó  asienten  todas  las  cosas:  los 

•  quales  llevan  poder  do  toda  la  cibdad,  para  que 
•todo  lo  que  ellos  fícieren  ó  asentaren  en  todas  las 
•cosas  susodichas,  habrán  por  bueno  é  pasarán  por 
•ello.  E  suplicamos  á  Vuestra  Alteza  les  mande  dar 
•BU  seguro  para  el  alcayde  que  está  en  la  fortaleza, 
•para  que  vaya  do  quidere ;  porque  él  no  quiso  ser 


DONFEBNÁNDO 

»«»  BOioiroi  «n  ningan*  oom  recelando  do  ea  ee- 
iftor,  porque  ao  mtndMo  pesar oontni  él ;  porende 
eVneaira  Altesa  le  mioido  dar  el  seguro,  para  que 
eél  é  todos  los  sujos  yayan  á  do  quisieren.  Ansi- 
imesmo  soplioamos  á  Vaesira  Altesa,  que  no  pue- 
ida  entrar  en  la  oibdad  ningona  gente  sino  la  qne 
•nosotros  dizéremos,  é  que  sea  poca,  fasta  que  pa* 
ssen  allende  los  qne  OTieren  de  pasar ,  é  acordaren 
ide  quedar  los  que  OTieren  de  quedar.  Porque  mu- 
II  chas  gentes  recelan,  que  entrando  mucha  gente 
sreoibirán  algún  dallo,  lo  qual  no  esperamos  reoe- 
sbir  con  el  favor  é  ayuda  de  Vuestra  Altesa.  Quan- 
sto  mas,  que  todos  chicos  é  grandes,  en  veyendo  la 
soarta  de  Vuestra  Altesa,  todos  la  obedecieron  é 
scumplieron  el  mandamiento  de  Vuestra  Altesa.  B 
STuestro  senridor  el  que  leyó  la  carta  de  Vuestra 
s  Altesa  á  los  chicos  é  á  los  grandes  6  la  declaró  é 
sflso  entender,  é  puso  en  sus  corasones  que  la  obe- 
idedesen  é  cumpliesen,  pide  por  merced  á  Vuestra 
«  Altesa  á  parte  de  los  de  la  oibdad,  algunas  cosas : 
ssuplicamos  á  Vuestra  Altesa  las  quiera  facer.  Lo 
sprimero  darle  seguro  é  aparte,  pues  que  lealmente 
«os  sirria  Lo  segundo,  una  fusta  para  qne  pasen  él 
«ó  todos  los  que  con  ól  están,  anal  los  de  su  casa  co- 
ime sos  parientes  é  parcialidades;  é  que  puedan 
•▼ender  todas  las  cosas  que  tosieren  de  vender 
tpor  precio  razonable,  é  lo  que  llevaren  en  la  dicha 
B  fusta  que  sea  seguro.  Lo  tercero,  que  el  salario  que 
sel  tenia  del  Bey  de  Granada  eran  quince  pesantes 
•por  alcayde,  é  quarenta  por  alfaquí  cada  mes,  é  le 
•son  debidos  desto  diez  meses,  á  causa  de  las  guer- 
•ras.  Por  ende  suplica  á  Vuestra  real  Sefioría  ge  los 
•mande pagar,  é  todo  se  f ara  como  Vuestra  Sefioría 
•lo  mandare,  é  se  entregará  á  Vuestra  real  Sefioría 
•ó  á  quien  mandare.  Y  esto  suplica  á  Vuestra  real 
•Sefioría,  porque  es  público  é  notorio  á  todos  vues- 
•tra  gran  virtud,  é  quanto  bien  lo  face  con  todos, 
•quanto  mas  oon  qnien  tan  bien  os  sirvió.  E  Dios 
•prospere  y  ensalse  é  acreciente  la  vida  y  estado  do 
•Vuestra  muy  alta  é  real  Sefioría,  é  cumpla  todo  lo 
•que  por  ella  es  deseado.  Esorípta  de  veinte  é  dos 
•de  Jumedi  en  el  primero,  que  es  á  dos  de  Junio. 
•Otrosí  muy  grande,  poderoso  é  preciado,  é  muy 
•temido  Bey  nuestro  sefior,  facemos  saber  á  Vues« 
•tra  Altesa,  que  son  muy  muchos  los  que  quieren 
•pasar  allende;  son  menester  buenas  fustas.  B  an- 
•simesmo  sepa  Vuestra  Altesa,  que  los  que  estaban 
•absentes  de  la  oibdad  en  Granada  y  en  Málaga,  son 
•venidos ;  é  todos  juntamente  de  una  voluntad  da- 
•mos  la  obediencia  á  Vuestra  Altesa,  é  vos  recebi- 
•mos  por  Bey  é  por  Sefior.  B  ante  todas  cosas  iiu- 
•plicamos  á  Vuestra  Alteza,  que  nos  mande  dar  nn 
•navio  para  que  pasen  algunos  de  nosotros  allende, 
•á  ver  si  nos  quieren  recebir,  é  ri  nos  recibieren, 
•bien ;  é  sino,  que  siempre  estemos  so  amparo  ó  se- 
•guridad  de  Vuestra  Alteza,  é  seamos  siempre  su- 
•yes  donde  Dios  quisieres 

^^stoporel  Bey  la  carta,  é  oidos  los  mensageros, 
como^quier  que  la  gente  estaba  fatigada  de  los  tra- 
bajos é  caminos  pasados ;  pero  todavía  acordó  de  ir 
«n  persona  á  tomar  aquella  oibdad.  Porque  según 


ÉDORAISABBL.  4S8 

habernos  dicho,  ovo  dubdA  que  absenté  el  B^  de  la 
tierra,  mudarían  los  moros  el  propósito,  é  no  la  en- 
tregarían á  ningún  capitán  que  allá  embiase.  B 
mandó  á  la  gente  facer  talcas  por  quince  dias,  6 
que  el  artillería  quedase  con  gran  guarda  de  gente 
de  caballo  é  peones  en  los  prados  de  Anteqnera  ;  y 
¿1  con  toda  su  hueste  fué  á  la  oibdad  de  Marbella. 
B  como  llegó  á  la  oibdad,  luego  los  moros  ge  la  en- 
tregaron ,  é  salieron  fuera  della  todos  los  homes  é 
mugeres  que  1*  moraban;  á  los  quales  el  Bey  dio 
seguro  para  que  pudiesen  ir  con  todos  sus  bienes  é 
ganados  donde  quisieren.  B  otrosí  mandó  dar  na- 
vios é  gentes,  que  pasasen  seguros  á  los  que  quisie- 
sen ir  á  la  tierra  de  África.  B  quedó  la  oibdad  libro  ' 
al  Bey,  é  mandóla  fomeoer  de  gente,  é  bastecer  do 
los  pertrechos  ó  mantenimientos  que  fueron  menes- 
ter, y  entrególa  á  Don  Pedro  de  Villandrando,  Oon- 
do  de  Bibadeo,  el  qual  flao  pleito  omenage  por  ella 
al  Bey ;  é  á  la  Beyna.  Otrosí  sacó  el  Bey  todos  los 
cabtivos  chrístianos  que  falló  en  esta  oibdad  de 
Marbella  y  en  la  oibdad  de  Bonda  é  su  serranía,  y 
en  todas  las  otras  villss,  é  lugares,  é  tierras  que  to- 
mó de  los  moros  en  este  afio,  é  púsolos  en  libertad. 
Los  de  las  villas  de  Montemayor  é  de  Oórtes  é  de 
Alaricate,  con  otros  diez  lugares  comarcanos  á  la 
oibdad  de  Marbella ,  sabido  como  el  Bey  la  había 
tomado,  se  vinieron  á  él ,  é  obligáronse  de  ser  sus 
subditos,  é  le  fideron  el  juramento  é  obligación  que 
los  de  las  otras  villas  habían  fecho.  T  el  Bey  les  dio, 
seguro  de  sus  vidas  é  bienes,  según  que  lo  dio  á  los 
otros.  Concluidas  las  cosas  que  fueron  necesarias 
para  la  provisión  de  Marbella,  el  Bey  partió  de 
aquella  oibdad ;  é  andando  oon  la  hueste  por  la  cos- 
ta de  la  mar  poniendo  sus  reales,  llegó  á  un  lugar 
qne  se  llama  la  Fuente-Giróla.  Bn  estos  dias  la  gen- 
te de  la  hueste  recebia  gran  fatiga,  ansí  del  cansan- 
do grande  por  la  contínaoion  de  los  caminos  áspe- 
ros é  trabajosos ,  como  porque  f  allederon  los  man- 
tenimientos; é  padederon  tan  grande  hambre,  que 
no  comían  los  homes  ni  los  caballos  otra  cosa ,  sal- 
vo palmitos  é  yerbas:  porque  los  bastimentos  que 
se  embiaron  por  la  mar,  con  los  vientos  contrarios 
no  pudieron  llegar  á  tiempo  que  pudiesen  aprove- 
ohar.  B  la  gente  ansí  trabajada  pasó  adelante  por  la 
ribera  de  la  mar,  é  cerca  de  dos  lograres  de  moros 
que  llaman  el  uno  Oznar,  y  d  otro  Mixas.  Bstos  dos 
logares  se  entregaran  luego  al  Bey ,  salvo  porque 
algunos  moros,  ó  malos  chrístianos  que  iban  en  su 
hueste,  los  avisaron  de  la  gran  hambre  é  fatiga  que 
la  gente  de  los  chrístianos  padeda,  Bl  Bey  asentó 
su  real  cerca  de  un  lugar  que  se  llama  Churriana, 
que  es  una  legua  de  Málaga.  Los  moros  que  fueron 
avisados  de  la  flaqueza  que  llevaban  las  gentes  de 
la  hueste  por  la  gran  hambre  que  padedan,  deza- 
ron  pasar  gran  parte  de  la  gente  que  iba  adelante 
entre  las  derras  é  la  mar  por  caminos  muy  estrechos 
é  vinieron  á  dar  en  d  f  ardage ;  porque  según  la  dis- 
pudcion  de  aquellos  lugares,  poca  gente  podía  pe- 
lear oon  mucha.  Bl  Maestre  de  Alcántara,  é  Don 
Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador  mayor  de  León, 
que  venían  en  la  reaagai  oomo  vieron  á  los  moros 


424 


GRÓNIOAS  DI  LOB  BITBi  DI  GABTILLA. 


que  venían  oontrt  éIlM|  ovltton  recelo  qne  eerien 
todoe  perdidoe,  eegon  la  fiaqueía  é  deeórden  que  to- 
dos traían.  B  oonaideraado  quanto  grande  faera  el 
infortunio,  si  después  de  habidas  tantas  é  tan  pros- 
peras  yictoiias,  en  el  fin  oviesen  algan  oaso  sinies- 
tro, ficieron  juntar  algunos  óapi tañes  que  yenian 
000  ellos  en  guarda  de  la  reeaga.  T  encubriendo  la 
flaqueza  que  padeoian  con  el  eefnerso  que  mostra- 
ron, ficieron  rostro  á  los  moros,  é  pelearon  con  ellos 
por  aquellos  lugares  do  ningunas  otras  gentes  de 
los  chrístíanos  que  iban  delante  podían  tomar  á  los 
' socorrer,  por  la  indíspusicion  de  los  lugares  angos- 
tos donde  iban.  Y  estos  defendieron  el  fardage  de 
los  moros  que  lo  seguían,  é  peleando  con  ellos,  los 
retraxeron  fasta  los  meter  por  aquellos  dos  lugares 
de  Oznar  ó  Mixas.  El  Rey  con  toda  la  hueste  siguió 
adelante  su  camino,  fasta  venir  á  un  lugar  que  es- 
taba encima  de  la  mar  á  la  vista  de  Málaga,  que  se 
llamaba  Benalmadala ;  el  qual  mandó  derribar,  por- 
que estaba  en  tal  sitio  que  no  se  pedia  defender, 
salvo  á  gran  peligro  de  los  ohrístiaoos.  Los  de  la 
cíb<lad  de  Málaga,  veyendo  el  poderlo  del  Bey,  ansi 
do  gentes  como  de  artillería ,  estaban  en  gran  mie- 
do de  ser  cercados,  ó  no  dubdaban  de  ser  perdidos, 
ó  de  entregar  la  cibdad  al  Bey,  según  babian  fe- 
cho los  de  la  cibdad  de  Ronda  é  de  Marbella ,  é 
las  otras  villas  ó  lugares  que  se  entregaron.  B  sin 
dubda  el  Bey  ó  los  grandes  sefiores  é  caballeros 
principales  que  con  él  iban,  bien  quisieran  poner  si- 
tio sobre  aquella  cibdad,  salvo  porque  conocieron 
^a  grao  fatiga  é  cansancio  que  la  gente  traía  de  ha- 
ber andado  tantos  días  por  caminos  muy  ásperos  ó 
peligrosos,  é  por  la  gran  hambre  que  habían  por 
falta  de  los  mantenimientos.  Otrosí,  porque  los  ca- 
ballos estaban  flacos  é  tan  perdidos,  que  los  traían 
de  diestro,  é  otros  muchos  dezaban  por  los  campos 
que  uo  los  podían  mover.  Ansimesmo  ovo  gran  fal- 
ta en  el  real  de  sillas  é  albardas,  é  de  ferrage,  é  de 
otras  muchas  cosas  de  las  que  son  necesarias  al  pro- 
.  vei miento  de  las  gentes  que  van  en  hueste.  Estas 
cosas  consideradas,  el  Bey  acordó  de  pasar  adelante, 
é  poner  su  real  cerca  de  la  villa  de  Alora.  B  dende 
partió  otro  dia  ó  fué  á  los  prados  de  Antequera, 
donde  falló  grandes  requas  de  mantenimientos  que 
laReyna  había  embíado,  é  allí  se  proveyéronlas 
gentes  é  satisfacieron  á  la  gran  hambre  que  por 
mengua  de  mantenimientos  fasta  aquel  día  habían 
padecido. 

Estando  el  Bey  en  aquel  lugar ,  ovo  consejo  con 
algunos  de  los  principales  caballeros  que  con  él  ve- 
nían, de  lo  que  debía  facer,  pues  tenía  manteni- 
mientos de  los  que  la  Beyna  había  embíado.  É  como 
quier  que  había  aaaz  tiempo  del  verano ,  para  pro- 
seguir la  conquista  comenzada;  pero  porque  cono- 
cieron la  indíspusicion  de  la  gente,  acordaron  que 
el  Bey  la  debia  doxar  reposar  algunos  días,  é  des- 
pués podría  facer  otra  entrada  en  tierra  de  moros. 
El  Bey,  habido  por  bueno  aquel  consejo,  partió  con 
toda  su  gente,  ó  vino  á  poner  real  en  el  Bio  de  las 
Teguas,  é  de  allí  vino  á  la  villa  de  la  Bambla,  don- 
de tovo  el  dia  de  Sant  Jaan.  La  Beína,  como  mandó 


ir  laa  requas  do  los  mantenimientos  'por  tf  errt  psrá 
bastedmientos  del  real,  bien  ansí  embió  á  mandar 
A  sos  oficiales  qne  tenia  puestos  en  los  pnertos  de  U 
mar,  qne  embiasen  á  la  dbdad  de  Marbella  trigo  é 
vino  é  mantenimientos,  é  todas  las  otras  cosas  neoe« 
Barias  para  el  proveimíeiito  de  aquella  cibdad* 

CAPÍTULO  XLVIL 

Cene  el  Rey  estro  es  la  elMaá  ie  Góiiels. 

Pasado  el  dia  de  Sant  Juan,  luego  otro  dia  partió 
el  Bey  de  la  villa  de  la  Bambla  é  todos  los  caballe- 
ros é  capitanes  que  oon  él  habían  estado  en  la  guer- 
ra, y  entró  en  la  cibdad  de  Córdoba;  é  saliéronle  A 
recebir  oon  grande  solemnidad  todas  las  dinidades, 
é  canónigos  é  clerecía  de  la  Iglesia  mayor,  é  de  las 
otras  iglesias  de  la  dbdad*  Ansimesmo  salieron 
fuera  de  la  dbdad  á  le  reoebird  Príncipe  Don  Juan 
su  fijo,  y  el  Cardenal  de  Espafia,  é  los  embazado- 
res  de  Veneoia  é  de  Ñapóles  é  de  Portogal,  que  ha- 
bían quedado  con  la  Beyna,  negociando  las  cosas 
de  sus  embazadas ;  é  salieron  los  Perlados  é  Docto- 
res que  estaban  en  su  corte  y  en  su  consejo.  Otrod 
salieron  la  justicia  é  regidores  é  caballeros  ancianos 
que  habían  quedado  en  la  gobemadon  de  la  cib* 
dad ;  é  los  ofidales  de  todos  los  oficios  fueron  al  ca- 
mino ,  é  por  toda  la  dbdad  ficieron  grandes  juegos 
é  alegrías,  por  la  victoria  que  Dios  le  había  dado. 
El  Rey  aoompafiado  de  todas  estss  gentes  entró  en 
la  cibdad  é  llevaba  delante  todos  los  chrístíanos 
que  redimió  del  captíverío.  É  fué  primero  á  la  igle- 
sia mayor  á  facer  oradon ,  é  dar  gracias  á  Dios  por 
las  victorias  que  le  había  dado.  B  después  fué  para 
su  palacio,  donde  falló  á  la  Beyna,  que  le  salió  á 
rodbir  fasta  la  puerta  del  palacio ,  acompañada  de 
muchas  duefias  é  doncellas  que  continaban  en  su 
servicio.  B  ansimesmo  las  Infantas  Dofia  Isabd  A 
Dofia  Juana,  é  Dofia  María  sus  fijas,  é  oon  ella» 
las  duefias  sus  ayas,  é  otras  muchas  duefias  é  don- 
cellas arreadas  de  pafios  brocados ,  é  de  sedas ,  é  de 
otros  grandes  arreos.  B  de  esta  manera  fué  reoe- 
bido  oon  grande  alegría  de  todos,  é  fueron  fechas 
por  la  Reyna  grandes  fiestaa  en  su  pelado.  Y  el  Rey 
é  la  Reyna  embíaron  al  monesterío  de  Sant  Juan 
de  los  Reyes  que  fundaron  en  la  cibdad  de  Toledo 
todos  los  fierros  de  los  captivos  chrístíanos  que  re- 
dimieron de  tierra  de  moros ,  los  quales  están  en 
aquel  monesterío  fasta  d  presente  dia.  Puédese 
bien  creer  por  todos  aqudlos  que  eeta  Crónica  leye- 
ren ,  que  los  grandee  sefiores  é  caballeros  é  los  capi- 
tanes que  sirvieron  al  Rey  é  á  la  Reyna  en  esta  jor- 
nada ,  ovieron  singular  sficion  al  servicio  de  Dios  é 
suyo;  lo  qual  pareció  en  la  grand  obediencia  que 
ovieron  á  los  mandamientos  que  les  eran  f eohoS| 
porque  desta  obediencia  habida  por  cada  uno  en  es- 
pecial, procedió  gran  concordia  de  todos  en  general; 
é  déla  concordia  se  siguió  buen  conocimiento  é  reo- 
to  consejo,  para  administrar  las  cosas  qne  ocurrían. 
E  disponiendo  sus  personas  al  trabajo,  é  dando  ^am- 
pio á  las  otras  gentes  que  se  dispusiesen  á  lo  mesmoi 
so  dguió  el  loable  fin  que  habernos  contado. 


DON  FSBMANDO  i 


OAPlTULO  XLVIIL 
D6  lo  qie  él  Rey  é  li  Reysi  flderoa  estando  en  Córdoba. 

Después  qae  el  Rey  entró  en  \m  oibdad  de  Oórdo- 
bSf  se  pagó  el  sueldo  á  todos  los  caballeros  é  peones 
é  otras  gentes  de  la  hueste,  E  porque  algunas  gen- 
tes, especialmente  los  que  hablan  Tenido  de  Casti- 
lla, estaban  fatigados  de  los  trabajos  pasados,  é 
habian  de  TolTor  á  sus  tierras  que  eran  lexanas,  el 
Bey  é  la  Beyna  los  mandaron  despedir.  Otrosí  acor- 
daron de  esorebir  al  Papa  6  al  colegio  de  los  Oarde- 
nales  las  TÍotorías  que  Dios  les  habia  dado  contra 
los  moros,  enemigos  de  nuestra  sancta  fe ;  é  las  ciu- 
dades é  villas ,  é  castillos  ,  é  tierras  que  habian  ga- 
nado, que  eran  gran  parte  del  Reyno  de  Granada. 
Otrosí  le  embiaron  á  decir,  como  mediante  el  ayu- 
da de  Dios  é  de  la  gloriosa  Virgen  su  madre,  ellos 
entendian  continar  su  conquista,  fasta  ganar  todo 
aquel  Beyno ;  é  los  trabajos  habidos,  ó  los  gastos 
fechos^ en  la  guerra,  ó  los  que  se  esperaban  haber 
en  ella;  é  como  habian  redemido  muchos  ohristianos 
que  estaban  captÍTOs  en  poder  de  los  moros. 

El  Papa  é  los  Cardenales,  oida  aquella  nuera, 
oyieron  muy  gran  placer;  y  el  Papa,  considerando 
los  muchos  gastos  que  en  aquella  conquista  se  re- 
querían facer ,  otorgó  segunda  Cruzada  con  gran- 
des indulgencias ,  á  todos  los  que  la  tomasen  en  to- 
dos los  Beynos  é  sefiorios  del  Bey  é  de  la  Beyna. 
Otrosi  mandó  por  sus  bulas,  que  la  clerecía  é  las  ór- 
denes contríbuyesen  para  aquella  guerra  décima  de 
todos  sus  frutos;  la  qual  cometió  al  Cardenal  de  Es- 
paña que  la  moderase  é  ficíoso  repartir  en  la  mane- 
ra que  él  entendiese.  El  qual  la  moderó  en  la  suma 
de  cien  mil  florines  de  oro  de  Aragón.  Otrosí  acor- 
daron el  Bey  é  la  Beyna  de  dar  orden  en  la  tierra 
ganada  de  los  moros.  E  mandaron  á  Juan  de  Tor- 
res un  caballero  de  los  que  estaban  en  el  oontino 
servicio  de  su  palacio,  é  al  licenciado  Juan  de  la 
Fuente,  Alcalde  en  su  corte,  que  fuesen  alas  cibda- 
des  de  Bondm  é  Marbella,  é  á  las  Tillas  de  Cártama, 
éCasarabonela,é  Setenil,  é  alas  otras  villas,  é  valles 
é  serranías  é  tierras  que  se  ganaron  de  los  moros,  é 
pusiesen  términos  á  cada  una,  é  repartiesen  las  ca- 
sas y  heredades  entre  los  moradores  ohristianos  que 
nuevamente  las  fueron  á  poblar.  Otrosí  mandaron 
poner  las  fronteras  contra  los  moros  en  otras  villas 
é  castillos,  mas  adelante  de  lo  que  primero  estaban. 
E  por  quanto  la  cibdad  de  Gibraltar,  é  las  villas  de 
Ximena  é  Teba,  é  todas  las  otras  villas  é  oastíllos, 
que  por  ser  en  frontera  de  moros  llevaban  cada  afio 
pagas  é  llevas,  estaban  seguras  por  ser  ya  de  chris- 
tíanos  la  cibdad  de  Bonda  é  todas  las  otras  villas 
que  se  ganaron  de  los  moros ,  mandaron  que  no  las 
ganasen*  B  mandaron  poner  las  fronteras  veinte  le- 
guas mas  adelante ,  en  los  lugares  que  entendieron 
ser  mas  necesarias.  Otrosí,  porque  algunos  marine- 
ros é  otras  personas  de  los  que  pasaron  los  moros 
allende  la  mar,  contra  el  seguro  que  .el  Bey  é  la 
Beyna  les  habian  dado ,  f urtaron  algunos  homes  é 
mugeies  é  oriatoraSi  é  les  habian  tomado  sos  bie- 


D09A  ISABEL.  .415 

nes ;  é  como  el  ooraion  nobla  no  puede  sofrir  mal- 
dad ,  la  Beyna  indinada  contra  los  que  esto  fioieron 
mandó  á  este  Licenciado  de  la  Fuente  su  alcalde, 
que  ficiese  pesquisa  quien  oviese  fecho  aquellos  fur- 
tos, é  los  mandase  luego  restituir,  y  exeoutase  su 
justicia  en  aquellos  que  fallase  culpantes. 

Este  alcalde,  poniendo  diligencia  en  lo  que  la  Bey- 
na \é  mandó,  informado  quien  eran  loa  robadores, 
flso  justicia  dellos,  é  tomóles  todo  lo  que  habian 
robado ,  é  pasó  allende  la  mar.  E  como  llegó  al  puer- 
to ,  embió  á  pedir  seguro  á  los  moros  pera  descen- 
der en  tierra,  porque  venia  á  restituir  lo  que  les 
habian  robado.  Los  moros  le  respondieron,  que 
mensagero  de  tan  altos  é  poderosos  reyes,  no  habia 
menester  el  seguro  que  demandaba,  porque  la  gran- 
desa  de  su  rey  daba  seguridad  A  sos  sábditos  en  to- 
da la  tierra.  El  alcalde,  oida  aquella  respuesta,  aun- 
que fué  amonestado  que  no  se  oonflase  en  las  pala- 
bras do  los  moros;  poro  pospuesto  el  temor  de  la 
muerte  é  del  captiverio  que  aquélla  gente  bárbara 
le  pediera  facer:  a  Nunca  niega  Dios, respondió  él, 
que  la  virtud  del  Bey  é  de  la  Beyna  mis  seftores, 
que  estos  moros  facen  cierta,  mi  miedo  la  faga  dub- 
dosa. »  E  diciendo  esto  con  gran  confianaa,  é  oon- 
tra  el  voto  de  los  que  con  él  eran ,  saltó  luego  en 
tierra;  é  puesto  en  poder  de  los  moros  oon  todo  lo 
que  les  llevaba,  lo  repartió  á  las  personas  robadas. 
E  de  tal  manera  fiso  esta  execudon  de  Justioia  que 
los  agraviados  quedaron  satisf  edios. 

CAPÍTULO  XLIX. 

Como  ftieroB  desbaratado!  alfviiof  eaballaros  ohilitlaaett  4«o 

iaUorosdoAlluiBa. 

Algunos  caballeros  de  los  que  estaban  oon  el  Ola- 
vero  de  Calatrava  en  guarda  de  la  cibdad  de  Alba- 
ma,  é  otros  algunos  que  vinieron  A  aquella  cibdad 
por  facer  guerra  á los  moros,  cavalgaron  un  dia  por 
el  aviso  que  ovieron  de  algunos  adalides,  é  fueron 
fasta  bien  cerca  déla  cibdad  de  Granada,  é  toma, 
ron  los  ganados  que  fallaron  de  vacas  é  ovejas  é 
yeguas,  é  algunos  prisioneros.  La  cibdad  de  Grana- 
da estaba  tan  menguada  de  gente  de  caballo,  que 
no  salieron  los  moros  della  A  lo  resistir,  porque  to- 
da la  gente  de  caballo  de  la  oibdad  estaba  con  el 
Bey  Moro  en  la  defensa  de  la  cibdad  de  MAlaga. 
Loschristianos,  veyendo  que  ninguna  resistencia 
les  era  fecha,  perdido  el  cuidado  quo  convenía  tener 
en  guardar  la  orden  de  la  guerra,  derramAronse 
unos  de  otros  por  el  camino  que  volvía  Alhama  oon 
la  cavalgada  que  traían.  El  Bey  Moro,  sabido  como 
el  Bey  habia  dezado  la  tierra  é  se  había  vuelto  oon 
toda  la  hueste  A  la  cibdad  de  Córdoba,  partió  de 
MAlaga  oon  todos  los  caballeros  que  allí  tenia,  é  fué 
camino  de  la  oibdad  de  Granada.  E  acaso  sin  saber 
aviso  alguno  de  los  caballeros  ohristianos  que  ha- 
bian fechb  aquella  cavalgada,  encontró  oon  ellos^ 
Los  christianos  que  venían  desordenados  sin  ningu- 
na guarda,  como  vieron  los  moros  venir  óontra 
ellos,  luego  desampararon  la  cavalgada ,  é  se  pusie- 
ron «n  fuida ,  é  los  moros  los  siguienmi  fasta  los 


426 


CRÓKICAS  Dfi  LOS  B£Y£S  DB  0A8TILLA. 


meter  por  las  pnerias  de  Alhama;  y  en  el  álctnoe 
mataron  mnohoa  delloa,  é  tomaron  el  despojo  de 
oampo,  é  tomaron  para  la  oibdad  de  Granada  oon 
todo  ello  I  é  oon  la  presa  qne  los  ohristianos  liabian 
feoho. 

oapItulo  L. 

Cobo  4atbir|Uroa  loi  moroo  ti  Coa4o  do  Gibrt  «ona  io 

Hodia. 

Visto  oomo  quedaba  aun  asas  tiempo  del  rerano 
para  estar  g^nte  en  el  oampo ,  embiaron  el  Bey  é  U 
Heyna  sns  oartas  de  llamamiento  para  algnnas  gen- 
tes de  caballo  6  de  pié  de  Estremadura  é  del  Mar- 
qnesado  de  Villena,  é  de  SeyUla,  é  de  Jaén,  é  Úbe- 
da,  é  Baesa ,  é  Andúxar ,  é  sns  oomarcas;  los  quales 
á  oierto  día  qne  les  fné  mandado  se  juntaron  en  la 
cibdad  de  Córdoba ,  para  entrar  oon  el  Bey  este  afio 
segunda  ves  en  el  Beyno  de  Qranada.  B  oomo  la 
gente  fué  junta,  el  Bey  é  la  Beyna  aoordaron  que 
se  debia  poner  sitio  sobre  alguna  villa  de  moros, 
pero  ovo  diversos  TOtos'  en  su  consejo.  Porque  el 
parecer  de  algunos  era ,  que  el  Bey  debía  asentar 
su  real  sobre  la  villa  do  lUora,  otros  decían  que  so- 
bre Montefrio.  El  Conde  de  Cabra  que  estaba  en  la 
villa  de  Baena ,  escribió  al  Bey  é  ala  Beyna,  que  te- 
nia aviso  oierto,  que  en  la  villa  de  lioolin  no  habla 
tanta  gente  para  la  defender  oomo  oon  venia,  é  que 
Labia  buena  dispusioion  para  la  cercar.  Algunos 
otros  deoian,  que  pues  era  necesario  bastecer  á  Al- 
hema, el  Bey  debía  entrar  oon  toda  su  hueste  á  la 
bastecer,  é  bastecida,  poner  su  real  sobre  alguna  vi- 
lla la  mas  cercana  á  Alhema ;  é  que  Moclin  no  se 
debia  sitiar,  por  estar  tan  cerca  de  la  cibdad  de 
Qranada,  donde  tenia  presto  el  socorro  de  muchas 
gentes.  Oidos  estos  votos,  porque  el  Conde  de  Ca- 
bra todavía  embiaba  á  certificar  que  la  villa  de  Mo- 
clin se  podía  cercar,  é  tomar  presto ;  el  Bey  oon 
propósito  de  cercar  á  lioolin ,  partió  de  la  cibdad  de 
Córdoba,  é  fué  á  Alcalá  la  Beal.  E  mandó  al  Conde 
de  Cabra,  ó  á  Martín  Alonso  de  Montemayor,  é  á 
ciertos  capitanes  de  su  guarda,  que  fuesen  adelan- 
te, para  que  ningunos  moros  entrasen  ni  saliesen  de 
la  villa.  E  mandó  al  Maestre  de  Calatrava  é  al  Con- 
de de  Buendía,  que  iba  por  capitán  de  la  gente  del 
Cardenal  de  Eq>afia,  é  iJ  Obispo  de  Jaén,  é  á Gar- 
ci  Femandes  Manrique,  capitán  de  la  gente  de  Cór- 
doba, que  con  quatro  mil  de  caballo  qne  llevaban  é 
seis  mil  peones  fuesen  á  las  espaldas  del  Conde  de 
Cabra  é  de  los  otros  caballeros  que  habla  embiado 
delante,  para  que  todas  estas  gentes  cercasen  la  vi- 
lla por  todas  partes.  T  el  Bey,  que  estaba  cerca,  ha- 
bía de  venir  luego  con  toda  la  otra  gente  para  asen- 
tar BU  real.  Otrosí  porque  las  cosas  que  se  requerían 
para  sostener  el  real  fuesen  mejor  proveídas,  acor- 
dóse por  todos,  que  la  Beyna  se  acercase. á  aquellas 
partes  de  Alcalá.  La  qual  partió  de  la  cibdad  de 
Córdoba,  é  fué  parala  villa  de  Baena,  aoompafiada 
del  Príndpe  Don  Juan,  é  do  la  Infanta  Dofia  Isa- 
bel ,  sus  fijos,  é  del  Cardenal  de  Espafia.  El  Conde 
de  Cabra  é  los  otros  capitanes  que  fueron  primero, 


partieron  á  la  media  noche,  é  llegaron  á  la  villa  de 
Moclin  antes  de  la  hora  qne  debían  llegar ,  según  se 
había  acordado  oon  el  Maestre  de  Calatrava,  é  con 
los  otros  caballeros  é  capitanes  que  iban  oeroa  del 
en  la  reguarda.  B  acaeció  que  el  Bey  moro,  infor- 
mado que  el  Bey  quería  poner  oeroo  sobre  Moclin, 
vino  oon  veinte  mil  homes  de  oaballo  é  peones  para 
aquella  villa;  el  qual  puso  parte  de  sn  gente  en  una 
albarrada  bien  cerca  de  la  villa.  B  como  alguna 
gente  de  la  que  iba  oon  el  Conde  llegó  de  noche  á 
aquella  albarrada  é  la  abrieron,  los  moros  pensan- 
do que  los  christianos  eran  mas  gente,  fuyeron  é 
desampararon  aquel  lugar;  é  los  christianos  que  en« 
traron,  entendieron  mas  en  robar  algunas  pocas  co- 
sas que  allí  fallaron ,  que  en  seguir  á  los  moros  que 
fuian.  Los  moros  visto  que  los  ohristianos  no  los  se- 
guían, tomaron  á  pelear  oon  ellos.  Y  el  Conde  llegó 
oon  su  batalla  á  socorrer  á  los  suyos,  é  peleó  oon 
los  moros  en  una  parte ;  y  embió  á  dedr  á  los  otros 
capitanes  que  venían  en  U  resaga,  que  no  entrasen 
en  aquel  lugar  do  él  habia  entrado  á  pelear,  salvo 
que  se  pusiesen  en  lugar  llano  cerca  del,  para  le  fa- 
cer ayuda.  B  ios  moros  como  oonoderon  qne  1*  gen- 
te de  los  christianos  era  poca,  cargaron  gran  bata- 
lla de  caballeros  é  peones  contra  el  Conde ,  é  pelea- 
ron oon  él.  Las  otras  gentes  que  venían  en  la  resa- 
ga, que  no  pensaban  haber  gente  alguna  en  la  guar- 
da de  la  villa,  oomo  vieron  U  multitud  de  los  mo- 
ros que  de  súbito  salieron  contra  ellos,  fueron  pri- 
vados del  seso  con  el  grande  miedo  que  ovieron,  é 
sin  ser  perseguidos  de  ninguno  se  pusieron  en  torpe 
fuida.  El  Conde  é  los  que  con  él  eetaban,  pelearon 
lo  qne  pudieron  fasta  que  el  Conde  fué  f erido  de 
una  espingarda  en  la  mano ,  é  su  caballo  de  quatro 
lanaadas ;  é  no  pudíendo  mas  sostener  la  f  uersa  de 
los  moros,  volvió  las  espaldas;  é  los  moros  siguíe« 
ron  el  alcance  fasta  una  legua  contra  él,  é  contra 
las  otras  gentes  que  fuyeron.  En  esta  pelea  Ó  alcan- 
ce mataron  á  Don  Gonsalo ,  hermano  del  Conde,  é 
muchos  peones  é  caballeros  de  su  tierra  é  de  otras 
partes;  é  mataran  muchos  mas,  salvo  porque  el 
Conde  fuyendo,  algunas  veces  tomaba  contra  los 
moros  por  los  detener ;  é  otrosí  porque  sobrevinie- 
ron las  otras  batallas  de  gente  donde  venían  el 
Maestre  de  Calatrava  y  el  Conde  de  Buendía  y  el 
Obispo  de  Jaén,  los  quales  fueron  á  socorrer  á  los 
ohristianos  que  venían  fuyendo,  é  resistieron  á  los 
moros  que  los  seguían.  Murieron  ansímesmo  en 
aquella  facienda  algunas  cabeceras  é  capitanes  de 
los  moros  en  los  primeros  encuentros  que  el  Conde 
ovo  con  ellos  (1).  Como  el  Bey  sopo  el  desbarato  del 
Conde  do  Cabra  é  de  las  gentes  que  oon  él  hablan 
ido  en  la  delantera,  ovo  gran  pesar ;  é  detovoseoon 
toda  la  gente  de  sn  hueste  en  el  lugar  do  estaba  que 
se  llamaba  la  Fuente  del  Bey  á  tres  leguas  de  Mo- 
dín, fasta  haber  acuerdo  de  lo  que  debia  facer.  E 
algunos  caballeros  é  capitanes  le  consejaron  qne  d»- 
bia  dexar  el  cerco  de  aquella  villa,  ansí  por  el  grand 


(1)  Fsé  otto  detbaralo  á  S  do  SoUoabro  do  ofto  aSo ,  eoiso  se- 
Stla  el  soBUiíio  do  GiUndoi  j  Ztrtta,  ük,  ÍO,  Uf,  Si. 


DON  FERNANDO 
orgullo  que  lofl  moros  tenían  con  el  yenclmiento 
qae  ovieron ,  oomo  porqne  era  mal  consejo  poner 
sitio  sobre  lagar  donde  tanta  gente  había  para  lo 
defender  I  como  el  Bey  tenia  estonces  para  lo  cer- 
car. Otrosí  deoian  que  lo  guerreado  este  afio  era  asaz 
tiemti  é  que  debia  dexar  folgar  las  gentes  de  guer- 
ra, porque  estoviesen  mas  prestas  para  el  afio  si- 
guiente. En  especial  deoian  que  el  Rey  no  debia  en- 
trar en  la  tierra  de  los  moros  sin  ir  aoompafiado  de 
la  gente  de  armas  de  Castilla,  segnn  habian  fecho 
los  Reyes  pasados,  quando  entraban  á  cercar  qual- 
quier  Tilla  de  aquel  Reyno.  Otros  decían ;  que  no 
seria  honra  de  sn  persona  real,  antes  sería  contra 
la  estimación  en  que  era  tenido  su  gran  poder,  si 
por  el  desbarato  que  oto  un  solo  caballero  de  sn 
hueste,  se  mostrase  tan  grande  flaqueza,  é  dexase 
de  continar  el  propósito  que  llevaba  de  cercar  aque- 
lla villa,  é  que  todavía  lo  debia  proseguir.  Otros  al- 
gunos afirmaban ,  que  aunque  el  Rey  quisiese  poner 
sitio  sobre  aquella  villa,  no  habia  dispusicion  de  lo 
poner ;  porque  toda  la  tierra  que  estaba  en  el  cir- 
cuito era  pefias  é  piedras  grandes,  do  no  sepodian 
fincar  estacas  para  armar  las  tiendas,  ni  atar  los 
caballos ;  é  que  sería  mejor  consejo  poner  sitio  sobre 
alguna  villa  de  la  comarca.  Y  estos  decian  que  por 
quanto  la  necesidad  de  Alhama  constrefiia  tanto  de 
se  bastecer,  que  si  luego  no  se  basteciese,  estaba 
en  peligro  de  se  perder ;  que  el  Rey  dexadas  todas 
las  cosas,  debia  ir  á  la  bastecer  con  toda  su  hueste, 
é  pedia  cercar  alguna  villa  de  las  que  eran  en  su  co- 
marca. El  Bey,  oídas  las  variedades  destos  consejosi 
no  se  determinaba  en  ninguno  dellos.  La  Reyna  que 
habia  quedado  en  la  villa  de  Baena,  sabida  la  nue- 
va de  aquel  desbarato ,  aunque  era  de  gran  corazón, 
pero  la  muerte  de  los  chrístianos  que  allí  cayeron 
la  fatigaba  tanto  que  estaba  en  alguna  turbación, 
especialmente  por  la  variedad  de  los  consejos  que 
sopo  haber  entre  los  caballeros  que  con  el  Rey  esta- 
ban. Ansimesmo  rescebia  fatiga  por  el  bastecimien- 
to  de  Alhama,  que  de  necesario  debia  faceras,  é  no 
habia  lugar  para  ello.  El  Cardenal  de  Espafia,  conos- 
dda  la  congoxa  en  que  la  Reyna  estaba ,  le  dixo: 
«  Sefiora ,  si  en  la  guerra  que  tenemos  con  la  tenta- 
icion  interior,  recebimos  alteración,  no  es  maravi- 
s  lia  haberla  en  la  exterior  que  tememos  con  los  ene- 
s  migos.  Habéis ,  Sefiora,  de  creer,  que  ninguna  con- 
s  quista  de  tierrss  ni  de  reynos  se  fizo  jamas,  donde 
B  los  que  son  vencedores  algunas  veces  no  sean  ven- 
ioidos;  porque  si  no  oviese  resistencia  en  las  con- 
B  quistas,  mas  se  podria  decir  toma  de  posesión  que 
B  actos  de  guerra.  Considerad,  Sefiora,  que  los  mo- 
B  ros  son  homes  beUoosos ,  é  poseen  tierra  tan  mon- 
B  tnosa  é  áspera,  qne  no  se  pudo  conquistar  en  los 
B  tiempos  pasados  por  ninguno  de  los  Reyes  vues- 
B  tros  predecesores ;  porque  la  dispusicion  de  la  tier- 
Bra,  es  la  mayor  parte  de  su  defensa.  Vos,  Sefiora, 
B debéis  dar  gracias  á  Dios,  porque  ansí  como  ovis- 
Btes  mas  constante  propósito  que  ninguno  dellos 
Bpara  guerrear,  ausí  os  ha  dado  gracia  para  adque- 
.  B  rir  mas  dbdades  é  villas  é  tierras  en  tres  afios,  que 
t  los  otros  Reyes  en  dodentos  afios  qne  las  guerrea- 


É  DOfiA  ISABEL  427 

B  ron.  E  por  tanto ,  Sefiora ,  pnes  el  Rey  ó  todos  los 
B  prindpales  caballeros  é  capitanes  que  están  con 
sel,  por  la  gracia  de  Dios  son  libres  é  sanos,  no  do« 
Bbeis  por  el  desbarato  de  aquella  poca  gente  roce- 
B  bir  tal  alteración  que  ocupe  el  consejo  para  lo  que 
Bse  debo  facer.  E  si  á  vos,  Sefiora,  place,  yo  iré 
B  luego  con  tres  mil  homes  á  caballo  mies  é  de  mis 
B parientes,  á  bastecer  á  Alhama,  é  proveeré  ansi- 
B  mesmo  á  las  necesidades  de  dinero,  si  algunas  hay 
B  por  el  presente,  b  E  diciendo  esto,  considerado  que 
la  Reyna  habría  algún  empacho  de  le  declarar  en 
presencia  la  necesidad  que  á  la  hora  le  ocurría,  tor- 
nó la  fabla  á  los  del  consejo  que  estaban  presentes, 
é  díxoles:  «  Vosotros,  pues  platicáis  con  la  Reyna 
B  mi  Sefiora  en  las  necesidades  queocnrren,  venid  á 
B  mí  con  lo  que  Su  Sefioría  al  presente  oviere  menee- 
Bter;  é  si  fuere  menester  alguna  provisión  de  dine- 
B  ro,  yo  la  farÓB ;  é  fizóla  luego  de  lo  que  á  la  hora 
fué  necesarío.  E  disponíase  á  ir  en  persona  do  el 
Rey  estaba,  salvo  que  la  Reyna,  oidas  las  razones  é 
ofrecimientos  con  obra  del  Cardenal,  regradesoió- 
gelo  mucho ;  é  porque  su  oompafiía  le  era  gran  con- 
solación, é  sn  consejo  gran  descanso,  é  remedio  á 
las  cosas  que  ocurrían ,  no  dio  lugar  que  se  apartase 
della.  E  después  que  platicó  con  él  é  con  los  del  su 
Consejo  en  lo  que  se  debia  facer ,  determinó  qne  se 
dexase  por  estonces  la  guerra  de  aquellas  partes,  é 
que  se  pusiese  sitio  sobre  las  fortalezas  de  Cambil  y 
el  Harrabal,  que  son  tres  leguas  de  la  cibdad  de 
Jaén ;  porque  la  Reyna  tovo  siempre  cuidado  gran- 
de de  tomar  aquellas  fortalezas,  considerando  los 
grandes  daOos  qne  dellas  habian  recebido ,  é  de  ca- 
da dia  recebian  la  cibdad  de  Jaén,  é  las  otras  oib- 
dades  de  la  comarca.  T  embió  decir  al  Rey  lo  qne 
con  el  Cardenal  habia  acordado ,  é  que  le  páresela 
que  debia  dexar  por  este  afio  la  conquista  de  aque- 
lla parte,  é  debia  luego  venir  á  poner  sn  real  sobre 
aquellas  dos  fortalezas :  porqne  la  negligencia  qne 
se  imputaba  á  los  Reyes  sus  antecesores  por  no  las 
haber  ganado  en  los  tiempos  pasados,  agora  no  se 
imputase  ¿  ellos ,  si  trabajasen  en  las  ganar.  Otrosí 
mandó  la  Reyna  á  tres  capitanes  de  sn  guarda,  qne 
con  mil  homes  de  caballo  llevasen  á  la  cibdad  de 
Alhama  algunos  mantenimientos,  entretanto  quo 
embiaba  la  gran  requa  de  provisiones  que  después 
embió. 


CAPITULO  LL 

Como  so  futroB  hs  forttleas  de  CamblI  y  el  HtrrabtL 

Visto  por  el  Rey  el  consejo  qne  la  Reyna  embió  á 
decir, parecióle  bien,  é  luego  mudó  su  real  con  toda 
la  hueste,  para  ir  A  aquellas  dos  fortalezas  de  Cam- 
bil y  el  Harrabal.  Y  embió  delante  al  Marqués  de 
Cáliz  con  dos  mil  homes  A  caballo,  que  guardase  la 
entrada  ér  salida  de  los  moros,  entretanto  qne  él  lle- 
gaba con  toda  su  hueste.  Otrosí  mandó  llevar  toda 
el  artillería  é  pertrechos  para  la  combatir,  é  la  Rey- 
na vino  para  la  cibdad  de  Jaén,  é  con  ella  el  Prín- 
oipe  Don  Juan  é  la  Infanta  Dofia  Isabel  sus  fijos,  f 
el  Cardenal  de  Espafia. 


428 


OBÓinOAS  DB  LOB  BETEB  DB  OAfifTILLA. 


Oonyiene  pnas  agora  que  digamoa  aqiil  k  oalidad 
dé  aetoa  doa  oantillos, y  el  ñtio  doasUn  asentadoa, 
é  la  f  onna  de  aa  edificio.  En  lo  baxo  de  im  gran 
Talle,  rodeado  por  todas  partee  de  altaa  é  grandea 
oueatasi  piiao  la  natara  doa  pefiaa  graadee  é  altai, 
tanto  oerca  la  una  de  la  otra  qaanto  nn  tiro  de  pie- 
dra. Bnoima  de  aqnellas  doa  pefiaa  están  edifioadoa 
dos  oastilloa  f ortaleoidos  oon  nn  grande  moro  é  mu* 
chas  torres:  al  nn  castillo  llaman  OamUl,  é  al  otro 
Harrabal.  Por  medio  de  ambos  castillos,  entre  las  pe- 
fias  do  están  asentados,  pssa  nn  rio  donde  estaban 
los  molinos.  E  los  Beyes  de  Granada,  contíderando 
que  por  estar  tan  cerca  de  la  tierra  de  los  christia- 
nos ,  tenían  dispusidon  grande  para  la  guerrear,  pu- 
sieron siempre  gran  diligencia  en  los  guardar,  ansí 
con  gfmte  escogida  para  la  guarda  é  para  la  guer- 
ra, como  proveyéndolos  de  muchas  armas  é  mante- 
nimientos, é  de  las  otraa  cosas  necesariaa.  En  aquel 
tiempo  era  Alcayde  de  aquellos  dos  castillos  un  ca- 
ballero de  los  mas  esf onsados  del  Beyno  de  Granada 
que  se  llamaba  liahomad  Lentin,  el  qusl  tenia  mu- 
chos homes  de  los  Gomeres^  que  le  ayudaban  á  loa 
defender.  B  como  llegó  la  gente  de  armas  que  em- 
bió  el  Bey  con  el  Marqués  de  Oália  en  la  delantera, 
no  fué  necesario  á  los  moros  que  los  guardaban  fa- 
cer novedad  alguna  de  defensa :  porque  siempre 
ponian  ellos  grande  guarda,  y  estaban  en  contina 
guerra  con  los  christianos  de  las  comarcas.  E  des- 
pués que  el  Marqués  llegó  á  los  castillos,  el  Boy 
Tino  con  grandes  trabajos  que  padecieron  las  gen- 
tes é  bestias  de  la  hueste  en  los  pasos  de  las  monta- 
fias  fragosas  é  altas  que  pasaron  para  llegar  á  las 
f  ortalesas.  E  púsose  el  real  repartido  en  tres  cues- 
tas altas,  é  apartadas  una  de  otra,  porque  no  habia 
dispudoion  de  lugar  donde  en  otra  parte  é  forma  se 
pusiese.  Puesto  el  real,  la  gente  no  pedia  combatir 
las  fortalezas,  porque  eran  inexpugnables;  y  espe- 
raban que  llegase  el  artillería,  la  qual  estaba  tres 
leguas  del  real,  é  deteníase,  porque  según  la  aspe- 
reza de  las  sierras ,  la  gente  pensaba  ser  cosa  dif  íd- 
le  poder  pssar  los  carros  que  la  traían.  E  por  loa 
mandamientos  é  gran  solidtud  que  la  Beyna  fada^ 
los  que  tenian  cargo  de  la  llevar,  buacaban  por  di- 
versas partes  de  aquellas  sierras  algún  lugar  menos 
fragoso,  donde  ficiesen  camino  para  pasar  los  car- 
ros. Al  fin  rodeando  por  otras  partes,  fallaron  «er- 
ras menos  agres  do  pasar,  por  donde  se  pudiese 
allavar  algún  camino.  E  porque  vimos  aquellas 
grandes  montafias,  é  pensamos  ser  can  imposible 
oon  ningún  trabajo  ni  industria  de  homes  pasar  car- 
ros por  ellas,  plógonos  ir  á  ver  los  lugares  por  don- 
de acometieron  facer  d  camino  que  se  fizo.  E  falla- 
mos que  sds  mil  homes,  que  embiaron  d  Bey  é  la 
Beyna,  oon  pióos  é  otraa  ferramientaa  derribaron 
toda  una  derra,  é  la  allanaron  fasU  la  igualar  oon 
el  valle  baxo.  T  en  otras  partes  flnohieron* valles  de 
grandes  piedras  que  derribaron  de  lo  alto,  é  de 
grandes  alcomoques  é  otros  árboles  que  cortaron.  B 
ansí  andando  estos  peones  doce  dias  por  los  lugares 
mas  fragosos,  cortando  ó  sacando  piedras  é  derri- 
bando árboles,  pudieron  aUsnarun  camino  por  do 


los  carros  dd  artillería  pudieron  pesar ;  dd  qual  pa-' 
so  los  moros  estaban  bien  seguios,  porque  ordan 
ser  dificile  que  mnchaa  gentes  y  en  muchos  tiempos 
pudiesen  arrancar  tantea  é  tan  grandea  pefias,  ni 
facer  llanas  tan  dtas  deiras,.como  la  natordeaa 
habia  criado  en  aquellos  lugares,  é  faoar  por  ellaa 
camino  llano.  B  ciertamente  en  esto  mas  que  en 
otra  cosa  se  mostró  d  gran  poder  é  la  gran  volnaitad 
que  d  Bey  é  la  Beyna  ovieron  á  esta  conquista; 
porque  como  quiera  que  otros  grandes  Beyes  é 
Príndpes  hayan  juntado  muchas  gentes ,  é  conquis- 
tado grandes  provindss,  pero  no  se  lee  oosa  tan 
dina  de  memoria  como  haber  allanado  montafias 
altas,  igudándolas  con  los  valles  baxos,  oomo  se 
vee  fecho  allí  en  d  presente  dia.  Llegada  el  artíUe- 
ría,  porque  se  deda  que  d  Bey  de  Granada  quería 
venLr  con  gran  multitud  de  moros  á  socorrer  aque- 
llas fortaleaas,  d  Oardend  de  Espsfia  fué  d  red 
donde  el  Bey  estaba,  por  le  aoompafiar  en  aquella 
necesidad.  E  luego  los  maestros  dd  artillería  dieron 
gran  priesa  en  asentar  las  lombardas  en  dos  partes, 
é  los  otros  tiros  de  pólvora  repartidos  por  diversos 
lugares.  E  comenzaron  á  tirar  las  lombardas  gruesas 
un  dia  Miércoles,  y  en  ese  dia  lanzaron  ciento  é 
quarenta  piedras  ala  fortdesa  dd  Harrabd,  é  der- 
ribaron dos  torres,  é  las  dmenas,  é  otras  defensas 
que  estaban  sobre  la  puerta.  E  de  td  manera  fué 
aquella  parte  dd  castillo  desbaratada,  que  los  mo- 
ros que  estaban  dentro  no  podian  ponerse  á  defen- 
der aquelloa  lugares,  porque  los  tiros  que  facían  de 
contino  los  ribadoquines ,  é  los  otros  tiros  de  pólvo- 
ra medianos,  derribaban  los  moros  que  en  aquelloa 
lugares  se  ponian  á  reparar  ó  defender.  Visto  perlas 
gentes  dd  real  como  los  moros  no  osaban  ponerse  á 
defender  los  lagares  derribados,  llegaban  d  muro 
por  unas  paites  é  por  otras  á  lo  combatir  con  pie- 
dras é  con  saetas  indiscretamente.  Aqud  Alcayde  é 
los  moros  que  con  él  estaban,  oomo  vieron  que  nin- 
gunas fuerzas  les  bastarian  para  redstir  d  artille- 
ría, é  que  de  qndquier  defensa  que  fidesen  no  ha- 
bría otro  fruto,  salvo  morir  todos  ó  d  fin  perder  las 
fortalezas,  demandaron  luego  esa  noche  fabla  para 
las  entregar,  y  el  Bey  dio  seguro  al  Alcayde  é  á  to- 
dos los  moros  que  con  él  estaban  (1).  E  otro  dia  d* 
gdente  vino  d  Alcayde  é  despidióse  del  Bey,  é  con 
todos  sus  moros  se  fué  para  Granada,  é  dexaron  li- 
bres aqudlos  dos  castíllos.  Los  quales  la  Beyna 
mandó  entregar  á  la  cibdad  de  Jaén ;  é  los  regido- 
res é  cabdleros  y  escuderos  é  común  de  la  dbdad 
toviéronsdo  en  sefidada  merced :  porque  quitados 
los  robos  é'muertes  é  oaptiverios  que  aquella  cibdad 
é  sus  comarcas  padescian  continamente  de  aquellas 
fortalezas,  dende  en  addante  podian  salir  dn  peli- 
gro á  las  labores  del  campo,  y  estenderse  á  labrar  é 
criar  sus  ganados.  Tomadas  las  fortalezas  de  Oam- 
bil  y  el  Herraba],  d  Bey  vino  para  la  dbdad  de 
Jaén,  é  acordó  eon  la  Beyna  que  d  Maestre  de 


(O  Ziriti  4lee  qie  haII4  ei  menortu  ntlrm ,  qio  eilof  dos 
eutUlosM  tomaron  dli  de  Stn  Mateo,  el  misiio  dia  qie  ao  per- 
dieron en  Ueapo  del  Bey  Don  Pedro,  Uo  1868.  ímI.,  L  SO,  o§f^  64. 


JbóH  fxjgiKANix) 

8^^^V0t]r«llIinrt^d^0álii,éD<m  Alfonso  do 
Agnilari  é  Rodrigo  de  UDos  mi  Oontador  mayor,  é 
oon  elloo  los  ospiUnas  de  svs  guardas  é  otros  oaba- 
lleros  del  Andalada  oon  qnatio  mil  rooines  é  dnoo 
mil  peonesi  faesen  á poner  segora  la  reqna  de  los 
mantenimientos,  qne  estaba  presta  para  basteoer  á 
Alhema. 

CAPÍTULO  LIL 

GooM  d  dafaro  fis  «ttabs  yor  caytttB  myor  ai  Alhtnit  toiid  ia 

TlUa4eZalet. 

SI  CSayero  de  Calatrava,  qne  oomo  habernos  dicho 
era  capitán  mayor  en  la  oibdad  de  Aihama,  tenia 
oontina  guerra  oon  los  moros  de  las  dbdades  de  Gra- 
nada é  de  Loza  é  de  los  otros  lagares  oomaroanos 
qne  le  guerreaban,  especialmente  con  los  moros  de 
la  Tilla  de  Zalea,  que  era  á  dos  leguas  de  la  oibdad 
de  Alhema.  Los  qnales  por  ser  tan  cercanos,  se  po- 
nían en  los  logares  encubiertos,  é  fadan  saltos,  é 
mataban ,  é  eaptirában  muchas  reces  á  los  christia- 
nos  que  salían  de  la  dbdad;  é  por  esta  causa  los 
constrefiian  á  estar  encogidos,  que  no  osaban  saUr 
della  salvo  oon  grandes  guardas.  Un  dia  vino  al  da* 
Tero  un  moro  de  Zalea,  é  dízole  que  le  feria  haber 
aquella  Tilla,  porque  estaba  dentro  nn  su  hermano 
oon  quien  él  tenia  trato  de  dar  entrada  en  la  forte- 
lesa.  El  OlaToro,  oído  d  ofresdmiento  de  aquel  mo- 
ro ,  platícdo  oon  algunos  capitanes  é  caballeroe  que 
estaban  en  su  oompafiia ;  los  quales  conocida  la  gen- 
te que  estaba  en  la  fortalesa,  é  la  gran  guarda  que 
en  ella  ponían,  pensaron  qne  aquel  moro  Tenia  oon 
algún  trato  engaftoso  para  tomar  dentro  los  christia- 
nos  que  la  fuesen  á  tomar ;  ó  si  era  Terdadero,  cre- 
yeron que  seria  algún  pensamiento  lÍTÍano  que 
acaesce  figurarse  á  hornee  de  poco  saber,  que  pien- 
san ser  fáoile  lo  que  es  difidle;  é  puderon  grandes 
InconTÍnientefl  al  OlaTero,  ainoneetándole  que  no 
oreyeee  lo  que  aquel  moro  deda.  Este  moro  fablaba 
oon  solo  el  GsTero,  é  quanto  mayores  dificultades  é 
InconTinientes  se  ponían  en  la  entrada,  tanto  la  fa- 
da  d  moro  mas  fácile ;  é  eseguraba  é  afirmaba  que 
no  habla  peligro  alguno  en  la  entrada,  ni  en  eu  tra- 
to habla  engefio  ni  malida.  El  GaToro  ovo  oonod- 
miento  en  las  palabras  de  aqud  moro  que  no  trda 
trato  doble.  E  para  lo  mejor  eeperimenter,  mandóle 
que  tomase  á  la  fortalesa  de  Zalea,  é  afinnase  bien 
d  trato  con  aquel  su  hermano  que  habla  de  dar  la- 
gar para  la  entrada,  é  TolTiese  luego  oon  seguridad 
derta  que  la  daria. 

Aquel  moro  fué  á  fablar  oon  en  hermano,  é  traxo 
seguridad  é  palabra  que  daria  la  entrada ;  é  asentó 
oon  él  la  noche  y  el  lugar  do  él  Tdaba,  por  donde 
echaría  un  cordd  para  subir  la  escala.  El  CSaTero, 
Tiste  la  certinidad  qae  aqud  moro  fada,  é  ansimes- 
mo  la  utilidad  que  se  siguiíia  á  la  dbdad  de  Alhe- 
ma d  aquella  Tilla  de  Zdea  ee  OTiese,  é  consideran- 
do á  quánta  fiaqueaa  de  énimo  le  seria  imputedo 
d  dexaee  perder  equella  Tilla  que  oon  tanta  confian- 
ka  se  le  ofreda ,  informóse  primero  quánta  era  la 
gente  que  la  guindaba,  é  puso  escuchas  por  los  oa- 


á  DO^A  ISAlbML.  42tf 

minos,  por  Tsr  d  entreba  gente  nuera  en  la  forte-' 
lesa.  Espiadas  todas  las  cosas,  é  informado  quetiin- 
guna  gente  habla  entrado  de  nuoTo  en  la  f  ortdeaa, 
eefonó  la  gente  de  su  oapitania,  diciéndolee  que 
ninguna  loable  fesafia  podía  ser  dina  de  memoria 
do  no  interTinieee  osedia  de  Tarónos  que  arentura-, 
sen  la  Tida  por  ganar  honra.  E  con  estos  é  semejan- 
tes esfuersoe  que  lee  fiao,  les  quitó  la  dubda,  é  leÉ 
puso  muy  grand  ánimo  para  acometer  qudqnier  fa- 
aafla.  E  Tenida  la  nodie  que  aqud  moro  aeentó  oon. 
d  otro  moro  eu  hermano,  fueron  oon  él  cierto  núme- 
ro de  caballeros  é  peones;  é  oon  las  séceles  é  otros 
pertrechos  necesarios  para  la  subida  fué  á  la  Tilla 
de  Zdea,  é  por  d  camino  Uotó  euelto  d  moro  que 
f  eda  el  trato.  E  oomo  llegó  cerca  de  la  f  ortdesa, 
mandóle  atar  las  manos,  é  and  atado  púsolo  al  pié 
de  la  fortalesa,  por  la  parte  que  su  hermano  había 
de  echar  la  ouerde.  E  fecha  la  sefid  que  estaba  entre 
ellos,  d  moro  que  estaba  en  la  torre  Tdando  y  es- 
perando que  TÍnieee  la  gente ,  echó  la  cuerda,  é  ata- 
da la  eecala,  subióla  arriba,  é  subió  primero  perdía 
un  eecudero  que  se  llamaba  Gutierre  Mufles,  é  dee- 
pues  del  otro  que  se  llamaba  Pedro  de  AlTarado,  é 
luego  subieron  otros  escuderos*  E  oomo  fueron  pues* 
tos  en  el  muro  tres  ó  quatro  ddlos,  fueron  sentidoe 
por  loe  moros,  é  luego  de  improTÍso  salieron  oon 
paToees  é  lauses,  é  comenaaron  á  pelear  oon  eque- 
líos primeroe que  habían  subido;  y  estos,  aunque 
pocos,  toTÍeron  tan  buen  esfueiso,  que  fioieron  ros- 
tro á  los  moros ,  entretanto  que  loe  otros  á  gran  prie- 
sa subían  por  socorrer  á  los  primeros  que  eetaban 
ya  en  el  muro  peleando.  E  allí  acudieron  de  los  unos 
é  de  los  otros,  é  los  moros  por  defender, é  los  chris-, 
tisnos  por  ganar  dd  todo  la  torre  é  un  podase  del 
muro,  duró  entre  dios  la  pelea  por  espado  de  una 
hora;  en  la  qnal  fueron  muertoe  é  feridoe  muohos 
de  loe  moroe  é  dgunos  de  los  ohristianps.  Al  fin  los 
moros,  TÍsto  que  loe  christianos  estaban  apoderados 
de  las  torres ,  é  cada  hora  subían  mas  é  se  apodera- 
ban de  todo  lo  mas  dd  muro,  fueron  Tenddce  é  cap- 
tivos todos.  E  and  quedaron  loe  christianos  apode- 
rados  de  aquella  TÍlla ;  lo  qud  sabido  por  la  Bey- 
na,  mandó  que  fuese  una  gran  requa  de  manteni* 
mientes  oon  gente  de  armas  para  la  bastecer» 

La  toma  desta  Tilla  por  estar  en  d  lugar  do  eetá 
asentada,  fiso  gran  dafio  á  los  moros  que  eetaban 
en  la  comarca,  en  espedd  á  los  de  la  dbdad  de  Ve- 
les-Málaga; porque  todos  los  mas  días  era  guerra- 
da  de  los  christianos  que  allí  quedaron  en  guarni- 
ción. El  Bey  é  la  Beyna  proToidas  las  fronteras  dd 
Andducía,  partieron  para  d  Beyno  de  Toledo ,  é 
acordaron  de  tener  d  ínTÍemo  en  la  Tilla  de  Alcalá 
de  Henares. 

OAPÍTÜLOLUL 

Dee«ieilE^élaR«|it  ftitleroB  del  Asáilaeit ,  I  Hderea 

para  él  Rflyse  U  Tdeée. 

Porque  la  tierra  dd  Andducía  estaba  fatigada^ 
ansí  por  la  fdta  de  mantenimientos  oomo  p<»  los 
Otros  trabaos  que  los  moradores  ddla  enfrian  ooa 


ité 


0BÓNÍ0A8  DE  LOS  fttmEB  Dt  OAffTILLá. 


las  gootas  d«  guerra  qne  en  ella  hablan  continado, 
el  Bey  é  la  Beyna  acordaron  de  la  dezar  f  olgar  el 
invierno,  é  Teñir  al  Bejrno  de  Toledo,  para  qne  laa 
gentes  de  guerra  é  los  otroe  que  venian  á  su  corte 
QO  gastasen  los  mantenimientos  que  eran  necesarios 
para  el  yerano  del  afio  signiiente,  que  entendían  tor- 
nar á  la  oibdad  de  Córdoba  á  oontinar  la  conquista 
que  tenían  oomenzada.  B  proyeidas  las  fronteras  de 
los  moros  de  las  gentes  que  eran  necesarias  para 
guarda  de  la  tierra,  yinieron  á  la  yilla  de  Alcalá  de 
Henares,  é  con  ellos  el  Principe  Don  Juan,  é  las 
Infantas  Dofia  Isabel  é  Dofia  Juana  é  Dofia  María 
sus  fijos,  7  el  Cardenal  de  Espafia,  ó  Don  Diego 
Hurtado  de  Mendoza,  Arsobispo  de  Seyilla,  Ó  todos 
los  otros  caballeros  é  perlados  ó  oficiales  que  conti- 
naban  en  eu  corte,  la  qual  era  llena  de  gente.  Por- 
que allende  de  los  oficiales  del  Bey  é  de  la  Beyna, 
el  Principe  tenia  donceles  é  pages  fijos  de  grandes 
sefiores  de  los  Beynos  do  Castilla  é  de  Aragón  é  Si- 
cilia ,  que  le  acompafiaban ;  é  ansimesmo  todos  los 
oficiales  que  se  requerían  para  el  servicio  de  su  per- 
sona. Otrosí  cada  una  de  las  Infantas  apartadamen- 
te tenia  gran  copia  de  homes,  é  duefias,  é  donce- 
llas, é  otras  personas  que  tenían  cargo  de  su  crianza 
é  de  las  cosas  que  se  requerían  á  su  servicio. 

Venidos  á  AJoalá,  la  Beyna  parió  á  la  Infanta 
Dofia  Catalina  (1)  Jueves  á  quince  días  de  Dedem- 
bredeste  afio  de  mil  6  quatrocientos  é  ochenta  é 
cinco  afios;  é  fioiéronse  justas  ó  fiestas  grandes.  El 
Cardenal  de  Espafia  cuya  era  aquella  villa  de  Alca- 
lá, fizo  un  gran  oombite  al  Bey  ó  á  la  Beyna  é  á  to- 
dos los  caballeros  ó  duefias  é  doncellas  de  su  cortOi 
por  honra  del  nascimiento  de  aquella  Infanta. 

Estando  en  aquella  villa,  porque  los  alcaldes  de 
la  corte  se  entremetían  á  usar  en  ella  de  la  jurisdic- 
ción real,  el  Cardenal  de  Espafia  alegó  que  no  lo 
debían  facer  en  la  tierra  de  su  Ajrzobíspado,  según 
los  privilegios  de  los  Beyes  de  Castilla  é  la  costum- 
bre usada  ó  guardada  en  este  caso  todos  los  tiem- 
pos pasados*  La  Bejrna  repugnó  mucho  aquella  ale- 
gación que  por  el  Cardenal  se  fizo,  diciendo  que  la 
jurisdicción  superior  de  todos  sus  Beynos  era  suya,  é 
por  esta  superioridad  sus  oficiales  tenían  jurisdic- 
ción en  qu¿quier  lugar  de  sus  Beynos  do  estoviesen, 
aunque  fuese  de  Iglesia  ó  de  qualquier  de  las  órde- 
nes, ó  en  otra  qualquier  tierra  que  toviese  privilegio 
de  los  reyes  con  qualesquier  prerogativas  ó  faculta, 
des ;  las  quales  no  podían  ser  tales  que  derogasen  á 
la  superioridad  del  sceptro  real.  S  sobre  esta  mate- 
ria ovo  grandes  pláticas,  porque  la  Beyna  no  daba 
lugar  que  se  impidiese  la  superioridad  de  su  justi- 
cia,  y  el  Cardenal  deda  que  en  sus  tiempos  no  daria 
lugar  que  la  Iglesia  perdiese  su  preeminencia.  E 
todo  el  tiempo  que  en  aquella  villa  estovieron  duró 
esta  qftestion,  é  algunas  veces  juzgaban  los  del  Ar- 
zobispo, ó  otras  veces  juzgaban  los  de  la  Beyna. 
Fueron  tomados  por  parte  de  la  Beyna  algunos  tes- 
tigos, los  quales  depusieron  que  habían  visto  en 

(1)  ZariU  7  el  Samarlo  de  Gallades  seftiUa  el  ntelnlento  ds 
eeu  PrlseeM  á  16»  ük,  9Q,  enf.  6i. 


otros  tiempos  usar  la  juxiscHeoion  real  en  las  ÚtnU 
del  Arzobispado  quando  los  Beyes  estaban  en  ellas; 
los  quales  fueron  oontradichoa  por  paite  del  Carde- 
nal, ó  al  fin  acordaron  que  se  viese  él  derecho  por 
letrados.  E  la  Beyna  nombró  para  lo  ver  cinco  do- 
tores  de  su  consejo ;  é  por  el  Cardenal  fueron  nom- 
brados otros  dnoo  letrados  Canónigos  de  la  Iglesia 
de  Toledo,  para  que  estos  diez  sobre  juramento  que 
ficíesen,  determinasen  lo  que  por  derecho  se  fallase 
sobre  aquella  qfiestíon.  En  la  qual  por  estonces  no 
ovo  determinación  alguna,  por  el  impedimento  de 
los  jueces,  é  porque  el  Bey  é  la  Beyna  partieron 
luego  de  aquelU  villa  de  Alcalá  para  allende  lofl 
puertos. 

Otrosí,  porque  en  la  oorte  se  trataban  mnchoi 
pleytos  é  causas  ante  los  del  consejo ,  los  quales  eran 
tantos  é  de  tantas  calidades ,  que  impedían  á  loe  del 
oonsejo  que  no  pudiesen  entender  en  las  cosas  que 
ocurrian  é  habían  de  librar  por  expediente ;  la  Bey- 
na acordó  que  todos  los  pleytos  que  eran  entre  par- 
tes ó  pendían  en  su  oorte  ante  los  de  su  oonsejo  por 
demanda  é  respuesta,  se  remitiesen  á  su  chanoilleria 
que  estaba  en  Valladolid.  En  la  qual  puso  por  Plre- 
sídente  á  Don  Alfonso  de  Fonseoa,  Arzobispo  de 
Santiago,  ó  con  él  ocho  doctores  de  su  oonsejo.  B 
mandó  que  ansí  los  pleytos  que  fuesen  de  todo  él 
Beyno  por  apelación,  cómelos  otros  que  eran  oasos 
de  corte,  fuesen  á  se  tratar  é  difinir  en  la  chancine- 
ría;  porque  los  del  consejo  que  oon  ella  estaban  que- 
dasen libres  para  entender  en  laa  mas  cosas  que 
ocurrían  en  su  corte. 

CAPITULO  UY. 

De  la  embinda  qw  él  Rey  4  le  Reiie  eabieíoa  i  Eoas* 

Estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  la  villa  de  Alcalá, 
el  Papa  Inocencio  Octavo  embíó  un  mensagero  á  le 
recontar  las  inobediencias  é  rebeliones,  guerras  é 
otros  dallos  que  el  Bey  Don  Femando  de  Ñápeles 
había  cometido  en  los  tiempos  pasados  contra  la 
Silla  Apostólica;  en  los  quales  perseveraba  de  pre- 
sente, porque  de  lo  pasado  no  ovo  pena  condína  á 
sus  doméritos,  é  que  favor escía  la  una  paroíalidad 
de  Italia,  é  solicitaba  á  algunos  Cardenales  ó  á  otros 
Sefiores  que  le  fuesen  desobedientes ;  é  que  no  pa- 
gaba el  tributo  que  era  obligado  á  pagar  cada  un 
afio  por  razón  de  aquel  reyno  que  tenía  y  era  tribu- 
tario á  la  Iglesia  Bomana;  ó  que  la  rebelión  que  te- 
nía había  cerrado  la  puerta  de  la  clemencia  que  con 
él  se  debía  usar.  Lo  qual  les  facía  saber,  porque  si 
contra  él  procedía  á  privación  del  sofiorio  de  aquel 
reyno,  é  otras  qualesquier  penas  de  que  él  era  me- 
rescedor,  conociesen  que  como  el  Bey  Don  Feman- 
do perseveraba  en  sus  yerros,  ansí  bien  él  Papa  no 
se  podía  escusar  de  los  castigar.  Otrosí  el  Bey  Don 
Femando  les  embíó  un  su  embaxador,  con  el  qual 
les  notificó  que  el  Papa,  debiendo  ser  padre  de  paz  6 
carescíente  de  toda  afición,  había  despertado  las  vio* 
jas  qüestiones  de  Italia,  é  había  fecho  otras  de  nue- 
vo ;  6  que  mostrándose  favorable  al  bando  de  los  de 
Colona,  había  procedido  contra  la  parte  de  los  ür« 


bO'Ét  fERNANDO 
(^00,  i  hatiU  prendido  dcM  Oardenales,  é  solicitan- 
do algunos  Taronea  é  otros  caballeros  é  oibdades  é 
▼illas  de  sa  reyno  de  Ñápeles  para  qne  rebelasen 
oontra  él,  le  habia  moTido  guerra  injusta,  por  la 
qaal  le  fa6  neoesario  ponerse  en  armas,  no  para 
ofender  4  la  Silla  Apostólica,  mas  para  defender  sn 
persona  y  estado,  é  para  proceder  contra  aqnéUos 
sns  subditos  qne,  instigados  por  el  Papa, hablan  re- 
belado oontra  éL  Por  ende  les  rogaba,  por  los  deb- 
dos  de  sangre  é  por  la  amistad  qne  con  él  tenían, 
qne  embiasen  á  mandar  á  sn  reyno  de  Sicilia,  6  á  la 
oibdad  de  Barcelona,  é  á  las  otras  islas  de  sn  sefio- 
río,  que  le  faToreciesen  con  gentes  é  navios  é  con 
las  otras  cosas  qne  oyiese  necesidad,  para  se  defen- 
der de  la  gnerra  qne  el  Papa  le  f  acia.  El  Rey  é  la 
Beyna,  oidas  las  querellas  de  la  una  6  de  la  otra  par- 
te, oyieron  grande  enojo;  especialmente  porque 
eran  informados  de  los  que  de  aquellas  partes  ve- 
nian  como  la  guerra  era  grande  entre  el  Papa  y  el 
Rey  Don  Femando ;  el  qual  habia  perdido  la  dbdad 
del  Águila,  é  otras  algunas  dbdades  é  sefiorios  de 
su  reyno.  B  que  algunos  varones  é  caballeros  sus 
subditos  hablan  rebelado  contra  él,  diciendo  que  no 
podian  sufrir  el  duro  sefiorío  que  usaba  con  ellos;  é 
por  otras  algunas  sinrazones  que  alegaban  haber  re- 
oebido  en  los  tiempos  pasados  del  é  de  sus  fijos,  é 
que  deoian  ser  intolerables.  E  por  estas  causas  ha- 
bían enviado  á  llamar  al  Duque  de  Lorena,  nieto 
del  Rey  Reinel,  4  quien  dedan  que  pertenecía  aquél 
reyno ,  para  le  tomar  por  Rey,  con  gente  é  favor  que 
el  Rey  de  Francia  su  primo  le  daba.  B  ansi  por  esta 
causa  que  era  grande  é  muy  ardua ,  oomo  porque,  se- 
gún habemos  recontado  en  las  cosas  del  afio  pasa- 
do ,  el  colegio  de  los  Cardenales  habia  elegido  por 
Padre  Santo  4  este  Inooendo  Octavo  por  fin  del 
Papa  Sixto,  é  porque  la  costumbre  era  de  embiar  su 
obedienda  al  nuevo  Pontífice :  acordaron  do  embiar 
por  embalador  4  aquellas  partee,  con  d  cargo  destas 
oosas,  4  Don  Ifiigo  Lopes  de  Mendosa,  Conde  de 
TendiUa ;  porque ,  allende  de  ser  caballero  esf orsa- 
do,  era  bien  mostrado  en  las  letras  latinas,  é  heme 
discreto  é  de  buena  prudenda  para  semejantes  ne- 
godos.  T  embiaron  con  él  4  un  dotor  de  su  conse- 
jo que  se  llama  Juan  de  Medina.  Este  Conde  acep- 
tó el  cargo  que  d  Rey  é  la  Reyna  le  dieron ,  é  fizo 
grandes  gastos  en  los  arreos  que  llevó  de  su  persona 
é  para  las  gentes  que  fueron  en  su  compaftía.  B  co- 
mo llegó  4  la  dbdad  de  Florencia  é  vido  la  gran 
guerra  que  sobre  estas  oosas  habia  en  Italia,  embió 
sus  mensageros  al  Papa  4  le  notificar  su  venida  y  d 
cargo  que  el  Rey  é  la  Reyna  le  hablan  dado.  B  por- 
que era  servido  de  Dios  é  conservación  de  la  pre- 
eminencia que  4  Su  Santidad  era  debida,  le  suplica- 
ba mandase  cesar  la  guerra  por  algunos  dias,  fasta 
que  él  oviese  propuesto  ante  Su  Santidad  el  cargo  de 
la  embazada  que  por  mandado  dd  Rey  é  de  la  Rey- 
na traia.  Bl  Papa,  oído  lo  que  el  Conde  le  embió  4 
deoir,  como  quier  que  estaba  poderoso  de  gente  para 
.  prooeder  oontra  el  Rey  Don  Femando,  al  qual  la 
fortuna  por  estonces  era  contraria,  por  la  guerra  qne 
le  fadan  los  suyos  dentro  de  su  reyno,  é  por  la  que 


l&Dó9AIBAÍb^  iái 

enfria  por  los  qne  le  eran  contrarios  defuera ; '  pero ' 
por  la  grand  estimadon  en  que  eran  tenidos  el  Rey 
é  la  Reyna,  oonosoido  por  el  Papa  oomo  no  les  pia- 
da del  dafio  que  d  Rey  Don  Femando  reoebia,  ni 
dd  que  adelante  recibiese,  é  que  le  hablan  de  ayu« 
dar  4  sostener  su  estado ,  condescendió  4  la  suplica- 
don  que  el  Conde  de  su  parte  le  fiao.  B  asentóse  en« 
tre  las  partea  snspennon  de  gnerra  por  dias  limita- 
dos ;  en  los  quales  el  Conde  fabló  secretamente  oon 
d  Papa  é  con  algunos  caballeros  que  d  Rey  Don 
Femando  le  embió.  B  después  de  algunas  pléticas 
habidas  con  los  unos  é  oon  los  otros,  el  Conde  con- 
cluyó la  pas  con  ciertas  obligaciones  fechas  por  la 
una  parte  é  por  la  otra ;  de  las  quales  la  historia  no 
face  aquí  mención,  salvo  que  d  Rey  Don  Femando 
é  sus  subcesores  en  aqud  reyno  pagasen  dende  en 
adelante  cada  afio  al  Papa  quaronta  é  ocho  mil  du- 
cados de  tributo,  por  razón  dd  feudo  que  eran  obli- 
gados 4  dar  4  la  Iglesia  Romana;  é  que  el  Papa  fi- 
cíese  restituir  al  Rey  Don  Fernando  las  oibdades 
é  villas  que  se  hablan  rebelado  oontra  él,  é  fidese 
tornar  4  sn  obedienda  los  caballeros  é  varones  que 
se  hablan  snbtrddo  de  su  sefiorío.  E  por  la  seguri- 
dad que  fué  menester  para  cumplir  las  otras  cosas 
que  se  asentaron,  fueron  puestas  en  poder  deste 
Conde  de  Tendilla  algunas  fortalezas  de  ambas  las 
partes  por  corto  tiempo.  Y  en  esta  manera  el  R^ 
Don  Fernando,  mediante  el  favor  qne  el  Rey  é  la 
Reyna  le  embiaron ,  é  la  industria  é  trabajos  dó 
aquel  Conde,  fué  libre  dd  infortunio  que  estaba 
aparejado  oontra  su  persona  é  oontra  su  estado. 
Asentada  la  paz  de  Italia  en  la  manera  que  habe- 
mes  dicho,  el  Conde  y  el  Dotor  Juan  de  Medina  que 
después  fué  Obispo  de  Astorga,  estando  d  Papa  en 
su  connstorio  con  todos  los  Cardenales,  le  presen- 
taron la  obediencia  con  gran  solemnidad  de  parte 
del  Rey  é  de  la  Reyna,  é  de  los  Reynos  de  Castilla 
é  de  León  é  de  Aragón  é  de  Sicilia  é  de  Yalenda  é 
de  Catalufia,  con  todas  las  islas  é  otros  sefiorios  que 
poseían. 

En  el  mes  de  Marzo  deste  afio  (1)  ovo  eclísis  en 
el  sol,  é  las  gentes  estovieron  muy  temorizadas  de 
la  fortuna  que  algunos  astrólogos  dixeron  que  ha- 
bia de  haber  en  la  tierra.  Después  en  los  meses  de 
Noviembre  é  Dedembre  siguientes,  ovo  tentase  tan 
contioas  lluvias  generalmente  en  todo  el  Reyno, 
que  la  mayor  parte  de  los  ganados  de  todas  mane- 
ras peresderon.  Otrosí  cayeron  muchas  casas  é  mu- 
chos edificios,  especialmente  los  que  eran  nueva- 
mente fechos ;  é  los  rios  cresderon  tanto,  que  der- 
ribaron los  lugares  que  estaban  cercanos  4  dice ,  é 
destrayeron  por  gran  tiempo  todas  las  dehesas  é 
huertas  é  vifias  que  estaban  en  las  riberas;  é  lleva- 
ron todas  las  presas  é  molinos  é  azeftas  é  muchas 
puentes  é  todos  quantos  edifidos  estaban  fundados 
en  los  rios  é  sobre  los  arroyos;  é  ahQg4ronse  mu- 
chas vacas  é  yeguas  que  andaban  en  las  riberas. 


(1)  Pvé  Mte  adipte  á  I  e  de  Vano ,  visibla  aa  Bsropa,  AlHea  f 
Asii  il  0.,  eanlr.  89, 48,  y  debió  eapaur  á  obiemna  á  lu  Ireí  y 
■edla  de  la  tarde  aegas  al  Barldiaao  da  Madrid. 


iii  (»dNI<UB  DS  LOS  SnSB  Dii  OASniíLA 

EÉpedálmento  el  rio  d»  OaadalqniTir  oraoió  tan- 
to oeroA  de  U  oíbded  de  SeyillA,  que  entró  por  el 
moneeterio  de  Ua  Ourrasi  é  derribó  ó  deetrayó  toda 
la  mayor  parte  del.  Otroaí  murieron  mnohoa  Tena- 
doa  é  oierroB  ó  paerooa  montesea ;  é  oon  laa  agaaa 
manaron  loa  ailoaé  dafióee  mooho  pan,  é  ahogáronae 
mnohoa' hornea,  é  llevaron  loa  rioa  todoa  loa  baroos; 
é  laa  gentea  no  osaban  andar  por  laa  oallea  por  la 
ipran  tormenta  de  laa  agaaa,  ni  eatar  en  laa  caaaa  de 
miedo  qne  no  ae  oayeeen.  E  f  aeren  innmerablea  loa 
daftoa  y  eatragoa  que  laa  agaaa  floieron  en  ente  afio, 
talea  t]ae  memoria  de  bornea  no  ae  acordaron  ver 
ni  oir  lo  aemejante.  B  Taliendo  ana  fanega  de  tri- 
go trea  realea,  llegó  á  valer  ana  fanega  de  fariña  en 
alganaa  cibdadea  veinte  realea  por  falta  de  molien. 
daa.  Y  eato  meamo  acaeció  en  loa  reynoa  de  Aragón 
é  Portogal  y  en  alganaa  partea  de  Italia.  Deepaea 
en  el  mea  de  Jalio  é  Agoato  é  Setiembre  ó  Otabre 
aigaientea,  ovo  tantea  dolendaa  de  oalentaraa  ge- 
neralmente en  todo  el  B^yno  ,  qne  oon  verdad  ae 
paede  decir  no  haber  pertona  qne  escapaae  ain  do- 
lencia, la  qaal  imprimió  maa  en  loa  nifioa,  porqae 
machoa  fallecieron.  Y  en  alganaa  cibdadea  ó  tierraa 
ovo  gran  peatilencia.' 

Este  afio,  oontinándoae  la  inqniaioion  comenzada 
en  el  Beyno  contra  loa  ohxiatianoB  qne  hablan  eeydo 
de  linage  de  jodioa,  é  tomaban  á  Jadaisar,  ae  falla- 
ron en  la  cibdad  de  Toledo  algnnoa  homea  ó  mage- 
rea  qae  eacondidamente  facían  ritos  jadáioos.  Loa 
qaalea  con  grand  ignorancia  é  peligro  de  saa  áni- 
maa,  ni  guardaban  ana  ni  otra  ley;  porqae  no  se 
circancidaban  como  jadíoa  segan  ea  amonestado  en 
elTeatamento  viejo.  E  annqae  guardaban  el  Sábado 
é  ayunaban  algunoa  ayanca  de  los  judíos,  pero  no 
guardaban  todoa  loa  Sábados,  ni  ayunaban  todos  los 
ayunoa,  6  ai  facían  un  rito  no  facían  otro.  De  ma- 
nera que  en  la  una  y  en  la  otra  ley  prevaricaban  ;  é 
fallóse  en  algunas  caaaa  el  marido  guardar  algunaa 
cerimonias  judaicas,  ó  la  muger  ser  buena  cbiiatia- 
na,  y  el  un  fijo  aer  buen  christlano,  y  el  otro  tener 
opinión  judaica ;  é  dentro  de  una  caaa  haber  díver- 
aidad  de  creenciaa,  y  encubrirae  unos  de  otros.  Des- 
tos  fueron  reconciliados  á  la  fe  muchos,  ó  fueron 
recebidoB  á  la  Iglesia ,  ó  lea  f  aeron  dadaa  peniten- 
daaácada  uno,  aegun  la  confeaion  que  fizo.  Algu- 
noa otroa  fueron  oondemnados  á  cárcel  perpetua,  é 
otros  fueron  quemadoa.  £  porque  en  este  caso  de 
la  Leregfa  ae  recebian  testigos  moros  é  j  adiós  é  sier- 
vos ó  homes  infames  é  raecea,  é  por  los  dichos  des- 
tos  talea  eran  presos  alganoa  ó  condemnadoa  á  pena 
de  fuego,  ee  fallaron  en  esta  cibdad  algunoa  judíos 
homes  pobres  é  raecea  que  por  enemiatad  ó  por  ma- 
licia depuaieron  falso  testimonio  oontra  alguno  de 
loa  oonveraoa ,  diciendo ,  que  los  vieron  judaizar.  E 
aabida  la  verdad  la  Beyna  mandó  qne  f  neaen  justi- 
ciados porfalaarioB,  é  fueron  apedreadoa  ó  atenasa- 
doa  ocho  judioa. 


culfItülo  LV. 

De  lu  Msu  o«  »u>»»  ea  «I  aae  4e  «II  é  fit^rMi^B^  ^ 
ocaenu  é  Mif  aSM.  B  priaeraaaata  áa  laa  faaiaialaaaa  fie 
la  naadaraa  posar  aoatii  al  Casáa  áa  Léaei. 

Becontado  habemoa  en  esta  crónica  el  debate  que 
había  entre  Don  Rodrigo  Alonao  Fimentel ,  Conde 
de  Benavente,  ó  Don  Bodrigo  Osorio,  Conde  de  Ló« 
moB,  é  como  él  Bey  fué  á  la  cibdad  de  Aatorga  ó 
puso  tregua  entre  ellos,  ó  tomó  la  villa  de  Ponfer^ 
rada ,  ó  la  entregó  á  un  caballero  que  ee  llamaba 
Jorge  de  Avendafio,  para  que  la  toviese  faata  que 
por  joaticia  se  determinase  en  su  Consejo  quien  de* 
bia  aubceder  en  el  sefiorío  de  aquel  mayoradgo.  Es- 
te Conde  Don  Bodrigo  Osorio,  visto  que  el  Bey  ó  la 
Beyna  ae  abaentaron  de  aquella  tierra,  no  eapeió  la 
determinaoion  que  por  justicia  se  habla  de  f  aceri 
maa  tovo  atrevimiento  de  cercar  la  fortalesa  do 
aquella  villa  de  Ponf errada  é  tomóla  por  fuena  da 
srmas  al  alcaide  que  la  tenia.  De  lo  qual  la  Beyna 
ovo  grand  indinadon  por  haber  osadía  de  oombatlr 
la  fortaleza  que  cataba  por  el  Bey  ó  por  ella.  E  oon 
propóaito  de  caatigar  la  inobediencia  de  aquel  Con- 
de, é  dar  ezemplo  á  otroa  que  no  cometieaen  aeme- 
jante crimen,  como  quiera  que  el  tiempo  de  ir  á  la 
guerra  de  los  moros  se  abreviaba,  pero  acordó  da 
pasar  loa  puertos,  ó  ir  á  aquellaa  partea  faata  la  vi* 
lia  de  Medina  dd  Campo.  Y  embió  á  mandar  áaqud 
Conde  Don  Bodrigo,  que  dexase  libremente  la  villa 
é  vinieae  ante  el  Bey  é  ante  día,  á  dar  razón  en  el 
crimen  que  había  cometido  en  la  combatir  é  tomar. 
Aquel  Ck>nde,  por  consejo  de  algunoa  caballerea  de 
Calida,  rebeló  á  los  mandamientoa  del  Bey  é  de  la 
Beyna,  é  púsose  en  armaa,  é  fizo  algunoa  roboa  é 
fuerzas  por  la  comarca  para  bastecer  aqudla  villa  é 
laa  otras  fortalezas  que  tenia  en  el  Beyno  de  Gali- 
cia. La  Beyna,  como  quier  que  estaba  en  propódto 
de  ir  en  persona  á  proceder  contra  él,  pero  dexólo 
por  estÓDoes,  á  fin  de  ir  á  la  guerra  de  loa  moroa; 
para  la  qual  el  invierno  paaado  había  mandado 
aparejar  el  artillería  é  laa  otraa  oosaa  neceaariaa.  E 
por  esta  causa  dio  cargo  al  Conde  de  Benavente  de 
la  capitanía  mayor  en  aquella  tierra ,  con  el  qual 
mandó  que  eetovieeen  algunas  gentes  de  armas,  an- 
sí de  las  comarcaa  como  de  laa  Hermandades  é  de 
laa  otraa  que  andaban  en  su  guarda.  E  pusieron 
guamidon  de  gente  en  los  lagares  cercaooa  de  la 
villa  de  Ponferrada,  porque  aqud  Conde  Don  Bo- 
drigo é  laa  gentes  que  con  él  estaban  no  oviesen  lu. 
gar  de  facer  dafio  en  laa  comarcaa.  E  luego  el  Bey 
é  la  Beyna  partieron  de  Medina,  é  fueron  para  la 
cibdad  de  Córdoba. 

CAPÍTULO  LVL 


aifiania  Ua  aoaas  qaa  aa  la  fsam  aonUa  loa  «eraa  aaaaalarea 
aa  al  aao  áa  nll  é  qutroeiaataa  é  oabaata  é  lala  aaos. 

El  Bey  é  la  Beyna,  oomo  partieron  de  la  villa  da 
Medina  del  Campo,  vinieron  para  la  dbdad  de  To- 
ledo doode  estOYÍeron  alganoa  diaa  prQTOjwdo  «n 


D6K  tV&NANDO 
ia  «áministraoion  de  la  jiutioia  j  en  otras  ooeae 
qa»  entendieron  ler  neoesariás  en  aquellas  partes. 
B  Inego  partieron  de  aqnella  cibdad,  é  fueron  á  la 
oibdad  de  Oárdobaí  é  mandaron  aderezar  el  artllle- 
ria,  é  traer  los  mantenimientos  é  las  otras  oosas  que 
eran  menester  para  la  guerra.  B  oomo  los  eaballeros 
é  oapitanesi  é  la  gente  de  pié  é  de  oaballo  que  ha- 
bían embiado  á  llamar  fué  junta ,  el  Bey  con  toda 
su  hueste  partió  de  Oórdoba.  B  Tino  este  afio  4  le 
servir  Don  Iftigo  Lopes  de  Mendosa,  Duque  del  In- 
f  antadgo,  él  qual  traxo  de  la  gente  de  su  casa  qui- 
nientos homes  de  armas  á  la  gineta  é  á  la  g^isa,  é 
los  peones  de  su  tierra  que  le  mandaron  traer;  é  fiso 
grandes  oostas  en  los  arreos  de  su  persona,  é  de  los 
fijos-dalgo  que  vinieron  oon  él.  Bntre  los  quales  se 
fallaron  einqfienta  paramentos  de  oaballo  de  pafio 
brocados  de  oro,  é  todos  los  otros  de  seda,  é  los  otros 
arreos  de  guamidones  muy  rioas.  Vinieron  ansi- 
mesmopor  llamamiento  del  Bey  é  de  la  Beyna  peo- 
nes de  Gafioia ,  é  de  las  Asturias,  é  de  Viscaya,  é 
Guipúzcoa,  é  de  todos  los  otros  valles  é  tierras  que 
son  en  aquellas  montafias,  y  en  Castilla  vieja,  é  al- 
gunos de  los  homes  de  armas  que  vivian  en  tierra 
de  Burgos,  y  en  todas  las  otras  oibdades  é  villas  del 
Beyno.  Otrosi  la  gente  de  armas  que  embié  el  Oar- 
denal  de  Bspafta  oon  uno  de  sus  capitanes  que  se 
llamaba  Juan  de  Villanufio,  é  la  de  los  Maestres  de 
Oalatrava  é  Alcántara,  é  del  Duque  de  Alburquer- 
que.  Otrosí,  oon  propósito  de  servir  á  Dios  é  al  Bey 
é  á  la  Beyna,  vino  este  afio  del  Beyno  de  Ingala- 
terra  un  caballero  que  se  llamaba  Conde  de  Bsoa- 
las,  home  de  grand  estado  é  de  la  sangre  real,é  tra- 
zo en  su  oompafifa  fasta  cien  Ingleses  archeros  é 
homes  de  armas  que  peleaban  d  pié  oon  lanzas,  é  ha- 
chas de  armas.  Vinieron  anidmesmo  algunos  Fran- 
ceses con  deseo  de  servir  á  Dios  en  aquella  guerra, 
é  oon  todas  estas  gentes  que  serian  fasta  doce  mil 
homes  á  caballo,  é  quarenta  mO  peones  ballesteros 
é  lanceros  y  espingarderos,  otrosí  oon  número  de 
setenta  mil  bestias  de  requage  que  llevaban  los 
mantemmientos,  el  Bey  llegó  al  rio  de  las  Yeguas. 
B  la  Beyna  mandó  luego  partir  el  artillería,  que  lle- 
vaban dos  mil  oarros;  delante  del  artillería  iban 
otros  seis  mil  peones  oon  basadas  é  picos  de  fierro 
allanando  los  lugares  altos,  é  quebrantando  algunas 
pefias  que  impedían  el  paso  á  los  carros.  Y  en  esto 
se  ponían  grandes  fuerzas,  con  las  quales  se  venda 
la  batura  de  las  pefias,  é  la  aspereza  de  las  cuestas 
altas,  é  las  igualaban  con  los  llanos;  iban  ansimes- 
mo  maestros  que  f  adán  puentes  de  madera  para  pa- 
sar las  acequias  é  arroyos. 

Junta  toda  la  hueste  en  d  rio  de  las  Yeguas,  d 
Bey  ovo  nueva  en  oomo  el  Bey  de  Granada  mozo, 
que  se  llamaba  Mnley  Bahabddi,  no  embaigante  la 
fidelidad  que  prometió  y  el  juramento  que  ñzo  de 
ser  vssallo  del  Bey  é  de  la  Beyna, é  de  complir  sus 
mandamientos,  olvidadas  las  mercedes  que  de  la 
Beyna  continamente  recebia,  había  quebrantado  la 
fe  que  dio  é  la  promesa  que  fizo,  é  se  había  juntado 
'  oon  el  Bey  su  tío,  é  habían  partido  d  B^nodeGra- 


É  DOfiA  IBABIti.  4ttl 

que  esto  Bey  mozo  se  había  puesto  oon  gento  eeoo- 
gida  de  pié  é  de  caballo  en  la  dbdad  de  Loxa  para 
la  defender,  porque  recelaba  que  d  Bey  la  quería 
tomar  á  cercar. 

CAPÍTULO  LVn. 

G0BO 16  fSM  el  iMl  sobre  It  eibdai  ie  Len. 

M  Bey  é  la  Beyna  que  estaban  sentidos  dd  des- 
barato pasado  que  se  ovo  en  el  red  de  Loza,  tenían 
pensamiento  secreto  de  la  mandar  dtiar.  B  and  por 
esto ,  como  porque  ni  la  providon  de  las  vfllas  ga- 
nadas, ni  la  conquista  de  las  por  ganar  se  podía  bien 
facer,  d  aqudla  dbdad  no  se  oviese,  según  la  co- 
marca donde  estaba,  mandaron  esto  afio  facer  gran- 
des diligendasé  gastos,  and  en  adobar  d  artilleríai 
oomo  en  juntar  mayor  número  de  gentes  á  cabdlo  é 
á  pié,  á  los  quales  se  publicó  en  oomo  el  propódto 
dd  B^  é  de  la  Beyna  era  cercar  la  oibdad  de  I/>- 
za.  Algunos  que  oonodan  el  adento  é  fortdeza  de 
aqudla  dbdad ,  informados  de  la  gento  de  moros 
que  en  ella  estoba  para  la  defender,  recelando  que 
la  gento  no  redbiese  mayor  dafio  en  d  cerco  que 
agora  se  pudese,  que  ovo  en  el  que  antes  se  había 
puesto ,  suplicaron  d  Bey  que  mirase  mejor  como  . 
mandaba  sitiar  oibdad  de  tan  áspero  adento,  é  doxL- 
de  tanto  gento  de  guerra  estoba  para  la  defender* 
Porque  según  habían  visto  no  podía  ser  bien  cerca- 
da,  sin  poner  sobre  día  tres  redes,  é  cada  uno  for- 
neddo  de  tanto  gento  que  pudiese  pdéar  con  d  po- 
derío de  Granada,  porque  la  gento  dd  un  red  no 
podía  socorrer  d  otro ,  d  mudia  gento  de  moros  de 
los  que  estoban  cerca  viniesen  á  la  socorrer.  B  que 
día  ezperienoia  de  las  cosas  pasadas  era  doctrina 
en  las  por  venir,  el  dafio  que  allí  se  recibió  amones* 
toba  lo  que  se  debía  facer  para  no  reoebir  otro  ma* 
yor.  Por  ende  que  les  parecía  que  se  debia  poner 
oeroo  sobre  otra  villa,  que  oon  menor  aventura  se  • 
pudiese  dtiar.  Bl  B^,  dda  aquella  razón  respondió 
que  el  ded>arato  que  se  ovo  en  aquel  oeroo,  ni  se  de- 
bia imputar  á  la  flaqueza  de  sus  cabdleros ,  ni  á  la 
fortdeza  de  los  moros,  mas  á  la  dispuddon  de  los 
lugares  do  acaesoíó  d  ded>arato  pasado;  el  qnd  sa- 
ri oomo  estonces  fizo  viotoriosos  á  los  contrarios^ 
and  f  aria  agora  maestros  á  los  suyos  para  saber 
mejor  guardarse  de  los  dafios  que  se  podrían  haber 
por  la  dispuddon  dd  lugar.  B  porque  él  era  bien 
informado  en  qué  lugar  se  podría  asentar  su  red 
para  seguridad  de  sus  gentes,  la  voluntad  suya  é 
de  la  Beyna  era  de  poner  todavía  dtio  sobre  aque- 
lla dbdad;  porque  entendía,  según  la  comarca  do 
estaba  asentada,  que  ni  se  podría  bien  oontinar  la» 
oonquista  comenzada  oontra  todo  d  Beyno  de  Gra- 
nada, ni  menos  habría  seguridad  para  las  tierras  de 
los christianoB  que  son  en  la  comarca,  d  primero 
aqnella  dbdad  no  se  ganase^  Los  caballeros  é  todos 
los  otros  capitanes,  oonosdda  la  voluntad  dd  Bey  é 
de  la  Beyna,  se  diónideron  d  trabajo  é  aventura 
de  aqud  oeroo.  B  luego  el  Bey  partió  del  rio  de  las 
Yeguas  con  toda  la  huesto ,  é  sus  batdlas  ordena* 
dftSi  Uegt  i  po&er  bq  i^  901911  de  ana  pefia  quoia 


CBÓNI0A8  DS  LOB  B15TIB  DB  OASTII^LA. 


434 

dioe  de  hm  Enamoradiw  (1)  ¡  ¿  mandó  poner  gran- 
des  gnerdae  por  todoe  los  oeminoe  ó  partee  donde 
ke  mofoe  pudieran  ler  aTiaadoe  de  ra  venida.  Be* 
tando  en  aquel  real,  acordó  con  loa  oáballeroe  é  ca- 
pitanee de  mi  hueste ,  que  faesen  en.  la  delantera 
cinco  mil  hornee  á  caballo  é  doce  mil  peonee  con  el 
Maestre  de  Santiago,  6  oon  el  Marqués  de  Oális ,  ó 
con  los  Oondes  de  Oabra,  é  de  Uruefta,  é  con  Don 
Alonso  de  Aguilar,  é  con  el  Adelantado  del  Anda- 
iucfai  é  con  otroe  capitanee ;  é  que  estos  caballeros 
trabajasen  de  pasar  adelante  de  la  cibdad  á  la  par* 
te  de  Oranada,  é  asentasen  real  junto  con  la  cuesta 
que  dedan  de  Sanóte  Albohaoen.  Bl  Bey  con  toda 
la  nueste  siguió  el  camino  que  aquellos  caballeros 
Ueraban,  para  asentar  su  real  desta  otra  parte  de  la 
cibdad ,  porque  de  ambas  partes  fuese  cercada.  Co- 
mo eetos  caballeros  que  yinieron  en  la  delantera 
fueron  cerca  de  la  cibdad,  comenaaron  algunos  de* 
Uos  4  pasar  las  acequias  é  otros  pasos  4speroe  que 
est4n  en  él  valle  baxo  de  la  sierra  cercano  4  la  cib- 
dad ;  pero  no  pudieron  pasar  sino  muy  pocos  por 
la  grand  estrechura  4  fondura  que  habla  en  los  pa- 
sos por  do  paaaban.  Estos  caballeros ,  como  viesen 
el  peligro  en  que  estaban  por  iu>  poder  ser  socorri- 
dos de  loe  christianos  si  los  moros  de  la  cibdad  sa- 
lieeen  contra  ellos,  ovieron  acuerdo  de  tomar  4  se 
juntar  oon  la  otra  gente,  que  aun  no  habia  paaado; 
pero  no  ovieron  lugar  de  lo  facer  por  los  logares 
que  primero  hablan  pasado,  sin  gran  pena  4  peli- 
gro, porque  los  moros  de  la  cibdad  comensaban  ya 
4  salir  contra  ellos.  B  visto  el  dafio  que  geles  apa- 
rejaba, acordaron  de  se  apear  de  los  caballos  é  lle- 
varlos de  diestro ;  4  rodeando  por  otra  parte  de  la 
sierra  por  lugares  muy  4speroe,  se  juntaron  oon  las 
otras  gentes,  las  quales,  veyendo  el  gran  trabajo  que 
liabian  en  el  pasar  de  la  gente  por  aquel  lugar,  ñ- 
oieron  pontonea  de  madera  por  donde  la  gente  pa- 
sase. Entretanto  el  Rey  llegó  con  toda  la  hueste ;  4 
porque  habia  peligro  en  asentar  él  real,  mandó  re- 
partir la  gente,  unos  que  estoviesen  en  la  guarda 
para  pelear  con  los  moros,  otros  que  asentasen  las 
tiendas.  Los  moros  como  vieron  que  el  real  se  asen- 
taba en  partes  donde  recebirian  dafio,  salieron  de  la 
dbdad  4  pelear  con  los  christianos  por  aquella  par- 
te de  la  cuesta  de  Sánete  Albohaoen,  donde  la  otra 
ves  ovieron  la  victoria.  E  los  christianos  que  eeta- 
Dan  aperoebidos,  descendieron  de  la  cuesta  do  es- 
taban, 4  oomensóse  la  escaramuza  entre  ellos ,  que 
duró  por  espacio  de  dos  horas;  en  las  quales  los  mo- 
ros pelearon  oon  gran  f  uena,  porque  la  dispusioion 
de  los  lugares  do  peleaban ,  era  grand  ayuda  para 
se  defender  4  ofender.  Lss  gentes  que  estaban  en 
las  otras  partes ,  aunque  no  podían  venir  4  socorrer 
4  los  que  peleaban  por  la  grand  espérese  de  los  lu- 
gares 4  malos  pasos  que  habia  de  las  unas  cuestas  4 
las  otras ;  pero  entretanto  que  por  aquélla  parte  pe- 
leaban, oomensaron  ellos  4  talarlas  vifiss  4  huertas 
4  4rboles  que  estaban  en  el  circuito  de  la  cibdad ,  4 

(i)  Bfl  ta  monte  mI  llaimdo  fl  me^io  eamiso  estra  Arehldoea 
TAsteqai^rt.  U  hlstorii  qie  éi6  lugar  t  eiU  lonbra,  lr«9  MarU- 
pa,  H^,  19,  cap,  ft/A 


cometían  4  entrar  loe  anabales.  Los  moros  que  pe- 
leaban en  aquella  parte,  por  socoirer  4estotra  paite 
de  los  arrabales,  aflojaron  en  la  pelea  que  faoian,  4 
retraz4ronse  4  lacibdad,4  los  christianos empoe de* 
Dos,  tir4ndoles  lanías  y  espingardaa  ó  saetas,  fssta 
que  los  metieron  por  el  arrabaL  En  aquella  pelea 
se  fallaron  muertos  muchos  homes  4  caballoS|  ansi 
de  los  unos  como  de  los  otros ;  4  allí  fu4  f crido  el 
Bey  moro  de  doe  f  cridas.  E  al  fin  se  asentaron  por 
fuersa  las  estsnsas  de  aquelloe  caballeros  4  cepita-, 
nee  con  las  gentes  que  llevaban,  en  aquel  lugar  que 
es  cerca  de  la  cuesta  de  Sant  Albohaceni  porque  los 
moros  no  lo  pudieron  resistir. 

oapItulo  Lvin. 

CiMi«  ••  tQMMktm  toe  ambáki  de  Leu .  f  u  aalreii 

laelbda4. 

Asentado  el  real  sobre  la  cibdad  de  Loxa  en  la 
manera  que  habemoe  dicho  |  los  moros,  veyendo  4 
los  christianos  en  estancas  tan  cercanas  4  dstlosas 
4  la  cibdad,  salian  todas  horas  4  pelear  poruñas 
partes  4  por  otras ;  4  las  salidas  y  escaramuzas  que 
f  adán  eran  tan  oontinas  que  no  dexaban  punto  de 
reposo  4  los  christianos.  El  Bey,  como  vido  aquél 
dafto,  mandó  facer  con  gran  diligencia  una  cava 
fonda  4  tan  larga,  que  rodeaba  gran  parte  del  cir- 
cuito de  la  cibdad ;  y  en  los  lugares  do  no  pudo  al- 
cansar,  mandó  facer  baluartes  4  palenques  4  otras 
defensas  tantas  4  tales,  que  ni  los  moros  que  salie- 
sen pediesen  facer  dafio,  ni  menos  los  que  viniesen 
4  socorrer  pediesen  entrar  en  la  cibdad  por  ningu- 
na parte.  E  mandó  facer  puentee  de  madera  en  el 
rio  de  Guadaxenil,  y  en  las  acequias  4  arroyos  fon- 
dos, por  do  paaasen  lss  gentes  4  se  ayudar  de  las 
unas  partes  4  las  otras.  Otrosí  mandó  poner  guar* 
da  en  el  campo,  en  la  qual  continamente  estaban 
dos  mil  homes  4  caballo ,  4  dos  mil  peones.  E  un 
dia  que  cupo  la  guarda  del  campo  4  Don  Ifiigo  Lo- 
pes de  Mendoza,  Duque  del  Inf  antadgo  4  al  Cbnde 
de  Oabra,  el  Duque  embió  un  caballero  de  su  casa 
que  se  llamaba  Pero  Oarríllo  de  Albornos,  para  que 
fue^  con  cierta  gente  camino  de  Granada,  4  sintie- 
se si  alguna  gente  de  los  enemigos  habia  aalido  de 
)a  cibdad.  Este  caballero  estando  en  la  guarda,  so- 
po de  las  escuchas  que  estaban  puestas,  como  ha- 
blan sentido  slgunos  moros  que  venias  camino  de 
Loxa ;  4  aparej4ndose  4  la  pelea,  ftt4  contra  elloS|  4 
falló  fasta  veinte  peones  moros  que  venían  4  buscar 
lugar  por  do  pediesen  entrar  en  la  cibdad ;  4  peleó 
con  ellos,  4  mató  algunos,  4  prendió  4  los  otros.  Es* 
tos  moros  presos  fueron  traídos  al  Bey  ;  los  quales 
le  dieron,  que  pocos  dias  4ntes  se  habia  levantado 
un  alf  aquí  en  Qranada  con  otros  moros,  que  decisn 
4  altas  voces  en  una  plasa :  i  O  Moros,  guardaos  de 
» los  homes  que  quieren  sefiorear  4  no  saben  def en- 
ader.  ¿Para  qu4  tenéis  afidon  4  qaien  oe  trae  á 
iperdicion?!  B  que  estas  palabras  andaba  diden- 
do  por  las  piases  de  Granada.  E  que  los  viejos  4  al- 
f aquíes,  veyendo  que  la  dividen  era  causa  de  su 
perdición,  requirieron  4  los  dos  reyes  tio  4  sobrino^ 


t)OK  fi'EftNANDO 

que  ie  o6nooid««e&  de  maner»  qae  por  oftiua  de  in 
diicotdia  no  Be  perdiesen  loe  moradores  de  la  tierra. 
Los  qnales  por  las  amonestaciones  qne  les  íaeron 
fechas,  se  hablan  concordado  en  nno,  é  ann  pasado 
dádivas  é  presentes  del  nno  al  otrO|  é  hablan  par- 
tido el  reyno  de  Qranada,  para  que  cierta  parte  es- 
toviese  á  la  obediencia  del  nno,  é  la  otra  parte  á  la 
del  otro.  B  qne  el  rey  yiejo  de  Qranada  habia  pro- 
metido al  rey  moso  sn  sobrino  qne  si  Loxa,  ó  otro 
qnalqoier  Ingar  de  los  qne  estaban  4  su  obediencia, 
fuese  cercado  de  los  christianos ,  él  por  sn  persona 
é  con  todo  sn  poder  vemia  4  le  socorrer.  Dixeron 
ansimesmo  qne  todo  el  pueblo  de  Qranada,  sintien- 
do grave  el  cerco  de  Loxa,  hablan  requerido  al  Rey 
Moro  que  saliese  de  la  cibdad  6  pelease  con  los 
christianos ;  é  por  las  grandes  amonestaciones  que 
le  fueron  feíohas,  habia  juntado  gran  multitud  de 
caballerosé  peones ,  é  puesto  con  aquélla  gente  en 
el  campo,  algunos  alfaqníes  é  capitanes  le  requirie- 
ron que  Tiniese  4  socorrer  la  dbdad  de  Loxa.  El 
B^  Moro  les  respondió  que  bien  sabían  como  4n- 
tes  que  los  Beyes  de  Qranada  fuesen  obedecidos  por 
reyes  en  aquel  reyno,  facían  juramento  en  su  ley 
de  no  pelear  en  batalla  campal  con  los  Beyes  de 
Castilla.  B  pues  el  Bey  Don  Femando  con  todo  su 
poder  estaba  sobre  Loxa,  ni  según  su  juramento,  ni 
según  sn  gente  podia  pelear  con  él.  E  dixeron  mas 
estos  moros :  que  el  Bey  de  Qranada  habia  dicho  4 
todos  los  alf aqnfes  é  cabeceras  que  con  él  estaban, 
que  era  bien  cierto  ñ  ToWiese  4  Qranada  sin  so- 
correr 4  Loxa,  que  ellos  le  matarían ;  pero  que  mas 
quería  morir  él  solo ,  que  poner  4  U  muerte  tantos 
moros  como  peligrarían  si  polcase  con  el  Bey  de 
Oastilla.  B  que  en  esta  plática  estaban  los  moros 
con  su  Bey,  é  al  fin  hablan  acordado  de  embiar  4 
ellos,  por  tentar  si  habría  lugar  de  entrar  algunos 
moros  en  la  cibdad  para  la  defender.  B  desta  ma- 
nera concordaron  todos  aquellos  moros,  tomando 
de  cada  uno  sn  dicho  4  parte.  Bl  Bey,  sabido  este 
aviso,  mandó  facer  otras  mayores  defensas  en  los 
lugares  por  donde  les  moros  podían  venir ;  é  man- 
dó doblar  las  guardas  y  escuchas  en  el  campo,  para 
que  fuese  avisado  de  qualquier  gente  de  moros  que 
viniese.  Otrosí  acordó  con  los  caballeros  é  capitanes 
de  sn  hueste,  que  se  combatiesen  luego  los  arraba- 
les; porque,  aquellos  tomados,  los  christianos  esta- 
rían mas  seguros,  é  los  moros  mas  retraídos,  é  no 
habrían  lugar  de  salir  tantas  veces  ni  por  tantas 
partes  4  pelear  con  los  del  real.  B  mandó  asentar 
con  gran  diligencia  el  artílleria,  para  que  tirase  4 
quatrp partes  de  los  muros  é  torres  de  la  dbdad;  é 
mandó,  que  todas  las  gentes  fuesen  prestas  para  el 
combate  de  los  arrabales,  é  sefialóles  lugares  do 
combatiesen  algunos  de  los  caballeros  é  capitanes 
de  sn  hueste.  Gomo  las  mantas  é  grúas,  é  bancos 
pinjados,  é  loa  otros  aparejos  necesaríos  para  aquel 
fecho  fueron  prestos,  luego  se  oomensó  el  combate 
por  todas  partes  juntamente,  é  los  moros  con  gran- 
des alarídos  mostrando  esfneno,  salieron  4  lo  de- 
fender. B  como  los  de  aquella  dbdad  eran  hornea 
guerreros  é  hablan  fecho  en  U  tierra  de  los  chrís-  I 


É  DOJRa  ISAfiBL.  :  ^86 

tianos  mudias  talas  é  prisiones  é  robos  é  otras  cniet- 
dades ;  recelando  la  crueldad  de  la  venganaa ,  po-. 
loaban  con  grand  osadía,  por  defender  sus  vidas  é 
sus  bienes  é  sus  muros  ó  la  libertad  de  sus  perso- 
nas. Los  christianos  por  su  parte ,  especialmente  los 
Andaluzes,  menbréndose  de  los  robos  é  muertes  é 
oaptiveríos  crueles  qne  continamente  recebian  de 
los  de  aquella  dbdad,  con  sobrada  fuersa  y  esfuer- 
so  pugnaban  por  ser  vencedores,  tanto  que  cada 
uno  dellos  osadamente  aventuraba  la  vida  por  dar 
la  muerte  al  enemigo  que  tenia  delante.  Otrosí  los 
caballeros  é  fijos-dalgo  de  la  casa  dd  Bey  é  de  la 
Beyna  pdeaban  con  grand  4nimo  por  la  honra  é  por 
la  vida,  é  por  alcanzar  venganza  de  la  injuria  rece- 
bida  en  el  sitio  pasado  de  aquella  cibdad.  B  ansí 
duró  el  combate  é  la  pelea  por  espado  de  ocho  ho- 
ras. Bn  las  qnales,  porque  algunos  de  los  christianos 
se  cansaban,  é  otros  veyendo  d  peligro  del  comba- 
te desmayaban,  los  caballerosé  capitanes,  cada  uno 
por  su  parte  en  los  lugares  do  combatían,  esfotiBa- 
ban  sus  gentes,  é  poniéndose  ellos  primero  al  peli- 
gro, avivaban  las  fuerzas  de  los  suyos,  4  facíanles 
acometer  é  pelear:  especialmente  aqud  Oonde  de 
Bscalas  Ingles  con  los  flecheros  é  hombres  de  armas 
á  pié  que  trda,  se  aventuraba  en  los  lugares  é  ca- 
sos peligrosos,  é  desta  forma  cada  uno  de  los  otros 
peleaba  por  las  partes  que  combatia.  B  porque  es- 
taba una  torre  fuerte  é  muy  cercana  al  arrabal,  en 
la  qual  estaban  algunos  moros  que  f  adán  grandes 
f  eridas  4  los  christianos  que  pdeaban ,  el  Bey  man- 
dó 4  Don  Francisco  Bnríquez\  con  la  gente  de  su 
capitanía  combatiese  aquella  torre.  Bste  capitán 
por  mandado  dd  Bey  se  apeó  con  su  gente»  é  con 
dertas  mantas  é  bancos  pinjados  combatió  aqudla 
torre  por  quatro  partes,  é  4  gran  pdigro  llegó  é  ella 
é  púsole  fuego.  Los  moros ,  no  podiendo  sofriir  d 
fuego  por  ima  parte  é  los  oombates  por  otra,  descen- 
dieron 4  pelear  con  los  dirístíanos,  pensando  que 
se  podrían  sdvar  y  entrar  en  la  dbÑdad.  Los  chris- 
tianos fueron  contra  dios,  é  aqud  capitán  fizólos 
atajar;  é  dli  peleando  firíeron  é  mataron  dgunos 
chiistianos,  é  todos  aquellos  moros  fueron  muertos. 
Los  moros  que  peleaban  en  el  arrabd,  vista  la  mul- 
titud délas  saetas  y  espingardas  é  flechas  que  los 
christianos  tiraban,  é  las  muertes  é  f eridas  qne  re- 
cebian, fueron  turbados,  é  f allederon  en  las  fneraas 
de  tal  manera,  que  los  christanos  cobraron  mayor 
osadía  para  la  entrada ;  é  unos  por  d  muro,  otros 
por  los  texadoB,  otros  por  las  puertas,  entraron  los 
arrabdes  por  todas  partes.  Los  moros ,  visto  que  los 
arrabales  de  la  dbdad  se  entraban ,  pensaron  de  los 
defender  peleando  por  las  calles,  que  eran  muy  es- 
trechas, y  odiar  fuera  4  los  christíanes.  B  dlí  los 
moros  por  defender,  é  los  christianos  por  no  perder 
lo  que  habían  ganado,  pelearon  por  las  cdles  en 
cinco  partes,  é  feríense  con  golpes  de  lanzas  é  de 
ballestas  é  de  espingardas.  T  en  esta  pdéa  se  en- 
cendieron los  unos  é  los  otr6s  con  tanto  fervor, 
que  4  ninguno  turbaba  ver  caer  ddanto  de  d  4  sn 
compaftero,  ni  le  ponía  miedo  d  vertimiento  que 
vda  de  la  sangre  ¡  mas  olvidado  d  miedo  de  la 


m 


CBÓNtOAd  DK  LOB  MTtt  DXOASntiLA. 


muerto  é  deieando  U  gloria  del  yeiioíiiiiento,  arre- 
metían loi  mioe  oontra  loe  otroe :  espedalmento  loe 
moroe,  ofresoiéDdoee  indiscretomento  i  la  mnerto^ 
llegaban  á  férir  en  loe  chrietianoe  con  loe  pnfialee 
é  oon  loa  toroiadoe,  reputando  eer  ealroe  en  la  otra 
TÍdaí  ei  murieeen  matando  ohiietíanoe  en  eeta.  B 
aquella  manera  de  pelear  duró  entre  elloe  por  eepa- 
do  de  tree  horaa,  en  las  qnalee  no  oeeaban  de  tirar 
al  muro  é  á  laa  torree  de  la  cibdad  é  de  la  f  ortale- 
la  yeinto  lombardae  grueeas,  é  loe  otroe  góneroe  de 
artilleria.  Al  fin  el  rigor  de  la  pdlyora  yenoió  la  f  u« 
lia  de  loe  moroe,  é  púaolee  tan  grand  eepanto,  que 
lea  privó  lae  fuerzae;  é  no  podiendo  aofrir  mas  laa 
muertee  ó  feridaa  que  reoebian ,  ee  retraxeron  i  la 
dbdad.  Loe  ohiiatianoa  loe  aiguieron,  pdeando  6 
matando  delloa  f aata  que  todoe  loe  arrabalea  fueron 
ganadoe  por  loe  ohriatianos.  En  eetoe  oombatea  mu- 
rieron muohoe  moroe  que  se  f  aUaron  caidoe  por  laa 
oaUea  y  en  laa  oaaaa.  Anaimeamo  murieron  de  loa 
diríatianoa :  eapeoialmento  fu6  f erido  de  doe  f erí- 
dae  aquel  Oonde  de  Baoalaa;  la  una  en  la  booa  que 
le  derribó  doe  dientea;  é  fueron  muertos  algunoe 
de  loalngleeea  que  oon  ól  eatoban.  Otroaí  pelearon 
en  aquella  entrada  Don  Enrique  de  Guarnan,  é  Don 
Martin  de  Córdoba,  é  Antonio  de  Fonseoa,  é  Mar- 
tin de  Alaroon,  é  Juan  de  Aimaras,  é  Luis  Feman- 
dei  Puertoearrero,  y  el  Comendador  Pedro  de  Bibe- 
ra,  é  Qonsalo  Femandei  de  Córdoba  capitanea  de 
la  guarda  del  Bey  é  de  la  Beyna,  oon  laa  gentee  de 
Bua  oapitanlaa  é  otros  fljoe-dalgo  continoa  de  au 
oaaa ;  6  algunos  fueron  muertos  é  otroa  f eridoa,  por- 
que en  la  eatrechura  de  laa  callea  donde  peleaban, 
pocoe  tiroe  babia  de  eepingardaa  ó  de  balleetaa  que 
no  fldeaen  aangre  en  la  una  parto  ó  en  la  otra. 
Acaeció  que  un  moro  texedor  con  au  muger  eatoba 
tejiendo  en  au  caaa,  sin  ninguna  altoradon  de  lo 
que  yeia  paaar  en  aqudla  bora.  E  como  au  muger  é 
yecinoe  le  aquexaaen  que  ae  retraxeee  preato  á  la 
dbdad  por  eaoapar  con  ana  bienea,  como  todoa  loa 
otroa  faoian,  eeto  moro  reapondió:  «¿Doquereia 
que  yamoa;  ó  para  que  noa  guardarémoa?  ¿  para 
sla  bambre,  ó  para  d  fierro,  ó  para  la  peraecodon? 
iDigoto,  mujer,  que  puea  no  bay  amigo  que  ha- 
ibiendo  piedad  de  nueatroa  malea  me  repare,  quie- 
iro  eeperar  enemigo  que  bebiendo  cobdicia  de  nuee- 
itroe  bienea ,  me  mato.  E  por  no  yer  loa  malea  de 
i  mi  gente,  quiero  mea  morir  agora  oon  fierro,  que 
i  después  en  fierroe;  porque  ya  Loxa,  ofenaa  de 
iohriatíanoa  é  defenaa  de  moroe,  ee  feoba  aepultora 
ide  aua  moradoree  é  morada  de  ana  enemigoa.»  E 
oon  esto  opinión  quedó  eeto  moro  en  su  casa,  fasto 
que  loe  diristianos  la  entraron  ó  lo  mataron.  Fallá- 
ronse por  las  calles  é  por  las  casas  dd  arrabd  fasto 
quatrodentos  ó  dnqüento  moros  muertos,  sin  los 
otros  que  se  fallaron  en  la  cibdad ;  é  porque  el  be- 
dor  de  los  muertoe  era  grande,  fueron  edhados  de 
la  dbdad  6  quemadoe  en  d  campo. 

Tomadoe  loe  arrabalee  de  Loxa .  luego  d  Bey 
mandó  poner  laa  eatansaa  contra  la  cibdad  bien 
oercañaa  d  muro,  y  embió  gran  copia  de  bomea  de 
ikrmM  é  ge&tee  d  cempo,  peía  qae  estoyieeen  en  h 


guarda  hada  la  parto  deOranada.  Otrod  mandó  qne 
tirasen  laa  lombardae  mayores  é  loe  otroe  tiroa  de 
pólyora  medianos  ó  menoree,  porque  derribaaen 
ciertaa  partee  dd  muro ,  donde  maa  dn  peligro  ae 
podieee  facer  d  combato.  B  como  el  artilleria  tiró 
por  eapado  de  un  dia  ó  doe  noohee,  luego  cayeron 
dgunoB  pedaioa  dd  muro,  do  ae  fideron  tan  gran- 
deaportilloa,  queae  ydanlaa  oaaaadeladbdadé  loe 
homee  que  andaban  por  laa  callea.  B  por  aqudloa 
portilloe  mandó  d  Bey  que  tiraaen  loa  ribadoquinea 
ó  otroa  tiroa  de  pdyora ;  loe  qudes  derribaban  laa 
caaaa  ó  matoban  bomea  é  mugares,  é  deatmian  la  db- 
dad en  todo  lo  qne  dcanaaban.  Tiraban  andmesmo 
loa  cortaoe  que  echaban  laa  piedraa  en  dto,  ó  odan 
aobre  la  dbdad  ó  derribaban  é  deatruian  laa  caaaa. 
E  laa  piedraa  que  se  tiraban  eran  tantas,  que  los 
moros  fueron  puestos  en  grande  turbadon,  é  no  te- 
nían espado  para  se  remediar,  ni  aabian  qne  oonae- 
jo  tomaaen  para  ae  defender.  Y  d  dolor  que  aentian 
en  yer  loa  muertoe  ó  f  eridos,  é  peneando  en  la  gran 
cdda  que  los  moros  habrian  d  aquella  dbdad  se 
perdieee,  por  ser  una  de  las  mes  prindpdes  del 
Beyno,  les  fada  trabajar  por  reparar  loe  muroe  ó 
los  otros  lugares  que  el  artilleria  derribaba ;  pero 
los  tiros  eran  tantos,  que  no  les  daban  lugar  á  f  a* 
cer  reparo,  porque  qudquier  moro  que  se  ponía  en 
d  muro,  luego  era  arrebatado  oon  la  multitud  de 
los  tiros  de  pólyora  que  ee  tiraban. 

Estando  los  moros  en  eeto  turbación,  loe  maeetros 
del  artilleria  tiraron  con  los  cortaos  tree  pellas  oon- 
fedonadaa  de  fuego,  laa  qudea  aubian  en  d  ayre 
echando  de  ai  llamas  é  centdlaa,  ó  cayeron  aohn 
tree  partee  de  la  cibdad,  é  quemaron  laa  caaaa  do 
acertaron,  é  todo  lo  que  dcansaron.  Loe  moros  es- 
pantados de  aqud  fuego,  é  yeyóndose  por  tontas 
partee  combatidos,  no  pudiendo  ya  mae  sofrir  las 
muertes  y  eetragos  que  padeeoian  é  yeian  padeeoer 
á  los  suyos,  yisto  ansimesmo  como  d  Bey  Moro 
estoba  ferido,  ó  que  todos  los  otros  sus  capitanes, 
ddlos  eran  muertos  é  ddlos  f  eridoe ;  demandaron 
eeguro  para  dgunoa  moroe  que  yinieaen  á  fablar  en 
entregar  la  dbdad,  y  el  Bey  mandógdo  dar.  E  loa 
moroe  que  yinieron  ante  d  Bey,  le  auplicaron :  pri- 
meramente, que  perdonase  al  Bey  Moro,  por  haber 
quebrantado  la  promeaa  que  habla  fecho  d  Bey  é  á 
la  Beyna.  Lo  aegundo,  que  dexaria  el  título  de  Bey 
de  Granada,  é  que  el  Bey  le  dieae  título  de  Duque 
ó  de  Marquée  de  la  dbdad  de  Guadix,  d  dentro  de 
seis  meeee  la  pudiese  haber.  E  d  quideee  yenir  á 
Oastílla,  pndieee  estar  seguro  en  ella ;  ó  si  quideee 
pasar  aÚende,  el  Bey  é  la  Beyna  le  mandasen  dar 
seguridad  para  la  pasada.  Otrod  que  segurase  la 
yida  de  todos  los  moros  que  salieeen  de  la  dbdad, 
ó  lasfadendas  qne  luego  pudiesen  lleyar;  é  que  d 
algunos  delloe  quidesen  yiyir  en  los  Beynos  de  Oas- 
tílla, ó  de  Aragón,  ó  de  Vdenda,  lo  pudiesen  facer 
seguramento.  E  que,  esto  seguro  habido,  elloe  entre* 
garlan  libremento  la  dbdad  é  todos  los  captíyoa 
cbristianos  que  en  ella  tonian.  E  que  entretanto 
que  las  cosaa  ae  aaentoban ,  mandaae  auapender  loa 
tiroa  de  artilleria  é  loa  olrosa  otoe  Í9  gQerre.  El  Bey| 


DONFEBHANDO 

habido  ni  aouerdo  con  el  Duque  del  Inf  antadgo,  é 
oon  el  Meertre  de  Santiago,  é  oon  él  Marquée  de  Qá* 
lis,  é  eon  loe  otros  oondee  é  oapita&ee  é  cabaUeros 
que  oon  ¿1  estaban,  como  qnier  qno  conooian  bien 
qne  los  moros  estaban  en  tal  estrecho  que  se  podia 
tomar  la  cibdad  por  faersa  de  armas  ;  pero  consi- 
derando qne  en  los  combates  pasados  eran  muertos 
algunos  é  f  eridos  muchos  ohristianos,  é  por  escusar 
las  muertes  que  en  los  combates  podian  acaecer, 
mandóles  dar  el  seguro  que  pedían.  E  mandó  al 
Marqués  de  Oális,  é  á  Don  Alfonso  Seftor  de  la  Oasa 
de  Aguilar,  que  de  su  parte  fablasen  oon  aquellos 
moros,  é  les  otorgasen  las  oosas  que  demandaron. 
Los  quales  de  parte  del  Bey  les  dixeron,  que  como 
quier  que  el  Bey  Moro  habla  errado  grayemente 
traspasando  él  juramento  fecho  al  Bey  é  á  la  Bey- 
na  de  ser  su  vasallo,  é  les  servir  oon  toda  fidelidad; 
pero  porque  sopiesen  los  moros  que  todas  las  veces 
que  errasen,  ni  fallesceria  él  poder  para  los  guer- 
rear, ni  clemencia  real  para  los  perdonar ,  al  Bey 
placía  de  usar  oon  ellos  de  piedad,  é  de  les  otorgar 
el  seguro  que  demandaron,  para  que,  dexada  la 
oibdad ,  se  fuesen  libres  oon  sus  bienes.  E  que  si 
querian  que  el  artillería  cesase  de  tirar,  les  con  ve- 
nia dar  reboñes  por  seguridad  que  la  cibdad  se  en- 
tregaría luego.  Los  moros,  vista  la  respuesta  que  el 
Bey  les  mandó  dar,  como  libres  del  peligro  de  la 
muerte  é  del  captiverío  que  esperaban,  plógoles  do- 
lió ;  é  luego  se  pusieron  por  rebenes  el  Aloayde  de 
la  fortalesa,  é  los  fijos  del  Alatar  de  Loxa,  é  los 
cabeceras  é  capitanes  que  allí  estaban,  los  quales 
el  Bey  mandó  recebir  á  ciertos  caballeros  de  su 
oasa.  B  luego  los  moros  dezaron  la  cibdad,  é  se 
fueron  con  sus  bienes  á  Granada. 

Entregóse  esta  cibdad  de  Loxa  é  su  fortalesa  al 
Bey  Lunes  á  veinte  é  nueve  dias  del  mes  de  Mayo, 
afio  del  nascimiento  de  Nuestro  Bedemptor  Jesu 
Ohrísto  de  mil  é  quatrodentos  é  ochenta  é  seis  afios; 
la  tenencia  de  la  qual  el  Bey  mandó  dar  á  Don  Al- 
varo de  Luna,  Señor  de  Fnenteduefia.  Fueron  libros 
ciento  é  quarenta  homes  ohristianos  que  se  falla- 
ron captivos  en  aquella  oibdad. 

Sabido  por  la  Beyna  qne  estaba  en  [Córdoba  la 
entrega  de  Loxa,  ovo  grande  placer,  é  luego  mandó 
facer  uua  solemne  procesión ,  en  la  qual  ella  é  la 
Infanta  Dofia  Isabel  su  fija,  é  todas  las  duefias  6 
doncellas  de  su  palacio,  fueron  á  pió  dende  la  Igle- 
sia mayor  fasta  la  Iglesia  de  Santiago ;  é  fizo  algu- 
nos saorifioios  é  obras  pias ,  é  repartió  limosnas  á 
iglesias  é  á  monesterios,  é  á  pobres;  é  rogó  á  algu- 
unas  personas  devotas  que  estoviesen  en  oración 
oontina  rogando  á  Dios  por  la  victoria  del  Bey  é 
de  su  hueste.  Otrosí  embió  grandes  é  muy  ricos  do- 
nes á  aquel  Oonde  de  Escalas  Ingles,  entre  los  qua- 
les le  embió  dos  camas  de  ropa  guarnecidas,  la  una 
con  paramentos  brocados  de  oro ,  é  doce  caballos,  é 
topa  blanca,  é  tiendas  en  que  estoviese,  é  otras  co- 
sas de  gran  valor.  El  Bey  ansimesmo  le  fué  á  visi- 
tar á  su  tienda,  é  á  le  consolar  por  las  llagas  que  en 
los  combates  habla  reoebido,  especialmente  de  dos 
dientes  que  le  hablan  botado  de  la  boca.  B  dixole 


Ú  D09A  ISABEL  4S7 

que  debía  ser  alegre,  poique  la  su  virtud  le  derribó 
los  dientes,  que  su  edad  ó  alguna  enfermedad  le 
pudiera  derribar.  E  que  considerando  oómo  y  en 
quá  lugar  los  perdió,  mas  le  facían  hermoso  que  dis- 
forme ;  é  que  mayor  precio  le  daba  aquélla  mengua, 
qué  mengúale  facia  aquella  ferida  (1).  Aquél  Oon- 
de respondió,  que  daba  las  gracias  á  Dios  é  ala  glo- 
riosa Virgen  su  madre,  porque  se  veia  vÜitado  del 
mas  poderoso  rey  de  toda  la  christíandad,  é  que  re- 
cebia  su  graciosa  consolación  por  los  dientes  que 
habia*perdido ;  aunque  no  reputaba  mucho  perder 
dos  dientes  en  servicio  de  aquel  que  gelos  habla 
dado  todos.  E  fundáronse  luego  en  la  cibdad  de 
Loxa  en  dos  mosquitas  dos  iglesias,  la  una  que  es 
cerca  de  una  fuente,  á  la  advocación  de  Sanota  Ma- 
ria  de  la  Encamación,  é  la  otra  á  la  advocación  de 
Sanctiago.  E  para  estas  iglesias  embió  luego  la 
Beyna  ornamentos  muy  ricos,  é  cálices,  é  cruces  de 
plata,  é  libros,  é  todas  las  otras  oosas  necesarias  al 
culto  divino.  E  mandó  ir  maestros  é  albañiles  é  car- 
pinteros, para  que  reparasen  lo  que  las  lombardas 
habiau  derribado  de  los  muros  é  de  las  torres  de 
aquella  dbdad. 

CAPÍTULO  LEL 

Gomo  el  R«7  eos  toda  U  hsesto  partió  do  la  oibdad  do  Leu . 
é  fo4  á  poBOr  roal  lobro  Illoia* 

Ganada  la  dbdad  de  Loxa,  é  proveída  de  gentes 
de  guerra  que  la  guardasen,  é  de  mantenimientos  é 
otras  oosas  necesarias  para  los  que  la  guardasen,  el 
Bey  acordó  de  ir  mas  adelante,  é  poner  real  sobro 
la  villa  é  castillo  de  lUora,  que  es  qúatro  leguas  de 
la  oibdad  de  Chranada.  Esta  viUa  está  puesta  en  un 
valle  donde  hay  una  vega  muy  estendida ,  y  en 
aquel  valle  está  una  peña  alta,  que  softorea  todo  el 
circuito ;  y  en  lo  alto  de  aquella  peña  está  fundad» 
la  villa,  de  fuertes  tonres  é  muros.  T  el  Bey  ovo  avi- 
so que  los  moros  de  aquella  villa  oon  propósito  do 
la  defender,  hablan  embiado  á  Granada  todos  los 
homes  viejos,  é  las  mugeres  é  niños  é  otros  que  eran 
impedimento  para  la  guardar,  é  inhábiles  para  pe- 
lear; é  que  habían  quedado  en  ella  fasta  dos  mil 
homes  para  la  defender.  Habido  este  aviso ,  el  Bey 
mandó  al  Maestre  de  Santiago,  é  al  Marqués  de  Oá- 
liz,  que  con  quatro  mil  homes  á  caballo ,  é  doce  mil 
peones  fuesen  dolante,  é  viesen  las  partes  mas  se- 
guras donde  se  asentase  su  real.  B  como  aquellos 
caballeros  llegaron  al  valle  oerca  de  la  irilla ,  ovie- 
ron  acuerdo  de  poner  el  real  en  un  oerro  alto  que 
está  en  la  otra  parte  de  la  sierra,  camino  de  un 
puerto  que  dicen  el  puerto  de  Lqpe  hada  la  parte 
de  Granada.  7  el  Bey  que  partió  luego  con  toda  la 
hueste,  asentó  su  red  en  un  lugar  que  dicen  el  oer* 


(1)  Podro  Hartyr  eoosta  do  otro  nodo  oslo  dlobo  dol  Ingloi.  Dloo 
fio  habiendo  Ido  d  eaapllmootar  i  la  Reyna  laofo  qne  hnbo  en- 
rado,  y  eonaolándole  eala  sobre  la  pérdida  de  los  dientes,  respon- 
dió afndaaente:  Qué  DU$  que  MU  kecke  tééé  fuUu  fihk^ 
quite  uMr  uiH  uuu  eeuteiíB  puré  eer  wtefer  h  fue  peteH  ieuire. 
Martyr,  Epitiúkr.,  A*,  i,  eplei.  61.  Bomaldos  ioiala  U  loma  de 
Lou  nn  din  áales«  co/.  18» 


438 


0RÓNI0A8  DE  LOS  BBYES  DB  OAOTlíiLA. 


ro  de  la  EndnilUs  é  mandó  repartir  por  loa  oaballe- 
roa  ó  capitanes  de  bu  hneate  las  eatansaa  en  oiroai- 
to  de  la  villa  en  talee  lagares ,  qae  eatoviese  cerca- 
da por  todas  partea.  Otrosí  faó  traída  el  artillería ,  é 
delante  della  yenian  nempre  gran  multitud  de  peo- 
nes con  ferramíentas  para  allanar  los  caminos  ó  fa- 
cer carriles.  Otrosí  traían  muchos  carros  de  madera 
para  facer  pontones,  por  do  pasasen  las  acequias  é 
arroyos  fondos.  Asentado  este  real  en  los  lugares 
que  Ijabemos  dicho ,  el  Bey  ovo  aviso  que ,  por  es- 
tar los  moros  lastimados  por  la  pérdida  de  Loxaó 
por  las  pérdidas  que  recelaban  haber,  se  liabian  jun- 
tado machos  do  los  principales  de  aquel  Beyno,  é 
amonestaron  á  los  otros,  que  saliesen  á  se  remediar 
é  defender  su  tierra,  é  que  muriendo  ó  venciendo  se 
librasen  de  las  fatigas  que  cada  hora  recebian ,  y 
esperaban  recebir. 

Esto  sabido  por  el  Bey  é  por  los  caballeros ,  ó 
otras  gentes  de  su  hueste,  considerando  la  enemiga 
que  generalmente  habia  entre  ellos  por  las  muertes 
é  robos  é  captíverios  crueles  que  todos  los  tiempos 
pasaban  de  unos  á  otros,  recelaron  de  algún  ímpetu 
furioso  que  la  multitud  de  los  moros  que  estaban 
tan  cerca  en  la  cibdad  de  Qranada ,  ferian  en  las 
gentes  del  real.  E  como  muchas  veces  acaesce  que 
el  miedo  da  aviso  para  el  remedio  en  los  peligros, 
todas  aquellas  gentes  de  la  hueste  se  pusieron  al 
trabajo  de  fortificar  cada  uno  sus  estanzas  do  cavas 
é  baluartes  é  palizadas,  ó  de  tales  defensas,  que  po- 
dían estar  seguros  de  qualquier  acometimiento  que 
los  moros  flciesen.  Otrosí  mandó  el  Bey  doblar  las 
guardas  y  escuchas  en  el  campo,  é  poner  gente  do 
pié  é  de  caballo  á  la  parte  de  la  sierra  que  es  cerca- 
na á  la  villa ,  donde  no  se  podían  poner  estanzas; 
porque  por  aquella  parte,  ni  pudiese  entrar  gente  do 
moros,  ni  salir  á  pelear  con  los  del  real.  Otrosí  man- 
dó poner  homes  que  guardasen  en  una  torre  que  se 
dice  de  los  Yesos ,  que  es  camino  de  Granada,  y  en 
otra  torre  que  se  llama  de  la  Loma,  y  en  la  torre 
del  Hachuelo  de  Tajara,  y  en  la  torre  del  Agua  de 
Herida,  y  en  la  torre  que  dicen  del  puerto  Lope; 
porque  de  todas  partes  fuese  sabido,  si  alguna  gen- 
te de  moros  se  moviese  á  venir  contra  el  reaL  E  pa- 
ra estrechar  la  villa,  acordó  que  se  debian  combatir 
los  arrabales,  en  los  quales  los  moros  habían  fecho 
grandes  defensas ;  especialmente  habían  f oradado 
las  casas,  para  que  pudiesen  andar  ayudándose  de 
unas  á  otras,  é  habían  fecho  en  las  pu^es  grandes 
troneras  ó  saeteras ,  tantas  que  ninguno  podía  en- 
trar en  las  calleB,  sino  á  gran  peligro  de  ser  muerto 
ó  ferído.  Otrosí  quemaron  é  derribaron  algunas  ca- 
sas que  pudieran  ser  defensa  á  los  cercadores,  é  da- 
fio  á  los  cercados.  E  como  el  Bey  ovo  este  acuerdo, 
el  Duque  del  Infantadgo  le  suplicó  que  le  diese 
cargo  de  combatir  una  parte  del  arrabal ,  y  el  Bey 
gelo  otorgó.  B  como  el  real  fué  asentado,  é  las  co- 
sas  para  el  combate  aderezadas,  el  Duque  con  so 
gente  acometió  aquella  parte  del  arrabal  que  esco- 
gió para  combatir.  Los  moros,  visto  que  los  del  Du- 
que se  acercaban,  tiraron  tantas  espingardas  é  sae- 
tas, ó  tantos  truenos  é  búzanos,  quo  la  gente  recola- 


ba llegar  al  combate.  Visto  por  el  Duque  qae  loa 
suyos  no  tenían  aquel  fervor  de  ánimo  qae  se  re« 
quería  para  acometer  les  dixo :  c  Ba,  oáballeros,  que 
B  en  tiempo  estamos  de  mostrar  los  coraaones  en  la 
B  pelea,  como  mostramos  los  arreos  en  el  alarde ;  é 
»si  os  seflalastes  en  los  rióos  jaeces,  mejor  os  debela 
Bsefialar  en  las  fuertes  fazallas.  Porque  no  es  bien 
»  abundar  en  arreo,  é  fallecer  en  eafnerso ;  é  doblada 
i  disf  amia  habríamos  habiendo  tenido  buen  corazón 
B  para  gastar,  sino  la  toviésemos  para  pelear.  Por 
B  ende,  como  caballeros  esforzados  pospaesto  elmie« 
Bdo,  é  propuesta  la  gloria,  arremetamoa  contra  los 
»  enemigos^  y  espero  en  DioS|  que  como  ovimos  la 
B  honra  de  homes  bien  arreadosi  la  habremos  de  ca- 
B  balleros  esforzados,  b  Aquellas  gentes,  oídas  las  pa- 
labras del  Duque,  comenzaron  á  mover  adelante ,  é 
sufriendo  muchos  tiros  de  piedras  é  de  saetas,  en- 
traron por  el  arrabal.  Los  moros  puestos  en  los  pa- 
lenques y  en  las  otras  defensas  que  tenían ,  pelea- 
ban é  ferian  muchos  de  los  del  Duque.  El  Conde  de 
Cabra  que  peleaba  con  su  gente  por  otra  parte,  otro- 
sí los  caballeros  é  capitanes  que  combatían  por  otras 
partes,  con  grand  esfuerzo  acometieron,  é  peleando 
con  los  moros  é  sufriendo  muchas  f cridas  de  saetas 
y  espingardas,  llegaron  por  fuerza  de  armas,  y  en- 
traron los  arrabales  ;  ó  luego  fueron  puestas  laa  es- 
tanzas  contra  la  villa  bien  cerca  del  muro.  B  asen- 
táronse diez  ó  ocho  lombardas  grandes  repartidaa 
en  tres  partes ;  ó  para  la  guarda  dallas  é  de  la  otra 
artillería,  mandó  el  Bey  á  los  caballeros  é  peones 
de  las  cibdades  de  Jaén  é  Andúxar  é  Ubeda  é  Bae- 
za  que  pusiesen  sus  estanzas  en  los  lugares  cercanos 
á  los  asientos  do  estaban  las  lombardas.  Las  quales 
con  todos  los  otros  tiros  é  cortaos  é  pasabolantes  é 
cebratanas  tiraron  á  la  villa,  é  derribaron  algunaa 
torres  é  gran  parte  del  muro.  Otrosí  tiraban  con  los 
cortaos  é  ribadoquines  á  las  casas,  é  pasábanlaa,  é 
mataban  é  destruían  todo  lo  que  alcanzaban.  E  tan- 
ta fué  la  diligencia  que  se  puso  en  los  tiros  de  las 
piedras,  é  tan  grande  estrago  facían  en  las  casaa  y 
en  las  torres  y  en  los  muros,  que  ni  podían  dormir 
¡os  moros,  ni  tenían  espacio  para  comer ,  ni  menos 
se  oían  los  unos  á  los  otros,  con  el  sonido  ríg-uroso 
que  de  contino  oían.  Al  fin  los  moros,  que  cada  ho- 
ra esperaban  socorro,  veyendo  que  sus  fuerzas  fa- 
Uescian,  é  las  de  sus  muros  no  los  podían  defender, 
é  que  según  la  priesa  que  los  christianos  daban  al 
combate,  antes  serian  perdidos  que  socorridos,  vi- 
nieron á  f  abla,  é  demandaron  seguro  para  se  ir  con 
sus  bienes,  é  dexar  la  villa  libremente.  El  Bey  man- 
dógelo  dar  para  sus  personas  é  para  sus  bienes,  sal- 
vo las  armas  que  les  mandó  dexar ;  é  ansimesmo 
dexasen  libres  todos  los  captivos  christianos  que  en 
ella  fallasen.  E  luego  como  el  Bey  les  otorgó  el  se- 
guro, el  Alcayde  é  los  moros  entregaron  la  villa.  El 
Bey  mandó  á  uno  de  sus  capitanes  que  los  llevase 
á  poner  en  lugar  seguro  camino  de  la  cibdad  de 
Granada,  é  puso  por  Alcayde  en  aquella  villa  é  su 
fortaleza  al  capitán  Gonzalo  Fernandez  de  Córdo- 
ba, hermano  de  Don  Alonso,  Sefior  de  la  Casa  de 
Aguilar.  E  mandó  reparar  las  torres  é  muros  que 


I 

DON  FEENAKDO  ¿  DOftA  ISABEL 


489 


derribaron  Um  tombardas  6  básioooila  do  «rmaB  é 
mantenimientoBi  ¿  de  otras  cosas  necesarias  para  sa 
defensa. 

CAPITULO  LX. 
Como  la  Reyna  Tino  i  la  elbdai  de  Lou. 

Tomada  la  dbdad  de  Loxa  é  la  villa  de  Ulora,  el 
Bey  embió  á  rogar  mvohas  Tecee  á  la  Beyna  qne 
▼iniese  do  él  estaba,  porque  era  necesaria  sn  presen- 
cia para  el  consejo  de  lo  qne  se  dobla  facer  en  la 
guttda  é  proveimiento  de  la  tierra.  La  B^yna,  mo- 
vida por  loe  ruegos  del  Bey ,  é  por  oomanicar  con 
él  algunas  cosas  arduas  que  ocurrían  tocantes  á  la 
gobernación  de  sus  Beyncs,  vino  á  la  cibdad  de  Lo- 
xa.  E  luego  embió  4  visitar  los  caballoros  é  otros 
oontinos  de  su  casa  que  allí  hablan  quedado  feri- 
do8|  diciéndoles  que  debían  ser  alegres,  porque  co- 
mo caballeros  se  ofresoieron  á  los  peligros  por  en- 
Balsar  la  £é  y  ensanchar  la  tierra,  é  que  si  ella  gelo 
agradecía  para  gelo  remunerar  en  esta  vida,  Dios 
coya  era  la  causa,  no  se  olvidaria  de  gelo  remune- 
rar en  la  otra.  B  junto  con  esta  consolación  les  em- 
bió su  Tesorero,  que  les  diese  dineros  para  ayuda 
de  sus  gastos ,  á  cada  uno  según  la  manera  de  su 
estado.  E  porque  el  Bey,  después  que  tomó  la  villa  é 
castillo  de  Illora,  había  movido  su  real  para  ir  sobre 
la  villa  de  MocUn,  la  Beyna  partió  de  la  cibdad  de 
Loxa  é  fué  do  el  Bey  estaba ;  y  el  Bey  acompsfiado 
de  los  caballeros  é  fijcs-dalgo  de  su  hueste,  la  salió 
á  reoebir,  é  todas  las  gentes  ovieron  gran  placer  con 
su  venida  (1). 

CAPÍTULO  LXI. 
Como  se  gas^  1>  vUla  de  Moetla. 

La  villa  de  Modín  fué  siempre  reputada  on  la 
estimación  de  los  moros  é  de  los  christianos  por 
una  de  las  principales  guardas  que  tiene  la  cibdad 
de  Qranada,  ansí  por  la  fortaleaa  grande  de  sus  tor- 
res é  muros,  como  por  ser  asentada  en  tal  lugar,  que 
da  seguridad  si  es  amiga ,  é  guerra  á  las  comarcas 
do  es  enemiga.  Por  esta  causa ,  é  porque  los  moros 
sabían  que  el  Bey  é  la  Beyna  estaban  sentidos  del 
desbarato  que  sus  gentes  el  afio  pasado  allí  hablan 
recebido,  é  que  su  intención  era  de  la  mandar  otra 
vea  sitiar,  ficieron  grandes  cavas  é  baluartes,  é  bas- 
teciéronla de  armas  é  artillería,  é  pólvora,  é  de  las 
otras  cosas  necesarias  para  su  defensa.  E  pusieron 
en  eUa  gente  de  guerra  escogida  para  la  defender; 
é  sacaron  todos  los  viejos  é  nifios  é  mugeres,  é  to- 
dos los  que  eran  inhábiles  para  la  guerra.  Como  el 
Bey  é  la  Beyna  fueron  con  toda  su  hueste  á  sitiar 
aquélla  villa,  después  de  pasados  grandes  trabajos 


(i)  El  HS.  del  Seffor  Han  aBade  estas  palabras:  A  U  fM/  #m- 
kló  i  recikir  Mei  fU  ile§§t$  é  loxa,  #/  Jfflffadf  4§  CáéiM  f  •/ 
A4ehMtU9  Dm  P#dr«  fiirJfMs.  El  Cara  de  los  Palacios  dice  es- 
to mlsaio  y  deseribe  eoa  prolijidad  el  reeiblaiieato  y  festijos  qse 
se  Meierott  por  esta  tealda  de  la  Rejoa  al  real,  qae  fié  Ldaes  It 
de  Julo«  qsttro  diu  desptes  de  tomada  lUora.  Benald.,  e^f^ 
ia/«7e. 


on  el  oamino  por  las  isperas  sierras  é  sendas  angos- 
tas por  donde  fueron ,  luego  que  llegaron,  asentaron  , 
su  real;  y  el  Bey  mandó  poner  las  estansas  en  tor- 
no de  la  villa,  é  guardas  en  el  campo  y  en  lasotrss 
partes  que  fué  necesario.  Otrosí  se  pusieron  en  me- 
dio del  real  dos  montones,  el  uno  de  harina  y  el 
otro  de  cebada,  que  se  llamaba  el  albóndiga  real.  B 
cerca  de  los  mantenimientos  que  eran  necesarios 
para  la  hueste  que  el  Bey  traía  en  esta  conquista, 
queremos  recontar  con  toda  verdad ,  que  se  sofrían 
mayores  gastos  que  pudieron  facer  otros  reyes  en 
las  conquistas  de  los  reynos  é  provincias  que  gana-» 
ron; porque  si  tierras  é  lugares  conquistaron,  en  ellas 
mesmas  había  provisiones  en  abundancia  para  sus 
gentes.  Pero  en  la  conquista  deste  Beyno  de  Gra- 
nada, ninguna  provisión  se  había  de  las  villas  que 
se  ganaban,  porque  las  gentes  quo  las  moraban  eran 
contrarias  en  ley,  é  diversas  en  lengua,  y  enemigas 
en  conversación,  y  muy  pobrea  de  mantenimientos, 
por  las  talas  é  guerras  que  de  contino  les  eran  fe- 
chas. Otrosí,  porque  convenía  lansar  fuera  de  las 
villas  é  lugares  á  los  labradores,  é  otras  peraopas  sus 
naturales,  que  usaban  el  agricultura  é  trato  de  las 
mercaderias,  é  quedaban  en  ellas  gentes  de  armas 
que  trabajaban  en  guardar  é  pelear,  é  no  en  labrar, 
ni  en  criar,  ni  en  otros  oficios  mecánicos  necesarios 
4  la  vida.  Lo  tercero  porque  todo  aquel  Beyno  es 
villas  cercanas  é  muy  fuertes,  é  no  había  puebb  sin 
cerca  que  se  rindiesen ,  do  se  pudiese  haber  alguna 
ayuda  de  los  mantenimientos.  Lo  quarto  porque  no 
había  en  aquella  comarca  puertos  de  mar  seguros 
donde  se  pudiesen  descargarlos  mantenimientos 
que  de  otras  partes  se  traxiesen,  é  conveiiía  qtie  to- 
dos los  días  andoviesen  las  roques  da  veinte  ínll 
bestias,  trayendo  de  muy  lexoa  los  manteüiikiíentoé 
é  vestuarios,  é  todos  los  oficios  é  oficiales  é  ferra- 
mientas  é  pertrechos,  é  otras  cosas  necesarias  á  la 
vida  é  i  la  guerra.  Otrosí  era  necesaria  gran  copia 
de  gentes  de  armas  que  de  contino  entrasen  é  salie- 
sen con  las  requas,  porque  las  asegurasen  de  los  ene- 
migos que  moraban  en  la  comarca  por  do  pssalmn, 
en  lo  qual  laé  gentes  sofrian  trabajosi  é  facían 
grandes  gastos  é  oontinos. 

Puestas  las  estansas  en  tomo  de  la  viUs,  loi  arti- 
lleros asentaron  las  lombardas  en  tres  lugares,  é  r&> 
partieron  los  cortaos  é  otros  medianos  tiro*  pói: 
otras  partes  en  circuito  de  la  villa,  é  coméüsáron  á 
disparar  las  lombardas,  é  firieron  en  las  tortee  prin- 
cipales de  la  f ortalesa ;  é  continaron  los  tiroÉ  aquél 
dia  é  la  noche  siguiente ,  fasta  que  derribaron  gran 
parte  del  muro  é  del  potril,  é  almenas  4e  algunas 
torres.  Los  moros  reparaban  lo  que  podían,  é  siem- 
pre tiraban  con  los  ribadoquines  é  básanos  é  otros 
tiros  de  pólvora  da  que  estaban  proveídos,  con  los 
quales  facian  dallo  á  las  gentes  del  real.  B  duró  por 
sspaoio  de  dos  noches  é  un  dia  el  rigor  de  los  tiros 
del  artillería  que  se  tiraban  tan  contiñcs  que  espa- 
cio de  un  momento  no  había  en  que  no  sé  oyéáéñ 
sonidos  é  se  recibiesen  dafios  de  la  una  parte  é  de 
la  otra. 
En  este  comedio  los  maestros  del  artillería  tiraron 


Uo 


OBÓmOAB  DI  LOB  JBETEB  DX.GASFILLA. 


mm  pálU  conf  ecdcwiada  de  Um  qoa  UiisftbAn  oento- 
llas  de  foego  é  subian  en  el  ajro.  S  por  caso  qiie 
parado  traído  de  la  divina  providencia,  vino  á  caer 
en  nna  torre  de  la  fortaleaa  donde  loe  moros  tenian 
en  gran  guarda  toda  en  pólvora,  é  alcanaó  una  de 
lae  oentellaa  al  Ingar  donde  la  pólvora  eaiaba,  é 
qoemóla  toda,  é  quemó  oiertoe  moroa  ó  proviiio- 
nee,  é  todaa  las  ooeaa  oeioanae  al  logar  donde  cayó. 
Loa  moroa  vitto  aqnel  dallo  qne  súbitamente  lea 
vino,  é  qne  por  ¿alleeoimiento  de  la  pólvora  no  lea 
quedaba  ninguna  manera  de  defensa,  luego  les  fa- 
llecieron las  fuersas  é  no  fallaron  otro  romedio  4 
sus  vidas  I  salvo  venir  á  fabla  ó  demandar  seguro 
de  sus  perronas  é  bienes.  El  Bey  é  la  Beyna  gelo 
dieron,  el  qual  habido,  los  moros  salieron  de  la  villa, 
ó  dezaron  en  ella  todas  laa  aimaa  é  mantenimien- 
tos, y  entregaron  los  ohristianos  que  tenian  capti- 
vos. T  el  Bey  ó  la  B^yna  mandaron  á  un  so  capitán 
que  los  pusiese  en  lugar  seguro  camino  de  la  oibdad 
deChranada. 

Haberse  ganado  por  la  manera  que  se  ganó  esta 
villa  en  tan  pocos  dias,  considerada  su  gran  f  orta- 
lesa  é  la  diligencia  que  los  moros  hablan  puesto  en 
la  guardar,  bien  pareció  ser  oosa  traida  por  la  ma- 
no de  Dios;  porque  de  otra  manera  no  se  pudiera 
tomar  en  laigo  tiempo,  é  con  mucho  gasto  ó  pérdi- 
da de  gente.  Falláronse  en  los  campos  que  son  en 
drenito  de  aquella  villa  algunos  cuerpos  de  ohris- 
tianos muertos,  de  los  que  fueron  en  el  desbarato 
I  que  allí  ovo  el  Conde  de  Cabra  el  afio  pasado.  Por- 
que como  fueron  feridos  en  la  batalla,  no  podían 
fnir  con  las  f eridas,  é  caían  muertos  en  las  matas  é 
tras  las  pefias  y  en  otros  lugares  encubiertos;  los 
quales  la  B^yna  mandó  recoger  é  sepultar  en  las 
ic^esias  que  se  fmidaron  en  aquella  villa. 

OAPÍTULO  LXIL 

CiBSdB9ftilétalaflatifad«Gnaaia.é<<Nio  le  loaaroa 
latvIUas  de  Moatofrio  é  ColMienu 

• 

Después  que  se  ganó  la  villa  de  Moclin,  el  Bey  é 
lA  Beyna,  haMdo  su  acuerdo  con  él  Maestro  de  San- 
t  Hago,  ó  con  el  Duque  del  Inf  antadgo,  ó  con  los  Mar- 
queses de  Cálii  é  de  Villena,  6  con  los  otros  Condes 
é  oábaüeros  de  su  Consejo,  embiaron  á  los  capita- 
nea de  la  gente  de  Sevilla  é  de  Xeres,  ó  de  la  villa 
de  Oarmona  á  poner  sitio  sobre  la  villa  de  Monte- 
frÍO|  que  es  oeroa  de  Moclin ;  é  mandáronles  que 
llevasen  algunos  tiros  de  pólvora  para  la  combatir. 
lia  B^yna  quedó  en  la  villa  de  Moclin  con  las  gen« 
tes  de  armas  de  su  guarda,  donde  recibió  letras  del 
Oonde  de  Benavente,  por  las  quales  le  fada  saber 
como  el  Oonde  de  Lémos  permanescia  en  su  robe- 
lion,  é  qne  bastecía  sus  f  ortaleaas,  é  acogía  en  ellas 
malf eohores  que  facían  robos  é  f uersas  en  la  tierra. 
Bl  Bey  partió  oon  toda  la  gente  de  su  hueste  para 
la  dbdad  de  Granada  A  facer  tala  de  los  panes  é 
otros  frutos  que  estaban  en  el  campo.  B  las  bata- 
llas ordenadas,  ó  los  taladores  talando  los  panes  6 
todos  los  otros  frutos  que  fallaban,  fué  camino  d^ 
la  oibdads  ornando  asentar  su  real  en  un  logar  que 


se  dioe  los  Ojos  de  Hnóoar.  B  aquel  diá  el  Máasiré 
de  Santiago  y  el  Marqués  de  CáUstovieron  la  guar« 
da  del  campo.  Junio  con  los  olivares  de  la  dbdad.  B 
contra  esta  guarda  salieron  de  Granada  caballeros 
moros  á  escaramusar,  é  duió  la  escaramuaa  por  es- 
pacio de  dos  horas,  do  murieron  algunos  caballeros 
de  la  una  parte  é  de  la  otra;  especialmente  fueron 
muertos  dos  hermanos  moros,  que  habían  seydo  al- 
oaydes,  el  uno  de  Illora  y  d  otro  de  Moclin.  Los 
morop,  visto  el  dallo  que  recelúan,  retraxéronse  á  la 
dbdad.  Otro  día,  porque  la  tala  se  fidese  mejor,  ó 
de  los  frutos  mas  oeroanosá  la  dbdad, mandó  el  Bey 
mudar  el  real  oeroa  de  la  huerta  que  dicen  dd  Bey, 
que  está  de  la  otra  parte  de  Granada.  Los  moros, 
visto  que  los  ohristianos  se  aoeroaban  á  la  dbdad| 
salieron  fasta  mil  é  qoinientoe  homes  á  caballo  en 
una  batalla,  é  otras  quatro  batallas  de  gran  número 
de  peones ,  é  pudéronse  cerca  de  unas  huertas  ro- 
deadas de  acequias  é  olivares  que  los  defendían.  El 
Bey,  vista  la  gran  multitud  de  moros  fuera  de  la  db- 
dad, mandó  ordenar  las  esquadras  de  la  gente,  éto- 
dos  dispuestos  psra  la  pdea  pasaron  addante;  ó 
mandó  que  todo  d  requage  foese  oeroa  de  su  bata- 
lla real,  porque  ninguna  cosa  de  la  hueste  pudiese 
recebir  dafio.  El  Duque  dd  Infantadgo  oon  sus  dos 
batallas,  la  una  de  gente  de  armas  é  la  otra  de  gi- 
netes,  quedó  en  la  reguarda  para  facer  rostro  á  los 
moros  si  moviesen  alguna  pdea.  B  cerca  de  las  ba- 
tallas del  Duque  iba  Don  Garda  Osorío,  Obispo  de 
Jaén ,  é  Frandsoo  de  Bovedilla,  Conregidor  de  Jaén 
con  dos  esquadras  de  gente  de  armas  de  las  cibda- 
des  de  Ubeda,  é  Baeza,  é  Jaén,  é  Andózar.  B  como 
el  Duque  pasó  por  d  rio  junto  con  el  camino  que 
dicen  de  Elvira,  los  moros  que  dempro  en  las  pe- 
leas usaron  de  astadas  engafiosas,  vista  la  grand 
orden  que  los  christíanos  llevaban,  no  cometieron 
á  las  batallas  del  Duque,  pero  movieron  escaramuza 
con  la  gente  de  aquellas  dbdades  que  iban  con  d 
Obispo,  é  con  Francisco  de  Bovedilla,  conregidor. 
De  laa  quales  sdieron  dgunos  cabdleros  á  escara- 
muzar oon  los  moros,  los  quales  mostraron  que  fnian 
á  fin  que  los  ohristianos  siguiéndolos  se  desordena- 
sen. Los  moros,  como  vieron  que  los  ohristianos  los 
seguían  con  dgun  desorden,  tornaron  oontra  dios 
é  firieron  é  mataron  dgunos.  Las  otras  batallas  del 
Obispo  é  dd  Comgídor,  visto  que  los  suyos  se  re- 
trdan,  movieron  sus  batallas  por  los  socorrer,  é  d- 
guíeron  los  moros  fasta  que  los  metieron  por  la 
huerta  del  Bey.  Los  moros ,  quando  vieron  que  los 
christíanos  se  habían  metido  en  aquel  lugar ,  solta- 
ron d  río  de  Guadaxenil  para  que  corriese  por  una 
acequia  grande  que  rodeaba  d  circuito  donde  aque- 
llos caballeros  ohristianos  se  habían  metido.  B  co- 
mo los  vieron  atajados  oon  d  agua  tomaron  contra 
ellos  oon  redo  acometimiento.  Los  diristíanos,  qa  an- 
do se  vieron  en  aquel  pdígro,  dgonos  que  ovieron 
mayor  esfuerso  pdearon  oon  los  moros,  otros  se  ro- 
trdan  y  trabajaban  por  pasar  d  acequia  é  salir  de 
aqud  lugar.  El  Duque  del  Infantadgo  como  vio  al 
Obispo  é  d  Corregidor  oon  sus  gentes  en  aqud  pe- 
ligro, mandó  volver  sus  ensefiasi  é  á  gran  priesa 


DORFBSNAKDO 
f9úÉÍ  la  iMUlla  ñé  mm  ginetM  el  acequia,  é  sooonió 
á  los  de  aquellas  ewmadnuí  que  estaban  pelean- 
do con  moros.  Los  moros  qve  estaban  firiendo 
en  los  ohrisüanos  i  qaando  vieron  qne  la  gente  del 
Dnqne  ToMa  á  socorrer,  tornaron  á  fnir;  é  la  gen- 
te del  Daqne  los  siguió  por  él  camino  de  Elvira 
h¿cia  la  cibdad  de  Qranada.  Y  en  aquella  manera 
escaparon  aquellos  caballeros  de  ser  perdidos. 

Murieron  en  aquélla  pelea  dos  caballeros  princi" 
pales;  el  uno  se  llamaba  el  Oomendador  Martin 
Vaaquea  do  Aise,  y  el  otro  se  llamaba  Juan  de  Bos- 
tamante,  é  otros  algunos  de  los  cbristianos.  E  por 
pasar  el  acequia  muchos  perdieron  sus  caballos,  é 
cayeron  é  fueron  lisiados  é  desbaratados ;  6  fuera 
mucho  mas  el  dafio,  salvo  por  la  baUIla  del  Duque 
del  Inf  antadgo  que  los  socorrió.  Otro  dia,  oonUnán- 
dose  la  tala ,  el  Oonde  de  Cabra  é  Don  Martin  de 
GSrdoba  su'hermano  con  sus  gentes,  estando  en  un 
lugar  cerca  del  rio  donde  les  fué  encomendada  la 
guarda,  comensaron  una  esoaramusa  con  los  moros 
que  estaban  guardando  entre  las  huertas ;  á  la  qual 
acudieron  gran  multitud  de  moros  que  salieron  de 
la  dbdad,  j  encendióse  tanto  la  pelea  entre  ellos, 
que  fué  necesario  salir  la  ensefia  real,  é  venir  el 
Bey  con  toda  la  gente  á  socorrer  al  Oonde  é  á  aquel 
capitán  é  á  sus  gentes,  que  estaban  en  grand  aprie- 
to rodeados  por  todas  partes  de  los  moros.  En  aque- 
lla f acienda  murieron  algunos  escuderos  de  los 
ohnstianos  é  de  los  moros,  que  cayeron  luego  en  el 
primer  acometimiento.  Fecha  la  tala  en  cirouito  de 
Granada,  el  Bey  con  toda  la  hueste  salió  de  la  vega 
por  el  puerto  Lope.  Otro  dia  vino  á  poner  real  cer- 
ca de  la  villa  de  Modin,  do  estaba  la  Beyna.  E  vi- 
nieron ante  ellos  los  alcaydes  de  Montefrio  é  Oolo- 
mera,  é  suplicáronles  que  diesen  su  seguro  para  los 
moradores  de  aquellas  villas  é  para  sus  bienes,  é 
que  gelas  entregarían.  El  Bey  é  la  Beyna  gelo 
mandaron  dar,  para  que  fuesen  con  sus  bienes  á 
Granada,  deoumdo  todas  las  armas  é  bastimentos 
que  en  ellas  oviese. 

Tomadas  estas  villas  é fecha  látala  en  la  manera 
que  habemos  recontado,  el  Rey  é  la  Beyna  dezaron 
por  alcayde  en  hi  villa  é  castillo  de  Moclin  al  Oomen- 
dador Martin  de  Alarcon,'y  en  la  villa  de  Montefrio 
al  Oomendador  Pedro  de  Bivera.  La  villa  de  Ocio- 
mera  entregaron  á  un  caballero  de  Alcalá  la  Beal,  que 
se  llamaba  Fernán  Alvares  de  Alcalá.  Y  en  todas  es- 
tas  villas  mandaron  estar  gentes  de  caballo  é  do  pié 
con  estos  alcaydes,  para  las  guardar  é  facer  guerra 
á  la  cibdad  de  Granada.  B  repartieron  otras  gentes 
de  caballo  é  de  pié  en  las  villas  de  Cártama  é  Alo- 
ra, para  guerrear  en  aquellas  partes  qne  son  fronte- 
ras á  la  cibdad  de  Málaga.  Otrosí  fundaron  iglesias 
en  las  villas  de  Illora,  é  Montefrio,  é  Moclin,  é  Oo- 
lomera ;  las  quales  proveyó  la  Beyna  de  cálices  é 
erases  de  plata,  é  de  libros,  é  de  todas  las  otras  co- 
sas necesarias  al  culto  divino.  Mandaron  ansimes- 
mo  traer  ciento  é  treinta  mil  fanegas  de  pan ,  las 
quales  se  repartieron  en  todas  aquellas  fronteras 
para  provisión  de  la  gente  de  caballo  é  de  pié 
que  las  guardaban.  B  proveídas  de  armas  é  de  ar- 


¿  DOfif A  ISABEL.  441 

tilleria,  é  de  todas  las  otras  cosas  necesarias  par* 
su  defensa,  el  Bey  é  la  Beyna  dieron  el  cargo  do 
capitán  mayor  de  todas  aquellas  tierras  á  Don  Fa- 
drique  de  Toledo,  fijo  de  Don  Garci  Alvarea  de  Tole- 
do Duque  de  Alva,  con  cierta  gente  de  caballo  é  de 
pié.  B  mandaron  á  todos  los  alcaydes  é  gentes  de 
armas  que  dezaron  en  aquella  tierra,  que  acudiesen 
al  llamamiento  deste  capitán  mayor,  é  ficiesen  lo 
que  él  mandase.  B  luego  partieron  de  aquella  tier-  * 
ra,  é  volvieron  para  la,  cibdad  de  Córdoba. 

CAPÍTULO  LXin. 

De  eomo  el  Rey  eatrd  en  la  elbdad  4e  Góriobt. 

Asentadas  é  proveidas  las  cosas  en  la  manera  que 
habemos  dicho ,  la  Beyna  vino  para  la  cibdad  de 
Córdoba,  y  el  Bey  quedó  con  toda  la  gente  de  su 
hueste  algunos  días  en  aquella  tierra,  para  segurar 
las  requas  de  los  mantenimientos  que  venían,  é  se 
repartían  por  las  cibdades  de  Loza  é  Alhema,  é  por 
todas  las  otras  villas  que  hablan  ganado.  E  mandó 
al  Maestre  de  Santiago,  que  fuese  con  la  gente  de 
su  casa  á  segurar  una  grande  requa  de  fariña  que 
se  llevaba  para  provisión  de  las  villas  de  Cártama 
é  Alora,  é  de  los  otros  castillos  que  hablan  ganado 
en  aquella  comarca.  Fecha  aquella  provisión,  el  Bey  . 
se  fué  para  la  cibdad  de  Córdoba,  é  salióle  á  rece- 
bir  el  Príncipe  Don  Juan  su  fijo  acompallado  del 
Maestre  de  Calatrava  é  de  toda  la  caballería  de  Cór- 
doba ;  y  entró  por  la  cibdad  bazo  de  un  pafto  de  oro, 
é  fué  á  la  iglesia  mayor  donde  estaba  el  Obispo  de 
aquella  cibdad  vestido  de  pontifical,  é  acompaña- 
do de  los  Obispos  de  Cuenca  Ó  de  Coria  é  de  León  é 
de  Tuy,  con  toda  la  clerecía  é  las  cruaes  de  las  Igle- 
sias. E  como  el  Bey  llegó  á  aquél  lugar,  descabalgó 
del  caballo,  é  fincó  los  hinojos  en  tierra;  é  fecha 
oración  á  la  cruz,  entró  en  procesión  con  toda  la 
clerecía  fasta  el  altar  mayor,  donde  el  Obispo  le  dio 
la  bendición.  Fecho  aquel  auto,  salió  de  la  iglesiai  ' 
é  acompañado  de  todas  aquellas  gentes,  fué  á  su 
palacio  donde  la  Beyna  é  la  Infanta  Doña  Isabel 
su  fija  con  todas  las  dueñas  é  doncellas  de  su  pala- 
cio le  estaban  esperando  vestidas  de  ricos  arreos,  é  ' 
allí  fué  reoebido  con  alegría  común  de  todos.  B 
acordaron  de  partir  de  aquella  cibdad ;  pero  antes 
que  de  Córdoba  partiesen,  dieron  orden  en  los  apa- 
rejos que  eran  necesarios  para  proseguir  la  guerra 
contra  los  moros  el  verano  siguiente.  B  los  maes- 
tros que  para  esto  pusieron,  fioieron  traer  gran  co- 
pia de  fierro  para  facer  picos,  é  azadones,  é  palas,  é 
otras  ferramientas  necesarias  para  quelú'ar  las  pe- 
fias,  é  allanar  los  caminos,  é  facer  cavas  é  albarra^ 
das  en  los  reales.  Otrosí  dieron  orden  para  haber 
los  mantenimientos  que  se  hablan  de  llevar  al  reaL 
E  porque  de  las  contrataciones  que  los  alhaqueques 
facían  entre  cbristianos  é  moros,  é  de  las  fablas 
que  hablan  con  ellos,  se  podrían  recrescer  inconvi- 
nientes ,  mandaron  que  ningún  alhaqueque  chris- 
tiano  fuese  osado  de  entrar  en  tierra  de  moros,  ni 
menos  consintiesen  á  ningún  alhaqueque  ni  truza- 
man  morO|  que  viniese  á  tierra  de  christíanos,  so 


142  CRÓNICAS  DE  LOS  BEYBS  DE  CASTILLA, 

pena  de  muerte  é  de  perdición  de  bqs  bienes.  Otrosí 
mandaron  facer  pan  bizcocho  para  proveimiento  de 
la  flota  qae  andalia  por  la  mar.  E  mandaron  á  Ifar- 
tin  Dias  de  Mena,  é  á  otro  qoe  se  llamaba  Arriaran, 
ó  á  Antonio  Bemal  capitanes,  qae  oon  ciertas  naos 
6  caravelas  andoyiesen  por  el  estrecho  de  Gibral- 
trar  é  por  la  costa  de  África,  guardando  que  no  pa- 
sasen de  allende  homes  ni  caballos  ni  armas  ni 
mantenimientos  á  estas  partes  del  reyno  de  Grana- 
da ;  ó  que  floiesen  guerra  á  todos  los  puertos  de 
mar  que  estaban  por  los  moros.  Estos  capitanes  an- 
dando en  la  guarda  de  la  mar  con  sus  navios ,  to- 
maron muchas  zebras  é  cárabos  ó  otras  fustas  de 
moros  que  pasaban  de  allende  á  estas  partes ,  é  de 
los  que  pesaban  del  reyno  de  Granada  para  los  rey- 
nos  de  África.  E  tenian  en  tanto  estrecho  aquella 
parte  de  la  mar,  que  ningún  navio  de  moros  de  los 
que  solían  traer  trigo  é  otras  provisiones,  osaban 
navegar,  E  algunas  veces  desoendieron  en  tierra 
en  los  puertos  ó  playas  de  África,  é  tomaron  capti- 
vos, é  robaron  é  quemaron  alearías  é  lugares  que 
fallaron  sin  cerca ;  é  fideron  tanta  guerra,  que  fuó 
forsado  á  las  gentes  que  moraban  en  aquellas  par- 
tes cercanas  á  la  mar  dexar  sos  moradas  é  meterse 
mas  adentro  á  vivir. 


CAPÍTULO  LXIV. 
De  IM  presUdM  qse  el  Rey  é  U  Reyu  dentadiros. 

El  Bey  é  la  Beyna  f  acian  grandes  gastos  en  pa- 
gar los  acostamientos  á  las  personas  que  dellos 
tenian  tierras,  é  los  sueldos  á  la  gente  de  anuas  que 
continamente  traían  en  su  guarda ,  y  en  la  guarda 
de  las  dbdades  ó  villas  é  castillos  que  habían  ga- 
nado en  tierra  de  moros ;  é  otrosí  los  gastos  que  se 
requerían  facer  en  el  artillería,  y  en  la  provisión  de 
la  gente  de  la  flota  que  continamente  andaba  arma- 
da por  la  mar.  Otrosí  habían  necesario  gran  canti- 
dad de  dinero  para  pagar  sueldo  4  la  gente  de  ar- 
mas é  peones  que  mandaban  llamar  quando  entra- 
ban en  el  reyno  de  Qranada,  é  para  los  otros  gastos 
que  eran  necesarios  continamente  para  provisión  de 
la  guerra.  B  porque  sus  rentas  ordinarias  no  po- 
dían bastar  para  todos  estos  gastos,  embíaron  á  pe- 
dir prestidos  á  algunas  personas  singulares,  los  qua- 
les  prestaban  de  buena  voluntad  lo  que  les  era  pe- 
dido, E  algunos  caballeros  é  otras  personas  se  ofre- 
cían á  prestar  de  sus  dineros  sin  gelos  pedir,  porque 
veían  que  los  gastaban  en  aquellas  cosas  que  eran 
servicio  de  Dios  é  honra  de  su  corona  real,  é  porque 
la  Reyna  tenia  gran  cuidado  de  mandar  pagar  bien 
á  qualquier  persona  que  le  prestaba  dineros  para 
aquellas  necesidades.  Otrosí,  conociendo  el  Papa  que 
CHÍA  guerra  era  tan  sancta  é  para  ensalzamiento  de 
la  fe  catholíoa,  ó  considerados  los  gastos  6  trabajos 
que  en  ella  se  habían,  embió  su  bula  para  qae  toda 
la  clerecía  pagase  otra  décima  este  afio  de  todas  las 
rentas  de  las  iglesias  ó  monesterios  é  otras  perso- 
nas eclesiásticas,  la  qual  fué  tasada  por  el  Carde- 
nal de  Espafia  en  cíent  mil  florines  de  Aragón. 


CAPITULO  LXV. 
De  la  faena  f  se  los  meree  se  (teias  laoe  á  otras. 


Entretanto  que  estas  cosas  pasaban,  él  Bey  viejo 
que  estaba  apoderado  de  la  dbdad  de  Granada  é  de 
la  mayor  parte  de  aquel  reyno ,  facía  guerra  contra 
el  Bey  meso  su  sobrino ;  é  mandaba  matar  todos  los 
que  tenían  su  voz  sin  haber  dellos  piedad',  é  tomá- 
bales sus  bienes,  é  á  otros  f  adán  andar  desterrados 
de  sus  casas.  Otrosí  sopo  el  Bey  mozo  que  buscaba 
su  tío  maneras  como  le  traer  á  la  muerte,  dándole 
yerbas,  é  prometiendo  grandes  dádivas  á  algunos, 
porque  fablando  con  él  lo  matasen.  E  para  poner 
esto  en  obra,  le  embió  algunas  embazadas,  por  las 
quales  le  deda :  que  mirase  bien  como  su  división 
era  causa  que  se  perdiesen  dios,  é  ganasen  los  ohria- 
tianos  las  dbdades  é  viUas  é  lugares  dd  reyno  da 
Qranada,  que  los  Beyes  de  Castilla  pasados  nunca 
pensaron  haber.  E  que  pues  conocían  la  cansa  de 
su  perdición  é  la  podían  remediar,  le  requería  con 
Dios  que  la  remedíase,  é  que  él  quería  dexar  el  titu- 
lo de  rey,  é  seria  subdito,  é  faria  lo  que  mandase, 
dándole  algún  lugar  do  pudiese  vivir  retraído.  El 
Bey  mozo  sopo  el  secreto  de  como  d  Bey  su  tio,  á 
fin  de  sellorear  solo,  le  embiaba  aqadlos  ofcead-. 
mientes,  é  aun  con  ellos  le  embiaba  presentes ;  é 
sopo  qae  aquellos  que  los  llevaban,  habían  tomado 
cargo  de  lo  matar,  ansí  por  las  dádivas  que  el  Bey 
viejo  les  había  prometido,  oomo  porque  los  moros  le 
tenían  grand  odio  porque  tomaba  ayuda  de  diris- 
tíanos.  E  por  esta  causa  el  Bey  mozo  no  queria  ver 
á  los  que  estas  embazadas  dd  Bey  su  tio  le  traían. 
E  respondíale,  que  aquel  reyno  de  Granada  había 
seydo  dd  Bey  su  padre,  y  él  como  su  legitimo  he- 
redero había  de  trabajar  de  lo  haber  é  de  le  cortar 
la  cabeza,  porque  sin  piedad  fizo  matar  á  su  her- 
mano é  á  otros  caballeros  que  seguían  su  parciali- 
dad, quando  entró  en  la  oibdad  de  Almería ,  por  la 
traycion  que  algunos  de  la  cibdad  le  fideron.  E  por 
esta  causa  crecía  mas  la  enemistad  entre  dios  y  en- 
tre los  caballeros  do  la  una  parte  é  de  la  oti'a.  El 
Bey  mozo  estaba  en  una  villa  que  se  llamaba  Vélez 
el  Blanco,  é  algunas  veces  entraba  en  Castilla,  y  era 
recebido  en  las  dbdades  é  castillos  de  la  frontera,  é 
f avoresddo  de  los  christianos  por  mandado  dd  Bey 
é  do  la  Beyna. 

CAPÍTULO  LXVL 

Como  el  Rey  é  U  Reyni  partieron  de  Cdrdoba  6  faeros  para  el 
reyao  de  Galieia,  é  lo  qae  eade  fleieron. 

El  Bey  é  la  Beyna,  movidos  por  las  cartas  é  men- 
sagerías  que  redbieron  dd  Conde  de  Benavente,  por 
las  quales  les  facía  saber  la  rebelión  dd  Conde  de 
Lémos,  partieron  de  la  cibdad  de  Córdoba  para  ir 
al  reyno  de  Galicia,  á  fin  de  proceder  contra  aquel 
Conde  por  vía  de  justida ,  porque  otro  no  tomase 
exemplo  de  se  poner  en  armas,  é  mostrar  rebelión  á 
sos  mandamientos ;  é  otrosí  por  reformar  las  cosas 
de  aquel  reyno,  donde  los  Beyes  de  Castilla  se  lee 


t  DON  FEBHANDO  É  DOSa  ISABEL 

haber  ido  pooM  veoei.  T  embiaron  raí  cartaa  de 
lUíDsmientos  á  todos  IO0  caballeros  é  gentes  de  ar- 
mas que  moraban  en  aquéllas  partes ,  para  qoe  á 
cierto  término  se  juntasen  en  la  villa  de  BenaTonie, 
do  ellos  entendían  ir.  B  como  fueron  en  aquella  vi- 
lla, vinieron  i  su  llamamiento  todas  las  gentes  de 
pié  é  de  caballo  que  embiaron  á  llamar.  Y  amblaron 
sus  cartas  é  mensageros  al  Oonde  de  Lémos  que  es- 
taba en  la  villa  de  Ponferrada,  por  las  quales  le 
mandaron  que  luego  saliese  della,  é  la  dexase  des- 
embargada de  las  gentes  de  armas  que  en  ella  tenia, 
é  viniese  personalmente  donde  ellos  estaban,  para 
estar  á  justicia  sobre  todo  lo  que  le  fuese  deman- 
dado. 

El  Oonde,  conocida  la  indinaoion  que  el  Bey  é  la 
Beyna  mostraban  contra  él,  por  no  incurrir  mas  en 
su  ira,  deliberó  de  obedescer  sus  mandamientos.  E 
aoompafiado  de  algunos  oaballeros  sus  parientes, 
pareció  ante  el  Bey  é  ante  la  Beyna,  é  les  suplicó 
que  lee  ploguiese  perdonarle ;  porque  si  él  no  ha- 
bla cumplido  sus  mandamientos  luego  que  le  fue- 
ron mostrados,  no  era  4  fin  de  rebelarni  desobede- 
cer á  lo  que  le  fué  mandado  de  su  parte.  Pero  que 
habla  suspendido  en  la  execucion  dellos,  por  repu- 
nar  al  Oonde  de  Benavente  con  quien  tenia  debate ; 
el  qual  habla  informado  á  Su  real  Magpestad  de  si- 
niestras informaciones  contra  él,  por  lo  poner  en  su 
indinadon  é  haber  los  bienes  de  su  mayorazgo  que 
le  i)ertenesdan,  é  le  habia  dexado  su  abuelo  Don 
Pedro  Alvareí  Osorio,  Oonde  do  Lémos.  B  pues  esto 
era  debate  de  parte  á  parte ,  en  que  Su  real  Blagee- 
tad  por  justicia  habia  de  entender  como  superior, 
que  dobla  cesar  todo  mal  concepto  que  por  la  rela- 
ción del  Oonde  de  Benavente  oviese  habido  contra 
él.  Otros!  algunos  caballeros  parientes  del  Oonde  su- 
plicaron al  Bey  é  á  la  Beyna  que  les  ploguiese  ha- 
berse con  él  beninamente,  pues  la  causa  de  su  in- 
obediencia no  habia  seydo  por  otro  respeto,  salvo 
por  el  debate  que  tenia  con  el  Oonde  de  Benavente. 
El  Bey  é  la  Beyna,  visto  como  aquel  Oonde  cum- 
pliendo sus  mandamientos,  habia  parecido  ante 
ellos,  movidos  á  piedad  por  las  suplicaciones  de 
aquéllos  caballeros,  perdonaron  la  vida  al  Oonde ; 
pero  mandáronle  que  no  entrase  en  el  Beyno  de 
Qalicia  por  ciertos  afios,  é  que  pagase  el  sueldo  é 


443 

cuentos  de  maravedís  para  el  casamiento  de  las 
fijas  del  Oonde  de  Lémos,  tias  de  aquel  Oonde  Don 
Bodrigo,  hermanas  de  su  padre. 

Fechas  é  concluidas  estas  cosas  con  aquel  Oonde, 
el  Bey  é  la  Beyna  entraron  en  el  Beyno  de  Galida, 
en  el  qual  habian  puesto  por  Gobernador  4  Don 
Diego  Lopes  de  Haro,  é  visitaron  la  iglesia  del 
Apóstol  Santiago,  é  dotáronla  de  sus  dones  magní- 
ficamente. E  después  fueron  4  la  dbdad  de  la  Oo- 
rufia,  é  4  algunas  otras  oibdades  é  villas  de  aquellas 
comarcas ;  é  como  quier  que  los  gobernadores  é  jus- 
tidas  que  en  aquel  Beyno  habian  puesto  los  afios 
pasados,  é  los  que  agora  en  él  estaban,  habian  exe- 
cutado  algunas  injustioias,  é  lanzado  muchos  mal- 
fechores  de  la  tierra;  pero  el  Bey  é  la  Beyna  oye- 
ron é  remediaron  grandes  querdlas  é  fuerzas  fechas 
de  mayores  4  menores.  Sopieron  ansimesmo  como 
muchos  caballeros  tomaban  las  rentas  de  las  igle- 
sias é  de  los  monesterios  é  de  los  clérigos,  é  que  de 
largos  tiempos  las  habian  apropriado  4  si,  encorpo- 
r4ndolas  en  sus  rentas  patrimoniales,  un  haber  para 
dio  otro  titulo ,  salvo  la  fuerza  que  fadan.  Falla- 
ron ansimesmo  que  algunos  caballeros  se  facian 
comendadores  de  los  monesterios,  é  por  fuerza  les 
tomaban  cierta  renta  por  aquel  cargo  de  la  enco- 
mienda. Otrosí  oyeron  muchos  crimines  é  delictos 
cometidos  por  los  moradores  de  aquella  tierra,  ansí 
clérigos  como  legos.  E  como  fueron  informados  de 
todas  estas  cosas,  mandaron  luego  derribar  fasta 
vdnte  fortalezas,  de  las  quales  fueron  informados 
que  se  habian  fecho  algunas  fuerzas  é  robos.  Otro- 
sí pusieron  todas  las  rentas  de  los  dérigos  é  patri- 
monios de  las  iglesias  é  monesterios  é  abadías  en 
libertad,  y  esentaronlas  é  ficieronlas  libres  de  aque- 
lla tiranía  en  que  de  largos  tiempos  estaban,  en  po- 
der de  aquellos  que  por  fuerza  las  llevaban;  4  loa 
quales  mandaron ,  so  grandes  penas,  que  dende  en 
adelante  las  no  llevasen,  é  dexasen  las  personas 
edesiéstícas  é  sus  bienes  en  toda  libertad.  B  man- 
daron facer  justicia  de  algunos  malf eohores ;  é  qui- 
taron las  fuerzas  é  opredenes  é  tiranías  que  falla- 
ron fechas  de  largos  tiempos,  fasta  en  aquella  sa- 
zón, por  algunos  oaballeros  é  personas  4  algunas 
villas  é  aldeas,,  toméndoles  sus  términos  é  su  ren- 
tas, é  apropri4ndolas  4  sL  E  reformadas  é  puestas 


las  costas  que  habian  fecho  todas  las  gentes  de  ar-  I  en  orden  todas  las  cosas  de  aquel  Beyno,  dexaron 


mas  que  el  Bey  é  la  Beyna  habian  mandado  estar 
en  guamidon  contra  él  todo  el  tiempo  pasado. 
Otrod  d  de  la  que  dios  estonces  habian  mandado 
llamar  que  era  gran  cantidad ;  é  para  lo  pagar  entre- 
gó luego  dertas  villas  é  castillos  que  tenia.  Otrosí 
le  mandaron  pagar  é  restituir  4  los  agraviados  é 
robados  todos  los  robos,  é  satisfacer  las  fuerzas  que 
hablan  fecho  él  é  los  que  en  su  compafiía  estaban; 
é  que  entregase  dertas  villas  é  rentas  que  perte- 
nesdan  4  la  Marquesa  do  Villaf  ranea  que  era  tía 
deste  Oonde  de  Lémos,  fija  del  Oonde  su  abuelo ;  la 
qual  era  casada  con  el  Marqués  de  Villaf  ranea  fijo 
del  Oonde  de  Benavente.  Otrod  tomó  la  Beyna  para 
si  é  para  la  corona  real  de  sus  reynos  la  villa  de 
Ponf errada,  é  dio  en  equivalencia  della  dertos 


en  él  por  Ghobemador  é  justida  4  Don  Diego  López 
de  Haro  que  4ntes  habian  puesto.  E  otrod  dexaron 
con  él  quatro  Dotores  del  su  Oonsejo ,  que  oontino 
estoviesen  en  aqud  Beyno,  é  toviesen  audienda  de 
justicia,  é  la  executasen,  y  entendiesen  en  las  otras 
cosas  que  al  bien  común  de  todos  los  moradores  de 
la  tierra  compliesen ;  é  no  condntieeen  las  fuerzas 
é  tiranías  que  en  ella  se  acostumbraban  facer.  E 
mandaron  salir  de  aquel  Beyno  algunos  caballeros 
naturales  del,  que  entendieron  ser  complidero  4  su 
servido  é  al  estado  padfico  de  la  tierra.  B  manda- 
ron 4  otros  venir  4  la  guerra  de  los  moros  y  estar 
en  las  villas  é  castillos  fronteros,  porque  su  estada 
en  aquel  Beyno  no  fuese  impedimento  4  la  buena 
gobernación  é  administración  de  la  justida,  E  lúe- 


^  OBÓNIOAS  DB  LOB 

go  partieron  de  alU,  é  vinieron  pan  U  yilU  de  Be- 
navento,  donde  el  Oonde  les  fizo  grandes  fiestas^  é 
dende  acordaron  de  yenir  á  la  dbdad  de  Salaman- 
ca, por  tener  ende  el  invierno. 

Estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  aquel  Beyno  de 
Galicia,  aoaesdó  en  la  dbdad  de  Trozillo,  que  un 
heme  de  la  dbdad  cometió  nn  crimen,  por  el  qual 
la  justida  del  Bey  é  de  la  Beyna  le  mandaron  pren- 
der. Este  home  alegó  ser  de  corona,  é  porque  la 
justicia  real  no  le  quiso  luego  remitir  á  la  jurisdi- 
cion  eclesiástica,  algunos  dérigos  parientes  de  aqud 
preso  tomaron  una  crus  é  salieron  por  la  cibdad, 
dando  apellido,  ó  didendo  á  las  gentes,  que  no  era 
f ecbo  á  la  iglesia  oiogun  acatamiento,  según  chris- 
tianos  lo  debían  facer ;  ó  poique  la  fe  do  Nuestro 
Señor  Jesu  Gbrtsto  so  perdia,  que  se  doliesen,  é  to- 
masen  armas  en  defensión  de  la  fe  duistíana. 
El  pueblo  alborotado  por  las  palabras  de  los  den- 
gos,  tomaron  armas,  é  f  adeudo  grand  alboroto  por 
la  cibdad,  fueron  á  la  casa  dd  Corregidor ,  é  oom- 
batiéronla,  é  soltaron  de  la  cárcel  aquel  malf ecbor 
que  esUba  preso,  ó  todos  los  otros  prosos  que  esU- 
ban  en  eUa.  El  Oorregidor,  yisto  como  la  gente  ovo 
osadía  de  ofender  de  tal  manera  la  justida  real 
fuélo  á  denundar  al  Bey  é  á  U  Beyna.  Los  quales', 
^  habida  información  de  aqud  insulto,  embiaron  un 
capitán  con  derto  gente  de  armas  de  su  guarda  á 
la  dbdad  de  Troxillo ;  el  qual  aforcó  los  que  pudo 
haber  de  los  principales  que  fueron  en  aquel  albo- 
roto, é  derribóles  las  casas,  é  á  otros  desterró,  é  á 
otros  que  f  uyeron  condenó  á  pena  de  muerte,  é  4 
otros  condenó  en  penas  pecuniarias  para  la  guerra 
de  los  moros.  E  ios  clérigos  que  fueron  causadores 
de  aqud  escándalo,  fueron  desnaturados  de  los 
Beynos  de  OastíUa;  é  fuéles  mandado  que  como 
ágenos  saliesen  luego  dellos,é  de  todos  los  se&orios 
dd  Bey  é  de  la  Beyna. 

oapItülo  Lxvn. 

Sltaesfi  laa  eoiu  que  pasaron  es  elaSo  ie  oül  é  «oaUodealos 

6  ochenu  é  aleta  afios. 

Estando  d  Bey  ó  la  Beyna  en  la  dbdad  do  Sa- 
lamanca, fuéles  querellado  que  el  Mariscal  Don  Pe- 
dro de  Ayala,  Sefior  de  Ampudia  é  Salvatierra,  ha- 
bla fecho  degollar  un  escribano  suyo  sin  haber  jus- 
ta causa  para  ello,  salvo  porque  h  bia  dado  á  Dofia 
María  su  madre,  con  quien  tenia  debate,  una  es- 
criptura  del  testamento  de  su  padre,  que  él  no  qui- 
dera  que  fuera  dada.  De  lo  qual  el  Bey  é  la  Beyna 
quisieron  haber  información ;  é  habida,  mandaron 
á  un  aloayde  é  á  nn  alguacil  de  su  corte^  que  pren- 
diesen luego  al  Mariscal  Don  Pedro.  Este  Mariscal 
era  casado  con  una  nieta  del  Condestable  fija  del 
Conde  de  Miranda  su  yerno,  los  quales  en  aquellos 
días  estaban  en  la  corte.  Otrosí  embiaron  á  la  villa 
de  Ampudia  un  alguadl  de  su  corte  á  prender  al 
Alcalde  de  aquella  villa,  é  á  otros  ciertos  vecinos 
delhi,  que  habían  seydo  en  la  muerte  de  aquel  es- 
cribano ,  por  mandado  dd  Mariscal  su  sefior.  B 
porque  resistieron  al  alguadl  de  la  Beyna  la  prídon 


BEYES  DB  OASmiiA. 

que  la  mandó  faoeri  luego  embió  nn  su  oapitan  eon 
gente  de  armas  i  aqudla  villa ;  d  qual  prendió  i 
ciertos  vecinos  ddla,  que  fueron  en  resistir  al  al- 
guadil,  é  á  los  que  fueron  en  la  muerte  del  eecriba- 
no  que  d  Mariscal  mandó  degoUar;  i  derribóles 
sus  casas,  é  quitóles  sus  bienes,  los  quales  fueron 
aplicados  para  la  cámara  de  la  Beyue^  é  muchos 
fueron  sentenciados  á  pena  de  mueite ,  é  otros  á 
pena  de  destierro  por  derto  tiempo.  T  en  esta  ma- 
nera fué  exeoutada  la  justicia  contra  los  que  fue- 
ron en  resistir  al  dguadl  de  la  Beyna  en  aqudla 
villa.  El  Condestable  porque  crda  que  d  Bey  é  la 
Beyna  estaban  determinados  de  prooeder  contra  la 
persona  de  aqud  Mariscal,  luego  en  la  hora  que 
sopo  su  pridon,  partió  de  la  corte,  y  embió  á  dedr 
al  Bey  é  á  la  Beyna,  que  no  quería  ser  presente  á 
la  justida  que  querían  facer  de  aquel  caballero, 
por  d  debdo  tan  cercano  que  con  él  tenia.  La  Bey- 
na, porque  no  ovo  pensamiento  de  proceder  á  muer- 
te oontra  el  Mariscal,  embió  mandar  al  Condestable 
que  luego  volviese  á  su  corte,  porque  su  intendon 
era  de  haberse  piadosamente,  é  no  proceder  contra 
d  Mariscal  á  pena  de  muerte,  ni  á  lidon  de  su  per- 
sona. E  luego  d  Condestable  volvió  á  la  corte,  6 
fiao  relación  á  la  Beyna,  que  por  quanto  los  incon- 
vinientes  que  en  aquel  caso  eran  pasados  é  los  que 
adelante  se  podían  segur,  procedían  de  las  diferen- 
cias que  aquel  Mariscal  tenia  con  su  madre,  sobra 
razón  del  testamento  que  habla  fecho  su  padre ;  le 
suplicaba  las  mandase  ver  en  su  Consejo,  é  deter- 
minadas por  derecho,  cesarían  todos  los  inoonvi- 
nientes  que  sobre  aquel  caso  podrían  acaescer  en- 
tre madre  é  fijo,  é  los  acaesddos  se  atajarían.  El 
Bey  é  la  Beyna  mandaron  tener  preso  á  aquel  Don 
Pedro,  entretanto  que  las  diferencias  que  d  é  su 
madre  tenían  se  vieron  por  los  de  su  Consejo ;  é 
fueron  determinadas  por  justida,  é  cesaron  los  de- 
bates é  pleytos  que  entre  ellos  había. 

Otrosí  estando  en  aquella  cibdad  el  Bey  é  la 
Beyna,  mandaron  ver  por  justida  el  debate  que  el 
Conde  de  Miranda  tenia  con  d  Duque  de  Alva,  so- 
bre rasen  de  la  su  villa  de  Miranda  que  d  Duque 
le  tenia  ocupada.  E  porque  se  f  dló  que  el  Duque 
no  tenia  derecho  alguno  para  la  tener,  embiaronle 
á  mandar  que  luego  la  dezase,  é  la  instituyese  al 
Conde  cuya  era.  El  Duque  obedesdó  los  manda- 
mientos del  Bey  é  de  la  Beyue,  y  entregó  luego 
aquella  villa  al  Conde,  según  gelo  mandaron,  por- 
que no  osó  rebelar  á  sus  mandamientos;  é  oesaron 
los  inconvinientes  qae  entre  ambas  part^  sobre  es- 
te caso  se  esperaban.  Otrosí  dieron  por  jueces  cier- 
tos Obispos  é  Dotores  del  su  Consejo  para  que  en- 
tendiesen en  la  demanda  que  Don  Alonso  Enriques 
Conde  de  Alvaddiste  puso  al  Duque  de  Medinad- 
donia,  diciendo  que  todo  el  mayorasgo  dd  Duque 
pertenesda  á  este  Conde  de  Alvaddiste  por  parte 
de  su  madre.  B  mandaron  ver  y  expedir  otros  nego- 
dos  arduos  que  ante  dios  pendían,  tocantes  á  dgu- 
nos  Grandes  de  sus  Beynos.  E  quíderon  ver  algu- 
nos pleytos  que  estaban  pendientes  ante  los  Oidores 
de  BU  ohandllerla,  é  mandólos  determinar,  porque 


Dolí  ITBSNANDO 

•  1m  gentei  no  se  (fistaaen  iigitíendo  pleytos  largo 
tiempo.  B  reformaron  la  ohandUeria,  poniendo  en 
ella  Dotorea  eacogidoa  en  aoienda  y  experimenta- 
doa  en  bnena  oonaoienoia.  Oiroal,  guardando  laa  le- 
yea  que  ñcieron  en  ana  Oórtea,  embiaron  pesquisi- 
dores á  laa  cibdadea  é  Tillaa,  que  tomasen  residen- 
cia á  loa  Oorregidorea,  é  se  informasen  de  la  ma- 
nera que  habían  administrado  la  justicia,  y  embia- 
sen  la  relación  de  todo  lo  que  f  aUasen  ante^ellos. 
Otrosí  embiaron  sus  oficialea  á  laa  dbdadea  de  Se- 
villa é  de  Córdobft  y  Eoija  é  aquellas  comaroas, 
para  que  toviesen  prestas  las  provisiones  de  man- 
tenimientos, ó  otras  cosas  que  eran  necesarias  á  laa 
gentea  que  habían  mandado  llamar  para  la  guerra 
que  entendían  facer  contra  los  moros  el  verano  si- 
guiente. Y  embiaron  mandar  á  Francisco  Ramirea 
de  Madrid,  el  qual  tenia  cargo  del  artillería,  que 
fideae  aderezar  todaa  las  cosas  que  fuesen  menester 
para  quando  la  mandaaen  mover  de  la  oibdad  de 
Eci ja ;  y  embiaron  primero  gentes  de  armas  é  peo- 
nes para  guarda  del  artillería  en  aquella  guerra. 
Y  embiaron  mandar  á  algunos  Grandes  de  sus  Rey- 
nos  que  viniesen ,  ó  embíasen  cada  uno  derto  nú-« 
mero  de  gente  de  armas  é  peones  para  los  servir  en 
aquella  guerra.  B  ansimesmo  embiaron  sus  cartas 
de  llamamiento  á  los  caballeros  y  escuderos  que 
tenían  tierras  é  acostamientos,  é  á  las  montafias  de 
Viacaya,  é  de  Guipúzcoa,  é  á  Galicia,  é  á  las  Astu- 
rias de  Oviedo  é  de  Santiilana,  é  á  todas  las  merin- 
dades  de  Castilla  la  vieja,  é  á  otraa  dbdadea  é  vi- 
llas de  sus  Reynos,  ¿  á  las  hermandades,  para  que 
embiasen  derto  número  de  peones;  é  que  todaa  es- 
tas gentes  fuesen  en  la  oibdad  de  Córdoba  para 
veinte  é  dnco  días  del  mes  de  Manso  nguiente.  B 
porque  en  el  Beyno  de  Galicia  había  muchos  homea 
homidanos,  que  por  muertes  é  delitos  estaban  con- 
demnados  á  pena  de  muerte  é  destierro,  é  otraa  pe- 
nas corporales,  y  estos  eran  en  gran  número,  los 
qualea  por  miedo  de  la  pena^  habían  fuido  dellos  al 
B^yno  de  Portugal,  ó  dellos  al  Ducado  de  Bretafia, 
é  á  Frauda,  é  á  otras  partes,  mandaron  dar  sus  car- 
tas de  seguro,  para  que  todos  estos  homicíanoa  vi- 
niesen á  la  guerra  de  los  moros,  é  sirviendo  en  ella 
ogafio  á  sus  costas,  fuesen  perdonados,  para  que 
pudiesen  tomar,  y  estar  aeguramente  en  sus  oaaas, 
seyendo  perdonados  de  los  enemigos.  Acaeció  en 
estos  días  que  el  Bey  é  la  Bey  na  embiaron  dertos 
corregidores  é  oficiales  de  justida  al  Condado  de 
Vizcaya.  B  como  los  de  aquella  montaña  son  homea 
preatoB  al  eacándalo,  so  color  que  sus  privilegios  é 
naosé  costumbres  se  quebrantaban,  desobedesderon 
á  la  justida,  é  maltrataron  á  los  oficiales,  é  Aderen 
insultos  é  alborotos  contra  ellos.  Bl  Bey  é  la  Beyna 
considerando  que  aquel  negodo  eradegrand  im- 
portancia, é  que  lo  debían  proveer  con  diligencia , 
habido  su  consejo,  determinaron  de  embíar  á  aquel 
Condado  al  Licendado  Gardlopes  de  Chinchilla, 
que  era  de  an  consejo ,  el  qual  había  dado  leyes  é 
puesto  en  alguna  Arden  de  vivir  á  loa  Beynos  de 
(Mida. 

^í|lr(9'Mo«RP»#49  Pl*  m  p9dffoa  c|el  B^y  é  4^  ^ 


A  DOJETA  ISABBti.  .446 

Beyna  á  aqnd  Condado  de  T^zcaya,  y  estovo  en  ¿1 
algunos  días.  B  dando  á  entender  á  los  de  aqudla 
tierra  loa  críminea  que  cometieron,  por  la  desobe* 
díenda  que  fideron  á  loa  mandamientoa  reales,  loa 
quitó  de  las  alteraciones  en  que  estaban,  é  procedió 
por  justicia  contra  los  principales  qué  alborotaban 
el  pueblo,  condemnando  á  unos  á  pena  de  muerte» 
é  á  otros  á  destierro,  é  á  otros  á  penas  pecuniarias 
para  la  guerra  de  loa  moros.  B  lea  dio  leyes  en  que 
viviesen,  é  revocó  algunos  malos  usos  ó  costumbres 
de  que  usaban,  laa  qualea  eran  cauaa  de  sus  alboro- 
tos,  é  quitóles  de  algunas  opiniones  que  contra  toda 
razón  tenían.  Bspedalmente  una  vana  é  muy  erró- 
nea, que  de  largos  tiempos  estaba  imprimida  en  sus 
entendimientos,  diciendo  que  d  d  Perlado  de  aquel 
Obispado ,  ó  otro  qualquiera  Obispo  entrase  en  su 
tierra,  serian  quebrantados  sus  privilegios.  B  pad« 
fioó  toda  la  tierra ,  é  dióles  orden  para  que  viviesen 
en  pas  dende  adelante. 

CAPITULO  LXVnt 

Si  fseate  Im  comí  qae  puiros  ea  la  fvem  eontrt  los  morsi  ea 
•1  tfto  de  mil  6  qoitroeleatos  é  ochenta  é  liele  afloi» 

Bn  los  días  que  d  Bey  ó  la  Beyna  estovieron  en 
el  Beyno  de  Galicia  y  en  la  dbdad  de  Salamanca^ 
los  moros  que  estaban  en  la  obedienda  dd  Bey 
viejo,  ficjeron  algunas  entradas  en  la  tierra  de  los 
christíanos  á  las  partes  de  Jaén,  é  Ubeda,  é  Baeza, 
é  Mnrda,  é  llevaron  algunos  ganados  ó  pridoneros. 
Ansimesmo  Don  Fadrique  de  Toledo,  que  según 
habemos  didio  quedó  por  mandado  del  Bey  é  de  U 
Beyna  por  capitán  general  en  la  frontera,  fizo  al- 
gunas entradas  en  la  vega  de  Granada,  y  en  las 
partes  de  Málaga,  é  Velezm¿laga ;  ó  ovo  algunos, 
recuentros  y  escaramuzaa  con  los  moros  que  esta^ 
han  en  las  serranías  que  dicen  de  la  Algaibía  é  de 
la  Axarquía.  B  porque  aqudla  tierra  es  muy  fra- 
gosa, loa  christianos  pudieran  recebir  grandea  da- 
fies  d  este  capitán  no  fidera  tomar  los  puertos  é  los 
pasos  de  aquellas  sierras  altas,  porque  los  moros 
no  los  tomasen.  Ansimesmo  Juan  de  Benavides,  á 
quien  d  Bey  é  la  Beyna  mandaron  estar  por  capi- 
tán de  la  dbdad  de  Lorca,  oon  la  gente  de  su  capi« 
tañía  é  oon  la  de  aquella  dbdad  é  sus  comarcaa 
fizo  algunas  entradas  en  tierra  de  moros  á  la  parte 
de  Baza,  é  Guadix,  é  de  Almería.  Bste  capitán  pe- 
leó en  campo  dos  veces  con  |los  moros,  é  los  venció, 
é  sacó  captivos  é  ganados,  ó  guerreó  á  los  morca  da 
aquellas  partes.  B  por  mandado  dd  B^  é  de  la 
Beyna  daba  favor  al  Bey  mozo  contra  d  Bey  su 
•tio,  é  contra  aquellas  tierras  que  no  le  qnerian  obe- 
descer  por  su  rey;  de  manera  que  por  laa  unas 
partea  é  por  las  otras  había  contina  guerra,  é  facían 
dafio  los  unos  á  los  otros,  porque  la  gente  de  loa 
moros  en  el  arte  de  guerrear  es  mas  sabida ,  que 
fuerte  para  pelear  en  las  batallas  campales.  Otrod 
el  Bey  mozo,  veyendo  al  otro  Bey  su  tio  apoderado 
en  d  reyno  que  á  él  pertenesda,  é  que  no  era  rece-* 
bido  en  ninguna  de  laa  dbdadea  é  villaa  del,  é  vista 


iié 


CRÓNICAS  DE  LOS  BEYES  Dfe  CASTILLA. 


fiía,  le  dezaban  cada  día,  porque  no  tenia  que  lee 
dar ;  oon  aquel  lentimiento  que  padeecen  loi  que 
ven  lo  Bayo  en  poder  ageno,  ayentnróee  á  la  muer- 
te ó  al  Tonoimiento* ,  E  oon  alguna  gente  de  oaba- 
llo  que  oon  él  había  quedado,  pasando  un  dia  é  doi 
noches  á  gran  peligro,  ansí  de  sus  enemigos,  como 
de  grandes  montaftas  que  atravesó  fuera  de  cami- 
no, llegó  una  noche  á  las  puertas  del  Albaycín  de 
Granada.  E  dexando  los  que  con  él  Tenían  en  un 
lugar  cercano  al  Albaycín ,  con  qnatro  ó  cinco  que 
tomó  dellos,  llamó  á  las  velas  é  á  los  que  guardaban 
la  puerta  del  Albaycín,  sin  tener  con  ellos  trato  ni 
asiento  cerca  de  su  venida,  ni  de  la  hora  que  habia 
de  llegar.  E  según  lo  que  después  subcedió  pode- 
mos decir,  que  ansi  como  las  guardas  le  abrieron 
las  puertas  del  Albaycín,  ansí  abrió  Dios  las  vo- 
luntades de  los  moros,  para  le  recebír  como  á  rey, 
é  no  le  facer  mal  como  á  enemigo.  Quando  fué  den- 
tro, andovo  llamando  á  las  puertas  de  los  principa- 
les que  moraban  en  el  Albaycín,  é  luego  tomaron 
armas  para  le  defender,  é  ayudar  contra  el  otro  Bey 
su  tío  que  estaba  en  el  Alhambra.  E  como  por  la 
mafiana  la  vos  fué  por  la  oibdad  de  Gkanada,  é  su 
tío  sopo  que  el  Bey  su  sobrino  estaba  apoderado  en 
el  Albaycín,  luego  fizo  armar  la  gente  de  guerra  de 
la  cibdad,  é  vino  contra  los  del  Albaycín,  é  los  del 
Albaycín  oon  el  Bey  mozo  fueron  contra  los  de  la 
cibdad ;  é  salieron  al  campo,  é  ovieron  entre  ellos 
una  gran  pelea  do  murieron  muchos  de  los  unos  ó 
de  los  otros.  Habida  esta  batalla,  los  de  la  oibdad 
pusieron  estanzas  centre  los  del  Albaydn,  é  pelea- 
ban con  ellos  continamente ;  é  las  peleas  que  ha- 
bían, eran  tan  crueles,  que  qualquíer  que  era  toma- 
do por  la  una  parte  ó  por  la  otra,  no  tenia  esperan- 
za de  vida.  El  Bey  mozo,  veyéndose  aquexado  de 
los  moros  de  la  cibdad,  embió  sus  mensageros  á 
Don  Fadríqne  capitán  mayor,  puesto  por  el  Bey  é 
por  la  Beyna,  faciéndole  saber  su  venida  al  Albay- 
cín, ola  guerra  oontína  que  tenia  con  los  de  la  db- 
dad,  é  que  recelaba  de  los  moros  que  oon  él  eran, 
que  cansados  de  ver  las  muertes  é  trabajos  continos 
que  pasaban,  mudarian  sus  voluntades,  é  darian  en- 
trada á  los  moros  de  la  cibdad  en  el  Albaydn,  é 
que  él  se  veria  en  peligro  de  muerte.  Por  ende  le 
rogaba  que  le  viniese  á  socorrer  con  la  mas  gente 
de  caballo  que  pudiese.  Don  Fadríque,  sabido  el  es- 
tado en  que  estaba  el  Bey  mozo,  é  que  había  nece- 
sario el  socorro,  juntóla  mas  gente  que  luego  pudo 
haber  de  caballo  é  de  pié,  é  vino  camino  de  Gra- 
nada, é  llegó  bien  cerca  de  la  dbdad.  El  Bey  mozo 
quando  vido  á  Don  Fadríque  que  con  la  gente  de 
los  christianosltt  venia  á  socorrer,  embióle  un  caba- 
llero de  su  pardalidad  que  se  llamaba  Abencomixa 
con  alguna  gente  de  caballo,  y  él  quedó  en  el  Al- 
baycín. 

El  Bey  viejo,  como  sopo  que  la  gente  do  loschris- 
tianos  era  venida  en  ayuda  del  Bey  su  sobrino,  é 
que  estaba  tan  cerca  de  Granada,  salió  al  campo 
con  toda  le  gente  de  guerra,  ansí  de  pié  como  de 
caballo  de  la  cibdad,  para  pelear  con  los  chrístía- 
nos.  E  Don  Fadríque,  quando  yido  las  batallas  de 


los  moros  puestas  en  el  campo,  puso  toda  stt  gmié 
repartida  en  los  lugares  que  entendió  que  estarla 
mas  á  su  ventaja  para  pelear  oon  los  moros.  Ovo 
ende  algunos  caballeros  que  oonooiao  las  artes  de 
los  moros,  é  la  enemiga  que  tenían  oon  los  chris- 
tianos,  é  sospecharon  que  todas  aquellas  diferencias 
que  los  dos  Beyes  mostraban  eran  fingidas;  é  aun- 
que fuesen  verdaderas,  recelaban  que  en  aquélla 
hora  para  mal  de  los  ohristianos,  se  oonoertaaa  el 
tío  con  él  sobrino,  é  los  unos  é  los  otros  los  toma- 
rían enmedio  por  los  matar  ó  c^tivar.  Esto  oomn- 
nioado  oon  Don  Fadrique,  porque  estaba  ya  puesto 
oon  la  gente  en  tal  lugar  que  no  se  pudiera  retraer 
sin  gran  dafio,  pensó  de  mostrar  esfuerzo  á  las  gen- 
tes para  la  batalla,  é  puso  á  Abencomixa,  aquel  oa* 
ballero  moro  que  el  B^  mozo  le  habia  embiado^ 
con  su  gente  en  la  delantera ;  porque  si  alguna  tray* 
don  tenían  pensada,  no  pudiesen  f  erir  en  las  espal- 
das de  sus  gentes.  B  fizo  mover  las  esquadras  mes 
adelante  contra  él  Bey  Moro  que  estaba  fuera  de  la 
dbdad.  Los  moros  comenzaron  el  escaramuza  con- 
tra aquel  caballero  Abenoomixa  que  estaba  en  la 
delantera,  é  oon  algunos  de  los  ohristianos  que  le 
ayudaban.  Las  otras  batallas  do  estaba  Don  Fadri- 
que é  los  otros  capitanes,  esforzaban  á  los  de  la  es- 
caramuza, y  estsban  prestos  para  entrar  á  pelear 
oon  los  moros,  si  se  apartaran  de  los  olivares  é  ace- 
quias donde  se  pumeron.  E  la  escaramuza  duró  por 
espado  do  qnatro  horas,  en  las  quales  murieron  al- 
gunos de  la  una  parte  é  de  la  otra.  Los  moros  de 
Granada,  quando  vieron  que  los  ohristianos  estaban 
quedos,  é  que  por  ninguna  cosa  que  les  cometían 
no  desordenaban  sus  batallas,  volvieron  á  la  dbdad 
é  continaron  la  guerra  que  tenían  contra  el  Bey 
mozo,  é  contra  la  gente  del  Albaycín  que  le  ayu- 
daban. Don  Fadríque,  quando  vído  que  los  moros 
se  tomaron  á  la  cibdad ,  quedó  en  el  campo  á  vis- 
ta de  Granada  por  espado  de  un  dia.  E  la  gente  del 
Albaydn  vistas  las  batallas  de  los  chrístianos  que 
vinieron  en  su  favor,  tomaron  mayor  esfuerzo  para 
se  defender  de  los  de  Granada ;  porque  Don  Fadri- 
que les  embió  á  decir,  que  drviesen  al  Bey  mozo 
en  aqudla  necesidad,  pues  aquel  era  su  Bey  verda- 
dero ;  é  que  él  de  parte  dd  Bey  é  de  la  Beyna  les 
seguraba  sus  personas  é  bienes,  para  que  pudiesen 
salir  á  qualesquíer  partes,  é  facer  sus  laboras,  é  tra- 
tar sus  mercaderías  libremente  nn  dafio  ninguno. 
Los  moros,  visto  el  seguro,  tomaron  mayor  esfuerzo 
para  ayudar  al  Bey  mozo,  é  defender  d  Albaydn,  é 
guerrear  á  los  de  la  cibdad.  Las  pdeas  de  noche  é  de 
día  que  había  entre  los  unos  é  los  otros,  se  contina- 
ron tanto,  que  el  Bey  mozo  embió  á  decir  á  Don 
Fadríque  que  le  embíase  alguna  gente  de  pié  y 
espingarderos  para  que  le  ayudasen,  porque  los 
moros  de  la  cibdad  habían  fecho  algunos  portillos 
en  la  cerca,  é  trabajaban  todas  las  horas  peleando 
por  entrar.  Don  Fadríque,  condderando  quanto  com- 
pila al  bien  de  aquella  conquista  que  el  Bey  mozo 
fuese  favoresddo,  embió  á  Fernán  Alvares  de  8o« 
tomayor,  Alcayde  de  Colomera,  con  algunos  peoi|ea 
cBpingarderos ;  los  quales  entraron  en  el  Albaycín, 


DON  tlfiftMAKDO 

é  fueron  U011  fooebidoe  de  loe  moros,  porque  lee 
eyudaben  á  peleer  oonir»  loe  de  U  dbded.  8  antl 
durifon  en  eiUi  peleae  por  espado  de  oinqñenU 
dtas  loi  unoa  oontre  loe  otroe* 

OAPItüLO  LXIX.   : 

n«lat  iwtM  qee  m  Jntaroe  «os  el  Reyeo  Gdrdola»^niii* 
tnr  •■  «I  Rejuo  de  Gnaala. 

Oomo  el  B^  é  U  Beyne  fueron  en  le  oibded  de 
Oórdobe,  luego  TÍnieron  á  eu  llememiento  loe 
Maeetree  de  Sentiego  é  de  Alcántara,  é  Don  Pedro 
Manrique,  Duque  deNáxere,  é  loe  Marqueaeede 
Calis  é  de  Villena,  é  Don  Bodrigo  Alonso  Pimen- 
tel,  Conde  de  Benayente,  é  Don  Juan  Telles  Girón, 
Conde  de  üruefta,  é  Don  Gsrd  Alvares  de  Toledo, 
Conde  de  Oropeea,  y  el  Conde  de  Cabra,  é  Don  Qo* 
mes  8uares  de  Figueros,  Conde  de  Feria,  é  Don  Qa- 
briel  Fernandos  Manrique,  Conde  de  CÍM>mo,  7  el 
Comendador  mayor  de  León,  é  Don  Pedro  Puerto* 
carrero.  Conde  de  Medellin,  é  Don  Pedro  de  VlUan- 
drando ,  Conde  de  Bibadeo,  6  Don  Enrique  Bnri- 
ques.  Mayordomo  mayor  del  Bey,  é  Don  Pero  Bnri- 
ques,  su  bermano.  Adelantado  mayor  del  Andalu- 
cía, é  Don  Juan  Cbacon,  Adelantado  mayor  del 
Beyno  de  Murda,  é  Don  Alonso,  Befior  de  la  Casa 
de  Aguilar ,  é  Don  Diego  Femandes  de  Córdoba, 
Aloayde  de  los  Donodes,  é  Don  Pero  Lopes  de  Pa- 
dillai  davero  de  Calatrays,  é  Don  Hurtado  de  Men- 
dosa, oapitan  de  la  genta  del  Cardenal  de  Bspafia. 
¡B  los  oabaUeroe  que  no  yinieron  en  persona ,  em- 
btaron  las  gentes  de  armas  é  peones  que  por  el  Bey 
é  por  la  Beyna  les  fué  mandado  qno  embiasen,  é 
rinieron  al  término  que  les  fué  mandado.  La  genta 
del  Duque  de  Alva,  é  la  genta  del  Duque  de  Piasen- 
oís,  é  la  genta  dd  Duque  de  Medinasidonia,  é  la 
gente  dd  Duque  de  Medinaodi,  é  la  gente  del  Du- 
que de  Alburqnerque,  é  la  gente  dd  Maestre  de 
Oalatraya,  é  la  genta  dd  Marqués  de  Aguilar,  é  la 
;(enta  dd  Marqués  de  Astorga,  é  la  genta  del  Obis- 
po de  Cuenca,  é  la  genta  del  Conde  de  Castro,  é  la 
genta  dd  Conde  de  Corufia,  é  la  genta  del  Conde 
de  Miranda ,  é  la  genta  del  Conde  de  Niera,  é  la 
genta  del  Conde  de  Pliego,  é  la  genta  del  Conde  de 
Fuensalida,  é  la  genta  dd  Conde  de  Paredes,  é  la 
genta  dd  Conde  de  Alvaddiste,  é  la  genta  dd  Con- 
de de  Monteagudo,  é  la  genta  de  Don  Bemardino 
de  Velasco,  fijo  del  Condestable  de  Castilla,  é  la 
genta  de  Don  Esteban  de  Qusman,  Seftor  de  Santa 
Olalla,  é  la  genta  de  Sanobo  de  Boxas^  Seftor  de 
Cavia.  Vinieron  ansimesmo  algunos  capitanes  de 
las  guardas  dd  Bey  é  de  la  Beyna  oon  Don  Fadri- 
que  de  Toledo,  Capitán  general  de  la  frontera. 
Otrod  Tinieron  Don  Diego  de  Castrillo,  Comendador 
mayor  de  Cdatrava,  é  Luis  Femandes  Puertocarre- 
ro,  Seftor  de  Palma,  é  Don  Martin  de  Córdoba,  fijo 
del  Conde  de  Cabra,  é  Juan  de  Aimaras,  é  Antonio 
de  Fonseca,  é  Juan  de  Merlo ,  é  Fernán  Carrillo ,  é 
Alonso  Osorio,  é  Pedro  Osorio,  é  Juan  de  Biedma, 
é  Antonio  del  Águila,  é  Hurtado  de  Mendosa,  é 
Bemal  Francés,  é  Frandsoo  de  Bovadills,  é  Diego 


É  DofíA  ISABEL  U1 

Lopes  de  Ayda,  y  d  Comendador  Pedro  de  Bibera, 
é  Don  Femando  de  Aoufta,  oon  las  gentes  de  sus 
oaj^tanf as.  Otrod  yinieron  las  gentes  de  caballo'  é 
de  pié  de  todas  las  dbdades  é  yillas  é  montaftas  é 
proyindas  que  embiaron  á  llamar ;  é  yinieron  las  de 
las  Hermandades  de  Castilla  dies  mil  peones,  de  los 
quales  tanian  cargo  Alonso  de  Quintanilla  un  ca- 
ballero de  las  Asturias  de  Oviedo,  é  Don  Juan  de 
Ortega,  Piroyisor  de  Villafranca,  que  eran  goberna- 
dores de  las  Hermandadee.  Otrod  yinieron  loe  ho- 
midanoe  del  Beyno  de  Qdicia,  á  quien  d  Bey  é  la 
Beyna  otorgaron  perdón  porque  yiniesen  á  seryir 
en  aquella  guerra.  E  vinieron  andmesmo  los  fijos- 
dalgo,  que  eran  tonudos  deyenir  á  servir  en  las 
guerras  cada  que  fuesen  llamados.  E  de  los  Beynos 
de  Aragón,  é  de  Vdenda,  é  de  Sidlia,  é  del  Prind- 
pado  de  Catdufta,  é  de  las  islas,  é  otros  seftoríos  dd 
Bey  é  de  la  Beyna,  vinieron  Don  Felipe  de  Nayar- 
ra,  sobrino  del  Bey,  Maestre  de  Montees,  é  Don 
Luis  de  Borja,  Duque  de  Qandia,  é  Don  Juan  dé 
Luna,  Seftor  de  Lierta,  é  Don  Blasco  de  Alagon,  é 
Mosen  Manud  de  Seeé,  Bayle  generd  de  Aragón,  é 
Mosen  Juan  de  Coloma,  Barón  del  Alfagerin,  é  Mo- 
een  Ferrer  de  Lanusa,  Seftor  de  Zaylla,  é  Mosen  Pe- 
dro de  Peres,  é  Don  Juan  de  Ventamilla,  Barón  de 
Buxena,  é  Micer  Bernardo  Qayton,  Barón  de  Sexe, 
é  Don  Pero  Masa  de  Lisana,  Seftor  de  Mosen,  é 
Mosen  Bequesens  de  Soler,  Qoyernador  de  Catdu- 
fta, éMoeen  Gabriel  Sancbes,  Tesorero  mayor  del 
Beff  é  otros  caballeros  fijos-dalgo  de  aquellas  par- 
tes. Quando  todas  aquellas  gentes  fueron  juntas, 
que  podisn  ser  en  número  de  yeinto  mfl  bomes  á 
caballo  é  oinqüenta  mil  á  pié,  platicóee  en  el  Con- 
sejo del  Bey  é  de  la  Beyna ,  quAl  cibdad  de  Moros 
se  debia  conquistar  primero  eu  esto  afto ,  sobre  lo 
qud  oyó  diyersos  consejos.  Algunos  fueron  en  ye- 
to que  d  Bey  debia  poner  real  sobre  la  oibdad  de 
Málaga,  porque  d  se  tomase,  por  ser  la  prindpál  de 
aqndlas  partes,  luego  se  rendirian  la  dbdad  de 
Vdesmálaga,  é  todos  los  castillos  é  yillas  que  son 
en  su  comarca,  y  en  las  serranías  de  la  Axarquía, 
que  quiere  decir  en  lengua  Arábiga  Oriente,,  é  dé  la 
Algarbía  que  quiere  decir  Ocidenta*  El  oonsejo  de 
otros  era  que  el  cerco  puesto  sobre  Is  dbdad  de 
Málaga  eeria  pdigproso  psra  la  bueeto,  d  primero 
no  se  tomsse  la  dbdad  de  Veles,  porque  está  asen- 
tada entre  Málaga  é  Granada,  y  es  muy  fuerta  é 
grande,  donde  se  recogerían  muckoe  moros  que  po- 
drían yenir  seguros  desde  Granada,  fasta  entrar  en 
eUa.  Los  qudee  f  adeudo  guerra  por  la  una  parte,  é 
la  genta  de  pelea  que  estaba  dentro  en  Málaga  por 
la  otra ;  los  que  estoviesen  en  el  red  sobre  Málsga 
no  podían  ser  seguros,  é  seria  f  oreado  de  lo  alsar. 
Otros  dedan,  que  tomada  la  oibdad  de  Vdesmála- 
ga, no  era  neoeearío  al  B^y  poner  sitio  sobre  la  db- 
dad de  Málaga,  puee  quedaba  por  todas  partes  cer- 
cada, de  tal  manera  que  ninguno  podría  entrar  ni 
salir  en  ella :  porque  de  la  una  parta  estaban  las  yi- 
llas é  osstillos  de  Cártama,  é  Alora  é  Casarabonda; 
é  de  la  otra  parte,  ganándose  la  oibdad  de  Vdesmá- 
laga,  é  poniendo  narlos  por  la  mar  que  guardasen 


íáé 


oBújáoÁk  Dit  Loá  ¿mrBs  db  oábíilíá. 


la  entrada  de  la  dbdad  á  los  de  África,  de  neoeaa- 
rio  M  rendiria ,  ñn  que  el  Bey  oon  toda  la  haeete 
faeee  sobre  ella.  El  voto  de  algunoa  otros  capitanes 
é  adalides  que  sabian  aquella  tierra,  decían,  qne  si 
oeroo  se  había  de  poner  sobre  la  dbdad  de  Yelea- 
málaga,  era  necesario  asentarse  en  un  valle  rodea- 
do perla  ona  parte  de  la  mar,  é  por  la  otra  de  ás- 
peras montanas  pobladas  de  mochos  moros,  gente 
belicosa,  de  los  qnales  se  podria  recresoer  gran  pe- 
ligro si  algona  gente  yiniese  de  Granada  á  les  aya- 
dar.  Pero  al  fin  de  algunas  pláticas,  porque  paresció 
ser  mas  necesario  el  cerco  de  Velesmálaga,  el  Rey 
acordó  de  ir  sobre  ella,  é  partió  de  la  dbdad  de  Cór- 
doba Sábado  á  déte  dias  del  mes  de  Abril.  T  esa 
noche  antes  que  el  Bey  partiese,  casi  á  las  dos  horas 
después  de  media  noche,  oto  terremoto  en  la  db- 
dad, especialmente  en  aqudla  parte  donde  son  los 
pelados  reales.  Desta  sefial  fueron  algunaa  gentes 
espantadas,  pensando  que  d  temblor  de  la  tierra  en 
aquella  hora  era  sofial  de  alguna  fortuna  que  acaes- 
oeria  en  la  hueste ;  otros  creyeron  aquello  ser  cosa 
que  suele  acaescer  como  Temos  las  otras  cosas  na- 
turales que  de  contino  se  Teen.  Oon  este  acuerdo  d 
Bey  partió  de  la  dbdad  de  Córdoba,  y  embió  man* 
,  dar  á  Francisco  Bamirea  de  Madrid,  d  qual  tenia 
cargo  del  artíUeria,  é  á  los  otros  capitanes  de  la 
gente  de  caballo  6  de  pié  que  andaban  en  guarda 
della,  que  luego  partiesen  de  Edja  donde  estaban. 
B  mandó  al  Maestre  de  Alcántara,  é  á  las  gentes 
de  caballo  é  de  pié  de  la  dbdad  de  Ecija,  é  á  Mar- 
tin Alonso,  Sefior  de  Montemayor,  é  á  los  alcaydes 
de  Soria  é  de  Carmena  con  las  gentes  de  caballo  é 
de  pié  de  sus  capitanías,  que  fuesen  en  guarda  dd 
artillería.  M  Bey,  continuando  d  camino  con  toda 
la  hueste ,  puso  su  real  en  d  rio  de  las  Teguas, 
donde  ovo  tantas  é  tan  oontínas  lluvias  que  las  gen- 
tes é  las  bestias  é  todo  el  fardage  redbió  gran  dallo. 
Bl  Bey  moTÍó  de  dlí  la  hueste,  é  fué  mas  adelante, 
é  llegó  el  JnéTes  de  la  Cena  (1)  á  las  TOgas  que  di- 
cen de  Archidona.  B  como  qder  que  fada  grandes 
aguas,  pero  estoTo  en  aqud  real  por  oir  los  ofidos 
dÍTÍnos  que  se  celebraban  en  aquellos  dias ;  é  alli 
fizo  publicar  la  determinación  que  oto  en  su  con- 
sejo ddante  de  la  Beyna  para  oercar  á  Velesmálaga. 
Otro  día,  yendo  mas  adelante  camino  de  aquella 
dbdad,  mandó  asentar  su  real  en  un  lugar  que  se 
llama  la  fuente  de  la  Lana.  B  porque  las  muchas 
aguas  hablan  dafiado  los  caminos,  acordó  que  la 
artillería  fuese  por  el  mejor  camino,  porque  los 
bueyes  que  la  llcTaban  fallasen  herbage  que  co- 
mer, é  no  lo  fallasen  comido  de  las  muchas  bestias 
que  iban  en  la  hueste;  y  el  Bey  con  toda  la  hueste 
fué  por  otra  parte  desviado  del  camino  que  llcTaba 
el  artillería.  Bn  aquel  lugar  mandó  el  Bey  ordenar 
sus  batallas  en  esta  manera.  Bn  la  delantera  iba  el 
Alcayde  de  los  Donceles  con  los  Mariscdes,  é  con 
las  gentes  de  cabdlo  que  embiaron  el  Duque  de 
Alburqnerqne,  y  d  Oonde  de  Sant  EstÓTan ;  y  estos 


(f)  l|tt«9Sl!tl9•m(llH!^^d9.M«vff  A^vib 


iban  addante  á  Tcr  los  lugares  donde  d  real  se  j^ 
dría  mejor  asentar.  El  aTanguarda  Ueraba  Don 
Alonso  de  Cárdenas,  Maestre  de  Santiago,  con  mil 
é  docientas  lanías,  é  con  dertos  peones  de  las  her- 
mandades,é  con  las  gentes  dd  Duque  de  Plasencia, 
é  del  Duque  de  Medinacdi,  que  iban  en  lea  alas.  Bn 
otra  batalla  iba  Don  Bodrigo  Ponoe  de  León,  Mar- 
qués de  Calis ;  en  otra  iba  d  Oonde  de  ümefta,  é 
Don  Alonso,  Seftor  de  la  Cesa  de  Agnilar.  Bn  otra 
batalla  ibad  Oonde  de  Feria,  éla  gente  de  caballo 
que  embió  Don  Diego  Hurtado  de  Mendosa,  Ano- 
hispo  de  ScTilla.  Bn  otra  batalla  iba  la  gente  dd 
Duque  de  Medinasidonia,  donder  iba  por  capitán 
Pero  Yaca.  Bn  otra  batalla  iba  d  ClaTero  de  Cala- 
traTa.  Bn  otra  batdla  iba  d  Oonde  de  Cabía  con  la 
gente  de  odiudlo  é  pié  de  su  casa.  Bn  otra  batalla 
iba  Don  Hurtado  de  Mendosa  con  la  gente  de  ca- 
ballo é  de  pié  del  Osrdend  de  Espafia  sa  hermano. 
En  otra  batalla  iba  d  Duque  de  Náxera,  é  con  él 
iban  NnUo  dd  Águila  é  Fernán  Duque ,  oi^ltanea 
dd  Boy  éde  la  Beyna  con  las  gentea  de  sus  casaS| 
é  con  la  gente  que  embió  d  Marqués  de  Astorga. 
En  otra  batalla  iba  el  Oonde  de  BenaTonte,  y  en 
esta  batalla  iba  Gard  BraTO^  Alcayde  de  Atiensai 
é  Don  AlTaro  Basan  oon  las  gentes  que  tenían  de 
sus  capitanías.  B  después  destas  batallas  iba  la  ba« 
tdla  real,  donde  iba  por  Aif  érea  d  Oonde  de  Ci* 
fuentes  que  UcTaba  el  pendón  red ;  y  en  esta  ba- 
talla iba  Don  Gutierre  de  Cárdenas ,  Comendador 
mayor  de  Leen  con  la  gente  de  su  casa,  é  Don  Fa- 
drique  de  Toledo,  fijo  del  Duque  de  AlTa,  que  tenia 
cargo  de  la  capitanía  general  de  la  frontera  de  loa 
moros,  y  d  Addantado  del  Andduola,  é  Don  Fran- 
cisco Enriques,  é  Luis  Femandes  Puertooanero^ 
Seílor  de  Palma,  é  Don  Martin  de  Oórdoba,  é  Juan 
de  Aimaras,  é  Antonio  de  Fonseca,  é  Juan  de  Mer- 
lo, é  Fernán  Carrillo,  capitanes  dd  B^  é  de  la 
Beyna  con  las  gentes  de  caballo  de  sos  oapitanisa. 
Otrosí  iban  en  esta  batdla  red  todos  los  oaballeRNí 
fijos-ddgo  que  TÍvian  con  el  Bey  é  oon  la  Beynai 
y  estaban  continamente  en  su  corte;  y  en  las  dos 
alas  desta  batalla  iban  las  gentes  de  caballo  é  de 
pié  de  las  dbdades  de  Sevilla  é  Córdoba.  B  luego 
cerca  de  la  batdla  real  iba  todo  el  fardage,  y  en 
guarda  del  iba  la  gente  de  cabdlo  é  de  pié  de  la 
dbdad  deXeres  de  la  Frontera.  T  en  la  resaga  iba 
Diego  Lopes  de  Ayala,  é  Francisco  de  Bovedilla,  á 
Pedro  de  Vera,  y  el  Alcayde  de  Morón  oon  las  gen- 
tes de  sus  capitanías,  é  con  las  gentes  de  cabdlo  é 
é  de  pié  que  vinieron  de  las  dbdades  de  Jaén,  .é 
Ubeda  é  Baesa  é  Anduxar.  Los  peones  iban  repartí* 
dos  en  veinte  é  tres  batallas.  B  porque  con  las  mu* 
días  aguas  los  arroyos  iban  crescidos^  é  había  pasca 
trabajosos  de  pasar  alas  gentes  de  pié,  el  Bey  man* 
dó  d  Alcayde  de  los  Doncdes  que  iba  delante,  que 
llevase  dos  mil  peones  é  maestros  carpinteros  para 
facer  puentee  de  madera  en  los  arroyos,  é  que  fide- 
se  poner  piedras  grandes  en  los  charcos  de  las  aguaa 
por  donde  las  gentes  de  pié  pudiesen  pasar.  C6n 
estas  batallas  ordenadas  en  la  manera  que  habemoa 

41chO|  el  Bey  mandó  mgror  #«  r^nl  j^  {^  mu 


'  lX)H  FBBNAltlX) 
«¿eliato;  i  porque  el  otmliio  <iae  hablan  de  llerar 
era  angoatOi  mandtf  ir  adelante  qnatro  mil  peonea 
con  piooa  é  palas  de  fierro  para  qnebrar  las  pellaa  é 
adobar  loa  malos  pasos.  B  de  i^aella  manera  la 
gente  de  la  haeete  oon  gran  pena  andoyo  dnco  le- 
gnaa  de  montafias  tan  fragosas,  que  mnohas  bestias 
de  las  qne  lloraban  el  f  ardage  peresderon  porque 
no  se  pudo  fallar  rio,  ni  dispusioion  donde  el  real  se 
asentassi  fasta  que  llegaron  á  un  lugar  qne  se  dice 
Balmilla.  B  porque  era  metido  entre  las  montafias 
que  poseían  los  moroS|  el  Bey  mandó  al  Ck>menda- 
dor  mayor  de  Oalatrava  que  con  algunas  gentes  de 
caballo  é  de  pié  tomase  los  pasos  de  aquellas  sier- 
ras, porque  los  moros  que  las  moraban  no  oriesen 
lugar  de  los  tomari  é  f  aoer  dafio  en  los  ohristianos. 

CAPÍTULO  LXX. 
Cerne  m  yue  rsal  tebrt  la  tíkUá  le  VélMMlla|ti 

Pasados  los  trabajos  de  las  lluvias  é  de  los  cami- 
nos ásperos  que  habernos  dicho,  el  Bey  con  toda  la 
hueste  llegó  cerca  de  la  cibdad  de  Veieamálaga.  Lle- 
garon ansimesmo  por  la  mar  Don  Juan ,  Oonde  de 
Trerento,  con  quatro  galeras  annadas,  é  Martín 
Dial  de  Mena,  é  Arriaran,  é  Antonio  Bemal,  capi- 
tanes, con  las  naos  é  caraTélas  de  la  flota  del  Bey  é 
de  la  Beyna  que  tenían  en  cargo.  Ésta  cibdad  «a 
cercana  á  la  mar  por  espado  de  media  legua,  y  está 
cercada  de  todas  partes  de  grandes  montafias,  é  una 
dallas  que  ea  la  mas  cercana  á  la  dbdad,  se  continúa 
fasta  la  eibdad  de  Granada.  Estaba  poblada  de  mu- 
chos moros  curMdos  en  la  guerra.  La  cibdad  está 
asentada  baso  en  la  falda  de  una  sierra ,  que  se 
aparta  un  poco  de  aquella  montafia.  La  f  ortaleaa  ea 
en  lo  mas  alto,  é  la  dbdad  está  tendida  por  la  lade- 
ra, bien  cercada  de  muros  6  torres  fuertes  y  espesas 
oon  una  barrera  que  la  cerca  toda  en  tomo ;  é  tiene 
Junto  con  los  muros  dos  grandes  arrabales  fórtales- 
ddos  de  albarradas  é  de  grandes  fosados.  Otrod 
cerca  de  la  dbdad ,  por  espado  de  una  legua ,  en 
nna  derra  alta,  está  fundada  una  villa  muy  fuerte, 
que  se  llama  Bentomis ;  de  manera  que  de  la  una 
parte  esta  dbdad  tiene  la  mar,  é  de  todas  las  otras 
partea  está  rodeada  de  montafias  que  poseen  los 
moros.  Bl  artillerf  a  no  pudo  llegar  quando  d  llegó 
con  su  hueste^  por  d  impedimento  que  OTieron  de 
laa  aguas  é  de  las  derras  é  pefias,  é  otros  mdos  pa- 
sos que  habla  en  el  puesto  que  dicen  de  Alf  ornare, 
por  de  habla  de  paaar.  B  como  quier  que  los  minis- 
tros que  la  tenían  en  cargo  cada  uno  por  su  parte 
ponia  gran  diligenda  en  la  traer ;  pero  á  gran  pena 
podían  andar  en  todo  un  dia  una  legua,  porque  era 
necesario  ir  ddanté  gente  de  pié  con  picos  é  palaa 
de  fierro  qnd>rando  pefias  é  allanando  los  lugares 
de  aqud  puerto,  por  do  pudiesen  paaar  loa  carros, 
domo  el  Bey  llegó  cerca  de  la  dbdad,  d  yeto  de 
algunos  oáballeroa  era,  que*el  real  se  asentase  baxo 
en  lo  llano,  é  que  no  se  pusiese  en  las  cuestas  que 
estaban  entre  la  cibdad  é  la  villa  de  Bentomia ;  por- 
que estando  entre  dos  lugares  enemigos,  é  tanto 
oeroanos  el  uno  dd  otro^  la  gente  podría  redbir 


É  DOi^A  ISABBL.  449 

dafio.  Bl  voto  del  Bey  fué  qne  se  debía  asentar  en 
aquellaa  cuestas  qne  eran  entre  la  dbdad  é  aquella . 
villa  de  Bentomii,  porque  la  gente  dd  real  aunque 
recibiese  algún  trabajo  en  la  guarda,  pero  defen- 
dería á  qudquier  gente  que  de  aquella  villa  viniese 
á  entrar  en  la  dbdad  para  la  socorrer. 

B  aoaeació,  que  andando  d  B^  aoompafiado  de 
algunos  pocos  caballeros,  mirando  en  que  lugarea 
menos  dafiosos  á  sus  gentes  estarían  las  estanaas, 
mandó  poner  derta  gente  de  pié  en  un  oerro  qne 
estaba  sobre  la  dbdad;  porque  aquel  guardado, 
eran  mas  seguros  los  que  estoviesen  en  el  red ;  é  ^ 
para  tener  d  cerco  aprovechaba  maa  que  otra  están* 
aa  de  las  que  contra  la  cibdad  se  pudesen.  Los  mo- 
ros, veyendo  que  tomado  ,aqud  oerro  gdea  aeguiria 
gran  dafio,  salieron  una  ¿nná  esquadra  de  los  qne 
estaban  en  la  dbdad,  é  tirando  aaetas  y  eapingar- 
daa,  vinieron  contra  los  que  lo  guardaban.  Los  peo- 
nes tuibadoa  del  acometimiento  arrebatado  que  los 
moros  fideron,  desampararon  d  cerro,  é  se  pude- 
ron  en  fuida ;  é  loa  morca  los  dguieron  matando  ó 
firíendo  en  elloa.  Bl  B^,  que  como  habemos  didio 
andaba  á  caballo  proveyendo  en  el  adento  del  real, 
visto  que  los  moros  venían  f  adeudo  dafio  en  loa 
ohristianos,  and  oomo  se  fdló  á  la  hora ,  armado 
solamente  de  unaa  coraaas  é  nna  espada  en  la  mano, 
sin  espersr  otra  arma  ni  ayuda  de  gente  arremetió 
contra  los  moros ;  y  entró  tan  de  redo  en  dios,  qne 
algunoa  de  los  christianos  que  venian  foyendo,  vis- 
to el  socorro  que  el  Bey  por  su  persona  é  por  su 
mano  les  f acia,  tomaron  tanto  eafuerao,  que  toma- 
ron á  entrar  en  loa  moros.  B  ansí  juntos  con  el  Bey, 
puderon  á  los  moros  en  fuida,  matando  é  firiendo 
en  dios,  fasta  los  meter  por  las  puertas  de  la  db- 
dad. B  recobrado  por  el  Bey  aquel  cerro,  mandólo 
fomesoer  de  mas  é  mejor  gente  para  lo  guardar.  Bn 
aqudla  hora  los  que  se  fallaron  maa  cerca  dd  B^, 
fueron  el  Marqués  de  Oália ,  y  el  Oonde  de  Oabra,  y 
el  Adelantado  de  Murcia,  é  otros  dos  cabdleros,  d 
uno  se  Uamaba  Qarcilaso  de  la  Vega,  y  el  otro  Diego 
de  Atayde.  Batos  cabdleros,  visto  el  peligro  en  que 
el  Bey  se  metía,  pndéronse  delante  porque  no  re- 
cibiese dafio  de  la  multitud  de  las  espingardas  é 
saetas  que  los  moros  tiraban. 

Sabido  por  la  hueste  oomo  d  Bey  peleaba  con  los 
moros ,  acorrieron  allí  mndias  gentes ;  é  los  Qran- 
dea  é  caballeros  que  oon  el  Bey  se  fallaron,  é  los 
otros  qne  después  vinieron,  como  quiera  que  conos- 
deron  bien  que  aqndlo  que  el  Bey  fiso  fué  neoeaa- 
rio  para  librar  los  suyos  del  dafio  que  recd>ian ;  pero 
veyendo  de  quanto  predo  era  la  vida  dd  Bey  para 
la  oonservadon  de  todos,  le  dixeron ,  que  pues  tan- 
tos Grandes  é  tan  buenos  capitanea  é  caballeros  ha- 
bla en  su  hueste,  le  ploguiese  en  semejantea  casca 
servirse  dellos  é  guardar  an  real  persona;  porque  d 
príncipe  qne  ama  sus  gentes,  guarda  su  vida,  que 
ea  vida  de  los  suyos.  B  que  considerase  quantas 
huestes  fueron  perdidaa  por  la  cdda  de  su  rey ;  per 
ende  le  suplicaban  qne  dende  en  adelante  lea  ayu- 
dase con  la  fuérsa  de  au  ánimo  gobernando,  é  no 
oon  ]Mkáp  su  cuerpo  peleando.  Bl  B^  lea  respondió 


450 


OBÓNIOAS  DI  LOS  BISTIB  DI  OABTILtiÁ. 


qao  lei  tenift  m  Mrrioio  lo  que  !•  daoUii|  é  qaeno 
podrí*  baenunente  lofrir  ver  lof  iayos  padaioeri  é 
no  «Tontiirar  OQ  penonA  por  lofialTar.  Do  obU  reo* 
paeoU  todos  los  gontes  ovioron  gran  plooori  é  to- 
Duuron  grond  esfoorso ,  porqoo  Toion  quooomo  Boy 
los  gobemoba,  é  oomo  baoa  oopitan  los  sooorria. 
Bsoobrado  aqael  oorro,  luego  so  ssontó  ol  real  en 
diTorBSS  partos,  segan  la  dispnsiolon  del  logarlo 
reqporia.  T  ol  Rey  mandó  otro  dia  por  la  maftaoo 
qoo  so  oombatiesen  los  arrabales ,  para  ol  qual  com- 
bato la  gonto  del  real  se  aparejói  ó  cada  uno  traba- 
jando por  mostrar  ol  esfoorso  do  so  persona ,  Uoga- 
ron  por  muchas  partos  á  combatir  los  arrabales.  B 
los  moros  se  dispusieron  oon  todas  sus  foersas  por 
las  oaUes  á  los  defender ,  é  oomenaaron  la  pelea ;  en 
la  qual  los  de  la  una  parto  por  ofender,  é  de  la  otra 
por  defender,  poniéndose  oon  osadía  al  peligro,  tra- 
bajaban encendidos  oon  mayor  oobdida  de  matar  ó 
ferir  al  enemigo ,  que  defender  á  sí  mesmos. 

Beta  cruel  pelea  duró  por  espado  de  seis  horas  ,y 
en  todo  este  tiempo  la  fuena  de  los  ohrístíanos  no 
pudo  moTsr  á  los  moros  do  los  lugares  que  comen- 
saron  á  defender.  Visto  por  el  Duque  de  Názera  é 
por  el  Oondo  de  Benayente  la  gran  fuersa  que  los 
moros  tenían  en  la  defensa  de  sus  arrabales,  yol 
dafto  que  fiuiian  en  los  ohristianos  que  los  comba- 
tían, llegaron  oon  sus  gontes  por  dos  partes  al  oom- 
bateó  acometieron  la  pelea  oon  tal  osadía,  que  floie- 
ron  retraer  los  moros  á  la  oibdad ;  ó  los  ohrístíanos 
quedaron  apoderados  de  los  arrabales.  Murieron  en 
este  combato  Ñafio  del  Águila,  ó  Don  Martin  de 
Acufia,  ó  fueron  f eridos  Gardlaso  de  la  Vega ,  ó  Don 
Garlos  de  Guevara,  é  Fernando  de  Vega ,  ó  Juan  de 
Merlo  capitanes,  ó  otros  fasta  número  de  ochoden- 
tos  homes ;  é  falláronse  muertos  por  las  calles  mu- 
chos moros.  Tomados  los  arrabales,  d  Rey  mandó 
al  Duque  de  Názera,  ó  al  Oondo  de  Benayente,  ó  á 
Don  Fadríque  de  Toledo  con  sus  gentes ,  ó  á  Pero 
Garríllo  de  Albornos,  oon  la  gente  del  Arsobiapo  de 
Sevilla  que  tenia  en  su  capitanía,  que  pudesen  es- 
tansas  end  arrabd  contra  la  dbdad.  fistos  caballo- 
ros  las  puderon  luego  bien  oeroanas  á  los  muros,  ó 
las  f ortífioaron  con  cavas  ó  palenques ,  ó  las  fome- 
cieron  de  gente  de  armas  que  las  defendiesen.  Otro- 
d  mandó  d  Boy  al  Ocmendador  mayor  de  León  é  á 
Bodrigo  do  ülloa  que  toviesen  cargo  de  facer  cavas 
en  tomo  de  la  oibdad,  que  la  dfiesen  desde  los  ar- 
rabales fturta  d  lugar  donde  estaban  asentados  los 
reales;  de  manera  que  ninguno  pediese  entrar,  ni 
salir  en  la  dbdad.  Después  que  el  Bey  proveyó  en 
el  adento  del  roal ,  luego  entendió  en  la  seguridad 
de  los  caminos ;  porque  las  recuas  do  los  manteni- 
mientos que  la  Beyna  mandaba  venir  al  red  vinie- 
sen seguras.  B  mandó  que  desde  la  villa  de  Arohi- 
dona  fasta  el  red,  que  son  dies  leguas,  eotoviesen 
gentes  de  caballo  é  de  pié  npartídas  por  las  derras 
y  en  los  lugares  mas  necesarios,  para  segurar  á  los 
que  viniesen  al  reaL  B  mandó  á  Diego  Lopes  de 
Ayala,  é  á  FranoÍBoo  de  Bovadilla,  que  con  las  gen* 
tes  do  sus  capitanías,  é  con  los  oabdleros  é  peones 
do  las  dbdades  de  Jaén ,  ó  Ubeda  i  é  Baeía  ó  Andó- 


zar,  pudesen  red  en  un  cerro  dto  apartado  nnaW 
gua  dd  roal ,  é  cercano  á  una  villa  que  so  llama  Go- 
mares; porque  la  gente  do  moros  que  estaba  en 
dio  y  en  las  otras  fortaleaas  do  Bentomis,  ó  Gani- 
llas,  é  Oómpeta,  ó  Benamarhoja,  otrod  los  moros 
que  estaban  metidos  en  las  breñas  ó  lugares  óspo^ 
ros  de  aqudlas  sierras^  no  fideson  dafio  en  las  gen- 
tes que  venían  oon  las  provisiones.  B  no  embar- 
gante la  gran  guarda  que  había  en  la  seguridad  do 
los  caminos ,  pero  las  montafias  son  tan  ásperas,  que 
los  moros  habían  lugar  salir  dallas ,  ó  facer  sdtos^  ó 
mataré  captívar  algunos  ohrístíanos  que  venían 
oon  poca  compafiía  al  real.  Otrod  las  gentes  de  las 
villas  é  f  ortdesas  de  moros  que  habemos  dicho  oer« 
canas  á  la  dbdad ,  é  los  que  moraban  en  aquellas 
montafias,  encendían  de  noche  grandes  fuegos  en 
las  cumbres  de  las  sierras ,  é  fadan  acometimientos 
de  pelear  con  las  gentes  que  estaban  en  la  giyurda 
del  reaL  T  estos  rebatos  eran  tantos,  que  convenía 
álos  dd  red  estar  siempre  aperdbidos,  é  con  eqpo« 
ransa  oontína  de  pdear. 

OAPÍTÜLO  LXXL 
Delueiieaaaatfi^d  Rey muM ffttriar «nt rMÜet. 

Bl  Bey  por  quitar  los  ruidos  é  otros  inoonvinien- 
tes  que  en  las  grandes  huestes  acaescen ,  constituyó 
é  mandó  progonar  ciertas  ordenansas,  conviene  sa- 
ber :  que  ninguno  jugase  dados  ni  naypes,  ni  blas- 
femase ,  ni  sacase  armas  contra  otro ,  ni  revolviese 
mido.  Otrosí ,  que  no  viniesen  mugeres  mundanas, 
ni  mflanes  d  red  ;  é  que  ninguno  sdiese  á  escara- 
muza que  los  moros  moviesen ,  dn  licencia  de  su  ca- 
pitán ;  é  que  todos  guardasen  el  seguro  que  diese  á 
qualquier  lugar  de  moros  en  generd ,  ó  á  cudquier 
moro  en  espeoíd  ¡  é  que  no  se  pusiese  fuego  á  los 
montes  que  eran  oeroanos  al  red  ni  á  los  otros  rea- 
les que  dende  en  adelante  se  pudesen.  B  franqueó 
á  todos  los  que  traxiesen  mantenlmíentoa  á  sus  rea- 
les por  mar  ó  por  tíerra,  para  que  los  pudiesen  ven- 
der libremente  dn  pagar  derecho  de  qualquier  ca- 
lidad que  fuese.  B  todas  estas  cosas  mandó  guardar 
so  dertas  penas ;  d  temor  de  las  qudes,  visto  que 
se  executaban  en  los  culpados ,  engendró  td  obe- 
dienda ,  que  entre  tantas  gentes  oomo  concurrían 
en  los  redes,  no  se  f  dló  sacar  arma ,  ni  decir  pala- 
bra fea  uno  á  otro ,  do  pudiese  haber  escándalo. 

Pasados  quatro  días  después  que  el  roal  se  asentó^ 
los  moros  que  moraban  en  aquellas  montafias  se 
juntaron  en  gran  número,  é  descendieron  á  unas 
cuestas  oeroanas  d  red,  oon  propódto  de  ferir  en  la 
gente  que  guardaba  la  una  parte  del  red ,  y  entrar 
en  la  oibdad  ;  porque  ellos  juntos  oon  los  que  la 
guardaban,  ferian  tanta  guerrea  los  ohrístíanos,  que 
les  fideson  alsar  el  aitio.  B  si  les  viniese  d  socorro 
de  la  mucha  gente  de  moros  que  esperaban ,  dios 
por  una  parte ,  é  los  que  viniesen  en  su  socorro  por 
la  otra,  podrían  vencer  á  los  ohristíanos.  Oomo 
aquellas  gentes  de  moros  fueron  vistas,  el  Bey  man- 
dó á  Don  Gutierre  de  Oárdenas,  Oomendador  mayor 
de  León,  é  á  Don  Pero  Lopes  do  Padilla,  OlaYoro 


tas  FBRHANDO 

áe  OaUtraYfti  ^né  totí  olerU  gente  de  caballo  é  de 
pié  anbieeen  luego  á  las  oneataa  do  eetaban  é  pelea- 
■en  oon  elloe.  Otroaf  mandó  annar  otros  capitanes , 
para  qne  fuesen  á  las  espaldas  destos  á  los  ayudar. 
El  Oomendador  mayor  y  el  OlaTero,  cumpliendo  el 
mandamiento  del  Bey,  subieron  con  sus  gentes 
aquellas  cuestas.  E  los  moros,  luego  que  Tieron  á  los 
christianos,  flderon  rostro;  é  como  les  tiraron  los 
primeros  tiros  de  las  muchas  ballestas  y  espingardas 
que  traían ,  é  yieron  que  los  christianos  los  sufrian 
é  arremetían  contra  ellos,  Tolvieron  las  espaldas  é 
pusiéronse  en  fuida,  y  el  OlaTero  con  algunos  de  ca- 
ballo é  oon  la  gente  de  pié  fué  en  el  alcance.  Pero 
no  pudo  seguirlos  mucho,  porque  se  metieron  en 
otras  sierras  mas  altas,  y  en  tales  lugares  donde 
eran  seguros  de  los  christianos  que  no  los  podian 
seguir. 

El  Bey  mandó  poner  gran  diligencia  para  que  vi- 
niese el  artUleria ;  pero  no  pudo  Teñir  toda ;  porque 
los  caminos  eran  tan  fragosos,  que  ni  se  pudo  fallar 
camino  por  donde  pasase,  ni  dispusicion  donde 
con  grand  industria  é  trabajo  se  pediese  facer.  E 
después  de  dies  dias  que  el  real  se  asentó ,  llegó  fas- 
ta  media  legua  del  real  una  parte  della,  que  traia 
fasta  mil  é  quinientos  carros  con  algunos  tiros  de 
lombardas  medianas ,  é  pasabolantes ,  é  cebratanas, 
é  ribadoquines ,  é  otros  géneros  de  artilleria.  Todas 
las  mas  gruesas  lombardas  que  no  pudieron  ser  traí- 
das, quedaron  en  la  dbdad  de  Antequera. 

CAPtrULO  LXXIL 

Como  el  Rej  moro  fie  oi ttba  n  Gmadi ,  tIbo  mb  fasto  i  fo- 

eorrari  Ycteimáltfi. 

Entre  los  moros  de  la  dbdad  de  Granada  é  los 
que  moraban  en  el  Albayzin  doraban  siempre  las 
peleas  é  las  muertes  de  homes  que  f  acian  crecer  en- 
tre ellos  las  enemistades  que  tenían.  Los  de  la  db- 
dad que  seguían  el  partido  del  Bey  yiejo,  estaban 
oprimidos  por  la  guerra  que  teman  dentro  con  los 
moros  dd  Albayzin,  é  fuera  con  los  christianos  que 
estaban  en  los  castillos  fronteros ;  de  manera  que 
todas  horas  les  conyenia  pelear,  ó  con  los  moros,  ó 
#  con  los  christianos.  Los  alf  aquíes  é  yiejos  de  la  db- 
dad, sabido  que  el  Bey  tenia  gente  por  la  tierra  é 
flota  de  navios  por  la  mar  sobre  la  dbdad  de  Veles; 
recelando  que  si  aquella  dbdad  se  perdiese.  Málaga 
con  todas  las  montafias  que  son  cerca  de  ella ,  se 
perderian,  llegaron  al  Bey  que  estaba  en  el  Alham- 
bra,  é  preguntáronle:  que  d  él  trabajaba  por  ser 
rey,  de  qnál  tierra  lo  pensaba  ser,  si  toda  la  dexa- 
ba  perder.  Otrod  le  dedan  é  andaban  predicando 
por  la  dbdad ,  que  estas  peleas  que  hablan  con  sus 
hermanos  é  parientes  é  las  muertes  que  se  daban 
unos  á  otros,  mejor  sería  que  lo  fidesen  defendien- 
do la  tierra  de  los  enemigos,  que  matando  á  sus 
amigos ;  é  que  se  debían  doler  veyendo  poseer  á  los 
christianos  las  casas  que  edificaron ,  é  gosar  del 
fruto  de  los  árboles  que  plantaron  sus  padres  é  abue- 
los;  y  en  ver  sus  hermanos  é  parientes  andar  dester- 
rados de  la  tierra  que  poseían  ellos  é  poseyeron  sus 


ÉD09a  ISABEL.  461 

padres  largos  tiempos;  los  quales  derramaron  su 
sangre  por  la  ganar ,  y  ellos  la  derramaban  por  la  . 
perder.  El  Bey  viejo,  oídas  estas  cosas  é  sabido  que  ' 
el  B^  con  toda  su  hueste  estaba  sobre  la  dbdad  de 
Velesmálaga,  ovo  gran  turbación;  porque  nunca 
pensó  que  los  christianos  tovieran  osadía  de  se  me« 
ter  entre  tantas  é  tan  ásperas  montafias  que  los  ro- 
deaban por  todas  partes.  E  no  quinera  salir  de  la 
dbdad ,  porque  recelaba  que  luego  el  Bey  su  sobri- 
no entraria  en  ella  é  sería  recebido  por  Bey.  T  em- 
bióle  á  decir,  que  se  doliese  de  la  perdición  que  do 
dia  en  dia  vela  facer  en  los  moros;  é  que  pues  los 
chistianos  se  hablan  metido  en  la  huesa ,  agora  te- 
nían tiempo  para  les  echar  la  tierra  endma ;  é  que 
él  queria  dexar  el  título  de  rey  que  habla  tomado,  é 
venir  baxo  de  su  bandera  á  su  gobernación ;  é  que 
viniesen  juntos  á  socorrer  aqudla  dbdad ,  é  habrian 
la  vengansa  que  los  moros  deseaban  é  los  dirístia- 
nos  temían.  El  Bey  moso  no  quiso  aceptar  lo  que  su 
tic  le  embió  á  ofresoer,  por  las  grandes  enemistades 
que  entre  ellos  hablan  causado  las  crudas  muertes 
de  los  propinquos  que  habían  muerto  de  la  una  par- 
te é  de  la  otra.  T  embióle  decir,  que  estaba  en  pro- 
pódto  de  se  vengar  é  no  concordar  con  éL  E  que  no 
se  osaba  fiar  de  sus  palabras ,  porque  sabia  quántas 
veces  é  por  quántas  maneras  le  habla  tratado  la 
muerte ;  é  porque  creia,  que  toda  hora  que  pudiese 
gela  darla.  El  Bey  viejo,  desesperado  de  lo  que  pen- 
saba que  d  Bey  meso  f  aria ,  aquexado  de  las  conti- 
nas amonestaciones  que  los  alf  aquíes  é  viejos  de  la 
dbdad  de  Granada  le  f  adán,  juntó  el  mayor  núme- 
ro que  pudo  de  gente  á  caballo  é  á  pié,  é  vino  por 
los  lugares  mas  encubiertos  de  la  montafta  que  vie- 
ne de  Granada  á  se  juntar  con  aquella  dbdad  de 
Vdeamálaga.  E  paresdó  un  dia  en  la  tarde  con  toda 
su  gente  en  lo  alto  de  la  montafia  donde  estaba  la 
villa  de  Bentomiz.  T  estovo  allí  aquella  noche  f  a- 
dendo  grandes  fuegos  por  muchas  partes  de  la  mon- 
tafia. Algunos  caballeros  é  capitanes,  quando  vieron 
las  batallas  de  los  moros,  consejaban  al  Bey  que 
mandase  armar  toda  la  gente  de  su  hueste  é  subie- 
sen por  aquella  derra  á  pelear  con  ellos.  E  porque 
el  Bey  vido  que  aqudlo  no  se  pedia  facer,  salvo  al- 
aando  d  sitio  que  tenia  puesto  sobre  la  dbdad ,  man- 
dó que  toda  la  gente  estoviese  queda,  é  guardasen 
las  estanzas  é  los  lugares  que  cada  uno  tenia  en 
cargo  de  guardar ;  é  no  cometíesen  á  subir  la  der- 
ra ni  comenaasen  pdea  con  los  moros.  Otro  dia  las 
guardas  que  estaban  puestas,  tomaron  dertos  mo^ 
ros ,  que  dixeron  que  d  Bey  de  Granada  venia  con 
propódto  de  embiar  algunos  moros  á  caballo,  é 
veinte  mil  peones  á  pelear  con  el  Maestre  de  Alcán- 
tara, é  con  las  otras  gentes  que  venían  en  guarda  del 
artilleria,  porque  los  carros  tomaban  largo  tredio 
de  tierra  é  podrian  quemar  qudquier  parte  del  ar- 
tillería, pensando  que  los  christianos  que  la  trdan 
non  eran  tantos  que  pudiesen  guardar  la  longura  de 
la  tierra  que  traían  los  carros.  E  que  si  dgunos 
christianos  saliesen  dd  real  ale  defender,  d  Bey 
moro  podría  darpor  una  parteen  el  real  é  ala  misma 
hora  saldrían  los  moros  de  la  dbdad  á  pelear  con 


0BÓHI0A8  DB  LOB  tETtS  DS  OASTÍLLÍL 


lo6  qoe  gUAidában  1m  ««Uiism;  de  manera  qae 
pieneedoe  por  todee  partee  no  ee  pudiesen  yaler ,  é 
Caeeen  yenoidoe. 

Sabido  eeto  por  el  Bey,  mandó  al  Oomendador 
mayor  de  León,  qae  partiese  eon  cierta  gente  de 
oalMllo  é  de  pió  á  se  jontar  oon  el  Maestre  de  Al- 
cantaral  é  que  pelease  oon  los  moros  que  yenian  á 
dar  en  el  artillerfa.  El  Oomendador  mayor  partió 
Inego  con  la  gente  qne  el  Bey  le  mandó  lleyar;  6 
yeia  los  moros  que  iban  por  lo  alto  de  la  rierra  oon 
propósito  de  destruir  el  artillería.  Los  moros  ansi- 
mesmo  yeian  á  este  capitán  é  á  sus  gentes  que  iban 
por  lo  baxo  ¿  la  defender ,  é  pelear  con  ellos ;  ó  los 
unos  é  los  otros  esperando  la  pelea ,  temian  la  muer- 
te. Bl  Bey  moro  que  estaba  en  las  cuestas  altas,  yis- 
ta  1a  gente  que  partió  del  real  á  defender  el  artille- 
ría, fiso  yolyer  á  los  moros  que  habia  embiado  á  la 
destruir ;  porque  pensó  que  su  gente  no  podría  for- 
lar  á  la  de  los  cbristianos  que  la  guardaban.  B  acor- 
dó de  baxar  de  una  sierra  alta  donde  estaba  á  otras 
ouestas  mas  baxas ,  para  socorrer  U  oibdad.  B  sus 
batallas  de  gente  de  caballo  ó  de  pió  ordenadas,  cér- 
ea ya  de  la  noche  comensó  á  mover  por  la  sierra 
abazo  dando  grandes  alaridos ,  ó  mostrando  yenir 
á  1a  batalla  oon  grand  esfnerao.  El  Bey  habia  man- 
dado armar  toda  la  gente  del  real,  ó  mandó  al  don- 
de de  Oabra,  ó  al  Oonde  de  Feria,  é  á  Don  Hurtado 
de  Mendoza,  ó  al  Adelantado  del  Andalucía,  que 
fuesen  luego  con  sus  gentes ,  ó  se  pusiesen  al  en- 
cuentro de  los  moros  en  el  camino  por  donde  podían 
descender  para  yenir  contra  el  ntL  Otrosí  mandó  á 
Garoi  Femandea  Manrique ,  Oapitan  de  la  gente  de 
Oórdoba ,  ó  á  los  capitanes  de  la  gente  de  Édja  é 
Oarmona  que  tomasen  un  cerro  que  era  en  la  una 
ala  hacia  la  parte  de  la  mar.  T  en  la  otra  ala  man- 
dó estar  al  Oonde  de  üruefia  é  á  Don  Alonso  de  Agui- 
lar  oon  ciertos  capitanes  é  gentes  encima  de  otra 
cuesta;  de  manera  que  los  moros  estaban  rodeados 
de  la  gente  de  los  cbristianos ,  ó  no  podían  descen- 
der de  las  cuestas  pMa  yenir  contra  el  real  por  la 
una  parte  ni  por  la  otra,  salyo  peleando  con  algu- 
nas destes  gentes.  Otrosí  mandó  al  Maestre  de  San- 
tiago que  oon  sus  gentes  ó  otros  capitanes  que  man- 
dó estar  con  él,  se  pusiesen  en  la  delantera  contra 
la  oibdad,  é  ayudasen  al  Duque  de  Názera,  ó  al 
Oonde  de  Benayente,  é  A  Don  Fadrique  de  Toledo, 
é  á  Pero  Oarrillo  de  Albomoi  que  guardaban  las 
estancas ,  si  por  yentnra  loa  moros  de  la  oibdad  sa- 
liesen á  pelear  con  eUos.  E  por  todas  las  entradas 
del  real  puso  gentes  de  armas  que  las  guardasen. 
Bl  Bey,  acompafiado  de  muchos  caballeros  ó  fijos- 
dalgo  de  su  hueste,  andaba  de  unas  partes  á  otras 
amonestando  A  los  caballeros  é  capitanes  que  ayi- 
yasen  las  fuenas  para  pelear ;  porque  en  tal  lugar 
estaban ,  que  ninguna  manera  de  guarescer  había, 
salvo  el  buen  esfueno.  E  como  le  traxieron  un  ca- 
ballo, oayalgó  en  él,  é  dexó  una  muía  en  que  ve- 
nia ;  porque  las  gentes  conociesen ,  que  ansí  como 
era  rey  para  mandar ,  seria  oompafiero  en  la  nece- 
sidad. Algunos  ovo  en  los  quales  el  gran  miedo  en- 
g«ndró  nu^or  esfuenso  parit  yenoer  ó  morir  pdean* 


do ;  otros  algunos,  veyóndcse  cercados  por  todas 
partes  de  la  mar  ó  de  los  enemigos,  estebau  con  re- 
celo, é  dubdaban  del  fln  que  Dios  é  la  fortuna  te- 
nia ordenado  de  facer  en  aquella  hora.  E  los  unos  é 
los  otros  daban  diversos  votos;  unos  decían,  que  se 
debía  buscar  lugares  por  donde  subiesen  aquella 
montafia  A  pelear  con  los  moros;  otros  deoian,  que 
la  subida  por  cualquier  parte  era  trabajosa,  ó  que 
la  pelea  que  en  aquellos  lugares  se  fioiese,  seria  A 
gran  ventaja  de  los  moros,  ó  A  gran  peligro  de  los 
chistianos.  El  Bey,  visto  los  votos  de  los  unos  é  de 
los  otros,  mandó  que  todas  laa  gentesestoviesen  que- 
das en  los  lugares  que  les  habia  mandado  guardar 
ó  no  fioiesen  mudansa,  salvo  quando  les  fuese  man- 
dado. Sópese  ansimesmo  como  el  Bey  Moro  amo- 
nestaba sus  gentes,  dioiéndoles,  que  si  fuesen  va- 
rones esforsados,  en  aquel  dia  cobrarían  todo  lo 
perdido  en  los  pasados,  é  que  les  requeiia  que  tra- 
bajasen por  vencer  ó  morir  en  una  vea ,  ganando  el 
paraíso  matando  cbristianos,  é  no  en  tantas  veyen- 
do  los  moros  perder  la  tierra,  é  andando  cuitados 
por  moradas  agenas.  Diciendo  estas  cosas  el  Bey 
Moro  movió  sus  gentes' un  poco  mas  abaxo  contra 
la  batalla  de  Don  Hurtado  de  Mendosa,  que  estaba 
en  la  delantera  con  la  gente  del  Oardenal  su  her- 
mano. Don  Hurtado ,  visto  que  los  moros  se  acerca- 
ban contra  él,  movió  su  batalla  mas  adelante  contra 
ellos.  Bl  Oonde  de  Oabra  y  el  Conde  de  Feria  y  el 
Adelantado  del  Andalucía ,  que  estaban  con  sus  ba- 
tallas un  poco  mas  abaxo  de  la  cuesta ,  é  loa  mas 
cercanos  A  la  batalla  de  Don  Hurtado  embiaronle  A 
decir,  que  habia  fecho  eomo  caballero  esf oraado  en 
haber  ido  adelante  oon  su  batalla  contra  los  moros; 
é  que  ficiese  en  aquella  jomada  como  fijo  del  Mar- 
ques Don  Iftigo  Lopes  su  padre  é  nieto  de  sus  abue- 
los, que  nunca  fnyeron  A  sus  enemigos;  é  que  le 
daban  su  fe  como  caballeros  de  le  ayudar,  quando 
le  viesen  f  erir  en  los  moros.  Todas  estas  gentes  ca- 
taban A  pié,  porque  según  la  dispusicion  de  los  lu- 
gares no  podían  estar  A  caballo ;  é  A  unos  esf  oreaba 
la  esperanza  del  claro  renombre  que  habrian  en  la 
victoria,  é  A  otros  enfiaquescia  el  temor  de  la  muerte 
que  temían  sí  viniesen  A  la  batalla.  Los  fuegos  que 
los  moros  habían  fecho  defuera,  é  los  que  parecían 
dentro  en  las  torres  de  la  oibdad ,  eran  tan  grandes, 
que  todas  aquellas  montafias  relumbraban  tanto, 
que  se  veían  bien  los  unos  A  los  otros ,  ir  los  ohris- 
tíanos  contra  los  moros,  é  loa  moros  contra  los  chris- 
tíanos.  E  quando  se  vieron  cerca  comenzaron  A  ti- 
rar por  todas  partes  tiros  de  espingardas  é  de  sae- 
tas ¡  é  tan  grande  era  el  sonido  del  artílleria  quepa- 
recia  estremecerse  la  tierra ,  porque  aquellas  sierras 
é  valles  resonaban  de  tal  manera;  que  ninguno  po- 
día oir  A  au  oompafiero.  Aquel  c^>ítan  Don  Hurta- 
do trabajaba  por  subir  aquella  cuesta,  é  comenzar 
la  pelea  oon  los  moros.  Ansimesmo  los  que  estaban 
en  las  alas  de  su  batalla  los  querian  acometer ,  pero 
la  subida  era  tan  Áspera,  que  los  homes  armados 
no  la  podían  subir  sino  oon  gran  pena  é  peligro, 
por  la  dispusicion  de  los  lugares  do  estaban.  Loa 
moros  ansimesmo  no  osaban  deso^ndor  mas  abazO| 


DON  FERNANDO 

ni  acometer 'á  loe  obrieUaaoe.  T  en  eeU  manen  de 
pelear  con  tiroe  de  pólTora  é  balleetae  doraron  gran 
parte  de  la  noche. 

Venida  el  alba,  é  Tietas  por  los  mcroe  las  bata- 
Oas  de  los  chiistíanos,  é  la  Yolantad  qne  mostraban 
de  sabir  oontra  ellos ,  é  la  gran  gnarda  de  gentes 
que  por  todas  partes  estaba  en  el  real  y  en  todos 
los  pasos  7  entradas  por  donde  podian  acometer  la 
pelea;  reeelando  qne  oomo  yiniese  el  día  snbirian 
A  eQos  por  nnas  partes  é  por  otras,  perdieron  las 
fnems,  é  oomo  gente  oaida  de  la  espéransa  que 
traian ,  el  esfaerio  que  al  principio  mostraron,  go- 
les oonTirtió  de  súbito  en  gran  miedo,  é  Tolvieron 
las  espaldas,  é  se  pusieron  en  falda.  É  ansi  oomo  la 
mnobedambre  que  presto  se  arma  de  locapresomp- 
don,  qaando  se  dilata  la  yictoria  qae  espera,  ge* 
les  priyan  presto  las  faersas;  ansi  aqaella  maltitad 
de  gentes  bárbaras,  perdido  el  esfuerso  y  el  sentido 
se  derramaron  por  las  montafias,  édexaron  las  lan- 
sas,  é  las  espadas,  é  las  ooraaas,  é  las  ballestas,  j 
espingardas,  por  estar  mas  ligeros  para  escapar  fa- 
yendo.  Algonas  gentes  de  caballo  é  de  pié  de  los 
ohristianos,  qoe  venido  el  dia  faeron  en  seguimien- 
to dellos,  fallaron  por  la  sierra  gran  maltitad  de 
aqaeUas  armas,  é  Tinieron  cargados  dellas.  LaBey- 
na  qae  habia  qaedado  en  la  dbdad  de  Oárdoba, 
qaando  sopo  qae  el  Bey  moro  con  tanta  maltitad 
de  gente  habia  ido  oontra  el  Rey,  llamó  laego  las 
gentes  de  todas  aqaellas  partes  del  Andalaoia;  é 
mandó  por  sas  cartas  qae  todos  los  homes  de  se- 
senta afios  abaxo  é  de  Teinte  afios  arriba,  tomasen 
armas  é  fuesen  luego  donde  el  Rey  estaba  á  le  ser- 
vir. Otrosí  el  Cardenal  de  Bspafia  que  habia  que- 
dado con  la  Beyna ,  ofresció  sueldo  ¿  toda  la  gente 
de  caballo  que  le  quiriese  seguir,  é  se  dispuso  á 
partir  luego  de  Córdoba,  é  hr  do  el  Bey  estaba,  pa- 
ra se  fallsr  con  él  é  con  la  gente  de  los  ohristianos 
en  aqaella  necesidad.  É  porque  las  gentes  que  la 
Beyna  mandó  llamar  faeeenmas  prestas,  deliberó 
de  ir  en  persona  á  algún  lugar  cercano  de  donde  el 
Bey  estaba;  é  cesó  de  lo  facer,  porque  luego  sopo 
el  desbarato  que  los  moros  ovieron.  Algunos  oaba- 
Ueros  é  capitanes  cursados  en  la  guerra ,  que  cono- 
oian  los  engafios  de  que  los  moros  machas  Teces  se 
aproTCchaban ,  Tisto  como  hablan  f  uido  tan  súbi- 
tamente, pensando  ser  alguna  encubierta,  dizeron 
al  Rey,  que  por  Tentura  los  moros  mostraban  ser 
yencidos  ¿  fin  que  la  gente  de  la  hueste  se  ase^ 
gurase,  é  no  poniendo  en  el  real  aqaella  guarda 
que  conyenia ,  podrían  salir  de  las  brollas  y  espesu- 
ras grandes  do  se  hablan  metido,  é  darían  sobre  la 
gente  del  real.  Bl  Rey,  conociendo  que  en  las  guer- 
ras se  debe  poner  remedio  á  todo  lo  que  se  puede 
recelar,  mandó  que  otra  noche  siguiente  la  gente 
del  reel  estoyiese  apercebida ;  y  en  la  guarda  de  su 
tienda  estoyieron  mü  caballeros  é  fljos-dalgo  ar- 
mados, según  qae  estoyieron  las  noches  pasadss. 
B  laego  se  sopo  de  las  guardas,  como  el  Rey  moro 
era  ido  á  la  yillade  Almufteoar,  é  de  alli  partió  pa- 
ra la  oibdad  de  Afanerla,  é  tomó  A  la  oibdad  de 
Goadiz.  Los  moros  de  la  oibdad  de  Oranada,  sabi- 


É  DOÑA  I8ABBL  4tt 

do  el  poco  proyecho  que  fiso  su  R^  (  y  el  mucho 
dafio  que  recibió  la  gente  de  los  moros  que  fué  oon 
él  á  facer  el  socorro,  luego  llamaron  al  otro  Rey 
meso  que  estaba  en  el  Albayoin ,  é  le  apoderaron 
en  el  Alhambra,  y  en  las  otras  fuenas  de  la  oib- . 
dad.  É  oomo  se  yido  apoderado  dellas,  cortó  las 
cabeaas  á  quatro  caballeros  los  mas  principales  de 
la  dbdad  que  le  hablan  seydo  contrarios,  y  él  que^ 
dó  por  Rey  en  la  oibdad.  É  porque  los  moros  de- 
seaban haber  seguridad  para  labrar  el  campo ,  é  an* 
dar  libres  por  todas  partes,  el  Rey  moso  qae  esta- 
ba en  la  dbdad  de  Granada,  enyió  suplicar  al  Rey 
é  A  la  Reyna,  que  les  ploguiese  asegurar  A  todos 
los  moros  yednos  de  qnalesquier  dbdades  é  yillas 
é  castillos  del  Reyno  de  Granada ,  que  se  reduzesen 
A  su  obedienda,  é  se  apartasen  de  la  del  Rey  sa 
tic,  porque  con  deseo  de  seguridad ,  orda  que  to- 
dos tomarían  A  su  partido.  JSk  Rey  é  la  Reyna  por 
le  ayudar ,  mandaron  A  todas  las  oibdades  é  yillas 
de  la  frontera,  é  A  sos  capitanes  é  aloaydes  que  le 
fayoresdesen  contra  d  Rey  yiejo  sa  tic ;  é  mandá- 
ronle dar  sus  cartas,  para  que  todos  los  yednos  de 
Granada  fuesen  seguros ,  é  pudiesen  salir  de  la  cib« 
dad  A  facer  suslabranaas,  é  ir  A  tierra  de  dirietia- 
nos  A  traer  della  mantenimientos  é  pafios  é  todas 
las  otras  oosast  tanto  que  no  fuesen  armas.  Otrosí 
mandaron  darsus  cartas  de  segare  para  todas  las 
dbdades  yillas  é  castillos  de  tierra  de  moros  qae 
estaban  por  el  Rey  yiejo ,  d  dentro  de  seis  meses 
se  aleasen  por  el  Rey  mozo,  é  le  obedeoieeen  como 
A  su  Rey.  B  si  dentro  de  este  tiempo  no  lo  fidesen, 
que  d  Rey  é  la  Reyna  las  pndiesen  guerrear  é  to« 
mar  para  sL 

CAPÍTULO  LXXIIL 
Gomo  io  oBtrof  ó  la  cUMtá  do  Votamiltp. 

Los  moros  de  la  dbdad  de  VdesmAlaga,  yistooo- 
mo  d  Rey  moro  que  los  yino  A  socorrer  era  yudto, 
é  sus  gentes  desbaratadas,  é  que  los  carros  dd  ar- 
tilleria  llegaban  d  red ;  perdidas  sus  faenas  é  re- 
oelando  las  de  los  dkdstianos,  procuraron  de  haber 
seguridad  para  sus  perednas  é  bienes,  é  de  entregar 
la  dbdad ;  é  moyieron  f abla  d  Conde  de  Cifuentes, 
para  que  suplicase  d  Rey  que  le  ploguiese  dánda. 
Bl  Bey  condderando  que  habia  de  ir  A  tomar  la  db- 
dad de  MAlaga  é  proseguir  mas  addante  su  con- 
quista ,  porque  el  tiempo  del  yerano  no  se  pasase 
en  aqud  dtio,  plególe  dello.  B  mandó  dar  su  segu- 
ro A  todos  los  que  estaban  en  aquella  dbdad,  para 
que  fuesen  A  las  partes  de  África,  ó  A  otras  quales- 
qder ;  é  qae  pudiesen  sacar  sus  bienes,  ezcepto  las 
armas  é  los  mantenimientos  y  d  artillería  que  en 
día  oyiese.  B  d  quisiesen  ser  deryos  dd  Bey  é  de 
la  B^yna,  é  yirír  en  aquellas  partes  de  sa  sellorio, 
que  lo  pudiesen  faoer,  tanto  qoe  no  fuesen  en  lu- 
gares cercanos  A  la  mar.  Los  moros  de  la  dbdad 
otorgaron  de  lo  facer;  é  luego  mandó  d  Bey  d  Co- 
mendador mayor  de  León,  que  redbiese  aquella 
dbdad  é  su  fortdesa.  B  los  moros  apoderaron  A  él 
oon  sus  gentes  en  todo  ello  I  é  puso  d  pendón  de  la 


464 


OBÓNIOAB  DB  LOB  BBYB8  DB  OASTILLA. 


oros,  é  lof  p«ndones  del  Apóitol  Santiago  é  de  laa 
amaa  reales  en  las  torres  del  oastiUo ;  é  dio  4  los 
moros  término  de  seis  dias  para  qne  saliesen  de  la 
dbdad,  é  para  qae  Tendiesen  sos  bienes  muebles. 
E  los  moros  entregaron  al  Bey  fasta  dentó  é  rein- 
te  ohristianos  oaptívos  bornes  é  mogeres  qne  tenian 
en  aquella  oibdad.  B  los  unos  fueron  á  los  Beynos 
de  AfrioSi  é  otros  fueron  á  otras  partes. 


los  tributos  6  rentas,  según  que  fasta  aquí  los  pa- 
gaban 4  los  Beyes  moros.  Bl  Bey  les  aseguré  sos 
personase  bienes,  éles  prometió  que  lesdezaria 
▼ivir  en  la  ley  de  Mabomad ,  é  guardar  sus  buenos 
usos  6  oostnmbres.  Otrosí  les  mandó  que  quando 
fuesen  4  sus  beredades  no  UsTasen  armas,  ni  fue- 
sen á  ningún  lugar  de  moros  que  no  estoviese  4  su 
obediencia ,  ni  contraten  con  los  que  en  ellos  mora- 


>  Axnoa,  e  ocros  xueron  a  oirás  psnoa.  vuouieuaui ,  ni  ooairwoii  oou  lov  quo  «n  euoa  mora- 

Entregóse  esta  cibdad  de  yeleam41aga  al  Bey  {   ren,  ni  )os  redban  en  sus  lugares  ni  en  sus  casas. 


Don  Femando  Viernes  (1)  4  reinte  é  siete  dias  del 
mes  de  Abril ,  en  el  afio  del  nascimiento  de  Nues- 
tro Bedemptor  Jesu  Obristo  de  mil  é  quatrooientos 
é  oobenta  é  siete  afios.  Fundéronse  luego  en  (las 
mosquitas  de  aquella  dbdad  dnoo  iglesias;  una  4  la 
advooaoion  de  Sanota  María  de  la  Encamación, 
otra  á  la  advocación  de  Santiago,  otra  4  la  advoca- 
don  de  Santa  Grúa,  otra  4  la  advooadon  de  Sant 
Andrés,  é  otra  4  Sant  Bstevan :  para  las  cuales  la 
Beyna  embió  ornees,  é  cálices,  ó  ornamentos,  é  to- 
das las  ooess  necesarias  al  culto  divino.  Otrod  d 
Bey  embió  mandar  4  las  villas  é  lugares  que  eran 
en  comarca  de  aquella  cibdad,  que  las  entregasen 
4  Iss  personas  que  embió  4  las  reoebir.  B  luego  en- 
tregaron los  moros  laa  villas  é  castillos  de  Bento- 
mia,  en  la  qual  pnao  por  Alcayde  4  Pedro  Navarro 
y  en  la  villa  de  Comeres  puso  4  Pedro  de  Ouóllar, 
y  en  la  villa  é  castillo  de  Canillas  4  un  caballero 
que  se  llamaba  Apolo,  y  en  Naríja  4  Pedro  de  Cór- 
doba, y  en  la  fortaleaa  de  Xedalia  4  Juan  de  Hi- 
nestrosa,  y  en  la  fortaleaa  de  Competa  4  Luis  de 
Mena,  y  en  la  fortaleza  de  Almexia  4  Moeen  Pedro 
de  Sant  Bstévan.  Otrosí  vinieron  4  se  ofrecer  por 
subditos  dd  Bey  ó  de  la  Beyna  todos  los  que  mo- 
raban en  las  villas  ó  lugares  de  Maynete,  é  Bena- 
quer,  é  Aboniayla,  é  Benadaliz,  ó  Obimbecbinlas, 
é  Padalip,  ó  Bayros,  ó  Sitanar,  ó  Benicorran ,  Cads, 
é  Boas,  é  Casamur,  Abistar ,  Xararaa,*  Corbila,  Bu- 
bir,  Alobonobe,  Canillas  de  Abayda,  Xauraoa,  Pi- 
tarxis,  Lacus  Albaraba,    Acuohayla,    Albintan, 
Daymas,  Alborgi,  Morgosa,  Machara,  Haxar,  Co- 
tetroz,  Albadaque,  Almedira,  Aprina,  Alatin,  Be- 
rixa.  Marro.  B  mandaron  el  Bey  4  la  Beina,  que 
todas  estas  villas  ó  lugares  é  aleadas ,  é  todos  los 
que  morasen  en  aqudlas  derras  que  llaman  las  Al- 
puxarras,  fuesen  comprendidos  so  la  jurisdicion 
de  yelesin4laga.  Vinieron  los  viejos  é  alfaquíes  en 
nombre  de  todos  estos  lugares,  é  de  todos  los  otros 
que  son  en  las  AlpnxarraB,  é  parecieron  ante  el  Bey; 
é  juraron  por  la  unidad  de  Dios  qne  es  un  solo  en 
unidad ,  el  qne  es  vencedor,  ó  alcanzador  de  las 
cosas,  sabidor  de  lo  público  ó  de  lo  secreto,  é  por  las 
pdabras  del  Alcorán  que  Dios  embió  por  la  mano 


Otrod  que  no  vayan  4  las  viUss  é  osstillos  que  es- 
t4n  por  d  Bey,  salvo  una  hora  4ntes  que  se  ponga 
el  sol.  B  que  si  dgun  moro  ó  moros  de  los  que  es- 
t4n  captivos  en  tíenra  de  diristianos,  ó  algunos 
obristíanos  de  los  que  est4n  captivos  en  tierra  de 
moros  se  soltaren,  é  viniere  4  los  lugares  ó  ossss 
donde  dios  moran  que  los  no  encubran,  é  que 
luego  que  vinieren ,  los  entreguen  al  alcayde  que 
estoviere  puesto  por  el  Bey.  B  que  ningún  moio 
entre  en  lugar  ni  villa  de  ohristianos  con  armas, 
sdvo  por  llamamiento  del  Bey ,  ó  de  los  doaydes 
qne  por  d  Bey  fueren  puestos.  Otrod ,  que  d  gen- 
te de  moros  dguna  viniere  de  los  lugares  oontra- 
ríos  4  los  lugares  donde  dios  moraren,  que  lo  noti- 
fiquen luego  4  los  Alcaydes,  ó  gdos  entreguen  pre- 
sos, d  los  pudieren  tomar.  B  que  todo  esto  cumplan 
so  pena  de  muerte,  ó  oaptiverío,  ó  perdimiento  de 
bienes. 

CAPITULO  LXXIV. 

Gome  el  Rej  pirtid  de  U  dbdad  de  VeleimáU|t  ptn  ^  cibded 

deMáUn. 

Proveídas  las  cosss  que  en  la  oibdad  de  Veles- 
m41aga  y  en  su  tierra  fueron  necesarias,  d  Bey, 
continando  su  conquista,  acordó  de  ir  sobre  la  oib- 
dad de  Málaga ;  porque  las  tierras  é  provindas  de 
moros  que  los  afios  pasados  babia  ganado,  fuesen 
seguras ,  é  no  guerreadas  de  las  gentes  que  en  aque- 
lla dbdad  estaban.  B  mandó  cargar  luego  por  la 
mar  la  artillería,  é  aparejar  todos  los  navios  de  la 
flota;  y  41  con  sus  batallas  ordenadas  por  la  tierra, 
é  los  navios  por  la  mar,  partió  de  la  dbdad  de  Ve- 
les ,  é  fué  ese  día  4  poner  su  red  4  dos  leguas  de  la 
dbdad  deM41aga  ríbera  de  la  mar,  cerca  de  un  lu^- 
gar  que  se  llama  Besmillana.  B  desde  aqud  lugar 
embió  4  decir  con  sus  mensageros  4  los  déla  oibdad 
de  Málaga,  que  el  Bey  de  Granada  con  gran  pode- 
río de  moros  vino  á  socorrer  la  cibdad  de  Vdea ,  é 
que  babia  fuido ;  ó  su  gente  fué  desbaratada,  é  qne 
la  oibdad  de  Vdea  gele  babia  entregado.  Por  ende, 
que  embiasen  ante  él  algunos  diputados  para  dar 
la  forma  que  se  requería  en  la  entrega  que  le  hablan 


de  Mabomad  su  mensagero,  qne  ellos  é  sus  deseen-  I   de  facer  de  la  cibdad  ;  é  que  les  seguraría  sus  bie- 
dientes  para  dempre  jamas  serian  dervos  é  súbdi-      nes  é  daría  libertad  á  sus  personas,  según  lo  había 


tos  del  Bey  é  de  la  Beyna,  é  después  de  sus  dias 
serían  ledos  subditos  d  Príncipe  Don  Juan  su  fijo 
é  4  sus  descendentes,  é  que  obedesoerian  é  compli- 
rían  sus  cartas  é  mandamientos,  é  farían  guerra  é 
pas  por  su  mandado.  Otrod  que  les  pagarían  todos 

(t)  El  eara  de  loe  Palaciet  dleeqeeá  treí  de  Miyo,  cap.  78. 


fecho  4  los  de  las  otras  dbdades  é  f ortdecas ,  que 
sin  fueras  de  armas  le  habían  seydo  entregadas. 

En  aquella  cibdad  estaba  estonces  un  capitán 
príndpd,  que  se  llamaba  Hamete  Zelí,  4  quien  d 
Bey  viejo  babia  encomendado  la  guardia  della.  B 
con  este  oapitan  estaban  gentes  de  los  Ch>meres 
que  habían  pasado  de  Afríca  para  la  defender.  E 


DQH  TESHAIÜDO 
aiisIin«imo  effcábta  otras  gentes  en  lee  oomaroABí 
que  ae  metieron  en  ella  oon  ana  mngerea  é  fijoa  é 
bienea.  Loa  qoalea  confiando  en  an  grandeaa,  j  en 
laa  fortalesaa  qaé  teniai  y  en  la  gente  qne  la  guar- 
daba ,  penaaron  guardar  Ui  dbdady  é  aer  defendidoa 
con  laa  fuersaa  della. 

Aquel  capitán  I  oonaiderando  la  fortaleaa  de  loa 
muroa  é  la  mucha  gente  que  tenia  diapueata  para 
loa  defender, tomó  tan  grand  orgullo,  qne  respon- 
dió á  loa  menaageroa  del  Rey ,  que  no  le  habia  aey- 
do  encomendada  aquella  cibdad  para  la  entregar 
como  el  Bey  pedia ,  maa  para  la  defender  como  ve- 
ría. B  loa  menaageroa  del  Bey  maltratadoa  de  loa 
morca,  Tolvieron  á  dar  eata  reapneata;  loa  qualea 
le  informaron  del  eatado  de  la  oibdad,  é  de  la  mu- 
oha  gente  que  en  ella  habia ;  ó  que  el  capitán  con 
loa  morca  que  con  él  eran ,  cataban  en  propósito  de 
poner  todaa  ana  fuerzaa  para  la  defender.  Oida  ea- 
ta reapneata  é  comunicada  entre  loa  Qrandes  é  ca- 
pitanea que  con  él  cataban ,  algunoa  fueron  en  vo- 
to, que  puea  la  dbdad  de  Veleamálaga  era  toma- 
da, é  la  oibdad  de  Málaga  por  todaa  partea  cataba 
cercada  de  villaa  é  fortalesaa  que  cataban  por  el 
Bey  é  por  la  Beyna ;  poniendo  guarda  por  la  mar, 
no  era  neoeaario  que  el  Bey  fueae  sobre  ella  á  la  ai- 
tiar;  porque  guerreada  de  todaa  partea,  en  poco 
tiempo  aerían  constrefiidos  á  la  entregar,  puea  por 
la  parte  de  la  mar  ni  por  la  tierra  no  tenían  lugar 
para  aalir,  ni  entrar  en  ella.  Otroa  algunos  fueron 
en  voto,  que  pues  el  Bey  habia  movido  su  real  oon 
propósito  de  ir  á  la  sitiar  é  habia  llegado  tan  cerca, 
todavía  la  debia  cercar.  Porque  ai  por  estar  cerca- 
da de  laa  fortalesaa  que  estaban  por  el  Bey  en  cir- 
cuito ,  loa  moros  serian  conatrefiidoa  á  la  entregar, 
en  maa  breve  tiempo  la  entregarían  catando  cer- 
cados de  gente  poderosa  pueata  á  laa  puertas.  Otro- 
sí dedan,  que  ai  el  Bey  no  la  aitiase,  aunque  la  db- 
dad  eatovieae  cercada  por  todaa  partea ,  podrían  ve- 
nir por  tierra  gran  multitud  de  morca,  é  meter  en 
ella  mantenimientoa ,  é  bastecerla  de  gente,  é  de 
laa  coaaa  neoeaaríaa ,  cada  que  lo  ovieaen  menester; 
de  lo  qual  ae  podría  aeguir  guerra  larga  con  aque- 
lla cibdad  que  eatorbaae  la  conquista  que  era  co- 
mensadaen  todo  aqud  Beyno,  é  puea  estaba  tan 
cerca  con  tantas  gentes,  no  debia  esperar  otro  tiem- 
po en  que  mejor  lo  pudiese  facer.  El  Bey,  oídos  los 
votos  de  loa  unos  é  de  los  otros,  determinó  depo- 
ner real  aobre  la  cibdad.  E  otro  dia  por  la  mafiana 
mandó  á  laa  gentea  de  la  hueste  que  moviesen  ade- 
lante, é  loa  capitanea  dd  armada,  que  partieaen  con 
todoa  loa  navioa  da  la  flota.  B  laa  batallaa  de  la  gen- 
te por  la  tierra,  é  loa  navioa  de  la  flota  por  la  mar, 
llegaron  en  una  hora  aobre  la  dbdad  de  Málaga. 

CAPÍTULO  LXXV. 

Ddasieito  4o  la  eibéadáelHlagi,  é  «orna  si  Rey  paso  real 

sobre  eüs. 

■ 

La  dbdad  de  Málaga  aegun  Qoa  pareció,  ea  puea- 
ta caai  en  fin  de  la  Mar  de  levante  á  la  entrada  de 
la  Mar  de  poniente,  é  cerca  dd  eatrecho  de  Qibral- 


ÉDQRaIBABBL.  4Í& 

tar,  que  parte  la  tierra  de  Bapafia  con  la  tierra  de 
África*  Eatá  aaentada  en  lugar  llano  al  pié  de  una 
cueata  grande,  é  cercada  de  un  muro  redondo,  f or« 
taleaddo  de  muchaa  torres  gmesaa,  éoercanaa unas 
de  otras.  B  tiene  una  barrera  alta  é  fuerte,  do  an- 
dmesmo  hay  mndiaa  torrea.  B  d  cabo  de  la  cibdad 
é  d  comienzo  de  la  aubida  de  la  cueata ,  eatá  fun- 
dado un  doásar,  que  ae  dioe  d  Alca8d>a,  cercado 
con  doa  moros  altea  é  muy  fuertea,  é  una  barrera. 
En  estaa  doa  oercaa  pedimos  contar  f aata  treinta 
é  doa  torres  gruesaa,  é  de  maravilloaa  altura  é  ar- 
tificio compueataa.  B  allende  de  estaa  tiene  en  el 
circuito  de  loa  muroa  f  aata  otraa  ochenta  torrea 
medlanaa  é  menorea,  oercanaa  nnaa  de  otraa.  Deate 
dcáaar  aale  una  como  calle  cercada  de  doa  muros, 
y  entre  muro  é  muro  podrá  haber  ada  paaoa  en  an- 
cho ;  y  eata  odie  con  loa  doa  muroa  que  la  guardan 
van  aubiendo  la  cuesta  arríba,  fasta  Hegar  á  la 
cumbre,  donde  eatá  fundado  un  caatillo  que  ae  lla- 
ma Gibralf  aro ;  el  qud  por  ser  en  lo  maa  alto ,  é  te- 
ner muchas  torres,  es  una  fuersa  inezpunáble.  En 
esta  otra  parte  de  lo  llano  de  la  dbdad  eatá  una 
fortaleza  con  ada  torrea  grueaaa  é  muy  dtas,  qne 
ae  dice  Oastil  de  Qinovesea.  E  después  están  laa  ta* 
razanaa  torreadas  con  dertaa  torrea  donde  bate  la 
mar.  T  en  una  puerta  de  la  ciudad  que  va  á  la  mar 
eatá  una  torre  albarrana,  alta  é  muy  ancha,  que 
ade  de  la  cerca  como  un  espolón,  é  junta  oon  la 
mar.  Otroai  tíene  doa  grandea  arrabdea  puestoa  en 
lo  llano  junto  con  la  cibdad;  el  uno  que  está  á  la 
parte  de  la  tierra ,  es  cercado  oon  fuertes  muros  é 
muchaa  torrea ;  en  d  otro  que  eatá  á  la  parte  de  la 
mar,  habia  muchas  huertas  é  caaaa  cddaa.  B  laa 
muchaa  torrea,  é  loa  grandea  edifidoa  que  están  fe- 
chos en  los  adarvea  y  en  estaa  quatro  fortdesaa, 
mneatran  aer  obraa  de  varonea  magnánimoa,  ea 
muchoa  é  antiguoa  tiempoa  edifioadoa ,  para  guar- 
da de  ana  moradorea.  B  dlende  de  la  fermoeura 
que  le  dan  la  mar  é  los  edifidos ,  representa  á  la 
viata  una  imagen  de  mayor  fermosura  con.  las  mu- 
diaa  palmea  é  cidros,  é  naranjoa,  é  otroa  arbolea  é 
huertaa  que  tiene  en  grand  abundanda  dentro  la 
dbdad  y  en  los  arrabalea,  y  en  todo  d  campo  que 
ea  en  su  circuito.  Ocrea  da  aquel  caatillo  dto  que 
habemoa  dicho  que  ae  llama  Qibralfaro ,  está  un 
cerro  igud  con  él  en  dtura,  é  apartado  por  espado 
de  dos  tiros  de  baUeata ;  el  qud  tiene  agrá  é  diffd* 
le  la  subida,  porque  ea  muy  enhiesto  por  todaa  par- 
tes, sdvo  de  la  parte  que  mira  d  castillo.  Esteoer" 
ro  está  puesto  entre  aquel  caatillo  é  una  gran  der- 
ra  en  tal  lugar  que  la  gente  de  los  ohristianos  no. 
pedia  pasar  á  poner  red  á  la  parte  do  están  los  po- 
sos del  agua,  ni  donde  aon  loa  arrabdea :  porque 
los  moros  que  los  guardaban  impedían  d  paao  á  loa 
ohríatianca.  Qnando  aqud  capitán  moro  vido  venir 
contra  la  dbdad  las  batallaa  de  la  gente  por  la  tier« 
ra ,  é  la  flota  de  loa  navioa  por  la  mar ,  luego  fiao 
tomar  armaa  á  loa  morca,  é  puao  guardaa  en  laa 
puertea  y  en  las  torres  é  muros,  y  en  las  otras  fuer- 
saa de  la  cibdad,  é  puao  fuego  á  laa  caaes  de  loe  ar- 
rabalea que  eran  oercanaa  4  loa  muroa*  B  fiao  aalir 


4M 


OBONia&B  DS  LOB  BITIB  DS  OAffFHiLA. 


fasraá  aqnallft  parta  da  Gibralfaro  por  donda  la 
ganta  da  loi  ahrinlianoa  Taniai  Iraa  batallaa  da  mo» 
roa.  La  una  para  qoa  gnardaaa  aqual  oanO|  é  la  otra 
aaUba  maa  abaso  an  una  allNurada  oaroa  dal  ciatt- 
lio  por  donda  había  da  paaar  la  bnaatai  é  la  otra  á 
la  parta  dala  mar  anolma  da  nna.oaaata  alta. 

Yiito  por  laa  gantaa  da  oaballo  é  da  pió  qna  iban 
an  la  dalantara  qna  la  bnaata  no  podía  paaar  d 
aqnal  oerro  no  aa  tomasa,  partiéronaa  an  doa  partai 
algnnoB  paonea  dal  reyno  da  Galicia,  6  pugnaron  por 
aabir  la  oneata  qna  aataba  á  la  parta  da  la  mar. 
Otroa  algnnoa  oaballaroa  é  fijoa-dalgo  da  oaaa  dal 
Bey  é  de  la  Bayna,  oomatieron  áloamoroa  qna  guar- 
daban al  paao  que  ara  baso  dal  oanro  por  do  había 
de  paaar  la  hoaata ;  é  loa  nnoa  é  loa  otroa  paleaban 
por  eataa  doa  partea  oon  loa  moroa.  Bl  líaeatra  de 
Santiago  que  lleraba  la  avangaarda,  aatOTO  quedo 
oon  an  batalla  da  gante  de  oaballo  an  el  ralla  que 
ea  en  aquel  lugar  entra  grandea  barranooa,  faden* 
do  eepaldaaá  loa  que  peleaban  á  la  una  parte  6  á  la 
otra ;  porque  en  aqualloa  lugarea  había  tantea  ouea« 
taa,  que  la  gente  de  oaballo  no  podía  pelear  aín 
gran  dafio.  Loa  paonea  del  reyno  de  Galída  aubie- 
ron  una  Tea  oon  gran  peligro  la  oueata  que  eataba 
á  la  parte  de  la  mar.  Loa  moroa  quando  loa  rieron 
JRibidoa  en  lo  alto,  fueron  oontra  dloa  oon  tan  arre* 
batado  aoometímiento,  que  lo  flderon  reñir  fuyen- 
do  la  oneata  ayuao.  Al  pié  deata  oueata  eataban  á 
oaballo  Don  Hurtado  de  Mendoia ,  y  el  Oomenda- 
dor  mayor  de  León,  é  Rodrigo  de  Ulloa,  é  Garcila- 
Bo  de  la  Vega ;  é  oon  elloa  habia  otroa  fi]oa-dalgo 
de  la  oaaa  del  Bey  é  de  la  B^yna.  Loa  qualea  reoo- 
gieron  la  gente  de  pié  que  reñían  fuyendo ;  é  ae- 
gunda  rea  eaforzadoa  por  el  Comendador  mayor  é 
por  loa  que  oon  él  eataban,  tomaron  loa  Gallegoa  é 
aubieron  la  oueata ;  é  anaimeamo  loa  moroa  que  ri- 
aieron  oontra  elloa  loa  ficieron  fuir  otra  rea,  é  de- 
zar  lo  alto  que  habian  ganado.  B  como  el  Oomen« 
dador  rido  que  era  nbceaario  ganar  aquella  oueata, 
ambió  deoir  al  Maeatra  de  Santiago,  que  le  embiaae 
de  au  batalla  algunoa  homea  á  oaballo,  para  [que 
conloa  oaballeroa  que  oon  él  eataban  por  una  par^ 
te,  é  loa  peonea  por  otra,  trabajaaen  otra  rea  por 
aubir  la  oueata.  B  aunque  el  Maeatre  de  Santiago 
le  embió  á  deoir  que  la  pelea  en  aquel  lugar  era 
peligroaa,  é  que  debía  quitar  afuera  la  gente  de  oa- 
ballo é  de  pié  que  por  alli  peleaba,  el  Ck>mendador 
mayor  todaria  oontínó  la  pelea  por  aquella  parte 
por  ganar  la  oueata.  Bntretanto  que  eata  pelea  pa- 
aaba  an  aquel  lugar,  loa  otroa  oaballeroa  que  haba- 
moa  dicho  peleaban  oon  loa  moroa  que  guardaban 
el  oerro  alto,  que  ea  cercano  al  caatillo  de  Gibralfa- 
ro. E  porque  loa  moroa  oonooíeron  que  la  diapud- 
don  del  logar  do  loa  chriatíanoa  eataban  era  á  an 
gran  rentaja,  arremetieron  oontra  elloa ;  loa  qualea 
no  podiendo  aof rir  la  fueraa  de  loa  moroa,  rolrie- 
ron  laa  eapaldaa  fuyendo  un  reoueato  abaxo  é  loa 
moroa  loadgderon  tírándolea  aaetaay  eapingardaa, 
faata  que  ae  retraxieron  ¿  la  batalla  del  Ifaeatre  de 
Santiago  que  eataba  oerca.  B  luego  loa  unoa  por 
'  una  parte  é  loa  otroa  por  otra,  tomaron  á  pelear ;  é 


algnnaa  raoea  loa  ohriatiaiioa  aoometlan  á  loa  ma^ 
roa  é  loa  retraían  faata  loa  meter  por  laa  oueataa  al« 
taa ;  é  otraa  raoea  loa  moroa  deaoandian  contara  loa 
ohríaÜanoa,éae  metían  entra  dloa  oon  tanto  eafuar- 
10,  que  pareada  tener  mayor  deaeo  da  matar  diria- 
tíanoa,  que  de  guardar  aua  rídaa  $  y  en  eataa  pdeaa, 
que  duraron  por  eapaoio  de  aeía  horaa  d  aonído  da 
laa  trompetea,  laa  rocea,  loa  alaridoa,  d  golpear  de 
laa  armaa^  d  eatmendo  de  lea  eapingardaa  é  da  laa 
balleataade  la  una  parteé  de  la  otra  eran  tan  gran- 
dee^  quetodoa  aqudloaralleareaonaban.  Bloa  chria- 
tíanoa dntiendo  muy  grare  no  poder  rénoer  á  loa 
moroa,  é  loa  moroa  deaeando  rerter  aangra  de  ohria- 
tianoai  arremetían  unoa  oontra  otroa  faata  que  lla- 
gaban á  aa  ferír  oon  laa  eapadaa  é  con  loa  pufidea. 
B  tan  grande  era  el  deaeo  de  la  rangania,  que  pri- 
raba  d  deaeo  de  la  cobdida  ¡  porque  ninguno  pug- 
naba por  captírar  d  enemigo  aunque  podía,  aalro 
por  lo  ferír  6  matar.  Todaa  laa  otraa  batallaa  de  loo 
diriatianoa  de  pié  é  de  oabdlo  que  quedaban  en  la 
reaaga,  no  podían  paaar  adelante;  porque  de  launa 
parte  eataba  la  mar  é  de  la  otra  una  aierra  muy 
dta.  B  la  aenda  que  eataba  an  medio  por  do  la  gen- 
te paaaba  era  tanto  eatreoha  é  de  tan  fragoaoa  pa- 
aoa,  que  la  gente  de  caballo  ni  la  de  pié  no  podían 
Ir  aino  uno  traa  otro.  T  el  gran  número  de  laa  bea- 
tíaa  que  lloraban  el  f  ardage  é  también  la  gente  de 
armaa  é  de  pié,  ae  empedían  en  aqudloa  paaoa  unoa 
á  otroa ;  de  td  manera,  que  aunque  dan  d  eatmen- 
do de  laa  armaa  y  d  aonído  de  laa  trompetea  y  d 
darído  de  loa  morca,  no  podían  ir  adelante  en  ayu- 
da de  loa  chriatíanoa  que  peleaban. 

Dorante  el  tíempo  de  eataa  peleaa,  dertaa  gentea 
de  peonea  de  laa  Hermandadea  é  de  otraa  partea ,  ae 
arenturaron  á  aubir  lo  agro  de  aquella  derra,  é  á 
gran  trabajo  paaaron  adelante  oon  aiete  banderea. 
B  pueatoa  en  la  cumbre,  moatráronae  á  loa  moroa  en 
aquella  parte  de  Gibralfaro,  donde  defendían  d 
paao  á  loa  chriatíanoa.  Loa  moroa,  riataa  aqudlaa 
batdlaa  que  reñían  oontra  elloa,retrazíéronae  á 
aquel  cerro  que  habemoa  dicho  que  eataba  entre  la 
aierra  y  el  oaatiUo  de  Gibralfaro.  Bl  Oomendador 
mayor  é  Don  Hurtado,  por  la  otra  parte  de  la  mar 
donde  eataban  con  loa  peonea  de  Galída  é  de  otraa 
partea,  cometieron  teroera  rea  á  aubir  aqudla  otra 
oueata.  B  como  quier  que  la  aubida  era  muy  agre, 
pero  Bodrigo  de  ülloa  é  Garoilaao  de  la  Yega  é 
otroa  dgunoa  de  oabdlo  oon  dloa,  oomenaaron  á 
aubir  por  una  parte;  y  d  Ck>mendador  mayor  eafor- 
sendo  loa  peonea  gdlegoa  para  que  aubieaan  por  el 
otro  cabo,  aubieron  á  lo  dto  de  la  oueata.  Loa  moroa 
tirando  aaetaa  y  eapingardaa  como  laa  otraa  doa 
reoea  habían  fecho,  rinieron  oontra  dloa.  B  loa 
chriatíanoa  fioiérodea  roatro,  eapedalmente  un  d- 
f  orea  de  loa  peonea  de  Mondofiedo  que  ae  llamaba 
Luía  Maaeda,  aufríó  el  redo  acometimiento  que  loa 
moroa  luego  fideron,  é  ae  metió  con  la  bandera  que 
traía  entre  dloa.  B  dgunoa  gdlegoa  é  caatellanoa 
que  le  dgmeron,  pelearon  oon  tan  gran  denuedo  con- 
tra loa  moroa,  que  loa  fideron  fuir  é  catraer  al  oaa- 
tíUo  de  Gibralfaro. 


1. 


4.-I 


DON  nBNASDO 

Viáo  por  loi  obrifliaiiM  qaib  peleabüi  por  otU 
obra  parto  de  Gibralfftro,  oomo  loo  moros  qne  pdoa- 
huk  por  la  parto  do  la  mar  oe  habian  retraído,  oo- 
mo qider  qae  la  sabida  del  oerro  era  tanto  áspera 
qae  á  gran  pena  lo  podían  sabir ;  pero  mabho  mas  | 
la  Tolontad  qae  la  posibilidad,  les  fiao  aoometor  á 
lo  sabir :  porque  reian,  qae  ri  aqael  oerro  no  se  to- 
mase,  la  gento  de  la  boesto  no  podia  segoraménto 
pasar  é  poner  real  en  los  lagares  donde  estoba  acor- 
dado. B  oomo  las  oosas  aanqae  diñoilesi  la  f  errien- 
to  Tolantod  de  las  baber  las  face  fáciles,  dellos  ca- 
yendo, dellos  levantondo,  anos  por  anas  partos, 
otros  por  otras,  tirando  é  recibiendo  tiros  de  pie- 
dras é  de  espingardas  é  ballestas,  posponiendo  la 
▼ida  por  haber  loable  fama,  sabieron  el  oerro ;  é 
los  moros  qae  lo  gaardaban,  cansados  6  machos 
dellos  feridos,  se  retraxieron  fayendo  al  oastUlo. 
Oomo  los  ohristianos  qae  alli  peleaban  se  apodera- 
ron del  cerro,  laego  el  Bey  con  toda  la  haesto  pado 
pasar  adelanto,  sin  haber  el  peligro  qae  de  aqael  la- 
gar se  esperaba.  B  porque  en  aqaeQas  peleas  y  es- 
oaramosas  se  pasó  todo  lo  mas  del  dia,  é  la  gento  de 
la  haesto  llegaron  torde  é  fatigados,  dellos  de  las 
peleas,  dellos  del  trabajo  qae  ovieron  en  los  malos 
pesos  del  camino ,  no  se  pado  esa  noche  asentar  el 
real  en  los  lagares  donde  conyenia.  T  el  Rey,  acom- 
psfiado  de  alganos  Grandes  é  caballeros  de  sa  haes- 
to, andovo  esa  noche  poniendo  estarnas  contra  la 
cibdad,  é  gaardas  é  sobregaardas  y  escachas  para 
sentir  qaalqaier  moTimiento  que  los  moros  qaisie- 
sen  facer.  Otro  dia  por  la  mafiana  se  asentaron  las 
tiendas  del  Bey  en  an  lagar ;  é  allí  faerOn  aposen- 
tados los  caballeros  qae  andaban  en  sa  gttarda  é 
todos  sas  oficiales.  Bn  otro  lagar  cercano  á  la  mar 
faeron  aposentados  los  Maestres  de  Santíago  4  de 
Alcántara  con  otros  capitanes.  Bn  otro  lagar  esta- 
ban las  gentes  de  caballo  é  de  pié  de  algonas  oib- . 
dados  é  TÜlai  de  las  montafias.  Bn  otro  lagar  esto- 
ba el  artillería  é  las  gentes  de  pelea  qae  la  guarda- 
ban, é  los  oficiales  que  labraban  de  contino  el  fierro 
é  las  piedras  é  las  maderas  6  otras  oosas  que  eran 
necesarias. 

OAPlTüLO  LXXVL 
Gomo  M  isoBlurott  las  es lansu  «ostra  la  olMad  lo  Milaga. 

Oomo  el  real  fué  asentado,  luego  acordó  el  Rey 
deponer  las  eetanzas  contra  la  cibdad  en  los  laga- 
res donde  oonTonia,  é  f  ortolescer  de  topias  é  caTss 
aquel  cerro  que  estaba  contra  el  cai|tillo  de  Gibral- 
f  aro  ;  ó  mandó  estar  en  él  dos  mil  é  quinientos  de 
caballo  é  catorce  mil  homes  á  pié,  é  fomeoello  de 
tiros  de  pólvora.  B  dio  el  cargo  principal  para  lo 
guardar  al  Marques  de  Oáliz ;  é  mandó  al  proYisor 
de  ViUafranca,  que  con  algunos  peones  de  las  Her- 
mandades estoTiese  con  el  Marqués  en  ciertas  es- 
tanzas.  B  cerca  de  las  estansas  del  Marqués  mandó 
tener  otra  estanza  á  Don  Martin  de  Oórdoba  con  la 
gento  de  su  capitanía ;  é  junto  con  es(a  estanza  se 
puso  otra  que  tenia  Hernando  de  Vega ;  é  cerca 
desto  estoba  ^otra  estanza  que  tenia  Oard  BravOi 


ÉDOffAIBABBL  469 

aloayde  de  Atiensá ;  é  faé  puesto  otra  do  estoban 
Pero  Vaca  é  Oarlos  de  Aréllano,  capitán  de  la  gen- 
to del  Duque  de  Medinactti.  B  cerca  desto  tenia 
otra  fieman  Oarrillo ;  é  junto  con  esto  tenia  otra 
estanza  Jorge  de  Betota,  aloayde  de  Soria ;.é  cerca 
de  esto  tenia  otra  estanza  Miguel  Dansa ;  é  después 
desto  estoba  otra  que  tenia  Francisco  de  Boyadi* 
lia;  é  luego  cerca  desto  tenia  otra  estanza  Diego  Ló- 
pez de  Ayala.  Todos  estos  capitanes  con  las  gentes 
de  sus  capitanías ,  tenían  estas  estansas  en  toda 
aquella  parto  que  desciende  desde  el  cerro  alto  cer- 
cano á  Qibralfaro,  fasta  dar  en  la  mar.  B  desto  otra 
parto  de  la  cibdad  que  viene  desde  Qibralfaro  ro- 
deando por  los  arrabales,  mandó  poner  otras  es- 
tanzas  en  esta  manera.  Al  aloayde  de  los  Donceles 
mandó  tener  una  estanza  contra  una  parto  de  la 
cibdad  que  dicen  la  puerta  de  Granada  ;  é  porque 
esta  tenia  grande  espacio  de  tierra,  mandó  estar 
con  él  cierta  gento  del  Duque  de  Medinasidonia  é 
del  Duque  de  Alburquerque.  B  después  desto  tenia 
otra  estanza  el  Oonde  de  afuentes  con  la  gento  de 
caballo  é  de  pié  de  ladbdad  de  Sevilla ;  é  cerca  desta 
mandó  tener  otra  al  Oonde  de  Feria  é  al  Oomenda- 
dor  mayor  de  Oalatrava ;  é  cerca  desta  tenia  otra 
el  Olavero  de  Oalatrava  con  la  gento  de  sa  capita- 
nía é  con  la  gento  del  Maestre  de  Oslatrava  é  Alon- 
so Bnriquez,  capitán  de  la  gento  de  Bcija.  B  cerca 
desta  toma  otra  estanza  el  Oonde  de  Benavente,  con 
el  qual  mandó  que  estoviese  Pero  Oarrillo  de  Al- 
bornoz con  la  gento  de  su  casa,  é  con  la  gento  del 
Arzobispo  de  Sevilla  que  tonia  en  su  capitanía ;  en 
otra  estanza  cerca  desto  estaba  el  Oonde  de  ürue- 
fia,  é  Don  Alonso  Sefior  de  la  Oasa  de  Aguilar;  otra 
estanza  cerca  desta  tenia  el  Duque  de  Náxera,  con 
el  qual  estaba  un  capitán  del  Rey,  que  se  llamaba 
Hernán  Duque,  con  la  gento  de  su  capitanía;  é 
cerca  desta  estaba  otra  estanza  que  tenia  Don  Fa- 
drique  de  Toledo,  é  con  él  estaba  Juan  de  Almsras 
é  Alonso  Osorio,  capitanes,  con  las  gentes  de  sus 
oapitanías;  cerca  desta  tenia  otra  estanza  Don  Hur- 
tado de  Mendoza  con  la  gento  del  Oardenal  de  Bs- 
pafia  ;é  junto  con  ella  tenia  otra  estanza  el  Oonde 
de  Oabra ;  é  cerca  desta  tenia  otra  estanza  el  Oomen- 
dador  de  León ;  é  cerca  desta  estaba  otra  que  tenia 
Garcif  emandez  Manrique  con  la  gento  de  la  db- 
dad  de  Oórdoba;  é  cerca  desto  estaba  otra  estanza 
que  tonia  el  Maestre  de  Alcántara,  con  el  qual  man- 
dó el  Rey  que  estoviese  Antonio  de  Fonseoa,  é  An- 
tonio del  Águila ,  capitanes,  con  las  gentes  de  sus 
oapitanías ;  é  luego  junto  con  esto  estanza  estaba 
el  Maestre  de  Santiago,  é  con  él  estaba  Puertocar- 
rere,  Sefior  de  Palma.  B  porque  andando  en  tomo 
de  la  cibdad,  desde  la  una  parto  de  la  mar  fssto  la 
otra  habia  grand  espacio  de  tierra,  convino  cefiirla 
con  todas  estas  estonzas,  porque  estoviese  cercada 
de  todas  partes.  B  todas  fueron  fortifioadas  de  ca- 
vas é  baluartos,  é  repartidos  en  ellas  espingarderos 
é  ballestoros,  é  otros  homes  de  pelea  que  las  guar- 
daban. Otrosí  mandó  el  Rey  á  Mesen  Requesens 
Oonde  de  Trevento,  é  á  Martin  Ruis  de  Mena,  é  á 
Arriaran,  é  á  Antonio  Bemali  oapitanesde  lá  flotA 


i68  OBÓmOAS  DB  IX»  BBTn  DS  OáSnUUL 

qne  tMb%  aa  U  nuuri  qae  en  Us  noohet  pnsieien 
juntas  todas  laa  naoa  é  laa  galeras  é  las  caraTdlaa  é 
todas  laa  otraa  íostaa,  por  manera  qne  oifieaen  la 
oibdad  por  la  parte  que  la  cerca  la  mar.  Loa  morca 
estaba^  proTeidoa  de  muchas  lombardas  é  otros 
tiroa  de  pólTors,  é  oficiales  artUleros,  é  de  todaa  las 
otraa  cosas  necesariaa  para  se  defender,  é  ofender, 
E  quando  vieron  el  real  del  Rey  asentado  en  aqne* 
Ilaa  partes,  oonoscido  el  lugar  donde  la  tienda  real 
estaba,  tiraron  á  eUa  tantea  tiros  de  truenos  é  bása- 
nos, que  fué  necesario  de  la  mudar,  é  poner  tras 
una  cuesta  en  lugar  maa  seguro. 

Asentadoa  los  reales  é  las  estanzas  en  tomo  de  la 
oibdad,  luego  el  Bey  mandó  sacar  de  las  naos  el  ar- 
tillería que  babia  Tenido  sobre  Velsamálaga,  6  traer 
las  lombardas  grandes,  que  por  el  impedimento  del 
camino  fragoso  babian  quedado  en  la  dbdad  de  An- 
tequera. Llegó  ansimesmo  por  la  mar  un  caballero 
que  se  Uamaba  Don  Ladrón  de  Guevara  con  dos  naos 
armadas  que  venian  de  Flándes,  en  las  quales  el 
Bey  de  los  Bomanos  fijo  del  Emperador,  embió  al 
Bey  ciertas  lombardas  é  tiros  de  pólvora,  con  todos 
los  aparejos  que  eran  necesarios.  Otrosí  para  facer 
los  pertrechos  é  provmmientos  del  artillería,  había 
muohoa  oficiales  forreros,  carpinteros,  aserradores, 
hacheros,  fundidores,  albafiies,  pedreros  que  busca* 
han  mineros  de  piedraa,  é  otros  pedreros  que  las  la- 
braban, é  asadoneros,  carboneros  que  tenían  cargo 
de  facer  el  carbón  para  las  fraguas,  y  esparteros  que 
facían  sogas  y  espuertas.  Y  en  cada  uno  destos  ofi- 
cios había  un  ministro,  que  tenia  cargo  de  solicitar 
los ofioíalca,  é  darles  todo  lo  que  era  necesario  parala 
labor  que  facían.  Otrosí  andaba  gran  número  de  car- 
retas, ó  con  cada  den  carretas  era  dipntado  un  mi- 
nistro que  tenia  maestros,  á  quien  daba  loa  aparejos 
necesarios  para  las  reparar.  B  había  otros  maestros 
de  facer  pólvora,  la  qual  se  guardaba  en  cuevas  que 
f  adán  debaxo  de  tierra  tredentos  bornes  repartidos 
de  noche  é  de  dia  para  la  guardar.  E  mandó  el  Bey 
traer  de  laa  Alzedras  que  estaban  despobladas,  to- 
daa las  piedras  de  lombardas  que  el  Bey  Don  Alon- 
so el  bueno  su  trasbisabuelo  fiao  tirar  contra  aque- 
llas dos  cibdades  quando  laa  tovo  cercadas. 

Después  que  el  artillería  fué  llegada  al  real,  ó 
fueron  fechos  los  aparejos  que  se  requerían  para 
que  tirasen,  el  Bey  mandó  á  Frandsco  Bamirez,  ca- 
pitán del  artillería,  que  ficiese  subir  á  la  cuesta 
grande  que  guardaba  el  Marqués  de  OAliz  contra  el 
castillo  de  Gibralfaro,  cinco  lombardaa  gruesas  é 
otros  tiros  medianos  é  pequefios.  T  en  la  estanza 
dd  Marestre  de  Santiago,  que  es  cercana  á  la  huer- 
ta que  dicen  del  Bey,  mandó  asentar  seis  lombardas 
con  otros  tiros  de  pólvora ;  ó  los  otros  tiros  se  re- 
partieron por  otras  partes,  do  fué  acordado  por  los 
artilleros.  E  para  facer  los  lugarea  do  se  habían  de 
asentar  las  lombardas,  fué  necesario  grande  guarda, 
porque  los  moros  tiraban  tantos  tiros  de  pólvora  ó 
de  saetas  contra  los  que  facían  los  adentos,  que  no 
podían  estar  seguros ;  é  convino  facerlos  de  noche, 
é  con  grandes  amparos,  para  escapar  dd  dafio  que 
los  moros  f  adán  con  su  artillería» 


CAPÍTULO  LXXVn, 
Gomo  te  eoBbattó  asa  parte  del  anabal  áe  JlUast. 

Según  hábemos  recontado,  dun  arrabal  de  la 
oibdad  tenia  los  muros  fuertes,  é  poblados  de  mu* 
chas  torres.  B  porque  su  circuito  era  grande,  los 
moros  tenían  en  él  sus  ganados^  é  habían  lugar  de 
aalir  á  pié  é  á  caballo  á  pdear ;  é  pdeaban  tantas 
veces  con  los  que  guardaban  las  estanzas,  que  fa- 
dan  á  las  gentes  dd  red  estar  armados  para  los 
combates  que  continamente  les  facían.  B  por  escu- 
sar  aquel  dafio,  é  porque  ganándose  una  gran  torre, 
que  está  en  d  esquina  de  la  cerca,  se  ganaba  gran 
parte  del  arrabd,  d  Bey  mandó  asentar  contra  ella 
oiertaa  lombardas ,  las  qudes  derribaron  parte  dd 
muro  que  había  de  torre  á  torre,  é  las  almenas  é  to- 
das las  defensas  que  aquella  torre  é  otras  oeroanaa 
á  ella  tenian  por  la  parte  defuera.  El  Conde  de  Ol- 
fuentea  é  Juan  de  Aimaras  é  Hurtado  de  Luna  oa* 
pitanes,  é  otros  fi  jos-ddgo  de  la  casa  dd  Bey  é  de  la 
Beyna,  visto  que  con  menor  peligro  podían  comba- 
tir d  muro ,  por  ser  derribadas  las  defensas  que  te- 
nia por  defiera,  llegaron  con  algunos  pertrechos  á 
aquella  torre,  é  puderon  las  escalaa.  Los  moros  por- 
que en  lo  alto  no  tenian  defensas,  descendieron  á 
una  bóveda  de  la  torre,  é  desde  aqnd  lugar  echaron 
pez  é  reaina  con  lino  é  con  cáfiamo,  é  quemaron  las 
escdas,  é  los  otros  pertrechos  que  estaban  arrimados 
á  la  torre.  Los  chriatianos  por  los  muchos  tiros  que 
los  moros  facían,  fueron  oonstrellidos  por  aquella 
hora  de  apartar  el  combate.  E  porque  luego  salieron 
de  la  oibdad  muchos  moros  para  defender  aquella 
torre,  el  Bey  mandó  al  Duque  de  Názera,  é  al  Co- 
mendador mayor  de  Oalatrava,  que  viniesen  al  com- 
bate con  sus  gentes.  Otro  dia  por  la  mafiana  los 
christianos  traxieron  otros  pertrechos  é  tomaron  á 
poner  las  escalaa,  é  subieron  por  ellas  á  la  torre,  é 
pusieron  en  ella  las  banderas  de  los  capitanes. 

Los  moros,  visto  que  los  christianos  la  habían  se- 
fioreado,  asentaron  dentro  en  d  arrabal  dgunos  ti- 
ros de  pólvora  con  que  tiraron  á  la  torre  por  derri- 
bar las  defensas  que  amparaban  en  ella  á  los  chris- 
tianos que  habían  subido.  É  con  gran  peligro  de  las 
piedras  y  esquinas  que  tiraban  de  alto,  llegaron  los 
moros  al  pié  de  la  torre ,  é  cavaron  cierta  parte  da- 
lla ,  é  pusiéronla  en  cuentos  para  la  derribar.  Loa 
christianos ,  por  socorrer  á  los  que  habían  subido, 
llegaron  con  pertrechos  al  muro,  que  estaba  ya 
tanto  derribado  de  las  lombardas,  que  podían  ver 
á  los  moros  que  pdeaban  de  dentro.  É  por  aqud  lu- 
gar, los  christianos  pugnando  por  entrar  é  los  moros 
defendiendo  la  entrada ,  duró  la  pdea  entre  ellos 
todo  aquel  dia  é  la  noche  siguiente.  Otro  dia  los  mo- 
ros con  los  tiros  que  fideron  derribaron  dgunas  al- 
menas que  en  la  torre  habían  quedado  por  la  parte 
de  dentro;  é  porque  aquellas  defendían  á  los  christia- 
nos que  estaban  en  lo  alto ,  fueron  oonstrefiidos  de 
baxar  á  la  bóveda  de  la  torre  que  los  moros  habían 
desamparado.  Loa  moros ,  visto  que  con  todas  sus 
fuerzas  no  podían  lanzar  los  christianoa  de  la  torre^ 


DON  FBBNANDO 

poBitfon  faego  i  loa  ooentM  dé  mftder»,  é  cayó  una 
parto  deÜa  oon  algnnoa  de  loa  óhriitíaiioa  qoe  la  de- 
fendían. Loa  otroa  que  quedaron  oon  gran  pena  del 
bumo  é  de  loatiroa  qne  faoian  loa  moroai  defendie- 
ron la  torre  f  aata  qne  otroa  ovieron  lagar  de  sabir  á 
loa  soeorrer.  B  dotpocs  qoe  la  aofiorearon ,  tiraron 
della  tantea  tiros  de  piedraa  y  eapingardas,  qae  ma- 
taban é  ferian  mnohoa  de  los  moros  que  la  oomba- 
tian  por  la  parte  de  dentro.  É  los  christianos  qae 
oombatían  por  defuera,  pudieron  subir  al  muro,  é 
aaltando  el  fosado  que  los  moros  hablan  fecho  por 
de  dentro,  pasaron  adelante  peleando  oon  los  moros 
por  espado  de  trea  horas.  B  alli  fué  neoeaario  el  es- 
fneno  del  ooraaon  juntamente  oon  la  f nena  de  laa 
manos ,  porque  la  pelea  en  aquellos  lugarea  fué  tan 
ferida,  que  no  se  ganó  paso  de  aquellos  arrabales, 
que  no  fuese  regado  con  aangre  de  los  unos  é  de  los 
otros.  Al  fin  los  moros,  quando  no  pudieron  sof  rír  la 
fuersa  de  loschristianos ,  se  retraxieron  á  la  oibdad, 
é  los  christianos  los  siguieron  firiendo  é  matando 
algunos  dallos ;  é  ansi  quedaron  apoderados  de  toda 
la  mayor  parte  de  loa  arrabalea.  Otro  dia  Don  Hur- 
tado de  Mendosa  combatió  un  portillo  que  estaba 
en  el  moro  del  arrabal  por  aquella  parte  donde  te- 
nia au  estanca,  é  peleando  oon  los  moros  entró  oon 
su  gente,  é  ganó  una  torre  que  estaba  cercana  de 
aquel  portillo.  B  algunos  de  sus  escuderos  ó  peones 
tendióroneepor  las  callea  é  otroa  lagaréa  del  arrabal 
que  no  aabian.  Los  moros,  que  conocian  laa  en- 
tradaa  ó  pasos  de  aquellas  calles,  salieron  por  otra 
parte,  ó  atajaron  á  aquellos  que  andaban  desman- 
dados, é  pelearon  con  ellos,  é  á  unos flríeron,  é  á 
otros  mataron;  otroa  se  retraxieron  al  portillo  que 
hablan  ganado.  Y  el  acometimiento  qne  loa  moros 
ficieron  contra  los  ohristianoa  fué  tan  arrebatado, 
que  aquellos  que  estaban  sobre  la  torre  que  hablan 
ganado,  perdido  el  sentido  se  dexaron  caer  della,  é 
la  desampararon  con  toda  aquella  parte  del  arrabal. 
B  Aderan  los  moros  mayor  dafio  en  los  christianos, 
salvo  que  Don  Hurtado  socorrió  con  la  otra  gente, 
é  peleando  con  los  moros ,  los  retraxo  fasta  los  me- 
ter por  la  dbdad ;  é  tomó  á  recobrar  la  torre  que  los 
suyos  hablan  desamparado. 

CAPÍTULO  LXXVm. 

Cono  la  Reyot  flao  al  real  de  Málaga,  é  de  las  eoeu  qse  ende  pa- 

aaroB. 

Bn  algunos  lugares  de  los  qne  son  en  comarca 
de  la  oibdad  de  Málaga,  habla  en  aqnelloa  dias  pes- 
tilencia, é  laa  gentea  de  la  hueste  por  esta  causa  ca- 
taban en  temor  recelando  no  la  OTiese  en  el  real. 
Otros!  aoaesció  algunas  Tccea  haber  carestía  en  loa 
mantenimientos,  quando  laa  fustaa  por  la  mar  é  las 
recuaa  que  los  traían  por  la  tierra,  tardaban  en  ve- 
nir con  ellos.  E  como  en  las  grandes  huestes  suele 
acaescer,  que  algunoa  murmuran  é  se  quexan  quan- 
do aemejantes  oosaa  ocurren ,  algunoa  malea  ohrís- 
tíanoB  de  livianos  sesos  é  dañados  deseos  creian  que 
el  Bey  por  estaa  causas  no  se  podría  allí  sostener ; 
é  oon  gran  dafio  de  sua  ánimaa  ó  peligro  de  sua  ouer- 


i  DOSTÁ  ISABBL.  m 

pea;  se  paaaban  á  los  moros,  ó  lea  informaban  dea- 
taa  coaaa,  é  agraviándolaa  maa  en  dicho  que  eran  en 
fecho,  lea  dedan  que  las  gentes  del  real  estaban 
mal  oontentoB,  é  que  ae  iban  de  dia  en  dia  ain  licen- 
cia dd  I^y  é  de  ana  c^^itanea.  B  allende  deato  lea 
daban  á  ontondor  que  la  Reyna,  temiendo  la  peati- 
lenoia,  esorebia  de  contino  al  Bey,  suplicándole  que 
fldese  luego  alaar  el  real ,  ó  que  embiaba  á  mandar 
á  loa  Qrandea  que  oon  él  estaban,  que  gdo  oonse- 
jaaen ,  por  d  recelo  qne  habla  de  algún  dafio  que 
por  cata  causa  acaedese  en  sus  gentes.  Y  estos  ma- 
los ohristianoa  amoneataban  á  loa  morca,  que  puea 
eran  tantos  é  tan  escogidos  homes  que  se  detovie- 
sen,  é  no  fldesen  partido  de  entregsr  la  dbdad  al 
Bey ,  puea  que  d  real  no  pedia  alli  durar.  Loa  mo- 
ros que  ligeramente  creen  laa  oosaa  que  deaean,  ea- 
f orzábanse,  ó  crescíalea  maa  su  pertinacia,  pensan- 
do ser  verdad  lo  que  aqudloa  malea  ohristianoa  lea 
decían.  E  moatrando  sus  f  uensas  para  defender  la 
oibdad ,  f adán  en  los  lugarea  menea  fuertea  grandea 
fosados  é  palisadaa,  é  todos  los  diaa  sallan  á  pelear 
oon  los  christianos  que  guardaban  laa  estanzaa. 
Gomo  el  Rey  fué  injformado  que  los  moros  crdan 
qne  la  Reyna  procuraba  qne  ae  alaase  el  red ,  á  fin 
de  los  quitar  de  aquel  propóaito  embió  decir  á  la 
Reyna,  qne  para  la  brevedad  de  las  oosaa  de  aque- 
lla conquista  oonvenia  que  ella  vinieae  en  persona, 
y  ésto  viese  en  aqud  dtío ;  porque  loa  morca  por  ex- 
períenda  viesen  1«  voluntad  que  él  y  día  tenian  de 
permaneaoer  en  aqud  cerco ,  é  de  lo  no  alaar  por 
ninguna  cosa  qne  ocurrieae  fasta  ganar  la  oibdad. 
Qoando  la  Reyna  foé  certificada  destaa  oosaa  por 
laa  cartea  é  mensageros  del  Rey ,  acordó  de  venir  al 
red',  pensando  que  d  loa  morca  aopieaen  de  su  ve- 
nida, ae  dexariande  la  esperanaa  que  aquella  falsa 
inf  ormadon  lea  habla  dado ,  é  qne  entregarían  lue- 
go la  oibdad.  Otrod  ae  movió  á  venir,  porque  ocur- 
rian  dgunas  oosaa,  ansí  tocantes  al  dinero  que  era 
necesario  para  sostener  la  guerra ,  en  qne  ella  prin- 
dpalmente  proveía,  como  en  otroa  negocioa  árduoa 
de  sus  Reynos  que  continamente  ocurrían ;  loa  qua- 
les  era  neoeaario  comunicar  con  el  Rey,  é  reoebian 
dgun  detrimento  por  no  se  platicar  con  óL 

Oomo  la  Reyna  vino  d  red  fué  recebida  por  d 
Rey,  é  por  loa  Grandea  é  oábdlerbs ;  é  comunmente 
por  todaa  las  gentes  de  la  hueste  con  gran  placer, 
porque  su  venida  les  paredó  ser  alivio  de  loa  traba- 
joa  paaados ,  é  se  esf  orzaron  mas  para  loa  continar. 
B  dgunoa  caballeros  é  fijoa-dalgo,  é  otroa  manee- 
boa  dados  á  virtud  que  no  hablan  seydo  llamadoa 
este  afio  para  la  guerra ,  sabido  que  la  Reyna  esta- 
ba en  el  real ,  se  movieron  á  venir  por  sus  personas 
á  la  servir.  Venida  la  Reyna  d  red ,  luego  d  Rey 
mandó  apretar  maa  d  cerco,  é  facer  cavaa  é  pdiza- 
das  en  loa  lugares  donde  era  mas  neoesario.  B  man- 
dó á  un  intérprete  que  f  ablaaa  oon  loa  de  la  dbdad, 
faciéndolea  aabor  oomo  la  B^yna  era  venida  d  red, 
é  que  estaba  en  propódto  oon  el  ayuda  de  Dios  de 
permaneaoer  en  aquel  cerco,  é  de  lo  no  alaar  por 
ningún  caao  que  acaeaoiese  fasta  ganar  la  dbdad. 
Por  ende  que  ae  dexasen  de  qudesquier  palabrea 


ttO  • 

qne  contra  erto  Ifls  fuaiMi  diohuypnei  rúuL  noier 
Yerdmdeni;  é  qae  entr^iiea  Inego  la  olbdad,  y  ai 
Bej  é  la  Beyna  aa  habrian  piadoaamente  oon  alloa, 
é  lea  darían  auguro  para  qna  pndieaan  Ir  libreman- 
ta  oon  ana  bianea  á  laa  partaa  de  África  ó  de  Eipafia, 
aegnnlo  habla  dado  á  loada  yelesniálaga.B  que  no 
aaperaeen'  tiempo  tal  que  an  rebeUon  dafiiae  á  aa 
vida  éá  en  libertad,  para  que  no  pudiesen  librar  á 
af  ni  á  ana  mngerea  é  fljoa  de  muerte  6  de  oaptiya- 
río.  Oida  por  loa  moroa  eata  amoneiitaoion,  Inego 
aquel  capitán  Hamete  Zeli,  é  otro  oapitan  da  la 
gente  de  loa  Gomerea,  que  ae  llamaba  Aliderbart| 
menoapreoiando  el  beneficio  de  la  libertad  que  por 
parte  del  Bey  é  de  la  Beyna  lea  fué  ofreacido ,  no 
quiaieron  reeponder,  ni  dieron  lugar  que  moro  nin- 
guno  reepondieae  á  la  fabla  que  lea  fué  fecha;  é 
continuaron  en  mayor  rebelión ,  teniendo  oonfianaa 
en  la  fortaleaa  de  la  cibdad|  y  en  la  gente  qna  te- 
nían para  la  guardar.  Otroaí  tanian  eeperansa  que 
aquel  litio  no  podia  durar  muohoa  dias,  por  laa  Uu- 
Tiaa  que  en  aquella  tierra  auélen  oaeri  laa  qnalea 
traerían  toda  la  gente  de  la  hueeta  en  perdición  ai 
allí  eq;»era8an.  E  también  porque  aquella  ábdadno 
tiene  puerto,  éau  playa  ea  tan  peligroaa  á  loa  na- 
TÍoa  en  tiempo  de  fortuna,  que  ninguno  pueda  ca- 
tar en  ella ;  y  esperaban  que  oon  la  primera  tor- 
menta las  fustas  de  la  ficta  peligrarían ,  6  lea  aeria 
fornido  de  ir  á  otros  puertos,  y  ellos  habrian  libar* 
tad  por  la  mar  de  ir  á  África ,  é  los  de  África  reñir 
á  la  dbdad  á  la  socorrer  con  laa  gentea  é  proTisio- 
nea  que  oyieaen  menester.  Ansimesmo  pensaban 
que  acaeacerian  en  el  real  otroa  algunoa  inconvi- 
nientea  de  los  que  suelen  acaescer  en  laa  hueatea 
que  estén  muchos  diaa  en  el  campo.  T  eataa  espe- 
ransaa  que  loa  moros  tenían ,  lea  dieron  eafnerso 
para  se  defender  é  poner  dobladas  guardaa  en  to- 
daa  laa  fortaleaaa  é  muroa  de  la  cibdad.  Para  lo 
qual  se  dividieron  en  quadrillas  cada  una  de  cien 
homes  con  un  capitán ,  los  unos  para  rondar,  otros 
diputaron  para  que  saliesen  á  pelear,  otros  manda- 
ron que  eatoyieaen  sobresalientes  para  socorrer  álos 
que  peleaaen;  é  todaa  estas  gentea  proveyeron  de 
armas  é  da  muchas  espingardas  é  ballestas  é  otros 
tiros  da  pólvora.  Armaron  ansimesmo  por  la  mar 
acia  albatoaaa  é  fornesoiéronlaa  de  gente  é  de  mu- 
ohoa tiros  de  pólvora.  B  defendieron  que  ninguno 
de  ios  moroa  respondiese  á  los  ohrístianos  é  qual- 
quier  fabla  que  les  dixesen ;  é  ni  ellos  entre  sí  unos 
con  otros  fablasen  en  dar  la  cibdad  por  qualquier 
partido  que  les  fuese  fecho,  so  pena  de  muerte. 

Ovo  algunos  moroa  que  en  au  fabla  mostraron  vo- 
luntad de  responder  á  los  ohrístianos,  ó  que  no  pa- 
recían tanto  diligentes  en  la  defensa  de  la  cibdad ; 
y  eatos  talea  luego  fueron  muertos  6  ferídos  por 
aquellos  Gomeros  ó  por  sus  capitanes,  sin  esperar 
dallos  raaon  alguna.  E  con  estas  muertes  ó  feridaa 
que  dieron  á  algunos,  todos  estaban  tan  atemoriaa- 
doa,  qna  ninguno  osaba  fablar  con  otro  é  parte ,  ni 
mortrarse  negíigente  en  fecho  ni  en  dicho,  que  to- 
oaae  ala  defensa  de  la  dbdad.  Écadauno  penaaba 
de  mostrar  al  esfuenO|  ó  de  lo  poner  á  otroSi  é  de 


(m&tííb£É^tlaOB  BITIB  rá  OASTILIiA. 


no  aceptar  ni  oir  partido  algonOi  qia  por  loa  dirfa^ 
tianoa  la  fueaa  ofreacido.  Loa  mercaderes  é  otraa 
gentea  padfloaa  da  la  oibdad ,  á  quien  la  manera  da 
su  vivir  había  f edio  agenca  del  uso  da  laa  armaa, 
fueron  puestos  en  tnrbadon  tal,  que  ni  penaabaa 
tener  amparo  ni  lugar  aeguro  á  su  vida  ni  de  ana 
mngerea  é  criaturas ,  ni  sabían  ai  ara  buena  aquella 
defenaa  que  aa  fada ,  ó  si  ara  mejor  conaejo  entre- 
gar la  dbdad  al  Bey ;  porque  d  miedo  de  loa  ohr  ia- 
tianoa  que  loa  guerreaban  de  fuera ,  é  la  fuena  da 
loa  Qomeres  que  los  sefioreaban  da  dentro ,  lea  pri- 
vaba d  entendimiento  para  haber  conaejo* 

capítulo  TiTnrnr, 

nsUftfaa  fss  le  eie  cea  Isfis  la  fortalan  la  GiaralteSb 

Las  lombardaa  que  d  Bey  mandó  aaantar  contra 
doastillodaQibralfaro,  tiraron  algunoa  diaa  á  una 
torre  la  maa  alta  de  aqud  oastillo,  é  otra  menor 
que  cataba  cerca  ddla,  é  á  un  muro  que  había  en- 
tre ambaa  eataa  torres;  é  derribaron  gran  parta  del 
muro  é  de  laa  torrea ,  de  manara  que  pareacia  no 
quedar  defensa  ninguna  á  loa  moroa  para  se  ampa- 
rar en  ellaa,  d  d  castillo  por  aqudla parta  se  com- 
batieae. 

Loa  moroa,  víate  aquel  dafio,  luago  fideron  por 
de  dentro  un  fosado  é  lo  f ortalederon  oon  palixadaa 
é  tapias,  da  manera,  que  la  entrada  por  allí  fuera 
peligroaa  é  loa  ohrístianos.  Algunoa  capitanea  que 
dnbdaban  de  la  defensa  que  loa  moroa  Aderen  por 
de  dentro ,  consejaban  que  d  castillo  se  debía  com- 
batír,  puea  las  lombardaa  habían  derribado  todaa 
laa  defensaa  que  los  moros  podían  tener  en  aquella 
parte.  El  voto  de  otros  era  que  no  se  dd>ia  cometer 
el  combate ;  porque  sospechaban  que  loa  moroa  ha- 
bían fecho  laa  dafenaaa  que  fideron.  E  dedan,  que 
d  el  muro  se  ganase,  aqudlo  aeria  á  gran  peligro 
de  loa  christianos  ¡  é  aunque  lo  entrasen ,  la  entra- 
da sefla  sin  provecho,  porque  no  podrían  paaar 
adelante  por  la  gran  cava  é  defensaa  que  los  moros 
temían  f  ediaa  por  las  partes  de  dentro.  Al  fin  de  al- 
gunas plétícaa  fué  acordado  que  cesase  d  combate; 
pero  que  d  Marquéa  de  Gélía  acercase  maa  su  estan- 
ca d  caatillo  por  aquella  parte  de  laa  torrea  derri- 
badaa ;  é  que  esto  se  podía  facer  seguramente ,  puea 
que  loa  moros  no  tenían  defensa  dguna  donde  lo 
podiesen  resistir.  El  Marqués,  visto  el  aouerdo  que 
sobre  esto  se  ovo ,  aunque  dubdoso  de  llegar  su  es- 
tansa  tanto  cercana  al  muro ;  peco  porque  no  parea- 
dm^  refusar  qudquier  trabajo  aunque  fuese  pdi* 
groso,  fizo  llegar  au  estansa  cerca  del  castillo  quan* 
to  un  tiro  de  piedra  de  la  mano. 

Loa  morca,  visto  que  los  ohrístíanoa  se  habían  lle- 
gado tan  cerca,  salieron faata  dos  mil  ddlca  dando 
grandes  darídos  é  tirando  tiros  de  saetea  é  piedraa 
y  espingardas.  E  con  el  aoomotímiento  arrebatado 
que  suelen  facer,  paaaron  las  dafenaaa  que  tenia  el 
estansa  que  había  acercado  d  Marquéa,  é  firieron 
é  mataron  algunos  de  los  que  la  guardaban;  é  fue- 
ron mas  adelante  pdeando  con  los  christianoa  que 
venían  á  ayudar  á  los  que  cataban  en  d  eatansa.  El 


t)ÓÑ  FBBNAIIiX) 

íian¡[u<tf  é  bou  Mártiií  de  Oirdoba,  é  Gtroi  Bravo, 
Aloayde  de  Atiensa,  é  algnnos  de  loe  gallegoe  oon 
ene  oapitaníae,  é  otrae  gentea  de  las  Hennandadea 
que  eataban  en  otraa  eetansas  oercanaa  á  la  del 
Marqués ,  ealieroii  luego  á  rerieiir  los  moros.  B  por 
los  grandes  barranoos  é  quebradas  que  habla  en 
aquellas  oueeUs ,  pelearon  á  pié  unos  eontra  otros 
con  tanto  denuedo,  que  llegaban  á  se  ferir  oon  las 
espadas  é  con  los  pulíalos ;  é  los  unos  calan  muertos 
de  las  f cridas ,  otros  rodaban  al  fondo  de  las  cues- 
tas. É  los  moros  peleando  á  su  ventaja,  é  los  ohris- 
tianos  á  su  peligro  perla  dispusidon  de  los  lugares, 
duré  la  pelea  por  espacio  de  una  hora,  fasta  que 
acudieron  mas  gentes  que  fioieron  retraer  á  los  mo- 
ros. En  esta  pelea  fueron  muertos  Garci  Brayo,  Al- 
cajde  de  Atienaa,  é  Ifiigo  Lopes  de  Medrano,  se- 
fior  de  Oabanülas,  é  Gabriel  de  Sotomajor,  é  otros 
dos  capitanes  de  los  gallegos,  que  se  llamaba  el 
uno  Pedro  Pamo  j  él  otro  Vasco  de  Keyda ,  é  otros 
tres  capitanes  de  las  hermandades ,  é  algunos  peo- 
nes gsUegos  é  castellanos ;  é  fué  el  Marqués  f erido 
de  una  saeta  en  el  braso,  al  qual  no  fálleselo  fner- 
aa  en  aquel  lugar,  pero  falleció  lugar  para  usar  de 
su  fuena,  porque  la  aspereaa  de  los  barrancos  lo 
impedia ;  é  fueron  feridos  otros  muchos. 

Gomo  los  moros  fueron  retraídos  al  castillo,  lue- 
go el  Marqués,  Tisto  el  gran  peligro  é  poco  proTc- 
oho  que  se  habla  en  tener  la  estanaa  tan  cerca  del 
castillo,  ffeola  retraer  al  lugar  donde  primero  esta- 
ba. É  cesé  ansimesmo  el  consejo  que  algunos  daban 
para  que  se  oombatíese ,  por  d  peligro  que  parcelé 
en  la  gran  defensa  é  mucha  gente  de  moros  que  lo 
guardaban. 

OAPItUIiO  LXXX. 

Gomo  MIomIÓ  la  pólfortt  é  do  la  provisioB  qio  lo  lio  |ifa  la 

habor. 

Las  lombardas  é  otros  tiros  del  artillería,  no  cesa^ 
ban  de  tirar  por  todas  partes  tan  continamente  que 
f  allesció  la  pólyora.  El  Rey  é  la  Beyna  embiaron 
luego  tres  galeras ,  una  á  la  oibdad  de  Valencia, 
otra  á  la  cibdad  de  Barcelona ,  é  otra  al  reyno  de 
Sicilia,  para  que  traziesen  pólTora.  Otrosí  embia- 
ron ¡al  Bey  de  Portogal,  á  le  rogar  que  embiase  la 
mas  pólvora  que  se  pudiese  haber  en  su  reyno,  é  de 
todas  partes  fué  traída  gran  cantidad  de  pólvora; 
pero  los  tiros  eran  tantos  é  tan  continos,  que  se  gas- 
taba toda  la  que  se  traía  por  la  mar  é  por  la  tierra. 
Los  moros,  confiando  en  sus  fuersas,  salían  á  pelear 
algunos  días  contra  unas  estansas ,  otros  días  contra 
otras,  según  yeian  la  dispusíolon  de  los  lugares 
contra  quien  mas  dafio  podían  facer ;  é  ningún  día 
pasaba  que  no  peleasen  por  dos  ó  tres  partea.  E  tan 
oontinas  eran  las  peleas,  que  conyenia  á  los  ohiis- 
tianos  estar  todas  horas  en  las  estansas  armados  é 
^leroebidos,  recelando  ser  acometidos  por  los  mo- 
ros. É  destas  peleas  caían  algunos  muertos  é  otros 
feridos ,  que  se  retraían  á  las  tiendas  que  se  dedan 
d  Hospital  de  la  Beyna,  donde  eran  curados. 

I  eomo  quier  que  los  moros  yi^os  é  las  magares 


0 

¿  DOÍt A  ISABjtíi.  4él 

é  otras  gentes  de  la  cibdadfaoian  plaatoégemianlas 
muertes  é  lasferidas  de  sus  fijóse  de  sus  maridóse 
de  otros  sus  propíneos ,  é  la  destruicion  que  todas 
horas  yeian  de  su  dbdad,  pero  ri  alguno  mostraba 
desear  ooncordía  por  escusar  aquellos  males,  loa 
Gomerea ,  gente  inhumana,  ó  lo  mataban ,  ó  lo  ator- 
mentaban )  de  manera,  que  ninguno  osaba  moyer 
trato  de  concordia  con  d  B^  é  con. la  Beyna» 
Aoaesció  un  día  que  dgnncs  homes  pacíficoa  de  la 
cibdad  secretamente  se  concordaron  de  embiar  un 
moro  oon  una  cédula  de  creenda  al  Bey  é  á  la 
Beyna,  para  moyer  oon  ellos  trato  de  les  entregar 
la  cibdad  por  una  parte  que  dios  entendían  haber 
para  dar  la  entrada ,  oon  seguro  que  oyiesen  para 
las  yidas  é  bienes  é  libertad  de  sus  personas  é  de 
todos  los  que  estoyiesen  en  la  cibdad.  Este  moro  sa- 
lió secretamente  é  fué  tomado  por  las  guardas  é 
traído  d  Bréala  Beyna.  Los  quales  oída  su  em- 
bazada, le  dizeron  que  les  piada  dar  seguro  á  todos 
los  de  la  dbdad  en  la  forma  que  lo  suplicaban.  É 
como  el  moro  tomase  con  la  respuesta  por  aqud  lu- 
gar é  á  la  hora  asentada  oon  aquellos  que  le  embia- 
ron, las  guardas  de  los  moros  Gtomeres  que  le  yieron 
yenir,  queriéndole  prender,  lo  firieron.  T  d  moro  f  e- 
rido  escapó  de  sus  manos  é  pudo  yolver  foyendo  d 
red,  é  murió  de  las  feridas  que  le  dieron. 

CAPÍTULO  LXZXL 

Do  la  oeraaqao  lo  flxo,é  do  la  iiarda  qto  d  Roy  lia  RofBa  ttaa» 
daros  ^VMt  on  lu  oolaiiaa. 

Los  moros  sallan  de  la  dbdad  á  pdear  por  todaa 
partes  con  los  que  guardaban  las  estansas  puestas 
en  la  tierra,  6  con  sus  albatoias  con  las  gentes  que 
guardaban  la  mar :  de  manera  que  las  peleas  no  ce- 
saban por  la  mar  é  por  la  tierra.  E  por  dguna  rde- 
yadon  de  los  trabajos  que  las  gentes  dd  red  habían 
después  que  fueron  ganados  la  mayor  parte  de  los 
srrabdes,  d  B^  mandó  poner  las  estansas  oercanaa 
áloe  muros  de  laoibdad.B  porque  eran  muchas  écon- 
yenia  que  estoyiesen  bien  f ortalesddas  oon  oayas  é 
palenques  é  otras  defensas  é  fomeeoidas  de  gentea  é 
pertrechóse  de  otras  cosss  necesarias;  dBeydiócar- 
go  á  tres  caballeros  de  su  hueste  para  que  todos  los 
días  andoyiesen  por  d  circuito  de  la  dbdad  proye^ 
yendo  á  los  de  las  estansas  de  las  cosas  que  les  eran 
neoesariaa.  El  uno  destos  csballeros  era  Gardlaso 
de  la  Vega,  el  otro  se  llamaba  Juan  deZéfiiga,  y  d 
otro  Diego  de  Atayde;  é  cada  uno  destos  andaba 
por  su  parte  proyeyendo  las  oosaa  que  eran  menes- 
ter para  fortificar  las  estansas ,  ae  td  manera  que 
los  moros  no  pudiesen  salir  oomo  muchas  yeoes  sa- 
lían á  pdear  oon  los  que  las  guardaban.  É  porque 
en  aquellas  partes  que  desdenden  de  las  cuestas  d- 
tas  de  Gibralf aro  fasta  la  mar ,  las  estansas  no  se 
podían  bien  fortificar  con  oayas  é  pdenques ,  por  la 
indispuddon  de  los  lugares,  d  Bey  é  la  Bqrna  man- 
daron que  se  ficíese  una  gran  cerca  que  guardase 
toda  aquella  parte  que  rodea  la  dbdad  desde  la  for- 
tdesa  de  Gibralfaro  hasta  la  mar,  é  desta  otra  parte 
{asta  llegar  á  los  airábales;  é  luego  foé  fecha  de 


V  *• 


Í6i 


tmómOÁB  DB  tOB  ítBtTEB  DB  OAemiitiA. 


trefltaplM  en  alto;  éfioi¿ronse  en  ellaalgnnoB  por- 
tillos, é  mandaron  poner  en  ellos  gentes  qne  los 
gnardasen.  É  oon  esta  oeroa,  todos  los  qne  guardaban 
aquellas  partes  estaban  mas  seguros ;  porque  los 
moros  no  habían  logar  de  salir  á  dar  en  los  ohris- 
tianos,  ni  de  faoer  tanto  dafio  oomo  faoian  oon  los 
tiros  que  tiraban  del  muro  é  torres  de  la  oibdad* 
I 

CAPÍTULO  LXXXtl. 

Do  lof  CoiiMjot  qse  le  OTieron ,  it  le  debía  eoMbitic,  U  cU^dad 

d«  Máltfa. 

Bn  el  real  habla  grand  abundanoia  de  manteni- 
mientos,  porque  todos  los  dias  yenian  naTios  de 
los  puertos  de  la  mar  que  son  en  el  Andalucía,  car- 
gados deproYisiones  é  de  las  otras  cosas  necesarias. 
Algunos  moros  de  África,  sabido  el  cerco  que  esta- 
ba puesto  sobre  aquella  cibdad,  armaron  de  sus 
fustas ,  é  puestos  en  el  estrecho  de  Gibraltar ,  to- 
maron algunos  baroos  de  aquellos  que  oontinamen* 
te  iban  ó  venían  con  bastimentos  é  provisiones.  B 
por  esta  causa  mandó  el  Bey  á  los  capitanes  de  la 
flota ,  que  pusiesen  en  aquella  parte  navios  armados 
que  guardasen  la  mar. 

Otrosí  algunos  malos  ohrístíanos ,  que  según  ha- 
bemos  dicho  se  aventuraban  á  entrar  en  la  cibdad, 
informaban  á  los  moros  del  estado  del  real,  dicién- 
doles  los  que  eran  muertos  é  feridos,  é  los  trabajos 
6  dolencias  que  padescian  6  recelaban  padesoor  las 
gentes  de  la  hueste.  Otrosí  les  decían ,  que  los  mo- 
ros de  allende  tenían  en  la  mar  navios  armados  en 
su  favor,  ó  que  escusaban  los  mantenimientos  que 
venían  al  real.  B  que  las  gentes  déla  hueste  no  po- 
diendo sofrir  estos  trabajos ,  se  iban  de  día  en  día, 
é  que  el  Bey  constrefiído  por  estas  causas  alzaría 
presto  el  reaL  Los  moros,  informados  de  estas  cosas, 
como  quier  que  los  mantenimientos  se  les  iban  di- 
minuyendo, pero  todavía  duraban  en  su  rebelión  é 
no  querian  venir  en  ninguna  f  abla  de  partido ,  es- 
perando que  el  cerco  en  breve  se  alzaría.  B  desea- 
ban notificar  álos  de  Granada  6  á  los  de  las  otras 
dbdades ,  el  estado  de  la  cibdad  é  como  les  eran 
necesarios  mantenimientos  é  socorro  de  gentes.  Al- 
gunos moros  de  la  cibdad  con  zelo  de  su  secta  é 
amor  de  su  gente,  se  disponían  á  morir  ó  á  enga* 
fiar;  é  salían  de  la  cibdad,  é  poníanse  en  las  manos 
de  las  guardas ,  ofresciendose  á  ser  ohrístíanos.  T 
estos  informaban  al  Bey,  de  como  la  cibdad  estaba 
bien  proveída  de  gentes  é  de  mantenimientos;  é 
Goñosciendo  que  el  combate  seria  peligroso  á  los 
christianos,  daban  á  entender  al  Bey,  que  la  cibdad 
se  podía  tomar  si  se  combatiese  por  aquellas  partes 
donde  las  lombardas  habían  tirado.  Otros  moros 
que  salian  de  la  cibdad,  é  se  pasaban  á  los  christia- 
nos por  falta  de  mantenimientos  que  había  en  la 
cibdad ,  informaban  al  Bey  de  lo  contrario ,  ó  de- 
oían  que  los  mantenimientos  se  diminuían ,  ó  no  se 
fallaba  pan  á  comprar  como  solía,  é  que  si  de  fuera 
no  fuesen  proveídos ,  presto  la  hambre  les  f aria  en- 
tregar la  cibdad. 

Habidas  estas  informaciones  contrarias  unas  de 


otras,  algunos  caballeros  é  capitanes,  reoeíando 
que  en  la  diladon  del  tiempo  podrian  venir  lluvias 
ó  recrescerse  otras  cosas  que  ftoiesen  alzar  el  oeroo, 
consejaban  al  Bey,  que  debía  mandar  combatir  la 
cibdad  por  aquella  parte  que  guardaba  el  Maestre 
de  Santiago,  donde  las  lombardas  habían  derriba- 
do algunas  almenas  é  otras  defensas  de  las  torres  é 
del  muro :  porque  entendían  que  después  que  los 
moros  perdieron  los  arrabales,  no  tenían  aquellas 
fuerzas  que  solían  tener  para  defender ;  é  que  si 
viesen  llegar  los  pertrechos  al  muro,  por  ventura 
vemian  en  alguna  fabla  para  entregar  la  cibdad. 

Bl  voto  de  otros  era,  que  por  agora  no  se  debía 
cometer  el  combate,  porque  los  muróse  barreras 
de  la  cibdad  eran  muy  fuertes  é  altos ,  é  tenían  tor- 
res grandes  éoercanas  unas  de  otras,  é  había  den- 
tro mucha  gente  que  las  defendía.  B  oomo  quier 
que  el  artílleria  había  derribado  las  almenas  é  de- 
fensas del  muro  é  de  algunas  torres,  aquello  era 
en  solo  una  parte  de  la  cibdad ,  é  que  las  otras  par* 
tes  estaban  sanas  é  con  enteras  defensas.  Decían 
ansímesmo,  que  para  combatir  tan  grande  oibdad, 
eran  necesarios  muchos  mas  tiros  de  lombardas 
gruesas  de  los  que  había,  para  que  fidesen  portillos 
en  muchos  lugares  de  la  cerca,  por  donde  la  gente 
pediese  combatir,  é  los  moros  de  dentro  no  podio- 
sen  socorrer  á  todas  partes.  B  que  combatiéndose 
solamente  por  aquella  parte ,  podrían  peligrar  mu- 
chos ó  de  los  mejores  de  la  hueste :  porque  aqudlos 
son  los  que  con  mayor  esfuerzo  osan  ponerse  á  los 
peligros.  B  portante  decían  que  el  combate  debia 
cesar,  fasta  que  mas  é  mejores  partes  del  muro  fue- 
sen derribadas.  Otrosí  dedan  que  debían  esperar 
para  saber  mas  derta  información  del  estado  de  la 
dbdad ,  é  de  la  falta  de  los  mantenimientos  que  los 
moros  tenían;  porque  se  debia  creer,  que  cibdad 
tan  grande  é  populosa  no  podía  durar  muchos  días 
sin  ser  provdda  de  mantenimientos  que  le  viniesen 
de  fuera ;  ó  que  estos  no  habían  logar  de  entrar  por 
mar  ni  por  tierra,  por  las  guardas  que  en  todas 
partes  había. 

El  Bey,  vista  aquella  diversidad  de  votos,  estaba 
en  dubda  de  lo  que  debia  facer,  porque  oomba- 
tíondo  era  cierto  el  peligro  é  no  cierta  la  entrada,  y 
esperando ,  se  recelaban  los  inconvinientes  que  re- 
crescen  en  la  dilación  de  los  cercos ,  considerando 
que  los  moros  satisfacen  á  la  natura  con  poco  man- 
tenimiento. B  después  de  algunas  pláticas  que  so- 
bre esto  se  ovieron,  la  Beyna  acordó  que  se  suspen- 
diese d  combate  fasta  que  se  pudiese  facer  con  nu- 
yor  seguridad  de  las  personas.  B  allende  de  los  per- 
trechos que  estaban  fechos  para  combatir,  manda- 
ron luego  facer  mantas  reales ,  é  mantas  de  carre- 
tones encoradas  con  cueros  de  vacas ,  é  mandare- 
tes,  ó  bancos  pinjados,  encorados  de  manera  que 
no  pudiese  en  ellos  prender  el  fuego ,  para  que  oon 
ellos  se  pudiese  cavar  el  muro.  Fideron  facer  ansi- 
mesmo  bastidas  de  diversas  formas  é  de  singular 
artifido  compuestas ,  en  cada  una  de  las  quales  po- 
dían ir  seguramente  cíen  hornos.  B  fioiéronse  grúas 
6  torres  de  madera ;  é  destas  torres  sallan  unas  es** 


X 


bOÑ  t^BNANDO 
c«Im  oatíertos  de  madera  por  loe  lados ,  pera  echar 
■obre  loe  miiroe ;  j  en  eetaa  eeoalae  estaban  enxeri- 
das  otras  esoalaSi  para  descender  el  moro  abaso. 
Ansfanesmo  mandaron  facer  galápagos  de  madera 
graesa  é  oabiertoe  de  cueros ,  é  otras  escalas  com- 
puestas, é  todas  las  otras  cosas  que  eran  necesa- 
rias para  que  oon  mayor  seguridad  el  combate  se 
pudiese  facer.  B  acordaron  que  se  fioiesen  minas  se- 
cretas por  debazo  de  tierra ;  dallas  para  poner  al- 
gunas partes  de  los  muros  en  cuentos ,  é  deUas  para 
que  alguna  gente  entrase  en  la  cibdad  entretanto 
que  los  combates  se  daban  á  los  moros. 

E  mandó  el  Bey  ai  Duque  de  Náxera  é  al  Qonde 
de  Benayente,  que  por  la  parte  de  sus  estanzas  fi- 
oiesen una  mina,  é  al  donde  de  Feria  mandó  facer 
otra  por  la  estansa  que  guardaba.  T  en  la  estanza 
del  OlaTero  de  Oalatraya  otra  mina ,  é  por  la  estan- 
ca que  guardaba  Don  Fadrique  de  Toledo  se  fioiese 
otra  mina.T  en  estas  minas  se  puso  gran  diligen- 
cia; porque  todos  los  dias  ó  las  noches  andaban  los 
minadores  con  muchos  peones  cavando  por  aque- 
llas quatro  partes  que  el  Bey  acordó  que  se  minase. 

OAPÍTÜLO  LXXXni. 
D«  las  wni  qas  yiuroB  ss  Graitdt. 

Entre  los  dos  Beyes  de  Qranada  orecia  riempre 
la  enemistad ,  é  como  en  los  pueblos  de  los  moros 
se  sopo  que  los  de  la  cibdad  de  Málaga  estaban 
en  necesidad  de  mantenimientos ,  quisieran  poner- 
se á  todo  peligro  por  los  socorrer,  salvo  por  la  divi- 
sión de  los  dos  Beyes. 

El  Bey  viejo  que  estaba  en  Guadiz,  requerido 
por  algunos  alfaquíes  de  la  tierra,  escogió  algunos 
moros  de  caballo  é  de  pié,  y  embiólos  camino  de 
Málaga  con  un  capitán  para  que  entrasen  en  la 
cibdad.  Ertos  caballeros  moros,  creyendo  que  di 
entrasen  ferian  grande  f asafta ,  é  si  muriesen  pe- 
leando ganarian  el  ánima,  iban  con  voluntad  de 
morir ,  ó  entrar  en  la  cibdad.  Quando  el  Bey  meso, 
que  estaba  en  Granada,  sopo  que  el  Bey  su  tío  em- 
biaba  aquélla  gente ,  juntó  los  mas  moros  que  pudo 
á  pié  é  á  caballo  de  la  cibdad  de  Granada ,  y  embió 
un  capitán  á  pelear  oon  ellos ;  é  desbaratólos,  é  ma- 
tó algunos dellos,  é  los  otros  fuyeron,  é  tomaron 
para  la  cibdad  de  Guadiz.  T  embió  sus  embazado- 
res  al  Bey  é  á  la  Bejma,  faciéndoles  saber  el  venci- 
miento que  ovo  contra  aquéllos  moros  que  les  iban 
á  deservir.  E  ansimesmo  les  embió  decir,  como  era 
informado  que  en  la  cibdad  de  Málaga  sediminuian 
ios  mantenimientos,  é  que  mandase  poner  grande 
guarda  por  mar  é  por  tierra,  de  manera  que  no  pu- 
diesen ser  socorridos  de  gente ,  ni  de  provisiones,  é 
que  con  esta  guarda  sin  otro  combate  hsbria  pres- 
to la  cibdad.  Otrosi  embió  al  Bey  presente  de  caba- 
llos é  jaeces  de  oro,  é  á  la  Beyna  embió  presentes 
de  sedas  é  de  perfumes ;  é  snplioóles  que  le  oviesen 
por  su  servidor,  é  le  mandasen  las  cosas  que  fue- 
sen en  su  servicio,  porque  él  las  faria  oon  toda  leaL 
tad.  El  Bey  é  la  Bri^jma  gelo  embiaron  áregradesoer 
Ó  mandaron  dar  sus  cartas  para  todas  sus  clbdades 


i  D09A  ISABEti.  4¿3 

ovillas,  é  para  los  áloaydes de  las  fortaIeBas,que 
le  diesen  el  favor  que  oviese  menester  contra  el 
otro  Bey  su  tío ;  é  queguardaien  el  seguro  que  ha- 
blan dado  á  los  lugares  que  estaban  por  éL  Los  mo- 
ros que  vivian  en  la  cibdad  de  Granada  y  en  todos 
los  oíros  lugares ,  como  quier  que  sentían  gran  do- 
lor por  el  cerco  que  estaba  puesto  sobre  la  cibdad 
de  Málaga ;  é  por  los  mantenimientos  que  le  falta- 
ban quisieran  ponerse  á  todo  peligro  por  los  socor- 
rer, á  fin  que  ellos  no  perdiesen,  ni  los  christia- 
nos  ganasen  cibdad  tan  noble ;  pero  no  osaban 
mostrar  por  obra  la  voluntad  que  tenian  secreta, 
por  no  perder  la  seguridad  que  el  Bey  é  la  Beyna 
les  hablan  dado,  oon  la  qual  tenian  libertad  para 
labrar  el  campo ,  é  andar  con  sus  mercaderias,  é  fa- 
cer sus  contrataciones  seguramente  por  todas 
partes. 

QAPÍTULO  LXXXIV. 

Do  loi  eabiüeroi  dsl  Reyío  ie  ▼•lesela  I  del  Prtiolpado  do  Ct. 

talila  4S9  Tiilores  al  real. 

Oomo  en  las  dbdades  de  Valencia  é  de  Barcelona 
é  de  Zaragosa ,  y  en  aquellas  partes  fué  la  fama  que 
el  Bey  acordaba  de  combatir  la  cibdad  de  Málaga, 
é  algunos  caballeros  é  fijcs-dalgo  de  aquellas  par- 
tidas sopieron  que  la  Bejma  estaba  en  el  real,  ó 
oyeron  los  peligros  é  trabajos  grandes  que  se  ha- 
bían en  aquel  sitio,  movidos  oon  selo  de  virtud  se 
dispusieron  avenir  por  servir  al  Bey  é  á  la  Beyna 
en  aquel  fecho  de  armas.  Los  nombres  de  los  qua- 
les  son  los  qoe  se  signen :  Don  Juan  Buis  de  Oo- 
rella ,  Conde  de  Oocentsjma  oon  una  nao  armada, 
é  Don  Juan  Francés  de  Prozita ,  Oonde  de  Almena- 
ra é  de  Aversa ,  con  otra  nao  armada,  é  Mesen  Mi* 
guél  de  Bnsquete,  con  dos  galeas  armadas,  é  Don 
Diego  de  Sandoval,  Marqués  de  Denla,  oon  fasta 
otros  quatrocientos  fljos-dalgo  naturales  de  aque- 
llas tierras.  E  todos  estos  que  eran  homes  é  fijos  de 
homes  principales,  vinieron  bien  fomesoidos  de  ar- 
mas é  de  las  otras  cosas  necesarias  á  la  guerra.  B 
algunos  déUos  que  vieron  los  pertreches  que  el  Bey 
é  la  Beyna  mandaron  facer  para  el  combate,  é  lo 
que  las  lombardas  hablan  derribado ,  consejaban  al 
Bey  que  el  combate  se  cometiese  por  aquellas  par- 
tes de  la  cibdad  donde  la  artüleria  habla  derribado 
parte  del  muro. 

Durante  estas  cosas  fueron  tomados  dos  moros 
de  la  cibdad,  que  certificaron  al  Bey  é  á  la  Beina, 
que  f allescia  todo  el  pan  de  trigo ,  é  que  comían 
pan  de  cebada.  Esta  información  habida ,  el  Bey  é 
la  Beyna  mandarotí ,  que  todavía  se  suspendiese  el 
combate  fasta  saber  mayor  información  del  estado 
de  la  dbdad.  Otro  día  salió  otro  moro ,  que  certificó 
al  Bey  é  á  la  Beyna  la  mengua  de  los  manteni- 
mientos que  los  moros  sofrian ;  pero  que  todavía 
estaban  en  propósito  de  defender  la  dbdad.  Porque 
habian  reoebido  cartas  é  mensageros  de  la  dbdad 
de  Basa,  por  las  quales  losesfonaban  para  que  du- 
rasen en  aquella  defensa  que  fadan ;  é  que  les  cer- 
tíficaban ,  que  ganaban  tan  gran  corona  de  virtud 


qae  anii  lof  que  eitábin  «o  U  otra  vida  !«• 
embidia,  édefloaban  eiUr  en  Málaga  á  mt  paitíd- 
pes  oon  eOoi  en  loa  trabajoa  que  teman  en  defen- 
der aquella  oibdad;  é  qneeeperaban  en Dioe,  qne  il 
lasgentee  de  loamoroe  no  loeaoooirieeen,  él  por  en 
gran  piedad  loeiooorreriamilagroeamente.La  ham- 
bre oreioia  en  la  cibdad,é  loe  moroa  Gomerea  anda- 
ban por  lee  oasaa  bascando  pan  do  qnier  que  lo  falla- 
ban y  é  tomábanlo ,  é  repartíanlo  entre  ai  ¡  é  qnan- 
do  algono  negaba  el  pan  qne  tenia ,  matábanlo  é 
tomaban  todo  el  mantenimiento  qne  tenia  en  en 
caaa.  En  el  real  había  gran  ábandimcia  demante- 
nimientoe,  porque  ñempre  estaban  en  el  oampo 
grandes  montones  de  fariña  é  de  cebada  para  qoal- 
qnier  que  dallos  quería  oomprar.  B  allende  desto 
todos  los  dias  ▼enian  por  la  mar  naTÍoa  oai^adoa 
depanéYÍno,éde  paja  é  cebada»  é  de  todaa  las 
prorisiones  que  eran  menester  de  los  puertos  del 
Andalucía,  é  del  Beyno  de  Valencia,  é  de  otraa 
partes.  S  como  concurrían  gentes  de  tantea  partes 
al  real,  habla  en  la  hueste  muohce  enfermoe ,  é  la 
gente  estaba  fatigada  de  loe  trabajos  que  pasaban 
é  peleas  que  contino  habían  con  loe  moroe.  £  por- 
que eetaban  fechas  muchas  ramadas,  les  qnales 
estaban  ya  secas,  recelaban  de  algún  fuego  qne 
por  caso  se  encendiese,  ó  que  fuese  echado  por  loe 
moros  mudóxares  que  andaban  en  el  real ;  é  ansi- 
mesmo  se  temía  de  algún  veneno  que  se  echase  en 
los  pocos  del  agua  donde  las  gentes  bebían.  B  por 
esta  cauaa  el  Rey  é  la  Reyna  mandaron  que  todos 
los  moros  mudóxares  saliesen  luego  del  real ,  é  no 
tomasen  á  él  sin  su  licencia,  B  dende  en  adelante 
mandaron  que  de  día  é  de  noche  andoTÍesen  oon  la 
justída  homes  que  amonestasen  á  las  gentee  que 
guardasen  el  inconviniente  del  fuego ,  é  que  mirase 
cada  uno  por  loe  homee  que  andaban  sin  sefior ,  ó 
sin  tener  causa  de  estar  en  el  real,  de  quien  se  pu- 
diese sospechar  algún  mal,  é  que  lo  notifloasen  á  la 
justicia.  B  los  Aloaldee  ponían  tanta  diligencia  en 
esto,  y  en  la  exeoucion  de  la  justicia,  que  el  miedo 
délas  penas  facía  refrenar  á  loe  malos,  é  tíyít  en 
seguridad  á  los  buenos.  Oosa  fue  por  cierto  dina  de 
exemplo ,  porque  con  algunas  justicias  que  en  el 
principio  se  ezecutaron ,  no  se  falló  entre  tantas 
gentes,  y  en  tanto  tiempo  que  uno  sacase  arma 
contra  otro,  ni  andoyiesen  en  el  real latrooinioe,  ni 
otros  excesos  de  los  que  en  las  grandes  huestes  sue- 
len aoaescer. 

CAPÍTULO  LXXSV. 

]>•  til  pdMi  fio  lanroii  os  lu  mIbm  qto  m  flderoe  eoitn  la 

dbáad  de  MáUft. 

La  hambre  crescia  mas  todos  los  dias  en  la  db- 
dad,  ó  no  se  fallaba  pan  ninguno  de  cebada  ni  de 
trigo.  Los  capitanes  moros  andaban  á  lo  buscar  por 
lascases ,  ó  todo  lo  que  fallaban  ficieron  juntar ,  ó 
dieron  cargo  á  algunos  que  lo  toviesen  |  ó  repartie- 
een  á  cada  un  moro  de  los  que  peleaban  quatro  on- 
sas  de  pan  á  la  mafiana,  é  dos  á  la  noche. 

So  ««toi  disi  U9  nÜAis  qooie  comenmon  ando* 


ÓBÓHIOAS  DB  Los  tUSTBS  DB  GASl^LLÁ. 


▼ienm  adelante, ó  las  del  Duque  de  Máxera,  i  ¿ti 
Conde  de  BenaTente,  ó  del  OlaTeio  de  CelatraTa, 
llegaron  á  loe  morca  de  la  eibdad.  Lea  moroa  como 
las  sintieron  cafaron  por  dentro ,  ó  fideron  contra- 
minas fasta  que  llegaron  á  se  deeonbrir  las  nnaa 
contrarias  de  las  otrss;  ó  los  christianoa  por  su  par- 
te, ó  loa  moroe  por  la  suya ,  puderon  grandes  guar- 
das. B  loa  moros  acordaron  de  facer  una  gran  cara 
delante  de  la  barrera  en  aquella  parte  donde  habían 
tirado  las  lombardas,  porque  á  la  hora  del  comba- 
te loe  pertrechos  no  pudiesen  llegar  á  sos  muros.  B 
comensando  á  carar  por  de  fuera,  loe  christianoa 
oomensaron  la  pdca  con  aqudloe  que  caTaban,ó 
lansábanles  tiroe  de  ballestaa  ó  de  espingardas  por 
empadiarlee  aquella  labor.  Loa  moros  pusieron 
mantea  ó  otraa  def  enees  para  que  pudiesen  csTar 
sinrecd>ir  dallo.  T  entretanto  que  cavaban  no  oe* 
eaban  lae  peleee  entia  loe  unos  ó  loa  otros,  fasta 
llegar  tan  juntos  que  se  ferien  oon  laalansaa^ooa 
las  espadas;  y  entretanto  que  loa  unos  moros  pelea- 
ban, loa  otroa  cavaban.  Bata  manera  de  pelea  du- 
ró entre  dice  por  eepedo  de  seis  dias  qne  no  cesó 
el  pelear  ni  el  cavar,  fasta  tanto  que  los  moros  aca- 
baron de  feoer  la  cava  que  oomensaron.  B  In^go  re- 
quirieron lea  minas ,  ó  fallaron  que  otra  mina  qne 
había  comenzado  Don  Fadrique  de  Toledo ,  llegaba 
á  los  muros  de  la  dbdad ;  y  dice  fideron  otra  con- 
tramina ,  ó  aventurándose  á  gran  «peligro  entraron 
por  ella,  ó  pdearon  con  los  que  la  guardaban,  y 
echaronloe  fuera,  ó  pusiéronle  fu^go ,  ó  derribaron- 
la  toda.  Como  vieron  loe  moroe  derribada  aquella 
mina,  cobraron  tanto  eefnerso,  que  pensaron  co- 
meter pdea  por  todas  partee,  á  fin  de  quemar  óder- 
ribar  las  otras  minas;  ó  armaron  sos  albalosas,  ó 
fomesderonlas  de  gentee,  ó  de  tiros  de  pdvora.  B 
ordenaron  que  doe  capitanee  de  cada  den  homea 
fueeen  á  dar  en  laeetansa  que  guardaba  la  gente 
de  Córdoba,  do  era  capitán  Qard  Femandea  Manri- 
que, ó  que  otroe  quatro  capitanee  con  quatrodentoa 
homee  sdieeen  á  dar  en  la  estansa  dd  Akayde  de 
loe  Doncelee.  Andmeemo  que  otras  gentee  saliesen 
á  pelear  con  las  gentee  de  las  eetansas  que  guarda- 
ban d  cerro  que  estaba  contra  d  castillo  de  Qibral- 
faro.  B  mandaron  áloe  que  guardaban  lea  minea, 
que  pdeasen  con  loe  chrístíanos ;  ó  los  unos  por  la 
mar  ó  los  otros  por  la  tierra  ó  otroa  por  dd>axo  de 
tierra,  todos  á  una  hora  cometieron  la  pelea  con  loa 
duistíanos.  Los  capitanee  de  la  mar  embiaron  al- 
gunos navios  pequefioe  que  Uegasen  cerca  de  la 
tierra  para  resistir  á  los  moros  que  con  eu  artillería 
fadan  dallo  en  las  fustas  mayores.  Otrod  los  de  lea 
otras  eetansas,  ó  los  que  guardaban  las  minas,  de- 
fendiendo cada  uno  por  au  parte,  pdearon  con  los 
moros  {ó  por  ladispusíobn  de  los  lugaree,  veoea 
retrdan  los  moros  á  los  christianoa,  vecee  pujaban 
los  diristianos  contra  los  moros.  Brtas  pdees  por 
la  mar,  ó  por  la  tierra,  ó  por  debaxo  de  tierra  dura- 
ron por  espado  de  seis  horas. 

Al  fin  los  capitanee  diristianos  que  pdeában  por 
la  tierra,  á  gran  pdigro  arremetieron  contra  loa 
moi^s,  é  recibiendo  f  eiidas  d9  loi  ikUr?^  4  firtea^ 


{  .  DON  PBBNANÜO 

do  en  lo0  moros,  los  fioleron  retraer  á  la  dbdad.  B 
los  moros  qae  peleaban  por  las  minas  no  oyieron 
lagar  de  les  echar  fnego^  por  la  resistencia  qae  ficie- 
ron  los  ohristianos  qae  las  guardaban.  Gomo  los 
.  moros  no  tosiesen  mantenimientos  dentro,  ni  espe- 
rasen socorro  de  fuera ,  é  viesen  en  las  peleas  caer 
cerca  de  sí  unos  muertos  é  otros  f crides ,  cosa  fué 
dina  de  notar  la  osadia  qñe  aquella  gente  bárbara 
tenia  en  pelear,  é  la  obediencia  que  tenían  á  sus  ca- 
pitanes, é  sa  trabajo  en  reparar  sus  defensas,  é  su 
astucia  en  los  engaftos  de  la  guerra,  é  la  constancia 
que  toTieron  en  d  propósito  que  comenzaron. 

CAPÍTULO  LXXXVI. 
ito  la  esibandi  é  praMote  qoe  embM  el  Rey  Í9  Treneeas. 

En  estos  dias  vino  un  embaxador  del  Rey  de  Tre- 
mecen,  que  es  en  los  Beynos  de  África,  al  Rey  é  á 
la  Reyna,  con  el  qual  les  embió  gran  presente  ;  al 
Bey  de  caballos  moriscos  é  de  jaeces  de  oro  é  al- 
bomozes,  é  á  la  Reyna  vestiduras  de  sedas  de  di- 
yersas  maneras,  é  argollas  grandes  de  oro,  é  perfu- 
mes, é  otras  cosas  de  las  mas  preciosas  que  se  asa- 
ban en  aquéllas  partes. 

Aquel  embaxador  dixo  al  Bey  é  á  la  Reyna,  como 
el  Rey  su  sefior  habia  oido  la  fama  de  su  gran  po- 
derio,  é  que  habia  visto  los  muchos  moros  que  ha- 
blan pasado  de  estas  partes  á  las  partes  de  África 
con  su  seguro,  el  qual  les  era  guardado  oompKda- 
mente,  é  que  por  ser  reyes  tan  poderosos  é  de  tanta 
verdad  é  virtud,  deseaba  ser  bu  servidor,  é  facer  su 
mandado.  Por  ende ,  que  les  suplicaba  que  le  reci- 
biesen en  su  encomienda,  é  que  le  mandasen  dar 
su  seguro  para  él  é  para  los  de  sn  Beyno ;  porque 
no  recibiesen  dafio  de  sus  flotas  que  andaban  arma- 
das por  la  mar,  ni  de  sus  gentes  que  descendiesen 
en  tierra.  El  Bey  é  la  Beyna  le  respondieron,  que 
le  agradesdan  el  presente  que  les  habia  embiado,  é 
mucho  mas  su  buena  voluntad  é  ofresdmiento ;  é 
dieron  su  seguro  para  todos  los  subditos  de  aquel 
-  Beyno  de  Tremecen.  E  mandaron  á  los  capitanes 
de  la  mar  que  lo  guardasen,  é  no  les  ñoiesen  guerra 
ni  dafio,  guardando  ellos  de  facer  guerra  á  los  su- 
yos, é  no  ayudando  á  los  moros  de  Granada  con 
gente,  ni  con  armas,  ni  con  mantenimientos. 

CAPÍTULO  LXXXyiL 
De  la  ottdla  qaa  ooMetM  sa  Moro  da  loa  Gomarea. 

La  hambre  oresoia  mas  en  la  dbdad,  é  los  moros 
.  ya  no  comian  p&n  sino  muy  pocos,  é  no  tenían  car- 
ne, é  los  mas  dellos  comian  carne  de  caballos  é  de 
asnos ;  é  aquella  gente  de  los  Qomeres  entraban  en 
las  casas  de  los  judies,  que  habia  en  aquella  oibdad 
é  robaban  los  mantenimientos  que  tenian,  é  vinie- 
ron á  tal  estado,  que  algunos  de  los  jodies  murie- 
ron de  hambre. 

Sabida  entre  los  moros  de  otras  partes  la  hambre 
que  padecían  los  de  Málaga,  é  los  peligres  que  es- 
peraban, quisieron  ponerse  á  toda  aventura  por  los 
socorrer ;  é  tenian  la  voluntad  para  ello  tan  presta. 


ÉD09A  ISABEL  466 

que  con  qualquierá  de  los  Beyes  se  áventarabañ  i 
la  muerte  por  librar  á  los  de  Málaga  de  aqud  pe- 
ligro. Un  moro  qué  se  llamaba  Abrahen  Algerbl, 
natural  de  la  oibdad  de  Guerbá,  que  es  el  Beyno  de 
Túnez,  d  qual  moraba  en  estas  partes  en  una  aldea 
de  la  oibdad  de  Gnadiz,  condbió  en  su  ánimo  de  se 
disponer  á  la  muerte  por  matar  ál  Bey  é  á  la  Bey- 
ná ;  porque  con  esta  gran  fazafia  f aria  alzar  d  real 
de  Málaga,  é  muriendo  vengarla  á  los  moros  de  to- 
das las  muertes  é  pérdidas  de  tierras,  que  les  ha- 
bían fecho  los  chrístianos.  Este  moro  publicó  entre 
los  moros  que  era  santo,  é  que  Dios  le  embiaba 
con  un  ángd  revelaciones  de  lo  que  habia  de  ser; 
por  las  quales  sabia  que  los  moros  serian  reparados, 
é  la  oibdad  de  Málaga  quedarla  victoriosa  contra 
los  ohristianos  que  la  tenian  cercadai  B  como  los 
moros  por  la  mayor  parte  son  livianos,  espedal- 
mente  atribuyen  fe  á  sus  alfaqufes,  é  tienen  por 
santos  á  los  que  viven  en  los  yermos  á  manera  de 
ermitafios,  juntáronse  con  este  moro  fasta  quatro- 
cientos  moros,  dellos  Gomeros  de  allende,  dellos  na- 
turales destas  partes,  é  acordaron  de  le  seguir ,  é 
aventurarse  á  todo  peligro ,  faciendo  lo  que  les  di- 
xese.  Estos  moros  vinieron  camino  de  Málaga,  é  por 
no  ser  sentidos  de  las  guardas  y  escuchas,  andovio- 
ron  de  noche  por  las  montafias  é  sierras  ásperas 
fuera  de  camino,  fasta  que  llegaron  cerca  de  la 
dbdad ;  é  ahí  acordaron  de  entrar  per  una  estanza 
la  mas  cercana  á  la  mar  por  la  parte  de  abaxo,  do 
estaban  las  estanzas  oontra  Gibralf  aro.  B  una  ma« 
ñaua,  oam  al  alba,  los  decientes  dellos  vinieron  sú- 
pito, é  dieron  en  los  christianos  que  guardaban 
aquella  estanza,  é  los  otros  cometieron  á  las  otras 
mas  cercanas.  Los  chrístianos  aunque  salteados, 
comenzaron  la  pelea  con  ellos.  Los  moros  algunos 
entrando  por  el  agua  de  la  mar,  otros  saltando  por 
los  palenques ,  entraron  en  la  dbdad  fasta  doden- 
tos ;  todos  los  otros  fueron  muertos  é  presos. 

Aqud  moro  que  tenian  por  santo  venia  en  pro- 
pósito de  se  of  reoer  por  captivo  á  los  ohristianos 
para  poder  facer  lo  que  en  el  ánimo  habia  concebi- 
do. E  porque.no  faese  muerto  con  la  furia  dd.  ven- 
dmiento,  con  grand  astuoia  que  en  aquella  hora 
tovo,  se  i^artó  del  lugar  do  peleaban,  é  púsose  de 
rodillas,  é  alzadas  las  manos  al  cielo  ñngtó  que  ha- 
cia oración.  Los  christianos  habido  d  vencimiento, 
buscando  los  moros  por  las  cuestas  é  barrancos  que 
estaban  en  aqudla  parte,  fallaron  aqud  moro  en  la 
manera  que  habemos  dicho.  E  como  vieron  que  no 
fada  movimiento  ninguno ,  llegaron  á  él,  é  llevá- 
ronlo preso  al  Marqués  de  Cáliz.  E  preguntándole 
dgunas  cosas,  le  respondió ,  que  era  moro  santo ,  é 
que  sabia  las  cosas  que  hablan  de  acontecer  en 
aquel  cerco,  porque  Dios  golas  habia  revelado.  Pre- 
guntóle el  Marqués  d  sabia  quando  é  oomo  se  ha- 
bla de  topiar  aquella  dbdad,  é  respondió,  que  bien 
sabia  como  é  fasta  quanto  tiempo  se  tomaría, 
pero  que  Dios  le  mandó,  qoe  no  lo  dixese  á  otra 
persona  salvo  al  Bey  é  á  la  Beyna  en  su  secreto.  El 
Marqués,  oomo  quier  qae  conoció  aqudlo  ser  livian- 
dad 9  pero  enviólo  á  dedr  al  Bey  é  á  la  Beyna« 

30 


I6é  0BÓNI0A8  D8  LOS  BÉTBS  DlC 

Lm  qnalet  rnaadinm  que  lo  traxieíoa  ante  elloai 
y*  en  la  forma  que  fué  fallado  qnando  lo  prendie- 
ron, Teatido  un  albornos,  é  oefiido  un  terciado,  fué 
trudo  á  la  tienda  del  Bey  é  de  la  Beyna,  rodeado 
de  modiaa  gentei  qae  le  deaeaban  yer,  poiqae  ya 
la  fama  aonabá  de  aquel  moro  que  ae  decia  aanto. 
Aoaedó  qae  el  Bey  habla  comido,  é  dormia  á  la 
hora  qae  llagaron  oon  ¿1  á  aa  tienda.  B  aqoí  pare- 
eió  claro  como  eeta  Beyna  era  movida  á  laa  ooaaa 
por  alguna  inapiraoion  divina,  porque  oomo  qoier 
que  erahomána  ó  también  ella  oomo  todaa  laa  gen- 
tea  le  deaeaban  fablar,  pero  foé  ooaa  marayilloaa 
qae  en  aqaella  hora  la  Beyna ,  tocada  de  algon  es- 
pirita dirino,  dixo  qae  no  lo  qaeria  yer,  é  mandó 
qae  lo  gaardasen  faera  de  la  tienda  fasta  qae  el 
Bey  despertase.  B  los  qae  lo  traían  metiéronlo  en 
ana  tienda  oercana  á  la  tienda  del  Bey,  donde  po- 
saba Dolía  Beatris  de  BoyadiUa,  Marqaesa  de  Mo- 
ya, é  otra  daefia  qae  se  dedá  Dolía  Felipa,  mager 
de  on  caballero  qae  se  llamaba  Don  Alyaro  de  Por- 
togal,  fije  del  Daqoe  de  Bergansa,  oon  las  qaaiea  á 
la  hora  estaba  aquel  Don  Alvaro.  Bl  moro  como  no 
sabia  la  lengua ,  creyó  según  él  i^Nurato  é  vestidu- 
laa  que  vido  i  Don  Alvaro  é  á  la  Marquesa,  que 
aquellos  serian  el  Bey  6  la  Beyna,  é  poniendo  en 
obra  su  propósito,  sacó  aquel  terciado  édió  á  aquel 
caballero  Don  Alvaro  una  gran  cachillada  en  la 
cábeaa,  de  la  qual  llegó  á  punto  de  muerte ;  ó  tiró 
otra  cuchillada  á  la  Marquesa  por  la  matar,  ó  oon 
la  tarbadon  que  ovo  no  le  acertó ;  é  diórales  otros 
golpes,  salvo  que  un  tesorero  de  la  Beyna  que  se 
llamaba  Buy  Lopes  de  Toledo,  que  estaba  á  la  hora 
fablando  oon  la  Marquesa ,  tovo  esfuerso  para  so- 
correr aquel  peligro,  ó  se  abrasó  con  el  moro,  ó  le 
tovo  tan  fuerte  los  breaos,  que  no  pudo  fftcer  mas 
tiros;  ó  In^go  fué  fedio  pedasoe  de  la  gente  que  le 
rodeaban. 

Oomo  esto  acaesció,  loa  caballerea  ó  capitanes  ó 
gentes  del  real  fueran  tuibadoe  de  aquella  f asafii, 
ó  vitfon  como  Dice  maravillosamente  quiso  guar- 
dar laa  peiBonas  del  Bey  ó  de  la  Beyna.  B  algunaa 
gentes  del  real  tomaron  los  pedasoe  de  aquel  moro 
y  eduuronlos  en  la  cibdad  con  un  trabuco.  Quando 
los  moros  lo  vieron ,  juntáronlos  ó  cosiéronlos  oon 
hilo  de  seda,  ó  lavaron  el  cuerpo,  ó  perfumado  de 
muofaoe  olorea,  lo  enterraron  oon  gran  sentimiento 
que  mostraron  de  su  muerte.  B  tomaron  luego  un 
christiano  de  los  principales  que  tenian  captivos,  ó 
matáronlo ;  ó  puesto  sobre  un  asno,  lo  echaron  al 
real  Luego  fué  acordado,  que  de  mas  de  las  gnar- 
daa  que  continamente  de  dia  ó  de  noche  estaban  en 
U  tienda  del  Bey  ó  de  la  Beyna,  andovieaen  con  la 
persona  del  Bey  y  estoviesen  con  la  persona  de  la 
Beyna  dodentos  caballeros  fijos-dalgo  de  loe  Bey. 
nce  de  Oastilla  é  de  Aragón  con  sos  gentes,  y  estos 
guardasen  que  ninguna  persona  llegase  á  dice  con 
srmaa.  B  mandaron  que  ningún  moro  entrase  en  d 
real,  ain  que  primero  se  sóplese  quien  é  cuyo  era, 
é  qae  no  llegase  por  ningún  csso  á  laa  personaa 


oapItulo  Lxxxvm. 

Gosie  file  al  real  «I  Dsf ■•  ée  IMIsaiUeaia » é  eins  fastet 
«■e  ée  ■Mfo  fieree  IbMéaa  for  d  Bey  ft  par  to  aeyea. 

Don  Bnrique  de  Qusman,  Doque  de  Medinasidtf- 
nia,  oomo  sopo  que  el  Bey  ó  la  Beyna  estaban  en  el 
real  sobre  Málaga,  é  como  aqud  aitio  se  dilatsbá 
tantos  dias,  oomo  qoier  que  habla  embiado  la  gen- 
te de  cabdlo  é  de  pié  que  al  principio  lo  manda- 
ron ;  pero  aoordó  de  venir  al  real  con  todos  los  ca- 
balleree de  su  casa.  T  d  dia  que  entró  en  d  real, 
llegaron  por  la  mar  den  navios,  dgonos  de  armada, 
6  otroe  cargadoa  de  providones.  B  fecha  la  reveren- 
da d  Bey  é  ala  Beyna,  le  dixeran  que  le  agrade- 
cian  mucho  aa  venida,  especialmente  por  venir  sin 
que  dice  le  embiasen  á  llamar.  Bl  Duque  lea  rea- 
pondió,  que  la  necesidad  dd  Bey  Uama  deaballe- 
ro  led  aunque  d  Bey  no  le  llame ;  é  que  Ü  venia 
dliá  loe  servir  con  Don  Juan  sn  fijo,  é  con  toda  la 
gente  que  habla  quedado  en  sn  tieiTa,  é  con  la  fide- 
lidad que  aqudloa  donde  él  venia  habían  aervido  á 
loe  Beyea  sus  progenitores.  Otrod,  porque  conoscia 
quantoe  gastos  se  requerían  en  la  guerra  que  so 
darga,  é  penaaba  que  por  la  diladon  de  aqud  dtio 
8u  red  Magestad  estaría  en  dguna  neoeddad,  que 
él  traía  dlí  para  les  prostar  vdnte  mil  doblas  de  oro. 
Bl  Bey  é  la  Beyna  redbieron  aquel  prestido,  é  se 
ovieron  por  bien  servidoe  del  Duque  por  la  gente 
que  trazo  é por  d  dinero  que  prestó,  é  mucho  maa 
por  la  voluntad  que  le  movió  á  lo  uno  é  i  lo  otro. 
Aquella  gente  que  d  Duque  traxo  de  sn  tierra  ó 
otra  mucha  mas ,  era  necesaria  en  d  red ;  porque 
como  quier  que  había  en  él  mas  de  seeenta  mÜ  com- 
batientes, pero  loe  muchos  trabajoa  é  peleaa  habi- 
das en  tantea  diaa,  é  las  guardas  qne  convenian  es- 
tar en  los  campos  y  en  las  estaniaa,  y  en  laa  minea, 
é  por  la  mar,  y  en  otraa  partee ,  tenian  la  gente  tan 
cansada,  qne  el  Bey  é  la  Beyna  acordaron  de  em- 
biar  á  llamar  gente  de  nuevo  que  viniese  á  loe  ser- 
vir, T  embiaron  á  las  cibdadea  de  Toledo,  é  Sego- 
via,  é  Madrid,  é  Alearas,  é  Tnudllo,  éXTéocra,  é  Ba- 
dajos, é  otros  lagares  mas  cercanoe,  á  demandar 
gente  de  caballo  é  de  pié.  Otrod  embió  d  Duque 
del  Inf  antadgo  un  capitán  con  la  gente  de  armas 
de  su  casa;  é  otroe  algunos  csballeroe  vinieron,  é 
otros  embiaron  sus  gentes,  según  que  el  Bey  é  la 
Beyna  gelo  embiaron  á  mandar.  B  con  dgonos  que 
ovieron  tiempo  de  llegar,  fué  alguna  rdevadon  de 
loe  trabajoa  i  los  que  habían  estado  en  d  red  des- 
de d  príndpio. 


OAPITÜLO  t.tyttt 

Ceao  el  CoMesiador  nayor  do  Leos  paso  eia  eatasia  cercaaa 
al  aaro  do  U  ettdad  do  Málaia. 


Porque  ni  por  la  hambre  que  de  dentro  padeacian 
loe  moros,  ni  por  la  guerra  que  sufrían  de  fuera, 
pareada  en  eUos  ninguna  flaquesa  ó  de  oontino  aa- 
lían  á  pelear  con  loe  ohrístíanos,  d  Bey  é  la  Beyna 
estaban  en  pensamiento  de  lo  qne  débiaa,  facer; 


1)0»  FERNANDO 

t^órqne  At  H  nna  pirto  raian  que  no  se  debía  alzar 
aquel  sitio  aiii  tomar  la  oibdad,  de  la  otra  recelabaii 
que  acaedeoe  algnn  oaeo  que  loe  oonstrifiese  á  lo 
aliar,  B  mandaban  qne  ee  moviese  f abla,  ofreoien- 
do  eegnridad  á  los  moros  de  la  vida  é  de  los  bienes 
é  libertad  de  sos  personas ,  si  laego  la  entregasen. 
Los  moros  no  lo  qnisieren  f  aoer,  porqne ,  segnn  ha- 
bemosdioho,  algunos  malos  ohristianos  los  avisa- 
ban délos  muertos  é  feridos  é  de  algunas  enferme- 
dades que  en  el  real  habla,  y  estas  informaciones 
les  fadan  permanecer  en  la  defensa  é  no  venir  á 
partido.  IHsta  su  pertinacia,  platicóse  en  el  consejo 
del  Rey  é  de  la  Rejma,  qne  forma  se  temía  para  los 
apremiar  é  tener  mas  estrechos,  6  combatiéndolos, 
6  llegando  mas  las  estancas  al  muro.  B  porque  la 
Reyna  no  daba  lugar  qne  el  combate  se  oometiese, 
recelando  las  muertes  éf  cridas  que  pudieran  aoaea- 
cer,  acordóse  de  estrochar  los  moros,  llegando  mas 
al  muro  algunas  estanzas.  El  Gomendador  mayor 
de  León  Don  Gutierre  de  Cárdenas ,  visto  un  sitio 
donde  se  pedia  poner  estanza  cercana  á  los  moros, 
en  aquella  parte  donde  los  moros  oomenzaban  á 
facer  otras  cavas  por  defuera  de  la  barrera ,  á  fln 
de  escusar  aquella  defensa  y  estrechar  mas  los  mo- 
ros, fizo  un  baluarte  contra  aquel  muro.  B  andando 
mas  adelante  faciendo  baluartes  de  paso  en  paso 
ganando  tierra,  llegó  con  su  gente  i  poner  la  estan- 
za tan  cercana  al  muro ,  que  oon  una  piedra  tirada 
oon  la  mano  daban  dentro  en  la  oibdad, 

Oomo  los  moros  vieron  aquella  estanza  tanto  cer- 
cana ásns  muros,  trabajaban  por  confundirla  desde 
las  torres  de  la  cerca  con  muchas  piedras  y  esqui- 
nas que  tiraban  á  los  que  la  guardaban.  Otros  sa- 
llan con  gran  Ipeligro  á  facer  la  cava  que  habian 
comenzado  fuera  de  la  barrera.  Los  ohristianos  sa- 
llan algunas  veces  á  pelear  oon  los  moros  por  la 
escusar,  é  peleaban  con  las  lanzas  é  con  las  espadasi 
é  sufriendo  las  piedras  y  esquinas  que  tiraban  del 
muro,  arremetian  contra  los  moros,  é  mataban  é 
prendían  algunos  delloe.  Y  en  esta  manera  de  pe- 
lear contínaron  algunos  dias,  f  aAta  que  retrazieron 
álos  moros  é  les  fioieron  dexar  aquella  defensa  que 
comenzaron  A  facer,  y  escusaron  los  dafios  que  por 
aquellas  partes  fadan  en  los  ohristianos.  Ansimesmo 
pensaron  algunos  capitanes  tomar  por  combate  dos 
torres  del  arrabal,  que  eran  cercanas  al  muro  de  la 
dbdad  do  estaba  la  puerta  que  se  decía  de  Granada; 
é  los  moros  las  defendieron  de  tal  manera,  que  los 
christianos  dexaron  el  combate,  porque  conoscieron 
el  peligro  que  en  él  habla.  E  desde  otras  torres  bien 
cercanas  que  tenían,  las  guerreaban  todas  las  horas 
con  ballestas  y  espingardas,  de  tal  manera  que  los 
moros  las  desampararon,  pero  desde  otras  torres 
Cercanas  defendían  que  los  christianos  no  las  toma, 
sen.  T  en  esta  manera  aquellas  dos  torres  quedaron 
sin  nmparo,  porque  ni  los  ohristianos ,  ni  los  moros 
osaban  estar  en  ellas.  E  porque  si  se  pudieran  ga- 
nar, los  moros  por  aquella  parte  fueran  muy  retraí- 
dos é  se  sofioreaba  aquella  puerta  principal  de  la 
dbdad ;  el  tesorero  Ruy  López  con  algunos  criados 
del  Rey  é  de  la  Reyna  tomaron  á  las  combatir. 


A  DOÍfA  ISABEL.  467 

Oomo  los  moros  vieron  que  les  ponían  las  escalas, 
luego  subieron  en  las  torres  por  las  defender,  é  oon 
grandes  piedras  que  tiraron ,  derribaron  las  escalas 
con  los  que  en  ellas  estaban.  Los  christianos  toma- 
ron otra  vez  á  las  poner,  é  tirando  por  defuera  mu- 
chos tiros  de  ballestas  y  espingardas,  ovo  lugar  de 
subir  primero  en  una  de  las  torres  un  caballero  que 
se  llamaba  Pedro  de  Qñezana,  el  qual  pdeó  dentro 
en  la  torre  oon  los  moros  que  la  guardaban ;  é  dan- 
do é  recibiendo  f cridas,  fué  muerto  porque  ka 
christianos  no  podieron  subir  ale  socorrer.  Bsta 
combate  duró  por  espado  de  dos  horas,  é  algunos 
de  los  ohristianos  por  fuerza  de  armas  subieron  al 
muro,  é  peleando  lanzaron  de  las  torres  álos  moros 
que  las  def  endian.  Visto  por  los  moros  oomo  habian 
perdido  las  torres,  acorrieron  muchos  dellos  é  pu- 
siéronles fu^go,  é  tan  grande  fué  el  fumo  é  los  tiros 
que  les  tiraban  por  bazo  é  desde  las  otras  torres 
cercanas,  que  los  diristíanos  las  desampararon  por- 
que no  las  podieron  sostener.  En  estos  combates 
murieron  el  Oomendador  Juan  de  Viraes,  é  Alonso 
de  Santillan,  é  Diego  de  líazariegos,  é  otros  seis 
fijos-dalgo  de  la  oasa  del  Rey  é  déla  Reyna,  é  otros 
algunos.  B  al  fin  ni  los  ohristianos  ganaron  las  tor- 
res, ni  los  moros  las  podieron  tener,  é  fueron  des- 
amparadas por  los  unos  é  por  los  otros,  según  esta- 
ban primero. 

OAPÍTULO  X€. 

De  lu  eoiu  qss  ^utroa  iwtto  es  la  tibéad  át  HAItfi.       ' 

La  hambre  oresda  tanto  en  la  dbdad,  que  los 
mas  dias  algunos  moros  sallan  á  se  ofresoer  por  ea- 
davos  de  los  christianos,  eligiendo  de  su  voluntad 
el  captiverio,  por  sostener  la  vida.  Estos  declan 
que  ya  en  la  dbdad  eran  bien  pocos  los  que  podían 
haber  pan  de  cebada,  é  que  comían  cueros  de  va- 
cas coddos,  é  á  las  oriaturas  daban  fojas  de  parras 
picadas  é  cocidas  oon  aoeyte.  Dedan  ansimesmo, 
que  los  €h)meres  entraban  en  las  casas  é  tomaban 
por  fuerza  las  cosas  que  fallaban  de  oomer,  é  que- 
braban arcas,  é  derribaban  las  paredes  é  otros  luga- 
res donde  pensaban  fallar  pan  é  otros  manteni- 
mientos escondidos.  E  que  andaban  ya  tan  disolu- 
tos f adendo  tales  fuerzas,  que  los  moradores  de  la 
dbdad  estaban  atribulados  por  la  hambre  que  pa- 
descian  é  por  las  fuerzas  qne  reoebian ;  é  que  llora- 
ban la  hambre  de  dentro,  é  la  muerte  ó  el  oaptive- 
río  que  esperaban  de  fuera.  B  como  quier  qne  en 
la  dbdad  eran  muchos  los  muertos  é  feridos,  no 
consentían  los  capitanes  que  se  f  ablase  en  ningún 
trato  de  entregar  la  dbdad ;  porque  estaba  dentro 
un  moro  que  tenían  por  santo,  el  qual  les  oertifica- 
ba,  como  Dios  tenia  ordenado  que  saliesen  un  día  é 
diesen  en  el  real,  é  que  habian  de  haber  victoria 
cumplida  de  sus  enemigos,  é  gozarian  de  los  man- 
tenimientos que  estaban  en  el  real.  El  Rey  é  la 
Rejma  no  creían  que  la  hambre  de  los  moros  fuese 
tan  grande ,  pues  no  movían  fabla,  ni  querian  oir 
partido  de  entregar  la  oibdad,  é  continamente  sa- 
llan apalear  por  las  minas,  é  con  los  que  gnard%-. 


468  OBÓNIOAS  DB  LOS 

bui  1*8  flsUnsM  é  las  torra  del  arrabal.  Otrosí  es- 
caramusaban  por  la  mar  con  las  naos  de  la  flota ;  é 
un  día  movieron  una  esearamnwi  con  sns  albatozas 
armadas,  é  metiéronse  tanto  entre  los  navios  de  los 
christianos,  que  anegaron  oon  su  ariilleria  una  nao 
armada  del  Duque  de  Medinasidonia«  é  fioieron  re- 
traer los  otros  navios  pequefios  que  llegaban  á  la 
ctbdad«  T  en  estas  peleas  marinas,  los  moros  sallan 
arrebatadamente  oon  sus  navios»  é  f  acian  dafio  con 
los  muchos  tiros  de  pólvora  que  tiraban ,  é  luego 
prestamente  se  volvían  á  la  orilla,  donde  eran  defen- 
didos de  los  que  guardaban  los  muros  por  aquella 
parte  de  la  mar.  Después  de  pasados  algunos  días 
la  hambre  oresció  tanto  en  la  cibdad,  que  ninguno 
oomia  pan,  salvo  carne  de  bestias  é  cueros  de  yacas 
cocidos,  é  comian  lo  seco  de  las  palmas  molido,  de 
que  facían  pan.  Los  moros  oficiales  ó  mercaderes  é 
otras  gentes,  eligiendo  mas  el  captiverio  que  rece- 
laban que  la  hambre  que  padesoian,  pospuesto  el 
temor  de  los  Gomeros,  osaban  ya  fablar  á  los  capi- 
tanes é  á  las  otras  gentes  de  guerra,  amonestándo- 
les eon  Dios  que  entiegasen  la  cibdad  al  Bey  é  á 
la  Beyna.  B  juntáronse  con  un  alfaquf  que  se  lla^ 
maba  Abrahen  Alharis  otros  dos  moros  principales 
de  la  cibdad,  al  uno  llamaban  Amar-Beoamar,  é  al 
otro  Alidurdux,  con  otros  algunos  mercaderes  é 
ofioialep ;  ó  aquel  alfaquf  dize  al  capitán  Hamete 
Zelf :  «Bequirímoste  con  el  Dios  poderoso,  que  en- 

•  tregües  luego  la  ciudad  al  Bey  de  los  christianos, 
•pues  no  tenemos  otro  remedio  para  guardar  la 
ivida,  sino  perder  le  tierra.  B  tú  qae  eres  nuestro 
•capitán,  no  nos  seas  mas  duro  enemigo  matándo- 
•nos  de  hambre,  que  los  christianos  que  nos  matan 

•  con  fierro :  porque  esta  nuestra  porfia  mas  pares- 
•ce  buscar  la  muerte,  que  celar  la  libertad.  Mira 
•quántOB  de  nuestros  peleadores  ha  muerto  el  cu- 
•chillo,  no  quieras  tú  que  la  hambre  mate  á  loe  que 
•quedan,  é  á  nuestras  mugeres  ó  fijos  qae  gimiendo 
•demandan  pao,  é  nos  ponen  dolor ,  porque  no  los 
•podemos  remediar.  ¿  Son  por  ventura  mas  fuertes 
•los  muros  de  Málaga  que  los  muros  de  Bonda  ?  ó 
•sois  vosotros  mas  guerreros  que  los  caballeros  de 
•Loxa?  La  fortaleza  de  Bonda  ya  se  humilló,  é  la  ca- 
•balleriade  Loxa  no  pudo  resistir  el  poderio  destos 
•Principes  que  oon  gran  poderío  de  gentes  nos  tie- 

•  nen  tanto  tiempo  ha  cercados :  los  quales  ya  no 
•deben  pelear  oon  nosotros,  pues  nuestra  hambre 
•pelea  por  ellos.  Pero  si  os  sentís  aun  tan  valientes 
•para  os  defender,  salid  fuera,  ó  pelead  con  los 
•christianos,  ó  comeréis  los  que  peleando  quedáre- 

•  desTÍvos.  ¿Qaé  esperáis?  ¿Qué  es  vuestra  con- 
•fianza?  ¿Pensáis  que  podréis  comer  sino  peleáis 
•allá  faera  ó  podréis  pelear,  sino  coméis  acá  den- 
•tro?  ¿  O  oonsejaisnos  por  ventura  que  padezcamos 

•  la hambre  con  esperanza  de  algún  socorro?  Ta 
•no  hay  tiempo  de  esperanza:  ya  Qranada  perdió 

•  su  fuerza,  ya  Granada  no  tiene  caballeros,  notie- 

•  ne  rey,  perdió  sus  capitanes,  perdió  su  orgullo. 
•Por  Dios  no  perezcamos  con  esperanzas  vanas  que 
•nos  ponen  homes  sin  seso,  é  no  esperemos  de  ha- 
sber  consejo  para  quando  no  hay  tiempo  de  lo  ha- 


BBTBS  DB  CASTILLA. 

•bor.^  Betas  cosss  osaban  ya  decir  oomo  desespé^ 
radosde  la  vida,  porque  veían  la  perdición  de  la 
cibdad.  Pero  los  capitanes  moros  confiando  en  lo 
que  les  predicaba  aquel  moro  que  tenian  por  santo, 
no  querian  dar  oreja  á  ninguna  razón  con  esperan- 
za de  salir  fuera  á  pelear  con  la  gente  del  real,  el 
día  que  aquel  moro  gelo  dixese. 

CAPÍTULO  XCI. 
Cobo  m  gué  su  toirt  do  li  oiMai  do  Málofi  410  ottabt  Jólo 


Junto  con  la  barrera  déla  cibdad  de  Málaga  ha- 
bía una  puente  con  quatro  arcos ,  y  en  el  muro  de 
la  barrera  donde  se  principiaba  esta  puente  habia 
una  torre,  y  en  el  cabo  de  parte  defuera  habia  otra. 
Bstas  dos  torres  eran  grandes  é  muy  fuertes.  El 
Bey,  visto  que  si  aquellas  dos  torres  se  tomasen,  la 
cibdad  con  menor  peligro  se  podría  combatir,  man- 
dó á  Francisco  Bamirez  de  Madrid,  capitán  del  ar- 
tillería, que  con  la  gente  é  oficiales  de  su  capitanía 
combatiese  aquellas  dos  torres.  Aquél  Francisco 
Bamirez,  oomp lleudo  el  mandamiento  del  Bey,  fizo 
traer  mantas  é  los  tiros  de  pólvora  necesaríos  para 
el  combate.  B  porqoe  la  gente  no  podía  llegar  sin 
gran  peligro,  fizo  una  mina  que  llegaba  fasta  el  oi- 
miento de  la  torre  primera,  é  fizo  cayar  fasta  que 
llegó  á  lo  hueco  de  la  torre,  é  allí  puso  un  cortago 
la  boca  arriba,  é  armáronlo  para  que  tírase  al  sue- 
lo de  la  torre,  sobre  el  qual  estaban  los  moros  que 
la  defendían.  B  por  la  parte  de  fuera  faciendo  ba- 
luartes de  paso  en  paso,  para  que  la  gente  se  defen- 
diese, ganó  tierra  fasta  llegar  bien  cerca  de  la  tor- 
re, é  allí  puso  algunos  tiros  de  pólyora,  é  comenzó 
á  combatir  la  torre. 

Los  moros  que  estaban  endma  defendíanse,  é  fe- 
rian á  algunos  christianos,  é  desta  manera'  duró 
aquel  combate  quatro  días,  que  todas  las  horas  ti- 
raban de  la  una  parte  á  la  otra  tiros  de  pólvora  é  do 
saetas.  Un  día  los  christianos  llegaron  las  escalas  é 
Iss  mantas  é  otros  pertrechos  para  subir  á  la  torre; 
y  estando  la  gente  en  la  furia  del  combate ,  los  ar- 
tilleros pusieron  fuego  al  cortago  que  estaba  arma- 
do debaxo  del  suelo  de  la  torre,  é  con  el  tiro  que 
fizo  derribó  gran  parte  del  suelo  do  estaban  los  mo- 
ros que  la  defendían,  é  cayeron  quatro  dallos.  Quan- 
do loe  otros  vieron  que  no  podían  andar  libremente 
sobre  el  suelo  para  defender  la  torre,  luego  la  des- 
ampararon, é  se  pasaron  á  defender  la  otra  torre 
que  estaba  fundada  al  otro  cabo  de  la  puente  sobre 
la  barrera  de  la  cibdad.  Los  christianos  subieron  á 
aquella  torre,  é  apoderados  della  tiraban  tiros  de 
piedras  é  de  saetas  y  espingardas  á  los  moros  que 
guardaban  la  otra  torre,  é  los  moros  á  ellos.  B  por 
baxo  en  medio  de  la  puente,  ni  los  unos  ni  los  otros 
osaban  estar,  porque  la  pelea  en  aquella  puente  era 
peligrosa.  Los  christianos,  viendo  que  se  podía  com- 
batir la  otra  torre,  comenzaron  á  facer  en  la  puente 
un  baluarte  con  propósito  de  ir  faciendo  defensas 
de  paso  en  paso,  fasta  llegar  á  la  otra  torre.  Los 
moros,  viendo  que  los  christianos  trabajaban  por  ga^ 


\ 


DON  FERNANDO 
nar  lá  puente,  tiraron  tantos  tiros  de  básanos  é  lom- 
bardasi  que  lo  resistieron  á  los  ohristianos;  é  pelea- 
ban continamente  lóennos  del  nn  oabo  de  la  paen- 
te  ó  los  otros  del  otro.  T  en  aqnellos  combates  mn- 
rieron  algunos  moros  principales  de  la  oibdad,  es- 
pecialmente murieron  dos  capitanes  que  se  llama- 
ban el  uno  CSdi  Mahomad  y  el  otro  Abdurrbamen. 
B  por  estos  capitanes  ficieron  los  moros  gran  sen- 
timiento, porque  eran  de  los  naturales,  é  de  loe  mas 
principales  de  la  oibdad,  éf  ué  canea  qne  se  ganase. 
Después  que  se  entregó  la  oibdad,  el  Rey,  conside- 
rando los  trabajos  é  grandes  fechos  de  armas  que 
aquel  Francisco  Ramiros  fizo  en  aquellos  combates, 
fallándole  diño  del  honor  de  la  caballería,  le  armó 
oaballero  en  aquella  torre  que  ganó  por  combate. 

CAPÍTULO  xai. 

Como  ulieroD  loi  noros  do  la  elbdid  i  pelear  eon  los  del  real. 

La  hambre  cresció  tanto  en  la  oibdad,  que  ya  los 
moros  que  la  defendían  no  la  podían  sofrir.  B  aquel 
moro  que  tenían  por  santo  hs  dixo  qne  saliesen  á 
pelear  con  los  del  real,  é  que  Dios  les  daría  victoria,  é 
yenganza  de  sus  enemigos ;  é  amonestóles  que  guar- 
dasen de  pararse  al  despojo,  salvo  que  peleasen  como 
Taronesesf oreados,  é  cada  uno  fuese  adelante  ma- 
tando ohristianos,  é  que  no  perdonasen  la  vida  á  nin- 
guno de  quantoe  topasen.  Otrosí  amonestólee  que  se 
perdonasen  las  injurias  unos  á  otros,  é  que  la  cari- 
dad que  OYÍese  entre  elloe  loe  f  aria  vencedores. 

Los  moros,  por  el  consejo  de  aquel  moro  santo, 
salieron  un  dia  por  la  mafiana  fasta  ciento  de  ca- 
ballo é  quatro  bataUas  de  moros  á  pié,  é  tirando 
muchas  saetas  y  espingardas ,  vinieron  con  grand 
ímpetu  á  dar  en  dos  eetanzas  que  guardaban  el 
Maestre  de  Santiago  y  el  Maestre  de  Alcántara.  B 
como  los  ohristianos  fueron  súbitamente  salteados, 
no  pudieron  tan  presto  resistir  á  los  moros,  é  ovíe- 
ron  lugar  de  matar  é  ferir  algunos  de  los  que  las 
guardaban.  B  luego  acudió  á  un  portillo  del  Maes- 
tre de  Santiago  Don  Pedro  Pnortooarrero,  ScKor  de 
Mogner,  é  Don  Alonso  Pacheco,  su  hermano,  con 
BUS  gentes,  é  defendieron  aquel  portillo  peleando 
con  los  moros  por  espacio  de  media  hora,  de  ma- 
nera que  les  resistieron  la  entrada  por  aquella  par- 
te. Por  la  estanza  del  Maestre  de  Alcántara  acorrió 
á  otro  portillo  un  caballero  de  su  casa ,  que  se  lla- 
maba Lorenzo  Suarez  de  Mendoza,  con  algunos  su- 
yos, é  peleó  é  defendió  la  entrada  álos  moros,  fasta 
que  acudieron  muchas  gentes  de  las  unas  partes  é 
de  las  otras,  é  pelearon  con  los  moros,  é  matando  é 
firiendo  en  ellos,  los  retraxieron  á  la  oibdad.  Bn  es- 
ta pelea  fueron  f eridos  ó  muertos  muchos  moros,  é 
algunos  eran  los  mas  principales.  T  el  dolor  qne  se 
ovo  en  la  oibdad  de  aquel  vencimiento,  é  los  llantos 
de  los  homes  é  de  las  mugeres  que  f  adán  por  los 
muertos  é  por  los  f eridos  fué  tanto  grande,  que 
aquel  capitán  principal  no  osó  estar  en  la  dbdad,  é 
se  retraxo  al  Alcazaba,  é  dixo  á  los  moros  que  ñcie- 
sen  partido  de  entregar  la  cibdad  oon  todas  sus  for- 
talezas al  Rey  é  á  la  Reyna. 


A  doETa  ibabhl; 


4«9 


CAPÍTULO  XdlL 


Gotto  aalieran  dertos  non»  do  MiUfa  i  doBaadar  fartldo  al  Ra^ 
é  á  la  Royaa  para  enlrefar  la  eibdad. 

Los  más  de  :los  capitanes  moros  (Comeres  eran 
muertoe  é  f eridos ;  é  aquel  capitán  prindpal  Héme- 
te Zelí,  según  habemos  dicho,  se  retraxo  á  la  forta- 
leza. B  los  moros  de  la  cibdad  constrefiidos  por  U 
hambre  que  padesdan,  demandaron  seguro  para 
ciertos  moros  que  querian  embiar  á  dar  forma  sobre 
la  entrega  de  la  oibdad.  Bl  Rey  ó  la  Reyna  gelo 
mandaron  dar,  é  vinieron  ante  ellos  el  alfaquí  é  loe 
otros  dos  moros  que  habemoe  dicho  que  se  llamaba 
d  uno  Alidurdux,  y  d  otro  Amar-Benamar,  é  otros 
tres  de  los  principales,  los  qualee  demandaron  al 
Rey  é  á  la  Reyna  que  les  dieee  seguridad  para  sus 
personas  é  bienes,  é  que  ellos  entregarian  la  cibdad 
oon  todas  sus  fuersas,  quedando  eUos  en  sus  casas 
por  mudéxares ,  ñervos  dd  Rey  é  de  la  Reyna. 
Otrod  que  lee  dieeen  la  viUa  de  Odn  para  algunos 
moros  que  la  querian  poblar;  é  que  d  algunos  qui- 
siesen dexar  aquella  tierra,  é  ir  á  las  partes  de  Áfri- 
ca, ó  á  otros  lugares  de  Bepafia,  les  mandasen  dar 
eeguro  para  lo  facer,  según  habían  fecho  á  los  de 
Velezmálaga  é  de  las  otras  oíbdades  que  hablan 
oonquistado ,  é  que  les  suplicaban  que  no  menos- 
predasen  la  snbjecíon  de  tantas  gentes  oomo  geles 
ofresoian  por  subditos* 

Bl  Rey  é  la  Reyna,  vista  esta  demanda,  cometie- 
ron la  respuesta  al  Comendador  mayor  de  León.  Bl 
qoal  por  su  mandado  les  respondió  que  d  al  prind- 
pio  entregaran  la  cibdad  según  fideron  los  de  Ve- 
lezmálaga é  de  las  otras  dbdades,  ellos  les  dieran 
el  seguro  que  á  los  otros  dieron.  Pero  que  después 
de  tantos  días  pasados  é  tantos  trabajos  habidos, 
venidos  en  el  estado  en  que  en  pertinacia  los  había' 
puesto,  mas  estaban  en  tiempo  de  dar  que  de  deman- 
dar ni  de  escoger  partidos.  B  que  no  les  darían  d 
BOgruro  que  demandaban ,  porque  bien  eabian  dios 
que  los  vencidos  deben  ser  subjetos  á  las  leyes  que 
los  vencedores  quimeren.  B  que  pues  la  hambre  ó 
no  la  voluntad  les  facía  entregar  la  dbdad,  que  so 
defendiesen,  ó  remitiesen  á  lo  que  d  Rey  é  la  Rey- 
na dispusiesen  ddlos ;  conviene  á  saber,  los  que  á 
la  muerte,  á  la  muerte,  é  los  que  al  oaptiverio,  al 
oaptiverio.  Los  moros  volvieron  á  la  cibdad,  é  como 
notificaron  á  los  vecinos  della  esta  respuesta,  dn- 
tiéndola  por  muy  grave,  -reepondieron  qne  ellos  da- 
rian  la  dbdad  al  Rey  é  á  la  Reyna  con  todas  sus 
fortalezas,  é  con  todos  los  bienes  que  en  ella  había. 
Pero  que  si  no  les  daban  seguro  para  libertad  do 
sos  personas,  ellos  colgarían  de  las  almenas  de  la 
oibdad  fasta  quinientos  homes  é  mugeres  ohristíanos 
que  tenían  captivos,  é  puestos  los  viejos  é  mugeres' 
é  níftos  en  d  alcazaba,  pomían  fuego  á  la  dbdad,  é 
saldrian  todos  á  morir  matando  ohristianos ,  por^ 
qne  al  fin  el  Rey  é  la  Reyna  oviesen  la  victoria  san- 
grienta; de  td  manera  que  d  fecho  de  la  dbdad 
de  Málaga  fuese  nombrado  á  todos  los  vívienteS|  y 
en  todas  las  edades  que  d  mundo  durase» 


«70 


0BÓNIGA8  DB  LOS  B8TBS  DB  GAffnUiA. 


Ouáiido  él  Bay  ajó  U  reipa«iU  de  loa  monM^ 
maiáSIm  ádeoir  qoe  no  bábrimn  dól  otro  tegnrOy  md- 
▼o  aquel  que  fuete  en  eiiTolontAd  de  lee  dar,  oomo 
•1  prinoipio  lee  fué  leepondido ;  i  qne  faeaen  oier- 
tooi  que  ai  aole  un  oaptívo  ohriatiano  mataaeiii  aolo 
un  moro  no  quedarin  yíto  en  la  oibdad  de  MÁega, 
qoe  todoe  peaarian  por  el  ooohUlo. 

Loe  moroe  eatában  en  gran  tnrbadon,  porque  al- 
funoe  quiaieran  iaoer  algnnn  gran  faáaftai  en  la 
qnal  elogian  morir  antea  que  Tor  oaptivoa  á  ai  é  á 
eue  fijoaé  mugerea  é  propinooa  en  poder  de  ohria- 
•tianoa.  Otroe  habia,  que  oon  alguna  eqieranza  de 
reparo  quehay  enú  TÍda,  refnaaban  la  mnertOi  que 
natoraimente  ae  fnye.  Al  fin,  todoe  aoordaron  de 
embiar  al  Bey  é  á  la  Beyna  oatoroe  hornea  de  oa- 
loroe  quadrillaa  de  gentea  que  habia  en  le  oibdad, 
para  aaber  en  final  intenolon.  Oon  loe  qualee  lee 
embiaron  una  oarta  que  deoia  en  eata  manera : 

lAlabado  Dioe  poderoao.  A  nueatroa  aefioree,  á 
anueetiVM  Bojee  el  Boj  é  la  Bejna,  mayorea  que 
aiodoe  loe  reyee  é  todoe  loe  piínoipee,  enaálceoe 
nDioe,  enoomiándenae  en  la  grandeía  de  Tueatro 
leatado,  é  beean  la  tierra  debazo  de  vueetroe  piee, 
1  Tueatroe  aerridorea  y  eeclaToa  loa  de  Málaga  gran- 
idee  é  pequefioe :  remédieloa  Diea,  ó  deapnea  deato 
lenaáloeoa  Dioe.  Vueetroe  aerridoree  auplioan  á 
iTueetro  eatado  real,  que  loe  remedie  oomo  oonyie- 
ine  iaoer  á  Tueetra  grandesa,  habiendo  piedad  é 
•miaerioordia  delloa ,  aegnn  á  vueatro  real  eatado 
•oonTiene,  é  aegun  fideron  vueetroe  padrea  é  voea- 
¡Btroe  abueloa  loa  Beyea  grandea  é  poderoaoe.  Ta 
iihabiéia  aabido,  enaálceoe  Dioe,  oomo  Oórdoba  fué 
.Boeieada  gran  tiempo,  faata  que  ae  tomó  la  mitad 
^de  la  oibdad,  ó  quedaron  loa  moroe  en  la  otra  mi- 
Btad,  faata  que  acabaron  el  pan  qae  tenían,  é  fue- 
aron  mea  eatrechadoa  que  noeotroa.  Deapuea  aupli- 
Boaron  al  gran  Bey  Tueetro  abuelo,  é  rogáronle  que 
•loa  aaognraee,  é  aaegnrólee,  ó  recibió au  suplicación, 
•é  oyó  au  fabla,  perdóneloe  Dioe,  é  diólea  todo  lo  que 
atonian,  ana(  facienda  como  joyas,  é  ganó  la  loa  de 
igran  fama  faata  el  día  del  juicio.  B  analmeamo, 
anueetros  Beyes,  enaálceoe  Dioe,  aoaeadó  en  Alxeci- 
ara  algún  día,  y  en  Antequera  con  vuestro  abuelo 
sel  grande,  eaforaado  é  nombrado ,  el  Infante,  que 
sel  la  cercó  doe  meses  é  medio ,  y  entró  la  oibdad, 
aó  quedó  el  alcazaba  por  tomar  obra  de  aiete  días, 
afaata  que  ae  lea  acabó  el  agoa  que  bebían ;  y  ea- 

•  tonoea  le  auplicaron,  é  ae  echaron  á  au  favor,  ó 

•  demandaron  del  les  aaegurase,  para  que  saliesen, 
Bcomo  se  demanda  á  loa  príncipes  é  reyes  que  son 
i  oomo  vos.  B  sacóloe,  ó  fecha  au  auplicacion,  dió- 
alee  lo  auyo  é  aua  bienea  é  meroaduríaa,  ó  quedó  au 
afama  á  recontar  el  bien  que  fizo  faata  el  dia  del 
ajuicio ;  perdónelo  Dioe  ó  á  vosotros  ensálceos  Dios. 
•Nuestros  sefiores  Beyee ,  mas  honrados  que  todos 
•lof  royes  é  todos  los  principes ,  es  publicada  vuos- 
Btra  fama  é  vueatro  favor,  ha  parecido  vuestro  se- 
Bguro,  é  vuestra  honra,  ó  vueatra  piedad,  sobre 
alea  gentea  que  ae  dieron  antea  de  noeotroa ;  é  ha 
B  ido  vueatra  fama  á  recontar  vuestro  aeguro  aquén- 
ade  é  allende  entro  los  ohristianoa  y  entre  los  mo- 


aroa^  E  noeotroe  vueetroe  aervidoree  y  eaolavoa  Uen 
Boonoeoemoe  nueatro  yerro,  é  noe  ponemoa  en  vuee- 
Btraa  manoe,  y  eohamoe  nueatraa  peraónaa  á  la 
Bvueetm  meroed;  é  auplioamoe  de  voa  noe  esegu- 
areia,  remedíela  á  honrar  nueatraa  penonaa,  ó  noe 
Botorgueia  eato,  oomo  perteneeoe  á  Vueetrae  Altana. 
bB  todoe  venimoe  bien  en  que  la  oibdad,  oon  todo 
alo  que  hay  en  ella,  quede  para  Vueetrae  Altesaa;  é 
Boon  eato  pareecerá  el  aeguro  é  U  honra  que  eetá 
Boon  loe  aefioree  del  poder,  é  noeotroa  eetamoa  od- 
Bgadoa  de  vueatro  favor,  é  noe  metemoa  ao  vueetro 
•amparo ;  faced  oomo  conviene  á  vueetra  grandeaa 

•  oon  vueetroe  aervidfMrae,  é  Dioe  poderoso  ponga  en 
Bvueetra  voluntad  que  fagaía  bien  á  vueetroe  eier- 
B  voe,  puea  voa  enaalaó  Dioe,  é  aoia  mayoree  aefioree 

•  é  loe  prfndpee;  é  no  plega  á  Dioe  que  fágala  con 
•noeotroe  aino  lo  que  conviene  á  vueetra  grandeza 
•de  toda  honra  é  de  toda  virtud.  Eato  ee  lo  que  au- 
•plican  é  piden  vueetroe  aiervoe,  y  en  manee  de 
•Vueetrae  Altesaa  noe  ponemoe,  é  Dioe  poderoeo  é 
•alto  aoreeoiente  el  eneakamiento  y  eatado  de  Vuea- 
•trae  Altezaa.»  ^ 

Sabido  por  algonoe  de  la  hneate  el  efecto  deeta 
oarta,  quiaieran  indinar  al  Bey  é  á  la  Beyna,  para 
que  mandaaen  que  todoe  loa  morca  foeeen  pueetoe 
á  cuchillo,  por  laa  mnertee  é  f  eridaa  que  habían 
fecho  en  loa  chriatianoe.  B  dedan  que  puea  la  oon- 
quiatano  era  acabada,  é  quedaban  aun  por  tomar 
algunaa  grandee  oibdadee  6  f  ortalezaa  de  aquél  Bey- 
no,  que  doblan  facer  en  loe  moroa  de  Málaga  tal 
caatigo,  que  fueee  exemplo  para  laa  otraa  dbdadee, 
que  no  tovieeen  oeadia  de  f  aoer  loe  melea,  ni  durar 
en  la  rebdion  que  loe  de  aqudla  oibdad  duraron.  B 
porque  la  Beyna  no  daba  lugar  á  ninguna  crueldad, 
d  Bey  respondió  á  loe  moroe  una  carta ,  que  deda 
en  eata  manera. 

eELBar:  Al  Ooncejo,  é  viojoe,  é  vednoe  ó  mora- 
•doroa  de  la  dbdad  de  Málaga.  Vi  vueetra  carta,  por 
•la  qual  me  embiaatea  á  facer  aaber  que  quereie 

•  entregar  eata  oibdad  con  todo  lo  que  en  ella  eatá, 

•  é  que  voe  dexe  ir  vuestras  personaa  libree  do  qui- 
•déredee.  Si  eata  auplicadon  fldéradea  al  tiempo 
•que  voe  embió  á  requerir  (1)  deede  Vdeemálaga, 
•ó  luego  después  que  aquí  aaenté  mi  real,  pareede- 
•ra  que  con  voluntad  de  mi  aervicio  vos  movíadoa 
ȇ  dio,  y  estonces  oviera  placer  de  lo  facer.  Pero 

•  viato  que  habéis  eeperado  fasta  lo  postrimero  de 
•lo  que  os  podds  detener,  á  mi  servicio  no  cumple 
•de  vos  recebir  de  otra  manera,  aalvo  dándooa  á 

•  mi  merced,  como  determinadamente  voa  lo  embió 
•á  decir  con  vueetros  mensageros.  T  este  es  menor 

•  inconviniente  para  voactros,  que  no  haber  de  ea- 

•  perar  mas,  según  el  estado  en  que  eetaia.a  Qnan- 
do  loa  moros  de  la  dbdad  vieron  esta  carta;  ó  sus 
mensageros  les  declararon  la  voluntad  dd  Bey, 
fueron  puestos  on  gran  turbación,  ó  habia  ontre 
elloa  diveraoa  votoa,  unos  indinadoa  á  oruddad 
para  matar  loa  captivos  ohristianos,  é  quemar  la  db- 

(1)  Ot  méié  é  refuerir.  Bl  MS.  de  Nivi  aSide:  CM  Puk§r  étí 
SéUar,  Pireee  tonudo  do  alfaní  nou  Morfiatl. 


DON  FBBNANDO 
^  Sad é  ponenM  ala  muerte ;  otroa  oon esperanza  de 
yida  se  querían  ofreaoer  á  lo  qae  el  B^  delloa  qni- 
dese  facer.  Al  fin  como  el  entendimiento  fatigado 
con  el  mal  ae  consaela  coneeperansa  de  algnn  bien, 
recelando  que  si  crueldad  cometiesen,  aquella  seria 
causa  de  otra  mayor  que  contra  ellos  se  exeoutase, 
tomaron  á  amblar  sus  mensageros  al  Bey  é  á  la 
Beyna,  los  quales  dixeron,  que  pues  aquella  era  su 
determinada  voluntad ,  embiasen  á  tomar  la  cibdad 
con  sus  fortalezas ,  é  que  todos  quantos  habia  en 
ella  se  ponían  en  la  misericordia  de  su  corasen. 
Pero  que  les  suplicaban  que  su  ira  no  se  estendiese 
también  contra  el  inocente  como  contra  el  rebelde; 
é  que  OTiesen  consideración,  que  ellos  é  otros  de  la 
cibdad  procuraron  que  les  fuese  entregada  en  los 
primeros  dlaa,  é  o  vieron  por  ello  algunos  tormen- 
tos é  peligros  de'muerte.  El  Bey  é  la  Beyna,  habida 
información  de  los  que  querían  é  no  pudieron  dar 
la  cibdad,  mandaron  que  fuesen  seguros  ellos  é  sus 
bienes  con  todas  sus  cosas.  E  mandáronles  que  tra* 
siseen  veinte  homes  de  los  principales  de  la  cibdad, 
é  que  estoviesen  presos  por  seguridad  de  los  que  la 
fuesen  á  recebir,  fasta  que  fuesen  apoderados  de 
olla.  B  luego  como  fueron  traídos,  mandaron  al  Oo* 
mandador  mayor  de  León  que  entrase  oon  gente  en 
la  cibdad,  é  se  apoderasen  della  é  de  todas  sus  forta- 
lezas. E  luego  el  Oomendador  mayor  entró  primero 
en  la  dbdad  armado  encima  de  un  caballo,  é  des- 
pués entraron  oon  él  algunos  de  sus  criados  é  otros 
caballeros  é  capitanes  del  Bey  é  de  la  Beyna,  é  apo- 
deróse de  toda  ella.  B  puso  en  una  de  las  principa- 
les torres  del  alcazaba  el  pendón  de  la  cruz,  é  otro 
pendón  del  Apóstol  Sanctiago,  y  el  estandarte  real 
con  las  armas  del  Bey  é  de  la  Beyna.  T  encomendó 
la  guarda  de  laa  torres  é  puertas  é  fortalezas  de  la 
cibdad  á  Don  Alvaro  de  Bazan,  ó  á  Buy  Diaz  de 
Mendoza,  é  á  Don  Pero  Sarmiento,  éá  Pero  Méndez 
de  Sotomayor,  é  á  Don  Enrique  de  Guzman,  é  á  Don 
Luis  de  Acufia,  é  á  Juan  Enriquez,  é  á  Juan  Cabre- 
ro, é  á  Alonso  Osorio,  é  á  Pero  Vaca ,  é  al  Mariscal 
Juan  de  Benavides,  é  al  Mariscal  Alonso  de  Valen- 
cia, é  á  Don  Alonso  de  Silva,  é  á  Don  Pedro  de  Sil- 
va, su  hermano,  é  á  Don  Bemardino  de  Quifiones, 
é  al  (jk>hemador  Juan  de  Cárdenas,  é  á  Juan  Velaz- 
quez  de  OuóUar,  é  á  Antonio  de  Luzon,  ó  á  Furtado 
de  Luna,  é  á  Alonso  Enriques,  ó  á  Gerónimo  de 
Valdivieac,  é  á  Bodrigo  de  Cárdenas,  é  á  Don  Gar- 
oia  Enriques,  ó  á  Antonio  de  Córdoba,  é  á  Juan  Za- 
pata, é  á  Lope  Alvarez  de  Osorio,  ó  á  Don  Juan 
Manrique,  é  á  Juan  de  Leyva,  é  al  Oomendador 
Buy  Diaz  Maldonado,é  á  Mesen  Gralla,  é  á  Juan  de 
Hinestrosa,  é  á  Luis  de  Cárdenas,  é  á  Diego  Mufiiz, 
é  á  Gk»doy ,  ó  á  Martin  de  Ortega,  caballeros  fijos- 
dalgo  de  la  casa  del  Bey  é  de  la  Beyna.  Bepartidos 
todos  estos  cada  uno  oon  sus  gentes  en  las  torres  ó 
fuerzas  principales  de  la  cibdad,  después  que  fué 
entregada,  é  los  christianos  fueron  della  apodera- 
dos, el  Bey  é  la  Beyna  mandaron  tomar  todas  las 
armas  é  artilleria,  é  mandaron  que  todos  los  moros 
é  moras  de  la  cibdad  saliesen  de  sus  casas,  y  entra- 
sen en  dos  grandes  corrales  que  sou  en  el  idoazaba, 


É  DOlf  A  ISABEL.  471 

bazo  de  dertas  torres,  de  las  quales  estaban  apo- 
derados los  christianos.  E  mandaron  luego '  poner 
en  fierros  al  capitán  prindpal  que  se  llamaba  Hé- 
mete ZelL  Preguntado  aquel  capitán  que  le  movió 
á  tanta  rebelión,  pues  veia  traer  dafio  á  él  é  á  todos 
los  moros  de  Málaga,  respondió,  que  él  habia  tomA- 
I  do  aquel  cargo  oon  obligación  de  morir  ó  ser  preso 
defendiendo  su  ley,  é  la  dbdad,  é  la  honra  del  que 
gda  entregó ;  é  que  si  fallara  ayudadorea,  qnidera 
mas  morir  peleando  que  ser  preso  no  defendiendo 
la  dbdad. 

Los  moros  é  moras  que  desampararon  sus  caaes, 
esperando  la  muerte  ó  el  captiverio  en  las  agenas, 
andando  por  las  calles,  tordan  sos  manos,  é  alzan- 
do  sus  ojos  al  ddo  dedan :  c|0  Málaga,  dbdad 
«nombrada  é  muy  fermosa,  como  te  desamparan 
9  tus  naturalea !  ¿púdolos  tu  tierra  criar  en  la  vid% 
a é  no  los  pudo  cobijar  en  la  muerte?  ¿Do  está  Ift 
9  fortaleza  de  tua  castillos?  ¿Do  está  la  f ermosura 
9 de  tus  torres?  No  pudo  la  grandeza  de  tus  muros 
9.  defender  sus  moradores,  porque  tienen  ayrado  su 
9 criador.  ¿Que  farán  tus  viejos  é  tos  matronaa? 
9 ¿Que  farán  las  doncellas  criadas  en  seftorio  delioa- 

>  do,  cuando  se  vieren  en  dura  servidumbre?  ¿Po- 
9drán  por  ventura  les  ohristianos  tus  enemigos  ar- 

>  ranear  loa  nifios  de  los  brazos  de  sus  madres,  apar- 
9  tar  los  fijos  de  sus  padres,  los  maridos  de  sus  mu- 
»geres,  sin  que  derramen  lágrimas?  9  Jfiítas  pa- 
labras é  otras  semejantea  dedan  oon  d  dolor  que 
sentían  en  ver  como  perdían  su  tierra  é  su  libertad. 
Después  que  la  dbdad  fué  entregada,  d  Bey  man- 
dó acafiaverear  doce  christíanos  que  se  tomaron 
dentro  en  la  dbdad,  les  que  se  pasaren  á  los  moros^ 
é  los  informaban  de  laa  cosas  del  real,  é  los  esfor- 
zaban para  que  no  entregasen  la  dbdad.  Estas  cosas 
pasadas,  el  Bey  é  la  Beyna  no  quideron  entrar  la 
dbdad  fasta  que  fuese  limpia  de  los  malos  olores 
de  les  cuerpos  muertos  que  en  ella  habia,  é  f  aata 
que  la  mezquita  mayor  fuese  consagrada,  para  que 
eUos  fuesen  primeramente  á  ella  á  facer  oración,  ó 
á  dar  gradas  á  Dios,  porque  procurando  el  ensal- 
zamiento de  su  sancta  fe,  lea  habia  dado  la  victo- 
ria. E  mandó  asentar  cerca  de  la  cibdad  una  tíenda 
é  poner  en  ella  un  altar.  T  dios  presentes  salieron 
de  la  cibdad  con  una  cruz  fasta  quinientos  captivos 
homes  é  mugares  en  proceden,  dando  graciaa  á 
Dios,  é  al  Bey  é  á  la  Beyna,  porque  les  hablan  li« 
brado  del  duro  captiverio  en  que  estaban.  E  luego 
les  mandaron  quitar  los  fierros,  é  proveer  de  vesti- 
duras é  de  las  otras  cosaa  que  ovieron  menester 
para  ir  á  sus  tierras. 

Tomada  la  dbdad  de  Málaga ,  luego  d  Bey  é  U 
Bejma  embiaron  un  capitán  que  se  llamaba  Pedro 
de  Vera  con  cierta  gente  de  caballo  é  de  pié,  é  oon 
algunos  tiros  de  lombardas  á  dos  villas  cercanas  de 
la  mar;  la  una  se  deda  Mijas,  éla  otra  Osuna,  que 
estaban  con  k  cibdad  de  Málaga  en  una  conserva, 
é  de  oontino  fadan  guerra  á  las  gentea  qiM  iban  é 
venían  al  real ,  é  mandáronlas  combatir,  é  penar  á 
cochillo  á  todos  los  que  en  días  fallasen,  ri  luego 
no  se  rindieseoí  sogiíh  hablan  fecho  loa  de  Málaga» 


472 

Lm  de  aqaellM  yüIm,  TÍ«Uk  amonestación  qne  les 
.  faé  fecha,  é  que  loe  de  Halaga  ae  hablan  rendido^ 
recelando  k  mneriei  se  ofreeoieron  al  capÜTerio,  é 
luego  faeron  tomados  étraidoe  á  los  corrales  donde 
esUban  los  de  la  dbdad  de  Málaga. 


0BÓNIQA8  DB  LOS  B1S7E8  DB  CASTILLA. 


CAPÍTULO  XOIV, 

Gmo  ff  nptrtf «roa  lot  botm  4t  Málip,  é  mbo  al  R«y  I  la 
Rejaa  tairaroa  ea  la  atbdi4. 

Como  la  dbdad  de  Málaga  faé  limpia,  Inego  en- 
traron en  ella  Don  Femando  deTalaTera,  Obispo 
.  de  AviUy  é  Don  Pedro  de  Prezamo,  Obispo  de  Ba- 
dajos, é  Don  García  de  Valdiyieso,  Obispo  de  León, 
con  todos  los  capellanes  é  cantores  del  Rey  é  de  la 
Beyna,  é  fueron  en  una  solemne  procesión  á  la  mes- 
qaita  mayor ;  é  fechos  en  ella  los  actos  que  se  re- 
querían para  la  consagrar,  intituláronla  Sancta  Ma- 
fia de  la  Encamación. 

Fecho  aquel  santo  acto,  el  Bey  é  la  Bejma,  é  con 
ellos  el  CÜrdeoal  de  Bqiafta,  aoempafiados  de  los 
sefiores  é  caballeree  que  estaban  en  el  real,  entra- 
ron en  la  cibdad,  é  fueron  á  aquella  Iglesia  en  pro- 
oesion,  é  oyeron  una  misa  con  gran  solemnidad.  E 
porque  la  nobleza  de  aquella  cibdad  requería  que 
su  Iglesia  fuese  Catedral ,  el  Ctardenal  de  Espafia 
oon  consejo  de  aquellos  perlados  dio  4rden  en  la 
cantidad  é  calidaíl  de  las  dignidades,  é  calong^as, 
é  raciones,  é  capellanías  que  dobia  haber,  para  que 
el  culto  diyino  fuese  en  ella  celebrado  como  con- 
Tenia  al  senricie  de  Dios.  B  fué  ordenado  que  las 
eibdades  de  Ronda,  é  Velesmálaga,  é  las  Tillas  de 
Alora,  ó  Cártama,  é  Casarabonela,  é  Coin,  con  to- 
das las  Tillas  é  aldeas  que  son  en  la  serranía  de  Ron- 
da y  eu  la  Algarbia  y  en  la  Axarquia,  fuesen  subje- 
tos  á  la  diócesi  de  Málaga.  B  porque  un  su  limos- 
nero llamado  Don  Pedro  de  Toledo,  Canónigo  de 
la  Iglesia  de  8eTÍlla  era  home  de  vida  honesta,  é 
buen  edesiástico,  instraoto  en  las  letras  sacras,  el 
Bey  é  la  Beyna  suplicaron  al  Papa  Inocencio',  que 
estonces  tenia  el  Pontifioado  en  Roma,  que  proTO- 
yese  de  la  perlada  de  aquella  Iglesia  á  este  Don 
Pedro.  Y  el  Papa  á  su  suplicación  le  proTcyó  de 
aquel  Obispado,  ¿  confirmó  las  dignidades  é  calón- 
gias  é  raciones  é  capellanías  ó  toda  la  orden  que  el 
Cardenal  de  Espafia  oon  los  otros  Obispos  institu- 
yeron en  aquella  Iglesia  Catedral ,  y  en  todas  las 
otras  Iglesias  que  se  fundaron  en  la  cibdad.  La  qual 
se  entregó  al  Rey  Don  Femando  é  á  la  Reyna  Dofia 
Isabel  su  muger,  á  dies  é  ocho  dias  del  mes  de  Agos- 
to, andados  del  nascimiento  de  nuestro  Redemp- 
tor  mil  quatrocientos  é  ochenta  é  siete  afios.  Falla- 
mos por  las  historías  antiguas  que  fué  poseída  por 
los  moros  sietecientos  é  setenta  afios,  desde  el  día 
que  la  ganaron  fasta  este  dia  que  la  perdieron. 

El  Rey  é  la  Reyna  mandaron  repartir  los  moros 
que  allí  se  tomaron  en  tres  partes ,  la  una  la  ofres- 
eieron  por  amor  de  Dios  para  redempcion  de  los 
oaptiTos  que  estaban  en  tierra  de  moros  en  las  par- 
tes de  AfrícSi  E  para  lo  poner  en  obra  mandaron 
é  todos  los  que  tenían  sus  fijos  ó  debdos  captÍTOs  en 


aquellas  partes,  que  los  fidésen  esorebir  en  una  copia, 
para  que  fuesen  rescatados.  La  otra  segunda  parte 
mandaron  repartir  por  todos  los  caballeros,  é  por 
loe  de  su  consejo,  é  por  los  capitanes,  é  otros  fijos- 
dalgo,  é  oficiales,  é  otras  personas  Outellanos,  é 
Aragoneses,  é  Valendanoe,  é  Portogneees,  é  por 
todas  las  nadones  que  Tinieron  á  aqndla  guerra, 
habiendo  respeto  á  las  personas  é  á  los  serridos  que 
cada  uno  fizo.  La  otra  tercera  parte  tomaron  para  al- 
guna ayuda  de  los  grandes  gastos  qne  se  fioieron  en 
el  tiempo  que  duró  aquel  cerco.  B  primeramente 
embiaron  al  Papa  den  moros  de  aquellos  (lomeres, 
y  embiaron  á  la  Reyna  de  Ñápeles  dnqfienta  mozas 
doncellas,  y  embiaron  á  la  Reyna  de  Portogal 
otras  treinta  doncdlas.  B  la  Reyna  fizo  merced,  é 
repartió  otra  gran  cantidad  de  moras  por  algunas 
dnefias  de  su  Reyno,  é  por  otras  que  oontinaban  en 
su  palacio. 

Otrod  OTieron  algunos  dias  plática  oon  d  Carde- 
nal de  Espafia,  é  oon  los  otros  caballeros  é  dotores 
de  su  consejo,  sobre  las  leyes  é  fueros  que  se  debían 
dar  á  la  cibdad  de  Málaga,  é  sobre  la  forma  que  á 
los  principios  se  habla  de  tener,  para  que  fuese  po- 
blada é  conserTada  en  buenos  fueros  é  costumbres. 
E  acordaron  de  le  facer  merced  de  las  Tillas  de  Cár- 
tama é  Cazarabonela,  é  Coin,  é  de  todas  las  Tillas  é 
serranías  que  son  en  la  Azarquía  y  en  la  Algarbia, 
para  que  fuesen  tierra  é  jurisdicion  de  la  cibdad.  B 
pusieron  en  ella  por  Alcayde  á  Garci  Feraandes 
Manrique,  é  diéronle  cargo  de  la  guarda,  é  poder 
para  usar  de  su  justicia  en  día  y  en  todas  las  tier- 
ras que  le  adjudicaron.  Otrosí  criaron  en  ella  cier- 
to número  de  alcaldes  é  regidoree  é  jurados  y  escri- 
banos, que  toTÍesen  cargo  de  regir  é  administrar  la 
república.  Fideron  annmismo  merced  de  las  casas 
de  la  cibdad  á  muchas  personas  que  luego  Tinieron 
á  morar  en  ella ;  é  puderon  repartidores  para  que 
sellalasen  los  términos  entre  las  Tillas  é  lugares  é 
aldeas  que  le  dieron  por  tierra  é  jurisdidon.  E  dié- 
ronle fueros  é  leyes  en  que  TÍTÍesen,  según  enten- 
dieron que  complia  para  la  buena  eonserTsdon  de 
la  dbdad  é  sus  tierras. 

Fechas  é  constituidas  todas  estas  cosas,  partieron 
de  la  dbdad  de  Málaga  é  Tinieron  para  la  cibdad 
do  Córdoba,  donde  fueron  recobidos  por  el  Príncipe 
Don  Juan  su  fijo,  é  por  todos  los  caballeros  que 
quedaron  en  su  guarda,  é  por  el  Obispo  de  la  db- 
dad, en  una  solemne  procesión,  oon  la  qual  fneron 
fasta  la  Igleda  mayor,  é  ficieron  oración  ante  el 
altar  mayor,  é  recibieron  la  bendidon  dd  Perlado. 

CAPÍTULO  XCV.      . 

Sffaensa  las  cesas  qsa  pasaros  ea  el  aflo  da  aül  é  fiatrodestoa 
é  ochenta  é  ocho  aSos.  PriBieramaBta  da  laa  barauadadaa  é 
otros  eslalilcdaileatos  qae  se  Sderoa  ei  el  Reyno  da  Aragón. 

ProToidas  de  gentes  é  de  mantenimientoe  las  eib- 
dades, é  Tillas  é  castillos,  que  el  afio  pasado  de  mil 
é  quatrocientos  é  ochenta  é  siete  afios  d  Rey  é  la 
Beyna  ganaron  de  tierra  de  moros,  aoordaron  de 
partir  de  la  dbdad  de  Córdobi^  é  ir  á  la  cibdad  de  Zv 


DON  FERNANDO 

iTAgosa,  que  m  en  el  Beyno  de  Aragón.  E  mandaron 
llamar  los  Perlados,  é  OaballeroB  ó  Barones  é  Pro* 
onradorea  de  las  dbdades  é  villas  de  aqael  Beyno 
para  faoer  06rtes,  é  proveer  en  las  rentas  del  gene- 
ral, é  dar  orden  en  la  justicia,  la  qaal  no  se  exeon- 
taba  segnn  debía,  por  ana  costambre  antigua  que 
tenían  que  se  llamaba  firma  de  derecho ,  en  fueraa 
de  la  qnal  la  justicia  se  dilataba,  é  los  malfeohores 
no  hablan  la  punición  que  debian.  Porque  en  oo- 
metíendo  quaiquier  crimen ,  recorrían  á  la  justicia 
de  Aragón,  por  una  provisión  que  les  ¿aba,  que  se 
decía  manifestación,  la  qual  impedia  la  justicia 
real,  de  tal  manera  que  no  pedia  prender  ningún 
malfeohor.  B  si  oaso  fuese  que  lo  prendía,  tomába- 
lo de  poder  de  la  justicia  quaiquier  pariente  del 
criminoso  sin  pena  alguna.  E  por  esta  causa  nin- 
gún crimen  era  castigado,  é  los  malfochores  habían 
lugar  de  andar  esentos  sin  miedo  de  la  justicia. 

Habida  consideración  por  el  Rey  é  por  la  Royna 
del  inconviniente  grande  que  deste  uso  se  seguía  á 
la  ezecucíon  de  la  justicia,  necesaria  para  la  buena 
gobernación  de  los  reynos,  acordaron  de  lo  reme- 
diar. E  para  lo  mejor  facer,  comunicaron  su  volun- 
tad con  un  dotor  natural  de  la  cibdad  de  Zaragoza, 
que  se  llamaba  Micer  Alonso  de  la  Caballería,  Vi- 
oeohanoíUer  del  Reyno  de  Aragón,  porque  era  gran 
letrado,  é  heme  de  buena  prudencia,  é  muy  instruc- 
to  en  los  fueros  é  costumbres  de  aquel  reyno.  Oon 
el  qual ,  habido  su  consejo,  mandáronle  que  plati- 
case con  los  Perlados,  é  Caballeros  é  Procuradores 
de  las  cíbdades  é  villas  de  aquol  Reyno  de  Aragón 
en  las  materias  que  en  aquellas  Cortes  se  habían  do 
tratar,  y  especialmente  les  declarase  la  voluntad 
que  tenían  de  proveer  aquellos  reynos  de  justicia, 
por  manera  que  OAstigando  los  malfechores,  otros 
se  refrenasen  de  ser  homicidas,  é  facer  las  inju- 
rias que  en  fiucía  de  aquella  firma  de  derecho  se 
facían,  é  todos  viviesen  en  pas  é  seguridad* 

Fecha  la  congregación ,  como  quier  que  la  cos- 
tumbre antigua,  quanto  quier  que  sea  daflosa  on  los 
pueblos,  pero  sa  antigüedad  la  justitíca,  6  face  so- 
frir  su  defecto  á  las  gentes,  las  quales  con  dificul- 
tad son  traídas  á  mudanza  de  lo  que  por  grandes 
tiempos  acostumbraron,  pero  este  doctor  fizo  en 
aquella  congregación  sus  fablas  sobre  este  caso, 
fundadas  con  tales  é  tantas  razones  é  autoridades, 
que  mudó  las  voluntades  á  las  gentes  que  le  oye- 
ron, é  fizo  aborrescer  aquello  que  dafiaba  al  bien 
oomun,  aunque  lo  tenían  por  ley  en  tiempos  anti- 
guos usada.  E  tenido  delante  el  zelo  del  bien  co- 
man, los  fizo  unánimes  para  dezar  aquella  usurpa- 
ción del  derecho,  é  poner  la  gobernación  de  la  jus- 
ticia, que  dende  en  adelante  en  aquel  reyno  se  de- 
bía tener,  en  el  arbitrio  é  dispuslcion  del  Rey  é  de 
la  Reyna,  é  se  remitieron  á  las  leyes  y  estatutos 
que  ellos  ordenasen. 

Esto  fecho,  con  consejo  deste  doctor  Micer  Alon- 
so, é  de  algunos  de  loe  otros  principales  de  aquella 
congregación ,  el  Rey  é  la  Reyna  mandaron  quitar 
aquel  uso,  é  otro  qudquier  que  impidiese  la  execn- 
don  de  la  justicia.  E  porque  mejor  dende  en  ade- 


¿  DOfÍA  ISABEL.    '  tíS 

lante  fuese  executada,  ordenaron  que  oviese  Her- 
mandados  en  aquella  tierra,  según  las  había  en  los 
reynos  de  Castilla.  E  constituyeron  leyes  é  orde- 
nanzas, é  pusieron  jueces  que  determinasen,  y  exe-  . 
cutores  qae  executasen  las  penas  en  que  los  malfe- 
ohores incurriesen  en  quaiquier  de  los*  casos  que 
instituyeron  en  aquella  hermandad,  de  lo  qual  to- 
dos fueron  contentos,  porque  oonoscieron  ser  pro- 
veohoso  á  la  seguridad  coman.  El  qual  provecho 
se  falló  luego  por  experiencia,  porque  oesaron  den- 
de  en  adelante  los  robos,  é  muertes  é  crimines,  que 
sin  miedo  de  la  justicia  se  cometían  oon  la  oonfian- 
za  que  tenían  en  aquella  firma  de  derecho  fasta  en 
aquel  tiempo  osada.  Otrosí  proveyeron  en  las  cosas 
que  conoemian  al  provecho  ó  rentas  del  general  de 
la  cibdad ;  de  manera  que  dende  en  adelante  esto- 
viese  bien  proveído,  según  estovo  en  los  tiempos 
pasados.  Otrosí  fué  notificado  en  aquellas  Cortes  los 
grandes  gastos  fechos  en  la  guerra  contra  los  mo- 
ros, é  los  que  dende  en  adelante  eran  necesarios  de 
se  facer,  fasta  concluir  oon  el  ayuda  de  Dios  la 
conquista  comenzada  contra  el  Reyno  de  Granada. 
Sobre  lo  qual,  después  que  por  todos  se  ovieron  al- 
gunas pláticas,  los  Perlados,  é  Caballeros  é  Barones 
é  Procuradores  que  en  aquellas  Cortes  se  juntaron 
en  nombre  de  todo  el  Beyno,  considerando  los  gran- 
des gastos  que  en  la  guerra  de  los  mores  se  facían, 
para  los  quales  todos  los  Beynos  de  Castilla  conti- 
namente contribuían  en  gran  cantidad ;  otrosí,  oon- 
sideraudo  quanto  necesaria  era  aquella  Hermandad 
que  nuevamente  era  constituida,  é  los  salarios  que 
se  habían  de  pagar  cada  afio  á  los  oficiales  é  mi- 
nistros que  diputaron  para  la  gobernar,  i  otrosí 
para  pagar  el  sueldo  á  la  gente  de  armas  que  fuá 
ordenado  que  siempre  estoviese  presta  para  favo^ 
resoer  la  justicia;  aoordaron  de  repartir  cierta  su- 
ma de  libras  de  la  moneda  de  Aragón,  las  quales  se 
gastasen  solamente  en  las  cosas  necesarias  á  la 
guerra  de  los  moros,  y  en  las  otras  oosas  ooncer- 
nientes  á  la  execuoion  de  la  justicia  de  aquel  Bey- 
no.  Otrosí  les  sirvieron  con  ciento  é  quince  tíkü  li- 
bras que  montaron  las  sisas  qué  habían  seydo  co- 
gidas en  los  tres  afios  pasados ;  lo  qual  todo  se  dis- 
tribuyó en  la  guerra  de  los  moros.  Otrosí,  porque 
en  aquellos  Beynos  de  Aragón  é  Valencia,  y  en  él 
Principado  de  Oatalufia  había  muchas  personas  del 
línage  de  los  judíos,  cuyos  padres  é  abuelos  se  ha- 
bían tomado  chrístianos,  y  el  Bey  é  la  Beyna  fue- 
ron informados  que  algunos  de  aquellos  no  creyen-' 
do  bien  la  fe  christíana,  facían  ritos  judaicos;  em- 
biaron  los  afios  pasados  á  aquellos  reynos  é  provin- 
cias jueces  que  ficiesen  inquisición,  é  procediesen 
contra  los  qae  en  aquel  pecado  fallasen  maculados.. 
Los  deste  linage  que  decimos  eran  muchos,  é 
abundaban  en  riquezas,  é  algunos  dellos  tenían  los 
oficios  públicos  de  la  cibdad,  E  reputándolo  á  grand 
injuria  porque  afirmaban  ser  tan  buenos  chrístia- 
nos, que  no  era  necesario  faoer  inqoisfoion  oon' 
ellos ;  algunos  que  mas  grave  lo  sintieron,  pensan- 
do escapar  si  matasen  un  juez  que  creían  que  soU- 
dtaba  aquella inqoisioion  mas  oon  enemiga  qne  les' 


174 


0BÓNI0A8  DB  L06  BETES  DE  QA8TILLA« 


lenia  que  con  celo  da  U  fe,  moTÍdos  con  propotito 
diabólico,  tovieron  manera  que  estando  aquel  in- 
quisidor (1)  en  majrtines  fincado  de  rodillas  delan- 
te un  altar  de  la  Iglesia  mayor  de  la  oibdad  de  Za- 
ragosa,  entrasen  dos  homes  las  caras  cubiertas  é  le 
matasen.  Por  este  feo  crimen  fueron  indinados  to* 
dos  los  de  la  oibdad.  T  el  Bey  é  la  Beyna,  que 
quando  esto  acaesoió  estaban  en  la  oibdad  de  Cór- 
doba, mandaron  proceder  contra  los  que  se  falla- 
ron culpantes  en  aquel  delicto,  ó  fueron  quemados 
ellos,  ó  otros  algunos  que  fadan  ritos  judaicos,  ansí 
en  aquella  dbdad  como  en  las  otras  cibdades  ó  tíUss 
de  aquel  Beyno.  E  fueron  aplicados  todos  sus  bienes 
para  la  cámara  del  Bey  ó  de  la  Beyna,  los  quales 
fueron  en  gran  cantidad.  Otros  muchos  fueron  re- 
conciliados á  la  fe,  ó  les  fueron  dadas  penitencias 
á  cada  uno  s^gnn  la  medida  de  su  yerro. 

OAPÍTULO  XCVI. 

CoiBO  el  Rsy  é  U  R«jii  flieroB  á  la  cibdad  d«  Yalesda » é  lo  qte 

•Uf  AaleroB. 

Ordenadas  las  cosas  que  para  la  buena  goberna- 
ción del  Beyno  de  Aragón  eran  necesarias,  el  Bey 
¿  la  Beyna,  ó  con  ellos  él  Principe  Don  Juan,  ó  las 
Infantas  sos  fijas,  y  el  Cardenal  de  Espafia  con  otros 
perlados  ó  caballeros  que  oontinaban  en  su  corte, 
partieron  de  la  dbdad  de  Zaragoza,  é  fueron  á  la 
dbdad  de  Valencia.  E  porque  en  aquel  reyno  habia 
algunas  disoluciones  dañosas  á  la  república,  por 
causa  de  los  bandos  antiguos  que  son  entre  los  ca- 
balleros de  aquel  rejmo,  de  los  quales  recresdan 
muertes  de  homes  ó  otras  injurias,  ó  se  f adán  gas- 
tos ó  destruidones  de  bienes ;  otrosí  porque  se  falla- 
ron algunos  agravios,  ó  tomas  de  bienes,  é  f  nenas 
fechas  por  caballeros,  é  otras  personas  singulares 
de  algunas  yiUas  ó  pueblos  de  aquel  reyno ;  d  Bey 
ó  la  Beyna  con  gran  diligenda  entendieron  en  aque- 
llas cosas  que  les  fueron  querelladas.  B  para  pro- 
veer en  lo  pasado,  ó  dar  orden  en  lo  porvenir,  man« 
daron  facer  Cortes,  ó  juntar  en  la  cibdad  de  Orihue- 
la  los  Perlados,  ó  Caballercs,  ó  Barones,  é  los  tres 
estados,  é  Procuradores  de  las  dbdades  ovillas  que 
acostumbran  juntarse  á  entender  en  la  gobernación 
de  aqud  Beyno  de  Valenda.  B  después  que  fué  pla- 
ticado con  dios  en  aqudlas  materias,  dieron  orden 
para  que  fuese  la  justida  temida.  B  como  fasta 
estonces  qualquiera  que  se  sentía  injuriado,  menos- 
preciando la  via  del  derecho,  recorria  á  los  de  su 
bando,  para  que  le  ayudasen  por  via  de  fecho, 
mandaron  so  grandes  penas,  que  todo  bando  ó  par- 
cialidad cesase,  é  todos  recorriesen  á  los  jueces 
para  que  por  via  de  derecho  el  agraviado  aloansase 
el  cumplimiento  de  justicia  y  el  criminoso  pade- 
cí) Esta  iaqslsldor  M  el  Maestro  Pedro  Arbnes  de  Bpili,  qae 
koy  veaoraMOi  ea  lot  alUres,  y  el  saceso  de  to  herida  ft  15  de  Se- 
Uembre  de  1481  Mario  el  dia  17  eatl  á  la  mlsnt  hora  qae  habia 
flido  herido.  Lat  eircaaiUadu  de  este  easo  trsea  por  exleaso 
Zarita,  Uk.  XX,cép.  65.  y  mas  eueíameate  Gerdalaio  Blaaeas  ea 
sas  hermosos  Goneaurios  de  lu  cosas  de  Arag oa,  tm,  Ili  de 
la  BitjfM^  imUfUB,  H9. 700. 


oiese  la  pena  que  meresda.  Otrosí  acordaron  de  re- 
partir en  aquelUs  Cortes  dentó  ó  veinte  ó  dnco  mil 
libras,  las  dnqflenta  mil  dallas  para  satisfacer  lue- 
go los  agraviados  que  reclamaban  continamente 
ante  d  Bey  ó  la  Beyna,  de  los  dafios  que  hablan 
recebido ;  ¿  por  las  setenta  é  cinco  mil  libras  finca- 
bles,  puderon  impodcion  sobre  dertas  mercadurías 
para  pagar  cada  afio  al  Bey  ó  á  la  Beyna  cinco  mil 
libras  para  la  guerra  de  los  moros.  Estando  d  Bey 
ó  la  Beyna  en  la  dbdad  de  Valencia  fueron  infor- 
mados que  d  Bey  de  Frauda  embiaba  ante  ellos  un 
embaxador,  á  les  proponer  algunas  cosas  tocantes 
á  las  confederadones  antiguas  que  son  entre  los 
Beyes  é  Beyncs  de  Francia  é  de  Castilla.  E  como 
sopieron  que  era  entrado  en  la  tierra  de  Catalufia, 
embiaronle  á  dedr  con  un  caballero  de  su  casa  que 
se  llamaba  Mosen  Ifarimon ,  que  d  trda  comidon 
del  Bey  de  Frauda  para  lee  restituir  luego  á  Per- 
pifian,  ó  á  todas  las  tierras  de  los  Condados  de  Bui- 
sdlon  ó  Cerdania  que  injustamente  les  tenia  ocupa- 
dos,  que  viniese  en  buen  hora  á  proponer  ante 
dios  d  cargo  de  su  embaxada.  Pero  d  esta  comi- 
don notraia,  que  se  volviese,  ó  no  entrase  mas  ade- 
lante en  su  sefiorio ;  porque  ninguna  buena  pac  se 
pedia  tratar  con  d  Bey  de  Francia,  ni  trataida  pe- 
dia permanescer ,  durante  d  agravio  que  les  f acia 
en  retendles  aquéllos  dos  Condados  que  les  perte- 
nescian.  Oido  por  el  embaxador  este  mandamiento, 
como  quier  que  respondió  que  su  embaxada  seria 
apacible,  é  della  resultaria  toda  buena  paa  é  concor- 
dia  entre  d  Bey  de  Frauda  su  sefior ,  y  d  Bey  é  la 
Beyna,  pero  porque  dtxo  que  no  trda  la  comidon 
que  demandaban  para  entregar  aquellos  Condados, 
cumpliendo  la  amonestación  que  le  fué  fecha,  no 
pasó  mas  addante,  ó  volvióse  para  el  Bey  de  Frau- 
da, sin  ser  recebido  ni  oido  por  d  Bey  é  por  la 
Beyna. 

CAPITULO  XOVIL 

Da  las  eosas  qae  aa  Valeaeia  so  eoatrataroa  eoa  el  Salor  da 

lahrit 

Becontado  habernos  en  esta  Orónica  como  el  Bey 
Don  Luis  de  Francia  padre  dd  Bey  Carlos,  que 
agora  en  aquel  reyno  reynaba,  tomó  el  Ducado  de 
Borgofia,  diciendo  perteneoerle  por  fin  del  Duque 
Charlea,  que  murió  sin  dexar  fijo  varón  legítimo, 
salvo  una  fija  que  casó  con  el  Bey  de  los  Bomanos, 
fijo  del  Emperador  de  Alemafia.  La  qud  ansimes- 
mo  murió,  é  'dexó  una  fija  que  casó  con  este  Bey 
Carlos  de  Francia  é  un  fijo  pequefio  que  estaba  en 
poder  de  aquel  Bey  de  los  Bomanos  su  padre.  El 
qual  and  en  vida  dd  Bey  Luis,  como  después  en 
tiempo  deste  Bey  Carlos,  siempre  trabajó  por  reco- 
brar d  Ducado  de  Borgofia,  que  decia  pertenecer  á 
aquel  su  fijo.  E  sobre  el  recobrar  del  uno  y  d  re- 
tener del  otro,  ovo  entre  ellos  guerras,  do  se  recre- 
cieron grandes  dafios,  muertes,  ¿  robos,  ó  tomas  de 
cibdades  é  villas  de  la  una  parte  á  la  otra  en  aque- 
llas partee.  Especialmente  el  Bey  de  Francia  favo- 
resdó  á  las  dbdades  de  Gante  ó  de  Brúxas,  é  á  las 


DON  FERNANDO 
otrts  cibdadei  é  Tillas  del  Oondado  de  Flándes,  que 
perteneeoian  al  fijo  deite  B^  de  los  Romanos,  para 
qne  se  akasen  oontra  éL  Los  quales ,  oon  los  esfuer- 
zos del  Bey  de  Frauda,  fioieron  un  insulto  grande, 
7  entraron  en  el  palacio  do  estaba  el  Bey  de  los 
BomanoB,  é  prendiéronlo,  é  apoderáronse  de  su  fijo, 
é  mataron  los  principales  de  su  Oonsejo.  Esto  sa- 
bido por  el  Emperador  su  padre,  vino  con  mucha 
gente  de  los  Alemanes,  é  constrifió  á  los  de  la  cibdad 
do  Bruzas  do  estaba  preso,  que  lo  soltasen.  E  por 
esta  causa  credo  masía  enemistad  que  habia  entre 
él  Bey  de  Frauda  é  aquel  Bey  de  los  Bomanos  su 
suegro.  Ansimesmo  él  Duque  de  Bretafia,  y  el  Da- 
que  de  Urliens,  y  el  8efior  de  Labrit,  é  otros  caba- 
lleros de  Francia  estaban  en  la  indinadon  del  Bey 
de  Frauda,  por  algunos  desacuerdos  qne  entre  ellos 
babia.  Elas  querellas  credoron  de  tal  manera,  que 
el  Bey  de  los  Bomanos  por  su  parte,  é  los  Duques 
de  Bretafia  é  Urliens,  é  aquel  Sefior  de  Labrit  por  la 
suya,  acordaron  de  meter  Ingleses  que  son  enemi- 
gos del  Bey  de  Francia,  para  se  ayudar  dellos  é  fa- 
cer guerra  en  el  reyno. 

Ansimesmo  habernos  recontado  en  esta  Crónica, 
como  después  que  la  Princesa  de  Navarra  no  acep- 
tó el  casamiento  que  le  fué  movido  del  Príncipe  de 
Castilla  para  su  fija  que  era  Beyna  de  aquel  reyno, 
é  la  casó  con  el  fijo  del  Sefior  de  Labrit ,  el  Bey  é  la 
Beyna  mandaron  á  Don  Juan  de  Bibera,  que  con 
derta  gente  de  armas  que  le  dieron,  estoviese  en  al- 
gunos lugares  frontera  del  Beyno  de  Navarra,  é  se 
apoderase  de  las  cibdades  é  villas  del ,  para  remstir 
á  los  Franceses ,  si  quisiesen  por  aquellas  partes  en- 
trar á  facer  guerra  en  Castilla.  El  qual  tomó  la  villa 
de  Viana ,  é  los  castiUos  de  Sant  Qregorio  ,  é  Irule- 
ta,  é  otras  algunas  tierras  dd  Beyno  de  Navarra. 

Aquel  Sefior  de  Labrit,  veyendo  que  de  la  una 
parte  estaba  en  la  indinadon  del  Bey  de  Frauda,  ó 
que  le  habia  tomado  toda  su  tierra ,  é  de  la  otra  par- 
te d  Bey  é  la  Beyna  f  adán  guerra  al  Bey  de  Na- 
varra su  fijo ,  ó  le  entraban  por  su  reyno ;  acordó  de 
poner  á  él  é  al  Bey  su  fijo ,  é  á  todo  aquel  Beyno 
de  Navarra  en  las  manos  dd  Bey  é  de  la  Bejma,  por 
se  pacificar  con  ellos ,  é  haber  su  ayuda  oontra  el 
Bey  de  Francia.  B  trató  con  Don  Juan  de  Bibe- 
ra que  le  aoompafiase ,  é  ambos  vinieron  i  la  cibdad 
de  Valenda.  Y  este  Sefior  de  Labrit  propuso  ante  el 
Bey  é  la  Beyna,  presente  el  Cardenal  de  Espafia  é 
otros  caballeros  é  doctores  de  su  Consejo,  en  esta 
manera. 

i  Muy  poderosos  é  muy  temidos  sefiores :  aunque 
~  lia  neoeddad  no  me  constrifiera  venir  ante  vuestra 
ireal  líagestad,  todavia  me  llamara  vuestra  mag- 
1  nanimidad,  que  ni  face,  ni  consiente  facer  fuerza. 
1  Quinera  yo,  muy  ezcdentes  Sefiores,  pues  la  ven- 
1  tura  me  habla  de  traer  á  vuestras  manos  reales, 
» haber  principiado  á  servir,  intes  que  comenzase  á 
B  demandar :  porque  dentó  pena  en  ser  enojoso  án- 
stes  que  servidor.  To ,  muy  poderosos  sefiores ,  d- 

•  guiendo  la  lealtad  que  mis  predecesores  guardaron 
»  á  la  corona  real  de  Frauda ,  dempre  serví  al  Bey 

•  LuiS|é  á  este  Bey  Carlos  su  fijo  dn  punto  deyer- 


É  DOÑA  ISABEL.  475 

•  ro,  salvo  d  erré,  no  me  placiendo  sus  yerros,  i 
»  como  quier  que  esto  es  notorio ,  pero  este  Bey  Cár- 
» los ,  que  heredó  también  la  oobdida  como  d  Bey- 
B  no  del  Bey  su  padre ;  hame  tomado  lo  mió,  porque 
B  le  defiendo  que  no  tome  lo  ageno  que  pertenece  al 
B  Bey  de  Navarra  mi  fijo,  sogun  que  todo  es  mani- 
B  fiesto  á  Vuestra  red  Magestad ;  é  hame  trddo  á 
Btd  estado  que  do  quiera  estoy  mas  seguro  que 
BOU  mi  tierra.»  Después  que  ovo  propuesto  ante 
el  Bey  é  la  Beyna  estas  razones ,  é  las  injurias  é 
agravios  grandes  que  el  B^  de  los  Bomanos,  é 
los  Duques  de  Bretafia  é  de  Urliens ,  y  él  é  otros  se- 
fiores de  aquel  reyno  de  Frauda  hablan  reod>ido  del 
Bey  Lde  pasado,  é  los  que  agora  reoebian  deste  Bey 
Carlos  su  fijo,  dizo  que  él  confiando  en  la  magnani- 
midad del  Bey  é  de  la  Beyna,  habían  acordado  de 
poner  en  sus  manos  i  él,  é  al  Bey  de  Navarra  su  fijo^ 
é  á  todo  su  reyno ,  para  que  ficiesen  dellos  todo  lo 
qne  les  ploguiese.  Otrosí  les  dixo ,  como  el  Bey  de 
los  Bomanos  é  los  Duques  de  Bretafia  éde  Urliens, 
é  algunos  otros  sefiores  de  Frauda  estaban  á  su  ser- 
vicio para  los  ayudar  á  recobrar  los  Condados  de 
Buisdlon  é  Cerdania,  que  d  Bey  de  Francia  contra 
toda  justida  les  tenia  ocupados. 

El  Bey  é  la  Beyna  recibieron  este  caballero  gra- 
desámente,  é  fidéronle  mucha  honra.  É  depues  que 
ddiberaron  sobre  lo  que  ante  dios  propuso,  acorda- 
ron de  se  haber  oon  él  liberalmente ;  é  mandaron  á 
Don  Juan  de  Bibera  que  luego  desase  al  Bey  su  fijo 
la  villa  de  T^ana,  é  toda  la  otra  tierra  de  Navarra 
que  le  habia  tomado.  É  allende  desto  embiaron  man- 
dar á  todas  las  viUas  é  lugares  que  son  en  los  puer- 
tos de  Vizcaya  é  de  Guipúzcoa,  que  fidesen  una 
grand  armada ,  é  que  fuesen  con  este  Sefior  de  La- 
brit, é  ayudasen  por  mar  é  por  tierra  al  Duque  de 
Bretafia  é  á  este  Sefior  de  Labrit  contra  el  Bey  de 
Frauda.  Y  embiaron  por  capitán  de  toda  la  gente  de 
la  armada  á  un  caballero  Catalán  Maestresala  dd 
Bey,  que  se  llamaba  Mesen  Gralla.  Los  de  aquellas 
provindas,  cumpliendo  d  mandamiento  del  Bey  é 
de  la  Beyna,  juntaron  luego  gran  flota  de  navios ; 
y  este  capitán  Mesen  GraUa  con  aqudla  gente  des- 
cendió en  tierra  de  Bretafia.  Ansimesmo  vino  de  In- 
glaterra oon  gente  en  ayuda  dd  Duque  de  Bretafia 
el  Conde  de  Esodas.  Lo  qual  sabido  por  el  Bey  de 
Francia ,  juntó  gente  de  armas ,  é  tomó  las  dbdades 
de  Urliens  é  Blay a,  é  las  otras  tierras  pertenedentes 
d  Duque  de  Urliens,  é  vino  oon  gran  poder  de  gen- 
tes d  Ducado  de  Bretafia ,  á  sus  capitanes  tomaron 
algunos  pueblos ,  é  robaron  é  quemaron  otros ,  é  fi- 
oieron cruda  guerra  en  aqud  Ducado, 

Los  Duques  de  Bretafia  é  de  Urliens  y  este  Sefior 
de  Labrit ,  veyéndose  f  avoresddos  con  la  gente  de 
Espafia  que  les  habia  embiado  el  Bey  é  la  Beyna,  é 
con  la  gente  de  Inglaterra  que  trazo  aquel  Conde 
de  Ewdas,  salieron  d  campo  á  pdear  oon  la  gente 
dd  Bey  de  Frauda,  é  ovieron  una  gran  batalla  eer- 
ca  de  la  dbdad  de  Nántes ;  en  la  qual  fueron  ven- 
cedores los  capitanes  dd  B^  de  Frauda,  é  murie- 
ron muchos  Bretones,  é  Ingleses,  é  Castellanos,  que 
hdixian  ido  álos  ayudar.  É  alli  murió  pdeando  aqud 


47¿ 


OBÓNIÓAS  DB  LOS  BETEB  DB  ÓASOLLA. 


Oonde  de  BsmIm»  porqoe  no  se  quíBo  dar  á  pririon. 
Ofcnwf  fué  prefo  él  Daqne  de  Urliens ,  é  otros  oapi- 
tuies  é  cáballeroe  que  eftab«n  en  ayuda  del  Duqae 
de  Bretaña ;  entre  los  qoales  fué  preso  aquel  capi- 
tán Mosen  Óralla,  qne  el  Bey  é  la  Beyna  lUbian  em- 
biado  con  la  gente  de  la  flota.  T  este  Sellor  de  La- 
brit,  visto  el  desbarato  que  oTieron  los  de  su  parte, 
ovo  lugar  de  se  salvar,  é  vino  para  la  cibdad  de  Nan- 
tes.  E  dende  á  pocos  dias  murió  el  Duque  de  Breta- 
lia,  ó  dlxose  que  la  causa  de  su  muerte  fué  el  pesar 
grande  que  ovo  en  se  ver  vencido ,  é  todos  sus  ami- 
gos é  valedores  presos  é  muertos  en  aquella  batalla. 
Después  de  la  muerte  del  Duque  de  Bretafia,  su- 
cedió en  el  sefiorlo  de  aquel  Ducado  una  de  sus  fijas 
la  mayor,  que  se  llamaba  Madama  Ana.  A  la  qaal  el 
Bey  é  la  Beyna  oontinando  su  propósito,  f  avoresde* 
ron  para  poseer  el  Ducado  del  Duque  su  padre,  ó 
para  recobrar  las  villas  ó  lugares  qne  le  tenia  en- 
tradas é  ocupadas  el  Bey  de  Francia.  É  la  Beyna,  es- 
tando el  Bey  ocupado  en  la  guerra  de  los  moros,  em- 
bió  segunda  vea  áDon  Diego  Peres  Sarmiento,  Oon- 
de de  Salinas,  é  con  él  á  Pero  Oarrillo  de  Albornos, 
.  é  otros  caballeros  é  capitanes  con  mil  homes  de  ar- 
mas á  caballo,  é  con  gente  de  peones  ballesteros  é 
lanceros  y  espingarderos  á  pié  para  ayudar  á  la  Du- 
quesa. 7  embió  sus  cartas  para  todas  las  villas  é  lu- 
gares que  son  en  los  puertos  del  mar  de  Vizcaya  é 
Guipúzcoa  é  Oastíllala  Vieja,  mandándoles  que  lue- 
go diesen  al  Oonde  é  á  todos  los  que  con  él  iban  na- 
vios é  marineros  para  pasar  ellos  é  las  cosas  que  lle- 
vaban. 

SI  Oonde  de  Salinas  con  todos  los  otros  capitanes 
é  gentes  que  la  Beyna  embió  con  él,  embarcaron  con 
ciertas  naos  é  caravelas,  é  pasaron  en  Bretafia.  Los 
quales  se  juntaron  con  los  Bretones ,  é  oon  algunos 
¿igleses,  que  segunda  vez  habian  venido  en  ayuda 
de  la  Duquesa,  para  facer  guerra  á  los  Franceses. 

oapItülo  XOVHL 

De  lo  qse  el  Refé  U  Reyna  fleleron  en  U  ellMUd  deMarcia. 

Estando  pendientes  las  cosas  que  se  babian  plati- 
cado en  las  Oórtesde  la  cibdad  de  Valencia,  porque 
se  llegaba  el  tiempo  del  verano  para  continar  la  con- 
quista comenzada  contra  el  Beyno  de  Granada,  el 
Bey  é  la  Beyna  partieron  de  aquella  cibdad,  é  vinie- 
ron á  la  cibdad  de  Orihuela,  donde  concluyeron  las 
cosas  que  fueron  movidas  en  las  cortes  del  Beyno  de 
Valencia.  En  las  quales  constituyeron  algunas  leyes 
é  ordenanzas  para  que  pudiesen  vivir  bien  é  segu- 
ramente los  de  aquel  reyno ,  é  def  e?.  lieron  so  gran- 
des penas  las  malas  costumbres  que  traian  dafio  á 
la  república.  De  las  quales  ordenanzas  é  prohibicio- 
nes, todos  los  de  aquel  Beyno  de  Valencia  fueron  con- 
tentos, porque  conocieron  que  les  escusaban  los  gas- 
tos del  dinero  é  los  peligros  de  las  personas ,  quo  te- 
nían continos  en  la  prosecución  de  los  bandos  ó 
parcialidades  que  seguian.  Otrosí  les  quitabaií  la 
causa  del  pecar,  pensando  en  las  muertes  é  vengan- 
zas que  se  deseaban  los  unos  á  los  otros.  É  todos  los 
Oaballeíos  é  Perlados  é  Barones  é  Síndicos  Procu- 


radores de  las  dbdades  é  villas  de  aquel  Beyno  de 
Valencia,  vista  la  utilidad  común  y  el  bien  que  á  to- 
dos se  seguia,  las  obedecieron  é  juraron  solemne- 
mente en  aquella  cibdad  de  Orihuela  de  las  guardar. 
Después  de  fechas  é  oonduidas  aquellas  Oórtes,  el 
Bey  é  la  Beyna,  é  oon  ellos  el  Principe  é  las  Infan- 
tas sus  fijas,  y  el  Oardenal  de  Espafta,  é  los  otros  ca- 
balleros é  oficiales  que  andaban  en  su  corte  partie- 
ron de  la  cibdad  de  Orihuela,  é  vinieron  para  la  cib- 
dad de  Murcia  ;  porque  por  las  partes  de  Lorca  en- 
tendían este  afio  facer  guerra  á  las  cibdades  de  Basa 
é  Guadix  é  Almería.  E  como  fueron  en  aquella  ci6« 
dad,  el  Bey  é  la  Beyna  mandaron  llamar  todas  la« 
gentes  de  armas  é  peones  que  el  afio  paaado  habian 
apercebido.  B  como  la  gente  fué  junta,  el  Bey  par- 
tió de  la  cibad  de  Murcia  á  cinco  dias  andados  del 
mes  de  Junio  deste  afio,  é  fué  á  la  cibdad  de  Lorca; 
é  fueron  con  él  el  Duque  de  Alburquerque,  y  el  Mar* 
qués  de  Oáliz ,  y  el  Oonde  de  Bnendía ,  y  el  Oonde 
de  Ledesma,  y  el  Oonde  de  Monteagudo,  é  Don  Al- 
varo de  Mendoza,  Oonde  de  Oastro,  é  Don  Diego  de 
Oórdoba ,  Oonde  de  Oabra,  y  el  Oonde  de  San  Esto- 
van, é  Don  Enrique  Enriques,  su  Mayordomo  ma- 
yor, é  Don  Juan  Ohacon ,  Adelantado  de  Murcia,  é 
Pero  López  de  Padilla,  Adelantado  de  Oastilla,  é 
otros  caballeros  é  capitanes  fijos-dalgo  de  la  casa 
del  Bey  é  de  la  Beyna. 

E  como  el  Bey  llegó  á  la  cibdad  de  Lorca ,  man- 
dó al  Marqués  de  Oáliz  é  al  Adelantado  de  Murcia, 
que  fuesen  con  cierta  gente  en  la  delantera  á  poner 
real  sobre  la  cibdad  de  Vera.  B  como  el  Aloayde  é 
los  cabeceras  de  aquella  cibdad  sopieron  que  el  Bey 
venia  á  los  cercar ,  salieron  á  fabla  con  el  Adelan- 
tado, é  dixéronles  como  estaban  en  servicio  del  Bey, 
é  que  viniendo  él  en  persona ,  luego  le  entregarían 
aquella  cibdad  con  sus  fortalezas.  Visto  por  aquellos 
capitanes  el  ofrescimiento  fecho  por  los  moros,  es- 
cribiéronlo al  Bey ,  el  qual  fué  con  toda  la  hueste  á 
aquella  cibdad,  y  el  Aloayde  é  los  moros  della  sa- 
lieron con  las  llaves,  é  se  las  entregaron.  Y  el  Bey 
seguró  sus  personas  é  bienes  para  que  se  pudiesen  ir 
á  las  partes  de  África,  ó  á  las  aldeas  oomarcanas  á 
la  cibdad,  ó  á  otro  qualquier  lugar  que  quisiesen | 
según  que  lo  dio  á  los  de  las  otras  villas  é  castillos 
de  aquel  Boyno,  que  sin  premia  se  le  habian  entre- 
gado. E  puso  por  Aloayde  é  gobernador  de  aquella 
cibdad  á  Garcilaso  de  la  Vega  su  Maestresala  (1). 

Sabido  por  algunas  villas  é  fortalezas  de  las  co- 
marcas ,  como  la  cibdad  de  Vera  se  había  entregado 
al  Bey,  luego  vinieron  ante  él  los  Alfaquíes  é  Pro- 
curadores de  las  Ouevas,  é  de  Huesear ,  é  Hueral*,  é 
de  Sagena,  é  Alborea  ,  é  Moxácar,  é  Bedar,  é  Se- 
rena, é  Oabrera,  é  de  Lubrer  é  Ulela,  é  Sorbas, 
é  Teresa,  é  Locayna,  é  Torrillas,  é  de  Hiyunque, 
é  Suebro,  é  Taraba,  é  de  Belefique,  de  Nixar,  é 
Iluórcar,  é  de  Veloz  el  Blanco,  é  de  Velos  el  Bu- 
bio  é  de  Oantoria ,  é  de  Oartabona  é  Oria,  é  Xer- 
cos,  é  Albor,  é  Alxamecid,  é  Beniandála,  é  Be- 

(1)  U  estreca  de  Vera  fué  4 10  de  Janlo  de  este  aflo.  Zsr.,  H*., 
^.75. 


bok  FBBNÁNDO 

likaraís,  i  Atehelid,  é  Alardia,  é  Alhabia,  é  Be- 
nialgaaoil,  é  Benilibel,  é  Bensano,  é  Benimina,  é 
Ahnánohes,  é  Ooiobar,  é  Benioaglat,  é  Lixar,  é  Fi- 
nes, é  Lnla,  é  de  Hae^ga,  é  de  One,  é  Galera,  é 
Oastiilejaé  Búllar,  é  Benamaorel.  Los  qnales  entre- 
garon luego  las  f  ortalesas  que  habia  en  estos  luga- 
res al  Bey ,  é  puso  en  ellas  sus  Alcaydes ;  é  dio  se- 
guro á  los  moros  que  dexaron  la  tierra,  para  que 
fuesen  á  morar  á  las  partes  que  quisiesen  con  todos 
BUS  bienes;  é  los  qne  quedaron  por  mudéxares  en  es- 
tos lugares ,  fideron  juramento  de  ser  buenos  ó  lea- 
les yasalloe,  é  sierros  del  Bey  é  de  la  Beyna,  é  de 
les  pagar  sus  tributos,  según  lo  fioieron  los  otros 
moros  que  quedaron  por  mudéxares  en  los  otros  lu- 
gares que  se  ganaron  en  los  afios  pasados.  Becebi- 
dos  todos  estos  lugares,  é  puestos  los  Aloaydee  en 
las  f  ortalesas  que  se  entregaron,  el  Bey  acordó  de  ir 
á  la  oibdad  de  Almería,  para  ver  el  asiento  della,  é 
si  habría  lugar  este  afio  para  la  sitiar.  É  mandó  al 
Marqués  de  Oális,  é  al  Duque  de  Alburquerque,  é  al 
Adelantado  de  Murcia,  que  fuesen  en  la  delantera, 
losquales  llegaron  á  vista  de  la  oibdad.  É  cokno  los 
moros  vieron  aquella  gente,  recelando  ser  oercados, 
pensaron  de  excusar  el  asiento  del  roal,é  salieron  de 
aquella  oibdad  á  escaramusar  con  las  batallas  que 
iban  en  la  delantera.  E  después  que  el  Bey  llegó 
con  toda  la  otra  gente,  porque  vido  que  de  aquella 
escaramusa,  por  ser  entre  las  huertas  de  la  oibdad , 
los  christianos  recebian  dafio ,  mandó  oesar  la  eeoa- 
ramusa,  é  retraer  toda  la  gente.  E.  después  que  por 
todas  partes  vido  el  asiento  de  aquella  oibdad,  tor- 
nó con  toda  la  hueste  á  poner  real  cerca  del  rio  de 
Almería,  que  es  media  legua  de  aquella  cibdad.  B 
otro  dia  mudó  su  real ,  é  fué  para  la  cibdad  de  Baza 
donde  estaba  el  Bey  viejo ;  el  qual  salió  de  la  cib- 
dad oon  gente  de  caballo  é  de  pié  á  escaramusar 
con  las  batallas  del  Marqués  de  OAlis  é  del  Adelan- 
tado de  Muróla  que  iban  en  la  delantera.  E  los  chris- 
tianos fueron  tuto  adelante  peleando  oon  los  mo- 
ros, que  los  retraxieron  fasta  los  meter  por  las  huer- 
tas ,  donde  los  moros  tenian  puestas  sus  celadas.  T 
en  aquella  f  adeuda,  por  la  dispusioion  de  los  luga- 
res donde  peleaban  redbleron  mayor  dafio  los  chris- 
tianos I  porque  fueron  f eHdos  é  muertos  algunos  de- 
llos  con  los  tiros  de  ballestas  y  espingardas  qne  los 
moros  tiraban.  Espedalmente  fué  muerto  de  un  tiro 
de  espingarda  Don  Felipe  de  Aragón,  Maestre  de 
Montosa,  sobrino  del  Bey,  fijo  bastardo  del  Frfndpe 
Don  Garlos,  su  hermano.  Sabido  por  el  Bey  la  muerto 
de  su  sobrino,  pesóle  mucho ;  é  mandó  á  las  batallas 
que  iban  en  la  delantera,  queretraxiesen  la  gente  de 
la  escaramuza ,  é  que  se  volviesen  al  real,  qne  man- 
dó asentar  dos  í^fgnñB  de  la  cibdad ,  cerca  de  nn  rio 
que  se  llamaba  Guadalquiton.  Los  moros,  como  vie- 
ron que  se  tomaban  las  batallas  délos  christianos,  é 
que  los  de  la  escaramuza  se  retraían ,  salieron  mas 
número  de  caballeros  moros  de  refresco,  oon  gran- 
des alaridos,  é  siguieron  á  los  christianos  que  iban 
en  la  rezaga  de  las  batallas,  matando  é  flriendo  en 
ellos,  fasta  qne  por  fnorza  fioieron  fnir  á  algunos  é 
juntarse  con  las  batallas  que  iban  en  la  deluntera. 


É  ÍX)Í^A  ISABEL  477 

Visto  por  el  Adelantado  de  Murcia,  que  tenia 
cargo  de  la  reguarda,  oomo  los  moros  segnian  á  loa 
christianos ,  volvió  oon  su  batalla,  é  recogió  la  gen* 
te  de  los  christianos  que  iban  fuyendo,  é  aoometi6 
tan  redo  contra  los  moros,  que  los  fizo  retraer.  Y  el 
Adelantado  con  sus  gentes  de  pié  é  de  caballo  loa 
dguió,  firiendo  é  matando  en  dios  fasta  que  loa 
metió  en  las  huertas  de  la  dbdad.  Eotro  dia  siguien-. 
te  el  Bey  vino  para  la  dbdad  de  Huesear,  la  qual 
gele  entregó  luego,  é  puso  en  ella  por  alcayde  á 
Don  Bodrigo  Manrique.  E  aUi  mandó  despedir  toda 
la  gente,  é  fué  á  f aoer  oradon  á  la  Oruz  de  Oarava- 
vaca;  é  de  alli  vino  á  la  dbdad  de  Murcia  donde 
estaba  la  Beyna. 

CAPÍTULO  XCDL 

De  lu  oonf  f oe  •!  Rey  ¿  U  Rejsa  ordenaron,  áespaet  oie  el  l^f 

salid  4o  tterra  do  aoros. 

Oomo  el  Bey  llegó  á  la  cibdad  de  Mnrda,  luego 
el  Bey  é  la  Beyna  acordaron  de  dar  el  cargo  de  la 
capitanía  mayor  de  todas  las  villas  é  castillos  que 
este  afto  ganaron  de  tierra  de  moros  á  Luis  Fernán, 
des  Puertocarrero,  Seftor  de  Palma.  E  mandaron  á 
los  alcaydes  que  dexaron  en  las  fortalezas  é  á  loa 
otros  capitanes  de  gentes,  que  mandaron  quedar  en 
la  tierral  que  esto  viesen  á  su  gobemadon ,  para  la 
guardar,  é  facer  guerra  al  Bey  viejo  que  estaba  oon 
gente  en  las  dbdades  de  Baza  é  Quadix.  Otrosi  pu- 
sieron ofidales  para  que  por  tierra  embiasen  requas, 
é  por  mar  embiasen  navios  oon  providones  de  pan 
é  otros  qualesquier  mantenimientos  necesarios  á  los 
alcaydes  é  gentes  de  armas  que  d&aron  en  los  cas- 
tillos é' tierras  que  este  afio  se  ganaron  en  aquella 
comarca ;  y  ellos  acordaron  de  venir  para  la  villa  de 
Valladolid  á  tener  el  invierno*  E  porque  la  guerra 
que  en  aquella  tierra  se  esperaba  facer ,  and  en  el 
defender,  como  en  el  ofender,  era  peligrosa ;  algu- 
nos mancebos  fijos-dalgo  que  andaban  en  servido 
oontino  del  Bey  é  de  la  Beyna,  oon  deseo  de  ganar 
fama  loable  en  los  fechos  de  las  armas,  quedaron 
de  su  grado  con  este  capitán  mayor,  para  le  ayudar 
en  aqud  cargo. 

Aoaedó  en  estos  dias  que  estando  la  Beyna  en 
Muroiai  le  fué  certiftoado ,  qne  d  Alcalde  mayor  de 
la  tíeira  del  Duque  de  Alva ,  y  el  alcayde  de  una 
fortdesa,  que  se  deda  Salvatierra,  hablan  injuria-' 
do  é  apaleado  al  recaudador  que  cogia  los  derechoa 
reales  dd  servido  é  montadgo  de  los  ganados  qne  pa* 
saban  por  aquella  tierra  dd  Duque  ó  aun  escribano 
que  andaba  oon  él.  É  oomo  fué  informada  de  aqueste 
ddicto,enonbierto  d  sentimiento  que  dello  ovo^  man- 
dó secretamente  á  un  Licenciado  Diego  de  I^n>ano, 
Alcalde  en  su  oorte ,  qne  oon  diligenda  fidese  justi- 
cia de  los  que  fallase  en  aquel  exceso  culpantes. 

Este  dcalde  partió  secretamente  de  la  dbdad  de 
Murda,  é  fué  didmulado  fasta  que  Uegó  cerca  dé 
la  villa  de  Alva  de  Tormos ,  é  tovo  tal  astucia ,  que 
prendió  al  alcayde  dentro  en  la  fortaleza  de  Salva- 
tierra do  estaba ;  é  ansimesmo  al  alcalde  del  Duque 
^  aforoó  luego  al  alcayde  en  aqnd  mesmo  luga^ 


lis 


GRÓHICA8  DB  LOS  ¿RB  DI  OASÜLLA. 


donde  fis>  U  In jmüi  al  reetadador ;  é  tomó  pnao 
•I  aleakb  msjor ,  é  Berélo  auto  loa  Oidoraa  de  le 
CSiaiicillerfai  qae  reaide  en  la  tAU  de  Yalladolid. 
Loa  qnalea  oonoddo  el  delieto,  maadiionle  oortar 
la  manot  é  deaterrar  por  toda  an  ride  del  Beyno. 
DeaUa  Jnatíciaa  fechaa  en  peíaonaa  tan  aeffaladaa, 
pea6  nindio  á  ka  maloa ,  porqae  ae  lefrenaion  en 
ana  maloa  deaeoa,  é  plogo  á  loa  boenoa,  porque go- 
lalNUí  de  la  pas  que  doaeaban  tener  en  mm  peraonaa 
óbienea. 

oapítulo  a 

llelaiMfM4M€lB<y*laR6|iiad«fM  eaTtlbiatM. 


B  Bey  é  U  Bejma  partieron  de  la  dbdad  de 
liorda»  é  eon  élloa  el  Principe^  é  lea  InCantaa  mam 
fijas  j  el  Oaidenal  de  Bqpafia;  é  Tinieron  á  la  TÜla 
de  ValladoUd  por  dar  6rden  en  la  inqniaicion  qoe 
ae  facía  eontra  loa  beregea,  é  proToer  de  letradoaé 
preaidente  la  Chancfllerfa,  j  en  otras  ooaaa  oonoer* 
nientea  é  la  gobernación  de  la  jnatida.  E  mandaron 
ir  bornea  letradoa  qne  ftoieaen  inqniaicion  aobre  loa 
oorregidorea  de  laa  cibdadea  é  Tillaa,  á  loa  qoalea 
amblaban  á  mandar,  qne  acabado  el  tiempo  de  an 
corregimiento  eatoTieaen  treinta  diaa  sin  tener  car- 
go de  jnatídaí  fiusieodo  an  reaidencia  é  dando  razón 
de  lo  qne  baÚan  lleyado  de  penaa  é  de  otraa  ooaaai 
é  como  babian  naado  de  an  ofido.  E  d  alguno  fa- 
llaban culpado,  Hoyando  algún  coheoho,  ó  habien- 
do fedio  otro  exoeao  en  la  juatida,  lu^go  era  traído 
á  la  corte  preao,  é  penado  aegun  la  medida  de  an 
yerro ;  é  á  eate  tal  no  ae  encaigaba  dende  en  ade- 
lante ofido  ninguno.  Viato  la  gran  diligenda  que 
en  eato  la  Beyna  ponia,  todoe  trabajaban  por  ae  aal- 
Tar,  naando  limpiamente  de  an  cargo.  Otrod  man- 
daron juntar  en  aquella  Tilla  todoa  loa  inquiddo- 
lea  qne  babian  aeydo  pueatoa  en  laa  dbdadea  é  tI- 
I]a%  é  loa  fiaoalea  é  reoeptorea  y  eacribanoe,  é  otroa 
ofidalea  que  babian  entendido  en  aquella  negoda- 
don.  E  deapnea  de  babidoa  Jargoa  oonaejoa  aobre 
eata  materia,  por  quanto  era  ardua,  é  tocaba  á  mu- 
obaa  peraonaa,  dieron  derta  forma  que  ae  guardaae 
en  loa  prooeaoa  ó  pridonea,  é  otraa  ooaaa  que  en  eata 
gtTift  dende  en  adelante  ocurrieaen.   Falláronae 
mucboa  judíoa  bombrea  raecee  que  depuderon  f  al- 
aamente  contra  algunoa  converaoa  por  loa  traer  á 
la  muerte.  Lo  qual  fallado  por  verdadera  informa- 
don,  fueron  en  Toledo  apedreadoa  por  juatlda  al- 
gunoa ddloa.  Otrod  nombraron  inquialdorea  que 
emblaron  á  algunoa  Obiapadoa,  para  que  fecha  la 
inquiddon  ien  forma  jurídica,  fueaen  caatigadoa 
loa  qne  f  allaaen  cnlpantea ,  é  apuraaen  del  todoa  loe 
ritoa  judiicoa  que  guardaban,  é  alimpiaaen  la  tierra 
de  aquella  mala  é  iniqua  opinión  que  algunoa  te- 
nían. Otrod  ordenaron  la  ley  de  la  plata  qne  dende 
en  adelante  ae  labraae  en  ana  Beynoa,  que  fneae 
apurada,  é  de  la  ley  que  ae  Ubraba  en  la  dbdad  de 
Paria.  B  puderon  grandea  penaa  á  qualquiera  que 
üquella  ordenanza  quebrantaae. 


CAPÍTULO  Ot 


DeU 


qm  fiMüalMaeiMélM 


laauat  aae  tiiil  n  p^ 


Brtando  d  Bey  éla  Beyna  en  la  vüla  de  Valla- 
dolid,  ovieron  nuera  como  por  la  mala  guarda  que 
habla  en  la  Tilla  é  caatillo  de  HIzar  donde  en  al- 
cayde  Bemal  Francea,  loa  moroa  orieran  lugar  de 
la  combatir  é  recobrar,  é  que  babian  muerto  á  cu- 
chillo aetenta  eacnderoa,  é  todoa  loa  peonea  qne  la 
guardaban.  Anrimeamo  que  tomaron  A  recobrar 
otra  f  ortdesa  qne  ae  llanmba  Oónqieta,  é  que  d  Bej 
Tiejo  que  cataba  en  Qnadix  fada  cruda  guecra  á 
toda  aquella  tierra  que  ae  habla  dado  al  Bey  é  A  la 
Beyna,  donde  hablan  aeydo  mnertoa  é  deabaratadoa 
é  ferídoa  é  preaoa  en  eeoaramunaa  dgnnoa  ofariatia- 
noa.  Bipedalmente  fué  muerto  un  mancebo  Gomen, 
dador  de  la  Orden  de  Santiago,  que  ae  llamaba  Buy 
Diez  Mddonado,  fijo  dd  Doctor  Bodrigo  Maldonado 
Befior  de  BaTila  Fuente,  d  qnd  eligió  antea  la  muer- 
te peleando  que  aofrír  la  Tida  con  Terg&euBa  fn- 
yendo.  Otrod  aopieron  como  aqud  Bey  Tiejo  que 
cataba  en  Qnadix,  Tino  con  gente  de  moroa  A  pié  é 
á  caballo,  é  con  mucboa  pertrechoa  A  combatir  la 
Tilla  é  fortdesa  de  Callar,  en  la  qnd  no  cataba  A 
la  hora  Cérica  de  Bledma  á  quien  d  Bej  é  la  Beyna 
hablan  pueato  en  día  por  alcayde,  é  ae  deda  que 
con  recdo  ae  aalié  ddla.  B  oomo  quier  que  por  la 
diapuaiclon  natnrd  é  obra  artificial  que  eata  Tilla 
tiene  parece  inexpugnable,  por  laa  grandea  pefiaa 
ó  cneataa  dtaa  é  grandea  edifidoa  de  qne  por  todaa 
partea  caté  fortificada,  pero  la  multitud  de  loa  mo- 
rca y  d  oaado  atrevimiento  que  ofredéndoae  A  la 
muerte  toTleron  para  la  combatir,  fué  tan  grande  é 
por  tantea  partea^  que  por  fnersa  entraron  en  la  Ti- 
lla, é  la  robaron  é  mataron  loa  chrlatianoa  que  den- 
tro pudieron  haber.  Otroa  dgnnoa  que  ae  ^Üapude- 
ron  á  pdear  por  laa  callea,  no  pudiendo  reaiatir  al 
poderío  é  fueran  de  loa  moroa,  ae  retraxieran  á  la 
fortdesa  con  un  alcayde  que  por  eatoncea  cataba  en 
ella,  que  ae  llamaba  Juan  dcATdoa. 

¿te  alcayde  fué  tan  conatante  en  la  Tlrtud  de  la 
Tcrdadera  fortdeaa,  que  ni  la  multitud  de  loa  mo- 
roa le  turbó,  ni  ana  combatea  enfiaqueaderon  au  éni- 
mo,  para  morir  defendiendo  aquellaa  torrea  que  le 
fueron  encomendadaa.  Loa  moroa,  á  quien  la  Ticte- 
ria  que  OTieron  en  la  entrada  de  la  Tilla  habla  fe« 
cho  crecer  au  orgullo  para  combatir  la  fortalesa, 
pudieron  llegar  con  dgnnoa  pertreohoe  al  muro; 
é  puderon  en  cuentoe  una  torro  con  gran  parte  del 
líense  de  la  cerca  y  entraron  por  fuersa  la  barrera. 
Aqud  doayde  Juan  de  ATdoa  pdeaba  con  grand 
eafuerso,  romediando  A  loa  lugarea  maa  flacoa,  é 
poniendo  eafuerso  A  loa  que  con  él  cataban,  loa  qaa- 
lea  viato  el  eafuenío  del  alcayde,  ae  diqraderon  á  le 
ayudar.  E  oomo  quier  que  loa  moroa  hablan  ya  ga- 
nado la  barrera,  pero  el  dcayde  con  aqudloa  que 
le  ayudaron,  con  muchaa  piedraa  y  eaquinaa  echa- 
daa  de  lo  alto,  lanzaron  A  loa  moroa  fuera  de  la 
barrera  que  liabian  ganado.  Este  combate  fué  muv 


i 


t>b^  FERNANDO 

rtgaroBOy  i  doió  dnoo  diás,  porque  los  moros  erui 
en  tanto  número,  que  qntndo  los  unos  se  apartsban 
del  oombate,  llegaban  otros  de  nuero  á  oombatir: 
de  mañera  que  los  ohristianos  no  toYieron  una  hora 
de  espaoio  para  se  reparar.  Pero  oonosciendo  que 
según  él  dafio  que  habían  feoho  en  los  moros  se- 
rian todos  muertos  si  fuesen  tomados,  el  miedo 
que  ooncibieron  les  fizo  avivar  las  fuerzas  ó  oonti- 
nar  los  trabajos,  fasta  que  los  moros  visto  que  per- 
dían su  gente  é  no  ganaban  el  muro,  acordaron  de 
quemar  la  villa  é  se  retraer  é  dezar  la  fortaleza. 
Otrosí  dos  oapitanes  moros  el  uno  se  Uamaba  Ali- 
Alatar,  que  estaba  apoderado  de  la  villa  é  fortaleza 
de  Alhendin,  é  otro  que  se  llamaba  Iza-Alatar,  que 
estaba  oon  gente  de  moros  en  la  villa  de  Salobrefia, 
guerreaban  desde  aquellas  á  los  moros  de  Granada, 
que  estaban  por  el  Bey  mozo,  é  á  todos  los  chris- 
tíanos  é  moros  que  estaban  en  las  villas  é  lugares 
que  se  habían  ganado  los  afios  pasados ;  é  traían 
cavalgadas  é  tomaban  continamente  captivos,  é 
facian  tan  cruda  guerra,  que  el  capitán  mayor  é 
los  otros  oapitanes  é  alcaydes  de  las  oibdades  é  vi- 
llas que  estaban  por  el  Bey  é  por  la  Beyna,  no  lo 
podían  resistir.  Otrosí  los  moros  de  la  cibdad  de  Al- 
mería é  de  Tabernas,  é  los  que  moraban  en  el  valle 
de  Purgena,  é  de  todas  aquellas  partes,  entraban  en 
la  tierra  de  los  ohristianos  que  son  á  las  partes  de 
Lorca  é  de  Murcia,  é  tomaban  homes  captivos,  ó 
llevaban  ganados,  é  facian  cruda  guerra  á  todos 
los  que  moraban  en  aqueUas  comarcas.  E  para  pro- 
veer á  estos  dafios,  el  Bey  é  la  Beyna  embiaron 
.  mandar  á  Juan  de  Benavides,  é  á  Garcilaso  de  la 
y^g*»  qao  fuesen  oon  gente  de  caballo  para  resis- 
tir á  los  moros  por  aquellas  partes  ó  facerles  guer- 
ra. Otrosí  embiaron  á  Francisco  Bamirez  Secreta- 
rio, que  tenia  cargo  del  artillería,  con  sus  cartas 
para  todos  los  caballeros,  é  cibdades  é  villas  del 
Andalucía,  que  son  en  aquellas  partes ,  mandándo- 
les que  se  juntasen  é  resistiesen  aquellos  daftos  que 
los  moros  facían.  Los  quales  cumpliendo  el  manda- 
do del  Bey  é  de  la  Beyna  se  juntaron  é  resistieron 
las  guerras  é  cavalgadas  que  aquellos  moros  facian, 
é  ovieron  con  ellos  algunas  batallas  é  recuentos 
donde  murieron  algunos  christianos  é  moros.  Pero 
porque  aquellos  capitanes  moros  estaban  en  casti- 
llos roqueros,  do  no  había  salvo  gente  de  guerra, 
nunca  cesaban  de  facer  guerra  por  todas  las  partes 
que  podían  á  los  ohristianos. 

CAPÍTULO  OlL 

Dé  la  embauda  qsa  al  Rey  de  loa  RomaBoa  embid  al  Rey  é  Ala 

Reyíia. 

Estando  el  Bey  é  la  Beyna  en  la  Villa  de  Valla- 
dolid  entendiendo  é  proveyendo  en  las  cosas  que 
suso  habemos  recontado,  sopíeron  como  venían  á 
ellos  embaxadores  del  Bey  de  los  Bomanos,  fijo  del 
Emperador  de  Alemania,  el  bastardo  de  Borgofia, 
fijo  del  Duque  Charles,  é  otro  capitán  que  se  Ua- 
maba Juan  de  Salazar.  Los  quales  habían  venido 
por  mar,  é  .del  puerto  de  la  Corulla  descendieron  é 


¿DO^AIBABEL.  ilé 

vinieron  á  la  cibdad  de  Bárgos.  B  como  la  Iteyna 
sopo  que  habían  llegado  á  aquella  oibdad,  é  que 
del  trabajo  largo  de  la  mar  é  fatiga  que  habían  pa- 
decido en  los  caminos ,  estaban  no  bien  proveídos 
de  oavalgaduras,  é  de  los  otros  arreos  que  les  eran 
necesarios,  embió  á  eUos  un  tesorero,  para  que  les 
proveyese  de  las  bestias  é  ropas  é  todas  las  cosas 
que  oviesen  necesario. 

Estos  embaxadores  llegaron  á  la  villa  de  Valla- 
dolid,  é  por  mandado  del  Bey  é  de  la  Beyna  les  fué 
feoho  honorable  recebimiento  por  los  Duques  é  Con- 
des é  Caballeros  é  Perlados  que  estaban  en  su  cor- 
te. E  como  reposaron  algunos  días,  propusieron  su 
embaxada  ante  el  Bey  é  la  Beyna,  presentes  el  Car- 
denal  de  Espafia  é  algunos  Duques  é  Condes  é  Per^ 
lados  de  su  Consejo ;  primeramente  las  recomenda- 
ciones é  graciosos  ofrecimientos  que  con  toda  be- 
nivolenda  el  Bey  de  los  Bomanos  les  embiaba.  B 
dixeron  de  su  parte,  que  porque  él  amor  grande  que 
había  á  sus  personas  reales,  se  consolidase  oon  ma- 
yor debdo  de  afinidad  é  consanguinidad,  había 
acordado  de  embiar  ante  Su  real  Magostad,  á  les 
rogar,  que  les  ploguiese  de  otorgar  la  Infanta  Dofta 
Isabel  su  fija  en  matrimonio  para  él.  Otrosí  que  les 
ploguiese  prometer  ed  matrimonio  á  la  Infanta 
Dofta  Juana  quando  saliese  de  edad ,  para  Filípo 
Duque  de  Borgofta,  Conde  de  Fléndes,  cuyas  eda- 
des ansí  del  padre  como  del  fijo,  convenían  bien  oon 
las  edades  de  las  Infantas  que  pedía.  E  cerca  des- 
tos  matrimonios,  que  por  la  gracia  de  Dios  se  mo- 
vían, é  con  su  voluntad  se  esperaba  concluir,  re- 
contaron algunas  utilidades  que  á  ambas  partes  se 
seguían  de  presente,  é  mediante  la  ¡gracia  divina 
esperaban  que  se  siguirian  de  futuro. 

E  acabada  de  proponer  la  materia  destos  dos  ca- 
samientos de  las  Infantas  que  pidieron,  fideron  sa- 
ber al  Bey  é  á  la  Beyna  los  agravios  é  injurias  que 
el  Bey  de  Francia  había  fecho  á  su  fijo  el  Duque  de 
Boigofia  en  le  tener  ocupado  por  fuerza  su  Duca- 
do que  le  pertenesoia,  é  otras  algunas  tierras  que 
había  heredado  é  poseído  legítimamente  por  fin  de 
la  Duquesa  su  madre.  Otrosí  tenia  tomadas  algunas 
villas  é  lugares  é  puertos  de  mar  de  la  Duquesa  de 
Bretafta,  que  era  sobrina  del  Bey,  fija  de  su  herma- 
na, é  que  pugnaba  por  desheredar  totalmente  tam- 
bién en  aquel  Ducado  como  en  el  de  Borgofia* 
Otrosí  que  tenia  preso  al  Duque  de  Urlíens,  é  le  ha- 
bía mandado  tomar  sus  tierras;  é  anrimesmo  al 
Sefior  de  Labrit,  é  á  otros  eaballeros  de  Francia. 
Gtrod  recontaron  la  injustida  que  al  Bey  é  á  la 
Beyna  fada  en  les  tener  por  fuerza  los  Condados 
de  BuíseUon  é  Cerdania  que  les  tenia  ocupados ;  é 
que  parescia  cosa  contraria  á  la  razón  seyendo  Be- 
yes tan  poderosos,  consentirán  su  patrimonio  fuer- 
za tan  notoria,  para  la  qual  ninguna  otra  osadía 
tenia  el  Bey  de  Frauda,  salvo  la  poca  diligencia 
que  veía  en  gela  redstir.  E  que  mirasen  bien  que 
su  cobdida  tanto  m^s  oresda  para  haber  lo  ageno, 
quanto  menos  resistencia  fAllaba  para  conservar  lo 
proprio.  E  sobre  esta  materia  dixeron  otras  razo- 
nes para  indinar  al  Bey  é  á  la  Beyna  contra  el  Bejr 


480 


CRONIQAS  DB  LOS  BEYES  DE  0A8TILLA. 


de  FrtndA.  Tenoondoaion,  ofresderon  el  amisUd 
ó  confederación  del  Bey  en  eefior,  para  ajndar  al 
Bey  6  á  la  Beyna,  para  recobrar  á  BoiBellon,  £a- 
dendo  guerra  al  Bey  de  Francia  por  aqndlas  par- 
tea de  Flándea  é  de  Brabante,  fasta  que  reatitnyeae 
á  ellos,  éá  él,  é  áen  fijo,  é  á  la  Duquesa  de  Bretafia 
todo  lo  que  forzosamente  les  habla  tomado.   Para 
lo  qual  afirmaron  tener  cierta  el  ayuda  del  Empe- 
rador iu  padre,  é  de  muchos  principes  de  Alemafia, 
é  la  dd  Bey  de  Inglaterra,  el  qnal  embiaria  luego 
de  sus  capitanes  é  gentes  para  entrar  en  Francia 
por  la  parte  de-  Bretafia  é  Flándes.  E  que  fadéndole 
guerra  dentro  de  su  reyno  por  todas  partes,  f aria 
por  fuersa  lo  que  la  cobdida  no  le  consentía  facer 
por  justida. 

Oidas  por  el  Bey  é  por  la  Beyna  estas  é  otras  ra- 
Eones  que  en  este  caso  propusieron,  mandaron  res- 
ponder á  aquellos  embazadores,  como  á  dios  piada 
mucho  de  su  Yenida,  é  que  eran  alegres  en  saber  dd 
estado  é  buena  dispuddon  del  Bey  de  los  Bomanos 
su  primo,  é  dd  Duque  de  Borgofia  su  fijo.  E  cerca 
délas  materias  que  hablan  propuesto, íporque  eran 
grandes  é  arduas,  les  dixeron,  que  mandarían  pla- 
ticar sobre  ellas  en  su  consejo,  é  responderles  aque- 
llo que  fuese  servido  de  Dios,  ó  bien  é  honor  suyo 
é  del  Bey  de  los  Bomanos  su  primo ,  é  del  Duque 
su  fijo.  Estos  embazadores  estovieron  en  la  villa  de 
Yalladolid  por  espado  de  quarenta  dias,  en  los 
quales  el  Bey  é  la  Beyna  mandaron  facer  justas  é 
torneos,  ó  otras  muchas  fiestas  de  grandes  ó  sump- 
tuosos  gastos  é  arreos.  E  al  fin  les  mandaron  res- 
ponder, que  ellos  eran  alegres  en  saber  la  buena 
voluntad  é  amor  que  el  Bey  de  los  Bomanos  su 
primo  mostraba  á  sus  cosas,  y  el  deseo  que  tenia  de 
lo  refirmar  con  mayor  debdo  de  sanguinidad;  é  que 
cerca  del  matrimonio  que  demandaba  de  la  Infan- 
ta Dofia  Isabd  su  fija  les  ploguiera  mucho  de  lo 
otorgar,  salvo  por  la  pendenda  que  tenia  de  su  ma- 
trimonio con  otro  Prindpe,  por  quien  primero  les 
fué  demandada;  é  que  fasta  ver  el  fin  de  aquella 
pendencia,  no  seria  honesto  platicar  cerca  de  su 
matrimonio  con  otro  príncipe.  E  cerca  de  lo  que 
tocaba  á  la  Infanta  Dofia  Juana  que  pedia  para  el 
Duque  Felipe  su  fijo,  les  fué  respondido,  que  su 
edad  no  era  aun  perfecta  para  celebrar  aquel  acto 
de  matrimonio  ;  pero  por  el  deseo  que  tenían  de  re- 
firmar por  nuevo  debdo  el  amor  que  con  él  tenían, 
les  placía  prometer  que  temhm  manera  con  la  In- 
fanta su  fija  quando  fuese  de  edad,  que  otorgase 
aquel  matrimonio,  é  celebrase  en  f  aa  de  la  sancta 
madre  Igleda  los  actos  que  para  ello  se  requirían. 
E  cerca  de  lo  que  habían  recontado  tocante  á  las 
fuerzas  que  d  Bey  de  Francia  había  fecho  é  facía, 
los  mandaron  responder,  que  no  les  venia  de  nuevo 
todo  lo  por  ellos  recontado,  lo  qual  sentían  como 
se  debía  sentir,  é  lo  tenían  en  el  ánimo  para  pro- 
veer según  que  seria  proveído,  é  á  su  honra  com- 
pila ;  é  que  d  fasta  dlí  no  habían  entendido  en 
ello,  era  porque  habían  estado  y  estaban  ocupados 
en  la  conquista  que  facían  de  las  dbdades  é  villas 
i  tierras  del  Beyno  de  Granada,  la  qual  era  tanto 


grande  é  de  tantos  discrimines  é  dificultades  qu6 
requerian  grandes  fuerzas  é  trabajos  para  la  pro- 
segmr,  é  que  durante  aquella  no  podian  comenzar 
otra  guerra.  Pero  que  dios  hablan  embiado  una 
flota  armada  con  sus  capitanes  é  gentes  á  la  Du- 
quesa de  Bretafia.  E  allende  de  aquello  entendían 
embiar  cada  que  necesario  fuese  mas  gente  para  le 
ayudar,  é  facer  guerra  al  Bey  de  Francia,  á  fin  que 
recobre  las  villas  é  tierras  que  le  tienen  tomadas  de 
su  patrimonio ,  lo  qual  ansimesmo  seria  ayuda  al 
Bey  de  los  Bomanos ,  para  ser  restituido  d  Duque 
su  fijo  en  lo  que  le  estaba  tomado  é  ocupado.  B 
cerca  de  su  amistad  é  confederación  que  demanda- 
ban con  el  Bey  de  los  Bomanos,  respondieron  que 
les  placía  de  la  facer,  é  de  le  tener  por  su  amigo  é 
confederado,  para  le  ayudar  contra  d  Bey  de  Fráng- 
ela, para  recobrar  lo  que  tenia  ocupado  al  Duque 
su  fijo. 

Otrod  estos  embazadores  por  virtud  del  poder 
que  traían  del  Bey  de  los  Bomanoa,  juraron  é  pro- 
metieron de  ayudar  al  Bey  é  á  la  Beyna,  é  á  sus 
gentes  é  capitanes  contra  el  Bey  de  Frauda  cada 
que  fuese  necesario  para  recobrar  los  Condados  de 
Buisellon  é  Gerdania.  E  como  estas  cosas  fueron 
asentadas,  el  Bey  é  la  Beyna  los  despidieron,  dán- 
doles grandes  dones  de  oro,  é  plata,  é  brocados,  é 
caballos. 

oapItulo  ora. 

Cobo  d  Rej  é  la  ReyM  resUtijeroa  U  elMU  4e  Pbteida 

á  tn  corana  reaL 

El  B^  Don  Juan,  padre  desta  Beyna  Dofia  Isa^ 
bd,  fué  oonstrefiído  en  tiempo  de  algunas  disen- 
uones  acaescidas  en  el  tiempo  que  reynó,  de  dar  la 
dbdad  de  Plasenda  d  Oonde  Don  Pedro  de  Stúfii- 
ga,  que  era  su  justicia  mayor,  la  qud  dádiva  revo« 
có  luego  por  ser  ezcesiva,  é  contra  su  voluntad.  El 
efecto  desta  revocación  no  ovo  lugar,  por  algunos 
impedimentos  que  and  él  como  el  Bey  Don  Enri» 
rique  su  fijo  tovieron  en  aquellos  tiempos  que  rey- 
naron ;  é  por  esta  causa  ovo  lugar  de  heredar  d 
sefioriode  aquella  cibdad  el  Duque  Don  Alvaro  fijo 
de  aquel  Oonde  Don  Pedro  de  Stúfiiga,  é  después 
del  Duque  Don  Alvaro,  su  nieto,  fijo  de  su  fijo  ma- 
yor, que  agora  la  poseía. 

La  Beyna  que  fué  informada  como  la  merced  de 
aquella  dbdad  fué  fecha  por  importunidad,  é  re- 
vocada con  justa  razón,  trató  con  algunos  cabdle- 
ros  é  dbdadanoB  principales  de  la  cibdad,  que,  de- 
zado  el  sefiorio  de  aquel  Duque  Don  Alvaro,  se  tor- 
nasen á  su  sefiorio  real.  Los  qudes  conosdendo  que 
aquella  cibdad  por  ser  una  de  las  principales  del 
Beyno,  é  cabeza  de  Obispado ,  no  debía  ser  aparta- 
da de  la  corona  red ;  é  que  ellos  sentían  ser  opre- 
soB  viviendo  fuera  del  sefiorio  red ,  poniendo  en 
obra  lo  que  tenían  en  voluntad,  se  juntaron ,  é  to- 
maron armas,  y  echaron  fuera  de  la  cibdad  á  la 
justicia  é  oficiales  que  el  Duque  Don  Alvaro  tenia 
puestos;  é  cercaron  la  fortaleza,  é  puderon  sus  es- 
tanzas  para  que  ninguno  pudiese  salir  ni  entrar  ea 


DON  FERNANDO 
ella.  Irto  fecho,  embiaron  á  decir  al  Bey  é  á  la 
Beyna  el  eetado  en  que  tenian  la  oibdad ;  por  ende 
que  fuese  luego  el  Bey  á  la  recebir,  é  anaimesmo  á 
facer  la  fueraa  necesaria  al  alcayde  de  la  fortaleza, 
si  se  pusiese  en  resistencia,  para  gela  tomar. 

Gomo  esta  nneya  Tino  al  Bey  ó  á  la  Beyna,  es- 
cribieron luego  sus  cartas  para  los  caballeros  ó  cib- 
dadanoa  de  Plasencia,  regradesciéndoles  lo  que  ha- 
blan fecho.  E  otros!  el  Bey  partió  para  aquella  oib- 
dad, y  escribió  á  todos  los  oaballeíos  é  gentes  de 
armas  de  las  cibdades  de  Salamanca  é  Zamora,  é 
Toro,  é  Oibdad-Bodrigo,  ó  Truxillo,  é  Oáceree,  é  Ba- 
dajos, é  á  todas  esas  comarcas,  que  con  sus  caba- 
llos é  armas  viniesen  para  la  cibdad  de  Plasencia. 
E  como  el  Bey  con  todas  aquellas  gentes  llegó  á  la 
oibdad,  el  Duque  Don  Alvaro  que  sopo  el  levanta- 
miento fecho  contra  él  en  ella,  ó  como  el  Bey  era 
ido  á  la  tomar,  recelando  que  si  se  pusiese  en  alguna 
resistencia  perdería  todo  el  otro  su  patrimonio,  ovo 
su  acuerdo  de  obedescer  los  mandamientos  del  Bey 
é  de  la  Beyna,  é  fué  luego,  y  entrególa  con  su  f or- 
talesa  al  Bey.  T  él  la  recibió,  é  puso  en  ella  por  Al- 
cayde é  Justicia  á  Antonio  de  Fonseca. 

En  este  alio  ovo  en  muchas  partes  de  los  Beynos 
de  Castilla  é  de  Aragón  grandes  aguas  mucho  ma- 
yores que  las  que  ovo  en  el  alio  pasado ;  é  fíoieron 
grandes  destmioiones  de  molinos  y  edificios,  é  mu- 
rieron muchos  ganados.  Especialmente  en  la  cibdad 
de  Murcia  y  en  su  comarca  llovió  un  agua  tan  recia, 
que  las  gentes  pensaron  ser  anegados;  é  algunos  pas- 
tores, é  otros  que  andaban  en  los  campos  peligraron, 
salvo  los  que  buscaron  torres  é  lugares  altos  donde 
escapar.  Ansimeemo  en  Santa  Maria  del  Puerto  en  el 
mes  de  Marzo  de  este  afio  llovió  tanto  que  las  gentes 
creyeron  ser  otro  diluvio.  B  los  vecinos  de  aquella 
villa veyeron  una  nube  mucho  negreé  una  multitud 
de  tordos  volando  en  medio  della ;  é  con  arrebatado 
viento  que  vino  con  aquella  nube,  todas  las  texas  é 
ladrillos  de  las  casas  cayeron  é  se  quebraron,  de  tal 
manera  que  parescian  molidas.  Oayeron  ansimesmo 
todas  las  casas  de  aquella  villa,  é  murieron  algunos 
homes  é  muchos  ganados;  perdiéronse  los  mas  de  los 
bienes  que  tenian  en  las  casas.  Ansimesmo  quebran- 
tó todas  las  fustas  é  barcos  que  estaban  en  tierra  ri- 
bera de  la  mar,  que  ninguna  dexó  sana.  E  una  cara- 
vela  que  estaban  aderereaando  ciertos  maestros ,  el 
gran  viento  la  mudó  de  su  lugar  veinte  pasos,  é  la 
quebró  todi^ ;  é  arrebató  algunos  barcos  que  estaban 
en  la  mar,  é  los  sacó  á  tierra  todos  fechos  piezas  en 
el  mismo  ayre.  Otrosí  temblaron  las  torres  de  la  for- 
taleza ;  é  aquel  terremoto,  por  do  pasaba  aquella 
nube,  fizo  otras  cosas  tan  espantables,  que  páreselo 
á  las  gentes  ser  contra  todo  curso  natural  (1). 

(I)  El  rara  de  loi  Palíelos  refiere  lo  de  estat  istas,  j  iftadeqie 
én  toda  tierra  de  Andaloda  habo  tanta  fertilidad,  y  Ul  eoseeha 
de  iraDos,  qae  todo  el  tieaipo  de  la  eoaeeha  nlió  la  faiiefa  de 
triroá  eioeienta  aiarafodls,  j  en  algvaaa  partea  á  real,  qoe  nlla 
enldieea  treinta  y  nn  marafedls.  También  ae  aluron  este  alo  los 
noroa  de  Gsaeln  y  olroa  de  Sierra  Bermeja,  eonlados  en  lo  Aler- 
te de  la  eataelon  y  aspereza  del  slUo,  hast»  qne  despuea  fueron 
svjetados  por  el  Marqués  de  Cádls.  BernaHI.,  Bhhr.  iehtUeffet 

Or.-IIt 


É  DOfÍA  ISABEL. 


481 


CAPÍTULO  017. 


Sígnense  laa  eosaa  qne  pasaron  en  el  ato  de  mil  6  qnatroelentoa  d 
ochenta  é  nneve  aftoa.  R  primeramente  como  fné  el  Rey  á  eo^ 
Uñar  la  gnerra  oontra  loa  moros. 

Porque  el  tiempo  del  yerano  para  proseguir  la 
guerra  comensada  contra  el  Reyno  de  Granada  se 
acercaba ,  acordaron  el  Bey  é  la  Beyna  de  partir  de 
la  Tilla  de  Valladolid.  E  fueron  á  U  oibdad  de  Jaén, 
é  con  ellos  fueron  el  Principe  Don  Juan  é  las  Infan- 
tas sus  fijas,  y  el  Oardenal  de  Bspafia,  é  los  otros 
caballeros  ó  oficiales  que  acostumbraban  andar  en 
su  corte.  T  embiaron  luego  sus  cartas  de  llamamien- 
tos para  todos  los  caballeros  y  escuderos  é  gentes 
de  armas,  de  caballo  é  de  pié,  á  quien  habían  aper- 
oebido  para  que  se  juntasen  en  las  cibdades  de  Ube- 
da  é  Baesa ;  porque  en  aquellas  fronteras  que  son 
de  Baza  é  Guadiz,  acordaron  de  facer  la  guerra  este 
año.  Especialmente  determinaron  de  poner  sitio  so* 
bre  la  cibdad  de  Baza ;  porque  fué  platicado  en  su 
consejo ,  que  si  aquella  oibdad  se  ganase,  seria  me- 
nos trabajosa  |la  conquista  de  las  cibdades  de  Gua- 
dix  é  Almeríai  é  de  las  otras  cibdades  é  castillos  que 
en  aquellas  partes  quedaban  por  conquistar.  E  como 
las  gentes  llamadas  se  juntaron,  la  Beyna  acordó  de 
quedar  en  la  oibdad  de  Jaén,  é  con  ella  el  Príncipe 
é  las  Infantas  sus  fijas ,  y  el  Oardenal  de  Espafia.  Y 
el  Bey  partió  de  aquella  cibdad  á  yeinte  é  siete  dias 
del  mee  de  Mayo  ;  é  mandó  poner  su  real  en  el  lu- 
gar que  se  llama  Botogordo,  donde  acordó  de  espe- 
rar todas  las  gentes  de  caballo  é  de  pié ,  para  los  or- 
denar en  batallas.  Impidióse  el  juntamiento  de  aque- 
llas gentes  ocho  dias,  por  las  grandes  aguas  que  re- 
cresoieron ;  las  qualea  dallaron  los  caminos,  é  ficie- 
ron  crescer  los  nos ;  é  trabajaron  las  gentes  de  tal 
manera,  que  no  pudieron  juntarse  oon  el  Bey  al 
tiempo  que  les  fué  mandado. 

Después  que  con  grandes  trabajos  del  tiempo  se 
juntaron,  el  Bey  mandóffacer  alarde ; é  faUáronse 
en  su  hueste  trece  mil  homes  de  caballo  é  quarenta 
mil  homes  de  pié ,  los  qualee  mandó  que  fuesen  or- 
denados en  esta  manera.  Bbi  la  delantera  mandó  que 
fuesen  ciento  é  cinqftenta  homes  á  caballo  con  el 
Alcayde  de  los  Donceles ;  que  según  1a  orden  anti- 
gua de  Espafia,  debe  ir  con  los  maríscales  para  apo- 
sentar las  huestes.  E  mandó  que  fuesen  en  el  ayan- 
guarda  el  Maestre  de  Santiago  oon  mil  ochocientas 
lanzas;  con  el  qual  iba  la  gente  de  Édja  con  ciento 
é  cinqflenta  lanzas  é  setecientos  peones,  é  ciento  é 
cinqfienta  espingarderos  de  la  oibdad  de  Toledo.  En 
la  una  ala  desta  batalla  mandó  ir  al  Olayero  de  Oa- 
latraya  oon  quatrocientas  lanzas  é  mil  peones.  T  en 
la  ala  de  la  otra  parte  iba  Pero  López  de  Padilla  con 
decientas  lanzas  de  los  escuderos  que  tenían  tier- 
ras é  acostamientos  del  Bey  é  de  la  Beyna,  que 
le  fueron  dadas  en  capitanía.  En  la  segunda  batalla 
iba  Don  Diego  López  de  Haro  con  dentó  é  oinqflen- 
to  lanzas  é  quatro  mil  peones  del  Beyno  de  Galicia 
que  le  fueron  dados  en  capitanía.  En  la  tercera  ba- 
talla iban  mil  homes  de  armas  é  glnetes,  é  mil  ho- 

81 


48á 


ORÓNIOAS  DB  LOS  BETE8  DB  OASTILLÁ. 


mes  á  pié  del  Oardenal  de  Espafia ;  de  los  qaalea 
iban  por  oapitanes  Don  Rodrigo  de  Mendoza,  Sefior 
del  Oid ,  é  Don  Hartado  de  Mendoza,  Adelantado 
de  Oazorla.  En  la  qnarta  batalla  iba  laa  gentes  de 
pié  é  de  caballo  de  las  hermandades,  cada  qaadrilla 
oon  su  capitán.  En  la  quinta  batalla  iban  Don  Die- 
go de  Córdoba,  Conde  de  Cabra,  con  decientas  é 
oinqüenta  lanzas  é  trecientos  peones;  é  Martin  Alon- 
10  de  Montemayor  oon  ciento  é  setenta  lanzas,  é  do- 
cientos  peones.  La  sexta  batalla  llevaba  Don  Bnri- 
qne  de  Gosman  oon  trecientas  é  cinqflenta  lanzas, 
que  le  fueron  dadas  en  capitanía.  En  la  séptima  ba- 
talla iba  el  Marqués  de  Aguilar  con  ciento  é  cinq&en- 
ta  lanzas ,  é  docientos  peones  ;  é  Fernán  Duque  oon 
decientas  é  setenta  lanzas ,  que  les  fueron  dadas  en 
capitanía.  En  la  octaya  batalla  iba  Don  Francisco  de 
Yelasco,  capitán  deciento  é  cinqüenta  lanzas  del  Du- 
que del  Infantadgo,  é  ciento  é  ochenta  peones,  é 
ciento  é  cinqüenta  lanzas  del  Conde  de  Feria.  En  la 
noyena  batalla  iban  trecientas  lanzas  dol  Duque  de 
Medinasidonia ,  é  ciento  é  oinq&enta  lanzas  del  Du* 
que  de  Medinaoeli ,  con  sus  capitanes  que  ellos  em- 
biaron.  En  la  décima  batalla  iba  Don  Alonso,  Sefior 
de  la  casa  de  Aguilar,  oon  trecientas  lanzas  é  tre- 
cientos peones.  Delante  la  batalla  real  iba  el  Conde 
de  Tendilla  oon  quatrooientas  é  sesenta  lanzas  suyas 
é  del  Arzobispo  de  Sevilla ,  su  hermano ,  ó  del  Con- 
de de  Benavente ;  é  Don  Martin  de  Acufia  con  cien- 
to é  veinte  é  cinco  lanzas  que  le  fueron  dadas  en  ca- 
pitanía. En  la  batalla  real  iba  el  Marqués  de  Cáliz 
con  quatrooientas  lanzas  é  trecientos  peones ,  é  cíen- 
la é  cinqüenta  lanzas  del  Adelantado  del  Andalucía, 
é  Gtonzalo  Hernández  de  Córdoba  con  setenta  lan- 
zas ,  é  Alonso  Csorío  con  cien  lanzas ,  é  Martin  de 
Alaroon  oon  dnqftenta  lanzas,  é  Bemal  Francés  con 
cien  lanzas,  é  Pedro  de  Ribera  oon  setenta  lanzas , 
é  Don  Sancho  de  Castilla  oon  ciento  é  cinqflenta 
lanzas,  é  Garoi- Alonso  de  ülloa  oon  dooientasé  vein- 
te lanzas,  é  Villa-Fuerte  oon  ciento  é  diez  lanzas,  é 
Hernando  de  Ribera  con  (Sen  lanzas,  y  el  Comenda- 
dor del  Montijo  oon  ciento  é  ocho  lanzas ,  y  el  Al- 
cayde  de  Morón  Luis  de  Figueredo,  oon  cien  lanzas 
é  ciento  é  ochenta  peones,  é  otros  mil  é  oiento  é  se- 
tenta peones  de  las  Asturias  de  Oviedo,  é  quatro- 
cientos  peones  de  Vizcaya ,  é  docientos  é  cinqflenta 
peones  de  Álava  é  de  Victoria,  é  docientos  é  treinta 
peones  de  la  provincia  de  Guipúzcoa,  é  quinientos 
peones  de  Castilla  la  Vieja,  é  Trasmiera,  é  de  las 
.  Asturias  de  Santillana.  T  en  las  alas  de  la  batalla 
leal  á  la  mano  derecha  iba  el  Conde  de  Cifuentes 
con  quinientas  lanzas  de  Sevilla  é  cinco  mil  peones; 
é  á  la  mano  izquierda  iban  seiscientas  lanzas  é  qua- 
tro  mil  peones  de  la  cibdad  de  Córdoba.  E  delante 
del  f  ardage,  porque  no  se  mezclase  oon  la  batalla 
real ,  iba  Don  Pero  Sarmiento  oon  setenta  lanzas  é 
trecientos  peones  de  la  villa  de  Carmena,  é  cinqflen- 
ta lanzas  é  docientos  peones  de  Andúxar.  E  para  en 
la  reguarda  del  f ardage  iba  Alonso  Enriques,  Cor- 
legidor  de  Jaén ,  oon  decientas  é  dnqflenta  lanzas  é 
mil  peones  de  Jaén,  é  Juan  de  Robres  oon  dooien- 
,tfM  lanzas  é  ochocientos  peones  de  Xerez   é  Pedro 


de  Ángulo  con  trecientas  lanzase  mil  peones  de  Úbe- 
da  é  Baeza.  Iban  en  la  reguarda  en  una  batalla  Li|ia 
Fernandez  Puertooarrero ,  Sefior  de  PaUna,  Capi- 
tán de  cien  lanzas,  é  Don  Rodrigo  de  León,  o^^i- 
tan  de  decientas  é  cinqflenta  lanzas,  é  Pedro  de  Oso- 
lio,  oapitan  de  cinqflenta  lanzas,  é  Miguel  Danza, 
capitán  de  treinta  lanzas ,  é  Garoilaso  de  la  Vega, 
capitán  de  quarenta  lanzas,  y  el  Comendador  Mar- 
tin Galludo,  oapitan  de  ciento  é  cinqflenta  lanzas,  é 
Franoisoo  de  Bovadilla,  capitán  de  noventa  lanzas, 
é  Hurtado  de  Luna,  oapitan  de  cien  lanzas,  é  Don 
Diego  de  Córdoba,  capitán  de  cien  lanzas,  é  docien- 
tas  lanzas  é  mil  peones  del  Adelantado  de  Murcia, 
é  Fernán  Alvares,  Alcayde  de  Colomera ,  oapitan 
de  cinqflenta  lanzas.  Otrosí  iban  en  guarda  de  la  per- 
sona del  Rey  quatrociontos  caballeros  fijos-dalgo  de 
los  sus  continos,  é  de  la  casa  de  la  Reyua ;  en  los 
quales  iban  Don  Enrique  Enriques ,  su  Mayordomo 
mayor,  é  Don  Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador 
mayor  de  Leen ,  Sefior  de  Maqueda ,  é  Rodrigo  de 
Ülloa ,  su  Contador  mayor,  é  otros  caballeros  é  fijos 
de  grandes  sefiores  de  los  Reynos  de  Castilla  é  Ara- 
gón ,  é  Valencia  é  Sioilia. 

CAPÍTULO  OV. 

De  lu  fitrdu  qns  austó  d  Rey  en  los  caaisof ,  é  esno  eereó 

étomóiatUlidsCdxar. 

Como  la  gente  fué  ordenada  en  las  batallas  qna 
habernos  dicho ,  el  Rey  oon  toda  su  hueste  fué  á  si- 
tiar la  cibdad  de  Baza ,  según  que  fué  acordado  en 
el  Consejo,  presente  la  Reyna.  Páreselo  difídle  po- 
ner aquel  [sitio,  porque  los  moros  de  GKiadix  é  de 
las  otras  villas  é  castillos  que  son  en  la  oomaroa,  po« 
drian  impedir  las  requas  de  los  mantenimientos ,  é 
otras  cosas  que  hablan  de  venir  para  el  bastecimien- 
to  del  real.  E  para  remediar  este  inconviniente ,  el 
Rey  mandó  á  Alonso  Enriques ,  Corregidor  de  las 
oibdades(l)  de  Úbeda  é  Baeza  que  con  las  gentes  de 
caballo  é  de  pié  de  aquellas  oibdades,  se  pusiese  en 
aquél  lugar  de  Sotogordo ,  que  habernos  dicho,  el 
qual  es  dos  leguas  de  Quesada.  E  mandó  á  Diego 
de  Aguayo,  Corregidor  de  la  cibdad  de  Jaén  é  An- 
dúxar, que  con  las  gentes  de  aquellas  cibdades  so 
pusiese  más  adelante  otras  dos  leguas  en  un  campo 
que  se  dice  Campo-Cuenca.  E  mandó  á  Luis  Méndez 
de  Figueredo,  que  oon  la  gente  de  su  capitanía  esto- 
viese  cerca  del  castillo  de  Benzalema.  E  á  estos  oa- 
pitanes con  sos  gentes  mandó  que  estoviesen  conti** 
ñámente  en  aquellos  lugares  que  les  sefialó,  segu- 
rando las  requas  de  los  mantenimientos  que'  vinie- 
sen al  reaL  £  allende  destas  guardas  mandó  repar- 
tir otras  gentes  de  caballo  é  de  pié,  que  andoviesen 
continamente  las  noches  por  las  derras  que  son  á 
la  parte  de  Guadix  ,  é  defendiesen  los  sietes  é  pre- 
sas que  los  moros  saliesen  á  faoer.  B  como  quier 

(1)  De  Uteda  i  Ba«M.  Alonio  Barlqoei  era  Correfldor  de  laaa« 
cono  te  diee  en  el  eaplialo  antecedeate.  Qaiiáa  estarás  aqal  traa- 
troeadoa  ios  aombres  de  Isa  Ciedadea,  y  donde  dice  Vheiéé  Bi#- 
M,  deber*  decir  Un  i  Anduxar;  j  al  contrario.  Pero  lodoi  los 
\  (^iees  fe  conforman  con  el  inpreí o. 


1X)N  FERNANDO 

^e  esUi  genies  ootí  gran  diligenoia  gaaidaban  los 
caminos  é  las  sierras  ásperas  que  son  en  aquella  par- 
te ;  pero  los  moros  que  sabían  la  tierra,  siempre  sa- 
llan por  lugares  encubiertos  á  facer  saltos ,  é  ma- 
taban homes  é  bestias ,  é  tomaban  algunos  mante- 
nimientos que  yenian  al  real.  Acordó  ansimesmo  el 
Bey  de  ceroar  la  yilla  de  Cúzar,  que  es  á  dos  legras 
de  Baza;  porque  si  primero  aquella  yiHa  no  se  tomase 
fuera  trabajo  peligroso  sostener  cerco  sobre  la  cib- 
dad  de  Basa.  El  Bey  Moro  que  estaba  en  Guadiz  in- 
formado que  el  Bey  qneria  cercar  la  oibdad  de  Ba- 
sa, é  oonosciendo  que  desde  aquella  Tilla  de  Oúxar, 
según  el  lugar  do  es  asentada ,  podría  guerreando 
impedir  los  mantenimientos  é  gentes  que  viniesen 
al  real ,  embióla  á  f  orneoer  de  gente  de  caballo  ó  de 
pié ,  é  por  la  mejor  defender  cebaron  los  viejos  é 
nifios,  é  todos  los  que  eran  inútiles  para  pelear. 

El  B^  movió  toda  su  hueste,  é  mandó  que  fuesen 
delante  mil  peones ,  quebrantando  las  pefias,  é  alla- 
nando los  malos  pasos ,  é  faciendo  puentes  en  los 
ríos ,  que  con  las  muchas  aguas  hablan  crescido ; 
otros!  abríendo  los  caminos  que  por  causa  de  la 
guerra  continada  delargos  tiempos  en  aquellas  fron- 
teras estaban  cerrados.  Después  que  con  grandes 
trabajos  la  hueste  pudo  pasar  adelante,  el  Bey  man- 
dó poner  real  sobre  aquella  villa  de  Oúxar,  é  cercó- 
la por  todas  partee ;  é  mandó  poner  guardas  y  es- 
cuchas é  atalayas  por  las  torres  é  sierras  que  son 
desde  aquella  villa,  fasta  una  legua  de  las  dbdades 
de  Baza  ó  Guadiz,  para  ser  avisado  de  qualquier 
gente  que  de  aquellas  cibdades  se  moviese  á  venir 
en  socorro  de  la  villa.  B  mandó  f  ablar  con  los  mo- 
ros, requiriéndoles  que  entregasen  la  villa,  é  que  les 
ofresoiesen  de  su  parte  libertad  de  sus  personas  é 
seguridad  de  sus  bienes,  é  les  certificasen,  que  si 
luego  no  la  entregaban  ;  que  si  escapasen  de  la 
muerte,  no  serían  libres  del  captiverio. 

Los  moros,  confiando  en  la  fortaleza  de  la  villa, 
que  por  natura  é  artificio  está  fortificada  con  mu- 
chas torres  é  muros,  no  quisieron  dar  oreja  á  nin- 
gún partido ,  que  de  parte  del  Bey  les  fué  ofrescido; 
é  salieron  de  la  villa  á  pelear  con  las  gentes  del 
Bey.  El  Maestre  de  Santiago  que  llevaba  el  avan- 
guarda,  mandó  á  algunos  escuderos  que  se  apeasen 
é  peleasen  con  los  moros  por  algunos  lugares  cerca- 
nos á  la  entrada  de  la  villa,  donde  la  gente  de  ca- 
ballo por  la  rambla  é  concavidades  grandes  que  alli 
habla  no  podían  pelear.  Otros!  Don  Diego  López  de 
Haro  por  mandado  del  Bey  con  algunos  gallegos 
peleó  con  los  moros  por  otras  partes,  fasta  que  los 
retrajeron  á  la  viUa.  En  esta  pelea  muríeron  algu- 
nos moros  é  christianos;  pero  los  ohristianos  su- 
friendo tiros  de  espingardas  é  de  ballestas,  fueron 
tanto  adelante  peleando,  que  pudieron  ganar  el  ar- 
rabaL  En  él  qual  mandó  el  Bey  aposentar  la  gente 
del  reyno  de  Gkilicia,  é  poner  estanzas  de  otras  gen- 
tes contra  la  villa  por  todas  partes.  Otros!  mandó 
asentar  algunos  tiros  de  pólvora,  que  tiraron  á  una 
parte  del  muro ,  do  estaban  fundadas  nua  torre 
grande  é  otras  tres  menores ;  porque  si  aquella  par- 
to del  adarve  se  pudiera  con  las  lombardas  derribar, 


B  D09A  ISABEL.  488 

fuera  el  combate  de  la  villa  menos  peligroso.  E  man- 
dó facer  manderetes  é  bancos  pinjados,  para  llegar 
al  muro.  E  los  gallegos  ficieron  una  mina ,  que  lie- 
gó  fasta  la  torre  mayor,  la  qual  fué  puesta  en  cuen- 
tos. Los  moros  desde  lo  alto  defendían  con  esquinas, 
é  por  bazo  sallan  á  pelear  con  los  christianos ;  é  oon- 
tinóse  la  pelea  é  los  combates  con  toda  osadía ,  de 
los  unos  acometiendo,  é  de  los  otros  defendiendo, 
fasta  que  los  moros  cansados  é  muy  trabajados 
guardando  de  noche  las  minas,  é  peleando  de  dia 
en  los  combates ,  al  fin  no  pudiendo  sufrir  el  dafio 
que  recibían ,  demandaron  f  abla  para  entregar  al 
Bey  la  villa,  con  seguridad  de  sus  personas  é  bie- 
nes. El  Bey  indinado,  porque  al  principio  no  qui-  ' 
sieron  recebir  lo  que  agora  al  fin  demandaban ,  eno- 
jado ansimesmo  por  las  muertes  que  los  moros  ha- 
blan fecho  de  algunos  christianos ,  mandó  que  no 
se  rescibiese  su  fabla,  é  que  se  continasen  las  mi- 
nas é  los  combates  que  facían  con  el  artillería.  Los 
moros,  visto  que  al  Bey  no  piada  otorgarles  la  se- 
gurídad  que  demandaban,  deliberaron  morir  pelean- 
do, sino  pudiesen  vivir  defendiendo.  É  trabajaron, 
mucho  mas  en  la  defensa ,  faciendo  contraminas ; 
é  con  unas  calderas  asidas  con  cadenas  una  á  otra, 
echaron  fuego,  é  quemaron  los  bancos  pinjados ,  é 
algunos  mandaretes  que  estaban  juntos  con  el  muro; 
é  con  daño  que  recibieron  los  christianos ,  se  retra- 
zieron  del  combate.  Los  moros  como  homes  ofresd- 
dos  á  la  muerte,  dando  é  redbiendo  f  erídas,  peleaban 
con  indiscreta  osadía.  Visto  por  los  caballeros  é  ca- 
pitanes que  con  el  Bey  estaban ,  como  la  tardanza 
sobre  aquella  villa  era  impedimento  para  el  fin  acor- 
dado de  cercar  la  dbdad  de  Baza,  é  por  escusar  el 
peligro  que  en  los  combates  pudieran  recebir  los 
christianos;  otros!  porque  los  consejos  de  piedad  ha- 
blan mayor  lugar  con  el  Bey,  que  aquellos  que  se  en- 
derezaban á  cruddad;  le  suplicaron  que  los  recibiese 
apartido ,  otorgándoles  la  vida  é  libertad,  con  tanto 
que  dezasen  la  villa  con  todas  las  armas  que  en  ella 
habia.  El  Bey  gelo  mandó  dar,  é  los  moros  reoebida 
esta  segurídad ,  dezaron  la  villa  libre ,  é  se  fueron 
para  la  oibdad  de  Baza.  Y  d  Bey  mandó  á  sus  gen- 
tes que  se  apoderasen  della,  é  puso  por  Aloayde  á.... 
Otros!  mandó  al  Oonde  de  Tendilla,  que  fuese  á 
dos  fortalezas  que  son  cercanas  á  la  oibdad  de  Ba- 
za, la  uñase  llama  Froyla,  la  otra  Baoos,  é  las  com- 
batiese. El  Oonde,  con  la  gente  de  su  capitanía,  fué  á 
estas  fortalezas;  é  como  quier  que  ni  por  fuerza ,  ni 
por  partido  las  pudo  haber  la  primera  vez  que  fué  so- 
bre ellas,  pero  dezólas  de  tal  manera  dispuestas,  que 
la  segunda  vez  que  fué  á  días  mas  fomecido  de 
gente ,  oostrifió  á  los  alcaydes  que  las  tenían,  de  tal 
manera,  que  gelas  entregaron;  en  las  quales  mandó 
d  Bey  poner  gentes  que  las  guardasen.  Otrod  em- 
bió  el  Bey  á  requerir  al  Alcayde  moro  que  tenia  la 
fortdeza  de  Benzalema ,  que  la  entregase  luego;  el. 
qual  recelando  la  indinaoion  del  Bey,  respondió  que 
le  piada  entregársela,  veniendo  él  á  la  recebir  en 
persona.  E  oomo  el  Bey  fué  con  su  hueste,  luego  le 
fué  entregada ,  é  puso  en  día  por  Alcayde  á  un  ca- 
ballero que  se  llamaba  Juan  de  Ávalos« 


484 


CR0NÍÜA8  DB  LOS  BlETES  D8  OAfimiiíiá. 


Yifio  por  k»  moroü  qae  artában  en  OanilUMi 
oomo  1a  villa  de  Gúxar  ó  laa  otras  fortaloaas  que 
eataban  oercanas  á  Basa  se  entregaron  al  Bey,  é 
qae  el  Oonde  de  Tendilla  iba  sobre  Canillas;  oomo 
qaier  qae  aqael  lagar  es  faerte  ó  cercano  á  la  db- 
dad  de  Baza,  por  espacio  de  ana  legna;  pero  los 
moros  qae  en  él  estaban,  recelando  qae  no  lo  po- 
drían defender  al  poderío  del  Bey,  lo  desampararon 
laego;  y  el  Bej  lo  mandó  tomar  ai  dicho  Oonde,  é 
f  omecer  de  gentes  é  mantenimientos,  ó  poner  Al- 
cayde  en  éL 

OAPtrULO  OVI. 

Dtl  aileito  de  la  elMid  de  Baza,  é  cobo  M  protelda  de  rnte 

é  BúuiteBUiieBtei. 

« 

Sabido  por  el  Bey  moro  qae  estaba  en  Ghiadix, 
como  el  B^  habla  tomado  la  villa  de  Cúxar,  é  qae 
deliberaba  cercar  la  cibdad  de  Baza,  mandó  qae  to- 
dos los  moros  de  pió  é  de  caballo  mas  dispuestos 
para  la  gaerra  de  las  dbdades  de  Guadix  ó  Almería 
é  de  Tabernas  é  Parchena,  é  de  otros  lagares  de 
.  aqaélla  comarca,  é  de  todas  las  serranías  cercanas 
de  aqaellas  partes,  é  síganos  moros  de  Granada, 
qae  de  sa  yolantad  escondidamente  venían  á  le 
ayudar,  entrasen  en  la  dbdad  de  Baza,  que  serían 
en  número  de  diez  mil  moros  á  pié  é  á  caballo,  ho- 
mes  esforzados  por  el  oontino  exeroicio  que  tenian 
en  las  guerras,  é  maravillosamente  gobernados  en 
la  pelea  á  sola  una  voz  de  su  capitán.  É  como  estas 
gentes  entraron  en  la  cibdad  de  Baza,  metieron  to- 
do el  pan  que  habla  en  las  comarcas,  é  las  otras  vi- 
tuallas que  pudieron  haber  para  su  mantenimiento, 
é  todas  las  armas  é  pertrechos  que  fallaron  para  su 
defensa.  É  los  de  la  cibdad,  oomo  quier  que  sus  pa- 
nes, según  el  tiempo  era,  no  estaban  aun  maduros; 
pero  acordaron  de  los  segar  é  los  meter  en  la  cib- 
dad, á  fin  que  la  hueste  del  Bey  no  se  aprovechase 
dellos. 

Oonviene  agora,  pues,  que  esoríbamos  primera- 
mente el  sitio  de  la  dbdad  de  Baza.  Esta  cibdad, 
según  nos  paresdó,  es  ssentada  casi  al  Mediodía, 
desviada  de  la  entrada  de  la  mar  de  Levante  por 
espacio  de  diez  leguas.  Y  en  aquella  parte  do  es 
fundada,  podrá  haber  de  tierra  llana  ocho  leguas 
de  largo,  é  tres  de  ancho,  cercada  por  todas  partes 
de  una  derra  que  se  llama  Xabaleohol,  do  descien- 
den las  ag^as  á  lo  llano.  É  á  esta  llanura,  que  se 
dice  la  Hoya  de  Baza,  ríéganla  dos  ríos:  al  uno  Ua- 
'  man  Guadalquiton,  é  al  otro  Guadalentín.  La  cibdad 
está  asentada  en  un  llano  al  cabo  desta  derra  bien 
cercano  á  ella  por  espacio  de  quatro  tiros  de  ballesta. 
Sntre  la  cibdad  é  la  derra  está  una  cuesta  do  salen 
dos  grandes  fuentes;  é  los  moros  llaman  Albohacen 
á  la  cumbre  de  aquella  euesta.  Los  arrabales  desta 
dbdad  son  grandes,  é  puestos  en  circuito  della, 
pero  no  tienen  tal  cerca  que  los  pudiese  amparar, 
porque  es  fecha  de  tapia  baxa  de  casamuro.  La  cib- 
dad tiene  el  muro  muy  fuerte,  é  las  torres  del  mu- 
chas é  grandes,  cercanas  unas  de  otras;  espedal- 
paente  á  la  una  parte  tiene  quatro  torree  albiunranasi 


altas,  é  tanto  andias,  que  cada  una  sale  del  muró 
por  espado  de  quatro  pasos.  É  al  cabo  de  la  dbdad 
á  la  parte  de  la  derra  está  fundado  un  alcázar  arti- 
ficiosamente f ortalescido  con  muchas  torres  é  altos 
muros.  Luego  á  la  salida  de  la  dbdad,  por  la  parte 
de  lo  llano,  está  plantada  una  huerta  espesa  con 
muchos  é  grandes  árboles  é  frutales  que  ocupan 
oad  una  legua  de  tierra  en  drouito.  Y  en  esta  huerta 
habla  mas  de  mil  torres  pequefias,  porque  cada  ve- 
cino de  aquella  dbdad  que  tenia  en  ella  alguna 
parte,  facia  una  torre  cercana  á  sus  árboles;  é  aque- 
llo que  le  pertenescia  regaba  oon  aaequias  de  las 
muchas  aguas  que  descienden  de  aqudla  parte  de 
la  sierra.  Y  en  cada  pertenencia  particular  había 
tantos  ó  tales  edifidos,  que  fortificaban  toda  la 
huerta.  And  que  la  dbdad  está  fortalesdda  de  la 
una  parte  con  la  derra  é  grandes  ramblas  é  cuestas, 
de  la  otra  oon  la  huerta  grande  y  espesura  de  ár- 
boles, é  de  la  parte  de  la  vega  la  fortificaban  las 
muchas  azequias  é  barrancos  altos  é  bazos  artificio- . 
sámente  feohoe,  donde  corren  las  aguas.  Y  en  la 
dbdad  estaban  por  capitanes  el  Oaudillo  que  se  lla- 
maba Mahomad-Haoen,  ó  por  Aloayde  otro  moro 
que  llamaban  Hamete  Abahali;  y  estaban  otros 
ocho  capitanes  que  se  llamaban  Yaya  Alnayal,  é 
Aloaymalfot,  ó  Aliabocar,  é  Adalgan,  é  Mahomad 
Alatar,  ó  Hamet  Alatar,  é  Beduan  {afaija,  é  Ali 
Zabadon. 
• 

CAPÍTULO  ovn. 

Del  altto  qne  el  Rey  nandd  poner  aobre  la  cibdad  de  Bau,  é  de 
la  batalla  qae  ea  la  baerla  de  la  elbdad  oto. 

Bl  Bey,  según  habla  acordado,  movió  oon  toda 
gu  hueste,  para  sitiar  aquella  dbdad.  É  como  llegó 
cerca  della  con  sus  batallas  ordenadas,  mandó  po- 
ner su  real  desviado  de  la  huerta,  que  estaba  plan- 
tada cerca  de  los  arrabales;  pero  en  tal  lugar,  que 
no  impedia  la  entrada  é  salida  de  la  dbdad  á  los 
moros.  Algunos  oabdleros  é  otros  adalides  que  sa- 
bían las  entradas  é  salidas  de  aquella  dbdad,  visto 
el  poco  dafio  que  les  moros  recebian  de  la  gente 
que  estaba  en  el  real,  por  estar  asentado  en  lugar 
tan  apartado,  dixeron  al  Bey  que  debía  mandar 
que  se  ssentase  dentro  en  la  huerta  cerca  de  los  ar- 
rabales ;  porque  los  moros  constrefiídos  de  los  del 
real  no  toviesen  libre  la  entrada  é  salida  como  la 
tenían.  É  porque  paredó  ser  oonviniente  aquel 
consejo,  d  Bey  mandó  mudar  el  real,  é  asentarlo 
dentro  en  la  huerta  bien  cerca  de  los  arrabales;  é 
mandó  poner  algunas  de  su  gentes  al  rostro  de  los  * 
moros  para  les  resistir  la  salida  de  los  arrabales,  en- 
tretanto que  el  real  se  asentaba,  é  se  f acian  é  for- 
tificaban las  estanzas  que  se  habían  de  poner  contra 
la  dbdad.  Mandó  ansimesmo  al  Maestre  de  Santia- 
go, que  entrase  con  sus  batallas  ordenadas  á  pié  é 
á  caballo  por  medio  de  la  huerta  en  derecho  dd  al- 
cazaba. É  al  Marqués  de  Oáliz,  é  á  Luis  Femsndez 
Puertocarrero,  Befior  de  Palma,  mandó  que  entrasen 
oon  sus  gentes  por  la  parte  de  la  derra,  é  que  fue- 
sen oon  ellos  la  gente  de  Castilla  la  vi^a  é  da  laa 


SON  inSRNÁNIX) 
Asturias.  É  mandi  á  Don  Bodrigo  de  Mendosa,  é  á  | 
Don  Hurtado  de  Mendosa,  Adelantado  de  Casorla, 
qne  eran  capitanes  cada  nno  de  quinientos  homes 
á  oaballo  de  la  gente  del  Cardenal  de  Espafta,  é  á 
Don  Sancho  de  Castilla  é  al  Clavero  de  Calatrava, 
qne  entrasen  por  otra  parte,  é  que  fuesen  oon  ellos 
la  gente  de  oaballo  é  de  pié  de  la  cibdad  de  Écija, 
é  del  Adelantamiento  dé  Casorla.  É  por  otra  parte 
mandó  que  entrase  la  gente  de  caballo,  é  doce  mil 
peones  á  pié  de  las  Hermandades,  cada  quadrílla 
oon  su  capitán.  É  mandó  áDon  Juan  de  Silva,  Con- 
de de  GUnentes,  que  con  la  gente  de  caballo  é  de 
pié  de  la  cibdad  de  Sevilla  entrase  por  otra  pate.  É 
mandó  á  Don  Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador 
mayor  de  León,  é  á  Don  Diego  Lopes  de  Haro,  que 
con  cierta*gente  de  las  guardas  é  peonage  del  rey- 
no  de  Galicia  entrasen  por  la  parte  de  la  sierra  que 
es  encima  de  la  cibdad.  É  mandó  á  los  Condes  de 
Cabra  é  de  Tendilla  é  de  Uruefia,  é  al  Marqués  de 
Aguilar,  é  á  los  otros  caballeros  é  capitanes  de  su 
hueste,  que  con  sus  gentes  á  pié  é  á  caballo  eetovie- 
sen  repartidos  por  otros  lugares  contra  la  cibdad. 
Como  el  Maestre  de  Santiago  é  los  otros  capitaues 
é  gentes  entraron  en  la  huerta  oon  sus  batallas  or- 
denadas, certificaban  á  sus  gentes,  que  Dios  median- 
te alcanzarían  la  victoria  que  deseaban,  si  acome- 
tiesen con  osadía  é  durasen  en  él  esfuerzo.  Los  ca- 
pitanes moros, recelando  que  si  el  real  se  ponia  en 
la  huerta  perderían  la  libertad  que  tenían  para  la 
entrada  é  salida  en  la  cibdad,  é  que  los  chrístiaiftis 
habrían  lugar  de  asentar  el  artillería  bien  cerca  de 
BUS  muros,  amonestaban  á  los  suyos  que  saliesen 
fuera,  é  peleasen  por  el  sostenimiento  de  su  ley, 
por  la  defensa  de  su  tierra,  por  la  guarda  de  sus 
parientes,  é  por  la  vida  é  libertad  de  sus  personas; 
los  quales  decían  no  tener  otro  remedio,  salvo  aquel 
que  Dios  les  embiase,  y  el  que  sus  manos  les  diesen 
con  el  esfuerzo  de  sus  corazones.  Los  moros  esfor- 
zados oon  las  amonestaciones  de  sus  capitanes,  se 
dispusieron  á  echar  fuera  de  la  huerta  á  los  chris- 
tianos.  É  fecho  el  signo  de  las  trompetas  de  la  una 
parte  é  de  la  otra,  juntáronse  por  muchas  partes  de 
la  huerta  las  armas  enemigas  unas  contra  otras,  é 
firiéronse  luego  con  los  tiros  de  las  lanzas  y  espin- 
gardas é  saetas;  é  por  unas  partes  se  comenzó  la  pe- 
lea á  caballo,  é  por  otras  á  pié.  Pero  las  muchas 
torres,  los  edificios  de  las  casas,  la  espesura  de  los 
árboles,  las  azequias,  é  angostura  de  los  lugares, 
daba  mayor  ventaja  en  la  polea  á  los  moros  que  es- 
taban á  pié  que  á  los  christianos  que  estaban  á  ca- 
ballo; especialmente  porque  conoscian  las  entradas 
é  salidas  de  las  azequias  é  de  los  lugares  angostos 
do  habían  de  entrar  para  salir  sin  dafio.  Visto  por 
algunos  de  los  caballeros  é  capitanes  christianos 
este  inconviníente,  mandaron  que  se  apeasen  mu- 
chos de  los  escuderos,  é  se  juntasen  con  los  peones. 
Estonces  la  gente  del  peonage,  favorecida  con  los 
escuderos  que  se  apearon,  ovieron  mayor  esfuerzo 
para  pelear,  é  los  christianos  cometiendo  con  osadía 
é  los  moros  resistiendo  con  esfuerzo,  encendióse  en- 
tre ellos  la  pelea' tan  emel,  que  cadi^  uno  parecía 


É  DOff A  ISABEL.  tíÁ 

disponer  con  voluntad  á  U  muerte  pAirá  darla  al  ' 
enemigo.  É  si  los  christianos  pensaban  ser  vence-' 
dores  por  ser  mayor  número  de  gente,  los  moros 
no  pensaban  ser  vencidos  por  la  dispudcion  de  los 
lugares  do  peleaban;  é  ansí  los  unos  é  los  otros  dan- 
do é  sufriendo  f cridas,  duraron  en  la  pelea  por  es- 
pacio de  doce  horas;  en  las  quales  ni  los  unos  ni  los 
otros  podían  haber  espacio  para  recobrar  las  fuer- 
zas, porque  también  por  las  espaldas  como  por  de* 
lante  é  por  todas  partes,  ocurrían  cada  hora  enemi- 
gos que  salían  á  f erir  é  guerrear.  En  este  tiempo  ei 
vencimiento  entre  los  unos  é  los  otros  fué  variable: 
porque  muchas  veces  los  christianos  como  vencedo- 
res retraían  á  los  moros  en  algunos  lugares;  é  por 
otras  partes  cansados  é  vencidos  de  estar  tanto 
tiempo  peleando,  se  retraían  y  eran  vencidos  de 
los  moros;  é  no  podían  guardar  bandera,  ni  estar  á 
gobernación  de  capitán,  porque  la  díspusioion  de 
los  lugares  les  constrefiia  á  pelear  derramados  é  por 
diversos  lugares,  sin  tener  orden  de  batalla.  E  ansí 
los  moros  como  los  christianos,  andando  sueltos 
acá  é  allá,  turbados  de  miedo,  é  algunas  veces  ocu- 
pados con  los  árboles,  f  uian  de  los  suyos  meemos, 
no  oonosciendo  si  eran  amigos  ó  enemigos.  T  el 
presuroso  sonido  de  los  tiros,  é  ballestas,  é  ribado- 
quines  y  espingardas,  y  el  alarido  de  los  vencedo- 
res, y  d  gemido  de  los  vencidos  é  f  erídos,  é  la  con- 
fusión de  las  voces  diversas  en  lengua  é  mezcladas 
unas  con  otras,  turbaban  é  ponían  tal  espanto  á  to- 
dos, que  ni  sabían,  ni  podían  ver  quales  eran  los 
vencedores,  ni  en  qué  partes,  ni  quales  eran  los 
vencidos  para  los  ayudar,  por  la  turbación  de  la 
batalla,  ó  la  grand  espesura  de  los  árboles  y  edifi- 
cios que  les  impedían.  En  este  espado  de  tiempo 
los  christianos  ganaron  algunas  torres  de  las  que 
estaban  en  aquella  huerta,  otras  había  que  guarda- 
ban los  moros;  é  los  christianos  por  ganar  las  que 
tenían  los  moros,  é  los  moros  por  recobrar  las  ga- 
nadas por  los  chrístianoiL  ofresciéndose  á  gran  pe- 
ligro, les  ponían  fuego.  E  oíanse  los  clamores  mise- 
rables de  los  que  sufrían  las  llamas,  é  sonaban  las 
voces  crueles  de  los  que  ponían  el  fuego;  é  ni  los 
unos  ni  los  otros  podían  en  aquel  peligro  socorrer  á 
los  suyos,  por  el  impedimento  de  los  árboles  é  bar- 
rancos que  por  todas  partes  había.  Algunos  caba- 
lleros é  capitanes  christianos,  vista  la  desorden  de 
aquella  batalla,  quisieran  retraerse  de  la  huerta  con 
sus  gentes,  salvo  porque  perdido  el  tino  de  la  sali- 
da, eran  constrefiidos  á  durar  en  la  pelea.  La  qual 
fué  tan  cruel,  que  en  todo  el  tiempo  que  duró,  ni 
los  moros  se  retraían  mostrando  miedo,  ni  los  chris- 
tianos dexaban  la  pelea  con  deseo  de  vencer.  M 
Bey  estovo  con  todas  las  otras  sus  gentes  á  una 
parte  de  la  huerta  ayudando  é  proveyendo  de  gen- 
tes de  pié  é'de  caballo,  y  esforzando  á  los  suyos  do 
era  menester.  Pero  estaba  en  gran  pena,  porque  con 
el  impedimento  de  los  árboles  é  torres  no  podía  ver 
ni  proveer  á  todas  partes.  Al  fin  plogo  á  Dios  en 
este  tan  peligroso  descrimen  de  batalla,  dar  tan 
buen  esfuerzo  á  los  christianos,  que  durando  en  el 
trabajo  que  sufrieron  peleando,  cansaron  á  los  mo- 


4M  CBOnCULB  DI  LOB 

i«M,  4  Im  Í0Íer«i  Mimar  á  im  logar  qo*  tenían  £of» 
teleeido  de  palkadM  antea  U  hnarto  é  loa  ambaki^ 
al  ^nal  impedía  á  loa  ehiiafianoa  que  no  loa  podi»- 
■an  maa  adelante  aagnir, 

Gomo  loa  moroa  fueron  letraidoai  loa  oimatianoa 
por  nn^^'^^  del  Bej  fideron  mny  praato  eatiniia 
foitaleoidaa  con  grañdea  palliadaa,  bien  oeroanaa  á 
laa  defénaaa  qne  loa  moroa  tenían  fechaa;  en  laa 
qoalea  mandó  el  Bej  poner  gentea  qaa  laa  gnarda- 
aan,  é  mandó  Inego  alli  en  la  hnerta  aaentar  an  reaL  ' 

Murieron  é  fueron  f eridoa  en  aquella  batalla  al- 
gonoa  de  loa  ebriatianoa  é  de  loa  moroa:  eapeoial- 
mente  fuó  allí  muerto  un  capitán  principal  de  loa 
moroai  borne  eaConeadOi  que  ae  llamaba  Beduan  Za- 
¿uja,  por  ouya  muerte  loa  de  la  eibdad  moakraron 
gran  aentímiento;  faüáronae  muertoa  mueboe  ca- 
balleroa.  Derribaron  los  moroa  oon  un  bósano  el 
braco  al  Alares  de  una  batalla  de  laa  del  Oardenal, 
que  ae  llamaba  Juan  de  Perea ,  sobrino  del  Ade- 
lantado Bodrigo  de  Perea.  É  Don  Bodrigo  de  Men- 
dosa, fijo  del  Oardenaly  que  después  fué  Marqués  de 
Zenetoy  espitan  de  su  bneste,  yista  la  bandera  en 
perdición ,  como  quiera  que  f  neee  mozo  ó  aun  no 
experimentado  en  f  eobo  de  las  armas  tan  peligroso; 
pero  su  inelinsoioni  que  en  aquella  bora  pareció  ser 
de  bome  esforzado,  le  fiso  avÍTar,  É  so&iendo  loa 
tiroa  de  balleatas  y  e^ingardas  qne  por  todas  par- 
tes le  tiraban,  recobró  su  bandera,  é  fiso  tener  que- 
da su  gente,  é  ir  adelante  peleando  contra  los  mo- 
ros. El  Maeatn  de  Santiago  sufrió  grandes  peligros 
4  trabajos  peleando  por  su  peisona  y  esfonando  su 
gente,  especialmente  por  la  guardar  qne  no  reci- 
biese el  dafio  grande  que  él  y  dios  recibieran  de  los 
moros  por  cansa  de  la  grand  espesura  de  los  árbo- 
les. Otrosí  el  Marqués  de  Calis  é  todos  los  otros  ca- 
balleros é  capitanes,  trabajaron  peleando  en  aquella 
fadenda  tanto,  que  podían  alcansar  la  TÍctoría  que 
en  aquel  día  plogo  á  Dios  de  les  dsr. 

Otras  particularidades  é  casos  grandes  acaesddoa 
en  eata  batalla  dexamos  de  recontar,  porque  ningu- 
na rason  de  palabras  podria  igualar  con  la  grande- 
sa  de  los  fechos  que  en  ella  pasaron.  Pero  pnédeee 
bien  creer  por  los  que  este  fecho  de  armas  leyeron, 
é  consideraren  el  logar  do  acaesció,  j  el  ánimo  que 
los  obiistianos  toYÍeron  para  ofender,  j  el  esfuerzo 
que  los  moros  cobraron  para  defender,  que  pocas  ó 
ningunas  batallas  se  leen  haber  acaescido  do  tanta 
gente  j  en  semejante  lagar  concorríese,  é  que  tan 
cruel  é  peligrosa  fuese  é  tanto  durase,  como  la  qne 
en  este  día  oyó  este  Bey  Don  Fernando;  especial- 
mente porque,  según  ¿í  lugar  do  acaesció,  ni  los 
cbristianos  pedieron  haber  entera  gloria  del  yencí- 
miento,  ni  los  moros  grsn  caída  por  ser  Yencidos. 

Después  que  los  moros  fueron  rotraidos,  dexada 
la  trístesa  que  debían  tener  por  sus  amigos  muer- 
tos, y  encendidos  de  ira  contra  los  enemigos  vivos, 
tornaban  á  aalir  de  sus  estansas  á  pelear  con  los 
cbristianos;;  salvo  que  la  oscuridad  é  la  gente  qne 
el  Bey  mandó  estar  toda  la  noche  armada  é  junta 
con  sus  arrabales,  les  rofronó  ia  osadía  que  mostra- 
ban tener. 


BKTBB  D8  GASniiLi. 


OAPlTDLO  OVUL 
lenalé  «1  isel  ás  It  msita  Se  Baa,  é  fs 


Bl  aaiento  del  real,  que  aegun  habemoa  didio  se 
puso  en  la  huerta,  fué  trabajoso,  porque  la  espesura 
da  loa  árlxdes  é  los  barrancoa  grandea,  impedían  el 
asiento  de  las  tiendaa  de  tal  numera,  que  á  gran 
pena  se  fallaba  lugar  dondo  buenamente  se  pedie- 
sen armar.  É  porque  esteban  cercanas  á  las  esUnsaa 
de  los  enemigos  donde  se  podria  recrescer  peligro 
á  loe  del  real,  mandó  el  Bey  que  las  guardaa  de 
aquella  noche  fuesen  fórnecidaa  de  maa  gentes,  ó 
que  se  repartiesen  en  tres  lugares.  É  allende  de  loa 
caballerea  é  peonea  que  eatovieron  en  laa  gnardea, 
fué  neceaario  que  la  otra  gente  de  la  bueato  eato- 
vieae  armada;  porque  loa  moroa  no  ceaaron  toda  la 
noche  de  aalir  é  acometer  á  los  cbristianos,  veces 
por  unaa  partea,  vocea  por  otraa,  tirando  aaetaa  y 
eapingardaa,  é  cometiendo  oon  elloa  eacaramuTaa. 
Otro  día  por  la  mafiana,  visto  por  el  Bey  él  trabajo 
é  peligro  qne  sus  gentes  aquella  noche  en  la  guarda 
del  real  ovieron,  y  el  que  donde  en  adelante  se  es- 
peraba si  allí  estoviese,  ovo  consejo  con  los  caba- 
lleros ó  capitanes  de  su  hueste  sobro  el  remedio  que 
cerca  de  este  inconviniente  se  debía  poner.  É  todos 
loa  mas  acordaron  que  el  real  se  debía  quitar  de  la 
huerta,  porque  la  gente  de  armas  no  podria  sufrir 
el  trabajo  que  se  recrecía,  anal  en  las  guardas,  como 
en  las  peleas  que  los  moros  continamente  movían. 
El  Bey,  visto  aquel  acuerdo,  mandó  que  se  alza* 
se,  é  se  asentase  en  el  lugar  donde  primero  esUba. 
É  por  escosar  la  pelea  pelígroaa  que  entro  los  árbo- 
les é  barrancos  se  podía  mover  por  los  moros  si  ve- 
yesen  alzar  el  real,  mandó  que  ninguna  tienda  se 
desarmase,  fasto  que  todo  el  f ardage  fuese  sacado 
de  la  huerto;  y  entrotanto  inandó  f  omooer  da  gen- 
tes las  estanzaa  que  estobsn  contra  las  palíaadas  ó 
albarradas  de  los  moros.  T  el  Bey  oon  toda  la  otra 
gento  de  su  huesto  se  puso  al  rostro  de  la  eibdad, 
fssto  que  todo  d  fardage  é  las  tiendas  fué  levan- 
tado del  lugar  do  estoba,  é  asentado  do  había  de 
estor.  Oomo  el  real  fué  puesto,  luego  se  retrazo  el 
Bey  con  todas  sus  gentes,  é  ansímesmo  dessmpara- 
ron  las  estonzas  aquellos  que  laa  tenían  cercanas  á 
los  arrabales. 

Visto  por  los  moros  que  los  cbristianos  dessmpa- 
raban  las  estanzaa  que  tenían,  salieron  contra  ellos 
por  machas  partes  á  pié  é  á  caballo  oon  tiros  de 
saetas  y  espingardaa,  é  arremetiendo  é  tirándoles 
lanzas.  Pero  los  cbristianos,  que  en  semejantes  ca- 
sos conoscian  la  manera  de  pelear  de  loa  moros; 
recelando  el  inconviniente  por  venir,  é  proveyén- 
dose antes  que  viniese,  salieron  de  las  ''■'^Tif^tns  or- 
denadamente faciendo  algunas  veces  rostro  á  los 
moros,  otras  veces  siguiéndolos  fasto  loa  meter  en 
sus  albarradas;  é  ansí  pedieron  salir  de  la  huerta,  é 
dexar  las  esianzas  qae  tenían  sin  dafio  suyo.  Des- 
pués que  el  roal  se  asentó  f  ñera  de  la  huerta,  él  Bey, 
I  considerando  como  estando  apartado  de  la  eibdad. 


DON  FBENANDO 

lofl  morog  podían  «dif  y  entrar  Uln'emente  en  ella, 
qniao  saber  de  loe  caballeroB  6  capitanes  que  con  él 
eran  lo  que  se  debia  facer  para  que  estoviese  cer- 
cada, de  manera  que  los  moros  estOTÍesen  oprimi- 
dos é  no  toviesen  aquella  libertad  que  tenían.  Sobre 
lo  qual  OYÓ  diversos  Totos  en  su  consejo;  porque 
algunos  dizeron,  que  no  solamente  habia  fecho 
buen  acuerdo  en  mudar  el  teal,  mas  que  lo  faria 
mejor  si  mudase  el  consejo  que  oto  de  cercar  aque- 
lla cibdad ,  considerando  el  lugar  do  es  asentada, 
é  la  huerta,  y  edificios,  é  torres,  é  azequias,  é  cues- 
tas, é  barrancos,  é  albarradas,  é  otras  fortaleaas  de 
que  por  natura  é  por  artificio  está  fortalecida  por 
todas  partes,  é  la  mucha  gente  de  los  moros  que  la 
guardaban.  É  que  seria  difícile  con  la  gente  que 
allí  estaba,  aunque  pasaba  de  ciuqfionta  mil  com- 
batientes, cercarla  como  debia  ser  cercada,  para  que 
ninguno  saliese  della  ni  entrase,  salvo  con  mayor 
copia  de  gente.  Allende  desto  decían,  que  según  la 
información  que  el  Bey  tenia  de  los  mantenimien- 
tos é  gente  de  guerra  que  estaba  dentro,  era  me- 
nester mucho  tiempo  ó  g^n  suma  de  dinero  para 
durar  en  aquel  cerco,  é  que  en  los  muchos  días  po- 
drían nascer  tales  necesidades,  que  constrifieaen  á 
alaar  el  real.  É  por  tanto  que  era  mejor  alzarlo 
agora  sin  daño,  que  después  con  algunos  inconvi* 
nientes;  é  que  les  páresela  que  se  debían  fornecer 
de  gentes  de  caballo  é  de  pié  las  fortalezas  de  Oa- 
nillas,  é  Bensalema,  é  Benamaurel,  é  Cnzar,  é  Froy- 
la,  é  Bacos,  é  Chillar,  que  el  Rey  tenia  en  circuito 
de  aquella  dbdad  para  que  la  guerreasen  por  todas 
partes;  é  que  en  aquella  manera  se  podría  decir  que 
estaba  cercada  la  cibdad  de  Baza,  mejor  que  estan- 
do allí  el  Bey  con  sus  gentes,  donde  consumido  el 
tiempo  y  el  dinero  é  trabajada  la  gente,  habia  poca 
esperanza  de  se  ganar.  É  que  debia  de  ir  á  conquis- 
tar las  TÜlas  de  Tabernas  é  Purchena,  é  otras  algu- 
nas que  son  en  la  comarca,  las  qudes  se  podían 
haber  con  mayor  certinidad  é  menor  trabajo;  é  ha- 
bidas, se  pomian  en  tal  aprieto  las  oibdades  de  Al- 
mería é  Guadiz,  que  seyendo  otro  afio  taladas  é 
guerreadas  por  todas  partes.  Temían  mas  con  fuer- 
za de  hambre  que  con  fuerza  de  armas  á  la  subje- 
oion  del  Bey  é  de  la  Beyna,  según  que  otros  luga- 
res habían  fecho. 

Después  que  el  roto  destos  fué  oído  é  platicado, 
el  Bey,  movido  á  piedad  de  sus  gentes  por  los  tra- 
bajos é  peligros  que  habían  pasado  é  creía  que  so- 
frirían  en  aquel  cerco  si  allí  durase,  é  la  dificultad 
grande  que  había  en  los  caminos  por  do  se  habían 
de  traer  las  provisiones  á  su  real,  determinó  de  lo 
mandar  alzar,  é  poner  guarniciones  en  las  fortale- 
zas que  estaban  en  circuito  de  la  dbdad. 

Esta  humanidad  conoscida  en  el  Bey,  inflamó  la 
afición  á  las  gentes  de  la  hueste,  para  se  disponer 
mas  por  su  servicio  á  los  trabajos  é  peligros  que  en 
el  cerco  se  podrían  haber.  B  porque  los  moros  pen- 
sarían haber  alcanzado  victoria  si  el  real  so  alzase, 
estaban  descontentos,  é  comenzaron  á  murmurar 
por  todo  el  real  diciendo,  que  tan  gran  hueste  é  con 
tanto  trabajo  llegada,  no  se  debia  derramar  ni  mo- 


*  DOÑA  ISABEL.    /  tíSi 

ver  de  aquel  lugar,  fasta  lo  tomar ;  é  leprebendiaa 
á  aquéllos  que  consejaban  al  Bey  que  alzase  el  reaL 
Algunos  otros  de  su  consejo  que  eran  de  voto  con* 
trarío ,  dizeron  al  Bey  que  el  cerco  no  se  debia  al* 
zar,  pues  ya  era  puesto,  porque  los  moros  de  aque^ 
lia  cibdad,  é  los  de  las  oibdades  de  Guadiz  é  Alme- 
ría, é  de  todas  aquellas  comarcas,  é  también  los  de 
la  cibdad  de  Granada,  pensando  que  por  fiaqueza 
que  había,  ó  por  algún  otro  peligro  que  se  recelaba, 
el  Bey  mandaba  alzar  el  real,  cobrarían  orgullo 
creyendo  ser  victoríosos;  é  que  vista  la  absencia 
del  Bey,  se  juntarían  según  otras  veces  han  fecho» 
é  cercarían  alguna  villa  ó  castillo  de  las  que  son  en 
aquella  comarca,  á  la  qual  sería  necesarío  socorrer. 
£  que  para  los  semejantes  socorros  no  todas  veces 
se  fallan  las  gentes  é  los  otros  aparejos  necesaríos 
estando  el  Boy  absenté,  como  estando  sobre  aque- 
lla cibdad,  doude  toda  la  mas  ó  mejor  gente  de 
guerra  que  había  en  todo  el  reyno  de  Granada  es- 
taba junta.  Allende  desto  decían,  que  á  todos  era 
notorío  como  los  moros  de  la  cibdad  de  Granada 
deseaban  victoría  á  los  de  Baza,  é  que  les  ayuda- 
rían con  todas  sus  fuerzas,  salvo  por  el  def 6ndi« 
miento  que  el  Bey  mozo  que  estaba  en  el  Alhambra 
les  ponía.  Pero  que  su  resistencia  no  ternia  en  esto 
caso  tanta  fuerza  con  ellos,  para  que  si  veyesen 
victoriosos  á  los  de  Baza  no  les  ayudasen  publica- 
mente con  gran  multitud  de  moros,  como  agora  les 
ayudan  de  secreto  con  alguna  poca  gente  é  con  to- 
dos los  avisos  que  pueden ;  é  que  esforzándose  en 
este  pensamiento,  tomarían  armas,  é  mostrarían 
dará  la  amistad  que  tenían  á  sus  moros,  é  la  ene- 
mistad encubierta  que  tenían  á  los  ohristianos :  lo 
qual  seria  causa  que  la  conquista  comenzada  se  di« 
látase  por  mas  tiempo ;  por  ende  decían  que  consi- 
derados bien  estos  inconvinientes,  d  cerco  comen* 
zade  sobre  aqfuella  dbdad  se  debia  oontínar,  é  que 
ante  todas  ^sas  se  debía  talar  la  huerta  que  tiene 
en  circuito ;  porque  escombrando  el  campo  á  los 
moros,  se  quítaria  la  defensa  que  tenían  con  la  es- 
pesura de  los  muchos  árboles,  é  los  ohristianos  ter* 
nian  libertad  de  ver  las  salidas  y  entradas  de  la 
cibdad  para  las  resistir.  B  que  talada  la  huerta  6 
puestas  estanzas  en  los  lugares  oonvinientes,  se  po- 
dria  quitar  la  salida  y  entrada  á  los  moros.  B  como 
quier  que  para  esto  se  requería  mucho  trabajo,  é 
algún  tiempo,  é  grandes  costas,  é  mas  gente  de  la 
que  allí  estaba,  pero  que  se  notaría  á  mengua,  si  un 
Bey  tan  poderoso,  por  escusar  trabajo  é  por  falta  de 
dinero,  dezasede  oontínar  la  empresa  que  había  co- 
menzado. B  decían,  que  en  muy  poco  se  debían  esti- 
mar los  trabajos  habidos  por  respecto  de  virtud,  ma- 
yormente teniendo  esperanza,  que  mediante  aque- 
llo se  puede  haber  el  fin  deseado.  B  sobre  todo  esto 
decían  que  debia  consultar  á  la  Beyna,  que  tenía 
cargo  de  dar  orden  en  el  proveimiento  de  la  guer- 
ra, para  haber  su  parescer  cerca  de  las  cosas  que  en 
la  oontinadon  de  aquel  cerco  eran  necesarias.  * 

Bl  Bey,  vista  la  voluntad  que  la  gente  de  su 
hueste  tenían,  é  las  razones  que  decían  aqudlos  de 
su  consejo  porque  d  real  no  se  debia  alzar,  embió 


M  CBÓdlOAñ  DS  lOB 

ádadráhiBayftaloiToCotqw  pftnlavDoépM» 
lo  otio  habift  mt  m  ooomío  ;  poiqíM  en  dies  hons 
por  1m  puidM  qoa  toman  poeiUt,  «ninforatftdA 
do  todas  1m  oons  qoo  oo  ol  loal  paaahan.  La  qoal 
ambló  á  daeir  al  Boj  é  á  loa  Orandoo  ó  Oaballona 
qoo  aaftaban  an  aa  oonoajo,  i|iio  oerca  del  oontinar 
ó  akar  al  oeroo  do  aobio  la  oibdad  do  Basa,  no  aa- 
tandia  dar  dolarmiiiaoion  alganoi  é  qo»  lo  remitía 
á  lo  qoo  ol  Boy  aa  aa  oonaojo  aoordaaa  ooa  loa  oa- 
piUsao  éoabaUeroa  qoo  aatalMuí  oa  aahoaato.  Paro 
qno  ai  aoordaban  do  oontinar  al  real  aobro  aqQoUo 
cíbdad  aaguu  qao  al  prinoipiD  todoa  oonformea  lo 
hablan  aoocdado,  ella  oon  ol  ajada  de  Dioa  daría 
drdon  para  qoo  íoaaoa  bion  pvoroidoa  do  g^otoa,  é 
dinaroa, é proTÍaionaa,  édatodaa  laa  otraa  ooaaa  qae 
fneaan  aaoaoaiiaa  f aata  qao  aquella  oibdad  ao  to- 


OAPtrüLOCDL 


Cmbo  «lB<y 


tibr  la  hB0|ta  áa  Basa. 


Yiatalo  reapoaata  qao  lo  Bojna  ombió,  laago  el 
"Biíij  acordó  do  oontíoar  el  oeroo  qao  tenia  poeato 
aobre  la  oibdad  do  Basa,  poiqao  anaí  él,  oomo  to- 
doa loa  do  aa  oonaejOy  oooádenunon  qoo  aqaeUaa  oo- 
aaa qae  la  Bejna  ofraaoia  aoa  laa  prinoipalea  qaa 
ooatíeaon  laa  gaerraa. 

Sabido  por  laa  gentea  do  U  haaato  el  aoaordo 
qae  el  Boj  oro  de  permaneaoer  en  aqael  aitioi  ooaa 
faó  por  dorto  maraTÍlloaa  de  yer  oomo  la  triatosa 
qae  todoa  tooiao  porqao  ao  alzaba  el  real,  ae  oon- 
▼ertíó  luego  en  alegría  tan  grande,  qae  pareacia 
oada  ano  tenor  lo  TÍctoria  delante ;  é  loaban  de  lea- 
lea  j  eaforaadoa  á  loa  qae  habian  dado  el  oonaojo 
para  qae  el  real  daraao ;  é  deoian  haber  aejdo  mal 
oonaejo  aaoarlo  de  la  hoerta,  porque  eatando  en  ella 
como  al  principio  se  poao,  loa  morca  oataban  oer- 
cadoa  é  tan  oprímidoa,  que  no  tonian  lagar  do  aalir 
ni  entrar  en  la  oibdad.  E  deoian,  que  aé  debían  dia- 
poner á  todo  trabajo ,  para  lo  tomar  á  poner  do 
primero  eataba. 

£1  Bej,  oonaidorando  el  gran  peligro  qao  habia 
ai  el  real  bo  tornaae  á  poner  en  la  haerta ,  dexadoa 
todoa  loa  TOtoa  que  aobro  esto  ae  daban  en  aa  con- 
oejo,  mandó  luego  aaoatar  doa  reales  sobre  aquella 
oibdad*  En  el  uno  mandó  qae  eatov^ieae  el  artillería 
Ó  todoa  loa  pertreohoa  que  se  traían  en  la  hueste 
para  combatir ,  j  en  este  real  mandó  que  se  apo- 
sentsson  el  Marqués  de  Cáliz,  j  el  Marqués  de  Aguí- 
lar,  j  el  Ck>nde  de  Uruefta,  é  Don  Alonso  de  Agui- 
Isr,  Sofior  de  Montilla,  é  Luía  Fernandez  Pnerto- 
earrero,  Sefior  de  Palma,  é  loa  Oomendadores  de 
Alcántara  é  Oalatrava,  é  Prandaco  de  Boyadilla,  ó 
Juan  de  Almaraz  con  las  gentes  de  sus  capitanías, 
é  otras  gentes  de  las  Montaftaa  é  de  las  Proyíncías 
de  Vizoaja,  é  Guipúzcoa,  é  del  Bejno  de  Galicia. 
En  el  otro  real  eataba  el  Bey  con  todos  los  otros 
oaballeroa  é  gentes  de  su  hueste ;  j  en  medio  des- 
tos  dos  realea  estaba  la  oibdad,  é  de  la  otra  parto 
esUba  la  aierra  alta,  é  de  la  otra  parto  de  lo  llano 
oatoba  )a  huerta,  é  podía  babor  del  un  real  al  otro 


DEGASmiiLA. 

do  modia  kg«%  ai  faaiHi  par  mafiodoln 
oibdad  do  en  al  oamino  dafooho.  Paro  povqoo  oon- 
Tonia  ir  rodeando  apartníJno  do  la  cíbdad  en  oir« 
coito  do  la  hooita  podría  haber  fasta 
do  mañana  qao  oon  gran  diflooltad  podría 
lagcntodoannalalotro;époreBta  cana 
el  Bej  facer  grandeacaYas^  é  palizadas,  é  otraa  do- 
fonaaa  en  amboa  reales,  porqao  lo  gente  aatoneao 
moa  aognra.  Aaentadoa  eatoa  doa  roalea,  al  Boj 
mandó  talar  la  huoita;  é  conm  quior  qoo  pareaoió 
oooa  trabajoaa  por  aer  grande,  é  por  loo  modiooó 
grueaoa  arbolea  que  en  olla  había,  pero  luego  ao 
puso  por  obra,  é  dio  el  cargo  prindpal  á  Don  G«- 
tierro  do  Gárdenaa,  Oomondador  major  do  .LaoOi 
para  que  ftcieao  aquella  tala. 

Sabido  por  lo  Bojna  oomo  el  Bej  deliberaba  do 
oonttnarolroal,  é  que  mandaba  faoor  ¡la  tala  dolo 
huerta,  mandó  ir  luego  laa  gentea  ó  ferramiontaa  qoo 
fué  noceaario  para  la  facer,  é  la  formo  oomo  ao  fn- 
cía  ora  ésta.  El  Boj  mandaba  catar  al  roatro  do  loa 
morca  dos  mü  homes  do  caballo  é  cinco  mfl  peones^ 
allende  do  la  otra  gente  que  estaba  por  guarda  en 
lo  alto  de  la  aierra  que  deocubiia  toda  la  dbdad. 
En  laa  eapaldas  de  lo  guarda  andaban  qualro  mil 
peonea  talando  oon  deatralea  por  ol  pié  todoa  loa 
arbolea.  T  entretanto  que  ae  faoia  la  tala,  loa  mo- 
roaaalían  contra  la  una  guarda  de  la  aierraé  contra 
la  otra  que  estaba  pueata  al  roatro  do  ana  eatansas; 
é  talando  é  peleando,  duró  cata  tala  quarenta  días, 
porque  la  grosura  j  esposara  do  loo  árboles  fadan 
tan  gran  impedimento  á  quatro  mil  taladorea,  que 
oon  gran  trabajo  podían  escombrar  dies  paaca  cada 
día.  En  esto  tiempo  ningún  día  falleció  que  loa 
morca  no  aalleeen  dos  veces  á  escaramuzar  oon  loa 
christtanoa,  yecea  por  dos,  yoces  por  tres,  é  Tooea 
por  quatro  partes;  j  en  estaa  eacaramusaa  oaian 
muertos  é  f  crides  tunblen  de  los  unos  como  de  loo 
otros.  E  como  quier  que  loe  moros  recebian  loa  mas 
días  el  mayor  dafio,  pero  no  paroscia  falleoerlea  d 
esfuerzo  otro  día  para  aalir  á  las  pelosa.  Acabada 
en  estos  días  de  talar  la  ma  jor  parto  de  la  haerta, 
páreselo  maa  clara  la  dbdad ;  pero  el  drcuito  en 
tan  grande  é  de  tantea  ooncayidades  é  cueataa  do 
todas  partes,  que  ni  los  dos  reales,  ni  menea  Iss 
guardas  que  do  dio  é  do  noche  estaban  á  pié  é  á  ca- 
ballo, podian  bien  impedir  la  aalídaj  entrada  á  loa 
moros  en  la  cíbdad.  Visto  que  con  d  gran  trabajo 
que  las  gentes  sufrían  en  las  guardas,  loa  morca  no 
estaban  cercados  según  debían,  el  Bej  acordó  de 
facer  una  gran  caya  é  palizada  que  llegaae  del  un 
red  dondo  él  estaba,  fasta  d  red  do  mandó  eatar 
la  artillería;  j  en  cata  caya  se  fizo  una  gran  pali- 
zada con  los  árboles  que  fueron  tdados  de  la  huer- 
ta; é  por  maa  la  fortificar,  mandó  d  Boj  traer  laa 
aguas  que  descendían  de  lo  sierra  para  que  corrie- 
sen por  medio  della.  B  allende  desto,  porque  toma- 
ba circuito  de  una  legua ,  j  era  neceaarío  copia  de 
gente  para  la  guardar,  mandó  edificar  en  día 
quince  caatílloa  do  tapias  con  sus  torras  é  almenas 
do  estoyíesen  las  gentea  que  la  guardasen.  Estos 
castillos  estaban  derramados  por  lo  oaTa,  é  podio 


DON  FERNANDO 

haber  dé  caitillo  á  castillo  treoientos  pasos.  El  un 
castillo  mandó  goardar  á  Bonifacio,  capitán  de  la 
gente  de  Burgos,  ó  otro  mandó  gaardar  á  Jaan  Car- 
rillo con  gente  de  Castilla  la  Vieja ;  otro  á  Anto- 
nio de  Arévalo,  capitán  de  la  gente  de  Qaadalaxa- 
ra ;  otro  á  Pedro  de  Ayala,  capitán  de  la  gente  de 
la  Prorincia  de  Oastilla,  que  es  de  la  Orden  de  San- 
tiago ;  otro  á  Alonso  de  Barahona  con  gente  del 
Arsobispado  de  Toledo ;  otro  á  Alonso  Alvares  de 
Avila  con  gente  de  la  oibdad  de  Toro ;  otro  á  Jaan 
de  Villacortes  con  la  gente  de  la  cibdad  de  León; 
otro  á  Pedro  de  Gamarra,  capitán  de  la  gente  de 
Marda ;  otro  á  Antonio  de  Morales  con  la  gente  de 
la  oibdad  de  Zamora;  otro  á  Francisco  de  Bovadi- 
11a  con  gente  de  la  cibdad  de  Córdoba ;  otro  á  Juan 
de  Calataynd  con  gente  de  la  cibdad  de  Cnenca; 
otro  á  Jaan  de  Robres  con  gente  de  la  cibdad  de 
Xeres ;  otro  á  Antonio  de  la  Pefta  con  gente  de  la 
oibdad  de  Troxillo ;  otro  á  Hernando  de  Barradas 
coii  algunos  escaderos  de  las  montañas ;  otro  man- 
dó gaardar  á  Bemardino  de  Lerma  con  gente  de  la 
cibdad  de  Soria.  B  con  esta  cava  é  palisada  qae 
llegaba  del  an  real  al  otro ,  en  la  qaal  estaban  fa- 
bricados estos  quince  castillos,  la  cibdad  estaba 
cercada  toda  por  la  parte  de  lo  llano,  qae  nin- 
guno pedia  entrar  en  ella  ni  salir.  E  por  la  parte 
.de  la  sierra  mandó  el  Rey  facer  otro  castillo,  en 
el  qaal  mandó  estar  á  Bernal  Francés  con  la  gente 
de  caballo  é  de  pié  que  estaba  en  su  capitanía.  Y 
en  el  campo  que  babia  entre  la  cibdad  é  la  cava 
donde  estaban  estos  castillos,  ordenó  el  Rey  que  es- 
toviese  ana  guarda  de  gente  de  caballo  é  de  pié ;  é 
por  la  parte  de  la  sierra  cerca  del  castillo  que  guar- 
daba Bernal  Francés,  mandó  estar  una  guarda ;  é 
con  estas  guardas  qae  se  mudaban  de  dia  ó  de  no- 
che, la  cibdad  estaba  mejor  cercada  por  aquellas 
partes.  Pero  los  moros  tenían  libertad  por  la  parte 
de  la  sierra  de  ir  á  qualquier  parte  que  quisiesen,  é 
los  mas  días  por  aquella  parte  sallan  de  la  cibdad, 
é  tomaban  bueyes  é  bestias,  é  captivaban  hornee  de 
los  que  saUan  del  real  por  provisiones,  porque  las 
guardas  no  podian  guardar  tauta  distancia  de  tier- 
ra, que  resistiesen  á  los  moros  la  guerra  que  facían. 
Visto  por  el  Rey  este  inoonviniente,  mandó  que 
se  ficiese  una  cava  é  palizada,  é  que  se  consiguiese 
con  la  otra  que  estaba  fecha  en  lo  llano,  é  subiese 
la  sierra  arríbay  é  cercase  la  cibdad  por  aquella  par- 
te de  lo  alto,  como  estaba  por  la  parte  de  lo  llano ; 
de  manera  que  ni  los  moros  pediesen  salir  fuera  de 
aquel  circuito,  ni  otros  podiesen  entrar  en  la  cibdad 
á  los  socorrer.  E  dio  el  cargo  de  facer  esta  cava  al 
Comendador  mayor  de  León ,  que  había  fecho  la 
cava  en  lo  llano ,  é  mandóle  dar  diez  mil  peones 
para  la  facer.  Este  caballero  con  esta  gente,  puso 
en  obra  el  mandamiento  del  Rey,  é  duró  en  facer 
aquella  cava  otros  dos  meses ;  porque  los  peones 
no  podian  facer  sn  obra  todas  horas,  con  el  impe- 
dimento que  los  moros  les  daban  con  las  escaramu- 
zas é  peleas  que  movian  contra  el  Comendador  ma- 
yor é  contra  los  que  con  él  estaban ;  á  los  quales 
convenia  solicitar  á  los  peones  qqe  facían  la  caya, 


ADOftAISABfill  4M 

é  ansimesmo  estar  siempre  armados,  e  prsstos  para 
la  pelea  que  los  mores  les  movian  por  estorbar  que 
no  se  ficiese.  Esta  cava  tomaba  en  drcuito  déla 
sierra  andadura  de  dos  leguas ;  en  la  qual  convino 
facer  dos  grandes  é  muy  anchas  paredes,  fortifica- 
das con  piedras,  é  tierra,  é  madera ;  y  entre  estas 
dos  paredes  había  una  calle  de  qnatro  pasos  en  an- 
cho, á  fin  que  la  gente  que  estoviese  en  esta  calle 
toviese  la  una  pared  por  defensa  contra  los  moros 
que  quisiesen  salir  de  la  oibdad,  é  la  otra  pared  con- 
tra otros  qualesquier  que  quisiesen  venir  de  fuera 
á  los  socorrer.  Y  en  este  edificio,  que  faé  grande, 
aquellos  diez  mil.  peones  continamente  trabajaban, 
unos  en  traer  piedras,  otros  traían  madera,  otros 
cavaban,  otros  tapiaban. 

Este  Comendador  mayor  puso  tal  diligencia,  que 
como  quier  que  fué  gran  obra,  se  acabó  en  pocos 
dias ;  de  manera  que  la  cibdad  estaba  cercada  por 
todas  partes,  que  ninguno  pedia  salir  ni  entrar  en 
la  cibdad.  Pero  dentro  de  aquel  drcuito,  los  moros 
todos  los  dias  sallan  á  pelear ,  veces  con  las  guar- 
das, é  otras  veces  salian  á  combatir  é  guerrear  á 
los  que  estaban  en  los  castillos.  B  porque  algunos 
dias  peleaban  por  tres  ó  qnatro  partes,  convenia 
que  toda  la  gente  del  real  estoviese  armada  para 
socorrer  á  las  guardas,  é  á  los  que  guardaban  los 
castillos,  é  á  las  gentes  que  &cian  las  paredes  por 
encima  déla  sierra. 

CAPÍTULO  OS. 

Gomo  el  Rey  acordó  en  ol  retí  de  Baxa  de  loatr  la  faente  qie 
eiUba  debaxo  del  Albohaeea,  é  lo  qee  los  noroe  ideroa. 

Durante  el  tiempo  que  las  cavas,  é  palizadas,  é 
castillos  se  f  acian  en  todo  el  circuito  de  Basa,  ansí 
por  lo  alto  de  la  sierra,  como  por  lo  llano  do  es- 
taba la  huerta,  algunos  moros  salian  é  se  venían 
al  real,  los  quales  avisaban  al  Rey  del  estado  de  la 
cibdad,  é  de  las  otras  cosas  que  entre  los  moros 
pasaban.  E  algunos  decían  que  había  división  en- 
tre ellos,  porque  algunos  amonestaban  al  caudi- 
llo é  á  los  capitanes ,  que  fidesen  partido  con  el 
Rey,  é  que  habiendo  seg^dad  para  los  bienes ,  é 
libertad  para  las  personas,  le  entregasen  la  oibdad. 
Decían  ansimesmo,  que  los  mantenimientos  se  les 
disminuían,  é  que  no  tenían  ya  carne,  ni  sal,  ni 
aceyte ;  é  que  el  pan  que  tenían  no  les  pedia  durar 
veinte  días.  Otros  dedan,  que  tenían  bastimento 
para  dos  meses ;  de  manera,  que  cerca  de  la  provi- 
sión que  tenían  en  la  dbdad  no  se  pudo  saber  por 
d  Rey  la  verdad,  por  las  variedades  qne  los  moros 
que  cada  día  se  pasaban  al  real  decían.  Pero  todos 
concordaban,  que  d  la  fuente  que  estaba  debaxo  de 
la  cuesta  de  Albohacen  se  tomase,  la  dbdad  pade- 
cería gran  falta  de  agua,  é  allende  delamengua,  los 
moros  estarían  tan  apremiados,  que  no  podrían  de- 
fender la  dbdad.  El  Rey,  habido  consejo  sobre  los 
avisos  que  daban  los  moros,  deliberó  de  tomar  por 
combate  aquella  cuesta  de  Albohacen;  porque 
aquella  tomada,  se  defendería  la  fuente  á  los  mo« 
ros  que  no  se  podiesen  aprovechar  della.  Epara  dar 


490  GRÓNIOAB  DB  LOB  BKTEB  DB  OABÜLLA. 

6tt6  oombila  numdó  faoer  un  oastíDo  d«  maderai 
el  qaal  iebabuda  DflíTAr  por  picsai,  é  «rmane  bien 
oeroA  de  áqnelU  caeeU  de  Albohfoeni  é  poner  en 
él  gente  qne  defendiese  á  loe  moroe  le  lalide,  en- 
tretanto qne  en  aquella  coeeta  ae  fundaba  otro  oaa- 
tillo  de  tapiaa. 

Oteoaf  fué  neoeaário  talar  algnnoe  arbolee,  que 
impedían  el  paso  de  la  gente,  ó  de  loa  pertrechos 
qne  ae  hablan  de  llevar  para  el  combate.  E  mandó 
él  Bej  al  Oomendador  mayor  de  León  Don  Gutierre 
de  Oárdenaa ,  que  con  derta  gente  de  caballo  é  de 
pié  eatoyieae  en  la  guarda  de  loa  peones  que  hablan 
de  talar  aquellos  arbolea.  Oomo  la  tala  ae  comenxó 
é  los  moros  lo  sintieron,  luego  salieron  con  sus  ba- 
tallas ordenadaa  para  la  defender.  £  los  christianos 
por  amparará  los  taladores,  é  los  moros  por  defen- 
der que  no  se  ficiese  la  tala,  oomensése  la  pelea  en- 
tre los  árboles  é  ramblas  que  habla  en  aquel  lugar. 

El  Oomendador  imayor,  vista  la  ventaja  grande 
que  el  lugar  daba  á  los  moros  para  pelear,  acordó 
de  retraer  la  gente,  é  dezar  de  faoer  la  tala.  E  por- 
que retrayéndose  los  que  estaban  á  caballo  podrían 
recebir  mayor  dafio  de  los  moroe ,  apeóse, é  mandó 
á  todos  que  estaban  á  caballo  que  se  apeasen ;  é  pe- 
leando, é  retrayéndose  paso  á  paso,  veces  firiendo 
en  los  moros,  veces  sufriendo  sus  fuerzas  é  tiros 
desvió  la  gente  de  aquel  logar  con  menor  dafio  que 
pudo.  E  ansí  como  habla  moros  que  de  la  dbdad  se 
pasaban  al  real ,  ansí  bien  habla  algunos  malos 
christianos,  que  dexaban  el  real  é  se  paaaban  á  los 
moros,  é  los  avisaban  que  en  el  real  había  mengua 
de  gente,  é  que  no  pagaban  sueldo  ;  é  les  contaban 
otras  faltas  del  Beal ,  que  les  daban  esfuerzo,  é  les 
facían  estar  oonstantes  en  la  defensa  de  la  dbdad. 
Especialmente  los  avisaron  del  consejo  que  el  Rey 
ovo  de  tomar  aquella  cuesta  de  Albohacen ,  por  im- 
pedir á  los  moros  el  agua  que  cogian  de  la  f  aente 
que  estaba  cerca ;  é  que  para  lo  poner  en  obra  ha- 
bla mandado  armar  un  castillo  de  madera.  Oomo 
los  moros  ovieron  este  aviso,  conociendo  que  si 
aquella  cuesta  fuese  tomada ,  ellos  estarían  oprimi- 
dos ,  é  no  podrían  salir  de  la  cibdad  ni  guardarla 
de  dentro  como  doblan  ;  acordaron  de  fabricar  en 
ella  un  castillo  do  tapia.  E  luego  la  primera  nodie 
que  lo  sopieron,  puesta  gente  de  armas  en  la  delan- 
tera, comenzaron  á  tapiar  ain  qne  ae  podieae  ver 
por  los  del  real  la  obra  que  fadan.  E  luego  por  la 
mañana  ae  vido  fecho  un  circuito  de  tapias ,  donde 
pusieron  un  capitán  con  ciertos  moros  para  las  de- 
fender ;  las  quales  estaban  en  tal  lugar,  que  no  se 
pedia  combatir  salvo  á  gran  daño  de  los  christia- 
nos ;  é  luego  la  noche  siguiente  continaren  su  edi- 
ficio. Ansí  edificando  en  las  noches  ficieron  un  cas- 
tillo de  tapias  en  aquella  cuesta  de  Albohacen ,  de 
donde  defendían  su  fuente ,  qne  los  christianos  no 
eran  parte  para  quitalles  el  agua. 


CAPÍTULO  OXL 

Od tebanlo  qas  alfiaof  abaUarts  faesiUaraa  átf  istl  áa 
Bau  icieroaeBlMMorMéeGBaáii;aáalMCMUfatpaai. 
roa  ea  Graaiaa. 


Ertando  d  real  aaentado  aobre  la  ofbdad  de  Ba- 
za ,  los  moros  que  habemos  dicho  que  cataban  en  las 
fortalezas  del  Padul  é  Alhedin,  é  algunos  otros  de 
laa  dbdadea  de  Gnadix  é  Almería ,  aalian  á  facer 
guerra  en  los  lugares  que  estaban  en  la  obedienda 
del  Bey  é  de  la  Beyna,  é  llevaban  cavalgadas  da 
ganados é prisioneros.  Ansimesmo  síganos  dolos 
caballeros  christisnos  salían  dd  real,  é  iban  á  guer- 
rear los  moros  á  los  lugares  do  eran  aviaados  que 
podían  haber  presaa. 

Acaeadó  en  aquellos  diaa,  que  algunos  manosbos 
fasta  tredentoa  de  caballo,  é  dodentoa  peones  de 
los  que  estaban  en  d  real,  con  ánimo  de  ganar  hon- 
ra é  haber  provecho,  ae  juntaron  con  Don  Antonio 
de  la  Oueva ,  fijo  del  Duque  de  Alburquerque,é  con 
otro  caballero  que  se  llamaba  Frandaoo  de  BazaUi 
informadoa  de  algunos  adaUdea,  que  podrían  faoer 
preaa  en  ciertas  aldeaa  ceroanaa  á  la  dbdad  de  Chia- 
diz,  faeron  á  aquellas  partes,  é  tomaron  algunos  ga* 
nados  é  prisioneros.  B  como  venían  con  la  presa, 
salieron  contra  ellos  por  mandado  dd  Bey  moro  qne 
estaba  en  Gnadix  fasta  seisdentos  moros  á  csbdlo 
é  á  pié  para  les  defender  la  presa.  Algunos  de  los 
christianos,  quando  veyeron  loa  moros  ser  en  mayor 
número  que  elloa,  decían  que  debían  dexarla  caval- 
gada  é  aalvar  aus  petsonaa,  puea  lo  podían  facer 
buenamente ;  é  que  no  debían  pdear  con  los  moros^ 
and  porque  estaban  en  td  lugar  que  la  pelea  sería 
á  ventaja  de  los  moros,  como  porque  ellos  é  sus  ca- 
bdlos  estaban  cansados  de  dos  noches  é  dos  días 
que  habían  andado  trabajados  por  haber  la  presa 
'que  llevaban ;  é  qne  se  pomian  en  aventura  de  se 
perder ,  si  esperaaen  la  pelea  con  loa  moros  que  sa- 
lían de  refresco.  Los  capitanes  esforzaban  la  gente, 
é  amoneatábanlea  que  volvieaen  é  pdeaaen  con  loa 
moros,  porque  mayor  seguridad  habrían  moatrando 
esfuerzo  é  peleando,  qne  retrayéndoae  para  dar  lu- 
gar á  loa  enemigoa  que  los  siguiesen;  especialmente 
porque  en  el  doance  todoa  los  peones  qne  llevaban 
serían  perdidos. 

Estaa  amoneataciones  de  loa  capitanea  no  esfor- 
zaban mucho  á  aquellas  gentes,  porque  eran  homes 
allegados  de  unas  partea  é  de  otraa ,  é  no  eran  de 
sua  casas  proprias,  ni  les  daban  suddo  que  les  obli- 
gase á  servir.  T  estos  tdes  usando  de  su  libertad, 
no  pensaban  obedeacer  peleando ,  aino  advarse  fu- 
yendo.  Otros  algunos  había,  que  doliéndose  de  como 
los  peones  christianos  se  perderian  si  los  desampa- 
raaen ,  dedan  que  debían  faoer  rostro  á  los  moros, 
é  pelear  con  ellos.  E  and  estos  como  los  capitanea, 
amonestaban  al  alférez  que  volviese  la  bandera ,  ó 
fuese  con  ella  adelante  contra  los  moros  que  venían 
ya  cerca.  E  porque  había  entre  elloa  diveraaa  volun- 
tades, el  Alférez  dubdaba  de  entrar  en  loa  moros 
con  la  bandera ,  según  que  los  mandaban  los  oapi- 


-^  IX)N  FBBNANDO 

ianei.  VlsU  Mti  dlTÍBÍoii  por  un  emmdero  qne  era 
de  las  goardaa  del  Bey  é  de  la  B^yna,  Aloayde  de 
la  fortaleza  del  Salar,  qae  estaba  en  aquella  oompa- 
fiia,  que  se  llamaba  Hernán  Peres  del  Palgar  (1), 
homo  de  baen  esfueno,  tomó  mía  tooa  de  lienso,  é 
atóla  en  su  lanaa  por  vía  de  ensefiSi  é  dizo  á  aque- 
llos oaballeros:  «Sefiores  ¿para  qué  tomamos  armas 
»en  nuestras  manos  i  si  pensamos  esoapar  oon  los 
»piés  desarmados?  Pooas  Teoes  se  ve  venoido  el 
»  esfuenso.  Oj  yerómos  quién  es  el  home  esforsado, 
»é  quión  es  el  oobarde ;  el  que  quisiere  pelear  oon 
»los  moros,  no  le  fallesoerá  bandera  si  quisiere  se- 

9  gair  esta  tooa.  »  E  diciendo  estas  palabras,  volvió 
BU  caballo  con  aquella  sefia  contra  los  moros.  E  to- 
dos los  caballeros  como  veyeron  aquello  ;dello8  mo- 
vidos de  su  voluntad,  dellos  vencidos  de  vergüen- 
sa,  siguieron  aquella  tooa  mirándola  por  bandera, 
y  entraron  en  los  moros  é  pelearon  oon  ellos.  Los 
moros,  visto  que  los  ohristianos  mostraban  esf  uerao 
para  pelear ,  á  los  primeros  encuentros  se  pusieron 
en  fuida,  é  los  ohristianos  los  siguieron,  matando  é 
firiendo,  é  oaptivando  dellos,  fasta  bien  cerca  de 
la  cibdad  de  Guadiz.  Fueron  muertos  aquel  dia  fas- 
ta quatrocientos  moros ,  que  fueron  despojados  en 
el  campo  por  los  chrístianos.  Habida  esta  victoria: 
vinieron  en  salvo  para  el  real  con  la  cavalgada  que 
tomaron.  El  Bey,  informado  como  habla  pasado 
aquel  f  eoho,  armó  caballero  á  aquel  Aloayde  de  Sa- 
lar ,  é  por  memoria  de  su  buen  esf  ueno ,  le  dio  li- 
cencia para  traer  por  armas  una  lansa  con  nnatoca 
atada  en  el  cabo  della,  que  fué  la  bandera  de  aquel 
vencimiento,  por  memoria  do  el  buen  esfuorso  que 
ovo  aquel  dia.  Los  moros  de  Guadix ,  veyendo  que 
su  gente  por  todas  partes  se  disminuía ,  é  que  si  la 
cibdad  de  Basa  se  tomaba,  la  tierra  toda  se  perde- 
ría, acordaron  de  embiar  gente  de  caballo  é  de  pié, 
é  con  gran  requa  de  fariña  é  de  otras  cosas  necesa- 
rias ,  pensando  que  podrían  entrar  de  noche  oon  to- 
do ello  en  la  cibdad  para  la  bastecer.  B  como  el  Bey 

10  sopo  por  las  guardas  y  escuchas  que  estaban 
puestas  por  su  mandado  en  los  caminos,  luego  man- 
dó alOonde  de  Tendilla  é  al  Conde  de  Umefia,  que 
saHesen  al  encuentro  de  los  moros,  para  que  les  de- 
fendiesen la  entrada  en  la  cibdad.  Los  moros  quan- 
do  sintieron  la  gente  de  los  ohristianos  que  venian 
contra  ellos ,  acordaron  de  volver  á  la  cibdad  de 
Guadix  con  la  requa  que  traían;  pero 'los  christia- 
nos  no  pedieron  tanto  guardar  el  campo,  que  algu- 
nos moros  no  entrasen  en  la  dbdad ,  andando  por 
los  caminos  é  veredas  ásperas  que  sabían  de  aque- 
lla sierra.  Otrosí  algunos  moros  de  la>  cibdad  do 
Granada,  visto  que  el  cerco  de  la  cibdad  de  Baza 
se  continaba,  é  oidas  las  escaramuzas  é  batallas 
que  se  habían  en  aquel  sitio,  donde  muchos  de  los 
moros  é  algunos  de  los  prinoipales  que  estaban  en 

(1)  Bsla  Henas  Peres  «el  Pilfir,  llanado  el  de  lu  hanftaa» 
M  el  mismo  que  desptes  eserlbliV  y  dedleé  al  Emperador  Car- 
los V  on  brere  Samarlo  de  los  lleehos  del  Gras  Capitán,  eonfiD- 
dldo  de  mieboe  eserilores  eos  ntestro  Cronlsla,  y  hasU  ahora  de 
aingino  H^  je  aepa  perfeetameBie  dlsttBgaldo ;  de  eslo  se  ba  be- 
blado BU  largameBie  es  el  Mlogo. 


É  DOKA  ISABSIi.  491 

defensa  della,  eran  muertos,  doliéndose  dé  sus  da-^ 
fies  pasados,  é  deseando  remediar  los  por  venir,  aou- 
saban  la  negligencia  de  los  prinoipales  de  la  cibdad, 
é  decíanles  en  secreto  que  veían  á  sus  enemigos  ma- 
tar  á  sus  amigos  de  su  ley  é  de  su  sangre,  é  que  mi- 
raban como  se  perdía  su  tierra,  é  que  tenían  paoien« 
cia  para  lo  sufrir.  Otrosí  les  decían  que  Dios  estaba 
ayrado  contra  ellos  por  sus  divisiones,  que  les  ha- 
bían fecho  perder  la  tierra  é  la  libertad ,  é  amones- 
tábanles que  despertasen  é  no  callasen  sus  males 
oomo  fasta  aquí  habían  fecho ,  é  oon  él  ayuda  del 
poderoso  se  remediasen ,  é  fuesen  á  ayudar  á  su  san- 
gre, pues  se  derramaba  por  salvar  á  todos  ellos;  por- 
que si  los  de  la  cibdad  de  Basa  se  perdían,  ningu- 
na esperanaa  habia  de  remedio.  Estas,  é  otras  cosas 
semejantes  andaban  diciendo  en  la  cibdad ,  por  al- 
borotar al  pueblo  contra  el  Rey  moro  que  estaba  en 
el  Alhambra,  para  lo  matar,  é  para  ir  gran  multi- 
tud de  moros  á  Guadiz,  é  dende  socorrer  á  Basa. 

El  Rey  moro  que  estaba  en  Granada ,  sabido  este 
alboroto ,  fizo  pesquisa  por  saber  quien  eran  bs  que 
lo  movían ;  é  sabida  la  verdad,  prendió  á  los  prinoi- 
pales que  predicaban  por  el  pueblo  estas  cosas,  é  fí- 
soles  oortar  las  cabeaas ;  é  con  aquella  justicia  que 
fleo ,  puso  sosiego  en  toda  la  oibdad  que  estaba  al- 
borotada. A  este  Rey  moro  proveía  la  Reyna  cada 
mes  de  dineros  para  el  mantenimiento  suyo  é  de  los 
que  con  él  estaban ;  é  por  su  respecto  el  Rey  é  la 
Reyna  dieron  seguridad  á  todos  los  de  Granada, 
para  que  saliesen  libremente  á  facer  sus  labores  por 
el  campo,  é  iban  con  sus  meroadurias  seguramente 
por  todo  el  reyno  de  Oastilla. 

OAPÍTÜLOOXIL 

De  la  embazada  qae  d  Gran  Soldán  embld  al  Papa,  sobre  esla 
conqolsta  de  Granada  qse  d  Rey  é  la  Reyía  faelan. 

Los  mOroB  del  R^yno  de  Granada,  visto  que  la 
gnerra  contra  ellos  se  continaba,  é  las  tierras  que 
los  afios  pasados  habían  perdido ;  pensando  ser  re- 
parados en  lo  porvenir,  embiaron  su  embazada  al 
Gran  Soldán ,  faciéndole  saber  de  la  guerra  que  el 
Rey  é  la  Reyna  habían  movido  contra  ellos,  é  que- 
rellándose á  él  gravemente  de  las  opresiones  é  cap- 
tiverios ,  é  guerra  cruel  que  sus  gentes  por  su  man- 
dado continamente  les  facían ,  é  de  las  dbdades,  é 
villas ,  é  castillos ,  é  fortalezas  que  les  habían  to- 
mado, é  cada  dia  pugnaban  por  tomar,  é  como  los 
habían  lansado  fuera  de  sus  casas  é  tierras ,  que  ellos 
é  sus  antepasados  largos  tiempos  habían  poseído. 
Por  ende  que  le  suplicaban  que  les  diese  ayuda  para 
recobrar  lo  perdido  é  para  no  perder  lo  que  les  que- 
daba, é  que  si  aquella  ayuda  por  agora  no  les  pe- 
diese dar,  les  escribiese  que  los  dezasen  estar  en  sus 
oibdades,  é  villas, é  tierras  libremente,  según  que 
estovieron  ellos  é  sus  antepasados  de  largos  tiem- 
pos á  esta  parte. 

El  Gran  Soldán,  oída  esta  embazada,  mandó  á  dos 
Frayles  del  Sepulcro  sancto  de  Jerusalem  de  la  Or- 
den de  Bant  Francisco ,  que  viniesen  á  Roma  al 
Banoto  Padre  oon  sus  oartas  ¡  por  Iss  qualee  le  em- 


M 


OROKIO  AS  DS  LOB  &BR8  DS  GAfimLUL 


bió  á  áttítf  ootto  habla  nbido  queel  fi^  éUBey- 
iia  de  Eqpalla  que  es  ea  la  parta  de  Baropai  habían 
moyido  guerra  contra  loa  moroa  del  Beyno  de  Gra- 
nada qne  confina  con  ana  aefiorf  oa ,  é  qae  habian  re- 
oebido  delloa  grandea  agrayioa  éainrazoneai  toman- 
dolea  ana  TÜlaa  é  cibdadea ,  é  apremiándolea  que  aa- 
lieaen  fnera  de  ana  oaaaa,  ó  oaptivándoIo8,étomAn- 
dolea  ana  bienea,  é  faciendo  contra  elloa  otraa  gran- 
dea cmeldadea ;  ó  qne  aquello  era  contra  toda  hu- 
manidad natural ,  porque  bien  aabia  el  Padre  Santo 
como  en  aua  tierraa  ó  aefiorioa  habia  gran  copia  de 
ohriatianca  que  Tivian  ao  an  imperioi  loa  qualea  eran 
oonaervadoa  en  bu  ley,  é  guardadoa  en  ana  bienea 
y  en  an  libertad.  Por  ende  que  le  exortaba  que 
eacribieae  al  Bey  é  á  la  Beyna  de  Gaatiila  que  ce- 
aaaen  de  aquélla  guerra,  é  tomaaen  á  loa  moroa  to- 
daa  laa  cibdadea  é  Yillaa  é  caatilloa  6  f  ortalesaa  que 
lea  habian  tomado ,  é  loa  reduxeaen  en  toda  liber- 
tad ,  aegun  y  en  la  manera  que  61  en  aua  tierraa  é  ae- 
fiorioa mandaba  tratar  á  loa  ohriatianoa,  E  que  ai 
eato  ficieae,  61  faria  bien  en  ¡ge  lo  mandar ,  y  elloa 
farian  aquello  que  notablea  principeaaon  obligadoa 
ala  piedad  natural.  E  que  ai  no  lo  fioieaen,  á  él  ae- 
ria  f  oraado  de  tratar  á  loa  chriatianoa  de  au  aefiorio 
en  la  manera  que  el  Bey  é  la  Beyna  de  Oaatilla  tra- 
taban á  loa  moroa  que  eran  de  au  ley  y  cataban  ao 
BU  amparo.  El  Papa,  viataa  eataa  cartea,  é  oido  lo 
que  aquelloa  dos  Fraylea  embazadorea  del  Soldán 
le  dixeron ,  acordó  de  lo  remitir  al  Bey  é  á  la  Bey- 
na ,  y  embiólea  con  elloe  un  BrcTc,  por  el  qual  lea 
facia  aaber  lo  que  el  Oran  Soldán  le  habia  eacripto: 
por  ende ,  que  dieaen  la  seapueata  que  cerca  dello 
habian  de  dar,  é  ge  la  embiaaen  con  aquelloa  dea 

Fraylea. 

El  Bey  éla Beyna,  yiato  el  Breye  del  Papa,  é  la 
carta  y  embaxada  que  el  Gran  Soldán  le  habia  em- 
biado,  reapondieron  al  Papa  que  bien  aabia  Su  San- 
tidad ,  y  era  notorio  por  todo  el  mundo,  que  laa  Ea- 
pafiaa  en  loa  tiempoa  antiguoa  fueron  poaeidea  por 
loa  Beyea  aua  progenitorea  ¡  é  que  ai  loa  moroa  po- 
Bcian  agora  en  Eapafia  aquella  tierra  del  Beyno  de 
Granada ,  aquella  poaeaion  era  tiránica  6  no  jurídi- 
ca; 6  que  por  eaouBar  eata  tiranía  loa  Beyea  aua 
progenitorea  de  Oaatilla  ó  de  León,  con  quien  confí- 
na  aquel  reyno ,  siempre  pugnaron  por  lo  restituir 
á  au  aefiorio,  aegun  que  antea  habia  aeydo. 

Otrosí  le  eacríbieron  que  allende  de  tener  loa  mo- 
roa tiránicamente  eata  tierra  de  Granada,  habian  fe- 
cho 6  facían  guerra  oontina  á  loa  christianos  aua 
BÚbditoa  é  naturales ,  que  moraban  en  laa  cibdadea, 
6  yillaa ,  6  tierraa  que  confinan  con  aquel  Beyno  de 
Granada ;  6  habian  pugnado  por  tomar ,  é  tomaban 
quando  podían  laa  dbdadea ,  é  yíllas,  é  castillos  ,  é 
fortaleaaa  que  aon  en  au  aefiorio ;  6  robaban  gana- 
dea,  ó  tomaban  de  ellaa  captiToa,  ó  facían  guerra 
cruel  á  todaa  laa  partea  de  loa  chriatianoa  que  aon 
en  aua  comarcas.  Lo  qual  veía  bien  su  Santidad  que 
no  era  de  Bofrir,  é  que  lea  era  neceaarlo  cobrar  lo 
suyo  guerreando ,  é  defender  á  loa  aayoa  reaiatien- 
do ;  ó  que  ai  el  Soldán  trataba  bien  á  loa  chriatianoa 
que  moraban  en  laa  tierri^l  4^  Bfui  aeftoríoS|  elloa  an- 


aimeamo  trataban  bieo  á  otroa  muohca  mona  qM 
cataban  derramadoa  en  Bua  reynoa,  é  tierraa ,  é  pro- 
TÍnciaa  *que  viyen  ao  an  imperio ,  é  conaerran  aua 
personaa  en  toda  libertad ,  é  poaeen  aua  bienea  li- 
bremente, é  loa  conaienten  yÍTÍr  en  au  ley  con  toda 
eaenoion ,  aín  lea  faoer  premia  ¡  é  que  eata  conaer- 
yacion  6  libertad  habian  guardado  á  loa  moroa  de 
algunaa  cibdadea  6  yillaa  é  tierraa  de  aquel  Beyno 
de  Granada,  que  habian  querido  catar  debaxo  de  an 
imperio ,  é  gozarían  de  ella  con  todoa  loa  que  qni« 
aieaen  catar ;  pero  que  á  loa  otroa  robeldea,  6  á  aque- 
llos que  tiránicamente  preaumen  de  poseer  la  tier- 
ra que  no  ea  auya,  é  faoer  guerra  á  loa  chriatianoa 
aua  BÚbditoa,  é  pugnan  por  tomar  laa  cibdadea  é  yi- 
llaa de  BU  aefiorio ,  queau  Santidad  yeia  bien  qnan- 
ta  rasen  habia  de  resistir  bu  tiranía^  é  de  f aoerlea 
guerra  faata  que  dezen  la  tierra,  aalyo  ai  quiaíeaen 
yiyir  en  ella  debaxo  de  su  imperio  como  loa  otroa 
moroa  que  i|ioran  é  yiyen  en  otraa  partea  de  aua 
reynoa. 

Esta  respuesta  dieron  el  Bey  é  la  Beyna  por  sua 
letraa  al  Santo  Padre;  é  fablaron  largamente  con 
aquelloa  Fraylea  del  Sepulcro  aanto  de  Jeruaalem , 
que  traxieron  eata  embaxada  del  Soldán,  informán- 
dolea  de  eataa  ooaaa,  para  que  laa  dieaen  á  entender 
al  Soldán.  Dada  eata  reapueata,  é  despedidos  aque- 
llos Frayles  embaxadorea,  la  Beyna  lea  dio  mU  dn- 
oadoa  cada  afio  aituadoa  en  aua  rentaa ;  loa  qualea 
dio  orden  que  ae  Ueyaaen  á  Jeruaalem  por  oambioa 
cada  un  afio,  para  que  laa  ooaaa  neceaariaa  al  culto 
diyino  ae  ficieaen  en  el  aanto  aepulcro  maa  honra- 
damente. Otroal  lea  dio  un  yelo ,  que  ella  moyida 
con  dey ocien  habia  fecho  por  ana  manoa ,  para  po- 
ner encima  del  aanto  Sepulcro. 

OAPÍTULO  OXIIL 

Da  li  gasta  fia  la  Eeyaa  embM  á  Uanv  4a  naevo  pan  atttr  «a 

el  cerco  de  Bau. 

El  cerco  de  la  cibdad  de  Daza  ae  dilataba  porque 
los  moros,  como  quier  que  habia  quatro  meses  que 
cataban  cercadoa,  pero  no  moatraban  tener  mengua 
de  lo  neceaario,  6  aiempre  pareada  catar  yiyoa  en 
Bua  fuerzaa,  porque  todoa  loa  diaa  aalian  á  pelear  y 
eacaramuzar  con  loa  chriatianoa.  E  algunoa  de  loa 
moroa  que  ae  aalian  de  la  cibdad  6  yenian  al  real, 
informaban  al  Bey  que  el  caudillo  de  Baza  loa  ea- 
forzaba,  dioiéudolea  que  el  real  no  podría  durar  allí 
muohoa  diaa,  porque  la  primera  Iluyia  que  yinieae 
loa  conatrífierían  que  lo  alzaaen.  OtroBÍ  le  decían 
que  algunoa  christianoa  de  loa  que  ae  paaaban  del 
real  á  la  dbdad  ayiaaban  al  caudillo  de  la  poca 
gente  que  el  Bey  tenia,  porque  mucha  de  la  que  ha- 
bía traído  era  conaumida,  delloa  muertoa,  é  delloa 
f  eridoa,  ó  otroa  dolientea.  Otroaí ,  que  le  dedan  de  la 
dificultad  que  habia  en  d  traer  de  loa  mantenimien- 
tos ,  6  de  la  gran  carestía  con  qne  se  yendian ,  é  de 
la  falta  de  dinero,  ó  de  otraa  menguaa  que  cada  dia 
recreacian  en  el  real ;  laa  qualea coBaa,é  también  la 
fortuna  del  inyíemo  que  eaperaban ,  oonatrifieria  á 
que  lo  alzaaen ;  ó  alzado ,  eUoa  ae  repararían  de  lea 


ÍX>k  FEBÍlAttoO 

áialeB  ]MMdo0 ,  é  oobriritn  !•  tiem  que  habian  per* 
dido ,  é  oomo  ▼iotoriofloi  goearian  de  aquella  honra 
qae  ea  otorgada  á  los  yencedoree.  E  oon  estas  raso- 
nes  que  oian  los  moros ,  estaban  tan  constantes  en 
la  defensa  de  la  dbdad ,  qae  no  querían  oir  partido 
ninguno  de  los  que  les  eran  ofresoidos. 

Bebido  esto  por  el  Bej,  é  considerando  que  el 
cerco  se  prolongaría,  é  que  en  las  peleas  y  escara- 
musas  pasadas  la  gente  de  su  hueste  se  habla  algo 
diminuido,  embiólo  á  decir  á  la  Rejna,  la  qual  em- 
bi6  luego  sus  cartas  é  mensageros  á  algunos  Gran- 
des é  Caballeros  de  sus  Beynos,  mandándoles  que 
viniesen  por  sus  personas,  6  embiasen  sus  gentes 
para  oontinar  el  cerco  que  el  Bey  tenia  sobre  la  cib« 
dad  de  Basa. 

Becebidss  estas  cartas,  luego  vinieron  por  el  lla- 
mamiento de  la  Beyna  Don  Fadríque  de  ToledOf 
Duque  de  Alva,  ó  Don  Fadríque  Enriques,  Almi- 
rante mayor  de  Oastilla,  é  Don  Pedro  Bíanrique, 
Duque  de  Názera,  6  Don  Pedro  Alvares  Osorio, 
Marqués  de  Astorga,  é  Don  Gabriel  Manrique,  Con- 
de de  Osomo,  é  otros  caballeros  con  gente  de  ca- 
ballo é  de  pié;  é  algunos  Grandes  que  no  pedieron 
venir,  embiaron  sus  gentes  con  sus  capitanes,  se- 
gún les  fué  mandado.  Otrosí  algunas  cibdades  é 
villas  á  quien  la  Beyna  mandó  que  embiasen  peo- 
nes espingarderos  é  lanceros  é  ballesteros ,  embia- 
ron luego  el  número  de  la  gente  que  les  embió  á 
mandar.  E  con  estos  caballeros  é  gentes  que  vinie- 
ron, se  fomesoió  el  real  de  mas  gente,  é  la  hueste 
pudo  m^or  comportar  los  trabajos  de  las  guardas 
é  pélese  continas  que  se  habían  con  los  moros.  E 
porque  ambos  á  dos  reales  estoviesen  mejor  f  omes- 
ddos  de  gentes,  mandó  el  Bey  al  Duque  de  Náze- 
ra que  se  aposentase  en  el  real  do  estaba  el  artille- 
ría, é  con  él  otros  homes  á  caballo ,  é  gentes  de  pié 
de  los  que  vinieron  por  el  llamamiento  de  la  Bey- 
na. Y  en  el  real  donde  el  Bey  estaba ,  se  aposenta- 
ron el  Duque  de  Alva,  y  el  Almirante,  y  el  Marqués 
de  Astorga,  y  el  Conde  de  Osomo  oon  toda  la  otra 
gente  de  armas  que  trazieron.  E  como  quier  que  los 
moros  velan  las  gentes  que  de  nuevo  venian  á  oon- 
tinar en  aquel  sitio,  pero  entendiendo  que  aquella 
dbdad  habida  por  los  ohristianos  habría  poca  re- 
sistencia en  las  cibdades  de  Guadiz  é  Almería,  y  en 
todas  las  otras  villas  é  tierras  que  estaban  á  la  obe- 
diencia del  Bey  Moro  que  estaba  en  Guadiz,  acor- 
daron de  mostrar  esf uerso^  é  avivar  mas  sus  fuer- 
saa  para  se  defender  é  pelear  por  la  guarda  de 
aquella  dbdad.  Considerando  ansimesmo  la  Bey- 
na  quanta  disfama  se  imputaría  á  la  conquista  por 
él  Bey  ¡é  por  olla  oomensada  oontra  aquel  Beyno 
de  Granada,  d  se  alssse  d  real  é  no  se  ganase  la 
dbdad,  trabajaba  en  bastecer  la  hueste  de  dineros 
é  gentesé  de  todas  las  cosas  necesarias.  Este  real, 
todo  d  tiempo  que  estovo  puesto  sobre  aquella  db- 
dad, oosa  es  digna  de  memoria  la  abundanda  que 
•n  él  ovo  de  todas  las  cosas ;  é  no  solamente  de  pan 
é  vino  é  oame,  pero  otrosí  de  armeros ,  silleros, 
f  roneros  é  de  todos  los  otros  oficios  necesarios  en 
Jos  reales;  mas  allende  desto  oononrríeron  dll 


ÉDCfiAtSABEÍi.  493 

mercaderes  de  Castilla ,'  é  de  Aragón,  é  del  Beyno 
de  Valencia,  é  del  Prindpado  de  Gatalufta,  y  del 
Beyno  de  Sicilia.  Los  quales  truzieron  brocados,  é 
sedas,  é  pafios,  é  llenaos,  é  tapicerías,  é  dgunas 
otras  cosas  que  mollecen  la  gente  de  g^eira,  é  da- 
fian  é  no  aprovechan  en  las  huestes. 

CAPÍTULO  OXIV. 

De  lit  eteinsisuB  fse  ••  hablm  «on  los  aoroi  «i  «i  mko  de  la 

elMid  de  Btn. 

Todos  los  dias  sallan  los  moros  á  pdear  oon  los 
ohristianos,  veces  oon  aquellos  que  guardaban  las 
estanzas  que  tenían  puestas  los  del  real  dd  artille- 
ría, é  otras  veces  con  las  guardas  de  la  derra,  é 
muchos  dias  oon  aquellos  que  guardaban  los  oasti« 
líos.  T  en  estas  peleas  riempre  facían  dafto  é  lo  re- 
cebian ;  é  dgnnos  dias  f  adán  rebatos  dos  ó  tres  ve-^ 
ees,  en  los  qudes  oonvenia  que  todo  el  red  tomase 
armas  para  socorrer  las  partes  do  combatían. 

Aoaesdó  un  dia  en  la  tarde  después  de  las  escara- 
musas  que  se  ovieron  en  la  mafiana  por  dos  ó  tres 
partes,  sintiendo  los  moros  muy  grave  la  cava  é  pa-^ 
Usada  quehabemos  dicho  queso  facía  por  la  sierra 
dta,  acordaron  de  ferir  en  el  Comendador  mayor 
Don  Gutierre  de  Cárdenas,  que  tenia  cargo  de  la  fa- 
cer. E  pusiéronse  en  celada  en  una  rambla  fasta  qua- 
tro  mil  peones  édodentos  homes  de  caballo;  é  oomo 
la  noche  vino,  é  los  christíanos  que  trabajaban  é  guar- 
daban en  aquella  obra  se  retrazieron,  é  los  moros 
veyeron  que  la  guarda  del  dia  se  iba  antes  que  la 
de  la  noche  llegase,  arremetieron  una  esquadra 
dallos  oon  gran  Ímpetu  é  darido  oontra  d  Comen- 
dador mayor  de  León,  é  oontra  Don  Bodrigo  de 
Mendosa,  capitán  de  la  gente  del  Cardend  que  le 
vino  á  socorrer.  Y  estos  dos  capitanes  ficteron  ro»- 
tro  á  los  moros  en  el  primero  aoometímiento  é  pe- 
learon oon  dios ;  pero  quando  ovieron  conocimien- 
to de  la  cdada  que  tenían  armada,  retrazieronse 
oon  su  gente  á  un  cerro,  fasta  que  vinieron  Don , 
Seneho  de  Castilla  y  el  Comendador  Pedro  de  Bi- 
bera  capitanes  oon  sus  gentes  á  los  ayudar ;  é  cómo 
los  veyeron  venir,  tomaron  contra  los  moros,  é  pe- 
learon oon  dios  por  lo  alto  é  por  las  fddas  de  la 
sierra;  é  algunas  veces  retrayendo  los  moros  á  los 
ohristianos,  é  otras  veoes  los  christíanos  á  los  mo- 
ros, caiaA  homes  é  caballos  de  la  una  parte  é  de  la 
otra.  El  Bey,  visto  que  la  pelea  se  encendía,  mandó 
á  dgunos  capitanes  que  aoometíesen  á  los  moros 
por  otras  partes ;  y  él  con  las  gentes  de  su  guarda 
fué  por  la  derra  dta  por  esforzar  sus  gentes  que 
peleaban.  Los  moros,  visto  que  cargaba  gente  de 
los  ohristianos  contra  ellos  por  todas  partes,  se  re- . 
trazieron  á  sus  eitanzas. 

En  esta  batalla,  que  duraría  por  espado  de  dos 
horas,  recibieron  algún  dafio  los  chrístianos,  porque 
fueron  ferídos  pdeando  Don  Sancho  de  Castilla^ 
capitán,  é  Don  Carlos  de  Guevara,  é  Don  Alvaro  de 
Mendoza,  fijo  de  Buy  Dias  de  Mendosa,  Maestreea- 
la  de  la  Beyna,  é  Pedro  de  Tezeda,  oapitan  de  la 
gente  del  Duque  de  Alva;  é  fué  muerto  Felipe  Or-. 


1  • 

494 


ff 

ORONIOAS  DB  los  ItKYBS  DB  OASTILtiÁ. 


dofiei,  otro  capitán ,  de  Im  maohaB  foridts  que  re- 
cibió ;  é  faerou  feridos  é  muertos  otroe  muchos  do 
pié  ó  de  caballo.  Aoaeeoió  en  eeta  escaramuza,  quan- 
do  ya  los  unos  ó  los  otros  se  retraían,  que  un  caba- 
llero que  se  llamaba  Martin  Galindo,  de  la  capita- 
nía del  Marqués  de  Cáliz,  llamó  á  batalla  singular 
de  uno  por  uno  á  un  moro  que  estaba  á  caballo.  El 
moro  visto  que  aquel  caballero  ohristiano  le  Hama- 
ca, Tino  pkoí  él,  y  encontráronse  de  ¡las  lanzas,  y 
y  en  el  primero  encuentro  el  ohristiano  derribó  al 
moro  del  caballo.  E  luego  como  el  moro  se  vido  en 
tierra,  aunque  f  erido  en  la  cara,  se  levantó  presto  é 
cobró  su  lansa ;  é  antes  que  el  caballero  chrístiano 
le  pediese  tirar  golpe,  fué  contra  él,  é  peleó  con  él 
á  pié  con  tanta  f  uersar  é  osadia,  que  le  firió  de  dos 
fondas,  una  en  la  mano,  é  otra  en  el  brazo  ¡  ó  ferié- 
rale  mas,  salvo  porque  fué  socorrido. 

Otros  algunos  mancebos  de  la  hueste,  embidlosos 
de  la  destreza  que  este  moro  tovo,  aunque  en  lug^* 
res  asaz  peligrosos,  se  ofrescian  á  facer  semejantes 
armas  con  algunos  de  los  moros.  Pero  el  Rey,  que 
no  menos  cuidado  tenia  de  la  guarda  de  sus  gentes 
que  de  la  victoria  que  esperaba,  defendía  los  osa- 
dos atrevimientos  do  se  mostraba  el  peligro  mani- 
fiesto ;  otrosi  defendía,  que  no  se  moviesen  escara- 
muzas, porque  allende  de  ser  los  moros  mas  mos- 
trados que  otras  gentes  en  semejante  arte  de  pe- 
lear, los  lugares  do  las  movian  los  eran  tan  favora- 
bles, que  mas  voces  facían  dafio  en  los  ohristianos 
que  lo  recibían.  Después  que  esta  pelea  acaesció, 
porque  de  los  moros  que  hablan  salido  de  la  cibdad 
é  pasado  al  real,  se  sospedió  que  quier  avisando  á 
los  de  la  cibdad,  quier  imaginando  de  facer  algún 
mal  en  la  hueste,  se  podría  seguir  algún  inconvi- 
niente,  el  Bey  mandó  pregonar  que  dende  en  ade- 
lante ningún  moro  de  los  que  hablan  salido  de  la 
cibdad  estoviese  en  el  real,  ó  que  fuese  libre  á  qual- 
quier  lugar  que  quisiese  de  aquellos*  que  estaban 
por  el  Bey  é  por  la  Beyna ;  é  que  si  dende  en  ade- 
lante algunos  otros  saliesen  de  la  cibdad  para  se 
pasar  al  real,  que  fuesen  captivos.  E  no  embargan- 
te este  pregón,  algpinos  moros  que  sentían  la  men- 
gua de  los  mantenimientos  que  habla  en  la  cibdad, 
«alian  é  se  venían  al  real,  ofresciéndose  de  voluntad 
por  esclavos  de  los  chrístianos  antes  que  padescer 
la  hambre  que  decían  padescer.  Pero  esta  mengua 
de  mantenimientos  no  se  sentía  defuera,  porque 
reían  el  Bey  é  los  de  la  hueste  todos  los  mas  días 
salir  caballeros  é  peones  bien  dispuestos,  é  que  pe- 
leaban como  bornes  esforzados,  é  no  menguados  de 
mantenimientos. 

OAPITULO  GX7, 

De  la  eeladi  que  el  Rey  mudó  poner  i  loe  morof  de  fian. 

Los  moros  de  la  cibdad  de  Baza,  según  habemos 
dicho,  todos  los  dias  salían  á  pelear,  é  acometían  á 
los  ohristíanos  que  estaban  en  las  guardas  puestas 
por  todas  partes,  y  en  las  estanzas  é  castillos  que 
estaban  fechos  en  circuito  de  la  cibdad  por  la  parte 
basa  de  lo  llano.  B  allende  desto,  todas  las  veces 


que  los  ohristíanos  acometían  á  los  moros,  siempre 
los  fallaban  prestos,  é  sallan  á  pelear  por  quales- 
quier  partes  que  les  era  movida  la  escaramuza.  B 
porque  en  algunos  de  los  recuentros  é  peleas  habi- 
das en  los  días  pasados  los  moros  se  sentían  vence- 
dores, cobraban  tan  grand  orgullo,  que  algunas  ve- 
ces teniendo  en  poco  la  fuerza  de.  los  enemigos, 
arremetían  á  las  estanzas  de  los  ohristíanos,  é  de  sal- 
to ferian  é  mataban  homes,  é  tomaban  armas  é  ro- 
pas, é  otras  cosas  de  las  que  ende  fallaban.  El  Bey,  • 
que  desde  su  menor  edad  fué  criado  en  las  guerras 
que  el  Bey  su  padre  tovo  en  la  tíerra  de  Oatalufia, 
y  era  bien  mostrado  en  todos  los  actos  que  se  reque- 
rían para  la  disciplina  militar,  é  tenia  buena  indus- 
tria en  las  cosas  del  campo,  vista  la  soltura  de  los 
moros,  é  que  su  org^lo  les  ponía  la  vida  en  aventu- 
ra, ordenó  de  armarles  una  celada  en  esta  manera. 
Mandó  al  Comendador  mayor  de  Galatrava,  é  á 
Antonio  del  Águila,  é  á  Diego  Hernández  de  Oór- 
doba,  que  sueltos  sin  guardar  orden  de  batalla  cor- 
riesen con  las  gentes  do  sus  capitanes  contra  las 
estandas  de  los  moros.  B  mandó  á  Francisco  de 
Bovedilla,  capitán,  que  estoviese  en  una  celada ;  é 
al  Marqués  de  Aguilar,  é  á  Luís  Hernández  Puerto- 
carrero,  Sefior  de  Palma,  é  á  Gonzalo  Hernández  de 
Córdoba,  capitán  é  Alcayde  de  Alora,  que  con  sus 
gentes  estoviesen  en  otra  celada;  y  el  Bey  se  puso 
en  otra  parte  encubierta  con  sus  gentes.  B  mandó 
á  los  de  las  celadas  que  á  cierto  toque  de  las  trom- 
petas saliesen,  é  que  la  una  celada  fuese  á  atajar  á 
los  moros  si  saliesen  por  una  parte,  é  la  otra  celada 
atajase  por  otra,  é  la  otra  gente  arremetíese  contra 
los  moros  que  saliesen. 

Dada  por  el  Bey  esta  orden,  é  puestos  los  capita- 
nes en  los  lugares  de  las  celadas,  como  veyeron  los 
moros  las  gentes  de  los  tres  capitanes  primeros  ir 
sueltos  é  desordenados,  imaginando  que  iban  per- 
didos salieron  contra  ellos,  é  siguiéronlos  fasta  el 
lugar  do  estaba  una  de  las  celadas.  B  como  allí  fue- 
ron, el  Marqués  de  Aguilar,  é  Puertocarrero  é  los 
otros  capitanes  oído  el  signo  que  el  Bey  mandó  fa- 
cer á  las  trompetas,  salieron  de  sus  celadas;  é  no 
fueron  derechos  contra  los  moros,  mss  fueron  por 
la  orden  que  el  Bey  habia  dado,  á  los  lugares  do  se 
podían  atajar.  E  como  los  capitanes  moros  veyeron 
ansí  BUS  gentes  atajadas  de  la  una  parte,  é  que  los 
de  la  otra  celada  venían  contra  ellos,  conociendo  su 
peligro  volvieron  las  espaldas,  fuyendo  á  se  meter 
en  sus  albarradas,  é  los  chrístianos  empos  dellos. 
Pero  antes  que  pediesen  llegar  á  sus  defensas,  los 
ohristíanos  fírieron  en  ellos ,  é  mataron  fasta  qua- 
trooientos  moros  é  mss  de  cien  caballos,  sin  que  los 
moros  volviesen  rienda  á  se  defender  ni  pelear.  Los 
chrístianos  habido  aquel  vencimiento,  se  volvieron 
sin  recebir  dafio.  E  ni  por  la  caída  que  los  moros 
ovieron  este  día,  se  les  amansó  el  ánimo  para  tor- 
nar á  la  pelea,  antes  el  dolor  que  sintieron  les  des- 
pertó la  ira,  para  luego  otro  día  ponerse  en  una  ce- 
lada, para  tomar  algunos  ohristíanos  que  andaban 
desmandados,  é  otros  cogiendo  atocha.  Y  esperan- 
do que  la  guarda  de  la  noche  se  f  uescí  é  antes  que 


hclS  FBBNANDO 

íítgiaé  la  qiie  háblt  de  gnArdar  el  dia  en  aquella 
parte,  loe  moroe  ealieron  fasta  setenta  de  caballo  é 
quinientoe  peones  del  Ingar  do  estaban  encabiertoSi 
é  faeron  contra  los  christianos,  é  mataron  algunos, 
é  prendieron  otros ,  é  mataron  algunas  bestias,  an- 
tes que  los  caballeros  que  yenian  á  la  guarda  los 
podiesen  socorrer. 

CAPÍTULO  OXVL 

De  otfo  reeaeatro  que  ofleros  loe  ehristiasos  eos  los  moros  es  el 

oereo  é9  Basa. 

El  Bej  algunos  días  iba  desde  su  real  á  lo  alto  de 
la  sierra,  por  ver  la  cava  é  castillo  que  habernos 
dicho  que  en  aquellas  partes  se  facían.  E  iban  en  la 
guarda  de  su  persona  con  sus  gentes  Don  Diego 
López  Pacheco,  Marqués  de  Villena,  é  Don  Pedro 
Enriques,  Adelantado  mayor  del  Andalucía,  é  Don 
Enrique  Enriques,  su  Mayordomo  mayor.  E  mandó 
á  Don  Rodrigo  de  Mendoza ,  é  á  Don  Hurtado  de 
Mendoza,  Adelantado  de  Oazorla,  Capitanes  de  la 
gente  del  Cardenal  de  Espafia,  é  á  Don  Sancho  do 
Castilla,  que  hablan  tenido  la  guarda  del  campo  en 
la  sierra  la  noche  antee,  que  no  dexasen  la  guarda 
que  tenian  fasta  que  yinieseí^  los  Condes  de  Cabía 
éde  üruella,  y  el  Marqués  de  Astorga,  é  los  otros 
caballeros  que  hablan  de  tenerla  guarda  del  dia  en 
aquel  lugar,  porque  él  pediese  bien  ver  desde  lo 
alto  la  cibdad,  é  los  lug^ares  á  donde  mejor  se  pen- 
dían acercar  las  estancias  contra  los  arrabales. 

Los  moros,  que  tenian  propósito  de  poner  sus 
f  aereas  para  impodir  la  obra  qiio  sobre  la  sierra  se 
fada,  salieron  fasta  quatrocientos  de  caballo  é  tres 
mil  peones,  é  fueron  por  la  sierra  arriba  contra  la 
batalla  de  Don  Rodrigo  de  Mendoza,  é  del  Adelan- 
tado su  tic,  é  de  Don  Sancho  de  Castilla,  é  pelearon 
con  ellos.  E  porque  de  la  cibdad  sallan  mas  moros 
en  ayuda  de  los  que  primero  acometieron  la  pelea, 
el  Rey  mandó  al  Conde  de  Tendilla  que  acometiese 
á  los  moros  por  otro  lugar,  afín  que  dexasen  la  pe- 
lea comenzada  contra  los  capitanes  é  gentes  del 
Cardenal  é  de  Don  Sancho  de  Castilla.  El  Conde 
de  Tendilla  aoometió  según  le  fué  mandado  por  otra 
parte  á  los  moros  que  estaban  cerca  de  la  cibdad, 
los  quales  salieron  contra  él,  é  comenzaron  á  ferir 
en  su  gente  con  acometimiento  tan  arrebatado,  que 
algunos  de  los  caballeros  é  peones  que  con  él  iban, 
no  podiendo  sufrir  el  ímpetu  riguroso  de  los  mo- 
ros, ni  los  muchos  tiros  de  pólvora  é  saetas  é  lanzas 
que  tiraban ,  yolviercn  las  espaldas  é  dexaron  al 
Conde;  el  qual  pensando  que  si  se  retraía  del  lugar 
do  estaba,  podria  él  é  los  suyos  que  con  él  queda- 
ron recebir  mayor  peligro,  con  grand  esfuerzo  sos- 
tuTO  aquel  lugar  peleando  ó  sufriendo  la  fuerza  de 
loe  enemigos,  fasta  que  de  la  gente  del  real  vinie- 
ron á  le  socorrer. 

Visto  por  el  Rey  que  los  moros  duraban  en  la 
pelea  por  aquellas  partes,  embió  á  mandar  al  Maes- 
tre de  Santiago  que  cometiese  á  los  moros  por  una 
parte,  é  al  Marqués  de  Cáliz ,  é  al  Duque  de  Náxera, 
Íál<m  Comendadores  de  Calatrava  é  Alcántarai  é 


É  DOSA  ISABEL  4ÓS 

á  Francisco  de  Bovádillá,  que  eniraien  I  ferir  en 
los  moros  por  la  parte  del  real  donde  estaba  él  ar- 
tilleria. 

Los  moros  ansimesmo  salieron  contra  esta  terce- 
ra esquadra  de  gente,  é  pelearon  con  ellos,  é  algunas 
veces  los  moros  retraían  á  los  christianoB,  é  otras 
veces  los  christianos  retraían  á  los  moros.  Cido  por 
los  que  estaban  en  el  real  que  el  Rey  peleaba,  ar- 
máronse todas  las  gentes  de  la  hueste,  é  fueron  á 
donde  el  Rey  estaba  ;  é  juntos  con  los  que  primero 
peleaban,  fueron  contra  los  moros.  Los  quales  no 
podiendo  sofrir  la  fuerza  de  los  christianos  que  por 
tantas  partes  les  movieron  la  pelea,  fnyeron  por  las 
cuestas,  é  los  christianos  los  siguieron  firiendo  é 
matando  en  ellos,  fasta  que  los  metieron  por  los 
arrabales  de  la  cibdad,  en  los  quales  entraron  mu- 
chos de  los  peones  christianos,  é  sacaron  de  las  ca- 
sas de  los  moros  ropa  é  todo  lo  que  fallaban.  E  po- 
dieran  los  christianos  aquel  dia  ganar  los  arraba- 
les, salvo  por  las  grandes  cavas  é  palizadas  que  loe 
moros  tenian  fechas,  las  quales  defendían  la  entra- 
da á  los  de  caballo.  También  impedia  que  no  po- 
diesen entrar  muchos  peones  juntos  la  estrechura 
grande  que  habia  en  las  entradas. 

En  la  batalla  deste  dia,  que  duró  por  espacio  de 
quatro  horas,  los  unos  é  los  otros  eran  iguales  en  el 
esfuerzo,  pero  á  los  christianos  ayudaba  el  mayor 
número,  é  á  los  moros  el  mejor  lugar.  E  al  fin  los 
caballeros  é  capitanes  christianos,  firiendo  é  sufrien- 
do golpes  de  muchas  partes,  tovieron  ánimo  para 
ser  constantes,  é  haber  el  vencimiento  de  aquella 
pelea ;  en  la  qual  si  por  ventura  alguno  de  su  natu- 
ral era  cobarde,  la  vergüenza  del  compafiero,  é  la 
prosenda  del  Rey,  le  constrefiian  á  encubrir  su  fiar 
queza,  é  á  mostrar  en  aquella  hora  fuerzas  y  es- 
fuerzo para  pelear.  E  por  cierto  la  presencia  del 
príndpe  mucho  face  en  las  batallas,  ansí  para  po- 
ner ánimo  á  los  suyos,  como  para  que  el  esforzado 
no  quede  sin  ser  galardonado,  y  el  flaco  no  quede 
sin  ser  oonoddo. 

Falláronse  muertos  de  los  christianos  trecientos 
homes,  caballeros  é  peones,  pero  ninguno  prindpal, 
salvo  un  mancebo  que  se  llamaba  Don  Juan  de  Lu- 
na, fijo  heredero  do  la  casa  de  Luna  en  Aragón,  é 
algunos,  feridos.  De  los  moros  se  fallaron  muertos 
mas  de  quinientos,  é  mudios  caballos  de  la  una  par- 
te é  de  la  otra. 

CAPÍTULO  CXVIl. 

De  lu  «osas  qse  se  fleleron  en  d  real  de  Basa,  é  cobo  la  Eejsi 

■aadó  adobar  loa  eamiaos. 

Pasados  dnco  meses  del  tiempo  que  el  Rey  tovo 
ceroada  la  dbdad  de  Baza,  las  gentes  de  la  hueste 
estaban  trabajadas,  porque  era  necesario  salir  dos 
guardas  cada  dia,  é  otras  dos  de  noche,  una  por  la 
parte  del  real  do  estaba  el  Rey,  é  otra  del  real  dó 
estaba  el  artilleria.  E  allende  destas  guardas,  por- 
que no  era  aun  acabada  la  cava  é  los  muros  que  se 
f  acian  en  cirouito  de  la  cibdad  por  lo  alto  de  la 
sierrai  é  porque  se  recelaba  que  alguna  gente  de  la 


496 


CRÓNICAS  DB  LOS  BETBiS  DÜ  CASTILLA. 


dbdad  de  GranadA  vinieBen  á  Quadix  para  deade 
allí  venir  á  entrar  en  Baza,  el  Bey  mandaba  poner 
en  aquellas  partes  gente  de  caballo,  que  andoTÍe- 
senpor  sobreguardas  en  las  montafias  é  lugares  al- 
tos, ó  otras  guardas  escusafias,  y  escuchas  en  luga- 
res ciertos ,  fasta  llegar  bien  cerca  de  la  cibdad. 
Allende  dMto,  las  gentes  de  armas  estaban  traba- 
jadas de  las  escaramuzas  é  peleas  que  continamen- 
te habían  ooñ  los  moros,  donde  todos  los  mas  días 
habia  ferídos  6  muertos  homes  é  caballos ;  pero  la 
esperanza  de  la  victoria  les  f acia  sofrir  la  pena  de 
los  trabajos,  especialmente  porque  los  mas  dias  sa- 
lían moros  de  la  cibdad  que  se  daban  á  los  chris- 
tianos,  eligiendo  mas  el  captiverio  que  la  mengua 
de  los  mantenimientos  que  decían  haber  en  la  cib- 
dad. Y  estos  daban  esperanza  cierta  al  Bey  que 
prestamente  la  habria,  especialmente  por  la  men- 
gua del  pan  ó  de  la  sal,  ó  de  otras  cosas  necesarias 
á  la  vida.  Ansimesmo  decían,  que  el  Caudillo  é  los 
moros  de  la  cibdad  habrían  demandado  partido  de 
entregar  la  oibdad,  salvo  por  algunos  christianos 
que  se  pasaban  á  elloB,  ó  les  daban  confianza  derta 
que  el  Bey  no  se  podría  sostener  por  los  grandes  tra- 
bajos que  las  gentes  padescian  en  los  muchos  días 
que  allí  habían  estado,  é  por  las  menguas  ó  cares- 
tías de  viandas  que  había  en  la  hueste ,  é  por  el 
tiempo  del  invierno  que  venia  presto :  en  el  qual 
seria  imposible  según  la  calidad  de  la  tierra,  estar 
gente  en  él  campo.  T  estas  informaciones  que  se 
habían  acá  é  allá,  f  adán  á  los  unos  é  á  los  otros  so- 
frir los  trabajos  que  padescian,  los  unos  pensando 
ser  desoeroados,  é  los  otros  esperando  haber  la  cib- 
dad. La  Beyna,  que  estaba  en  Jaén,  siempre  pro- 
veía de  dineros  para  el  suddo,  ó  mandaba  ir  las  ro- 
ques de  los  bastimentos  continamente,  porque  no 
oviese  falta  de  lo  necesario  en  el  real.  Ansimesmo  el 
Bey  mandó  facer  casas  en  el  real ,  para  defensa  del 
frío  é  de  las  aguas  que  con  el  tiempo  del  .invierno  es- 
peraban. E  luego  los  Grandes,  é  caballeros,  ó  capi- 
tanes que  estaban  en  el  real,  ñderon  casas  de  tapias, 
é  cubiertas  de  madera  é  texa,  de  tal  manera  que  era 
defensa  para  las  fortunas  del  invierno,  é  del  frío  é  dd 
sol.  En  facer  estas  casas  ovo  tanta  diligencia,  que 
en  espado  de  quatro  días  fícieron  mas  de  mil  casas 
puestas  en  orden  por  sus  calles.  E  allende  de  las  ca- 
sas, todas  las  gentee  de  pie  ficieron  ramadas  ó  chozas, 
cubiertas  de  tal  manera,  que  defendían  del  frió  ó  las 
aguas.  Pero  después  que  estas  casas  se  fícieron,  so- 
brevino una  lluvia  tan  grande,  que  derribó  muchas 
dellas,  é  la  gente  del  real  padesdó  mucha  pena,  é 
murieron  algunos  homes,  é  muchos  caballos  é  otras 
bestias.  E  allende  de  los  trabajos  que  sofrieron  con 
aquella  lluvia ,  se  dafiaron  los  caminos  de  tal  ma- 
nera, que  las  requas  que  andaban  con  los  manteni- 
mientos no  los  podían  pasar  por  el  crecimiento  de 
los  ríos,  ó  por  la  grandes  hoyas  é  barrancos  que  la 
fortuna  de  las  aguas  fizo.  E  porque  solo  un  día  por 
esta  causa  cesaron  de  andar  las  requas,  ovo  tan 
grande  falta  en  el  real  de  pan  é  cebada,  que  las  gen- 
tes, quitada  toda  esperanza  de  poder  aÜí  durar,  se 
^ueriao  ir  por  miedo  de  la  hambre  que  recelaban. 


La  Beyna,  sabido  aqud  inoonvinlente,  luego  ém- 
bió  muchos  oficiales  é  fasta  seis  mil  peones,  para 
reparar  los  caminos.  Y  estos  maestros  é  peones  fi- 
cieron calzadas  ó  puentes  tantas,  que  duraron  siete 
leguas  de  tierra,  por  donde  pedieron  pasar  las  re- 
quas de  los  mantenimientos.  É  las  gentes  de  armas 
que  el  Bey  mandó  estar  de  oontíno  derramadas  por 
los  cerros  é  por  otros  lugares  para  guarda  de  los 
caminos,  ficieron  dos  sendas,  una  para  las  requas 
que  iban  oon  los  mantenimientos,  é  otra  para  los 
que  venían;  porque  yendo  é  viniendo  los  unos,  no 
impidiesen  d  camino  á  los  otros. 

OAPtruLO  oxvin. 

De  It  forma  que  It  Reyna  toTO  para  basteear  ds  dineros  é  ninte- 
nlMieatoe  á  la  kaeate  qte  el  Rej  tenia  sobre  Baxa. 

Becontado  habemos  en  esta  Crónica  como  ningu- 
na conquista  de  tierras  ni  de  reynos  se  lee,  donde 
se  requiriesen  tantas  cosas,  ni  oviese  tantos  peligros 
para  .llevar  los  mantenimientos  necesarios  á  las 
huestes,  como  en  esta  conquista  del  Beyno  de  Gra- 
nada, que  d  Bey  Don  Femando  ó  la  Beyna  Dofia 
Isabel  su  muger  conquistaron;  porque  d  dgnnos 
reyes  y  emperadores  guerrearon  reynos  é  provindas 
aquellos  habían  los  mantenímienlos  para  su  hueste 
traídos  por  mar,  6  por  riberas,  ó  en  carros,  6  ha- 
bíanlos de  las  mismas  tierras  que  conquistaban, 
que  abundaban  en  vituallas;  contrario  de  lo  que 
fué  en  esta  guerra,  porque  no  solamente  convenía 
traer  mantenimientos  para  la  gente  de  la  hueste, 
mas  allende  desto  era  necesario  traerlos  para  la 
gentes  que  moraban  en  la  tierra  que  se  ganaba,  ó 
para  las  gentes  de  armas  que  quedaban  para  la 
guardar ;  é  ni  habia  mar  cercana  por  do  se  trazie- 
sen,  ni  ríos  que  se  pediesen  navegar,  porque  la 
tierra  era  de  tan  altas  uerras  é  tan  fragosos  cami- 
nos, que  ni  por  los  ríos,  ni  oon  los  carros  se  po- 
dían traer.  Allende  desto,  era  necesario  gente  de 
armas,  que  contino  andovíese  con  las  requas  que 
iban  á  los  reales,  para  los  segurar  de  los  enemigos. 
É  porque  ningún  mercader  se  movía  á  llevar  man- 
tenimientos para  los  vender  por  su  interese  proprio^ 
por  las  dificultades  é  pérdidas  que  habían  en  loa 
llevar,  la  Beyna  á  fin  de  tener  bastecida  su  hueste, 
mandó  alquilar  á  su  costa  catorce  mil  bestias»  Otrosí 
mandó  comprar  el  trigo  é  cebada  que  se  pudo  ha- 
ber en  todas  las  dbdades,  ó  villas,  ó  lugares  dd 
Andalucía,  y  en  las  tierras  de  los  Maestradgos  de 
Santiago  ó  Cdatrava,  é  del  Priorazgo  de  San  Juan 
fasta  Cibdad- Beal;  é  dio  cargo  á  unos  que  lo  red- 
biesen,  ó  á  otros  que  lo  llevasen  á  los  molinos,  é  á 
otros  que  estoviesen  en  ellos  estantes,  solídtando 
las  moliendas,  y  entregando  la  fariña  á  las  requasi 
que  de  oontíno  andaban  acarreándolo  al  real;  otros 
tenían  cargo  de  recebir  la  cebada  y  embiarla.  Coa 
cada  decientas  bestias  andaba  un  heme  que  tenía 
cargo  de  solídtar  los  roqueros,  é  los  ministrar  por 
los  caminos  é  proveerlos  de  lo  necesario,  porque  solo 
un  día  las  requas  no  cesasen  de  andar.  Y  en  esta 
proviflioQ  de  los  manteniíuientos,  ó  las  cosas  qu9 


DON  FBKNANiX)  É  DOff A  ISABEL. 

p$iá  ello  80  roqaorian,  U  Boyna  estaba  contina- 
ment^  entendiendo;  é  todos  loe  de  su  consejo  é  ofi- 
ciales por  sn  mandado  estaban  solícitos,  porqne  era 
necesario  embiar  todos  los  dias  cartas  é  mensageros 
á  todas  partes,  porqne  no  cesasen  las  catorce  mil 
bestias  qne  tenia  alquiladas  para  llevar  la  fariña  é 
cebada  que  era  menester  en  el  real;  lo  qual  recebian 
oficiales  puestos  por  la  Reyna,  é  lo  ponian  en  un 
lugar  que  se  llamaba  el  albóndiga.  É  aquellos  qne 
lo  recebian,  tenian  cargo  de  lo  vender  á  los  de  la 
hueste  á  un  precio  tasado,  que  ni  bajaba  ni  subia 


Á9! 


CAPÍTULO  anx. 


De  los  balnartes  qne  el  Rej  mandó  facer,  é  de  las  peleas  qie 
OTieroB  eee  los  moros  en  el  real  de  Basa. 


En  esta  negociación,  contado  el  precio  que  costa- 
ba el  trigo  é  la  cebada,  y  el  precio  á  como  se  ven- 
día, é  las  costas  que  sobre  ello  se  facían;  se  falló  de 
pérdida  en  tiempo  de  seis  meses  mas  de  quarenta 
cuentos  de  maravedis.  Pero  allende  de  los  otros 
gastos  que  se  facian,  convenia  á  la  Bey  na  facer 
este  gasto,  á  fin  que  las  gentes  del  real  estoviesen 
bien  proveídos,  é  no  oviesen  rasen  de  se  quezar  por 
la  carestía  de  los  matenimientos.  Otrosí,  porque  el 
cerco  que  se  puso  sobre  efta  cibdad  se  dilataba,  y 
el  tiempo  babia  consumido  gran  suma  de  dineros 
que  la  Beyna  al  principio  tenia,  ansf  de  la  cruzada, 
como  del  subsidio  é  de  sus  rentas,  para  sostener 
esta  guerra,  acordó  de  echar  prestido  en  todos 
sus  Beynos.  É  luego  embió  sus  cartas  á  todas 
las  dbdades  é  villas,  para  que  le  prestasen  cierta 
suma  de  maravedís,  según  el  repartimiento  que  á 
cada  uno  cupo.  Allende  deeto,  escribió  á  perlados  é 
caballeros,  é  doefias,  é  mercaderes,  é  otras  personas 
singulares,  que  le  prestasen  lo  que  lo  pediesen  pres- 
tar. É  todos  conociendo  que  la  Beyna  tenia  cuida- 
do de  pagar  bien  estos  prestidos,  la  prestaban  cada 
uno  lo  que  pedia  según  su  facultad.  É  algunos  ca- 
balleros é  duefias,  é  otras  personas,  conociendo  la 
necesidad  en  que  estaba,  é  veyendo  en  que  lo  gas- 
taba, se  movían  de  su  voluntad  á  le  prestar  algunas 
sumas  de  oro  é  de  plata  sin  ge  lo  demandar,  É  por- 
que estos  prestidos,  que  podian  ser  en  número  de 
cien  cuentos,  no  bastaban  á  los  gastos  oontinos  que 
se  recrescian  en  la  guerra,  acordó  de  vender  alguna 
cantidad  de  maravedís  de  sus  rentas,  para  qne  las 
oviesen  por  juro  de  heredad  qualesquier  personas 
que  los  querían  comprar,  dando  diez  mil  maravedís 
por  un  millar.  É  destos  maravedís  que  á  este  precio 
compraron  muchas  persones  de  sus  Beynos  les  man- 
daba dar  sus  privilegios  para  que  les  fuesen  situa- 
dos en  qualesquier  rentas  de  las  cibdades,  villas  é 
lugares  de  sus  Beynos,  para  que  los  oviesen  é  lle- 
vasen todos  los  afiOB,  fasta  que  les  mandasen  vol- 
ver las  quantías  de  maravedís  que  por  ellos  dieron. 
É  deste  empefiamiento  de  rentas  se  ovieron  asaz 
quantías  de  maravedís;  pero  porque  todo  este  dine- 
ro se  consumía,  é  no  bastaba  á  los  grandes  gastos 
del  sueldo  contino,  ¿  otras  cosas  concernientes  á  la 
guerra;  la  Beyna  embió  todas  sus  joyas  de  oro  é  de 
plata,  é  joyeles,  é  perlss,  é  piedras  á  las  cibdades 
de  Valencia  é  Barcelona,  á  las  empefiar;  é  se  empe- 
fiaron  por  grande  suma  de  maravedís. 

Cr.-nL 


El  real  do  estaba  la  gente  qne  guardaba  el  arti- 
llerfa,  era  mas  cercano  á  la  cibdad  que  el  otro  real 
do  estaba  el  Bey.  É  como  quier  que  según  habemos 
dicho,  del  un  real  al  otro  había  espacio  de  una  le- 
gua; pero  todos  los  mas  dias  el  Bey  iba  á  visitar 
aquel  real,  é  lo  mandaba  proveer  de  gentes  é  dé  lo 
qne  era  necesario.  É  porque  consideró  qne  los  mo- 
ros de  la  cibdad  estarían  mas  apremiados  estando 
las  estancias  de  los  suyos  mas  cercanas,  mandó  que 
un  baluarte  que  estaba  fecho  contra  una  estancili 
do  los  moros  se  acercase  mas  adelante,  é  dio  el  car- 
go para  lo  facer  al  Marqués  de  Cáliz  é  al  Duque  de 
Náxera,  é  á  los  otros  caballeros  que  estaban  con 
ellos  en  el  real  del  artillería.  É  una  noche  que  to- 
vieron  la  guarda  por  la  parte  de  la  sierra  el  Maes- 
tre de  Santiago,  é  por  la  parte  de  lo  llano  el  Duque 
de  Al  va,  y  el  Almirante  de  Castilla,  y  el  Marqués' 
de  Astorga,  y  el  Conde  de  Osomo,  comenzaron  los 
chrístianos  con  dos  mil  peones  á  facer  el  baluarte 
que  el  Bey  mandó;  é  los  caballeros  peleando,  é  los 
peones  cavando,  se  acabó  de  facer  tanto  cerca  de* 
las  estancias  do  los  moros,  qne  se  tiraban  piedras  - 
de  mano  los  unos  á  los  otros.  Los  moros  quando 
otro  día  veyeron  el  baluarte  fecho  tan  cerca  de  sus 
estancias,  tiráronle  con  sus  búzanos,  é  movían  pe- 
leas contra  la  gente  que  lo  guardaba;  y  estas  eran 
tantas,  que  convenía  á  los  chrístianos  mudar  cada 
hora  la  gente  que  guardaba  aquel  baluarte,  porque 
los  unos  descansasen  en  tanto  que  los  otros  pelea- 
ban. Pasados  quatro  dias  después  que  aquel  baluar- 
te se  fizo,  salieron  de  la  cibdad  fasta  cient  moros 
de  caballo,  por  tomar  algunos  chrístianos  que  ve- 
yeron  andar  desordenados  por  el  circuito  do.  había 
estado  la  huerta.  Como  los  vido  Don  Alvaro  de  Ba- 
zan  que  acaso  se  acertó  fallar  en  aquella  parte,  fué 
con  su  gente  contra  aquellos  moros,  é  revolvióse  la 
pelea  entre  ellos,  que  duró  por  espacio  de  una  hora. 
En  este  comedio  Bernal  Francés  é  Sanoho  del  Águi- 
la, capitanes,  salieron  por  otra  parte  á  dar  en  una 
estancia  de  los  moros  con  propósito  de  la  quemar; 
é  como  llegaron  con  sus  gentes  cerca  á  le  poner 
fuego,  salieron  contra  estos  dos  capitanes  fasta 
quinientos  moros  á  pié  é  á  caballo.  Y  estos  por  una 
parte,  é  Don  Alvaro  de  Bazan  por  la  otra,  pelearon 
con  los  moros,  donde  la  victoria  fué  varía,  porqne 
los  moros  retraían  á  los  ohristianos,  é  otras  veces 
los  chrístianos  vencían  á  los  moros.  El  Bey  venía 
en  este  tiempo  á  ver  el  baluarte,  é  la  cava  qne  man- 
dó facer  en  el  real  del  artillería;  y  en  la  guarda  de 
su  persona  venían  con  sus  gentes  Don  Diego  López 
Pacheco,  Marqués  de  Víllena,  é  Don  Enrique  Enri- 
ques, su  Mayordomo  mayor,  é  Don  Pedro  Enriques 
Adelantado  mayor  del.  Andalucía;  é  como  vido 
aquella  pelea,  mandó  á  aquellos  caballeros  que  ve- 
nían con  él,  que  fuesen  á  yudar  á  Don  Alvaro.  É 
como  los  moros  veyeron  venir  contra  ellos  mas 

32 


498  OBÓmOAS  DS  LOB 

gentef,  ratiizteoiife  á  k  oibdad  oon  dmfio  que  r»- 
cíUeron  eo  kw  rajos  é  fioisron  ea  kw  cfarMÜanos, 
donde  muionm  é  fueron  f erídoe  algunos  liomes  é 
eeballoe;  espedalmente  foé  ferido  eqnel  oepiUa 
Don  Alvaro  de  BasaOi  deepoes  qne  le  mataron  el 
oaballo  peleando. 

« 

GAFÍTÜLOGXX. 

Do  tlfiui  Mcaiuiim,  é  olni  Mtu  fM  fuana  «■  «i  rwL 

SI  oeroo  sobre  la  dbdad  de  Basa  se  dilataba,  é 
las  gentes  reoebian  grandes  trabajos,  ansi  en  Iss 
oontinas  sscaramnsss  é  peleas  qae  habían  oon  los 
moros,  oomo  en  Iss  guardas  de  noche  é  de  dia  que 
oonvenia  tener  f  omesddas  oon  mucha  gente  de  pié 
é  de  oaballo  en  diyersas  partes. 

Considerado  esto  por  el  Bey ,  é  recelando  no  recre- 
ciesen en  el  real  lluvias  6  otras  cosas  que  le  oons- 
tii&esen  á  lo  skar,  é  porque  ovo  verdadera  infor- 
mación que  en  la  dbdad  habla  mantenimientoa 
para  tres  6  quatro  meses;  bien  quidera  facer  algún 
partido  al  oandiUo  é  á  los  moros,  6  algunas  veces 
les  embió  á  ofrecer  libertad  de  las  personas  é  segu- 
ridad de  losbienee;  é  allende  desto,  fada  otras  mer- 
pedes  al  caudillo  porque  se  le  entregase.  Pero  no  lo 
quiso  sceptar,  porque  creyó  que  estos  ofrescimien- 
tos  procedian  de  alguna  mengua  que  había  ó  se  es- 
peraba haber  en  el  real,  é  daba  mayor  esfuerce  á  los 
moros  para  ser  constantes  en  la  guarda  de  la  dbdad; 
eepedidmente  tenian  por  dertas  las  lluvias  é  las  for- 
tunas del  invierno,  é  que  de  neoeddad  ferian  alzar 
el  reaL  Oon  esta  confianza,  otrod  por  mostrar  que 
ni  les  fsllesda  esfuerzo  en  sus  personaa,  ni  manteni- 
mientos en  su  dbdad,  sallan  todos  los  diss  por  las 
partee  que  entendían,  á  dar  en  los  christianos  que 
estaban  en  las  guardas  de  loe  que  fadan  las  cavas. 

Acaesdó  un  día,  que  salieron  de  la  dbdad  fasta 
trecientoe  homes  á  oaballo  é  dos  mil  peones,  é  su- 
bieron por  la  sierra  i  lo  alto,  á  fin  de  tomar  algunos 
diristíanos,  y  estorbar  la  cerca  que  en  aquella  par* 
te  se  continaba;  é  mataron  algunos  escuderee  del 
Conde  de  üruefia,  que  estaban  cerca  de  las  escuchas 
puestas  en  aquella  parte,  é  fueron  contra  otra  es- 
quadra  de  gente  de  á  caballo  que  estaba  en  un  cer- 
ro por  guarda,  é  fideronlos  retraer.  É  siguiendo 
tras  ellos,  sobrevino  el  Oonde  de  Tendilla,  é  Gon- 
zalo Hernández  de  O&rdoba  con  sus  gentes,  ó  flde- 
xon.  rostro  á  .los  moros.  É  los  moros  se  vinieron 
para  ellos,  é  fináronse  de  las  lanzas;  ó  con  muchos 
tiros  de  espingardas  que  habia  de  la  una  parte  ó  de 
la  otra,'se  revolvió  entre  ellos  la  pelea,  de  tal  mane- 
ra que  los  ohristíanos  reoebian  dafio  de  los  moros 
por  causa  del  lugar  do  peleaban,  fasta  que  acudie- 
ron el  Oonde  de  Urueña  é  Don  Alonso  de  Aguilar 
con  ras  gentes  que  guardaban  en  aquella  parte.  Es- 
tos, cabellaos,  áüni^ne  á  gran  pdigro,  acometieron 
.taif  4e  redo  á  los  moros  peones  que  estaban  en  un 
cerro,  que  liBS  ficieron  perder  d  lugar  que  tenian,  é 
.  retraer  á  sus  albarradaa  é  defensas  que  tenian  en 
aquellas  partes.  En  este  recuentro  murieron  ó  fue- 
lon  fsñ4<Hi  algunos  christianos;  é  los  moros  red- 


BETB  DS  OáSntSáL 

bienm  mayor  dafio,  poique  refarayfadosslos  peonei 
que  dezaron  en  el  cerro,  el  Oonde  de  ürueOa  é  Don 
Alonso  de  Aguilar  los  sígnlenm  fssU  la  dbdad,  é 
matalón  gran  parte  dallos  antes  que  Oegassn  á  las 
defensas  É  oomo  quier  que  and  en  el  recuentro 
habido  este  dia,  como  en  los  que  se  ovieron  en  los 
otros  psssdos,  la  gente  de  los  moros  menguaban 
pero  no  lea  menguaba  d  esfueno  para  salir  todos 
los  diss  á  pdear  por  todas  partes,  é  veoes  teptsbsn 
de  noche  á  algunos  oabaUeros  de  los  que  estsbaa 
en  lo  llano,  otraa  veces  rabian  por  lo  alto  de  la 
derra  á  los  lugares  donde  entendían;  é  algunas  Te- 
ces prendían  homes,  é  mataban  bestlaai  é  traian  á 
la  cibdad  ganados  de  los  que  fdlaban  cerca  de 
sus  albarradaa,  é  fadan  otros  dafioa  que  no  se 
les  podían  resistir,  porque  tenian  grand  espado  de 
tierra  do  pediesen  salir  á  ra  salvo^  por  los  grandea 
bairancoa  é  cuestss  que  habia  en  d  eironito  de  la 
dbdad  ra  la  parte  de  la  derra ;  é  saBan  todas  Isa 
vocea  que  les  era  mandado  por  sus  capitanea,  loa 
quales  tenian  sus  gentes  tan  bien  aoaudiUadas,  que 
ponióndoM  á  la  muerte  osaban  facer  todo  lo  que  les 
mandaban.  É  porque  fallesdó  dinero  para  pagar 
suddo  á  los  moros  que  pdeaban,  d  caudillo  é  loa 
dbdadanos  tomaron  las  manillas  é  sardlloa  de  las 
mugares  é  todaa  las  joyaa  de  oro  é  de  plata  que  tor 
nian  en  la  dbdad;  lo  qual  ofredan  de  ra  voluntad, 
é  ficieron  ddlo  moneda  para  pagar  d  raddo  que 
debian  haber  la  gente  de  armas  que  vino  á  def  en** 
der  la  dbdad. 

Oomo  d  Bey  fué  avisado  de  estas  cosas  que  en 
la  dbdad  paaaban,  considerando  que  ni  por  las 
muertee  ni  f  cridas  que  todos  los  diss  los  moros  pa- 
descian  les  menguaba  el  esfuerzo  para  pelear,  ni 
por  la  mragua  de  las  cosss  neceeaiias  que  se  deda 
haber  en  la  cibdad  mostraban  flaqueza  para  recebir 
ningún  partido  de  los  que  les  ofresdan;  acordó  de 
lo  notificar  á  la  Beyna.  T  amblóle  á  rogar  que  vi- 
niese al  real,  que  era  oomo  una  villa  donde  había 
mas  de  mil  casas  fechas,  porque  mejor  fueee  infor- 
mada de  las  oosaa  que  allí  paaaban.  Los  grandes  é 
caballeros  que  cerca  del  Bey  estaban  en  su  consejo^ 
le  embiaron  á  suplicar  esto  mismo,  dándole  á  enten- 
der, que  visto  por  loe  moros  que  día  venia  á  eatar 
allí,  é  creyendo  que  el  Bey  oon  ella  estaría  de  amen- 
to fasta  tomar  la  cibdad,  vemian  en  partido  de  la 
entregar.  É  sobre  esto  embiaron  á  día  diversas  ve- 
oes,  suplicándole  ó  aun  requiíióndola  que  le  plo^ 
guíese  de  lo  facer.  Pero  lo  que  se  decía  por  verdad 
que  movía  á  estos  que  procuraban  la  venida  de  la 
Beyna,  era  porque  enojados  de  los  trabajoe  paaados 
é  temerosoe  de  los  peligros  por  venir,  é  vista  la  per* 
tinada  de  los  moros,  é  sabido  que  tenian  manteni- 
mientoe  para  todo  el  invierno,  estaban  sin  esperan- 
za que  la  dbdad  se  podieee  tomsr.  É  por  la  una 
parte  daban  su  voto,  é  consejaban  de  secreto  d  Bey 
que  alzase  d  real,  é  mandase  poner  las  guamido- 
nes  en  circuito  de  la  dbdad  que  d  príndpio  acor- 
daba de  poner;  é  de  la  otra  parte  considerando 
los  trabajoe  continos  que  la  Beyna  habia  pasado  en 
f omeecer  de  grate^  ó  dineros^  4  mwtenimientoi  ni 


bON  FERNANDO 
tea)|  i  ai  fin  de  tftnto  tiempo  no  conseguirse  el  f  ra- 
to qne  se  esperaba^  recelaban  de  consejar  en  públi- 
co lo  qne  al  Bey  consejaban  en  secreto.  É  porqne 
la  Reyna  viese  las  peleas  oontinas,  é  las  mnertes  é 
f cridas  qne  todos  los  dias  habla  en  el  real,  élas 
ayentnras  é  grandes  peligros  é  trabajos  que  sofrían 
y  esperaban  sofrir  las  gentes  de  su  huestOi  y  el 
poco  fruto  qne  de  todo  aquello  se  oonsiguia;  insis- 
tían suplicándole  que  todayia  yiniese  al  real,  porque 
▼oyendo  en  persona  lo  que  oia  por  informaciones, 
que  le  placerla  qne  el  real  se  alzase,  dexando  guar- 
niciones de  gentes  en  circuito  de  la  oibdad. 

CAPÍTULO  OXXI. 
Gomo  It  Reyat  floo  •!  roal  do  Ban. 

La  Reyna,  movida  por  los  ruegos  del  Rey,  é  por 
las  muchas  suplicaciones  6  amonestaciones  de  los 
Qrandes  é  Oaballeros  que  con  él  estaban,  platicada 
primero  sn  ida  con  el  Cardenal  de  Espafia  é  con  los 
otros  de  sn  consejo ;  acordó  de  ir  al  real  que  el  Bey 
tenia  sobre  la  cibdad  de  Baza ,  é  partió  de  la  oib- 
dad de  Jaén,  é  con  ella  el  Príncipe  Don  Juan  é  las 
Infantas  sus  fijas,  y  el  Cardenal  de  Espafia,  é  Don 
Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Arzobispo  de  Sevilla, 
que  después  fué  Patriarca  de  Alezandría  é  Carde- 
nal de  Espafia,  y  el  Obispo  de  Avila  y  el  de  Coria, 
é  los  otros  Doctores  que  residían  en  su  consejo ,  é 
fué  para  la  cibdad  de  Ubeda.  B  mandó  quedar  en 
aquella  cibdad  al  Principe  Don  Juan  é  á  las  Lifan- 
tas,  é  oon  ellos  al  Arzobispo  de  Sevilla,  é  á  los  otros 
Obispos  é  Doctores  de  sn  consejo  ;  y  ella  siguió  su 
camino  para  el  real  de  sobre  Baza,  é  con  ella  la  In- 
fanta Dofia  Isabel,  su  fija,  y  el  Cardenal  de  Espa- 
fia ;  é  fueron  ansimesmo  con  ella  Doña  Beatriz  de 
Bovedilla,  Marquesa  de  Moya,  é  Dofia  María  de 
Luna,  mnger  de  Don  Enrique  Enriquez,  Mayordo- 
mo mayor  del  Bey ,  é  Dofia  Teresa  Enriquez,  mn- 
ger del  Comendador  mayor  de  León  Don  Gutierre 
de  Cárdenas,  é  otras  damas  é  doncellas  fijas-dalgo^ 
que  estaban  en  el  contino  servicio  de  su  cámara. 
E  salió  el  Bey  al  camino  á  la  recebir,  é  con  él  el 
Maestre  de  SÜitiago,  y  el  Duque  de  Al  va,  y  el  Al- 
mirante de  Castilla,  é  los  Marqueses  de  Cáliz  é  de 
Astorga,  é  los  Condes  de  üruefia  é  dé  Osorno,  é  to. 
dos  los  otros  oaballeros  que  estaban  en  el  real,  sal- 
vo aquellos  que  quedaron  en  las  guardas  de  la  sier- 
ra é  de  lo  llano ,  y  en  las  estancias  que  estaban 
puestas  contra  la  cibdad.  La  venida  de  la  Beyna  al 
real  fué  oon  placer  común  de  todos ;  especialmente 
porque  como  las  gantes  estaban  enojadas,  deseaban 
ver  cosas  nuevas,  é  cre\an  que  su  venida  traerla  tal 
novedad,  que  el  cerco  que  había  durado  seis  meses 
con  grandes  trabajos  é  peligros,  habria  algún  buen 
fin(l). 

Otrosí  los  moros,  sabida  la  venida  de  la  Beyna  é 
del  Cardenal  de  Espafia,  no  podemos  pensar,  si  ore- 

(1)  Fn¿  etU  Ma  de  la  Reyaa  al  real  de  Bau  I  ateto  do  HofiOM- 
bre.  Martyr,  epitl,  79,  /<!.  Z,  nota  qae  el  aotor  ao  halló  o«  oole  fi- 
lio do  Baia, 


É  DOSfA  ISABEti.  4M. 

yendo  que  venia  para  facer  arienjto  fista  tomar  la 
•cibdad,  ó  movidos  por  alguna  :Otra  imaginación, 
pero  de  qualquier  cosa  que  éílo  procediese,  fué  por 
cierto  caso  digno  de  admiración  ver  la  súbita  mu- 
taoion  que  en  su  propósito  se  vido.  E  porque  fui-»  ^ 
mes  presentes  é  lo  vimos,  testificamos  verdad  de- 
lante Dios  que  lo  sabe ,  é  delante  los  homeaf  que  lo 
veyeron';  que  después  que  esta  Beyna  entró  en  el 
reai|  paresció  que  todos  los  rigores  de  las  peleas, 
todos  los  espíritus  crueles,  todas  las  intenciones 
enemigas  é  contrarias  cansaron  é  cesaron,  é  pares-  ' 
oióqúe.  amansaron :  de  tal  manera,  qne  loe  tiros  de 
espingardas  é  ballestas  é  de  todo  genero  de  artille- 
ria,  que  sola  una  hora  no  cesaban  dé  se  tirar  de  la 
una  parte  á  la  otra,  dende  en  adelante  ni  se  vido,  ni 
se  oyó,  ni  se  tomaron  armas  para  salir  á  las  peleas 
que  todos  los  dias  antepasados  fasta  aquel  día  se 
acostnmWaban  tomar,  salvo  la  gente  del  real  que 
continaba  ir  á  las  guardas  del  campo  en  los  lugares 
que  sellan  estar.  E  luego  el  Caudillo  oomensó  á  fa- 
blar  oon  los  christianos,  diciendo  qne  queria  oir  ia 
que  el  Bey  é  la  Beyna  demandaban. 

CAPÍTULO  CXXIL 

Gomo  ol  Roy  é  la  Rojrna  dieron  eargo  al  Comendador  mayor  do 
León  qoo  fablaao  oon  ol  Candlllo  de  Ban. 

■ 

Como  el  Bey  é  la  Beyna  sopieron  que  el  Caudillo 
de  Baza  queria  venir  á  fablar  cerca  de  la  entrega 
de  aquella  oibdad ,  porque  la  Beyna  deseaba  que 
quito  el  rig^r  de  las  armas ,  se  oviese  por  partido; 
dieron  cargo  de  aquella  contratación  á  Don  Gutier- 
re de  Cárdenas,  Comendador  mayor  de  León,  é  man- 
dáronle que  fuese  á  fablar  oon  el  Caudillo  de  lá 
cibdad.  El  qaal  informado  de  la  voluntad  final  del 
Bey  é  de  la  Beyna,  asentado  el  lugar  é  la  hora  don- 
de fablase,  é  dadas  las  seguridades  que  convenían 
de  se  dar  por  la  una  parte  é  por  la  otra,  el  Comen- 
dador mayor,  aoompafiado  de  gente  de  armas,  y  el 
Caudillo  de  Baza,  aoompafiado  de  ciertos  oaballeros 
moros,  se  juntaron  en  el  lugar  acordado  á  vista  del 
real  é  de  la  cibdad.  El  Comendador  mayor  dizo  al 
Caudillo  estas  razones:  a  Si  vos  honrado  Caudillo 
^pensáis  que  fecho  lo  último  de  vuestro  poder,  po- 
ndréis al  fin  defender  la  cibdad  de  Basa  al  poderío 
ndel  Bey  é  de  la  Beyna  mis  soberanos  sefiores :  di* 
egoos,  que  aunque  sois  conosoido  por  oaballero  es- 
oforzado,  seréis  habido  por  homo  mal  aconsejado, 
«porque  según  vos  conocéis,  ley  común  ee  á  todos 
nlos  humanos  de  obedescer  al  mas  poderoso ;  é 
zqualquier  que  esta  ley  quiere  repugnar,  mas  se 
epuede  decir  cobdicioso  de  mala  muerte,  que  araa- 
»dor  de  verdadera  libertad.  E  porque  pienso  que  lo 
nonti  ende  bien  vuestra  prudencia,  vengo  á  os  de- 
Dclarar,  que  la  voluntad  del  Bey  ,é  de  la  Beyna  dé 
«Espafia  es  haber  en  su  sefiorío  esta  cibdad  qne  tíe- 
»nen  cercada.  E  porque  conosoen  ser  mas  seguro  el 
nreynar  voluntario  que  el  imperio  forzoso,  querrian 
>que  esto  se  ficiese  con  voluntad  vuestra  é  de  loa 
ncibdadanoe  della,  á  fin  de  usar  oon  vosotros  do 
opíedad,  é  no  del  rigor  qne  en  la  furia  del  venci- 


¿bo 


ORÓNIOAS  DB  LOS  BETE8  DÉ  OASnLLA. 


imiento  no  tiene  templansa.  E  por  tanto,  honrado 
icaballero,  que  yo  sin  dabda  deeeo  maa  el  bien  que 
>1a  perdición  vuestra,  tos  amonestO|  que  el  pensa- 
smiento  que  fasta  aquí  habéis  tenido  de  guerreari 
»]o  convirtáis  en  haber  paz  ;  y  el  propósito  que  ba- 
rbéis sostenido  de  defender,  lo  mudéis  en  obedes- 
»oer ;  é  la  crueldad  que  tiene  ocupado  vuestro  áni- 
»mo  para  dar  ó  recebir  muertes,  la  redusgais  en  dar 
>vida  6  seguridad  á  vos  é  á  vuestros  cibdadanos. 
»£  si  entendéis  que  á  Dios  é  á  vuestra  cibdad  habéis 
>dado  buena  cuenta  fasta  aquí  resistiendo,  de  aquí 
•adelante  ge  la  daréis  mejor  obedesdendo,  pues  no 
»podeis  resistir.  Porque  notorio  es  á  vos,  buen  Gaodi- 
»llo,  quanto  es  vana  é  peligrosa  la  presumipcion  del 
>cercado  que  se  detiene,  si  no  espera^ser  sooorrido; 
»6  si  no  es  cierto,  que  por  las  flacas  fuerzas  del  oer- 
>cador  será  descercado.  E  si  por  ventura  vos  espe- 
Drais  socorro  de  vuestros  moros,  yo  os  consejo  que 
«insistáis  en  vuestro  propósito  é  defendáis  vuestra 
Boibdad.  Pero  si  esto  no  esperáis,  ó  pensáis  que  la 
afortuna  del  tiempo  oonstrefürá  que  se  alce  el  sitio 
vque  vedes  sobre  vuestra  cibdad;  mirad  que  la 
^Reyna  mi  señora  es  venida,  no  á  real  forneoido  de 
atiendas,  mas  á  cibdad  poblada  de  casas.  E  si  espe- 
9rais  que  habrá  mengua  de  combatientes  en  nues- 
>tra  hueste,  mirad  nuestras  batallas  llenas,  é  que 
»todos  los  días  vienen  nuevas  gentes  de  guerra.  B 
»si  esperab  la  falta  de  nuestras  provisiones,  mirad 
Anuestra  albóndiga,  que  abunda  en  todas  cosas  ne- 
vcosarias  á  nuestros  mantenimientos.  Esi  por  ven- 
utura  sois  informado,  que  al  Bey  ó  á  la  Reyna  mis 
sseftores  faltarán  dineros  para  sostener  la  guerra, 
nno  creáis  buen  caballero,  que  á  los  que  poseen 
agrandes  reyáos»  é  seftorean  ricos  homes,  puedan 
ifallecerles  riquezas.  E  porque  acá   sabemos  que 
ivuestros  mantenimientos  cada  dia  menguan,  de- 
»beis  pensar  que  nuestra  esperanza  de  haber  presto 
»la  cibdad  todas  horas  oresce ;  mayormente  porque 
idebeis  creer,  que  después  de  seis  meses  de  tiempo 
«pasados,  ó  después  de  tantos  gastos  fechos,  é  tra- 
ibajoe  habidos  en  el  principio  é  medio  de  esta  con- 
«quista,  seria  mal  consejo  no  atender  el  fin  do  se 
«espera  la  victoria.  E  porque  esta  no  se  haya  con 
«aquel  rigor,  que  á  los  de  Málaga  por  ser  pertina- 
«ees  vistee  padecer ;  tomando  á  Dios  por  testigo  os 
«requiero,  que  hayáis  aquella  piedad  que  todo  buen 
«capitán  debe  usar  con  sus  cibdadanos  porque  no 
«se  pierdan ;  ó  agora  que  tenéis  lugar,  recibáis 
«buen  consejo,  antes  que  venga  tiempo  en  que  no  lo 
«podáis  haber.  E  yo  de  parte  de  Su  Alteza  os  of  rez- 
«co,  que  si  luego,  quito  todo  rigor  de  armas,  entre- 
«gais  esta  cibdad,  todos  los  que  estáis  en  ella  seréis 
«guardados  como  sus  subditos ,  é  conservados  en 
«vuestra  ley  y  en  vuestra  libertad,  y  en  la  posesión 
«de  vuestros  bienes,  como  lo  facen  á  los  que  de  su 
«gprado  se  han  puesto  en  sus  reales  manos.  E  de 
«esto  vos  é  los  de  Baza  podéis  ser  seguros,  pues  la 
«experiencia  vos  ha  mostrado,  que  ni  ellos  men- 
«guan  punto  de  su  palabra ,  ni  yo  por  cierto  sería 
«medianero  de  cosas  fingidas.  E  si  todavía  delibe- 
«ráredes  continar  en  vuestra  pertinacia^  considerad 


«agora,  buen  caballero,  quanto  oa  será  eargo  las 
«muertes,  captiveríos  y  estragos  que  daríades  á  la 
«cibdad  de  Basa,  que  tanta  honra  é  bienes  vos  ha 
«dado. »  Oidas  por  el  Caudillo  las  razones  que  el 
Oomendador  mayor  le  fizo,  respondió  que  le  plaoia 
mucho  de  su  f  abla,  é  mucho  mas  de  su  oonooimien- 
'  to.  Porque  como  habia  creído  del  ser  caballero  es- 
forzado, ansí  seria  verdadero  en  sus  palabras,  é 
que  tenia  en  merced  al  Bey  é  á  la  Beyna  el  ofreci- 
miento de  seguridad  que  embiaba  á  él  á  á  la  cibdad 
de  Baza.  Pero  porque  convenia  oomnnioarlo  con 
los  cibdadanos  é  viejos  de  la  cibdad,  habida  esta 
comunicación,  responderla  la  final  oondusionde 
lo  que  aooidaaen. 

CAPÍTULO  cxxra. 

De  U  coiSBiU  qte  ovieros  el  Rey  Moro  é  los  áe  GaitfU,  pin  qae 
enlregisen  U  eibdad  de  Biu. 

El  Caudillo  de  Baza  después  que  oyó  las  razones 
que  el  Comendador  mayor  de  León  le  dixo,  tomó, 
según  habemos  dicho ,  término  para  deliberar  con 
los  viejos  é  cibdadanos,  é  con  los  capitanes  que  oon 
él  estaban,  lo  que  debían  facer.  Los  quales  acorda- 
ron, que  debían  embiar  al  Bey  moro  que  estaba  en 
Guadiz,  á  le  notificar,  que  ni  en  la  cibdad  habia 
mantenimientos  para  se  sostener,  ni  en  el  real  de 
los  chrístianos  habia  mengua  d^oe  porque  so  de- 
biese alzar ,  ni  menos  se  alzaría  por  ser  oonstrefii- 
dos  de  la  fortuna  del  invierno  por  las  muchas  casas 
que  los  chrístianos  tenían  fechas  é  de  nuevo  todos 
los  días  f acíaú,  para  que,  defendidos  de  las  fortunas 
del  tiempo,  pudiesen  durar  en  aquel  sitio.  E  para  le 
notificar  estas  oosas ,  el  Caudillo  embió  al  alcayde 
de  la  cibdad  de  Baza,  el  qual  dixo  al  Bey  Moro  el 
estado  en  que  estaban  los  de  la  cibdad,  é  las  men- 
guas que  tenían  de  lo  necesario,  las  quales  cada  dia 
crescian,  é  como  en  seis  meses  que  habían  sofrído 
el  cerco  que  sobre  ellos  estaba,  faltaba  mucha  de  la 
gente  que  habia  entrado  en  la  cibdad  para  la  defen- 
der delloB  muertos,  é  dellos  feridos,  é  muchos  que 
estaban  enfermos.  Ansimismo  les  f allecian  las  ar- 
mas ó  pólvora ,  é  otros  pertrechos  necesarios  á  la 
defensa,  é  que  para  se  reparar  de  todo  esto,  les  era 
necesario  socorro  de  gente.  Porque  según  Dios  sa- 
bia é  á  los  homes  era  manifiesto ,  el  Caudillo  é  ca- 
pitanes^ é  otras  gentes  que  en  aquélla  cibdad  en- 
traron, habían  fecho  fasta  aqucd  tiempo  todo  su 
poder  para  la  defender  oon  las  muchas  peleas  que 
las  noches  ó  los  días  habían  habido  con  los  chrís- 
tianos, las  quales  ya  no  podían  continar  por  la  fal- 
ta de  los  muertos,  é  flaqueza  de  los  que  quedaban 
vivos.  Por  ende,  que  si  pensaba  de  los  sooorrer  oon 
tanta  copia  de  moros  que  pediesen  pelear  con  el 
poder  del  Bey  Don  Femando,  todos  los  trabajos 
habidos  fasta  aquel  tiempo  les  serian  alegres,  si  de 
los  mayores  é  mas  peligrosos  que  oada  hora  recela- 
ban los  pediese  salvar.  B  si  este  socorro  no  podía 
facer,  le  plogniesedar  tal  consejo  de  salvación  á  la 
gente  de  los  moros,  para  que  en  lugar  del  gualar- 
dou  que  por  sus  loables  trabajos  habían  merescidO| 


DON  FERNANDO 

no  OTieson  la  muerte  é  captíverio  que  recolaban. 
Allende  de  esto  le  dixo,  que  debia  conaiderar  quan- 
taa  dbdades  é  villas  de  aquel  Reyno  eran  perdidas, 
^  é  quantoB  de  mm  moradores  vencidos  é  captivos,  los 
campos  destruidos,  la  caballería  destrozada,  las  ri- 
quezas del  Beyno  perdidas  y  enagenadas ;  é  que  en 
todas  las  cosas  pasadas  hablan  experimentado  la 
ventura  que  siempre  hablan  fallado  contraría. 

El  Rey  Moro,  oido  lo  que  el  alcayde  de  Baza  le 
dixo,  quiso  haber  deliberación  con  los  alfaquíes  é 
viejos  de  la  cibdad  de  Guadix,  sobre  lo  qne  debia 
facer.  B  algunos  ovo  cuyo  voto  era,  que  debia  re- 
querir al  pueblo  de  Granada  que  era  grande ;  por- 
que vista  la  extrema  necesidad  en  que  estaban  los 
de  Basa ,  se  dispornian  á  tomar  armas,  é  se  junta- 
rían con  los  de  aquella  cibdad  de  Guadix,  é  los  unos 
con  los  otros  serian  tan  gran  número,  que  los  po- 
drían socorrer.  E  que  para  facer  este  socorro  se  de- 
bían disponer  á  todo  peligro ;  porque  si  la  cibdad 
de  Baza  se  entregase  á  los  chrístianos,  todo  el  Rey- 
no  de  Granada  habrían  en  su  poder,  é  los  moros  lo 
perderían  juntamente  con  la  esperanza  que  tenian 
de  lo  recobrar.  Otros  del  pueblo ,  los  mas  principa- 
les, decían  que  muchas  vecee  hablan  requerido  á 
los  de  Granada ,  para  que  se  juntasen  con  ellos  á 
socorrer  á  los  de  Baza ;  é  como  quier  que  algunos 
se  disponían  á  lo  facer,  pero  la  mayor  parte  de  la 
cibdad  por  gozar  de  la  seguridad  que  los  christia- 
nos  les  guardaban,  eran  negligentes,  é  ni  se  dispo- 
nían á  facer  guerra,  ni  á  se  juntar  con  ellos  á  facer 
aquel  socorro ;  é  que  los  de  Guadix  no  eran  tantos 
ni  tales,  para  que  solos  lo  pediesen  facer.  Por  ende 
dixeron,  que  debían  los  de  Baza  ganar  seguridad 
del  Rey  Don  Femando  é  de  la  Reyna  Dofia  Isabel 
para  sus  personas  é  bienes,  é  que  les  ',debian  entre- 
gar las  fuerzas  de  la  cibdad. 

El  Rey  Moro,  oídas  aquellas  razones,  é  conside- 
rando que  quanto  era  grande  su  deseo ,  tan  flaco 
era  su  poder  para  facer  aquel  socorro,  respondió  al 
alcayde  de  Baza  que  su  voluntad  no  era  que  sofrie- 
sen mas  trabajos,  ni  esperasen  mas  peligros  aque- 
llos que  con  f  azafias  dignas  de  memoria  los  hablan 
sofrido  tanto  tiempo ;  por  ende,  qne  ficieaen  aquello 
que  á  la  guarda  de  sus  personas  é  bienes  entendie- 
sen que  debia  ser  mas  cumplidero.  La  cibdad  de 
Guadix  era  grande  é  populosa,  é  como  á  noticia  de 
la  oomnnidad  vino  el  voto  que  algunos  de  los  prin- 
cipales habían  dado  para  qne  la  cibdad  de  Baza  se 
entregase,  é  como  al  Rey  Moro  f allescian  las  fuer- 
zas  del  ánimo  para  sostener  el  sefiorio  que  perte- 
nescia  al  título  real  que  habla  tomado,  é  para  reco- 
brar lo  que  habla  perdido  ;  considerando  que  pues- 
ta la  cibdad  de  Baza  en  poder  de  los  christianos,  é 
la  cibdad  de  Guadix  quedarían  flacas  fuerzas  para 
se  defender,  é  que  les  seria  forzoso  venir  en  poder 
del  Rey  é  de  la  Reyna ;  luego  la  gente  común  se 
alteró,  é  la  seguridad  que  de  largos  tiempos  hablan 
gozado  se  convertió  en  tristeza,  considerando  como 
hablan  de  mudar  la  servidumbre  que  tenian  anti- 
gua, é  venir  nuevamente  á  subjecion  de  rey  ageno 
de  su  ley  é  de  su  lengua.  B  como  quler  que  algunos  I 


É  DOÑA  ISABEL.  fiOl 

decían,  que  por  la  defensa  de  su  ley  é'de  su  liber- 
tad debían  tomar  armas  é  poner  en  defensa^;  pero 
otros  conoBcida  su  flaqueza  é  la  fuerza  del  Rejr  é 
de  la  Reyna,  decían  que  debían  ponerse  en  la  sub- 
jecion de  su  imperio.  E  con  esta  diversidad  de  vo- 
tos, ovo  entre  ellos  grandes  escándalos;  porqna 
privados  del  entendimiento  con  la  súbita  mudanza, 
no  pensaban  tener  lugar  seguro,  ni  amig^  cierto 
que  los  amparase,  ni  sabían  procurar  paz,  ni  seguir 
guerra,  ni  los  consejos  de  sus  mayores  tenian  auto- 
ridad, ni  con  la  turbación  sabían  discernir  lo  que 
les  seria  mas  seguro.  E  todos  vagando  acá  é  allá, 
llenos  de  miedo ,  é  privados  de  toda  buena  razón, 
preguntaban  si  podían  haber  seguridad  de  la  vida. 
Oonoscída  por  los  principales  de  la  cibdad  aquella 
confusión,  con  palabras  de  seguridad  é  de  paz  pro- 
metieron de  les  haber  toda  libertad  de  sus  personas 
é  pacifica  posesión  de  sus  bienes ,  é  que  permanes- 
oerian  en  la  ley  de  sus  padres.  E  con  estaa  prome- 
sas, el  pueblo  que  ligeramente  se  mueve  á  todas 
partes,  cesó  de  aquella  alteración  en  que  estaba. 

CAPÍTULO  OXXIV. 

De  la  respveita  qoe  el  Ctvdlüo  de  Btit  i\6  ti  Comendador  m^ 
yór  de  León  eobre  la  entrega  de  la  eibdad  de  Baia. 

Quando  el  Caudillo  é  capitanes  de  Baza  fueron 
informados  por  el  alcayde  de  la  respuesta  que  el 
Rey  Moro  que  estaba  en  Guadix  le  dio,  la  qual  nin- 
guna esperanza  les  ponía  de  socorro,  embió  á  decir 
al  Comendador  mayor  de  León,  que  le  ploguiese  ve- 
nir á  aquel  lugar  donde  lo  habla  movido  la  prime- 
ra fabla,  é  que  le  daria  la  flnal  respuesta.  El  Co- 
mendador mayor,  consultando  lo  primero  con  el 
Rey  é  con  la  Reyna,  é  habida  su  licencia,  6  asenta- 
das las  seguridades  de  la  una  parte  ¿  de  la  otra,  se 
juntó  con  el  Caudillo,  el  qual  le  dixo  ;  o  Noble  ca- 
»ballero,  ni  la  mengua  de  nuestras  provisiones,  ni 
»la.flaquoza  do  nuestros  muros,  ni  menos  la  de  los 
•moros  que  los  guardamos,  nos  constrifien  á  entré- 
•gar  al  Rey  Don  Femando  é  á  la  Reyna  Dofia  Isa- 
nbel  la  cibdad  de  Baza ;  pero  muévenos  la  gran  vir- 
»tud  é  nobleza  de  su  real  condición ,  que  pone  vo« 
nluntad  é  estos  capitanes  ¿  á  mí  para  gela  entregar. 
»E  no  solamente  la  habrá  de  mis  manos ,  pero  mo« 
nvido  con  ferviente  amor  que  tengo  á  su  servicio, 
nprometo  á  vos  noble  caballero  tener  tal  manera, 
»como  sin  trabajo  ni  costas  las  cibdades  de  Guadix 
>é  de  Almería  sean  entregadas  en  su  poder :  con 
»tal  pacto,  que  los  moradores  dellas,  viviendo  so  el 
nimperío  de  su  real  sefiorio,  puedan  mantener  la 
oley  de  sus  padres,  é  morar  en  sus  casas,  é  poseer 
»sus  bienes.  Otrosí  habiendo  de  su  real  poderío  la 
»def  ensa  é  seguridad  que  todo  buen  rey  es  obliga- 
ndo á  facer  á  sus  leales  siervos ,  según  que  vos  de 
Dparte  de  su  grandeza  lo  ofrecistes. » 

Esta  respuesta  dada  por  el  Caudillo,  é  comunica- 
da por  el  Comendador  mayor  con  el  Rey  é  con  la 
Reyna,  agradescieron  al  Caudillo  su  buena  volun- 
tad é  ofrescimiento,  é  prometieron  de  le  facer  mer- 
cedes, é  de  recebir  á  él  é  á  sus  parientes  en  su  serví" 


*■-■•, 


Í02 

'  do.  B  luego  mandaron  pregonar  por  los  reales  ae- 
'  ^goridad  de  la  óna  paria  á  la  otnu  Y  el  pacto  da  la 
cibdad  de  Basa  ae  aaentó  entre  eUoa  en  eata  mane- 
ra. Frimeramentei  que  todos  los  caballeros  ó  peones 
qae  habían  venido  de  faera  de  la  cibdad  á  la  de- 
fender,  saliesen  luego  é  la  desasen  libroi  ó  que  po- 
'  diesen  ir  seguros  con  sus  armas  é  caballos  á  sus  ca- 
sal^ ó  á  otros  lugares  que  quisieren.  Otrosí:  que  to- 
dos los  que  moraban  dentro  de  la  dbdad  de  Baza 
saliesen  á  morar  en  los  arrabales  ;  é  que  si  en  ellos 
no  quisiesen  morar » podieaen  ir  seguramente  oon 
sos  bienes  áotraa  partea  donde  les  ploguiese.  ítem, 
que  los  que  quedasen  moradoreaen  los  arrabales, 
,  fidesen  juramento  de  ser  buenos  é  léalea  sierros 
dd  Bey  é  de  la  Beyna,  é  que  guardarían  su  serví- 
do  en  todas  cosas,  é  obedesóerian  sus  cartas  é  man- 
damient0S|  ó  lo  que  de  su  parte  les  mimdaaen  sus 
oapitanes  6  alcaydés,  é  áqtf ellos  que- to vieren  su 
,  poder,  ítem,  que  acudirían  d  Bey  é  á  la'  Beyna,  6  á 
sus  reboadadorea  é  receptores,  con  todos  los  pedios 
é  tributos  que  acostumbraron  antiguamente  dar  á 
los  Beyes  moros.  El  Bey  ó  la  Beyna  prometieron, 
que  guardando  ellos  lo  que  juraban,  les  conserva- 
rían en  la  ley  de  Hahomad  que  mantovieron  sos 
padres,  é  los  dexarían  en  el  uso  de  sus  leyes  ó  fue- 
ros, por  donde  según  la  costumbre  de  los  moros 
suden  ser  juzgados  é  gobernados.  Otrosí,  de  no  lee 
facer,  ni  consentir  que  les  sea  focha  fuerza,  ni  ro- 
bo, ni  injuria;  éd  algono  tentase  de  lo  facer  le 
mandarían  punir  por  justicia.  Otrosí,  que  la  cibdad 
de  Baza  oon  su  dcazaba  se  entregase  d  Bey  é  á  la 
Beyna,  ó  á  quien  mandasen,  dentro  de  seis  dias;  en 
los  quales  los  moros  oviesen  lugar  de  la  desembar- 
gar de  todos  sos  bienes  ó  cosas  qü'a  en  ella  tenían. 
£  para  segoridad  que  dentro  deste  término  d  Cau- 
dillo é  capitanes  complirían  este  asiento,  entrega- 
ron al  Comendador  mayor  quince  mozos  fijos  del 
Caudillo,  ó  de  los  príncipales  dbdadanos  de  la  cib- 
dad. Otrod,  el  Caudillo  y  d  alcayde.,  que  vinieron 
á  entregar  los  rehenes,  ficíeron  reverencia  d  Bey  ó 
á  la  Beyna,  é  se  ofresderon  de  lo  servir  en  todo  lo 
que  les  mandasen.  T  el  Bey  ó  la  Beyna  los  recibie- 
ron por  suyos,  é  les  mandaron  facer  meroedes  de 
dineros,  é  ropas,  é  caballos  é  otras  cosas 

Bebido  por  los  moros  que  moraban  en  las  comar- 
cas do  Baza,  como  el  Caudillo  y  el  Alcayde  de  la 
'  cibdad  habían  fecho  partido  con  el  Bey  ó  con  la 
Koyna  de  ge  la  entregar,  ó  habian  recebido  y  espe- 
raban recebir  mercedes  por-  la  entrega  que  facian 
luego  los  Alcaydea  de  Almnfiecar  é  Tabernas,  é  to- 
dos los  que  tenían  cargo  de  fortalezas  en  las  mon- 
tafias  que  llamaban  Alpuzarras,  y  en  todas  aquellas 
narras,  les  embiaron  á  decir,  que  ellos  ausimesmo 
ge  las  entrogarían  con  sus  fuerzas,  faciéndoles  sa- 
tisf  adon  de  los  gastos  é  costas  que  en  la.  guarda 
dellaa  habian  fedio,  é  dándoles  el  seguro  que  daban 
á  loa  moradores  que  quedaban  en  los  arrabales  de 
Baza  para  que  viviesen  en  su  ley  y  en  sus  f  acien- 
das,  quedando  en  la  tierra  por  mudéxares.  El  Rey 
é  la  Beyna,  habido  su  consejo,  aceptaron  aquel 
ofrescimiento,  é  respondieron  que  les  placía  de  re- 


0BÓNI0A8  DE  LOS  EETB8  DB  GA8TILLA. 


oebir  las  f ortdesas,  é  facer  meroedes  á  los  Alcay- 
dea, é  dar  el  seguro  que  pedían  para  todos  los  que 
moraban  en  aquella  derra,  según  lo  habian  dado  á 
los  que  de  su  grado  ae  ofresderon  por  sus  dervos. 
É  luego  vinieron  los  Alcaydea  de  las  villas  é  forta- 
lezaa,  é  los  viejos  é  alfaquíea  de  todos  los  lagares 
que  son  en  aqudlas  comarcas  desde  Almería  fasta 
Granada,  á  les  entrogar  las  fuersas  que  tenían.  El 
Bey  é  la  Beyna  les  ficíeron  meroedes  de  dinero  á 
cada  uno,  según  la  calidad  de  la  villa  ó  fortaleza 
que  entregaban,  é  pusieron  alcaydea  en  ellaa.  T  en- 
tro los  Alcaydea  moros  que  vinieron  á  facer  la  en- 
troga  de  los  caatíUos  que  tenían,  vino  un  moro  que 
se  llamaba  Alí  Abenfahar,  Alcayde  de  la  villa  é 
fortdeza  de  Purohena;  é  díxo  d  Bey  é  á  la  Beyna: 
aTo,  sefiores,  soy  moro  é  de  linage  de  moros;  é  soy 
sAlcayde  de  la  villa  é  castillo  de  Pnrchena,  que  me 
spusieron  en  ella  para  la  guardar:  vengo  aquí  ante 
sYuestra  real  Señoría,  no  á  vender  lo  que  no  es  mío, 
smas  á  entregaros  lo  que  la  fortuna  fizo  vuestro.  É 
vcrea  Vuestra  red  Magestad,  que  d  no  me  enfla- 
aqueciese  la  flaqueza  que  f  dio  en  los  que  me  de- 
sbian  eaforsar,  que  la  muerte  me  sería  d  precio  que 
sredbiese  defendiendo  la  fortdeza  de  Purohena,  é 
sno  d  oro  que  me  ofrecda  vendiéndola.  Embiad, 
smuy  poderosos  Beyes,  A  recibir  aquella  villa  que 
«vuestro  gran  poder  fizo  ser  vuestra.  Lo  que  suplí- 
neo  á  vuestro  gran  poderío  es,  que  hayan  en  su  en- 
scondenda  á  los  moros  de  aquella  villa,  é  á  los  que 
nmoran  en  su  vdle,  é  los  manden  conservar  en  su 
»ley  y  en  lo  suyo,  é  á  mí  den  seguro,  para  que  oon 
Dmis  caballeros  é  cosas  pueda  ir  á  las  partes  de 
sAfríoa.»  El  Bey  é  la  Beyna  oída  la  rasen  de  aqud 
moro,  croyeron  que  fuese  home  led,  é  notaron 
aquel  su  propósito  en  el  grado  de  virtud  que  se  de- 
bía notar.  É  como  quiera  que  le  ofresderon  meroe- 
des de  oro  é  caballos  como  á  los  otros,  no  lo  quiso» 
recebir.  T  embiaron  luego  ú  recebir  aquella  villa  á 
Diego  Lopes  de  Ayda,  uno  de  los  capitanes  que 
andaban  en  su  guarda,  con  las  seguridades  que  se 
entregaron  todas  las  otras  fortdezas.  Otrosí,  paaa- 
dos  los  seis  dias  del  término  asentado  con  el  Cau- 
dillo de  Baza,  luego  entrogó  el  dcazaba  é  la  dbdad 
al  Boy  é  á  la  Beyna;  é  pusieron  en  ella  por  capitán 
á  Don  Enrique  Enriquoa,  Mayordomo  mayor  del 
Bey,  el  qud  puso  por  Alcayde  á  Don  Enrique  de 
Ouzman,  su  primo,  fijo  del  Conde  de  Alva  de  Liste. 

Entregóse  esU  cibdad  de  Baza  d  Bey  Don  Fer- 
nando é  á  la  Beyna  Dofia  Isabel,  á  quatro  dias  dd 
mes  de  Dedembre,  afio  dd  nasdmiento  de  nuestro 
Salvador  Jesu  Chrísto  de  mil  é  qnatrodentoa  é 
ochenta  é  nueve  afios,  habiendo  estado  oeroada  por 
este  Bey  Don  Femando  seis  meses  é  vdnte  dias. 
Sacaron  della  d  día  que  se  entregó  quinientos  é 
diez  bornes  é  mugeres  é  nífios  christianoa  que  esta- 
ban captivos  é  puestos  en  masmorraa.  Otrod  el  Car- 
denal de  Espafia,  que  era  Arzobispo  de  Toledo, 
puso  en  aquella  cibdad  su  Vícarío;  porque  se  falló 
por  Bula  del  Papa,  que  antiguamente  era  la  cibdad 
de  Baza  de  diócesi  de  Toledo. 

Fecha  la  entrega  de  la  cibdad  de  Baza  é  de  las 


DON  FBBNANDO 
YÍ11«B  ¡le  Pnrohena  é  Tabernas^/é'de  las  Alpuzamuí 
j* deAhnnfleoari é  de  todas  las  otraB'oomaroa8,el 
Caudillo  de  Basa,  que  era  ya  subdito  del  Bey  6  de 
la  Beynaf  é  le  habían  mandado  asentar  sueldos  é 
acoBtamiento  cada  afio  como  á  su  vasallo,  fué  á  la 
eibdad  de  Guadiz,  é  dizo  al  Bey  moro  que  pues 
habla  visto  que  la  fortuna  era  contraria  á  los  de 
áqúel  Beyno,  é  de  dia  en  dia  conosoian  mas  como 
en  todas  las  cosas  fallaban  á  Dios  ayrado  de  tal 
manera,  que  no  les  quedaban  fuerzas  ni  esperanza 
para  recobrar  lo  perdido,  que  conformándose  con 
lo  que  velan  ser  ordenado  de  arriba,  fidese  entre- 
gar al  Bey  é  á  la  Beyna  las  cíbdades  de  Guadix  é 
Almería,  pues  veia  claro  que  ni  tenia,  ni  esperaba 
tener  fuerzas  para  las  defender  al  poderlo  grande 
de  sus  gentes;  é  que  considerase  bien  la  gente  é 
provisiones  que  la  dbdad  de  Baza  tenia  para  se  de- 
fender, é  fecho  lo  último  de  su  poder,  ni  ellos,  ni 
los  de  la  eibdad  de  Málaga  pedieron  haber  otra 
cosa,  salvo  trabajos  é  peligros;  6  que  los' unos  que- 
daron captivos,  é  los  otros  muertos  é  destruidos. 
Dixole  ansimesmo  que  la  destruicion  de  la  tierra  se 
debria  sofrir  qnando  había  alguna  esperanza  para 
la  recobrar;  pero  que  quando  esta  no  habia,  á  g^ran 
crueldad  le  seria  imputado,  si  no  los  podiendo  re- 
mediar, los  consintiese  destruir.  É  que  no  pensase 
que  recibía  injuria  en  perder  lo  que  poseia,  pues  ge 
lo  tomaba  un  Bey  tan  poderoso,  á  quien  no  pedia 
resistir. 

Oidas  por  el  Bey  moro  estas  rasones,  é  informa- 
do como  allende  de  la  eibdad  de  Baza,  todas  las 
otras  fortalezas,  é  villas  é  lugares  de  la  comarca  se 
entregaron  al  Bey  é  á  la  Beyna,  veyóndose  puesto 
en  aquella  pena  que  sienten  los  Beyes,  que  ni  á  si 
pueden  proveer,  ni  á  los  suyos  remediar,  respondió 
al  Caudillo  que  determinaba  poner  su  persona  en 
las  manos  del  Bey  é  de  la  Beyna  é  de  les  entre- 
gar las  cibdades  de  Ouadix  é  de  Almería,  para  que 
del  é  dellas  dispusiesen  lo  que  su  real  sefioría  to vie- 
se por  bien.  El  Caudillo  vino  al  Bey  é  á  la  Beyna  á 
les  notificar  como  la  voluntad  del  Bey  Moro  era  de 
poner  á  él  ó  á  toda  la  tierra  que  por  él  estaba  so  el 
imperio  de  su  real  sefioría,  para  que  del  é  dallos 
dispusiese  lo  que  les  ploguieee. 

EÜ  Bey  é  la  Beyna,  oida  la  determinación  del 
Bey  Moro,  dixeron  que  ge  lo  agradescian,  é  que 
lo  mandarían  tratar  bien  é  honestamente  é  con  toda 
seguridad,  según  que  á  su  persona  pertenecía.  É 
luego  partió  el  Bey  de  la  eibdad  de  Baza,  é  fué 
para  la  eibdad  de  Almería.  ¿  llegando  bien  cerca 
de  la  eibdad,  vino  el  Bey  Moro;  é  vista  la  persona 
del  Bey,  desoavalgó  del  caballo  para  le  besar  la 
mano.  El  Bey,  guardando  la  preminencia  debida  al 
título  real  que  aquel  Moro  habia  tomado,  no  con- 
sintió la  oerimonia  que  le  quería  facer,  é  rogóle  que 
tomase  á  cavalgar.  El  Bey  Moro,  cumpliendo  lo 
que  el  Bey  quiso,  é  puesto  en  su  caballo,  se  llegó  á 
él  é  le  dixo :  C|Oh  Bey  vencedor!  aunque  he  oometí- 
»do  contra  tú  servicio  cosas  que  no  eran  de  pérdo- 
Bnar,  pero  tu  gran  benignidad  me  dio  aquella  espe- 
watiaa  de  salvación  que  me  quitó  la  ignorancia  de  ( 


É  DOfiA  ISABEL.  tOS 

•  omis  consejos.  Verdad  es,  Bey  poderoso,  qne  qui' 
»BÍera  é  no  pude  defender  la  tierra  cíe  los  moros  do 
stii  gran  poder.  Pero,  pues  plogo  al  soberano  Bey 
Dde  los  Beyes  escaparte  con  prosperidad  de  los  pe- 
Dligros  que  te  rodearon  en  el  cerco  de  Basa,  bien 
*parooe  qne  su  voluntad  fué  en  el  cielo  quitar  esta 
ntierra  á  mí  é  darla  á  tí.  É  por  tanto  he  deliberado 
sque  hayas  ganado  á  mí  por  vasallo,  oomo  ganaste 
9la  tierra  por  subdita.  E  porque  tu  miserioordia . 
screo  será  tan  divina  para  perdonar  oomo  tu  poder 
ves  grande  para  sefiorear,  vengo  ante  tu  real  sefio- 
srla  por  haber  deUa  no  lo  que  mis  deservicios  me- . 
srescón,  mas  lo  qne  tu  piedad  acostumbra.»  El  Bey 
provocado  á  piedad  por  las  palabras  humildes  que 
el  Bey  Moro  dixo,  é  considerando  la  oonfianza  con 
que  se  ponía  en  sus  manos,  respondió  que  si  esperi- 
mehtándo  sus  fuerzas  se  falló  vencido,  esperimen- 
tando  agora  su  gracia,  se  fallaría  vencedor,  é  la 
ganaba  del  para  la  conservación  de  su  vida  é  liber- 
tad; é  mandóle  tratar  bien  é  honestamente  con  toda 
seguridad.  É  luego  el  Bey  moro  confiando  en  la 
palabra  que  el  Bey  le  dio,  entregó  todas  las  fuerzas 
é  puertas  de  la  eibdad  de  Almería  al  Bey  é  á  la 
Beyna.  T  encomendaron  la  guarda  é  capitanía  da- 
lla al  Comendador  mayor  de  Leen,  el  qual  puso  en 
su  lugar  por  Aleado  á  Don  Pedro  Sarmiento. 

CAPITULO  CXXV. 

Cotto  el  Rey  é  la  Reynt  fveron  i  la  dbdad  de  Gaadlx,  é  la  nd- 
bleroB,  é  otros  logares  de  neros. 

Becebida  por  el  Bey  é  por  la  Beyna  la  eibdad  de 
Almería,  é  fornecida  de  gente  de  armas  é  pertre- 
chos é  mantenimientos,  é  de  las  otras  cosas  necesa- 
rias á  la  gente  que  en  ella  dexaron  por  guarda^ 
dieron  luego  seguro  á  todos  los  moros  de  la  dbdadi 
para  que  pudiesen  vivir  en  la  ley  de  Mahomad;  é 
prometieron  que  no  les  seria  fecha  fuerza  ni  agra- 
vio en  sus  personas,  ni  en  la  posesión  de  sus  bienes; 
é  que  consentirían  que  fuesen  juzgados  por  sus  al- 
caldes, según  sus  fueros  é  costumbres  antiguas.  É 
los  moros  de  la  eibdad  juraron  por  el  Criador 
alto  é  por  la  virtud  del  Alcorán,  que  serian  leales 
siervos  é  subditos  del  Bey  é  de  la  Beyna,  é  que 
cumplirían  sus  cartas  é  mandamientos,  é  las  de 
aquellos  que  su  poder  oviesen,  é  les  acudirian  cada 
afio  con  todos  los  derechos  é  tributos  que  son  debi- 
dos al  Bey,  según  lo  acostumbraban  pagar  á  los 
Beyes  de  Granada.  É  que  esto  oomplirian  cesante 
todo  engafio  é  pensamiento  que  lo  pudiesen  revocar. 

Dado  este  seguro,  é  recebido  este  juramento  de 
los  vecinos  de  Almeríía,  el  Bey  é  la  Béjma,  é  oon 
ellos  el  Cardenal  de*  Espafta,  partieron  de  aquella 
eibdad,  é  fueron  para  la  eibdad  de  Guadix,  é  fué  oon 
ellos  á  gela  entregar  el  Bey  Moro,  JÍ  oomo  llegaron 
á  la  eibdad  con  toda  su  hueste,  fueron  recebidos 
por  los  moradores  della  con  buena  voluntad.  É  no 
embargante  la  enemiga  que  habia  entre  ellos  é  los 
chrístianos  criada  de  largos  tiempos,  por  las'  fier- 
ras é  muertes  é  cáptíveriós  pasados  de  unos  á  otros, 
pero  visto  que  el  Bey  é  la  Beyna  con  grandiligen- 


504 


0BÓNI0Á8  DE  LOfi  BEYES  DE  GAffTILUL 


I 


da  mandaban  guardar  ana  personaa  é  oaaaa  ó  oam^ 
poa,  é  qae  loa  oercoa,  muertoa  é  destndoioneB  qna 
otroa  moroa  padecían  y  elloa  raoelaban,  gales  con- 
yertia  en  pas  6  aegmidad;  como  gente  libre  de  mie- 
do, ovieron  tan  aúbito  goso»  que  loaban  al  Rey  é  á 
la  Beyna,  y  enaakaban  aiui  peraonaa  diciendo  tener 
entendimiento  é  fneraaa  divinas,  ó  que  eua  oosaa 
eran  por  mandamiento  de  Dioa  fechas;  é  mostraban 
placer  por  ser  puestos  so  el  yugo  de  su  seryidum- 
bre.  É  luego  el  Bey  Moro  entregó  al  Bey  ó  á  la 
Beyna  el  alcaaaba  é  todas  las  fueraas,  ó  torrea  é 
puertea  de  la  oibdad  de  Goadix;  ó  dieron  la  tenen- 
cia de  la  fortaleza  é  la  capitanía  de  aquella  cibdad 
á  Don  burtado  de  Mendoza  Adelantado  de  Gazorla. 
Los  caballeros  ó  gente  de  la  hueste,  visto  como  se 
tomó  la  cibdad  de  Baza,  é  que  se  habían  entregado 
al  Bey  é  á  la  Beyna  Almería  é  Quadiz,  cibdades  tan 
populosas  é  grandes,  é  las  otras  villas  é  caatillos  é 
.  tierraa  llanaa,  é  las  montaHaa  que  son  desde  Alme- 
ría fasta  la  cibdad  de  Granada,  ain  las  muertea  é 
trabajos  ó  gastoa  é  dilación  de  tiempo  que  se  espe- 
raban de  sofrir  antes  que  se  pudiesen  ganar,  fueron 
maravillados,  é  creían  proceder  por  voluntad  divi- 
na, pues  pensamiento  humano  no  pudiera  imanar 
que  tan  fuertes  cibdades  se  pudieran  en  largoa 
tiempoa  haber  sin  grandes  trabajos  é  industria  de 
bornes. 

Entregadaa  aquellas  oibdadea  é  sus  tierras,  luego 
los  alcaydes  moros  que  tenían  laa  villas  é  fortalezas 
de  Salobreña  ó  Almufiecar,  é  todas  las  otras  villas 
é  castillos  é  fortalezas  de  los  moros  que  quedaban 
por  ganar  en  el  Beyno  de  Granada,  vinieron  de  su 
voluntad  é  las  entregaron  al  Bey  ó  á  la  Bejrna;  los 
quales  pusieron  en  ellas  sus  alcaydes  é  gentes  que 
las  guardasen.  É  porque  si  echasen  de  las  villas 
cercadas  á  los  moros  que  las  moraban,  creían  que 
la  tierra  se  despoblaría,  ovieron  consejo  de  déxarlos 
en  ellas  por  mndéxares  con  sus  mugeros  ó  fijos  é 
bienes.  Los  quales  fícieron  al  Bey  é  á  la  Beyna  se- 
guridad é  juramento  según  su  ley,  de  ser  sus  leales 
subditos  é  vasallos,  é  de  no  rebelar  contra  sus  man- 
damientos, ni  dar  favor,  ni  ayuda  ni  avisar  por  nin- 
guna vía  que  fuese  al  Bey  é  moros  de  Granada,  ni 
á  otros  algunos  contra  el  servicio  del  Bey  é  de  la 
Beyna.  Otrosí  ficieron  merced  al  Bey  viejo  de  cier- 
tos lugares  de  tierra  de  moroa  en  que  pudiese  estar 
é  de  toda  lo  renta  dallos  con  que  se  pudiese  soste- 
ner. T  este  Bey  Moro  lo  recibió;  é  dende  á  pocos 
días,  dexada  la  tierra  que  le  habían  dado,  se  pasó 
allende  la  mar  á  los  Beynos  de  los  moros  que  son 
en  África,  con  pensamiento  que  ovo,  pues  ya  no 
podia  ser  Bey  de  aquel  Beyno,  no  queria  estar  en 
tierra  donde  lo  había  seydo  é  no  tenia  esperanza  de 
lo  ser. 

CAPÍTULO  CXXVI. 

De  las  eotif  qve  pasaron  eon  el  Rey  Moro  que  estaba  en  Grana- 
da, desptes  qte  faeron  tomadas  las  elbdades  de  Bau,  é  Gna- 
db,  é  Almeria. 

Según  habemos  recontado,  el  Bey  que  estaba  en 
la  cibdad  de  Granada,  después  que  mediante  los 


favores  que  ovo  del  Bey  é  de  la  Beyna  fot  reoebldo 
por  Bey  en  aquella  cibdad,  é  siempre  estovo  en  ella 
á  su  servicio,  porque  ¿1  é  los  moradores  délla  goza- 
ban del  seguro  que  les  habían  dado,  oon  el  qual  te- 
nia la  libertad  de  aalir  fuera  ó  facer  aua  labores  en 
el  campo,  é  andar  libremente  oon  sus  negodacionea 
por  todas  laa  partea  de  Oístills,  este  Bey  de  Grana- 
da había  fecho  partido  oon  el  Bey  é  oon  la  Beynai 
que  tomadas  las  cibdades  de  Baza  é  Guadix  é  Al- 
mería les  entregaría  dentro  de  cierto  tiempo  la  cib- 
dad de  Granada  oon  su  Alhambraé  Alcazaba,  6  con 
todas  sus  fuerzaa  é  torrea  é  puertas,  dándole  para 
donde  estoviese  oon  sus  mugeres  é  fijos  ciertos  lu- 
gares de  tierra  de  moros.  Después  que  fueron  toma- 
das laa  cibdades  de  Baza  é  Guadix  é  Almería,  é  to- 
daa  las  tierras  é  castillos  de  aquel  Beyno,  el  Bey  é 
la  Bejrna  le  embíaron  á  requerir  que  entregase  la 
cibdad  de  Granada  al  Conde  de  Tendüla  oon  otroa 
sus  capitanes  é  gentes  dentro  del  tiempo  que  estaba 
obligado,  é  que  ellos  le  mandarían  dar  laa  villáa, 
tierras  ó  rentas  que  le  habían  prometido.  Este  Bey 
Moro  respondió  que  aquella  cibdad  era  muy  grande 
ó  populosa,  é  que  allende  de  sus  moradorea  natura- 
les, se  habían  recogido  á  ella  otras  muohas  gentes 
del  Beyno  de  Granada,  entre  los  quales  había  tal 
división  de  votos  é  intenciones  diversas,  que  no  po- 
día buenamente  oomplir  lo  que  había  prometido, 
dentro  del  tiempo  que  era  obligado.  É  por  esta  cau- 
sa, el  Bey  é  la  Beyna  acordaron  de  facer  nueva  con- 
veniencia con  él,  conviene  á  saber,  de  le  facer  mer^ 
ced  de  otroa  lugares  donde  estoviese  con  la  renta 
dellos  para  su  mantenimiento;  é  que  dentro  de  cier- 
to tiempo  lee  entregase  la  cibdad  de  Granada  con 
sus  fuerzas.  É  porque  la  gente  de  aquella  cibdad 
era  mucha,  é  no  se  podría  sefiorear  con  gran  gente 
de  christianos,  aunque  fuesen  spoderados  en  laa 
fuerzas  é  torres  della,  el  Bey  ó  la  Beyna  acordaron 
de  pedir  las  armas  ofensivas  ó  defensivas  de  los 
moros  que  estaban  en  la  dbdad,  ansí  de  los  natura- 
les, como  de  los  que  de  nuevo  estaban  en  ella* 
Otrosí,  demandaron  que  dexasen  libres  ciertas  ca- 
sas que  son  en  algunos  lugares  los  mas  fuertes  de 
la  cibdad,  para  que  las  moraaen  christianoa,  porque 
los  capitanes  é  gentes  puestos  por  el  Bey  é  por  la 
Beyna  en  la  cibdad  la  pudiesen  mas  seguramente 
sefiorear.  Los  moros  de  la  cibdad ,  vistas  aquellas 
demandas,  como  quier  que  algunos  homes  pacíficos 
á  fin  de  vivir  en  paz  ó  seguridad,  quisieran  otorgar- 
las, pero  algunas  otras  gentes  de  guerra  no  consin- 
tieron que  se  otorgase  aquel  partido.  T  el  Bey  Moro 
que  estaba  apoderado  en  Granada,  ansí  porque  el 
Bey  ó  la  Beyna  no  le  quisieron  dar  la  tierra  que  él 
demandaba,  como  porque  fué  inducido  é  traído  á 
rebelión  por  algunos  caballeros  moros  que  estaban 
con  él  en  la  cibdad,  mostró  desobediencia  contra  el 
Bey  é  contra  la  Beyna;  é  comenzó  á  facer  guerra  A 
los  christianos,  é  tomó  la  fortaleza  del  Padul,  é  al- 
gunas otras  torres  é  fuerzas  que  estaban  en  poder 
de  los  christianos  cercanas  á  la  cibdad  de  Granada. 
Visto  por  el  Bey  é  por  la  Beyna  como  el  Bey  é  loa 
moros  de  Granada  habían  tomado  propósito  nuevo 


•) 


IX)N  FERNANDO 

rebelaado  eontr*  ellot,  mandaron  f  orneecor  de  gen- 
tes é  de  lis  otras  cosas  necesarias  las  fortaleeas  de 
Alhendin  é  Modin,  é  Moniefrío,  é  Oolomera,  é  Hie- 
ra, é  Alcalá  la  Real,  é  Loxa,  é  todas  las  otras  que 
habían  tomado,  j  estaban  en  oircnito  de  la  oibdad 
de  Granada;  de  las  qaales  continamente  so  facia 
gnerra  por  los  christianos  á  los  moros  de  Granada, 
é  por  los  moros  á  los  christianos. 

GAPtrULO  OXXVIL 

Sfgveiiso  lu  eous  qae  pauron  ea  el  afio  de  m\\  ¿  qnatroeteDlos 
é  BOTenta  afios.  É  primeramente  eomo  el  Rey  é  la  Reyaa  man- 
daron entender  en  la  Juttela  del  Rejno. 

El  Bey  ó  la  Beyna,  qne  estaban  en  la  oibdad  de 
Córdoba,  acordaron  de  ir  á  tener  el  invierno  deste 
afio  á  la  cibdad  de  Seyilla.  É  como  fueron  en  aque- 
lla oibdad,  luego  entendieron  en  la  justicia  del  Rey- 
no,  según  lo  faoian  los  afios  pasados.  T  embiaron 
á  todas  las  cibdades  pesquisidores  eon  sus  poderes 
bastantes,  para  tomar  la  residencia  á  los  corregido- 
res, é  á  los  alcaldes  é  alguaciles  y  escribanos,  é  á 
loe  otros  oficiales  que  hablan  tenido  cargo  de  ad- 
ministrar la  justicia  é  inquirir  si  hablan  errado  en 
algunas  cosas  de  las  que  hablan  jurado  de  guardar 
é  administrar,  al  tiempo  que  recibieron  el  cargo  del 
corregimiento.  É  si  se  fallaban  haber  incurrido  en 
algunas  dellas,  eran  traídos  á  la  corte;  é  lee  era  de- 
mandado por  el  Rey  é  por  la  Reyna  en  su  consejo 
razón  de  sus  negligencias  é  yerros;  é  penaban  á  los 
que  fallaban  culpantes,  faciéndoles  restituir  con  las 
setenas  lo  que  indebidamente  habian  lleyado.  A 
otros  desterraban,  é  á  otros  inhabilitaban  para  que 
dende  en  adelante  no  pudiesen  usar  oficios  públi- 
cos; é  á  cada  uno  daban  la  pena  según  la  calidad 
del  yerro  que  habla  cometido. 

OAPÍTULO  oxxvin. 

De  los  embeudoref  qne  Tinleron  de  parte  del  Rey  de  Portofal  i 
demandar  por  esposa  para  sn  fljo  i  la  Infanta  Dofta  Isabel 

Estando  el  Rey  é  la  Reyna  en  la  cibdad  de  Sevi- 
lla, el  Rey  Don  Juan  de  Portogal  les  embió  sus  em- 
bazadores  un  caballero  que  se  llamaba  Don  Her- 
nando de  Silveyra,  é  un  dotor  su  Chanciller  mayor. 
Á  loe  quales  el  Rey  é  la  Reyna  mandaron  recebir  é 
tratar  honorablemente;  é  después  de  algunos  dias 
pasados  propusieron  en  su  consejo  la  embaxada  que 
traían  en  cargo.  El  efecto  de  la  qual  era  contarles 
los  grandes  é  cercanos  debdos  do  sangre  que  tenia 
el  Rey  de  Portogal  con  el  Rey  é  con  la  Reyna;  otro- 
sí, la  amistad  que  por  la  gracia  de  Dios  se  habia 
celebrado  entre  ellos,  é  la  paz  que  se  habia  guar- 
dado entre  los  subditos  é  naturales  de  la  una  parte 
é  de  la  otra.  É  dixeron  que  porque  el  debdo  que 
entre  ellos  habia  se  renovase,  y  el  amor  se  acrecen- 
tase, venían  por  mandado  del  Rey  su  sefior,  á  les 
rogar  qne  les  ploguiese  dar  la  Infanta  Dofia  Isabel, 
su  fija  mayor,  por  muger  para  el  Príncipe  Don 
Alonso,  BU  fijo  primogénito  heredero  de  su  Reyno; 
porque  en  este  matrimonio  entendían  que  Dios  seria 


A  DOfÍA  ISABEL.  605 

servido,  é  Iss  partes  habrian  aquella  utilidad  ijue 
de  tan  bueno  é  loable  yuntamlento  se  suele  seguir. 
Después  que  estos  embazadores  ovieron  propuesto 
su  embazada,  el  Rey  é  la  Reyna  quisieron  haber 
su  consejo  con  el  Cardenal  de  Espafia,  é  con  los 
Duques  é  Condes  é  Perlados  é  Doctores  que  residían 
en  su  consejo;  los  quales,  después  que  sobre  esta 
materia  platicaron  algunos  días,  aoordaron  que^  puea 
muchas  veces  los  Reyes  é  Príncipes  destos  sus  Rey- 
nos  se  habian  juntado  en  debdo  matrimonial  con 
los  de  la  sangre  real  de  aquel  Reyno  de  Portogal, 
por  ser  tan  vecinos  de  Castilla,  este  matrimonio  que 
el  Rey  de  Portogal  embiaba  á  pedir,  se  debía  otor' 
gar,  por  la  paz  é  otras  utilidades  que  dello  se  po- 
drían seguir.  Fecha  esta  deliberación,  é  habido  el 
consentimiento  para  que  este  matrimonio  se  con- 
cluyese, aquel  caballero  Don  Hernando  de  Silveyra, 
á  quien  el  Príncipe  de  Portogal  embié  con  su  poder 
para  se  desposar  con  la  In€anta,  se  desposé  con 
ella.  T  en  aquellos  días  que  este  desposorio  se  cele- 
bró, que  fué  en  el  mes  de  Mayo  (1)  deste  afio  de 
mil  é  quatrodentos  é  noventa  afios,  se  fieieron  en 
aquella  oibdad  de  Sevilla  muy  grandes  fiestas  é  tor- 
neos é  grandes  alegrías.  É  porque  esta  Infanta  era 
la  fija  mayor  é  th  primera  que  el  Rey  é  la  Reyna 
casaban,  aquestas  fiestas  que  se  fieieron  duraron 
quince  dias,  é  fueron  muy  ricas  é  sumptuosas,  don- 
de el  Rey  é  la  Reyna  fieieron  muy  grandes  gastos. 
Otrosi  los  Duques  é  Condes  é  Caballeros  que  fueron 
á  ellas  presentes,  fieieron  grandes  arreos  é  vestidu* 
ras  de  brocados  de  sus  personas,  é  también  de  los 
caballeros  é  pages  de  sus  casas  que  los  acompafia- 
ban.  Ansimesmo  vinieron  á  estas  fiestas  muchos  ca- 
balleros é  fijoB-dalgo  de  los  Reynos  de  Aragón,  é 
Valencia,  é  Catalnfia,  é  del  Reyno  de  Sicilia,  é  de 
las  otras  islas  é  sefioiios  del  Rey  é  de  la  Reyna,  ar- 
reados de  vestiduras  de  pafios  de  oro,  é  cadenas  é 
collares  de  gran  precio.  E  los  caballeros  castellanos 
que  eran  continos  en  la  casa  del  Rey  é  de  la  Reyna 
en  número  de  cien  mancebos  fijos-dalgo,  fueron 
arreados  de  vestiduras  brocadas,  é  chapadas,  é  bor- 
dadas de  oro  é  de  plata;  é  ningún  caballero  ni  fijo- 
dalgo  ovo  en  aquellas  fiestas  que  pareciese  vesti- 
do, salvo  de  pafio  de  oro  é  seda.  Otrosf  la  Reyna 
salió  á  las  justas  é  otras  fiestas  que  se  fieieron  en 
aquellos  quince  dias  vestida  de  pafio  de  oro;  é 
salieron  con  ella  é  con  esta  Princesa  de  Portogal 
Infanta  de  Castilla  fasta  setenta  damas  de  los  ma- 
yores sefiores  de  Espafia,  vestidas  de  pafios  broca- 
dos, é  todas  con  grandes  arreos  de  cadenas  é  co- 
llares é  joyeles  de  oro  con  muchas  piedras  precio- 
sas, é  perlas  de  gran  valor.  É  para  las  justas  que 
duraron  estos  quince  dias  se  fizo  un  campo  grande 
fuera  de  la  cibdad,  la  tela  de  pafio  de  seda;  é  fueron 
fechos  cien  cadahalsos,  cinqüenta  de  la  una  parte 
de  la  tela,  é  cinqüenta  de  la  otra  parte,  donde 
estoviesen  las  damas,  é  todos  los  otros  sefiores  que 

(1)  El  Gnra  de  los  Paléelos  y  Gerónimo  Znrtta  sef  alas  el  des- 
posorlo  de  esta  Prlneesa  en  Domingo  de  Qnaslmodo»  ^le  fké  1 18 
de  Abril.  Bemald.,  BM^rU  U  la  lUfm  CeMÜMi»  JTS.,  ct0.  Sa 
Knrlto,  An^let,  Ué.  XX,  e^f.  U. 


fas*  OBÓNIOAS  DB  LOB 

Tinieron  áaqnéDaifieiUs.  Atodoeeitotóadahalflot 
«ran  oobiortofl  de  topioeriA  é  de  pafU»  de  oro  é  de 
■eda.  En  estM  fieeUs  fneron  fechoe  grandes  gaa- 
toa,  anaf  por  el  Bey  oomo  por  loa  Dnquea  é  Oondea 
é  grandea  aafiorea  ó  caballeroa  qne  oontínaban  en 
la  oorte,  é  otroa  mnokoa  qae  finieron  de  otraa  par- 
tea, é  anaimeamo  por  la  Beyna,  6  laa  Dnqaeaaa  6 
CSondeaaa,  é  otraa  aefioraa  é  doe&aa  qne  allí  yinie- 
ron;  en  lo  qnal  todoa  moatraron  grandea  liqnezaa 
é  grande  ánimo  para  laa  gaatar. 


OAPfrüLO 


•»:4»: 


Cobo  te  Mlaknroa  las  koáu  oalro  d  Prfacipo  4o  Porlofil  éla 
Priaeota  Dotí  ImM  ,  iBÜuiU  4e  CuUUa« 

Oonoloidaa  eataa  fieataa,  é  aaentadaa  laa  ooaaa  qne 
ae  hablan  de  oomplir,  anal  por  parte  del  Principe 
de  Portugal,  oomo  por  parte  de  la  Princeaa  en  egpo- 
aa,  acordaron  qne  aer  celebraaen  laa  bodaa  entre 
elloa  para  el  mea  de  Noyiembre  aigniente.  13  qnal 
aaiento  fecho,  el  Bey  é  la  Beyna  mandaron  expedir 
aqnelloa  embaxadorea  Portogueaea,  é  remnnerarloa 
magníficamente  con  ana  doñea  de  oro  é  de  plata  é 
brocadoa  é  caballea.  É  para  celebrar  aquellas  bo- 
daa, el  Bey  é  la  Beyna  mandaron  aderezar  laa  ooaaa 
qne  ae  requerían,  en  laa  qualea  quisieron  moatrar 
la  grandeea  de  ana  ánimoa,  é  abundancia  de  aua 
Beynoa  é  aefiorioa;  porque  allende  de  la  auma  de  oro 
que  le  dieron  en  dote,  aegun  lo  que  ae  acoatumbraba 
dar  en  caaamiento  á  laa  Inf  antaa  de  Castilla,  el  Bey 
é  la  Beyna  le  mandaron  dar  quinientoa  marcea  de 
oro  é  mil  marooa  de  plata,  quatro  coUarea  de  oro 
con  mnchaa  perlaa  é  piedras  preciosaa  é  otraa  cade* 
ñas  é  joyeles  de  gran  valor.  Otros!  le  dieron  muchos 
pafiOB  de  tapicería  de  oro  ó  aeda,  6  yeinte  ropaa  de 
pafio  brocado  de  diyeraaa  colores,  ó  otras  quatro 
ropas  de  hilo  de  oro  tirado,  é  otraa  aeb  ropaa  de 
aedas  bordadaa  con  perlaa  é  chapadaa  de  oro;  lo 

3ual  todo  ae  eatimó  en  cien  mil  florines  de  oro. 
í  allende  deato  le  dieron  ropa  blanca  de  Uno  é  de 
tanto  yalor,  que  ansí  en  esta  ropa  blanca  do  había 
cinqfienta  camisas  labradaa  de  hilo  de  oro  é  de  seda 
como  en  todaa  laa  otras  cosas  que  se  flcieron  para 
el  arreo  de  su  persona,  fué  estimado  en  yeinte  mil 
florines  de  oro.  É  para  el  tiempo  que  fué  asentado 
el  casamiento,  el  Bey  é  la  Beyna  rogaron  al  Carde- 
nal de  Espafia  que  acompaftase  á  la  Princesa  fasta 
la  poner  dentro  en  el  Bey  no  de  Portogal;  é  quando 
la  Princesa  partió  de  la  cibdad  de  Córdoba,  fué 
acompiAada  del  Cardenal.  Otroaí  fueron  con  ella 
Don  Alonso  de  Cárdense,  Maestre  de  Sanctiago,  é 
Don  Juan  de  Zúfiiga,  Maeatre  de  Alcántara,  é  Don 
Bodrígo  Alonso  Pimentel,  Conde  de  Benayente,  é 
Don  Alonso  Suarea  de  Figueroa,  Conde  de  Feria,  é 
Don  Luis  Osorio,  Obispo  de  Jaén,  é  Bodrigo  de 
Ülloa,  Contador  mayor  del  Bey,  é  otros  muchos 
caballeros  é  fijos-dalgo  oontinoa  de  la  oaaa  del  Bey 
é  de  la  Beyna,  en  número  de  mil  é  qninientaa  oa- 
yalgaduiraa.  Los  qnalee  la  aoompafiaron  faata  el  rio 
de  Caya,  que  parte  término  entre  Caatilla  é  Portu- 
gal, é  allí  yinieron  á  ía  recebir  de  mano  del  Oarde'- 


DI0A8TILLA. 

nal,  é  de  loa  líaeatrea  é  Oondea  é  Oabaüerai  que 
con  ella  iban,  Don  Manuel  Dnqne  de  Vlaeo,  prima, 
del  Bey  de  Portogal,  é  loa  Obiapoa  de  Ébora  é 
Coimbra,  y  el  Conde  de  Moneante,  y  el  Oonde  de 
Marialya,  é  otroa  mnohoa  Caballeroa  fijoa-dalgo  del 
B^yno  de  Portogal,  yeatidoa  de  yeaCidnraa  brocadas 
con  grandea  arrece.  É  deapnea  de  laa  aalndea  qne 
allí  en  el  campo  el  Dnqne  preaentó  á  la  Princeaa 
de  parte  del  Bey  de  Portugal,  é  de  parte  del  Prín- 
cipe an  eapoao,  la  tomó  por  la  rienda,  é  acompafiada 
de  aquelloe  Oondea  é  Obiapoa  é  otraa  mnchaa  gentea 
del  Beyno  de  Portogal  qne  yinieron  á  la  recebir, 
entró  en  el  Beyno  de  Portogal,  é  con  ella  el  Oonde 
de  Feria,  y  el  Obiapo  de  Jaén,  é  Bodrigo  de  XJlloa, 
é  otroa  muchos  Caballerea  fijoa-dalgo  de  Oaatilla 
que  la  fueron  á  aeryir  en  aquella  jomada,  é  fuá 
para  la  cibdad  de  Ébora,  donde  el  Bey  de  Portogal 
y  el  Príncipe  an  fijo  la  aalieron  á  recebir  oon  muy 
grande  é  aolemne  recibimiento,  é  todoe  loa  Periadoa, 
é  oondea  é  Caballerea  é  duefiaa,  é  generalmente  to- 
doa loa  eatadoa  de  Portugal.  É  celebraron  en  aque- 
lla cibdad  laa  bodaa  con  gran  aolemnidad,  é  ficieron 
grandea  fieataa,  jnataa  é  tomeoa  qne  duraron  treinta 
dias;  é  para  lo  qne  ae  requería  á  eataa  fieataa,  anaf 
el  Bey  de  Portogal  como  todoa  loa  aefiorea  piinoi- 
palea,  é  otraa  gentea  de  an  reyno,  fideron  grandea  é 
mny  coatoaoa  aparejoe  en  loe  edificica  do  ae  fide- 
ron laa  fieataa,  y  en  loa  recebimientoa  grandea  6 
juegoe  que  para  ello  ae  adereaaron ;  é  otrosí  en  loa 
muchos  pafioa  de  brocadoa,  é  aedaa,  é  gnamidonea 
que  ficieron  para  arrece  de  aua  personaa,  y  en  laa 
dádiyaa  qne  dieron.  Lo  qnal  todo  fné  tan  por  ex- 
tremo, que  queriendo  loa  Portogueaea  emparejar 
con  la  grandeaa  de  loa  Beynoa  é  aefiorioa  del  Bey 
é  de  la  Beyna,  pareado  tener  mayor  ánimo  para 
gaatar,  que  baataba  en  facultad  para  lo  qne  gaata- 
han. 

CAPITULO  CXXZ. 
De  It  tala  qae  el  Rey  ixo  esto  aSo  ea  la  TOfa  So  Giaaaáa. 

Concluidas  las  fiestaa  que  ae  fideron  en  la  dbdad 
de  Seyilla  á  los  desposorios  de  la  Infanta  Dofia  laa- 
bel  de  Castilla,  Princesa  de  Portogal,  é  deapedidoa 
los  embaxadores  que  hablan  yenido  aobre  eata  ma- 
teria, luego  el  Bey  é  la  Boyna  partieron  de  aquella 
cibdad,  é  yinieron  á  la  cibdad  de  Córdoba,  donde 
informadoa,  como  muchas  quadrillas  de  moros  sa- 
lían de  la  cibdad  de  Granada  é  andaban  audtoa,  é 
como  Almogáyaree  robaban  en  los  caminoa  é  f  acian 
aaltos  por  diyersaa  partes,  guerreando  á  los  chris- 
tianos  é  á  laa  yillas  é  tierras  que  estaban  por  dloa, 
acordaron  de  acrecentar  la  gente  de  gnerra,  para 
que  estoyiesen  en  los  lugarea  cercanoa  á  la  dbdad 
de  Granada;  y  encomendaron  la  capitanía  mayor 
de  toda  la  frontera  á  Don  Iftigo  Lopea  de  Mendosa, 
Conde  de  Tendilla,  el  qual  con  la  gente  de  todaa 
laa  capitanías,  fué  á  la  cibdad  de  Alcalá  la  Beal,  é 
repartió  loa  capitanea  qne  cataban  en  su  goberna- 
ción por  todas  las  yillas  é  castillosqne  estaban  maa 
cercanos  á  la  dbdad  de  Granada,  para  resistir  laa 


r 


DON  FESBNANDO 

goerrM  que 'los  m<tfot*de  U  oibdad  salian  i  fftoen  | 
Oon  loe  qnalet  se  oTieron  reonentros  é  peleas,  donde 
'algunas  veces  fueron  yencedores  los  christianos,  é 
*otxas  Teces  los  inoiros.  É  como  el  tiempo  vino,  en 
•1  qnsl  entendieron  que  se  debia  facer  la  tala  de 
*  líos  panes  qae  esta\)an  sembrados  en  la  TOga,  y  en 
.benito  de  la  dbdad  de  Qranada;  el  Bey  é  la  Bey- 
lia  mandaron  llamar  los*  caballeros  é  gentes  de 
guerra  de  toda  el  Andalucía.  Los  quales  con  la 
-gente  del  Oardenal  de  Espafia  ¿  del  Duque  de  Me- 
^inasidonia  é  del  Marqués  de  Oáliz  é  del  Conde  de 
Uruefia,  é  delOonde  de  Cabra,  é  dé  Don  Alonso  de 
Aguilar^  é  de  los  otros  caballeros  de  las  oibdades 
4  villas  é  tierras  de  aquellas  comarcas,  vinieron 
'fasta  en  número  de  cinco  mil  homes  de  caballo,  é 
veinte  mil  peones.  Bl  Bey,  acompafiado  destas  gen- 
tes, entró  en  la  vega  de  Granada  para  talar  los  pa- 
nes que  estaban  en  el  circuito  de  lacibdad,  é  lle- 
vando su  hueste  por  jornadas  é  lugares  mas  seguros, 
llegó  á  la  vega  de  Granada,  é  mandó  facer  la  tala. 
É  los  moros,  visto  que  los  christianos  les  talaban 
los  panes  é  las  otras  frutas  que  tenian,  salieron  de 
la  cibdad;  é  repartidos  por  quadrillas,  teniendo  ma- 
yor eonflansa  en  sus  engafios,  que  en  la  fuerM  de 
BU  gente,  se  pusieron  en  lugares  mas  seguros  para 
lo  resistir.  É  porque  los  christianos  se  llegaban  á 
talar  los  panes  é  otros  frutos  mas  cercanos  á  la  cib- 
dad, los  moros  trabajando  por  defender,  é  los  chris- 
tianos por  ofender,  en  treinta  dias  que  duró  aquella 
tala  ovo  grandes  escaramuzas,' donde  murieron  mu- 
chos de  los  unos  é  de  los  otros.  En  estas  escaramu- 
cas  caian  y  eran  feridós  mas  de  los  christianos  que 
de  los  moros,  porque  les  convenia  pelear  tanto  con 
la  dispusicion  del  lugar  como  con  la  fuersA  del  ene- 
migo, que  sabia  é  se  ponía  en  los  lugares  mas  se- 
guros. 

Considerado  por  el  Bey  que  en  aquellas  peleas 
los  christianos  habrían  menor  provecho  seyendo 
vencedores,  que  los  moros  podrían  haber  dafto  se- 
yendo vencidos,  por  la  dispusicion  de  los  lugares 
-do  peleaban,  mandó  retraer  sus  gentes.  É  fuéles 
amonestado  por  el  Bey  é  por  los  capitanes,  que  fi- 
ciesen  la  tala,  y  eetovíesen  quedos  sin  salir  á  las 
escaramuzas  que  los  moros  todas  horas  movían  por 
el  inconviníente  que  dello  se  seguía.  Murió  en  una 
destas  escaramuzas  un  caballero  hermano  del  Mar- 
qués de  Villena,  que  se  llamaba  Don  Alonso  Pa- 
checo, é  otro  capitán,  que  se  llamaba  Esteban  de 
LuBon;  y  el  Marqués  peleando  fué  ferido  de  una 
.  lanzada  que  le  pasó  el  brazo  derecho.  Otros  algu- 
nos de  su  capitanía  fueron  feridos  é  muertos;  é 
oviera  mayor  dafio  en  los  christianos,  salvo  por  la 
osadía  y  esfuerzo  de  algunos  caballeros,  que  ofres- 
ciéndose  á  la  muerte  por  haber  fama,  entraban  á 
socorrer  á  los  christianos  en  lugares  peligrosos  do 
'.  se  habían  metido.  En  estos  dias  que  duró  la  tala,  se 
talaron  todos  los  mas  panes  que  los  moros  tenian 
sembrados  en  la  vega  de  Granada,  é  los  que  se  pe- 
dieron talar  de  los  que  estaban  mas  cercanos  á  la 
dbdad.  Fecha  aquella  tala,  el  Bey  dexó  gente  por 
.  fronteros  en  todas  1m  villas  é  castillos  que  estaban 


É  DO»A  IflAÉEL.  '  •  ¿ítoJ 

•  '     .   '^  »    * 

en  el  circuito  de  Granada;  é  mikDidol^^Westovie- 
sen  á  la  gobernación  del  Marqués' de' VDléná,á 
quien  había  dado  ioargo  de  la 'capitanía  mayor  de 
la  frontera,  é  volvió,  para  la  cilidad  da  Córdoba* ' 
Desta  tala  los  moros  quedaron  menguados  de  lo 
necesario;  pero  como  son  gente  que  se  sostienen  con 
poco  mantenimiento,  é  se  proveían  de 'las  gentes 
que  moraban  en  las  sierras  que  son  de  la  otra  parte 
de  Granada ;  permanecían  en  su  rebelión,  é  no  da- 
ban fabla,  ni  oían  trato  ninguno,  que  fuese  para, 
entregar  la  cibdad  (1).  A  esta  tala  vino  la  Béyhá 
Dofia  Isabel  y  el  Príncipe  Don  Juan,  é  la  Princesa  . 
de  Portogal  sus  fijos;  é  quedaron  en  Modín  la  Bey- 
na  é  la  Princesa.  Y  el  Principe  Don  Juan  fué  al 
real,  donde  fué  armado  caballero  juntó  á  la  acequia 
gorda;  é  fueron  sus  padrinos  el  Duque  de  Medina^ 
sidonia  y  el  Marqués  de  CáUz,  estando  el  Principe 
y  el  Bey  su  padre,  que  lo  armó  caballero,  caval- 
gando.  El  Príncipe  armado  caballero,  armó  caballe- 
ros aquél  día  á  fijos  de  Sefiores;  el  primero  fué  Don 
Fadrique  Enriques,  fijo  del  Adelantado  Don  Pedro 
Enriques,  que  fué  después  Marqués  de  Denia,  é  á 
otros.  Duró  esta  tala  doce  dias.  Yino  á  servir  al 
Bey  aquel  Caudillo  de  Baza  oon  ciento  é  dnqñenta 
de  cabaUo,  y  el  Alguacil  de  Baza,  vasallos  del  Bey; 
é  tomaron  el  mas  peligroso  lugar;  é  tomaron  la 
torre  de  Boman  que  está  dos  leguas  de  Granada,  é 
dertos  moros  que  en  ella  estaban,  oon  derto  enga- 
fio.  Ansimismo  vino  á  servir  al  Bey  el  Bey  que  ha- 
bía seydo  en  Guadix  oon  dooíentos  de  caballo^  que 
ansimesmo  eran  vasallos  dd  Bey. 

CAPITULO  CXXXI. 

C<»no  los  moros  tomaron  el  eastiUo  do  Albendla  é  lo  derribaros; 
é  tomaros  otras  dos  forlaleus,  é  corearon  It  Tilla  do  Salobrefia. 

Fecha  la  tala  que  este  afio  fizo  d  Bey  en  la  vega 
de  Granada,  é  vuelto  para  la  dbdad  de  Córdoba, 
d  Bey  de  Granada  con  ayuda  y  esfuerzo  que  le 
dieron  algunos  de  la  dbdad  é  los  que  moraban  en 
las  serranías  que  son  á  la  parte  de  la  derra  Nevada, 
salió  de  la  dbdad  oon  mucha  gente  de  moros  á  pié 
é  á  caballo,  é  oercó  d  castillo  de  Alhendin,  donde 
estaba  por  Aloayde  un  oabdlero  que  se  llamaba 
Mendo  de  Quesada,  oon  dodentos  é  dnqfieñtá  ho- 
mes dispuestos  é  cursados  en  la  guerra.  Este  casti- 
llo de  AlhendÍD,  por  estar  muy  cercano  á  la  dbdad 
de  Granada,  tenia  á  los  moros  tan  encogidos,  que 
no  osaban  salir  á  facer  las  labores  dd  campo,  ni 
tenian  libertad  de  ir  á  otras  partes  que  no  fuesen 
presos  ó  captivos,  salvo  si  no  saliesen  tantos  en  nú- 
mero que  pediesen  redstir  á  los  que  estaban  en 
aquel  castillo  de  Alhendin.  Los  quales  por  manda- 
do del  Alcayde,  é  por  sus  proprios  intereses,  dem- 
pre  salían  é  se  ponían  en  asechanzas,  é  captívaban 
é  mataban  bien  cerca  de  la  dbdad  á  los  moros  que 
salían  della.  Visto  por  los  moros  estos  trabajos  que 
todas  horas  padesdan  de  los  que  estaban  en  aquella 


<1)  AetfUth  9lm  le  flcyao.  Todo  oslo  qae  slfio  basta  ol  la 
del  capftnlo,  no  se  leo  es  el  MS.  del  BseoriaL 


fi08 


CBÓNIOAS  DB  LOS  BETE8  DB  0A8TILLA. 


íortaleeSy  é  considerando  como  el  Rej  oon  toda  m 
hoeete  era  vaelto  á  la  dbdad  de  Córdoba,  acordaron 
de  cercar  aquella  fortaleza,  porque  creyeron  que  la 
tomarían  antea  que  el  Bey  podieae  volver  oon  gente 
á  la  socorrer.  É  pueato  el  real  aobre  ella,  el  Alcay- 
de  é  loa  christianoB  que  con  él  estaban,  se  pusieron 
en  defensa,  é  pelearon  con  los  moros,  el  día  que  pu- 
sieron el  sitio;  é  otros  seis  dias  continos,  que  no  fá- 
lleselo dia  ni  nocbe  que  cesasen  entre  ellos  las  pe- 
leas por  dos  ó  tres  partes.  Pero  los  moros,  que  eran 
en  gran  número,  é  con  los  que  todas  horas  sallan  de 
la  dbdad  de  Granada,  tenían  gente  para  pelear  los 
unos  entretanto  que  los  otros  descansaban,  de  ma- 
nera que  todas  horas  peleaban.  Con  estas  peleas  é 
combates  que  los  moros  daban  tan  continos  ó  pre- 
surosos, los  chrístianos  cansados  con  el  poco  dormir, 
é  no  teniendo  espacio  para  comer,  ni  lugar  alguno 
para  reposar,  fueron  constrefiidos  de  se  recoger  á  la 
,  barbacana  de  la  fortaleza,  la  qual  les  fué  dos  veces 
entrada  por  los  moros,  é  fueron  echados  della  con 
la  fuerza  y  esfuerzo  de  los  chrístianos.  Al  fin  el 
Alcayde,  veyendo  los  muertos  ó  ferídos  que  tenia  en 
su  compafiia,  é  que  no  podían  defender  la  barrera, 
acordó  de  la  dexar,  é  defender  una  gran  torre  prín- 
'.  cípal,  é  los  otros  lugares  que  le  parederon  def  ensi- 
bles  en  la  fortaleza.  Los  moros,  visto  que  los  chrís- 
tianos se  habían  retraído,  arrimaron  á  la  torre  prín- 
dpal  las  mantas  ó  bancos  pinjados,  ó  otros  aparejos 
que  traían;  é  cavaron  la  torre,  é  pusiéronla  toda  en 
cuentos.  Venida  la  nueva  deste  cerco  al  Rey  é  á  la 
Reyna  que  estaban  en  Córdoba,  luego  mandaron 
llamar  gentes  de  pió  ó  de  caballo  del  Andalucía,  ó 
de  las  comarcas.  É  como  fueron  juntos,  partió  el 
Rey  para  socorrer  los  que  guardaban  aquella  forta- 
leza, ó  luego  volvió  para  la  cíbdad  de  Córdoba,  por- 
que sopo  una  jomada  antes  que  llegase,  como  el 
Alcayde  la  había  entregado  á  los  moros;  porque 
vído  que  los  que  le  ayudaban,  dellos  eran  muertos, 
é  dellos  ferídos,  é  todos  los  otros  estaban  ya  cansa- 
dos de  los  continos  combates,  que  les  fallescían  las 
fuerzas;  especialmente  porque  vído  que  toda  la  tor- 
re que  defendía  estaba  puesta  en  cuentos  de  made- 
ra, é  los  moros  la  querían  poner  fuego  para  la  der- 
ribar. Y  el  Rey  Moro  tomó  por  captivos  al  Alcayde 
ó  á  todos  los  que  falló  en  la  fortaleza ,  ó  fizóla  derri- 
bar por  el  ioconvlniente  que  se  siguiria  á  los  moros 
si  los  christianos  la  tomasen  á  recobrar. 

Después  que  los  moros  tomaron  aquella  fortaleza 
é  la  derribaron,  cobraron  mayor  ánimo  para  guer- 
rear ;  ó  salieron  de  la  cíbdad  de  Qranada  mucha  gen- 
te de  pié  é  de  caballo,  é  fueron  contra  otras  dos  for- 
talezas que  son  entre  la  cíbdad  de  Quadix  é  Alme- 
ría, é  la  una  se  llama  Marchena,  é  la  otra  Buluduy. 
E  porque  los  alcaydes  que  las  tenían  no  estaban 
bien  provddos  de  gente,  ni  de  las  otras  cosas  ne- 
cesarias ala  defender,  los  moros  con  los  combates 
presurosos  que  les  dieron,  o  vieron  lugar  de  las  to- 
mar, é  llevaron  captivos  á  los  alcaydes  é  á  los  que 
con  ellos  estaban.  E  como  el  Roy  Moro  se  vído 
victorioso  por  la  toma  de  aquellas  fortalezas,  con- 
siderando que  no  tenía  puerto  de  mar  por  donde 


podiese  haber  mantenimientos  da  Afirica,  aoord6 
de  cercar  la  fortaleza  de  Salobrefia,  qoe  es  cerca  da 
la  mar.  B  poniendo  en  obra  este  acuerdo,  tomó  á 
salir  de  la  cíbdad  de  Qranada  oon  mucha  gente  da 
pié  é  de  caballo,  é  cercó  aquella  villa  é  su  fortaleza. 
(1)  Bn  este  tiempo  d  Conde  de  TendiUa,  que  te- 
nia á  cargo  la  frontera  de  Alcalá  la  Real,  ovo  aviso 
que  eran  entrados  ciertos  caballeros  moros  é  cient 
peones,  á  correr  á  Quesada ;  é  salió  al  camino  con 
dentó  é  dnqüenta  lanzas,  é  púsose  en  Bardna,  tres 
leguas  de  Qranada,  y  esperó  allí  un  dia  ó  una  noche 
en  una  cdada.  Los  caballeros  que  estaban  con  él 
querian  que  el  Conde  se  fuese ,  con  el  qual  nunca 
lo  pedieron  acabar,  fasta  que  sus  guardas  vinieron 
dos  horas  antes  que  amanedese ,  é  ficieron  lumbre 
los  moros  en  Feríate.  B  vinieron  á  dedr  al  Conde 
como  venían  los  moros,  y  el  Conde  fizo  cavalgar  la 
gente,  é  los  moros  que  venían  con  muchos  oaptivos 
homes  é  mugeres ,  é  muchas  azémílaa  é  joyas  que 
habían  tomado  de  personas  que  iban  seguras  á 
Baza,  no  ae  cataron  faata  que  el  Conde  dio  sobre 
ellos  é  los  desbarató,  é  mató  treinta  é  seis  moros,  é 
captivo  dnqftenta  é  cinco ;  é  tomaron  quarenta  6 
cinco  caballos  endllados,  é  los  otros  se  salvaron 
por  la  noche  é  por  la  aspereza  de  la  tierra.  B  anal 
el  dicho  Conde  tomó  á  Alcalá  la  Real  con  los  mo- 
ros captivos,  é  los  christianos  é  christíanaa  libres. 
Donde  de  toda  la  cíbdad  fué  recebido  con  grande 
alegría,  é  de  su  muger  que  le  habia  venido  á  ver 
este  dia,  á  cabo  de  dos  afios  que  no  le  habia  visto, 
la  qual  era  fija  deTMaestre  Don  Juan  Pacheco  é  de 
Dofia  Maria  Puertocarrero,  Marquesa  de  Villena,  su 
muger. 

Los  moros  que  habian  quedado  por  mudézares 
en  la  villa,  pospuesto  el  juramento  de  fiddidad  que 
ficieron  al  Rey  é  á  la  Reyna,  dieron  lugar  al  Rey 
Moro  para  que  entrase  en  la  villa,  é  ayudaron  á  los 
moros  con  armas  é  viandas ,  é  las  otras  cosas  que 
ovíeron  necesario  para  cercar  la  fortaleza.  El  Al- 
cayde que  en  ella  estaba,  pueato  por  Francisco  Ra- 
mírez de  Madrid  que  tenia  el  cargo  principal  de 
aquella  fortaleza,  oon  otros  algunos  christianos  que 
entraron  á  le  ayudar,  se  puso  en  defensa,  é  repartió 
las  estanzas  en  los  lugares  por  donde  los  morca 
querían  combatir.  8abido  esto  por  Don  Frandsco 
Enriques,  tío  del  Rey,  Capitán  de  la  cíbdad  de  Ve- 
lez-Málaga,  é  por  otros  capitanes  é  alcaydes  que 
estaban  en  la  comarca ,  vinieron  para  entrar  en  la 
villa  para  la  defender;  pero  no  lo  pedieron  facer 
por  la  multitud  de  los  moros  que  por  todas  partcg 
la  tenían  cercada.  Visto  por  aquelloa  capitanes 
christianos  que  no  podían  entrar  en  la  villa,  é  que 
eran  pequeño  número  para  pelear  con  loe  moros, 
pusiéronse  en  una  pefta  que  estaba  cercana  á  la  mar, 
donde  ni  los  moros  á  ellos ,  ni  ellos  á  los  moros  po- 
dían facer  dafio ;  pero  esf uerzaban  á  loa  de  la  for- 
taleza diciéndoles  que  se  detoviesen,  porque  presta- 


(1)  £»  etlc  tiempo.  En  el  MS.  del  Eseorlal  fiUt  este  inceso  del 
Conde  do  TendilU ;  y  aauquo  so  halla  en  el  US.  del  Seftor  Nara, 
mas  parece  oota  marginal,  que  rerdadero  lexto  de  U  Grdsiea. 


DON  ÍEBNAHDO 

lAente  yernia  el  Bey  A  los  sooorrer.  Y  en  aqaella 
manera  los  moros  tovieron  oorcada  aqnéUa  forta- 
lesa,  combatiéndola  por  espaoio  de  quince  dias. 

Sabido  por  el  Bey  como  los  moros  tenian  cerca- 
da aqnella  villa,  é  que  el  Aicayde  é  los  que  con  él 
la  guardaban  estaban  en  muy  grande  aprieto  por 
los  oontinos  combates  que  los  moros  les  daban, 
partió  de  la  dbdad  de  Córdoba  con  la  mas  gente 
que  pudo  haber,  é  apresurando  su  camino,  llegó  cer- 
ca de  aquella  villa  por  la  socorrer.  Sabido  por  el  Bey 
Moro  como  el  Bey  venia  con  gente  en  socorro,  lue- 
go alaó  el  real  que  tenia  puesto,  é  volvió  con  toda 
su  hueste  para  la  dbdad  de  Qranada,  é  ansi  quedó 
aquella  villa  libre.  T  el  Bey  é  la  Beyna  ficieron 
meroedes  al  Alcayde  é  á  los  que  con  él  estaban  é  la 
defendieron,  por  los  trabajos  que  ovieron  en  la  de- 
fender, é  porque  fueron  constantes  contra  los  com- 
bates que  sufrieron,  é  miedos  que  les  eran  puestos 
por  los  moros  que  los  hablan  cercado  (1).  E  aqui 
en  esta  fortalesa  metió  por  un  postigo  el  Alcayde 
Pulgar  en  ella  setenta  homes.  E  habiendo  falta  de 
agua,  por  mengua  de  la  qual  los  moros  la  espera- 
»  ban  tomar,  porque  perdiesen  aquella  esperanza,  los 
fiao  dende  el  adarve  colgar  un  cántaro  della ;  y  en 
albricias  del  combate  con  que  los  amenazaban,  les 
dio  una  tasa  de  plata ;  que  fué  causa,  que  como  los 
cercados  se  esforzaron,  los  cercadores  se  alzaron. 

CAPÍTULO  cxxxn. 

0 

Cono  el  Rey  tornó  i  la  tega  de  Granidi,  ¿  flxo  tila  en  loa  panl- 
loa,  y  echó  todos  los  moros  de  los  Ivfares  eercados. 

Deseando  el  Bey  é  la  Beyna  dar  fin  á  la  conquis- 
ta que  principiaron  del  Beyno  de  Granada,  man- 
daron poner  g^an  diligencia  en  las  cosas  concer- 
nientes á  la  guerra ;  é  acordaron  que  se  ficiese  en 
el  mes  de  Septiembre  deste  afio  la  tala  de  los  pani- 
zos que  los  moros  tenian  sombrados  en  drouito  de 
la  dbdad.  Habido  este  acuerdo ,  mandaron  juntar 
en  la  dbdad  de  Córdoba  toda  la  gente  de  guerra, 
ansi  del  Andalucía  como  de  las  provincias  que  son 
comarcanas  á  ella.  E  como  los  capitanes  con  las 
gentes  de  sus  capitanías  fueron  juntos,  el  Bey  par- 
tió de  la  dbdad  de  Córdoba  con  sus  batallas  orde- 
nadas; é  porque  fué  informado  que  los  moros  ha- 
blan alzado  el  cerco  que  tenian  puesto  sobre  la  vi- 
lla de  Salobrefia,  volvió  camino  de  Granada,  é  fizo 
talar  los  panizos  que  estaban  sembrados  en  drouito 

.  de  la  dbdad.  Los  moros,  visto  que  les  talaban  los 
mantenimientos,  salieron  de  la  oibdad*á  lo  resistir; 
y  en  quince  dias  que  duró  aquella  tala,  ovo  algunas 

.  .  escaramuzas,  donde  murieron  é  fueron  feridos  al- 
gunos de  los  moros  é  de  los  ohrlstianos.  Fecha  la 
tala,  porque  se  sopo  que  los  moros  después  que  to- 
maron las  fortalezas  de  Alhendin  é  Marchena  y  el 


(f)  E  épd  en  etu  fbrtéhta.  Desde  estas  palabraa  hasta  el  In 
del  eapf tolo  faiu  en  el  MS.  del  Escorial.  Este  Alcayde  Pnlgar  es 
el  del  Salar  de  qnien  se  habló  en  el  eap.  III,  y  eventa  él  mismo 
este  soeeso  eon  algvna  maa  eilension  en  el  Samarlo  de  loa  He- 
ehosdel  Gran  Capitán,  pif.  1f,  annqno  eon  la  modestia  de  eenl- 
Itr  sa  nombre. 


É  poííA  ISABEL.  eW 

Buluduy,  cobraron  ánimo  para  salir  ¿  combatir  6 
tomar  otras  fortalezas,  otrosí  porque  fueron  infor- 
mados que  alg^os  moros  de  los  que  hablan  dexa- 
do  que  morasen  en  las  cibdades  de  Baza,  é  Guadix 
é  Almería,  trataban  secretamente  con  el  Bey  Moro 
de  Granada  que  los  viniese  á  socorrer,  porque  ellos 
entendían  tomar  armas,  é  se  alzar  con  aquellas  cib- 
dades é  viUas  contra  los  que  tenian  las  fortalezas, 
las  quales  entendían  con  su  esfuerzo  combatir  é  to- 
mar ;  el  Bey  partió  con  toda  su  hueste,  é  fué  para 
aquellas  partes.  E  mandó  salir  de  aquellas  tres  cib- 
dades é  de  sus  arrabales,  é  de  todas  las  otras  villas 
cercadas  todos  los  moros  é  moras  que  en  días  ha- 
blan dexado  por  mudéxares;  é  dióles  seg^o  para 
que  pasasen  si  quisiesen  á  Us  partes  de  África,  ó 
si  quinesen  quedar  con  sus  casas  é  bienes  en  sus 
reynos  é  sefioríos,  pudiesen  morar  en  las  aldeas  é 
alearías,  é  no  entrasen  en  cibdad  ni  villa  cercada. 

Los  moros,  visto  el  mandamiento  del  Bey,  luego 
desampararon  sus  casas,  é  dexaron  libres  todas  las 
cibdades  é  villas  cercadas  ;  é  deUos  se  pasaron  á  los 
Beynos  de  África,  é  dellos  fincaron  en  aquella  tier- 
ra, é  moraron  en  las  aldeas  é  alearías,  que  no  tenian 
cercas  ni  fuerza  donde  pudiesen  rebdar,  ni  facer 
dafio  á  la  tierra  de  los  christianos.  Con  esto  el  Bey 
remedió  la  tierra,  é  quedó  seguta;  porque  los  moros 
cesaron  de  imaginar  los  insultos  que  deseaban  far 
cer  morando  en  las  dbdades  é  villas  cercadas. 

CAPÍTULO  GSXiaiL 

Como  el  Rey  foé  i  Sevilla,  é  de  allí  foé  ft  cercar  i  Graaada  ^a»* 

do  la  tomé  (2). 

Acabada  la  tala  é  de  echar  el  Bey  á  los  moros  de 
los  lugares  ya  dichos,  partió  de  Córdoba  para  Se- 
villa ;  y  en  d  camino  en  la  [villa  de  Constantina 
despidió  á  su  fija  la  Princesa  de  PortogaL  E  desdé 
Sevilla  partieron  á  once  de  Abril  afio  de  mil  é  qua- 
cientos  é  noventa  é  un  afios ,  é  con  dios  el  Príncipe 
é  las  Infantas  sus  fijas.  E  la  Beyna  y  el  Príncipe  é 
sus  fijas  quedaron  en  Alcalá  la  Beal,  y  el  Bey  fué  á 
veinte  dd  dicho  mes  á  poner  su  red  á  la  cabeza  de 
los  ginotes,  y  estovieron  allí  otro  dia  Jueves  espe- 
rando la  gente.  Otro  dia  Viernes  fué  al  Val  de  Ve- 
' Hilos,  que  es  junto  á  la  puente  de  Pinos,  y  el  Sába- 
do fueron  á  los  Ojos  de  Huécar,  que  es  una  legua 
de  Granada,  á  do  vinieron  algunos  moros  de  Grana- 
da caballeros.  E  de  allí  esa  noche  el  Marqués  de 
Villena  con  tres  mil  de  cabdlo  é  diez  mil  peones 
fué  al  Vd  de  Lendin,  que  son  unas  ddeas  que  están 
á  la  entrada  de  las  Alpuxarras,  á  destruirlas,  á  do 
suele  haber  cosas  de  mantenimientos  para  Granada. 
E  por  miedo  que  no  se  juntase  contra  el  Marqués 
mucha  gente  de  las  Alpuxarras,  movió  el  Bey  á  fa- 
cdle  espddas.  B  los  de  Granada  sdieron  é  dieron 

(1)  En  el  MS.  del  Escorial  rallan  los  dos  espitólos  slgnlontes; 
y  d  la  ferdad  no  parecen  de  Polfar.  Tal  tes  serdn  parle  de  ana 
Adición  qne  signe  en  farioa  IISS.,  y  entre  ellos  en  el  del  Sefiot 
NaTa.  Aparte  de  la  notoria  difersidad  del  estilo,  el  Doctor  Galin- 
des  de  Canrajal,  qoe  tOTO  esta  Crónica  orif Inal  en  an  poder,  afir- 
ma expreaamente  qne  Pnlgar  solo  escribid  liasta  el  afto  noTcnta, 
PrefMi  él  HfigiHn  i»  Isa  /«mote  4s  Im  a«y«r  MéUeei,  US, 


610 


ÓRÓNIOAS  &B  LOS  ítKTBS  DB  OAErPíLLL 


en  los  de  U-reeaga,  los.qaálee  entraron  con  ellos  en 
esoaramnzsSi  é  faeron  tan  apretados  los  christianos 
que  OYieron  de  f  nir,  á  do  ovo  de  los  moros  algunos 
muertos.  Bl  Rey  llegó  al  Padul,  á  do  falló  que  ya 
^  venia  el  Marqués  de  Yillena  con  su  gente,  los  qna- 
les  como  los  moros  del  Val  de  Lendin  estaban  des- 
cuidados, destruyeron  nueve  aldeas,  é  mataron  mas 
de  quinientos  moros, ó  traxieron  grande  presa,  an- 
sí de  moros  ó  moras,  como  de  otras  muchas  cosas, 
los  qualee  llegaron  a)  real  Domingo  en  la  noche. 
Otro  día  Lunes,  el  Boy  detenninó  de  destruir  todos 
los  lugares  que  el  Marqués  habia  comenzado  á  des- 
truir, é  otros  que  estaban  mas  adentro  en  las  Alpu- 
zsrras.  El  Domingo  en  la  noche  vinieron  do  Grana- 
da por  U  sierra,  muol^a  gente  de  pió.  ó  de  caballo 
con  tres  capitanes  á  ponerse  en  un  paso,  para  que 
la  gente  no  pasase  A  las  Alpuxarraa.  Otro  día  Lunes 
partió  la  hueste,  é  algunas  gentes  delante ;  ó  fueron 
á  donde  los  moros  estaban  esperando  A  los  ohristia- 
nps,  é  pelearon  con  ellos,  é  los  moros  fueron  fuyen- 
do,  quedando  allí  muertos  mas  de  ciento,  ó  á  vids 
tomaron  setenta.  T  el  Rey  pasó  adelante,  donde 
quemaron  é  destruyeron  las  nueve  aldeas,  é  otros 
quince  lugares  mas,  á  donde  murieron  muchos  mo- 
ros é  moras,  ó  se  captivaron  muchos ;  é  traxieron 
mucho  despojo  por  ser  la  tierra  rica,  ó  después  se 
taló  quanto  habia  sembrado  en  aquella  ¡tierra.  El 
dia  de  Sant  Marcos  volvió  el  Rey  al  Padul,  y  en  to- 
do esto  no  murió  ninguno,  salvo  un  page  de  la  Rey- 
na  que  se  llamaba  Avellaneda.  7  el  Rey  volvió  á  la 
vega,  é  asentó  su  real  cerca  de  donde  es  oy  dia 
Santa  Fé,  que  es  cabe  los  ojos  de  Huóoar,  que  fué  á 
veinte  é  seis  dias  de  Absil;  el  qnal  real  no  se  levan- 
tó fasta  que  se  tomó  é  ganó  la  dbdad  de  Ghranada, 
é  duró  el  cerco  ocho  meses.  En  el  qual  tiempo  se 
taló  todo  lo  sembrado  é  huertas  que  pudieron;  é 
tomó  todas  las  aldeas  que  pudo  á  la  redonda.  Des- 
que el  real  fué  f ortalescido,  la  Reyna  con  sus  fijos 
yino  allí ;  á  los  qnales  los  mas  de  los  Grandes  sa- 
lieron A  recebir.  Sábado  á  diez  é  ocho  del  mes  de 
Junio,  fué  la  Reyna  á  mirar  á  Granada,  é  la  cerca 
que  tenia,  é  con  ella  el  Príncipe  é  la  Infanta  Dofia 
Juana,  é  fueron  con  ella  mucha  gente.  E  allegó  A 
una  aldea  que  se  llamaba  la  Zubia,  que  está  junto  A 
la  dbdad,  é  mandó  poner  mucha  gente  A  la  haldA 
de  la  sierra  que  estA  junto  con  el  aldea,  é  otra  gen- 
te hAda  la  dbdad.  La  qual  la  Reyna  se  paró  A  mirar 
desde  una  ventana  de  una  casa  de  aquella  aldea,  y 
embió  A  mandar  que  se  escusase  escaramuza,  porque 
no  muriese  gente,  é  no  lo  pudo  esousar  tanto  que 
no  la  oviesel  E  como  los  christianos  que  andaban 
con  ella  eran  muchos,  para  defender  los  otros  ovo 
de  soltar  la  gente,  é  fideron  retraer  los  moros  fasta 
la  cibdad,  é  fueron  tras  dellos,  é  mataron  mas  de 
seiscientos  moros,  é  firíeron  é  captivaron  otros  mu- 
chos, que  serian  por  todos  dos  mil,  é  tomáronles  dos 
tiros  de  pólvora  que  traían.  Los  moros  quedaron 
desta  ves  escarmentados,  é  no  osaron  salir  tan  suel- 
tamente de  allí  adelante.  La  Reyna  en  aquella  al- 
dea fizo  un  monesterio  de  Sant  Francisco. 
Wsnáo  en  el  real,  Jueves  en  la  nochCi  á  catorce 


de  Julio,  la  Reyna  mandó  á  una  moia  de  clmsrá 
quitar  una  vela  de  su  tienda  de  una  parte,  é  pasar* 
la  A  otra,  porque  le  estorbaba  d  dormir,  é  durmien- 
do ella  é  todos  los  de  su  tienda,  prendióse  fuego  A 
la  tienda  de  aquella  vela,  de  cuyo  fuego  se  encendió 
mucha  parte  del  real ;  é  salió  la  Reyna  con  mucho 
peligpro,  y  día  por  una  parte,  y  el  Ñncipe  é  la  In- 
fanta por  otra,  se  acogieron  A  otras  tiendas.  T  el 
Roy  cavalgó  con  mucha  gente,  é  salió  fuera  del 
realhAcia  Granada,  porque  los  moros  no  viniesen  A 
facer  dafio.  En  esta  mesma  noche  se  quemó  la  fe- 
ria de  Medina.  T  esta  tarde  antes,  corriendo  d  Prin- 
cipe Don  Alonso  de  Portogal  un  caballo  en  la  ribe- 
ra de  Tejo  estando  en  Santaren,  tomó  el  caballo  un 
hombre  entre  las  manos,  que  fué  causa  que  d  Prin- 
cipe cayese ;  é  nunca  f  abló  ni  tomó  en  su  sentido 
fasta  que  murió,  d  qual  era  yerno  dd  Rey  é  de  la 
Reyna.  E  d  cerco  de  Granada  Antes  que  se  alzase 
vino  la  Princesa  su  muger,  é  posó  en  Santa  FJ, 
que  ya  estaba  fecha.  Pasado  este  fuego,  fioieron  to- 
dos oasas  de  texa,  que  pereda  una  dbdad  con  sus 
calles  ordenadas,  é  todas  la  cosas  deseadas,  en  tan- 
ta abundancia  de  sedas  é  pafios  é  brocados,  é  todo 
lo  demás,  como  d  fuera  una  buena  feria.  Después 
se  fizo  Santa  Fé,  la  qual  fideron  las  dbdades  é  los 
Maestrazgos,  é  cada  uno  puso  su  letrero  de  lo  que 
fizo,  lo  qual  fué  parte  de  dexar  guarniciones  de 
gentes  sobre  Granada,  la  qud  fideron  A  la  forma 
de  Villa-Real,  que  es  una  villa  cabe  Vallado ,  que 
se  fizo  para  lo  mesmo  con  sus  calles  derechas ,  6 
quatro  puertas  una  enfrente  de  otra  muy  fuertes. 
En  el  mes  de  Dedembre,  no  teniendo  sino  muy  po* 
eos  mantenimientos  los  de  la  dbdad  de  Granadal 
demandaron  partido,  la  f  abla  de  lo  qual  duró  trein- 
ta dias ;  y  en  los  treinta  de  Dedembre  entregaron 
las  fortalezas  que  d  Rey  Moro  tenia,  que  la  princi- 
pal es  el  Alhambra,  al  Rey  Don  Hernando  é  A  la 
Reyna  Dofia  Isabel ;  con  tanto  que  todos  quedasen 
en  su  ley  y  en  sus  f  adeudas  é  otros  muchos  capí- 
tulos. E  también  los  moros  otorgaroxi  otros ;  y  en 
rehenes  que  complirian  lo  de  las  f  ortdezas,  é  que 
darian  las  armas  que  toviesen,  dieron  A  muchos 
principales  de  la  cibdad. 

Un  moro  loco  andaba  por  las  calles  de  la  cibdad 
alborotando  el  pueblo  para  que  d  partido  no  se 
fidese ;  con  el  qual  se  juntó  tanta  gente,  que  el  Rey 
Moro  no  osaba  salir.  E  ansí  otro  dia  SAbado  mandó 
llamar  A  los  de  su  consejo,  é  A  los  que  habían  fecho 
aquel  alboroto ;  é  diciéndole  ellos  lo  acontecido,  les 
dixo  tales  pdabras  con  que  los  amansó ,  diciendo 
que  ya  no  era  tiempo  de  facer  tal  movimiento,  pues 
ya  no  tenían  con  que  se  poder  sostener ;  é  lo  otro 
por  las  rehenes  que  estaban  dadas,  de  donde  ge  les 
siguiria  mas  cierto  el  dafio  que  el  remedio,  pues  de 
socorro  no  tenían  esperanza.  E  dicho  esto  se  volvió 
al  Alhambra,  las  quales  fortalezas  estaban  asenta- 
das que  se  entregarian  el  día  de  los  Reyes.  7  el  Rey 
Moro  escribió  al  Rey  que  él  compliría  lo  asentado, 
no  embargante  el  alboroto,  é  que  abreviase  el  tíem« 
po.  E  visto  esto,  el  Rey  é  la  Reyna ,  A  dos  diss  do 
Enero  con  toda  la  hueste  del  red  partió  la  via  dq 


t)OSr  VEBSASÜO 

drtnadft.  Ha  Itoyiit  y  el  Príncipe  éla  Infanta  Dofia 
Juana  se  pneieron  en  un  cerro  cerca  de  Granada,  y 
el  Rey  con  la  gente  junto  de  la  cibdad ,  cabe  el  río 
Geni!,  á  donde  salió  el  Bey  Moro,  ó  le  entregó  las 
llayea,  é  ae  quiso  apear  á  le  besar  las  manos.  Y  el 
Bey  lo  uno  ni  lo  otro  no  le  consintió,  é  le  besó  en 
el  braao,  é  dióle  las  llayes.  T  el  Bey  diólas  al  Oon- 
de  de  Tendilla,  á  quien  habia  f  eoho  meroed  de  la 
alcaydla  de  Granada ,  é  al  Oomendador  mayor  de 
León  Don  Gutierre  de  Cárdenas.  Los  quales  entra- 
ron en  el  Alhambra,  y  encima  de  la  torre  de  OomA- 
les  aliaron  la  cms,  é  luego  la  bandera  real.  B  dixe* 
ron  los  Beyes  de  armas  en  altas  voces :  Oranadaf 
Granada  por  lo$  Re^ei  Don  Femando  é  Dofia  Isa- 
leL  Vista  la  oras  por  la  Beyna,  los  de  su  capilla  que 
allí  estaban  cantaron  el  Te  Deum  laudamue.  Fué 
tanto  el  placer,  que  todos  lloraban.  Luego  todos  los 
Grandes  que  con  el  Bey  estaban ,  fueron  á  donde  la 
Beyna  estaba,  é  le  besaron  la  mano  por  Reyna  de 
Granada.  B  junto  con  el  pendón  real,  se  levantó  el 
pendón  de  Santiago  que  traía  el  Maestre. 

Bste  día  fizo  el  Bey  Moro  dos  actos  de  tristeaa,  é 
fueron,  que  tienen  por  costumbre  loe  Beyes  moros 
quando  pasan  algún  rio  de  poca  agua,  que  los  ca- 
balleros moros  le  cubren  los  pies  é  los  estrívos  con 
los  suyos,  y  ól  no  lo  quiso  consentir ;  é  quando  su- 
ben alguna  escalera,  dexan  los  alpargates,  é  gelos 
lleva  el  mas  principal  moro  que  allí  está,  lo  qual  él 
no  quiso  consentir.  Bcomo  fué  ásu¡casa,que  era  en 
el  alcazaba,  entró  llorando  lo  que  había  perdido,  é 
dfxole  su  madre,  que  pues  no  habia  seydo  para  de- 
fenderlo como  home,  que  no  llorase  como  muger. 

Falláronse  en  esta  toma  de  Granada  el  Cardenal 
de  Espafta  Arzobispo  de  Toledo,  Don  Pedro  Gonzá- 
lez de  Mendoza,  y  el  Maestre  de  Santiago  Don  Alon- 
so de  Cárdenas,  é  los  Duques  de  Medinasidonia  é 
Cáliz,  é  Don  Alonso  de  Aguilar,  y  el  Marqués  de 
Villena,  é  los  Condes  de  üruefta  é  Cabra;  y  el  Ade- 
lantado del  Andalucía,  é  Don  Diego  Hurtado  de 
Mendoza,  Arzobispo  de  Sevilla,  é  otros  muchos  Per- 
lados, Condes  é  Marqueses.  E  por  evitar  los  incon- 
vinientes  que  en  la  cibdad  podia  haber,  no  estando 
eUos  en  ella,  mandaron  el  Bey  é  la  Beyna  pregonar 
que  ninguno  entrase  en  Granada  sin  su  licencia  an- 
tes de  su  entrada.  E  porque  Pedro  Gasea  de  Avila, 
fijo  de  Gil  Gk>nzalez  de  Avila,  entró  sin  ella  con 
dertos  escuderos  suyos  é  de  su  hermano  Luis  de 
Guzman,  Comendador  de  Aceca,  le  mandaron  pren- 
der é  mandaban  cortar  la  cabeza.  Pero  siguiendo  la 
eondicion  que  los  Principes  han  de  tener  para  los 
que  los  desean  servir,  eran  estos  Beyes  tan  agrades- 
cidos,  que  considerando  lo  que  este  caballero  los 
había  servido  en  todas  las  guerras,  desde  la  de  Toro, 
no  solo  le  perdonaron,  pero  le  flderon  mercedes  en 
aquella  cibdad  é  reyno.  • 

Entregada  el  Alhambra,  traxieron  luego  todas 
las  armas  de  la  dbdad  á  ella,  salvo  las  que  se  escon- 
dieron, fll  Bey  Moro  salió  de  alU  con  otros  prind- 


¿  DoifA'lSABÉti.  iAi 

pales,  é  se  fué  al  Val  de  Purehena,  que  era  lo  que  le 
dieron  para  que  estoviese.  B  después  otro  dia  el 
Bey  é  la  Beyna  entraron  en  d  Alhambra ,  á  donde 
loe  salió  á  reoebir  el  Arzobispo  nuevo,  Don  Fray 
Hernando  de  Talavera,  oon  mucha  clerecía  á  la 
puerta  del  Alhambra  en  procesión.  Estovo  el  Bey 
en  Santa  Fé  en  su  real,  é  á  las  veoes  en  d  Alham- 
bra, fasta  d  mes  de  Mayo  de  mil  é  quatrodentos 
é  noventa  é  dos  afios  por  dezar  seguirá  la  dbdad. 
En  aquel  tiempo  ovo  algunos  alborotos  de  moros,  é 
fallaron  una  mina  llena  de  armas,  sobre  lo  qual  se 
fizo  mucha  justida,  é  de  todos  los  que  fideron  los 
alborotos.  E  dexaron  en  día  mucho  reoabdo,  é  par- 
tiéronse para  Castilla. 

CAPÍTULO  CXXXIV 
Od  tsreo  qae  enbltf  ei  Grai  Mttitrs  áe  Rodti  il  Ptpt. 

Ta  habemos  dicho  (1)  como  el  gran  Maestre  de 
Bodas,  á  este  hermano  del  Turco,  queriéndoee  so- 
correr del  contra  d  Ghran  Turco  su  hermano,  lo  em- 
bió  d  Bey  Luis  de  Francia.  El  qud  no  solamente 
no  lo  quiso  recibir,  mas  aun  no  quiso  que  estovie- 
se en  su  Beyno ;  y  d  gran  Maestre  lo  embió  al 
Papa.  E  porque  su  hermano  el  Gran  Turco  lo  temía, 
fizo  su  amistad  oon  el  Papa,  é  prometióle  de  dar 
cierta  cantidad  de  ducados  cada  afio  porque  lo  to- 
viese  á  buen  reoabdo.  B  ansí  estovo  fasta  que  el 
Papa  lo  dio  d  Bey  Don  Carlos  de  Francia  quando 
fué  á  Ñápeles,  el  qud  Turco  murió  allá.  E  por  mas 
oontentar  al  Papa  d  Gran  Turco,  le  embió  al  Papa 
Inocendo  d  fierro  de  la  lanza  oon  que  fué  abierto 
el  costado  de  nuestro  Bedemptor  Jesu  Christo,  que 
se  oree  habérselo  embiado  á  pedir. 

Sabido  por  el  Papa  que  venia  el  fierro,  embió  dos 
Obispos  al  mar  de  Ancona  á  recibirlo;  é  después  d 
Papa  cen  todos  los  Cardendes  é  clerecía  salió  en 
proceden  á  reoebirlo.  Y  d  Papa  lo  traxo  en  sus  ma- 
nos fasta  dentro  de  la  Igleda  de  Sant  Pedro,  á 
donde  se  puso  en  mucha  veneración.  Al  tiempo  que 
se  traxo,  este  Turco  fué  á  fablar  al  Papa; 'y  estaba 
el  Papa  en  un  cadahalso  vestido  de  pontifioal  con 
todos  los  Cardenales  é  Perlados  que  habia  en  Bo- 
ma ;  é  iba  con  el  Turco  d  Maestre  de  cerímonias, 
diciéndole  do  habia  de  fincar  las  rodillas  y  él  no  qui- 
so facerlo.  E  subiendo  que  subió  á  lo  dto  dd  ca- 
dahalso, fué  d  Papa  é  abrazólo  é  dióle  luego  una 
pdmada  en  las  espaldas.  E  reprehendióle  el  Maes- 
tre de  cerímonias  porque  lo  habia  fecho,  diciendo 
que  era  Vicarío  de  Dios.  Bespondió  el  Turco,  di« 
oiendo  que  él  habia  fecho  mucho  en  lo  que  fizo  por- 
que no  seyendo  él  christiano ,  ni  creyendo  en  su 
ley,  é  seyendo  él  fijo  de  Bey,  y  el  Papa  fijo  de  un 
mercader,  lo  habia  igudado  oondgo. 


(1)  A  primen  fisto  se  eoaoee  ^e  este  eapftsle  es  n  rétete 
•rbltrsriamente  unido  4  los  siiteriores;  y  todo  desisestre  que  la 
GrdBiea  de  Pilgar  qaedó  incompleta.  (If .  étí  C.) 


wa  nmLk  OBünoJu 


smts 


es 


■bv^k: 


tmmemtmtaam 


APÉNDICE  i: 


CONTINUACIÓN  DE  LA  CRÓNICA  DE  PULGAIL 

POR   UN  ANÓNIMO   (1). 


Luego  qne  06  tomó  y  entregó  Buft ,  el  Bey  May- 
ley  Bahndili  el  Zagal,  rey  que  se  llamaba  de  Gaa- 
áixj  hÍBo  sa«  capitnlacioiies  oon  los  Beyee  Oathóli- 
coe,  é  se  paaó  illende  ;  y  en  el  mismo  tiempo  las 
dadadee  de  Almería  é  Ghiadix  é  Pnrchena  oon  sus 
tierras ,  é  otras  muobas  tíUss  y  fortalezas. del  dioho 
reino  de  Granada,  enviaron  sus  mensajeros  al  Bey 
CathóHco  á  la  oiudad  de  Basa ,  donde  estaba,  á  ha- 
oer  sus  oapitulaciones  é  partidos  para  entregarse,  y 
allí  se  hicieron  y  efectuaron ;  y  el  Bey  Gathólioo 
embió  sus  capitanee  é  gente  de  armas  á  tomar  las 
dichas  ciudades ,  y  se  le  entregaron ;  y  los  Beyes 
Cathólioos  hicieron  merced  de  la  tenencia  de  la  for- 
taleza é  guarda  de  la  dicha  ciudad  de  Almería  á 
Don  Gutierre  de  Cárdenas,  Comendador  mayor  de 
León,  é  de  lafortalesa  é  guarda  de  la  dicha  ciudad 
de  Basa  á  Don  Enrique  Enriques,  tio  é  mayordomo 
del  Bey,  é  de  la  tenencia  é  g^narda  de  la  dicha  du- 
dad de  Guadix  á  Don  Hurtado  de  Mendoza,  herma- 
no del  Duque  del  Inf antadgo ,  que  entonces  era ,  y 
del  Cardenal  Don  Pero  González  de  Mendoza,  y  de 
la  guarda  y  fortaleza  de  la  ciudad  de  Purchena  á  (2) 

; y  á  todos  los  mandaron  prever 

y  fueron  proreidos  de  la  gente  de  caballo  y  de  pié 
que  tenían  necesidad  para  la  guarda  de  aquellas 
fortalezas  y  ciudades ;  y  al  mesmo  tiempo  le  hide- 
ron  merced  al  Comendador  mayor  de  León  de  la 
fortaleza  é  tacha  de  Marchena,  ques  cerca  de  Alme- 
ría, ques  una  cosa  muy  calificada,  y  á  Don  Bodrigo 
de  Mendoza  é  de  Bivar,  hijo  del  Cardenal  Don  Pero 
Gonzalos  de  Mendosa,  de  las  villas  de  Zenete  é 
Guadix  y  que  son  siete,  oon  título  de  Marqués  do 
Zenete. 

Proveídas  las  cosas  dichas,  los  Beyes  Cathólioos 
salieron  al  Andalucía,  é  porque  la  salida  fué  en  lo 
mas  bravo  del  invierno  y  el  afio  fué  muy  lluvioso) 
recibieron  muy  gran  trabajo  en  la  salida,  y  pades- 
deron  muchas  bestias  é  gentes  en  los  arroyos  é  ma- 


(f )  Tomata  4e  in  MS.  <o  la  BIMIoteet  4el  Bseao.  8r.  Oa^te 
le  Oaona. 

(t)  Bste  hoeeo  y  loa  alftileotei  oatfn  es  el  orlflial ,  eieepts 
allano  qnn  reaalti  de  palabraa  totalBOSte  iloflblea. 

Cr.-m. 


los  pasos,  ó  por  el  quebrantamiento  y  eaaaando  de 
tan  largo  oeroo.  En  la  dudad  de  Granada  y  sus  Ai- 
puxares  estaba  y  quedó  por  Bey  el  Muley  Bahude- 
li,  d  Chiquito,  que  dicen  primogénito  del  Bey  Mull 
.Bnlhacen,  padre  de  los  infantes  de  Granada  que 
hoy  viven,  Don  Juan  é  Don  Femando ;  é  porque, 
este  Bey  Muley  Bahudeli,  siendo  mancebo,  por  in- 
dudmiento  del  Alatar,  que  era  cabecera  de  Loxa  y 
hombre  muy  sabio  y  esforzado  en  guerra  y  en  toda 
otra  cosa,  y  alguno  de  los  Abencerrajes  y  Audilloa- 
res,  que  eran  caballeros  muy  principales  en  el  dicho 
reyno,  y  de  otros  caballeros  que  seguían  su  partido, 
se  levantó  por  Bey  contra  el  dicho  Bey  Muley  Bul- 
hacen,  su  padre,  con  las  ciudades  Loxa  y  Alhema  y 
Málaga  é  Veles  Málaga  y  Bouda  é  Marvella  é  con. 
todas  las  otras  villas  é  fortalezas  que  están  á  la 
parte  del  poniente,  por  esto  le  llamaron  el  Bey  Chi- 
quito. Este  rey  Muley  Bahudeli  el  Chiquito  salió 
de  Loxa,  é  oon  él  el  Alatar  y  otros  muchos  caballe- 
ros, é  oon  mas  de  mili  de  caballo  y  de  siete  á  ocho 
mili  hombres  de  pié,  entró  por  Iznajar  por  correr 
las  villas  de  Cabra  y  Lucena  y  otras  muchas  villas 
é  lugares  questan  oeroa  dellas  ;  é  salieron  contra  él 
el  Conde  de  Cabra  que  entonces  era,  y  el  Alcaide  de 
los  donceles  que  se  halló  en  su  villa  de  Lucena  oon- 
la  gente  que  pudieron  juntar,  que  era  muy  poca  se- 
gund  la  que  d  Bey  Bahudili  tenia.  T  pelearon 
oon  él  entre  Cabra  y  Eznajar,  cerca  del  rio  que  di- 
cen de  Bedera ,  y  lo  desbarataron ,  é  fueron  presos  é 
muertos  muchos,  y  d  Alatar,  que  era  nn  hombro 
tan  principal  como  está  dicho,  y  viejo,  no  pareció 
muerto  ni  vivo :  tiénese  por  derto  que  se  ahogó  en 
el  dioho  rio  de  Bedera ;  y  el  rey  Chiquito  fué  preso 
allí,  que  le  halló  un  vedno  de  Lucena  apeado  y  es^ 
oondido  en  una  mata,  y  fué  llevado  preso  á  la  di- 
cha villa  de  Lucena  por  d  dicho  Alcaide  de  los  Don-'- 
celes ;  y  porque  cada  tino  pretendió  que  él  lo  había 
prendido,  y  que  se  le  habían  de  dar  las  indnias  de* 
la  prídon,  que  la  truxiese  en  sus  armas,  hubo  gran- 
des  diferencias  entre  d  Conde  de  Cabra  y  el  Alcal- 
de de  los  Donceles;  y  entendiendo  el  Bey  é  la  Bey- 
na  Cathólioos  la  rason  de  cada  uno,  mandaron  quo- 
cada  uno  les  truxiese  igndmente,  y  and  las  tmWp 

8» 


<U.  OBÓNIOAS pS  LOB 

é  166  hioféroii  oirái  meroedes  de  algonos  jaros. 
Breio  este  Bey  Ohiqvito,  faé  traído  á  loe  Beyee  Ga- 
tbóliooB,  pienso  qoe  á  Toledo,  donde  estuvo  algunos 
días.  S  después  el  Bey  é  la  Beyna  Oathólicos  se  con- 
oertaron  con  él  que  quedase  por  su  vasallo,  y  lo 
soltasen,  y  que  le  diesen  gente  é  dineros  é  favor 
porque  volviese  á  entrar  en  el  Beyno  de  Granada  y 
se  seftorease  déL 

Porque  al  tiempo  que  este  Bey  Chiquito  se  als6 
contra  su  padre  el  Bey  Muli  Bnlhacem,  este  dicho 
rey  Muli  Bnlhacem  era  ya  muy  viejo  y  ciego  ;  y  en 
su  tiempo  fué  el  mejor  rey  sabio  y  esf oraado  y  de 
todas  buenas  maneras  que  los  moros  tuvieron.  Apa- 
sipnado  del  levantamiento  del  hijo,  biso  llamar  á 
un  hermano  suyo ,  que  se  llamaba  Muley  Babudili, 
que  estaba  en  Velez  Málaga ;  ó  voniendo  de  camino 
pasó  por  cerca  de  Alhema  con  setenta  ó  ochenta  de 
caballo,  y  muchos  dellos  en  acémilas,  en  que  venían 
muchos  alfaquis.  Y  al  tiempo  hablan  siJido  de  la 
ciudad  de  Alhama,  que  la  tenia  en  guarda  Don  Gu- 
tierre de  Padilla,  Clavero  de  Calatrava  que  enton- 
ces era,  y  después  fué  Comendador  mayor,  é  Pedro 
de  Ángulo^  Comendador  que  fué  de  Calatrava,  con 
hasta  clnqftenta  Caballeros,  toda  gente  principal ,  á 
correr  la  vega  de  Granada,  é  volviendo  su  camino, 
dieron  súpitamente  con  el  Bey  dicho  Muley  Babu- 
dili é  su  gente ;  y  como  los  Chiistianos  venían  can- 
sados y  trasnochados  y  descuidados  de  tal  encuen- 
tro, desbaratáronse  luego,  é  pusiéronse  en  huida;  é 
fué  preso  el  dicho  Comendador  Pedro  de  Ángulo  y 
otros  muchos  Caballeros  de  la  orden  de  Calatrava 
con  él,  y  muertos  pocos  y  tomados  muchos  caballos ; 
y  con  esta  victoria  Muley  Babudili  vino  á  Grana- 
da, é  fué  recibido  alegremente  é  con  gran  algasara 
de  todos  los  moros,  y  mas  del  Bey  Mulhaoem ,  su 
hermano.  T  porque  como  está  dicho  este  Bey  Muli 
Bnlhacem  (1)  era  muy  viejo  y  ciego,  renunció  el 
rey  no  en  dicho  Muley  Babudili  (2),  su  hermano,  y 
todos  los  moros  le  recibieron  por  Bey  é  le  llamaron 
el  Bey  Muli  Babudili,  que  quiere  decir  esforzado, 
y  este  nombre  le  pusieron  los  moros  por  la  victoria 
que  hubo  que  arriba  está  dicho,  porque  entró  con  ella 
én  Granada ;  y  el  Bey  Muli  Bnlhacem  murió  dende 
apoces  dias Estando  las  cosas  en  este  es- 
tado, vino  el  Bey  Muli  Babudili  (3)  el  Chiquito  con 
concierto  é  favor  de  los  Beyes  Cathólicos  al  Beyno 
de  Granada.  Y  donde  primero  fué  recibido  por  Bey 
fué  en  Loxa,  y  áhi  fué  recibido,  y  en  otras  ciuda- 
des, villas  é  lugares  del  reino ,  á  cuya  causa  habla 

guerras  é  diferencias  entre  estos  dos  reyes. 

sobre  si  el  rey  é  la  reyna  Cathólicos  soltarían  al  di- 
cho Bey  Chiquito  de  la  prisión  en  questaba,  y  para 
ver  lo  que  con  él  se  debia  hacer,  hubo  muy  grandes 
consejos  y  diversos  pareceres,  porque  á  la  verdad 
el  punto  delicado  es  en  determinar  si  un  rey  cauti- 
vo debe  ser  suelto  ó  no,  pero  fué  muy  grande  mag- 
nanimidad y  prudencia  soltar  al  dicho  Bey  Chiqui- 

(1)  Abol-HiMS  Aly. 

Cl)  Abo-AbdU'I-Uh  Mtihtmmid,  hermano,  «a  efeeto,  de  Abol- 
Pacen  Aly. 
(S)  Abe-AbdU44ali  NnHanoMid,  bUo  del  dldio  Abet-Saeei. 


ftlEYBB  DB  OAStttU; 

to,  porque  los  moros  no  tienen  respeto  masa  su  rey 
de  quanto  le  tienen  presente,  porque  teniéndolo 
cautivo  ó  por  otra  qualquier  cosa  que  sea  fácil,  al- 
san  luego  otro,  y  porque  era  poco  efecto  tenello 
preso  y  porque  se  eeperaba  muy  gran  cosa  soltallo 
por  la  discordia  y  revoluciones  que  podían  poner 
en  el  dicho  reino  de  Granada  como  de  hecho  los 
puso,  fué  muy  bien  acertado  lo  que  se  biso.  • 

Estando  los  negocios  en  el  estado  aniba  dich0| 
por  medios  que  este  rey  Muli  Bahduli  el  Chiquito 
tuvo,  se  rebeló  y  se  levantó  el  Albaicin  de  la  ciudad 
de  Granada,  que  es  una  parte  de  la  ciudad,  fuerte 
de  sitio  y  por  k)  llano  está  cercada  de  una  cerca 
que  parte  el  dicho  Albaicin  de  la  Alcaaaba  de  la 
dicha  dudad,  y  podría  haber  entonces  en  el  dicho 
Albaicin  hasta  tres  mil  ó  tres  mil  é  quinientos  veci- 
nos, toda  gente  belicosa  é  feros,  aunque  la  mayor 
parte  labradores.  Visto  esta  rebelión  y  levantamien- 
to del  Albaicin  y  el  Bey  Chiquito,  con  favor  que  le 
dieron,  (Gonzalo  Femandes  de  Oórdova,  que  des- 
pués se  llamó  el  gran  capitán,  que  tenia  la  tenen- 
cia de  la  villa  de  Allora,  que  es  una  villa  dnco  le- 
guas de  Granada,  y  Martin  de  Alarcon,  que  tenia 
en  la  manera  dicha  la  villa  de  Modín ,  que  fueron 
con  él  con  la  gente  de  sus  capitanías,  que  eran  de- 
cientas lanzas,  se  metió  en  d  dicho  Albaicin,  donde 
estuvo  mucho  tiempo,  y  dende  alli  hacia  guerra  al 
dicho  Zagal  (4),  quesUba  en  la  ciudad  por  de  dentro 
del  dicho  Albaicin,  y  en  el  campo  con  escaramuzas 
continuas,  y  siempre  estaba  con  él  d  dicho  Gonza- 
lo Fernandez  de  Córdova  y  Martin  de  Alarcon  con 
sus  gentes,  y  después  por  tractos  que  el  didio  rey 
Chiquito  tuvo  con  algunos  caballeros  y  alfaquie- 
de  la  dudad,  se  levantaron  en  su  favor  contra  el  dis 
cho  rey  Zagal,  y  entendido  esto  por  el  dicho  rey 
Zagal,  questaba  á  peligro  del  Alhambra,  que  sale 
al  camino  de  Guadlx,  se  fué  á  Guadix.  Y  en  tiem- 
po deste,  como  arriba  está  dicho,  el  Bey  é  la  Bey- 
na Cathólicos  ganaron  la  ciudad  de  Baza  y  las  otras 
cosas  arriba  dichas,  echado  el  rey  Zagal  de  la  du- 
dad de  Granada,  y  d  Bey  Chiquito  quedó  rey  pací- 
fico en  ella.  Este  Bey  Chiquito  cuando  se  concertó 
con  el  Bey  é  con  la  Beyna  Cathólicos  para  librar  de 
su  cautiverio,  para  seguridad  que  compliria  los 
apuntamientos  hedios ,  dio  por  rehenes  dos  hijos 
suyos  los  quales  puso  en  poder  de  Martin  de  Alar- 
con en  la  dicha  villa  de  Modín ;  y  estos  son  los  que 
arriba  he  dicho  que  se  tomaron  christianos. 

Después  que  este  rey  Chiquito  quedó  pacífico 
Bey  en  Granada,  como  arriba  he  dicho,  d  Bey  y  la 
Beyna  Cathólicos  por  diversos  medios  tractaron  coa 
él  y  le  pldlan  que  compílese  los  apuntamientos  que 
con  ellos  tenia  puestos  quando  le  dieron  la  libertad* 
y  aunque  sobre  esto  hubo  muchos  tractos  é  nego- 
clacionea,  vinieron  en  efecto,  porque  el  dicho  Bey 
no  se  aUevIa  por  miedo  del  pueblo,  y  porque  en  la 

Í4)  Se  ka  mencionado  al  prindpio;  pero  foftrenUéndase  one 
ette  Zagal  es  el  Abo-AbdiM-lali  Mnhammad,  kcmuú  de  Abol. 
Hacen.  El  otro  Abo-AbdU,  el  Chiqnilo,  era  sobrino  snyo»  coma 
kVú  de  diebo  Abol-Hacen.  U  ignaldad  de  nombres  ocasiona  eoa- 
fvslon  en  las  personas,  eeno  ba  saeedide  ya  alfua  tu. 


boifr  FBRNANDO 
Veráad  no  era  i\  parte  para  oomplir  los  diohos  apiia« 
tamieotoa,  qae  tenian  por  fin  principal  qne  entre- 
gase á  Granada. 

Como  en  loa  capitules  precedentes  está  dicho ,  él 
Rey  é  la  Rejna  Oathólicos,  ganada  Baza  y  todas  las 
otras  cindades  arriba  declaradas,  se  yinieron  á  tener 
lo  qne  restaba  del  inviemo  en  el  Andalncia,  qne 
faé  el  principio  del  afio  de  ochenta  y  nueve,  y  veni- 
da la  primera  vera ,  mandaron  juntar  sus  ezércitos, 
y  embiaron  á  talar  los  panes  de  la  vega  de  Qranada, 

y  asi  se  hiso,  y  lo  mismo  hicieron  el  afio  de  (1) 

y  esta  providencia  se  hizo  por  que  segund  la  mu- 
cha gente  qne  en  ella  estaba  y  la  estrechura  y  la 
manera  de  las  calles  della,  era  imposible  tomalla  si 
no  era  por  necesidad  de  hambre;  y  para  traerlos  á 
esta  y  porque  el  cerco  después  no  fuese  tan  largo, 
los  hicieron  talar  los  panes  é  panizos  los  dichos  dos 

afios,  uno  en  pos  de  otro.  Luego  año  de. 

á  la  primera  vera,  loa  Beyes  Gathólicos  mandaron 
juntar  los  exércitos  é  gentes  en  que  se  tuvo  por  cier- 
to doce  mili  de  caballo  é  poco  menos  de  cient  mili 
hombree  de  pié,  y  con  estos  exércitos  el  Bey  Oathó- 
lico  entró ;  y  iban  con  él  todos  los  grandes  del  An- 
dalucía con  sos  casas  é  gentes,  y  algunos  de  Casti- 
lla, aunque  pocos,  y  con  este  exército ,  ordenadas 
sus  batallas,  entró  por  la  vega  de  Granada  hasta  un 
lugar  que  dicen  el  (j(ozco,  ques  poco  mas  de  legua 
é  media  de  Granada  y  un  quarto  de  legua  del  río 
de  G^nil,  y  allí  hizo  asentar  su  Beal  muy  ordenado, 
cercado  de  cavas  hondas,  y  en  ellas  sus  puentes 
para  las  entradas  é  salidas  de  la  gente.  T  en  este 
tiempo  la  Beina  CathóHca  quedó  en  la  ciudad  de 
Xerez,  y  mandó  labrar  una  casa  en  la  fortaleza  de 
la  villa  de  Moclin  muy  buena,  é  pasóse  allí ,  porque 
estaba  quatro  leguas  del  Beal,  y  allí  residió  mucho 
tiempo  porque  se  consultaban  muchas  cosas  que 
convenía  para  la  provisión  de  los  exércitos  y  para 
los  tractos  que  continuamente  andaban  con  el  rey 
Chiquito  para  traelle  á  qne  entregase  á  Granada;  é 
después  la  Beina  CathóHca  se  pasó  al  Beal,  donde 
residió  hasta  que  se  tomó  Granada.  Duró  el  cerco, 
hasta  que  Granada  se  entregó,  ocho  meses  y  algo 
mas.  Casi  cada  dia  había  escaramuzas,  donde  mu- 
chas veces  iba  bien  á  los  chrístianos,  y  otras  por  el 
contrario,  y  seftaladamente  sucedía  esto  el  dia  que 
iban  á  talar  los  olivares  y  huertas  y  arboledas  que 
estaban  cerca  de  Granada,  porque  los  christianos 
por  hacer  la  tala,  y  los  moros  por  resistirla,  cada 
ora  se  revolvían,  donde  de  una  parte  é  de  la  otra 
había  muertos  é  heridos.  T  entre  otrss  cosas  que 
desta  manera  sucedieron,  fué  una  notable,  y  es  que 
el  Bey  y  la  Beyna  Cathólicos  mandaron  un  día  mo- 
ver sus  exércitos  dexando  el  Beal  á  muy  buen  recau- 
do, y  que  fuesen  á  talar  las  huertas  é  vífias  y  oliva- 
res y  arboledas  del  Alcubia  y  otras  alcanas  que  es- 
taban allí  cerca,  lugares  muy  frescos  y  arboledas,  y 
para  esta  tala  fueron  el  Bey  é  lá  Beyna  Cathólicos, 
é  con  ellos  todos  los  grandes  é  caballeroa  é  galanes 
oortesanos  que  allí  estaban,  que  al  tiempo  eran 

(t)  rieU  ei  I splir  esta  y  Ui  fediu  qi«  sigiea* 


É  DOÍfA  tSABEli.  616 

muchos;  y  porqne  estas  slcarias  estaban  cerca  d<lla 
sierra  los  caballeros  de  Granada  y  muchos  balleste- 
ros salieron  por  la  parte  que  dicen  Bubí,  y  pnsíé* 
ronse  repartidos  en  la  mejor  que  pudieron  para  den- 
de  allí  resistir  la  dicha  tala.  Bevolvióse  una  escara- 
muza con  muchos  caballeros  christianos  que  alli 
andaban,  y  como  estaban  presentes  el  Bey  é  la  Bey- 
na Cathólicos  y  lo  miraban  los  caballeros  christia- 
nos y  otras  gentes,  apretaron  tanto  á  los  moros,  qne 
les  hicieron  volver  las  espaldas  y  vinieron  en  el  al- 
cance hasta  el  rio  de  Genil,  que  es  poco  mas  de  nn 
tiro  de  piedra,  é  de  Dar  Albelda  ques  una  puerta  de 
la  ciudad.  Bn  este  alcance  murieron  mas  de  dent 
moros,  porque  ninguno  se  tomó  á  vida,  todoa  muy 
buenos  escuderos  é  gentes  de  guerra;  é  fué  cosa  de 
mucho  regocijo  al  Bey  é  la  Beyna  y  á  sos  exérdtoSi 
y  en  Granada  por  los  moros  se  hizo  gran  sentimien- 
to. E  porque  esto  se  acabó  harto  temprano,  Don  Alon- 
so Hernández  de  Córdoba  é  Don  Luís  Puerto  Carre- 
ro, Sefior  de  Palma,  Hiceigilio  é  Gonzalo  Femandei 
de  Córdoba,  que  después  fué  gran  capitán,  oon  otros 
caballeros  y  gentes  de  sus  casas  pensaron  un  ardid, 
é  fué  que  luego  que  el  Bey  é  la  Beyna  Cathólicos 
oon  sus  exércitos  se  volvieron  al  Beal,  que  algunos 
moros  saldrian  de  la  ciudad  para  recoger  é  llevar 
los  moros  muertos,  y  que  poniéndose  ellos  en  algún 
Tugar  encubierto,  saldrian  á  los  moros  que  viniesen 
á  recoger  los  muertos  y  que  harian  en  ellos  alguna 
cosa  seftalada ;  é  para  poner  en  obra  su  ardid,  se 
pusieron  en  celada  muy  cerca  de  la  ciudad  de  Gra- 
nada, donde  les  pareció  lugar  dispuesto  para  su 
propósito,  é  que  no  podrían  ser  vistos ;  é  fueron  sen- 
tidos de  los  moros  é  salieron  á  ellos  é  desbaratáron- 
los y  híríéronle  el  caballo  á  Gonzalo  Fernandez  de 
Córdoba,  el  Ghran  Capitán,  y  desmayóle  y  quedó  á 
pié,  é  llegó  á  él  un  muy  buen  escudero  que  6e  de- 
cía  Valenzuela,  y  apeóse  de  su  caballo, 

é  dióselo  á  Gonzalo  Fernandez,  y  asi  no  había  aca- 
bado de  cabalgar,  cuando  llegan  los  moros  y  alan- 
cearon el  escudero  que  dio  el  caballo  á  Gonzalo  Her- 
nández, y  quedó  allí,  y  Gonzalo  Hernández  se  salvó 
á  muy  gran  trabajo,  y  después  crío  y  casó  loa  hi- 
jos é  hijas  deste  escudero.  Murieron  en  esta  refrie- 
ga hasta  veinte  é  cinco  escuderos  christianos,  é  con 
esto  los  moros  se  consolaron  algo  de  su  pérdida,  é 
los  'christianos  templaron  algo  la  alegría  de  la  "rio- 
toria  que  el  mesmo  dia  habían  habido. 

A  este  cerco  vino  el  Duque  del  Lifantadgo,  agfie- 
lo  de  este  Duque  que  agora  es,  muy  como  sefior  y 
muy  bien  acompafiado  de  muchos  caballeros  de  sn 
linaje  é  continos  de  su  casa,  é  quatrodentos  hom- 
bres de  armas  é  docientos  ginetes,  que  fué  de  ver 
su  entrada  y  redbimiento  en  el  Beal. 

El  Bey  Chiquito  tenia  consigo  á  su  madre  qué  se 

deda  Ceti Esta  nació  christíana  é*  fué 

cautiva  cuando  los  moros  robaron  á  Cieaa,  que  es 
una  villa  en  el  Beyno  de  Murda,  y  como  al  tiempo 
era  chiquita,  oon  halagos  y  otros  medios  tomóse  mo- 
ra, y  salió  de  buen  gesto  y  muger  de  bien,  y  d  rey 
Muli  Bulhacem  casóse  con  día  porque  entre  los 
moros  era  esto  tenido  en  mucho  que  el  rey  y  otro 


Ble  CBÓmOAB  DS  L06 

ooal^pdflr  eÉbalkro  pudieía  «Mirooii  muL • 

qam  M  dnrMCUna  tomad*  moim.  Deifco  CMMnieiito 
naeió  el  Bmy  Ghiqailo.  BiU  Jtajmm  era  de  gnmda  é 
Tilaroao  ánimOy  é  oootndacU  ooa  toda  poaflwKdad 
que  al  Baj  Chiquito  an  Id  jo  no  antzagaaa  al  layno 
da  Qranada  á  loa  Bsye^  Oathdüoüa  ni  aa  ooncartaaa 
ooB  alloa^  j  qua  aapataaa  la  poatnra  fortona  é  mu- 
riaaa  lay,  é  por  aato  al  B/ej  Chiquito  aa  guardaba 
qoa  aa  madra  noaaplaaa  qna  él  trataba  oon  loa  Ba- 
yaa  Galfaóliooa  da  aDtragallaa  al  raino ;  j  omcluida 
ya  la  aapitalacion,  oomo  aatá  diohoi  lo  anpo  la  Bai- 
na  ao  madra^  é  diaimnladamaota  aa  dioa  qna  lo  tomó 
por  U  mano  y  aa  anbió  á  la  torra  da  Gonutfea,  qoa  aa 
an  al  lugar  donda  maa  ao  daacnbra  la  grandaaa  da 
Qfanada  ;é  daapoaa  da  habarla  traído  á  la  radonda 
por  toda  U  torra,  y  adiadoa  antramboa  antia  doa  al- 
manaa,  la  dizo :  c  hi jo,  mira  qoé  antragaa,  y  acoér- 
daaeta  qoa  todoa  toa  paaadoa  moriaron  reyaa  da 
GnnadA  y  qoa  al  taino  acaba  an  tLi 

SI  Bey  é  la  Bayna  Gathd|iooa|  ^iato  qoa  al  careo 
aa  dilataba  y  qoa  loa  moroa  aataban  finnai^  é  qoa 
cada  dia  aalian  á  las  eacaramogaa  y  A  reaiatír  las 
talaa  qoa  aa  hacian,  y  qoa  el  InTiamo  aa  acercaba, 
tovieron  por  difiooltoao  da  podar  aoatanar  el  Beal, 
principalmanta  por  la  falta  da  loa  baatimantoa,  por- 
qoe  al  antraaa  al  invierno  y  oargaaen  laa  agnaa,  loa 
baatimantoa  aa  harían  oon  moy  grande  difiooltad, 
porqoa  hablan  de  Ir  del  Andaloda  oon  el  oreci- 
mtento  de  loa  rica  y  malea  paaoa  qoa  hay.  Pareació- 
laa  coaa  moy  difiooltoaa  ó  caai  impoalble  la  perma- 
nencia del  Beal,  é  por  eate  reapeoto,  habido  ao  oon- 
aejo,  mandaron  hacer  ana  yllla  de  may  boena  ceroa 
é  moy  boanaa  cavaa,  é  con  moy  boanoa  baloartea  é 
con  aoa  tiaTeaea^  é  todo  lo  qoa  ara  maa  neceaario 
para  qoa  podieaen  daíenaar  é  aoatenene  jonto  al 
miamo  Beal  é  caai  dentro  en  él,  é  mandaron  á  laa 
dadadea  y  érdenea  que  allí  tenían  gente  qoe  la  hi- 
deaan,  y  repartieron  A  cada  ana  ciudad  y  orden  lo 
qoe  hablan  de  hacer  por  aoa  qoarteleai  é  hísoaa  en 
moy  brere  tiempo,  y  pobléae  toda  da  caaaa,  é  so 
determinación  era  dexar  allí  moy  boena  gente  do 
goamidon  para  qoe  hldeaan  goerra  á  Granada  é 
no  dazaaen  adir  é  loa  moroa  A  sembrar  ni  hacer  otraa 
coaaa  del  campo;  é  penaaban  qoe  con  esto  otro  afio 
la  tomarían  fAoilmenta. 

Estando  laa  coaaa  an  este  estado,  loa  moroa  con 
la  gran  neceaidad  de  hambre  qoe  padeaoian,  permi- 
tieron  qoe  d  Bey  Chiqoito  hablaae  en  partido,  é  para 
eato  Tinleron  oiertoa  caballeroa  moroa  y  alíáqaía 
de  Qranada  d  Beal,  donde  los  Beyes  OathóUcoa  esta- 
ban; y  entre  dloa  fué  ano  qaa  dentro  de  treinta 
días  la  oiodad  de  Qranada  y  su  Alhambra  é  fortde- 
zaa  ae  -entregaae  i&  los  reyes  CathóUooa  6  A  aa  darte 
mandado,  y  les  besaron  las  manos;  y  entendido  A 
lo  qoe  yenian,  lo  oyeron  con  degre  Animo  y  des- 
pties  seftalaron  personas  qoe  entendiesen  oon  dloa 
en  hacer  loa  apantamientoa,  y  loa  qna  yo  aé  qoe  aa- 
fialaron  foeron  Don  Gutierre  de  Oárdenaa,  Comen- 
dador mayor  de  León,  y  el  Seoretarío  Hernando  de 
Qafra,  qoe  en  aquel  tiempo  entendía  prlndpalmen- 
te  en  todas  las  oosaa  de  la  goeira;  é  aobra  loa  apon- 


BITXB  DS  GASULLÁ.  • 

tamiantoa  qna  loa  morao  padian  y  loa  qna  aa  alar- 
gaban. Iinlw*  modiaa  plátícaa  é  paaé  fiwiB^^  tiampok 
é  loa  mona  inaron  rnndiaa  Tacaa  A  Qranada  A  |^ 
ticallo  CM&  d  Bey  é  can  laa  otraa  paiaonaa  qnaan 
ello  entendían, .  haata  qoa  pingo  A  Dioa  qmt  dia  da 
Santa  OstaÜna  dd  afio  da  noyanla  é  ono  aa  aaanfea- 
ron  é  conemdaron  é  firmaron  ka  didioa  capltaloa. . 

T  dorante  d  tiempo  qoa  oonianm  loa  didica 
tidnta  diaa^  loa  moroa  entregaron  todaa  laa  aimas^ 
conforma  A  otro  cáptalo,  A  las  panonaa  qoa  para 
ello  aefialaron  loa  Beyes  OatlWHicoa,  é  poaiéronaa  en 
d  Alhambra. 

Bl  primar  domingo  dd  afio  de  noTonta  é  dos,  d 
Bey  é  la  B^yna  OnthóUcoa  moneron  d  Bed  con  to- 
doa ana  azérdtoa  poaatoa  en  6rden,  é  foeron  la  Via 
deredia  de  Granada,  é  no  ^traron  por  la  dodad 
■no  por  el  Genil  arriba,  é  por  la  poarta  de  loa  Mo- 
linoa  é  por  d  Bealejo  haata  la  poaita  príndpd  dd 
Alhambra,  y  allí  aalió  d  Bey  Chiqoito,  y  ae  apeó  da 
ao  caballo  oon  las  UaTCS  en  las  mai^M^  élee entregó 
laa  dichas  llaTCS  dd  Alhambra  é  f  ortaleBa  6  dudad 
da  Gkanada;  é  con  eato  ana  AHaraa  entraran  an  d 
Alhambra  y  aa  apoaentaron  en  la  oaaa  reaL 

La  Bejma  Gathólica  é  aoa  damaa  foeron  aqod 
dia  eaqoisitamente  ataviadaa  al  modo  qoe  entóncea 
se  osaba,  y  eataTieron  ay  algonca  dlaa,  é  A  anplioa- 
don  dd  Cardend  Don  Pero  Ckmsdes  hicieron  mer- 
ced A  Don  ífiígo  Lopes  de  Mendosa,  Conde  de  Ten- 
dilla,  de  la  tenencia  de  la  dicha  Alhambra  y  de  las 
otraa  fortalesaa  de  la  dudad  de  Granada,  qoa  aon 
YiTataobin ,  de  qoe  hicieron  ona  boena  fortdeía, 
é  la  torre  de  la  poerta  Elvira,  é  para  la  goarda  de- 
xaron  quinientaa  lansaa  é  mili  peones  de  moy  páli- 
da gente,  é  proyeyeron  A  Fray  Femando  do  Tala- 
yera, prior  que  era  de  Prado,  de  arzobispo  da  Qra- 
nada, é  dexAronle  alU  para  la  gobemacioii  da  la 
dicha  dudad  é  rdno,  é  fudo  asolóte  haata  d  afio 
de  noyenta  é  noeye,  qoe  los  Beyes  Cathólicea  tor- 
naron A  la  dicha  dudad  é  puderon  por  Corregidor 
en  ella  d  licenciado  Cdderon,  Alodde  de  ao  oaaa 
é  Corte,  qoe  d  tiempo  era,  y  proyddaa  laa  coaaa 
dichas,  y  lo  que  maa  les  parado  leo  conyenia  para 
la  gobemadon  é  para  aostener  d  dicho  reyno,  9» 
yinieron  A  Caatilla. 

ítem,  entre  otros  apantamientoa  de  la  didia  capl- 
tuladon  que  se  biso,  faé  ono  qoe  d  Bey  Chiqmto 
qoedase  en  las  Alpnjarras  por  aefior  ddlas  en  ao 
yida  con  dertoa  mili  dooados  de  renta  cada  afio;  é 
porque  esto  era  cosa  de  muy  gran  peligro  quedar 
el  dicho  Bey  Chiquito  an  aquel  rdno  qoe  eataya 
cad  todo  poblado  de  moros»  donde  pndia  cada  qoa 
le  pareacieae  rebotar  d  rdno.é  poner  en  neoeridad 
A  loa  reyes  Cathólicos,  qoando  hirieron  d  rey  Ca< 
thólioo  en  Barcelona  (1),  d  Chiqoito  embió  oiertoa 
cabdleroa  moroa  críadoa  sayos,  y  d  Pequini,  qoa 
era  un  hombre  princípd  que  deapoeo  aa  llamó 
Don  Femando  Enríqoes,  y  d  Bey  é  la  Beyna  Os- 
thólicoa,  é  por  aa  mandado,  contrataron  oon  eatoa 


(1)  81  sus  aa  «  au  iatirealMlaa  «tenf  arisca « 
á  faé  Tiesa  iqst 


DOSr  FEBNAKDO 

CAballerof  moros  qnB  el  Rey  Chiquito  les  vendioee 
todo  lo  que  tenia  en  el  reino  de  Qranads,  y  asi  se 
biso,  é  le  dieron  derioe  mili  oMtellanos  con  que  el 
rey  Ohiquito  «e  paeaae  allende,  y  lo  mitmo  le 
hizo  con  otroe  caballeros  moroe  qne  tenían  algunos 
bienes,  é  de  esto  pesó  en  el  alma  al  Rey  Chiquito, 
é  se  qnezaba  é  deoia  qne  sns  caballeros  no  hablan 
tenido  poder  para  bacer  esta  oontraotacion,  mas 
fnele  forsado  oomplir  lo  qne  se  babia  capitulado,  é 
pasó  allende;  é  oon  esto  los  Reyes  Cathólicos  y  el 
dicho  reino  de  Ghranada  quedaron  muy  asegurados. 
Kl  afio  de  noyenia  é  nnoTo  los  Reyes  Cathólicos 
fueron  por  Mayo  á  Qranada.  El  recibimiento  que 
se  les  bino  fué  muy  solemne,  é  lo  que  mas  fué  de 
Ter  que  en  la  Xarca  del  Albaioin  y  abáxo  en  todo 
lo  llano  basta  Sant  Lásaro,  babia  treinta  mili  nioras 
é  mas,  todas  con  sus  almaraf  as  blancas,  y  era  cosa 
de  admiración  verlas,  y  estuTieron  en  Qranada  has- 
ta el  mes  de  Octubre  entendiendo  en  las  cosas  que 
couTenian  á  la  buena  gobernación,  é  de  allí  fueron 
á  8eTÍlla  á  tener  el  inyiemo;  é  quedóse  en  Qranada 
el  araobispo  de  Toledo  Don  Fray  Francisco  Xime- 
nes,  que  después  fué  OardenaL  El  qual  con  buen 
celo  quísose  informar  de  todca  los  moros  que  en 
qualquior  manera  Tenian  de  linage  de  christianos, 
y  hacíalos  traer  ante  sí,  y  por  buenas  palabras  y 
presumpciones  procuraba  oon  ellos  que  se  oonvir- 
tiesen  á  nuestra  sancta  fé  oatbóHca,  porque  se  de- 
oia que  sin  grandísimo  pecado  no  se  podría  premi-. 
tir  que  estos  Tiyiesen  en  ley  de  moros,  y  los  que  sé 
oonyertian  en  esta  manera  ameroedábalos  y  gratifi- 
cábalos, y  á  los  qne  no  se  querían  oonyertir  echába- 
los en  la  oaroel;  é  trabajaba  con  ellos  por  todos  los 
medios  posibles  que  se  couTirtiesen,  y  pareció  que 
esto  tocaba  á  mucbos  moros  y  se  escandaliaaron 
deUo;  y  estando  así  dia  de  nuestra  Sefiora  de  la  O 
del  dicho  afio  de  noTonta  y  nueve,  un  alguacil  del 
dicho  anobispo  de  Toledo  fué  á  prender  á  un  moro 
al  Albaioin,  donde  se  juntaron  algunos  moros,  é  los 
moros  le  mataron;  y  esto  seria  á  las  dos  oras  des- 
pués de  medio  dia;  y  hecha  esta  muerte  revolvióse 
todo  el  Albaioin.  Vino  la  nueva  á  la  dudad,  é  todos 
los  cbristianos  viejos  se  pusieron  en  armas  y  ocnr- 
rieron  á  las  puertas  y  adarves  de  la  dicha  ciudad 
que  salen  á  dicho  Albaioin,  y  todo  ese  dia  qne  era 
miércoles  é  la  noche  siguiente  del  jueves  los  cbris- 
tianos y  los  morca  tuvieron  muy  grande  alboroto  é 
desaéosiego,  y  hubo  algunas  muertes;  espedalmen- 
te  los  moros  mataron  á  un  Barrionuevo,  alguacil 
del  campo,  pariente  del  dicho  Corregidor  Calderón 
que  inadvertidamente  veniendo  fnera  de  la  dioha 
dudad  se  entró  en  el  Albaidn,  no  pensando  que  la 
óosa  estaba  tan  enoendida;  é  llegando  á  cierta  paite 
del  dicho  Albaidn  que  se  dice  la  Xarca,  le  hide- 
ron  pedasos  eaa  noche  de  nuestra  Sefiora  de  la  O. 
El  Condado  Tendilla,  qne,  como  está  dicho,  era 
aloayde  é  capitán  general,  á  ora  de  las  tres  oraa 
é  media  baxó  dd  Albambra  oon  alguna  gente  de 
caballo  é  dé  pié,  porque  lo  demás  dezó  para  guar- 
da de  la  dicha  Albambra,  é  vino  junto  al  Albu- 
oiOf  7  enoOmen4ó  las  pnertas  qne  salen  al  dicho 


i  DOfiA  ISABEL.  517 

Albaidn  á  algunos  oaballeroa  de  la  dudad, y  él* 
quedó  aposentado  en  la  dioha  Aloaaaba,  étoda 
esa  noche  los  unos  é  los  otros  pasaron  en  viinlia 
con  mucha  grita  é  pedradas  é  algunas  saetadas 
como  en  estos  pasos  se  suele  haoer.  El  arsobiapo 
de  Qranada  oon  su  orna  y  algunos  clérigos  que/ 
le  acompafiaban  salió  por  la  puerta  de  Quadix  é 
fué  á  subir  al  Albaidn;  é  porque  los  moros  tira- 
ban muchas  pedradas,  el  dérigo  que  llevaba  la 
orna  no  oaaba  pasar  addante,  y  eraraobispo  le 
tomó  la  orna,  é  con  ella  en  las  manos  empesó  á  su- 
bir una  cuesta  arriba  hacia  el  Albddn,  y  aunque 
le  tiraban  muchas  piedras,  continuaba  au  camino 
haata  qne  algunas  dinidades  é  canónigos  de  su 
Igleda  é  oaballeroa  de  la  dudad  qne  oon  él  se  ha- 
llaron le  retiraron  casi  por  fueraa. 

Otro  dia  de  mafiana  el  Conde  de  Tendilla  vino 
á  la  puerta  dd  Aloaaaba  que  sale  al  Albaioin,  que 
se  dioe  Bibalbnaut,  é  mandó  llamar  algunos  bornes 
príndpales  moros  que  vivían  en  la  dudad,  é'  pla- 
ticó con  ellos  é  oon  otros  oaballeroa  christianos  d 
medio  qne  se  debía  é  podría  tener  para  padfioar 
el  Albaidn;  y  aunque  muchas  pláticas  hubo,  nin- 
guna se  concluyó  hasta  muy  tarde  qne  se  tuvo  me- 
dio qne  muchos  moros  dd  Albdoin  prindpálea 
saliesen  á  la  puerta  de  Bibalbunut  á  hablar  oon  d 
Conde  é  oon  los  moros  é  alf  aquis  qne  oon  él  esta- 
ban, y  llegados  allí,  metíanlos  de  la  puerta  adentro 
é  reteníanlos,  é  desta  manera  se  tomaron  basU  cad 
ochenta,  que  embiaron  á  la  cárcel,  é  la  mayor  parte 
ddlos  se  tomaron  cbristianoa  luego,  é  los  otros  que 
no  se  qnideron  tomar  christianos,  por  la  rebelión 
que  babian  cometido  bíaoee  justicia  ddlos.  E  luego 
otro  día,  viernes  de  mafiana,  diéronse  sus  pregones 
en  parte  donde  los  oían  todos  los  del  Albaioin ,  en 
que  ae  oontenia  qne  á  todos  los  que  que  quidesen 
tomarse  ohristianos,  les  perdonaban  laa  rebeliones 
é  muertes  que  babian  cometido,  é  los  que  no  se 
quisiesen  tomar  cbristianoa,  se  procedería  contra 
ellos  por  los  dichos  delitos.  B  qnando  fué  viernes  á 
medio  dia  viideron  á  bacer  sus  oondertoa  é  apun- 
tamientos, é  se  hicieron  é  entregaron  las  armas  que 
tenían,  que  eran  goi^gnaes  y  lanaaa  y  pocas  balles- 
tas, y  oon  esto  quedó  paoífioo,  y  se  tomaron  chria- 
tianoatodoa. 

Luego  se  revoltó  Quejar,  qne  ea  un  Iqgar  graeso 
junto  á  la  Sierra  Nevada,  y  fueron  sobre  él  d  Con- 
de de  Tendilla  é'  Qonaalo  Feraandea  de  Córdoba, 
qne  después  fué  Qran  Capitán,  y  por  combatirse  d 
lugar  desordenadamente  y  sin  tiempo,  mataron  los 
moros  mas  de  oient  christianos,  en  que  fueron  al- 
gunos prindpdes  y  mas  de  quarenta  hombrea  de  ar- 
mas, y  d  combate  se  retiró  ya  noche,  y  d  Conde  y 
Gk>nado  Femandea  se  vinieron  á  dormir  d  alearía 
de  Quantar,  y  luego  otio  dia  de  mafiana  vino  nueva 
qne  loa  moros  babian  dezado  á  Quejar  y  retirádose 
d  Castillo,  qne  está  metido  en  la  Sierra  Nevada  una 
legua;  y  sabido  sato  por  d  Conde  y  Qonaalo  Fer- 
nandea,  se  volvieron  á  Quejar,  y  eatuvieron  dlí  dos 
diaa,  y  después  subió  d  Conde  de  Tendilla  al  Casti- 
llo donde  tuvo  una  noche  harto  trabajosa  do  frío, 


518 


OBÓHIOAS  DB  LQB  BBTE8  DB  OASTILLA. 


7  otro  dia  de  mallAiiA  los  omhnni  m  ODir^Mon,  j 
trtidoi  á  Qraiuidaí  se  Tendieron. 

Bn  eete  mismo  tiempo  se  levantaron  las  Alpnjar- 
ras,  que  estaban  todas  pobladas  de  moros,  donde 
por  ser  tierra  faerte  y  brava  se  faeron  moobos  mo- 
ros hoyendo,  j  la  rsaon  de  este  lerantamiento  fué 
por  nb  tomarse  ebristianos.  El  Bey  Oathólieo  vino 
á  Sevilla  y  á  la  dioba  oindad  de  Granada,  y  biio 
jqntar  mncba  gente  de  caballo  y  de  pié  de  Ándala- 
da,  y  mandó  á  Don  Lnis  de  Yismonte,  Oondestable 
de  Navarra,  que  al  tiempo  era  Capitán  General  de 
cierto  número  de  gentes  de  pié  é  de  caballo,  qne  én- 
trese en  las  diohas  Alpn  jarres  por  el  puerto  de  Hue- 
nejay  Andfiraz,  y  ¿  diobo  Oondestable  jontósa 
gente  en  la  viUa  de  Piaña  y  con  bibiosa  {ndj  jomada 
y  dia  de  Osmestolendss  pesó  el  poerto  de  Hueneza 
donde  babia  mncba  nieve^  y  el  ezéroito  pasó  con 
barto  trabajo.  Y  en  el  tiempo  que  los  moros  se  re- 
belaron, tomaron  la  fortaleaa  de  Lanxaron,  y  la 
fortalecieron  conforme  á  la  brovedad  del  tiempo,  y 
esta  fortaleía  es  la  entrada  de  las  Alpnjarrss ;  y  el 
Bey  OatbóHco  movió  con  su  ezéroito  de  la  dndad 
de  Granada  la  via  del  diobo  Lanzaron,  y  por  ser  la 
tierra  mny  áspera  y  la  entrada  fragosa,  el  ezérdto 
pesó  con  dificultad,  y  Inego  qne  pasó^  los  moros  bl- 
cieron  muy  poca  resistencia  y  se  desbarataron,  y 
Lanzaron  se  entregó  Inego,  y  los  ebristianos  siguie- 
ron el  alcance  tras  los  moros  qne  buian  basta  la 
villa  de  Orgiba,  que  son  dos  legues,  donde  fueron 
muertos  é  captivos  mucbos  moros,  y  el  Bey  Oatbó- 
lico  mandó  que  no  los  siguiesen  mas. 

É  luego  otro  dia  se  comensó  á  tractar  que  las  di- 
chas Alpuzarras  se  entregasen,  y  el  concierto  se 
concluyó,  y  biso  una  oapituladon  de  mucbos  capí- 
tulos, y  entro  ellos  fué  uno  que  todos  se  convirtie- 
sen obristianos,  y  con  eso  el  Bey  los  perdonó  la 
rebelión  y  muertes  que  hablan  cometido* 

Entretanto  que  esto  se  hacia  en  Lanzaron,  e) 
Oondestable  de  Navarra ,  como  está  dicho,  entró  por 
el  diobo  puerto  de  Hueneza,  y  salió  á  Andaraz,  y 
antes  que  llegase  á  Andaraz  él  ezéroito  de  loa 
ebristianos  desbarató  dertos  moros  que  hablan  sa- 
lido de  Andaraz  á  ponerse  en  algunas  albarradas 
que  tenían  becbaalpara  defender  el  paso,  é  incur- 
rieron allí  en  d  alcance  hasta  doscientos  moros, 
on  que  habla  muchos  alguaciles  é  gente  prinoipal. 
Este  dia  se  tomó  una  parte  prindpal  de  la  dicha 
Andaraz,  y  en  la  otra  parte,  que  es  algo  mas 
fuerte,  se  recogieron  los  moros,  donde  habla  mucho 
número,  porque  se  hablan  recogido  á  la  dicha  An- 
daraz, y  cqmo  d  lugar  mas  principal  y  mas  fuerte, 
muchos  moros  y  moras  de  otros  lugares  de  las  di- 
días  Alpujarrss.  T  esa  noche  se  capituló  que  otro 
dia  de  mafiana  se  entrogasen  todos  los  didios  moros 
y  se  tomasen  ebristianos,  y  quando  fué  el  dia  se- 
gundo á  las  nueve  oras  habieodo  los  moros  entre- 
gado las  armas  conforme  á  lo  capitulado,  dgunos 
obristianos'dd  ezéroito  se  soltaron  por  robar  y  en- 
trar en  donde  estaban  los  moros,  y  se  oomeniaron 
á  revolver  unos  oon  otros,  y  como  se  sentió  en  el 
ezéroito,  fueron  mudios  allá  y  mataron  muchos 


moros  y  moras  en  número  de  msi  de  tres  muí  áni- 
mas, qne  en  sola  la  meiquita  murieron  mes  de  seis- 
oientos,  que  estaban  allí  recogidos,  qne  foé  oosa  da 
muy  grand  lástima  en  todos  los  demás  moros  y 
morss  que  fueron  presos,  y  se  sdtaron  libremente^ 
y  se  tomaron  obristianos  oontorme  á  lo  qne  se  oa- 
pitnló  con  d  Bey  Oathólioo,  y  el  saoo  qne  allí  sa 
biso  fué  muy  grande,  porque  muy  grand  parte  da 
les  riquesas  de  las  Alpujarras  estaban  allí  recogi- 
das, y  después  acá  la  Alpnjarra  está  paoifioa. 

En  d  alio  de  quinientos  é  nno  luego  segulentoi 
se  robdaron  mnohos  moros  nnevamente  conver- 
tidos en  la  Sierra  Bermeja,  y  d  Bey  y  la  Beyna 
Oathólicos  enviaron  contra  dios  por  capitanes  ge- 
nerdes  al  Oonde  de  Umefia  y  Don  Abnso  Fer- 
nandea  de  Córdoba,  cuya  fué  la  casa  de  Agnilar, 
oon  mucha  gente  de  caballo  é  de  pié,  y  aUí  fué 
muerto  Don  Alonso  una  noche  por  los  moros,  é  mu- 
oboe  cabdleros  y  deudos  suyos  é  orlados  con  él,  y 
á  esU  causa  el  Bey  Oathólioo  fué  desde  Sevilla  la 
ciudad  de  Bonda,  que  es  mny  ceroa  de  la  Sierra 
Bermeja,  é  mucha  gente  de  caballo  é  de  pié,  y  den- 
de  á  pocos  diss  que  allí  llegó,  los  diohoa  moros  de 
la  dicha  Sierra  Bermeja  se  entrogaron  oon  partido 
que  los  que  quidesen  pasar  dlende  se  pasasen,  y 
que  se  les  diesen  navios  en  que  ellos  y  sos  bienes 
muebles  pudiesen  ir,  y  los  qne  quidesen  quedar  sa 
tomasen  ebristianos;  y  ad  se  estuvo, 

Dende  á  pocos  dias  se  levantó  un  castillo  qne  sa 
dice  Velef equi,  que  ee  muy  fuerte  de  su  dtio,  y  dlí 
serecogieron  dgunos  moros  y  cristianos  nuevos.  Ele- 
gieron por  su  capitán  ó  rey  un  negro,  que  era  var 
liento  hombre,  y  loe  Beyes  Cathólioos  enviaron  con- 
tra dios  d  Alcayde  de  loe  Donodee  qne  entonces 
era,  que  fué  después  Marqués  de  Gomares,  con  gente 
de  caballo  é  de  pié,  y  habiéndolos  tenido  oeroadoe 
dgunos  dias,  se  entrogaron  á  meroed,  y  se  hiio 
justicia  dd  negro  y  de  los  prindpdes  dd  levanta- 
miento, y  todos  los  demás  quedaron  Ubres,  y  los 
qne  no  eran  obristianos  se  bantlaaron,  y  con  esto 
se  acabó  toda  la  oonverdon  dd  reino  de  Granada,  é 
las  robdionee  que  por  causa  do  le  dicha  oonver- 
don se  hicieron. 

En  este  tiempo  fué  nadda  en  Espafia  otra  mal- 
dad, porque  muchas  gentes  de  judíos  moraban  y 
estaban  mesolados  por  d  rdno  viviendo  entro  los 
obristianos,  y  algunos  de  los  judíos  que  Fray  Vi- 
cente con  su  predioadon  habla  convertido,  teniendo 
en  lo  público  hábito  de  obristianos  é  por  tdee  sa 
mostrando,  usaban  oerimonias  juddcas,  por  causa 
de  lo  qud  doliéndose  estos  christianísimos  prínd- 
pes,  y  porque  Nuestro  Sefior  Jesn  Ohristo  no  fuese 
tan  continuamente  cradficado,  y  deseaiido  puigar 
sus  reinos  de  tanta  pestilenda,  oon  consentimien- 
to é  auotoridad  del  pontífice  que  en  la  Igleda  da 
Dios  reddia,  hideron  inquiddor  á  Fray  Tomas  de 
Torquemada,  prior  del  monesterio  de  Santa  Oros,  qne 
es  eztramuroe  de  la  ciudad  de  Segovie,  de  U  Orden 
de  predicadores,  que  era  hombre  rdigioso  y  ezcden- 
te  letrado,  y  and  mismo  fueron  dados  jueces  inqu|- 
ddores  que  celasen  nuestra  sánete  fé  cathólioa  por 


DOH  FERNANDO 

d  Belno  de  Castíllá,  y  ansi  mismo  en  loe  Beynoe  de 
Aragón  é  Oidlia  é  Valenoia,  en  los  qnales  Beynoe 
el  ezoelentfsimo  Bey  Don  Fernando  habla  snoedi- 
do  por  fin  é  muerte  del  Rey  Don  Juan  sn  padre.  Á 
estos  inqoisidores  que  por  el  Papa  fueron  dados,  en 
que  agora  hablamos,  el  Rey  é  la  Reyna  dieron  gran- 
des favores,  é  á  los  jneoee  depntados  para  oonosoer 
deste  orfmen  oon  oserranoia  de  regla  verdadera  en 
la  ciudad  de  Sevilla  y  en  otras  mnohas  oindades  é 
partes  del  Beyno  hallaron  haber  inoorrido  en  este 
pecado  diversas  é  mncbas  personas,  asi  hombres 
oomo  mageres,  é  algunos  de  los  tales  delinqñentes 
oonfesando  sus  errores  y  demandando  á  la  madre 
■anta  Iglesia  saludable  penitencia,  les  fué  por  los 
padrea  de  la  santa  Inquisición  otorgada.  Asi  fueron 
reoondliadoa  é  quitados  de  aquella  herética  pravi- 
dad  en  que  antes  hablan  vivido  otros  muchos  que 
en  este  crimen  caldos  se  hallaron;  é  siendo  por  tes- 
tigos vencidos,  fueron  quemados,  ó  purgada  tan- 
ta pestilencia  aunque  no  del  todo,  porque  algunas 
reliquias  duran  hasta  el  día  de  hoy. 

Sendo  pues  celosos  de  la  fé  el  Rey  é  la  Reina, 
no  quisieron  poner  tampoco  en  olvido  las  cosas  que 
de  sn  reino  por  el  Rey  Don  Enrique  enagenadas 
estaban ,  las  quales  como  á  manera  de  pródigo  el 
Rey  haUa  dado,  y  todas  estas  cosas  que  enajenadas 
estaban  fueron  tomadas  por  estos  Reyes  á  su  mis- 
ma corona  real,  cuyas  antes  eran ,  aunque  esto  hi- 
deron  oon  mucha  dificultad  é  gran  trabajo  por  estar 
eem^antes  cosas  puestas  en  manos  de  hombres 
grandes  é  poderosos;  ó  todos  los  que  en  servicio 
del  Rey  é  del  Reino  servido  hablan,  fueron  de  ma- 
nos destos  Reyes  gratificados,  haciéndoles  merce- 
des, asi  oomo  á  cada  uno  oonvenia  recibir  por  lo 
que  servido  hablan. 

Después  desto  é  limpiadoel  R^fno  de  maldades  que 
antea  habla,  todos  loe  duques,  oondeay  marqueses  y 
otioe  grandes  seftores  é  varones  se  pusieron  é  fueron 
sometidos  debazo  de  la  obediencia  real,  aunque 
antes  que  estos  principes  reinasen  casi  á  señor  ni  á 
reino  reoonoecian.  Ganaron  ademas  estos  reyes  las 
Ínsulas  de  Oanaria,  en  donde  la  secta  de  Mahoma 
se  guardaba;  é  oomo  en  estos  príncipes  ninguna  otra 
intendon  fué  más  principal  que  la  de  la  fé,  cond- 
derando  que  el  Rdno  de  Qranada  estaba  en  Anda- 
luda,  dendo  como  era  d  quinto  reino  de  los  que 
conquistaron,  que  perteneda  al  Rey  de  Espafia,  aun- 
que desde  el  tiempo  dd  Rey  Don  Rodrigo  estaba 
usurpado  y  en  poder  de  los  moros,  condderando 
quan  grandes  dafios  á  los  christianos  hadan  los  pa- 
ganos y  enemigos  de  la  fé  corrompiendo  vfrgines, 
maltraotando  matronas,  é  violando  los  templos,  en- 
cendiendo lugares  y  quemando  los  campos,  miran- 
do otras  muchas  maldades  que  los  moros  de  Gra- 
nada contra  nuestra  sancta  fé  cometían,  movieron 
sus  leales  banderas  y  ezérdto  de  guerra  6ontra  ellos, 
y  oon  sus  huestes  batallando  oon  muchos  trabajos  é 
dapnos  y  espensas  que  desto  recredan,  é  muertes 
de  sus  ff&bdiotos  y  naturales  que  en  el  servido  desta 
guem  estaban,  oon  tanto  ánimo  é  fé  como  habla 
«n  los  ooriiotiei  de  estoa  reyes,  porque  la  fé  de  Jesu 


¿  DOfiA  ISABEL.  619 

Ohrlsto  fuese  acrecentando,  oon  ayuda  de  su  mismo 
Dios,  Redentor  nuestro,  ganaron  aquel  reino;  el  cual 
así  de  riqueaas  oomo  de  fuerzas  Inezpunable  pare* 
da,  y  lo  que  otros  reyes  predecesores  hablan  guer- 
reado contra  aquel  reino,  oomensando,  estos  prin- 
cipes de  ganarlo  acabaron,  y  dd  misino  Reyno 
lanaaron  la  secta  mahomética,  y  hlderon  que  el 
nombre  de  Jesu  Ohrlsto  nuestro  Sefior  en  aquellas 
partes  fuese  conosddo  y  adorado.  Hlderon  ademas 
en  este  reino,  que  oon  tanto  trabajo  conquistaron, 
un  arzobispo  metropolitano  con  cuatro  Iglesias  ca- 
tedrales, é  pusieron  en  ellas  perlados  que  las  gober- 
nasen, é  hicieron  en  este  mesmo  rdno  otros  mones- 
terioB  é  parrochias,  así  do  religiosos  como  de  cléri- 
gos, para  que  d  sancto  Evangelio  predicasen;  é 
pusieron  sacerdotes  en  él  para  que  los  santos  ecle- 
siásticos sacramentos  administrasen  á  loe  christia^ 
nos  y  moradores  dd  Reyno. 

Era  ganado  ya  como  dicho  es  d  Reyno  de  Gra- 
nada y  vudto  en  la  observanda  de  la  christiana 
religión ;  y  oomo  dentro  de  los  términos  de  estos 
idnos  no  hubiese  provincia  ni  mendon  que  de  dirls- 
tlano  no  fuese,  con  el  mismo  hervor  y  deseo  que 
estos  Reyes  celadores  de  la  f  é  tenían ,  mandaron 
hacer  una  flota  grande,  aumentándola  é  bastedén* 
dola  de  todas  las  cosas  que  sobre  la  agua  para  ella 
fuesen  necesarios,  é  puderon  capitanea  en  las  naos 
para  que  fuesen  por  la  mar,  para  que  qualesquier 
ínsulas  que  hdlasen  que  de  christianos  no  fuesen 
ocupadas,  las  ganasen,  y  deepues  á  nuestra  Sanctis- 
dma  fé  cathóUoa  oonvertiesen  los  moradores  que 
en  las  tales  ínsulas  hallasen.  T  ad  partieron  na- 
Tegando  estos  que  en  las  naves  yvan  contraía  par- 
te oriental,  y  descubrieron  unas  grandes  ínsulas 
muy  fértiles  y  abundosas;  y  estas  ínsulas  estaban 
llenas  [de  gente  beetid  que  idolatraba,  á  los  qua- 
les el  sancto  evangdio  no  les  habla  ddo  predica- 
do, y  oonquistándoloa  loa  que  en  las  naves  yvan, 
las  ganaron  é  puderon  nombres,  é  sometiéronlas 
debaxo  de  la  subjedon  é  mandado  de  la  corona  red 
de  estos  excelentídmos  príncipes  y  reyes.  Los  mo- 
radores que  en  estas  islas  hallados  fueron  estaban 
desnudos,  y  en  modo  de  bestias  fieraa  vivían,  é 
carnes  humanas  por  sus  manjares  comían ,  y  ha- 
blan otras  necesidades  no  oídas,  antes  afirmaban 
muchas  personas  de  auctoridad  que  estas  gentes 
ád  adoraban  á  los  demonios,  que  muchas  veces  les 
hablaban  y  recibían  las  respuestas  de  sua  pregun- 
tas; y  esto  les  veian  haóer  mudios  de  los  espafioles 
que  allí  estaban. 

En  estas  dichas  ínsdas  fueron  hdladca  muchos 
mineros  ad  de  oro  como  de  plata  y  de  otros  meta- 
les, de  lo  qud  fué  gran  suma  é  cantidad  de  oro  em- 
blado  á  BUS  altesaa  oon  lo  que  constituyeron  y  doc- 
taron  en  estas  ínsulas  una  Iglesia  ardüepiscopld  y 
tres  igledas  catedrdes  oon  sus  perlados,  los  qudes 
oonvertiesen  á  nuestra  sancta  f¿  aquellas  barbári- 
cas gentes  (y  ad  fué  con  ayuda  de  nuestro  Sefior 
Dios  fecho),  que  viven  oy  en  oonosdmiento  y  da* 
banaa  de  su  verdadera  fé.  Fué  pues  ayuntada  nueva 
I  y  desoabieit»  tieira  á  nuestm  Espafiai  q«e  se  Uam« 


520 


GRÓNIOAS  DE  L06  BBTB8  DB  OASTILUL 


IndiAf',  todo  6ito  «n  U  felicidad  prótpen  deitoi 
Oüthólioof  prínoipos. 

Qoedaba  ademM  on  estos  Reinos  otra  pestilencia: 
grande  námero  é  cantidad  de  judíos  qae  estaban 
derramados  y  esparcidos  por  todos  los  reinoSi  j  es- 
tos jndios  tomaban  las  rentas  y  alcabalas  del  rei- 
no, en  qne  ganaban  é  destmian  á  machos  de  los 
clirístianoBi  haciéndose  rióos,  dando  é  tomando  á 
nsnra  todo  lo  qne  más  podian.  Esta  gente  dapna- 
da  inficionando  con  sos  maldades  á  estos  pneblos 
de  Oastillat  y  haciendo  á  machos  de  su  ley  qne  á 
la  naestra  se  habian  conyertido,  qae  sigaiesen  sas 
Hotos  y  cirtmonias  jadáicas,  movidos  por  tal  mo* 
tivo  é  por  qaitar  tal  ocasión ,  estos  excelentfsimog 
príncipes  mandaron  qne  todos  los  judíos  saliesen 
del  Beyno,  sefialándoles  piase  é  dia  para  qae  asi 
lo  hiciesen,  salvo  aquellos  que  á  naestra  sancta 
íó  é  religión  christiana  se  quisiesen  convertir,  po- 
niendo pena  de  muerte  á  los  que  dellos  esto  no 
compliendo,  en  el  Reyno  se  hallasen.  Dado  pues 
'  el  pregón,  algunos  dellos  fueron  vueltos  christianoa^ 
y  otros  se  fueron  más  de  cient  mili,  sin  los  hijos  qae 
llevaban;  é  ansí  de  género  de  hombres  como  de 
mugeres  saliendo  destos  reinos,  vendiendo  las  ha- 
ciendas que  tenían,  é  llevando  consigo  los  dineros 
que  más  podían  haber  y  alaar,  salieron  el  dia  é  tér- 
mino que  por  sus  altezas  asignado  lee  habla  sido, 
teniendo  por  cierto  é  seyendo  de  verdad,  segund 
qne  por  sus  rabia  les  había  rido  dicho,  qne  la  mar  se 
lee  había  de  abrir  en  carreras,  como  había  hecho  á 
los  hijos  de  Israel  en  el  tiempo  del  Bey  Faraón.  E 
ya  que  á  la  mar  fueron  llegaos,  hicieron  sus  ora- 
ciones, y  mirando  que  la  mar  no  se  les  abría,  muchos 
dellos  se  volvieron  é  bautiaaron,  otros  desta  mesma 
generación  entrando  en  sus  naves  por  diversas  par- 
tes del  mundo  fueron  derramados  y  esparcidos,  y 
otros  de  los  mismos  robados  de  los  marineros  que 
los  pasaban.  E  habiendo  andado  diversos  reinos  é 
muchas  provincias,  é  padecido  diversas  injurias, 
despojados  de  todos  los  bienes  que  llevaron,  volvie- 
ron en  Espafia  á  se  tomar  en  christianos;  si  verda- 
dera ó  fingidamente  á  naestra  sancta  fé  se  convir- 
tieron, Dice,  esondriflador  de  los  coraaones,  es  el  que 
lo  sabe,  porque  muchos  de  ellos  se  hallaron  tornar 
á  las  cirimonias  de  la  vieja  ley  que  tenían,  é  confe- 
sando sus  pecados,  por  los  padres  ministros  de  la 
inqnisíoion,  pues  suficientes  testigos  manifestaban 
sus  ofensas  y  culpas^  fueron  quemados.  Alumbra- 
dos por  la  gracia  de  Dios  é  del  Espíritu  Sancto,  la 
generación  que  de  los  tales  dedende  bien  puede 
tener  conoscimiento  de  nuestra  verdadera  é  sancta 
fé  siendo  buenos  christianos,  aunque  áspera  é  dura 
cosa  parece  dexar  alguno  de  obrar  6  de  hacer  lo  que 
vio  á  sus  padres  ó  lo  que  continamente  es  acostum- 
brado. 

Había  allende  destos  otra  barbárica  gente  que 
la  secta  de  Mahoma  seguía,  los  quales  con  oficios 
serviles  que  tenían ,  moraban  en  el  reino,  mante- 
niéndose por  sus  trabajos,  negando  los  tales  ser 
Ohristo  Nuestro  Sefior  é  Salvador  Dios  verdadero;  y 
«unque  profeta,  naddo  de  virgen,  por  gracia  de 


Dios  engendrado,  los  tales  le  eonfesssen,  oonvefsa- 
ban  y  se  entremetían  entre  los  christianos  no  ha« 
ciendo  en  perjuicio  de  la  fe  ningún  escándalo,  pero 
seguían  la  secta  de  su  legislador  Mahoma;  y  como 
de  los  christianos  no  fuesen  opremidos  ni  sojnsga* 
dos,  no  habian  querido  deacar  la  mala  secta  y  opi- 
nión que  seguían;  mas  estos  ohristianisimcs  prínci- 
pes, deseando  que  en  su  reino  una  santa  fé  é  ana 
cathólíca  iglesia  se  honrase,  menospreciando  las 
rentas  que  dellos  á  su  oorona  real  se  aoreoentabaní 
mandaron  pregonar  públicamente  que  asimismo  to- 
dos los  moros  hasta  cierto  término  y  dia  sellalado  que 
se  les  puso,  6  que  saliesen  fuera  del  Reyno,  6  que  á 
la  f  é  de  nuestro  Sefior  se  convertiesen,  poniéndoles 
también  para  esto  pena  de  muerte  é  de  confiscación 
de  bienes.  Llegado  el  término  fueron  convertidos  á 
la  f  é  y  bautisados  todos  los  que  en  el  reino  estabaoi 
aunque  algunos  dellos  se  pesaron  en  África;  y  asá 
quedó  Espafia  limpia  de  tanta  y  tan  mala  genera- 
ción, todoe  vueltos  christianos.  Y  plega  á  Dice  que 
estos  nuevamente  á  la  fe  cathólíca  convertidos,  asi 
sirvan  á  Nuestro  Sefior  Jesa  Ohristo  con  el  oorason 
como  le  confiesan  por  la  boca,  y  qne  todoe  crean, 
confiesen  y  tengan  una  fé,  un  bautismo  y  ana  Igle- 
sia, fuera  de  la  qual  no  hay  ni  puede  haber  salud 
ni  salvación. 

Falleció  el  Príncipe  Don  Juan  en  la  ciudad  de 
Salamanca  y  en  Sanct  Francisco,  afio  de  míU  é  qoa- 
trodentos  y  noventa  é  siete.  Oasó  con  la  Princesa 
Dofia  Margarita,  y  quedó  prefiada  del  y  mal  parió. 
Fué  jurada  en  Toledo  por  princesa  de  CastíUa  la 
Reina  de  Portugal,  hija  primogénita,  y  el  Rey  do 
Portugal  como  su  marido.  El  Rey  é  la  Reina  Gathó- 
lícos  los  fueron  á  jurar  por  príncipes  de  Aragón  e|i 
Zaragoza,  y  allí  después  de  jurados,  falleoió  desta 
vida  la  Reina  Princesa,  y  allí  parió  un  hijo  que  fué 
jurado  por  principe  de  Castilla  en  las  Cortes  de 
Ocafia,  y  se  llamó  el  Príncipe  Don  MígueL 

Estando  el  Rey  é  la  Reina  Cathólicos  en  la  du- 
dad de  Granada,  llevó  Dios  para  sí  al  Príncipe  Don 
Miguel.  Después  desto  fueron  llamados  Príncipes 
de  Castilla  la  Infanta  Dofia  Juana  y  Don  Fejipe^ 
archiduques  de  Austria,  los  qualee  vinieron  á  Cas- 
tíUa é  fueron  jurados  por  príncipes  en  la  ciudad  de 
Toledo,  donde  hubo  muchas  fiestas  y  justaa,  y  de 
allí  fueron  á  Aragón,  y  el  Rey  Cathólioo  con  ellos, 
y  fueron  jurados  por  príncipes. 

GafUslo  de  lof  hijos  y  generielon  del  Rey  Don  Peniado  y 
Reina  Dofli  Uabel,  y  de  eoao  los  eauron,  y  lo  qse  deepa«s 

sBeedl4 

No  me  parece  que  seria  bueno  dexar  de  dedr  la 
generación  que  hubieron  estos  excelentísímos  Prin- 
cipes y  Reyes  durante  el  tiempo  del  matrimonio;  es 
á  saber:  qne  primeramente  hubieron  una  hija  lla- 
mada por  nombre  Dofia  Isabel,  de  vida  y  costum- 
bres excelentes  y  asazmente  adornada,  la  qual  fué 
casada  con  el  Príncipe  Don  Juan  de  Portugal,  hijo 
primogénito  del  Rey  Don  Alonso,  de  quien  arriba 
la  ooróníoa  habla;  y  así  hecho  este  casamiento,  por 
lo  que  convenia  á  la  paa  y  servicio  destos  reyes  y 


DON  FEBNAHDO 

do  iQ0  reinoÉ,  eite  Principe  Don  Jnaa  pocos  días 
pasados  despnes  de  se  haber  casado,  oorriendo  un 
caballo  fné  mnerto,  quedando  la  dicha  Dofia  Isabel 
▼inda  é  virgen;  la  qnal  después  de  machos  afios  in* 
dacida  más  por  el  mandamiento  destos  Reyes  sng 
padres,  que  por  determinada  gana  ni  Toluntad  de 
se  casar  ni  de  reynar,  fué  matrimonialmente  y  por 
legitima  muger  otorgada  á  Don  Manuel,  B^  de 
Portugal,  del  qual  hubo  un  hijo  llamado  Don  Mi- 
guel, de  cuyo  parto  esta  Beyna  Princesa  Dofia  Isa- 
bel su  madre  murió,  y  asimismo  dentro  en  dos  afios 
este  Prindpe  de  Oastilla  y  de  Portugal,  Don  Miguel, 
murió.  Hubieron  más  estos  Beyes  otro  hijo,  que  fué 
llamado  Don  Juan,  que  era  Príncipe  de  Asturias  y 
de  Qirona.  Este  Principe  Don  Juan  sucedió  en  estos 
reinos  de  Castilla  é  de  Aragón.  Bra  varen  do  muy 
excelentes  costumbres,  siguiendo  y  sefialando  las 
mismas  pisadas  de  sos  padres.  Casó  con  Dofia  Mar- 
garita, hija  del  Bey  de  Bomanos,  y  en  el  primer  afio 
que  fué  casado,  murió  en  Salamanca.  Llamóle  Dios 
para  su  Beino  por  las  maldades  y  pecados  deste 
pueblo  en  Espafia,  Dio  su  muerte  el  mayor  dolor^ 
pérdida,  tribulación  y  desventura  que  jamas  dio 
muerte  de  Príncipe,  y  con  gran  razón.  Dexó  prefia- 
da  á  su  legítima  muger  la  Princesa  Dofia  Margarita, 
la  qual  movió  antes  que  el  convenible  tiempo  de  su 
parto  llegase.  Sucesivamente  hubieron  estos  Beyes 
otra  hija  llamada  Dofia  Juana.  Esta  fué  casada  con 
Don  Phelipe,  archiduque  de  Flandes,  liijo  primogé- 
nito del  sobredicho  Bey  de  Bomanoe,  é  murió  en 
este  mesmo  tiempo  el  Príncipe  Don  Miguel  que  era 
Príncipe  de  Castilla  por  la  Boina  de  Portugal  Dofia 
Isabel,  BU  madre.  Por  la  muerte  deste  Príncipe  nifio, 
la  Archiduquesa  Dofia  Juana  fué  Princesa  de  Cas- 
tilla, cómo  subcesora  é  hija  primogénita  destos  Bey 
é  Beina,  y  el  Archiduque  Don  Phelipe  Príncipe  como 
su  marido;  á  causa  de  lo  qual  Don  Felipe  y  Dofia 
Juana  vinieron  de  Flandes,  pasando  en  Espafia  en 
la  ciudad  de  Toledo,  que  es  en  el  Beyno  de  Castilla, 
y  en  la  ciudad  de  Zaragoza  fueren  jurados  por  prín- 
cipes dentrambos  Beynos.  Hubieron  más  el  exce- 
lentíssimo  Bey  Don  Fernando  é  la  sereníssima  Bey- 
na Dofia  Isabel  otra  hija,  por  nombre  llamada  Dofia 
María,  que  por  dispensación  del  Papa  fué  casada 
oon  el  dicho  Don  Manuel,  Bey  de  Portugal.  Hubie- 
ron más  otra  hija  llamada  Dofia  Catalina,  que  fué 
casada  oon  Artos,  Príncipe  de  Galles,  hijo  primogé- 
nito del  Bey  do  Inglaterra,  los  quales  fueron  pues- 
tos en  estado  real  con  mucho  gozo  que  hubieron 
estos  reyes  sus  padres,  aunque  por  verlos  de  sí  au- 
sentes tristeza  alguna  tuviesen. 

Capftolo  de  li  g serra  y  dlseordla  qse  habo  con  el  Rey  de  Frtn* 
ela  lobre  el  Reino  de  Ñipóles,  é  lo  qne  deepnes  lobrevlno  y 
acontedó. 

En  el  afio  del  nasdmiento  de  Nuestro  Salvador 
Jesu  Christo  de  mili  é  quatrodentos  é  noventa  é 
cinco  afios,  reinando  en  Espafia  los  serenissimos 
Beyes  Don  Femando  é  Dofia  Isabel ,  el  Bey  Don 
Carlos,  Bey  de  Francia,  afirmando  é diciendo  que 
el  reyno  de  Ñápeles  á  su  corona  pertenecía ,  con 


á  BtíSÁ  ISABEL.  S21 

grand  exercito  y  orgullosa  salida  de  mnoha  sober-' 
bia  fué  contra  el  Bey  de  Ñápeles,  Don  Fadrique,  y 
le  tomó  su  reino,  y  después  desto  este  dicho  Bey 
de  Francia  entró  en  Boma,  y  ayuntándose  ciertos 
cardenales,  tomó  por  fuersa  de  armas  á  Ostia,  que 
está  colocada  en  la  ribera  del  río  Tibor ;  y  haciendo 
asimismo  muchas  muertes  y  robos,  pasó  en  el  Bey- 
no  de  Ñápeles ,  y  con  mucha  dificultad  le  ocupó  é 
le  tomó,  é  de  allí  deliberó  de  pasar  á  la  ínsula  de 
Sicilia,  que  era  del  Serenisimo  Bey  Don  Femando, 
queriéndola  conquistar  y  tomar ;  por  lo  qual  entre  los 
espafioles  y  franceses  hubo  grande  discordia  y  ene- 
mistad, asi  por  mar  como  por  tierra,  y  á  esta  causa 
fué  embiado  Oonzalo  Hemandes  de  Córdoba,  beli- 
coso caballero,  hombre  muy  esperto  en  las  cosas 
y  exeroicio  de  la  guerra.  Este  Qonsalo  Femandes 
es  hoy  Marqués  de  Terranova  intitulado,  y  este 
noble  varón  oon  algún  número  de  caballeros  é  gen<^ ' 
tes  de  pié  pasó  á  resistir  al  Bey  de  Francia  la  en- 
trada de  Sicilia,  é  para  que  diese  ayuda  al  rey  Fe- 
derico de  Ñapóles,  por  donde  me  paresce  que  el 
nombre  de  los  numidas,  que  como  escribe  Salustio, 
fué  en  Espafia  renovado,  con  tunta  mayor  gloria 
debe  ser  ensalsado  en  Italia  y  Sicilia  y  en  todo  el 
mundo,  por  los  memorables  fechos  deste  estremado 
y  excelente  caballero. 

Fné  estonces  el  Bey  Don  Femando  á  la  ciudad 
de  Qirona,  que  es  en  el  Principado  de  Catalufia ,  y 
ordenó  su  hueste  contra  el  Bey  de  Francia,  movido 
con  ánimo  de  le  destruir  en  su  reino.  Entre  estas 
turbaciones  que  á  la  sazón  sobrevinieron ,  fué  de- 
nunciado á  la  Beyna  Dofia  Isabel  como  muchos 
franceses,  parte  dellos  armados,  parto  dellos  sin  ar- 
mas, entraron  en  Castilla  so  color  de  ir  en  romeria 
de  Sanctiago  ;  los  quales  eran  tantos,  qne  si  de  ma- 
no de  Dios  no  fuera  proveido,  como  de  ladrones  de 
casa  el  reino  fuera  é  padesoiera  grand  detrimento 
é  mucho  dapno.  Entonces  la  serenisima  Beina,  con 
el  amor  y  celo  que  á  su  Beino  tenia,  mandó  llamar 
algunos  que  en  su  Consejo  residian,  diciendo  su 
Majestad  dos  estremos :  que  quitar  la  entrada  á  los 
franceses,  le  era  grande  cargo  de  conciencia  por  no 
quitar  la  visitación  y  romeria  de  Sanctiago  á  los  es- 
trangeros,  que  en  tal  romeria  grandes  indulgencias  y 
muchos  perdones  con  peregrinación  ganaban ;  por 
otra  consideración  decia  parecerle  que  si  tal  entra- 
da á  los  franceses  se  diese,  questo  seria  en  mucho 
detrimento  é  dapno  de  su  mismo  Beyno,  porque  no 
puede  ser  mas  malvada  cosa  que  el  familiar  enemi- 
go ;  y  puesta  en  esta  congoxa  y  perplexidad  la 
Beyna,  mandó  á  algunos  de  su  Consejo  que  todas 
estas  cosas  de  su  parte  dijesen  al  Arzobispo  de  To- 
ledo, su  confesor  y  consiliario ,  hombre  de  buena 
vida  y  loable  fama,  y  lo  mismo  mandó  decir  á  Don 
Alvaro  de  Portugal,  varen  de  grande  linage,  docta- 
do  de  mucha  prudencia  y  Presidente  del  su  Conse- 
jo Beal ;  á  los  quales  por  el  mandamiento  real  estas 
cosas  fueron  dichas ;  á  cuyo  parecer  y  determina- 
ción fué  respondido  que  la  entrada  de  los  franceses 
se  debía  estorbar ;  la  qual  respuesta,  después  qne 
fué  por  la  Beina  y  Sefiora  oida,  tomó  á  decir  que 


02a 


OBÓNIOAB  DB  LOS  BSTB8  DB  OASTILLA. 


no  era  MI  pweoer  ni  qaerU  perturbar  la  entrada  á 

loafranoeiea,  que  más  qneria  atreTerte  á  oaer  en 
manos  de  kw  enemigoB,  qae  no  qaitar  la  Tiaitaolon 

«  del  apóstol  8anctiag0|  patrón  de  sus  reinos  Despa- 
fia ;  y  siguiendo  su  alteza  las  pisadas  del  Bey  é  Pro- 
pheta  David,  quiso  más  caer  en  las  manos  de  Dios, 
qpe  no  temer  el  poderlo  de  los  hombres,  y  asi  no 
fué  negada  la  entrada  de  su  romería  á  los  franceses. 
Tomando  nuestra  coronice  á  decir  lo  que  este  ca- 
ballero Qonzalo  Fernandez  hizo  en  el  camino  que 
llcTÓ  á  Ñapóles,  es  de  saber,  que  hizo  al  Bey  de 
Francia  por  fuerza  de  armas  Tolver  á  su  tierra  y 
desocupar  el  reino  de  Ñápeles  que  tenia  tomado ; 
y  este  rey  Garlos  de  Francia,  después  que  de  Nápo- 

>  les  fué  echado,  en  los  Alpes  fué  mal  recibido  de 
cierta  gente  de  guerra  que  en  aquella  tierra  estaba, 
á  tanto  fué  perseguido  destos,  que  apenas  pudo  sal- 
var la  yida  de  sus  manos.  Murió  después  este  Rey 
Garlos,  é  sucedió  en  el  Beino  el  Duque  de  ürliens, 
llamado  Ludoyico,  el  qual  con  favor  y  ayuda  del 
Rey  Don  Garlos  á  Ñapóles  habia  pasado,  y  algún 
tiempo  después  acaeció  que  este  rey  ajuntó  gran 
gente,  y  no  con  menos  soberbia  que  el  Bey  Garlos 
antepasado ,  la  envió  en  prosecución  del  reino  de 
Ñápeles,  diciendo  pertenecerle,  en  pocos  dias  ocu- 
pando la  mayor  parte  del  Reino ;  por  la  qual  otra 
segunda  vez  tomó  el  Duque  de  Terranova,  hoy  lla- 
mado grand  capitán,  en  Ñapóles  oon  gran  flota ,  é 
igualando  sus  hechos  con  Julio  Gesar  y  Aníbal, 
en  poco  tiempo  recobró  por  fuerza  de  armas  y  ocu- 
pó todo  el  Reioo  de  Ñápeles,  que  el  Rey  de  Francia 
tenia  usurpado,  é  le  puso  so  la  subjeoion  del  Rey 
Don  Femando  y  la  Reina  Dofia  Isabel,  después  de 
haber  muerto  en  ciertas  batallas  que  hubo  más  de 
veinte  mili  franceses,  y  otros  muchos  que  en  Fran- 
cia despojados  volvieron.  Doliéndose  dello  el  Rey  de 
Francia,  tomó  á  embiar  otro  ezeroito  de  guerra  no 
menor  que  el  primero  para  cercar  Salsas,  fortaleza 
muy  singular,  que  está  sitiada  en  las  postreras  par- 
tes é  términos  Despafia ;  y  estos  franceses  pusieron 
su  Real  y  la  cercaron  muy  fuerte  por  ganarla.  Loe 
que  estaban  en  la  fortaleza  defendiéronse  muy  fuer- 
temente matando  muchos  de  los  franceses  que  en 
el  Real,  estaban.  Estonces  el  Rey  Don  Femando,  que 
en  Barcelona  se  halló  con  gran  gente ,  que  la  Sere- 
niasima  Reina  Dofia  Isabel  su  muger  de  Segovia  le 
embió,  fué  contra  los  franceses,  los  quales  oyendo 
como  el  Rey  con  sus  gentes  contra  ellos  iba,  alza- 
ron el  cerco  é  Real  que  sobre  Salsas  tenían  puesto, 
y  dieron  á  huir ,  siguiéndolos  el  Rey  oon  su  gente 
de  guerra,  y  fué  en  su  alcance  hasta  dentro  de  Frau- 
da, quemando  y  destruyendo  todos  los  lugares  que 
en  el  camino  estaban,  salvando  las  vidss  de  los 
hombres,  pues  por  misericordia  su  alteza  movido, 
mandó  que  á  ningún  francés  sos  gentes  matasen  ; 
y  desta  manera  contra  la  voluntad  del  rey  de  Fran- 
cia se  ganó  el  Reyno  de  Ñápeles,  el  qual  por  derecho 
al  Rey  Don  Femando  pertenecía.  Esto  acabado,  el 
Rey  Don  Femando  se  vino  á  la  villa  de  Medina  del 
Gampo,  donde  estaba  la  Reina  Dofia  Isabel,  que  avia 
allí  venido  4  ver  á  la  Princesa  Dofia  Juana,  su  hija, 


pues  el  Príncipe  Don  Felipe  era  ido  á  Flandes;  y  el 
Papa  por  su  bula  plomada  declaró  que  en  el  dicho 
Beino  de  Ñápeles  no  sucediese  sino  fijo  ó  fija  que 
naciese  dentrambos  cuerpos  del  Bey  Don  Femando 
y  la  Beina  Dofia  Isabel,  y  los  deoendientes  dellos. 

Capitsle  áe  lu  insáts  «iMlasalu  <e  U  lUlsa  Doit  InM. 

No  pasemos  en  silencio  tantas  excelencias  como 
esta  Beina  tuvo :  tractemos  de  algunas  dallas,  pues 
que  la  natura  no  crió  otra  semejable  que  en  su  rei- 
no asi  gobernase ;  que  si  en  la  antigfiedad  se  alabó 
á  Semiramis,  ó  á  las  Amazonas,  ó  á  algunas  otras 
hembras  por  fechos  claros  que  hiciesen  ó  por  gran- 
deza ó  hermosura  que  tuviesen ,  todas  estas,  si  algu- 
nas gracias  tuvieron,  con  algunas  mancillas  las  en- 
suciaron ;  mas  esta  excelentísima  Beina  Dofia  Isa- 
bel desde  el  día  de  su  nacimiento  fasta  el  dia  de  su 
muerte  se  halló  siempre  no  menos  fuerte  que  cons- 
tante y  magnánima  haber  sobrepujado  á  las  que 
arriba  habernos  dicho.  Vivió  tan  sobre  bondad  com- 
puesta, que  nunca  demasiada  palabra  alguna  se  ha- 
lla haberle  oído  que  dixeee.  Fué  castísima  muger, 
llena  de  toda  honestidad,  enemicisima  do  palabras 
ni  muestras  deshonestas;  nunca  se  vio  en  su  perso- 
na cosa  incompuesta ;  nunca  se  halló  en  sus  obras 
cosa  mal  hecha,  ni  en  sus  palabras  palabra  mal  di- 
cha. Por  cierto  debe  creerse  en  sus  pensamientos 
muy  sanctos  é  justos ;  que  aunque  muger,  y  por  eso 
de  came  flaca,  era  alumbrada  de  dones  y  de  gracia 
espiritual.  Fué  fiel  amiga,  subjeota  oara  y  carísi- 
ma de  sus  amigos,  favorescedora  de  las  mugares 
bien  casadas,  y  de  lo  contrario  muy  enemiga,  ca- 
thólíoa  y  chrístianisima  devota ,  fedelisima  á  Dios, 
madre  muy  piadosa  á  sus  subdiotos,  reina  muy  justa 
á  sus  vasallos ,  dada  á  contemplación  y  dedicada  á 
Dios:  ocupábase  en  los  ofidos  divinos  muy  con- 
tinuamente ¡  ni  por  eso  dexaba  la  gobernación  hu- 
mana. Era  religiosa  y  devota  á  todas  las  religiones ; 
tenia  grand  caridad,  suma  pradenda,  grandinmo 
favor  de  justicia,  mucha  modestia,  grand  honesti- 
dad y  estudio  de  vida  apartada :  era  exemplar  de 
buenas  é  loables  costumbres,  magnánima,  liberalí- 
stma  en  mandas  y  dones  repartidos  por  todo  el  mun- 
do. A  los  embaxadores  que  venian  de  otros  prínci- 
pes y  á  sus  servidores  é  criados  muy  gracta ;  á  to- 
dos los  suplicantes  y  negociadores  de  sus  reinos 
muy  apadble.  Descargó  en  su  vida  y  en  dias  do 
salud  y  alegría  grandes  sumas  de  quentos  de  dine- 
ros de  sus  descargos,  deudas  é  promesas  y  obliga- 
dones  que  dende  lU  tierna  edad  era  obligada,  y 
también  descargó  las  condenoias  de  sus  progenito- 
res. Su  mansedumbre  fué  admirable  ;  su  magostad 
la  mayor  que  jamas  fué  vista;  su  misericordia  so- 
bre todo  loor ;  mas  aunque  asi  usaba  de  piedad,  no 
olvidaba  el  ceptro  de  la  justioia.  Todas  estas  virtu- 
des tenia  esta  Reina ,  de  tal  manera  asi  allegadas, 
que  siguiendo  la  doctrina  de  Sant  Gregorio,  en  to- 
das las  cosas  que  duda  tenían,  más  á  misericordia 
que  á  rigurosa  justicia  se  indinaba,  é  por  esperíen- 
da  de  sos  obras  asi  lo  demostraba  dando  grandes 
limosnas  que  á  todas  las  órdenes  mendicantes,  per- 


DON  rBRNANDO 
sonaa  in«ne0t«roMUi  é  pobies  neoeutados  largnísi- 
mamente  repartía ;  á  doncellas  huérfanas  doctaba,  y 
á  otras  oon  grandes  doctos  las  oasaba.  Al  sepulcro 
sanoto  de  Jerosalem  oon  grandes  limosnas  é  devoto 
ánimo  de  corasen  Tisitaba,  pues  que  por  la  flaqueía 
nugeril  é  por  la  dinidad  real  oon  loe  pies  corpora- 
les no  pedia.  Fué  esta  tan  exoelentisima  Beina,  que 
ni  después  que  Boma  fué  fundada ,  ni  tampoco  des- 
que Eispafta  fué  poblada,  rey,  príncipe,  ni  empera- 
dor, ni  otra  excelentíssima  muger  que  reinos  go- 
bernase, ninguna  hubo  á  quien  con  goBO  maravi- 
lloso esta  Beina  no  sobrepujase,  y  todos  los  pasa- 
dos que  por  seguimiento  de  sus  virtudes  se  puedan 
en  ausencia  alabar,  todas  en  presencia  desta  Beina 
é  Sefiora  oon  la  mucha  grandesa  de  sus  obras  é  an 
comparación  se  debrian  callar;  é  segund  dice  la 
Sacra  Esoriptura,  ninguno  en  su  voluntad  deba  ser 
loado.  Oosa  digna  de  publicar  é  manifiesto  es  que 
el  poderoso  Bey  Don  Femando  asi  es  doctado  é 
compuesto  de  todas  aquellas  excelentes  virtudes 
que  desta  christianidma  Beina  á  hablar  comensa- 
mos,  y  faltarla  ingenio  para  haberlas  de  contar. 
Fueron  Bey  é  Beina  juntos  por  Dios  escogidos,  por 
el  ayuntados,  que  juntamente  asi  ayuntados  reina- 
ron é  gobernaron  treinta  afios ,  y  aunque  en  cuerpos 
dos,  en  voluntad  é  unión  eran  uno  solo.  Firmaban 
las  cartas  é  provisiones  juntamente  el  uno  y  el  otro. 
Ifirtos  Beyes  de  templos  y  casas  de  Dios  constitu- 
yeron obras  innumerables,  y  hasafias  tantas  hicie- 
ron, que  para  mas  verdaderamente  hablar  no  se  po- 
dían escribir  mas  brebemente. 

Gaf  Ítalo  ia  la  Sa  é  Biarta  ieita  eieelestlslma  Relsa  Dota 

laabel. 

Sobrevino  recia  enfermedad  corporal  á  la  Beina 
Dofta  Isabel ;  é  opremidas  é  agravadas  las  feme- 
ninas fuerzas  de  la  dhristianisima  Beina ,  estuvo 
por  espado  de  dent  dias  continuos  de  grand  enfer- 
medad fatigada;  é  como  en  la  Iglesia  de  Dios  por 
su  salud  muchas  oradones,  ayunos  é  sacrificios  fe- 
chos fuesen,  é  por  su  juido  oculto  poco  aprovecha- 
sen, viendo  la  ezoelentirima  que  d  tiempo  que  á 
su  vida  estaba  por  Dios  determinado  se  acercaba, 
mandtf  que  de  rogará  Dios  por  su  salud  corporal 
los  ededasticos  cesasen ,  é  fuesen  por  la  sdud  es- 
piritual, y  que  los  sacramentos  ecledastíoos  traídos 
le  fuesen.  Bra  tanta  la  honestidad  é  tan  grande  la 
observanda  de  su  pudioida,  que  al  tiempo  que  la 
estremaundon  le  fué  dada  j  ningún  miembro  suyo 
quiso  que  fuese  visto,  sino  de  solo  d  sacerdote,  y  no 
de'ningun  criado  ni  criada  de  su  Beal  casa.  Hizo  tes- 
tamento tan  ordenado  y  maravilloso,  que  cad  di- 
vino se  puede  decir ;  la  gobernación  destos  sus  Bei- 
nos  que  dexaba,  á  su  marido  el  Bey  Don  Femando 
encomendó,  encargándole  y  pidiéndole  que  las  ren- 
tas de  su  corona  real  no  enagenase ;  y  acabó  sus 
dias  la  excelentísima  Beina  Doña  Isabel,  honra 
de  las  Espallas,  espejo  de  las  mugeres,  en  la  villa 
de  Medina  dd  Oampo  á  veinte  é  seis  dias  del  mes 
de  Noviembre,  afto  del  Señor  de  mili  é  quinientos  é 
cuatro  años»  entrevias  onceédoce  dd  dia|  más  cer- 


A  DOfiA  ISABEL.  103 

ca  de  Us  doce  horas ;  oon  la  qual  muerte' todo  el  go- 
10  que  España  tenia  peredó.  Fué  después  tomado 
su  cuerpo  por  dgunos  perlados  é  grandes  dd  Bd- 
no,  é  puesto  en  d  Beal  Pelado  en  d  hábito  del  Se- 
ñor Sanct  Francisco ;  en  el  siguiente  dia  fué  lleva- 
do á  enterrar  al  reino  é  dudad  de  Granada,  d  qual 
Beyno  sus  alteaas  habian  ganado  con  mucho  tra« 
bajo.  Fué  por  el  camino  de  mucha  gente  acompa- 
ñada: enterráronla  humilmente,  sin  pompa  algu- 
na, como  por  su  testamento  antes  que  muriese  ha- 
bía mandado  hacer.  Desta  Bdna,  condderada  la  fé, 
vida,  é  religión  é  fin ,  no  sería  temeridad  afirmar 
que  está  en  el  cielo :  á  lo  menos  que  purgadas  algu- 
nas culpas  de  sus  peccados,  pues  como  dice  el  Após- 
tol, no  hay  justo  ni  quien  pueda  decir  que  está  dn 
pecado,  en  breve  será  colocada  en  la  celestial  glo- 
ria oon  los  Santos,  dexando  reino  temporal  para  al- 
canzar gloria  para  siempre  jamas. 

Gapltalo  COMO  despees  de  la  Moerte  de  la  Helna  Dofta  Isabel»  la 
Priaeesa  Dofta  Jaaaa,  so  legitima  heredera,  taé  abada  por 
Relaa  y  Seflora  destos  Rolóos  de  Castilla  y  Leoo. 

Siendo  huérfana  España  de  su  Beina  é  Sefiorai 
segund  que  ya  arriba  habds  oido,  comenzaron  á 
temerse  las  guerras  é  males  antiguos  que  en  d  tiem- 
po de  su  vida  adormidas  estaban;  mas  nuestro  Se- 
ñor Dios  aviendo  misericordia  Despafia,  quiso  vol- 
ver toda  esta  tristeza  en  placer,  porque  en  este  dia 
que  la  Bdna  murió,  d  Bey  Don  Femando  oon  gran- 
des lágrimas  salió  de  Pdacio  oon  muchedumbre  de 
grandes  destos  Beinos,  é  subió  en  un  cadahalsoy 
guardando  las  oirimonias  que  este  tal  caso  reque- 
ría, y  hizo  levantar  pendones  por  la  Bdna  Doña 
Juana,  su  hija,  que  era  casada,  como  arríba  dixi- 
mos,  oon  d  Principe  Don  Phelipe^  con  trompetas  y 
rey  de  armas ;  é  teniendo  un  pendón  real  d  Duque 
de  Alba  en  sus  manos,  dixieron  QuHUa^  OatHUaf 
CoMla^  por  ¡a  Reina  Doña  Jwma  nue$ira  Smora. 
La  Beina  Doña  Isabd  de  gloriosa  memoria  en  su 
testamento  dexó  por  gobernador  destos  Bdnos  al 
poderoso  y  excelente  Bey  Don  Femando,  en  ausen- 
da  de  la  Beina  Doña  Juana  su  hija,  no  viniendo  á 
estos  Beinos  porque  estaba  en  Flandes ;  é  veniendo 
la  Beina,  é  no  queriendo  ó  no  pudiendo  gobernar, 
que  el  Bey  Don  Femando  gobernase.  Esta  clausu- 
la fué  loida  é  publicada  ddante  gran  número  de 
gentes,  y  and  quedó  por  gobemador  destos  Beinos. 
y  los  mantuvo  en  tanta  justicia,  paz  é  sodego 
quanto  estaban  en  d  tiempo  que  la  Bdna  vivia.  Du- 
ró la  gobernadon  del  Bey  por  espado  de  año  é  me- 
dio. En  este  tiempo  hubo  dertas  diferencias  y  con- 
tiendas entre  el  Bey  Don  Femando  y  d  rey  Don 
Phelipe  su  hiemo ;  é  fué  td  adento  hecho  é  dada 
esta  concordia  con  los  embaxadores  que  entre  estos 
Beyes  entendian :  que  ambos  juntamente  rdnasen, 
poniendo  á  esto  dertas  capituladones  las  qudes  de 
guardar  y  mantener  ad  d  Bey  Don  Femando  como 
d  embaxador  del  Bey  Don  Phelipe^  que  en  Castilla 
eetaba,  oon  sus  propias  manos  juraron.  Dende  á 
poco  tiempo,  pasando  el  Bey  Don  Phelipe  y  la  Beina 
Doña  Juana  con  gran  flota  que  traían ,  entraron  en 


524 


OBÓKIGAS  DB  LOS  BETB3  DE  CASTILLA. 


Espafia  en  el  m6i  de  Abril,  afio  áeü  Sefior  de  mili  é 
qoinientoeé  Beiaafioa.  Aportaron  al  Reino  de  Oalioia 
en  la  ciudad  de  la  Oomfia  á  oayo  recibimiento  sa- 
lieron machos  grandes  del  Reino,  é  algunos  afirma- 
ron que  por  indaoimiento  é  consejo  de  algunos  de- 
llos  fueron  deshechas  y  rompidas  todas  las  capitu- 
laciones que  entro  estos  Reyes  antes  juradas  é 
puestas  estaban ;  y  el  Rey  Don  Fhelipe  con  grand 
compafiia  de  gente  armada  que  consigo  traía,  salió 
del  Reino  de  Galicia  entrando  en  Oastilla.  £1  Rey 
Don  Femando  le  salió  á  recibir  pacificamente  á 
dies  é  nueve  días  del  mes  de  Junio  del  dicho  afio, 
y  viéronse  estos  Reyes  ambos  juntos  cabe  la  aldea 
de  Remesa ,  estando  muy  pocos  presentes,  y  mu- 
chos de  lezos  mirando  la  habla  que  estos  Reyes  tu- 
Tieron.  Después  do  haber  hablado ,  pareció  comun- 
mente ser  visto  á  todos  que  la  fina  reverencia  por 
el  Don  Phelipe  acerca  de  su  padre  como  convenía 
no  serle  guardada.  En  este  tiempo  el  Rey  Don  Fer- 
nando, mas  forzado  dé  voluntad  que  con  ella,  salió 
destos  Rdnos  de  Oastilla,  y  se  partió  para  sus  rei- 
nos de  Aragón ,  y  dende  alli  con  grande  armada 
pasó  al  Reino  de  Ñápeles. 

Capftilo  COBO  el  R«j  Dos  Pbellpe  é  It  Reyat  Dofia  istia  entrt- 
ros  es  el  Heleo  de  CasUUi ,  y  de  lu  eosdldoses  deete  Rey 
Doo  Phelipe,  é  de  si  As  y  Mierte. 

Luego  que  el  Rey  Don  Felipe  y  la  Reyna  Doña 
Juana  entraron  en  Castilla  y  pacíficamente  la  pose- 
yeron, dicha  Dofia  Juana,  como  fuese  Reina  é  Sefiora 
destos  Reinos,  no  la  veían  sus  subditos  é  naturales,  é 
por  esta,  causa  les  parecía  que  debía  por  el  Rey  ser 
detenida  á  manera  de  encarcelada,  porque  estando 
en  poder  del  Rey  Don  Phelipe,  ni  gobernaba,  ni 
tampoco  parecía,  é  si  esto  por  su  voluntad  ó  constre- 
fiida  por  el  Rey  Don  Phelipe  así  se  hacia,  en  este 
tiempo  á  saber  no  lo  alcanzaron  sino  pocos.  Después 
deato  fueron  ayantados  los  procuradores  de  Cortes 
en  la  villa  de  Yalladolid,  donde  juraron  á  la  Reina 
nuestra  Sefiora  por  Reina  é  Sefiora  natural  destos 
Reinos,  y  al  Rey  Don  Phelipe  como  á  Rey  é  Sefior, 
como  á  su  legítimo  marido,  y  después  de  los  días 
de  la  Reina  Dofia  Juana  al  ilustríssimo  Príncipe 
Don  Carlos,  su  primogénito  heredero  hijo,  que  ago- 
ra nuestro  Príncipe  es.  El  Rey  Don  PheUpe,  solo 
contradioiéndole  alguno  del  Reino,  estos  reinos  go- 
bernaba; y  este  Rey  Don  Phelipe  careciendo  de  la 
osperienoia  y  consejo  que  para  regir  ó  gobernar 
con  venia,  de  buena  gana  daba  á  todos  los  grandes 
todo  lo  que  de  la  real  Corona  pedido  le  era,  é  por 
consejo  de  algunos  sus  consejeros  dio  algunas  cosas 
que  el  Rey  Don  Femando  y  Reina  Dofia  Isabel  sos 
padres  con  grande  vigilancia  habían  cobrado.  Otros 
grandes  destos  Reinos,  viendo  esto  murmuraban,  é 
Iss  comunidades  destos  Reinoe  las  gentes  estra- 
fias  que  el  Rey  Don  Felipe  consigo  había  traído, 
aborrecían;  y  como  los  tales  estrangeros  fuesen 
dados  á  demasiado  comer  y  beber  mucho,  desórde- 
nes y  delictoB  oometian,  é  comenzó  la  justicia  algo 
á  enflaquecer  y  caducar.  Era  este  Rey  Don  Felipe 
mancebo,  y  de  muy  buen  cuerpo  y  de  muy  hermosa 


cara,  y  de  liberal  y  gentil  dlspusidon.  Era  blando 
á  todos,  y  apacible  y  mucho  noble,  mis  que  ningu* 
no  deseador  de  justicia,  muy  aparejado  para  todas 
virtudes.  Era  asimismo  dado  á  los  juegos,  y  holga- 
ba de  fablas  y  tractar  con  mugeres;  no  le  parecía 
cosa  mejor  que  los  gentiles  gestos  de  mugeres.  Co- 
mía é  dormia  bien;  reinó  por  espacio  de  quatro  me- 
ses; llegó  á  la  dudad  de  Burgos  donde  adoleaoió,  y 
dentro  de  sois  dias,  de  su  enfermedad  opreso  mu- 
rió, á  veinte  é  cinco  dias  del  mes  de  Septiembre,  afio 
de  mili  é  quinientos  é  seis  afios.  Muchos  decían  que 
esta  muerte  deste  Rey  á  este  Reino  habia  sobreve- 
nido por  juicio  de  Dios,  por  la  desobedienda  que 
este  Rey  tuvo  al  Rey  Don  Femando  su  padre;  otros 
afimaban  que  con  mal  regimiento  deste  siglo  al 
otro  habia  pasado.  Dezémoslo  al  juicio  de  Dios  ea 
cuya  mano  ó  determinación  está  todo. 

Cepftilo  COBO  desvies  de  U  Mierle  detle  Rey  Dea  FeliH  M 
el  Heiie  per  los  del  Real  Coisejo  goberiedo,  é  lo  ^le  teaet* 
eió;  é  cono  el  Rey  Dei  Penaido  fué  ei  CislUla  á  gobenar 
el  Relio  COMO  aitea  hada. 

Quedando  la  Reina  Dofia  Juana  viuda  ó  prefiada, 
la  qual  así  por  d  dolor  que  sintió  en  la  muerte  de 
BU  marido,  á  quien  mucho  amaba  é  quería,  como 
por  la  poca  esperíencía  que  en  gobemar  reinos 
tenía,  é  como  qnidese  no  entender  en  la  gobemadon 
destos  sus  reinos,  gobemóse  el  Rdno  por  las  perso- 
nas que  estonces  en  el  su  real  Consejo  estaban.  Dí- 
cose  en  Iss  historias  romanas  que  Rómulo,  el  primer 
fundador  de  Roma,  después  que  credo  en  el  Sefiorío 
escogió  cient  varones  para  su  consejo,  los  quales  lla- 
mó Senadores.  Este  de  un  rayo  ó  trueno  desapareció; 
los  Senadores  que  antes  habia  tomado  gobernaron 
esperando  si  volvería.  Estos  fueron  afio  y  medio 
por  esta  causa  tenidos  en  gran  predo  é  mucha  repu- 
tación ;  mas,  los  Despafia  que  por  diea  meses  y  más 
solos  gobernaron  estos  Reinos,  dendo  maltraotados 
de  algunos  grandes  del  Reino,  no  por  ser  personas 
que  en  d  Consejo  Real  preddian,  mías  aun  oomo 
privadas,  eran  extremados  en  el  trabajo  é  sudor  que 
tenían,  y  grande  su  vigilancia,  y  el  ouidado  muy 
mayor.  Eran  estos  varones  dootados  de  denoiá,  y 
algunos  dellos  de  aprobado  linaje,  y  todos  de  cos- 
tumbres leales  como  convenían ;  eran  por  número 
diez  ú  once,  muy  pocos  en  comparación  de  los  que 
leímos  en  d  capítulo  octavo  de  los  Maoabeos,  que 
hacían  consejo  trecientos  ó  veinte  varones  cada  dia 
para  gobemar  las  cosas  públicas.  Estos  del  Consejo 
Red  no  son  menos  de  loar  que  aqudlos  que  arriba 
diximos,  por  los  grandes  trabajos  que  pasaron ,  en- 
tendiendo con  sudor  continuo  en  aplacar  tantas 
desobediencias  ó  mddades  como  en  estos  Reinos 
habían  nacido.  La  Reina  Dofia  Juana  envió  á  su- 
plicar  al  Rey  Don  Femando,  su  padre,  que  viniese 
á  entender  en  la  gobemadon  deotos  Reinos,  y  man* 
dó  al  Doctor  Oropesa  y  al  Licenciado  Muxica  y 
d  Doctor  Carbajal  y  d  Licendado  Polanco,  todos 
quatro  de  su  Consejo,  que  le  escribiesen ;  y  ad  esta 
embazada  fué  embiada  d  Reino  de  Ñápeles  donde 
estaba,  y  porque  el  Rey  estaba  ocupado  en  los  ne- 


t)ON  FEttNANbti  i  DOSi  ISABEL. 


Sitfi 


i-k 


gocio0  de  aquél  KdnO|  no  pudo  luego  embaroane 
para  pasar  á  Oastilla ,  mas  ombió  á  decir  que  aque- 
llo acabado,  8a .  Alteaa  entendía  Vendría  á  aceptar 
la  gobernación  deetos  Reinos ;  y  así  fué  que  deepaee 
se  embarcó  á  qnatro  días  del  mes  de  Jonio,  afio  del 
Beftor  de  mili  é  quinientos  é  siete  afios,  aoompafiado 
do  gran  flota,  así  de  naves  como  de  galeras  de  aquel 
su  Reino  de  Ñápeles.  BstuYÍeron  antes  desto  por 
espacio  de  diea  meses  y  más  los  Reinos  de  Oastilla 
sin  gobernación;  en  el  qual  tiempo  muchos  géneros 
de  males  é  dapnos  é  desobediencias  se  cometían; 
entre  los  quales  en  silencio  no  es  de  pasar  como 
el  Duque  de  Medina  Sidonia,  queriendo  por  fnersa 
de  armas  tomar  la  ciudad  de  Oibraltar,  siendo  como 
era  de  la  corona  y  patrimonio  real,  allegó  mucha 
gente  de  armas  para  la  ganar;  los  ciudadanos  de  la 
qual  con  fidelísimo  esfuenso  y  determinado  ánimo 
por  la  corona  Real  se  tuvieron,  y  de  tal  manera  se 
defendieron,  que  quedando  Tencedores  al  Duque  y 
á  su  gente  que  en  el  cerco  estaba,  huir  del  campo 
como  leales  yasallos  íe  hicieron.  Pocos  días  des- 
pués que  aquesto  así  aconteció,  por  el  juicio  de  Dios 
murió  el  Duque,  y  acabó  sus  días  de  enfermedad  de 
pestilencia..   Estando  la  república  de  Espafia  en 
aquestas  turbaciones  y  cosas  que  sobreTenian,  el 
Conde  de  Lemos  tomó  la  villa  é  fortaleza  de  Pon- 
ferrada,  que  es. en  el  Reino  de  Galicia,  que  asi 
mesmo  era  de  la  corona  real,  con  mano  armada; 
contra  el  qual  Oonde  se  firmó  un  proceso  por  los 
del  Real  Consejo  que  en  este  tiempo  el  Reino  go- 
bernaban, y  ari  mismo  contra  el  usurpador  de  la 
corona  real  procedieron  para  le  tomar  la  dicha  vi- 
lla y  fortaleaa,  é  tomada,  justamente  tenían  man- 
dado que  (odas  las  guardas  é  gentes  de  armas  que 
en  el  Reino  estaban  fuesen  contra  el  Conde  de  Lo- 
mos. Iban  por  capitanes  generales  desta  gente  Don . 
Fadríque  de  Toledo,  Duque  de  Alba,  y  el  Conde  de 
Benavente,  tomando  esta  empresa  por  servicio  de 
su  Reino  en  tanta  estima  como  caballeros  de  mucha 
fidelidad  é  de  mucho  amor  á  su  patria.  T  como  el 
Conde  de  Lemos  sabidor  fuese  de  la  copia  de  gente 
que  contra  él  venia,  usando  de  mejor  consejo,  dio  de 
su  voluntad  libre  y  desembargadamente  la  villa  é 
fortaleaa  de  Ponferrada  á  la  persona  que  para  reci- 
birla los  del  Consejo  enviaron;  é  si  la  venida  del  Rey 
Don  Femando  no  se  esperara,  cosas  muy  graves  é 
muy  terribles  por  el  Reino  se  cometieran.  Asi  Eispafia 
opremida  de  tantos  é  tan  diversos  males,  estaba  es- 
perando para  so  salud  la  venida  del  Rey,  que  allegó 
por  la  voluntad  de  Dios  en  este  tiempo  en  la  playa 
de  Valencia,  y  dexando  las  ondas  de  la  mar,  saltó 
en  la  tierra  á  veinte  días  del  mes  de  Julio  deste 
dicho  afio,  sea  dada  gloria  á  nuestro  Sefior  Jeeu 
Ohristo*    La  Reina  Dofia  Juana  nuestra  Sefiora, 
oyendo  la  venida  del  Rey  su  padre,  oon  gran  ale^- 
gria  fué  personalmente  á  la  Iglesia,  dando  gracias 
^  á  Dios,  y  mandó  cantar  el  cántico  de  Sant  Ambro- 
sio y  Sant  Agustín  Té  Dmim  Unidcamu,  Estuvo  la 
Beina  algunos  días  en  un  lugar  pequefio  llamado 
Ornillos,  é  partiendo  el  R^  Don  Femando  de  su 
de  yalenoia  deode  á  poco  tiempo,  el  amor 


que  ásu  patria  tenia  le  hiao  tan  de  presto  venir^ 
oon  tanta  y  tan  entera  voluntad  oomo  tenia  quan- 
do  oon  la  Reina  Dofia  Isabel  era  casado;  y  saliendo, 
la  Reina  Dofia  Juana  á  reoebir  al  Rey  su  padre, 
vinieron  á  un  lugar  llamado  Tortoles,  donde  á  vein- 
te é  ocho  días  del  mes  de  Agosto  del  mismo  afio 
que  arriba  diximos  se  vieron  é  hablaron.  El  Rey 
tracto  á  su  hija  oon  toda  cerimonia  y  acatamiento, 
y  la  Reina  fincadas  las  rodillas  en  el  suelo,  de- 
mandando las  manos  al  Rey  su  padre  para  solas 
besar,  no  queriendo  el  Rey  dárselas,  con  aquel 
amor  paternal  que  le  tenia,  la  abrazó  é  le  dio  paa, 
y  entraron  en  un  mismo  palacio,  é  con  gran  pla- 
cer reposaron.  La  Reina  oon  el  grande  amor  que 
al  Rey  Don  Phelipe  su  marido  tenia,  no  avia  con- 
sentido que  pusiesen  debaxo  de  tierra  su  ouerpOi 
antes  en  su  sepulcro  de  plomo  le  mandó  meter  é 
traerle  consigo,  haoíendo  decir  por  su  ánima  sa-  ' 
orificios  divinos  por  muchas  religiones  é  diversas 
órdenes  que  desto  cargo  tenían. 

Á  veinte  é  cinco  días  del  mes  de  Setiembre  deste 
afio  se  cumplió  un  afio  que  el  Rey  Don  Phelipe  muer- 
to había;  éseguiendo  la  Reina  la  costumbre  Despafia 
cerca  desto,  mandó  decir  solemnemente  vísperas 
cantadas  por  el  ánima  de  su  marido,  y  en  el  se- 
guiente dia  oon  gran  solemnidad  mandó  que  se 
cantase  misa  y  oficios  de  réquiem,  en  los  quales 
estuvieron  el  Rey  é  la  Reina  é  muchos  grandes  é 
perlados  del  Reino,  como  se  escribe  en  el  segun- 
do libro  de  los  Macabeos,  capítulo  duodécimo,  que 
viendo  que  Philipo  Rey  avía  muerto,  piadosamente 
pensando  é  creyendo  en  la  resurrección,  rogaban  á 
Dios  nuestro  Sefior  por  su  ánima,  devota  y  reli- 
giosamente. Comenzó  después  desto  el  Rey  Don 
Femando  á  entender  en  la  gobernación  y  cosas 
deste  Reino,  el  qual  aunque  estaba  muy  alborotado, 
en  poco  tiempo  después  queste  exoelentíssimo  Rey 
comenzó  á  gobernar,  se  levantó  á  estar  en  la  mis- 
ma' felicidad  próspera  que  antes  estaba,  porque 
escripto  es  en  la  sagrada  escriptura  escogerse  para 
la  gobernación  de  la  república  un  varón,  y  enton- 
ces el  pueblo  estaba  en  paz.  Declaró  el  Rey  Don 
Fernando  el  ánimo  y  intención  de  su  venida,  di- 
ciendo como  en  reparación  destos  Reinos  él  había 
dexado  los  suyos  propios,  porque  Espafia  estuviese 
segura;  oa  así  dice  Sant  Gerónimo  que  la  gober- 
nación del  pueblo  se  debe  dar  á  quien  Dios  es- 
cogiere, en  el  qual  sea  claridad  de  ley  é  virtud 
con  todo  el  pueblo,  y  esto  mismo  se  escribe  en  el 
decreto.  De  ahí  á  pocos  días  partió  la  Reina  y  el 
Rey  Don  Femando  de  Tortoles,  é  fueron  á  la  villa 
de  Sancta  Maria  del  Campo,  que  es  lugar  de  la 
diócesis  de  Burgos,  y  después  desto  el  Rey  partió' 
de  allí,  dexando  á  la  Reina  en  un  lugar  llamado  por 
nombre  Aróos.  El  Rey  fué  á  la  ciudad  de  Burgos,  en 
donde  por  algunos  meses  é  muchos  días  su  Alteza 
aposentado  estuvo,  y  la  Reyna  en  el  lugar  de 
Arcos  cerca  de  Burgos.  La  Reina  Dofia  Juana 
estuvo  en  aquel  lugar^  y  el  Rey  Don  Femando  su 
padre  en  la  dudad  de  Burgos,  de  donde  algunas 
veces  Tísitaba  aunque  pocas  á  la  Reina  su  hija,' 


DeqNMi  qie  el  Baj  fndito  eitiiTo  en  U  dadad  de 
Bmgoe  que  le  paieeió  logar  más  cooTeiiieate,  do 
tiiTo  elgim  repoeo  {Mim  enteoder  en  le  gobemeoion 
y  pecifioo  estado  de  loe  Beinoe,  trabajaba  é  peina- 
ba qvanto  podía  eoeegar  y  traer  al  buen  fin  é  tár- 
mino  qne  antee  eolian  eeter  algnnoe  negocioe  é  ca- 
eoe  qne  alendo  él  anéente  naecieron  é  oomenxaron, 
muy  peijndioialee  é  dapnoeoe  al  bien  de  la  repúbli- 
ca ;  y  para  ponioíon  de  alganoe  crfminee  y  ezceeoe 
qne  en  la  oiadad  de  Córdoba  y  ene  comaroae  acae- 
cieron, embió  á  llamar  8o  Áltese  al  Licenciado 
Henuund  Qomei  de  Herrera,  ono  de  loe  Aloaldee  de 
la  Gbea  é  Corte  real,  donde  el  dicbo  Licenciado  f  or- 
soeamente  con  gente  ermada  tomó  y  metió  preeo  a) 
M arqoóe  de  Pliego  en  ona  so  f  ortalesa  de  Montilla 
donde  lo  tenia  goardado  y  á  mocho  recaodo  encar- 
celado; y  como  este  oseo  tan  feo  Tino  á  oidoe  del 
Bey,  coneiderando  qoe  si  lo  desase  dieimolado,  sin 
ponicion  y  castigo,  sería  canea  y  opinión  de  otzoe 
mochos  á  qnel  dicho  liarqoée  6  otroe  se  atrcTcrian 
á  hacer,  poepoesto  el  bnen  Bey  todo  trabajo,  con 
loe  moy  grandee  caloree  qoe  como  foego  asan,  por 
el  mee  de  Jolio,  al  tiempo  qoe  el  Sol  entra  en  el 
sino  de  León,  de  la  dicha  dodad  de  Borgoe  do  es- 
taba partió^  y  á  mocha  priesa  llegó  á  Córdoba,  don- 
de TÍsto  y  examinado  con  mocha  diligenda  d  gran 
enror  y  no  debido  atrerimiento  dd  dicho  If  arqoés, 
d  moy  alto  Coioejo  Beal  condenóle  á  privación  de 
todos  loe  oficios  redes  y  meroedee  qoe  de  la  Coro- 
na Bed  tenia,  y  la  moy  boena  f  ortdeea  de  Monti- 
lla derrocaron  y  arrojaron  por  el  soelo  por  manda- 
do de  la  jostida,  qoe  no  parecía  ddla  coea  algona 
ni  rastro  qoe  ende  hobieee  habido  edifido ;  y  esto 
ad  fecho,  8o  Áltese  partió  dende  para  Seyilla,  por- 
qoe  d  Doqoe  de  Medina  Sidonia  tampoco  qoiso 
complír  ni  efectoar  algonas  ceeas  qoe  le  hablan 
ddo  mandadae  por  So  Áltese ;  y  loego  qoe  Uegó  á 
Sevilla,  de  noche,  calladamente,  por  loe  moros  de 
la  dodad  como  m^jor  podo,  con  consejo  é  oompallfa 
de  Don  Pero  Qiron,  primogénito  dd  Conde  de  üre- 
fia,  marido  de  la  hermana  dd  dicho  Doqoe,  fué  á 
Portogd  por  setas  inobediencias  y  rebeldías.  Deter- 
minó d  Bey  por  máe  segorar  loe  fechos  refrenar 
sos  osadías,  y  por  le  traer  á  bien,  tomar  d  dicho 
Doqoe  todas  sos  villas  y  tierras  y  f  ortaleaas;  y  em- 
biando  dlá  so  exéroito  de  pie  é  de  caballo,  tomó  la 
villa  de  Niebla,  qoe  ee  moy  antigua,  y  de  quien 
hacen  gran  memoria  las  corónioas  Despafia;  y  por- 
qoe  los  vedóos  de  la  dicha  villa  no  se  qusieron 
dar  ni  obedescer  el  mandamiento  red,  mas  resistian 
y  porfiaban  qoanto  podían  por  no  ae  dar  á  la  gente 
de  armas,  entró  en  la  villa  por  foersa  hadendo  mo- 
cho mal  y  dapno  en  los  moradoree  con  harta  orod- 
dad;  y  con  el  dapno  de  la  hadenda  é  bienes  con- 
tentoe  los  soldados,  no  cometieron  muertes  de  hom- 
bres, é  adulterios  y  otros  malee  que  en  semejantes 
Ingaree  é  tiempos  acontecen;  mas  como  no  hay 
quien  impida  á  la  gente  de  armas  vencedora  su 
corso  é  querer,  complieron  todo  á  su  voluntad*  Con 
esto,  dado  fin  á  lo  del  Andalucía,  vino  luego  Su  Ál- 
twt  á  YdMolid,  donde  estovo  can  todo  d  «fio  de 


CBáNIOÁB  im  ¿08  B1ETB8  DB  OÁBIILLÁ. 


mili  é  qointentoe  é  noeve,  entendiendo  en  mietiai 
ooeas  qoe  para  d  pacífico  é  qoieto  estado  dd  Beino 
convenia  comonicar  é  prever.  Con  todo  esto,  loego 
qoe  llegó  dende  An^^i"*^^  A  Yalladolid,  fné  el  Bey 
al  logar  de  Árooe  donde  estaba  la  Beina  Dofia  Joa- 
na  so  fija,  é  sacándola  dende,  la  traxo  condgo  á  la 
villa  de  TordesUlas,  y  ende  la  poso  con  dgona 
compafia  de  servidores  en  loe  paladee  redee,  y  de- 
xó  de  traeria  consigo  en  corte  por  algonoe  impedi- 
mentos y  enfermedadee  qpe  So  Ákeaa  padesda. 

En  este  afio  Don  Fray  Francisco  Ximenea,  de  la 
Orden  de  loe  freyree  menoree,  Cavdend  de  la  Sanó- 
te Igleda  romana,  con  títolo  de  Sánete  Balbinay 
Ársobispo  de  Toledo,  Primedo  de  lee  Eepafiaa,  con 
mucho  odo  y  amor  de  enealsar  la  Sancta  fé  cathó- 
lica,  determinó  paear  en  África  para  haoer  goora 
A  loe  moroe,  enemigos  de  Dice  noestro  Sefior,  con 
grande  y  crecido  exéroito  de  pie  y  de  caballo,  «m 
sanoto  propódto  do  aomentar  la  fé  cathólica;  ad 
qoe  allegado  mocho  grande  y  copioeo  exérdto,  é 
moy  crecida  flota  de  nace,  en  d  puerto  de  Cartage- 
na entró  el  Ársobiepo  y  Cardend  Primado  de  lee 
Eepafiaa  en  la  mar,  y  metió  y  emberoó  todo  d  exér- 
dto, aunque  grande,  en  las  naos  qoe  copioeamente 
diego,  y  con  próspero  viento  de  bnen  tiempo  qoa 
Dice  le  qoiso  dar,  allegó  con  edvedad  de  todoe  loe 
qoe  trda  en  d  Poerto  de  Masdqoivir,  qoe  ee  en  la 
costa  africana.  Sabida  en  venida,  qoe  antes  la  ha- 
bían oido  loe  moroe,  ad  do  la  moy  antigoa  y  noble 
dodad  de  Oran,  como  de  les  otras  ciodades  é  villaa 
é  logarse  é  comarcas,  se  jontaron  modio  número 
bien  armados  á  pié  y  á  cabdlo,  y  con  mocha  osadía 
pdeando,  porfiaron  qoe  d  boen  Ársobispo  oon  sa 
gente  no  tomase  ni  entrase  en  la  tierra,  pero  con  d 
ayuda  de  Dioe  é  boena  ceadía  y  eefoerso  qoe  loe 
christianos  mostraron  en  aqod  día,  A  peear  de  toda 
la  morisma  qoe  ende  llegó,  tomó  tierra  con  todo  ao 
exérdto,  matando  é  f  eriendo  mocfaoe  moroe,  deetro* 
sendo  las  compafias  é  batdlas  morisoae,  y  de  td 
manera  é  goisa  con  mooho  eefoerso  y  proesa  pdea- 
ron  loe  christianos^aqud  día,  que  mesdadoe  loe  once 
con  los  otros,  á  so  peear  entraron  en  la  dodad  de 
Oran,  donde  comensaron  é  trabaron  gran  combate 
los  doe  exéroitos  de  christisBos  y  moros,  los  chris- 
tianos moy  esforsados  y  ardidos  por  la  sancta  fé 
cathólica,  los  moros  por  neceddad  de  librar  á  sí  y  A 
sus  mugeree  y  fijos  é  propia  ciudad  y  tierra,  do 
tantee  tiempos  é  siglos  moraron ;  é  con  esto  é  por- 
que oon  la  ira  é  furor  de  la  batalla  creda  su  énimO| 
vdíentemente  combatían  y  ae  defendían  loe  moroe; 
mas  los  christianos  pensando  en  la  justa  cansa  de 
la  fé,  y  como  lee  era  honesto  é  josto  é  glorioso 
morir  en  las  armas  de  tan  sancta  expedición,  mos^ 
traron  tanta  virtud  é  prohesa  de  armas,  que  A  loe 
moros  arrancaron  del  lugar  donde  era  la  pdea  y 
ruido,  é  loe  ahoyentaron  fuera  de  los  muros  de  la 
dudad  á  md  grado  suyo,  y  murieron  mndios  y  en 
tan  poco  eepado,  qoe  esteban  montonee  de  coerpoe 
moertos  y  tropesaban  en  dice,  resbdando  en  la 
sangro  homana  que  se  vertia.  Así  los  christianoe 
no  sin  mucho  misterio  squd  dia  que  descendieron 


boK  FERNANDO  Á 
«n  Afriea  tomaron  é  taTieron  la  ciudad  de  Oran  por 
■aya,  é  todos  los  moradores  de  ella,  homes  y  muge- 
res,  grandes  é  pequefios,  yiejos  y  mozos,  presos,  ex- 
cepto los  moros  que  peleando  murieron,  tomaron;  y 
asi  mismo  mucho  oro  y  plata,  joyas  é  perlas  pre-^ 
oiosas,  y  otras  muchas  cosas  y  riquessas  y  aver  que 
no  se  podria  bien  numerar.  El  dia  seguiente  la  mea- 
quita  mayor  consagró  el  buen  Oardenal  Arzobispo 
en  Iglesia,  y  donde  muchas  veces  el  nombre  de 
Dios  Jesu  Ohristo  nuestro  Befior  fué  blasfemado, 
allí  fué  loado  gloriosamente  con  muchos  sacrificios 
y  solemnes  misas,  é  yísperas,  y  horas  canónicas,  no 
oon  poca  alegría  é  placer  de  los  christianos;  é  por 
memoria  que  por  el  Arzobispo  de  Toledo  se  ganó  la 
ciudad  de  Oran,  ende  se  crió  y  eregió  una  abadía 
BubjeU  á  la  SancU  Iglesia  de  Toledo.  Todo  esto 
fecho,  el  Rerwendísimo  Oardenal  á  cuyo  loor  é 
alabanza  todo  nuestro  decir  es  inferior,  vino  con 
todo  su  exéroito  á  su  sancta  Iglesia  y  silla  arzobis- 
pal de  Toledo,  dexando  proveido  á  Oran  de  gente 
de  armas  é  vituallas  abundosamente.  Asimismo, 
como  el  Oathólico  Bey  Don  Femando  tuviese  siem- 
pre gana  de  ensalzar  y  estender  la  sancta  fé  ca- 
thólica  y  no  desamparar  la  guerra  que  contra  los 
moros  habia  comenzado,  encomendó  al  Oonde  Pero 
Navarro,  varón  muy  diestro  y  esforzado  en  el  fecho 
de  la  guerra,  que  con  muy  grande  flota  é  gente  pa- 
sase en  África  y  conquistase  las  villas  é  ciudades 
marítimas;  el  qual  dicho  Oonde  como  buen  caba- 
llero, segniendo  el  consejo  de  su  Bey,  con  mucho 
trabajo  é  peligro  é  oon  harto  discrimen  de  pelea 
entró  con  su  exército  é  tomó  por  fuerza  de  armas 
la  dudad  de  Tripol  de  Berbería,  é  de  Bugia,  las 
quales  en  breve  saquearon  y  robaron  las  gentes  de 
armas  del  exército  christiano;  y  después  que  así 
ganaron  é  robaron  las  dichas  ciudades,  las  compa- 
fias  de  los  christianos  muy  ricos  é  cargados  do  oro 
y  de  plata,  é  de  joyas,  é  de  hombres  é  de  mugeres  é 
nifios  moros  de  las  ciudades  robadas,  que  nadie  es- 
capó, volvieron  á  su  propia  tierra  sin  dapno  ni  le- 
sión alguna  con  mucha  victoria  y  honra» 

B  oomo  en  este  exerdto  tan  poderoso,  en  uno  con 
el  Oonde  Navarro  fuese  capitán  Don  García  de  To- 
ledo, hijo  primogénito  heredero  del  Duque  de  Alba, 
hombre  por  cierto  muy  bien  notado  de  toda  arte  é 
oienda  militar  y  de  buenos  desseos,  determinó  de 
entraré  tomar  la  Isla  de  los  Qelves;  é  dicen  algu- 
nos que  contra  la  voluntad  del  Oonde  Pedro  Na- 
varro fué  la  entrada  de  los  Oelves ;  é  como  el  dicho 
Don  Garda  entró  en  la  Isla  de  noche,  y  el  dia  si- 
guiente pública  y  placeramente  entrase  con  el  exér- 
cito christiano  en  la  Isla,  por  d  gran  calor  sin 
quento  que  aqud  dia  hizo,'  que  asaba  y  quemaba,  é 
por  la  frogosidad  de  la  tierra  muy  enemiga  á  los 
estrangeros,é  porque  Dios  ad  lo  quiso,  valiente- 
mente pdeaodo  ende  el  dicho  Don  Garda  y  con  él 
otros  caballeros  espafioles  que  le  s^uieron,  muchos 
■e  ahogaron  oon  d  calor,  é  muchos  en  la  mar, y 
otros  quedaron  presos  y  esdavos  ñervos  de  los  mo- 
tos, y  los  que  escaparon  oon  harta  dificultad  entra- 
yon  y  «mbaroaron  en  la^  naoa  después  de  haberna- 


D09a  ISABEL.  ¿^ 

dado  mucho;  y  aunque  ej  Oathólico  Bey  sentíese. 
mucho  deste  desbarato  é  pérdida  de  gente,  no  por 
eso  abatió  su  corazón  é  sancto  deseo  que  tenia  de 
servir  á  nuestro  Sefior,  é  condderó  que  pues  tenia 
quatro  dudados  oon  muy  buenos  puertos  de  mar  en 
la  costa  do  África,  conviene  á  saber,  Hazarquivir, 
Oran  y  Bugia  é  Tiipol,  que  son  puerto  y  entrada 
muy  segura  para  toda  África,  á  causa  de  quitar  los 
hombres  de  la  maldita  secta  mahomética  y  allegar- 
los nuestro  Sefior  Dios  á  su  verdadera  ley  é  doctri- 
na, determinó  firmemente  d  mesmo  en  persona  ir 
á  pasar  en  África,  pues  tenia  aparejo  de  las  ciuda- 
des ya  dichas,  y  muchos  reyes  de  África  tenia  en 
treguas  por  sos  vasallos  pagándole  cada  uno  dellos 
tributo  y  censo  en  cada  un  afio ;  é  para  este  pasa- 
je de  su  Beal  persona  convocó  y  ayuntó  tanteé  tan 
noble  exerdto  de  gente  noble ,  quanto  á  la  grande- 
za de  tal  Príncipe,  Bey  é  Sefior  perteneda.  E  con 
este  proposito  de  pasar  en  África  personalmente, 
partió  en  fin  deste  afio  dende  é  de  Valladolid  para 
la  villa  de  Madrid,  é  dende  fué  para  mediado  el  afio 
de  quinientos  é  diez  para  Monzón  á  tener  Oortes 
generales,  é  que  los  aragoneses,  catalanes  é  valen- 
cianos le  ayudasen  é  serviesen  de  dinero  para  esta 
tan  sancta  é  justa  guerra  que  contra  moros  áfrica- 
nos  determinaba  facer;  porque  ad  convenia  atenta 
la  forma  de  sus  fueros  é  previlegios ,  que  antes  é 
primero  se  junten  Oortes  é  satisfagan  los  agravios, 
que  al  Bey  sirvan  ni  hagan  ayuda  de  dinero.  Ad 
que  Uamados  para  hacer  é  tener  las  dichas  Oortes 
los  grandes,  nobles  é  caballeros,  y  los  tres  estados 
que  conviene  conforme  á  sus  fueros  ser  llamados, 
é  juntadas  las  Oortes,  pusieron  los  querellosos  los 
casos  en  que  se  metían  por  agraviados,  é  como  en 
todas  las  otras  cosas  era  el  Bey  pradente,  oon  mu- 
cho consejo  é  deliberación  dio  fin ,  satísf adeudo  y 
aplacando  todos  los  querellantes,  reparándolos  en 
tal  manera,  que  nadie  tuvo  que  hablar  ni  causa  de 
se  qnexar,  é  de  buena  voluntad  le  concedieron  d 
servicio  de  dinero  que  le  habían  de  hacer  para  la 
guerra  africana.  Asi  que  concluido  elnegodo  délas 
Oortes  bien,  tomó  el  Bey  á  Madrid ,  de  donde  prin- 
dpiado  el  mes  é  afio  de  quinientos  é  once,  partió  sa 
Alteza  para  Sevilla  con  harta  tempestad  de  aguas, 
nieves  é  frios  muy  redes ,  é  con  la  mucha  priesa  de 
andar  que  hizo,  en  pocos  días  llegó  con  su  corte  en 
Sevilla;  y  avedes  de  saber  que  oomo  antes  tenia  el 
Bey  mandado  á  sus  ofiddes  de  guerra  que  tuviesen 
aparejadas  todas  las  cosas  y  mantenimientos  nece- 
sarios para  el  pasaje  do  África,  sabido  por  los  tales 
oficiales  que  d  Bey  era  llegado  en  Sevilla,  muy 
prestólas  naos  que  primero  estaban  secrestadas  é 
sefidadas  para  este  pasaje ,  é  todos  los  manteni- 
mientos é  fardaje  necesario  á  tan  gran  exército  fue>- 
ron  llegando  en  la  dudad  de  Oáliz ,  donde  estaba 
oonoertado  de  ante  el  ayuntamiento  de  la  flota  ó 
gente  de  armas  que  habia  de  pasar  con  su  Alteza ;  lo 
qual  todos  vimos  manifiestamente  con  nuestros  ojos, 
é  nadie  puede  negar,  é  todo  d  mundo  confiesa  que 
lo  sabe  é  vio.  Sabido  ya  é  divulgado  por  toda  Espa- 
fia  que  d  Bey  pasaba  en  personal  mnohoa  graodof 


CRÓNICAS  DE  LOS  BBTBS  DB  CAKFtLtiA. 


■efiom,  duques,  marqiiews  é  periados,  puerto  que 
en  Altes»  4  nadie  mandó  ni  pnao  premio  alguno,  ae 
ofreoleroo  dedendo  qne  qnerian  paear  la  mar  oon- 
tráloa  moioa  afrioanoa  oon  el  Rey ,  á  ana  proptaa 
eqMoaaa  é  minon,  é  moohoa  delloa  yinieron  perM- 
nalmenta  Ala  dndad  de  Sevilla  dó  el  Rey  eetaba,  é 
otro  hombrea  é  caballeros  é  hijos  dalgo  é  gente 
popular  qne  oontra  loa  moros  qniso  paaar,  teniendo 
por  cierto  qne  tívos  é  muertos  alcanzaban  premio. 
Tanto  era  el  número, que  creer  no  se  pnede,  é  Isa 
muchas  naos  é  grande  flota  qne  en  Cália  se  ayuntó 
no  copiara  ni  pudiera  tener  á  tanta  gente.  Digooa 
que  de  Inglaterra  TÍnieron  mnchoa  manceboa  para 
serrir  á  su  Alteas  en  eata  santa  guerra  é  pasar  la 
mar  contra  loa  africanos ,  y  ende  ir  con  los  espafio- 
lea  matando  loa  morca ;  maa  como  el  enemigo  anti- 
guo del  humanal  linaje,  Satanás,  considersse  é mi- 
rase qusntos  comedios  y  proTechos  nacían  y  recre- 
cían deatas  guerrea  aanctaaó  justaa,  doliéndose  mu- 
cho de  quantaa  ánimas  pecadoras  perdía,  que  cada 
día  para  penar  las  suele  llevar  al  Infierno ,  las  qua- 
lea  ai  con  estaa  guerrea  se  tomasen  chrisUanoa  los 
moros,  era  posible  que  se  salvasen  y  aun  fuesen 
sanctoa  entre  todoa  los  Principes  christianos,  puso  ó 
meacló  tantos  é  tan  malos  pensamieutos  con  que  ea- 
torbó  la  conqulata  de  los  moros  que  se  hacia,  y  tan 
injustamente,  que  impidió  la  entrada  en  África. 
Avino  asi  que  en  este  tiempo  en  la  Iglesia  Romana 
era  Padre  Sancto  Julio  Segundo,  natural  de  Italia,  y 
andadoa  del  su  pontificado  ocho  afios,  porque  á 
ciertoa  cardenalea  no  concedió  todo  lo  que  elloa 
qnerian,  los  dichos  cardenalea  con  favor  ó  ayuda  de 
Ludovico,  Rey  de  Francia,  se  rebelaron  contra  el 
Vicario  de  Jesu  Ohristo.  Decían  eatos  Cardenales,  y 
tomaban  occasion  para  colorar  an  proposito,  que 
no  fué  justa  jurídica  é  rectamente  elegido  por  Papa, 
salvo  ende  que  por  simonía  tomó  y  subió  al  Ponti- 
ficado á  ser  Vicario  de  Sanct  Pedro,  Con  este  pro- 
pósito platicaron  entre  ai,  salieron  calladamente 
de  la  corte  Romana,  é  aalidos,  sin  vergüenza  ni  aca- 
tamiento ning^o  oonvocaion  Concilio  para  conos- 
cer  sobre  esta  simonía  y  sobre  estos  crimines  y  ex- 
cesos que  alegaban  tener  el  Papa,  sabiendo  ellos 
muy  bien  que  es  defendido  por  los  Sacros  Cánones 
que  el  Pspa  m*  juzgado  por  alguno  en  la  tierra, 
pues  él  ha  de  juzgar  á  todos,  excepto  por  crimen  de 
heregia  que  hubiese  en  el  Papa.  Bl  lugar  para  el 
Concilio  asignaron  en  Rabana,  y  escribieron  todo 
lo  susodicho  á  todos  los  Prelados;  y  lo  que  fué 
peor ,  al  mismo  Sancto  Padre  citaron  é  llamaron 
para  este  Concilio.  Eran  los  Cardenales  que  en  esto 
entendían  hasta  cuatro :  el  principal  actor  é  guia- 
dor dicen  que  fué  Don  Bemardino  de  Carbajal,  na- 
tural de  Espafia,  de  noble  generación,  cardenal  de 
la  Iglesia  Romana  con  título  de  Sanota  Cruz  en 
Jerusalem ;  el  qual  asimismo  ora  Arzobispo  do  Si- 
güenza ,  peuaando  que  con  sus  revueltas  por  ventu- 
ra alcanzaría  el  Pontificado.  Quien  quiera  que  eata 
inventaae,  á  él  como  á  mas  sabido  y  poderoso  da 
entre  eUos  ^e  atribuyó  la  oqlpa ,  como  Qomunmentf^ 
(^  todog  los  otros  negocios  acaeció.  Por  complir  el 


Rey  de  Francia,  lo  prometió  i  estos  csidenaks,  f 
aunque  ohnstianiaimo,  loa  puao  ensata  disoordisij 
embió  an  ezercito  en  Italia  para  f  avoresoer  loa  car- 
denalea cismáticos  é  su  oonciliábnlo,  qne  ya  comen* 
aaron  á  hacer.  También  nuestro  Rey  Catholico,  y  el 
Key  de  Romanea,  y  el  Rey  de  IngUtesra  eatituy  eron 
y  concertaron  entre  ai  de  defender  y  amparar  al  Pa- 
dre Sancto  oomo  á  verdadero  pastor  y  Pontífice  le- 
gitimo ,  Vicario  de  Jean  Christo,  y  por  esto  el  noble 
y  bienaventurado  CathóUco  Rey  Don  Femando  den* 
de  la  ciudad  de  Sevilla,  do  estaba  entendiendo  en  los 
fechos  de  la  guerra  contra  morca,  como  arriba  dizi- 
mos ,  dexadoa  todoa  sus  pensamientoa  y  flota  y  per- 
trechoa,  que  había  aderezado  oon  infinita  eoata,  vi- 
no para  la  ciudad  de  Dnrgoaá  muoha  priesa,  y  pensó 
el  buen  Rey  quemas  juato  y  honeste  era  destruir  loa 
fieles  domésticos,  que  los  estraftoa  de  África:  lo  qual 
da  á  entender  é  muestra  qne  á  su  AUeaa  no  movían 
las  guerraa  con  intención  de  reinar  en  mudioa  pue- 
blos, salvo  por  acrecentar  la  f é  é  compliria ;  y  luego 
embió  á  mandar  á  Don  Ramón  do  Cardona,  an  Víao- 
rey  é  Lugar-teniente  general  enel  Reino  de  Nápoleai 
que  con  toda  preateza  viniese  á  Italia  oon  todo  sn 
exeroito,  y  se  juntase  con  la  gente  del  Papa,  para 
que  ambos  exeroitos  juntadoa,  eatorbasen  y  pusiesen 
freno  al  exerdto  francés ,  que  era  poderoao  y  co- 
pioao,  y  lo  deabarataaen ;  é  lo  que  loa  trea  Reyes 
acordaron  é  concertaron  entre  si  sobre  esta  guenSí 
fué  que  el  Rey  de  Romance  y  el  Rey  de  Inglaterra 
personalmente  viniesen  y  se  hiciese  guerra  á  fuego 
y  á  aangre,  é  nuestro  Rey  que  también  entrase  por 
la  parte  Despafia  en  Francia ,  é  hiciese  lo  mismo; 
é  para  esto  el  Rey  de  Inglaterra  embiase  cierta  gen- 
te de  armaa  para  nuestro  Catholico  Rey ,  para  que 
ayuntado  con  el  exercito  espafiol,  ganaaen  el  Du- 
cado de  Quiana,  que  dicen  que  perteneacia  al  Rey. 
de  Inglaterra ,  y  tomado  el  dicho  Ducado,  lo  resti- 
tuyeaen  al  Rey  de  Inglaterra.  El  Rey  inglés  com« 
pliendo  lo  prometido,  envió  diez  mil  hombres  de  pe- 
lea, los  qualea  aportaron  en  el  Puerto  de  Pasajea,' 
ques  en  Guipúzcoa.  Dallos  se  aposentaron  en  luga-' 
rea  é  villaa  cercanas  á  las  costas  de  la  mar,  y  otros 
por  otra  tierra  cercana,  ^parando  tiempo  conveni- 
ble para  entrar  en  Francia.  Nuestro  exercito  Despa- 
fia se  hacia  para  entrar  podorosamento  en  Francia 
con  toda  prieaa  y  diligencia.  Entre  tanto  que  estas 
'  cosas  y  aparejos  se  concertaban  para  entrar  en 
Francia  por  parte  Despafia,  acaescieron  los  hechos 
de  la  guerra  en  Italia,  de  tal  manera  que  no  se  pu- 
do dilatar  el  ayuntamiento  y  la  batalla  que  por  fuer* 
za  había  de  haber,  despuos  de  ayuntados ,  entre  loa 
espafiolea  y  francesea.  Finalmente  en  diada  Paaoua 
de  Resurecíon,  el  áfio  de  mili  é  quinientos  é  dooei 
se  ayuntaron  ambos  exerdtoa  Deapafta  y  Franela, 
uno  cerca  de  la  ciudad  de  Rabana,  que  es  en  Italia; 
y  allí  hubieron  su  batalla,  que  los  espafiolea,  aui^i 
que  su  proposito  era  dilatar  y  ey^  la  batalláis 
viendo  á  ojo  el  enemigQ  exérdio  francea,  no  du* 
daudopeligro  alguno,  por  la  honra  de  cabi^Ueria 
no  pudieron  \\fMtr  sino  romper;  y  aai  comenzó  li^ 
pelea  y  batalla  entre  los  unos  y  los  otros  |  en  1% 


DOlí  FBSNAiÍDO 

qnál  mtiohot  de  «mbas  partes  murieron  y  cayeron 
y  faeron  heridos  |  y  á  poco  de  tiempo  machas  veces 
estovo  dndosa  la  Tentara  de  la  TÍctoría ,  mas  al  fin 
por  poca  destreza  y  constancia  del  capitán  de  nues- 
tro exérdto ,  los  enemigos  sobrepajaron  por  la  ma- 
cha matanza  qae  con  la  artillería  en  los  nuestros  Des- 
pafiaflcieron«No  es  de  poner  en  olvido  la  fortaleza  é 
grande  ánimo  qae  los  infantes  espaftoles  ápié  mos-, 
traron  en  este  día,  porque  casi  á  los  primeros  en- 
cuentros,  por  desdicha ,  ó  porque  asi  fué  ordenado 
de  Dios,  fueron  desbaratados  los  hombres  de  ar- 
mas é  gente  de  caballo ;  lo  qual  visto  por  la  infan- 
tería de  la  gente  á  pié,  todos  se  juntaron  en  uno,  y 
hecha  una  rueda  é  tomo  en  ordenanza  al  rededor, 
sufrieron  todos  los  encuentros  é  Ímpetus  que  los 
hombres  de  armas  franceses  arremetiendo  contra 
ellos  hicieron ;  é  tanta  virtud  é  fortaleza  de  ánimo 
generoso  mostraron,  que  catorce  mili  é  mas  perso- 
nas de  hombres  enemigos  del  ezéroito  francés  por 
su  mal  no  mataron ;  y  aunque  la  muchedumbre  de 
los  enemigos  los  cerraron  por  todas  partes,  é  los 
apartaron  y  rompieron  de  entre  sí  y  los  arrancaron 
del  campo ,  matando  muchos  dellos,  aunque  esta 
victoria  hubieron  los  franceses ,  sangrienta  y  muy 
cara  y  á  grande  precio  les  costó.  Acaeció  otra  ma- 
yor grandeza  de  ánimo,  que  después  de  asi  desba- 
ratados los  infantes  españoles,  otra  vez  los  que  es- 
caparon de  la  muerte  se  tomaron  uno  á  uno,  é  dos 
á  dos,  é  hicieron  comienzo  de  batalla,  levantando 
BU  sefia  é  pendón  de  batalla  y  polea ,  y  estuvieron 
en  el  campo  alzados  sus  pendones  y  estandartes 
por  la  honra  del  campo  y  de  aquel  día ;  é  tanto  fué 
el  miedo  que  hubieron  los  franceses  que  se  tenían 
por  vencedores  de  la  batalla  pasada,  que  no  osaron 
acometer  ni  ir  contra  las  reliquias  de  los  vencidos. 
Acaeció  esta  batalla  de  tal  manera,  que  puesto  que 
los  franceses  digan  ser  ellos  vencedores  y  sefiores 
de  aquel  día,  á  su  mal  querer  forzadamente  fueron 
oonstrefiidosádezortodolo  que  en  Italia  poseían,  é 
fueron  huyendo  á  sos  propias  villas  en  Francia,  de- 
xando  por  miedo  las  ciudades  de  Milán  é  Genova, 
tan  grandes  é  nobles  ciudades  é  dotante  importancia 
é  renta,  que  mucho  tiempo  de  hecho  y  de  derecho 
poseyó  el  Bey  de  Francia ,  las  quales  vinieron  á  la 
parcialidad  nuestra  é  á  nuestro  amparo  é  liga  Des- 
pafia ;  y  la  gran  fortaleza  que  á  todo  el  mundo  pa- 
recia  inezpunable ,  que  el  Rey  de  Francia  edificó  en 
Qénova  y  llamaban  Lantema,  que  estuvo  cercada 
mucho  tiempo,  finalmente  por  no  la  poder  socorrer 
la  potencia  francesa,  se  tomó  y  derribó  por  el  suelo. 
Demás  desto  los  cardenales  cismáticos ,  que  presu- 
mieron con  su  Ooncilío  dafiar  al  Papa  dexado,  des- 
mamparado su  conciliábulo  é  todo  su  aparato  é 
pensamientos  ilícitos,  huyeron  desde  Rabona  do 
estaban,  é  fuereña  Francia  á  ufia  de  caballo,  no 
esperando  el  que  antes  pudo  salir  al  otro ;  á  los  que 
en  tanto,  fecho  proceso  en  corte  romana,  é  legíti- 
mamente declarados  por  herejes  cismáticos  quitán- 
dolos é  privándolos  de  todos  sus  oficios  y  benefi- 
cios que  eran  de  mucha  renta,  los  dieron  y  confi** 
lieron  á  otras  personas  eclesiásticas,  especialmente 
0r.-*IU. 


É  toSA  ISABBti.  629 

•  •  *         •  • 

al  Cardenal  dé  Santa  Oros,  privado  del  oUspado  de 
Bigflensa  y  de  la  Abadía  de  San  Zoíl  de  Oarrion^ . 
que  en  ESspafia  poseía,  y  del  Arzobispado  de  Gosen- 
cia,  que  en  Ñapóles  tenía,  de  lo  quid  todo  se  hizo 
colación  é  promisión  á  otros. 

JBsto  que  dicho  tengo,  acaeció  en  Italia.  Tor- 
nemos entre  estas  palabras  á  lo  que  acaeció  en 
Espafia ;  no  lo  dexarémos  en  olvido.  Gomo  dixi- 
mos  airíba,  estaba  asentado  aquel  exéroito  Des- 
pafia  junto  oon  la  gente  que  el  Bey  de  Inglaterra 
envió  para  que  entrasen  en  Francia;  mas  como 
esta  entrada  en  Francia  no  se  podía  hacer  segu- 
ra ni  cuerdamente,  dexado  en  medio  al  Reyno  de , 
Navarra,  donde  por  casamiento  con  la  Beína  Dofia 
Catalina,  reinaba  el  Bey  Don  Juan,  pariente  del 
Bey  de  Francia  é  natural  de  Francia,  hijo  del  Se- 
flor  de  Labrít,  era  de  recelar  mucho  é  le  tener  te? 
mor  é  sospecha ,  y  por  esto  le  fué  embíado  un  em- 
baxador  al  dicho  Rey  Don  Juan,  preguntándole  ai 
queria  entrar  on  paz  é  liga  nuestra,  ó  no;  alo  qual 
el  Bey  Don  Juan  de  Navarra  respondió  que  quería 
estar  en  paz  sin  ayudar  á  ninguno ,  sin  se  mostrar 
parcial ;  mas  para  esto  que  respondió  de  no  ayudar 
á  nadie ,  le  fué  pedida  seguridad  y  rehenes  de  algu- 
nas fortalezas  é  lugares  de  sa  Beino  de  Navarra,  lo 
qual  rehusó  é  no  lo  quiso  haoer.  Visto  por  el  Papa 
que  el  Bey  Don  Juan  rehusaba,  é  no  salía  entera- 
mente á  lo  que  era  razón ,  con  sus  bulas  apostólicas 
amonestó  al  dicho  Bey  Don  Juan ,  y  á  la  Beína  Do- 
fia  Catalina,  y  á  sus  hijos,  que  al  Roy  Luis  de  Fran- 
cia y  á  su  exército  ni  parte  del  no  ayudasen  en  pú- 
blico ni  en  secreto  direte  ni  indirete,  sopeña  de 
privación  del  Beino;  el  qual  Reino,  si  contra  esto 
que  le  protestaba  y  amonestaba  hiciese,  lo  daría  y 
concedería  á  los  Reyes  é  Príncipes  fieles  servidores 
de  Dios  y  de  la  Iglesia.  A  la  postre,  puesto  que  con 
las  bulas  apostólicas  fueron  requerídos  el  dídio  Rey 
é  la  Reina  de  Navarra  y  sus  hijos,  no  quisieron 
obedescer  al  Papa  ni  sus  mandamientos;  á  la  qual 
cansa,  como  ya  se  manifestaron  é  declararon  los 
corazones  é  pensamientos  de  los  Reyes  de  Navarra 
que  se  inclinaban  á  la  parte  de  los  franceses  cismá- 
ticos, determinó  el  Cathólioo  Rey  primero  y  ante 
todas  cosas  de  tomar  el  Reino  de  Navarra;  y  por 
mas  asegurarse,  mientras  que  esto  se  aparejaba, 
hubo  algunas  diferencias  entre  los  ingleses,  que 
son  gente  incomportable  é  diferente  á  nuestra  na- 
ción en  el  vivir ,  y  los  de  la  provinoia  de  Guipúzcoa, 
y  muríeron  pública  y  ocultamente  muchos  de  am- 
bas naciones  ingleses  y  guipuzcoanos,^en  tanto  que 
los  ingleses  sin  mas  cuenta  ni  razón,  embarcaron 
en  sus  naos  y  se  fueron  á  Inglaterra,  sin  dar  fin  á 
la  guerra.  Nuestro  Cathólioo  Rey  que  tenia  ya  ayun- 
tado todo  su  exército  poderoso,  embió  con  él  por 
capitán  general  á  Don  Fadrique,  su  primo.  Duque 
de  Alba,  Marques  de  Coria,  para  conquistar  el  Rei- 
no de  Navarra,  el  qual  en  pocos  días  se  ganó  por 
la  parte  Despafta,  y  echó  fuera  del  Reino,  sin  que. 
hombre  muriese,  sin  que  sangre  se  derramase,  á 
Don  Juan  y  á  Dofia  Catalina,  que  reinaba  en  el  di- 
cho Reino  de  Navarra,  los  qunles  fueron  ál  Roy  de 

M 


580, 


0SÓNI0A8  DS  LOS  SB7BS  DS  OAStlLLA* 


Franoia  á  le  pedir  flooono  (Mmtra  nuestro  Bey  para 
tornarlo  á  tomar,  pues  á  en  cfiosa  lo  perdieron  oon 
las  honras  y  armas.  No  faltó  en  esto  el  Rey  de  Fran- 
ela, antes  mny  prestamente,  oomo  quien  se  dolía 
del  perdimiento  qne  hnbo,  embió  gentes  á  pió  é  á 
oaballo  hasta  dies  ó  siete  mili  é  mas  número  de  gen- 
*te .lucida,  instruta  de  armas,  oon  los  qnales  entró 
el  mesmo  Don  Juan  de  Labrit,  Rey  qne  solía  ser 
en  el  dicho  Reino,  robando  y  quemando  y  destru- 
yendo todo  lo  qne  en  medio  halló  ;  é  llegó  á  la  ciu- 
dad de  Pamplona  do  estaba  el  Duque  Don  Fadrique 
de  Toledo,  acompafiado  de  mucha  gente  noble  é 
gran  número  de  caballeros  espafioles ;  el  qnal  luego 
que  supo  la  Tenida  de  los  franceses,  embió  correos 
y  cartas  al  Rey  Cathólico  pidiéndole  gran  ayuda. 
En  esto  los  franceses  puesto  á  la  ciudad  el  cerco  y 
real ,  la  combatieron  por  tres  reces  reciamente,  é 
con  la  su  grande  artillería  rompieron  el  muro  con 
la  gana  que  traían  de  entrar  en  la  ciudad  y  haber- 
la á  sus  manos;  y  no  solo  este  mal  facían,  mas  aun 
lo  que  no  es  de  decir,  robaron  las  Iglesias  que  fuera 
de  la  ciudad  estaban ,  violaron  las  monjas,  oome- 
tieron  estupros  y  adulterios :  no  se  hallaba  maldad 
qne  no  cometiesen,  como  gente  alongada  del  amor 
é  gracia  de  Dios.  A  los  nuestros,  como  en  otras 
partes,  y  lugares  é  tiempos,  no  faltó  ánimo  de  resis- 
tir é  impedirles  la  entrada  de  la  ciudad  por  la  parte 
del  muro  que  derrocaron ,  antes  allí  mesmo  yaro- 
nilmente  se  pusieron  peleando  con  los  franceses,  y 
no  pudlendo  tanto  los  franceses,  los  arrancaron  de 
alli ,  aunque  hubo  pelea  muy  crecida  ó  trabada  en- 
tre los  unos  y  los  otros.  Murieron  é  fueron  feridos 
muchos,  porfiando  unos  por  entrar,  otros  por  de- 
fender la  dudad ;  é  los  franceses,  viendo  que  no 
aprovechaba  nada  por  los  grandes  é  recios  combates 
é  golpes  é  f  cridas  é  impetos  que  mas  que  hombres 
hicieron,  dexada  la  pelea  é  ruido  del  portillo  ó  mu- 
ro quebrado,  se  retruxeron  á  su  real.  En  esto  acae- 
ció que  nuestro  Rey  estaba  en  la  ciudad  de  Logro- 
fio ,  no  mny  lesos  de  Pamplona,  aparejando  las  co- 
sas necesarias  para  la  guerra;  y  porque  supo  que  fal- 
taba á  los  de  la  ciudad  de  Pamplona  questaban  cer- 
cados, los  mantenimientos  y  todo  lo  necesario,  em- 
bió para  su  socorro  á  Don  Pedro  Manrique,  Duque  de 
Nájera,  varen  muy  sesudo  y  en  la  arte  militar  muy 
diestro,  é  probado  de  tiempo  antiguo  entre  todos 
los  caballeros  Despafia,  con  gente  de  armas  á  pié  é 
á  caballo.  Sabido  por  los  enemigos  como  contra 
ellos  con  ezército  venia  el  dicho  Duque,  cuya  fama 
é  gloriosa  memoria  en  las  armas  sabían  los  capita- 
•  nes  franceses  y  el  mismo  Rey  Don  Juan  que  fueron 
vecinos,  teniendo  por  cierto  que  no  les  había  de 
consentir  tener  cercada  la  ciudad,  é  les  había  de 
dar  batalla  por  les  echar  dende,  acordaron  la  noche 
algalíente  de  se  ir,  y  de  hecho  dezaron  la  ciudad  y 
cerco  que  tenían,  é  fueron  camino  de  Francia;  á  los 
quales  el  magnánimo  Duque  como  á  vencidos  no 
quiso  seguir  ni  matarlos,  que  pudiera,  pues  muer- 
tos de  hambre  y  de  frió  fuian,  é  decía  el  Duque  que 
puente  de  plata  convenia  facer  al  enemigo  que 
hala.  Pues  acaesoió  que  los  hijosdalgo  moradores 


en  la  provincia  de  Gnipuscoa ,  porque  el  Bey  tes 
hiso  saber  que  los  franoeses  iban  levantado  su  real 
la  via  de  Francia ,  aalieron  al  encuentro  y  los  halla- 
ron en  lugar  llamado  Veíate,  é  pelearon  oon  los 
franoeses,  é  matando  muchos,  aunque  por  oompasion 
dieron  á  muchos  la  vida,  los  echaron  fuera  de  la 
tierra,  é  les  tomaron  la  artillería  de  oafiones  de  co- 
bre que  llevaba  el  Rey  Don  Juan  y  el  ezército 
francés,  la  cual  artillería  era  de  mucho  predo  é  va- 
lor increíble;  é  por  memoria  la  llevaron  los  Ouípus- 
coanos  é  pusieron  en  la  ciudad  de  Pamplona  para 
que  á  los  franceses  con  sus  propias  armas  los  mata- 
sen. Acaeció  mas :  que  los  franoeses  no  contentos 
con  el  cerco  que  tenían  puesto  sobre  la  dudad  do 
Pamplona  con  el  ezército  ya  dicho,  fecho  y  con- 
gregado otro  ezército  grande  oomo  el  que  estaba 
en  Navarra,  entraren  en  Quipuscoa,  pensando  de  la 
tomar,  y  an  tomada,  juntar  el  uno  ezército  que 
entró  en  Qnipuzcoa  con  ol  que  estaba  en  Navarra,  y 
hacerse  fuertes;  é  como  pusiesen  cerco  á  la  villa  de 
San  Sebastian,  los  de  la  dicha  provincia  sin  ayuda 
del  Rey  ni  de  la  otra  gente  estrafta  defendieron  la 
dicha  villa,  é  mataron  mucha  gente  francesa,  é  los 
echaron  de  la  tierra  mal  de  su  grado ,  é  los  despoja- 
ron de  todo.  Así  fecho,  nuestro  ezérdto  se  despi- 
dió, é  fué  cada  uno  á  su  casa,  con  todo  dezando  en 
Pamplona  y  en  Navarra  el  recaudo  que  para  la 
guarda  y  gobernadon  del  Reino  nuevamente  ad- 
querído  era  necesario  y  convenia ;  y  dezó  su  Alteza 
con  la  gente  que  dezó  en  Navarra  por  Visorey  al  Al- 
caide de  los  donceles  de  la  casa  real.  El  Rey  red- 
bíó  con  mucha  alegría  á  los  que  vinieron  de  Na- 
varra, y  fué  á  tener  la  fiesta  de  Navidad  en  BurgoS| 
de  donde,  pasada  la  fiesta,  fué  para  Valladolíd| 
donde  estuvo  casi  todo  d  afto  de  mil  é  quinientos  é 
trece  holgando ;  é  como  por  causa  de  la  caza  coa 
que  mucho  se  recreaba  estuviese  é  morase  en  la  Me- 
jorada, ques  un  monasterio  de  la  orden  deSanct 
Jerónimo ,  legua  é  media  de  Medina  del  Oampo, 
adoledó  gravemente,  en  tal  manera  y  en  tal  grado, 
que  de  juicio  de  todos  era  imposible  escapar,  por- 
que los  médicos  desafudaron  de  su  salud,  didendo 
questa  enfermedad  tan  recia  é  tan  súpita  le  vino 
porque  tomó  ó  comió,  sabiendo  ó  no  sabiendo,  al- 
gunas cosas  de  medicina  que  ayudaban  á  f  aoer  ge- 
neradon.  Otros  piensan  que  le  dieron  yerbas,  vene- 
no ó  tódco.  A  la  postre  guaredó  de  aquella  enfer- 
medad algún  poco ,  pero  nunca  tomó  á  su  primer 
seso ,  é  fuerza,  é  valor ,  é subjeto  recto  de  persona 
que  solía  tener,  que  dende  á  poco,  porque  no  se  pa- 
día  bien  tener  ni  sostener  á  pié,  para  poder  andar 
aun  en  el  Palacio  Real  se  asentaba  en  una  nlla  de 
caderas,  y  en  ella  se  hacía  llevar  por  sus  criados 
para  subir  y  andar  en  las  andas  en  que  iba  ala  ca- 
za ;  aborreció  los  negocios  á  que  era  primero  tan  afi- 
donado ;  el  resplandor  y  semblante  sereno  dd  ros- 
tro jocundo  perdió,  é  casi  en  otro  hombre  dd  que 
solía  se  mudó ;  la  compafiia  de  los  hombres,  aun  de 
los  servidores  domésticos  familiares  de  su  oaaa,  de- 
negaba y  rehusaba,  y  como  d  ciervo  llagado  con 
saeta  ó  arma  andaba  por  los  campos  y  montes  co« 


DON  FERNANDO 

liados,  pensando  que  desU  manera  eecosaría  la 
muerte  propincna  é  cercana  qae  le  estaba  acechan- 
do aparejada.  Finalmente  andando  asi,  partió  den- 
de  la  ciudad  de  Flasenda  para  ir  á  Sevilla,  y  en 
Madrigalejo,  un  lugar  cerca  del  nombrado  y  devo- 
tísimo monasterio  de  Guadalupe,  de  la  orden  de 
8anct  Jerónimo,  á  veinte  é  dos  de  enero  de  mil  é 
quinientos  é  diea  seis  afios,  dexó  de  usar  desta  vi- 
da presente,  é  dio  el  alma  á  Dios,  habiendo  primero 
recibido  los  Banctos  Sacramentos  eclesiásticos  muy 
devotamente ,  en  edad  de  sesenta  é  qnatro  afios  de 
su  nascimiento,  menos  dos  meses  y  algunos  días, 
después  que  reinó  en  Castilla  y  Aragón  quarenta 
afios ;  cuya  ánima  tome  reposo  oon  Dios,  que  nadie 
de  los  Beyes  antepasados  fué  mas  justo  en  piedad 
y  de  mayor  gloria  en  las  armas  é  batallas.  Eligió 
para  su  sepultura  en  la  ciudad  de  Granada  la  capi- 
lla que  mandó  hacer  la  Reina  Dofia  Isabel  su  mu- 
ger ,  no  inferior  á él  en  virtud  y  excelencias;  é  fué 
llevado  allá  su  cuerpo  al  lado  diestro  del  cuerpo  de 
la  Reina  oon  muy  magnificas  obsequias  y  aniver- 
sarios que  á  tan  alto  principe  pertenecían.  En  su 
testamento  instituyó  é  dexó  por  heredera  de  todos 
sus  Reinos  é  Sefiorfos  de  Aragón  á  su  hija  Dofia 
Juana,  que  era  Reina  de  Castilla,  León  y  Granada;  é 
por  algunos  impedimentos  de  enfermedad  que  su 
Alteas  padeda,  dexó  por  gobernador  dellos   al 
muy  alto  y  excelente  Sefior  Don  Carlos,  que  está 
en  Flandes  supliendo  cualquier  defecto  de  edad, 
que  no  habia  sino  diea  y  seis  afios ;  é  entre  tanto 
que  á  estos  Reinos  viniese  fasta  que  otra  cosa  man- 
dase el  Principe  su  nieto ,  mandó  que  los  Reinos  de 
León  é  Granada  recogiese  Don  Fray  Francisco  Xi- 
mones  de  Cisneros,  Arzobispo  de  Toledo,  Cardenal 
Primado  de  las  Espafias,  y  la  gobernación  de  Ña- 
póles y  Sicilia  y  Aragón  su  hijo  Ansobispo  de  Zara- 
goza. Plega  á  Dios  que  presto  salvo  é  sano  venga  á 
tomar  la  posesión  é  gobierno  de  tales  é  tantos  Bd- 


É  DOÑA  ISABEL:  53l 

nos  que  le  están  aparejados  y  esperando  oon  toda 
bienaventuranza. 

El  Principe  Don  Carlos  siendo  certificado  de  la 
muerte  del  Rey  Cathólico,  su  agüelo ,  embió  pode- 
res al  Cardenal  Fray  Francisco  Ximenes  para  go- 
bernar estos  reinos  el  tiempo  de  su  ausencia,  é  con 
mensajero  propio  escribió  á  los  del  Consejo  Real 
oon  título  y  nombre  de  Rey  para  que  entendieson 
en  las  cosas  que  convenían  al  bien  de  los  Reinos,  é 
ordenaron  las  provisiones  por  Dofia  Juana  é  Don 
Carlos,  Reina  é  Rey ,  en  Madrid,  miércoles  después 
de  medio  dta,  diez  dias  del  mes  de  Septiembre  de 
mili  é  quinientos  é  diez  y  seis  afios,  en  las  plazas 
de  San  Salvador ,  el  presidente  Arzobispo  de  Grana- 
da é  los  Lioendados  ZapaU  y  Maxica,  y  el  Doc- 
tor Carbajal,  y  los  Lioendados  Sanctiago  é  Polanoo 
y  Aguirre  y  Coalla;  é  oon  un  Rey  de  armas  manda- 
ron pregonar  é  publicar  paz  y  alianza  perpetua  entre 
sus  Altezas  y  el  Rey  de  Francia.  Vino  el  Rey  Don 
Carlos  en  Espafia  dende  el  Condado  de  Flandes  oon 
grande  y  gruesa  flota  y  armada.  Tomó  tierra  pri- 
meramente en  Villaviciosa,  puerto  de  mar  en  el 
Principado  de  las  Asturias,  en  diez  é  nueve  dias 
dd  mes  de  Septiembre  de  mili  é  quinientos  é  diez  y 
siete  afios.  Juntáronse  Cortes  en  Valladolid,é  vinie- 
ron todos  los  Procuradores  dd  Reino,  é  recibiéron- 
le y  juraron  en  el  monesterio  de  San  Pablo  por  Rey 
é  Sefior  destos  Reinos,  estando  presentes  asi  mismo 
muchos  grandes  é  perlados  que  también  le  juraron 
é  besaron  la  mano  como  á  Rey  é  Sefior  dellos. 

Bu  la  Corónica  deste  Roy  que  fué  después  elegi- 
do por  Emperador,  hallarás  algunas  cosas  verdade- 
ras, é  bien  todas  en  la  palentina  Corónica  en  latin, 
y  mas  en  la  Corónica  de  romance,  y  están  en  roman- 
ce mas  largamente  en  el  libro  intitulado  historia,  y 
mochos  que  hablan  de  todos  los  Reyes  Despafia ;  y 
comienza  la  historia  del  Rey  Don  Carlos  en  la  foja 
de  aqud  libro,  fojas  17T  fMta  fojas  254.  Dw  gratku. 


■w 


I   • 


KtíKaSBS 


APÉNDICE  2. 


■*  ■    U" 


ANALES  BREVES 

dd  reinado  de  las  Beyes  Católicas  D.  Femando  y  Daña  Isabdj  de  gloriosa  tnenuh 
riaj  que  dejó  manuscritas  d  Dr.  D.  Lorenzo  Galindez  Carvajal  (1). 


1.*  Los  Beyes  Oalólioos  D.  Fernando  y  Dofia  Isa- 
bel faeron  délos  masesolareddos  Pdnoipesqnehan 
remado  sobre  la  tierra ,  oaya  fama  oon  gran  rason 
debe  ser  inmortal ,  de  la  oaal  paeden  tomar  ejem- 
plo todos  los  Beyes  qae  quisieren  oon  santidad  y 
pradenoia  gobernar  á  sos  rasallos.  Faeron  grandes 
celadores  de  la  religión  y  fe,  de  alto  y  Taleroso  co- 
rasen;  sofrieron  oon  bnen  semblante  las  adrersi- 
dades  que  les  vinieron,  y  recibieron  oon  gran  tem- 
planza las  prosperidades  y  Titorías  que  taTieron, 
ordenándolas  á  Dios  y  dándole  gracias  por  ellas. 
Faeron  de  gran  consejo  y  providenoia,  asi  en  las 
cosas  presentes  como  en  las  venideras,  para  qae  no 
les  bailasen  desapercibidos ;  amaron  macbo  la  jas- 
tida  y  todo  género  de  virtades,  honrando  y  favo- 

(i)  Henot  toatdo  ette  eserito  iel  tOMo  XTin  ie  It  Cúleceh» 
4e  isamaitu  ktééUét  paré  U  Hiil&rU  ie  EipHé^  por  los  seSoret 
D.  Nifiiel  SaiTá  7  0.  P«dro  Stins  da  Banidi  (lltdrid,  1SS1),  don- 
de M  Issertí  é  la  pif .  W. 

Piblled  7  anotó  ealoa  Analaa»  al  afto  1787,  D.  Hafaal  Plonnes, 
Sofior  da  Tannaroa,  y  para  mayor  lloatraaios  antepcao  aata  ad- 
▼ertaaaia. 

Ciarlas  obras  de  Gallndes  ao  eoaoddaa,  Zdftlfa,  plf .  Sl%  sol.  1 

No  aneontramoa  con  aata  ^aauplar  las  damas  Nenorlaa  de  aqaal 
llampo  qae  Arfonaola  cita  en  al  eap.  40,  pig .  8S8,  con  al  nombra 
de  MmmterÜM  curióte  fn#  «mImi  ms  laa  Án^kt  ití  Dr.  horeiuu 
ié  Cantiéi  f  «m  ito  éni*  inpMf  en  loa  anales  so  Irataba  de  la 
desfraclada  empreaa  contra  Argel  por  el  Cardenal  Jimenei,  é  ear- 
fo  del  General  Diego  de  Vera,  dastrnlda  por  Barbarroja  el  dia  do 
San  Jerónimo  del  aSo  IMS. 


(Al  mirgen  dlee:) 

Batoloaftade 
aqoi  rioranea. 


(coimu  udse:) 

Reapeeto  qao  ea  esta  obra  se  aseribe  el  me- 
morable reinado  de  los  Católicos  Reyes  D.  Fer- 
nando y  Cola  Isabel,  para  qae  conato  nn  digno 
y  completo  elogio  de  sn  bnen  gobierno,  pondre- 
mos aqnl  el  qne  lee  biio  con  eucta  descripción 
y  mncha  elegancia  nn  loctlaimo  Consecro  snyo 
en  Memorial  qne  dló  é  manos  de  sn  nieto  el  Se- 
Sor  Bmpersdor  Garlos  V,  d  anal  truladó  Jnllan 
del  CasUllo  en  sn  Jfitlarfe  U  ht  Repet  €Uoi, 
Itb.  IV,  Dlse.  XI,  pdg.  Sllyslgnlentes,  edicioa 
de  Madrid,  alo  iS14,  y  por  ai  copia  dice  así: 

Ufe  Ceisi||ero  de  st  tiempo  d^ó  eacrito  nn  Memorial,  qne  remi- 
tió é  la  indita  memoria  del  Emperador  Carlea,  qne  per  parecerme 
mny  é  propóaito  para  el  Intento  qne  Hoto,  be  qierido  copiarle  é 
inlrodidrle  es  mi  Historia,  y  dice  ul: 


reciendo  con  palabras  y  obras  á  los  qae  las  poseían* 
Faeron  de  gran  Tenerabion  en  sas  personas,  en  par* 
tícalar  la  Beina ;  clan  ordinariamente  oon  gran  be- 
nignidad y  mansedambre  á  sas  Tasallos :  taTieron 
en  sn  Oonsejo  y  oficios  y  cerca  de  sos  personas 
hombres  insignes  y  en  número  conveniente :  tayie* 
ron  gran  casa  y  corte  acompafiada  de  Qrandee  y 
varones  principales ,  á  los  oaales  honraron  y  sabli** 
marón  conforme  la  calidad  de  sn  grado,  ocapáudo* 
les  en  cosas  en  qne  les  podían  servir,  y  onando  se 
ofrecía  ocasión  tenían  memoria  de  les  hacer  mer- 
ced ;  con  qne  todos  andaban  satisfechos  y  deseosos 
de  servir  en  el  gobierno  del  reino  y  de  sa  Consejo  i 
tavieron  mas  atención  de  poner  personas  prndentes 
y  de  habilidad  para  servir,  aanqoe  fuesen  media- 
nas, qae  no  personas  grandes  y  de  casas  principa- 
les. En  sa  hacienda  pasieron  gran  caidado ,  como 
en  la  elección  de  personas  para  cargos  principales 
de  gobierno,  jastida,  gaerra  y  hacienda ;  y  si  alga- 
na  elección  se  erraba  (qne  sacedla  pocas  veces)  al 
panto  lo  emendaban  I  no  dejando  crecer  el  dafio, 
sino  remediándolo  con  prestesa;  y  para  estar  mas 
prevenidos  en  las  elecciones  tenían  an  libro,  y  en  ál 
memoria  de  los  hombres  de  mas  habilidad  y  méri- 
tos para  los  cargos  qne  vacasen  ;  y  lo  mismo  para 
la  provisión  de  los  obispados  y  dignidades  eclesiás- 
ticas (2).  Despachaban  los  negocios  oon  toda  bre- 

(I)  Téase  abejo  la  petición  OS  de  las  Cortea  de  TaUadelid  do 
ÍS37,  y  é  D.  Francisco  Bermndei  de  Podran  en  an  libro  Dei  Se- 
ertíMrto  ití  ñqi,  Impreao  en  Madrid,  aflo  16»,  Diac.  8.*,  folio  18 
▼nelto,  donde  dice:  «Si  en  Eapafta  háblese  libro  para  eacribtr  loo 
•servicies  de  loa  naalloa  y  memoria  de  premiarloa,  ana  Reyea, 
•qne  lo  aon  de  coraionea ,  lo  aerlan  también  de  leones  para  se- 
•Aorear  lo  qne  reala  del  mondo,  y  cesarían  las  qn^as  militares 
•de  qne  ellos  eonqnlstaa  loa  relnoa,  y  otros  gonn  el  fmto  da 
•alloaé^ 

GéRTES  DB  TALLADOLID  DB  IQ37. 

finaoii  68. 

Otrosí,  los  Reyes  Católlcoa  de  glorioaa  memoria,  fsestros  abne- 
los,  psra  informarse  de  las  peraonaa  de  qnlen  podrían  serrirsot 
conforme  é  sns  bablUdades,  psra  todoa  loa  cargoa  qne  tenían  qne 
profoer  eo  eatoa  relnoa ,  mandaban  hacer  Informadon  acérela  de 
todas  las  ealldadea  y  habilidades  de  laa  peraonaa  de  ana  relnoa ,  é 
tenían  libro  deato  dentro  en  an  Cámara  Real :  é  porqne  cato  con- 
flene  é  es  maa  neeeaario  I V.  M.  por  tener  maa  rolnoa  é  aaiortos; 
é  para  leser  «pcbo  deseasso  es  se  senrldei  é  los  paaUot  estt« 


664  0BÓNI0A8  DB  LOS 

▼edad,  teniendo  dia  sefUlado  para  esto ;  y  para  los 
demás  negocios  hadan  andar  á  los  ministros  y  ofi- 
ciales con  gran  cuidado  para  qae  los  Tasallos  no  re- 
cibiesen detrimento  ni  gastasen  sn  hacienda  y 
tiempo  con  dilaciones. 

i.*  Entraron  estos  Ínclitos  Reyes  á  reinar  en  CSas- 
tiUa  con  las  armas  en  la  mano,  porque  estaba  el 
reino  dividido  en  dos  parcialidades,  la  una  tenia  el 
nombre  de  la  Reina,  y  la  otra  sustentaba  la  opinión 
de  una  sefiora  que  se  decia  ser  hija  del  Rey  D.  En- 
rique el  Cuarto,  hennano  de  la  Reina  Do&a  Isabel, 
siendo  falso  y  fingido ;  y  esta  parte  siguieron  mu- 


REYE8  DB  CASTILUL 

ches  de  los  mas  principales  del  reino  y  con  ellos  el 
Rey  de  Portugal;  y  juntándose  con  esta  facción  y 
favoreciendo  á  aquella  sefiora,  que  era  su  sobrina, 
entró  en  Castilla  con  gran  poder,  y  ocop6  algunas 
placas  en  ella,  y  al  fin  se  vino  á  determinar  la  cosa 
por  una  batalla  pública  y  campal,  en  que  se  derra- 
mó mucha  sangre  de  ambas  partes ,  quedando  la 
victoria  por  el  Rey  Católico.  Habida  y  alcanzada 
esta  victoria,  hicieron  perdón  generad  4  los  que 
fueron  contrarios,  con  algunas  condiciones ;  y  des- 
pués se  hiso  paz  y  alianza  con  Portugal ;  y  á  los  que 
desirvieron  y  fueron  perdonados  siempre  se  les 
guardó  justicia;  y  á  loa  que  bien  sirvieron  no  sola- 


rta  mu  fobenadoi :  suplletmoi  é  ▼.  M.  se  laforme  é  tengai  libro 
desto,  Mgaa  que  loi  lleyei  GatóÜeos  vaestros  abuelos  lo  bl- 
Bleron. 

A  esto  vos  respondemos:  fue  not  huéemot  iuforméio  i  hfor- 
■MráMf  tUmpn  deüo. 

Impresas  es  no  euadeno  de  SO  folios  eo  Valladoild  por  Sebas- 
tian Martinei,  Impresor,  ft  tO  de  febrero  de  1553. 

Este  registro  ( dice  el  autor  que  va  á  citarse,  en  el  cap.  37,  pá- 
gina 587 )  es  de  mncba  Imporlancla  para  los  Reyes.  Del  sabio  y 
muy  prudente  Rey  D.  Felipe  II  se  dijo  que  en  su  tiempo  tuvo 
otro  como  él,  y  le  bablan  de  tener  todos  y  en  todo  tiempo,  y  mas 
cuando  está  menoscabado  el  poder  y  se  van  disminuyendo  las 
rentas,  consamiendo  Iss  fuerxas,  y  la  fortalexa  de  los  enemigos 
aumentando,  etc. 

Bste  mismo  libro  de  nson  de  ios  bombres  beneméritos  para 
emplearlos  eo  beoeScio  del  Estado,  dejaba  ól  aconsejado  en  el 
cap.  13,  pág.  161. 

El  docto  P.  Pr.  Joan  de  Santa  María,  franciscano  descaUo,  eo 
su  Uéro  d$  Oro  titulado  RqrAklieü  f  poUeUt  eristíaMu,  impreso  en 
Madrid,  aflo  1515,  procarado  «terminar  después  por  el  privado 
duque  de  Lerma  (aunque  en  vano )  por  las  verdades  que  le  decía, 
en  el  cap.  36,  pig.  539,  escribe  lo  siguiente  : 

«Uno  de  los  principales  Consejeros  certificó  á  una  persona 
>grave  qne  siendo  él  Alcalde  de  Corte  vacó  un  oficio  de  verdugo, 
>y  que  fué  tan  pretendido  y  con  tales  Intercesiones ,  que  convino 
>baeer  dos  para  cumplir  con  las  demás  obligaciones.  Y  de  la  Rel- 
»Ba  CatdUca  Dofta  Isabel  se  dice  que  cuando  gobernaba  con  el 
>rey  Don  Femando  sn  marido,  se  le  cayd  acaso  un  papel  lie  la 
«manga  en  que  tenia  escrito  de  su  propismano :  Lépre0onerl§  de 
•ié  mdid  te  ka  de  dará  /klaue,  perpie  tiene  moffúr  ves:  y  si  en 
»oflcio  tan  vil  tenian  aquellos  tan  Católicos  y  prudentes  Reyes 
atento  cuidado  con  las  calidades,  ¿qué  se  debe  taacer  en  los  de 
ajusticia  y  gobierno T  iQué  en  las  dignidades  eclesiásticas,  que 
»son  las  columnas  de  nuestra  Santa  Religión  T  Cuando  llegare  el 
»dia  de  la  cuenta  estrecba  y  rigurosa  que  pedirá  Dios  verán  lo 
»que  esto  Importaba.» 

Pero  el  elogio  mas  completo  de  estos  insignes  Reyes  Católicos 
por  la  gravedad,  acierto  y  Juicio  do  sus  elecciones,  se  contiene  en 
la  carta  que  el  Consejo  escribid  á  su  nielo  Carlos  V,  estando  adn 
en  Flandes  antes  de  venir  á  Bspafia,  afio  1517,  conservada  por  el 
8r.  Galindei  en  sus  Anaiee,  cap.  16,  donde  podrá  verse. 

Fueron  muchos  los  viajes  que  blcieron  de  una  parte  á  otra, 
Bo  habiendo  sido  la  vida  de  estos  Reyes  mas  de  una  continua  pe- 
regrinación. Hacíase  esto  entdnces  con  menos  aparato  y  preven- 
ción, porque  no  se  dejaban  aprisionar  con  los  grillos  de  la  gran- 
deza, pareciéndoles  qne  esta  se  aseguraba  mejor  en  el  crédito  de 
lu  gobierno  qne  en  la  ostentación  de  su  casa ;  teniendo  por  fan- 
tasía la  fama  que  no  se  funda  en  lo  sólido  de  Iss  virtudes.  Asi  lo 
ejecutaron  con  grande  utilidad  de  sus  vassilos ,  que  aunque  los 
Biuislros  que  tuvieron  fueron  los  mas  excelentes  que  hubo  Jamás 
•n  otro  reinsdo,  como  aquellos  que  eran  de  su  mayor  sstisfaccion, 
ninguno  hay  que  pueda  suplir  por  el  dneflo,  que  según  rason  debe 
estar  libre  do  los  Inconvenientes  á  que  está  sujeto  el  que  no  lo 
es,  aunque  sea  de  mayores  prendas  y  talentos. 

Asi  el  discreto  D.  Francisco  Pinei  y  Monroy  en  sn  Retrete  del 
He»  9Meailc,  Ub.  1«,  cap.  17,  pág.  SSl,  Madrid,  1677. 

De  la  poliHen  que  estos  gloriosos  Reyes  seguían  en  la  parte  le< 
gislativa,  que  es  la  mas  dificll  de  las  fundones  de  la  soberanls, 
IOS  da  la  especie  siguiente  el  ocioso  D.  Mateo  de  Lison  y  Bied- 
Mh  Soler  de  Alfulnje  UUV.^"  j  Preeandor  de  Cdnei  do  ia 


ciudad  de  Granada,  en  el  DeeeM§eMú  qne  escribid  para  el  Rey  Don 
Felipe  IV  en  13  de  Junio  de  1613,  el  cual  se  halla  impreso  entre 
sus  üiecvteef  efuaiamUntot  poUtíeot,  fol.  16. 

■  En  la  República  romana,  tan  vigilante  en  sn  gobierno  cnan 
•desinteresada  en  sus  elecciones,  las  leyes  qne  hacían,  antes  que 
tse  publicasen,  Iss  fijaban  en  pdbllco,  porque  todos  las  pudiesen 
»ver  y  csda  uno  qne  quisiese  dijese  contra  ellas:  con  lo  coal  se 
avclan  los  defectos  y  las  reformaban  á  lo  mas  conveniente.  T  el 
•Católico  Sefior  Rey  D.  Fernando  fué  alabado  de  que  las  órdenes, 
•premiticas  ó  leyes  Importantes,  las  mandaba  primero  echar  una 
•vos  á  lo  públleo  para  ver  como  se  recibisn ,  y  antes  de  publlcar- 
•  las  reconocía  los  inconvenientes  y  dificultades  que  el  común  les 
•ponía,  y  si  eran  considerables  las  reformaba :  y  así  ftaoron  sus 
•mandatos  un  estlmsdos  y  bien  ejecutados,  y  loa  qne  se  publlca- 
•ban  un  dia  no  se  revocaban  otro  por  mirarse  tan  bien  sn  conve- 
•nencia.  Y  si  esto  se  hacia  en  órdenes  ó  leyes  escriUs,  ¿cuánto 
•mss  se  debe  hacer  en  leyes  vivas,  que  son  los  cons^eros,  go- 
•bemadores,  corregidores  y  Jueces  que  las  ejecutan ?• 

De  aquí  creo  yo  provenga  el  hallarse  muchas  Audadones  do 
vínculos  y  mayorazgos,  mejoras  de  tercio  y  quinto,  que  be  visto 
dispuur  en  esu  Chsncillerla,  arregladas  á  las  leyes  de  Toro,  sutes 
de  su  promulgación  en  aquella  dudad  en  7  de  mano  de  1506,  eo 
los  tres  silos  intermedios  desde  el  de  1501  en  qne  se  hideron  en 
Iss  Cortes  de  Toledo ,  que  deberán  tener  presentes  nnestros  Ju- 
ristas en  los  casos  que  se  ofrezcan. 

•  El  Rey  D.  Fernando  el  Católico  encargó  al  doctor  D.  Lorenio 
•Galindez  de  Carvajal,  de  su  Consejo  y  Cámara,  la  enmienda  y  po- 
•blicacion  de  las  Crónicas.»  (Sempere,  Eueeifo  de  une  Biél.  etpe- 
ñola,  tom.  III,  pág.  161.)  Véase  á  KnrlU  al  principio  dd  libro  Ctff- 
reedou  f  enmienito,  y  el  plan  para  la  impres.  de  lu  erónic.  de 
Cerda. 

Zorita  en  el  prólogo  al  libro  de  las  CarreeeiM.  p  emtUead.  de 
/si  Cránlo.  de  Afaia,  publicado  por  los  herederos  de  Dormer  en 
Zaragoza,  afio  de  1683.  «  El  doctor  Lorenzo  Galindez  de  Carvajal 
•postrersmente  en  tiempo  del  Rey  Católico  se  biso  censor  y  Juez 
•psra  emendar  los  escritos  de  los  cronistas  qne  fueron  de  los  Ro- 
•yes  D.  Juan  d  Segundo  y  D.  Enrique  sn  hijo,  que  por  letras  y 
•autoridad  lo  podía  muy  bien  ser.* 

El  doctor  Carvajal,  alabado  por  el  doctor  Frandsoo  Lopeí  do 
Villalobos,  médico  del  Empersdor  Carlos  V,  in  §teué  Hierari  tn 
i.m  et  l.n  jLiárM  Jtítt.  notar.  Plinü ,  edit  Complut.  apnd  Michad 
de  Egula  an.  1514  ad  D.  Alphons.  de  Fonseca  Toldan.  Archlepls- 
cop.  ubi  In  prolog.  loqueos  de  bis  qul  laborem  snum  vlde- 
runt,  alt. 

«Postremo  vero  doctor  Carvaglalis  Imperstorls  Conslllsrlns  eam 
•rgiosssm)  Jnssu  Cxssrls  examlnavit ,  qul  in  utroque  Jure  et  la 
•cunelis  lltteris  emlnentis  esse  doctrine  credltnr.« 

Vid.  Luc.  Marin.  Sicul.  in  Vlr.  Illnstrib.  qul  tracUtns  est. 
Ub.  XXV,  su»  de  reb.  hispan.  Hlstor.,  fd.  168,  et  llb.  11,  fol.  116, 
ubi  Ínter  Consiliarios  qul  regnum  regebant  cum  Frandaco  Xlme- 
úio.—Item  Laarenüat  Careaiaitue  doctor  egre§iMe  et  $eaiere  noMi, 

Este  memorial  siguieron  y  dtaron  Zurita  y  Garlbay,  y  lo  mismo 
Alvar  Gómez  in  Prmfal^on.  ad  kittor  de  rehu  XloíenU. 

Escribióle  el  doctor  Carvajal,  pasado  d  afio  do  1813,  de  qne 
refiere  sucesos  en  el  csp.  11,  al  fin. 

Cronista  le  llaman  muchos,  pero  no  lo  fué  en  rigor  oon  título  do 
los  Reyes,  sino  de  estudio  privsdo  y  por  propia  aplicadon,  y  as( 
no  le  pone  el  ilndre  D.  Luis  de  Salazar  en  la  lista  do  oronistas 
qne  forma  ea  sos  AdaerteM,  kittdríc,,  pág.  156  y  151« 


DON  FEBNANDO 

mente  jiistícia,  sino  también  mucha  gracia  y  mer- 
cedes en  lo  que  se  ofrecía,  siendo  presentados  y  pre- 
feridos en  las  honras  y  provechos  en  sos  personas 
y  casas,  qne  fué  cansa  de  ser  estos  Beyes  sumamen- 
te amados  y  temidos, 

3.**  Despaes  de  oompaestaa  las  cosas  de  la  guerra 
y  estado,  entendieron  en  extirpar  los  tiranos,  qne 
habia  muchos  por  el  rmno,  multiplicados  con  la  fal- 
ta de  justicia  de  los  afios  pasados,  y  tenian  opresa 
y  agraviada  la  pobre  gente ;  y  en  esto  tuvieron  tal 
modo,  que  en  poco  tiempo  allanaron  y  plantaron 
la  justicia,  andando  por  el  reino  de  unas  provincias 
en  otras,  para  que  con  su  presencia  temiesen  los  in- 
solentes ,  y  osasen  pedir  justicia  los  temerosos. 

4.'  Los  cargos  de  justicia,  gobierno,  guerra  y 
hacienda,  obispados,  dignidades  eclesiásticas ,  no 
las  proveían  por  favor ,  ruegos  ni  intervención  de 
nadie,  ni  por  servicios,  sino  por  virtud,  habilidad  y 
méritos  de  los  proveídos :  y  cuando  alguno  pedia 
algo  de  lo  dicho,  alegando  sus  servicios,  se  le  res- 
pondía que  en  otras  cosas  se  hablan  de  remunerar 
los  servidos,  como  se  hacia ;  porque  en  aquellas  no 
■e  habia  de  atender  sino  al  bien  del  negooio  y  bue- 
na provisión  del  cargo ;  y  así  para  ellos  se  llama- 
ban de  sus  casas  á  las  veces  los  que  mas  sin  pensa- 
miento estaban  de  ser  proveídos ;  lo  cual  fué  causa 
que  estos  Beyes  fuesen  bien  servidos,  y  los  vasallos 
tuviesen  afición  á  la  virtud.  Tuvieron  gran  cuenta 
con  sus  criados,  que  bien  los  sirvieron ,  y  después 
de  muertos  con  sus  hijos ;  y  esto  también  fué  causa 
de  ser  servidos  con  grande  amor  y  fidelidad ,  te- 
niéndose por  seguros  los  que  bien  servían,  que  sus 
servicios  hablan  de  ser  remunerados  en  sus  perso- 
nas 6  en  las  de  sos  hijos. 

6.*  Asentado  que  fué  lo  de  la  justicia,  entendie- 
ron en  reformar  las  religiones  de  frailee  y  monjas 
que  estaban  necesitadas  de  remedio,  y  aunque  les 
puso  este  negocio  en  cuidado,  al  fin  se  redujo  todo 
á  mejoría  y  observancia. 

6.*  Después  desto  deliberaron  de  oonquistar  por 
fuerza  de  armas  el  reino  de  Granada,  y  le  ganaron 
valerosamente,  y  echaron  de  Castilla  todos  los  mo- 
ros que  no  se  volvieron  cristianos. 

7.^  Después  de  expelidos  los  moros,  mandaron 
salir  del  reino  todos  los  judíos,  que  habla  muchos, 
por  el  aumento  de  la  fé  cristiana,  no  atendiendo  á 
los  muchos  tributos  que  perdían. 

8.®  Expelidos  del  Beino  los  moros  y  judíos,  pu- 
sieron la  Inquisición  contra  los  herejes  y  perturba- 
dores de  la  religión  católica. 

9.®  Mantuvieron  sus  rdnos  en  grande  autoridad 
y  reputación  oon  mucha  gente  de  armas  y  caballos; 
sus  vasallos  bien  tratados  y  contentos;  los  pueblos 
bien  gobernados  y  alegres ;  tenian  personas  de  mu- 
cha confianza  y  secreto  que  andaban  por  los  reinos 
disimuladamente  informándose  como  se  gobernaba 
y  administraba  la  justicia,  y  lo  que  se  deda  y  ha- 
blaba de  los  ministros;  y  las  tales  personas  traían  á 
los  Beyes  nota  particular  de  las  faltas  que  sentían, 
y  lo  remediaban  como  la  neoeudad  lo  pedia. 
Con  este  buena  orden  j  templansa  de  au  parte 


i  DOÍtA  I8ÁBBL.'  .    Mí. 

tuvieron  ayuda  y  servidos  de  sus  vasallos  para  con- 
quistar, no  solo  el  rdno  de  Granada  y  otras  plaias 
en  la  costa  de  África,  sino  también  contra  loe  fran- 
ceses, ganando  los  reinos  de  Ñápeles,  Navarra  y 
condado  de  Buisellon.  En  su  tiempo  y  buena  ven- 
tura se  comenaaron  á  descubrir  las  Indias  del  mar 
Océano,  y  oon  haber  tenido  muchas  guerras  y 
grandes  gaBtos,'^dejaron  sus  rdnos  desempefiados,  y 
á  sus  vasallos  muy  prosperados  y  ricos,  y  á  sus  rd- 
nos en  paz  y  tranquilidad  con  buen  orden,  religión 
y  justida,  que  duró  mientras  rdnaron.i 

Memorial  y  registro  hreoe  de  ¡o$  ¡ugaree  donde  d  Bey 
y  Beina  (htóUcoSy  nuestros  Señores^  estumerm  cada 
año  desde  elde  1468  hasta  qw  Dios  ¡os  llevó  para 
sí^eseriioporel  doctor  Lorenao  Gatíndee  de  Car- 
vqfaldesu  Consto  y  del  de  Cámara  de  Carlos  V,y 
por  merced  suya  {hecha  año  de  1626)  (1)  Correo 
mayor  del  Perú,  ó  como  aUi  dieen,  maestromayor 
de  los  chasquis, 

FBOIMIO. 

La  costumbre  y  uso  del  escribir  historias  y  ooró- 
nicas,  asi  en  tiempos  pasados  como  en  los  presen- 
tes, paresce  no  solo  haber  sido  aprobada  por  gran 
discurso  de  tiempos,  pero  celebrada  y  confirmada 
por  todas  las  naciones  y  gentes  capaces  de  razoni 
como  lo  manifiesta  la  continuación  que  siempre 
basto  agora  se  ha  tenido  y  tiene,  y  cabe  en  razón: 
porque  si  en  el  escribir  se  guarda  lo  que  se  debe^ 
no  solo  se  nos  da  manera  para  bien  y  virtuosamen- 
te vivir,  pero  también  somos  instruidos  en  el  fin 
qne  debemos  seguv,  de  el  cual  esperamos  alcanzar 
aquella  bienaventuranza  para  que  fuimos  criados; 
la  cual  está  claro  se  alcanza  dguiendo  y  obrando 
los  actos  virtuosos  pasados,  huyendo  y  apartándo- 
nos de  los  vides  presentes;  porque  entonces  la  co- 
lónica  tiene  autoridad  para  ser  imitada  y  seguida, 
cuando  en  la  ordenación  de  ella  se  guarda  la  for- 
ma debida:  pero  muchas  veces  la  poca  verdad  que 
algunos  con  pasión  desordenada  tienen  en  escribir 
las  corónicas,  disminuye  la  autoridad  de  ellas  y  'las 
hace  tener  en  menos ;  porque  siendo  el  cronisto  jue« 
de  la  fama,  testigo  de  la  verdad,  y  espejo  en  que 
se  contempla  en  lo  pasado,  ni  juzgan  verdad,  ni  la 
dicen,  ni  representan  las  cosas  pasadas  como  pasa- 
ron, antes  ponen  confusión  en  d  tiempo,  callando 
y  esouresdendo  á  unos,  y  esclareciendo  y  subliman- 
do á  otros  como  no  deben,  lo  cual  hacen  pervirtien- 
do la  justida,  que  es  dar  á  cada  uno  lo  que  es  suyo, 
y  no  pensando  los  actos  de  fama  seg^n  lo  que  va- 
len y  pesan ;  mas  mguen  el  tiempo  y  estado  presen- 
te, y  la  calidad  que  en  él  tenia  la  persona  que  los 
hizo ;  como  m  agora  loo  que  tienen  grandes  estados 

(i)  La  maread  da  Corrao  siiyor  da  laa  ladlts  ae  ta  Uia  la  Ral- 
na  Dofla  Jaaaa  por  eédala  da  II  da  mayo  do  1514»  y  U  aobraaartt 
aa  dal  Bmparador  por  ae  Coaaajo  da  ladlaa  é  15  da  ootabra  da 
1515,  mandando  qna  ni  al  dicho  D.  Loranio  Gallndaí,  ni  É  ana 
tanlantea  aa  laa  ponga  embaraio  an  el  despacho  da  loa  eorreoa.— 
VeyUa  j  Linsfe,  Norls  ée  lo  eotUratscUm  ie  /adtet,  traU  larga- 
Si«sU  áe  aa|a  nereed,  lih.  i.'',  aap.  «^  nún.  S. 


.B86  ORÓNIGAB  DE  LOB  BITB8  DB  GASnLLá. 

7  IngiTM  eoa  ptiTinift,  faeaen  al  eterno,  yniinos 
habieran  oomensado,  6  oomo  si  se  concluyese  de 
necesario  que  los  grandes  estados  y  priyansa  in- 
fnndiesen  Tirtades;  siendo  todo  por  el  contrario, 
que  de  la  templaosa  yinieron  las  riqnesas,  y  de  allí 
los  estados  justos ,  y  no  de  las  riquesas  ni  de  la 
acepción  de  los  Principes  la  tonplanza ,  ni  el  uso 
deyiyir  yirtuosamente,  así  como  cada  día  lo  ye- 
rnos, y  páreselo  claro  en  tiempo  del  Bey  D.  Enri- 
que IV  y  en  tiempo  del  Rey  D.  Juan  n  su  padre, 
que  tantos  fueron  sublimados  en  dignidades  y  esta- 
dos cuantos  supieron  agradar  fuera  de  razón  á  los 
FHncipes  y  á  sus  priyados ;  pero  ni  por  eso  á  los 
poderosos  debe  de  desmenuir  el  lugar  justamente 
habido,  que  merecen  según  lo  que  mas  ayenturan ; 
pero,  pues,  oomo  dice  el  apóstol  Omm$  potetta»  á 
Deo  sfl,  s<0.,  y  pues  se  comete  falsedad  no  solo  di- 
ciendo lo  que  no  pasó,  pero  callando,  ó  disminu- 
yendo ó  alargando  lo  que  pasó,  claro  es  que  el  co- 
ronista  en  todas  estas  maneras  ofende  la  yerdad  y 
comete  falsedad ;  la  cual  es  mas  graye  y  detestable 
cuanto  es  dicho  ó  escrito  en  perjuicio  de  honra  ó 
fama  de  alguno,  ó  en  excelencia  de  otro  que  no  lo 
merece,  y  on  tiempos  que  mas  la  yerdad  se  usó, 
porque  si  se  tiene  por  malo  el  hurto  de  la  hacienda, 
por  peor  se  debe  tener  y  estimar  el  de  la  honra  y 
fama :  y  ansí  el  tal  coronista  en  muchas  cosas  ofen- 
de á  Dios,  ó  al  Principe,  é  á  la  república,  ó  á  la  par- 
te, cometiendo  falsedad  junta  con  hurto  de  el  loor 
agenocon  engafio  y  dallo  de  muchos,  ó  por  mejor 
hablar,  de^ todos :  por  lo  cual  se  podría  dedr  lo  del 
poeta:  Bie  vo9  non  voM«,  etc.  De  esto  se  quejaba  la 
Sabiduría. . . .  Stabunt  JuaH  in  magna  coMtanHaj  etc. 
Mucho  se  habla  de  mirar  en  la  elección  do  la  per- 
sona que  ha  de  escribir  lacorónica,  que  fuese  nom- 
brada por  el  Príncipe  con  aprobación  de  muchos, 
pues  se  hace  de  perjuicio  de  tantos,  y  no  dar  lugar 
que  cada  uno  fácilmente  se  ingiriese  á  escribir  lo 
que  le  place  en  loor  de  pocos,  y  en  perjuicio  de  to- 
dos: y  en  tal  elección  se  había  también  de  mirar  el 
bien  de  la  legalidad  de  la  persona,  que  el  elegido 
fuese  de  buena  parte ;  porque  ni  temor  de  los  po- 
derosos, ni  afición  de  su  gente  le  hiciesen  apartar 
déla  yerdad.  B  ansí  yernos  que  se  hizo  en  los  tiem- 
pos pasados  en  la  ley  diyina  y  humana,  y  en  nues- 
tros tiempos,  que  fueron  coronista  Pero  López  de 
Ayala  y  Hernán  Pérez  de  Quzman.  T  no  embar- 
gante que  Hernando  del  Pulgar,  que  por  mandado 
de  la  Reina  Católica  escribió  esta  corónica  hasta  el 
afio  de  1490,  era  buena  persona ,  elocuente  y  dis- 
creto ,  y  es  de  creer  que  escribió  yerdad ,  según  la 
relación  que  tuyo  de  los  hechos ,  y  que  lo  que  dejó 
fué  porque  no  lo  supo,  ni  alcanzó ;  pero  no  se  pue- 
de negar  haber  pecado  en  muchos  casos,  y  tanto 
mas  cuanto  la  corónica  era  de  Príncipes  mas  glo- 
riosos, como  lo  fueron  el  Rey  D.  Fernando  y  la 
Reina  Dofia  Isabel   Oatólicos;   en  cuyos  tiempos 
bienayenturados  pasaron  los  mayores  y  mas  nota- 
bles hechos  de  yirtud ,  y  religión ,  y  justicia  y  es- 
trenuidad  de  caballería  que  pasaron  muy  grandes 
tiempos  atrás.  En  todo  ello  el  coronista  pasa  sucin- 


tamente, que  lo  que  esoiibe  aim  no  es  una  sanii 
muy  breye  de  lo  mucho  que  deja  por  decir;  y  lo 
que  peor  es,  que  en  muchas  partes  y  lugares  pro- 
cede tan  desnudo  de  particularidades,  que  ni  nom- 
bra las  personas ,  ni  dice  el  hecho  entero  con  sus 
circunstancias  como  pasó,  antes  trocándolo  é  abre- 
yiándolo  demasiadamente,  lo  confunde  con  alguna 
retórica  yana,  de  que  muchas  yeces  se  usa,  en  tanta 
manera,  que  no  se  puede  del  todo  bien  juzgar  si  lo 
hizo  por  dolo  ó  por  culpa,  porque  aunque  en  las  oo- 
roñicas  principalmente  se  deben  contar  las  yidas  y 
hechos  de  los  Príncipes ;  pero  no  por  eso  se  deben 
dejar  ni  olyidar  los  hechos  notables  de  las  penonas 
que  inciden  en  el  tiempo  de  que  la  corónica  habla 
y  trata,  nombrándolas  y  expresando  los  lugares  y 
circunstancias  necesarias  que  se  requieren  para  en- 
tera noticia  del  hecho ,  y  para  mayor  gloria  de  los 
Reyes  en  cuyo  tiempo  los  tales  hechos  pasaron,  y 
para  memoria  de  los  poryenir,  fama  y  ejemplo  da 
sos  subcesores,  que  se  esfuercen  á  los  seguir.  A  in- 
felicidad  grande  por  cierto  de  la  nobleza  de  Espafia 
se  debe  atribuir,  siendo  los  tiempos  felices  y  los  actos 
notables,  que  se  repartieron  por  todos  los  linajes  y 
casas  de  Espafia ,  según  la  magnanimidad  de  tan 
grandes  Príncipes,  que  á  todos  amaban  y  de  todos 
se  seryian  y  eran  de  todos  seryidos,  haberles  dado 
coronista  tan  escaso  y  estéril  de  dar  á  cada  uñosa 
talento.  Y  por  eso  no  sé  cual  sea  mejor,  ser  nom- 
brado con  los  pocos  ó  callado  con  los  muchos.  Lo 
que  parece  mas  graye,  que  en  unos  lugares  no  cuen- 
ta el  coronista  los  hechos,  mas  júzgalos  antes  de 
los  contar,  siendo  por  yentura  á  él  incierto  el  fin  é 
intendon  que  en  los  hacer  tuyieron  los  que  los  hi- 
cieron }  á  la  manera  de  los  que  testificaron  contra 
Cristo,  que  imponiéndole  que  habia  dicho  patMum 
destruiré  templum,  etc.  del  templo  de  Salomen,  fue- 
ron tenidos  por  falsos,  habiéndolo  él  dicho  y  enten- 
dido de  su  precioso  cuerpo.  Y  lo  que  no  tiene  excu- 
sa es,  que  quiso  en  esta  corónica  tanto  alabar  y  su- 
blimar á  uo  prelado  de  estos  reinos,  aunque  por 
cierto  muy  digno  de  loor  (1)  que  mas  se  puede  de- 
cir la  corónici^  de  él  que  del  Rey  ni  la  Reina;  y  á 
otro  suprimió  y  oscureció  tanto,  que  aunque  digno 
de  culpa,  no  se  puede  negar  en  algunos  pasos  ha- 
berle sido  este  coronista  asaz  odioso  y  aun  injurio- 
so. Qyo  otra  desdicha  esta  corónica  de  Pulgar,  que 
cayó  originalmente  en  manos  de  otra  persona  prin- 
cipal, el  cual  hizo  en  su  cosa  propia  algunas  adicio- 
nes, como  le  plugo,  las  cuales,  puesto  que  fuera 
yerdad ,  como  es  de  creer,  era  especie  de  falsedad  é 
grande  ambición  ponerlas  por  su  autoridad  en  coró- 
nica  de  tan  altos  Principes,  aunque  algo  le  excusa 
la  escaseza  y  breyedad  del  coronista;  pero  aquellas 
adiciones  no  yan  en  la  corónica  de  suso  escrita, 
puesto  que  es  de  creer  que  algunos  no  adyertidos 
de  esto  las  ternán  en  sus  libros,  solamente  se  puso 
en  la  dicha  corónica  á  la  letra  lo  que  el  coronista  es- 
cribió, como  á  él  le  plugo,  sin  mudar,  ni  desminuir, 
ni  acrescentar  una  sola  palabra ,  por  excusar  mas 

(1)  El  Cardenal  Hendoia. 


IX)N  FBBMANDO 

miidftnsas  de  Terdad  \  exoepto  oaando  en  algnnoB 
nombras  propios  errd,  los  ontles  te  rodujoron  á  \m 
Tordad.  T  porque  los  que  pasaren  por  esta  oorónloa 
sepan  enteramente  los  heohos,  se  presupone  que  la 
oorónioa  del  Bey  y  Reina  Oatólioos  parte  de  ella  fué 
oopilada  por  dnoo  autores  (1).  Bl  uno  fué  Hernan- 
do do  Pulgar,  de  quien  habernos  contado,  cuya  es- 
critura A  la  letra  es  puesta  de  suso.  El  otro  fué  Tris- 
tan  de  Silya,  Teoino  de  CSudad-Rodrígo,  que  escri- 
bió poco,  y  de  ello  ninguna  cosa  se  puso  en  esta 
coróttica.  Bl  tercero  fué  un  Alonso  Flores,  vecino 
de  la  ciudad  de  Salamanca ,  familiar  del  duque  de 
Alba,  que  escribió  lo  de  Toro  y  Zamora ,  y  aquello 
se  dejó  también  de  poner  por  algún  respeto  (2).  Bl 
cuarto  fué  Hernando  de  Ribera,  vecino  de  Basa, 
que  escribió  la  guerra  del  reino  de  Granada  en  me- 
tro :  y  en  la  verdad ,  según  muchas  veces  yo  oí  al 
Rey  Oatólioo,  aquello  decia  él  que  era  lo  cierto ; 
porque  en  pasando  algún  hecho  ó  acto  digno  de  es- 
crebir  lo  ponia  en  coplas  y  se  leia  á  la  mesa  de  su 
Alteas,  donde  estaban  los  que  en  lo  hacer  se  hablan 
hallado,  é  lo  aprobaban  ó  corregían ,  según  en  la 
verdad  habia  pasado.  Pero  eteriio  (8)  que  por  rela- 
ción de  personas  dignas  de  fe  se  tiene  por  averiguado 
que  D.  Bnrique  Bnriques,  tio  del  Rey,  quiso  saber 
de  este  RiberSi  que  era  su  familiar ,  cómo  le  pooia 
en  la  coiónioai  y  él  respondió  muy  bien  según  la 
verdad  pasaba :  A  lo  cual  D.  Enrique  le  replicó : 
¿poneii  lo  dénU  €9pingarda  en  ¡o  de  Tejara?  (4). 
Hernando  de  Ribera  le  respondió  que  no,  porque  no 
hallaba  cosa  en  aquello  que  le  pudiese  honrar ;  de 
lo  cual  D.  Enrique  se  esoandalisó,  y  le  tomó  A  pre- 
guntar la  causa ;  y  él  dijo,  quo  ya  sabia  que  no  pe- 
dia decir  sino  verdad,  y  que  la  espingarda  mas  se 
podia  imputar  A  caso  fortuito,  en  que  no  oabia  cul- 
pa ni  gloria ;  porque  aquella  pelota  que  le  dio  en  la 


(1)  Hace  de  todof  memoria  Laelo  Mariaeo  SIealo  en  sia  BU" 
flM  y  ea  la  HiUor,  áé  r$h.  kltp§»,,  llb.  10,  fol.  113,  j  llb.  15,  fo- 
lio 168,  j  aaa  meneiona  alganoi  mas.  T  él  mismo  le  debe  Inelalr 
en  el  eatálofo.  El  eaal  ademas  de  haber  eompaesto  «aoa  AM*le$ 
éé  h%  Beifet  Caltf/toM  (qae  elU  ev  el  lib.  f3,  fol.  i  10  Taelto,  ha- 
eieado  el  elogio  de  D.  Antonio  Fonseca),  eseribitf  de  estos  Reyes, 
eaando  alaf  ana  historia  de  ellos  estaba  pvblieada,  libros  19,  M 
y  SI,  en  qae  east  eomprende  todos  sas  prineipales  hechos,  eon  los 
ilnstres  tarones  de  sv  reinado,  qne  ta  poniendo  en  los  tres  sl- 
gnientes.  Pero  el  Sr.  Gallndes  no  aleansó  pnhlleada  esta  historia 
eompleta  en  Aléala,  afio  de  1830.  Béfase  también  memoria  de 
D.  Gerónimo  Gaseen  de  Torqnemada,  dtado  de  Flores  en  las 
A«f  act,  y  el  enra  de  los  Pslaclos  Andrés  llernaldes,  extraetado  al- 
fanas teees  por  Zdfiifa  en  sos  Anai.  tevUlM.  Arfóte  de  Molina 
en  el  Aidica  á$  mmmterUo$,  previo  i  sn  NHUta  i$  AMiMhtUt  qne 
invo  presentes  para  escribirla ,  enenla  en  elloa  la  üitlorU  4$  U 
furra  ie  Grmie  i$  ht  Rej/ei  CñiAlieot  por  Fenunio  4$  Baeta, 

(i)  Esta  üisloria  de  Alonso  Flores  de  Salamanca ,  qne  qnedó 
mannscrits,  es  altada  específlcamente,  despees  de  haberla  visto, 
por  el  enrióse  y  elefante  D.  Franeiseo  Pinel  y  Monroy  en  ss  Ji«- 
trñU  del  kuM  fMo//a,  pAf.  165.  De  Carolo  Verardl  italiano  de 
Cesena.  Fabrie.,  tomo  i,  péf.  353. 

(3)  Al  mftrfen  del  mannacrito  dice:  e$  cUrto, 

(4)  ABo  1488b  En  el  cerco  de  Tajara  fné  herido  de  na  espln- 
farda  D.  Enriqoe  Enriques,  tto  del  Rey,  y  lleváronlo  á  enrar  A 
Alhema.— Palabras  de  Znrita,  lib.  SO.  cap.  51,  fol.  326,  col.  1,  to- 
mo IV,  afto  1183,  en  el  mes  de  Jnnio. 

El  SIcaio  no  fné  tan  eaempnloso,  y  reflrid  el  esso  en  gracia  de 
aqnel  ambicioso  Grande,  lib.  S4,  fol.  161  melto,  en  el  Eh$ie  M 

aMW  Vv^p^w  jfa^^papnFi^^w# 


A  do9a  isABifiL.  mt 

pierna  haUa  aido  de  reóudida,  qne  primero  habla 
dado  en  una  pella  é  ein  riesgo  ninguno  ni  peligro . 
■uyo ;  de  lo  oual  D.  Ifinrique  ae  esoandalisó  é  tuTO 
por  no  oontento,  y  dende  algunos  diaa  imbió  por  la 
oorónioa  que  estaba  en  un  monasterio,  y  oasi  que 
por  fuerza  la  sacó  y  quitó  lo  que  quiso,  y  lo  que  de- 
jó no  se  puso  arriba,  porque  la  oorónioa  no  quedó 
tan  cumplida,  ni  en  la  sinceridad  que  Bibera  lo  es- 
cribió. El  quinto  autor  fué  Alonso  de  Falencia,  dig- 
no ooronista,  que  en  latin  por  décadas,  A  la  manera 
de  Tito  livio,  escribió  larga  y  yerdaderamente  eata 
oorónioa  del  Bey  y  Beina  Oatólioos  hasta  la  toma 
de  Baza,  con  las  circunstancias  y  particularidades 
necesarias ;  A  la  oual  se  debe  siempre  recurrir  oomo 
á  fuente  de  agua  limpia,  y  no  sin  causa,  porque  de  . 
él  se  dijo :  Omatíorem  hiekmographvm  potuU  aK- 
qvando  hábere  Hiepania^  $ed  veratorem  ntrninem.  Lo 
que  Antonio  de  Lebrija  después  escribió  no  fué 
como  ooronista,  aunque  tenia  titulo  de  ello,  sino  oo- 
mo traduoidor  de  romance  en  latín,  de  lo  mismo 
que  tenia  escrito  Hernando  de  Pulgar ;  porque  yo 
fui  testigo  que  le  di  U  oorónioa  original  para  que 
la  tradujese  en  íatin'(6)  ;  pero  ni  Hernando  de  Pul- 
gar, ni  Alonso  de  Paíencia¡,  como  es  dicho,  acaba- 
ron de  eecrebir  esta  oorónioa,  solamente  llegaron  el 
Palencia  hasta  la  toma  de  Baza,  y  el  Pulgar  al  afio 
1490,  y  no  la  acabó.  El  ooronista  que  le  sucedió  fué 
Ayora  (6),  el  cual,  según  se  supo,  comenzó  A  escre- 
bir  del  afio  1500  en  latín  y  en  romance,  por  mane- 
ra que  quedaron  rezagados  diez  años :  es  yerdad  que 
el  protonotarío  Pedro  Martin,  natural  de  Milán, 
▼aren  entero  y  asas  docto , no  como  ooronista,  mas 
por  una  nueva  manera  de  EpiBiolaa,  escribió  en  latín 
aquellos  afios  y  otros  muchos  adelante :  de  cuya  es- 
criptura  se  podrá  ver  alguna  lumbre  de  lo  que  en 
ellos  pasó  (7) ;  porque  no  saber  lo  de  fuera,  no  es 

(5)  tvdo  Marineo  al  principio  del  lib.  SO,  fol,  113^  diee  también 
de  Nebrlia :  «GirfM  (Pnlfarll)  wt§fmm  wobmm  te  leSnMi  termo' 
M»  werlU  AnlMitea  NééritatU;  «tea  09$  IrUacUrntlt  íbIAmi  Ah»- 
tései  Utif  te  fie  «alfa  eUhoruue  milA  wiuui  «ti,  et  lana  e—Üeaté.* 

te)  De  qnlen  diee  Znrita  en  Le  9léé  éei  Eap  CaiMfea,  lib.  8,  ca- 
pitulo 30,  temo  vi :  «  T  entre  todoa  ae  qieria  seflalar  Gonulo  de 
■Ayora  como  aqnel  qne  presomla  ser  mny  diestro  en  la  disciplina 
■áilltar,  y  qne  no  aolo  podía  poner  laa  manos  comoesalqoler  ce- 
spitan en  loa  heehoa  de  la  fnerra,  maa  intervenir  en  loa  conse- 
»Jos,  qne  tenia  cargo  de  ordenar  la  hiatoria  del  Rey ,  pero  ejercité 
•maa  an  eloeneneia  ea  el  hablar  qne  en  eaeribir  las  eeaü  nota- 
•bles  de  sn  Uempo  como  fnera  ratón.  ■ 

(7)  Algnnos  enriosos  bebo  i  mes  de  estos  cronistas,  qne  hallln- 
doae  en  la  corte  al  tiempo  de  algnnos  secesos  sobresalientes,  fo» 
marón  relacionea  de  elloa,  y  loa  enviaron  por  noUela  é  persona- 
jes de  teera  6  A  amlf  oa  de  an  aatiafaeclon,  laa  eaalea  ha  saeedido 
ne  perderse  y  llegar  hasta  casi  nneatros  Uempos:  tal  es  aqnella 
relación  de  Lope  Yasqnei  de  Acnfia  enriada  al  Rey  D.  Jaan  do 
Aragón,  padre  del  Catélleo,  al  principio  del  aio  1474,  de  qne 
habla  Znrita,  lib.  18,  cap.  83,  tomo  it,  del  eariioso  recibimien- 
to qne  el  Rey  I).  Enriqoe  IV,  contrs  todo  lo  qne  podia  esperarae, 
biso  en  Segoris  4  sn  hermana  la  Princeaa  Dofta  laabel  la  Catdll- 
ca,  yi  an  marido  el  Principe  de  Angón  D.  Fernando,  hUo  del 
Rey,  i  qnien  la  escribe:  y  de  la  opípara  merienda  qne  les  dltf  el 
mayordomo  Andrea  de  Cabrera  (en  la  qne  el  tríate  Rey  D.  Enri-. 
qae  se  dijo  haber  qnedado  herido  de  mnerte  y.  Tal  el  elegante 
poema  da  TrHtmpkú  GraaéieMH,  en  que  el  poeta  Mareo  Pompilio 
Romano  celebré  la  conqnista  de  Granada,  y  loa  penonajea,  gren- 
dea,  prorindas  y  nacionea  del  reino  qne  concnrrieron  á  ella :  y 
tales,  en  8n,  otras  pteus  sneltas  de  este  género,  de  qae  no  dejan 
de  hallarse  hoy  algnnaa. 


538  OBÓNIQAS  DE  líos  BEYES  DB  GASniíLiu 

eolp*!  aunque  saberlo  lea  loable;  pero  no  saber  lo 
qne  pasó  en  la  propia  patria  y  natnraleza,  oomo  sea 
no  saber  lo  de  dentro  de  casa,  es  no  solo  calpa,  mas 
torpesa.  Y  porque  después  qne  la  Beina  Oatólioa  fa- 
UeoU  Tino  á  mis  manos  nn  Sumario  de  sn  cámara 
dé  iodoi  ioM  lugares  m  que  $u$  AUtísa»  eefuffieron 
desde  el  afio  1468  que  eran  Príncipes,  basta  el  afio 
de  1504|  que  su  Altesa  falleció;  el  cual  memorial 
yo,  oomo  mejor  pude,  continué  basta  el  afio  de  1516 
que  falleció  el  Bey  Católico  su  marido,  mi  Sefior» 
oomo  testigo  de  vista,  porque  nunca  de  él  me  partí; 
ansi  me  paresció  que  lo  debia  juntar  con  la  dicba 
corónica,  poniendo  en  él  entrambos  testamentos  del 
Bey  y  la  Beina  Oatólicos,  á  cuyo  otorgamiento  y  á 
su  oidenaoion  me  bailé ,  con  algunas  adiciones  en 
los  dichos  afios  de  algunas  cosas  mas  notables,  se- 
gún que  lo  vi,  y  lo  qne  no  alcancé,  lo  supe  de  per* 
senas  dignas  de  fe,  que  lo  vieron  y  se  hallaron  pre- 
sentes á  ello  en  la  manera  siguiente. 


Memorial  ó regisíro  hreoede  loe  htgaree  donde  eiSey 
y  Beina  Católicos^  nueeiroe  Señoree,  que  hayan  glo- 
ria, estuvieron  cada  año  deede  el  de  1468  en  ade- 
lante, haeta  que  Dios  los  üsoó  para  si,  que  fiteron 
los  de  la  Beina  ansi  de  Princesa  como  de  Beina, 
treinta  y  seis,  y  los  del  Bey  cuarenta  y  seis^  ansi  de 
Principe  como  de  Bey ,  y  de  Gobernador  de  estos 
reinos  de  CasHUa,  etc,,  sacando  de  esto  lo  que  estu- 
vo en  Ñapóles,  cuando  partió  de  Castilla,  y  quedó 
por  Bey  el  Señor  D,  Phelipe,  su  yerno,  marido  de 
la  Beina  Dofla  Juana ,  nuestra  Saiora ,  propietaria 
de  los  dichos  reinos,  hija  de  los  dichos  Beyes  Don 
Hernando  y  Doña  Isabel  Católicos, 

aSo  1468. 

En  el  afio  de  68  fué  jurada  la  Beina  nuestra  8e- 
fiora  Princesa  de  los  reinos  de  Castilla  y  Leoui  en 
el  mes  de  agosto  (1)  en  los  Toros  de  Guisando,  é 
▼ino  á  ser  jurada  desde  Avila  á  Cebreros ,  y  desde 
allí  á  Cadahalso,  y  después  dende  á  Casarmbios  (2), 
y  desde  allí  á  Ooafia  (3).  Y  esto  se  hallará  mas  lar- 
gamente en  las  corónicasdel  Bey  D.  Enrique  IV  de 
este  afio. 

(1)  No  foé  fino  dia  lunes  19  de  sellcmbre  sefun  ZsrlU.qaeestA 
en  eito  pantualísimo  y  prodoeo  documentos  con  que  enmienda 
los  cronisus.  Llb.  18,  cap.  19,  lom.  iv  és  los  Anetet  de  Aregom, 

(1)  Con  el  Rey  D.  Enrique,  donde  con  feeba  del  dia  S3  del  mis- 
mo setiembre,  de  conformidad  y  bajo  de  un  contesto  avistron  A 
los  pueblos  esU  deseada  concordia  y  acto.  Un  ejemplar  de  la  cir- 
cular trie  Zurita  donde  arriba. 

(3)  Donde  esiuTo  todo  el  resto  del  alo ,  aunque  no  con  mucba 
libertad,  lo  ouo  por  ser  lofar  de  D.ioan  Pacheco,  Maestre  de 
Santiago,  que  daba  muestras  de  quererlo  mandar  todo;  y  lo  otro 
por  las  varias  y  encontradas  relaciones  de  los  tres  mairimontos 
con  qne  allí  la  mortlAcaron ,  uno  con  D.  Alonso,  Rey  de  Portugal» 
que  repelido  ahora,  después  con  la  entrada  en  Castilla  la  dió  bien 
en  que  merecer;  otro  con  Carlos,  duque  de  Berrl,  hermano  del 
Rey  de  Francia ;  y  el  tercero  que  se  logró  y  foó  eíectivo,  habién- 
dole aceptado  y  jurado  scereumente  la  Prineeia  alli  mismo  án- 
te^  de  salir  de  Ocafia ,  con  D.  Fernando,  Principe  de  Araf  on  y  Rey 
de  Sicilia,  que  aceptó  y  juró  las  condiciones  de  61  en  Cervera,  á  5 
de  marxo  del  afio  siguiente,  como  todo  se  podr*  ver  en  Zurita 
con  más  instrucción  y  puntualidad  que  en  otro.  t.ib.  18,  cap.  tO 
^  11 ,  lom.  if . 


Afo  1469. 

Este  afio  estuTO  so  Altesa  en  doafia  hasta  él  mes 
de  agosto,  que  partió  para  Arélalo  (4),  y  en  él  ca- 
mino Tino  nueya  qne  habla  tomado  A  Arévalo  la 
Condesa  de  Plasenda  y  Alvaro  de  Braosmonte;  y  foé 
S.  A.  á  Madrigal  (5),  y  estoTO  allí  hasta  él  mes  de 
ootnbre  que  partió  para  Valladolld  (6),  y  ende  por 
la  voluntad  y  gracia  de  Dios  se  casaron  el  dia  de 
San  Lúeas  el  Bey  y  la  Beina  nuestros  Befiores  en  las 
oasss  que  agora  son  la  Ohanoilleriai  que  entonces 
eran  de  Juan  de  Bibero  (7). 


éAo  1470. 

Bste  afio  (8)  fueron  sos  Altesas  A  Doeftas ;  é  álll 
nasoió  la  Sefiora  Princesa  Oofia  Isabel,  1  .•  dia  del 
mes  de  octubre  (9)  que  después  foé  Beina  de  Porto- 
gal  y  Princesa  de  Oastilla ,  que  casó  con  el  Príncipe 
D.  Alonso ,  hijo  del  Bey  D.  Juan  de  Portugal ,  y  des. 
pues  segunda  ▼»  oasó  con  el  Bey  D.  Manuel  da 
Portugal,  que  era  primo  hermano  del  dioho  Bey 
Don  Juan ,  y  hermano  de  la  Beina  Dofia  Leonor  so 
mujer  del  dicho  Bey  Don  Joan.  Y  foé  la  dicha  Dofia 
Isabel  muy  sabia  y  honesta  y  Oatólioa  Beyna.  Fá- 
lleselo en  Zaragoza  de  parto  del  Príncipe  D.  Mi- 
guel, é  23  de  agosto  de  1498.  Está  sepultada  en  el 
monasterio  de  Santa  Isabel  de  Toledo,  qne  fonda- 
ron  el  Bey  y  la  Beina  en  las  casas  qne  fueron  de 
Dofia  Inés  de  Ayala,  madre  de  Dofia  María  de  Aya- 
la,  segunda  mujer  del  Almirante  D.  Fadrique,  cu- 
ya hija  fué  Dofia  Juana  Beina  de  Aragón ,  madre 
de  este  D.  Hernando.  Fálleselo  el  Príncipe  D.  Mi- 
guel en  Granada  á  20  de  julio  de  1500  (10),  y  ellí 
yace  sepultado  en  la  capilla  Beal  del  Bey  y  de  la 
Beina  (11). 


(4)  Qno  era  Tilla  de  su  madre  lu  Reine  Oofia  Isabel,  en  euyt 
eompaftia  quería  esUr,  para  sosegar  si  pudiese  de  laníos  soio- 
bras.  Zurita,  llb.  18,  cap.  S4,  donde  lo  pone  todo  circnnsUnciado. 

(5)  Donde  se  bailaba  la  Reina  viuda  su  madre,  y  donde  también 
recibió  entre  no  pocos  sobresaltos  la  utisfaccion  del  primer  pre- 
sente do  sn  esposo  el  Principo  de  Aragón,  que  fué  un  collar  rico 
estimado  en  40.000  ducados,  suma  eiceslva,  si  clerU ,  pam  aquel 
tiempo,  y  un  bolsillo  con  8.000  florines,  que  fué  monos  dinero  á 
proporción.  Zorita,  ibid.  Omite  dallndei  que  do  Madrigal  pasó  á 
Onilveros,  y  de  allí  á  Avila ,  de  donde  por  la  peste  que  se  sintió, 
le  fué  preciso  trasladarse  A  Valladolld ,  lugar  pacifico  y  uno;  por- 
que asi  se  halla  en  la  carta  satisfactoria  que  desde  esta  ciudad 
escribióla  Princesa  al  Rey  su  hermano  el  dia  8  de  setiembre,  y  con 
ella  lo  refiere  Zuriu,  cap.  ^  llb.  18. 

(6)  A  úenáe  entró  (dice  ZuriU.  elt.,  cap.  t4)  ei  peeirere  iei  mee 
de  A90ÍÍ0,  y  fké  reeeUida  eom  fren  t  esotro  y  fíeeU.  Con  que  se 
dejari  para  más  adelante  el  mes  de  octubre  en  que  pone  esta  en- 
trada Ga  lindel. 

(7)  Esto  se  halla  mas  largo  en  dicha  coronice,  y  siempre  mojor 
que  en  otro  en  Zurita  por  su  admirable  puntualidad.  Cap.  16  y  i7, 
libro  18. 

(8)  En  principio  de  mayo,  do  Valladolld  (Zurita  cap.  80|. 

(9)  A  S  de  octubre  dice  Zurita ,  cap.  31 ,  llb.  18. 

(10)  Véase  adelante  el  afio  98. 

i1i)  Bn  1  de  noviembre  el  Principe  D.  Pemando  balUndeie  ea 
Duefias  con  la  Princesa  su  muger,  llegó  i  esUr  tan  apurado  de 
nnas  fiebres  malignes  que  se  temió  no  saliese ,  pero  á  poco  tiem- 
po convaleció  por  la  buena  asistencia  de  sn  médico,  Urenso  llt- 
dos.  Zurita ,  cap.  31.  llb.  i8. 


DON  FSBNANDO 

AÉo  1471. 

Este  «fio  ettnTieron  tas  Altezas  enMedin»  de  Bto- 
seco ,  7  dende  yinioron  á  Simancas  (1),  y  dende  Si- 
mancas á  Rioseoo  7  de  ahí  á  Daefias  (2),  7  en  fin  de 
este  afio  á  Tordelaguna,  7  de  ahí  á  Sepúlyeda  qne 
se  ganó, 7  desde  Sepúlveda  á  Tordelagnna  é  á  Ta- 
lamanca  é  á  Alcalá  (3).  Todo  esto  é  otras  cosas  qne 
en  este  afio  pasaron,  están  cumplidamente  en  las 
corónicas  escritas  de  latin  é  romance  del  Be7  Don 
Enrique,  7  del  Be7  7  Beina  Católicos. 

AÑO  1472  T  1473. 

Volvieron  sos  Altezas  desde  Alcalá  á  Tordelagn* 
na  (4),  7  de  aqni  á  Sepúlveda,  desde  Sepúlveda  á 
Aranda,  7  dende  aqni  otra  vez  á  Sepúlveda,  7  de 
%qai  á  Segovia  en  el  mes  de  ^ciembre  do  1473  (5). 
Fallesderon  en  este  afio  de  73  el  almirante  D.  Fa- 
driqne,  7  el  condestable  Mignel  Lúeas  (6),  7  el 
maestro  de  Alcántara  D.  Gómez  de  Cáceres  de  So- 
lis ,  7  D.  Alonso  de  Fonseoa ,  arzobispo  de  Sevilla, 

(1)  T  de  Slmaieas  fsé  el  Principe  i  Tordesillii  eos  f ente  á 
soif  renderta ,  llamado  del  bando  de  loa  Cepedaa  contra  loa  Al- 
deretea;  pero  ae  malofrd  el  ardid,  y  maclioa  fncron  preaoa,  j  al* 
gnnoa  aivertoa.  (Zirila,  cap.  85,  lib.  18.)  Con  lo  qoe  atn  otra  ven- 
laja  ae  reatltayd  poco  glortoao  i  Rloaeeo,  donde  eatavo  con  la 
Princeaaan  mager  deade  principio  do  Bnero.  Ibld.,  cap.  89. 

(5)  Zorita,  cap.  89,  llb.  18. 

<3>  £n  Alealft  ae  dividieron ,  qnedando  alU  la  Princesa  7  pasan- 
do el  Principe  á  Aragón  i  verae  con  an  padre  el  Rey  D.  !Jnan,  lo 
qne  ya  toca  i  los  ancesoa  del  afio  sigo  lente  1471,  en  qne  lo  ea- 
cribió  Zorita,  cap.  40,  al  med.,  lib.  18.  De  Alcaíii  pasó  la  Princesa  A 
Tordclafona  donde  la  balM  la  vuelta  desn  marido.  Zorita,  cap.  4t 
y  49,  llb.  18.  T  bebiendo  estado  allí  todo  el  mes  de  febrero  se  vol- 
vieron i  Alcalá,  donde  loa  vlaitó  el  legado  del  Papa,  Cardenal  de 
Valencia,  qne  habla  estado  en  Castilla  sin  adelantamiento,  y  se  re- 
tiraba ya  la  ria  de  Valencia  (cap.  51). 

(4)  Estaban  el  Principe  y  Princesa  en  Talamanca  á  S6  de  mano 
de73.ZnriU,cap.81,Ilb.  18. 

(8)  Los  vltcalnoa  Jnntoa  en  Bilbao  en  el  mes  de  setiembre  de 
1473  quitaron  la  obediencia  i  an  Rey  y  Seftor  natural  el  Rey  don 
Enrique  á  qnlen  la  tenían  Jurada,  y  la  dieron  A  los  Principes  don 
Femando  y  Dofia  laabel,  reconoelAndoles  desde  luego  por  Sefio- 
fes  de  Vlsoaya.  Como  por  este  bocho  se  les  mortlfleaba  do  orden 
del  Rey  con  gnerraay  proceeoa,  para  castigarioa  y  darioa  por  trah 
dorea,  aegnn  Zorita,  lib.  18,  cap.  61,  tom.  iv,  elloa  necesitados  de 
socorro,  estando  la  Princesa  Dofia  Isabel,  ya  as  nneva  Sefiora,  en 
Aranda,  A 14  de  octubre,  la  Interpelaron  para  qne  lea  confirmaae, 
como  lea  confirmó  y  Jnró  solemnemente,  sus  fueros  y  privilegios, 
y  les  dió  de  esto  la  carta  que  Imprimen  A  continuación  de  .ellos 
con  dicha  fecha. 

(6)  De  Iranao ,  qne  era  también  Canceller  mayor  del  Rey  Don 
Enrique  de  quien  hay  crónica  particular,  qne  no  aé  qne  esté  pu- 
blicada. Su  muerte¡fné  el  dia  de  San  Benito,  1  i  de  mano,  en  Jaén, 
donde  rivla,  inhumana  y  aacrilegamente  por  la  canalla  del  pueblo, 
catando  oyendo  miaa  en  la  Iglesia  mayor,  A  pretexto  de  qne  volvía 
por  loa  convenos  de  Judíos,  A  quienes  d  pueblo  queria  oprimir 
panarrebatariea  tos  bienes,  como  por  ese  tiempo  se  hUo  también 
impunemente  en  Anddjar,  Córdoba  y  otros  pueblos  de  Andalu- 
cía. Por  au  muerte  proveyó  el  Rey  la  Condeatabllia  en  D.  Pedro 
Femandet  de  Velasco,  conde  de  Haro ,  su  Camarero,  y  el  Caneo- 
lento  en  el  Cardenal  D.  Pedro  Gonaalet  de  Mendoza ,  oblapo  de 
Sigfienu,  luego  Anoblapo  de  Toledo,  que  acababa  de  recibir  por 
gracia  del  Papa  Slato  IV,  Armada  en  Roma,  vtérnea  7  de  este  mes, 
dos  no  pequefiaa,  el  Capelo  y  el  anoblspado  de  Sevilla  con  rcten- 
elon  de  la  mitra  de  Stgfienn.  Dieg.  Bnriq.,  crontc.  de  D.  H.  IV, 
eapltalo  157  y  189.  Salaur  de  Mendou,  erónic.  del  carden.,  Ilk  1, 
eap.  86  y  37.  Chao,  tn  Slit  IV«  Pnlg.,  crónic.  de  los  RR.  GG.,  par. 
i.*  al  fln.  Xlmena,  AMiet  ie  Jmu,  pAg.  414.  Su  elogio  por  la  eona- 
ttaela  7  IdoUdad  A  su  Rey.  Zurita,  4  pait.  llb.  17,  cap.  51. 


ÉDOÑAtSABfiL.  589 

qne  biso  el  mayora^o  de  los  de  Fonseoa  (7).  En  el 
afio  de  72  un  dia  áotee  de  la  vispera  de  Navidad,  á 
á  las  dooe  boras  de  la  noobe,  nació  el  qae  esta  sama 
recopiló  en  la  cindad  de  Plasenoia  {al  márgm  dieef 
cNacimiento  del  doctor  Galindez.)» 

Afio  1474. 

Este  afio  el  dia  de  los  Beyes  estavieron  sus  Alte- 
zas y  el  Sefior  Bey  Don  Enrique  en  Segovia  en  las 
casas  del  obisyo,  que  son  cerca  de  la  iglesia  mayor. 
B  desde  alli  fué  el  Bey  por  mayo  alo  de  Oarrion,  en 
que  el  Oonde  de  Benavente  escapó,  de  que  faé  ecba«* 
do  por  el  Duqne  del  Infantasgo  é  sos  parientes.  T  la 
Beina  nnestra  Sefiora  qnedó  en  Segovia,  y  estovo  en 
ella  basta  qae  el  Bey  D.  Eoriqne  f  aHesdó  en  el  Al-* 
cazar  de  Madrid,  domingo  en  la  noobe,  vispera  de 
Santa  Lacia  á  once  de  diciembre  de  este  afio  (8).  T 
no  embargante  que  el  cronista  diga  qae  no  bi20  tes- 
tamento, sino  on  memorial  qae  se  bailó  en  poder  de 
Joan  de  Oviedo  sa  secretario,  la  verdad  fué  que  biso 
testamento,  y  en  él  dejó  por  sa  beredera  de  los  rei- 
nos de  OastiUa,  etc.,  á  aquella  Dofia  Joana'que  se  de- 
da  sa  bija ,  y  juró  que  era  su  bija ,  y  dejó  por  testa- 
mentario al  Marqués  de  Villena  y  al  conde  de  Be- 
navente y  al  obispo  de  Sigüenaa ;  y  este  testamen-. 


(7)  T  pues  Zdfilge  en  los  Auolra  de  Saal/la,  pAg.  S66,  en  varie- 
dad de  oplnlonea  no  aabe  reaolver  al  la  muerte  de  este  prelado  ae- 
villano  fué  en  este  afio  ó  el  siguiente,  diré  por  los  papelea  de  sa 
casa ,  que  el  Anoblspo  D.  Alonso  de  Fonseca  murió  en  au  rilla  y 
palacio  de  Coca ,  Idnea  A  la  noche,  17  de  mayo  de  1473,  y  alli  catA 
enlcrndo  con  otros  de  su  linaje.  Bu  la  elección  de  aucesor  para 
Serilla  hubo  discordia ,  porque  el  Papa  Slsto  IV  se  anticipó  A  ex- 
pedir las  bulu  pan  su  sobrino  el  cardenal  D.  Fr.  Pedro  RIarlo, 
qne  cargado  mu  de  dignidades  qne  de  afios,  dlsolrió  las  dlflcul- 
tades  qne  nueatroa  Reyea  y  la  misma  Igleala  serillana  opualeton 
A  au  elección ,  pernlcloM  A  la  Regalía  y  A  laa  leyea  de  la  Naden, 
muriendo  en  Roma  sin  venir  acA  A  8  de  enero  del  afio  siguiente  74, 
sin  tener  aun  cumplidoa  t9  de  edad ,  ni  aupllria  la  dónela  y  ex- 
periencia. La  igleaia  postulaba  con  empefio  A  D.  Fadriquo  de  Gua- 
rnan (hijo del  conde  de  Niebla  D.  Enrique,  y  hermano  del  Duque 
de  Medina-Stdottia  D.  Alonan  Peres  de  Gotman),  deán  que  habla 
aido  de  ella,  y  abon  obispo  de  Mondofiedo.  Pero  A  pesar  de  loa 
deseos  de  la  Iglesia  y  de  ana  parienlea,  que  demasiado  lompnno 
se  adelantaron  A  ocupar  loa  lugarea  y  rentaa  de  la  dignidad,  no 
prevaleció  alno  el  voto  del  Rey  y  Prlndpea  D.  Enrique,  Dofia  Isa- 
bel y  D.  Femando,  que  aolo  esta  ves  de  acuerdo,  enviaron  la  au- 
plicadon  por  au  igualmente  amado  el  Cardenal  D.  Pedro  Gonia- 
lea  de  Mendosa,  Oblapo  de  Sigflenia,  Antes  de  Calahom ,  Antea 
abad  de  Valladolld  y  de  San  Zoil ,  y  primero  arcediano  do  Gna- 
daíajan  au  patria.  Zdfilga ,  pAglna  866  A  367. 

(8)  Aunqno  aquí  y  en  otns  partea  ae  dice  que  su  muerte  fué 
domingo  A  la  noche  11  de  diciembre,  realmente  no  fuA  sino  en- 
trado ya  el  Idnea  li  A  las  dos  de  la  mafiana.  En  el  mismo  dia  Id- 
nea tuvo  ya  la  noticia  su  hermana  la  Princesa  Dofia  laabel  que  ae 
hallaba  en  Segovia.  Inmediatamente  diapuso  doa  cosas :  una  des- 
pachar propio  con  día  A  au  marido  el  Prindpe  D.  Fernando  au- 
sente en  Aragón ,  otn  celebnr  las  exequlaa  por  el  difunto ;  y  el 
múrtes  siguiente  se  blio  proclamar  on  aquella  dudad,  y  levantar 
pendonea  por  ella  y  au  marido  como  sucesore ,  y  lo  anundóiA  laa 
dndadea  y  Grandea  auaentes  pan  qne  hldeaen  lo  mlamo.  A  la 
prorinda  de  Gulpdxcoa  envió  A  soUdtario  A  Antonio  de  Raena,  su 
criado ,  y  Bartolomé  de  Zaaiola,  au  vaaallo ,  con  cartea  dd  18  que 
eslAn  en  sus  fueros,  pAg.  858  A  387,  Brisando  por  la  primen  de 
ellas  haber  sido  la  muerte  del  hermano  d  dmluf  puirímerc  pm- 
$éác  en  iñ  noche  q99  fila  éíié$etUpretmi  me$é$  dldemére:  y 
A  Sevilla  destinó  con  Iguales  carus  del  fO  A  Pedro  de  Silva  su 
maeatresala  y  penona  de  su  eonfianu ,  como  dice  Zdfilga ,  pAgl- 
Ba869y870. 


^0 


OBONIOAS  DB  los  BBTBB  DB  OASmiiA. 


to  dejó  Jaftn  de  Oviedo  en  poder  de  mi  oléiigo  cara 
de  Senta  Onu  de  Madrid ,  el  onal  con  otraa  maohaa 
eecrítnraa  lo  llevó  en  nn  cofre  y  lo  enterró  cerca  de 
la  villa  de  Almeida,  qae  ee  en  el  reino  de  Portngal| 
porqne  no  le  fuesen  tomadas.  T  esto  vino  á  noticia 
de  la  Reina  Oatólica,  mediante  cierto  aviso  que  de 
ello  dio  el  bachiller  Fernán  Gbmez  de  Herrera,  ve- 
cino de  Madrid,  que  era  amigo  del  dicho  cura,  al  cual 
y  al  dicho  cura  imbió  su  Altesa  desde  Medina  del 
Campo  el  afio  de  1504  estando  ya  mal  dispuesta  de 
la  enfermedad  de  que  f allesdó ,  á  traer  el  dicho  co- 
fre con  Us  escrituras ,  y  lo  trajeron  pocos  dias  antes 
que  fallesdese,  y  no  lo  pudo  con  su  indisposición 
ver,  y  quedó  todo  en  poder  del  dicho  Hernán  Gomes; 
y  mediante  el  licenciado  Zapata  del  Consejo,  á  quien 
el  dicho  Hernán  Gomes  avisó,  fallescida  la  Reinai 
lo  supo  el  Bey  Católico,  que  quedó  por  Gobernador 
de  los  reinos,  y  dicen  que  lo  mandó  quemar.  Otros 
dicen  y  afirman  que  quedó  en  poder  de  aquel  licen- 
ciado Zapata;  y  por  este  servicio  al  dicho  Hernán 
Gomes  se  le  hicieron  después  algunas  mercedes,  en- 
tre las  cuales  le  fué  dada  un  alcaldía  de  Corte,  i  se- 
mejansa  del  siervo  que  dio  al  pueblo  romano  la  es- 
critura de  que  se  hace  mención  en  la  ley  2.  ff •  de 
Orig,  Jur.  Pero  como  aquel  acto  de  jurar  el  Bey  Don 
Enrique  que  la  dicha  Dofia  Juana  era  su  hija,  lo 
hubiese  hecho  otras  veces  (1),  como  en  su  Coiónica 
se  lee,  no  es  de  maravillar  que  por  encubrir  que  daba 
su  moger  á  sus  privados  lo  continuase  aconsejado 
de  los  meemos ;  é  ansi  muerto  el  Bey  D.  Enrique,  la 
Beina  Dofta  Isabel ,  nuestra  Sefiora ,  como  propie- 
taria de  estos  reinos,  y  el  Bey  D.  Hernando ,  nues- 
tro Sefior,  como  su  marido,  fueron  alzados  por  la 
gracia  de  Dios  por  Beyes,  aunque  el  Bey  estaba  au- 
sente de  estos  reinos  de  Castilla  en  Aragón,  como 
mas  largamente  se  cuenta  en  las  coronices  de  ro- 
mance y  latín.  Y  en  este  afio  á  1.*  de  octubre  (2)  mu- 
rió el  maestre  de  Santiago  D .  Juan  Pacheco  eñ  una 
aldea  de  Trujillo,  que  se  llama  Santa  Qrua  de  la 
Sierra .  el  cual  está  enterrado  en  el  monasterio  del 
Parral  de  Segovia ,  en  la  capilla  principal  que  el 
Bey  D.  Enrique  habia  fundado  para  si.  Y  en  este 
afio  fuó  maestre  de  Alcántara  D.  Joan  de  Estúfiiga, 
hijo  del  duque  de  Plasencia  D.  Alvaro  é  de  la  Du- 
quesa DoOa  Leonor  Pimental,  su  segunda  muger ;  y 
de  justicia  dicen  que  pertenescia  aquel  maestrazgo 
á  D.  Alonso  de  Monroy  OabMero  (3)  que  fué  de 
aquella  orden.  B  ansi  lo  poseyó  alguo  tiempo ;  y  esta 
dicen  que  fuó  la  causa  por  quo  después  lo  renunció 
el  dicho  D.  Juan  en  manos  del  Bey  y  Beina,  como 
adelante  se  contará  (4). 

.  (I)  U  dlUnt  y  más  solemne  totes  déT  teitaménlo ,  qw  f  or 
clreoBslaaelada  y  eonenrrida  de  Prelados,  Gnodes  y  paeblos  ad- 
Blra  como  despaes  se  traslonió,  fuó  en  el  acto  de  Valde-Losoya 
día  viernes  t6  de  aovlembre  da  1470.  Véase  i  Pellleer,  Mm^ti 
del  conde  dé  MirMds,  fol.  61.  despees  delaa  Crétíen  y  HUioriédo- 
ret  9ul§Mret. 

(i)  Este  mlsflio  dia  pone  Haro,  tom.  ii,  páf.  318.  Pero  en  el 
Hartes  i  de  octubre  dice  ZnriU,  Ub.tt,  cap.  9. 

(3t  Al  margen  dice  :  /rtf-Clifsrv. 

(4*  Rn  este  afio  faó  el  conceder  t\  Papa  Slslo  IV  á  las  Iglesias 
catedrales  de  Bspafta,  por  sn  bala  dada  en  Roma  &  i*^  de  dieUm- 


iflo  1475. 

Bn  este  afio  (5)  estnvieron  sus  Altesu  en  MeA« 
na  (6)  y  en  Valladolid  (7) ;  fueron  al  Ahrojo ,  y  de 
allí  partió  la  Beina  nuestra  Sefiora  para  Alcalá,  y 
el  Bey  nuestro  sefior  se  quedó  en  Valladolid,  y  des- 
de Toledo  (8)  volvió  a  A.  á  AviU,  Medina  (9)» 
TordesiUss  (10),  donde  se  juntó  la  gente  para  él  Beal 
de  Toro.  De  Tordesillas  fué  su  Alteía  á  Vallado- 
lid  (11),  y  el  Bey  nuestro  Sefior  á  Burgos  á  cercar  la 
fortalesa,  y  la  Boina  á  Falencia,  y  de  allí  se  volvió 
á  Valladolid  (12).  Bstando  allí  fué  el  reencuentro  de 
Almería,  donde  hirió  Pedro  de  Ayila  á  D.  Alvaro 
de  Portugal  por  el  rostro,  lo  qual  le  qubiera  mos- 
trar D.  Alvaro.  Después,  siendo  presidente,  se  tomó 
la  residencia  al  dicho  Pedro  de  Avila  de  la  gober* 
nación  del  Principado  de  Asturias,  queriéndole  to- 
mar por  ejecución  una  cadena  que  traia  al  cuello, 
la  cual  el  dicho  Pedro  de  Avila  puso  so  el  pie  y  em« 
pufió  su  espada ;  y  el  Bey  y  Beina  reprendieron  al 
dicho  D.  Alvaro  lo  que  pretendió  hacer  (18).  E  de 


bn,  ampliada  por  oini  dos  de  i.*  de  «lero  del  slgilgste  n  y  IT 
de  abril  de  76,  las  dos  nnoTU  prebendas  magistral  y  doctoral ,  la 
ana  para  teólogo  y  la  otra  para  canonista ,  que  se  hablan  de  pro* 
Teer  por  los  prelados  y  eablidosde  canónigos  knécrtii  oposldos 
en  los  más  beneméritos,  segín  lo  qne  babla  qnedado  asentado  por 
sn  legado  el  eardeoal  D.  Rodrigo  de  Borja  eoando  estsTO  scA  al 
principio  de  sn  pontifleado,  y  capituló  cierto  sobsldio  con  el  esta- 
do edesllstlco.  Zdfiigs,  pág.  367,  ndm.  3.  D.  Nicolás  Gsrds,  Tr§c- 
iat.  dé  Benéfié.,  part.  3.*,  cap.  4,  nám.  169,  eslampa  la  primera 
de  estas  bulas  y  otra  ann  más  eitenslfs  del  papa  León  X  del  ato 
18il.  Véase  al  P.  Mariana,  11b. »,  eap.  18,  al  In  en  la  Utlnay 
castellana. 

(5)  A 1  de  enero  entró  el  Prfnelpe  D.  Femando  ya  Rey  de  Cas- 
tilla en  Segovia  de  Tuelta  de  Aragón,  eomo  por  earta  del  3  lo  avt« 
só  á  Sevilla,  y  permaaeclan  allí  en  el  30  del  mismo  y  dlu  15  y  M 
de  febrero  siguiente.  Zdfliga,  pág.  371,  donde  la  Imprenta  yerra 
d  aflo  1474  por  1475. 

(6)  Privilegio  de  juro  allí  de  li.000  mrs.  á  Rodrigo  de  UUoa,  á 
t  de  mano,  y  cédula  para  Sevilla  de  17  del  mismo.  Zdftlgs,  Ibld. 
ndm.  4. 

i7)  A  i6  de  abril  ftrmaron  aqnl  para  SevUla  las  eredonelales  y 
poder  que  relere  Zdftiga  eit,  ndm.  4. 

(8)  EsUba  la  Reina  en  Toledo  á  tO  de  mayo  y  á  ti  Umblen  el 
Rey,  según  documentos  que  elts  Zdfliga  en  este  afio ,  ndm.  5, 
pág.  371,  donde  Indivldualisa  que  estaba  el  Rey  enTordesltlu 
mientras  la  Reina  en  Toledo.  Zdfliga,  Ibld. 

(9)  Bsuban  en  Medina  donde  tenían  Cortes  y  les  otorgó  el  Rei- 
no 172  cuentos  de  mrs.  en  1.^  y  3  de  agosto.  Zdfligs,  ndm.  7. 

(10;  Bn  Tordesillas  á  13  de  Jnllo,  otorgó  el  Rey  sn  primer  testa- 
mento tenleodo  su  Real  cerca  del  puente  que  Iba  sobre  Toro.  Zu- 
rita, lib.  «9,  esp.  i3. 

(11)  Donde  esuba  á  9  y  15  de  agosto.  Zdfliga  con  doenmenloe 
ndm.  7  y  19.  Bn  Jueves  6  de  oetobre  en  Sabagun.  Vid.  Eaealona, 
pág.  695. 

(12)  Donde  estaba  á  31  de  odnbre.  Salaiar,  Cot.  di  L&t,,  tom.  if, 
pág.  397,  y  en  i  de  noviembre  libraron  aquí  el  privilegio  de  au- 
mento de  armas  y  merced  de  la  Bseusabaraja,  día  de  Navidad  en 
cada  aflo  á  D.  Andrés  Cabrera  y  Dofla  Beatrli  de  BobadUla,  dea- 
pues  primeros  marqueses  de  Moya.  PineL,  Atflrol.  d$i éuMWétMiht 
págs.  S38  y  849. 

(13)  Y  bien  lejos  de  dlsgnsUrse  del  beelio  do  D.  Pedro  DévUa, 
ahora  mismo  estando  en  Valladolid  á  S8  de  noviembre  de  este 
aflo  75,  atendiendo  á  sus  grandes  y  fleles  servieios  que  les  bsbla 
hecho  aun  desde  antes  que  reinasen,  le  hicieron  merced  perpéion 
para  si  y  sus  sucesores  de  la  fortaleu  y  término  del  Risco  cerca 
de  Avila  su  patria ,  con  titulo  de  Conde.  Véase  el  privilegio  ea 
Haro,  tom.  ii|  pág.  93. 


bol}  IIBBKANbÓ 
Vatladoliá  partió  la  Reina  (1)  á  reecebir  el  oastíllo  | 
de  Burgos  (2),  j  el  Bey  partió  de  Burgos  al  trato  de 
Zamora,  ó  U  ganó  (S),  oomo  ae  oontíene  enlaa  ooro- 
nioaa  de  latín  é  romanee  de  este  tiempo. 

jlSo  1476. 

Bate  alio  la  Bdna  eatnyo  en  Valladolid  en  prin- 
cipio de  él.  En  el  mea  de  mano  (4)  venció  el  Bey 
Oatólioo  al  Bey  de  Portogal  en  la  batalla  de  entre 
Toro  y  Zamora.  De  allí  fué  á  Tordeeillaa  y  de  allí 
▼ínieron  ana  Altesaa  á  Madrigal  donde  hicieron  Oór- 
tea  y  jnraron  á  la  Princesa  Dofia  Isabel  (6)  é  hicie- 
ron leyes ,  y  se  ordenó  la  hermandad  en  la  villa  de 
Dnefias  (6).  S  de  Madrigal  fué  el  Bey  A  cercar  á 
Oantalapiedra,  é  allí  ae  libró  el  conde  de  Benavente 
de  la  priaion  de  Baltanis,  é  le  dieron  sus  fortale- 
■as  (7).  Loa  Beyes  se  vinieron  á  Medina  é  á  Tor- 
deeillaa (8),  y  de  allí  partió  la  Beina  para  Segovia, 
cuando  se  alzó  Maldonado  con  la  Torre  de  Don 
Juan  (0) ;  y  el  Bey  partió  á  Bürgoa  é  A  Quipuzooa 
al  Bocorro  de  Fuenterrabía,  cuando  la  cercaron 
los  franceses  (10).  Y  en  este  tiempo  se  tomó  á  To- 

(1)  A  8  de  aovlesibre  eaDvoiai,  S  tegaas  de  Valladolid,  en  el  ca- 
mino A  Bárgos,  libraren  i  Jean  de  Valladolid ,  negro ,  tUalo  de 
Jnes  7  mayoral  de  los  nefros  j  negras ,  loros  y  loras ,  qne  ya  por 
este  ttempo  se  baMan  traído  en  grande  ndmero  de  Giineeft  Sefi- 
Ua  ,  y  residían  de  uleato  en  eqtella  cindad.  Zdaiga,  ndm.  10  de 
este  lio. 

(t).  Qne  se  le  rindió  en  enero  8i.  Znrlta.  T  ese  día  lo  af  Isd  de 
1    nlli  i  Serilla.  Záiiga,  afio  70,  ndm.  1. 

(3)  Estaba  ya  el  Rey  en  Zamora  él  de  febrero.  Zditga,  afio 76» 
ndmero  í.^H  ganó  el  eleáiar  á  19  de  mano  del  afio  slgnlente,  y 
nombre  alcalde  A  D.  Sancho  de  Cutllla.  Zdfifga,  afio  76,  ndm.  1. 

{kj  Viernes  día  4.^— Pnlgar,  t.*  paru,  cap. 4S.  Znrlta, ^míL* 
tom.  IT ,  Ub.  19,  cap.  4i,  y  Zdfiiga  eon  cédula  del  Rey  en  qne  lo 
dice,  dada  en  Zamora  i  9  del  mismo  mes,  afio  76,  ndsk  1.*  En  80 
de  marso  estaban  en  Medina  del  Campo  y  libraron  allí  el  privile- 
gio y  merced  á  las  Condesas  de  Cabra  del  brlal  qne  las  Reinss  de 
GasUlle  risUesen  el  día  de  Pasees  de  Resnrrecelon  de  cada  afio. 
Salas.,  Adfert.,  pAg.  311 

(8)  Corrían  esUs  Cortes  en  t9  de  abrU,  y  en  ellas  se  scordó,  en- 
tre otras  cosas ,  Jansen  los  pueblos  los  traudos  matrimoniales 
de  esU  Princesa  con  el  Príncipe  de  Capna.  Zdfilgneon  ta  orden  A 
SerUlt  de  dicha  fecha,  afio  76,  ndm.  l.« 

(6)  Todo  esto  fné  desde  mitad  de  Jnllo,  día  de  Santlgo,  do  qne 
es  la  fecha  del  enademo  de  la  Hermandad,  bocho  en  Jnnta  de  Dne. 
fias,  precedida  otra  y  otro  en  Óigales  A 13  de  Jnnio,  sin  el  prime- 
ro de  Madrigal  de  8  de  mayo,  donde  las  pettdones  de  Cortes  por 
lo  tocante  A  lo  general  del  Reino  aalieron  firmadas  en  S7  de  abril, 
como  todo  consta  por  los  mismos  enademos. 

<7)  Esta  pristen  del  conde  de  Benavente  feé  heeba  por  el  mis-» 
me  Rey  de  Portugal  en  BaitanAs  del  Valle  de  Cernto  el  din  18  de 
setiembre  dei  efio  snterlor,  y  le  llevaron  preso  A  Pefiafiel,  lugar 
de  sa  contrario  el  conde  de  Uruefia ,  junto  ai  Duraton,  donde  en- 
tra en  el  Duero.  Zurita,  lib.  19»  cap.  33. 

(8)  En  Valladolid  A 16  de  Junio  libraron  sus  contadores  privile- 
gio de  confirmación  de  otroe  de  nnjuro  A  Pedro  de  Herrera,  Defie 
Isabel  y  Dofia  Merfe  sus  hermanas,  la  primen  ebadesa  que  des- 

*  pues  fué  del  monasterio  de  las  Huelgas  de  esta  ciudad  de  Valla- 
dolid, y  hermanes  de  Femando,  Diego,  Francisco,  Sanche  y  Dofia 
Inés  de  Herrera,  todos  ocho  hijos  de  García  de  Herrera,  guarda 
del  Rey  D.  Juan  l\,  difunto  poce  Antes  del  dia  18  de  octubra  de 
i439 ,  en  que  por  sa  muerte  este  Rey  empesé  A  confirmsr  A  les  hi- 
jos los  mrs.  de  este  jure. 

(9)  T  sllf  dls  13  de  agosto  confirmó  el  cuaderno  de  Hennandad 
hecho  en  jnnta  de  Dnefias  el  dia  15  de  Julio. 

(10)  Iba  caminando  A  ese  destino  el  dls  18  de  junio,  en  que  en 
Guevara,  lugar  feerte  del  conde  de  Ofiate  después  do  Vltoriey  An- 
tes del  Puerto  de  Ssn  Adrián,  por  donde  entonces  én  el  psso  mAs 
lenia  de  Alan  á  Giipnieoa,  i|brd  A  esta  dlttmt  pioriaela  la  eé- 


¿DOÍÍAÍSABBL      '  .        Wt 

ro  (1 1)  é  yino  la  Beina  áToro  deade  Segovía,  f  el  Bey 
á  1.*  dia  de  noviembre  de  este  afio  cercó  á  Castro-^ 
Nufio  (12)  estando  la  Beina  en  Toro:  é  desde  To-^ 
ro  (13)  partió  sn  Alteas  á  Udéa  sobre  lo  del  Maea- 
trasgo  de  Santiago  :  de  allí  toItíó  á  Ooafia  y  fué  á 
Toledo;  é  allí  vino  el  Bey  habiendo  ganado  A  Oaa< 
tro-Nufio.  Fallesció  eate  afto  dia  de  San  Martin  en 
Ooafia  A  11  de  noviembre,  D.  Bodrigo  Manriqae^ 


dula  que  clU  el  P.  Heneo,  tom.  n,  pAg.  891  Pero  ae  debió  pasar 
adelante  por  eotdnces  y  volrió  A  Vitoria,  donde  eua  nos  le  de  Zu- 
rita (Ub.  19,  cap.  80)  en  19  del  mismo  mes.  T  en  prueba  de  sa 
puntualidad  tengo  la  earU  original  firmada  de  su  mano  y  refren- 
dada de  Felipe  Gilmente  sn  protonotsrio,  secreUrio  y  de  su  Cén- 
selo ,  con  feeha  de  ese  dia  19  de  junio  en  Vitoria ,  requiriendo  A 
los  alcaldes  de  Itnrria  y  valle  de  Ámeseos,  en  le  merindad  de  Bo- 
tella, reino  de  Navarra,  pan  que  hiciesen  volver  A  Juan  Sancbex 
de  Vleufia,  el  moxo»  vecino  de  Vleufia,  su  vasallo ,  una  yegua  que 
los  de  allA  le  hablan  llevado,  ó  su  valor,  sin  darle  lugar  A  otro 
procedimiento  mAs  sensible.  Con  feche  del  mismo  dia  19  de  junio 
en  Vitoria  libraron  Real  fbculttd  A  D.  Rodrigo  Ponce  de  León, 
Marqués  de  CAdU,  Conde  de  Arcos  de  la  Frontera,  su  primo,  vt- 
sallo  y  de  sn  Conseje  (que  así  le  llaman)  para  sacar  de  su  mayo* 
raigo  las  ciudades  de  GAdli  y  Arcos,  y  lu  villas  de  Harahena,  Ro« 
ta,  Dallen  y  Hatrena,  y  otros  cualesquiera  lugsras,  dignidades, 
oficios,  bienes  (y  (rentas,  y  deJsrlos  libremente  ó  en  une  d  mAs 
msyorasgos  A  sus  hijas  Dofia,  ote.  T  en  9  y  17  de  Julio  siguiente, 
en  cuyo  dia  partió  de  aquella  dudad  para  Bilbao  A  prevenir  las  co- 
sss  que  elll  dice,  donde  ye  estaba  el  día  10.  En  el  30  se  balisba  en 
Guernlca,  donde  confirmó  y  juró,  como  Seftor  nuevamente  venido 
A  Viicaya,  los  fberos  de  aquel  sefiorio,  con  la  formalidad  qne  se 
Té  en  el  mismo  privilegio,  impreso  A  continuación  de  los  del  día, 
aunque  no  les  toes,  porque  estos  se  hicieron  pesterlormente.  Allí 
se  dice  parte  del  acompafiamiento  qne  llevaba,  con  olrido  de  dea 
Antonio  Carrillo,  obispo  de  Pamplona,  A  quien  ios  viscsinos  (qne 
no  permitían  entrada  de  obispo  alguno  en  Vizcaya,  no  sé  por  qué 
eprehenslon  antigua  retenida  en  los  fueros ,  que  once  afios  des- 
pees les  prescribió  Gard-Lepes  de  Cbinehllle  enriado  para  ese  y 
otros  efectos  por  este  Rey  A  Vlzeajs)  hicieron  salir  de  los  térmi- 
nos del  sefiorio;  y  porque  habla  pisado  tierra  de  él  en  contraven- 
ción A  sus  fueros  y  costumbres ,  dieron  al  Rey  en  aquella  primO' 
ra  risU  el  raro  y  enfAüco  espectAeulo  de  recogeria,  quemaria  y 
arrojar  al  mar  las  cenlses,  como  todo  lo  cuenu  D.  Juan  Margarte 
después  Obispo  de  Gerons  y  Cardenal,  que  Ibe  en  el  riaje  y  lo 
presenció,  sdmlrAndolo  no  menos  que  todos.  Estuvo  el  Rey  en  Vis* 
csfu  dando  las  órdenes  psra  la  defenss  de  aquella  costa  contra  los 
frsuceses  (sene  Znrita,  cap.  31)  hasta  el  15  de  agosto,  y  de  allí 
Tolrió  A  Vitoria  para  donde  lenU  aplaiadas  visUs  con  su  padre  el 
Rey  D.  Juan  II  de  Aragón,  que  habla  llegado  A  aquello  dudad  el 
13,  y  se  teriflcaron  A  breves  diss  eon  grande  ludmlento  y  spsrato. 

(11)  Toro  so  entró  jueves  A  la  noche  19  de  setiembre,  y  le 
Rdne  llegó  sAbado  18,  y  le  fortalen  se  rindió  sAbado  19  de  odu- 
bre.  Zurit,  11b.  19,  cap.  88.  Pero  es  debido  hacer  aqui  mendon  de 
la  noble  toreaene  Antonia  García  y  Su  marido  Juan  de  llonroy,  i 
quieaee  los  Reyes  en  el  pririleglo  que  concedieron  A  sus  hijas  y 
descendientes  confiesan  deberse  aqudla  fortune  A  cosU  de  la  vida 
de  ella,  malamente  sacrificada  de  orden  dd  Rey  do  Portugal,  que 
etrlbuyó  la  fidelidad  A  traición.  En  6  de  octubre,  en  Medina  del 
Campo  libraron  A  Rodrigo  de  Ulloa  pririleglo  de  Juro  de  18,000 
maravediaes  cada  afio.  En  4  de  didembre  confirmaron  un  privile- 
gio A  Cuenca.  Piad.,  pAg.  87. 

(11)  Cublllasy  Siete  Igledas,  que  filé  un  dU  después  de  le  lle- 
gada dd  Rey  A  Toro.  ZuriL,  ibid.,  csp.  58. 

(18)  En  4  do  didembre  firmaron  alli  pririleglo  A  Pedro  de  les 
Cnevss  de  an  juro  de  S.00O  mn.  En  5  de  Didembre  fué  A  Oqsfia, 
ocupó  aquella  rilla  y  luego  A  Udée ,  cuyo  convento  también  aae- 
gnró  A  su  poder,  y  eslebe  de  vuelta  en  Ocafia  el  sAbado  II  con  lo 
demás  que  escribe  Zurit,  lib.  10^  cap.  í.^  y  1.^  donde  dice  que  el 
Rey  tuvo  le  Pssene  de  Navidad  en  Medina  dd  Campo ,  y  de  allí 
pasó  A  Ocafia  donde  en  9  de  enere  ya  se  hsllsba  padficado,  por  la 
buena  diligencie  de  lu  Reina,  todo  lo  correspondiente  A  la  paclQ- 
cadon  dd  meestrasgo  de  Santiago  en  aqudla  prorinda.  T  aun 
se  eflsdió  la  fellddad  de  reducir  enteramente  A  su  senieio  A  don 
I  Jaaa  Talles  Gtrea^eoide  de  Uruefib. 


642 


ORÓNICAS  DB  LOS  BEtBB  DÉ  OÁffPtLLL 


Conde  de  Paredee,  Maestre  de  Santiago ;  está  ee- 
paitado  en  el  oonyento  de  üoléa.  Faélnego  Maestre 
en  aoto  D*  Alomo  de  Oárdenaii  que  también  en  vida 
de  D.  Rodrigo  ee  llamó  Maestre,  j  era  Oomendador 
mayor  de  León.  Estas  oosas  y  otras  qne  aoaescieron 
este  alio  se  hallarán  mas  largamente  en  las  ooróni- 
oas.de  latín  j  lomanoe. 

aMo  1477. 

Este  alio  estuvieron  los  Beyes  parte  de  él  en  To- 
ledo (1),  é  por  abril  partió  el  Bey  para  el  cerco  de 
Oantalapiedra  qne  ya  estaba  cercada,  y  la  Beina 
para  Trajillo  (2);  é  habida  la  forUlesa,  que  la  tenia 
Pedro  de  Baeaa  por  el  Marqués  de  Villena,  fué  de 
Oáoeres  á  Sevilla  (3);  de  allí  á  Jerea  de  la  Frontera, 
y  tomó  á  SoTilla  donde  estavo  todo  este  afio  (4).  Y 
en  este  dicho  afio  á  once  de  jonio,  dia  de  San  Berna- 
béy  en  la  noche  (6),  fallesció  en  Salamanca  en  el  mo- 
nasterio de  San  Agustín  Fr.  Juan  do  Sagnn,  y  oo- 
menso  A  hacer  milagros  A  28  de  junio  de  14^  vís- 
pera de  San  Pedro  y  San  Pablo,  y  después  aoá  ha 
hecho  muchos  milagros  (6).  Este  afio  el  obispo  de 
León ,  qne  se  llamaba  el  Dr.  D.  Bodrigo  de  Vergara, 
natural  de  la  dudad  de  Log^fio,  biso  matar  al  te- 
sorero de  la  Iglesia  que  se  llamaba  Pero  Baca,  que 
era  caballero  muy  emparentado  en  la  ciudad,  y  los 
parientes  de  dicho  tesorero  cercaron  al  obispo  en 
sus  casas,  y  él  se  salió  huyendo,  y  llegó  A  las  casas 
del  conde  de  Luna,  donde  le  mataron  estando  en 
las  faldas  de  la  condesa  (7).  Este  afio  mataron  los 
de  Fuente  Ovejuna  A  D.  Hernán  Qomes  de  Guz- 
man,  Ck>mendador  de  Odatrava,  que  era  hijo  de 
D.  Juan  Bamirea  de  Gusman,  que  ensimismo  fué 
Comendador  mayor  de  Glatrava  y  de  Otos,  y  le  ma- 
taron A  pedradas  en  su  casa.  Este  afio  en  el  mes  de 
mayo  mataron  en  Sahelices  de  los  Gallegos  A  García 
de  Sequeyra,  sefior  de  aquella  villa.  Y  este  dicho  dia 


(f )  El  Midrid  á  9  de  mino  eonlrmaron  A  Valderu  sa  eiendOB 
de  aIe«]»aUt  j  peebos.  Xlmeoi,  ámmí,  4$  Jarnt^  páf .  430. 

(f>  Donde  ee  bailaba  á  10  de  Juno.  Zdftlga»  aflo  71,  iitfm.  i.»: 
babiesdo  pasado  por  Gaadalope  es  10  do  mayo.  Ibid.  ndm.  4,  pá- 
SloaS80. 

(9)  Balaba  en  Cfteeres  á  4  de  Jallo.  ZUIga  adm.  8,  y  od  16  es- 
tro eoe  pallo  od  Seftüa.  Ibid. 

(4)  T  el  Rey  qae  entró  el  iS  de  aeHeabre  y  perBaneeian  ea  IS. 
Znrita.  Estaban  en  Xeres  de  la  Frontera  á  tt  y  t8  de  oetnbre,  en 
Utrera  A  9  y  16  de  noviembre,  y  ya  en  Seyilla  de  vuelta  el  SO.  Zd- 
filga,  ndms.  8  y  9. 

<8)  De  1478.  Vid.  Fr.  Jnan  de  Sevilla  Ap.  Herrera  BitUrté  i§ 
S§»  AiutHñ  de  Salamanca,  pAg.  67, 68  y  WL 

(6)  En  este  aio  A  ii  de  mano  morid  en  Roma  O.  Jnaa  ¡Mas  de 
Govarrnblas  y  Goea,  andltor  y  deeane  de  la  Sacra  Rota,  obispo  de 
Calaborra  y  Antes  de  Oviedo,  y  primero  Dean  de  Bdrf os,  nataral 
de  aqnella  clodad,  en  edad  de  77  nftos.  SepnItAronle  on  la  Miner- 
va, de  donde  sos  bnesos  faeron  trasladados  el  afto  1480  A  la  capi- 
lla de  la  Visitación  de  la  Catedral  de  sn  patria,  A  qnlen  dejó  por 
bereden.Gll  Gomales,  Tetí.  eckt,,  lom.  ii,  pif.  364.  Salasar,  id- 
•ertme.  kiitúric.,  pAg.  Ul.  Sncedióle  en  la  silla  de  Calahorra  Don 
Fr.  Jnan  de  Qnemada,  nataral  do  Toledo  y  visitador  fencral  de  sn 
anobispsdo,  qne  morid  el  año  slgnlente  1418.  Tejada,  HUtarté  U 
Smtí^  Dowdm§ú  éé  U  (MM»dé,  pAf .  997,  ndm.  4  y  5.  Y  le  sncedid 
D.  Pedro  de  Annda,  natnral  también  de  Bdrfos,  qne  Inofo  fné 
Presidente  del  Consejo  basU  el  aio  1494  de  so  mnerle. 

O)  Gartbay»  lib.  18,  cap.  18,  tom.  ii,  pAf.  610,  col.  %  tomAndolo 
de  aqni.  Véase  boy  al  P.  M.  Risco,  tom.  36,  donde  Individnalist 
clreuistisciM  nny  parttenlares  qne  bobo  en  este  raro  caso. 


de  San  Bsteban  á  26  de  dicieiftbrs  un  escudare  müt 
al  Duque  de  lOlan,  que  se  llamaba  Qaleaao,  y  es- 
tando á  unas  oyendo  misa,  porque  le  tomó  á  su  mu- 
jer, el  cual  fuó  luego  muerto  alU  por  las  guardas  del 
Duque. 

iffo  1478. 

Este  alio  estuvieron  los  Beyes  en  Sevilla  (8) 
basta  que  nasció  el  principe  D.  Juan,  que  fué  á  28 
de  junio  (9).  En  este  afio  fué  lo  de  OastronufioXlO). 
£  á  cabo  del  año  vinieron  á  Oórdoba,  é  allí  estuvie- 
ron hasta  en^fin  del  afio.  Miércolea  A  29  (11)  de  julio 
de  este  afio  de  78,  hubo  eclipsi  dd  todo  scnro  (12). 

AÉO  1479. 

En  principio  de  este  afio  estuvieron  los  B^es  en 
Oórdoba  (18),  y  desde  allí  fueron  á  Guadalupe,  don- 
de juraron  laa  páoes  con  Franda  (14).  B  allí  vino 
nueva  de  la  muerte  del  Bey  D.  Juan  de  AragoUi 
padre  del  Bey  D.  Femando,  y  fué  un  martes  á  19 
de  enero  en  Baroelona.  B  de  alU  fué  la  Beina  á  04- 
ceres,  y  desde  allí  A  Alcéntara  4  las  vistas  con  la 
Sefiora  Infanta  Dofta  Beatrís,  madro  del  Bey  Don 
Manuel  y  de  la  Beina  Dofia  Leonor,  mujer  del  Bey 


(8)  De  donde  vino  el  Rey  A  Madrid  por  Cabrero,  y  tUI  tavo  Jnntn 
de  los  diputados  de  bs  bermandades,  y  lofró  se  prorogasen  por 
tres  afios  mas,  mandando  lo  mismo  por  lo  tocsnte  A  las  de  Visca- 
ya.  Permanecía  alli  A  ti  de  mano  y  se  detnvo  basta  la  do  abriL 
Zorita,  lib.  tO,  cap.  il.  Zdftifa,  alio  78,  ndm.  1.* 

(9)  Zorita,  lib.  SO,  cap.  ii,  le  día  A  Impogna  diciendo  ^e  taA  A 
postrero  A  las  once  del  dia,  y  qne  se  bantlxd  el  dia  IB  do  Julio  sW 
gnlente»  y  dice  fnó  padrino  NicolAs  Franco,  obispo  Palomino,  le- 
gado del  Papa  en  Espafia,  qne  era  veneciano,  uisüendo  tsmblen 
al  acto  los  embajadores  de  aqnella  Repábllea  en  nnestra  Corte,  y 
los  Grandes  y  c&ndad  con  el  grande  esplendor  qne  correspondía  A 
in  Principe  heredero  tan  deseado,  como  por  menor  se  podrA  ver 
ea  Zdllíga,  aflo  18,  ndm.  I",  donde  caillca  babor  sido  el  din  del 
nacimiento  el  qne  dice  Znriía,  coa  la  carta  de  aviso  qoe  en  el  din 
slgniente  I.*  de  jnlio  escribid  el  Rey  panicIpAndolo  A  los  pueblos. 
A&ade,  ndm.  3,  qne  salió  la  Reina  A  misa  de  parida  A  la  Santa 
Iglesia  el  domingo  9  de  agosto,  coya  ioeidfsima  fnndon  dejd  eo- 
crita  d  cnra  de  los  Pelados,  testigo  de  vista  qne  allí  copia.  Ddn- 
de  estuvieron  los  Reyes  después  por  todo  d  afio.  Véase  allí  desde 
el  ndm.  4. 

(10)  En  Sevilla  A  ti  de  agosto  de  este  afio  1418  libraron  prlvOo- 
gio  A  D.  Andrés  de  Cabrera  y  Dofia  Bealris  de  Bobadilla,  snmn- 
ger,  primeros  Marqueses  de  Moya  qne  taeron  luego,  badéndoies 
merced  del  seftorio  de  la  casa  y  lugar  de  Ormau,  conflsendo  A 
Gonsalo  Mufios  de  Castafieda,  por  babor  seguido  Is  vos  del  Rey  de 
PortngaL  Pinel,  Retrato  iei  Ami  wmmUo,  pAg.  W7,  cuyo  privilegio 
revocaron  luego  por  baberle  perdonado.  En  18  de  setiembre  ana 
permanecían  en  Sevilla,  donde  libraron  la  pragmAUca  186  contra 
los  de  Córdoba  y  su  Jurisdicción,  que  A  preieito  de  ser  ozentoe 
de  pedidos  y  monedas,  extendían  la  eienclon  A  todos  los  demu 
tributos  y  pechos,  fin  30  de  seUembre  en  Sevilla,  titnio  de  Mar- 
qués de  Gibraitar  A  D.  Enrique  de  Gusman,  Duque  de  Medina  Si- 
donia.  Ayala.  fin  15  do  noviembre  estsban  en  Sevilla.  Caneará,  ás 
la  meit,  tom.  i,  folio  180  vuelto,  ndm  9S0. 

(11)  Á  19  dice  Zdfilga,  dUndo  al  cura  de  los  Petados,  testigo 
ocular,  afio  18,  ndm.  4. 

{i%  Vid.  el  cnra  de  los  Pelados  ea  Zdfilga,  pAg.  884,  ndm.  4. 

(13)  En  30  de  enero  libraron  al  Duque  y  Dnqueaa  de  Alba  Dea 
Garda  Alvares  de  Toledo  y  Dofia  Marta  Enrtqnes,  facultad  Red 
para  fundar  mayorasgos  de  sus  estados  y  bienes.  Sstas.,  Mmorim 
iai  «Mffnds  da  YUiaf^aMCñ ,  pAg.  181  y  184. 

(14)  No  ya  en  Córdoba,  sino  en  Gusddnpe,  libraron  eaita  A  Sevl- 
Ita  A  8  de  enero,  donde  se  mantanian  el  16;  pero  en  d  II  de  él  y  A 
1  y  19  de  febrero  so  bdtaban  en  Trajillo.  Zdfilga  en  Míe  afio,  a^. 
mero  l.  Zurita,  lib.  80,  cap.  87  y  88. 


DON  FBBNANDO 

Í>.  Joan  de  Portagal.  T  de  esta  Dofia  Beatriz  era 
hermana  Dofia  Isabel,  madre  de  la  Beina  Católica 
Dofia  Isabel;  la  cual  de  allí  ee  yolvió  A  Cáceres,  y 
de  Oácerea  (1)  á  Tmjillo,  donde  estavo  en  tanto 
qae  faé  la  batalla  de  la  Albuera,  martes  de  carnes- 
tolendas á  28  de  hebrero,  á  donde  fué  vencido  el 
Bey  de  Portngal,  mediante  la  ayuda  que  el  Maestre 
de  Santiago  D.  Alonso  de  Cárdenas  hizo.  B  fueron 
los  cercos  de  Merida  é  Medellin,  y  Montanohes,  y 
Castilnovo,  y  Deleitosa,  y  Magaoela,  y  Zalamea,  y 
Bienquerencia  é  Armonchon  de  la  drden  de  Alcán- 
tara, y  se  firmaron  las  paces  de  Portugal  (2) ;  y  de 
allí  TÍnieron  los  Beyes  ¿  Guadalupe,  y  de  alli  á  To- 
ledo en  el  mes  de  octubre  de  este  afio  (3).  T  en  el 
mes  de  noTiembre  nasció  la  Sefiora  Infanta  Dofia 
Juana,  que  casó  con  el  Archiduque  D.  Felipe,  conde 
de  Flándcs,  hijo  del  Emperador  Maximiliano,  y  de 
Madama  María,  hija  del  duque  Charles  y  Madama 
Catalina  de  Borbón. 

Afio  1480. 

Este  afio  hicieron  los  Beyes  Cortes  en  Toledo  (4), 
é  hicieron  las  Leyes  y  las  DwHaratmiaty  todo  tan 
bien  mirado  y  ordenado,  que  páresela  obra  diyina 
para  remedio  y  ordenación  de  las  desórdenes  pasa- 
das (5).  E  allí  estuvieron  hasta  en  fin  del  afio,  que 
partieron  para  Medina  del  Campo,  donde  quedó  la 
Beina  (6),  y  de  allí  fué  el  Bey  á  CalaUyud  é  á  Za- 
ragosa. 

mAo  1481. 

Este  afio  estuvieron  los  Beyes  en  Aragón  y  Bar- 
celona y  Valencia,  y  en  fin  de  él  volvieron  á  Medi- 

(1)  Ksttban  los  Reyes  en  GAeeres  i  io  de  mano  y  II  de  mayo. 
Zariía,  lib.  to»  cap.  31  Zdftiga,  afio  79,  adm.  4.  T  pennaveeleroa 
allí  hasta  fS  de  mayo  (no  mano  como  se  imprimió  en  Zorita),  en 
cayo  día  rinieron  jonlos  á  Trujillo,  donde  el  sdlmdo  8  de  janio  se 
separaron,  porque  qnedando  alli  la  Reina,  el  Rey  se  partid  para 
Aragón  i  Jnrarse  Rey  de  aquellos  reinos  por  mnerle  de  sn  padre, 
donde  entró  ev  11  de  dlebo  mes,  habiendo  eaminado  por  Gaada- 
lope  y  Santa  Olalla,  donde  se  halló  en  10  de  él.  Zurita,  donde  arri- 
ba. La  Reina  permanecía  en  Trujillo  A  18  de  afosto. 

(1)  Cuya  conclusión  avisó  la  Reina  á  Sevilla  desde  la  rilla  de 
Aimaras  A  S  de  octubre.  Zdfilfa  cita  ndm.  4. 

(S)  Esto  está  malo.  Los  Reyes  no  vinieron  Juntos  ni  ei  ese 
tiempo.  Queda  visto  que  el  Rey  pasó  para  Arafon  solo  ei  el  mes 
de  Junio.  La  Reina  quedó  en  Trujillo,  donde  se  hallaba  ann  en  18 
de  agosto,  como  acredita  con  documento  Zdfllga,  ndm.  4,  y  alli 
mismo  que  estaba  en  Aimaras  de  Extremadura  A  8  de  octubre.  En 
n,  pues,  de  este,  acredita  él  mismo  con  carta  suya  se  hallaba  ya 
en  Toledo,  adonde  volvió  el  Rey  de  Aragón  pocos  días  Antes  de 
parir  alli  la  Reina  A  la  Infanta  Dolía  Juana,  después  sn  sucesora, 
el  dia  sAbado  6  de  noriembre  entre  lai  6  y  7  de  la  maflana.  Zurita, 
libro  10,  cap.  54. 

(4;  En  dos  de  mayo  libraron  alli  la  A  villa  de  Salvatierra  de 
Ala?a  privilegio  con  Inaerclon  de  otros  de  sas  antecesores,  en  qne 
le  la  confirmaron  generalmente  los  suyos. 

(5)  Salaiar  de  Mendosa  en  la  crónica  del  cardenal  Mendou,  li- 
bro i,  cap.  81,  pAg.  174,  cita  y  alaba  este  lugar  de  Galiiides  as  as 
Mem^ritl  á  ñetkirú, 

(8)  Eataban  ya  alli  el  dia  19  de  setiembre,  en  que  libraron  la 
pragmAtlca  Inserta  en  la  17,  y  en  el  día  9  de  noriembre,  en  que  la 
Reina  aola  libró  cAdnla  que  be  visto  original,  firmada  de  au  mano 
y  refrendada  de  Diego  de  Santander,  an  secretario,  para  qne  los 
aposentadores  no  diesen  huéspedes  allí  en  la  posada  en  qne  habla 
de  estar  el  doctor  Jnan  Ruis  de  Medina  de  sn  Consejo,  ni  en  casa 
de  Pedro  Femandes  de  Rincón,  qne  asimismo  habla  de  tener  por 
posadaa,  no  obstante  que  dicho  doctor  no  se  hallase  en  la  dicha 
villa,  por  cnanto  su  Áltese  le  enviaba  A  algunas  cosas  enmpUderas 
I  n  lerrieio  Cuera  de  etia  vUla. 


É  DOff A  ISABEL.  648 

na  del  Oampo,  á  donde  acaesoió  la  diferencia  entre 
D.  Fadrique  Enriques,  hijo  mayor  del  Almirante 
D.  Alonso  Enriques,  y  Bamir-Nufiea  de  Guzman, 
Seftor  de  Toral,  en  lo  cual  el  coronista  de  romance 
queda  asas  falto  y  diminuto  en  perjuicio  de  par- 
tes (7). 

Afro  1482. 

En  principio  de  este  afio  se  ganó  Alhema  postre* 
ro  dia  de  hebrero  (8)  que  fué  la  primera  oosa  que 
se  ganó  del  reino  de  Qranada,  en  que  se  halló  Don 
Bodrigo  Ponoe  de  León,  Marqués  que  se  deoia  de 
041ia  (9) ;  y  partieron  loe  Beyes  con  la  nueva  al  so- 
corro de  Alhema,  que  la  cercaron  los  moros.  Y  en 
este  afio  estuvieron  sus  Altesas  en  la  Andalucía,  y 
nació  en  Córdoba  la  Infanta  Dofia  María,  que  fuó 
Beina  de  Portugal,  segunda  muger  del  Bey  Don 
Manuel,  cuyo  hijo  es  el  Bey  D.  Juan  do  Portugal, 
que  después  casó  (10)  con  la  Infanta  Dofia  Catalina^ 
hermana  del  Bey  D.  Oárlos ,  nuestro  Sefior.  En  este 
afio  A  13  de  julio  mataron  los  moros  de  una  saeta- 
da con  yerba  en  el  Beal  de  sobre  Loja  á  D.  Bodri- 
go Telles  Qiron,  Maestre  de  Oalatrava.  En  este  afio 
A  l.<*  de  julio  murió  en  Alcalá  de  Henares  D.  Alon- 
so Carrillo,  Arzobispo  de  Toledo  (11);  sucedió  en  su 


(7)  ABo  1481,  en  talladolld  A  tt  de  febrero,  la  Reina  dióla 
carta  de  co^mlslon  y  creencia  al  Reverendo  Seftor  D.  Juan  de  Or- 
tega, provisor  de  Villarranca,  aacrlstan  de  SS.  AA.,  y  Alonso  de 
Qnintanflla,  su  contador  mayor,  directores  de  las  bermandadea,  7 
como  tales  enviadoa  (según  Pulgar,  eate  afto,  cap.  99)  A  Yiscaya, 
Gnlpdscoa  y  Monlaflas  A  diligenciar  naoa,  gente,  vitn«illas,  amas 
y  artillería  para  la  amada  contra  el  Turco,  que  infeataba  eruel- 
mente  el  reino  de  Sicilia  y  otros  puertos  de  la  cristiandad.  Batos 
comisarios  parece  qne  también  llevaban  comisión  para  sacar  con 
buenas  artea  el  mas  dinero  que  pudiesen,  pues  aun  de  esta  espe- 
cie Umblen  babii  Cilta.  Así  lo  blcleron  (dice  Pulgar)  con  los  la- 
gares de  las  Behetrías  Juntos  por  sus  Proeursdores  en  la  ciudad 
de  Bdrgos,  donde  redimieron  A  dinero  la  antigua  obligación  (que 
para,  esta  ocaalon  no  ae  olvidó)  de  dar  galeotes  para  las  armadas. 
Estéis  comisionados  paaando  de  allí  llegaron  A  Vitoria  y  presenta- 
ron sn  credencial  A  la  Junta  f  eneral  de  la  provincia  y  hermandades 
de  Álava,  día  ti  de  marso  de  este  afto,  hallAndoae  diputado  de 
ellas  Lope  Lopes  de  Ayala,  aunque  Pulgar  no  habla  de  eata  pro« 
▼Inela;  y  tOTleron  tal  mafia,  qne  por  buena  composlelon  les  saba- 
ron  un  servido  de  500.009  mrs.  en  dinero,  aunque  fuese  con  la 
protesta  qne  an  diputado  y  procuradores  hicieron  de  qne  esto  no 
eassaae  perjuicio  y  elemplar  A  sus  exenciones,  franquens  y  pri- 
Tliegios.  Acta  y  adjunta  la  carta,  caz.  G.,  tit  31  Archivo  de  la  pro- 
vincia. En  dos  de  abril  del  mismo  afio  1481  libraron  en  Valiadolld 
la  pragmAtlca  198»  interpretando  y  declarando  el  privilegio  de  las 
exenciones  de  Simancas.  Este  afto,  día  4  de  abril,  estaba  ia  Reina 
en  Valiadolld.  Cédula  que  Imprimid  Salaur,  Cea.  £ar.  tomo  iv,,  pa- 
gina 03.  En  13  de  agoato  en  Tordealllas,  Caac^rH»  i$  U  Iftfale, 
fol.  181,  ndm.  834. 

.    (8)  Del  día  en  qne  ae  ganó,  por  quiénes  y  cómo  hay  nna  carta 
original  en  Alderete,  AntíiUi.  ie  Btf.,  pAg.  tl4,  la  enal  se  debe 
'poner  aquí  porqne  ea  msy  apreeiable.  Vid.  Prudaeo  Gnxman^ 
NóHUúrt§  9»h,^  Ortega ,  fol.  11  fuello. 

(9)  En  90  de  mano  eataban  en  Medina  del  Campo.  Cmicori,  i$ 
¡m  MeiL,  fol.  151,  ndmero  837,  y  pragmANea  197. 

(10)  En  Bstremos  A  5  de  febrero  de  18S8,  dice  Mariana  en  el  sa- 
marlo. Sandoval  lo  toca  tres  yecos  y  nsnca  sefiala  el  mes  y  dls, 
mas  de  qne  el  caaamiento  ae  habla  contratado  en  Valiadolld  en 
el  yerano  antecedente,  lib.  11,  f  SI  y  t7  al  fln,  y  lib.  H,  1 14. 
Sayas,  Anelea  de  Ar9§ón^  cap.  119,  pAg.  748. 

(11)  El  mismo  día  sefiala  Zurita,  lib.  10,  cap.  43,  tom,  ir,  y  Zd* 
fiiga  en  los  Antí,  4$  SetUU,  pAg.  510,  advierte  con  oportunidad  y 
utilidad  haber  sido  eata  U  prlm4r§  wetnu  é  qm  i»  conemrié 
fuMMkm  M  CmHUo  dwa.i  por  h  $rtúéM  fw  pe  lea  üípat  isKos 


544 


ÚBÓNÍGAS  DB  tOB  ItSYKS  DB  OASTIliLA. 


dignidad  el  Oiidanal  D.  Pedro  Qonsaleí  de  Mendo« 
la,  que  era  Arzobispo  de  Sevilla ;  y  eaoedió  en  8e* 
TiUa  D.  Ifiig^  Manrique,  obispo  que  era  de  Jaén,  y 
Jaan  se  dio  á  D.  Lnis  Osorio,  hermano  de  D.  Alvar 
Peres  Osorio,  primer  Marqués  de  Astorga.  T  fálles- 
elo este  afio  por  mayo  D.  Gabriel  Manrique,  pri- 
mer Oonde  de  Osomo :  y  murió  en  este  afio  por  he- 
brero  D.  Alvar  Peres  de  Gnsman,  Seftor  de  Santa 
Olalls  (1), 

Aflo  1488. 

Bste  alio  taló  el  Bey  la  vega  de  Granada  y  la 
ooirió,  y  basteólo  á  Alhama,  é  tomó  é  derribó  A  Ta- 
sara. Bn  este  afio  murió  el  oonde  de  Lemos,  D.  Pe- 
dro Alvares  Osorio ,  en  hebrero.  T  en  este  mesmo 
afio  fué  el  desbarate  del  Maestre  de  Santiago  é 
Marqués  de  Calis  en  el  Ajarquia,  que  se  dijo  la  de 
las  lomas  de  Málaga,  dia  de  San  Benito,  21  de  mar- 
co (2).  La  Beina  estuvo  este  afio  en  Santo  Domin- 
go de  la  Oalsada  y  en  Viscaya,  y  la  Navidad  en  Vi- 
toria, A  donde  vino  el  Boy  que  venia  de  Aragón.  En 
este  afio  fué  preso  el  Bey  Muley  Boabdeoh  de  Gra- 
nada, que  llamaban  el  Áiquito,  que  le  prendieron 
él  Oonde  de  Cabra  y  el  alcaide  de  los  Donceles,  y 
desbsrataron  los  moros,  y  mataron'  é  prendieron 
gran  mndiednmbre  de  ellos. 

aMo  1484. 

Este  afio  partieron  los  Beyes  en  principio  de  él  (9) 
desde  Vitoria,  y  fueron  á  Tarazona,  y  de  allí  vinie- 
ron á  Gnadalajara,  é  á  Toledo,  é  á  Córdoba  (4),  y  en 
el  mes  de  julio  ganaron  A  Illora,y  en  el  de  septiem- 
bre A  Setenel,  é  invernaron  en  Sevilla.  Este  afio  fué 
el  Bey  al  ardid  de  tomar  la  villa  de  Loja,  y  no  se 
biso  (6). 

áffo  1485 

Xite  aflo  ganaron  los  Beyes  A  Bonda  é  su  tierra, 
é  Ooin,  é  Cártama  é  otras  mucbas  villas  é  f ortalesas, 
é  ganaron  A  Cambiel.  Este  afio  al  septiembre  fué  des- 
bfvatado  él  Conde  de  Cabra ,  yendo  A  cercar  A  Mo- 
olin.  B  fueron  los  Beyes  A  invernar  A  AloalA  de  He- 
nares. Y  este  afio  lluvió  desde  Todos  Santos  hasta  en 

0ktaAiéf»ñfrmñUrt$ii»lultMti»  é$iHirtl»09,pfrilmiiú 
sil  IM  MMtfM  M  SMftfr  pritmlMincU.  Los  motlTos,  fandaoies- 
tof  y  utoccdestaf  qno  habo  pan  esto,  le  podrin  yer  eoa  eiten- 
sloa  es  el  éotíút  Seissar  de  Meodon,  CrMlM  M  caréen§l  Míb- 
á§Mé,  Ub,  1,  eap.  n  por  todo  él. 

(i)  Bd  18  de  effotto  de  n  ea  Sorli.  fiseá.  ie  U  Jr«fl.all!,  nd- 
■ero  84S,  poro  peede  ser  eqoiToeaelon.  Be  SO  de  agosto  en  Gdr- 
doba  ctoaron  en  dseado  la  eiadid  de  Nijera ,  y  dieron  Iftolo  per- 
pétoo  de  Daqoe  de  ella  i  D.  Pedro  Hanriqoe,  Coede  de  Tretlfto. 
Salas.,  Cit.  é*  Lét,,  tom.  ii,  pdf.  113^  y  ton.  i?,  pág.  ttS. 

(I)  En  Madrid  A  t6  de  abril  UbraroB  la  praffmdtlea  i36,  ezeep- 
toando  de  la  ley  de  Toledo  y  de  los  oielos  acrecentados  manda- 
dos per  ella  eonsamlr,  los  pertonectentos  i  hijos  de  los  qne  hu- 
biesen muerto  6  murieren  en  la  guerra  de  los  moros,  siéndoles 
fenunelados,  y  ellos  mayores  de  i8  silos  para  serrlrios. 

(S)  No  debió  ser  un  al  principio  de  él,  pues  A  6  de  abril  en  Ma- 
drid libraron  á  Rodrigo  do  Ulloa,  su  conudor  mayor,  nn  prlriie- 
glo  de  Jnro  de  67.800  mrs.  en  eada  aSo. 

(4)  En  Córdoba  é  tres  de  setiembre  libraron  la  pragmétiea  179, 
fiobiblendo  entrar  sal  faera  del  reino. 

CS)  Graclu  al  nieresisimo  y  diestro  esealader  leonés  Ortoga 
de  Prado,  por  cayo  desengaSo  se  logró  que  el  Rey  no  ayentorara 
alU  todo  sn  ejérelto,  no  bien  aconsejsdo  por  serfldores  de  menos 


fin  de  enero  (6).  Y  en  este  alio  nasoió  en  AloalA  de 
Henares  A  IG  de  €i»ero  (7)  la  Infanta  Dolía  Catalina, 
BeIna  que  después  fué  de  Inglaterrs,  que  oaaó  pri- 
mero oon  el  Prinolpe  Arctnro,  j  aquel  falleoidOy  oasó 
con  Henrique  su  hermano,  B^  qne  hoj  es  de  In- 
glaterra. T  en  este  afio  por  el  mes  de  mayo  fallesdó 
en  Valladolid  el  Almirante  Don  Alonso  Bnríquesi 
que  estAs^ultado  en  San  Franoisoo  de  Palenois  (8). 

Aflo  1486. 

En  prin^pio  de  este  afio  estnyieron  los  Beyes  en 
AloalA  de  Henares,  y  desde  alli  se  fueron  A  Córdo- 
ba. T  ese  verano  ganaron  A  Loja,  Hiera,  Moolin, 
Montefrio  y  Colomera.  T  este  afio  fueron  los  Beyes 
en  romería  A  Santiago,  y  de  oamiño  cobraron  A  Pon- 
ferrada  y  otras  dllss  y  f ortalesas  (9)  y  Tolñeron  A 
tener  el  invierno  A  Salamanca. 

Alo  1487. 

Este  afio  estnyieron  los  Beyes  en  Piiif^rf^sni^s  (10)  y 
A  prindpio  del  invierno  en  Córdobs,  y  fueron  A  cer- 
car A  Veles-lIAlaga,  y  fué  cercada  un  dia  después 
de  Pascua  de  Besurreooion,  19  de  abril,  y  fué  ga- 
nada Veles.  T  cercaron  A  MAlaga  A 17  de  mayo  del 
dicho,  y  fué  ganada  el  mes  de  septiembre  (11)  y  fue- 
ron tomados  cautivos  todos  los  moros  y  sus  bienes, 
y  volvieron  este  invierno  los  Beyes  A  Zaragosa  (12). 

Aflo  1488. 
Estuvieron  los  Beyes  en  principio  de  este  afio  en 
Zaragoza  (13),'y  de  allí  fueron  A  Valencia  (14),  y  de 

(6)  Terrible  peeto  y  Sfiseeroe  de  esto  nfto  y  el  sifileato.  Pil- 
lar, 8.*  psrte,  cap.  64.  Véue  otra  al  afto  1488. 

(7)  Didméré,  dice  ZeriU,  lib.  tO,  cap.  64  al  la,  y  taabtoi  Pie- 
les en  las  Ratees,  péf.  848,  aaiqie  seSato  el  día  18. 

(8)  T  en  30  de  oetobre  6  poco  despaes,  ea  Lluros  de  Sleira- 
MoroM,  D.  Alonso  do  Arafoo,  Doqoe  de  ViUabersiosa,  hormaio 
basurdo  del  Rey.  caya  aiiierto  pote  aas  adelanto  en  el  alo  8S. 
Bato  afio  dice  Siol,  adn.  SS,  en  sn  hf^rwu  dsi  áfcid—  i$  Stenn- 
Ms  d  FtHpe  F,  se  biso  concordato  entre  Roma  y  Rápala  sobre 
proTlJion  de  obispados,  la  coal  descnbrid  en  dlcbo  arcblro. 

(9)  Del  color  con  qne  el  Conde  de  Leaios  decía  beberse  spode- 
rado  de  Ponferrada,  Torése  al  Sefior  Palacios  Rebles,  h€  tfsnelto- 
9ib,  ai  fiéri^.,  §  68,  ndm.  61  eC  01 

(10|  Donde  llbrsron  en  98  de  enero  Is  pragvétiea  195  sobre  las 
btdalfnfas  Tonales  del  tiempo  del  Rey  D.  Enriqna,  sn  antocesor. 
T  pasé  en  Salamanca  lo  demás  qne  refiere  sn  cronlsto  Pnlgar. 

(11)  A 18  de  agosto  de  este  afio,  segnn  la  crónica,  en  los  dos 
Impresos  y  en  mi  mannKrilo  coeUneo,  cap.  106,  la  crónica,  S." 
parte,  cap.  98.  Zurito,  en  el  I  Ib.  10,  ap.  16,  tomo  it,  to  pone  ea 
foneral  después  de  6  de  setiembre  y  por  resnila  de  la  mierto  del 
Dnqne  D.  Alvaro,  qne  se  pone  sqnf  luego. 

(11)  Donde  libraron  en  14  de  diciembre  á  los  lugares  del  vallo 
de  Ordufla  confirmación  condicional  de  una  sentonda  y  despacbo 
con  sn  inserción  qne  tienen  é  sn  favor  de  la  cbanctlierfa  del  Rey 
D.  Juan  I,  librado  por  sus  Oidores  en  Valladolid  i  7  de  diciembre 
de  1388  del  pleito  sobre  entramiento,  litigado  con  D.  Fr.  Fernán 
Peres  de  Ayala,  su  sefior^  En  esto  afio  1487  fué  proveído  obispo 
de  Oviedo  D.  Jnsu  Arlas  del  Villar,  deán  de  Sevilla  y  del  Consejo 
de  los  Reyes.  Tomó  posesión  en  18  de  agosto  y  le  rigió  Jnntamento 
eon  la  presidencia  de  Valladolid,  qne  se  le  dió  en  1491  basto  1498» 
en  que  fué  promovido  é  Segovia.  Risco,  tom.  sxxti,  pAg.  78  y  76. 

(13)  E%  Zerefoso,  donde  A  18  de  enero  confirmaron  fi  la  provln- 
eU  y  bermandades  de  Álava  el  cuaderno  de  las  ordenansaa  eoa 
que  hoy  mismo  se  rigen  y  gobiernen,  dadas  por  8  comisarios  eon- 
sqierae  del  Rey  D.  Enrique  IV  el  afio  1463,  como  se  podrft  ver  por 
el  mismo  cuaderno  en  tos  dos  Impresiones  de  1607  en  Valladolid 
y  1763  en  Vitoria. 

(14)  DoBde  é  íü  de  abril  libraron  la  pragmática  sobre  te  ley  do 
la  plato ,  cto ,  qus  es  la  123  de  su  colecdoo. 


bOÑ  tEÉSkSÜO 
•lU  á  Korota  (1),  y  ganaron  erte  «fio  á  Yon,  Veles 
Blanoo  y  Bnbio,  HneBoe,  Mnxecar  y  otrai  túImb  y 
caetiUof ;  y  fueron  á  tener  el  üiTiemo  á  Medina  del 
Oampo  (2).  Y  en  fin  de  eete  afio  á  10  de  octubre  re- 
cobraron loe  Beyes  A  Plaaencia  por  mano  de  los 
GarTajales  y  de  otros  caballeree  (8).  Y  en  este  afio 
por  el  mes  de  mayo  mnrió  D.  Alvaro,  dnqne  que 
era  de  Plasenda,  hijo  de  D.  Pedio,  primero  Conde 
de  este  linaje.  Y  f  alleeció  D.  Garoía  Alvares,  duque 
de  Alva  por  el  mismo  mee  de  mayo  (4) ,  y  sucedió 
BU  hijo  D.  Fadriqne;  y  en  este  mismo  mes  murió 
D.  Garda  Alvares  de  Toledo,  obispo  de  Astorga,  y 
le  sucedió  D.  Bemardino  de  Oarabajal,  que  después 
fué  obispo  de  Badajos,  Oartagena,  ¿gfienza,  Pla- 
senda,  y  Cardenal  de  Santa  Crus,  que  murió  en  Ro- 
ma á  16  de  septiembre  del  afio  de  mil  quinientos 
▼einte  y  tres. 

Afio  1489. 

Este  afio  (6)  vinieron  los  Reyes  á  la  Andaluda 
por  Guadalupe,  y  cercaron  (6)  á  Basa,  y  en  fin  del 
afio  la  ganaron,  é  AGuadix,  Almería  y  Mufiecar,  é  á 
Salobrefia  (7)  con  todas  las  Alpujarras,  y  tuvieron 
el  invierno  en  Sevilla.  Este  afio  por  el  mes  de  sep- 
tiembre, á  16  dias  andados,  murió  D.  García  Lopes 
de  Padilla,  maestre  de  Calatrava,  y  tomaron  la  ad- 
ministradon  los  Beyes  por  autoridad  apostólica;  ó 
hoy  está  incorporado  él  y  los  otros  maestrasgos  por 
bula  apostólica  que  concedió  Adriano  VI.  Y  mu- 
rió (8)  D.  Alonso  de  Aragón,  duque  de  Villa-Her- 
mosa, hermano  bastardo  del  Bey  D.  Femando ;  y 
D.  Pedro  de  Ayala,  conde  de  Fnensalida,  el  cual 
f  allesdó  en  fin  de  este  afio  en  Salamanca,  donde  era 
Corregidor. 

Afio  1490. 

En  principio  de  este  afio  estuvieron  los  Beyes  en 


(1)  Donde  es  SO  de  Jallo  libró  l«  Seine  i  Dola  Mtrit  Zapata, 
en  nombre  de  D.  Pedro  Batan  sn  bijo,  Yfieonde  de  Paléelos,  la 
cédala  inserU  en  la  qee  se  imprime,  llb.  5,  ilt.  8,  fol.  160  de  les 
Ordm,  ié  U  Cka»eUieHa  i$  y§Uadéni, 

{%  Bn  8de  oetabre  estaban  en  Valladolld.  Cüuhue»  $ahtar, 
Oté  ie  Uré,  tom.  if ,  fif.  676,  j  «■  ios  Orie^nun  ée  U  Ckm^ 
eUMé,  lib.  5,  UU  8,  fol.  160. 

(5)  Consta  de  doenmento  del  día  ÍO  que  esUba  el  Rej  en  Pia- 
senela,  y  qne  en  ese  dta  les  Juró  los  raeros  j  priTlIeflos.  P.  Fer- 
aandei,  Ammí,  i$  Pl^trnu,^  Hb.  %  cap.  13,  ^f.  181.  Anteeros  ter^ 
tibies  de  este  alo.  Palfar,  8."  part.,  cap.  103  al  fln. 

(4)  Dia  10  de  julo,  bebiendo  inles  fondado  por  esMtsrs  de  16 
de  oetnbre  del  alo  anterior  87»  eineo  ilnstres  mayoraig os  para 
eineo  Uaslres  b^os,  tftnlAndose  en  ella  Dnqnede  Alba,  Marqnde 
de  Coria,  Conde  do  Salntlerra  y  Sefior  de  ValdeeomciJa ,  sin 
ejemplar  basta  entóneos  en  Castilla  de  babor  eoncnrrido  Jantes 
en  na  pereoaaje  los  Utnlos  do  Oaqae,  Conde,  Marqade  j  Seflor. 
fialas.,  MmoHéi  iel  If orfsdt  ée  ViUsfimeñ,  pág.  lit. 

(6)  A  se  de  enero  en  Valladolld  libraron  in  prtTilegio  dejare 
de  8.000  mrs.  i  Rodrigo  de  UUoa,  sa  eonUdor,  Sefior  qno  fÉé  do 
la  Mota. 

(6)  A  6  de  mano  de  89  en  Medina  del  Cempo.  C&»e9ré,  Mut,. 
fol.  183  Toelto.  A 14  de  mano  do  este  afio,  en  Medina,  dieron  or- 
denansas  4  b  Cbaneillerfa  de  Valladolld,  lib.  1.*  de  ellas,  tlt  3 
adméro  81,  fol.  41  fteito.  ' 

(7)  A 16  de  majo  estaban  en  Jaén.  Cmcvré,  é$  te  Jf««l..  fo- 
lio 183,  ttdm.  848. 

(9)  No  mnrió  sino  en  el  afio  1488,  eomo  expresamente  so  lo  en. 
plenda  Zarita,  llb.  10,  cap.  61,  tom.  iv,  fol.  339  Tielto.  Vdase  sa 
erUdo  Joan  Peres  de  Var«as ,  ms.  á^  JUm#«í. 


]^  DOJfirA  ISABEL.  (^5 

Sevilla  (9),  é  allí  se  desposó  la  Princesa  Dofia  Isabel 
con  el  Prlndpe  D.  Alonso  de  Portugal,  hijo  del  Bey 
D.  Juan,  y  nieto  dd  Bey  D.  Alonso,  que  fué  vend- 
do  en  la  de  Toro  (10),  y  casáronse  por  d  mee  de  no- 
▼lembre  dd  dicho  afio.  Y  este  afio  taló  d  Bey  la 
vega  de  Granada,  y  volvieron  loe  Beyes  á  SeviUa  < 
donde  estuvieron  el  invierno  (11). 

AÑO  1491. 

Estuvieron  loé  Beyee  en  prindpio  de  este  afio  en 
Sevilla,  y  pasada  la  Pascua  florida  partieron  á  cer- 
car á  Qianadapor  el  mee  de  abril,  y  entraron  por  d 
mee  de  mayo,  y  corrieron  la  Vega  y  quemaron  der- 
tos  lugares,  y  volvieron  á  poner  Beal  sobre  la  du- 
dad, y  edificaron  la  ciudad  de  Sauta-Fó,  y  tuvieron 
el  invierno  en  dicho  BeaL  T  este  afio  tomaron  los 
Beyes  asiento  con  Cristóbal  Oolon,  ginovés,  natural 
de  Saona,  sobre  el  descubrimiento  de  las  Indias  é 
Islas  del  mar  Occéano,  de  que  tanta  honra  y  prove- 
cho se  ha  seguido  á  estos  reinos  (12).  Brte  afio  fá- 
lleselo d  Príndpe  Don  Alonso  de  Portugal,  á  18  de 
julio  de  una  eos  de  un  caballo  en  la  ciudad  de  Ebo- 
ra  (13).  Este  afio  fueron  quitados  el  Preddente  é  oi- 
dores de  Valladolid  (14)  juntamente ,  porque  en  un 

(91  Donde  en  6  de  mayo  libraron  á  la  inlfertldad  do  Salamanea 
la  cédula  impresa  en  las  OrdmmMu  ie  U  OmdlImrU  U  YtíU- 
é0M,  llb.  6,  Ut.  8,  rol.  161. 

(10)  ProTision  en  Córdoba  4  8  de noTlenüire.  Salas.,  Cum  U 
I«r.,tom.  ii,p4ff.ll0. 

(11)  Allí.  Bn  6  de  dieiembre  de  él  libraron  pri?Ueflo  al  eon- 
Tonlo  de  San  Ildefonso  de  Toro,  eonSrméndole  nn  Jaro  de  10.800 
maravedís  «no  le  cedió  Rodrlso  de  UUoa,  Seflor  de  la  Mota,  con 
•arre  de  ciertas  missa. 

(li)  El  primer  asiento  coa  Colon  no  M  en  este  aflo,  sino  en  el 
siraiente  14W,  eonqolsUda  ya  Granada,  y  estando  loe  Reyes  en 
Santa  Fé  A  17  de  ebril.  Zdfliss,  Antd.  áe  S^aUte,  pég .  411  Bn  los 
refistros  orisinales  de  la  corona  de  Aragón,  consemdoe  en  sn 
tesorería  seaeral  de  Zaragoia,  se  notó  lo  slgnleote:  «  Bn  el  mes 
•de  abril  de  1491,  esUndo  los  Reyes  Galtflieos  en  la  Tilla  de  San- 
»U  Fé  corea  de  Granada ,  capitniaron  con  D.  Cristóbal  Colon  para 
»el  primer  Tlaje  de  las  Indias ;  y  por  los  Reyes  lo  trató  sa  secre- 
•lario  Joan  de  Coloma ;  y  para  el  gusto  de  U  armada  prestó  Ule 
•deSantaagel,  escribano  de  raciones  de  Aragón,  17.000  flori- 
>nes  etc.»  Extractó  esta  memoria  Argensola  en  wm  AnaUe, 
conUnnando  los  de  ZnriU,  lib.  1 ,  cap.  10,  pég.  100,  donde  aflade 
lo  de  baber  salido  de  Aragón  el  primer  oro  con  qne  se  eqafpó  el 
fiaje  de  Colon;  con  el  primero  qne  él  trajo  de  relomo  del  Nnero- 
Mondo  qne  descnbrfó,  mandó  aflea  deapaea  el  Rey  Católico  se 
dorasen  los  tecbos  y  eriesoaados  do  la  sala  Real  del  palacio  de  la 
AUareria  en  aquella  cladad.  HebU  fcnldo  Colon  á  Espala  y  se 
bailaba  en  ella  é  esta  solicitad  deede  el  afio  1484.  Raestros  Reyes, 
ocupados  entóncee  en  las  conquistas  de  Andalucía,  no  pudieron 
oirie,  pero  llenroa  la  política  de  eatreieBerie  buia  que  las  con- 
cluyeron, y  él  mismo  asistió  A  oiiaa  y  les  sirvió  ao  poco  con  sn 
pericia  y  valor.  Hallándose  estos  Principes  en  Córdoba  A  11  do ' 
mayo  de  1489,  eseribioron  con  osU  fecba  A  la  dudad  de  SoTlila 
para  que  le  dioee  eposenUmtonto  y  ayuda  de  costa,  porque  Tonla 
A  su  Corte  A  tratar  de  cosas  de  imporUncia.  Abora .  pues,  con- 
cluidas todas  las  empresas  con  le  dltima  toma  de  Graaada  en  1 
de  enero  de  1491,  llegó  el  caso  de  cumplirte  ios  Reyes  su  pala- 
bra y  él  A  olloe  lo  suya,  oyéndose  mnteameate,  entrando  en  ca- 
pituiadoB  A  17  do  abril,  y  dando  la  orden  A  Seviiia  para  sn  ario 
en  18  de  mayo,  y  bedéndose  A  la  vola  en  8  de  agoste.  Zóflica.  nA- 
gina  404,001.1  y  411,  ndm.  11.  ^*^ 

(13)  Bn  8  de  agosto  libraron  en  d  Real  de  la  Vega  la  praamA- 
tica  18 ;  y  A 10  do  didembre  en  d  mismo  Real  la  168. 

(14)  Don  Felipe  lY  en  tiemposmas  modernos  depuso  en  n  dia  A 
todos  los  Conaejeros  de  Hadonda  de  suap  lasas  porqee  no  cumplían. 
Mario,  Caifftf.  aé  Uf,  Sicul.,  pAg.  603,  ndm.  4.  D.  Urrea,  Alleg. 
108,  ndm.  11.  Bolero  ie  eeeteri^.  Fiad.  Ifi.  1,  q.  18,  ndm.  1  el  11. 

35 


54« 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BBTBS  DB  GAffTILUL 


OAflo  qae  ante  ellos  Tino  otorgaron  una  apelaoion 
para  Boma  (1),  debiendo  ellos  oonoscer  de  olla.  Y 
era  Presidente  D.  Alonso  de  VáldÍTÍeso,  obispo  de 
León,  é  oidores  el  Dr.  Martin  de  Avila,  el  Ucenoia- 
do  Ghinohilla,  y  los  Doctores  del  Gafio  j  de  Olme- 
dilla.  Snoedió  por  Presidente  el  Dr.  D.  Jnan  Arias 
del  Villar,  obispo  de  Oviedo,  qae  después  lo  fué  de 
Segovia,  ó  oidores  el  Licenciado  de  Villena,  el  Doo- 
torde  Palacios,  los  Licenciados  Villamnriel  j  Pa< 
lados  Rubios,  y  el  Dr.  de  Yillobela  y  el  Licenciado 
Astudillo  (2). 

Afio  1492. 

JL  dos  dias  del  mes  de  enero  de  este  afio  ganaron 
y  entraron  los  Reyes  la  honrada  y  gran  dudad  de 
Granada,  y  la  puderon  á  obediencia  de  nuestro  Se- 
fior  Jesu-Gristo,  y  suya  en  su  nombre,  á  honra  y 
gloría  de  Dios  (3);  y  estuvieron  en  la  dicha  dudad 
hasta  d  mes  de  mayo  (4).  E  hideron  Araobispo  de 
Qranada  á  Fr.  Hernando  de  Talavera,  de  la  orden 
de  San  Gerónimo,  que  era  obispo  de  Ávila,  y  prí- 
mero  Prior  de  Prado,  de  Valladolid ,  y  su  obispado 
dieron  á  D.  Francisco  de  la  Fuente,  Dean  que  era 
de  Toledo  y  de  Granada;  y  dejaron  por  alcaide  de 
la  Alhambra  y  por  capitán  al  conde  de  Tendilla, 
D.  íftigo  Lopea  de  Mendoza,  nieto  dd  marqués  de 
Santillana;  y  partieron  para  Barcelona  (6),  do  tu- 
vieron d  invierno.  Este  afio  mandaron  los  Reyes  (6) 
desterrar  de  todos  sus  reinos  de  Castilla  y  León  á 
los  judíos,  por  término  de  tres  meses,  que  fueron,  ju- 
nio, julio  y  agosto  (7).  En  fin  de  este  afio,  viernes  á 


(1)  Mal  admitida,  porque  de  Bspafta  ea  lo  dyU  á  Roña  niafist 
apelación  podia  haber.  Omiic.  ée  D.  Fernané»  iVf  aflo  130G,  ea- 
püalo  ti,  fol.  4t  vaelto.  Vid.  Crome,  dé  D.  AImío  €iSaMo,  eapf- 
taio  75,  fol.  M  voeKo»  donde  hay  otro  eaao. 

(t)  En  14  de  noTiembre  de  este  aAo  1491  realdia  el  Cknsejo  en 
Bdrgoa.  Consta  de  la  provisión  de  esta  fecha  qae  se  imprime  en 
los  hurot  de  VIjMyo,  después  de  la  ley  3.*»  tit.  Z%  j  consta  qne 
i  la  sason  era  Virey  y  Gobernador  de  él,  i  nombre  de  sos  Aite- 
ns,  el  Condestable»  pnes  dice  al  In :  «  D.  Pedro  Femandei  de 
•Velasco,  Gondestiblé  de  Castilla  por  flrtnd  de  los  poderes  qne 
•tiene  del  Rey  y  de  la  Reina,  nnestros  SeSores,  la  mandó  dar.» 

(3)  Como  con  la  misma  fecha  lo  avisaron  de  alli  á  la  clndad  de 
Sevilla  por  la  carta  qae  copla  ZdAlga,  páf.  40S. 

(i;  En  cuyo  día  17  libraron  en  SanU  Fé  la  pragmática  SI  En 
ü  de  jnnio  bay  cédala  dada  por  sns  Alteías  en  Gnadalupe  remi- 
tiendo A  la  Chaneillerla  de  Valladolid,  y  mandándola  observar  los 
capilnlos  de  reformación  reanltantes  de  la  vlalta  que  en  ella  hi- 
cieron O.  Joan  de  Dasa,  deán  de  Jnan,  y  el  doctor  D.  Alonso  Ra- 
mlreí  de  Villaeaensa,  corregidor  de  Valladolid.  Ordenmus  de  Is 
OumaUeria,  fol.  206.  Otra  del  dia  95.  Salas.,  Cee.  de  Ler,,  tomo  u, 
pág.  119,  y  tomo  iv,  pág.  «9i.— Temo  sea  falsa  la  data  de  la  1.* 
pragmática  dada  en  ValUdolid  á  i3  de  Jnlio  de  este  aflo  ii9S  y  la 
cédula  de  19  del  mismo  qne  snena  dada  por  ambos  Reyes  en  A  ren- 
da y  se  halla  Impresa  en  lu  Ordénente»  de  U  CheneilUrie  de  Ye- 
UedoUd,  lib.  5,  tít.  8,  fol.  190.  SerUn  dadas  por  el  Consejo  qne  A 
la  uion  residía  en  Valladolid,  como  lo  dice  alli  mismo  otra  céda- 
la qne  signe  impresa  y  es  dada  por  sos  Allesas  en  Zaragoia  á  tO 
de  aetlembro  de  este  afto  9t. 

(5)  En  10  de  agosto  esuban  en  Barcelona.  Ceneerd.  de  le  Mee- 
te,  fol.  196. 

(6)  Por  la  pragmaUca  5.*  de  sn  eoleeclon  impresa,  dada  en  Gra- 
nada á  SI  de  mano  de  este  afio. 

(7)  No  sino  mayo,  Jnnlo  y  Julio,  á  los  dltlmos  de  cayo  mes  habla 
de  estar  verificada  la  efectiva  expulsión,  sin  llevar  oro,  plata,  mo- 
aeda  amonedada  ni  otra  cosa  de  las  de  saca  prohibida.  Le  cMlte 
ptie  sfl  «n  e^e»  dice  la  pragmática  siguiente  á  esta  do  5  de  so- 


6  de  dioiembre,  fué  herido  en  Baroelona  el  Bey  por 
el  famoso  looo  Juan  de  Oafiamares,  que  es  tierra 
que  se  llama  de  Remensa,  natural  de  Oatalufia,  ¿ 
hioieron  justioia  de  él  (8).  B  aquel  afio  se  ordenó 
la  oofradia  que  hoy  hay  en  la  Corte.  Falleadó  en 
este  afto,  dia  de  los  Beyes,  D.  Pedro  Femándes  de 
Velasoo,  Condestable  de  Castilla;  y  en  el  mes  de 
hebrero  (9)  murió  D.  Pedro  Enriques,  Adelantado 
de  Andalucía,  viniendo  de  Granada,  en  una  Tenta 
en  el  rio  de  las  Yeguas,  cerca  de  la  ciudad  de  An- 
tequera. Y  en  el  mes  de  agosto  (10)  murieron  en  una 
semana  los  duques  de  Medina-Sidonia,  D.  Enrique 
de  Queman,  y  D.  Rodrigo  Ponoe  de  León,  duque  de 
Calis,  y  en  el  mes  de  septiembre  murió  D.  Pedro  de 
Stúfiíga,  conde  de  Miranda  (11) :  y  víspera  de  Todos 
los  Santos  murió  D.  Beltran  de  la  Cueva,  primero 
duque  de  Alburquerque,  y  Fr.  Diego  de  Muros, 
fraile  de  la  Merced  é  obispo  de  Ciudad-Rodrigo  (12) 
tic  hermano  de  su  padre  D.  Diego  de  Muros,  obispo 
de  Oviedo  que  hoy  es,  que  hizo  el  colegio  de  San 
Salvador,  que  hoy  está  edificado  en  la  parroquia  de 
San  Bartolomé  de  Salamanca.  Y  fallesoió  en  este 
afio  el  Papa  Inocencio  VIII  á  23  de  julio,  y  fuá 
asumpto  D.  Rodrigo  de  Borja,  que  era  Vice-Ohan- 
ciller,  y  llamóse  Alejandro  VI,  natural  de  Játiva, 
en  el  reino  de  Valencia.  Y  este  afio  hioieron  los 
Reyes  merced  del  Cénete  á  D.  Rodrigo  de  Mendosa, 
hijo  del  cardenal  D.  Pedro  Qonaalez  de  Mendosa,  de 
que  le  dieron  título  de  Marqués,  y  al  condestable 
D.  Bemardino,  hijo  de  D.  Pedro  Hemandea  de  Ve- 
lasco,  le  dieron  título  de  duque  de  Frias.  Bn  este 
afio  se  acabó  el  colegio  de  Santa  Chía  que  dicho 
Cardenal  hizo  en  Valladolid. 

Afio  1493. 
En  principio  de  este  afio  estuvieron  los  Beyes  en 


Uembre  de  1i99,  qne  íné  para  expeler  nnevamente  otra  porción  de 
j odios  Introdncldos  despnes  en  el  reino,  qne  pretendían  perma- 
necer, diciendo  qne  ellos  no  hablan  sido  de  los  expnlsos  j  qno 
no  les  comprendía  la  pragmiitica;  de  cnja  expulsión  hito  memoria 
Jnan  Pico  escribiendo  á  la  saion  el  libro  6  edeere,  ÁMlrele§,  Vede 
Seiced.  ed  Lneempreet,  crhni»,  eeaenie,,  cap.  13,  ndm.  9.  Batos 
Reyes  procedieron  en  tal  expulsión  con  Indiscreto  celo  y  falta  do 
política,  queriendo  mis  reinar  i  los  desiertos  qne  á  los  poblados, 
decnyo  error  se  han  compadecido  los  mejores  políticos.  VMs  Jfo- 
rinm  CuieUnm  ed  Le§,  Sleul.,  pig.  211  donde  lo  lamenta. 

(8)  En  SO  de  este  dicho  mes  de  setiembre  permaoedan  en  Bar- 
celona. Cédulepere  le  CkeneUlerUde  YelledeHd,  lib.  S,  tit  1,  fo- 
lio 100  de  sns  Ordenenses. 

(9)  Dia  8,  como  enmienda  Zdfilga  el  4  de  la  Inscripción  de  sa 
sepulcro,  puesta  17  aftos  después  en  sn  apUla  del  eonvento  de  las 
Coevas  de  Sevilla,  pAg.  409  y  410. 

(10)  El  primero,  día  15  viernes  repentinamente  en  sn  viUt  de  San 
Ldcarde  Darrameda,  y  el  segundo ,  Idnes  18  en  Sevilla,  donde 
fueron  enterrados,  el  primero  en  San  isidro  del  Campo,  y  el  ae- 
gundo  en  la  capilla  mayor  de  San  Agnstfn.  T  como  no  Atj6  hljoi 
legítimos,  sino  hijas  naturales,  los  Reyes  Catdllcos  so  aprovecha- 
run  de  eata  ocasión  para  recobrar  la  dudad  de  Cádlx,  dando  al 
heredero  I).  Rodrigo  Ponce,  hijo,  te  mayor  en  recompensa,  el  tf- 
tulo  de  duque  de  Arcos  con  el  de  conde  de  Gaaares,  y  otras  awf- 
cedes  por  privilegio  en  Barcelona  á  10  de  enero  del  alio  algilento 
93.  Züftiga,  pig.  411,  ndm.  1.  Ramos,  TUulet  de  CeelUle,  pág.  81 
á  33,  g.  78. 

(11)  A  5  de  octubre.  Pellicer,  Cete  de  Mireade,  p4g.  ei 

(11)  Y  intes  de  Tuy,  que  murió,  no  en  este  afio  sino  en  el  ute> 
rior,  A  9  do  didenbre.— Flores,  ton.  uii,  pág.  143. 


1>0N  ÍTEBNANDO 

fiaroeloBa  (1),  y  en  erte  «fio  Iob  entregó  el  Rey 
Garlos  de  FraadA  la  oiadad  de  Perpifian  y  sa  f  or- 
talesa,  con  todaa  las  otraa  villaa  y  fortalezas  del 
condado  de  Rídsellon  (2).  En  el  mes  de  septiembre 
y  en  laa  oaatro  témporas  de  este  mes  faé  creado 
Cardenal  de  Santa  Onu  en  Boma  D.  Bemardino  do 
Oarbajal  á  saplioadon  de  la  Reina.  Este  afio  al  oo- 
mienio  de  61  tomaron  los  Reyes  la  oiadad  de  Calis, 
qne  tenia  D.  Rodrigo  Ponoe  de  León,  por  merced 
que  el  Principe  D.  Alonso  (S)  le  habia  hecbo,  y 
como  mnrió  sin  bijos,  tomáronla  á  incorporar  en  la 
corona  Real  (4).  Y  tnyieron  las  Reyes  el  in7Íemo 
en  Zaragosa.  Este  afio  á  1.*  de  jnlio  mnrió  en  Lle- 
rena  D.  Alonso  de  Cárdenas,  maestre  de  Santiago. 
Y  estando  los  Reyes  en  Barcelona  fueron  todos  los 
Grandes  del  reino  á  los  ybitar. 

AÑO  1494. 
En  principio  de  este  afio  estuyieron  sns  Altesas 


(I)  Se  Mateniaii  tlll  á  11  da  mano  yii9  dejillo  en  qae  libra- 
ron i  la  ClMDeillerfa  de  Yalladolld  las  eMnlas  loprests  en  sos  or- 
denanzas, lib.  1,  tft.  6,  rol.  53, 7  Itb.  %  UL  10,  íol.  100  vuelto,  y  li- 
bro 4,  Ut.  %  fol.  Itt.  Contlnaaban  en  Barcelona  en  10  de  agosto, 
con  enya  fecbi  libraron  aiii  la  pragmática  90;  y  en  tt  de  octubre 
do  qne  es  la  eédnia  impresa  en  las  ordenanus  de  la  Cbancillerfa 
de  Yalladolld,  Hb.  6,  tft.  1,  fol  148:  y  á  1  de  seüembre.  ^Salssar, 
Cm,  de  Ltr,,  tom.  ti,  pftg.  lil. 

(1)  En  este  Ingar  bailé  en  Lnclo  Marineo  Slenlo,  Hb.  II,  fol.  IW 
de  la  BUdo^  4$  Atcñlá  i$  ÍB33,  la  nota  slgnlente,  al  mftrgen,  pues- 
ta de  mano  de  aqoel  tiempo  ttnsiva  al  pasije  en  qne  dice  este 
sntor  Is  liberalidad  con  qne  el  Rey  Cdrlos  VIH  de  Francia  resti- 
toy0  4  los  nuestros  los  condados  de  Rosellon  y  Cerdania,  levan- 
tando mano  al  empréstito  de  los  300.000  ducados  ó  coronas  de 
Francia  porque  los  babia  empefisdo  el  Rey  D.  Juan  de  Aragón, 
padre  dol  GaUHIeo,  al  Rey  Lnis,  padre  de  Cirios:  «Ut  mibi  rela- 
»tum  fuit  causa  bojus  liberalilatls  hssc  fuU:  Carolus  de  qno  ble, 
•amere  pulerm  Dnclsm  et  ComIUsm  Drltanl»  captns,  cnm  ea  con- 
•Inbere  foluit  et  ipsa  renuit,  ut  fertur,  eo  quod  Carolus  mons- 
•trosus  erat,  babeos  maguum  capul  plusquam  bumano  bomini 
•deeebat,  quamvis  ornatus  sensu,  et  omni  virtute,  et  re  milltari 
•strannus  fortisque  bello:  qul  cum  despectum  se  vidlsset,  bcllum 
•Comltism  intullt :  qu«  adJnU  A  Ferdlnando  numls  mllltibosque 
•fuit,  et  nibiiomiaas  bello  supérala  et  é  Carolo  capta,  partim  per 
»?im,  predbusque  enm  eo  eontnxlt,  Reglnaqne  Francim  efela  et 
•á  Carolo  marlto  nlmls  dOeeU  tail.  Qum  condlgnum  prmminm  ob 
•prBdietnm  adjutorlum  Ferdiíando  daré  foleas,  mérito  suo  Ca- 
•rolo  petiflt  et  predbus  impetnvit  (prcTontt,  ut  fertur,  ab  Ipso 
•Ferdlnando)  ut  Ídem  Csrolus  Ferdlnando  Comltatus  Rusinonis  et 
•Ceriunim  pignóralos  restltneret;  quod  Carolas  llbenter  anuitet 
•adimplevit,  ut  sertptun  referí;  licet  postea  Magnates  et  eonyen- 
•tus  Juridid  Franeim  certiores  de  boe  fseti,  molestb  ferentes,  fe- 
•cerunl  ut  Carolus  revocaret  restltatlonem;  quod  Intempesta  fult 
•factum  nam  eo  tempere  jam  Ferdinandus  cepent  posseslonem 
•Comitauum,  et  in  els  munltlones  possuerat:  quod  causa  fuit  dife- 
•renti»,  qu»  adhue  durat  Ínter  Regem  Franeim  super  Jure  Comi- 
•tatuum  et  eorum  recuperatlone,  et  Regem  Ilispani»  pro  defen- 
•sioopji  Sobra  todo  lo  cual  no  obstante  se  podrá  ver  h  Zurita, 
lib.  1,  cap.  18  de  la  JRtlsHo  i€l  Rey  OUáUep,  donde  pone  la  total 
entrega  de  aquellos  estados  i  este  Rey,  legitimo  heredero  de  ellos, 
y  presente  él  mismo  i  recibirlos  en  Perplflan  á  10  de  septiembre 
de  este  aio  93,  aeompaBindole  la  Reina ,  que  A  este  Sn  babian  sa- 
lido Juntos  de  Bareeloaa  ei  antecedente  viernes  6,  A  donde,  dejando 
tomada  la  posesión  y  las  cosas  puesUs  en  orden,  se  restfluyeron 
ei  martes  9  id  sinlnalo  mes  de  oetubra  y  permueeian  an  allí 
d  día  ti. 

(Si  lio ,  siso  dd  Rey  D.  Bariqíe,  segaa  el  privilegie  de  reia- 
eorporaelOB. 

(4)  EsU  ineorporaeioB  fué  capitulada  en  Raraeloua  A  7  de  enero 
con  Dofia  Beatrii  Pacheco,  duquesa  viuda  de  Áreos,  gobernadora 
de  los  estados  por  d  auero  Joven  sucesor  0.  Rodrigo,  nieto  de  sa 


É  DOÍtA  ISABEL.  647 

en  Zaragoza,  y  de  alli  vinieron  (5)  á  Valladolid,  á 
Medina,  y  Tordesillas.  E  alli  en  Valladolid,  á26  de 
enero,  fallesoió  Rodrigo  de  Ulloa,  contador,  hijo  del 
Dr.  Per-Yafies,  y  consumióse  su  contaduría :  queda- 
ron solas  dos,  que  fueron  la  do  D.  Juan  Chacón, 
adelantado  de  Murcia,  y  la  de  D.  Gutierre  de  Cár- 
denas, comendador  mayor.  Y  en  Medina  (6)  Tino 
nueva  de  la  muerte  del  Bey  D.  Femando  de  Ñapó- 
les, primo  hermano  del  Rey  D.  Femando  el  Cató- 
lico, y  casado  oon  su  hermana.  Y  en  Tordesillas  hi- 
cieron los  Reyes  capítulo  general  de  las  Ordenes  de 
Santiago  y  Calatrava,  y  estuvieron  en  Medina  hasta 
el  mes  de  jimio  (7),  y  de  allí  fueron  á  Arévalo  á 
donde  estuvieron  el  San  Juan,  y  de  allí  fueron  á 
Segovia,  á  donde  estuvieron  hasta  agosto  «(8),  y  de 
alli  fueron  á  Madrid,  donde  estuvieron  el  invier- 
no (9),  y  fueron  á  Quadalajara  á  visitar  al  cardenal 
D.  Pedro  González  de  Mendoza,  que  estaba  muy 
enfermo  de  la  enfermedad  que  murió.  Y  en  fin  de 
este  afio  se  tomó  por  los  Reyes  asiento  con  D.  Juan 
de  Zúfiiga,  maestre  de  Alcántara,  que  dejase  ol  títu- 
lo de  maestre,  y  tomaron  la  administración  los  Re- 
yes, y  dieron  al  dicho  D.  Juan  equivalencia.  Y  en 
fin  de  este  afio  inviaron  los  Reyes  desde  Madrid  á 
Gonzalo  Hernández  do  Córdoba,  .que  después  fué 
Gran  Capitán  on  J!7ápoles.  E  inviaron  nueva  Chan- 
cilleria  á  Ciudad  Real  para  los  negocios  de  Tajo 
allende,  y  fué  Presidente  D.  Alonso  Carrillo,  obisiK) 
de  Catanga,  y  después  de  Ávila ;  y  después  el  afio 
1605,  en  fin  de  él ,  se  mandó  pasar  esta  Chancillería 
á  Granada.  Y  en  fin  de  este  afio  se  dio  el  obispado 
do  Salamanca  al  M.*  Fr.  Diego  Dcza,  qno  era  maes- 
tro del  Príncipe  D.  Juan,  y  después  fué  obispo  de 
Jaén,  y  arzobispo  de  Sevilla,  é  confesor  del  Rey,  é 
Inquisidor  general,  y  después  de  electo  ansobispo 
de  Toledo,  murió  afio  de  1623  por  junio. 

Afio  1495. 

En  principio  de  este  afio  estuvieron  los  Beyes  en 
Madrid  el  mes  de  mayo.  Y  en  principio  de  este  afio 
fálleselo  el  Cardenal  D.  Pedro  González  de  Mendo- 
za á  11  de  enero,  domingo:  está  sepultado  en  la  oa- 


■srido  del  mismo  nombre;  y  el  privilegio  de  incorporaeion  el  dis 
90  de  enero  de  1495  A  Is  muerte  de  D.  Rodrigo  Ponee  en  VI  de 
agosto  del  afio  anterior. 

(5)  Por  Almasan,  donde  ft  5  de  enero  dieron  lleenela  para  el 
apartamiento  y  desistencia  que  Dolía  Marta  Ponee  de  León,  hija 
de  D.  Luis  Ponee  de  Leen,  hiio  al  pleito  que  habia  pdeslo  A  los 
estados  de  Áreos,  y  la  transaeeioa  en  su  razón  otorgada  entre  los 
interesados. 

(6)  Donde  en  8  de  febrero  y  14  de  mano  libraron  A  la  Chanci- 
llería de  Valladolid  las  cédulas  Impresas  en  sus  Úréim.,  lib.  4,  ti- 
tulo t,  fol.  1«9,  y  lib.  6,  UL  8,  fol.  110.  J  otra  A  14  de  abril  sobre 
carta  de  la  expresada  de  14  de  mano  eit,  fol.  199.  T  en  ol  dia  4 
de  abril  la  pragmAtica  196  pan  no  agnfiar  A  ios  hidalgos  en  Jos 
empadronamientos  de  pecheros  nuenmenle  mandados. 

(7)  En  cuyo  dia  17  libnron  allí  la  pragmAtica  17,  y  la  cédula 
Impresa  en  las  OrdeumuM  i$  U  CktmáUeriñ  4e  ValttáoHd,  lib.  .*;, 
m.  8,  fol.  168. 

(8)  Y  aun  hasta  setiembre,  en  cuyo  dia  1.*  eondrauíron  alli  la 
tnnsacelon  y  aiuirtamlento  que  Dofia  María  l*onee  de  León,  mogcr 
de  D.  Antonio  Alvareí  Zapata  y  Toledo,  biso  al  estado  y  mayoraz- 
go de  Arcos. 

(9)  T  en  18  de  noviembre  libraron  alli  las  pragmAticss  3i  y  35, 


54é 


OBÓNÍOAS  DE  tiOS  RETBS  DB  OÁSÉlLtJL 


pilla  mayor  de  Toledo;  é  se  di6  el  aisobiepado  á 
D.  Fr.  IVanciaoo  ]^meneE  de  Cisneroe,  proTÍndal 
de  loB  franoiacos,  que  primero  había  sido  aroipreete 
de  Uceda,  7  capellán  mayor  de  Sigfienaa,  y  se  lla- 
maba el  Br.  Qonaalo-  de  Oisueros,  hijo  de  Alonso 
Ximenes,  proonrador  de  cansas,  vecino  de  Tordela- 
gvna,  qne  fué  despnea  Cardenal  de  Santa  Balbina, 
.y  c^bemador  de  los  reinos  de  Castilla,  qne  faliesció 
en  la  villa  de  Boa  á  8  de  noviembre  del  afio  1517. 
Está  sepultado  en  Alcalá  de  Henares  en  el  colegio 
de  San  Ildefonso,  qne  él  f ando  con  el  estudio  qne 
allí  hay;  y  muerto  D.  Pedro  Qonsales,  dieron  los 
Beyes  el  obispado  de  Sigaensa  á  D.  Bemardino  de 
Carvajal,  que  era  obispo  de  Cartagena,  y  Cartage- 
na á  D«  Juan  de  Medina,  qne  era  obispo  de  Bada- 
jea, y  fué  presidente  después  de  la  Chancillería  de 
Valladolid  y  obispo  de  Segovia ;  y  Badajos  dieron 
á  D.  Juan  de  Fonseca,  que  era  arcediano  de  Sevi- 
lla. Este  afio  á  16  de  septiembre  (1)  murió  D.  Luis 
de  Acufiai  obispo  de  Burgos:  diese  el  obispado  á 
Fr.  Juan  Pascual  de  la  orden  de  Predicadores  (2); 
y  por  el  mes  de  junio  partieron  sus  Altesas  de  Ma- 
drid y  fueron  á  Valladolid,  á  donde  estuvieron 
poco  (3),  y  dende  á  Burgos,  á  donde  (4)  estuvieron 
hasta  el  mes  de  agosto,  y  fueron  á  Tarasona  (5), 
y  de  ay  fueron  á  Alfaro  (6),  é  alli  vino  á  sus  Al- 
tesas  ^a  Beina  de  Navarra.  Y  en  este  tiempo  falies- 
ció el  Bey  de  Portugal  D.  Juan,  dia  de  San  Simen 
y  Judas.  Y  murió  el  Conde  de  Caruña  en  un  rai- 
do (7)  en  Valladolid ;  y  fueron  sus  Alteaas  este  in- 
vierno á  Tortosa  á  tener  Cortes,  Este  mesmo  alio 


(1)  No  Alé  siso  ea  el  14  de  este  mu,  día  Inaea,  como  dejd  es- 
erilo  en  «a  ejenf  lar  del  bitf  iario  Burfena  de  ai  vao,  el  caadnlf  o 
Sedaño  qne  fivia  entónees;  el  enal  dice:  Uorió $¡SH9r  0bU^  D<m 
UU  dé  AmOé,  ééUpé  i$  Bérfút,  kan  VY  dé  iétUmkre  i$  ICV,  é 
lu  séU  áéi  dU  á  Éoqué  dé  ftimé.  Florea,  Esf^éMé,  Sa§réda,  to- 
mo nxn,  páf.  406,  ndm.  17. . 

(t)  Coya  mnerte  ae  Torft  adelante  al  afte  ISlt.  Poé  eonaafrado 
en  Bdrf  oa  en  1  de  febrero  de  1491  por  el  arxobiapo  de  Toledo,  loa 
eblapoa  de  Salaminea  7  Aatorga  eon  grande  aolemnidad  y  eoo- 
enrao,  preaentea  el  Rey  CatOUeo,  a«  bljo  el  Pi  fneipe  D.  Joan  y  toda 
la  Corte.  Véaae  i  Fr.  Pranclaeo  de  Varfaa  en  el  ApéndUé. 

(3)  En  el  medio  eatá  Santa  Marta  del  Campo,  donde  eelebraron 
eate  aio  Corlea,  aegnn  lo  que  dice  en  el  proemio  de  la  ley  1.*  U- 
tolo  e,  Ub.  6  de  la  liécéfilédw.  Y  debió  aer  en  eate  tiempo. 

(4)  En  8  de  jallo  dirigieron  «  la  Cbaneílleria  de  Valladolid  la 
eédnla  Impreaa  en  ana  OrdéMMUi,  11b.  5,  tiU  8,  fol.  116,  á  favor 
del  boapltal  Real  de  Bdrgoa. 

(6)  Donde  en  5  y  M  de  oetnbra  dirigieron  al  eatndlo  de  Falla, 
doild  la  pragmática  U  sobre  provisión  de  edtedraa,  y  la  eédnla 
impreaa  en  tea  OrdéMusét  de  m  CJümoUUrié,  lib.  5,  til.  8,  folio 
118  vnelto. 

(6)  En  Alfaro  4 10  de  aetlembre  libraron  te  pragmátiea  Inaerta 
en  la  1C9,  fomontendo  la  fábrica  de  navioa  de  porte  mayor,  por  el 
medio  de  ofrecer  el  mayor  acoaiamlento  4  los  del  mayor  baqoe. 

(1)  Véaae  4  Rodrigo  Snareí,  qne  dice  fué  procesado  por  eate 
qolmera,  Repet.  leg.  Poat  rem  jadicatem,  notebU.  IX  vera.  Bst 
aliaa  caana  edlüon.  Salmantle.  ann.  ISSO,  p4g.  36S,  eoL  1,  nbl  Alina 
Ita  babet:  «et  qnla  aibi  accldlt  de  fado  In  cansa  propia,  cálamo  m 
•eztendii;  nam  fnli  criminallter  accuaatna  soper  morte  comitis  de 
Camina  4  qoodam  ejos  famnlo  Inadvorlenter  occiai  tn  qnadam 
■magna  rlu  qnm  In  hae  villa  accldlt»  Camina  estd  temblen  en  la 
edición  Dnacena.  de  1614.  Y  aai  ba  de  aer;  porque  de  loa  condes 
de  Comfta,  CruJIa  ó  Clnnia,  ninguno  murió  en  este  aAo.  El  1.*,  don 
Lorenzo  Snarez  de  Mendosa  y  PIgneroa  mnrló  en  1481,  y  eli.^ 
D.  Beraardino  Snareí  de  Mendosa  an  b^o,  en  1834.  Haro,  tom.  t, 
^g.405y406. 


fueron  oonoertados  los  desposorios  del  Príncipe 
D.  Juan  con  la  Princesa  Dolía  Margarita,  hija  del 
Bey  de  Romanos,  y  de  la  Infanta  Dofia  Juana 
con  el  Archiduque  D.  Felipe,  duque  de  Borgofia. 

AÑO  1496. 

Este  afio  estuyieron  los  Beyes  hasta  Pascua  flori- 
da en  Tortosa  (8),  y  dende  partieron  después  de 
Pascua  para  Almazan,  y  estuvieron  ende  hasta  me- 
diado julio,  é  de  ahi  partió  el  Rey  para  Girona,  y 
la  Reina  se  fué  á  Burgos  y  á  Laredo  (9)  á  imhiar 
á  la  Archídutiuesa  para  Flándes :  fué  con  ella  el 
Almirante  D.  Fadrique  y  Dolia  María  de  Velasco  su 
madre;  é  imbiada  en  buen  hora,  los  Reyes  se  fue- 
ron á  Burgos  (10).  Y  este  afio  de  96  fué  lo  de  Salsas 
con  el  Rey  de  Francia.  T  fálleselo  la  Reina  Dofia 
Isabel,  qne  estaba  en  Aréyalo,  A  16  de  agosto,  se- 
gunda muger  del  Rey  D.  Juan  II  y  madre  de  la 
Reina  Oatólioa. 

Aflo  1497. 

En  prbcipio  de  este  afio  estuvieron  los  Reyes  en 
Burgos  (11),  y  vino  la  Princesa  Dofia  Margarita  en 
el  mes  de  marzo,  y  casaron  al  Principe  D.  Juan  é  A 
ella  lunes  de  Quasimodo  8  de  abril :  Telólos  el  Ar- 
sobispo  de  Toledo,  y  fueron  padrinos  el  Almirante 
y  su  madre.  Murió  en  estas  fiestas,  que  fueron  muy 
grandes,  D.  Alonso  de  OArdenas,  hijo  segundo  del 
Oomendador  mayor  de  León  D.  Gutierre  de  Cárde- 
nas. T  por  el  mes  de  mayo  se  partieron  y  fueron  A 
Valladolid  (12)  é  A  Medina,  y  estuvieron  en  Medina 
del  Oampo  basto  el  mes  de  septiembre  (18),  é  partie- 
ron los  Beyes  dicho  mes  A  Madrigal  (14),  é  dende 
para  Valencia  de  Alcántara.  Y  fálleselo  en  Salaman- 
ca el  Principe  D.  Juan  A  4  de  octubra  de  este  afio 
y  fué  llevado  A  Santo  Tomas  de  Avila  donde  ya^ 


(8)  Donde  4  9  de  enero  llliraron  la  edlebre  prafmatiea  ISS  para 
U  Icnaldad  (qne  ann  no  ae  ba  yerileado;  de  lodoa  loa  peaoa  y  me- 
didaa  en  el  reino. 

(9)  Donde  4  3  de  a|oato  libraron  tltnlo  de  eonde  de  Cedillo  4 
D.  Antonio  Alnreí  de  Toledo,  para  deapnea  de  loa  dlaa  do  Fer- 
nán Alnreí  de  Toledo  an  padre,  del  Conaejo  de  ana  AKeua,  an 
aecretario  j  notario  mayor  del  reino  do  Granada,  perpetno  para  a( 
y  ana  anceaorea,  4  eondleion  de  aerrlr  eon  IB  lansaa  de  bombrea 
de  armaa  en  todoa  loa  llamamlentoa  genemlea  de  loa  obilgadoa  4 
eate  aerfleio.  Trdele  Haro,  tom.  11,  p4ff.  lis  y  114. 

(10)  Donde  Armaron  en  tO,  ts  de  octnbre  7  tS  do  dleiembre  In 
eédnla  para  In  Cbaneílleria  de  VaUadolid,  qne  ae  baila  Impreaa  ea 
ana  Ordénmuat,  ilb.  1,  Ut.  5,  fol.  81  Toelto,  y  to  prafmdtlea  15,  qne 
ea  la  de  fO  de  octnbre,  y  U 19,  qne  oa  del  tt,  y  la  80  de  la  mlamn 
feeba. 

(11)  Donde  A  M  de  enero  y  1  de  mano  libraron  taa  eddnlaa  tan* 
preaaa  en  lea  Ordeamua»  di  U  CAmeUlérU  dé  UllUéád,  lib.  8» 
tit.  8,  rol.  189  fnelto  y  196. 

(1^  Bn  tt  dejnnlo  libraron  en  Medina  la  prafm.  84.* 
(18)  Bn  Medina  4  80  do  Jnllo  libraron  la  eddnla  OntoMa.  dé  le 
CkéaéiiléHé,  Ub.  1,  Ut  8»  n.  61,  r.  88.  T  en  SO  de  afoato,  ttt.  4, 
n.  91.  rol.  88.  BnlOde  aeUembre  en  Valladolid  libraron  la  eonSr- 
madon  y  provialon  qne  cita  Golmenarea,  BUi.  dé  Sé$nié,  cap.  88. 
i  11,  p«g.  443,  eol.  l—Bn  li  del  mlamo  bablan  fnelto  4  Medi- 
na. Cédala  alli  con  eaa  fecba  para  la  Obanclllerla  de  VaUadolM 
en  ana  OrdMonana,  11b.  1,  Ut.  6,  n.  31,  fol.  84. 

(14)  Donde  4  14  de  41  libraron  4  In  Cbaneílleria  do  VaUadoHd  In 
eédnla  Uapreaa  en  ana  Ordénmuaé,  Ub.  %  m.  1.0,  n.  1.  fol  81 
vnelto* 


.<■ 


DON  FERNANDO 

oé  (1).  T  casaron  este  meamo  afio  el  Bey  D.  Mannel 
de  Portugal  con  la  Beina  y  Princesa  Dofia  Isabel, 
qae  había  sido  Princesa  y  mnger  del  Principe  Don 
Alonso  de  Portugal  sa  sobrino.  Y  yinieron  sas  Al- 
teaas  á  tener  el  invierno  á  Alcalá  de  Henares,  y 
movió  ende  la  Prinoesa  Dofia  Margarita  una  hija. 
Este  año  á  28  de  octubre  (2)  murió  en  Boma  D.  Juan 
Arias  de  Avila,  Obispo  de  Segovia,  y  dicen  que  ha- 
bía ido  á  defender  los  huesos  de  su  padre ;  y  suce- 
dió en  sa  obispado  D.  Juan  Arias  del  Villar,  que 
era  obispo  de  Oviedo,  y  dióse  el  obispado  de  Ovie- 
do á  D.  Qarcia  Bamires  de  Villaescusa,  que  era 
prior  de  San  Marcos  de  León,  ó  de  allí  adelanté  los 
priores  fueron  anualeé  (8),  que  antes  eran  perpe- 
tuos (4).  Bite  afto  por  setiembre  murió  D.  Juan  de 
Quzman,  duque  de  Medina-Sidouia,  hijo  de  D.  En- 
rique y  de  Doña  Leonor  de  Mendoza,  que  ganó  en 
África  á  Melilla  y  Gazaza.  Fallesció  en  este  afio  Don 
Diego  de  Gastrillo,  Oomendador  mayor  de  Oalatra- 
va,y  la  dieron  á  D.  Gutierre  de  Padilla ,  que  era  cla- 
vero, y  la  olaveria  á  D.  Alonso  de  Silva,  hermano 
del  Conde  de  Gfuentes  (6).  T  en  este  afio  á  27  de 
noviembre  en  Alcalá  de  Henares  cayó  de  una  ba- 
randa D.  Luis  Pimentel,  marqués  de  Villafranca, 
hijo  mayor  de  D.  Bodrígo  Alonso  Pimentel,  oonde 
de  Benavente,  de  que  murió,  y  fué  enterrado  en  el 
monasterio  da  San  Francisco  de  Villalon,  que  fun- 
dó su  padre. 

áSo  1498. 
Bn  principio  de  este  afio  (6)  estuvieron  los  Beyes 


(1)  Coa  el  spItaSofie  eoi^la  Htro,  tom.  n,p.  6. 

(9  Es  el  mlsBo  día  eontlene  Colmenares,  cap.  S5, 1 13,  eontra 
Garibay  qse  le  habla  anüelpado  al  ti,  y  expone  so  testaaMoto  y 
eiKSlo  de  sos  Bemorias. 

(3)  Ha  de  leerse  irteaéUt  por  los  doeagientos  qao  Boefamente 
alega  el  M.  Riaeo,  tom.  zxzix,  pig.  Si  y  85,  donde  se  Terá  qne  las 
bolas  para  ello  foeron  en  1'  de  marzo  de  1501,  y  de  II  de  abril 
Se  1603,  y  asi  no  anterior  ia  provisión  del  dlUmo  prior  perpetao 
D.  Garda  al  obispado  de  Oviedo. 

(4)  En  eato  ae  eqnif  oca ,  paes  por  ia  promoción  de  D.  Joan 
Arlas  del  Villar  ai  obispado  de  Segovia ,  no  se  dio  ei  de  Oviedo  A 
D.  Garefa  Ramires  de  Villaeseasa,  sino  á  D.  Jnan  Dase,  qoe  le 
foió  basta  1509 ,  en  qae  fné  promovido  i  Cartagena  y  de  abi  i 
Córdoba,  donde  marid  y  fné  sepnitado  en  11  de  mayo  de  1510, 
bebiendo  aido  Antes  visitador  de  ia  Cbandllerla  de  ValladoUd, 
prealdente  de  ia  de  Granada  y  dltimamente  del  Consejo.  T  en- 
tonces ( esto  es  en  1503)  entró  en  O? ledo  por  obispo  sncesor  sayo 
D.  Garefa  Ramírez  de  YUlaeseasa,  prior  qne  babia  sido  17  afios 
de  San  MAreoa  de  León,  y  con  cinco  de  obispado  mtrió  en  Cas- 
tropol  A  13  de  abril  de  1508.*  M.  Risco,  tom.  zzzix ,  pAg.  79  A  86, 
donde  tinstra  A  aatisfaodon  y  eon  paniualidad,  oomo  aeostnmbra, 
laa  memorias  de  todos. 

(6)  Bn  8  de  noviembre  en  Madrid  libraron  sos  Altesas  la  praf- 
■Aliea  n.  T  la  clAnsula  slgniente  A  esto  en  Galindei  faA  implada 
por  D.  Lots  de  Salanr  en  el  UeméiitU  per  d  marqnés  de  Villá- 
Iranca,  pAg.  71,  como  aqn!  va. 

(6)  Al  prlBdplo  de  este  aflo  I48S,  eatando  sos  Alteías  es  Alca- 
lA,  enviaron  A  mandar  A  todas  las  eindades  del  reino  qne  para  dia 
derto  qte  sefiaiaban  enviasen  aili  dos  personas,  cada  ana  Inlell- 
genles  para  amglar  la  moneda  y  ver  la  qne  se  babia  de  labrar.  T 
Valladolid,  en  el  Iones  8,  y  miércoles  14  de  enero,  nombró  para  dio 
A  Frandseo  López  de  Rdrgos,  eon  150  mrs.  de  salario,  d  qne  aa- 
jió  en  el  15  slgniente,  y  eslavo  en  la  Corte  en  AlcalA  y  caminó  64 
dias  en  qoe  devenfó  9.600  mra.  La  otra  persona  fné  d  conde  de 
RIvadeo,  Regidor,  qne  se  ofreció  sin  salario.  Mr9  i$  tnurá&i. 
Id.  39,  43  y  100  vadto. 


É  DOfiA  ISABEL.  64^ 

en  Alcalá  de  Henares  (7),  y  de  allí  vinieron  en  fin 
de  abril  á  Toledo,  é  abi  vinieron  el  Bey  D.  Mannel 
de  Portugal,  y  la  Beina  Prinoesa,  y  fueron  jura- 
dos (8)  por  Príncipes  de  Oastilla  y  León,  y  de  allí 
partieron  á  mediado  mayo,  y  fueron  á  Zaragoaa  (9), 
donde  la  Beina  Oatólioa  estuvo  (10),  é  murió  la  Boi- 
na Prinoesa  de  sobre  parto  del  PHndpe  D.  Miguel 
á  28  de  agosto,  y  fué  jurado  D.  Miguel  por  Prinoi- 
pe  de  Aragón  y  l^cilia :  oeroa  de  lo  oual  se  ha  de 
ver  lo  que  está  dioho  de  suso  el  afio  de  1470  (11). 

Aflo  1499. 

En  principio  de  este  afio  estuvieron  los  Beyes  en 
Ocafta  (12)  y  estuvo  la  Beina  muy  mala  (18),  é  ahi 
juraron  al  Príncipe  D.  Miguel  en  Cortes  por  Prinoi- . 
pe  de  Castilla  y  León  en  el  mes  de  eoero.  Y  estn« 
vieron  en  Ooafia  hasta  fin  de  hebrero.  E  allí  fué 
muerto  en  un  raido  trabado  D.  Alonso  Pimentel| 
hijo  de  D.  Juan  Pimentel  y  de  Dofia  Juana  de  Cas- 
tro. E  de  allí  se  vinieron  á  Madrid  (14).  A  I."*  de  he- 
brero de  este  afio  de  99  fallesció  en  Salamanca  en 
el  monasterio  de  San  Frandsoo  Fr.  Juan  Hortela- 
no, varón  de  santa  y  simple  vida,  el  cual  en  vida  y 
después  ha  hecho  muchos  milagros  (16).  Bn  el  mes 
de  mayo  murió  el  Bey  Carlos  de  Francia,  qne  di* 
jeron  el  Cabeaudo,  y  Dofia  Leonor  de  la  Cerda,  hija 
única  del  duque  de  Medina-Celi  D.  Luis  de  ia  Cer- 
da, muger  de  D.  Bodrigo  de  Mendosa,  marqués  de 
Cénete^  hijo  del  Cardenal  D.  Pedro  Gonzalos  de 
Mendoza ;  y  casó  segunda  vea  dicho  D.  Bodrigo  con 
Dofia  María  de  Fonseoa,  hija  de  Alonso  de  Fonse- 

(7)  Es  SI  de  enero  libraron  alH  A  la  Cbandllerla  de  Yalladdld, 
la  eédnla  qne  eatd  en  ana  ÚráeHmMM,  lib.  1,  tit.  6,  fol.  64  ? nello. 

01)  Domingo  f8  del  aiaaio  abril.  Salas.  Coa.  éU  Lmr.,  tom.  ii, 
Vdg.  IM. 

i9)  En  eete  afto  d  Í5  de  Jnlio  ealaba  el  Con  aejo  en  Yalladoliá 
7  era  Virey  y  Gobernador  de  61  eon  poderes  del  Rey  y  Reina  d 
condeatable  dnqne  de  Friaa,  D.  Bemardlno  Fernandos  de  Yelaaeo. 
CéiiíU  ée  /ca  Orimumaat  ii  CkmidUerlg,  lib.  1,  til.  3,  ndm.  8S, 
fol.  43,  y  entre  loa  Conaejeroa  qoe  Srmaron  eon  d  Aleoeer,  Hal- 
pirtida  y  Oropeaa.  Otra  á  7  del  mlamo  mes,  lib.  %,  til  4,  aúm.  139 
fol.  84,  eon  mendon  de  estos  Consejeros,  y  de  qie  era  también 
Virey  eon  poderes  del  Rey  y  Reina  el  dnqne  marqnéa  D.  Fadri- 
qne  de  Toledo,  dnqne  de  Alba,  por  enyo  mandado  de  aenerde  eoa 
ellos  se  libró ;  y  consla  del  libro  de  aenerdoa  de  la  dndad. 

(10)  T  en  1  de  agosto  Rey  y  Reina  libraron  allí  la  pragmMea  7.* 

(il)  En  M  de  noviembre  en  Ooafia  libraron  A  la  Gbandllerfa  de 
Yalladolid  la  eédnla  impreaa  en  ana  OrtfflMnsaa,  lib.  4,  ttt.  S.  fo- 
lio 134,  problbiendo  oomo  anpersUdosos  loe  Jnramentos  qneper- 
mltlin  y  mandaban  baeer  en  León  sobre  el  aepnlero  de  San  laldoro. 

(It)  En  15  de  enero  de  90,  eédnla  dll  eoa  inaerdoa  de  la  anto- 
eedente,  problbiendo  loa  qae  ae  badán  sobre  d  sepnlero  de  Sea 
Tícente  en  Avila. 

(IS)  Se  bieleron  rogadonea  pdblleaa  por  an  Importante  aalnd,  y 
en  Valladolid  nna  proceden  de  dlsdpltnantes.  Gonsts  de  la  caen- 
ta  de  Propina,  donde  ealá  cargada  la  cera  qne  en  eata  proeedon  ae 
eonsnmió.  Ukró  de  teumrééi  de  1407  4  ISOS,  fol.  114. 

(14)  Donde  en  8  de  mayo  libraron  eédnla  dirigida  A  la  Jnnla  de 
la  provinda  y  bermandades  de  Álava,  para  qne  Lope  Lopes'  do 
Ayala ,  adnal  diputado  de  ellas,  lo  Aieao  por  todoa  los  dias  de  sa 
vida,  ydespnes  entraae  A  serio  Diego  Martines  do  Álava,  oomo  se 
verifled  desde  el  afio  1807  en  qne  Ayala  mnrió.  ár$kl»§  4$  Uff" 
flncio.  Caí.  A.,  tit  4,  ndm.  1. 

(18).  En  19, 90,  y  97  de  marso(estabaa  loa  Reyei  en  Madrid  doa- 
do  libraron  las  eédniu  impresas  en  laa  Ordanenint  tfs  U  Ckmh 
eUUrtM  ie  FolteMM,  lib.  4,  tfl.  iO,  fd.  141,  y  Hb.  8^  ttt.  8,  fo- 
lio 198^  y  la  dltima  en  el  Ftera  é§  FisMgn,  eaUt  las  tnsertaq  A 
ppnttnnadon  de  la  ley  3.%  tiu  Q, 


SSb 


OBÓNIOAS  DB  I1O6  BETE8  DB  0A8TILLA. 


1M^  Sefior  de  Ooo*  7  Alabejos,  y  de  Dofta  María  de 
Toledo;  cuya  hija  ea  Doña  Mencía  de  Meodoia, 
mager  de  D.  Borique  .conde  de  Niúasaa.  De  Madrid 
partíeron  los  Beyes  por  el  mes  de  mayo  para  Gra- 
nada, y  llegaron  allá  en  el  mee  de  julio.  E  á  25  de 
agosto  mmi6  D.  Pedro  de  Toledo,  hijo  bastardo  M 
Sélator^  que  f  uó  el  primer  obispo  que  hubo  en  Má- 
laga (1)  después  de  la  toma  de  aquel  reino ;  y  sn- 
oedió  el  lioenoiado  D.  Diego  Bamires  de  ViUaeson- 
sa,  que  era  obispo  de  Astorga  (2),  y  en  Astorga  su- 
cedió el  doctor  Juan  de  Medina,  que  era  procurador 
de  los  Beyes  en  corte  romana.  T  f  allesció  D.  Rodri- 
go Alonso  Pimentel,  conde  de  Benavente,  á  4  de 
septiembre  de  este  afio  (8) ;  é  á  27  de  este  mes  £a- 
llesdó  Fray  Alonso  de  Burgos,  obispo  de  Falencia, 
qne  primero  lo  habia  sido  de  Oárdoba  y  Cuenca, 
qne  fundó  el  colegio  de  San  Qregorio  en  Valladolid, 
dende  yace ;  al  cual  sucedió  Fray  Diego  Deza,  maes- 
tro en  teología,  natural  de  Toro,  de  la  Orden  de  los 
dominicos,  que  era  obispo  de  Jaén  ;  y  en  Jaén  su- 
cedió el  doctor  Alonso  Suarez  de  Fuente  el  Sabuco, 
que  era  obispo  de  Lugo ,  é  Lugo  se  proveyó  al  li- 
cenciado Pedro  de  Rivera,  que  era  deán  de  Grana- 
da. T  fallesció  también  en  Córdoba  este  mes  Don 
Francisco  de  la  Fuente,  obispo  de  Córdoba,  que  pri- 
mero fué  obispo  de  Avila  é  Inquisidor  general  \  y 
en  este  mes  fallesció  Fray  Tomás  de  Torquemada, 
prior  de  Santa  Cruz  de  Segovia  é  Inquisidor  gene- 
ral, que  está  sepultado  en  el  monasterio  de  Santo 
Tomas  de  Avila,  que  él  fundó.  Dióse  el  obispado  de 
Córdoba  á  Don  Juan  dé  Fonseca,  obispo  de  Bada- 
joz, y  el  de  Badajoz  á  D.  Alonso  Manrique,  maes- 
tre-escuela de  Salamanca.  En  el  mes  de  abril  de 
este  afio  partió  la  Princesa  Dofta  Margarita  para 
Flandes  por  f  allescimiento  del  Príncipe  D.  Juan  su 
marido,  y  casó  en  aquellas  partes  con  el  duque  de 
Baboya,  y  luego  tomó  á  enviudar ;  é  habia  sido  pri- 
mero desposada  con  el  Rey  Carlos  de  Francia ,  que 
dijeron  el  Cabezudo:  En  el  dicho  mes  de  octubre 
de  dicho  afio  vino  á  Granada  la  Reina  de  Ñápeles, 
é  desembarcó  en  Almeria,  é  venia  con  ella  D.  Luis 
de  Aragón,  cardenal,  nieto  del  Bey  Católico  Don 
Femando,  hijo  de  D.  Bodrígo  su  hijo  bastardo,  y  el 
Bey  la  fué  á  reecibir  á  Guadix.  Este  afio  á  16  de 
noviembre,  día  de  San  Eugenio,  nasció  la  Infanta 
Dofia  Leonor,  hija  del  Principe  D.  Felipe  y  de  la 
Princesa  Dofia  Juana  (4).  Mediado  el  mes  de  no- 


li) Paliar,  8  *  par.,  eap.  91,  fol.  169,  coi.  I,  hablando  de  eaaa- 
éo  aetomó  eo  agosto  de  1487,  le  alaba  mvebo  y  dice  ora  limosne- 
10  de  to  Reloa  y  eaoónlf  o  de  Sevilla. 

(t)  Eacribiif  uoa  obra  de  religión  cristiana  mny  aplaudida  y 
4os?eces  citada  del  Seflor  Palacios  Rubios  en  sus  obras  de  Jnrls- 
prndenela  AUeiüi.  i»  mo/^rto  haresit,  i  3  «¿5,  pé§.  365,  eot  1.*, 
«1 367,  coL  9,  editUm.  Lu§du»eiu,  omu,  oper.  jurUUeor.,  mm  1376, 
por  qnlen  la  menciona  Ü.  Nicolás  Antonio  sin  otra  noticia.  El  afto 
ISli  continuando  en  la  silla  de  Milaga ,  lo  dedicó  Antonio  de  Ne- 
brlja  tu  edición  ilustrada  de  las  obras  de  nuestro  antigno  poeta 
Aurelio  Clemente  Prudencio,  acabada  en  Alcalá  en  casa  de  Brear 
d  día  t  de  setiembre  de  aquel  afio;  tomo  en  4.',  letra  de  tórtis. 

(8)  El  dia  siguiente  5  libraron  los  Reyes  en  Sevilla  la  pragmA- 
liea  6.*  de  su  colección. 

(4)  No  pndo  nacer  Dofia  Leonor  en  15  de  noviembre  de  69, 
leindo  como  es  constante  que  su  madre  parló  al  Principe  D.  CAr- 


Yiembre  (6)  de  este  afio  partíeron  los  Beyes  de  Gra- 
nada, y  vinieron  para  Sevilla  á  tener  él  invierno,  y 
vinieron  para  Alcalá  la  Real,  Baena,  Edja  é  Carme- 
na, y  entraron  en  Sevilla  martes  10  de  diciembre. 
Este  afio  en  fin  de  ¿1,  víspera  de  Santa  Maria  de  la 
O,  comenzó  á  hacer  la  conversión  de  los  moros  de 
Granada  á  nuestra  Santa  Fé  Católica  el  Araobispo 
de  Toledo,  D.  Francisco  Ximenea,  de  la  Orden  de 
San  Francisco,  de  donde  sacedlo  por  la  voluntad 
de  Dios  la  conversión  de  todos  los  moros  del  reino 
de  Granada,  aunque  no  sin  gran  escándalo  de  aquel 
reino,  porque  dia  de  nuestra  Sefiora  de  la  O  se  re- 
beló, é  se  hizo  en  la  mezquita  la  iglesia  catedral. 
Bn  este  afio  se  hizo  la  pragmática  que  no  cabalga- 
sen en  muía  (6).  Y  este  afto  murió  D.  Luis  Osoiio, 
obispo  de  Jaén ,  y  sucedió  Fr.  Diego  Deza ,  que  era 
obispo  de  Salamanca. 

Ufo  1600. 

Estuvieron  este  afio  los  Beyes  en  Sevilla  desde 
enero  (7),  y  partió  el  Bey  desde  Sevilla  para  Gra- 
nada lunes  á27  de  enero,  por  el  levantamiento  que 
hicieron  los  moros  de  las  Alpu jarras,  y  quedó  la 
Beina  en  Sevilla  (8).  Este  mes  se  tomaron  cristia- 
nos todos  los  moros  é  moras  de  Granada  é  sus  al- 
querías ;  y  fueron,  según  dicen,  hasta  cincuenta  mili 
almas,  y  dende  arriba,  y  fueron  consagradas  todas 
las  mezquitas  de  Granada,  grandes  y  pequefias  á 
á  honor  de  la  Santisima  Trinidad  (9).  A  25  de  fe- 
brero de  este  afio,  dia  de  San  Matías,  nasció  el  Prín- 
cipe D.  Garlos  en  Flandes,  hijo  del  Archiduque  Don 
Felipe,  Príncipe  de  Oastílla,  y  de  la  Princesa  Dofia 
Juana,  y  dijo  la  Beina  Católica  cuando  lo  supo :  Ce- 
ddit  ior$  tuper  Mathiam.  En  1.*  de  marzo  de  este 
afio  entró  el  Bey  en  las  Alpujarras,  y  el  jueves  5  de 
dicho  mes  mandó  combatir  á  Lanjaron  y  fuó  toma^ 
do  ;  y  este  mismo  dia  ciertos  capitanes  de  sus  Alte- 
zas fueron  á  Andarax  por  mandado  del  Bey,  y  la  ga- 
naron ;  y  luego  todas  las  Alpujarras  se  dieron,  y  los 
moros  de  Guojar ,  Lanjaron  y  Andarax  que  se  pu- 
sieron en  resistencia,  fueron  tomados  cautivos  (10). 
En  el  mes  de  abril  de  este  afio ,  jueves  80  dias,  á  la 
tarde  entró  en  Sevilla  el  Bey  D.  Juan  de  Navarra  : 

los,  después  Bmperador,  el  dia  de  San  Mitfu,  15  de  febrero  del 
afto  siguiente,  segnn  reparó  el  M.  Plorex  en  las  B^nea  CtAtteu^ 
lom.  II ,  pig.  861,  el  enal  por  lo  mismo  pone  sn  Batimiento  el  afto 
anterior  98. 

(5)  A  18  ann  estaban  allí,  y  libraron  A  la  Chanelllería  de  Va- 
lladolid la  cédala  impresa  en  sns  OrdeuMMai ,  lib.  1,  Ut  3»  nd- 
mero  81,  fol.  11  vnelto. 

(6)  Dada  en  la  muy  nombrada  y  gran  elbdad  de  Granada  A  SO 
de  setiembre  de  li99.— BsU  en  la  eoleceion  de  las  de  su  reinado, 
pragmitiea  154. 

(7 1  En  enyo  día  18  libraron  allí  la  pragmAUa  16. 
8)  Donde  se  nuntenia  en  31  de  marso,  en  qne  se  libró  allí  sola 
ia  eédttla  impresa  en  las  OrdmoM.  4$  la  CémteiUerié  é$  Volteia- 
Ud,  lib.  5,  til.  8,  rol.  líX)  vnelto. 

(9)  En  17  de  febrero  en  Granada  libraron  el  Rey  y  Reina  It 
cédula  impresa  en  las  OrdeiMU.  de  U  CkúndUetU  ée  yÉUúdoUi, 
lib.  1,  Ut.  5,  nnm.  54,  fol.  91  vuelto. 

(10)  En  Í4  de  mano  esUba  el  Conato  on  Vatttdolid,  donde  li- 
bró la  pragmAllea  31  llrmada  asi:  •  El  Conde  de  Cabra,  D.  Diego 
Femandex  de  Córdoba.  Bl  conde  de  Cabra  por  virtud  de  los  po- 
deres que  Uene  del  Rey  é  de  la  Reina,  nuestros  seftorcs,  la  maa- 
dó  dar  eon  acuerdo  de  loa  del  Consejo  do  sus  Alteus.» 


DON  FERNANDO 

nábado  á  di6i  y  aeb  de  mayo  á  la  mafiana  se  partió 
de  la  Oorte  de  ana  Altesaa  el  Rey  de  Navarra  (1). 
Lanee  é  22  (2)  de  junio  del  dicho  afio  de  600  partie- 
ron loa  Reyea  de  SoTÜla  para  Qranada  por  la  mafia- 
na, y  faeron  é  oomer  é  dormir  á  Marena;  otro  dia 
martes  fneroñ  á  Marohena :  ay  eatuTieron  el  dia  de^ 
San  Jnan.  Juevea  é  25  de  dicho  mea  fueron  á  Su- 
ma (3),  y  de  allí  é  Bitepa,  é  Antequera  é  Luza  (4) 
é  Santa  Fóe,  y  entraron  en  Qranada  eábado  28  do 
julio.  Falleació  D.  Ifiigo  Lopes  de  Mendoza,  duquo 
del  Infantasgo,  á  15  de  julio  de  cate  afio.  En  eate 
mea  é  20  falleadó  el  Príncipe  D.  Miguel  (5).  Miér- 
coles é  28  de  septiembre  se  partió  de  Granada  en 
buen  hora  la  Reina  de  Portugal  Dofia  María  para 
ae  caaar,  y  fueron  loa  Reyes  con  ella  (6),  y  estuyie- 
ron  en  Santa  Fée  hasta  miércoles  80,  dia  de  San 
Gerónimo,  y  se  despidió  de  sus  Alteaas.  Fué  con  ella 
D.  Diego  Hurtado  de  Mendosa,  Ansobispo  de  Sevi- 
lla, y  Patriarca  de  Alejandría ,  que  luego  fué  Car- 
denal del  título  de  Santa  Sabina,  hermano  del  con- 
de deTendilla,  cuyas  hermanas  fueron  Dofia  Cata- 
lina, madre  de  D.  Bemardino  de  Rojas,  marqués 
do  Denia,  y  Dofia  Menoía,  muger  de  Pedro  Carrillo 
de  AlbomoB,  Juevea  luego  siguiente  yinieron  los 
Reyes  á  Granada.  En  los  meses  de  agosto,  septiem- 
bre y  octubre  de  este  afio  por  la  gracia  de  Dios  se 
tomaron  cristianos  todos  los  moros  de  las  Alpnjar- 
ras,  y  de  las  ciudades  do  Almería,  Basa  ó  Guadix, 
é  de  otras  muchas  villas  y  lugares  del  reino  de  Gra- 
nada. Miércoles  á  21  de  octubre  partieron  los  Reyes 
para  Santa  Fée  (7).  En  los  dichos  meaos  de  septiem- 
bre y  octubre  se  alzaron  loa  morca  de  Belofigui  y 
Ni  jar.  Y  quedaron  por  Gobernadores  de  estos  rei- 
dos de  CaatiUa,  en  tanto  que  los  Reyes  estaban  en 

(I)  Ea  i.«  da  Julo  en  Sevilla  libraron  &  la  tilla  de  Madrid  la 
eédnia  impresa  en  lai  OriaumM.  ie  te  CkmuAlUrU  áe  féHédcUét 
Ub.  4,  ttt.  10,  rol.  IS8  fnelto  y  139. 

(í)  Bn  ese  dia  libraron  allí  la  eódala  que  cita  Pinel  en  el  Re- 
trtU,  del  Imh  vctftito,  pig.  SOO,  baeiendo  mereed  I  D.  Mlgnel  Ge- 
rónimo de  Cabrera  de  la  eneomienda  de  Mores  j  Denasoia  en  U 
drden  de  Santiago.  T  el  dia  slgniente  t3  libraron  allí  la  pragaiáü- 
a  Inserta  en  la  19  da  sn  voldmen. 

13)  Leo-OiniM. 

(4)  Usé. 

(5)  Dia  1t  de  satiembre  en.  Granada  libraron  &  los  primeros 
marqneses  de  Moya  D.  Andrés  de  Cabrera  y  Dofia  Bealris  de  Bo- 
badllla  sn  mnger  y  sns  sneesores  perpetaamente  el  pntileglo  de 
la  copa  de  oro  en  qne  bebiesen  los  Reyes  lodos  ios  afios  el  dia 
de  Santa  Lnefa  13  de  dleiembre.  iPinel,  Relr§t.  i$l  kum  ímusUo, 
lib.  t,  cap.  11,  pif.  t9l. 

(6)  Ese  dia  tales  de  Mlir  de  Granada  irmaron  para  la  Chanei- 
llerla  de  ValladoHd  la  eédnia  Impresa  en  sns  OrinmMMS,  lib.  3, 
tit  %  al  fin,  fol  110  tácito.  Sobrecarta  para  qne  el  presidente  y 
oidores  qae  babian  tiste  el  pleito  de  la  retorsión  del  talle  de  Lo- 
Bii  entre  el  eonde  de  Oftate  y  el  flseal,  en  tirtnd  de  la  elánsnla 
Bnriqnefia,  pnes  no  se  eonformaba  y  tenían  dnda,  púlese  cada 
uno  sn  tolo  y  parecer  separadamente  y  firmado ,  y  los  entiesen 
todos  bajo  nn  plegó  eerrado  I  sns  Altezas  para  qae  en  sn  tlsta 
providenciasen  lo  qae  fbese  Jostlcla,  como  tatos  les  fné  manda- 
do, y  no  lo  babian  eiactamente  enmplldo. 

(7)  En  31  ann  los  sapone  en  Granada  la  fecha  de  sn  pragmé- 
tica  10,  qne  ea  &  fator  de  los  b^Jos  de  estos  moros,  qae  se  babian 
Tnelto  erIsUanos,  para  qne  sns  padres  moros  no  les  negasen  la 
parte  de  bienes  qae  les  tocasen  por  herencia  entre  los  otros  her- 
manos. Contlnnaban  los  Reyes  en  Granada  en  13  de  notiembre  en 
qne  libraron  al  Consejo  qne  residía  en  ValladoHd  la  eédnia  qna 
está  á  ceattaatelOB  da  ta  pragaAUca  31  de  $u  Aiieiu. 


■ 

¿  DOttÁ  ISABEL.  561 

Granada,  D.  Gk>meB  Suarea  de  Figueroa,  eonde  de 
Feria,  é  D.  Diego  Hernandea  de  Córdoba,  oonde  de 
Cabra,  y  loa  doctores  de  Aloooer  y  Oropesa,  y  el 
lioenoiado  Malpartida. 

Afio  1501. 

En  prinoipió  de  este  afio  eatuvieron  loa  Reyea  en 
Granada  (8),  y  tomáronse  los  dichos  moros  de  Be- 
leOgui  en  el  mes  de  enero  de  este  afio,y  fueron  muer- 
toa  é  ajuaticiadoa  todoa  loa  Taronea  que  eran  para 
pelear,  é  todaá  las  mugares  fueron  oaptiTas ;  los  de 
Nijar  y  Gueoar  fueron  todos  tomadoa  oautiToa  en 
el  miamo  mea ,  é  loa  niftoa  de  once  afioa  abajo  man- 
daron loa  Reyes  que  no  fuesen  oautiToa  por  aer  ino- 
oentea  y  tomáronloa  criatianos.  En  el  mea  de  enero 
de  eate  dicho  afio  ae  alzaron  oiertoa  lugarea  de  mo- 
roa  de  la  serranía  de  Ronda,  Sierra-Bermeja  é  Vi- 
Ualuenga,  y  mataron  loamoroaá  D.  Alonao  de  Agui- 
lar  é  á  Franoisoo  de  Madrid  é  á  otras  gentes  (9); 
fué  á  18  de  marao  de  dicho  lunea  (10).  A  22  del  mis- 
mo mea  (11)  partió  para  dicha  aerranía  el  Rey,  y  la 
ganó  é  allanó,  ó  á  loa  moroa  de  ella  mandó  luego 
para  allende  (12).  Volvió  el  Rey  á  Granada  y  entró 
en  ella  sábado  15  de  mayo  á  la  tarde  (13).  Viernes  á 
21  de  mayo  por  la  mafiana  partieron  loa  Reyea  de 
Granada  con  la  Princeaa  de  Gales ,  Dofia  Catalina, 
que  partió  para  Inglaterra  en  buena  hora.  Miercolea 
2  de  junio  á  la  tardo  partió  de  Granada  la  Reina  de 
Ñápeles  para  Valencia,  y  salieron  loa  Reyea  oon 
ella  á  la  tarde  hasta  Albalate ,  donde  durmieron  eaa 
noche ;  otro  dia  jnevea  Tolvieron  á  Granada.  A 
15  (U)  de  julio  nasoió  Madama  Isabel ,  hija  de  loa 
Prfnoipea  D.  Felipe  y  Dofia  Juana.  En  el  mea  de 
julio  de  este  afio  se  entregó  á  los  Reyes  oatólioos  y 
al  Rey  de  Francia  el  reino  de  Nápolea,  y  le  partie- 
ron ;  de  que  después  nasderon  grandea  diacordias  y 
guerras  (15).  A  26  de  agosto  de  este  afio  ae  embarcó 
la  Princesa  de  Gales  para  Inglaterra  en  la  Corulla, y 
fueron  con  ella  el  arzobispo  de  Santiago,  D.  Alonao 
de  Fonseoa,  |y  D.  Diego  Hernández  de  Córdoba, 
conde  de  Cabra ,  y  D.  Antonio  de  Rojas,  obispo  de 
Mallorca ,  que  después  fné  arzobispo  de  Granada  y 
presidente  del  Consejo,  patriarca  de  las  Indias  y 
obispo  de  Falencia,  y  D.  Pedro  Manrique,  cuya  fué 


(V)  K 10  de  mano  libraron  allí  la  eédnia  Impresa  an  las  OriS' 
Mwsnf  dé  la  CkámeiUtHú  de  YélUd&Ud,  lib.  ft,  tít.  8,  fol.  130. 

(91  Kn  19  de  febrero  cataba  el  Consejo  en  ValladoHd ,  j  era  VI- 
rey  j  gobernador  de  él  con  poderes  del  Hcy  y  Reina  él  conde  de 
Cabra  D.  Diego  Femandes  de  Córdoba.  Cédala  Impreaa  en  el 
Fuen  de  Vizce^;  1. 1/,  Üi,  35. 

(\0)  En  el  día  10  del  mismo  mes  de  mano,  estando  los  Reyes  on 
Granada,  libraron  la  eédnia  Impresa  en  las  Ordenetuat  de  Is  CÁatt- 
elllerté  d4  YelledoKd,  lib.  5,  Ut.  8,  fol.  171. 

(11)  Este  día  antes  de  salir  de  Granada  llbnron  i  la  Cbaocillerla 
de  ValladoHd  la  eédnia  Impresa  en  sns  Ordeumut,  Ub.  1,  Ut.  8, 
ndm.  1,  rol.  45,  y  antes  otra  en  16,  tlt.  6,  einadem  Ub.,  ndm.  «9, 
fol.  53THelto. 

(ID  Bn  f9  de  abril  libraron  en  Granada  la  pragméttca  86,  con 
Inserción  de  la  85  para  el  estadio  de  Salamanca.   • 

(13)  En  el  dia  8  ya  firmó  aUl  la  cédala  i  la  CbancUleriada  VaUa» 
doHd,  lib.  1,  Ut  \  ndm.  68,  fol.  38  de  ana  OrdeaeHMM, 

(14)  A 18,  dice  Ponto  llentero,  y  en  Bmselaa. 
m)  En  «I,  86  y  80  de  Jallo  libraron  é  hicieron  pabllca?  aa  6ra 

nada  íu  pragaéticas  ti  7  ÍI9  cntaado  alU  f  ns  Altam.         *' 


S62 


GRÓNIOAS  DE  LOB  BETBB  DI  OAGTriLUL 


Yalde-lMArftj.  8o  «1  mea  de  Agosto  de  dicho  alio 
toItíó  por  el  mal  temporal  la  Princesa  de  Qalea  é 
Laredo,  y  deade  allí  se  embaroó  segnnda  Tea  para 
Inglaterra  á  27  de  Septiembre  (1).  En  este  mes  ia- 
Uesció  D.  Joan  Arias  del  Villar,  obispo  de  Segovia 
j  presidente  de  la  CShanciUería  de  Valladolid  en  Mo- 
jados I  7  fné  sepultado  en  la  capilla  mayor  de  la 
de-la  iglesia,  que  él  edificó  la  capilla  mayor  de  San- 
ta Clara  en  Valladolid ,  y  di6  para  la  fábrica  del 
puente  de  BueoiUo  (2)|  al  oual  sucedió  el  doctor  Don 
Juan  de  Medina,  obispo  de  Oartagena,  y  en  Carta- 
gena sucedió  D.  Juan  de  Velasoo,  hermano  bastar- 
de del  condestable  D.  Bemardino.  Martes  é  la  tarde 
20  de  octubre  del  dicho  año  partieron  los  Beyes  de 
Granada,  y  fueron  é  dormir  á  Santa  iPée ,  y  de  allí 
fueron  á  Alcalá  laBeal,  y  de  ahi  á  Baena  y  Espejo, 
y  entraron  en  Eoija  sábado  7  de  noviembre,  y  estu- 
▼ieron  (3)  allí  hasta  Santa  Lucía ,  que  partieron  de 
Ecija  para  Seyilla,  y  vinieron  á  Palma,  Alora,  Gan- 
tillana ,  é  vinieron  por  el  rio,  y  entraron  en  Sevilla 
á  14  de  diciembre ;  y  estuvieron  ay  la  Navidad.  Dia 
de  Santa  Catalina  25  de  noviembre  de  este  afio  fa- 
llesció  el  Duque  de  Medina-Celi ,  D.  Luis  de  U  Cer- 
da, hijo  de  D.  Gastón  y  de  Dofia  Leonor  de  Men- 
dosa, condes  de  Medina-Celi« 

Ato  1602. 

Sn  principio  de  este  afto  estuvieron  los  Beyes  en 
Sevilla  (4).  A  3  de  enero  llegaron  los  Príncipes  don 
Felipe  y  Dofia  Juana  á  Fuente-Babia,  y  vinieron 
por  sus  jomadas  por  Guipúscoa  y  Vitoria  hasta 
Burgos  y  Valladolid,  Medina,  Segovia  y  Madrid.  En 
la  cual  venida  fueron  festejados  en  Francia  por 
aquellos  Beyes;  aunque  en  la  verdad  dicen  que 
quisiera  el  Bey  de  Francia  que  lo  cataran  subjecion 
en  algunos  actos,  que  procuró  que  se  hiciesen,  dán- 
doles cierta  moneda,  que  fué  en  ofrescerla ,  la  cual 
la  Princesa  aunque  estaba  en  reino  eztrafio  no  qui- 
to rescebir ;  dicen  que  el  Principe  ofreció  lo  que  la 
dieron.  En  el  dicho  mes  de  enero  recobraron  los  Be- 
yes la  ciudad  de  Gibraltar  y  su  fortalesa  para  la  oo- 


«D  Ba  S  7  M  46  este  mes  m  aianleaitn  los  Reyes  en  Gnaada» 
y  llbraroB  tIU  Ut  prigniücu  8  y  li. 

(t)  A  la  villa  de  ValladolM,  ea  eaya  Jarisdleeion  ae  eomprendit 
BoeelUo  eaténeca,  por  hm  parte  680.000  ntirt.  porqne  envió  eoml- 
•arlof  i  darle  gradas  en  aeaerdo  del  Iones  it  de  oetobre  del  aSo 
anterior  iSOO,  y  por  otra  64f6  qne  debía  cobrar  y  remitió  de  an 
apoaenUmiento  del  afio  1501  basta  el  día  i  de  agosto  en  qne  m- 
lló  de  la  presldeada,  y  partió  de  esU  villa  para  la  de  Mojadoa, 
doBde  innrió.  ¿Ore  de  écuerUt  de  réUaéúUd  del  afio  1497  y  sl- 
folentes  hasta  ISQi»  fol.  181, 186  y  310.  Por  lo  doaUa,  en  cnanto  & 
an  eotlerro  en  Santa  Clara  y  obn|s  qne  hito  en  este  convento,  con- 
viene con  el  Sefior  Gallndex,  Antoltnes  de  Bdrgos  en  sn  HUlorU 
mamucrilé  és  Y»UMd9Hé,  Ub.  1,  cap.  86. 

(3)  SI  es  cierto  el  orden  qne  aqnf  lleva  el  Sefior  Carvajal,  no  lo 
pnede  aer  el  día  4  de  seilenibre  de  la  pragmática  9.*  dada  en  la 
clndad  de  EcUa.  En  Ecija  1 4  de  diciembre  libraron  I  la  cnanci- 
llería de  Valladolid  la  cédala  Impresa  en  sas  OráenmuM  .lia .  4, 
Ut.t,ÍDl.lttvaelto. 

(4)  A  t  y  10  de  enero  libraron  alH  la  pragmática  t.*  de  sn  co- 
lección ,  y  la  cédala  Impreca  en  las  OrimmiMU  4$  le  CkM^tíifiú 
4ft  féiUid$U4,  Ub.  5,  tfb  8p  I^L  flt. 


roña  Beal  (6).  Otrosí  en  este  mea  de  enero  (6)  maa« 
daron  los  Beyes  salir  de  sus  reinos  de  Castilla  y 
León  todos  loa  moros  que  vivian  y  moraban  en  elloSy 
por  los  meses  de  manso,  abril  y  mayo,  é  aunque  loa 
mandaron  salir,  después  de  llegado  el  plaso  no  lo 
consintieron  sino  que  se  tomaaen  oristianoa  (7).  Sá- 
bado 25  de  hebrero  fueron  loa  Beyes  al  Pedroao,  y 
estuvieron  ende  el  domingo.  Lunes  27  de  hebrero 
▼inieron  á  Oaaalla,  y  de  allí  á  Guadaloanal,  á  la 
Puente  del  Arsobispo,  y  entraron  en  Llerena  jueveg 
3  de  marzo ,  y  sábado  12  partieron  de  allí,  y  vinie* 
ron  á  Valencia  de  la  Torre ,  y  estuvieron  allí  esa 
noche  y  el  donvngo ;  y  el  lunes  partieron  de  ay  y 
vinieron  á  dormir  al  Oampillo,  y  de  allí  se  partieron 
martes  siguiente  y  vinieron  á  dormir  á  Zalamea ,  á 
do  estuvieron  la  Pascua  de  Flores.  Miércoles  á  30 
de  marzo  partieron  de  Zalamea,  y  fueron  el  dia  si* 
guíente  de  Pascua  á  dormir  á  Quintana,  TÍemes  á 
Oeden,  y  sábado  á  la  casa  de  loa  frailes  de  Guada- 
lupe ,  que  está  cabe  la  venta  de  loa  Palaoioa ;  estu- 
vieron alli  el  domingo ;  el  lunes  siguiente  que  fue- 
ron 4  de  abril ,  estuvieron  en  Guadalupe,  de  donde 
salieron  miórcoles  13  de  abril  y  TÍnieron  á  dormir  á 
la  venta  de  los  Palacios,  jueTcs  á  otra  venta  que 
está  paaado  el  puerto  de  Airebataoapas ,  y  viernes  á 
la  puente  del  Arzobispo ;  estuvieron  ende  sábado  y 
domingo,  y  partieron  lunes  18  de  abril  y  fueron  á 
dormir  á  Galera,  é  martes  19  entraron  en  Talavera, 
miércoles  SO  fueron  á  Zebolla,  jueves  vinieron  á  Bu- 
rujón, y  yiemes  22  entraron  en  Toledo.  Sábado  7  de 
mayo  entraron  los  Príncipes  D.  Felipe  y  Dofia  Jua- 
na en  Toledo,  habiéndose  detenido  ocho  dias  en 
Olías,  que  el  Príncipe  estuvo  malo  de  sarampión, 
y  dicen  que  el  sarampión  tenia  la  Princesa  y  noéL 
Domingo  22  de  mayo  fueron  juradoa  por  Príncipes 
de  Oaatílla  y  León  en  la  Igleaia  mayor  de  Toledo  en 
presencia  de  los  Beyes  Católicos,  estando  ende  el 
cardenal  D.  Diego  Hurtado  de  Mendosa,  el  arzobis- 
po D.  Fr.  Francisco  Ximenez,  el  condestable  Don 
Bemardino  de  Velasoo ,  y  los  duques  del  Infanta- 
do, Alba,  Bejar  y  Alburquerque ,  el  marqnéa  de  Vi- 


(5)  De  poder  de  D.  Inan  Alonso  de  Gaxman,  tercer  da^e  da 
Medina  Sldonla  y  segando  aurfnás  de  GlbralUr,  aln  oírle  nidario 
por  ella  recompensa  algnna  queso  sepa.  Para  ello  sin  conUr  coa 
él  para  nada,  estando  en  Toledo  &  tt  de  diciembre  del  alo  ante- 
rior 1601  despacbaron  con  provisión  á  recobrarla  parala  corona  á 
Garcllaso  de  la  Vega,  caballero  de  sn  casa  y  sn  conSdente,  co- 
mendador mayor  de  CastUla,yá  Uaaxonde  Vera  y  ana  tierras; 
qnlen  se  presentó  con  este  despacbo  en  Gibraltar  domingo  t  de 
enero  Inmediato  de  1501  y  sin  dlflcnlud  se  apoderó  de  todo.  Aya- 
la,  ITiJ/or.  i$  GlkréUar,  pég.  S08,  y  í(jmm«.  ,  p«g.  SO.  T 1 10  de  Ja- 
llo por  otra  cédala  en  Toledo  concedieron  sallo  y  oseado  de  arman 
i  laclod«d.  Ibld.,  pég.  MI  y  83.  Bn  6  de  Febrero  allí  libraron  é  la 
Cbanclllcrla  de  Valladolid  la  cédala  Impreaa  en  ana  Orémmuét, 
Ub.  1,  tlL  1,  ttdm.  14,  rol.  66  taelto. 

(6)  T  por  pragmática  en  Sevilla  é  it  del  mismo,  qne  es  la  iS 
de  sn  colección  Impresa,  providenciaron  la  eipalslon,  entendién- 
dose para  con  los  varoaes  de  14  y  hembras  de  ii  atoa  arriba ,  y 
con  término  aolo  basta  fln  de  abril,  y  por  los  pnertos  de  Vlscaya 
y  no  otros,  ni  é  tierra  de  África,  ni  é  las  del  Tnrco ,  con  qnlenes 
tenían  gnerra,  sino  é  las  del  Soldán  d  otras  Indiferentes,  y  les 
prohiben  sacar  plata,  oro,  moneda  d  otra  cosa  de  lUclu  extrae- 
clon. 

(1)  En  19  de  febrero  libraron  en  Sevilla  l|  pngaétt^t  19.      . 


\ 


DON  nBBNANDO 

lien*,  7  loi  oondei  de  Miranda,  Oropeaa,  Belaloa- 
lar,  Oonifia,  fiinieU,  Foensalida,  RWadeo,  Aya- 
monie  j  otros,  j  loi  obispos  de  Palenoia,  Osma, 
Gárdoba, Salamanca,  Jaén ,  Oindad-Rodrigo,  Oala- 
horra,  Mondofiedo,  Málaga  y  otros  muchos  Perla- 
dos y  Oaballeros.  Aqni  riño  noeva  qne  el  Principe 
de  Qales  Artoxo  era  fallesoido,  qne  fné  casado  con 
la  Infanta  Dofia  Catalina,  la  cual  cas6  segunda  vea 
eon  el  Prfnoipe  D.  Bnriqne,  hermano  de  Artnro,  qne 
despnea  fné  Rey  de  Inglaterra  (1).  Lunes  á  18  de 
jnlio  é  la  tarde  partió  el  Bey  para  Zaragosa  y  faé 
por  Alcalá  de  Henares  (2).  Lañes  29  de  agosto  par- 
tieron para  Ooafla  y  Aranjoes  los  Principes  (3).  A  28 
de  septiembre  partió  de  Toledo  para  Madrid  la  Rei- 
na OatóUca  y  desde  Toledo  Tino  por  Torrijos ,  don- 
de estoTO  ocho  dias,  y  desde  ay  áFnensalida  y  desde 
ay  á  Oasarmbios,  y  entró  en  Madrid  Tiemes  4  de  ootn- 
bre  (4).  Lnnea  dOde  dicho  mes  entró  el  Rey  en  Madrid 
de  Tuelta  de  Zaragoaaé  vino  en  posta,  porqnela  Rei- 
na estaba  mala,  A  14  de  este  mes  de  octubre  murió  en 
Madrid  el  oardenal  D.  Diego  Hurtado  de  Mendosa  (5). 
Viernes  á  18  de  noyiembre  entró  en  Madrid  el  Prín- 
cipe D.  Felipe  que  vino  de  Zaragoza,  y  quedó  allá  la 
Princesa.  Bn  este  mes  murió  D.  Diego  de  Rojas , 
marqués  de  Denia  y  le  sucedió  D.  Bemardino  de 
Rojas ,  su  hijo.  Lunes  á  19  de  diciembre  partió  el 
Principe  D.  Felipe  de  Madrid  para  Flándes,  y  fné  por 
Francia  (6).  En  este  afio  se  tomaban  á  reToWer  en 
en  el  reino  de  N^les  los  castellanos  y  franceses,  y 
y  fué  mucha  culpa  de  los  franceses.  En  este  afio  por 
el  mes  de  diciembre  vino  á  Madrid  D.  Hernando  de 
Aragón,  duque  de  Oalabria ,  que  lo  envió  alli  preso 
el  Qran  Capitán. 

A«ol603. 

A  15  de  enero  de  este  afio  fueron  los  Reyes  á  Al- 
calá y  de  aUi  partió  el  I^y  para  Zaragoaa  á  24  de 

(i)  En  546  JtBio  llbnros  m  Toleio  It  eé4«U  tapreta  m  al 
Fk$r9  4$  YUc&ffé  áwpnw  da  la  lay  8,  tlt  n. 

(D  A  It  da  JbUo  libraron  aa  Talado  la  pragmáttaa  37, 7  la  céda- 
la lapraM  an  laa  OrdMMi m  ie  !•  CMncUterU,  II  b.  5,  tlt  1,  folio 
iB4  Tdalto.  T  aa  f6  dal  Blamo  las  ordaaaaua  laprasas  daada  al 
fol.  198  ft  too  f  aalto.  En  4  da  agosto  libraron  los  Rayas  an  Tola- 
do  la  pragmiUea  4  da  sa  Cpked&n  impraé. 

(5)  Bn  80  permanaela  la  Ralna  aa  Talado.  Cédihs  sayu  an 
Talado  eon  asa  facha  á  la  CbaBclUaria  da  Yalladolld,  an  ana  Or- 
dMcasat,  11b.  í,UU%  ndm.  47,  fol.  t3  tnalto.  7  11b.  S.  Ut.  6,  folio 
111 T  an  17  da  satlaabra  libró  an  la  mlsnia  cindad  da  Talado  la 
pragmáUca  14. 

(4)  En  sn  día  16  libraron  Ra7  7  Ralna  la  sobracarta  qaa  sa  fas- 
prima  an  las  OrdcsaaiM  ée  U  CktneiUerU,  fol.  198  bula  101. 

(8)  Arsoblspo  da  Savllla.  Paro  si  sa  ha  da  astar  i  lo  qna  ascrlba 
Zdfilfa  y  4  la  Inscripción  da  aa  aapnlcro  qaa  aslsapa,  pig .  491,  no 
nnrló  sino  an  It  da  satlambre  da  asta  afio.  En  sa  lagar  prasan- 
isron  nnaatros  Ra7aa  i  D.  loan  da  Zdfilga,  hijo  da  la  casa  de  Ba- 
jar, qne  iaego  faé  cardenal  y  antea  maeatra  de  Alcántara  hasta  el 
afio  1196,  en  qae  lo  renunció  en  manea  del  Rey ;  pero  le  goió  poco 
•ata  Iglesia,  mnrlendo  i  los  dea  afioa  despnea  en  Gaadalnpa  por 
agosto  do  1804.  Eatdnaea  proToyeron  ana  Alteíaa  eata  aeda  en 
D.  Fray  Diego  da  Desa  aa  confeaor,  qna  sa  bailaba  electa  da  Jaén, 
anyas  Namorlu  aon  conocldaa.  Vóasa  Zdfitga,  pega.  411  &  414. 

A 1.»  da  aoviambre  estando  la  Corla  an  Madnd  aa  pnblicó  allí 
la  pragmática  37,  como  al  pie  de  ella  consta. 

(6)  A  «3  del  mismo  mes  permanecía  en  Madrid  el  Rey  0.  Fer- 
nando, y  libró  allí  con  esa  fecha  la  cédala  Impraaaenlaa  OnlMa»- 
MM  de  té  CkMeüiertn  de  VñihdoHd  llb.  5,  Ift  8,  fol.  175,  qna  Ism- 
poco  eiplleó  aomo  ea  al  aa  al  Otéloñ»  4.'  parí.,  cap.  i,  piglna  f». 


É  DOÍÍA  ISABEL.  '    ^^ 

dioho  mea.  Bn  21  de  enero  f  aUesotó  en  Aloalá  Don 
Gtttierre  de  Oáidenae,  Comendador  Mayor  de  León. 
Viernea  á  10  de  marco  parió  la  Prinoeaa  Dofta  Jua- 
na al  Infante  D.  Femando  en  Aloalá  de  Henares; 
bautiaólo  el  Oardenal  Fr.  Frandeco  Ximeneaí  Ano-  , 
bfspo  de  Toledo  (7).  En  el  mee  de  jallo  vino  nne- 
Ta,  qne  la  gente  qae  pasó  oon  D.  Pedro  Pnertoear- 
rerO|  Tonoió  en  batalla  á  Mondar  de  Oveni  en  Ñá- 
peles, adonde  fnó  muerto  d  Vlsorey  franoes  de* 
qne  diremos,  y  ouatro  mil  y  quinientos  franóeses,  y 
tomó  la  dudad  de  Ñápeles.  En  Aloalá  á  6  de  julio 
de  este  afio  murió  el  Adelantado  de  Murda  D.  Juan 
CSiaoon  (8).  Viernes  á  14  de  julio  partió  la  Beina 
para  Madrid,  y  durmió  esa  noche  en  Bejas,  y  al  día 
siguiente  Uegó  á  la  dioha  yilla.  A  1.*  de  agosto  de 
eflte  afio  murió  el  Papa  Alejandro  VI,  y  fué  asurop- 
to  el  Oardenal  de  8.  Pedro  ad  Vincula,  que  se  llamó 
Julio  II.  En  16  de  septiembre  cercaron  los  ¿ranee* 
ses  á  Salsas,  y  el  Rey  juntó  gente  en  Perpifian  y  los  , 
franceses  huyeron  en  d  mes  de  noTiembre,  y  nues- 
tra gente  los  dguió  y  los  franceses  se  acogieron  á 
Nararra,  y  los  nuestros  entraron  en  Frauda  y  des- 
truyeron muchos  lugares  y  fortaleaas,  especialmen- 
te á  Leooata,  y  otros  machos  lugares,  y  pidieron  tre- 
guas al  Bey  Oatólioo,  y  él  se  las  otorgó,  y  despidió 
la  hueste  y  Tinoso  para  donde  la  Reina  estaba.  A 
25  de  septiembre  fallesoió  en  SegOTia  D.  Alvaro  de 
Portugal  sópitamente;  estando  comiendo  se  cayó 
de  una  silla,  y  depositáronle  en  8.  Frandsoo  de  8e- 
govia,  y  después  lo  llevaron  á  Portugd.  Partió  la 
Bdna  de  Segovia  (9)  para  Medina  del  Oampo  á  26 
de  noviembre,  y  durmió  esa  noche  en  Qardllan,  y 
fué  otro  dia  á  S.  Juste,  y  entró  en  Medina  otro  día, 
qne  fueron  28  de  noviembre.  Entró  el  Rey  en  Me- 
dina del  Oampo  á  20  de  didembre,  que  venía  dd 
socorro  y  de  descercar  á  Perpifian. 

A«ol504 

En  príndpio  de  este  afio  vino  nueva  como  d  Gran 
Oapitan  D.  Gkmaalo  Hemandea  de  Oórdoba  vendó 
la  batalla  del  Garillano,  donde  hubo  gran  nómero  . 
de  franceses  muertos,  y  tomó  á  Gaeta  y  el  resto  del 
reino  de  Ñápeles.  Viernes  á  1.*  de  mano  partió  la 
Princesa  Dofia  Juana  para  Flándes,  y  estuvo  sábado  . 
y  domingo  en  Valladolid,  y  de  alÚ  fué  su  Oamino 
derecho  á  Laredo,  y  de  alli  se  embarcó ,  y  se  fné  en  • 
buen  hora.  Domingo  de  Ramos  31  de  marao  se  ju- 
raron las  paces  oon  Francia  por  tres  afios  en  la  Me- 


(7)  Bl  Sr.  Sandoval  noa  ba  conaerrado  na  ralaeloa  eoeünet 
de  la  grandeía  y  magnlleeacia  con  qae  íaé  celebrado  aa  baatlio^ 
dtll  para  coaoeer  lu  mayores  § alaa  de  aqael  ttempo.  HM§rU  ie 
Cérhi  V,  llb.  1, 1 13.  Contlnnaba  la  Reina  allí  aa  10  y  t»  da  eata 
mea.  Cédalaa  Realea  deena  fecbaa  ea  lu  Oréenmumdelé  Cáaa- 
Htterié  ie  VéihiúUi^  fol.  K  fnelto  7 15  fnelto. 

(8)  T  allí  la  Reina  eon  esa  fecba  libró  al  Seiorfo  de  VItcaya  la 
cédala  da  ese  dia  Impresa  en  ansFMr«fdespaaadelalayS.\ 
Ut  S9,  y  &  iO  la  alfnlenta  4  ella. 

(9)  Ponda  en  80  da  ag oato  dirigió  i  la  CbandlIoHa  da  Vallado- 
lid  los  capftalos  da  reformación  da  aHa ,  qae  bablan  raaaltado  da 
la  Tfstla  qae  la  biso  D.  MarUa  de  Córdoba,  para  qna  loa  gaardasa 
y  cnmpilese.  Cédala  cv  n  sn  Inserción  Impresa  en  sia  gfdtfwtiiffiL 
fól.  «07  fnelto  bula  tlO  Tndlaw 


554  OBONIOAB  D£  LOB 

joradft.  El  dia  de  Tiemee  Santo  de  eete  efio  foeron 
hechos  graudee  terremotoe  en  OaetiUa,  eepecíalnieii- 
to  en  Sevilla,  Oarmona,  é  otros  muchos  logaies  de 
Andalada ;  j  se  abrieron  las  bóvedas  de  las  iglesias 
y  f  ortalesas ,  de  los  moros  y  torres ,  y  oayoron  mo- 
cha parte  de  ellos  en  tal  manera  qne  los  vivos  en 
los  tiempos  presentes  nanea  tal  vieron.  Murió  Pedro 
de'  Avila,  Sefior  de  las  Naves,  en  Abril  de  este  afio, 
y  heredó  la  casa  D,  Esteban  Dávilasn  hijo,  y  murió 
en  Medina  del  Gampo  á  8  de  ootnbre  de  dicho  afto, 
é  sucedió  su  hijo  D.  Pedro  Dévila.  Por  mayo  en  Me- 
dina del  Campo  fallesoió  Dofia  Magdalena,  Infanta 
do  Navarra,  y  D.  ...  (1)  Bnriqneas,  tio  del  Bey  (2). 
En  26  de  julio  de  este  afio  adolecieron  los  Beyes  en 
Medina.  Este  dia  fálleselo  D.  Juan  de  Zúfiiga ,  que 
era  Cardenal  é  Arsobispo  de  Sevilla,  y  primero  ha- 
bía sido  Maestre  de  Alcántara,  en  una  granja  cerca 
de  Guadalupe,  y  está  sepultado  en  dicho  monaste- 
rio, donde  también  yace  D.  Juan  de  Sotomayor,  su 
antecesor,  en  la  claustra,  en  la  capilla  de  8.  Martin. 
Martes  á  26  de  noviembre  de  dicho  año  entre  once 
y  doce  del  dia  llevó  Dios  á  la  Beina  Católica,  y  lle- 
váronla á  enterrar  á  Granada.  Este  dia  á  la  tarde 
fueron  alzados  los  pendones  por  la  Beina  Dofia  Jua- 
na, como  sefiora  propietaria  de  estos  reinos,  y  por 
el  Bey  D.  Felipe,  como  su  legítimo  marido,  en  pre- 
sencia del  Bey  D.  Femando,  que  quedaba  por  Go- 
bernador de  los  reinos,  y  del  Consejo  y  de  los  Ghran- 
des  y  Caballeros  que  allí  se  hallaron  (3).  AJ2Ó  les 
pendones  el  Duque  de  Alba  D.  Fadrique  de  Toledo. 
En  fin  de  noviembre  fué  el  Bey  á  la  Mejorada  á  en- 
tender en  el  testamento  de  la  Beina,  ó  vino  ende  el 
Arzobispo  de  Toledo,  y  se  entendió  en  el  dicho  tes- 
tamento. Por  diciembre  partió  el  Bey  para  Toro  á 
donde  estuvo  hasta  el  mes  de  abril  del  afio  siguien- 
te, entendiendo  en  cumplir  el  testamento  de  la  Bei- 
na con  el  Arzobispo  de  Toledo  D.  Fr.  Francisco  Xi- 
menez,  y  con  el  de  Sevilla  D.  Fr.  Diego  Desa,  que 
nuevamente  había  sucedido  en  el  arzobispado ,  por- 
que de  Jaén  vino  á  Falencia,  y  de  aquí  á  Sevilla.  E 
allí  en  Toro  dieron  algunos  Caballeros  é  Grandes 
ciertas  tentativas  al  Bey ,  y  él  temió,  de  modo  que 
algo  se  enflaqueció  la  justicia  (4). 

(1)  D.  JParifM  EnrtqueM,  le  Uamó  et  al  prdlofo. 

(2)  Bb  O  del  mluao  nes  da  maio  paraianecUn  los  Reyes  en 
Medina.  Cédula  impresa  en  las  OrdeaaMzai  de  ié  CkmdlUrlé  de 
YaUadoM ,  lib.  1,  UL  9.  ndm.  67,  Hl.  t8,  como  tombía»  an  3  y  14 
de  Ittllo.  cédala  allí,  llb.  í,  Ul.  7.  ndm.  14 ,  Wl. «  y  llb.  5,  U!.  IC. 

(S)  T  en  el  mismo  día  escribió  al  Rey  la  nottcU  de  la  mserto 
de  la  Reioa  á  ai  bija  y  yerno  S  Plandes,  para  qae  cuanto  antes 
dispusiesen  sn  venida  S  estos  reinos.  U  carto  se  bailaré  copla- 
da  al  An  de  eato  eoncnUrio.  Con  la  propia  feeba  10  afisé  é  la 
Cbaucllleria  da  VaUadolld  por  cédula  particular,  y  en  otra  dala 
misma  dato.  Dofia  loana  sn  bija,  ya  Reina,  los  babiliié  para  que 
I  tu  nombre  continúen  adminlstraado  bien  la  Justicia.  Eston  im- 
presaa  nna  y  otra  en  las  OrdaumMM  d^léCkMcUlerU,  lib,  6,  Ulu- 

%}  Esto  repito  Sandotal  citando  &  Calindas»  tonu  i,  péf.  9, 
lib.  1. 9 17  al  fin. 


BHTBB  Dñ  GASTILLA. 


iflolMS. 

Brte  afio  estuvo  el  B^  en  Toro  (5)  hasta  fin  da 
abril,  que  partió  para  Ssgovia,  y  fué  por  Aróvalo, 
y  enteó  en  Segovia  por  mayo,  y  alli  estovo  hasta 
lunes  6  de  octubre  que  partió  para Ceresoela  ámen- 
te. Y  en  dicho  mes  de  mayo  fué  trasladada  la  Beina 
Dofia  Isabel,  segunda  mujer  del  Bey  D.  Joan  él  Se- 
gando, y  madre  de  la  Beina  Católica  llofia  Isabel, 
del  convento  de  San  Franoisoo  de  Aiévalo  al  con- 
vento de  Miraflores  de  Burgos  de  la  orden  de  los 
Cartujos,  que  fundó  el  dicho  Bey  D.  Juan,  donde 
yace  sepultado  é  embalsamado.  Bu  agosto  de  este 
afio  hizo  y  imbió  el  Bey  una  armada  para  allende,  á 
instancia  y  suplicación  del  Arsobi^N)  de  Toledo,  y 
desembarcó  en  el  puerto  de  Masalqnivir  jueves  á  11 
de  septiembre,  y  sábsdo  siguiente,  que  fueron  IS  de 
dicho  mes^  fuá  ganada  líasalquivir ,  y  fué  el  can- 
tan de  esta  armada  D.  Diego  Hemandea  de  Córdo- 
ba, alcaide  de  los  Doñeóles,  que  después  fué  Mar- 
qués do  Comeres.  Este  mismo  dia  13  de  septiembro 
parió  la  Beina  Dofia  Juana  en  Flándes  á  la  Infanta 
Dofia  Maria.  Ifin  Agoato  murió  D.  Pedro  Alvares 
Csorio,  Marqués  de  Astorga,  y  sucedió  su  hijo  Don 
Alvar  Peres  Osorio.  E  ensimismo  murió  D.  Qomes 
Suaree  de  Figueroa,  Conde  de  Feria,y  le  sucedió  su 
hijo  D.  Lorenso,  que  después  fué  Marqués  de  Plie» 
go,  porque  casó  con  Dofia  Catslina  de  Córdoba,  hi- 
ja mayor  de  D.  Pedro  Hemandee  de  Córdoba  y  de 
Dofia  Elvira  Enriqnez,  hija  de  D.  Enrique;  el  cual 
dicho  Marqués  D.  Pedro  fué  hijo  de  D.  Alonso  de 
Aguilar.  Murió  asimismo  D.  Alonso  de  Fonseca,  Se- 
fior de  Cooa  y  Alaejos,  hijo  de  Hernando  de  Fon- 
seca,  que  fué  hijo  del  doctor  Juan  Alonso  y  de  Bea- 
triz Bodriguez  de  Fonseca  (6).  Lunes  20  de  octu- 
bre partió  el  Bey  del  bosque  de  Segovia  para  Sala- 
manca, durmió  esa  noohe  en  Abades,  y  llegó  este 
dicho  mes  á  Salamanoa  y  estuvo  en  ella  hasta  fin  de 
este  afio  de  1605  (7).  Este  afio  por  el  invierno  hizo 
muy  grandes  heladas  y  nieves,  é  anaimismo  hubo 
mucha  seca.  Por  diciembro  de  este  afio  moiió  Don 
Diego  Qomez  Sarmiento ,  Conde  de  Salines,  y  Don 
Francisco  de  Velasco,  Conde  de  Simela,  y  D.  Pedro 

(8)  Af  if  lo  da  las  Cortas  da  Toro ,  as  qna  se  la  Jiré  propie- 
taria i  Dofia  Jnana  y  &  él  Gobernador,  y  aa  pibUaaron  las  84 
leyes. 

(6)  En  11  da  seUembra  naeld  i  D.  Felipa  y  DoSa  Inana  ai 
Bruselas  la  Infanta  Dofia  liaría.  Fneron  ana  padrinos  da  pila  al 
Emperador  Maximiliano  an  abnolo  y  la  Condeu  finda  da  Engel* 
ferto  de  Nassan.  Ponto  Realero  Delpblo  Rer.  belgiear,  lib.  6 ,  pá- 
gina SIS.  Htreo  Ammmí.  Brabafiti»,  tom.  1,  pág.  814.  Esta  infanta 
foé  Reina  de  Hungría  y  Bobemia  por  sn  easamiento  en  ISil  eon 
el  Rey  Lals,  de  quien  no  tuvo  bijos.  Viada  da  él,  gobernadora  da 
Plandea  por  al  amparador  Cirloa  V  so  barmano,  fundadora  de  la 
ciudad  da  liarlomborg  de  sn  nombre,  y  tnelta  I  Espala,  morid  ea 
Cigalas  i  18  de  Oetubre  de  1558.  Sepultáronla  en  S.  Bonito  de  Va- 
Uadolld, y  de  abl  fué  traaladada  al  Escorial,  afio  1674.  Plores,  Asi- 
iMM  CmiMcMt,  tom.  11,  pSg.  854. 

(7)  No  en  balde,  aino  negoeiando  con  los  embajadores  da  sn 
yerno  el  Sofior  de  Veré  y  Andrea  del  Bnrgo ,  la  deaaada  concor- 
dia que  después  de  taniaa  tenlatina  y  desasonea  entre  elloa, 
tuTo  efecto  el  dia  t4  de  noviembre ,  aignlenle,  y  la  trae  Zorita,  li- 
bro 6,  cap.  n,  y  S  la  entrada  del  afio  inmediato  la  menciona  al 
Sefior  Cañamal, 


DON  FERNANDO  É  DOÑA  ISABEL. 
Bttrtado  de  Mendoza,  Adelantado  de  Oazorla,  her- 
mano del  Cardenal  D.  Pedro  González  de  Mendoza. 
Murió  también  D.  Alonso  de  Fonseca,  Obispo  de  Os- 
ma,  qne  primero  lo  habla  sido  de  Avila  y  Cuenca,  y 
sucedió  en  Osma  D.  Alonso  Enriquez,  hijo  bastardo 
del  Almirante  D.  Fadrique,  do  que  muchos  del  rei- 
no tuvieron  qne  decir ,  por  ser  el  dicho  D.  Alonso 
hombre  profano. 


S55 


aSo  1606. 

Estuvo  el  Rey  en  Salamanca  en  principio  de  este 
afio,  y  el  dia  de  Reyes  6  de  enero,  se  pregonaron  allí 
las  concordias  entre  el  Rey  y  sus  hijos ,  mediante 
Mr.  de  Veré  sta  embajador,  é  ponía  en  las  cartas: 
D.  Femando^  D,  FeUpe  y  Doña  Jwma^  eic.  A  9  de 
enero  partieron  de  Flandos  D.  Felipe  y  Dofia  Jua- 
na, é  oorrió  mucha  tormenta ,  é  aportiuron  á  Ingla- 
terra á  Morilas ,  y  aquel  Rey  les  hizo  mucha  fiesta. 
Partió  el  Rey  de  Salamanca  el  mes  de  marzo,  y  en- 
tró en  Valladolid  sábado  14  de  dicho  mes,  y  lunes 
16  partió  á  Duefias,  á  donde  se  veló  con  Dofia  Ger- 
mana de  Fox  á  18  del  mismo  mes ,  la  cual  era  hija 
de  D.  Juan  Gastón,  Sefior  de  Narbona,  Conde  de 
Fox,  hijo  de  Doña  Leonor,  hija  del  Rey  D.  Juan  de 
Aragón  y  Navarra,  y  de  Dofia  Blanca  su  prima  mu- 
jer. Reina  de  Navarra.  Esta  Germana  era  sobrina 
del  Rey  D.  Femando  su  marido,  nieta  de  su  herma- 
na, y  la  madre  de  dicha  Dofia  Germana  era  herma- 
na del  Rey  Luis  de  Francia,  que  entonces  reina- 
ba (1).  Lunes  20  de  abril  partió  el  Rey  de  Vallado- 
lid  á  resoibir  é  los  Reyes  D.  Felipe  y  Dofia  Juana, 
pensando  que  desembarcarían  en  la  montafia,  y 
quedó  la  Reina  Germana  en  Valladolid ,  y  las  Rei- 
nas de  Ñápeles,  madre  é  hija,  que  hablan  venido  á 
Salamanca  por  noviembre.  Domingo  26  de  abril 


(1)  La  flllaeioB  de  niiestrt  Reina  Dofia  Gennana  procede  de 
este  modo:  taé  hermana  de  D.  Gastos  de  Fox,  vizconde  de  Nar^ 
bona  7  Dsqie  do  Nemonx,  mnerio  sin  hijos  en  la  batalla  de  Ra- 
Tena  afio  i5H:  los  dos  hlfos  de  Jnan  Gastón  de  Fox,  Sefior  de 
Narbona,  Gobernador  de  VIena  y  del  DelSnado,  Caballero  del  Or- 
den de  San  Mig nel ,  qne  se  halld  en  las  Jomadas  de  Népoics  y 
Fonrnofe,  y  mnrió  en  Estampes,  donde  está  enterrado;  y  de  ma- 
dama María,  hija  de  Garlos,  Dnqae  de  Orleans,  y  hermana  de 
Lnls  XH,  Rey  de  Franela,  qne  reinaba  i  esta  saion,  y  como  el  pa- 
riente más  cercano  habla  sacedldo  I  Garlos  VIH  en  1498,  el  casi 
Don  Joan  Gastón ,  Sefior  de  Narbona,  padre  de  la  Reina  Gennana 
habla  tenido  hermano  mayor  i  D.  Gastón ,  Conde  de  Vlena ,  Prfn- 
eipe  mny  talan  y  de  excelentes  perfeeclones,  qne  fné  mnerto  des- 
fracladamente  el  afio  i470  &  nn  golpe  de  lanu  en  nn  torneo  en 
Llbonrne,  y  yace  en  San  Andrés  de  Bordeanx,  casado  con  Madale- 
aa  de  Francia,  hija  de  Carlos  Vil  y  hermana  de  Lnls  Xf,  de  qnien 
tnvo  á  Francisco  Fhebo,  Rey  de  Navarra  y  Conde  de  Fox,  que  mn- 
rid  sin  hijos,  y  á  la  Reina  Dofia  Catalina  qne  le  socedid  en  el  de- 
recho de  aqnella  corona,  i  quien  y  á  sv  marido  D.  Jnan  de  Labrit 
la  arrancd  por  las  armas  el  Rey  Católico  el  afio  ISlt  y  la  reincor- 
poró á  la  de  Casulla.  Estos  dos  Gastones  hermanos ,  Joan  y  Gas- 
tón V  del  nombre,  nieron  hijos  de  D.  Gastón  el  IV,  XVI  Conde  de 
Fox«  dlfanto  en  ikl^,  dos  afios  después  de  su  hijo  primero,  y  de 
la  Infanta  Dofia  Leonor,  hermana  de  padre  del  Rey  Católico,  hija 
como  él  del  Rey  D.  Juaa  de  Aragón  y  de  la  Reina  Dofia  Blanca  de 
Navarra,  por  enya  muerte  aquel  Rey  volvió  é  casar  con  la  Ilustra 
Dofia  Juana  Enriques,  madre  dd  Católico;  y  asi  la  Dofia  Gennana 
do  Fox,  segunda  mqjer  de  éste,  venia  é  ser  sobrina  suya  larga. 
Biela  de  su  medio  hermana.  Claude  Paradln,  A/Amcm  GéneMicgl- 

tuet4e$l{oitetPrí9Ci$deG§tíe,  LeoAl561,pég.lU9yai3,y  an- 
tes 146  y  147. 


desembarcaron  los  Beyes  en  la  Corulla ,  y  vino  la 
nueva  al  Bey  estando  en  Torquemada ,  y  de  ay  sé 
partió  la  via  de  León,  y  fué  á  Autorga,  Ponf errada, 
Villafranoa,  á  de  ay  volvió  la  via  de  la  Puebla  de 
Sanabria,  y  fueron  las  vistas  del  Bey  Católico  con 
BU  yerno  D.  Felipe ,  entro  la  Puebla  de  Sanabria  f 
Asturianos :  é  allí  se  vieron  sábado  20  de  junio ,  de 
las  cuales  vistas  partieron  desconoertados,  y  de  alli 
fué  el  Bey  CatóUco  á  Villaf afila  y  á  TordesiUas ,  y 
sus  hijos  á  Benavente,  víspera  de  San  Juan.  En  este 
mes  murió  en  Monterey  de  Galicia  D.  García  Fer- 
nandez Manrique ,  Marqués  do  Aguilar :  concertá- 
ronse los  Beyes  que  D.  Fernando  (2)  fuese  á  sus 
reluce  de  Aragón,  y  le  quedaron  los  maestrazgos  en 
Castilla,  y  los  tres  cuentos  de  maravedís  que  la  Boi- 
na Católica  su  mujer  lo  dejó :  y  de  allí  se  fué  el  Bey 
Católico  á  Tudela  de  Duero,  y  sus  hijos  á  Muoien- 
tcs,  y  de  ahí  concertaron  vistas,  y  se  vio  con  su  yer* 
no  en  Benedo  una  legua  de  Valladolid ;  é  de  allí  se 
despidieron  y  partieron  el  Bey  Católico  para  Ara- 
gón y  sus  hijos  para  Valladolid,  de  donde  fueron  á 
Segovia  por  agosto,  é  volvieron  sin  llegar  á  Segó- 
via  por  Cogeoes  á  Tudela  de  Duero ;  porque  los  Mar- 
queses de  Moya  entregaron  el  Alcázar  de  Begovia  á 
D.Juan  Manuel,  sobre  que  el  Bey  iba  (3).  A  20  de 
agosto  fálleselo  en  Segovia  D.  Gutierre  de  Toledo, 
Obispo  de  Plasenda,  por  muerte  de  D.  Bodrigo  Dá- 
vila,  hijo  del  doctor  Pedro  González,  del  Consejo  del 
Bey  D.  Juan ,  que  lo  habia  habido  por  muerte  de 
D.  Juan  de  Oarbajal,  Cai'denal  de  San  Ángel,  su  Se- 
fior. Fué  este  D.  Gutierre  enterrado  en  el  monaste- 
rio de  San  Francisco  de  aquella  ciudad,  en  la  capi- 
lla mayor.  Sucedió  en  el  obispado  de  Plasencia  Don 
Gómez  de  Toledo,  hijo  de  D.  Gutierre  de  Solís,  y  do 
Dofia  Francisca  de  Toledo ,  Condes  que  fueron  de 
Coria ;  por  muerte  de  D.  Gómez  sucedió  D.  Bemar- 
dino  de  Carbajal,  Cardenal  de  Santa  Cruz,  Arzobis- 
po de  Bosano  y  de  Sabina  y  Patriarca  de  Jemsa* 
len ;  y  por  muerte  del  Cardenal  sucedió  D.  Gutierre 
de  Vargas  Carbajal,  Obispo  que  agora  es  de  Piasen- 
ola,  hijo  del  licenciado  Francisco  de  Vargas ,  y  de 
Dofia  Inés  de  Carbajal.  Estando  los  Beyes  en  Tu- 
dela fué  visto  en  el  dele  un  €ot¥ieía  grande  (4),  y  es- 

(f)  Estando  en  TordesiUas  i  i*  de  Julio  eserlbld  i  Francisco 
de  Rojas  su  embajador  en  Roma  la  carta  que  va  por  apéndice,  dán- 
dole parte  de  todo  lo  sucedido  hasta  aquí  entre  él  y  sus  hijos,  y  de 
la  concordia  que  habia  tomado  con  éstos  para  que  entendiese  que 
ya  los  reinos  de  Castilla  no  corrían  de  su  cuenta,  sino  sdlo  los  de 
Aragón  y  Sicilia,  por  los  cdales  se  deberla  mantener  allí  por  tal 
embajador,  haciéndolo  todo  presente  i  su  Santidad,  >  enlutando 
la  amistad  de  los  Cardenales  afectos. 

(3)  En  6  de  mayo  de  este  afio  iSOS  murid  en  Valladolid  el  In- 
mortal Cristtvbal  Colon,  descubridor  de  las  Indias,  estando  en  la 
Cdrte  é  la  solicitud  de  sus  negocios.  Su  cuerpo  fué  trasladado  á 
Sevilla  al  Monasterio  de  la  Cartnja  de  las  Cueras,  y  de  ahí  é  la 
iglesia  y  Catedral  de  la  Isla  y  ciudad  de  Santo  Domingo,  donde 
yace  con  la  Inscripción  que  podré  borrarse  de  la  piedra ,  pero  no 
de  la  memoria  de  los  hombres : 

k  CASTILLA  Y  A  LEÓN  NUEVO  MUNÜO  OIÓ  COLON. 

(41  Esto  cometa  fué  visto  en  llalla.  ArusUu  Nlfo  Suesano,  llld- 
sofo  de  aquel  tiempo,  le  obsenrd  el  dia  3  do  agosto  de  este  afio. 
Viese  también  en  Valladolid  y  toTo  ahtnito  al  pueblo.  Testifícalo 
Alvar  Gutierres  d^  Torres  de  Toledo,  que  parece  lo  presenció,  pues 
en  su  SmnM»i»  4e  «m«s  wuuwnUtit ,  que  etecibia  el  aSo  16S3 


656 


CRÓNICAS  DB  LOS  BETBS  DB  CASTILLA: 


toyieron  «nde  basU  fin  de  agosto  que  partieron  á 
Burgos ;  y  tllí  pusieron  en  el  convento  de  San  Pa- 
blo, doce  oabesas  de  vírgenes  y  mártires ,  y  á  14  de 
septiembre  (1)^  dia  de  Santa  Cruz,  bubo  jubileo.  En 
Burgos  adoleció  el  Bey  D.  Felipe,  ó  ñnó  viernes  á 
26  de  septiembre  á  medio  dia  en  las  casas  del  Con- 
destable. Todo  esto  afio  en  el  verano  üomó  íanpoeo^ 
qú$  fué  tenido  á  mucha  morovtZfci.  En  octubre  murió 
PeroLopea  de  Padilla,  Adelantado  de  Castilla.  Do- 
mingo 20  de  diciembre  partió  la  Reina  de  Bárgos 
donde  babia  estado  después  de  la  muerto  del  Rey  su 
marido,  y  llegó  á  Torquemada  jueves  23  de  dicbo 
mes.  Por  esto  tiempo  estando  el  Rey  Católico  en  la 
ciudad  do  Saona,  que  iba  para  Ñápeles,  dia  de  San 
Francisco  4  de  Octubre,  supo  la  muerte  de  su  yer- 
no, é  no  dejó  su  viaje  basto  componer  las  cosas  del 
reino  de  Ñapóles  (2). 

aAo  1607. 

Parió  la  Reina  Dofta  Juana,  que  quedó  prefiada 
cuando  el  Rey  D.  Felipe  su  marido  murió ,  á  la  In- 
íanto  Dofia  Catalina,  jueves  14  de  enero  entre  cin- 
co y  seis  de  la  mafiana  en  Torquemada  en  las  casas 
de  un  clérigo ,  que  salen  sobre  la  cerca  y  sobre  el 
rio ,  que  era  donde  era  palacio ,  que  es  cerca  de  la 
puerta  del  puento  (3).  En  30  de  dicbo  mes  murió  en 
Segovia  el  doctor  D.  Juan  de  Medina,  Obispo  de 
aquella  ciudad,  y  le  sucedió  D.  Fadrique  de  Portu- 
gal, Obispo  de  Calahorra,  y  aqui  sucedió  D.  Juan  de 
Velasco  Obispo  de  Cartogena,  y  esto  se  dio  al  doc- 
tor D.  Martin  de  Ángulo,  Arcediano  de  Talaverai 
Presidento  que  fué  después  de  la  Chancilleria  de 
Yalladolid.  Mediado  abril  se  partióla  Reina  de  Tor- 


é  laprittló  OB  Toledo  «i  el  üw^v^Mt,  t(A,  88  vtelto,  diee  de  eite 
modo :  «  EiliBdo  el  noy  eednreeido  y  libenllsimo  Rey  O.  Felipe 
>en  ViUadolid,  fiié  vUU  algonu  Doehes  en  el  dele  taáeia  la  liarle 
kseplentrloDal  una  eometa  de  lon^era  de  ana  lanu  de  amas;  á  la 
•eaal  salla  el  pueblo  ft  Ter  por  la  paeru  del  campo  de  la  misma 
•villa,  que  fué  pórtenlo  de  la  desdichada  muerte  que  tan  preato 
•arrebató  al  diebo  poderoso  Rey.  >  Aflade  el  doctor  Alonso  Peres, 
catedrático  de  ana  y  otra  Filosofía  natural  y  moral  en  Salamanea, 
iu  tanw.  túL  mte^rolúg.  edii.  SaimMi,,  an.  1576, 1*  part.,eap.  % 
fdl.  tijoqoe  se  sigue:  «Invasit  qnlppb  lllo  anno  Uispanlam 
•Bostram  dlra  fames  ex  nimia  aiccltate  et  aterillUte.  Audlvl  enlm 
>ab  agrlcoUs,  quod  trislcum  terr»  mandatum  In  alUoribns  locls 
•manslt  Ineorruptum,  defecta  pluvialls  hnmorls,  et  sequenti  anno 
ansseebalor  bumore  aceepto.  Et  post  pancos  menees  pos!  appa- 
•rltiouem  eomet»,  tidellcetanno  ISffj,  Immlnonte  vera  peate 
•Inquinarla  orU  est,  qum  per  toUm  Hlspanlan  grassata  plurimam 
•partem  habltalorom  Interfeelt:  et  vocatur  lile  annus  I  nostris  añ- 
inos pestls  per  antonomaslam.  Et  ul  ei  dletls  Nypbl  nobls  eons- 
•tatslmllllmls  malla  etmrumlsiulla  illo  anno  laboravlt.»  Bale 
autor  era  natural  de  Plasencla,  como  testIAea  Pr.  Alonso  Femaa- 
dei  en  los  AmmIsí  de  aquella  ciudad. 

(1)  Dos  días  Intes  ea  ü  del  mismo  Ubró  allí  el  Rey  Católico 
para  la  Chancilleria  de  ValladoUd  la  cédula  impresa  en  sus  OrU- 
Mwset,  lib.  i.  til.  7,  Bdm.  4,  fóL  55. 

(i)  £n  este  afto  murió  en  Venecla  el  célebre  embsiador  D.  Lo- 
renio  Snares  de  Pigueroa,  nno  de  los  prudentes  y  sabios  caballe- 
roe  que  hubo  en  su  edsd,  y  de  Unto  Influjo  y  autoridad  aobre 
aquella  Repdbllea,  como  ésts  le  mostró  en  el  sentimiento  y  de- 
mostradoadesaeBtierro,  bseléndosele  con  unto  aparato  que 
mayor  ni  mis  ostentoso  no  se  babia  visto  é  un  ministro  de  algún 
Principe  enviado  á  corte  exlraajera.  Ziriu,  lib.  6,  cap.  VI,  to- 
mo iv. 

5)  QMéapoMseflMeeAmiiMreap  wrsie»4ldM«iMi,aflideel 

Seflor  Saadoval»  Ub.  i,  |  SI. 


quemada  (4)  é  vino  á  Hornillos.  A  8  de  mayo  Hr 
llesoió  en  Granada  D.  Fr.  Femando  de  Talairera,  de 
la  orden  de  San  Gerónimo ,  primer  Arsobispo  de 
Granada,  é  ántos  Obi^o  de  Avila,  y  se  diÓ  el  ano- 
bispado  é  D.  Antonio  de  Rojas,  Obi^o  de  Mallorca, 
y  en  ésto  sucedió  D.  Diego  de  Ribera,  hijo  de  Don 
Juan  de  Ribera  de  Toledo,  T  fálleselo  en  esto  afio  (6) 
D.  Garci- Ramírez  de  Villaescnsa,  Obispo  de  OyiedOi 
y  sucedió  en  el  obispado  D.  Valeriano  Ordofies  de 
Villaquirán,  natural  de  2<amora,  Obispo  de  Candad* 
Rodrigo  (6),  y  en  ésto  sucedió  D.  Francisco  de  Bo- 
badilla,  hijo  del  Marqués  de  Moya,  que  agora  es 
Obispo  de  Salamanca,  l^emes  4  de  julio  salió  el 
Roy  Católico  de  Ñápeles  para  Castilla.  Sábado  26 
de  dicho  mes  entró  el  Inf  anto  Di  Femando  en  Hor- 
nillos á  ver  á  su  madre.  Lunes  23  de  agosto  entró 
el  Rey  en  Almasan  de  vuelto  de  Ñápeles^  habiendo 
desembarcado  en  Valenoia  por  Nuestra  Seftora  de 
Agosto,  y  entró  en  Tortoles  sábado  28  de  dicho  mes. 
En  septiembre  salieron  los  Reyes  de  Tortoles  y  vi- 
nieron á  SanU  María  del  Campo,  á  2  de  septiem- 
bre :  alli  se  trajo  el  oapello  á  D.  Fr.  Franoisco  Xi- 
menea,  Arsobispo  de  Toledo,  oon  el  título  de  Santa 
Balbina,  é  se  hicieron  las  solemnidades  media  legua 
de  Santo  María  del  Campo,  en  un  lugar  que  se  dice 
Mahamud,  y  fué  Inquisidor  general:  é  aUÍ  el  Rey 
Católico  hizo  hacer  el  cabo  de  afio  al  Rey  D.  Felipe 
su  yerno :  y  en  esto  afio  D.  Alonso  de  Fonseca,  Ar- 
zobispo de  Santiago,  renunció  el  arzobispado  en 
D.  Alonso  de  Fonseca  su  hijo,  y  él  tomó  título  do 
Patriarca ;  lo  cual  fué  tenido  en  todo  el  reino  por 
cosa  muy  dura  y  áspera  y  de  mal  ejemplo.  Dieron 
causa  á  que  se  hiciese  esto  desorden  megos  de  per- 
sonas aceptas  al  Rey  y  que  cuando  salió  de  estos 
reinos  para  Ñápeles  fué  con  él  dicho  D.  Alonso,  al 
cual  no  faltó  en  Roma  lo  que  se  requería  para  aca- 
bar tal  negociación.  Hubo  quien  oyó  decir  al  Rey 
Catolice  que  de  dos  oosaa  le  aousaria  gravemento  la 
conciencia  ¡  la  una  consentir  esto  resignación  de  pa- 
dre ahijo  en  dignidad  tan  prinoipal,  siendo  él  hijo 
en  quien  se  renunciaba,  mancebo  y  de  poca  edad, 
sin  letras  ni  experiencia.  La  otra  haber  nombrado 
Obispo  de  Osma  á  D.  Alonso  Enriques,  hijo  bastar- 
do de  D.  Alonso  Enriques,  Almirante  de  Castilla,  y 
de  una  esclava ;  porque  era  hombre  muy  profano  é 
sin  ninguna  dotrina,  tonto  que  decia  Fr.  Anton  de 
la  Pefia,  predicador  del  Rey  Catolice ,  que  no  tenia 
esto  Perlado  más  espiritualidad  que  un  jarro.  Sábe- 

U)  Antee  de  ealo  paió  á  Paleneia  donde  ea  5  de  febrero  li- 
bró i  la  Cbaneillecia  de  ValladoUd  la  eódnla  Impreaa  en  sis  Or- 
ém§iuét,\\b,  1.  tit  A,  Bdm.  t,  fól.  44,  y  lib.  5,  Ut  8,  Mi.  i78 
vnello  j  179. 

(5)  A  «3  de  abril.  BiiUrU  iei  mU§.  9kf.  de  Sea  Bm'Mmé, 
p4flna  ii8  y  114;  pero  se  engafian,  porqne  an  mnerte  no  Alé  aino 
en  Caatropol  del  Prineipado  á  18  de  abril  del  afio  alrnlente 
1806,  eomo  se  to  por  la  inaeripeion  de  en  aepnlero  en  O? ledo,  que 
anetamente  ha  pnblicado  el  diligente  eontinaador  de  la  Jí^peSa 
Mgréd»,  tom.  xzxii,  pág.  86,  donde  eon  él  advierte  el  engaflo  de 
nnestro  Galindex,  y  por  eoBaigniente  qae  el  ancesor  no  pedo  ea- 
trar  aates  de  aqnel  tiempo. 

(6i  Qne  marió  en  Bdrgoa  &  18  de  Agosto  de  1818  eomo  dIee  allí 
el  Seftor  Gallndei  y  eon  él  Garibay,  lib.  80,  eap.  15,  tom. n,  donde 
pones  aa  sieesor. 


t)OÑ  J'ERNÁNDO 
tfe  qne  ai  tiempo  que  el  Anobispo  de  Santiago,  el 
▼iejo,  hÍBO  la  renunciación  en  D.  Alonso  de  Fonae- 
ca  BU  hijo,  dijo  D.  Fr.  Francisco  Ximeneas,  Arzobis- 
po de  Toledo,  qne  había  hecho  mayorasgo  del  ar- 
Eobispado  oon  clánsula  ó  TÍncnloa  de  reetitnciones, 
qne  se  mirase  si  habia  excluido  las  hembras;  pero 
como  qniera  que  f  oé  la  snbstitacion  fideicomisaria, 
paró  en  qnemaerto  D.  Gnillermo  de  Oroy,  sobrino 
de  Xéores,  inmediato  sucesor  en  el  ansobinpado  de 
Toledo  al  Cardenal  GKmenes ,  fué  Arzobispo  de  To- 
ledo este  D.  Alonso  el  mozo,  en  lo  cual  hubo  muchos 
juicios  por  las  necesidades  y  guerras  que  habia  con 
Francia  sobre  lo  de  Fuente-Rabia.  T  en  Santiago 
sucedió  el  licenciado  D,  Juan  Tavera  (sobrino  de 
D.  Fr.  Diego  Deea,  Arzobispo  de  Sevilla)  Obispo  qne 
fué  de  CSodad-Bodrigo,  y  después  de  Osma,  y  Pre* 
sidente  del  Consejo  Real.  A  8  de  octubre  (1)  partie- 
ron los  Reyes  de  Santa  Maria  del  Oampo  é  vinieron 
á  Aróos  donde  se  quedó  la  Reina,  y  su  padre  vino  á 
Burgos,  y  estuvieron  la  Reina  en  Arcos  y  el  Rey  en 
Burgos  hasta  fin  de  este  afio.  En  27  de  diciembre 
murió  el  Comendador  Qonzalo  Chacón,  Sefior  de 
Casarrubios  del  Monte,  que  la  Reina  le  habla  da- 
do (2),  y  sucedió  en  su  casa  D.  Gonzalo  Chacen  su 
nieto,  hijo  de  D.  Juan,  Adelantado  de  Murcia,  y  de 
Pofia  Luisa  Fazardo,  porque  D.  Pedro  Faxar- 
do,  su  hermano  mayor,  heredó  la  casa  de  su 
madre. 

AÑO  150a 

Estuvo  el  Rey  Católico  en  principio  de  este  afio 
en  Burgos  y  la  Reina  su  hija  en  Arcos,  é  ansf  estu- 
vieron hasta  julio,  yendo  y  viniendo  el  Rey  á  Ar- 
cos; é  allí  le  vino  nueva  como  el  marqués  de  Priego 
D.  Pedro  Hernández  de  Córdoba  habia  preso  al  id- 
calde  Fernán  Gk>mez  de  Herrera  en  Córdoba,  é  le 
habia  embiado  preso  é  la  villa  de  Montilla,  porque 
el  dicho  alcalde  habia  ido  por  mandado  de  su  Al- 
teza á  hacer  justicia  en  cierto  caso  á  Córdoba;  y 
partió  el  Rey  camino  de  Valladolid  por  julio,  y  fué 
á  Mahamud,  é  alli  estuvo  cinco  ó  seis  dias  esperando 
á  la  Reina  y  tornó  á  Arcos,  y  tomó  el  Infante  con- 
sigo, y  partió  á  Córdoba,  y  fué  por  Olmedo  al  Espi- 
nar, Guadarrama  y  Toledo,  donde  estuvo  cinco  ó 
seis  dias ;  de  allí  salió  martes  28  de  agosto,  y  fué 
por  las  Ventas,  el  Molinillo,  Ciudad  Real,  Caracuel, 
el  Pedroche,  Adamud,  y  entró  en  Córdoba  á  7  de 
setiembre  donde  estuvo  hasta  fin  del  mes. 

Alfo  1509. 

Partió  el  Rey  de  Cáceres  otro  dia  después  de  Re- 
yes, y  vino  camino  de  la  Plata,  Alva  y  Salamanca 
é  de  ay  á  Medina  del  Campo,  y  entró  en  Valladolid 


(I)  Dm  días  Altes  ea  6  libró  allí  la  R^a  tíudo  de  Alcalde  de 
la  fortalen  de  la  villa  de  Alegria  ea  Alata  á  Jnaa  Lepes  de  La- 
nrraga  si  Seerelarie  j  de  si  Ceassjo  con  50.000  Bits,  de  soeldo 
come  Aales  la  tenia  Peraaade  NaTarre,  dltlgse  Alealde.— Original 
en  aii  peder. 

(1)  Cnande  seeonlseó  i  lian  de  Ofiedo,  Seeretarie  qie  habla 
sido  del  Rey  O.  Bnriqne,  si  hermane,  porqne  slfnM  la  toi  de  les 
porlagneses  en  Castilla. 


i  DOÑA  ÍSABBt.  567 

por  hebrero :  pasó  á  Arcos,  y  vibo  con  la  Reina  DoflLa 
Juana  é  Tordesillaa  por  mareo,  y  dejándola  allí,  se 
vino  el  Rey  á  Valladolid  (3).  Á  18  de  marzo  parió 
Dofia  Juana  de  Aragón,  hija  bastarda  del  Rey  Ca- 
tólico, segunda  muger  del  doctor  Bemardino  Her- 
nandes  de  Velasco,  condestable  de  Castilla,  á  Dofia 
Juliana  Angela  de  Aragón,  que  casó  con  su  primo 
D.  Pedro  de  Velasco,  conde  de  Haro,  hijo  del  con- 
destable D.  Ifiigo  y  de  Dofia  María  de  Tobar  su 
muger.  Á  3  de  mayo  en  las  casas  del  Almirante, 
parió  la  Reina  (hermana  al  Principe  D.  Juan  do  Ara- 
gón, que  murió  presto,  y  fué  depositado  en  el  con- 
vento de  San  Pablo  de  Valladolid,  y  de  ay  le  lleva- 
ron é  Aragón  al  monasterio  de  Poblete.  Y  este  afio 
pasó  á  África  el  arzobispo  de  Toledo,  cardenal  de 
Bspafía,  título  de  Santa  Balbina,  con  buen  ejército 
de  guerra  (4)  por  servicio  de  Dios  y  de  su  santa  Fé 
Católica  y  de  sus  Altezas,  y  conquistó  é  ganó  la 
ciudad  de  Oran,  y  echó  todos  los  moros  de  ella  y  de 
su  tierra,  y  la  redujo  á  poder  de  christianos  el  vier* 
nes  después  del  dia  de  la  Ascensión,  19  de  mayo,  y 
la  dejó  fortalecida  y  provehida  de.  gente  y  armas  y 
bastimentos,  y  se  vino  y  erigió  en  ella  una  dignidad 
que  llamó  Abadía,  y  le  dio  silla  en  la  iglesia  de 
Toledo;  no  embargante  que  el  obispo,  qne  era  en- 
tohces,  antes  que  fuese  ganada  Oran,  tuvo  gran  de- 
bate sobre  ello  con  el  Cardenal.  Mayo  y  junio  estuvo 
el  Rey  en  Vallodolid,  y  miércoles  28  de  junio  (5) 
partió  él  para  Medina  del  Campo  y  volvió  por  Tor- 
desillaa á  Valladolid.  Jueves  11  de  junio,  dia  de  San 
Bernabé,  casó  segunda  vez  la  princesa  de  Gales^ 
Dofia  Catalina,  con  el  Rey  de  Inglaterra  D.  Enri- 
que, que  nuevamente  habia  sucedido  en  el  reino  por 
la  muerte  del  Rey  Don  Enrique  su  padre,  que  habia 
f allescido  en  el  mes  de  mayo  pasado ;  y  el  dia  de 
San  Juan  se  hizo  la  coronación  y  la  fiesta  de  U 
boda,  y  este  dia  fué  muy  honradamente  festejado 
por  el  Rey  Católico  en  Valladolid  y  jugó  él  mismo 
á  las  cafias  (6).  Primero  dia  de  octubre  partió  el  Rey 
de  Valladolid,  á  Balbuena  4  la  montería  de  venados, 


'       •        U  Jt 


(3)  Donde  estaba  i  4  de  mane.  <Zerita,  llb.  8,  eap.  31  tem.  vi), 
7  eontinasba  i  3  de  abril,  y  libró  la  cédola,  fol.  t6,  ndm.  69,  Ui,  S, 
llb;  1,  OrdenañMét  de  ié  CkeneUlerlé, 

(4)  «De  manen  qué  despnes  de  fnedado  y  asentado  aa  colegio, 
>en  aqael  Inviene  biso  en  grneso  ejército  en  Alcalá  de  catorce  i 
•qalaee  mil  bombres,  y  á  la  prlmaven  so  Jorntda.  T  él  se  qnedó 
>ei  NaulqalTlr  enndo  Iss  msnos  paestas  y  alzadas  al  ciclo,  & 
•Imitación  de  Hoysen,  por  la  Vitoria  y  bven  seceso  del  ejército 
«crlsUano;  y  ansí  se  le  dió  IHos  sdbliamcnte  sin  resistencia  de 
tíos  enemigos,  y  faé  laego  gaaada  la  eiadad,  alio  1609,  i  18  de 
•mayo  por  la  Aacenslon.»  Tal  faé  el  Informe  qne  pasó  i  Alvar 
Gomes,  cnaado  ae  prepanba  i  escribir  sn  célebre  bistoria  del 
cardenal  Xlmenes,  el  doctor  Hernando  de  BaIvSs,  sn  coetáneo  y 
familiar,  ano  de  los  primeros  colegisles  teólogos  de  sa  colegie 
mayor  de  Alcalá,  y  por  él  canónigo,  tesorero,  maestre-esenela  j 
abad  de  la  colegial  de  San  Jnsto,  y  rector  de  ia  nnivenidad«  en 
earU  de  16  de  febrero  de  1888.  Traela  el  P.  Qninlanllla  en  la  Viéñ 
iei  Cérinal,  Apéailee^  pág.  T6,  despnes  de  hsber  tntado  larga- 
mente y  con  circnnsiancias  muy  particalarea  de  esta  prodigiosa 
cenqnista  en  el  cnerpo  de  la  obn  y  por  dus  capllales  enteros  qnd 
son  el  19  y  90  del  lib.  3.« 

(6)  Bn  8  de  él  libró  en  Valladolid  á  la  Chancillería  las  cédulas 
Impresas  en  ana  Orde»mua$,  llb.  8,  Ut.  4,  fol.  149  vnelto  y  180. 

i6)  Se  mantenía  aqaf  día  13  de  agoste.  Cédala  impreaa  por  8|h 
lazar,  Cea.  de  Ur.^  tom.  iv,  pág.  180.  ^ 


••  t' 


558  ÓfiÓNIQAS  DB  LOS  BEYES  DE  OASTÍLtJL 

y  Tohrió  de  ay  á  20  dias.  Miéroolee  á  14  de  noviem- 
bre tomó  é  Bidir,  y  voWió  á  Valladolid  á  17  de  di- 
ciembre. En  eete  dicho  mee  f  alleeció  Dofia  Maria 
de  Toledo,  mnger  de  Alonso  de  Fonaeca,  que  eetá 
sepultada  en  la  Mejorada,  y  Dofia  Aldonsa  de  Cas- 
tilla, mnger  de  Rodrigo  de  UUoa,  contador,  que  se 
enterró  en  el  convento  dé  mm^cu  de  San  Ildefon- 
so (1)  de  la  ciudad  de  Toro. 


Afio  151., 
Partió  el  Rey  de  líadríd  (5)  para  Sevilla,  á  7  de 


aKo  1510. 

Á  6  de  enero  se  tomó  la  ciudad  de  Bugía  en  Áfri- 
ca (2).  E  á  27  de  julio  se  tomó  á  Tripol  por  el  conde 
Pedro  Navarro  con  ejército  del  Bey  Católico  y  de 
su  hija  la  Reina  Dofia  Juana,  estando  el  Bey  Cató- 
lico en  Cortes  en  la  villa  de  Monzón,  que  es  el  reino 
de  Aragón :  y  el  Consejo  Real  quedó  por  goberna- 
dor, y  el  Infante  D.  Femando  y  el  cardenal  de  Es- 
pafia  D.  Fr.  Francisco  Ximenez,  araobispo  de  Tole- 
do. A  28  de  agosto  fué  muerto  y  desbaratado  en 
los  Gelves  D.  García  de  Toledo,  hijo  mayor  de  Don 
Fadrique,  duque  de  Alba.  Partió  el  Bey  para  Ara- 
gón por  abril,  lunes  de  Quasimodo,  y  tuvo  Cortee 
en  Monzón  hasta  fin  de  agosto  (3),  y  partió  de 
Monzón  é  1.*  de  septiembre,  y  el  dia  8  estuvo  en 
Zaragoza,  y  otro  dia  parto  de  ay,  y  fué  é  Madrid, 
y  dende  állf  en  fin  de  octubre  partió  para  Tordesi- 
llas  á  visitar  á  la  Beina  Dofia  Juana  su  hija,  á  don- 
de estuvo  veinte  dias.  E  allí  como  juez  arbitro  pro- 
nunció las  sentencias  entre  D.  Enrique  de  Guzman, 
duque  de  Medina  Sidonia,  y  el  oonde  de  Alba  de 
Aliste  sobre  el  estado  ó  casa  de  Medina  Sidonia, 
para  que  quedase  con  el  dicho  Duque,  y  él  diese  al 
dicho  Conde  ciertos  cuentos  de  maravedís.  Asimis- 
mo pronunció  allí  sentencia  entro  el  dicho  Duque 
y  D.  Francisco  Hernández  de  la  Cueva,  duque  de 
Alburquerque  sobre  la  villa  de  Ximena,  para  que 
quedase  por  el  dicho  duque  de  Medina  Sidonia,  y 
él  diese  ciertos  cuentos  de  maravedís  al  duque  de 
Alburquerque:  y  de  allí  (4)  volvió  á  Madrid,  donde 
estuvo  hasta  fin  del  afio.  Otro  dia  después  de  Boyes 
partió  para  Sevilla.  A  10  de  septiembre  en  Palencia 
murió  casi  súpito  D.  Juan  de  Castilla,  obispo  de 
Salamanca,  hijo  de  D.  Sancho  de  Castilla,  y  sucedió 
en  el  obispado  D.  Francisco  de  Bobadillo,  obispo 
de  Ciudad  Rodrigo,  hijo  del  marqués  do  Moya,  y  d 
do  Ciudad  Bodrígo  se  dio  á  Fr.  Francisco  Buiz, 

riado  del  cardenal  arzobispo  de  Toledo. 


(1)  No  es  de  aioQjas,  tino  de  frailes  dominieoe. 

(8)  El  dle  t  de  mano  eauba  el  Rey  en  Valladolid,  y  atll  libró 
la  cédala  Impresa  en  el  Fu»o  4ó  Viscúifg^  después  de  la  ley  8,  U- 
tolo  Si.  T  en  el  día  23  del  mismo  mes  de  mano  oslaba  so  Alteu 
•n  Madrid  donde  libró  i  la  CbanelUorla  de  Granada  la  cédala  In- 
serU  en  las  Ordtnmtuu  de  U  CkaMeiileriü  de  Yaiiadolid,  lib.  6, 
til.  8,  rol.  164  vuelto,  boy  llb.  7,  Ul.  1,  lib.  6,  Recop.»  donde  el  co- 
lector, slgolende  I  Otalora,  i.*  part.,  cap.  S,  ndm.  6,  la  enUeade 
bien  al  contrario  de  lo  que  ella  permite. 

(8)  Sefnn  esto  esté  emda  la  fecha  de  la  cédula  del  Rey  en  Hi- 
élenles (acaso  por  Monzón)  á  8  de  Julio  de  1510  en  las  OrdoumnúM 
de  to  CkúneUkrU  de  YélladaUd,  lib.  1,  tíL  i,  ndm.  56,  folio  Si 

Toello. 

(4)  De  donde  en  98  de  noviembre  libró  á  la  Cbancillería  de  Va- 
lladolid las  cédalas  Impresas  en  sos  úráenoMso»,  lib.  3,  ÜU  8,  nd- 
mero  12,  ful.  118,  y  lib.  8,  til.  1,  fol.  146. 


enero,  y  á  31  estando  en  Talayera  finó  D.  Pedro  de 
Silva,  comendador  de  Otos  en  Calatráva:  sucedió  su 
hermano  Don  Hernando  de  Silva  por  provisión  del 
Bey  como  Maestre;  y  llegó  é  Sevilla  en  el  mee  de 
hebrero,  adereaando  so  ejército  para  paaar  allende, 
lo  cual  todo  el  reino  le  estorbó  que  no  hiciese;  aun* 
que  se  dice  que  la  verdad  de  secreto  era  aparejar 
contra  el  Bey  de  Francia;  é  ansí  dicen  que  el  Bey 
de  Francia  decia  que  el  Sarracín  contra  quien  se 
aparejaba  el  Bey  Católico  su  hermano  era  contra 
él.  A  17  de  enero  murió  en  Madrid  Dofia  Beatría 
Hernández  de  Bobadilla,  marquesa  de  Moya;  é  An- 
drés de  Cabrera,  su  marido,  f  allesoió  en  este  afio  en 
Chinchón  á  4  de  octubre,  é  están  sepultados  en  Car- 
boneros, aldea  de  Moya,  en  un  monasterio  de  la  or- 
den de  Santo  Domingo,  que  fundó  D.  Juan  de  Cabre- 
ra, arcediano  de  Toledo  y  hermano  del  dicho  mar- 
qués. Estuvo  el  Bey  en  Sevilla  (6)  entendiendo  que 
el  Bey  de  Francia  no  oprimiese  al  Papa  Julio  é  á  la 
iglesia,  hasta  el  mee  de  junio  (7)  que  salió  á  tener 
el  San  Juan  en  Cantillana.  Este  afio  imbió  el  Bey  á 
la  mayor  parte  de  bu  ejército  que  tenia  para  pasar 
allende,  el  cual  embarcó  en  Málaga.  Fué  por  capi- 
tán general  Alonso  de  Carvajal,  hijo  de  Dia  Sanchos 
sefior  de  Jodar  y  Tovaruela,  y  por  ooronel  de  in- 
fantería Zamudio.  Vino  el  Bey  á  Burgos  por  agosto 
desde  Sevilla,  y  estuvo  allí  hasta  fin  del  afio  (8)  en- 
tendiendo do  estorbar  el  conciliábulo  que  el  Bey  de 
Francia  con  ciertos  Cardenales  hacia  en  Pisa,  aun- 
que salió  algunas  veces  á  caza  y  á  haber  placer. 

Airo  1612. 

Estuvo  el  Bey  en  Burgos  este  afio  hasta  él  mes 
de  agosto  (9),  que  partió  para  Logrofio,  é  tuvo  el 
dia  de  Nuestra  Sefiora  en  Santo  Domingo  de  la 
Calzada.  Estuvo  en  Logrofio  (10)  entendiendo  en  la 


(5)  En  Madrid  el  dta  anteaior  8  Hbrd  « la  «baneilleria  de  Valla- 
dolid la;c¿dola  impresa  en  sis  OrdeoMsoa,  llb.  5,  ÜC  8,  foL  168  y 
vnelio. 

Agaas  grandes  y  extraordinarias  en  Valladolid  en  mayo  de  este 
afio,  que  se  tomaron  por  tesilmonio,  saliendo  de  i  caballo  por  las 
calles  la  GbancIHerla. 

(6)  Donde  en  SO  de  mano  llbrd  la  cédala  impresa  ea  lu  Ord«- 
nauu  de  la  ChúMCiUeria  de  YéUadoUd,  llfr.  S,  Üt.  8,  fol.  158,  hoy 
lib.  6,  til.  1.*,  llb.  t  de  la  Reeop.,  declarando  que  laa  leyes  de  Toro 
se  eiUenden  I  los  casos  anteriores  &  ellas,  caando  en  paiticniar 
ellas  mlsmu  no  se  limitan  á  los  posteriores. 

O)  En  14  de  ese  mes  se  mantenía  en  SofiUa.  Coneerd,  MsH,,  fo- 
lio SSl  taelto. 

(8)  Es  tan  derla  esta  noticia  de  la  Tenida  del  Rey  I  Bdrfoa, 
qne  alU  d  8  de  seUembre  d  nombre  y  en  cabeu  de  la  Reina  Dofia 
Juana  sa  bija  libró  al  Sefiorfo  de  Vixcaya  la  cédala  Impreaa  ea  aa 
Faere.llb.  14,  ift.l.« 

(9)  A  31  de  enero  libró  allí  al  catadlo  de  Álcali  el  prifllegio  de 
confirmación  del  qne  Uene  del  Rey  D.  Sancbo  IV,  Impresa  en  laa 
Ordemañuude  U  CheneUterU  de  YeUedoUd,  llb.  5,  tlt.  8,  fot  163; 
y  en  ti  de  febrero  la  cédala  impresa  despaes,  fol.  KH  fuello.  En 
3  de  abril  en  cabeu  de  la  Reina  Dofia  Juana  su  bija  la  coufirma- 
clon  de  loa  Fueree  de  Yéteoffe^  Impresa  á  conUnuaclon  de  ellos. 

(10)  En  5  y  18  de  noYiembre  libró  allí  lu  dos  cartas  qne  Impri- 
me Pellicer  en  el  memorial  por  el  conde  de  iiiranda,  fol.  65,  lla- 
mando d  este  Sefior  para  que  aeadlese  i  senrirle  con  so  gente. 


t)ON  FBRNANDO 
loma  AA  rdno  de  N*T«m  por  autoridad  apostó- 
lioa;  porqae  el  Rey  D.  Juan  y  la  Beina  Dofia  Ca- 
talina, ga  mnger,  signieron  al  Rey  de  Francia  en  el 
Boisma  qae  oto  en  tiempo  del  Papa  Jolio,  é  siendo 
amonestados  los  dichos  Reyes  por  el  Papa,  qae  de- 
jasen de  seguir  los  scismátioos  6  se  juntasen  con  él 
é  con  la  Silla  Apostólica  dentro  de  ciertos  términos, 
los  cuales  pasados  daba  facultad  para  les  poder 
hacer  guerra,  y  exponía  las  peraonas  é  bienes  y  el 
dicho  reino  é  cualquier  Príncipe  cristiano  que  lo 
ocupase  y  ganase,  y  no  lo  quisieron  hacer,  creyen- 
do mas  á  Mr.  Doval,  tio  del  Rey  D.  Juan,  que  era 
imbiado  por  el  Rey  de  Francia,  que  al  Papa;  y  el 
Rey  Católico,  tio  de  la  Reina,  se  contestaba  que, 
para  que  el  Papa  fuese  seguro,  le  diese  tres  fortale- 
zas que  las  tuviesen  caballeros  navarros,  lo  cual 
nunca  quisieron  hacer  hasta  ser  privados  ellos  y 
sus  desoendientes  del  derecho  de  dicho  reino,  el 
cual  fué  oonsistorialmente  aplicado  al  dicho  Rey 
Católioo  é  á  sus  subcesores  en  las  coronas  de  Casti- 
lla é  León.  Y  después  vino  á  Burgos,  víspera  de 
Navidad,  y  partió  luego  á  Yalladolid.  En  Burgos 
lunes  de  hebrero  de  este  dicho  affo  á  las  nueve  horas 
del  dia  faUesoió  el  condestable  D.  Bemardino  Fer- 
nandez de  Velasco :  sucedió  su  hermano  D.  Ifiigo 
Fernandez  (1).  En  este  dicho  afio,  22  de  este  dicho 
mes  de  hebrero,  f  allesdó  D.  Juan  de  Silva,  conde 
de  Cifnentee,  Presidente  que  fué  del  Consejo.  En 
marzo  de  este  afio  f allesdó  en  Burgos  el  Infante  de 
Granada,  D,  Femando,  hermano  del  Rey  Chiquito 
de  Granada,  que  se  llamaba  Muley  Abdalla,  y  her- 
mano del  Infante  D.  Juan  de  Granada,  hijos  de  Alí 
Abul  Hacen,  Rey  de  Granada.  Este  Infante  Don 
Femando  tuvo  persona  valerosa,  y  casó  con  Dofia 
Mencía  de  la  Vega,  Sefiora  de  Tordehumos,  é  Guar- 
do, é  Castríllo,  hija  de  D.  Diego  de  Sandoval  é  Dofia 
Leonor  de  la  Vega.  Este  D.  Diego  de  Sandoval  era 
hermano  de  la  madre  de  D.  Pedro  Manrique,  pri- 
mer duque  de  Nájera,  y  hermano  del  conde  de  Cas- 
tro, D.  Hernando  de  Sandoval,  todos  hijos  de  Dia- 
Gomez  de  Sandoval,  primer  conde  de  Castro:  este 
D.  Diego  de  Sandoval  fué  ahogado  por  mal  ó  bien, 
afio  de  1496,  en  el  Pardo  de  Madrid;  é  así  la  hija 
Dofia  Mencía  de  la  Vega,  fué  muy  mala  muger  y 
fué  casada  muchas  veces;  la  primera  con  D.  Pe- 
dro de  Mendoza,  hijo  de  D.  Diego  Hurtado,  duque 
del  Infantado;  la  segunda* con  D.  Bemardino  de 
Quifionee,  conde  de  Luna,  él  oual  tuvo  grandes  de- 
safíos con  D.  Pedro  Alvarez  Osorio,  marqués  de 
Astorga,  diciendo  que  habia  tenido  que  hacer  con 
la  dicha  Dofia  Mencía;  ansí  dicen  que  fué  la  verdad; 
la  tercera  vez  oon  D.  Juan  de  Mendoza,  hijo  terce- 
ro del  cardenal  D.  Pedro  González  de  Mendoza;  y 
la  cuarta  con  este  Infante  D.  Femando  de  Granada, 
y  al  cabo  se  dice  que  el  dicho  Infante  murió  de 
enojos  que  de  ella  reedbió.  Y  el  Infante  D.  Juan 
de  Granada,  su  hermano,  casó  oon  Dofia  Beatriz  de 

(I)  Bs  eiijt  ciM  M  hallaba  d  Rey  boipedado  el  dia  %  de  aaye 
en  q«e  otorgó  sa  priaer  teatameDlo»  dando  en  él  las  dlsposielo- 
nes  acerca  de  la  anceaion  y  goblemo  de  loa  relnoa,  qae  podrán 
^erae  ea  Zulla,  llb,  10^  eap.  99»  tom,  tl 


i  D09A  ISABStfc  66d 

Sandoval,  hija  de  D.  Juan  de  Sandoval,  hijo  de  Don 
Diego  Gómez  de  Sandoval,  primer  conde  de  Oastro. 
La  batalla  de  Bavena  en  Italia  fué  domingo  de 
Pascua  de  Resurrección,  á  las  10  horas  del  dia  11  de 
abril  de  1512,  y  fué  en  ella  el  ejército  de  su  Alteza 
y  del  Papa  Julio  y  otros  sefiores  contra  el  Rey  de 
Francia,  la  cual  dicha  batalla  fué  muy  crael  y  du- 
dosa la  victoria,  porque  aunque  los  franceses  eran 
muchos  mam  en  número,  los  Infantes  espafioles  que- 
daron en  el  campo,  é  aUi  fué  muerto  por  ellos  el 
capitán  general  de  Francia  D.  Gh»ton  Mr.  de  Nar- 
bona,  Sefior  de  Fox,  hermano  de  la  Reina  Gkrmanai 
muger  segunda  del  Rey  Oatólico.  T  en  esta  batalla 
fueron  muertos  de  ambas  partes  muchos  capitanee 
y  personas  principales  en  número  de  mas  de  20.000 
hombres.  Viernes  á  7  de  mayo  de  este  afio  partió  do 
Burgos  la  Reina  de  Aragón  á  tener  Óórtes  en  Ara- 
gón. A  27  de  julio  murió  en  Roma  D.  Fr.  Juan  Pas- 
cual de  la  Orden  de  Santo  Domingo,  obispo  do  Bur- 
gos (2).  Sucedióle  Don  Juan  de  Fonseca,  obispo  de 
Falencia,  y  en  Falencia  D.  Juan  de  Velasco,  obispo 
de  Calahorra,  y  aquí  sucedió  D.  Juan  Castellanos 
de  Villalba,  hermano  del  coronel  Villalba.  A  12  de 
agosto  murió  en  Burgos  D.  Valeriano  Ordofiez  de 
Villaquirán,  obispo  de  Oviedo,  y  sucedióle  en  el 
obispado  D.  Diego  de  Muros,  que  era  obispo  da 
Mondofiedo  (3)  y  aquí  sucedió  D.  Diego  de  Villa- 
muriel,  presidente  de  Granada.  Miércoles  á  17  de 
noviembre  cercaron  los  franceses  á  San  Sebastian 
y  quemaron  á  Iran,  Iranzu,  y  Renteria  y  Emani,  y 
viemes  19  de  dicho  mee,  alzaron  el  oerco  y  se  fue- 


(i)  No  en  Y7  aiao  en  49  M  la  aiaerte  do  eato  unto  prelado, 
cono  consta  de  la  Insoripeion  de  aa  aepalcro  en  el  contento  de 
la  Mlnem  de  Roma,  y  del  apnntamlento  del  canónigo  Sedaño  en 
el  breviario  Bnrfense  de  sn  naso  en  eatoa  términos:  ¡haiéeiSe- 
Í0f  okitpo  D,  Puetuii  e»  Rmm  4  XIX  ie  JuUó,  d$  cai^iAn'ct,  ym- 
iú  ai  oradUo:  eiUerr4renío  m  Is  Wnena,  eaté  de  «n  érde»,  BieU- 
nmU  kMraM  en  B^go$,  domiMfó  XII  ie  octubre  ie  e$ie  añe  MDXIt, 
— norez,  EspaU  Sagreia,  tom.  xxti,  pág.  4U.  Sa  elogio  se  podrd 
▼er  allí  en  la  Inscrlpefon  romana  que  copla,  como  también  en  el 
SIcnlo,  llb.  t4,  fol.  teo,  7  Fr.  Francisco  de  Vargaa  en  el  Apéniiee. 
—En  cnanto  I  sn  soccsor,  el  Sefior  Sedaño,  proalgne  aal :  Tom^ 
Is  pütaUm  iei  eUspudo  ie  Búr$oi  D.  Jum  Rodrigues  ie  Fonteca, 
ehitpo  quefkéie  PaieucU,  viemes  á  lee  Vil  ieepuee  ie  meiie  iiu, 
día  de  SoM  Glnet  XXV  de  ageeto,  g  lomóla  euprotiter per  él.  Vine  é 
Bérgoi  eltpera  de  San  Andrée  de  eele  año  UBXIUt,  qne  es  el  mis- 
mo en  qoe  esto  canónigo  lo  escribía,  y  no  pnede  darse  m^or  tes. 
tigo.  Florez  allí  pig.  416  donde  n  poniendo  las  demás  memorias 
de  este  prelado  con  olTldo  entre  otras  de  laa  qne  pudiera  haber 
tomado  de  laa  epístolas  de  Bembo,  llb.  i6,  epla.  9;  del  P.  Sigflen- 
aa,  en  la  Bielieria  de  la  ReHglún  de  San  Geránimo,  5.'  part,  lib.  t, 
cap.  37,  p4g.  414,  y  de  NebrÚa,  sn  ayo  y  maestro,  qne  cnando  era 
obispo  de  Badajoz  le  dedicó  sn  rara  obra  poética  De  Yaftre  dieü» 
pkUotopkarvm. 

(3)  De  quien  habló  sobre  el  afio  1492,  llamdndole  sobrino  del 
otro  I).  Fr.  Diego  do  Mnroa,  mercenario,  obispo  de  Tny  y  Ciudad- 
Rodrigo,  cuya  mnerte  sefiala  allí  en  aquel  affo,  aunque  fué  en  el 
anterior  91  á  9  de  diciembre  como  en  aquel  lugar  apunté.  E^tra- 
fio  que  el  P.  M.  Risco  no  hubiese  tenido  presente  oste  testimonio 
del  Sefior  Galindes  tan  perspicuo  y  dUI  para  la  distinción  de  loa 
oblapoa  Muros  de  un  mismo  nombre,  cuando  la  trata  y  aclara  fe- 
lizmente en  el  tom.  xzxu,  pég.  89  á  101.  También  fué  mucho  se 
le  hubiese  escapado  la  earU  5.',  llb.  i6,  del  Bembo  (edlt  de  León 
1540)  qne  le  escribió  el  Papa  León  X  en  W  de  diciembre  de  1517, 
conatando  por  ella  que  á  la  aazon  retenía  aun  el  areedianato  de 
Gamona  de  la  unta  iglesia  de  ScvUU,  Juntamente  con  la  dignl< 
dad  episcopal. 


CBúmCAB  DS  LOe  ftlTK  DK  OáSIlLLA. 


•Di  D.  Jasa  de  Anfon,  nieto  tal- 
tardo  del  Bejr  Otfálieo,  fae  flia  á  FlaadM  y  Don 
Jaaa  de  Leaan  qae  Bevata  eoodígo;  y  epioTecha- 
roa  madio  pera  qae  ee  elseae  aqael  oeno.  Deipoee 
deirto  Tinieron  d  Bey  D.  Jaaa  de  Lebrit  y  el  Dellla 
de  Franela  oon  grande  cjérato  á  reeolnar  él  reino 
de  Harena»  qae  d  ejército  del  Bey  Onlólieo  había 
teínado^  yeiido  por  capitán  el  daqae  de  Alta,  Don 
Fadriqae  de  Toledo,  y  en  Bonoeerallei  viniendo  el 
dicta  ejército  de  Francia  y  el  Bey  D.  Jaan  mataroa 
i  Alonao  de  Cbrraíal,  nalaral  de  Zamora^  onñtan 
qae  era  de  la  infinterfa  del  Bey  GatMico  y  anñ- 
mlaaio  mataron  á  Valdéi,  qae  era  cnatan  de  la 
gnardia  del  Bey  Católico  en  d  Baigaete.  Martea  30 
de  noriembre,  taycron  loe  franoeeee  del  Beal  de 
Pamplona,  y  el  eábado  antee,  qae  faeron  27  de  di- 
dio  mee,  la  eomtatíeron  mny  recio,  eetando  dentro 
por  capitán  general  el  didio  daqae  de  Abra,  á  qaien 
ee  bebían  dado  piimeio  loe  de  Paaqplona,  é  marieroa 
de  loe  naeetroe  may  poeoa,  y  de  loe  enemigoe  mu- 
dioe;  é  anal  ae  acogieron  á  Franda,  y  loa  naeetroe 
lee  tomaron  la  artíllefia,  ad  por  eegnimiento  de  al- 
ganoe  de  loe  nneetroi^  como  por  la  fragoddad  de 
la  tierra  y  aierrae  y  e^ereaee  de  loe  caminoe  é  fd- 
ta  de  mantenimiento;  y  m  cree  qae  d  d  Bey  nnee 
tro  Sefior  no  bnbiera  piedad  de  elloe,  «— t<i>iiAft 
pro>Teer  qae  no  loa  eignicien,  gran  námero  de  eUoe 
ae  perdieran  y  mnrieran.  Partió  d  Bey  de  Logrofio 
y  ae  fué  á  Bárgoe  é  á  Valladolid,  y  allí  ae  eetaro 
beata  en  fin  dd  dicta  alio.  Sn  cato  mea  do  noriem- 
bre  en  Logrofio  foé  preeo  D.  Femando  de  Aragón, 
daqae  de  Odabria,  bijo  dd  Bey  Federico  de  Nápo- 
lea^  por  derto  trato  qae  dicen  tiaia  con  Lola  Bey 
de  Franda,  y  faé  deaonartisado  Felipe  Gopala,  y 
el  Doqoe  eatoro  preao  en  Játíira  baaU  d  afio  1523 
qae  8.  IL  por  d  mea  de  mayo  lo  mandó  aoltar,  y  lo 
rádojo  á  aa  gracia.  En  eato  afio,  en  fin  de  él,  ae  dio 
el  obiapadode  Sigflenaa  á  D.  Fadriqae  de  Portogal, 
dñapo  de  Segovia,  por  príiracion  de  D.  Bemardino 
de  Cbrrajal,  caidend  de  Santo  Oras,  diciendo  qae 
habla  aagmdo  d  Bey  de  Franda  en  aa  adama,  ao- 
bre  lo  cnd  paaaron  mochae  coaaa,  y  en  fin  el  dicta 
cardenal  faé  redncido  y  ae  le  dio  reoompenaa  por 
lo  qae  tabia  perdido;  porqne  á  la  Tardad  d  ae  per- 
dió por  aegoir  á  8.  IL  dd  Emperador,  dendo  Prin- 
dpe  maa  de  lo  qae  d  Oatólioo  qoidera  (1).  Y  d 
obiq>ado  de  BegoTÍa  ae  le  dio  á  D.  Diego  de  Bivera 
obispo  de  líallorca,  y  eato  ae  dio  á  D.  Bodrigo  de 
Heroado,  abad  de  Santo  ICarta.  Eato  afio  enTÍaba  el 


(i)  rUm  cfttf  caasM  tos  áMcakrt  Mea  Zulto  (4«*  n^f 
McrtkM  ea  to^  mb  Idégnfo)  ea  la  blftorla  4«  uu  Mtflcicifl- 
«•  7  4eUet<a  aey,  Ub.  6,  cap.  17;  ftn  le  bkierM  Ivego  lat 
•■Isitéei  7  d  cardeaai  falTÍ4  &  si  fñda.  La»  oactoa  qaa  paaan» 
pare  esi«  aatia  el  Papa  Leoa  X,  d  Enperaéor  MaiiBlUaao  y 
Mturú  %er  D.  Paraaado  el  Caléllc«,  ae  paedea  ver  por  lu  carUa 
éel  prinero  *  lea  dea  ea  15  ie  fabrere  4e  1514  ea  la  CaiMdM  éei 
Bméo.  Bpltl.  14, 15  y  16,  Ub.  1,  die.  4e  León,  1540.  Bl  ear4e- 
aal  ba  ateo  aae  4e  loa  máa  gnadea  faroaea  de  Espala  7  de  loa 
espafloles  qae  naa  (al  es  poalble)  baa  Uaatrado  la  pdrpon :  aablo, 
dodo  7  bonbre  do  Batodo.  Sa  aafaddad  7  sa  doeaeaeU  ea  \u 
oraalones  na  kaa  qodado  sa7aa  ae  podrt  ter  en  el  SIealo,  libro 
H  fd.  t54|  y  0.  NUolts  AaioBlo,  Bikk^A,  IVer .,  lan«  f,  ptf .  IdS. 


i  itápdaa 
qaa  ao 


Bey  Oalólioo  d  Gran 
y  daqmea  eatándoae 

alolfilfiw 

Bde  afio  d  Bey  Obtdico  faé  á  Tiaitar  á  U  Beiaa 
Dofta  Jaana  á  Tordeaíllae  por  enera.  Ba  28  de  eato 
mee  marió  D.  Bnriqaa  de  Gaamen  (3) ,  daqne  de 
Medina-flUbnIa ;  aacedió  en  aa  btodo  D.  Alonao 
Pena  de  QnsBaan  en  hermano ,  qae  caaó  ea  Plaaan 
da  con  Dofta  Ana  de  Aragón,  nieto  dd  Bey  Oatóli- 
co,  hija  de  D.  Alonao  de  Aragón,  anofaiapo  de  Za- 
ragoaa,  hijo  baatardo  de  didm  Bey,  y  ae  cdebró  d 
raaamiaiito  en  la  dadad  de  Plaeancia  en  dlcíembra 
de  eato  didio  afio  (4).  Por  hebraro  toItíó  d  Bey  de 
Tordeaíllae  á  YaBadolid,  y  de  am  faé  á  Medhaa  dd 
Oampoy  álaMajorada,yanid  diapaeato,y  fnéá 
ydkdoHd  (6X  ádoade  recibió  lee  ambajadorae  de 
IVanda,  y  oro  fieatoe  por  d  anea  de  agoeto  (€).  Eá 
eato  afio  por  d  mee  de  marao  adoleació  d  B^  Ca- 
tólico en  Medina  del  Campo  TÍniendo  de  Oarrioncí- 
Uo  (7),  tierra  de  Medina  dd  Oampo^  qae  ae  habia 
Ido  á  holgar  con  la  Beína  Ckrmana  en  magei^  de 
nnpotage&ioqaelebiaodar  la  dicha  Beina,  por- 
qne le  hicieron  entender  qae  ae  baria  praftada  hi^ 
go  (8); alo  codee  haDó  Dofia María  do  Velaeco, 
nuger  de  Jaan  Vdaaqaea  de  OaaOar,  de  la  cod  en- 
fermedad d  cabo  OTO  de  morir  d  dicho  Bey  Cató- 
lico. Partió  aa  Alteaa  de  Valladolid  para  MadrU  d 
mea  de  eeptieaibre  dA  dicho  afio  (9),  é  allí  Tino 
Mercario  de  Gatinara  por  parto  dd  Bmparador  Ma- 


(t)  Por  ao  d  qaé  aoepcctaaa  dd  eaTOoao  a^  Caidtteo,  fae  pa- 
eaa  crc7eroa  biea  faadadaa,  eoaira  d  hdno  fae  le  kaMi  heeto  A 
41  coa  aaa  eeroaa  afta.  Zarila ,  Ub.  10^  cap.  la. 

P)  Ba  Osaaa  doade  qnedd  ealemda ,  y  lida  ea  ranpaaia  da 
aa  caaado  D.  Pedro  Glroa,  aurldo  de  aa  bofauaa  Dala  Mcvla 
de  Gasnaa,  á  cayo  tftalo  preieadld  pretelrso  7  ocapar  aaa  cala- 
dea  coa  vldeada  7  por  las  aniu ,  cobo  adetaaio  aa  fart  laifap 
4aa  bennaao  7  sacesor  lofttlao  O.  Aioaao  Pereí  do  Gaasaa, 
feo  ea  efecto  aaaoe  en  caeatioa  eoa  41 7  coa  deita  iacapocidad 
■atan! ,  faé  daqao  do  Mediao-Sidoala  por  la  baeaa  latdiacacla 
do  aa  Budre  Doaa  Leoaor  de  Xdllfa ,  gobcfaedoia  de  aa  penoaa 
7  caaa.  Xdlln*  ptf .  401»  col.  t;  ZarUa.  Ub.  10.  cap.  54,  loa.  n. 

(4)  A  priadploa  de  dldeabre  ealaado  aBí  d  a^:  pero  no  de 
eato  aao  15  aiao  dd  15,  aofaa  Zarita,  Ub.  10,  cap.  ti,  tan.  n. 
El  trato  al  de  la  boda  babla  ddo  ea  d  alo  da  15.  ZailL  Ub.  la^ 
cap.  79. 

(5)  Doade  ea  ti  de  «070  7I  dojaalo  Ubre  4  la  OMadUoifa  lu 
cédalaa  Impreaaa  ea  aaa  OntaMaeot,  Ub.  1,  OL 1,  adn .  51,  fo- 
Ue  41  TOdlo,  7  Ub.  5,  tft  5,  JU.  150. 

ifil  Ba  CB70  BMC  marld  a^al  O.  Aloaao  de  Araaoa,  dafao  da 
YUlaheniosa,  qne  fa4  Uevado  4  eaterrar  d  BMaaaterio  do  PoMo» 
la.  T  ea  56  dd  propio  Boa  Barld  taablen  aa  benaaao  D.  Aloaaa 
do  Arafoa,  totea  oblapo  de  Tortoea  7  abora  afioUapo  do  Tiira- 
fona,  de  <ine  babla  toaudo  poaedoa  ea  15  de  Jatto  aateeadeato. 
Znrlta,  Ub.  10,  cap.  55  al  da,  loa.  ti. 

(7)  Donde  babla  nadde  d  ae7  D.  lean  II  de  Arafoa  aa  podra, 
7  tóala  d  caladero  d  Rey  D.  Peraaado  aa  abado,  deado  laCiata 
de  CaattUa  7  Selor  de  Hedlaa. 

(8)  Lo  fue  día  Bacbo  deaeaba  7  ao  neaoa  d  807,  por  la  poca 
afldon  qae  7a  Boatraba  4  la  aaeealoa  de  la  caaa  de  Aaatrla,  cono 
adade  Pedro  I14rtir  7  con  41  Zarita,  libr.  10,  cap.  65^  toB.  n. 

(9)  Dice  blea;  poea  on  15  7  tt  de  agoato  aaa  perauaeda  ea 
YalladoUd,  donde  libré  dlcbo  dia  ti  al  Coaaejo  de  la  Heaia  la 
priBMra  aobrocarta  iBpreaa  en  lea  Orééamtu  ie  la  G4ead/JMo 
ác  féilMéaUi,  Ub.  5.  tlt.  8,  fd.  180,  7  4  la  Cbandtteria  do  Grana- 
da la  cédda  de  dlcbo  día  15,  bapreaa  «a  el  m¡Um  Ubre,  fd,  lOlf 


DON  FBBNANDO 

ximiliano,  entre  el  otial  y  el  Bey  Caiólioo  ee  bizo 
cierto  juramento  sobra  la  gobernación  de  Eepafta, 
qoe  tenia  el  Bey  Oatólloo,  y  allí  en  Madrid  estuvo 
hasta  en  fin  de  dicho  afio  (1). 

aSo  1514. 

Partió  el  Bey  Oatólioo  de  Madrid  y  vino  A  8ego- 
Tia,  y  estnyo  su  Alteaa  en  Segoviai  y  de  allí  partió, 
y  vino  á  Valladolid,  y  de  áhi  A  Medina  del  Campo, 
y  de  abi  fné  A  casa  bAoia  León,  donde  se  alegró  de 
la  enfermedad ;  y  de  allí  volvió  A  Valladolid  (2),  y 
de  Valladolid  fné  A  Medina  del  Campo ,  donde  se 
sintió  malo,  y  de  allí  partió  A  la  Mejorada,  A  donde 
se  acrescentó  sn  indisposición,  por  la  Semana  Santa 
y  Pasona  de  Beanrreccion. 

Alfo  1515. 

Partió  la  Beina  Germana  (3)  de  la  M^orada  (4) 
A  tener  Cortes  en  Aragón :  fuó  el  Bey  Católico  con 
ella  hasta  Aranda,  por  el  mes  de  abril  de  este  dicho 
afio.  De  allí  partió  el  Bey  para  Burgos  viernes  A  8 
de  mayo  de  este  dicho  afio,  donde  tnvo  Cortes  (5): 
allí  se  otorgó  servicio  de  150  cuentos,  é  se  incorpo- 
ró el  reino  de  Navarra  por  Cortes  en  la  corona  Beal 
de  Castilla  y  Leen  (6).  En  una  noche  A  27  de  junio 
estuvo  tan  malo  que  pensaron  que  no  llegAre  A  la 
mafiana,  y  fué  sentido  por  los  monteros  de  la  guar- 
da, que  le  tomaron.  Partió  su  Alteaa  de  Burgos 
pare  Anuda  viernes  20  de  julio  de  este  afio  (7)  A 
donde  mandó  prender  (8)  A  lAicer  Antonio  Agustín, 
eu  Vice-Canciller  de  Aragón,  que  venia  de  las  Cór- 


(1)  T  maf ,  pnei  m  í%  da  febrero  del  elfuleate  ífSii ,  todiTlt 
liad  en  lUdrld  U  cédala  para  It  GbaDeilleria  de  Valladolid  Im- 
preaa  en  ana  OrisMmutt,  Itb.  i,  til.  6,  ndm.  19,  fol.  5i  vaelto. 

(f)  Donde  en  2  de  aetlcmbre  Itbrd  al  Conejo  de  la  Meata  la 
•efnnda  aobrecarta  Impreaa  en  laa  Oráinmuui  de  la  Gbanellleria 
de  aquella  eindad,  11b.  5,  Ut  8,  M.  i80  Taello. 

(S)  La  Seflora  Reina  Dofia  Jnana  eataba  en  Medina  del  Caaipo 
eate  afio  d  16  de  febrero,  con  enya  feeha  libró  allf  i  la  elodad  de 
Soria  la  cédala  Inpreaa  en  laa  OrdMOfuet  d«  la  CUndUerU  da 
TatUdpUi,  Ub.  B,  til.  8,  fol.  113  tnolto.  T  en  tt  de  mane  per- 
maneciendo alif  dirigió  i  la  aiUma  Cbandllerla  loa  eapitnioa  re- 
anltanlea  de  la  ilaita  qne  en  ella  bizo  D.  Joan  de  Tatera,  oblapo 
de  Gindad-Rodrlgo  j  de  as  Consejo  allí,  fol.  Sil  d  tl4. 

<4)  Eb  enyo  Bonaalerlo  aaialló  el  Rey  i  los  oleloa  de  Semana 
Santa,  y  de  allí  ae  fné  mny  debiliUde  y  doliente  á  la  Tilla  de  Ol- 
medo, de  donde  aalla  d  Venioallla  an  aldea  d  la  casa  de  elenos. 
Bn  Olmedo  d  1)  de  abril  deapaehó  orden  &  loa  aragoneaea  para 
Jmtarae  d  Cortea  en  Calataynd  i  It  de  naya.  T  Inego  en  el  mía- 
me mea  partió  la  Reina  d  eelebrarlaa  y  el  Rey  en  an  eompaftia 

basta  Aranda.  Bn  Aranda  ae  le  agravó  al  Rey. T 

estando  mny  Indlapoesto  en  laa  caaes  de  D.  Juan  de  Acafia  d  18 
de  abril  otorgó  an  segando  testamento  en  la  forma  f  ne  maestra 
Zurita,  Ub.  10,  cap.  91  y  09,  tom.  ti.  Del  cnal  si  algnna  noticia  tn- 
vo no  bace  memoria  aqni  nnestro  Carbajal. 

(8)  T  en  18  de  él  libró  eédnla  é  la  Chancilleria  de  Valladolid 
aprobando  el  nombramiento  de  loa'30  procaradorea  de  caneas  de 
aatlafaeeion,  fnó  babla  nmndado  proponerie.  Oréetuaugi,  lib.1, 
tit  8,  ndm.  8,  fol.  66.  T  por  la  del  día  31  allí,  tit.  4,  ndm.  89,  fo- 
lio 18  Tnelto,  irmó  el  Regiamente  de  Receptorea. 

(6)  Vid.  Vlicay.  en  el  libro  de  la  iVe/nra/aae  dehiieSm  /wm 
éiPiéás  Puerto,  donde  pone  el  prlrilegio  ó  acta. 

(1)  Coa  enya  feeha  en  el  mismo  día  en  Bürgoa  libró  i  la  ciudad 
de  Valladolid  la  cédula  dada  dniea  d  Soria,  extendiendo  i  afuella 
eindad  la  prorldenela  dada  para  eata,  que  sobre  plelloe  de  pala- 
bru,  eoneilldBdoae  laa  partes,  bo  procedan  loa  Jneeea. 
(8)  Bb  la  Bocbe  del  13  de  agosto.  Zorita.  10«  9k 

Or-IIL 


É  D09a  ISABEL.     '  ^1 

tes  de  Aragón  de  Honaon  (9),  é  aunque  le  dieron 
otro  color,  yerdad  fué  que  lo  mandó  prender  porque 
requirió  de  amores  é  la  Beina  Germana  (10),  j  estu-' 
YO  preso  en  Simancas  mucho  tiempo,  hasta  que  con 
fianaas  le  hiso  soltar  el  cardenal  D.  Fr.  Francisco 
timonea  en  el  tiempo  de  su  gobernación  (11).  Partió 
su  Alteaa  de  Aranda  para  SegoTia  y  llegó  lunes  27 
de  agosto^de  este  afio:  pasó  en  el  monasterio  de 
Santa  Orna  de  la  orden  de  los  predicadores,  á  donde 
estuYO  asas  malo ,  é  aunque  le  fué  dicho  que  no  se 
partiese,  no  se  pudo  acabar  con  él.  Partió  su  Alteaa 
de  Segovia  á  lo  de  las  Oórtes  de  Aragón ,  que  no 
eran  acabadas,  sábado  16  de  setiembre  (12)  y  estuYo 
en  Oalatayud  y  quedó  el  Consejo  en  SegOYia.  Tor* 
nó  el  Bey  desde  Oalatayud,  y  entró  en  Madrid  pos- 
trero de  octubre,  y  partió  de  Madrid  para  Piasen* 
cia»  estando  ya  muy  mal  dispuesto,  miércoles  12  de 
noYiembre  de  este  dicho  afio:  llegó  é  Plasénda  yís- 
pera  de  San  Andrés,  donde  fué  honradamente  res- 
cibido,  porque  después  que  redujo  aquella  ciudad  á 
la  corona  Beal,  nimca  en  ella  habla  entrado :  posó 
en  la  f  ortaleaa.  E  allí  YÍno  nueya  que  era  f  allescido 
D.  Gutierre  de  Padilla,  Comendador  mayor  de  Cala- 
traYa  en  Almagro,  y  dioese  que  si  Ycnoiera  de  dias 
al  B^  Católico,  que  tomaría  el  maestrazgo  deOa- 
latraYa,  porque  tenia  esperanza  de  ser  elegido.  A  2 
de  diciembre  murió  en  Granada  Gonzalo  Hernán- 
dez de  Córdoba,  Gran  Capitán,  duque  de  Sesa  y  de 
TerranoYa  (18) ,  el  cual  ansimismo  afirman  que  si 
mas  YiYiera  que  el  Bey  Católico ,  que  ocuparía  el 
maestrazgo  de  Santiago ,  porque  dicen  que  tenia 
bulas  apostólicas ;  pero  8.  M.  oyó  otra  bula  en  el 
mismo  mes  por  medio  del  cardenal  Santa  Cruz  para 
poder  tener  todos  sus  maestrazgos  como  loa  hablan 
tenido  sus  abueloa. 

Alio  1616. 

Partió  su  Alteza  á  27  de  diciembre  del  afio  pasa- 
do de  Plasénda,  y  fué  á  Trujtllo  á  donde  tuYO  los 
Beyes  de  este  afio ,  y  de  allí  fué  al  lugar  de  Alber- 
tura»  é  á  otroa  lugares,  é  fué  é  Madrígalejo,  donde 


(9)  No,  sino  de  Calataynd.  Zurita,  ibideai. 

(10)  «CoM  (diee  Zurita,  Ub.  10,  cap.  93)  de  ainy  gran  liriandad  é 
«Indigna  de  creerse,  j  aun  de  escribirse»;  puesto  que  el  éedor 
Cérkitftl  no  la  calla  en  ana  dnelat,  antas  lo  qoe  es  de  mararillar. 
de  eafar  tm  p'me,  la  afirma  por  Tardadora  y  eon  tal  aegnridad 
f  ue  no  deja  raion  de  dudar  que  él  llegó  i  saber  lo  cierto. 

(11)  Deapuea  de  ta  muerta  del  Rey.  T  bebiendo  pando  d  Flan* 
des  en  seguimiento  de  su  causa,  el  Rey  D.  GArios,  auceaor,  le  dié 
por  libre  en  Bmaelu  d  83  de  aetlembro  del  afio  1617.  Zurit,  Ibld.» 
cap.  99  al  fin.  T  el  mlamo  D.  Gérioa  en  Valtadolld  d  14  do  diciem- 
bre de  dicho  afio  le  biso  merced  del  oficio  de  au  abogado  Fiscal 
y  patrimonial  de  Aragón.  Oormer.  al  fin  de  ana  Mnalff,  en  las  adi- 
ciones y  correcciones,  foL  1  fuelto.  Todo  es  poco  para  celebrar 
dlgnamenta  al  padre  de  tan  gran  hijo  como  D.  Aatanlo  Agnatln. 

(It)  El  día  antarior  14  libré  d  Vlscaya  la  cédula  que,  inaertaa 
otraa  seta  anteriorea,  ae  imprime  en  loa  Fn^rot  deapuea  de  la  L  8, 
tit.  SI 

(19)  Jamda  ae  babrd  vtato  panteón  de  héroe  mea  adornado  de 
trofeoa;  una  corona  que  ganéá  la  de  Castilla  y  Aragoa,  ydoa- 
elentoa  eatandartea  d  ana  eaemlgos.  fimai  anim  pJarOna  airMi- 
hapTmiiUm,  keiUeitque im  nhu  ehriúrm  hmbtm  c/otOMlra 
uúñ  dedal;  §tfu  kmii  acta  es  tíimí^  peremam  éwúrumque  noHn- 
nm  mUU9  kahiérhu,  mereció  qne  dUese  de  él  el  i>apa  Leen  1^ 
aun  cuaado  vivía.  EptaU  87»  Ub.  10  del  Bembo. 

8« 


5M 


0BÓNIQA8  DI  LOS  BETIÍS  DI  OASIILLA. 


nuestro  Bofior  le  llert  de  esta  preienia  yida  miéroo- 
lea  entro  nna  j  dos  de  la  maftana  á  23  de  enero 
de  1616  alloa.  Dejó  por  en  nnivenal  heredero  de 
todas  sas  coronas  y  estados  á  la  Boina  Dofia  Jaana 
BQhija,  jpor  nnirersal  Gobernador  al  Prinolpe 
D.  Oárlos  sa  nieto,  y  en  sa  ansenoia  en  estos  roinos  ^ 
de  Castilla  y  de  León  al  cardenal  do  Bspafta;  y  en 
los  reinos  de  Aragón  y  sus  ooronas  al  arsobispo  de 
Zaragosa,  so  hijo  bastardo.  Porque  los  que  este 
Memorial  leyeren  sepan  onmplidamente  los  heohos 
como  pasaron,  sepresapone  qne  el  Bey  Oatólioo  es- 
tando en  Burgos  pooo  antes  qne  f  allesoiese,  Tiénde- 
se mny  enfermo  de  la  enfermedad  .de  qne  murió, 
hilo  testamento ;  en  el  cual  entro  otras  cosas,  dejó 
por  (Gobernador  de  estos  reinos  al  Infante  D.  Fer- 
nando, su  nieto,  que  él  queria  mucho,  é  tenia  to- 
luntad  que  tuviese  los  tres  maestrasgos  después  de 
sus  dias,  porque  nunca  croyó  que  el  Principe  D.  Car- 
os viniera  en  estos  reinos  á  los  regir  y  goberosTi 
estando  ausente  de  ellos,  como  á  la  saaon  estaba, 
porqne  siendo  aquellos  por  quien  se  rogia,  no  na- 
turales de  ellos,  tenia  por  cierto  que  no  le  aconse- 
jarian  que  los  viniese  é  regir,  ni  él  siendo  criado  en 
aquellas  partes  á  otras  costumbres  y  manera,  lo 
querria  hacer ,  en  especial  no  teniendo  noticia  de 
ellos ;  porque  con  dificultad  se  muda  la  costumbre 
en  que  los  hombres  se  crian ,  y  fácilmente  se  tiene 
eopoco  lo  que  jamás  se  eonosció  ni  supo. 

CAPITULO  L 

De  lo  qta  paiá  áMptet  qse  al  Rey  CatállM  partió  4a  PUsasalt  y 
M  i  Ibárifalaja,  y  da  lo  «oa  tUI  sacaáió. 

Después  que  el  Bey  partió  de  Burgos  fué  á  Ara- 
gón por  lo  de  las  Cortes  que  allí  tenían,  é  no  pasó 
deCalatayud,  á  donde  negociadas  algunas  cosas 
dejó  allí  en  bu  lugar  á  la  Beina  Gkrmana  su  muger 
é  habilitada.  De  alli  tomó  á  Oastüla,  y  llegando  á 
Madrid,  á  donde  estuvo  poco,  tomó  el  camino  de 
Plasenda  (1)  por  el  campo  de  Arafiuelo,  y  en  la 
Serena  tuvo  la  fiesta  de  Navidad ;  y  estando  allí  lle- 
gó el  embajador  del  Príncipe  y  de  sus  gobernado- 
res, D.  Adriano  deán  de  Lobayna,  su  maestro,  que 
después  fué  Pontífice,  á  tratar  con  el  Bey  Católico 
algunas  cosas  concernientes  á  la  gobernación  de  los 
xeinos  é  al  bien  de  la  aceptación  de  ellos ,  segon  que 


(i)  A  ioBdo  llafé  an  Sn  la  noflasibra  toa  deMlItaáo  y  doUaita, 
qaa  sa  aatandld  ao  podrta  iMt  machos  dias.  Sfai  anbarf  o,  la  ra- 
elbiaroa  aoi  gnadas  flasUs  los  plaeantiaos  par  sar  la  prlaart 
vei  qaa  taalaa  al  gniú  da  var  &  so  Rar»  daspsaa  qaa  habla  Mea- 
do aqaalla  eiadad  del  doBlnio  del  doqna  da  Bajar  y  la  habla  ra- 
Incorporado  á  la  corona.  Al  prtaclplo  dal  Ugalaata  maa  da  di- 
elanbra  hito  ealabrar  allí  la  boda  da  av  aiata  Dota  Aaa  do  Ara- 
gou  coa  al  aaafo  daqnc  do  Modina  Sldoala  D.  Alonao  Poras  da 
Gnsmaa,  aa  madlo  da  sa  dameacla  é  laaptllod;  aoyo  aasamlaata 
ha  paasio  mal  aaesiro  Galladas  arriba  aa  al  afta  161S.  Ba  al  dia 
11  sa  hallabaa  aa  la  Abadía,  losar  y  cua  da  racrao  da  s«  asUma- 
do  daqoo  do  Alba,  qaa  proenrd  dlforiirla  I  la  casa  da  alanoa,  da 
qaa  abnadaba  kqaal  bosqno.  T  alU  aa  asa  día  Joro  por  sí  y  á  aosi- 
bro  do  sa  hija  y  sncosora  la  coacordla  ooa  laglatarra,  prasaataa 
lasa  Rafo,  obispo  de  Cosoasa,  y  mleor  Galoaso»  aandos  dal 
Papa,  D.  Baraardo  da  Rojas,  marqiéa  do  Doala,  y  D.  Faraasda  da 
Toledo,  Gomondador  mayor  do  Looa.  Sarita ,  Ub.  i(^  eap»  SS,  to- 
no llt 


él  mostroba  ;  aunque  á  la  verdad  reída  alo  que  d* 
yuso  se  dirá,  como  pansoló,  fallesoido  el  Bey  Cató- 
lico,porlos  poderes  qne  traía  el  dicho  Dean  (2) ;  y 
entro  otras  cosas  que  se  asentaron  alU,  otorgó  que 
Mondur  de  Xeures,  camarero  mayor  del  Principe, 
que  habia  sido  en  le  embiar,  porque  tenia  mas  parte 
en  el  Principe  que  no  otro,  no  entendiese  en  la  go* 
beroadon ;  ni  otro  fuese  su  camanro,  como  lo  ero; 
lo  cual  aunque  á  Xeures  no  plugo,  y  después  por 
ellos  trató  mal  al  dicho  Adriano ;  pero  á  todos  pa* 
resdó  que  aunque  no  se  debiese  deoumplir,  que  ha- 
bría hecho  lo  que  al  Principe  convenia,  según  que 
sdelante  se  dhrA  Asimesmo  porque  en  Flándes  se 
sabia  de  la  indisposición  del  Bey  fué  embiado  él 
dicho  embajador,  paro  que  avisase  de  todo  lo  que 
pasase  desecroto  y  tratase,  oomo  es  dicho,  y  esto 
era  lo  publicó,  y  para  en  caso  qne  el  Bey  f  allesoie- 
se,  tomase  la  posedon  de  los  roinos  por  el  Prindpe ; 
paro  lo  cual  y  para  todas  las  cosas  de  la  gobema* 
cien  trda  seorotamente  poderes  bastantes.  Bl  Bey 
partió  de  PUsenda  y  vino  á  Zaroyaejo  por  la  puen- 
te del  Cardenal  en  andas,  y  de  alli,  con  asai  padón 
y  dolor,  otro  ^a  sin  mas  detenerse  partió  y  fué  á  la 
Bentura,  á  donde  estuvo  dnco  ó  seis  dias,  y  de  aUf 
fué  á  Madrigal^*,  aldea  de  Trajillo,  y  sabido  por 
d  Embajador  oomo  la  enfermedad  dd  Bey  se  agro- 
vaha,  vino  á  Madrigalejo  desde  Quadalupe,  á  donde 
d  Bey  tenia  acordado  estar  dgunos  dias  paro  asen- 
tar los  dichos  tratos  de  todo ,  y  para  hacer  capitulo 
déla  orden  deCdatrava,  y  proveer  la  encomienda 
mayor,  que  habia  vacado  por  muerte  de  D.  Qutier- 
ro  de  Padilla,  la  oud  se  tenia  por  cierto  que  habia 
de  proveer  á  su  nieto  D.  Femando  de  Aragón,  hijo 
de  D.  Alonso  de  Aragón,  anobispo  de  Zaragosa,  su 
hijo ;  ó  á  D.  Gonsalo  de  Gusman ,  Clavero  de  dicha 
orden,  hermano  de  Bamirea  Nuftea  de  Qnsman,  ayo 
dd  Infante  D.  Femando ,  dando  la  daveria  al  di- 
cho Don  Hernando  de  Arogon.  Fecho  saber  al  Bey 
qne  d  Embajador  era  venido  é  le  quería  ver,  sos- 
pechó mal  de  aquella  venida,  y  con  enojo  que  ovo^ 
dijo :  No  viene  eino  áver  ei  muero,  Deeidie  fue  ee 
vayOf  que  no  me  puede  ver.  E  ad  el  Embajador  con 
asas  confusión  se  fué  por  entonces;  aunque  le  hiio 
tomar  á  llamar  por  consejo  é  interceden  de  dgunaa 
personas  que  allí  estaban ;  al  cual  habló  dulcemen- 
te, y  le  encargó  que  se  fuese  adelante  á  Guadalupe^ 
y  que  le  esperase  alli,  que  presto  entendía  ser  allí 
con  él. 

CAPÍTULO  IL 

Como  so  lo  asrsfd  la  anfarnMdad  al  Ray  CaCÓUao  es  Hadrisalqle» 
y  da  la  habla  qaa  taio  ooa  los  dol  Coasajo,  y  do  lo  qaa  allí 
ordooó,  y  como,  reaalbldoa  loa  Saararnaatoa,  fUlaaaid  an  hIMis 
da  Saalo  Domlaf o. 

Estando  el  Bey  en  Madrígal^o,  antes  qne  falles^ 
ciese,  le  fué  dado  á  entender  qne  estaba  muy  cenMb« 
no  á  la  muerte,  lo  cual  con  gran  dificultad  lo  pudo 
creer,  porque  á  la  verdad  le  tentó  mucho  d  eneml« 

(t)  Pirmadoa  aa  BrsaaUa  d  mediado  do  oalsbra  astaaadaala  da 

aaio  mismo  aAo  ms.  tCarita^  UK  iOb  m|.  9f|  Ion,  m^ 


Í)OM  #EBÑANDO 
||o  oon  inaredaUdad  que  le  poni*  de  no  morir  tan 
presto,  para  qae  ni  oonfaMse  ni  xeacibiese  loa  Sa- 
cramentos ;  á  lo  oaal  dio  oansa  qne  estando  el  Bey 
en  Plasenoia,  ano  del  Oonsejo  qae  Tenia  de  la  Beata 
del  Barco  de  AtíU,  le  dijo  qne  la  Beata  le  baoia 
saber  de  parte  de  Dios  qoe  no  habia  de  morir  basta 
que  ganase  á  Jerasalen  (1) ,  y  por  esto  no  quería 
Ter  ni  llamar  á  Fr.  Martin  de  Matienso,  del  orden  de 
predioadores ,  so  oonfesor ,  paesto  qae  algunas  Te- 
ces él  confesor  lo  procuró ;  pero  él  Bey  lo  eobaba  de 
si  diciendo  que  Tenia  mas  oon  fin  de  negociar  me- 
moriales, que  no  entender  en  el  descargo  de  su  con- 
ciencia; pero  al  fin  algunas  buenas  personas  ansí 
criados  como  otros  que  deseaban  la  salTaoion  de  su 
ánima,  le  apartaron  é  rcTocaron  de  aquel  mal  pro- 
posito, y  el  Espíritu  Santo  inspiró  en  él,  é  biso  una 
tarde  Uamar  al  dicbo  su  confesor,  con  ol  cual  se 
confesó  como  católico  cristiano,  y  después  rescibió 
á  su  tiempo  los  Sacramentos,  y  de  la  confesión  re- 
sultó que  mandó  él  Bey  llamar  al  Licenciado  Zapa- 
ta é  al  Doctor  Oarbajal ,  sos  relatores  y  referenda- 
rios é  de  su  Oonsejo  de  la  Cámara,  é  al  Licenciado 
Vargas,  su  tesorero',  todos  del  Oonsejo  Beal,  á  los 
cuales  en  gran  secreto  dijo  que  ya  sabían  cuanto  de 
ellos  habia  fiado  en  la  Tida  y  de  lo  que  le  hablan 
aconsejado,  siempre  se  habia  hallado  bien,  que  ago- 
ra en  la  muerte  les  rogaba  y  encargaba  muy  cara- 
mente le  aconsejasen  lo  que  habia  de  hacer  princi- 
palmente cerca  de  la  gobernación  de  los  reinos  de 
Castilla  é  Aragón,  lo  cual  en  el  testamento  que  ha- 
bla hecho  en  Burgos  habia  encomendado  al  Infan- 
te D.  Femando  su  nieto,  que  habia  criado  é  la  cos- 
tumbre y  manera  de  acá,  porque  creia  que  el  Prin- 
cipe D.  Carlos  su  nieto  no  Tendria  ni  estaría  de 
asiento  en  ellos 'á  los  regir  y  gobernar  como  era 
menester,  y  estando-  como  estaba  fuera  de  ellos,  su 
gobernación  de  personas  no  naturales,  que  mirarían 
antes  su  propio  interés  que  no  el  del  Principe,  ni  el 
bien  común  de  los  refaios.  A  lo  cual  fué  respondido 
por  los  del  Oonsejo  ya  dichos,  que  su  Altesa  sabia 
bien  con  cuantos  trabajos  y  afanes  habia  reducido 
estos  reinos  en  buena  gobernación,  y  pas  y  justicia, 
en  que  estaban,  y  que  asimesmo  su  Altesa  sabia 
que  los  hijos  de  los  Beyes  todos  nacen  con  codicia 
de  ser  Beyes,  é  que  ninguna  diferencia  cuanto  á 
esto  habia  entre  el  mayor  y  los  otros  hermanos, 
sbo  tener  el  primogénito  la  posesión,  y  que  ansi- 
mismo  conoscia  la  condición  de  los  Qrandes  y  Ca- 
balleros de  Castilla,  que  oon  moTimientos  y  necesi- 
dades en  que  ponían  á  los  Beyes,  se  acrescentaban, 
y  que  por  esto  les  parecía  debía  dejar  por  Gober- 
nador de  los  reinos  de  Castilla  al  que  de  derecho  le 
pertenesdala  sucesión  de  éUoa,  que  era  al 


(1)  De  «•!•  Beitt  te  owilmd  ont  fceite  eovpeleada  de  Jirto- 
iiceloB  eatrc  la  refla  y  la  edwlitaea  al  alo  de  1809,  cobo  Mas- 
ía de  ios  doaoBoatos  qee  iByriadó  D.  iosef  Poilleor  aflo  1965, 
OB  el  Um§fM  de  Im  üthét  de  Cécereit  M,  118  veelto  y  116, 
donde  elu  tamblea  todos  los  lagares  en  ^oe  hlso  neneloB  de  ella 
Pedro  Martia  do  Aiflorla  en  sns  Cartas.  Véase  la  qne  yo  escrikf 
al  P.  Montoya,  qne  oatá  en  la  eorrespondenela  eon  literatos,  doa- 
de  «e  fldid  y  le  di  tariM  aettelas  de  esu  MBfir  úrildlM« 


á  DOÍTA  ISABEL  668 

D.  Carlos,  su  nieto ;  porque  no  embargante  que  él 
Sefior  Infante  D.  Femando  fuese  tan  escelente  en 
Tirtudes  y  buenas  costumbres,  en  qaien  cesaba  toda 
sospecha ;  pero  siendo  de  tan  pooa  edad,  como  era, 
habla  de  ser  regido  y  gobernado  por  otros,  de  los 
cuales  no  se  pedia  tener  tanta  seguridad,  que  pues- 
tos en  la  posesión  y  gobierno  no  desensen  moTÍ- 
mientos  y  reToluoiones  para  se  aoresoentar,y  que  no 
podria  haber  seguridad  bastante  que  esto  excusase, 
sino  dejando  lo  suyo  á  su  duefio,  y  que  esto  era  con- 
forme á  Dios  y  á  buena  conciencia  y  rasen  natural  é 
á  todo  dÍTÍno  é  humano,  y  en  que  habia  menos  in- 
couTeniente ;  que  si  se  acordaba  de  lo  pasado  y  de 
la  dificultad  y  trabajo  que  él  y  la  Beioa  Católioa 
hablan  tenido  en  principio  de  su  reinado  para  re- 
ducir estos  rmnos  á  su  obediencia  y  devoción ,  co- 
nosceria  claro  en  cuanta  Tontura  y  discrimen  que- 
daba todo,  dejando  por  gobernador  al  Infante,  es- 
tando ausente  el  Principe  y  TÍTÍendo  la  Beina  Dofia 
Juana  su  hija,  y  quedando  la  posesión  del  gobierno 
al  Infante  D.  Femando  que  estaba  presente,  en  es- 
pecial si  le  dejaba  los  maestrasgos,  como  se  de- 
cía (2),  y  que  el  menor  InconTentente  que  de  esta 
proTision  se  seguía,  era  nunca  Teñir  él  Principe  en 
estos  reinos,  que  en  la  Terdad  él  era  el  mayor ;  por- 
que Tiendo  á  su  hermano  el  Infante  apoderado,  no 
faltaría  quien  le  {pusiese  grandes  difioultades  que  le 
entibiasen  mas  su  Tenida ,  y  que  el  mando  y  gran 
poder  conTidaria  al  Infante  á  lo  que  no  era  de  su 


(D  «Pensar  (diee  Zorita,  lib.  10,  eap.  99)  qne  deliberaba  dejar 
•los  maestrasgos  al  Inrante,  es  eosa  sin  nlnsnn  fnadamento,  y  asi 
•nlagnoa  BeBeion  biso  de  ello  en  an  Ikvor  en  nlngaao  de  aes  prl- 
•Boroa  testaBootos,  y  Boéstrase  bien  qae  ol  Seflor  CarbaJ*!  nin- 
•gnB*  noUela  tato  do  lo  qne  ao  aaontd  eoa  el  Dean  de  Uibayna 
•sobro  la  Ineorporaeion  de  los  naestrazgos  en  la  eoroaa  de  Cas- 
•ttlla ;  paos  de  tal  Bañera  estaba  aquello  dlspaesto,  qae  la  ad- 
•Binistraeion  le  eataba  f  neoBendida  por  la  Sede  Apostólica,  y 
•nanea  enSn  fida  le  pasó  por  el  poasaBlenio  proenrarta  para  el 
•Infante ;  y  aenosaabia  de  presoBir  qae  despaes  de  sa  aaerte  ao 
•le  babia  de  eoneeder  por  ol  8nao  PontlSee.»  Bato  asiento  con 
ol  Dean  de  Lobayna,  BBbaJtdor  del  Principo,  nieto  D.  Carloa» 
de  qne  aqni  ae  aeasa  i  Galladei  no  babor  tenido  notieta,  faé  en 
la  Serena  6  bien  en  la  Abadía  poeo  deapnea  de  la  léala  de  RaTi- 
dad,  en  qne  el  Dean  llefado  de  Plándes  aepreaentó  alH  al  Rey  eon 
sns  eredeneialos  la  primera  ves.  Con  el  titulo  De  mteee  Mpi/«ls- 
don  f  emueréU,  la  pnao  Zorita  en  el  eap.  98  anterior.  T  es  cierto 
qne  en  él  para  qnltar  al  Prlnelpo  y  sn  fobiemo  iaBonoo  el  ree^ 
lo  de  qoe  el  Rey  en  peijnicio  de  sns  rentas  y  do  la  corona  qoerla 
dular  los  Baeatraifoa  al  Infante  D.  Peraando  uabien  an  nielo, 
se  ofrecid  S.  M.  I  qae  proenraria  eon  ol  Papa  sa  Incorporación 
perpelaa  á  ella,  por  eonaldersrse  asi  eoavenlonte,  qnedaado  A 
eon  la  adBlntetraeion  por  ana  dlaa.  Pero  yo  eitrafio  qae  nn  boa- 
bro  del  talento  do  Zorita  eritiqne  en  esto  paoo  al  doctor  Carba- 
Jal  y  lo  tOBO  la  residencia  por  nna  concordia  no  todavía  para  y 
perfecta,  y  qne  bos  bien  qne  tal  pnede  decirse  apanUBienlos  para 
ella ,  6  COBO  nn  pliego  de  propoaiclooes.  Era  de  advenir  qae  en 
la  Blsma  qnodó  capitnlado  qne  ao  babfese  de  enviar  i  FIftades 
pora  qne  allá  la  aprobaae  yjaraao  el  PrfnOlpo  yaa  Bialsterioy 
pneblos,  eon  olería  foraalidad  Boy  aoloBne  qne  allí  ae  previene. 
T  qne  beebo  esto,  el  Rey  Gatdllco,  sn  abuelo,  bnbleae  de  baoer 
lo  BisBO  acá  en  Castilla.  Nada  do  lo  caal  ilefd  á  fleeneion,  ni  la 
estreches  del  Ueapo  did  ia|ar  á  ello,  ag ravándosele  Bas  de  día 
en  dia  la  onforBodad  Bortal  con  qne  ya  ao  bailaba ,  y  Bariendo 
de  ella  en  Madrlgalejo  á  i3  del  aignlente  enero  de  16.  Aal  qne  el 
blatorlador  y  el  pdblico,  de  cnya  voi  ti  ieeUt  ea  M  na  aero  re- 
lator, bictoron  bien  en  no  baoer  caso  de  nn  capilalado  qae  ao  lle- 
gó á  tenor  efecto,  y  se  evaporó  con  lu  eaporanus  de  la  vida  del 


M4 


OBOÑICAfi  bri  LOB  ftETEB  ÜB  OÁEKALÍJL 


condición.  Oidia  etUt  raBones  y  otna  que  le  fue- 
ron dichas,  el  Bey  mí  llorando  dijo  qne  le  parea- 
da bien,  y  que  ordenasen  las  dánanlas  del  teata- 
mento,  y  pareada  que  lo  que  él  tenia  ordenado  pri- 
mero en  Burgos,  le  debía  del  todo  casar,  que  nunca 
paresdese,  y  escribir  de  nnevo  todo  el  testamento, 
porque  no  paresoieeen  testigos  de  él  ni  se  engen- 
draae  alg^nn  mal  concepto ;  pero  esto  fué  muy  se- 
creto que  no  lo  supo  el  Infante  qne  estaba  en  Gua- 
dalupe, ni  Qonsalo  de  Gusman*  CAaTero  de  Oala-  . 
trava,  su  ayo ,  ni  Fr.  Alvaro  Osorio,  obispo  de  As- 
torga,  su  maestro,  que  estaba  con  él.  Dijeron  ad- 
mismo  al  Bey  aquellos  del  Oonsejo,  que  en  lo  de  la 
gobemadon  de  Aragón  que  dejd>a  á  D.  Alonso  de 
Aragón  su  hijo,  arzobispo  de  Zaragosa,  les  pereda 
muy  acordado ;  porque  en  él  cesaban  todos  los  in- 
coDTenientes ,  y  era  natural  y  amado  é  bien  quisto 
de  aqudlos  rdnos  por  la  mayor  parte,  é  loa  pedia 
gobernar  en  paa  é  justicia.  Fué  dicho  al  Bey  que 
pues  pareada  que  debia  dejar  por  Gobernador  al 
Príndpe  de  los  rdnos  de  Oastilla  y  León,  etc.,  que 
estaba  ausente ,  que  para  el  entretanto  que  viniese 
6  proveyese  de  FlAndes  donde  estaba,  era  neceaario 
poner  algún  Gobernador  que  entretuviese  las  oosaa 
de  estos  reinos,  que  le  aconsejasen  quién  seria  el 
que  había  de  nombrar ;  porque  persona  n^ediana  ni 
el  Consejo  con  día  no  bastaría  para  este  efecto  de 
entretener  d  buen  gobierno  y  la  paa  y  la  justicia ; 
y  qne  dejar  Grande  era  inconveniente  según  la  ex- 
periencia de  laa  cosas  pasadas,  espedal  que  habría 
discordia  entre  el  que  fueae  nombrado  y  los  otros, 
y  no  le  obedescerian  llanamente  como  era  menes- 
ter, de  que  se  seguirían  mayores  dafioa  é  inconve- 
nientes. Fué  nombrado  por  uno  de  los  del  Consejo, 
que  allí  estaban,  el  cardenal  D.  Fr.  Francisco  Xime- 
nes,  araobispo  de  Toledo,  y  luego  pareado  que  no 
había  estado  bien  el  Bey  en  su  nombramiento,  y 
dijo  de  presto :  i  Ya  vototroB  eonateeii  tu  eondieionj^; 
y  estuvo  un  poco  un  que  ninguno  le  replicase,  y 
tornó  á  dedr :  totMi^rtté  huen  hombre^  $$  dé  Guanos  dé* 
$éo$f  y  no  tí$M  parUnUBf  y  $$  criado  de  la  Boina  y 
mió  y  oUmjpre  ¡é  kabemoi  niUo  y  conoioido  tenor  d 
afición  que  debe  á  wkoeiro  Mroicto»;  y  los  del  Conse- 
jo le  respondieron  que  ansí  era  la  verdad  todo  lo 
qne  su  Alteza  les  decía,  y  que  era  buena  la  elección 
y  mejor  condderados  los  inconvenientes  que  de  los 
nombramientoa  de  otroa  se  esperaban  (1).  Luego  el 

(1)  gg  de  Maravlttar  ( dlea  Znrlta  alt.,  Ub.  10»  oip.  99,  toat'  ti) 
qi6  6tefi|»i  tal  nriaeion  Carbajal,  caando  el  Rey  la  tonlt  ya  nom- 
brado ea  al  taaUBealo  qaa  babla  hacbo  al  afio  datee  en  Aranda,  y 
aqnl  coaiaaa  an  Idoneidad.  El  P.  Fr.  Pedro  da  QnlnUnllIa  y  Man- 
dola, qaeno  qnlalera  bailar,  no  dlfo  manaba,  poro  ni  la  menor 
mateen  el  parpdreo  aayal  da  an  béroe  el  Seftor  Xlmenai,  planea 
coger  á  nneitro  Calindas  an  eompUaaelon  en  este  paso  (pif .  tü9 
y  2»,  y  an  el  ApéMdUe,  pif.  64 ) ;  pero  en  vano  se  oponen  meras 
aónjetnraa.  por  no  daelr  sombrea,  I  nn  teaUgo  gnyej  preaenclal, 
one  eaerlbe  lo  one  paad,  no  lo  qaa  no  debió  paur.  81  al  Rey  íné 
alempre  de  nn  genio  eaf  lioso,  cdlpenla  al  Rey,  no  al  bUtorlador: 
deja  el  P.  QnlntanUla  de  deteriorar  la  fé  del  Sabor  Galladas  (aolo 
en  esie  paso,  pnes  en  ios  demu  siempre  le  sin«>  7  fn^'**  F^' 
U  mataría  qne  la  dld  para  sas  amplios  elogios),  llamando  I  sn 
obra,  solo  show  eoa  desprecio,  «nat  kúrrUfet  memuaitüt  del 
flier  koNMe  QeMe  U  Ur^«/«/.  K  criUca  ao  le  Us  »pos(a- 


Bey  tomó  á  decir :  cPimi  en  lodo  loe  maoeiraMfáo 
igué  me  ooom^aüeH  Loa  dd  Conaejo  respondieron 
que  lo  mismo  que  hablan  aoonaejado  en  lo  de  la 
gobemadon  de  los  reinos  de  Castilla  y  León,  por 
las  mismaa  rasonea ;  y  porque  si  un  solo  maeatraa- 
go  puesto  en  persona  llana  bastaba  para  poner  di- 
sension  é  hacer  movimientos  en  los  reinos,  como 
había  visto,  que  muy  mas  claro  era,  que  trea  puestos 
en  una  penona  Beal  causarían  dividen  y  otras  d- 
teraoionea,  y  para  esto  no  había  otro  mejor  testigo 
que  su  Alteía  porque  á  eata  causa  d  Bey  y  la 
Beyna  Católicos  habían  proveído  mutuamente  en 
poner  en  ana  peraonas  Bealea  la  adminiatradon  de 
todoa  los  maeatrasgos,  lo  cud  pereda  haber  ddo 
muy  provechoso,  como  la  experíenda  lo  había  mos- 
trado. El  Bey  dijo :  c  Verdad  es  lo  que  deds,  pero 
mirad  que  queda  muy  pobre  el  Infante.»  A  lo  cud 
por  los  dd  Consejo  fué  respondido  qne  la  mayor  rí- 
qnesa  qne  su  Alteas  podría  dejar  d  Lifante  era 
dejarle  bien  con  el  Príndpe  D.  Carlos,  su  hermano 
mayor.  Bey  que  había  de  aer;  porque  quedando 
bien  con  él,  siempre  libraría  mejor,  y  que  au  Alteaa 
le  podía  dejar  en  Nápolea  lo  que  fueae  aervido ,  y 
qne  ad  ceaaban  los  inconvenientes  de  los  rdnos  de 
CaatíUa  y  le  aprovecharía  la  guarda  dd  reino  de 
Ñapóles.  Al  Bey  pareado  bien  lo  qne  le  aoonaejaban 
loa  del  Consejo,  y  mandó  que  ae  aconaejaaen  y  or- 
denaaen  las  cláusulas  y  providones  necesarias,  and 
para  lo  de  la  gobernación  y  maeatraagos  en  favor 
del  Príndpe  D.  Cérica ,  como  de  cincuenta  mil  dn- 
cadoa  de  renta  cada  afio  en  Ñápeles  para  el  Lifan* 
te.  Los  del  Consejo  se  partieron  del  Bey,  y  fneron 
á  ordenar  las  dichas  cláusnlaa  de  sn  testamento,  y 
la  suplicadon  para  el  Papa  aobre  lo  de  loa  maea- 
trazgos,  aunque  dicen  que  el  cardend  de  Santa  Crua 
tenia  ya  hecha  esta  díligenda  en  Boma,  y  d  Oran 
Capitán  para  sL  B  uno  de  ellos  lo  escríbió  todo  de  su 
mano,  é  de  aquella  minuta  se  tradadaron  á  la  letra 
en  el  dicho  testamento  laa  dásulaa,  como  por  él  pa- 
reace,  y  fué  neaceaarío  de  tomalle  todo  á  escríbir, 
porque  no  pareaoieae  rastro  de  lo  que  prímero  se 
había  otorgado  en  Burgos,  y  con  mucha  díAonltad 
se  pudo  tornar  á  eaoríbir;  porque  el  md  dd  Bey  se 
agravaba  y  la  eacritura  no  era  pequefia.  La  Boina 
Germana,  aegunda  mnger  dd  Bey,  que  cataba  te- 
niendo Cortes  en  Cdataynd  dd  reino  de  Aragoni 
llegó  á  Madrígdejo,  andando  diaa  y  noohea,  d  lú- 


\. 


rá  al  atoanaato  Alfar  Gomas  (fbndadorqno  aal  podomoa  llamarlo 
da  la  blaiorla  de  Ximanes),  y  en  Tordad  qaa  la  paad  y  nada  tavo 
qne  oponerle  en  aato  lagar.  ¡Qué  1  i  Nada  mu  bay  qne  esto  do  la 
tal  cnal  condición  en  la  esUmpa  del  grande  boaibret  |T  ao  deja 
morir  de  an  triste  cartuoqno  le  eapeta  nn  Motel  Calindas  ala 
lisonja  porqna  no  comió  paa  del  Cardenal,  ni  lomó  beca  an  aa 
aolegio  de  San  lldefoaao,  an  fortona  la  blcleron  ana  méritoa,  lo 
trató  carca  maebas  f  ecca  d  la  frenu  del  Senado  y  &  pnarU  cem* 
da,  y  aopo  muy  bien  qne,  annqna  ora  Creada,  era  bombro:  5m»- 
wAnoi  kambuetemn^  como  ya  dlfo  Qnlntlliano.  TetteJeelmUíem, 
eikemiaettuU  mmlnífl dMüsct, San Agnattn.  Ka  menaalarba^ 
ber  tlfldo  an  nn  encierro  y  no  conoaarla  blaloria  del  mando  y 
do  los  bombres,  ni  san  por  el  forro,  para  eicandeoerse  por  toa 
pocaa  cosas.  Y  eso  qne  tienen  por  delante  ol  saeoso  del  Cria  G«« 
piun,  y  le  iraea  oairo  luaos. 


DON  FüRNANDO 
nes  por  la  mafiana  (1) ;  y  mártea  aignienta  en  la 
tarde  que  ae  oontaron  22  de  enero  del  afio  1616, 
otorgó  el  Bey  sn  toitamento  7  mas  tarde  resdbió 
el  Santísimo  Sacramento,  y  mas  tarde  pidió  la  nn- 
oion,  la  cnal  le  fné  dada,  j  después  de  media  noche, 
entre  nna  y  dos,  entrante  en  miércoles,  qne  se  con- 
taron 28  de  enero,  pasó  de  esta  presente  vida  (2). 
Nuestro  Sefior  le  quiera  perdonar,  que  buen  Bey  fué. 
Falleaoió  en  hábito  de  Santo  Domingo  (3).  Estaba 

(1)  Tea  el  mismo  día  eseribid  il  Prineips  D.  Cirios ,  sn  nieto, 
A  Plftndes,  la  tlena  sarta  qve  estampó  Domar  en  sos  Anslst  ie 
Ará§9ti,  IID.  1,  cap.  1,  pftf.  1,  dándole  noticia  de  sn  fatal  estado, 
despidiéndose  de  él,  y  enesrgéndole  d  eamplimlento  de  sn  testa- 
mento j  en  partleniar  lo  tocante  i  sn  mnger  la  Reina  Dolía  Ger- 
mana, y  el  enidado  7  respeto  de  sn  persona  é  intereses,  ete. 

(t)  Por  memoria  en  la  sala  de  la  can  donde  mnrió,  propia  do 
los  PP.  de  Gnadalnpe,  se  pnso  nna  tabla  con  esta  inserlpelon,  qne 
copia  Dorner  allf ,  pég.  3:  Félledó  el  ainy  alto  y  poéerúBO  nt^  Don 
Ftnuméé  el  Quinto,  de  glúrleea  memma,  aqui  en  etU  cimoro  ie 
Médrié^oe  en  lé  cun  ie  Huetlré  SeMúrn  Sanie  Marín  da  iiuada- 
hfa,  wAíreaUa  din  de  San  Ildefaneo  entre  la»  Iré»  f  Isa  MMlre  de 
¡a»  smSoim,  pte/keron  i3  dia»  del  me»  de  enere  da  1516. 

iZ)  En  9  de  febrero  slfulente  se  sabia  ya  en  Roma,  7  con  esa 
íecba  lo  annnclé  el  Papa  teon  X  ai  Emperador  Nailmllláno,  es- 
eribléndole  el  pésame  en  nombre  de  la  Iglesia  7  de  toda  la  cris- 
tiandad, con  gran  sentimiento  por  la  falta  de  tan  grande  R67,  de 
en7es  elogios  sa  base  panegirisln. 


i  D09á  ISABEL.  6«5 

muy  deshecho,  porque  le  sobrevinieron  cámaras, 
que  no  solo  le  quitaron  la  hinchasen  que  tenia  de  la 
hidropesía,  pero  le  deshicieron  y  desemejaron  en 
tal  manera,  que  no  paresda  él :  porque  á  la  verdad 
su  enfermedad  era  hidropesía  con  mal  de  corasen, 
aunque  algunos  quisieron  decir  qne  hablan  sido 
yerbas,  porque  se  le  cayó  parte  de  una  quijada; 
pero  de  esto  ninguna  oosa  de  cierto  se  puede  saber 
mas  de  cuanto  muchos  creyeron  qne  de  un  potaje 
que  le  fué  dado  en  Oarrioncillo,  cerca  de  Medina, 
para  ejercitar  su  potencia,  le  habia  yenido  aquel 
mal ;  porque  luego  en  llegando  á  Medina  en  Tiér*- 
nes  se  sintió  mal  dispuesto,  en  lo  cual  afirman  haber 
sido  Dofia  María  de  Velasco,  muger  de  Juan  Velas- 
quea,  contador  mayor,  y  Dofia  Isabel  Oabra,  cama- 
rera de  la  Beina,  con  sabiduría  de  la  Beina  Qer- 
mana  su  segunda  muger,  porque  deseaba  mucho 
parir  del  Bey  por  haber  la  sucesión  de  los  reinos  de 
Aragón  (4). 


(I)  Signen  á  eontlnnaelon  otros  capltnlos  ftt  narran  los  asen- 
sos ocnrridos  desde  la  mnerte  del  Re7  Catdlleo ;  pero  nnestro 
Intento  no  va  tan  alié,  babiéndonoa  solamente  propuesto  con  In 
pabllcaelon  de  estos  Anala»  Breae»  do  Gallndei  eompletar  en  lo 
posible  la  Grdniea  de  Pnlgar.  (N«  dnl  G.) 


Mí 


HISTORIA  DE  LOS  REYES  CATÓLICOS 

DON  FERNANDO  Y  DOÑA  ISABEL, 

BSORTCA  POB  EL  BAOHILLEB 

ANDRÉS    BERNALDEZ, 

CURA  QTJx  nnf  Da  la.  yhia  di  los  paláoios  t  oapsllah  di  don  diiqo  dizá| 

▲BZOBISPO  DI  BSYIUiá, 


ALLEOTOR, 

YOB  ML  UODIOIIDO  BODBIOO  GiBO. 

ISbU  historia,  que  siempre  ha  corrido  maonsorip- 
ta  A  nombre  del  Cura  dé  lo$  Pakusío$j  ha  rido  citada 
de  muchos  con  este  títnlo  solo,  y  algnno  mal  infor- 
mado llamó  A  este  antor  el  Baéhiüer  Medina,  7o 
hice  paitionlar  diligencia,  viendo  los  libros  del  bap- 
iismo  originales  que  escribió  j  firmó  en  la  villa  de 
los  Palados,  siendo  allí  oora  desde  el  afio  de  1488 
hasta  el  afio  de  1618,  donde  hallé  escrito  siempre 
Andrét  Bemálde»^  j  algunas  veces  Bemol;  y  en  los 
mismos  libros  apuntadas  algunas  cosas  de  las  que 
en  su  tiempo  sucedían. 

Escribe  esta  historia  oomo  testigo  de  vista  de  los 
sucesos,  7  conooimiento  de  muchas  personas  prin- 
cipales, como  del  gran  don  Rodrigo  Ponce  de  Leon^ 
Marqués  de  Zahara,  Duque  de  OAdis,  y  D.  C9iristo- 
bal  Oolon;  ambos  fueron  sus  guéspedes,  é  escribe 
su  hábito  y  faiciones,  y  assí  de  otros  sefiores.  Tuvo 
ajustadas  relaciones  de  todo  lo  que  escribió  de  fuera 
del  Reyno:  muéstrase  entendido  en  la  geografía  y 
lección  da  la  antigua  historia.  Su  lenguaje  es  el  que 
oorria  entonces,  sin  ninguna  cultura,  antes  repite  al- 
gunas oosas  sobradamente,  pero  jamás  falta  A  la  ver- 
dad, que  es  él  ahna  de  la  historia,  y  así  ésta  ha  sido  es- 
timada de  todos  porque  en  eUa  demás  de  la  sustan- 
cia de  las  cosas,  refiere  algunas  muy  particulares  y 
que  otros  de  aquel  tiempo  no  escribieron,  oomo  por 
el  discurso  lo  podrá  ver  el  lector.  No  tuvo  otro  pre- 
mio que  de  Oura  de  los  Palacios  y  capellán  del  Ar- 
lobispo  D.  Diego  Desa.  Esto  me  pareció  advertir, 
otros  harán  mejor  jucido,  yo  digo  lo  que  siento. 

Bii  IdomauDo  Bodbioo  Oáio, 


A  me  eieeriaide  iieee  e»  #1 MS,  le  eete  fe$  eoptewm  é 
úleñ,  jfo  teher  fulée  tee  m  eelúr  (1). 

Este  libro  hice  trasladar  de  uno  que  tenia  el  li- 
cenciado Rodrigo  Caro,  escrito  de  su  mano,  que 
por  su  muerte  fué  á  poder  de  D.  Juan  de  Banteltses, 
del  Consejo  Real  de  Castilla,  é  por  muerte  del  su- 
sodicho, de  mano  en  mano  á  la  de  D.  Francisco 
Flores,  en  quien  hoy  para.  Es  la  verdadera  historia 
que  escribió  el  cura  de  los  Palacios,  porque  ademas 
de  la  fée  que  hace  el  estar  escrita  de  mano  de  un 
hombre  tan  grande  y  firmado  el  prólogo  de  su  nom- 
bre, yo  he  mostrado  este  traslado  al  Dr.  Símela,  ra- 
cionero de  la  santa  Iglesia  de  Sevilla,  que  no  tiene 
primero  en  todo  género  de  buenas  letras,  y  me  ha 
dicho  ser  esta  la  verdadera  historia,  y  tener  él  otro 
traslado  del  mismo  original  donde  yo  saqué  éste. 
Hame  obligado  á  escribir  estos  renglones  el  ver  que 
anda  otra,  que  siendo  trasladada  de  la  que  anda 
impresa  que  escribió  Femando  del  Pulgar,  la  quie- 
ren confirmar  por  del  Cura  de  los  Palacios.  Esto  es 
la  verdad,  y  porque  el  lector  no  se  ofusque,  y  so 
desengafie  y  lea  con  gusto  esta,  si  es  que  desea  la 
verdadera,  he  tomado  el  trabajo  de  ver  muchos 
grandes  hombres  mostrándosela  y  todos  oonouerdan 
ser  esta  la  verdadera.  Te  confieso  de  mí  que  me 
duró  el  deseo  de  conseguir  el  tenerla  muchos  dias^ 
y  mucha  solicitud  por  ser  antor  recibido. 


(1)  Bttt  adwrteDela  tnt  la  aáldoa  ée  SeTHla  del  «lo  1810, 
que  teneaiM  presente,  aanqie  al  ésta  nt  alngano  de  loe  eM  ees 
de  qae  taflütiea  aos  Tálenos,  aos  piede  serttr  do  teilo  ialeo  ]r 
•letaflTS.  Todos  sos  AUlot,  poiqao  io  oorrigoa  •stsaiiasis. 


HISTORIA  DE  LOS  REYES  CATÓLICOS. 


4 


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EET  EL  KOUBBI  DE  DIO& 

A^  eamimma  la  HUtoria  i  ffida  dd  R&g  Dcm 
JBMjtM,  ieguB  la  uenbió  Hernando  dd  Pulgar^ 
torimüladdBeyDimF&numdo^ydslaBemaDoña 
jMaha^nuuiroiSeSioreBf  m  tíhro  ^p^é  Jko  de  lo%  élO' 
roe  poronee^  ttm  oi^jmoe  coeae  etUretesddae  que  él 
d^ó  deponer^  que  aeaeeieron  e»  vida  del  dicho  Riff 
Don  Enrique  en  lo$  Beifnoe  de  BipaSia;  y  por  que 
eu8  proeperidadee^  y  mugrandee  trabqio$^  y  emiet" 
trafortuna^  aeaeeieron  envUediae^  de  lo  cual  yo  ove 

^vera  noüeiaf  quiee  tomar  por  principio  eecrünr  deede 
envida  lae  memoria§  de  loe eoeaa mas  haeañotae que 
en  mi  tiempo  han  acaecido^  de  que  yo  ove  verdadera 

.  vrformaekfn, 

OAPtrULO  PRIMERO. 

M  Rey  Doi  BsriqM. 

jSl  Rey  Don  Enrique  IV,  hijo  del  Rey  Don  Juan 
el  II,  f  né  hombre  alto  de  ooerpo,  y  hermoso  de  ges- 
to y  bien  proporcionado  en  la  composiora  de  eos 
miembros;  y  este  Rey,  seyendo  Principe,  didle  el 
Bey  sn  padre  la  dndad  de  Segoyia,  y  ptbK>le  casa  y 
oficiales,  seyendo  en  edad  de  catorce  afios.  Estnyo 
en  aquella  dudad,  aparUdo  del  Bey  su  padre  los 
mas  dias  de  sn  menorídad,  en  los  quales  se  dio  en 
«Ignnos  deleites  que  la  mocedad  snele  demandar,  y 
la  onestad  debe  negar.  Hizo  hábito  de  ellos,  porque 
ni  la  edad  flaca  los  sabia  refrenar,  ni  la  libertad  que 
tenia  los  sofría  castigar;  no  bebia  vino,  ni  quería 
Testir  pafios  muy  predosos,  ni  curaba  de  la  drímo- 
nia  que  es  debida  á  persona  real.  Tenia  algunos 
mosos  aceptos  de  los  que  con  él  se  criaban,  y  dá- 
bales grandes  dádivas.  Desobededó  algunas  Teces 
al  Bey  su  padre,  no  porque  de  su  yoluntad  proce- 
diese, mas  por  inducimiento  de  algunos^  que  d- 
gniendo  sus  propios  intereses  le  tratan  á  ello.  Era 
hombre  piadoso  y  no  tenia  ánimo  de  hacer  mal, 
ni  Tcr  padecer  á  ninguno,  y  tan  humano  era  que 
con  dificultad  mandaba  ezecutar  la  justicia  crimi- 
nal, y  en  la  ezecucion  de  la  civil,  y  en  las  otras 
necesarias  en  la  gobemadon  de  sus  Beynos  algu- 
nas veces  era  negligente  y  con  dificultad  enten- 
día en  cosa  ajena  de  su  deldtadon ,  porque  el  ape- 
tito le  sefioreaba  la  rason.  No  se  vido  en  él  jamas 
punto  de  soberbia  en  dicho  ni  en  hecho;  ni  por 
oobdida  de  haber  grandes  sefiorios  le  vieron  ha- 
cer cosa  fea  ni  deshonesta,  é  d  algunas  veces  habla 
}ra|  durábale  poco  y  no  le  sefioreaba  tanto  que  da- 


fiase  á  él  ni  á  otro;  era  gran  montero^  y  plaolale 
muchas  veces  andaír  por  los  bosques  apartado  de 
las  gentes.  Oasése,  seyendo  Prindpe,  con  la  Prin- 
cesa Dofia  Blanca,  hija  del  Bey  Don  Juan  de  Ara- 
gón, sn  tic,  que  entonóos  era  Bey  de  Navarra, 
oon  la  que  estuvo  casado  por  espado  de  dies  afios; 
y  al  fin  ovo  divordo  entre  ellos,  por  d  defecto 
de  la  generadon  que  él  imputaba  á  día,  y  día 
imputaba  á  éL  Muerto  d  Bey  Don  Joan  sn  padre, 
afto  de  1454,  reinó  d  luego  pacificamente  en  los 
Bdnos  de  Castilla  y  de  León,  dendo  ya  de  edad 
de  treinta  afios,  é  luego  que  idnó  usó  de  gran 
magnificenda  con  dertos  caballeros  é  grandes  8e- 
fiores  de  sn  rdno,  soltando  á  unos  de  las  pridones 
en  que  d  Bey  su  padre  los  habla  puesto,  é  rednddo 
é  perdonando  á  otros  que  andaban  deserrados  de 
sus  Beynos,  é  restituyéndoles  todas  sus  villas,  é  lu- 
gares, é  rentas,  é  todos  sus  patrimonios  4  ofidos 
que  tenian. 

Teniendo  la  primera  mujer  de  quien  se  i^Murté, 
casé  con  otra  hija  del  Bey  Don  Duarte  de  Portugal, 
y  en  este  segundo  casamiento  se  manifesté  sn  im- 
potenda,  porque  como  quier  que  estuve  casado  oon 
ella  por  espado  de  quince  afios^  é  tenia  oomnnica- 
don  con  otras  mujeres,  nunca  pudo  haber  á  ningu- 
na con  dlegamiento  de  varón.  Beynó  veinte  afios^ 
y  en  los  dies  primeros  fué  muy  próspero,  é  11^6 
gran  poder  de  gente  é  de  tesoros,  é  los  grandes  y 
caballeros  de  sus  Beynos,  oon  grande  obediencia 
cumplían  sus  mandamientos.  Era  hombre  franco,  y 
hada  grandes  mercedes  é  dádivas,  y  ni  repetía  ja- 
mas lo  que  daba,  ni  le  piada  que  otros  en  sn  pre- 
sencia ge  lo  repitiesen.  Llegó  tanta  abundancia  de 
tesoros,  que  allende  de  los  grandes  gastos  y  dádivas 
que  hada,  mercaba  qualqnier  villa  y  castillo  ó  otra 
grande  renta  que  en  sus  Beynos  se  vendiese,  para 
acrecentar  d  patrimonio  reaL  Era  hombre  que  las 
mas  cosas  hacia  por  solo  sn  adbitrío,  á  placer  de 
aquellos  que  tenia  por  privados,  y  oomo  los  apar- 
tamientos que  los  Beyes  hacen,  y  la  gran  afición 
que  sin  justa  causa  muestran  á  unos  mas  que  á 
otro%  y  las  ezcedvas  dádivas  que  les  dan,  suden 
provocar  á  odio,  y  del  odie  nacen  malos  pensa- 
mientos y  peores  obras,  algunos  grandes  de  sus 
Boynos  á  quien  no  comunicaba  sus  consejos,  ni  la 
gobernación  de  sus  Beynos,  y  pensaban  que  de  ra- 
son les  debía  ser  comunicado,  condbieron  tan  da- 
fiado  concepto  que  algunas  veces  conjuraron  con- 
tra él  para  lo  prender  ó  matar;  pero  como  este  Bey 
era  piadoso,  bien  asi  Dios  usó  oon  él  de  piedad,  y 


DONFEBNAKDO 

le  libró  de  U  pririoni  y  de  loe  otroe  malee  que  oon- 
ira  en  penona  real  ee  imaginaron.  Y  ciertamente  ee 
debe  considerar  qne»  oomo  qnier  que  no  sea  ajeno 
de  los  hombres  tener  afición  á  anos  mas  qae  á  otros, 
pero  especialmente  los  Reyes  qae  están  en  el  mira- 
dero de  todos,  tanto  menor  lloencia  tienen  de  errar 
qaanto  mas  sefialados  j  mirados  son  qae  los  otros, 
mayormente  en  las  oosas  de  la  Jostida,  de  la  qaal 
también  deben  asar,  mostrando  sa  afición  templada 
al  qae  lo  mereciere,  como  en  todas  las  otras  cosas; 
porqae  de  mostrarse  los  Reyes  aficionados  sin  tem- 
planza, y  no  á  qaién,  ni  cómo,  ni  por  lo  qae  deben 
ser,  nacen  machas  veces  las  envidias,  de  dó  se  si- 
gnen las  desobediencias,  y  vienen  las  gaerras  y 
otros  inconvenientes  qae  á  este  Rey  acaecieron. 
Era  gran  músico,  y  tenia  bnena  gracia  en  cantar  y 
tañer,  y  en  hablar  en  cosas  generales,  pero  en  la 
execacion  de  las  particnlares  y  necesarias,  algunas 
veces  era  flaco,  porqae  ocapaba  sa  pensamiento  en 
aqaelIoB  deleites  de  qae  estaba  acostambrado,  los 
que  le  impedían  el  oficio  de  la  prudencia,  como  á 
qualquier  que  de  ellos  está  ocupado ;  y  ciertamente 
vemos  algunos  hombres  hablar  muy  bien,  loando 
generalmente  las  virtudes,  y  vituperando  los  vicios; 
pero  quando  se  les  ofrece  caso  particular  que  les 
toque,  entonces  vencidos  del  interese  6  del  deleite, 
no  han  lugar  de  permanecer  en  la  virtud  que  loa- 
ron, ni  resistir  el  vicio  que  vituperaron.  Usaba  asi 
mismo  de  magnificencia  en  los  recibimientos  de 
grandes  hombres,  y  de  los  Embaxadores  de  Reyes 
que  venian  á  él,  hadándoles  grandes  y  sumptuosas 
fiestas,  y  dándoles  grandes  dones.  Otrosí  en  hacer 
grandes  edifidos  en  los  Alcázares  y  casas  Reales,  y 
en  Igledas  y  lugares  sagrados.  Este  Rey  fundó  de 
prindpio  los  Monasterios  de  la  Virgen  (Santa  María 
del  Parral  de  Segovia  y  de  San  Gerónimo  del  Paaso 
de  Madrid,  que  son  de  la  Orden  de  San  Gerónimo, 
y  dotóles  magníficamente;  y  otrosí  el  Monssterio  de 
San  Antonio  de  Segovia  de  la  Orden  de  San  Fran- 
dsco,  é  biso  otros  grandes  edificios  y  reparos  en 
otras  muchas  Iglesias  y  Monasterios  de  sus  Reynos, 
dioles  grandes  limosnas  é  hiaoles  muchas  mercedes. 
Otrosí  mandaba  pagar  cada  afio  en  tierras  y  acos- 
tamientos gran  número  de  gente  de  armas,  y  allen- 
de de  esto,  gastaba  cada  afio  en  sueldo  para  la  gen- 
te de  á  caballo  continua,  que  traia  en  sa  guarda, 
otra  gran  cantidad  de  dinero,  y  con  esto  fué  tan 
poderoso,  y  su  poder  faé  tan  renombrado  por  d 
mundo,  que  el  Rey  Don  Fernando  de  Ñápeles  le 
envió  á  suplicar  que  le  recibiese  en  su  omenaje. 
Otrosí,  la  ciudad  de  Barcelona,  con  todo  d  Princi- 
pado de  Oatalufia  le  ofredó  de  se  poner  en  su  Sefio- 
río,  y  de  le  dar  los  tributos  debidos  al  Rey  Don  Juan 
de  Aragón  su  tío,  á  quien  por  entonces  aquel  Prin- 
dpado  estaba  rebelde.  Por  inducimientos  y  persua- 
siones de  algunos  qne  estaban  cerca  de  él  en  sa 
Consejo,  mas  que  procediendo  de  su  voluntad,  tuvo 
algunas  di(erendas  con  este  Rey  de  Aragón  sa  tío, 
que  ad  mismo  se  intitolaba  Rey  de  Navarra,  y  en- 
tró por  su  penona  poderosamente  en  el  reyno  de 
y^avarra,  y  envió  gran  oopia  de  gente  de  armas  con 


A  DOlfA  ISABEL  Sé(^ 

sos  capitanea  al  reyno  de  Aragón,  é  hiio  guerra  á 
los  Aragoneses  é  Navarros;  é  puédese  bien  creer 
esto,  seg^  sa  grande  poder  é  la  disporidon  dd 
tiempo,  é  de  la  tierra,  é  la  flaqueza,  é  poca  redsten- 
da  que  por  entonces  habia  en  la  parte  contraria;  si 
este  Rey  fuera  tirano  é  inhumano,  todos  aquellos 
reynos  y  sefioríos  fueran  puestos  á  sa  obedienda, 
de  ellos  con  pequefia  fuerza,  y  de  ellos  de  su  vo- 
luntad. T  para  pacificar  estas  diferendas,  se  trata- 
ron vistas  entre  él  y  el  Rey  Don  Luís  de  Franda, 
que  como  arbitro  se  interpuso  á  les  pacificar;  á  las 
quales  vistas  fné  acompafiado  de  grandes  Sefiores 
y  Prdados,  y  de  gran  multitud  de  caballeros  y  hi- 
jos-dalgo  de  sus  Reynos.  En  los  gastos  que  hizo  y 
dádivas  que  dio,  y  en  los  arreos  y  otras  cosas  que 
fueron  necesarias  de  se  gastar  y  oontríbair  para  tan 
grande  acto,  mostró  bien  la  franqueza  de  sa  cora- 
sen, y  pareció  la  grandeza  de  sus  Reynos,  y  guar- 
dó la  preeminencia  de  su  persona,  y  la  honra  y  loa- 
ble fama  de  sus  subditos.  Fué  la  habla  de  estos  dos 
Reyes  entre  la  villa  de  Fuenterrabía,  que  es  dd 
reyno  de  Castilla,  y  la  ciudad  de  Bayona,  que  es 
del  reyno  de  Francia  en  la  ribera  dd  mar.  Conti- 
nuó algunos  tiempos  guerra  contra  los  moros,  é  hizo 
algunas  entradas  con  gran  copia  de  gente  en  d 
reyno  de  Granada.  En  sa  tíempo  ganó  Gibraltar  y 
Arohidona,  y  otros  dgunos  lugares  de  aqud  reyno, 
oonstrifiendo  á  los  moros  qae  le  diesen  parias  algu- 
nos afios,  porque  no  les  hidese  guerra;  y  los  Reyes 
comarcanos  temían  tanto  su  gran  poder,  que  nin- 
guno osaba  hacer  el  contrario  de  su  voluntad;  é 
todas  las  cosas  le  acarreaba  la  fortuna  oomo  él  las 
quería;  y  algunas  mucho  mejor  de  lo  que  pensaba, 
como  suele  hacer  á  los  bien  afortunados.  Y  los  de 
sus  Reynos  todo  aquel  tiempo  que  estuvieron  en 
obediencia  gozaban  de  paz,  y  de  los  otros  bienes 
que  de  ella  se  dguen.  Fenecidos  los  diez  afios  pri- 
meros de  sa  sefiorío  la  fortuna  envidiosa  de  loa 
grandes  estados,  mudó  oomo  suele  la  cara  próspera, 
y  comenzó  á  mostrarla  adversa,  de  la  qual  mudan- , 
za  muchos  veo  que  se  quejan,  y  á  mi  ver  sin  causa, 
porqae  según  pienso,  allí  hay  mudanza  de  prospe- 
ridad do  hay  corrupdon  de  costumbres;  y  ad  por 
esto,  oomo  porque  se  debe  creer  que  Dios  queriendo 
punir  en  esta  vida  alguna  desobediencia  que  este 
Rey  mostró  al  Rey  su  padre,  dio  lugar  que  faese 
desobededdo  de  los  suyos;  y  permitió  que  algunos 
criados  de  los  mas  aceptos  que  este  Rey  tenia,  y  á 
quien  de  pequefios  hizo  hombres  glandes,  y  dio  tí- 
tulos y  dignidades,  y  grandes  patrimonios,  qoier  lo 
hidesen  por  conservar  lo  habido,  quier  por  lo  acre- 
centar y  afiadir  mayores  rentas  á  sus  grandes  ren- 
tas, erraron  la  vía  que  la  razón  les  obligaba;  y  no 
pudiendo  refrenar  la  envidia  de  otros  qne  pensaban 
ocuparles  el  lugar  que  tenían,  conoddas  en  este 
Rey  algunas  flaquezas  naddas  del  hábito  que  tenia 
hecho  en  los  ddoytes,  osaron  desobedecerle,  y  po- 
ner disendon  en  su  casa;  la  qual  porqae  al  prind- 
pio no  fué  castigada  según  debía,  creció  entre  dios 
tanto  que  hizo  descrecer  el  estado  dd  Rey  y  d  te- 
mor y  obedienda  que  los  grandes  de  sus  Reynos  le 


^«•••••^ . 


570 


0BÓNI0A8  DI  LOS  BBTEB  DB  OAfifTILLA: 


habito,  donde  m  ilgidó  que  algonoe  de  Moe  ie 
jimUron  oon  otroe  Preledof,  j  grandes  Sefioree  del 
Beyno,  y  tonuuron  al  Principe  Don  Alonio  en  her- 
mano, moio  de  onoe  afioe,  y  hadando  diyieion  en 
Gastilla,  lo  aiaaron  por  Bey  de  ella;  y  todos  loe 
Grandes  y  Caballeros,  y  las  Ciudades  y  Villas  estn- 
yieron  dÍTisas  en  dos  partes,  la  nna  permaneció 
siempre  oon  este  Bey  Don  Snriqne,  la  otra  estUTO 
oon  aquel  Bey  Don  Alonso,  el  qual  duró  oon  título 
de  Bey  por  espacio  de  tres  afios,  y  murió  en  la  edad 
de  catorce  afios.  En  esta  división  se  dispertó  la  oob. 
dioia,  y  oredó  la  avarída,  cayó  la  justicia  y  sefioreó 
la  fuersa,  reynó  la  rapifia,  y  disoluiose  la  lujuria; 
y  OTO  mayor  lugar  la  cruel  tentadon  de  la  sobervia, 
que  la  humilde  persuaden  de  la  obedienda;  y  las 
costumbres  por  la  mayor  parte  fueron  corrompidas 
y  disolutas,  de  tal  manera  que  muchos,  olvidada  la 
lealtad  y  amor  que  debian  á  su  Bey  y  á  su  tierra,  y 
dguiendo  sus  intereses  particulares,  dexaron  oaer 
el  bien  general  de  tal  forma,  que  d  general  y  d 
particular  pereda;  y  Nuestro  Sefior  que  algunas  Te- 
oes  permite  males  en  les  tierras,  generalmente  para 
que  cada  uno  sea  punido,  particularmente  según  la 
medida  de  su  yerro,  permitió  que  hubiese  tantas 
guerras  en  todo  el  Beyno  que  ninguno  pueda  decir 
ser  eximido  de  los  males  que  de  ella  se  siguieron; 
y  espedalmente  aquellos  que  fueron  causa  de  los 
principiar,  se  Tieron  en  tales  peligros,  que  quideran 
dejar  gran  parte  de  lo  que  primero  tenian,  oon  se- 
guridad de  lo  que  les  quedase,  y  ser  ya  salidos  de 
las  alteraciones  que  á  fin  de  acrecentar  sus  Bstados 
intentaron ;  y  ad  pudieron  saber  con  la  Terdadera 
esperienda,  lo  que  no  les  dejó  conocer  la  ciega  cob- 
dida.  T  por  cierto  ad  acaeció,  que  los  hombres  an- 
tes que  dentan  el  mal  futuro,  no  conocen  d  bien 
presente ,  pero  quando  se  Ten  euTudtos  en  las  ne- 
ceddades  pdigrosas  en  que  su  desordenada  cobdi- 
da  los  mete,  entonces  querrían,  y  no  pueden  hacer, 
aqudlo  que  oon  menor  dafio  pudieran  haber  hecho. 
Duraron  estas  guerras  los  diez  afios  postreros  que 
este  Bey  reynó :  los  hombres  pacíficos  padederon 
muchas  fuerzas  de  los  hombres  nucTOS  que  se  le- 
Tantaron ,  y  hicieron  grandes  destrucdonee  ¿  gas- 
tos en  estos  tiempos,  que  el  Bey  todos  sus  tesoros,y 
allende  de  aquellos  gastó  y  dio  sin  medida  casi  todas 
sus  rentes  de  su  patrimonio  real ,  y  muchas  de  días 
que  les  tomaron  los  tiranos  que  en  aquel  tiempo  eran, 
•de  manera  que  aquel  que  de  la  abundanda  de  los 
tesoros  compraba  Tillas  y  castillos.  Tino  en  tanta 
necesidad  que  Tendió  muchas  de  Teces  las  rentas  de 
8U  patrimonio  todo  para  el  mantenimiento  de  su 
persooa.  Vítíó  este  Bey  dnqftenU  afios,  de  los  qua- 
les  rdnó  Tcinte,  y  murió  en  d  dcázar  de  la  Tilla  de 
Madrid  de  dolenda  de  la  hi jada,  de  la  qual  en  su  tí- 
da  fué  muchas  Teces  de  día  graTemente  apadonado. 
ffoita  aqui  Hernando  del  Pulgar. 

OAPtrULOIL 
De  U  difU Ion  qao  ove  es  Graiadi  eaira  loi  ■oros, 
DÍTÍdon  OTO  en  Granada  entre  los  moros  sobre 
degir  Bey ,  é  fué  en  d  tiempo  de  la  prosperidad  de 


este  Bey  Don  Enrique;  é  fueron  dos  pardalidadee, 
una  que  queria  á  Oadiadia,  que  era  hijo  de  su  Bey 
natural,  é  otra,  la  mayor,  digieron  á  uno  de  los  Aben* 
aerrazes. 

Oadiadií^  ésu  hijo  Ifuley-Haoen,  que  ambos  rey* 
naron  después ,  se  Tinieron  huyendo  en  Osstilla  si 
Bey  Don  Enrique  oon  dodenlos  de  á  caballo  6  mas^ 
el  qual  les  redUÓ  y  trujo  oondgo  mas  de  un  afio  en 
la  Córte,¿  les fada muchas  honras,  6  les  daba  tanta 
sudta  que  las  gentes  mormuraron  dd  Bey,  porque 
enojaban  á  los  ohristlanos  por  donde  andaban. 

ÉL  áiótko  Oadiadis  tenia  mudia  parte  en  Málagai 
é  en  la  Sierra  de  Bonda,  é  Ouarabonda,  é  trató 
oon  d  Bey  Don  Enrique  que  le  daria  á  Ifdaga,  y 
que  le  diese  fsTor  para  reynar  en  Granada.  £1  Bey 
Don  Enrique  sacó  muy  gran  hueste  de  gente,  é  fuó 
sobre  Málaga ,  é  sabido  en  Granada  mataron  al  Bey 
que  hablan  alzado ,  6  euTiaron  secretamente  A  lla- 
mar AOadiadiZi  que  fuese  á  reynar  sobre  dios;  é 
llegando  d  Beal  ya  oeroa  de  Málaga ,  Oadiadis  se 
fué  con  los  suyos  del  Beal  de  noche,  dejando  §1  Bey 
Don  Enrique  sobre  Málaga,  é  recibiéronlo  luego  por 
Bey  en  Granada ;  édesque  d  Bey  Don  Enrique  esto 
TÍdo ,  salió  de  tierra  de  moros  por  la  dudad  de  Gi- 
brdtar,  y  tomó  á  Estepona  la  qual  dgnn  tiempo  se 
tuTO ,  é  después  por  los  grandes  gastos  é  dafios  que 
de  día  se  seguian,  la  mandó  derribar;  y  tomó  á  Xi- 
mena  que  siempre  se  tUTo ,  déla  qual  fizo  meroed  á 
Bdtran  de  la  OnoTa  orlado  suyo,  que  despnes  fué 
Duque  de  Alburquerque ;  en  su  tiempo  se  tomó  Ar- 
ohidona  á  los  moros,  y  dio  un  moro  llamado  d  Zurro 
A  Gibraltar,  y  se  tomaron  otros  lugares  de  moros  dd 
dicho  Beyno  de  Granada  (1),  A  quien  le  dieron  pa- 
rías algunos  afios  porque  no  les  ficiese  guerras.  Los 
Beyes  comarcanos  temían  tanto  su  gran  poder  que 
ninguno  osaba  hacer  d  contrario  de  su  Toluntad ,  é 
todas  las  cosas  le  acarreábala  fortuna  como  él  las 
queria ,  é  aun  mejor  de  mucho,  como  sude  hacer  á 
los  hombres  afortunados;  é  los  de  sus  Beynos  todo 
aqud  tiempo  que  estUTieron  en  su  obedienda,  goza- 
ban de  paz  é  de  los  otros bienesque  de  día  sesignen. 

GAPÍTULOra. 

Do  U  batalla  fia  Daa  Roérlf o  Poaao  da  Laoa,  é  Lnls  do  Parala 

TOadoroB. 

Después  que  el  Bey  Muley  Oadiadia  reynó  pad- 
fico  en  Granada  sobre  los  moros  de  todo  el  reyno, 
el  Infante  Muley  Hacen,  su  hijo,  le  demandó  gente 
y  lioenda  para  correr  tierra  de  christianos,  porque 
tenia  mucha  safia  de  algunas  cabalgadas  que  habiau 
hecho  dos  famosos  Alcaydes  que  en  aquel  tiempo 
habla  en  la  frontera  de  Loxa;  é  Málaga,  que  eran 
Luis  de  Pemia,  Alcayde  de  Osuna,  é  Bodrigo  de 
NarTaez ,  Alcayde  de  Antequera ;  y  d  Bey  no  le  que- 
ria dar  gente  ni  lioenda,  reoonodendo  los  benefl- 
dos  que  en  Osstilla  habla  reoibido  del  Bey  Don  En- 
rique ;  y  en  cabo  con  importunidad  de  los  oaballe- 


(1)  Esta  troio,  iMSta  al  la  dal  aapftalo,  Iklta  aa  la  adialoa  da 
SavUla. 


DON  FBBNAHDO 

foi  de  Qnuiádá,  j  del  dioho  Infante,  j  porque  no 
mormurasen  de  él,  ovo  de  dar  fioenoia  oontra  ra  to- 
Inntad,  qne  por  la  via  de  Loza  viniesen  4  oorrer. 
El  Infante  Moley  Haoen,  sao6  de  Granada  tres  mil 
de  oaballos  muy  escogidos,  é  qnatro  mil  peones  ^  no 
mas,  porqne  le  pareoió  qne  para  donde  habian  de 
oorrer,  qne  habla  harto.  B  partidos  de  Granada,  en- 
traron por  tierra  de  diristíanos  por  Arohidona,  y 
enviaron  desde  Arohidona  mil  é  doscientos  de  oába- 
11o  por  oorredores ,  é  los  qnatrooientos  de  ellos  fne- 
Ton  sobra  Teba ;  y  los  ochocientos  de  ellos  fueron 
oorrer  por  el  campo  de  Alheñes ,  é  do  Osuna ,  é  de 
Écija,  é  quedó  la  celada  atrás  con  el  Infante  oon 
mil  é  ochocientos  de  caballo,  é  la  mayor  parte  de 
los  peones,  porque  algunos  pocos  habian  ido  oon  los 
oorredores ,  y  para  ayudar  á  traer  el  ganado ;  y  se 
cuidó  por  la  tierra  de  esta  entrada  de  los  moros  Don 
Bodrigo  flxo  de  Don  Juan  Ponce  de  León,  Oonde 
de  Arcos,  siendo  mooo  de  dies  y  siete  afios  6  dies  y 
ocho,  salió  de  Ifarchena,  se  juntó  oon  Luis  de  Fér- 
ula, Alcayde  de  Osuna,  y  con  doscientos  de  caballo 
que  aquí  se  hallaron,  é  algunos  peones,  fueron  des- 
de Osuna  á  buscar  los  moros ,  y  hallaron  los  qustro- 
oientos  oorredores  sobra  Teba.  Estuvieron  allí  que- 
dos un  gran  rato,  vieron  venir  los  ochocientos  de 
caballo,  con  la  cabalgada  que  traían  seiscientos 
bueyes ,  y  mil  y  quinientas  vacas ,  é  treinta  y  siete 
hombres  ohristianos  presos,  y  pasaron  oon  su  cabal- 
gada, é  juntáronse  obn  los  quatrocientos  oorredo- 
res que  estaban  sobra  Teba  que  pasaron  la  via  de 
tierra  de  moros,  T  entonoes  Don  Bodrigo  Ponce ,  é 
Luis  de  Pemia  floieron  su  gente  tres  batallas  y 
echaron  la  una  adelante,  en  que  eran  once  de  á  ca- 
ballo escogidos,  oon  el  Oomendador  de^OasaUa, que 
era  muy  buen  hombre ,  el  qual  arremetió  dos  veces 
á  la  saga  de  los  moros ,  é  la  primera  ves  mató  dos 
moros,  é  la  segunda  mató  tres  moros ;  y  oon  esto 
apretáronse  los  moros ,  é  salieron  de  una  angostura 
adelante ,  é  los  ohristianos  tras  de  ellos ,  é  salieron  4 
vn  llano,  oeroa  de  un  cabeso, élos  moros  separaron 
é  adere8aron,ó  embrasaron  sus  adargas  para  volver 
sobra  los  ohristianos,  y  |dizo  Luis  de  Pemia  á  Don 
Bodrigo:  sefior,  estos  moros  quieren  pelear,  ved 
que  quereis  que  hagamos.  B  dizo  Don  Bodrigo: 
¿qué  habemos  de  hacer  sino  pelear  con  ellos?  y 
Luis  de  Pemia  quería  muoho  aquel  dia  esousar  la 
pelea ,  porque  Don  Bodrigo  era  moeo,  é  por  dar  bue- 
na ouenta  de  él,  é  dizo :  Oatad ,  Sefior,  que  estos  mo- 
tos nos  tienen  mucha  ventaja,  y  estos  peones  de  Osu- 
na ,  que  aquí  tenemos ,  yo  los  conosco ,  que  viendo 
los  pelear,  huirán ,  é  se  subirán  á  esta  sierra.  E  don 
Bodrigo  dizo :  conviene  que  no  vamos  de  aquí  sin 
pelear;  y  mostró  allí  muy  viril  corasen ,  y  habló 'co- 
sas oon  que  esforsó  mucho  la  gente,  que  no  biso 
mas  demudamiento  por  ser  moio,  que  si  fuera  de 
quarenta  afios  é  tuviera  allí  dies  mil  de  caballo.  Y 
los  moros,  puesto  caso  que  hicieron  aquel  ademan, 
se  estuvieron  quedos ;  é  había  oon  Don  Bodrigo  y 
oon  Luis  de  Pernia  obra  de  quatrocientos  peones,  é 
estaba  allí  un  oerro  alto  oeroa  de  ellos,  é  por  eso  te- 
mían que  los  peones  se  les  Irian  allí;  estuvieron 


IDOKA  ISABEL.  571 

quedos  los  unos  é  los  otros  un  rato,  é  los  moros  vol- 
vieron las  riendas,  é  poco  á  poco  siguieron  en  pos 
de  su  cabalgada  amas  andar;  y  Don  Bodrigo  é 
Luis  de  Peraia  oon  toda  la  gente  de  lo  seguir  á  las 
aldas;  é  pasaron  hasta  donde  estaba  el  Infante  Mu- 
ley  Haoen,  oon  los  mil  y  ochocientos  de  caballo  en 
la  celada,  é  con  los  peones;  ó  los  ohristianos  oon 
las  alturas  de  las  tierras  perdieron  de  vista  á  los  mo- 
ros, é  por  miedo  de  la  celada  no  osarOn  pasar  de  lar- 
go, é  subiéranse  en  un  cábese  é  no  muy  defensible 
que  dicen  del  Madrofio,  é  posaron  allí,  é  estaban  muy 
oeroa  de  la  celada.  Oomo  los  moros  de  la  cabalgada 
llegaron  al  Infante,  y  le  recontaron  de  aquéllos  po- 
oos  ohristianos  que  les  seguían,  é  que  en  toda  la  tier- 
ra no  parecían  mas;  el  Infante  acordó  que  volviesen 
á  ellos  mientras  la  cabalgada  se  alargaba,  pensando 
que  por  ser  tan  pocos  los  podrian  también  llevar  con 
la  cabalgada;  y  fioieron  para  volver  tres  batallas, 
en  la  primera  vino  por  capitán  un  caballero  moro 
llamado  Abdalla  Ambran,  capitán  de  la  gente  de 
Baza  é  Guadiz,  oon  mas  seiscientoe  de  á  caballo;  y ' 
los  ohristianos  reoogiéronse  al  dicho  cabeso  del  Ma- 
drofio, y  aun  no  estaban  recogidos  de  el  todo  los 
peones,  é  Don  Bodrigo  é  Luis  de  Pernia,  se  apode- 
raron en  aquel  cabeeo,  é  fioieron  su  gente  apretar  é 
los  caballos  colas  oon  colas ,  é  fioieron  muro  de  sí 
mismo  en  circuito,  todas  las  puntas  de  las  lansas  á 
de  fuera,  para  se  defender  á  bote  de  lanza  oomo  fué. 
B  Abdalla  Ambran,  llegó  é  dióles  una  vuelta  alre- 
dedor ;  y  los  moros  de  su  batalla,  de  que  no  les  pu- 
dieron entrar,  les  arrojaron  muohas  lanzas  por  un 
cabo  é  por  otro ,  é  los  diristianos  se  las  redbian  en 
las  adargas  é  con  las  suyas.  B  en  esto  Abdalla  Am- 
bran, vido  venir  peones  christianos  á  hilo,  y  dezó 
aquel  combate ,  y  corrió  con  su  batalla  á  donde  ve- 
nían los  peones  christianos,  y  fué  matando  por  ellos 
por  donde  venían  gran  trecho  de  tierra.  E  el  peona- 
je era  de  Eoija,  é  mató  ciento  y  veinte  y  tres  hom- 
bres, y  vino  sobre  Don  Bodrigo  y  sobre  los  chris- 
tianos la  segunda  batalla  de  otros  tantos  eaballeros 
é  fioieron  de  la  manera  de  la  otra,é  arrojaron  todas 
las  lanzas,  y  se  vinieron  alrededor,  é  nunca  pudie- 
ron mover  los  christianos. 

Estando  en  esto ,  ssomó  él  Infante  con  otra  muy 
gruesa  batalla  muy  ordenadamente,, que  no  salía 
hombre  de  hombre ;  é  tres  Alf  aquies  ante  él  en  tres 
sendos  caballos,  vestidos  de  sendas  alcandoras  blan- 
cas muy  cumplidas  sobre  las  armas,  y  oon  sendas 
espadas  sacadas,  amagando  á  un  oabo  y  á  otro,  á  las 
oabesas  de  los  cabaUos  que  no  salla  uno  de  otro  ri- 
giendo la  batalla.  [El  Infante  bien  pensó  que  quan- 
do  él  llegase  que  ya  los  ohristianos  serian  desbara- 
tados ,  y  como  los  vieron ,  arremetieron  é  también 
echaron  las  lansas,  é  allí  pelearon  muy  fuertemen- 
te los  unos  con  los  otros.  E  Don  Bodrigo  Ponce  é 
Luis  de  Pemia  de  tal  manera  pelearon  é  esforzaron 
sus  gentes,  é  nuestro  Sefior  milagrosamente  les  dio 
tanto  esfuerzo, queso  mezclaron  peleando  oon  la 
batalla  del  Infante,  y  mataron  allí  muchos  moros,  é 
fué  herido  Don  Bodrigo  de  una  lanza  arrojadiza 
que  le  pasó  un  braaO|  é  ansí  herido  salieron  de  alli 


572 


OBÓNICAB  DE  LOS  BETE8  DB  OASTILLA. 


en  p<M  de  loe  moroi ,  peleeado  maj  fuertemente,  é 
loe  moroe ,  é  en  Infante  volTleron  1m  eepaldae  á 
hair ,  qne  no  pudieron  sofrir  á  loe  christienoa  que 
eelieron  heohoe  un  cufio  ton  todaa  sus  lansaa  que  no 
habían  echado  ningunae,  é  loe  moros  habían  echa- 
do la  mayor  parte  de  las  suyas  que  no  parecían  sino 
parva  en  deredor  de  loa  chrístianos  y  de  alli  loe 
ohrístianoa  siguieron  el  alcance ,  matando  muchos 
moros.  E  alli  perdió  el  Infante  bu  sefia,  é  el  paje 
con  ella ,  é  otras  muchas  señas ,  que  cada  capitán 
tenia  la  suya,  é  las  ovo  Don  Rodrigóle  siguieron  el 
alcance,  hasta  que  cerró  la  noche;  é  aquella  noche 
fué  Don  Bodrigo  en  gran  peligro  de  su  persona; 
deeque  se  resfrió  la  lanzada  que  le  pasaba  el  braso 
por  la  mufieca ,  se  desangró  mucho  é  desmayó  por  la 
mucha  sangre  que  le  salió,  y  después  fué  conforta- 
do, y  con  la  fortalesa  de  su  coraaon,  y  el  favor  del 
vencimiento,  él  mesmo  se  esforzaba,  é  aquella  no- 
t)he  durmieron  en  el  alcance  en  un  arroyo.  E  otro 
día  salió  á  la  delantera  el  Oonde  de  Oabra  oon  nue- 
vecientos  de  caballo  é  hizo  grande  estrago  en  los 
moros  que  alcanzó.  E  Bodrigo  de  Narvaez,  Aloayde 
de  Antequera,  salió  por  su  porte  por  otro  oabo  é  ma- 
tó, 6  cautivó  muchos  moros ,  é  ovo  muy  gran  des- 
pojo y  provecho  del  fardaje,  mas  que  ninguno  de 
loe  otros  que  se  hallaron  en  encuentro  con  los  moros 
quando  iban  huyendo*  Oomo  los  moroe  que  iban  oon 
la  cabalgada  vieron  que  el  Infante  y  los  suyos  iban 
desbaratados ,  y  huyendo ,  dezaron  la  cabalgada  y 
huyeron,  y  la  cabalgada  se  volvió  toda  aquella  no- 
che á  sus  querencias.  El  Infante  Muley  Hacen ,  ó 
Abdalla  Ambran,  é  los  mas  que  pudieron  se  fueron 
á  ufia  de  caballo.  E  fué  esta  batalla  en  viernes  once 
días  del  mee  de  Abril  año  del  nacimiento  de  nues- 
tro Bedentor  Jesuchristo  de  mil  quatrodentos  é  se- 
senta y  dos  años,  en  tiempo  del  JPapa  Pió  II.  Este 
año  adelante  en  el  Agosto  se  tomó  á  Qibraltar,  ca 
lo  dio  el  Zurro  al  Bey  Don  Enrique;  é  el  Duque  de 
Medina  Don  Enrique  con  la  gente  de  Sevilla,  é  oon 
la  gente  de  su  tierra  fué  por  Oapitan  á  la  tomar,  y 
Don  Bodrigo  Ponce  de  León,  fué  presente  á  ello 
oon  la  gente  del  Conde  Don  Juan  su  padre ;  é  la 
ciudad  se  tomó  sin  peligro,  é  dio  el  Bey  la  tenencia 
de  ella  al  Duque  de  Medina  Sidonia. 

OAPtrULO  IV, 

De  loi  btBdoi  é  fiíemt. 

Dejando  de  contar  de  los  infinitos  bandos  á  pir- 
cialidadee  que  en  Castilla  ovo  entre  los  caballeros 
é  comunidades,  que  es  imposible  el  poderse  escribir 
de  aquel  tiempo  de  los  [trabajos  de  este  dicho  Bey 
Don  Enrique,  me  vino  á  memoria  escribir  algún 
poquito,  de  lo  que  acaeció  en  Sevilla  entre  el  Du- 
que de  Medina  Sidonia  y  el  Marqués  de  Cádiz  Don 
Bodrigo  Ponce  de  León,  que  eran  como  dos  colum- 
nas que  toda  la  ciudad  é  Andaluda  sostenían.  Vi- 
viendo ambos  en  Sevilla  en  el  afio  de  1471,  é  go- 
zando de  la  ciudad  é  de  su  tierra,  ovo  algunas  cis- 
mas entre  ellos  por  induoion  de  malos  hombres  de 


dose  suyos.  B  otrosí  tamUen  por  Hgonoa  pondo- 
ñores  de  honra,  é  montar,  é  valer  en  la  ciudad,  é 
mandar  de  manera  que  aunque  ellos  en  sus  pundo- 
nores muchas  veces  se  padficaron  habiendo  gana 
de  vivir  en  pai,  nunca  loe  dejaron  malos  hombres, 
é  los  unos  diciendo  Niebla,  é  los  otros  León,  como 
el  tiempo  les  mudaba  por  «1  decaimiento  de  la  jus- 
ticia, aunque  por  un  cabo  se  apagaba  el  fuego,  por 
otro  se  encendía ;  de  manera  que  oreado  tanto  el 
enojo  entre  ellos  que  sus  casas  se  pusieron  en  armas 
del  uno  contra  el  otro,  y  se  volvió  la  pelea  entre 
ellos,  é  pelearon  perlas  calles  de  Sevilla  mudioe 
días  é  noches,  é  las  gentes  del  uno  é  del  otro  aflt« 
gían  mucho  la  dudad,  y  la  metían  á  saoo  mano,  é 
el  Marqués  tenia  el  barrio  de  Santa  Catalina  con  sus 
cercas ;  y  érale  la  torre  de  8.  Mareos  en  contra,  y 
unos  rufianes  de  la  parte  del  Marqués  puderon 
fuego  á  las  puertea  de  la  iglesia  pensando  no  hacer 
tanto,  y  encendióee  toda  la  iglesia,  y  ardió  toda  sin 
remedio ;  é  desque  esto  se  vido  por  toda  la  dudad 
fué  en  muy  gran  mormuraoion,  é  mandaron  repicar 
en  la  igleda  mayor,  y  recogióse  tanta  gente  contra 
el  Marqués  qne  él  é  los  suyos  ovieron  de  salir  hu- 
yendo, é  vino  á  parar  á  Alcalá  de  Quadaira,  donde 
le  dio  la  fortalesa  é  la  villa  Fernán  Darías  de  Saa- 
vedra,  Sefior  del  Viso  é  Castellar,  é  vdnti-quatro 
de  Sevilla  que  la  tenía,  ca  er*  su  cufiado,  casado 
oon  su  hermana;  é  el  Marqués  fortaleció  mucho  á 
Alcalá  é  la  tuvo ;  é  dende  fué  á  la  ciudad  de  Jerez, 
é  la  tomó  é  fortaleció,  é  labró  mucho  la  fortaleza^ 
donde  se  hizo  muy  poderoso  ;  é  dguióse  la  guerra 
entre  estos  dos  caballeros,  de  donde  se  siguieron 
muchos  malee  é  muertes  de  hombres,  é  robos,  é  hur- 
tos, é  bandos  en  todos  los  lugares  de  esta  Andalu- 
cía. T  el  Marqués  como  era  hombre  de  muy  gran 
corazón  y  olvidaba  tarde  los  enojos ,  quinera  mu- 
cho haber  batalla  con  el  Duque; y  con  este  deseo 
volvió  á  Sevilla  é  se  puso  en  Tablada  oon  tras  mil 
de  á  caballo  de  su  tierra  é  casa,  é  de  sus  amigos  6 
valedoree,  é  con  él  loe  peones  que  le  parado  eran 
menester,  é  dende  envió  á  desafiar  al  Duque,  B  el 
Duque  salió  fuera  de  los  muros  de  la  Ciudad  oon 
su  gente  é  valias,  con  gran  multitud  de  conf  eaoa 
que  le  amaban  é  querían  en  demasiada  manera.  B 
el  Comendador  mayor  de  León  Don  Alfonso  de  Cár- 
denas, que  después  fué  Maestre  de  Santiago,  é  otros 
noblee  caballeros  se  atravesaron  en  medio  y  los  mi- 
tigaron, é  amansaron  algo  al  Marqués  de  su  furia, 
con  intercesión  de  los  frailes  é  religiosos  de  todas 
órdenes,  que  no  cesaron  de  noche  y  de  día  hasta 
que  los  pusieron  en  tregua;  é  volvióse  d  Marqués^ 
é  el  Duque  se  metió  en  Sevilla,  y  siguióse  todavía 
la  guerra.  E  en  Carmena  había  dos  parcialidades, 
una  por  el  Duque,  otra  por  el  Marqués,  é  pelearon 
muchas  veces,  é  los  dos  alcázares  estaban  por  d 
Marqués  el  uno,  é  el  otro  por  el  Duque,  é  cuando  pe- 
leaban, cada  uno  de  los  dichos  sefiores  fada  aocor- 
rer  á  su  parte.  T  ad  fué  que  un  dia  lunes  8  de  Mar- 
zo de  1473,  se  encontraron  cerca  de  Alcalá  de  Qua- 
daira, é  facía  Carmena  donde  dicen  Peromingo,  de 


mas  entre  euos  por  inauoion  uo  iumw  uviuwton  uo       uairsi,  «  j.auiB  uarmuna  aonae  aicen  jreroiiungo,  aa 

pié  é  rufianes  qne  se  arrimaban  á  sus  casa»  llaman-  |  una  parte  Don  Pedro  de  Stufiiga,  é  dos  hermanos 


bol»  lrÉttNAÍ»bO  1^  DOÍTA  Í^ABÉt. 


t)á8t¿rdos  ¿e  dicho  Daqne  de  Medin»)  Don  Pedio 
que  er*  yerno  del  Oomendador  mayor,  é  Don  Alon- 
■o  que  era  manoebo  y  otroe  gentilee  hombres,  y 
otros  machos  caballeros  de  Sevilla  que  hablan  sa- 
lido á  buscar  con  quien  pelear  de  sos  enemigos,  ó  á 
lleyar  cabalgada.  E  de  la  otra  parte  Fernán  Darlas 
de  Saayedra,  cufiado  del  Marqués  casado  con  su 
hermana,  Sefior  del  Viso,  susodicho,  con  los  caba- 
lleros de  Marchena ;  é  serian  de  cada  parte  hasta 
dentó  y  dnqllenta  de  caballo,  pocos  mas  ó  menos, 
así  que  la  .ventaja  era  poca  de  unos  á  otros,  aunque 
algo  mas  eran  los  de.Marchena ;  é  hubieron  su  ba- 
talla, é  fueron  desbaratados  los  de  Sevilla,  é  vend- 
doa  é  muertos  Don  Pedro  é  Don  Alonso,  hermanos 
dd  Duque ;  recreció  gente  de  Alcalá  y  siguieron  d 
alcance,  en  que  se  hizo  más  dafio  en  la  gente  del 
Duque,  de  muertos,  é  presos,  é  despojos ;  é  los  que 
de  ellos  escaparon  fueron  á  ufia  de  caballo.  En  la 
▼illa  de  Carmena  tenían  loados  Alcázares  el  Ma- 
yordomo Qodoy  que  era  un  honrado  cabdlero,  por 
la  pardalidad  dd  Marqués,  en  que  gran  parte  de  la 
▼illa  se  acostaba;  y  tenia  d  otro  Alcázar  otro  caba- 
llero llamado  Luis  Méndez  de  Sotomayor,  con  otra 
muy  gran  parte  de  la  ▼illa  por  el  duque  de  Medina, 
ó  pelearon  muchas  ▼eces  ambos  bandos,  donde  se 
hadan  mucho  dafio  de  muertos  é  heridos;  é  allí 
murió  un  dia  el  famoso  y  buen  caballero  Luis  de 
Pemia,  Alcayde  de  Osuna,  de  unaespingardada,  que 
era  de  la  parte  del  Marqués,  el  qud  habia  habido 
muchas  ▼ictorlas  contra  los  moros.  Quedó  en  toda 
la  frontera  de  los  moros,  entre  los  christianos,  gran 
dolor  de  su  muerte.  Ovo  el  Marqués  en  aquel  tiempo 
de  aqudla  guerra,  muchas  ▼ictorias  contra  los  mo- 
ros y  christianos  é  tomó  á  Oardola  por  fuerza  de 
armas  á  los  moros.  E  tomóle  á  el  Duque  á  Medina, 
que  es  d  título  del  ducado,  el  qud  nunca  cesaba  de 
noche  y  dia  de  pensar  como  hacer  la  guerra  á  sus 
contrarios,  é  siempre  traia  entre  moros  los  adalies, 
ó  eso  mesmo  en  la  tierra  de  sus  contrarios ;  é  sabia 
quales  fortalezas  se  ▼daban  bien,  é  en  qudes  habia 
md  recaudo,  é  Pedro  de  Vera  su  Alcayde  de  Arcos, 
por  le  senrir,  hurtó  una  noche  á  Medina  Sidonia,  es- 
tando fuera  d  Alcayde  Basurto,  é  la  entregó  d  Mar- 
qués, el  qual  la  tu^c  hasta  que  después  la  dio  de  su 
gitiáo,  hechas  las  amistades. 

En  aquel  tiempo  de  aquella  guerra  sdió  el  Du- 
4|ne  de  Sevilla  con  todo  su  poder,  é  con  lá  Ciudad, 
é  su  tierra,  é  cercó  la  ▼illa  de  Alcalá  de  Guadayra, 
é  sus  fortalezas,  é  túvola  cercada  dertos  dias,  é  el 
Marqués  fué  allí  muy  poderoso  sobre  él,  y  estuco 
allí  hasta  que  el  Conde  de  Tendilla,  é  otros  caballe- 
ros é  rdigiosos  los  concertaron,  E  el  Duque  alzó  el 
cerco  é  se  fué  á  Sevilla,  é  d  Marqués  se  ▼olvió  á 
Jerez,  é  Aleda  se  quedó  por  éL 

No  se  pueden  escribir  tantas  cosas  é  robos,  é 
muertes,  é  hurtos,  é  fortunas  quantas  de  estas  guer- 
ras se  causaron. 

Sdió  el  Marqués  de  Sevilla,  como  dicho  es,  miér- 
coles postrero  dia  del  mee  de  Julio ,  afio  de  1471, 
ó  duró  la  guerra  entre  estos  dos  caballeros  y  sus 
Taliás  quatro  afios,  de  donde  este  Andalucía  recibió 


67Í 

mucha  pena  y  mas  por  los  tiempos  que  vinieron 
estériles  é  f  dtos  de  pan  y  ▼ino  que  se  encareció, 
que  d  afio  de  1472  no  se  oogió  muoho  pan ;  é  el  afio 
de  1473  fué  seco  é  fizóse 'la  sementera  los  meses 
postrimeros  del  afio  de  72  y  después  nunca  llo^iói 
Febrero  ni  Marzo,  ni  Abril  ni  Mayo  del  afio  de  78. 
Los  panes  en  berza  sin  sazón  en  las  mas  partes  de 
esta  Andducía ,  é  ▼alió  d  pan  muy  caro  todo  este 
afio,  é  el  afio  de  74,  hasta  que  se  oogió  pan  nue^o;  é 
comunmente  ▼dia  una  fanega  de  trigo  700  é  800 
maravedís,  é  ▼alia  un  buey  8.000  maravedís,  é  una 
▼acá  2.000  maravedís,  é  una  fanega  de  cebada  800 
maravedís  é  aun  mas.  El  didio  afio  de  1474,  so 
oogió  muy  poco  ▼ino,  é  valía  el  arroba  800  mara- 
vedís. E  esta  fdta  fué  desde  puertos  de  Castilla  á 
acá.  En  el  Maestradgo  de  Santiago  habia  mucho 
pan,  de  donde  la  ciudad  de  Sevilla  y  su  tierra  se 
proveía  en  aquellos  tiempos.  T  por  la  mar  vino  bas- 
tedmiento  de  pan,  y  si  no  fuera  por  las  guerras  no 
llegara  á  vder  tan  caro,  que  por  lá  mar  se  proveye- 
ra con  tiempo ;  mas  como  los  dichos  sefiores  se  ha- . 
dan  guerra  por  tierra  é  mcur,  no  se  podían  proveer. 
Llegó  á  valer  en  la  dudad  dd  Puerto  de  Santa  Ma- 
ría, 1.000  maravedís  una  fanega  de  triga  El  afio 
de  1474  envió  Dios  nuestro  Sefior  tan  abundoso  de 
pan ,  é  vino  é  frutas,  que  vidtó  su  pueblo  desque 
se  cogió,  que  comunmente  los  labradores  cogieron 
de  cada  fanega  dos,  é  tres,  é  quatro  cahíces  de  trigo 
y  de  cebada.  E  no  penséis  que  esta  hambre,  é  ca- 
restía é  esterilidad  de  tiempos,  aoaesoió  tan  solamen- 
te en  estas  partes  donde  yo  he  hablado  particular 
mente  acá;  en  toda  Espáfia  dcanzó,  y  también  de 
la  fertilidad  y  hartura  que  nuestro  Sefior  envió  d 
afio  de  1474  afios. 

CAPÍTULO  V. 

Cobo  los  portogiieies  tomaron  É  AreiUt  y  Tu^tT. 

En  d  dicho  afio  de  1471  afios,  á  24  dias  de  Agos^ 
to,  dia  de  San  Bartolomé,  tomaren  los  portugueses 
la  villa  de  Arcilla  á  los  moros  allende  de  la  mar,  en 
d  reino  de  Fez,  por  fuerza  de  armas;  y  dende  en 
ocho  dias  despojaron  los  moros  á  Tanjar  é  tomáron- 
la los  portugueses,  que  la  hallaron  una  mafiana. 
Esto  fué  reynante  en  Portngd  el  muy  noble  Bey 
Don  Alonso,  [fijo  del  Bey  Don  Dnarte,  é  nieto  dd 
Bey  Don  Juan,  Beyes  de  Portugd.  E  él  mesmo  en 
persona  é  el  Príndpe  Don  Juan  su  fixo,  fueron  pre- 
sentes en  esta  victoria. 

CAPITULO  VI. 
Da  It  mina  de  oro  ^o  dosonbrteron  los  portognefas. 

En  d  dicho  afio  de  1471  afios  descubrió  lá  flota 
dd  dicho  Bey  Don  Alonso  la  mina  de  oro  que  hoy 
los  Beyes  de  Portugd  poseen ,  que  es  en  la  costa 
del  mar  Océano,  hacia  la  parte  de  nuestro  medio- 
día, pasadas  las  costas  de  los  negros  xelofes,  é  sus 
confines,  é  mucho  mas  adelante  tanto  d  norte,  poco 
menos  se  les  esconde  con  la  redondez  de  la  tierra ; 
donde  d  tiempo  que  la  hdlaron  y  en  los  primero^ 


GBÓNIOAS  DB  LOS  BEYES  DE  OAfifTILLá. 


yiaJM,  U  mayor  parte  de  loa  nayegantea  adolecían, 
y  ie  iDorian  sin  remedio;  y  deapnea,  proñguiendo 
ana  viajea ,  se  desenoonó  ú  oamino  y  ae  Bañaron  é 
ceaaron  de  morirse.  De  la  qaal  miña  de  oro  mny 
gran  riqueza  y  honra  ha  prooedido  á  loa  Beyea  de 
Portngal  ó  oadá  día  procede  mucho  proyeoho  á  to- 
do en  reyno ;  no  porque  elloa  sean  sefiores  de  la  oo- 
aiacha  del  oro,  ni  sefiorea  de  la  tierra  donde  se  coge, 
aaWo  hanlo  por  su  reaoate  en  una  f  ortaleea  que  allá 
en  la  mar  tienen,  que  fioieron  nueyamente,  donde 
los  negrea  de  todaa  aquellas  oomaroaa  de  su  plaoer 
é  gana  se  lo  traen  á  yender  y  rescatar,  por  laa  coaaa 
que  de  acá  lea  Ueyan  de  cobre  é  latón,  peltre  é  ro- 
paa  é  otras  muchas  cosas,  hechas  alhajas,  que  no 
aon  de  mucho  yalor,  é  oonchaa  de  Canariaa,  que 
tienen  loa  negrea  en  mny  grande  estimación  é 
precio. 

CAPÍTULO  VIL 

Dot  riontetlee  iü  reiaado  dd  Rsj  D.  Fanaado  al  Católico  m 

Cuülla. 

Después  que  se  oomensaron  guerras  en  OastíUa 
entre  el  Bey  Don  Bnrique,  é  loa  caballerea  de  ana 
reinos,  ó  antea  que  el  Bey  Don  Femando  casase  con 
la  Beyna  Dofia  Isabel,  se  deoia  un  cantar  en  Casti- 
lla que  deoian  laa  gentea  nueyaa,  á  quien  la  música 
auele  aplacar,  á  muy  buena  aonada :  Flore$  d»  Arar 
gon^  dentro  en  CastiUa  ton:  Floree  de  Aragón,  deniro 
en  Caeiilla  eon.  E  loa  nifios  tomaban  pendoncicos 
ohiquitos ;  y  caballeroa  en  cafiaa ,  jineteando  de- 
cían: Fendonde  Aragon¡  pendón  de  Aragón.  B  yo 
lo  deda  y  dije  maa  de  cinco  yeoea ;  puea  bien  po- 
demoa  decir  aqui,  aegun  la  experiencia  que  ade- 
lante  se  siguió :  Domine  ex  ore  infanHum  et  ¡ocien- 
tium per/edeU  lauden^  propter  inmicoe  fuot,  ui  dee- 
iruae  vnmieum  et  uUorem:  SeSior,  tú  hieieU  aeaiada 
olabanMa  de  la  boca  de  loe  niñoeéde  loe  quemamoñi 
por  roMonde  loe  tue  enemigoe^pordeetmir  al  enemi- 
go i  el  que  ee  vengó;  pues  que  significó  esto  en 
allende  de  la  glosa  que  la  Santa  Madre  Iglesia  de 
ello  tiene,  oontemplatiyamentelo  podemoa  atribuir, 
aegun  lo  yemos  por  experiencia.  Y  que  fué ,  aino 
que  yiendo  nueatro  Sefior  su  pueblo  de  toda  Casti- 
lla, padecer  llena  de  mucha  soberbia  é  de  mucha 
herejía,  é  de  mucha  blasfemia  é  ayaricia,  é  rapifia, 
é  de  muchas  guerraa  é  bandos,  é  parcialidadea,  ó 
de  muchoa  ladronea  é  salteadores,  é  rufianea  é  ma- 
tadorea,  é  tahúres,  6  tableroa  públiooa  que  andaban 
por  renta,  donde  muchas  yecea  el  nombre  de  nuestro 
Safior  Dios  é  de  nuestra  Sefiora  la  gloriosa  Virgen 
María,  eran  muchaa  yeces  blaaf emadoa,  é  renegadoa 
de  loa  malea  hombrea  tahurea,  y  laa  grandes  muertes 
y  estragos  y  resgates  que  los  moros  hacían  en  los 
ohristianoa,  yfpara  el  remedio  que  nueatro  Sefior  por 
su  infinita  piedad  y  bondad  propuso  haoor,  púsolo 
en  boca  de  loa  nifioa  sin  pecado,  por  hablar  en  sefial 
de  batallaa  con  pendonea ,  y  en  cantar  de  la  otra 
gente  nneya  con  alegría,  antea  que  remediaae  y 
deetrnyese  lo  que  á  CaatíUa  deatmia  y  afiijia ;  y  aai 
que  laa  fiorea  y  el  penden  que  entraron  en  Oaatilla 


de  Aragón  á  oelebrar  él  aanto  matrimonio  con  la 
Beyna  Dofia  laabel,  donde  jnntoa  eatoa  doa  realea 
cetroa  de  Castilla  y  Aragón,  procedieron  en  espacio 
de  treinta  afios,  qne  amboa  reynaron  jnntoa,  tantea 
bienea  é  misterios ,  é  tantea  é  tan  milagroaaa  ooaas^ 
qnantas  habeia  yisto  y  oido,  los  que  hoy  sois  yiyoa, 
laa  qnales  nuestro  Sefior  en  tiempo,  y  por  manca  de 
elloa  obró  é  hizo ;  y  loa  que  de  ello  aomoa  teatigoa, 
bien  podemos  tomar  por  noa  aquello  que  dijo  nuea- 
tro Sefior  Bedemptor :  gBeatí  oeuU  qvi  videni  quod 
•vea  videtie.  •  T  anal,  con  eata  junta  de  eatoa  dos  rea- 
les cetros,  se  yengó  nueatro  Sefior  Jesnohriato  de 
ana  enemigos,  y  destruyó  el  yengador  ó  matador. 

Enemigos  de  Dios  son  los  malea  ohristianoa  ó 
aquellos  que  están  en  propósito  de  todo  mal ,  loa 
herejea,  ó  ladrones,  é  engafiadorea,  é  todoa  loa  que 
andan  fuera  de  la  doctrina  de  la  Santa  Igleaia. 

Vengador  quiere  decir  matador,  el  que  mata  ain 
piedad,  como  hacían  loa  morca  antea  que  el  reyno 
de  Qranada  se  ganaae,  que  ain  ninguna  piedad 
quando  podían  mataban  á  loa  ohristianos,  ¿  por 
ellos  se  tome  aquí :  i  üt  deeiruae  inimieum  al  Mo* 
wrem:  porque  destruyaa  el  enemigo  ó  el  matador.! 

Pues  no  es  oculto  quando  oomensaron  de  rey- 
nar,  la  mayor  parte  de  estos  Beynos  serles  en  con- 
tra*, y  dáraeloa  en  sus  manca  marayüloaamentCp 
puea  por  f  uená  de  armaa  lo  ganaron  como  por  to- 
dos fué  yisto ;  de  donde  quebrantaron  la  soberbia 
de  loa  malea,  ¿  pueetoa  sus  Beynos  en  mucha  justi- 
cia encendieron  el  fuego  á  los  herejes,  donde  con 
justa  rasen,  por  ainodal  constitución  han  ardido,  A 
arden,  é  arderán  en  yiyas  llamas  haata  que  no  haya 
ninguno  ¡  é  por  mas  aína  dar  fin  á  la  herejía  mo- 
saioa,  le  quitaron  laa  raices,  que  eran  laa  descomul- 
gadas sinagogaa.  A  loa  renegadorea,  ladronea  6  ru- 
fianea, ya  sabéis  quanto  los  aborrecieron  é  manda- 
ron punir;  puea  el  tablero  grande,  los  grandes  jue- 
gos que  por  renta  andaban  en  laa  tierraa  de  loa  ae- 
fiores,  donde  el  nombre  santo  de  nuestro  Sefior  era 
muchas  yeces  blasfemado,  sin  que  nadie  por  Él  yol- 
yiese,  yed  desque  lo  defendieron,  si  maa  ae  cao 
uaar. 

Puea  contra  los  moros  de  aquende  en  la  conquia- 
ta  del  reyno  de  Ghranada,  yed  quan  glorioso  é  yioto- 
ríoso  fin  le  dieron.  Comensaron  de  reynar  con  buena 
intención  y  esperanza  de  yer  al  aeryicio  de  Dioa  ea- 
tos  Beynos  sojusgadoa  á  su  poder,  6  yencidos  soa 
enemigos,  de  haoer  la  guerra  á  loa  moros,  ¿  todo  lo 
yieron  é  hicieron. 

Cierto  es  que  todos  los  que  en  este  mundo  alguna 
obra  ó  jomada  comienzan ,  la  comienzan  con  inten- 
ción de  yer  su  fin ,  é  si  el  fin  de  la  obra  ea  bueno, 
alegra  mucho  á  aquel  que  la  deaeó  yer  acabada.  Yo 
el  que  eatoa  capítnloa  de  Memoriae  eacribi,  alendo 
de  doce  afios,  leyendo  en  un  rejistro  de  un  miábue^ 
lo  difunto,  que  fué  escribano  público  en  la  yilla  da 
Fuentes,  de  la  encomienda  mayor  de  León,  donde 
yo  nací,  hallé  unoa  oapítulos  dealgunaaocaaaluuuK 
fiosas  qne  en  su  tiempo  habían  acaecido,  y  oyendo* 
melas  leer  mi  abuela  yinda,  su  mujer,  siendo  en  caal 
aenitud  me  dijo :  hijo,  ¿y  tú  por  qué  no  eaoribes  a«i 


Don  tEttNANDO 

(M  COMS  4e  ahora,  como  «atan  eias?  paei  no  hayas 
paresa  da  eaoríbir  laa  cosas  bnenas  que  en  tos  dias 
acaederan ,  porque  laa  sepan  los  que  después  Tinie- 
jen ,  7  maravillándose,  desque  las  lean ,  den  gracias 
á  Dios.  Ydesde  aquel  día  propuse  hacerlo  asi ,  y  des- 
pués que  mas  se  me  entendía,  dixe  muchas  yeces 
entre  mí :  si  Dios  me  da  vida  y  salud,  y  tívo,  escri- 
biré hasta  que  vea  el  Beyno  de  Granada  ser  ganado 
de  ohristianos ;  é  siempre  tuve  esperanza  de  lo  ver, 
é  lo  tí  como  lo  yisteis  é  oísteis  los  que  son  títos;  á 
nuestro  Sefior  Jeeuohristo  sean  dadas  muchas  gra- 
cias é  loores.  E  por  ser  imposible  poder  escribir  to- 
das las  cosas  que  pasaron  en  Espafia  por  concierto 
durante  el  matrimonio  del  Bey  Don  Femando  é  de 
la  Reyna  Dofia  Isabel,  no  escribí ,  salvo  algunas  co- 
sas de  las  mas  hazafiosas  de  que  ove  vera  informa- 
ción, é  de  las  que  vi,  é  de  las  que  á  todos  fueron 
notorias  y  públicas  que  acaecieron,  é  fueron  é  pa- 
saron ,  porque  viva  su  memoria ;  y  porque  algunos 
caballeros  y  nobles  personas  que  lo  vieron ,  é  otros 
que  no  lo  vieron ,  é  los  que  nacerán  y  vemán  de»» 
pues  de  estos  tiempos,  habrán  placer  de  lo  leer  é 
oir,  é  darán  gracias  á  Dios  por  ello.  Porque  no  em- 
bargante que  ello  todo  por  los  coronistas  de  Sus 
Altezas,  sea  muy  cumplidamente  escrito,  como  las 
coronices  no  se  cemunican  entre  las  gentes  comu- 
nes, luego  se  olvidan  muchas  cosas  acaecidas,  y  el 
tiempo  en  que  acaecieron  y  quien  las  hizo,  si  pflürti- 
oularmente  no  son  escritas  y  comunicadas ;  é  por 
este  provecho  que  de  aquí  se  seguirá ,  suplico  nin- 
guno me  tenga  á  locura  quererme  meter  á  escribir 
lo  que  es  ajeno  de  mi  oficio ;  cá  los  que  mejor  lo  su- 
pieren lo  que  yo  escribo,  6  á  qualquier  parte  de  ello 
por  lo  haber  visto ,  é  se  haber  acaecido  en  ello,  su- 
plico, si  algunos  defectos  ó  yerros  fallaren  en  mi  es- 
cribir, los  quieran  enmendar,  á  la  corrección  de  los 
quales  é  de  toda  verdad  é  buena  razón  me  someto 
en  mi  voluntad,  no  movida  á  ninguna  defectuosa 
afición  ni  vanagloria,  ni  para  á  nadie  |ofender.  É 
pensando  no  ser  yerro  escribir  por  memoria  lo  que 
tácito  no  debe  quedar;  á  loor  y  alabanza  de  Nuestro 
Bedemptor  Jesuchristo ,  y  de  su  gloriosa  Madre  la 
Virgen  Santa  María  nuestra  Sefiora,  y  á  honra  y  en- 
aalzamiento  de  la  muy  loable  y  muy  gloriosa  y  per- 
petua memoria  de  Sus  Altezas,  y  de  sus  hijos  y  nie- 
tos y  suboesores ,  y  linaje  de  estos  christianísimos  y 
muy  virtuosos  é  -invictísimos  Bey  Don  Femando  é 
Beyna  Dofia  Isabel,  su  muger,  reyes  de  Espafia,  de- 
aechando  la  ociosidad  entro  al  exordio  de  lo  sobre- 
dicho, contando  primeramente  la  real  progenie  don- 
de estos  Beyes  vienen. 

oapItulo  vm. 

Dt  él  liiMjt  dt  doBde  tMse  el  Ray  Dea  Fentade. 

El  Bey  Don  Femando  Y  de  este  nombre,  nació 
en  Aragón  á  dos  dias  de  Marzo  del  afio  del  naci- 
miento de  Nuestro  Bedemptor  de  mil  y  quatrooien- 
tos  y  dnqftenta  y  dos,  en  una  villa  que  llaman  Bos; 
viernes  nació  á  las  diez  horaa  del  día,  estando  su 
planeta  é  signo  en  muy  alto  triunfó  de  bien  aven- 


id DOÍiíA  IBkbÉL  ÍH 

turanza,  según  dijeron  los  astrólogos.  Es  fijo  del 
Bey  Don  Juan,  que  fué  primero  de  Navarra,  porque 
ovo  aquel  reyno  con  su  primera  mujer.  El  Bey  de 
Aragón,  uno  de  los  Infantes  de  Castilla  fijos  ded  In- 
fante Don  Femando,  que  fué  fijo  del  Bey  Don  Juan 
de  Oastilla ,  primero  de  este  nombre ,  hermano  del 
Bey  Don  Enrique  tercero  de  este  nombre,  el  Bueno 
que  dixeron,  é  fué  doliente,  padre  del  Bey  Don 
Juan  II,  é  fué  tutor  el  dicho  Infante  Don  Feman- 
do del  dicho  Bey  Don  Juan  II  su  sobrino ,  é  le  alzó 
por  Bey  de  Oastilla  en  la  cuna ,  é  gobernó  á  Oastilla 
en  tiempo  de  su  nifiez  del  dicho  Bey  Don  Juan,  é  fizo 
á  los  moros  del  reyno  de  Granada  muchas  guerras  é 
dafios,  é  les  ganó  lugares  é  villas,  especialmente  las 
villas  de  Antequera  é  Zahara ;  é  siendo  gobernador 
de  Oastilla  fué  á  reynar  en  Aragón  é  Oatalufia  é  sus 
provincias ,  é  islas  invocado  é  rogado  por  aquelloa 
reynos ;  é  su  madre  del  Bey  Don  Femando  fué  se- 
gunda mujer  del  dicho  Bey  de  Navarra  é  Aragón,  su 
padre ,  é  fué  fija  del  Almirante  de  Oastilla  llamado 
Don  Federico,  que  fué  uno  de  los  claros  varones  de 
Espafia. 

OAPtrOLO  DL 
Del  liaeje  de  le  Relae  Doia  leebd. 

Esta  Beyna,  nació  afio  de  mil  quatrocientos  y  cin* 
qüenta  afios  en  el  mes  de  Noviembre,  dia  de  Santa 
Elisabet  en  Avila.  La  Beyna  Dofia  Isabel  fué  fija 
del  Bey  Don  Juan  de  Oastilla,  segundo  de  este 
nombre,  é  nieta  del  Bey  Don  Enrique  tercero  suso- 
dicho, el  Bueno ,  é  viznieta  del  Bey  Don  Juan,  pri- 
mero de  este  nombre.  Así  el  Bey  Don  Femando  é  la 
Beyna  Dofia  Isabel  hablan  los  abuelos  hermanos,  é 
la  madre  de  la  Beyna  Dofia  Isabel  llamada  Dofia 
Juana,  era  fija  del  Bey  Don  Juan  de  Portugal,  é  fué 
segunda  mujer  del  Bey  Don  Juan ,  é  era  hermana 
de  la  Emperatriz  de  Alemania,  mujer  del  Empera- 
dor Federico  tercero. 

Oasaron  en  uno  el  Bey  Don  Femando  é  la  Beyna 
Dofia  Isabel  después  de  la  muerte  del  Bey  Don  Alon- 
so su  hermano,  que  los  caballeros  habían  alzado  por 
Bey  de  Oastilla  en  vida  del  Bey  Don  Enrique  su 
hermano,  é  el  matrimonio  se  celebró  en  18  díaa  de 
Septiembre  del  afio  de  1469  en  Valladolid ,  siendo 
el  Bey  Don  Fernando  Bey  de  Sicilia  y  Príncipe  de 
Aragón,  que  así  se  intitulaba  en  vida  de  su  padre ; 
é  la  Beyna  Dofia  Isabel  Princesa  de  Oastilla  é  de 
León.  Fueron  Principes  de  Oastilla  hasta  la  muerte 
del  Bey  Don  Enrique  quarto,  é  así  les  llamaban, 

Sueste  caso  que  había  en  Oastilla  la  doncella  hija 
ola  B^yna  Dofia  Juana,  mujer  del  Bey  Don  .Enri- 
que, que  nadó  en  casa  del  Bey  Don  Enrique^  á  quien 
á  los  grandes  de  Oastilla  habían  publicado  no  ser  su 
fija,  aunque  algunoa  le  llamaban  Princesa,  é  todas 
las  comunidades  la  llamaban  públicamente  por  el 
nombre  de  aquel  gran  privado  del  Bey  Don  Enrique 
que  decían  era  su  padre.  Vivieron  y  estuvieron  aquel 
tiempo  hasta  que  murió  el  Bey  Don  Enrique  en  Oas- 
tilla la  Vieja  en  Tordeeillas  é  en  sus  comarcas,  muy 
obedientes  al  Bey  é  muy  agradables  á  laa  gentes, 


hii 


CBÓiSlOAÉ  DE  LOS  ¿BTBS  DÉ  QASlnliLA. 


OAPÍTÜLO  X. 

De  !•  eorontelon  de  loi  Reyes  Gat^llcoe  é  budoi  de  CuttlU. 

Mario  ol  Rey  Don  Bnriqao  como  dicho  es ,  é  sa 
hermano  en  OMtilla  en  Madrid  á  12  dias  de  Di- 
ciembre de  1474^  estando  en  Segovia  la  Princesa 
Dofia  Isabel,  y  el  Rey  Don  Fernando  estaba  en 
aquel  tiempo  en  Aragón,  é  Rodrigo  de  UUoa  vino 
con  la  nueva  cierta  á  Segovia  el  dia  de  Santa  Lacia, 
é  la  Princesa  Dofia  Isabel  se  cubrió  de  lato  ó  fizólos 
llantos  qne  convenían  hacer  por  el  Rey  sn  herma- 
no ,  ¿  fuese  á  la  iglesia  de  San  Miguel,  é  alli  faeron 
los  pendones  del  Rey  Don  Enrique,  é  los  de  la  mes- 
ma  Ciudad ,  bajos  ó  cubiertos  de  luto;  ó  alli  después 
de  fechos  los  autos  del  luto,  y  oficios  ó  misas  y  ose- 
quias,  hicieron  un  cadahalso  y  la  aliaron  por  Reyna 
de  Castilla  é  de  León ,  á  la  Princesa  Dofia  Isabel,  6 
luego  el  Mayordomo  Cabrera  le  entregó  los  alcáza- 
res de  la  ciudad ,  é  lo  dio  las  llaves  de  ellos ,  é  le  en- 
tregó las  varas  de  la  justicia ,  é  dio  los  tesoros  del 
Rey  Don  Enrique  su  hermano,  cuyo  mayordomo  él 
era;  y  ella  se  lo  mucho  agradeció,  y  le  volvió  las 
varas  y  llaves  que  las  tuviese  é  ministrase  por  ella. 
El  Rey  Don  Femando  vino  dende  á  quince  dias,  y 
entró  por  la  puerta  de  San  Martin,  donde  todos  los 
caballeros  y  grandes  de  Castilla  que  allí  esUban  con 
la  Ciudad  é  clerecía  é  cruces  le  salieron  á  recebir,  é 
confirmó  los  privilegios  de  Segovia  ó  allí  lo  al- 
zaron por  Rey  de  Castilla ,  é  de  León ;  ó  de  los 
grandes  de  Castilla,  que  fué  público  placerles  de 
su  reynar  y  buenaventura,  que  luego  se  demostra- 
ron ,  fueron  el  Arzobispo  de  Toledo  Don  Alonso 
Carrillo ,  que  era  hombre  de  muy  varonil  corazón,  é 
interesal ,  é  muy  rico ,  é  tenia  [muchas  f  orUlezas  é 
ciudades ,  villas  y  lugares ,  asi  de  su  casa  como  de 
la  corona  real ,  é  muchos  parientes.  Este  fué  él  mas 
principal  en  su  casamiento.  La  pública  fama  era  en 
aquel  tiempo,  que  él  le  habla  casado  é  dado  todo  el 
favor  de  su  ayuntamiento,  aunque  después  dio  la 
vuelU  ó  le  fué  enemigo.  E  fué  el  Almirante  Don 
Alonso  Enriques,  é  el  Conde  do  Trevifio  Duque  de 
Nájera,  D.  Pedro  Manrique,  é  el  Condestoble  Don 
Pedro  de  Velasoo  Conde  de  Haro,  el  Duque  del  In- 
fantado Don  Diego  de  Mendoza,  é  otros  muchos, 
empero  eran  muchos  los  llamados  é  pocos  los  esco. 
gidos,  porque  muchos  se  mostraban  en  parte,  mas 
no  en  todo ,  porque  esUban  de  secreto  á  viva  quien 

vence. 

Asi  comenzaron  é  reynar  en  Castilla  el  Rey  Don 
Femando  é  la  Reyna  Dofia  Isabel,  desando  aque- 
UoB  pocos  dias  del  mes  de  Diciembre  de  1474  afios  á 
faera,  desde  el  comienzo  del  afio  del  nacimiento  de 
nuestro  Sefior  Jesuchristo  de  1476  afios ;  habiendo 
en  Castilla  otra  parcialidad  en  sus  contrarios  tan 
grande  ó  mayor  que  la  suya,  que  querían  meter  al 
Rey  Don  Alonso  de  Portugal.  Ya  es  dicho  en  las 
cosas  que  atrás  son  escritas  del  Rey  Don  Enrique,  co- 
mo en  sn  segunda  muger  manifestó  su  impotencia, 
por  lo  qual  elU  se  dio  á  mal  recaudo ,  é  fué  fama 
pública  que  se  emprefió  de  un  caballero  el  mas  pri- 


vado del  Rey  su  marido,  6  parió  una  hija  á  quien  lia* 
marón  Dofia  Juana ,  la  qual  siempre  se  crió  con 
aquella  sospecha  de  no  ser  hija  del  Rey  y  por  tal  la 
juraron  los  grandes  de  Castilla  cuando  depusieron- 
ai  Rey  Don  Enrique,  que  no  era  su  hija;  é  asi  lo  hi- 
cieron pregonar  por  toda  Castilla  oon  las  otras  cosas 
é  tachas  que  á  él  Rey  pusieron ,  é  afirmando  esto.  La 
dicha  Reina  Dofia  Juana,  segunda  mujer  del  dicho 
Don  Enrique,  dio  de  sí  muy  mal  exemplo  ca  se  em- 
prefió é  parió  dos  fijos  de  otro  caballero  de  sangre 
real,  continuo  de  su  casa,  é  esto  parece  que  lo  causó 
la  desventura  del  Rey  su  marido  por  no  poder  haber 
acceso  á  ella,  é  por  no  ser  celoso  de  su  casa  é  honra: 
cá  muchas  veces  acaece  á  muy  nobles  duefias  pecar 
en  esta  cuitada  humanidad  de  ser  forzadas,  ó  toma- 
das la  primera  vez  en  lugar  donde  no  se  pueden  de- 
fender y  por  conservar  su  honra  callan ,  é  á  esto  dan 
causa  los  maridos  ó  padres  ó  hermanóse  sefiores  de 
casa ,  que  se  confian  no  mirando  de  quién  ni  cómo. 
Ca  saludable  cosa  es  á  los  hombres  con  buen  juicio 
ser  celosos  y  recelosos.  Dedan  en  aquel  tiempo  que 
ñendo  nifio  el  Rey  Don  Enrique  que  le  fué  fecho 
mal,  ó  ovo  tal  lisien  de  que  se  causó  su  impotencia. 
E  esto  sabe  Dios  si  fué  así  ó  si  no. 

Con  esta  doncella,  llamada  la  Princesa  Dofia 
Juana,  hija  del  Rey,  se  alzaron  ciertos  grandes  de 
Castilla  contra  el  Rey  Don  Fernando,  para  la  casar 
con  el  Rey  Don  Alonso  de  Portugal,  allegándose  A 
la  cláusula  del  testamento  del  Rey  Don  Enrique, 
que  diz  que  decía  que  la  dejaba  por  su  hija  heredera. 
E  los  primeros  que  se  mostraron  é  manifestaron 
con  la  dicha  doncella  Dofia  Juana ,  fueron  el  Mar* 
qués  de  ViUena,  Don  Diego  Pacheco,  que  la  tuvo  en 
su  poder,  é  sus  primos  el  Maestre  de  Calatrava  Don 
Rodrigo  Qiron  é  su  hermano  Don  Alonso  Tellez  Qi- 
ron ,  Conde  de  Uruefia,  hijos  del  Maestre  de  Calatra- 
va Don  Pedro  Qiron,  y  Don  Alonso  de  E^úfiigai 
Conde  de  Béjar  y  Duque  de  Arévalo,  que  entonces 
se  lo  llamaba,  é  tenia;  é  de  estos  quatro  pendía  la 
mitad  de  Castilla  é  eran  muy  grandes  sefiores  cada 
qual  de  ellos,  écon  ellos  había  otros  muchos  decla- 
rados, é  otros  no  del  todo  declarados,  é  otros  á  viva 
quien  vence;  é  en  esto  pasó  alguna  parte  de  los  pri- 
meros meses  del  dicho  afio  de  1476  é  las  parcialida- 
des de  los  caballeros  no  cesaban ,  cada  uno  buscan- 
do favores  é  haciendo  ligas,  unos  declarándose  por 
una  parte,  otros  por  otra,  otros  dilatándose  tiempo, 
no  queriendo  declararse ,  porque  esperaban  la  en- 
trada del  Rey  de  PortugaL 

CAPÍTULO  XI. 

Proslgaen  Us  ptrcUHdedes,  y  eómo  el  Anobi$po  de  Telede  le 

«pirtd  de  los  Heyei. 

Vuelta  ovo  grande  en  el  corazón  grande  del  Ar- 
zobispo de  Toledo,  y  decían  que  por  dos  causas; la 
primera  porque  no  quisiera  que  el  Rey  y  la  Reyna 
salieran  de  su  mandar  é  obediencia ;  como  sí  los 
reynos  fueran  suyos ,  é  él  se  los  diera.  E  quisiera  él 
poner  de  su  mano  ciertos  contadores  é  oficiales ,  é 
porque  luego  como  él  lo  queria  no  se  hizo.  E  lo  so« 


bok  Bernardo 

t 

gnúáó  Mck  etiTidia  que  oto  de  1*  bnena  TolnnUd 
qne  #1  Rey  y  la  Beyna  moetraban  al  Obispo  de  8i- 
gttenaa  Don  Pedro  Gonaales  de  Mendoza,  diolendos 
«éete  es  manoebo  y  yo  viejo  priTará  tanto  qne  aera 
Anobispo  de  Toledo  después  de  mí ; »  é  por  otras  oo- 
sas,  ó  por  estas.  En  fin  él  se  fné  de  Segovia  de  la 
eórte  mny  enojado,  camino  de  Alcalá  de  Henares, 
y  la  Beyna,  desqne  lo  snpo,  enTió  en  pos  de  él  al  Du- 
que de  Alba,  y  al  Duque  de Nájera,  á  le  amansar  é 
rogar  que  yolviese  á  la  corte, é  nunca oon  él  pudie- 
ron, sino  que  lo  dejasen  ir  á  sus  tierras.  T  la  Beyna 
desque  esto  supo,  porque  el  tiempo  estaba  tan  en 
peso  y  no  conyenia  enojar  á  los  de  su  parte,  antes 
dar  y  agradar  á  los  contrarios  para  los  hacer  suyos, 
cabalgó  é  fué  en  pos  de  él ,  y  desde  Colmenar  Viejo 
envióle  ádedr  á  Alcalá  de  Henares,  donde  ya  esta- 
ba, que  oviese  por  bien  que  ella  iba  á  comer  con  él 
á  tal  hora,  que  la  atendiese ;  y  el  Araobispo  con  mal 
seso ,  le  envió  á  decir  á  la  Beyna,  que  supiese  certi- 
ficadamente que  si  allá  iba,  que  entrando  ella  en 
Alcalá  por  una  puerta,  que  él  se  irla  huyendo  por  la 
otra.  Y  oomo  esto  supo  la  Beyna  estando  oyendo 
.misa ,  la  misa  acabada  ovo  tanto  enojo  que  echó 
mano  á  sus  cabellos,  é. recobrada  alguna  poca  de 
paciencia  dijo  contemplando :  Señor  mió  Jesuehrii- 
tOf  en  vueetrcte  mano»  pongo  todo$  mis  fechos,  y  dew>$ 
me  defienda  él  favor  y  ayuda ,  y  otraa  cosas  oon  que 
ella  propia  se  oonortaba.  Y  desde  aquí  el  Arzobispo 
comenzó  de  hacer  allegamiento  de  gente  de  guerra 
y  no  quiso  mas  volver  á  la  corte,  oa  él  tenia  dos  ma- 
los consejeros  por  quien  se  regia;  un  Mayordomo 
dicho  Alaroon,  que  era  muy  mal  hombre ,  é  un  Bea- 
to, los  quales  mandaban  á  él  é  toda  su  casa,  é  le 
aconsejaban  mal ,  é  consintieron,  ó  dieron  lugar  6 
consejo  á  ello ;  que  gastó  el  Axzobispo  por  muoho 
espacio  é  tiempo  muy  gran  suma  de  dinero  en  alqui- 
mias, oon  alquimistas ,  procurando  facer  oro  é  pla- 
ta,  é  de  lo  qual  se  imputaba  á  el  dicho  Arzobispo  é 
cargaba  gran  oulpa. 

É  la  Beyna  se  volvió  desde  Golmenar  Viejo,  é  ha- 
bló cerca  del  Oollado  un  caballero,  que  le  llamaba 
la  obediencia  de  Toledo,  é  tomó  camino  de  Toledo, 
é  la  ciudad  se  le  dio  é  tomóla,  é  entregóse  en  ella  y 
después  dio  la  vuelta  de  Toledo  para  Segovia.  E 
Juan  Lnxan,  Alcayde  de  Escalona,  la  quisiera  ofen- 
der que  estaba  por  el  Marqués  de  Villena;  y  la  Bey- 
na no  llevaba  tanta  gente  de  guerra  con  que  le  pu- 
diese atender,  é  fuese  á  mas  andar  hasta  Oebreros, 
y  de  allí  el  dicho  Aloayde  se  volvió  oon  su  mal  pro- 
pósito. En  este  medio  é  tiempo,  mas  oon  halagos 
que  oon  amenazas,  el  Bey  por  un  cabo  y  la  Beyna 
por  otro,  adquirieron  por  Castilla  quanto  podían;  é 
la  otra  parcialidad  que  estaba  con  intención  de  me- 
ter al  Bey  de  Portugal,  por  semejante;  é  oomo  el 
Araobispo  de  Toledo  se  había  ausentado  de  la  corte 
aafiudo,  é  era  hombre  beliooso,  y  seguía  mas  veoes 
la  afición  que  no  la  razón,  y  placíanle  guerras  y 
parcialidades,  é  era  hombre  que  insistía  mucho  en 
Ja  opinión  que  tomaba,  é  como  era  gran  Señor,  re- 
cibían mucha  pena  el  Bey  y  la  Beyna  de  su  apar- 
tamiento, é  fioieron  mucho  por  lo  volver  á  no  amia- 


É  DOfiA  ISABEL.  fií 

* 

tad,  é  nunca  pudieron.  Entóíices  todo  el  mundo 
pensaba  que  á  la  parte  que  él  se  acostase  pesaría 
mas  la  balanza.  É  estando  así  las  cosas,  le  fué  en- 
viada de  la  corte  del  Bey  é  de  la  Beyna  la  siguien- 
te epístola,  notada  é  fecha  é  enviada  por  el  Ooro- 
nista  Fernando  del  Pulgar,  creyóse  que  por  manda- 
do de  Su  Alteza. 

CAPÍTULO  XIL 
Clrüi  ét  Fenindo  de  Palgtr  al  Anoblspo. 

«dama,  no  ceses,  dice  Isaías,  Muy  Beverendísi- 
mo  Sefior;  y  pues  no  vemos  cesar  este  Beyno  de 
llorar  sus  males,  no  es  de  cesar  de  clamar  á  vos, 
que  dicen  ser  causa  de  ellos.»  «Poca  cosa  os  parece, 
dice  Moisés  á  Coré  y  á  sus  sequaces,  haberos  Dios 
elejido  entre  toda  la  multitud  del  pueblo,  para  que 
le  sirvab  en  el  sacerdocio,  sino  que  en  pago  de  su 
beneficio  le  seáis  adverso  escandalizando  al  pue- 
blo.» «Contad,  mny  Beverendísimo  Sefior,  vuestros 
dias  antiguos  y  los  aftos  de  vuestra  vida,  conside- 
rad los  pensamientos  de  vuestra  ánima,  y  fallareis 
que  en  tiempo  del  Bey  Don  Enrique  vuestra  casa 
fué  receptáculo  de  caballeros  airados  y  descon- 
tentos, é  inventora  de  ligas  y  conjuraciones  contra 
el  cetro  Beal,  favorecedora  de  desobedientes  é  de 
escándalos  del  Beyno.  É  siempre  vos  habemos  vis- 
to gozar  en  armas  la  quietud  del  pueblo,  é  ayunta- 
mientos muy  ajenos  de  vuestra  profesión,  enemigos 
de  la  quietud  del  pueblo.  É  dejando  de  recontar  los 
escJhdaloB  pasados,  que  con  el  pan  de  los  diez- 
mos habéis  tenido  el  afio  de  74,  contra  el  Bey  Don 
Enrique,  se  fizo  aquel  ayuntar  de  jonto  que  todos 
vimos  ser  el  primer  acto  de  inobediencia  dará  que 
V.  S.  siendo  cabeza  y  gobernador,  sus  naturales 
le  quisieron  mostrar,  ó  osaron  mostrar  aquel  casi 
amansado  por  la  sentencia  que  en  Medina  se  orde- 
naba, é  Vuestra  Beverendísima  se  tomó  á  yuutar 
con  el  Bey,  y  luego  á  pocos  días  acordó  de  mudar 
el  propósito  y  se  juntó  oon  el  Principe  Don  Alonso, 
haciendo  división  en  el  Beyno  alzándolo  por  Bey. 
Estas  mudanzas,  é  en  tan  poco  espacio  de  tiempo 
por  Sefior  de  tan  gran  dignidad  fechas,  no  en  pe- 
quefia  injuria  de  la  persona  é  de  la  dignidad  se  pu- 
dieron hacer;  durante  esta  división  se  dispertó  la 
maldad  de  los  malos,  la  cobdida  de  los  oobdlcíosos, 
la  crueldad  de  los  crueles,  y  la  rebelión  de  los  re- 
beldes inobedientes.  V.  M.  Bda.  Sofioría  lo  considere 
bien,  é  verá  cuan  medicinal  es  la  Santa  Escritura 
que  nos  manda  por  San  Pedro  obedecer  á  los  Be- 
yes, aunque  disolutos,  antes  que  facer  división  en 
los  reynos;  porque  la  confusión  y  males  de  la  divi- 
sión son  muchos  y  mas  gravea  sin  comparación, 
que  aquellos  que  dd  mal  Bey  se  pueden  sufrir.  Con 
gran  vigilancia  vemos  á  V.  S.  procurar  que  vues- 
tros inferiores  os  obdezcan  y  sean  sujetos;  dejad, 
pues,  por  Dios,  Sefior,  los  sujetos  de  los  Principes, 
no  los  alborotéis,  no  los  levantéis,  no  les  mostréis 
sacudir  de  sí  el  yugo  de  la  obediencia,  la  qual  es 
mas  aceptable  á  Dios  que  el  sacrificio.  Dejad  ya, 
Sefior,  de  ser  causa  de  escándalos  é  sangre :  ca  si  á 

87 


OBÓNIOAB  DB  LOS  BB7E8  DB 


áH 


A. 


r* 


DftTid  por  ier  yanm  deiangn  no  permitió  Dioi  £a- 
oerlo  OiM  de  oraeioii;  ¿oómo  puede  V.  8.  en  goerne 
de  tentM  Mngree  como  ee  han  aegaido,  envolveroe 
con  SMUí  oondenoU  en  lee  ooeas  qae  yueetro  oficio 
noerdotol  requieren?  OonUgioso  y  muy  irregnler 
ejemplo  toman  y  han  loe  otros  Preladoe  de  eeta  nnes- 
tra  Eqiafia  Tiendo  á  tos,  el  principal  de  todas  las 
armas  y  divisiones.  No  pequéis  por  Dios,  Sefior,  ni 
fagáis  pecar,  ca  la  sangre  de  Jeroboan,  de  la  tierra 
fué  desarraigada  por  este  pecado.  Dejad  ya,  Sefior, 
de  rebelar  y  fayoreoer  rebeldes  á  sus  Beyes  é  8e- 
fiores,  que  es  el  mayor  denuesto  que  dio  Nabal  á 
Dayid,  fué  irado  y  desobediente  á  su  Sefior;  Hiem- 
salen  y  todas  aquellas  tierras,  según  cuenta  el  his- 
toriador Josefo,  en  caida  tal  yinieron  cuando  los 
sacerdotes,  dejado  su  oficio  diyino,  se  meaclaron  en 
guerras  y  en  cosas  profanas.  ¡  Oh  I  pues  vuestra  dig- 
nidad yos  biso  padre,  vuestra  oondicion  no  os  haga 
parte,  y  no  profanéis  ya  mas  vuestra  persona,  reli- 
gión y  renta  que  es  consagrada,  y  para  sus  cosaa 
pias  dedicada.  Gran  inquisición  hizo  Achimelech, 
sacerdote,  antes  que  diese  el  pan  consagrado  á 
David,  por  saber  primero  si  la  gente  que  lo  hablan 
de  comer  eran  limpios;  pues  considere  agora  bien 
y.  &  de  consideración  espiritual,  si  son  limpios 
aquellos  á  quienes  vos  lo  repartís;  y  oómo  y  á  quién, 
por  qué  se  lo  dais  y  á  quién  se  debia  dar,  é  oómo 
sois  tranagresor  de  aquel  santo  decreto  que  dice : 
Virum  eeUhotíeumpnBc^mé  danme  taeerdotem.  Can- 
sad ya  por  Dios,  Sefior,  cansad,  á  lo  menos  habed 
compasión  de  esta  tribulada  tierra  que  piensa  t^ner 
Prelado,  é  tiene  enemigo;  gime  y  reclama  por  que 
tuviste  poderío  en  ella,  del  qual  á  vos  place  usar, 
no  para  instrucción,  como  debéis,  mas  para  su  des- 
truidon  como  facéis;  no  para  su  reformación,  como 
sois  obligado,  mas  para  doctrina  y  ejemplo  de  paa 
y  mansedumbre;  mas  para  oorrupdon  y  escándalo 
y  turbación.  ¿Para  qué  vos  armáis  sacerdote  sino 
para  pervertir  vuestro  hábito  y  religión?  ¿para  qué 
os  armáis  padre  de  consoladon  sino  para  deseen- 
solar  y  hacer  llorar  los  pobres  é  miserables,  y  para 
que  se  gocen  los  tiranos  é  robadores  y  hombres  de 
escándalos  y  sangres  con  la  división  continua  que 
y.  8.  cria  y  favorece?  decidnos  por  Dios,  Sefior,  si 
podrán  en  vuestros  días  haber  fin  nuestros  males,  ó 
si  podremos  tener  la  tierra  en  vuestro  tiempo  sin 
división.  Catad,  Sefior,  que  todos  los  que  en  los  rey- 
nos  y  provincias  procuraron  divisiones,  vida  y  fines 
hubieron  atribuladas:  temed,  pues,  por  Dios,  la  cal- 
da de  aquellos  cuya  doctrina  queréis  remedar,  y  no 
trabajéis  mas  este  Reyno,  ca  no  hay  so  el  cielo  rey- 
no  mas  deshonrado  que  el  diviso.  Lea  V.  S.  á  San 
Pedro  cuya  orden  redbisteis,  é  hábito  vestís,  y  ha- 
bed alguna  caridad  de  la  que  os  recomendó  que  ha- 
yáis. Básteos  el  tiempo  pasado  á  voluntad  de  las 
gentes;  sea  el  porvenir  á  voluntad  de  Dios,  que 
hora  es  ya,  Sefior,  de  mirar  do  vais,  é  no  atrás  do 
venís;  no  queráis  mas  tentar  á  Dios  con  tantas  mu- 
danaas,  no  queráis  dispertar  sus  juicios  que  son  ter- 
ribles, y  espantosos.  Y  pues  vos  eligió  Dios  entee 
tanta  multitud  para  que  le  sirváis  en  el  sacerdocio, 


en  retribudon  de  su  beneficio,  no  la  escandaHoeii 
el  pueblo,  según  fueron  las  primeras  palabras  da 
esta  epístola.» 

Esta  sobredidia  carta  fué  fecha  é  enviada,  del 
Ooronista  del  Bey  é  de  la  Beyna  Femando  del  Pul- 
gar, al  Arsobispo  de  Toledo  Don  Pedro  Carrillo,  des- 
pués que  se  fué  safioso  de  la  corte,  é  se  juntó  con  la 
liga  de  los  que  querían  meter  al  Bey  de  Portugal, 
al  tiempo  que  ya  el  Bey  y  la  Beyna  del  no  tenían 
esperanaa  que  volviese  á  su  corte,  é  por  eso  oon  la 
verdad,  se  le  envió  la  carta  tan  ejemplosa  y  lasti- 
mera de  la  corte;  é  parece  que  á  esta  carta  ó  á  otra, 
respondió  por  el  Arzobispo  un  caballero  su  criado 
al  Coronista,  disculpando  al  Arzobispo  é  poniendo 
algunas  razonea  por  él,  é  queriendo  hacer  entender 
que  el  Arzobispo  no  haiia  cosa  que  no  debiese  con- 
tra d  Bey  y  la  Beyna;  y  en  respuesta  á  aquel  caba- 
llero, el  dicho  Ooronista  sin  ningún  temor  y  con 
esperanza  de  la  prosperidad  que  Dios  demostraba 
d  Bey  é  á  la  Beyna,  respondió  d  didio  caballero  y 
le  envió  la  presente  carta. 

OAPíTüLo  xni. 

Cuta  de  Fenumlo  da  Palgtr  i  ■■  eabaltera  ertado  del  Aixoblspe 

de  Toledo. 

cSefior:  vuestra  carta  redbí,  por  la  qual  queréis 
relevar  de  culpa  al  Sr.  Arzobispo  vuestro  amo  por 
este  escándalo  nuevo  que  se  sigue  en  el  Beyno  de 
la  gente  que  agora  tiene  junta  en  Aleda,  y  queréis 
darme  á  entender  que  lo  hace  por  seguridad  de  su 
persona,  y  por  paz  en  d  Beyno,  y  también  deds 
que  ha  miedo  de  yerbas;  para  este  temor  de  las 
yerbas  entiendo  yo  que  será  mejor  siriaca,  que  jen- 
te,  aunque  costaría  menos;  y  quanto  á  la  seguridad 
de  su  persona  y  paz  del  Beyno,  haced  vos,  Sefior, 
con  el  Sr.  Arzobispo  que  se  soriegue  su  espíritu,  y 
Inego  holgará  él  y  el  Beyno:  y  por  tanto,  Sefior, 
escusada  es  la  ida  vuestra  á  Córdoba,  á  tratar  paz 
con  la  Beyna,  porque 'd  paz  queréis,  ahí  la  habds 
de  tratar  en  Aleda  con  el  Arsobispo.  Acabad  vos 
con  su  Sefioria  que  tenga  paz  consigo,  y  que  esté 
acompafiado  de  jente  de  letras,  como  su  orden  lo 
reqmere,  y  no  rodeado  de  armas  como  su  oficio  lo 
defiende;  y  luego  liabreis  tratado  la  paz  que  él 
quiere  procurar  y  vos  queréis  tratar.  Con  todo  eso» 
aunque  me  han  dicho  que  el  Doctor  Calderón  es 
vuelto  á  corte,  plegué  á  Dios,  que  este  Cdderon 
saque  paz.  Justo  es  Dios  y  justo  es  su  juicio;  en  ver- 
dad, Sefior,  yo  fui  uno  de  los  Calderones  oon  que  d 
Bey  Don  Bnríque  muchas  veces  envió  á  sacar  paz 
del  Arzobispo,  y  nunca  pudo  sacarla.  Agora  veo 
que  el  Arzobispo  envía  su  Calderón  á  sacar  de  la 
Beyna:  plegué  á  Dios  que  la  concluya  con  Su  Al- 
teza, mejor  que  yo  la  acabé  con  el  Arzobispo.  Pero 
dexando  agora  esto  aparte,  ciertamente,  Sefior ^ 
gran  cargo  habéis  tomado  si  pensáis  quitar  de  car- 
go á  ese  Sefior  por  este  nuevo  escánddo  que  agora 
hace,  sdvo  si  alegáis  que  el  Beato,  y  Alarcon,  le 
mandaren  de  parte  de  Dios  que  lo  hiciese ;  y  no  lo 
dudo  que  se  lo  dizesen,  porque  cierto  es  que  d  Ar-* 


1X)N  ÍEBNANDO 

iot>i8po  nnrió  tanto  al  Bey  y  á  la  Reyna  en  los 
principios  y  tan  bien,  qae  si  en  el  senrido  peneye- 
raba,  todo  el  mundo  dixera,  qae  el  comienzo,  me- 
dio y  fin  de  en  reynar,  había  sido  el  Anobispo  y 
toda  la  gloría  ee  imputara  al  Anobispo.  Dixo  Dios 
ghriam  fneam  al  Arzobispo  non  éktbo;  y  para  guar- 
dar para  mi  esta  gloría  que  no  me  la  tome  ningún 
Arzobispo,  permitiré  que  aquellos  Alaroones,  le  di- 
gan que  sea  contrarío  al  Bey  y  á  la  Beyna,  y  que 
ayude  al  Bey  de  Portugal  para  les  quitar  este  Bey- 
no,  y  contra  toda  su  voluntad  y  fuerza  lo  daré  á 
esta  Reyna,  que  lo  debe  haber  de  derecho,  porque 
▼ean  las  gentes  que  quantos  Arzobispos  hay  de  mar 
á  mundo,  no  son  bastantes  para  quitar  ni  poner  Be- 
yes en  la  tierra,  sino  solo  yo  que  tengo  reservada 
la  semejante  provisión  á  mi  tribunal.  Asi  que,  Se- 
fior,  esta  via  me  parece  para  escusar  á  su  Sefioría, 
pues  que  lo  podéis  autorizar  con  tal  Moisen  y  Aa- 
ron,  como  el  Beato  y  Alarcon.  Oon  todo  eso  vi  esta 
semana  una  carta  que  enviaba  á  su  Cabildo,  en  que 
reprende  mucho  á  el  Bey  é  á  la  Beyna  porque  to- 
maron la  plata  de  las  Iglesias,  la  qual  sin  duda  es- 
tuviera queda  en  su  sagrario,  si  él  estuviese  quedo 
en  su  casa.  También  dice  que  fatigan  mucho  el 
Beyno  oon  Hermandades,  y  no  ve  que  la  que  da  él  á 
ellos,  causa  la  que  dan  ellos  al  Beyno.  Quéjase  asimis- 
mo porque  favoreció  la  toma  de  Talavera,  que  es  de 
su  iglesia  de  Toledo,  y  no  se  miembra  que  favore- 
ció la  toma  de  Oantalapiedra,  que  es  de  la  iglesia 
de  Salamanca.  Siente  mucho  el  embargo  de  sus  ren- 
tas, y  no  se  miembra  quántas  ha  tomado  y  toma  del 
Bey,  y  aun  nunca  ha  presentado  el  privilegio  que 
tiene  para  tomar  lo  del  Bey,  y  que  el  Beyno  no 
pueda  tomar  lo  suyo.  Otras  cosas  dice  la  carta  que 
yo  no  consejara  á  su  Sefioría  escribir,  si  fuera  su 
escribano,  porque  la  Sacra  Scriptura  manda  que  no 
hable  ninguno  con  su  Bey  papo  á  papo,  ni  ande 
con  él  á  dime  y  dirte  hé.  Dejando  agora  esto  á  par- 
te, mucho  querria  yo  que  tal  seftor  como  ese  consi- 
derase que  laa  cosas  que  Dí^b  en  su  presencia  tiene 
ordenadas  para  que  hayan  fines  prósperos  y  dura- 
bles, muchas  veces  vemos  que  han  principios  y 
fundamentos  trabaxosos,  porque  quando  vinieren 
al  culmen  de  la  dignidad  hayan  pasado  por  el  orí- 
eol  de  los  trabaxos,  y  por  grandes  misterios  ignotos 
de  presente  á  no8|  y  notos  de  futuro  á  él.  La  Sacra 
Scriptura  y  'otras  historias  están  llenas  de  estos 
exemplos.  Persecuciones  grandes  ovo  David  en  su 
principio,  pero  /«tti  fiU  Danñd  decimos.  Grandes 
trabajos  pasó  Eneas  do  vinieron  los  Emperadores 
que  sefiorearon  el  mundo :  Júpiter,  Hércules,  Bómn- 
lo,  Oéres,  Beyna  de  Sicilia,  y  otros  y  otras  machas; 
á  unos  criaron  ciervos  y  á  otros  lobos,  echados  por 
los  campos;  pero  leemos  que  al  fin  fueron  adorados 
y  se  asentaron  en  sillas  reales,  cuya  memoria  dura 
hasta  hoy.  T  no  sin  causa  la  ordenación  divina 
quiere  que  aquello  que  luengamente  ha  de  durar, 
tenga  los  fundamentos  fuertes  y  tales,  sobro  que  se 
pueda  hacer  que  la  obra  dure.  Viniendo  ahora,  pues, 
al  propósito,  casó  el  Bey  de  Aragón  oon  la  Beyna, 
madre  del  Bey  nuestro  sefior,  y  luego  fué  deshere- 


É  DO^A  ISABBU  619 

dado  y  desterrado  de  Oastilla.  Ovo  este  su  hijo,  que 
desde  su  nifiez  fué  guerreado  y  corrido,  cercado, 
combatido  de  sus  subditos  y  de  los  extrafios ;  y  su 
madre  oon  él  en  los  brazos  huyendo  de  peligro  en 
peligro.  La  Beyna  nuestra  sefiora  desde  nifia  se  le 
murió  el  padre,  y  aun  podremos  decir  la  madre,  que 
á  los  nífios  no  es  pequcfio  infortunio.  Vínole  él  en- 
tender, y  junto  con  él  los  trabaxosos  cuidados ;  y  lo 
que  mas  grave  se  siente  en  los  reales,  es  mengua 
extrema  de  las  cosas  necesarias;  sufria  amenazas, 
estaba  con  temor,  vivia  en  peligro.  Murieron  los 
príncipes  Don  Alfonso  y  Don  Carlos  sus  hermanos; 
cesaron  éstas,  ellos  á  la  puerta  de  su  reynar  y  el 
adversario  á  la  puerta  de  su  Beyno.  Padecían  guer- 
ra de  los  extrafios,  rebelión  de  los  suyos,  ninguna 
renta,  mucha  costa,  grandes  necesidades  y  ningún 
dinero,  muchas  demandas,  poca  obediencia.  Todo 
esto  así  pasado  con  estos  principios  que  vimos,  y 
otros  que  no  sabemos.  Si  ese  Sefior  vuestro  amo,  les 
piensa  tomar  este  Beyno  como  un  bonete,  y  darlo  á 
quien  se  pagare,  digo,  Sefior,  que  no  lo  quiero  creer, 
aunque  me  lo  diga  Alaroon  y  el  Beato,  lías  querré 
creer  á  estos  misterios  divinos  que  á  esos  pensa-  . 
mientes  humanos;  y  como  para  esto  murió  el  Bey 
Don  Enrique  sin  generación,  y  para  esto  murieron 
el  Príncipe  Don  Carlos  y  Don  Alfonso,  y  para  esto 
murieron  otros  grandes  estorbadores;  para  esto  hizo 
Dios  todos  estos  fundamentos  y  misterios  que  ha- 
bemos  visto,  para  que  disponga  el  Arzobispo  vues- 
tro amo  de  tan  grandes  Beynos  á  la  medida  de  su 
enojo.  De  espacio  se  estaba  Dios  en  buena  fe,  si  ha- 
bla de  consentir  que  el  Arzobispo  de  Toledo  venga 
sus  manos  lavadas,  y  disponga  así  lijeramente  de 
todo  lo  que  él  ha  ordenado  y  cimentado,  de  tanto 
tiempo  á  acá  con  tantos  y  tan  divinos  misterios. 
Hacadme  agora  tanto  placer,  si  deseáis  servir  á  ese 
sefior,  que  le  aconsejéis  que  no  lo  piense  asi,  y  que 
no  mire  tan  somero,  cosa  tan  honda;  en  especial  le 
consejad  que  huiga  cuanto  pudiere,  de  ser  causa^  do 
divisiones  en  los  Beynos,  como  de  fuego  infernal, 
y  tome  exemplo  en  los  fines  que  han  habido  los  que 
divisiones  han  causado.  Vimos  que  el  Bey  Don  Juan 
de  Aragón,  padre  del  Bey  nuestro  sefior,  favoreció  . 
algunas  parcialidades  y  alteraciones  en  Castilla;  y 
vimos  que  permitió  Dios  á  su  hijo  el  Principe  Don 
Carlos  que  le  pusiese  escándalo  y  divisiones  en  su 
Beyno.  Y  también  vimos  que  el  hijo  que  las  puso  y 
los  que  le  sucedieron  en  aquellas  divisiones,  murie-  ^ 
ron  en  el  medio  de  sus  dias,  sin  conseguir  el  fruto 
de  sus  deseos.  Vimos  que  el  Bey  Don  Enrique  crió  - 
y  favoreció  aquella  división  en  el  reyno  de  Aragón, 
y  vimos  que  el  Principe  Don  Alfonso  su  hermano 
le  puso  división  en  Castilla,  y  vimos  que  plugo  á 
Dios  de  le  Uevar  de  esta  vida  en  su  mocedad  bomo 
á  instrumento  de  aquella  división.  Vimos  que  el  Bey 
de  Francia  procuró  asimismo  división  en  Inglaterra, 
y  vimos  que  el  Duque  do  Quiana  su  hermano  pro- 
curó división  en  Francia;  y  vimos  que  el  hermano 
perdió  la  vida  sin  conseguir  lo  que  deseaba.  Vimos 
que  el  Duque  de  Borgofia,  y  el  Conde  de  Barviqne^ 
y  otros  muchos  procuraron  en  los  reynos  de  Ingla-^ 


€80 


(mÓNIOAS  Í)B  tos  BETBS  DÉ  OAETTÍLLÁ. 


tezra  y  de  Francia  diviaionea  y  eaoindaloa,  y  yirnoa 
que  mariaron  en  batallaa  deapedasadoa,  j  no  enter- 
radoB.  Y  ai  qoereia  exemploa  de  la  Saora  Spripta- 
ra,  Arobitofel  y  Abaalon  procuraron  diviaion  en 
'  el  reyno  de  Dayid  y  murieron  ahorcadoa.  Aaí  que 
▼lato  todo  eato  que  yimoa,  no  aé  quien  puede  ertar 
bien  y  eatar  quedo,  y  querer  eatar  mal  y  eatar  bu- 
llendóji 

Y  el  Arsobiapo  en  eate  tiempo  ae  aolarába  cada 
dia  maa  por  el  Bey  de  Portugal  con  loa  caballe- 
rea, de  la  liga;  ó  aun  aoberbecido,  ae  publicó  que 
deda  que  lea  quitarla  el  Beyno,  y  baria  YoWer  á 
bilar  la  rueca  á  la  Beyna,  como  ai  fuera  en  él ,  é 
envió  con  loa  otroa  á  Portugal  an  palabra  á  el  Bey 
Don  Alonao. 

CAPÍTULO  XIV. 
Be  »•  cuta  qae  Femando  de  PoJgar  eteribió  al  Rey  de  PortipU 

Gomo  aea  parte  del  oficio  de  loa  coroniataa  en 
aervicio  de  loa  Beyee  aua  aefiorea  deapedir  epiatolaa 
en  au  Beryicio  en  loa  tiempoa  que  oonyiene,  para 
aaber  lo  que  ae  baoe  en  otroa  reynoa,  ó  aoojer  laa 
respueataa  é  tomar  de  ellaa  aquello  que  á  au  oficio 
conviene  de  algunaa  coaaa  baaafioaaa,  é  baber  conoa- 
cimiento  de  loa  Beyea  comarcanoa,  é  de  ana  coro- 
niataa por  interceaion  de  letraa,  para  enjerir  en  laa 
crónicaa  algunaa  coaaa  de  laa  que  acaecen  en  aua 
tiempoa ;  laa  de  acullá  acá,  ó  laa  de  acá  acullá  que 
.  convienen  por  la  verificación  aeran  ai  eacritaa,  ó 
con  au  dulce  eaoribir,  deben  procurar  de  evitar  ea- 
cándaloa,  é  guerraa  entre  loa  Beyea  y  loa  aefiorea  y 
procurar  la  pae,  é  la  concordia  por  epíatolaa  de  dul- 
ce y  autorizado  eaoríbir. 

El  croniata  del  Bey  é  de  la  Beyna  nueatroa  aefio- 
rea, Femando  del  Pulgar,  peaándole  muobo  de  loa 
impedimentóa  y  coaaa  que  ae  atraveaaban,  contra 
el  reynar  en  Gaatilla  de  eatoa  Oathóliooa  Beyea,  ó  aa- 
bido  é  publicado  cómo  loa  dichoa  caballerea  de  Oaa- 
tilla  babian  procurado  é  procuraban  meter  al  Bey 
de  Portugal  á  caaar  con  la  doncella  Dofia  Juana  au 
aobrina,  que  llamaban  la  Princeaa  elloa,  é  para  que 
reynaae  en  Oaatilla,  allende  de  otraa  muchaa  demoa- 
tradonea  é  requerimientoa  que  le  fueron  f eoboa,  que 
no  tomaae  la  tal  empreaa  ni  entraae,  le  envió  la  pre- 
aente  epiatola. 

OABTA  AL  BEY  D.  ALONSO. 

a  Muy  poderoao  Bey  y  Sefior :  aabido  hé  la  incli- 
nación que  y.  A.  tiene  de  aceptar  eata  empreaa  de 
Oaatilla  que  algunos  caballeros  de  ella  oa  ofrecen ; 
y  deapuea  de  haber  bien  pensado  en  eata  materia, 
acordé  de  eacribir  á  V.  A.  mi  parecer.  Bien  ea,  muy 
excelente  Bey  y  Sefior,  que  sobre  coaa  tan  alta  y 
ardua  haya  en  vueatro  conaejo  alguna  plática  de 
oontradioion  disputable  por  que  en  ella  ae  aclare 
lo  que  á  aervido  de  Dioa,  y  honor  de  vueatra  coro- 
na real,  bien  y  acrecentamiento  de  vueatroa  Bey- 
noa  maa  conviene  aeguir.  Y  para  eato,  muy  pode- 
roao Sefior,  aegun  en  laa  otraa  guerraa  aantaa  dó 
Jbabeia  eeido  victorioao  habeia  hecho,  porque  en 


eata  con  ánimo  limpio  de  padon  lo  derto  m^or  aé 
pueda  diaoemir,  mi  parecer  ea  que  ante  todas  laa 
coaaa  aquel  Bedemptor  ae  oonaulte  que  vuestraa  co- 
aaa coiñeja,  aqud  ae  mire  que  dempre  ea  guia, 
aquel  ae  adore  y  anplique,  que  vneatraa  coaaa  y  ca- 
tado aeguray  proapera.  Porque  como  quier  que 
vueatro  fin  ea  ganar  honra  en  eata  vida,  y  vneatro 
principio  aea  ganar  vida  en  la  otra ;  y  quanto  toca 
á  la  juatida  que  la  Sefiora  vueatra  aobrina  dice  te- 
ner á  loa  Beynoa  dd  Bey  Don  Enrique,  que  ea  d 
fundamento  que  eatoa  caballeroa  de  Oaatilla  haceoí 
y  aun  lo  primero  que  Y.  A.  dd)e  mirar.  Yo  por 
derto,  Sefior,  no  determino  agora  an  justicia ,  pero 
veo  que  eatoa  que  [oa  llaman  por  execator  de  día 
aon  d  Araobispo  de  Toledo^  y  el  Duque  da  Aréva- 
lo,  loa  hfjoa  del  Maeetre  de  Santiago,  y.del  Maestre 
de  Odatrava  au  hermano,  que  fueron  aqneUoa  que 
afirmaron  por  toda  Eapafia,  y  aun  fuera  de  día  pu- 
blicaron, que  esta  Sefiora  no  tener  derecho  á  loa 
Beynoa  de  Don  Enrique ,  ni  poder  aer  an  hija  por  la 
impotenda  eaperimentada,  que  de  61  en  todo  d 
mundo,  por  aua  cartea  y  menaajeroa  divulgaron :  y 
allende  de  eato,  le  quitaron  el  título  real,  y  hicieron 
dividen  en  au  Beyno.  Deaeariamoa  puea,  aaber  co- 
mo hallaron  entóncea  eata  Sefiora  no  aer  heredera 
de  Oaatilla,  y  pusieron  sobre  ello  aua  eatadoa  en 
condición ;  y  como  hallaron  agora  ser  an  lejitima 
aubceaora,  y  quieren  poner  á  dio  el  vueatro,  Estaa 
variedadea,  muy  poderoso  Sefior,  dan  canaa  justa  de 
Boapecha,  que  eatoa  caballeroa  no  vienen  á  vueatra 
Sefioria  con  oelo  de  vueatro  aervido,  ni  menea  con 
deaeo  de  eata  justicia  que  publican ;  maa  con  deaeo 
de  BUS  propios  intereses  que  el  Bey  y  la  Beyna  no 
quisieron,  ó  por  ventura  no  pudieron  cumplir  ae- 
gun la  medida  de  au  cobdida,  la  qual  tiene  tan 
ocupada  la  raaon  en  dgunoa  hombrea ,  que  tentan- 
do sus  propios  intereses  acá  y  allá,  dan  d  derecho 
ageno  dó  hdlan  su  utilidad  propia ;  y  debds  creer, 
muy  excelente  Sefior,  que  pooaa  vecea  vea  aean  fie- 
lea  aquelloa  que  con  dádivas  oviáredes  de  sostener: 
antes  es  cierto,  aqudlaa  ceaantea,  os  sean  deaervi- 
dorea,  porque  ninguno  de  loa  aemejantea  viene  á 
voa  como  debe  venir ,  maa  como  pienaa  alcansar : 
y  quando  vencido  ya  de  la  inatanda  de  dloa,  vuea- 
tra real  Sefioria  acordaae  todavia  aceptar  eata  em- 
presa, yo  por  cierto  dudaria  mucho  entrar  en  aqud 
Beyno  teniendo  en  él  por  ayudadorea,  y  menos  por 
servidores  los  que  el  pecado  de  la  dividen  paaada 
hideron,  y  quieran  agora  de  nuevo  hacer  otra, 
reputái^dolo  á  pecado  venid ,  como  sea  uno  de  loa 
mayorea  crímenes  que  en  la  tierra  ae  pueden  co- 
meter, y  aefial  cierta  de  eapíritu  disoluto  y  inobe- 
diente. Por  el  qual  pecado  loa  de  Samaria,  que  fue* 
ron  causa  de  la  división  del  reyno  de  David,  fueron 
tanescomulgadoa,  que  nuestro  Bedemptor  mandó 
á  aua  discípulos,  en  la  provinda  de  Samaria  no 
éntrela,  numerándoloa  en  el  gremio  de  laa  idolatriaa, 
y  aun  por  talea  mandó  el  hombre  de  Dioa  al  Bey 
Amaciaa  que  no  juntaae  an  gente  oon  elloa  para  U 
guerra  que  entró  á  hacer  en  laa  tierras  de  Seir,  y 
en  caao  que  este  Bey  habia  Irddo  den  mil  de  dloa 


DON  FBBKAKDO 

y  pAgádoles  él  mieldo ,  los  de}ó,  por  Ber  TAronee  de 
dÍTÍ8Íon  y  esoAndalOf  y  no  osó  onTolvene  oon  ellos 
ni  gozar  de  an  ayndá  en  aquella  guerra  por  no  te- 
ner irada  la  divinidad,  la  qnal  en  todas  las  ooaaa, 
y  en  la  guerra  mayormente  debemos  tener  aplaca- 
da, porque  sin  ella  ninguna  cosa  está,  ningún  sa- 
ber vale,  ningún  trabaxo  aproveoba ;  y  por  tanto 
mirad  por  Dios,  8efior,  que  vuestras  oosas  (basta 
boy  florecientes)  no  las  enyoWais  con  aquellos,  que 
el  derecho  de  los  leynos  que  es  divino,  miran  no 
según  su  validad,  mas  según  sus  pasiones  y  propios 
intereses.  T  cuanto  á  la  promesa  tan  grande  y  dul- 
ce como  estos  cabalteros  os  hacen  de  los  Beynos  de 
Castilla,  con  poco  trabaxo  y  mucha  gloria,  ooúrre- 
me  un  dicho  de  San  Anselmo  que  dice:  compuesta 
es  y  muy  afeitada  la  puerta  que  convida  al  peligro; 
y  por  cierto ,  Seftor,  no  puede  ser  mayor  afeita- 
miento  ni  compostura  de  la  que  estos  vos  presen- 
tan. Pero  yo  bago  mas  cierto  el  peligro  de  esta  em- 
presa, que  cierto  el  efecto  de  esta  promesa :  lo  pri- 
mero, porque  no  vemos  aqui  otros  caballeros  sino 
estos  solos,  y  estos  no  dan  seguridad  ninguna  de 
su  lealtad ;  y  caso  que  haya  otros  secretos  que  afir- 
man aclararse,  los  tales  no  piensan  tener  firme  como 
deben,  mas  temporizar  como  suelen ,  para  declinar 
á  la  parte  que  la  fortuna  se  mostrase  mas  favora- 
ble. Lo  segundo,  porque  dado  que  todos  los  mas  de 
los  grandes,  y  de  las  ciudades  y  villas  de  Castilla, 
como  estos  prometen,  vengan  luego  á  vuestro  obe- 
diencia, no  es  duda  según  la  parentela  que  el  Bey 
tiene,  que  muchos  caballeros  y  grandes  sefiores  y 
ciudades  y  villas,  se  tengan  por  él  y  por  la  Boyna, 
á  los  quales  asi  mesmo  los  pueblos  son  muy  aficio- 
nados, porque  saben  ella  ser  hija  cierta  del  Bey  Don 
Juan,  y  su  marido  hijo  natural  de  la  casa  Beal  de 
Castilla ;  y  la  Sefiora  vuestra  sobrina,  hija  incierta 
del  Bey  Don  Enrique,  y  que  vos  la  tomáis  por  mu- 
jer, de  lo  qual  no  pequefia  estima  se  debe  hacer, 
porque  la  vos  del  pueblo  es  vos  divina,  y  repugnar 
lo  divino  es  querer  con  flaca  vista  vencer  los  fuer- 
tes rayos  del  sol.  Eso  mismo,  porque  vuestros  sub- 
ditos nunca  bien  se  compadecieron  con  los  castella- 
nos, y  entrado  Y.  A.  en  Castilla  oon  título  de  Bey 
podria  ser  que  las  enemistadas  y  discordias  que  en- 
tre ellos  tienen,  y  de  que  estos  hacen  fundamento, 
á  vuestro  reynar  todas  se  saneasen  contra  vuestra 
gente,  por  el  odio  que  antiguamente  entre  ellos  es. 
Lo  otro,  por  que  en  tiempo  de  división,  asi  á  vos  de 
vuestra  parte,  como  al  Bey  y  á  la  Beyna  de  la  suya, 
convemá  dar  y  prometer,  rogar  y  sufrir  á  todos 
porque  no  muden  el  partido  que  tuvieren,  para  se 
juntar  con  la  parte  que  mas  largamente  con  ellos 
se  oviera.  Así  que ,  Sefior ,  pasariades  vuestra  vida 
sufriendo ,  y  dando  y  rogando ;  que  es  oficio  de 
snbjeoto,  y  no  reynando  y  mandando,  que  es  el  fin 
que  vos  deseáis  y  estos  caballeros  prometen.  Tor- 
nando agora,  pues,  á  hablar  en  la  justíoia  de  la  Se- 
fiora vuestra  sobrina,  yo,  muy  alto  Bey  y  Sefior, 
de  esta  justicia  dos  partes  hago ,  una  es  esta  que 
vosotros  los  reyes  y  príncipes,  y  vuestros  oficiales 
por  oosas  probadas  mandáis  ezecutar  en  vuestras 


i  DOff A  ISABEL.  «Si 

tierras,  y  á  esta  conviene  preoeder  prueba  y  deola^ 
radon,  antes  que  la  ezecudoo,  porque  de  otra  ma« 
ñera,  mal  se  cumplirla  aquel  común  hablar  de  los 
letrados,  que  el  Jues  debe  sentenciar  conforme  á 
lo  alegado  y  probado,  y  es  injusta  sentencia  conde- 
nar sin  oir  las  partos,  si  no  fuese  en  rebeldía.  Otra 
justicia  es  la  que  por  juicio  divino,  por  pecados  á 
nosotros  ocultos  vemos  ejecutar,  veces  en  las  per- 
sonas propias  de  los  delincuentes  y  en  sus  bienes, 
veces  en  los  bienes  de  sus  hijos  y  sucesores,  asi  co- 
mo hizo  al  Bey  Bobean  hijo  del  Bey  Salomón,  cuan-  . 
do  de  doce  partes  de  su  reyno,  luego  reynando  per- 
dió las  diez.  No  se  lee ,  pues ,  Bobean  haber  cometido 
público  pecado  hasta  estonce  por  dó  los  debiese 
perder ;  y  como  juntase  gente  de  su  reyno  para  co- 
brar lo  que  perdía,  Semey,  profeta  de  Dios,  le  dijo 
de  su  parte :  Está  quedo,  no  pelees,  no  es  la  volun- 
tad divina  que  cobres  esto  que  pierdes ;  y  como 
quiera  que  Dios,  ni  hace  ni  permite  hacer  cosa  sin 
causa,  pero  el  profeta  no  gelo  declaró,  porque  tan 
honesto  y  comedido  es  nuestro  Sefior,  que  aun  des- 
pués de  muerto  el  Bey  Salomón,  no  le  quiso  deshon- 
rar ni  á  su  hijo  avergonzar  declarando  los  pecados 
ocultos  del  padre,  porque  le  plugo  que  el  sucesor 
perdiese  estos  bienes  temporales  que  perdis.  En  la 
Sacra  Soriptura,  y  aun  en  otras  historias  auténticas, 
hay  de  esto  asaz  exemplos ;  mas  porque  no  vamos  á 
cosas  muy  antiguas  y  peregrinas,  este  vuestro  reyno 
de  Portugal,  á  la  Beina  Dofia  Beatriz,  hija  heredera 
del  Bey  Don  Femando  y  mujer  del  Bey  Don  Juan  de 
Castilla,  pertenecía  de  derecho  público ;  pero  plugo 
al  otro  juido  de  Dios  oculto ,  darlo  al  Bey  vuestro 
abuelo,  aunque  bastardo  y  profeso  de  la  orden  de 
Cistel ;  y  porque  este  oculto  juicio  este  Bey  Don 
Juan  quiso  repugnar,  cayeron  aquella  multitud  de 
castellanos  que  en  la  de  Aljubarrota  sabemos,  y  es 
notorio  ser  muertos.  De  derecho  claro  pertenecían 
los  Beynos  de  Castilla  á  los  hijos  del  Bey  Don  Pe- 
dro ;  pero  vemos  que  por  virtud  del  juicio  de  Dios 
oculto,  los  poseen  hoy  los  descendientes  dd  Bey  Don 
Enrique  su  hermano,  aunque  bastardo.  Y  si  quiere 
y.  A.  exemplos  modernos,  ayer  vimos  el  reyno  de 
Inglaterra  que  pertenecía  al  Príncipe  hijo  del  rey 
Don  Enrique,  y  vemos  hoy  poseer  pacífico  al  Bey 
Eduarte,  que  mató  al  padre  y  al  hijo.  T  como  quier 
que  vemos  claros  de  cada  dia  estos  y  semejantes 
¿Eectos,  ni  somos  ni  podemos  ser  acá  jueces.de  sus 
causas,  en  espedal  de  los  Beyes,  cuyo  juez  es  Dios 
que  los  castiga,  veces  en  sus  personas  y  bienes,  ve- 
oes  en  la  sucesión  de  los  hijos  según  la  medida  de 
sus  yerros.  San  Agustín  en  el  libro  de  la  Oiudad  dé 
Diotf  dice :  ¿  el  juido  de  Dios  oculto  puede  ser  ini-. 
quo?  no,  que  sabemos  es  muy  excelente  B^  y  S»» 
flor.  Si  el  Bey  Don  Enrique  cometió  en  su  vida  algu- 
nos graves  peoados  por  dó  tenga  IJios  deliberado  en 
su  juicio  secreto  disponer  de  sus  Beynos  en  otra 
manera  de  lo  que  la  Sefiora  vuestra  sobrina  espersi 
y  estos  caballeros  procuran,  según  hizo  á  Bobean  y 
á  los  otros  que  he  dedarado  ya  á  vuestra  Sefioría. 
De  los  pecados  públicos  se  dice  del,  que  en  la  admi- 
nistradon  de  la  justicia  (^ue  es  aquella  por  dó  loé 


CRÓNI0A8  DB  LOB  BEYES  DE  OASÜtUA. 


«82 

B^e0  reynan)  fué  tan  negligente  qne  sob  reynoa 
vinieron  en  total  coirnpdon  y  tiranía;  de  manera 
que  antes  de  mnchoa  diaa  qne  falleoieae,  todo  qnaai 
el  poderío  j  autoridad  real  le  era  envaneBcido.  Todo 
cato  oonaiderado ,  qnerria  eaber  quión  es  aquel  de 
■ano  entendimiento  qne  no  vea  quan  difioil  le  aea 
eeto  que  á  Y.  A.  haoen  fáoil,  j  eata  guerra  que  di- 
oen  peqnefia,  qnantosea  grande  7  la  materia  de  ella 
peligroea,  en  la  qual  si  algún  juioio  de  Dios  ooulto 
bay  pordó  Y.  A«  repugnándolo  oyiese  algún  sinies- 
tro, considerad  bien,  Sefior,  quán  grande  es  el  aven- 
tura en  que  ponéis  vuestro  lE^tado  real,  y  en  quán- 
ta  obsonridad  vuestra  fama,  que  por  lo  glande  de 
Dios,  por  todo  el  mundo  relumbra.  Allende  de  esto, 
de  necesario  ha  de  haber  quemas,  robos,  muertes, 
adulterios,  rapifias ,  destrucciones  de  pueblos  y  de 
casas  de  oraciones,  sacrilegios,  el  cuito  divino  pro- 
f  añado,  la  religión  apostatada,  y  otros  muchos  es- 
tragos y  roturas  que  de  la  guerra  surten.  También 
vosconvemá  sufrir  y  sostenef  robos  y  robadores,  y 
hombres  criminosos  sin  castigo  ninguno ,  y  agra- 
viar los  ciudadanos  y  hombres  pacíficos,  que  es  oñ- 
oio  de  tiranos  y  no  de  Bey;  y  vuestro  reyno  entre 
tanto  no  será  libre  de  estos  infortunios,  porque  en 
oaso  que  los  enemigos  no  le  guerreasen,  tos  será 
forsado  con  tributos  grandes  y  continuos ,  y  servi- 
dumbres premiosas  para  la  guerra  necesarias,  fati- 
gásedes  de  manera  que  procurando  una  justicia  co- 
metiérades  muchas  injusticias.  Allende  de  esto, 
vuestra  Beal  persona  que  por  la  grada  de  Dios  está 
agora  quieta ,  es  necesario  que  se  altere ;  vuestra 
conciencia  sana,  es  por  fuersa  que  se  corrumpa ;  el 
temor  que  tienen  vuestros  subditos  al  vuestro  man- 
dato, es  necesario  que  se  afloje ;  estáis  quieto  de 
molestias,  es  cierto  que  habréis  muchas ;  estáis  li- 
bre de  necesidades,  metéis  vuestra  persona  en  tan- 
tas y  tales ,  que  por  fuerza  os  harán  subdito  de 
aquellos ;  que  la  libertad  que  agora  tenéis  os  hace 
Bey  y  Sefior.  T  porque  conoifico  quanto  cela  vuestra 
alta  Sefioría  la  limpieza  de  vuestra  excelente  fama, 
quiero  traer  á  vuestra  memoria  como  ovistes  envia- 
do vuestra  embazada  á  demandar  por  mujer  á  la 
Beyna ;  también  es  notorio  quantas  veces  en  vida 
del  Bey  Don  Enrique  vos  fué  ofrecida  por  mujer  la 
Sefiora  vuestra  sobrina,  y  no  vos  plugo  de  lo  aceptar, 
por  que  se  decia  vuestra  conciencia  real  no  se  sa- 
near bien  del  derecho  de  sucesión.  Pues  considerad 
agora  esta  mudanza,  sin  preceder  causa  pública  por- 
que lo  debáis  hacer ,  quien  no  habrá  razón  de  pen- 
sar que  halle  agora  derecha  sucesora  á  vuestra  so- 
brina, no  porque  \o  sea  de  derecho,  mas  porque  la 
Beyna  que  demandasteis  por  mujer  contrajo  antes 
él  matrimonio  con  el  Bey  su  marido,  que  con  vos 
que  la  demandasteis,  y  hSbria  lugar  la  sospe- 
cha de  cosas  indebidas,  contrarias  y  mucho  á  las 
virtudes  insignes  que  de  vuestra  persona  Beal ,  por 
todo  el  mundo  están  divulgadas;  y  soy  maravilla- 
do de  los  que  hacen  fundamento  de  este  Beyno  que 
vos  dan,  en  la  discordia  de  los  caballeros  y  gentes 
de  él,  como  si  fuese  imposible  la  reconciliación  en- 
tre ellos,  y  conformarse  contra  vuestras  gentes.  Po- 


demos decir  por  cierto,  muy  alto  Sefior,  qne  el  qne 
esto  no  ve  es  dego  del  entendimiento, y  el  que  lo 
ve  y  no  lo  dice  es  desleaL  Guardad,  Sefior,  no  sean 
estos 'oonsejeros  los  que  consejan,  no  según  la  recta 
razón,  mas  según  la  voluntad  del  Prindpe  ven  in- 
dinada ;  y  por  tanto,  muy  alto  y  poderoso  Bey  y 
Sefior ,  antes  que  ésta  guerra  se  comience,  se  debe 
mucho  mirarla  entrada,  porque  príndpiar  guerra, 
quien  quiera  lo  puede  hacer;  salir  de  ella  no,  sino 
como  los  casos  de  la  fortuna  se  ofrederen ,  los  qua- 
les  son  tan  varios  y  peligrosos,  que  Estados  Beales 
y  ¿gandes  no  se  les  deben  cometer  sin  grsnde  y  ma- 
dura deliberadon,  y  á  cosas  muy  justas  y  ciertas.1 

CAPITULO  XV  (1). 

Desque  el  Arzobispo  de  Toledo  se  dedaró  por  d 
Bey  de  Portugal,  muchos  caballeros,  criados  suyos 
fijosdalgo,  fueron  muy  pesantes  de  ello  y  muy  mal 
contentos  de  él ;  de  los  quales  fueron  López  Yaz- 
ques,  su  fijo,  é  su  hermano  el  Conde  de  Buendia,  ó 
Qomez  Manrique,  é  Hurtado  de  Luna,  los  quales 
siempre  mucho  se  lo  estorbaron  é  contradizeron, 
poniéndole  ddante  la  vergüenza,  é  los  muchos  da- 
fios  é  inoonvenientes  que  de  aquel  trasmudarse  con- 
vemian,  é  didéndole  como  queria  contradecir  lo 
que  siempre  habia  afirmado  estos  Beynos  justamen- 
te ser  de  la  Beyna,  é  venirle  por  justo  título,  é  se 
los  ayudó  á  dar  ó  entregar  este  dia  que  la  alzaron 
por  Beyna,  é  eso  mesmo  les  otorgó  é  dio  su  voz  de 
dio  al  Bey  Don  Femando  su  marido  cuando  fué  en 
lo  alzar  por  Rey  de  ellos,  de  que  en  él,  é  ellos  espe- 
raban muchas  mercedes ;  é  ni  con  esto,  ni  con  otras 
muchas  razones  ni  afrentas  que  le  presentaron, 
nunca  lo  pudieron  volver  de  sus  intereses  é  mal  pro- 
pódto.  E  desque  esto  vieron  los  caballeros  susodi- 
chos, siguiendo  la  lealtad  que  á  su  Bey  debían,  é  la 
nobleza  de  donde  venían,  se  despidieron  del  é  de  su* 
servido,  é  se  pusieron  con  el  Bey  Don  Femando  6 
con  la  Beyna  Dofta  Isabel  á  venir ,  é  dguiendo  su 
servido  de  allí  en  adelante.  E  and  como  estos  nobles 
oabdleros  habia  en  casa  del  Arzobispo  que  le  acon- 
sejaban bieo ,  habia  otros  á  quien  él  daba  su  crédito 
que  le  aconsejaban  mal  en  la  contra  de  estos  otros 
con  dafiadas  autoridades,  así  como  eran  Alaroon,  al- 
quimista mayor  su  mayordomo  é  privado,  é  sus  se* 
quaces ,  al  qual  dicho  Alaroon,  después  de  hecha  la 
guerra,  el  B^  Don  Femando  permanente  victorioso 
fizo  degollar  en  Toledo  en  Zocodover,  é  lo  degolla- 
ron sobre  una  espuerta  de  paja  tendida  por  mas  bal* 
don  según  su  gran  merecimiento,  ca  se  halló  ser 
muy  trddor  al  Bey,  é  á  la  Beyna  muy  contrario. 

CAPÍTULO  XVI. 

Gomo  el  Rey  Don  Alonso  de  Portogal  determinó  eatrtr  en  CasUIU. 

Muchas  embazadas  fueron  y  vinieron  de  los  ca- 
balleros de  Castilla  de  la  liga  de  la  Sefiora  Dofia 

(1)  Falu  el  epígrafe  de  este  espítalo  en  losmsnoserilos  fie  he- 
mos tenido  &  Is  vista  j  en  las  ediciones  de  Granada  7  SevUUu 


DON  l^BNANDO 

Joána,  partlonlirai  y  generalM,  al  Bey  Don  Alonso 
de  Portugal,  convidándole  con  ella  para  casar ,  é 
con  Castilla  para  reynar,  afirmándole  venir  los  Bey- 
nos  por  snbcesion  del  Bey  Don  Enrique  sa  padre. 
É  el  Bey  Don  AlonsOí  resistido  todo  bnen  consejo, 
6  todo  buen  pensamiento  prooedionte  del  Espirita 
Santo,  encendido  en  el  pecado  de  la  cobdloia,  ovo 
de  aceptar  el  partido ,  de  lo  qnal  macho  pesó  á  los 
caballeros  de  sa  reyno  que  deseaban  sa  servicio  6 
sa  honra,  porqae  sabian  el  caso  no  ser  á  él  conve- 
niente aceptarlo  ;  los  qoales  macho  se  lo  estorbaron 
é  pusieron  delante  mirase  en  quánto  trabajo  é  in- 
convenientes é  peligro  queria  poner  su  persona  é 
Beyno ,  en  aceptar  de  entrar  en  Oastilla  á  reynar, 
para  la  haber  de  conquistar  por  armas ;  é  nunca  le 
pudieron  hacer  mudar  el  concebido  propósito.  Pues 
de  la  parte  del  Bey  é  de  la  Beyna,  no  creáis  que 
quedó  de  le  molestar,  y  rogar  y  requerir  de  parte  de 
Dios  que  no  entrase  en  Castilla,  ni  creyese  el  conse- 
jo de  los  que  se  la  prometian ,  haciéndole  saber  el 
caso  muy  por  estenio,  desde  el  comienso  hasta  el  fin, 
de  cómo  la  Seftora  su  sobrina  nótenla  aquella  justi- 
cia que  le  decian  á  los  Beynos,  lo  qual  él  bien  sabia, 
é  siempre  resistió  el  consejo  de  los  embazadores  del 
Bey  é  de  la  Beyna.  É  de  un  cabo  molestado,  reque- 
rido é  rogado  en  Castilla;  é  del  otro  comunicado  é 
llamado  á  ella ;  de  un  cabo  ciego  de  la  gran  oobdi- 
cia ;  de  otro  muy  turbado  de  los  inconvenientes  y 
peligros  que  delante  le  presentaban  que  le  podrían 
venir,  no  sabia  de  si  que  hacer,  é  deliberó  de  enviar 
cartas  y  presentes  á  la  mayor  parte  de  los  caballe- 
ros de  Castilla  que  no  estaban  en  su  liga,  é  prosi- 
guió esto  presentándoles  el  titulo  como  él  queria 
casar  con  la  hija  del  Bey  Don  Enrique,  cuya  era 
Castilla ,  que  lo  oviesen  por  bien ,  é  lo  recibiesen,  é 
les  faria  muchas  mercedes ;  é  envióles  á  cada  uno, 
según  quien  era,  muchos  cruzados  de  oro,  é  muchas 
tasas  é  pieaas  de  plata  labrada,  pensando  que  los 
que  recibiesen  no  le  faltarían,  é  ellos,  asi  los  de 
Castilla  como  los  de  Andaluoia,  ó  la  mayor  parte 
de  ellos,  recibieron  lo  qué  les  envió,  con  intención 
algunos  de  le  servir,  otros  de  estar  á  viva  quien 
vence,  y  en  tanto  no  le  ofender.  Otros  con  inten- 
ción de  le  dar  guerra  con  su  mesmo  dinero,  ansi 
como  fiao  el  Duque  de  Alba  Don  García,  que  era  ca- 
sado con  tia,  hermana  de  la  madre  del  Bey  Don  Fer- 
nando ;  y  ovo  el  Bey  Don  Alonso  de  Portugal  tal 
atrevimiento,  que  le  envió  gran  suma  de  crusados, 
no  mirando  lo  que  mirar  debia,  que  de  tal  pariente 
antes  se  debiera  mucho  de  guardar ,  y  este  recibió, 
con  que  después  le  hiso  la  guerra,  y  este  publicó  la 
embazada  en  tiempo  debido ,  y  la  intendon,  é  lo 
mostró  por  obra  é  así  fioieron  otros.  E  de  ellos  le 
enviaron  sus  cartas  firmadas,  é  de  ellos  su  palabra 
en  la  qual  el  Bey  Don  Alonso  |:a8tó  muy  gran  suma 
de  oro,  é  desque  entendió  que  tenia  á  su  sorvicio  la 
mayor  parte  de  Castilla,  aceptó  el  casamiento,  é 
deliberó  en  venir  en  ella  á  reynar  si  pudiese.  É  fué 
concertado  entre  él  é  los  caballeros  que  lo  metieron, 
en  tiempo  y  lugar,  é  dónde  i  cómo  se  oviese  de  ce- 
lebrar el  matrimonio» 


¿  DOfiA  ISABEL 


«83 


CAPÍTULO  xvn. 

LiSitraáiéfllRejOesAlessoésPertsiiles  GutUla. 

El  primer  afio  del  reynado  del  Bey  Don  Femando 
y  do  la  Beyna  Dofia  Isabel  su  mujer,  en  el  quinto 
afio  del  pontificado  del  Papa  Sixto  IV  en  el  mes  de 
Mayo  del  año  del  nacimiento  de  nuestro  Salvador 
Jesuchristo  de  1475  afios,  entró  en  Castilla  el  Bey 
Don  Alonso  de  Portugal  en  título  de  Bey  de  ella, 
con  tres  mil  é  quinientos  de  á  caballo,  é  muchísima 
gente  de  pié  de  guerra,  é  vino  á  Plasencia  donde  le 
aguardaban  los  caballeros  de  Castilla  que  le  metían 
con  la  Sefiora  Dofia  Juana  su  sobrina,  Beyna  que.  de- 
cian de  Castilla ,  para  celebrar  el  matrimonio  con 
ella  y  allí  le  ficieron  muy  honrado  recibimiento;  é  fi- 
deron  un  cadahalso  muy  alto  émuy  ricamente  ador- 
nado donde  todos  los  de  la  ciudad  le  podian  ver.  B 
á  25  dias  de  Mayo,  dia  de  la  fiesta  del  Corpus  Ohris- 
tí,  Jueves,  subieron  allí  al  dicho  Bey,  y  á  la  dicha 
Sefiora  Dofia  Juana  su  sobrina,  é  á  vista  de  todos  los 
desposó  un  Obispo,  é  luego  allí  los  alearon  por  Bey- 
na é  Bey  de  Castilla  é  León ,  con  todos  los  otros  tí- 
tulos de  Castilla ;  é  dijeron:  Castilla,  Castilla,  por  el 
Bey  Don  Alonso ,  é  por  la  Beyna  Dofia  Juana  sa 
mujer,  tocando  muchas  bastardas  é  instrumen- 
tos de  música  é  atabales.  Desde  este  dia  comen- 
zó de  arder  Castilla  otra  vez,  como  quando  en  vida 
del  Bey  Don  Enrique  alzaron  por  Bey  á  su  herma- 
no Don  Alonso :  guidquid  agat  ommu^  iníenUo  indieai 
cmnea :  la  intención  de  aquellos  sefiores  que  lo  me- 
tieron ,  Dios  lo  supo  si  fué  por  la  lealtad  que  debían, 
ó  si  fué  por  asegurar  lo  que  tenían  de  la  Corona  Beal, 
porque  el  Bey  Don  Femando  no  les  quiso  confir- 
mar ;  ca  ellos  eran  en  aquel  tiempo  los  mas  grandes 
é  mas  poderosos  de  toda  Castilla,  é  el  Duque  de  Aré- 
valo ,  Conde  de  Béjar,  Sefior  de  Plasencia  Don  Al- 
varo de  Stúfiiga,  puesto  caso  que  era  ya  muy  viejo, 
tenia  á  Arévalo  y  su  tierra ,  y  tenia  á  Búigos,  é  el 
Maestradgo  de  Alcántara,  é  poco  menos  toda  la  tier- 
ra de  Estremadura,  é  todas  sus  tierras  é  Sefiorios ,  é 
otras  cosas  harto  bien  pacificadas  é  á  su  servicio  é 
mandar;  é  no  es  dubda  estar  el  mayor  de  los  caba- 
lleros de  Castilla  con  lo  susodicho ,  é  con  sus  hijos 
y  parientes;  é  el  Arzobispo  de  Toledo,  Don  Alonso 
Carrillo  que  era  el  mayor  prelado  de  Espafta,  que  es 
la  segunda  casa  de  renta  de  Castilla,  tenia  muchas 
tierras,  ciudades,  é  villas ,  é  castillos  sayos  y  de  la 
corona  real ;  é  el  Marqués  de  Villena ,  á  quien  habia 
quedado  en  guarda  la  Sefiora  Dofia  Juana,  tenia  á 
su  mandar  mas  villas  é  castillos  que  ningún  grande 
de  todo  el  Beyno,  é  no  habia  otro  mayor  que  él,  é 
se  intitulaba  estonce  Maestre  de  Santiago  é  Duque 
de  Truxillo ;  é  el  Maestte  de  Alcántara,  que  era  muy 
gran  Sefior,  Ó  el  Duque  de  Urefia  su  hermano  éso 
mesmo ;  é  de  estos  pendía  la  mayor  parte  de  Casti- 
lla; é  ovo  otros  muchos  que  aclamaron  antes  que  el 
Bey  Don  Alonso  llegase.  Asimesmo  Alonso  Carrillo, 
Sefior  de  Maquedaé  Castafieda,  Sefior  del  Portíllejo 
é  de  las  Calafias  é  Pareja ,  Adelantado  de  Galicia, 
Joaa  4e  Ulloa^  Alcayde  de  Toro  f  Mariscal  de  Z^^ 


B84 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BBTES  DB  OASnLtA. 


mora,  d  Oonde  de  Valenoiai  é  otros  maohot,  de* 
jando  loa  que  estaban  de  callada,  oon  los  qae  le  fa* 
dan  muy  gran  paroiaiidad  al  Bey  Don  Alonso  ;é  él 
pensó  que  con  ellos  sojuzgaría  á  Castilla.  E  oomo 
nuestro  Sefior  sabe  las  intenciones  é  aficciones  de 
cada  nno  de  los  bombres,  permite  qae  cada  uno  sea 
sojuzgado  según  su  intención;  el  que  mala  intención 
tiene,  que  sea  juzgado  para  pena  de  tormento;  el 
que  buena,  que  sea  juzgado  para  ver  gloria;  é  sobre 
todo  él  es  justo  juez  y  juzga  derecho ,  é  á  él  es  á 
dar  los  reynos  á  cuyos  son,  é  le  place  de  los  dar;  el 
qual  no  judició  según  el  querer  de  estos  poderosos 
caballeros  é  de  este  Bey,  ni  según  sus  intenciones 
donde  pareció  no  ser  buenas,  ni  les  proveyó  cosa 
alguna  de  lo  que  deseaban,  según  adelante  se  dirá. 

OAPÍTULO  XVIIL 
Protirne  le  fv*  ^^  el  lUiy  Don  Alonse  de  Poitsgil  es  GasUlli. 

Moyíó  el  Bey  Don  Alonso  su  hueste,  é  partió  de 
Plasenoia,  é  fué  la  vía  de  tierra  de  Campos^  requi- 
riendo á  los  Alcaydes,  le  entregasen  las  villas  é  cas- 
tillos por  do  iba;  é  de  ellos  decian  :  andad,  Sefior, 
adelante,  que  esto  es  todo  vuestro,  é  de  ellos,  se  las 
daban,  y  otros  se  le  defendían;  y  siguió  su  via  has- 
ta la  dudad  de  Toro,  é  Zamora,  é  llegado,  luego  se 
le  entregaron,  que  estaban  por  d ,  y  asentó  su  esta- 
da por  alli  algún  tiempo,  que  tenia  mucha  parte  de 
villas  é  castillos  por  cerca  de  aquella  ribera  de  Due- 
ro, é  allí  llegó  muy  gran  gente  para  d  necesario  le 
fuese  haber  batdla. 

En  este  tiempo  d  Bey  Don  Femando  allegó  muy 
grande  hueste  de  gente  en  el  mes  de  Julio  del  di- 
cho afio  de  1475.  B  estando  el  Bey  Don  Alonso  en 
Toro,  le  puso  el  red  á  una  legua  de  Toro  en  una  d- 
dea  llamada  Temules;  donde  juntó  mas  de  treinta 
mil  hombres,  en  que  decian  haber  mas  de  diez  mil 
de  á  caballo,  é  la  gente  de  á  pié  eran  de  dios  muy 
gran  parte  Vizcaínos ,  y  Asturianos,  y  Montafieses 

.  que  en  demadada  manera  amaban  á  el  Bey  Don 
Femando,  allí  se  juntaron  oon  los  Grandes  de  Oas- 
tilla  que  tenian  de  su  parte  d  Duque  de  Nájera,  el 
Duque  de  Alba  Don  Garcia,  d  Oonde  de  Haro,  el 
viejo,  Oondestable  de  Oastillai  d  Almirante  de  Óis- 
tilla,  é  su  hermano  ;  el  Addantado  de  Andalucía,  el 
Duque  del  Infantado,  Marqués  de  Santillana,  Don 
Alonso  de  Aragón,  hermano  bastardo  del  Bey  Don 
Femando,  Maestre  de  Odatrava  que  estonce  se  lla- 
maba Duque  de  Villahermosa,  que  era  muy  esfor- 
zado caballero  é  de  muy  gran  oonsejo  para  la  guer- 
ra, el  primero  que  metió  robadequines  en  Oastilla; 
la  gente  del  Marqués  de  Astorga,  que  tenia  en  ad- 
ministradon  Don  Luis  Osorio,  Oapitan  que  después 
fué,  é  guarda  de  Alhema,  é  después  Obispo  de 

.  Jaén ,  que  era  tutor  del  Marqués  de  Astorga  que 
era  nifio  ;  é  el  Obispo  de  Sigüenza ,  Don  Pero  Gon- 
zález de  Mendoza,  que  fué  después  Arzobispo  de 
Sevilla,  é  después  Arzobispo  de  Toledo  é  Cardenal 
de  Espafia,  é  otros  muchos.  É  allí  estando  un  día  en 
d  consejo,  en  una  iglesia  dd  dicho  lugar  Temules, 
el  Bey  y  los  caballeros  muy  gran  pieza  del  día,  sdió 


sonido  por  d  red  entre  la  gente  de  á  pié,  que  loS 
caballeros  querían  prender  d  Bey,  é  allegáronse  los 
Vizcaínos  y  Montafieses,  y  otros  muchos  con  ellos 
todos  armados,  á  pié  é  alborotados ,  é  fueron  á  la 
puerta  de  la  igleda  del  consejo  á  voces ;  dad  acá  á 
á  nuestro  Bey,  dad  acá  á  nuestro  Bey ;  é  fué  muy 
gran  turbadon  en  d  real,  y  el  Bey  salió  á  la  puerta 
de  la  igleda  para  que  le  viesen ,  didendo :  heme 
aquí,  hermanos,  no  temáis  que  ninguno  me  haya  de 
hacer  traycion,  que  todos  estos  caballeros  son  mis 
parientes  y  ledes  vasallos ,  y  otras  mudias  cosas  por 
los  apaciguar,  é  nunca  con  ellos  pudo  hasta  que  lo 
sacaron  de  la  iglesia,  y  lo  llevaron  consigo  á  su  red. 
E  después  de  haber  estado  dlí  d  red  algunos  días, 
vuto  que  d  Bey  Don  Alonso  no  quiso  salir  á  pdear| 
ó  no  osó,  y  que  d  cerco  para  no  estar  sobre  él  era 
muy  pdigroso  é  muy  gastoso,  el  Bey  Don  Fernan- 
do dejó  sus  guarniciones  bien  ordenadas  é  bien  re* 
partidas  á  donde  convenia,  é  volvióse  á  Medina  del 
Oampo,  y  dende  fué  luego  á  poner  cerco  sobre  Bur- 
gos que  estaba  de  la  parte  del  Bey  de  Portugal  por 
el  Duque  de  Arévalo,  é  dióse  luego  la  dudad,  y  tú- 
vose la  f  ortdeza  cerca  de  nueve  meses,  estando  por 
Alcayde  de  ella  Don  Juan  Sarmiento,  hermano  dd 
Obispo  de  Bdrgos  Don  Luis  de  Acufia. 

CAPÍTULO  XIX. 

Proslgses  los  racesoí  iel  Roy  Dos  Alonso  ée  Portofd 

es  GuttIU. 

Supo  el  Bey  Don  Alonso  estando  en  Toro,  cómo 
el  Bey  Don  Femando  había  puesto  d  oeroo  á  Bur- 
gos, é  partió  de  Toro  oon  toda  su  hueste  para  ir  en 
socorro,  é  fué  por  Arévalo  é  estuvo  allí  algunos  dias^ 
y  de  allí  salieron  un  dia  el  Conde  de  Pharo  é  Don 
Alvaro  su  hermano,  portugueses,  oon  cierta  gente 
de  oabdlos,  é  ovieron  batalla  oon  el  Conde  de  Ci- 
f  uentes  con  el  qual  se  encontraron,  que  era  la  par- 
te del  Bey  Don  Femando,  é  pelearon,  é  fué  desba- 
ratado el  Oonde  de  Cif  uentes  é  su  gente ,  é  los  por- 
tugueses volvieron  á  Arévalo  oon  victoria,  é  des- 
pués de  esto  partió  el  Bey  Don  Alonso  de  Aiévdo, 
é  oon  él  d  Marqués  de  Villena ,  Maestre  de  Santia- 
go é  Duque  deTrajillo,  que  todos  llamaban ,  é  d  Ar- 
zobispo de  Toledo,  é  otros  muchos  caballeros  para 
ir  á  Pefiafíel,é  supo  que  d  Conde  de  Benavente  Don 
Pedro  Pimentd  estaba  en  una  villa  suya  que  lla- 
maban Saltanas,  que  es  llana  y  estaba  toda  barrea- 
da de  tapias  para  según  el  tiempo;  é  fué  sobre  d,  é 
cercóle  la  villa,  é  combatióla,  é  tomóla ;  é  entróte 
por  la  parte  que  el  Marqués  de  Villena  combatía ,  é 
prendieron  d  Conde  de  Benavente,  el  qud  salió  á 
pié  fuera  de  la  villa  á  besar  la  mano  al  Bey,  é  se  la 
dio,  é  el  Bey  durmió  allí  aquella  noche ;  é  otro  dia 
llevó  consigo  d  Oonde  preso,  el  qud  le  dio  en  rehe- 
nes por  sí  por  ser  suelto,  tres  ó  quatro  villas,  é  á  su 
hijo  Don  Luis ;  é  las  villas  fueron  Portillo,  é  Villal- 
va,  é  Mayorga ;  é  d  Bey  fué  de  allí  á  Pefiafiel  que 
es  del  Conde  de  ürefia,  que  estaba  por  él ;  y  no  osó 
dende  pasar  á  socorrer  á  Burgos ,  porque  supo  de 
los  grandes  favores  y  grandes  gentes  que  se  allega- 


DON  FKRNÁKDO 

ban  y  rectblaa  á  el  Bey  Don  Femando,  y  yolTióse  á 
Aróvalo,  y  donde  á  Toro  y  Zamora,  y  por  alli,  ribera 
de  Duero  hada  bu  estado,  y  hacia  Gantalapiedra  qne 
estaba  por  él,  é  qaitó  á  Garoia  de  Meló  que  la  tenia, 
y  poso  por  Alcayde  á  Alonso  Peres  de  Vivero,  fijo, 
ó  nieto  del  Contador  que  mató  d  Maestre  Don  Al- 
Taro  de  Lana ;  y  á  este  la  tomó  despaee  el  Bey  Don 
Femando.  De  la  prisión  del  Oonde  de  Bensyente ,  é 
rehenes  qne  en  el  dioho  viaje  acaecieron,  mny  gran 
sospecha  se  cansó  y  pnblicó  diciendo  que  era  todo 
hechizo,  y  qne  el  Oonde  como  era  mny  sagas  y  dis- 
creto, conoció  el  tiempo,  y  qniso  mafiosamente  con- 
tentar á  ambas  partes,  de  lo  qnal  despnes  se  le  si- 
guió macho  prorecho ;  lo  interior  de  sa  intención  él 
lo  snpo. 

oapItülo  ZX. 

Ds  Mriof. 

Tovo  el  Bey  Don  Femando  cercado  el  castillo  de 
BArgosocho  ónneve  meses,  en  qne  le  dieron  machos 
y  muy  grandes  combates  de  lombardas ,  é  tiros  de 
pólvora ,  é  qnartagos  é  ingenios,  é  ponian  en  el  cer- 
co mny  gran  reoabdo,  é  algnnas  veces  qnando  pen- 
saban los  cercadores  qne  en  mas  estrecho  jtenian  á 
los  cercados,  les  mostraban  de  dentro  perdices,  na- 
ranjas y  otras  cosas.  En  fin  en  tanto  estrecho  les 
pusieron ,  qne  se  ovieron  de  dar  á  merced  del  Bey 
con  algunos  partidos  en  qne  el  Bey  los  tomó^  y  man- 
dó ahorcar  machos  é  degollar  otros  ,  en  que  luego 
ahorcaron  é  degallaron  veinte  y  nueve  hombres,  é 
despnes  otros  machos;  é  esto  fué  en  tiempo  de  ocho 
ó  nueve  meses  que  duró  el  cerco ;  é  se  vino  á  tomar 
el  afio  de  1476  en  el  mes  de  Febrero.  Bn  este  tiem- 
po no  cesaban  guerras,  robos,  rapifias,  muertes, 
peleas  entre  caballeros,  fuerzas  en  los  pueblos  ó  en 
los  campos,  é  injusticia,  é  sacrilegios  de  poca  hon- 
ra, que  cataban  á  las  iglesias  y  clerecía  por  toda 
Castilla.  Oa  ardia  su  fuego  entre  las  parcialidades , 
é  entre  muchos  ladrones  cosarios  que  andaban  con 
la  voltoria  del  tiempo,  é  no  hacian  sino  robar,  nom- 
brándose de  la  parte  qué  se  les  antojaba ,  ó  según 
vían  el  tiempo  ó  el  lugar  en  que  se  hallaban,  é  vian 
que  les  convenia  donde  no  eran  conoscidos.  E  asi 
mismo  todas  las  fronteras  de  Portugal  ardian  en  vi- 
vas llamas  de  robos ,  y  hurtos  y  cautiverios  que  los 
castellanos  de  la  parte  del  Bey  Don  Femando,  é 
otros  muchos  ladrones  hacian  en  tanto  grado,  que 
de  las  camas  los  sacaban  de  noche  de  los  lugares,  y 
los  traían  cautivos  á  Castilla,  á  ellos  é  á  sus  fijos*  é 
haciendas,  é  ganados ;  de  donde  procedió  despoblar- 
se  muchos  lugares  de  la  frontera  entre  Portugal  y 
Castilla,  también  de  Castilla  como  de  Portugal,  y  se 
bulan,  é  metian  los  Beynos  adentro. 

capItülo  •gXT, 

Ds  GaitroaiAe  y  Gaalilapledra. 

De  Oastronufio  y  Cantalapiedra,  qne  fueron  dos 
f  ortolesas  muy  proveídas  de  ladrones  é  malos  hom- 
bres, é  de  hombres  que  hablan  gana  de  ganar,  ro- 


É  DOfifA  ISABEÚ  685 

bando  é  faciendo  la  gnerra,  fué  de  donde  mas  daños 
se  recibieron  en  Castilla,  en  las  tierras  reales  de 
parte  del  Bey  Don  Femando.  Oastronufio  era  muy 
fuerte  fortaleza  ribera  de  Duero,  y  era  del  Prior  de 
San  Juan  llamado  Valenzuela,  que  era  criado  y  muy 
servidor  del  Bey  Don  Enrique;  y  en  el  tiempo  de 
sus  guerras  y  trabajos  que  ovo  cuando  alzaron  por 
Eiey  al  Bey  Don  Alonso  su  hermano  en  Castilla,  la 
tomó  é  se  alzó  con  ella  por  el  Bey  Don  Alonso  un ' 
ladrón  mal  hombre  llamado  Pedro  de  Mendafio,  fijo 
de  un  hombre  zurrador,  vedno  dePardinas,  aldea 
del  Obispado  de  Salamanca,  que  fué  muy  valiente 
en  su  ofido  de  robar,  y  matar  y  hacer  la  guerra, 
uno  de  los  que  el  tiempo  de  las  guerras  crió;  el  qual 
triunfó  tanto  y  creció  desde  allí,  que  todas  las  tier* 
ras  de  las  comarcas  le  tenían  é, habían  ipiedo  en 
damasiada  manera.  É  desque  falleció  el  Bey  Don 
Alonso,  nunca  ovo  disposición  de  tiempo  para  le 
sacar  de  allí;  é  al  tiempo  que  falleció  el  Bey  Don 
Enrique  quedó  el  criado  gusano  inficionado,  grueso 
y  poderoso  verdugo  para  aquella  tierra,  que  allega- 
ba cada  vez  que  quería  quinientos  é  seiscientos  de 
á  caballo,  é  peones  quantos  qnería,  con  que  sojuz- 
gaba á  Medina  del  Campo,  á  Valladolid,  é  á  Toro,  é 
á  Zamora,  é  á  Salamanca  é  á  todas  sus  tierras  é  lu- 
gares, que  nunca  le  faltaron  en  aquellos  tiempos 
otros  de  sn  condición;  é  algunos  caballeros  de  los' 
grandes,  lo  habían  en  dicha  teneilo  por  amigo,  é 
otros  lo  querían  mal  é  les  pesaba  de  tan  gran  subida 
como  había  subido,  por  ser  de  tan  baza  suerte,  é 
por  haber  rapifiado ;  é  por  la  disposición  del  tiempo 
no  se  curaban  de  poner  con  él  en  armas;  é  algunos 
pueblos,  é  personas  particulares  é  muchas,  se  le 
ofrecían  con  servicios  porque  no  les  robase  é  fidese 
maL  É  el  Duque  de  Alba  Don  Qárda  que  estonces . 
era,  se  puso  un  tiempo  á  lo  castigar,  é  con  la  mala 
dbposidon  del  tiempo  de  guerras  é  vueltas  no  pudo, 
ca  lo  halló  mucho  poderoso  para  estonce;  ca  él  tenía 
siete  fortalezas  muy  cerca  unas  de  otras  en  ribera 
de  Duero;  ca  él  tenia  á  Oastronufio,  é  á  Navares,  é 
á  Cubillos,  é  á  Iglesias  é  otra  fortaleza  en  la  ribera; 
é  tenia  á  San  Cristóbal,  é  á  Babe,  é  tenía  en  todas  é 
en  oada  una  de  ellas  su  Alcayde,  todos  rafianes  é 
ladrones,  é  muy  malos  hombres.  Estas  siete  aooxi-. 
das  tenia  el  Alcayde  de  Oastronufio,  é  aun  otras  de 
tierras  de  sus  amigos,  de  donde  salía  á  hacer  mil 
saltos  é  robos  en  todas  aquellas  comarcas;  é  al  tiem- 
po que  falleció  el  Bey  Don  Enrique  é  comenzaron 
de  reynar  el  Bey  y  la  Beyna,  no  siguió  su  partido 
porque  no  le  confirmaron  é  dieron  lo  que  tenía  hur- 
tado é  robado,  como  hideran  otros  que  siguieran  su 
partido,  si  les  dieran  lo  de  la  corona  real  que  tenían 
robado  Ó  por  fuerza. 

Mas  como  aquellos  que  entran  á  reynar,  é  sojuz- 
gar, é  cobrar  lo  perdido  como  reyes  de  la  tierra,  é- 
no  á  ser  sujetos  de  nadie,  é  entraban  á  ser  temidos 
y  no  á  temer,  no  quisieron  dar  por  precio  de  suje- 
ción lo  que  era  suyo,  ni  sojuzgarse  á  nadie,  como 
hizo  el  Bey  Don  Alonso  de  Portugal,  que  porque 
fuesen  con  él  lee  confirmó  é  mandó  lo  que  tenían,  é 
mas  que  no  teniaui  y  por  esto  este  Alcayde  de  Cas- 


886 


CBÓNIQAS  DE  LOS  fiBTEB  DB  OASTILIíA. 


trpniífio  siguió  U  Yla  y  paroialidad  del  Bey  de  Por- 
tugal. 

En  OanUlapiedrs  oto  dos  Aloaydes  en  aqnel 
tiempo :  el  primero  fué  Gercfa  de  Meló  que  qnitó  el 
Bey  de  Portugal  qnando  por  alli  fné,  ó  puso  á  Alón* 
4B0  Peres  de  Viveros;  ó  los  oapitanes  que  de  allí  fa- 
oian  la  guerra  á  el  Bey  Don  Femando  eran  Chris- 
tóbal  Bermudezy  é  Juan  de  Tobar,  Sefior  de  Cívico 
é  de  la  Torre,  caballeros  de  Oastilla,  los  quales  ha« 
cian  asas  dafios,  y  á  las  veces  los  redbian,  y  á  las 
veces  algunos.  Y  después  algunos  de  ellos  fueron 
degollados  por  mandado  del  Bey  Don  Femando, 
que  fueron  presos  en  una  batalla;  é  como  quiera 
'  que  acaeciese  en  aquel  tiempo  siempre  avian  vic- 
toria, é  llevaban  ventaja  los  del  Bey  Don  Feman- 
do sobre  sus  contrarios. 

CAPÍTULO  XXIL 

De  como  se  ganó  I  Zamort. 

Zamora  se  tomó  en  esta  manera.  Era  Aloayde  de 
la  puerta  un  ciudadano  llamado  Váldés,  y  estando 
en  propósito  de  dar  entrada  al  Bey  Don  Femando, 
el  Bey  Don  Alonso  supo  alguna  cosa  de  ello  y  en- 
vióle á  llamar  y  vino  á  la  dudad,  y  dízole  lo  que 
de  él  le  habian  dicbo ;  y  él  mostró  de  aquello  senti- 
miento, y  pidió  por  merced  al  Bey  que  quisiese 
tomar  las  llaves  de  la  puente,  y  el  Bey  confiado  se 
las  dejó  y  no  trató  por  estonce  de  mas ;  y  este  Yal- 
dés  fiso  un  baluarte  luego  detrás  de  las  puertas  de 
la  torre  de  la  puente,  y  el  Bey  le  volvió  enviar  á 
llamar  aquella  nocbe,  y  dijo  que  no  era  hora,  y  tor- 
nóle á  enviar  á  llamar,  y  dijo  estonce :  á  faera^  á 
^urOf  Femando^  Femando;  y  el  Bey  le  mandó  dar 
.  muy  gran  combate  aquella  noche  y  poner  fuego  á 
las  puertas,  donde  le  mataron  los  de  la  torre  mucha 
gente  de  la  mas  honrada  que  allí  traia,  en  que  des- 
pués de  quemadas  las  puertas  vieron  el  baluarte,  é 
vieron  que  era  imposible  tomárselas,  é  dexaron  el 
combate;  é  deeto  el  Bey  Don  Alonso  fué  muy  tris- 
te, é  temió  estar  en  la  ciudad,  y  otro  dia  partióse  para 
Toro,  y  dexó  muy  buen  recaudo  en  la  f  ortalesa ;  y 
estonce  Valdés  y  Pedro  Mazarego,  otro  caballero 
de  la  ciudad,  enviaron  por  socorro  á  las  guamicio- 
nes  é  valias  del  Boy  ó  de  la  Beyna  mas  coreanos,  ó 
una  noche  metieron  en  la  ciudad  tanta  quanta  gen- 
te quisieron,  que  nunca  fué  sentida,  é  tomaron  la 
ciudad,  la  qual  estaba  de  buena  gana  de  se  dar  al 
Bey  Don  Femando ;  é  allí  robaron  é  despojaron  á 
todos  los  portugueses  que  pudieron,  y  todos  los  de 
la  valia  del  Bey  Don  Alonso  fueron  á  la  fortaleza 
por  donde  pudieron.  Luego  pusieron  cerco  á  la  for- 
taleza las  guarniciones  del  Bey  y  de  la  Beyna ;  é 
Valdés  é  Pedro  Mazarego  que  ñcieron  este  concier- 
to, escribieron  al  Bey  y  á  la  Beyna  lo  que  era  f  e- 
ohO|  é  que  no  tardasen  de  les  venir  á  socorrer. 


CAPITULO  xxm 

Del  iMbtrtlo  7  ronplmiealo  iel  Rey  Doa  Alease  de  Portaitl. 

El  Bey  Don  Alonso,  desque  supo  que  la  gente  del 
Bey  Don  Femando  estaba  en  la  ciudad,  vino  luego 
doede  Toro  con  gran  gente,  y  con  el  Príncipe  de 
Portugal  Don  Juan  su  hijo,  que  Bey  de  Portugal 
se  llamaba,  y  el  Duque  de  Quimarans,  y  el  Condes- 
table su  hermano,  y  otros  muchos  caballeros  portu- 
gueses, y  el  Arzobispo  de  Toledo,  y  Alonso  Carrillo 
Sefior  de  Maqueda  su  sobrino,  y  otros  muchos  ca- 
balleros castellanos,  é  asentó  su  real  sobre  Zamora^ 
de  cabo  del  rio,  en  manera  que  el  rio  Duero  estaba 
en  medio  del  real  y  de  la  oiudad;  y  de  alli  lombar- 
deó  las  torres  de  la  puente ;  estuvo  allí  con  fasta 
tres  mil  é  quinientos  de  á  oaA>allo  é  mas;  é  oon  fas- 
ta cinco  mil  peones  quince  días.  En  tanto  vino  el 
Bey  Don  Femando,  é  entró  en  Zamora  oon  la  gente 
que  pudo,  é  cercó  mejor  la  fortaleza,  é  ansí  estaban 
ambos  reales  el  rio  en  medio.  É  desque  el  Bey  Don 
Alonso  vido  que  no  podia  socorrer  la  fortaleza  de 
Zamora,  ni  facer  cosa  en  su  honra,  levantó  su  real 
é  fuese  orilla  del  rio  arriba  la  via  de  Toro,  é  echó 
el  fardaje  é  el  peonaje;  é  el  Príncipe  su  hijo  ó  los 
otros  caballeros,  ordenaron  sus  batallas  atrás,  é  co- 
menzaron el  viaje  con  fasta  tres  mil  é  quinientos 
de  á  caballo  poco  más  ó  menos  que  allí  tenian. 
Otros  decían  que  alzó  el  real  por  temor,  que  supo 
que  venían  grandes  gentes  en  socorro  del  Bey  Don 
Femando.  T  como  el  Bey  Don  Fernando  sintió  que 
se  querían  ir,  mandó  prestamente  alistar  toda  U 
gente  que  allí  tenía,  y  fizo  muy  aina  con  mucha 
madera  adobar  lo  quebrado  de  la  puente,  é  pasó  en 
pos  del  Bey  Don  Alonso  fasta  dos  mil  é  quinientos 
de  á  caballo  é  cinco  mil  peones,  poco  mas  ó  menos, 
é  ordenadas  sus  batallas,  llevando  la  delantera  Don 
García  de  Toledo  Duque  de  Alba  oon  una  graesa 
batalla  de  caballeros,  con  dos  capitanes  caballeros 
sus  parientes',  casados  con  dos  sobrinas  suyas,  el  uno 
era  Don  Alonso  de  Fonseca,  Sefior  de  Alabe  jos  é 
Coca,  y  el  otro  Pedro  Dávila,  Sefior  de  ViUafranoa 
é  las  Navas.  Siguió  el  Bey  Don  Alonso  orilla  del 
Duero  arriba  camino  de  Toro,  é  alcazáronlo  á  dos 
leguas  de  Toro  é  tres  de  Zamora,  é  aquí  era  muy 
tardo ;  y  el  Bey  Don  Alonso  é  sus  batallas,  desque 
vieron  la  gente  é  que  no  se  podia  escusar  la  batalla, 
ordenadas  sus  haces,  se  vinieron  á  encontrar  oon 
las  batallas  del  Boy  Don  Fernando ;  y  el  Duque  de 
Alba  rompió  por  medio  con  su  graesa  batalla,  é  des- 
barató mucha  gente  y  derribó  de  los  contrarios;  y 
estonce  los  reyes  ambos  rompieron  con  sus  batallas 
é  pelearon  muy  fuertemente  de  ambas  partes,  y  al 
fin  el  Bey  Don  Alonso  fué  vencido  é  desbaratado, 
é  mucha  de  su  gente  muerta  é  ahogada  en  el  rio.  B 
su  fijo  el  Príncipe  de  Portugal  quedó  oon  una  grae- 
sa batalla  de  oaballeros  á  una  parte  encima  de  un 
cabezo,  que  nunca  osó  romper,  donde  cogió  muchos 
de  los  que  iban  desbaratados  de  la  pelea;  é  el  Bey 
Don  Alonso  escapó  de  la  batalla  huyendo  oon  ocho 
de  á  caballoi  é  fué  esa  noche  á  aportar  á  Oastronu* 


DON  FERNANDO 

lio  que  estaba  por  él,  donde  le  acogieron.  Eeta  ba- 
talla se  oomenaó  may  tarde  y  Uovia,  y  peleando  le 
cerró  la  noche,  qne  si  de  día  f  ñera,  mny  mayor  dafio 
hubiera  de  muertes  de  gentes.  Murieron  en  el  río 
ahogados  muchos  del  Rey  Don  Alonso,  que  los  atro- 
pcllaron  las  batallas  del  Roy  Don  Fernando  ó  facían 
t»er  dentro,  é  otros  por  huir ;  é  como  era  orilla  del 
rio  no  se  podia  escusar ;  y  entre  pelea  y  ahogados 
en  el  rio,  á  lo  que  se  pudo  saber,  murieron  mil  é 
doscientos  hombree  de  la  parte  del  Bey  Don  Alon- 
so, pocos  mas  ó  menos,  en  que  ovieron  gran  despo- 
jo é  presa  el  Rey  Don  Fernando  é  loe  suyos,  de  ca- 
ballos, é  armas,  é  prisioneros,  é  oro,  plata,  é  ropa  y 
otras  muchas  cosas.  Fué  muerto  en  esta  batalla  el 
Alf  oree  del  Rey  Don  Alonso,  é  desarmado  é  tomado 
el  pendón  real,  el  qual  oon  el  arnés  del  dicho  Alfé- 
rez, é  con  otras  muchas  banderas  que  alli  so  toma- 
ron, fué  traido  á  Toledo  é  puesto  en  la  capilla  de 
los  Reyes  donde  está  hasta  hoy,  é  estará  para  me- 
moria. Fué  aquella  noche  preso  el  Oonde  de  Alba 
de  Liste  Don  Enrique,  hermano  del  Almirante  vie- 
jo que  iba  en  la  batalla  del  Rey  Don  Femando,  é 
siguió  el  alcance  fasta  Toro,  y  allá  lo  prendieron, 
y  era  hombre  de  mas  de  sesenta  afios,  é  después  sa- 
lió por  rescate.  E  la  gente  del  Rey  Don  Fernando 
ovo  muy  pooo  dafio  de  muertes  de  hombres.  Ésta 
batalla  fué  primero  dia  de  Marso,  primero  viernes 
de  quaresma,  año  del  nacimiento  de  Nuestro  Salva- 
dor Jesuchristo  de  1476  afios.  Vencida  la  batalla, 
vueltos  del  alcance  los  que  le  siguieron,  la  gente 
del  Rey  Don  Fernando,  asi  peones  como  caballe- 
ros, cojieron  el  campo  é  toda  la  presa  que  allí  ovie- 
ron  delante  del  Príncipe  de  Portugal,  que  no  se 
movió  nunca  aquella  noche  de  encima  do  un  cerro, 
fasta  que  á  la  modia  nocho  el  Rey  Don  Fernando 
so  partió,  cojida  su  jente  con  la  presa  á  Zamora. 
Estonce  el  Principe  de  Portugal  se  partió  para  Toro, 
La  Reyna  Dofia  Isabel  estaba  en  este  medio  tiempo 
en  Tordesillas,  é  lo  supo  en  poco  espacio.  Así  vol- 
vió el  Rey  Don  Femando  á  Zamora  con  mucha 
honra  vencedor,  ó  fizo  qüenta  que  en  aquella  nocho 
Nuestro  Sefior  le  habia  dado  á  toda  Oastilla.  En 
esta  batalla  se  falló  con  él  Don  Pedro  González  de 
Mendoza,  Obispo  de  Sigñenza,  Arzobispo  de  Toledo 
que  después  fué,  é  le  sirvió  mucho  é  peleó  con  el 
roquete  sobre  el  arnés.  Fué  este  dia  de  este  venci- 
miento dia  de  San  Alvin  Confesor,  del  qual  se  ha- 
cia en  Castilla  fiesta  menor  de  tres  liciones,  y  el 
Rey  y  la  Reyna  mandaron  desde  este  dia  honrar 
su  fiesta  é  facer  mayor  de  nueve  liciones  é  segunda 
dignidad,  como  se  face  hoy. 

CAPÍTULO  XXIV. 
▼ietorii  da  los  VUmídos  eontra  1m  Franeeses. 

Cerca  de  esto  tiempo,  reynando  en  Francia  el  Rey 
Luis,  tenia  con  el  Rey  Don  Alonso,  é  por  le  van- 
dear,  envió  gran  gente  de  Francia  franceses  sobre 
Fuenterrabía,  é  la  tuvieron  cercada,  é  luciéronle 
gran  guerra  por  la  tomar,  para  pasar  por  alli  en 
Castilla.  B  los  vizcaínos  se  dieron  á  buen  recaudo 


É  DOÑA  ISABEL  S87 

en  muchas  veoes  que  pelearon  defendiendo  la  vHla, 
é  siempre  quedaban  con  honra;  é  un  dia  hubieron 
una  muy  g^an  pelea  é  batalla,  é  los  franceses  fue- 
ron vencidos  é  desbaratados,  é  muchos  de  ellos 
muertos  é  presos,  é  los  vizcainos  fueron  vencedo- 
res. E  dospuos  el  Roy  Don  Fernando  tomó  la  for- 
taleza de  Zamora,  é  después  de  la  batalla  habida 
con  el  Rey  Don  Alonso  de  Portugal,  fué  á  visitar  á 
Vizcaya  dondo  fué  recibido  con  muchas  alegrías 
que  le  amaban  mucho,  é  estuvo  allá  favoreciendo 
los  vizcainos  é  reformando  la  tierra  algunos  días. 
E  quedaron  la  Reyna  é  Don  Alonso  de  Aragón  her- 
mano del  Rey  en  tierra  de  Campos  favoreciendo 
su  partido,  é  alifiando  de  poner  cercos  á  los  con- 
trarios. 

CAPÍTULO  XXV. 

Como  el  Rey  Don  Alonso  se  ? oItIó  i  Porttigsl. 

El  Rey  Don  Alonso  de  Portugal  desque  se  vido 
vencido  é  gastado,  é  que  no  le  habían  acudido  en 
Castilla  según  pensó,  é  se  vido  con  pocos  dineros 
é  poco  favor,  é  vido  que  en  demasiada  manera  cre- 
cía el  favor  del  Rey  Don  Femando,  é  como  le  ha- 
bia tomado  á  Burgos  y  á  Zamora,  é  vido  que  de 
grado  se  le  daban  muchas  villas  é  lugares,  conside- 
ró no  ser  segura  su  estada  en  Castilla;  é  dejando 
sus  Alcaydes  é  guarniciones  se  fué  á  Portugal,  don- 
de con  mucha  tristeza  é  lloro  de  los  suyos  fué  reci- 
bido él  y  el  Príncipe  Don  Juan  su  hijo,  quedando 
el  fuego  de  la  guerra  en  Castilla  encendido.  E  lue- 
go como  salió  de  Castilla,  el  Rey  Don  Femando 
puso  el  cerco  á  Toro  é  túvolo  cercado  fasta  que 
tomó  la  ciudad  é  fortaleza,  la  qual  so  tomó  por  par- 
tido ocho  mosoe  después  de  la  batalla,  en  el  mes  do 
Noviembre  del  dicho  afio  de  1476  afios.  En  el  qual 
dicho  cerco  se  dieron  muchos  combates  é  ovo  mu- 
chas cosas  de  contar,  especialmente  se  dio  un  gran 
combate  á  la  ciudad  por  mandado  de  la  Reyna,  en 
que  fueron  en  lo  dar  el  Conde  de  Benavente,  é  el 
Almirante,  é  el  Obispo  do  Avila  quo  después  fué 
Obispo  de  Cuenca,  é  Don  Fadrique  Manrique  her- 
mano del  Conde  do  Paredes  é  otros.  E  diéronse  á 
tal  recaudo  los  de  la  ciudad,  é  fícieron  tanto  dafio 
en  los  combatientes,  que  se  ovo  de  dejar  el  comba- 
te ;  é  dejado,  proveyeron  poner  en  el  cerco  buen 
recaudo  fasta  que  todo  lo  tomaron ,  como  dicho  es. 
Y  no  penséis  que  solo  este  cerco  en  este  tiempo 
tenia  el  Rey  Don  Fernando,  que  tenia  otros  mu- 
chos cercos  sobre  villas  y  castillos,  que  seria  luen- 
go de  escribir,  que  tenia  cercados  á  Castronufio,  á 
Cantalapiedra,  Siete  Iglesias,  Cubillas  é  otros  cas- 
tillos que  tenia  el  Alcayde  de  Castronufio,  é  otros 
caballeros. 

CAPÍTULO  XXVI. 

Cono  se  tomó  Is  eindid  de  Toro. 

Por  que  fué  gran  llave  el  cerco  de  Toro  para  la 
concordia  de  Castilla,  quiero  aclarar  mejor  cómo  se 
tomó.  Debéis  saber  que  dende  á  pocos  días  después 


589 


CRÓNICAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILtA. 


de  la  batalla,  Ido  el  Rey  Don  Alonao  á  Portugal,  el 
Rey  Don  Fernando  hizo  poner  guarnición  é  oeroo  á 
la  ciudad  de  Toro  en  esta  manera.  Puso  guarnición 
en  San  Román  de  Ornija,  é  á  dos  leguas  de  Toro,  ó 
en  Villar,  é  en  Besamos,  que  son  lugares  do  su  co- 
marca, que  la  conian  cada  dia,  é  no  osaba  salir  na- 
die de  ella.  B  escaláronla  una  noche,  por  el  aviso 
y  consejo  de  un  hombre  llamado  Bartolomé  Pastor, 
por  la  parte  del  río;  é  abrieron  la  puerta  de  la 
puente  los  escaladores  por  de  dentro  la  gente  de  la 
cdada;  é  un  capitán  de  las  guarniciones  llamado 
Espinosa  tuvo  la  forma  del  concierto  con  el  dicho 
Bartolomé  Pastor.  E  desque  la  gente  comenaó  de 
entrar,  entraron  por  la  ciudad  hasta  la  placa;  é 
oomo  fueron  sentidos,  los  de  la  ciudad  comenzaron 
.  de  pelear  é  trabajar  por  los  votar  fuera;  y  eso  mes- 
mo  facían  los  de  la  fortaleza,  é  nunca  pudieron,  é 
la  dudad  se  hinchó  de  gente  del  Rey  Don  Feman- 
do, y  estonce  arrojáronse  á  la  fortaleza  los  que  pu- 
dieron. T  el  Conde  de  Marialva,  portugués,  que  es- 
taba por  Capitán  é  Qobernador  de  aquella  ciudad, 
salió  huyendo  fuera,  é  fuese  á  meter  en  YiWtk  Alon- 
so, un  lugar  é  fortaleza  de  Juan  de  UUoa;  é  la  mu- 
jer de  Juan  de  ülloa,  Alcayde  de  Toro,  quedó  en  la 
fortaleza  de  Toro  con  ochenta  escuderos,  é  cercó 
luego  la  gente  del  Rey  Don  Femando  la  fortaleza, 
é  túvola  treinta  días,  y  en  cabo  de  este  tiempo  dio- 
so á  el  Rey  é  á  la  Reyna  á  partido,  estando  la  Rey- 
na  en  el  cerco. 

CAPtrULC  XXVII. 

De  eomoel  Rej  Don  AIomo  fué  i  PrtneU  á  demaBdtr  loeorro  al 

Reí  Lato,  é  no  se  lo  «Uó. 

Pasados  algunos  pocos  de  dias,  después  que  el 
Rey  Don  Alonso  salió  de  Castilla,  como  dicho  es, 
estando  en  Portugal,  ordenó  ir  á  demandar  favor  y 
ayuda  al  Rey  de  Francia,  quedando  su  Rey  el  fijo 
el  Príncipe  Don  Juan,  alzado  é  titulado  por  Rey  de 
Portugal;  y  estuvo  en  Francia  con  el  Rey  Luis,  el 
qual  no  le  acudió,  ni  dio  favor  según  remaneció ;  é 
lo  que  allá  entre  ellos  pasó,  no  se  supo,  y  después 
de  haber  estado  allá  algunos  dias  en  Francia  se 
volvió  á  Portugal.  Y  después  que  salió  de  Castilla 
en  Portugal,  pasó  un  afto  poco  mas  ó  menos,  y  el 
Rey  Don  Juan  su  fijo,  le  volvió  el  reyno  é  titulo,  y 
ansí  estuvieron  ambos  en  el  reyno  como  padre  é  fi- 
jo, é  la  Reyna  Dofta  Juana  que  de  Castilla  llevó, 
que  él  intituló  de  Reyna  para  se  casar  con  ella,  á  la 
qnal  decían  que  nunca  ovo  aceso,  é  la  fizo  guardar 
en  Portugal  hasta  que  él  fué  en  este  reyno  según 
adelanto  se  dirá. 

En  todo  este  tomo  de  tiempo,  siempre  habla  oraol 
guerra  en  Castilla  é  Portugal ,  é  las  paroiaNdades; 
é  tenia  el  Rey  Don  Femando  diversos  cercos  pues- 
tos á  sus  contrarios,  é  siempre  los  portugueses  eran 
vencidos  las  mss  veces,  é  robados,  é  muertos,  é  des- 
trozados ellos  y  los  de  sus  votías.  Ca  los  castella- 
nos se  iban  á  ellos  como  vencedores  á  vencidos, 
é  de  favorecidos  á  desfavorecidos;  é  sacaban  gran- 


des cabalgadas  de  Portugal,  é  tanto  que  todas  IbM 
fronteras  de  Portugal  eran  yermas  y  despobladas, 

OAPtruLO  xxvin. 

De  ta  toma  de  Cattreasfio,  é  de  come  se  dierta  al  Rey  Doa  Fer» 

naodo  mnebas  elodades,  flUei  y  Ufares,  é  pieleros  dekajo  de 
so  okedicDeia  i  toda  Castilla  la  Vieja  el  Rey  y  la  Reyaa.  y  los 
eoBtrarios  le  Tialeron  I  demandar  elemeiieia. 

Castronufio  fué  la  primera  fortaleza  que  el  Rey 
Don  Femando  tomó  en  aquella  tierra,  é  túvola  cer- 
cada el  Rey  Don  Femando  desde  el  pilnolpio  que 
le  comenzaron  á  oeroar  fasta  que  se  tomó,  once  me« 
ses;  en  que  la  combatieron  con  las  lombardas  fasUl 
que  no  había  que  derribar;  donde  murieron  muohog 
hombres  de  los  cercadores,  y  de  los  de  dentro  tam- 
bién. T  en  cabo  de  ocho  meses  de  cerco  puesto  en 
forma,  que  no  salía  uno  ni  entraba  otro,  se  dieron 
á  partido  los  cercados  y  se  fuerün  á  Portugal ;  y  él 
Rey  Don  Femando,  tomada  la  fortaleza,  la  fizo  der- 
ribar é  asolar  toda  por  el  suelo.  É  antes  de  esto  to- 
mó á  Cantalapiedra  en  dos  meses  de  cerco,  é  á  Siete 
Iglesias ,  y  CubiUas,  y  Rabo ,  y  á  San  Christobal  éá 
las  otras  fortalezas  que  tenia  el  Alcayde  de  Castro- 
nufio. B  para  que  mejor  podáis  saber  en  que  afio 
fué  oada  cosa ,  es  así  que  el  Rey  Don  Femando  to- 
mó la  fortaleza  de  Burgos  afio  de  1476  en  el  mes  de 
Febrero  ;  en  este  mismo  tiempo  y  afio  se  le  dio  Za- 
mora, é  vino  luego  de  Bdrgos  á  la  f  avoieoer,  é  vino 
el  Rey  de  Portugal  desde  Toro  á  cercarlo  á  él  é  á  la 
ciudad  por  el  cavo  del  río,  y  estuvo  ende:  y  el  pri- 
mer dia  de  Marzo  de  dicho  afio  de  1476,  se  iba  del 
cerco,  é  aquel  dia  fué  la  batalla,  y  dende  á  pocos 
días  se  fué  en  Portugal ,  y  luego  se  pusieron  las 
g^míciones  é  cercos  sobre  otros  muchos  castillon^ 
ansí  oomo  Cantalapiedra,  é  Castronufio  é  otros.  Em- 
pero tomado  Toro  se  pusieron  en  forma ,  y  tomóse 
Cantalapiedra  y  los  otros,  y  quedó  Castronufio,  y 
pusiéronle  el  cerco  en  f omia ,  fasta  que  se  toxnóf 
como  dicho  es,  é  vínose  á  tomar  en  d  verano  del 
afio  de  1477  afios. 

Habidas  estas  victorias  tantas  por  el  Rey  Don 
Femando  é  por  la  Reyna  Dofia  Isabel  su  mujer,  lue- 
go ovo  muchas  vueltas  en  los  corazones  de  los  hom* 
bres,  y  gran  esfuerzo  en  los  de  su  paroialidad,  muy 
gran  tristeza  y  desmayo  en  sus  contrarios,  élos  que 
de  palabra  se  le  habían  ofrecido,  de  hecho  lo  venían 
á  servir,  é  los  que  esperaban  á  viva  quien  vence,  im- 
pedidos de  los  orazados  del  Rey  Don  Alonso,  con 
todas  BUS  fuerzaa  se  le  presentaban  y  servían.  Bu 
este  medio  tiempo  se  le  dio  Madrid  que  le  tenían  cer- 
co, é  se  le  dio  Atienza,  y  se  dio  Villena  con  la  ma- 
yor parte  del  marquesado,  y  otras  muchas  ciudades 
é  villas  é  lagares  que  tenían  los  caballeros  de  Casti- 
lla, de  ellos,  de  sus  patrimonios  é  sefiorios,  é  de  eHos, 
de  la  corona  real.  Bn  este  tiempo  ordenaron  é  ficie- 
ron  Hermandades  el  Rey  y  la  Reyna,  en  tal  manera 
que  ficieron  mucha  gente  de  á  caballo  que  les  paga- 
ban las  Hermandades,  é  ficieron  muchas  lombardas, 
mas  de  las  que  tenían  é  muchos  tiros  de  pólvora,  de 
diversas  maneras,  é  muchos  robadequines.  Visto 


DON  PERNAÍÍDO 
por  ioB  C^rAndéf  ¿e  Caaiilla  que  á  U  opinión  oon- 
traria  habian  tenido ,  oomo  Naeetro  Sefior  punaba  6 
peleaba  por  estos  Beyes  y  daba  en  sos  manos  tan- 
tas Tiotorias ,  cada  uno  procaraba  y  procuró  de  ve- 
nir á  decir :  Tibi  ioU  peeaoi^  Domine  :  y  el  Rey  y  la 
Beyna  los  recibían  é  facían  con  ellos  sus  partidos,  é 
siempre  usaron  de  mucba  clemencia  con  todos  los 
caballeros  que  se  la  demandaron.  El  Arzobispo  de 
Toledo  conoció  su  pecado  y  demandó  clemencia ,  y 
aunque  el  deservicio  fué  tan  grande  en  les  querer 
destruir  en  tal  tiempo,  la  clemencia  de  ellos  fué 
muy  mayor,  que  todo  se  lo  perdonaron,  acordándo- 
se de  los  servicios  que  en  otros  tiempos  del  recibi- 
do habian,  él  qual  les  entregó  cuantas  fortalezas  te- 
nia. É  asentados  los  negocios  de  Castilla  Vieja  é  de 
León ,  é  toda  la  tierra  de  allá  puesta  debajo  de  sus 
Beales  cetros,  no  sin  infinitos  trabajos  de  sus  Reales 
personas ,  ansí  de  las  armas  y  ezercicios  de  la  guer- 
ra, que  tan  bien  ella  como  él  usaban ,  como  do  la  vi- 
gilancia y  trabajo  de  sus  espiritus  que  continuamen- 
te perdiendo  el  suefio  hablan  consejo  por  no  errar  é 
por  haber  victoria  de  sus  contrarios;  propusieron 
pasar  á  los  puertos  é  venir  á  tierra  de  Extremadura, 
donde  Truxillo,  é  Medellin,  é  Mérída,  é  otros  luga- 
res é  castillos  les  estaban  en  contra.  Truxillo  estaba 
por  el  Marqués  de  Villena,  de  donde  Duque  de  Tru- 
xillo sollamaba,  y  aun  Maestre  de  Santiago;  y  allí 
vinieron  el  Rey  y  la  Reyna,  y  estuvieron  en  el  ve- 
rano del  afio  de  1477  algunos  dias  y  tanto,  fasta  que 
Truxillo  se  les  dio  á  partido  por  mandado  del  Mar- 
qués de  Villena  que  la  tenia ;  y  quedaron  en  contra 
Medellin ,  y  Mérida  é  otras  algunas  fortalezas  que  es- 
taban de  la  valía  del  Rqj  de  Portugal,  que  aunque 
fueron  requeridos  no  se  quisieron  dar.  De  alli  el 
Bey  y  la  Beyna  por  la  sierra  se  vinieron  para  Sevi- 
lla, y  en  este  viaje  y  en  la  toma  de  Truxillo,  se  fiao 
la  conformidad  entre  el  Bey  y  la  Beyna  y  el  Mar- 
qués de  Villena,  y  el  Maestre  de  Calatrava  Don  Bo- 
drigo  Girón, y  el  Oonde  de  ürefia  su  hermano,  y  la 
casa  de  Estúfií'ga.  Y  el  Bey  y  la  Beyna  los  perdona- 
ron y  recibieron  por  suyos ,  á  ellos,  y  á  otros  mu- 
chos que  habian  estado  de  sus  valías,  é  les  ficieron 
mercedes;  é  desde  allí  les  comenzaron  de  servir  estos 
dichos  caballeros  al  Bey  é  ala  Beyna, é  triunfaban 
mucho  en  su  corte. 

CAPÍTULO  XXIX. 

Cono  d  ncy  é  !•  nejmi  finieron  I  Sovilla ,  «  eomó  faeron  ende 
recibidos,  é  como  el  Mtrqnés  de  Calis  Tino  una  soelie  i  ben^ 
les  las  manos. 

Continuando  su  viaje  el  Bey  y  la  Beyna  para  Se- 
villa, la  Beyna  se  adelantó,  y  el  Bey  quedó  pacifl- 
cando  sus  villas  é  lugares  de  las  sierras  de  Cons- 
tantina ;  é  la  Beyna  Dofia  Isabel  entró  en  la  ciudad 
de  Sevilla  en  veinte  y  nueve  dias  del  mes  de  Julio 
del  dicho  afio  de  mil  quatrocientos  y  setenta  y  siete 
aftos,  donde  le  fué  hecho  muy  alto  recibimiento  por 
el  Duque  de  Medina  Don  Enrique,  que  la  tenia  é 
mandaba  desde  la  muerte  del  Bey  Don  Enrique ,  é 
^or  todos  los  otros  caballeros,  é  veintiquatros,  ó  ofi- 


i  DORa  ISABEL.  589 

ciales  de  oficios  reales  de  ella,  é  por  la  clerecía  de 
la  ciudad.  E  dende  á  un  mes  poco  mas  ó  menos,  en- 
tró el  Bey  Don  Fernando,  é  le  fué  fecho  otro  tal  re- 
cibimiento. ¿Quién  podrá  decir  aquí  la  grandeza  de 
la  tan  excelente  corte  que  les  siguió  y  tuvieron  en 
Sevilla,  de  caballeros  y  Prelados,  Duques,  Marque- 
ses, Condes,  Arzobispos,  Obispos,  Deanes,  Abades 
reglares  y  seglares.  Comendadores  y  grandes  seño- 
res ,  así  de  estos  Beynos,  como  de  Aragón  é  Catalu- 
fia ,  Navarra,  Ñápeles,  é  Sicilia ,  é  de  otras  muchas 
tierras?  El  Duque  de  Medina  Don  Enrique  que 
mandaba  á  Sevilla  é  tenia  las  fuerzas  de  ella ,  luego 
se  las  entregó  como  vinieron,  especialmente  á  la 
Beyna  que  entró  primero,  le  dio  las  llaves  de  todo. 
E  estuvieron  en  Sevilla  holgándose  é  habiendo  mu- 
cho placer  el  Bey  é  la  Beyna,  pacificando  las  cosas 
del  Andalucía  fasta  el  mes  de  octubre.  En  este  me- 
dio tiempo  el  Marqués  de  Cáliz  Don  Bodrigo  Ponce 
de  León,  tenia  á  Xeroz  de  la  frontera  é  Alcalá  de 
Guadaira  á  su  mandado  é  gobernación ,  alto  é  bajo, 
é  Constantina,  desde  el  tiempo  del  Bey  Don  Enri- 
que :  así  como  tenia  el  Duque  de  Medina  á  Sevilla; 
y  el  Mariscal  Femando  Arias  de  Saavedra,  veinti- 
quatro  de  Sevilla ,  tenia  la  fortaleza  de  Utrera,  y  te- 
nia á  Zahara  y  á  Tarifa ;  y  oomo  Tarifa  no  era  suya, 
demandábasela  el  Almirante  do  Castilla,  que  estaba 
enagenada  desde  el  tiempo  de  la  guerra  del  Bey 
Don  Juan  con  los  Infantes ,  y  por  esto  temió  y  fue- 
se á  Zahara,  confiando  que  el  Duque  de  Medina  te- 
nia algún  medio  con  Sus  Altezas  en  su  partido,  por- 
que él  vivía  con  el  Marqués  de  Cáliz;  y  de  estas  co- 
sas decían  algunos  que  el  Mariscal  no  debia  ser  solo 
en  rebelar  así.  7  el  Duque  de  Medina  y  el  Marqués 
de  Cáliz,  aunque  contrarios ,  siempre  estuvieron  de 
la  valía  del  Bey  Don  Femando  y  de  la  Beyna  Dofia 
Isabel.  T  el  Marqués  no  entraba  en  Sevilla  desde 
la  pelea  del  afio  de  setenta  y  uno  que  salió  fuera.  T 
desque  supo  que  el  Bey  Don  Fernando  entró  en  Se- 
villa, luego  tomó  consigo  algunos  de  los  suyos ,  y 
una  noche  con  tres  de  á  caballo  dio  al  postigo  del 
Alcázar  que  sale  al  campo,  y  dijeron  á  el  Beyé  á  la 
Beyna  como  el  Marqués  de  Cáliz  estaba  al  postigo, 
y  que  les  venia  á  besar  las  manos,  y  mandáronle 
abrir  y  entró  por  el  dicho  postigo,  y  hallólos  ambos 
solos ,  y  besóles  las  manos,  y  abrazóronlo  el  Bey  y 
la  Beyna ,  y  recibiéronlo  con  mucho  placer  maravi- 
llándose mucho  de  su  venida,  porque  habia  sido  así 
y  sin  los  de  olla  avisar ;  y  allí  ol  Marqués  les  dio  las 
llaves  de  Xerez,  Alcalá  y  Constantina,  y  les  suplicó 
las  fuesen  á  tomar  que  él  allí  las  tenia  ásu  servicio, 
y  muy  mas  f omecidas,  y  fortalecidas,  y  fabricadas 
las  fortalezas ,  que  no  las  habia  recibido.  É  de  aquí 
pusieron  el  Bey  é  la  Beyna  mucho  amor  cou  el  Mar- 
qués por  ver  su  tan  noble  liberalidad,  lealtad  y  con- 
fianza ;  porque  por  dicho  de  algunas  personas ,  no 
creían  Sus  Altezasj  que  tan  franca  y  deliberada- 
mente se  ovieran  ;  é  confirmáronle á  Cáliz,  é  metié- 
ronlo en  su  amistad ,  consejo  y  secretos,  y  diéronle 
muchas  gracias  por  el  tan  sefialado  servicio  como 
les  f  acia,  é  ovieron  allí  mucho  gozo  y  placer  aquo- 
I  lia  noche  con  él ;  y  el  Marqués  les  demandó  liceucia^ 


690 

y  besándoIeB  las  manos ,  se  despidió  de  ellos  y  se 
▼olvió  aquella  noche  á  Alcalá.  £n  estetíompo  acom- 
pafiaban  la  Oórte  el  Cardenal  de  España  Don  Pedro 
Gonsales  de  Mendosa,  y  otros  muchos  Obispos  y 
Prelados.  Este  Don  Pedro  Qonssles  de  Mendoza  fué 
Arzobispo  de  Sevilla,  é  Cardenal  de  Espafia  luego, 
desde  que  comenzaron  de  reynar  estos  Rey  é  Bey- 
na,  oa  estaba  vacante  la  sede  en  Sevilla  desde  el  fa- 
llecimiento de  Don  Alfonso  de  Fonseoa  que  fué  Ar- 
Bobispo  de  Sevilla ;  y  el  Afanirante  de  Castilla ;  y  el 
Condestable,  y  el  Duque  de  Alba,  el  Comendador 
mayor  que  fué  de  Segura  ó  Fuentes,  que  se  llama 
la  Encomienda  mayor  de  León,' Contador  mayor 
que  fué  de  Castilla,  Señor  que  después  fué  de 
Maqueda ,  yerno  que  era  del  Almirante  viejo,  ca- 
sado con  Doña  Teresa,  hija  bastarda  de  dicho  Al- 
mirante ;  é  Don  Juan  Chacón  el  viejo,  Contador  ma- 
yor de  Castilla,  é  su  fijo  el  Adelantado  mayor  de 
Murcia,  é  el  Marqués  de  Moya,  Comendador  é  Ma- 
yordomo mayor,  marido  de  la  Señora  de  Bobadilla, 
Marquesa  de  Moya,  é  sus  (mujeres,  é  Rodrigo  de 
Ulloa,  Contador  mayor  de  Castilla ,  y  otros  muchos 
caballeros,  é  otras  muchas  é  muy  nobles  dueñas  é 
grandes  señoras,  acompañaban  la  casa  é  cérte  del 
Rey  é  de  la  Reyna  en  aquel  tiempo  en  Sevilla.  Esto 
he  dicho  de  los  de  Castilla ,  dejando  los  del  Anda- 
lucia,  que  no  menos  le  acompañaban  é  servían: 
traian  en  su  guarda  muchos  caballeros  é  guarnicio- 
nes con  sus  capitanes  bien  ordenadamente,  sin  re- 
prehensión de  gente  de  guerra;  sus  Alcaldes,  Al- 
guaciles, é  Justicias  tan  concertadas},  tan  temidas, 
tan  ezeoutivas;  tan  espantosas  á  los  malos,  á  los  la- 
drones, á  los  rufianes  é  á  los  mal  vivientes,  que  por 
puro  temor,  muchos  fueron  á  Portugal,  é  otros  á 
tierra  de  moros ,  y  allende  se  pasaban.  Esto  digo, 
porque  de  Sevilla  f  uyoron  muchos  mal  vivientes  en 
aquel  tiempo,  ca  en  ella  habia  muchos  malos,  ladro- 
nes ,  matadores ,  rufianes ,  tahúres,  robadores,  here- 
jes, é  tan  avejados  de  tiempo,  ca  eran  conocidos 
por  quien  eran ,  y  con  favores  de  los  señores  se  sos- 
tenían. De  estostales  dispararon  fuera  de  estos  Rey- 
nos,  por  temor  de  la  justicia  de  Sus  Altezas,  que  era 
muy  espantosa  á  los  malos;  muchos  ovo  que  non 
pararon  fasta  tierra  de  moros,  é  allende  de  otros  ¿ 
Portugal. 

OAPfrULG  XXX. 

Como  el  Rey  é  It  Reyni  faeros  por  el  rio  i  U  eiodad  de  Xereí,  é 
el  Daqne  de  Medint  leí  flso  gnndet  flesUf  en  Sinldeer,  é  el 
Marqués  en  RoU. 

En  el  mes  de  Octubre  del  dicho  año  de  1477  fue- 
ron el  Rey  y  la  Reyna  á  asentar  en  Xerez  de  la  Fron- 
tera^ é  fueron  por  el  rio  embarcados  fasta  Sanlúcar; 
é  las  guarniciones  de  la  guarda  real,  los  mas  de  los 
cortesanos  fueron  por  Utrera  é  por  los  Palacios ;  y 
en  Sanlúcar  el  Duque  de  Medina,  les  fizo  gran  reci- 
bimiento, é  convites ,  é  gasté  mucho  con  sus  Alte- 
aas  en  demasiada  manera ;  é  dende  fueron  á  Rota, 
donde  el  Marqués  de  Cáliz  dié  otros  muchos  abun- 
dantes convitesi  é  de  allí  se  partieron  con  mucho 


CBÓNI0A8  DE  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


placer,  é  fueron  á  la  ciudad  de  Xerea,  donde  les  fl« 
cieron  muy  honrado  recibimiento,  é  les  entregé  el 
Marqués  la  ciudad  é  fortaleza,  y  alto  y  bajo  de  ellai 
la  qual  habia  tenido  y  recojido  á  su  cargo  y  gober- 
nación desde  el  mes  de  Agosto  del  año  1471,  que  sa- 
lió de  Sevilla ;  la  qual  fortaleza  él  fortaleció,  y  fa- 
bricó mucho,  según  que  agora  está ;  y  Sus  Altezas  se 
aposentaron  en  la  fortaleza,  é  se  apoderaron  en  lo 
alto  é  bajo  de  todo,  é  estuvieron  ende  algunos  dias, 
é  dieron  vuelta  é  vinieron  á  Utrera;  é  tomaron  po- 
sada en  casa  de  Pedro  Matheos,  que  fué  de  Espera, 
que  era  Alcayde,  un  gran  rico  y  muy  honrado  hom- 
bre ;  y  aposentados,  el  Rey  envié  á  deoir  al  Alcay- 
de de  la  fortaleza  que  se  la  diese ;  el  qual ,  y  los 
que  con  él  estaban  se  la  denegaron ,  que  estaban 
puestos  en  mal  propósito  por  mandado  del  Mariscal, 
con  la  intención  de  la  defender  por  armas,  y  esta- 
ban guarnecidos  de  muchas  viandas  y  armas,  te- 
miendo ser  cercados.  T  el  Rey  y  la  Reyna  les  tor- 
naron á  requerir  que  se  les  diesen  su  fortaleza,  y 
respondieron  que  no  lo  podian  haoer  sin  mandado 
del  Señor  que  allí  los  habia  dexado;  y  desque  el 
Rey  y  la  Reyna  vieron  su  mal  propósito ,  partiéron- 
se para  Sevilla  y  dexaron  puesto  oerco  á  Utrera, 
Esto  fué  en  fin  de  Noviembre  del  dioho  año  77,  é  fue- 
ron por  Alcalá  y  entregósela  el  Marqués ;  y  so  vina 
é  invernó,  y  reposaron  en  Sevilla  el  Bey  é  la  Reyna 
é  su  corte. 

CAPÍTULO  XXXL 

Como  pusieron  el  cerco  i  It  forUleu  de  Utrert  é  de  enante  dnid 
el  cerco,  é  como  la  tomaron  por  fttena  de  armas. 

Pusieron  el  oerco  á  la  fortaleza  de  Utrera  en  los 
postreros  dias  de  Noviembre  de  1477  años,  Habia 
dentro  quarenta  ó  cinqüenta  escuderos  bien  adere* 
zados  y  escogidos  para  la  defender,  y  otros  hombiet 
do  pelea,  é  de  servicio  algunos.  Habia  un  fijo  del 
Mariscal ,  mozuelo  de  fasta  catorce  ó  quinoe  afios^ 
que  les  habia  dezado  en  compañía  como  por  pren* 
da.  Era  el  Alcayde  déla  fortaleza  Alonso  Talles,  un 
escudero  que  vivia  con  el  Maxiscal.  Era  Capitán  un 
escudero  llamado  Juan  de  Quzman  que  tenía  un 
ojo  menos,  el  qual  habia  sido  ya  oontra  el  Rey  Don 
Fernando;  ó  lo  hablan  lisiado  en  los  cercos  de  Cas- 
tilla é  sacado  por  partido ;  é  púsose  á  vivir  oon  el 
Mariscal ,  solo  para  le  defender  aquella  fortalesSi 
ansí  como  hombre  que  sabia  de  la  guerra.  Tenia 
grandes  cavas,  é  baluartes  é  edificios  la  fortaleza ;  é 
palizadas  ¡  é  muchas  armas  é  viandas,  é  todo  lo  que 
era  menester.  Los  cercadores  que  allí  el  Roy  puso, 
fueron  quatro  capitanes,  Biedma,  é  Sancho  del  AguU 
la,  é  Basco  de  Vivero,  Don  Gutierre  de  Cárdenas^ 
cabo,  con  fasta  seiscientas  lanzas  ó  pooo  mu ,  é  dos 
mil  peones,  pooo  más  ó  menos;  é  tuviéronla  cer- 
cada quatro  meses,  combatiéndola  muchas  vooos,  y 
tirándole  ¡con  dos  lombardas  grandes  é  otros  tiros 
medianos,  fasta  que  le  derribaron  los  adarves  por 
el  suelo,  y  horadaron  la  torre  mayor  en  que  le  que* 
braron  la  escalera ,  que  no  podian  subir  arriba;  y  hl* 
cieron  muchas  minas  los  de  fuera,  y  estando  ai|( 


DOK  t^ESNANDO  É  DoSf A  ISABEL. 


S9t 


pata  dar  oombate,  yino  Juan  de  Boblefl,  Aloayde  de 
Xeres,  con  la  gente  de  Xérez  é  de  Lebrixa,  y  un 
dia  comenzáronle  á  dar  mny  f  nortee  combates;  duró 
gran  pieza  del  dia,  y  en  chico  rato  murieron  mas 
de  cinqüenta  hombres  de  los  de  nna  parte  y  de  otra: 
empero  los  de  adentro  mataban  quantos  querían  de 
los  de  fuera,  é  diéronse  á  tal  recaudo  que  no  les 
pudieron  entrar ;  ca  echaban  en  las  cavas  sobre  la 
lefia  que  les  hablan  puesto,  é  sobre  loe  que  entraban, 
aceite  hirviendo ;  y  viendo  los  que  combatían  que 
no  aprovechaba,  é  que  moria  la  gente,  cesaron  el 
oombate,  é  Juan  de  Robles  se  volvió  á  Xerez ,  y  tú- 
vose el  cerco  como  primero.  7  un  dia  fué  una  saeta 
de  fuera  y  acertó  al  capitán  Juan  de  Guzman  por 
la  cara,  é  por  la  cabeza,  de  que  murió ;  de  lo  qual 
los  de  dentro  recibieron  mucho  disfavor ;  é  proveyó 
el  Mariscal  alguna  gente  de  refresco,  en  que  en  una 
noche  entró  un  escudero  de  Sevilla  llamado  Esqui- 
véllpor  capitán,  y  defendiéronse  hasta  el  dia  de  Cua- 
simodo del  afio  de  1478 ,  que  vino  el  Marqués  de 
Cáliz  de  Arcos  por  allí,  y  decían  que  la  venia  á  com- 
batir. T  estando  comiendo,  los  capitanes  del  cerco, 
no  atentos  de  su  venida,  mandaron  por  cada  parte 
arremeter,  y  los  de  dentro  con  la  venida  del  Mar- 
qués estaban  un  poco  seguros,  y  estaba  en  Atalaya 
un  escudero  llamado  Morales,  y  como  vido  moverla 
gente,  descubrióse  á  los  de  afuera,  y  vino  una  ser- 
pentina y  llevóle  la  cabeza,  y  no  hubo  quien  apelli- 
dar ;  y  súbitamente  por  todas  partes  les  entraron ,  y 
aun  los  capitanes  en  la  delantera,  de  forma  que,  an- 
tes que  el  Marqués  acabase  de  comer,  todo  era  he- 
cho; y  alli  prendieron  alAlcaydo,  é  á  todos,  é  tomá- 
ronles las  armas  é  quanto  estaba  en  la  fortaleza.  É 
por  mandado  del  Bey,  de  ellos  degollaron,  y  do  ellos 
enf orearon,  y  á  Esquivel  y  á  otros  llevaron  á  Sevi- 
lla encarretados,  é  fideion  justicia  de  ellos,  é  los 
ficieron  quartos;  y  el  Marqués  suplicó  á  Sus  Altezas 
por  algunos  de  ellos  que  no  eran  tan  culpados,  que 
primeramente  habían  sido  guiados  del  Mariscal,  y 
por  su  ruego  escaparon  once  hombres  en  que  fueron 
de  ellos  el  fijo  del  Mariscal  ya  dicho,  que  se  decia 
Pero  Fernandez,  y  el  Aloayde  Alonso  Tellez,  y  Juan 
de  Cebdad ,  que  aunque  vivia  con  el  Mariscal,  era 
vasallo  del  Marqués,  vecino  de  los  Palacios,  y  el 
Marqués  los  trujo  consigo  á  este  lugar  de  Palacios » 
é  les  dio  de  comer ;  y  ansi  estos  se  escaparon  por 
megos  del  Marqués  de  Cáliz ;  todos  los  otros  murie- 
ron mala  muerte,  degollados  y  enf  oreados. 

El  Mariscal  en  este  tiempo  estaba  en  Zahara ,  y 
en  Bonda  que  era  de  moros,  y  por  allá  pasaba  su  vi- 
da ;  y  sabiendo  de  él  el  Bey  de  Granada  Muley  Ban- 
dílihaoen,  enviólo  á  llamar,  y  él  fué  allá  por  tierra 
de  moros  con  cinco  de  á  caballo,  y  el  Bey  le  fizo 
honra,  y  fué  á  tiempo  que  el  Bey  f acia  alarde ,  é 
vido  el  alarde  el  Mariscal,  y  dizole  el  Bey  que  se 
hallaba  á  la  sazón  con  siete  mil  do  caballo,  é  ochen- 
ta mil  ballesteros;  y  dixole  al  Mariscal  que  le  requi- 
riese, y  que  él  le  mandaria  ayudar  en  lo  que  oviese 
menester;  y  despedido  del  Bey  moro  se  vino  á  Zahara. 
T  después  de  tomada  Utrera,  ovo  caballeros  que  ro- 
jearon por  él  y  entregó  á  Tarifa^el  Mariscal|  y  el  Bey 


y  la  Beyna  lo  perdonaron  é  quedó  con  Zahara.  É  loa 
padres  é  maridos  é  fijos  de  aquellos  que  allí  murieron, 
ansi  en  su  favor,  como  en  su  contra,  siempre  le  tu- 
vieron odio  y  mal  quista,  y  toda  la  villa  de  Utrera, 
según  los  males  y  pérdidas  é  infames  de  mujeres, 
con  la  gente  de  la  guarnición  se  les  recreció,  á  cau- 
sa de  rebelarse  él  al  Bey,  que  tuvo  la  villa  de  Utre- 
ra, con  aquella  gran  gente  de  guarnición  en  mucha 
fatiga  con  los  posadores  que  continuamente  tenían 
dentro  en  sus  casas,  y  había  continuamente  mu- 
chas veces  sobre  ello  ruidos  y  muertes  de  hombres, 
y  por  esto  tenían  muy  mala  voluntad  al  Mariscal ; 
y  aun  demandaban  á  Dios  peticiones  sobre  él ;  é 
quiso  su  ventura  que  dende  á  pocos  dias  estando 
en  el  Xaraf e,  con  su  mujer,  é  fijos  é  criados,  en  una 
torre,  casa  fuerte  suya,  una  noche  la  torre  se  derri- 
bó, y  cayó  sobre  él  y  sobre  toda  su  casa,  é  mató  ca- 
torce personas,  é  á  él,  ó  á  su  mujer;  é  á  todos ,  que 
no  escapó  uno  ;  dedan  que  de  un  temblor  de  tierra 
había  quedado  aquella  torre  estremecida. 

Quedó  Zahara  al  Mariscal  su  hijo ,  la  qual  dende 
á  pocos  dias  la  tomaron  los  moros  hurtiblemente 
nna  noche,  é  la  perdió ;  la  qual  después  el  Marqués 
de  Cáliz  la  ganó  á  los  moros  como  diré  en  su  lugar. 
Asi  la  fortuna  lastima  á  los  que  siguen  la  pura  afi- 
ción, y  no  miran  antes  que  comience  la  cosa  lo  que 
dende  podrá  redundar  según  su  calidad,  y  mas  en 
las  cosas  de  la  guerra,  que  de  chica  centella  se  le- 
Yimta  gran  fuego,  y  una  muerte  de  un  hombre  no 
se  puede  satifl£aoer  con  muchos  dineros ;  y  un  ánima 
que  no  puede  ser  comprada  por  oro  ni  plata,  si  va 
á  el  infierno  no  so  puede  rescatar,  aunque  den  por 
ella  todos  los  tesoros  del  mundo.  Pues  por  tantos 
cuerpos  y  ánimas  como  allí  perecieron  en  aquel 
*  cerco  contra  el  Boy,  ¿cómo  se  satisfarán?  Satisfá- 
galo Nuestro  Seftor:  por  su  gloriosa  pasión  redimió 
á  todos ;  que  él  quiera  perdonar  á  los  unos  y  á  los 
otros. 

CAPÍTULO  XXXIL 

Del  naeiiiiento  é  bantismo  del  Principe  Ooa  Iota. 

En  treinta  dias  del  mes  de  Junio  del  afio  susodi* 
cho  de  mil  quatro  cientos  setenta  y  ocho  afios,  entro 
las  diez  é  once  horas  del  dia  parió  la  Beyna  Doña 
Isabel  un  hijo  Principe  heredero,  dentro  en  el  Alcá- 
zar de  Sevilla.  Fueron  presentes  á  su  parto,  por  man- 
dado del  Bey,  ciertos  oficiales  de  la  ciudad,  los  qua- 
les  fueron  estos:  Garci  Tellez,  é  Alonso  Pérez  Mel- 
garejo, é  Ferrando  de  Ábrego ,  é  por  servicio  Juan 
de  Pineda.  Fué  su  partera  con  quien  parió,  una  mu- 
jer de  la  ciudad  que  se  decía  la  Herradora,  vecina 
de  la  Feria.  Dieron  por  ama  al  Príncipe  á  Dofia  Ma- 
ría de  Guzman,  tía  de  Luis  de  Guzman ,  Sefior  de  la 
Algava,  mujer  de  Pedro  de  Ayala,  vecino  de  Toledo. 
Ficieron  muy  grandes  alegrías  en  la  ciudad  tros 
dias  de  dia  y  noche,  así  los  ciudadanos  como  los  cor* 
tésanos. 

En  Jueves  nueve  dias  de  Julio  del  dicho  afio,  en 
Santa  María  la  mayor  en  la  pila  suya,  bautizaron 
al  Principe  muy  triunfalmente,  cubierta  la  capill^ 


eé2 


CRÓNICAS  DB  LOS  RETES  DE  CASTILLA. 


déla  pila  de!  bantínno  de  muchos  pa&os  de  broca- 
dos, y  toda  la  Iglena  7  pilaroi  de  ella  adornada  de 
machos  pafios  de  raso:  bautizóle  el  Cardenal  de 
España,  Arzobispo  que  era  de  la  misma  ciudad,  Don 
Pero  Gbnzalez  de  Mendoza ,  al  qual  pusieron  por 
nombre  Juan.  Fueron  padrinos  el  Legado  del  Santo 
Padre  Sixto  lY,  que  se  falló  en  la  Corte  en  aquel 
tiempo ;  é  unembaxador  Nuncio  Cónsul  de  Venecia, 
é  el  Condestable  Don  Pedro  de  Velasco,  é  el  Conde 
de  Benavente,  é  oto  tma  madrina,  la  qual  fué  la 
Duquesa  de  Medina  Sidonia  Dofia  Leonor  de  Men- 
doza, mujer  del  Duque  Don  Enrique.  Fué  fecha  en 
la  ciudad  y  en  la  iglesia  este  dia  una  gran  fiesta. 
Fué  traido  el  Príncipe  á  la  iglesia,  con  una  gran 
procesión  con  todas  las  cruces  de  las  collaciones  do 
la  ciudad,  é  oon  infinitos  instrumentos  de  músicas 
de  diversas  maneras  de  trompetas,  é  chirimias,ó  sa- 
cabuches; trújelo  su  ama  en  loe  brazos  muy  triun- 
f almente  debajo  de  un  rico  pafio  de  brocado ,  que 
traian  ciertos  rejidores  de  la  ciudad  oon  sus  cetros 
en  las  manos,  los  quales  eran  estos :  Femando  de 
Medina,  el  de  la  Magdalena,  é  Juan  Guillen,  é  el  li- 
cenciado Pedro  de  SantiHan,  é^Bibadeneyra,  sota  al- 
mirante, ó  Alonso  de  las  Casas ,  fiel  ejecutor,  ó  Pe- 
dro Manuel  Dolando  ó  Monsalve,  é  Diego  Ortiz 
Contador;  todos  estos  vestidos  de  ropas  rozagantes 
de  terciopelo  negro  que  les  dio  Sevilla.  Traian  el 
plato  con  la  candela,  ó  capillo  é  ofrenda,  Don  Pedro 
de  Stúfiiga,  fijo  del  Duque  Don  Alvaro  Stúfiiga,  ma- 
rido de';Dofia  Teresa,  hermana  del  Duque  de  Medina, 
el  qual  traia  un  paje  ante  sí  pequefio  que  traía  el 
plato  en  la  cabeza ,  y  él  teniéndolo  con  las  manos. 
La  ofrenda  ora  un  excelente  de  oro  de  cinq&enta 
excelentes.  Traian  junto  oon  él  dos  donceles  de  la 
Sefiora  Reyna,  ambos  hermanos  fijos  de  Martin» 
Alonso  de  Montemayor,  un  jarro  dorado,  una  copa 
dorada,  é  venian  acompafiando  á  la  Sefiora  Ama 
quantos  Grandes  habia  en  la  Corte,  é  otras  muchas 
gentes  é  caballeros.  Venia  la  Duquesa  de  Medina  ya 
dicha  á  ser  madrina,  muy  ricamente  vestida  y  ador- 
nada, y  acompafiada  de  los  mayores  de  la  Corte.  Trú- 
zola  á  las  ancas  de  su  muía  el  Conde  de  Benavente 
por  mas  honra,  la  qual  traia  consigo  nueve  donce- 
llas vestidas  todas  de  seda,  cada  una  de  su  color,  de 
briales,  é  tabardos;  é  ella  venia  vestida  de  un  rico 
bríal  de  brocado,  é  chapado  con  mucho  alf  ojar  grue- 
ao  y  perlas,  una  muy  rica  cadena  á  el  cuello,  é  un 
tabardo  de  carmesí  blanco  ahorrado  en  damasco, 
el  qual  ese  dia,  acabada  la  fiesta,  dio  á  un  jodio  Al- 
badan  del  Bey  que  llamaban  Alegre. 

CAPÍTULO  xxxm. 

De  como  mió  la  fteysa  i  mlia,  i  preseoUr  ti  Prf  neipe  á  Dioi. 

Domingo  nueve  dias  de  Agosto  salió  la  Beyna  i 
misa  á  presentar  al  Príncipe  al  templo,  é  á  lo  ofre- 
cer á  Dios,  según  la  costumbre  de  la  Santa  Madre 
Iglesia,  muy  triunf  almente  apostada  en  esta  mane- 
ra. Iba  el  Rey  delante  de  ella  muy  festivamente  en 
una  hacanea  rucia,  vestido  de  un  rozagante  broca- 
do é  chapado  de  oro ,  é  un  sombrero  en  la  cabeza^ 


chapado  de  hilo  de  oro ;  é  la  guarnición  de  la  ha* 
canea  era  dorada  de  terciopelo  negro.  Iba  la  Reyna 
cabalgando  en  un  trotón  blanco  en  una  muy  ríoa 
silla  aerada,  é  una  guarnición  larga  muy  rica  de 
oro  y  plata,  é  llevaba  vestido  un  bríal  muy  rico  de 
brocado  oon  muchas  perlas  y  aljófar;  iba  eon  ella 
la  Duquesa  de  Yillahermosa,  mujer  del  Duque  Don 
Alonso  hermano  del  Rey,  y  no  otra  dnefta  ni  don- 
cella; íbanles  f estivando  muchos  intrumentos  de 
trompetas  é  ohirímias,  é  otras  muchas  cosas,  é  muy 
acordadas  músicas  que  iban  delante  de  ellos ;  iban 
allí  muchos  Regidores  de  la  ciudad  á  pié ,  los  me- 
xores ;  íbanles  acompafiando  cuantos  Grandes  habia 
en  la  Corto,  que  iban  alrededor  de  ellos:  iba  el  Con- 
destable á  la  mano  derecha  de  la  Reyna,  la  mano 
puesta  en  las  camas  de  la  brida  de  la  Reyna;  y  el 
Conde  de  Benavente  á  la  mano  siniestra,  de  esta 
misma  forma  de  este.  Ctrosí  iban  á  sus  pies  y  estri- 
bo, el  Adelantado  del  Andalucía,  y  Fonseca  el  Sefior 
de  Alahejos.  Iba  el  ama  del  Principe  encima  de  una 
muía  en  una  albarda  de  terciopelo,  é  con  un  repos- 
tero de  brocado  colorado  llevaba  al  Principe  en  sus 
brazos ;  iban  alrededor  de  él  muchos  grandes  de  la 
Corte :  junto  con  el  ama  iba  el  Almirante  de  Cas- 
tilla; y  todos  estos  Grandes  iban  á  pié.  Este  dia  di- 
jéronle  la  misa  en  el  altar  mayor  de  la  Iglesia  ma- 
yor, muy  f  estivalmente. 

GfreciÓ  la  Reyna  con  el  Principe  dos  excelentes 
do  oro,  de  cada  cinqüenta  excelentes  cada  uno:  ovo 
la  Fábrica  el  uno,  é  los  Capellanes  de  la  Reyna  el 
otro.  Oída  su  misa,  así  ordenadamente  oomo  hablan 
venido,  se  volvieron  al  Alcázar. 

A  este  tiempo  ya  el  Rey  y  la  Reyna  tenian  dos 
fijas;  á  Dofia  Isabel  que  era  la  mayor,  é  á  Dofia 
Juana ;  después  ovieron  Dofia  María,  y  después  á 
Dofia  Catalina,  los  quales  todos  vieron  casados ;  á 
Dofia  Isabel  la  mayor,  con  el  Principe  Don  Juan  de 
Portugal,  fijo  del  Rey  Don  Juan,  nieto  del  Bey  Don 
Alonso  que  habia  entrado  en  Castilla  á  reynar,  se- 
gún es  dicho.  Esta  ovo  muchas  desventuras  que 
muy  presto  fué  de  él  viuda ,  que  corriendo  un  dia 
en  caballo  en  Portugal,  por  no  trompicar  un  mu- 
chacho que  pasaba ,  cayó  el  caballo  oon  él  y  luego 
murió.  Después  fué  otra  vez  casada  oon  el  Rey  Don 
Manuel  de  Portugal,  y  después  de  haber  parido  de 
él  un  fijo  en  Zaragoza  de  Aragón,  que  llamaron 
Don  Miguel,  de  la  parición  murió ;  el  Principe  tam- 
bién é  después  de  haber  traido  su  mujer  de  Flándes 
murió  dende  en  pocos  dias.  Dofia  María  casó  con  el 
Rey  de  Portugal  Don  Manuel ;  y  la  dicha  Dofia  Ca- 
talina casó  con  el  Principe  de  Inglaterra  y  fué  viu- 
da del  en  poco  tiempo,  y  casó  después  con  el  segun- 
do fijo  del  Rey  de  Inglaterra.  De  cada  uno  se  dirá 
en  su  lugar  alguna  cosa. 

CAPÍTULO  XXXIV. 

Del  espantoio  eclipse  qne  el  sol  hixo. 

|!l  dicho  afio  de  mil  é  quatrooientos  y  setenta  y 
ocho,  á  veinte  y  nueve  dias  del  mes  de  Julio  dia  de 
Santa  Marta,  á  medio  dia,  fizo  el  sol  un  eolipsoí  el 


Í)01Í  FEllNAlíDO 
ibis  espantólo  qae  nunca  los  que  fasta  alli  eran  na- 
cidos TÍeron,  que  se  cabrio  el  sol  de  todo  é  se  paró 
negro,  é  parecían  las  estrellas  en  el  cielo  como  de 
noche ;  el  qaal  |diiró  asi  cubierto  muy  gran  rato, 
fasta  que  poco  á  poco  se  faé  descubriendo,  é  fué 
gran  temor  en  las  gentes,  j  fuian  á  las  iglesias,  y 
nunca  de  aquel  ora  tomó  el  sol  en  su  color,  niel 
dia  esclareció  como  los  días  de  antee  solia  estar,  ó 
«si  se  puso  muy  oalijinoso. 

CAPÍTULO  XXXV. 

De  como  el  Rey  Don  Penislo  esTló  i  deaiiiidar  ni  parias  el 
Rejr  Boro  de  Gruida,  y  de  como  eitid  á  eosfiUsur  It  Gna 
Ctnirie, 

En  estos  tiempos,  después  de  sojuzgada  el  Anda- 
lucia  ,  envió  el  Roy  Don  Femando  Embaxador  á 
Granada  á  demandar  las  parias  del  Bey  moro  Mu* 
ley  Hacen,  que  eran  debidas,  según  que  las  solían 
dar  los  Beyes  moros  antepasados  á  los  Beyes  de 
Castilla,  é  que  se  las  enviase ;  y  el  Bey  de  Granada 
estaba  en  aquel  tiempo  rico  y  muy  poderoso,  y  res- 
pondió que  los  que  las  daban  ya  eran  muertos,  y  los 
que  las  recibían  también ;  que  él  allí  estaba  para  las 
non  dar,  salvo  defenderlas  en  el  campo  con  su  ca- 
ballería é  gente ;  é  de  aquí  se  comensaron  á  facer 
algunos  actos  de  guerra  contra  los  moros  por  estas 
fronteras,  quede  antes  paces  había;  y  el  Bey  Don 
Fernando  mandó  facer  machos  tiros  de  pólvora,  ó 
gruesas  lombardas  y  pertrechos^  y  dende  á  pocos 
dias  mandó  pregonar  guerra  contra  los  moros  en 
toda  la  frontera  desde  Lorca  á  Tarifa.  E  en  este 
tiempo  envió  á  conquistar  la  isla  de  la  Gran  Cana- 
ria desde  Sevilla,  á  dos  capitanes  llamados  Juan  de 
Bejon,  é  Pedro  del  Algaba,  entro  los  quales  ovo  cis- 
ma é  muertes ,  é  no  pudieron  ganar  sino  muy  poco 
de  ella,  fasta  que  fué  por  capitán  Pedro  de  Vera, 
Alcayde  de  Arcos,  que  fué  allá  desterrado  é  por  ca- 
pitán, é  con  él  Alonso  de  Lugo,  é  la  ganaron.  El  di- 
cho Pedro  de  Vera  partió  de  Xerez  en  el  mes  de  Ju- 
lio del  afio  de  1480,  ó  fué  desterrado  de  Castilla  por 
la  muerte  de  Basurtoel  Alcayde  de  Medina  Sidonia, 
que  en  tiempo  do  la  guerra  del  Duque  Don  Enri- 
que y  el  Marqués  Don  Bodrigo  Ponce  de  León, 
hurtó  á  Medina  y  dióla  al  Marqués.  Murió  allí  el  Al- 
cayde Basurto  que  se  había  hallado  fuera  de  la  for- 
taleza una  noche ,  y  el  Alcayde  Pedro  de  Vera  le 
tomó  toda  su  hacienda ;  é  dieron  en  penitencia  que 
volviese  lo  que  tomó,  é  fuese  &  conquistar  aquella 
hüm,  de  la^qual  ovo  victoria,  según  adelántese  dirá. 

CAPITULO  XXXVL 

dono  Sei  Alteus  vertletoB  de  Sevilla,  é  fieros  ffoittado  ras  t1« 
llM  ¿  elndtdet  de  et u  Andtlicle,  ¿  iraUroa  de  Ir  i  poner  cerco 
eobreMérldiéMedelÜB. 

En  el  mes  do  Septiembre ,  cerca  de  San  Miguel, 
Afio  dicho  de  1478,  partieron  loe  Seftores  Bey  y  Bey- 
na  de  Sevilla  con  el  Príncipe  y  Corte,  ó  fueron  á 
Carmena,  y  deudo  á  Ezija ,  y  dende  á  Córdoba  pa- 
cificando su  Andalucía,  é  visitándola  •  ó  poniendo 


¿  DOIIa  ISABEÍi.  6Ó3 

toda  la  tierra  debajo  de  su  obediencia.  E  dende 
fueron  á  Toledo,  é  Castilla,  á  negociar  sus  fechos 
por  donde  mas  les  convenia,  é  todavía  les  estaban 
rebeladas  y  en  contra  las  fortalezas  é  villas  de  Ma- 
rida, é  Medellin,  Ó  Montanchez,  las  quales  estaban 
por  la  Condesa  de  Medellin,  fija  bastarda  del  Maes- 
tre de  Santiago  é  Marqués  de  Villena  Don  Juan  Pa- 
checo, que  era  una  varonil  mujer  é  de  grande  es- 
fuerzo, y  era  de  la  parcialidad  del  Bey  de  Portugal. 
Y  estaba  también  en  aquella  parcialidad  estonce  el 
Clavero  Don  Alonso  de  Monroy,  Maestre  que  se  lla- 
maba de  Alcántara,  al  qual  comunmente  las  gentes 
llamaban  el  Clavero,  é  tenia  á  Montanchez,  é  Zaga- 
la, é  Piedrabuena,  é  otras  algunas  fortalezas,  el  qual 
mediante  la'terríbilidad  de  los  tiempos  de  la  guerra, 
había  echado  á  perder  al  Maestre  de  Alcántara  Don 
Gómez  do  Solfa  en  tiempo  del  Bey  Don  Enrique,  6 
tomádole  el  Maestradgojpor  fuerza  do  armas,  é  polr 
hurtos  é  mafias,  é  con  costa  de  muchos  robos  é  hur- 
tos que  él  é  los  suyos  hicieron  á  muchos  labradores, 
é  criadores  de  ganados,  é  ciudadanos  é  mercaderes, 
é  con  ciertos  partidos ;  la  casa  de  Stúfiiga  le  ayudó 
á  tomar  la  cabeza  del  Maostradgo,  que  es  Alcánta- 
ra, y  otros  muchos  logares.  Y  después  ovo  división 
entre  la  casa  de  Stúfiiga  é  él,  muy  grande,  que  serta 
prolijo  de  contar :  y  digo  la  casa  de  Stúfiiga ,  por- 
que el  Duque  de  Arévalo,  Conde  de  Béjar,  é  Sefior 
de  Plasencia,  Don  Alvaro  Stúfiiga,  era  muy  viejo,  é 
mandaban  la  casa  su  mujer  é  sus  fijos,  é  ayudában- 
le, con  muchas  condiciones  que  después  se  non  tu- 
vieron al  Clavero,  é  quédeseles  Alcántara.  Y  quan- 
do  el  Bey  Don  Femando  vino  do  Truxillo  la  prime- 
ra vez,  después  de  despachado  el  cerco  de  Castro- 
nufio,  vino  allí  el  dicho  Clavero,  que  aun  fasta  es- 
'  tonco  nunca  se  había  mostrado  por  Portugal,  é  de- 
mandaba el  Maostradgo ;  é  tantas  ovo  de  las  quejas 
del  dicho,  robos  y  muertes  f  odias  á  causa  suya,  quo 
el  Bey  no  lo  pudo  comportar,  é  mandábalo  prender 
secretamente,  y  él  súpolo,  y  huyó,  y  pasóse  con  el 
Bey  de  Portugal,  é  comenzó  á  favorecer  á  Mérida  y 
Medellin.  E  ovo  ol  Maestradgo  Don  Juan  de  Stúfii- 
ga, fijo  del  dicho  Conde  do  Béjar  que  se  habia  inti- 
tulado ya ,  y  el  Bey  y  la  Boyna  se  lo  confirmaron 
con  ciertas  condiciones,  é  fué  Maestre  de  Alcánta- 
ra ;  é  ahí  fué  público  contrario  el  Clavero  del  Bey 
Don  Femando,  é  favoreciendo  el  partido  del  Bey  de 
Portugal  favoreció  á  Mérida,  é  Medellin ,  fasta  que 
por  cerco  se  tomaron;  é  la  manera  é  forma  de  los 
cercos  de  Mérida  é  Medellin,  faé  esta. 

El  Bey  Don  Femando  queriendo  dar  fin  á  su  con- 
quista, como  aquella  tierra  le  estaba  en  contra,  vi- 
no á  Traxillo  en  el  mes  de  Febrero  del  afio  de  1479 
afios,  y  estando  alli  el  Conde  de  Medellin,  siendo 
mancebo,  andaba  fuera  de  Medellin  que  la  madre 
no  le  quería  acojer,  quo  no  se  confiaba  del,  é  estan- 
do en  un  lugar  que  dicen  Meajadas,  camino  de  Tru- 
xillo, ovo  un  trato  con  ciertos  vecinos  do  Medellin 
vasallos  suyos,  que  le  darían  entrada  en  la  villa  una 
noche,  y  escribiólo  al  Boy  y  á  toda  la  tierra  quo  lo 
socorriosen,  y  el  Conde  entró  en  Medellin  antes  quo 

los  raledores  lo  pQdieron  socorreri  y  vino  prímero  el 

..    .  _     ...........         ..   g^ 


I 


éÜ 


ÓB¿inOAS  DB  tos  RETES  DE  OABTILtÁ. 


Clayero  d«fldo  HéridA  en  favor  de  la  Condesa  sn 
madre,  y  echaron  al  ^Oonde  fnera  de  Medellin  á 
Jamadas  é  saetadas,  é  él  se  fné  fnyendo  sin  faoer  lo 
qne  quería. 

B  el  Maestre  de  Santiago  Don  Alonso  de  Oárde- 
ñas  había  partido  de  Llerena  á  socorrer  al  '.Conde 
oonf  onne  al  llamamiento,  j  llegando  cerca  de  Yal- 
yerde  envió  adelante  al  Comendador  Rodrigo  de 
Cárdenas  é  á  otros  capitanes  con  gente  de  á  caba- 
llo, los  qualee  entre  Mérida  y  Valverde  encontraron 
al  Clavero,  Maestre  de  Alcántara  que  se  decía  Don 
Alonso  de  Monroy,  con  ciento  édnq&enta  lanaas 
poco  mas,  é  pelearon  con  él  ó  deebaratáronlo,  é 
prendiéronle  algunos  caballeros ;  é  él  ó  los  otros  es- 
caparon huyendo  é  metiéronse  en  Mérida,  ó  de  aqui 
supo  el  Maestre  como  el  Conde  iba  desbaratado  é 
fuera  de  Medellin ;  é  volvióse  de  alli  él  Maestre  á 
Yalverde  con  su  gente,  é  con  algunos  capitanes  del 
Rey,  de  los  qoales  eran  Don  Martin  de  Cabra  é  To- 
llo de  AguUlar.  £1  Maestre  tenia  nueva  que  habia 
do  venir  gente  de  Portugal  á  sooorrer  é  favorecer  á 
Mérida  é  Medellin,  y  aguardó  por  alli  fasta  que 
supo  la  nueva  cierta  que  venia  el  Obispo  de  Ébora 
con  una  gruesa  batalla  de  gente  de  á  caballo,  en 
que  le  dijeron  que  traia  ochocientos  de  á  caballo  ó 
mas,  é  algunos  peones,  é  que  venia  gente  muy  luci- 
da é  muy  armada ;  é  él  tenia  fasta  ochocientos  de 
á  caballo  y  quinientos  peones. 

CAPÍTULO  xxxvn. 

De  la  batiUt  «amptl  f  oe  otloroii  el  Maestre  Don  Aloaso  ée  Cár- 
éeaaa  een  n  feote  é  eaplianes,  eaa  el  Obispo  éo  &bora  é  gente 
áel  Rey  de  Pertafal. 

Salió  el  Maestre  Don  Alonso  de  Cárdenas,  Maes- 
tre de  Santiago,  de  Vslverde  cerca  de  Mérida  con 
sn  gente,  é  tomó  el  camino  del  Albuera  que  es  una 
legua  de  Mérida,  é  llegando  á  la  dicha  Albuera  lle- 
gó al  encuentro  con  los  portugueses,  en  los  quales 
venia  por  Capitán  mayor  el  Obispo  de  Ébora  Don 
García  de  Meneses,  con  una  gruesa  batalla  de  gente 
muy  lucida,  y  tanta  que  no  se  conooia  qual  fuese 
mas,  ella  ó  la  del  Maestre,  que  toda  parecía  por  un 
igual,  y  la  diferencia  era  muy  poca  según  los  que 
lo  vieron  dixeron  ¡  y  de  parte  del  Maestre  Don  Mar- 
tin llevaba  la  delantera  con  una  bandera  y  una  ba- 
talla de  caballeros;  y  de  parte  de  los  portugueses, 
traia  la  delantera  un  Don  Femando,  hermano  del 
Obispo  de  Ébora,  con  otra  batalla  gruesa,  al  qual 
vino  á  romper  en  la  batalla  de  Don  Martin  de  Cabra; 
y  Don  Martin  é  sn  batalla,  fueron  á  romper  en  la 
batalla  de  Don  Femando  de  Meneses  susodicho,  de 
manera  que  se  encontraron  los  unos  á  los  otros  é  se 
mesclaron,  é  fué  desbaratada  la  batalla  de  Don  Mar- 
tin, é  fuyóle  la  gente,  é  desque  se  vido  asi  desbara- 
tado, retráxose  á  un  cerro  con  su  bandera,  é  recogió 
alli  toda  la  mas  de  la  gente  que  f  uia  suya  de  la  ba- 
talla. E  como  el  Maestre  vido  qne  la  gente  de  Don 
Martin  andaba  á  mal  andar  y  f  uia  de  la  batalla,  re- 
budió personalmente  é  fuese  á  encontrar  con  su 
.gruesa  batalla,  con  la  gran  batalla  de  los  portugue- 


ses, donde  venia  el  Obispo  de  Ébora  |  á  rompteíoii 
la  una  batalla  en  la  otra,  y  pelearon  un  rato  muy 
fuertemente,  que  no  se  conocía  mejoria  en  todaa  las 
batallas  de  los  portugueses  é  las  de  los  castellanoS| 
salvo  la  batalla  de  Don  Martin  qne  habia  ido  des- 
baratada, y  estaban  en  el  cerro  con  la  bandera.  T 
andando  asi  peleando,  mnchos  de  los  de  la  batall» 
del  Maestre  f  uian  y  se  iban ;  y  el  Maestre  daba 
grandes  voces  esforsando  [sus  gentes  diciendo  que 
se  esforzasen  como  buenos  caballeros  é  procurasen 
de  vencer,  que  aquel  era  el  dia  de  su  crecida  hon- 
ra ;  é  peleaba  él  mesmo  por  sus  manos  é  con  sa 
persona  dando  ejemplo  á  los  suyos ;  é  sos  criados  lo 
guardaban  muy  bien,  y  no  facian  menos  los  suyos 
al  Obispo  de  Ébora,  que  le  guardaban  muy  bien,  é 
peleaban  ante  él  como  buenos  esforsados  caballo- 
ros;  y  andando  así  peleando,  é  no  se  pndiendo  co- 
nocer quien  habría  la  victoria,  volvió  Don  Martin 
do  Cabra  á  la  pelea  oon  la  gente  que  habia  recozido 
en  el  cerro ,  y  rompió  por  medio  de  todos,  é  desba- 
rató á  todos,  castellanos  y  portugueses,  éoomenaa- 
ron  áfuir  de  la  batalla  los  unos  y  los  otros,  así  cas- 
tellanos como  portugueses ;  y  el  Maestre  conoció  la 
bandera  y  los  qne  oon  él  andaban,  y  esf  onóse  mu- 
cho diciendo :  Castilla,  Castilla :  y  pelearon  todavía 
fasta  que  del  todo  los  portugueses  fueron  desbarata- 
dos, é  el  Maestre  ovo  la  victoria  de  esta  batalla,  6 
el  Obispo  de  Ébora  é  los  portugueses  fueron  vend- 
doB  é  desbaratados  é  fueron  muchos  f crides  é  muer- 
tos, é  presos,  aunque  como  toda  era  gente  de  guerra 
é  iba  armada,  pocos  murieron ;  que  lo  que  se  pudo 
saber  luego,  allí  no  murieron  sino  treinta  escuderos 
de  los  portugueses,  é  fueron  presos  mas  de  tres- 
cientos hombres ;  y  de  los  del  Maestre,  en  lo  que  se 
pudo  saber ,  fueron  muertos  dies  hombres  ó  pocos 
mas,  é  pocos  feridos.  Aquí  no  pelearon  peones  nin- 
gunos, sino  de  caballeros  á  caballeros  lo  ovieron,  é 
como  estaban  muy  armados ,  ovo  pocos  muertos 
para  según  la  pelea  fué,  que  duró  gran  rato.  En  os<- 
ta  batalla  fué  preso  el  Obispo  de  Ebora,  é  un  escu- 
dero de  la  parte  del  Maestre  de  los  de  Úbeda  por 
haber  merced  de  él,  que  lo  conoció,  lo  salvó  é  huyó 
con  él  á  Mérida,  antes  qne  fuese  recojida  la  cabal-* 
gada,  al  qual  día  que  él  fizo  grandes  mercedes.  Des- 
pués ovieron  aquel  dia  allí  el  Maestre  de  sn  parta 
gran  cabalgada  de  prisioneros  é  caballeros,  é  armas 
é  cémilas  é  ropas  de  oro  é  plata,  é  otras  muchas  co- 
sas. Esta  dicha  batalla  fué  en  Miércoles  24  de  Fe- 
brero del  afio  del  nacimiento  de  Nuestro  Redentor 
Jesuohristo  de  1479  a&os  primero  dia  de  qnaresmai 
dia  de  la  Ceniza.  Fueron  allí  presos  aquel  dia  algu- 
nos fidalgos  de  Castilla  de  los  que  siguieron  la  par* 
cialidad  del  Rey  Don  Alonso  de  Portugal,  entre  loa 
quales  era  uno  Cristóbal  Bermudes,  Alcayde  de  Ca- 
nales, que  es  cerca  de  Toledo,  é  otro  AreUano,  é  Al- 
varo de  Luna,  é  Francisco  Anaya,  é Diego  Manuel; 
este  murió  estando  preso  de  las  f  cridas  de  la  bata- 
lla. E  después  que  el  campo  fué  reoojido,  el  Maestra 
se  vino  con  toda  la  presa  á  Lobon,  é  de  allí  fizo  sa- 
ber al  Rey  é  á  la  Reyna  la  victoria  que  Dios  le  ha*> 
bia  dado  á  él  y  á  aquellos  caballeros  que  con  él  tu^n 


bOS  nSBNANDO 
hm;  ( en?MM  i dedr  qae iloreia qae  en  la  buena 
Tentara,  él  habia  yenoido  aqnella  batalla;  6  el  Rey 
é  la  Beyna  oTleron  de  eato  muy  gran  plaoer  y  ale- 
gría, y  el  Bey  envió  un  B^  de  armas  sayo  á  Lobon 
para  qae  degollase  alganos  fidalgoe  de  aquellos  pri- 
aioneroe  porque  le  hablan  sido  en  contra ;  é  degolló 
algunos  en  la  plasa  de  Lobon ;  entre  los  quales  de- 
golló á  Oistóbal  Bermudes,  y  otros  escaparon  por 
ruego  del  Maestre,  otros  resgataron,  é  otros  destro- 
caron por  otros  que  estaban  en  Portugal.  Desde  es- 
ta batalla  en  adelante,  poseyó  el  Maestre  susodicho 
padflcamente  el  Maestradgo  de  Santiago ,  ó  se  lo 
oonSrmaron  el  B^  ó  la  Beyna,  é  lo  amaron  mucho, 
é  le  saldaron  dertos  quentos  de  marayedís  de  pen- 
sión que  de  él  habian  para  sus  guerras  ciertos  tiem- 
pos bábiai  de  las  rentas  del  Maestradgo. 


M 


oapItülo  XXXV  m. 

Is  Siatiafo  Om  AIoiso  de  Cáréttsat,  ó  de  ms  tIo- 
tortte  é  bteau  fesUrat. 


Antes  que  proceda  de  los  cercos  que  el  Bey  Don 
Femando  é  la  Beyna  Dofia  Isabel  mandaron  poner 
sobre  la  dudad  de  Mérida,  é  sobre  la  villa  é  forta- 
lesa  de  MedelUn,  pues  que  agora  viene  á  mano  cer- 
ca de  esta  su  victoria  ya  didia,  quiero  escribir  de 
este  Maestre  Don  Alonso  de  Cérdenas,  y  de  sus  vic- 
torias y  buenas  venturas,  pues  es  fuena  de  dedr  de 
los  cercos,  y  algo  dd  Maestradgo,  y  no  se  puede  de- 
dr sin  tocar  á  él. 

El  dicho  Maestre  de  Santiago  Don  Alonso  de  Cár- 
denas fué  fijo  dd  Oomendador  mayor  de  León, 
Don  Garda  Lopes  de  Cárdenas,  é  sucedió  á  d  dicho 
su  padre  en  la  Encomienda  mayor  de  León ,  que  es 
Fuentes ,  Ó  Segura ,  é  Valencia,  é  otros  lugares  del 
Maestradgo  de  Llerena,  éfué  Comendador  mayor 
mas  de  veinte  afios ,  é  fué  €k>bemador  del  Maes- 
tradgo de  abajo  mucho  tiempo  en  vida  del  Bey  Don 
Enrique,  estando  el  Maestradgo  sin  Maestre,  des- 
pués de  la  muerte  dd  Maestre  Don  Alvaro  de  Luna; 
é  despuee  sucedió  en  el  Maestradgo  en  tiempo  del 
Bey  Don  Enrique  Don  Juan  Pacheco  Marqués  de 
Yillena,  é  fué  Maestre  padfico,  é  casó  su  hijo  Don 
Pedro  Portocarrero,  con  Doña  Juana  fija  de  dicho 
Comendador  mayor  por  haber  su  amistad ,  é  porque 
estaba  muy  prosperado,  é  tenia  muchas  fortaleaas 
del  Maestradgo ;  é  fallado  de  esta  presente  vida  d 
dicho  Maestre  Don  Juan  Pacheco  en  el  mes  de  agos- 
to de  1474  teniendo  cerco  sobre  la  ciudad  de  Tru- 
zillo,  de  la  qud  el  Bey  Don  Enrique  le  habia  fecho 
merced ,  que  fuese  Duque  de  ella.  Adoleció  en  un 
lugar  que  dicen  Santa  Crua,  tres  leguas  de  Truxi- 
lio ,  é  allí  fdledó  quatro  meses  antes  quefdleoiese 
el  Bey  Don  Enrique ;  é  luego  ovo  gran  división,  é 
alborotos  é  guenas  en  d  Maestradgo.  Intituló  de 
Maestre  de  Santiago  Don  Bodrigo  Manrique,  Oo- 
mendador de  Segura  de  la  Sierra  é  Conde  de  Pare- 
des, didendo  que  lo  habia  de  haber  de  justída  por 
quanto  el  Comendador  mayor  de  Castilla  su  tío  Don 
Gabriel  Manrique,  Conde  de  Osomo,  le  habia  reanu- 
dado la  acdoui  y  justicia  que  habia  al  Maestradgo; 


i  DOttA  IBABEIi.  B96 

y  tomó  luego  todo  lo  qae  pudo  dd  Maestradgo  de 
arriba,  especialmente  á  Ocafia  é otras muchu  villas 
é  lugares,  de  ellas  por  guerras,  é  de  días  que  se  le 
dieron.  E  tituló  también  d  Marqués  de  Villa ,  fijo 
del  dicho  Maestre,  que  tenia  gran  parte  del  Maes- 
tradgo, en  lugar  de  su  padre  por  Maestre  de  San- 
tiago ;  é  fuera  Maestre  si  no  se  lo  impidiera  deepues 
la  parcialidad  del  Bey  de  Portugd ,  que  sobrevino 
luego  dendeá  quatro  meses  como  murió  d  Bey  Don 
Enrique.  É  titulóse  eso  mesmo ,  Maestre  de  Santia- 
go, el  dicho  Comendador  mayor  Don  Alonso  de 
Cárdenas,  é  dijiéronlo  para  ello  la  mayor  parte  de 
los  trece  electores  de  la  Orden,  é  tituláronlo  Maes- 
tre. T  degaba  esto  d  que  era  Comendador  mayor 
uno  de  los  dos  de  quien  según  la  Orden  mandaba 
que  debían  degir  Maestres,  é  que  era  antiguo  en  la 
Orden ;  é  que  fuera  de  la  Orden  no  pedia  de  justi- 
da  ser  degido  Maestre.  É  de  estos  tres  Maestres 
cada  uno  defendía  lo  que  tenia.  En  tiempo  de  estas 
dividones  falleció  el  Bey  Don  Enrique ,  é  oomen- 
saron  de  reynar  el  Bey  Don  Femando,  y  la  Beyna 
Dofia  Isabd ;  d  Bey  Don  Alonso  de  Portugal  se  ti- 
tuló Bey  de  Castilla  por  su  mujer ,  é  los  dos  Maes- 
tres Don  Bodrigo  Manrique  é  Don  Alonso  de  Cár- 
denas, aliaron  pendones  por  el  Bey  Don  Femando 
y  por  su  mujer ;  y  el  otro  Maestre  alsó  pendones 
por  el  Bey  Don  Alonso  y  su  mujer ;  y  ad  el  Marqués 
con  la  vudta  de  los  Beyes,  y  por  no  ser  Caballero 
de  la  Orden,  quedó  dn  el  Maestradgo.  Después  de 
muerto  el  Bey  Don  Enrique,  como  muchos  grandes 
caballeros  querian  ser  Maestres,  é  tomaban  é  ocu- 
paban quanto  podían  dd  Maestradgo;  é  viendo  esto 
estonce  se  concertaron  con  el  Conde  Don  Bodrigo 
Manrique  y  d  Comendador  mayor  Don  Alonso  de 
Cárdenas,  que  cada  uno  defendiese  lo  que  tenia  fasta 
que  o?iese  disposídon  de  tiempo  para  ver  por  jus- 
ticia quien  debía  haber  d  Maestradgo.  Estos  y  otros 
capítulos  vino  á  facer  Don  Jorge  fijo  del  dioho  Don 
Bodrigo  Manrique,  oon  el  dioho  Maestre  Don  Alon- 
so de  Cárdenas ;  el  qud  Don  Jorge  Manrique  murió 
en  una  pelea  de  las  mismas  guerras  de  Castilla,  des* 
pues  de  la  muerte  del  dioho  su  padre.  Éand  confe- 
derados los  dichos  dos  Maestres ,  vivió  obra  de  dos 
afios  d  Maestre  Don  Bodrigo  Manrique,  é  murió,  6 
quedó  el  Maestradgo  á  Don  Alonso  de  Cárdenas. 
Esto  fecho  así  entre  los  dos,  cada  uno  defendía  lo 
que  era  suyo. 

Antes  de  esto  el  dioho  Maestre,  siendo  Oomenda- 
dor mayor  de  León,  luego  como  fdledó  d  Maestro 
de  Santiago  en  Trozillo,  aunque  tenia  muchas  for- 
taleaas,  temía  mucho  que  viniese  sobre  él  el  Maestre 
Don  Juan  Pacheco,  láarqués  de  Villena,  fijo  del 
Maestre,  ó  otros  grandes,  y  demandó  favor  d  Duque 
de  Medina  Don  Enrique  que  estaba  en  Sevilla,  en- 
víándole  á  dedr  que  le  fuese  vdedor  é  amigo  para 
haber  el  Maestradgo,  y  que  leprometia  quando  él  no 
lo  pudiese  ser,  que  d  lo  seria  y  otro  Grande  no,  que 
él  daría  su  voto  á  él ;  y  el  Duque  con  esta  embazada 
estaba  en  esperanza  de  haber  d  Maestradgo,  é  se- 
gún lo  que  pareció,  pensó  que  el  Comendador  ma- 
yor nunca  pudiera  salir  con  tan  grande  empresa.  A, 


59^  CRÓNICAS  DE  LOS  REYES  DE  CAflPriLtA. 

este  tiempo  tenia  el  Comendador  mayor  eetas  f  or- 
talesas:  i  Segara  de  au  Encomienda ,  é  del  Maestrad- 
go  i  Xere» ,  é  la  villa  de  Llorona,  ó  Reyna,  ó  Mon- 
temolin,  é  Ilomachoe ,  ó  Modina,  ó  otros.  É  fasta  la 
mnerte  del  Rey  Don  Enrique,  habia  tenido  por  amigo 
al  dioho  Sefior  Daqae  de  Medina,  é  tenia  mucha  con- 
fianza del,  puesto  oaso  de  que  nunca  lo  llamó  ni  lo  ovo 
menester.  En  este  tiempo  el  Conde  de  Feria  habia 
también  cobdicia  del  Maestradgo,  y  era  en  contra  al 
Comendador  mayor,  el  qual  era  mucho  amigo  del 
dicho  Duque  de  Medina  que  tenian  casados  sendos 
hermanos;  é  ©vieron  manera  que  llegó  á  ciertos  Co- 
mendadores y  alzaron  por  Maestre  de  Santiago  á  Don 


CAPITULO  xl; 

Oe  como  el  Daqae  de  Medina  fié  4e  SevUU  poderoumeale,  é  ea- 
iró  en  el  Miefttndfo,  é  de  los  robos  qae  los  sayos  leleroa,  é  da 
como  faeron  él  j  los  sayos  veaddoi. 

Partió  de  Sevilla  el  Duque  de  Medina  Don  Enri- 
que, en  9  de  Enero  del  dioho  afio  de  1475,  con  dos 
mil  de  á  caballo,''gente  muy  lucida,  é  peones  los  que 
quiso  llevar,  i  tomar  el  Maestradgo  de  Santiago. 
Iban  con  él  la  flor  de  la  caballeria  de  Sevilla  y  sa 
tierra,  y  por  capitanes  machos  de  los  máa  nobles  4 
generosos ,  entre  los  quales  iba  Don  Martin,  fijo  del 


mendador^iyalzaronpor Maestre  deSantiagoáDon  ^"^^^"^''L^r  ^~^'*^^ir%^^^ 
Diego  de  Alíarado  Comendador  de  Lobon,  para  que  ^^?f  ^«  ^*^!?' ^/"^^  ^^^  ^",^^^^^^ 
T'!?.  "^T:!"  :.-.  «1  LXKu.  A  Ai^iAuA  «n  ¿1    6  »n      tiu  Alouso  do  Montomayor,  nioto  del  Conde  Don  Pe- 


despues  renunciase  el  hábito  ó  dignidad  en  él,  6  en 
el  Duque  de  Medina,  é  fizo  saber  al  Duque  como  el 
Comendador  mayor  se  llamaba  Maestre  de  Santiago, 
é  de  aqui  propuso  facerlo  guerra  el  dicho  Conde  al 
dicho  Comendador  mayor,  y  el  dicho  Duque  de  Me- 
dina eso  mesmo  le  propuso  de  le  venir  á  tomar  por 
fuerza  el  Maestradgo  al  dicho  Comendador  mayor, 
é  siguióse  guerra  entre  ellos  según  se  sigue. 

CAPÍTULO  XXXIX. 

be  U  pela  a«e  oto  el  Conde  de  Perla,  6  el  Mieslrc  en  Xercx, 
é  de  como  el  Conde  faé  vencido. 


tin  Alonso  de  Montemayor,  nieto  del  Conde  Don  Pe- 
dro Ponce,  y  el  Mariscal  Fernán  Dárias  de  Saavedra, 
é  otros  muchos ;  la  qual  gente  iban  de  guerra  y  de 
fiesU ,  que  el  dicho  Sr.  Duque  llevaba  muy  gran 
capilla  de  cantores ,  con  muchas  trompetas  é  chere- 
mías,  ó  sacabuches,  é  músicas  acordadas,  é  nifios 
I  cantores  de  laj  iglesia  mayor ,  é  machos  arreos  de 

Ivestimentos  y  ornamentos.  É  llegando  á  Araoena, 
supo  la  nueva  del  desbarato  del  Confie  de  Feria,  ó 
alli  vino  el  Conde ;  é  dende  partieron  con  toda  la 
hueste ,  é  fueron  á  Xerez ,  é  def endióseles ;  é  desque 
vieron  quo  la  villa  é  fortaleza  estaban  i  tal  recau- 
do ,  que  con  muchos  tiros  de  pólvora  ,  y  saetas ,  é 
con  mucha  gente  se  defendían,  fuéronse  por  Bur- 
guillos  á  Zafra,  é  dende  entraron  así  poderosamen- 
te en  el  Maestradgo  por  los  Santos ;  é  dende  á  Rive- 
ra, ó  la  fortaleza  de  Rivera,  les  dio  el  Alcayde  de 
Todesillas  donde  se  detuvieron  algunos  dias ,  ó  re- 
caudaron lo  que  pudieron  de  renta  de  la  mesa  maes- 


El  Conde  Don  Gomes  Snaree  de  Figueroa,  Conde 
de  Feria,  tenia  gran  parte  en  la  villa  de  Xerez  de 
parientes  é  criados  quo  vivian  con  él;  así  mesmo 
los  Malaveres,  que  querian  mal  al  MaesUe  Comen- 
dador  mayor,  é  otros ;  y  el  Maestre  tenia  la  f ortale- 
.a, é  tenian  con  él  el  Comendador  Juan^^^^^^  I.  ;7rd;:dr;¡ni;7o;7Fueníe"^^^^  donde 

sus  vaUas  é  otras  pocas  ^^^^^í  ®  J*  P"^**^*^*^  jf      ew  mesmo  el  Duque  cobró  de  las  renUs ,  á  lo  mas 
Conde  metió  al  Conde  en  la  villa,  é  toniaron  la  igle-      ^  mesmo  el      q  ^^   ^  ^^^^  ^^  ^.  _ 


sia  de  San  Bartolomé  por  f  orUleza,  é  muchas  casas 
fuertes,  é  barrearon  bien  la  mayor  parte  de  la  villa, 
é  querian  echar  por  fuerza  de  armas  á  los  déla  pai^ 
te  del  Maestre ;  y  tomar  si  pudieran  la  f  orUleza.  B 
el  Maestre,  desque  lo  supo,  partió  para  allá  desde  Se- 
gura con  U  mas  gente  que  pudo,  ó  llegó  salido  el 
sol  un  dia,  é  con  sn  visU  esforzáronse  mucho  los 
del  bando ;  é  desque  reposó  é  comió,  mandó  pelear, 
é  annóse  la  pelea  entre  el  Maestre  y  el  Conde ,  é 
duió  desde  las  diez  del  dia  fasta  vísperas,  en  que 
ovo  de  wnbas  partes  muchos  f  eridos  é  algunos  muer- 
toe  y  el  Conde  fué  vencido,  y  él  é  los  suyos  salie- 
ron huyendo  de  la  villa,  é  al  salir  fueron  de  ellos 
muchos  presos  é  despojados,  y  el  Maestre  no  quiso 
seguir  el  alcance,  ni  lo  dejó  seguir  á  los  suyos,  por- 
que  si  el  alcance  se  siguiera,  no  pudiera  el  Conde 
deiar  de  ser  muerto  ó  preso.  Asi  quedó  la  villa  de 
Xerez  por  el  Maestre  también  como  la  fortaleza ;  en 
la  qual  hizo  poner  tal  recaudo,  quenunca  después  la 
perdió.  Esta  polea  fué  Miércoles  once  días  del  mes 
de  Enero  año  de  mil  quatrocientos  setenta  y  cinco. 
El  Conde  así  desbaratado  se  fué  á  Zafra,  é  el  Maes- 
tre  se  fué  á  Medina  de  las  Torres,  é  dende  por  los 
otros  lugares  del  Maestradgo  á  Llerena,  «1  qu»l  fi*^ 
bwrteccr  bien  todos  Iqs  caBtiUofl  wi  de  viandas  como 
de  igrma9  é  goftWt 


que  pudo ,  é  se  detuvo  algunos  dias ,  é  dende  la  vi- 
lla de  Fuente  de  Cantos,  é  las  otras  villas  todas  é 
lugares  de  por  allí  recibieron  muchos  daflos  en  sus 
personas  é  haciendas,  que  les  tomaron  é  robaron 
aquellas  gentes  de  guerra  muchos  ganados,  bueyes, 
y  vacas,  y  ovejas,  y  ovo  hatos  de  ochocientas  ove- 
jas é  otros  de  menos,  en  que  ni  una  no  dejaron,  que 
todas  las  comieron  sin  las  pagar ,  é  muchas  bestias, 
caballos,  é  asnos;  é  muchas  alhajas  de  casas  que 
les  robaban,  é  ropas  que  muchos  malos  hombres  de 
la  hueste  robaron  é  hurtaron,  y  enviaban  á  cargas  á 
Sevilla,  por  los  caminos  atraviesas  de  los  goUisos 
de  zufre ;  lo  qual  fué  visto,  é  manifiesto.  De  esto  los 
Sefiores  Duque  y  Conde  no  eran  sabidores,  ni  lea 
piada  de  ello ;  empero  como  la  gente  era  mucha, 
desmandábanse,  y  los  malos  y  ladrones  hablan  lu- 
gar de  emplear  sus  deseos.  Después  de  allí  haber  es- 
tado algunos  dias  toda  la  hueste,  partióse  el  Conde 
para  Medina  á  combatir  las  Torres  y  el  Duque  fué  á 
dar  vista  á  Llorona ,  dondo  el  Maestre  estaba ;  é  pasó 
por  cerca  do  la  villa  su  gente  muy  bien  reglada  ó 
acaudillada  -,  é  no  llevaba  ya  tanta  como  habia  traí- 
do ,  que  algunos  se  habían  despedido,  viendo  que 
no  eran  menester,  é  por  los  garandes  gastos.  El 
Maestre  se  asomó  entre  las  almenas  á  mirar  las  ba* 
tallas ,  ó  tuyo  bien  cerrf^dM  lea  poertae  de  la  villa^ 


DON  FÜRNANDO 

i^ñt  por  iodo  aquel  día  no  dej¿  á  ninguno  Mlir  ni 
entrar,  y  era  aquel  dia  Martes  de  Oamestalendas  á 
eiete  días  de  Febrero ;  é  el  Duque  é  su  huoete  se  fue- 
ron aquella  noohe  á  aposentar  en  Quadalcanal,  é  no 
curaron  de  eofaar  guarda  al  campo,  sino  muy  segu- 
ros como  si  en  sus  casas  estuvieran ;  y  el  Maestre 
salió  aquella  noche  de  Llerenat  con  fasta  trescien- 
tos y  cinqflenta  de  caballos,  é  otros  tantos  ¡peones; 
é  al  qnarto  del  alba  Miércoles  de  la  Oenisa,  entró  en 
Quadalcanal,  é  comenaaron  á  decir  todos  i  grandes 
▼cees  quantos  llevaba  consigo :  «Cárdenas ,  Carde- 
denas  »,  ó  tocando  las  trompetas ;  é  la  gente  de  á 
pié  echaban  herrojos  á  las  puertas,  y  los  de  la  villa 
conocieron  que  era  el  Maestre,  é  algunos  guarecían 
á  sus  huéspedes  é  otros  los  robaban ,  6  otros  se  fue- 
ron á  juntar  con  la  gente  del  Maestre  ó  le  ayu- 
daban. 

B  la  gente  del  Duque  desque  vieron  ó  conoderon 
que  el  Maestre  andaba  por  la  villa  con  su  gente 
abriendo  y  cerrando  las  puertas,  sallan  huyendo  to- 
dos los  demás  ahorrados,  por  poner  sus  personas  en 
salvo ;  é  muchos  sallan  cabalgando  diciendo.  Cárde- 
nas, Cárdenas ,  é  fbanse  en  salvo ;  ó  el  Maestre  en- 
derezó á  la  posada  del  Duque,  ó  quando  llegó  ya  el 
Duque  salía,  é  sacólo  su  huésped,  y  guareciólo  como 
no  lo  conocieron ,  que  como  era  do  noche,  no  pudo 
ser  reconocido,  ó  los  que  sallan  do  la  posada  con  él 
decían  Cárdenas,  Cárdenas ;  é  Martin  Suarez  nun- 
ca se  partió  del  Duque ;  ó  g^iándolos  el  huésped  do 
la  posada  fueron  á  parar  á  Alanfs,  é  ansi  escapó  el 
Duque  aquella  noche,  é  fué  preso  Don  Alvaro  su  her- 
mano ,  é  otros  muchos  fídalgos;  é  los  del  Duque  sa- 
lieron todos  huyendo  do  la  villa ,  é  unos  tomaron 
camino  de  Alanís ,  ó  otros  camino  de  Cazalla,  y  Don 
Martin  de  Cabra,  é  Martin  Alonso  de  Montemayor 
ó  los  suyos  ovieron  lugar  de  cabalgar,  é  desque  fué 
de  dia ,  ficieron  rostro  al  Maestro  é  pelearon  ó  aun 
fueron  ambos  f eridos  por  guarecer  algunos  do  la 
gente,  é  pusiéronse  á  vista  á  un  cabo  de  la  villa  é 
un  arroyo  en  medio  donde  recojieron  doscientas  cin- 
qüenta  lanzas,  é  muchos  peones  que  escapaban  de 
la  villa  ó  fuer  hnian  alli ;  é  de  allí  se  vinieron  aquel 
dia  á  Alanís.  El  Maestre  ó  los  suyos,  ó  los  de  la  vi- 
lla ovieron  allí  aquel  dia ,  muy  gran  ¡cabalgada  é 
despojos,  de  caballos,  é  de  acémilas  y  muías ,  é  de 
lo  que  pareció  alcanzó  fueron  mas  de  quatrocientas 
bestias,  dejando  lo  hurtado.  É  ovo  el  Maestro  la  va- 
jilla de  plata ,  é  arreos,  é  la  capilla,  é  cantores  é  los 
instrumentos  músicos ;  é  esto  guardó  el  Maestre,  é 
después  se  lo  envió.  E  ovieron  allí  el  Maestre  y  los 
suyos  otras  muchas  vajillas  de  oro  é  plata,  é  cama 
é  ropas ,  é  respuestos ,  é  arcas ,  é  reposteros ,  é  ar- 
mas, é  otras  muchas  cosas ;  con  la  qual  presa  y  ca- 
balgada se  ¡vinieron  á  Uerena  aquel  dia,  é  repartió 
bien  la  cabalgada  con  los  que  lo  siguieron,  aguar- 
dó las  cosas  de  la  iglesia  é  la  vajilla  dol  Duque  fas- 
ta que  fueron  amigos  que  se  la  dio,  é  ansí  volvió  el 
Duque  á  Sevilla  por  sus  pecados  é  por  los  pecados 
de  muchos  malos  é  ladrones  que  consigo  llovó,  que 
hablan  robado  en  este  viaje  á  muchos  labradores,  é 
trabajadores  I  que  no  debían  cosa  alguna  ni  more- 


É  Do!f  A  Isabel:  bu 

cían  mal,  é  les  habían  comido  sus  vacas  i  ovejas ,  é 
ganados ,  según  dicho  es ;  é  no  quiso  Dios  que  aqne* 
lio  pasoso  sin  pena  mudios  días;  apareció  evidente 
que  oyó  los  gemidos  é  peticionos  de  aquellos  labra* 
dores  é  de  sus  mugeresé  fijos,  que  viéndose  robados- 
y  perdidos  clamaban  á  Dios. 

El  Conde  supo  esta  nueva  estando  en  Medina^ 
que  quería  combatir  las  Torres,  é  luego  á  la  hora  so 
fué  á  Zafra,  y  aun  por  se  ir  á  prisa  quedaron  algu- 
nos pertrechos  é  tiros  de  pólvora  perdidos,  que  oo« 
braron  loe  de  las  Torres. 

Desde  este  dia  comenzó  el  Maestre  á  ser  grande 
é  poderoso,  é  fizo  muchos  de  caballo,  é  entró  mu-« 
chas  veces  á  Portugal  por  facer  servicio  al  Bey  Don 
Femando,  é  facer  guerra  al  Roy  Don  Alonso,  é 
siempre  en  sus  entradas  é  salidas  ganó  honra,  é 
siempre  en  sus  cosas  era  vencedor  é  no  vencido.  B 
el  afio  siguiente  de  1476,  en  el  Agosto,  quando  el 
Boy  Don  Femando  tenia  el  cerco  sobre  Toro,^  falle- 
ció de  su  muerte  natural  el  Maestre  Don  Bodrigo 
Manrique  en  la  villa  de  Ocafia,  é  ansi  no  tuvo  con- 
traditor  el  Maestre  Don  Alonso  do  Cárdenas  á  el 
Maestradgo,  é  salió  con  él.  Ovo  su  Encomienda  ma« 
yor  su  pariente  Don  Gutierre  de  Cárdenas  |  Conta** 
dor  mayor  de  Castilla. 

CAPÍTULO  XLI. 
De  los  eereoí  de  Nérida  y  Medellla  é  tfoBfaBchei; 

Agora  volviendo  á  decir  de  los  cercos  de  Mérídá 
ó  Medellin  ó  Montanchez,  sabed  que  se  pusieron  en 
ol  verano  del  afio  do  1479,  dnco  meses  poco  mas  6 
monos  tiempo  después  do  la  batalla  do  Mórida  quo 
el  Maestro  ovo  con  los  portugueses.  Era  caudillo 
mayor  de  estos  cercos  el  dicho  Maestre  de  Santiago 
Don  Alfonso  de  Cárdenas;  é  pusiéronse  ambos  á  un 
tiempo;  ó  ol  Maestre  se  puso  sobre  Medellin,  el  matí 
dol  tiempo  en  un  lugar  que  llaman  Menga- abril,  é 
tenían  gente  en  Don  Benito,  é  tenían  repartido^ 
muchos  capitanes  por  el  campo  en  las  comarcas  de 
Medellin,  donde  convenía,  de  manera  quo  estaban 
los  guamidones  á  una  legua  é  media  de  Medellla 
y  de  allí  la  corrían  cada  día;  é  había  en  la  guarní-' 
cien  de  este  cerco  muchos  capitanes  de  el  Bey :  es« 
taba  Don  Martin  de  Cabra,  é  Luís  Puerto  Carrero^ 
y  el  mesmo  Conde  de  Medellin ,  á  quien  la  Condesa 
su  madre  tenia  por  fuerza  la  villa,  é  fortaleza;  6 
otros  con  gentes  do  diversas  partes  ó  lugares  do 
Castilla. 

El  cerco  de  Mérida  estaba  de  otra  manera,  que 
los  cercadores  tenían  la  villa,  é  los  cercados  la  f or-' 
taleza  donde  recibieron  muchos  combates  de  tíroe 
de  pólvora,  é  quartagos  ó  injenios;  donde  recibieron 
muchos  daños  los  unos  de  los  otros;  é  había  en  esto 
cerco  por  capitanes  Don  Pedro  Puerto  Carrero,  Se« 
fior  do  Moguer,  yerno  dol  Maesb'e,  ó  Juan  Nuficz  do 
Prado,  natural  de  Medclliu,  é  Juan  do  Vera,  Alcaydo 
de  la  mesnia  ciudad  de  Mórida  ó  capitán  Mayor,  6 
Sancho  del  Águila,  ó  otros  capitanes  del  Bey  con 
muy  aderezada  gente.  É  al  tiempo  de  estos  cercos 
siempre  la  Condeso  y  el  Obispo  de  Ebora  estuvieron 


598 

«D  MedelHiii  é  asperalMuí  sooono,  é  nanoa  1m  yino. 
EatOTiéronse  tres  meiet  pooo  mas  ó  menoi,  6  dié- 
rooae  á  paitido  cerca  de  San  Miguel»  é  dióee  prime* 
To  la  Ooodeea  en  MedeUin,  6  entregó  la  f  ortaleía,  en 
la  qnal  entró  Luis  Pnertooarrero,  Sefior  de  Palma, 
en  nombre  del  Bey.  E  dende  á  oiertoi  diaa,  ealieron 
los  portugneaes  de  Marida,  j  entregaron  la  f  ortale- 
aa  ál  Maestre;  é  andando  en  los  tratos  de  esto,  se 
comenzaron  á  tratar  las  paces  de  entre  Portugal, 
j  Castilla,  j  antes  que  los  portugueses  cercados  se 
fuesen  á  Portugal,  destrocaron  los  prisioneros  todos 
que  se  tenian  desde  el  comienao  de  las  guerras  los 
unos  por  los  otros  que  allí  estaban  y  traxeron  los 
que  estaban  en  Portugal,  é  llevaron  á  Portugal  los 
que  estaban  en  Castilla,  é  todo  esto  fué  en  los  par- 
tidos de  Marida,  é  Medellin,  é  luego  concertaron  y 
apregonaron  paces,  entre  CastiUa  y  Portugal  en  el 
dicho  afio  de  1479  afios.  Duró  la  dicha  guerra  qua- 
tro  afios  é  nueve  meses.  Montanohea  que  es  una 
gran  fortalesa  corea  de  Marida  ó  muy  fuerte  del 
Maestradgo  de  Santiago  que  estaba  por  el  Clavero 
Don  Alfonso  Monroy,  Maestre  de  Alcántara  que 
llamaban,  quedó  de  esta  ves  por  ganar,  aunque 
siempre  en  loa  dichos  cercos  habia  estado  bien  cer- 
cado de  gente  del  Rey  y  del  Maestre  que  la  tuvie- 
ron siempre  puesta  guarnición  en  Valdefuentes* 
Sobre  este  quedaron  guamicionea  como  se  estaban, 
y  fasta  que  dende  cinco  ó  seis  meses  entregó  la 
fortaleza  Don  Francisco  fijo  del  dicho  Clavero  Maes- 
tre de  Alcántara,  que  se  decia,  al  Maestre  de  San- 
tiago por  partido,  sin  concierto  de  su  padre,  é  se 
vino  á  vivir  con  el  Maestre  é  lo  casó  con  una  pa- 
ríenta  suya  hermana  de  Francisco  de  Cárdenas,  Al- 
cayde  que  fué  de  Reyna,  é  ansí  ovo  el  Maestre  la 
fortalesa  de  Montanohea,  que  es  una  de  las  fuertes 
de  Castilla. 

CAPÍTULO  XLH. 

Pe  cono  el  Rey  Doi  Fenaado  fié  i  Aragón  i  la  mn«rte  de  fi 
fán,  fse  filleció  en  este  tiempo. 

En  el  sobredicho  afio  de  mil  quatrocientos  seten- 
ta y  nueve  en  el  tiempo  de  los  cercos  de  Mérida  é 
Medellin,  murió  el  Bey  de  Aragón,  padre  de  el  Rey 
Don  Femando ;  fué  allá  é  fizo  hacer  las  honras  é 
obsequias  como  covenia  á  tan  generoso  é  tan  hon- 
rado Bey;  é  recibió  los  reynos  de  Aragón,  Valencia, 
é  el  Condado  de  Catalufia  con  todas  las  islas  á  ello 
anexas,  ó  volvió  presto  para  dar  asiento  en  las  co- 
sas cte  entre  Castilla  é  Portugal,  así  en  las  paces  de 
la  tierra,  como  por  mar,  porque  habia  gran  división 
entre  castellanos  é  portugueses,  sobre  la  mina  de 
oro  que  los  portugueses  habian  hallado  que  iban 
los  castellanos  á  resgatar;  é  por  facer  Cortes;  é  fi- 
cieron  Cortes  en  todo  lo  del  Bey  Don  Femando  ó 
la  Beyna  Dofia  Isabel,  teniendo  ya  todos  sus  Beynos 
pacíficos;  donde  convocados  todos  los  grandes  de 
Castilla,  así  caballeros  como  prelados,  ó  los  procu- 
radores de  todas  las  villas  é  ciudades  de  estos  Bey- 
nos,  é  fueron  ordenadas  muchas  buenas  cosas;  ó  co- 
mentadas, ó  declaradas  muchas  leyes  antiguas,  y 


V 

OBÓMIOAS  DB  LOS  BBTBB  DB  CASTILLA. 


de  ellas  acrecentadas,  é  de  ellas  evacuadas;  é  f  eoliaa 
muchas  pragmáticas  provechosas  al  pro  común,  y  á 
todos  según  el  Libro  que  mandaron  facer  sus  Alte- 
aas,  al  Doctor  Alfonso  Dias  de  Montalvo  que  hoy 
dia  parece,  el  qual  Libro  mandaron  tener  en  todas 
las  ciudades.  Villas  ó  Lugares,  é  llaman  el  Libro  da 
Montalvo;  é  por  él  mandaron  determinar  todas  las 
cosas  de  Justicia  para  cortar  los  platos.  B  median- 
te el  tiempo  de  estas  Cortes  anduvieron  muchas  ve« 
oes  los  embaxadores  de  Castilla  é  Portugal  de  nnoa 
reynos  á  otroa,  fasta  que  plugo  á  Nuestro  Sefior  que 
los  Beyes  vinieron  en  concordia  é  afirmaron  bien 
las  paces,  é  para  cumplir  algunas  cosas  necesarias 
ordenaron  que  entre  ellos  algún  tiempo  oviese  rehe- 
nes, é  fué  llevada  la  Infanta  mayor  Dofia  Isabel 
á  Portugal,  la  qual  el  Maestre  de  Santiago  Don 
Alonso  de  Cárdenas  llevó  encargo  para  la  dar  de 
rohenes  en  Portugal ;  é  yendo  de  dia  tuvieron  la 
Pascua  de  Navidad  fin  del  afio  de  1480  é  comienao 
del  afio  de  1481  en  Fregenal ;  é  pasada  la  Pascua 
se  partieron  para  Mora,  é  llagando  cerca  de  Mora 
en  Portugal,  el  Maestre  entregó  la  Infanta  Dofia 
Isabel,  y  reoíbió  al  Duque  de  Viseo  Don  Diego,  fijo 
del  Infante  Don  Fernando,  defunto  hermano  que 
era  del  Bey  Don  Alonso ;  este  dicho  Duque  de  1^- 
seo  era  hermano  de  la  princesa  de  Portugal,  é  fijo 
de  la  Infanta  Dofia  Phelipa,  hermana  del  Bey  Don 
Duarte,  y  de  la  Beyna  de  Castilla  segunda  mujer 
del  Bey  Don  Juan,  madre  de  la  Beyna  Dofia  IsabeL 
En  poder  de  la  dicha  Dofia  Phelipa  quedó  en  Mora 
la  dicha  Infanta;  é  fué  traído  allí  á  Mora  el  Princi- 
pe de  Portugal,  nifio  chiquillo,  fijo  del  Bey  Don 
Juan,  é  nieto  del  Bey  Don  Alonao,  é  puesto  en  po- 
der de  la  dicha  Infanta  Dofia  Phelipa  su  abuela. 
Fué  allí  fecho  un  muy  gran  recibimiento  é  muy 
solemne  é  muy  rico  por  los  grandes  de  Portugal  á 
la  Infanta  de  Castilla,  é  vino  allí  á  la  recibir  la 
Duquesa  de  Bragansa,  hermana  de  la  Beyna  de 
Portugal,  é  muchas  condesas  é  grandes  seftoras  é 
damas.  Desque  el  Maestre  ovo  entregado  la  Prin- 
cesa é  recibido  al  Duque  volvióse  en  Castilla.  E  la 
Infanta  estuvo  desta  vez  dos  afios  en  Mora  é  quatro 
meses;  en  manera  que  salió  en  el  mes  de  Mayo  de 
1488,  é  vino  á  tener  las  Pascuas  del  Espíritu  Santo 
en  Plasencia,  que  fué  aquel  afio  á  18  dias  de  Mayo; 
pedia  ser  la  Infanta  estonce  de  hasta  doce  ó  trece 
afios. 

CAPÍTULO  XLIIL 

Del  eomleaio  de  la  hereffa  é  del  eomieaio  de  la  laqalslelea  é  da 
qaando  oto  aa  fadiBaeloa  la  moaiklea  praTidad,  y  eaaUfo  de  lu 
eereaiOBlaa  Jvdaieaa. 

La  herética  pravidad  ¡mosaica  reinó  gran  tiempo 
escondida  y  andando  por  los  rincones,  no  se  osando 
manifestar,  y  fué  disimulada  y  dado  lugar  que  por 
mengua  de  los  Prelados,  ó  Araobiapos,  é  Obispos  de 
Espafia  que  nunca  la  acusaron,  ni  denunciaron  á 
los  Beyes,  ni  á  los  Papas  según  debían,  y  eran  obli- 
gados. Ovo  su  comienao  esta  heregía  mosaica  en  el 
afio  de  Nuestro  Bedemptor  de  1390  años  en  el  co* 


DON  FERNANDO 

mianso  dol  reinido  de  Oaitilla  del  Bey  Don  Bnri- 
qae  ieroero  de  eete  nombre,  qae  faé  el  robo  de  la 
jaderia  por  la  predicación  de  fray  Vicente,  on  san- 
to oathólioo,  varón  docto  de  la  orden  de  Santo  Do- 
mingo, qae  qniriera  en  aquel  tiempo  por  predicacio- 
nes é  praebae  de  la  Santa  Ley  é  Eeoriptura  conver- 
tir todos  los  jndios  de  Espafia,  6  dar  cabo  á  la  inve- 
terada 6  hedionda  sinagoga.  Predicóles  mncho  á  los 
jttdios,  él  é  otros  predicadores  en  las  sinagogas,  é 
«n  las  iglesias,  é  en  los  campos;  y  los  rabies  de 
dios  por  la  Esoriptara  de  la  Santa  Ley,  profecías  y 
experiencias  de  eUa,  todos¡eran  vencidos  é  no  sabian 
qné  responder.  Empero  embocados,  é  oon  aquella 
glosa  del  Talmud  que  fioieron  los  dos  rabíes  Bava^ 
te,  é  Ravina,  después  del  Nacimiento  de  Nuestro 
Redemptor,  qnatro  cientos  afios,  la  qual  tenía  en 
escritura  tanto  como  dies  veces  la  Biblia,  é  la  en- 
viaron por  todo  el  mundo  donde  quier  que  habia 
judíos  para  los  esforzar,  porque  vian  de  todo  caer 
li  sinagoga.  B  en  la  dicha  glosa  habia  muy  gran- 
des mentiras,  é  intrincados  argumentos.  E  así  como 
Moisés  en  su  tiempo  hacía,  aquellos  dos  rabíes  fir- 
maron aquel  grande  y  descomulgado  libro  del  Tal- 
mud; y  pusieron  so  pena  de  muerte  espiritual  que 
ningún  judío  sabio,  ni  simple,  fuese  osado  contra 
aquellos  preceptos  ir  ni  venir,  ni  diesen  otra  predi- 
cación ni  otra  doctrina,  lo  qual  fué  la  perpetua 
damnaoion  de  esta  generación;  niegan  la  verdad,  é 
están  ignorantes  de  ella;  y  por  eso  para  oon  ellos 
es  dicho  WHka  nsganiei  verUatem  nuUa  est  ditpMk- 
tío.  Así  no  pudo  fray  Vicente  convertir  sino  muy 
pocos  de  ellos;  y  las  gentes  con  despecho,  metié- 
ronlos en  Castilla  á  espada,  y  mataron  muchos,  é 
fué  un  concierto  que  fué  en  toda  Outilla,  todo  un 
día  martes.  Entonce  veníanse  á  las  iglesias  ellos 
mismos  á  baptizar,  é  ansí  fueron  baptizados  y  tor- 
nados ohristianos  en  toda  Castilla  muy  muchos  de 
ellos;  y  después  de  baptizados  se  iban  algunos  á 
Portugal  é  á  otros  reynos  á  ser  judíos ;  y  otros,  pa- 
sado algún  tiempo,  se  volvían  á  ser  judíos  donde 
no  los  oonodan,  é  quedaron  todavía  muchos  judíos 
en  Castilla,  y  muchas  sinagogas,  é  los  guarecieron 
los  sefiores,  é  los  Beyes  siempre  por  los  grandes 
provechos  qne  de  ellos  habían;  é  quedaron  los  que 
se  baptizaron  ohristianos  y  llamAronlos  conversos; 
é  de  aquí  ovo  comienzo  este  nombre  converso  por 
convertidos  á  la  Santa  Fé;  la  qual  ellos  guarda- 
ron muy  mal,  qne  de  aquellos,  y  de  los  que  de 
ellos  vinieron  por  la  mayor  parte  fueron  y  eran 
judíos  secretos,  y  no  eran  ni  judíos  ni  christíanos, 
paes  eran  baptizados,  mas  eran  hereges,  y  sin  ley, 
y  esta  heregía  ovo  de  allí  sn  nacimiento  como  ha- 
béis oído ;  é  ovo  su  impinacion  é  lozanía  de  muy 
gran  riqueza  y  vanagloria  de  muchos  sabios  é  doc- 
tos, é  obispos,  é  canónigos,  é  frailes,  é  abades,  é 
sabios,  é  contadores,  é  secretarios,  é  factores  de 
Beyes,  é  de  grandes  sefiores.  En  los  primeros  afios 
del  reynado  de  los  muy  cathólicos  é  christianísimos 
Bey  Don  Femando  y  Beyna  Dofia  Isabel  su  muger 
tanto  empinada  estaba  esta  heregía,  que  los  letrados 
estaban  en  ponto  de  la  predicar  la  ley  de  Moysen^ 


i  DOfiA  ISABEL.  699 

é  los  simples  no  lo  podían  encubrir  ser  judíos ;  y 
estando  el  Bey  y  la  Beyna  en  Sevilla,  la  primera 
vez  que  á  ella  vinieron  y  el  Arzobispo  de  Sevilla, 
Don  Pedro  Gk>nzalez  de  Mendoza,  Cardenal  de  Ei- 
pafia,  habia  en  Sevilla  un  santo  y  oathólioo  hombre, 
fraile  de  Santo  Domingo  en  San  Pablo,  llamado  fray 
Alonso,  que  siempre  predicaba  y  punaba  en  Sevi- 
lla contra  esta  heregía;  éste  y  otros  religiosos  y  ca- 
thólicos hombres,  fioieron  saber  á  el  Bey  y  é  la  Bey- 
na el  gran  mal  y  heregía  que  habia  en  Sevilla;  so» 
metieron  el  caso  al  Arzobispo  que  lo  castigase  y 
fioiese  enmendar,  y  él  fizo  oiertas  ordenanzas  sobre 
eUo,  é  proveyó  de  ellas  en  la  ciudad  y  en  todo  el 
Arzobispado.  Poso  sobre  ello  en  la  ciudad  diputados 
de  ellos  mismos,  y  con  esto  pasaron  obra  de  doi 
afios,  é  no  valió  nada,  que  cada  uno  hada  lo  aoos* 
tumbrado;  é  mudar  de  costumbre  es  apartar  de 
muerte. 

¡Oferapeiimaf  fomupéooHy  niiUrímmiMm  faicino' 
riifpahubanmcriUf  |0  bestia  fiera,  malvada,  disCor* 
me  pecado,  nudrimento  de  traidon,  hallamiento  de 
muerte,  perdimento  de  vidal 

Podds  saber  que  según  lo  vimos  en  qualquier 
tiempo,  que  esta  fiera  pénma  es  la  heregía,  y  oomo 
en  aqud  tiempo  los  hereges  y  judíos  malaventura- 
dos huian  de  la  doctrina  eclesiástica,  ansí  huían  de 
las  costumbres  de  los  ohristianos.  Los  que  podían 
esoosarse  de  no  baptizar  sus  fijos,  no  los  baptiza- 
ban, é  los  qne  los  baptizaban,  lavábanlos  en  casa 
desqoe  los  traían;  y  desto  se  halló  infinita  colpa  en 
el  reconciliar  de  infinitos  viejos  qoe  no  eran  bapti- 
zados ;  é  los  inquisidores  los  fioieron  é  facían  des- 
pués baptizar.  Habéis  de  saber,  que  las  costumbres 
de  la  gente  común  de  ellos  ante  la  Inquisición,  ni 
mas  ni  menos  que  era  de  los  propios  hediondos  ju- 
díos, y  esto  cansaba  la  oontínna  conversadon  que 
con  ellos  tenían ;  ansí  eran  tragones  y  comiloneS| 
que  nunca  perdieron  d  comer  á  costumbre  judaica 
de  manjarejos,  é  olletas  de  adefina,  manjarejos  de 
cebollas  é  ajos,  refritos  con  aceite,  y  la  carne  guisa- 
ban oon  aodte,  ca  lo  odiaban  en  lugar  de  tocino  é 
de  grosura  por  escusar  el  todno ;  y  el  aodte  con  la 
carne  es  cosa  qoe  hace  moy  mal  oler  el  resoello ;  y 
f¿nmi  sos  casas  y  puertas  hedían  moy  md  á  aqodlos 
manjarejos;  y  ellos  ese  mesmo  tenían  el  olor  de  los 
jodies  por  oaosa  de  los  manjares  y  de  no  ser  bapti- 
zados. T  puesto  oaso  que  sJgunos  fueron  baptiza- 
dos, mortificado  d  oarácter  del  baptismo  en  dios 
por  la  credulidadi  é  por  judaizar,  hedían  como  ju- 
díos ;  no  comían  poeroo  d  no  foese  en  logar  forzo- 
so; comían  carne  en  las  qoaresmas  y  vigilias  é  qoa- 
tro  témporas  de  secreto;  goardaban  las  pasqoas  y 
sábados  como  mejor  podían;  enviaban  aodte  á  las 
sinagogas  para  las  lámparas;  tenían  jodies  qoe  les 
predicaban  en  sos  casas  en  seorefeo,  espeoialmente  á 
las  mogeres  moy  de  secreto;  tenían  jodies  rabíes 
que  les  degollaban  las  reses  é  aves  para  sus  nego- 
dos ;  comían  pan  cenoefio  d  tiempo  de  los  jodies» 
carnes  tajdes ;  hadan  todas  las  ceremonias  jodáicas 
de  secreto  en  quanto  podían;  ad  los  hombres  como 
las  mugares  siempre  se  escosaban  de  recibir  los  sv 


MO 


GEÓNIGAS  DE  LOS  BBYES  DE  OAJSrriLLáu 


cnunentoa  de  la  Sania  Iglesia  de  aa  grado,  salvo 
por  fuerza  de  las  conatituciones  de  la  Iglesia.  Nan- 
ea oonfesaban  la  verdad ;  y  aoaeoió  á  confesor  con 
persona  de  esta  generación  cortarle  un  poquito  de 
la  ropa,  diciendo :  pues  nunca  pecaste,  quiero  que 
me  quede  vuestra  ropa  por  reliquia  para  sanar  los 
añfermoa.  En  Sevilla  fué  un  tiempo  que  se  mandó 
que  no  se  pesase  carne  el  sábado,  porque  la  oomian 
todos  los  confesos  el  sábado  en  la  noche,  ó  mandá- 
ronla pesar  los  domingos  de  maflana.  No  sin  causa 
les  llamó  nuestro  Redentor  generatio  prava  et  adul' 
iera.  No  oroian  dar  á  Dios  galardón  por  virginidad 
7  castidad.  Todo  au  hecho  era  crecer  é  multiplicar, 
£  en  tiempo  de  la  empinacion  de  eata  herética  pra- 
vedad de  loa  gentilea-hombrea  de  ellos,  é  de  loa  mer- 
eaderea,  muohoa  monaaterioa  eran  violados,  é  mu- 
ohaa  monjaa  profeaaa  adulteradas  7  eacarnecidaa,  de 
ellaa  por  dádivas,  de  ellaa  por  engaftoa  de  alcahue- 
tas, no  creyendo,  ni  temiendo  la  deacomunion;  maa 
antea  lo  hacian  por  injuriar  á  Jeauchristo,  7  á  la 
Iglesia.  T  comunmente  por  la  mayor  parte  eran 
gentes  logreras,  ó  do  muchas  artes  y  engafios,  por- 
que todos  vivian  de  oficios  holgados,  y  en  comprar 
y  vender  no  tenían  conciencia  para  con  los  chris- 
tianos.  Nunca  quisieron  tonuur  oficios  de  arar  ni 
cavar,  ni  andar  por  los  campos  criando  ganados, 
ni  lo  ensefiaron  á  sus  fijos  salvo  oficios  do  pobla- 
dos, y  do  estar  asentados  ganando  do  comer  con 
poco  trabajo. 

Muchos  de  ellos  en  estos  Reynos  en  pocos  tiempos 
allegaron  muy  grandes  caudales  é  haciendas,  por- 
que de  logros  é  usuras  no  hacian  conciencia,  di- 
ciendo que  lo  ganaban  con  sus  enemigos,  atándose 
al  dicho  que  Dios  mandó  en  la  salida  del  pueblo  de 
Israel,  robar  á  Egipto ,  por  arte  y  engafio  deman- 
dándoles proatadoa  sus  vasos  é  tazas  do  oro  ó  de 
plata ;  ó  asi  tonian  presunción  de  soberbia,  que  en 
el  mundo  no  habia  mejor  gente,  ni  mas  discreta,  ni 
mas  aguda,  ni  mas  honrada  que  ellos,  por  ser  del 
linaje  do  las  tribus  é  medio  do  Israel.  En  quanto 
podían  adquirir  honra,  oficios  reales,  favores  de 
Reyes  é  sofiores,  algunos  se  mezclaron  con  fijos  é 
fijas  de  caballeros  christianos  viejos  con  sobra  de 
riquezas  que  so  hallaron  bien  aventurados  por  ello, 
por  los  casamientos  y  matrimonios  que  ansí  fide- 
ron,  que  quedaron  on  la  Inquisición  por  buenos 
chrÍBiianoB  é  con  mucha  honra.  De  todo  lo  sobre 
dicho  fueron  certificados  el  Rey  y  la  Reyna  estan- 
do en  Sevilla ;  partiéndose  dende  quedó  el  cargo 
del  castigo  ó  de  mirar  por  ello  al  provisor  de  Sevi- 
lla, obispo  de  Gádiz,  Don  Pedro  Fernandez  de  So- 
lís,  y  el  Asistente  que  entonces  quedó  en  Sevilla, 
que  era  Diego  de  Merlo ,  para  tolerar  tan  glande 
mal,  y  quedó  fray  Alonso ,  segundo  fray  Vicente, 
para  ver  sobro  olio,  y  otros  clérigos  y  frailes;  y 
visto  que  en  ninguna  manera  se  podían  tolerar  ni 
enmendar  sino  se  facía  inquisición  sobre  ello ,  de- 
nunciaron el  caso  por  estenso  á  sus  Altozas,  ó  fa- 
ciéndoles saber  cómo  y  quién  y  dónde  se  hacian 
las  judaicas  ceremonias,  y  cómo  cabían  en  perso- 
nas poderosas  y  en  muy  gran  parte  de  la  ciudad  de 


Sevilla ;  y  junio  oon  esto  fueron  oertificadoa  que  en 
toda  su  Oastilla  habia  esta  disforme  dolencia ;  y 
ovieron  Bulla  del  Papa  Sixto  IV  para  proceder  con 
justicia  contra  la  dicha  heregia  por  vía  del  fue- 
go. Goocedióse  la  Bulla  y  ordcoóso  la  Inquisición  el 
afio  de  1480. 

CAPÍTULO  XLIV. 

De  como  eoiieszaroli  en  Sevilla  ft  presder  j  qsemar  y  recoscilUr 
los  hereges  Ju4áico«,  é  4e  la  graspesUlencia  4ei  aAo  de  oches* 
la  y  ano. 

Ilabida  la  Bulla  para  la  Inquisición  por  sus  Al- 
tezas del  Papa  Sixto  concedida,  estando  por  Asia* 
tente  de  Sevilla  Diego  de  Merlo ,  que  era  un  hon- 
radísimo ohristiano  caballero,  muy  discreto ,  y  ce- 
loso de  la  fó  de  Jesuohristo  y  de  la  justicia,  vinie- 
ron los  primeros  Inqubidores  á  Sevilla  dos  frailes 
de  Santo  Domingo ,  un  provincial  é  un  vicario,  el 
uno  llamado  fray  Miguel,  y  el  otro  fray  Juan ;  6 
oon  ellos  el  Dotorde  Medina,  clérigo  de  San  Pedro, 
los  quales  todos  tres,  así  como  uno ,  oon  gran  dili- 
gencia comenzaron  su  Inquisición  en  comienzo  del 
afio  de  mil  quatrocientos  ochenta  y  uno.  En  muy 
pocos  dias  por  diversos  modos  y  maneras,  supieron 
toda  la  verdad  de  la  herética  pravedad  malvada,  é 
comenzaron  de  prender  hombres  ó  mugeres  de  los 
mas  culpados,  é  metíanlos  en  San  Pablo ;  é  pren- 
dieron luego  algunos  de  los  mas  honrados  é  de  los 
mas  ricos,  vointiquatros  y  jurados,  é  bachilleres  6 
letrados,  ó  hombres  de  mucho  favor ;  á  estos  pren- 
día el  Asistente ;  ó  desque  esto  vieron  f nyeron  de 
Sevilla  muchos  hombres  y  mugeres ;  y  viendo  que 
era  menester,  demandaron  los  Inquisidores  el  Gas- 
tillo  de  Tríana,  donde  se  pasaron,  ó  pasaron  los 
presofl(;  é  allí  ficieron  su  Audiencia ;  ó  tenían  su 
Fiscal,  é  Alguacil  é  Escribanos,  é  cuanto  era  ne- 
cesario, é  facían  proceso  según  la  culpa  de  cada 
uno,  é  llamaban  Letrados  de  la  cuidad  seglares ,  ó  á 
el  Provisor  al  ver  do  los  procesos  é  ordenar  de  las 
sentencias,  porque  viesen  como  se  hacia  la  justi- 
cia, é  no  otra  cosa ;  é  comenzaron  de  sentenciar  para 
quemar  en  fuego ;  ó  sacaron  á  quemar  la  primera 
voz  á  Tablada  sois  hombros  é  mugeres  que  quema- 
ron ;  ó  predicó  Fr.  Alonso  de  San  Pablo,  celoso  de  la 
fó  de  Jesuohristo,  el  que  mas  procuró  en  Sevilla  esta 
Inquisición ;  é  él  no  vido  mas  de  esta  quema,  que 
luego  dende  á  pocos  dias  murió  de  pestilencia  quo 
estonco  en  la  ciudad  comenzaba  de  andar,  Y  dende 
á  pocos  dias  quemaron  tres  de  los  principales  de  la 
ciudad  y  de  los  mas  ricos,  los  quales  eran  Diego 
de  Susan ,  que  decían  que  valia  lo  suyo  diez  cuen- 
tos ;  y  era  gran  rabí,  y  según  pareció  murió  como 
christiano ;  é  el  otro  era  Manuel  SauH,  é  el  otro  Bar- 
tholomé  do  Torralba ;  é  prendieron  á  Pedro  Fernan- 
dez Venedeva,  que  era  mayordomo  de  la  Iglesia, 
de  los  señores  Dci^n  y  Gabildo ,  que  era  de  los  mas 
principales  de  ellos,  é  tenia  en  su  casa  armas  para 
armar  cien  hombres  ;  y  á  Juan  Fernandez  Albola- 
sia,  que  habia  sido  muchos  tiempos  Alcalde  de  la 
Justicia,  é  era  gran  Letrado,  éá  otros  muchos  |é 


DON  FERNANDO 
ma  jT  prindpalee,  é  may  ricos ,  á  los  qoalee  también 
qnemaroDy  6  nnnoa  les  valieron  los  favores,  ni  las 
riquezas ;  é  con  esto  todos  los  confesos  f nerón  mny 
espantados  é  hablan  muy  gran  miedo  é  f  alan  de  la 
ciudad  é  del  Arzobispado ;  é  pusiéronles  en  Sevilla 
pena  que  no  f oyesen,  so  penado  muerte,  é  pusieron 
guardas  á  las  puertas  de  la  ciudad ;  ó  prendieron 
tantos  que  no  habia  donde  los  tuviesen ;  é  muchos 
huyeron  á  las  tierras  de  los  sefioree,  é  á  Portugal,  é 
á  tierra  de  moros.  Este  afio  de  1481 ,  no  fué  pro- 
picio á  natura  humana  en  esta  Andalucía,  mas 
muy  contrario  é  de  gran  pestilencia  é  muy  general, 
que  en  todas  las  dudados,  villas  y  lugares  de  esta 
Andalncia  murieron  en  demasiada  manera,  que  en 
Sevilla  murieron  mas  de  quince  mil  personas ;  é 
otras  tantas  en  Oórdoba,  é  en  Xorez,  é  en  Ezija  mas 
de  cada  ocho  ó  nueve  mil  personas,  y  ansi  en  todas 
las  otras  villas  é  lugares  ;  é  después  en  el  Agosto 
alzóse  la  pestilencia,  y  con  todo  eso  por  mas  de  ocho 
afios  duró,  que  poco  ó  mucho  acudía,  ora  en  una 
parte,  ora  en  otra  de  ésta  Andalucía,  y  el  afio  de  1488 
murieron  en  Córdoba  otra  vez,  generalmente  de- 
cían, que  aun  mas  cantidad  del  afio  de  odienta  y 
Uio,  ya  dicho.  Asi  que  tomando  al  propósito,  la 
Inquisidon  comenzada  en  el  dicho  afio  do  ochenta 
y  uno,  como  vieron  que  se  encendía  la  pestilencia,y 
huyan  los  christianos  viejos  de  Sevilla,  demanda- 
ron licencia  al  Asistente  los  confesos  para  se  ir  fue- 
ra do  Sevilla  por  guarecer  de  la  pestilencia,  el  qual 
se  la  dio,  con  condidon  que  llevasen  cédulas  para 
las  guardas  délas  puertas,  é  que  no  llevasen  las  ha- 
ciendas, salvo  cosas  livianas  do  quo  so  sirviesen ;  y 
de  esta  manera  salieron  muchas  gentes  de  la  CHudad 
de  ellos ,  espedalmente  de  la  tierra  dol  Marqués  de 
Cádiz  que  era  su  enemigo,  desde  las  guerras  del 
Duque.  Vinieron  mas  de  ocho  mil  almas  á  Maírena, 
y  Marchena,  y  los  Palacios,  é  los  mandó  acoger  é 
facer  mucha  honra,  é  á  la  tierra  del  Duque  de  Me- 
dina ó  do  otros  sefiores  ansí  por  semejante ;  y  de 
estos  fueron  muchos  á  parar  á  tierra  do  moros  allen- 
de, ó  aquende,  á  ser  judíos  como  lo  eran  ;  ó  otros  se 
fueron  á  Portugal,  ó  otros  á  Roma ;  é  muchos  se 
tornaron  á  Sevilla  á  los  Padres  Inquisidores,  dicien- 
do é  manifestando  sus  pecados  é  su  heregía  é  de- 
mandando misericordia ;  é  los  padres  los  recibieron, 
é  se  libraron  bien  é  reconciliáronlos,  é  hicieron  pú- 
blicas penitencias  ciertos  Viernes,  dlsciplinándoso 
por  las  calles  de  Sevilla  en  procesión.  E  en  aquel 
afio  de  ochenta  y  nno,  desque  los  Inquisidores  vieron 
que  credan  las  pestilendas  en  Sevilla,  f  uéronse  hu- 
yendo á  Aracena,  donde  fallaron  que  hacer  é  pren- 
dieron é  quemaron  veinte  y  tres  personas ,  hombres 
y  mujeres,  herejes  mal  andantes,  é  ñcieron  quemar 
muchos  güesos  de  algunos  que  fallaron  que  habían 
morido  en  la  herética  mosaica ,  llamándose  chris- 
tianos, y  oran  judíos,  y  ansí  como  judíos  habían 
morido.  T  aquel  afio  desque  cesó  la  pcstilonda  vol- 
viéronse los  Inquisidores  á  Sevilla  é  prosiguieron 
su  Inquisición  fasta  todo  el  afio  de  ochenta  y  ocho, 
que  fueron  ocho  afios,  quemaron  mas  de  seteden- 
tM  pemonMi  y  reconcilíarop  mas  de  cinco  mil  y 


i  DÓfiA  ISABEL  tOi 

echaron  en  cárceles  perpetuas,  quo  oto  tales  y  es« 
tuvieron  en  ellas  quatroó  cinco  afios  ó  mas  y  sacá- 
ronles y  echáronles  cruces  é  unos  San  Benitilios  oo-' 
lorados  atrás  y  adelante ,  y  ansi  anduvieren  mucho 
tiempo,  ó  después  se  los  quitaron  por  que  no  crecie- 
se el  diafame  en  la  tierra  viendo  aqudlo.  Entre  los 
que  he  dicho  quemaron  en  Sevilla  en  tomo  do 
aquellos  dichos  ocho  afios,  quemaron  á  tres  clérigos 
de  misa,  é  tres  ó  quatro  Frailes  todos  de  este  linaje 
de  los  confesos ,  é  quemaron  un  Dotor  fraile  de  la 
Trinidad  que  llamaban  Savariego,  que  era  un  gran 
predácador,  y  gran  falsario ,  hereje  engafiador,  que 
le  conteció  venir  el  Viémes  Santo  á  predicar  la  Pa« 
sien  y  hartarse  de  carne.  Quemaron  infinitos  güesos 
de  los  Corrales  de  la  Trinidad  y  San  AgusUn  ó  San 
Bernardo,  de  los  confesos  que  allí  se  habían  enter- 
rado cada  uno  sobro  sí  al  uso  judaico,  é  apregonaron 
ó  quemaron  en*  estatua  á  muohos  que  hallaron  da- 
fiados  do  los  judíos  huidos. 

Aquellos  primeros  Inquisidores  ñderon  facer 
aquel  quemadero  en  Tablada,  con  aquellos  quatro 
Profetas  de  yeso,  en  que  los  quemaban,  y  fasta  que 
haya  heregía  los  quemarán.  Muy  hazafiosa  cosa  fué 
el  reconciliar  de  esta  gente,  por  donde  se  supo  por 
sus  confesiones,  oomo  todos  eran  judíos ;  y  súpose 
en  Sevilla  de  los  judíos  de  Córdoba ,  Toledo,  Bur- 
gos, Valenda  y  Segovia ,  y  toda  Espafia ;  oomo  to- 
dos eran  judíos,  y  estaban  so  aquella  esperanza  quo 
el  pueblo  de  Israel  estuvo  en  Egipto ;  que  aunque 
habían  de  los  Egipcianos  muohos  majamientos,  es- 
peraban que  Dios  los  había  de  sacar  de  entre  ellos 
como  después  los  sacó,  con  mano  fuerte,  é  brazo 
estondido ;  y  así  ellos  tenían  quo  los  christianos 
eran  los  Egipcianos,  ó  peores,  é  creían  que  Dios 
milagrosamento  los  sostenia  é  los  defendía ;  é  tenían 
que  por  mano  de  Dios  habían  de  ser  acaudilladoS| 
vidtados,  é  sacados  de  entre  los  christianos,  y  lle- 
vados en  la  santa  tierra  de  promisión.  So  estas  lo« 
cas  esperanzas  estaban  y  vivían  entre  los  christia- 
nos, como  por  dios  fué  manifestado  é  confesado, 
de  manera  que  todo  el  línage  quedó  infamado  é 
tocado  do  esta  enfermedad.  Ovo  reoonciliadon  en 
Sevilla  que  salían  en  la  procesión  de  éstas  dÍBcipli- 
nas  do  los  Viernes  mas  de  quinientas  personas,  hom- 
bres é  mugares,  con  las  caras  descubiertas  por  laa 
calles. 

Esta  Santa  Inquisición  ovo  su  comienzo  en  Se- 
villa, é  después  fué  en  Córdoba ,  donde  habia  otra 
tan  grande  sinagoga  de  malos  christianos  oomo  en 
Sevilla;  é  después  fueron  puestos  inquisidores  por 
toda  Castilla ,  é  Aragón,  ó  son  infinitos  quemados, 
y  condenados  y  reconciliados,  encarcelados  en  to- 
dos los  Arzobispados  é  Obispados  de  Castilla  é  Ara- 
gón ;  é  muchos  de  los  reoondlíados  tornaron  á  ju- 
daizar, que  son  quemados  por  el  mesmo  caso  en 
Sevilla,  y  en  las  otras  partes  do  Castilla.  Agora  no 
quiero  oscríbir  mas  de  esto,  quo  no  es  posible  po- 
derse escribir  las  maldades  de  esta  herética  prave- 
dad ;  salvo  digo,  que,  pues  el  fuego  está  encendido, 
que  quemará  hasta  que  halle  cabo  al  seco  de  la  le- 
fia, que  será  necesario  arder  hasta  que  sean  des- 


602 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BISTES  D£  OASTlLLiL 


gaatadofl  y  nraertús  todos  los  que  jadabsaron,  que 
no  quede  ninguno;  y  aun  sus  hijos  los  que  eran  de 
veinte  afios  arriba  menos  que  fueran  tooados  de  la 
mesma  lepra. 

Fué  este  afio  de  1481  al  oomienso  desde  Navi- 
dad en  adelante  de  muy  muchas  aguas  y  avenidas, 
de  manera  que  Guadalquivir  llevó  é  echó  i  per- 
der el  Oopero ,  que  habia  en  él  oohenta  vecinos,  y 
otros  muchos  lugares  de  su  rivera,  é  subió  la  cre- 
ciente por  el  Almenil  de  Sevilla  é  por  la  Barranca 
de  doria  en  lo  mas  alto  que  nunca  subió,  é  estuvo 
tres  dias  que  no  decendió;  é  estuvo  la  Ciudad  en 
mucho  temor  de  se  perder  por  agua. 

CAPÍTULO  XLV. 

De  como  el  gris  Toreo  ?íbo  lobre  Rodu  é  la  tnvo  eereada  eos 
gnede  hveste  ¿  sobre  ella  emUsüd  é  fué  desbaratado;  é  de 
coiio  ios  Táreos  tomaros  i  Otiasto,  é  de  eosio  el  D114U  de 
Calabria  la  recobró,  d  de  otru  maebas  eosas. 

En  el  afio  de  1480  en  el  Verano,  vinieron  sobre 
Bodas  una  muy  grande  armada  de  turcos,  enviada 
por  el  gran  Turco  Mahometo  Otomano  que  envió 
desde  Oonstantinopla,  é  tuviéronla  cercada  dos  me- 
ses, en  el  qual  tiempo  la  mayor  parte  do  los  muros 
la  derribaron,  con  gran  número  de  lombardas  que 
le  asestaron,  é  pusieron  á  los  christianos  en  mucho 
estrecho;  é  los  christianos  hicieron  muy  hondas 
cavas  por  de  dentro  de  la  ciudad,  las  quáles  si  fe- 
chas no  fueran,  la  ciudad  se  perdiera;  y  estando 
un  dia  los  de  la  ciudad  un  poco  seguros,  arremetie- 
ron los  turcos  de  las  estacadas  y  dieron  un  gran 
combate,  en  que  muchos  de  ellos  entraron  por  cima 
de  los  muros  derribados  é  pasaron  las  cavas,  é  en- 
traron en  la  dudad ;  é  no  plugo  á  nuestro  Señor  que 
la  tomasen;  é  los  christianos  que  eran  en  la  ciudad 
se  esforsaron  mucho  con  su  Maestre  é  capitanes 
dando  grandes  voces  diciendo  Jesuohristo,  y  Santa 
María,  y  San  Juan ,  y  á  ellos,  y  pelearon  esforzada- 
mente dentro  en  la  ciudad  con  ellos,  en  qoe  de  en- 
trambas partes  murieron  muchos,  y  el  Maestre  y 
los  christianos  con  la  ajuda  de  Dios  se  esforzaron, 
y  pelearon  de  tal  manera  que  vencieron  á  los  tur- 
cos, é  los  turcos  volvieron  las  espaldas  á  f uir,  é  fue- 
ron de  ellos  allí  muchos  muertos ,  é  quedaron  las 
cavas  llenas  de  ellos  donde  fueron  ahogados  infini- 
tos de  ellos,  é  otros  muchos  fueron  despefiados  de 
los  muros  ó  bajo ,  de  manera  que  la  ciudad  quedó 
deliberada  y  los  christianos  vencedores,  é  siguieron 
el  alcance ,  donde  ovieron  infinitos  despojos,  é  ri- 
quezas de  artillería,  é  armas,  é  ropss ,  é  otras  cosas 
de  prisioneros  que  allí  tomaron.  E  los  turcos  ansí 
yenoidos,  metiéronse  en  las  fustas  é  navios  fuyen- 
do,é  dejaron  las  estacas  é  todo  lo  que  en  ellas  te- 
nian  en  el  cerco,  y  confesaban  algunos  turcos  que 
vieron  en  aquella  pelea  un  caballero  muy  teme- 
roso armado  de  blanco,  el  qual  los  detruia,  é  decían 
que  era  San  Juan,  glorioso  Apóstol,  de  cuya  Orden 
es  aquella  ciudad,  que  la  vino  é  defender,  porque 
aquel  dia  milagrosamente  fué  defendida,  pues  tanta 
muchedumbre  de  turcos  la  entraron.  E  desque  los 


turcos  vieron  aquel  desbarato,  alzaron  velas,  é  fot* 
ronse  por  la  mar.  Quedó  el  Maestre  de  Rodas,  he- 
rido do  tres  heridss  de  las  quales  escapó.  Kl  arma- 
dm  de  ellos  no  volvió  en  Oonstantinopla,  mas  antes 
un  Bajá,  Capitán  mayor  de  ella  oon  deq>eoho  del 
desbarato  de  Bodas,  vino  en  las  partes  de  Calabria 
que  es  en  el  Beyno  de  Ñápeles,  que  se  llama  la  gran 
Sicilia,  y  destruyó  muchos  lugares,  y  hizo  muchos 
dafios  y  males  en  aquela  tierra ,  y  cercó  á  Otranto, 
que  es  ciudad  del  Duque  de  Calabria,  é  combatióla 
noches  y  dias  donde  los  de  la  ciudad  por  se  defen- 
der mataron  muchos  turcos,  é  los  turcos  la  entra- 
ron por  fuerza  de  armas,  é  metieron  á  espada  la 
mayor  parte  de  los  christianos  que  en  ella  habia ;  é 
después  de  apoderado  en  la  ciudad  é  fortlileza 
mató  á  todos  los  clérigos  que  halló,  é  fizo  aserrar 
por  medio  al  Obispo  de  Otranto,  é  fizo  matar  mil  y 
quatrooientos  hombres  atados  oon  sogas,  é  robaron 
la  ciudad,  y  enviaron  la  presa  á  Oonstantinopla 
donde  del  gran  Turco  habían  sido  enviados ;  é  aquel 
Bajá,  é  los  otros  ordenaron  de  dejar  gente  para  de- 
fender la  ciudad,  é  dejaron  en  ella  cinco  mil  tur- 
cos y  hombres  de  pelea  con  todas  las  cosas  que 
eran  menester,  é  con  mucha  artilleria  é  fuéronse  en 
Oonstantinopla*,  y  ansí  Otranto  quedó  con  los  tur- 
cos por  suya. 

Horrible  plaga  fué  el  perdimiento  de  OtrantO| 
que  quando  los  perros  de  los  turcos  entraron  en 
aquella  Provincia  sabían  que  no  habia  gente  de 
socorro,  y  por  eso  se  pusieron  en  cerco  de  Otranto, 
por  que  el  Dnque  de  Calabria,  Sefior  de  aquella 
tierra ,  estaba  de  ahí  ciento  y  oinqfienta  leguas  en 
Toscana,  é  el  Rey  de  Ñápeles  su  padre,  tenían  guer- 
ra con  Florencia ,  que  eran  padre  é  fijo,  é  el  Dnque 
estaba  en  Sena  con  la  gente  de  ambos  que  eran  va- 
ledores de  los  Seneses ;  é  el  Bey  de  Ñápeles  estaba 
en  Ñapóles  que  son  ciento  de  Otranto ,  é  no  tenia 
gente  de  armes  oon  que  socorrer ;  é  así  ovieron  lu- 
gar de  facer  el  estrago  que  ficieron.  Después  de 
esto  el  Duque  de  Calabria  vino  con  gran  gente  de 
guerra,  é  puso  cerco  sobre  Otranto,  y  estando  en  el 
cerco  invocó  ayuda  del  Bey  Don  Femando  de  Casti- 
lla su  primo,  y  del  Bey  de  Portugal,  temiendo  que 
habrian  los  cercados  socorros  de  los  turóos  ¡  y  fae- 
ron  de  Castilla  veinte  y  dos  naos  de  gente  de  socor- 
ro, y  Don  Francisco  Enriques,  hermano  del  Adelan- 
tado, por  Capitán,  y  el  Obispo  de  Ebora  Don  Gar- 
cía de  Meneses,  y  no  llegaron  sino  hssta  NápoleS| 
que  ya  él  habia  tomado  á  Otranto.  El  Duque  de  Ca« 
labria  desque  puso  el  cerco ,  dióle  muchos  oomba- 
tes,  é  mucha  priesa ,  é  viendo  que  no  se  podian  te- 
ner, é  temiendo  el  perdimiento ,  un  Capitán  de  los 
cercados  llamado  Damasquino,  habiendo  ya  seis 
meses  que  estaban  cercados,  fizo  un  partido  que  lo 
salvasen  á  él  y  á  doscientos  hombres  de  su  oaplta* 
nía,  é  que  daria  á  todos  los  otros  cautivos  á  meioed 
del  Doque ;  el  Duque  ooncedió  el  partido,  é  salvó 
al  capitán  é  los  doBoientos  hombres  é  tomó  todos  los 
otros  cautivos,  en  que  tomó  dos  mil  y  quinientos 
hombres  ó  poco  mas  ó  menos ,  que  todos  los  otros 
eran  muertos  de  pestilencia  que  les  habla  dado,  4 


..  -<   •• 


DON  FBBNANDO 

de  los  combates  del  oeroo ;  é  el  Daque  de  Galabria 
tomó  la  ciudad,  é  la  fortaleza,  6  vendió  todos  aque- 
llos, é  ovo  allí  todo  el  despojo  de  los  turcos,  ó  oro, 
é  plata,  é  joyas,  ó  caballos,  é  armas,  6  de  aquellos 
cautivos  muchos  echó  en  las  galeras,  é  dio  de  ellos 
á  sus  vasallos,  é  dejó  para  si  doscientos  y  quarenta 
hombres  turcos,  que  eran  de  rescate,  que  llevó  á  la 
iglesia  de  Isea,  que  es  dles  y  ocho  millas  de  Ñápe- 
les;  y  así  el  Duque, de  Calabria  el  Gracho  cobró  á 
Otranto,  é  fiao  coger  y  enterrar  los  güesos  de  los 
christianos  que  los  fieros  turcos  habían  devorado 
en  el  campo,  é  fizólos  sepultar  en  el  monasterio  de 
San  Francisco,  que  los  turcos  habían  derribado.  Oto 
allí  el  Duque  de  Galabria  tal  artillería  que  los  tur. 
eos  habían  dejado  pensando  poseer  é  tener  á  Otran- 
to, la  qual  si  mediante  este  tiempo  el  gran  Turco  no 
muriera,  socorriera,  é  porfiaban  i  tener  que  le  daban 
los  turcos  por  ella  ducientos  mil  ducados;  la  qual 
el  Duque  fiso  llevar  á  una  ciudad  que  se  llama 
Leche. 

Después  de  esto  en  el  mes  de  Mayo,  el  tercero  día 
del  dicho  mes,  día  de  Santa  Grus  afio  de  1481  mu- 
rió é  deecindió  al  infierno  el  gran  Turco  Empera- 
dor de  Gonstantínopla,  llamado  Mahometo  Otoma- 
no, que  mas  de  treinta  afios  había  hecho  la  guerra 
muy  cruelmente  á  los  christianos  de  Grecia  y  sus 
comarcas,  y  ganó  de  ellos  muchas  tierras  é  ciuda- 
des, é  villas ,  é  lugares,  é  ganó  la  ciudad  de  Gons- 
tantínopla, é  dio  muerte  á  el  Emperador,  en  el  afio 
del  Señor  de  1455  años.  Este  era  el  Emperador  de 
Grecia,  y  de  aquí  desfalleció  el  imperio  de  Grecia, 
ó  no  ovo  mas  Emperador  fasta  ahora,  salvo  el  Tur- 
co loes. 

En  aquel  propio  afio  que  murió  el  Turco  viejo 
Mahometo  Otomano ,  grande  escándalo  se  levantó 
en  Gonstantínopla  con  dos  fijos  que  dejó ;  el  pue- 
blo quería  por  su  Emperador  y  Sefior  al  mayor  lla« 
mado  Bayaceto,  fijo  mayor  del  gran  Turco ;  é  los 
barones,  é  caballeros  de  la  casa  del  gran  Turco, 
querían  al  mas  chico,  que  nació  después  del  otro, 
por  su  Emperador  y  Sefior  llamado  Sizimo,  y  so- 
bre esto  pelearon  y  venció  la  parcialidad  del  mayor 
al  menor,  y  el  mayor  fué  levantado  por  Emperador 
en  el  sexto  calendas  de  Julio  del  dicho  afio,  y  Sizi- 
mo, como  se  viese  vencido  fuese  en  Siria,  cuidando 
tomar  por  allá  el  Imperio  y  la  tierra  que  su  padre 
dejó,  y  tomó  á  Prusa,  y  su  hermano  fué  contra  él 
con  gran  hueste,  y  corriólo  de  allá  y  echólo  de  la 
tíerra,  y  tomó  y  sefioreó  todo  el  imperio  de  su  pa- 
dre, y  el  vencido  Sisimo  se  vino  á  Bodas,  y  dende 
en  Boma  donde  fué  detenido  fasta  que  murió. 

OAPÍTÜLO  XLVL 

Como  «I  Rey  7  la  Reyaa  taeroa  A  ? liitar  fui  reysot  de  Angón, 
7  del  presento  que  les  dieron  los  Jndlos  do  Zaragon. 

En  el  dicho  afio  de  1481  fueron  el  Bey  Don  Fer- 
nando é  la  Beina  Dofia  Isabel  con  toda  su  corte  á 
Aragón,  Oatalulla  y  Valencia,  á  ser  recibidos  por 
Beyes  é  Sefiores  de  la  tíerra,  Ó  á  tomar  posesión  de 
aquellos  Beynos  é  Gondado  de  Barcelona,  é  apo-  I 


É  DOÑA  ISABEL.  t03 

deráronse  de  todo ;  donde  les  hicieron  muy  solem* 
nes  recibimientos,  é  dieron  muy  grandes  presentes 
é  dádivas,  asi  los  Gonsejos  de  las  ciudades,  como  los 
caballeros  é  mercaderes,  é  los  judíos,  é  los  moros 
sus  vasaUos,  lo  qual  no  es  necesario  escribir  que  se- 
ría muy  prolijo,  empero  quiero  decir  del  presente 
de  los  [judíos  de  Zaragoaa ,  porque  fué  muy  gran 
concierto  é  en  número  de  doce. 

En  Zaragoza  les  presentaron  los  judíos  é  Gabildo 
de  ellos  en  número  de  doce  por  muy  singular  ór* 
den,  lo  qual  fué  doce  terneras,  doce  cameros,  to- 
dos emparamentados,  y  en  pos  de  esto  una  singular 
vajilla  de  plata  que  llevaban  doce  judíos  por  sus 
piezas  de  platos  é  escudillas ;  é  uno  de  ellos  llevaba 
encima  de  el  plato  una  rica  copa  llena  de  castella- 
nos ;é  otro  llevaba  encima  de  otro  plato  un  jarro 
de  plata ;  el  Bey  é  la  Beina,  puestos  donde  lo  vie- 
ron todo,  lo  mandaron  recibir  é  recibieron ,  é  se  lo 
tuvieron  en  muy  gran  servicio,  é  les  dieron  por 
ello  muchas  gracias  é  se  lo  agradecieron  mucho. 
Visitaron  primero  el  Beyno  de  Aragón,  y  dende 
fueron  á  Barcelona,  y  visitaron  el  Gondado  de  Ga- 
talufia ;  y  á  la  postre  vinieron  á  Valencia,  donde  en 
todas  estas  partee  les  hicieron  muy  grandes  y  so- 
lemnes recibimientos ,  y  les  dieron  muy  grandes 
dones  y  presentes. 

GAPÍTÜLO  XLVIL 

Como  easd  el  DeiBn  de  Franela  con  Margarita,  flja  do  Vaxfnilano 
Dnqne  do  Anstrla,  Re7  de  Romanos,  siendo  nlllos. 

En  el  dicho  afio  de  1481  fueron  concertados  el 
Bey  Luis  de  Francia  é  Maximiano,  Duque  de  Aus- 
tria, Bey  de  los  Bomanos,  fijo  del  Emperador  Fede- 
ricus,  tercio  nieto  del  Bey  Duarte  de  Portugal,  yer- 
no dül  Gran  Duque  Garlos  de  Borgofia,  Gonde  de 
Flándes,  y  por  evitar  algunos  escándalos  é  guerras 
que  entre  ellos  se  esperaban  por  algunas  causas  de 
sus  Beinos  é  Provincias,  casaron  al  Delfin  de  Fran- 
cia Garlos,  fijo  del  dicho  Bey  Luis,  con  Margarita, 
fija  del  dicho  Haximiano  é  Dofia  María,  su  mu- 
jer, difunta,  fija  del  dicho  Garlos  Duque  de  Borgo- 
fia é  Gonde  de  Flándes,  difunto,  siendo  él  de  poca 
edad,  de  nueve  afios,  y  especialmente  Margarita 
de  quatro  afios.  E  fecho  el  concierto  é  casamiento  é 
desposorio,  el  Bey  de  Francia  mandó  á  su  fijo  so 
pena  de  su  maldición,  que  otra  mujer  no  tomase,  é 
dióla  en  guarda  é  cargo  al  Parlamento  é  Gonsejo 
de  París,  para  que  la  criasen.  Ga  luego  que  fué  he- 
cho el  concierto  se  la  entregó  su  padre ,  y  fue  lla- 
mada mientras  el  Bey  Luis  vivió  Princesa  ó  Delfi- 
na,  de  Francia ;  y  esto  hecho,  dende  á  quatro  meses, 
cerca  de  San  Juan  de  Junio,  murió  el  Bey  Luis  de 
Francia ;  y  el  Parlamento  ovo  cuidado,  é  los  Gaba- 
lleros  de  Francia  de  criar  los  jóvenes  desposados; 
llamaban  á  la  Margarita  Beyna  de  Francia,  también 
como  al  deÍBposado,  que  como  murió  el  Padre  le  ti- 
tularon Bey  de  Francia.  Estuvo  el  Beyno  de  Francia 
en  tutela  del  Parlamento  é  caballeros  gran  tiempo 
esperando  la  edad  del  Bey  fasta  que  fuese  para  lo 
regiri  el  qual  no  salló  dispuesto  quanto  fuera  me- 


«04 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  tm  OASTILLA; 


nettor,  <  no  le  oflaron  dar  U  gobernación  del  Reyno^ 
fasto  que  pasaron  aun  mas  tiempo  de  ló  que  el  de* 
recho  permitía;  6  desquo  le  dieron  la  gobernación, 
eomensó  á  favorecer  deaconciertoe,  y  no  qaiao  eetar 
por  el  oaBamienio  de  Margarito,  qne  su  padre  iiabia 
fecho  ó  le  habia  mandado  afirmar  y  hacer  deaqae 
foeae  de  edad,  y  todaa  loa  ooaaa  se  le  hicieron  mal, 
y  yíyíó  poco,  como  adelante  se  dirá. 

CAPÍTULO  XLVni. 
De  como  st  eearaui  U  gnern  entre  loi  ebristtaaoi  é  los  moroi. 

En  este  afio  de  1481  en  el  de  Octubre,  comenaó 
el  Marquéa  de  Cáliz  á  facer  públicamente  la  guerra 
á  loe  moros,  é  sacó  su  hueete,  ó  amaneció  una  ma- 
fiana  sobre  ViUaluenga,  é  quemóla,  ó  corrió  los  lu- 
garea  de  la  Sierra,  é  corrió  á  Ronda,  é  durmió  sobre 
ella,  ó  derribóles  la  torre  de  Mercadillo,  ó  fizóles 
muchos  dallos ,  ó  volvióse  con  su  honra  ó  cabalga- 
da, ó  dcude  en  adelante  ñzo  otras  muchas  entradas, 
é  se  siguió  la  guerra  entre  christianos  ó  moros  en 
toda  la  frontera, 

CAPÍTULO  XLIX. 

De  COBO  falleeió  el  Rey  Don  Alonso  de  PortngtU 

En  el  dicho  afio  de  1481  falleció  el  muy  noble 
.Rey  Don  Alonso  de  Portugal,  en  un  lugar  que  lla- 
man Santorem,  y  su  cuerpo  fué  llevado  á  enterrar 
á  Santo  María  de  la  Batalla,  al  enterramiento  de  sus 
antecesores  que  ende  está,  donde  fué  sepultodo  con 
las  honras  y  obsequias  según  4  su  Real  estado  con- 
venia. Falleció  siendo  de  cinqüenta  afios;  nació  el 
afio  de  1432  á  15  dias  del  mes  de  Enero ,  é  falleció 
en  dicho  afio  en  el  mes  de  Agosto,  Fué  muy  amado 
y  querido  en  su  reino  de  Portugal ,  por  sus  muchas 
virtudes,  y  bondades  que  en  él  habia,  ora  muy  do- 
voto,  é  christianísimo,  é  sabio,  é  cuerdo,  é  franco,  é 
halló  la  mina  do  oro.  Él  ganó  á  los  moros  á  Tánjer 
é  Arciia,  con  que  se  acompafiaron  Alcázar  y  Ceuto, 
que  él  tenia  allende.  Fué  luego  después  de  la  publi- 
cación de  su  muerte,  fama  pública  en  todo  Portu- 
gal, que  el  Rey  Don  Alonso  no  era  muerto,  por 
quanto  no  fué  cnsefiado  después  do  difunto,  como 
si  fuera  Ó  debiera  ser  ensefiado ;  nin  ovo  persona 
que  diese  fé,  que  lo  vido  morir ;  nin  ovo  persona 
que  adornase  su  cuerpo  para  la  sepultura,  nin  se 
pudo  saber  quién  lo  adornó,  como  suelen  facer  á  los 
Reyes  cuando  mueren ;  é  toda  su  fin  fué  tan  secreta, 
que  lo  que  fué  no  lo  supo  sino  el  Príncipe  y  el  Roy 
Don  Juan  su  fijo ;  é  muy  pocos  de  su  secreto,  é  por 
eso  dijeron,  é  fué  pública  fama  que  como  él  habia 
sido  muy  buen  Rey  y  temeroso  do  Dios  é  do  su 
conciencia,  é  caritativo,  é  devoto,  é  de  virtud ,  qne 
aun  se  hablaba  do  él  qne  adonde  ponia  sus  manos 
en  el  nombre  de  Jesuchristo  sanar  los  enfermos  es- 
pecialmente los  lamparones,  é  iban  á  él  desde  muy 
lejas  tierras,  é  que  teniendo  su  conciencia,  conside- 
ró é  pensó  en  los  muy  grandes  dafios  é  muertes  de 
gentes,  é  robos,  é  hurtos,  ó  despojos,  ó  traiciones,  é 
disfames  de  mujeres  •  é  perdimientos  de  gentes  é 


pueblos  que  por  sn  causa  hablan  snoedidOi  é  seha^ 
bian  fecho  é  recrecido  por  haber  entrado  en  Caati« 
Ha  á  reynar.  B  eso  mismo  consideró  la  necesidad 
grande  en  que  habia  puesto  su  reyno  de  Portogal. 
Ca  habia  echado  y  oojido  en  el  tiempo  de  la  guerm 
á  sus  vasallos  todos  muy  grandes  pechos,  ó  derra* 
mas  é  prestidos  que  habia  tomado  la  plata  y  oro  de 
las  iglesias  y  monastorios  de  sus  reynos  prestoda ,  y 
aun  estoba  por  pagar  mucho  de  ello ;  é  de  como  lo 
habia  todo  gastado  muy  mal  gastado  en  la  deman- 
da de  Castilla,  sin  facer  cosa  alguna  en  lo  que  pen- 
só;  y  así  mesmo  consideró  las  siniestras  desdichas 
y  Afrentas  que  habia  recibido  en  la  dicha  demanda, 
ansí  en  los  suyos  como  en  su  persona ;  é  queriendo 
dello  facer  penitonoia  le  pesó  mucho  de  todo  lo  pa- 
sado, é  que  atribuyó  todo  el  pecado  é  cargo  á  sí  mes- 
mo é  no  á  otro,  é  consideró  que  todo  le  habia  venido 
así  por  su  pecado  é  que  todo  cargaba  sobre  su  áni- 
ma, é  vido  ser  imposible  salvarse  sin  hacer  gran 
penitonoia,  é  por  esto  después  de  ordenar  su  ánima 
se  fué  pelegrinando  á  Jerusalen.  Otros  dijeron  qno 
se  metió  fraile,  é  se  fué  á  visitor  los  Lugares  San- 
tos de  Santiago  é  Roma.  Esto  fué  la  común  opinión, 
é  tonto  se  publicó  que  mandaron  pregonar  y  defen- 
derlo, y  que  el  que  tal  dijese  que  muriese  por  ello; 
como  quiera  que  sea.  Dios  le  quiera  perdonar  por 
su  gran  misericordia,  y  á  nosotros  también.  Esto  no- 
ble Rey,  aunque  casó  con  su  sobrina  ya  dicha,  hija 
de  la  Reyna  Dofia  Juana,  mujer  del  Rey  Don  Enri- 
que de  Castilla,  fué  fama  pública  que  no  quiso  ha-  . 
ber  aceso  á  ella,  antos  la  guardó  mucho,  é  como  asen-  / 
tó  las  paces  con  Castilla  la  fizo  motor  en  un  monas- 
terio de  monjas  en  Santorem  con  cierto  rento  para 
su  mantenimiento  é  provisión,  é  con  mucha  guarda 
la  qual  estuvo  allí  basto  el  comienzo  del  afio  1506, 
que  el  Rey  Don  Manuel  la  mandó  sacar  y  llevar  á 
Lisboa,  é siempre  la  llamaron  en  Portugal  la  ea»a- 
httUSáiora, 

CAPÍTULO  L. 
Como  reinó  s«  fljo  el  Rey  D.  Joan  de  Portngal. 

El  Rey  Don  Juan  de  Portugal  comenzó  de  rey« 
nar  en  el  Portugal  afio  de  1481,  después  de  la  muer- 
te del  Rey  Don  Alonso  su  padre,  en  el  mes  de  Agos- 
to del  dicho  afio,  é  reinó  catorce  afios.  En  el  co- 
mienzo de  su  reinado  ovo  diferencias  é  turbaciones 
entre  él  é  algunos  Grandes  do  Portugal  el  afio  de 
1483  después  de  las  entregas  desfechas  é  venida  en 
Castilla  la  Infanta,  é  el  Duque  de  Viseo  á  Portugal 
y  el  Príncipe  de  Portugal  llevado  é  Ébora,  estando 
seguro  el  Duque  de  Braganza,  que  era  casado  oon 
hermana  de  la  Royna,  en  la  Ciudad  de  Ébora,  el  Rey 
lo  mandó  prender,  el  qual  fué  preso  Jueves  dia  del  ^ 
Corpus  Chrísti ,  á  29  dias  dol  mes  de  Mayo ,  é  fizo 
proceso  contra  él  é  fué  degollado  por  su  mandado 
desde  á  quince  dias  Viernes,  é  de  esto  fué  grande 
espanto  en  los  caballeros  do  Portugal  ¡  y  el  Condes- 
table su  hermano  dol  dicho  Duque  huyó  en  CastillSi 
é  otros  algunos ;  el  Rey  tomó  é  fisco  toda  la  hacien- 
da del  Duque  para  sí  é  disimuló  el  Rey  por  estonce^ 


'    tK)K  FteBNÁKDO 

fin  el  aflo  de  1484  en  el  mea  de  Agosto  en  Setabal, 
estando  el  Bey  en  en  JPalaoio  entraron  á  él  eegnroB 
nna  noche,  el  Duqne  de  Viseo ,  su  primo^  hermano 
de  la  Beyna,  Don  Diego,  é  el  Obispo  de  Ébora ;  y  el 
Bey  tenia  ya  concertado  de  los  matar ,  é  asi  como 
entraron  dio  de  pofialadas  al  Dnqne  y  matólo,  é  fizó- 
lo echar  por  nna  ventana  abajo  sobre  nn  tejado  qne 
era  en  lo  alto  de  la  sala,  é  prendió  á  el  Obispo  é  fi- 
Bolo  echar  en  nna  cisterna  donde  estuvo  fasta  qne 
mnrió.  B  esto  fecho,  fnyeron  con  temor  mnohos  ca- 
balleros de  Portugal  é  vinieron  en  Castilla,  especial- 
mente el  Oonde  de  Faro,  é  Femando  de  SUveyra ;  é 
Don  Alvaro  hermano  del  Dnqne  de  Bragansa  ya  es- 
taba en  Castilla,  ca  dis  qne  como  oyó,  6  entreoyó 
qne  hadan  los  caballeros  monipodioil  contra  el  Bey, 
él  por  no  entender  en  ello  Inego  se  vino  á  Castilla 
antes  de  la  muerte  del  Duqne  su  hermano ;  y  el  Bey 
tomó  todas  sus  haciendas  á  los  ausentados,  é  las  fis- 
co para  sL  E  deepues  prendió  é  degolló  á  Don  Fer- 
nando de  Meneses  hermano  del  Obispo  de  Ébora, 
dos  fijos  del  susodicho ,  y  desqnartisaron  á  él  uno  ¡ 
é  fiso  degollar  á  Pedro  de  Alburquerque,  é  á  otros. 
E  esto  diz  que  fizo  el  Bey  porque  falló  que  los  di- 
chos caballeros  le  ordenaban  la  traición,  é  tenían 
concertado  de  matar  é  él,  é  á  sn  fijo,  é  alzar  por  Bey 
de  Portugal  al  dicho  Don  Diego  Duque  de  Viseo, 
hermano  dé  la  Beyna,  fijo  del  Infante  Don  Feman- 
do, hermano  del  Bey  Don  Alfonso,  Este  Bey  Don 
Juan  era  hombre  discreto,  esforzado,  feroz,  é  agudo, 

*  sospechoso,  deseoso  de  saber  cosas  nuevas,  traia 
comunmente  muchas  carabelas  á  descubrir  por  el 
mundo ;  las  primeras  carabelas  que  fueron  é  descu- 
brieron la  especería  Calecud  en  Indias  al  Levanto, 
é  las  envió,  ó  después  de  su  muerte  vinieron  on 
Portugal,  reynando  el  Bey  D.  Manuel.  Este  Bey  Don 
Juan  desde  que  por  sus  manos  mató  ásu  cufiado,  co- 
mo he  dicho,  nunca  mas  se  aseguró  ni  tuvo  segura 
la  vida,  porque  era  hermano  de  su  mujer  y  do  su 
sangre  Beal ;  y  era  viva  sn  madre  Dofia  Phelipa 
suegra  del  Bey,  á  la  qual  dio  mal  trago.  Dio  luego 
á  Don  Manuel  á  Viseo,  é  todo  lo  que  sn  hermano 
tenia,  é  rezóle  que  tuviese  manera  de  le  ser  leaL 

CAPÍTULO  LL 

Gomo  totsaroa  loi  moroi  i  Zaban,  é  la  tuTleros. 

fin  el  segundo  día  de  Navidad  en  fin  del  dicho 
afio  dé  1481  escalaron  los  moros  á  Zahara,  ó  toma- 
ron la  fortaleza  é  la  villa  con  toda  la  gente,  é 
quanto  en  ella  había ;  é  se  perdieron  entre  muertas 
é  cautivas,  chicas  é  grandes  que  ovieron  los  moros 
ciento  é  sesenta  personas  christianas,  que  no  se  sal- 
varon ,  salvo  algunos  homblres  que  saltaron  por  los 
ádarbes)  é  la  Villa  así  tomada^  tuviéronla  y  defen- 
diéronla cerca  de  dos  años,  fasta  que  se  la  tomó  é 
ganó  el  Marqués  de  Cáliz;  é  de  muchas  veces  que 
por  allí  entraron  mientras  la  tuvieron  á  oótrer  tier- 
ra de  christianos  siempre  les  fué  mal  á  los  moros,  é 
volvieron  vencidos  é  desbaratados.  Perdióse  por 

•  mal  recaudo  de  los  que  la  rejían,  por  no  estar  apér- 
f  ibidop  de  guerra  los  yecinos  de  ella  que  la  tenían 


¿DÓÍfA  iSAfelíti./  60S 

por  el  Mariscal  mozo,  fijo  del  Maríscil  Fernán  Dt^ 
risa  de  Saavedra,  defunto  suso  dicho. 

CAPÍTULO  LU. 

Como  tomó  el  Harqnés  de  Cidií  A  Albama  de  los  moroi  é  come 
é  quien  foé  con  él  y  en  qsé  tiempo. 

En  Jueves  postrero  dia  del  mes  de  Febrero,  alko 
del  nacimiento  de  Nuestro  Bedemptor  Jesuohristo 
de  1482  afios,  tomó  la  villa  de  Alhama  el  famoso  y 
muy  esforzado  caballero  Don  Bodrígo  Ponoe  de  León, 
Marqués  de  Cáliz,  Conde  de  Arcos,  8efior  de  la  viUa 
de  Marchena  á  los  moros  con  la  gente  del  Andalucia, 
é  fué  de  esta  manera.  Había  nn  sagaz  hombre  es- 
calador que  llamaban  Ortega  de  Prado  y  de  noche 
andaba  escuchando  donde  se  velaban  bien  ó  mal 
los  moros  ;.y  supo  tanto  de  Alhama,  que  con  ayuda 
de  Dios  se  atrevió  de  escalar,  é  fizólo  saber  al  Bey 
Don  Femando,  estando  el  Bey  en  Castilla  la  Viqa, 
é  el  Bey  cometió  el  caso  con  gran  secreto  de  ello  al 
Marqués  susodicho,  confiando  de  su  notable  esfuer- 
zo é  liberalidad ;  el  qual  tomó  la  empresa  á  su  cargo, 
é  sacó  su  hueste,  é  llevó  consigo  á  Diego  de  Merlo 
Asistente  de  Sevilla,  con  la  gente  de  Sevilla,  é  á  Juan 
de  Bobles,  Corregidor  de^Jerez,  y  al  Adelantado  del 
Andalucía  Don  Fadrique ;  é  llevó  consigo  todos  los 
Alcaydes  de  su  tierra,  é  otros  Alcaydes  de  esta  fron- 
tera, en  que  allegó  dos  mil  y  quinientos  dea  caballo 
é  tres  mil  peones.  T  el  Conde  de  Miranda  que  se  halló 
entonces  negociando  en  esta  tierra  ahorrado,  se  fué 
con  ellos ;  é  no  sabia  ninguno  donde  iba  sino  el 
Marqués,  é  Diego  de  Merlo,  é  el  Adelantado ;  é  de- 
jaron aporcebida  toda  la  tierra,  é  partieron  de  Mar- 
chena á  la  vía  de  Antequora,  é  desque  allegaron  al 
Bio  de  las  Teguas  dejaron  ende  el  fardaje,  é  fue* 
ron  sobro  Alhama  Miércoles  noche,  é  dos  horas  an- 
tfM  que  amaneciese  otro  dia  Jueves,  el  Marqués  lle- 
gó cerca  de  Alhama;  é  envió  delante  á  Martin  Qa- 
lindo.  Comendador  de  la  Beyna,  Alcayde  que  era 
estonce  de  Marchena,  é  con  él  otros  Alcaydes  y  es- 
cuderos de  los  mas  esforzados  de  quien  él  confiaba 
que  por  la  honra  hablan  de  osar  morir,  antes  que 
recibir  mengua;  é  fueron  con  el  escalador  Ortega 
de  Prado,  número  de  fasta  de  treinta  hombres ;  é 
echaron  las  escalas  perla  fortaleza  por  donde  man* 
dó  el  Escalador,  é  plugo  á  nuestro  Sefior  que  no  fue- 
ron sentidos,  é  el  primer  hombre  que  subió  en  pos 
del  escalador  fué  Martin  Galindo,  é  el  segundo  Juan 
de  Toledo  su  criado,  é  el  tercero  también  su  criado 
Estremera ;  é  luego  el  Alcayde  de  Archidona,  é  lue- 
go los  otros  Alcaydes,  los  qualcs  montaron,  é  mata- 
ron las  velas,  é  alcaydes,  é  tomaron  la  fortaleza ;  é 
Aciéronlo  saber  al  Marqués  que  estaba  ahí  cerca  en 
la  celada  con  la  gente,  el  qual,  como  lo  supo,  fizo 
tocarlas  trompetas  é  atabales  é  la  gente  dieron  gri- 
ta y  allegaron  cerca  de  la  villa  é  descansaron,  é  die- 
ron cebada,  é  almorzaron ;  é  los  moros  trabaron  pe- 
lea con  los  christianos  que  habían  escalado  la  for- 
taleza ;  é  algunos  de  aquellos  que  habían  escalado 
descendieron  dentro  é  lo  llano,  por  echar  de  allí  á 
npoB  moros  que  lea  tiraban  saetas,  é  trabaron  pe^ 


éiÁ 


ÓRÓNIOAS  DB  im  BÍBTBS  DI  OÁBÍítLtL 


lea.  Murieion  alli  dos  áloaydM  honrados,  los  quales 
eran  Nioolis  de  Bojas,  Alcayde  de  Arooa ,  é  Sancho 
de  Avila,  Alcayde  de  Oarmona.  E  deeqne  la  gente  faé 
deecanaada  el  Marqnés  fiso  apregonar  combate  es- 
cala franca  é  In^o  oradaron  el  mnro  por  un  cabo^ 
é  diéronle  combate  por  mochas  partes  é  entráronles 
por  faeiza ;  é  desqne  entraron  pelearon  dentro  en 
la  TÜla  con  los  moros  por  las  calles ,  qne  se  les  te- 
nían muy  inertemente,  é  ficieron  en  ellos  mny  grande 
estrago  metiendo  á  espada  todos  los  Tarónos,  é  to- 
maron la  Tilla  é  todas  las  personas  qne  ende  habla 
hombres  é  mujeres  chicos  é  grandes  qne  no  escapó 
ninguno,  salvo  algunos  hombres  qne  fueron  fnyen- 
do  i  la  Tuelta  por  la  mina  ó  por  otras  partes,  ó  allí  se 
tuTieron  ciertos  moros  con  sus  mujeres  é  jente  me- 
nuda en  una  Alhima,  que  no  les  pudieron  entrar 
fasta  el  tercero  dia  que  se  dieron.  B  en  lo  que  se 
pudo  saber  murieron  allí  ochocientos  moros  varo- 
nes dejando  algunas  moras  que  murieron  también 
á  las  Tueltas.  Fueron  presos  cautivos  tres  mil  áni- 
mas, poco  mas  ó  menos,  entre  chicos  y  grandes ;  la 
villa  era  de  seiscientos  vecinos.  Ansi  fué  tomada  la 
villa  de  Alhama,  que  era  lamas  rica  piesa  de  su  ta^ 
maño  que  habla  en  tierra  de  moros.  Ovieron  en  ella 
el  Marqués,  é  todos  los  que  con  él  fueron  infinitas 
ríquesas  de  oro  y  plata  y  aljófar  é  sedas  é  ropas  de 
seda  de  Zanaham  é  tafetán,  é  alhajas  de  muchas 
maneras,  é  caballos  é  acémilas,  é  infinito  trigo  é  ce- 
bada, é  aceite,  é  miel,  é  almendras,  é  mnohas  ropas 
de  finos  pafios,  é  de  arrece  de  casas.  Deliberaron 
ende  todos  los  christianos  que  habia  en  ella  cauti- 
vos, que  hallaron  en  una  maimorra,  é  hicieron  jus- 
ticia de  un  tomadiao  que  alli  tomaron.  Elche,  traidor 
renegado  que  habia  bocho  muchos  males,  entrando 
á  tierra  de  christianos,  como  sabia  la  tierra  de 
cuando  él  era  christiano.  La  villa  tomada,  pusieron 
sus  guardas  é  todo  á  buen  recaudo ;  é  estubieron  alli 
holgando  Viernes,  é  Sábado,  é  Domingo  é  Lunes,  é 
fasta  qne  el  Martes  que  vino  sobre  ellos  el  Rey  Mu- 
ley  Hacen  de  Granada,  con  cinco  mil  y  qninientos 
de  á  caballo,  y  ochenta  mil  peones  á  cercallos,  é  aún 
el  fardaje  del  Marqués  no  era  llegado,  que  habia 
estado  detenido  en  el  camino  esperando  jente  de 
á  caballo  para  entrar,  é  en  tanto  vino  el  sefior  Don 
Alonso  de  Agnilar  con  su  jente  de  á  pié  é  de  á  ca- 
ballo é  tomó  el  fardaje  para  llevarlo  é  meterlo  en 
Alhama.  E  visto  por  el  Marqués,  el  dicho  Martes  de 
maftana,  como  los  moros  les  venían  á  poner  cerco, 
é  sabia  qne  ese  dia  habia  de  llegar  Don  Alonso  con 
el  fardaje  é  repuesto,  envióle  á  decir  á  ufia  de  caba- 
llo que  se  volviese  presto  que  ya  no  era  tiempo  que 
en  Alhan^  pudiese  entrar,  porque  el  Bey  de  Gra- 
nada era  venido  á  los  cercar,  el  qual,  viendo  el  men- 
sajero dio  vuelta  con  el  fardaje,  é  anduvieron  toda 
aquella  noche  hécia  Anteqnera ;  y  el  Bey  de  Gra- 
nada supo  la  nueva  de  aquella  gente  é  fardaje  como 
iban,  é  como  daban  la  vuelta ,  é  abajo  Miércoles  de 
mañana  con  todo  su  Beal  en  pos  de  ellos  y  no  los 
pndieron  alcansar  á  causa  que  no  curaron  mucho 
de  los  seguir  é  volviéronse  los  moros  é  asentaron 
pu  Beal  é  Don  Alonso  de  Agnilar  se  vino  con  ti  far- 


daje fasta  Antequera,  y  dende  cada  uno  se  loa 
para  su  tienra. 

OAPfrULO  LIIL 

Como  d  R«f  Se  Gniada  oombatié  al  Mai^ilf  é  «  il  Adelantado, 
é  i  el  Aaliteate  de  SsrUla  é:á  tedoi  pos  ahrliUaaos  \wt  eaia- 
baaei  Alhama. 

B  como  el  Bey  moro  volvió  sobre  Alhama  dejan* 
do  de  seguir  los  que  se  volvieron  con  el  fardaje, 
mandóle  dar  combate  por  todas  partes,  é  llegaron 
los  moros  con  Iss  escalas  hasta  los  muros,  é  comba- 
Uan  muy  bravamente  osando  morir ;  é  el  Señor  Mar* 
qués  y  los  otros  señores  capitanes  cada  uno  por  su 
cabo  esfónaron  su  gente,  y  diéronse  á  tal  recaudo 
que  mataron  é  firieron  de  los  moros  muy  mnohosL 
y  defendieron  bien  sus  vídss  y  la  villa,  en  tal  ma* 
ñera  que  los  moros  se  enojaron  é  dejaron  el  oom* 
bate  desqne  vieron  que  tanto  daño  les  facían.  Bl 
Domingo  siguiente  dieron  otro  muy  gran  combate^ 
é  minaron  el  muro,  é  vieron  é  vinieron  é  lo  dar  muy 
armados  é  pertrechados  y  dando  muy  grandes  ala- 
ridos é  gn^itos,  el  qual  duró  por  muy  grande  espada 
en  que  al  fin  fueron  mas  de  dos  mil  moros  muertos 
é  heridos.  B  dende  este  dia,  no  osaron  dar  mas 
combate  Beal,  salvo  en  el  agua  que  quitaron  mo» 
chas  veces  á  los  de  la  villa ,  é  haoian  mucho  daño 
que  echaban  el  arroyo  por  otri^  P*rte,  é  salían  los 
de  la  villa  por  la  mina  é  volvíanla  á  echar  por  do 
solía  ir ;  y  sobre  esta  agua  recibieron  asas  daño  los 
christianos  que  de  algunos  que  murieron  los  mas 
fueron  sobre  el  agua,  porque  no  tenían  sino  un  po* 
BO  en  la  villa,  é  padecieron  los  cercados  muy  gran* 
des  penas  de  sed  A  causa  que  los  moros  les  quita* 
ban  así  el  rio.  Estuvieron  cercados  el  Marqués  é 
aquellos  señores  6  gente  qne  la  tomaron  veinte  y 
cinco  días,  tanto  se  estuvo  el  Bey  de  Granada  so- 
bro ellos.  El  Bey  Don  Femando  sapo  en  breva 
tiempo  la  nueva  de  lo  que  estaba  fecho,  aunque  es* 
taba  lejos  en  Castilla,  é  envió  á  mandar  á  todos  loa 
caballeros  del  Andalucía,  é  comunidades  quefne* 
sen  en  socorro  del  Marqués  á  descercar  á  Alhamag 
y  luego  se  juntaron  con  el  señor  Duque  de  Medínii 
Don  Enrique,  Oonde  de  Niebla,  grandes  gentes  de 
Sevilla  y  su  tierra  é  sus  comarcas,  é  juntáronse  el 
donde  de  Oabra  é  Don  Alonso  de  Aguílar,  é  Martín 
Alonso  de  Montemayor,  é  el  Maestre  de  CSalatrava 
Don  Bodrigo  Jirón,  é  el  Adelantado  de  Oasorla,  é 
el  Marqués  de  Villena,  con  muchas  gentes  de  sus 
tierras  é  de  el  Andaluda,  de  manera  que  se  biso  una 
muy  grande  y  muy  hermosa  hueste  de  m^y  gran 
caballeria ,  y  peonaje,  y  juntáronse  todos  cerca  do 
Antequera,  y  el  Bey  Moro  de  Granada  desque  supo 
que  iban  sobre  él  alzó  su  Beal  y  fuese  huyendo  á 
Granada.  E  alaó  el  Beal  un  Viernes  de  mañana  á  29 
días  de  Mano.  E  la  gran  gente  de  los  christianos 
del  socorro  llegaron  á  Alhama  el  Domingo  sígnien* 
te  de  mañana  donde  fueron  recibidos  con  mucha 
alegria  de  los  que  dentro  estaban ;  é  allí  salió  el  se* 
ñor  Marqués  de  Oádis,  y  el  Adelantado  de  Andaln- 
ota  oon  mnóhos  caballeros  4  recibir  el  socorro  j  ^ 


bOlS  FBBNAHDO 

W  MÍEorM  iobredtéhOi»  lot  cptaleB  todos  abraMion 
7  boMroDt  al  Marqnéi  primero,  7  después  á  el  Ade. 
lantado  del  Andalucía;  aili  se  fioieron  aquel  dia 
machas  amistades  entre  dichos  sefiores  de  algunos 
enojos  7  diferencias,  que  en  algunos  tiempos  ha^ 
bian  pasado.  Fomecieron  la  Tilla  de  yiandas  é  ar» 
mas,  é  de  gente  de  refresco  con  algunos  de  los  que 
dentro  estaban,  7  dejáronla  por  el  Be7  7  ReTua  de 
Castilla,  é  por  Capitán  é  Alca7de  de  ella  al  dicho 
Diego  de  Merlo,  Asistente  de  Seyilla,  con  ochocien- 
tos hombres  de  pelea,  en  los  quales  dejó  el  Maea- 
'  tre  dnco  alcaides  SU70S  con  la  gente  de  su  tierra 
que  ende  quedó.  B  Tolyiéronse  todos  por  Anteque- 
ra como  uno  en  sus  tierras,  é  supieron  como  ei  Be7 
Don  Femando  estaba  en  Lucena  que  venia  al  so- 
corro, é  dende  dio  vuelta  á  Córdoba,  que  supo  lo 
que  era  fecho  7  que  la  gente  se  volTia. 

CAPÍTULO  LIV. 

Gsmo  tersó  «1  Reí  Moro  i  oenor  i  Alhama  7  oilnron  en  alia 

por  aoBikato  atortoa  maroa. 

Tomó  el  Be7  Mule7  Hacen,  moro  Re7  de  Grana- 
da dende  á  pocos  dias  sobre  Alhama  ó  púsole  cer- 
co ótÚTola  cercada  cinco  dias,  en  los  quales  la  com- 
batió mu7  fuertemente  ó  fiao  tirar  con  una  graesa 
lombarda  tres  tiros;  ó  entraron  los  moros  por  una 
escala  que  de  ante  noche  hablan  puesto  en  un  lugar 
pequefio  de  unas  pefias  ó  vuelta  del  adarba  en  la 
▼illa  al  tiempo  del  combate,  é  estaban  7a  dentro  se- 
cretamente quarenta  moros  sobidos  en  el  Adarba, 
en  un  compás  secreto,  que  no  los  veia  nadie  é  por 
subir  mas  quebróseles  el  escala  ó  no  pudieron  subir 
mas.  En  esto  los  christíanos  ovieron  vista  de  mo- 
ros, ó  desque  ellos  vieron  que  loa  hablan  visto  sa- 
lieron peleando  é  dando  grita ,  ó  muchos  ohristia- 
nos  se  alteraron  ó  dieron  á  huir  diciendo  que  sin 
remedio  la  villa  era  tomada,  é  los  moros  mataron 
dos  chrístianos,  é  otros  christianos  que  estaban  cer- 
ca de  allí  se  esf  orsaron ,  7  arremetieron  donde  sin- 
tieron que  estaba  el  escala  é  vieron  que  se  les  ha- 
bla quebrado,  é  atajaron  los  moros  entrados,  ó  ma- 
taron de  ellos  doce,  é  prendieron  veinte  7  ocho,  ó 
murieron  muchos  moros  en  aquel  combate,  ó  fue- 
ron muchos  heridos*  B  desque  el  Be7  moro  esto 
vido,  alaó  el  Beal,  ó  volvióse  á  Granada.  B  así 
ovieron  allí  el  Aaistente  con  todos  los  otros  capi- 
tanes, con  todos  los  demás  que  ende  estaban  la  vic- 
toria aquel  dia  ó  mucha  honra.  B  entre  los  moros 
que  tomaron  ovo  ocho  moros  de  buen  rescate,  ó  re- 
partieron la  presa  entre  todos» 

capítulo  LV. 

Da  aoBO  al  Raj  D.  Fanaado  fié  ft  vor  i  AlkaiM. 

A  catorce  dias  del  mes  de  Ma70  del  dicho  afio  de 
mil  quatrooientos  ochenta  7  dos,  fué  el  Be7  Don 
Femando  á  ver  á  Alhama  con  mu7  grande  hueste 
de  gente  é  entró  en  ella,  ó  ovo  ende  mucho  placer, 
ó  mandóla  mucho  adobar  ó  fortalecer,  ó  mudó  la 
gente^  é  sacó  al  asistentSy  7  á  todos  los  que  ende 


A  DoSf A  iBABiíL  éai 

habían  Quedado  ó  púaó  gttiié  de  filreieo,  é  puso 
por  capitán  7  Alca7de  al  Seftor  Luis  Puertooarreroi 
8effor  de  Palma,  del  qual  estuvo  su  domada;  7  des- 
pués lo  mandaron,  é  pusieron  al  Comendador  Juan 
de  Vera  Alcaide  que  fué  de  Jaén.  B  otro  sí  de  esta 
vea  que  el  Be7  Don  Femando  fué  á  ver  á  Alhama, 
vino  á  Leja,  é  otros  lugares  de  los  moros. 

CAPÍTULO  LVl. 
Da  aomo  en  Granada  aliaros  otro  Raj,  é  dajaroa  al  Ray  ilajo. 

Después  que  el  B^  moro  Mule7  Hacen  volvió 
de  Alhama  en  Granada  sin  la  tomar,  luego  fué 
gran  división  entre  los  moros,  é  aliaron  por  Be7  á 
Mule7  Baudili  su  fijo  en  Granada  los  grandes  de  la 
dudad.  T  aleóse  también  su  hermano  Mule7  Bula- 
haique;  ó  fuese  de  Granada  é  tomó  contra  su  Padre 
á  Almería,  Ó  el  otro  quedó  Be7  en  Granada;  7  des- 
que esto  vido  el  Be7  viejo  Mule7  Hacen  fuese  á 
Málaga  ó  con  toda  su  casa  ó  tesoros ;  ó  la  ma7or 
parte  de  este  dafio  le  vino  al  Be7  viejo  por  envidia 
que  hablan  los  caballeros  de  Granada,  por  la  gran 
privansa  que  con  él  tenia  el  Ibocadm  Venegas,  Al« 
guacil  de  Guarda,  que  mandaba  á  Granada  é  todo 
el  BeTuo  mucho  mejor  que  el  Boj.  Bste  Alguacil, 
era  de  linaje  de  christianos  de  los  Venegas  de  Cór« 
doba^  é  su  padre  é  abuelos  fueron  chrístianos  é  él 
nadó  en  tierra  do  moros,  é  era  mu7  gran  servidor 
dd  Be7. 

CAPÍTULO  LVIL 

Do  la  batalla  dal  Lomo  dai  Jodio  qao  ?eiiaiaran  loa  cbristttaoa 

da  Utrera. 

Viernes  prímero  dia  dd  mes  de  Marso  afio  suso- 
dicho de  1482,  que  fué  un  dia  después  de  la  toma 
de  Alhama ,  acaedó  que  los  eabdleros  de  Utrera 
que  quedaron  en  guarda  de  la  tierra,  los  quales  fue- 
ron quarenta  7  ocho,  todos  los  mas  ancianos,  mas 
viejos  que  mosos,  los  qudos  sabida  la  nueva  que 
enti'aban  los  moros,  que  como  tenian  áZahara,  no 
eran  sentidos  muchas  veces  fasta  que  corrían ;  é 
por  esto  fnéronse  á  Bomos,  llevando  por  Capitán  d 
Alcayde  de  Utrera,  Gtomea  Mondes  de  Sotomayor, 
é  juntáronse  con  dgunos  caballeros  mu7  pocos  que 
ahí  estaban  é  con  algunos  peones,  é  estando  en 
Bomos  el  dicho  Viernes  de  mafiana,  amanecieron 
los  dichos  moros  de  Bonda  é  de  su  tierra  sobre  ellos, 
los  quales  eran  doscientos  7  sesenta  de  á  caballo 
los  que  allí  vinieron,  é  dgunos  peones,  é  el  peona- 
je dejáronlo  en  la  Sierra,  é  corrieron  d  campo  da 
Bomos  é  de  Bspera,  é  de  Sevilla,  é  recojieron  quan- 
to  ganado  hallaron,  élos  pastores  que  pudieron  ha- 
ber, en  que  llevaban  once  mil  cabesas  poco  mas  ó 
menos,  íbanse  poco  á  poco  con  ellas  que  como  na. 
había  gente,  que  eran  idos  á  Alhama,  no  había  quien 
se  lo  contradijese.  B  desque  esto  vieron  los  chris- 
tianos que  estaban  en  Bomos ,  los  quarenta  7  ocho 
de  Utrera  é  dies  de  á  cabdlo  dd  mismo  lugar,  é  de 
Arcos  sds  de  á  caballo,  de  Bspera  otro  de  á  cabdlo, 
que  fueron  todos  setenta  7  dos  de  á  cabdlo  con  Ion 


éoé 


OBÓNIOAS  DE  L6S  BfeTBS  DS  OAffiíILLL 


Aloaydes  da  utrera  Sotomayor,  é  Matheo  Sánchez, 
Alcayde  de  Bomos,  todos  loe  mas  hombres  viejos 
canos,  salieron  á  trecho  de  los  moros  con  obra  de 
treinta  peones  y  f aérense  en  pos  de  ellos,  fasta  el 
cerro  que  dicen  el  Lomo  del  Judío,  á  dos  leguas  de 
Bomos ;  é  allí  los  moros  desqae  yieron  tan  poca 
gente,  habido  sa  consejo,  diciendo  qne  también  los 
podrían  llevar  como  la  cabalgada,  volvieron  sobre 
ellos ,  pensando  que  les  f  uirian ;  6  los  christianos 
desque  los  vieron  venir,  fíciéronse  un  cufio  y  apre- 
táronse, é  pusieron  los  peones  al  un  cabo,  y  esfor- 
aándose  los  unos  con  los  otros,  diciendo  unos  i  otros 
que  todos  flciesen  como  buenos,  que  Dios,  é  la  Vir- 
gen Santa  María  é  el  Apóstol  Santiago  les  ayuda- 
rían ;  y  los  Aloaydes  ambos  eran  hombres  esf orea- 
dos, y  esforzaron  mucho  la  gente  6  pusiéronla  en 
orden,  y  apretáronse  mucho  todos,  puestas  sus  lan- 
zas de  encuentro ;  y  los  moros  viniéronse  para  ellos, 
y  queriendo  encontrarse  soltaron  los  moros  tres  es- 
pingardas á  caballo  facia  los  christianos,  é  non  les. 
fideron  dafio ;  arremetieron  los  unos  con  los  otros 
diciendo  los  christianos  Santiago ,  é  rompieron  los 
unos  en  los  otros ;  los  peones  se  estuvieron  quedos 
fecho  adarbe  con  las  puntas  de  sus  lanzas  qne  les 
non  pudieron  entrar;  é  volvióse  la  pelea;  mas  los 
christianos  horadaron  luego  la  batalla  de  los  moros 
andando  muy  apretados,  é  acaudillados,  é  dieron 
vuelta  otra  vez  sobre  ellos ,  derribando  é  matando 
muchos.  Los  peones,  desque  vieron  derribados  mu- 
chos moros ,  comenzaron  de  matar  é  ayudar  á  los 
suyos.  Los  moros  como  vieron  tantos  caidos  de  ellos 
é  los  christianos  en  su  vigor,  comenzaron  de  huir 
vencidos,  é  muertos,  é  desbaratados ;  los  christianos 
siguieron  el  alcance  gran  rato,  é  fueron  muertos 
mas  de  cien  moros  y  cautivos  no  mas  de  tres,  é 
murieron  quatro  christianos,  tres  de  Utrera,  y  uno 
de  Arcos ;  y  volvieron  todo  el  ganado  que  llevaban 
los  moros,  é  cojieron  el  campo,  en  que  ovieron  no- 
venta caballos  é  muchas  armas,  é  volvieron  toda  la 
presa  que  los  moros  llevaban,  é  tornaron  con  mu- 
cha honra  á  sus  casas,  é¡repart¡eron  la  presa  por  to- 
dos los  que  allí  so  hallaron  y  pelearon.  Este  afio 
fué  Juan  de  Vera ,  fijo  del  Gomendador  Diego  de 
Vera,  enviado  á  Granada  por  Embazador,  ó  estando 
en  la  Albambra  ovieron  unos  moros  disputa  de  co- 
sas de  la  f é,  é  un  moro  Benzerraje  dijo  que  nuestra 
Sefiora  la  Virgen  María  no  quedó  Virgen  después 
que  parió  á  Nuestro  Sefior  Jeauchristo,  y  Juan  de 
Vera  dijo  que  mentía ,  y  lo  hirió  con  la  espada  en 
la  cabeza,  é  el  Bey  Don  Fernando  se  lo  agradeció 
mucho  é  le  dio  mercedes. 

I  CAPÍTULO  LVIII.  ' 

De  eomo  él  Rey  faé  prineta  vex  sobre  hou,  y  ao  Uso  lo  qae  qal- 

stefa. 

En  el  dióho  año  de  1482  después  de  San  Juan  de 
Junio ,  sacó  el  Rey  Don  Fernando  su  hueste  con 
'  muchos  de  los  Grandes  de  Oastilla,  é  fué  sobre  Lo- 
za con  asaz  artillería,  é  púsole  cerco  del  un  cabo  é 
túvola  cercada  caatro  ó  oinQo.dias  i  é  los  moros  sa 


lian  á  pelear  muchas  veces'  por  donde  mas  t  mané 
hallaban  las  estancias ,  é  cada  dia  les  entraban  mo- 
ros de  refresco  en  la  villa ,  que  el  real  no  lo  pedia 
defender,  que  estaba  entre  la  villa  y  el  Beal  é  estan- 
das,  el  río  Guadajenil.  B  un  dia  salieron  los  moros 
de  la  villa  á  pelear  por  estancia  donde  estaba  él  Maes- 
tre de  Calatrava  Don  Bodrigo  Qiron ,  é  él  salió  á 
pelear  con  ellos ,  é  diéronle  una  saetada  de  que  mu-    i 
rió  luego,  é  acudió  gente  del  real  é  fideron  huir  los 
moros.  B  viendo  esto  el  Bey  é  los  Caballeros,  ó  vis- 
to como  tenían  poca  gente,  6  estaban  cerca  de  Gra- 
nada donde  muy  presto  se  podían  reoreoer ,  é  socor- 
rer á  aquella  villa  mucha  gente,  ordenaron  de  alzar 
el  real ,  porque  no  se  fallaron  mas  de  qaatro  mil  de 
á  caballo  é  doce  mil  peones,  é  según  la  calidad  de 
la  tierra  eran  menester  para  aquel  cerco  aquellos,  y 
otros  tantos;  é  cómelos  moros  de  la  villa  vieron 
que  d  real  se  alzaba  salieron  á  pdear  yaque  la  ma- 
yor parte  era  alzado ,  é  fideron  muy  grande  alboro- 
to en  d  real,  é  muchos  cabdleros  é  peones  dieron  á 
f  uir  al  Bey  mesmo ;  é  como  vido  aquello  acudió  por 
aquel  lugar  con  algunos  pocos  de  caballeros,  dicLan- 
do  á  voces :  « tener  caballeros ,  tener  caballeros  » ;  6 
peleó  allí  d  mesmo  con  los  moros  é  desbarató  una 
batalla,  y  atajó  otra  de  dnqüenta  moros  que  no  pu- 
dieron tomar  el  paso,  é  no  tuvieron  otro  remedio  d- 
no  echáronse  los  mas  de  dios  en  el  rio  donde  se  aho- 
garon ,  é  los  otros  murieron  á  lanzadas  y  en  esto  el 
red  tuvo  algún  tanto  de  lugar  lo  que  no  era  alzado 
de  se  dzar  y  poner  en  cobro.  B  como  el  Bey  en  esto 
andaba  peleando  con  los  morosrecrecíanse  mas  mo- 
ros, é  vídolo  el  Marqués  de  Cádiz  é  socorriólo  con 
sesenta  lanzas,  dejando  el  cabo  donde  estaba,  é  vino 
allí  é  fizo  quitar  al  Bey  de  aquel  pdigro  é  púsose 
él  allí,  é  salieron  otra  vez  los  moros  por  dlí  ¡  é  fizo 
el  Marqués  tres  ó  quatro  vueltas  sobre  dios  mny  es- 
forzadamente conloe  que  con  él  estaban ,  é  echó  una 
lanza  á  un  moro  é  atravesólo ,  é  quedó  sin  lanza,  é 
firíéronle  d  caballo  de  una  saetada,  é  con  estas 
vueltas  que  fizo  escusó  que  no  se  perdió  parte  del 
red.  Con  todo  eso  se  perdió  mucha  harina,  vino,  é 
algunos  tiros  de  pólvora,  en  los  quales  fueron  qua- 
tro ó  cinco  robadoquines.  £  esto  fecho  d  Bey  fizo 
bastecer  á  Alhama  de  aquellos  bastimentos  que  ha- 
blan ido  al  red,  é  vínose  dn  facer  lo  que  queria ,  6 
fué  esquela  al  Bey  este  cerco  primero  de  Loxa  on 
que  tomó  lidon,  y  deprendió  ciencia  con  que  des- 
pués fizo  la  guerra,  ó  con  ayuda  de  Dios  ganó  la 
tierra',  según  adelante  será  dicho.  É  desde  esta  vez 
lo  creció  contra  los  moros  muy  gran  omedllos  éfizo 
facer  sobre  la  que  tenia  muy  gran  artillería  de  tiros 
de  pólvora  en  Huezna,  é  muchos  robadores,  é  guar-^ 
nocióse  mucho  de  todas  las  cosas  necesarias  para 
la  guerra ;  é  fizo  facer  sobre  la  que  tenia  muy  gran 
artillería  y  muchas  gruesas  lombardas,  é  labrar  en 
esta  Andalucía  muchas  piedras  para  ella,  é  en  la 
sierra  de  Constantína  muy  mudia  madera  para  la 
dicha  artillería. 


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tOH  ÍTEBHANDO 

CAPÍTULO  LDL 

Cotto  el  Rej  Moley  Baeam  eorrid  el  etmpo  de  Tarifli. 

En  el  dioho  afio  de  1482  mionirM  el  Bey  esUba 
sobre  LozAi  corrió  el  Rej  Muley  Haoem  el  Viejo 
el  oampo  de  Tarifa,  en  qae  llevó  macho  ganado  va- 
cono,  como  no  habia  cáballeroe  que  se  lo  reeistie- 
■en,  que  eetaban  en  el  cerco  de  Loza ;  6  á  la  salida 
cerca  de  Castellar ,  dieron  en  la  delantera  de  los  mo- 
ros Pedro  de  Vera,  Aloayde  de  Gibraltar,  é  Christó* 
bal  de  Mesa,  Alcayde  de  Castellar,  con  fasta  sesenta 
de  á  caballo,  é  desbarataron  ciento  y  cinqttonta  de 
á  caballo  moros  maertos  é  heridos ,  é  con  aqnel  al« 
boroto  se  Tolvieron  mas  de  dos  mil  vacas  de  las  qae 
llevaban  los  moros,  é  con  todo  eso  llevaron  todavía 
mas  de  tres  mil  vacas,  é  ansí  el  Rey  moro  se  vol- 
vió á  Málaga,  donde  estonce  reynaba ,  despaes  qno 
Ghranada  lo  despidió,  tomando  por  Bey  á  su  hijo  Ma« 
ley  Boabdelin. 

CAPÍTULO  LK. 

IM  áetkante  fse  lot  aoroi  Bderos  ei  lee  ebrlitiiBot  en  d 

Aurqnia  4e  Malaca. 

Bn  el  mes  de  Marso  de  1483  afios  entraron  acor* 
rer  tierra  de  moros  por  Antequera  el  Maestre  de 
Santiago  Don  Alfonso  de  Cárdenas,  é  el  Marqaés  de 
Cádis,  é  Don  Alonso  de  Agailar,  é  Jaan  de  Vera  é 
el  Adelantado  de  Andalocía ,  é  el  Conde  de  Cilaon- 
tes.  Asistente  de  Sevilla,  qae  sacedió  despaes  de  la 
muerte  del  virtuoso  Sefior  Diego  de  Merlo,  é  Juan 
de  Bobles,  Corregidor  é  Alcayde  de  Jeress,  é  recogie- 
ron la  gente  en  Antequera ,  é  falláronse  con  mas  de 
tres  mil  de  á  caballo  é  con  pocos  peones,  según  fue- 
ron menester  para  la  tierra  donde  iban.  El  consejo 
del  Marqués  era  de  combatir  á  Almejía,  é  el  Maes* 
tre  no  quiso  sino  que  fuesen  á  destruir  los  lagares 
del  Azarquía,  para  lo  qual  hablan  sido  manidos  ó 
allegados,  é  para  dar  vista  á  Málaga ,  é  ovieron  di- 
visión en  el  concierto  de  la  entrada  á  causa  que  el 
Maestre  tenia  adalides  que  hablan  sido  moros,  6 
decíanle  de  una  manera,  faciéndole  muy  llana  y  sin 
peligro  la  entrada.  El  If  arques  tenia  también  sus 
adalides  tomadisos,  entre  los  quales  uno  era  Luis 
Amar,  uno  de  los  que  le  dieron  á  Monteoorto,  é  fa- 
cían la  entrada  por  allí  muy  peligrosa  ;  y  en  fin  si- 
guieron todos  la  voluntad  del  Maestre,  é  dejaron  el 
fardaje  en  Antequera ,  é  todos  los  que  tenían  fla- 
cos caballos.  Partieron  de  Antequera  los  dichos  se« 
flores  con  pocos  menos  de  tres  mil  de  á  caballo,  y 
obra  de  mil  peones ;  é  entraron  en  la  Azarquíft  de 
Málaga  oomensando  de  correr,  é  quemar  lugares ,  é 
matar  é  robar,  un  Jueves  de  mafiana  víspera  de  San 
Benito  á  veinte  dias  de  Manso,  fasta  la  tarde  que  se 
apellidó  toda  la  tierra  de  los  moros  sobre  ellos ;  la 
tierra  era  muy  fragosa  y  áspera  de  mochos  ooULbos 
é  lomas,  é  barrancos ,  é  dieron  los  moros  en  la  bata- 
lla de  lareaaga  é  ficieron  mucho  dafto  á  saetadas 
desde  arriba  de  aquéllos  barrancos,  como  los  caba- 
lleros no  podían  diff  Tii«m  iqbro  eU^ü,  y  «si  m*t«< 


É  D0Í(A  IBABÜt  toé 

ban  é  desbarataban  macha  gente  á  oada  paso,  de 
manera  que  se  erró  en  los  ohristianos,  é  ovo  tan  mal 
acuerdo  é  tan  gran  desmán,  que  no  teniaii  valor 
para  pelear  los  mas  de  ellos,  temiendo  la  grita  de  . 
los  moros,  é  las  infinitas  saetas  que  cada  uno  les 
ochaban.  El  Marqués,  por  guarecer  la  gente  de  la 
rezaga ,  quedó  atajado  aquella  noche  que  no  pudo 
llegar  ni  pasar  á  la  gran  batalla  del  Maestre  y  de 
los  otros  sefiores,  y  allí  por  amparar  la  leaaga  le 
mataron  el  caballo ,  é  quedó  con  fasta  oinqfienta  de 
á  caballo  atajado,  é  habia  muchos  moros  entre  él  é 
la  otra  gente ,  é  estovo  gran  parte  de  la  noche  allí, 
é  los  tornadizos  le  amonestaron  é  aoonsejazon  que 
saliese  por  una  parte  por  do  le  guiarían,  paes  no 
podía  juntarse  conloe  demás  sin  peligro  de  sa  per- 
sona; é  que  si  allí  aguardaba  á  la  maftana  amanece- ' 
rian  sobre  aquellos  moros  que  lo  tenían  cercado, 
otros  en  gran  suma ,  é  que  estonce  no  se  podría  qui- 
zá poner  en  cobro ;  é  de  tal  manera  se  vido  afren- 
tado aquella  noche,  que  ovo  de  tomar  el  consejo  de 
los  tornadizos ,  é  no  pudo  facer  sino  escapar  su  vida 
á  ufia  de  caballo  por  donde  lo  guiaron  los  adalides 
sayostomadlzosy  Luis  Amar,  y  al  fin  salió  de  An* 
tequera. 

El  Maestre  é  los  otros  sefiores  con  toda  la  otra 
gente  estuvieron  toda  esta  noche  cercados  de  los 
moros,  con  diez  mil  candelas  de  fuego  ardiendo  al- 
rededor que  no  habia  por  donde  saliese  uno,  ni  en- 
trase otro,  recibiendo  de  cada  parte  muchas  saeta- 
das que  le  tiraban  á  montón,  en  qae  se  recibian 
muchos  daños  de  f  eridos  é  muertos.  Los  moros  nan- 
ea cesaron  aquella  noche  de  velar  toda  la  hueste  al 
derredor,  dando  gritos  é  faciendo  tantas  algazaras 
fasta  otro  dia  Viernes  de.San  Benito,  de  manera  que 
se  movió  la  haeste  de  los  ohristianos  para  se  venir 
puesta  su  retaguardia  á  la  saga,  é  oomenzaroli  dé 
pasar  cuestas  é  barrancos ,  y  los  moros  con  éUes  á 
cada  paso  revueltos  por  unas  lomas  y  pasos  muy 
inustos ,  é  echaban  muchas  piedras  á  rodar  é  con  las 
manos  muchas  saetas,  é  salian  á  las  delanteras  por 
donde  no  podían  subir  los  ohristianos,  é  asi  mata- 
ban é  herían ;  y  los  ohristianos,  como  iban  ahilados, 
la  tierra  era  tal  que  no  podían  facer  vuelta,  ni  se  po- 
dían valer  unosá  otros ;  y  desque  vieron  que  la  gen- 
te se  ponía  en  huida,  é  según  la  aspereza  y  haoana- 
miento  de  la  tierra ,  la  gente  de  á  caballo  no  podía 
pelear,  dixeron  al  Maestre  y  á  los  sefiores  que  iban 
con  él  en  las  delanteras  los  adalides  que  si  querían 
escapar  que  andaviesen  presto,  antes  que  los  moros 
les  tomaran  un  puesto  grande  que  adelante  estaba; 
de  manera  que  el  Maestre  é  los  otros  sefiores  comen- 
zaron de  meter  espuelas  é  andar  ouanto  podian;  é 
como  esto  vieron  los  de  la  haeste  é  de  la  resagOi 
toda  la  gente  se  puso  en  huida,  cada  uno  ouanto 
mas  podia ;  é  dejaron  la  vía  por  donde  iba  el  Maes- 
tre muchos  caballeros ,  ó  tomaron  la  via  de  Alora,  ó 
los  moros  siguieron  él  alcance,  é  mataron  é  oautt- 
varonmil  ó  ochocientos  hombres  ohristianos  ó  pocos 
menos ,  en  que  fueron  mosrtos  dos  hermanos  del 
Marqaés  de  Cádis,  Don  Lope  é  Don  Beltran ,  é  Pe- 
dro Vaiques,  hermuno  ÚA  Mariscal .  ó  Gomes  Msn- 

89 


m 


CRÓNIOAS  DB  l6S  BATES  DS  OASrTÍLtÁ. 


dM  de  Sotonuyor  Alcayde  de  utrera,  é  Alonso  de 
las  Gasas,  é  otros  machos  caballeros  do  Sevilla  y 
de  Jerea  y  do  toda  el  Andalnoía,  faeron  muertos  é 
cantivos,  6  fué  preso  el  Ooiido  de  GifaenteS|  Asis- 
tente de  Sevilla,  y  Don  Diogo  Ponce  de  León,  ber« 
mano  del  Marqués,  é  su  sobrino  Juan  de  Pineda, 
nieto  del  Conde  Don  Juan ,  y  otros  muchos  criados 
y  parientes  del  dicho  sefior  Marqués.  E  fueron  muer- 
tos é  presos  muchos  Oomendadores  de  la  Orden  de 
Santiago,  entre  los  quales  fué  muerto  Juan  de  Ba- 
san, Comendador  de  Almendralejo,  que  fué  un 
muy  esforsado  y  honrado  caballero.  E  fueron  presos 
Don  Lorenzo  Ponce  de  León,  Sefior  de  Villagarcía 
que  era  paje  del  Maestre,  é  Juan  Zapata  sobrino 
del  Maestro ,  fijo  de  ?edro  Zapata,  Comendador  de 
Hornachos.  Afirmábase  entre  muchos  muertos  y 
cautivos  mas  de  treinta  Comendadores  faltaban ;  é 
fueron  presos  é  cautivos  otros  muchos  caballeros, 
criados  é  parientes  de  los  sefiores  Adelantados  é  se- 
ñords  Don  Alonso  de  Aguilar,  é  Alcaydes  desta  An- 
dalucía ,  entre  los  quales  fueron  presos  Juan  de  Bo- 
bles ,  Corregidor,  é  Alcayde  é  Capitán  de  la  gen- 
te de  Jefes ,  Don  Juan  hermano  del  Duque  de  Me- 
dina Sidonia,  Don  Manuel  sobrino  del  Marqués  fijo 
de  Don  Pedro  de  Quaman  el  Yayo,  Monsalvo,  Juan 
Gutierres  Tello,  Diego  de  Fuentes,  é  Pedro  Rsqui- 
.  vel ,  veinte  y  quatro  de  Sevilla,  é  Gomess  de  Figue- 
roa,  é  Gonzalo  de  Saavedra,  Alcalde  mayor  é  vein- 
te y  quatro  de  Córdoba ,  é  otros  semejantes  fídalgos 
é  ricos  hombres. 

:  Asi  que  el  desbarato  fecho ,  los  moros  cojieron  el 
campo  é  juntaron  la  cabalgada  en  Málaga  en  que 
Juntaron  ochocientos  veinte  y  cinco  hombres ,  en 
que  hsbia  en  ellos  doscientos  cinquenta  hombres, 
principales  caballeros,  é  Alcaydes,  é  Comendadores, 
é  generosos  é  fidalgos  de  grandes  rescates,  alas  qua- 
les apartaron  luego  é  llevaron  á  la  Alcazaba,  é  pu- 
siéronlos aparte,  é  quedaron  allí  en  el  corral  qui- 
nientos setenta  y  cinco ,  estos  fueron  sin  algunos 
que  los  mas  hurtaron  los  moros,  y  sin  algunos  que 
después  fallaron. 

Este  desbarato  hicieron  muy  pocos  moros  mara- 
villosamente, éparedó  que  nuestro  Sefior  lo  consin- 
tió, porque  es  cierto  que  la  mayor  parte  de  la  gente 
iba  con  intención  de  robar  é  mercadear ;  mas  que  no 
de  servir  á  Dios ,  como  fué  probado  é  confesado  por 
muchos  de  ellos  meemos  que  no  llevaban  la  inten- 
ción que  los  buenos  christianos  han  de  llevar  á  la 
pelea  é  batalla  de  los  infieles ,  que  han  de  ir  confe- 
sados, é  comulgados  é  fecho  testamento ,  é  con  in- 
tención de  pelear  é  vencer  á  los  enemigos  en  favor 
de  la  Santa  fé  cathólica,  é  ovo  muy  pocos  que  la 
tal  intención  llevasen ;  mas  por  la  mayor  parte  iban 
todos  puestos  en  cobdicia  de  haber  por  robo  cosas 
é  alhajas  como  las  de  Alhema,  diciendo  que  muchos 
fueron  ricos  de  Alhama ;  y  otros  muolios  llovoron 
muchos  dineros  y  encomiendas  de  sus  amigos  para 
comprar  de  las  cabalgadas  que  habían  de  hacer,  es- 
clavos y  esclavas,  y  ropas  de  seda  como  si  hecho  lo 
tuvieran,  y  pensaban  sin  dar  é  temer  á  nuestro  Se- 
fior Dios  el  mal  propósito  que  para  esto  llevabaui 


quiso  por  oastigar  los  malos  que  recibiesen  peni 
los  buenos ;  que  dijeron  los  christianoB  que  faeron 
presos,  que  puesto  caso  que  hahia  muchos  moros  en 
los  cerros  y  do  cada  cabo ,  que  todos  los  moros  que 
ficieron  el  destrozo  é  dafio  qae  no  fueron  sino  fasta 
quinientos  peones  é  cinqfienta  de  á  caballo ,  é  que 
todos  los  otros  no  llegaron  fasta  que  estaba  fecho 
el  desbarato. 

Los  sefiores  Marqués,  é  él  Maestre,  é  Adelantado 
Don  Alonso  de  Aguilar,  ó  todos  los  que  escaparon 
vinieron  á  Antequera,  é  muchos  fueron  á  parar  á 
Alhama  é  otras  partes,  é  muchos  estuvieron  por  los 
montes  ocho  dias  comiendo  yerbas  é  bebiendo  agua, 
y  después  sallan  andando  de  noche,  é  de dia  escon- 
didos ;  é  acaeció  que  venían  fayendo  é  venían  á  pa- 
rar á  Herbar,  que  es  un  castillo  que  tenían  los  moros, 
donde  estaban  tres  ó  quatro  moros,  que  estaba  á 
quatro  leguas  de  Antequera;  é  como  vieron  aquellos 
moros  venir  por  allí  dos  ó  tres  christianos ,  presu- 
mieron lo  que  era  que  venian  desbaratados,  é salie- 
ron *é  cautiváronlos ;  é  después  vieron  venir  mas ,  é 
dejaron  en  la  fortaleza  dos  moros  oon  los  presos ,  é 
soltóse  uno  de  los  christianos,  ó  mató  á  el  un  moro 
y  firió  el  otro,  é  alzóse  oon  la  fortaleza,  é  tuvieron  él 
é  los  otros  dos  que  él  desató  fasta  que  le  vinieron  á 
poner  cobro  los  sefiores.  E  aquellos  que  escaparon 
juntos  en  Antequera,  esperaron  todos  los  que  ve- 
nian, ó  recojido  cada  uno  los  suyos,  é  visto  que  le 
faltaban  con  mucho  enojo,  dolor  y  angustia,  se  fué 
cada  uno  en  su  tierra  donde  ya  se  os  entiendo  con 
que  placer  podrían  recibirlos.  Y  fué  llamada  por 
mal  de  los  christianos ,  y  es  hoy  dia  la  de  la  Axar- 
quía,  otros  le  llaman  la  de  las  Lomas,  é  de  aquí 
creció  mas  la  enemiga  entre  chístianos  y  moros. 

CAPÍTULO  LXI. 

De  eomo  tüé  preso  el  Rey  moxo  Moley  Btvdili  cérea  út  Lseens. 

La  fortuna  que  nunca  paro,  ni  deja  en  un  ser  mu- 
cho tiempo  permanecer  las  glorias  mundanas,  ni  á 
los  malos  disimula  sus  maldades  y  yerros  luenga- 
mente para  que  siempre  hayan  do  perseguir  á  los 
buenos,  mas  por  divina  ordenación  vemos  que  los 
malos,  aunque  en  algún  tiempo  prevalecen ,  presto 
son  consumidos,  y  los  buenos ,  aunquo  algunas  ve- 
ces perseguidos  por  que  no  conozcan  á  Dios ,  siem- 
pre Dios  los  socorre  y  consuela ;  y  así  estando  esta 
Andalucía  en  muy  gran  tristeza  y  no  limpios  los 
ojos  de  llorar  en  ella  é  en  gran  parte  de  Castilla 
donde  tocó  el  dolor;  los  moi*os  muy  enlozanados  por 
la  victoria,  y  no  contentos  con  lo  pasado  que  se  ha- 
bía fecho  en  la^  Lomas,  ordenaron  entrar  á  correr 
Loxa  tierra  de  christianos,  pensando  que  por  temor 
del  estraga  fecho  no  habría  quien  les  ficiese  resis- 
tencia ;  y  fué  do  esta  manera,  que  el  Bey  moro  Mu- 
loy  Daudily  quu  roynaba  en  Granada,  desque  supo  el 
desbarato  que  se  había  fecho  en  los  christianos  ade- 
rezó su  gente  é  sacó  su  hueste  desde  Granada  en  quo 
había  nueve  mil  peones  y  setecientos  de  á  caballo, 
y  entró  á  correr  el  campo  de  Aguilar  é  de  Luoena,  é 
desque  fueron  vistos  por  los  christianos ,  apellidóc^ 


1)0N  FERNANDO  ¿ 

la  tierra  é  mÜó  ti  Aloayde  de  loe  BonceleB ,  con  fas- 
ta setenta  de  á  caballo,  é  iiiioá  pocos  de  peones,  é 
asomó  por  nn  cabo  é  lado  de  los  moros ;  é  asomó  el 
Ck)nde  de  Cabra  por  él  otro  cabo  é  lado  de  los]  mo- 
ros, con  fasta  dosdentos  de  á  caballo  é  qnatrocien- 
tos  peones.  B  los  moros  en  el  campo  Tolvian  ya  de 
▼uelta,  é  el  Alcayde  de  los  Donceles  fiso  tocar  nna 
trompeta  cerca  de  la  delantera  de  los  moros,  é  el 
Ck>nde  de  Cabra  fiao  tocar  sus  trompetas,  y  los  unos 
christianos  con  los  otros  esforzáronse,  puesto  caso 
que  eran  muy  pocos  en  comparación  de  tantos  mo- 
ros, se  esforzaron  unos  con  otros.  Y  el  Rey  de  Gra- 
nada y  su  hueste  estaban  en  un  llano,  y  como  los 
christiaaos  asomaron  por  los  cabezos,  no  podían 
bien  juzgar  si  eran  pocos  ó  muchos,  é  comenzaron  á 
desmayar  por  el  sonido  de  las  trompetas  de  cada 
parte,  y  el  Conde  por  su  cabo  con  su  gente  bien  co- 
gida rompió  por  medio  de  los  moros,  y  no  menos 
hizo  el  Alcaide,  aunque  tenia  muy  poca  gente,  por 
la  otra  parte ;  ó  desque  los  moros  se  Tieron  cometi- 
dos por  dos  partes,  pensaron  que  toda  Castilla  esta- 
ba allí,  é  comenzaron  6  fnir  como  cobardes  é  corta- 
dos, no  mirando  la  honra  de  su  Rey  toda  la  peonaje; 
y  de  la  gente  de  á  caballo  algunos,  é  otros,  recibie- 
ron ferozmente  los  primeros  encuentros  en  que  los 
christianos  derribaron  muchos  de  ellos,  como  ellos 
usan  cabalgar  corto,  ficieron  por  cada  parte  entra- 
da é  salida  en  ellos,  ó  desbaratáronlos,  é  estonce 
comenzaron  todos  a  fuir,  y  los  christianos  á  los  se- 
guir, derribando,  é  matando  en  ellos  hasta  el  rio  de 
Guadaxenil,  el  qual  iba  estonce  crecido, é  no  lo  po- 
dían pasar  saWo  por  ciertos  Tados;  é  de  los  que  allí 
llagaron  muchos  se  metieron  á  el  agua  é  fueron 
ahogados;  así  que  orilla  del  rio  fueron  muchos 
muertos  á  lanzadas,  é  muchos  ahogados  en  el  rio,  en 
tal  manera  que  de  todos  los  moros,  así  de  á  caballo 
como  de  á  pié,  escaparon  muy  pocos  en  esta  batalla 
y  alcance  á  lo  que  se  pudo  ver ;  es  á  saber :  fueron 
muertos  é  presos  todos  los  setecientos  de  á  caballo 
que  no  escaparon,  salvo  algunos  pocos  que  ovieron 
lugar  de  pasar  el  rio,  é  otros  escondidos ;  é  fueron 
muertos  é  presos  siete  mil  peones  poco  mas  ó  me- 
nos. Así  que  se  estragó  y  pereció  casi  toda  la  hues- 
te de  los  moros  que  hablan  entrado,  entre  los  quales 
el  Rey  moro  fué  preso;  y  el  Alatar  viejo,  Alcayde  de 
Lora,  que  era  un  esforzado  y  nombrado  moro ,  fué 
muerto  y  ahogado  en  el  rio  que  nunca  jamas  pare- 
ció ni  entre  los  muertos  pudo  ser  conocido;  era 
hombre  de  mas  de  sesenta  afios,  el  qual  habla  fecho 
desde  su  mocedad  guerra  á  los  christianos.  E  habida 
la  victoria,  los  christianos  cojieron  el  campo,  don- 
de ovieron  muy  gran  cabalgada  é  riquezas ;  prime- 
ramente ,  el  Rey  moro  cautivo  con  otros  caballeros 
moros ,  muchos  y  de  grande  rescate,  é  otros  muchos 
cautivos  de  mediano  rescate,  é  otros  muchos  de  co- 
mún rescate  y  valores,  y  muchas  acémilas,  é  fue- 
ron tantas,  que  se  maraviliaroi^  los  christianos  don- 
de habia  tantas  scémilas,  y  los  moros  cautivos  les 
dizeron  que  cada  peón  traia  una  acémila,  ó  ál  me- 
nos entre  dos  peones  una  acémila,  por  amor  del  tra- 
bajo de  las  tres  marchadas,  é  por  las  vituallas  del 


DOSA  ISABBL.  611 

comer,  é  aun  por  pareeer  mas  gente  de  á  caballo ;  ó 
ovieron  muchas  armas  é  ropas ,  é  oro ,  é  plata ,  é  ca- 
ballos ;  é  ansí  volvieron  el  Conde  de  Cabra ,  é  el  Al- 
cayde los  Donceles,  con  la  cabalgada  é  muy  hon- 
rados. 

£  Don  Alonso  de  Aguilar,  en  este  medio  tiempo 
estando  en  Anteqnera,  supo  el  desbarato  de  los  mo- 
ros, é  salió  al  campo  á  la  delantera  de  los  que  ha- 
blan escapado,  é  [ovo  mas  de  ochenta  moros  que 
tomaron  él  y  los  suyos.  El  primer  moro  de  los  de  á 
caballo  que  entró  solo  en  Loxa,  fué  uno  que  solla- 
maba Cidi  Caleb,  sobrino  del  Alfaquf  mayor  del 
Albaicinde  Granada;  é  como  lo  vieron  ansí  solo,  fué 
muy  grande  alboroto  por  un  poco  en  la  villa,  y 
dizéronle  «¿caballero,  dó  el  Rey  y  la  gente?»  y  él 
respondió:  «allá  quedan,  que  el  Cielo  cayó  sobre 
ellos,  é  todos  son  perdidos  é  muertos.»  Estonce  co- 
menzaron en  Loxa  muy  gran  llanto ,  é  muy  gran 
lloro  y  tristeza,  é  este  moro  mesmo  llevó  la  nueva 
á  Granada,  donde  la  gente  de  ella  fué  muy  triste  y 
cuitada,  é  fué  muy  llorada  por  los  moros  la  pérdida 
del  Rey ;  é  sabed  que  los  que  con  él  se  perdieron, 
eran  todos  los  mas  caballeros  de  los  mejores  é  mas 
principales  de  Granada,  é  de  Loxa  é  de  toda  la 
frontera.  El  Conde  do  Cabra,  é  el  Alcayde  de  los 
Donceles,  desque  conocieron  al  Rey  moro  entre  los 
presos,  guardáronle  é  ficiéronle  mucha  honra,  é  pre- 
sentáronlo al  Rey  Don  Femando  desque  vino  á 
Córdoba,  el  qual  no  tardó  de  venir  de  Castilla,  des- 
que supo  la  victoria  habida  por  los  christianos,  al 
qual  el  Rey  lo  tuvo  preso  algún  tiempo,  é  después 
lo  soltó  sobre  rehenes,  é  volvió  en  tierra  de  moros, 
é  algunos  de  los  caballeros  moros  no  le  obedecieroni 
en  algunos  lugares  lo  recibieron,  é  en  algunos  no. 
Fué  llamada  esta  batalla  por  mal  de  los  moros,  la 
de  Lucona,  otros  la  llamaron  la  del  Rey  moro,  por 
que  fué  allí  cautivo. 

CAPÍTULO  LXII. 

De  eémo  los  moros  tornaron  A  tomar  por  Roy  al  Hoy  viejo. 

En  el  dicho  afio  de  1483,  luego  como  los  moros 
de  Granada  vieron  perdido  á  el  Rey ,  é  vieron  que 
era  tanta  gente  con  él  estragada  é  perdida ,  envia- 
ron por  el  viejo  á  Málaga  que  volviese  á  reynar,  é 
vino  luego  é  apoderóse  en  Granada  como  antes  es- 
taba, y  tuvo  la  ciudad  fasta  San  Juan  del  afio  de 
1485  que  fueron  tres  afios,  en  su  honra  y  prosperi- 
dad ;  y  en  aquel  tiempo  todo ,  tenia  la  ciudad  de 
Almería  contra  él,  su  fijo  Muley  Baudili  Agije  el 
Infante,  por  su  hermano,  el  que  se  habia  perdido 
cerca  de  Lucena,  é  en  este  tiempo  el  Rey  cautivo 
se  deliberó  por  rehenes  é  ciertos  partidos  secretos, 
de  poder  del  Rey  Don  Fernando,  é  fué  á  Granada, 
é  no  le  quisieron  recibir,  é  fuese  á  Guadiz,  é  allí  lo 
recibieron,  é  allí  estuvo  algún  tiempo  fasta  que  sa- 
lió de  allí  para  ir  á  Vera,  é  desque  salió  de  Guadix, 
nunca  mas  lo  quisieron  acojer  en  ella,  é  estuvo  en 
Vera  fasta  que  mataron  á  su  hermano  el  Infante 
en  Almeria,  é  estonce  huyó  él  é  vínose  á  Castilla,  é 
estuvo  acá  algunos  días,  é  después  volvióse  á  VerSi 


éii 


ORÓNTOAS  DB  LOd  BStES  OÉ  OASTtLU. 


é  ettaro  allá  f mU  que  le  tomó  Loxa,  qne  se  yino 
A  QranadAí  é  lo  acojieron  en  el  Albaido ,  é  eo  todo 
«0te  tiempo  habi»  diyisioii  entre  loa  moroa  oomo 
adelante  ae  dirá. 

OAPÍTÜLO  LXni. 
Cobo  él  Bey  Doa  FefBtaéo  tontf  á  Zahtra  á  lof  moros. 

En  el  mea  de  Janio  afio  anaodioho  de  1483,  fué 
él  Rey  Don  Fernando  á  meter  la  reoaa  á  Alhama 
poderoaamente,  é  oombatió  á  Zahara,  é  tomóla  por 
faerza  ¡de  armaa »  ó  tomó  loa  moroa  eantiroa  qne 
jEneron  ciento,  ó  poco  maa  ó  menoa,  qne  guardaban 
la  íortaleza  ó  yilla  qne  la  gente  menuda  no  oaó  to- 
da aguardar,  é  fiao  talar  la  Vega  de  Qranada,  ó  tu- 
.  yo  allá  él  San  Juan ;  7  en  Zahara  hubo  muoho  trigo, 
é  cebada  é  gran  preaa,  délo  qual  fiío baateoer  á  Al- 
hama, é  aaoó  de  ella  á  Luia  Pnertooarrero,  ó  dejó  al 
Conde  de  Tendilla  por  Capitán  é  Alcalde ;  ó  de  eata 
Tea  quedaron  loa  moroa  de  Qranada  muy  atemori- 
aadoa  de  el  Bey  Don  Femando  de  yer  tanta  y  tan 
noble  oabaUeria  y  gente  oomo  Hoyaba,  entró  y  aalió 
eata  yea  en  Alhama,  dando  yiota  á  Granada. 

CAPtrULO  LXIV. 
Do  Uf  líelo  iebs  do  CaatrUi. 

Laa  ialaa  de  Canariaa  aon  aiete  aituadaa  dentro  en 
él  mar  Océano,  maa  yecinaa  y  cercanas  de  tierra  de 
África  qne  de  otra  tierra ;  yendo  de  Cádia  á  ellaa 
queda  la  tierra  á  la  mano  siniestra ;  aon  yecinaa  á 
la  tierra  de  la  mas  pequefia  algunas  quince  leguas, 
¿algunas  treinta  leguas,  é  algunaa  dnqftenta  le- 
guas, poco  maa  ó  menos.  La  mas  pequefia  linda  con 
la  tierra  de  Tagaos  ó  Desa ;  es  la  primera  isla  como 
yan  de  Castilla,  Lanaarote,  que  es  tierra  de  mucho 
pan  y  ganado ,  especialmente  cabras ;  ea  tierra  para 
plantar  yiftas  ó  árboles,  salyo  que  no  las  ponen  por 
el  mucho  ganado  que  los  comen  é  destruyen ;  no 
tienen  aguas  dulces,  beben  los  hombres  y  ganadoa 
aguas  lloyediaas  qne  cejen  en  cisternas  que  llaman 
maretas ;  ea  tierra  de  muchoa  conejea  é  palomas,  po- 
cos yecinos,  ó  moradorea  menoa  de  ciento,  tienen 
buenoa  pescados,  hay  deade  Cádia  allá  doscientas 
leguas. 

Es  luego  Fuerte  Ventura :  llámase  la  población  el 
Valle  de  Santa  María ;  ea  tierra  de  muchas  aguaa 
dulces  de  rios,  hay  muchas  cabrea,  pocaa  yacas, 
parras  de  uyas,  huertas,  é  almendras  y  otros  árbo- 
les ;  está  tres  leguas  mas  allá  de  Lanzarote. 

Gran  Canaria  es  lu^o ,  que  es  grande  isla,  muy 
yirtuosa,  de  muchas  aguas  é  rios  dulces,  é  muchos 
cafiayerales  de  azúcar,  é  tierra  de  mucho  pan,  trigo, 
á  cebada,  é  yino,  ó  higuerales,  é  muchaa  palmas  de 
dátiles,  é  es  tierra  para  muchas  plantas ,  tiene  bue- 
nas yifias  y  muchos  conejos;  está  diez  y  ocho  leguas 
adelante  de  Fuerte  Ventura. 

Tenerife  ea  luego  que  ea  tierra  muy  yirtnosa  de 
pan  y  ganados,  y  de  aguaa  dulces,  donde  hay  una 
sierra  de  las  mas  altas  del  mundo ,  que  yen  encima 
de  ella  algunaa  yecea  arder  llamas  de  fuego  como 


haoe  el  Monjebel  en  Oedlia  ¡  ea  grande  lata;  habU. 
en  ella  nueye  Beyea%  nueye  parcíalidadea  qne  ao-  ■ 
juzgaban  toda  la  otra  gente,  ea  tierra  de  mocho  pan, 
como  dicho  es,  é  mny  aparejada  para  plantar  yi- 
fiaa  é  huertaa  é  todaa  las  otraa  coaaa  neoeaaiiaa  á  hi 
yidade  loa  hombrea ;  está  dooe  legnaa  adelanta  da 
la  Gran  Canaria. 

La  Gomera  ea  luego  aeb  legnaa  de  Tenerife;  ea 
muy  yirtuoaa  tierra  de  pan,  ó  de  ganadoa,  é  de  acd- 
carea,  é  aparejada  para  plantar  yifiaa  ¿  arbolea  de 
todas  plantea. 

La  Palma  ea  luego ,  é  ea  tiem  de  rnnoho  pan  j 
asacar,  é  aguaa  dulcea  de  la  calidad  de  la  Gomerai 
hay  en  ella  pastel  y  no  hay  en  todaa  eataa  ialas;  Ar- 
chila  eatá  quatro  leguas  adelante  de  la  Qomerai  y 
no  hay  paatel  aino  en  ella. 

£1  Fierro  ea  la  cabeza  de  todaa,  ¿  maa  léjoa  ea 
tierra  áspera ,  á  lugarea ;  tiene  muchoa  pnerooa ,  y 
de  todos  ganados  hay  en  ella ;  no  tiene  ningunas 
aguaa  dulcea,  salyo  de  oistemaa  é  maretaa:  del  agu« 
lluvia  beben  loa  ganadoa. 

En  eata  isla  hay  una  gran  marayilla  de  laa  del 
mundo,  que  el  pueblo  bebe  del  agua  que  un  árbol 
anda  por  las  hojas.  Hay  un  árbol  de  manera  de  un 
álamo,  y  ea  yerde  todayia  que  nunca  pierde  la  hoja, 
y  an  fruto  que  da  ea  unaa  bellotillaa  que  amargan 
como  hiél,  é  ai  las  comen  son  medidnalea,  y  no 
hacen  dafio  al  ouerpo,  y  ea  de  altura  de  una  lanza 
mediana;  tiene  grandea  ramas  é  copa;  ea  de  gor^ 
dor  cuanto  pueden  abrazar  doa  hombrea ;  el  pió  de 
ól  suda  maravillosamente  gotas  de  agua  continua- 
mente, que  caen  en  una  alborea  que  eatá  abajo  de 
él,  de  tal  manera  que  una  gota  de  agua  no  se  puede 
perder.  De  allí  han  abasto  de  agua  toda  la  que 
pueden  beber  todos  los  de  la  isla,  que  solía  haber 
ochenta  vecinos,  é  todos  é  sus  casas  son  hartos  y 
^bastados  de  aquel  árbol;  son  las  hojas  y  color  oo« 
mo  de  laurel,  sino  que  son  un  poco  mayorea.  No  hay 
en  todas  siete  islas  árbol  de  aquella  natura ,  ni  en 
toda  Espafia ;  ni  hay  hombre  que  otro  tal  haya  vis- 
to en  parte  ninguna ;  y  por  esto  parece  bien  que  ea 
misterio  de  Dios,  y  que  quiso  dar  alli  aquel  agua  de 
tal  manera  por  dar  conaolacion  á  las  gentes  que  en 
otro  tiempo  alli  fueron  echadaa,  donde  otro  pozo  ni 
fuente  dulce  se  falló  jamáa,  ni  falla. 

Bstaa  aiete  islas  teoian  siete  lenguajes,  en  cada 
nna  el  auyo,  que  no  se  entendían  ni  paredan  unoa 
á  otros,  los  quales  ahora  los  de  la  naden  de  ellas,  se 
retienen  entre  ellos.  Antes  de  ser  ganadas  de  ebria* 
tianos,  en  todas  andaban  desnudos  como  nacieron, 
elloe  é*6llas,  salvo  en  la  Gran  Canaria  traían  unaa 
bragaa  do  palmas  como  por  gala,  elloa  y  eUas ;  em- 
pero no  cubrían  bien  los  lugarea  inhonestos,  porque 
no  eran  cerrados  por  abajo,  aalvo  una  cuerda  cefií- 
da  por  las  caderas,  y  do  alli  colgaban  unas  flocadu- 
ras de  palmas  ripiadaa. 

En  todaa  e^tas  siete  islas  tenían  mucho  ganado 
de  que  parecía  que  Díoa  lea  proveyó ,  en  eapecial 
cabras  de  que  comían  carne,  y  leche,  ó  manteca,  é 
queso,  é  hacian  mantas  de  los  pellejos  con  su  pelo 
muy  sobados  é  adobados,  en  que  se  echaban,  ó  ta^ 


DON  nSBNAKDO 

mUúMf  qiM  WB  coUjftban  algonu  yecm  por  él  boI, 
y  por  él  ftire,  que  traUn  «d  lot  hombros  é  en  1m  ei- 
paldai.Oriabaii  lo«  nifioi  desque  neoisn,  enTueltos 
«D  pellejos  de  oebritos  ohiqaitos ;  é  de  los  mstrimo- 
niososda  imo  tenia  su  mujer  ó  mujeres,  empero  por 
maj  lÍTÍanas  oosas  se  partía  el  matrimonio,  ó  ellas, 
é  ellos,  se  oomnnicaban  oon  quien  querián.  Eran 
Idólatras  sin  Uj :  en  la  Gran  Canaria  tenían  una 
easa  de  oradon  llamada  allí  Torifia,  é  tenian  alli 
una  imájen  de  palo  tan  luenga  oomo  media  lanía, 
entallada,  oon  todos  sus  nieryos,  de  mujer  desnuda, 
oon  sus  miembros  de  fuera,  y  delante  de  ella  una 
oabra  de  un  madero  entallada,  oon  sus  figuras  de 
hembra  que  quería  concebir,  y  tras  de  ella  un  ca- 
brón entallado  de  otro  madero,  puesto  oomo  que 
quería  sobir  á  en  jendrar  sobre  la  cabra.  Alli  deira- 
mabanleohey  manteca,  parece  que  en  ofrenda,  ó 
diesmo  6  primicia,  é  olla  aquello  allí  mal  á  la  leche 
6  manteca.  No  tenian  hierro  de  que  se  serTir,  sal^o 
de  algunos  desbaratos  que  hacían  en  los  ohristianos 
que  les  facían  guerra,  algunas  annas  é  cuchillos 
se  senrian.  Sembraban  el  trigo  y  cebada  con  cuer- 
nos de  cabra  metidos  en  varas,  especialmente  en 
Gran  Ganaría  en  lugar  de  arados,  é  así  voMan  la 
tierra  y  cubrían  él  grano,  é  oojian  en  gran  multi- 
plicación de  una  medida  cinqftenta  é  mas  t  no  ha- 
dan pan,  salvo  gofio  envuelto  el  grano  majado  con 
la  leohe  é  con  la  manteca.  Fué  preguntado  á  los  mas 
ancianos  de  Gran  Ganaría,  que  si  tenian  alguna 
memoría  de  su  nacimiento,  ó  de  quien  los  dejó  allí, 
é  respondían :  nuestros  antepasados  nos  dijeron  que 
Dios  nos  puso  y  dejó  aquí ,  é  olvidónos,  é  dijéron- 
nos,  que  por  la  via  de  tal  parte  se  nos  abriría  é 
mostñria  un  ojo  ó  Ins  por  donde  viésemos,  y  seña- 
laban hacia  Espafia,  que  por  allí  hablan  de  yer,  é 
se  les  habia  de  abrir  el  ojo  por  donde  habían  de  ver. 
Son  en  todas  estas  islas  hombres  de  buen  esfuerzo, 
y  de  grandes  fueisas,  y  grandes  braceros,  y  hom- 
bres livianos  y  lijeros,  y  mas  los  de  la  Gran  Oana- 
ria.  Son  en  todas  las  islas  hombres  rasonables  de 
buenos  entendimientos,  y  de  agudo  injenio,  por  ser 
silvestre  é  pastores  ellos  y  ellas,  y  son  gente  fiel,  y 
caritativa,  y  de  verdad,  y  buenos  ohristianos, 

CAPÍTULO  LXV. 
Gomo  flieroa  «oiqulitadu  primero  estes  islss. 


Fueron  conquistadas  estas  islas  la  primera  ves 
por  un  capitán  francés  que  andaba  de  armada  por 
la  mar,  llamado  Moneen  de  Bethenchohnrt,  en  el 
afio  de  1400  ó  muy  poco  antes  ó  después,  según  pa- 
rece por  rasen  de  los  tiempos ,  creo  que  seria  en 
tiempo  del  Bey  Don  Enrique  ni,  en  aquellos  dies 
afios  que  reinó,  ó  en  el  oomienao  de  la  tutela  del 
Bey  Don  Juan  11  su  fijo,  que  comenaó  á|reynar  de 
veinte  mes^  en  el  afio  de  1407  afios.  E  ovo  victo- 
ria aquel  capitán  de  las  quatro  islss,  de  ellas  de  las 
mas  pequefias  é  menos  poderosas,  conviene  á  saber: 
Lanaarote,  Fuerte- ventura,  La  Gomera,  El  Hierro. 
Estas  ganó,  é  tomó  é  sojusgó »  ó  oon  las  otras  no 
pudOyé  quedaron  por  ganar  ei)  sq  Ti|^r,  Este  9api- 


ADOftAlBÁBBk  61» 

tan  Moneen  de  Bettienohohuri,  no  contento  oon 
ellas,  buscóquien  se  las  comprase  en  Sevilla,  ó  com* 
próselas  él  Conde  de  Niebla  Don  Juan  Alonso,  pa- 
dre del  primer  Duque  de  Medina,  que  fué  el  Du^* 
que  viejo  Don  Enrique,  y  el  dicho  Conde,  no  con- 
tento oon  ellas,  Iss  vendió  é  trocó  por  ciertos  luga- 
res á  Fernán  Perasa  caballero  de  Sevilla  que  viví* 
oon  él,  é  Fernán  Perasa  las  tuvo,  é  sefioreó  é  poseyó 
quanto  vivió^  y  aun  fiso  guerra  á  las  otras  tres,  don- 
de  en  la  conquista  de  la  Palma  le  mataron  los  pal- 
mases un  hijo  llamado  Guillen  Perasa,  soltero,  qiie 
no  tenia  otro  varón ,  é  por  eso  quedó  su  fija  dofia 
Inés  Perasa  por  heredera  y  seftora  de  las  islas,  é  el 
dicho  Fernán  Perasa  nunca  pudo  ganar  ni  sefiorear 
las  tres  islas,  conviene  saber:  Gran  Canaria,  Tene- 
rife y  la  Palma ;  empero  por  halagos,  ó  oomo  quier 
que  fué,  los  regimientos  de  todas  tres  le  besaron  1» 
mano  por  su  Bey  y  Sefior,  y  llamábanle  las  gentes 
Bey  de  Canaria.  No  sé  yo  si  él  se*  intituló  de  ello. 
Murió  Fernán  Perasa ,  sefior  de  las  dichas  islas,  en 
buena  fama  de  muy  buen  caballero  que  fué,  é  deja 
casada  á  su  fija  dofia  Inés  Perasa  con  Diego  de 
Herrera,  caballero  de  Castilla,  hermano  del  maris- 
cal de  Ampudia,  é  quedaron  ella  y  su  marido  sefior 
de  las  dichas  islas,  é  llamábanlos  Bey  é  Beyna  dO; 
Canaria,  y  durante  su  matrimonio  ovieron  tres  fijos 
é  desfijas,  á  Pedro  García  de  Herrera,  é  Fernán  Pe- 
rasa,  é  Sancho  de  Herrera,  é  á  dofia  Maria  de  Aya- 
la,  que  casó  en  Portugal  con  el  conde  de  Porto-ále- 
gre  Don  Diego  de  Silva,  é  á  dofia  Fulana  que  oasÓ 
oon  Pedro  Femandes  de  Saavedra,  fijo  del  maris- 
oal  de  Zahara,  é  seftorearon  las  quatro  islas  suyas, 
empero  nunca  pudieron  sojuzgar  las  tres.  E  luego 
oomo  el  Bey  Don  Femando  y  la  Beyna  dofia  Isabel 
vinieron  á  Sevilla  á  la  primera  ves,  sabiendo  la  fe- 
rocidad de  aquella  gente  de  aquellas  tres  islas,  y  la 
fertilidad  de  la  tierra,  propusieron  conquistarlas,  y 
enviaron  á  la  Gran  Canaria  á  Juan  de  Bejon ,  é  Pe- 
dro del  Algaba,  dos  capitanes  con  quinientos  hom- 
bres, é  ficieron  la  torre  donde  es  ahora  la  pobla- 
ción, é  ovieron  discordia  entre  ambos  capitanes  é 
envidias,  é  siendo  compadres  é  muchos  amigos, 
mató  Juan  de  Bejon  á  Pedro  del  Algaba ;  é  después 
fizo  matar  Fernán  Pereza,  fijo  de  Diego  de  Her- 
rera, á  Juan  Bejon :  ansí  el  malo  f  enedó  maL 

No  contentos  de  está  conqubta  Diego  de  Herrera 
y  dofia  Inés  Pereza,  pusiéronse  á  justicia  con  el 
Bey  y  la  Beyna,  diciendo  que  era  la  conquista  su- 
ya. Hallóse  por  justicia,  que  pues  eran  vasallos,  no 
se  podían  llamar  Beyes,  y  que  á  ellos  seria  imposi- 
ble sojuzgar  ni  ganar  aquellas  tres  islas ,  que  per- 
diesen la  apdon  que  á  ellas  tenian,  y  recibiesen  cin- 
co qüentos  de  maravedís,  é  tanto  les  dieron.  T  asC 
quedó  la  conquista  de  aquellas,  tres  islss  al  Bey  y 
Beyna  de  Castilla,  é  la  obediencia  de  todas ;  é' vista 
la  discordia  de  aquellos  dos  capitanes,  enviaron  el 
Bey  y  Beyna  allá  á  Pedro  de  Vera  por  capitán  ma- 
yor como  dicho  es,  é  quedaron  señores  de  sus  qua- 
tro islas  Diego  de  Herrera  y  dofia  Inés  Perasa,  ó 
fallado  él  de  esta  presente  vida  donde  á  pocos  diíts^ 
después  de  hecho  d  part{dO|  é  yívió  elle  después^ 


tu 


CBÜmOÁB  DE  ÍX)S  &STES  DE  OASTILLA. 


nuM  de  veinte  ellos  viude^  é  gobernóee  muy  bien 
pomo  muy  noble,  é  muy  Taronil  é  TÍrtaos»  duefia, 
j  fálledó  en  Sevilla  e^  baene  Tojes  de  edad  de  mas 
4o  pobeota  aüos, 

oapItülo  LXVI, 

De  U  Isla  d0la  Gru  CastrU»  ¿  ^niea  é  como  lai  |iad,  y  de  aai 

cosai. 

En  la  Gran  Canaria  liabiá  dos  Gaardatemes,  6 
dosFagzames,  los  Gaardatemes  eran  reyes  en  lo 
seglar,  é  en  todo  mayores,  los  Fagzames  eran  asi 
como  en  lo  espiritaal  oomo  obispos ;  el  uno  era  rey, 
6  el  otro  obispo  do  Galda,  é  el  otro  rey  de  Telde,  ó 
el  otro  Obispo  de  Telde,  que  eran  dos  parcialidades 
é  dos  reynos  en  toda  la  isla ;  y  era  mayor  el  rey  de 
Telde  de  mas  gente  qne  el  otro,  é  el  rey  de  Galda 
se  fiso  amigo  de  los  obristianos  é  aseguróse  é  fizóse 
vasallo  del  Rey  de  Castilla,  é  enviólo  Pedro  de  Ve- 
ra á  Castilla,  donde  el  Rey  y  la  Reyna  le  fioieron 
muoha  honra,  é  lo  vistieron,  ó  fizo  con  ellos  su 
amistad  é  prometió  de  serles  siempre  leal,  é  volvió 
en  Gran  Canaria,  é  ayudó  mucho  á  hacer  la  guerra 
al  Rey,  y  hubieron  un  día  una  batalla  en  el  invier- 
no del  afio  de  1483  en  una  sierra,  fortaleza  de  pe- 
fias  é  puertos,  que  llaman  Ventangay  é  tenian  la 
fortaleza  del  risco  los  de  Telde ,  é  los  obristianos  ó 
Pedro  de  Vera,  su  capitán  mayor,  é  un  vizcaíno  que 
llamaban  Michel,  que  era  capitán  debajo  do  Pedro 
de  Vera ;  el  rey  de  Galda  con  sus  canarios  tenian  la 
cue¿ta  abajo,  y  Uevaron  de  vencida  al  rey  de  Telde, 
é  retrajese  con  su  gente  á  Ventangay ,  y  volvieron 
sobre  los  obristianos  á  pedradas,  é  mataron  muchos 
de  los  delanteros,  y  entre  ellos  al  capitán  Michel 
que  se  habia  metido  mucho  en  ellos,  y  los  obristia- 
nos desmayaron,  é  volvieron  á  huir,  é  los  canarios 
de  la  parcialidad  se  puúeron  á  la  frente,  é  el  mis- 
mo rey  de  Galda,  é  defendieron  á  los  obristianos, 
que  si  asi  el  rey  de  Galda  no  lo  fioiera,  no  escaparan 
aquel  dia  sino  á  ufia  de  caballo.  E  vista  la  flaqueza 
de  los  ohristianos,  la  hneste  do  Tolde  al  Guárdate- 
me de  Galda  dijo  :  u  Conoce  este  dia  y  quítate  de  en- 
medio,  y  mataremos  todos  esos  obristianos,  y  que- 
daremos libres  vosotros,  y  nosotros ,  ó  nunca  nos 
podrán  sojuzgar» :  y  dijo  el  Guárdateme,  no  quie- 
ro qne  no  faré  traición  por  cierto,  que  asi  lo  tengo 
prometido ;  ó  aquel  dia  se  volvieron  los  christiauos 
vencidos  poco  á  poco  dejando  muertos  mas  de  dos- 
cientos hombres  con  Michel ,  é  murieron  de  los  ca- 
narios contrarios  mas  de  cien  hombres ,  é  dende  á 
quince  días  tomaron  los  obristianos  de  noche  á  Ven- 
tangay ;  é  los  de  Telde  viendo  que  no  se  podían 
amparar  ni  defender,  diéronse  á  partido  á  Pedro  de 
Vera,  con  su  Guárdateme,  diciendo  que  querían  ser 
obristianos  é  los  dejasen  libros,  ó  ansí  los  recibieron, 
é  bautizólos  el  Obispo  de  Canarias  Don  Joan  de 
Frias;  é  Pedro  de  Vera,  diciendo  que  fuesen  con  él 
en  las  carabelas  á  facer  cabalgada  é  correr  á  Tene- 
rife, para  ganar  para  los  vestir,  con  este  engafio,  de- 
bajo de  tilla,  en  las  Carabelas  los  envió  á  Espafia,  é 
ios  trajeron  i  OidiZ|  HA  Puerto,  é  dende  á  Sevilla 


el  afto  de  14S3  afios,  oeroa  de  San  Juan  de  Jnnlo. 
Fué  Alonso  de  Lugo  en  esta  conquista  capitán,  al 
qual  los  canarios  querían  mucho ,  porque  oon  mu- 
cho amor  los  trataba  é  oonquistaba ;  era  medianero 
muchas  veces  entre  ellos  é  Pedro  de  Vera  en  \bm 
paces,  é  treguas  é  conciertos.  Y  sí  de  la  (manera  su- 
sodicha Pedro  de  Vera  no  sacara  los  isleftos  do 
aquella  isla  oon  aquel  engafio,  fuera  gran  maraví« 
lia  poderlos  sojuzgar,  que  habia  entra  ellos  seisden* 
tos  hombres  de  pelea,  grandss  é  muy  lijaros,  y  bra- 
ceros y  esforzados,  é  muy  feroces,  é  tenian  en  lu-* 
gares  muy  fuertes,  tierra  é  pasos  para  se  poder  de- 
fender. Quedaron  estonce  en  Canarias  las  mujeres 
todas  é  la  gente  menuda,  las  quales  después  las  en- 
viaron en  Castilla,  é  les  dieron  oasa  en  tSevilla,  y 
toda  la  parcialidad  del  rey  de  Telde  vino  á  Sevilla, 
y  fueron  allí  vecinos  á  la  puerta  de  Mihojar;  é  mu- 
chos se  mudaron  donde  quisieron  libremente,  y  mu- 
chos se  finaron  que  no  los  probó  la  tierra,  y  después 
los  volvieron  por  su  grado  en  las  islas  en  la  misma 
Gran  Canaria,  desque  estaba  poblada  de  gente  de 
Castilla,  los  que  quedaron ;  é  muchos  llevaron  á  la 
conquista  de  Tenerife,  donde  murieron  asaz  de 
ellos.  E  así  el  Rey  Don  Fernando  é  la  Reyna  Dofia 
Isabel  conquistaron  é  ganaron  la  Gran  Canaria,  é 
habia  en  ella  los  lugares  é  aldeas  sigmentes  po- 
blados. 

Telde,  de  donde  se  intitulaban  el  Rey  y  nn  Obis- 
po.—Qalda,  do  donde  so  intitulaban  el  otro  Rey  y  el 
otro  Obispo. — Araguacad. — Arajines. — Themensay. 
— Atrahanaca. — Atairia.— Atagad. — Adf atagad. — 
Furio. — Artenaran.  — ^Afaganige .— Areaganigui. — 
Arecacasumaga. — ^Atasarti. — ^Aeragraca. — Arbenu- 
gania. —  Arerehuy. — Atirma. — Aracuzem.  —  Artu- 
brirgains. — Atamaraseid.—  Artagude.— Aregayeda. 
Aregaldan.  — Areagraxa.  —  Areagamasten.— Area- 
chu. — Aforgad. — Arehnoas. — Aterura.— Atenoya. 
— ArAremigada.-*Ateribiti. — ArauUagata. 

Todos  estos  lugares  tenian  poblados  al  tiempo 
que  la  conquista  se  comenzó.  Habia  entre  estos  ca- 
narios hombres  fidalgos  y  caballeros,  á  quien  los 
otros  tenian  acatamiento.  Habia  entre  ellos  y  ellas, 
diversas  leyes  y  costumbres:  cuando  habían  de 
casar  alguna  doncella,  ponianla  después  de  concer- 
tado el  matrimonio  ciertos  días  en  vicio  A  engor- 
dar, y  solía  de  allí  y  desposábanlos  ,  y  venían  los 
caballeros  é  fidalgos  del  pueblo  ante  ella,  é  habia 
de  dormir  con  ella  uno  de  ellos  primero  que  el  des- 
posado, quol  ella  quisiese,  y  si  quedaba  prefiada  de 
aquel  caballero,  el  hijo  que  nacía  era  caballero,  y 
si  no  los  fijos  de  su  marido  eran  comunes ,  y  para 
ver  si  quedaba  prefiada,  el  esposo  no  llegaba  á  ella 
fasta  saberlo  por  cierto ,  por  vía  de  la  purgación. 
EsCa  y  otras  costumbres  gentílicos  y  oomo  de  ali- 
mafias,  ton  ion,  y  ansí  como  bestias  no  habían  em- 
pacho do  sus  vergüenzas ,  ellos  y  ellos.  Eran  gran- 
des criadores  de  cobros  y  ovejas,  é  los  mujeres  ejer- 
citaban tanto  el  trabojo  como  los  hombres,  é  aun 
mas,  para  los  mantenimientos  de  sus  casas.  No  te- 
nian vifias,  ni  oafias  de  azúoar,  ni  habia  en  la  isla 
la  riqueza  y  fertilidad  que  hoy,  salvo  figuerss  mu- 


DON  FEBNANDO 

€Íia«  j  desque  fueron  IO0  cbistianoB,  pasieron  par* 
ras é  TifiM,  é  cafiaTerales  de  azúcar,  7  llevaron  ga- 
nados, que  elloe  no  tenian  sino  mnchas  cabras,  é 
trigo,  é  oebada ;  no  tonian  casa  de  conejos ;  é  dé  un 
conejo  é  una  coneja  que  los  cbrisiianos  Uevaron, 
se  hicieron  tantos  en  tan  poco  tiempo,  que  toda  la 
isla  era  llena  de  ellos,  é  les  oomian  las  oafias  de 
azúJar,  é  plantas,  é  quanto  tenian  que  no  sabian 
que  remedio  poner;  é  lleyaron  muchos  perros,  ó 
dieron  por  mucha  manera  á  los  destruir  y  apocar, 
y  cercaron  las  heredades  que  pudieron,  y  asi  se  re- 
mediaron, y  tienen  de  ellos  cuanta  caza  quisieren  é 
los  toman  con  poco  trabajo. 
• 

CAPÍTULO  LXVII. 
De  la  baUlla  qse  eommivettle  se  Alce  la  de  la  Lépera. 

En  el  mes  do  septiembre  á  diez  y  siete.  Miérco- 
les, afio  susodicho  de  1483,  después  que  el  Boy  mo- 
ro yiejo  fué  recibido  en  Granada  p6r  Roy  á  causa 
del  cautiverio  de  su  fijo ,  vinieron  de  su  licencia  y 
mandado  mil  y  doscientos  de  á  caballo,  6  pocos 
mas,  esoojidos,  á  correr  tierra  de  ohrlstianos,  en  los 
quales  vinieron  mochos  Alcaydes  y  hombres  prin- 
cipales, é  reoojiéronse  en  Bonda,  é  entraron  por 
Zahara,  y  trujeron  consigo  gran  peonaje,  el  qual  de- 
jaron en  la  ñerra ,  é  todos  los  caballeros  entraron 
por  Lopera  á  correr  el  campo  de  Utrera,  é  el  Goro- 
nil,  é  los  Molares ;  é  echaron  trescientos  de  á  caba- 
llo á  correr  la  via  de  Utrera,  los  quales  llegaron  á 
dos  leguas  de  él,  y  ciento  y  cinqüenta  al  Corouil, 
que  llegaron  cerca  del  logar,  y  quedaron  los  otros 
en  la  celada';  y  los  que  fueron  al  Goronil  corrieron 
el  campo  y  recogieron  el  ganado,  que  fué  una  gran 
boyada  é  vacas,  é  todo  lo  que  hallaron ;  é  al  rebato 
salieron  de  Utrera  sesenta  de  á  caballo  é  alg^os 
peones,  é  dieron  en  la  zaga  de  los  corredores  moros, 
no  acobardando  de  pelear  con  ellos ;  é  en  chico  es- 
pacio por  una  tierra  mas  áspera  que  llana,  derriba- 
ron fasta  treinta  moros,  de  los  quales  algunos  ma- 
taron del  todo;  y  desque  los  moros  vieron  álos 
christianos  salidos  de  lo  áspero  á  un  Uano,  ya  esta- 
ban todos  cerca  déla  celada,  é  volvieron  gran  par- 
te de  los  trescientos  corredores  sobre  los  christia- 
nos, y  los  christianos  huyeron  á  meterse  en  un 
monte  que  estaba  alli  cerca ;  é  en  aquella  vuelta 
mataron  los  moros  siete  ó  ocho  christianos,  é  en  es- 
to vínoles  á  los  moros  nueva  que  fuesen  presto  que 
tenian  en  la  celada  la  batalla  aparejada,  y  los  chris- 
tianos al  rostro ,  que  no  curasen  de  la  cabalgada. 
En  esto  vino  otra  nueva  que  la  celada  era  desbara- 
tada, y  que  los  christianos  venian  ya  sobre  los  mis- 
mos corredores,  é  paredan  ya  muchos  christianos 
en  el  campo*  Estonce  los  moros  corredores  se  fue- 
ron huyendo,  de  ellos  al  monte  donde  los  christianos 
de  Utrera  se  hablan  metido,  de  ellos  por  otras  partes; 
é  en  aquel  monte  acaeció ,  donde  estaban  los  chris- 
tianos meterse  los  moros  en  las  mismas  matas  á  es- 
conder, dejados  los  unos  y  los  otros  los  caballos 
desamparados,  é  desque  los  christíanos  conocieron 

que  los  mm  b^iji^i  ««Ueroii  é  tomsron  s^s  caba- 


¿  DOfi A  ISA^Eti:  éíi 

líos  é  otros,  é  cautivaron  de  aquellos  moros  los  que 
pudieron  fallar,  é  de  ellos  siguieron  el  aloanoe. 

E  la  pelea  de  la  celada  fué  de  esta  manera :  que 
de  la  entrada  de  estos  moros  habian  avisado  las 
guardias  de  la  frontera  al  Aloayde  de  Morón  Figue* 
redo,  que  era  un  esforzado  caballoro,  é  él  lo  fizo  ta« 
ber  luego  é  muy  aprisa  en  toda  la  comarca,  é  jun** 
tárense  oeroa  del  OoronU,  el  Aloayde  de  Morón,  é 
Martin  Qalindo,  é  el  Seftor  de  Palma  de  Mioergilio 
Luis  de  Pnertooarrero,  é  otros  capitanes,  con  la 
gente  de  Éoija,  y  Morón,  é  Osuna,  é  Antón  Bodri- 
guez  Alcaide  que  después  fué  de  Zahara,  oon  la  geii* 
te  de  Marchena,  é  tenia  sefias  é  trompetas,  é  asoma* 
ron  sobre  la  celada,  después  de  haber  comido  é  be- 
bido, é  aderezado  cada  uno  su  caballo  é  armas  oomo 
convenia  para  el  tan  cierto  ejercicio  que  habian  de 
haber  de  batalla,  é  asomaron  sobre  los  moros  que 
estaban  quedos  é  mal  aparejados  en  un  llano,  y  los 
christianos  se  apretaron  é  estuvieron  un  poco  para- 
dos, y  los  moros  se  apercibieron  muy  bien,  y  los 
christianos  mandaron  tocar  una  trompeta  é  so  fue* 
ron  á  los  moros,  é  los  moros  se  vinieron  á  ellos  es- 
forzadamente, é  rompieron  los  unos  con  los  otros,  é 
volvióse  la  pelea,  é  á  los  primeros  encuentros  fue- 
ron derribados  é  muertos  muchos  moros ,  é  beoho 
muy  gran  destrozo  en  ellos,  y  comenzaron  á  huir 
é  los  christianos  á  los  seguir,  é  en  tomo  de  media 
legua,  con  los  que  murieron  en  la  batalla ,  queda- 
ron muertos  mas  de  quatrocientos  moros;  é  ño  mu- 
rieron christianos  ningunos  en  esta  batalla,  que  sa- 
bido fuese.  Oá  Nuestro  Sefior  y  Santiago,  cuyo  ape- 
llido invocaron,  los  guardó,  y  los  christianos  siguie- 
ron el  alcance  quanto  vieron  que  convenía,  y  mata- 
ron en  la  dicha  batalla  y  alcance  los  caballeros  su* 
sodichos,  en  los  que  pudieron  ser  contados  soIbcíod* 
tos  moros  en  trecho  de  una  legua ;  é  fué  esta  bata- 
lla en  la  Fuente  de  la  Higuera,  cerca  de  Lopera,  é 
los  christianos  cogieron  el  campo  donde  ovieron 
moros  cautivos  é  muertos,  é  caballos  é  armas,  é  ro- 
pas, é  volvieron  con  mucha  honra  á  sus  oasas. 

El  Marqués  de  Cádiz  estaba  en  Jeres  al  tiempo 
quo  le  avisaron  de  la  entrada  de  estos  moros,  é  ví- 
nose á  Arcos,  é  dende  al  rio  Guadalete  del  cabo  de 
Zahara,  é  cuando  llegó  allí  ya  los  moros  que  ha- 
blan escapado  iban  f uyendo  pasado  el  rio,  y  siguió- 
les, é  ovo  noventa  moros  é  cien  caballos  que  llevó  á 
Arcos,  y  los  caballeros  de  Jerez  llevaron  cerca  de 
otros  tantos  que  les  dio,  que  les  tocaron  de  sus  par- 
tes, que  se  hallaron  con  él ,  é  envió  el  Marqués  em- 
presentados de  aquellos  caballos  al  Bey,  ocho  caba- 
llos; é  el  Aloayde  do  Bonda,  é  el  de  Setenil  escapa- 
ron desta  manera.  Eran  ellos  los  que  llevaban  la 
boyada  de  lacampiftade  Utrera,  é  desque  vieron  que 
la  celada  era  desbaratada,  tomaron  con  fasta  treinta 
do  á  caballo,  é  metiéronse  en  tierra  de  christíanos  la 
via  de  Lebrixa,  guiándolos  un  Elche  que  sabia  la  len- 
gua é  tierra,  é  anduvieron  aquel  dia  ñiora  de  camino 
fasta  la  noche,  que  fueron  á  pasar  á  Qnadalete  por 
cerca  de  Arcos,  guiándolos  el  dicho  Elche ,  que  era 
un  traidor  que  habla  sido  christiano  y  era  moro,  el 
qual  sábila  bien  la  tierra^  é  llamábanlo  ^  Peñero,  j 


OBÓNIOAfi  ¿K  LOS  BSIfiB  Í)B  ÜÁBñÜiA: 


6ie 

oi  daoir  que  era  de  Aiooe.  Allí  fueron  eqnel  dU 
nnieitoe  é  centivos  miiohoe  csballeroe  y  Aloeydes 
moroe  riooi,  é  de  graodee  reegatee;  entre  loe  qaalei 
fueron  eeatívoe  el  Aloejde  de  Máúga,  ó  el  de  Alo- 
re, é  el  Alceyde  de  líarbelle,é  el  del  Burgo,  ó  el  de 
Comeree,  é  el  de  Coin,  y  el  de  Veles  Málaga.  T  de 
loe  peonee  moroeno  peligraron,  ealvo  algunoe  man- 
ceboe  que  entraron  entre  loe  caballeroe  á  lae  eepne- 
lae,  é  otroe  que  le  fatroTÍeron  á  su  lijerexa,  porque 
todo  el  peonaje  quedó  en  la  eicrra.  Fué  eeta  batalla 
Miérooles  diez  y  siete  de  septiembre,  día  de  las 
quatro  témporas  de  Santa  Grus,  afio  susodicho  de 
mil  qnatrocientos  oohenta  y  tres.  Quedó  de  esta  toc 
muy  turbado  el  reyno  de  Qranada,  en  especial  Má- 
laga y  Bonda,  é  sus  comarcas,  que  perdieron  lamas 
.  de  la  caballería;  é  en  el  despojo  de  la  batalla  se 
OYÍeron  muchas  ricas  corases ,  ó  capacetes  ó  babe- 
rss,  de  las  que  se  hablan  perdido  en  el  Axarqufa,  é 
otras  muchas  armas,  é  algunas  fueron  conocidas 
de  sus  duefios  que  las  hablan  dejado  por  huir;  ó 
fytras  fueron  conocidas  que  eran  muy  sefialadas  de 
hombres  principales  que  habían  quedado  muertos 
6  oautÍTOs;  ó  fueron  tomados  muchos  de  los  mis- 
mos caballos  oon  sus  ricas  sillss,  de  los  que  queda- 
ron en  la  Azarqnfa,  é  fueron  conocidos  cuyos  eran. 
Ansí  en  pago  de  la  de  la  Axarquía,  esta  era  la  se- 
gunda, en  que  por  la  misma  forma  que  los  moros 
ofendieron  fueron  ofendidos,  y  aquellos  que  lo  fi- 
Oieron,  aquellos  lo  Tinieron  á  pagar  por  mal  de  los 
moros.  Fué  esta  llamada  la  de  Lopera,  que  de  mil  é 
doscientos  de  á caballo  que  entraron,  no  se  salva- 
ron los  doscientos,  y  de  estos  los  mas  *sin  caballo, 
apeados  y  escondidos  por  los  montes.  No  se  halla- 
ron otros  christianos  muertos  en]  toda  esta  batalla, 
■alvo  los  siete  ú  ocho  hombres  que  mataron  los 
oorredores  moros,  de  los  de  utrera.  En  esta  se  oan- 
tÍTÓ  el  Alcayde  de  Burgo  que  era  un  grande  escala- 
dor, el  qual  habla  escalado  áMontecorto,  quando 
lo  tenia  el  Marqués  de  Oádie,  que  lo  habia  también 
habido  por  otro  escalador.  Éste  oto  el  Marqués,  é 
nunca  fué  rescatado  é  acá  peredó  é  murió. 


CAPÍTULO  LXVIIL 
De  eétto  el  Marqite  tonuS  á  Zabtrt. 

Tenia  por  costumbre  el  Marqués  de  Cádta  de  te- 
ner los  hombres  especiales  é  adalídee  que  osasen 
de  noche  andar  en  tierra  de  moros,  é  saber  qualee 
fortalezas  se  Telaban  bien,  é  qualos  estaban  á  mal 
recaudo,  é  asi  tomó  á  Cárdela  en  tiempo  que  tenia 
la  guerra  oon  el  Duque  de  Medina,  é  tomó  á  Monte- 
corto  é  tomara  á  Setenil,  si  no  fuera  por  la  cobar- 
dia  de  los  escuderos,  que  lo  envió  á  escalar;  é  facia 
mercedes  á  los  dichos  adalides ,  é  sabia  de  qué  ma- 
nera se  Telaban  los  castillos  de  la  Frontera.  E  así 
fué  informado  para  tomar  á  Zahara,  ó  la  escaló,  ó 
tomó  por  si  mismo,  é  fué  en  esta  manera.  Dia  de  los 
gloriosos  Apóstoles  San  Simón  y  San  Judas  á  vein- 
te y  ocho  dias  de  Ootubre,  Jueves,  afio  susodicho  de 
mil  quatrooientos  ochenta  y  tres,  posóse  con  su  gen- 
te totes  que  amaneolew  w  U  pelada  cerca  do  ella,  é 


envió  trdnta  esonderoe  coa  sos  escalas  á  meter,  oa* 
be  el  muro  de  la  villa,  en  fondo  de  una  peña»  é 
puso  una  atalaya  á  vista  de  la  celada  de  loe  esca- 
ladores, en  manera  que  loe  de  la  villa  la  non  pudie- 
sen ver.  B  esto  qoe  fué  fecho  amaneció,  é  estuvie- 
ron asi  fasta  cerca  de  medio  dia,  é  los  moros  estU" 
vieron  seguros  de  que  no  vieron  nadie  por  él  cam« 
po,  y  descendiéronse  los  moros  á  la  tíIUj  é  hiw  el 
atidaya  que  lo  veia  sellas  á  los  esoaladores  |que  es- 
lasen, é  á  la  celada  que  saliese  é  fuese  á  dar  com- 
bate por  la  puerta  de  la  villa ,  porque  los  esoalado- 
res escalaban  por  la  otra  parte ;  é  los  esoaladores 
echaron  la  escala,  y  la  mayor  parte  de  la  ociada  á 
rienda  suelta  fueron  á  hacer  rebato  á  las  puertss  de 
Zahara,  y  el  Marqués  arremetió  fuertemente  con  su 
caballo  al  lugar  por  donde  escalaban,  y  llegó  y 
apeóse,  y  entró  por  las  escalas  en  pos  de  quince 
hombres  que  hablan  entrado ;  y  como  loe  moroe  se 
habian  socorrido  á  la  puerta  oon  el  alboroto  de  los 
de  la  odada  que  á  cerca  de  ella  habian  llegado^ 
ovieron  logar  los  escaladores  y  él  Marqués  de  en* 
trar  por  la  otra  parte ,  é  tomar  la  villa ;  é  como  los 
moros  los  vieron,  huyeron  y  metiéronse  todos  en  la 
f  ortalesa,  donde  el  Marqués  los  tuvo  aquel  día  cer- 
cados y  se  le  dieron  luego  con  temor  á  partido  que 
los  dejase  ir  libres  sus  personas  con  lo  que  pudie- 
sen llevar  de  lo  suyo  dejando  las  armas^j  y  asi  los 
dejó.  No  había  allí  mujeres  ni  muchachos,  salvo 
hombres  de  pelea :  así  Nuestro  Seftor  se  lo  aderezó 
todo  bien  al  Marqués,  é  tomó  á  Zahara  sin  peligro 
ni  muerte  de  su  gente.  Fallaron  dentro  un  captivo  - 
no  mas,  llamado  Frutos,  natural  de  Fuentes  donde 
yo  nací,  fijo  de  Juan  Alonso,  hombre  bueno.  Fizo  el 
Marque  bastecer  muy  bien  la  fortaleza  de  viandas 
y  armas  y  gente,  y  eso  mesmo  la  villa,  y  estuvo  ende 
fasta  que  lo  dejó  todo  á  buen  recaudo ,  y  volvióse  á 
Marohenaoon  mucha  honra.  B  sabida  por  el  Bey  é 
por  la  Reyna  la  buena  andanza  y  ventura  que  el 
Marqués  ovo  en  tomar  á  Zahara  en  tal  manera, 
ovieron  por  bien  de  le  hacer  merced  de  ella  para 
siempre,  é  mandáronle  intitular  Duque  de  Cádiz  é 
Marqués  de  Zahara  dende  en  adelante^  y  él  en  qnan- 
tas  cartas  firmaba,  nunca  dejó  este  nombre  de  Mar- 
qués, é  primero  ponía  Marqués  que  no  Duque,  en 
esta  manera :  Marqués  Duque  de  Cádiz. 

CAPÍTULO  LXIX. 

De  eomo  cobró  el  Rey  Moro  llaloy  Hatea  4  Alnerfi,  é  foé  dege- 
Ilado  sa  fljo  Benabajite,  é  de  la  rraa  tala  qae  fleleroa  loa  ebria- 
Utnoa  en  tierra  d«  moros. 

En  el  afio  del  nacimiento  de  Nuestro  Redemptor, 
en  el  mes  de  Febrero  de  mil  quatrooientos  oohenta 
y  quatro ,  recobró  el  Rey  Moro  Muley  Hacen  la 
ciudad  de  Almería,  que  se  la  tenia  contra  su  volun- 
tad el  segundo  hijo  suyo  Muloy  Benahajite,  é  dió- 
sela  por  traición  un  Alfaquf ,  é  envió  á  la  tomar  á 
su  hermano  el  Infante  Muley  Baudili  Azagal,  que 
reynó  doepuos  de  él ;  ol  qual  desque  la  tomó,  dego- 
lló al  Infante  Benahajite  bu  oobrino,  y  á  un  caballe- 
ro de  yalia  4^  Iob  Abeuzerrajos ,  4  ¿  oItq  paballero 


DON  riSItNAKDO  A  ÜOSik  IflABEL 

BentüiagMr,  i  i  olroi  mtichoB  do  los  que  con  ol 
Infante  falló,  é  tomóles  las  mujeres  é  fijos,  6  quan- 
to  tenían,  y  poso  Aloaydes  7  justicias  por  el  Rey 
Tiejo  BU  LennanOy  el  qual  después  tomó  el  reyno. 


•?t»-\ii. 


617 


CAPÍTULO  LXXIL 


CAPÍTULO  LXX, 
De  U  grtii  Uta. 

Fueron  á  hacer  una  gran  tala  en  tierra  de  moros 
por  mandado  del  Rey  Don  Femando  en  el  mes  de 
Manso  del  afio  de  mil  qnatrooientos  ochenta  y  qua- 
tro,  el  Maestre  de  Santiago,  é  el  Marqués  Duque  de 
Cádiz,  é  Don  Alonso  de  Aguilar ,  é  ol  Adelantado 
del  Andalucía,  é  Luis  Pnertocarrero ,  Sefior  do  Pal- 
ma, y  ciertos  capitanes  del  Rey,  con  los  caballeros 
y  gente  de  las  guarniciones  con  mas  de  tres  mil  de 
á  caballo,  é  fasta  quince  mil  peones ;  é  entraron  por 
Alora  é  el  Val  de  Cártama  é  bajo ,  é  taláronlo  todo; 
é  fueron  sobre  Málaga,  é  taláronle  todas  sus  co- 
marcas, panes  y  vifias,  huertas  y  olivares,  é  almen- 
drales, é  talaron  todos  los  lagares  del  Axaquía,  don- 
de se  habían  perdido  los  christianos  el  afio  antes,  é 
otros  muchos  lugares.  Ficieron  muchos  dafioa  en 
toda  aquella  tierra  de  moros,  fasta  que  por  la  mar 
les  llevaron  bastimentos  de  Sevilla,  y  aun  les  fizo 
el  tiempo  contrario  á  los  navios  con  los  vientos,  é 
padeció  la  gente  mucha  hambre.  Tuvieron  en  esta 
Cala  muchas  escaramuzas,  especialmente  una  que 
ovo  Bcmal  Francés,  capitán  del  Rey,  en  que  mu- 
rieron ochenta  moros,  los  mas  de  ellos  de  los  de 
•Coin,  é  ellos  nos  mataron  mas  de  veinte  caballos  de 
los  escuderos  del  dicho  capitán.  B  desque  la  tala 
iué  focha  muy  largamente,  viniéronse  los  dichos 
.Befiores  é  gente  con  su  honra. 

.  I 

CAPÍTULO  LXXL 
De  etfmo  el  Rey  tomó  A  Alora. 

En  el  mes  de  Junio  afio  susodicho,  fué  él  Rey 
Don  Fernando  sobre  Alora  con  gran  hueste  é  con 
mudios  de  los  grandes  de  Castilla  que  iban  con  él, 
en  especial  el  Maestre  de  Santiago,  é  el  Marqués 
Duque  de  Cádiz,  y  el  Adelantado,  y  Don  Alonso  de 
Aguilar,  é  otros  muchos,  é  con  mucha  artillería ;  é 
púsole  cerco  y  tomóla  en  dentro  de  ocho  dias  por 
la  fuerza  délas  lombardas,  que  á  los  primeros  tiros 
derribaren  gran  parte  de  la  villa  ó  fortaleza,  é  lue- 
go los  moros  se  dieron  á  partido  y  los  dejaron  ir. 
Estando  el  real  sobre  Alora ,  fueron  del  gentes  á 
talar  á  Casarabonela,  y  mataron  los  moros  al  Conde 
de  Benalcázar  de  una  saetada ;  é  era  muy  gentil 
hombre  y  muy  dispuesto,  é  llamábanlo  en  la  Corte 
el  Conde  Lozano,  é  á  Rodrigo  de  Vera.  El  Rey  fizo 
adobar  los  muros  de  Alora  y  bastecióla  de  gente  é 
de  municiones,  é  fué  menester  bastimento  á  Alha- 
ma;  y  vínose  por  la  vega  de  Granada,  é  talóla,  é 
quemó  los  panes  y  fizóles  muchos  dafios,  é  volvió- 
se con  mucha  honra  á  Castflla. 


De  lo  que  btUaros  los  ■trmolerof. 

•        * 

En  el  afio  susodicho  de  mil  qnatrooientos  ochen- 
ta y  quatro  murió  el  Papa  Sixto  IV,  habiendo  im- 
perado y  reynado  en  Roma  trece  afios ;  y  fué  elejido 
por  Papa  Inocencio  VIII  geno  vés,  ol  qual  imperó 
en  Roma  ocho  afios.  En  su  tiempo  acaeció  que  an- 
dando cavando  en  Roma  unos  hombres  marmole- 
ros, allende  de  Roma,  cerca  de  San  Sebastian,  halla- 
ron una  sepultura  entrada  en  un  mármol  blanco,  de 
hechura  de  una  grande  arca  oon  su  tapa  de  mármol 
blanco  encima  muy  justa,  é  dentro  una  doncella  de 
fasta  veinte  afios  sepultada ,  cubierta  de  un  bálsa- 
mo muy  precioso  en  manera  que  toda  la  bafiaba  y 
conservaba,  y  estaba  abierta  por  el  híjar,  y  no  te- 
nia consigo  las  tripas,  ni  lo  de  dentro  del  cuerpo 
entrafio,  que  son  los  livianos ;  y  por  allí  entraba  el 
bálsamo  dentro  del  cuerpo.  Estaba  desnuda,  é  tan 
fresca,  é  tan  hermosa  como  si  estuviera  viva,  y  casi 
se  le  doblaban  é  mandaban  todos  sus  miembros  é 
coyunturas;  la  qual  trojeron  por  cosa  maravillosa 
á  Roma,  y  la  pusieron  en  el  Capitolio  sobre  una 
estera  con  mucha  juncia  é  arrayan  donde  todos  la 
vieron,  é  no  parecia  sino  que  en  aquel  punto  habia 
acabado  de  espirar ;  docian  todos  que  los  que  la  ha- 
llaron, le  quitaron  muchas  manillas  de  oro  é  ani- 
llos, é  mucha  riqueza  que  tenia  consigo ;  é  allí  no 
tenia  sino  una.albadena  de  seda,  tocada  con  franja 
de  oro.  Todo  el  bálsamo  oojieron,  é  guardaron  por 
cosa  de  gran  valor.  E  la  doncella  estuvo  allí  tres 
dias  que  la  guardaron  á  ver  que  seria ,  é  en  cabo 
2le  tres  diss  se  corrompió  é  olió  mal  como  si  fuera 
recién  muerta,  é  quemáronla.  De  esto  me  certifiqué 
de  muchas  personas  dignas  de  f  é  que  vinieron  de 
Roma,  y  de  la  fama  publica  que  de  ello  fué ;  des- 
pués me  certificó  un  fraile  romano  de  Sefior  San 
Francisco,  que  en  el  letrel  de  la  sepultura  aun  han 
fallado  que  era  una  doncella  fija  de  Q.  Cúrelo  philó- 
Bopho  que  fué  en  tiempo  del  Gran  Alexandro,  tres- 
cientos afios  y  mas  antes  del  nacimiento  de  Nues- 
tro Redemptor ;  el  qual  disputó  con  Alexandro  re- 
putándole su  codicia,  así  como  dice  el  Especulo  na- 
turaL 

CAPÍTULO  LXXIU, 

Del  tllvla  Jesoí  Nanreso*' 

En  el  tiempo  de  dicho  Papa  Inocendo  VIII, 
acaeció  que  andando  labrando  la  Iglesia  de  Santa 
Cruz  en  Roma,  los  maestros  fallaron  en  una  oque- 
dad de  una  pared  una  caja  de  plata,  y  dentro  el  tí- 
tulo que  fué  puesto  en  la  Cruz  de  nuestro  Sefior  Je- 
suchristo  quando  fué  crucificado ,  con  las  letrus  en 
tres  lenguajes  que  decían :  Jesús  Nazarmus^  etc.  El 
Papa  fué  allá  y  con  gran  reverencia  lo  adoró  y 
mostró  al  pueblo  como  estaba,  é  estaban  con  él  tres 
anillos  de  oro,  é  tres  torzales  de  seda  colorada,  en 
que  estaba  metido  cada  anillo  en  un  torzal,  é  decían 

^ue  f^  P5S!^J!J!jJL?  $^yP!ll!!SÍS^  ?^^ 


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61« 
¿poso 


CRÓMICAS  DB  LOS  VMOB  D« 
OnHftiatuio,  é  «IPapA  lo  taaá  todo 
Diny  honrodo  logar. 


iiji 


CAPÍTULO  LXXIV. 


COM  d  B<f  lMi4  á  SeieaU  á  tai 

En  el  mes  de  SeptíemlMna  del  didio  «fio  do  mu 
qnoliocientoo  ochenU 7  qnatro,  noóel  Rejr  Don  Fer- 
nando sn  haeote  y  fué  aobre  Setenil,  é  enTÍ6  delan* 
to  al  líarqnée  Doqne  de  Oádis  por  oeroador,  el  qoal 
amanedó  nna  mañana  aolyre  la  Tilla  7  oercóla  de 
todas  partes,  de  manera  qne  no  podo  entrar  nno, 
ni  salir  otro ;  é  túvola  cercada  ocho  días,  fasta  qoo 
el  Bey  llegó  con  el  artillería,  é  eon  él  algunos  Gran- 
des de  Cbstilla ;  6  asontados  loo  tiros  oombatieron 
la  Villa  é  no  la  podían  mncho  empesar,  porqne  loo 
tiros  no  la  podian  empecer  ni  cojer;  é  oto  algona 
moimoradon  contra  el  Marqués  entre  los  caballo- 
ros,  diciendo  qne  nohabia  dado  buen  consejo  al  Bey 
qne  cercase  á  Setenil  en  tal  tiempo  sobre 'ioTiemo, 
qne  creían  qne  la  no  podría  ganar,  7  foé  á  sn  no- 
ticia, y  laego  aquel  diaen  la  noche  quiso  poner  las 
lombardas  debajo  de  los  muros  ó  A  raía  de  la  puer- 
ta de  Setenil,  ó  tiraron,  é  ficieron  tanto  dallo,  qne 
luego  los  moros  fieieron  partido ,  é  así  en  quince 
días  que  la  tuTO  cercada  el  Bey  Don  Femando  tomó 
á  Setenil,  é  los  moros  se  dieron  á  partido  qne  les  de- 
jasen ir  con  lo  suyo,  é  anaí  se  lo  aseguró,  6  los  en- 
TÍO  á  Bonda  con  gente  del  real  é  con  él  Marqués, 
fasta  que  los  puso  en  ssIto,  y  el  Bey  se  tuTo  en 
este  cerco  por  muy  bien  aconsejado  é  serrido  del 
Marqués  Duque  de  Oádia,  é  le  tuTO  en  mndio  ser- 
«ricto  el  consejo,  é  gran  trabajo,  é  mucha  diligencia 
qne  puso  nodie  y  día,  que  no  cesaba  mientras  el 
cerco  duró.  E  sacaron  de  Setenil  veinte  y  quatio 
cautÍTOs  christianos  que  fueron  redimidos  en  esta 
Tíctoría.  Fiso  el  Bey  adobar  lo  derribado  de  la  Tilla 
y  fortalesa  é  guarnecióla  de  gente  y  manteni- 
mientos y  srmas,  é  dejó  por  Alcayde  de  ella  á  Don 
Francisco  Enriques,  hermano  del  Almirante ,  é  del 
Adelantado,  é  toItíóso  en  Castilla  con  mucha  honra. 

CAPITULO  LXXV. 
De  to  bansou  ealnda  ^ae  el  Rey  flio  ea  ttem  de  morof. 

En  el  nombre  de  Jesuchristo  SalTador  y  Be- 
demptor  del  mundo,  en  quince  dias  del  mes  de  Abril 
afio  del  nacimiento  de  Nuestro  Bedemptor  de  mil 
quatrocientOB  ochenta  y  cinco,  sacó  el  ínclito  y  fa- 
moso Bey  Don  Fernando  sn  hueste  muy  grande,  é 
muy  marsTillosa,  é  muy  f  ermosa,  de  CastilJa  para 
ir  á  facer  guerra  A  los  moros.  Su  partida  fué  de  Cór- 
doba el  dicho  dia,  é  dende  á  En  ja,  con  muy  gran- 
de artillería,  é  entró  por  el  Val  de  CarUma  á  yuso, 
muy  poderosamente  con  los  mas  de  los  Qrandea  de 
Castilla;  los  nombres  de  algunos  de  ellos  son  los 
siguientes.  El  Maestre  de  Santiago,  Don  Alonso  de 
Cárdenas,  el  Maestre  de  Alcántara  Don  Juan  de  Zú- 
fiiga,  el  Duque  de  Medinaceli  Don  Luis  de  la  Cerda, 
é  el  Duque  de  Alburquerque  Don  Beltran  de  la 
CuoTa^  é  el  Oondes^blo  de  OaatUla,  Conde  de  Hvo 


Don  Pedro  de  Yelasoo,  ó  el  Dnqne  do  Alba,  Dea 
Chrda  de  Toledo,  sn  lijo  con  su  gente,  é  el  Coado 
do  Urefla,  é  el  Conde  de  Trarifio,  Daquede^Nájera, 
Don  Pedro  Manrique^é  el  Conde  de  BenaTonte  Doa 
Juan  P¡mentel,é  el  Conde  de  Cabra,  é  el  Conde  ám 
Feria  Don  Gomes  Snares  de  Figneroa,  é  Don  Alon« 
soFemandes  de  Córdoba,  seftor  de  la  Cesa  de  Aguí- 
lar,  é  otros  muchos  Grandes,  Condes,  Dnqnes,  ó 
Sellores,  que  seria  luengo  de  contar,  en  que  el  Btey 
allegó  mas  de  doce  6  trece  mil  de  A  caballo.  Snlot 
peones  do  pelea  no  hay  qftenta ;  encero  decíaa  qne 
halna  mas  de  ochenta  mfl  peones^  é  ministros,  ¿ar- 
tilleros, é  carreteros,  é  de  todos  oficios;  yhabiaman 
do  mO  y  quinientas  carrstss  do  artillería  en  que 
iban  muy  gmusss  lombardas,  y  entrando  el  Bey  ea 
el  dicho  Val  do  Cártama,  fiao  poner  tres  oemos  jan« 
tamente,  el  uno  sobre  Cártama,  el  qual  encomendó 
al  Maestre  de  Santiago,  el  otro  en  Benamaquis,  el 
otro  en  Coin ;  ó  él  asentó  sn  real  en  comarca  de  to« 
dos.  El  de  Benamaquia  fuó  encomendado  al  Mar* 
quéa  Duque  de  Cádis,  6  fué  tomado  por  fueran  de 
armas  por  combate  que  les  dieron  i  los  moros,  por 
que  no  quisieron  daise  en  tiempo,  ó  mataron  algu- 
nos ohristianos  en  las  estanciaa,  f íiolos  el  Bey  me- 
ter á  espada  á  todos,  é  así  murieron  maa  de  cien 
moros  por  armaa  f  eohoB  pedasoa,  é  quedó  tomada  le 
Tilla  é  f  ortalesa. 

E  luego  dieron  combate  á  Oohi  con  laa  lombar« 
das,  y  rompiéronle  por  muchas  partes  loa  muroa^ 
y  los  moros  se  dieron  i  partido  qne  se  fuesen  con 
lo  suyo,  é  dejasen  la  Tilla,  ó  así  se  fixo.  En  este  me-  f 
dio  tiempo,  el  Maestre  fiso  combatir  á  Cártama  con 
las  lombardas  muy  fuertemente ;  ó  díóeele  A  partí- 
do  como  los  de  Coin ;  y  el  Bey  mandó  fortaleoer  A 
Cártama  y  abastecer  de  armas  y  TÍandas,  y  adeie- 
sarlo  deñibado,  é  dqóla  con  gente  á  buen  lecao- 
do,  é  ñxo  aportillar  por  muchas  partes  A  Benama- 
quis é  A  Coin ;  é  dejó  los  yermos,  é  fiso  cargar  toda 
la  artilleria  é  ir  la  TÍa  de  Málaga,  é  echó  fama  por 
todo  el  real  que  iba  á  poner  cerco  sobre  Málaga ;  A 
los  moros  que  estaban  por  cima  del  real  A  su  TÍsta 
metidos  en  riscos,  todos  pensaron  que  así  era,  A 
ficiéronlo  saber  los  unos  i  los  otros,  ó  por  ir  á  de- 
fender la  ciudad,  fnéronse  á  meter  dentro;  é  el  Bey, 
desque  fueron  dentro,  euTÍó  al  Marqués  Duque  de 
Cádis  con  dos  mil  de  á  caballo  á  cercar  la  ciudad 
de  Bonda,  el  qual  amaneció  sobre  ella  una  mallana 
¿  púsole  sobre  ella  cerco,  é  siguióle  maa  gente  del 
real,  con  qne  en  tal  manera  lo  cercó  qne  ninguno 
salió  de  qnantos  dentro  estaban,  ni  entró  otro.  Y  al 
Bey,  fecho  este  engafio  A  los  moros,  dio  Tuelta  otro 
dia  con  todo  el  real  y  artilleria  dejando  muchos  lu- 
gares despoblados  y  destruidos,  ó  de  loo  que  loo 
moros  en  aquella  comarca  tenían ;  é  Tino  por  la  TÍa 
que  liabia  entrado  fasta  Alora,  é  dende  A  Bonda,  y 
como  los  moros  esto  TÍeron  otro  dia,  entendieron  el 
engafio.  E  los  mancebos  de  Bonda  que  estaban  en 
la  Sierra  mirando  donde  declinaría  el  real,  é  se  ha- 
bían ido  á  meter  en  Málaga,  dieron  Tuelta  A  Bonda, 
é  quando  llegaron  halláronla  cercada  y  no  pudieron 
I  entrar,  é  de  ceta  manera  quedó  le  DAnyor  purte  de  ln 


DON  FERNANDO 
iDancebia  de  U  Bond»  faera ,  y  no  habia  «n  la  du- 
dad tanta  faena  cuanta  hubiera,  si  todos  los  man- 
tsebos  dentro  se  hallaran.  Y  desque  el  Rey  llegó 
con  el  real  de  la  gente,  é  gran  artillería,  fizo  poner 
lK>bre  Ronda  tres  reales,  y  en  cerco  el  mas  pequefio 
entre  Ronda  y  la  Torre  del  Mercadillo ,  en  medio 
del  real,  y  de  Ronda  él  rio  y  muy  grandes  barrancas 
de  él.  En  este  estaba  la  gente  de  Córdoba,  é  de  Ési* 
ja,  é  la  de  Carmena  con  sus  capitanes,  cercados  de 
paredes  de  piedra  é  cavas.  El  arroyo  arriba  hacia 
donde  nace  el  sol,  estaba  el  real  del  Marqués  Duque 
de  Cádis  por  si,  en  el  mayor  peligro  por  el  arroyo  é 
una  ladera  muy  inhiesta,  con  algunos  capitanes  de 
las  guarniciones  del  Rey  que  estaban  ásu  goberna- 
ron y  mandado,  é  por  la  parte  del  mayor  peligro  se 
licercaron  de  un  vallado ,  é  á  lugares  de  pared  de 
piedra  seca.  E  el  gran  real  donde  el  Rey  Don  Fer- 
nando, estaba  asentado  del  cabo  do  Ronda  fácia  al 
mediodía,  é  estaba  tan  grande  é  tan  fermoso  que 
parada  á  la  ciudad  de  Sevilla.  Las  tiendas  del  Rey 
estaban  asentadas  en  medio  del  Real,  y  el  Rey  se 
aposentaba  en  una  torrecilla  que  ende  estaba  en  los 
olivares  ¡y  vifias,  |y  al  derredor  de  sus  tiendas  y  de 
aquella  torrecilla  estaban  las  tiendas  délos  Grandes 
de  Castilla  ya  dichos.  Y  entre  este  gran  rsal  y  el  real 
del  Marqués  Duque  de  Cádis,  tiraba  la  artiUeria  do 
las  grandes  bombardas,  quede  los  tiros  que  de  cada 
cabo  tiraban ;  y  entre  estos  dos  reales  ya  dichos,  es- 
taba la  carretería  y  dormia  la  gran  boyada  de  ella ; 
y  desde  el  real  del  Rey  hacia  al  poniente,  abajo  de 
la  ciudad,  fasta  cerca  del  rio,  descendía  por  hilo  on 
gran  real  fasta  un  cerrillo,  donde  estaba  una  gruesa 
batalla  aposentada  con  sus  tiendas ,  donde  estaba 
el  Maestre  de  Alcántara  por  caudillo,  y  de  todas 
partes  de  estos  reales  tiraban  robadoquines  é  otros  ti- 
ros á  Ronda.  Tenian  en  Ronda  una  mina  los  moros  se- 
creta, descendía  de  la  altura  de  la  ciudad  por  esca- 
lones, en  la  qual  yo  conté  dentó  y  treinta  pasos  de 
descendida,  por  donde  venían  y  tomaban  el  agua 
que  habían  menester  de  tres  pozos,  que  «bajo  al 
peso  del  agua  del  rio ,  tenian  fechos  é  llenos  de 
agua:  desto  supo  el  Marqués,  6  él  mesmo  con  los 
suyos  combatió  por  allí,  y  fizo  facer  un  portillo 
por  la  pared  del  gran  barranco  fpor  donde  descu- 
brió el  escalera  de  los  posos ,  é  metió  gente  que 
guardaron  el  agua  de  dentro  de  la  bóveda  de  la 
mina,  y  así  el  Marqués  Duque  do  Cádiz  les  quitó  el 
agua,  por  lo  qual  los  moros  fueron  muy  aflíjidos,  é 
no  se  pudieron  tener.  Dieron  combate  á  los  arraba- 
les, Jueves  doce  de  Mayo,  ó  entráronlos  por  fuerza 
de  armas  por  donde  habian  aportillado  las  lombar- 
das, con  muy  poco  pdigro  de  los  christianos ,  é  pn- 
moron  las  estancias  dentro  al  pié  de  la  Alcazaba,  é 
comenzaron  de  horadarlas  dentro  de  bancos,  y  de- 
bajo de  ellos  pinjados.  E  desque  los  moros  vieron 
las  torres  de  la  Alcazaba  derribadas  á  pedazos,  é  loa 
muros  aportillados  del  grande  estrago  de  las  lom- 
bardas por  el  cabo  de  fácia  donde  el  Rey  estaba, 
hada  el  mediodía  de  la  Ciudad,  que  os  lo  mas  fla- 
co, que  por  las  otras  partes  no  tienen  combates,  ni 
fe  podiii  tgmr^  é  vierpn  t«nto  faego  do  al<iaitran 


¿  DOffA  ISABEL.  619 

que  les  echaban  con  los  cuartagos  que  ardía  la  ciu- 
dad, temieron  la  muerte,  y  que  les  entrarian  por 
fuerza  de  armas ;  é  demandaron  partido,  é  que  ce- 
sase el  combate,  y  el  Rey  mandó  cesar,  y  los  moros 
de  Ronda  pidieron  que  los  dejasen  ir  con.  los  su- 
yos dó  quisiesen,  é  les  asegurasen  fasta  que  fuesen 
en  salvo,  é  él  se  lo  otoigó,  que  habia  de  ser  con  con-i 
didon  que  ^luego  ante  todas  cosas  le  entregasen  todos 
I  los  christianos  que  tenian  cautivos,  é  los  moros  se  los 
presentaron  luego  al  roal,  y  era  por  cuenta  quatro- 
dentas  personas,  poco  mas  ó  menos,  los  quales  fue* 
ron  con  sus  hierros  á  los  pies  á  besar  los  pies  y  ma«     - 
nos  al  Rey,  llorando  con  gozo  de  alegria  dioiendo : 
¡Oh  R$y  aÜOf  poderoio  y  erfonadot  eiuákevoé  Dio9 
él  egíadOf  y  $ea  siempre  en  wtesíroi  feehoe ;  quite  dé 
naetiroe  diae^  y  ponga  en  loe  vueeiroe.  Decían  al  Rey 
estas  cosas  y  otras  semejantes,  que  no  habia  perso- 
na que  los  viese,  que  propter  gaudium  con  ellos  no 
llorase,  viéndoles  los  cabellos  é  barbas  fasta  las  dn-> 
tas,  desnudos,  é  desarrapados,  é  aherrojados  é  ham- 
brientos. Salieron  alli  hombres  de  grandes  rescates, 
especialmente  Don  Manuel,  sobrino  del  Duque  de 
Cádiz,  fijo  de  Don  Pedro  el  Bayo,  é  dos  fijos  de  Die- 
go de  Fuentes,  é  un  fijo  de  Pedro  Matheos,  Alcayde 
de  Espera,  vecino  de  Utrera,  é  otros  muchos  que  al- 
gunos de  dios  estaban  en  rehenes  por  sus  padres  é 
por  otras  personas  que  se  habian  perdido  en  el 
Axarquia.  E  desdo  el  Jueves  que  les  entraron  les 
arrabales  por  fuerza,  en  tres  días  siguientes  que  fué 
el  día  de  Pascua  del  Espíritu  Santo,  dieron  la  ciu-    |^ 
dad  al  Rey,  é  le  entregaron  todo  lo  alto  y  bajo,  y    ] 
el  Roy  les  dio  quince  días  de  plazo  para  que  se  fue-    = 
son  donde  qiusieran  con  todo  lo  suyo ;  en  d  qual 
término  todos  salieron,  é  de  ellos  fueron  á  tieira  de 
moros,  é  de  ellos  vinieron  á  poblar  en  Alcalá  dd 
Rio  oeroa  de  Sevilla,  los  quales  fueron  d  Cerdo,  Al- 
cayde de  SetenU ,  é  el  Alguadl  de  Ronda  que  eran 
las  cabezeras,  con  mas  de  cien  casas,  é  dióles  d  Rey 
bestias  en  que  vinieron  fasta  Alcalá,  con  sos  fijos  y 
familias. 

S  quando  esto  fué  fecho  y  \m  «ludad  despüehada 
de  los  moros,  ya  las  caleras  estaban  fechas  y  cooi- 
d«f  con  la  cal,  é  el  Rey  tomó  este  estilo  desque 
tomó  á  Alora,  que  en  asentando  el  real,  comenza- 
ban los  caleros  á  facer  cal ,  é  mandó  adobar  todo  lo 
derribado  de  Ronda.  Desque  el  Rey  tuvo  á  Ronda 
envió  al  Marqués  do  Cádiz,  el  qual  era  el  todo  dd 
ardid  de  aqud  céreo,  é  por  su  consejo  se  había 
dado  la  vuelta  de  Málaga  é  cercado  á  Ronda,  que 
fuese  á  requerir  á  los  lugares  déla  Sierra  de  Villa- 
luenga  é  Benaocáz,  6  Arohite,  é  Obrique,  é  Carde- 
la,  é  Cuidita  é  otros;  é  tomó  el  Marqués  las  fuer- 
zas ,  é  envió  mensaje  al  Rey  á  dar  la  obediencia  Ca- 
sares, é  Haudn,  é  todo  el  Alhavaral ,  y  Sierra  Ber- 
meja é  Marbella ;  ó  de  esta  otra  parte,  el  Bargo  é 
Yunquera  aquella  semana  de  Pasque.  É  on  ciertos 
dias  después  se  hicieron  los  partidos  con  los  moros, 
de  manera  que  dieron  las  fuerzas  de  las  villas  é  las  . 
armas,  é  quedaron  por  estonce  en  lo  suyo,  fasta  que 
d  Rey  después  determinó  los  lugares  que  queda- 
ron. Por  estonce,  Viernes  de  esta  semana  do  Pas- 


620 


GRÓNICAB  DB  LOS  BBTES  DB  OASTILLA; 


qua,  partieron  los  ohriatíaaoa  cautivos  que  salieron 
do  Ronda  é  del  Val  de  Cártama,  por  mandado  del 
Bey,  para  Córdoba  á  facer  reverencia  é  besar  las 
manos  á  la  Reyna  dofia  Isabel,  los  quales  fueron 
por  qiienta  quatrodentas  dies  y  siete  personas,  hom- 
bres y  mujeres,  6  muchachos,  é  fizóles  el  Rey  dar 
bestias  y  despensas  para  el  camino,  y  fueron  de  la 
Reyna  é  de  la  Infanta,  é  de  otras  muchas  gentes, 
muy  bien  recibidos ,  é  entraron  en  la  dudad  con 
gran  procesión  fasta  donde  estaba  la  Reyna  é  la  In- 
fanta en  ordenada  manera ,  é  besáronles  las  manos 
con  humilde  reverencia,  y  siguieron  su  procesión 
fasta  la  Iglesia  mayor ;  é  la  Reyna  les  mandó  dar  de 
comer  é  á  cada  uno  ocho  reales  de  limosna,  para 
con  que  fuesen  en  sus  tierras ;  eran  de  aquellos  cau- 
tivos quarenta  mujeres.  Ovo  una  mora  mosa  que  al 
tiempo  que  iba  con  su  padre  é  madre,  dijo  que  que- 
ría ser  christiana,  y  que  no  queria  ir  en  tierra  de 
moros.  É  un  mancebo  de  los  christianos  que  hablan 
salido  de  Ronda,  estando  en  el  real  del  Serenísimo 
Rey  Don  Femando ,  dijo  que  se  la  diesen  por  mu- 
jer, ó  ella  plugo ,  ¿  asi  se  la  dieron  por  mujer  des- 
pués de  bautizada. 

Envió  el  Rey  á  requerir  á  Oasarabonela  que  se  le 
diesen,  puesto  que  no  so  podian  defender  ni  escu- 
sar  de  se  le  dar,  pues  que  ya  habían  tomado  toda  la 
comarca,  é  que  antes  que  moviesen  el  real  para  ir 
sobre  ella ,  que  tuviesen  por  bien  de  le  dar  la  villa 
é  la  fortaleza.  É  los  moros  lo  enviaron  por  escrito 
en  respuesta  una  carta  que  decía  así : 

CARTA  DB  OASARABONELA  AL  REY. 

«'Alabado  Dios  poderoso  en  unidad ,  que  no  hay 
criador  sino  él,  ni  hay  otro  á  su  faz  igual  del ,  é  dé 
BU  grada  é  salvadon ,  con  Mahomat  nuestro  Profe- 
ta y  su  mensajero.  Escribimos  la  presente  carta  al 
gran  Rey  muy  poderoso  Sefior  do  muy  grandes  rey- 
nos  é  sefiorfos,  é  de  muchas  provincias,  poderoso  y 
justo  en  sus  sentencias,  amado  de  la  justicia,  Rey 
de  Castilla,  ensálcelo  Dios  ó  esfuércelo.  Nos  la  Co- 
munidad y  Alguacil  y  Alcayde  del  castillo  de  Oasa- 
rabonela, junto  con  esto  acredcnte  Dios  vuestro 
Real  Estado.  Recibimos  vuestra  carta  é  la  leímos,  y 
entendimos  lo  en  ella  contenido ;  luego  pusimos  en 
obra  de  enviar  á  dar  la  obediencia  á  vuestra  gran- 
deza y  muy  gran  virtud  y  bondad ,  é  estamos  con 
voluntad  de  todos  obedecer  á  Y.  A.  porque  oímos 
y  vimos  que  vuestra  palabra  es  cierta  y  verdad  en 
dicho  y  en  fecho  por  quanto  nos  dijeron  de  Vuestra 
Alteza  dijo :  quando  los  moros  de  Oasarabonela  vi- 
nieren á  darme  obedienda,  entonces  f  aré  yo  lo  que 
ellos  querrán,  y  nosotros,  ensalce  Dios  V.  A.,  nunca 
obedecimos  ni  servimos  á  ningún  Rey  en  toda 
nuestra  vida  ni  á  ningún  caballero ;  y  fuimos  hon- 
rados y  acatados  de  todos  los  royes ;  pero  á  Vuestra 
Alteza  nos  conviene  servir  y  acatar,  pues  Dios  os 
fizo  tan  poderoso  y  dichoso ,  y  en  todas  las  cosas 
quiere  cumplir  vuestra  voluntad.  Placerá  á  Dios  po- 
deroso que  siempre  (lerá  así ;  por  ende,  pues  que  nos 
ponemgs  en  msno  de  V*  A.|  seamos  bien  tratados  y 


honrados  I  como  siempre  fuimos  de  iodos  los  otros 
reyes ,  cuantimás  siendo  V.  A.  mas  poderoso,  y  ma- 
yor y  mejor  que  ellos.» 

É  luego,  como  el  Rey  redbió  esta  oarta,  envió  á 
tomar  la  fortaleza  de  Oasarabonela ,  ó  asentó  con  los 
moros  que  quedasen  en  la  villa  por  mudejares,  é 
entregáronle  la  fortaleza  y  f omedóla  de  jente  y  Al- 
cayde, é  viandas,  é  armas,  la  que  es  do  las  más 
fuertes  del  Reyno  de  Qranada,  ó  entregáronla  adiá- 
ronla al  Rey,  Jueves,  dia  de  Corpus  Ohristt  á  dos  do 
Junio  de  dicho  afio. 

Este  dia  se  celebró  la  fiesta  do  Corpus  Ohristi  en 
Ronda,  siendo  la  mezquita  mayor  convertida  en 
Iglesia  é  bendita  por  Don  Fray  Luis  de  Soria,  Obis- 
po de  Málaga ;  é  llevaron  los  cetros  con  el  cielo  so- 
bre el  arca  de  la  amistancla  de  nuestro  Bedemptor 
Jesuchrlsto,  el  Rey  y  el  Maestre  de  Santiago ,  é  el 
Condestable,  é  el  Duque  de  Medina  Sídonia ,  é  el 
Duque  de  Nájera,  é  el  Conde  de  Urefta,  é  el  Maestro 
de  Alcántara,  é  otros  grandes.  Físose  muy  solemno 
fiesta  con  los  instrumentos,  músicas  y  cantares  de 
él,  y  de  los  grandes  Sefiores.  Llevaban  el  arca  cier- 
tos Obispos  é  Prelados  de  Sevilla ,  é  de  Castilla,  ó 
fideron  la  misa  muy  ricamente  y  solemnes  canta- 
res, y  músicas  acordadas.  Mandó  el  Rey  adobar 
muy  bien  los  muros  de  Ronda,  para  lo  qual  hicie- 
ron ir  albafiiles,  é  carpinteros  de  Sevilla,  y  allí  pu- 
sieron en  la  obra  algunas  pelotas  de  las  grandes 
lombardas  en  memoria  de  esta  victoria;  é  dejó  la 
Ciudad  á  buen  recaudo  y  movió  su  hueste  para  ir 
á  Marvella,  dejando  la  gran  artillería  cerca  de  Zaha- 
ra,  y  llevando  algunos  tiros  livianos  en  acémilas,  ó 
fué  por  la  ciudad  de  Arcos ,  y  reposó  allí  algunos 
días ,  y  dende  siguió  su  via  fasta  Marvella,  y  dióse- 
le  luego,  y  echó  los  moros  fuera  á  las  aldeas,  6 
puso  on  eÚa  gente  de  su  guarnidon,  é  Alcayde,  6 
puso  en  Quacin  y  Cazares,  Alcaydes  christianos,  é 
en  la  Fonjíronla,  é  dejó  los  moros  por  allf  por  mu- 
dejaros  en  sus  f  aciendas ,  y  fuese  rodeando  la  sierra 
fasta  ceroa  de  Málaga,  é  salió  por  Alora,  é  Ante- 
quera por  donde habia  entrado,  é  volvióse  á  Córdo- 
ba de  donde  habia  partido,  venturoso  y  victoriado 
donde  con  mucha  honra  y  solemnidad  fué  recibido* 
Los  nombres  de  los  lugares  que  el  Rey  Don  Fer- 
nando ganó  de  esta  entrada,  son  los  siguientes ; 

PritnerammU  m  el  valU  de  CártaauL 


Cártsma. 

Coin. 

Benamaquis. 

Fadala. 

El  Haurin. 

Campanillas. 

Esquinillas. 

Quaro. 

Monda. 

Locaina. 

Denalmadayna. 

Oasarabonela. 


Tunquera. 

El  Burgo. 

La  ciudad  de  Ronda. 

Venaozan. 

MoDto  corto. 

Audita. 

Cagracalima. 

Asnalmara. 

Archite. 

Oblique. 

Benaocaz. 

Cárdela, 


DOK  FfiRNÁKDO 


Sn  el  Aígaharal  é  éierra  Berm^a. 


Oaaoin. 

Casares. 

OrisUlina. 

Himenea* 

Aloastín. 

Vida  cara* 

Bautadari. 


Alnlea. 

Benioami. 

Ozera. 

Alcabar. 

Achacar, 

Motron» 

Tolos. 


8an  Ablastar.'  Benamaya. 

Faraxan.  Taxete. 

Benayon.  Albacete. 

Jncar.  Benadalid. 

OariUlzime.  Benarraba. 

Benajeris.  Benalaba« 

Bena  Acin.  Algatacin. 


Benest^par. 

Xubnqtio. 

Boleron. 

Qinalgacin. 

Benameda. 

Monarda. 

Almadiar. 

Cortes. 

« 

AlTasniería. 

Venatis. 

Dardin. 

Marvella* 

Ozen. 

Friziana. 


Faraoa.  Botillas. 

É  otros,  é  quedaron  allí  estonce  Mijas  y  Oünoa, 
dos  legnas,  lagares  mny  inertes  enriscados,  que  se 
no  quisieron  dar  hasta  que  se  ganó  Málaga. 

CAPÍTULO  LXXVL 
Da  lo  fae  blio  Milei  BiidUl  Alngil  porqoe  lo  iliaron  por  Roy¿ 

En  el  dicho  afio  en  el  tiempo  que  el  Bey  Don 
Fernando  ganó  á  Ronda,  acaeció  que  salió  de  Gra- 
nada el  Infante  Muley  Baudili  Alzagal  á  socorrer  á 
Málaga,  dicen  que  el  cerco  se  enderezaba  á  ella ;  é 
después ,  volviéndose  á  Granada  con  mas  de  seis- 
^  cientos  de  á  caballo  ó  muchos  'peones,  encontró 
cerca  de  Alhama  con  Juan  de  Ángulo,  capitán  del 
Bey  que  estaba  en  Alhama  por  frontero,  que  traia 
ana  cabalgada  de  cerca  de  Granada  con  ciento  y 
veinte  de  á  caballo ;  é  el  Infante  moro  le  fizo  un 
engafio,  púsose  en  celada,  y  echó  veinte  de  á  ca- 
ballo delante,  é  armóle  de  tal  manera  que  le  quitó 
la  cabalgada,  é  mató,  ó  llevó  cautivos  muchos,  é 
los  que  se  escaparon  fué  á  ufia  de  caballo,  é  fuese 
con  la  cabalgada  á  los  lugares  cerca  de  Granada,  é 
no  quiso  entrar  en  Granada  fasta  que  lo  alzaron 
por  Rey  de  olla ;  6  como  los  moros  vieron  que  fizo 
aquello  aficionáronse  á  él ,  é  él  tuvo  tal  manera  con 
ellos  que  lo  alzaron  por  Rey  de  Granada,  é  depuso 
á  su  hermano  y  despojólo  del  reyno  diciendo  que  era 
viejo ,  é  ciego,  6  que  no  era  para  defender  el  reyno. 

CAPÍTULO  LXXVII. 
tío  las  graades  llstlas  del  afto  de  1845  en  lof  neaes  postrtroá. 

X!n  el  dicho  afio  de  1485  afios  en  el  mes  de  Agos- 
to, después  de  haber  reposado  la  gente  algunos 
.    dias  del  trabajo  de  la  entrada  primera,  el  ííej  sacó 
'    su  hueste  para  ir  sobre  Moclin  é  Hiera,  é  envió  de- 
lante por  cercador  al  conde  de  Cabra,  é  con  él  á 
Martin  Alonso  de  Montemayor  é  otros  caballeros 
para  que  oetoasen  á  Moclin.  Una  madrugada  acae- 
ció, que  estaban  alli  el  Rey  que  hablan  alzado  en 
»     Granada  los  moros,  Muley  Baudili  Alzagal ,  y  aun- 
que lo  supo  el  conde  no  se  le  dio  nada  por  ello,  ni 
quiso  aguardar  mas  gente,  é  oomenzóse  la  batalla 
lAtes  que  amaneciese,  ó  huyó  la  gente  al  conde ,  é 


áDol^AlSABfiti.     *  é21 

quedó  con  muy  pocos  fasta  la  mafiana;  6  desquo 
vido  el  mal  recaudo,  ovo  de  volver  las  espaldas  á  ' 
huir,  por  guarecer  su  persona,  después  de  haber 
mucho  peleado  y  trabajado  por  defender  los.  peo- 
nes que  hablan  desbaratado  los  mesmos  christianoa 
do  á  caballo,  cuando  volvieron  á  fuir  antes  que  el 
dia  fuese  claro.  É  allá  perdió  el  conde  un  hermano 
que  decian  Don  Gonzalo;  é  salváronse  aquél  dia 
los  de  á  caballo,  que  ño  murieron  sino  muy  pocoS| 
y  mataron  los  moros  mas  de  seiscientos  peones 
christianos  á  hi(o  como  iban ;  é  visto  por  el  Rey  el 
mal  recaudo  volvió  de  Alcalá  la  Real  y  fué  la  via 
de  Cambiles ,  que  está  7  leguas  de  Sevilla,  digo  de 
Jaén ,  y  estando  é  habiendo  llegado  púsole  oeroo,  4 
combatiólo  con  las  lombardas  y  tomólo  y  f  ortale* 
ciólo,  é  luego  los  moros  de  la  comarca  dejaron  d 
Arenas  y  Apiñes  é  Asnallos.  Esta  fortaleza  de  Cam'< 
biles  es  muy  fuerte,  ó  combatiéronla  con  las  lom<» 
bardas  tres  dias,  y  los  moros  so  dieron  á  partido 
que  los  dejasen  ir  libres  á  Granada. 

En  este  medio  tiempo  que  el  Rey  estaba  sobre 
Cambiles  tomaron  los  ol^ristíanos  de  Alhama  una 
villa  una  noche ,  por  el  concierto  de  dos  moros  que 
en  ella  vi vian  ó  estaban ,  que  eran  de  linaje  de  chrifr* 
tianos ,  é  la  villa  se  llamaba  Aoaleha,  é  cautivaron 
toda  la  gente  de  ella ,  é  mataron  á  algunos  por  que 
se  defendían,  ó  fomecieron  la  villa  y  fortaleza,  é 
tuviéronla  á  buen  recaudo  fasta  que  el  Rey  los  pro« 
veyó. 

En  este  tiempo  murió  él  Rey  viejo  Muley  Hacen, 
en  Salobrefia,  que  es  un  lugar  pequefio  donde  el 
hermano  lo  habia  desterrado  é  mandado  estar  quan- 
do  lo  fideron  rey  en  Granada,  que  luego  lo  mandó 
salir  de  la  ciudad  á  él  é  á  su  mujer,  é  aun  les  tomó 
el  oro  y  plata  y  haber  que  tenian,  é  trujáronle  á 
Granada  defunto  en  una  azémila ,  é  fué  enterrado 
muy  pobre  é  abultadamente,  por  mano  de  dos  ohris^ 
tianos  cautivos  en  su  osario. 

CAPÍTULO  LXXVIIt 
Otra  TOS  de  machas  aínas* 

En  este  dicho  afio  de  1486  á  11  de  Noviembre^ 
comenzó  de  llover  hasta  el  dia  de  la  Natividad  de 
Nuestro  Redemptor,  que  son  seis  semanas,  que  nun- 
ca en  este  tiempo  ovo  sino  dos  ó  tres  en  que  des« 
campase,  ó  llovió  tan  recio  ó  tantas  aguas,  que 
nunca  los  que  eran  nacidos  estonces  vieron  ni  tan- 
tas aguas,  ni  tantas  avenidas  en  tan  poco  tiempo; 
é  subió  el  agua  del  Guadalquivir  en  las  mas  altas 
sefiales  de  la  almenilla  de  Sevilla  é  de  la  Barranca 
de  Coria,  é  duró  una  ves  once  dias  en  aquel  peso 
que  poco  mas  ó  menos  no  abajaba,  y  estuvo  la  ciu* 
dad  aquellos  once  dias  en  muy  grande  temor  de  ser 
perdida  por  agua,  é  entró  el  agua  por  ella  por  laa 
atarazanas ;  andaban  cópanos  por  la  ciudad  é  por 
la  laguna  andaban  barcos,  que  pasaban  la  gente  de 
un  cabo  á  otro ;  cayéronse  infinitas  casas ;  derribó 
el  rio  gran  parte  de  Triana  é  bafió  todo  el  monaste* 
rio  de  las  Cuevas ,  é  sacaron  los  monjes  en  barcos, 
é  recibió  muy  gr%n  dafio  el  monasterio.  Destruyó  y 


«22 

llevó  de  esta  Tes  el  Gaadalqniyir  maohos  lagares 
•08  yeeinos,  eroedalmente  desde  Córdoba  á  acá, 
gran  parte  de  Écija  7  parte  de  Cantillana,  é  todo 
Brenes»  ó  del  Algaba,  y  Rinconada  gran  parte,  lo 
qne  Labia  quedado  del  Gopero  del  año  1481,  tomó- 
lo á  bafiar,  llevó  todo  el  rincón  que  la  otra  vez  no 
había  llegado  á  él.  Fueron  en  toda  Castilla  estas 
mny  grandes  avenidas,  en  que  se  perdieron  total- 
mente muchos  hombres,  7  muchas  haciendas,  cayó* 
Tonse  infinitas  casas  7  edificios,  muriéronse  infinitos 
ganados,  muchas  arboledas  7  viñas  arrancadas,  ó 
otras  cubiertas  del  légamo  del  rio.  Derribó  el  río  la 
ma7or  parte  de  los  arrabales  de  Sevilla  que'  dicen 
Cestería  é  Carretería ,  é  estuvo  Sevilla  cercada  de 
aguas  en  todas  partes,  en  manera  que  en  tres  días 
no  le  entró  pan  cocido  de  fuera  ni  otra  cosa,  nin 
podian  entrar  en  ella,  nin  salir  con  las  muchas 
aguas. 

ÜAPÍTULO  LXXIX. 

De  cémt  el  Rey  tomó  á  Loit  é  Ilion. 

Sacó  su  hueste  él  Ile7  Don  Fernando  mu7  pode- 
rosa con  muchos  de  los  grandes  de  Castilla,  el  qnal 
partió  de  Córdoba  en  un  día  del  mes  de  Ma7o  del 
año  1486,  7  puso  cerco  ó  la  yilla  de  Loxa  con  me- 
nos jente  que  el  afto  antes  sobre  Bonda  había  lleya- 
do ;  7  llovó  esta  vez.  consigo  un  Conde  de  Inglatera, 
pariente  de  la  Re7na  que  sedecia  el  Conde  de  Esca- 
las, que  pasó  acá  en  aquel  tiempo  por  servir  á  Dios  7 
facer  guerra  á  los  moros  con  trescientos  hombres 
artilleros  é  flecheros  mu7  esforzados ;  7  como  el  Be7 
llegó,  salieron  muchos  moros  de  á  pié  7  de  á  caba- 
llo por  defender  que  el  real  no  se  asentase,  7  00- 
mencaron  de  pelear  defendiéndolo  á  saetadas  é  es- 
pingardadas  desde  entre  las  huertas,  7  trábesela  pe- 
lea con  los  moros,  los  dichos  ingleses,  7  ciertos  hom- 
bres de  las  montanas  que  habían  venido  con  el  Du- 
que del  Infantado,  7  con  el  Duque  de  Nájera  de  los 
que  acá  dicen  laca70S  é  vizcaínos ;  é  como  el  Conde 
de  Escalas  vido  la  pelea,  dijo,  que  pues  la  pelea  es- 
estaba trabada  7  los  moros  se  defendían,  que  quería 
pelear  á  uso  de  8u  tierra,  7  descabalgó  del  caballo, 
armado  en  blanco,  7  con  una  espada  cefiída,  é  una 
hacha  de  armas  en  las  manos,  7  con  una  cuadrilla  de 
los  SU70S,  asi  mismo  armados  deblanoo  con  sus  ha- 
chas, se  lanzó  delante  de  todos  en  los  moros,  7  con 
viril  7  esforzado  corazón ,  dando  golpes  en  unos  7 
otros,  matando  7  derribando,  que  ni  le  faltó  cora- 
zón ni  f  uensa ;  é  como  esto  vieron  los  castellanos 
montafieses  7a  dichos,  no  menos  ficíeron  al  momen- 
to, siguiendo  tras  los  ingleses,  é  dieron  tal  prisa  á 
los  moros  que  les  hicieron  volver  las  espaldas  á 
huir,  é  los  christianos  revueltos  oon  ellos  se  encon- 
traron en  los  arrabales  de  Loxa,  los  quales  nunca 
perdieron  ni  dejaron.  El  Re7  socorrió  luego  en  per- 
sona á  los  SU70S.  Murieron  muchos  moros  en  esta 
entrada,  é  algunos  christianos, é  fué  ferido  el  Con- 
de inglés  de  una  pedrada,  que  le  quebraron  un  díeu'- 
te;  é  murieron  tres  ó  quatro  hombres  de  los  su70s. 
^  tomado  el  arrabal  pusieron  en  él  sus  estancias ;  é 


CRÓNICAS  DE  LOS  REYP^S  DE  CASnLÍA. 


el  Re7  asentó  su  gran  real,  é  oeroó  al  derredor  iá 
Loxa,  7  asestadas  las  lombardas  mandó  tirar  7  en 
chico  espacio  les  derribaron  un  gran  lienzo  de  los 
muros  de  la  villa ;  é  desque  los  moros  vieron  esto 
diéronse  al  Re7  á  partido,  que  los  dejase  ir  oon  lo 
SU70  que  pudiesen  ¡  ó  el  Re7  asi  se  lo  otorgó,  ó  se 
fueron,  é  le  dejaron  la  villa,  é  pidieron  por  merced 
al  R07  que  los  enviase  á  Granada  seguros  oon  el 
Marqués  de  Cádiz,  porque  no  los  robasen,  é  mata«  ' 
sen  en  el  camino,  é  el  Re7  ansí  lo  fizo,  que  envió  al 
Marqués  por  capitán  é  guarda  de  ellos  oon  otros 
caballeros,  ó  mucha  gente,  fasta  que  los  pusieron 
en  salvo  ¡  los  quales  moros  7  moras  iban  hadendo 
mu7  grandes  llantos  7  amarguras.  Salió  estonce  do 
Loxa  con  ellos  el  Re7  Mule7  Baudili,  prisionero  del 
Re7  de  Castilla,  que  dedan  que  lo  tenían  allí  los 
moros  en  son  de  preso  por  qne  se  habla  acontecido 
esUr  alli  en  este  tiempo.  Los  christianos  cautivos 
que  el  Re7  redimió  no  pude  saber  cuantas  eran, 
salvo  que  fueron  sueltos  7  presenUdos  al  Jl^y  an- 
tes que  los  moros  saliesen.  Fué  el  día  que  la  villa 
de  Loxa  entregaron  al  Re7,  Lunes  28  dias  de  Ma7o 
del  dicho  afio  de  86.  Fortalecióla  luego  el  Re7,  é 
fizóla  mu7  bien  adobar  é  guamecióU  de  gentes',  é 
viandas,  é  armas,  é  puso  en  ella  gente  de  guarni- 
ción, é  movió  su  hueste,  é  artillería,  ó  fué  á  cercar 
á  Illora;  é  envió  delante  por  cercador  al  Duque  del 
Infantado ,  é  á  el  Conde  de  Cabra  oon  sus  gentes, 
la  qnal  cercaron  Domingo,  4  dias  del  mes  de  Junio 
del  dicho  afio,  é  luego  el  Lunes  los  dichos  sefiores 
Conde  7  Duque,  con  la  gente  que  tenían,  entraron  ¿ 
en  el  arrabal  por  fuerza  de  armas,  á  este  día  llegó 
el  Re7  7  se  asentaron  las  lombardas,  é  él  real;  7  el 
Miércoles  tiró  la  artillería,  é  derribaron  gran  parte 
de  la  villa,  é  mataron  algunos  moros  de  dentro  los 
tiros  de  las  lombardas,  délo  qualovieron  mu7  gran 
temor  los  moros,  7  no  osaron  mas  esperar;  é  dié- 
ronse Jueves  bien  de  mafiana  á  partido,  el  qnal  el 
Re7  les  otorgó  como  los  de  Loxa,  qne  llevasen  todo 
lo  SU70 ;  los  quales  tenían  7a  mu7  poco  que  llevari 
que  todo  lo  habían  llevado  esperando  lo  que  les 
vino.  É  había  en  Illora  ochocientos  moros  de  pelea, 
en  que  eran  los  doscientos  negros;  é  habla  cinqfien* 
ta  mujeres,  é  había  entre  ellos  fasta  treinta  de  á 
caballo;  é  el  Viernes  siguiente,  9  días  de  el  dicha 
mes,  dejaron  la  villa  desembargada  los  dichos  rnth- 
ros,  é  enviólos  el  Re7  á  Qranada,  seguros  con  los 
dichos  sefiores  Duque  del  Infantado  é  Conde  de  Ca<» 
bra,  con  tres  mil  de  á  caballo,  é  fueron  con  ellos  fas« 
ta  la  Puente  de  Pinos ;  é  por  once  christianos  oau<» 
tivos  que  estaban  en  Illora,  que  los  moros  hablan 
llevado  á  Granada  mientras  que  se  tomó  Loxa,  tomó 
el  Re7  otros  tantos  moros  de  Illora,  é  los  tuvo  has-  ¿ 
ta  que  trajeron  los  christianos ;  é  el  Re7  fizo  adovar  ^ 
é  guameoer  á  Illora  7  ponerla  á  buen  recaudo. 

CAPÍTULO  LXXX. 
De  eomo  vino  U  Reysi  al  real  7  la  reeibleroi* 

El  Viernes  que  los  moros  partieron  de  Illora  pam 
Granada,  partieron  del  real  el  Marqués  Doqu^  d« 


bÓH  ÍETtNAÑDO 

tíáclis,  i  eí  Adelantado  del  Andalueia  con  gran  ca* 
ballena  á  recibir  la  Bejna  dofia  Isabel  á  la  Pefia  de 
loa  Enamorados,  qae  Tenia  á  ver  el  Beal  y  Jiabor 
parte  de  la  yictoria  y  buena  Tentara  del  Bey  su 
tuarido ;  la  qnal  llegó  al  Beal,  el  Lunes  11  de  dicho 
mes  á  lUora,  donde  el  Boy  estaba.  Traia  consigo 
dejando  la  gente  qae  lafné  á  recibir,  hasta  qaaren- 
ta  cab&lgadnras  en  qae  había  fasta  dies  mnjeres.  El 
recibimiento  qae  le  fué  fecho  fué  rauy  siognlar,  en 
que  salieron  al  camino  los  primeros  el  Duque  del 
Infantado,  qae  habia  Tenido  de  esta  tci  á  la  guerra 
en  persona  muy  poderoso  y  muy  pomposo ,  é  el 
Fondón  de  BeyiUa  y  su  gente,  é  el  Prior  de  San  Joan, 
fasta  una  legua  y  media  del  Beal ;  é  púsose  ana  ba- 
talla á  la  mano  isquierda  del  camino  por  donde  ella 
Tenia, todos  bien  aderesados  y  como  para  pelear;  y 
como  la  Beyna  llegó  fiso  reverencia  al  Pendón  de 
Sorilla,  y  mandólo  pasar  á  la  mano  derecha,  ó  co- 
mo la  recibieron ,  salió  toda  la  gente  delante  con 
macha  alegria  corriendo  á  todo  correr,  do  que  su 
Alteza  OTO  muy  gran  placer,  é  luego  Tinieron  to- 
das las  batallas,  é  las  banderas  del  real  á  lo  facer 
recibimiento,  é  todas  las  banderas  se  abajaban  quan- 
do  la  Beyna  pasaba;  é  luego  llegó  el  Bey  con  mu- 
chos grandes  de  Castilla  á  la  recibir,  é  antes  que  se 
abrazasen  se  hicieron  cada  uno  tres  reverencias,  en 
que  la  Beyna  se  destocó ,  y  qnedó  en  una  cofia  el 
rostro  descnbierto,  y  llegó  el  Bey  y  abrazóla  y  be- 
sóla en  el  rostro ;  y  luego  el  Bey  se  fué  á  la  Infan- 
ta su  hija,  y  abrazóla  y  besóla  en  la  boca,  y  santi- 
f:;nóla.  Venia  la  Beyna  en  una  muía  castafia  en  una 
silla  andas  guarnecidas  de  plata  dorada ;  traia  un 
pafio  de  carmesí  de  pelo,  y  las  falsas  riendas  y  ca- 
bezadas de  la  muía  eran  rasas,  labradas  de  seda,  de 
letras  de  oro  entretalladas,  y  las  orladuras  borda- 
das de  oro ;  y  traia  un  brial  de  terciopelo,  y  debajo 
unas  f  aldetas  de  brocado  y  un  capuz  de  grana ; 
Tcstido  guarnecido  morisco,  é  un  sombrero  negro 
guarnecido  de  brocado  al  derredor  de  la  copa  y  rue- 
do. T  la  Infanta  Tenia  en  otra  muía  castafia  guar- 
necida de  plata  blanca,  y  por  orladura  bordados  de 
oro,  é  ella  Tostido  un  brial  de  brocado  negro,  y  un 
capuz  negro  guarnecido  de  la  guarnición  del  de  la 
Beyna. 

El  Bey  tenia  vestido  un  jubón  de  demesin,  de 
pelo,  é  un  quísote  de  seda  rasa  amarillo  y  encima 
nn  sayo  de  brocado ,  y  unas  corazas  de  brocado, 
vestidas,  é  una  espada  morisca  cefiida  muy  rica ,  é 
una  toca,  é  nn  sombrero,  y  en  cuerpo  en  nn  caballo 
castafio  muy  jaezado.  E  los  atavíos  de  los  grandes 
que  ahi  estaban,  eran  muy  maravillosos  é  muy  ricos 
é  de  diversas  maneras,  ansí  de  guerra  como  de 
fiesta,  que  seria  muy  luengo  de  escribir.  Allegó  el 
Conde  de  Inglaterra  luego  en  pos  del  Bey  á  hacer 
recibimiento  á  la  Beyna  y  á  la  Infanta,  muy  pom- 
poso en  estrafia  manera,  á  la  postre  de  todos,  arma- 
do en  blanco  á  la  guisa,  encima  de  on' caballo  cas- 
tafio con  los  paramentos  fasta  el  suelo  de  seda  azul, 
y  las  orladuras  tan  anchas  oomo  nna  mano  de  seda 
Tasa  blanca,  y  todos  los  paramentos  estrellados  de 
oro  en  forrados  «n  ceptt  morado  {  y  él  traia  sobro 


B  DO^A  ISAÉEL.  «  62é 

las  armas  nna  ropdta  francesa  de  brocado  negro 
raso,  nn  sombrero  blanco  francés  con  un  plumaje, 
é  traía  en  su  brazo  izquierdo  nn  broqueleto  redon- 
do é  varas  de  oro,  é  una  cimera  muy  pomposa,  fe* 
cha  do  tan  nueva  manera  que  á  todos  parecía  bien ; 
ó  traía  consigo  cinco  caballos  oucobortados  con  sus 
pajes  encima  todos  vestidos  de  seda  y  brocado ;  y 
venían  con  él  ciertos  gentiles  hombres  de  los  suyos 
muy  ataviados,  é  ansí  llegó  á  facer  reverencia  y  re- 
cibimiento á  la  Beyna  y  á  la  Infanta,  é  después  fizo 
reverencia  al  Boy,  y  anduvo  un  rato  festejando  an- 
te todos  encima  de  su  caballo,  é  saltando  á  un  cabo 
é  á  otro  muy  concertadamente,  mirándolo  todos  los 
grandes  é  toda  la  jente,  é  ¿  todos  pareció  bien  de 
esto;  sus  Altezas  ovieron  mucho  placer,  é  ansí  vi' 
nieron  fasta  las  tiendas  reales ,  donde  los  sefiores 
Beyes  é  su  fija  fueron  bien  aposentados ,  é  las  da- 
mas y  sefioras  que  las  aoompafiaban  en  este  viaje. 

CAPÍTULO  LXXXI. 

06  Voelln  6  Honterrio,  6  ColomerJi.  Cono  el  Rey  y  la  Reysa  íoi 
tomaron,  é  de  las  eosaa  qne  alK  aeaeeleroa. 

Después  que  fueron  hechos  los  carriles  para  lle- 
var y  subir  el  artillería  á  Moolin,  el  Bey  lo  fizo  cer- 
car y  alzó  su  real,  y  f uelo  á  poner  cerca  del,  é  fizólo 
combatir  con  las  lombardas,  é  á  los  primeros  tiros 
una  pelota  les  horadó  una  bóveda  donde  tenían  la 
pólvora,  é  ardióles  toda  á  muy  grandes  llamas,  é 
dosque  los  moros  vieron  esto  diéronse  al  Marqués 
Duque  de  Cádiz,  é  encomendáronse  que  les  ficiese  el 
partido  con  el  Bey,  el  qual  el  Bey  les  fizo  como  á 
los  otros  qoe  se  fuesen  con  lo  suyo ,  é  así  fué  he- 
cho, é  la  Beyna  se  aposentó  dentro  en  Moclin,  é  el 
Bey  fizo  allí  su  jente  tres  partes,  la  nna  fué  á  cer- 
car á  Montef  rio,  la  otra  quedó  en  guarda  del  Beal, 
é  de  la  Sefiora  Beyna,  é  él  fué  con  la  otra  que  fué  la 
mayor  parte  de  la  gente  caballería,  á  talar  é  correr 
la  vega  de  Granada,  en  la  qual  fizo  á  los  moros  mu- 
chos daños,  que  les  taló  los  panes  y  panizos,  oliva- 
res y  huertas,  é  fecho  esto  dio  vaelta  á  su  Beal,  é 
falló  como  los  moros  de  Montefrio  se  querían  dar 
é  habían  demandado  partido  á  la  Beyna,  é  todos  los 
grandes  con  toda  la  hueste  é  artillería  asentaron  el . 
Beal  y  tiendas  ahí  cerca ,  en  el  qnal  lugar  estuvie- 
ron quatro  ó  cinco  dias,  y  el  Bey  afirmó  el  partido,, 
é  envió  los  moros,  é  tomó  la  fortaleza  é  lugar  de 
Montefrio,  é  forniólo,  é  púsolo  á  buen  cobro,  é  re- 
dimió allí  veinte  y  seis  chrístianos  hombres  é  mu- 
jeres que  estaban  cautivos,  é  envió  á  requerir  á  los 
moros  de  Colomera  que  le  diesen  la  fortaleza,  é  la« 
gar,  é  ellos  lo  tuvieron  por  bien ,  é  se  la  dieron  sin 
recibir  afrenta  ni  combate  con  temor,  é  se  fueron 
con  lo  suyo  oomo  los  otros ;  y  asi  de  esta  entrada 
dio  Nuestro  Sefior  en  manos  del  Bey  y  de  la  Beyna, 
las  sobredichas  villas  y  fortalezas,  Leja,  Illora, 
Montefrio,  Colomera ,  en  obra  de  nn  mes ;  que  en 
otro  tiempo  la  menor  era  bastante  tenerse  un  afio  y 
no  poderse  tomar  sino  con  hambre.  Y  con  estas 
victorias  y  honra,  el  Bey  y  la  Beyna  con  todo  sa 
real  se  volvieron|  é  con  toda  sn  artillería ,  é  salios 


fái 


CBtmóAB  tu  LOS  VB¡na  ds  oastillá. 


ron  por  k  Tilla  da  PrUgo,  é  dende  por  fos  jomit'- 
das  á  CMrdoba  donde  te  había  partido  de  primero; 
7  allí  el  Principe  Don  Juan  au  fijo  oon  toda  la  Ciu- 
dad, lea  aalieron  á  redbir. . 

« 

OAPÍTÜLO  LXXXII. 
De  Ydes  láiaft,  é  caao  It  tomó  d  Rey. 

-En  el  nombre  do  Naeatro  Bedemptor  Jeaochria- 
to,  Sábado  17  dias  del  mea  de  Abril ,  alio  del  naci- 
miento de  Nuestro  Bedemptor  de  1487  afios,  partió 
el  Rey  de  Córdoba  por  hacer  serTicio  á  Dios  y 
guerra  á  los  moros  oon  muy  gran  oaballeiia,  y  con 
su  artílleria  é  gente  de  todos  sus  Beynos,  é  muy  gran 
gana  é  disposición  de  pelear  oon  los  moros ,  ó  fué 
por  sus  jomadaa  hasta  Velez  Málaga.  El  Sábado 
que  partió  de  Córdoba  era  víspera  de  Ramos,  é  fué 
á  dormir  á  La  Rambla,  6  dende  fué  otro  dia  al  rio 
de  las  Teguas  donde  recojió  é  guardó  su  gente ,  é 
estuvo  hasta  el  Jueves  de  la  Cena,  é  dende  fué  á 
Archidona,  y  de  allí  á  Caka,  é  el  Lunes  de  Pascua 
de  Resurrección  volvió,  y  llegó  á  Veles  Málaga, 
donde  los  moros  salieron  á  escaramucear  con  los 
christianos  con  muy  buen  esfuerzo  defendiendo  la 
villa,  é  el  Martes  de  Pasque  siguiente,  el  Rey  man- 
dó entrar  en  los  arrabales  por  fuerza  do  armas;  é 
como  toda  la  gente  venia'con  ánimo  de  pelear  é  des- 
truir los  moros,  dieron  combate  por  muchas  partes, 
é  matando  é  firiendo  en  los  moros  los  desbarataron 
é  los  entraron  por  muchas  partes,  é  tomaron  los  ar- 
rabales por  fuerza  de  armas ,  lo  qual  el  Duque  de 
Nájera  cometió  primero,  é  fizo  con  loe  suyos  que 
los  moros  se  metieron  f  uyendo  en  la  villa  y  cerra- 
ron las  puertas ;  ó  allí  ovioron  los  christianos  gran 
despojo  do  joyas  é  ropas,  é  arreos  de  casas  y  frutas; 
é  como  los  moros  se  vieron  todos  encerrados  en  la 
villa,  comenzaron  á  la  defender  muy  bien,  é  él  fizo 
cercar  la  villa  do  tal  manera,  que  ni  podia  entrar 
uno  ni  salir  otro.  En  este  tiempo  habia  dos  reyes 
en  Granada,  como  es  dicho,  Muley  Baudili  Alzagal, 
é  este  tenia  el  seftorio  de  la  mayor  parte  de  la  Ciu- 
dad, é  Muley  su  sobrino',  prisionero  del  Rey  de  Cas- 
tilla; é  los  moros  de  Granada  afincaron  su  Rey  ma- 
yor que  fuese  á  socorrer  á  Veloz,  é  ovo  de  salir  de 
Granada,  y  fuó  con  mucha  gente  de  caballo,  y  de 
pié',  y  asomó  un  dia  por  unos  cerros  altos  sobre 
Velez,  á  vista  del  real  de  los  christianos,  y  fué  que 
quiso  tomar  á  Ventomiz,  una  fortaleza  de  moros 
que  estaba  allf ,  ó  no  so  la  quisieron  dar  los  moros 
porque  habían  dado  la  obediencia  al  Rey  Don  Fer- 
nando desde  el  primer  dia  que  cercó  á  Velez.  T  los 
moros,  desque  vieron  el  cerco,  esforzáronse  pensando 
sor  descercados,  é  el  Rey  moro  y  su  Consejo  envia- 
ron un  tornadizo  christiano  á  los  moros  de  Velez, 
con  cartas  que  tal  noche  á  tales  horas  hiciesen  se- 
fias  y  saliesen  do  la  villa,  ó  dioson  en  las  ostancias, 
é  estonco  daría  el  Rey  con  los  del  socorro  sobre  el 
real  de  los  christianos;  el  qual  tornadizo  fué  toma- 
do de  los  guardas  del  Rey  Don  Femando,  é  vistas 
las  carUs,  é  sabido  ol  secreto  del  Rey^  hizo  poner 


diso,  y  el  Bey  moro  se  movióy  abajo  fáoia  el  real 
de  loo  chriatianos  de  una  sierra  donde  estaba  ooa 
muy  gran  soma  de  moros  que  allí  tenia,  é  puñéron- 
se  en  una  ladera,  y  desque  vieron  que  loo  do  h 
villa  no  acudían  con  el  concierto  aquella  noche,  es« 
tuviéronse  allí  fasta  otro  día,  é  el  Bey  mandó  ir  allá 
al  Marqués  Duque  de  Oádis  oon  mucha  gente  de  á 
pié  y  de  á  caballo,  é  oon  muchos  robadoquines  para 
que  les  tirasen;  é  fueron  á  ooica  de  elloo  al  pié  á& 
una  ladera  donde  estaba  un  grueso  batallón^  é  tirá- 
ronle muchos  tiros,  é  ficieron  huir  aquella  batalla, 
que  era  la  mas  cercana  de  loe  christianos,  por  la 
sierra  arriba,  que  no  pararon  fasta  enoioia  de  In 
sierra  donde  estaba  el  real  del  Bey  moro.  T  desqoe 
los  moros  del  real  vieron  que  los  otros  iban  huyen- 
do, cayó  entre  ellos  un  temor  y  oomensáronse  de 
ir  á  mas  andar,  ni  el  Bey,  ni  los  caballeros  loa  pa- 
dieron  detener  ni  escusar  de  fuir,  que  según  el  lugar 
donde  estaba  el  real ,  eUos  estaban  muy  aeguros  6 
muy  fuertes  para  se  defender,  y  sai  eUos  meamos 
se  desbarataron  en  fuir  y  no  defender  la  sierra ,  á 
los  quales  los  christianos  no  habían  de  cometer  por 
allí  si  ellos  estuvieran  quedos  donde  el  real  estaba. 
Y  quando  el  Marqués  y  los  caballeros,  y  gente  que 
con  él  iba,  vieron  que  ninguno  les  defendía  la  cues* 
ta,  encumbraron  la  sierra  y  vieron  que  todo  el  real 
iba  f uyendo,  y  fueron  en  alcance  salvo  que  se  ha* 
liaron  pocos  y  los  moros  eran  mnohos.  Hallaron  in-> 
finito  despojo  de  armas,  y  otrss  muchss  cosas  que 
los  moros  no  pudieron  llevar,  y  volviéronse  al  real 
con  todo  aquel  despojo.  Y  los  grandes  de  Granada, 
desque  supieron  la  poca  honra  con  que  su  Bey  iboi 
cerráronle  las  puertas,,  é  no  lo  dejaron  entrar  en 
Granada,  y  dijéronle  que  no  querían  que  reynase 
sobre  ellos,  y  dzaron  por  Bey  al  Bey  Muley  Bau-> 
dili  su  sobrino ,  que  estaba|  retraído  en  el  AJbaicin 
de  Granada,  é  el  otro  fuese  á  reynar  sobre  Baza  6 
Gnadtx,  é  Alpujarras,  é  otras  tierras. 

El  Bey  Don  Fernando  puso  gran  recaudo  en  el 
cerco,  y  fizo  requirimiento  á  los  de  Velez  que  le 
diesen  la  villa,  pues  el  socorro  les  era  fuido;  é  elloa 
no  quisieron ,  que  creían  que  la  gran  artillería  no 
podia  pasar  los  puertos  ni  llegar  á  Veloz,  que  aun 
no  ora  llegada  estonce,  é  dende  á  quatro  ó  cinco  di  aa 
vieron  asomar  la  dicha  gran  artillería,  é  todos  los 
cerros  é  puertos  hechos  caminos  y  carriles  llenos  do 
carretas  y  bueyes  con  las  grandes  lombardas,  y 
con  la  multitud  de  tiros  de  pólvora ,  é  ingenios,  6 
robadoquinea ;  ó  aun  quedaba  la  momería  de  esto 
ínclito  ó  famoso  Bey  para  siempre,  por  razón  de 
aquellos  caminos  de  tantas  sierras  y  laderas,  é  puer- 
tos, é  peftas,  é  ajosiu  amientes  como  hizo  llanos  á 
azadón,  y  barrapala,  y  almádana ,  en  toda  la  tierra 
que  ganó  á  los  moros,  que  es  cosa  increíble  á  quien 
no  ha  visto  los  posos  por  dó  tan  gruesaa  lombardas 
é  tan  grando  artillería  pasaba,  é  así  mismo  vieron 
venir  tan  gran  gente  de  guardia  oon  la  dicha  arti- 
llería, que  fueron  muy  espantados  é  desmayados  ; 
é  llegó  Is  artílleria  y  el  Maestre  de  Alcántara  que 
fué  estonce  por  caudillo  mayor  de  ella ;  é  los  morca 


gran  recaudo  en  su  real,  é  mandó  onforcar  el  torna-   |  no  oaaron  aguardar  que  tirasen,  antes  demandarom^ 


bokPEéKAKDO 

laego  ál  iáíf  particlo,  qtid  loi  dejase  ir  con  eat  ha-  i 
eiendu,  y  el  Bey  se  lo  otorgó,  y  los  moros  entre-  | 
garon  la  fortalesa  y  la  yilla,  y  se  fueron  con  lo  que 
pudieron  llerar,  é  algunos  se  fueron  á  Granada,  é 
otros  allende,  é  algunos  al  real  para  venir  á  Casti- 
lla á  YiTir,  é  á  todos  el  Bey  Don  Femando  envió  se- 
guros, y  flxp  poner  en  salvo  en  ella,  día  de  Santa 
Cruz,  á  tres  de  Mayo,  año  susodicho  do  1487 ;  y  es- 
taba ya  dentro  su  guión ,  é  la  crus  de  la  Santa  Cru- 
zada que  siempre  traía  en  su  hueste ,  é  el  Conde  de 
Cifuentes,  Asistente  do  Sevilla,  su  Alferea  mayor, 
que  habían  primero  en  la  f ortalesa  entrado ;  é  reci- 
bieron al  Bey  quando  entró  en  procesión ,  é  fueron 
con  la  procesión  á  la  Mezquita  mayor  ó  mas  hon- 
rada, é  bendijéronla,  á  flciéronla  iglesia,  ó  púsole 
el  Bey  con  mny  gran  devoción  Santa  María  de  En- 
camación, por  vocación.  E  luego  el  Bey  fizo  poner 
gran  recaudo  en  la  fortaleza  é  la  villa,  é  envió  por 
la  comarca  á  requerir  los  lugares  de  los  moros  que 
viniesen  á  le  dar  la  obediencia,  é  vinierónsela  á  dar 
todos  los  lugares  de  la  Axarquia  que  están  entre  la 
villa  de  Veles,  é  la  dudad  de  Málaga.  Los  nombres 
de  algunos  de  ellos  son  los  siguientes,  de  los  que  se 
dieron  en  esta  entrada,  desque  asentó  sobre  Veles. 
Primeramente  la  villa  de 
Velez  Malaga.         Alooche.  Nereja. 

Abentomiz.  Almayate.         Torronilla. 

Cantinas.  Alarroba.  Xaraba. 

Comares.  Albaida.  Pancaxe. 

Sédala.  Atiadar.  Lacus. 

Xavales.  Alisan.  Daimalos. 

Compata.  Aximas.  Escalera* 

Torrox.  Almohia.  Mará  é  otros. 

B  estando  el  Bey  en  Velez,  le  trajeron  los  moros 
en  presentado  á  Juan  de  Bobles,  Alcayde  é  Corre- 
gidor de  Xerez,  de  Málaga,  é  fizóle  presento  de  él  el 
Alcayde  de  Málaga  que  llamaban  Albocin  Aben  Co- 
'mix,el  qual  se  lo  trujo,  é  vino  con  él  á  Velez,  édejó 
por  Alcayde  á  un  su  hermano  en  el  Alcazaba,  é  pre- 
sumióse que  venían  por  parto  do  la  ciudad  á  facer 
partido  con  el  Boy,  el  qual  el  Bey  les  flciera  en  que  no 
perdieran  nada  de  sus  bienes  muebles ;  é  como  los 
moros  son  voltarios  é  muy  livianos  en  sus  fechos, 
mientras  el  Alcayde  con  el  Bey  estaba,  juntáronse 
con  un  moro  llamado  el  Cegri,  que  era  Alcayde  del 
Castillo  de  Gibra-alfaro,  los  cabeceras  de  la  ciu- 
dad, é  tomaron  ol  Alcazaba,  é  pusieron  otro  Alcay- 
de, é  pusieron  recaudo  en  todas  las  fuerzas  de  la 
ciudad ,  é  alzáronse  por  el  Bey  viejo  Muley  Baúdili 
Asagal,  lo  qtial  fué  ocasión  de  su  total  y  perpetuo 
perdimiento  de  todos  los  de  Málaga,  chicóse  gran- 
des. Sacó  el  Bey  Don  Fernando  y  redimió  ciento  y 
ocho  christianos  y.christianas  cautivos,  que  estaban 
en  fierros,  é  supo  como  poco  habia,  habían  pasado 
de  Velez  á  Almufiecar  catorce,  temiendo  lo  que  les 
vino,  que  eran  hombres  do  comunales  rescates;  é 
por  esto  el  Bey  quando  libertó  los  moros  do  la  villa 
tomó  en  prenda  á  sus  amos,  é  túvolos  en  hierros 
fasta  que  le  trajeron  los  catorce  christianos,  é  ansí 
soltó  á  los  amos;  é  envió  el  Bey  estos  christianos 
^qj^estaban  cautivos  y  redimidos,  á  la  Beyna  su  mn^ 


¿DO^AtíÁBEti.  .    62á 

jer  á  Córdoba,  álos  quales  ella  mandó  recibir  con 
gran  procesión,  é  ella  los  recibió  dentro  en  la  igle- 
sia mayor,  estando  con  su  fija  la  Infanta  dofta  Isa- 
bel dentro  de  la  dicha  iglesia,  donde  los  podía  bien  ' 
mirar ;  é  todos  pasaban  por  dó  ella  estaba  nno  á 
uno,  ó  le  bogaron  la  mano,  é  eso  mesmo  á  la  Inf  an-  - 
ta,  é  mandólos  aposentar,  é  mandólos  dar  limosna  A 
cada  uno  un  florín  de  oro.  Pública  fama  era  en  él 
real  de  Velez  que  tenia  el  Bey  diez  mil  de  á  caballo 
é  ochenta  mil  peones.  Salió  de  Velez  con  los  moros 
vencidos  un  caballero  moro  de  Málaga,  que  llama- 
ban Mahomad  Meque,  que  tenia  su  casa,  é  mujer  é 
fijos  en  Málaga,  é  tenia  mucha  parte  en  ella ;  é  co- 
nociólo un  criado  del  Marqués  Duque  de  Cádiz,  lla- 
mado Juan  Díaz,  é  trúxolo  á  su  tienda  del  Marqués, 
é  díxole:  cSefior,á  este  debe  V.  S.  hacer  mucha 
honra,  que  es  caballero  de  Málaga,  é  tiene  en  ella 
mucha  parte,  é  puede  en  la  toma  de  ella  aprovechar 
mucho»;  é  luego  el  Marqués  lo  fiso  facer  mncha 
honra,  é  fizo  fablar  con  él  á  sus  adalides  en  el  caso, 
é  rogóle  que  tuviese  manera  de  facer  que  Málaga  se 
diese  al  Bey  antes  que  allá  fuesen,  pues  via  que  lo 
por  todas  maneras  no  podía  escusar,  según  via  en  el 
aparejo ;  y  el  moro  se  lo  prometió  de  lo  procurar 
con  todas  sus  fuerzas  é  maneras,  que  él  f aria  dar  la 
ciudad,  ó  al  menos  el  castillo  de  Gibra-alfaro,  al 
Bey.  El  Marqués  dfjole  al  Bey  ésto  luego ,  é  el  Bey 
ovo  de  ello  placer,  é  dijo  al  Marqués:  s Duque,  yo 
dejo  en  vuestras  manos  este  concierto,  que  lo  procu- 
réis, é  pongo  mis  tesoros  que  los  rej^artais  en  el  par- 
tido de  Málaga ,  si  la  podéis  haber  en  mi  nombre, 
como  vos  quisiéredes  9 ;  é  luego  el  Marqués  con  au- 
toridad del  Bey  armó  caballero  al  moro  Mahomad 
Meque,  é  le  dio  un  caballo  suyo,  é  sus  propias  co- 
razas, é  su  propia  lanza,  é  su  propia  adarga,  é  dio 
otro  tanto  á  otro  moro  su  compafiero  é  pariente,  é 
los  envió  á  Málaga  con  el  dicho  su  criado  Juan 
Díaz,  que  sabia  bien  la  lengua  arábiga  é  pláticas  de 
los  moros,  con  cartas  de  creencia  de  partido,  en 
que  daba  al  Cegri,  alcaide  de  Gibra-alfaro,  porque 
entregase  al  Bey  la  fortaleza,  la  villa  de  Coín,  de 
juro  y  heredad,  é  cuatro  mil  doblas  en  oro.  E  daba 
á  otro  capitán,  llamado  Abrahen  Cénete,  que  estaba 
en  suoompafiia  é  liga,  una  alquería,  qual  escojíese^ 
é  dos  mil  doblas  en  oro.  E  daba  á  Hazan  de  Santa 
Cruz,  que  era  un  caballero  que  se  habia  criado  en 
Castilla,  y  habia  vivido  con  el  Marqués,  otra  alque- 
ría é  dos  mil  doblas  de  oro ;  é  daba  á  las  gentes  de 
Gibra-alfaro  quatro  mil  doblas  de  oro,  que  repartie- 
sen en  la  ciudad ;  daba  oufdquier  partido  que  de* 
mandasen,  que  el  Bey  se  lo  daría  en  tal  que  deja- 
sen la  ciudad,  é  que  él  con  gente  se  fuese  ó  saliese 
á  vivir  por  las  aldeas.  E  idos  con  esta  embaxada 
entraron  en  Gibra-alfaro,  é  oomunicada  la  embaja- 
da, el  alcaide  del  Cegri,  con  quien  le  convenía,  des- 
pués de  haber  fecho  mucha  honra  á  los  mensaje- 
ros, respondió  diciendo:  t Decid  al  Sr.  Marqués,  que 
si  no  nos  hubiéramos  concertado  la  ciudad  é  nos- 
otros, que  aun  ayer  nos  acabamos  de  concertar,  que 
luego  á  la  hora  fidéramos  lo  que  nos  manda  á  de- , 
cür.  Empero,  que  pues  me  es^ojieron  á  mi  en  esta 

40 


até 


OBÓNIOAS  tm  LOS  Hms  DS  OASTILti; 


dnidad  por  él  mejor  de  loe  moros  en  elle,  é  me  en- 
tra^ron  le  dnded  é  eete  oestillo  de  Gibra-elfero,  é 
le  tengo  muy  bien  beeteddo ,  é  le  dnded  edmismo 
eetá  may  bien  leetrede  de  todo  lo  qne  ea  meneetor, 
qne  si  jo  fideee  elgo  de  lo  qne  me  envié  á  mandar, 
sin  Tor  por  qne,  me  tenia  por  d  mas  mdo  é  cobarde 
moro  de  todos  loe  moros.  Empero  dedd  á  en  sefio- 
rle,  qne  viniendo  el  Bey  sobre  nosotros,  qne  yo  le 
doy  mi  f é  al  Marqnés,  qne  qnando  oviéremos  de  fe* 
cer  partido,  é  noe  oviéremoe  de  dar  al  Bey,  qne  no 
'  íablará  ni  f  ara  en  nnestro  partido  sino  él,  ni  menos 
nos  daremos  á  otro  dno  á  él ;  y  para  que  vea  sn  se- 
lioría  qne  yo  digo  eeto,  deoidle  por  sefias,  qne  fabló 
conmigo  oiertas  rasónos  qnendo  nos  tomaron  á 
L(^t  K  los  mensejeroe  ee  partieron  oon  esto  de 
noche  de  Qibra-alf  aro  é  vinieron  é  lo  contaron  al 
Marqnée  é  el  Bey ;  é  el  Bey  mendó  qne  volviesen 
otra  ves,  é  volvieron,  é  fdlarpn  mnchas  guardas  de 
noche,  é  no  pndieron  entrar  de  noche  con  esta  em- 
bazada secreta,  é  oviéranse  perdido  d  no  fneran  por 
dó  sainan  la  tierra;  é  deepues  de  esto,  qne  no  pndo 
ser  por  yia  secreta,  envió  el  Marqués  de  parto  del 
Bey  por  via  pública  á  requerir  al  Gegri  é  cabeceras, 
qne  mirasen  si  se  querían  dar  d  Bey,  que  lee  feria 
buenos  partidoe,  y  antee  que  movieee  el  reel  para 
Ir  á  dice,  vinieeen  á  darse :  donde  no,  que  podia  ser 
y  erda  qne  d  no  venian,  y  el  red  se  movia  para 
irlos  á  cercar,  qne  otro  pertido  no  hubiesen,  sdvo 
el  hacer  á  todos  cautivos.  B  ni  por  eso  la  dura  cer- 
vis  é  soberbia  d^  Gegri  quiso  copocer  dd  caso,  pen- 
sando ganar  mucha  honra* 

gapItülo  Lxxxm. 

Dd  Mtee  U  Mátafif  é  de  lu  cosu  qoe  ea  él  teaederoa. 

'  Movió  el  Bey  de  Vdei  sn  gran  real  y  artillería 
para  ir  á  cercer  á  la  ciudad  de  Málaga,  é  llegó  allá 
un  lúnee,  siete  dias  del  mes  de  Mayo,  afio  dd  Señor 
de  1487.  E  los  moros  salieron  á  defender  que  no  se 
aeentaee  el  real,  peleando  muy  ferozmente  como 
hombres  muy  esforzados,  con  muchas  saetas  é  ee- 
pingardas,  é  escaramuzaa,  como  aquellos  que  por  lo 
suyo  querían  morir  é  defenderlo ;  é  loe  chrístianos, 
como  llegaron  los  delanteros,  como  aquellos  que 
lo  hablan  gana  de  lo  facer,  qne  á  otra  cosa  ejercitar 
no  habian  ido,  dno  á  pelear  oon  los  moros,  les  die. 
ion  tanto  prisa  por  muchas  partes. 

Aqni  á  los  primeree  encuentros  quedaron  muer* 
toe  meii  de  óchente  moros  por  entro  las  huertas,  y 
los  enterraron,  y  encerraron  los  moros  en  la  ciudad 
y  en  Qibra-dfaro,  no  sin  pérdida  de  los  christianos 
é  tomaron  las  huertas,  que  eran  pasos  fuertes,  é 
asenteron  d  real,  é  tomaron  é  pusieron  el  cerco,  á 
peeer  de  todos  los  moros;  é  tomó  el  Marqués-Duque 
de  Cádis  las  estoncias  é  parto  de  Gibra-alf aro,  don- 
de  era  d  más  peUgro,  qne  así  lo  tenía  por  costum- 
bre, ponerse  dempre  en  los  cercos  en  el  mayor  pe- 
ligro, donde  de  neceeario  hubiese  de  estar  dempre 
á  buen  recaudo.  El  Maestre  de  Alcántara  tomó  d 
otro  cabo  fada  d  poniente,  orilla  dd  mar,  é  luego 
sabe  e}  Maestre  de  8antfa(jp>  los  otros  Puques,  Oon- 


des,  Marqneees  é  grandee  sefiores  é  capitones  áe  latf 
dudados  de  Sevilla,  é  Oórdoba,  é  Écija,  é  Xerea,  é 
de  las  ¿tras  dudados  de  Castilla  tenían  sns  estancias 
é  redes  cerca  unos  de  otros  en  derredor  de  la  clndad 
de  Mdaga,  por  d  cabo  de  la  tierra,  é  terminábase 
desde  el  reíd  é  estanda  dd  Marqués-Duque  de  Cá- 
diz que  tenia  la  vera  de  la  mar.  Anai  estaban  las 
estancias  é  cerco  desde  d  un  cabo  de  la  mar  fasto 
el  otro.  É  el  B^y  tenia  sns  tiendas  é  gran  red  á  de 
fuera  en  d  comedio,  de  donde  podia  aocorrer  á  todas 
partes  presto.  E  luego  como  llegó  sobre  Málaga,  en* 
vio  á  requerir  los  Aloaydes  é  Comunidad,  qne  le  die- 
sen la  ciudad,  antes  que  más  sobre  ella  ee  fideee,  y 
púsoles  término  para  dio,  didendo  qne  lee  farto 
buen  partido;  é  fué  endnreddo  d  corazón  del  Cegrl 
como  d  de  Faraón,  é  fizo  endurecer  con  vanee  es- 
peranzas el  corasen  dd  pueblo;  é  d  Bey  lee  envió 
á  deoir  y  á  amenazar,  que  si  fasto  tol  dia  no  se  da^^ 
ban,  que  les  fada  saber  que  con  la  ajmda  de  Dios 
los  habla  de  sacar  á  todos  cautivos  de  la  ciudad;  ó 
ni  por  eeo  se  dieron  mucho  el  Cegri  y  Abrahen  Ce- 
neto,  dcaydes  é  capitanes  nuevos  mayores  de  la  ciu- 
dad, é  otros  cabecérae  semejantes  de  la  dudad,  é 
nunca  quideron  f  ablar  por  entonce  en  partido,  ni 
dar  la  ciudad  d  Bey.  E  desque  eeto  vido  el  Bey, 
mandó  asestar  el  artillería,  é  mandó  tirar  con  los  ro- 
badoquines,  y  con  algunos  tiros  medianos  por  todas 
partee,  por  les  facer  md  y  dafio;  mas  la  dudad  era 
muy  grande  é  muy  fuerto,  adaibada  y  torreada, 
é  no  le  podían  hacer  dafio  mucho,  é  no  le  podían 
tirar  con  las  lombardas  grandes  por  no  dafiar  la 
ciudad.  Por  el  cabo  de  la  mar  estoba  cercada  Ma- 
laga con  la  armada  del  Bey,  de  mndias  gderas 
é  naos,  é  carávdas,  en  que  había  mucha  gento  ó 
muchas  armas,  é  combatían  la  dudad  por  la  mar 
con  los  tiros  de  pólvora*  Era  una  gran  f ermosura 
ver  el  red  sobre  Málaga  por  tierra  y  por  mar,  habla 
una  gran  floto  de  la  armada  que  siempre  eetoba  en 
el  cerco,  é  otros  muchos  navios  que  nunca  paraban 
trayendo  mantenimíentoe  d  real;  é  pasaron  mas  de 
treinto  dias,  que  parecía  que  los  moros  no  se  lea 
daba  mocho  por  el  cerco,  é  mandó  d  Bey  asestar 
deto  grueeas  lombardas,  que  se  llamaban  bt  $i€t$ 
hermana»  Xinuma$f  ó  muchos  ooartegos  é  engefioa 
con  que  tiraban  algunos  tiros  de  dquitran  por  ate* 
morizar  á  los  moros  porque  se  diesen.  E  en  este 
tiempo  vino  la  Beyna  Dofia  Isabd  d  real,  é  la  In-* 
feote  mayor,  su  fija,  por  ver  el  real,  y  ser  en  la  toma 
de  Málaga,  é  vino  bien  acompafiada  de  caballeros^ 
é  doefias,  é  damas  de  su  córtoi  y  saliéronla  á  redbir 
los  Grandes  de  Castilla  que  dlí  estebsn,  dgunos  de 
dice,  en  especial  el  Marqués,  y  d  Maestre  de  Ban- 
tiago,  é  después  que  llegó  cerca  del  lugar  adió  d 
Bey  á  la  recibir  muy  triunfalmento;  é  todos  los  dd 
real  pensaban,  que  por  la  venida  de  la  Beyna  se 
habían  de  dar  los  moros;  y  ellos  como  persones  de 
Espafia  é  según  los  zamoranos  en  su  toma,  esforsa* 
demento  salían  á  peleer  y  dar  en  las  estandas,  mu* 
chas  veces  concertedamente,  mejor  qne  de  primero^ 
á  ninguna  mención  facían  de  entended  en  partld<^ 
sino  de  pelear  é  defeiider  sn  di|dady  ofsndiend^ 


\ 


N 


bON  FERNANDO 

^üanio  mil  poáiAn,  Í  reoibiendo  ellos  también  mu- 
ohos  dal&oB  é  mneriee;  é  de  lee  eelidM  que  fioieion 
á  peleer  faeron  dos  mes  de  notar  qne  las  otias,  se- 
gún se  signe. 

Salieron  nn  dia  de  la  dndad  por  el  oastillo  de 
Gibra-alf  aro  mnohos  moros,  é  qoisieron  dar  en  las 
estancias  del  Marqués -Daqne,  tomando  la  gente 
segura;  el  Marqués  tenia  tal  recaudo,  que  fueron 
justamente  vistas  ya  que  estaban  fuera,  desde  la 
tienda  ó  estancia  del  Marqués;  é  hábia  una  estan- 
cia, la  mas  oercana  al  oastillo,  que  aquella  noche 
los  escuderos  de  ella  hablan  mudado  y  acercado 
hacia  Gibra-alfaro,  é  la  gente  de  ella  estaba  muy 
cansada,  que  no  había  dormido,  ni  descansado  dos 
dias  habia.  E  con  este  despecho  de  aquel  estancia 
que  se  les  acercaba,  se  creyó  que  loe  moros  ordena- 
sen de  salir  á  pelear  por  allí;  é  el  estancia  del  Mar- 
qués estaba  arriba  mas  afuera  casi  un  tiro  de  ba- 
llesta; é  el  Marqués,  como  vido  los  moros  salir,  aper- 
cibióse para  ir  allá,  é  los  moros  arremetieron  con  la 
estancia  é  dieron  en  los  christianos,  é  los  chrístia- 
nos  dieron  á  huir  los  de  aquella  estancia  y  de  otras 
cercanas  á  ella;  é  arremetió  á  pié  muy  bien  armado, 
dando  grandes  voces,  desque  vido  que  todos  huían, 
diciendo:  t vuelta,  hidalgos,  vuelta,  hidalgos,  que 
yo  soy  el  Marqués,  á  ellos,  á  ellos,  no  temáis»:  é  iba 
su  bandera  ante  él.  B  desque  los  escuderos  que  huian 
vieron  al  Marqués  con  su  gente  y  bandera,  cobra- 
ron esfuerao  é  volvieron  sobre  los  moros  é  pelearon 
muy  f  uertMnente  los  unos  con  los  otros,  é  la  bande- 
ra del  Marqués  en  medio  en  lo  mas  áspero  de  la  pe- 
lea, la  qual  estuvo  muy  cerca  de  ser  perdida,  si  él 
mesmo  Msrqués  con  su  persona,  y  los  que  la  guar- 
daban no  los  socorriese.  En  fin,  los  moros  fueron 
vencidos  y  volvieron  fuyendo  é  se  metieron  en  Gi- 
bra-alfaro, é  fueron  de  ellos  fondos  y  muertos  mas 
de  qnatrooientos,  y  de  los  christianos  murieron  lue- 
go mas  de  treinta  hombres,  y  fueron  f eridos  mas  de 
trescientos;  é  fué  ferido  el  Befior  Don  Diego  Ponce 
de  León,  de  una  saetada,  que  era  hermano  del  Mar- 
qués, y  los  moros  vencidos.  El  Marqués  fiao  proveer 
las  estancias  susodichas  cercanas  á  Gibra-alfaro,  de 
gente,  é  ballesteros,  é  espingarderos;  é  estando  allí 
en  una  de  aquellas  estancias,  los  moros  de  la  forta- 
lesa  tiraban  muchos  tiros  de  espingarda  allí,  y  de 
ballestas;  é  pareció  que  desde  el  castillo  lo  conocie- 
ron, é  tiraron  una  espingardada  al  Marqués,  de  la 
qaú  pareció  que  Dios  milagrosamente  lo  quiso  guar- 
dar, que  le  dio  en  el  adarga  que  ante  sí  tenía  por 
medio  de  los  cordones,  á  dióle  la  pelota  en  la  barri- 
ga por  bajo  de  las  cora8as,*é  paró  en  el  sayo,  que 
ninguna  cosa  le  firió  ni  empeció.  Fué  ferido  tam- 
bién el  Sefior  Don  Luis  Ponce,  su  yerno,  aquel  dia, 
é  el  aloayde  de  Utrera  Gard  Ck>meE  de  Sotomayor, 
é  el  aloayde  de  Atiensa  y  otros  muchos  escuderos 
honrados.  Entre  los  que  murieron  é  fueron  f eridos 
el  mas  dafio  que  recibieron  fué  quando  dejaron  las 
estancias,  que  si  se  tuvieran  é  no  f  oyeran,  no  reci- 
bieran tanto  dafio,  pues  tenían  el  socorro  tan  cerca, 
é  el  Msrqués  se  lo  reputó  á  muy  mal  aquella  huida, 
é  st.no  fuera  por  su  esfuersoí  todo  aquel  real  de  so- 


i  DoffA  mABst:  trt 

bre  Gibra-aUaro  desbarataran.  Bn  esta  pelea  tmze» 
ron  los  moros  por  principal  capitán  á  Abrahemtretai 
que  era  nn  muy  esCoiíado  mor0|  el  qual  allí  fui 
herido. 


re 
•1 


CAPÍTULO  LZXXIY. 

De  eomo  «nt  aoelie  estrtroB  elertot  moroi  por  itn  le  te 
Vélala,  r  toaaroB  alfisoa  éa  dloa;  é  al  ino  fia  éaalas 
Santo,  é  da  lo  ^ ea  aaaaald  aoa  él,  é  aoao  pcftaaedo  fse 
Rey  aeeehiUé  é  Dea  Alnre,  é  é  U  BolÁéUla. 

Oeroa  de  este  tiempo  vinieron  una  noche  á  entisf 
en  Málaga  por  la  orilla  de  la  mar  por  el  oabo  de 
Gibra-alfaro,  por  donde  estaba  el  real  del  dicho  Se- 
fior Marqués-Duque  de  Cádis,  dentó  y  oinqfienta 
moros,  y  fueron  sentidos  de  las  guardas,  é  prendie- 
ron la  mitad  de  ellos,  é  la  otra  mitad  se  les  entra- 
ron, porque  no  pudieron  mas,  porque  ovo  mal  re- 
caudo en  las  guardas,  que  quando  los  sintieron  iban 
ya  dentro;  é  como  era  de  noche  no  se  pudo  mas  fa- 
cer, é  todoe  venían  á  pié,  á  traían  armas  é  pólvora 
para  socorrer  é  esforzar  los  de  la  oíudad.  B  estos 
moros  que  así  tomaron,  hubo  uno  que  teniéndolo  el 
Marqués  preso,  dijo:  e Sefior,  lléveme  al  Bey,  é  yo  le 
daré  orden  como  tome  á  Málagai;  é  el  Marqués  no 
dando  crédito  á  su  dedr,  no  se  daba  nada  por  él,  é 
algunos  de  los  suyos  le  Aquejaron  que  lo  enviase  j 
que  élloe  irian  con  él;  é  el  Marqués  dizo^  qne  lo  lle- 
vasen aquellos  que  lo  decían;  á  el  moro  ganó  de 
eüos  que  lo  llevasen  en  la  forma  que  lo  hablan  to- 
mado, porque  él  Bey  le  escuchase;  é  estonce  diéronle 
su  albornos  ó  un  alfanje,  é  lleváronlo  así;  á  el  perro 
moro  llevaba  concebido  de  matar  al  B^,  porque 
muriese  su  vida,  y  viviese  sn  fama,  queriendo  pa- 
recer á  Mudo  Soevola  Bomano,  que  salió  de  Boma 
por  matar  al  Bey  que  tenia  cercada  la  dudad  de 
Sena,  é  pensando  que  mataba  al  B^,  oon  la  espada 
dio  á  otro  y  matólo,  y  maguer  preso  por  ello  se  que- 
mó el  braco,  porque  no  mató  al  Bey  que  tenía  oer* 
cada  la  dudad*  E  los  romanos  por  esta  osadía  j 
atrevimiento  &oen  de  ól  gran  memoria  de  hombre 
desesperado.  Ó  quiso  aqud  moro  pareoer  á  FaUoi 
que  se  lanaó  en  d  lago  boca  de  infierno  qne  en  Bo* 
ma  se  abrió,  donde  muchos  pereoian  por  librar  A 
Boma,  ó  libróse  por  su  perdimiento  Boma,  que  lo  sor* 
bió  aquella  dma  infernal  y  oeiTÓse,  y  oontentóae 
oon  aqud  que  nunca  mas  fué  visto.  T  aqud  peno^ 
como  hombre  gentílico,  pensó  así  dar  su  vida  á  In 
muerte  por  &oer  descercar  la  dndad  y  ganar  fama 
desesperada  entre  los  moros»  Y  lleváronle  ad  al 
Bey,  é  quando  llegaron  á  las  tiendas  oon  él,  d  Bey 
é  la  Beyna  estaban  retrddos,  é  entráronse  oon  él  en 
una  tienda,  donde  estaba  Don  Alvaro  de  Portngd| 
hermano  del  Duque  de  Bergansa,  ó  la  sefiora  Boba- 
dilla.  Marquesa  de  Moya,  é  como  vido  que  les  fadan 
todos  mucho  acatamiento,  oomo  no  entendíala  len* 
guá  casteUana,  demandó  un  jarro  de  agua  por  dar 
lugar  á  su  braso  ó  alsar  el  dbomos,  é  estonce  sacó 
el  alfanje  por  debajo»  é  oomenió  de  dar  de  cuchilla- 
das á  Don  Alvaro,  ó  á  lá  Oondesa  que  estaban  ja« 
gando  tablas,  pensando  que  eran  d  Bey,  ó  la  Beyna, 
y  firió  muy  mal  al  dioho  Sefior  Don  Ahraroi  de  un» 


éü 


ÜBÓNIOAS  DB  tos  BBTB8  DB  OAfiTILti A. 


coohilkdA  por  1a  cara  é  calMUL  E  U  MarqneM  como 
aquello  irido  oo  dejó  oaer  do  hmsaai  é  cortólo  do 
cíertM  onohilladao  U  lopo,  empero  no  la  finó,  j  al 
no  foora  porque  cada  yes  topaba  con  el  alfanje  ar- 
riba en  la  tienda,  no  baj  dada  aino  qne  loa  matara. 
B  eatonoo  Martin  de  Leceoai  aatoriano,  qoe  estaba 
allf,  7  Lnie  Amar  de  León,  adalid  del  Marqoéa,  é 
Triatan  de  Bivera,  qne  babian  ido  con  ¿1,  diéronle 
tantea  oocbilladaa  qoe  le  bideron  pedaaoa,  é  el  Kej 
ó  la  Bayna  aalieron  al  alboroto  y  ae  bideron  mará- 
TiQadoa  de  tal  baaafla,  y  no  qniaieran  qne  lo  hubie- 
ran moerto;  é  deapnea  odiáronlo  aaf  por  nn  trabnco 
en  la  dndad;  é  loa  moroa  deaqne  aquello  vieron, 
mataron  nn  cbriatiano  gallego,  qne  babian  cautiva- 
do en  Ydea,  qnando  el  Bey  tomó  loa  arrabalea,  é 
eargóronlo  endma  de  un  pollino,  ó  ecbároulo  por 
una  puerta  afuera,  é  anal  lo  tomaron  en  d  real  loe 
chriatianoa.  B  eato  fideron  en  pago  dd  otro  que  lea 
enviaron  con  el  trabuco.  Paaaron  eataa  coaaa  é  otraa 
mnobaa  é  pasó  el  mea  de  Mayo,  Junio  é  Julio,  é 
dempre  en  el  real  fadan  engafioa  y  eacalaa,  ó  fide- 
ron una  eaoala  red,  qne  llamaron  Gra,  que  ora  tan 
dta  como  una  torro,  para  el  dia  que  babian  do  dar 
combate  real,  6  loa  de  la  eatanda  minaron,  é  el  ar- 
tillería tiraba,  ó  facian  mncbo  dafio  en  Ja  ciudad,  ó 
todavía  moatraban  eafnerso  loa  moroa  é  salían  á  pe- 
lear muy  ^reamente,  é  fdtó  la  pólvora  on  el  real,  ó 
envió  d  Boy  uua  galera  por  pólvora  á  Valcnda,  y 
preatamonte  fuá  venida  con  día;  ó  envió  al  llcy  do 
Portugal  por  pólvora  en  una  caravda,  ó  también  so 
la  envió  y  vino  muy  preatamente. 

Ordenaron  muobaa  vocea  de  entrar  la  dudad  por 
combate,  é  dejábanlo  de  dar  temiendo  la  muerte  do 
la  gente,  é  temiendo  oomensarlo  y  no  acabarlo,  por 
que  la  dudad  era  muy  fuerte  ó  muy  torreada,  ó  de- 
cíase baber  en  ella  cobo  mil  bombrea  de  pelea,  ó  para 
dar  el  combate  envió  el  Bey  por  mncba  gente,  mas 
de  la  qne  tenía,  é  envió  á  llamar  al  Duque  de  Medina 
Sidonia,  CSonde  de  Niebla,  el  qud  vino  luego  d  real, 
con  mucha  gente  y  muoboa  bastedmientos  y  mante- 
nimientos por  mar  y  por  tierra,  y  dio  en  el  real  muy 
gran  refresco  y  placer,  que  ya  la  gente  estaba  eno- 
jada en  doa  meses  y  medio  que  estaban  en  el  cerco 
y  aun  mas;  ó  la  pólvora  venida,  é  el  refresco  de  la 
gente,  ordenaba  el  Bey  dar  d  combate  el  dia  de 
Bantiago,  é  dgunos  de  los  Qrandea  eran  de  opinión 
qne  no  ae  dieae  combate,  y  todos  los  Qrandea  se 
prefirieron  de  ayudar  al  Bey  con  sus  tesoros  é  fa- 
dendas  fasta  que  por  hambre  tomase  la  ciudad,  ó 
que  no  quineae  poner  á  riesgo  el  real.  £  los  moros 
deseaban  mucho  el  combate  porque  tenían  ya  muy 
pocoa  mantenimientos;  é  como  son  agoreroa,  tenían 
un  moro  que  decían  el  moro  Elanto,  que  debía  ser 
algún  alf aquí,  el  qud  lea  ofrecía  y  certificaba,  que 
los  montes  de  harina  que  vdan  en  el  real  blan- 
queando, ellos  comerían  aquella  harina,  y  que  no 
temíeaen,  que  los  dd  real  les  huirían;  y  en  algo  dijo 
verdad,  que  ellos  comerían  después  de  la  harina  de 
aquellos  montones  gran  parte,  empero  catando  cau- 
tivos. B  esto  moro  Santo  agorero,  había  entrado 
quando  antro  el  otro  deaeaperado  que  pensó  matar 


d  Bey,  y  este  loa  eafonabA  oon  Taaaa  eq^enunaá, 
ó  lea  fiíEO  detener  tanto,  didándolea,  qne  bebían  de 
ser dcacercadoeé  vencedores^  que  ad  leeraá  Are* 
velado  de  Mahomad,  y  con  eato  lea  fade  aalir  á  pe- 
lear muchas  veces.  La  segunda  vea,  de  las  doa  que 
fueron  maa  de  notar,  que  salieron  loe  moroa  de  Má- 
laga á  pelear,  fué  deaque  no  tenían  aino  muy  poooa 
manten ímientoe;  y  aalieron  una  madrugada  máa  de 
mil  moroa,  é  pelearon  é  dieron  en  laa  eatandaa  é 
gentea  del  Maeatre  de  Alcántara  por  orille  de  le 
mar,  y  mataron  y  hirieron  dgunoa  chriatianoa  que 
hdlaron  durmiendo  á  md  recaudo,  ó  fideron  dbo- 
roto  y  rebato  en  el  real;  ó  llegó  Abrebea  Senete  en- 
cima de  un  cabdlo  á  unoa  moandoa,  donde  pudíem 
matar  déte  ú  ocho  de  dice,  ó  volvió  el  encuentro  de 
la  lanza,  ó  díólea  de  ooaoorronea  didándolea:  tandar, 
andar,  rapacea,  á  vueatraa  madreai,  á  loe  otroa  ca- 
balleroa  morca,  deaque  vieron  los  mudiachoa  ir  hu- 
yendo, coménaaron  de  lellir  con  ól  porque  había 
llegado  á  elloa  é  no  los  habia  matado,  ó  él  lea  rea- 
pendió:  tno  maté  porque  no  vide  barbaai;  é  eato  le 
fué  contado  á  gran  virtud,  que  aunque  era  moro, 
fizo  virtud  como  hidalgo;  y  acudieron  d  rebato  loa 
Maestrea  é  los  otroa  maa  cercanoa;  é  pelearon  con 
los  morca,  é  metiéronlos  á  lanxadaa  por  la  dudad,  y 
quedaron  muertoa  mas  de  doscientos  moros,  que  se 
non  pudieron  vdcr,  é  desdo  esta  ves  quedaron  loa 
moros  muy  desmayados,  ó  no  osaron  salir  á  pdoar; 
é  como  no  tenían  qno  comer,  sdíauso  do  la  ciudad 
alguuoa  moros,  é  venían  d  real,  é  llevábanlos  d  Itey 
y  sabía  de  ellos  la  neceddad  de  la  ciudad,  y  que 
tanto  se  podrían  tener,  y  con  eato  los  del  red  se 
esforzaron. 

Bn  eate  tiempo  vinieron  embaxadorea  de  laa  par- 
tea de  África  al  Rey  Don  Femando,  con  un  presente 
en  que  le  truxeron  de  los  cosas  de  allá  que  acá  no 
hay,  y  envióle  á  suplicar,  que  se  ovieae  en  la  toma 
de  aquella  ciudad  piadosamente  con  loa  moroa  do 
olla,  como  había  fecho  con  los  otroa  de  loa  otroa  lu- 
gares, ciudades  é  villas  que  había  tomado;  é  envió 
á  pedir  por  merced  d  Rey,  que  le  envíase  pintados 
sus  armas,  que  quería  ver  la  forma  de  ellos  á  saber 
qué  toles  eran.  E  el  Rey  Don  Femando  se  las  snvíó 
moldados  en  ciertos  escudetes  de  oro,  acerca  tan 
anchos  como  la  mano,  é  respondió  d  Rey  de  Treme- 
cen,  ó  envió  honradamente  los  mensajeros,  é  pasó  d 
mes  de  Julio  é  porte  de  Agosto,  é  la  comunidad  de 
Málaga  recibía  mucho  pena  é  locería  de  hambre,  y 
de  los  tiros  y  combates,  que  no  cesaban  cada  día« 
Saplicobou  á  ios  cabeceros  y  d  Oegrí  que  pidiese 
partido  al  Rey,  ó  el  Gegrí,  y  los  qne  seguíon  su  opi- 
nión era  que  motoseu  los  mujeres,  nifios  y  viejos, 
que  no  eran  paro  polcar,  é  después  que  adieaen  pe- 
leando é  muriesen,  que  no  que  diesen  tal  honra  y 
victoria  á  los  chriatíonos  de  dorso  á  partido. 

E  desqno  vido  su  locura  del  Oegrí  y  sus  seqnoces, 
un  moro  muy  honrado  y  muy  rico  mercoder  de  la 
ciudad,  llamado  el  Dordux,  tuvo  manera  como  ami- 
gablemente tomó  á  los  dcoídea  d  Alcaaaba  é  d  . 
castillo  de  Genoveses,  é  apoderóse  de  eUos,  qne  son  . 
dos  fortalezfis  grandea  y  muy  fuertes,  ó  távolaa  d<«  { 


DON  nSBlTANfiO 

'^no8  diaüy  i  yt  páfládótf  algunos  días  de  Agosto, 
^ue  ya  no  tenian  qa¿  oomer,  envió  al  real  á  deman- 
dar partido  en  nombre  de  todo  el  oomnn.  E  en  este 
tiempo  el  Cegrf,  alcayde  de  Málaga,  estaba  en  Gibra-' 
'^Ifaro,  ansí  como  retraído,  que  lio  entraba  en  los 
f)tra8  fortalezas,  6  estaba  con  él  el  moro  Santo  ago- 
rero, boido  por  miedo  de  la  comnnidad,  porqne  lo 
qnerian  matar,  por  las  esperanzas  é  promesas  men- 
tirosas que  les  habla  diobo.  £  el  Dordnx  demanda- 
ba al  Rey  qne  tomase  las  fortalezas  é  les  dejase 
mndejalmente  con  lo  suyo  en  la  ciudad,  é  salieron 
los  farautes  oon  esta  mensajería  por  las  estancias 
del  Oomendador  mayor  de  León,  Qntierre  de  Cár- 
denas, Mayordomo  y  Contador  mayor  del  Bey,  é  él 
mesmo  los  llevé  al  Boy,  ó  vista  su  embazada,  el 
Bey  ovo  de  ello  mny  grande  enojo,  y  los  mandó 
volver  á  la  cindad,  é  les  dijo  qne  les  dixcscn,  qne 
Be  tuviesen  quanto  pudiesen,  que  con  la  ayuda  de 
Dios  muertos  ó  cautivos  los  entendia  de  sacar  todos 
de  allí;  é  con  esto  los  mensajeros  se  fueron,  é  otro 
dia  la  ciudad  envió  con  sus  mensajeros  á  rogar  al 
Marqués-Duque  de  Cádiz  á  sus  tiendas,  por  la  vía 
do  Gibra-alfaro,  que  le  podian  por  merced  hiciese 
el  partido  oon  el  Uey,  é  el  Marqués  le  roepondió  qne 
no  podia,  pues  que  tan  al  cabo  so  habían  dejado  lle- 
gar, é  que  se  tomasen  al  Comendador  mayor,  pues 
á  él  se  hablan  primero  encomendado,  que  él  lo  tra- 
taría; é  con  esto  los  mensajeros  se  volvieron;  é  visto 
esto,  el  Dordux  é  la  Comunidad  f  ablaron  é  abajaron 
en  el  partido,  é  salió  el  Dordux  mesmo,  por  donde 
primero  los  primeros  mensajeros  hablan  salido,  é  el 
Comendador  mayor  los  llevó  al  Bey,  é  denuncié  al 
Bey  la  embazada  é  la  comisión  que  el  Dordux  traía 
para  el  partido,  según  él  Dordux  por  la  lengua  do 
los  que  la  sabian  al  Comendador  mayor  habían  con- 
tado; é  entendido  por  el  Bey  lo  que  pedían,  dijo  con 
gran  enojo  al  Comendador  mayor:  a  Dadlos  al  dia- 
blo, que  no  los  quiero  ver,  f acedlos  volver  á  la  ciu- 
dad, y  no  los  he  de  tomar  sino  como  á  vencidos 
del  todo,  dándose  á  mi  merced»:  y  con  esto  el  Dor- 
dux y  los  que  con  él  habían  venido  se  volvieron, 
é  entrados  en  la  ciudad  mandé  el  Bey  tirar  toda 
la  artillería,  é  dieron  una  gran  grita  todos  los  del 
real,  é  tiraron  todas  las  lombardas  é  injenios,  é  fi- 
cieron  muchos  dafios  en  la  ciudad,  é  con  la  res- 
puesta de  los  embaxadores  oída  por  la  comunidad, 
ovieron  en  Málaga  muy  gran  ruido  é  muy  gran  tur- 
bación, é  ficieron  las  gentes  de  ella  muy  grandes 
llantos  é  lloros,  así  los  hombres  como  las  mujeres  é 
pequefioB,  é  ya  á  este  tiempo  comían  los  caballos,  é 
asnos,  é  perros,  é  gatos;  é  comían  de  los  troncones 
de  las  palmas  altas  molidos  heohos  pan,  é  muchos 
de  los  que  ooinían  aquel  pan  desque  bebían  el  agua 
sobre  ello  morían,  é  ansí  murieron  muchos,  que  se 
hinchaban  con  ello  é  morían;  é  llegaron  á  tanta  ne- 
cesidad antes  que  se  diesen,  que  se  murieron  de 
hambre  muchos.  E  vistas  las  respuestas  del  B^, 
entraron  en  su  cabildo  y  ordenaron  do  se  dar  á  mer- 
ced del  Bey  é  de  la  Beyna,  pues  que  ya  no  podia  ser 
de  otra  manera;  é  ficieron  la  siguiente  carta,  con  la 
qual  el  Dordux  volvió  al  Comendadpr  mayor,  é  lo 


H  DóSTA  ISABÉIi.  «20 

Uevó  al  Bey  é  dié  por  tt  U  oarU  al  B^T  M  U 
Beyna,  y  es  la  siguiente: 

«Alabado  Dios  Poderoso. 

sNuestros  Sefiores  Beyes,  el  Bey  y  la  Beyna,  mn^ 
yores  que  todos  los  Beyes ,  é  que  todos  los  Prínci- 
pes ,  ensálcelos  Dios ;  encomendándose  en  la  gran- 
deza de  vnestro  estado  „  é  besando  la  tierra  debajo 
de  vuestros  pies,  vuestros  servidores  y  esclavos  los 
de  Málaga,  grandes  y  pequefios,  remedíelos  Dios. 


Después  de  esto  los  servidores  vuestros  suplicamos 
á  vuestro  estado  real ,  que  nos  remedie  como  con- 
viene hacer  á  vuestra  grandeza,  habiendo  piedad  y 
misericordia  de  nos,  según  á  vnestro  real  estado 
conviene,  y  según  ficieron  vuestros  antepasados,  é 
vuestros  abuelos  los  Beyes  grandes  é  poderosos.  Yft' 
habéis  sabido,  ensálcevos  Dios,  como  Córdoba  fué 
cercada  gran  tiempo  fasta  que  se  tomé  la  mitad,  é 
quedaron  los  moros  en  la  otra  mitad  fasta  que  aca- 
baron todo  el  pan  que  tenian,  é  fueron  estrechados 
mas  que  nosotros ;  y  después  suplicaron  al  gran  Éey 
vuestro  abuelo,  é  rogáronle  que  los  asegurase,  é 
asegurólos ,  é  recibióles  sus  suplicaciones ,  é  oyó  su 
fabla,  y  perdonóles,  é  dióles  todo  lo  que  tenían  en 
su  poder,  así  f adeuda,  como  joyas,  é  ganó  la  gran 
fama  fasta  el  dia  del  juicio.  Ansimesmo  en  Ante- 
quera con  vuestro  abuelo,  el  grande,  esforzado  y 
nombrado  Infante,  que  la  cercó  seis  meses  y  medio 
y  tomó  la  ciudad  y  quedé  el  Alcazaba  obra  de  seis 
meses,  fasta  que  se  les  acabó  el  agua,  y  estonces  le 
suplicaron  é  echaron  á  su  favor,  é  le  demandaron 
que  les  asegurase  para  que  saliesen,  é  reoibió  sus 
suplicaciones,  é  sacóles,  é  dióles  todos  sus  bienes  é 
mercaderías,  é  quedó  su  fama  é  el  bien  que  fizo 
fasU  el  dia  del  juicio,  perdónelo  Dios,  y  á  vos- 
otros ensálcevos  Dios,  nuestros  sefiores  Beyes ,  mas 
honrados  que  todos  los  Beyes  é  Principes.  Pública 
es  vuestra  buena  fama ,  é  vuestro  favor,  é  vuestra 
honra,  é  vuestra  piedad,  é  ha  parecido  oon  las  gen- 
tes que  se  dieron  antes  que  nosotros ;  ha  ido  vues- 
tra buena  fama  á  allende  é  aquende  entre  los  ohris- 
tianos  é  entre  los  moros ;  y  nosotros  vuestros  servi- 
dores y  esclavos,  bien  conocemos  vuestro  yerro,  y 
nos  ponemos  en  vuestras  manos ,  é  echamos  nues- 
tras personas  á  vuestra  merced.'  SnplieámosvoSi 
nos  aseguréis  é  libréis  en  ahorras  nuestras  personas, 
é  nos  otorguéis  esto  como  parecerá  al  seguro  é  hon- 
ra que  está  con  vos  sefiores  de  poder.  Nosotros  es- 
tamos degollados  en  vuestro  favor,  é  nos  metemos 
sé  vuestro  amparo ;  faced  con  vuestros  siervos  como 
conviene  á  V.  A.  y  Dios  Poderoso  ponga  en  vuestra 
voluntad,  que  lo  fagáis  bien  oon  vuestros  siervos. 
Pues  ensálcevos  Dios  mayores  que  los  Beyes  é  Prín- 
cipes, é  no  plegué  á  Dios  que  fagáis  oon  nosotros 
sino  lo  que  conviniere  á  la  vuestra  grandeza  é  hon- 
ra de  toda  virtud ;  esto  es  lo  que  suplicamos  á 
V.  A.  é  pedimos  vuestros  siervos :  en  manos  de 
VV.  AA.  nos  ponemos.  Dios  Poderoso  acredito  el 
ensalzamiento  de  Y V.  AA.» 

Y  luego  respondió  el  Bey: 

«TO  EL  BET. 

1  Concejo  ^  viejos  é  vecinQ?  de  la  oiiidi^  4o  MA^ 


OBORIOAB  DB  £0B  BEYB  SS  OABTILLIu 


lifi: ^  TilMtft  MTU,  por  1a  qoftl  me  enTiadea  á 
fsotr  MbiTi  que  me  qneriedea  entregar  eaa  dudad 
eon  iodo  lo  que  en  ella  eeUba,  y  que  Toa  dejaae 
Tnealraa  peraonaa  libiea  ir  á  donde  qniaiéradea ;  y 
eaa  anpUoaoion  ai  la  ftdéradea  al  tíempo  qae  oa  en- 
▼ié  á  requerir  deade  Yélea-Málaga,  ó  Inego  que  aqnf 
aenté  el  real,  pareciera  qne  con  yolnntad  de  mi  aer- 
▼ioio  ce  movladea  á  eUo,  eatoncea  oviera  placer  de 
lo  facer ;  pero  TÍato  que  habeia  eaperado  faaU  lo 
poatrímero  qoe  oa  podeia  detener ,  á  mi  aervido  no 
eample  oa  recibir  de  otra  manera,  aalyo  dándooa  á 
mi  merced ,  oomo  determinadamente  oa  lo  he  envia-  I 
do  á  dedr  con  Tneatroa  menaajeroa ;  y  eate  ea  mny 
menor  inconveniente  qae  no  haber  de  eaperar  mae^ 
a^gOB  el  eatado  en  qne  eetaia.i 


CIAPfTULO 


Viata  eata  leapneata  por  loa  moroa  de  Málaga ,  el 
Dordoz,  antea  qne  entregtae  laa  forUlezaa,  foé  é 
Tino  mnohaa  Tecea  á  el  Bey  é  á  la  Beyna,  6  ganó, 
qne  pneato  oaae  qne  todoa  loa  moroa  foeaen  eacla- 
▼oa,  empero  qne  d  Bey  lea  aaegnraae  la  vida  á  to- 
doa ,  é  ínéle  otofgado.  Maa  ganó ,  con  ayuda  de  me- 
goa  de  oábalieroa,  perdón  para  ai,  y  para  qnarenta 
caaaa  de  ana  parientea,  qne  qnedaaen  librea  é  franooa 
en  la  dndad  con  todo  lo  anyo  por  mndejarea ;  y  ad 
le  foé  concedido,  ó  quedaron.  En  eato  aaf  concerta- 
do, luego  el  Dordux  entregó  al  Bey  laa  fortdeíaa 
é  torrea,  é  al  jimaa ,  é  aobre  puertea  de  la  ciudad ,  de- 
jando á  Gibra-alf  aro ,  que  lo  tenia  d  OegrL  É  d  Bey 
niandó  á  pregonar,  qne  qualquiera  que  tomaae  coaa 
de  loa  moroa  ó  lea  fadeae  deaaguiaado ,  murieae  por 
ello,  é  envió  au  guión  é  la  orna  de  la  Cruzada ,  é  el 
pendón  de  laa  hennandadea ,  acompafiados  de  mu- 
dioa  oabdieroa  é  muy  armadoa,  deapuea  de  haber 
tomado  rehenea  dd  Dordux,  á  tomar  laa  fortdesaa 
de  Málaga.  É  deaque  vido ,  empinadoa  aobre  laa  maa 
dtaa  torrea  au  gente  aefiorear  laa  foerzaa  de  la  ciu- 
dad, dio  muchaa  gradea  d  Sefior  nueatro  Dioa  y 
agradecióle  mucho  la  TÍctoria  grande  que  alli  le  ha- 
bía dado,  É  la  Beyna  é  la  Infanta,  con  aua  duefiaa  é 
damaa  é  toda  la  campafia  red,  hincadaa  de  rodillaa 
en  tierra,  preaentaron  á  nueatro  Sefior  é  á  le  Víijen 
Santa  María  gloriosíaima  muchaa  oraoionea  y  da- 
banaaa,  y  d  Apóatol  Santiago.  É  eao  meamo  hide- 
lon  todoa  loa  devotoa  chriatianoe  del  red.  É  loa 
Obiepoa  6  clerecía  que  dlí  ae  hdlaron,  cantaron  Te 
Deum  laudamu$  ó  Oloria  in  exeeUU  Deo, 

Fué  eete  día  que  la  dudad  ae  entregó  Sábado  18 
diaa  andadoa  del  mea  de  Agoato,  año  auaodicho  de 
nueatro  Sefior  Jeauchriato  de  1487  afioe.  Había  esta- 
do cercada  deade  siete  díaa  andadoa  de  Mayo ;  and 
d  Bey  la  tuvo  cercada  trea  meaea  ó  once  días,  fasta 
que  la  entregaron  como  dicho  ea.  E  luego  el  Boy 
mandó  á  pregonar  por  toda  la  dudad  entre  loa  mo- 
roa, que  cada  uno  con  lo  anyo  eatuyíeaen  aeguroa 
en  ana  caaes,  ó  fizo  entre  elloa  poner  muy  grandea 
guardaa  por  laa  callea  é  puertas,  porque  ninguno  no 
ae  fneae,  ni  ninguno  loa  agraviase,  ni  los  enojase. 


ni  tomaae  lo  que  tenían,  fl  lüélfO  demandó  loi  tím* 
tivoa  ohriatíanoa  que  en  Málaga  cataban,  é  fiao  po- 
ner una  tienda  cerca  de  la  puerta  de  Granada,  don- 
de d  é  la  Beyna  é  la  Infanta,  au  fija,  loa  redbieroni 
y  fueron  entre  hombrea  y  mujerea  loa  que  alli  loa 
moroa  lea  trajeron faata  adadentaa  peraonaa;  é  ala 
puerta  por  dó  adiaron  cataban  muchaa  peraonaa  con 
ornoea  é  pendonee  ^ixX  red,  é  fueron  en  proceden 
con  dice  faata  donde  cataba  el  Bey  y  la  Beyna  aten- 
diéndoloa.  É  llegando  donde  8S.  AA.  cataban,  todoa 
ae  humillaban  é  odan  por  el  ando,  é  lea  querían  be- 
aar  loa  piéa,  é  dloa  no  lo  oonaentian,  maa  dábanlea 
laa  manca,  ó  cuantoa  loa  veían  daban  loorea  á  Dioai 
ó  lloraban  con  elloa  con  degría ;  loa  qudea  aalíeron 
tan  flacoa  y  amarillea  con  la  gran  hambre,  que  que- 
rian  perecer  todoa,  conloahierroa,  éadovonea  áloe 
piéa,  é  loa  ouelloa  é  barbea  muy  cumplídoa.  É  dea- 
I  que  beaaron  loa  piéa  d  Bey  y  ala  Beyna,  loaron  to- 
doa á  Dioa  mucho,  rogándole  por  la  vida  y  acrecen- 
tamiento de  88.  AA.  E  luego  el  Bey  lea  mandó  dar 
de  comer  é  de  beber,  é  lea  mandó  deaherrar,  é  loa 
mandaron  veatir  é  dar  límoanaa,  para  deq;Miiaa  de 
cada  uno  donde  quideae  ir,  y  aaf  fué  fecho  y  onm- 
plido.  É  en  eatoa  cautívoa  había  peraonaa  de  gran- 
dea reacatea  que  cataban  reecatados;  é  había  perao- 
naa que  había  diea  é  quince  ó  veinte  aflea  que  ca- 
taban cautívoa,  é  otroa  ménoa. 

É  deaque  el  Cegrf ,  Alcayde  do  Gibra-alfaro,  vido 
la  ciudad  tomada,  demandó  partido,  é  d  Bey  no  le 
quiso  dar  otro  sino  como  d  común  de  Málaga,  é  en- 
tregó la  f  ortdeza  doe  días  después  qne  Mdaga  ae 
entregó.  É  luego  d  Bey  mandó  tomar  todaa  laa  ar- 
maa  á  loa  moros  é  metíéronlaa  en  la  Alcaaaba,  and 
def endvaa  como  of endvaa.  T  ad  d  Bey  é  la  Beyna 
fueron  Befi<Mrea  de  Málaga,  é  la  tomaron  con  todoa 
loa  morca. 


OAPlTÜLO  LXXXVI. 
De  COBO  16  dleroB  W\u  y  Otaaa. 

Dea  f nertea  logarea  é  fortdesaa,  que  cataban  en- 
tre Málaga  é  Fonjirola,  que  llaman  al  uno  Mijaa,  é 
á  otro  Osuna,  que  no  se  qmsíeron  dar  en  todo  d 
tiempo  dd  cerco  de  Mdaga,  é  dempre  d  Bey  tuvo 
guarnición  aobre  elloa,  tomada  Málaga  fueron  re- 
querídoa,  é  pensando  que  los  de  Málaga  habían  he- 
cho buen  partido,  díéronse  d  partido  de  los  de  Má- 
laga ,  é  entregaron  las  f ortdezas  \  é  d  Bey  envió  laa 
galeras  de  la  armada  por  la  gente  de  dloa,  en  que 
trujeron  ochocientaa  peraonaa  con  sus  hadendaa 
muebles,  é  quando  ae  hallaron  en  Mdaga  todoa  á  au 
partido ,  hdláronae  todoa  cautívoa  perdidoa.  É  de 
estos,  é  de  los  qne  se  hdlaron  en  Mdaga  huéape- 
dea ,  que  entraron  á  defender  la  dudad ,  que  no  erai^ 
natnrdea  ni  vecinos,  repartió  el  Bey  por  loe  caba- 
lleros ó  les  díó  á  cada  según  quien  era ;  á  los  Duques 
cien  moros  á  cada  uno,  é  d  Maestre  de  Santiago 
cien  moros;  y  á  los  Condes  y  demás  aefiorea  cín- 
quenta,  é  á  otros  mas,  é  á  otroa  ménoa ;  é  fizo  pre- 
aente  de  ellos  d  Bey  de  Ñapóles  y  al  Bey  de  Portu- 
gal ;  é  envió  al  Papa  Inocencio  VIH,  que  imperaba 


\ 


SOR  VESKfAHDQ 

MoaoM  60  Boma,  d«ii  moros  empreaentftdoB,  los 
qoales  el  Papa  reoibió  é  húo  traer  en  prooeeion  por 
toda  Romai  por  ooea  hasaftosa,  en  memoria  de  la 
▼ictoria  de  loe  ohrittlanoa,  á  loa  qnales  biso  oon- 
▼ertir  é  TolTene  obrietianoii  y  alli  ee  remembraron 
laa  Ttotoriaa  romanas,  qne  los  claros  rarones  de 
Boma  hidenm,  en  espedal  los  BsoipioneS|  é  Lados 
Metelins,  Fabins,  Qnintius,  Poblius,  Ludas,  8yla, 
Marías,  Gayos,  Pompeyos,  Marcelas ,  Jdios  Oésar, 
é  otros  mochos  qoe  por  Boáia  conqoistaron  por  di« 
▼ersas  psrtes  del  mondo.  É  eoando  venían  con  las 
▼ictorias  ó  enviaban  las  cabalgadas  qoe  baUan,  era 
la  dodad  toda  oonmoTida  á  los  redblr,  y  ver.  Así 
por  ver  aquella  parte  de  la  cabalgada,  qoe  d  B^ 
Don  Femando  envió  en  Boma  d  Santo  Padre,  de  la 
victoria  qoe  Dios  le  dio  de  la  dodad  de  Málaga  é 
so  tierra,  la  dodad  de  Boma  foé  conmovida  toda  á 
lo  ver,  y  d  Santo  Padre  se  lo  agradeció  mocho,  é 
fiso  facer  plegarias  ó  oonmemoraciones  mochas  á 
Dios  noestro  Sefior  por  éL 

Antes  qoe  el  Bey  se  partiese  de  Málaga,  qoitó  á 
todos  los  moros  modejares  de  la  Sierra  sos  vasi^ 
Uos,  las  armas  todas  ofensivas  y  defensivas. 

Habla  en  Málaga  al  tiempo  qoe  el  Rey  la  tomó 
qoatrodentas  dnqüenta  personas,  jodies  é  jodias 
moriscos,  chicos  é  grandes.  Estos  rescatólos  on  jo- 
dio de  OsstiUa,  llamado  Abrahan  Sefior,  arrendador 
é  faoedor  mayor  de  las  rentas  del  Bey,  en  fidocia, 
de  las  alhemas  éjoderias  de  Castilla;  los  qodea  res- 
cató por  veinte  mil  doblas  jayones,  á  pagar  en  der- 
to  tiempo,  y  apartáronlos  loego  de  los  moros,  é  to- 
máronles todas  sos  boenas  alhajas,  é  joyas,  é  do- 
blas, é  monedas  qoe  tenian  á  todos  para  en  caenta 
del  rescate ;  é  fideron  lios  las  cosas  de  cada  casa  so- 
bre d,  é  sellaron  los  lios  y  escribieron  en  cada  ono 
cayo  era,  á  todo  d  rescate  fideron  junto,  é  and 
para  ello  fideron  comon  todo  lo  que  tenian ,  puesto 
caso  que  unos  tenian  mucho  ó  otros  poco,  ó  el  dicho 
judio  tomó  d  rescate  á  so  cargo. 

CAPÍTULO  LXXXVU. 

De  It  BMera  qie  le  tiro  eos  los  noroi  Se  Mlasa,  i  eos  sit  blt- 
net ,  é  COMO  vlnieroi  caitlTOs,  é  de  Im  jsáles,  é  de  las  eoits 
del  eereo  de  Málaf  a. 

Los  moros  de  Málaga  soplicaron  al  Bey,  loego 
como  entregaron  las  fortdeías,  que  les  mandase 
dar  pan  por  sos  dineros,  qoe  se  morían  de  hambre» 
y  d  Bey  les  mandó  dar  pan  y  harina  de  los  monto- 
nes qoe  dios  miraban  que  estaban  en  d  real ,  que  d 
moro  Santo  les  certificaba  que  comerían ;  é  aqiii  se 
cumplieron  sos  agüeros,  en  qoe  dijo  verdad,  qoe 
comerían  de  aqoella  harina,  y  ad  la  comieron,  em- 
pero caotivos. 

Suplicaron  eso  mesmo  d  Bey  y  á  la  Beyna  que, 
pues  eran  sus  cautivos ,  los  quidesen  rescatar ;  é  sus 
Altezas  mandaron  entender  en  dio  en  sus  Consejos. 
É  visto  sobre  ello  fideron  entender  d  Bey,  que  era 
mejor  rescatarlos,  é  tomarles  en  qfient#  sus  bienes 
muebles,  ó  oro,  é  plata,  qoe  ilb  sacarlos  remota- 
mente qoe  sapiesen  dios  qoe  iban  cai|tlvo9  sin  re- 


édoSaíbabkl  <8t 

medio;  porqoe  esconderian  ó  adiarían  #b  poMS so 
oro,  ó  plata  é  aljófar,  é  joyas ;  é  d  Bey  tovo  á  bien 
de  los  rescatar ;  é  el  oonderto  del  rescate  foé  de  esta 
manera :  Qoe  le  dieran  por  todos  los  qoe  aqoel  dia 
se  hdlaron  vivos,  ad  chicos  como  grandes,  á  trdn- 
ta  doblas  jayanes  por  cada  ono  varones  é  mojeres^ 
chicos  é  grandes,  ¿  qoe  diesen  loego  en  sefid  todo 
d  oro,  é  plata,  ó  aljófar,  é  ropa,  ó  alhajas,  6  seda,  é 
riqoesas,  apreciado  todo  en  so  vdor,  é  qoe  por  lo 
restante  agoardase  d  Bey  ocho  meses  ó  poco  mss 
tiempo,  y  qoe  d  rescate  fuese  en  todos  á  vos  de 
ono  enmanoomonados,  6  qoe  por  loa  qoe  eatonoe 
eran  vivos,  aohqoe  despoes  se  moriesen,  se  pagase 
como  por  los  otros ;  y  qoe  d  no  compliesen  el  res- 
cate en  los  odio  meses,  ó  tiempo  aceptado,  qoe  foe- 
sen  esdavos,  y  qoe  por  tales  los  podiesen  vender  ó 
facer  de  ellos  lo  qoe  qoidesen,  á  qoe  d  d  didio 
plaso  pagasen  d  rescate  á  lo  compliesen  todo,  qoe 
foesen  libres  donde  qoidesen.  A  desqoe  este  parti- 
do plago  á  los  moros ,  como  ningon  remedio  tovic 
sen,  pensaron  poder  complir  y  adverse  por  esta 
via ;  é  and  foé  odebrado  é  concertado  d  oonderto 
del  rescate.  É  d  Comendador  mayor  Gotierre  de 
Cárdenas,  fieo  por  parte  del  Bey  los  contratos  de 
esto  con  ellos,  é  oon  condición ,  qoe  viniesen  todos 
presos  á  Csstilla ,  salvo  los  qoe  habían  de  procorar 
d  rescate  dlende  y  aquende.  É  esto  hecho ,  y  aaen- 
tados  contadores  é  dipotados  para  dio,  con  mny 
gran  recaodo,  los  llamaron  por  los  barrios,  é  colla* 
dones,  é  casas,  é  á  cada  casa  sobre  sí  con  todas  les 
persones  é  hadendas,  é  como  venían  eecribian 
cuantos  eran,  é  como  les  llamaban  á  cada  uno ,  es- 
cribían sus  bienes,  é  fadenda,  é  facían  los  lios  é 
sellábanlos,  é  eecribian  encima  cuyos  eran,  é  man- 
dábanlos ir  con  dio  cada  uno  oon  lo  suyo  d  corrd 
de  Málaga,  sdvo  d  oro  é  plata,  é  doblas  que  les  to- 
maban luego,  é  el  aljófar,  perlas,  é  cerdee,  é  pie- 
dras preciosas,  é  manillas,  ¿  ahorcas,  y  al  snlir 
buscábanlos  á  todos  y  á  todas  en  td  manera  y  tan 
sagas,  que  no  pudieran  esconder  ninguna  cosa,  ni 
sabían  los  unos  de  los  otros  d  los  buscaban ;  y  por 
esta  arte  ovo  el  Rey  Don  Femando  todos  los  teeo- 
ros  é  riquesss  de  Málaga  ¡  y  ansí  los  sacaron  de  sus 
casas  por  qflenta  extremadoe  é  contadoe,  como  qden 
extrema  ovejas,  á  los  que  si  con  tiempo  d  Bey  se 
dieran,  fueran  libres  con  todo  lo  suyo,  y  aun  red- 
hieran  mercedes ;  mas  parece  que  nuestro  Sefior  dio. 
lugar  qoe  ad  sos  corasones  faesen  endoreddos^ 
como  Fsraon  oon  sos  ejipdos  coando  fatigabtn  el 
pueblo  de  Dios,  porqoe  faese  vengado  en  dios  el 
derramamiento  de  aangre  de  los  ohristianos,  qoe 
los  moros  de  aquella  dudad  habían ,  deede  el  tiem- 
po del  Rey  Don  Rodrigo ,  é  d  estrago  y  perdimien- 
to de  los  que  por  dli  habían  pasado  dlende  y  se 
hablan  perdido ;  asi  dice  seovleron  de  perder  totd- 
mente,  é  allí  donde  ellos  acorralaron  loa  christianos, 
de  la  gran  oabdgada  qoe  hicieron  de  la  Azorqoía 
el  afio  de  1483,  é  donde  por  costombre  tenian  de 
meter  la  oabdgada  de  christianos  qoe  traían  caoti- 
vos, para  los  partir  ó  vender,  dli  foeron  ellos  meti- 
dos y  aoonidado9  w  aqod  coxrd|  ó  aooiralados  4' 


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CRÓNI0A8  SK  LOS  BEYES  DE  ÜABTtLLL 


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conttclof,  é  oantiTOf  é  Tendidos;  é  allí  ftparUron  loe 
gandules  de  los  Datnrales,  é  Tendieron,  é  estoTie- 
ron  allí  en  aqnel  corral  hasta  qae  dieron  forma  de 
los  lloTar  á  Oastilla,  los  qnales  trajeron  por  mar  á 
Oaatilla  en  las  galeras  é  nsTios  de  la  armada  fasta 
SeTilla,  é  otros  muchos  por  tierra,  6  repartiéronlos 
por  las  ciudades,  é  Tillas,  é  lugares  por  casas  do  los 
Tocinos,  á  cada  uno  uno,  6  dos,  é  que  les  diesen  de 
comer  é  se  sirTiesen  de  ellos,  fasta  cumplido  el 
tiempo  eii  que  habian  de  pagar  todo  el  cumpli- 
miento del  resgate.  Nunca  pude  saber  quantas  áni- 
mas fueron  las  del  resgate,  empero  la  ciudad  era 
de  mas  de  tres  mil  Tocinos ;  por  aqui  podréis  en- 
tender quantas  ánimas  habría  poco  mas  6  menos, 
que  yo  oreo  que  pasaban  de  once  mil  ánimas :  jLun- 
que  algunos  de  dios  Tinleron  por  la  tierra,  la  ma- 
yor parte  TÍnieron  en  los  nsTios,  é  se  repartieron 
en  Xeres  é  en  SoTilla,  como  dicho  es,  é  en  su  tierra. 
É  después  pasó  el  tiempo  ó  no  pudieron  cumplir 
el  resto  del  rescato ,  y  quedaron  todos  cautÍTos  dol 
Bey  ó  de  la  Reyna. 

Los  judies  partieron  postreros  de  Málaga  en  dos 
galeras  de  la  armada,  y  echáronlos  en  ol  Bodegón 
del  Rubio,  é  allí  los  dieron  por  qüenta  en  prímoro 
día  del  mes  de  Octubre  del  dicho  afio ,  ó  fallaron 
quatrocientas  cinqüenta  ánimas ,  las  mas  eran  mu- 
jeres en  la  lengua  arábiga,  é  Tcstian  á  la  morisca. 
£1  Bey,  antes  que  partiese  de  Málaga,  fizo  ado- 
bar lo  derribado ,  é  dio  Teoindad  á  muchos  tccíuüs 
que  la  Tenian  demandando ;  dejó  sus  gnamicionos, 
é  puso  por  alcaide  ó  justioia  mayor  á  Don  Manri- 
que ,  de  Málaga  ó  toda  su  tierra ,  ó  puso  sus  alcai- 
des en  Mi  jas,  é  Osuna,  é  en  todas  las  otras  fortale- 
sas  que  ganó  de  esta  entrada.  Las  cosas  del  coreo  de 
Málaga  no  hay  quien  contarlas  todas  pueda. 

£1  Rey  tenia  cruces  y  campanas,  con  lo  qual  les 
daba  muy  mal  solaz  álos  moros,  que  continuamen- 
te Toian  la  cruz ,  é  oian  las  campanas  tañer  á  todas 
las  horas  y  repicar  á  todos  los  rebatos,  desde  la  pri- 
mera f ortificaoion  que  ganó ,  que  á  la  hora  siempre 
llcTaba  el  Bey  campanas  en  sus  huestes  y  reales;  y 
al  comienzo  les  decían  los  moros :  ¿  cómo ,  no  tienes 
las  Tacas,  y  traes  los  cencerros?  las  quales  campa- 
nas andaban  con  el  artillería ,  y  de  allí  se  repartían 
por  ol  real.  Al  comienzo  do  esta  santa  guerra,  ol 
Papa  Sixto  le  dio  cruz  por  estandarte,  é  dejó  en  las 
iglesias,  que  de  mezquitas  se  consagraron  en  iglo- 
sias  en  Málaga,  mas  de  quarenta  campanas  grandes 
é  muy  hermosas,  ó  en  los  lugares  que  se  ganaron 
de  esta  entrada.  Fué  el  real  de  Málaga  muy  baste- 
cido de  todas  las  cosas,  salvo  do  paja  para  las  bes- 
tias 4  caballos ,  que  oto  mucha. mengua:  porque  no 
Bo  encareciese  ol  pan  en  el  real ,  que  aquel  afio  uo 
se  cojió  muy  sobrado ,  puso  el  Bey  tasa  por  quatro 
afios',  al  trigo  á  quatro  reales,  ó  la  cebada  á  dos  rea- 
les ;  é  húbose  é  mantúvose.  Había  en  el  real  de  Má- 
li\ga  muchos  clérigos  ó  frailes  de  todas  órdenes,  que 
decían  misas  ,é  predicaban  por  todo  el  real ,  así  á  los 
sanos  como  á  los  enfermos,  é  absolTÍan  plenariar 
mente  á  todos  por  Tirtud  de  la  Santa  Cruzada ; 
allende  de  los  olérigos,  de  los  cantores  do  la  capilla 


del  Bey  é  de  la  Beyna ,  é  de  6trM  oapillás  dé  Gran- 
des, que  asi  era  honrado  el  oulto  dÍTÍno  en  aquel 
real  como  on  una  muy  gran  ciudad,  y  asi  parecía 
que  lo  ordenaba  Dios  oon  Infinitas  músioas  y  canto- 
res. Habia  un  hospital  muy  grande ,  de  tiendas  qua 
el  Bey  mandó  facer ,  donde  todos  los  enfermos  é  he- 
ridos eran  curados  ó  mantenidos  á  costa  del  Bey» 
así  de  heridas  de  los  moros,  como  de  qualesquier 
enfermedades  que  enfermaban.  Habia  físioos  y  ci- 
rujanos cuantos  eran  menester,  que  los  curaban. 

CAPÍTULO  LXXXVHL 

Como  oslavIoroB  os  ol  coreo  do  Málagí  la  Sor  do  Grandes 
y  eaballoros  do  Castilla. 

Los  nombres  de  los  Grandes  de  Castilla  que  se 
hallaron  presentes  en  la  dicha  Tlctoria,  no  es  rasen 
que  queden  en  silencio,  pues  que  OTÍeron  parto  de 
la  gloria  de  ella,  é  fueron  Tictoriosos  sirTieudo  á  su 
Bey;  fueron  los  siguientes: 

Primeramente  el  Cardenal  de  Espafia,  Anobispo 
do  Toledo,  Don  Pedro  Gonsales  de  Mendoza,  quo 
vino  con  la  Boyna  al  medio  tiempo  dd  cerco,  é  al- 
gunos Obispos. 

El  Maestre  de  Santiago,  Don  Alonso  de  Cárdenas. 

El  Maestre  de  Alcántara,  Don  Juan  de  Estúftíga. 

£1  Maestre  de  CalatraTa ,  Don  Juan  Garoia  da 
Padilla,  no  Tino  á  esta  ni  á  la  de  Beoda,  porque 
quedaba  siempre  on  la  frontera  de  Granada  para 
guarda  de  la  tierra. 

£1  Marqués-Duque  de  Cádú,  Don  Bodrigo  Ponce 
de  León. 

El  Duque  de  Medina-Sidonia ,  Conde  de  Niebla, 
Don  Henrique  de  Guarnan,  que  vino  en  medio  tiem- 
po del  cerco  con  muchos  mantenimientos  y  gente 
de  refresco. 

El  Duque  de  Nájera,  Conde  de  Trovifio,  Don  Po- 
dro Manrique. 

El  Duque  do  Escalona,  Marqués  do  Villena,  Don 
Juan  Pacheco. 

El  Conde  de  Benavente,  Don  Juan  Pimentel. 

El  fijo  del  Duque  de  Alva,  Don  Fadriqne  de  Toledo. 

El  Cunde  de  Cabra,  Mariscal  de  Baena,  Don  Die- 
go Fernandez  de  Córdoba. 

El  Conde  do  Feria,  Don  Gómez  Suares  de  Fi- 
guoroa. 

El  Conde  de  ürefia,  Don  Alvaro  Tellez  Girón. 

El  Conde  de  Cífuentos,  Don  Juan  de  Silva. 

El  Adelantado  de  Andalucía  Don  Fadrique  En- 
riquoz. 

El  Señor  de  la  Casa  de  Aguilar,  Don  Alonso  Fer- 
nandez de  Córdoba. 

Don  Pedro  Puertooarrero,  Sefior  de  Moguer. 

Don  Luis  Puertocarrero,  Sefior  de  Palma. 

El  Comendador  mayor  do  León,  Don  Gutierre  de 
Cárdenas. 

El  Conde  de  Miranda. 

El  Conde  de  Bibadoo. 

El  Adelantado  de  Murcia ,  Don  Juan  Cliacon ,  4 
otros  muchos' Caballeros,  Condes  y  Sefiores,  que  se- 
ria lueni^o  d^  96crít)¡r, 


•t 


DON  VmsÉmi)  i  Í)09a  ISABEL 


«31 


! 


•  ISl  Condestable  de  CAfitilIa  no  vino  acá  esta 
Tez ,  empero  vino  sa  hijo  Don  Bornardino  con  en 
gente. 

El  Dnqae  de  Albnrqnerqno  no  vino,  pero  vino  sn 
fijo  con  Bo  gente,  en  manera  qae  de  todoB  los  Ga- 
"balleros  de  Castilla,  ó  de  la  mayor  parte  de  ellos,  el 
Bey  y  la  Beyna  fueron  servidos  en  esta  victoria. 

Uegó  el  Bey  sobre  Málaga  mas  de  dies  mil  de 
caballo,  é  deoian  qne  mas  de  ochenta  mil  peones: 

Fatigáronse  algo  los  pueblos  con  los  reparti- 
mientos de  los  pechos,  para  los  grandes  gastos  de 
aquel  cerco,  y  ayudaron  la  clerecía  é  iglesias  con 
sabsidios. 

La  ciudad  puesta  en  cobro,  el  Bey  y  la  Beyna,  y 
los  Grandes  de  Castilla  se  volvieron  en  Castilla  con 
victoria,  é  mucha  honra  con  su  ejército  é  artillería. 

Los  moros  de  Málaga  enviaron  á  Granada,  é  Ba- 
fea, i  Guadix,  é  Almería,  é  por  todo  el  royno  de  Gra- 
nado, ó  enviaron  á  los  moros  é  Boyes  de  allende  á 
demandar  limosnas  para  dar  el  rescate,  é  todos  tu- 
vieron por  respuesta,  que  tenían  tantas  neoesidades, 
que  lea  non  podían  socorrer;  así  que  do  aquende  ni 
de  allende  no  pudieron  remediarse,  é  cumplido  el 
plaso  del  partido  el  Bey  los  mandó  vender,  é  fue- 
ron vendidos  mas  de  once  mil  ánimas  de  Málaga, 
dejando  los  gandules  ó  los  valederos  estranjeros 
que  les  vinieron  á  ayudar. 

CAPÍTULO  LXXXIX. 
Cono  el  Rey  ton<$  i  Vert  con  toda  so  tterra. 

En  el  nombre  de  Dios,  en  el  mes  de  Mayo  del 
afio  del  nacimiento  do  nuestro  Bedemptor  Jesu- 
chrísto  de  1488  afios,  ol  Boy  Don  Femando  sacó  su 
hueste  por  la  via  de  Murcia,  estando  él  é  la  Beyna 
'  BU  mujer  allí ,  é  juntó  poco  mas  de  quatro  mil  do 
caballo,  é  catorce  mil  peones,  é  algunos  de  los 
grandes  de  Castilla ;  é  quedó  la  Beyna  é  el  Cardenal 
*de  EspaAa  en  su  compafiía,  é  el  Maestro  do  Santía- 
I  S<>i  ^^^®  ^  sentía  malo,  en  Murcia ;  é  ol  Bey  fué  con 
'su  gente,  pasando  por  Lorca,  sobre  la  ciudad  de 
/  Vera,  é  envió  al  Marqués-Duque  de  Cádiz  delante, 
;con  una  gran  batalla  de  caballeros ,  á  les  facer  re- 
querimientos á  los  moros  de  Vera,  que  le  quisiesen 
desempachar  la  villa  é  entregársela ;  é  el  Marqués 
hizo  sus  dilijencias ,  y  requerimientos,  y  protráta- 
ciones,  que  si  no  se  daban  y  el  cerco  consentían  po- 
ner, que  no  se  les  daría  otro  partido  sino  comoá  los 
de  Málaga,  que  fueron  todos  cautivos;  é  los  moros 
'  de  Vera,  con  temor  que  ovieron,  concedieron  todo 
lo  que  el  Marqués  les  dijo ,  é  con  ciertos  partidos, 
que  de  parte  del  Bey  les  prometió ,  luego  entrega- 
ron la  fortaleza,  sin  mas  esperar  cerco  ni  combate; 
é  el  Marqués  puso  en  ella  al  Sefior  Don  Diego,  su 
hermano,  el  qual  entró  con  ciertos  escuderos  é  se 
apoderó  de  ella,  é  la  tuvo  fasta  que  el  Bey  llegó.  E 
ol  partido  fué,  que  los  moros  so  fueron  con  todo  lo 
suyo  á  donde  quisieron,  é  desempacharon  la  ciudad 
en  ciertos  días.  E  como  el  Bey  lleg^  fizo  bastecer 
la  fortaleza  de  Vera  de  gente  de  armas  é  manteni- 
mientos, é  dio  la  tenencia  de  el)a  á  Garoi-Lasso  de 


la  Vega.  E  envió  por  toda  la  comarca  de  Vera  á 
requerir  á  todos  los  lugares  que  le  vengan  á  dar 
obediencia,  é  siguió  su  vía  con  su  hueste  hada  Al-? 
merfa,  tomando  muchos  lugares,  'é  allegó  fasta  Al- 
mería; y  estaba  dentro  ol  Bey  moro  Muley  Baodilt 
Alzagal,  é  fizóle  talar  la  tierra,  é  dio  vuelta  por  to- 
da esa  cercanía  de  los  moros ,  y  contando  desde  Ve-  • 
ra,  tomó  los  logares  siguientes,  de  los  qnales  ó  de 
la  mayor  parte  Vera  es  cabeza ;  ) 

La  ciudad  de  Vera.    Lijar.  Filambre.  i 

Las  Cuevas.  Mijar.  Vidarí. 

Hueral.  Cantería.         Lubrir. 

Curgena.  Cria.  La  Caynera. 

Moxacar.  Cantalobo.       Huero. 

Alborea.  *  Torbal.  Curríllas. 

Bedar.  Bines.  Aliyoor. 

Serena.  Atahalio.         Ulela. 

Teresa.  Axameyto.       Somas. 

Cabrera.  Benalibre.        Huesear. 

Overa.  Benazaron.      Castilleja. 

Benatarafa.  Baulirba.         Cullar. 

Alhambra.  BenecUamir.    Veloz  el  Blanco. 

Bena  Alagracis.        Al  va*  Veloz  el  Bobio. 

Albos.  Alcudia.  Benamaurel. 

Alraanohez.  Chercos.  Galera. 

E  otros  lugares  y  alcaydias  de  que  no  es  de  hacer 
mención.  E  todos  estos  lugares,  é  villas,  é  fortale-. 
zas  se  dieron  al  Bey  sin  combate  é  sin  cerco,  que 
así  pareció  que  plugo  á  la  Providencia  divina ;  ó 
entregaron  lo  fuerte,  é  quedaron  por  estonce  en  lo    .. 
otro  por  mudejares,  é  el  Bey  puso  alcaides  christia-    | 
nos  en  las  fortalezas,  é  echó  los  moros  de  algunos    ; 
de  aquellos  lugares  á  lo  llano ;  y  dejándolos  todos  ] 
por  vasallos',  fizo  la  "alida  por  Baza,  donde  los  mo- 
ros de  ella  salieron  á  escaramucear  con  los  christia- 
nos,  y  á  la  fin  se  encerraron  huyendo ;  y  allí  murió 
un  sobrino  del  Bey,  que  llamaban  Don  Luis,  Maes-    . 
tro  de  Montosa,  del  reyno  de  Valencia,  en  Aragón ; 
murió  en  la  escaramuza  de  una  saetada,  é  Don  Luis 
era  fijo  bastardo  de  Don  Carlos ,  hermano  del  Boy 
Don  Femando.  Esto  así  feoho  el  Bey  se  volvió  con 
mucha  honra  á  Murcia,  donde  estaba  la  Beyna,  y  la 
Lifantay  la  corte,  é  dende  en  Castilla. 

CAPÍTULO  xa 

Gomo  fot  moros  do  Cvacin  te  tlxaroa. 

En  el  mes  de  Octubre  del  sobredicho  aflo  de  1488^ 
hicieron  movimiento  los  moros  mudejares  de  la 
Sierra  Bermeja,  é  se  alzaron  con  Gnadn ,  que  lo 
hurtaron  al  alcayde  christiano  que  lo  tenia,  y  súpolo 
el  Marqués-Duque  de  Cádiz  una  noche,  estando  en 
su  palacio  de  los  Palacios,  é  despachó  cartas  de  lla- 
mamiento á  un  cabo  y  á  otro,  donde  convenia,  lue- 
go aquella  noche,  é  partió  para  allá,  é  Bogó  con  la 
gente  que  pudo,  ó  asentó  su  real  sobre  Guacin,  ó 
Mi  acudió  luego  el  Conde  de  Urefia,  é  el  Adelanta- 
do, é  el  Conde  de  CUEuentes  con  la  gente  de  Sevilla, 
é  la  gente  de  Xerez,  en  los  quales  todos  se  allegó 
poca^gente,  y  hízoles  el  tiempo  de  muchas  aguas, 
eque  saüfron  todos  loa  ríos  en  eyta  tierra  do  madre^ 


S8I 


OBÓNIQAS  DE  LOB  BEYES  DE  OASTILLA. 


tofa  4ilé  p&óáM  tééü  té  Te  en  el  mee  de  Octubre,  6 
por  el  tiempo  no  le  ttrevieron  por  annM  á  eojus- 
garlofl.  El  Marquéi  los  envió  á  llamar,  é  aaegnróloa 
de  parte  del  Bey  del  alboroto  y  mal  oaao,  é  dieron- 
le  la  fortaleaa;  é  diéronle  por  deeoargo,  qae  lo  ha* 
bian  heoho  por  muohaa  sinraxonet  que  del  aloayde 
reoibian.  Este  faé  el  primer  alboroto  qae  loe  moros 
mudejares  de  la  Sierra  Bermeja  é  sus  oomarcas 
fioieron ;  oomo  la  tierra  es  la  mas  áspera  embrolla- 
da del  mundo,  é  fértil  de  muohas  frutas  6  aguas, 
ouerasi  capas,  é  riscos  para  se  mantener  é  huir  é 
tenerlos,  dio  ocasión  á  hacer  muohas  Teces  moTÍ- 
mientos,  6  matar  é  hurtar  muchas  Teces. 

CAPITULO  XCL 

He  1t  fsrttildtd  del  tSo  de  1488,  é  de  tas  sfiti  de'ta  otoBada  dd 
89  sifalenla,  ¿  de  como  tomd  el  Bey  á  PUeendt  é  oto  el  llaea- 

trtdf o  de  Calttnn. 

Este  afio  sobredicho  de  1488  fué  mucho  Tidoso 
y  abundoso  de  pan,  trigo  6  cebada,  é  Tino,  é  aceite, 
é  de  muohas  frutas,  generalmente  on  toda  Espafia. 
Oto  pestilencia  en  algunas  partes,  especialmente 
en  ScTilla  é  en  Toledo.  Valió  el  pan  desque  se  co- 
ji6  hasta  pasado  el  mes  de  abril  del  siguiente  afio 
de  1489  en  esta  Andalucía  y  comarca  de  SotíIU  á 
dnqflenta  maraTedfs  la  fanega  y  menos,  que  en  al* 
gunas  partes,  espedalmente  SoTilla  é  Toledo  é  su 
tierra,  Talió  á  real,  que  era  estonce  un  real  treinta 
maraTodis,  é  la  fanega  de  cebada  á  real.  La  semen- 
tera que  se  fizo  eete  dicho  afio  do  1488  en  Octubre 
é  Diciembre  fué  muy  mala  é  lloTiosa  é  con  muchas 
STenidas,  é  por  esta  causa  se  perdieron  muchos  pa- 
nes de  los  sembrados ,  é  después  de  hechas  las  se- 
menteras, fizo  tan  grandes  aguas  en  el  mes  de  Ene- 
ro, que  subió  el  agua  del  rio  QuadalquÍTÍr  á  la  sé- 
llales del  afio  de  1485  en  los  muros  de  ScTilla,  y  en 
las  otras  partes  donde  suele  llegar  é  estén  por  me- 
moria ;  y  aun  en  algunas  partes  pasó,  é  estuvo  Qe* 
TiUa  en  gran  temor,  empero  asi  como  aquella  gran- 
de ímpetu  de  corriente  Tino,  pasó  á  plazo,  que  no 
duró  el  enracamiento  de  lo  mas  alto  por  mas  de  una 
hora.  Llevó  el  rio  los  lugares  que  habia  llegado  y 
pasado  el  afio  1485,  é  llevó  todas  las  simenteras  de 
sus  vecindades,  en  que  echó  á  perder  y  llevó  desde 
Gantülana  abajo,  mas  de  ciento  oinqüenta  cahíces 
de  pan  sembrado.  Oojióse  muy  poco  pan  en  esU 
Andalucía  el  afio  de  89,  de  esta  causa;  é  habían 
quedado  las  alturas  con  algunos  panes,  é  asín  se  co- 
jiera  de  alli  común  el  pan,  salvo  que  en  fin  de  Ma- 
yo vinieron  quatro  ó  cinco  dias  de  agua  é  niebla, 
como  de  invierno,  y  anubló  los  panes  en  muchas  par- 
tes, y  de  esta  causa  alzó  el  trigo  hasta  cíen  mara- 
Tedfs la  fanega,  é  la  cebada  á  oinqfienta  maravedís 
la  fanega,  poco  mas  ó  menos,  é  duró  estos  precios 
f asU  San  Miguel.  E  fué  este  afio  de  89  muy  vicioso 
páralos  ganados,  de  muchas  yerbas.  Oriáronse  muy 
muchos  puercos,  como  habia  mucho  pan  del  afio  de 

ochenta  y  ocho. 

Cerca  de  Todos-los-Santos  del  dicho  afio  de  1488, 
recibió  el  Bey  Don  Fernando  la  «SÍ^^ijde  Placen- 


cía  de  poder  de  la  casa  de  Estáfilga,  dsspnes  de  to 
muerte  del  Duque  Don  AlTsro  de  Brtúfiiga,  Conde 
de  Béjar ,  Duque  que  se  llamó  de  ArÓTalo,  en  tiem« 
po  de  su  nieto  Don  AlTsro,  nieto  del  dioho  Doque^ 
fijo  de  su  fijo  mayor  Don  Pedro  de  Estúfiiga,  ha- 
biendo heredado  el  mayoraago  y  ■efioieado  la  oasa 
de  Béjar. 

Falleció  de  esta  presente  TÍda  el  Maestre  de  Oa- 
latraTa,  Garda  de  Padilla,  el  afio  de  1489,  el  qnal 
había  sucedido  en  el  Maestradgo  por  muerte  de 
Don  Bodrigo  Xiron,  que  mataron  los  moros  en  Lo« 
ja,éel  Bey  tomó  en  si  luego  el  Maestradgo  4  rentas 
de  él,  é  trujo  bulas  del  Papa  para  ello,  porque  do 
ello  se  ayudase  para  los  grandee  gastos  de  la  guer- 
ra. E  esta  fué  el  primero  de  loaMaestradgos  en  que 
el  Bey  y  la  Beyna  sucedieron  por  sus  Tidas,  oon  bo- 
la del  Santo  Padre^  para  ayuda  de  loe  gastos  de  la 
guerra. 

oapItülo  xon. 

Del  gni  eereo  de  Btxa  y  de  tas  cosee  qse  cá  él  se  Sderes  i 
seaederon,  áde  eoaio  la  Reyaa  foá  al  real,  é  de  eono  se  dld 
Bau  al  Rey  á  á  la  Reyna  á  partido,  é  estiaroi  es  el  ptitide  Al- 
■erla  é  GiadU  é  otru  aadiu  vUlaa. 

En  el  nombre  del  muy  alto  Bey  de  los  Beyes,  en 
cuyo  poder  es  dar  la  TÍctoría  á  las  huestes,  é  bata- 
llas á  quien  le  plaoe^  en  el  afio  sobredicho  del  Se* 
fior  de  1489  afios,  el  Bey  Don  Femando,  por  serTÍr 
á  Dios,  é  facer  guerra  á  los  moros ,  estando  en  la 
ciudad  de  Jaén,  invocó  grandea  huestes,  é  gentes 
de  todos  sus  reynos  de  Castilla,  y  biso  aparejar  mu« 
chos  mantenimientos,  é  principios,  é  proTisioneS| 
para  ir  sobre  la  ciudad  de  Basa,  é  fueron  con  él  en 
el  mea  de  Mayo,  á  cerca  del  fin  del  mes ;  y  la  Beyna 
y  corte  quedó  en  Jaén,  y  el  Bey  partió  con  su  hues- 
te, y  fué  la  Tfade  Basa,  y  cercó  la  Tilla  de  Cu- 
zar  é  combatióla  con  las  lombardas;  sobre  la  qual 
estuvo  odio  días,  fasta  que  se  dio  á  partido,  de  ma- 
nera que  entr^aron  la  f ortaleaa  é  la  villa,  é  se  fue« 
ron  con  todo  lo  suyo,  que  pudieron  llevar ;  y  el  Bey 
físo  poner  luego  gran  recaudo  en  la  villa  é  fortale- 
za, é  puso  allí  gran  guarnición ,  é  luego  los  moros 
dejaron  de  miedo  á  Vensalema,  uu  castillo  muy  cer- 
cano allí,  y  despoblaron  Canilla,  una  villa  mu7 
cerca  de  allí ;  é  el  Bey  la  mandó  despoblar,  y  si- 
guiendo su  vía  fué  á  poner  cerco  á  la  ciudad  da 
Baza,  é  llegó  un  día  del  mes  de  Junio  y  entraron 
en  las  huertas  para  asentar  el  real,  é  estando  la  gen- 
te del  real  ya  entrada  en  gran  púrte  de  las  huertaS| 
los  moros  que  estaban  en  defensa  de  la  ciudad  eran 
muchos,  y  de  los  mas  honrados  é  eeforzados  del 
reyno  de  Qranada;  salieron  y  pelearon  muy  fuerte- 
mente con  los  christianos,  de  manera  que  de  ambas 
partes  murió  gente ;  y  como  las  huertas  estaban  cer- 
cadas de  muchas  acequias,  é  cacees,  é  oerraduraS| 
los  christianos  no  quisieron  sefiorearlas,  antes  me- 
dio huyendo  se  ovieron  de  retraer  atrás ,  por  la  re- 
sistencia é  gran  fuerza  de  los  moros,  é  visto  esto 
por  el  Bey,  y  sabido  que  en  la  ciudad  habia  gran  x 
gente  de  pelea,  que  decían  que  había  veinte  mil  mo*  "^ 


»\ 


CON  VEBNilÉbO 
ros  de  pelesi  en  los  qnales  habU  setecientos  de  á 
caballo,  fizo  retraer  la  gente  atrás ,  y  asentó  su  real 
alderrredor  de  Baza  en  forma,  é  puso  sas  estancias 
é  guardas  en  derredor  de  la  cindad,  é  túvola  cerca- 
da seis  meses,  qne  no  pndo  entrar  á  los  moros  la 
entrada  é  salida  de  la  ciudad,  fasta  que  la  cercó  to- 
da alderredor  de  muy  hondas  cavas  é  altas  albara- 
das  é  paredes,  en  las  quales  fizo  facer  catorce  cas- 
tillos por  sus  trechos  de  tapias  muy  fuertes,  é  fizo 
poner  en  cada  uno  trescientos  hombres,  en  slgnnos 
mas,  é  en  algunos  menos ,  según  en  cada  cabo  la 
afrenta  se  esperaba;  y  e6to  acabado  de  facer,  luego 
los  moros  no  pudieron  mas  entrar  ni  salir  ;  acaeció 
algunas  veces,  que  salieron  los  moros  de  la  ciudad 
á  los  que  andaban  faciendo  las  cavas  por  algunas 
partes  que  los  vían  á  mal  recaudo,  y  mataron  algu- 
nos é  llevaron  los  azadones.  7  el  Rey  tuvo  forma 
como  un  dia  les  armó  una  celada,  antes  que  amane- 
ciese echó  fuera  los  azadoneros,  é  los  moros  salie» 
ron  á  ellos,  ó  salió  la  celada  de  muchos  caballeros 
"de  lugar  de  donde  loa  moros  no  se  guardaban,  é 
fueron  matando  en  ellos  fasta  los  muros  de  la  ciu- 
dad, en  que  fueron  muertos  é  presos  mas  do  tres* 
cientos  moros,  y  de  esta  vez  no  se  osaron  á  salir  por 
allí  mas. 

Habla  en  Baza  tres  principales  caudillos,  el  ma- 
yor era,  que  se  llamaba  Hacen  el  viejo,  i  quien  to- 
dos acataban ;  el  otro,  llamado  Andali,  era  capitán 
de  la  gente;  el  otro  era Tube  Oorazagan,  alcaide  de 
Cuxar,  que  era  muy  esforzado  caballero,  á  los  qua- 
les el  Bey  mandó  requerir  que  lo  diesen  la  ciudad,  é 
les  f aria  mercedes ;  ordenó  que  supiesen  de  derto, 
que  oon  la  ayuda  de  Dios  se  le  habia  de  tomar,  ó 
que  no  habia  de  alzarse  de  alli  fasta  que  fuese  se- 
fior  de  ella;  ó  la  respuesta  fué,  que  no  estaban  alli 
para  dársela,  sino  para  def  endella.  Esta  vez,  é  otras 
que  les  envió  á  requerir,  nunca  por  estonce  quisie- 
ron venir  en  partido.  Estonce  fizo  facer  casas  ó  pa- 
lacios en  el  real,  de  tapias,  é  madera,  é  teja,  que 
traían  de  los  lugares  que  los  moros  despoblaron,  ó 
de  las  casas  do  los  huertas,  é  fizo  facer  para  sí  unos 
fuertes  palacios  é  bien  altos,  de  á  donde  pedia  mi- 
rar la  ciudad.  E  otro  tanto  fideron  facer  el  Maestre 
,  de  Santiago  é  los  Duques  é  grandes  Sefiores,  que 
fideron  casas  muy  fuertes  donde  estaban.  El  Mar- 
qués-Duque de  Cádiz  tenia  real  por  si  en  la  gran  ar- 
tillería, la  qual  él  tuvo  á  cargo  en  este  cerco,  é  no 
quiso  facer  casa  de  teja,  salvo  de  paja.  E  todos 
quantoB  en  el  real  habia  ficieron  casas,  de  dios  de 
teja,  de  ellos  de  paja,  de  forma  que  parecia  d  real 
tina  gran  ciudad  con  sus  calles  é  hincados. 

Ovieron  sobre  quitar  el  ag^a  de  'una  fuente^  que 
mantenía  gran  parte  de  la  ciudad  de  aguas,  muchas 
peleas  los  christianos  con  los  moros,  en  qiie  de  am- 
bas partes  murieron  gentes,  é  á  las  veces  la  quita- 
ban, é  á  las  veces  la  dejaban. 

•Fueron  muchas  veces  capitanes  á  correr  á  Gnadix 
¿  á  Almería,  é  á  otras  muchas  villas  y  lugares  de 
tierra  de  moros ,  é  tmjeron  muchas  cabalgadas  é 
fidéronles  muchos  dafios,  siempre  los  christianos 
siendo  vencedores;  tenia  el  Bey  sus  goamidones 


É  DORA  ISABEL.       ...  tó6 

por  los  cíáminos,  porosos  trechos,  y  donde  oonvenia, 
desde  Quesada  fasta  el  real,  por  guarda  de  los  arrie- 
ros, é  acemileros,  ó  gente  que  abastecía  el  real  de 
mantenimientos.  No  se  pudo  el  R^  en  este  cerco 
mucho  ayudar  de  su  gran  artillería,  porque  con  las 
muchas  huertas,  acequias  é  cerraduras  de  una  par- 
te, é  áspera  sierra  de  otra,  nunca  pudieron  allegar 
&  los  muros  de  Baza. 

End  mes  de  Julio,  estando  el  Bey  en  este  cerco, 
vinieron  á  él  dos  f  rayles  de  Jerusalem  por  embaxa- 
dores  del  Soldán  de  Babilonia,  de  la  orden  dd  Se- 
fior  San  Francisco,  el  uno  castellano  y  d  otro  ita- 
liano, y  el  Soldán  los  envió  d  Bey  á  le  demandar 
ayuda  de  Sicilia,  para  sus  guerrss;  y  el  Bey  ovo 
gran  placer  en  ello,  y  eso  mesmo  la  Beyna,  á  la  qud 
fueron  á  visitar  á  Jaén,  y  el  Bey  y  la  Beyna  les 
ficieron  mucha  honra ,  é  les  dieron  respuesta  de  lo 
que  querían,  é  les  libraron  cierta  suma  para  el  repa- 
ro del  monasterio,  é  de  los  f rayles,  é  de  la  Santa 
iglesia  de  Jerusden,  é  del  Santo  Sepulcro  de  nues- 
tro Bedemptor  Jesuchristo. 

Después  de  tomados  á  requerir  los  moros  de  Ba- 
sa, que  diesen  la  dudad  al  Bey,  é  de  ver  su  contu- 
macia 6  respuesta,  el  Bey  hizo  pertrechar  ó  bastecer 
el  red,  para  tener  dlí  el  invierno,  é  los  moros  pen- 
saban ser  impodble  d  Bey,  porque  la  tierra  es  muy 
fría  y  naturd  de  muchas  nieves;  y  esperaban  que 
en  todo  d  compás  donde  el  red  estaba,  no  queda- 
ría cosa  por  cubrirse  de  nieve,  según  que  en  todos 
los  afíos  ende  acaecía;  mas  nuestro  Sefior,  en  cuyas 
manos  son  todas  las  cosas,  al  qual  obedecen  las 
plantas  é  signos,  fizo  lo  contrarío  de  lo  que  dios 
pensaron,  que  d  mes  de  Septiembre  llovió  ni  mas  ni 
menos  de  lo  que  era  menester  para  el  Otofio,  de  ma- 
nera que  aprovechó  y  no  empedó,  y  d  mes  de  Oc- 
tubre llovió  lo  que  era  menester  para  sembrar,  y  no 
empedó  d  real ,  y  fidéronse  mndias  é  buenas  se- 
menteras ea  todas  partes,  que  se  cojieron  el  aflo  si- 
guiente muchos  é  infinitos  panes;  y  el  mes  de  No- 
viembre no  llovió  poco  ni  mucho  en  toda  Bspafia, 
antes  parecia  verano,  siendo  natural  invierno,  é 
tiempo  de  aguas  é  los  mas  chicos  dias  del  afio.  Esto 
parecia  ser  fecho  proveído  por  la  divina  Providen- 
da,  y  ad  fué  tenido  por  todos  los  christianos,  que 
milagrosamente  Dios  proveyó  tales  tiempos. 

Partió  la  Beyna  de  Jaén,  é  llegó  d  real  j  á  cinco 
dias  de  Noviembre,  donde  le  fué  fecho  solemne  re- 
dbimiento,  como  solía  en  los  otros  redes ;  con  su 
venida  todos  los  del  real  fueron  muy  alegres  y  es- 
forzados, porque  en  pos  de  d  llevaba  muchos  man- 
tenimientos dempre,  y  gente,  y  creían  qne  por  su 
venida  se  les  baria  mas  aína  d  partido  con  los)  mo- 
ros. Los  moros  fueron  mucho  maravillados  con  sn 
venida  en  invierno,  y  se  asomaron  de  todas  las  tor- 
res y  alturas  de  la  dudad,  ellos  y  días,  á  ver  la 
gente  del  redbímíento,  y  oir  las  músicas  de  tantas 
bastardas,  clarines  y  trompetas  italianas,  é  chiri- 
mías, é  sacabuches,  é  dulzdnas,  é  atabdes,  que  pa- 
rada que  d  sonido  llegaba  d  oído.  Iba  con  la  Bey- 
nr  la  Infanta  Dofia  Luibd,  su  mayor  fija,  la  qud 
nunca  de  sí  partiai  é  dgonas  damas  é  duefias  de  su 


■'v 


«M 

CEM ;  é  ámpxM  de  esto,  pesados  eignnosdiee,  des- 
que los  moros  oonooieron  le  volantAd  del  Bey,  que 
no  habie  de  alzar  de  sobre  ellos  fasta  cumplir  su 
propósito,  ordenaron  demandar  partido,  y  deman- 
daron seguro,  é  salió  el  caudillo  mayor  de  Baza  Ba- 
sen el  Tiejo,  é  vino  al  real  á  f ablar  en  el  partido 
con  el  Bey  y  Beyna,  é  demandó  plazo  para  ir  á  fa- 
blar  oon  el  Bey  Maloy  Bandili  Alzagal,  que  estaba 
en  Guadiz,  el  qual  le  dieron,  y  fué  y  fabló,  y  estuvo 
tx)n  él  é  oon  los  de  su  consejo ,  é  con  los  de  Quadiz, 
é  habido  su  consejo  entre  el  Bey  ó  los  caudillos  y 
alcaydes  de  la  tierra,  que  le  obedodan,  hallaron  que 
si  BazaUes  tomaban  por  fuerza  ó  hambre,  lo  qual 
ya  no  tenia  remedio  de  se  poder  sostener ,  que  toda 
la  tierra  perdería,  y  que  mas  valia  darla  al  Bey  á 
partido,  en  la  mejor  forma  que  pudiesen,  de  mane- 
ra que  diesen  fin  ala  guerra,  pues  tenian  á  Granada 
•n  contra,  y  allí  ordenaron  de  hacer  el  partido  por 
toda  la  tierra  que  tenia  el  Bey  Huley  Baudili  Alza- 
gal,  el  qual  envió  al  Bey  y  á  la  Beyna  el  mumo  Ha- 
zen  el  viejo,  el  qual  oon  otros  farautes  é  mensajeros, 
vinieron  fasta  que  los  Beyes  se  concertaron  en  los 
partidoa;  de  manera  que  entregaron  á  Baza  luego 
al  Bey,  la  fortaleza  é  la  ciudad,  la  qual  le  entrega- 
ron en  qnatro  dias  del  mes  de  Diciembre  del  dicho 
afio  de  1489,  dia  de  la  gloriosa  Santa  Bárbara,  é  los 
moros  de  guerra  é  los  gandules  se  fueron ;  é  de  los 
de  la  ciudad  los  que  se  quisieron  ir  con  lo  suyo,  é 
los  naturales  ó  vecinos  dende  salieron  con  lo  suyo  á 
los  arrabales,  ó  quedaron  allí  por  estonce.  E  en  el 
partido  de  Baza  entró  Guadix  ó  Almería,  é  toda  la 
tierra  del  dicho  Bey  moro;  é  toda  se  la  otorgó  de 
dar  y  entregar,  é  toda  entró  en  el  partido  de  Baza. 
£  puesta  en  muy  gran  recaudo  la  ciudad  é  la  forta- 
leza de  gente  christiana,  é  con  muchas  armas  é 
mantenimientos,  el  Bey  despidió  mucha  de  la  gente 
del  gran  real  de  las  comunidades,  dejando  las  que 
habia  menester  para  lo  que  le  quedaba  de  hacer. 

CAPÍTULO  XCIII. 
Cobo  ol  Rey  tomé  i  Almerlt  é  AlBiftaetr. 

Partió  el  Bey  de  Baza  con  su  caballería  é  hueste, 
é  fué  la  via  de  Almería,  y  la  Beyna  y  la  Infanta  su 
fija,  en  pos  de  él,  una  jomada  atrás  y  fueron  toman- 
do las  fortalezas,  é  poniendo  alcaydes  christianos 
en  ellss,  é  guarniciones,  é  el  viaje  fué  de  esta 
manera : 

Partió  el  Bey  de  Baza,  é  fué  á  Oanillas,  é  dende 
á  Purchena,  é  á  Tabernas,  é  á  Almería,  á  la  qual 
llegó  Martes  á  veinte  y  dos  del  mes  de  Diciembre; 
é  habia  partido  de  Baza  á  diez  y  siete  dias  del  di- 
cho mes ;  ansí  estuvo  seis  dias  en  aquel  viaje  hasta 
allí,  é  hasta  Almería.  É  llegando  el  Bey  Don  Fer- 
nando cerca  de  Almería,  el  Bey  moro  Muloy  Bau- 
dili Alzagal  lo  salió  á  recibir  con  ciertos  moros  de 
á  caballo,  é  se  apeó  de  un  caballo  en  que  iba,  é  fué 
á  pié  un  rato,  fasU  que  llegó  á  él ,  é  le  besó  el  pié 
y  la  mano,  estando  el  Bey  Don  Femando  á  caba- 
llo, el  qual  se  abajó  un  poco  y  lo  abrazó  desde  en- 
cima de  su  caballo,  é  lo  recibió  de  mucho  placer,  é 


0BÓNIGA8  DB  LOB  BBTES  DE  OASTILItA. 


lo  fizo  cabalgar  en  sn  caballo,  é  ansí  fdé  fasta 
donde  el  Bey  paró  é  su  gente.  B  otro  dia  Miérco- 
les, el  Bey  moro  entregó  al  Bey  Don  Femando  la 
ciudad  de  Almería,  é  fortaleza,  é  fuerzas  de  ella,  é 
el  Bey  Don  Femando  f omeció  la  fortaleza  de  gen- 
te, é  de  arinas  é  mantenimientos;  y  otro  dia.  Jue- 
ves, víspera  de  Pasque  de  Navidad,  llegó  la  Beyna 
Dofia  Isabel ,  é  su  fija,  é  su  hueste,  é  holgaron  allí 
las  Pasques  del  Nacimiento  de  nuestro  Bedemptor 
Jesuchristo ;  é  de  allí  el  Bey  moro  envió  á  entregar 
¿  Almufiecar  al  Bey  Don  Femando ,  é  otras  muchas 
fortalezas,  á  las  quales  el  Bey  Don  Femando  llevó 
alcaydes  é  guarniciones  de  gente,  é  se  apoderó  en 
ellss. 

Estando  en  Almería  el  Bey  Don*  Femando,  é  la 
Beyná,  con  su  corte  é  hueste,  concertaron  monte- 
ría, para  que  fuesen  á  haber  placer,  é  fueron  el 
I  Bey,  y  la  Beyna,  é  la  Infanta,  é  fueron  con  ellos  el 
Maestre  de  Santiago,  é  el  Marqués-Duque  de  Cádiz, 
é  otros  caballeros  grandes,  ó  ol  Bey  moro,  é  la  Bey- 
na su  mujer ;  é  el  monte  ora  ahí  cerca  orilla  de  la 
mar,  ó  mataron  quatro  puercos  monteses,  en  que 
ovioron  muolio  placer,  é  acaeció  que  estaba  en  el 
monte  un  lobo  é  salió  á  lo  raso ,  é  como  se  vido 
aquejado  de  la  gente,  metióse  en  la  mar,  huyendo 
á  nado ;  y  como  aquello  vido  un  mozo  de  la  villa  de 
utrera,  llamado  Alonso  Donayre,  desnudóse  é  echó- 
se á  nado  en  la  mar  en  pos  del  lobo,  en  presencia 
de  todos,  ó  toda  la  caballería  no  miraba  otra  cosa 
é  siguióle  tanto  hasta  que  con  las  ondas  no  se  veia 
el  lobo  ni  el  mozo ,  é  todos  pensaban  que  eran  aho- 
gados, é  dende  poco  dieron  vuelta,  el  lobo  delante, 
ó  el  mozo  detrás  de  él,  acarreándolo  hacia  donde  la 
gente  estaba,  é  llegando  cerca  de  tierra,  el  Bey  Don 
Femando  entró  en  su  caballo  en  la  mar,  hasta  qne 
le  daba  el  agua  á  las  cinchas,  é  mató  el  lobo  á  lan- 
zadas, y  el  mozo  salió  y  fuese  por  otra  parte ;  y  to- 
dos o  vieron  mucho  placer  de  esto,  y  el  Bey  pregun- 
tó por  el  mozo,  y  nunca  vino  ante  él,  que  se  creyó 
qne  le  hiciera  merced, 

CAPÍTULO  XOIV. 

Como  el  Rey  lomé  i  Goadlx;  ¿  del  námero  de  los  chrUtiaBoi  etn- 
ÜV08  qne  saeé  de  esii  entrada,  é  de  loa  partidoa  con  qne  eaton- 
ce  qnedaroB  loa  moroa  en  h  tierra. 

Pasada  la  Pasque ,  el  Martes  siguiente ,  á  veinte 
y  nueve  dias  del  mes  de  Diciembre,  partieron  de 
Almería  el  Bey  é  la  Beyna,  é  corte,  é  hueste,  dando 
la  vuelta  para  Guadix,  é  durmieron  esa  noche  en 
Finana,  é  el  Boy  moro  con  ellos;  é  el  Miércoles 
llegaron  á  Quadix,  é  llegando  luego  el  Bey  Muley 
Baudili  é  sus  alcaydes,  entregaron  la  ciudad  é  for- 
taleza, é  alcazaba ,  é  fuerzas  de  Guadiz  al  Bey  Don 
Fernando,  ol  qual  fizo  bastecer  luego  muy  bien  la 
fortaleza ,  ó  dejó  allí  guarnición  é  buen  recaudo.  Ú 
los  partídos  de  estas  ciudades,  villas,  é  lugares  eran* 
secretos  entre  los  Beyes,  empero  lo  que  se  alcanzó 
á  saber  era,  que  los  moros  quedasen  mudejares  en 
sus  haciendas,  dejando  las  ciudades  cercadas,  qne 
no  viviesen  dentro,  salvo  en  loa  arrabales  y  en  las 


\ 


bOtl  FBSNAHtO 
álciiabaí;  é  donde  qnierA  qne  había  faena  6  fot- 
taleea,  qae  no  TÍyiesen,  ealTO  en  los  llanos ;  é  qne- 
dó  el  Bey  Moley  Baadili  por  Sefior  ó  Rey  de  Fan- 
darax,  que  es  nna  villa  inerte  de  trescientos  yeci- 
nos,  con  otros  lagares  é  alquerías  de  su  oomarca,  é 
por  vasallo  del  Rey  de  Castilla;  é  estuvieron  en 
Guadix  Jueves  ó  Viernes,  é  partidse  el  Rey  moro 
para  Fandarax ,  el  Sábado  segundo  día  do  Enero, 
buen  comienzo  del  afio  1490,  que  el  Rey  y  Reyna  y 
oórte  y  hueste  so  partieron  para  Jaén  con  la  gracia 
de  Dios,  victoriosos  con  tanto  triunfo  é  honra, 
cnanto  nuestro  Sefior  ministrarles  quiso ,  de  donde 
llegados,  despidieron  toda  la  gente.  Ansí  que  de 
esta  entrada ,  siete  meses  ó  mas  duró  el  real  é  gente 
en  el  ejérdto  de  la  guerra,  donde  se  hicieron  tantos 
gastos,  que  son  innumerables  de  contar.  Pechaban 
de  veinte  en  veinte  días  todos  los  vecinos  é  mora- 
dores de  todas  las  villas ,  é  ciudades ,  é  lugares",  por 
contfa  de  lo  que  cada  vecino  tenia,  en  manera  que 
ya  no  lo  podian  cumplir;  ovo  subsidios  de  las  igle- 
sias y  clerecía,  é  dineros  de  hermandades,  é  del 
fisco  de  los  herejes,  que  todo  se  adquiría  é  era  me- 
nester para  los  muy  grandes  gastos  de  la  dicha  san- 
ta guerra.  Ayudóse  estonce  el  Rey,  para  la  dicha 
guerra,  con  prestidos  de  dineros,  que  echó  á  las  ciu- 
dades, villas  é  lugares  de  sus  Reynos  de  Castilla,  en 
esta  Andalucía  con  prestidos  que  echó  de  mucho 
trigo  é  cebada ,  lo  qual  muy  bien  después  pagó.  É 
ovo  en  las  comunidades  con  la  fortuna  del  mucho 
pechar,  é  de  los  prestidos,  muchas  mormuraciones, 
diciendo,  que  tomase  el  Rey  todas  sus  haciendas  é 
cumpliese  por  ellos ,  que  no  lo  podian  cumplir.  É 
como  en  esta  Espafia  para  tal  caso  los  vasallos  ó  lo 
suyo  todo  sea  del  Roy,  mas  quiso  fatigar  los  Rey- 
nos  suyos  é  atrererse  á  sus  vasallos,  ó  á  sus  bienes, 
que  no  dejar  los  moros  allí  por  siempre ;  los  quales 
desipaban,  ó  despachaban,  é  mataban  en  los  diris- 
tianos  lo  que  numerarse  no  podia,  ó  conoció  el  tiem- 
po en  que  nuestro  Señor  permitía  llevarlos  de  ven- 
cida ;  6  f oéle  f oraoso  fatigar  asimismo  á  todos  sus 
Reynos  y  seftoríos ,  y  |)arcció  que  quiso  nuestro  Se- 
fior que  todos  recibiesen  fatiga  por  quitar  la  fatiga 
y  el  trabajo ,  que  tantos  tiempos  habia  que  les  fati- 
gaba, y  según  lo  que  de  esta  victoria  y  entrada  ño- 
reció,  aquellos  pechos  y  servicios  aprovecharon  en 
ser  empleados  y  gastados  en  tan  santo  acto  de  guer- 
ra; los  que  lo  dieron  se  hallaron  más  ricos  con  lo 
que  les  quedó ,  que  no  do  antes ;  con  todo  esto  se 
entendió  por  aquellos,  quo  los  ánjeles  dijeron  en  el 
glorioso  nacimiento  de  nuestro  Redemptor,  quando 
cantaron  la  Gloria  in  excel8i$  Deoy  ei  in  térra  pax 
^  homimbu%  hona  voluntaiit,  Ualláronse  ricos  con  lo 
que  les  quedó,  los  buenos  chrístianos  é  de  buena 
voluntad,  llegados  á razón,  temerosos  de  Dios,  que 
atribuyendo  todas  las  buenas  cosas  que  los  Reyes 
hacen  á  Dios,  porque  el  corazón  del  Rey  bueno 
Dios  lo  ri je ,  y  no  puede  el  Rey  facer  la  guerra  por 
si  solo,  ni  con  lo  suyo ,  sino  con  ayuda  de  sus  vasa- 
llos é  de  sus  bienes.  Redimió  é  sacó  de  cautiverio  el 
Bey  Don  Femando ,  de  Baza,  Almería,  é  Guadix,  é 
ds  las  otras  víUm  ^  l^v^^i  que  ganó  en  el  Tiaje 


ll  DOflA  ISAfiÉL     '  6S7 

snsodioho,  mil  y  quinientos  christianoSi  hombres  é'- 
mujeres ,  qne  estaban  cautivos  en  poder  de  los  mor- 
ros enemigos  de  nuestra  santa  f  ó  cathólica ,  los  qua- 
les con  mucha  dilijeñcia  demandó  é  fizo  bascar 
fasta  en  todas  las  aldeas  é  alcaydías  de  los  moros,  y 
le  fueron  traídos  ó  entregados.  Estuvo  muy  baate-' 
oído  el  real,  en  todo  el  tiempo  que  el  Rey  estuvo 
sobre  Baza,  de  pan,  é  harina,  ó  cebada,  ó  carnes ; 
falleció  algunas  veces  el  vino ;  no  ovo  cosa  de  que 
mas  mengua  oviese,  que  de  paja  para  los  caballos 
é  bestias  del  servicio ;  proveyó  nuestro  Sefior,  que 
les  daba  astocha  de  esparto,  é  ansi  lo  comían,  é  des- 
que á  ello  se  hicieron  no  hacia  mengua  la  paja. 

Sirvieron  á  el  Rey  y  á  la  Reyna  en  el  cerco  de 
Baza  todos  los  caballeros  de  Castilla  muy  lealmen- 
te,  de  ellos  en  personas,  é  de  ellos  con  sus  capita-^ 
nes.  É  eso  mesmo  todas  las  ciudades  de  Castilla  en- 
viaron sus  capitanes  con  sus  gentes,  con  sus  pen- 
dones é  banderas,  tan  ordenadamente,  qne  parecía 
que  Dios  lo  ordenaba  todo.  Fué  por  capitán  de  Se- 
villa y  su  tierra,  el  Conde  de  Cifuentes,  sa  Asis- 
tente, y  salió  con  el  pendón  de  Sevilla  ó  sa  tierra 
el  Conde  dicho,  á  quince  días  de  Mayo  de  1489 , 6 
volvió  á  entrar  en  Sevilla  á  doce  días  de  Enero  do 
1490 ;  ansí  pasaron  casi  ocho  meses.    • 

Los  partidos,  que  vulgarmente  se  decía,  qae  el 
Rey  habia  hecho  con  el  Rey  Muley  Baudili  Alza- 
gal,  que  le  entregó  á  Baza  é  Almería,  é  Quadix,  á 
Almufieoar,  ó  sus  tierras  donde  él  reynaba,  fué  que 
le  quedó  Fandarax ,  donde  se  intitulaba  Rey ,  con 
ciertos  lugares  é  provincias ,  é  que  oviese  cumpli- 
miento de  dos  mil  vasallos  oon  sus  rentas ;  é  sobre 
lo  que  rentase,  que  el  Rey  Don  Femando  le  cum- 
pliese á  cuatro  qüentos  de  renta,  é  mas,  qae  le  die- 
se luego  cierta  suma  de  dineros,  é  que  quedasen 
por  Küdejares  en  sa  ley,  él  é  sus  vasallos.  Eso  mis- 
mo se  hiiío  con  el  caudillo  de  Baza,  é  con  el  Algua*^ 
cil ,  que  les  dio  el  Rey  vasallos ,  é  les  dio  é  fizo  mer- 
cedes, porque  quedaron  estonces  todos  mndejaiesy 
en  lo  llano,  sin  fortalezas  ningunas ,  y  así  quedaron 
todos  por  estonce,  é  después  ellos  quebraron  el  par- 
tido é  plugo  á  Dios  que  quedase  el  Rey  moro  aquén* 
de  la  mar,  qué  ellos  hicieron  después  tales  livian- 
dades y  alborotos,  con  que  quebrantaron  lo  que 
promeíieron ,  en  manera  qne  fueron  echados  de  las 
ciudades  y  villas,  é  el  Rey  moro  les  foé  tirado  |  é 
se  pasó  allende. 

CAPÍTULO  XOV. 

Del  eauínieiito  ée  la  iDfMta  Dofia  ItabeL 

Estando  la  corte  en  Sevilla,  en  el  mes  de  Abri! 
se  celebró  el  matrimonio  de  la  Infanta  Dofia  Isabei| 
oon  el  Principe  Don  Juan  de  Portugal,  á  la  qual  él 
Rey  Don  Juan  de  Portugal  envió  á  demandar  á  el 
Roy  y  la  Reyna,  é  á  ellos  plugo  de  se  la  otorgar,  á 
celebróse  el  desposorio  por  escriptura  é  anillos  por 
los  emboxadores,  el  día  de  Quasimodo,  á  diez  y 
ocho  días  del  mes  de  Abril  de  1490  afios.  Fueron 
fechas  en  Sevilla  por  ello  muy  grandes  fiestas,  é 
I  jnstaS|  é  torneos  por  los  caballeros  cortesanos  d^ 


«« 


ésa  0ÉÓNIÓA8  DB  LOS  ft 

efto0  B^jmofl,  é  jofU  el  Bey,  é  quebró  muobaí  ▼!• 
ras.  flifUbe  U  tela  é  loe  cadabalsos,  donde  estaba 
la  Beyna  é  sos  fijaa ,  é  el  Príncipe,  é  los  Preladosi 
é  las  grandes  Sefioras,  é  las  damas  acerca  de  las 
ataraaanas,  en  aqnel  compás  de  entre  ellas  6  el  rio. 
Bstayieron  presentes  al  matrimonio  los  Grandes  de 
Oastüla,  é  á  las  diobas  fiestas  el  Cardenal  de  Espafia 
Arsobispo  de  Toledo,  Don  Francisco  Gonzalea  do 
Mendosa,  el  Daqne  de  Medina-Geli,  el  Dnqae  de 
Medtna-Sidonla,  6  el  Marqués-Duque  de  Oádis,  é 
otros  mnobos  Condes,  é  grandes  Sefiores,  ó  ricos 
bombres.  Duraron  las  dichas  fiestas  basta  el  dia  de 
Santa  Onu  de  Mayo.  Estaba  en  Sevilla  estonce  con 
SQ  padre  é  madre  el  Príncipe  Don  Juan  é  las  In- 
fantas Dofia  Juana,  é  Doña  Cathalina  é  Dofia  Ma- 
ría. Este  fué  el  primer  placer  que  el  Bey  é  la  Bey- 
na OTieron  del  matrimonio  de  sus  fijos.  ¡Quien  pu- 
diera contar  el  triunfo,  las  galas,  las  justas,  las 
mésicas  de  tantas  maneras,  el  recibimiento  que  bi- 
deron  é  los  embaxadores  de  Portugal,  la  regla,  el 
concierto,  las  galas  de  las  damas,  los  jaeces  é  ri- 
quesas  de  los  Qrandos  é  de  los  galanes  de  la  corte, 
el  concierto  do  quando  salían  á  ver  las  justas  la 
Beyna  y  su  fijo  el  Príncipe,  é  sus  fijas,  é  las  damas» 
y  sefioras  que  las  acompafiaban,  que  fué  todo  cum- 
plido tan  sobrado,  con  tanto  concierto,  que  decir 
mas  no  se  puede  I  Iban  de  dia  á  las  justas,  y  Tenían 
de  noohe  con  antorchas  á  los  alcázares ;  y  la  dama 
que  menos  serrício ,  traía  ocho  ó  nueye  antorchas 
ante,  cabalgando  en  muy  ricas  muías  todas,  é  muy 
jaeaadas  de  teroíopéloB  y  carmesíes ,  é  brocados. 

OAPtrULO  XOVI. 

Déla  liU  de  Granada,  é  de  la  torre  Roma  é  Allieadls. 

El  Bey  Don  Femando,  después  de  pasadas  las 
fiestas  del  desposorio  de  su  fija,  prosiguiendo  su 
conquista  contra  los  moros  de  Granada,  enyíó  des- 
do Sevilla  sus  mensajeros  á  la  ciudad  de  Granada, 
é  á  los  caudillos  é  rojimiento  de  ella,  amonestándo- 
les que  le  entregasen  la  dudad,  é  le  trajesen  todas 
las  armas  que  en  ella  tenían  á  tierra  de  christianos, 
y  que  n  esto  fadan^  que  él  lo  faria  muy  bien  con 
ellos,  é  les  faria  bienes  y  mercedes,  como  facía  á 
los  otros  que  se  le  habían  dado ;  donde  no,  lo  con- 
trario haciendo,  que  les  destruiría  los  panes  é  Ti- 
fias, é  frutos,  é  les  faria  cruel  guerra ;  é  esto  euTÍÓ 
el  Bey  á  dedr  al  rejimiento  do  Granada,  y  no  al 
Bqr,  porque  el  Bey  Muley  Baudilí,  prisionero  del 
Bey  Don  Femando ,  puesto  caso  que  estaba  en  Gra- 
nada en  el  Albaicin,  é  le  tenían  por  su  Bey,  des- 
pués que  cerraron  las  puertas  á  Muley  Baudilí,  su 
tic,  porque  huyó  de  Velea,  y  no  la  descercó,  ni  él 
se  fiaba  de  ellos,  ni  ellos  de  él,  y  creyóse  que  mu- 
chas Teces  TÍTÍa  con  mudio  temor  entre  ellos,  é  no 
los  podía  sojuzgar;  y  muchas  Teces  lo  hubieran 
matado,  sino  fuera  por  miedo  del  Bey  Don  Fer- 
nando, É  TÍsta  la  embazada  del  Bey  Don  Femando, 
en  Granada  los  moros  fueron  por  ello  muy  tristes, 
y  respondieron,  que  antes  morirían,  que  no  dar  la 
dudad,  y  otrM  cosae  que  no  conTcnian  al  senrido 


ntS  VA  ÓABtthtL 

de  Dios  al  pro  de  Oastflla,  i  euTÍaron  al  aígaaoit 
de  Granada,  Aben-Gomíx,  óon  la  confirmatoria  ree« 
puesta  á  SerlUa  al  Bey  é  la  Beyna,  de  lo  qual,  ú 
Bey  OTO  un  enojo;  é  íutocó  toda  la  gente  de  Ez« 
tremadura  é  maestradgo,  é  Andalucía ,  é  partieron 
de  Sevilla  un  Lunes  á  diez  de  Mayo,  él,  é  la  Beynai 
é  la  Princesa  de  Portugal ,  é  la  Beyna  quedó  en  Mo- 
dín, é  el  Bey  é  d  Principe ,  é  todos  los  caballero^ 
é  gente,  fueron  á  la  Vega  de  Granada ,  y  sus  co« 
marcas,  donde  estuTÍeron  diez  ó  doce  días  talandOf 
é  faciendo  mal  é  daño  en  los  bienes  é  hacienda  da 
los  moros,  donde  les  talaron  panes.  Tifias,  huertaS| 
é  babales;  é  Tino  á  esta  tala  d  caudillo  de  Baza, 
Tasallo  del  Bey  Don  Femando,  con  dentó  oinqfien- 
ta  de  á  caballo,  y  eso  mesmo  TÍno  con  él  el  algua- 
cil de  Baza,  é  desque  besaron  las  manos  al  Bey  é  al 
Príncipe,  fuéronse  á  poner  en  los  mas  peligrosos 
pasos  de  la  tala,  donde  hideron  mucho  serríeio  al 
Bey,  que  dios  tomaron  la  torre  de  Boma,  que  está 
dos  leguas  do  Granada,  por  una  muy  gentil  arto. 
Tomaron  dertos  moros  de  ellos  una  mafiana  ciertas 
reses,  é  dos  christianos  maniatados,  é  fuéronse  para 
la  torre,  didendo  que  traían  cabalgada,  que  les 
abriesen,  que  no  había  donde  Ir  á  guarecerse  dno 
allí;  écomo  los  de  la  torre  conocieran  que  eran 
moros,  abrieron  é  saliéronlos  á  recibir,  y  ellos  es- 
tonce tomáronles  la  torre,  con  quanto  en  ella  esta- 
ba, y  á  ellos  enviáronlos  libres  á  Granada,  porque 
todos  eran  moros,  é  ovo  de  esto  el  Bey  muy  gran 
placer,  é  fizo  mucho  pertrechar  aquella  torre,  é  puso 
en  día  guamicíon. 

El  Bey  moro  Muley  Baudilí  Alzagal ,  de  Granada 
asimismo,  vino  allí  como  vasallo  del  Bey,  á  serTÍr 
con  dosdentos  de  á  caballo.  Los  moros  de  Granada 
pudéronse  á  defender  su  dudad ,  y  sdieron  fuera 
muy  gran  cantidad ,  é  pusiéronse  muy  cerca  de  la 
dudad,  é  no  pudieron  esoosar  la  tala,  salTO  muy  poco 
de  lo  que  estaba  muy  cercano,  é  allí  oto  escaramu-* 
zas,  de  que  murieron  algunos  de  ambas  partes. 

Fueron  en  persona  á  esta  guerra  é  tala  los  Gran* 
des  de  Castilla  siguientes :  Los  Arzobispos  de  To* 
ledo  é  ScTÍlla,  Duque  de  Medina-Sidonia,  Marqués* 
Duque  de  Cádiz,  Conde  de  Cabra,  Conde  de  Ureflai 
Duque  de  Esodona,  Marqués  de  Villena,  al  qud  fl« 
rieron  los  moros  muy  mal  en  un  brazo,  d  pasar  da 
una  acequia,  de  que  quedó  lidado  ;  Don  Alonso  da 
Aguilar,  los  Adelantados  de  Andduda  é  Murda,  d 
Comendador  mayor  Cárdenas,  é  otros  muchos  Se- 
fiores y  Condes ,  en  presencia  de  los  quales  d  Prín* 
cipe  Don  Juan  fue  armado  caballero  en  la  Toga  da 
Granada  por  el  Bey  Don  Femando,  su  padre;  fue-* 
ron  BUS  padrinos  los  Duques  de  Cádiz  é  Medína-Sí<« 
donia. 

Basteció  el  Bey  esta  vez  el  castillo  de  Alhendin, 
que  estaba  por  él ,  y  lo  tenía  un  dcayde  moro ,  y 
entregósdo  estonce ,  d  qual  lo  había  tenido  desda 
un  dia  después  de  la  toma  de  Baza,  é  dejó  el  Bey 
esta  voK  un  capitán  que  lo  defendiese,  con  dosden- 
tos hombres.  É  esto  fecho,  d  Bey  volvió  por  doa« 
de  había  quedado  la  Beyna,  é  la  Princesa  de  Poitu*» 
gd ,  é  dende  se  vinieron  á  Córdoba* 


bOlt  ITEBNASDO 

Dej¿  el  Bey  «U  tm  en  U  Ironter a  de  Granada 
por  Oapitan  general  á  Don  Fadríque  de  Toledo, 
tauj  noble  aeftori  hermano  del  Daqne  de  Alba. 

CAPÍTULO  XOVIL 

Geno  los  aoreí  i«  Grualt  itaaron  i  Alhenila ,  é  Denroa  todos 
los  ehrIsUsBOs  qie  ihl  esUbsa  cantitos;  é  eomo  so  slisron  los 
■oros  TtsoUos  4ol  Boy  aoro  BsodiU  Alztgil,  eontri  él,  é  io 
OOBO  so  esrtooroB  los  aoros  do  Gosdlx  eon  los  do  Grauds,  édo 
lo  ^0  ól  lUrfiés  do  yiUoBS,  «no  on  Capitsa  a oooral ,  aso  so- 
bro olio. 

Loa  moroa  de  Granada ,  y  él  Bey  Maley  Baudillf 
■alieron  á  qninoe  diaa  del  mea  de  Julio,  de  Granada 
muy  gran  mnltitad  de  élloa,  é  faeron  aobre  Alhen- 
din,  é  taviéronlo  cercado  qnatro  diaa ,  é  combatié- 
lonlo,  y  entre  loa  que  dentro  cataban  ovo  diviaion; 
y  diéronae,  y  fueron  oantiyoa  todoa  á  Granada,  y 
quando  fué  el  aocorro  ya  eran  dadoa,  y  loa  moroa 
derribaron  todo  el  caotillo  por  el  auelo. 

En  cate  tiempo  ae  alearon  loa  maa  de  loa  vaaa- 
Uoa  moroa  al  Bey  Bandili  Akagal ,  Bey  de  Fanda- 
rax,  vaaallo  del  Bey  Don  Femando,  é  loa  moroa  de 
Gnadix  ae  cartearon  con  loa  de  Granada,  y  tenian 
ordenado  de  matar  á  todoa  loa  chriatianoa  qne  cata- 
ban en  la  fortaleaa,  é  de  alaarae  con  ella ,  é  con  la 
dudad  por  Granada ;  y  algunoa  de  loa  miamoa  mo- 
roa, no  alendo  de  ello  oontentoa,  lo  revelaron ;  y  el 
Marquéa  de  Yillena,  qne  habia  quedado  por  Capi- 
tán general,  entró  allá  con  doa  mil  de  á  caballo,  é 
asaz  peonea,  é  diciendo  que  iba  á  Fandarax  áloe  lu- 
garea  que  ae  hablan  rebelado  contra  el  Boy  Baudili 
Alaagal,  hizo  el  viaje  por  la  ciudad  de  Guadiz,  y 
apoaentándoae  alli  cerca  de  la  fortaleza,  baateoióla 
muy  bien ,  é  hizo  aalir  todoa  loa  moroa  de  la  ciudad 
á  faoer  alarde,  é  desque  eatuvieron  fuera,  fizo  cer* 
rar  muy  bien  laa  puertea  de  la  ciudad,  é  no  dejó  en* 
irar  en  ella  maa  loa  moroa,  aalvo  de  doa  en  doa,  é 
de  trea  en  tree,  lea  mandó  que  fueran  A  aacar  aua 
mujerea  é  fijoa,  é  hacienda,  y  así  loa  echó  todoa 
fuera,  y  elloa  quejábanae,  y  él  decia  qué  lo  hacia 
con  cauaa,  que  ovieaen  paciencia,  que  npr  lo  qne 
•Uoa  ordenaban  contra  él  aenricio  del  Bey  en  cata 
dudad,  loa  mandaba  aalir  de  ella;  é  el  Marquéa  con 
muy  buenaa  razonea  lea  rogó  que  ae  apoaentaaen 
por  ahi  cerca,  y  que  él  eacribiria  al  Bey  aobre  ello, 
para  que  loa  culpadoa  foeaen  caatigadoa,  é  loa  ain 
culpa  ae  rolTieaen  é  aua  caaaa.  É  loa  morca  ae  apo* 
aentaron  en  laa  huertaa,  é  por  cao  enyiáronae  á  que* 
xar  al  Bey  de  d  Marquéa  de  Villena,  é  el  Bey  lea 
envió  á  dedr  deade  Córdoba,  que  no  ovieaen  enojo, 
que  él  volverla  muy  preato  á  Guadiz ,  é  lea  guarda- 
ría an  juaUda,  y  volverían  á  aua  caaaa. 

CAPITULO  xovin. 

Ha  COMO  ol  Rey  moto  so  pssd  tlloade  eoa  aiaehoi  moros. 

Partió  el  Bey  Don  Femando  otra  vez,  el  dicho 
aBo  de  1490,  de  Córdoba,  á  loa  veinte  diaa  del  mea 
de  Agoato,  para  Granada,  á  le  talar  loa  panea,  é  le 
faoer  guerra,  con  neto  níl  de  á  caballo,  é  veinte 
■lil  peonei^  é  de  eata  tes  no  filé  con  él  d  Marquéa- 


•^-- 


]¿  DOÍf A  ISABEL  éM 

Duque  de  Cádiz,  que  quedó  enfermo  en  au  Marche- 
na;  é  corrió  é  taló  toda  la  vega  é  confinea  de  Gradlu 
da,  é  fizolea  á  loa  moroa  muchoa  dafioa,  é  envió 
gente  á  deecercar  i  Salobrefia,  que  ae  la  tenían  loa 
moroa  cercada,  é  fué  la  vía  de  Ghiadiz,  donde  d 
Marquéa  de  Villena  cataba,  é  hizo  peaquiaa  de  la 
trucion  que  loa  moroa  ordenaban,  primero  que  d 
Marquéa  loa  aaoaae  de  le  dudad,  é  aupo  la  verdad 
de  todo,  é  loa  moroa  le  auplioaron,  quejándoae  dd 
Marquéa  de  Villena,  que  lea  d^aae  entrar  á  vivir  en 
aua  caaaa,  como  lea  habia  prometido,  é  d  Bey  lea 
reapondió,  diciendo:  t  Amigoa,  yo  aoy  bien  informa- 
do de  la  trdcion  que  entre  voaotroa  me  teniadea 
ordenada,  de  matar  mi  doaide  é  eacuderoa,  que 
guardaban  mi  Alcazaba,  y  alzaroa  con  ella,  é  con 
la  dudad  contra  mí,  por  d  Bey  é  común  de  Grana* 
da;  por  cato  veia  que  acia  dignoa  y  merecedorea  da 
grandea  penaa;  empero  porque  no  digaia  que  no 
nao  con  voaotroa  de  piedad,  y  que  no  vea  quiero  oir 
juatioia,  á  mí  place  que  aea  de  eata  manera :  que  ae 
haga  la  pequtaa  maa  larga  é  maa  en  forma,  y  que 
todoa  loa  que  ae  hallaren  culpadoa  padezcan  por 
ello,  é  que  loa  que  no,  aean  libree;  é  de  cierto  oa 
fago  aaber  y  digo,  que  mireia  que  de  quantoa  fa- 
llare culpadoa  no  ha  de  eacapar  uno;  por  ende,  yo 
vea  doy  plazo  para  que  oa  vda  é  eacojaia  de  doa 
coaaa  una;  lo  que  dicho  tengo,  ó  que  oa  vaia  con 
vueatraa  mujerea,  é  fijoa  é  vednoa,  donde  quidére- 
dea,  é  yo  vea  mandaré  poner  en  aalvo,  ó  me  entre- 
garda  todoa  loa  que  eran  en  eata  traición,  para  que 
haga  justicia  de  ellos,  é  aabed  qne  no  ha  de  eaca« 
par  ninguno  de  dloav.  T  loa  moroa  de  Guadiz,  como 
todoa,  ó  la  mayor  parte  de  elloa,  fueaen  culpadoa  6 
conaentidoree  de  la  trdcion  que  ordenaban,  habido 
au  conaejo  é  acuerdo  aobre  ello,  pidieron  por  merced 
al  Boy  que  loa  dejaae  ir  librea  con  todo  lo  auyo  por 
dó  quisieaen,  y  quedaae  con  au  ciudad,  y  d  Bey  loa 
envió  aeguroa  á  cada  uno  con  lo  suyo  donde  qniao 
ir;  y  así  deliberó  el  Bey  del  todo  la  dudad  de  Gua- 
diz de  mano  de  loa  enemigea  de  nneatra  santa  fé 
cathólica,  á  cabo  de  aetecientoa  aetenta  afioa  que 
habia  que  la  poaeian,  deade  d  tiempo  del  Bey  Don 
Bodrigo,  que  la  ganaron  é  tomaron  á  loa  duistía- 
nos;  é  cato  fué  miaterio  de  nueatro  Sefior,  que  no 
quiao  conaentir  que  tan  noble  ciudad  dejaae  mude- 
jar en  poder  de  moroa  maa  tiempo  de  lo  pasado;  é 
el  Bey  fizo  luego  bendedr  todaa  laa  mezquitaa  6 
igledaa  en  toda  la  dudad,  donde  fizo  luego  dechr 
misaa  y  horaa ,  y  dio  vecindadea,  y  pobló  la  dicha 
dudad  de  Guadiz  de  chriatianoa,  donde  Jeauohriato 
fueae  adorado  como  loa  tiempo  antíguoa,  ente  que 
fueae  de  moroa,  ó  por  ventura  mejor. 

El  Bey  Baudili  Alzagd  habia  quedado  por  Bsy 
y  ae&or  de  Fandaraz,  con  doa  mil  vaaalloa  moroa  de 
aquella  comarca,  que  le  rentaae  doa  cuentea,  é  que 
d  Bey  le  dieae  de  Caatilla  otroa  doa  onentoa,  que 
fueaen  quatro  cuentea  de  renta  de  cada  afio,  para 
dempie,  é  que  quedaae,  él  é  aua  moroa,  mudejareai 
vaaalloa  de  Caatilla  dd  Bey  é  de  la  B^yna.  Coma 
en  loa  partidoa  de  Baza,  que  Dioa  hizo  á  loa  moros^ 
por  abreviar  la  gnarra,  é  eaonaar  laa  mn^rtea^  Jof 


640  CKÓNIOAS  DS  LÓB 

c]ui8ii«|i0fl|  é  grandes  gaátoi,  habían  quedado  tan- 
ios  mndejares,  qne  oon  toda  aquella  tierra  quedaba 
«n  muy  gran  peligro,  no  plago  á  nuestro  Sefior  que 
entre  los  ohristianos  oWese  é  quedase  tal  ocupaoion, 
ni  oTiese  Rey  moro  por  tantos  tiempos,  como  del 
partido  se  publicaba;  puso  en  corasen  de  los  moros 
la  división,  como  ellos  sean  muy  livianos  en  sus 
moTÍmientos,  6  muy  voltarios,  alzáronse  los  vasa- 
llos del  Bey  Baudili  Alzagal,  Rey  de  Fandaraz, 
4Sontra  él,  todos  los  mas,  y  aun  lo  mataran  si  pudie- 
Tan.  Esto  fideron  quando  los  moros  de  Qranada  to- 
maron á  Alhendin,  y  alzáronse  por  el  común  y  Rey 
de  Granada;  é  como  esto  viese  el  Rey  moro  susodi- 
cho, par  dar  seguridad  á  su  vida,  la  qual  él  no  podía 
seguramente  tener  entre  aquellos  moros,  vino  á 
Guadiz,  y  suplicó  al  Rey  Don  Femando  que  reci- 
biese las  fortalezas  que  le  habían  quedado,  y  cum- 
pliese con  él  lo  que  entre  ellos  había  quedado;  é  que 
él  se  queiia  pasar  allende,  que  el  Rey  Don  Feman- 
do le  diese  pasaje  seguro,  y  al  Rey  Don  Femando 
plugo  mucho  de  esto,  é  cumplió  oon  él  todo  lo  que 
le  había  prometido,  y  dióle  pasaje  á  él  y  á  quantos 
moros  con  él  quisieron  ir  allende;  habiendo  primero 
recibido  de  él,  é  de  los  alcaydes  qne  por  él  estaban, 
iodas  las  fortalezas ,  é  derribado  algunas  no  prove- 
chosas; é  de  esta  vez  se  pasaron  allende  oon  el  Rey 
Baudili  Alzagal  muchas  casas  de  moros,  á  los  qna- 
les  el  Rey  Don  Femando  permitió  pasar,  é  pasaron 
veguramente,  porque  en  los  partidos  había  quedado, 
que  cada  y  quando  que  el  Rey,  ó  qualquiera  de  los 
moros  que  se  dieron  en  su  partido,  se  quisiesen  pa- 
liar allende,  que  el  Rey  Don  Femando  les  diese  pa- 
caje seguro.  E  esto  fecho,  é  bastecidas  las  fortalezas 
que  el  Rey  le  dio  de  gente  é  mantenimientos,  y 
gentes,  é  armas,  dejando  sus  guaroiciones  donde 
convenia,  é  al  Marqués  de  Villena  por  Oapitan  ge- 
neral, el  Rey  Don  Femando,  victorioso  é  muy  hon- 
rado, se  Tolvió  á  Córdoba* 

CAPÍTULO  XOIX, 

CsisoiM  It  lofisU  Dofia  iMbel  It  primen  vei  á  Porlofal« 
ciuda  con  el  Príncipe  Don  Jvan. 

En  Jueves ,  once  días  del  mes  de  Noviembre  del 
dicho  afio  de  1490  afios,  ficicron  ol  Rey  y  la  Reyno, 
y  su  corte,  estando  en  Constantina,  villa  de  la  ciu- 
dad de  Sevilla,  las  fiestas  de  la  partida  de  la  Prin- 
cesa, de  Portugal,  su  fija;  y  desde  allí  la  enviaron  á 
Portugal  al  Príncipe  Don  Juan,  su  esposo;  é  fueron 
con  ella,  con  los  poderes  para  la  entregar,  el  Conde 
de  Feria,  Don  Gómez  8uarez  de  Figueroa,  é  el  Obis- 
po de  Jaén,  Don  Luis  Osorio,  é  Rodrigo  de  Ulloa,' 
Contador  mayor  de  Castilla,  é  aoompafiáronla  fasta 
llonzon  de  Portugal,  el  Cardenal  de  Espafia,  é  el 
Conde  de  Denavente,  é  dos  hermanos  suyos,  é  otros 
muchos  caballeros  é  fidalgos,  que  partieron  de  la 
corte  con  ella;  é  en  el  camino  salieron  otros  muchos 
caballeros,  que  la  acompafiaron,  ansí  como  Don  Pe- 
dro Puertooarrero,  con  muchos  Comendadores  de  la 
urden  de  Santiago,  é  el  Maestre  de  Alcántara. 
-Partieron  de  ConstantiuSí  é  fueron  á  Guadalca- 


RfeTES  bB  OASÍ^LtA: 

na]|  é  dende  á  Llerena,  donde  él  Ifaestre  Don  Al* 
f  onso  de  Cárdenas  les  fizo  gran  reoebimiento  é  hon- 
radamente hospedar,  é  les  fizo  grandes  convites  é 
salas,  é  dende  por  sus  jomadas  fasta  Portugal  don- 
do  la  entregaron  al  Rey  de  Portugal,  é  al  Principa 
de  Portugal  Don  Juan,  su  fijo,  al  inojon  de  Castilla 
entre  Portugal,  al  mojón  entre  Badajoz  y  Sílves  en 
la  puente  del  rio  Caya,  donde  la  salieron  á  recebir 
con  muy  noble  recebimiento  de  gente;  é  dende  el 
Cardenal  y  los  otros  caballeros  se  volvieron;  é  en- 
traron con  la  Princesa  en  Portugal  el  Conde  de  Fe- 
ria, é  el  Obispo  de  Jaén,  é  Rodrigo  de  Ulloa,  suso- 
dichos, é  fueron  fasta  Ébora,  donde  le  fué  fecha 
solemne  reoebimiento,  é  se  celebró  el  matrimonio, 
é  ficíeron  las  fiestss,  é  justas  é  muchas  alegrías,  é 
grandes  gastos,  é  el  Rey,  é  la  Reyna,  é  el  Príncipe 
dieron  grandes  dádivas  á  los  caballeros  que  fueron 
con  la  Princesa,  é  á  las  duefias  é  damas;  é  pasadas 
las  fiestas,  la  Princesa  se  quedó  en  paz  con  su  ma- 
rido, é  los  que  la  entregaron  se  volvieron  en  Casti- 
lla á  la  corte  á  Sevilla,  á  dar  razón  de  sn  viaje. 

CAPÍTULO  C. 
Bel  eereo  de  Giaaada,  y  de  lo  fie  aaecló  al  coalento. 

Partieron  de  Sevilla  á  once  días  del  mes  de  Abril 
del  Nacimiento  de  nuestro  Salvador  Jesuohrieto  de 
1491  afios,  el  Rey  Don  Femando  y  la  Reyna  Dofia 
Isabel,  é  el  Príncipe  Don  Juan,  su  hijo,  é  las  Infan- 
tas y  corte,  para  ir  á  poner  cerco  sobre  Granada;  é 
primera  jomada  fueron  á  Carmena,  y  dende  á  Cór- 
doba, é  dende  á  Alcalá  la  Real  donde  por  estonce 
quedó  la  Reyna  y  el  Príncipe  y  las  tres  Infantas. 
Partió  el  Roy  de  Alcalá  la  Real  con  su  hueste,  con  la 
gracia  de  Dios,  un  Miérooles  veinte  días  del  dicho 
mes  de  Abril  del  dicho  afio;  é  asentó  su  real  en  la 
cabeza  de  los  C>jinetes,  é  esperó  allí  el  Jueves  las 
gentes  que  le  seguían,  y  movió  de  allí  el  Viernes 
siguiente,  é  fué  al  valle  de  Velillos,  cerca  de  la 
puente  de  Pino,  é  allí  llegó  á  él  la  gente  de  Sevilla 
é  de  su  tierra,  que  iban  por  la  parte  de  Loxa,  é  el 
Sábado  siguiente  partieron  de  allí,  é  fueron  á  loa 
Ojos  de  Hnecar,  que  es  una  legua  de  Granada,  poco 
mas,  ó  allí  parecieron  estonce  algunos  caballeros 
moros  do  Granada. 

Esa  noche.  Sábado,  ol  Roíy  mandó  ir  al  Duque  de 
Escalona,  Capitán  general  de  la  frontera,  con  fasta 
tres  mil  de  á  caballo  é  diez  mil  peones  al  Alaceríai 
que  son  unos  valles  que  están  á  la  entrada  de  la 
Alpuxarra  donde  hay  muchas  aldeas,  á  las  destruir, 
porque  era  tierra  muy  rica,  de  donde  Qranada  ha- 
bía mucho  reparo,  é  partido  el  Marqués-Duque  de 
Escalona,  dijeron  al  Rey  que  se  podrian  juntar  del 
Alpuxarra  treinta  mil  hombres  de  pelea,  é  por  eso 
movió  su  real  para  ir  á  facer  espaldas  á  la  gente 
enviada,  y  fué  la  via  de  Padul,  é  á  la  pasada  do 
Granada  salieron  todos  los  caballeros  de  Granada 
á  dar  en  la  falda  de  la  gente,  é  trabaron  la  es- 
caramuza con  ellos  por  mandado  del  Rey;  y  el 
Conde  de  Tendilla,  y  el  Conde  de  Cabra  salieron  á 
la  escaramucea,  y  dieron  tan  gran  prisa  cqu  ella,  quQ; 


DO»  ItellNAinX) 

lót  moroi  OTteron  de  huir  é  faeron  alganos  muer- 
tos, é  faeron.  tomados  alganos  de  ellos,  é  presos, 
ansí  á  caballo  como  estaban,  y  hecho,  pasó  todo  el 
real  sin  peligro,  j  llegó  i  Padúl,  donde  fallaron 
qae'  yenia  el  Marqués  Dnqne  de  Escalona  con  la 
presa,  j  con  la  gente  qne  hablan  tomado,  qae  ellos 
hablan  entrado  en  las  aldeas  del  Alazarin,  é  oomo 
los  moros  estaban  desoaidados,  diciendo  que  no  ha- 
bría quien  osase  allí  entrar,  tomáronlos  de  salto  é 
robaron,  é  destruyeron  nuere  aldeas,  é  mataron  mas 
de  quinientos  moros,  é  oyieron  muy  gran  presa  de 
moros  6  ganados,  é  ropas,  é  joyas,  é  oro,  é  plata,  é 
destruyeron  lo  que  pudieron,  é  alli  todos  juntos  con 
él  real  durmieron  aquella  noche,  Domingo  en  la 
noche;  y  otro  dia  de  mafiana.  Lunes,  el  Rey  acordó 
de  tomar  á  entrar  á  destruir  del  todo  los  lagares 
que  el  dicho  Marqués  habia  destruido,  é  otros  que 
estaban  mas  adelanle,  enmedio  de  las  Alpuzarras. 
E  esa  noche,  Domingo,  yinieron  de  Granada  por  la 
sierra  tres  capitanes  moros  con  mucha  gente  de  á 
oaballo,  é  de  á  pié,  ballesteros,  á  ponerse  en  un  paso 
áspero,  por  defender  á  que  la  gente  del  real  no  pa- 
sase adelante;  é  el  Rey  otro  dia.  Lunes,  partió  de 
allí  con  su  hueste,  é  el  Duque  de  Cádiz,  con  otros 
Grandes  del  real,  con  algunos  capitanes  de  los  con- 
trarios de  el  Rey,  enderezaron  al  paso  donde  los 
moros  estaban,  y  pelearon  con  ellos,  y  desbaratá- 
ronlos, y  los  moros  huyeron,  y  quedaron  allí  muer- 
tos mas  de  dentó,  é  tomaron  á  vida  mas  de  sesenta, 
6  pasaron  adelante  á  las  Alpuxarras,  é  quemaron  é 
destruyeron  del  todo  los  nueve  lugares  primeros,  y 
robaron,  quemaron  y  destruyeron  otros  quince  lu- 
gares adelante  de  las  Alpuxarras,  en  que  fueron 
muchos  moros  muertos,  6  muchas  moras,  chicos  é 
grandes  cautivos,  é  ovleron  los  christianos  muchos 
despojos  de  sedas,  oro,  plata,  alhajas,  ropa,  gana- 
dos,  é  otras  muchas  cosas,  que  aquella  tierra  estaba 
muy  guardada  é  rica,  y  bien  creían  los  moros,  que 
primero  se  perdería  Granada,  que  allí  les  entrasen; 
ó  después  de  esto,  el  Rey  mandó  talar  los  panes,  é 
taláronlos  todos  quantos  en  esa  tierra  había,  y  este 
dicho  dia,  Lunes,  dia  de  San  Marcos,  el  Rey  y  todo 
«1  real  se  volvieron  á  dormir  á  PadttI.  B  en  todo 
jQsto  no  ovo  muerte  ni  dafio  en  los  christianos,  sal- 
To  algunoÉ  pocos  peones  que  fueron  heridos  de 
saetas,  ni  ovo 'dafio  de  muerte  en  persona  sefialadá, 
jnJvo  en  un  paje  de  la  Reyna,  llamado  Avellaneda, 
que  murió  de  una  herida  que  le  dieron  los  moros 
en  la  pelea;  é  el  Rey  volvió  á  la  vega  de  Granada, 
¿  de  vuelta  tomaron  la  torre  de  Gandía,  donde  se 
tomaron  treinta  moros,  é  asentó  su  real  en  el  Agosto 
donde  edificó  la  villa  de  Santa-Fé,  cerca  de  los  Ojos 
de  Hueoar,  á  vista  de  la  ciudad  de  Granada,  muy 
fuerte,  é  de  muy  fuertes  edificios  y  de  muy  gentfl 
hechura,  en  cuadro,  como  hoy  parece,  para  enfrenar 
A  Granada,  é  el  Rey  le'puso  8anta-Fé,  porque  su  de- 
seo é  el  de  la  Reyna  su  mujer,  era  siempre  én  acre- 
joentamiento  é  favor  de  la  Santa  Fé  Cathóllca  de 
^esuchristo.  Puédese  contar  el  comiendo  del  oeroo 
de  este  vencimiento  desde  veinte  y  seis  de  Abril,  un 
A\%  ^eepttes  de  San  MárcQS|  ^ue  volvió  el  Roy  desdé 


iS  DOÑA  tSAÉBti.  éíi 

el  Padul,  asentó  acerca  de  donde  está  ahora  la  villa 
de  Santa-Fé,  enduró  el  cerco  ocho  meses,  fasta  el  dia 
de  los  R^es  Magos,  é  más  ocho  días,  dejando  los 
dias  de  Abril,  pasados  en  el  ejercicio  susodicho. 

CAPÍTULO  OL 

Del  ejéreito,  áel  retí,  é  4e  lot  CaplUaet,  é  ée  cobo  wpntM  d 
Diqne  4e  Cáilis  su  tlendi  al  Re?,  é  4e  lot  moros  fie  mvlefos 
•■  dia  fie  la  Rayia  M  á  ver  la  daáaá. 

El  Rey  asentó  su  real  muy  ordenadamente  á  la 
parte  donde  edificó  la  villa  de  Santa-Fé,  dos  leguas 
de  Granada,  donde  continuamente  tuvo -mas  de 
quarenta  ó  cinqfienta  mil  hombrea  de  pelea,  en  que 
habia  dies  mil  de  oaballo ;  é  de  allí  sallan  oonoer- 
tadamente  capitanes  oon  gente  á  correr  é  talar  con- 
tinuamente á  Granada  por  todas  partes;  en  el  qual 
tiempo  el  Rey  flso  combatir  muchas  fortalesas  de 
acerca  de  la  dudad,  é  tomólas  por  fuersá  de  tiros  é 
lombardas,  é  de  ellas  derribó  de  el  todo  por  el  sne* 
lo,  é  de  ellas  fortaleció  é  puso  guarnición  en  ellas; 
y  sobre  las  talas  ovleron  muchas  escaramusas  é  pe- 
leas entre  los  moros  é  los  christianos,  de  que  siem- 
pre volvieron  huyendo  los  moros  á  la  ciudad. 

Los  Capitanes  mayores  que  el  Rey  tuvo  en  aqnol 
cerco  fueron :  el  Maestre  de  Santiago,  el  Marqués. 
Duque  de  Cádis,  el  Duque  de  Escalona,  el  Conde 
de  Tendilla,  el  Conde  de  Cifuentes,  el  Conde  de 
Cabra,  Don  Alonso  de  Aguilar,  el  Conde  de  Urefia, 
caballeros  de  Andalucía,  que  oomo  estaban  cerca 
yinieron  á  este  cerco,  estos  é  todos  los  otros  caba- 
lleros del  Andalucía;  é  de  los  Grandes  de  Castilla, 
oomo  estaban  cansados  de  venir  tan  lejos»  á  las 
otras  guerras  é  cercos,  muchos  no  vinieron  á  esto 
cerco  en  persona,  salvo  enviaron  sus  capitanes  oon 
gente,  y  de  muchas  partes  de  Castilla  no  vinieron, 
por  las  grandes  fatigas  padeoldas  de  cada  afio.  Y 
porque  en  este  cerco,  puesto  caso  que  era  la  mayor 
priesa  é  honra,  no  se  temía  tanta  afrenta  como  en. 
lo  pasado,  fizo  el  Rey  cercar  el  real  muy  bien  de 
paredes  é  cavas,  como  lo  tenia  por  costumbre  en 
los  otros  cercos,  é  desque  el  real  fué  fortalecido,  lA 
Reina,  y  el  Principe,  é  la  Infanta  Dofia  Juana  vi- 
nieron al  real  desde  Alcalá  la  Real,  donde  hablen 
quedado;  á  los  quales  el  Maestre  de  Santiago,  é  el 
Marqués-Duque  de  Cádis,  é  otros  Grandes,  salieron 
á  recibir,  é  después  el  Rey,  desque  allegaron  oetoa 
del  real.  E  viendo  el  Duque  de  Cádis,  que  la  Reyn» 
habla  necesidad  de  una  tienda,  emprestóle  la  suya, 
que  era  la  mayor,  piesa  por  piesa,  qne  habia  en  el 
real,  é  de  las  mas  fuertes,  é  mas  gentiles  del  mundo, 
la  qual  él  habla  mandado  hacer  con  intención  de  la 
Santa  guerra,  y  servia  desde  el  oomlenso  de  los  oer* 
eos  do  Alora  y  Setenll,  é  Ronda;  á  alli  en  aquell* 
tienda  del  Duque  de  O&dis  fué  la  Reyna  Dofia  Isa- 
bel muy  bien  aposentada,  é  el  Duque  tenia  muchas 
tiendas,  de  que  se  amparó  en  el  dicho  cerco;  é  el 
Rey,  é  la  Reyna,  é  el  Príncipe,  é  Infantas,  é  Damas 
é  Sefioras,  tenían  sus  tiendas  é  posadas  en  lo  mas 
fuerte  é  seguro  del  real;  é  la  Reyna  é  su  fija  cabal 
gabán  muchas  veces  por  ver  el  real  é  ía  ruindad  do 

41 


m^ 


CRÓNICAS  DE  LOS  BVTBS  DB  CASTILtA. 


Granada,  é  tenían  mnohóa  refrijerioa  y  plaoerea  de 
muchaa  trompetaa  baatardas,  é  ohirimiaa,  ó  sacabu- 
ches, é  atabales,  é  atambores  continamente,  qoe  en 
el  real  no  cesaban* 

B  nn  dia,  Sábado,  á  dies  y  ocho  dias  del  mes  de 
Junio,  la  Rey  na  dijo  que  quería  ir  á  ver  de  mas  cer- 
ca á  Granada,  de  donde  la  pudiese  bien  mirar  lo 
alto  y  lo  bajo;  é  cabalgaron  el  Rey  y  el  Príncipe, 
con  ella  é  con  la  Infanta,  é  fueron  con  ella  una 
gran  batalla  de  caballeros  é  peones,  é  fuéronse  á 
poner  á  unas  aldeas,  que  llaman  las  Julias,  que  es- 
tán como  fuera  del  real  á  la  mano  izquierda  de  la 
ciudad,  muy  cerca  de  ella,  de  donde  se  pareoe  lo 
llano  de  la  ciudad,  y  mandaron  al  Duque  de  Esca- 
lona, y  al  Conde  de  Urefia  y  á  Don  Alonso  de  Cár- 
denas, Sefipr  de  Águilar,  y  á  otros  caballeros,  que 
se  pusiesen  con  sus  batallas  en  la  aldea  de  la  ffier- 
ra,  que  está  encima  de  la  aldea,  donde  sus  Altezas 
se  pusieron  á  mirar  desde  una  ventana  de  una  casa 
muy  buena,  donde  se  apearon  ó  metieron;  ó  el  Mar- 
qnás-Duque  de  Cádiz,  ó  el  Conde  do  Tondilla,  ó  el 
Conde  de  Cabra,  y  Don  Alonso  Fernandez,  Sefior 
de  Alcaudete  é  Montemayor,  se  pusieron  al  rostro 
do  la  ciudad  con  sus  batallas,  entre  el  lugar  donde 
el  Rey  ó  la  Reyna  estaban  ó  la  ciudad.  B  la  Reyna 
envió  á  mandar  al  Duque  de  Cádiz,  que  no  oviese 
escaramuza  con  los  moros,  porque  no  muriese  gen- 
te, ó  que  la  escusase  quanto  pudiese,  porque  los  mo- 
ros salían  á  defender  su  ciudad,  muchos  é  muy  ar- 
mados, é  el  Duque  la  escusó  fasta  medio  dia.  T  los 
moros  salieron  fuera  de  la  ciudad  muchos  do  olios, 
é  sacaron  dos  tiros  gruesos  de  pólvora,  oon.que 
tiraban  á  las  batallas  del  Duque,  é  salieron  muy 
muchos  moros  á  caballo  é  á  pió,  é  apretaron  á  unos 
pocos  de  caballeros  christianos  mucho  f  SBta  las  ba- 
tallas del  Duque,  por  trabar  el  escaramuza,  en  ma- 
nera que  no  se  pudo  escusar  el  escaramuza,  ni  se 
pudo  guardar  el  mandamiento  de  la  Reyna,  ó  los 
moros  se  alejaron  un  poco  de  la  ciudad  afuera  de 
las  huestes,  ó  fasta  quarenta  de  á  caballo  chris- 
tianos, é  algunos  peones  do  los  de  las  batallas 
del  Duque  entraron  en  la  escaramuza  con  los  mo- 
ros, ó  como  los  christianos  eran  pocos,  los  moros 
los  apretaban  mucho;  é  el  Duque  acordó  de  arre- 
meter con  toda  la  gente  á  ellos,  ó  arremetió  con 
su  batalla,  en  la  qnal  había  fasta  mil  y  doscien- 
tas lanzas,  contra  los  moros,  y  el  Conde  de  Ten- 
dilla  con  su  batalla,  por  la  mano  derecha  del  Duque, 
y  el  Conde  de  Cabra,  ó  Don  Alonso  Fernandez  de 
Montemayor  por  la  mano  izquierda  del  Duque  oon 
la  suya  y  fueron  á  dar  oon  los  moros,  y  desba- 
ratáronlos, y  mataron  muchos  moros,  y  fueron  en 
el  alcance  fasta  las  puertas  de  la  ciudad,  en  que 
fueron  mas  de  seiscientos  moros,  y  heridos  y  cau- 
tivos; ansí  que  entre  muertos,  y  heridos  y  cauti* 
vos  fueron  mas  de  dos  mil  moros,  ó  tomáronlos 
los  tiros  de  pólvora  que  habían  sacado;  ó  'muchos 
moros  escaparon  huyendo  por  la  sierra.  Todo  lo 
qual  vieron  muy  bien  el  Hey  ó  la  Reyna,  y  Prín- 
cipe ó.  Infanta  desde  la  ventana  de  la  casa  donde 
fstaban;y  el  Rey,  y  la  Reyna  y  la  Infanta,  quando 


vieron  pelear^  se  hincaron  de  rodillas,  rogando  í 
Dios  nuestro  Sefior  que  quisiese  guardar  los  chris- 
tianos, é  ansí  fioieron  las  Damas,  é  las  sefioras  que 
las  acompafiaban;  ó  los  moros,  aunque  eran  muchos, 
no  se  pudieron  valer  con  la  priesa  ó  impetuosa  vuel- 
ta que  el  Marqués- Duque  de  Cádiz,  oon  su  batalla, 
que  iba  delante,  les  dio;  ó  los  otros.  Conde  de  Ten- 
dílla,  ó  Conde  de  Cabra,  é  Don  Alonso  Fernandez 
con  las  suyas,  que  iban  de  un  cabo  y  del  otro,  según 
dicho  es;  ó  los  moros  meemos,  desque  empezaron  á 
huir,  se  derribaban  unos  á  otros;  ó  no  ovo  allí  caba- 
llero christiano  aquel  dia  de  aquellas  batallas,  que 
no  fíncase  su  lanza  en  moro;  é  no  ovo  daño  allí 
aquel  dia  en  los  christianos,  salvo  algunos  pocos 
heridos,  é  ovo  caballos  muertos;  é  el  Rey  é  la  Reyna 
ovieron  de  este  vencimiento  mucho  placer,  y  mas 
porque  fué  la  Reyna  la  causa  de  ello.  B  después  de 
fecho  el  desbarate,  é  de  cojido  el  despojo,  sus  Alte- 
zas vinieron  por  donde  el  Duque  estaba;  y  dijo  el 
Duque:  iSefíora,  de  Dios  y  de  la  buena  ventura  do 
Ytra.  Alteza,  se  cometió  este  desbarato  b:  y  la  Roy* 
na  y  el  Rey  dijeron:  «Duque,  antes habemos  sido 
servidos  de  vuestra  buena  dicha,  por  lo  vos  así  ha- 
ber cometido. B  Los  moros  quedaron  esta  vez  muy 
espantados,  y  no  osaban  salir  de  la  ciudad  tan  suel- 
tamente como  antes* 

Acaeció  en  el  real,  un  Jueves  en  la  noche,  catorce 
dias  del  mes  de  Julio ,  que  la  Reyna  mandó  quitase 
una  vela  á  una  doncella  en  su  tienda  de  un  cabo,  y 
poner  en  otro  á  la  hora  de  dormir ,  porque  le  impe- 
dia la  lumbre ;  pero  durmiendo  la  Reyna  y  la  de- 
más gente  del  real ,  dejando  los  que  velaban  y  ron- 
daban, como  quiera  que  fué,  ó  de  la  flama  de  la  di- 
cha vela,  que  alcanzó  á  la  tienda,  ó  cayó  sobre  la 
vela  alguna  cosa,  que  encendió  la  tienda  é  alzó  lla- 
mas de  fuego,  alcanzó  de  ella  el  fuego  á  otras,  é 
como  había  muchas  ramadas,  encendióse  un  gran 
fuego  ;  y  como  la  Reyna  lo  sintió,  salió  huyendo  de 
su  tienda,  y  fuese  á  la  tienda  del  Rey,  que  estaba 
allí  cerca  de  la  suya,  y  recordó  al  Rey,  que  dormía, 
y  cabalgaron  luego  ambos  á  caballo,  y  en  tanto  el 
Pi-ínoípe  é  la  Infanta,,  Damas  y  Sefioras,  todos  sa- 
lieron fuera  de  las  tiendas ,  en  tanto  que  la  gente 
apagaba  el  fuego ,  que  fué  muy  grande  y  espanto- 
so, con  aquellas  casas  de  ramas  que  había,  que  se 
quemaban ,  é  mandó  el  Rey  ir  mucha  gente  la  vfa 
de  Granada,  porque  si  los  moros  viniesen,  viendo 
el  fuego  al  real ,  que  hallasen  quien  los  detuviese. 
T  conio  el  Marqués-Duque  de  Cádiz  vido  el  fuego, 
luego  cabalgó  é  salió  al  campo  la  vía  de  Granada,  ó 
le  siguieron  mas  de  tres  mil  de  caballo,  y  se  puso 
en  el  lugar  por  donde  mayor  peligro  esperaba.  Que* 
máronse  muchas  tiendas^  ropas  é  joyas,  que  no  pu- 
dieron ser  socorridas;  quemóse  la  tienda  donde  la 
Reyna  estaba,  que  era  la  primera  en  donde  el  fue- 
go se  encendió,  é  otras  tiendas  del  Rey,  que  esta- 
ban juntas  con  ella,  é  muchas  ramadas,  que  estaban 
por  allí  cerca.  Era  aquella  tienda  que  se  le  quemó  á 
la  Reyna,  la  tienda  alfaneque,  muy  singular,  la 
mejor  que  en  el  real  había,  que  A  Duque  de  Cádiz 
la  había  prestado  en  que  se  aposentaee.  Oyó  gran* 


bcki-EtlNANDO 
áe  alboroto  en  todo  aquel  real  sobre  aquel  fuego, 
diciendo  quien  lo  habia  puesto,  y  la  Reyna  dixo, 
que  no  pensasen  otra  cosa ,  sino  que  una  doncella 
suya  lo  había  puesto,  no  queriéndolo  hacer,  salvo 
por  mal  recaudo.  Cerca  de  este  tiempo ,  en  este  mis- 
mo mes  de  JuHo,  se  encendió  un  fuego  en  Medina 
del  Campo,  en  que  se  quemaron  mas  de  doscientos 
pares  de  casas,  que  nunca  lee  pudieron  poner  re- 
medio. 

£n  este  mismo  mes  do  Julio,  no  pude  saber  si  fu¿ 
el  propio  dia,  antee  6  después  siete  ú  ocho  dias, 
aoaeció  la  gran  desdicha  é  desastrada  muerte  del 
Príncipe  de  Portugal ,  yerno  del  Rey  é  de  la  Iteyna, 
marido  de  la  Infanta  Dofia  Isabel,  que  corriendo  á 
la  par  con  un  escudero ,  que  iba  en  otro  caballo , 
oayó  de  él ,  é  murió  luego  súpito.  Esto  acaeció  en 
la  villa  de  Santarem ;  é  aun  ¿ntes  que  el  cerco  se 
alzase ,  vino  la  Infanta  cubierta  de  luto  á  sus  padres 
á  lUora,  é  estuvo  ende,  donde  el  Rey  é  la  Reyna  la 
fueron  á  visitar,  é  haber  con  ella  parte  de  su  dolor 
é  desventura. 

CAPÍTULO  CII. 

Del  parU4o  de  li  Alhtmbn ,  y  eomo  se  dio  Granada. 

Pasaron  Julio,  é  Agosto,  é  Septiembre,  é  OctubrOi 
.^  Noviembre ,  que  nunca  los  moros  se  quisieron  dar, 
y  ya  en  el  mes  de  Diciembre,  que  no  tenían  que  oo- 
mer  sino  pocos  mantenimientos,  demandaron  par- 
tido al  Rey  é  á  la  Reyna,  el  qual  se  concertó  entre 
el  Rey  y  los  moros  en  treinta  dias  del  mes  de  Di- 
ciembre, de  entregar  todas  las  fortalecas,  que  elloe 
y  el  Rey  Baudili  tenían,  é  el  Alhambra,  á  el  Rey 
Den  Femando,  que  los  dejase  en  su  ley  é  en  lo 
Buyo,  é  en  este  partido  fueron  conformes  todos;  é 
iel  Rey  y  la  Reyna  se  lo  otorgaron,  con  otras  condi- 
tbiones  y  capítulos,  que  se  fuesen  los  que  quisiesen, 
y  donde  quisiesen,  é  cuando  quisiesen,  é  que  les  die- 
«en  pasa  je,. é  diesen  ellos  todos  los  christíanos  cau- 
ÜivOB,  é  los  que  habían  pasado  allende  de  tanto 
iiempo  fasta  allí;  y  en  firmeza  de  esto,  el  común  y 
caucólos  de  Granada ,-  é  el  Rey  Muley  Baudili,  jun- 
to con  ellos,  enviaron  al  real  quatrocientos  moros, 
chicos  é  grandes,  personas  de  valor  para  rehenes, 
•hasta  que  entregasen  á  Granada,  conviene  á  saber* 
las  fuerzas  de  ella;;  y  ios  dichos  rehenes  entregados* 
-como  los  moros,  son  movibles  é  muy  livianos  en  sus 
movimiento»,  é  alboroto  y  agüero,  creyeron  mu-' 
chos  de  ellos  á  un  moro  que  se  levantó  por  la  ciu- 
dad, diciendo :  cque  habían  de  vencer  ellos,  ensal- 
Bando  á  Mahomad.,  é ^reptando  el  partido»;  é  ando. 
TO  por  la  ciudad  dando  voces,  é  levantáronse  oon 
¿1  mas  de  veinte  mil  moros.  É  el  Rey  Baudili,  des- 
que vido  el  alboroto ,  no  osó  salir  de  la  Alhambra  á 
Ro  lo  resistir,  hasta  otro  dia,  que  era  Sábado,  que 
jsalió  al  Albaycin,  y  mandó  llamar  los  de  aquel 
Concejo ,  é  ellos  vinieron  alborotados,  é  preguntó- 
des  que  qué  era  aquello,  y  ellos  se  lo  contaron,  y  él 
Otes  dijo  su  parecer,  y  amansólos  lo  mejor  que  pudo, 
!/liciendo :  que  ya  no  era  tiempo  de  facer  movimien- 
^1  lo  uno  por  la  necesidad  en  que  estaban,  la  qual 


É  DOÍf A  ISAÉÉt. 


ié 


no  daba  lugar  A  se  poder  mas  sustentar,  lo  otro  por 
los  rehenes  ser  ya  entregados,  que  mirasen  bien  el  ^ 
gran  dafio,  y  la  muerte  que  tenían  delante  de  si,  sin 
ningún  remedio  de  socorro ;  á  esto  dicho,  volvióse 
á  su  Alhambra.  Y  el  concierto  era,  que  las  fuenas 
de  la  ciudad  so  habían  de  entregar  el  dia  de  loe 
Reyes  Magos,  como  dicho  es;  y  el  Rey  Baudili, 
viendo  aquel  impedimento  de  lívjandad  de  los  mo- 
ros, é  aquel  alboroto,  escribió  al  Rey  Don  Feman- 
do todo  el  fecho  del  alboroto,  é  como  los  moros 
habían  fecho  movimiento  en  lo  capitulado  é  asen- 
tado ,  como  hombres  de  poco  saber ,  y  que  él  no  ee- 
cedia  ni  desviaba  de  lo  que  habia  concertado  ;  que 
antes  suplicaba  á  su  Alteza,  que  viniese  luego  sin 
más  tardar  á  recibir  el  Alhambra,  é  no  aguardase  á 
los  seis  dias  de  Enero ,  pues  tenia  los  rehenes ,  y  sin. 
embargo  del  alboroto,  prosiguiese  en  lo  primero 
asentado  y  capitulado.  B  el  Rey  é  la  Reyna,  vista 
la  carta  é  embaxada  del  Rey  Baudili,  aderezaron  de 
ir  á  tomar  el  Alhambra,  y  partieron  del  lugar  del 
real ,  Lunes  dos  de  Enero,  con  sus  huestes,  muy  or- 
denadas sus  batallas ;  é  llegando  cerca  de  la  Alham- 
bra,, salió  el  Rey  Muley  Baudili,  aoompafiado  de 
muchos  caballeros ,  oon  las  llaves  en  las  manos,  en- 
cima de  un  caballo,  y  quísose  apear  á  besar  la  mano 
al  Roy,  y  el  Roy  no  se  lo  consintió  descabalgar  del 
caballo,  ni  le  quiso  dar  la  mano,  é  el  Rey  moro  le 
besó  en  el  brazo  y  le  dio  las  llaves,  é  dijo :  «Toma, 
Sefior,  las  llaves  de  tu  ciudad ,  que  yo,  y  los  que  es- 
tamos dentro  somos  tuyos»,  y  el  Rey  Don  Fernando 
tomó  las  llaves  é  dióselas  á  la  Reyna,  y  la  Reyna  se 
las  dio  al  Principe,  y  el  Principe  las  dio  al  Conde 
de  Tendilla ,  al  qual ,  con  el  Duque  de  Escalona, 
Marqués  de  Villena,  é  con  otros  muchos  caballeros 
é  oon  tres  mil  de  á  caballo  é  dos  mil  espingarderos, 
envió  entrar  en  el  Alhambra  é  se  apoderar  de  ella 
é  fueron,  é  entraron ,  é  la  tomaron,  é  se  apoderaron 
de  lo  alto  y  bajo  de  ella,  é  fueron,  é  entraron,  é  mos- 
traron en  la  mas  alta  torre  primeramente  el  estan- 
darte de  Jesuchrieto,  que  fué  la  Santa  Cruz,  que  el 
Rey  traía  siempre  en  la  santa  conquista  consigo ;  é 
el  Rey,  é  la  Reyna,  é  el  Principe ,  á  toda  la  hueste 
se  humillaron  á  la  Santa  Cruz,  é  dieron  muchas  gra- 
cias é  loores  á  nueetro  Sefior ;  é  los  Arzobispos  é 
clerecía  dijeron  Té  Deum  Icmdamm;  é  luego  mos- 
traron los  de  dentro  el  pendón  de  Santiago,  que  el 
Maestre  de  Santiago  traía  en  su  hueste,  y  junto  oon 
él  el  pendón  Real  del  Rey  Don  Femando,  y  los  re- 
yes de  armas  del  Rey  dijeron  á  altas  voces:  «| Cas- 
tilla, Castilla  1 »  é  ficieron  allí  é  dijeron  allí  aquellos 
reyes  de  armas  lo  que  á  su  oficio  era  debido  de  fa- 
cer, é  dieron  sus  pregones,  é  fueron  presentes  á  este 
acto  é  bienaventurada  victoria,  oon  el  Rey  é  con  la 
Reyna,  el  Príncipe  Don  Juan  é  la  Infanta  Dofia- 
Juana,  sus  fijos,  é  el  Cardenal  de  Espa&a,  Anobis- 
po  de  Sevilla,  é  el  Maestre  do  Santiago ,  é  el  Duque 
de  Cádiz,  ó  otros  muchos  Caballeros,  é  Condes,  é 
Prolados,  é  Obispos,  é  grandes  Sefiores,  que  seria 
prolijo  de  escribir ;  é  otros  muchos  quedaron  guar- 
dando el  real ,  que  no  fueron  allí.  É  esto  fecho,  el 
Bey  y  la  Reyna  con  todas  las  huestes  se  volvieron 


;.     I 


614 


CRÓNICAS  DE  Los  RE7ES  DtS  ÓAfiTÍLLA: 


•1  real,  dejando  en  el  AUiambra  al  Conde  de  Tendí- 
Ha  oon  toda  la  gente  que  era  menester  para  la  guar- 
dar ¡  é  loa  moroa  de  Granada  entregaron  luego  al 
Bey  todas  las  sobre-puertas,  ó  torres,  é  fortaleaaa 
de  Qranada,  é  el  Bey  envió  alcaydes  á  todas,  ¿  se 
apoderó  en  todo  lo  fuerte  de  Granada,  ó  esto  fecho, 
el  Bey  fizo  tomar  las  armas  é  fortalezas,  asi  ofen- 
siyas  oomo  defensivas,  y  se  las  truzeron  todas  á  el 
Albambra,  y  quedaron  todos  sin  armas,  salvo  algu- 
nas que  esoondieron.  El  Bey  moro  Muley  Baudili, 
oon  los  caballeros  mayores  de  Granada,  ó  con  otros 
muobos,  salieron  de  la  ciudad  é  se  fueron,  según 
laa  condiciones  del  partido;  muobos  se  fueron  allen- 
de, y  otros  i  los  lugares  de  los  moros  mudejares,  ya 
ganados,  y  el  Bey  Muley  Baudili  se  fué  i  vivir  y  á 
<  reinar  al  Val  de  Pnrobena,  que  es  en  las  tierras  que 
d  Bey  habla  ganado  cuando  ganó  á  Vera,  que  era 
todo  de  mudejares,  donde  el  Bey  le  dio  sefiorio,  é 
renta  en  que  viviese,  é  muchos  vasallos,  é  le  alsó 
la  pensión  que  de  antes  le  debia,  y  le  dio  sus  rehe- 
nes, que  le  tenia  desque  lo  soltó  sobre  rehenes. 

El  Bey  é  la  Beyna,  é  la  corte  ae  estuvieron  en 
8anta-Fó,  en  la  qual  todo  el  tiempo  del  cerco  fabri- 
caron ó  labraron ,  é  en  el  real ,  y  á  veces  en  tiempos 
en  el  Albambra,  fasta  ñn  de  todo  el  mes  de  Mayo 
del  afio  de  1492  afios,  y  aun  parte  del  mes  de  Junio, 
que  no  osaron  de  allí  partir  fasta  dejar  quieta  la 
ciudad ,  en  el  qual  tiempo  ovo  algunos  alborotos  en 
los  moros,  y  les  hallaron  una  mina  llena  de  armas, 
é  el  Bey  puso  en  la  ciudad  muchas  justioias  é  al- 
caydes, ó  tan  buen  concierto,  que  sojuzgó  muy  bien 
la  muchedumbre  de  los  moros,  que  en  ella  había, 
que  pasaban  de  qnarenta  mil  vecinos ;  y  por  los  al- 
borotoa  y  desconciertos  que  algunos  moros  ficieron 
mientras  la  corte  allí  estuvo,  que  se  alborotaron 
dea  6  tres  veces,  mataron  muchos  por  justicia,  é 
quartearon,  é  despedazaron  otros,  en  tal  manera, 
que  los  pusieron  sobre  el  yugo  del  temor  y  obedien- 
cia que  convenia.  É  ganada  é  sojuzgada ,  ó  puesta 
debajo  del  yugo  de  Castilla  la  gran  ciudad  de  Gra- 
nada, el  Bey,  y  la  Beyna  y  la  corte,  en  los  primeros 
días  de  Junio,  se  partieron  del  Alhambra  é  vinie- 
ron á  tener  la  Pasqna  del  Espíritu  Santo  á  Córdoba, 
que  fué  aquel  afio  i  diez  días  de  Junio,  victoriosos 
y  bien  afortunados  con  tanto  triunfo  de  honra  y 
bienaventuranza  quanta  la  honra  le  manifiesta.  E 
ansí  dieron  glorioso  fin  á  su  santa  y  loable  con- 
.  quista,  é  vieron  sus  ojos,  lo  que  muchos  Beyes  é 
Príncipes  desearon  ver,  un  reyno  de  tantas  ciudades 
é  villas,  é  de  tanta  multitud  de  lugares,  situados  en 
tan  fortlsimas  y  fragosas  tierras,  ganado  en  diez 
afios.  ¿Qué  fué  esto  sino  que  Dios  les  quiso  proveer 
de  ello  é  darlo  en  sus  manos  ? 

CAPÍTULO  OIIL 

Be  ceno,  y  porqsé,  y  eaándo  eapratenló  el  Crtn  Tareo  Bayiea- 
to  »I  Hipa  el  Aerro  de  la  lama  coa  que  aieatro  Hedemptor  Je- 
aaclirtato  fié  herido  r n  el  eoatado ;  é  de  la  hechura  del  aanto 
hierro,  é  de  laa  reUqnlaa  que  caiAn  en  Coaataatiaopla. 

En  el  afio  de  1492  envió  el  Turco  Bayaceto ,  Em- 
perador de  Constantinopla,  Soldán  de  la  Turquía, 


I 


al  Papa  Inocencio  VIII,  quarenta  mil  ducados  ¿6 
la  pensión  é  tributo  que  cada  afio  le  daba,  porqo» 
tuviese  en  Boma  á  buen  recaudo  á  su  hermano  Za« 
liacio,  del  qual  ya  oísteis  en  el  XLIV  capítulo  d» 
este  libro ,  como  viniéndose  vencido  por  la  mar  i 
tierra  de  christianos,  antes  de  demandar  segurOp 
gente  del  gran  Maestre  de  Bodas  lo  envió  al  Bey 
Luis  de  Francia,  el  qual  no  lo  quiso  recebir,  é  dijo 
que  no  lo  quería,  ni  quería  que  estuviese  en  sus  rey- 
nos,  ni  los  viese,  é  pusieron  en  poder  del  dicha 
Papa  Inocencio ;  é  sabido  por  el  Turco  su  hermano^ 
que  estaba  en  Boma,  envió  á  hacer  su  amistad  coa 
el  Papa ,  y  ofrecióle  de  le  dar  cada  afio ,  porque  U 
tuviese  á  buen  recaudo,  cierta  suma  de  ducados^ 
decían  que  qnarenta  mil  ducados,  porque  se  temift 
mucho  de  él ,  y  el  Papa  lo  tuvo  en  Boma  á  buen  re- 
cando  todo  el  tiempo  que  vivió,  dejándolo  vivir  é 
ser  servido  como  gran  sefior,  empero  oon  muy  gran« 
des  guardas ,  de  manera  que  no  se  pudiese  ir ,  y  el 
Papa  Inooencio  VIH ,  entre  sus  embazadas,  se  oteo 
le  enviaría  á  pedir  el  hierro  de  la  lanza  con  que  éE 
caballero  hirió  á  nuestro  Bedemptor  Jesuchrísto  es- 
tando en  la  Cruz,  en  el  costado,  que  estaba  oon  laa 
reliquias  que  estaban  en  Constantinopla,  y  el  Torco 
se  lo  envió,  con  la  dicha  pensión  de  los  dichos  du- 
cados, aunque  le  fué  muy  costoso  de  darlo,  segna 
la  estimación  y  reverencia,  y  precio  que  sabe  quo 
los  christianos  tenían  allá,  y  la  gran  devoción  en 
aquel  santo  hierro ,  y  en  las  otras  santas  reliquias 
que  están  en  Constantinopla  en  poder  de  los  chris* 
tianoB  grecos.  Y  el  Papa,  sabiendo  que  venían  loa 
embaxadores,  y  traían  el  santo  hierrCf,  enviólo  á 
recibir  con  dos  Obispos  á  la  Marca  de  Ancona,  loa 
quales  le  truzeron  de  allí  á  Boma,  é  salió  el  Papa» 
vestido  de  Pontifical,  con  todos  los  Cardenales  á  lo 
recibir  oon  grandes  procesiones,  todos  á  pié;  y  el 
Papa  so  sentía  mal,  é  iba  en  unas  andas,  y  salieron 
por  la  puerta  del  Pópulo  á  recibirlo,  y  el  Papa  so 
apeó  de  las  andas,  é  se  humilló  en  tierra  con  muy 
gran  acatamiento,  é  lo  tomó  en  las  manos  en  una 
caja  de  oro ,  donde  venia  engastonado ,  en  un  viril 
ohristalino  de  muy  fermosa  hechura,  y  por  todas 
partes  se  parecía  el  propio  hierro  la  punta  hacía  ar-- 
riba.  É  el  Papa  lo  mostró  al  pueblo ,  donde  todos  la 
adoraron  como  ámoy  santa  reliquia,  que  tocó  en  ét 
costado  de  nuestro  Bedemptor,  é  fué  en  tiempo  de. 
su  pasión  allí  presente.  7  así  en  las  andas  lo  trujo 
el  Papa  fasta  la  iglesia  de  San  Pedro,  donde  lo  pu- 
sieron en  muy  honrado  lugar ;  y  el  hierro  era  oort0| 
según  parecía  á  todos  los  que  lo  adoraron,  y  pudo 
ser,  que  algún  gran  sefior  ó  Bey,  de  los  que  han  te- 
nido aquellas  santas  reliquias  en  guarda,  la  quítaso 
algo  de  lo  que  entró  en  el  santo  costado  y  glorioso, 
para  mas  devoción,  así  como  hizo  un  Emperador  do 
Grecia,  que  hizo  una  barbada  para  el  freno  de  sa 
caballo ,  en  que  gastó  uno  de  los  clavos  oon  quo 
nuestro  Bedemptor  fué  clavado  en  la  Cruz,  é  sojua«« 
gó  é  ganó  muy  grandes  tierras  é  reynos ,  é  tuvo  que 
por  virtud  de  aquel  freno  lo  había  IMos  hecho  vío^ 
torioso,  según  cuenta  Mosen  Juan  de  Mandavilla  % 
y  el  dicho  fierro  es  de  esta  hechura  y  tamafio  de  l^ 


DON  FERNANDO 

lansa,  i  lo  que  parecía,  la  mitad  de  la  verdadera 
Cruz  en  que  nneatro  Redempior  padeció ;  é  era  fas- 
ta estonces ,  qoe  f né  enviado  al  Papa  como  he  di- 
cho ,  el  fierro  de  la  lanza  con  que  el  caballero  fírió 
ol  costado  de  nuestro  Redemptor  después  do  haber 
«spirado,  é  una  de  sus  ropas  sin  costura,  é  la  espon- 
ja, é  el  vaso  con  que  le  dieron  á  beber  el  hiél  y  vi- 
nagre, quando  estaba  en  la  Cruz,  é  una  parte  de  la 
corona  con  que  nuestro  Redemptor  fué  coronado,  é 
la  Oruz,  é  uno  de  los  clavos,  é  otras  muchas  reli- 
quias; é  eso  mesmo  estA  en  Constantinopla,  el  cuer- 
po de  Sefiora  Santa  Ana ,  madre  de  nuestra  Seftora 
Santa  María,  que  lo  fizo  traer  alli  Santa  Elena,  é 
yace  el  cuerpo  de  San  Lúeas  é  otros  muchos  cuer- 
pos santos. 

Murió  el  Papa  Inocencio  YIII  desde  á  poco 
tiempo  después  de  haber  recibido  el  santo  fierro,  en 
el  afio  de  1492,  á  veinte  y  siete  de  Julio;  6  crearon 
Papa  los  Cardenales  al  Vice-cancilier,  Oardenal  Ar- 
zobispo de  Valencia,  el  qual  se  llamó  Alejandro  VI; 
f  uéle  muy  contrario  el  Cardenal  Advfncula  Sancti 
Petrí,  en  la  elección,  y  aun  después  en  algunas 
cosas, 

CAPÍTULO  CIV. 

Del  fallecimiento  de  alf  anot  Grandes ,  é  del  Mtrqüéi-Dit^ite 

de  Cádis. 

En  ol  tiempo  del  cerco  de  Qranada  murió  en  Cas- 
tilla en  su  tierra  é  casa  el  noble  caballero  Don  Pe- 
dro Fernandez  de  Velasco,  Conde  de  Haro,  Condes- 
table de  Castilla ;  sucedióle  el  Sefior  Don  Bemardi- 
no,  su  hijo.  Murió  el  Adelantado  del  Andalucía, 
Don  Fadriqne,  viniendo  del  real  de  Granada,  de  su 
muerte  natural ,  en  el  campo  cerca  de  Antequora  en 
una  tienda ;  allí  le  truxeron  los  Sacramentos ,  é  dio 
su  ánima  á  Dios  gimiendo  sus  pecados  y  con  muy 
gran  contriccion,  en  quatro  días  de  Febrero,  año 
de  1492.  Suboedióle  su  hijo  Don  Francisco  Hen- 
ríquez. 

Murió  el  Duque  de  Ifodina-Sidonia,  Don  Enri- 
que de  Gnzman,  en  su  villa  de  Sanhicar,  en  sus 
palacios,  esto  dicho  afio  de  1492,  Viernes  noche, 
amaneció  Sábado  de  mafiana  finado,  á  veinte  dias 
del  mes  do  Agosto;  subcedióle  su  hijo  Don  Joan  de 
Guzman.  Murió  el  esforzado  caballero  Blarqiiés-Du- 
que  de  Cádiz,  Don  Rodrigo  Ponce  do  León,  en  la 
ciudad  de  Sevilla,  dentro  de  sus  casas,  de  achaqae 
de  una  opilación  que  se  le  hizo  andando  en  la  guer- 
ra contra  los  moros.  Recibió  todos  los  Sacramentos, 
é  dejó  por  subcesor  á  su  nieto  Don  Rodrigo.  Este 
fué  el  caballero  que  mas  trabajó  de  los  Grandes  de 
Castilla  en  la  guerra,  que  desque  Alhama  tomó  no 
ovo  entrada  que  el  Rey  ficiese,  que  él  no  fuese  en 
ella,  en  todos  los  diez  afios  que  duró  la  conquista 
del  reyno  de  Granada.  Él  fizo  el  comienzo  y  vido 
el  fin,  é  ovo  su  parte  de  la  gloria  é  victoria,  qne  él 
fué  presente  en  la  entrega  de  Granada,  que  fué  el 
sello  de  la  conquista,  y  asimismo  fué  honrado  en 
la  muerte;  pasó  de  esta  presente  vida  en  Lunes 
yeintey  sietede  Agosto  d9l  dicho  afio  de  1492,  dada 


¿  DO!f  A  ISABEL.  64$ 

la  una ,  en  presencia  del  Prior  é  .del  Vicario  de  8aa  -. 
Gerónimo ,  que  lo  absolvieron  con  la  Santa  Cruza» 
da  é  consolaron  hasta  la  fin,  la  qual  esperó  oomo 
él  era,  é  ovo  muy  buena  é  oon  mucho  arrepentí* 
miento  de  sus  pecados,  é  fizo  ohristianos  actos  ea 
su  testamento,  é  firmólo  anto  Obristóbal  Chitierres^ 
é  Francisco  Sánchez,  escribanos  pdblioosde  Sevilla, 
en  presencia  de  todos  los  quales  estaban,  asi  oaba- 
Ueros  como  duefias.  Desque  ovo  espirado,  luego  el 
Sefior  Don  Luis  Ponce,  é  su  Padre  Don  Pedro  Ponce, 
Sefior  de  Villagarcía,  é  todos  sus  parientes,  é  herma* 
nos,  é  criados,  é  escuderos  de  casa  se  cubrieron  dé 
jerga,  y  eran  tantos,  que  no  oabian  en  toda  la  casa; 
é  alcanzó  mucha  honra  en  su  fin ,  que  estuvieron  á 
su  fallecimiento  Ó  enterramiento  y  se  cubrieron  por 
él  de  luto  el  Sefior  Don  Alonso  de  Aguilar,  que  era 
mucho  su  amigo,  y  Don  Pedro  Puertocarrero,  heiw 
mano  de  la  SeRora  Duquesa,  Sefior  de  Moguer;  é  el 
Sefior  Don  Luis  Puertocarrero,  Sefior  de  Palma ;  y 
otros  muchos  honrados  sefiores;  Fernán  Darias,  S¿* 
fior  del  Viso,  é  Pedro  de  Vera,  é  Don  Luis  Mondes 
Puertocarrero,  é  Francisco  Catafto ,  é  otros ;  todos 
estos  se  cubrieron  de  luto ,  que  faltó  la  jerga  oon  el 
fallecimiento  del  Duque  de  Medina ;  é  pusiéronlo 
en  un  atahud  aforrado  en  terciopelo  negro  é  una 
Cruz  blanca  de  Damasco ,  en  presencia  de  los  dos 
frailes,  vestido  de  una  rica  camisa  é  un  jubón  da 
brocado ,  é  un  sayo  de  terciopelo  neg^o,  é  una  mar- 
Iota  de  brocado  fasta  en  pies,  é  unas  calzas  de  gra- 
na, é  unos  borceguíes  negros ,  é  un  cinto  de  hilo  da 
oro,  é  su  espada  dorada  cefiida,  según  él  acostum- 
braba traer  quando  era  é  andaba  en  las  guerras  do 
los  moros, é  ansí  docindieron  el  atahud  con  él  de  la 
sala  é  lo  pusieron  en  unas  andas  enforradas  de  ter- 
ciopelo negro,  abajo  en  el  cuerpo  de  las  ossss,  don* 
de  los  Ponces  sus  hermanos  y  parientes ,  y  la  Du- 
quesa su  mujer  y  otras  muchas  duefias  hicieron  so- 
bre él  grandes  lloros  é  sentimiento ;  eso  mesmo 
hicieron  sus  escuderos  é  criados,  é  doncellas,  é  gen- 
te de  su  casa ,  é  otros  é  otras  muchas  de  su  tierra  é 
también  de  la  ciudad ,  que  era  muy  bien  quisto  ca- 
ballero. Desque  fué  noche,  antes  del  Ave  Maria,  vi- 
nieron mas  de  ochenta  clérigos  con  la  Cruz  de  Santa 
Catb aliña,  y  tres  órdenes  de  frailes  del  Carmen,  de 
la  Merced  é  de  San  Francisco,  y  encomendáronlo  é 
sacáronlo  en  las  andas,  acompafiándolo  los  de  los 
eclesiásticos,  el  Provisor  é  todos  los  mas  honrados 
Canónigos  de  la  iglesia  mayor,  é  Arcedianos,  é  Dig- 
nidades ,  é  los  Obispos  que  se  hallaron  en  la  ciudad; 
é  de  lo  seglar  el  Conde  de  Cifuentes,  Asistente  de 
Sevilla,  y  la  mayor  parta  del  Rejimiento  de  la  Ciu- 
dad de  Veintiquatros  y  Alcaydes  mayores,  é  otras 
gentes,  que  no  cabian  por  todss  las  calles ;  llevá- 
ronlo por  la  calle  de  la  Albóndiga  é  por  San  Lean- 
dro, faciendo  por  sus  trechos  sus  paradas,  donde  la 
clerecia  le  decia  sus  ¡responsos ;  é  las  gentes  qus 
seguian  sus  plores,  y  les  ayudaban  las  duefias ,  qus 
salían  á  mirar  desde  sus  puertas  é  ventanas  á  lo  llo- 
rar, é  daban  tan  grandes  gritos  las  mujeres  de  U 
ciudad  por  donde  lo  llevaban,  como  si  fuese  su  pa- 
drOy  ó  fijo^  ó  hermano  de  todfiSy  si^iérox^lo  i  ayon^r 


tiñ 


CRÓNICAS  DB  LOS  BETES  DE  CASTILLA. 


pafiáronlo  taoUs  gentes  fasta  San  Agostin,  que  no 
cabían  por  las  calles,  ni  por  los  adarros,  ni  en  la 
iglesia  de  San  Agustín ;  é  ansí  iban  gentes  acompa- 
fiándolu  7  honrándolo  como  cuando  facen  la  fiesta 
del  Corpus  Cbristi  en  Sevilla,  aunque  era  de  noche. 
Salieron  con  él  desde  su  oasa  doscientas  quarenta 
hachas  de  cera  encendidas ,  que  parecía  por  donde 
iban  que  era  en  mitad  del  día.  Aoompafiáronle  asi- 
mbmo  desde  su  oasa  hasta  la  sepultura  dies  bande- 
ras, qne  por  sus  fuerzas  é  guerras  que  hizo  á  los 
moros  antes  que  el  Roy  Dou  Fernando  comenzase 
la  conquista  del  reyno  do  Granada  las  ganó,  las 
quales  en  testimonio  allí  iban  cerca  del ,  ó  los  pu- 
sieron sobre  su  tumba,  donde  ahora  ostúu  susten- 
tando la  fama  do  este  buen  caballero ,  la  qual  no 
puede  morir  é  es  inmortal ,  así  como  el  ánima ;  ó 
quedaron  allí  en  memoria.  Saliéronlo  á  recebir  los 
frailes  de  San  Agustín  con  la  Cruz  é  cirios,  ó  ocho 
inoensarios  vestidos  de  almástigas  negras,  é  asi  lo 
metieron  muy  honradamente  en  la  iglesia  y  pusio- 
ron  las  andas  en  una  muy  alia  cama,  donde  estuvo 
hasta  qne  le  dijeron  quatro  vijilias,  cada  orden  la 
suya,  é  otra  la  clerecía,  é  dichas  lo  depositaron  en 
su  tumba,  cerca  de  los  Condes  Don  Juan  su  padre, 
é  Don  Pedro  Ponce,  su  abuelo.  Nuestro  Sefior  le  dó 
santa  gloría.  Otro  dia  lo  dixurou  muchas  misas, 

£1  Rey  é  la  Roy  na,  desque  supieron  la  muerto  del 
Marqués-Duque  de  Cádiz,  se  retrajeron,  é  encerra- 
ron, é  ovieron  mucho  seuli miento ;  é  pusieron  luto 
negro  por  él,  y  las  damas  lloraron  mucho  en  la 
casa  del  Rey,  que  lo  amaban  mucho,  que  las  sorvia 
é  daba  mucho,  é  lo  conocían  de  como  recibía  y 
acompafiaba  á  la  Reyna  y  á  ellas  en  tierra  de  mo- 
ros, porque  llevándolo  la  Reyna  é  ellas  cerca  de  sí, 
hacían  cuenta  que  llevaban  al  Cid  Ruy  Díaz  en  su 
tiempo,  porque  los  moros  lo  temían  mucho,  tanto, 
que  donde  quiera  que  sabían  que  iba,  conocían  su 
bandera,  no  esperaban  ni  osaban  pelear. 

Daros  y  Homero,  coronistas,  escribieron  muy  por 
estenso  en  las  historias  de  las  conquistas  de  Troya 
lasfaociones  de  Héctor,  é  Paria,  é  Troilo,  sus  her- 
manos, é  de  los  otros  troyanos  quo  fueron  famosos 
en  las  armas  ;  é  eso  mesmo  los  de  Diomodcs  é  UH- 
se^,  é  de  Menelao,  é  Agamenón ,  ó  Aquilea  Griego, 
que  fasta  hoy  viven,  por  ser  escritas,  aunque  fue- 
ron gentiles  y  sin  ley  ;  pues  ¿quauto  mas  dobiau 
ser  escritas  las  cosas  hazañosas  y  virtuosas  quo  los 
nobles  caballeros  de  Espafia  hacen  y  lian  hecho  en 
las  guerras,  y  junto  con  ellas  las  facciones  y  con- 
diciones de  cada  uno?  y  porque  las  do  este  noble  ca- 
ballero Duque  de  Cádiz  merecen  ser  escritas,  son 
las  siguientes : 

Era  hombre  do  buen  cuerpo,  derecho  ,  mas  me- 
diano que  grande,  de  muy  recios  miembros,  brazos 
é  piernas,  muy  gran  caballero  do  la  gineia;  era 
blanoo  en  el  cuerpo  é  rojo  en  la  cara,  ó  cabellos  ó 
pescuezo,  é  tenia  algunas  pintas  por  el  pescuezo  é 
manos;  era  hermoso  de  gesto,  la  cara  mas  larga  que 
•  angosta  ni  luenga,  no  había  oh  ella  reprehensión ; 
la  habla  é  órgano  de  ella  mny  clara,  é  muy  buena ; 
|os  cabellos  rojos  i  crespos,  é  las  barbas  rojas ;  ora 


muy  esforzado  é  bravo,  é  muy  feroz  á  sus  enemi- 
gos, é  muy  verdadero  amigo  desús  amigos ;  amaba 
mucho  sus  vasallos,  é  volvía  por  ellos  quando  lo 
habían  menester,  é  era  muy  bien  templado  en  co- 
mer ó  dormir ;  era  casto,  é  cauto ,  é  muy  celoso  do 
todas  las  mujeres  de  su  tierra,  é  deseaba  que  no  hu« 
biese  ninguna  mala,  y  no  consentía  que  ninguno 
suyo  burlase  á  ninguna  mujer,  ni  la  infamase,  y  bo« 
bre  esto  hacia  tanto,  que  el  que  algo  de  esto  peca- 
ba no  osaba  parar  en  toda  su  Uerra.  Quería  que  sus 
vasallos  asi  honraran  á  los  alcaydes  é  alguaciles  do 
su  tierra  como  i  él  mesmo.  Retenia  muoho  los  eno- 
jos, y  no  podía  haber  tan  ahina  la  templanza  de  la 
paciencia ;  perdonaba  tarde  á  quien  lo  enojaba ;  no 
le  aplacia  facer  burla  de  los  locos ,  nin  de  simpleS| 
nin  le  apiadan  lostruanes,  nin  trompadores;  tenia 
continuamente  asaz  aleones,  y  no  le  aplacia  mucho 
la  caza,  luego  se  enojaba;  era  muy  cobdicíoso  y 
cuidadoso  por  acrecentar  el  patrimonio  do  sus  an- 
tepasados, y  compró  castillos,  vasaillos,  donadíos, 
lugares  y  heredamientos ;  oou  quo  mas  de  medio  á 
medio  acrecentó  en  la  renta  de  su  patrimonio ;  era 
muy  amador  de  la  justicia,  y  hacíala,  y  continua- 
mente tenía  sus^vasallos,  en  justicia,  é  toda  su 
tierra,  é  oía  sus  vasallos,  é  deliberábalos  é  proveía- 
los muy  presto  cuando  ante  él  venían,  y  enviába- 
los á  sus  casas,  porque  no  se  gastase;  pugnaba  y 
hacía  mucho  por  la  honra  suya  é  de  sus  parientes ; 
hacía  bien  á  sus  parientes,  no  quería  en  su  couipa- 
flía  hombros  cobardes,  ni  lisonjeros,  ni  do  malos 
artes  ¡  ni  quería  ver  ni  oír  hombros  traidores  ni  la- 
drones ;  agradábale  la  música  algo,  ospecialmeuto 
trompetas  bastardas  é  chirimías,  é  sacabuches,  ó 
atabales,  é  de  aquella  que  alegran  las  gentes  en  la 
guerra ;  era  muy  devoto  de  Santa  María  Nuestra 
Señora,  y  de  la  Iglesia ,  y  ordinaríamento  oía  misa 
cada  dia,  y  rezaba  sus  oraoíones  por  libro,  y  des- 
pués en  unos  ooralcs ;  y  desde  la  confesión  hasta 
(( ittt  misa  e$ín  nunca  hablaba  á  ninguna  persona,  ni 
alzaba  las  rodillas  del  suelo ;  comunmente  hacía  ce- 
lebrar con  mucha  solemnidad  las  fiestas  de  Nuestra 
Señora  de  la  O  y  la  fiesta  de  la  Anunciación  ,  quo 
cae  en  Marzo,  y  aun  las  mandaba  celebrar  en  sus 
ciudades,  villas  y  lugares,  en  las  quales  hacia  dar 
grandes  colaciones  é  limosnas;  tenia  una  capilla  de 
vostimontos,  cálices  ó  ornamentos,  como  convouia, 
con  quo  le  decían  la  misa  en  su  oasa  é  posada,  em- 
pero nunca  se  hacía  perezoso  de  ir  á  oír  misa  á  la 
iglesia  del  pueblo  donde  se  hallaba ;  era  caballero 
que  le  placía  mucho  la  geometría  de  labrar  y  repa- 
rar castillos,  y  casas  y  cercas  y  fortalezas,  y  labró 
y  gastó  en  ella,  con  lo  que  labró  y  fortaleció  en  Al- 
calá de  Quadáira  y  en  la  ciudad  de  Xerés,  é  Alanís, 
quando  la  tomó  en  tiempo  del  Rey   Don  Enrique, 
mas  do  diez  y  siete  quontos,  scguu  ól  decía  é  sus 
mayordomoB.  De  sus  fochos  ó  victorias  ya  es  dicho 
en  sus  tiempos  ó  lugares.  Nuestro  Señor  le  quiera 
perdonar  y  poner  en  su  santa  gloria.  Amen. 


DON  FEBNANDO 

oapItülo  OV, 

De  BreUfia,  é  de  como  el  Rey  4e  Pnncia  la  tomó  é  te  ouó 

eon  U  Dnqaesa. 

Oeroa  de  estos  tíempos  manó  el  Duqae  de  Breta- 
fia,  é  saboedióle  ana  fija,  qoe  no  tenia  otro  fijo  va- 
rón ni  fija,  el  qaal  Dnqae  no  estaba  bien  qnisto  oon 
el  Be7  de  Francia,  antes  en  guerra ,  porque  favore- 
cía á  alganos  caballeros  de  Francia,  que  deservían 
al  Rey,  y  los  aoojia  en  sa  tierra,  así  como  i  Mon- 
seor  de  Labrít,  é  á  otros.  B  ya  oísteis  como  el  Rey 
Luis  de  Francia  falleció  el  afto  de  1482  y  le  sucedió 
Carlos  so  hijo,  é  qaedó  peqaefio  é  desposado  con 
Margarita,  fija  del  Rey  de  los  Romanos,  nifia  de 
qaatro  aftos,  é  ambos  quedaron  cada  uno  á  su  parte 
en  el  reyno  de  Francia,  en  tutela  é  gobernación  del 
Parlamento  de  Paris,  é  do  algunos  de  [loe  Grandes 
de  Francia  ¡  é  el  Rey  Carlos  salió  mosso  mal  dispues- 
to é  feo  de  miembros  y  gesto ;  é  luego  como  fué  de 
edad  é  le  dieron  la  gobernación  del  reyno,  comenzó 
á  hacer  la  gaerra  á  la  Duquesa  de  BrotaBa,  porque 
otros  tiempos  habla  sido  sojeta  á  la  Francia,  y  la 
Duquesa  estaba  desposada  por  cartas  y  embalado- 
res oon  el  Rey  de  los  Romanos ,  Duque  de  Austria, 
Maximiliano,  fijo  del  Emperador  Federico  de  Ale- 
mania é  Roma,  yerno  que  fué  del  Gran  Duque  Gar- 
los de  Borgofta,  Conde  de  Flándes;  y  la  Duquesa 
de  Bretafia  oomensóse  de  amparar,  y  defender,  y 
apercibir  de  valedores,  y  vino  en  su  favor  el  Conde 
de  Escalas,  inglés,  que  fué  [en  la  batolla  de  Loxa, 
el  qual  murió  en  una  batalla  que  ovo  entre  france- 
ses é  bretones ;  é  el  Rey  Don  Fernando  do  Castilla 
fué  valedor  de  la  dicha  Duquesa,  é  oomo  andaba 
en  gaerra  de  los  moros  de  la  conquista  de  Grana- 
da, aunque  le  socorrió  no  fué  tantp  como  quisiera, 
y  Monseor  Labrit,  caballero  de  Francia,  Sofior  de 
gran  parte  de  la  Gasconia,  andaba  ausentado  de 
Francia,  por  enojo  que  á  el  Rey  había  fecho ,  é  el 
Rey  de  Francia  le  habia  tomado  la  tierra,  y  era 
también  valedor  de  la  Duquesa ;  y  este  estaba  tam- 
bién enemistado  oon  el  Rey  Don  Femando  de  Casti- 
lla, por  partes  del  reyno  de  Navarra,  que  habia  ca- 
sado su  fijo  oon  la  Reyna  de  Navarra  contra  la  vo- 
luntad del  Rey  Don  Fernando,  y  tuvo  Monseor  de 
Labrít  forma  como  se  hiciese  amigo  del  Rey  Don 
Fernando,  é  el  Rey  le  dio  gentes  y  facultad  oon  que 
fuese  á  socorrer  á  U  Duquesa  de  Bretafia,  é  envió 
oon  él  otros  capitanes  é  á  Pedro  do  Mosquera,  oon 
mas  de  cinco  mil  hombres  de  Espafia,  de  á  caballo 
é  de  á  pié.  E  el  Rey  de  los  Romanos,  su  esposo  de 
la  Duquesa,  no  pudo  socorrerla  ni  venir  á  facer  el 
matrimonio  personahnente,  porque  habia  morido 
estonces  el.Rey  Mathias  de  Ungría,  su  legítimo  her- 
mano, el  qual  era  casado  oon  fija  del  Rey,Don  Fer- 
nando de  Ñápeles ;  é  el  Rey  de  los  Romanos  habia 
guerra  allá  sobre  aquel  reyno,  diciendo  que  le  per- 
tenecía gran  parte  de  él,  é  conquistábalo,  é  después 
no  salió  oon  él,  é  por  esto  no  socorrió  á  la  Duquesa 
©n  la  dicha  guerra ,  qae  el  Rey  de  Francia  la  mo- 
vio,  B  estando  el  Re^  Don  Fernando  en  la  gqerra 


ÉDOff A  ISABEL  6if 

de  la  conquista  del  reyno  da  Granada,  él  Rey  soso* 
dicho  Carlos,  moEo  que  oomensaba  á  reynar  «n 
Francia,  se  movió  en  persona  oon  muy  gran  hueste 
é  artillería,  é  fué  sobre  Náutes  de  Bretafia,  que  es  la 
más  principal  ciudad  y  la  mayor  de  Bretafia,  y  cer- 
cóla, estando  dentro  la  Duquesa ;  é  Monseor  de  La- 
brit fué  traidor  á  la  Duquesa  y  al  Rey  Don  Feman- 
do, á  quien  se  habia  ofrecido  por  suyo ,  é  le  habia 
dado  gente  oon  que  ficiese  la  guerra  al  Rey  de 
Francia,  en  defensa  de  la  dicha  Duquesa  de  Breta^ 
fia ,  é  vendió  la  ciudad  é  la  Duquesa  al  Rey  do 
Francia,  é  desque  pensó  la  traición ,  según  decían, 
él  hizo  ir  en  persona  al  Rey  de  Francia ,  y  le  pro* 
metió  dar  la  ciudad  y  la  Duquesa,  y  que  le  perdo* 
nase  del  enojo  que  del  tenia ,  y  diese  sus  tierras,  é 
el  Rey  se  lo  prometió,  y  aun  le  mandó  gran  suma 
de  dineros,  é  le  fizo  otras  muchas  mercedes,  é  lo 
volvió  sus  tierras;  é  como  el  Rey  de  Francia  llagó 
á  Nántos,  é  la  coroó  é  .comenzó  do  combatir ,  Mon- 
seor de  Labrít,  después  de  hecho  el  concierto,  abríó 
las  puertas,  y  entraron  los  franceses,  é  tomaron  la 
ciudad  y  la  Duquesa  y  despojaron  á  todos  los  espa- 
fioles  é  echáronlos  de  la  ciudad,  é  así  se  vinieron  á 
mal  recaudo,  por  la  gran  traición  de  Monseor  de 
Labrít,  que  los  vendió ;  é  el  Rey  tomó  la  ciudad  é 
se  apoderó  de  ella ,  y  dende  toda  Bretafia,  é  fi^so  un 
cuerpo  de  Bretafia  y  Francia,  y  de  aquí  creció  sus 
reynos,  é  tomó  mujer  por  fuerza,  y  dejó  la  mujer  oon 
quien  su  padre  lo  habia  desposado  y  mandado  casar, 
Margarita,  su  hija  del  dicho  Rey  de  los  Romanos, 
con  la  qual  se  habia  desposado  el  afto  de  1481,  sien- 
do ella  de  tres  ó  quatro  afios,  éfué  tenida  por  Reyna 
de  Francia  oerca  de  diez  afios;  y  dentro  en  Fran- 
cia, en  ese  mesmo  trono  é  honra  tenida,  é  habida  sa 
gobernación  y  tutela  de  el  Parlamento  de  París  é' 
de  los  grandes  de  Francia,  así  como  estaba  el  mes- 
mo Rey  Carlos  su  esposo ;  é  desque  el  Rey  de  Fran- 
cia ovo  tomado  á  Bretafia,  dijo  que  Margarita  no 
era  su  mujer,  é  mandóla  llevar  4  su  padre,  y  como 
fuese  ya  mujer,  doncella  do  discreción,  de  trece  afios 
poco  mas  ó  monos,  habiendo  reynado  on  Francia  los 
mas  de  ellos,  ved  qué  sentiria  su  ánima ;  hizo  gran- 
des llantos  é  lamentaciones,  ella  ó  todos  los  suyos, 
quejándose  de  la  sin  ventura  acaecida,  por  ella  ve- 
nida por  tal  manera ;  é  envió  la  triste  nueva  á  su 
padre  el  Rey  de  los  Romanos,  é  envióle  el  Roy  á 
decir,  que  no  saliese  de  Francia,  sino  que  si  á  él  iba 
y  de  tal  manera,  que  él  haría  presente  de  su  oabeea 
al  Rey  de  Francia,  su  marido ;  ved  qué  baria  la  sin 
ventura  en  tan  terrible  caso;  mucho  mas  amaba 
perder  la  vida,  que  verse  despojada  de  tal  manera 
de  reynos  y  marido ;  maldecía  á  bu  fortuna  é  sinies- 
tra ventura,  su  nacimiento,  su  vida ,  su  crianza,  su 
mala  suerte ,  y  quejábase  á  Dios  de  los  cielos  co¿ 
muchas  lágrimas,  demandando  justicia  del  cielo ;  é 
todos  los  suyos,  é  las  duefias  é  doncellas  de  su  casa 
hacían  muy  gran  llanto  con  ella,  é  todos  quantos.la 
conocían.  E  la  Reyna  desdichada  ovo  de  salir  de 
Francia  con  muy  gran  dolor  é  sentimiento  de  sa 
corazón  é  de  su  ánima,  con  fiucia  que  Dios  le  haría 
justicia  4e  aquella  injuria^  ^uo  el  Re^  de  Frano|§ 


ui 


CRdNIOAS  DB  LOS  RETES  DE  OAfimLLA. 


911  muido  le  hftbia  fecho ,  é  priTari»  del  reyuo  de 
FranoU,  oomo  él  á  ella  había  fecho.  B  aoal  fué,  que 
el  Parlameato  é  Grandes  de  Francia,  desqoe  vieron 
que  el  Rey  Oárloa  ee  habla  aai  casado  con  la  Du- 
quesa de  Bretafta,  enTiaron  á  Margarita  en  Flándes 
y  Alemania  á  tierras  de  su  padre,  é  Garlos  quedó  ca- 
sado con  la  Duquesa,  é  ovo  un  fijo,  del  qual  no  go- 
BÓ,  que  finósele;  é  él  logró  mal  el  reyno  do  Frauoia, 
que  no  reinó  después  de  casado  sino  obra  de  quatro 
afios,  y  murió  sin  loor ,  y  casó  su  mujer  con  el  Du- 
que de  Oriiens,  que  reynó  en  Francia  después  de  él, 
según  mas  adelante  se  dirá;  y  ansi  castiga  Dios 
también  á  los  reyes  como  i  los  otros  de  qu  siquier 
estado,  que  hacen  lo  que  no  debian  hacer,  y  no  mi- 
ran que  hay  Dios,  que  es  mayor  que  todos,  el  qual 
en  los  malos  y  perversoi^  continuamente  vemos  que 
cumple  aquello  que  dijo  David  por  el  Espíritu  San« 
to :  Viri  tanguinum  el  dolosi  non  íhmidiabuiU  die$ 

«ttOS. 

Los  ci^pitanes  que  el  Rey  Don  Femando  envió  á 
Bretafia,  fueron :  Pedro  Oarrillo,  Seflor  de  Pliego  é 
Terral  va,  que  son  en  el  Obispado  de  Cuenca,  con 
trescientas  lansas ;  Pedro  Quijada ,  Setter  de  Villa- 
garcia,  que  es  cerca  de  Medina  de  Rioseoo ,  con 
trescientas  lanzas,  el  qual  ovo  fortuna  en  la  mar,  é 
Tolviólo  el  tiempo  dos  veces  á  Oastilla ,  una  á  San- 
tiago, é  otra  i  Bilbao  é  Santander ,  é  volvió  otra 
Yes  hasta  que  llegó  en  Bretafta ;  é  sobre  todos  fué 
Pedro  Mosquera,  para  proveer;  é  desque  vido  el 
vencimiento  fecho  por  el  Rey  de  Francia,  queríase 
quedar  allá,  después  que  él  fué  en  dar  la  ciudad  en 
rehenes;  é  los  capitanes  no  lo  dejaron,  é  viniendo 
por  la  mar,  desde  la  nao  se  echó  en  el  mar  y  se  aho- 
gó, el  dia  de  San  Benito  de  Julio,  estando  el  Rey 
Don  Femando  en  el  cerco  de  Granada. 

CAPÍTULO  OVL 

De  el  repio  de  Nanrra,  é  de  $n%  eosat  ¿  guerras,  é  como  ref oó  en 
¿1  el  Rey  Don  Joan»  Rey  de  Aragoe  qne  después  fué,  é  de  como 
sa  fljo  Dea  Ciriot  fué  eoatn  él. 

El  Rey  Don  Juan  de  Aragón,  padre  del  Rey  Don 
Femando,  ovo  el  reyno  de  Navarra  con  su  primera 
mujer,  siendo  Infante  do  Castilla  é  Príncipe  do  Ara- 
gón, y  fué  de  esta  manera :  Ovo  en  Navarra  un  Roy 
llamado  Don  Carlos,  é  no  ovo  fijo  varón,  é  ovo  una 
fija,  que  se  Jlamó  Dofia  Blanca ,  quo  le  sucedió  en 
el  reyno,  que  casó  con  el  dicho  Don  Juan,  de  la  qual 
el  dicho  Rey  Don  Joan  ovo  dos  fijas,  la  mayor,  lla- 
mada Dofia  Bríanda,  que  casó  con  el  Conde  do  Fox, 
Febus  en  Francia,  en  la  Gasconia,  é  la  otra,  nom* 
brada  Dofia  Blanca,  que  casó  con  el  Rey  Don  En- 
rique de  Castilla,  siendo  Príncipe,  y  después  ovo  un 
fijo,  que  llamaron  Don  Carlos,  que  fué  Príncipe  de 
Kavarra,  é  después  de  Aragón,  é  murió  la  Reyna 
Dofia  Blanca  de  Navarra  tempranamente,  é  casó  ol 
Bey  Don  Juan  segunda  vez  con  Dofia  Juana,  fija 
del  Almirante  de  Castilla  Don  Fidiricus,  y  siendo 
el  Principe  Don  Carlos  de  catorce  afios  arriba,  jun- 
táronse con  él  de  dos  parcialidades  que  había  en 
ITavarrai  laanfi  la  de  los  I^usitanos,  que  «r(^  e\  Qod- 


destable  de  Navarra,  Mesen  Fierres  de  Peralta,  é  su 
hermano  el  thesorero,  é  metieron  bullicio  y  escán- 
dalo en  el  reyno ,  é  requiriendo  al  Rey  Don  Juan 
quo  se  lo  entregase  al  Príncipe  su  hijo,  pues  era 
suyo ;  y  el  Rey  alegaba  que  aun  no  era  tiempo,  quo 
aun  no  era  de  edad  para  gobernar;  é  estuvieron 
con  el  Rey  la  parcialidad  de  los  Agrímonteses,  que 
os  el  Conde  de  Lerín,  é  otros  muchos  caballeros,  Ó 
siguióse  multa  mala  entre  ellos ;  y  los  del  Príncipe 
tomaron  á  Pamplona,  que  es  la  mayor  ciudad  de 
Navarra,  y  dende  el  Príncipe  fué  á  cercar  una  villai 
que  llaman  Sangüesa,  la  qual  estaba  por  el  Rey,  y 
el  Rey  salió  á  la  descercar,  é  sabiéndolo  el  Príncipe 
Don  Carlos,  su  fijo,  salióle  al  camino ,  partiendo  do 
Olite  con  su  hueste,  é  ovieron  su  batalla  campal,  el 
fijo  con  el  padre,  donde  murieron  algunos  de  una 
parte  y  otra,  y  el  padre  fué  vencedor,  é  venció  al 
hijo,  é  le  desbarató  é  prendió  con  otros  muchos,  y 
lo  trujo  preso  á  Zaragoxa,  de  Aragón,  y  lo  tuvo  allí 
aprisionado,  y  á  mego  de  la  Reyna  Dofia  Juana,  su 
mujer,  lo  soltó,  y  juró  estonces  el  Príncipe  Don  Car- 
los é  puso  las  manos  corporalmente  sobre  la  hostia 
consagrada,  de  no  ser  mas  contra  su  padre,  sino  es- 
tar siempre  á  su  obediencia  y  mandado ;  é  oomo  se 
vido  suelto,  tornóse  otra  veas  á  alxar  é  hizo  cuanto 
pudo  contra  el  padre,  por  lo  echar  del  reyno,  y  vien- 
do que  no  pedia  prevalecer  contra  el  padre  con  el 
reyno  de  Navarra  ni  su  favor,  fué  á  demandar  fa- 
vor al  Conde  de  Almifianque,  el  qual  no  se  lo  dio ; 
é  fué  á  d  emendar  favor  al  Conde  de  Febus  de  Fox, 
su  cufiado,  y  tampoco  so  lo  dio;  é  desque  esto  vido, 
fué  á  demandar  favor  al  Rey  Luis  de  Francia,  padro 
del  Rey  Luis,  el  qual  tenia  estonce  cuestión  con  el 
Delfín  Luis,  su  fijo,  y  con  algunos  caballeros  de 
Francia,  y  respondió  al  Príncipe  Don  Carlos,  su  pa- 
riente, diciendo:  «¿qué  ejemplo  daré  yo  á  mi  fijo 
ayudándovos  á  vos  contra  vuestro  padre?»  é  con 
esto  respondió ;  y  el  Príncipe  Don  Carlos  anduvo  y 
tomó  á  Navarra  en  persona ,  pugnando  sí  pudiera 
echar  del  reyno  á  su  padre,  é  desque  vido  que  no 
podia,  fuese  á  Ñápeles  á  su  tio  el  Rey  Don  Alon- 
so, hermano  del  Rey  su  padre,  el  qual  lo  recibió  de 
muy  buen  g^ado,  é  le  rifió  mucho  é  castigó  los  yer- 
ro» que  contra  su  padro  habia  fecho,  y  le  dijo :  «so- 
brino, pues  has  ido  contra  tu  padre,  huye  delante  de 
BU  cara  o ;  é  enviólo  en  Sicilia  ultrafaro,  é  fizóle 
Príncipe  de  ella  ;  é  así  vivió  Don  Carlos  en  aquella 
tierra  en  mucha  honra  fasta  que  f alleoió  el  Rey  Don 
Alonso  su  tio ;  é  fallecido  ol  Rey  Don  Alonso,  los 
catalanes  dijeron  que  querían  que  viniese  su  Prín- 
cipe y  estuviese  en  la  tierra,  y  él  Rey  Don  Juan, 
ya  Rey  de  Aragón,  que  sucedió  al  Rey  Don  Alonso 
su  hermano,  plugo  de  ello,  é  enviaron  por  el  Prín- 
cipe Don  Carlos  á  Sicilia  los  catalanes  de  Barcelona, 
donde  le  fué  fecho  muy  grande  y  solemne  reoebi- 
miento  de  los  barceloneses.  Y  á  este  tiempo  estaba 
el  Rey  Don  Juan  haciendo  Cortes  en  Fraga  y  en 
Lérida,  y  el  Príncipe,  después  de  haber  reposado 
cu  Barcelona,  partió  con  los  Grandes  de  Barcelona 
á  ver  y  besar  las  manos  al  Rey  su  padre ;  y  en  Lé- 
rida la  I^ejrna  Pofia  Juana  y  los  Orandcs  4e  la  corte 


■/►• 


■NI..    . 


CON  FBSNANDO 

le  Mlieron  i  reoebtr  y  fueron  oon  él  á  Fraga,  donde 
•1  Rey  estoba,  y  el  Rey  salió  de  la  villa  á  nn  llano 
f  aera  de  ella  á  recibir  á  la  Reyna  y  al  Príncipe,  y 
la  Reyna  descabalgó  ¿  se  hinoó  de  rodillas  y  dizo 
al  Rey ;  « Sefior,  saplioo  á  V.  A.  qne  perdonéis  al 
Principe  mi  hijo  Don  Carlos»,  y  el  Roy  oalló;  y  es- 
tonces el  Príncipe,  estondo  hincado  de  rodillas',  di- 
jo :  «Suplico  á  V.  A.  me  perdones ;  y  estonce  habló 
el  Rey  y  dijo :  «  Hijo,  por  amor  de  la  Reyna,  qne 
me  lo  suplica,  te  perdono,  y  no  te  tomes  mast ;  y 
estonce  el  Príncipe  le  fué  á  besar  el  pié  y  el  Rey 
hnyó  el  pié  del  estribo,  y  dióle  la  mano  á  besar,  y 
besólo  en  la  boca,  y  así  con  grandes  alegrías,  y  con 
mucha  solemnidad  de  trompetos  y  atobalee  y  mu- 
chas músicas,  se  entraron  en  Fraga,  y  en  la  mesma 
posada  que  el  Príncipe  había  de  posar,  quando  pa- 
saban, eiftaba  nn  loco  á  la  yentona,  y  dijo  pasando 
el  Rey :  a  Ved  que  encara  lo  has  de  tomar  á  prender.» 
Y  estondo  el  Rey  y  la  Reyna  en  aquellas  Górtesy 
el  Príncipe  Don  Carlos,  que  tenia  el  Roy  Cortos  con 
aragoneses  é  yalencianos,  yinieron  allí  embazado- 
res  de  muchas  partes,  é  fueron  allí  por  embazado- 
res  del  Rey  Don  Enrique  de  Castilla ,  un  caballero 
alcayde  de  Burgos',  é  un  frayle;  é  un  dia  dijo  al 
Príncipe  el  Rey :  «Hijo,  bueno  será  que  te  cases  oon 
lalnfanto  de  Portugal»;  y  respondió  el  Príncipe : 
•Sefior,  mas  con  estotra,  pues  se  ha  hablado  y  está 
ya  de  concierto  »;  y  dijo  el  Rey;  «¿De  concierto? 
•luego  mas  sabe  en  ello,  que  no  yo.»  Luego  envió 
por  el  frayle,  embazador,  y  preguntóle,  que  qué 
concierto  traia  con  su  hijo,  y  el  frayle  le  respondió, 
que  él  no  sabia  nada,  que  no  le  habían  á  él  dado 
parte  de  tol  secreto  :  y  estonce  huyó  el  otro  emba- 
zador, y  vinoso  en  Castilla,  y  fué  fama  estonce  que 
el  Rey  Don  Enrique  lo  quería  casar  con  DoGa  Isa- 
bel ,  su  hermana,  y  lo  facía  Maestre  de  Santiago,  y 
le  quería  dar  favor  para  que  destruyese  á  su  padre; 
y  estonce  su  padre  le  tomó  á  prender,  y  moviéronse 
los  catolanes  ádemandallo,  y  el  padre  lo  llevó  pre- 
so á  Fraga,  desde  Lérida,  y  los  catalanes  y  barcelo- 
neses lo  cercaron  en  Fraga  al  Rey,  porfiando  que  les 
diese  al  Príncipe,  fasto  qué  se  lo  ovo  do  otorgar,  é 
partieron  de  Fraga  el  Rey  é  la  Reyna,  é  el  Príncipe, 
en  son  de  preso,  para  Catalufia  oon  los  catoljanes ,  é 
yinieron  todos  á  Villafranca  de  Panadea,  que  está 
á  seis  leguas  de  Barcelona,  é  allí  dio  el  Rey  el  Prín- 
cipe á  los  catolanes,  é  juró  el  Príncipe  allí  otra  ves 
no  salir  de  la  obediencia  é  querer  de  su  padre,  é  los 
barceloneses  acordaron  y  pacificaron  con  el  Rey,  é 
llevaron  al  Príncipe  consigo  á  Barcelona ;  á  desque 
el  Príncipe  se  vido  en  Barcelona ,  él  ni  los  catala- 
nes no  osaron  mas  de  acudir  con  la  obediencia  al 
Rey,  fasto  que  murió  Don  Carlos  dende  á  cierto 
tiempo,  y  de  allí  dedan  los  catolanes,  que  habia  lle- 
vado el  mal  de  la  corto  de  su  padro.  T  muerto  Don 
Carlos,  demandaron  los  de  Baroelona  al  Rey,  que 
les  diese  á  su  fijo  Don  Fernando  por  Príncipe,  con 
condición  que  el  Roy  no  entrase  en  Barcelona ;  y  el 
Bey  les  dijo,  que  ni  él  quería  estar  en  Barcelona,  y 
que  le  piada  que  lo  oviesenpor  su  parto ;  y  la  Rey* 
na  dijo,  qne  si  así  querían  toner  á  su  hijo  por  Prín- 


¿  DoSf A  ISABEL*  M 

dpe,  que  ella  habia  de  estar  con  su  hijo*  en  donde  . 
él  estuviese,  y  así  se  concertó,  que  la  Reyna  y  eí 
Príncipe  estuviesen  en  Barcelona,  y  el  Rey  no  en-; 
trase,  y  esto  era  porque  los  catalanes  barceloneses 
desamaban  mucho  al  Rey  Don  Juan.  E  como  la 
Reyna  estuviese  en  Barcelona  con  su  hijo  el  Prín- 
cipe Don  Femando,  el  Rey  ovo  de  entrar  tn  dia  en 
Barcelona  á  ver  á  su  mujer  la  Reyna,  é  su  fijo,  é  sa 
capa;  é  como  esto  vieron  é  supieron  los  del  Consejo 
de  Barcelona,  ordenaron  y  mandaron ,  que  al  Rey, 
Royna  é  Príncipe  los  botaran  fuera  de  Barcelona;  y 
luego  salieron  fuera  el  Rey,  Reyna  é  Príncipe,  con 
toda  su  casa,  y  desde  aquel  dia  se  rebollo  Barcelo- 
na contra  el  Rey  Don  Juan,  y  toda  Catalufia,  y  re- 
quirió al  Rey  Don  Enrique  de  Castilla  oon  su  obe- 
dienda,  y  no  lo  quiso,  y  truzeron  al  Infante  Don 
Pedro  de  Portogal,  por  Sefior,  el  qual  tuvieron  dos 
afios,  ó  poco  mas  ó  menos,  fasto  que  murió,  é  muer- 
to invocaron  al  Conde  de  Proenzá,  hijo  del  Rey 
Reynel,  que  se  llamaba  Duque  de  Calabria,  y  á  otros 
grandes  Sefiores,  los  quales ,  viendo  que  habían  ne- 
gado y  rebelado  á  su  Rey,  no  quisieron  su  partido, 
y  así  quedaron  sobre  sí  los  catalanes  ;  é  desque  se 
comenzó  la  guerra  entre  ellos  y  el  Rey  Don  Juan, 
fasta  que  se  acabó,  pasaron  diez  afios,  en  los  quales 
muchos  males  y  muertes  y  robos  se  siguieron  en 
aquellos  reynos  de  Aragón,  entre  los  catolanes  y  el 
Rey  Don  Juan. 

• 

CAPÍTULO  cvn. 

■ 

De  la  ssbeesion  4e  los  repiot  de  Ar»«oa. 

Muerto  el  famoso  Roy  y  esforzado  Don  Alonso, 
Rey  de  Aragón,  de  Valenda,  é  Ñápeles,  Sicilia  é 
Mallorca,  Cerdefia,  Iviza  é  Barcelona,  y  Sefior  de  los 
otros  sefioríos  á  la  casa  de  Aragón  pertonedentes  é 
anejos,  é  Inf anto  de  Castilla,  subcedióle  su  hermano 
el  Rey  Don  Juan  de  Navarra,  Infante  de  Castilla, 
conforme  á  su  testamento  y  al  derecho,  en  todos  los 
reynos  y  sefioríos,  dejando  el  rey  no  de  Ñápeles,  que 
se  llama  la  gran  Sicilia  Citrafaro,  porque  la  ganó  el 
Conde  con  mucho  trabajo  por  curso  de  muchos  afios, 
porque  venia  á  la  casa  de  Aragón  de  derecho,  y  es- 
toba anezado  en  poder  de  quien  no  le  venia  de  de- 
recho, según  la  antigüedad  de  ello  lo  cuento,  y  por 
eso,  no  con  sentimiento  de  la  casa  de  Aragón,  sino 
de  su  hermano,  que  lo  dezó  á  Don  Femando,  su  hijo 
bastordo,  el  qual  fué  muy  buen  Roy  después  de  su 
padre  en  Ñapóles;  é  como  el  Rey  Don  Juan  comen- 
zó de  reynar  en  los  dichos  reynos  é  sefioríos,  vino  el 
Príndpe  Don  Carlos,  sn  fijo,  como  ya  oísteis,  do  la 
Italia  en  Barcelona,  y  sembróse  la  discordia  entre  él 
y  su  padre  y  los  catolanes  é  tomáronlo  los  catalanes 
á  su  padre ,  é  tuviéronlo  en  Baroelona  fasto  qne  mu- 
rió tompranamento ;  é  desque  el  Rey  Don  Juan  vido 
que  sn  fijo  era  muerto,  á  quien  pertenecía  el  reyno  < 
de  Navarra,  envió  por  el  Conde  de  Febus  de  Fox,  é 
sucedió  á  Don  Carlos,  y  entrególe  el  Reyno  de  Na- 
varra ;  y  en  esto  tiempo  envió  tombien  por  la  Con- 
desa Dofia  Bríanda,  su  ^flja,  Princesa  de  Navarra 
que  es  quien  como  tengo  dicho  snbcédió  á  Don  Car- 


I 


^  .' 


650  0BÓNI0A8  DE  LOS 

lofl,  7  á  quien  tocaba,  y  en  eete  tiempo  siempre  cre- 
cía la  discordia  y  mal  quista,  que  estaba  entre  los 
catalanes  y  el  Rey,  y  estando  la  Reyna  Dofia  Jua* 
na  y  el  Príncipe  Don  Femando  en  Girona,  el  Rey 
ausente  [de  la  tierra,  salió  Barcelona ,  y  cercáronlos 
allí  para  los  prender  é  destruir,  y  tuviéronlos  cerca- 
dos hasta  que  el  Conde  Febus  vino  de  Navarra  con 
mucha  gente  de  [armas  y  los  socorrió  y  descercói  y 
fiso  fuir  los  catalanes. 

CAPÍTULO  cvm. 

Como  faé  empeSado  Perpiian  al  Rey  de  Navam,  y  tas  gnerraa* 

Volviendo  á  la  subcesion  del  reyno  de  Navarra, 
como  murió  el  Príncipe  Don  Carlos,  reynaron  en  Na* 
varra  Dolía  Bríanda  y  Don  Phebo  su  marido ,  Con* 
des  de  Fox,  los  quales  oyieron  quatro  fijos  é  cinco 
fijas,  y  el  mayor,  4  quien  convino  la  subcesion  del 
reyno,  fué  llamado  Felipo,  é  fué  casado  con  una  her- 
mana del  Rey  Luis  de  Francia,  é  esto  murió  tempra- 
na muerte,  antes  que  el  Rey  Don  Juan  su  abuelo,  é 
Bubcediéronle  un  fijo  é  una  fija,  Phebo  é  Dofia 
Brianda,  é  Don  Pbobo  reynó  en  Navarra  siendo  ni- 
fio,  so  la  guarda  é  tutela  del  Roy  Don  Juan,  su  abue- 
lo, é  muríó  siendo  mozuelo,  é  subcedíó  Dofia  Brían- 
da, que  quedó  ¡en  poder  do  su  madre ;  é  mientras  ol 
Rey  Don  Juan  vivió,  siempre  tuvo  muy  gran  parte 
y  favor  on  Navarra,  y  fortalezas  á  su  mandar,  las 
quales  nunca  osó  soltar,  por  temor  del  dafio  que  del 
Rey  de  Francia  le  podía  venir ;  y  en  aquel  mesmo 
grado  entró  el  Roy  Don  Femando  su  fijo ,  después 
que  muríó  ^el  Rey  Don  Juan  ;  é  como  muríó  el  Rey 
Don  Pbobo,  Rey  de  Navarra,  quedó  en  la  encomien- 
da del  reyno  oí  Rey  Don  Fernando,  é  como  Don  Phe- 
bo murió,  quedó  la  subcesion  del  reyno  á  Dofia 
Brianda,  su  hermana,  la  qual  se  llamó  luego  Reyna 
de  Navarra,  y  el  Rey  Don  Fernando  la  quisiera  ca- 
sar con  el  Principe  Don  Joan ,  su  fijo ,  puesto  caso 
que  ella  era  do  mas  afios  que  no  él,  é  nunca  la  pudo 
haber,  ni  su  madre ,  que  la  tenia  en  poder,  se  la  qui- 
so dar,  ni  el  Rey  de  Francia  fué  de  este  casamiento 
contento,  oobdioiándola  casar  en  Francia,  por  tener 
de  su  mano  el  reyno  de  Navarra  ;  é  su  madre  de  la 
dicha  Reyna,  sin  placer  ni  consentimiento  del  Rey 
Don  Fernando ,  ni  del  Rey  de  Francia,  sos  tios ,  la 
casó  con  un  fijo  de  Monseor  de  Labrit,  Sefior  de  la 
Gasconia,  ya  dicho  en  el  capítulo  de  Bretafia,  del 
qual  casamiento  ovo  mucho  enojo  los  reyes  susodi- 
chos de  Castilla  y  Francia,  sus  tios ;  y  eso  mesmo 
los  navarros,  é  una  g^an  parcialidad  de  ellos  tuvie- 
ron tanto  enojo,  que  no  querían  reoebir  por  Rey  al 
marido  de  su  Sefiora,  y  decían  que  no  reynaria  so- 
bre ellos,  é  tuvieron  en  Navarra  diversas  opiniones^ 
é  las  villas  é  fortalezas  que  estaban  por  el  Rey  Don 
Fernando  nunca  se  las  quiso  entregar,  no  embar- 
gante que  le  mandó  dar  sus  rentas,  recelando  que 
podia  el  Rey  de  Francia  entrar  é  ofenderá  Castilla, 
é  á  Aragón ,  é  siempre  ovo  en  Navarra  dos  parciali- 
dades, las  antiguas  é  las  de  Mesen  Pierres  de  Peral- 
ta, y  otros  caballeros  tenían  con  el  Rey  é  Reyna  de 
Navarra,  sus  Sefiores  \  é  el  Conde  de  Lerin ,  Mesen 


RETES  DE  OAfiTlLLA. 

Juan  de  PiamontOi  yerno  del  Rey,  y  Juan  de  Ara* 
gon,  casado  con  su  fija  bastarda,  y  otroa  muchoa 
caballeros  é  comunidades,  de  que  era  cabeza  el  Con- 
de de  Lerin,  tenían  con  el  Rey  Don  ^Femando;  é 
ovo  sobre  esto  con  el  Rey  Don  Femando,  é  la  Rey- 
na Dofia  Brianda,  é  el  Rey  de  Navarra,  su  marido, 
muchas  divisiones  y  conciertos  é  rehenes,  é  concor- 
dias, é  vino  la  Reyna  de  Navarra  á|Castilla,  donda 
el  Rey  Don  Femando  y  la  Reyna  Dofia  Isabel ,  su 
mujer,  le  fioieron  muchas  honras ,  é  le  dieron  muy 
grandes  dádivas,  é  alhajas,  é  oro,  é  plata,  é  ropa,  é 
riquezas  sin  medida,  é  todavía  se  retuvieron  las  for- 
talezas, é  sobre  ciertos  conciertos  quedó  en  rehene* 
una  fija  del  Rey  de  Navarra,  que  murió  acá  en  Cas- 
tilla, y  el  Rey  Don  Femando  le  desempefió  algnnaa 
villas  é  fortalezas,  é  afirmaron  su  concordia  é  pas 
con  él ,  é  reynaron  en  Navarra  padfioamenta. 

CAPÍTULO  dX. 

De  el  Rey  Don  lian  de  Ara|OB« 

Eol  Rey  Don  Juan,  desque  vido  la  enemiga  de 
los  catalanes  é  rebelión ,  y  que  no  tan  solamente  se 
la  defendían ,  mas  antes  le  ofendían  y  querian  dea- ' 
truir,  fué  demandar  socorro  al  ^Sey  de  Francia  Luis^ 
al  qual  empefió  los  quatro  castillos  en  el  condado  de 
Rosellon,  (Perpiftan ,  la  Vellaguarda,  Roca  y  CoU- 
'  bre,  por  cierta  suma  de  coronas  de  oro,  oon  lo  qual 
é  con  la  ayuda  de  Dios  é  del  dicho  Rey  de  Francia, 
domó  é  sojuzgó  á  Barcelona,  é  toda  Catalufia,  é  que- 
daron las  dichas  quatro  fuerzas  al  Rey  de  Francia,  é 
llevó  mucho  tiempo  las  rentas  de  aquellas  tierras; 
é  después  oon  concierto  los  ciudadanos  de  Perpifiaa 
alzáronse  contra  el  Hey  de  Francia,  é  dieron  la  du- 
dad al  Rey  Don  Juan,  é  vínolos  á  cercar  el  Rey  de 
Francia  con  gran  poder,  estando  el  Rey  Don  Juan 
dentro  de  la  ciudad ;  é  fué  sobre  los  oercadorea  el 
Príncipe  Don  Fernando,  Rey  de  Sicilia,  que  se  lla- 
maba, é  desbaratólos  é  fizo  alzar  el  cerco,  é  quedó  la 
ciudad  por  el  Rey  Don  Juan ;  é  siguióse  guerra  en- 
tre el  Rey  de  Francia,  é  el  Rey  Don  Juan  é  sus  tier- 
ras, é  volvió  el  Rey  de  Francia  otra  vez  sobre  Perpi- 
fian ,  mas  poderoso,  é  púsole  ceroo,  é  tomóla,  é  aojos- 
góla en  todo  lo  empefiado,  é  tóvola  fasta  que  murió 
ol  Rey  Don  Juan,  que  murió  afio  de  1479  que  nnnce 
pagó  la  suma  del  desempefió ;  é  túvola  más  el  dicho 
Rey  de  Francia  todos  los  dias  de  su  vida  fasta  que 
murió  el  afio  de  1481 ,  y  mandó  en  su  testamento, 
que  dando  el  Rey  Don  Femando  la  suma  y  desem- 
pefió que  su  padre  el  Rey  Don  Juan  había  recibido, 
le  diesen  á  Perpifian,  é  todo  lo  empefiado  é  esto  man- 
dó á  su  fijo  Carlos,  Delfin ,  que  así  lo  hiciese  á  cum- 
pliese; é  el  dicho  Rey  Carlos  de  Francia,  que  subce- 
díó al  Rey  Luis  su  padre,  é  sus  tutores,  aunque  por 
el  Rey  Don  Fernando  por  muchas  veces  fueron  re- 
queridos, nunca  deliberaron  de  dar  los  dichos  empe- 
fios,  fasta  que  Dios  lo  permitió. 


DON  F£RKaKDO 


CAPÍTULO  ex. 
De  como  íoeron  los  ladfos  echados  de  Espifia. 

£<n  el  nombre  del  may  alto  Dios  nnoetro  ScAor. 
Visto  por  los  cáthólicos  christianísimos  Bey  é  Bey- 
iie,  el  may  gran  dafio  procedido  de  la  endurecida 
opinión  y  perpétaa  ceguedad  de  los  judíos,  y  como 
de  alli  habian  sa  nudrimento  la  herética  pravedad 
mosaica ;  estando  en  el  cerco  de  Granada  el  afio  de 
1492,  mandaron  y  ordenaron,  que  á  todos  los  judíos 
de  toda  Espafia,  é  todos  los  Reynos  de  ella,  les  f oe- 
se  predicado  el  Santo  Evangelio  é  fé  oathólicaí  é 
doctrina  christiana,  é  que  los  que  quisiesen  se  con- 
▼ertir  é  baptizarse,  permanecieran  en  sus  Ileynos;  así 
como  sus  vasallos ,  con  todo  lo  suyo,  y  los  que  no 
se  quisiesen  convertir,  que  dentro  de  sois  meses  so 
fuesen  é  partiesen  de  sus  Reynos;  é  so  pena  de 
muerte  no  volviesen  mas  á  ellos ,  ó  que  llevasen  to- 
do lo  suyo,  ó  lo  vendiesen  en  lo  que  quisiesen,  salvo 
no  sacasen  oro  ni  plata.  B  salido  este  edicto  é  man- 
dado en  todas  las  sinagogas,  é  plazas  é  iglesias, 
l)or  los  sabios  varones  de  Espafia  les  fué  predicado 
ol  Santo  Bvangelio  é  doctrina  de  nuestra  Santa  Ma- 
dre la  Iglesia,  ó  probado  por  sus  mismas  escrituras, 
como  el  Mesías  que  aguardaban  era  nuestro  Be- 
demptor  Jesucbristo,  que  vino  en  el  tiempo  conve- 
nible, el  qual  sus  antepasados  con  malicia  ignora- 
ron, y  todos  los  otros  que  después  de  ellos  viuieron, 
nunca  quisieron  dar  el  oido  á  la  verdad,  antes  enga- 
fiados  por  el  falso  libro  del  Talmud,  teniendo  la  ver- 
dad anto  sus  ojos  y  leyéndola  en  su  Ley  cada  día,  la 
ignoraban,  embriagados  así  los  sabios  de  ellos  como 
los  simples,  por  el  edicto  y  doctrina  de  Bevase  é  de 
Bavina,  que  compusieron  el  dicho  Talmud,  T  porque 
sepáis  de  qué  manera  y  en  Iqué  tiempo  fné  fecho  el 
dicho  descomulgado  Talmud,  los  que  no  lo  habéis 
leido,  me  pareció  ser  bien  en  esto  lugar  poner  e!  ca- 
pítulo siguionto ,  sacado  del  Fasciculum  Umporum^ 
que  dice  así : 

nl^ahnuíl  Judeorum^  quodsonat  apud  eos  Doctrina^ 
citca  hoBC  témpora  ctnno  CCCCáduobiusummisRab- 
hi8  8,  Rahiiuíj  etRabasef  Uberutique  granáis  etmaior 
decem  Biblis,  tn  quosuni  inexecrabilia  mendaiia^  tur- 
piafada^  abominabilia  contra  legcm  Dei^  contra  It- 
gctn  naturcBf  contra  legem  scripiam.  Videntes  namque 
Judei  legem  suam  quotidie  d^ficere^  etfidem  cJuistia' 
nam  proficere  tn  toto  orbe  etiam  cum  gloria  témpora- 
2»ttm,  hi  dtM  deciptoreSj  instigarunt  quatenus  kunc  li- 
brum  componerentf  ei  tamque  Moysi  scriptus  fitmari^ 
adkiberentjidemfprohiberent  que^  sub  pena  mortis^  ne- 
quis  aliquid  negaretde  his  quos  in  eo  contineniur.  Fac- 
ium  est  ita  ad  suam  ii^eUeem  exceraOonem  etsuorum 
perpetuam  damnationem,  Ne  autem  simpliees  habtant 
ocasionem  reeedend  ia  tanta  falsitate,  innuerunt  eis,  ut 
interrogati  de  dificiUbus^  respondereni :  ^Nos  hac  non 
nintellegimuSj  sed  Rabbi  nostri  poierunt  responderé  vo- 
»&M.B  8ic  tradditi  swrU  inreprobum  sensuniy  utplus  his 
nttgis  creddantf  quam  Moyse^  aut  Christo ,  vcrum  to- 
memplures  in  diversis  mundi  parübus  conversis  ere- 


i  DOÑA  ISABEL.      .  651 

bro  leguniur,  ei  aiiqui  profide  magna  feemuU,  ei  uü¡^ 
lissima  scripia  reUquertmt'S 
Que  quiere  decir  en  nuestro  lenguajo  castollano : 
c  El  libro  de  los  judíos ,  llamado  Talmud,  suena  • 
s  acerca  de  ellos  doctrina  ;  fué  compuesto  cerca  de 
» aquellos  tiempos ,  en  el  afio  del  Nacimiento  de 
B  nuestro  Redemptor  Jesucbristo  de  quatrocientos 

*  afios,  de  dos  grandes  Bables,  llamados  el  uno  Ba- 
»  base,  y  el  otro  Babina,  y  fué  oiertameuto  un  libro 
Agrande  mayor  que  diez  Biblias,  en  el  qual  hay  men- 
» tiras  muy  escuras ,  y  abominables  cosas  de  locu- 
»ra,  contra  la  ley  de  Dios ,  y  contra  la  ley  de  natu-  ' 
»ra,  y  contraía  ley  de  esoriptura.  Viendo  los  judíos 

»  en  aquel  tiempo  ya  dicho  amenguarse,  y  crecer  la    , 
» ley  christiana  en  todo  el  mundo,  y  aun  con  gloría 
»de  bienes  tomporales ,  buscaron  estos  dos  engafia- 
B  dores,  conviene  á  saber,  Babina  y  Babase,  para  que 
9  compusiesen  este  libro,  y  tan  como  á  los  libros 

•  de  Moisen,  y  defendieron,  so  pena  de  muerte,  que 
» ninguno  negase  cosa  alguna  de  lo  que  en  él  era 
B  escrípto,  y  fué  así  compuesto  para  su  ceguedad  y 
B  perpétaa  pena,  mal  aventurada  de  los  suyos;  y  por- 
Bque  no  hubiesen  los  simples  ocasión  de  apartarse 
Bde  su  ceguedad,  mandáronles  que  cuando  fuesen 
B  preguntados  de  algunas  cosas  dificultosas,  que 
B  respondiesen :  « Nosotros  no  entondemos  eso,  mas 
B  nuestros  Bables  vos  responderán ;  é  de  esta  mane- 
B  ra  fueron  caldos  en  reprobado  entondimiento,  cre- 

B  yendo  mas  á  las  mentiras  de  esto  libro,  que  no  á  « 
BMoysen  y  á  Christo.  Empero  muchas  veces  se  lee 
B  muchos  de  ellos  ser  oonvertidos  en  diversas  partes 
B  del  mundo.  Otro  sí  fícieron  grandes  cosas  por  la  fe, 
Bé  después  de  sus  días  dejaron  escripturas  muy 
Bprovechosa8.B 

É  cebados  con  la  dicha  descomulgada  doctrina 
del  Talmud  los  judíos  que  en  aquel  tiempo  vivían 
en  Espafia,  aunque  anto  los  ojos  vian  el  destierro 
y  la  perdición  suya,  aunque  requeridos  fueron  y 
amonestados  por  la  dichas  predicaciones  y  amones- 
tomiontos,  siempre  quedaron  pertinaces  ó  incrédu- 
los, y  aunque  de  fuerza  dieron  el  oido,  nunca  de  gra- 
do recojieron  en  el  corazón  cosa  que  les  aprovecha- 
se, antes  quitados  de  oir  la  predicación  evanjélica, 
les  predicaban  susBabios  la  contraria,  é  los  esforza- 
ban y  ponían  esperanzas  vanas ,  y  les  decían ,  que  i 
supiesen  por  cierto  que  aquello  venia  por  parte  de 
Dios,  que  los  quería  sacar  de  cautivos,  y  llevarlos  á 
la  tierra  de  promisión  ;  y  que  en  esta  salida  verían 
Israel,  pues  que  del  pueblo  de  Israel  ovieron  co- 
mienzo de  salvación ,  é  ovieron  ley,  é  conocieron  é 
recibieron  el  Mesías  verdadero,  que  los  redimió,  que 
fué  Nuestro  Bedemptor  Jesucbristo ,  Dios  y  hom- 
bre ,  que  Dios  habla  prometido  enviar  é  envió,  ol 
qual  ellos  por  su  malicia  no  conocieron  é  reci- 
bieron los  que  estonce  eran,  ni  quisieron  dar  el 
oido  á  sus  grandes  milagros  é  maravillas  que  fizo, 
antes  con  malicia  lo  persiguieron  é  mataron ;  y  el 
yerro  hecho,  nunca  se  arrepintieron,  ni  quisieron 
creer  la  verdad,  ni  por  la  muchedumbre  do  los  mi- 
lagros de  los  Apóstoles  y  discípulos  do  Jesucbristo, 
que  eran  de  su  llnajoi  por  lo  qual  Dloa  los  guardó .  • 


m 


0RÓNI0A8  DE  LOS  BETBS  DE  OAfiTILLA. 


pva  qna  se  oonodaMH  j  ampintíesen,  j  recibiesen 
)a  MuU  dootrina  de  el  ra  Santo  Mesías ,  qne  les  en- 
vió, qaeera  Nuestro  Bedemptor  Jesoohrísto  qnarenta 
aftos  7  eu  oabo  de  los  quarentaafios,  yiendoNaestio 
Seftor  como  era  pueblo  rebelde,  incrédulo  y  duro  de 
ceryis  y  sin  provecho,  envió  sobre  ellos  la  sn  ira ,  é 
del  Emperador  do  Roma  Vespasiano,é  Tito  sn  hijo, 
que  destruyeron  á  Jernsalen  y  i  toda  su  comarca,  y 
mataron. un  cuento  y  cien  mil  judíos ,  é  vendieron 
ochenta  mil,  é  cautivaron  é  prendieron  toda  la  tier- 
ra de  ellos,  é  trujeron  á  Roma  é  todas  sus  tierras  mu- 
chos cautivos,  é  de  todos  aquellos  ochenta  mil  ven- 
didos, é  de  los  otros  cautivos  é  desterrados,  vinieron 
á  Francia  y  á  Espafia  muchos  en  muchas  veces,  que 
se  libertaron  por  diversas  maneras,  é  modos,  de  don- 
de estos  que  este  tiempo  eran  vivos  procedieron,  asi 
en  linaje  como  en  contumacia;  de  los  quales  se  fa- 
llaron en  los  Reynos  de  Castilla  treinta  mil  vasallos 
y  mas,  que  eran  treinta  mil  casas  y  mas;  de  lo  qual 
escribió  Rabí  Mair  al  Rabi  mayor  Don  Abrahan  8e- 
fior,  sn  suegro,  por  verdad  supiese,  que  desterraba 
el  Rey  y  la  Rey  na  treinta  y  cinco  mil  vasallos,  que 
eran  treinta  y  ciuco  mil  casas  de  judíos.  E  de  los 
Rabíes  que  yo  baptizó  á  la  vuelta  que  volvieron  de 
allende,  que  fueron  diez  ó  doce,  ó  de  uno  que  era 
muy  agudo  á  natura,  que  llamaban  ZentoUo,  que 
era  de  Vitoria,  al  qnal  yo  puse  nombre  Tristan  Bo- 
gado, fui  yo  certificado  que  habia  en  Castilla  mas  de 
treinta  mil  judíos  casados,  y  que  habia  en  Aragón 
como  Dios  hacia  por  ellos  muchos  milagros,  y  lossa- 
caria  de  Espafia  ricos  y  con  mucha  honro,  según  lo 
esperaban,  que  si  en  la  tierra  oviesen  alguna  fortu- 
na ó  siniestra,  que  en  entrando  en  la  mar  verían  co- 
mo Dios  era  su  guiador,  como  habia  fecho  á  sus  an- 
.  tepasados  en  Egipto.  Los  judíos  ricos  hacían  la  cos- 
ta de  la  salida  de  los  judíos  pobres,  y  usaban  los 
unos  con  los  otros  en  aquella  partida  de  mucha  ca- 
ridad; ansi  que  en  ninguna  manera  se  quisieron  con- 
vertir, salvo  algunos,  muy  pocos,  de  los  mss  nece- 
sitados. Comunmente  enúe  los  judíos,  así  simples 
como  letrados,  en  aquel  tiempo,  habían  opinión  y 
creían  todos,  do  quiera  que  habitaban ,  que  ansí  co- 
mo con  mano  fuerte  y  brazo  estondido  y  mucha 
honra  y  riquezas.  Dios  por  Moysen  habia  sacado  el 
otro  pueblo  de  Israel  de  Egipto  milagrosamente;  que 
así  de  estas  partidas  do  Espafia  habían  de  volver 
ellos  y  salir  con  mucha  honra  y  riquezas,  sin  perder 
nada  de  lo  suyo  á  poseer  la  santa  tierra  de  promi- 
sión, la  qual  confesaban  haber  perdido  por  sus 
grandes  é  abominables  pecados,  que  contra  Dios  sus 
antepasados  habían  fecho ;  de  lo  qual  en  esta  salida 
todo  á  la  contra  de  lo  que  esperaban  les  acaeció,  co- 
mo ellos  ufasen  y  enemigos  de  la  verdad  fuesen; 
ca  en  la  otra  salida  que  salieron  del  cautiverio  de 
Egipto;  por  mandado  de  Nuestro  Sefior,  que  era  su 
valedor  y  los  quería  bien ,  en  pago  de  los  trabajos 
ó  majamientos  que  los  egipcios  les  habían  dado  ó  les 
debían,  les  mandó  robar  á  Egipto  seguramente,  é  los 
robaron  cuando  quisieron  salir  para  ir  al  desierto, 
donde  Dio»  los  mandó  ;  diciendo  que  habían  de  vol- 
ver, demandaron  prestadas  joyas  de  oro,  ó  plata,  é 


seda,  ó  pafios,  ó  otras  ooaaa  á  los  egipdos,  que  les 
prestaron,  según  dice  ol  capítulo  XII  del  Bzodo,  y 
estonce  muy  bien  copo,  oa  ellos  eran  buenos  y  hu'  . 
mildes,  y  creían  en  Dios  soberano  y  eterno,  criador 
del  cielo  y  de  la  tierra ;  los  agipcios  eran  malos  y 
geotiles  ó  idólatras,  y  ahora  por  la  contra,  los  judioi 
eran  malos  y  descreídos ,  ó  idólatras ,  y  no  fijos  do 
Israel ,  salvo  fijos  de  Oanaám ,  y  de  perdición,  y  los 
christianos  son  buenos  é fijos  de  Dios,  de  ley  de  ben- 
dición y  de  obediencia,  é  pueblo  de  Dios ,  Ó  fijos  do 
seis  mil  cassdos,  esto  se  entiende  con  Catalnfiay  Va- 
lencia, en  que  habia  masdecientoy  sesenta  mil  áni- 
mas, al  tiempo  que  el  Rey  y  la  Reyna  dieron  la  sen- 
tencia que  los  que  no  quisiesen  ser  christianos  que 
fuesen  desterrados  de  Espafia  para  siempre.  En  el 
tiempo  del  edicto  de  los  seis  meses  vendieron  é  mal- 
barataron cuanto  pudieron  de  sus  haciendas,  ó  apa- 
rejaron su  viaje  los  chicos  y  los  grandes,  mostrsa- 
do  grande  esfuerzo  y  esperanza  de  habw  próspera 
salida  ó  cosas  divinas,  y  en  todo  o  vieron  siniestra! 
venturas ;  ca  ovieron  los  christianos  sos  faciendas 
muy  muchas,  ó  muy  ricas  casas  y  heredamientos  por 
pocos  dineros,  y  andaban  rogando  con  ellas,  y  no 
habia  quien  se  las  comprase ,  ó  daban  una  casa  por 
un  sano ,  y  una  vifia  por  un  poco  pafioó  lienzo,  por- 
que no  podian  sacar  oro  ni  plata ;  empero  es  verdad 
que  sacaron  infinito  oro  é  plata  esoondidamente,  y 
en  especial  muchos  [cruzados  ó  ducados  abollados 
con  los  dientes ,  que  los  tragaban  é  sacaban  en  los 
vientres,  ó  en  los  pasos  donde  habian  de  ser  busca- 
dos ,  ó  en  los  puertos  de  la  tierra  ó  de  la  mar ,  y  en 
especial  las  mujeres  tragaban  mas,  cá  á  peiaona 
le  acontecía  tragar  treinta  ducados  de  una  vez. 


CAPÍTULO  CXL 

De  eomo  s«lleros  é  por  ioniñ  los  Jidfot  4o  CutIUt. 

En  el  plazo  de  los  seis  meses  vendieron  6  malba- 
rataron los  judíos  lo  que  pudieron  de  sus  haciendas, 
é  casaron  todos  los  mozos  ó  mozas  que  eran  de  doce 
afios  arriba,  unos  con  otros,  porque  todas  las  hem- 
bras de  esta  edad  arriba  fuesen  á  sombra  ó  compa- 
fiía  de  marido ;  é  comenzaron  á  salir  de  Castilla  los 
primeros  en  la  primera  semana  del  mes  de  Julio^ 
afio  del  Nacimiento  de  nuestro  Redemptor  Jesu- 
christo  de  1492  afios.  Salieron  de  Castilla  ó  entraron 
en  Portugal  con  consentimiento  del  Rey  Don  Juan 
los  siguientes;  salieron  por  Benavente,  tres  mil 
ánimas  y  mas,  que  entraron  en  Portugal  por  Ber- 
ganza  ¡  salieron  por  Zamora  treinta  mil  ánimas  á 
Mirauda,  que  entraron  en  Portugal;  salieron  por 
Ciudad-Rodrigo  á  Villar  treinta  y  cinco  mil  áni- 
mas, y  salieron  por  Miranda  de  Alcántara  á  Ma- 
man ,  quince  mil ;  salieron  por  Badajoz  á  Helvea 
diez  mil  ánimas.  De  los  que  estaban  en  frontera  de 
Navarra ,  metiéronse  en  Navarra  dos  mil  ánimas 
De  los  que  moraban  en  frontera  de  Vizcaya,  entra- 
ron por  Laredo  en  la  mar,  ó  de  los  de  Medina  da 
Pumar  é  su  tierra  trescientas  casas ;  y  entraron  por 
Cádiz  en  la  mar  ocho  mil  casas  de  los  del  Andalu- 
cía; ó  de  los  del  Maestradgo  de  Santiago.  Otros  mu- 


OOtt  iTERÍtAlíDO  i  DOJf A  íAkmL: 


tí» 


oliM  iaeion  ^ot  CarUJenft  ¿  por  IO0  pueitoi  de  Ara- 
gón y  de  aquellas  oomarcas,  é  otros  faeron  á  em- 
barcar por  los  puertos  de  Aragón  é  sas  confines. 
Los  de  los  reynos  de  Aragón  ó  Gatalnfta  embarca- 
ron por  los  puertos  de  Catalnfia  é  Aragón,  é  entra- 
ron por  la  mar,  y  mnchos  de  ellos  entraron  en  la 
Italia,  é  otros  á  tierra  de  moros  al  reyno  de  Tunes  é 
Tremecen  é  otros  reynos,  donde  sn  ventara  los  echa- 
ba. Estos  faeron  los  de  los  reynos  de  Aragón  é  de 
Oatalnfia,  é  los  de  Castilla,  que  embarcaron  por  los 
puertos  de  Cartajena  é  confines  del  reyno  de  Valen- 
cia, de  los  quales  los  mas  ovieron  siniestras  fortu- 
nas, robos  é  muertes  en  la  mar  y  en  la  tierra  por 
donde  iban  y  arribaban,  ansi  de  los  christianos  como 
de  los  moros, 

oapItülo  OXIL 

De  como  los  aoros  TlTiin  ea  BtpaSa ,  7  de  tas  riqueías  é  oleiot, 
é  de  la  forlosa  fue  llevaban. 

Volviendo  á  dentar  de  los  otros  judies  que  embar- 
caron en  el  Puerto  de  Santa  Maria  é  en  Gádis,  é  de 
los  siniestros  é  fortunas  que  aoontocieron  á  los  unos 
é  á  los  otros  en  esto  destierro ,  digo :  que  estos  ju- 
díos de  Castilla,  en  cuyo  tiempo  fué  esto  edicto  del 
Bey  y  de  la  Reyna,  estaban  heredados  en  las  mejo- 
res ciudades,  villas  é  lugares,  é  en  las  tierras  mas 
gruesas  ó  mejores,  y  por  la  mayor  parte  moraban 
en  las  tierras  de  los  sefioríos,  ¿  todos  eran  mercade- 
res é  vendedores,  é  arrendadores  de  alcabalas  é  ren- 
tas de  achaques,  y  hacedores  de  sefioros,  tundidores, 
sastres,  Eapateros,  curtidores,  surradoree,  tejedores, 
especieros,  buhoneros,  sederos,  plateros,  y  de  otros 
semejantes  oficios ;  que  ninguno  rompia  la  tierra, 
ni  era  labrador,  ni  carpintoro ,  ni  albafiiles,  sino  to- 
dos buscaban  oficios  holgados ,  é  de  modos  de  ga- 
nar con  poco  trabajo ;  eran  gente  muy  sotil,  y  gente 
que  vivia  comunmento  de  muchos  logros  y  osuras 
con  los  christianos,  y  en  poco  tiempo  muchos  po- 
bres de  ellos  eran  ricos.  Eran  entro  sí  muy  cariUtí- 
tivos  los  unos  con  los  otros.  Aunque  pagaban  sus 
tributos  i  los  sefiores  y  reyes  de  las  tierras  de  don- 
de vivian,  nunca  por  ello  venian  en  mucha  necesi- 
dad, porque  los  Concejos  de  ellos,  que  llamaban 
Aljamas ,  suplían  por  los  necesitados.  Eran  bien  se- 
fiores de  lo  suyo ;  do  quiera  que  vivian,  habia  entre 
ellos  muy  ricos  hombres,  que  tenían  muy  grandes 
riquezas  y  faci ondas,  que  valían  un  cuento  y  dos 
cuentos,  y  tres;  personas  de  diez  cuentos,  donde 
eran,  así  como  Abraham  Sefior  que  arrendaba  la 
masa  de  Castilla,  y  otros  que  eran  mercaderes,  que 
tenían  gran  suma  de  dineros ;  y  propuesto  la  gloria 
de  todo  esto,  y  confiando  en  las  vanas  esperanzas 
de  su  ceguedad,  se  metieron  al  trabajo  del  camino, 
y  salieron  de  las  tierras  de  sus  nacimientos,  chicos  é 
grandes,  viejos  é  nifios  1 A  pié  y  caballeros  en  asnos 
7  otras  bestias,  y  en  carretas,  y  continuaron  sus 
viajes  cada  uno  á  los  puertos  que  habían  de  ir ;  é 
iban  por  los  caminos  y  campos  por  donde  iban  con 
muchos  trabajos  y  fortunas,  unos  cayendo,  otros 


enfermando,  que  no  habla  olinstiano  que  nó  ovieso  . 
dolor  de  ellos,  y  siempre  por  do  iban  losoon?idaban 
al  baptismo,  y  algunos  oon  la  caito  se  convertian  é 
quedaban,  pero  muy  pocos,  y  los  Bables  los  iban 
esforzando,  y  facían  cantar  á  las  mujeres  y  mance- 
bos, y  tofier  panderos  y  adufes  para  alegrar  la  gen- 
te, y  así  salieron  fuera  de  Castilla  y  llegaron  á  los 
puertos,  donde  embarcaron  los  unos,  y  los  otros  á 
Portugal. 

Los  que  fueron  á  embarcar  por  el  Puerto  de  San- 
ta Maria  é  Cádiz,  ansí  como  vieron  la  mar,  daban 
muy  grandes  gritos  é  voces,  hombres  é  mujeres, 
grandes  y  chicos,  en  sus  oraciones  demandando  4 
Dios  misericordia,  y  pensaban  ver  algunas  maravi- 
llas de  Dios  y  que  se  les  habia  de  abrir  oamino  por 
la  mar,  y  desque  estuvieron  allí  muchos  días,  y  no 
vieron  sobre  si  sino  mucha  fortuna,  algunos  no  qui- 
sieran seir  nacidos ;  é  ovieron  de  embarcar  en  vein- 
to  y  cinco  navios  é  naos ,  en  que  iban  sieto  naos  de 
gavia,  é  fué  por  Capiton  Pero  Cabrón,  é  tomaron  la 
vía  de  Oran,  donde  estaba  en  el  puerto  el  corsario  ' 
Fragoso  con  su  armada,  y  viendo  esto,  enviaron  un 
Babí,  que  allí  llevaban,  ansí  oomo  por  caudillo  ma- 
yor de  los  judíos  entre  si,  que  llamaban  Babí  Levi, 
y  llegando  al  Fragoso  en  la  barca,  le  contó  el  hecho 
de  su  embaxada,  y  le  prometió  diez  mil  ducados 
porque  no  les  fioiese  mal,  y  les  dejase  allí  desem- 
barcar, oon  esto  el  corsario  se  aseguró ,  é  volvió  el 
Babí  á  la  fiota  y  al  capiton  Pero  Cabrón.  En  tanto 
anocheció,  é  habido  su  consejo,  dieron  la  vuelto 
para  Arcilla,  ó  ovieron  fortuna, é  fueron  los  diez  y 
sieto  navios  á  parar  al  puerto  do  Cartojena,  dondo 
salieron  ciento  y  oinqüenta  ánimas  demandando 
bastimento,  é  se  lo  dieron,  é  se  volvieron  en  Casti-. 
Ha  hechos  christianos ;  é  dende  la  floto  volvió  á  Má- 
laga, donde  asimismo  demandaron  baptismo  qua- 
trocientas  personas,  hombres  y  mujeres ,  é  los  saca- 
ron de  los  navios  é  fueron  baptizados,  é  se  volvie- 
ron en  Castilla ;  todos  los  otros  llevaron  fasto  Arci- 
lla é  allí  los  echaron  á  tierra,  é  donde  se  faeron 
áFez. 

CAPÍTULO  cxm. 

De  lo  qae  fné  de  loa  Jadtoa  qae  entraron  en  PortapI* 

Los  judíos  que  entraron  en  Portugal  dieron  al 
B^  Don  Juan  á  cruzado  por  cabeza,  porque  los  de- 
jase estor  ende  seis  meses ,  ó  cumplido  el  plazo  em- 
barcaron en  el  puerto  de  Portugal,  y  salieron  en  el 
mes  de  Marzo  de  1493  para  ir  en  África  al  reyno  de 
Fez,  y  quedaron  en  Portugal  seiscientas  casas  de 
los  mas  ricos,  por  cierto  tiempo,  dando  al  Bey  á 
den  cruzados  por  casa,é  quedaron  otras  cien  ca- 
sas, que  dieron  á  ocho  cruzados  por  cabeza  de  cada 
persona,  de  las  que  en  ella  habia ;  é  esto  ficieron  é 
dilatoron  fasta  saber  cómo  iba  á  los  demás  que  se 
partían ;  y  porque  ya  sabían  la  mala  andanza  de  los 
que  primero  habían  embarcado,  y  quedaron  mas  de 
mil  ánimas  cautivas  en  poder  del  Boy,  porque  no 
pagaron  los  cruzados  de  los  derechos  de  la  entrada. 


levantondo,  otros  moriendo,  otros  naciendo ,  otros  I  Los  mas  de  los  navios,  de  la  muchedumbre  de  ja^ 


«54 


OROKiOAS  DE  LOS  BSTES  T>t  CASTILLA. 


dioi  qoé  embifCiioii  en  GibralUr,  foeroii  4  deaem* 
hñTCMr  eo  Ardlls,  é  de  allí  loa  UeTaron  por  su  con- 
cierto*  en  guarda  ciertaa  capitaniaa  de  moroa,  por 
niB  dineroSi  á  Fea ,  por  mandado  del  Rey  de  Fes» 
donde  en  el  TÍajo  eran  robadoe  por  dÍTema  mano- 
raa,  é  lea  tomaban  laa  mozaa,  é  laa  mnjerea,  é  loa 
lioa  de  la  hacienda,  é  ecbábanae  con  laa  mnjerea  á 
viata  de  ana  padrea  é  de  ana  maridoa,  fadéndolea 
mil  plagia  é  mil  deaventnraa;  de  manera  qne  tam- 
bién loa  qne  cataban  en  Fes,  pneato  caao  qne  tam- 
bién allá  había  mnohoa  jndíoa  moriaooa,  también 
eran  mny  mal  tratadoa,  y  cataban  descaperadoa ;  y 
aabido  cato  por  loa  qne  iban,  nnoa  y  otroa  no  facían 
aino  dcBembarcar,  y  catarse  en  el  campo  allí  en  Ar- 
cilla ,  como  qnien  cata  en  feria,  donde  se  allegó  nn 
gran  real  de  gente ;  é  estando  allí  aquella  muche- 
dumbre,'habían  au  conaejo,  émuchoaae  venían  á  la 
TÜla  y  ae  hacían  baptizar ;  é  muchos  se  Tolvian  de 
Fea,  Tiendo  la  mala  andanza  de  allá,  de  donde  loa 
del  real  sabían  como  los  trataban.  Alli,  habido  an 
acuerdo ,  se  ficierou  dos  partea,  la  una  se  f  uó  su  TÍa 
por  el  reino  de  Fez,  la  otra  parte  demandaron  al 
Conde  do  Borva,  que  cataba  por  Capitán  general 
en  Arcilla,  que  por  amor  de  Jeauohriato,  en  el  qual 
elloa  creían,  que  los  fidese  baptizar,  é  loafldeae 
volver  á  Espalla ;  el  qual  loa  redbió  é  fizo  mucha  ca- 
ridad ;  y  loa  clérigos  los  baptizaban  echándoles  agua 
con  un  hiaopo  por  encima,  que  eran  mucltos,  lo 
qual  despuca  acá  supimos  los  curas  y  los  clérigos 
por  donde  vinieron,  los  qualea  despedidos  de  Arci- 
lla por  todo  el  afto  de  1493,  desque  comenzaron  á 
dar  vuelU  á  CasUIia,  fasta  d  afio  de  1496,  no  ceaa- 
ron  de  pasar  de  allende  acá  en  Castilla  á  volverse 
christíanos.  Aquí  en  este  lugar  de  los  Palacios,  apor- 
taron den  ánimas,  que  yo  baptizé,  en  que  había 
algunoa  Rabíes,  que  traían  por  escudo  de  lo  que 
habían  leido  una  autoridad  del  capítulo  X  de  Isdas : 
«íÁperiam  in  wmHbu$  fiumim^  et  m  mediu  campiB 
f(mU9  dUnmpam,  et  terram  iüientem  tíne  aquas 
eof^ndam.  Ecee  puer  tneua  aealtahUur ,  eí  eUcaU- 
tur  et  tublimU  erít  wOde.  HaurUUs  aquas  m  gaudiit 
defanUbuM  Salvaiarii,  et  dicelis  in  illa  die,  cxmfiU" 
mvni  Domino ,  et  invoeaU  nomen  ^ub,  caniaU  Domino 
quoniam  magnifice  fedi,  anunciaU  hoc  in  univerutm 
terram,  etc.i^  Que  quiere  decir:  a  Abriré  ríos  en  mon- 
»tes ,  en  medio  de  los  campos  abriré,  romperé  fueu- 
ites'  y  confundiré  la  tierra  scdíenU  sin  agua.  Hé 
yahí'mi  niño  será  ensalzado  é  levantado  será  muy 
salto ;  sacareis  agua  con  gozo  de  las  fuentes  del 
«Salvador ,  y  dirds  en  aqud  día  confesaos  d  Seflor, 
jiinvocad  su  nombre,  dad  á  conocer  á  los  pueblos 
ysus  invenciones,  recordadvos  cá  ensalzado  es  su 
mombre,  cantad  al  Señor,  cá  maravillas  fizo,  anun- 
»dad  esto  en  toda  la  tierra.»  Esta  y  otras  muchas 
profecíaa  del  advenimiento,  encamación,  pacimien- 
to  y  paaion  y  resurrocdon  do  Nuestro  Sefior  Jeau- 
ohristo ,  venían  confesando  en  hebraico ,  ser  verda- 
dero y  haberse  cumplido  en  d  advenimiento  de 
Nuestro  Sefior  Jesuchristo,  d  qud  confesaban  que 
verdaderamente  creían  ser  d  verdadero  Medas,  dd 
qual  dedan,  que  habian  estado  ignorantes  por  im- 


pedimento de  ana  antqMwados,  qne  les  habian  deja- 
do, so  pena  de  deaoomunion ,  que  no  leyesen  ni  oye- 
sen laa  Escñptnraa  de  los  chrístíanoB. 

Todoa  cuantoa  judíos  paaaron  al  reyno  de  Fes 
qne  volvieron  por  aquí,  venían  deanudoa,  descalzca 
y  llenos  de  piojos,  muertos  de  hambre  é  muy  mal 
aventurados,  que  efa  dolor  de  los  ver,  y  esto  fué 
dentro  en  pocos  días,  porque  viendo  el  Rey,  des- 
pués de  habdlos  recojido  aquella  gente  en  Fez, 
qne  era  perdídon  suya,  y  qne  era  gente  robada  y 
pobre,  de  quien  él  no  pedia  haber  provecho,  dioica 
licencia  que  ae  volviesen  ó  fuesen  do  quideaen ,  ó 
con  esto  hubo  lugar  á  qne  muchos  de  los  de  Fez, 
sai  hombres  como  mujeres,  se  volvieron  en  Casti- 
lla, y  venían  todos  como  dicho  es;  y  por  loa  cami- 
nos por  donde  venían  desde  Fez  á  lialzdqnivir,  é 
dende  á  Arcilla,  sdieron  loa  moros  y  los  desnuda- 
ban en  cueros  vivos,  y  se  echaban  con  laa  mnjerea 
por  fuerza,  y  mataban  los  hombres,  y  los  abrían 
por  medio ,  buscándoles  d  oro  en  el  vientre,  porque 
supieron  que  lo  tragaban ;  é  á  dios  é  á  ellaa  aparta- 
ban del  camino,  y  les  hacían  abrír  laa  bocaa  para 
que  les  diesen  el  oro,  metiéndoles  ad  meamo  laa 
manca  abajo  para  esto  mismo  ;  y  después  de  haber 
padeddo  tantos  males,  viéndose  libres  acá,  daban 
gradas  á  Dios  porque  los  había  sacado  de  entre  ta-' 
les  bestias ,  y  traídolos  á  tierra  de  gantes  de  razón, 
y  aun  las  mujeres  confesaban  cosas  muy  feas  qne 
aquellos  brutos  animales  moros  alarbea  con  ellaa 
cometían,  y  con  muchachos,  que  no  conviene  osen- 
birlas;  ved  qué  desventuras,  qué  deshonras,  qué 
plagaa,  qué  mancillas,  qué  majamientos  vinieron 
en  esta  generación  por  el  pecado  de  la  incredulidad, 
y  porfiada  y  vana  afecdon  que  tomaron  de  negar  d 
Salvador  y  verdadero  Mesías  suyo,  que  es  Nuestro 
Sefior  y  Rederaptor  Jesuchristo ,  el  qual  dempre  los 
tuvo  los  brazos  abiertos  para  los  recibir,  y  nunca 
de  grado  quisieron ,  fasta  que  por  fuerza  ovieron 
de  venir,  por  las  plagas  ya  dichas,  y  aquí  parece 
que  se  cumplió  la  profecía,  que  dice  David  en  el 
Psalmo :  Conver tentar  ad  vesperam^  et  famem  patiea- 
tur  ut  canes  f  et  drcundabunt  civitatem;  que  quiere 
decir :  oCon vertirse  han  en  la  tardo,  y  habrán  liam- 
9bre  como  pen-os,  y  andarán  cercando  la  dudad» ; 
ad  estos  fueron  convertidos  muy  tarde  por  fuerza, 
é  por  muchas  ponas,  como  dicho  es.  É  como  vieron 
que  continuamente  se  venían  á  ser  christíanos  cuan- 
tos podían ,  mandó  el  Rey  poner  guardas  que  non 
dejasen  venir  mas  de  los  que  ya  eran  venidos,  y  d 
licencia  tuvieran  para  se  volver,  ó  dineros  para  se 
libertar,  de  cuantos  judíos  de  Castilla  Centraron  en 
el  reyno  de  Fez,  no  quedara  allí  ninguno  que  no  se 
viniese  á  ser  christiano.  De  laa  setecientaa  cosas 
que  entraron  en  Portugal ,  algunos  se  embarcaron 
para  Italia,  y  otros  para  tierra  del  Turco,  é  muchos 
se  convirtieron  é  bautizaron  é  volvieron  en  Costilla 
á  sus  meemos  tierras.  Debéis  saber,  que  estos  ju- 
díos, que  en  Espafio  habitaban,  no  todos  venían  de 
el  derramamiento  de  lo  destrucción  de  Jemsalon, 
que  fué  quarenta  afios  después  de  la  pasión  de 
nuestro  Redomptor,  qne  antes  de  aquellos  había  ju** 


Don  íiitH^toO 
Aioé  en  fiflpAlU',  especialmente  en  Toledo,  loe  qna- 
lee,  según  contoban  algunos  judíos  de  estos  é  algu- 
nos de  los  confesos  que  Tenian  de  aquellos,  Tinie- 
ron  en  el  tiempo  que  Roma  sefioreaba  la  mayor 
parte  del  mundo,  é  sefioreaba  á  Jerusalen  ó  á  Espa^ 
fia;  é  otros  decían,  que  quando  Boma  pobló  á  Tole- 
do é  á  SegOTÍa ;  é  que  los  libros  de  memorias  de 
esto ,  fueron  quemados  en  el  robo  de  la  judería  en 
tiempo  de  Fr.  Vicente ,  en  el  qual  tiempo  se  halla- 
ban en  Castilla  cien  mil  casados  é  aun  mas ;  porque 
seria  prolijo  y  sin  provecho  escribir  mas  de  estos 
judíos ,  no  quiero  aquí  mas  de  ellos  escribir,  salvo 
que  en  Fes  el  nuevo  hicieron  una  muy  gran  judería 
de  casas  de  paja,  los  que  allí  asenUron,  y  un  día 
no  supieron  cómo,  se  encendió  la  villa  de  muy  gran 
fuego,  que  quemó  mas  de  dos  mil  casas,  con  todas 
las  haciendas  y  alhajas  que  en  ellas  esUban  é  con 
muchas  librerías  de  su  hebrüco,  é  ovieron  que  ha- 
cer en  poner  las  personas  en  salvo ,  y  con  todo  eso 
se  quemaron ,  que  murieron  luego  dies  y  ocho  per- 
sonas é  quedaron  muchos  quemados  vivos,  que  se 
escaparon  huyendo,  de  lo  qual  murieron  después 
mas  de  ochenta  personas,  y  después  dio  pestilencia 
en  la  juderia  que  de  acá  fué,  que  en  muy  pocos  dias 
murieron  de  ellos  mas  de  quatro  mil  personas  de 
pestilencia,  y  de  oimaras  mas  de  dos  mil. 

CAPÍTULO  CXIV. 

ne  los  Jadlot  de  la  dsdad  de  Fes. 

Podéis  saber,  que  en  el  reino  de  Fez ,  y  en  la  ciu- 
dad mesma  ovo  anexamente  muchos  judíos,  así 
como  acá  en  Espafia ,  ca  se  hallaban  mas  de  don 
mil  vecinos,  é  también  fueron  robados  é  muertos 
no  ha  muchos  afios,  como  en  Castilla,  todos  en  un 
tiempo.  Ovo  un  judío ,  que  llamaron  Aaron ,  sabio 
muy  sotil ,  que  privaba  mucho  en  demasiada  mane- 
ra con  el  Bey  de  Fez,  en  manera,  que  él  rejia  y 
mandaba  en  el  reyno  quanto  él  queria,  de  lo  qual 
los  moros  eran  muy  maJ  contentos ,  los  que  algo  va- 
llan ,  é  alborotaron  el  común  contra  el  Rey  y  contra 
los  judíos,  y  levantóse  el  común  de  Fez,  y  mataron 
al  Rey  y  al  privado  Aaron,  é  dende  entraron  en  las 
juderías,  donde  habia  en  la  ciudad  mas  de  dos  mil 
casas,  y  metiéronlas  á espada,  y  mataron  é  robaron 
y  no  dejaron  mas  de  los  que  decían  que  querían  ser 
moros,  é  ansí  flcieron  en  todas  aquellaB  comarcas, 
é  ficieron  Bey  en  Fes ;  y  en  su  tiempo  aquellos  tor- 
nadizos judíos  no  tenían  mas  ley  de  Mahomad,  que 
de  antes ,  como  hadan  acá  los  malos  conversos  so- 
bre quien  vino  la  Inquisición ,  é  ovo  quien  dijo  al 
Bey  como  aquellos  judíos  habían  sido  moros  por 
fuerza,  y  que  proveyese  sobre  ellos,  i  ver  si  eran 
moros  ó  no ,  é  el  Bey  mandó  salir  id  campo  todos 
los  judíos  moros  tornadizos  que  habia  eu  Fez,  é 
mandó  que  los  que  quisiesen  ser  judíos  quedasen,  y 
los  que  quisiesen  quedar  moros  por  su  grado,  que  lo 
quedasen  é  que  fuesen  libres  como  los  otros  moroB| 
é  los  que  quedasen  judíos,  que  fuesen  sujetos  á 
ciertas  leyes  é  condición  que  les  puso,  que  no  cal- 
casen zapatos,  salvo  alpargatas  de  espartO|  que 


i  SO^A  fSÁBÜt.  m 

no  cabalguen  en  caballo  ensilladlo,  y  que  nunca  ca* 
balguen  en  la  ciudad,  salvo  que  todos  andan ,  é  an- 
den i  pié,  que  no  tomen  ni  traigan  armas,  que  los . 
hombres  nunca  vistan  albornoces,  nin  toquen  to- 
cas, salvo  todo  negro ;  que  las  mujeres  judías  non 
traigan  caragueles,  nin  la  cara  topada,  nin  trajesen 
tocas  moradas,  nin  vistiesen  almejía;  y  sobre  todo 
fideron  otras  muchas  ordenanzas  en  perjuicio  de 
los  judíos.  E  estondo  en  el  campo  mandaron  que  se 
apartasen  los  judíos,  y  los  moros  que  quedasen  par 
de  ellos  á  otra  parte ,  é  ellos  temieron  que  lo  que- 
rían facer  por  matarlos,  que  dijesen  que  querían  ser 
judíos,  y  no  quedaron  sino  muy  pocos  judíos,  todos 
los  mas  quedaron  moros  tornadizos,  y  de  estos  que- 
dó la  ciudad  y  toda  la  tierra  llenas ,  de  donde  ahora 
hay  infinitos  de  ellos,  y  después  acá  se  han  liberto- 
do  y  tomado  á  ser  judíos  muy  muchos  de  ellos,  que 
hay  de  aquel  metal,  dando  al  Rey  una  pieza  de  oro, 
é  les  da  licencia  que  sean  judíos;  así  lo  acostum- 
bran é  hacen  aun  ahora. 

CAPÍTULO  CXV. 

De  eomo  el  Rej  Dos  Fenando  denundd  i  Perplfies. 

Quando  el  Rey  Don  Fernando  estoba  sobre  Gra- 
nada envió  embajadores  al  Rey  Carlos  de  Valois,  de 
Frauda,  demandándole  á Perpiflan  é  el  condado  da 
Rosdlon,  el  qual  se  lo  prometió,  que  en  alzando  do 
sobre  Granada  se  lo  daría,  dándole  la  suma  del  di- 
nero que  sobre  ello  se  le  debía  hizo  esto  esperanza* 
Después  de  ganada  Granada  é  puesto  en  oonderto, 
partió  d  Rey  de  Córdoba  con  la  Reyna  é  Principo, 
é  toda  la  corto  para  Barcelona  y  fueron  á  Zaragoza, 
donde  estuvieron  algunos  dias,  y  dende  á  Barcelo- 
na, en  el  agosto  del  afto  de  1492.  E  estando  allí  vi» 
nieron  los  embaxadoree  del  Bey  de  Frauda  con  el 
concierto  de  le  entregar  á  Perpifian,  á  los  quales 
dio  el  Bey  Don  Femando  muy  grandes  dádivas  de 
oro,  plata,  caballos  é  joyas,  con  que  se  volvieron 
en  Francia,  é  vueltos,  el  Boy  Carlos  haWa  mudado 
propósito,  é  dilató  la  dato  de  Perpifian,  é  ovo  mu- 
cha dilación ;  é  el  Bey  Don  Fernando  ovo  mucha 
turbación  de  ello,  é  ovo  algunos  desconciertos  en- 
tre los  frontoros  de  ambas  partes,  é  el  Bey  Don 
Femando  comenzó  de  demandar  por  vía  del  Papa 
su  condado,  y  el  Papa,  visto  la  justicia,  mandó  al 
Bey  de  Francia  que  le  diese  lo  suyo  á  su  duefio ,  y 
en  esto  se  dilató  un  afio ,  que  no  lo  quiso  entregar, 
.  y  por  ventura  no  lo  entregara,  si  la  muerto  dd  Bey 
Don  Femando  de  Ñápeles  no  intorviniera  en  ello; 
lo  qual  intervino  de  esto  manera;  que  por  cobdioia 
de  tomar  é  sefiorear  el  rdno  de  Ñapóles,  y  porque , 
sabia  que  le  habían  de  conquistar  á  Perpifian  mien- 
tras él  ausente,  lo  quiso  entregar,  como  adelante  se> 
seguirá,  por  ir  mas  seguro  sobre  Ñapóles. 

CAPÍTULO  CXVI. 

De  la  enefaillada  qae  an  mal  hombre  did  el  Rey  Don  Feneado, 

Estondo  el  Bey  Don  Fernando  allí  en  la  ciudad 
de  Barcelona,  esperando  de  recobrar  á  Perpifian. 


I 


,  ^ 


tSÁ 


CfRÓNIOÁS  Difi  LOa  BfeTES  DS  CASPlLtA. 


con  sa  oondado  de  Bosellon,  por  trato  do  loo  omlMU 
zadoreo,  el  diablo  eoYidioao  de  loe  eantoa  mieterioe 
7  ooeaa  qne  nnestro  Sefior  habia  fecho  j  moetrado 
por  eete  maj  noble  Bey,  envidloao  j  peeante  de  to- 
das sos  oosae,  honrae  j  proaperidadea ,  pnao  en  oo- 
razon  de  na  maligno  y  daftado  hombre  qne  lo  OYte- 
ee  de  matar,  y  acaeció,  que  estando  el  Bey  nn  Yiér* 
nee,  yigilia  de  la  Concepción  de  la  Yíijen  nneetra 
Seüora,  siete  dias  del  mea  de  Diciembre  del  dicho 
afio  de  1492  afioa,  en  la  casa  del  jndgado,  asentado 
en  juicio,  juzgando  y  oyendo  el  pueblo,  en  lo  qual 
habia  estado  desde  las  ocho  horas  hasta  las  doce,  é 
.  desque  se  levantó  del  juicio,  deecendió  por  unas 
gradas  abajo  fasta  una  plaza,  que  dicen  t  Plaza  del 
Beyt,  con  muchos  caballeros  y  ciudadanos  con  él, 
los  qnales  todoa  cada  uno  se  fué  á  cabalgar  en  sus 
caballos  é  muías,  y  el  Bey  se  paró  en  lo  mas  cerca 
de  las  gradas  abajo  cerca  del  suelo,  á  ¡departir  con 
su  tesorero,  y  allegóee  cerca  de  él,  por  detras,  aquel 
,  dafiado  y  traidor  hombre,  y  ^así  como  el  Bey  acabó 
de  departir  con  el  tesorero,  abajó  un  paso  para  ca- 
balgar en  sn  muía,  y  él  que  tendia  el  paso,  y  el 
traidor  que  tiraba  el  golpe  con  un  alfanje  ó  espada, 
oortanohano,  de  fasta  tres  palmos,  y  quiso  Nuestro 
Sefior  milagrosamente  guardarlo ,  que  si  le  diera 
antes  que  se  mudara,  partiérale  por  medio  la  cabe- 
za hssta  los  hombros,  y  como  se  mudó,  alcanzólo 
con  la  punta  de  aquel  mueren  una  cuchillada,  desde 
encima  de  la  cabcña  por  cerca  de  la  oreja ,  el  pes- 
cuezo ayuso,  f  ssta  los  hombros.  Y  como  el  Bey  se 
sintió  é  vido  herido,  púsose  las  manos  en  la  cabeza 
é  dijo:  sSanta  María,  Tais ;  y  comenzó  de  mirar  á 
todos,  y  de  decir:  «¡Oh  qué  traición  1  |oh  qué  trai- 
ción 1»  que  pensó  que  era  ordenada  aUí  entre  mu- 
chos traición  contra  él,  y  mirando  á  todos,  no  vido 
Ir  ninguno  contra  si ;  mas  vido  un  mozo  de  espue- 
las Sauzedo,  que  este  era  su  nombre,  é  un  su  trin- 
chante, llamado  Ferrol,  que  daban  de  puñaladas 
alli  al  traidor,  y  otros  allí  tomándolo  y  tentótidolo, 
los  quales  le  impidieron  de  manera  que  él  no  le  pu- 
do dar  al  Bey  mas  de  nn  golpe ;  y  estonce  el  Bey  di- 
jo: sNo  muera  ese  hombres  I  y  asi  quedó,  que  no  lo 
mataron,  herido  de  ciertas  puñaladas,  y  lleváronlo 
preso,  y  metiéronlo  al  Bey  en  su  palacio  á  curar,  y 
el  traidor  curáronle  también  por  estonce.  ( Oh  áni- 
ma I  advierte  quién  podrá  contar  la  turbación  y  llo- 
ro, la  grita  que  ovo  en  la  ciudad,  diciendo  :•  Trai- 
ción, traición,  mataron  al  Bey,  muerto  es  el  Bey.» 
Armáronse  los  cortesanos  y  armáronse  los  de  la  ciu- 
dad on  favor  del  Bey,  y  andaban  por  las  calles  de 
la  ciudad  todos  á  una  parte  y  á  otra,  corriendo,  to- 
dos espantados,  llorando  á  muy  grandes  gritos  y 
tristezas,  asi  hombrea  como  mujeres,  que  no  se  vian 
los  unos  á  los  otros  por  toda  la  ciudad  ;  y  en  este 
caso  muchas   eran  las  opiniones,  unos   decian: 
sFrancés  es  el  traidor  •;  otros  decian :  tNavarro  es 
el  traidort ;  otros  decian  :  tNo  es  sino  castollanot ; 
otros  decian  :  «Catalán  es  el  traidor  •;  y  nuestro  Se- 
llor  no  quiso  dar  lugar  milagrosamente  que  murie- 
sen gentes,  que  maravilla  fué  no  perderse  la  ciu- 
ded ,  segnn  que  se  decian  las  naciones,  y  estando 


ellos  ofuscados  con  esto,  salió  otro  sonido  por  toda 
la  dudad,  c  vivo  es  el  Bey,  vivo  es  el  Bey  s,  y  el  Bey, 
como  fué  curado,  envió  á  decir  por  toda  la  dudad, 
que  supiesen  que  era  vivo  y  sin  peligro,  qne  diesen 
gracias  á  Dios  é  oviesenplacer ;  ó  estaban  en  derre* 
dor  del  palacio  del,  donde  lo  curaban,  y  por  todas 
las  plazas  y  caUes  muy  gran  multitud  de  gente  ar- 
mada, y  todos  decian,  qne  querían  ver  al  Bey  u  era 
vivo,  y  d  Bey  se  asomó  á  una  ventana ,  donde  lo 
vieron,  y  les  fabló  y  dijo,  que  se  fuesen  en  buen 
hora  á  aus  poaadas.  Aqui  podréis  sentir,  qué  turba- 
don  habrían  la  Beyna,  el  Prindpe,  la  Infanta ,  las 
sefiorss  continuas  de  la  oórte,  las  damas,  los  sefio. 
res  dd  Consejo ,  todos  los  de  casa  dd  Bey  y  de  la 
Beyna,  todos  fueron  en  muy  gran  sobraealto,  y  en 
muy  gran  turbación  y  temor,  y  pensaban  que  la 
trddon  era  de  la  dudad,  hecha  penaada,  y  que  to- 
da la  ciudad  era  oontra  dios ,  y  apercibieron  luego 
las  gderas  para  se  meter  luego  dentro ;  el  Bey  en- 
vió á  los  confortar  diciendo ,  qne  creyeran  con  la 
ayuda  de  Dios  ser  sin  peligro,  que  no  se  turbasen. 
£1  traidor  daftado  pareció  ser  catalán  y  loco  imaji- 
nativo  y  mdicioso,  y  muy  md  hombre  á  natura,  y 
de  muy  mal  gesto  y  figura,  y  por  eeo  hdló  d  diablo 
en  él  morada,  y  confesó  qne  habia  envidiado  d  Bey 
por  sus  buenas  venturaa ;  y  confesó,  que  d  diablo  le 
decia  cadadia  á  las  orejas,  smata  á  este  Bey,  y  tú 
serás  Bey,  que  este  te  tiene  lo  tuyo  por  fuerzas:  y 
en  esta  manera  todas  Iss  nadones  de  gentes  qne  ha- 
bia en  Barcelona  fueron  daramente  limpias  sin  cul- 
pas. La  dudad  de  Barcelona  y  los  caballeros  y  cón- 
sules fueron  en  muy  gran  tristeza,  y  mostraron  mu- 
cho sentimiento  por  haber  acaeddo  un  caso  como  en 
ella  y  por  manos  de  catdan,'y  mostraron  sn  ledtad 
y  limpieza  muy  cumplida  y  abundantemente. 

Bl  Bey  llegó  á  ser  en  gran  pdigro  de  la  herid% 
y  tomaba  tanta  paciencia,  qne  deda,  qne  él  atribula 
aquella  pena  serle  dada  por  sus  pecados. 

El  trddor  fué  condenado  por  la  justioia  de  la 
dudada  muy  crudísima  muerte;  fué  puesto  en  nn 
carro  y  trddo  por  toda  la  dudad,  y  primeramente 
le  cortaron  la  mano  oon  que  le  dio  d  Bey,  y  luego 
con  tenazas  de  hierro  ardiendo  le  sacaron  una  teta, 
y  después  le  sacaron  nn  ojo,  y  después  le  cortaron 
la  otra  mano,  y  luego  le  sacaron  el  otro  ojo,  y  lue- 
go la  otra  teta,  y  luego  las  narices,  y  todo  d  cner* 
po  le  abocadaron  los  herreros  con  tenazas  ardiendO| 
é  f  uóronle  cortando  los  pies ,  y  después  que  todoa 
los  miembros  le  fueron  cortados,  sacáronle  el  cora- 
zón por  las  espaldea  y  echáronlo  fuera  de  la  dudad,' 
lo  apedrearon,  é  lo  quemaron  en  fuego  é  aventaron 
la  ceniza  d  viento :  llamábase  este  trddor  Juan  de 
Cafiamas. 

Bl  Bey  fué  bien  curado,  y  en  su  fatiga  é  trabajo 
visitado  de  todoa  los  Beyes  sus  amigos,  y  dd  Bey 
de  Francia,  que  enviaron  á  él  sus  nundos  á  lo  ver 
y  vintar  en  tan  terrible  y  espantoso  caso ;  é  sanó 
después  de  haber  sacado  huesos  é  de  haber  recibido 
muchas  penas,  é  mientras  que  estuvo  mdo<no  se 
negoció  niogana  cosa  de  Perpifian,  empero  no  ces^ 
la  demanda. 


•   •      • 


tOH  IriBÍtAllDO 

oapItülo  gxvil 

t%  la  Bverte  iél  Rey  de  Rápolef  y  entren  de  Perplfiti. 

Andando  en  los  tratoii  de  Perpifien  y  cobm  del 
Botellón,  en  el  afto  de  1493,  entre  el  Rey  Don  Fer- 
nando y  el  Bey  de  Francia,  murió  el  Rey  mny  f  a- 
BBOfo  y  honrado  Don  Fernando  de  Ñápeles,  fijo  del 
mny  famoso  Ínclito  Rey  Don  Alonso  de  Aragón,  y 
sucedió  su  fijo  Don  Alonso ,  Duque  de  Calabria  el 
Qanso,  que  llamaban,  fijo  de  su  primera  mujer,  el 
qual  era  muy  mal  quisto  en  su  tierra  é  en  todo  el 
feyno  de  Ñápeles,  é  comensó  de  reynar  en  Ñapóles, 
é  el  Rey  de  Francia  tenia  muy  gran  oobdicia  ¡de  el 
xeyno  de  Ñápeles,  porque  le  decían  que  le  pertene- 
cía de  antiguo,  y  por  poderlo  ir  á  tomar  mas  des- 
empachadamente,  deliberó  de  entregar  á  Perpiftaui 
finjiendo  que  lo  hacia  por  descargar  el  ánima  de  su 
padre,  y  ¿itee  que  entrase  fizo  su  pas ,  amistad  y 
hermandad,  sobre  lo  qual  ficieron  é  firmaron  cierta 
capitulación,  y  prometieron  de  ser  amigos  y  herma- 
nos, amigos  de  amigos ,  y  enemigos  de  enemigos, 
imIto  que  si  el  Rey  de  Francia  fuese  contra  la  Igle- 
sia, que  estonce  no  fuese  el  Rey  Don  Femando  obe- 
decido á  la  capitulación.  Fecho  este  concierto ,  el 
Bey  Don  Fernando  envió  la  sumada  dinero  del  des- 
empefio  al  Rey  de  Francia,  y  entrególe  á  Perpifian 
y  las  otras  fortalezas  del  condado,  y  fizo  presente 
de  toda  la  suma  del  dinero  á  la  Reyna  Dofia  Isabel, 
para  ayuda á  los  gastos  fechos  en  las  guerras  délos 
moros,  por  mostrar  magnificencia  y  grandeza ;  otros 
dijeron,  que  lo  habia  fecho,  porque  mas  que  aquello 
■e  debia  de  las  rentas  corridas,  y  por  descargo  del 
ánima  de  su  padre,  que  habia  fecho  y  fizo  muchos 
daftos  en  aquel  condado  de  Rosellon,  que  destruyó, 
cuando  se  rebeló  Perpifian,  y  en  muchas  villas  y  lu- 
gares que  destruyó  totalmente,  que  nunca  jamas 
después  acá  se  poblaron ;  é  también  el  Papa,  ante 
quien  el  Rey  Don  Femando  la  demandaba,  le  man- 
dó, so  pena  de  excomunión,  que  diese  lo  suyo  á  su 
duefio.  Bl  dia  de  Nuestra  Señora  de  Setiembres  e  en- 
tregó Perpifian,  y  luego  partieron  para  alia  el  Roy, 
y  la  Reyna  y  el  Príncipe  y  corte  desde  Barcelona,  y 
ficieron  por  ello  muchas  idegrías ,  y  dio  el  Rey  á  los 
franceses  muchas  dádivas  y  joyas  de  oro  ó  plata, 
non  que  se  fueron  á  su  tierra  é  le  dejaron  sus  for- 
talezas del  condado  de  Rosellon ;  así  vieron  sus  ojos 
lo  que  deseaban,  y  cobró  aquellas  fortalezas  y  du- 
dad, en  cabo  de  mas  de  treinta  afios  que  habia  que 
estaban  empeftadas  y  en  poder  del  Rey  de  Francia. 

CAPÍTULO  CXVIII. 

De  COBO  foeroB  deieablerUa  lee  IiiUt. 

Bn  al  nombre  de  Dios  Todo-poderoso,  ovo  un 
hombre  de  tierra  de  Genova,  mercader  de  libros  de 
estampa,  que  trataba  en  esta  tierra  de  Andalucía, 
que  llamaban  diristobal  Colon,  hombre  de  muy  al- 
to injenio,  sin  saber  muchas  letras  t  muy  diestro  de 
la  arte  de  la  Cosmographia,  é  del  repartir  del  mun- 
do, el  qual  sintió,  por  lo  que  en  Ptolomeo  leyó,  y 
Or.^111. 


A  DOÍfA  Í&AMU  ft^l 

por  otroe  libros  y  au  delgadas ,  cómo  y  en  qué  ma- 
nera el  mundo  este  en  que  nacemos  y  andamoe  está 
fijo  entre  la  esfera  de  los  cielos,  que  no  llega  por 
ninguna  parte  á  los  cielos,  ni  á  otra  cosa  de  firmesa 
á  que  se  arrime ;  salvo  tierra  é  agua ,  abrasadas  en 
redondez,  entre  la  vaguidad  de  los  cielos;  y  sintió 
por  qué  vía  se  hallaba  tierra  de  mucho  oro ;  y  sintió 
como  este  mundo  y  firmamento  de  tierra  y  agua 
es  todo  andable  en  derredor  por  tierra  y  por  agua, 
según  cuenta  Juan  de  Mandavilla;  quien  tuviese 
tales  navios,  y  á  quien  quisiese  guardar  por  mar  y 
por  tierra  por  cierto  él  podía  ir  y  trasponer  por  el  Po- 
niente, de  en  derecho  de  San  Vioente,  y  volver  por 
Jerusaleo,  y  en  Roma  y  en  Sevilla,  que  seria  cercar 
toda  la  tierra  y  redondez  del  mundo,  é  hizo  su  in- 
jenio un  mapa-mundi,  y  estudió  mucho  en  ello,  y 
sintió  que  por  qualquier  parte  del  mar  Océano,  an- 
dando y  travesando  no  se  pedia  errar  tierra,  y  sin* 
tió  porque  vido  se  fallaría  tierra  de  mucho  oro ;  y 
leto  de  su  imajinadon ,  sabiendo  que  al  Rey  Don 
Juan  de  Portugal  apiada  mucho  el  descubrir,  él  le 
fué  á  convidar,  y  recontado  el  fecho  de  su  imagina-  ' 
cien,  no  le  fué  dado  crédito,  porque  el  Rey  de  Por- 
tugal tenia  muy  altos  y  bien  fundados  marineros, 
que  no  lo  estimaron,  y  presumían  en  el  mundo  no 
haber  otros  mayores  descubridores  que  ellos.  Así 
que  Christobal  Colon  se  vino  á  la  corte  del  Rey 
Don  Fernando  y  de  la  Reyna  Dofia  Isabel ,  y  les 
hizo  reladon  de  su  imajinadon,  á  la  qual  tampoco 
no  daban  mucho  crédito,  y  él  les  platicó  y  dijo  ser 
derto  lo  que  les  deda,  y  les  ensefió  el  mapa-mundl, 
de  manera  que  les  puso  en  deseo  de  saber  de  aque- 
llas tierras ;  y  dejado  á  él,  llamaron  hombrea  sabios 
astrólogos,  y  á  astrónomos,  y  hombres  de  la  corte 
sabidores  de  la  oosmographía,  de  quien  se  informa- 
ron, y  la  opinión  de  los  mas  de  ellos,  oída  la  plática 
de  Christobal  Colon,  fué  que  deda  verdad,  de  mane- 
ra que  el  Rey  y  la  Reyna  se  afirmaron  á  él,  y  le  man- 
daron dar  tres  navios  en  Sevilla,  basteddos,  por  el 
tiempo  que  él  pidió,  de  gente  é  vituallas,  y  lo  envia- 
ron en  d  nombre  de  Dios  nuestro  Sefior  é  de  nuestra 
Seftora,  á  descubrir;  el  qual  partió  de  Palos  encimes 
de  Setiembre  de  1492,  é  tomó  su  viaje  por  elmár,  ade- 
lantando á  las  islas  de  Cabo-verde,  y  dende  siempre 
al  Occidente,  siempre  en  popa  hacia  donde  nos  ve- 
mos poner  el  sol  en  el  mes  de  Marzo,  por  donde 
todos  los  marinos  creían  ser  imposible  hallar  tierra^ 
y  muchas  veces  los  reyes  de  Portugal  enviaron  por 
aquella  vía  á  descubrir  tierras,  puee  la  opinión  de 
muchos  era,  que  por  aquella  via  se  habían  de  hallad 
tierras  muy  ricas  de  oro,  y  nunca  pudieron  fallar 
ni  descubrir  tierra  alguna,  siempre  se  volvían  con 
d  trabajo  *  perdido ;  y  la  buena  ventura  dd  Rey  y 
de  la  Reyna,  y  su  merecer ,  quiso  Dios  que  en  siia 
dias  y  tiempos  se  hallasen  y  descubriesen.  Bllos 
ansí,  en  uno  de  los  navios  iba  de  capitán  Martin 
Alonso  Pinzón,  vedno  de  Palos,  gran  marinero,  é 
hombre  de  buen  consejo  para  la  mar,  y  desde  la  ida 
de  Cabo-verde,  fueron  hada  donde  era  la  oreenda 
de  Colon,  el  capitán  de  la  armada,  é  anduvieron 
treinta  y  dos  días,  fasta  que  hallaron  tierra ;  y  en  I04 

4Í 


M 


dRÓNlCÁS  DE  tX)&  BBtBá  DÉ  dAStlLti. 


postrerot  dias  de  eito,  Tiendo  que  hebian  andado 
mas  d9  mil  legoae  7  no  ie  descabria,  lat  opiniones 
de  los  marineros  eran  machas,  qne  de  ellos  decían, 
qae  ya  no  era  rason  de  andar  mss,  qne  iban  sin  re- 
medio perdidos,  y  qne  seria  marayüla  acertar  á  yol- 
ver ;  y  de  esta  opinión  eran  los  mas ;  y  Colon  y  los 
otros  capitanes,  con  daloes  palabras,  los  convenoie* 
ron  qae  andaviesen  mas,  y  qae  fuesen  ciertos,  qne 
con  la  aynda  de  0ios  f aliarían  tierra.  E  CSirístobal 
Cíolon  ndró  al  cielo  an  dia,  y  yido  ayes  ir  rolando 
may  altas,  de  ana  parte  hacia  otra,  é  mostrólas  á 
los  compafieros,  diciéndoles,  baenas  nneyas ;  y  de 
allí  á  medio  dia  descubrieron  tierra,  y  llegados  á 
ella  perdieron  el  navio  mayor  de  los  tres  que  lleva- 
ban»  en  la  Espafiola,  que  encalló  en  bajo,  empero  no 
se  perdió  ningnn  hombre,  y  en  la  primera  isla  sa« 
lieron,  é  Golon  tomó  posesión  en  forma  por  el  Rey 
y  por  la  Beyna,  con  pendón  y  bandera  estendida,  y 
pósele  nombre  la  isla  de  San  Salvador^  y  llámenla 
los  de  ella  Otumahani,  y  alli  vieron  como  todas  las 
f^tes  de  aquellas  tierras  andaban  desnudas  como 
nacieron,  ansi  hombres  como  mujeres  ;  y  allí,  aun- 
que huian  de  las  gentes  de  acó,  ovieron  de  llegar  á 
hablar  con  algunos  de  aquellos  indios,  é  diéronles 
de  lo  qne  llevaban,  con  que  los  aseguraron,  E  á  la 
segunda  isla  que  halló,  puso  nombre  Stmta  María^ 
á  honra  de  Nuestra  Sefiora. 

A  la  tercera  isla  que  halló,  puso  nombre  Fernán» 
dinOf  en  memoria  del  Rey  Don  Femando ;  á  la  quar- 
ti  isla  que  halló,  puso  el  nombre  la  Itabela^  en  me- 
moria de  la Rejrna  Dofta  Isabel;  á  la  qniota  isla  que 
halló,  puso  nombre  Jtiofia,  en  memoria  del  Principe 
Don  Juan,  y  así  á  cada  isla  de  las  que  hallaron  no- 
minaron de  nombre  nuevo ;  y  esta  isla  Juana  si- 
guieron el  costado  de  ella  id  Poniente,  y  halláronla 
tan  grande,  que  pensaron  que  seria  tierra  firme  y 
como  no  hallaron  villas  ni  lugares  en  la  costa  de 
la  mar  de  ella,  salvo  pequefias  poblaciones  con  la 
gente,  de  las  quales  no  podían  haber  fabla,  porque 
Inego  huian  como  los  vían,  volvieron  atrás  á  un  se- 
fialado  puerto,  donde  Ghristobal  Oolon  envió  dos 
hombres  la  tierra  á  dentro  para  saber  si  había  Rey 
ó  grandea ciudadanos,  los  quales  anduvieron  tres 
jomadas,  é  hallaron  infinitas  poblaciones  de  ma- 
dera y  P4J&}  todas  con  gente  sin  número,  mas  no 
ocea  de  rejimiento ,  por  lo  qual  se  volvieron,  ó  los 
indios  que  ya  tenían  tomados  dijeron  por  sefias,  que 
allá  no  era  tierra  firme,  salvo  isla ;  ó  siguiendo  la 
costa  de  ella  al  Oriente  fasta  ciento  y  siete  leguas, 
donde  le  fallaron  fin  por  aquel  cabo,  y  desde  allí 
vieron  otra  isla  al  Oriente  distante  de  estas  dios  y 
ocho  leguas,  á  la  qual  puso  nombre  Christobal  Co- 
lon, la  Eipañoloy  é  faeron  allá,  y  siguiendo  la  parte 
del  Septentrión,  ansí  como  de  la  Juana,  de  la  qual 
todas  las  otras  y  esta,  vieron  ser  hermosísimas  á 
maravilla,  y  esta  Espafiola  mucho  mas  famosa  que 
todas  Iss  otras,  que  en  ella  hay  muchos  puertos  de 
mar  muy  singulares,  sin  comparación  de  buenos,  y 
los  mejores  que  en  tierra  de  chrístianos  se  pueden 
hallar;  y  muchos  rios  y  grandes  á  maravUla;  las  tier- 
iras  de  ella  son  altas  y  en  ellas  hay  muy  altas  sier- 


ras y  montañhs  altísimas^  hermosas  y  de  mil  kectm- 
ras,  todas  andablesy  llenas  de  árboles,  demil  hecha- 
ras  y  naturas,  muy  altos,  que  parece  llegan  al  cie- 
lo, creo|  que  jamas  pierden  la  hoja,  según  por  ellos 
parecía,  que  era  en  el  tiempo  oaando  acá  es  ivierno, 
que  todos  los  árboles  pierden  la  hoja,  é  allá  estaban 
todos  como  están  acá  en  el  mes  de  Mayo.;  y  de  ellos 
estaban  floridos,  y  de  ellos  en  sus  frutos  y  granas; 
y  alli  en  aquellas  arboledas  cantaban  el  raisefior,  y 
otros  pájaros  en  las  mafianasen  el  mes  de  Noviem- 
bre como  hacen  acá  en  Mayo ;  allí  hay  palmas  de 
seis  ó  siete  maneras,  que  es  admiración  verlas,  por 
la  diversidad  de  ellas ;  de  las  fratás,  árboles  yer« 
bas  que  en  ella  hay  es  maravilla;  hay  en  ella  pi- 
nares, vegas  y  campifias  muy  grandísimas;  los  ár- 
boles y  fratás  no  son  como  los  de  acá ;  hay  minas 
de  metales  de  oro,  el  qual  no  era  estimado  de  ella 
en  su  valor.  Pareció  á  Christobal  Oolon,  y  á  los  de- 
mas  que  con  él  fueron,  que  según  la  grosedad  y 
hermosura  de  las  tierras,  que  serian  de  mucho  pro- 
vecho para  labrar,  plantar  y  criar  mieses  y  ganados 
de  acá  de  Espafta,  y  por  tales  las  reputaron.  Vieron 
en  esta  isla  Espafiola  muy  grandes  rios  y  muy  dul- 
ces, y  supieron  que  había  mucho  oro  en  ellos  entre 
las  arenas.  Vieron  que  los  árboles  montesinos  no 
parecían  á  los  de  acá.  Vieron  y  supieron  por  los  in- 
dios, como  en  aquella  isla  había  grandes  minas  de 
fino  oro,  y  de  otros  metales.  Las  gentes  de  éstas 
islas  y  de  las  sobredichas  andaban  todas  desnudas, 
así  hombres  como  mujeres  como  nacieron ,  tan  sin 
empacho,  y  tan  sin  vergüensa,  como  las  gentes  de 
Castilla  vestidas ;  algunas  mujeres  traían  cojido  un 
solo  lugar  abajo,  con  una  hondilla  de  algodón  y  con 
una  cuerda  de  cintura  por  entre  las  piernas,  que 
cubrian  no  mas  de  lo  bajo  por  honestidad.  Otras 
traían  tapado  aquello  oon  ana  hoja  de  un  árbol  que 
era  larga  y  propia  para  ello.  Otras  traían  ana  man- 
tilla tejida  oon  algodón  recinchada,  que  cubría  las 
caderas,  y  fasta  medio  moslo,  y  creo  que  esto  traían 
cuando  parían.  Ellos  no  tenian  hierro  ni  acero,  ni 
armas,  ni  cosa  que  de  ello  se  hiciese,  ni  de  otro  nin- 
gún metal,  salvo  de  oro ;  eran  6  son  gente  muy  te-» 
merosa  de  la  de  acá,  que  de  tres  hombres  oon  ar- 
mas huian  mil,  y  no  tienen  armas,  sino  de  cafias,  6 
de  varas  sin  hierro,  oon  alguna  cosa  aguda  en  el 
cabo,  que  pueden  á  los  hombres  de  acá  empecer 
muy  poco ;  y  aunque  aquellas  armas  tenian,  no  sa- 
bían usar  de  ellss,  ni  de  piedras,  que  es  fuerte  ar- 
ma, porque  el  corazón  para  ello  les  faltaba.  En  él 
dicho  viaje  aconteció  á  Christobal  Colon  enviar  del 
navio  dos  ó  tres  hombres  á  alguna  villa  para  haber 
habla  con  aquellas  gentes,  y  salir  á  ellos  gente  sin 
número,  y  después  que  los  vían  llegar  cerca,  huían 
todos,  y  no  quedar  ninguno ;  y  después  que  se  ase- 
guraban algunos  é  perdían  el  miedo,  eran  muy  man- 
sos y  muy  alegres,  y  holgábanse  mucho  de  platicar 
con  los  de  acá.  Ellos  eran  todos  gentes  sin  injenio  7 
sin  malicia,  liberales  y  de  muy  buena  voluntad| 
partiendo  lo  que  tienen  los  unos  oon  los  otros,  y 
convidan  con  lo  que  tienen  dándolo  sin  escasear, 
los  (juales  después  de  perdido  el  temor  venían  á  loi| 


t)ON  t*ERMAlit)0 

tiATiOfl,  mo8trat>aii  i  1«  gétite  de  acá  muy  grande 
amor  j  caridad,  y  por  qualqmer  coea  qne  de  los  na* 
tíos  lee  daban,  daban  ellofi  muchas  gradas  y  lo 
reoibian  con  mnoha  merced  y  como  reliquia,  y  da- 
ban ellos  á  los  de  acá  cnanto  tenían  alli.  Acaeció  á 
nn  marinero  por  nna  agajeta,  haber  nn  peso  de  dos 
castellanos  y  medio  de  oro,  y  á  otros,  por  cositas  de 
poco  Talor  así  mesmo,  mncbo  mas,  y  por  blancas 
nueyaa  daban  por  nno  dos  pesos  de  oro  de  tres  css- 
tellanos;  é  nna  arroba,  é  dos  ,de  algodón,  hilado, 
qne  tienen  mncho  en  aquellas  tierras.  No  conoció 
Cbrístobal  Oolon,  ni  los  qne  con  él  en  este  Tiaje 
fueron,  la  creencia  ni  seta  de  estas  gentes,  y  al  cie- 
lo señalaban  que  creian  que  allí  era  la  fueraa  y 
santidad  toda^  6  pensaban  6  crdan  que  aquella  gen- 
te con  aquella  armada  que  allí  habia  ido  era  salida 
del  délo  y  que  eran  gente  de  otro  mundo,  y  con  aquel 
acatamiento  y  reyerenda  los  reverenciaban  en  todo 
lugar,  después  de  haber  perdido  el  temor ;  y  esto  no 
por  que  ellos  fuesen  tan  inocentes  y  de  tan  poco  en- 
tender, que  es  gente  muy  sutil  y  de  muy  agudo  inje- 
nio,  y  hombres  que  navegan  en  todas  aquellas  ma- 
res, y  es  maraTÍlla  la  cuenta  que  dan  de  todo,  salvo 
que  nunca  vieron  gente  vestida  ni  semejantes  navioe 
ni  los  habian  oido  dedr. 

Luego  oomo  Ghristobal  Ck>lon  llegó  á  las  Indias 
con  su  armada,  en  la  primera  isla  tomó  algunos  in- 
dios por  fuersa  para  haber  noticia  de  las  cosas  de 
allá,  y  fué  así  que  ora  por  sefias  ora  por  hablas,  muy 
presto  se  entendieron  los  de  los  navios  con  ellos;  y 
estos  aprovecharon  mucho  en  el  viaje;  que  por  don- 
de llegaban  soltaban  y  enviaban  algunos,  y  ellos 
iban  diciendo  por  la  tierra  á  grandes  voces:  •  venid, 
venid  á  ver  gente  que  vino  del  cielos,  y  los  que 
oian,  desque  se  informaban  bien  de  ello  iban  á  de- 
cirlo á  otros  por  la  tierra  de  lugar  en  lugar,  y  de 
vüla  en  villa^  que  viniesen  á  ver  tan  maravillosa 
gente  que  venia  del  délo,  y  así  todos,  hombres  y 
mujeres,  venían  á  ver  tan  gran  maravilla,  y  después 
de  haber  perdido  el  miedo,  y  los  corazones  seguros 
todos  se  llegaban  sin  temor  á  los  hombres  de  acá  de 
la  armada,  y  les  traían  de  comer  y  beber  maravillo- 
samente^ de  lo  que  tenían  ellos.  Tenían  eñ  todas 
aquellas  islas  unas  naves  oon  que  navegaban,  que 
llaman  canoas,  que  son  y  eran  de  longura  de  fustas, 
de  ellas  grandes,  y  de  ellas  chicas,  salvo  que  son 
angostas,  por  que  no  es  cada  una  mas  que  de  un 
tronco  de  un  árbol,  y  los  facen  oon  piedras  de  pe- 
dernales muy  agudas;  y  tales  hay  que  son  tamafias 
como  una  fusta  de  ocho  bancos,  mas  una  fusta  no 
tendrá  con  ellas  al  remo,  por  que  van  tan  redas 
que  no  es  de  creer;  y  oon  estas  canoas  navegan  las 
gentes  de  aquellas  islas  todas  aquellas  mares  por 
allí,  y  tratan  sus  cosas  unos  oon  otros.  Algunas 
canoas  habia  en  que  cabían  y  navegaban  sesenta 
hombres,  y  otras  habia  mayores,  en  que  cabían  y 
navegaban  ochenta  hombres;  cada  uno  con  su  remo 
en  las  manos,  y  en  todas  aqudlas  dichas  islas  no 
vieron  diversidad  en  la  hechura  y  costumbres  de 
las  gentes,  ni  en  la  lengua,  salvo  que  todos  eran 
las  gentes,  las  frentes  y  las  caras  largas,  las  oabeass 


É  DOÍf A  ÍBiMU  '  m 

redondas,  tan  anchas  de  den  á  den,  como  de  la 
frente  al  colodrillo,  los  oabdlos  prietos  oorríentes, 

I  de  medianos  cuerpos,  de  color  rojos,  y  blancos  mas 
que  negros;  todos  parecía  que  se  entendían  y  eran 
de  una  misma  lengua,  qne  es  cosa  maravillosa  cu 
tuntas  islas,  no  haber  diverddad  de  lengua,  y  po- 
díalo causar  el  navegar,  que  era  seftores  de  la  mar, , 
y  por  eso  en  las  islas  Canarias  no  se  entendían  por 
que  no  tenían  con  que  navegar,  y  en  cada  ida  habia 
una  lengua.  Ya  dije  como  Colon  habia  andado  en 
derredor  de  la  ida  á  que  puso  nombre  Juana,  ooA 
su  navio  ciento  y  siete  leguas  por  la  costa  de  la 
mar,  por  deredia  linea,  por  lo  qual  dijo  que  le  pa* 
reda  ser  mayor  ida  que  Inglaterra  y  Escoda  jun* 
tas.  De  la  parte  del  Poniente  de  la  isla  Juana  que« 
daron  dos  provindas  que  Colon  no  anduvo,  á  la  una 
llaman  los  indios  JVcKm,  donde  dicen  que  nacen  loa 
hombres  con  la  cola,  empero  yo  no  creo  qne  sea  alU| 
según  se  sefiala  en  el  mapa-mundí,  en  lo  que  yo  he 
leído,  y  si  es  allí,  no  tardará  mucho  en  se  ver,  con 
la  ayuda  de  Dios;  las  quales  islas  y  provindas,  se* 
gun  los  indios  decían,  podían  tener  dnqftenta  ó  se- 
senta leguas  cada  una  de  longura. 

La  isla  Espafiola^  á  quien  los  indica  llaman  BaíU^ 
ea  entre  las  otras  ya  dichaa  and  como  oro  entre 
plata;  es  muy  grande,  é  muy  f  ermosa,  de  árboles  da 
rios,  de  montes  de  campos,  es  de  muy  fermosoa 
mares  é  puertos;  tiene  un  drouito  maa  que  toda 
España  desde  Colíbre,  que  es  en  Cataluña,  cerca  de 
Perpiftan,  por  la  costa  del  mar  de  España  en  derre* 
dor  de  Qranada,  y  Portugd  y  Qalicia,  é  Y  iacaya  fas* 
ta  Fuenterrabía,  que  es  en  cabo  de  Viaoaya;  é  ellos 
anduvieron  ciento  y  ochenta  y  ocho  leguas  en  qua* 
dio  por  derecha  línea  de  Ocddente  á  Oriente,  y  por 
aquí  pareció  su  grandesa  de  esta  Española,  que  es 
muy  grande,  y  está  en  lugar  maa  convenible  y  me- 
jor comarca  para  las  minas  dd  oro  y  para  todo  tra- 
to, ad  de  la  tierra  firme  de  acá,  como  de  la  tierra 
firme  de  allá.  Tomó  asiento  (Cristóbal  Colon  allí  en 
la  Española,'  HaW  llamada  por  loa  indios,  en  una 
vüla  á  la  qual  puso  nombre  la  villa  de  la  NaMad^ 
y  dejó  dlí  quarenta  hombres  con  artilleria  é  armaa 
é  vitndlas,  comenzando  á  hacer  una  fortdesa,  y 
dejó  maestros  para  la  facer,  y  dejóles  que  comiesen 
fasta  derto  tiempo,  y  dejó  allí  hombres  de  los  que 
llevó  espedales  y  de  buen  saber  y  entender  para 
todo,  y  fué  f orsoso,  según  paredó,  dejarlos,  por  que 
como  se  perdió  d  un  navio,  no  habia  en  qué  vinie- 
sen, y  esto  se  calló  acá  y  se  dijo  que  no  quedaban 
dno  por  comienso  de  pobladores;  y  puso  su  amistad 
Colon  oon  nn  Bey  de  aquella  comarca,  donde  dejó 
la  gente^  y  otorgáronse  muchos  por  amigos  oomo 
hermanos,  y  encomendóle  Colon  aquellos  hombrea 
que  allá  dejaba.  La  nao  se  perdió  en  la  Española' 
cerca  de  donde  dejó  aquellos  quarenta  hombres. 

Hay  allí  en  la  entrada  de  las  Indias  dertai  idas, 
que  llaman  los  indios  de  laa  islas  ya  dichaa  Caribet^ 
que  son  pobladaa  de  unas  gentes  que  estos  tienen 
por  muy  feroces,  y  han  de  ellos  gran  temor,  por  que 
comen  carne  humana;  estos  tienen  muchas  oanoas 
con  las  quales  corren  todas  aquellas  idas  comarca- 


«tú 


CBÓKIOAS  DB  LOd  BÉTBS  DI  OASTILtiA. 


HM  7  roban  cnanto  pueden  y  fallan,  y  llevan  pre* 
■08  loa  hombrea  y  mnjerea  qae  pueden,  y  mátanloa 
y  oómenloa,  lo  qual  ea  coaa  de  muy  grande  admi- 
ración y  espanto.  Ellos  no  son  mas  disformes  que 
los  otros,  salYO  que  tienen  esta  nuda  oostumbre,  y 
son  gente  mas  esforsada,  y  tienen  muchas  armas, 
qué  usan  flechas  é  arcos  de  cafias,  y  ponen  en  las 
fleohas  un  palillo  ag^do  al  cabo,  6  espinas  de  pes- 
cados por  defecto  de  hierro,  que  no  tienen.  Estos 
traen  los  cabellos  luengos  como  mugeres,  y  son  te- 
midos por  feroces,  entre  estos  pueblos  é  islas  suso- 
dichas, y  esto  es  por  que  los  otros  son  gentes  muy 
cobardes,  y  muy  domésticas  y  sin  malicia;  mas  no 
por  que  ellos  sean  fuertes,  ni  las  gentes  de  acá  los 
hayan  de  tener  en  mas  que  á  los  otros.  Y  en  Iss  is- 
las de  estos  Caribes,  y  en  las  otras  susodichas  hay 
oro  sin  cuento,  é  infinito  algodón,  especialmente 
muchas  especias  como  es  pimienta,  que  quema  y 
tiene  mayor  fuerza  que  la  pimienta  que  usamos  en 
Espafia  quatro  tantos,  la  qual  todas  aquellas  gentes 
tienen  por  eos*  muy  provechosa  y  muy  medicinal, 
y  hay  ¿rboles  de  lino,  aloe,  y  almástiga,  y  ruibarbo, 
y  otras  muchas  buenss  cosas,  según  pareció  al  dicho 
Colon.  No  habia  res  de  quatro  pies,  ni  alimafia  de 
las  de  acá  pudieron  ver  en  quantas  islas  de  esta  ves 
descubrieron,  salvo  unos  gozquillos  chiquitos,  y  en 
los  campea  unos  ratones  grandísimos,  que  llaman 
««Aros,  que  comen  y  son  muy  sabrosos,  y  cómenlo 
como  acá  los  conejos,  y  en  tal  precio  los  tienen.  Hay 
muchas  aves  diferentes  todas  á  las  de  acá,  especial- 
mente muchos  papagayos. 

Descubierta  la  tierra  susodicha  por  el  dicho  Cris- 
tóbal Colon,  se  vino  á  Castilla,  é  llegó  á  Palos  á 
veinte  y  tres  de  Marzo,  afio  de  1493  afios,  y  entró 
en  Sevilla  con  mucha  honra  á  treinta  y  un  días  del 
mes  de  Marzo,  Domingo  de  Ramea,  bien  probada 
su  intención,  donde  le  f aé  fecho  buen  recibimiento; 
trujo  diez  Indios,  de  los  quales  dejó  en  Sevilla  quatro 
y  llevó  á  Barcelona  á  enseOar  á  la  Reyna  y  al  Rey 
seis,  donde  fué  muy  bien  recibido,  y  el  Rey  y  la 
Beyna  le  dieron  gran  crédito  y  le  mandaron  adere- 
Kar  otra  armada  mayor  y  volver  con  ella,  y  le  die- 
ron titulo  de  Almirante  mayor  de  la  mar  Océano, 
de  las  Indias,  y  le  mandaron  llamar  D<m  OrUtóhal 
ColaHf  por  honra  de  la  dignidad;  é  él  se  partió  de 
Barcelona,  encomendado  al  muy  honrado  y  discreto 
Taron  Don  Juan  de  Fonseca,  Arcediano  que  era  en- 
tonces de  Sevilla,  Obispo  que  fué  de  Badajoz,  é  des- 
pués de  Córdoba,  é  después  de  Palenda,  y  Conde 
de  Pemia,  que  tenia  el  cargo  estonce  por  Sus  Alte- 
zas de  las  armadas  y  grandes  negocios  de  Sevilla, 
y  de  esta  Andalucía;  y  de  alli  con  este  concierto  se 
Tino  á  Sevilla,  donde  en  breve  tiempo  fué  proveído 
de  la  dicha  armada,  y  de  la  gente,  y  vituallas  y 
mantenimientos  que  para  ella  fueron  menester,  y 
de  capitanea,  y  de  justicias  y  de  hombres  letrados, 
y  físicos,  y  hombres  de  muy  buen  consejo,  y  de  ar- 
mas, y  de  todas  las  otras  cosas  que  para  ello  era 
menester,  y  de  muy  buenos  navios,  y  de  muy  esco- 
gidos marineros,  y  de  hombres  buenos  cribes  para 
fKkber  conocer  y  apurar  el  oro. 


CAPÍTULO  anjL 

na  la  fegssia  Anula  4a  \u  laéiu. 

Partió  con  la  gracia  de  Dios  el  Ahnirante  Don 
Chrístóbal  Colon,  por  mandado  del  Rey  Don  Fer- 
nando, y  de  la  Reyna  Dofta  Isabel,  oon  la  flota  que 
Sus  Altezas  enviaron  de  Espafia  para  las  Indias, 
desde  Cádiz  á  22  de  Septiembre  del  dicho  afio  de 
1493,  con  diez  y  aiete  navios  bien  aderezados,  y  con 
mil  é  doscientos  hombres  de  pelea  en  ellos,  ó  pocos 
menos,  oon  viento  y  tiempo  convenible  al  viaje,  y 
duróles  aquel  tiempo  doa  dias,  en  loa  quales  andubie- 
ron  poco,  y  luego  les  hizo  buen  tiempo,  de  manera 
que  en  otros  dos  dias  llegaron  á  la  Gran  Canaria, 
donde  tomaron  puerto,  lo  qual  les  fué  necesario  por 
reparar  un  navio  que  hada  mucha  agua,  é  estuvie- 
ron allí  todo  aquel  dia,  y  luego  otro  dia  partieron, 
y  bisóles  algunas  calmas,  de  manera  que  estuvieron 
en  llegar  á  la  Gomera  quatro  ó  dnco  dias,  y  allí 
fuese  necesario  estar  algunos  diss,  donde  hideron 
provisiones  de  carne,  é  lefia,  é  agua  para  su  grande 
jornada,  asi  que  en  aquellos  tiempos  y  puertos,  y 
un  dia  que  les  hizo  calma,  desde  la  Gomera  tarda^ 
ron  de  llegar  á  la  isla  del  Yerro  vdnte  dias;  desde 
alli  por  la  bondad  de  Dios  les  tornó  el  mejor  tiempo, 
que  nunca  flota  llevó  tan  buen  viaje,  tal  que  dentro 
de  veinte  dias  estuvieron  á  vista  de  tierra,  y  ovié- 
ranla  en  catorce  ó  quince  dias  si  la  Nao  Capitana 
fuera  tan  buena  velera  como  los  otros  navios;  y  en 
todo  este  tiempo  nunca  ovieron  fortuna,  salvo  la 
víspera  de  San  Simón  y  Judas,  que  ovieron  fortuna 
que  les  duró,  que  los  puso  en  harto  eatrecho;  y  el 
primer  Domingo  después  de  todos  Santos,  cerca  del 
alba,  dijo  un  piloto  de  la  Nao  Capitana,  albricias 
que  tenemos  tierra,  de  lo  qual  muchos  ovieron  mu- 
cho placer.  Contaron  aquel  dia  los  pilotos  del  Ar* 
mada  desde  la  isla  dd  Yerro  de  Canarias  hasta  la 
primera  tierra  que  vieron,  unce  ochocientas  leguas; 
otros»  ochocientas  menos  veinte,  de  manera  que  la 
diferonda  no  era  mucha;  é  trescientas  que  ponen 
desde  la  isla  del  Yerro  haata  Cádiz,  que  son  por  to- 
daa  desde  los  fines  de  Espafia,  que  son  Cádiz  y  loa 
puertos  de  esta  Andalucía,  haata  los  primeros  puer- 
tos de  las  Indias,  mil  y  den  leguas.  Vieron  el  Do- 
mingo de  macana  por  proa  una  bla  y  luego  á  ma- 
no derecha  pareció  otra  primera  tierra  alta  de  sier- 
ras, por  aquella  parte  que  vieron  la  otra,  era  tierra 
llena  de  árboles  muy  espesos,  é  luego  que  fué  mas 
de  dia  comenzaron  á  parecer  de  una  parte  y  de  otra 
arbolea  é  islas,  de  manera  que  aquel  dia  vieron  seis 
islas,  por  diferentes  partes,  y  les  mas'  harto  gran* 
des,  y  fueron  enderezados  hada  la  que  primero  vie- 
ron, y  llegaron  por  la  costa  andando  mas  de  vdnte 
leguas,  buscando  otro  puerto  para  seguir  el  qual 
todo  aquel  espacio  jamas  se  pudo  hallar.  Era  todo 
aquello  que  parecía  de  esta  ida  montafia  muy  her- 
mosa y  muy  verde  hasta  el  agua  que  era  alegría  da 
mirarla,  porque  en  Espafia  átal  tiempo  apénaa  hay 
coaa  verde. 

Después  que  alli  no  hallaron  puerto,  acordó  el 


DON  FERNANDO 
'Almirante  de  yolver  á  la  oirá  isla  que  parecía  á  la 
mano  derecha,  qne  estaba  de  esta  otra  quatro  6  cin- 
co legaaa,  y  qnedd  por  sstonoe  un  navio  en  esta  isla 
primera  buscando  puerto  aquel  día  para  cuando 
>  fuese  necesario  venir  i  ella,  el  qual  halló  buen  puer- 
:  to,  y  vido  las  casas  y  gentes,  y  luego  so  partió  aque- 
lla noche  para  á  donde  estaba  |la  flota  que  habia  ya 
tomado  puerto  en  otra  isla  donde  desdndió  el  Al- 
mirante en  tierra,  y  mucha  gente  con  él  con  la  ban- 
dera real  en  las  manos,  á  donde  tomó  posesión  por 
sus  Altezas  el  Rey  Don  Fernando  y  Dofia  Isabel  su 
mugo-,  Reyes  de  Espafia  en  forma  de  derecho.  En 
esta  isla  habia  tanta  espesura  de  árboles  que  era 
maravilla,  ó  tanta  diferencia  de  árboles  no  conoci- 
I  dos  de  nadie,  que  era  para  espantar  de  los  frutos, 
de  ellos  con  color,  y  de  ellos  verdes;  ansí  que  todos 
los  árboles  eran  verdes;  allf  hallaron  un  árbol  cuya 
hoja  tenía  el  mas  fino  olor  de  clavos  que  ser  podía,* 
y  era  como  laurel,  salvo  que  no  era  ansí  de  grande. 
Allí  habia  frutas  salváginas  de  diferentes  maneras, 
é  algunos  no  muy  sabios  probaron  de  ellas,  de  los 
quales  ovo  algunos  que  del  gusto  solamente,  tocán- 
doles oon  la  lengua  se  inchaban  las  caros,  ó  le  ve- 
nia tan  grande  ardor,  é  dolor  que  parecía  que  rabia- 
ban, los  quales  se  remediaban  con  cosas  frías.  En 
esta  isla  no  hallaron  gente  ni  sofial  de  ella,  creyóse 
ser  despoblada,  en  la  qual  estuvieron  dos  horas  del 
día,  porque  quando  allí  llegaron  era  tarde;  luego 
otro  día  por  la  mafiana  partieron  para  otra  isla,  que 
parecía  á  vista  de  esta,  que  era  muy  grande,  fasta 
la  qual  habrá  siete  ú  ocho  leguas,  y  llegaron  allá 
hacía  la  parte  de  una  gran  montafia  que  parecía  que 
quería  llegar  al  cielo,  en  medio  de  la  qual  montafia 
estaba  un  pico  más  alto  que  toda  la  otra  montaña, 
del  qual  se  vertían  á  diversas  partes  aguas  muchas 
en  especial  á  la  parte  de  facía  la  flota,  que  de  tres 
leguas  parecía  un  golpe  de  agua  tan  gordo  como  un 
buey,  que  se  despefiaba  tan  alto  como  si  se  cayera 
del  cielo,  ¿  como  se  parecía  de  tan  lejos,  ovo  en  los 
navios  muchas  apuestas  y  porfías  que  unos  decían 
que  eran  pefias  blancas,  ó  otros  que  era  agua;  é  des- 
que llegaron  mas  cerca  vidose  lo  cierto,  y  era  muy 
f  ermosa  oosa  de  ver,  y  muy  maravillosa  de  tan  pe- 
quefio  lugar  como  nacía  tan  gran  golpe  de  agua,  y 
de  cuan  alto  se  despefiaba;  é  luego  que  llegaron 
mandó  el  Almirante  á  una  caravela  ligera  que  fuese 
á  buscar  puerto,  la  qual  se  adelantó,  y  llegando  á 
la  tierra  vído  unas  casas,  en  las  quales  halló  gente, 
é  luego  que  los  vieron  al  capíUn  6  á  los  que  iban 
con  él  huyeron  las  gentes,  y  el  capitán  entró  en  las 
casas  y  hallaron  las  cosas  que  ellos  allí  tenían,  que 
no  habían  llevado  nada;  donde  tomó  y  halló  dos  pa- 
pagayos muy  grandes,  y  muy  diferenciados  de  to-' 
dos  quantos  se  habían  vüsto,  y  halló  mucho  algodón 
hilado,  y  por  hilar,  y  cosas  de  sus  mantenimientos^ 
y  de  todo  trujo  un  poco,  é  trajo  quatro  ó  cinco  hue- 
sos de  piernas  é  brazos  de  hombres,  é  luego  como 
aquello  vieron  conocieron  ser  aquellas  las  islas  de 
los  Caribes  que  son  habitadas  de  gente  que  comen 
carne  humana;  y  el  Almirante,  por  las  sefias  que  á 
f>)  otro  primer  viaje  le  habían  d^do  los  indios  4e 


&DO£ÍA  ISABEL  .      6éi 

las  islas  qué  descubrió  del  sitio  donde  estaban,  biso 
el  viaje  por  allí  por  descubrirlas,  y  por  que  esta^ 
ba  mas  cerca  de  Espafta,  y  también  por  que  por 
allí  se  hacia  el  camino  mas  derecho  para  la  Es*' 
pafiola,  á  su  parecer,  donde  antes  había  dejado  la 
gente,  á  la  qual  por  la  bondad  de  Dios,  y  por  el 
buen  saber  del  Almirante,  fueron  tan  derechos  como 
si  por  un  camino  sabido  y  seguido  fueran  á  aque^  ^ 
Ha  isla.  Es  grande,  que  por  el  lado  que  la  vieron^ 
pareció  que  habia  do  luengo  de  costa  veinte  y  cinco* 
leguas;  fueron  costeando  por  el  lado  de  ella  bus-^ 
cando  puerto  mas  de  dos  leguas,  y  por  la  parto 
donde  iban  eran  montafias  muy  altas,  y  á  la  otra 
parte  que  dejaron  parecían  grandes  llanuras,  é  por 
la  vía  de  la  mar,  había  algunos  poblados  peque-^ 
fies,  é  luego  que  vían  las  velas  huian  todos;  an^ 
dadas  dos  leguas  fallaron  puerto  ya  muy  tarde,  é 
esa  noche  acordó  el  Almirante  que  á  la  madru*' 
gada  saliesen  algunos  á  tierra  para  tomar  lengua^ 
á  saber  qué  gente  era,  no  embargante  la  sospeolui- 
de  lo  que  ya  habían  visto. 

Salieron  esa  madrugada  algunos  capitanes  por 
la  tierra,  é  los  unos  vinieron  á  hora  de  cpmery  ( 
trajeron  un  mozo  de  fasta  catorce  afios,  y  á  lo  qu0 
después  se  supo  y  él  dijo,  era  de  los  que  aqñell* 
gente  tenían  cautivos,  é  los  otros  se  dividieron,  4 
trajeron  un  muchacho  pequefio,  el  qual  tenia  na 
hombre  por  la  mano,  y  por  huir  lo  desamparó;  ce* 
te  enviaron  luego  con  algunos  de  ellos,  y  los  otroa 
quedaron,  é  de  los  que  quedaron,  unos  tomaron  cier- 
tas mugeres  naturales  de  la  isla  que  trajeron,  ó 
otras  mugeres  se  vinieron  de  grado  con  ellos  que 
eran  de  las  cautivas.  De  esta  compafiía  se  apartó 
un  capitán,  no  sabiendo  si  habia  lengua,  con  seia 
hombres,  el  qual  se  perdió  con  ellos,  que  jamáa 
sapíeron  tomar  fasta  que  en  cabo  de  quatro  díss 
toparon  la  costa  de  la  mar,  y  siguiendo  por  ella  tor- 
naron á  topar  con  la  flota;  ya  los  tenían  por  perdí- 
dos  é  comidos  de  los  Oaribes,  porque  ya  no  bastaba 
razón  á  creerlo  de  otra  mañera;  y  entre  ellos  íbaa 
pilotos  y  marineros,  que  por  la  estreUa  sabían  ir  y 
venir  hasta  Espafia,  y  creíanse  que  en  tan  pequefio 
espacio  no  se  podían  desatinar  ni  perder.  Aquel  día 
que  allí  descendieron,  andaban  por  la  playa  junto 
á  el  agua  muchos  hombres  y  mugeres,  mirando  la 
flota,  é  maravillándose  mucho  de  cosa  tan  nueva;  é 
allegando  alguna  barca  á  tierra  á  hablar  con  eUos, 
dedan:  takum^  fotiion,  que  queria  dedr,  bueno,  bne« 
no,  y  esperaban  en  tanto  que  no  salían  del  agua 
juntos  oon  el  monte,  de  manera  que  cuando  ellos  se 
querian,  se  podían  salvar;  en  conclusión,  que  de  loa 
hombres  ninguno  se  pudo  tomar  por  fuerza,  ni  por 
grado,  salvo  dos  que  se  aseguraron,  y  después  loa 
trajeron  por  fuerza  allí;  se  tomaron  mas  de  veinte 
mugeres,  de  ellos  de  las  cautivas,  que  de  su  grado  - 
se  venían,  y  otras  naturales  de  la  isla  que  fueron 
salteadas,  é  tomadas  por  fuerza,  y  ciertos  mucha- 
chos cautivos  se  vinieron  á  la  flota  huyendo  de  los 
naturales  de  la  isla  que  los  tenían  para  comer ;  y  ea- 
tuvíeron  en  aquel  puerto  ocho  días,  acaso  de  la  pér« 
dida  del  capitán  susodicho^  dond^  mfioilM  Tecef 


m 


OBÓÑIGAB  DB  LOB  BBTBS  D^  0A8TILLA. 


■alió  geato  de  U  flota  á  tierra  á  andar  por  raa  mo- 
radaa,  é  pnebloa  que  eataban  á  la  ooata,  donda  ha- 
llaron inñnitoa  hneaoa  da  hombrea,  é  loa  oaacos  da 
las  oabasaa  oolgadaa  por  laa  caaaa  á  manera  da  Ya- 
aijaa  para  tener  ooaaa  del  aerrioio  de  caaa;  eato  era 
de  la  gente  qne  oomian.  En  todo  eate  eapaoio  no  ae 
vieron  mnohoa  hombres,  porque  dis  qne  eran  idoai 
y  aegnn  laa  mogerea  dijeron,  á  aaltear  en  diei  oa- 
noaa  A  otraa  ialaa,  é  laa  aaltear.  E  la  gente  de  esta 
iala  pareoe  maa  políttoa  qne  no  la  de  laa  otraa  ialaa 
qae  vieron  de  por  allí,  y  tenían  mnobo  mejores  ca- 
aaa, annqne  todaa  eran  de  paja,  y  eatoa  laa  tenian 
de  mejor  heohnra«  y  maa  proTeidaa  de  manteni- 
mientoa,  é  pareóla  maa  indoatria  de  ellos,  y  en  éllaa 
qne  en  loa  otroa,  tenian  mnoho  algodón  hilado  y  por 
hilar  en  sns  oaaaa,  y  mnchaa  mantas  del  mismo  al- 
godón tan  bien  tejidaa  qne  no  debian  nada  á  laa  de 
Caatilla. 

Pregnlitando  á  laa  mnjerea  qne  eran  oantivaa  en 
esta  iala ,  qné  gente  era  eata  qne  laa  tenia  oautivaa, 
respondían  qne  eran  Oaribea,  y  deapnea  qne  enten- 
dieron qne  loa  oaatellanoa  tal  por  en  mal  nao  de  oomer 
hombrea,  holgábanse  mncho  de  ello ;  y  si  de  nnero 
traían  algún  hombre  ó  mnjer  de  loa  Oaribea,  aeore- 
tamente  decian  á  loa  de  loa  navioa  oomo  eran  Cari- 
bes ;  y  ann  alU  donde  eataban  en  poder  de  los  oaa- 
tellanoa mostraban  haber  gran  temor  de  ellos,  y  de 
esto  se  oonodó  qnales  eran  Oaribea,  é  qnalea  eran 
loa  otroa,  porque  loa  Oaribea  traían  en  cada  una 
pierna  doa  aigoUaa  tejidaa  de  algodón,  la  nna  jau- 
to oon  la  rodilla,  é  la  otra  junto  A  loa  tobillos,  de 
manera  que  lea  faoian  laa  pantorrillaa  grandea,  é 
de  loa  diohoa  lugarea  muy  cefiidas,  y  esto  pareció 
qne  elloa  tenian  por  gentUeaa ;  aaí  que  por  esta  di- 
feríenda  oonoderon  loa  unos  é  los  otros  los  Oari- 
bea,' de  mala  costumbre.  B  laa  coatumbres  de  loa  Oa- 
ribea aon  tales.  Esta  susodicha  se  llama  Quaréque- 
na ;  la  otra  qne  primero  se  vido  se  llama  Quariqni ; 
otra  se  llama  Ayan.  Eetos  todos  son  como  si  fue- 
sen de  un  linage ,  y  no  se  facen  mal  unce  A  otros, 
empero  facen  guerra  á  todaa  laa  otraa  islaa  comar- 
canaa,  loa  qnales  van  por  mar  A  ciento  y  cinqüenta 
léguaa  A  lo  maa  léjoa  A  aaltear  oon  muchaa  canoas 
que  tienen,  que  aon  fnataa  pequefiaa  hechas  de  un 
solo  madero  cada  una,  aegun  dicho  es  en  el  capi- 
tulo antes  de  éste.  E  sus  armas  aon  flechas ,  é  en  lu- 
gar de  fierro,  porque  ellos  no  poseen  ningún  fierro, 
ponen  unas  puntas  fechas  de  huesos  de  tortugas ; 
otros  ponen  unas  espinas  de  un  pes,  de  que  parecen 
naturalmente  hechaa  como  si  fueran  de  fierro,  con 
que  pueden  bien  ofender  ó  matar,  empero  para  gen- 
te de  acá  de  Espafia  no  aon  armas  para  mucho  ofen- 
der. Eata  gente  aaltea  en  laa  otras  islaa,  y  traen  las 
mugares  que  pueden  haber,  en  especial  mozas  her- 
mosas, las  qnales  tienen  para  au  servicio  y  para  te- 
ner por  mancebas;  y  eato  se  supo  por  que  maa  de 
veinte  mosas  de  las  cautivas  fueron  laa  que  se  vi- 
nieron A  la  flota,  é  decian  que  también  usaban  con 
éllaa  de  nna  terrible  crueldad  aquellos  hombres  Oa- 
ribea, que  pareoe  increíble  cosa,  que  loa  hijea  que 
^  ^Uas  engendral^an  se  Ion  comían^  y  que  solamen- 


te orian  los  que  han  en  laa  mugerea  naturales.  Loa 
hombrea  que  pueden  haber  tráenloa  A  sns  caaaa,  6 
facen  camioeria  de  elloa  cuando  quieren,  é  qne  loa 
qne  matan  por  los  prender,  cómenlos  luego,  é  di- 
cen que  la  carne  del  hombre  ea  tan  buena  ooaa  que 
no  hay  tal  ooaa  de  comer  en  el  mnndo ,  é  bien  pa- 
recía en  su  mal  vicio  y  costumbre,  porque  loa  hue- 
sos que  en  sn  casa  ae  hallaron,  todo  lo  que  se  po- 
4fa  comer  estaba  muy  roido ,  que  no  habia  aino  lo 
que  por  su  mucha  duresa  no  se  pedia  comer.  Ha- 
llóse en  una  caaa  cociendo  un  peacueio  de  hombre; 
é  loa  muchachos  que  caativan  chicos,  cóHanlea  A 
cada  uno  sn  miembro  generativo,  é  aírvense  de  elloa 
faata  que  aon  hombres,  ó  faata  que  quieren,  é  dea- 
pnea facen  fiesta,  é  mAtanlos,  é  cómanlos,  é  dicen 
qne  la  carne  de  loa  muchachos,  é  de  laa  mnjerea  no 
es  buena,  ni  tal  como  la  de  loe  hombrea;  de  estos 
muchacLoa  ae  vinieron  huyendo  A  la  fiota  tres,  to- 
dos cortadoa  loa  miembroa  generativos  A  rala  de  laa 
redijaa. 

Sn  cabo  de  qnatro  días  vino  el  capitán  qne  ae 
habia  perdido  con  loa  oompafteroa,  porque  de  an 
venida  estaban  ya  bien  desaf  ociados,  que  los  hablan 
ido  A  buscar  otraa  quadrillas,  é  aquel  dia  vino  la 
nna,  y  todaa  volvieron  sin  saber  de  elloa,  é  con  an 
venida  holgaron  mucho  loa  de  la  fiota  oomo  ai  nue- 
vamente ae  hubieran  fallado.  Trajo  eate  capitán,  é 
los  que  con  él  fueron  dies  peoonas  entre  mucha- 
chea é  mugerea.  Estos  é  los  otros  que  los  fueron  A 
buscar  nunca  fallaron  hombrea,  ó  porque  se  habian 
huido,  ó  porque  habia  pocoa  en  aquella  comarca, 
habian  A  encontrar  oomo  dijeron  las  mugares.  Vino 
el  dicho  capitán,  y  los  qne  con  él  fueron,  tan  dea- 
trozados  del  monte,  que  era  lAatima  de  loa  ver;  de- 
clan que  ae  habian  perdido  por  la  aaperesa  de  loa 
Arbolea,  que  era  tanta  que  el  cielo  no  podían  ver,  é 
qne  algunos  de  ellos  que  eran  marineros,  habian 
subido  por  loa  Arbolea  de  noche  para  mirar  la  estre- 
lla del  norte,  é  nunoa  la  pudieron  ver ,  é si  no  topa- 
ran con  la  mar,  no  pudieran  tomar  A  la  fiota  ;  la 
qnal  partió  de  aquella  iala  con  la  gracia  de  Dioa 
ocho  dias  paaadoa  después  que  allí  llegaron ;  é  lue- 
go otro  dia  vinieron  A  otra  isla  no  muy  grande  A 
hora  de  medio  dia,  que  diataba  de  eata  otra  doce 
leguaa ;  é  porque  el  primer  dia  que  partieron  lea 
fizo  calma,  fueron  juntos  con  la  ooata  de  eata  iala, 
y  dijeron  ^a  mugerea  indias  que  aquella  isla  no  era 
habitada  do  gentes,  porque  los  Oaribea  la  habian 
despoblado,  é  por  eao  la  flota  no  paró  allí;  é  luego 
esa  tarde  vieron  otra  isla,  y  esa  noche  eeroa  de  ella 
hallaron  unas  bajea,  é  no  osaron  A  andar  haata  que 
fué  de  dia,  é  luego  A  la  maftana  pareció  otra  iala 
asaz  grande ,  é  A  ninguna  no  llegaron,  por  ir  A  con- 
solar loa  hombrea  que  habian  dejado  esotro  viaje 
en  la  isla  Española,  é  no  plugo  A  Dioa  que  loe  fa- 
llasen vivos  como  adelante  se  dIrA.  Otro  día  llega- 
ron A  otra  isla,  qne  parecía  muy  bien,  é  mny  po* 
blada,  é  fueron,  é  tomaron  puerto  en  ella  ¡  luego  el 
Almirante  mandó  ir  á  tierra  una  barca  guarnecida 
de  gente  para  si  pudiesen  tomar  lengua,  é  aaber 
qué  gente  era,  é  para  haber  información  de  au  vía- 


Don  fernakdo  A 

je  que  era  me&eeter,  no  embargante  qne  él  Almi- 
rante, aunqne  no  habla  fecho  aquel  camino,  iba 
muy  bien  encaminado  legun  pareció.  E  saltaron 
ciertas  personas  en  tierra  de  la  dicha  barca,  é  lle- 
garon á  on  poblado  donde  la  gente  ya  se  había  es- 
condido, é  tomaron  cinco  ó  sois  mugeres,  é  mucha- 
chos, de  las  qnales  supieron  que  eran  las  mas  cau- 
tivas como  en  la  otra  isla,  por  que  allf  también  eran 
Caribes.  Esta  barca  se  quería  tomar  á  los  naTÍos 
con  priesa,  ó  por  parte  do  abajo  venia  una  canoa, 
en  que  venían  quatro  hombres  é  dos  mugeres,  é  un 
muchacho ,  é  después  vieron  la  flota ,  maravillados 
■e  embebecieron  tanto,  que  por  una  grande  hora  no 
.  se  movieron  de  un  lugar ,  casi  dos  tiros  de  lombarda 
de  los  navios ;  en  esto  fueron  vistos  de  los  que  es- 
taban en  la  barca,  é  de  toda  la  flota;  luego  los  de 
la  baroa  fueron  á  ellos  tan  juntos  con  la  tierra,  que 
con  el  embebecimiento  que  tenían ,  maravillándose 
y  pensando  qué  cosa  seria  aquella  que  nunca  los 
vieron  hasta  que  estuvieron  muy  cerca  de  ellos  que 
no  los  pudieron  mucho  f  uir,  aunque  f  arto  trabaja- 
ron por  ello,  y  los  de  la  barca  trabajaron  harto  que 
no  se  pudieran  ir.  Los  Caribes,  desque  vieron  que 
el  huir  no  les  aprovechaba,  con  mucha  osadía  pu- 
sieron mano  á  los  arcos,  también  las  mugeres  como 
los  hombres,  é  digo  con  mucha  osadía,  porque  ellos 
no  eran  mas  de  quatro  hombres,  é  dos  mugeres,  é 
eran  los  de  la  barca,  é  de  toda  la  flota ;  luego  los 
de  la  barca  fueron  á  ellos  tan  juntos  con  la  tierra 
qne  con  el  embebooimionto ,  siendo  asi  que  los  Ca- 
ribes eran  quatro  hombres  é  dos  mugeres,  é  eran 
los  de  la  barca  veinte  y  cinco,  de  los  quales  firieron 
dos ,  al  uno  dieron  dos  flechadas ,  y  al  otro  una  por 
el  costado ,  6  si  no  fuera  porque  llevaban  adargas, 
é  tablachinas,  é  por  que  los  embistieron  presto  con 
la  barca,  é  les  trastornaron  la  canoa,  asaetaran  los 
mas  de  ellos  con  sus  flechas.  Después  de  trastorna- 
da la  canoa  quedaron  en  el  ag^a  nadando,  é  había 
allí  unos  bajos,  é  tuvieron  farto  que  hacer  en  to- 
marlos, que  todavía  trabajaban  por  tirar,  é  con  todo 
eso  so  los  fuyó  el  uno ,  é  no  lo  pudieron  tomar  si  no 
mal  herido  de  una  lanzada,  de  que  murió.  La  dife- 
rencia de  estos  indios  Caribes  á  los  otros  dichos,  es 
en  el  hábito,  que  los  de  Garibi  tienen  el  cabello 
muy  largo ,  son  trasquilados ,  é  fechas  muchas  di- 
ferencias en  las  cabezas  de  cruces,  é  otras  pinturas 
en  diversas  maneras,  cada  uno  como  se  le  antoja, 
lo  qual  hacen  con  cafias  agudas;  ó  todos,  ansí  de 
Caribí  como  los  otros,  es  gente  sin  barbas,  que  por 
maravilla  hallareis  hombre  que  las  tenga,  que  to- 
das se  las  pelan ,  é  quitan  antes  que  crezcan,  de  ma- 
nera que  parece  que  no  les  nacen.  Estos  Caribes  que 
allf  tomaron ,  venían  tiznados  los  ojos  y  las  cejas, 
lo  cual  parece  que  hacen  por  gala,  é  con  aquello 
parecían  cosa  espantable ;  el  uno  de  ellos  dijo  que 
en  una  isla  de  aquellas  llamada  Cario,  qne  es  la 
primera  que  se  vido ,  á  la  qual  la  flota  no  llegó,  que 
había  mucho  oro,  y  que  sí  allá  fuesen  y  llevasen 
azadones ,  é  cosas  para  hacer  sus  caminos ,  qne  trae- 
rían cnanto  oro  quisiesen. 
S  loego  aquel  día  partió  de  alU  la  flota  en  oabo  | 


DOfiA  ISABEL.  MS 

de  seis  ú  siete  horas ,  y  después  de  haber  allí  llega- 
do, fueron  á  otra  tierra  que  parada  á  ojo,  é  esta 
isla  estaba  en  el  camino  qne  habían  de  llevar,  6  lle- 
garon noche  cerca  de  ella,  é  otro  día  de  mafiana 
fueron  por  la  costa,  é  era  muy  gran  tierra,  aunque 
no  era  muy  continua,  que  eran  mas  de  quarenta 
islas  é  tierra  muy  é  alta,  la  mas  della  pelada,  lo 
qual  no  es  ninguna  de  las  que  habían  visto ;  á  esta 
no  llegaron  para  saltar  en  tierra ,  salvo  una  carabe- 
la latina  que  llegó  á  un  islon  de  aquellos,  en  el 
cual  hallaron  ciertas  casas  de  pescadores,  ó  las  mu- 
jeres indias  que  traían  dijeron  que  no  eran  pobla- 
das aquellas  tierras ;  anduvieron  por  aquella  costa 
lo  mas  de  aquel  día,  fasta  otro  dia  en  la  tarde  que 
llegaron  á  otra  isla  llamada  Boríqui ,  cuya  costa 
corrieron  todo  un  día,  é  se  juzgaba  que  tenia  por 
aquella  costa  treinta  leguas.  Esta  isla  es  muy  f  er- 
mosa  y  muy  fértil  al  parecer,  6  á  esta  vienen  los 
caribes  á  saltear  y  conquistar,  de  la  qual  llevan  mu- 
cha gente  para  comer,  é  no  tienen  estos  canoas 
ningunas,  nin  saben  andar  por  mar,  empero  osan 
de  arcos  y  flechas  como  los  caribes,  con  que  pelean 
é  se  defienden ,  é  si  por  ventura  han  victoria  de  los 
que  los  vienen  á  saltear,  también  se  los  comen, 
como  los  caribes  á  ellos.  ESn  un  puerto  de  esta  isla 
estuvo  la  flota  dos  días,  donde  saltó  mucha  gente 
en  tierra,  empero  nunca  pudieron  haber  lengua, 
que  todos  huyeron  como  gente  atemorizada  de  los 
caribes.  Todas  estas  islas  fueron  descubiertas  en 
este  viajo,  que  en  el  otro  ninguna  había  visto  el 
Almirante ;  y  aunque  todas  parecian  muy  f  ermosas 
islas,  empero  ésta  parecía  mejor. 

Aquí  se  acabaron  las  islas  que  facía  á  la  parte  de 
Espafia  atrás  había  dejado  por  ver  el  Almirante  en 
el  primero  viaje,  y  aun  se  cree  haber  algunas  islas 
antes  que  estas,  quarenta  ó  cinqñenta  leguas  facía 
Espafia,  porque  antes  que  viesen  tierra  los  de  esta 
flota  vieron  unas  aves  que  llaman  rabihorcadas  vo- 
lar, é  son  aves  de  rapifia  marinas,  y  no  sientan  ni 
duermen  sobre  el  agua,  y  viéronlas  sobre  tarde  ro- 
deando subir  en  alto ,  después  seguir  su  vía  buscan- 
do tierra  para  dormir,  las  quales  no  podían  ir,  se- 
gún era  tarde,  á  dormir  mas  de  doce  ó  quince  le- 
guas, é  esto  era  sobre  mano  derecha  de  la  flota  fa- 
cía Espafia,  de  donde  todos  juzgaron  quedar  allí 
tierra ,  la  qual  no  se  buscó  porque  se  facía  rodeo  y 
tardanza  para  el  viaje. 

De  esta  isla  de  Boriquí  partió  la  flota  una  ma- 
drugada, y  aquel  día  antes  que  fuese  noche  ovieron 
vista  de  tierra,  lo  qual  no  era  conocida  tampoco  de 
los  del  otro  viaje ,  empero  por  las  nuevas  de  las  mu- 
jeres indias  que  llevaban,  sospecharon  que  seria  la 
Espafiola,  que  iban  á  buscar,  y  era  la  misma  Espa- 
fióla,  así  llamada  por  los  indios,  y  entre  ella  y  la  de 
Boriquen  pareda  otra  isla,  aunque  no  era  grande. 

CAPÍTULO  OXX. 

Cono  UefiroB  á  It  Espafiola  y  balliron  noertos  los  honbras 

fse  bablaa  d(;|a4o. 

Llegados  á  la  Espafiola  el  Almirante  y  toda  la 
Sota,  á  donde  arribaron  por  a^uel  comieniO}  era 


tt4 


0B0NI0A8  DS  LOS  B1TB8  DB  CASTILLá. 


todft  l|i  tiem  nana  y  mvy  baja;  mai  del  oo&od- 
miento  della  cataban  todos  dadoaoa,  porqao  por 
aquella  parte  ni  el  Almirante  ni  loa  otroa  que  con 
él  fueron  non  la  hablan  viato.  Eita  isla  es  mny 
grande,  y  ea  nombrada  por  proYinolaa,  y  A  esta 
parte  por  donde  llegaron  llaman  ilAto,  é  á  otra  pro- 
vincia junto  oon  esta  llaman  Samana^  é  á  otra  Boto, 
é  á  otra  Albao;  é  hay  otraa  mnchaa  provincias,  así 
oomo  acá  en  Espafia.  Por  la  costa  de  esta  isla  cor- 
rió la  flota  al  pié  de  den  leguas,  porque  hasta  don- 
de el  Almirante  habia  dejado  la  gente  habia  este 
oompés,  que  seria  el  medio  de  la  isla. 

Andando  por  derecho  do  la  provincia  llamada  Sa- 
mana,  echó  el  Almirante  en  tierra  uno  de  los  indios 
que  el  otro  viaje  habia  traido  á  Espafia,  vestido  y 
oon  algunaa  ocaillaa ;  aqael  dia  ae  finó  el  marinero 
vizcaíno  herido  que  habia  sido  de  los  caribes  ya  di- 
chos que  tomaron,  é  murió  por  su  mala  guarda ,  é 
porque  iban  por  costea  dióse  lugar  que  saliesen  en 
nna  barca  á  enterrarlo,  é  fueron  en  guarda  do  labar- 
.  oa  doa  carabelas,  é  acercáronse  á  tierra,  é  salieron  á 
la  barca,  desque  salió  á  tierra,  muchos  indios,  de  los 
qualea  slgunoa  traían  oro  al  cuello  ó  á  les  orejas,  é 
querian  venir  con  los  christianos  á  los  navios;  y  no 
los  quisieron  traer,  porque  no  llevaban  licencia  del 
Almirante,  los  qaales  desque  vieron  que  no  los  que- 
rían traer, se  metieron  dos  de  ellos  en  una  canoa,  é 
se  vinieron  á  una  de  las  dos  carabelas ,  en  la  qual 
los  recibieron  con  su  canoa,  é  tmjéronlos  á  la  nao 
del  Almirante;  dijeron  mediante  un  intérprete  indio, 
de  los  que  iban  do  acá  de  Espafia,  que  un  Rey  de 
aquella  provincia  loa  enviaba  á  saber  qué  gente  era, 
é  que  les  rogaba  que  se  saliesen  á  tierra,  é  que  da- 
rla al  Almirante  mucho  oro  que  tenia  é  de  comer  de 
lo  que  tuviese,  é  el  Almirante  les  mandó  dar  sondas 
camisas  é  bonetes  é  otras  cosillas,  éles  dijo,  que  por- 
que iba  donde  cataba  Guacanarí,  no  se  podia  dete- 
ner, que  otro  tiempo  habria  para  que  le  pudiese  ver; 
é  con  esto  se  fueron. 

E  la  flota  no  cesó  su  viaje  hasta  llegar  á  un  puer- 
to que  el  Almirante  llamó  Monte  Juan^  donde  estu- 
bieron  dos  dias  para  ver  la  disposición  de  la  tierra; 
porque  no  habia  parecido  al  Almirante  el  lugar  don- 
de habia  dejado  la  gente  que  estaba  en  un  asiento. 
Para  hacer  asiento  descindieron  en  tierra,  habia 
muy  ceroa  de  allí  un  gran  rio  do  muy  buena  agua, 
empero  era  toda  tierra  muy  anegada  y  muy  indis- 
puesta para  habitar.  Andando  viendo  el  rio  é  tierra 
algonoa  de  la  flota,  hallaron  dos  hombres  muertos 
juntos  con  el  rio:  el  uno  con  un  lazo  al  pescuezo,  y 
el  otro  con  un  lazo  al  pié :  esto  fué  el  primero  dia ; 
é  otro  dia  siguiente  hallaron  otroa  dos  hombres 
muertos  mas  adelante  de  aquellos ,  el  uno  dellos  es- 
taba en  disposición  de  que  se  le  pudo  conocer  tener 
muchas  barbas,  é  algunos  de  la  armada  sospecharon 
maa  mal  que  bien,  en  razón  porque  los  indios  son 
todos  sin  barbas,  oomo  dicho  es,  é  este  puerto  está 
del  lugar  donde  habia  quedado  la  gente  christiana 
el  primer  viaje  doce  leguas.  Paaados  dos  dias  alza- 
ron velaa  para  ir  donde  el  Almirante  habia  dejado 
}a  sobre  dicha  gente  en  compafiiadel  Rey  de  los  in- 


dios de  aquella  provincia,  llamado  Gaaoanaii ,  quf 
parecía  ser  de  loa  príncipalea  de  la  iala ;  [aquel  dia 
llegaron  en  derecho  de  aquel  logar  ya  tarde ,  é  por* 
que  allí  habia  unos  bajea  donde  el  otro  viaje  ae  ha- 
bia perdido  la  nao  en  que  habia  ido  el  Almirante,  no 
oaaron  tomar  el  puerto  cerca  de  tierra,  fasta  que  otio 
dia  de  mafiana  se  sondaae,  é  pudiesen  entrar  aegu- 
ramente ;  quedaron  aquella  noche  una  legua  de  tier* 
ra,  é  esa  tarde  yendo  por  allí  de  lejoa,  salió  una  ca- 
noa en  que  parecian  cinco  ó  seia  indioa,  loa  qualea 
venian  aprisa  para  la  flota,  é  el  Almirante  creyen^ 
do  que  lo  siguieran  hasta  alcansarlo,  no  quiso  que 
los  esperasen ,  y  ellos  porflando  llegar,  llegaron  fas- 
ta un  tiro  de  lombarda  de  la  flota,  é  parábanae  á  mi- 
rar, é  desque  vieron  que  no  loa  esperaban,  dieron 
vuelta ;  é  después  que  surjieron  en  aquel  lugar,  ao- 
bre  tarde,  el  Almirante  mandó  tirar  dos  lombarda^ 
á  ver  si  respondían  los  christianos  que  hablan  que- 
dado cerca  del  dicho  Quacanari,  porque  también  les 
hablan  quedado  lombardas,  de  lo  qual  se  desconso- 
ló mudio  la  gente,  é  tomaron  la  sospecha  que  de- 
bian  tomar;  estando  así  todoa  tristes,  pasadas  quatro 
ó  cinco  horas  de  la  noche,  vino  la  misma  canoa  que 
esta  tarde  habían  visto,  é  venia  á  la  flota  dando  vo- 
ces, preguntando  por  el  Almirante ;  é  un  capitán  de 
una  carabela  donde  primero  llegaron ,  trújulos  á  la 
nao  del  Almirante,  los  qualsa  nunca  qubieron  ha- 
blar hasta  que  el  Almirante  lea  hablaae,  y  deman- 
daron lumbre  para  le  conocer ,  y  deapuea  que  le  co- 
noderon  entraron  en  la  nao ;  era  el  uno  privado  de 
Quacanari ,  el  qual  Quacanari  loa  habia  tomado  á 
enviar  después  que  ellos  se  hablan  vuelto  aquella 
tarde,  é  trujeron  dos  carántulaa  de  oro  que  Quaca- 
nari enviaba  en  presente,  la  una  para  el  Almirante, 
y  la  otra  para  el  capitán  que  el  otro  viaje  habia  ido 
con  él ,  y  estuvieron  en  la  nao  fablando  oon  el  Al- 
mirante en  presenda  de  todos  por  tres  horas,  mos- 
trando mucho  placer;  é  preguntándoles  por  loa  chris- 
tianos que  alli  habían  quedado  qué  talea  estaban, 
aquel  privado  dijo  que  todos  estaban  buenoa ,  aun- 
que entre  ellos  habían  muerto  algunoa  de  dolenda, 
y  otros  de  diferencias  que  hablan  aoonteddo  entro 
ellos  ;  é  que  Quacanari  estaba  en  otro  lugar  herido 
en  uqa  pierna,  é  que  por  eso  no  habia  venido ;  pero 
que  otro  dia  vendria,  porque  otroa  dos  Reyes,  lla- 
mado el  uno  Caonaboa ,  y  d  otro  Mariema  habian 
venido  á  pelear  con  él  y  que  le  habian  quemado  el 
lugar.  Luego  esa  noche  se  volvieron  dídendo  que 
otro  dia  vemlan  con  el  dicho  Quacanari,  é  con  esto 
dejaron  eaa  noche  consolada  la  gente  de  la  armada 
y  se  partieron.  Otro  dia  de  mafiana  estuvieron  es- 
perando al  Quacanari,  é  nunca  vino,  y  entretanto 
saltaron  á  tierra  algunos  por  mandado  dd  Almiran- 
te, é  fueron  al  lugar  donde  solía  estar  Quacanari, 
é  halláronlo  quemado,  é  un  cortijo  algo  fuerte  con 
una  palizada,  dondo  los  christianos  habitaban  é  te- 
nían lo  suyo,  estaba  también  quemado  é  derribado, 
é  ciertas  vemias  é  ropas  que  los  indios  habian  trai- 
do á  echar  en  la  caaa ;  y  loa  indioa  que  por  allí  pa- 
recían andaban  mny  estrafios,  é  no  ae  osaban  llegar 
á  los  chrÍ8tiano8|  é  arrojándoles  cuentas,  é  cascabe- 


DON  FERNANDO 

let,  6  otraa  ooflas,  Xavo  de  Megarane  un  pariente  de 
Guaoanari  é  otroe  treSi  loe  quales  entraron  en  la  bar- 
ca, ¿  trujéronloe  á  la  nao,  é  pre^ntáronles  por  loe 
christianoe,  é  dijeron  qne  todos  eran  muertos,  em- 
pero no  lo  habían  creído;  preguntando  á  este  indio 
pariente  del  Qnaoanari  qnién  loe  había  muerto,  dijo 
que  el  Rey  Gaonaboa,  y  el  Rey  Maríema,  é  que  lee 
quemaron  las  casas  del  lugar,  ó  que  estaban  muchos 
heridos ,  é  ,que  también  el  Quacanari  lo  estaba  en 
otro  lugar,  y  que  él  quería  luego  á  lo  llamar,  al  qual 
dieron  algunas  cosas,  é  luego  se  partió  para  donde 
estaba  Quacanari,  al  qual  todo  aquel  dia  estuvieron 
esperando,  é  nunca  vino.  Otro  dia  saltó  en  tierra  el 
Almirante  é  algunos  con  él,  é  fueron  á  donde  eolia 
estar  la  villa  y  habían  quedado  los  cbristianos,  la 
qual  estaba  toda  quemada;  élos  vestidos  deles  chris- 
tianos  se  hallaban  por  aquella  yerba,  é  no  se  vido 
estonce  ningún  muerto;  habia  sospecha  si  el  Gua- 
nacari  los  oviese  muerto,  otros  decían,  que  como  ha- 
bia él  de  quemar  su  villa.  El  Almirante  mandó  ca- 
var todo  el  sitio  donde  los  christianos  estaban  for- 
talecidos, porque  él  les  habia  mandado  que  des- 
que tuviesen  alguna  cantidad  de  oro  que  lo  onter^ 
rasen,  y  entretanto  que  esto  se  hacia  quiso  llegar 
cerca  de  una  legua  de  allí,  donde  le  habia  parecido 
haber  buen  ñtio  para  edificar  una  viUa ,  é  llegaron 
á  un  poblado  donde  había  siete  ú  ocho  chozas,  las 
quales  los  indios  luego  que  vieron  ir  los  christianos 
desampararon,  é  llevaron  lo  que  pudieron,  que  era 
gente  bestial  que  no  tenia  discreción  para  escojer 
donde  hurtar,  que  los  que  vivían  á  la  marina  era 
maravilla  cuan  bestialmente  vivían,  las  casas  lionas 
de  yerba  en  derredor  y  de  humidad,  que  ora  maravi- 
lla como  vivían ;  fallaron  allí  muchas  cosas  de  los 
christianos,  así  como  una  almalafa  muy  gentil,  la 
qual  nunca  se  había  descosido  de  como  se  habia  lle- 
vado de  Gastilla,  é  calzas,  é  una  azuella  de  la  nao 
que'el  Almirante  allí  habia  perdido  el  otro  viaje,  é 
pedazos  de  pafio,  é  otras  cosas,  é  aun  hallaron  las  co- 
sas que  tenían  guardadas,  en  una  esportilla  muy  co- 
sida é  á  mucho  recaudo  una  cabeza  de  hombre  muy 
guardada,  é  creyeron  que  sería  la  cabeza  de  alguno 
que  tenían  por  reliquia  de  padre  ó  madre,  6  de  al- 
gún Rey,  ó  por  alguna  costumbre  de  la  tierra ;  de 
allí  el  Almirante  se  volvió  y  los  que  con  él  iban,  por 
donde  estaba  la  villa,  y  hidló  muchos  indios  que  se 
habían  asegurado  con  los  que  quedaron  allí,  cavan- 
do, buscando  si  los  christianos  oviesen  dejado  oro 
escondido,  é  con  otros  christianos  de  la  flota  qne  allí 
habían  quedado,  é  habían  resgatado  con  ellos  oro 
fasta  un  marco,  é  habían  mostrado  donde  estaban 
muertos  once  hombres  de  los  christianos  cubiertos 
ya  de  la  yerba  que  había  crecido  sobre  ellos,  é  todos 
aquellos  indios  hablaban  por  una  boca,  que  Caona- 
boa  é  Maríema  los  habían  muerto;  empero  afirma- 
ban y  decían  que  los  christianos  tenía  cada  uno  tres 
6  quatro  mujeres,  de  donde  se  creyó  quel  mal  que  les 
vino  á  aquellos  christianos  que.allí  sin  dicha  habían 
quedado,  fué  por  su  desconcierto,  é  por  se  envolver 
con  las  mujeres  indias,  los  indios  de  zelos  los  ma- 
taron, 6  por  algunas  coéas  de  desaguisados  que  ha- 


É  DOÑA  ISABEL.  665 

cían  en  la  tierra,  se  invocarían  pera  los  matar.  Otro 
dia  de  mañana,  porque  por  todo  aquello  no  habia  lu« 
gar  dispuesto  para  poblar,  envió  el  Almirante  una 
carabela  á  buscar  por  una  parte,  y  él  fué  por  otra, 
y  él  falló  un  puerto  muy  seguro  con  muy  gentil  dis- 
posición de  tierra  para  hincar,  é  quando  volvió  era 
venida  la  carabela  que  habia  ido  por  la  otra  parte, 
en  la  qual  habia  ido  Melchor,  y  otros  cuatro  ó  cinco 
caballeros ,  hombres  de  pro;  é  yendo  costeando  por 
su  viaje  salió  é  ellos  una  canoa  con  dos  indios,  el  uno 
hermano  de  Quacanari,  el  qual  conocido  por  un  pi- 
loto que  iba  en  la  carabela ,  le  preguntó  que  quién 
iba  allí,  é  el  piloto  les  dijo :  hombres  principales  del 
Almirante,  y  el  indio  les  dijo,  que  Quacanari  les  ro- 
gaba saliesen  á  tierra  donde  él  tenía  su  asentamien- 
to, el  qual  era  hasta  sesenta  casas,  é  salieron  en  tier- 
ra los  mas  principales  que  iban  en  la  carabela,  y  fue- 
ron donde  estalla  el  Quacanari ,  al  qual  hallaron  en 
su  cama  echado  é  haciendo  del  doliente  herido ,  ha- 
blaron  con  él  preguntándole  por  los  christianos, 
respondió  concertado  con  la  misma  razón  que  los 
otros,  que  Gaonaboa  y  Maríema  los  habían  muerto  é 
que  á  él  lo  habían  herido  en  un  muslo,  el  qual  mos- 
tró ligado,  los  que  estonces  lo  vieron  así  les  pareció 
que  seria  oomo  él  lo  dijo,  á  tiempo  de  depeedirse  á 
cada  uno  de  ellos  dio  una  joya  de  oro,  á  cada  uno 
oomo  le  pareció  que  lo  merecía  según  el  hábito  en 
que  lo  vía.  Este  oro  hacían  ellos  en  hojas  muy  del-  . 
gadas  para  carátulas  é  para  poderse  asentar  sobre 
betumen  que  ellos  f adán ;  y  sí  así  no  fuera  no  se 
asentara  de  otra  manera ;  facían  para  asentar  en  la 
cabeza  é  para  colgar  en  las  orejas  é  narices,  é  para 
todo  lo  facían  delgado,  que  asi  era  menester,  é  ellos  * 
no  tenían  nada  de  ello  por  riqueza  ni  cosa  de  gran 
valor,  salvo  por  bien  parecer. 

Dijo  el  Quacanari  por  sellas,  como  mejor  él  pudo, 
que  dijesen  al  Almirante  como  él  estaba  ansí  herí- 
doy  que  lo  viniese  á  ver ;  é  Inogo  como  el  Almiran- 
te llegó  los  sobredichos  le  contaron  todo  lo  dicho,  é 
otro  dia  de  mafiana  acordó  el  Almirante  de  ir  allá, 
al  qual  lugar  llegó  con  los  que  iban  con  él  dentro  de 
tres  horas,  que  la  jomada  era  tres  leguas  y  aun  me- 
nos desde  donde  estaba  la  flota  fasta  allí,  é  cuando 
allí  llegaron  era  hora  de  comer ,  é  el  Almirante  co- 
mió antes  de  salir  en  tierra,  é  luego  mandó  que  todos 
los  capitanes  viniesen  con  sus  barcas  para  ir  en  tier- 
ra, porque  ya  esa  mafiana  antes  que  partiesen  de 
donde  estaban  habia  venido  el  hermanó  de  Quaca- 
nari, y  había  hablado  con  el  Almirante  á  darle  prie- 
sa que  fuese  donde  estaba  el  dicho  Quacanari  ;  alU 
fué  el  Almirante  á  tierra  é  toda  la  mas  gente  de  pro 
con  él ,  tan  ataviados  que  en  una  ciudad  principal 
parecerian  bien;  llevó  algunas  cosas  para  le  presen-  . 
tar,  porque  ya  habia  recibido  de  él  alguna  cantidad 
de  oro  y  era  razón  responder  con  la  obra  y  voluntad 
que  él  habia  mostrado.  El  dicho  Quacanari ,  tenia 
así  mismo  para  le  hacer  {pésente  aparejado;  é  cuan- 
do el  Almirante  llegó  con  los  capitanes  é  gente  de 
pro  al  lugar  é  casa  donde  estaba  Quacanari,  hallá- 
ronlo echado  en  su  cama  como  ellos  la  usan,  col- 
gada en  el  aire  hecha  de  algodón  oomo  de  red,  no 


CRÓNIOAS  DS  LOB  BETS8  DB  OÁfflILLA. 


M  IdTftnid,  flftlTO  daade  U  oama  biso  el  aemblAnte  do 
oorteiia  como  él  mejor  sopo :  mottró  mncbo  sentí- 
miento  oon  lágrímaten  loe  ojof  por  U  mnerte  de  los 
dirísiisnosi  j  oomenaó  á  hablar  oon  ellos  mostran- 
do oomo  mejor  podia,  como  unos  murieron  de  do- 
lencia é  como  otros  se  babian  ido  á  Caonaboa,  á 
buscar  la  mina  de  oro,  y  que  alli  los  babian  muerto, 
7  que  los  otros  queso  los  babian  venido  á  matar  en 
su  Tilla,  é  á  lo  que  pareció  en  los  cuerpos  muertos 
pedia  haber  dos  meses  que  eran  muertos  é  que  ha- 
bla acontecido  aquello.  A  esa  ora  preaentó  al  Almi- 
rante ocho  marcos  7  medio  de  oro,  é  cinco  6  seis  la- 
brados de  pedrería  de  diversas  colores,  é  en  un  bo- 
nete de  la  misma  pedrería  estaba  un  joyel,  lo  qual 
le  dio  con  mucha  yeneradon.  Estaban  allí  presentes 
él  Dr.  Ohanoa,  Tocino  de  Sevilla,  7  otro  cirujano  de 
la  armada,  7  dijo  el  Almirante  á  Quacanari  como 
eran  aquellos  sabios  para  curar  las  enfermedades  de 
los  hombres,  que  les  quisiese  mostrar  la  herida,  7  él 
respondió  que  le  placia,  para  lo  qual  ol  dicho  Doc- 
tor le  dijo  que  seria  necesario  si  pudiese  que  saliese 
de  casa,  porque  la  casa  estaba  obscura  que  no  se  po- 
dría bien  ver,  lo  qual  él  hiso  luego,  creo  que  sería 
mas  de  empacho  que  no  de  gana,  7  arrimándose  á 
él  salió  fuera ;  después  de  asentado  llegó  el  ciraja- 
no,  é  comensóde  desliarle;  estonce  dijo  el  Qaaca- 
narí  al  Almirante  que  ora  herída  hecha  con  piedra; 
después  que  fué  desatado,  llegáronle  á  tentar  el  Doc- 
tor 7  d  drujano,  7  no  tenía  mas  en  aquella  pierna 
que  en  la  otra ,  aunque  él  hacia  del  raposo  que  le 
dolia  mucho.  CSertamente  este  caso  poso  á  todos 
ma7or  sospedia  de  la  que  tenían ;  pero  ni  aun  con 
todo  eso  ningún  hombre  cuerdo  se  pudo  bien  deter- 
minar para  juzgar  en  esté  caso  la  verdad,  porque  las 
raaones  eran  tan  ignotas,  que  ciertamente  muchas 
cosas  había  que  mostraban  haber  Tenido  gente  con- 
traria. Asi  mismo  d  Almirante  no  sabía  qué  se  ha- 
cer, paredéndole  7  á  otros  muchos,  que  por  estonce 
hssta  bien  saber  la  yerdad  que  se  debía  disimular, 
porque  después  de  sabido  cada  que  quisiese  se  po- 
dría tomar  enmienda. 

Aquella  tarde  se  Tino  oon  el  Almirante  á  la  flota, 
7  mostráronle  caballos  7  cuanto  allí  liabia,  de  lo 
cual  quedó  mu7  maravillado  como  de  cosa  ostrafia, 
tomó  coladon  en  la  nao  7  esa  tarde  se  volvió  á  su 
casa;  el  Almirante  le  dijo  que  quería  habitar  allí  con 
él  7  que  quería  hacer  allí  casas,  7  respondió  le  pia- 
da, pero  que  el  lugar  era  mal  sano  7  húmedo,  7  tal 
era  él  por  cierto.  Esto  todo  pasaba  por  intérprete  de 
dos  indios  de  los  que  habían  venido  con  él  en  Casti- 
lla, que  andaban  allí  con  el  Almirante,  7  éstos  ha- 
bían quedado  de  déte  que  partieron  de  Sevilla,  que 
los  cinco  se  murieron  en  d  camino ,  7  aquellos  dos 
se  escaparon  por  maravilla,  habiendo  llegado  á  gran 
peligro. 

Otro  día  estuvieron  surtos  en  aqud  puerto,  y  qui- 
so saber  Guacanarí  cuando  se  partía  el  Almirante,  7 
el  Almirante  le  mandó  decir  que  otro  día,  é  aquel 
día  vino  á  la  nao  el  sobre  didio  hermano  SU70,  é 
otros  oon  él,  7  trujeron  algún  oro  para  resgatar. 
JSn  U  nao  babia  diee  mujeres  de  las  que  se  hablan 


tomado,  que  estaban  oaotíTas  en  las  islas  de  Gailbl, 
7  eran  las  mas  de  ellas  de  las  islas  de  Boriquen,  é 
aqud  hermano  del  Guaoanarí  habló  con  ellas,  7  les 
dijo  lo  que  luego  esa  noche  puderon  por  obra^  7  es 
que  al  primer  suefio  mu7  msnsamenta  se  echaron  al 
agua,  é  se  fueron  á  tierra,  de  manera  que  cuando 
fueron  hdladas  menos  iban  tanto  tredio  que  oon  las 
barcas  no  se  pudieron  tomar  mas  de  las  qnatro,  las 
qudes  tomaron  d  salir  dd  agua ;  fueron  nadando 
una  gran  media  legua.  Otro  día  de  maJIana  d  Al- 
mirante euTió  á  Quacanari  le  enviase  aquellas  mu- 
jeres, que  la  noche  antes  se  le  habían  buido,  7  que 
luego  las  mandase  buscar,  7  cuando  fueron  hallaron 
d  lugar  despoblado,  que  no  bdlaron  persona  en  éL 
Aqud  día  estuvo  la  flota  queda ,  porque  d  tiempo 
era  contrario  para  salir.  Otro  dia  acordó  el  Almiran- 
te de  mafiana  que  fuesen  todss  las  baroaa  á  buscar 
puerto,  é  fueron  por  la  costa  buscando  tierra  de  bue- 
na disposidon  para  baoer  habitadon:  7  también  los 
habitadores  indios  de  por  alli  no  se  aseguraban  de 
los  castellanos,  é  llegaron  á  un  lugar  á  donde  todoa 
eran  fuidos,  adonde  hdlaron  fuera  de  las  casaa  me- 
tido en  d  monte  un  indio  herido  de  una  Tara  oon 
una  herída  que  resollaba  por  las  espddas,  d  cud 
no  había  podido  huir  mas  lejoa.  Los  indios  de  eeta 
Isla  lEspafiola,  Haíti  por  dios  llamada,  pdean  con 
varas  agudas,  las  quales  tiran  con  unas  tiraderas  oo- 
mo facen  los  muchachos  acá  en  Outilla^  con  las  qua- 
lea  tiran  mn7  lejos  7  asas  oertero,  que  para  gente 
desarmada  pueden  hacer  harto  daño. 

Este  indio  herido  dijo  d  Almirante  que  Caonáboa 
7  los  SU70S  le  babian  herido  é  habían  quemado  las 
casas  de  Quacanari ;  ad  que  d  pooo  entender  que 
les  entendía,  7  las  rasónos  7  notas,  tenían  confusos 
d  Almirante  7  á  todos,  que  no  podían  saber  de  der- 
to  cómo  hubiese  ddo  la  muerte  de  los  christianoa. 

No  hallaron  en  aqud  puerto  dispodcion  saluda- 
ble para  trazar  pueblo;  acordó  d  Almirante  TOÍTcr- 
se  por  la  costa  donde  había  Tenido  alli  de  Oaatüla, 
porque  la  nnoTa  dd  oro  era  fada  allA  Fué  d  tiem- 
po tan  contrario,  que  ma7or  pena  les  fué  andar  trein- 
ta leguas  que  ir  allá  desde  Castilla,  que  en  d  tiempo 
contrario  é  largueza  del  camino,  7a  eran  tres  meses 
pasados  cuando  descendieron  en  tierra;  plugo  á 
Nuestro  Sefior  que  por  la  oontrariedad  dd  tiempo 
que  no  los  dejo  ir  mas  adelante ,  OTÍeron  de  tomar 
tierra  en  el  mejor  dtio  7  dispoddon  que  se  pudiera 
escojer,  donde  habia  mn7  gran  puerto  7  bueno ,  7 
mucha  pesquería ,  de  la  qud  tenían  mudia  neoed- 
dad  por  d  cansamiento  de  las  carnes,  que  no  habia 
en  toda  aquella  tierra,  la  qual  era  mu7  gruesa  para 
todas  cosas.  Tenia  junto  un  rio  principal,  7  mu7  cer- 
ca otro  razonable,  de  mu7  angular  agua;  dlí  comen- 
zó á  edificar  una  dudad,  á  la  qud  puso  nombre  /m- 
hda.  Comenzóse  á  edificar  una  TÍlla  sobre  la  ribera 
del  mar ,  en  mu7  lindo  lugar,  que  un  corrd  se  des- 
lindaba con  el  agua  con  una  barranca  de  pefia  taza- 
da tal,  que  por  allí  no  habia  menester  defensa  nin- 
guna, la  otra  mitad  estaba  cercada  de  una  ari>oleda 
tan  espesa,  que  apenas  pudiera  un  conejo  andar,  é 
tan  Tcrde  que  en  ningún  tiempo  dd  mundo  fuego 


DON  FERNANDO 

le  podit  qumntr*  OomttUKaron  de  sembrar  hortalizae 
y  muchas  ooeaa  de  las  de  acá,  y  oreoian  mas  allá  en 
ocho  días  I  que  acá  en  Oastilla  en  veinte.  Fecho  allí 
el  asiento  y  oomienso  del  puebloi  Inego  el  Almiran- 
te se  conoció  con  los  capitanes  6  reyes  de  aquella 
oomarcaf  qae  ellos  llamaban  allá  Oaoiqnes,  é  traían- 
les de  sns  viandas,  y  venian  alli  continuamente  mn- 
ohos  indios  con  oro,  y  á  resgatar  y  cargados  de  maix, 
que  es  un  buen  manjar,  y  es  como  nabos,  que  se 
cria  debajo  de  la  tierra,  del  qual  se  hacen  muchos 
manjares  en  muchas  maneras,  el  qual  es  muy  cor- 
dial manjar  con  que  se  mantienen  allá  las  gentes  en 
lugar  de  pan.  Hay  otro  manjar  que  llaman  mjes;  tam- 
bién cria  debajo  de  la  tierra,  y  hay  otro  que  llaman 
eatabi.  Habia  alli  otras  muchas  maneras  de  man- 
jares y  frutas,  todos  muy  diferentes  de  los  de  acá 
de  Oastilla. 

Lo  que  de  esta  gente  se  pudo  luego  conocer  fué 
que  eran  muy  simples,  sin  letras  de  ninguno;  no 
hablan  empacho  de  andar  desnudos  como  nacieron, 
como  andan ;  las  mujeres,  por  la  mayor  parte  traían 
cubiertas  sus  vergfienzas  recinchado  una  mantilla 
de  algodón  en  derredor  de  las  caderas,  é  otras  con 
fojas  de  árboles ;  sus  galas  de  ellos  é  de  ellas  era 
pintarse,  unos  de  negro,  otros  de  blanco  y  colorado, 
6  de  otras  colores,  é  de  tantos  visajes  que  verlos  era 
cosa  para  reír,  las  cabesas  rapadas  en  lugares,  y  en 
lugares  con  vedijas  de  tantas  maneras  que  no  se 
podía  escribir,  é  todo  lo  que  hacen  acá  en  la  cabesa 
de  un  loco,  el  mejor  de  ellos  lo  habia  allá  en  muy 
buena  ventura  que  lo  ficiesen  en  la  suya.  Lo  que 
luego  pareció  desta  gente  que  si  luego  tuvieran  len- 
gua á  los  castellanos  con  que  los  bien  entendieran, 
luego  se  querían  tornar  christianos ;  é  cuanto  vían 
que  facían  los  christianos,  todo  lo  hacían  ellos,  é 
fincar  las  rodillas,  poner  las  manos,  decir  el  Pater 
noater,  el  Ave  María  é  las  otras  devociones,  é  santi- 
guarse, é  decían  que  querían  ser  ohristíanos,  puesto 
caso  verdaderamente  que  eran  idólatras,  porque  en 
sus  casas  había  figuras  de  muchas  maneras  y  todas 
muy  disformes  y  feas ,  que  parecían  al  diablo,  las 
quales  también  trai  an  en  las  carátulas  que  se  tocaban 
y  en  los  cintos  de  algodón  ;  y  preguntándoles  que 
era  aquello,  decían  que/tir^,  que  quiere  decir  cosa 
del  cíelo,  y  si  les  querían  tomar  aquellas  figuras,  di- 
cióndoles  que  era  cosa  aborrecible,  que  lo  echasen 
on  el  fuego,  mostraban  por  ello  tristeaa,  y  parecía 
que  tenían  en  aquello  mucha  devoción,  y  asi  mismo 
pensaban,  que  cuanto  los  castellanos  tenían  yoUos, 
todo  habia  venido  del  cíelo,  y  á  todo  llamaban  fu- 
rey,  que  quiere  decir  en  su  lengua  délo.  Luego  que 
allí  asentaron  é  comensaron  de  hacer  población,  se 
tendió  gente  de  los  castellanos  por  aquella  comar- 
ca, é  vieron  en  poco  tiempo  cosas  por  la  tierra  bien 
hasafiosas  que  hay  por  alli,  y  vieron  que  hay  árbo- 
les que  llevan  lana,  y  harto  fina  y  tal,  que  los  que 
Habían  del  arte  decían  que  se  podrían  hacer  buenos 
pafios  de  ella,  y  de  estos  árboles  hay  tantos  que  se 
podían  cargar  carabelas  de  lana,  aunque  es  trabajo- 
sa de  cojer,  porque  los  árboles  son  muy  espinosos, 
empero  bien  se  podía  hallar  injenio  par»  la  cojer. 


B  DONA  I8ABBL.  66? 

Hay  que  se  vido  infinito  algodón  de  árboles  perpe- 
tuos que  lo  dan ,  que  son  del  tamafio  de  im  duras- 
no  ;  é  árboles  que  llevan  cera  en  color  é  en  sabor  y 
arde  tan  bien  oomo  la  de  abejas,  tal  que  no  hay  di- 
ferencia mucha  de  una  á  otra.  Hay  infinitos  árbo- 
les de  trementina  muy  singular  y  muy  fina;  hay 
mucha  alquitara  también  muy  buena;  hay  árboles 
que  paredó  á  los  físioos  que  allí  iban  que  eran  de 
los  que  llevan  núes  moscada;  salvo  que  estaban  es- 
tonce sin  fruto,  y  juzgáronlo  ser  dello  porque  la  sa- 
bor y  el  olor  de  la  cortesa  era  como  de  núes  mos- 
cada. Vídose  una  rais  de  genjíbre  que  la  traía  un 
indio  colgada  del  pescueso';  hay  también  lino  aloe, 
aunque  no  es  de  la  manera  del  que  se  ha  visto  acá 
en  Oastilla,  pero  no  es  de  dudar  que  sea  una  de  las 
especies  de  lino  aloe  que  los  dotores  ponen.  Vieron 
también  que  hay  una  manera  de  canela,  empero  no 
tan  fina  como  la  que  acá  vemos,  que  viene  por  la 
vía  de  Alejandría,  é  lo  podría  facer  no  ser  tan  fina 
el  defecto  de  no  la  saber  cojer  en  tíempo ;  ó  por 
ventura  críala  asi  la  naturaleza  de  la  tierra ;  tam- 
bién hallaron  mirabolanos  oerinos,  salvo  que  eston- 
ce estaban  debajo  del  árbol,  y  como  la  tierra  era 
muy  húmeda,  estaban  podridos,  y  tenían  el  sabor 
muy  amargo,  é  creyóse  que  sería  del  pudrimiento, 
empero  lo  otro,  salvo  el  sabor  que  es  corrompido, 
es  de  mirabolanos  verdaderos;  y  también  almárti- 
ga  muy  buena,  hay  también  pimienta  muy  buena, 
y  quema  dos  veces  mas  que  la  que  acá  tomamos, 
críase  en  arbolíllos  oomo  de  hortaliza,  es  floja ,  no 
tan  dura  como  anta  que  acá  viene  por  la  vía  de  Ale- 
jandría, é  mayor  un  poco,  la  qual  tienen  los  indios 
por  cosa  mny  medídnal  y  muy  buena,  é  la  siem- 
bran y  00 jen. 

Es  maravilla  de  como  las  gentes  de  todas  aque- 
llas islas  no  tienen  ni  poseen  fierro ,  de  las  f erra- 
mientas  que  tienen  de  piedras  muy  agudas  y  hechas 
á  maravilla,  así  como  hachas  y  azuelas  é  otras  f er- 
ramientas  con  que  se  sirven  y  faoen  sus  cosas.  Sus 
mantenimientos  son  pan  de  raices  que  Dios  les 
echó  y  dio  en  aquella  tierra  en  lugar  de  trigo,  que 
trigo,  ni  centeno,  ni  cebada,  ni  avena,  nin  esoafia, 
nin  piuízo,  nin  saina,  nin  mijo  no  hay  allá,  nin  cosa 
que  se  les  parezca ;  hay  cazabí,  que  se  coje  en  unos 
'racimos  como  que  quieren  parecer  al  panizo,  sino 
que  son  mucho  mayores  los  granos  ó  mas  blan- 
cos ;  hay  maíz,  é  ajes,  é  otros  manjares  é  raices, 
con  que  han  vivido  fasta  agora,  y  otras  frutas  y 
mantenimientos  salvajes  é  cosas  que  Dios  alli  les 
dio  con  que  se  crian  y  mantienen ,  y  han  criado  y 
mantenido  desque  Dios  Nuestro  8efior  allí  los  echó. 
No  había  cosa  de  mantenimientos  hasta  aquel  tiem- 
po que  los  castellanos  fueron  allá  probar  de  las  que 
acá  hay,  ni  que  se  le  pareciese;  no  habia  habas,  niv 
garbanzos,  ni  yeros,  ni  lantejas,  ni  atramuces,  ni 
res  de  quatro  píes,  ni  alímafia,  salvo  unos  gozeos 
pequeños,  y  aquellas  ntías,  que  son  oomo  grandes 
ratones,  y  son  como  entre  ratones  y  conejos,  y  son 
muy  buenas  y  sabrosas  de  comer,  y  tienen  píes  y 
manos  como  de  ratón,  y  suben  por  los  árboles ;  son 
del  tamalio  de  un  conejo  nuevo;  los  gozeos  son 


fe68 


CRÓNICAS  DB  LOS  BBTBS  DB  CASTILLA. 


blanoo0  é  prietos  é  de  todts  mmeras  de  colores.  Hay 
Itgartofi  7  cnlebras ,  y  no  muchas ,  porqae  los  co- 
men los  indios,  y  facen  tanta  fiesta  dallos,  como  nos 
los  castellanos  de  perdices ;  son  los  lagartos  de  allá 
como  los  de  acá,  en  el  tamafio ,  salvo  que  en  la  he- 
chara  son  diferentes ;  aunque  en  ana  isla  pequefia 
que  está  junto  con  un  puerto  que  se  llama  Monte 
Juan,  donde  la  flota  estuvo  algunos  dias,  se  vido 
un  lagarto  muchas  veces  de  gordura  de  un  becerro 
y  tan  cumplido  como  una  lanaa,  y  muchas  veces  ssí- 
lieron  por  lo  matar,  y  no  podían  con  la  espesura  y 
huía  y  metlaseles  en  la  mar.  Otro  sí  comen  los  in- 
dios allende  de  comer  lagartos  y  culebras,  cuantas 
arafias  y  gusanos  hallan  por  el  suelo,  ansí  que  pa- 
rece de  su  bestialidad  mayor  que  la  de  ninguna  bes- 
tia del  mundo. 

Llevó  el  Almirante  de  este  viaje  diese  y  siete  na- 
vios, como  dicho  tengo,  en  que  iban  cuatro  naos  y 
trece  carabelas,  y  mil  y  doscientos  hombres  de  pe- 
lea para  quedar  allá  prosiguiendo  la  posesión  de  la 
tierra,  ó  para  ejercitar  y  saber  del  oro  lo  derto  y 
adquirirlo  para  el  Bey  é  Beyna ,  quier  por  grado, 
quier  por  fuerza,  de  los  habitadores ;  é  llevó  veinte 
y  quatro  caballos,  é  diez  yeguas,  ó  tres  muías,  ó  lle- 
vó puercos  y  puercas ,  becerros  y  cabras ,  y  vacas  y 
ovejas,  de  todo  un  poco  para  criar,  para  lo  qual  la 
tierra  fué  muy  conforme  y  aprovechable,  y  muy 
mas  sana  que  para  los  hombres.  El  Almirante  ha- 
bla determinado  una  vez  de  enviar  los  navios  en 
Castilla  antes  de  ir  á  buscar  las  minas  del  oro,  se- 
gún el  aviso  que  tenia  de  los  indios,  la  una  en  Ci- 
bao,  que  es  una  provincia  donde  hay  mucho  oro,  y 
la  otra  en  Atti,  tierras  del  Boy  Gaonoboa,  que  era 
muy  poderoso  en  aquella  tierra,  los  quales  hallaron 
muchas  muestras  donde  se  pedia  hallar  mucho  oro, 
ó  en  mas  de  cinquenta  rios  ó  arroyos  ó  fuentes  ha- 
llaron quo  liabia  mucho  oro,  y  se  podia  cojer,  y  tru- 
jeron  muestras  do  todas  partes,  y  creyendo  que  ca- 
vando la  tierra  bien  honda  se  hallaría  mucha  can- 
tidad de  oro,  pues  que  en  las  arenas  de  los  arroya- 
deros del  agua  so  hallaban ,  y  pues  que  los  indios 
no  cavaban  mas  en  hondo  la  tierra  de  un  palmo, 
que  no  tenían  con  qué  ni  lo  hallaban.  Esto  sabido, 
el  Almirante  despidió  los  navios  para  acá  para  Cas- 
tilla, y  dejó  allá  los  que  vido  que  eran  necesarios 
quedar,  y  envió  el  oro  que  mas  pudo  haber  al  Rey 
y  á  la  Rieyna,  6  vinieron  los  navios  á  Cádiz,  donde 
fasta  que  el  Sr.  Obispo  Don  Juan  de  Fonseca  fué, 
no  osaron  salir  á  tierra  fasta  le  entregar  el  oro,  y 
donde  en  adelante  se  tuvo  esta  forma :  que  todos 
los  navios  que  venían  de  las  Indias  venían  á  Cádix 
y.  allí  entregaban  lo  que  traían  al  dicho  Sefior  fasta 
que  Sus  Altezas  lo  pusieron  en  otros  negocios  mas 
altos  que  no  éste,  y  lo  subieron  en  honra  como  lo 
él  merecía,  de  Embaxador  entre  Sus  Altezas  y  el 
Emperador  y  Flándes  sobre  los  casamíeotos  de  sus 
fijos,  y  le  hicieron  Obispo  de  Badajoz,  é  después  de 
Córdoba,  é  después  de  Valencia,  de  bien  en  mejor, 
y  todo  bien  empleado ;  é  después  que  este  Sefior 
dejó  el  cargo  de  las  armadas  y  receptoría  del  oro, 
ovo  otras  fonnas  y  ordenamiento  en  lo  recibir.  E!n 


este  mismo  afio  de  94,  qna  vinieron  los  navios  ds 
las  Indias,  dejando  en  la  Espafiola  el  Almirante  y 
la  gente  castellana  en  el  pueblo  oomensado  de  edifi- 
car, envió  otra  armada  el  Sefior  Don  Juan  de  Fonse- 
ca con  refresco  para  la  dicha  gente  de  mucho  pan, 
é  vino,  é  vituallas ,  la  qual  fué  á  buen  tiempo  y  les 
hizo  mucho  provecho ,  é  vinieron  en  marzo  de  1494 
los  navios  de  las  Indias,  y  volvió  la  armada  con  los 
mantenimientos  dende  á  pocos  días. 

Bl  Almirante  no  echó  en  olvido  la  muerte  de  los 
treinta  y  nueve  hombres  que  le  mataron,  é  hizo  sa 
inquisioion,  y  supo  de  los  mismos  indios  quien  los 
había  muerto,  y  entró  por  la  tierra,  y  cautivó  infi- 
nitos dallos,  de  los  quales  envió  en  la  segunda  ves 
que  invió  los  navios  quinientas  ánimas  de  indios  6 
indias,  todos  de  buena  edad,  dende  doce  afios  hasta 
treinta  y  dnoo,  poco  mas  ó  menos,  los  quales  todos 
se  entregaron  ei^  Sevilla  al  dicho  Sefior  Don  Juan  da 
Fonseca,  é  vinieron  ansí  como  andaban  en  su  tierra, 
como  nadaron ,  de  lo  qual  no  habían  mas  empacho 
que  alimafias,  los  quales  todos  vendieron,  y  aprove- 
charon muy  mal,  que  murieron  todos  los  mas,  qua 
no  les  probó  la  tierra. 

Ovo  cisma  entre  el  Almirante  y  algunos  de  los 
que  fueron  debajo  de  su  mandado,  que  no  le  querían 
obedecer,  y  decían  que  habian  engafiado  al  Bey  y 
á  la  Beyna  en  les  decir  que  había  tanto  oro,  lo  qual 
afirmaban  que  no  era  verdad ,  y  que  si  algo  había 
que  sería  mas  el  gasto  que  se  pondría  en  buscar  y 
sacar  ;  muchos  creyeron  esto  acá  en  Castilla  y  ovo 
muy  grandes  mormuradones  contra  el  Almirante, 
y  él  como  soberano  sobre  dios,  envió  presos  algunos 
dallos,  así  como  á  Fermín  Zedo,  vecino  de  Sevilla, 
que  había  ido  por  maestro  para  conocer  y  apurar  d 
oro,  d  qual  hacia  escarnio  dd  oro,  y  él  y  otros  de- 
cían que  aquel  oro  que  aquellos  indios  poseían  é 
daban  al  Almirante,  quo  lo  tenían  de  mucho  tiem- 
po, é  lo  hablan  habido  suoedvamente  de  sus  ante- 
cesores; é  envió  preso  á  Bernardo  de  Pisa,  alguacil 
de  la  corte,  y  á  otros  muchos,  y  los  entregaron  en 
Sevilla  presos ;  y  de  aquí  se  siguieron  muchas  di- 
sensiones contra  el  Almirante ,  y  todas  á  muy  gran 
sinrazón,  según  paredó  la  verdad.  Esto  acaedó  des- 
pués que  él  vino  de  descubrir  la  tierra  firme  de  la 
parto  del  austro,  donde  se  engorró  y  tardó  allá  qua* 
tro  ó  cinco  meses  del  afio  de  94. 

CAPÍTULO  CXXL 

De  COBO  el  Almlnite  foé  por  !•  Uerri  i  batear  el  oro  i  !•  pro- 
fineU  de  Cibao,  y  lo  qae  le  pareció  áe  la  tierra,  ¿  de  la  forla- 
leía  qoe  bizo. 

Después  de  partidos  los  navios  en  que  fué  la  di- 
cha armada  de  la  ciudad  Isabela ,  oomenzáda  de 
fundar,  los  quales  vinieron  debajo  de  la  capitanía 
de  Antonio  de  Torres,  hermano  dd/ ama  del  PHnd- 
pe  Don  Juan,  que  partieron  do  la  dicha  ciudad  Isa- 
bela á  3  de  Febrero  del  afio  de  94,  el  Almirante  dio 
priesa  en  fortalecer  la  dudad,  y  en  aderesar  laa  co- 
sas que  para  allá  convenían  para  remediar  las  vi- 
das, y  la  vivienda  de  toda  a^uellfi  gente  qne  allá 


Untáóf  y  {echo  algo  déllo  i  18  de  Maiso  se  partió 
con  toda  la  gente  que  fué  menester,  de  á  pié  é  de  á 
caballo,  para  ir  á  yer  la  provinoia  de  Oibao,  que  es- 
tá de  la  oiadad  18  leguas,  al  austro  de  la  dicha  cin- 
dad,  y  atrayesó  yegas  7  puertos,  é  fué  é  halló  la  di- 
cha provincia,  é  hizo  caminos  llanos  algunos  puer- 
tos, é  fizo  allá  una  íortalesa  en  Cibao ,  en  que  puso 
gente,  alcayde  y  maestros  para  el  edificio  é  para  po- 
der sefiorear  la  gente  deUa.  Oibao  es  nombre  de 
provincia,  como  ya  es  dicho,  y  quiere  decir  Ftár^r 
golf  porque  es  áspera,  tierra  de  cabezos  y  montafias 
muy  altas,  llenas  de  piedras  todas  ó  la  mayor  parte 
dolías,  no  muy  agrias,  y  sin  árboles,  mas  no  sin 
yerbas,  ca  es  tierra  muy  fértil  de  mucha  yerba,  la 
cual  es  toda  como  grama,  y  mas  espesa  é  mas  alta 
que  alcacel,  y  en  algunas  partes  basta  las  sillas  de 
los  caballos,  y  así  está  continuamente  espesa  si  no 
la  queman ;  debajo  de  la  qusl  todas  aquellas  mon- 
tafias y  cabezos  son  llenas  de  guijarros  grandes  y 
redondos  como  en  una  ribera  6  playa,  é  todos  6  la 
mayor  parte  son  azules.  Esta  provincia  es  toda  tier- 
ra muy  fuerte  é  defensible,  templada  é  sanísima,  y 
en  ella  llueve  muy  amenndo ;  al  pié  de  cada  cabezo 
hay  un  arroyo  y  un  río  chico  ó  grande,  según  la 
montafia;  y  el  agua  es  delgada  y  sabrosa,  fria  y  no 
cruda,  como  otras  aguas  que  dafian  é  hacen  mal  á 
la  persona,  é  esta  agua  es  como  medicinal,  que  que- 
branta la  piedra  de  los  rifionos,  é  muchas  personas 
se  sintieron  muy  bien  é  sanos  con  ella.  En  todos 
aquellos  cabezos  é  arroyos  hay  mucho  oro  y  todo 
en  granos. 

CAPÍTULO  CXXII. 

fte  lot  inaoi  de  oro  7  experimentos  de  él,  é  de  eémo  los  Indlof 

lof  eofien. 

La  fortaleza  que  el  Almirante  hizo  en  CSbao  lla- 
móla Santo  Thomáa^  y  al  tiempo  que  allí  estuvo 
edificándola  vinieron  muchos  indios  con  gana  de 
cascabeles  y  otras  cosillas,  de  lo  qual  no  so  les  daba 
nada  hasta  que  trujesen  oro,  y  como  esto  se  les  de- 
cia,  corrían  á  la  ribera  y  en  menos  de  una  hora  traia 
cada  uno  de  ellos  una  hoja  6  un  caracol  lleno  de 
granos  de  oro,  y  un  indio  viejo  trujo  dos  granos  de 
peso  de  tres  castellanos,  que  iEasta  entonces  el  Al- 
mirante no  habia  visto  tan  grandes,  salvo  uno  que 
le  habia  presentado  Guacanari,  que  habia  enviado 
con  el  capitán  Antonio  de  Torres  al  Bey  y  á  la  Rey- 
na,  con  otros  menudos  que  les  envió  ¡  empero  los 
mas  de  ellos  fueron  fundidos,  creyendo  á  Fermín 
Zedo,  que  estaba  allá  por  hombre  de  mucho  saber 
en  el  oro,  el  qual  erró  en  esto  destos  granos,  porque 
eran  de  nacimiento  y  no  fundidos ,  como  él  dijo,  y 
después  se  supo  lo  cierto  que  Fermín  Zedo  sabia 
muy  poco  en  ello ,  que  también  dijo  al  Almirante 
de  unos  granos  que  habia  entre  los  otros,  que  eran 
de  oro  bajo ,  que  habia  sido  falsificado  con  latón, 
de  que  no  supo  lo  que  dijo,  y  también  andaba  erra- 
do porque  supo  que  aquello  procedía  de  la  mina 
donde  nació;  ni  es  de  creer  que  los  indios  aunque 
fiupiesen  fundir  que  mezclasen  el  latón  con  el  oro, 


i  DO^A  tSA6«^ 


6é9 

pues  que  tienen  en  mas  estima  el  latón  cien  veces 
mas  que  el  oro.  Ansí  que  recibidos  los  dos  granos 
del  viejo,  el  Almirante  le  dio  un  cascabel ,  el  qual 
recibió  en  tanta  estima  como  si  recibiera  alguna 
buena  villa,  y  dijo  al  Almirante  que  eran  pequeftos 
aquellos  á  comparación  de  otros  que  habia  en  su 
tierra,  que  era  cinco  leguas  de  allí,  y  figuró  en  pie- 
dras tamañas  como  una  nuez ,  é  dijo  que  tamafios 
granos  de  oro  habia  él  hallado  é  mayores,  y  otros  fi- 
guraban que  habia  granos  tamafios  como  naranjas, 
y  mayores  se  hallaban  algunas  veces;  otros  de- 
cían, que  entre  ellos  se  hablan  visto  tan  grandes 
como  una  piedra,  que  sefialaban,  que  pesaría  media 
arroba ,  en  fin ,  de  los  que  se  vido  fasta  entonces 
hubo  grano  de  ocho  castellanos. 

Los  indios,  allende  de  ser  gente  bestial  son  pe- 
rezosos y  malos  trabajadores ,  porque  su  hábito  lo 
hada  manifiesto,  porque  el  invierno  que  allá  se 
siente  hace  asaz  frío,  aunque  no  hay  lana  hay  mu-- 
cho  algodón,  de  que  se  podrían  vestir  'y  hacer  mu- 
cha ropa  é  repararse,  é  déjense  andar  así  como 
bestias  por  pereza,  sufríendo  en  sus  personas  el  frío 
y  el  calor. 

Volvió  el  Almirante  á  la  dudad  Isabela  desde 
Cibao,  é  dejada  en  concierto  la  gente,  aderezó  de  irá 
descubrir  la  tierra  firme  de  las  Indias ,  pensando 
hallar  por  aquella  vía  la  grande  y  muy  riquísima 
ciudad  del  Oatayo,  que  es  del  gran  Kan. 

CAPÍTULO  OXXIIL  * 

Gomo  foé  i  deteobrir  el  Almlreote. 

Partió  el  Almirante  á  descubrir  la  tierra  firme  de 
las  Indias  á  24  dias  del  mee  de  Abril  del  dicho  afio 
de  1494 :  dejó  en  la  dudad  por  presidentes  ásu  her- 
mano é  un  ¿rayle,  que  se  deoia  Fr.  Benito ,  y  orde- 
nado lo  que  Olida  uno  habia  de  hacer ;  partió  con 
tros  carabelas  de  vela  redonda,  y  en  pocos  días  lle- 
gó al  muy  sefialado  puerto  de  San  Nicolao,  el  qual 
está  en  la  Isla  Espafiola  frontero  del  cabo  de  Alfae- 
to,  que  es  en  la  Juana,  que  él  judgaba  por  isla  y  es 
tierra  firmo^  fin  y  cabo  de  |las  Indias  por  el  Críente, 
y  enderezó  al  dicho  cabo,  llegó  áél  é  dejó  de  seguir 
la  costa  de  la  tierra  del  Septentrión,  por  donde  el 
viaje  prímero  habia  andado,  y  navegó  al  Poniente 
corriendo  la  otra  costa  de  la  parte  del  austro,  las 
quales  costas  van  ansí  ambas  al  Poniente,  desvián- 
*  dose  la  una  del  Polo  Ártico  y  la  otra  acercándose  á 
él  por  la  anchura  de  la  tierra,  que  comienza  por 
angosto  y  va  subiendo  al  Septentríon  por  la  parte 
del  Austro,  dejando  la  tierra  de  la  Juana  sobre  la 
mano  derecha ;  navegó  pensando  dar  la  vuelta  al 
rededor  y  correr  después  de  ver  el  oabo  la  vía  de 
su  deseo,  que  era  buscar  la  provincia  y  ciudad  del 
Catayo,  didendo  que  la  podia  hallar  por  allí,  que  es 
en  el  sefiorío  del  gran  Kan,  la  qual  se  lee,  según  di- 
ce Juan  de  Mandavilla  y  otros  que  la  vieron ,  quo 
es  la  mas  rica  provinda  dd  mundo,  y  la  mas  abun- 
dosa de  oro  y  plata,  y  de  todos  metales  y  sedas; 
pero  son  todos  idólatras  y  gente  muy  agudísima,  y 
nigromántica^  y  sabia  en  todas  artes  é  caballerosa| 


¿fo 


CRÓmÓAS  ÜB  tos  RGTES  bÉ  ÓASTtttÁ. 


é  dellM  eicriben  mnehM  maimTilliB,  fegon  onenU 
el  noble  caballero  inglés  Joan  de  liandavilla^  que 
lo  andnvo  ó  Tido  é  vivió  con  el  gran  Kan  algún 
tiempo.  Quien  de  esto  quisiere  saber  lo  cierto  lea  en 
su  libro  en  el  85,  87  y  88  capituloa,  6  allí  verá  como 
la  ciudad  de  Oatayo  es  muy  noble  é  rica,  é  como  la 
provincia  suya  tiene  el  nombre  de  la  ciudad.  La 
qual  provincia  ó  ciudad  es  en  las  partidas  de  báoia 
cerca  délas  tierras  del  Preste  Juan  de  las  Indias  en 
la  parte  que  sefiorea  y  mira  al  Norte,  por  donde  el 
Almirante  lo  buscaba.  To  digo  que  habia  menester 
muy  grande  distancia  de  tiempo  para  lo  hallar, 
porque  el  gran  Kan  fué  antiguamente  Sefior  de  los 
Tártaros ;  y  desde  la  Oran  Tartaria,  que  es  en  los 
confínes  de  Buxia  é  Babia,  ó  podemos  decir  que  se 
oomienzalaGran  Tartaria  desde  Ungria,  que  son 
tierras  que  están  mirando  desde  esta  Andalucía  por 
el  derecho  á  donde  sale  el  sol  en  el  mes  de  los  ma- 
yores dias  del  afto,  é  por  aquel  derecho  solian  ir  los 
mercaderes  en  aquella  tierra,  que  por  la  banda  que 
el  Almirante  buscaba  el  Catayo,  es  mi  creer  que  con 
otras  mil  é  docientas  leguas,  andando  el  firmamento 
de  la  mar  é  tierra  en  derredor  no  llegare  allá ,  y  ansí 
se  lo  dije  é  hice  entender  yo  el  afto  de  1496,  cuan- 
do vino  en  Castilla  la  primera  vei  después  de  haber 
ido  á  descubrir,  que  fué  mi  huésped  é  me  dejó  algu- 
nas escripturas,  en  presencia  del  Seftor  Don  Juan 
de  Fonseca,  de  donde  yo  saqué  y  cotéjelas  con  las 
otras  que  escribieron  el  honrado  sefior  el  Dr.  Anca 
ó  Chanca  y  otro^  nobles  caballeros  que  con  él  fue- 
ron en  los  viajes  ya  dichos,  que  escribieron  lo  que 
vieron,  de  donde  yo  fui  informado,  y  escribí  esto 
de  las  Indias,  por  cosa  maravillosa  é  haaafiosa,  que 
Nuestro  Sefior  quiso  demostrar  en  la  buena  ventura 
é  tiempo  del  Rey  Don  Femando  é  de  la  Beyna  Dofia 
Isabel,  su  primera  mujer. 

Ansí  que  el  Almirante  pensando  que  la  Juana  era 
iela,  andubo  mucho  por  la  costa  della ,  y  pregunta- 
ba á  los  indios  si  era  isla  ó  tierra  firme,  y  como  ellos 
son  gente  bestial  y  piensan  que  todo  el  mundo  es 
isla  y  no  saben  qué  cosa  sea  tierra  firme,  ni  tienen 
letras  ni  memorias  antiguas,  ni  se  deleitan  en  otra 
cosa  sino  en  comer  é  en  mujeres,  dedan  que  era  isla, 
empero  algunos  le  dijeron  que  no  la  andaría  en  qua- 
renta  lunas,  é  mientras  mas  seguían  la  costa,  mas 
los  echaba  la  tierra  al  Austro;  que  él  bien  pensó  dar 
vuelta  á  la  Juana  y  volver  al  Poniente ,  é  dende  al 
Septentrión  donde  pensaba  hallar  la  noble  ciudad  é 
provincia  riquísima  del  Catay,  é  ovo  por  fuerza  de 
seguir  aquella  banda  por  donde  la  tierra  lo  desvia- 
ba de  sí,  é  descubrió  por  aquella  vía  la  isla  de  Ja- 
maica, y  volvió  á  seguir  la  costa  de  tierra  firme  se- 
tenta dias  andando  por  ella,  hasta  haber  pasado  á  es- 
tar muy  cerca  al  Áurea  é  Fomeso,  á  donde  tomó  la 
vuelta  por  temor  de  los  tiempos  y  por  la  grandísima 
navegación  é  mengua  de  mantenimientos,  é  de  allí 
le  vino  en  mente,  que  si  próspero  se  hallara,  que  pro- 
bara á  volver  á  España  por  Oriente,  viniendo  por  el 
Ganges,  y  dende  al  Seno  Arábico,é  después  por  Etio- 
pía, é  después  pudiera  venir  por  la  tierra  á  Jerusa- 
len  I  é  dende  á  Japha,  y  embarcar  y  entrar  en  ol  mar 


Mediterráneo,  é  dende  á  Gádis.  Él  viaje  bien  se  pu- 
diera hacer  desta  manera^  empero  muy  peligroso  por 
la  tierra,  porque  todos  son  moros  dende  Etiopía  á 
Jerusalen ,  empero  él  pudiera  ir  por  la  mar  todavía, 
ir  desdo  allí  fasta  Calicnd,  que  es  la  ciudad  que  sa- 
lieron ios  portugueses  é  la  descubrieron,  y  para 
no  salir  por  tierra  sino  todavía  por  agua,  él  había  de 
volver  por  el  mismo  mar  Ooéno  rodeando  toda  la  Ly- 
bia ,  que  es  la  tierra  de  los  negros,  é  volver  por  don  - 
de  vienen  los  portugueses  con  la  espeoería  de  clavo 
á  Barta,  que  después  de  haber  andado  el  Almirante 
trescientas  veinte  é  dos  leguas  á  quatro  millas  cada 
una,  ansí  como  acostumbran  en  la  mar,  desde  el  ca- 
bo de  Alfaeto,  se  volvió  sino  por  el  camino  idonde 
habia  ido  cuando  pasó  por  aquel  cabo  de  Alfaeto, 
que  está  al  comienso  de  la  tierra  Juana,  puso  allí 
columnas  de  ornees,  tomada  la  posesión  por  sus 
Alteaas ,  é  fué  muy  bien  fecho ,  pues  remaneció  ser 
el  estremo  cabo  é  puerto,  que  debéis  saber  aquel 
es  estremo  cabero,  cabo  de  la  tierra  firme  del  Po- 
niente ,  el  cabo  de  San  Vicente,  que  está  en  Por- 
tugal, enmedio  de  los  quales  cabos  ambos  se  con- 
tiene todo  el  poblado  del  mundo,  que  por  tierra 
desde  el  cabo  de  San  Vicente  podrá  ir  siempre  á  Le- 
vante sin  pasar  ninguna  cosa  del  mar  Océano  hasta 
llegar  al  cabo  de  Alfaeto  é  desde  Alfaeto,  por  la 
contra,  venir  fasta  el  cabo  de  San  Vicente  por 
tierra  firme  á  quien  Dios  ayude  en  el  viaje. 

CAPÍTULO  CXXIV. 

Da  eoBo  el  Almiriale  llegó  A  tlem  dosde  Im  árboles  llefis  dos 
Ter.es  fruio,  é  del  pescado  é  lerplenies  qu  hallaros,  ¿  eono  fue- 
roa  á  la  Isla  de  Jaoiiiea. 

Tomando  á  proseguir  é  recontar  mas  amenudo 
las  islas  é  tierras  é  mares  que  el  dicho  Almirante 
descubrió  de  aquel  viaje,  siguió  perla  mar,  como  di- 
cho es,  dejando  la  tierra  firme  á  la  mano  derecha, 
fasta  un  puerto  muy  singularísimo,  al  qual  llamó 
Puerto  grande.  En  aquella  tierra  los  árboles  y  las 
yerbas  llevan  dos  veces  en  el  afio  fruto,  esto  se  sopo 
y  experimentó  por  verdad,  de  los  quales  muy  suaví- 
simo olor  salia,  que  aloansaba  en  gran  parte  á  la 
mar.  En  aquel  puerto  no  habia  población,  é  como  en- 
traron en  él  vieron  á  mano  derecha  muchos  fuegos 
juntos  con  el  agua,  y  un  perro  y  dos  camas  sin  per- 
sonas; descindieron  en  tierra  é  hallaron  mas  de  qua- 
tro quintales  de  peces  en  asadores  al  fuego ,  é  co- 
nejos, é  dos  serpientes,  é  allí  en  muy  cerca  estaban 
puestas  á  los  pies  de  los  árboles  en  muchos  lugares 
muchas  serpientes,  las  mas  asquerosas  é  feas  cosas 
que  los  hombres  vieron,  é  todas  cosidss  ¡  las  bocas 
eran  todas  de  color  de  madera  seca,  y  el  cuero  de 
todo  el  cuerpo  muy  arrugado,  en  especial  en  la  ca- 
beza, que  les  descendía  sobre  los  ojos,  los  cuales  te- 
nían venenosos  y  espantables ,  é  tddas  eran  cubier- 
tas de  conchas  muy  fuertes  como  un  peze  de  esca- 
ma; é  desde  la  cabeza  hasta  la  punta  de  la  cola  por 
medio  del  cuerpo  tenían  unas  conchas  altas  é  feos 
é  agudas  como  puntas  de  diamantes;  é  mandó  el  Al- 
mirante tomar  el  pescado,  con  que  ovo  refreeco  \% 


1)ÓH  irlEáSAiíix) 

ttenle,  é  despuM  iadáiide  boBoando  puerto  oon  la 
barca,  yieron  del  oabo  de  un  oerro  mnoha  gente  dea- 
nuda  á  la  coBtnmbre  de  allá,  y  hadándolos  seftaloe 
qne  se  llegasen,  allegóse  uno  y  fabló  un  indio  qne 
el  Almirante  llevaba  por  intérprete  de  los  que  ha- 
blan venido  á  Castilla,  qne  entendía  ya  bien  el  cas- 
tellano, y  entendía  también  á  los  indios ,  é  el  indio 
estrafio  f  ablaba  desde  encima  de  nna  piedra,  é  co- 
mo entendió  al  otro  aseguróse  é  llamó  á  la  otra  gen- 
te, qne  era  obra  de  setenta  hombres,  los  quales  dije- 
ron qne  andaban  cazando  por  mandado  de  sn  cazi- 
qne  para  nna  fiesta  qne  querían  facer,  y  el  Almiran- 
te les  mandó  dar  cascabeles  é  otras  cosillas,  é  man- 
dóles decir  qne  perdonasen  qne  él  habla  tomado  el 
pescado  é  no  otra  cosa,  é  holgaron  mncho  cnando 
supieron  qne  no  les  habia  tomado  las  serpientes ,  é 
respondieron  qne  fuese  todo  en  buen  hora,  que  ellos 
pescarían  mas  á  la  noche.  Salió  de  alli  otro  dia  an- 
tes que  saliese  el  sol ,  siguió  al  Poniente  la  costa  de 
la  tierra,  la  qnal  veian  ser  muy  f  ermosa  é  muy  po- 
blada tierra,  y  como  veian  tales  navios,  venian  á  las 
playas  á  ver  mucha  gente  é  nifios  chicos  y  grandes, 
trayéndoles  pan  y  cosas  de  comer,  corríendo  mos- 
trando el  pan  y  las  calabazas  llenas  de  agua,  llaman- 
do «comed,  tomad,  gente  del  cielo»,  y  rogábanles 
que  descindieran  y  fuesen  á  sus  casas ,  y  otros  ve- 
nian en  canoas  á  lo  mismo,  ansi  navegaron  fasta  un 
golfo  donde  habia  infinitas  poblaciones,  y  las  tier- 
ras y  campos  eran  tales,  que  todas  parecian  huertas 
las  mas  famosas  del  mundo  y  todas  tierras  altas  é 
montaftosas ;  surjieron  allí  y  la  gente  de  la  comarca 
luego  vinieron,  é  trajéronles  pan  y  agua  y  pescado; 
y  luego  otro  dia  siguiente  en  amaneciendo  partie- 
ron de  allí,  é  andando  hacia  un  cabo,  después  deter* 
minó  el  Almirante  dejar  aquel  camino  y  aquella 
tierra  y  navegaron  en  busca  de  la  isla  Jamaica  al 
Austro,  y  en  cabo  de  dos  dias  y  dos  noches  allega- 
ron á  fiúñ  oon  buen  viento  é  fueron  á  dar  en  el  me- 
dio della,  la  qual  es  la  mas  f  ermosa  que  los  ojos  vie. 
ron,  ella  no  esmontafiosa,  y  parece  que  llega  la  tier- 
ra al  cielo,  es  muy  grande,  mayor  que  la  Cicilia,  tie- 
ne en  cerco  ochocientas  millas,  y  es  toda  llena  de 
valles  é  campos  é  planos;  es  fértilísima  ultra  modo, 
que  ansí  á  la  lengua  del  mar  como  en  la  tierra  aden- 
tro toda  es  lleiia  de  poblaciones  y  muy  grandes  y 
muy  cerca  unos  de  otros  á  quatro  leguas;  tiene  ca- 
noas mas  que  en  ninguna  otra  parte  de  por  allí,  y 
las  mas  grande  que  fasta  entonces  habían  visto,  to- 
das de  un  tronco  como  dicho  es,  enteras  de  un  árbol, 
y  cada  Cacique  de  todas  aquellas  partes  tiene  nna 
canoa  grande  de  que  se  precia  de  tener  una  nao 
grande  y  f  ermosa;  ansí  traen  labradas  aquellas  ca- 
noas en  proa  y  popa  á  lazos  y  pinturas,  que  es  ma- 
ravilla la  f  ermosura  dellas;  en  una  de  aquellas  gran- 
des midió  el  Almirante  noventa  y  seis  pies  de  luen- 
go y  ocho  pies  de  ancho. 

CAPÍTULO  CXXV, 

De  la  isla  Jamaica. 

Ansí  como  el  Almirante  llegó  cerca  de  la  tierra 
de  Jamaica,  luego  salieron  contra  ¿1  bien  setenta 


i  DO^Á  ISABSti.  jili 

canoas  todas  cargadas  de  gente  f  Varas  por  armas, 
una  legua  á  la  mar,  en  son  y  forma  de  pelear,  y  el 
Almirante  con  sus  tres  carabelas  y  gente  no  dio  por 
ellos  nada,  é  siguió  todavía  el  camino  de  la  tierra, 
é  desque  esto  vieron,  ovieron  miedo  é  volvieron  hu- 
yendo, y  el  Almirante  tuvo  forma  oon  su  carabela 
é  faraute,  como  una  de  aquellas  canoas  se  aseguró 
é  vino  á  él  con  la  'gente ,  é  dióles  vestidos  é  otras 
muchas  cosas  que  ellos  tuvieron  en  gran  precio,  é 
dióles  licencia  que  se  fuesen,  y  él  fué  á  suxjir  á  un 
lugar  que  puso  nombre  Santa  Glariaf  por  la  estrema 
hermosura  de  su  gloriosa  tierra,  porque  ninguna 
comparación  tienen  á  el|a  las  huertas  de  Valencia, 
ni  de  otra  parte,  y  esto  es  en  toda  la  isla ;  y  dur- 
mieron allí  aquella  noche,  y  otro  dia  en  amanecien- 
do fueron  á  buscar  puerto  cerrado  para  despalmar  y 
adobar  los  navios,  y  andando  al  Poniente  quatro  le- 
guas, hallaron  un  singularíñmo  puerto ,  y  el  Almi- 
rante envió  la  barca  á  ver  la  entrada,  é  salieron  á 
ella  dos  oonoas  con  mucha  gente  y  le  tiraron  mu- 
chas varas,  empero  luego  huyeron  desque  vieron  re- 
sistencia, pero  no  tan  presto  que  no  recibieran  cas- 
tigo, y  el  Almirante  entró  en  el  puerto  y  surgió,  y 
vinieron  tantos  indios  sobre  él  que  cubrían  la  tier- 
ra, y  todos  tefiidos  de  mil  colores  y  la  mayor  parte 
de  negro,  y  todos  desnudos  á  su  uso,  y  traían  plu- 
majes en  las  cabezas,  de  diversas  maneras,  y  traían 
el  pecho  y  el  vientre  cubiertos  con  hojas  de  palma, 
dando  la  mayor  grita  del  mundo,  y  tirando  varas, 
aunque  no  alcanzaban;  y  en  los  navios  tenían  nece- 
ñdad  de  agua  y  de  lefia  allende  de  adobar  los  na- 
vios; y  él  Almirante  vio  que  no  era  razón  dejarlos 
en  aquella  osadía  sin  pena,  porque  otra  vez  no  se 
atreviesen  ansL  Arrimó  todas  tres  barcas,  porque 
las  carabelas  no  podían  andar  y  llegar  donde  ellos 
estaban  por  el  poco  hondo,  y  porque  conociesen  las 
armas  de  Castilla  allegáronse  cerca  dallos  con  las 
barcas  y  tiráronles  oon  las  ballestas  y  desque  los  pi- 
caron bien,  y  comenzaron  de  coger  miedo,  saltaron 
en  tierra  á  ellos  despeldando  tiros,  y  como  los  indios 
vieron  que  los  castellanos  descindieron  á  aUos,  die- 
ron todos  los  indios  á  huir,  hombres  y  mujeres,  que 
no  pararon  ninguno  en  toda  la  comarca,  é  un  perro 
que  soltaron  de  un  navio  los  seguía  é  mordía,  é  les 
fizo  gran  dafio,  que  un  perro  vale  para  centrales  in- 
dios como  diez  hombres.  Bl  dia  siguiente  antes  del 
sol  salido,  volvieron  seis  hombree  de  aquellos  in- 
dios á  la  playa,  llamando  y  diciendo  al  Almirante 
que  aquellos  Caciques  todos  le  rogaban ,  que  no  se 
fuese,  que  los  querían  ver  é  traer  pan  é  pescado  é 
frutas ;  al  Almirante  le  plugo  mucho  de  la  embaja- 
da, é  fideron  su  amistanza  é  seguro,  é  vinieron  los 
Caciques  é  mnohoiT indios  á  él,  é  trujáronle  muchos 
mantenimientos  con  que  refrescó  mucho  la  gente, 
é  estuvieron  muy  abundosos  de  todo  todos  los  dias 
que  allí  estuvieron,  y  los  indios  quedaron  muy  con* 
tontos  con  las  cosas  que  el  Almirante  les  dio;  é  ado- 
bados los  navios  é  descansada  la  gente  partieroq 
de  allí. 


m 


OAPtPULO  OXXVI, 

D«  Miebaf  Iflu  qie  u  deiMbrierat. 

Partió  el  Almirante  oon  ras  tres  carabelas  de  Ja- 
maica, y  navegó  treinta  y  qnatro  legaaa  f  acia  el  Po- 
niente, falta  el  golfo  de  bnen  tiempo,  é  allí  ovioron 
loa  Tientos  contrarios  para  seguir  la  costa  adelante 
de  la  dicha  isla  de  Jamaica,  de  la  qual  sa  calidad 
era  bien  conocida  y  vista  qae  no  habia  en  ella  oro 
ni  metal  ninguno,  aunque  do  lo  otro  era  como  un 
paraíso,  y  por  mas  que  oro  tenida ;  fioieron  del  vien- 
to contrario  bueno  y  volvieron  á  la  tierra  firme  de 
la  Juana  oon  propósito  de  seguir  la  costa  de  ella  que 
hablan  dejado  por  saber  cierto  si  era  tierra  firme ;  é 
fueron  á  parar  á  una  provincia  que  llaman  Maeaea^ 
que  es  muy  f ermosa,  y  fueron  á  surjir  á  una  pobla- 
ción muy  grande,  el  Oadque  de  la  cual  ya  conooia 
al  Almirante  y  las  carabelas  de  antee  que  fuesen  á 
esta  jomada,  que  allegaron  por  aquella  costa  las 
idas  de  la  primera  ves  que  el  Almirante  fué  á  des- 
cubrir, que  todos  los  Caciques  de  aquella  tierra  lo 
supieron ,  é  fué  toda  aquella  tierra  é  islas  alborota- 
das de  tan  nueva  cosa  é  navios,  é  todos  decian  que 
eran  gente  del  cielo,  no  embargante  qae  él  no  ha- 
bia navegado  á  aquella  costa,  salvo  la  otra  del  Sep- 
tentrión; y  llegados  alH  el  Almirante  envió  presen- 
tos  al  dicho  Cacique  de  las  cosas  que  ellos  allá  te- 
nían en  mucho  precio  ;  y  el  Cacique  les  envió  buen 
refresco,  y  á  decir  como  le  oonocian  y  al  Almirante 
por  oidas,  y  conocían  á  su  padro  de  Simón  ,  un  in- 
dio que  el  Almirante  habia  traido  á  Castilla  é  dado 
al  Príncipe  Don  Juan ;  y  el  Almirante  descindió  en 
tierra  y  preguntó  al  dicho  Cacique  y  á  los  indios  de 
aquel  lugar,  si  aquello  era  tierra  firme  ó  isla;  y  él 
con  todos  los  otros  le  respondieron  que  era  tierra  in- 
finita de  que  nadie  habia  visto  ol  cabo,  aunque  era 
isla.  Esta  era  gente  muy  mansa,  y  desviada  de  ma- 
los pensamientos ;  hay  diferencia  en  gran  mane- 
ra de  esta  gente  de  esta  tierra  Juana,  á  las  otras  de 
todas  las  islas  comarcanas,  y  eso  mesmo  hay  en  las 
aves,  y  en  todas  las  otras  cosas ,  que  estas  de  esta 
isla  Juana  son  de  mejor  condición  é  mas  mansas. 
Otro  dia  partieron  de  alli  é  navegaron  al  Septentrión 
declinando  al  noroeste  siguiendo  la  costa  de  la  tier- 
ra ;  á  oras  de  vísperas  vieron  de  lejos  que  aquella 
costa  volvía  al  Poniente  y  tomaron  aquel  camino 
por  atajar,  dejando  la  tierra  á  mano  derecha.  Otro 
dia  al  salir  el  sol  miraron  de  encima  del  mastelero 
y  vieron  la  mar  llena  de  islas  á  todos  cuantro  vien- 
tos: y  todas  verdes  y  llenas  de  árboles,  la  cosa  mas 
fermosa  que  ojos  vieron,  y  el  Almirante  quisiera 
pasar  al  Austro,  y  dejar  estas  islas  á  la  mano  dere- 
cha, mas  acordándose  haber  leido  que  toda  aquella 
mar  es  asi  llena  de  islas,  y  Juan  de  Mandavilla  di- 
ce que  en  las  Indias  hay  mas  de  cinco  mil  islas,  de. 
terminó  de  andar  adelante,  y  no  dejar  la  vista  de  la 
tierra  firme  de  la  Juana  y  ver  lo  cierto  si  era  isla  ó 
BO,  y  cuanto  mas  andaban  mas  islas  descubrían ,  y 
dia  se  fizo  anotar  164  islas ,  y  el  tiempo  para  nave- 
gar entre  ellas  siempre  se  lo  dio  Dios  bueno,  que 


CftÓlttOAS  ÜE  LOS  ftETB!S  DE  CASTILLA. 

corrían  los  navios  por  aquellos  marei  4116  pareóte 
que  volaban ;  y  llegaron  el  día  de  Pascua  de  Espí- 
ritu Santo  de  1494  á  posar  á  la  oosta  de  tierra  firme, 
á  un  lugar  despoblado,  y  no  por  destemperanza  del 
cielo  ni  esterilidad  de  la  tierra  ¡  y  en  un  grande  pal- 
mar de  palmas  que  parecía  que  llegaban  al  cielo; 
allí  en  orilla  de  la  mar  sallan  de  la  tierra  dos  ojos 
de  agua  de  debajo  de  ella,  tan  grandes  que  en  el 
ahujero  cupiera  una  gorda  naranja ,  y  venia  esto 
en  alto  con  ímpetu,  cuando  la  marea  era  decrecien- 
te; era  tan  fría  y  tal  y  tan  dulce,  que  no  la  habrá  me- 
jor en  el  mundo  ;  y  este  frió  no  es  salvaje  como 
otros  que  dafian  el  estómago,  sino  sanlaimo;  y  dea* 
cansaron  allí  todos  en  las  yerbas  de  aquellas  fuen- 
tes, y  al  olor  de  las  flores,  que  alli  se  sentia  maravi- 
lloso ,  y  al  dtthsor  del  cantar  de  los  pajaritos,  tantos 
eran  y  tan  suaves,  y  la  sombra  de  aquellas  palmas 
tan  grandes  y  tan  f  ermosas,  que  era  maravilla  ver 
lo  uno  y  lo  otro.  Allí  no  parecía  gente  ninguna,  em« 
pero  sofial  habia  de  andar  gente  por  allí,  que  habia 
seftalos  de  ramas  de  pahuas  cortadas.  De  allí  el  Al« 
mirante  entró  en  una  barca  y  fué  oon  ella  y  oon  las 
otras  á  ver  un  rio  al  Levante  de  allí  una  legua,  y 
hallaron  ol  agua  tan  caliente  que  escasamente  se 
I  sufría  la  mano  en  ella;  y  anduvieron  por  él  arriba 
dos  leguas  sin  hallar  gente  ni  casas,  y  siempre  la 
tierra  era  en  aquella  hermosura  y  loa  campos  muy 
verdes  y  llenos  de  infinitas  uvas  y  tan  coloradas  co- 
mo escarlatas,  y  en  toda  parte  por  allí  habia  el  olor 
de  los  flores  y  el  cantar  de  los  pájaros  muy  suave, 
lo  qnal  todos  vieron  y  sintioron  en  cuantas  islas  por 
allí  llegaron,  y  porque  oran  tantas  que  no  se  podían 
en  singalar  nombrar  cada  una,  púsoles  el  Almiran« 
te  por  nombre  el  Jardín  dé  la  Re¡nia,  T  el  dia  siguien- 
te, estando  el  Almirante  en  mucho  deseo  de  hsber 
lengua,  vino  una  canoa  á  casa  de  peces,  que  así  lla- 
man ellos,  caza,  que  cazan  con  unos  peces  otros,  que 
traian  atados  unos  peces  por  la  cola  oon  unos  cor- 
deles, y  aquellos  peces  son  de  hechura  de  congrios 
y  tienen  la  boca  larga,  toda  llena  de  sosas,  ansí  co- 
mo de  pulpo,  y  son  muy  osados,  como  acá  los  uro- 
nes,  é  lanzándolos  en  el  agua  ellos  van  á  pegarse  á 
cualquier  pece,  de  estos  en  el  agua  non  los  despe- 
garán fasta  que  los  saquen  fuera ,  ánfes  morirá,  y 
es  pece  muy  ligero,  y  desque  se  apega ,  tiran  por  d 
cordel  muy  luego  en  que  lo  traen  atado,  y  sacan  ca- 
da vez  uno,  y  témanlo  en  llegando  á  la  lumbre  del 
agua ,  ansí  que  aquellos  cazadores  andaban  muy 
desviados  dé  las  carabelas  y  el  Almirante  envió  laa 
barcas  armadas  y  con  arte  que  no  les  fuyeeen  á  tier« 
ra,  y  llegados  á  ellos,  les  hablaron  todos  aquellos  ca- 
zadores como  corderos  mansos  sin  malida,  como  si 
toda  su  vida  los  o  vieran  visto,  que  se  detuviesen 
con  las  barcas,  porque  tenían  uno  de  estos  peces  pe- 
gado on  fondo  á  una  grande  tortuga,  fasta  que  la 
o  viesen  recojido  dentro  en  la  canoa,  y  aaí  lo  hicie- 
ron, y  después  tomaron  la  canoa,  y  á  ellos  oon  qua* 
tro  tortugas,  que  cada  una  tenia  tres  codos  en  luen- 
go, é  los  trajeron  á  los  navios  al  Almirante ;  y  alli 
aquellos  le  dieron  nuevas  de  toda  aquella  tierra  á 
islas,  y  de  su  cacique ,  que  estaba  alU  muy  cerca, 


hbÍK  t^ÉÉkAKbO  É  TXÉk  tSAtitit. 


m 


4tie  los  hábU  enviado  i  Cttsar ,  y  rogaron  al  Almi- 
rante que  se  fneae  allá,  y  que  le  harían  gran  fiesta, 
y  diéronle  todas  qnatro  tortugas ,  y  él  les  dio  ma- 
chas cosas  de  las  qne  llevaba,  con  que  f  nerón  muy 
contentos ,  y  preguntóles  si  aquella  tierra  era  muy 
grande,  y  ellos  respondieron  que  al  Poniente  no  te- 
nia cabo,  y  dijeron  que  toda  aquella  mar  al  Austro 
é  Poniente  era  llena  de  islas,  é  dióles  licencia;  yellos 
le  preguntaron  o6mo  se  llamaba,  y  ellos  le  dijeron 
el  nombre  de  su  Oaciqne,  y  voMeron  á  su  ejercicio 
de  pescar. 

CAPÍTULO  GXXVIL 

De  la  tierra  doide  loa  hombres  eomea  perros,  y  los  ensordaa 
eoi  paseado  para  ello ,  é  del  siavisimo  olor  de  la  tierra. 

Partió  él  Almirante  de  alli,  por  entre  aquellas  is- 
las por  las  canales  mas  navegables,  siguiendo  al 
Poniente,  no  se  desviando  de  tíerra  firme,  y  des- 
pnes  de  con  buen  tiempo  haber  andado  muchas  le- 
guas ,  falló  una  isla  grande  y  al  cabo  de  ella  una 
gran  población;  y  aunque  las  carabelas  llevaban 
buen  tiempo,  suijieron  allí  y  fueron  á  tierra;  mas 
no  hallaron  persona  alguna,  que  todos  huyeron  y 
dejaron  el  lugar ;  creyóse  ser  gente  que  se  gober- 
naba de  pescados ;  áUi  hallaron  infinitas  conchas  de 
tortugas  que  tenian  por  aquella  playa ;  allí  halla- 
ron todos  juntos  quarenta  perros,  no  grandes  ni 
muy  feos :  no  ladraban ,  parada  estar  criados  á  pes- 
cado, y  cebados.  Supieron  como  los  indios  los  co- 
mían, y  que  tienen  tan  buen  sabor  como  acá  cabri- 
tos en  Oastilla,  porque  algunos  castellanos  los'  pro- 
baron. Tenian  allí  aquellos  indios  muchas  garzotas 
mansas,  ó  otras  muchas  aves,  é  el  Almirante  man- 
dó que  no  les  tomasen  ninguna  cosa ,  y  partióse  de 
allí  con  sus  navios,  y  luego  hallaron  otra  isla  ma- 
yor qne  aquella ,  y  no  curaron  de  ella ,  mas  ende- 
rezaron á  unas  montanas  que  vieron  muy  altas  de 
la  tierra  firme,  que  estaban  de  allí  catorce  leguas, 
y  allí  hallaron  una  gran  población,  y  el  Cacique  y 
los  demás  habitadores  de  muy  buena  conversación, 
y  de  muy  buen  trato,  y  allí  dieron  muy  buen  re- 
fresco al  Almirante  y  á  su  gente  de  pan  y  frutas  y 
agua ;  y  preguntóles  el  Almurante  si  aquella  tíerra 
se  andaba  mucho  al  Poniente  adelante ,  y  respondió 
el  Cacique,  que  con  otros  viejos  de  su  tiempo  que 
lo  sabían,  cá  era  hombre  viejo,  que  aquella  tíerra 
era  grandísima  y  jamas  oyó  decir  que  tuviese  cabo, 
mas  que  adelante  sabría  mas  de  la  gente  de  Ma- 
gon,  de  la  qual  provincia  ellos  estaban  comarcanos. 
Navegaron  el  siguiente  dia  al  Poniente,  siguien- 
do siempre  la  costa  de  la  tierra,  y  anduvieron  mu- 
chas leguas  siempre  por  blas  mas  grandes,  y  no 
tan  espesas  como  primero;  llegaron  á  una  sierra 
mujr  grande  y  muy  alta,  que  andaba  mucho  aden- 
tro en  la  tíerra,  tanto  que  no  se  pudo  ver  el  fin  de 
ella;  y  de  la  parte  de  la  mar  de  ella  habia  pobla- 
ciones infinitas,  de  las  quales  luego  vinieron  á  los 
navios  gente  infinita  con  fruta  y  pan,  y  agua,  y 
algqdon  hilado,  y  conejos,  y  palomas,  y  de  otras 


hay  acá,  cantando  por  fiesta,  creyendo  qne  aquella 
gente  y  navios  venían  del  délo;  y  aunque  el  indio , 
intórprote  que  llevaba  él  Almirante  les  deda  qne 
era  gente  de  Castilla,  crdan  qne  Castilla  era  el  dé- 
lo, y  que  el  Bey  y  la  Beyna  Seftores  de  aquellos 
navios  cuya  era  aquella  gente,  estaban  en  d  délo. 
Llámase  aqudla  provinda  Omophay;  llegaron  allí 
una  tarde  y  hablan  andado  en  poca  agua,  y  allá  nó 
pudieron  hallar  hondo,  y  d  viento  de  la  tíerra  los 
echaba  fuera  y  estuvieron  una  noche  allí  á  la  cuer- 
da pairando,  que  no  les  pareció  una  hora  de  mano 
por  el  suavísimo  olor  que  de  la  tíerra  venia,  y  d 
cantar  de  los  pájaros  y  de  los  indios ,  que  era  muy 
maravilloso  y  contentable;  allí  dijeron  al  Almiran- 
te que  adelante  de  allí  era  Magon,  donde  todas  las 
gentes  tenian  rabo,  como  las  bestias  ó  alimaíias,y 
que  á  esta  causa  los  hallarían  vestidos,  lo  qual  no 
era  ansí,  mas  parece  que  entro  ellos  hay  este  crédi- 
to de  oidas,  y  los  simples  dellos  lo  creen  ser  and 
con  su  simpleza,  y  los  discretos  creo  yo  que  no  lo 
creerán,  porque  parece  que  dio  fué  dicho  primera- 
mente por  burla,  faciendo  escarnio  de  los  que  an- 
daban vestidos,  como  dice  Juan  de  Mandavilla  en 
el  74  cap.  de  su  libro,  qne  en  las  Indias  en  la  pro- 
vinda de  la  Moré  todos  aadan  desnudos  como  na- 
cieron, y  qne  hacen  burla  de  los  que  andan  vestí- 
dos  ;  y  dicen  que  es  gente  que  no  oreen  en  Dios, 
que  hizo  á  Adán  y  á  Eva  nuestros  padres  i  d  qual 
los  hizo  desnudos,  y  dicen  que  de  lo  qne  es  natnral| 
ninguno  debe  hab^  vergüenza ;  y  and  los  de  esta 
provincia  de  Ornophay,  como  dios  todos  andan 
desnudos,  hombres  y  mujeres,  facen  escarnio  de 
los  que  oyen  decir  que  andan  vestídos,  y  el  Almi- 
rante supo  ser  burla,  que  m  algunos  donde  ellos  de* 
clan  andan  vestidos,  tampoco  tíenen  rabo,  como 
ellos  dijeron.  Dijeron  dlí  también  al  Almirante  que 
adelante  habia  islas  innumerables  y  poco  hondo,  y 
que  el  fin  de  aquella  tíerra  era  muy  lejos,  é  tanto 
que  en  quarenta  lunas  no  le  podría  llegar  á  cabo ;  y 
ellos  fablaban  según  el  andar  de  sus  canoas,  qne  es 
muy  poco,  que  una  carabela  andaría  mas  en  un  día, 
que  ellos  en  siete. 


CAPÍTULO  GXXVnL 

Da  la  mar  blaaca. 

Partíó  d  Almirante  de  Omophay  el  dia  dgnlente 
con  buen  viento  con  sus  c|rabelas,  é  cargó  de  vdas, 
é  anduvo  muy  gran  camino  fasta  que  entró  en  una 
mar  blanca  todo  de  un  golpe,  é  pasó  muchos  bajos 
antes  de  llegar  á  ella,  la  qud  mar  era  blanca  como 
leche  y  espesa  como  el  agua  en  que  los  zurradores 
adoban  los  cueros ;  y  luego  les  fdtó  el  agua,  y  que- 
daron en  dos  brazas  de  hondo,  é  d  viento  les  acu- 
dió, é  estando  on  una  canal  muy  peligrosa  para 
volver  atrás  ni  para  surjir  con  los  navios,  porque 
no  podían  volver  atrás,  ni  virar  sobre  el  ancla  la 
proa  d  viento ,  ni  habia  hondo  para  eUo ,  porque 
siempre  andaban  rastraendo  el  ancla  por  el  suelo,  é 
anduvieron  ad  por  estas  canales  de  dentro  de  estas 


mil  maravillas  de  aves  de  otras  maneras,  que  no  I  idas  las  diez  leguas  fasU  una  isla  donde  hallaron 
Cr.-.ra.  43 


W4 


ÜBÓNI0A8  tm  LOS  tLtT¥B  VÉ  OAÉKFÍtt A. 


doi  braiái  é  un  codo  de  agna,  y  laignra  para  estar 
las  carabelas ,  é  allí  snijieron  y  estuvieron  con  muy 
grande  pena  pensando  dejar  la  empresa,  y  qne  no 
harían  poco  en  Tolver  á  donde  habían  partido ;  mas 
nnestro  Sefior,  que  siempre  socorre  á  los  hombres 
humillados  de  buena  voluntad,  les  puso  esfuerso  y 
puso  en  oorason  al  Almirante  que  siguiese  adelan- 
té, y  el  día  siguiente  envió  una  carabela  pequefia  al 
fondo  de  aquella  mar  allí  cerca  á  ver  si  fallaría 
agua  dulce  en  la  tierra  firme,  de  que  tenían  todos 
los  navios  mucha  necesidad,  volvió  con  la  respuesta 
que  á  la  orilla  de  la  tierra  era  el  lodo  muy  hondo  y 
estaba  dentro  en  la  mar  el  arboleda  tan  espesa,  que 
no  entraría  por  allí  un  gato ;  había  por  allí  tantas 
islas  que  eran  tan  espesas,  y  mas  qae  en  el  Jardín 
ya  dicho,  y  tantas  arboledas  en  derredor  de  la  orí- 
lia  de  la  mar,  que  parecían  muros,  y  juntos  con 
aquellas  arboledas  había  tierra  alta,  y  muchas  mon- 
tafias  y  muy  verdes,  y  en  ellas  parecían  muchas  hu- 
madas y  grandes  fuegos,  é  el  Almirante  determinó 
ir  adelante,  y  navegó  por  aquellas  canales  entre 
aquellas  islas,  las  quales,  como  dicho  es,  eran  mas 
espesas  que  en  el  Jardín  de  la  Beyna,  y  navegó  fas- 
ta que  llegaron  á  una  punta  muy  baja  de  tierra,  á 
la  qual  el  Almirante  le  puso  nombre  la  PwUa  del 
S^r^fin;  allí  ovieron  muchos  trabajos,  que  muchas 
veces  se  vieron  con  los  navios  en  seco ;  y  dentro  de 
esta  punta  la  tierra  bajaba  al  Oriente ,  y  se  descu- 
brían al  Septentrión  montafias  muy  altas  lejos  de 
esta  punta  y  entre  medías  limpio  de  islas ,  que  to- 
das quedaban  al  Austro  y  al  Poniente.  Ovieron  allí 
el  viento  bueno  y  hallaron  allí  tres  brazas  de  hondo 
de  agua,  y  el  Almirante  determinó  tomar  el  camino 
de  aquellas  montafias,  á  las  quales  llegó  otro  día  si- 
guíente  y  fueron  á  surjir  á  un  palmar  muy  fermo- 
so  é  muy  grande,  donde  hallaron  fuentes  de  agua 
muy  dalce  y  buena  y  sefial  que  allí  había  estado 
gente. 

Acaeció  allí  que  estando  fómeciendo  los  navios 
de  lefia  é  agua,  salió  un  ballestero  de  las  carabelas 
á  casa  por  la  tierra  con  su  ballesta,  é  alejado  un 
poco  se  halló  con  obra  de  treinta  indios,  y  el  uno 
de  ellos  era  vestido  con  una  tánica  blanca  hasta  los 
píes;  y  se  halló  tan  súpito  sobre  ellos,  que  pensó 
por  aquel  vestido  que  era  un  fraile  de  la  Trinidad 
que  allí  iba  en  la  compafiía,  y  después  vinieron  ¿ 
á  otros  dos  con  túnicas  blancas,  que  les  llegaban 
abajo  de  las  rodillas,  los  quales  eran  tan  blancos 
como  hombres  de  Castilla  en  color;  estonces  ovo 
miedo ,  y  dio  voces,  é  volvió  huyendo  á  la  mar,  y 
vido  que  los  otros  se  estaban  quedos  y  el  de  la  tú- 
nica cumplida  venia  tras  de  él  llamándolo,  y  él 
nunca  osó  esperar ;  y  ansí  f  uyendo  se  vino  á  los 
navios ,  y  él  Almirante  desque  lo  supo  envió  allá 
por  saber  qué  gente  era,  é  quando  fueron  no  halla- 
ron á  ninguno ,  é  creyeron  qne  aquel  de  la  túnica 
cumplida  sería  el  Cacique  de  ellos. 

El  día  siguiente  envió  el  Almirante  veinte  y  cin- 
co hombres  bien  armados ,  que  anduviesen  ocho  ó 
díes  leguas  por  la  tierra  adentro ,  hasta  hallar  gen- 
te, y  andando  un  quarto  de  legua  hallaron  una  vega 


que  andaba  de  Poniente  á  Levante  ó  luengo  de  la 
costa,  é  por  no  saber  el  camino  quisieron  travesar 
la  v^a,  y  nunca  pudieron  andar  con  yerba  tanta  y 
tan  entretejida,  y  volviéronse  cansados  como  si 
ovieran  andado  veinte  leguas,  y  dijeron  que  por  allí 
era  imposible  poder  andar  la  tierra,  que  no  había 
caminos  ni  vereda.  Otro  día  fueron  otros  al  luengo 
de  la  playa  y  hallaron  rastros  de  bestias  grandísi- 
mas de  cinco  ufias,  cosa  espantable,  é  juagaban 
que  fuesen  grífos,  é  de  otras  bestias,  que  juzgaban 
que  fuesen  leones,  y  también  se' volvieron  atrás. 
Allí  hallaron  muchas  parras  y  muy  grandes,  y  car- 
gadas de  agras,  que  cubrían  todos  aquellos  árboles, 
que  era  maravilla  de  ver.  Tomó  el  Almirante  de 
aquel  agraz  una  espuerta  llena,  é  de  los  trozos  de 
las  parras,  é  de  la  tierra  blanca  de  la  mar  para  mos- 
trar, é  para  enviar  á  el  Bey  y  á  la  Reyna;  también 
allí  había  muchas  aromáticas  frutas,  como  en  los 
otros  lugares  susodichos  ¡  también  había  allí  gru- 
llas, mayores  dos  veces  que  las  de  acá  de  Castilla. 
Visto  el  Almirante  que  había  dejado  la  punta  del 
Serafin,  á  donde  la  tierra  bajaba  á  el  Oriente  y  ha- 
bía atravesado  á  las  montafias  al  Septentrión,  nave- 
gó de  allí  al  Oriente  por  la  misma  costa  hasta  que 
vido  que  la  una  costa  y  la  otra  se  juntaban  y  hacían 
seco ;  volvieron  atrás  otra  vez  al  Poniente,  y  aunque 
andaban  los  navios  y  gente  muy  cansada,  pensó  el 
Almirante  navegar  al  Poniente  á  unas  montafias 
que  había  visto  lejos  treinta  y  cinco  leguas  de  donde 
había  tomado  el  agua,  y  andando  las  nueve  leguas 
hallaron  una  playa  y  tomaron  el  Cacique  de  ella, 
el  qual,  como  ignorante  y  persona  que  no  había 
salido  de  aquellas  montafias,  que  les  dijo  que  era 
la  mar  muy  honda  y  baja  al  Septentrión  é  muy 
gran  número  de  jornadas ,  levantaron  las  áncoras, 
y  siguieron  su  viaje  muy  alegres,  pensando  quese- 
ría como  él  les  había  dicho,  y  andando  ciertas  le- 
guas se  hallaron  embarazados  entre  muchas  islas,  y 
en  muy  poco  fondo ,  de  manera  que  no  hallaban  ca- 
nal que  los  consintiese  pasar  adelante,  é  á  cabo  de 
un  día  y  medio  por  una  canal  muy  angosta  é  baja 
por  fuerza  de  anclas  y  cabestral  ovieron  de  pasar 
los  navios  casi  una  braza  por  la  tierra  en  seco,  has- 
ta haber  andado  bien  dos  leguas,  á  donde  hallaron 
dos  brazas  y  medio  de  agua,  en  que  navegaron  los 
navios,  y  anclando  mas  adelante  hallaron  tres  bra- 
zas ;  allí  vinieron  muchas  canoas  á  los  navios,  y  las 
gentes  de  ellas  decían  que  las  gentes  de  aquellas 
montafias  tenían  un  rey  de  grande  estado ;  é  ellos 
parecía  lo  tenían  en  maravilla,  el  modo  é  suma  de 
religión  y  su  grande  estado,  diciendo  que  tenia  infi- 
nitas provincias,  y  que  lo  llamaban  Santo,  y  que 
traía  túnica  blanca  que  le  arrastraba  por  el  suelo,  y 
ansí  siguieran  aquel  camino  siempre  por  la  costa 
do  la  mar  con  tres  brazas  de  agua  de  hondo ,  y  des- 
pués de  navegado  cuatro  días  y  pasadas  las  mon* 
tafias,  que  quedaban  mucho  al  Oriente,  y  siempre 
hallaron  la  costa  de  la  mar  ansí  anegada  y  arbole^ 
das  espesas  cerca  do  ella,  como  dicho  es,  que  era 
imposible  entrar  por  ellas,  y  estando  metidos  con 
los  navios  en  un  seno  por  donde  otra  ves  la  tierra 


VoItÍa  al  Oriente,  yieron  unas  montanas  muy  altas 
allí  donde  aquella  tierra  hacia  cabo ,  lejos  de  ellos 
veinte  leguas.  Determinó  el  Almirante  ir  á  ella, 
pues  la  mar  no  cojia  al  Septentrión,  y  era  do  muy 
grandísimo  hondo ,  como  el  Cacique  habla  dicho  y 
dijo  que  por  allí  por  donde  el  Almirante  quería  ir, 
que  en  oinqüenta  lunas  no  hallaría  cabo,  y  que  así 
lo  habla  oido  decir.  Navegaron  por  de  dentro  de 
muchas  islas ,  y  ál  cabo  de  dos  dias  con  sus  noches 
llegaron  á  las  montañas  que  hablan  visto,  que  era 
un  Ohererrojo  tan  grande  como  el  de  la  Áurea  como 
la  isla  de  Córcega.  Cercáronla  toda,  y  nunca  pudie- 
ron hallar  entrada  para  ir  á  la  tierra  adentro,  por* 
que  era  la  tierra  ansí  llena  de  lodo  é  de  árboles  es- 
pesos, como  la  otra  que  dicho  es,  é  las  ahumadas 
de  gentes  eran  en  la  tierra  adentro  muy  grandes  é 
muchas.  Estuvieron  allí  por  aquella  costa  siete  dias 
buscando  agua  dulce,  de  que  tenían  necesidad,  la 
qual  hallaron  en  la  tierra  de  parte  de  Críente  en 
unos  palmares  muy  lindos ,  y  allí  hallaron  nácares 
y  grandísimas  perlas ;  vieron  que  allí  habría  bue- 
nas pesquerías  si  las  continuasen ;  después  que  to- 
maron agua  y  lefia  navegaron  al  Austro  y  siguien- 
do la  costa  de  la  tierra ,  y  después  al  Poniente,  si- 
guiendo siempre  la  costa  de  la  tierra  firme,  fasta 
que  los  llevaba  al  Suroeste  y  parecía  que  hablan  de 
llevar  por  aquella  grande  número  de  jomadas,  y  al 
Austro  vieron  toda  la  mar  llena  de  islas  después  de 
haber  andado  gran  pieza  de  donde  hablan  partido, 
y  aquí  los  navios  estaban  muy  desconcertados  por 
las  muchas  dadas  en  lo  bajo,  y  las  cuerdas  y  apare- 
jos gastados,  é  la  mayor  parte  de  los  mantenimien- 
tos muy  perdidos,  en  especial  el  bizcocho,  por  la 
mucha  agua  que  hacían  los  navios ,  y  toda  la  gento 
estaba  muy  cansada  y  temerosa  de  mantenimien- 
tos, y  dudando  que  la  sazón  de  los  vientos  á  la  vuel- 
ta les  podrían  ser  adversos ;  hablan  andado  hasta 
alli  desde  el  oabo  de  Alf aeto  mil  é  doscientas  ó 
ochenta  é  ocho  millas,  que  son  trescientas  veinte  y 
dos  leguas,  en  que  hablan  descubierto  muy  muchas 
islas,  según  dicho  es,  y  la  tierra  firme. 

Estonce  acordó  el  Almirante  dar  la  vuelta  por 
otro  camino  ,  y  no  por  donde  hablan  ido,  y  volver 
por  Jaime ,  el  qual  nombre  de  Santiago  el  Almiran- 
te le  habla  puesto ,  y  acabar  de  redondear  toda  la 
parte  del  Austro  que  les  habla  quedado  por  andar, 
y  así  dieron  la  vuelta  pensando  poder  pasar  dentro 
de  unas  islas  que  allí  estaban,  en  las  quales  nunca 
hallaron  canal ,  y  les  fué  forzado  volver  atrás  por 
un  brazo  de  mar  por  donde  hablan  navegado  hasta 
la  punta  del  Serafiñ  á  las  islas  donde  primero  ha- 
blan suijido  en  la  mar  blanca. 

CAPÍTULO  CXXIX. 

tto  los  caerrof  mriaos  qae  fleron,  é  rntrlpotis,  é  toi1«|u  najr 

irandet. 

Viniendo  de  vuelta,  después  que  ovieron  pasado 
las  casas  del  cacique  susodicho  una  jomada,  un  día 
antes  que  el  sol  sidiese,  vieron  venir  de  mar  en  fue- 
ra al  camino  de  la  tierra  mas  de  un  cuento  y  medio  I 


i  DO^A  ÍSAtVL  ■  '  e7< 

de  cuervos  marinos  todos  juntos,  á  lo  ovieron  por 
maravilla  tanta  multitud  de  cuervos ;  y  él  dia  si- 
guiente vinieron  á  los  navios  tantas  mariposas,  que 
escureoian  el  aire  del  délo  y  duraron  así  hasta  la 
noche,  que  las  destruyó  una  grande  agua  que  llo- 
vía, y  truenos  con  ella;  también  desde  donde  deja- 
ron la  tierra  donde  decían  que  estaba  el  Rey  Santo 
para  ir  al  Teroneso  á  quien  de  San  Juan  Evanjelis- 
ta  pusieron  el  nombre,  bien  que  en  todo  el  viaje 
vieron  que  había  muchas  tortugas  é  muy  grandes; 
empero  muchas  mas  vieron  en  estas  veinte  leguas, 
cá  la  mar  era  toda  cuajada  de  ellas  y  muy  grandí* 
simas ,  é  tantas  que  parecía  que  loe  navios  se  que- 
rían encallar  en  ellas ,  y  así  rajian  entre  ellaSé  Tié- 
nenlas  los  indios  en  gran  precio  y  por  muy  buen 
manjar,  y  sanas  y  sabrosas. 

CAPÍTULO  CXXX. 

De  b  proTliela  de  Oniophiy  é  de  dond«  el  AImtriate  Aso  dedr 
mlM ,  é  del  reciblmleBlo  «ae  el  eteioe  de  aqielU  tfem  le  Ito. 

Partieron  de  allí  é  navegaron  por  un  brazo  de 
mar  blanco,  como  lo  es  todo  lo  otro  de  por  allí,  y 
muy  poco  hondo,  y  andadas  pocas  leguas  llegaron 
al  oabo  de  las  muchas  islas  donde  hablan  surjido  la 
prímera  vez  en  la  mar  blanca,  que  fué  maravilla  de 
nuestro  Seftor  acertar  á  venir  allí  y  milagro,  mas 
que  no  por  saber  ni  injenio  del  hombre.  Donde  vi- 
nieron fasta  la  provincia  de  Omophay  con  no  me* 
nos  peligro  del  pasado,  é  alli  surjieron  en  un  río,  é 
fbrnecieron  los  navios  de  agua  é  leña  para  navegar 
á  el  Atistro  é  no  volver  por  donde  habían  ido,  é  de- 
jar el  Jardín  de  la  Beyna  á  la  mano  izquierda ,  y 
así  vinieron ,  ó  no  se  pudieron  escusar  de  oomiini- 
car  con  muchas  islas  que  hasta  estonce  no  habían 
visto.  Aquí,  como  es  dicho,  es  la  tierra  montafiosa  y 
fértilísima,  y  gente  mansa  en  gran  manei'a,  y  muy 
abundosa  de  frutas,  y  de  viandas,  que  de  todos  les 
dieron  muy  gran  parte,  é  eran  frutas  suavísimas  y 
aromáticas;  allí  les  trujeron  infinitas  aves,  papaga- 
yos, y  de  otras  aves,  ó  las  mas  de  ellas  eran  palo- 
mas y  muy  grandes,  y  tan  sabrosas  como  perdices 
de  acá  de  Castilla,  y  tenían  el  papo  lleno  de  flores, 
que  olian  mas  que  azahar  de  los  naranjos ;  allí  hizo 
el  Almirante  decir  misa,  hizo  plantar  una  oruz  de 
un  gran  madero,  así  como  acostumbraba  facer  en 
todos  los  otros  cabos  donde  llegaban  y  le  parecía 
que  convenía ;  era  Domingo  cuando  al  Almirante 
dijeron  misa,  y  él  descindió  en  tierra,  y  el  Cacique 
de  allí  era  hombre  muy  honrado,  y  Señor  de  mocha 
gente  é  familia,  cuando  vido  al  Almirante  descen- 
dido de  la  barca  en  tierra,  le  tomó  de  la  mano,  y 
otro  indio  de  mas  de  ochenta  años  que  venia  con  él 
le  tomó  de  la  otra  mano  haciéndole  mucha  fiesta ,  y 
traía  aquel  viejo  un  ramal  de  qfientas  de  piedra 
mármol  al  pescuezo,  las  quales  tienen  ellos  allá  en 
gran  predo ,  un  cestillo  de  manzanas  en  la  mano, 
las  quales  luego  dio  al  Almirante  ansí  como  disdn- 
dió  de  la  barca  en  presente ;  y  el  Cacique ,  y  el  viejo 
y  los  otros  andaban  desnudos  como  nacieron  sin 
ningún  empacho ,  asi  como  andan  en  todas  las  otra 


M 


óbóníoa  db  los  áetes  de  ÓABniiJL 


pftrtef  de  U  tierra  desoabierU  por  el  Almirente  Oo- 
lon ;  y  anef  por  las  manos  fueron  y  todos  los  otros 
indios  en  pos  de  ellos  fasta  donde  el  Almirante  f oé 
á  faoer  su  oraoion  y  oir  misa  adonde  habla  manda- 
do aparejar  para  ello,  y  después  que  el  Almirante 
acabó  sa  oración ,  el  viejo  indio  con  muy  buen  sem- 
blante y  osadía  fizo  allí  rasonamiento  y  dijo  qne  él 
liabia  sabido  oomo  el  Almirante  corria  y  buscaba 
todas  las  islas  y  tierra  firme  de  aquellas  partes ,  y 
qne  supiesen  que  allí  estaban  en  la  tierra  firme  de 
allá,  y  dijo  al  Almirante  que  no  tomase  yanagloriai 
puesto  caso  que  toda  la  gente  le  oviese  miedo ,  por- 
que él  era  mortal  como  los  otros  hombres,  y  comen- 
só  por  palabras  y  sofias  figurando  en  su  persona  como 
todos  los  hombres  nacieron  desnudos  y  tenían  alma 
inmortal,  y  que  del  mal  de  cada  miembro  el  ánima 
era  la  que  se  dolía  y  qne  al  tiempo  de  la  muerte  del 
desprendimiento  del  cuerpo  sentía  muy  gran  penS| 
y  que  iban  al  Rey  del  Cielo,  6  en  el  abismo  de  la 
tierra,  s^un  el  bien  6  mal  qne  habian  fecho  6  obra- 
do en  el  mundo ;  y  porque  él  conoció  del  Almirante 
que  había  placer  de  lo  oir,  él  se  alargaba  mas  en  el 
rasonamiento  con  tales  sefiaa  que  todo  lo  entendía 
el  Almirante ;  y  el  Almirante  le  respondió  por  in- 
teroesion  del  indio  intérprete  que  traía,  que  habia 
venido  á  Castilla ,  el  qual  entendía  bien  la  lengua 
castellana  y  la  pronunciaba,  y  era  muy  buen  hom- 
bre y  de  muy  buen  injenío ;  y  respondió  que  él  no 
había  fecho  á  perspna  ninguna  mal,  ni  era  venido 
'  por  facer  mal  á  los  buenos,  salvo  á  los  malos,  y  que 
antes  facía  bienes  y  mercedes  á  los  buenos  y  mucha 
honra ,  y  qne  esto  era  lo  que  los  Sefiores  suyos  el 
Bey  Don  Femando  y  la  Reyna  Dofia  Isabel ,  muy 
grandes  Beyes  de  Espafia,  le  habian  mandado,  y  el 
indio  respondió,  muy  maravillado  al  intérprete,  di- 
ciendo :  t  ¿  cómo ,  este  Almirante  tiene  otro  Sefior  á 
quien  obedece?»  T  el  intérprete  indio  dijo :  «al  Bey 
y  á  la  Beyna  de  Castilla ,  que  son  los  mayores  Se- 
fiores del  mundo»;  y  de  aquí  les  contó  al  Cacique  y 
al  viejo ,  y  á  todos  los  otros  indios  las  cosas  que  él 
habia  visto  en  Castilla  y  las  maravillas  de  Espafia, 
y  de  las  grandes  ciudades  y  fortalezas,  é  iglesias,  y 
gentes,  y  caballos,  y  alimafias,  y  de  la  grande  no- 
bleza y  riqueza  de  los  Beyes  y  grandes  sefiores,  y 
de  los  mantenimientos,  y  de  las  fiestas  y  justas  que 
habia  visto,  y  del  correr  de  los  toros,  y  de  las  guer- 
ras lo  qne  habia  sabido,  y  todo  se  lo  recontó  muy 
bien  y  en  forma  que  el  viejo  y  los  demás  se  goza- 
ron y  holgaron  mucho  por  lo  saber ;  é  lo  comunica- 
ban los  unos  á  los  otros ;  é  el  viejo  dijo  que  él  que- 
ría venir  á  ver  tales  cosas,  é  se  determinaba  de  se 
venir  con  el  Almirante,  salvo  por  impedimento  de 
su  mujer  é  fijos  que  lloraban,  y  por  esto  por  piedad 
de  ellos  lo  dejó  con  mucha  pena,  y  el  Almirante 
tomó  otro  mancebo  allí ,  qne  trujo  sin  escándalo  de 
la  tierra,  él  qual  con  el  otro  Cacique  que  traía,  que 
había  tomado ,  envió  á  el  Bey  y  á  la  Beyna,  después 
de  él  venido  del  viaje  á  la  Espafiola. 

Todas  aquellas  gentes  íslefias  y  de  la  tíerra  firme 
de  allá,  aunque  parecen  bestiales  y  andan  desnudos, 
según  el  Almirante  y  los  que  con  él  fueron  este  vis*- 


jé,  les  parecieron  ser  bien  razonables  y  ¿e  aguáoi 
injeníos,  los  quales  todos  huelgan  mucho  de  saber 
cosas  nuevas,  como  haoen  acá  los  hombres  que  de- 
sean saber  todas  las  cosas,  que  aquello  no  nace  sino 
de  viveza  y  agudo  injenío,  y  son  aqueUas  gentes 
muy  obedientes  y  muy  leales  á  sus  Caciques,  que 
son  sus  Beyes  é  sefiores,  é  los  tienen  en  muy  gran 
quenta  é  honra;  é  luego  donde  quiera  que  las  cara- 
belas llegaban  hacían  saber  cualesquier  indios  que 
allí  estuviesen  el  nombre  de  su  Gaoique^  y  pregun- 
taban por  el  nombre  del  Osdque  de  las  carabelas 
para  replicarlo  entre  ellos,  y  el  uno  con  el  otro  lo 
replicaban  porque  no  se  les  olvidase,  y  después  pre- 
guntaban cómo  llamaban  á  los  navios,  y  si  venían 
del  Cíelo,  ó  donde  venian,  y  aunque  les  decían  que 
era  gente  de  Castilla,  ellos  pensaban  que  Castilla 
era  en  el  Cielo,  porque  ellos  no  tienen  ningunas  le- 
tras, ni  saben  de  leyes,  ni  de  historias,  ni  saben  quó 
cosa  es  leer,  ni  leyenda,  ni  escríptura,  y  por  esto  es- 
tán tan  ignorantes;  é  ellos  dicen  que  los  de  Magon 
andan  vestidos  porque  tienen  rabo,  por  cobijar  aque- 
lla fealdad,  é  tienen  por  injuria  entre  ellos  andar 
vestidos,  oomo  dicho  es.  La  tierra  es  tan  fértil  en  lo 
que  se  puede  conocer  por  todas  aquellas  islas  y  tierra 
de  aquellas  mares ,  que  aunque  fuesen  muchas  mas 
gentes  y  fuesen  cíen  veces  otros  tantos  les  sobra- 
rían los  mantenimientos.  Bien  puede  haber  en  U 
tierra  á  dentro  otros  regimientos  é  otras  dif eriencías 
é  modos  de  gentes  é  cosas  extrafias,  que  no  puede 
ser  menos,  las  quales  de  este  viaje  no  se  pudieron 
ver  ni  saber.  Despidióse  el  Almirante  de  aquel  Ca- 
cique, y  de  aquel  viejo  honrado,  su  privado  ó  pa- 
riente, de  Omophay,  é  con  mucha  amistanza  é  con 
muchas  obligaciones. 

CAPÍTULO  CXXXL 

De  como  d  Almirante  se  ptrtió  de  tllf;  ¿  tfe  lo  ^se  eídsTo,  é  de 
cuatai  lefeti  peede  tndar  noa  earabela,  y  de  como  eportaron 
á  laa  Isla  de  mucbas  pobladoaes,  ¿  del  Cael^ee  que  se  meOd 
con  so  mof  er  é  so  cesa  en  la  carabela  para  veair  eos  el  Alml- 
raote;  ¿  de  como  volvió  á  la  BspaBola;  y  del  la  do  esta  escrtp- 
tara,  ¿  de  la  moerte  del  dicho  Almirante. 

Partió  el  Almirante  de  la  provincia  de  Omophay 
del  Bio  de  las  Misas  á  que  puso  nombre,  navegaron 
al  Austro  para  dejar  el  Jardín  de  la  Beyna,  que  eran 
muchas  islas  verdes  y  hermosas,  á  la  mano  isquier- 
da,  por  el  peligro  de  navegar  qne  primero  á  la  ida 
habian  pasado,  vinieron  á  tener  á  la  provincia  de 
Macaca  por  causa  de  los  vientos  que  le  resistieron, 
y  allí  en  toda  la  provincia  los  recibieron  muy  bien, 
y  allí  en  un  golfo  muy  grande,  á  donde  puso  el  Al- 
mirante Bítm-Üempo  por  nombre;  allí  navegaron  al 
Poniente  hasta  que  llegaron  al  cabo  de  la  isla,  y 
dende  al  Austro,  hasta  que  llegaron  á  la  tíerra  Bo- 
jía  al  Oriente,  y  ansí  al  cabo  de  ciertos  días  llegaron 
al  monte  Chrístalino,  y  de  allí  á  la  punta  del  Farol, 
y  á  la  Baja,  que  es  mas  al  Levante  once  leguas, 
á  donde  hace  fin  la  isla  sobredicha;  allí  ovieron 
ciertos  dias  de  vientos  contrarios,  Ixm  msrineroi 
tienen  que  el  común  navegar  de  una  carabela  en 
nn  día  son  doscientas  millas  de  quatio  en  legna| 


SON  FBBNAKDO 

<|iie  son  en  Qn  diá  nainral  oinqfienU  legnaa,  en  un 
dia  grande  setenta  é  dos  leguas,  destas  les  acaecie- 
ron al  Almirante  y  á  su  gente  en  este  viaje  hartas 
jomadas,  según  ellos  contaban,  y  escribió  el  Almi- 
rante en  el  libro  que  de  ello  hizo,  y  no  parezca  ma- 
ravilla que  navegando  se  pueda  arbitrar  el  camino 
en  cierto,  mas  antes  se  prueba  por  muy  verdadero; 
porque  muchas  veces  se  vuelve  el  navio  á  la  isla 
otra  de  donde  salió,  y  no  con  el  meemo  tiempo  y 
viento,  salvo  con  el  contrario  y  adverso;  aquí  con- 
siste el  saber  del  maestro  y  el  remediarse  al  tiempo 
de  la  tormenta:  nin  se  tiene  por  buen  piloto  ó  maes- 
tro aquel  que  aunque  haya  de  pasar  de  una  tierra  á 
otra  muy  lejos  sin  ver  sefial  de  otra  tierra  alguna, 
que  yerre  diei  leguas,  aunque  el  tránsito  sea  de  mil 
leguas,  salvo  si  la  fuena  de  la  tormenta  le  fuerza  é 
priva  de  usar  del  injenio;  ansí  que  navegando  ellos 
á  la  partida  del  Austro,  fueron  á  surjir  una  tarde  á 
una  bahia  adonde  allí  en  aquella  comarca  habia 
muchas  poblaciones,  y  vino  un  Cacique  de  una  muy 
grande  población,  que  está  en  un  alto,  á  los  navios, 
y  trujóles  muy  buen  refresco,  y  el  Almirante  los  dio 
á  él  y  á  los  suyos  de  las  cosas  que  él  tenia  é  les 
agradaban,  é  el  Cacique  preguntó  de  dónde  venían, 
é  cómo  llamaban  al  Almirante,  y  el  Almirante  res- 
pondió que  él  era  vasallo  de  los  altos  y  esclarecidos 
Reyes  el  Rey  y  Rey  na  de  Castilla,  sus  Sefiores,  los 
quales  le  hablan  enviado  en  aquellas  partes  á  saber 
y  descubrir  aquellas  tierras  y  honrar  mucho  á  los 
buenos  y  destruir  á  los  malos,  y  esto  fué  por  inter- 
cesión del  indio  intérprete  que  f  ablaba,  de  lo  quál 
el  dicho  Cacique  se  holgó  mucho,  y  preguntó  muy 
por  extenso  al  indio  de  las  cosas  de  acá,  y  él  se  las 
contó  mucho  por  extenso,  de  lo  qual  el  Cacique  y 
los  otros  indios  muy  maravillados  se  holgaron  mu- 
cho, y  estuvieron  allí  hasta  la  noche,  é  se  despidie- 
ron del  Almirante;  y  otro  dia  partió  él  Almirante 
de  allí  y  ya  que  iba  á  la  vela  con  poco  viento,  vino 
el  Cacique  con  tres  canoas  y  alcanzó  al  Almirante, 
el  qual  venia  tan  concertado  que  no  es  dejar  de  es- 
cribir la  forma  de  su  estado;  la  una  de  las  canoas 
era  muy  grande  como  una  grande  fusta  y  muy  pin- 
tada; allí  venia  su  persona  éla  mujer  é  dos  fijas,  la 
una  de  fasta  diez  y  ocho  afios,  muy  fermosa,  des- 
nuda del  todo  como  allá  acostumbran ,  muy  hones- 
ta, la  otra  era  menor,  y  dos  nifios  muchachos  sus 
fijos ,  y  cinco  hermanos,  y  otros  criados,  y  los  otros 
todos  debían  de  ser  sus  criados  y  vasallos ;  traía  él 
en  su  canoa  á  un  hombre  como  alférez,  éste  solo 
venía  en  pié  á  la  proa  de  la  canoa  con  un  sayo  de 
plumas  coloradas,  de  hechura  de  cota  de  armas,  y 
en  la  cabeza  traía  un  glande  plumaje  que  parecía 
muy  bien,  y  traía  en  la  mano  una  bandera  blanca 
sin  sefial  alguna;  dos  ó  tres  hombres  venían  con  las 
caras  pintadas  de  colores  de  una  mesma  manera,  y 
cada  uno  traía  en  la  cabeza  un  gran  plumaje  de  he- 
chura de  zelada,  y  en  la  frente  una  tableta  redonda 
tan  grande  como  un  plato,  y  pintadas  asi  la  una 
como  la  otra  de  una  misma  obra  y  color,  que  no 
habia  diferencia,  and  como  en  los  plumajes,  é  truan 
»8tos  en  la  n^ano  un  juguete  oon  que  tafiian;  habia 


<  D09a  I8ABBL.  V¡1 

otros  dos  hombres  ansí  pintados  en  otra  forma;  es-» 
tos  traían  dos  trompetas  de  palo  muy  labradas  dé 
pájaros  y  otras  sutilezas;  el  lefio  de  que  eran  era  muy 
negro,  fino,  cada  uno  de  estos  traía  un  muy  lindo 
sombrero  de  plumas  verdes  muy  espesas,  de  muy 
sotil  obra;  otros  seis  traían  sombreros  de  plumas 
blancas^  y  venían  todos  juntos  en  guarda  de  las  oo-* 
sas  del  Cacique.  El  Cacique  traía  al  pescuezo  una 
joya  de  arambre  de  una  isla,  que  es  en  aquella  oo^ 
marca  que  se  llama  Owmiquef  es  muy  fino,  y  tanto 
que  parece  oro  de  ocho  quilates,  era  de  hechura  de 
una  flor  de  lis,  tamafia  como  un  plato,  traíala  al 
pescuezo  con  un  sartal  de  quentas  gordas  de  piedra 
mármol,  que  también  tienen  ellos  allá  en  muy  gran 
precio,  y  en  la  cabeza  traía  una  gran  guirnalda  de 
piedras  menudas  verdes  y  coloradas  puestas  en  or- 
den, y  entremedias  algunas  blancas  mayores,  á  don- 
de bien  parecían,  y  traía  mas  una  joya  grande  col- 
gada sobre  la  frente,  y  á  las  orejas  le  colgaban  dos 
grandes  tabletas  de  oro  con  unas  sartitas  de  cuentas 
verdes  muy  menudas;  traía  un  cinto,  aunque  anda- 
ba desnudo,  cefiido  de  la  misma  obra  de  la  guirnal- 
da, y  todo  lo  otro  del  cuerpo  descubierto;  y  así  mis- 
mo su  mujer  venia  adornada,  desnuda,  desoubiertai 
salvo  un  solo  lugar  de  su  miembro,  que  de  una  co- 
silla  no  mayor  que  una  hoja  de  naranjo  de  algodón 
traía  tapado;  traía  en  los  brazos  debajo  del  sobaco 
un  bulto  de  algodón  hecho  como  los  brahones,  de 
los  jubones  antiguos  de  los  franceses,  traía  otros  dos 
como  aquellos  y  mas  glandes  en  cada  pierna  el  suyo 
como  ahorcas,  también  de  algodón,  abajo  de  las  ro- 
dillas; la  hija  mayor  y  mas  hermosa  toda  andaba 
desnuda,  un  solo  cordón  de  piedras  muy  negras  y 
muy  menudas  solamente  traia  cefiido  del  qual  col- 
gaba una  cosa  de  hechura  de  hoja  de  yedra  de  pie- 
dras verdes  y  coloradas  pegadas  sobre  algodón  te- 
jido; la  canoa  grande  venia  entre  las  dos,  y  mas  con 
una  poca  de  ventaja  adelante,  y  luego  como  llegó 
este  Cacique  á  bordo  del  navio  comenzó  de  dar  A 
los  maestros  y  gente  cosas  de  su  comarca.  Era  de 
mafiana  y  el  Almirante  estaba  rezando,  y  no  vido 
tan  ahina  las  dádivas  y  determinación  de  la  venida 
de  este  Cacique,  el  qual  luego  entró  en  la  carabela 
con  toda  su  gente,  y  qnando  el  Almirante  saUó  ya 
tenia  enviados  los  vasallos  que  volviesen  las  canoas 
á  tierra,  y  iban  ya  lejos,  y  luego  vido  al  Almirante 
se  fué  á  él  con  cara  muy  alegre,  diciendo:  t  Amigo, 
yo  tengo  determinado  dejar  la  tierra  y  irme  contigo 
y  ver  al  Rey  y  á  la  Reyna  y  al  Príncipe  su  hijo,  los 
mayores  Sefiores  del  mundo,  los  quales  tienen  tanto 
poder  que  han  sojuzgado  acá  tantas  tierras  por  tí, 
que  los  obedeces  y  vas  por  su  mandado  todo  este 
mundo  sojuzgando,  como  he  sabido  de  estos  indios 
que  contigo  traes,  y  que  en  todo  cabo  están  las  gen- 
tes de  tí  tan  temerosos  que  es  maravilla,  y  á  los  ca- 
ribes, que  es  gente  innumerable  y  muy  brava,  les 
has  destruido  las  canoas  é  casas  é  tomado  las  mu- 
jeres é  fijos,  é  muerto  de  ellos  los  que  no  huían.  To 
sé  que  en  todas  las  islas  de  esta  comarca,  que  es  in- 
finito número  de  gente  y  gran  mundo,  te  temen  .y 
han  ^an  miedo,  y  les  puedes  facer  inij^liQ  mal  ^ 


678 

dallo  ti  oo  obedaoeo  il  gran  Bey  de  OattilUy  ta  8e- 
Sor,  pnea  7a  oonoeea  las  geDtee  de  eataa  ialas  y  aa 
flaquasa  y  aabea  latieira;  paea  antea  qne  me  tornea 
mia  tierraa  y  aelloríoa,  yo  me  quiero  ir  contigo  con 
mi  caaa  en  toa  nayioa  á  rer  loa  grandea  Bey  y  Bey- 
na  toa  Sefiorea  y  á  ver  la  tierra  maa  abnndoaa  y  rioa 
del  mondo,  donde  elloa  eatán,  y  á  ver  laa  marayiHaa 
de  GaatiUa,  que  aon  maohaa,  aegnn  tn  indio  me  ha 
dicho.»  T  el  Almirante,  habiendo  oompaaion  de  él 
y  de  an  fija,  y  de  ana  hijoa  y  do  ao  mnjer,  ae  lo  ea- 
torbó  Tiendo  an  inocencia  y  aana  volantad,  y  dijo, 
que  ¿1  lo  reoibia  por  vaaaUo  del  Bey  de  Espafia  y 
de  la  Beyna,  y  que  por  entonoea  ae  quedaae,  que 
aon  le  faltaba  mocho  por  deacnbrir,  y  qne  tiempo 
habria  de  otra  voelta  para  onmplirau  deeeo,  é  ficie- 
Ton  amiatad,  é  aai  ae  ovo  de  quedar  con  au  gente  ó 


« 

CBÓNIOAS  DB  L06  BBTB8  DE  OASTILLA. 


El  Almirante  navegó  dende  al  Auatro  y  al  Orien- 
te por  aquellaa  marea,  entre  otraa  ialaa  pobladas  de 
aquellaa  meamaa  gentea  deanudaa ,  aegun  escribió 
deUo  el  Almirante ,  de  laa  qualea  por  no  hacer  tan 
larga  eaoriptora  dejo  de  eacríbir,  y  basta  esto,  por- 
que toda  la  gente  era  como  la  susodicha.  Guando 
Tolvió  para  la  Espafiola  de  donde  habia  partido,  vino 
á  salir  por  entre  laa  ialas  de  los  Caríbea  facía  por 
donde  habia  ido  él  aegundo  TÍaje.  Ya  no  hacian 
cuenta  de  él  en  la  Espafiola  ni  de  sus  navios,  sino 
que  pensaban  que  él  fuese  perdido,  y  en  Castilla  así 
mismo  lo  tenían,  que  habían  escrito  de  la  Espafiola 
como  no  parecía  tanto  tiempo  habia ;  alegráronae 
con  au  venida  los  que  lo  bien  querían,  y  por  la  con- 
tra otroa  que  le  non  tenían  voluntad  lea  peaó,  por- 
que no  lea  dejó  aprovechar  á  ninguno,  ni  reagatar 
coaa  alguna,  aalvo  todo  para  el  Bey  y  Beyna,  por- 
que habia  muy  grandea  gastoa  hechos  en  la  deman- 
da, y  habia  muy  grandes  mormuracíonea  contra  éL 
No  halló  oojido  oro,  ni  hubo  quien  procurase  de  lo 
haber,  ni  quien  lo  supiese  ni  osaae  buscar  por  temor 
de  los  indios,  mientras  él  fué  en  el  dicho  viaje.  Dea- 
que  fué  venido,  luego  puso  en  obra  de  haber  lo  mas 
que  pudo,  y  por  las  discordiaa  que  ovo  entre  elloa 
fizo  juaticía  de  algnnoa  de  ellos ,  y  otros  envió  pre- 
sos al  Bey  como  hemoa  dicho ;  loa  gaatoa  eran  muy 
mnchoa,  los  provechos  eran  poooa  hasta  entonces, 
la  aospeoha  que  no  había  oro  era  muy  grande  anal 
allá  como  acá  en  GaatíUa.  Ovieron  falta  de  man- 
tenimientos é  llegó  la  gente  á  estar  en  mucha  ne- 
cesidad y  neceaídades,  lo  qual  remedió  de  acá  el 
Sefior  Don  Juan  de  Fonseca,  Obispo  de  Badajoz  que 
fué,  é  después  de  Córdoba,  ó  después  de  Falen- 
cia que  tenia  el  cargo  de  proveer.  Ovo  quien  fizo 
entender  al  Bey  y  á  la  Beyna  que  aiempre  aería 
mas  el  gasto  que  el  provecho,  de  manera  que  en- 
viaron por  el  Almirante,  y  vino  en  Castilla  en  el 
mea  de  Junio  de  1496  afios,  vestido  de  unas  ro- 
pas de  color  de  hábito  de  fraile  de  Ban  Francisco, 
de  la  obaervancia,  y  en  la  hechura  poco  menos  que 
hábito,  é  un  cordón  de  San  Francisco  por  devoción, 
y  trujo  consigo  algunos  indios  que  antea  que  él  de 
aHí  partieae  él  había  prendido,  al  gran  Cacique 
ClM>naboa|  é  á  un  su  hermanO|  é  á  un  su  fijo  de  fas- 


ta diez  afios^  no  «n  pelea,  salvo  desque  loa  aaeguró 
y  después  diz  que  dijo  que  los  traia  á  ver  al  Bey  y 
á  la  Beyna  para  después  volveries  en  tu  honra  y  ca- 
tado. Traía  al  Caondl)oa  y  ánn  su  hermano  de  fasta 
35  afioo,  á  quien  puao  por  nombre  Don  Diego  é  á  un 
mozuelo  aobrino  auyo,  fijo  de  otro  hermano,  y  mu- 
rióae  el  Caonaboa  en  la  mar  ó  de  dolencia  ó  poco 
placer.  Traia  un  collar  de  oro  el  dicho  Don  Diego, 
hermano  del  dicho  Caonaboa ,  que  le  facía  el  Almi- 
rante poner  cuando  entraba  por  las  ciudadea  ó  lu- 
gares, hecho  de  eslabonea  de  cadena ,  que  peaaba 
seiscientos  caatellanos,  el  qual  yo  vi  y  tuve  en  mia 
manos,  y  por  huéspedes  en  mi  caaa  id  dicho  Sefior 
ObiqK),  é  al  Almirante,  é  al  dicho  Don  Di^go.  Trujo 
eatonce  el  Almirante  muchas  coaas  de  allá  de  laa  del 
nao  de  loa  indico,  coronaa,  carátulaa,  dntoa,  collarea 
y  otraa  muchaa  coaaa  entretejídaa  de  algodón,  y  en 
todas  figurado  el  diablo  en  figura  de  gato,  ó  de  cara 
de  lechuza,  ó  de  otras  peores  figuras,  do  ellaa  enta- 
lladaa  en  madera,  de  ellaa  hechas  de  bulto  del  mes- 
mo  algodón,  ó  de  lo  que  era  la  alhaja.  Trujo  unaa 
coronas  con  unas  alaa  y  en  ellaa  unos  ojos  á  loe  la- 
dea de  oro,  y  en  especial  traia  una  corona  que  de- 
cían que  era  del  Cacique  Caonaboa,  que  era  muy 
grande  y  alta,  y  tenía  á  loa  lados  estando  tocada 
unas  alas  como  adarga  y  unoa  ojos  de  oro  tamafioa 
como  tazas  de  plata  de  medio  marco ,  cada  uno  allí 
asentado,  como  eamaltado,  con  muy  aotil  y  extrafia 
manera  y  allí  el  diablo  figurado  en  aquella  corona, 
y  créese  qne  así  se  los  aparecía,  y  que  eran  idólatras 
y  tenían  al  diablo  por  sefior.  Loe  que  de  aquellos 
indioa  que  trujo  vivieron  presentó  con  laa  oosaa  y 
oro  que  trujo  á  el  Bey  y  á  la  Beyna,  de  loa  qnales 
fué  muy  bien  recibido,  é  ovieron  mucho  plaoer  de 
ver  las  cosaa  eztrafias  é  de  saber  de  lo  descubierto; 
y  aunque  el  Almirante  tenia  hartoa  contrarios,  que 
no  lo  podían  tragar  por  aer  de  otra  nación  y  porque 
sojuzgaba  mucho  en  su  capitanía  é  oargo,  á  los  so- 
berbios y  adversos.  E  estuvo  esta  ves  el  Almirante 
en  la  corte  de  Castilla,  é  en  Aragón,  maa  de  un  afio, 
que  con  laa  guerraa  de  Francia  no  le  podían  despa- 
char, é  después  ovo  licencia  y  flota ,  y  despachoa  de 
Sus  Altezaa,  y  estando  él  en  la  cÓrte  ae  negoció  é 
concertó  é  ae  dio  licencia  á  otroa  muchoa  ci^itanes 
que  la  procuraron  para  ir  á  descubrir ,  é  fueron  é 
descubrieron  diversas  islas. 

Partió  el  Almirante  de  vuelta  á  laa  Indiaa  en  fin 
del  mea  de  Agosto  del  afio  de  1497  con  tres  carabe- 
las, y  atinó  hacía  ciertas  islaa  donde  no  había  lle- 
gado en  las  partes  del  Austro  en  par  de  laa  islas  de 
los  Caribes,  y  descubrió  y  halló  la  íala  de  las  perlas 
y  no  quiso  que  resgatasen,  salvo  muy  poca  coaa  por 
de  muestra,  de  que  los  marineros  fueron  del  muy 
mal  contentos,  porque  les  habia  dicho  qne  de  lo  qne 
Dios  les  diese  é  echase  en  encuentro  en  aquel  viaje, 
que  partiria  con  ellos,  é  después  di  joles  que  el  Bey 
y  la  Reyna  lo  enviaban  á  descubrir  por  aquella  vía, 
y  no  á  resgatar,  y  siguió  su  viaje  de  vuelta  á  la  Es- 
pafiola, y  llegado  en  ella  dio  forma  en  las  mínaa  de 
oro  y  en  las  poblaciones,  donde  trabajó  mucho,  y 
halló  muy  grandes  minas  de  oro  como  él  creía  que 


DON  fEBNANDO 
las  habla,  7  lo  decia,  y  no  era  oreido  de  mochos, 
asi  caballeros  como  marineros  é  esooderos,  ó  gente 
comon,  que  hacían  borla  de  so  f ablar;  7  fechas  mi- 
nas 7  dada  orden  mu7  agndisima  en  el  bosear  el 
oro,  pasó  cerca  de  on  alio,  qoo  no  podo  hallar  la 
abondanoia  de  él,  é  en  el  afio  de  1499  comenzó  de 
hallar  la  abondancia  7  en  el  afio  de  1500, 7  como 
Se  cojia  todo  en  nombre  del  Be7  7  de  la  Be7na, 
aonqoe  pagaban  algo  á  los  qoe  trabajaban  en  las 
minas,  como  el  Almirante  lo  recibia  7  adqoiria 
todo,  habia  mochas  mormoradones  contra  él,  7  él 
se  engorró  7  tardó  de  enviar  el  oro  al  Be7  algo  mas 
de  lo  qoe  debia,  en  tal  manera  qoe  oto  qoien  escri- 
bió de  alláó  vino  acá  á  decir á  el  Be7  7  á  la  Be7na 
qoe  encabria  el  oro,  7  qoe  se  qoeria  eneefiorear  de 
la  isla,  é  otros  qoe  la  qoeria  dar  á  genovesos,  é  otras 
mochas  cosas  de  lo  qoal  lo  menos,  ó  ningona  cosa 
se  debiera  creer  qoe  él  tal  hiciera,  7  el  Ke7  ban- 
do on  gobernador  llamado  Folano  de  Bobadilla,  á 
la  Espafiola,  é  envió  por  el  Almirante,  el  qoal  di- 
cho gobernador  se  lo  envió  en  ramo  de  preso  con  el 
oro  qoe  tenia,  el  qoal  aportó  á  Cádiz  en  el  verano 
del  afio  de  1501, 7  presentado  al  Be7  con  el  oro  qoe 
trojo,  7  él  dado  su  descargo,  el  Be7  le  mandó,  qoe 
porque  asi  convenia  á  so  servicio,  qoe  no  entrase  ja- 
mas en  la  isla  Espafiola,  7  por  los  servicios  qoe  ha- 
bla fecho  confirmóle  so  Almirantazgo  para  siempre 
con  sos  derechos  é  rentas,  é  qoe  andobiese  en  la  cor- 
te ó  estoviese  en  Castilla  donde  él  qobiese,  é  díjole 
qoe  en  esto  cre7ese  qoe  le  hacia  mocha  honra  7 
merced  7  que  le  qoitaba  del  peligro  de  los  castella- 
nos, que  estaban  mo7  indignados  contra  él,  7  qoe 
si  allá  volviese  no  podría  escosar  el  alboroto  7  es- 
cándalo, qoe  serla  dar  á  los  indios  mal  ejemplo. 

El  Almirante,  vista  la  volontad  del  Be7  7  de  la 
Be7na,  le  soplioó  á  Sos  Altezas,  le  diesen  licencia 
para  ir  á  descubrir  por  la  via  del  Septentrión  el  cos- 
tado derecho  de  la  tierra  firme,  qoe  le  habia  qoeda- 
do  por  descobrir,  porqoe  aon  coando  su  voluntad 
fué  el  ir  aquella  via  coando  desde  allá  fué  á  desco- 
brir la  tierra  firme,  lo  echó  por  la  otra  banda,  7  el 
Be7  le  dio  licencia,  7  foé  con  tres  navios  á  descobrir 
por  el  Septentrión,  7  ovo  en  el  viaje  mochos  sinies- 
tros 7  afrentas  7  fortonas,  despoes  de  haber  pasado 
allende  de  la  Espafiola,  qoe  halló  las  mares  mo7 
bravas,  7  no  podo  andar  tanto  cnanto  él  qoisiera,  é 
aonque  descubrió  en  el  viaje  muchas  islas,  segon  él 
escribió,  so  propósito  no  podo  haber  el  efecto  qoe 
deseaba,  é  en  algonos  poertos  con  las  fortonas  es- 
tuvo retraído  algunas  distancias  de  tiempo,  que  le 
impidieron  el  descobrir,  7  del  mocho  navegar,  ó  del 
mocho  trabajo,  6  del  homor  de  aqoellos  mares,  que 
de  tal  manera  pegan  en  los  navios,  se  les  comieron 
de  broma,  7  maravillosamente  él  7  la  gente  esca- 
paron en  ono  á  ona  isla  cerca  de  la  Espafiola.  El 
navio  iba  también  ma7  perdido,  donde  por  vía  de 
indios  el  gobernador  sopo  del,  7  enviaron  por  él,  7 
lo  trajeron  con  la  gente  qoe  habia  ido  con  él  á  la 
Espafiola,  é  dende  lo  envió  en  Castilla,  7  lo  trojo 
Piego  Bodrigoes  Oómitre^  vecino  de  Triana,  el  afio 
de  1(04^  á  cerv*  de  {Taridi^dj  el  qoál  dicho  Almi< 


i  DOltA  ISABEL.  Ílé 

rante  Don  Christobal  Colon,  de  maravillosa  7  hoñ" 
rada  memoria,  natond  de  la  provincia  de  Qéno* 
va  (1),  estando  en  Valladolid  el  afio  de  1506,  en 
el  mes  de  Ma70,  morió  t»  ieMcMe  6<ma,  inventor 
de  las  Indias,  de  edad  de  70  afios  poco  mas  ó  me- 
nos. Noestro  Sefior  lo  ponga  en  gloria.  Amen. 

DEO  QBATIAS. 

Por  ahora  no  qoiero  escribir  mas  del  descobrir  do 
.  las  Indias,  poes  á  todos  es  hotorio,  7  ha7  otros  ma* 
ohos  qoe  lo  descobren,  7  sábenlo  escribir,  7  recaen- 
tan  lo  qoe  ven  por  toda  Espafia.  Sooedióle  so  ma* 
7or  hijo  en  el  Almirantazgo  é  rentas  é  honras  qoe 
él  por  so  trabajo,  é  indostria  é  buena  ventara  ganó 
en  la  boena  ventora  é  boena  dicha  del  Be7  7  de  la 
Be7na  qoe  para  ello  le  aparejaron  7  dioron. 

CAPÍTULO  CXXXII. 

De  la  lilt  de  !•  Ptlmt  ea  Gaurlts. 

En  el  nombre  de  Dios:  aonqoe  sepáis  ma7  breve 
la  toma  de  la  isla  de  la  Palma,  porque  esplioada* 
mente  no  lo  sope,  me  pareció  no  ser  cosa  para  dejalla 
de  escribir,  poes  no  ha7  memoria  nin  esoriptiira  qoe 
de  infieles  é  gente  bestial  la  viese  qoitada,  nin  se- 
floreada  pacifica  de  otra  nación,  fasta  el  tiempo  de 
la  boena  ventora  del  Be7  Don  Femando  7  de  la 
Be7na  Dofia  Isabel;  fué  de  esta  manera:  Alonso 
de  Lugo,  caballero  ciudadano  de  la  ciudad  de  Se- 
villa, de  noble  generación,  hombre  pacífico  7  dé 
mu7  buena  oondioion  7  sana  conciencia,  agudo  7 
do  buen  corazón,  é  injenio,  cuidadoso  de  ganar 
honra,  ó  de  servir  á  Dios  7  á  Sus  Altezas  del  Be7 
é  de  la  Be7na,  en  conquistar  las  gentes  bárbaras 
é  idólatras,  ignorantes  7  enemigas  de  la  fé  cathó- 
lica;  este  fué  un  capitán  con  Pedro  de  Vera,  el 
gobernador,  en  ganar  la  isla  de  la  Gran  Canaria, 
como  atrás  dicho  es.  Este  ovo  heredamiento  alü 
en  Gran  Canarias,  7  quédese  alli  viviendo,  7  quan- 
do  vido  tiempo  convenible  demandó  á  el  Be7  7 
á  la  Be7na  la  conquista  de  la  isla  de  la  Palma, 
qoe  es  ona  de  las  siete  islas  de  Canarias,  la  qoal 
tomó  7  se  obligó  con  la  a70da.de  Dios  de  la  con- 
quistar 7  ganar  á  su  costa  7  expensas,  con  con- 
dición que  las  cabalgadas  7  despojos  qoe  delló 
oviese  foesen  para  él,  para  el  gasto  de  la  gente; 
7  conqoistóla  el  afio  de  1493  afios,  é  ovo  de  ella 
la  victoria,  é  ganóla,  é  ovo  de  cabalgada  é  des- 
pojos mil  é  dodentas  ánimas  varones  é  mojeres; 
chicos  7  grandes,  é  veinte  mil  cabezas  de  ganados 
cabrono  é  ovejono,  7  dio  la  isla  deeempefiada  á 
Sos  Altezas.  Eran  las  gentes  de  esta  isla  todos  des- 
nodos, salvo  de  pellejos  de  cabras  se  cabrían  7 
aprovechaban  en  logar  de  pafios  é  de  lienzo;  al- 
canzaban asaz  mantenimientos  de  raíces  de  7er- 
bas  7  de  granas,  7  con  leche  7  manteca  7  carne 
se  mantenían,  7  con  pescado. 

(1)  El  teilo  de  Rodrífo  Ciro  di^  «tfitis»,  ' 


MO 


OBÓNIOAS  D8  LOS  RETES  DE  OABtWLk. 


1 


CAPÍTULO  OXXXHL 

Del  MtMtridfO  de  SeitUfo. 

Murió  di  moy  honrado  cábAllero  é  01117  leal  á  la 
corona  real  el  Maestre  de  Santiago  Don  Alfonso  de 
Cárdenas,  en  la  yiUa  de  Llerena,  el  afio  de  1493 
afios,  de  su  muerte  natural,  en  el  mes  de  Julio,  m 
9en$dut$  dona,  de  setenta  aftos,  6  poco  menos;  fuá 
sepultado  alli  en  la  iglesia  del  Apóstol  Santiago;  el 
Sefiorio  pasó  al  Bey  é  á  la  Beyna,  del  qual  el  Papa 
Alejandro  VI  les  fiso  meroed  por  sus  vidas,  en  ga- 
lardón do  los  trabajos  7  gastos  de  la  santa  guerra 
que  á  los  ^moros  fioioron ;  7  así  el  Bey  y  la  Beyna 
Buoedieron  en  el  Maestradgo  de  Santiago,  después 
de  haber  tomado  él  de  Calatrava. 

CAPÍTULO  CXXXIV. 

De  TeaerillB,  isla  de  Cauriai. 

Después  que  Alonso  de  Lugo  ovo  la  victoria  de 
la  isla  de  Palma,  demandó  al  Bey  y  á  la  Beyna  la 
conquista  de  la  isla  de  Tenerife,  que  era  la  dltima 
y  setena  de  las  Canarias,  y  una  de  las  mejores,  y  la 
mayor  de  gentes,  que  en  ella  había  infinitos  gana- 
dos y^de  cabras,  y  ovejas,  y  puercos,  y  muchas  gen- 
tes y  sefioríos,  en  que  había  nueve  grandes  sefiores 
6  capitanes  á  quien  ellos  llamaban. 
.  Esta  tierra  es  por  la  mayor  parte  fortíeima  y 
muy  áspera  de  hollar,  de  sierras  y  oabeaos,  y  en  ella 
hay  una  sierra  la  mas  alta  que  hay  en  todas  las 
islas  de  la  ¡mar,  de  quien  los  naturales  de  Espafia 
dan  noticia,  que  ella  descubre  por  la  mar  cínqüen- 
ta  leguas  ó  mas ;  y  visto  por  Sus  Altezas  la  buena 
cuenta  que  de  sí  dio  en  la  conquista  de  la  Palma, 
cometiéronle  el  cargo  de  la  conquista  de  Tenerife, 
«1  qual  fizo  su  armada  con  gente  de  Sevilla  y  desta 
Aüdalucfa,  y  de  las  mismas  islas  de  Canaria  en  los 
navios  que  fueron  menester,  é  arribaron  en  Tenerife, 
é  tomaron  tierra,  é  comenzaron  de  hacer  la  guerra 
á  los  ffuanehotf  que  ansí  se  llamaba  aquella  nación 
de  gente  de  aquella  isla,  guanches,  y  ellos  respon- 
dieron que  querían  ser  christianos  y  libres,  y  no 
querían  guerra ,  y  que  los  dejasen  en  sus  casas  é 
sierras  por  vasallos  del  Bey  é  la  Beyna  de  Castilla, 
]o  qual  no  le  fué  acogido  por  muchas  causas;  lo 
primero  por  los  grandes  gastos  que  estaban  ya  he- 
chos de  las  gentes  que  sobre  ellos  iba,  lo  segundo 
porque  ellos  habían  sido  requeridos  muchas  veces 
que 'se  diesen  al  Bey  y  á  la  Beyna  de  Castilla  y  que 
fuesen  christianos  y  libres,  y  no  habían  querido ;  lo 
tercero  que  no  confiaban  en  ellos  aunque  se  diesen, 
y  siendo  ellos  naturales  y  sefiores  en  sus  tierras,  te- 
míase que  cada  que  quisiesen  se  podían  rebelar  y 
alzar,  por  ser  la  tierra  áspera ;  y  por  otras  muchas 
razones  no  los  recibieron :  salvo  los  christianos,  con 
mucha  cobdicia  antes  de  haber  esclavos,  y  esclavas 
y  despojos,  que  no  por  servir  á  Dios,  que  Itsí  se  de- 
cía que  en  la  hueste  no  hablaban  sino  de  las  ganan- 
cias que  de  allí  hablan  de  haber :  les  cometieron  un 
dia  después  de  haber  habido  algunas  divisiones  en- 


tre los  de  la  hueste;  é  yendo  peleando  en  pos  de  lo^ 
guanches  por  una  sierra,  dáéronse  á  flojera  los 
christíanoa  y  á  mal  recaudo,  y  los  guanches  vdWe* 
ron  sobre  ellos  á  pedradas  muy  esforzadamente,  y 
los  christianos  con  su  mal  concierto  volvieron  hu- 
yendo malaventuradamente,  que  nunca  el  buen  ca- 
pitán Alonso  de  Lugo  se  lo  pudo  resistir,  7  los 
guanches  tomaron  tanto  esfuerzo  á  pelear  y  seguir 
en  pos  de  los  que  huían,  que  desbarataron  toda  la 
hueste  y  siguieron  el  alcance  hasta  la  mar,  y  allí 
de  ellos  se  metieron  en  los  navios,  y  de  ellos  se  ar- 
rojaron á  la  mar,  y  de  ellos  se  enrocaban  en  los  pe- 
fiascos,  barrancos  y  veras  donde  bate  el  mar,  y  allí 
los  mataban,  y  de  ellos ,  desque  crecía  la  mar,  los 
ahogaba;  ansí  que  murieron  de  los  christianos 
ochocientos  hombres  ó  poco  menos ;  ansí  fué  aquel 
día  la  pelea  malaventurada  para  los  christianos,  y 
los  que  escaparon  se  volvieron  con  los  navios  á  la 
Gran  Canaria,  é  dende  cada  uno  en  sus  tierras. 
Fué  este  gran  desconcierto ,  ó  por  los  pecados  de 
los  christianos  y  de  su  mala  codicia  (que  lleva- 
ban, ó  por  la  inobediencia  que  muchos  de  la  hues- 
te tuvieron  al  capitán  mayor  Alonso  de  Lugo ,  el 
consejo  y  mandado  del  qual  muchos  no  quisieron 
tomsr. 

Esto  así  fecho,  creció  mucho  la  enemiga  en 
el  corazón  del  capitán  Alonso  de  Lugo  y  en  los 
corazones  de  sus  amigos  y  valedores  contra  los 
guanohez,  y  vino  en  Castilla  Alonso  de  Lugo,  y  de- 
mandó favor  al  Duque  de  Medina,  Conde  de  Niebla 
Don  Juan  de  Quzman ,  é  fizo  su  partido  con  él,  é  le 
dio  favor  é  ayuda  é  gente,  con  que  luego  el  siguien- 
te afio  de  1495  volvió  con  gran  flota  é  gente  sobre 
Tenerife  con  nobles  capitanes,  é  tomaron  tierra 
como  la  otra  vez,  é  con  mejor  orden  é  concierto  pe- 
learon con  los  guanches  y  los  vencieron,  y  tomaron 
cautivos  chicos  é  grandes,  que  uno  no  quedó,  con 
todas  sus  haciendas  é  ganados,  y  ansí  ovieron  la  vic- 
toria de  la  isla  de  Tenerife,  é  la  metieron  en  el  se- 
fiorio de  Castilla,  del  Bey  y  de  la  Beyna ,  y  aqoá  se 
acabó  la  conquista  de  las  islas  de  Canarias,  Nuestro 
Sefior  Jesuchristo  sea  loado  por  aíempre  jamás, 
Amen.  El  desbarato  de  los  christianos  que  en  ella 
ovieron  de  la  primera  conquista  fué  en  el  afio  de 

1494  en  el  mes  de  Abril.  La  toma  é  vencimiento 
que  ovieron  los  christianos  fueron  el  siguiente  de 

1495  afios;  en  las  quales  guerras  y  tomas  el  dicho 
Alonso  de  Lugo  ganó  mucha  honra ,  y  riquezas  y 
título  que  le  dio  el  Bey  y  la  Beyna  de  Adelantado 
de  las  Canarias. 

CAPÍTULO  OXXXV. 

De  como  patieron  defeodimiento  sobre  las  males  el  Rey  y  leRef- 
na  porqeese  perdis  la  eabsllerie  de  Eepaia. 

En  el  afio  de  1494,  habiendo  visto  el  Bey  y  la 
Beyna  que  de  todos  sus  Beynos  de  Castilla  y  León 
para  la  guerra  de  los  moros,  á  duras  penas  podían 
llegar  diez  ó  doce  mil  hombres  de  á  caballo,  y  ha- 
bía mas  de  cien  mil  encabalgados  en  muías,  prove- 
yeron de  una  premátioa  cou  muy  grandes  peoas, 


DONFKBNAmX) 

que  ninguno,  ni  ilgnno  caballero,  Dnqne,  nt  Oonde, 
ni  otra  dignidad,  ooottdero  ni  labrador  viejo  ni  me- 
so, no  f aeie  osado  de  cabalgar  en  muía  enfrenada 
y  en  silla,  lo  pena  de  que  se  la  mataseo,  salvo  la 
olerecia  de  orden  sacra  y  las  mujeres.  Hicieron  al 
comlenao  tales  locuciones  sobro  ello  las  justicias 
del  B^,  que  se  tuvo  y  mantuvo  en  tal  manera,  qué 
Duques,  Condes  y  Marqueses  y  todos  los  otros  se- 
flores  la  temieron  y  mantuvieron  todo  el  tiempo  que 
vivió  la  Reyna  Dofia  Isabel,  como  si  en  la  quebran- 
tar oviesen  de  perder  la  vida,  y  deshilóse  la  caba- 
llería de  las  muías  muy  presto,  é  valieron  muy  de 
valde,  echAronlas  á  el  uso  de  la  albarda,  y  del  tra- 
bajo de  arar,  moler,  carretas,  andar  en  harrias,  y  las 
muy  famosas  fueron  vendidas  fuera  de  los  Reynos; 
y  el  Rey  mesmo  di6  tal  ejemplo  en  esto,  que  jamás 
cabalgaba  en  mnla,  salvo  siempre  á  caballo.  Algu- 
nos dijeron  que  esto  se  hizo  por  las  guerras  que  se 
esperid>an  de  Francia,  porque  la  gente  se  encabal- 
gase á  caballos,  é  oviese  mas  gente  de  á  caballo. 
Dije  que  se  mantuvo  esta  premática  muy  bien  y 
muy  temidamente  fasta  que  la  Reina  Dofia  Isabel 
fallecid,  y  ansí  lo  dijo,  y  aun  se  tuvo  y  mantuvo 
hasta  la  venida  del  Rey  Don  Felipe  é  salida  del  Rey 
Don  Femando,  que  hasta  alli  ninguno  la  osó  que- 
brantar, salvo  desque  la  Reyna  falleció;  algunos  de 
los  Grandes  del  Andalucía ,  que  por  sus  obras  pare- 
cía desamar  al  Rey  Don  Femando,  la  quebrantaron 
luego  como  la  Reyna  falleció,  algunos  de  los  quales 
quisieron  luego  ver  vuelta  en  estos  Rey 090,  salvo 
que  Nuestro  Sefior  lo  impidió,  y  en  los  comunes 
nunca  ovo  mudamiento,  por  la  gracia  y  querer  de 
Dios.  Como  comenzó  de  reynar  Don  Phelipe  luego  se 
quebrantó  y  cabalgaron  en  muías  todos  los  que  la 
pudieron  alcansar  y  los  que  quisieron.  Esta  premá- 
tica y  otras  muy  provechosas  y  conformes  á  justi- 
cia y  á  la  pro  y  bien  del  Común  se  quebrantaron 
luego,  y  nunca  ovo  quien  lo  resistiese,  é  comensó 
de  reynar  el  Rey  Don  Phelipe. 

CAPÍTULO  CXXXVI. 

CaSido  I  eóno  el  Rey  Cirios  de  Fmcit ,  fijo  del  Rey  Lils 
de  Frinefi,  entró  coi  frta  poder  en  la  Italia. 

Este  Rey  de  Frauda  fué  hombre  de  mediano 
cuerpo,  é  feo  de  gesto  é  cuerpo,  é  de  mala  é  fea 
composición,  é  ansi  fueron  sus  fechos :  no  recibía 
consejo  de  los  sabios  ni  de  los  antiguos,  segtm  del 
se  decía,  antes  seguía  los  apetitos  de  su  voluntad. 
Era  llevado  en  adquirir,  de  la  honra,  y  grandes  se- 
lloríos ;  placíanle  mucho  caballerías,  batallas,  gente 
de  guerra ;  no  creía  que  en  el  mundo  había  su  par. 
De  lijero  movimiento,  sin  pensar  muy  bien,  y  sin 
cotejar  la  victoria  y  honra  que  de  salir  de  sus  rey- 
nos  á  tan  lejanas  tierras  podría  alcanzar,  siendo 
vencedor,  con  la  mengua  y  gastos,  é  pérdidas,  é 
muertes  de  sus  gentes  que  le  podrían  venir,  siendo 
vencido,  sin  tener  necesidad  dejaste  título,  salió 
de  Francia  en  el  mes  de  Septiembre  del  afio  de  1494 
afios  con  quarenta  mil  hombres  de  guerra,  y  con 
muy  grandes  artillerías  por  tierra  y  mar,  con  inten-  I 


ÉDORaIBABIL  681 

clon  de  tomar  para  sf  el  reyno  de  Nápolea,  é  poirso-. 
juzgar  la  Italia.  La  cansa  é  primero  movimiento  de 
esta  guerra  fué  la  muerte  del  buen  Rey  Don  Feman- 
do de  Ñápeles,  fijo  del  ínclito  y  muy  buen  Rey  y 
esforzado  Don  Alonso  de  Aragón ;  que  como  murió 
le  subcedió  su  fijo  Don  Alonso,  Duque  de  Calabria; 
llamábanle  el  G^orcAo,  por  lo  mal  sefialado  de  ojos ; 
el  qual  era  hombre  muy  mal  quisto  en  el  reyno,  y 
habíanle  muy  gran  miedo  todos  los  caballeros  de 
Ñápeles,  cá  era  muy  esforzado,  y  muy  osado  para 
lo  que  quería  facer ;  el  qual  había  mandado  matar 
é  mató  algunos  grandes  sefiores  del  reino,  siendo 
Duque  de  Calabria,  especialmente  al  Príncipe  de 
Salomo  y  al  Príncipe  de  Bisiniano,  y  mató  de  un 
linaje  de  Ñápeles,  que  dicen  los  Garraf os,  que  son 
grandes  sefiores,  muchos,  y  comenzando  de  reynar 
publicóse  que  el  Papa  Alejandro  VI,  que  entonces 
tenia  la  silla,  le  envió  á  demandar  setenta  mil  du- 
cados de  oro  de  tributo  del  reyno  de  cada  un  afio 
de  los  pasados,  que  se  debían  á  la  Iglesia  de  los 
sfios  del  tiempo  de  su  padre,  porque  diz  que  tanto 
tiene  la  Iglesia  Romana  sobre  aquel  reyno;  y  él 
diz  que  no  respondió  bien  á  el  Papa,  ni  le  enten- 
dió pagar  tal  tributo,  salvo  como  lo  pagaban  los 
Reyes  antepasados,  que  hacían  pago  con  una  ha- 
canea  adornada,  que  presentaban  cada  afio  al  Papa, 
con  lo  qual  se  contentaba ;  y  como  aquellos  caba- 
lleros de  Ñápeles  tuviesen  muy  malaWoluntad  al 
Rey  Don  Alonso,  que  nuevamente  comenzaba  á  rey- 
nar, no  queriendo  estender  la  cerviz  al  yugo,  y  fi- 
cíeron  liga,  según  pareció  por  la  obra,  de  dar  el 
reyno  al  Rey  de  Francia,  y  antes  morir  ó  perder  sus 
estados,  que  no  sufrir  por  su  Rey  al  Duque  de  Ca- 
labria Don  Alonso  el  Oanko. 

Los  quales  caballeros  traidores  de  Ñápeles  fue- 
ron estos :  el  Príncipe  de  Salomo,  el  Principe  de  Bi- 
siniano, el  Príncipe  de  Altamura,  el  Sefior  Virjilio, 
capitán  mayor  de  todo  el  Reamen  de  Ñápeles,  yer- 
no del  mismo  Don  Alonso  de  nna  su  hija  bastarda,  y 
otros  muchos.  De  algunos  de  estos  se  publicó  lue- 
go la  traicien,  y  del  Sefior  Virjilio  Ursino  no,  hasta 
que  después  lo  puso  por  obra.  Estos  y  (sus  secuaces 
se  fueron  é  enviaron  á  convidar  al  Rey  Carlos  do 
Francia  con  el  reyno  de  Ñápeles,  é  se  ñderen  sus 
vasallos,  é  le  suplicaron  que  viniese  á  tomar  el  rey- 
no  de  Ñápeles,  que  esUba  aparejado  para  se  le  dar. 
Algunos  dijeron  que  el  mismo  Papa  fué  consenti- 
dor en  este  mesmo  concierto ,  porque  el  Rey  Don 
Alonso  le  rebeló  el  üibuto,  y  por  otros  enojos  que 
tenia  del  de  sinrazones  que  le  habia  fecho,  en  es- 
pecial que  diz  que  el  Papa  habia  comprado  del  Rey 
Don  Femando  una  provincia  en  la  Pulla  plana  m 
Jhdbui  Ocanpama^  que  son  deoe  ó  treoe  villas,  y  una 
ciudad  que  llaman  Trípoli,  y  estas  habían  sido  de 
los  Garraf  os  que  habia  muerto  el  Rey  Don  Alonso 
siendo  9uque  de  Calabria  é  Príncipe  do  Ñápeles  en 
vida  de  su  padre,  y  él  no  las  quiso  dar  al  Papa; 
per  esto  se  dije  que  el  Papa  hizo  liga  con  los  caba* 
lloros  de  la  Italia  contra  él,  y  que  él  fué  tnprimü 
consentidor  que  viniese  á  Ñápeles  el  Rey  de  Fran- 
cia, é  aun  ae  dije  que  le  envió  un  breve  para  que 


682  , 

vinieM,  7  después  de  visto  que  había  sido  mal  oon- 
sejo  aquel,  le  envió  otro  breve  para  que  no  viniese 
ni  en  ninguna  manera  se  moviese  de  su  tierra  para 
Italia,  por  ooanto  si  al  camino  de  tal  viaje  se  me- 
tía no  se  podia  facer  sin  muy  gran  dalio  y  estrago 
así  del  Imperio  Bomano  como  de  sn  gente  franoo- 
sa,  y  amonestóle  y  requirióle  en  el  segundo  breve 
como  hijo  obediente  que  no  quisiese  tomar  el  tal 
camino,  y  el  Rey  de  Francia  echólo  en  disimula- 
ciones, y  echó  fama  que  quería  ir  contra  el  Turco, 
é  otros  decían  que  iba  ¿  conquistar  á  Jerusalen,  é 
no  dejó  por  eso  de  moverse  con  los  quarenta  mil 
hombres  por  la  tierra  é  por  la  mar  con  su  armada, 
dejando  primero  hechas  las  amistades  y  hermanda- 
des con  el  invictísimo  Bey  Don  Femando  de  Espafia 
y  con  el  Bey  de  Inglaterra  y  con  los  grandes  sefio- 
res  sus  comarcanos*  Entró  por  la  Italia  con  su  gran 
poder,  y  el  Duque  de  Milán  le  fué  favorable  y  dio 
lugar  por  su  tierra.  Las  sefiorías  de  Qénova ,  ó  Flo- 
rencia, é  Pisa,  ó  Luca,ó  Sena,  todas  se  le  humillaron, 
y  dieron  lugar  que  pasase ,  é  mantenimientos  por 
sus  dineros,  é  pasó  por  todas  estas  sefiorías,  y  acer- 
cándose á  Boma,  el  Papa  fué  muy  pesante  y  teme- 
roso de  su  ida. 

OAFlTULO  OXXXVIL 

Deeomo  el  Rey  de  PnaeU  entró  en  Roma. 

£1  Santo  Padre  /Llejandro  VI,  viendo  que  el  Bey 
de  Francia  se  acercaba  á  Boma,  y  oyendo  ios  es- 
tragos y  robos  que  la  gente  de  guerra  iba  haciendo, 
le  envió  á  decir  al  Bey  de  Francia,  que  le  ficiese 
saber  dónde  iba,  ó  qué  quería  en  aquellas  tierras  do 
Boma  y  de  la  Santa  Iglesia.  El  Bey  do  Francia  le 
envió  á  decir,  que  él  iba  á  Boma,  primeramente  por 
le  besar  las  manos ,  y  que  allá  le  hablaría  á  su  vo- 
luntad, empero  que  su  partida  de  Francia  había 
sido  á  tomar  el  reyno  de  Ñapóles,  que  era  suyo  y  le 
pertenecía;  de  donde  después  que  lo  tuviese  con  la 
ayuda  do  Dios,  entendía  pasar  á  conquistar  á  Jeru- 
salen, é  la  Santa  Tierra  de  promisión,  y  que  para 
esto  suplicaba  á  Su  Santidad '  que  le  dejase  pasar 
por  la  dudad  de  Boma,  de  lo  qual  el  Papa  fué  muy 
mal  contento  y  dijo  que  lo  otorgaba,  con  intención 
y  condición  que  entrase  en  Boma  con  mil  hombres 
de  armas  y  quatro  mil  peones  y  no  mas,  y  este  con- 
cierto fué  entre  el  Bey  y  el  Papa,  y  el  Bey  entró 
en  Boma  con  la  condición  dicha,  con  mil  hombres 
de  armas,  é  cuatro  mil  peones  arqueros  y  artillo- 
ros,  é  gente  de  guerra,  el  tercero  dia  de  la  Pasqua 
deiTavídad,  día  de  San  Juan  Evanjelista,  tarde  á 
27  días  del  mes  do  Diciembre,  tres  días  andados  del 
afio  del  Nacimiento  de  Nuestro  Bedemptor  Jesu- 
christo  de  1«L95  afíos;  y  el  Papa  le  hizo  muy  solem- 
ne recibimiento,  cá  salió  con  toda  Boma  á  lo  reci- 
bir, é  el  mesmo  Papa  lo  recibió  en  las  gradas  de 
San  Pedro,  é  allí  se  vieron,  é  besó  el  Bey  el  pié  al 
Papa  dentro  de  la  iglesia  de  San  Pedro  ¡  y  el  Papa 
le  biso  muy  gran  fiesta,  y  dio  muchas  oolaoíones 
allí  dentro  en  San  Pedro;  y  de  allí  el  Bey  se  fué  á 
aposentar  oon  aquella  gente  en  la  casa  de  San  Mar- 


CBÓNIOAS  DE  LOS  BEYES  DB  QISTILLÁ. 


00,  donde  el  Papa  lo  mandó,  y  el  Papa  se  quedó 
allí  en  su  sacro  palacio.  La  otra  gente  había  que- 
dado aquel  dia  media  jomada  de  la  oíudad,  oon  oon- 
dioion  que  no  habían  de  entrar  por  Boma ,  salvo 
que  se  pasasen  por  de  fuera,  desque  llegasen  del 
Montefrasoo  y  de  Víterbo,  donde  quedaban ;  y  lue- 
go otro  dia  de  los  no  merecientes,  llegó  toda  la  otra 
gente  francesa  de  guerra  é  lansóse  en  Boma  á  po- 
sar del  Papa  é  común  romano ;  é  el  Bey  le  envió  á 
decir  al  Papa,  que  no  oviese  enojo,  é  estuviese  se- 
guro que  él  le  prometía  de  no  le  enojar,  nin  tomar, 
nín  demandar  cosa  alguna  de  lo  suyo  ni  de  la  Igle- 
sia, y  que  esto  lo  prometía  sobre  su  real  f  ee.  T  en- 
trada la  multitud  de  gente  francesa  en  Boma,  se 
aposentaron  en  campo  de  Flor,  en  lo  mejor  de  Bo- 
ma; á  pesar  de  los  vecinos  tomaban  las  posadas 
que  querían ,  y  sobre  el  aposentar  y  después  de 
aposentados  fioieron  machos  robos  y  fuersas  y 
muertes  de  hombrea,  y  metieron  á  saoo  mano  gran 
parte  do  la  Judería,  donde  había  pasado  de  tres  mil 
vecinos  judíos,  y  forcaron  muchas  mujeres  de  to- 
das suertes,  casadas  y  doncellas;  y  los  romanos  por 
defender  sus  casas  peleaban  con  ellos,  y  también 
mataron  de  ellos,  en  que  murieron  de  una  parte  y 
de  otra,  mientras  allí  estuvieron,  mas  de  mil  hom- 
bres, según  se  deda;  otros  decían  que  fueron  mu- 
dtos  mas.  El  Papa,  sabiendo  y  viendo  tan  grandes 
estragos,  y  robos,  é  fuerzas,  é  descortesías,  é  muer* 
tes  que  los  franceses  hacían,  fué  muy  turbado,  y 
envió  á  suplicar  al  Bey  sobro  dio  lo  fidese  enmen- 
dar; y  era  sospecha  entro  d  Papa  y  los  de  su  Oon- 
sejo  que  d  Bey  tenía  algún  mal  propódto,  oomo 
después  parodó.  Pasaron  algunos  días  ansí,  y  un 
Domingo  «guíente,  que  fueron  6  días  de  finero  dd 
afio  de  1495  el  Bey  descubrió  su  mal  propódto  dd 
todo.  Envió  á  demandar  al  Papa  quatro  cosas,  6 
mas  espedal,  á  Oivíta- vieja ,  y  á  Terrachina,  dos 
fortdeasos  de  Boma,  é  d  Oardend  Don  Oésar,  hijo 
dd  Papa,  que  era  entonces  Oardend  de  Vdenoia 
por  Legado,  y  al  fijo  del  Qran  Turco,  hermano  dd 
Turco  Emperador,  Sefior  de  Turquía  é  Oonstantino- 
pla,  que  el  Papa  tenia  preso  gran  tiempo  había,  é 
porque  le  tuviese  á  buen  recaudo  é  no  le  soltase  le 
daba  el  Turco  su  hermano  cada  afio  al  Papa  seten- 
ta mil  ducados,  porque  se  temía  mucho  de  él,  que 
era  muy  varonil  é  belícosc  hombre,  que  d  se  sol- 
tase que  le  tomaría  el  imperio  y  sefiorio.  El  Papa, 
visto  su  propódto  del  Bey,  le  concedió  y  dio  todas 
estas  quatro  cosas,  por  le  contentar,  é  oon  oondi- 
cíon  que  otra  cosa  ninguna  non  le  demandase,  y  d 
Bey  se  lo  prometió  por  su  feo  Beal,  de  no  le  de- 
mandar mas  cosa  dguna,  oomo  otra  ves  primero  lo 
habia  dicho ;  y  así  habido  esto,  el  Bey  estándose 
en  Boma,  pronguió  su  dafiado  propódto  y  mala  vo- 
luntad, y  envió  á  demandar  al  Papa  el  castillo  de 
Sanct  Angelo,  y  el  tesoro  de  la  Iglena.  El  Papa  es- 
tonce enviólo  por  embajador  d  Oardenal  Don  Ber- 
nardíno  de  Oarvajd,  castellano,  dídendo .  que  se 
maravillaba  mucho  de  haberle  prometido  por  an 
f ee  Bed  no  le  enojar  ni  demandar  cosa  dguna  de 
la  Iglesia,  y  bubíéndd^  dado  ]o  que  f ssta  dU  do* 


DON  FERNANDO 

tnand¿,  queria  ir  oontr*  1»  Santa  Madre  Iglesia  y 
demandar  lo  qae  era  imposible  darle;  qne  sapieae 
por  cierto  que  él  no  le  podia  dar  en  ninguna  mane- 
ra el  castillo  de  Sanct  Angelo,  ni  menos  le  podía 
dar  thesoros  de  la  Iglesia ;  el  castillo  es  de  la  Igle- 
sia, 7  la  Iglesia  no  tenia  otros  thesoros  sino  omcos 
y  cauces,  y  oaerpos  santos,  y  esto  le  platicó  muy 
bien  el  dicho  Cardenal  Don  Bernardino  de  Carvajal, 
el  qual  le  habia  llevado  el  turco,  é  ni  por  esa  mu- 
daba su  monstruosa  ó  dafiada  intendon,  antes  man- 
dó luego  aderesar  la  artillería  para  tirar  é  comba- 
tir el  castillo,  diciendo  que  si  no  se  lo  daba  que  él 
lo  allanaría  por  el  suelo,  é  lo  tomaría  por  fuerza,  é 
muy  airado  no  lo  podia  tirar  de  este  mal  pensa- 
miento. 

CAPÍTULO  oxxxvm. 

De  los  remedios  que  el  Pepe  proToyó  de  secreto  ptrt  prot^erte 
y  defenderse  del  Rey  de  Franeie ,  é  de  le  eonformldad  que  des- 
pees ovo  entre  el  Sentó  Psdre  y  el  Rey  de  Fnncla. 

Los  remedios  qne  el  Papa  de  secreto  proveia  y 
mandaba  hacer  para  su  defensa  y  del  castillo,  era 
mandar  poner  por  los  adarves,  torres  y  almenas  por 
donde  hablan  de  tirar,  las  cruces  y  las  reliquias  de 
los  Santos,  y  el  arca  con  el  Corpus  Chrísti,  de  ma- 
nera qne  todo  en  derredor  lo  guarneciesen  con  co- 
sas sagradas,  con  fiucia  qne,  cuando  á  ellas  manda- 
se tirar,  qne  Dios  lo  hundiría  como  á  Datan  y  Avi- 
ron ;  y  sabido  por  los  nobles  caballeros  romanos  Ur- 
sinos el  propósito  del  Bey,  allegaron  á  ól  é  detrajé- 
ronselo  mucho ,  é  hiciéronle  entender  en  cuan  gran 
peligro  de  su  alma,  ó  de  su  cuerpo  se  queria  poner, 
y  cuan  gran  bofetada  quería  dar  á  los  ohiistianfsi- 
mos  Beyes  de  Francia  sus  predecesores,  qne  siem- 
pre fueron  obedientes  fijos  de  la  Santa  Madre  Igle- 
sia de  Boma,  y  fioiéronle  saber  cómo  le  hablan  de 
defender  el  castillo  con  gente  mas  esforzada  que  la 
que  él  traia ;  que  hablan  de  poner  el  arca  sagrada 
oon  el  Cuerpo  de  Nuestro  Bedemptor,  y  las  reliquias 
de  San  Pedro  y  San  Juan  Baptista ;  é  de  los  otros 
Santos,  y  las  cruces  y  reliquias  sagradas  de  la  Igle- 
sia en  los  lugares  de  la  afrenta  por  donde  él  habia 
de  mandar  tirar  las  lombardas,  que  no  dudase  qne 
por  ventura,  si  tal  combate  comenzase,  toda  la 
ohrístiandad  se  levantaría  contra  él ;  y  de  aqní  plugo 
á  Nuestro  Sefior  que  el  Bey  se  retrujo  de  su  maligni- 
dad que  quería  facer,  y  mudó  su  propósito,  y  envió 
á  demandar  perdón  al  Papa.  Hízose  entre  ellos  paz 
y  concordia,  y  el  Bey  envió  por  merced  á  pedir  al 
Papa  qne  se  viesen,  y  que  queria  oir  su  misa,  y  con- 
certóse que  fuese  el  dia  de  San  Sebastian  el  dia  que 
el  Papa  habia  de  decir  la  misa ;  el  qual  dia  el  Papa 
salió  aoompafiado  de  muchos  Cardenales,  y  Arzo- 
bispos, y  Prelados,  y  Clerecía,  y  Caballeros  roma- 
nos, dejando  en  el  castillo  muy  buen  recaudo  de 
caballeros  castellanos,  entre  los  qnales  estaba  Don 
Garci-Laso  de  la  Vega,  el  qual  estaba  por  capitán 
y  alcaide  del  castillo,  qne  el  Papa  no  lo  osaba  fiar 
de  otra  nación,  salvo  de  hombres  de  Castilla,  pro- 
Teidos  para  ello  por  el  Bey  Don  Femando  de  Cas- 
tilla ;  y  como  el  Papa  salió|  el  Bey  lo  aguardó  y  le 


É  DOfiA  ISABEL.  683 

fizo  gran  recibimiento  vestido  i  la  francesa  con 
mnohoB  de  los  nobles  de  Francia,  en  la  casa  de  San 
Pedro ;  y  como  llegó  el  Papa  á  la  entrada  del  huer- 
to qne  se  juntaron,  el  Bey  se  inclinó  por  el  suelo,  y 
le  besó  los  pies  y  le  hizo  muy  grande  acatamiento. 
El  Papa  dijo  misa  allí  aquel  dia  al  Bey  y  á  los 
Grandes  de  Francia,  y  el  Bey  dio  allí  aguamanos 
al  Papa,  y  el  Papa,  acabada  la  misa,  dio  la  absolu- 
ción é  indulgencia  plenaria  al  Bey  y  á  los  suyos,  y 
allí  se  despidieron,  y  el  Bey  se  fué  á  la  casa  de  San 
Marcos  ásu  posada,  y  mandó  el  Papa  qne  lo  acom- 
pañasen y  acompafiironlo  hasta  su  posada  de  la 
gente  del  Papa  veinte  y  dos  Cardenales.  El  Bey. 
fué  muy  maravillado  de  la  solemnidad  de  la  misa 
del  Papa,  y  de  las  muy  glandes  riquezas  y  vesti- 
mento,  y  do  los  trajes  de  los  Cardenales  y  de  la 
gente  del  Papa,  y  ovo  mucho  placer  en  ver  las  co- 
sas que  aquel  dia  vido.  Luego  el  dia  de  San  Vicen- 
te, que  fueron  22  de  Enero,  hicieron  sacar  sn  tesoro 
do  sn  moneda  y  poner  en  un  montón  en  Campo  de 
Flora,  dentro  de  la  ciudad,  y  pagó  el  eneldo  de  to- 
dos. Allegó  el  Duque  de  Borbon  al  Bey  y  deman- 
dóle á  Sicilia  ultra  faro,  diciendo  que  le  pertenecía, 
y  el  Bey  dijo  que  vería  los  capítulos  que  tenia  fe- 
chos con  su  hermano  el  Bey  de  Castilla  Don  Fer- 
nando, y  le  respondería. 

CAPÍTULO  GXXXIX. 

De  eono  el  Rey  de  Frénele  psrUd  de  Reme,  é  de  eomo  Don  Anto- 
nio de  Fonseee,  Embalador  de  Espafie,  le  rasfd  los  espUilos 
porque  se  qnltaba  de  lo  espltnlado,  y  de  las  Tillas  qee  el  Rey 
tond  y  de  eomo  llevó  eonslg o  al  Cardenal  Don  César  é  al  terco 
prisionero  del  Papi,  é  de  eomo  se  hayo  Don  Cdstr. 

Despnes  de  dado  el  sueldo,  otro  dia  mandó  el  Bey 
cabalgar  é  partir  de  Boma  toda  su  gente  ¡  y  él  ar- 
mado de  blanco  fué  á  besar  la  mano  al  Papa  é  á  se 
despedir  de  la  casa  de  San  Pedro,  é  descabalgó  y 
entró  ante  un  altar  donde  ol  Papa  estaba ,  é  inclinó- 
se á  él  y  besóle  el  pié  y  así  se  despidió  de  él.  T  el 
Papá  ovo  muy  gran  temor  en  ver  así  humillado  al 
Bey  de  Francia  y  con  tanta  gente ,  y  le  vino  nn 
desmayo  de  grande  vapor ;  el  Bey  se  partió  luego 
de  Boma  con  toda  su. gente,  y  llevó  consigo  á  Don 
César,  Cardenal  de  Valencia,  hijo  del  Papa,  por  Le- 
gado y  por  rehenes,  y  al  g^an  turco  Sizino  ó  Saha- 
bo,  qne  dicho  es,  y  olvidado  de  las  promesas  que 
habia  prometido  por  su  Beal  fee  do  no  tomar  cosa 
de  la  Iglesia,  ni  ser  contra  ella,  ni  contra  el  Papa, 
fué  luego  y  tomó  á  Maríno,  nna  villa  muy  ríca  de 
Boma,  de  los  Coloneses,  que  está  de  Boma  diez  mi- 
llas, y  tomó  á  Fetiche  y  á  Terrachina,  que  son  dos 
villas  del  Santo  Padre,  y  sobre  la  demanda  del  Du- 
que de  Borbon,  francés,  y  por  ver  lo  qne  tenia  ca- 
pitulado con  el  Bey  de  Espafia,  mandó  llamar  al 
Embaxador  del  Bey  Don  Femando,  que  era  Don 
Antonio  de  Fonseca,  hermano  de  Don  Juan  de  Fon- 
seca,  Obispo  de  Córdoba, y  que  iba  allí  con  él  desde 
Francia,  el  qual  pareció  ante  él  Bey  con  los  capítu- 
los, que  no  deseaba  otra  cosa  por  tener  lugar  de  le 
decir  lo  que  debia  y  convenia  al  Bey  de  Espafia,  su 
sofiori  y  puso  los  capítulos  en  la  mano  al  Be^,  é  el 


tu 


OBÓNIOAS  DB  LOS  BB7JB  DK  OASFILLA. 


Bey  le  loe  yoItíó  yae  loe  mandó  leer,  los  qiialea  es- 
taban en  latín ,  y  leyéndoloe  Don  Antonio,  loa  qne 
le  partían  bien  al  Bey  decia,  está  bien  fecho,  y  el 
que  no  le  agradaba,  deda  qne  no  estaba  bien,  y  él 
mesmo  lo  borraba  y  rayaba,  y  ansí  borró  y  óhan- 
celó  siete  capitulos  de  los  qne  eran  necesarios  á  la 
honra  y  pro  del  Bey  Don  Femando  y  de  sos  Beynos 
y  del  Santo  Padre  y  de  la  Santa  Iglesia  de  Boma ;  y 
desque  Don  Antonio  de  Fonseca  vido  borrados  y  da- 
dos por  ningunos  aquellos  siete  capítulos,  y  cómo 
el  Bey  de  Francia  se  quitaba  de  la  verdad  y  prose- 
guía su  interés  y  mal  propósito  contra  el  Papa,  to- 
mándole y  demandándole  lo  de  la  Iglesia ,  dijo  al 
Bey :  «Mirad ,  sefior ,  que  V.  A.  firmó  todos  estos  ca- 
>  pítalos  y  prometió  de  estar  por  ellos ;  y  pues  que 
>no  valen  estos  que  V.  A.  borró,  de  parte  del  Bey 
>de  Bspafia  mi  sefior  digo  que  tampoco  valdrán  es- 
» tos  otros,  y  todos  los  doy  por  ningunos  > :  y  eston- 
ce con  ambas  manos,  como  caballero  muy  esf orea- 
do y  muy  leal  á'su  sefior,  pospuesto  el  temor  al 
gran  Bey,  rasgó  y  hizo  pedasos  todos  los  capítulos, 
y  echó  los  pedazos  en  el  suelo  á  los  pies  del ,  y  se 
inclinó  ante  el  Bey,  y  el  Bey  le  echó  mano  de  loe 
oorbe jones  espantado  de  tal  osadía,  y  le  mandó  y 
dijo :  a  no  te  partas  de  mí ,  porque  no  te  maten» ;  y 
Don  Antonio  no  se  osaba  quitar  de  par  del  Bey,  y  el 
Bey  le  envió  á  poner  en  salvo  en  Boma  oon  un  ca- 
pitán y  gente  que  le  guardaron  y  pusieron  en  sal- 
vo ;  el  qual  luQgo  se  metió  en  el  castillo  do  Sanct 
Angelo,  oon  Garci-Laso  de  la  Vega.  Y  desque  el 
Cardenal  Don  César,  hijo  del  Sonto  Padre,  vido  que 
el  Bey  habia  tomado  aquellas  villas  de  la  iglesia, 
aquella  noche  de  la  toma  de  ellas,  volvió  huyendo 
á  Boma,  é  el  Bey  volvió  á  Boma,  é  volvió  á  pasar  el 
Tíber  por  la  puente  Sixto,  y  tomó  á  Oivitavieja  é  á 
Viterbo,  é  á Montero,  é  á  Torrevacano,  étomó  á  Os- 
tia, qne  es  un  muy  gran  fuerte  que  está  sobre  el  Ti- 
bor, que  se  la  entregó  el  Cardenal  de  Advíncula, 
el  qual  quería  mal  al  Papa  é  andaba  fuera  de 
Boma,  é  por  allí  volvió  el  Bey  á  pasar  el  Tíber,  que 
es  el  rio  de  Boma,  aunque  creo  que  es  un  brazo  del, 
que  después  que  se  despide  de  Boma  se  hace  en 
tres  brazos ;  é  pasado  por  allí  fué  á  el  Águila  é  dio- 
sele,  é  dende  á  Sundi ,  que  es  por  allí  principio  del 
Beamen  de  Ñapóles,  é  diósele  ¡  y  fué  á  San  Qermau, 
y  def endiósele,  cá  era  una  fuerte  villa,  é  comba- 
tióla, é  tomóla  por  fuerza  de  armas,  aunque  era 
muy  murada  y  muy  fuerte  villa,  é  metióla  á  saco- 
mano y  cuchillo ,  como  si  fueran  turcos  ó  moros ,  é 
dende  tomó  á  Traino ;  é  dende  tomó  el  principado 
de  Capuano  ;  é  dende  fué  sobre  Gaeta,  donde  esta- 
ba el  Bey  Don  Alonso ,  el  qual  no  lo  osó  allí  aguar- 
dar, por  la  desconfianza  que  tenia  do  los  caballeros 
dol  reyno,  salvo  dejóla  al  mejor  cobro  que  pudo,  y 
fuese  á  la  ciudad  de  Ñapóles ,  y  el  Bey  de  Francia 
oercó  á  Gaeta  é  tomóla,  algo  por  fuerza,  y  algo  de 
grado  é  querer  que  se  le  dio ,  é  tomó  áSesa,  é  Mola, 
é  prosiguió  el  viaje  por  unas  partes  é  por  otras,  ga- 
nando toda  la  tierra.  Allí  en  Gaeta  murió  el  Gran 
Turco,  ó  le  dieron  con  qué,  ó  de  muy  grande  enojo 
de  verso  preso  é  maltratado  entre  los  franceses, 


porqjse  él  primero  estaba  en  Boma  muy  vidosOí 
annqne  detenido ,  y  á  su  plaomr  y  muy  servido. 

CAPITULO  CKL. 

De  lo  qse  hiio  el  Raf  Don  Aloaio  d«  RApoles  dasqie  fleo  fue  al 
Rof  de  Fnaeia  le  ootrtba  á  mu  aadir  oa  sa  loyao. 

El  Bey  Don  Alonso  no  osó  agoardar  en  Gaeta  al 
Bey  de  Francia,  é  partido  de  allí  fué  á  mas  andar 
á  Ñápeles,  y  demandó  soconro  á  la  ciudad,  y  la  du- 
dad le  respondió  bien,  y  los  caballeros  de  ella  se  le 
ofrecieron  de  le  ayudar  é  poner  por  él  sus  estados 
é  haciendas ;  é  estonce  con  la  mas  gente  que  pudo 
volvió  á  Cápua  á  resistir  el  paso  al  Bey  de  Francia, 
que  venia  enderezado  allí  á  pasar  por  la  puente  de 
la  ciudad,  que  está  sobre  un  gran  rio,  llamado  Yol- 
tumo,  é  cuando  llegó  halló  pasados  los  capitanes 
snyos  al  Bey  de  Francia  oon  toda  la  gente  de  ar- 
mas, especialmente  al  Sefior  Virgilio  Vicino,  sefior  de 
vasallos,  que  era  capitán  general  del  reyno,  é  todos 
los  otros  que  estaban  puestos  para  la  resistencia  del 
Bey  de  Francia ;  y  de  que  vido  toda  la  traición  y  la 
poca  lealtad  de  aquellos  suyos  en  que  él  confiaba  y 
tenia  au  esperanza ,  que  antes  murieran  por  él  que 
no  hacerle  vileza ,  volvióse  á  Ñápeles  con  muy  gran 
dolor  de  su  corazón  viendo  el  perdimiento  de  su 
reyno ,  é  aderezó  luego  de  se  pasar  á  Sicilia,  é  sacó 
sus  tesoros  y  joyas,  é  casa  é  familia,  é  púsolo  todo 
en  las  galeras  de  su  armada ;  y  ovo  quien  dijo,  que 
pues  ya  mas  no  podia  hacer,  que  renunciase  el  rejmo 
en  su  hijo  Don  Femando,  Duque  de  Calabria,  que 
era  mozo  de  menos  de  veinte  afios,  é  muy  esforzado 
y  de  muy  buen  sentido  é  consejo.  Bstonoe  el  Bey 
Don  Alonso  llamó  á  su  hije  Don  Femando  é  le  re- 
nunció el  reyno,  é  se  lo  dio  é  confirmó,  é  crió  nuevo 
Bey,  y  juró  sobre  un  libro  misal  de  nunca  jamás  rey- 
nar  en  Ñápeles,  é  rogó  á  todos  los  caballeros  de  la 
ciudad  que  lo  recibiesen  por  su  Bey  y  sefior  é  le  fue- 
sen leales ,  que  él  creia  que  por  sus  grandes  peca- 
dos permitía  Dios  que  perdiese  d  reyno,  con  lo  qual 
plugo  mucho  á  todos  los  de  la  ciudad ,  é  recibieron 
á  Don  Femando  por  su  Bey  é  le  besaron  la  mano;  é 
esto  así  pasado ,  en  quatro  galeras  cargadas  de  sos 
joyas  y  tesoros,  se  metió  con  su  hijo  el  Bey  Don  Fer- 
nando segundo  ya  dioho,  y  oon  la  Beyna  de  Ñapó- 
les, mujer  que  fué  del  Bey  Don  Fernando  su  padre, 
hermana  del  Bey  Don  Femando  de  Castilla,  é  oon  su 
fija,  hermana  suya ,  que  después,  aunque  tía  y  so- 
brino, casó  con  el  dicho  Don  Femando,  Bey  nueva- 
mente constituido ,  y  oon  todas  sus  joyas  y  familias, 
ó  lo  mas  que  pudieron  llevarse ,  pasaron  en  Sicilia, 
en  la  ciudad  de  Mesina,  y  aun  no  era  partido  el  Bey 
Don  Alonso  de  Ñapóles  ni  entrado  en  las  galeras, 
que  aun  estaba  en  Castílnovo ,  é  vino  por  la  otra 
parte  un  gran  capitán  de  Francia,  llamado  Antonio 
ol  Bastardo,  con  mucha  gente  francesa,  é  de  la  del 
Beamen  de  guerra,  y  en  presencia  del  Bey  Don  Alon- 
so le  abrieron  las  puertas  los  traidores  déla  ciudad, 
é  lo  recibieron  é  alzaron  banderas  por  todas  las 
torres,  diciendo :  o]  Francia,  Francia  I»  é  estonce  se 
metió  el  Bey  Don  Alonso  e^  ui^a  de  sns  quatro  galo* 


rU,  é  itó  poner  iútgo  i  i^M  naos  loyu  que  que- 
daban en  el  puerto,  qne  no  ovo  qaien  lai  poblase,  é 
asi  60  pasó  por  el  faro  en  Sicilia,  donde  eae  propio 
afio  murió  de  dolenda  y  enojo. 

Díjoee  oomunmente  que  el  Roy  Don  Alonso  fué 
causa  de  su  perdimiento,  porque  no  quiso  con  tiem- 
po obedecer  é  llamar  socorro  del  Rey  Don  Fernando 
de  Bspafia  su  primo ;  antes  dedan  que  decia  mal 
de  los  espaSoles  y  de  la  Reyna  Dofiá  Isabel,  y  de- 
dan que  no  tenia  en  nada  á  ninguno,  y  esto  junto 
oon  lo  otro  ayudó  A  su  perdimiento. 

CAPÍTULO  OXLL 

De  li  Meloa  de  los  eepltaaes  del  Rey  Dea  Aleáis. 

Autos  que  el  Rey  de  Frauda  llegase  A  la  ciudad 
de  Cápua,  donde  estaba  d  Oapitan  general  del  Eey 
deNápolss,qué  era  el  Sefior  Virgilio  Vidno,  y  otros 
capitanes  con  la  gente  de  guerra,  lo  salieron  á  reci- 
bir el  mismo  Virgilio  é  los  otros,  é  lo  recibieron  por 
Gefior  é  por  su  Rey,  y  mn  afrenta  ni  combate  lo 
metieron  en  la  dudad  de  Cápua,  que  es  Ilaye  y 
puerta  de  todo  el  Reamen,  é  el  Rey  la  tomó  pacífi- 
camente, é  se  apoderó  della,  é  como  fuese  sabido 
por  toda  la  tierra  de  Bruto  oon  la  Pulla,  se  dieron 
al  Rey  de  Frauda  sin  yer  ninguna  afrenta,  que  son 
muchas  dudados,  é  Tillas,  é  logares;  é  Bruto,  Ifar- 
fedronia.  Carleta,  Ascoll,  Bari  con  Trizana,  Foja, 
Galipol,  Tárente.  No  quedaron  sino  Brindis  y  Otran- 
to.  Diéronse  otras  muchas  dudados.  Ñápeles,  Ve- 
nosa, Marfota,  Altamura,  Astoni,  Leche.  Estas  son 
todas  muy  buenas  dudados,  y  creyó  que  con  solo 
temor  de  él  lo  hadan ,  por  la  cruddad  que  hizo  en 
San  Gorman  y  on  su  comarca,  y  dejó  en  Gaeta  á 
Monsefior  Dulatte,  é  envió  á  la  Pulla  á  Monsefior 
de  Borbon,  é  él  en  persona  fué  á  Ñápelos,  donde  es- 
taba don  Antonio  el  Bastardo,  que  era  capitán  gene- 
ral, é  halló  las  puertas  abiertas,  é  entró,  é  hizo  luego 
poner  cerco  á  los  seis  castillos  que  tione  Ñápeles, 
oonyiene  á  saber:  San  Tolmo,  Gastil  del  Ovo,  Poti- 
faloon.  Capuana,  San  Vicente,  Castilnovo.  De  estos 
oon  poca  afrenta  se  le  dieron  los  quatro,  y  túvose 
Castilnovo,  y  túvose  San  Tolmo  á  merced ,  y  ahor- 
có de  los  que  estaban  dentro,  veinte  y  siete  hom- 
bres espafiolos,  y  ansí  se  apoderó  de  Ñápeles,  y  se 
▼ido  Sefior  ddla,  y  vido  ende  entalladas  las  victo- 
rias del  buen  Bey  Don  Alonso  de  Aragón,  Infante  de 
Castilla,  en  alabastro,  y  otras  muchas  maravillas  y 
antigüedades  de  Ñápelos  j,  las  puertas  fechas  á  mil 
maravfllas  de  oro  é  aaul,  é  fholas  arrancar  de  don- 
de estaban,  é  por  la  mar  enviólas  en  Frauda,  oon 
envidia  I  porque  el  loor  y  fama  de  aquellos  Royes 
de  Ñápeles  de  gloriosa  memoria,  cesase,  y  el  suyo 
se  levantase.  T  habida  la  victoria  de  Ñapólos,  ansí 
de  la  dudad,  que  es  de  las  mas  gentiles  dd  mundo 
y  de  las  más  hermosas  y  ricas  de  todo  el  reyno  del 
orbe  poblado  de  el  mundo,  como  de  toda  la  mayor 
parte  del  Reamen,  enlovado  y  tan  sublimado  fué  de 
▼ana  gloria,  que  se  tituló  y  nombró  Rub  Eegvm  et 
DominMi  éhminanHwn,  Rey  de  Royos,  y  Sefior  de 
los  Sefiores,  título  que  á  solo  Dios  pertenece;  no 


A  DOÍ^A  ÍSABRL  Mi 

miró  lo  que  por  el  espejo  de  la  SaatA  madre  IgSoda 
tenemos :  depoiuit  potente$  ét  éaxditmt  hmiÜa ,  di- 
cho por  Nuestra  Sefiora  la  gloriosa  Víijen  madre  de 
Dios ;  y  lo  que  dijo  la  boca  dd  Redemptor  Nuestro 
al  zviii  capítulo  de  San  Lúeas :  Onmisqui  $e  eooaUat 
humliahiltir;  et  gv»  es  humiUai  exaUáhititr;  y  el 
dervo  mortal  que  usurpa  el  título  á  su  Criador  Dios 
inmortal,  soberano  Rey  de  Royos  é  Sefior  de  Sefto* 
ros,  ved  d  es  raeon  quedar  dn  pena ;  aquí  es  raaon 
dedr  lo  que  dijo  Martin  damero ,  criado  del  Duque 

de  Gandía: 

Diee  deprae  loe  poleatee 
de  its  frtidet  poderloi, 
qaltalet  loe  selorfof 
por  serle  desobedlealee. 
A  los  f  ee  eos  obedientes, 
íl  les  haoe  prospertdes; 
hace  ser  ea  se  aliados 
les  hvmildes  esarieates. 

CAPÍTULO  CXLU. 

De  la  frao  Ufa  oe  se  hito  eeatra  el  Rey  de  Fraaela,  <  de  ts  ba* 
talla  qie  ae  dió  ea  la  Mota  «atre  el  Rey  de  Fraaela  é  el  Rey 
Dea  Feraande  de  Ittpeles  é  Goaialo  Fenaadei,  é  de  otras 
eosaf. 

Bien  sabds  que  desque  el  Boy  Carlos  partió  de 
Frauda  para  la  Italia^  nunca  se  despidió  ni  apartó 
del  el  Embaxador  de  Espafia  Don  Antonio  de  Fonse« 
ca,  ya  dicho ,  fasta  Roma,  y  llegado  el  Roy  en  Ro- 
ma, ya  es  dioho  de  los  deseondertos  que  hiso,  y  oo« 
mo  fué  contra  la  Iglesia  y  contra  el  Papa,  y  no  cum- 
plió lo  capitulado  del  oompromiso  que  háUa  firmado 
y  prometido  al  Rey  Don  Femando  de  Espafia,  por 
lo  qual  Don  Antonio  de  gran  loor  le  rompió  los  capí* 
tules  delante,  en  que  se  quebrantó  la  amistad  de  los 
dos  muy  grandes  Reyes,  é  se  ▼oMó  en  enemistad, 
é  luego  Don  Antonio  le  fiao  saber  al  Rey  de  Espalla 
todo  lo  que  en  Roma  y  en  Italia  era  paséio,  para 
que  proveyese  oomo  á  su  honra  y  Estado  convenía. 
Y  d  Papa  muy  quejoso,  injuriado  y  robado,  se  que- 
jó al  Rey  de  Eq>afia  y  á  toda  la  Sefioría  de  Itdia 
que  se  adoleciese  de  Roma ,  que  era  cabeaa  de  la 
Igloda  y  de  la  christiandad,  y  recontando  á  cada  uno 
las  demasías,  los  robos,  las  injurias  que  d  Rey  de 
Francia  con  la  gente  francesa  habia  f eoho ,  y  fads 
de  cada  dia,  y  rogándoles  y  mandándoles  que  In^go. 
fioiosen  liga  y  hermandad  contra  él  para  lo  echar  de 
la  Italia ,  la  qual  luego  fué  fecha  ¡y  concertada, 
y  fueron  en  ella  el  Papa  mesmo ,  y  el  Rey  Don 
Femando  de  Espafia,  el  Duque  de  Hilan,  la  Se- 
fioría de  Veneoia  con  el  estandarte  de  8.  Marcos, 
y  otras  muchas  oefiorías  y  reynos ,  los  qudes  luego 
se  puderon  todos  en  armas  contra  el  Rey  de  Frau- 
da, y  se  puderon  con  sus  tierras  al  ejerddo  de  la 
guerra,  y  el  Rey  Don  Femando,  así  como  sopo  de  los 
capítulos  rompidos  antes  de  la  liga  conoertada,  lue- 
go proveyó  é  envió  á  Gk)nsalo  Femandes ,  segundo 
hijo  de  la  noble  casa  de  Aguilar,  con  setedentos  de 
á  caballo  é  tres  mil  peones  al  socorro  do  Ñápeles, 
por  cuanto  en  lo  capitulado  era  la  amistad,  con  con- 
didon  de  que  el  Rey  de  Frauda  no  fuese  contra  la 
IgHria  ni  contra  d  Papa,  lo  qual  así  oomo  fué  en 


m 


ÓRÓNIGAS  m  íiOS  BETÉ8  DB  OASeíHtL 


Boma  quebranta  oí  dicho  Rey ;  y  aun  eoando  le  le- 
yeron delante  del  loa  capitnloa  firmádoa  de  aa  nom- 
bre, no  ae  qniao  retraer  ni  enmendar  dello,  antea 
borró  como  dicho  ea  aiete  capftaloa ,  y  temiendo  lo 
qnal  él  fíao  qne  lo  haría  é  por  amparo  y  guarda  de 
Sicilia,  el  Bey  proreyó  de  Eapafia  antea  de  tiempo, 
lo  qne  faó  á  tiempo,  á  dicho  Ctonzalo  Fernandez 
con  la  dicha  gente  eapafiola ;  y  el  amiatad  quebra- 
da ,  mandó  en  todoa  ana  Beynoa  pregonar  guerra 
contra  Francia,  y  proaiguiendo  la  liga,  Qonaalo  Fer- 
nandas arribó  con  toda  au  gente  en  Sicilia  Ultrafaro, 
Beyno  del  Bey  Don  Femando  de  Espafia.  B  íutocó 
la  gente  de  Sicilia  con  cartaa  del  Bey  Don  Femando, 
é  juntóae  con  el  Bey  mozo  de  Nápolea  Don  Femando 
Segundo,  é  fué  é  deadndió  en  tierra  en  el  Beamen 
de  Nápolea,  é  juntaron  au  gente  el  Bey  moso  éOon- 
salo  Femandea,  é  habia  en  au  favor  trea  mil  hom- 
brea de  armaa  de  Sidlia;  y  el  Bey  de  Francia,  dea- 
que  aupo  la  venida  del  Beamen  de  aquella  gente, 
fueae  á  la  Mota  á  bnaoar  á  Qonzalo  Femandei  para 
pelear,  y  allí  ae  hallaron  loa  nnoa  con  loa  otroa,  éhu- 
bieron  au  batalla,  é  pelearon  muy  valientemente  loa 
•  f  ranoeaea  con  Qonzalo  Femandea  é  con  el  Bey  de 
Nápolea  el  moco,  la  qnal  batalla  fué  muy  bien  refii- 
da  de  ambaa  partea,  y  loa  íranoeaea  fueron  vence- 
dorea,  y  Qonzalo  Femandea  oon  la  gente  eapafiola 
é  él  Bey  Don  Femando  fueron  vencidoa ,  y  eatonce 
Martin  Alonao,  y  Pedro  de  Paa,  y  Diego  de  Arella- 
no,  eapafiolea,  capitanea  de  lá  gente  de  Eapafia  con 
Gk>nzalo  Fernandez,  como  hombrea  dieatroa  en  la 
guerra,  conocieron  aer  venddoB  por  defecto  de  ao 
haber  flojamente  en  la  batalla  algunoa  de  au  favor 
é  batallaa ;  reoojieron  é  rehicieron  aeiacientoa  de  á 
caballo,  é  volvieron  de  aúpito  aobre  loa  f  ranoeaea,  é 
ovieron  otra  vez  batalla,  é  volvieron  Qonzalo  de 
Córdoba  é  el  Bey  Don  Fernando  á  la  batalla  á  aocor- 
rer  á  loa  auyoa  con  toda  la  gente  que  habia  huido  y 
oacapado  de  la  batalla  primera,  é  pelearon  de  tal 
manera  qne  vencieron  á  loa  franceaea  é  loa  deabara- 
taron,  é  Qonzalo  Femandez  y  él  Bey  Don  Femando 
el  mozo  quedaron  aefiorea  del  campo,  é  lo  cojieron, 
donde  ovieron  mnchoa  caballea  é  armaa  é  muy  gran 
preaa,  é  murieron  en  aquélla  batalla,  aegun  lo  que  ae 
pudo  aaber  é  dijo  en  ambaa  á  doa,  doce  mil  france- 
aea ó  -poco  maa  ó  menoa,  y  de  lá  gente  de  Qonzalo 
Fernandez  é  del  Bey  mozo  quatrocientoa  de  á  caba* 
lio  y  aeteoientoa  peonea.  E  en  eate  medio  tiempo  vi- 
no la  nueva  al  Bey  de  Francia  de  la  gran  liga  qne 
era  fecha  oontra  él,  é  aun  tenia  doa  caatilloa  de  Ná- 
polea por  tomar,  qne  ae  le  no  habían  dado,  Capaa  é 
Pizif  aleone;  é  como  aupo  la  nueva  de  la  liga,  guar- 
neció todaa  laa  fortalezaa  que  tenia  de  gente  de  ar- 
maa é  artillería,  é  oon  gran  temor  dio  la  vuelta  á 
Qaeta,  é  dende,  cojida  au  hueate,  comenzó  au  viaje 
para  Francia,  é  vino  y  entró  con  toda  au  gente  por 
la  ciudad  de  Boma,  y  no  halló  al  Papa  en  Boma,  que 
anai  como  aupo  de  au  vuelta  no  lo  oaó  alli  aguardar, 
é  dejó  á  Qardlaao  de  la  Vega ,  Embazador  del  Bey 
de  Eapafia,  por  Alcayde  del  Oaatillo  de  Sanct  Angelo 
con  otroa  muchoa  eapafiolea,  que  no  ae  fiaba  de  otra 
pación,  é  fueae  á  au  dudad  de  Peroaa  huyendo,  por 


no  aer  maa  afrentado  dól.  ¿  entrada  la  geoie  ¿ráil- 
ceaa  en  la  dudad  de  Bo^u^  como  gente  muy  cruel  y 
de  mal  conderto,  ai  primero  le  fideron  mnchoa  ma- 
lea, y  fueizaa  y  roboa,  muy  peor  lo  volvieron  á  fa- 
cer en  eata  vuelta,  ca  eatu  vieron  en  punto  de  meter 
la  dudad  á  fuego  y  aangre,y  fideron  mnchoa  roboa; 
y  metieron  muchaa  caaaa  y  palacioa  de  caballeroa  á 
aaoomano,  y  mataron  muchoa  varonea  romanoa,  y 
forzaron  muchaa  mujerea  caaadaa  y  vírgenea,  y  ma- 
taban aobre  ello  á  ana  marídoa  é  padrea,  y  robában- 
lea  laa  caaaa  á  loa  que  huian  á  laa  igleaiaa,  y  allí  ain 
temor  de  Dioa  loa  degollaban  y  mataban,  aunque  ae 
abrazaban  á  laa  imágenea  de  loa  aantoa ;  y  de  laa 
miamaa  igledaa  robaban  ouanto  hallaban,  y  por  mu- 
chaa quejaa  que  iban  de  elloa  al  Bey  de  Francia  no 
curaba  de  lo  remediar  ni  caatigar.  Deaque  paaaron 
de  Boma  prodguiendo  ana  oraeldadea  en  Toacanela, ' 
qne  ea  nna  dudad  del  Papa,  fideron  muy  grandea 
dafioa  y  oraeldadea,  y  forzaron  muchaa  mujerea,  y 
robaron  la  dudad  y  laa  igleaiaa  ddla,  y  derramaron 
en  ella  mucha  aangre;  y  ad  por  donde  aquella  gen- 
te mal  gobemada  iban,  no  era  aino  oomo  fuego,  y 
aonópor  toda  la  Italia  ana  craddadea,  y  toda  la  gen- 
te de  la  tierra  alborotada  y  amedrantada  ae  ponia  en 
armaa  para  ae  defender,  ó  algunoa  fuián  de  au  en- 
cuentro, y  otroa  mnchoa  ae  puderon  en  armaa  y  lea 
aalieron  á  lea  ofender.  E  alejadoa  maa  acá  de  Boma 
en  laffoacana,  malpararon  áSena  y  Piaa  é  otraa  dn- 
dadea  Ó  villaa  Ó  Ingarea  de  la  Toacana,  and  como  en 
Montefortino  y  en  Monte  San  Juan,  que  fideron  mu- 
chaa oraeldadea  ó  roboa,  do  lo  qual  pareció  que  non 
plugo  á  Dioa  qne  ae  fueacn  ain  hacer  enmienda. 

CAPÍTULO  CXLÜL 
Cdmo  fué  áetbaraUdo  el  Hay  Cirios  en  la  lulU. 

Despuea  de  haber  catado  el  Bey  de  Francia  on 
Boma  y  en  el  Beamen  de  Nápolea  poco  maa  de  ada 
meaea,  en  el  qual  tiempo  ganó  é  ae  dio  todo  el  reyno 
de  Nápolea ,  ó  fizo  laa  f  norzaa  é  ainrazonea  á  ida  y 
venida  en  Boma  y  au  tierra,  en  eata  vuelta  que  die- 
ron por  medio  de  la  liga,  é  llegado  el  Bey  Ó  loa  au- 
yoa en  tierra  de  Qónova  á  Pontremol,  en  el  mea  de 
Julio  del  afio  aobredicho  de  1495,  aalió  un  capitán 
de  la  liga,  llamado  Micer  Juan  de  BenteboUa,  capi- 
tán de  Bolofia,  con  ochodentoa  de  á  caballo  é  con 
cierta  gente  de  á  pié,  é  dio  con  el  fardaje  del  Bey  de 
Francia  en  un  puerto,  qne  iban  á  hilo,  é  mató  mu- 
choa de  loa  franceaea,  é  deapojó  ó  tomó  gran  parte 
dd  fardaje  Ó  de  la  artillería  é  quedóae  oon  dio.  É 
d  Bey  y  la  gente  franceaa  no  ceaaron  de  andar  ade- 
lante cuanto  maa  podían,  por  aalir  de  la  tierra  áspe- 
ra, y  porque  ya  creian  haber  otroa  mayorea  encuen- 
troa  qne  aquel,  y  aaliendo  cerca  de  Parifia  en  d  lla- 
no, aalió  en  el  encuentro  el  Marquéa  de  Mantua,  ca- 
pitán de  venecianoa,  con  mucha  gente  de  armaa  de 
á  pió  é  de  á  caballo ,  é  aalió  d  Duque  de  Milán  de 
otra  parte,  eao  meamo,  oon  mucha  gente  de  armaa 
é  peonaje,  pueata  á  punto  de  dar  batalla  de  concier- 
to con  el  dicho  Marquéade  Mantua;  é  loa  franceaea 
deaque  vieron  el  paao  tomado,  é  no  podian  paaar  ain 


Í)61}  irasítNANbO 

IbaUll*,  B6  pnsieron  en  eon  de  la  dar,  é  de  oonflejo  de 
un  caballero  italiano ,  llamado......  echaron  todo  el 

fardaje  é  carmaje  de  las  bestias  adelante,  para  qae 
se  deta viesen  é  embarazasen  á  robarlos  italianos  de 
la  liga,  mientras  el  Rey  hnia  y  pasaba  el  rio ;  é  Ine- 
go  machos  comenzaron  de  robar  y  detenerse  en  ello, 
é  otros  dieron  batalla  y  pelearon,  donde  faeron  ma- 
chos mnertos  de  ambas  partes,  é  aun  el  Rey  fué  he- 
rido nn  poco  en  la  cara  de  ana  lanza ,  qae  lo  hirió 
nn  caballero  gentil-hombre  italiano,  é  á  causa  del 
robar  se  orieron  flojamente  los  italianos.  El  Rey  tavo 
lugar  de  pasar  el  rio  del  Pó,  qae  pasa  por  allí ,  qae 
es  an  gran  rio  y  de  machas  aguas  cuando  crece,  y 
pasó  con  harta  priesa  y  peligro  de  su  persona  él  é 
todos  los  que  pudieron  pasar  de  los  suyos  huyendo, 
é  toda  su  gente  que  llevaba  consigo  fué  allí  desba* 
ratada  aquel  dia,  é  muerta,  é  despojada,  6  los  que 
escaparon  fueron  huyendo  de  noche  y  de  dia  por  los 
montes.  El  Rey  aportó  en  cabo  de  ciertos  días  basta 
después  de  verse  andar  perdido  noches  y  días  por 
los  bosques  y  montes,  y  aun  algunos  dicen  que  si  el 
rio  no  creciera  como  él  ovo  pasado ,  que  él  fuera 
muerto  ó  preso,  é  aun  se  dijo  que  aportó  A  Este  en 
cabo  de  siete  dias  A  pié,  en  su  cabo ,  que  está  cin- 
qflenta  millas  de  donde  fué  la  batalla ;  no  sé  si  fué 
verdad ,  empero  el  Rey  y  todos  los  que  escaparon 
con  la  vida  que  no  fueron  presos  de  sus  franceses, 
todos  aportaron  A  la  ciudad  de  Hasto ,  que  es  de 
Francia.  Los  dichos  Duque  de  Milán  ó  Marqués  é 
sus  gentes  fueron  vencedores  en  esta  batalla,  é  ovie- 
ronmuy  gran  cabalgada  de  caballos  é  acémilas ,  é 
artillería,  é  armas,  é  oro,  é  plata,  é  otras  muchas  co- 
sas. Allí  ovo  el  Duque  do  Milán  la  bandera  del  títu- 
lo, que  deda :  Rex  Regum,  Dominus  donUnantiuni:», 
la  cual  era  la  principal  bandera  del  Rey.  Esta  bata- 
ifa  se  dio  é  f  aé  cerca  de  una  villa  del  Duque  de  Mi- 
lán que  llaman  Fornova,  y  pasa  aquel  río  llamado  el 
Pó,  que  es  muy  grande ,  en  el  qual  se  anegaron  y 
ahogaron  aquel  dia  muchos  franceses  huyendo  por 
pasar  y  escapar,  é  otros  peleando.  Ved  cuan  presto 
el  Rey  GArlos  é  su  gente  ovieron  el  pago  é  galardón 
de  su  soberbia  é  crueldades  que  ñcieron  en  Roma  é 
sus  tierras,  siendo  contra  la  Iglesia  y  contra  el  Pa- 
pa, robando  y  derramando  sin  causa  la  sangre  ino- 
cente de  los  de  San  (Merman  é  de  los  otros  lugares. 
Ved  cuan  gran  castigo  Nuestro  Sefior  permitió  que 
dello  oviese  el  Rey  de  Francia,  donde  por  ejemplo 
quedarA  para  siempre  que  un  Rey,  el  mayor  de  la 
christiandad,  fuese  asi  vencido  y  perdido,  sólo  por 
los  montes ,  A'pié  y  muerto  de  hambre  y  de  sed,  y 
padecido  sin  honra,  en  cabo  de  siete  dias,  por  se  mo- 
ver sin  tener  razón  y  justicia,  de  lijero  movimiento, 
tantas  jornadas  de  su  tierra,  faciendo  mal  por  tier- 
ra de  chrístianos ;  é  aquí  parece  muy  bien  lo  que  dijo 
el  dicho  Martin  Clavero  en  persona  del  Rey  GArlos 
de  Francia! 

liay  tristes  fneron  las  flestu 
Qae  Bes  dio  la  Leaibartfla : 
Mi  ánima  triste  scntia 
Éil  ?eees  la  crsel  Diserte} 
Aqaella  batalla  fserte 
Pe  aqael  unfíiseso  dli. 


i  DoiSfA  ISAéSit. 


éát 


Rey  glorioso,  iqné  sentí 
En  lo  mas  alto  sentado» 
Desqoe  oto  eonqnistado 
Aqnel  Rey  no  q«e  vendt 
I  Oh  enin  presto  le  perdí. 
Sin  foxar  del  qnatro  meses» 
Por  los  falsos  entremeses 
De  fortnna  contra  mil 

Allí  donde  se  dio  la  batalla  estA  una  villa  que  se 
llama  Fornova,  es  en  el  Ducado  de  Milán ,  y  va  un 
gran  río ,  donde  se  anegaron  muchas  gentes. 

CAPÍTULO  GXLIV. 
Como  faé  presa  la  armada  de  la  mar  del  Rey  de  Franela* 

Aquel  proprodia  del  vencimiento  de  la  batalla  su- 
sodicha, viniendo  el  armada  del  dicho  Rey  de  Fran- 
cia por  la  mar  cerca  de  Genova,  salló  la  grande  ar- 
mada de  genoveses  é  del  Rey  de  Espafia,  vizcaínos 
é  de  otras  naciones  do  la  liga ,  é  la  prendieron  é  to- 
maron toda,  de  donde  ovieron  infinitas  riquezas,  que 
valió  mAs  de  cien  mil  ducados ;  y  debéis  saber  que 
allí  venian  todas  las  antiquitates  y  cosas  riquísimas 
y  gentiles  entalladas  en  alabastro,  'y  las  puertas  do- 
radas y  las  otras  bellas  cosas  de  KApoles,  que  el  Rey 
GArlos  había  quitado  de  sus  lugares  donde  estAn 
asentadas,  é  las  embarcó  para  enviar  en  Francia  en 
sefial  de  vendmiento,  y  "^etiia  toda  la  artillería  de 
NApoles,  que  era  la  mas  hermosa  del  mundo,  toda 
de  cobre,  la  qual  toda  venia  cargada  en  galeras  y 
galeazas,  y  desque  se  supo  que  habiade  venir  aque- 
lla armada  de  Francia  con  aquellas  cosas  ricas  de 
NApoles,  siempre  la  aguardaron  la  armada  de  los 
genoveses,  é  vizcaínos,  é  espafioles,  ó  gente  de  la  li- 
ga, que  estaban  de  la  parcialidad  é  favor  del  Rey 
de  NApoles ,  y  los  franceses  desque  vieron  A  el  en- 
cuentro la  dicha  armada,  fneron  al  puerto  de  PisSi 
y  allí  los  genoveses  y  vizcaínos  pelearon  con  los 
franceses  muy  f aertemente,  y  vendéronlee  y  tomA- 
ronles  toda  la  flota  y  cuanto  traían,  y  los  franceses 
saltaron  en  tierra  los  que  pudieron,  y  escaparon  las 
vidas,  y  todos  los  otros  fueron  presos  é  echados  en. 
las  galeras. 

CAPÍTULO  OXLV. 

Del  eereo  de  Novara,  y  del  eereo  de  Saífu^ 

Cuando  elReyCArlos  pasó  por  la  Lombardía  para 
Roma  quedó  el  Duque  de  Orlíens  su  tic  en  Novara, 
que  es  en  el  Ducado  de  Ifilan ,  que  es  suya,  que  él 
no  fué  A  Roma  ni  A  NApoles,  y  al  tiempo  que  el  Rey 
GArlos  fué  desbaratado,  eso  mesmo  estaba  allí,  y 
desque  los  de  la  liga  fueren  vencedores,  el  Duque 
de  Milán  y  el  Marqués  de  MAntua  lo  cercaron  allí, 
é  tuvieron  cercado  hasta  que  el  Rey  de  Francia  fué 
A  Francia  é  se  tornó  A  rehacer,  é  volvió  A  lo  descer- 
car y  lo  sacó  de  allí  por  partido,  y  estonces  pusie- 
ron tregua  entre  el  Rey  de  Francia  y  los  de  la  li- 
ga por  ciertos  meses,  y  con  condición  que  acabadas 
aquellas  habíanle  poner  otras  treguas  generales;  y 
aquellas  cumplían  en  ñn  del  mes  de  Octubre  y  dos 
dias  antes,  y  las  generales  se  habían  de  asentar  el 


ééé 


ÜBÓÍllÓAB  DÉ  tos  ÜViÉa  DÉ  OAfinLLÁ. 


di*  de  Todod  loa  Sttiiog,  afio  de  1496,  y  loe  france- 
eee  antee  qne  ae  aaeniaaen  yinieron  deaalto  podero- 
aaroente  á  Salsea  enCatalafiai  é  entráronla  por  f  aer- 
ea de  armaa,  é  mataron  é  prendieron  coantoa  en  ella 
eataban.  Esto  fué  en  30  diaa  del  mea  de  Octubre  de 
1496|  oomo  adelante  maa  largo  dirá. 

CAPÍTULO  OXLVI. 
De  d  Rey  Doa  Jaaa  de  PortngiL 

• 

Afio  de  1495  mnríó  el  Bey  Don  Joan  de  Portugal, 
y  auoedióle  en  ék  reyno  an  primo  Don  Manuel,  Duque 
de  Viaeo,  hijo  del  Infante  Don  Femando,  hermano 
que  fué  del  Bey  Don  Alonao ,  que  entró  en  Oaatilla, 
padre  del  dicho  Bey  Don  Juan;  el  qaú  dicho  Don 
Manuel  ae  halló  el  más  cercano  y  lejitimo  en  la  línea 
Beal  de  Portugal ;  é  caaó  primera  Tez  con  Dofia  Isa- 
bel, Princeaa  que  habia  sido  de  Portugal,  fija  prime- 
ra del  Bey  Don  Femando  é  de  la  Beyna  Dofia  Isabel, 
Beyes  de  Espafia ,  é  segunda  vez  con  Dofia  Mada, 
fija  de  los  dichos  Bey  é  Beyna,  hermana  de  la  dicha 
Dofia  laabel,  según  se  dirá  donde  oouTiene. 

CAPÍTULO  OXLVIL 

De  como  el  Rey  D.  Penando  II  giad  á  Rapóles,  ¿  Goiulo  Pe^ 
neadez  vencieron  U  batalU. 

El  Bey  Don  Femando  de  Niales,  segundo  deste 
nombre,  después  de  la  batalla  yencida  é  salido  el 
Rey  Carlos  del  Beamen  para  su  tierra,  él  y  Gonzalo 
Fernandez  rehicieron  su  gente  é  allegaron  aeteoien- 
toa  hombrea  de  armas ,  é  seiscientos  ginetes,  ó  qua- 
tro  mil  hombrea  de  á  pié,  á  que  llaman  allá  Infan- 
tes, é  oomenzaron  de  hacer  la  guerrea  la  gente  fran- 
cesa que  habia  dejado  el  Bey  Carlos ,  el  qual  habia 
dejado  mas  de  quince  mil  hombres  de  armaa  y  de 
guerra ,  y  con  elloa  los  Prínoipea  de  Salomo  y  Besi- 
niano,  naturalea  del  reyno,  traidorea ,  que  cada  uno 
de  ellos  tenia  tanta  gente  como  el  Bey  Don  Feman- 
do mozo  susodicho,  é  apartados  el  Bey  por  un  cabo 
é  Gonzalo  Fernandez  con  la  gente  espafiola  por  otro, 
f aoian  la  guerra;  el  Bey  vino  sobre  la  ciudad  de 
Ñapóles  lo  mas  poderoao  que  pudo,  é  abriéronle  laa 
puertas,  é  tomóla  sin  lanzada  é  sin  combate ,  oomo 
primero  se  habia  perdido ,  é  fizo  poner  cerco  á  los 
castillos,  é  diéronse  en  breve  tiempo  Castilnovo,  é  la 
torre  de  San  Vicente,  é  Petif  alcon,  é  liizo  venir  lue- 
go á  las  seftoras  Beynas  la  Beyna  Dofia  Juana,  que 
fué  segunda  mujer  de  au  abuelo,  é  su  fija  Dofia  Jua- 
na, con  la  qual  se  casó,  é  con  sus  familias  é  casas 
las  aposentó  en  Caatiinovo,  Gonzalo  Femandez  con 
su  gente  espafiola  y  con  la  otra  que  traia  á  su  cargo 
hizo  en  aquel  año  de  95  é  en  el  de  96  muchos  des» 
trozos  en  los  franceses,  é  ganóles  muchaa  ciudadea, 
é  villas,  é  castilloa  que  estaban  por  ellos  en  la  Cala- 
bria é  en  la  Pulla  ;  é  ovo  batalla  con  el  Virey  fran- 
oéa  Moaiur  de  Obeni,  campal,  de  la  qual  Gonzalo 
Fernandez  fué  vencedor  y  el  Virey  vencido ,  é  mu- 
rieron en  aquella  batalla  mas  de  mil  franceses,  é 
Gonzalo  Fernandez  é  loa  suyos  cojieron  el  campo, 
donde  ovieron  gran  presa  é  deapojoi  é  muchos  cá- 


belos é  armas,  de  donde  Gonzalo  Pemandea  rehiló 
au  gente,  é  hizo  muchoe  hombrea  de  armaa,  é  fué  é 
puso  cerco  á  Beainiano,  é  ovo  otraa muchas  pelease 
victorias  contra  los  franceses ,  de  que  siempre  fué 
vencedor,  en  tal  manera,  que  en  todo  el  Beamen  loa 
contrarios  hablan  del  gran  temor,  y  él  Bey  Feman- 
do lo  hizo  luego  Duque  de  Monte  Gargano. 

CAPÍTULO  GXLVnL 

De  lo  qne  biso  el  Rey  Don  Feraaado,  é  del  coreo  de  Gteln. 

El  Bey  Femando  siguiendo  oomo  comenzó  de 
reynar,  desque  tuvo  la  dudad  de  N^lea  recobrada, 
por  recobrar  el  Beamen  maa  preato,  envió  aua  em- 
baxadorea  á  ae  concertar  con  la  Sefioria  de  Venecia 
y  Genova,  y  les  empefió  trea  ciudadea  por  doaoien- 
toa  cinqfienta  mil  ducados,  é  enviáronle  al  Marquéa 
de  Mantua  con  setecientos  hombres  de  armaa  é  mil 
peones  pagados  por  seis  meses,  é  enviáronle  al  Se- 
fior  Gerónimo  Tocavilla,  con  aetecientos  caballea 
lijaros  é  otros  mil  peones  pagadoa  por  aeis  meses,  é 
vinieron  en  Ñápeles  en  veinte  y  dos  galeazaa  en  el 
comienzo  del  afio  de  1496;  é  laa  ciudadea  que  el 
Bey  empefió  é  entregó  á  la  Sefioría  de  Venecia  para 
pagar  esta  gente,  fueron  Brindis,  é  Otranto,  é  Mo- 
nopoli;  é  duró  la  guerra  en  el  Beamen  todo  lo  que 
quedaba  del  afio  de  1495,  deaque  el  Bey  de  Francia 
aalió,  é  todo  el  áfio  de  1496.  En  fin  de  Febrero  de 
1496  ae  acabaron  de  dar  los  castilloa  de  Nápolea 
que  quedaron  á  la  postre,  conviene  á  saber,  Caatil 
del  Ovo  é  San  Telmo,  é  Capuana,  é  diéronse  á  par- 
tido que  los  pusiesen  seguros  en  Marsella,  é  anal  ae 
fizo :  quedaron  por  ganar  la  ciudad  de  Gaeta  é  el 
castillo  de  Salemo,  aobre  loa  qualea  el  Bey  tenia  soa 
cercos  bien  fuertes  Ó  baatecidoa.  En  este  tiempo 
acaecieron  muchaa  coaas  en  la  Italia  aobre  eata 
guerra,  que  aerian  muy  luengaa  de  contar.  Por  mar 
y  tierra  el  Duque  de  Milán  guardaba  que  por  tierra 
el  Bey  de  Francia  no  podia  aocorrer  á  Gaeta  ni  á 
la  gente  de  Francia  que  estaba  en  el  Beamen.  Laa 
annadaa  de  Espafia  é  de  la  liga,  que  andaban  por 
la  mar,  no  dejaban  entrar  socorro  por  la  mar  á 
Gaeta,  é  en  el  mes  de  Diciembre  de  1495  vino  una 
armada  de  Francia  con  mantenimientos  y  vituallas 
en  Bocorro  de  Gaeta,  é  cataba  la  ahnada  de  Espafia 
en  contra ;  el  Conde  de  Trebento  y  otroa  capitanea 
de  ella  con  el  tiempo  no  pudieron  esousar  ni  defen- 
der la  entrada  en  Gaeta  á  seis  naoa  franoesaa  con 
el  refresco,  é  otras  se  volvieron,  que  no  pudieron 
entrar;  é  estonces  el  Conde  é  los  otros  capitanea  to* 
marón  una  nao  franceaa  con  trescientos  hombrea 
de  pelea,  é  mil  é  trescientos  quintalea  de  pan-bizoo« 
cho,  y  setecientos  presutos,  que  son  tocinos,  é  se* 
senta  y  cinco  botaa  de  vino  y  otraa  muchaa  vitua* 
lias;  y  en  este  tiempo  estaba  por  capitán  sobre 
Gaeta  el  Principe  Don  Federico,  tio  del  Bey,  por 
tierra,  y  el  armada  de  Espafia,  catalanes  y  espafio- 
les  y  vizcaínos  por  la  mar;  y  ansí  estuvo  cercada 
Gaeta  parte  de  el  afio  de  1495,  que  se  tomó  despuea 
de  la  muerte  de  el  dicho  Bey  Don  Fernando, 


•  •» 


■**  9. 


CAPÍTULO  CXLIX. 
Da  ana  fran  lloTia. 


Aoaeoió  en  Roma  un  diluvio  ó  tempestad  de 
aguas  súpitamente,  á  diez  dias  de  Diciembre  de 
1495  afios,  qne  faé  una  cosa  muy  espantable,  que 
cayó  tanta  agua  del  oielo  en  tan  breve  espacio,  que 
en  Camponason  pudiera  andar  una  nao  de  duelen- 
tas  botas,  7  á  los  bancos  desde  las  finiestras  toma- 
ban el  agua  con  la  mano;  y  demás  en  Santiago  de 
los  espafioles  subió  un  codo  el  agua  sobre  el  altar; 
y  decían  qne  habia  |iecho  de  dafio  mas  de  un  mi- 
llón de  ducados. 

CAPÍTULO  CL. 

De  la  mserte  del  Rey  Don  Femando. 

Don  Femando,  el  Bey  de  Ñápeles,  el  segundo  de 
tsl  nombre,  comenzó  de  reynar  en  Ñápeles  desde  el 
comienzo  del  afio  de  1495,  que  su  padre  le  renun- 
ció el  reyno,  y  casó  con  la  hija  del  Rey  Don  Feman- 
do su  abuelo,  primero  de  este  nombre.  Rey  de  Ñá- 
peles, é  hija  de  su  segunda  mujer,  hermana  del  Rey 
Don  Femando  de  Espafia.  Este  Rey,  habiendo  reco- 
brado la  ciudad  de  Ñápeles  é  la  mayor  parte  del 
reyno  con  muchos  trabajos  é  con  la  ayuda  de  Espa- 
fia ó  de  sus  amigos  é  teniendo  el  cerco  de  Gaeta,  en 
el  qual  estuvo  Gonzalo  Fernandez  de  Aguilar,  Gran 
Capitán,  con  la  gente  de  Espafia,  murió  temprana 
muerte  á  trece  dias  de  Diciembre  del  afio  de  1496 
afios,  dia  de  Santa  Lucía,  en  la  ciudad  de  Puzzol, 
decían  que  atozicato,  ó  como  fuese  su  desventura. 
Quedó  la  Reyna  su  mujer  desdichada,  quejosa  de  la 
fortuna  de  su  madre  la  Reyna  Dofia  Juana,  y  del 
Príncipe  Don  Federico  su  hermano,  al  cual  quedó  la 
sucesión  del  Reyno  por  estonces;  y  á  este  tiempo  los 
de  Gaeta  no  se  podían  sostener,  y  andaban  en  par- 
tidos en  vida  del  dicho  Rey,  é  no  se  habían  podido 
concertar;  y  muerto  Don  Femando  comenzó  de  rey- 
nar en  Ñápeles  Federico,  segundo  hijo  del  Rey  Don 
Femando  primero,  é  luego  fizo  partido  con  los  fran- 
ceses, é  le  dieron  la  ciudad,  é  escaparon  con  sus  vi- 
das, é  f  uéronse  en  Francia  á  do  quisieron. 

CAPÍTULO  CLI. 

De  como  «omenxó  á  reinar  Federico  en  Nipolea. 

Don  Federico,  hijo  del  Rey  Don  Fernando  de 
Ñápeles,  comenzó  de  reinar  en  Ñápeles  desde  el 
dia  de  Santo  Thomó  Apóstol,  21  dias  del  mes  de 
Diciembre  afio  de  1496,  después  de  la  muerte  de  su 
sobrino  el  Rey  D.  Femando  el  mozo,  el  qual  reci- 
bieron por  su  Rey  los  caballeros  y  comunidades  del 
reino  de  Ñápeles,  y  el  Gran  Capitán  de  Espafia 
Gonzalo  Femandez,  é  siendo  Rey  luego  perdonó  á 
los  Duques  de  Sáleme  é  Besiniano,  que  habían  sido 
traidores  á  los  Reyes  de  Ñápeles  su  hermano  y  so- 
brino, é  ansí  fueron  luego  á  él  é  le  dieron  el  galar- 
dón que  suelen  dar  los  tales,  é  en  comienzo  de  su 
reynar  se  dio  la  ciudad  de  Gaeta,  que  habia  estado 


DOJ»  t*ERtÍAKDO  É  DO^A  ÍSA6eL  6fté 

mucho  tiempo  cercada,  é  Gonzalo  Fernandez,  él 
Gran  Capitán  de  Espafia,  le  dejó  todo  el  reyno  de 
Ñápeles  ganado  é  obediente,  é  quedaron  las  susodi- 
chas ciudades  empefiadas  á  la  Sefiorfa  de  Veneoia, 
é  tenia  eso  mesmo  el  Gran  Capitán  muchas  f  ortale* 
zas  en  la  Calabria  por  el  Rey  Don  Femando  de  Es- 
pafia, por  los  gastos  qne  habían  hecho  en  lá  guerra, 
que  no  le  entregó. 


u 


CAPÍTULO  CLII. 

Como  el  Gran  Capitán  faé  á  Rooia,  é  por  mandado  del  Papa  lomó 

á  OaUa. 

El  Gran  Capitán  vino  á  Roma  á  mego  del  Papa 
Alejandro  para  ir  á  combatir  á  Ostia,  que  aun  esta- 
ba por  la  parcialidad  de  los  franceses  contra  Roma, 
y  como  estaba  sobre  el  río  Tiber  de  Roma,  impedía 
los  mantenimientos  que  no  fuesen  á  Roma,  de  lo 
oual  se  recibía  en  Roma  mucha  fatiga  y  mengua 
de  cosas  necesarias;  la  qual  fortaleza  de  Ostía  habia 
estado  así  contra  Roma  desque  el  Rey  Carlos  pasó 
á  Ñapóles;  é  partió  Gonzalo  Fernandez,  de  Roma  i 
poner  el  oerco  á  Ostía,  ó  con  él  un  capitán  llamada 
Esforza,  sobrino  del  Duque  de  Milán  é  del  Cardenal 
Ascanio,  fijo  de  su  hermano,  que  era  capitán  de  ve- 
necianos por  el  Marqués  de  Mantua,  é  habia  queda- 
do en  Roma  doliente,  é  el  Duque  de  Candía,  fijo 
del  Papa,  yemo  de  Don  Enrique  Enriques  de  Cas- 
tilla; é  Gonzalo  Fernandez  sentó  el  oeroo  con  su 
gente  eepafiola  é  con  la  gente  que  le  seguía  desde  - 
Roma,  é  tuvieron  cercada  á  Ostia  trece  dias  oom-  i^- 
batiéndola ;  en  cabo  de  trece  dias  se  dio  á  partida 
que  se  fuesen  con  sus  vidas  los  cercados,  é  derriba- 
ron toda  la  fortaleza  por  el  suelo,  porque  traía'muy 
gran  dafio  á  Roma,  que  no  dejaba  ir  los  manteni- 
mientos é  mercadurías  que  iban  de  otras  tierras  por 
la  mar;  y  estando  allí  en  el  cerco  rífieron  él  Duque 
de  Candía  é  Esforza,  é  injuriáronse  de  palabra,  y 
venidos  á  Roma  con  el  vencimiento  de  Ostia,  Gon- 
zalo Femandez  se  despidió  del  Papa  y  se  volvió  al 
Reamen :  todo  esto  pasó  en  el  afio  de  1497  al  oo* 
mienzo. 

El  Duque  de  Candía,  que  era  un  muy  mal  hom- 
bre, no  echando  en  olvido  las  palabras  y  enojo  que 
había  habido  con  Esforza,  puesto  caso  que  Gonzalo 
Femandez  los  habia  hecho  amigos,  como  era  mal 
hombre  y  soberbio  y  muy  enlodado  de  grandeza,  6 
de  mal  pensamiento,  é  era  muy  cruel,  y  muy  fuera 
de  razón,  tomó  un  dia  quatro  hombres  atados  de 
Esforza,  y  hizolos  ahorcar  en  la  plaza  de  San  Pedro, 
y  sobre  esto  hicieron  amigos  el  Papa  y  el  Cardenal 
á  el  Duque  y  á  Esforza ;  y  Esforza  túvosela  guar- 
dada, y  en  el  dicho  afio  de  1497,  Martes  á  19  dias 
de  Mayo,  sabiendo  Esforza  de  una  enamorada  que 
el  Duque  tenia,  llamada  Madama  Damiata,  hizo  ir 
en  la  noche  una  mujer  con  una  máscara,  que  es  de 
aquellas  carátulas  que  usan  en  Roma  para  ir  disfra- 
zaidos,  la  qual  llegó  al  Duque  donde  estaba,  y  dija 
que  lo  llamaba  Madama  Damiata,  y  lo  esperaba  á 
la  hora  en  el  Campo  Santo,  y  salió  solo,  como  hom- 
bre de  mal  consejo,  y  embriagado,  y  captivo  d^  • 


«M 


OBÓNIOAB  DB  LOS  BEYBS  Vñ  OABTILLA: 


mftloi  viciofli  y  mAiáfOnlo  i  pnfialadas  j  cortáronle 
la  oab«M,  y  metído  en  un  saco,  deade  ponte  Sixto 
lo  echaron  con  todo  lo  que  tenia  vestido  y  calzado 
en  el  rio  Tíber;  y  doapuee  Viémea  á  22  de  Mayo 
rigniente  lo  hallaron  en  el  saco  con  an  cadena  de 
oro,  y  joyas  y  dineros,  y  lo  enterraron  en  la  capilla 
del  Papa  Oalizto,  y  Esforza  se  retrajo  en  las  casas 
de  Asoanio  su  tío  el  Cardenal,  y  entonces  se  dijo 
que  el  mismo  Esforza  lo  habia  matado  al  Duqne  á 
pululadas  y  le  habia  cortado  la  cabeza,  y  antes  qne 
lo  hallasen  no  sabian  quó  f  aese  dél,  antes  sospecha- 
ban que  en  la  ciudad  lo  hablan  muerto  y  enterrado, 
T  el  Papa  mandó  á  pregonar  y  prometer  muchos 
dineros  á  quien  dél  dijese  donde  estaba  muerto  ó 
▼íto,  é  ovo  un  labrador  que  dijo  que  tal  noche  á 
media  noche  oyó  un  gran  golpe  en  el  río  que  lo 
echaron  de  la  puente  Sixto  abajo,  y  por  esto  lo  bus* 
carón  é  lo  hallaron  en  el  río.  £1  Papa  hizo  muy  gran 
sentimiento  por  su  hijo,  é  mandó  combatir  la  casa 
donde  estaba  EsiSorza  y  la  vecindad,  é  ficieron  mu- 
cho dafio  con  los  tiros  la  gente  del  Papa  en  Roma; 
é  Bsf orza  é  los  de  su  parte  se  defendieron  muy  bien, 
é  defendieron  las  casas  donde  estaban;  é  muríeron 
en  la  pelea  é  combate  mas  de  doscientos  hombres 
de  ambas  partes,  y  slli  hiríeron  á  Qarcilaso  de  la 
.  Vega  y  al  Obispo  de  Segovia  Don  Juan  Arias,  que 
eran  parte  del  Papa;  y  viendo  el  mucho  dafio  que 
la  gente  del  Papa  hacia,  y  como  destruían  por  una 
parte  á  Roma  con  las  lombardas,  Roma  se  alzaba 
contra  el  Papa;  él  Papa  la  quisiera  destruir,  y  el 
consejo  suyo  y  Cardenales  no  le  dejaron  mas  facer 
porque  no  convenía  á  Su  Santidad  dar  causa  qne 
toda  la  dudad  se  alaase  contra  ól.  Ovo  otro  hijo  é 
una  hija  el  Papa  Alejandro,  por  los  quales  é  por  el 
Duque  ya  dicho,  siendo  vivo,  se  vido  en  muchas 
congojas  y  enojos  y  afrentas ;  el  qnal  dicho  segun- 
do era  el  Cardenal  de  Valencia,  que  habia  ido  por 
Legado  y  rehenes  con  el  Rey  Carlos  de  Francia 
cuando  pasó  por  Boma,  al  qual  después  de  muerto 
el  Duque  de  Candía,  quitó  el  capelo,  é  desfízolo  de 
Cardenal,  é  llamóse  el  Duque  de  Valentino,  ó  fuó 
casado  con  una  hija  de  Monsíeur  Labrít,  sefior  de 
Gasconia  de  Francia,  hermano  del  Bey  de  Navarra, 
é  fué  muy  mal  hombre,  é  soberbio  é  crael,  é  eule- 
vado  de  soberbia  é  grandeza,  como  el  otro,  é  vicio- 
so, é  mafioso,  é  de  malas  artes,  al  qual  prendió  en 
Kápoles  el  Gran  Capitán  Gonzalo  Fernandez,  des- 
pués de  la  muerte  del  Papa  su  padre,  porque  le  fué 
con  arte  á  quererle  engafiar,  é  envióle  preso  á  Espa- 
fia,  é  estuvo  preso  por  traidor  en  Játiva  é  en  Medi- 
na del  Campo,  é  después  soltóse,  é  fuese  en  Navarra, 
tierra  de  su  cufiado,  que  tenia  guerra  con  el  Conde 
do  Lerín,  y  allí  murió  un  dia  en  contra  con  un  hom- 
bre de  armas  del  Conde  mala  muerte,  el  qual  era  de 
Agreda  de  Castilla. 

CAPÍTULO  CLHI. 
Do  U  raem  eilre  Pnaelt  y  Bipafta,  6  de  Salut. 

El  Bey  Carlos  de  Francia  quedó  muy  enemigo  y 
muy  quejoso  del  Bey  Don  Femando  de  Espafia  por 


la  liga  y  por  el  favor  que  dio  al  Bey  Don  Femando 
de  Ñápeles:  decia  que  siendo  su  amigo  no  quería 
considerar  la  culpa,  ni  conocer  que  él  quebrantó  el 
amistad  el  dia  que  borró  los  capítulos  y  fué  contra 
la  Iglesia;  y  en  el  mes  de  Julio  del  afio  de  1496  hizo 
gran  allegamiento  de  gente  en  Narbona  y  en  aque- 
lla comarca  de  armas  y  artílleda,  para  entrar  á  des- 
unir la  tíerra  de  Perpifian ;  y  como  lo  supo  el  Bey 
Don  Femando,  fué  de  Castilla  en  persona  con  mucha 
gente  de  guerra  para  se  lo  resistir  y  defender,  y  en 
29  de  Julio  del  dicho  afio  de  96  entró  en  Barcelona, 
y  salió  de  eüa  en  8  de  Agosto  é  fué  para  Gkrona,  é 
dende  al  campo  por  donde  los  franceses  hablan  de 
entrar  en  su  tierra,  porque  se  hablan  mucho  acer- 
cado, é  allegaron  gran  gente  de  cada  parte,  é  loa 
f  rauooBos  no  osaron  entrar,  antes  ovioron  por  bien 
una  tregua  que  se  trató  entre  ambos  Beyes,  que  es- 
tando la  una  hueste  de  la  otra  cinco  leguas  nunca, 
osaron  entrar,  que  su  pensamiento  parece  que  era 
entrar  de  salto  é  robar  toda  la  tierra,  pensando  que 
no  se  pudiera  llegar  tan  aina  gente  tanta  que  les 
resistiera;  é  la  tregua  fué  por  cierto  tíempo  que  so 
cumplía  en  fin  del  mes  de  Octubre,  ó  dos  dias  antes, 
y  que  estonces  entrarían  y  asentarían  otraa  treguaa 
generales  el  dia  de  Todos  los  Santos;  y  el  Bey  do 
Francia  tuvo  este  aviso,  mandó  secretamente  alle- 
gar mucha  gente  y  ponerse  cerca  de  la  comarca  del 
condado  de  Bosellon,  y  el  dia  que  se  acabó  la  tre- 
gua, luego  esa  noche  é  otro  dia  fueron  treinta  dias 
del  mes  de  Octubre  del  dicho  afio  de  1496  amane* 
cieron  sobre  Salzas,  Domingo,  y  la  combatieron 
muy  fuertemente  y  la  tomaron  por  fuerza  de  ar- 
mas, y  tomáronla  tan  aina  porque  algunos  de  loa 
de  dentro  se  dieron  flojnra,  é  no  creyeron  al  capi- 
tán Don  Diego  de  Acevedo,  que  murió  peleando,  y 
los  de  la  ciudad  estaban  casi  seguros  y  oviéronse 
flojamente  en  las  armas,  ca  si  algo  se  tuvieran  fue- 
ran socorridos:  y  asi  entrada  Salzas,  los  franceses 
entraron  y  degollaron  mas  de  quinientos  hombres, 
é  llevaron  cuanto  en  ella  habia  de  cabalgada  é  des- 
pojo. Murió  alli,  como  dicho  es,  el  capitán  y  el  al- 
cayde  Don  Diego  de  Acevedo,  hijo  del  Arzobispo  de 
Santiago.  E  luego  el  Bey  D.  Femando  mandó  ado- 
var é  tomó  á  redificar  la  fortaleza  é  villa  de  Salzas 
muy  mas  fuerte  que  no  era  de  primero. 

CAPÍTULO  CLIV. 

De  los  easamlantoa  del  Príncipe  y  del  AitbldaqBe. 

En  el  afio  de  1490  se  concertaron  los  casamientos 
del  Principe  Don  Juan  de  Castilla  é  de  su  hermana 
la  Infanta  Dofia  Juana,  hijos  del  Bey  Don  Femando 
é  de  la  Beyna  Dofia  Isabel,  Beyes  de  Espafia,  con  el 
Archiduque  de  Borgofia  é  con  Dofia  Margarita  su 
hermana,  fijos  del  Emperador  de  Alemania  Maxi- 
miliano, nietos  del  gran  Duque  Carlos,  Conde  de 
Flándes,  Duque  de  Borgofia,  Bey  en  Frisa,  que  fué 
un  famoso  caballero  é  gran  sefior,  á  quien  sucedió 
el  dicho  Archiduque  Don  Felipe  por  parte  de  su  ma- 
dre, qne  fué  fija  del  dicho  Duqne  de  Borgofia,  Con- 
de de  Flándes,  é  casó  con  el  dicho  MaximllianO| 


1)0Ñ  {"BñÑAKDO 

Hiendo  ftaj  ¿e  los  Bomanofl,  hijo  del  Emperador 
Federico  7  de  bo  primera  mujer,  hija  del  Bey  Duar- 
te  de  Portugal;  ansí  qne  trocaroD,  que  caaó  el  dicho 
Príncipe  Don  Juan  con  Dofia  Margarita,  é  el  dicho 
Archiduque  Don  Felipe  con  Dofia  Juana,  é  partió  la 
ilota  de  Espafia,  en  que  fueron  ciento  treinta  naos 
é  naYÍoa  é  maa  de  veinte  6  yeinte  y  cinco  mil  hom- 
hrea  de  armada  en  ella,  con  la  Infanta  Dofia  Juana, 
é  la  lleyaron  á  Flandes  para  traer  á  la  Princesa 
Dofia  Margarita;  é  partieron  en  el  mes  de  Septiem- 
bre del  dicho  afio  de  96  de  Oastilla  de  los  puertee 
de  Vizcaya,  é  fué  tan  grande  armada  por  la  guerra 
que  habla  con  Francia;  é  fué  por  capitán  desta  ar- 
mada el  Almirante  de  Castilla,  y  por  Prelado  Don 
Luis  Osorio,  Obispo  de  Jaén,  á  quien  iba  encomen- 
dada la  dicha  Dofia  Juana,  Archiduquesa  de  Flan- 
des  é  Infanta  de  Oastilla.  Estuvieron  en  Flandes, 
después  de  entregarla  al  dicho  sofior  su  marido, 
todo  el  invierno,  donde  murieron  de  la  campafia  y 
armada  mas  de  diez  mil  hombres  é  mas,  de  mal  go- 
bierno é  de  frió,  é  los  probó  la  tierra;  é  vinieron 
con  la  Princesa  de  Oastilla  Dofia  Margarita  en  el 
mes  de  Marzo  del  afio  de  97,  en  cabo  de  siete  me- 
ses 6  poco  menos,  é  aportaron  en  Santander  los  de 
la  flota,  qne  escaparon,  con  la  dicha  Princesa  é  con 
el  Almirante,  que  el  Obispo  Don  Luis  Osorio  allá  mu- 
rió con  los  otros  muchos  que  murieron  en  Flandes; 
é  decindió  en  tierra  la  Princesa  en  Santander,  é 
f  uéle  hecho  el  recibimiento  de  Oastilla  en  Bárgos, 
y  desposáronla  luego  alli  á  19  de  Marzo,  Domingo 
de  Bamos,  y  veláronlos  en  el  Ouasimodo  adelante 
2  de  Abril.  Triunfaron  por  Espafia  aquel  afio  é  ovie- 
ron  placer  el  Príncipe  y  la  Princesa  gozando  ma- 
trimonio como  buenos  casados  asaz  poco  tiempo,  y 
como  la  rueda  de  la  fortuna  nunca  para  en  esto 
mundo,  á  unos  dando,  á  otros  quitando,  á  unos  fa- 
ciendo, á  otros  desfaciendo,  á  unos  con  mucha  mi- 
seria y  pobreza  dando  muy  luenga  vida  de  afios, 
hasta  que  se  enojan  de  vivir  y  querrian  la  muerte; 
á  otros  qne  son  ricos,  príncipes,  reyes  y  grandes 
sefiores,  y  á  nuestro  ver  muy  necesarios  en  el  mun- 
do para  que  viviesen,  dando  la  muerte  en  el  tiempo 
de  su  mayor  empinacion ,  y  no  se  cura  la  dicha  for- 
tuna que  sean  glandes  ni  pequefios,  ricos  ni  pobres. 
Papas  ni  Emperadores ;  llegó  al  Príncipe  Don  Juan 
susodicho  por  sus  ciertas  jomadas  el  cabo  del  viajo 
de  su  peregrinación  que  vino  á  andar  en  este  míse- 
ro mundo,  y  envióle  á  llamar  el  Sefior  del  mundo 
que  lo  crió,  al  cual  ninguno  de  nos  puede  ir  sin  que 
primero  pase  por  el  trago  de  la  muerte,  é  llegaron 
¿  él  los  mensajeros  de  la  muerte  natural  en  el  mes 
de  Octubre  el  dicho  afio  que  se  casó  de  1497,  y  par- 
tió desta  vida  de  su  muerte  natural  la  víspera  de 
San  Francisco,  á  3  dias  de  Octubre  en  la  ciudad  de 
Salamanca,  é  su  cuerpo  fué  depositado  ende  algún 
tiempo,  y  después  fué  llevado  á  Avila,  de  la  qual 
muerte  é  fallecimiento  quedó  mucha  desconsola- 
ción á  su  padre  é  madre,  é  á  la  sin  ventura  Marga- 
rita, su  mujer,  Beyna  que  fué  en  su  nifiez  de  Fran- 
cia, y  después  Princesa  de  Oastilla  é  de  Espafia,  la 
cual  qued¿  preftada  y  malparió  sin  dias  una  fija;  y 


¿  do9a  isAfitti:  m 

después  el  Bey  y  la  Beyna  la  enviaron  á  su  padre  á 
su  tierra  á  Flandes,  en  el  mes  de  Setiembre  del  afio 
de  99,  con  el  Obispo  de  Córdoba  Don  Juan  de  Fonse- 
ca  é  con  noble  oompafiia  por  tierra  por  Francia,  é 
de  allí  casó  con  el  Duque  de  Saboya  en  Píamente^ 
é  en  cabo  de  pocos  afios  murió  el  Duque  de  8aboya| 
é  tomó  á  ser  viuda  Margarita. 

CAPÍTULO  OLV. 
Gomo  tornóla  InísnU  Dofia  babel  i  PortipL 

En  el  mes  de  Septiembre  afio  susodioho  del  Se- 
fior de  1497,  se  conoertó  el  casamiento  de  Dofia 
Isabel,  Infanta  de  Castilla,  Princesa  que  habia  sido 
de  Portugal,  con  el  Bey  Don  Manuel  de  Portugal,  y 
quedando  el  Príncipe  de  Castilla  enfermo  en  Sala- 
manca, donde  falleció,  fué  la  Beyna  Dofia  Isabel  á 
Alcántara  con  la  dicha  su  hija.  Princesa  de  Portu- 
gal ,  á  la  entregar  al  Bey  su  marido,  é  se  la  entregó 
é  dio  por  mujer ;  é  mientras  ella  fué  allá  falleció  el 
Principe  Don  Juan  de  Castilla  en  Salamanca,  estando 
presente  el  Bey  su  padre ,  el  qual  lo  confortó  mucho 
en  su  muerte,  diciéndole :  «Fijo  mucho  amado,  aved 
«paciencia,  pues  que  vos  llama  Dios,  que  es  mayor 
i>Bey  que  ninguno  otro ,  y  tiene  otros  reinos  y  se- 
ifiorios  mayores  é  mejores  que  non  estos  que  vos 
uteniades  y  esperábades  para  vos  dar,  que  os  dura- 
Drán  para  siempre  jamás ,  y  tened  corazón  para  re- 
Dcibir  la  muerte ,  que  es  forzoso  á  cada  uno  recibir» 
»la  una  vez,  con  esperanza  que  es  para  siempre in- 
:»mortal  é  vivir  en  gloria» :  y  otras  semejantes  co- 
sas dijeron  que  decia  el  padre  al  hijo  muy  consola* 
torias;  y  acabado  de  depositar  su  cuerpo  en  Sala- 
manca, se  partió  para  Alcántara,  donde  la  Beyna 
habia  entregado  la  Beyna  de  Portugal  su  ñja  al  Bey 
Don  Manuel  su  marido;  y  con  gesto  agradable  llegó 
á  la  Beyna ,  la  qual  le  preguntó  luego  por  el  Prínci- 
pe, y  le  dijo  que  estaba  bueno,  é  no  le  dijo  otra 
cosa,  fasta  que  de  otro  lo  supo.  Ansí  fueron  las  ale- 
grias  del  matrimonio,  llantos,  lloros  y  lutos  por  el 
Príncipe,  todo  en  una  semana;  y  fechas  las  honras 
y  obsequias  por  el  Principe,  den  de  á  cinco  meses 
enviaron  el  Bey  y  la  Beyna  por  el  Bey  Don  Manuel 
é  por  la  Beyna  su  mujer  á  Portugal,  que  viniesen 
como  Príncipes  de  Castilla,  para  que  fuesen  recibi- 
dos y  jurados  por  Principes,  é  vinieron,  é entraron 
en  Oastilla,  é  ficieron  el  viaje  por  Guadalupe,  don- 
de llegaron  víspera  de  Bamos,  á  7  de  Abril,  afio  de 
1498,  é  dende  fueron  á  la  corte ,  donde  los  recibie- 
ron é  juraron  por  Príncipes  los  grandes  de  Espafia, 
é  andubieron  en  la  corte,  hasta  que  después  la 
muerte  della  los  apartó. 

Estando  la  corte  del  Bey  y  la  Beyna  en  Aragón 
en  Zaragoza,  en  el  mes  de  Octubre  del  dicho  afio 
de  1498,  parió  un  hijo,  á  quien  ella  mandó  llamar 
Don  Miguel,  é  murió  de  aquel  parto  dende  á  dos  ho- 
ras desque  parió,  é  vivió  Don  Miguel  siendo  Principe 
de  Castilla  un  afio  y  siete  meses,  hasta  el  mes  de 
Julio  del  afio  de  1600,  que  murió  de  su  natural 
muerte  en  Granada,  estando  allí  la  corte.  El  prime- 
ro cuchillo  de  dolor  qne  traspasó  el  ánima  de  la  Bey- 


i» 


tmomoAS  DB  LOS  uvtjsa  ds  oastilla* 


n*  Dofit  babel,  faé  la  muerte  del  Principe ,  el  ee- 
gondo  faé  la  muerte  de  Dofia  Isabel  su  primera 
hija,  B^yna  de  Portagal ;  el  tercero  cnchiUo  de  dolor 
faé  la  muerte  de  D.  Miguel  m  nieto ,  que  ya  con  él 
■e  oonaolaba,  y  4eede  eetoa  tiempoe  yÍTié  sin  placer 
la  Ínclita  y  mny  YirtaosÍBima  y  muy  neceearia  én 
Oaatilla  Beyna  Dofia  ÜMbel,  y  se  acortó  su  yida  y 
aapalud. 

OAPtrULO  CLVL 

De  Htimi. 

Afio  de  1497  euBodicbo,  en  el  mee  de  Septiembre, 
por  mandado  del  Bey  Don  Femando  fizo  el  Duque 
de  Medina  Sidonia,  Oonde  de  Niebla ,  Don  Juan  de 
Quaman,  una  armada  que  había  de  ir  allende  i  to- 
mar y  poblar  á  Malilla,  que  ee  en  el  reyno  de  Tre- 
mecen,  linde  con  el  rdno  de  Fes,  porque  se  supo 
.  por  dertas  diferencias  que  los  moros  lo  habian  despo- 
blado ;  é  fueron  en  la  dicha  armada  cinco  mil  hom- 
bree, y  descindieron  en  Melilla,  la  qual  hallaron  ya- 
oía  de  gente  y  despoblada,  é  pobláronla,  é  repará- 
ronla ,  é  fortaleciéronla  mucho ,  é  el  Bey  fiso  gober- 
nador della  al  dicho  Duque ,  é  le  di6  la  tenencia ,  el 
qual  á  costa  del  Rey  la  mantuvo  é  gobernó  mien- 
tras vivió,  é  tuvo  ende  alcaides  é  capitanes  que 
ficieron  mucha  guerra  á  los  moros  de  la  comarca, 
en  especial  á  Mariano  de  Rivera,  que  fué  su  primo, 
muy  esforsado,  é  fiso  muchas  cosas  buenas  é  cabal- 
gadas en  los  moros ,  estando  alli ,  dándolas  é  reci- 
biéndolas á  veces ,  é  tomó  á  Oasaca  desdo  allí  á  los 
moros. 

CAPÍTULO    OLVIL 
M  GiplUn  do  Perplftii. 

In  el  dicho  afio  de  97  murió  el  capitán  general  de 
Perpifian,  Don  Bnrique  de  Quzman,  hijo  del  Oonde 
de  Alva  de  Liste,  sefior  de  las  Qarrovillas,  que  fué 
pnaso  en  la  batalla  de  Zamora  é  llevado  á  Portugal, 
saliendo  á  un  ruido  que  habia  entre  la  gente  de  la 
guarnición  que  estaba  contra  la  Francia,  é  de  la 
ciudad  cayó  una  piedra,  no  supieron  de  dónde,  y  le 
dio  en  la  cabesa,  de  que  murió.  El  qual  era  muy 
devoto  y  muy  virtuoso  caballero,  y  pariente  del 
Rey.  Era  casado  con  hija  de  su  primo  Enrique  En- 
riques, hermano  de  la  mujer  del  Duque  de  Oandía, 
hijo  dd  Papa  Alejandro,  que  murió  en  Roma,  como 
es  dicho.  Era  este  dieho  capitán  fijo  del  dicho  Oon- 
de de  Alva  de  Liste  Don  Enrique  Enriques,  que  fué 
hijo  del  Almirante  Don  Alonso  Enriques,  que  fué 
hijo  del  Maestre  de  Santiago  Don  Fadrique,  que 
mató  el  Rey  Don  Pedro ,  su  hermano. 

OAPlTULO  CLVIII. 

De  la  maerte  del  Rey  Cirioe  de  FnaeU. 

Afio  del  Sefior  de  1498,  á  7  dias  del  mes  de  Abril, 
Víspera  del  Domingo  de  Ramos,  murió  el  Rey  Car- 
los de  Francia,  que  habia  entrado  en  la  Italia,  so- 
gun  «s  dioho.  Murió  en  Francia,  en  la  ciudad  de 


Molius,  en  Barbones.  Reynó  en  los  afios  de  su  níftet 
é  tutela  dios  y  seis  afios  y  ocho  meses,  desde  la 
muerte  del  Rey  Luís  su  padre.  Sucedióle  en  el  rey- 
no  el  Duque  de  Orliens  su  tic,  primo  de  su  padre,  á 
quien  por  la  línea  masculina  de  deredio  mas  lejíti- 
mamente  vino  é  perteneció  el  reino  de  Francia ,  é 
luego  lo  elijieron  y  alsaron  por  Rey  los  grandes  de 
Francia  pacíficamente.  El  qual  luego  á  la  hora  que 
vido  muerto  al  Rey  Oarlos,  envió  mensajeros  al  Rey 
Don  Femando  de  Espafia  haciéndole  saberla  muer- 
te del  Rey  Carlos,  y  como  él  era  Rey  de  IVancia  é 
qneria  su  amistad  y  hermandad,  según  lo  acostum- 
braban é  solían  tener  los  Reyes  de  Castilla  con  los 
de  Frauda  los  tiempos  pasados ;  y  el  Rey  Don  Fer- 
nando fizo  sentimiento  por  la  muerte  del  Rey  Oar- 
los de  Francia,  y  concedió  al  Rey  Luis,  Duque  de 
Orliens,  que  nuevamente  oomensó  de  reynar,  su  em- 
bazada y  amistad ;  y  con  esto  los  mensajeros  se  vol- 
vieron en  Francia ;  é  al  tanto  fiso  el  Rey  con  los 
otros  Royes  y  grandes  Sofioros,  que  los  fizo  saber  do 
la  muerte  del  Roy  Oarlos  su  sobrino,  y  les  pidió 
amutad. 

CAPÍTULO  OLDL 

De  It  especería  de  Caleead,  cdmo  le  haUd. 

A  dies  dias  de  Junio,  afio  de  1499,  vino  á  Lisboa 
en  Portugal  uno  de  los  dos  navios  que  el  Rey  Don 
Juan  de  Portugal  habia  mandado  á  descubrir,  él 
qual  ya  pasaba  de  dos  afios  que  habia  partido  de 
Lisboa,  los  qualos  por  el  mar  Océano  del  costado  do 
la  Mina  fueron  la  tierra  aiempre  á  la  mano  izquier- 
da, mas  adelante  de  lo  descubierto  hasta  allí  mil 
ochocientas  leguas,  hasta  que  llegaron  en  Indias, 
donde  hallaron  una  ciudad  mayor  que  Lisboa,  po- 
blada, llamada  Calecud,  y  estaba  poblada  do  chris- 
tianos  indianos,  los  qualos  tienen  iglesias  y  campa* 
ñas,  y  casas  hechas  de  piedra  á  la  mor^/roa,  y  las 
calles  derechas,  y  el  Rey  de  la  dicha  ciudad  se  hace 
muy  bien  servir,  é  tiene  su  palacio  muy  bien  orde- 
nado, con  sus  escuderos,  é  camareros,  é  porteros,  en 
la  qual  ciudad  hay  muchos  mercaderes  moros  riquí- 
simos, y  todo  el  trabajo  es  en  sus  manos,  y  el  Rey 
80  gobierna  y  rijo  por  consejo  de  los  dichos  moros. 
Toda  la  escala  de  las  especias  es  en  la  dicha  ciudad. 
Vale  un  peso  de  canela,  que  son  cinco  quintales, 
dies  ó  ocho  ducados  de  oro ;  hay  pimienta  y  clavos 
á  aquel  respecto,  genjibre  la  mitad  menos,  las  qua- 
los especias  nacen  en  ciertas  islas,  de  la  dicha  ciu- 
dad cerca  de  ciento  y  setenta  leguas,  y  son  cerca  do 
la  tierra  firme  una  legua,  y  son  pobladas  de  moroS| 
y  ellos  son  seftores  de  las  dichas  islas.  Hay  infini- 
tas naos  allí  por  aquella  comarca,  que  dioen  hay 
mil  y  quinientas,  y  la  mayor  no  pasa  de  setenta 
toneles,  y  no  llevan  mas  de  un  mástil,  y  no  pueden 
navegar  sino  á  popa,  y  son  débiles  y  sin  ninguna 
artillería  ni  armas,  y  todas  son  de  moros  y  navega^ 
das  por  manos  de  moros ,  y  las  naos  que  van  á  laa 
dichas  islas  por  las  especias  y  llanas,  porque  hay 
poco  hondo  y  algunas  hay  que  no  llevan  hienoi 
porque  han  de  pasar  por  la  piedra  imaui  que  es  d^ 


ktj 


DON  FEBNANDO 

fa  dicha  isla  poco ;  en  la  qoal  isla  no  Tale  tin  qoin- 
tal  de  canela  mas  de  tin  ducado  y  medio,  é  á  sus 
naos  vienen  con  las  dichas  especias  un  gran  golfo 
que  es  adelante  de  la  dicha  ciudad ,  que  atravesa- 
ron los  dichos  navios  que  fueron  á  descuhrir,  6  fue- 
ron bien  setecientas  leguas  de  traviesa,  en  el  qual 
golfo  hay  infinitas  ciudades,  é  villas,  é  castillos, 
todos  de  moros;  y  después  á  la  fin  del  dicho  golfo 
pasa  un  estrecho  como  el  de  Qibraltar,y  entran  en 
otro  golfo  donde  de  la  parte  derecha  es  el  mar  Bu* 
bio,  y  allí  descargan  las  dichas  especias,  y  allí  hay 
otros  navios  mas  pequefios,  por  respecto  que  hay 
poco  hondo ,  é  de  allí  las  llevan  á  otro  puerto,  que 
es  cerca  de  la  casa  de  la  Meca,  que  es  una  ciudad 
asentada  en  los  desiertos  de  Arabia :  allí  yace  el 
cuerpo  del  malaventurado  liahoma  enterrado  tres 
jomadas  adelante  del  dicho  puerto,  é  después  van 
sus  jomadas  y  su  camino  al  Cairo  con  camellos ,  y 
pasan  al  pié  del  monte  8inay.  B  todas  las  dichas 
villas  son  habitadas,  é  muradas,  é  fermosas,  é  fe- 
chas á  la  morisca,  é  los  portugueses  descin dieron  é 
fueron  en  buena  compañía.  T  este  no  pudo  ser  sino 
el  golfo  de  Arabia,  de  que  escribió  Plinio.  Las  gen- 
tes de  aquellas  ciudades  son  christianos,  vestidos 
de  la  cintura  abajo,  é  también  ansí  las  mujeres; 
é  aquellas  de  los  hombres  honrados  se  cubren  tam- 
bién de  la  cintura  arriba  de  cierta  tela  delgada. 
Hay  allá  terciopelo,  damasco,  raso,  tafetanes  de 
cada  color,  é  pafios  de  Luca  é  de  otras  suertes,  é 
telas  muy  delg^as,  y  latón,  y  estafio  muy  bien  la- 
brados, hay  de  todo  mucha  abundancia;  hay  mal- 
vacía  de  CSandia  en  barriles,  y  mi  opinión  es  que 
toda  esta  viene  del  Oairo,  donde  vienen  á  parar  la 
mayor  suma  de  aquellas  especias :  hay  trigo ,  mu- 
cho de  acarreto ,  que  se  lo  llevan  aquellos  moros 
con  las  dichas  naos ;  hay  bueyes  y  vacas,  y  son  pe- 
quefios;  hay  naranjas  y  todas  dulces,  limones,  ci- 
dras, melones,  duraznos  é  otras  muchas  fratás,  dá- 
tiles verdes  y  secos;  hay  azúcar  é  facen  conservas ; 
tienen  algodón  y  nácar  infinita,  y  brasil  los  mon- 
tes llenos,  y  estoraque,  y  menjuí,  y  algalia,  é  joyas 
de  todas  suertes ,  aunque  son  caras ,  y  no  es  mara- 
villa ,  porque  los  moros  lo  atraviesan  todo  é  lo  que 
quieren  allá  por  estas  mercaderías  no  es  sino  oro  é 
plata;  aUí  corre  la  moneda  del  Boldan  del  Cairo, 
que  son  serafines  de  oro ,  que  pesan  menos  que  el 
ducado  dos  6  tres  granos ;  corren  ducados  venecia- 
nos é  de  Genova ;  hay  moneda  de  plata  menuda, 
que  asimismo  debe  ser  del  Soldán.  Hay  marea  oomo 
acá,  y  crece  la  mar  y  mengua ;  hay  grandes  more- 
rías en  aquellas  partes  y  todos  loros  como  los  india- 
nos ;  é  más  acá  del  dicho  golfo  obra  de  cien  leguas 
hallaron  una  mina  de  oro  en  tierra  de  negros,  que 
casi  son  subditos  moros.  B  porque  del  primer  yiaje^ 
como  dicho  es,  descubrieron  é  supieron  los  portu- 
gueses que  fueron  descubrir  en  el  tiempo  y  vida  del 
Rey  Don  Juan ,  fijo  del  Bey  Don  Alonso  é  por  su 
mandado  lo  susodicho,  é  vinieron  reinando  el  Bey 
que  le  sucedió  en  el  reyno,  que  fuó  Don  Manuel,  fué 
mi  voluntad  asentarlo  aquí  en  este  libro  de  memorias, 
porgue  esto  fué  in  primis.  T  de  aquí  se  prosiguió 


A  DOÑA  ISABKL.  69S 

que  el  Rey  Don  Manuel  de  Portugal  envió  muchas 
veces  sus  ¿madas  por  aquellas  vías ,  y  desoubrieron 
mucho  mas  en  aquellas  partes,  é  tomaron  la  pose* 
sien  por  él  de  la  conquista,  é  del  resgatar  é  deson* 
brir ,  y  le  trajeron  á  Portugal  el  uso  de  las  meroa- 
derías  de  las  especias  de  aquellas  tierras,  que  nun->' 
oa  tal  fué  visto  por  tantas  leguas  del  mar  Océano 
que  se  cree  ser  de  viaje  desde  Portugal  hasta  allá 
cerca  de  tres  mil  legras  con  los  rodeos  que  se  ha» 
cen ;  é  en  las  riquezas  de  las  especias ,  desque  lo  su- 
sodicho se  descubrió,  Lisbona  y  Setnbal  se  volvie- 
ron Alejandría :  lo  qual  fué  muy  gran  perjuicio  del 
Boldan  del  Cairo  y  Babilonia,  enemigo  de  nuestra 
santa  fée  cathólica,  é  fué  en  amenguamiento  de  sus 
rentas;  que  todos  los  mercaderes  de  Veneoia,  Gé« 
nova  é  Florencia,  que  son  los  mas  ricos  mercade- 
res del  mundo,  iban  á  la  dudad  de  Alejandría,  que 
es  suya  y  el  puerto  mas  principal  que  él  tiene,  é  á 
otras  partes  de  su  tierra  á  cargar  de  las  dichos  de 
las  especias  é  mercaderías  para  proveer  toda  la 
christiandad  latina,  que  es  Italia,  Francia,  Alema- 
nia, Inglaterra,  Bspafia  y  Flandee,  é  agora  todo  lo 
mas  es  quitado,  y  se  provee  de  Portugal ,  de  donde 
el  Bey  de  Portugal  acrecentó  mucho  en  su  honra  j 
renta. 

CAPÍTULO  dX 

De  Ui  Roysu  ée  Ná^oleí  é  éel  btiUmo  éa  loi  moroi; 

Afio  de  1499  vinieron  las  Beynas  de  Ñápeles  ma« 
dre  é  fija,  de  Ñápeles  en  Bspáfia,  hermana  y  sobri- 
na del  Bey  Don  Femando,  y  con  ellas  el  Qran  Capi- 
tán Gonzalo  Femandez,  Duque  de  Montegargano, 
é  tres  ó  quatro  Prelados  muy  honrados.  Arzobispos 
é  Obispos,  é  quedó  en  Aragón  la  Beyna  moza  en  un 
lugar  cerca  de  Valencia ,  é  la  madre  vino  á  Grana- 
da en  él  mes  de  Julio  del  dicho  afio,  donde  estonces 
estaba  la  corte,  donde  le  ficíeron  honrado  recibi- 
miento el  Bey  su  hermano  y  la  Beyna.  Estuvo  allí 
la  corte  ciertos  meses  dando  forma  como  se  bauti- 
zasen aquella  multitud  de  moros  que  había  en  la 
dicha  ciudad,  por  quitar  muchos  dafios  que  dello  so 
recrecían,  é  muertes,  é  cautiverios  que  los  morca 
de  las  veras  de  la  mar  hacían  y  consentían  haoerg 
que  venían  los  moros  de  allende  y  llevaban  de  no* 
che  los  lugares  enteros  y  á  vueltas  todos  los  chris- 
tianos que  en  ellos  había ;  y  partióse  la  oórte  para 
Sevilla,  y  quedó  el  Arzobispo  de  Toledo  con  el  do 
Granada  dando  forma  en  el  convertimiento  de  la 
ciudad,  y  buscaron  todos  los  linajes  que  venían  de 
christianos  y  convirtieron  y  bautizaron  muchos  de 
ellos,  y  los  moros  tuvieron  esto  por  muy  mal,  y  al- 
borotáronse unos  con  otros  y  escandalizaron  la  ciu« 
dad  de  manera  que  se  alzaron  unos  y  otros,  se  fue- 
ron lie  la  ciudad  y  alborotaron  los  lugares  comar- 
canos é  las  Alpujarras,  é  alzáronse  contra  los  chris- 
tianos, é  socorrieron  luego  los  christianos  mas  oer- 
canos,  é  ficíeron  algunos  destrozos  en  los  moros,  é 
partió  el  Bey  de  Sevilla  I  mas  andar,  y  fué  á  Gra- 
nada ;  é  esto  fué  en  el  comienzo  de  el  afio  de  500,  é 
apaciguó  la  ciudi^i  lo  mejor  que  pudo,  é  fué  sobr^ 


eM 


0BÓNI0Á8  DE  LOS  BBTES  DB  OABEIIiLÁ. 


LasxAiony  i  tomólo  por  faena  do  anna9,  é  mató  é 
captivo  los  moros  de  aquella  comarca,  ó  tomó  por 
partido  todas  las  Alpn jarras,  é  dejó  áboen  recaado 
todas  las  fortalesas,  é  á  todo  esto  fué  presente  el 
Gran  Capitán  Don  Qonaalo  Femandea,  é  volvióse  en 
Granada  é  dejó  orden  como  predioasen  á  los  moros 
la  santa  f  ée  é  bautismo,  é  los  convirtiesen  por  cien- 
cia é  por  bnena  razón ,  é  les  ficiesen  saber  como  la 
▼olnntad  suya  é  de  la  Beyna  era  que  todos  fuesen 
christianos,  pues  en  otra  ley  no  babia  salvación 
para  el  ánima  sino  en  la  de  Jesncbristo ;  é  dado  este 
concierto  se  volvió  en  Sevilla,  é  dende  á  pocos  dias 
prosiguiendo  lo  susodicbo  los  dicbos  Arzobispos  y 
la  clerecía  de  Granada,  convirtieron  la  dudad  y 
bautizaron  mas  de  setenta  mil  personas  grandes  é 
cbicas  en  Granada  y  su  comarca,  de  manera  que  en 
toda  la  ciudad  no  quedó  ninguno  por  bautizar. 

CAPÍTULO  CLXL 

De  li  división  estrt  el  Rey  de  Ifépoleí  Federico  y  el  Rey 

de  £spefia. 

Las  Beynas  de  Ñápeles  se  dijo  venir  en  Espafia 
por  la  desconsolación  que  tenían  después  de  la 
muerte  del  Bey  Don  Femando  segundo  deste  nom- 
bre, el  mozo ;  ó  como  reinó  Federico,  el  Bey  de  Es- 
pafia quisiera,  é  también  la  Beyna  su  bermana,  que 
casara  su  bijo  de  Federico,  Duque  de  Calabria,  con 
la  mujer  del  Bey  Femando  el  mozo,  su  sobrina, 
que  era  asaz  moza  y  de  muy  gran  merecimiento ;  el 
qual  casamiento  Federico  ni  su  bijo  diz  que  no  qui- 
sieron conceder ;  y  diz  que  el  Bey  Don  Femando  es- 
cribió algunas  cartas  á  Federico  su  sobrino,  Bey  de 
Kápoles,  sobre  el  mismo  casamiento  y  sobre  otras 
cosas  convenientes  para  entre  ellos,  y  que  teniendo 
á  él  no  temiese  al  Bey  de  Francia  ni  á  otro ,  que  él 
le  ayudarla  á  defender  el  reino  de  Ñápeles  ;  porque 
el  Bey  Don  Femando  temia  que  el  Bey  de  Francia 
babia  de  volver  á  conquistar  aquel  royno ;  y  el  Bey 
Federico  diz  que  era  mucho  mas  aficionado  á  Fran- 
cia que  no  á  Espafia,  porque  diz  que  casó  en  Fran- 
cia una  vez,  y  vivió  allá  con  el  Bey  de  Francia  gran 
tiempo ,  y  diz  que  las  cartas  que  el  Bey  de  Espafia 
le  enviaba,  mostraba  el  Bey  de  Francia  á  los  em- 
baxadores  del  Bey  Don  Femando  de  Espafia,  de  lo 
qual  el  Bey  bubo  asaz  enojo ,  é  no  se  pudo  acabar 
con  Federico  y  su  bijo  que  el  dicho  casamiento  se 
ficieee,  é  por  esta  causa  é  desconsolación,  é  por 
otras  cosas,  les  convino  venir  á  las  dichas  Beynas 
en  Espafia,  é  asimismo  vino  el  Gran  Capitán  con 
ellas,  é  dejó  en  la  Fulla  y  Calabria  del  Beamen  de 
Ñápeles  muchas  fortalezas  á  buen  recaudo  por  el 
Bey  de  Espafia,  por  ciertas  deudas  ó  gastos  que  so- 
bre la  conquista  se  seguían,  é  no  las  habia  entrega- 
do al  Bey  Federico.  E  estuvieron  desta  vez  acá  las 
sefioras  Beynas  en  Espafia  hasta  que  el  Bey  Don  Fer- 
nando las  volvió  en  Ñápeles  en  fin  de  la  segunda 
conquista  de  Ñápeles,  y  aun  mucho  tiempo  después; 
é  lo  mas  deste  tiempo  estuvieron  en  Valencia  de 
JUkfon  la  madre  é  la  fija. 


CAPITULO  CLni. 
Del  Rey  de  Franela,  6  de  Hilin. 

Don  Luis  de  Valéis,  Duque  de  Orliens,  Bey  de 
Frauda,  comenzó  de  rey  nar  después  de  la  muerte  del 
Bey  Carlos  su  sobrino:  en  el  oomienso  de  su  reynar 
sacó  su  hueste  de  Francia  muy  grande  é  entró  por 
la  Lombardiamuy  poderoso  sobre  el  Ducado  de  Mi- 
lán, con  título  de  Duque  de  Milán,  diciendo  que  era 
suyo  é  le  pertenecía  por  lejítima  causa  de  antigüe- 
dad, ó  diéronsele  luego  en  la  Lombardía  quatro  vi- 
llas, de  ellas  por  fuerza,  de  ellas  por  grado ;  y  él 
Duque  de  Milán  Ludovico,  hubo  temor  de  su  propi^ 
ciudad  de  Milán  é  de  la  gente  della  que  le  ficiesen 
traición ,  é  vido  tales  esperíencias  que  no  osó  espe- 
rar  al  Bey  de  Francia  en  Milán,  é  salió  della  con 
trescientos  hombres  de  armas  y  sus  tesoros,  é  fuese 
en  Alemania  al  Emperador  Maximiliano,  que  era  su 
cufiado,  casado  con  su  hermana ,  y  el  Bey  de  Fran- 
cia fué  sobre  Milán ,  y  abriéronle  las  puertas ,  y  en- 
tróse dentro ,  é  tomóla,  é  diósele  luego  todo  el  Du« 
cade  de  MíIan,  ó  diósele  Genova  ó  toda  su  sefioria, 
ó  el  Bey  dejó  sus  guaraioionesy  é  capitanes  é  alcay- 
des  en  lo  ganado,  é  volvióse  á  Francia. 

Estando  asi  Milán  en  la  gfobemacion  de  franceses, 
como  lotí  franceses  dicen  ser  gente  de  mal  sufri- 
miento é  horrible  de  comportar,  los  milaneses  des- 
contentos dellos  é  do  sus  importunidades,  enviaron 
por  el  Duque  |de  Milán  su  sefior,  dioiendo  que  le 
querían  dar  la  ciudad ;  é  vino  muy  poderoso  con  la 
ayuda  del  EQiperador  é  con  mucha  gente  de  suizos 
que  trajo  á  sueldo,  é  con  ayuda  de  sus  amigos,  y  co- 
mo allegó  á  Milán,  sin  embargo  de  los  franceses,  los 
de  la  ciudad  lo  abrieron  las  puertas  de  la  ciudad,  é 
se  entró  en  ella  é  la  tomó. 

El  Bey  de  Francia ,  como  era  hombre  mafioso  é 
muy  esforzado,  ó  traia  buen  concierto  en  la  guer- 
ra ,  é  tenia  gran  hueste  de  mucha  gente  de  Francia 
y  muchos  suizos  á  sueldo,  y  tenia  gran  parte  y  fa- 
vor en  la  Italia,  dio  luego  vuelta  con  la  hueste  so- 
bre Lombardía  é  sobro  el  Ducado  de  Milán. 

El  Duque  de  Milán,  con  intención  de  pelear  y  de- 
fender su  tierra,  se  puso  con  su  gente  écon  muchos 
suyos  que  tenia  á  su  lado  en  Novara,  ó  vino  el  Bey 
de  Francia  allí  sobre  él  en  el  mes  de  Abril  del  afio 
de  1500,  é  cercó  al  Duque  allí  en  la  ciudad  de  No- 
vara^ é  ovo  traición  en  los  suizos  que  tenia  á  sueldo 
el  Duque  de  Milán,  y  nunca  quisieron  pelear  ni  ha- 
cer lo  que  debían  contra  el  Bey  de  Francia  ni  con- 
tra su  hueste ,  porque  dijeron  que  velan  un  penden 
ó  bandera  de  suizos  alli  en  la  hueste  del  Bey  de 
Francia,  y  que  en  ninguna  manera  no  podían  pelear 
ni  ir  contra  él  sin  caer  en  descomunión  y  mal  caso, 
de  manera  que  dieron  gran  turbación  y  desmayo  en 
la  hueste  del  Duque,  y  d  Duque  estaba  dentro  en 
Novara,  y  quejoso  y  muy  turbado  do  la  traición  de 
los  suizos,  que  no  quisieron  pelear  ni  hacer  su  de- 
ber, maldecía  la  fortuna  é  la  siniestra  é  desastrada 
suya ;  é  los  suizos  les  dijeron  que  ellos  tenían  segu- 
ro del  Bey  de  Francia  para  salir  ahorrados  y  para 


DON  FBBNAKDO 
to  ir  do  quidesoD ,  qne  taliefle  entre  ellos  ansí  ahor- 
rado y  disfrasado  como  anlzoei  quena  escapar,  y  el 
desdichado  Doqae  viendo  sn  perdimiento ,  causado 
de  la  gran  traición,  considerando  que  no  yive  él  leal 
mas  que  lo  que  quiere  el  traidor,  Tiendo  su  gente 
salir  de  la  ciudad  y  pasar  segura  por  los  reales  do 
los  enemigos  franceses,  pensó  pasar  por  suiso,  co- 
mo le  dijeron,  é  metióse  entre  ellos  á  salir  disfrasa- 
do,  ó  fué  conoddo  y  tomado  preso  ;  y  el  Bey  tomó 
á  Novara,  é  prendió  al  Duque  é  al  Cardenal  de  As- 
canio,  su  hermano,  ó  á  todos  los  caballeros  é  nobles 
que  con  ellos  estaban  de  la  familia  y  casa  del  Du- 
que, y  enviólos  presos  á  Francia,  donde  tuvo  al  Du- 
que preso  hasta  que  murió  dende  á  quatro  ó  cinco 
afios ;  é  de  alli  el  Bey  fué  sobre  la  gran  ciudad  de 
Milán,  é  sobre  todas  las  ciudades  é  villas  del  Duca- 
do, é  todo  se  le  entregó  sin  recibir  mucha  afrenta ; 
é  el  Bey  de  Francia  estonces  confirmó  su  amistad 
con  las  sefiorías  de  (Genova,  é  Florencia,  é  Pisa,  é 
quedó  sefior  de  la  Lombardía:  en  esto  sobrepujó  en 
renta  y  sefiorfo  á  todos  los  otros  Beyes  de  Francia 
antes  del  pasados ;  é  esto  todo  pasó  en  el  verano  del 
afio  de  1500,  y  ya  en  este  tiempo  era  fecha  amistad 
entre  el  Bey  de  Francia  y  el  Bey  Don  Femando  de 
Espafia,  é  estaban  de  acuerdo  é  buena  amistad;  é  so- 
nábase que  el  Qran  Turco,  Emperador  de  Constan- 
tinopla ,  queria  venir  con  muy  gran  armada  sobre 
esta  tierra  de  christíanos,  y  de  aquí  tuvo  color  el 
Bey  Don  Femando  de  ordenar  la  armada  que  envió 
con  el  Gran  Capitán ,  diciendo  que  para  defender  á 
Sicilia  si  el  Turco  allí  aportase,  y  fué  mas  que  el 
Bey  de  Francia  estaba  tan  pujante  en  la  Italia  tan 
cerca  del  Beamen  de  Ñápeles  é  Sicilia  para  le  resis- 
tir, si  algo  quisiese  hacer,  y  fué  muy  bien  mirado  y 
pensado  del  Bey  Don  Femando,  según  lo  que  des- 
pués sobrevino  i  como  se  dirá  donde  conviene  ade- 
lante. 

CAPÍTULO  CLXIII. 

De  como  el  Gran  Tiroo  destruyó  i  Corta  y  Modos. 

El  Gran  Turco  Bayaceto,  Emperador  de  Oonstan- 
tinopla,  sefior  de  la  Turquía  é  Grecia,  en  este  tiem- 
po aderezó  una  muy  grande  armada  para  ir  contra 
los  christíanos,  y  no  se  sabia  á  donde  iria,  é  la  se- 
fioría  de  Venecia  lo  hizo  saber  é  los  Beyes  é  sefiores 
comarcanos;  é  esto  fué  en  comienzo  del  afio  de 
1500,  é  luego  el  Bey  D.  Fernando  ordenó  su  arma- 
da con  el  Gran  Capitán ;  y  dijeron  que  el  Bey  de 
Francia  envió  otra  armada,  é  no  llegaron  á  tiempo, 
é  los  turcos  vinieron  sobre  Corfú  é  Modon,  ciudades 
de  la  Sefioría  de  Venecia,  é  los  turcos  vinieron  muy 
poderosos,  que  la  sefioría  no  los  pudo  resistir,  ó  co- 
mo que  ello  fué ,  los  turcos  entraron  en  las  dichas 
ciudades  por  fuerza  de  armas,  é  las  destrayeron  é 
metieron  á  sacomano,  é  mataron  é  captivaron  toda 
la  gente  de  ellas ;  é  los  turcos  fueron  mafiosos  en 
esto,  que  finjleron  y  enderezaron  que  iban  á  otra 
parto,  ó  volvieron  é  dieron  do  súpito  sobre  las  diclins 
ciudades,  y  las  entraron  antes  que  ningún  socorro 
les  viniese  ¿  é  cuando  el  Qxm  Ca|>itan  ll^ó  con  su 


É  DOfiA  ISABEL  ,  MS 

armada  ya  el  defio  er»  f  9oho,  oouio  vm  «ddaiite  ie 
dirá. 

CAPÍTULO  CLXIV. 
Dol  Roy  de  Htnrra. 

Postrero  día  de  Abril ,  afio  de  mil  y  quinientos^ 
estando  la  corte  en  Sevilla,  vino  el  Bey  de  Navar** 
ra  ahorrado  con  obra  de  veinte  de  caballea  Sevilla, 
á  negociar  con  el  Bey  y  oon  la  Beyna,  al  qual  el  Bey 
mandó  facer  muy  honrado  recibimiento  en  esta  ma- 
nera: la  Ciudad  delante,  todos  los  Veinte-y-quatros 
y  Begimiento  delante,  al  qual  besaron  la  mano  por 
mandado  del  Bey,  é  luego  la  clerecía  toda  por  sí  y 
capellanes  de  la  corte,  luego  los  priores  muy  orde* 
nadamente,  y  luego  el  Bey  Don  Femando  á  la  pos-* 
tre  con  el  Patriarcha  Arzobispo  de  Sevilla,  Don  Diego 
Hurtado  de  Mendoza,  écon  un  Cardenal  é  dos  ó  tres 
Obispos  italianos,  que  hablan  venido  oon  la  Beyna 
de  Ñápeles,  y  oon  los  grandes  y  con  los  Obispos  de 
la  oórte  salieron  camino  de  Alcalá  media  legua  á  los 
recibir,  y  llegados  se  abrazaron  é  humillaron ,  é  vi- 
nieron ala  ciudad  por  la  puerta  de  Carmena,  é  de- 
cían qne  el  Bey  le  habia  dado  muchos  ducados ,  é 
en  Sevilla  le  hideron  muchas  fiestas. 

En  este  mismo  afio  de  1600  adelante ,  en  el  mes 
de  Octubre  se  fiáeron  las  fiestas  del  casamiento  de 
Dofia  María,  teroera  fija  del  Bey  Don  Femando  é  de 
la  Beyna  Isabel,  é  casó  con  el  Bey  Don  Manuel  de 
Portugal,  é  la  enviaron  Sus  Altezas  á  reynar  á  Por- 
tugal con  el  Arzobispo  de  Sevilla,  que  era  entonces 
Don  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  é  con  Don  Alonso 
de  Aguilar,  é  con  otros  caballeros  é  noble  compafiía, 
é  la  entregaron  al  Bey  Don  Manuel  su  marido  en 
Portugal,  por  la  via  de  Mora,  é  la  salieron  á  recibir 
el  Bey  é  los  grandes  de  Portugal ,  é  les  ficieron  muy 
gran  recibimiento. 

CAPÍTULO  CLXV. 

De  Dola  Gttallna  •«  bersona,  hUa  noiior  del  Rey  Dos  Ferunde 
é  do  la  Reyaa  Dolía  Isabel,  as  mojer. 

Estando  en  Granada  el  Bey  é  la  Beyna,  en  el  afio 
de  1501,  vinieron  Bmbaxadores  del  Bey  de  Ingla- 
terra á  su  corte,  á  le  demandar  para  el  Príncipe  de 
Inglaterra  su  hijo,  llamado  Artus,  á  la  Infanta  Dofia 
Catalina,  su  quarta  é  menor  fija,  é  el  casamiento  se 
concertó,  é  finalmente  la  enviaron  á  Inglaterra  des- 
de Granada,  á  veinte  y  un  dias  de  Mayo  del  dicho 
afio  de  1601 :  fueron  con  ella  á  la  entregar  el  Arzo- 
bispo de  Santiago  Don  Alonso  de  Azevedo,  y  el 
Obispo  de  Osma,  y  el  Obispo  de  Salamanca,  y  el 
Conde  de  Cabra,  y  el  Comendador  mayor  de  Cárde- 
nas, y  la  Condesa  de  Cabra  vieja,  y  Dofia  Elvira  Ma« 
nuel  por  su  dama  de  honor,  y  fueron  á  embarcar  en 
la  ciudad  de  la  Corufia  en  Galicia,  é  embarcaron  á 
diez  y  siete  dias  de  Agosto,  é  yendo  por  la  mar  vol« 
violes  el  tiempo  contrario,  é  aportaron  en  Laredo, 
en  Castilla  la  Vieja,  en  donde  adoleció  muy  mal 
Dofia  Catalina,  é  después  de  convalecida  é  baena 
embarcó  en  veinte  ^  sei9  días  de  Setiembre  en  un# 


é»é 


CBÓNI0A8  DB  LOS  BBTBS  DE  CASTILLA. 


I 


^ 


naO|  la  mejor  qne  Ileraba  de  quatro  naos  que  Hela- 
ba de  treeoientos  toneles:  oyieron  bnen  viaje,  7  fae- 
ron  á  desembarcar  en  un  puerto  que  llaman  Fala- 
monte,  á  dos  dias  de  Octubre,  donde  fué  focbo  á  la 
Sefiora  Dofia  Catalina  muy  gran  recibimiento  é  mu- 
chas fiestas,  7  fué  desposada  7  velada  con  el  Prin- 
oipe  Artas,  hijo  mayor  del  Be7  Hafo  de  Inglater- 
ra, el  qual  le  dur6  poco,  oa  falleció  de  pestilencia 
estando  en  su  Principado  de  Gales,  á  dos  dias  de 
Abril  alio  de  1502,  en  una  villa  que  sollama  Budlo; 
é  ansí  fué  casada  Dofia  Catalina  Princesa  de  In- 
glaterra seis  meses,  7  estuvo  viuda  en  Inglaterra,  7 
casó  ségundaveaoonel  BeTfhermano  del  primero  ma- 
rido menor,  llamado  Henríque,  en  un  lugar  qne  se 
llama  Granuohe,  dia  de  San  Bernabé  del  afio  de  1503; 
coronáronse  el  dia  de  San  Juan  adelante  con  las  ma- 
yores fiestas  del  mundo. 

CAPÍTULO  OLXVI. 

Ds  oomo  esTUron  á  baailur  los  moros,  é  eomo  los  de  Slam  Dor- 
■eja  so  tlborotaroo  é  se  sluroi,  é  ét  eooio  pelearon,  é  como 
marié  Don  Alonso  de  AfdUr.éde  otns  eosts. 

En  el  afio  del  Sefior  de  1500  desde  el  comienzo  del 
«fio,  comensaron  de  enviar  é  enviaron  el  Arzobispo 
de  Sevilla  é  los  Obispos  de  la  comarca  de  Granada 
á  les  predicar  é  convertir7  bautizar,  donde  algunos 
fueron  muertos  é  martirizados,  ansí  como  en  Da7- 
din  é  Benababis,  dos  de  Alcalá  de  Guadaira,  An- 
tón de  Medellin  é  Alonso  Gascón,  que  los  mataron 
las  mujeres  7  mucbacbos  á  cafiibetadas  porque  no 
se  quisieron  tomar  moros ,  é  otros  fueron  llevados 
captivos;  que  los  moros  desque  vieron  que  los  toma- 
ban obristianos  por  fuerza,  se  concertaban  con  los 
moros  de  allende,  é  venían  de  nocbe  con  las  fustas 
é  llevábanlos,  é  con  ellos  los  clérigos  7  quantos  ba- 
ilaban, 7  llevaron  ansí  mucbos  lugares  7  alearías 
de  los  que  estaban  cerca  de  la  mar  por  toda  la  cos- 
ta* 7  como  vieron  que  por  toda  la  tierra  les  amones- 
taban que  fuesen  obristianos,  alborotáronse ,  7  ba- 
dán sus  a7untamientos  7  levantamientos. 

En  el  mes  de  Enero  del  afio  de  1501,  estando  la 
la  corte  en  Granada,  alborotáronse  los  moros  de 
Sierra  Bermeja  é  de  las  comarcas  de  Bonda,  é  alzá- 
ronse para  se  defender  ó  pasarse  allende,  antes  que 
no  ser  christianos,  é  por  temor  qne  babían  fecho  mu- 
chos dafios  é  muertes  en  los  obristianos ,  é  habían 
matado  entonces  á  los  dos  clérigo  de  Alcalá  An* 
ton  de  Medellin  é  Alonso  Gascón  en  Daiden ,  é  los 
quemaron,  después  de  los  haber  muerto  atados  á  sen- 
dos árboles  á  cafiaveradas  é  pedradas,  é  retrujéron- 
se  de  las  aloarias  á  los  lugares  mas  fuertes  de  las 
tierras  bermejas  ansí  como  á  Monardo  é  á  otros  lu- 
gares de  por  allí.  É  desque  esto  se  supo  de  toda  es- 
ta Andalucía,  apellidáronse  muchos  hombres  sin 
concierto,  é  sin  mando  de  Be7  fueron  sobre  ellos 
mas  de  ochocientos  hombres  por  matarlos  é  robar- 
los, é  robaron  muchos  lugares  é  alcarias,  é  con  esto 
se  alborotaron  mucho  mas  los  moros,  é  se  retrujéron 
los  áf"  aquella  comarca  á  sierra  Bermeja,  é  los  de  la 
Sierra  luenga  también  se  alzaron  é  pusieron  en  ar- 


mas é  defensa,  viendo  el  dafio  que  los  otros  red* 
bian  de  la  gente  desmandada  que  había  ido  sobre 
ellos.  Estonce  el  Be7  envió  á  mandar  al  Conde  de 
Cifuentes,  Asistente  de  Sevilla,  qne  fuese  con  la  gen 
te  de  Sevilla  é  de  toda  la  tiena  sobre  ellos,  é  fué , 
é  acudió  luego  el  Conde  de  ürefia  con  su  gente,  é 
Don  Alonso  de  Aguilar  con  la  sn7a,  é  la  dudad  da 
Jerez  é  la  gente  de  toda  la  comarca  fueron  sobre 
ellos,  é  fizóse  un  gran  Beal  de  gente,  que  se  asen- 
tó cerca  de  Monarda,  al  pié  de  lo  alto  é  mas  fuerte 
de  la  Sierra  Bermeja,  un  gran  arro70  de  nn  gran 
gollizo  é  espesura  enmedio  del  Beal  7  de  los  moros 
7  derra,  7  de  aquel  Beal  entraban  algunos  caballe- 
ros 7  peones  á  ios  lugares  que  los  moros  habían  de 
jado,  é  traían  cnanto  podían,  trigo,  cebada,  pasaS| 
semíUas,  vacas  é  cabras,  con  que  mantenían  el  Beal; 
7  estuvieron  and  algunos  dias ,  que  no  se  querían 
dar,  7  una  tarde,  estando  los  moros  en  la  ladera  de 
la  sierra,  cerca  del  Beal  en  su  defensa,  porque  no 
les  subiesen  por  allí  6  entrasen  la  sierra,  dn  ningún 
conderto,  uno,  dos  ó  tres  hombres  de  mala  yenturai 
consejados  parece  que  por  d  diablo,  tomaron  una 
bandera  7  comenzaron  pasados  el  arro70  de  subir  en 
pos  de  los  moros ,  7  el  Bed  se  desmandó  7  comen- 
zaron pasados  el  arro70  de  subir  en  pos  de  los  mo- 
ros muchas  gentes ,  7  subir  á  la  derra  arriba,  é  Don 
Alonso  de  Aguilar  movióse  con  los  SU70S  é  dguió 
en  pos  dellos  la  derra  arriba  peleando  con  los  mo- 
ros, 7  en  la  derra  había  á  trechos  algunas  llanadas 
en  la  ladera,  é  los  moros  peleaban  é  defendíanse ,  é 
iban  retra7endo,  é  cuando  llegaban  á  aquellos  lla- 
nos que  se  hadan  en  U  ladera,  huían  hasta  la  fuen- 
te, 7  and  se  fueron  retra7endo  hasta  un  gran  llano 
encima  de  la  derra  que  se  hacia  fuerte  de  dertas 
partes  con  pefias  é  espesuras,  donde  tenían  el  Bed, 
é  Iss  mujeres,  é  los  muchadios,  é  las  haciendas ;  é 
como  allegaron  dlí  los  moros  que  iban  hu7endo  de- 
lante de  los  christianos,  d  real  délas  mujeres  é chi- 
cos é  grandes  por  el  cabo  que  los  christianos  llega- 
ron comenzaron  de  huir  ,  7  Don  Alonso  de  Aguilar 
7  su  fijo,  7  el  Conde  de  Urefia  7  su  fijo  Don  Pedro 
Girón  iban  dlí  en  la  delantera  dando  en  los  moros, 
7  la  gente  común  de  los  christianos  desque  vieron 
que  los  moros  desampararon  su  red ,  comenzaron 
de  robar  é  tomar  líos  de  las  ropas  de  los  moros,  ca- 
da uno  cuanto  podía,  7  las  moras  7  los  muchachos 
comenzaron  á  dar  mu7  grandes  voces  7  grítos,7  ^^ 
7a  noche  que  escurecía,  7  el  apellido  de  las  moras 
7  de  los  morenos  muchachos,  doliéndose  de  sus  mu- 
jeres 7  fijos  7  viendo  que  había  afiojado  el  oomba- 
te  de  los  christianos ,  que  no  los  seguían  é  que  se 
habían  metido  á  robar,  aunque  en  este  medio  tiem- 
po los  caballeros  Don  Alonso  de  Aguilar  7  d  Conde 
de  Urefia  7  otros  capitanes  no  les  dejaban  dando  vo- 
ces «adelante,  sefiores,  no  se  robe  ni  se  pare  ningu 
no9,  volvió  la  multitud  de  los  moros  sobre  los  chrís 
tianos  en  gran  furiosidad  súpitamente  peleando,  7 
como  los  mas  andaban  robando,  halláronlos  tan  flo- 
jos, que  luego  volvieron  las  espaldas  á  huir  todos 
los  mas,  sdvo  Don  Alonso  de  Aguilar  ó  su  bandera, 
é  el  Alca7de  é  capitán  de  Marchena  Eslaba ,  é  otros 


DON  FERNANDO 

^uenofl  é  esfonsadM  oáballero0,qaetavi6ron  pelean- 
do el  rostro  á los  moros;  y  unos  huyendo,  otros  pe- 
leando, oerró  la  noohey  escnreció ,  y  quiso  la  sinies- 
tra fortuna  que  entre  los  christianos  que  peleaban 
se  pegó  fuego  á  un  barril  de  pólvora,  y  dio  tales  lla- 
maradas, que  alumbró  toda  el  compás  de  la  pelea  é 
toda  la  cuesta  de  la  sierra,  de  manera  que  vieron  los 
moros  como  los  christianos  iban  huyendo  y  no  ha- 
bian  quedado  sino  muy  pocos  con  Don  Alonso  de 
de  Aguilar,  é  didronles  entonces  tan  gran  combate 
de  saetadas  é  pedradas,  fasta  que  los  vencieron  é 
mataron  á  todos  cuantos  állf  quedaron ,  que  no  es- 
caparon sino  algunos  que  pudieron  huir  á  pié  á  las 
veces  despefiándose,  á  las  veces  rodando,  como  no 
sabian  ni  vian  las  entradas  y  salidas  y  veredas  de 
la  dicha  ñerra,  é  muchos  no  acertaron  aquella  no- 
che al  real  fasta  otro  dia,  é  fasta  otros  dias,  porque 
fueron  á  salir  lejos  de  allí  por  la  otra  parte  de  la 
sierra.  Quedaron  allí  muertos  Don  Alonso  de  Agui- 
lar é  otros  mas  de  ochenta  hombres  escuderos  é  caba- 
lleros ,  é  alcaydes  hombres  de  bien,  y  el  Conde  de 
Urefia,  y  su  fijo  Don  Pedro  Qiron,  y  Don  Pedro,  fijo 
del  diáho  Don  Alonso  de  Aguilar,  é  otros  muchos  ca- 
balleros é  escuderos,  escaparon  huyendo  despefiados 
y  con  mucho  trabajo  unos  por  un  cabo,  otros  por  otro, 
y  quedaron  por  aquellas  laderas  muchos  caballos 
despefiados  y  muertos  también  como  hombres.  Des- 
que los  moros  se  vieron  vencedores,  siguieron  el  al- 
cance las  laderas  ayuso,  hasta  donde  estaba  el  pen- 
dón de  Sevilla  é  el  Conde  de  Cifuentes  con  la  gente 
de  Sevilla  ennna  llana  de  la  ladera,  que  hablan  pa- 
sado el  arroyo  en  pos  de  la  otra  gente  ,  y  desque 
sintió  que  venian  desbaratados  los  christianos  reco- 
jia  alli  los  que  venian,  y  los  moros  vinieron  á  parar 
allí  aquella  noche  y  comenzaron  de  combatir  el  real 
aquella  noche  á  muchas  pedradas  6  saetadas,  y  el 
conde  fleo  poner  tal  recaudo  y  esfonsó  la  gente  en 
tal  manera,  que  resistiéronse  de  los  moros  con  mu- 
chas saetas  y  espingardas,  y  fué  á  tiempo  que  si  no 
fuera  por  el  esfuerzo  del  conde  é  de  ciertos  capita- 
nes y  escuderos  que  tenia  consigo,  toda  la  gente  que- 
na huir  é  pasar  el  otro  arroyo  real  del  asiento,  y  hu- 
yeran si  vieran  que  la  gente  de  Sevilla  huia,  y  si 
huyeran  fuera  peor  ó  tan  malo  como  lo  de  las  lomss 
é  Axarqufa  ,  é  quiso  Dios  remediarlo  como  dicho  es, 
por  esfuerzo  é  buen  concierto  del  Conde  de  Cif uen- 
tes  é  de  sus  buenos  capitanes  é  escuderos  ;  é  estuvo 
el  real  ansí  toda  aquella  noche  hasta  que  los  moros 
se  fueron,  é  otro  dia  pasó  el  arroyo,  é  viniéronse  al 
real  donde  habían  partido,  é  estuvo  el  real  allí  al- 
gunos dias,  hasta  que  sabido  en  Granada  el  desba- 
rato, el  Bey  partió  luego  de  Chanada  á  mas  andar  é 
vino  á  Bonda,  é  dende  al  real,  é  tomó  los  moros  á 
partido,  aqueUos  y  todos  los  de  la  sierra  Bermeja, 
que  se  pasasen  allende  despojados  é  perdiesen  todo 
cuanto  tenían,  y  así  fué  fecho.  También  tomó  el 
Bey  estonces  á  partido  los  moros  de  la  sierra  de  Vi- 
llaluenga,  que  estaban  también  alzados,  que  se  fue- 
sen despojados  allende^  é  dióles  pasaje,  é  despojá- 
ronlos á  todos,  é  fuéronse  allende  con  el  diablo. 
AqaeUa  desdicha  y  mala  aventurada  pelea  fué  en 


É  DOlfA  ISABEÍi.  69T 

diez  y  seis  dias  del  mes  de  Marzo,  afio  del  nacimien* 
to  de  nuestro  Bedentor  de  mil  y  quinientos  é  un  afios 
y  la  causa  de  aquella  perdición  fué  por  el  pecado  de 
la  mala  codicia  de  la  gente  común  de  los  christia- 
nos, que  como  llegaron  á  las  tiendas  de  los  moros 
llevándolos  de  vencida,  es  cierto  y  verdad  que  echa- 
ban las  armas  de  las  manos  y  se  cargaban  de  ropas 
é  líos  de  las  haciendas  de  los  moros,  aechaban  mano 
de  las  moras  é  los  muchachos,  sin  haber  vencido;  é 
aun  de  aquel  despojo  vino  harto  á  tierra  de  chris- 
tianos, que  los  que  sabian  la  tierra ,  pudiéronlo  sa- 
car é  salvar ,  é  ansí  los  malaventuriidoe  que  con  su 
codicia  comenzaron  de  robar  dejando  de  pelear, 
dieron  causa  á  la  muerte  de  tan  noble  y  leal,  esfor- 
zado y  loable  caballero  Don  Alfonso  de  Aguilar, 
que  valia  mas  que  todos  los  moros.  Algunos  luga- 
res é  alearlas  quedaron  en  la  comarca  susodicha  es- 
tonce que  no  fueron  en  aquel  alboroto,  é  dijeron  que 
más  querían  ser  christianos  que  no  pasar  allende,  y 
quedaron,  y  nunca  fueron  leales. 

CAPÍTULO  CLXVn. 
Del  Rej  4e  Frasela»  Dcqie  áe  Orlieat. 

El  Bey  Luis  de  Valois  de  Francia,  Duque  de  Or- 
liens,  desque  comenzó  á  reynar  él  se  supo  gobernar 
muy  bien,  como  muy  sagaz  y  mafioso  é  esforzado, 
y  su  fama  siempre  fué  tal.  En  comienzo  de  su  rey- 
nar dejó  su  mujer  la  Duquesa  de  Orliens,  hermana 
del  Bey  Luis,  con  bula  del  Sto.  Padre,  á  su  grado 
della,  según  se  dijo,  porque  no  paria ,  ca  era  muy 
gibada  é  no  bien  proporcionada,  é  era  doliente,  é 
fizóla  meter  en  orden;  é  casóse  con  la  Duquesa 
Beyna  de  Bretafia,  mujer  de  su  sobrino  el  Bey  Car- 
los, por  haber  fijos,  y  porque  no  saliese  el  Ducado 
de  Bretafia  de  la  casa  de  Francia;  y  desque  reynó, 
ganó,  como  dicho  es,  á  Milán  con  toda  su  tierra,  de 
que  mostraba  título  que  por  derecha  línea  le  venia, 
é  que  el  Duque  de  Milán  lo  tenia  usurpado  é  toma- 
do injustamente,  y  había  sucedido  en  él  por  una 
vía  de  fuerza  é  bastardía  de  una  mujer,  el  qual  él 
siendo  Duque  de  Orliens  lo  había  demandado  ó  no 
podía  haber  fasta  que  fué  Bey ,  que  lo  hubo  en  la 
forma  y  manera  ya  dicho  en  él  capítulo  atrás. 

B  viéndose  este  Bey  tan  sublimado  Bey  de  Fran- 
cia, pacífico  Gran  Duque  de  Bretafia ,  Gran  Duque 
de  Milán,  pacífico  Sefior  de  la  Lombardia  é  de  las 
Sefiorías  de  Genova,  Florencia  é  Pisa,  é  amigo  del 
Bey  Don  Femando  de  Espafia,  é  puesto  caso  que  sa- 
bia bien  cuan  caro  había  costado  á  Francia  la  con- 
quista del  Beyuo  de  Ñápeles,  cuando  el  Bey  Carlos 
la  tomó,  descubrió  su  corazón  é  intención  y  propó- 
sito, é  dijo  que  el  Beyno  de  Ñápeles  le  pertenecía  é 
venía  de  justicia,  y  que  lo  queria  ir  á  conquistar  é 
tomar,  é  aderezó  todas  las  oosas  que  le  convenían 
de  vituallas  é  armas,  é  muy  gran  gente,  é  fué  sabi- 
do por  toda  la  tierra  como  quería  ir  sobre  Ñápeles, 
reynando  en  él  Federico  II,  hijo  del  buen  Bey  Fer- 
nando I  de  este  nombre.  Bey  de  Ñápeles,  el  qual 
era  mas  aficionado  á  Francia  que  no  á  Espafia,  se- 
^n  se  deda,  el  qual  por  su  culpa  perdió  el  Beyuc, 


«98 


CRÓNICAS  DE  LOB  BBTE8  DS  CAfiTILLA. 


porqne  quiso  Dios  Tolrerlo  álalejítima  da  Aragón, 
cuyo  era ;  ó  decian  que  este  Federico  faé  ingrato  al 
Bey  de  Espafia  aa  tío,  é  no  qniao  desque  comenzó 
de  reinar  estar  á  su  consejo,  antes  se  decia  que  las 
cartas  que  le  enviaba  para  su  pro  é  favor  hallaban 
los  embajadores  de  Espafia  en  poder  del  Bey  de 
Francia.  Ordenada  asi  su  hueste,  el  Bey  de  Fran- 
cia muy  grande  y  muy  poderoso  por  tierra  é  por 
mar,  la  envió  sobre  el  Beyno  de  Ñapóles,  sin  ir  él 
.allá,  é  como  llegaron  al  Beamen  la  gente  francesa 
toda  se  le  dio,  é  en  la  ciudad  de  Ñápeles  lee  abrie- 
ron las  puertas  como  la  otra  vez,  sin  recibir  afrenta. 
El  Bey  Federico  desde  que  esto  vido,  muy  cuitado 
é  muy  mancillado,  viendo  ansi  perder  su  Beyno,  ó 
como  ya  sabia  antes[de  estonces  la  voluntad  del  Bey 
de  Francia,  é  tenia  fucia  que  lo  no  dejarla  sin  darle 
parte  en  el  Beyno  ó  gran  renta  con  que  viviese  en 
otra  parte,  fuese  á  Francia  ó  á  donde  el  Bey  estaba, 
á  ponerse  en  su  poder  con  su  casa ,  ó  antes  que  la 
gente  francesa  partiese  desta  vez  para  tomar  á  Ña- 
póles, sabiendo  el  Bey  de  Espafia  la  intención  del 
Bey  de  Francia,  y  que  por  cosa  del  mundo  no  le 
pudieran  estorbar,  ni  facer  revocar  su  propósito,  y 
como  lo  vido  tan  empinado  y  en  tan  gran  cantidad 
mas  crecido  y  mayor  que  los  otros  Beyes  de  Fran- 
cia, capituló  con  él  la  amistad  que  fideron,  é  le  fizo 
saber  que  ól  tenia  casi  la  mitad  de  aquel  Beyno  de 
Ñapóles  por  dos  cosas :  primero,  porque  le  venia  de 
patrimonio  y  justicia  por  la  casa  de  Aragón,  ó  lo 
habia  ganado  habiéndolo  perdido  el  Bey  su  sobri- 
no ¡  é  lo  segundo,  que  no  lo  habia  entregado  al  Bey 
Federico  por  los  grandes  gastos  é  despensas  que  so- 
bre ello  habia  fecho,  que  se  le  dobian  de  cuando  lo 

.  recibió  de  la  gente  de  Francia,  é  por  amparar  al 
Bey  Fernando  el  mozo,  que  era  hombre  de  su  li- 
naje é  casado  con  hermana  suya,  los  quales  á  él 
placia  que  reynasen  en  aquel  Beyno,  puesto  caso  que 
á  él  pertenecía  por  justo  título  de  la  casa  de  Ara- 
gón ;  é  pues  que  eran  amigos  y  hermanos,  que  en  lo 
que  él  tenia  que  61  no  curase  dello ,  ni  enojase  en 
cosa  dello ;  y  el  B^  de  Francia  dijo  que  le  placía, 
é  fué  capitulado  entre  ellos  aun  mas  que  esto,  é  par- 
tieron de  concierto  el  Beyno  por  medio,  por  guar- 
darse la  amistad  el  uno  al  otro,  é  proveyeron  lo 
mejor,  que  la  propia  ciudad  de  Ñápelos  é  toda  su 
comarca,  que  es  la  parte  de  Poniente  del  Beyno, 
quedase  al  Bey  de  Francia,  é  la  Calabria,  é  Pulla,  é 

'  tierra  de  Labor,  que  es  en  la  parte  de  Levante  del 
Beyno,  quedase  al  Boy  de  España;  é  ansí  se  partió 
entre  los  capitanes  franceses  ó  el  Duque  Gonzalo 
Fernandez,  el  qual  estaba  allá ;  é  los  embaxadores 
de  ambos  Beyes  é  Qonzalo  Fernandez  tenian  á  muy 
buen  recaudo  todas  las  fortalezas  y  ciudades  de  la 
Calabria  é  Pulla  que  estaban  por  el  Bey  de  Espafia, 
con  intención  de  las  defender  de  los  franceses,  al 
qual  dicho  Qonzalo  Fernandez  el  Bey  habia  envia- 
do, como  atrás  es  dicho,  con  muy  grande  armada 
contra  el  Turco  en  favor  de  los  venecianos,  y  por- 
que estuviese  allá  por  amparo  del  reyno  de  Ñápeles, 
sospechando  lo  que  después  nació.  E  desque  los 
franceses  partieron  el  royno  de  Ñápeles  con  Gonza- 


lo Fernandez,  según  la  capitulación  que  ambos  Be- 
yes asentaron  é  ficieron ,  muy  poco  estuvieron  ea  • 
paz,  porque  los  franceses  tenian  en  poca  estimados 
á  Gonzalo  Fernandez  é  á  los  espafioles,  ó  siempte 
buscaban  insidias  para  quebrar  con  ellos,  ca  en  todo 
les  mostraban  muy  mortal  enemiga,  y  con  todo  eso, 
desque  partieron,  cada  uno  sabia  bien  lo  que  que- 
dó al  Bey  de  Francia  é  lo  que  quedó  al  Bey  de 
Espafia,  é  dende  á  pocos  dias  comenzaron  á  haber 
diferencias. 

CAPÍTULO  CLXVra. 

De  \u  vIelorlM  del  Gna  CaplUs,  é  de  eoao  j^arttd  de  Btpefii,  é 
del  viaje  que  lito,  é  de  tea  difereselu  eoa  loiflnneeief  y  otns 
eoits. 

Partió  el  Gran  Capitán  Don  Gonzalo  Fernandez, 
fijo  segundo  de  la  casa  noble  de  Aguilar,  del  puer- 
to de  Málaga,  á  quatro  dias  de  Julio  afio  de  1500, 
por  mandado  del  Bey  Don  Fernando,  para  ir  en  la 
Italia  con  trescientos  hombres  de  armas,  é  por  ca- 
pitanes de  ellos  fueron  Don  Diego  de  Mendosa,  é 
Mosen  Pefialosa,  teniente  del  Clavero  de  Calatra- 
va;  é  Pedro  de  Paz ,  teniente  de  Don  Juan  Manuel, 
llevó  mas  de  trescientos  ginetes,  de  los  quales  fue- 
ron capitanes  el  Comendador  Mendoza  é  Luis  de 
Herrera  é  Mosen  Hoces.  La  gente  de  pié  que  llevó 
fueron  quatro  mil  peones  para  por  la  tierra,  y  otros 
quatro  mil  para  por  la  mar,  con  capitanes,  é  la  ar- 
mada de  la  mar  fueron  tres  carracas,  é  veinte  y  sie- 
te navios,  é  veinte  y  dnco  carabelas  Ó  gallas,  é  al- 
gunas fustas  é  bergantines,  con  que  se  fizo  una  muy 
fermosa  flota  é  armada.  Allegaron  á  Mallorca  áseis 
dias  del  dicho  mes,  víspera  del  Corpus  Christi ;  alli 
decindió  en  tierra  el  Gran  Capitán  é  fizo  la  proce- 
sión de  aquel  dia  con  mucha  honra  y  solemnidad,  é 
tomóse  á  la  flota  aquel  dia,  é  dguió  la  vía  de  Sid- 
cia  é  fizóles  calma,  y  estuvo  en  llegar  allá  vdnte 
dias,  é  llegado  á  Mesina  en  28  diaa  del  dicho  mes, 
desembarcaron  allí  en  fin  del  mes  de  Betíembre  para 
Corfú  é  Modo,  que  supieron  como  los  turóos  les  te- 
nian cercadas  aquellas  dos  ciudades  de  la  Sefioria 
de  Venecia,  para  las  socorrer,  é  antes  que  llegasen 
los  turcos  se  fueron  con  la  cabalgada  é  hallaron  la 
armada  do  Venecia,  que  utmpooo  habia  llegado  á 
tiempo  el  sooorro  y  se  volvían,  é  el  Gran  Capitán  se 
fué  con  su  armada  al  Puerto  do  Jacanto,  é  allí  en 
el  dicho  Puerto  se  juntaron  ambas  armadas  espafio- 
la  y  veneciana  en  Miércoles  28  de  Octubre  dd  didio 
afio  de  1500,  é  se  ficieron  muchas  fiestas  é  solemni- 
dades los  naos  á  los  otros. 

Habia  en  la  armada  veneciana  dos  carracas  é 
diez  y  nueve  galeazas  é  onoe  naos,  é  treinta  oara- 
bdas  é  galeras ;  allí  se  concertaron  d  Gran  Capitán 
y  los  capitanes  de  la  armada  veneciana  de  ir  sobre 
la  Papaloneta,  que  la  tenian  los  turcos,  que  es  una 
villa  muy  fuerte  en  una  ida  en  aquella  mar:  llega- 
ron allá  á  dos  de  Noviembre,  é  tuviéronla  cercada 
dos  meses  poco  menos,  é  combatiéronla  muchas  ve- 
ces muy  fuertemente,  é  estaban  dentro  seiscientos 
hombros  turcos,  que  el  Turoo  habia  dejado,  los  mas 
esf oreados  do  su  tierra  é  los  mas  escojídosi  é  do 


DON  FERNANDO 

quien  confiaba  qne  harian  sa  deber,  porqae  el  Tor- 
co sapo  de  las  armas  qne  iban,  y  soepechó  qne  no 
hallando  con  quien  pelear  qne  irían  á  parar  allí,  é 
proveyó  destos  600  hombree  para  alli,  los  qualea  de- 
fendieron la  villa  é  f  ortalesa  acerca  de  dos  meses 
muy  esforzada  y  varonilmente,  y  con  las  artiUerias 
espafiola  y  veneciana  que  lee  tiraban  los  allanaban 
y  destruyeron  toda  la  muralla,  y  combatiéronlos 
muy  fuertemente,  y  ellos  se  defendían  tan  bien  y 
tan  varonilmente  que  fueron  muchos  heridos  y 
muertos;  y  en  cabo  los  turcos  fueron  vencidos  y  to- 
mados un  día  víspera  de  Navidad ;  y  el  Oran  Capi- 
tán luego  entregó  la  fortaleza  á  los  venecianos,  y 
de  allí  se  despidió  dellos  con  la  gracia  de  Dios,  é  se 
vino  á  Zaragoza  con  su  armada,  é  allegó  allí  á  vein- 
te y  dos  días  del  mes  de  Enero  afio  de  1501.  CJomo 
el  Oran  Capitán  volvió  á  Zaragoza,  quitó  ol  cargo 
de  la  gobernación  de  la  eiudad  á  Mosen  Margante, 
según  del  Bey  lo  fué  enviado  á  mandar,  y  la  dio  á 
Mosen  Luis  Pezo.  Y  de  allí  se  fué  á  Palermo,  á  pro- 
veer algunas  cosas  que  cumplían  para  el  armada,  y 
dejó  la  gente  aposentada  en  ciertos  lugares  alder- 
redor de  la  ciudad,  y  antes  que  de  allí  se  partiese 
vino  Gabriel  Mora,  embaxador  de  los  venecianos,  y 
le  trajo  un  presente  de  cinquenta  y  dos  piezas  de 
plata  labrada  y  dos  piezas  de  carmesí  pelo,  y  el  pri- 
vilejio  de  G-entil-hombre  de  Venecia ;  y  luego  el 
Oran  Capitán  envió  las  dos  piezas  de  seda  á  la  Rey- 
nade  España,  su  Sefiora,  con  otras  cosas  de  allá. 
Allegó  el  Gran  Capitán  á  Palormo  á  27  de  Mayo  de 
1501,  y  aposentóse  en  un  jardín ,  que  no  entró  den- 
tro porque  venia  de  donde  morían,  é  halló  allí  que 
entonce  había  llegado  San  Vicente,  ol  aposentador 
del  Rey  Don  Femando,  con  la  capitulación  que  traía 
del  reyno  de  Ñápeles,  de  cómo  había  de  ser  partido 
entre  el  Rey  de  Francia  y  el  Rey  de  Espafia* 

En  la  capitulación  fué  acordado  que  cupiese  en 
la  parte  del  Rey  de  Francia  Ñápeles  é  Gaeta  con 
toda  la  tierra  de  Labor,  que  es  la  mejor  del  Reyno; 
é  Pulla  é  Calabria,  que  son  provincias  del  dicho  rei- 
no de  Ñápelos,  situadas  en  la  parte  de  Levante  del 
dicho  Reyno,  que  es  la  menor,  cupiesen  al  Rey  Don 
Fernando  de  España ,  é  que  las  otras  provincias  ó 
tierras  que  no  quedaban  nombradas,  fuesen  para 
igualar  las  partes  é  rentas  de  entre  ellos  como  fue- 
sen iguales ;  é  luego  como  comenzó  la  partí  ja ,  co- 
menzó á  faltar  la  verdad  entre  los  franceses,  é  á 
crecer  la  soberbia  é  la  envidia  de  ellos,  porque  lue- 
go tuvieron  manera  que  Taranto,  que  era  en  la 
parte  del  Rey  de  España,  so  tuviese  é  no  se  diese  al 
Gran  Capitán,  por  manera  que  al  Duque  Don  Fer- 
nando no  se  entregase,  como  en  la  capitulación 
estaba,  ^ 

Púsose  sobre  Taranto  á  28  días  de  Septiembre  del 
dicho  año  de  1502 ,  y  el  Martes  primero  de  Marzo 
se  entregó  la  ciudad  ó  salió  el  Duque  della  é  se  pasó 
en  Mesina  en  fin  del  mes  de  Agosto ;  ó  este  os  ol 
Duque  de  la  Calabria,  hijo  del  Rey  Federico,  qne 
perdió  el  Reyno, 

El  Duque  de  Nemours  é  Monsiur  do  Obeni,  Vi- 
reyes  é  Capitanes  generales  del  Rey  de  Francia  en 


É  DOfiA  ISABEL,  699 

este  tiempo,  enviaron  á-  decir  al  Gran  Capitán  que 
mandase  dejar  una  provincia  que  llaman  Capitana- 
ra,  que  es  la  cabeza  de  Pulla ,  y  siempre  por  tal  se 
tuvo  é  nombró,  é  los  dichos  Capitanes  franceses  de- 
cían, que  puesto  caso  que  así  ovieee  sido ,  que  elloB 
la  querían,  por  quanto  Ñápeles  no  podía  vivir  sin 
aquella  provincia ;  é  á  esto  respondió  el  Gran  Capi« 
tan,  que  ninguna  razón  para  ello  tenían,  y  que  si 
pensaban  que  la  tenían ,  que  se  viesen  el  Gíran  Ca- 
pitán é  el  Duque  de  Nemours  entre  Melfa  y  Látela; 
é  Jueves  quatro  de  Abril  de  1502  se  vieron  en  ana' 
ermita  de  San  Antonio  que  estaba  enmedio  del  ca- 
mino donde  estaban  aposentados,  é  fué  acordado 
entre  ellos  que  se  viese  por  justicia  entre  los  Doc- 
tores, que  podían  muy  bien  determinar  la  justicia ; 
é  andando  en  esto  dieron  dilación  en  el  concierto 
los  franceses,  y  secretamente  enviaron  por  gente  al 
Rey  de  Francia,  mañeando  siempre  en  la  concesión 
déla  justicia,  y  dilatando  tiempo  en  tanto  que  su 
gente  llegaba,  á  desque  la  gente  llegó,  dijeron  que 
no  querían  justicia ,  sino  que  de  necesidad  se  les 
había  de  dejar  aquella  provincia ;  é  requirióles  mu- 
chas veces,  el  Gran  Capitán  que  se  viese  por  justi- 
cia, que  él  no  quería  que  por  ninguna  manera  se 
rompiese  el  amistad  y  la  capitulación,  porque  ansí 
le  era  mandado,  é  jamás  con  ellos  pudo,  ni  su 
templanza  que  con  ellos  quería  tener  le  valió,  é  so- 
bre esto  los  dichos  Duque  de  Nemours  y  Monsiur 
de  Obeni  enviaron  al  Gran  Capitán  un  trompeta 
con  requerímientos  que  luego  dejase  la  dicha  pro- 
vincia de  Capitanara  é  luego  della  saliese,  é  man- 
dase salir  toda  la  gente  que  en  ella  estaba  aposen- 
tada, porque  tenían  mucha  necesidad ;  é  el  Gran 
Capitán  les  respondió,  que  se  viese  por  justicia ;  é 
luego  el  dicho  trompeta  sacó  otro  requerimiento 
del  seno  é  se  lo  puso  en  la  mano  al  Gran  Capitán, 
en  el  qual  le  enviaban  á  decir,  que  si  luego  á  la  hora 
no  salía  déla  dicha  provincia  é  la  dejaba,  que  se  la 
tomaría  por  fuerza,  é  que  no  querían  otra  justicia, 
.  Como  esto  oyó  el  Gran  Capitán ,  |en  presencia  de 
todos  los  que  ende  estaban,  tomó  el  postrero  reque- 
rimiento en  la  mano  y  púsose  de  rodillas  en  el  sue- 
lo é  alzó  los  ojos  al  cielo  é  dijo  estas  palabras :  iTo 
]>presento  estaescriptura,  Señor  Dios,  delante  de  tu 
ajusticia,  pues  sé  que  eres  verdadero  Juez,  é  sabes 
i>é  ves  la  mucha  justicia  que  el  Rey  ó  Reyna  mis  se- 
i^fiores  en  este  caso  tienen,  é  la  mucha  soberbia  que 
»el  Rey  de  Francia  muestra  é  sus  ministros  quie- 
sren ;  yo  te  ruego,  Señor ,  que  Tá  muestres  en  esto 
utu  Justicia,  que  yo  espero  en  tu  infinita  miserícor- 
]»dia,  que  anssí  lo  f  aras.»  É  tornó  é  dio  la  respuesta 
qne  se  sigue  al  trompeta : 

Retpsesla  qse  úié  el  Gnn  Capital  ti  trompeta. 

«  Hermano,  andad  con  la  gracia  de  Dios,  y  decid 
»al  Duque  de  Nemours  é  á  Monsiur  de  Obeni,  que 
»puesto  tantas  veces  les  he  dicho  é  requerído  que 
»esta  diferencia  se  vea  por  justicia,  y  no  quieren, 
»y  envíanme  á  decir  que  por  fuerza  me  la  han  de 
«tomar,  qno  espero  en  Dios  y  en  su  booditi^  Madro 


YdO 


CBÓNIOAS  DE  LOS  B1BYBS  DB  OASTILLA. 


ide  defendéfeelod  ann  gtnirlea  lo  sayo ,  é  ver  mny 
»pro8to  al  Rey  de  Espafia  mi  Mfior,  Bereefior  de  lo* 
Bdo  eete  Beyno,  por  la  joaticia  qae  á  todo  ello  tíe- 
me ;  6  qae  Tengan  oaando  quisieren,  que  aqaf  me 
ahallarán,  6  qae  me  esperen,  qae  yo  seré  lo  mas 
apresto  que  paeda  con  ellos;  y  decidle  á  Monsiear 
»de  Obeni,  qoe  palabras  demasiadas  en  esto  son  ea- 
Bcosadas,  é  qae  si  él  qaiere  que  de  mi  persona  á  la 
Bsaya  esto  se  determine,  yo  recibiré  merced  de 
sello,  porqae  se  esoosarán  maertes  de  otros  machos 
sé  diladon  de  tiempoj  Econ  esto  despachó  el  trom- 
peta. Y  los  capitanes  franceses  no  tomaron  mas  á 
replicar  en  ello,  ni  Monsiar  de  Qbeni  respondió  al 
desafío.  Tenian  entonces  los  franceses  doblada  gen- 
te qae  el  Gran  Capitán ,  é  estaba  janta  la  qae  nae- 
Tamente  habia  venido  de  Francia  oon  la  qae  esta- 
ba de  antes,  y  la  qae  por  los  aposentos  estaba  se  iba 
jantando ;  é  como  esto  vio  el  Gran  Capitán,  dio  ma- 
cha priesa  á  jantar  la  saya,  qae  también  estaba  por 
los  aposentos,  para  se  hacer  faerte  en  algana  parte 
donde  espérese  algan  socorro  de  gente,  de  la  qaal 
él  tenia  necesidad  harta,  é  también  de  dineros  para 
pagar  la  qae  tenia. 

CAPÍTULO  CLXIX. 

Como  el  Grai  CapiUa  hiio  saber  el  Rey  de  Espefle  1m  eons  da 
Ñipóles,  6  de  eomo  el  Rey  proveyó  é  enTld  socorro  á  Peerto- 
eerrero,  6  de  U  gasrrs. 

El  Gran  Capitán  jantó  sa  gente  en  Barletta,  qae 
es  ana  ciadad  en  la  Palla,  donde  tenia  los  rostros 
en  los  enemigos  é  las  espaldas  á  la  mar,  por  donde 
podia  ser  socorrido  anal  de  gento  como  de  mante- 
nimientos :  entró  en  Barletta  á  10  de  Jalio  de  1602, 
é  estayo  en  ella  cerca  de  naeye  meses. 

De  eomo  los  ftraaeeses  eomeasaroa  U  faerrt. 

A  qaince  dias  de  Agosto  del  dicho  afio  comenza- 
ron los  franceses  á  romper  la  oapitalacion,  qae  fae- 
ron  á  cercar  á  Canosa,  an  lugar  donde  estaba  por 
capitán  de  peonea  Pedro  Nayarro  oon  otros  dos  ca- 
pitanea con  hasta  600  hombres,  é  el  ejército  de  los 
franceses  con  macha  gente  de  pié  é  de  caballo  é 
may  grande  artillería  les  cercó  allí,  é  les  dieron  has- 
ta catorce  combates,  é  les  derribaron  con  artillería 
la  mitad  de  la  muralla,  é  nunca  les  pudieron  entrar, 
é  mataron  los  cercados  de  los  cercadores  mas  de 
mil  hombres  con  los  combates ,  sin  perder  quince 
hombres  de  los  suyos;  é  el  Gran  Capitán  envió  á 
decir  á  Pedro  Navarro,  que  ansí  por  la  villa  ser  fla- 
ca, como  por  no  tener  él  aparejo  para  le  socorrer  por 
estar  todo  el  ejército  de  Francia  allí  junto  sobre 
él  que  si  no  se  podia  tener,  que  hiciese  el  mejor 
partido  que  pudiese,  é  que  si  algunos  dias  se  podia 
tener  que  él  le  socorrería,  aunque  A  mucho  peligro 
le  fuese;  é  el  dicho  Pedro  Navarro  no  tenía  gana 
de  hacer  partido,  sino  tenerse  hasta  ser  socorrido,  é 
uno  de  loe  otros  dos  capitanes  secretamente  trataba 
partido,  por  el  peligro  que  esperaban.  E  ansí  que 
cuando  supo  esto  Pedro  Navarro,  é  vio  que  medio 
no  le  quedaba  de  se  poder  defender,  acordó  de  ha- 


cer el  mas  honroso  partido  que  Jamas  ninguno  hlcd 
en  esta  manera:  que  le  dejasen  salir  al  dicho  Na- 
yarro é  á  los  otros  dos  capitanes  con  toda  su  gente 
armados  por  medio  de  sa  real,  oon  sos  banderas 
tendidas,  é  con  sus  atambores  é  trompetas  tafiendo, 
diciendo:  eiBspafia,  Espafials  y  que  dejasen  salir 
A  todos  los  del  lugar  que  con  él  quisiesen  ir,  oon 
toda  la  hacienda  que  quisiesen  llevar,  é  que  los  que 
quedasen  no  les  fuese  fecho  enojo  ninguno.  E  ansí 
salieron  é  fué  fecho,  é  se  fueron  camino  de  Barletta, 
é  los  salió  á  recibir  el  Gran  Capitán  mas  de  una 
milla  del  lugar,  é  abrasó  é  besó  en  el  rostro  á  Pedro 
Navarro,  é  le  dijo  machas  palabras  de  honra  y  de 
amor. 

Después  desto,  á  22  dias  del  mes  de  Agosto  del 
dicho  afio  de  1602,  pasó  toda  la  hueste  de  los  fran- 
ceses por  delante  de  las  puertas  de  Barletta,  é  sa- 
lieron á  ellos  algunos  ginetes,  é  lancearon  en  U 
saga  algunos  dallos,  é  fueron  d  asentar  sa  real  en 
las  faldea  de  las  vifias  de  la  ciudad,  del  cabo  de  un 
río  que  llaman  Lefanto,  é  estuvieron  allí  tres  dias, 
é  iban  á  comer  uvas  de  las  vifias,  é  salieron  por 
mandado  del  Gran  Capitán  Don  Pedro  de  Acufia,  y 
Pero  Ort  de  Mesina  é  Mosen  Peftalosa  oon  derta 
gente,  é  atajaron  hasta  doscientos  suyos,  de  los 
cuales  no  escapó  ninguno,  é  entonces  los  franceses 
alzaron  su  real  é  fuéronse  á  poner  por  aposentos  por 
los  lugares  que  habia  por  allí,  é  dende  A  pocos  ¿itm 
partió  Monsienr  Obeni  para  Calabria. 

Prosigas  la  gaeirt¿ 

A  treinta  dias  del  mes  de  Septiembre  fué  el  Des- 
pensero mayor  A  correr  A  Canosa  con  cierta  gente, 
por  aviso  que  ovo  de  Mosen  Theodoro,  capitán  de 
los  griegos,  é  trujo  cierto  ganado,  é  siguiendo  el 
alcance  le  prendieron  A  él  y  A  treinta  de  los  suyos, 
é  conoertAronse  los  rescates  de  onos  por  otros,  é 
quedaron  debiendo  loa  franceaea  cierto  dinero,  lo 
qual  dentro  de  ciertos  dias  quedaron  de  dar  dentro 
de  una  ciudad  que  llaman  Trana,  que  enviasen  loa 
espafioles  allí  por  ellos,  que  luego  se  los  darían. 

CAPÍTULO  CLXX. 

Dd  desafio  de  doce  á  doee  franeesos  é  espalóles. 

Los  franceses  demandaron  campo  A  los  espafioles 
que  se  matasen  doce  por  doce  hombres  de  armas 
sobre  el  derecho  del  Reyno,  porque  Dios  mostraaa 
su  justicia,  é  los  que  fuesen  vencedores  pareciese 
que  su  Rey  tenía  mejor  justicia  y  acción  ¿í  Reyno; 
é  ansí  fueron  sefialados  de  cada  parte  doce,  é  aalíe- 
ron  al  campo,  é  elijieron.  de  cada  parte  uno  pars 
jaeces,  é  pelearon  once  por  once,  los  qnalea  pelearon 
nueve  horas,  en  que  descansaron  y  ae  apartaron  di- 
versas veces,  é  después  de  los  primeros  encuentro* 
cayeron  A  tierra  cuatro  franceses  y  un  espafiol,  é  de 
los  franceses  murió  uno,  é  de  los  que  quedaron  A 
caballo  se  rindió  uno,  y  los  tres  que  quedaron  A  pié 
se  rindieron :  murieron  nueve  caballos  de  los  fran- 
ceses, de  los  quales  fícieron  roparo  dentro  del  qual 


M  ptieieroik  qné  nunca  de  allí  quisieron  salir,  do 
manera  qoe  cuando  querían  llegar  loa  eapafiolea  á 
afrontarlos  se  espantaban  los  caballos  de  los  otros 
caballos  muertos;  é  ansí  estuvieron  todo  aquel  dia 
hasta  que  la  noche  los  despartió,  é  todos  los  espa- 
fióles  rompieron  sos  laneas,  7  en  los  franceses  ha- 
bla nusTo  lansas  cafias.  Dentro  de  tercero  dia  el  es* 
pafiol  que  se  rindió  desafió  al  francés  rendido,  di- 
ciendo que  él  tuTo  muy  mayor  causa  para  rendirse 
que  no  ól,  porque  él  se  habla  rendido  caldo  en  el 
enelo  á  tres  hombres  armados  que  sobre  él  cargaron, 
y  él  se  habia  rendido  estando  á  caballo  á  otro  ca- 
ballero solo  como  él.  Concertóse  el  desafio  para  dia 
sefialado:  el  espafiol  salió  al  campo  y  esperó  en  el 
campo  todo  el  dia,  y  el  francés  no  osó  salir,  y  el 
espafiol  hiso  alli  todas  sos  dili  jencias,  é  volvióse  del 
campo  con  mucha  honra. 

Y  acaedó  que  el  Oran  Oapitan  envió  cierta  gente 
á  sacar  cierto  ganado  que  estaba  herbajando,  que  oca 
en  asas  cantidad,  é  era  dentro  de  donde  habia  gen- 
te gruesa  de  los  franceses,  é  iban  hasta  ochenta 
de  caballo  corredores  para  tomar  el  ganado  á  la 
parte  donde  estaba  la  gente  francesa,  de  manera 
que  fuesen  vistos,  é  saliesen  á  ellos,  é  el  Gran  Oa- 
pitan púsose  en  celada  con  quinientas  lanzas,  é  los 
franceses  salieron  con  hasta  quinientos  hombres  de 
armas  á  los  espafioles  corredores,  é  ansi  viniendo 
en  huida  los  corredores,  salió  el  Oran  Capitán  oon 
la  celada  é  desbarató  los  franceses,  donde  fueron 
presos  doscientos  hombres  de  armas,  é  trajeron  el 
despojo  é  treinta  mil  oabesas  de  ganado  poco  me- 
nos, con  que  se  quedaron,  ó  volvieron  con  su  victo- 
ria; é  esto  f  aé  á  diez  de  Diciembre  del  dicho  afio  de 
mil  y  quinientos  y  dos. 

CAPÍTULO  OLXXl. 

De  Ik>9  Diego  de  Mendou. 

A  dies  y  nueve  de  Enero,  víspera  de  San  Sebas- 
tian, de  1Ó03  afios,  fué  el  Comendador  Mendoza  por 
el  dinero  resto  del  resgate,  según  es  dicho,  á  Trana 
con  quince  de  caballo;  é  acordaron  los  franceses  de 
le  poner  una  celada  en  el  camino  de  cinqüenta  y 
cinco  de  á  caballo  para  que  le  tomasen  el  dinero  é 
lo  prendiesen  é  tomasen;  é  fué  dello  avisado  el 
Oran  Capitán,  é  proveyó  que  Don  Diego  de  Mendoza 
saliese  con  ciertos  ginetes  é  hombres  de  armas  á  se 
poner  en  una  sobre  celada,  é  como  los  franceses 
estaban  ya  envueltos  con  el  dicho  Comendador,  lle- 
gó el  dicho  Don  Diego  de  Mendoza  con  la  gente 
que  llevaba,  é  de  los  cinqüenta  y  cinco  franceses 
mataron  los  dnqfienta,  é  los  cinco  fueron  heridos,  é 
se  acojieron  á  nfia  de  caballo,  é  no  se  pudo  sufrir 
el  Gran  Capitán,  ó  fué  á  ver  cómo  se  hacia  con  sie- 
te de  á  caballo,  é  fué  á  tiempo  que  hizo  su  parte. 


CAPÍTULO  CLXXIL 
De  Caetellanela,  é  de  lo  fve  tUI  teoBleeld. 
A  doce  do  Febrero  de  dicho  afio  de  1504,  acaeció 


¿DO^AÍSABSL  iOÍ 

zas  f ancosas,  y  sobre  una  bota  de  Vino  los  france- 
ses mataron  un  clérigo  de  misa,  y  del  despecho 
desto  los  del  lugar  enviaron  á  llamar  á  Pedro  Na- 
varro é  á  Luis  de  Herrera,  que  estaban  seis  millas 
de  allí,  y  que  ellos  les  abrirían  las  puertas;  é  vinie- 
ron é  entraron  el  logar,  é  faeron  sentidos,  y  loa 
franceses  se  quisieron  defender  y  los  espafioles  ma- 
taron 40  de  ellos,  é  prendieron  60,  é  ovieron  todo 
el  despojo,  é  vino  sobre  ellos  el  Duque  de  Nemours 
con  mucha  gente,  é  combatiéronlos,  é  loa  oastella- 
nos  le  mataron  50  hombres,  é  desque  vido  estOi 
volvióse,  que  no  hizo  nada. 

CAPÍTULO  CLXXin.. 
Del  desafio  de  los  Italitnos  y  finneeses. 

A  trece  de  Febrero  del  dicho  afio  de  1503,  se  de« 
safiaron  trece  franceses  con  trece  italianos,  y  fué  el 
concierto,  que  de  los  que  destos  fuesen  vencidos  ó 
rendidos,  ó  echados  del  campo,  perdiesen  por  cada 
uno  cien  docados,  é  las  armas,  é  el  caballo;  fueron 
vencidos  todos  trece  franceses  y  echados  del  campo, 
y  pagaron  el  precio,  é  los  italianos  quedaron  ven- 
cedores: fué  dellos  capitán  Jaoobo  Torre  Fieremos- 
ta.  Fizóles  el  Gran  Capitán  mucha  honra,  é  diólea 
para  salir  al  desafío  á  cada  uno  un  sayo  de  raso,  la 
mitad  morado  é  la  mitad  blanco,  para  sobre  las 
armas* 

CAPÍTULO  CLXXIV. 
De  lo  fce  btio  el  Coneadador  Solis. ' 

En  estos  meemos  dias  fué  el  Comendador  Solis  Á 
Cosencia,  que  tenían  cercada  la  fortaleza  los  Prín- 
cipes y  estaban  con  la  ciudad  aposentados,  y  enti^ 
de  noche  el  dicho  Comendador  con  fasta  cmqfion- 
ta  de  caballo,  é  pesóse  en  la  plaza,  diciendo:  «| Ekh^ 
pafia,  Espafia!»  é  mató  mas  de  treinta  dellos,  ó 
prendió  mas  de  sesenta,  é  toda  la  otra  gente  se  des* 
colgaron  por  la  muralla  abajo.  Tras  esto  salió  Don 
Diego  de  Mendoza  con  den  hombres  de  armas  6 
cinqfienta  ginetes,  é  púsose  en  una  celada  para  la 
gente  que  salla  de  Visella  á  hacer  el  herbaje,  é  cor* 
ríéronlos  el  campo,  é  alancearon  los  que  aloanzaroui 
é  alcanzaron  una  ordenanza  de  70  suizos  bien  ar- 
mados, los  quales  se  metieron  en  una  torre,  é  llegó 
allí  Don  Diego  á  los  requerir  que  se  diesen,  é  no 
quisieron,  é  combatiéronlos  é  tomáronlos,  é  despe- 
fiáronlos  de  la  torre  abajo  á  todos,  salvo  uno  que 
enviaron  oon  la  nueva  oon  dos  cuchilladas  por  U 
cara. 

CAPÍTULO  CLXXV. 


De  Lexeano. 

A  veinte  de  Febrero  del  dicho  afio  foé  Lezcano 
el  capitán  en  busca  de  las  quatro  galeazas  del  Piti- 
Juan,  oon  su  armada,  é  las  corrió  é  metió  en  el 
puerto  de  Tranto,  qao  es  de  venecianos,  é  prendió 
algunos,  porque  toda  la  gente  huyó,  é  libró  del  cap* 
^ue  en  Oastellaneta  estaban  aposentadas  den  lan-  |  tiverío  á  muchos  espafioles  que  andaban  aherraV 


■*■■«• 


708 


OBÓNIÓAdDB  LOS  REtflS  DS  OAsnLtiA; 


dos:  las qnaleí  geleasaa  haobn nmoho  dafio,  porque 
oorrian  toda  la  oosta,  é  quitaban  todoa  loa  manto- 
nimientoa  qne  venian  al  real  de  los  espafioleSi  é 
tomó  las  diohas  galeras  el  dioho  Lezoano,  é  si  no 
fuera  por  no  quebrar  con  los  veneoianos^  no  esca- 
para hombre  de  los  que  en  ellas  andaban. 

OAPÍTÜLO  OLXXVT. 
De  lo  qae  hiio  el  Grao  Capitán  en  Reaubo. 

A  22  dias  del  mes  de  Febroro,  Jueyes  en  la  no- 
che, salió  el  Gran  Capitán  de  Barletta  7  fué  sobre 
un  lugar  que  llaman  Benubo,  que  está  dies  leguas 
de  Barletta,  é  amaneció  otro  dia,  Vienies,  sobre  el 
lugar,  é  en  llegando  le  combatió  con  el  artillería 
casi  dos  horas,  ó  luego  le  dieron  otro  combate  de 
manos  tan  reciamente,  que  le  entraron  por  fuerza 
de  armas,  ó  mataron  hasta  sesenta  hombres  de  ar- 
mas, é  prendieron  á  Monsiour  de  la  Palisa  é  á  un 
capitán  de  la  gente  del  Duque  de  Saboya,  é  con 
ellos  hasta  seiscientos  hombres  franceses,  entre 
hombres  de  armas  7  aroheros,  é  tomaron  mil  caba- 
llos, con  los  quales  se  encabalgaron  muchos  hom- 
bres del  Qran  Capitán,  é  obieron  allí  otro  mucho 
despojo;  é  el  Gran  Capitán  se  puso  á  la  puerta,  Ó  no 
dejó  sacar  cosa  alguna  de  la  iglesia  ni  ninguna 
mujer,  ó  no  consintió  que  les  ficiesen  á  las  mujeres 
ninguna  descortesía,  é  ansí  se  volvieron  aquel  dia 
á  Barletta  con  aquella  victoria;  ó  á  sois  de  Marzo 
del  dicho  afio  enviaron  á  decir  los  de  San  Juan  Re- 
dondo al  Gran  Capitán,  que  ellos  eran  muy  maltra- 
tados de  los  franceses  que  allí  estaban  aposeutados, 
que  se  querian  dar  á  él,  que  les  enviase  algún  capi- 
tán con  gente,  é  quellos  les  abrirían  las  puertas ;  é 
el  Gran  Capitán  envió  á  Arriarán  con  trescientos 
peones;  é  salteólos  una  noche,  é  mató  trescientos  é 
ochenta  franceses  é  prendió  otros  ciento  é  tomó  el 
lugar.  Después  desto»  á  13  de  Marzo,  viniendo  Pe- 
dro Navarro  é  Luis  de  Herrera  de  Taranto,  en  las 
Argentallas  toparon  con  una  batalla  de  franceses 
que  los  estaban  esperando  en  el  camino,  é  los  des- 
barataron, é  mataron  200  é  prendieron  50,  é  dende 
á  doce  dias  se  topó  Pedro  Navarro  eu  otro  camino 
cerca  de  Villasella  con  el  hijo  del  Conde  de  Cenca, 
é  lo  desbarató  é  prendió  á  él  é  á  otros  16  é  mataron 
80  de  ellos.  Tras  este  desbarato  fué  otro  que  hizo 
el  capitán  Noliba  pasando  de  un  lugar  á  otro  con 
su  gente :  se  topó  con  ciertos  franceses  é  los  desba- 
rató é  mató  30  delloB.  Viniendo  Pedro  Navarro,  é 
Lezcano,  ó  Luis  de  Herrera  de  Tárente  á  Barletta, 
toparon  on  ol  camino  con  el  Marqués  do  Bitonto  é 
con  el  Sefior  Juan,  su  cufiado,  con  muy  buena  gente 
qne  traían,  así  de  hombres  de  armas  como  de  caba- 
lleros lijeros,  que  se  iban  á  juntar  y  ayudar  á  los 
franceses,  y  pelearon  con  elloa,  é  desbaratáronles,  é 
prendieron  al  dioho  Marqués  de  Bitonto  y  á  otros 
con  él,  y  mataron  á  su  cufiado  el  Sefior  Juan  con 
otros  60  hombres,  y  con  esta  victoria  se  vinieron  al 
Gran  Capitán. 

Bn  estos  mesmos  dias  un  capitán  de  peones,  que 
llamaban  Bemardioo  de  Valmaseda,  estaba  en  un 


lugar  aposentado  con  su  gente,  oon  160  hombreft 
de  pié,  é  por  veoes  mató  mas  de  doscientos  y  oin- 
qfienta  franceses,  y  un  dia  se  halló  en  un  paso  con 
33  hombres  suyos  é  desbarató  400  franceses,  é  mató 
cinqfienta  dellos,  é  prendió  mas  de  otros  tantos* 
Muchas  otras  cosas  ovo  é  pasaron  entre  espafioles 
y  franceses  en  aquel  tiempo  que  el  Gran  Capitán 
estuvo  en  Barletta,  que  no  son  aquí  escritas,  de  que 
siempre  los  espafioles  fueron  vencedores  y  los  fran- 
ceses vencidos. 

CAPÍTULO  OLXXVIL 

De  la  batalla  qaa  ovtaron  los  eastaUaaos  eos  Musas  4e  Obeii,  ea- 
piUn  f  cDaral  de  Francia,  é  coa  los  fnieeses  en  Calabria,  é  los 
fnneeses  faeron  Teacldos, 

Como  los  Príncipes  de  Salomo  é  Visiniano,  é  Bo- 
sano,  é  Condes  de  jCapacho  é  de  Melito,  qne  todos 
estos  estaban  en  Calabria,  é  otros  Sefiores  é  Barones 
supieron  la  discordia  entre  el  Gran  Capitán  é  el 
Duque  de  Nemours  é  Monsieur  de  Obeni,  é  como 
llegaban  gente  los  unos  y  los  otros,  é  la  guerra  era 
rota,  oomensaron  de  decir  por  Calabria:  «¡Francia, 
Francia  !i  é  ñcieron  rebelar  toda  la  tierra;  é  la  pri- 
mera cosa  que  ñcieron  fueron  á  cercar  á  Terranova, 
é  tomaron  la  ciudad  é  tomaron  la  fortaleza,  é  tu- 
viéronla 36  días  cercada,  é  fué  por  capitán  el  Con- 
de de  Melito.  E  como  el  Virey  de  Sicilia  supo  la 
revuelta  de  Calabria,  fuese  de  Palermo  para  Me- 
sina  por  ver  si  podía  poner  algún  remedio  desde 
allí,  é  no  halló  oon  que  socorrer  gente  ninguna  es- 
tran  jera,  y  estando  en  esto  llegó  Don  Hugo  de  Car- 
dona, que  venia  de  Boma  oon  hasta  250  peones,  y 
el  Virey  había  hecho  otros  tantos,  con  fasta  100  de 
á  caballo  sicilianos,  é  pasó  en  Calabria;  esto  fué  en 
comienzo  á  6  de  Octubre  de  1502;  y  dende  á  dos 
dias  llegó  García  Alvarez  Osorio  con  otros  250  peo- 
nes, é  luego  le  pasó  el  Virey  la  gente,  é  pasó  á  jun- 
tarse con  Don  Hugo  á  un  lugar  de  Calabria  quo 
llaman  Semanara,  á  ocho  millas  de  Terranova,  6 
juntóse  con  olios  Nufio  de  Campo  con  cierta  gente, 
á  fueron  á  Terranova  á  socorrerla.  El  Conde  de  Me- 
lito, como  supo  qne  iban,  salió  de  la  ciudad  con 
trescientas  lanzas,  y  pelearon  un  Martes  á  once  de 
Octubre  é  fué  desbaratado  el  Conde  de  Melito,  6 
muertos  cinqfienta  hombres  de  armas  de  los  suyoflji 
é  él  f  uyó  é  acojióee  á  Melito. 

CAPÍTULO  CLXXVra* 
Del  socorro  de  Espifia. 

Sabido  por  el  Rey  de  Espafia  que  era  menester 
socorro  en  Calabria,  envió  á  Manuel  de  Benavides 
con  quince  naos,  en  que  llevó  200  hombres  de  ar- 
mas :  eran  capitanes  Antonio  de  Ley  va  y  Alvaro,  é 
más  llevó  300  peones,  é  desembarcaron  en  B¡ joles 
á  18  dias  del  mes,  é  fallóse  haber  muerto  por  la  mar 
hasta  allí  80  caballos.  Juntóse  esta  gente  oon  la  de 
Don  Hugo  en  San  Jorje  á  25  del  dicho  mes,  y  de 
allí  se  fueron  apoderando  on  algunos  lugares  de  la 
Calabria,  á  la  qual  hubo  de  venir  Monsieur  de  Obe« 


t)ON  FERNANDO 

ni  de  llalla,  i  partió  su  ejército  en  dos  partes,  é  vino 
á  jantarse  con  los  Príncipes  en  Calabria,  y  qoedó  el 
Duque  de  Nemours  con  la  mayor  parte  de  la  haes- 
te  en  Pulla,  el  rostro  al  Gran  Capitán. 

Manuel  Benayides  é  los  otros  capitanes  ya  dichos 
estando  en  Terranova,  vino  sobre  ellos  Mr.  de  Obe- 
ni  con  los  Principes  del  Beyno  susodichos  é  con  mu- 
cha gente  de  früiceses;  é  los  espafioles  acordaron 
dejar  la  ciudad,  porque  era  flaco  lugar,  é  porque 
tenían  necesidad  de  los  mantenimientos  é  de  otras 
cosas ;  tomaron  su  recuaje  delante ,  é  salieron  por 
una  puerta  nn  Domingo  de  mafiana,  é  salió  la  gen- 
te algo  ahilada  y  cada  nno  con  su  recuaje ;  quedó 
en  la  saga  algún  cuerpo  de  gente,  é  saliendo  de 
TerranoTa  por  una  puerta,  entró  Monsieur  de  Obe* 
ni  por  la  otra,  é  salieron  en  pos  de  los  espafioles 
toda  la  gente  de  armas  de  los  franceses,  ó  como  era 
mucha  gente  no  los  podian  sufrir  los  espafioles,  ó 
Manuel  de  Benavides  reoojió  su  gente  é  volvió  so- 
bre los  franceses,  en  que  de  aquella  vuelta  mataron 
á  Monsieur  de  Jerani,  é  á  otros  veinte  hombres,  é 
á  otro  capitán,  é  los  franceses  atajaron  é  Qonsalo 
de  Avales,  é  lo  prendieron  con  otros  con  él  de  los 
espafioles ;  é  los  espafioles  se  fueron  ordenadamen- 
te para  nn  puerto  arriba  que  no  perdieron  seis  hom- 
bres :  é  vinoso  é  aposentar  Manuel  de  Benavides  á 
un  lugar  queplaman  Tura,  é  los  franceses  se  vol- 
vieron á  Terranova,  ó  otras  muchas  cosas  le  acae- 
cieron en  la  Calabria  oon  los  franceses ,  que  seria 
luengo  de  escribir,  hasta  que  llegó  el  segundo  so- 
corro de  Bspafia,  que  fué  Portooarrerro  joon  la  gen- 
te de  Espafia. 

CAPÍTULO  CLXXIX. 

DeltbtUUtdeCahbrli. 

Sabido  por  el  Rey  Don  Femaudo  de  Espafia  la  ne- 
cesidad que  su  gente  espafiola  tenia  en  el  Reamen, 
y  como  los  franceses  eran  muchos,  roas  querían 
guerra  que  no  paz,  y  como  hablan  rompido  la  ca- 
pitulación de  entre  él  y  el  Rey  de  Francia,  é  como 
la  Calabria  estaba  en  peso  de  perder  ó  tomar  dellos, 
ordenó  muy  presto  una  armada  que  envió  de  Espa- 
fia, en  la  quid  envió  á  Lnis  Pnertocarrero,  Sefior  de 
Palma,  ó  Meser  Filio  por  capitán  general,  cÁ  qnal  lle- 
gó en  Mesina  é  5  dias  de  Marzo  afio  de  mil  y  qui- 
nientos y  tres  afios,  con  800  hombres  de  armas,  ó 
300  ginetes,  é  2500  peones:  iban  con  él  por  capitanes 
Don  Femando  de  Andrada  é  Don  García  de  Ayala, 
que  murió  en  Cerdefia,  é  Alonso  Nufio,  é  Carvajal,  é 
Figueredo,  alcayde  de  Morón,  é  Femando  de  Quija- 
da ;  é  como  llegaron  á  Rijoles  plugo  á  Nuestro  Sefior 
murió  el  dicho  Lnis  Pnertocarrero  de  dolencia,  é  ñzo 
BU  testamentó  como  hombre  muy  cathólico  christia- 
no  que  él  era,  de  la  cual  muerte  no  poco  dolor  dejó 
en  todos  los  que  con  él  pasaron  y  allá  estaban  de  la 
parte  del  Rey  de  Espafia,  é  dejó  en  su  lugar  á  Don 
Femando  de  Andrada,  al  qual  luego  elijieron  todos 
aquellos  capitanes  por  capitán  general ,  é  fué  muy 
temido  y  obedecido  por  todos  como  él  lo  merecía, 
porque  según  su  nobleza  todos  le  tenían  mucho 


r 

Ú  DOffA  ISAfiEÚ  fOa 

amor  é  lo  tuvieron  en  aquel  acatamiento  que  tuvie- 
ran al  dicho  Pnertocarrero  si  viviera.  K  puesto  caso 
que  Manuel  de  Benavides  habia  ido  primero  por 
capitán  de  su  gente,  fué  el  primero  qne  lo  elijió; 
ó  cierto  el  dicho  Don  Femando  dio  muy  buena 
cuenta  de  su  cargo.  T  luego  como  Mr.  de  Obeni» 
Virey  y  capitán  general,  supo  de  la  gente  espafiola 
que  era  llegada  á  Rijoles,  los  envió  á  desafiar  á  ba- 
talla, é  vínose  para  uu  lugar  que  llaman  Joya,  que 
es  á  seis  millas  de  Palma,  que  es  nn  lugar  donda 
estaba  la  gente  castellana,  ó  allí  se  concertó  la  bata- 
lla para  Viémes  de  mafiana  21  dias  de  Abril,  la  qual 
los  espafioles  no  quisieran  dar  porque  lo  llevaban 
ansí  mandado  del  Rey,  y  por  importunidad  de  di- 
cho Monsieur  de  Obeni  la  ovieron  de  dar,  porque 
no  tenían  en  cosa  alguna  de  estimación  ¿  los  espa- 
fioles ó  les  enviaba  é  decir  muchos  ultrajes,  é  ultra- 
jados de  su  gran  soberbia  fué  forzado  de  se  la  dar; 
aun  primeramente  cuando  envió  á  la  demandar 
con  un  trompeta ,  le  fué  respondido  donosamentCi 
por  deferir  algunos  dias|Feraando  de  Andrada  para 
juntar  consigo  á  Manuel  de  Benavides,  é  á  Alvara- 
do,  ó  Antonio  de  Leyva,  capitanes  qne  estaban  re- 
partidos en  ciertas  fortalezas,  ó  ansí  ovieron  lugar 
de  se  juntar  en  tres  dias  800  hombres  de  armas,  é 
300  ginetes  é  3600  peones,  ó  la  otra  gente  quedó  en 
guarda  de  los  lugares;  é  el  dicho  día  Viémes  22  da 
Abril  de  1603  salieron  al  campo  los  unos  y  los  otroS| 
é  los  espafioles  pasaron  un  rio ,  é  vino  sobre  ellos 
Monsieur  de  Obeni  con  toda  su  hueste,  que  nunca 
los  castellanos  lo  vieron  hasta  qne  los  franceses  die- 
ron en  las  guardas,  y  los  castellanos  iban  ordena- 
dos en  esta  manera:  en  la  delantera  200  hombrea 
de  armas,ála  mano  derecha  de  ellos  300  ginetes,  á 
á  la  mano  izquierda  el  peonaje;  en  la  resaga  Don 
Femando  de  Andrada  oon  100  hombres  de  armas  é 
600  peones  para  afiadir  ¿  la  parte  donde  fuese  ma« 
ñester. 

Los  franceses  se  hicieron  dos  batallas,  é  echaron 
en  la  delantem  800  hombres  de  armas  mas  escoji- 
dos,  en  otra  batalla  atrás  otros  600  hombres  de  ar- 
mas, luego  allí  oon  ellos  el  peonaje,  ó  luego  como  so 
vieron  juntos  arremetieron  los  franceses  á  los  cas- 
tellanos los  mas  furiosos  del  mundo,  y  fueron  por 
semejante  recibidos  por  los  castellanos  en  tal  ma- 
nera, que  pronto  amansaron  la  furia ,  é  tan  presto 
como  fueron  envueltos  los  unos  oon  los  otros,  acu- 
dieron los  ginetes  castellanos  sobre  ellos  é  fioieion 
tanto  dafio  en  ellos,  que  en  poco  espacio  volvieron 
las  espaldas  á  huir,  ansí  los  que  quedaron  enhestoa 
de  los  300  como  de  los  600,  después  de  se  haber  en- 
contrado, ó  eso  raesmo  el  peonaje  francés  se  puso 
en  huida,  de  manera  que  los  castellanos  ovieron  la 
honra  de  la  batalla  é  fueron  vencedores,  é  los  fran- 
ceses fueron  vencidos  é  desbaratados,  é  quedaron 
dellos  muertos  en  el  oampo  dos  mil  doscientos  hom- 
bres, é  los  que  escaparon  fueron  huyendo  por  el 
campo  de  Hoya  por  donde  habían  venido,  é  los  cas- 
tellanos fueron  en  pos  dellos  hasta  que  los  enoerra- 
ron  en  el  dicbo  lugar  de  donde  hablan  salido,  é  allí 
Jes  oeioaron,  é  tomaron^  é  despojaron ;  é  Monsieur 


loi 


CRÓNÍQA8  DS  iJOÚ  BÜYBS  DÉ  OkefínttL 


de  Obeiii  por  feo  salvar  tomó  el  oamino  de  Meliio,  é 
Baosa  de  BenaTÍdea  é  AIyarado  loa  aigaleron  haata 
que  ae  lea  encerró  en  Bocaganjito,  é  con  la  gente  que 
otro  día  lea  aigaió  lea  oercaron,  é  enviaron  por  arti- 
llería á  Meaina,  y  lo  tnyieron  oeroado  treinta  dlaa, 
7  en  fin  le  tomaron  é  prendieron ,  é  deapnea  lo  lle- 
varon á  NApoleai  deaque  ae  ganó,  6  llegó  allá  en  11 
de  Julio,  é  lo  llevó  Don  Fernando  é  pnao  preao  en 
Oaatílnovo.  B  en  dicho  deabarate  é  vencimiento  é  en 
la  villa  de  Hoya  tomaron  loa  oaatellanoa  600  priaio- 
neroa;  anal  que  eata  batalla  ínó  en  Calabria  como 
dicho  ea,  ovieron  loa  oaatellanoa  maa  de  800  caba- 
Uoa  ó  400  aoómilas  é  mucho  otro  despojo  que  aeria 
luengo  de  eaoribir,  ain  morir  hombre  de  loa  oaate- 
llanoa, peón  ni  caballero,  aalvo  algunoa  pocos  he- 
ridoa:  ¿que  ae  puede  aquí  decir  aino  que  «dDteJRC 
a/adum  e»t  üütd  mtraMIa  In  oeuU$  notlríf »?  Bata  ba- 
talla fué  antea  que  la  que  ovo  el  Qran  Capitán  en  la 
Chirinola  otro  dia,é  luego  ae  dio  la  Calabria  toda  al 
Bey  de  Eapafta  Don  Fernando.  Agora  volveremca  á 
contar  laacoaaa  del  Qran  Capitán  que  atraa  dejamoa. 

CAPÍTULO  CLXXX. 

Da  li  bitaUt  fta  al  Gria  Oipf tan  ova  caá  al  Vinar  Daqaa  4a 

Meaiaan  de  FrtacU* 

Lá  batalla  que  el  Gran  O^titan  ovo  en  Pulla  con 
el  Yirey  írancéa  Duque  de  Nemoura  fué  deata  ma- 
nera :  Bl  Qran  Capitán  cataba  de  aaiento  en  la  ciu- 
dad da  Barletta,  6  aalió  de  Barletta  á  pelear  con  loa 
franceaea  un  Juevea  tarde  á  27  de  Abril,  afio  de  1608, 
¿  aalió  porque  de  pura  neceaidad  no  pedia  hacer 
otra  cosa,  porque  el  Yirey  francés  Duque  de  Ne- 
mours lo  tenia  cad  cercado,  é  porque  morian  de 
peatilenda  en  la  dudad,  é  porque  teman  mucha  ne- 
caddad  de  loa  mantenimientoa  é  de  otraa  coaaa;  é 
antea  desto,  hallándose  con  poca  gente  é  pocos  di- 
neros, d  Qran  Capitán  al  oomienio  de  la  guerra  en- 
vió aus  embaladores  d  Bmperador  de  Alemania 
Maximiliano,  consuegro  dd  Bey  de  Bapafia,  rogán- 
dole á  Su  Altesa  leaooorriese  con  dguna  gente,  é 
d  Bmperador  le  envió  dos  mil  demanes,  é  con  dios 
un  sobrino  suyo  por  coronel,  que  quiere  dedr  capi- 
tán, é  antea  que  enviase  d  Emperador  envió  á  decir 
al  Bey  Don  Femando  que  enviase  aooorro  é  gente  en 
Calabria,  de  donde  procedió  que  le  fué  socorro  de 
Bspatjt  dea  vecea,  como  dicho  ea,  antea  de  la  bata- 
lla de  la  Cdabria,  y  loa  diohoa  alemanea  vinieron  y 
allegaron  á  dies  de  Abril  en  Monfredonia;  é  como 
el  Qran  Capitán  lo  aupo,  luego  dio  prieaa  en  dlegar 
toda  la  gente  que  cataba  por  loa  apoaentoa,  y  envió 
á  llamar  todoa  loa  [capiUnea ,  é  recojidos  todos  á 
Barietta,  aai  loa  demanes  como  los  espafioles,  aalió 
el  Qran  Capitán,  como  dicho  ea,  de  Barletta  aquel 
Jueves  tarde,  é  tomó  d  camino  de  la  Chirinola,  y 
luélea  hacer  noche  cabe  un  rio  que  llaman  Lefanto, 
que  eaUba  á  aeia  millas  del  real  de  los  franceaea, 
porque  elloa  tenian  su  real  aaentado  en  el  campo 
acerca  de  Canoaa ;  é  otro  dia  de  mafiana,  Yiemea  28 
de  Abril,  el  Qran  Capitán  con  todo  au  campo  toma- 
ron d  camino  de  la  Chirinola,  que  ea  una  villa  é  f  or- 


tdesa  que  estaba  por  los  franceses,  é  estaba  de  allí 
dies  y  ocho  millaa,  é  fizo  aqud  dia  tan  grande  aol  é 
odor,  que  penaaron  todoa  aer  perdidoa  de  aed,  por 
que  en  todo  el  camino  no  habia  poblado  ni  gota  de 
agua,  y  hallóae  que  aqud  dia  murieron  treinta  y  doa 
peraonaa  dd  ejérdto  de  aed,  que  en  ninguna  mane- 
ra ae  pudieron  remediar,  porque  fueron  todaa  diei  y 
ocho  millaa  dn  repoaar,  y  como  loa  franceaea  loa 
vieron  ir  y  paaar  y  vieron  la  neceridad  que  lleva- 
ban, é cuan  caaadcs  llegaron,  acordaron  de  ir  á  dar 
sobro  dios.  Poso  d  Qran  Capitán  tanta  diligenda 
aqud  dia,  que  d  mesmo  tomaba  á  los  hombres  da 
pié  que  venían  oanaadoa  é  aquejadoa  de  aed,  é  loa 
llevaba  á  las  ancaa  de  an  caballo  ¡  é  and  hiso  que 
hideaen  loa  hombrea  de  annaa^  é  los  ginetes,  é  de 
esta  manera  eacaparon  mudioa  de  loa  peonea  y  no 
dejaron  resegado  ninguno,  y  en  todo  aqud  camino 
no  cesó  d  Qran  Capitán  de  dar  con  un  fraaco  é  un 
tasen  de  beber  á  la  gente^  que  ai  cato  no  hidera 
mucha  mas  gente  se  le  ahogara.  De  loa  demanaa, 
aunque  era  toda  gente  de  á  pié  no  se  ahogó  ningu- 
no, porque  iban  pertrechados  entro  cada  dos  un 
frasco  lleno  de  vino  é  agua,  queea  un  barril  de  ma- 
dera. Llegó  d  Qran  Capitán  con  su  efférdto  á  la  Chi* 
rinda  aqud  dia  dos  horaa  antea  que  fueae  de  nodie^ 
y  la  gente  cansada  con  mas  gana  de  deaoanaar  que 
de  pelear,  ca  venian  muy  deaeoaca  de  ae  hartar  de 
agua,  y  dlí  cabe  la  Chirinola  están  ciertos  posos,  en 
los  cuales  toda  la  gente  cargó  á  beber,  y  los  france- 
ses que  estaban  en  la  villa  y  f  ortdesa ,  no  hadan 
dno  tirar  á  la  gente  con  la  artilleria  á  los  posos ,  é 
plugo  á  Nuestro  Sefior  que  toda  iba  por  dto  y  á  nin« 
guno  ofendieron  ni  mataron.  Estando  la  gente  en 
esto  como  dicho  es,  venia  un  trompeta  francés  so- 
nando, é  preguntando  por  el  Qran  Capitán,  y  el  Qran 
Capitán  mandó  que  ae  lo  trujeaen ;  y  trddo  le  pre- 
guntó y  el  trompeta  le  dijo :  cd  Yirrey  mi  aefior  hace 
aaber  á  tu  Sefioría  que  ha  aabido  tu  aalida,  y  que  te 
ruega  que  le  eaperes,  que  mafiana  aera  contigo  y  te 
dará  la  batdla,  y  de  su  parte  y  de  todos  los  prind* 
pes  te  lo  digo  y  lo  requiero.»  El  Qran  Capitán  res- 
pondió :  «Dile  á  su  Sefioria  que  yo  soy  sdido  de  Bar^ 
letta  á  destruir  todos  aquellos  que  d  mandamiento 
dd  Bey  de  Espafia,  mi  aefior,  no  quieiereu  obedecer, 
y  que  si  su  Sefioria  viniere,  que  aqui  me  hallará,  y 
que  yo  con  la  ayuda  de  Dice,  de  eata  tierra  no  me 
partiré  hasta  que  vea  la  bandera  de  Espafia  sobre  la 
mas  dta  torre,  con  vencimiento,  y  de  esto  le  hago 
saber»;  d  qual  trompeta  mandó  d  Qran  Capitán  dar 
de  comer  y  beber,  y  le  dló  una  cadena  de  oro  é  un 
jarro,  é  un  tasen  de  plata,  é  con  cato  ae  fué.  E  aquí 
parece  que  los  franceaea  engafioaamente  enviaron 
el  trompeta  á  aplazar  la  batdla  para  otro  dia,  pues 
que  luego  á  la  hora  vinieron  en  poa  dd  trompeta ;  y 
catando  ad  la  gente  del  Qran  Capitán  aun  no  bien 
apoeentada,  sonaban  loa  tiroa  de  pólvora  de  loa 
franceaea  é  venian  las  pelotea  por  cima  del  Beal  { 
luego  el  Qran  Capitán  envió  treinta  y  doa  de  á  ca- 
ballo ginetes  á  ver  d  el  Yirroy  venia  ó  cataba  que** 
do,  loe  qualea  luego  volvieron  corriendo,  é  dijeron 
como  los  franceses  venian  con  toda  su  hueste  muj^ 


f)ÓN  lí^Sillf^ANDO 
6eroa,  oréauíá*  para  dar  en  ellos,  é  eetonoes  todo 
el  ejército  de  EipelU  se  alborotó  é  puao  en  arma ;  é 
el  Oran  Capitán  mandó  tocar  aaé  trompetas  ó  tam- 
bores, é  mandó  poner  toda  sn  gente  en  orden ,  para 
pelear ;  é  mandó  meter  toda  la  gente  en  nn  cironito 
grande  qne  alU  estaba  de  tiempo  viejo  que  eolia  ser 
Tifias,  é  estaban  allí  nnos  Talladares  yiejos  derri« 
bados,  á  la  parte  por  donde  los  franceses  babian  de 
Teñir,  é  mandó  poner  artillería  á  fnera  de  los  Talla- 
dares, é  mandó  estar  la  gente  de  armas  todas  juntas 
dentro  del  dronito,  báoia  la  mano  isquierda,  é  los 
ginetes  repartidos,  la  mitad  con  los  bombres  de  ar- 
mas, é  la  mitad  con  cinqüenta  estradiotes  griegos,  ¿ 
la  mano  derecha,  7  cabe  ellos  todos  los  alemanes,  7 
en  la  delantera  de  los  alemanes  ochocientos  estoperos 
de  los  meemos  alemanes,  7  en  medio  toda  la  gente 
española  delante  de  todos,  é  junto  á  Cindaro  mandó 
que  estubiesen  mil  7  quinientos  soldados  todos  con 
lansas  echadoras  7  rodelas  para  qne  á  la  ordenanza 
qne  por  alli  Tiniese  se  las  arrojasen  todas  á  la  par; 
7  juntos  con  ellos  toda  la  ballestería  7  luego  la  pi- 
qñeria,  7  los  alabarderos;  7  luego  mandó  que  cuan- 
do loe  trompetas  tocasen  qne  toda  la  gente  en  sn 
concierto  ínese  con  ellos. 

OAPÍTULO  OLXXXL 

&•  b  geste  qse  d  Gran  Gapltaa  Iitu  en  etU  batalla ,  é  de  la  qse 

tave  el  Virrey  de  Franela. 

El  Gran  Oapitan  tenia  de  nómina,  con  los  dos  mil 
alemanes,  cinco  mil  7  quinientos  soldados,  que  eran 
de  á  pié,  é  mil  é  quinientos  de  á  caballo,  que  eran 
los  setecientos  de  ellos  hombree  de  armas,  é  doscien- 
tos archeros,  é  ciento  7  cinqüenta  eetoperos,  é  qua- 
trocientos  ginetes. 

El  yirre7  7  los  príncipes  del  Be7no  qne  estaban 
con  él  en  el  campo  pueetos,  tenían  mil  7  quinientos 
hombres  de  armas  é  ginetee,  é  siete  mil  peones,  en 
que  era  poca  la  Tentaja  de  los  unos  ó  los  otros,  oá  la 
otra  gente  de  mas  que  había  de  los  unos  7  de  los 
otros  guardaban  las  f  ortalesas,  7  los  f  rancesee  pen- 
saron qne  por  estar  la  gente  del  Oran  Capitán  tan 
cansada  7  fatigada  del  camino  que  no  hubiera  mu- 
cho qne  hacer  en  vencer  la  batalla,  7  parece  ser 
engafio  lo  qne  el  Virre7  envió  á  decir  con  el 
trompeta. 

CAPITULO  CLXXXn. 

Dd  raxeiaBint»  qee  el  Gran  Capitán  hito  i  toa  rayos. 

€  Señores :  mirad  que  las  honras  que  los  buenos 
ganan  Tonciendo  á  sus  enemigos,  en  ningún  Tcn- 
dmiento  se  pueden  ganar  sin  algún  trabajo ;  cum- 
ple agora  qne  todos  trabajemos  por  vencer,  porque 
con  este  trabajo  acabaremos  de  ganar  lo  que  rancho 
7a  noe  cnesta ;  tomando  esperanza  en  nuestro  Be- 
ñor,  que  los  pocos  á  los  muchos  suelen  Tencer  con 
justida,  como  nosotros  la  tenemos;  é  acordaos  de  la 
bondad  de  Nuestro  Be7  é  Be7na  é  qnien  serrimos, 
7  del  mucho  derecho  que  tienen  é  este  Re7no  sobre 
que  andamos  y  estamos ;  é  llamad  á  nuestro  aboga* 


É  DOÍ^A  láABÉL.  905 

do  Santiago  qne  bien  podéis  tener  cierto  que  los 
habemos  de  vencer,  é  sus,  á  ellos.»  E  íes  franceeea 
asomaron  por  un  cerro  mu7  llano,  tirando  con  loa 
tiros  de  sn  artillería  los  mas  furiosos  del  mundo,  7 
toda  la  gente  del  Gran  Capitán  se  tendió  en  el  ene* 
lo,  7  los  de  á  caballo  sobre  los  arzones  de  las  sillas 
se  acostaban  porque  no  los  cojiesen  los  tiros  de  las 
lombardas,  7  allegados  7a  mu7  cerca  del  Beal  del 
Gran  Capitán  cuanto  un  tiro  de  ballesta,  7a  el  sol 
se  quería  poner,  mandó  el  Gran  Capitán  que  la  ar- 
tillería su7a  jugase,  la  qual  fué  tal  que  ovo  cañón 
que  dio  por  la  batalla  del  Virre7,  ^  ^^^  primer  gol- 
pe llevó  quarenta  hombres  de  armas ;  7  visto  por  el 
yirre7  7  Capitanee  franceses  el  daño  que  la  artille- 
ría les  facía,  arremetieron  de  hecho  con  sus  lanzas 
en  ristre  en  la  delantera  del  yirre7  con  ochocientos 
hombres  de  armas,  7  en  la  rezaga  los  Príncipes  del 
Be7no,  7  ellos  allegaron  tan  derechos  7  oon  tanta 
ferocidad  que  fué  cosa  de  maravilla ;  7  como  al  en- 
cuentro primero  no  hallaron  con  quien  encontrar, 
dieron  oon  el  valladar  viejo  qne  idlí  estaba  de  pri- 
mera necesidad,  á  dó  ovieron  de  dar  lado  para  tomar 
é  enristrar  7  al  lado  que  dieron,  los  espingarderos . 
alemanes  que  eran  los  ma7ores  espingarderos  del 
mundo,  que  el  Emperador  loe  envió  los  mas  escogi- 
dos entre  cuantos  tenia,  asestaron  á  la  batalla  en 
qne  mataron  mnchos  de  los  franceeee.  Junto  con 
ceta  batalla  allegó  Monsiur  de  Sander  el  qual  era  Co- 
ronel de  todos  los  Suizos  franceeee,  con  todas  las  or- 
denanzas, con  las  quales  saltaron  todos  los  soldados 
arrojando  las  lanzas  é  saltaron  con  ellos  toda  la 
gente  del  Gran  Capitán  diciendo  juntamente  victo- 
ria, victoria,  agrandes  voces ;  é  la  otra  gente  dedan 
que  hu7en  qne  ho7en ;  é  el  Gran  Capitán  arreme- 
tió á  ellos  con  la  gente  de  armas  mu7  eef  criadamen- 
te, é  los  príncipes  que  traían  la  retaguardia  atras^ 
entráronse  por  la  batalla  adelante  peleando  con  su 
gente  de  armas  é  ginetes,  7  el  .Gran  Capitán  é  loa 
8U70S  los  recibieron  como  convenía,  é  los  ginetes  7 
estradiotes  del  Gran  Capitán  iban  cerca  de  él,  7  to- 
dos pelearon  7  trabajaron  de  tal  manera,  7  se  es- 
forzaron á  vencer,  que  los  franceeee  no  lo  pudieron 
sufrir, é  volvieron  sn  gente,  7  pueetos  en  huida,  la 
gente  del  Gran  Capitán  siguieron  el  alcance  aque- 
lla noche  hasta  sn  Beal,  é  como  cerró  la  noche  no 
murieron  mas,  ca  si  de  día  fnera  no  fuera  maravilla 
no  quedar  hombre  de  elloa  para  que  llevara  la  nueva 
á  Francia  qne  no  fuera  muerto  ó  preso.  Esto  fecho  , 
mandó  el  Gran  Capitán  tocar  las  trompetas  á  reco- 
ger la  gente,  7  mandó  asentar  sn  Beal  donde  pri- 
mero se  había  dado  la  batalla  é  alli  asentaron  sus 
tiendas.  É  Plróspero  Colona,  capitán,  siguió  aquella 
noche  hasta  el  campo  de  los  franceeee,  el  qual  se  ee- 
taba  asentado  en  la  manera  que  el  yirre7  lo  había 
dejado,  oon  sus  tiendas  armadas  con  cuantas  rique- 
zas 7  jo7as  tenían.  El  Próspero,  7  los  que  oon  él  si-t 
guieron  dieron  por  el  Beal,  é  maUron  é  robaron,  é 
flcieron  cuanto  quisieron,  7  tomaron  mu7  grandes 
riquezas,  é  ovieron  é  trujeron  el  dinero  todo  que  el 
Virre7  tenia  cogido  del  Be7no. 
Murió  en  la  batalla  el  Virre7  Duque  de  Nemonn,  i 

45 


7M 


0RÓNI0A8  BE  LOS  BETE8  DS  OABTILLá: 


■a  Gapitaii  Qeperal ,  é  miuieron  otros  qoinoe  Otpi- 
tanofl  é  mnolia  gonto  oon  elloa,  qao  adelftnto  m  dirá 
U  siim*  de  elU.  Otro  dU  Sábado  demafiana  el  Gran 
Capitán  estaba  el  mas  pensativo  hombre  del  mundo, 
en  non  saber  qne  había  aoaecido  del  Virrey,  si  era 
tí  YO  ó  maerto,  é  mandó  á  pregonar  por  el  Beal  qno 
qnalqaiera  qne  le  diese  nnevas  del  Virrey  muerto  ó 
títo  qne  le  daria  quarenta  dnoados  de  oro,  en  que 
se  halló  qne  nn  soldado  trujo  un  prisionero  de  la 
Cámara  6  oasa  del  Virrey,  que  habla  aprendido  en 
el  campo  en  las  tiendas  de  los  franceses,  el  qual  dijo 
que  si  él  yiese  al  Duque  su  Sefior  si  era  muerto  que 
él  le  conocerla,  y  luego  el  Gran  Capitán  le  mandó 
ir  oon  des  capitanes  á  lo  buscsr,  é  yendo  ansí  el  ca- 
marero con  los  dos  capitanes,  yido  á  un  soldado 
Deyar  un  pedazo  de  la  ropa  de  brocado  del  Virrey, 
y  luego  lo  llamó,  y  conoció  el  brocado,  y  comenzó  de 
llorar  por  su  sefior,  diciendo  qne  su  sefior  era  muer- 
to; é  andándole  á  buscar  con  las  sefias  que  el  ca- 
marero habla  dado,  las  cuales  eran  que  el  Virrey 
era  mancebo  de  fasta  veinte  y  un  afios,  y  de  gran 
cuerpo  é  linda  persona ,  y  en  la  mano  derecha  dos 
anillos,  y  que  el  Jueves  pasado  se  habia  bafiado  y 
raido  el  cabello  de  abajo :  el  qual  por  estas  sefias 
hallaron,  con  tres  heridas,  la  una  en  la  teta  izquier- 
da, la  otra  en  el  vientre,  é  la  otra  en  la  cara;  y  sa- 
bido por  el  Qran  Capitán ,  mandólo  traer  á  sus  tien- 
das, con  el  qual  el  recibió  gran  dolor,  y  lloró  mucho 
de  BUS  ojos,  é  llorando  se  retrajo  á  una  cámara  de 
su  tienda,  é  se  puso  de  pechos  sobre  una  cama  llo- 
rando la  muerte  de  tan  lindo  hombre,  é  luego  man- 
dó que  lo  abriesen  y  salasen,  y  mandó  encender 
viente  y  quatro  hachas  de  cera  que  aidieron  mien- 
tras se  aparejaron  las  andas  para  lo  llevar,  é  mandó 
á  Don  Tristan  de  Acufia  que  lo  hiciese  llevar  á  Bar- 
letta  muy  honradamente,  é  lo  fioiese  enterrar  en  el 
monesterio  de  San  Francisco;  é  después  que  esto 
oviese  fecho,  que  flciese  enterrar  todos  los  otros 
muertos;  é  el  Capitán  hiso  ir  con  el  cuerpo  del 
Virrey  cien  hombres  de  armas  é  una  oompafiia  de 
soldados,  é  los  hombres  de  armas  llevaban  todos 
sus  hachas  de  cera  encendidas  en  las  manos,  y  al 
tiempo  que  partió  el  cuerpo  del  Virrey  asi  en  las 
andas  para  Barletta,  quedó  el  Qran  Capitán  hacien- 
do el  mayor  llanto  del  mundo  de  maravilla  y  do- 
lor del. 

Bl  Gran  Capitán  mandó  saber  é  facer  copia  de 
los  muertos  que  murieron  de  los  franceses  en  bata- 
lla antes  que  los  enterrasen ,  é  dio  cuenta  el  dicho 
Don  Tristan  de  Acufia  que  Á  hizo  enterrar  tres  mil 
y  seis  cientos  y  sesenta  y  quatro  hombres,  ain  los 
que  él  no  vido  que  creia  serian  mas  de  otros  cien. 
Murió  alli  Monsinr  de  Sander,  el  qual  era  coronel  de 
todos  los  Suizos  franceses  ¡  é  ovieron  en  aquella  ba- 
talla mas  de  mil  prisioneros  de  los  franceses,  que 
después  resgató  d  Gran  Capitán ;  é  luego  aquel  dia 
Sábado  se  entregó  é  dio  la  Chirinola  al  Gran  Ca- 
pitán. B  luego  aquel  Sábado,  otro  dia  después  de  la 
batalla,  el  Gran  Capitán  envió  á  Pedro  de  Paz,  ca- 
pitán de  hombres  de  armas,  que  fuese  en  pos  de  los 
^ue  habían  escapado  de  la  batalla  francesa ,  el  qual 


partió  luego  con  doscientos  hombrea  éb  annss  i 
dnqfienta  ginetes ;  él  qnal,  anduvo  tanto,  qne  llegé 
á  Capna,  é  halló  que  hablan  pasado  los  franceses 
la  puente  por  allí,  é  iban  la  via  de  Gasta,  los  qualen 
al  pasar  dijeron  que  iban  á  proveer  la  Gudad,  qam 
tenían  nueva  de  la  gran  armada  de  Espafia  qne 
iba,  que  no  osaron  decir  que  iban  desbaratadoa 
huyendo.  La  ciudad  de  Capna,  sabida  la  verdad  por 
el  capitán  Pedro  de  Paz  de  la  victoria  del  Gran 
Capitán,  alzaron  sus  banderas  por  el  Bey  de  Es- 
pafia ;  y  juntáronse  oon  el  dicho  Capitán  quinientos 
mancebos  de  la  ciudad  y  fueron  detrás  de  los  fran- 
ceses, é  alcanzaron  hasta  dnqfienta  hombres  da 
armas,  é  ciento  infantes  é  hombres  de  á  pié,  que 
prendieron  é  mataron,  y  Pedro  de  Paz  dio  la  presa 
á  los  Capuanos;  y  ovo  pridonero  de  dios  qne  lea 
vdió  quatro  mil  ducados  de  resgate.  B  d  Gran 
Capitán  estuvo  tres  días  en  la  Chirinola  donde  fué 
la  batalla,  é  de  dli  partió  para  Ñápeles  sefioreando 
la  tierra ,  y  de  esta  manera  que  dicha  es  acaeció  y 
mas  que  he  dicho,  en  la  batalla  de  la  Pulla  que 
ovieron  franceses  y  espafieles,  donde  totalmente  la 
gente  é  hueste  francesa  fué  vendda  é  perdida,  é  sn 
capitán  el  Duque  de  Nemurs,  Viso-B^  por  d  Bey 
de  Frauda  muerto  con  los  dichos  capitanes  de 
Francia.  Solo  d  Gran  Capitán  Gonzalo  FemandsBi 
Capitán  General  por  d  Bey,  é  los  espafioles ,  fueron 
vencedores  é  por  maravilla  que  Nuestro  Selú>r  quiso 
hacer  de  los  espafioles  no  murieron  dno  muy  pocos; 
la  qud  dicha  batalla  fué  Viernes  noche  á  28  dias  de 
Abril  del  Nadmiento  de  Nuestro  Bedemptor  de  1503 
afios ,  é  ocho  dias  después  de  la  batalla  de  Calabria 
que  vendoron  los  castellanos. 

CAPÍTULO  CLXXXIIL 

De  eomo  Pedro  de  Pis,  yendo  ea  sofibaieato  de  lee  veaeidoe. 
tomó  el  caettUo  ea  el  GtreUeao,  é  eoBoaid  i  Cicer  faena  á 
Gaeu,  é  de  cono  el  Gren  Cepllea  toad  á  Melfii,  y  freadid  el 
Dnqoe  delle;  y  de  eomo  le  le  did  le  Palla  é  mpolee«  é  Usó 
á  CeiUlnoTo. 

Partió  d  Gran  Capitán  de  la  Chirinola  Lunes 
primero  dia  de  Mayo,  la  via  de  Melfa  é  cercóla  é 
tomóla,  é  tomó  al  Duque  de  ella  dentro,  el  qual  dióse 
luego  con  condición  que  lo  dejasen  estar  en  una 
villa  suya  que  se  llama  Trana,  á  él  é  á  sn  mujer  é 
fijos,  hasta  esperarlo  que  d  Bey  de  Ebpafia  mandara 
á  hacer  de  él.  Esto  fecho,  luego  pasado  adelante  el 
Gran  Capitán  camino  de  Ñápeles,  el  dicho  Prindpe 
de  Mdfa  se  fué  para  los  franceses,  é  dende  á  dóa 
dias  que  d  Gran  Capitán  tomó  á  Melfa,  se  le  vino 
á  dar  toda  la  Pulla,  con  las  llaves  en  las  manos^  de 
las  dudades,  villas  é  lugares  é  castillos  que  en  ella 
habia. 

B  de  dU  d  Gran  Capitán  fué  sobro  Ñápeles ,  y 
asentó  su  campo  en  un  lugar  que  llaman  la  Charra, 
y  de  allí  envió  sus  embazadores  á  Ñápeles,  d  Be- 
gimiento  y  Sefiores,  á  les  rogar  y  requerir  que  se 
diesen  y  alzasen  banderas  por  Ebpafia ;  y  la  dudad 
acordó  luego  de  le  enviar  y  entrogar  la  dudad,  con 
tal  que  les  confirmase  sus  privilegios,  é  el  Graiv 
Capitán  fué  á  Algandelo,  que  es  ocho  millas  d^ 


bOS  PEUNANDO 

Nápoies,  é  alii  stUeróü  á  contratar  con  él  el  conde 
de  Matera,  y  loa  aindicoa  de  Nápolea,  y  aaentaron 
au  capitolacion  para  entregaile  la  ciadad,  é  é  15  de 
Mayo  entró  en  la  ciudad  al  Qran  Oapitan  oon  todo 
BU  campo,  é  le  ficioron  muy  noble  recibimiento  loa 
de  la  dadad  con  toda  la  clerecía,  y  fné  metido  de- 
bajo de  nn  mny  rico  pafio  de  brocado,  en  ana  oetroa 
qne  Hoyaban  loe  mayorea  de  la  ciudad,  é  fueron 
and  haata  donde  ae  aposentó  que  fué  en  laa  caaas  del 
conde  de  Matalón,  qne  aon  al  collegio  de  la  Capua- 
na, y  pUBo  un  alcaide  que  luego  also  banderaa  por 
todaa  laa  torree,  diciendo  «Eapafia,  Espafia.» 

La  gente  de  ordenanaa  ae  apoaentó  en  la  Búa  Ca- 
talana, cerca  de  CaatilnoYo;  y  de  alli  aalian  dende 
adelanto  cada  tarde  á  dar  viata  á  Caatilnovo  todoe, 
é  loa  franceaee  del  caetillo  aalian  á  eacaramucear  á 
pié  con  elloe,  é  en  tal  manera,  é  en  talca  lugares  ae 
ponian  loa  eepafiolee,  que  siempre  loa  f  ranceeea  iban 
deacalabradoa,  cada  ycz  qne  aalian,  é  por  otra 
parte  loa  minaba  el  Gran  Capitán  como  no  lo  aen- 
tian. 

Domingo  á  28  del  dicho  mea,  ee  tomó  la  torre  de 
San  Vicente,  la  qual  tomó  Pedro  Navarro,  con 
aolo  30  hombrea,  que  fué  coaa  de  maravilla,  é  pasó 
en  una  barca  allá ;  é  cataban  en  la  torre  quarenta 
hombrea  con  mucha  artillería,  é  apretó  tan  recio  con 
elloa,  é  comenzó  de  cabar  para  hacer  reparo  por 
amor  de  loe  tiros,  y  ellos  pensaban  que  loa  mina- 
ban, y  dentro  en  quatro  oras  se  lea  dieron,  y  luego 
de  allf  dio  tanta  guerra  á  Caatilnovo  y  al  del  Ovo 
que  no  dejaba  aaomar  persona. 

CAPÍTULO  CLXXXIV. 
De  el  CatUl  Noto. 

El  Gran  Capitán  fizo  minar  el  Caatilnovo  y  nun- 
ca sintieron  los  franceses  que  en  él  habla  que  es- 
taban cercados,  y  esto  se  hacia  al  tiempo  que  loa 
cercadorea  lea  combatían  é  escaramuceaban  con 
ellos ,  por  que  no  lo  oyesen ,  y  fué  tanta  la  ventura 
y  los  engafioe  que  el  Capitán  Pedro  Navarro  lea 
hizo,  que  no  miraron  ni  sintieron  los  franceses  nada 
hasta  que  la  mina  fué  acabada ;  é  la  mina  acabada, 
mandó  el  Gran  Capitán  tocar  laa  trompetea  dicien- 
do que  lea  quería  dar  batalla;  é  habia  en  el  Caatil- 
novo setecientos  hombres  escogidos  de  pelea ,  con 
maa  artillería,  municionea  y  bastimentos  que  nunca 
Caatilnovo  tuvo,  ca  diz  que  tenian  recado  para  dies 
afios;  é  loe  franceses  como  oyeron  las  trompetas, 
salieron  luego  fuera  á  la  Ciudad  al  lado  del  Castillo 
donde  estaba  el  Gran  Capitán  creyendo  que  les 
quería  escalar;  y  allí  mandó  el  Gran  Capitán  que  lea 
tíraaen  con  loe  peltrechoe  de  todaa  partea,  y  como 
el  Gran  Capitán  vido  que  loe  franceaee  eetaban 
embebidoe  en  pelear,  mandó  á  todoa  loe  capitanea 
que  retrujeaen  á  fuera  toda  la  gente  eapafiola ;  y 
la  gente  tirada  á  fuera,  mandó  que  le  dieaen  fuego 
á  la  mina,  é  ansi  que  le  dio  fuego  vino  abajo  un 
lienzo  del  adarbe  de  la  Cindadela,  con  toda  la 
gente  que  en  él  cataba,  muy  súpitamente,  con  un 
astrnendo  «^ne  pareció  que  toda  la  dudad  ae  hundía. 


É  DOSA  ISABBL.  707 

Arremetió  la  gente  del  Qran  Capitán,  é  entráronaa 
á  laa  vueltaa  peleando  con  loa  franceaee  en  la 
Ciudadela,  é  loa  franceaee  huyeron  á  meterae  en  el 
caetillo  por  la  puente  levadiaa,  é  loe  eepafiolee  lea  • 
dieron  tanta  prlaa,  que  nunca  pudieron  ^  alzar  la 
puente  ni  cerrar  laa  puertea,  é  todoa  de  tropel  ae 
entraron  dentro  en  el  caatiUo  juntoe.  Á  laa  vueltaa, 
el  Gran  Capitán  y  dentro  pelearon  mny  fuerte- 
mente, y  de  loa  primeros  que  entraron  en  el  patio 
por  la  puerta  del  caatillo  fueron  quatro  que  dijeron 
en  el  patio  «Bepafia,  Bepafia.»  A  loe  tree  délloe  hi- 
cieron loe  franoeeee  pedaeoa,  y  el  otro  escapó  oon 
eeie  herídaa;  y  loe  eepafiolee  que  por  la  puerta  del 
caatillo  no  podian  entrar  loe  viéradea  entrar  por  loa 
adarveeé  por  laa  ventanee,  é  aun  por  laa  picea 
arriba  ee  eubian ,  é  andaban  tanto  por  cada  parta 
peleando,  cubiertoe  todoe  de  pólvora  del  artilleria, 
que  era  eepanto  de  lo  ver;  é  en  fin  el  Gran  Capitán 
fué  vencedor,  é  loa  auyoe  en  eepacio  de  doe  hóraa 
tomaron  el  caetillo,  é  ovo  en  él  tantoe  muertoe  y 
heridoe,  que  todo  el  patio  del  caatillo  era  lleno  de 
chorrea  de  eangre,  é  habia  tantea  brazoe  é'pier- 
nae,  é  cabezaa  oortadaa  que  no  habia  hombre  qne 
no  ae  eepantaae.  S  murieron  de  loe  franceaee,  eegun 
lo  que  ae  pudo  eaber,  quatrocientoe  ó  maa  hombrea, 
é  de  loe  eepafiolee  treinta  no  maa,  anaf  heridos  oomo 
quemadoB  con  pólvora;  é  tomado  el  caatillo,  luego 
alzaron  laa  banderaa  por  todaa  laa  torree,  diciendo 
«Eepafia,  Eepafia  a;  de  lo  oual  todoe  loe  de  la  ciudad 
fueron  muy  eapantadoa  y  maravilladoe  del  gran  es- 
fuerzo del  Gran  Capitán,  y  de  la  gente  eapafiola. 
Ovieron  alli  el  Gran  Capitán  y  en  gente  muy  gran 
cabalgada,  de  mucha  moneda,  oro  é  plata,  joyaa^ 
armae,  mantenimientoe,  é  muohoa  atávica,  é  ha- 
ciendaa  que  oteoa  habían  allí  pueeto,  en  guarda  de 
loa  oontrarioa  del  Gran  Oapitan,  y  todoa  príaioneroe, 
lo  qual  fué  en  muy  gran  snma:  á  la  munición  no 
tocaron  en  ninguna  coaa. 

El  Gran  Capitán,  viéndoee  aaí  victoríoeo,  dio 
muchaa  gradea  á  Dice  y  á  Nueetra  Sefiora,  por  tan* 
tea  inercedee  como  le  hablan  fecho,  é  mandó  enter- 
rar loe  muertoe,  é  curar  loe  herídoe,  é  apoeentóee  lue- 
go en  el  dicho  caatiUo.  Fué  tomado  el  dicho  caatí- 
lio  Novo,  como  dicho  ee,  en  11  da  Junio  de  1603  áfioe. 

Acordó  el  Gran  Capitán  dejar  ntiado  el  Caatillo 
del  Ovo,  que  de  loe  cuatro  castillos  no  habia  otro' 
por  tomar,  é  ir  eobre  Gaeta,  é  pueo  por  Capitán  del 
cerco  é  Pedro  Navarro,  é  dejó  por  Aloayde  en  el 
Caatilnovo  que  ganó  á  Nufio  de  Ocampo,  un  oapitan,. 
y  concertó  ir  eobre  Gaeta,  y  aaí  lo  hizo,  ea  dejó  el 
cerco  eobre  el  Caatil  del  Ovo,  y  á  bnen  recaudo  coma 
dicho  ee. 

En  fin  del  mee  de  Julio  ee  juntaron  Don  Femando 
de  Andrada  é  loe  otroe  capitanee  de  Calabria  oon 
la  hueate  del  Gran  Capitán  eobre  Gaeta. 

CAPÍTULO  CLXXXV* 

0e  Gtett  é  ses  eareof  fse  Uto* 

Partió  el  Cban  Capitán  de  Nápolea  para  poner  el 
cerco  á  Gaeta  á  18  días  do  Junio,  afto  de  1503,  y 


iGd 


O&ÓKIOAS  DA  LOfi  BBT]$3  DÉ  OASTlLLA. 


fué  oon  m  campo  por  Avena  é  Oapna  é  otros  lu- 
gares,  donde  fué  recibido  con  macho  placer  é  ale- 
gría 7  honra,  7  fué  el  dia  de  San  Juan  á  San 
Germán,  el  qoal  estaba  tomado  por  los  espafioies 
desde  el  dia  propio  qne  se  tomó  OastilnoYo;  é  tomá- 
ronle Diego  Qarcia  Coronel,  é  Samudio,  capitanes, 
oon  mil  7  quinientos  peones:  quedó  entonces  cerca 
de  allá  en  d  monasterio  de  San  Benito  en  el  Monte 
Oansino,  Pedro  de  Médicos,  con  fasta  dosoientos 
franceses;  pibK)se  con  ellos  el  Oran  Capitán  en  trato, 
por  no  se  detener,  que  iba  la  vía  de  Qaeta,  7  que- 
daron de  se  dar  dentro  de  12  dias,  lo  qual  no  cum- 
plieron, é  ansí  quedaron  por  estonce,  que  no  se  pudo 
facer  mas;  que  iba  mas  en  lo  de  delante. 

Fué  á  asentar  su  campo  á  las  viñas  de  Ponte 
Corvo  á  26  dias  del  dicho  mes ,  ribera  del  rio  Qa- 
lellano;  é  víspera  de  San  Pedro  se  levantó  el  campo 
é  pasó  el  dicho  rio,  7  se  fué  á  usentar  al  pié  de  Roca 
Quillermo,  que  estaba  por  los  franceses,  los  quales 
se  pusieron  en  defender,  7  á  otro  dia  acordó  el 
Qran  Capitán  de  la  oombaUr,  7  sacó  toda  su  gente 
7  ordenó  todos  sus  escuadrones  para  subir  á  ellos: 
7  cuando  esto  vieron  los  franceses  desampararon  la 
fortaleza  7  el  lugar,  7  f uéronse  por  el  cuchillo  de 
una  sierra  camino  de  GAeta,  é  abajaron  los  del 
lugar  oon  las  llaves  en  las  manos  al  Oran  Capitán 
7  entráronle  la  villa  7  la  fortalesa  con  condición 
que  la  gente  del  ejército  no  entrase  dentro  por  qub 
no  los  robasen,  7  que  darian  de  serncio  cinco  mil 
ducados  para  aTuda  de  pagar  la  gente,  7  asi  se 
concertaron,  7  quedó  allí  por  Gobernador  7  Al- 
ca7de  Don  Tristan  de  Acufia,  7  pasó  el  campo  ade- 
lante. 
A  primero  de  Julio  se  fué  á  asentar  el  campo  en 
'  elBurgodeGaeta,  alio  de  IÓ03,  é  fué  puesto  el 
cerco  ala  ciudad,  7  habla  dentro  tAs  mil  7  qui- 
nientos hombres  útiles  de  guerra,  é  habla  mil  7 
quinientos  caballos  é  tenían  hechos  tantos  reparos 
dentro  en  Gaeta  7  en  el  monte  de  ella,  é  tanta  arti- 
.  Ueria  asentada  que  no  se  podría  decir;  7  era  la 
entrada  tan  angosta  al  lugar  é  monte,  que  causaba 
mucho  peligro,  porque  toda  la  cerca  la  mar,  sulvo 
aquella  entrada,  que  pedia  ser  un  tiro  de  ballesta 

de  pié. 

Tiraban  al  real  del  Gran  Capitán  de  treoe  partes 
oon  su  artillería,  de  que  les  facían  muchos  dafios, 
en  especial  antes  que  se  asentase  el  artillería  del 
Qran  Capitán,  con  la  qual  después  de  asentada,  les 
derribaron  dos  pafios  de  la  cerca ,  con  una  torre  en 
medio,  7  por  allí  acordaron  de  la  combatir ;  7  el  dia 
que  se  acordó  se  halló  que  tenia  el  reparo  que  esta- 
ba dentro  fecho  mas  fuerte  que  la  muralla,  é  por 
aquello  se  dejó  el  combate ;  é  estando  en  el  dicho 
cerco,  vino  la  nueva  como  era  tomado  el  Castil  del 
Ova 

CAPÍTULO  OLXXXVI. 

h§  oomo  se  toBÓ  el  CuUl  del  Ofo  en  Nápolet. 

A  11  dias  de  Julio  se  tomó  el  Castil  del  Ovo  7  fué 
desta  manera:  Que  Pedro  Navarro,  que  allí  había 


quedado  por  capitán,  les  fiío  una  ndna  7  les  puso 
fu^o,  7  ca7Ó  un  gran  pedaio  delantero,  en  que  ca- 
7Ó  el  Alca7de  7  otros  treinta  hombres  con  él,  7  en 
ca7endo  arremetió  la  gente  por  lo  caído,  7  lo  toma- 
ron por  f  nena  de  armas  é  ovieron  allí  mucho  des- 
pojo de  armas  é  ropas,  dineros,  vituallas  é  prisione- 
ros ;  é  dende  se  vino  Pedro  Navarro  á  Gaeta. 

Volviendo  á  lo  de  Gaeta. 

Acordó  el  Gran  Capitán  oon  los  otros  capitanes 
de  retraer  el  cerco  por  el  gran  dafio  que  recibian  del 
artillería  francesa,  ansí  de  la  que  tiraban  de  la  ciu- 
dad, como  de  laque  tiraban  de  la  armada  de  lámar, 
ca  como  la  armada  francesa  de  la  mar  era  mas  po- 
derosa que  la  de  Espafia  entonces,  por  eso  no  pedia 
allí  venir  la  armada  del  Gran  Capitán,  é  estuvo  si- 
tiada treinta  7  seis  dias,  é  pegado  el  Beal  del  Gran 
Capitán  á  la  muralla,  que  en  este  tiempo  ovo  pocas 
escaramnaas,  que  no  osaban  salir ;  una  vea  que  sa- 
lieron hasta  veinte  de  ellos  fueron  atajados  por  los 
ginetes  castellimos,  por  ardid  que  dio  Nufio  de  Ma- 
ta por  detras  de  unos  jardines ;  ansí  qne  aquellos  se 
tomaron  7  después  no  osaba  hombre  salir,  é  cuan- 
tos salían  no  tomaba  hombre  de  ello  que  no  fuese 
tomado. 

E  vínole  de  socorro  á  la^  ciudad  mil  7  quinientoa 
hombres  en  dos  carracas  é  cinco  galeones,  á  qnatro 
dias  del  mes  de  Agosto,  é  á  cinco  dias  del  dicho 
mes  se  retiró  el  real,  é  aquel  dia  murió  el  coronel  do 
los  alemanes  de  un  tiro  de  la  artillería  francesa, 
que  le  llevó  la  cabeza,  é  el  Beal  se  retrajo  á  los  jar- 
dines que  estaban  fuera  del  Burgo  cerca  de  una 
Iglesia  que  se  llama  Santiago.  Otro  dia  se  alzó  da 
allí  7  fueron  una  milla  mas  adelante!,  camino  de 
Castillon ;  é  salieron  aquel  dia  de  Gaeta  hasta  dos 
mil  é  quinientos  franceses  á  dar  en  la  rezaga  del 
campo  de  el  Gran  Capitán ;  é  el  Gran  Capitán  venia 
á  la  postre,  é  tuvo  su  gente  que  no  volviese  ninguno 
hasta  sacarlos  mas  afuera  del  Burgo  SU70 ,  7  des- 
pués que  los  vio  en  el  arrabal  soltó  hasta  quatrocien- 
tos  peones,  los  quales  volvieron  á  ellos  tan  recia- 
mente, que  los  desbarataron  é  hicieron  poner  en 
huida  7  en  el  alcance  mataron  hasta  doscientos  do 
ellos  hasta  meterlos  por  las  puertas  de  Gaeta.  E  ti- 
rado el  Beal  de  donde  estaba,  se  arredró  quatro  mi- 
llas de  Gaeta,  donde  los  franceses  se  estaban  tan 
cercados  como  de  antes  é  mas  sin  peligro  el  campo 
de  Espafia  de  so  artillería  de  Francia,  7  no  salla 
hombre  de  los  franceses  á  comer  uvas,  qne  luego  no 
era  tomado, 

CAPÍTULO  CLXXXVIL 

De  la  tnlelon  qae  bltieron  los  4e  Roca  GaiUense. 

A  14  de  Agosto  los  de  Boca  Guillermo  enviaron  4 
decir  á  los  franceses  que  estaban  en  Gaeta  é  á  Mon* 
sieurde  Alegre,  que  les  embiasen  allí  gente  qua 
ellos  se  les  darian,  7  prenderían  al  Alca7deel  qual 
era  Don  Tristan  de  Acufia,  que  sabían  mu7  bien  co« 
mo  otro  dia  había  de  bajar  á  misa,  7  que  allí  lo  pren« 
derían ,  é  se  lo  entregarían  con  la  fortalesa ;  7  asi 
como  lo  dijeron  se  concertó :  7  prendieron  á  el  AK 


DON  FERNANDO 

CAyde  y  lo  lloTaron  ni  pié  do  la  fortalosa,  y  roqui- 
rieron  á  tros  hombres  que  oslaban  dentro  que  se 
diesen,  que  sino  qne  degollarían  al  Alcayde,  y  res- 
pondió uno  de  ellos  qne  si  lo  dejaban  de  degollar 
por  falta  de  oucliillo  que  toinason  su  puñal,  que  les 
oohaba,  y  eohóles  su  pufial ;  y  que  si  gana  tenían, 
qne  lo  degollasen,  que  ni  por  eso  se  le  habla  de  dar 
el  Castillo  hasta  que  se  lo  ocharan  encima,  y  que 
ellos  lo  entendian  defender  é  comenzáronles  de  ti- 
rar. B  oomo  el  Gran  Capitán  supo  la  nueva,  envió 
allá  á  Pedro  Nayarro  oon  mil  peones  á  socorrerlos,  é 
fué  aqnella  nooho  por  partes  de  la  sierra  y  llegó 
á  media  noche  á  la  f ortalesa ,  y  preguntóles  quien 
Tivia  y  dijéronle  los  de  adentro  Espafia,  Espafia ,  é 
dijoles  estonce  como  era  Pedro  Navarro,  é  fiao  su 
gento  dos  partes,  y  la  mitad  mandó  que  entrasen 
por  debajo  en  la  Villa,  é  el  oon  la  otra  mitad  entró 
por  lo  alto,  de  manera  que  de  seis  cientos  franceses 
qne  dentro  estaban ,  pocos  escaparon  de  muertos  6 
presos;  é  estos  seiscientos  franceses  que  allí  estaban 
é  vinieron  á  prender  el  Aloayde  é  tomar  la  villa,  en 
la  hora  que  allí  llegaron  enviaron  á  pedir  mas  gen- 
to á  Gaeta,  para  sostener  Boca  Guillermo ,  y  los  do 
Gaeta  les  tornaron  á  enviar  otros  seisoientos  hom- 
bres ;  los  quales  yendo  por  el  camino ,  los  villanos 
de  un  lugar  qne  estaba  par  del  camino,  el  cual  se  lla- 
ma Itro,  supieron  el  desbarato  que  habla  echo  Pedro 
Navarro  en  los  de  Roca  Guillormo ,  é  'pusiéronse 
ellos  en  un  paso,  y  prendieron  y  mataron  todos  los 
seiscientos  franceses,  que  iban  al  socorro ;  y  con  los 
que  prendieron  vinieron  ante  el  Gran  Capitán ;  é 
traíanlos  atadas  las  manos,  y  muchos  de  ellos  traían 
mugares  que  se  habían  hallado  aquel  día  al  poso 
peleando;  é  así  entraron  aquel  día  al  Gran  Capitán 
por  Castellón  donde  estubieron'  fasta  cinco  de  Oc- 
tubre. 

CAPÍTULO  OLXXXVIII. 

De  como  el  Diqíe  Vilentino  escribió  al  Graa  Gipltaa. 

Murió  el  Papa  Alejandro  á  18  dias  de  Agosto,  afio 
susodicho  de  1503,  y  el  Duque  Valentino,  su  hijo, 
escribió  al  Gran  Capitán  ofreciéndose  al  servioio  del 
Rey  de  Espafia,  y  envió  á  llamar  á  Próspero  Colona 
diciendo  que  le  qneria  entregar  su  estado,  é  oon 
esto  el  Gran  Capitán  envió  al  Próspero  Colona,  é  oon 
él  á  Don  Diego  de  Mendoza,  con  muy  buena  gente  de 
hombres  de  armas  y  peonaje.  Y  después  do  la  muer- 
te del  Papa  Alejandro  eligieron  por  Papa  en  Roma 
á  un  Cardenal  muy  viejo,  é  ovo  alguna  contienda 
en  la  elección  entre  los  Cardenales ,  é  detúvose  la 
elección  algunos  dias,  é  en  cabo  eligieron  al  dicho 
Cardenal,  el  cual  se  llamó  Pío  tercero,  é  murió  que 
aun  no  vivió  treinta  dias  cabales ;  é  después  eligie- 
ron al  Papa  Julio  Segundo,  que  fué  el  Cardenal  de 
Vincula  Sancti  Petri ;  é  la  gente  que  llovó  el  dicho 
Próspero  Colona  para  Roma,  que  el  Gran  Capitán 
díó,  fueron  quinientos  hombres  de  armfts  é  doscien- 
tos  ginetes,  é  dos  mil  y  quinientos  infantes  de  or- 
denanza, y  cuando  llegaron  ya  habían  elegido  Papa 
en  Roma^  ca  Próspero  Col'^na  «h%  •non  su  intención 


É  DOft A  ISABELA  709 

de  dar  favor  al  Cardenal  Colona  sil  hermano  par» 
si  pudiese  ser  Papa.  El  Próspero  Colona  y  Don  Diego 
de  Mendoza,  oon  toda  aquella  gente  entraron  en 
Roma,  y  el  Duque  Valentino  después  de  le^  haber 
entregado  el  Próspero  lo  suyo,  acordó  de  se  ir  para 
los  franceses  que  venían  al  socorro  do  Gaeta,  y  allí 
oonoderon  el  engafio  del  Duque  Valentino. 

B  los  espafioles  en  Roma,  vino  el  grande  socorro 
de  Francia  que  venia  á  Gaeta,  é  cerraron  las  puer« 
tas  de  Roma  los  de  la  ciudad  que  no  los  dejaron  en* 
trar  hasta  que  saliesen  Próspero  yjDon  Diegojde  Men- 
doza, y  así  salidos  de  Roma  se  volvieron  al  Gran 
Capitán, 

Partió  el  Gran  Capitán  de  Csitellon,  Viernes  á  6  do 
Octubre,  é  como  supo  la  venida  de  los  franceses,  6 
fué  aquella  noche  al  rio  Garellano,  y  otro  día  pasó 
el  rio  é  fué  á  Roca  de  Vanda,  que  estaba  por  los 
f  ranoeses,  y  así  dejó  gente  sobre  ella  é  se  pasó  otro 
día  Domingo  á  San  Gorman,  é  allí  so  hizo  fuerte. 

Viernes  á  13  dias  del  mes  de  Octubre  se  juntó  la 
gente  francesa  toda,  así  los  que  vonian  oomo  los  do 
Gaeta,  al  rio  Garellano.  Venia  por  Capitán  general 
do  la  gento  del  socoro  el  Marqués  de  Mantua,  é  fizó- 
se un  muy  gran  número  de  gente  é  muy  armada  é 
con  mucha  artillería,  porque  allende  de  la  gente 
francesa,  venia  gente  de  Florencia  é  Bolofia,  é  Sena, 
é  Mantua,  é  Ferrara,  donde  es  cierto  que  era  muy 
mayor  ejército  que  no  el  del  Gran  Capitán,  é  toda 
la  dicha  gente  junta  pasó  aquel  día  el  rio  Garellano, 

capítulo  CLXXXIX. 

Oe  Roca  Seea,  y  de  lo  qae  eade  teaeeltf  • 

Asentaron  los  franceses  ooroo  sobre  Rooa  Seca  á 
16  del  dicho  mes,  qne  es  junto  oon  el  Garellano,  y 
tenia  puestos  allí  el  Gran  Capitán  mil  é  doodentoa 
hombres,  y  los  capitanes  de  ellos  eran  Pisarro,  Vi- 
llalva ,  Zamudio,  Mareado  y  Espejo.  É  el  Marqués 
de  Mantua  les  envió  un  trompeta  amonestándoles 
que  saliesen  é  dejasen  el  lugar,  donde  no,  que  loa 
haría  piezas  ú  lo  tomaba;  esto  era  por  qne  primero 
al  pasar,  cuando  la  gente  de  Francia  pasó  por  alU 
viniendo  de  Roma,  les  había  fecho  otros  requeri- 
mientos qne  sacasen  provisiones  al  campo,  y  oUotf 
respondieron  que  no  había  provisiones  aÚi,  que  fue- 
sen á  San  (Merman  que  allí  se  las  darían  ;  é  como  vie- 
ron venir  el  trompeta,  Villalva  y  Pizarro  salieron  á 
él  é  oída  su. embazada,  Villalva  sacó  nn  cordel,  y 
oon  él  lo  ahorcaron  do  nn  olivo,  do  lo  qnal  el  Mar- 
qués recibió  muy  grande  enojo  de  la  muerte  del 
úompeta,  porque  era  hombre  á  quien  tenia  mucho 
amor,  y  decía  que  no  daría  vida  á  ningún  espaftol 
que  tomase,  é  acordó  Inego  de  combatirlos,  é  luego 
batió  la  artillería  é  allanóles  un  gran  pedaao  de  Is 
muralla ;  y  luego  los  franceses  apretaron  el  comba- 
te;  é  los  espafioles  notan  solamente  se  oontentaroa  - 
oon  defender  el  lugar,  mas  salieron  á  pelear  é  floié' 
ronlos  rotraer  fasta  detrás  de  su  artillería,  é  matáron- 
les mas  de  quatrocientos  hombres,  é  ganáronles  U 
artillería,  é  porque  cargó  todo  el  ezército  é  era  me- 
nester mucha  gente  para  anancarla^  no  la  padiero|| 


^^0  0BÓNI0A8  DE  LOS 

lleyar,7  iaf  tomaron  •!  dioho  lagar  con  atU  vioio- 
lia,  é  aatuTieron  alli  loa  franceaaa  en  la  llana  de 
Boca  Seoa  Impedidoa  con  laa  maohaa  agoaa  que  llo- 
vía, qae  llovió  en  aquel  medio  tiempo  tantas  aguas 
qne  era  espanto ;  y  él  Oran  Capitán  nunca  hada 
«no  pensar  cómo  les  burlaría,  7  los  franceses  traba- 
jaban de  dar  batalla,  7  el  Gran  Oapiton  decia:  si 
me  quieren  aquí  esto7;  los  qnales  nunca  osaron  ir 
donde  estaba  el  Gran  Capitán.  E  otro  dia,  deepnes 
de  la  pelea  susodicha,  acordaron  los  franceses  de 
tomar  á  combatir  á  Roca  Seca,  é  súpolo  el  Gran 
Capitán  que  estaba  ocho  millas  de  allí,  como  dicho 
es,  en  San  Germán,  7  acordó  de  Teñir  á  los  socor- 
rer luego  si  les  diesen  el  dicho  combate  ¡  é  supiéron- 
lo, é  dijese  por  el  Beal  de  los  franceses  que  venia  el 
Oran  Capitán  sobre  ellos,  ó  levantaron  el  Beal  é  tor- 
naron á  pasar  el  Garellano,  é  como  el  Gran  Capitán 
ya  venia  ó  supo  la  levantada  del  exército  de  los 
franceses,  volvióse  para  San  Germán,  donde  á  dos 
dias  tornaron  otra  vea  los  franceses  á  pasar  el  Ga- 
rellano hioia  la  parte  donde  estaba  el  Gran  Capi- 
tán, é  fueron  á  aposentar  á  un  lugar  que  llaman 
Aquino,  de  donde  fué  Santo  Thomis  de  Aquino,  que 
era  seis  millas  de  San  Germán ;  é  des  que  vieron  que 
•1  Gran  Capitán  estaba  de  asiento,  fuéronse  de  alli 
é  retrajéronse  hasta  Ponte  Corvo  que  estaba  quatro 
millas  atrás,  é  á  causa  de  ser  el  dia  mu7  lluvioso,  é 
,   mu7  fortunoso  de  aguas  é  |vientos,  no  los  alcanaEÓ 
•1  Gran  Capitán,  é  no  se  dio  batalla ;  que  asi  como 
ae  supo  qne  se  movia,  salió  de  San  Germán  con  toda 
la  gente ,  é  fué  tanta  el  agua  que  llovió  aquel  dia, 
que  aunque  el  Gran  Capitán  se  dio  priesa,  no  pudo 
mllegar  hasta  que  los  franceses  acabaron  de  pasar  el 
tío,  é  desque  esto  vido  se  volvió  á  San  Germán. 
Esto  fué  ó  21  dias  del  mes  de  Octubre,  é  de  allí  en- 
vió estonces  socorro  á  Pedro  de  Paa,  capitán  que 
estaba  del  cabo  de  Garellano,  é  envióle  doscientca 
gineteaé  por  capitán  de  ellos  ó  Figueredo,  Alcayde 
de  Moron,  7  en  su  compafiía  al  capitán  Carbajal, 
porque  creyó  que  los  franceses  iban  allá  sobre  ellos 
al  castillo  que  estaba  cabe  la  puente,  por  donde  ha- 
blan de  pasar ;  7  el  dicho  Pedro  de  Paz  tenia  sus 
reparos  hechos  de  la  parte  de  Ñápeles,  en  canto  del 
agua  con  sus  minas,  por  donde  andaban,  por  causa 
de  la  artillería  que  los  franceses  alli  habían  envia- 
do delante,  la  qual  los  daba  mucha  guerra  7  todo 
cuanto  en  el  castillo  tenían  pasaron  á  las  minas;  7 
tenia  consigo  doscientos  hombres  de  armas,  é  qui- 
nientos soldados  del  Reamen,  los  quales  como  vie- 
ron venir  los  franceses ,  tan  de  hecho  desampararon 
sus  reparos  7  comenzaron  á  huir,  que  si  los  hombres 
de  armas  allí  no  eatubieran ,  pasaran  los  franceses  á 
donde  quisieran ;  lo  qual  como  Pedro  de  Paz  vido 
huir  los  villanos,  cabalgó  en  un  caballo  7  comenzó  á 
detenerlos  á  palos  7  lanzadas,  los  qnales  dejaron  las 
armas  7  votaban  á  huir  que  no  podía  con  ellos;  tanto 
fué  el  miedo  que  ovieron  de  la  mucha  gente  ¿rance- 
aa,  7  gran  artillería  que  vieron  venir ;  é  alli  le  mata- 
ron á  Pedro  de  Paz  el  caballo  de  un  tiro  de  artillería; 
é  tomó  luego  otro  trabajando  por  volver  alguna 
gente,  y  fueron  muy  pocos  los  que  volvieron. 


RETES  DE  CASTILLA. 

E  llegados  loa  franoeess,  trabajaron  de  pasar  U 
puente  de  piedra,  é  Pedro  de  Paa  con  loa  que  tenia 
la  defendieron  muy  eafonadamente,  é  fué  coaa  da 
maravilla  que  á  tanta  gente  la  pudieron  defender; 
7  con  la  gente  que  el  Gran  Capitán  lea  envió,  como 
dicho  ea,  de  socorro ,  se  esforzaron  mucho  é  la  de- 
fendieron ,  é  pelearon  con  los  franceses  tres  días 
con  sus  noches  á  botes  de  lansaa,  sobra  la  paente,  y 
siempro  la  defendieron  baata  tanto  qne  el  Gran 
CapiUn  vino  7  se  asentó  á  vista  de  los  franceaes  i 
tres  tiros  de  baUesta  del  Garellano  de  U  parte  don- 
de eaUban  los  espafioles,  é  mandó  á  Pedro  de  Paa 
que  dejase  la  puente  desamparada  para  que  paaaaea 
si  quisiesen  los  franceses;  é  estonce  aaentó  bien  su 
campo  7  mandó  á  Pedro  Navarro  quemaae  la  puen- 
te, el  cual  fué  7  quemó  lo  que  era  de  madera ;  7  loa 
campos  asenUdos  uno  de  un  cabo  del  rio  7  otro  del 
otro,  el  Gran  Capitán  mandó  aaentar  el  artillería  há- 
dalos franoesea,  7  tirar,7aai  mismo  hadan  los  fran- 
ceses, donde  se  mataba  harta  gente,  7  foé  maravi- 
lia  que  en  cuanto  tiempo  allí  eatnbieron  loa  campea 
el  uno  á  vista  del  otro,  no  murió  hombre  del  campo 
del  Gran  Capitán  de  tiro  de  la  artilleria  francesa, 
salvo  un  dia  que  á  causa  de  la  gran  hembra  que 
había  en  el  campo  del  Gran  Capitán,  toda  la  mas  do 
la  gente  andaba  fuera  del  campo,  buscando  provi- 
siones para  comer,  é  los  franceaes  sintieron  la  fla- 
queza de  la  hembra  7  noceeidad  que  en  el  campo 
del  Gran  Capitán  había,  7  ordenaron  de  paaar  so- 
bra una  puente  que  Ubian  hecho  sobra  galeras  en  lo 
quebrado  de  la  puente ;  7  pasaron  á  mas  andar 
cuantos  pudieron,  7  el  Gran  Capitán  desque  supo 
que  pasaban  mandó  tocar  laa  trompetea  7  tambo- 
ree, el  qual  se  halló  con  mn7  poca  gente,  que  en 
todo  su  campo  no  habia  de  hombres  de  armas  é  gi- 
netes  é  infantes  cinco  mil  hombres,  con  los  qudea 
fué  á  la  puente,  7  7a  habían  pasado  haata  quatro  mil 
franceses  en  los  quales  dio  é  peleó  con  eUos  en  qne 
los  desbarató ;  é  de  muertos  é  de  ahogados  ovo  en 
los  franceees  mas  de  dos  mil,  que  por  huir  se  lanza- 
ban en  el  agua,  en  el  rio,  7  todo  esto  á  visU  dd  cam- 
po de  los  franceses,  d  rio  en  medio,  é  aseetada  su 
artillería  é  flechería  de  los  franceses. 

El  Gran  Capitán  andubo  en  esta  pdea,  pdeando 
á  pió,  con  una  alabarda  en  las  manca,  oomo  muy 
esforzado  varón,  7  llegó  hasU  la  puente  peleando 
7  no  cesó  hasU  que  los  hizo  tomar  á  paaar  de  la 
otra  parto,  é  ovo  banderas  de  las  del  Gran  Capitán 
qne  pasaron  detras  de  los  franceses  á  la  otra  parte 
con  eUos ;  7  d  Gran  Capíton,des  que  vido  la  buena 
ventura  7  el  vencimiento  que  Dios  le  había  dado 
mandó  tocar  las  trompetos  á  retraer  toda  su  gento- 
7  al  volver  que  se  volvían  disparó  la  gran  artille-* 
ría  francesa,  é  matóles  trdnto  hombres  de  ordenan- 
za ó  dos  glnetes  é  cinco  hombres  de  armas :  é  lue- 
go esa  noche  vdvió  á  mandar  d  Gran  Capitán  á 
Pedro  Navarro  que  fuese  7  quemase  aqueUa  pnen- 
to,  d  qual  fué  7  la  quemó  aqudla  noche  con  toda  la 
guardia  que  en  ella  estaba  guardándola,  de  lo  qual 
los  franceses  fueron  mu7  espantados,  7  Uenos  de 
temor,  y  de  allí  en  addanto  no  coraron  de  htcer 


DON  FEBNANIX) 

inai  poeniefl.  B  dei  que  el  Harqaés  do  Mantua,  Ca- 
pitán gen«ral  de  loe  franoeeoe,  vido  la  f erooidad 
del  Gran  Oapitan,  7  de  todoo  los  injos, y  de  oomo 
■e  metiantan  sin  temor  en  loa  franoeeee  y  no  lea  te- 
mían, ni  á  ■na  grandea  artiUeriaa  dijo  :^«  agora  oreo 
yo  qae  loa  eepafiolee  no  aon  hombree,  aino  diablos, 
pues  que  pooos  é  mnohoe,  ni  muohoa  á  pocoe  ningon 
temor  eniefian  »;  é  oomo  caballero  docto  é  diestro  en 
la  gnerra,  que  él  era,  oonoció  la  gran  prudencia  del 
Oran  Capitán,  y  su  muy  grande  esfuerzo  y  habili- 
dad, y  la  obediencia  y  lealtad  y  muy  buena  volun- 
tad que  todos  los  espafiolea  le  tenian,  é  yido  la  gran 
gana  oon  que  todos  peleaban,  conoció  que  era  im- 
posible los  franceses  prevalecer  en  esta  demanda, 
cuanto  y  mas  por  las  Tictorias  habidas  por  el  Qran 
Capitán,  que  en  reoordarse  de  ellas  no  habla  cora- 
zón contra  el  Gran  Oapitan  ni  sentido  que  bastare, 
y  fingió  que  estaba  malo  y  que  se  queria  ir  á  Boma 
á  curar,  de  lo  qual  los  franceses  foeron  muy  mal 
contentoa  é  ovieron  enojo.  Mosinr  de  la  Tramulla, 
é  Mosiur  da  Alegre,  é  Mosiur  de  la  Vite  é  otros  ca- 
pitanes, diciendo  contra  el  Marqués  de  Mantua  que 
para  qué  se  habla  encargado  del  campo  ai  entendía 
dejallo ;  el  qual  respondió  que  el  había  prometido 
al  Rey  de  Francia  de  deeceroar  á  Gaeta,  y  que  ya 
lo  había  hecho,  que  el  no  quería  pelear  con  el  Gran 
Capitán,  ni  con  los  espafiolea,  que  ya  los  conocía,  y 
con  esto  se  despidió,  y  se  fué  en  Roma,  y  quedaron 
por  capitanes  mayorea  Moaiar  de  la  Tramulla,  é  Mo- 
siur de  Alegre,  é  por  Capitán  jgeneral  sobre  todos 
el  Marqués  de  Saluda,  que  era  Mosiur  de  Saluces. 

Antes  desto  el  Domingo,  6  días  del  mes  de  No- 
TÍembre,  haUa  entrado  el  Gran  Capitán  en  consejo 
con  los  otros  sus  capitanea  sobre  ver  lo  que  se  debia 
facer  sobre  las  muchas  necesidades  que  había  en 
el  Real,  á  la  qual  causa  la  gente  se  iba,  y  el  parecer 
de  todos  los  capitanes  fué  que  se  retragesen  atrás 
á  la  ciudad  de  Capua  que  es  muy  fuerte,  y  que  alli 
se  podía  sof rir,  y  que  allí  espen^sen  á  los  franceses, 
6  esperasen  á  que  pasase  el  tiempo  fortuno;  é  res- 
pondió el  Gran  Capitán,  después  que  todos  habían 
dicho,  é  dijo:  «Sefiores,  lo  que  é  mí  me  parece  es  que 
nunca  Dios  quiera  que  tid  cosa  se  haga,  que  yo 
acuerdo  de  antes  ganar  dos  pasos  adelante,  aun- 
que sean  para  mi  sepultura,  que  tomados  atrás  para 
mi  aalvacion  y  remedio»:  y  con  este  acuerdo  queda- 
ron el  Domingo  6  diaa  del  mes  do  Noviembre,  un 
dia  antes  de  la  batalla;  y  luego  Lnnea  6  de  Noviem- 
bre fué  la  dicha  batalla  de  la  puente,  que  los  fran- 
ceses hicieron  como  dicho  es. 

CAPtrULO  CXC. 
De  COBO  te  tomé  á  Gaeta. 

Mértes  siguiente,  á  7  de  Noviembre,  se  pregonó 
la  batalla  en  el  campo  del  Gran  Capitán  contra  los 
franceses,  porque  ellos  la  enviaron  á  demandar  al 
Gran  Capitán,  é  el  Gran  Capitán  se  la  otorgó,  y  les 
envió  á  decir  que  él  se  profería,  que  hasta  que  toda 
su  gente  fuese  pasada  y  toda  su  artillería,  que  nin- 
gún acometimiento  les  faria.  por  ende  que  todos 


É  DOff A  ISABEL. 


711 


pasaaen  que  á  todos  juntos  quería  esperar,  y  aco- 
meter ;  é  los  franceses  no  osaron  pasar,  é  por  mtié- 
trar  corazón  diciendo  que  no  temían,  embiaron  á 
demandar  batalla;  que  de  antes  fasta  aquí  buscaban 
por  donde  pasar  á  hacer  guerra  é  dar  batalla  al 
Gran  Capitán  y  pasaban  por  donde  podían  é  facían 
mucho  por  pelear,  é  desque  el  Marquée  de  Mantua  se 
fué,  temían  que  el  Gran  Capitán  pasase  á  ellos,  é 
velábanse  é  guardábanse;  de  lo  cual  sintió  el  Gran 
Capitán,  y  dende  en  adelante  trabajó  por  ver  sí  po- 
dría él  pasar  á  ellos. 

En  este  tiempo  acaecieron  muchas  escaramuzas, 
que  aquí  se  dejan  de  escribir  por  no  facer  larga  es- 
críptnra,  é  fué  una  de  esta  manera,  para  en  que  to- 
men ejemplo  los  cobardes.  El  Gran  Oapitan  había 
dado  el  cargo  de  una  torre  que  está  en  el  Garellano 
abajo  del  Real  de  los  franceses,  é  acaso  el  Gran  Ca- 
pitán envió  á  llamar  á  Pedro  Navarro,  é  vino  al  Real 
é  dejó  encomendada  la  torre  á  los  que  allí  tenía  que 
eran  quince  hombres,  é  el  uno  por  Capitán,  y  pasa- 
ron los  franceses  con  barca  é  artillería,  é  combatie- 
ron la  dicha  torre  de  manera  que  se  ovieron  de  dar 
á  partido  los  de  la  dicha  torre  que  la  dejaaen  y  se 
fuesen,  é  ansí  salieron  de  ella  é  se  vinieron  al  Real 
del  Gran  Capitán,  y  como  se  supo  que  venían  aalie* 
ron  algunos  peones  á  recibirles  y  preguntáronles 
como  venían  y  dejaban  la  torre,  é  antes  que  ellos 
diesen  razón  de  sí  de  como  venían  loa  mataron  é  hi- 
cieron pedazos,  de  lo  qual  mucho  pesó  al  Gran  Ca- 
pitán. 

El  Gran  Capitán  pensó  hacer  una  puente  para 
pasar,  é  túvoae  el  secreto  para  sí,  y  mandó  venir 
muohoa  carpinteros  de  Ñapóles,  é  mandó  hacer 
grandes  minaa  junto  oon  el  agua  del  río,  é  mandó 
traer  mucha  tablazón,  é  que  comenzasen  de  hacer 
puentea  debajo  de  tierra,  por  cauaa  de  el  artillería* 
Los  carpinteros  comenzaron  de  hacer  lo  que  el  Gran 
Capítan^les  mandaba,  y  los  franceses  como  oían  loa 
golpes  tan  grandea  de  los  carpinteros  paaaron  toda 
la  artillería  al  cabo  donde  oían  loa  golpes  dioiendo 
que  el  Gran  Capitán  acordaba  pasar  por  allí,  y  fin 
gíó  tenerles  miedo,  y  levantó  el  campo  á  mas  andar 
dejando  muchas  tiendas  armadas,  y  vínose  á  César 
Y  los  franceses  desque  esto  vieron  esforzáronse  di 
dendo  que  huían  y  descuidáronse  esa  noche. 

El  Gran  Capitán  desque  fué  retirado  allí  y  vido 
que  los  franoeaes  no  hacían  tanta  guarda  como  ha* 
cían,  mandó  á  todos  los  capitanes  que  en  anoche- 
ciendo estuviesen  sobre  aviso,  para  desde  media 
noche  en  adelante  que  había  de  partir  de  allí  el 
qual  no  les  avisó  de  mas.  Era  este  dia  Jueves  28  de 
Diciembre,  y  venida  la  medía  noche  mandó  cabalgar 
á  cada  Capitán  con  su  gente  y  que  fuesen  tras  de 
él,  el  qual  llegado  á  cierto  lugar  del  Garellano,  de 
parte  de  arriba  de  los  franceses  seis  miUaa,  mandó 
poner  la  puente  que  él  llevaba  ordenada,  que  los 
carpinteros  habían  labrado  sobre  maromas  é  made- 
ras, sus  tablas  clavadas  y  trabadas,  las  qualea  tablas 
llevaban  sus  ahugeros  hechos  y  no  hacían  los  maes- 
tros sino  asentar  é  clavar  una  con  otra;  é  la  puente 
hecha  y  asentada,  pasó  ^  Qrim  Oapitan  con  tres  mil 


ítt 


ORÓHICAS  DE  LOS  BETE8  DE  OASFILLA. 


peoDOiy  lo«  dos  mil  espafioleSi  é  mil  iJemanes  j 
blata  oi«D  caballos,  7  siendo  pasada  ssU  gente  sa 
bondió  im  pedaso  de  la  paente,  y  llegó  mío  á  decir 
al  Oran  Capitán:  O  sefior,  7  como  somos  perdidos, 
«ine  nuestra  paente  se  hunde  qae  7a  no  pnede  pasar 
más  gente,  respondió  el  Oran  Capitán  sin  ninguna 
alteración:  «Fulano,  no  se  os  dé  nada,  que  los  que  acá 
estamos  les  acometeremos  7  Tenoeremos,  7  los  nues- 
tros que  de  aquella  parte  quedan  irán  á  pasar  por 
«n  puente  7  darán  en  las  espaldas  do  ellos;  7  esta 
tomo  70  por  mejor  sefial  de  todas  las  que  me  podian 
Teñir,  para  que  en  mas  se  tenga  lo  que  bublóremos 
de  hacer  j  £  luego  arremetió  á  un  lugar  que  estaba 
junto  que  se  llama  S07  é  lo  tomaron,  é  prendieron 
dentro  setenta  hombres  de  armas,  ó  arremetieron 
con  otro  lugar  que  se  llama  Castllloforte,  7  también 
tomaron  en  él  80  hombres  de  armas  de  los  ñ-ance- 
nes.  E  luego  esa  madrugada,  Viernes  al  amanecer, 
á  29  de  Diciembre,  antes  que  amaneciese,  el  Oran 
Capitán  acordó  de  ir  á  dar  sobre  el  Real  de  los  fran- 
ceses, 7  de  toda  la  gente  que  tenia  hiso  hacer  dos 
batallas,  é  con  dos  banderas,  é  envió  sus  corredores 
delante  á  Ter  de  que  ñ>rma  estaba  el  campo  de  los 
franceses^  é  él  siguió  su  camino  con  su  gente  en 
<Men,  é  los  corredores  Tolyieron  7  dijeron  al  Gran 
Capitán  como  el  campo  de  los  franceses  iba  á  Ta- 
llado camino  de  Qaeta.  Estonces  el  Qran  Capitán 
dio  toda  la  priesa  que  pudo  á  su  camino  hasta  que 
los  alcanió,  7  fué  dando  á  ellos  7  peleando  con  olios 
basta  un  lugar  que  llaman  Mola,  que  está  en  el  cami- 
no. Allí  acordaron  los  franceses  hacerse  fuertes  con 
la  artillería  menuda,  7  esperar,  porque  aquella  no- 
che, como  supieron  la  pasada  del  Gran  Capitán  el 
Garellano,  acordaron  de  enviar  el  artillería  gruesa 
por  mar,  en  las  barcas  á  Gaeta,  7  con  ellas  el  Se- 
flor  Pedro  de  Médiois  florentin;  é  embarcáronse  con 
mar  en  bonan9a,  é  antes  que  llegase  á  Gaeta,  una 
milla,  IcTantóse  tan  gran  borrasca,  que  se  ahogó  él 
y  cuantos  iban  en  él,  7  oa7Ó  la  artillería  en  la  mar, 
la  qual  el  Gran  Capitán  biso  sacar  después. 

Ansí  qne,  siguiendo  el  alcance  tras  de  ellos  el 
Gran  Capitán  con  su  gente,  como  dicho  es,  se  pu- 
sieron con  aquella  artillería  menuda  en  defensa  en 
aquel  lugar  dt  Mola. 

CAPÍTULO  GXOI. 

De  eoBO  el  Gnn  CapIliB  los  taeó  de  allí  é  lot  lleré  basta  Gaeta 
fajendo,  é  de  como  eayd  del  caballo. 

Pensaron  los  franceses  de  esperar  allí  en  la  entra- 
da del  lugar  que  era  fuerte,  7  como  el  Gran  Capitán 
lo  yido,  acordó  de  apearse,  7  con  los  alemanes  por 
allí  combatirlos,  é  la  otra  gente  enviarla  por  la 
sierra  con  Pedro  Navarro,  para  que  por  arriba  en- 
trasen é  les  atajasen,  para  tomarlos  en  medio;  é  es- 
tando an  este  parecer,  tropezó  el  caballo  del  Gran 
Capitán,  7  dio  consigo  7  con  él  una  mu7  gran  cal- 
da, de  lo  qual  pesó  mucho  á  todos  los  8U70S  que  lo 
vieron,  porque  lo  tuvieron  por  mu7  mala  sefial,  é 
porfiaron  con  él  que  no  combatiese  con  su  persona; 
ar^pondió  á  los  que  90  lo  deoiao :  é  a  4  decíalo  por  la 


sefial  de  mi  csida,  no  pnede  ser  mejor  sefial,  que  puse 
la  tierra  nos  abrasa,  sefial  es  que  nos  quiere,  7  que 
habernos  I107  de  vencer  é  ser  sefiores  de  la  tierra.» 
Entonces  apeóse,  7  púsose  á  par  de  la  bandera  do 
los  alemanes  con  unas  corssas  vestidas,  é  una  ro- 
dela abrasada,  é  una  espada  en  la  mano,  7  ssí  sa 
adereiaron  los  flamencos,  7  como  los  fnmoeses  lo 
vieron  ordenar  el  combate,  é  subir  la  gente  por  la 
siena,  desampararon  el  lugar  7  artillería,  7  comen- 
saron  de  huir  camino  de  Gaeta,  é  el  Gran  Capitán 
é  los  S1170S  los  siguieron,  é  fiso  tan  grande  agua 
aquel  dia  que  fué  cosa  da  maravilla,  é  siguiéronloa 
hasta  entrarlos  en  Gaeta,  que  fué  mas  de  doce  mi- 
llas el  alcance,  en  que  murieron  de  los  franceses, 
con  los  que  se  ahogaron  en  las  barcas,  mas  de  quatro  • 
mil  hombres;  7  tomóse  con  toda  su  gente  el  Gran 
Capitán  aquella  noche  á  Castellón,  que  es  quatro 
millas  de  Gseta,  donde  se  reparó  7  recogió  toda  su 
gente.  Otro  dia,  Sábado  siguiente,  salió  el  Gran  Ca- 
pitán de  Castellón  con  toda  la  gente  de  su  campo, 
ansí  con  los  que  había  el  dia  de  antes  peleado  con 
los  franceses,  como  con  los  otros  todos  que  ahí 
no  se  acaecieron,  é  quedaron  del  cabo  de  Carelia- 
no, ca  todos  habian  llegado,  ssí  aquellos  como  los 
que  habían  quedado  atrás,  7  tomó  la  via  de  Gaeta, 
7  algunos  peones  que  iban  delante,  entraron  por 
el  monte  de  Gaeta,  que  no  ovo  resistencia  qua  se  lo 
defendiese,  diciendo  Espafia,  Espafia,  é  subieron 
encima  de  lo  mas  alto  del  monte,  7  pusieron  una 
bandera  encima  de  una  torre  que  estaba  encima, 
que  llaman  la  torre  de  Orlando.  T  oomo  el  Gran 
Capitán  7  la  gente  que  por  el  camino  iban  vieron 
la  bandera  7  la  conocieron,  dieron  mucha  priesa  en 
llegar  7  asentar  las  estancias  á  la  ciudad  7  castillo, 
que  7a  se  habian  reoojido  toda  la  gente  dentro  hu- 
7endo,  é  asentó  su  campo  sobre  Gaeta,  é  mandó  con 
mucha  priesa  traer  el  artillería  para  combatir  la 
ciudad,  especialmente  el  artillería  que  el  día  antes 
les  habla  quitado,  que  fueron  treinta  7  cinco  piesas 
las  mas  hermosas  que  nunca  se  vieron,  que  eran  la- 
drones 7  tres  culebrinas,  é  los  otros  gerifaltes  é 
f  alconetes,  é  con  ellos  mas  de  dos  mil  caballos,  é 
otro  mu7  gran  despojo,  é  el  Gran  Capitán  se  apo- 
sentó en  el  monasterio  de  Santa  Cathalina  que  está 
en  el  dicho  monte,  que  es  el  mas  próspero  monss- 
terío  de  aquel  rcTUo;  7  como  el  artillería  fué  lle- 
gada, comenzó  de  tirar  á  la  ciudad;  7  luego  vino 
de  la  CSudad  un  camarero  del  Capitán  general  Mar- 
qués de  Saluces  en  que  suplicaba  á  su  sefioría  del 
Gran  Capitán  le  quisiese  dar  licencia  para  salir  á 
hablarle;  el  qual  le  envió  á  decir  que  saliese  que  él 
holgaba  del  lo;  el  cual  salió  por  el  postigo  de  una 
torre,  7  descolgado  por  una  escala  del  adarve  abajo, 
el  qual  salió  en  cuerpo  7  sin  armas,  vestido  un  sa70 
de  brocado  é  un  jubón  de  carmesí  blanco,  é  fué  del 
Gran  Capitán  mn7  bien  recibido,  el  qual  así  como 
f  aé  hincó  las  rodillas  delante  del  Gran  Capitán  llo- 
rando de  sus  ojos,  á  el  qual  el  Gran  Capitán  consoló 
7  lloró  con  él;  7  después  de  se  haber  fecho  las  cor- 
tesías, 7  abrasado,  se  tomaron  mano  á  mano  7  ficie- 
ron  sus  conciertos,  y  Mosinr  el  marqués  s^  yo)víó  4 


DON  FERNANDO 

Ofteta,  é  TolTieroB  i  Mentar  el  partido  él  é  Monsiur 
de  Corso,  é  Santa  Colomai  y  el  bayle  de  Hijon,  é 
f  aé  qoe  pidieron  á  el  Gran  Oapitan  qne  les  diese  é 
Mosiur  de  OTeni  y  á  todos  los  presos  que  tenia  de 
la  parcialidad  de  Francia,  é  á  Mala  Erba  y  á  todos 
los  qne  tenia  en  las  galeras,  é  qne  le  darían  á  Qaeta 
é  todos  los  castillos  qne  en  el  Reamen  estaban  por 
Francia.  El  Gran  Capitán  les  respondió  que  á  él  le 
.  placía  de  darles  lo  qne  le  demandaban,  ecepto  los 
prisioneros  Italianos,  que  estos  por  cosa  del  mundo 
no  se  los  daría.  Los  caballeros  franceses  ovieron  sn 
acuerdo,  é  tomaron  á  responder  que  pues  Dios  tan- 
tas tiotorias  le  habia  querído  dar,  que  fuese  oomo 
él  quería  y  que  no  querían  los  italianos  en  su  com- 
pañía, ni  que  Dios  por  mano  de  ellos  les  hiciese 
bien,  y  que  quedasen  fuera  del  partido. 

Ved  qué  gentil  pago  UcTaron  los  que  fueron  trai- 
dores de  los  italianos,  y  qué  bien  agradecidos  fue- 
ron los  franceses  á  quien  por  ellos  se  perdió,  y  ansí 
fueron  concertados:  el  Gran  Capitán  y  los  caballe- 
ros franceses  dieron  su  seguro  sobre  ello,  y  rehenes 
para  estar  por  ello  y  cumplirlo  ansí,  é  dio  el  Gran 
Capitán  en  rehenes  á  su  sobríno  Don  Diego  Fernan- 
des,  y  al  Capitán  Pedro  de  Paz,  y  de  su  parte  do 
los  franceses  vinieron  otros  tantos  capitanes,  y  sa- 
caron los  franceses  por  partido  que  á  toda  la  gente 
que  en  Gaeta  estaba,  que  eran  mas  de  quatro  mil 
hombres  de  á  caballo,  que  á  todos  diese  el  Gran 
Capitán  salvo  conducto  para  ir  hasta  Roma,  el  qual 
se  lo  otorgó  con  condición  que  les  diesen  las  van- 
deras  que  hablan  quedado  por  tomar,  con  lo  qual 
se  convinieron  aunque  les  fué  muy  penoso;  y  esto 
hizo  el  Gran  Capitán  por  acrecentar  mas  en  la  hon- 
ra de  Espafia;  y  el  Gran  Capitán  envió  por  todos 
los  prísioneros  franceses,  é  por  el  virrey  Mosiur  de 
Oveni  que  Don  Femando  de  Andrada  y  los  castilla- 
nos  hablan  prendido  en  la  batalla  de  Calabría,  é 
venidos  todos,  é  dadas  las  banderas,  é  dados  los  se- 
guros é  salvos  conductos,  é  destrocados  los  rehenes, 
é  entregado  los  prisioneros  é  los  castillos  que  esta- 
ban en  el  reyno  por  Francia  al  Gran  Capitán  y  to- 
das las  fuerzas  de  ellas,  las  carracas  y  galeras  se 
llegaron  al  muro  de  la  ciudad  á  donde  el  Marqués  é 
Mosiur  de  la  Tramnlla  y  Mosiur  de  Alegre  y  los 
grandes  sefiores  de  Francia  se  embarcaron  y  con 
ellos  mucha  gente  francesSi  en  una  gran  carraca,  é 
allí  embarcó  Mosiur  de  Oveni,  Virrey,  al  qual  el 
Gran  Capitán  aoompafió  hasta  allí;  y  desviándose 
un  poco  del  Gran  Oapitan  para  entrar  en  la  barca, 
le  dijo  y  demandó  licencia  tres  veces  diciendo: 
Monseor  donaU  miM  UcenHam:  el  Gran  Capitán  le 
respondió:  Monseor  por  vos  la  tenéis,  dos  veces ,  é 
Mosiur  de  Oveni  volvió  á  decir  la  tercera  voz;  Mon- 
seor dónate  mihi  UcenHam:  y  el  Gran  Capitán  res- 
pondió Monseor  yo  os  doy  licencia  qne  podáis  ir 
en  Francia  libremente;  el  qual  cuando  esto  el  Gran 
Capitán  le  dijo,  hincó  la  rodilla  en  tierra  hacia  el 
Gran  Capitán,  y  le  hizo  gran  mesura,  y  se  levantó 
y  entró  en  la  barca,  y  se  embarcaron  todos  los  fran- 
ceses que  pudieron  ir  en  la  flota ;  y  los  que  queda- 
ron  quedamn  haciendo  los  mayores  llantos  del 


É  DOffA  ISABEL*  ÍIA  ' 

mundo,  temiendo  la  Ida  por  tierra,  y  el  Gran  Capi- 
tán les  dio  cédulas  de  salvo  conducto;  y  juntábanse  . 
muchos  y  ponían  la  carta  cédula  en  la  punta  de  uua 
vara  de  lanza  hendida,  y  así  partieron  cada  uno  co- 
mo mejor  pudo,  los  quales  los  mas  del  los  fueroa 
despojados  é  muertos  é  destruidos,  é  muy  maltrata- 
dos de  los  de  la  tierra,  é  de  los  lugares  por  dond^ 
pasaban,  é  de  gente  desmandada  del  campo. del 
Gran  Capitán  que  nunca  pudo  poner  remedio;  é 
como  ellos  habian  hecho  mucho  dafio  en  la  tierra 
por  donde  iban,  los  aldeanos  los  querían  comer  á 
bocados,  de  manera  que  bien  aventurado  se  halló 
ol  que  de  ellos  pudo  llegar  á  Roma  con  caballo,  ó 
aun  con  sayo,  ca  los  desnudaban  en  cueros,  é  de  frío 
é  de  hambre  se  morían  por  los  caminos,  que  era  lás- 
tima de  los  ver,  é  después  en  Roma  por  los  hospi-' 
tales  se  morían  muchos  de  los  que  allá  llegaron  de 
la  lacería  pasada,  de  manera  que  de  una  manera  ó 
de  otra  fueron  todos  perdidos  y  mal  aventurados. 
£1  Gran  Capitán  quedó  en  Gaeta  descansando  y 
holgando,  haciendo  muchas  alegrías,  dando  mucliaa 
gracias  é  loores  á  Nuestro  Sefior  por  tantas  merce- 
des como  le  habia  fecho  é  por  tantas  victorías  como 
le  habia  dado,  é  estubo  en  Gaeta  hasta  14  dias  de 
Enero  del  comienzo  del  afio  de  1504,  y  dio  la  gober- 
nación de  ella,  y  la  tenencia  del  castillo  á  Luis  Her- 
rera. E  esto  fecho,  fuese  para  Ñápeles  á  entender 
en  las  cosas  de  la  gobemacion  del  Reyno,  y  enviar 
gente  sobre  Luis  Dasta  que  estaba  en  Venosa,  y 
tenía  por  allí  algunos  lugares  en  contra;  y  el  prín- 
cipe de  Resano  estaba  también  rebelde  en  su  tierra, 
y  el  conde  de  Capacho  eso  mismo,  y  el  conde  de' 
Oonbersano,  en  sus  tierras  asi  mismo  estaban  rebel- 
des. E  como  el  Gran  Capitán  llegó  á  Ñapóles  ado- 
leció de  una  gran  enfermedad  que  pensaron  que 
oviera  peligro,  y  Dios  lo  remedió  y  sanó. 

CAPÍTULO  CXCIL 

De  lo  que  hlio  d  Gris  Capitán  despoes  qve  tomó  i  Gaeta,  é  co- 
mo dio  por  traidorea  á  loa  priselpea  qve  andaban  con  toa  fnn- 
ceaea  é  lea  dtd  plazo  para  qoe  ae  Tlnleaen  A  «aWar,  é  de  eomo 
repartió  la  f  ente  por  ol  reyno,  6  dió  A  los  capitanea  á  cada  nno 
an  galardón;  y  de  como  y  qnando  acabó  la  conqniata. 

Fué  Pedro  Navarro  por  mandado  del  Gran  Capi- 
tán sobre  el  Conde  de  Capacho,  y  en  llegando  se  le 
dió  y  entregó  todo  lo  suyo,  é  fuese  para  Roma  con 
sus  fijos  é  múger  mal  aventurado.  Luis  Daste  se  dió 
también  y  entregó  todo  lo  que  tenia,  é  pasóse  en 
Francia,  é  estuvo  sobre  el  Bartholomé  Aviano. 

El  Comendador  Solis  fué  sobro  el  príncipe  de 
Resano,  y  lo  tomó  á  él  é  á  otros  ocho  varones  suyos 
con  él;  é  la  dudad  de  Resano  dió  quince  mil  duca- 
dos por  que  no  entrase  la  gente  de  guerra  dentro, 
por  que  no  la  metiesen  á  sacomano:  dieron  aquello 
para  ayuda  de  pagarles  el  sueldo,  y  no  fué  poco 
acabarla  con  los  soldados.  Suman  los  franceses  que 
murieron  en  dicha  conquista  despucs  que  el  Gran 
Capitán  entró  en  Barletta  hasta  que  salieron  de  Gaeta, 
que  la  ganó  el  Gran  Capitán,  que  puede  ser  un  afio 
y  medio,  catorce  mil  quinientos  treinta  y  seb  en 


714 


GBÓNI0A8  DE  LOS  BB7ES  DE  CAfiTlLLA. 


batallM  é  enoventiros,  sin  lot  qae  murieron  de  do- 
lendas,  que  fueron  más  de  otros  tantos ,  sin  los  que 
mataron  los  villanos.  Fueron  presos  en  Teces  mas 
de  seis  mil  hombres;  y  no  murieron  en  encuentros, 
en  batallas  ni  en  combates  doscientos  hombres  de 
la  gente  del  Gran  Oapitan,  dejando  los  que  murie- 
ron en  el  cerco  de  Qaeta. 

Fin>  el  Gran  Capitán  Cortes  en  Ñipóles,  donde 
vinieron  todos  los  grandes  del  reyno,  y  por  ellos  fué 
obedecido  en  nombre  del  Rey  Don  Femando,  Bey  de 
Espafia,  de  Ñápeles  Femando  III.  Allí  dio  por  pre- 
gón real  por  traidores  é  los  príncipes  y  traidores 
condes  que  habian  sido  y  eran  de  la  parcialidad  de 
Francia,  y  les  puso  término  para  que  si  en  tanto 
tiempo  no  venian  á  obedecer  al  Rey  de  Espafia,  Rey 
de  Ñápeles,  que  procedería  contra  ellos:  é  luego  re- 
partió la  gente  que  tenia  por  el  reyno,  é  él  quedó  de 
asiento  en  Ñapóles ,  é  ftzo  mercedes  á  los  capitanes, 
é  á  todos  los  espaftoles  y  italianos  que  con  él  an- 
daban dándoles  villas  é  castillos  en  tenencias  á  cada 
uno,  según  habia  servido,  é  de  allí  puso  mucha  jus- 
ticia en  el  reyno  é  fué  muy  amado  de  todos  é  de 
todas  las  comunidades ;  é  sonó  su  fama  é  victorias, 
é  hazafias  entre  todos  los  christianos;  é  allí  se  le 
vinieron  á  ofrecer  muchas  provincias  é  reynos  con 
muchos  presentes  é  joyas,  que  le  enviaron  por  tener 
su  amistad,  é  se  le  ofrecieron  á  su  servicio  y  man- 
dado: ansí  que  acabó  la  conquista  de  todo  él  reino 
de  Ñápeles,  en  fin  de  todo  el  afio  de  1503,  é  gobernó 
el  Gran  Capitán  el  reyno  en  mucha  paa  y  concordia 
y  con  mucha  justicia  cerca  de  tres  aftos  hasta  que 
el  Rey  Don  Femando  fué  allá  personalmente  y  se 
lo  entregó  en  el  mes  de  Noviembre  del  afio  de  Nues- 
tro Redemptor  de  1506.  D§o  Oratioi. 

CAPÍTULO  OXCnL 

n«  la  tcdoa  y  JatUelt  que  d  Rey  Don  Fentnáo  tavo  y  tiene  al 

Reyno  de  Ñapóles. 

De  la  acdon  y  justicia  que  el  muy  noble  invictí- 
simo Rey  Don  Femando  de  Espafia  tuvo  y  tiene  al 
Reyno  de  Ñápeles,  según  lo  que  yo  he  leido  y  al- 
canzado á  saber,  quise  aquí  esorebir  por  que  los  que 
no  lo  saben  hayan  plaoer  de  lo  saber,  y  los  que  lo 
saben  verán  si  yo  digo  verdad,  y  si  en  algo  errare 
6  discrepare  por  no  haber  leido  la  crónica  de  ello, 
remíteme  y  sométeme  á  la  verdad. 

Ya  es  dicho  como  en  el  afio  pasado  de  1503  ma- 
ravillosamente nuestro  Sefior  dio  al  Rey  Don  Fer- 
nando el  Reyno  de  Ñapóles,  según  y  muy  mejor 
que  él  lo  quería ;  que  quería  U  mitad  por  razón  de 
su  patrímonio  y  acción  y  se  contentaba  con  ella,  y 
no  consintió  Dios  Nuestro  Sefior  sino  que  lo  oviese 
todo  pues  le  venia.  Debéis  de  saber  que  antes  de 
estos  tiempos,  pudo  haber  poco  mas  ó  menos  180 
aftos,  en  tiempo  del  Papa  Alejandro  IV  que  imperó 
en  Roma  siete  afios,  reynaba  en  Sicilia  Oitraf  aro,  y  en 
el  reyno  ó  isla  de  Sicilia  ültrafaro,  que  era  todo  un 
reyno,  é  se  llamaba  todo  Sicilia,  un  Rey  llamado 
Manfredo,  cuyo  era  aquel  reyno  de  una  parte  y  de 
otra.  Entre  él  y  el  Papa  parece  que  ovo  división  ó 


algún  gran  inconveniente  ó  desconcierto,  6  serla  pof 
el  tributo  que  la  Iglesia  solia  tener  en  aquel  reyno  ó 
por  otro  caso,  y  como  quiera  que  fuese,  el  dicho  Papa 
descomulgó  al  dicho  Rey  de  Sicilia  Manfredo,  segon 
está  en  Faeicului  tomponcm,  que  dicen  en  la  letra 
ó  lectura  de  este  Alejandro :  %$té  Alexandár  gumdam 
Mas^redum  pseudo-Bégem^SidUm  exeomwdeaifit; 
y  este  Alejandro  murió,  y  fué  luego  Papa  Urba- 
no IV  y  imperó  quatro  afios ,  y  fué  natural  francés. 
Este  dicho  Manfredo  Rey  de  Sicilia,  por  defender  su 
reyno,  ó  por  otra  cosa  que  le  fué  por  fuerza,  Ó 
por  alguna  sinrazón  que  recibió,   quísose  valer 
por  auxilio  de  los  moros,  é  por  ventura  otro  re- 
medio no  tubo  según  parece  por  FaeieuUu  tempo* 
rum  don4e  dice :  üté  Urhanu$/ugábU  exereiht  Sorra- 
cenorum  p»  crticea^  rigtuUm^  qwm  Manfredwm  eonira 
EleeUnam  wUurai^  el  eonUdU  regnum  SicÍlÍ4B  comiti 
Ptovmeim  quifuitfraUr  Begii  Francia  ^  utfitgareí 
Manfiredum;  tándem  morietur  ParitÜM  4Í  ibidem  m- 
pelüur;  el  Magtfrtdwn  po$iea  vita  $i  rcgno  privatur 
per  Oarohun,  Vedes  aquí  como  parece  que  Manfredo 
metió  moros,  y  dicen  que  contra  la  Iglesia;  es  da 
creer  que  no  sin  causa  sería ,  y  que  sería  contra 
quien  le  persiguiese  ó  contra  quien  le  quería  tomar 
lo  suyo.  Esta  causa  por  que  fué  no  alcancé  á  saber; 
empero  en  el  FadoubíB  no  dice  cómo  hubo  aquel 
reyno  Manfredo,  ni  á  quién  suboedió  en  él,  salvo 
que  era  Rey  de  Sicilia,  por  donde  parece  que  el 
reyno  ero  suyo  de  patrimonio  ó  justo  título;  del 
qual  reyno  el  fué  quitado  y  privado  por  Glblos 
Conde  de  Proenoia,  hermano  del  Rey  de  Francia,  al 
qual  el  dicho  Papa  Urbano,  encomendó  la  conquista 
oontn  Manfredo,  el  qual  con  la  ayuda  de  su  her- 
mano el  Rey  de  Francia  é  del  dicho  Papa ,  venció  á 
Manfredo  é  á  los  moros,  y  los  echó  fuero  de  U 
tierra  de  los  christianos,  y  prendió  á  Manfredo é  la 
tomó  el  reyno  de  Sicilia  Oitra  et  Ültrafaro,  y  se  apo^ 
deró  en  todo  ello  y  mató  al  Rey  Manfredo,  y  asi  U 
privó  del  reyno  y  de  la  vida ;  esto  dice  en  Faáouhu 
temparum, 

E  sabed  que  lo  que  acaeció  en  la  muerte  de  Man- 
fredo, según  oí  decir  que  está  en  su  crónica:  fué  que 
le  querían  tomar  el  reyno,  é  por  lo  defender  metió 
los  moros,  y  vencidos  él  y  ellos  por  el  Conde  d« 
Provenza  que  es  Marsella,  con  ayuda  del  Papa  y 
del  Rey  de  Francia  é  él  preso,  Garios  lo  hizo  ca- 
balgar en  un  asno  deshonradamente  y  muy  crael- 
monte,  como  al  menor  hombre  del  mundo,  no 
mirando  que  era  Rey  y  chrístiano;  hizo  llevarlo  por 
la  ciudad  de  Palermo  en  Sicilia  Ültrafaro,  con  pregón 
como  cuando  matan  á  algún  ladrón  por  justicia,  y 
viéndose  así  el  Rey  Manfredo  ir  deshonradamente 
por  las  calles  de  la  ciudad,  rogó  á  los  que  lo  lleva« 
ban  que  le  diesen  un  plato  de  avellanas  y  almen- 
dras, é  derramólas  desde  encima  del  asno  sobre  lo« 
muchachos  diciendo:  muchachos,  sedme  testigos^ 
como  me  matan  sin  razón  y  por  me  tomar  mi  reyno, 
y  como  hago  mi  testamento  y  dejo  y  mando  mis 
reynos  á  mi  hija  la  Royna  de  Aragón.  Y  estas  cosas 
dichas,  lo  llevaron  fuera  déla  ciudad,  y  lo  mata- 
ron. B  ansí  quedó  (a  Reyna  de  Aragón,  su  fiíaj 


.< 


DON  FERNANDO 
inoger  ^ue  era  del  Bey  Don  Pedro  de  Aragón,  que 
no  tenia  otro  hijo  ni  hija,  por  sa  heredera;  y  el 
Rey  Don  Pedro  de  Aragón  era  muy  valiente  hombre, 
y  mny  diestro  en  armas,  y  de  g^an  corazón,  y  de 
esfnerso,  y  yengó  mny  bien  la  muerte  de  su  suegro, 
■egun  de  él  se  lee. 

OAPtrULO  OXOIV, 

• 

tt  eosie  qsedd  Garlos  njwaño  en  Sicilia,  é  de  cobo  ea  Sielllt 
Ultraftro  mataron  la  nnlUtod  de  franceaes,  y  de  lo  qoe  aobre 
ellos  diee  el  Fatdeuln»,  B  del  peee  marino  qne  mnrtó  en  la  Cí- 
vica flcja,  7  de  eomo  el  Rej  Don  Pedro  de  Aragón  tomd  la  Isla 
de  Sieilia. 

Muerto  el  Rey  Manfredo,  reynó  en  Sicilia  Oitra  é 
tJltrtfaro  Charolo,  Conde  de  Proventa,  que  es  la  pro. 
vinoia  de  Marsella,  con  favor  de  bu  hermano  el 
Bey  de  Francia,  é  del  Papa,  é  tenia  muchas  gentes 
francesas,  hombres  de  armas  é  de  otras  suertes  en 
guarniciones  en  los  dichos  reynos  qne  habia  tomado, 
especialmente  en  la  Isla  de  Sicilia  Ultrafaro  por  la 
tener  sugeta  é  á  buen  recaudo.  E  los  franceses,  se- 
gún de  ellos  se  dice,  riempre  fué  gente  de  mal  con- 
cierto, é  muy  crueles,  los  qnales  hicieron  á  los  Sici- 
lianos infinitas  sinrazones,  é  fuerzas,  é  robos,  é  les 
tomaban  é  forzaban  sus  mugeres  casadas  é  donce- 
llas, é  dormían  con  ellas,  é  les  tenían  tan  sojuzgados, 
que  no  tenia  comparación.  Demás  de  esto,  las  novias 
que  casaban  con  sus  maridos  diz  que  las  hablan  pri- 
mero los  capitanes  franceses,  que  no  sus  maridos,  la 
noche  de  la  boda;  y  estando  Sicilia  en  esta  sujeción 
tan  grande,  hizo  un  capitán  una  de  aquellas  descor- 
tesías acostumbradas  é  una  novia,  hija   de  un 
hombre  honrado,  sn  huésped,  donde  posaba,  que 
Antes  que  la  velasen  con  su  esposo,  le  pidió  el  padre 
por  merced  que  se  la  guardase  y  mirase  por  su 
honra,  é  no  fidese  con  ella  la  descortesía  que  se 
hacia  con  otras ;  y  porque  el  capitán  habia  sJlí  re* 
c'bido  mucha  honra  y  buenas  obras ,  se  lo  prometió 
al  padre  de  no  le  tocar,  é  antes  salvar  y  guardar  su 
honra  de  quien  la  quisiese  tocar ;  y  después  de  ve- 
lada, antes  que  su  marido  á  ella  tocase,  aquella 
noche  primera  de  la  boda,  se  la  tomó  é  durmió  con 
ella,  por  fuerza,  é  el  padre  de  la  novia  desque  vido 
tan  gran  descortesia  y  fuerza,  sintióse  taüto  de  ello, 
que  se  mostró  perder  el  juicio,  y  fingió  que  se  tomó 
loco,  con   discreción  maliciosa,  ca  diz  que  era 
hombre  muy  discreto,  y  comenzó  de  decir  y  facer 
muy  grandes  locuras  y  dedr  muy  grandes  desvarios, 
y  consejas,  asi  á  los  franceses  como  á  los  italianos 
y  sicilianos,  y  fuese  de  ciudad  en  ciudad,  y  de 
lugar  en  lugar  oon  una  oafia  gruesa  en  la  mano  por 
l>ordon ,  y  ponia  el  un  cabo  de  la  caña  al  oido  de 
los  sicilianos,  de  los  cuales  convenia,  ansí  caballo- 
ros,  como  hidalgos,  escuderos  é  ciudadanos,  dicién- 
doles  que  para  tal  dia  ordenasen  de  matar  toda 
aquella  mala  gente  francesa,  en  un  dia  cierto,  y 
recontábales  su  injuria;  y  á  los  franceses  poníales 
el  cafinto  y  decíales  mil  desvarios,  con  quo  roían: 
y  de  aquí  se  oonoertó  que  tal  dia  en  la  noche  on 
toda  Sicilia  cada  uno  degollase  sus  huéspedes  en  la 
camai  quier  por  concierto  de  estCi  quier  on  la 


i  DOSA  ISABEL.  715 

forma  otra  cualquiera.  Venido  aquel  dia ,  cada  uno 
mató  sus  huéspedes  aquella  noche  del  concierto,  y 
otro  dia  todos  los  sicilianos  se  pusieron  en  armas, 
é  mataron  todos  los  franceses  que  uno  á  vida  no 
dejaron;  é  fizóse  milagrosamente,  qne  nunca  los 
franceses  supieron  ni  entendieron  el  secreto,  ni 
nunca  lo  descubrieron  las  sicilianas  por  que  tam* 
poco  lo  supieron,  por  las  quales  se  sintió  más  la 
injuria  é  fizo  la  crueldad.  Los  nobles  de  la  Isla, 
desque  ficieron  el  concierto  de  matar  á  los  fran- 
ceses, fidéronlo  saber  al  Rey  Don  Pedro  de  Aragón, 
é  que  se  acercase  para  tal  dia  para  les  socorrer, 
pues  que  era  suyo  el  Reyno  por  parte  de  su  muger; 
el  qual  como  lo  supo  se  concertó  con  ellos,  é  fizo 
una  armada  é  fingió  que  iba  á  tierra  de  moros,  é  le 
dio  Dios  tal  ventura,  que  sin  se  le  sentir  hizo  lo, que 
quiso.  Venido  el  dia  del  concierto,  todo  el  reyno 
donde  habia  franceses  se  puso  en  armas,  y  mataron 
en  una  noche  cada  uno  á  su  huésped  los  que  pu- 
dieron, é  otro  dia  no  dejaron  francés  á  vida,  en 
que  murieron ,  según  la  memoria  dura  en  Sicilia, 
sesenta  mil  personas  de  los  franceses,  é  luego  acor« 
rió  el  Rey  Don  Pedro  de  Aragón  quo  estaba  allí  cerca 
de  la  mar  con  toda  su  armada,  y  luego  lo  recibie- 
ron en  toda  Sicilia  ultrafaro  por  su  Rey,  y  nunca 
desde  entonces  acá  hasta  hoy  fué  quitado  de  ella  el 
real  cetro  de  Aragón,  y  quedó  en  Reamen  de  Ñá- 
peles el  Conde  de  Pro  venza,  y  estuvo  hasta  el 
tiempo  del  Infante  Don  Alonso  de  Aragón  y  de  Cas- 
tilla, visnieto  de  Manfredo,  que  por  el  mismo  título 
conquistó  é  ganó  é  echó  é  privó  de  la  casa  de 
Provenza  é  de  Francia,  é  se  volvió  á  la  casa  de 
Aragón  cuyo  era  é  á  los  herederos  del  Rey  Man- 
fredo. 

Y  volviendo  á  la  muerte  de  los  franceses  acae- 
cida en  Sicilia,  ved  si  tal  cosa  fué  espantosa  y  mi- 
lagrosa y  si  huvo  tal  crueldad,  y  como  se  pudo 
concertar  tan  hazafiosa  cosa  entre  tan  gran  comu- 
nidad que  nunca  los  franceses  lo  supieron  fasta 
que  fué  fecho,  y  no  parece  sino  que  fué  con  gran 
misterio  que  consintió  Dios  Nuestro  Sefior;  y  ved 
como  fué  vengada  la  muerte  del  Rey  Manfredo  que 
muy  deshonrada  le  dieron,  é  esta  fué  una  cosa  do 
las  hazafiosas  del  mundo:  non  potwnui  dieere  nisi 
quod  fuii  ira  Dei.  Ved  como  fueron  vengadas  las 
injurias  y  fuerzas  do  las  mugeres  casadas  y  mozas, 
y  las  sinrazones  y  robos  que  los  franceses  hablan 
hecho,  y  por  sus  malas  cosas  perdieron  las  vidas  y 
los  bienes,  é  infinitas  riquezas  de  caballos,  é  armas, 
é  oro  é  plata,  é  dejaron  ricos  á  los  sicilianos  para 
siempre:  de  aquí  se  dice  que  quedó  por  penitencia 
que  un  Papa  les  dio  á  las  mujeres  de  Sicilia  que 
anduviesen  las  caras  tapadas  por  luto,  por  que  por 
ollas  se  hizo  la  crueldad  en  los  franceses,  é  ansí  an- 
dan hasta  agora  en  toda  la  isla  cuando  van  á  fuera 
de  sus  casas  las  caras  tapadas  como  las  moras. 

De  la  qual  crueldad  é  muerte  de  los  franceses, 
antes  quo  fuese  fecha ,  fué  vista  una  terrible  sefial 
en  profecía,  ansí  como  algunas  veces  vemos  antes 
que  venga  alguna  persecución  ó  pestilencia  ó  muer- 
te de  Bey,  que  vemos  cometaS|  ó  estrellas  do  ramoS) 


T16 


ORÓNIOAS  DB  LOS  BBTE9  DE  CASTILLA. 


ó  otrii  sefiales.  Dioe,  en  el  Faeieulm  qne  aotee  que 
matoaen  los  franceees  en  Sioilia,  acaeció  eato  en  pro- 
fecía de  la  muerte  de  ellos ;  de  nn  pece  mnj  grande 
qne  fné  tomado,  que  era  semejante  á  la  figura  de  un 
Jeon,  ansi  como  aqni  se  sigue.  Piici$  MarinuM  in 
mnikhuíimm  Leonis  eaptiufait  como  primo  Martím 
.Pop<B^  ei  dabcU  plantui  horrihües,  et  addueiuB  in 
ürhem  veterem  cuneti$  oMtensmett:  eum  momírumhoc, 
tnUgo  interpretanUf  ei$et  ii{inum  futwri  de  ludii  quod 
factum  at;  quia  BíaUtn  per  Siciliam  inUr  fecHt 
alieniffenie^  ei  feühue  in  materno  útero  oedeie  erude- 
Uter,  ei  obedieniia  Oardi  eui  regie^  etper  coneequene 
Ecleeim  receeit^  ei  Peírum  Áragonum  Regem  aeeun^ 
eitf  ei  multa  mala  eeeuia  $unL  Ei  tn  orbe  partíaUtoM 
eurrexit,  quia  Frttm  eonira  Hamiibaldoe  eum  ean- 
guinie  efutione  pugnaruni.  ítem  ei  inter  Saracenoe 
multa  mUia  oeciea  fúeruni;  ei  ideo  non  mirum  quod 
pairimoñium  Eceleeia  paiitur  eolito  more^  quia  iem- 
pue  eei  ui  indiHum  ineipiai  ah  ira  Dei.  Verum  Oatro- 
lúe  non  longé  ante  ]Martínum  obHt  bené  dispoeiOe  sm 
quliif  ei  eaeramentaiue:  Peiruevero  tnobedienOaJUiue 
infdieiier  mortue  eei,  ex  vulnere  quod  in  bello  euecepU 
eieui  eoleni  mori  pereeeutoree  Eecleeia,  quia  durum 
eei  fragili  homvni  contra  etimulum  reeaXcitrare, 

De  el  Papa  Martin  que  fué  en  el  tiempo  del  Rey 
D.  Pedro  susodicho,  é  del  Papa  Honorio  se  escribe 
lo  siguiente.  Jfarfiftut  IV  atmo  8,  d  cual  Martín  fuá 
francés:  ieie  Martinue  exeomumeavit  Petrum  Arago* 
me  Regem  inoaeorem  Regni  Sicilia, 

Del  Papa  Honorio  que  subcedló  á  Martino,  dioe: 
Honoriue  IV  Bomanue  hie  predicare  fedi  erucem 
eonira  Petrum  invaeorem  Begni  Sieilue,  Brte  Hono- 
rio reynó  dos  afios  no  mas;  hallo  yo  que  desde  el 
Papa  Alejandro  IV  y  desde  Urbano  IV,  que  le  sub- 
cedió,  que  fueron  contrarios  al  Roy  Manf redo.  T 
Manfredo  murió  en  tiempo  de  este  Urbano.  Pasaron 
hasta  el  Papa  Martin  estos  Papas:  Clemente,  Gre- 
gorio, Inocencio,  Adriano^  Juan,  Nicolao,  que  son 
seis  Papas  que  pasaron  en  breve  tiempo,  que  en 
todos  estos  no  se  lee  cosa  de  Sicilia,  por  que  creo 
que  en  yida  de  todos  estos  vivió  Carlos  Conde  de 
Provenza  é  la  tuvo  sujeta.  B  reynó  el  Papa  Martin 
en  Roma  después  de  la  muerte  de  Carlos,  y  con- 
tendió, como  dicho  es,  contra  el  Rey  Don  Pedro  de 
Aragón,  porque  tomó  A  Sicilia  después  de  muerta 
aquella  multitud  de  franceses,  y  este  Martino  Papa 
era  francés,  y  Honorio  que  le  subcedió  era  Romano, 
é  siguió  la  via  de  Martino,  y  dieron  cruzada  contra 
'  el  Rey  D.  Pedro  de  Aragen,  por  qne  favoreció  A  los 
sicilianos,  é  porque  tomó  el  reyno  de  Sicilia  Ultraf  a- 
ro,  como  habéis  oido.  Empero  nunca  de  él  lo  pudie- 
ron desposeer,  ni  desapoderaron,  y  de  aquí  nacieron 
muy  grandes  guerras  entre  Francia  y  Aragón,  y 
Sicilia  y  sus  parcialidades ;  é  un  Rey  de  Francia 
vino  poderosamente  sobre  CataluAa;  esto  fizo  por- 
que había  cruzada  contra  el  Roy  Don  Pedro,  é  man- 
dado del  Papa  como  si  fuese  infiel  ó  moro,  é  el  Rey 
de  Francia  sacó  é  hizo  sacar  la  señal  del  Oríflan  de 
Francia,  que  Francia  tiene,  que  fué  dada  por  un 
ángel  á  Cario  Mag^o,  Rey  de  Francia,  contra  los 
moros  I  y  no  se  había  de  desplegar  ni  destender 


contra  christianos,  é  entró  por  Catalnfia  con  la 
dicha  sefial  tendida  tomando  villas  y  lugares,  é 
cercó  la  ciudad  de  Gerona,  é  tomóla,  y  los  franceses 
hacían  establos  é  caballerizas  de  las  Iglesias  donde 
tenian  sus  caballos,  é  no  cataban  honra  ni  reveron- 
cia  al  culto  divino,  ni  á  las  imágenes  de  los  santos; 
y  estando  en  Gbrona  el  gran  ¡real  de  Francia  é  el 
Rey,  allí  salieron  del  sepulcro  da  San  Narciso  que 
está  allí,  tantas  moscas  inficionadas  de  tal  manera, 
que  picaron  á  todos  los  caballos  de  la  hueste,  que 
todos  murieron  é  quedaron  á  pié  todos  los  fran- 
ceses, hasta  el  Rey.  B  viendo  el  Rey  de  Francia 
este  tan  temeroso  y  espantoso  misterio,  conoció  su 
pecado,  y  que  no  tenia  justicia  á  haoer  guerra  al 
Rey  de  Aragón  por  Sicilia,  y  conoció  que  aquel  mis- 
terio tan  lastimero  de  la  muerte  de  los  eaballoS| 
era  por  dos  cosas,  la  primera  por  que  sacaron  la 
sefia  santa  del  Oriflan  contra  christianos,  y  porque 
no  tenia  justicia,  y  por  la  poca  honra  que  los  suyos 
hablan  catado  á  las  Iglesias  de  Dios,  y  envió  sus 
embazadores  al  Rey  Don  Pedro  de  Aragón,  seftorde 
Oatalufta,  conociendo  su  error,  y  hizo  su  paz  con  él 
y  dejóle  todo  lo  que  le  había  tomado,  y  como  ae  vido 
perdido  y  sin  caballos  los  hombres  de  armas  y  loa 
otros  que  habían  venido  á  caballo,  temió  mucho  la 
vuelta  de  Francia,  y  demandó  viaje  al  Rey  Don  Pe- 
dro para  volver  en  Francia  él  y  los  suyos,  el  qual  se 
le  otorgó,  é  con  guiaje  salió  de  Catalnfia, y  licencia 
del  Rey  Don  Pedro  para  volver  en  Francia,  y  llegado 
en  Francia  luego  murió;  y  asi  fué  deliberada  Ge- 
rona y  todas  las  otras  villas  y  lugares  que  los  fran- 
ceses habian  tomado  en  Catalnfia.  En  este  tiempo 
llegó  la  armada  del  Rey  Don  Pedro,  de  Levante, 
quarenta  navios  y  otras  galeras,  á  San  Phelipe  cerca 
de  (Gerona,  y  juntóse  con  otra  armada  del  reyno 
que  acá  estaba,  y  pelearon  con  la  armada  de  Fran- 
cia, y  venciéronla,  é  tomáronla,  é  prendieron  toda 
la  gente  della,  é  sacaron  los  ojos  á  muohos  fran- 
ceses, é  enviaron  mensajeros  dellos  onsi  con  un 
ojo  y  el  otro  sacado ,  al  Rey  de  Francia  á  se  lo  facer 
saber,  é  que  llevase  los  nuevas  como  su  armada  de 
la  mar  era  toda  perdida  y  tomada  del  armada  del 
Rey  de  Aragón.  Todos  estos  inconvenientes  y  men- 
guas y  pérdidas  ovieron  los  franceses  en  aquel 
tiempo  en  la  demanda  y  conquista  de  Sicilia,  por 
favorecer  al  Conde  de  Pro  venza,  y  á  los  sefiores  de 
ella  contra  Sicilia  y  contra  los  Reyes  de  Aragón, 
señores  de  ella;  é  aunque  el  Rey  Don  Alonso  fizo  la 
guerra  veinte  afios  al  Reamen  de  Ñápeles,  hasta  que 
lo  tomó  á  los  del  linaje  del  Rey  ú  el  Conde  de  Pro- 
venza,  nunca  ningún  Rey  de  Frauda  quiso  poner 
su  estado  á  peligro  sobre  ello  fasta  los  dos  Reyes 
pasados  que  habéis  oido  en  esta  mi  escriptura,  qne 
el  uno  y  el  otro  subcedieron  en  el  Condado  de  Pro- 
venza  por  linaje  de  la  Baronía  ó  por  patrimonio,  ó  por 
herencia  de  patronazgo  al  Rey  Reynel  de  Ñapóles 
ó  Conde  de  Provenza,  que  se  movieron  siguiendo 
cada  uno  de  ellos  su  afición  con  tantas  gentes  de 
armas,  y  con  tantas  costas,  y  tantos  leguas  de  su 
reyno  donde  el  uno  y  después  el  otro  fueron  venci- 
dos tantas  vecos  y  por  Umtas  maneras  cuantas  h^ 


DON  FSBNANDO 

beif  oidO|  j  tottlmenie  amboi  f  aeron  eipelidos  y 
echados  del  reyno,  oon  Unto  estrago  7  pérdida  7 
maorte  de  los  snyoe,  donde  perdieron  en  las  bata- 
llas tanta  suma  de  riquezas  y  tesoros  A  buelta  de 
mas  de  treinta  6  quarenta  mil  personas  que  fueron 
muertos  ó  perdidos  en  las  dichas  dos  conquistas, 
sin  quedar  por  alguno  de  ellos  una  almena  en  todo 
el  reyno. 

T  Tolviendo  á  la  antigiledad  y  después  acá,  del 
Papa  Martitto  IV  y  de  Honorio'IV,  que  le  suboedió, 
han  sido  mas  de  treinta  Papas  que  ninguno  pareeo 
oponerse  con  la  casa  de  Aragón  sobre  Sicilia  ni  so- 
bre el  Reamen  de  Ñápeles,  en  litigio,  ni  demanda  ni 
municiones,  ni  mas  al  Bey  Don  Alonso  cuando  la 
conquistó  y  ganó  no  le  fueron  fechas  municiones 
papales  ni  entredichos  porque  oviese  de  dejar  la 
conquista;  donde  parece  y  se  manifiesta  la  recta 
acción  y  justo  titulo  que  la  casa  de  Aragón  tiene  al 
Reamen  de  Ñápeles.  El  tributo  que  sobre  él  tiene  la 
santa  iglesia  de  Roma,  según  dicen,  que  tiene  sobre 
él  dnqttenta  6  sesenta  mil  ducados  cada  año,  dis 
que  los  Papas  han  disminuido  en  recibir  un  pre- 
sente cada  afto  por  ellos,  é  bien  parece  asi  por  las 
escríptnras  y  coronices,  y  aun  por  los  espantosos 
misteriofl  sobre  ellos  acaecidos,  que  ninguna  acción 
ni  justicia  Francia  ni  ProTcnsa  tiene  á  ello,  aunque 
parece  que  el  RcTerendo  Padre  que  copiló  Foicieuku 
temporum,  6  debia  de  (ser  francés  de  natura,  ó  de 
afición ,  porque  en  tode  lo  que  en  este  caso  escribió 
se  muestra  afidonado  á  Francia  donde  dice  el  Rey 
Manfredo :  Manfredum  pteudo  Begem  SicilÜB  exea- 
muiUeavit;  é  en  otras  partes  que  escribió  de  este  caso, 
siempre  endereaó  su  afición  á  los  franceses  é  á  los 
del  linaje  de  Carlos  Oonde  de  Proyenza;  contra  los 
cuales  se  ha  mostrado  Nuestro  Sefior  en  esta  deman- 
da muy  contrario,  y  también  escribió,  como  dicho 
es,  del  dicho  Don  Pedro  Rey  de  Aragón,  porque 
murió  en  la  descomunión  que  le  puso  el  Papa  Mar- 
tino  :  Peirui  vero  inohfidUniiaJUiuB  infdieiier  morhti 
•  ex  wUnere  quod  In  heÜo  euecqnt  eievU  sokni  mori  per- 
teeuUfree  EeeUeiam,  ato.,  según  dicho  es;  é  sabed  que 
este  Rey  Don  Pedro  de  Aragón  porque  murió  so 
aquella  excomunión,  puesto  caso  que  el  ánima  fué 
absuelta,  que  cualquier  clérigo  tu  artículo  mortís 
para  quitar  de  las  penas  del  infierno  es  Papa,  y  lo 
pudieron  absolver,  cuanto  el  ánima,  empero  no  fué 
ninguno  osado  de  lo  meter  ni  enterrar  en  sagrado,  é 
su  cuerpo  fué  depositado  debajo  de  una  escalera  en 
su  palacio  en  la  ciudad  de  Moupeléy,  la  cual  ovo  con 
su  segunda  muger,  é  estubo  allí  depositado  hasta  que 
el  Rey  Don  Alonso  ganó  á  Ñapóles,  el  qual  biso  es- 
cutir el  caso  en  lal  Papal  Audiencia,  é  se  halló  ser 
injusta  la  sentencia  de  excomunión  en  que  lo  com- 
pelieron ,  é  el  Papa  lo  mandó  absolver  é  fué  absuelto 
y  sacado  de  allí  y  enterrado  en  sagrado  muy  hon- 
radamente. 

CAPÍTULO  CXOV. 

Del  liBiJe  ét  el  Rey  Hasfreée  de  SlelUa. 

Manfredo,  Rey  de  Sicilia,  fué  padre  de  la  Reyna 
de  Aragón,  muger  del  Rey  Don  Pedro  susodicho,  por 


É  DOftA  ISABEL  nt 

quien  el  Rey  D.  Pedro  é  sus  fijos  i  fijas  súbcedieroa 
en  el  reyno  de  Sicilia.  E  (este  Rey  Don  Pedro  ovo 
en  su  primera  muger,  hija  de  Manfredo,  quatro  hi- 
jas é  un  hijo,  del  qual  fijo  no  quedó  subcesion  ni  li-  . 
nage,  é  la  mayor  hija  llamada  Dofia  Leonor,  casó 
con  el  Rey  Don  Juan  de  Castilla,  hijo  del  Rey  Don 
Henrique,  que  mató  al  Rey  Don  Pedro;  é  la  segunda 
hija  casó  en  Aragón  con  el  Conde  de  ürgel ;  la  ter** 
cera  casó  con  el  Infante  Don  Pedro  de  Portugal ;  la 
cuarta  con  el  Rey  Reynel,  primero  de  este  nomlyei 
Rey  de  Ñápeles ,  Conde  de  Provenza,  con  el  qual 
casamiento  se  pensó  haber  soldado  que  quedase 
Ñápeles  en  aquella  generación  de  los  descendien- 
tes de  allí,  porque  el  Rey  Don  Pedro,  si  fué  en  su  vi- 
da, no  pudo  mas  facer,  é  si  no  fué  en  su  vida,  pare-^ 
ce  que  se  fizo  por  haber  paz  y  concordia  Aragón  con 
Francia  y  Provenza.  E  después  de  la  muerte  del 
Rey  Don  Pedro  reynaron  en  Aragón  é  en  Sicilia  re-  • 
yes  de  el  linage  de  el  Bey  Don  Pedro  é  de  su  muger, 
la  fija  del  Rey  Manfredo  de  Sicilia,  y  entiéndese  que 
de  un  fijo  que  ovo ;  y  después  el  linaje  de  este  fijo 
se  disminuyó  y  acabó,  que  no  quedó  nadie  de  él  para 
reynar  después  de  pasados  muchos  tiempos,  é  fué  á 
tiempo  que  los  aragoneses  y  sicilianos  quedaron  sin 
Rey;  estonces  buscaron  Rey  déla  linea  mas  derecha 
é  cercana,  á  quien  de  justicia  venían  los  reynos  do 
Aragón  é  Sicilia  é  otros  sefiorios  y  reynos  é  islas  á ' 
ellos  anejos  á  los  fijos  de  Dofta  Leonor,  fija  mayor 
del  Rey  Don  Pedro,  nieta  del  Rey  Manfredo,  y  los  . 
aragoneses  é  catalanes  y  sicilianos  vinieron  en  Cas« 
tilla,  y  llamaron  por  su  Rey  al  Infante  Don  Feman- 
do, segundo  hijo  del  Rey  Don  Juan  de  Castilla,  pri- 
mero de  este  nombre  susodicho  y  de  la  dicha  Rey-  , 
na  Dofia  Leonor,  el  qual  hallaron  que  gobernaba  á 
Castilla,  y  era  tutor  del  Rey  Don  Juan  segundo  de 
este  nombre,  su  sobrino,  fijo  del  Rey  Don  Henrique 
su  hermano,  el  qual  en  su  tiempo  no  ovo  su  par  entre  • 
los  Reyes  y  grandes  sefiores  del  mundo  en  virtudes 
y  nobleza  y  ferocidad  á  donde  con  venia,  que  go- 
bernando á  Castilla  fizo  la  guerra  á  los  moros  muy 
cruel,  é  les  ganó  muchos  lugares  y  fortalezas,  é  las 
villas  de  Zahara  é  Antequera  é  venció  una  gran  ba^ 
talla  de  moros ;  é  estando  en  el  cerco  sobre  Ante- 
quera, que  vino  la  casa  de  Granada  sobre  él  oon  In- 
fante ó  Infantes  moros.  Para  ir  á  reynar  ovo  de  dejar 
la  gobernación  de  Castilla  encomendada  á  la  Reyna 
Dofta  Catalina,  madre  del  dicho  Rey  Don  Juan,  é  él 
fuese  á  rünar  en  Aragón  y  Catalufta  y  Sicilia  y  en 
los  otros  sefiorios  á  ello  anejos.  Este  fué  visnieto 
de  Manfredo,  hijo  de  su  nieta  ;  murió  Rey  de  Ara- 
gón é  Sicilia  é  de  los  otros  sefiorios  é  islas. 

Ovo  este  nuevo  Rey,  siendo  Infante  é  Goberna- 
dor de  Castilla,  en  la  Condesa  de  Alburquerque  í 
Montalban,  su  muger,  cinco  hijos,  é  dos  hijas,  á 
Don  Alonso,  el  mayor,  que  le  subcedió  en  los  reynoa 
susodichos,  y  démas  recobró  el  reino  de  Ñápeles :  el 
segundo  fué  el  Rey  Don  Juan,  que  fué  Rey  de  Na- 
varra, por  su  primera  muger,  é  después  subcedió  á 
Don  Alfonso  su  hermano ,  en  los  dichos  reinos,  por- 

Ique  D.  Alfonso  no  ovo  hijos  legítimos  de  su  mnger: 
el  tercero  fué  el  Infante  Don  Enrique,  que  murí^ 


GBÓNIOAS  DE  LOB  ROTBS  DB  ÓAETPtttA. 


718   ' 

en  U  batalla  de  Olmedo ,  que  ae  dio  oootra  el  Rey 
Don  Jnan :  el  qnarto  el  Infante  Don  Sanobo,  Maeatre 
de  Aloántara  qne  muHó  nifio,  y  el  quinto  fué  el  In- 
fante Don  Pedro  que  mnrió  en  la  conquista  de  Ñapó- 
les de  nna  lombarda. 

Laa  fijas  fueron  DofiaMaria,  qne  casó  con  el  Rey 
Don  Jnan  de  OastUla,  segundo  de  este  nombre,  de 
quien  el  dicho  Don  Femando  fué  tutor ;  la  otra  fué 
Dolía  Leonor  que  casó  con  el  Rey  Don  Duarte  de  Por- 
tugaly  y  después  de  la  muerte  de  este  muy  noble  Rey 
reynó  el  dicho  Don  Alonso,  su  mayor  fijo,  en  los  di- 
chos reynos,  el  cual  fué  casado  con  Dofia  María,  fija 
de  su  tio  el  Rey  Don  Henríque  de  Castilla,  hermano 
de  sn  padre,  en  la  qual  no  ovo  fijos,  é  ella  gobernó  los 
reynos  de  Aragón  yeinte  afios  que  duró  la  conquis- 
ta de  Ñápeles,  6  mas,  muy  maravillosamente  sin  su 
marido,  tanto  que  sonaban  por  el  mundo  sus  gran- 
des virtudes  y  prudencia  que  no  hacia  mengua  su 
marido  en  la  gobernación;  é  el  Rey  Don  Alonso  su 
marido  ovo  la  victoria  de  Ñápeles  totalmente  con 
el  título  de  Aragón,  por  ser,  como  era,  tercero  nieto 
del  Rey  Manfredo,  é  estando  acá  en  el  reyno  de  Va- 
lencia, antes  que  fuese  á  la  dicha  conquista,  ovo  un 
hijo  bastardo  que  llamaron  Don  Femando,  como  di- 
cho es,  y  al  tiempo  del  testar  rogó  á  su  hermano  el 
Rey  Don  Juan  que  le  dejase  aquel  reyno  de  Ñapóles, 
pues  que  no  lo  habia  ganado,  pues  que  él  subcedia 
en  todos  los  otros  reynos,  y  el  Rey  D.  Jnan  consin- 
tió y  dijo  que  le  plaoia,  puesto  caso  que  de  justicia 
no  le  pedia  facer  ni  pudo,  porque  fué  en  perjuicio 
de  la  legítima  de  Aragón  y  Sicilia ;  y  á  esto  diz  que 
Aragón  nunca  consintió  é  pasó. 

E  desque  murió  el  dicho  Rey  Don  Alfonso,  subce- 
dióle  su  hermano  el  dicho  Rey  Don  Juan  en  los  di- 
chos reynos,  salvo  en  Ñápeles,  que  quedó  á  D.  Fer- 
nando bastardo  su  hijo,  é  reynó  en  él  el  dicho  Don 
Femando  hasta  que  murió.  E  el  dicho  Don  Juan  rey- 
nó en  todos  los  otros  reynos  é  sefiorio  é  islas  anejas 
á  Aragón,  é  murió  el  afio  de  1479  afios,  y  subcedió- 
le  en  todos  aquellos  reynos  el  ínclito  é  muy  noble 
y  virtuosísimo  Rey  de  Espafia  Don  Femando,  que  es 
cuarto  nieto  del  Rey  Manfredo,  Rey  en  Sicilia,  que 
lo  fué  Oitra  é  Ultraf aro ;  los  quales  reynos  Nuestro 
Sefior  quiso  dar  y  dio  juntamente  á  este  Rey  Don 
Femando  de  Espafia  por  la  manera  y  forma  que 
habéis  oido;  y  vedes  aquí  como  no  sin  causa  .la  Di- 
vina Providencia  le  ha  proveído  de  ello  en  estos 
nuestros  tiempos.  Sea  alabado  por  siempre  jamás 
amen* 

CAPÍTULO  CXCVL 

Cono  taeron  baptindos  todot  los  moros  do  los  Royaos 

de  CssUlla. 

Volviendo  á  hablar  en  las  cosas  que  acaecieron 
en  el  aflo  de  1602,  viendo  el  Rey  y  la  Reyna  que 
por  muchas  formas  dadas  por  los  moros  mudejares, 
y  con  los  que  se  hablan  baptizado,  no  se  podían  es- 
cnsar  muchos  dafios  que  los  moros  continuamente 
hacían  en  los  christianos,  habido  su  consejo,  man- 
4aron  de  hecho  Que  todos  los  moros  del  reyno  de 


Qranada,  é  todos  los  moros  mudejares  de  Outllla  ^ 
Andalucía,  dentro  de  dos  meses  fuesen  chrístíanoa 
é  se  convirtiesen  á  nuestra  Santa  f é  Oathóüoa  é  fue- 
sen baptizados,  so  pena  de  ser  esclavos  del  Rey  y 
de  la  Reyna  los  que  fuesen  realengos,  é  los  de  los 
sefioríos  esclavos  de  los  sefiores,  é  predicándoles  en 
toda  Castilla  donde  los  habia,  y  en  el  reyno  de  Qra- 
nsda,  y  cumplióse  el  plazo  de  los  dos  meses  en  ú 
mes  de  Abril  del  dicho  afio  de  1502.  E  ansí  de  ellos 
convertidos  de  buena  voluntad,  é  todos  los  mas  con- 
tra toda  su  voluntad,  fueron  baptizados  consideran- 
do que  si  los  padres  no  fuesen  buenos  ohrístianos,  que 
los  fijos  ó  nietos  ó  viznietos  lo  serian.  B  aquí  cesó 
la  descomulgada  mezquita  del  malvado  Ifahoma  en 
Castilla,  á  la  qual  pusieron  perpetuo  silencio  oomo 
á  cosa  muy  emponzofiada  é  empecible,  los  buenos  é 
bien  aventurados  y  de  perpetua  y  gloriosa  memoria 
Don  Femando  é  Dofia  Isabel,  Reyes  de  Espafia. 

CAPITULO  OXCVIL 

Como  so  pordid  !•  lao  eiplUna  qno  trali  ol  aoble  y  virttoso 
Softor  do  Bobadilia,  eamlno  do  Us  ladlu  por  sa  dosrontora. 

En  el  dicho  afio  de  1602  acaeció  que  habiendo 
ido  porOobemador  el  Comendador  de  Lares  á  laa 
Indias  á  la  Espafiola  por  mandado  de  sus  Alteaas, 
envío  N.  de  Bobadilla  que  habia  gobernado  después 
que  quiUron  al  Almirante  Christóbal  Colon ;  el  qual 
dicho  Bobadilla  venia  en  una  muy  gentil  nao  ca- 
pitana nueva  y  muy  singular,  y  traia  consigo  obra 
de  ochenta  hombres,  en  que  venían  hombres  de 
bien  y  clérigos  y  traian  allí  mucho  oro  suyo,  é  ve- 
nían en  la  dicha  nao  según  decían  mas  de  ochenta 
mil  pesos  de  oro  para  el  Rey  y  Reyna ;  é  viniendo 
para  acá,  obra  de  doscientas  leguas  de  la  Espafiola, 
ovieron  muy  grande  fortuna  en  la  mar  de  xm  vien- 
to y  tempesUd  que  les  daba  en  el  lado  siniestro;  é 
venían  con  la  nao  capitana  mas  de  otras  veinte 
naos,  que  habían  llevado  la  mucha  gente  de  hom- 
bres é  mugares  que  habían  ido  allá  vivir  é  ser  allá 
vecinos,  é  una  noche  ovieron  aquella  grande  é  te- 
merosa fortuna,  de  manera  que  se  desatinaron  las 
unas  con  las  otras,  y  dallas  se  volvieron  atrás  y  da- 
llas vinieron  acá.  T  en  la  nao  capitana  traían  el 
farol  con  lumbre,  y  parece  que  la  nao  se  sumió  y 
nunca  salió,  y  laa  otraa  perdieron  la  vista  de  la  lum- 
bre, y  cada  una  fué  por  donde  plugo  á  Nuestro  Se- 
fior: laa  mas  siguieron  el  viaje,  y  vinieron  á  Cádia 
algunas,  é  las  otras  á  Portugal ,  é  otras  á  Galicia,  é 
otras  se  volvieron  á  la  Espafiola;  y  la  dicha  Capita- 
na donde  venia  el  desdichado  Gobernador  Bobadi- 
lla, que  era  muy  gran  caballero  y  amado  de  todos^ 
ya  mas  pareció,  que  parece  que  allí  donde  desapare- 
ció el  farol  se  sumió;  y  los  pilotos  y  maeatros  discre- 
tos que  allí  venían  siempre  tuvieron  aquel  recelo 
y  algunos  fueron  de  otra  opinión  diciendo  que 
creían  haber  corrido  al  medio  día  á  la  otra  parte 
porque  no  era  posible  tal  nao  perderse  ansí,  y  espe* 
ráronla  hasta  que  por  tiempo  se  perdió  la  esperan- 
za ;  y  esto  acaeció  en  el  mes  de  Agosto  del  díohq 
afio  de  1502. 


J' 

•Í)ÓN  l^BNANDO 

fin  el  dicho  ifto,  en  él  mea  de  Septiembre,  Tino  i 
Cádiz  Baetida,  marinero  yedno  deTtíana,  Cbpitan 
é  Maestre  de  tu  nao »  el  qnal  habia  ido  oon  cierta 
armada  por  la  mar  á  deecnbrir  con  licencia  de  ene 
Alteaaa,  7  habia  Teinte  7  tres  meeee  qae  habia  par- 
tido de  acá,  él  cual  deecnbríó  por  la  Tia  que  miraba 
al  Norte  por  la  mano  derecha  de  la  Juana,  que  es 
la  tierra  firme,  muchas  islas,  dejando  siempre  la  tier- 
ra firme  sobre  mano  ixqoierda  é  la  gran  mar  dcea- 
na  á  la  mano  derecha,  7  halló  machas  7  grandes 
poblaciones,  todas  de  paja  é  madera  como  lo  descu- 
bierto ;  é  halló  una  gran  ciudad  donde  salió  á  tierra 
7  fué  oonridado  del  Gacique  de  ella,  7  alli  habia 
gallinas  que  comieron;  é  allí  resgataron  é  dieron 
cosas  de  latón  é  cobre  é  de  lo  quelleraban  por  oro; 
é  pasado  él  trueque,  antes  que  el  dicho  Bastida  sa- 
liese del  puerto,  que  era  un  rio  que  pasaba  no  mu7 
caudaloso,  los  indios  se  arrepintieron  é  demanda- 
ron su  oro,  é  YoMeron  las  alhajas  é  cosas  recibidas, 
é  Bastida  porque  no  se  escandalisasen  les  dio  su 
oro  ó  volTieron  lo  que  se  les  habían  dado ;  7  desque 
de  allí  salió  prendió  ciertos  indios,  que  resgató  lue- 
go en  la  tierra  de  que  ovo  mucho  oro  que  trujo,  el 
qual  de  aquella  tierra  diz  que  es  oro  bajo  como  de 
florines  é  ha7  infinito  de  ello. 

En  todo  lo  que  descubrieron  habia  mucho  algo- 
don,  é  todas  las  cosas  de  aquello  que  descubrió,  é  las 
gentes  son  poco  mas  ó  menos  como  lo  otro  descu- 
bierto que  descubrió  el  Almirante.  En  todo  lo  que 
descubrió  no  ha7  fierro,  ni  cosa  que  se  haga  de  él, 
ni  lana,  ni  hilo,  salvo  algodón ,  ni  ha7  teja  ni  ladri- 
llo ni  hombre  que  sepa  letras,  salvo  toda  la  gente 
bestial  sin  le7  7  sin  escríptura ;  é  ovieron  en  el  via- 
je formas  ;  comióles  la  bruma  los  navios,  é  ovo  har- 
to que  haoer  en  escapar  7  venir  á  la  Eapafiola  oon 
un  navio  ó  dos  el  dicho  Bastida  é  los  de  la  dicha 
armada. 

CAPÍTULO  OXCVIIL 

Del  cerco  4e  Salín,  é  de  lo  qse  el  Rey  4e  Fraseia  Mío  deipiei 
^e  topo  de  lit  doc  btUUufeBcidu. 

Volviendo  á  hablar  de  las  cosas  de  entre  Fran- 
cia 7  España,  que  por  entremeter  las  otras  cosas 
acaecidas  no  van  á  hecho,  quiero  volver  á  decir  algo 
de  lo  que  acaeció  entre  el  Re7  de  Francia,  7  entre 
el  Be7  Don  Femando  de  Espafia.  Luego  como  él  vido 
todo  su  ejército  de  su  campo  que  envió  en  Ñapóles 
perdido  con  tanto  destrocó  de  gente  muerta  7  des- 
trozada, 7  pérdida  de  caballos  é  armas  7  algos,  ovo 
tanto  enojo,  que  pensó  perder  el  juicio,  é  atribulóse 
mucho,  allende  del  estar  enfermo  de  las  bubas,  é 
mandó  hacer  la  guerra  á  Oatalufia  i  fuego  7  san- 
gre, 7  envió  mu7  gran  hueste  de  gente  7  armas,  7 
de  mu7  gran  artiUerfa  otra  vei  á  Ñápeles,  enco- 
mendando al  Marqués  de  Mantua  é  Mosíur  de  laTra- 
mulla,  é  á  Mosiur  Alegre  de  cercar  á  Gaeta  como 
dicho  es,  é  habia  echado  un  sombrero  en  el  fuego 
que  tenia  tocado  en  la  cabeza,  7  dijo  arderá  Capo- 
les como  este  sombrero,  7  no  dijo  si  Dios  quisiese, 
é  también  perdió  aquel  campo  como  el  otro  según 


B  DOSÍA  ISABEL  m 

habéis  oido.  En  aquél  mesmo  tiempo  por  que  de  Es* 
pafia  no  socorriesen  al  Oran  Oapitan,  envió  mu7 
grande  hueste  de  gente  de  armas  é  artiUerias  sobr» 
Salsas,  7  pusiéronle  ceroo  en  tres  de  Septiembre  del 
dicho  afto  de  1602, 7  estuvo  el  ceroo  hasta  80  diaa 
de  Octubre  combatiéndola  mu7  fuertemente,  que  de 
solos  cantos  gruesos  fué  dia  de  echarle  quinientofl 
tieinta  7  siete  tiros  de  madera  que  pasaron  de  mas 
quince  mil  pelotas,  las  quales  fioieron  mucho  dallo 
en  la  fortaleza;  é  mucho  eso  mesmo  con  pióos;  é  como 
la  fortaleza  aun  nó  estaba  acabada  de  hacer,  con  el 
artiUeria  derribaron,  de  que  se  hincheron  las  cavas,  é 
hubieron  lugar  de  llegar  á  picar ,  7  en  este  medio 
tiempo  le  dieron  algunos  combates ;  en  un  baluarte 
que  los  franceses  defendieron  que  no  estaba  acabado 
de  facer  donde  los  franceses  recibieron  mucho  dafio; 
7  porque  los  que  estaban  en  la  fortaleza  era  poca 
gente  7  defendiendo  aquel  baluarte  aventuraban  á 
perder  mucha  gente,  acordaron  de  lo  dejar,  7  antes 
que  lo  dejasen  metieron  ciertas  botas  de  pólvora 
que  ienian  en  una  bóveda  del  dicho  baluarte,  7  ve-* 
nidos  alli  los  franceses  otro  dia  ,hallaronle  desmam- 
parado, 7  no  del  todo,  7  con  el  concierto  de  la  pól- 
vora que  estaba  fecho  loa  de  la  fortaleza,  diéronles 
lugar  que  lo  ganasen ,  é  como  estaba  mucha  gente 
dentro  de  los  franceses  dieron  fuego  ala  pólvora,  7 
reventó  el  baluarte  por  mudias  partes,  é  murieron 
quemados  7  achocados  é  por  armas  aquel  dia  pasa- 
dos de  quatrocientos  hombres  de  los  franceses ;  é  da 
esto  fueron  mu7  espantados  é  páseles  este  engaño 
tanto  temor,  que  perdieron  mucho  del  esfuerzo  que 
de  antes  mostraban. 

'  El  Be7  Don  Femando  7a  á  este  tiempo  estaba  en 
Gerona,  con  mucha  gente  de  armas,  é  como  supo 
que  los  franceses  picaban  la  fortaleza,  partió  de  Ge- 
rona, é  llegó  á  Perpifian  Miércoles  18  de  Octubre,  é 
luego  él  Viernes  de  mafiana  siguiente,  sabiendo  los 
franceses  como  iba,  7  el  gran  poder  que  llevaba,  le- 
vantaron el  ceroo  é  oomenzarón  de  huir ;  dejaron 
muchos  tiros  de  pólvora  é  algunas  tiendas  é  provi- 
siones de  vino;  é  muchos  caballeros  del  Beal  del 
Be7  fueron  en  pos  de  ellos,  é  alcanzaron  algunos^ 
é  por  la  priesa  que  llevaban  de  huir,  dejaron  el  ar- 
tiUeria é  algunos  bastimentos,  é  dejaron  los  hom- 
bres heridos  7  enfermos  que  no  podian  ir  por  si,  qué 
tenían  asaz  de  ellos,,  á  los  quales  el  Be7  mandó  traer 
i  Perpifian  á  un  hospital  7  curar  dellos.  En  los  fran« 
ceses  del  Beal  que  iban  hu7endo  algunos  alcanza- 
ron los  de  la  hueste  del  Be7  Don  Femando  7  hicie- 
ron algún  dafio  en  ellos.  El  Jueves  antes  habia  sa* 
lido  alguna  gente  del  Beal  del  Be7  Don  Femando  la 
via  del  Gola,  para  entrar  el  Estafio  é  la  mar,  donde 
los  franceses  tenian  hecho  un  castillo  de  madera 
para  defender  aquel  paso,  que  es  mu7  estrecho,  que 
por  álll  entraban  oastéllanos  é  aragoneses  la  via  do 
Francia  á  les  facer  muchos  dafios,  é  les  hablan  qui« 
tado  mantenimientos  7  tomado  prisioneros,  é  com« 
batiendo  castellanos  el  dicho  castillo  de  madera  so 
encendió  fuego  en  él  é  se  quemaron  mas  de  veinte 
hombres  franceses  de  los  que  estaban  dentro ,  é  loa 
castellanos  é  aragoneses  prendieron  é  tomaron  á  1oí| 


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OBONidÁS  DB  tos  ItBTBS  DB  OAStttLi. 


otro8  qw  ertábiín  dentro »  y  d<M  tirot  de  pólvora 
baenoi,  é  otro*  machos  menudoB,  é  tomaron  quatro 
barqaa  qae  andaban  por  el  Eatafto  oon  gente  por 
guardia.  Loe  franceBee  qae  aloanaaron  de  eobre  Sal- 
aaa,  fueron  A  parar  ese  dia  qae  alcanzó  en  la  noche 
á  media  legnade  Salsas,  pasada  ana  puente  entre 
la  sierra  y  el  Bstafio,  é  del  peonaje  do  los  castella- 
nos é  aragoneses  subieron  muchos  aquella  noche  á 
la  sierra,  é  les  ficieron  mucho  dafto  en  el  Real  á  los 
franceses,  los  cuales  franceses  toda  aquella  noche 
oaminaron  y  pasaron  su  artiUeria  y  hacienda  la  mas 
que  pudieron  en  saWo. 

Bl  Bey  Don  Femando  con  Toluntad  que  tenia  de 
hallarse  presente,  porque  el  sábado  de  mafiana  que- 
na que  se  les  diese  batalla,  partió  de  Perpifian  ese 
dia  Sábado,  á  21  de  Octubre,  bien  de  mafiana  y  llegó 
de  esta  parte  de  Locato,  que  es  un  lugar  ó  villa  cin- 
co leguas  de  Perpifian,  dentro  en  Francia  mas  de  dos 
leguas ;  é  cuando  allí  llegó  á  yista  de  los  franceses, 
ya  ellos  iban  cerca  de  media  legua,  y  ansí  por  ir 
tan  lejos,  y  algunos  dentro  en  la  sierra  que  se  lla- 
ma Deshierra  Caballos,  ansí  por  esto  como  por  el 
'.  peonaje  de  Castilla  estar  muy  fatigado,  que  como 
el.  Viernes  de  mafiana  tuvieron  la  nueva  en  su  Real, 
que  estaba  una  legua  de  ahí,  que  los  franceses  se 
iban,  no  habían  curado  sino  de  caminar,  y  por  la 
priesa  del  partir  fnéronse  sin  provisión  de  pan  é  vi- 
no; é  como  llegaron  oerca  del  Real  de  los  franceses 
puesto  el  sol,  é  subieron  luego  á  la  sierra,  donde  es- 
tuvieron toda  la  noche  no  ovo  lugar  de  llevar  pro- 
viñon,  y  el  Sábado  de  mafiana  pelearon  mucho  los 
espingarderos  con  los  franceses  en  el  paso  do  entre 
la  sierra  y  el  Bstafio ;  y  como  la  gente  de  acaballo 
no  les  socorría  tan  presto  como  era  menester,  no  se 
hallando  tan  poderosos  como  los  franceses,  por  no 
tener  gente  de  á  oaballo,  y  con  no  haber  comido  ni 
haber  agua  en  todo  aquel  camino,  recibieron  mucha 
fatiga  y  así  no  se  pudieron  todos  llegar  para  les  dar 
la  batalla ;  ó  de  esta  manera,  los  franceses  se  hu- 
bieron de  ir  sin  recibir  el  pago  de  su  atrevimien- 
to, aunque  este  dia  les  mataron  los  espingarderos 
mas  de  quatrocientos  hombres,  é  algunos  ginetes 
castellanos  que  se  adelantaron  á  escaramucear  oon 
ellos.  De  los  de  acá  murieron  quatro  peones,  ó  uno 
de  á  caballo,  sobrino  del  camarero  del  Rey,  é  fueron 
heridos  algunos  ansí  como  el  fijo  del  conde  de  Oi- 
f  uentes,  é  un  fijo  del  tesorero  del  Rey.  Todos  los 
espafioles  quedaron  muy  enojados  por  no  poder  lle- 
gar á  dar  la  batalla,  que  según  la  gana  y  la  multi- 
tud y  diestra  caballorfa  que  iba,  fuera  maravilla  es- 
caparse ninguno  de  loa  franceses.  Bl  Rey  Don  Fer- 
nando se  volvió  este  dia  á  Perpifian,  desquo'  vido 
que  los  franceses  iban  huyendo,  é  como  magnánimo 
y  piadoso  y  temeroso  de  Dios,  por  ser  chrístianos,  no 
quiso  seguir  el  alcance,  é  por  que  le  pareció  por  ir 
huyendo  que  no  se  podría  haber  venganza  sino  de 
los  peones  é  gente  sin  culpa. 

Volviendo  á  ló  del  cerco  de  Salzas,  en  él  mien- 
tras duró  recibieron  les  franceses  mucho  dafio  de 
la  fortaleza  é  de  la  gente  de  Bapafia  que  algunas 
^eces  loa  visitaban,  é  pasaron  de  dos  mil  hombres 


los  muertos  alU,  sin  los  que  mataron  después  (pé 
el  campo  levantaron,  entre  los  quales  fué  uno  el 
Senescal  de  Velcapures  é  otros  principales  hombres, 
é  de  los  que  estaban  en  la  f  ortalesa  de  Salzas,  ovo 
muertos  de  heridas  catorce  hombres,  é  de  dolencias 
ocho,  é  fueron  heridos  mas  de  setenta,  los  cuales 
todos  oon  el  Capitán  é  Aloayde  lo  ficieron  muy  es- 
forzadamente, y  dieron  de  sí  maravilloso  ejemplo 
de  esforzados  y  famosos  y  hidalgos  hombres. 

CAPÍTULO  GKCIX. 
De  aoBo  el  B«y  Dea  Fanasis  «atoé  for  Fnaala,  é  le  le  fsa  tis 

Bl  Viernes  siguiente  que  fueron  27  dias  del  dicho 
mes  de  Octubre,  partió  de  Perpifian  el  Rey  Don  Fer- 
nando con  su  hueste,  é  fué  sobre  Leooata,  fortaleza 
y  viUa  de  Francia,  y  llegó  Sábado  á  medio  dia,  é 
asentado  su  Real,  la  combatió  con  el  artillería  aquel 
día,  é  el  Domingo  siguiente  hasta  medía  noche,  que 
se  dio  con  partido  que  se  les  asegurase  las  vidas,  y 
así  los  recibió;  tomaron  luego  los  peones  de  León 
el  arrabal  por  fuerza  de  armas, 

Bl  Hartes  siguiente,  treinta  y  uno  de  Octubre,  to- 
maron la  Palma,  que  es  una  bonita  villa;  entróla  un 
capitán  lacayo,  que  los  vecinos  la  habían  desam- 
parado, é  tomaron  dentro  veinte  y  dos  hombres  la^ 
cayos  que  la  defendían.  Bste  día  tomaron  á  Lira  ó 
á  Cijar,  y  otro  dia  siguiente,  tomaron  á  RocafortOi 
é  la  Trulla,  é  á  Castil  Manra  é  á  Franrenano  é  Ti- 
líaseos,  é  San  Juan  de  Vari  de  Ací;  el  bastimento 
que  se  tomó  en  estos  dichos  lugares  fué  cosa  do 
maravilla,  que  pasó  de  cinqfienta  mil  hanegas  do 
harina,  é  otras  tantas  arrobaa  de  vino,  é  tozinos,  é 
quesos,  é  cebada,  é  miel,  é  cera,  é  sebo,  é  ballestas, 
é  armas,  é  pólvora,  é  otras  muchas  cosas,  que  fué 
en  muy  gran  número  el  valor,  que  como  estos  di- 
chos lugares  estaban  en  el  esmino  de  Narbona,  es- 
taban allí  recogidos  aquella  muchedumbre  de  man- 
tenimientos é  cosas  para  mantoner  el  real  que  esta- 
ba sobre  Salsas.  Otros  lugares  tomó  y  entró  el  Rey 
Don  Femando  de  esta  vez  en  Frauda,  que  aquí  no 
son  escritos,  é  tomara  mas  si  quisiera,  é  si  no  fuera 
porque  se  metía  el  invierno  llegara  á  Narbona,  la 
qual  le  temió  mucho  y  pensaron  que  fuese  sobre 
ella,  é  quebraron  la  Puente  del  rio  de  temor  que  no 
pasase;  é  corredores  é  gente  del  real  entraron  y  pa- 
saron dos  ó  tres  leguas  de  aquella  parte  de  Narbonai 
é  sacaron  cabalgadas  é  prisioneros. 

CAPITULO  ca 

Del  aáaero  é  fermorari  da  g entt  ^e  el  Rey  Dos  Feraaaáa  llefé 
de  esta  itn,  6  tregut  qae  te  ateataroa. 

La  gente  que  el  Rey  Don  Femando  llegó  de  esta 
vez  en  Perpifian  fué  la  mas  lucida  y  mas  fermosa 
que  nunca  en  Bspafia  fué  vista  muchos  tiempos,  ó 
pasaron  de  tres  mil  hombres  de  armas,  é  fueron  seis 
mil  ginetes,  é  mas  de  veinte  mil  peones,  é  tenia  do 
Zaragoza  allá  mas  de  otros  dos  mil  de  á  caballo,  á 
la  Reyna  Dofi»  Isabel  estaba  en  Aragón  ocrea  der 


bÓM  t^ERÑANDO 
^arágoea,  la  qaal  siempre  hacía  ir  gente  é  manteni- 
mientos al  Real  é  la  armada  del  Marqués;  é  la  arma- 
da qae  el  Rey  de  Francia  traía  por  la-mar,  era  ma- 
ravillosa cosa  de  ver.  Traía  quarenta  naos,  y  no 
hacia  sino  ir  y  venir  con  mantenimientos,  é  descar- 
gaba en  Colibre  é  donde  era  menester;  ó  yendo  un 
dia  de  acá  de  Oastilla  parte  de  la  dicha  armada,  to- 
paron con  dies  y  nneve  fustas  de  moros  en  la  costa 
de  Cartagena  I  las  quales  por  veces  hablan  fecho 
mucho  dafio  én  la  costa  del  reyno  de  Granada,  en 
los  christianos,  y  en  la  costa  de  Valenciaf  ó  pelea- 
ron con  ellas,  é  echaron  á  fondo  las  cinco  de  ellas 
peleando,  é  tomaron  las  catorce,  en  que  tomaron 
quatrodentos  hombres  moros,  y  machas  cosas  que 
traían  en  las  fustas,  y  así  ovieron  aquella  victoria 
sin  pelear  ni  morir  christianos. 

El  Rey  Don  Femando  entró  por  Francia,  como  di- 
cho es,  lo  que  quiso,  é  como  no  halló  con  quien  pe- 
lear, tomó  los  dichos  lugares,  é  algunos  mandó  der- 
ribar é  algunos  dejó  poblados,  é  por  piedad  no  quiso 
de  cien  partes  una  hacer  el  mal  que  pudiera  por  ser 
christianos  y  sin  culpas;  é  volvióse  con  su  victoria 
á  Perpifian,  donde  llegado,  le  envió  el  Rey  de 
Francia  sus  embaxadores  á  demandar  treguas;  é  el 
Rey  hiso  alarde,  estando  ende  los  embaxadores, 
donde  vinieron  toda  su  gente,  que  era  la  mas  lucida 
del  mundo,  é  concedió  en  las  treguas;  é  en  quince 
de  Noviembre  susodicho  se  apregonaron  en  Perpi- 
fian y  en  Francia,  por  cinco  meses  entre  ambos  re- 
yes y  sus  reynos;  quedaron  fuera  de  la  guerra  de 
Ñápeles  é  las  armadas  de  mar,  que  esto  no  entró  en 
las  treguas;  porque  en  este  tiempo  había  guerras 
sobre  Gaeta,  que  estaba  por  Francia.  E  las  treguas 
asentadas,  dejó  el  Rey  en  Perpifian  estonces  á  Don 
Bemardinode  Rojas,  Marqués  de  Denla,  dos  mil 
hombres  de  armas,  é  tres  mil  peones,  é  dejó  por  Al- 
cayde  de  Salzas  al  fijo  del  Gobernador  de  Catalufia, 
é  todo  lo  dejó  bien  proveído.  El  Rey  se  vino  en  Bar- 
celona donde  hizo  Cortes  con  Catalufia* 

CAPÍTULO  CCI. 

Del  etpantoeo  temblor  de  tiem« 

En  cinco  días  de  Abril  del  afio  de  1604,  Viernes 
Banto,  entre  las  nueve  á  las  diez  del  dia,  tembló  la 
tierra  en  Espafia  muy  espantosamente,  é  fué  el  ma- 
yor terremoto  en  esta  Andalucía,  é  fué  tan  grande 
espanto  que  las  gentes  se  caían  en  el  suelo  de  te- 
mor, é  estaban  como  fuera  de  sentido,  é  fué  de  esta 
manera.  Fué  oído  un  muy  grande  ruido  que  iba  por 
el  aire,  é  junto  con  él,  todos  los  edificios,  fortalezas, 
iglesias  é  casas  se  estremecieron  y  dieron  tres  ó 
cuatro  baivenes  al  un  cabo  y  á  otro,  uno  acostán- 
dose hacia  medio  dia  y  otro  enderezándose,  y  esto 
pareció  en  las  iglesias,  porque  estaban  á  lengua  ha- 
cia levante;  y  el  que  esto  escribió  lo  vido  así  en  la 
iglesia  de  los  Palacios ,  y  vido  estremecer  primera- 
mente el  campanario  y  caer  tierra  de  las  paredes, 
y  levánteme  de  confesar  y  asomóme  á  la  puerta  del 
Perdón,  que  no  estaba  sino  dos  pasos  de  ella  ó  tres, 
la  qual  está  debajo  del  campanariO|  y  estonces  vi 


É  DOfÍA  iSABEi/.  ih 

como  todo  se  ostremecia,  y  óóménzi  de  aonar  un, 
muy  gran  ruido  por  el  aire,  y  la  techumbre  de  U 
iglesia  comenzó  de  crujir  como  si  fueran  per  enci- 
ma corriendo  muchas  personas,  y  estonces  volví  á 
la  iglesia  hacia  el  Monumento  que  estaba  en  el  Al- 
tar mayor  é  vi  como  la  iglesia  so  acostó  mucho 
toda  á  un  cabo,  é  volvióse  á  enderezar,  y  la  tierra 
se  bulló  mucho  y  se  estremeció ;  y  yo  así  medio 
acostándome  á  un  cabo  y  á  otro,  me  fui  al  Monu- 
mento dando  vo0es  llamando  á  Jesüchristo  y  á  la 
Virgen  Santa  María  y  los  que  estaban  en  la  iglesia 
algunos  se  fueron  huyendo  fuera;  otros  hicieroa 
como  yo,  y  las  mngeres  y  otros  algunos  no  tuvieron 
sentidos  para  se  mover;  esto  es  quod  vidimus  testa" 
mur;  todo  pasó  en  poco  compás  de  tiempo,  en  poco 
mas  de  cuanto  dicen  el  Pmümo  de  profúndU.  No 
cayó  en  el  dicho  lugar  ninguh  edificio,  ni  hendió; 
el  agua  de  los  pozos  hizo  gran  ruido,  que  se  alzaba 
hasta  arriba  y  daba  gran  golpe  de  vuelta :  alguna 
tierra  movida  cayó  de  las  techumbres  y  paredes. 

En  la  ciudad  de  Sevilla  ovo  gran  terremoto,  y 
cayeron  algunos  edificios  especialmente  en  la  igle- 
sia y  monasterio  de  San  Francisco,  que  cayó  un 
pedazo  de  la  iglesia,  y  mató  dos  ó  tres  mugerea 
luego,  é  fueron  muchas  personas,  hombres  y  muge- 
res  descalabrados,  é  fizo  muy  gran  dafio  en  la  igle- 
sia, é  un  gran  portillo,  é  en  otras  muchas  partes  de 
la  Ciudad  ovo  muchos  edificios  estremecidos  é  hen- 
didos, é  caídos,  é  así  mismo  en  otros  muchos  luga- 
res de  esta  Vandalucía. 

En  la  villa  de  Carmona  se  sintió  este  terremotO|. 
mas  que  en  toda  Espafia,  ca  fué  tan  terrible  y  es- 
pantoso, que  parecía  que  todos  los  edificios  anda- 
ban on  goznes,  y  la  tierra  no  tenia  asiento,  y  caye- 
ron tantos  edificios  de  las  fortalezas,  de  las  iglesias 
é  de  las  casas,  que  de  aquí  á  cien  afios  no  se  res- 
taurarán, ni  harán,  y  cosas  quedarán  en  testimonio 
de  ello  mientras  la  villa  durare.  Cayó  la  iglesia  de 
Santa  Maria  de  Gracia  que  es  el  monasterio  de  los 
f rayles  de  San  Isidro,  fuera  de  la  villa,  é  mató  dos 
frayles.  En  la  villa  de  Carmona,  como  por  cada 
parte  cayeron  casas,  murieron  algunos,  é  duró  allí 
un  gran  rato  el  terremoto,  de  manera  que  andavan 
los  hombres  é  las  mugeres  por  la  villa  abrazándose 
unos  con  otros  enjozados,  sin  sentido,  perdida  la 
color,  como  gente  de  otra  vida  que  con  el  espanto 
pensaban  que  era  la  fin  del  mundo;  é  cesado  el  ter- 
remoto, buscaron  y  enterraron  los  muertos,  é  cura- 
ron los  heridos,  ó  quedó  de  dafio  hocho  en  la  villa 
de  valor  de  mas  de  veinte  cuentos  de  maravedís.  E 
en  algunos  lugares  de  cerca  de  Guadalquivir,  desde 
Alcalá  del  Rio  arriba  fué  de  la  manera  de  Carmona, 
ansí  como  en  Cántillana,  Tozina  y  Palma;  fué  en 
toda  Castilla ;  y  en  Medina  del  Campo,  por  donde 
estaba  el  Rey  y  la  Reyna,  también  fué  grande  es- 
panto. Sintióse  también  en  el  África,  en  las  parti- 
das de  allende  entre  los  christianos  y  entre  moros» 
Siguióse  después  de  este  gran  terremoto  y  espanto- 
so movimiento  de  la  tierra,  muchas  fortunas  y 
menguas  que  sintió  Espafia,  muchos  trabajos  y 
hambres  y  peetilencíM  y  muertes:  y  la  primeria 


7Sá 


CROKIOAS  DB  LOS  RBTfiS  Dt!  OAS^LÍÁ. 


fortana  que  sintió  Espafia  fué  la  muerto  de  la  Rey- 
na  Dofia  Isabel,  que  murió  aquel  propio  alio  ade- 
lante, en  el  mes  de  Noviembre;  la  segunda,  las  innu* 
merablos  y  muchas  aguas  que  llovió  en  el  invierno 
meses  de  Noviembre  ó  Diciembre  del  afio  de  1504, 
que  fueron  tales  las  aguas,  que  no  pudieron  bien 
sembrar,  é  todo  lo  mas  de  lo  sembrado  en  Espafia 
se  perdió  por  muchas  aguas,  y  de  aquí  comentaron 
las  hambres,  y  después  las  secas  de  los  afios  de  160G 
ó  1507,  y  el  afio  de  la  gran  .pestilencia,  el  afio  de 
1507,  según  adelante  cada  oosa  se  dirá  donde  con- 
viene. 

CAPÍTULO  con. 

Be  U  Mverta  áe  U  Rejsi  DoSi  bibeh 

Murió  la  Reyna  Dofia  Isabel,  de  gloriosa  memo- 
ria, en  el  mes  de  Noviembre,  afio  de  1504,  en  Medi- 
na del  Campo,  de  dolencia  é  muerte  natural,  que  se 
creyó  recrecerle  de  los  enojos  é  cuchillos  de  dolor 
de  las  muertes  del  Principe  Don  Juan  ó  de  la  Reyna 
de  Portugal,  Princesa  de  Castilla,  sus  fijos,  que 
traspasaron  su  ánima  y  su  corazón,  y  falleció  de 
esta  presente  vida  en  edad  de  56  afios,  habiendo 
reinado  en  Castilla  veintinueve  afios.  Su  cuerpo  fué 
llevado  á  Granada  y  sepultado  en  la  igloaia  de  la 
.  Alhambra,  que  ella  ganó,  en  muy  honrado  lugar, 
donde  en  su  vida  ella  mandó  y  ordenó,  con  aquellas 
honras  y  obsequias  que  á  tan  excelente  y  bien 
aventurada  Reyna  convenia.  Ahora  advertid:  ¡quién 
podrá  contar  las  excelencias  de  esta  christianisima 
Reyna  muy  digna  de  ser  loada  por  siemprel  Allen« 
de  do  ella  ser  castiza,  y  de  tan  nobilísima  y  esce- 
lentísima  progenie  de  Reynas  de  Espafia  como  por 
las  Coronices  so  manifiesta,  tuvo  ella  otras  muchas 
escelencias  do  que  Nuestro  Befior  la  adornó,  en  que 
excedió  y  traspasó  á  todas  las  Reynas,  así  ohristianas 
como  de  otra  ley,  que  antes  de  ella  fueron,  y  no 
jdigo  tan  solamente  en  Espafia  mas  en  todo  el  mun- 
do, de  aquellas  de  quien  por  sus  virtudes  y  sus  gra- 
cias é  por  su  saber  é  poder  su  memoria  é  ñuna  vive, 
según  vimos  por  escripturas,  y  muchas  de  aquellas 
por  sola  una  cosa  que  tuvieron  ó  fioieron  vive  y 
vivirá  su  memoria:  pues  |  cuánto  mas  debe  vivir  la 
memoria  y  fama  de  Reyna  tan  christianisima  que 
tantas  escelencias  tuvo,  é  tantas  maravillas  obró 
ó  fizo  Nuestro  Sefior  reynando  ella  en  sus  Reynosl 
Por  ella  fué  librada  Castilla  de  ladrones  y  robos,  y 
bandos  y  salteadores  de  los  caminos,  de  lo  qual  era 
llena  cuando  comenzó  de  reynar;  por  ella  fuá  des- 
truida la  soberbia  de  los  malos  caballeros  que  eran 
tray dores  y  desobedientes  á  la  Corona  Real;  por 
ella  fué  quemada  y  destruida  la  pésima  y  abomina- 
.ble  heregía  mosayca,  talmudista  judayca,  que  poco 
menos  de  toda  Espafia  tenía  inficionada,  y  trabada 
con  tanta  osadía  que  en  cada  parto  se  manifestaba. 
Fué  muy  prudentísima  Reyna,  muy  cathólica  en  la 
Santa  té ,  sicui  Elena  maier  CanitanHni;  fué  muy 
devotísima  y  obediente  á  la  Santa  Madre  Iglesia, 
contemplativa  ó  muy  amiga  é  devota  de  la  santa  é 
limpia  religión.  Hizo  corregir  y  qastigar  la  frtn 


diáolucion  y  deshonestidad  que  habla  eñ  sus  Bey- 
nos,  cuando  oomenzó  de  reynar,  entre  los  frailes  y 
monjas  de  todas  las  órdenes,  é  fizo  encerrar  las  mon- 
jas de  muchos  monasterios  que  vivían  muy  desho* 
nestas,  así  en  Castilla  como  en  los  Royaos  de  Ara- 
gón y  Catalufia.  Junta  con  su  marido  iba  á  la  guer- 
ra, ó  ganaron  á  los  moros  el  Reyno  de  Granada,  qua 
mas  de  setecientos  afios  los  moros  hablan  poseido. 
Viendo  los  inconvenientes  y  dafioa  que  procedían 
de  los  judíos  y  moros  á  los  cathóliooe  obrístianos, 
desterró  á  los  judíos  de  Espafia  para  siempre  jamás, 
é  hizo  convertir  los  moros  por  fuersa  é  tomar  ohin- 
tianos;  todo  esto  é  lo  otro  que  durante  el  matrimo- 
nio se  fizo,  fué  f eoho  por  ella  ó  por  el  Rey  su  mari- 
do, ambos  conformes  en  una  volunlad  ó  querer, 
siempre  desde  que  comenzaron  á  reynar.  Nunca  uno 
sin  el  otro  firmaron  en  los  mandamientos  é  faci- 
mientos  de  sus  Reynos^  el  Rey  primero  é  luego  U 
Reyna ;  luego  con  él  titulábanse  do  esta  manersi 
desque  ganaron  á  Granada : — D.  Fernando  y  Dofia 
Isabel,  por  la  gracia  de  Dtoa  Rey  y  Reyna  de  Cas- 
tilla, de  León,  de  Aragón,  de  Sioilia,  de  Granada^ 
de  Toledo,  de  Valencia,  de  Galicia,  de  Mallorea,  de 
Sevilla,  de  Cerdefia,  de  Córdova,  de  Córoega,  de 
Murcia,  de  Jaén,  de  los  Algarves,  de  Algedras,  do 
Gibraltar  y  de  las  Islas  de  Canarias,  Conde  y  Con- 
desa de  Barcelona,  Sefiores  de  Vizcaya  y  de  Molina, 
Duques  de  Atenas  y  de  Neopatra,  Condes  de  Rose- 
llon  é  de  Cordania,  Marqueses  de  Oristan  ó  de  Go- 


ctano,  etc. 


E  en  su  buena  ventura  4  tiempo  da  ellos,  se  des- 
cubrieron 6  fueron  halladas  las  Indias,  por  en  dere- 
cho del  poniente  del  Sol  donde  tanta  multitud  da 
oro  se  descubrió,  lo  qual  ni  en  ésoripturas  ni  en  me- 
moria de  hombres  se  halló  ni  pensó  antes  de  sa 
tiempo  que  tal  por  allí  se  pudiese  hallar,  é  ellon 
ovieron  la  victoria  dello,  donde  acrecentaron  en  el 
Sefiorío  de  Castilla  muy  gran  número  de  renta  6 
honra,  é  metieron  debajo  de  su  yugo  4  sujedoa 
gente  sin  número.  Fué  muger  muy  esforzadíaima, 
muy  poderosa,  prudentísima,  sabia,  honestísima^ 
casta,  devota,  discreta,  christianisima,  verdaderai 
clara  sin  engafio,  muy  buena  oasada,  leal  y  Tarda- 
dora y  sujeta  á  su  marido,  muy  amiga  do  los  bue- 
nos y  buenas,  ansí  religiosos  como  seglares,  limos- 
nera, edificadora  de  templos,  monasterios  4  iglestaa* 
Secunda  EUsaheth  eonUnmUie^  fué  muy  fon»  y  ene* 
miga  de  los  malos  é  de  las  malas  mugares. 

Fué  muger  muy  fermosa,  de  muy  gentil  cuerpo 
é  gesto  y  composición,  muy  celosa  del  pió  y  bien 
de  estos  Reynos  y  de  la  justicia  y  gobernación  do 
ellos;  soberana  en  el  mandar,  muy  liberal,  é  en  sa 
justicia  justa,  en  el  juicio  siempre  proveída  de  muy 
alto  consejo,  sin  el  qual  no  se  movía.  Amiga  de  sa 
casa,  reparadora  de  sus  criados,  criadas  y  donoellasi 
muy  concertada  on  aus  fechos,  celosa  de  su  casa; 
dio  <le  8Í  muy  gran  ejemplo  de  buena  casada,  qn« 
dorante  el  tiempo  do  su  matrimonio  é  reynar,  nunca 
ovo  en  su  corte  otros  privados  en  quien  pusiese  el 
amor  sino  ella  del  Rey,  y  el  Rey  della.  Fué  la  maa 
temida  y  acatada  Reyna  que  nmica  fué  en  el  n^ua- 


bONFÉR»AKDÓ 
do,  ca  tocloi  Ío§  Da^ttes,  MáMtrefl,  Condes,  Marqnó- 
BOB  é  GrandoB  Sefiores  la  temían  y  habían  miedo  de 
ella  dorante  el  tiempo  de  bu  matrimonio;  y  el  Bey 
y  ella  f  aeron  mny  temidos  é  obedecidos,  é  servidos, 
ausi  de  los  Qrandesdesus  Beynos,  como  de  las  Oo- 
munidades  Reales  é  de  los  Sefioríos,  en  tal  manera 
que  oYieron  todos  sns  reynos  é  sefiorfos  todo  el 
tiempo  que  reynaron  en  paz  é  concordia,  é  mocha 
jostiqia,  los  bandos  fenecidos,  los  caminos  seguros, 
los  tableros  del  jogar  qoitados,  los  rofianee  azotados 
y  destelrrados,  los  ladrones  asaeteados;  los  pobreci- 
llos  se  ponian  en  jostida  con  los  caballeros  é  la  al- 
canzaban ;  é  asi  como  en  la  muerte  del  Emperador 
Garlo  Magno,  qoe  fué  Emperador  é  Rey  de  Francia, 
é  era  muy  maravilloso  é  christianfstmo  Rey  y  guer« 
rero  contra  los  moros,  justo  en  sus  juicios,  é  amigo 
de  Dios,  quiso  Dios  nuestro  Sefior  que  se  mostrasen 
sefiales  en  su  imperio  é  reinos  del   dolor  de  su 
muerte  é  de  la  mengua  que  habia  de  hacer;  ansí 
pareció  que  Nuestro  Sefior  quiso  mostrar  sefiales  an- 
tes de  la  muerte  de  esta  tan  excelente  y  noble  y 
necesaria  Reyna,  como  en  la  del  dicho  Curio  Mag- 
no, según  dice  la  escrlptura.  Acaeció  ló  siguiente, 
segon  el  Fa$eieuhu  temporum:  ^gna  multa  preeeéé- 
runtmortem  glorioti  et  taneiilmp»  Caroli  Magni: 
ecUpsii  8oUs  et  Luna  ul^^  soUtum/úit:  aparuitper 
Miptem  dU9  macula  nigri  eohris  in  solé.  Porticus  pn- 
tio8U8  Aquitgrani  eecidit  fundUui ;  Pans  maximui 
Magwntim  tribus  horU  comhustui^  etc. 

Qoe  quiere  decir  que  muchas  sefiales  mostráron- 
se antes  de  la  muerte  del  glorioso  y  Santo  Empera- 
dor Cario,  que  fué  eclipse  en  el  Sol  y  en  la  Luna,  y 
después  apareció  por  siete  dias  una  mancha  en  el 
Sol,  negra,  y  un  muy  rico  y  precioso  portal  que 
tenia  la  ciudad  de  Aquisgran ,  se  cayó  de  funda- 
mento y  allanó ;  la  gran  puente  do  la  ciudad  de  Ma- 
guncia en  tres  horas  se  quemó  y  ardió  toda.  El  Em- 
perador por  aquellas  sefiales  conoció  su  ñn  y  orde- 
nó muy  bien  su  ánima  y  ovo  muy  buen  fin. 

Ansi  que  se  puede  atribuir  que  por  ventura  Nues- 
tro Sefior  en  sefial  de  la  muerte  de  tan  cathólica  y 
necesaria  Reyna,  y  por  la  mengua  que  de  ella  se 
habia  de  sentir  en  sus  Reynos ,  y  por  las  tribulacio- 
nes que  en  ellos  habian  de  venir  después  de  su  ñn« 
que  habian  de  ser  muchas  y  muy  espantosas,  como 
lo  fueron,  quiso  que  la  tierra  de  sus  Reynos  y  co- 
marcas por  donde  su  fama  volaba,  mostrase  senti- 
miento y  temblase  como  tan  espantosamente  tem- 
bló, é  aun  sefialó  mas,  ó  fué  el  mayor  espanto  é 
dafio  que  en  Espafia  hizo  en  la  su  villa  de  Carme- 
na ,  que  es  villa  anejada ,  propia  de  las  Reynas  de 
Castilla. 

Reynó  esta  muy  noble  y  bien  aventurada  Reyna 
con  el  Rey  Don  Femando,  su  marido,  en  Castilla  89 
afios  é  10  meses,  en  los  tiempos  de  los  Papas  Six- 
to cuarto,  Inocencio  octavo,  Alezandro  sexto, 
Pío  tercero,  Julio  Segundo ;  en  el  cual  tiempo  fué 
en  Espafia  la  mayor  impioacion,  triunfo  y  honra  y 
y  prosperidad  que  nunca  Espafia  tuvo  en  el  mundo 
después  de  convertida  á  la  fé  Cathólica,  ni  antesf 
la  qual  prosperidad  alcanzó  por  el  precioso  matrí- 


É  ÍX)fiA  ISABEL.  723 

monio  del  Rey  Don  Fernando  é  la  Resma  Dofia  Isa- 
bel, por  el  qual  se  juntaron  tanta  multitud  de  rey- 
nos  y  sefioríos  como  dice  el  dicho  su  título,  los  que 
trujeron  al  matrimonio,  y  los  que  ellos  ganaron 
mediante  Dios  que  siempre  los  ayudó,  é  ansí  fue- 
ron infinitamente  poderosos  y  floreció  por  ellos  Es- 
pafia infinitamente  en  su  tiempo,  é  fué  en  mucha 
paz  y  concordia  y  justicia,  é  ellos  fueron  los  mas 
altos  y  poderosos  que  nunca  en  ella  fueron  Reyes. 
¿  Quién  i>odrá  contar  la  grandeza  é  el  concierto 
de  su  Corte,  los  Prelados,  los  Letrados,  el  altísimo 
Consejo,  que  siempre  la  aoompafiaron,  los  Predica- 
dores, los  Cantores,  las  músicas  acordadas  de  la 
honra  del  culto  Divino,  la  solemnidad  de  las  Misas 
y  horas  que  continuamente  en  su  palado  se  canta- 
ban, la  caballería  de  los  nobles  de  toda  Espafia,  Du- 
ques, Maestres,  Marqueses,  Condes  é  ricos  hombres; 
los  galanes,  las  damas,  las  justas,  los  torneos,  la 
multitud  de  poetas  é  trovadores  é  músicos,  de  todas 
artes,  la  gente  de  annas  y  guerra  contra  los  moros 
que  nunca  cesaban,  las  artillerías  é  Ingenios  de  in- 
finitas maneras?  Ansí  como  Roma  en  su  Imperio 
floreció  en  tiempo  del  Emperador  Ootaviano  Au- 
gusto, que  fué  en  tiempo  del  Nacimiento  de  Nues- 
tro Redemptor,  que  poco  menos  fué  sefior  de  todo 
el  mundo,  é  fueron  memoradas  é  obedientes  á  su 
imperio  en  aquel  tiempo  noventa  mil  y  trescientas 
y  ochenta  ciudades ,  dejando  los  otros  lugares ,  é 
lo  tuvo  todo  en  paz  y  obediencia  de  Roma  é  suya  el 
tiempo  que  vivió,  é  Roma  fué  ostonccs  mas  triun- 
fante que  antes  ni  después;  ansí  Espafia  fué  en 
tiempo  de  estos  bien  aventurados  Reyes  Don  Fernan- 
do é  Dofia  Isabel ,  durante  el  tiempo  de  su  matri- 
monio, mas  triunfante  y  mas  sublimada ,  poderosa,, 
temida  y  honrada  que  nunca  fué.  Ansí  de  esta  muy 
noblo  y  bienaventurada  Reyna  vivirá  su  fama  por 
siempre  en  Espafia  :  quia  omn»«  laus  mfinecanitur; 
dicit  enim  sermo  divinus;  ns  laudatferU  hominei  in 
vita  ma;  magnifica  et  lauda  ergopoet  cansummationem 
etperkulmn,  Deo  gratias» 


CAPÍTULO  CCIII. 

De  cono  gobernindo  i  Casulla  el  Bey  Don  Fernando  por  la  Rcf  na 
Dofla  Jaana ,  aa  Aja,  é  por  el  Rey  Don  Phelipe  aa  marido,  hizo 
ona  armada  con  qae  tomó  á  Maiarqnlvlr,  que  es  el  reyno  de 
Tremeten. 

Qobemó  á  Castilla  el  Rey  Don  Fernando  desde  el 
mes  de  Noviembre  del  afio  de  1504  que  la  Reyna  fa- 
lleció, hasta  el  mes  de  Mayo  del  afio  de  150G,  quo 
fué  todo  un  afio  é  medio,  hasta  que  vinieron  de 
Flandes  el  Rey  Don  Phelipe,  é  la  Reyna  Dofia  Juana, 
que  habia  nacido  en  Castilla  cuando  invocados  por 
Príncipes  después  de  la  muerte  del  Príncipe  Don  Mi* 
gnel,  Don  Phelipe  y  Dofia  Juana  vinieron  en  Casti- 
lla. E  en  este  tiempo  el  Rey  Don  Femando  mandó 
aderezar  una  armada  para  ir  sobro  Mazarquivir, 
allende,  é  faoer  guerra  á  los  moros,  la  qual  fué  pues- 
ta á  punto  en  el  mes  de  Agosto  afio  de  1505,  en  que 
fueron  siete  mil  hombres  é  mas,  en  ciento  y  setenta 
navíos<de  velas,  en  que  iban  seis  galeras  é  naos,  é 
carabelas  I  é  fué  por  Capitán  General  de  esta  arma* 


7ii 


CBONtOAg  DK  tos  ¿ÉYES  DÉ  OAÍfnLtA. 


da  el  Aloajde  de  los  Dbncelee,  á  quien  el  Rey  en- 
comendó el  negodo;  é  partió  este  armada  de  Mála- 
ga, oon  la  grada  de  Dios,  en  primero  dia  de  Sep- 
tiembre del  dicho  afto,  é  oon  el  tiempo  que  les  echó 
al  Levante  no  pudieron  ir  tan  presto  sobre  Masar- 
qniyir,  é  Tolvieron ,  ó  dieron  sobre  él  Miércoles  á 
medio  día,  á  10  de  Setiembre,  é  tomáronlo  é  comba- 
tiéronlo por  mar  é  por  tierra,  é  tomáronlo  Viernes 
noche  Sábado  de  mafiana,  oa  dióles  Dios  tal  Ticto- 
ria  é  buena  Tentnra,  que  de  los  primeros  tiros  de 
artillerfa  mataron  al  Alcayde  Moro,  é  otros  muchos, 
é  les  quebraron  é  desbarataron  su  artillerfa  é  ficie- 
roB  gran  dafio  en  la  fortaleza,  é  ios  moros  no  se  osa- 
ron mss  tener,  é  diéronse  á  partido  que  fuesen  li- 
bres oon  lo  que  pudiesen  lleyar,  é  ansí  entregaron 
la  fortaleía,  é  se  fueron ,  en  la  qual  hallaron  mu- 
cho trigo  é  cebada,  aoeytes  é  otras  muchas  cosas  é 
mercaderías.  E  en  el  reyno  de  Tromezen,  muy  cer- 
ca de  Oran,  está  el  propio  puerto  de  Oran ,  é  es  uno 
de  los  mayores  y  mejores  puertos  del  mundo.  Ha- 
bla en  la  Villa  y  fortaleza  obra  de  cien  Tednos : 
quiso  Dios  maravillosamente  darlo  en  poder  de  les 
diristianos,  en  la  manera  que  dicho  es,  porque  cuan- 
do la  armada  se  fizo  é  como  se  partió  de  Málaga 
todo  lo  supieron  los  moros  de  allende,  y  fueron  avi- 
sados de  ello  é  pensaron  que  desde  Mtiaga  que  en 
dos  ó  tres  dias  fueran  sobro  Mazarquivir,  y  vinieron 
mas  de  vdnte  mil  moros ,  y  estuvieron  esperando 
mas  de  ocho  dias  para  defender  la  tierra ,  y  como 
pasó  tanto  tiempo ,  pensaron  que  la  armada  iba  á 
Levante,  y  despidiéndose  se  fueron  á  sus  casas,  y 
ellos  idos,  y  la  armada  llegada  luego,  como  llegaron, 
Miércoles  á  medio  día,  combatieron  la  fortaleza ,  y 
á  los  primeros  tiros,  como  dicho  es,  mataron  al  Al- 
cayde moro,  y  tres  lombarderos,  que  tenían,  y  nun- 
ca cesaron  el  combate  hasta  Viernes  noche ,  y  de 
noche  se  dieron  los  moros,  y  Sábado  amanecieron 
idos,  y  si  aguardaran  al  dia  ya  les  venían  de  socor- 
ro tantos  moros,  que  henchían  las  derras  y  los  mon- 
tes y  llanos,  y  no  se  tomara  ó  fuera  muy  gran  mi- 
lagro poderse  tomar  según  la  multitud  de  moros 
que  vinieron.  Hallaron  veintidós  dios  llenos  de  tri- 
go, y  en  las  Atarazanas  una  bóveda  llena  de  trigo, 
é  veinte  y  dos  tiros  de  pólvora  mayores,  sin  las  es- 
pingardas. Los  moros  no  llevaron  armas  ningunas, 
que  ai'í  fué  en  el  partido.  Tomada  la  fortaleza  y 
villa  de  Mazarquivir,  nunca  la  muchedumbre  de  los 
moros  que  vinieron  al  socorro  dejaron  tomar  agua 
ni  lefia  á  los  christíanos,  y  el  Viernes  siguiente,  que 
fueron  19  del  dicho  mes,  salió  la  gente  do  Sevilla 
á  ver  si  podían  meter  lefia,  y  los  moros  vinieron  á 
ellos,  y  entre  unas  pefias  pelearon,  donde  los  caba- 
lleros moros  no  podían  llegar,  y  allí  los  christíanos 
con  las  espingardas  y  ballestas  fideron  mucho  mal 
en  los  moros;  y  fué  la  gente  de  Córdoba  con  su 
Capitán  en  socorro,  y  juntáronse  otros  christíanos 
muchos,  y  echaron  los  moros  de  allí  y  de  un  pefion  é 
risco,  por  fuerza,  y  yendo  tras  ellos,  descubriéronse 
por  un  lugar  que  los  moros  de  á  caballo  pudieron 
llegar,  y  allí  mataron  al  Capitán  de  Córdoba  y  los 
(;hi8Ui(QQ8  huyeron  al  rei^lt  y  Iob  piorcs  en  jpQs  do 


ellos,  y  mataron  cien  chistianos  poco  mas  6  meHoÉi 
y  de  los  moros,  según  lo  que  se  supo  después,  mu- 
rieron mas  de  quinientos;  y  los  capitanes,  desque 
esto  vieron,  enviaron  parte  de  la  flota  á  Málaga,  por 
agua  y  lefia ,  oon  que  dejaron  bastedda  la  f ortale-> 
za  y  repararon  la  armada,  é  dejado  á  buen  recaudo 
se  volvieron  á  Málaga. 

CAPÍTULO  OOIV. 
Os  eemt  cató  ü  Rsf  Dos  Panasáa  tefula  feíé 

Gobernando  el  Bey  Don  Femando  á  Castilla  por  la 
Beyna  Dofia  Juana  su  fija  y  por  d  Bey  Don  Phellpe, 
ovo  gran  zdo  y  envidia  en  algunos  caballeros  de 
Castilla,  é  procuraron  la  venida  dd  Bey  Dbn  Phe- 
llpe, é  por  ventura  él  no  se  moviera  tan  alna  de 
Flandes  á  venir  á  roynar,  pues  que  de  allá  pedia 
reynar  y  mandar  á  Castilla  si  lo  no  cismaran  é  in- 
vocaran algunos  de  los  grandes  de  Castilla  sembran- 
do discordias  é  poniendo  diferondas  entre  él  y  el 
Bey  Don  Femando  su  suegro,  de  la  cual  cansa  el 
Bey  Don  Phellpe  estuvo  en  muchas  cosas,  por  lo  que 
la  Beyna  Dofia  Isabel  de  gloriosa  memoria  mandó 
y  ordenó  en  su  testamento ;  y  como  d  Bey  Don 
Fernando  dntió  la  voluntad  del  Bey  Don  Phelipa 
dada  á  los  caballeros  de  Castilla,  que  le  invocaban 
mas  con  afición  de  le  demandar  y  tomar  de  la  Cor- 
roña  Beal,  que  no  por  pro  de  los  roynos,  é  oonodó  é 
supo  como  lo  hacian  venir  sin  tiempo  é  conoierto ; 
é  súpola  Intención  con  que  de  Flandes  á  Castilla'  se 
quería  mover,  muy  ofrendado  de  las  malicias  de 
Castilla,  no  como  obediente  hijo,  como  la  razón  lo 
obligaba,  sdvo  cotno  yerno ;  temió  de  la  necesidad 
que  venido  en  Castilla  á  él  le  podía  venir,  porque  él 
estaba  enemigo  con  el  Bey  de  Francia  sobro  los 
debates  y  guerras  de  Ñápelos,  y  las  treguas  que  te- 
nían se  cumplían  á  cierto  tiempo  que  se  acercaba* 
Nuestro  Sefior,  que  siempre  le  fué  favorable,  le  di6 
poder  y  grada  con  que  salteó  la  neceddad  antea 
que  se  le  viniese,  y  no  faltó  quien  le  aconsejase  que 
tomase  parentesco  con  el  Bey  de  Franda,  y  tomase 
por  muger  á  su  sobrina,  hija  de  su  hermana  y  de 
Mosen  de  Narbons,  y  el  casamiento  se  concertó  en 
comienzo  del  afto  de  1606;  y  luego  fueron  asentadas 
perpetuas  .paces  entre  d  Bey  de  Francia  y  el  Bey 
Don  Femando,  é  Espafia  y  Francia  y  todos  sus  Bey- 
nos  y  seftoríos  por  tlenra  y  por  mar,  y  asentaron  en- 
tre ambos  su  amistad  y  hermandad  perpetua,  do 
donde  procedió  mucho  bien  en  toda  Espafia ;  y  el 
Bey  Don  Fernando  envió  á  Francia' al  Conde  de 
Cif uentes  porsu  muger  y  á  otros  honrados  caballe- 
ros, y  el  Bey  de  Francia  se  la  entregó  y  envió;  y  en 
el  mes  de  Abril  entró  en  Castilla,  y  d  Bey  la  salió  á 
recibir  honradamente,  y  se  desposaron  luego,  é  ve^ 
laron  en  la  villa  de  Duefias  é  dende  se  fueron  á  Va^ 
lladolld. 

En  este  medio  tiempo,  en  el  dicho  mes  de  Abril 
afio  de  1506,  tomaron  los  christíanos  que  estaban  en 
Melilla,  é  Marino  de  Bivera,  Capitán  suyo,  la  villa 
de  Cazaza,  á  los  moros,  la  qud  está  allí  ceroa  de  Mc^ 
UIJAi  i  tomáronla  por  oouderto  de  ui»  mgro  muy 


DON  FBBNANDO 

amigo  del  dioho  Máf  ino  qae  se  la  dÍ6  de  dia,  sin  pe- 
ligro y  8ÍD  pe}ea,  tiendo  idos  los  moroa  todos  f  aera 
á  trabajar  y  á  otros  negooios, 

CAPÍTULO  OOV. 
De  la  f  enidi  del  Rey  Dos  Phellpe. 

En  el  dicho  afio  de  1506  en  el  raes  de  Febrero  ó 
Marso  partieron  de  Flandes  el  Bey  Don  Phelipe  y 
la  Reyna  Dofia  Jnana  en  muger ,  para  Teñir  á  rey- 
nar  en  Castilla,  é  entrados  en  la  mar  olieron  tantas 
fortunas,  qae  sas  personas  faeron  machas  Teces 
paestas  en  tanto  peligro,  qae  mas  despedidos  de 
ía  Tida  qae  no  de  la  muerte  se  Tieron ,  é  al  mayor 
peligro  socorrióles  Dios  Naestro  Seftor,  y  salieron  en 
Inglaterra,  donde  la  fortuna  los  eohó,  é  perdióseles 
una  nao  donde  Tenian  ciertos  pajes,  é  mucha  ropa 
é  joyas. 

EstuTieron  en  Inglaterra  mss  de  un  mes,  donde 
el  Rey  y  Principe  de  Inglaterra  les  ficieron  mucha 
honra,  é  la  Reyna  Dofia  Juana  oto  con  la  Princesa 
de  Inglaterra  Dofia  Catalina  su  hermana,  mucha 
consolación.  Aportaron  á  la  ciudad  y  puerto  de  8a- 
Hsbre,  é  dende  por  tierra,  el  Rey  de  loglaterra  los 
lloTÓ  á  Londres.  Partieron  de  Inglaterra,  para  Teñir 
en  Castilla  y  aportaron  á  la  Corufia,  Ciudad  del 
Reyno  de  Galicia,  donde  faeron  muy  bien  recibidos 
y  se  detuTieron  algunos  dias,  y  el  Rey  Don  Feman- 
do tenia  mandado  y  proTcido  en  todos  los  puertos 
de  Castilla  y  Andalucía,  porque  no  se  sabía  á  den- 
de  aportarían  que  les  fioiesen  gran  recibimiento  é 
serTicio  como  á  sus  Reyes  naturales,  á  doquiera  que 
aportasen ;  y  mandó  que  de  los  Qrandes  de  Castilla 
no  fuese  ninguno  al  recibimiento  de  sus  fijos  los 
Reyes  de  Castilla  delante  del ,  porque  él  quería  ser 
el  primero  en  el  recibimiento.  Bsto  ansí  fué  tos  y 
fama  que  lo  mandó,  empero  no  fué  en  ello  obedeci- 
do, que  ciertos  caballeros  y  Grandes  ¡de  Castilla  el 
que  mas  podia  aguijar  y  andar ,  mas  andaba ,  de 
manera  que  muchos  [fueron  delante  del  Rey  Don 
Femando, y  lo  recibieron,  lo  qual  se  podia  hacer  muy 
mejor  que  fueran  juntos  con  el  Rey  Don  Feman- 
do, pues  que  era  su  padre,  y  honraba  á  todos ;  y  en 
este  recebimiento  se  manifestaron  los  sembradores 
de  la  discordia  que  fué  sembrada  entre  el  Rey  Don 
Femando  y  sus  hijos.  Según  parece,  el  Rey  Don  Phe- 
lipe traia  sospechas  desde  Flandos,  que  el  Rey  Don 
Fernando  le  habia  de  impedir  ó  contrariar  algo  de 
su  reynar,  según  la  relación  tenía,  é  guarnecióse  de 
f  aTores  de  los  Caballeros,  prometiéndoles  mercedes 
é  partidos.  De  la  Corafia,  por  sus  jornadas,  TÍnieron 
en  BensTente  donde  todos  los  Caballeros  de  Castilla 
ó  sus  nuncios  les  fueron  á  recibir  y  besar  las  manos 
por  sus  naturales  Reyes. 

E  antes  que  alli  Uogssen ,  desque  fueron  desem* 
barcados,  habia  habido  contienda  entre  marido  y 
muger  sobre  regir  y  mandar  los  Reynos :  que  la 
Reyna  y  sus  parientes,  y  quien  bien  la  quería, 
querían  que  mandase  y  firmase  juntamente  con  el 
Rey,  ansi  como  hacia  la  Reyna  Dofia  Isabel,  de  glo- 
riosa memoria^  con  el  Ro^  D.  FeriiandO|  su  padre ; 


Ú  DOtf  A  ISABEt;  liS 

y  el  Rey  Don  Phelipe,  y  los  de  su  Consejo,  y  los  quo 
mucho  se  adelantaron  á  lo  recibir,  parece  que  con- 
sintieron en  aquel  Consejo  que  la  Reyna  no  firmase, 
ó  Tiendo  el  Rey  en  aquella  opinión ,  de  la  qual  le  de- 
bieran quitar,  no  lo  quisieron  contradecir ,  ó  porque 
algunos  de  ellos  hablan  sido  en  lo  poner  en  aquel 
siniestro,  y  esto  se  tíuo  á  purificar  y  acabar  'en  Be- 
naTente,  y  quedó  que  la  Reyna  Dofia  Juana  no  en- 
tendiese' ni  firmase  «n  los  negocios  del  regir,  salTo 
el  Rey  tan  solamente,  puesto  easo  que  los  Reynos 
eran  de  la  Reyna,  é  de  su  Patrimonio,  é  no  del  Rey 
Don  Phelipe;  é  ansí  se  fiso  ese  poco  de  tiempo  qoe  el 
Rey  Don  Phelipe  títíó,  de  donde  no  poca  turbación 
y  enojo  á  la  Reyna  se  siguió; y  el  Rey  Don  Phelipe 
proveyó  que  en  ninguna  manera  la  Reyna  no  Tiesa 
á  su  padre,  aunque  TÍniese  A  su  Corte,  é  ansí  se  fiao, 
é  tuTO  que  nunca  se  lo  dejaron  Ter ;  y  el  Rey  Don 
Femando  estaba  en  Toro»  mientras  el  Rey  Don 
Phelipe  en  BenaTcnte,  é  dende  antes  de  se  Tcr  fue- 
ron é  TÍnieron  los  Embazadores  é  mediantes  del  un 
Rey  al  otro;  porque  el  Rey  Don  Femando  demanda- 
ba la  mitad  de  lo  ganado  é  de  lo  que  por  justicia  era 
suyo,  é  lo  que  la  Reyna  su  muger  le  habia  manda- 
do en  su  testamento,  é  lo  que  por  Bulas  del  Santo 
Padre  le  era  concedido  por  su  TÍda,  é  los  Maestras- 
gos,  y  que  se  quedasen  en  buen  hora  oon  sus  Rey- 
nos;  y  en  fin,  los  Consejos  del  un'Rey  y  otro  se  jun- 
taron con  compromisos  de  ambos  Reyes ;  é  TÍstas 
las  diTÍsioneeié  justicia  que  cada  uno  tenia,  é  lo  que 
demandaba,  fitíeron  la  partición  en  esta  manera: 
que  el  Rey  Don  Femando  OTÍese  por  suyo  de  lo  acre* 
contado,  el  reyno  de  Ñápeles ,  é  la  Reyna  su  fija  el 
reyno  de  Granada,  tal  por  tal,  É  que  el  Rey  Don  Fer- 
nando  tubiese  por  todos  los  dias  de  su  Tida  los  tres 
Maestrazgos  de  Santiago,  Alcántara  y  CalatraTa,  así 
las  rentas  como  las  f  ortaleaas  é  justicias  de  ellas  ó 
gobernación,  porque  el  Papa  les  habia  hecho  mer- 
ced de  ellos  á  él  y  á  la  Reyna  Dofia  Isabel  por  sus 
Tidas  en  galardón  de  la  Santa  guerra  que  á  los  mo- 
ros ficieron  ;  é  por  otilas  muchas  raaónes  que  á  ello 
ocurrieron,  mandó  que  en  su  TÍda  no  oTÍese  Maes- 
tres, porque  ya  no  habia  moros  aquende ,  y  Castilla 
estaba  tan  repartida  en  Sefioríos,  que  el  Rey  y  la 
Reyna  tan  liberalmente  como  conTcnia  á  su  Real  ce- 
tro no  la  podían  sojuzgar,  á  causa  de  las  datas  sin 
medida  que  en  ella  ficieron  el  Rey  Don  Juan  su  pa- 
dre de  la  Reyna  Dofia  Isabel  y  el  Rey  Don  Henriquo 
su  hermano,  antecesores ;  quedó  mss,  que  por  todos 
los  dias  de  su  Tida  el  Rey  Don  Femando  llevase  la 
mitad  de  las  rentas  de  los  Reynos  de  las  Indias,  de 
oro,  perlas  é  esclavos,  é  otras  qualesquiera  cosas  que 
rentasen;  quedó  mas,  que  el  Rey  Don  Femando  haya 
y  tenga  por  los  dias  de  su  vida  en  las  Alcabalas  de 
Castilla,  dies  cuentos  de  maraTcdis.  E  esto  fecho  y 
sentenciado  por  los  del  Consejo  del  un  Rey  y  del 
otro,  arbitros  para  ello  elegidos,  mandaron  y  sen- 
tenciaron que  el  Rey  Don  Femando  saliese  luego  de 
Castilla,  y  la  dejase  libre  y  desembarazada  al  Rey 
Don  Phelipe,  é  se  fuese  á  sus  Reynos  de  Aragón.  Luo- 
go  ambos  Reyes  consintieron  la  sentencia  é  estu- 
vieron |>or  ella,é  e}  Ro^  Don  Feniando  s^  ipoyió  df 


726 


CRÓNI0A8  DB  LOS  BfiY£S  DE  OACTÍLLA« 


Toro,  é  Be  fué  á  BenATonte,  é  m  tíoIo  y  abrazó  con 
el  Rey  Don  Phelipe,  é  de  alH  se  despidió  de  él  é  de 
los  oaballeros  de  Castilla  qae  alli  estabaní  y  abrazó 
al  Duque  de  Nájera,  al  Conde  do  Benaveoto,  ó  á 
otros  en  la  partida  cuando  se  despidió  del  Rey  Don 
Phelipe ,  los  qu«les  algunos  de  ellos  estaban  anaa- 
dos  de  corazas  debajo  de  los  sayo*,  y  el  Bey  mote- 
jándolo dijo  al  Duque  de  Nájera:  Duque,  Dios  os  dé 
paz,  no  soliades  vos  ser  tan  gordo;  y  otro  tanto  dijo 
al  Conde  de  Benavente ,  y  á  otros  á  lo  semejante, 
dándoles  palmadillas  en  las  espaldas ;  y  alli  en  pre- 
sencia de  muchos  Grandes  echó  la  bendición  á  to 


tomar  y  ahorcar  hombres,  y  ahorcó  mas  de  quarenia 
hombres;  y  desque  esto  vieron  los  de  la  ciudad, 
escandalizados  se  levantaron  y  tomaron  al  Cor- 
rejidor,  y  ahorcáronlo  ellos,  é  fué  la  ciudad  de  tal 
manera  indignada  é  levantada,  que  el  Rey  por  en- 
tonce, requerido  de  su  consejo,  no  osó  mas  hacer;  é 
acercóse  mas  á  la  ciudad  y  con  promesas  la  ame* 
naso  diciendo  que  la  habia  de  destruir  y  que  no 
habla  de  dejar  piedra  sobro  piedra,  y  que  la  haría 
sembrar  de  sal ;  y  pasado  el  gran  furor  del  enojo 
del  Rey,  loa  grandes  de  Portugal  lo  mitigaron  y 
pusieron  en  alguna  paciencia,  diciendo  que  no  era 


dos,  é  les  encomendó  que  fuesen  leales  ásu  Rey,  é   I  de  destruir  la  dudad  de  Lisbona,  siendo  la  mayor  y 


se  quitó  de  la  cabeza  un  sombrero  é  el  bonete,  é  que- 
dando en  cabello  se  humilló  á  todos,  é  se  despidió  é 
volvió  las  riendas  á  un  caballo  en  que  estaba,  é  se 
fué  é  partió  de  Benavente,  é  oon  él  el  Condestable 
su  yerno,  é  el  Duque  de  Alvá  su  primo,  é  el  Conde  de 
Cif uentes  é  otros  Caballeros  é  Prolados  que  lo  ama- 
ban, é  nunca  de  él  se  habian  partido ;  é  tomó  su  mu- 
ger  consigo,  é  su  casa  é  familia ,  é  no  paró  de  repo- 
so hasta  que  se  entró  en  sus  Reynos  de  Aragón  ;  é 
proveyó  é  dejó  al  Duque  de  Alva  su  primo  por  Go- 
bernador de  los  tres  Maestrazgos.  Todas  estas  cosas 
pasaron  en  el  mes  de  Junio  del  afio  de  1506  é  otras 
muchas  acerca  del  dicho  concierto. 

CAPÍTULO  CCVL 
De  d  alboroto  de  Llsboaii 

Afio  susodicho  de  1506,  en  el  mes  de  Abril,  se  le- 
vantó la  Comunidad  de  Lisbona  en  Portugal,  estando 
alH  el  Conde  de  Marlalba  y  el  Obispo  do  Bona 
contra  los  confesores  que  allí  vivian,  que  habian  ido 
huidos  de  Castilla  por  la  Inquisición,  y  contra  los 
christianos  nuevos  que  de  judies  se  hicieron,  é  los 
metieron  á  espada ;  é  duró  el  alboroto  tres  dias,  en 
que  mataron  mas  de  tres  mil  personas,  lo  qual  fué 
en  esta  manera. 

En  la  Ciudad  habia  pestilencia  y  hambre,  y  el 
tiempo  estaba  muy  seoo  que  no  llovia,  y  Iss  gentes 
andaban  cada  dia  en  procesiones  demandando  agua 
y  misericordia  á  Dios;  y  continúamete  habia  poca 
devoción  en  los  confesores  é  christianos  nuevos, 
que  habia  en  Lisbona  de  cierto  mucha  heregfa 
mosayca,  é  judayca,  en  los  de  esta  generación ;  y 
habia  puesto  en  aquella  Ciudad  de  Lisbona  muchos 
malos  fueros  y  condiciones  en  favor  de  las  rentas 
del  Rey  y  perjuicio  de  la  Comunidad,  y  por  esto  los 
christianos  querían  muy  mal  á  aquellos  confesores 
y  christianos  nuevos ;  y  un  frayle  de  Santo  Domin- 
go, que  predicaba  en  las  dichas  procesiones ,  escan- 
dalizó mucho  alipueblo,  como  dicho  es,  en  su  pre. 
dicar,  á  que  se  levantó  el  Común  y  hicieron  el  dicho 
estrago  dé  muertes  erebos,  ca  así  mesmo  robsron 
lo  que  hallaron  de  los  dichos  confesos  é  christianos 
nuevos,  allende  de  matar  cuantos  pudieron;  y  el 
Rey  Don  Manuel  de  Portugal  estaba  de  allí  catorce 
leguas  al  tiempo  del  alboroto,  y  como  lo  supo  vino 
hasta  cerca  de  la  Ciudad,  amenazando  los  malhe- 
chores, é  envió  un  Correjidor,  que  no  hacia  sino 


mas  honrada  y  rica  de  Portugal ;  y  diciendo  que 
mirase  que  muy  mal  se  apagaba  un  fuego  con  otro, 
que  dejase  apagar  el  fuego  que  estaba  encendido 
en  la  ciudad,  ansí  de  la  pestilencia  y  hambre,  como 
del  levantamiento  y  alborotos  de  la  Comunidad,  que 
después  él  daría  el  pago  é  castigo  seguramente  á 
los  alborotadores  é  culpados,  en  tiempo  convenible; 
y  el  Rey  ovo  de  tomar  el  consejo,  y  ansí  se  qued¿ 
por  entonces,  y  aunque  después  tomó  su  enmienda 
de  algunos,  fué  de  muy  pocos* 

CAPÍTULO  ccvn. 

Do  It  naerte  ás  Don  Phelipe,  Rej  4o  CastilU  y  ArckKsqso. 

Murió  el  Rey  Don  Phelipe  en  la  Ciudad  de  Burgo*, 
de  su  muerte  natural,  en  lunes  28  días  del  mes  de 
Septiembre  del  mismo  afio  que  entró  en  Castilla: 
duró  siete  dias  en  la  enfermedad ;  fué  curado  por 
sus  mismos  físicos  flamencos  visitado  é  revisto;  fué 
su  mal  asi  como  pestilencial ,  é  no  tubo  remedio,  ni 
la  medicina  se  lo  pudo  dar,  ni  pudo  otra  cosa  hacor 
saibó  obedecer  al  Rey  de  los  Reyes  que  lo  crío,  y 
pagar  la  deuda  que  al  mundo  trajo  cuando  nació, 
que  fué  el  morir.  Murió  con  mucha  contrición  é  ar« 
repentimiento  de  sus  pecados,  invocando  á  Nuestro 
Seftor,  habiendo  recibido  todos  los  sacramentos 
como  cathólico  y  buen  christiano.  Su  cuerpo  fizo  la 
Reyna  su  muger  meter  en  una  tumba  de  metal  mir* 
rado  y  aromáticamente  aderezado,  como  es  costum- 
bre depositar  los  grandes  Reyes,  y  ansí  en  aquella 
caja  lo  tuvo  é  traía  donde  ella  andaba  consigo» 
hasta  que  el  Rey  Don  Fernando  volvió  á  gobernar  á 
Castilla  é  después  fué  enterrado. 

Luego  como  el  Rey  Don  Phelipe  murió,  fué  muy 
grande  alboroto  sin  necesidad  en  algunos  caballeros 
de  Castilla,  en  aquellos  donde  el  reposo  y  amor  al 
padre  ni  á  la  hija  no  moraba,  en  algunos  que  pen- 
saron que  ya  era  la  consumación  del  mundo,  é  que 
era  vuelto  el  tiempo  del  Rey  Don  Enrique  próximo, 
y  de  su  fortuna,  que  el  que  mas  pedia  mas  tomaba, 
é  cada  uno  era  Roy  de  su  tierra,  ó  de  lo  que  pedís 
tomar  de  la  Corona  Real  sin  querer  conocer  Rey  ni 
superior,  y  muy  bien  se  sefialaron  los  mancillados 
do  este  deseo  por  sus  obras ,  quia  ex  ahundantia 
eordÍB  oi  loquUur;  aunque  algunos  echaban  la  piedrs 
y  escondían  la  mano. 

Mas  Nuestro  Sefior  en  cuyas  manos  $unt  omniajura 
Rtgnoram  y  sabe  los  pensamientos  y  deseos  de  los 


DON  FERNANDO 

tof Azonea  de  lof  hombroi  y  las  aficiones  iojustáa, 
so  dio  lugar  á  que,  ni  en  poco  ni  en  mucho,  el  pro- 
pósito de  aquellos  se  cumpliese,  por  constancia  6 
clareza  de  los  buenos,  é  lealtad  é  amor  que  mostra« 
ron  A  el  padre  é  á  la  fija,  ó  por  inmovilidad  que 
puso  sobre  los  corazones  de  todos  las  Oomunidades 
de  Castilla  y  Andalucía,  que  iodos  dedan  cviva  la 
Keyna  Dolía  Juana  y  el  Bey  Don  Femando  que  él 
yol  verá»;  é  ni  una  almena  de  los  realengos  bizo  vi- 
leza, nin  consejo  nin  Comunidad  fué  escandalizado 
ni  alborotado  contra  la  corona  Ueal,  lo  qual  mas 
padeció  ser  por  divino  misterio,  que  por  humano 
reposo,  según  el  aparejo  habla. 

La  Reyna  Dofia  Juana  quedó  prefiada,  la  qual 
parió  una  hija  dcnde  á  tres  meses  que  el  Rey  don 
Phelipe  murió,  ó  poco  menos,  en  Torqueniada,  y 
alli  fué  bautizada  y  la  pusieron  por  nombre  Dofia 
Catalina. 

tAPÍTÜLO  CCVIII. 

Como  t\  Diqoe  do  Hedlia  Sidonla  faé  robre  GlbnlUr. 

En  el  Andalucía  el  Duque  do  Medina*SidoDÍa, 
Don  Juan,  fijo  del  Duque  Don  Henrique,  que  rcsidia 
entonces  en  la  noble  casa  de  Niebla,  siendo  muy 
mal  aconsejado,  como  supo  do  la  muerte  del  Roy 
Don  Phelipe,  luego  envió  colada  de  gente  á  hurtar  á 
Gibraltar,  y  en  pos  de  la  celada  á  su  fijo  con  gran 
hueste  do  gente  de  á  pié  y  de  á  caballo,  é  los  do  la 
celada  no  dieron  de  mafia  en  lo  que  les  era  manda- 
do, oa  no  consintió  Dios,  y  como  no  acertaron,  llegó 
Don  Henrique  fijo  del  Duque,  mozo  de  diez  ó  onze 
afios,  con  la  gente  que  llevaba  y  puso  cerco  á  toda 
la  ciudad  de  Qibraltar,  é  mandó  hacer  muchos  re- 
querimientos á  los  de  la  ciudad  para  que  se  la  diosen, 
de  la  qual  ciudad  era  Alcayde  y  de  la  ciudad  de  Xe- 
rez  de  la  Frontera  el  Comendador  mayor  Don  Garci- 
laso  de  la  Vega,  y  él  estaba  en  aquel  medio  tiempo 
en  Castilla,  y  el  Alcayde  que  allí  en  Gibraltar  tenia 
puesto  en  la  Comunidad,  tenia  puesto  muy  buen 
recaudo  en  la  ciudad ,  y  defendiéronla  con  sn  buen 
esfuerzo  y  adjutorío  de  vecinos;  del  qual  cerco  tam« 
bien  por  la  mar  con  muchos  navios  fué  puesto,  é 
ficieron  muchos  dafios  á  los  de  la  ciudad  en  sus 
panes,  que  tenían  encerrados  en  sos  cortijos,  y  en 
sus  ganados,  en  que  les  echaron  á  perder  y  robaron 
mas  de  cuatro  cuentos  de  maravedís.  T  de  la  chan- 
cillería  que  estaba  en  Granada  enviaron  ¿  requerir 
al  Duque  alzase  el  cerco,  donde  no,  que  invocarían 
sobre  él  toda  la  artillería,  y  esperó  que  no  le  quiso 
alzar,  liasta  que  supo  que  toda  la  tierra  realenga  y 
la  Casa  de  León,  y  otros  muchos  se  apercibían  para 
ir  á  descercar  á  Gibraltar,  y  el  Conde  de  Tendilla, 
Gobernador  de  Granada,  le  escribió  que  luego  alzase 
el  real,  y  si  no  que  supiese  por  cierto  que  todas  las 
gentes  de  la  comarca  en  favor  de  la  Reyna  y  de  la 
Corona  Real  habían  de  ir  sobre  él  y  su  hueste,  y 
doppues  de  4^ercado  Gibraltar,  que  le  destrniría 
toda  la  tierra.  E  estonces  mandó  alzar  el  rcnl,  é 
envió  de  Sevilla  A  decir  que  fie  viniesen,  é  ansí  lo 
ficig-on,  y  de  es(a  v^  ^1  no  salív  l)o  ^ovilla,  que  no 


É  DOlfA  ISABEL.  72f 

osaba  dejar  la  ciudad,  por  que  salido  de  ella  temía 
quizá  no  le  dejarían  volver  á  entrar;  y  ansí  de  esta 
▼ez  gastó  él  muchos  dineros,  que  valía  una  fanega 
de  trigo  mas  de  quinientos  maravedís,  é  una  fanega 
de  cebada  de  quatro  é  cinco  reales,  é  echó  á  perder 
los  labradores  y  criadores  do  Gibraltar. 

El  título  que  tenia,  que  él  decía,  era  que  le  per* 
toneoia  aquella  ciudad,  é  que  era'suya,  que  la  había 
ganado  su  abuelo  A  los  moros,  y  que  el  Rey  Don  Fer^ 
nando  ó  la  Reyna  Dofia  Isabel  se  la  habían  tomado 
Asín  razón  é  que  el  Rey  Don  Phelipe  le  había  hecho 
nueva  merced  de  ella.  Estúvose  el  Duque  susodicho 
en  Sevilla,  hasta  que  pasado  el  mes  do  Enero  do  1607, 
se  salió  de. Sevilla  huyendo  por  la  pestilencia,  é  se 
anduvo  por  las  partes  del  Axarafo  de  lugar  en  lu- 
gar, y  estuvo  en  los  Palacios  del  Koy  cerca  do  Ui- 
nojos,  y  después  en  el  mes  de  Mayo  desque  aflojó 
la  pestilencia,  hizo  movimiento  otra  voz  y  allega- 
miento de  gente,  ó  pasó  á  Guadalquivir,  y  luego  se 
publicó  quo  iba  á  tomar  la  ciudad  de  Xercz  que  so 
la  daban;  los  Caballeros  y  el  Regimiento  do  la 
ciudad  cerraron  las  puertas  de  la  ciudad  y  pusieron 
guardas  y  se  dieron  á  tal  recaudo  qual  al  servicio 
de  la  Reyna  y  de  Ta  Corona  Real  con  venia,  y  á  la 
honra  del  Alcayde  Don  Garcilaso  do  la  Vega,  Comen- 
dador mayor  de  León  que  la  tenia ;  y  el  Duque  do 
Medina  se  pasó  de  largo  á  sa  tierra  de  Medina  ó  do 
Vejer,  ó  de  allí  envió  otra  vez  á  tentar  A  Gibraltar, 
y  á  requerir  á  la  Ciudad  que  se  le  dicSe,  que  si  no, 
los  destruiría  panes  y  viñas  é  les  f  aria  muchos  da- 
fios, é  túvoles  cercados  onde  cabe  algunos  dios,  é 
los  de  la  ciudad  se  pusieron  en  armas  é  defendié- 
ronse é  dijeron  que  ellos  eran  do  la  Corona  Real,  y 
la  Reyna  Dofia  Juana  era  su  Señora,  que  no  gastase 
el  SeAor  Duque  tiempo  en  aquello,  quo  antes  serian 
muertos  que  no  darles  entrada  en  la  ciudad,  y  asi 
se  quedaron ;  y  la  guarnición  y  gente  del  Duque  les 
ficieron  otra  vez  muchos  dafios  en  sus  panes,  viflas 
é  ganados,  é  desque  esto  vido  el  Duque,  mandó  alzar 
el  cerco,  ó  volvióse  en  Sevilla,  é  volvió  por  cerca  de 
Xerez ,  y  el  Regimiento  y  Alcayde  ficieron  cerrar 
las  puertas  de  la  ciudad,  é  pusieron  á  ellas  muchos 
hombres  armados,  é  dieron  de  sí  muy  buena  cuen- 
ta, é  fueron  conocidos  entre  ellos  algtmos  caballea 
ros  que  quisieran  que  el  Duque  tomara  la  Gudad, 
de  los  quales  el  Regimiento  no  fiaba  ni  fió;  y  sabido 
en  la  Corte  la  segunda  vuelta  del  Duque  sobre  Gi- 
braltar, Don  Garcilaso  vino  muy  apriesa  ¿  poner 
cobro  sobre  Gibraltar  é  Xerez ,  é  entró  en  Xcrez  un 
día  después  que  el  Duque  pasó  de  vuelta  por  allí 
para  Sevilla  é  reformó  sus  fortalezas  ó  Alcaydcs  do 
Xerez  ó  Gibraltar,  é  regradeció  mucho  de  parte  de 
la  Reyna  á  los  Consejos  y  Comunidades  de  las  dichas 
ciudades  la  lealtad  é  buen  servicio  por  ello  fecho,  y 
se  prefirió  do  hacer  pagar  á  los  de  Gibraltar  todo  lo 
perdido.  El  Duque  de  Medina  se  volvió  á  Sevilla,  é' 
estuvo  en  el  Copero  y  en  las  acefías  de  Dofia  Urraca 
hasta  la  víspera  de  San  Juan,  porque  se  desahogase 
bien  la  oiudad  de  la  pestilencia  que  había  andado; 
y  el  dia  de  San  Juan  entró  con  gran  triunfo  de  musí- 
9as  ó  trompetas,  é  muchos  alabarderos  ante  é^  009 


748 


CRómOAS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA. 


de  la  Italia;  é  dende  á  poooa  diaa  se  sintió  mal,  y 
reoibidoa  los  Santos  Bacraraentos,  y  hecho  so  testa- 
mento en  Viernes,  10  dias  del  mes  de  Julio,  se  finó 
de  BU  mnorte  natural  en  edad  de  40  afios.  Nuestro 
Befior  le  quiera  perdonar.  Cuando  á  la  postrera  vess 
el  Duque  se  movió,  se  habían  movido  en  Castilla 
algunos  Caballeros  que  quisieran  vuelta  en  el  Reyno; 
y  el  Conde  de  Lemos  tomó  á  Ponf errada,  é  absóse 
oon  ella,  y  quiso  Dios  que  no  o  viese  compafteros,  ó 
fué  cercado  por  mandado  de  la  Reyna  y  su  Consejo, 
fasta  que  le  dio  la  fortaleea.  En  Castilla  el  mas  ad- 
versario que  se  mostró  contra  el  Rey  Don  Fernando, 
ansi  en  la  venida  del  Rey  Don  Phelipe  como  en  el 
recibimiento,  é  después  de  su  muerte,  fué  el  Duque 
de  Nájera,  oon  sus  sesenta  aftos  é  mas  acuestas,  é 
deoian  que  lo  causaba  la  enemistad  que  tenía  al 

.    Condestable,  yerno  del  Rey,  por  ciertos  debates  que 

.    siempre  tenían, 

,  CAPÍTULO  CCIX. 

De  las  forliiiie  é  hambres  é  nuertes  át  ciertos  afios. 

En  el  afio  do  1503  se  cogió  poco  pan  en  Castilla 
é  en  Andalucía.  El  afio  de  1504,  so  cogió  menos.  Este 
afio  de  1504  se  hicieron  buenas  sementeras,  y  en  fin 
del  afio,  y  entrado  el  afio  de  1505,  vinieron  tantas 
aguas  en  todos  los  meses  del  ivierno.  Marzo  y 
Abril,  y  tantas  avenidas  y  tan  esposas,  que  los 
vivientes  no  se  acordaban  de  tantas  aguas  y  aveni- 
^  das,  de  manera  que  so  dafiaron  los  panes  por  toda 
'la  tierra,  é  se  af  o  jaron  é  ñcieron  yerva,  estando 
puesto  coto  en  trigo  é  cebada  é  centono  en  toda 
Castilla  por  mandado  del  Rey  Don  Fernando  ó  déla 
Reyna  Dofta  Isabel,  desde  el  afio  de  1503,  que  se  pu- 
so por  toda  Castilla  fanega  de  trigo  á  110  mrs.  y  la 
de  centeno  á  70  y  la  de  cebada  á  60  mrs.,  y  de 
aquí  no  pasasen ,  sopeña  de  quinientos  maravedís 
por  la  fanega  é  el  pan  perdido;  é  por  esta  pena 
había  mil  cautelas.  Amasaban  el  pan  los  que  te- 
nían el  trigo,  y  pagaban  á  los  arrieros  la  traida, 
que  lo  traían  de  unas  partes  á  otras,  y  en  Castilla 
en  la  Corte,  antes  que  la  Reyna  falleciese  acaeció 
que  no  pasaban  el  coto  en  Medina  del  Campo,  y 
pagaban  4  los  arrieros  por  una  fanega  de  trigo  110 
maravodis  ó  200  é  300  ó  aun*mas  de  la  traida;  y  de 
esta  manera  llegó  á  valer  una  fanega  de  trigo 
antes  que  la  Reyna  falleciese,  en  Medina  del  Cam- 
po y  por  aquella  tierra  500  ¿  600  mrs.,  y  acá  en 
Sevilla  por  aquella  misma  forma,  y  en  muchas 
partes  de  Andalucía;  empero  no  llegó  á  valer  tan  ca- 
ro como  en  Castilla.  El  dicho  año  de  1505  en  un  cabo 
de  él ,  en  la  sementera ,  sombraron  con  pocas  aguas 
que  hubo,  y  hecha  la  sementera  vinieron  algunas 
pocas  aguas ,  con  que  los  panes  se  criaron,  y  des- 
pués nunca  llovió,  Enero,  Febrero,  ni  Marzo,  ni 
Abril,  y  socáronso  los  panos  uin  granar,  do  ollus 
antes  do  espigar  en  los  zurrones,  de  ellos  medio  es- 
pigados, é  arrancábanlos  por  amor  de  la  paja,  ó 
por  amor  de  algún  muy  poco  grano;  esta  fuó  la 
cosecha  del  año  de  150G.  Este  afio  no  ovo  yerva, 
miiriéronsQ  \ofi  vacas:  el  coto  del  pan  ni  jas  formas 


,que  en  él  se  tenían  no  se  pudo  mftiiiéneri  4  desqtié 
la  Reyna  Dofta  Isabel  falleció,  no  se  mantuvo;  y 
esto  afio  do  1606  que  se  socaron  los  panes  sin 
sazón,  so  enoaroció  tanto  la  tierra ,  que  al  rododor 
de  Sevilla,  en  esta  Andalucía,  llegó  4  valer  muy 
caro,  ó  llegó  á  valer  una  carga  de  trigo  en  la  villa 
de  Alcalá  de  Guadayra,  que  son  dos  fanegas  y 
media,  á  cinqfienta  reales,  y  aun  4  sesenta  reales 
desde  comienzo  del  afio,  porque  no  había  pan,  que  se 
habia  cogido  muy  poco  con  las  muchas  aguas  el  afio 
de  1505.  Este  afio  de  1506  se  cogió  mucho  pan  en 
la  Vanda  Morisca ;  conviene  4  saber,  en  Espera^ 
Bomos,  Arcos,  y  en  todo  el  Obispado  de  Cádiz,  en 
Villa  Martin,  en  Zahara  y  en  toda  la  Serranía  de  Vi* 
llaluenga  y  en  Ronda  é  toda  su  tierra ,  é  en  todo  el 
Reyno  de  Qranada,  y  en  Morón,  y  en  Olvera» 
Pruna  é  Cafiete  oon  toda  aquella  cordillera,  y  en 
Teba ;  y  por  la  contra,  en  Xerez  de  la  Frontera  no 
so  cogió  pan  ni  en  Lebrija»  ni  Utrera,  ni  Marohenai 
ni  en  Osuna,  ni  en  Ezija,  ni  en  Córdoba,  ni  en  Se- 
villa con  todo  el  Condado  de  Niebla  4  costa  de  la 
mar,  ni  en  toda  la  Sierra  de  Aroche,  ni  en  todo  el 
Maestrazgo  de  Santiago  de  las  provincias  de  Lle« 
rena  é  Mérida,  ni  en  la  tierra  de  Estremadura,  da 
Trujillo,  de  Cáceres  é  sus  comarcas,  é  cogióse  arriba 
en  algunas  partes  de  Castilla  pan,  donde  algo  se 
proveían  las  dichas  Provincias,  Despoblábanse  mu- 
chos lugares :  andaban  los  padres  ó  madres  con  los 
hijos  acuestas,  é  por  las  manos,  muertos  de  hambre, 
por  los  caminos,  é  de  lugar  en  lugar,  demandando 
por  Dios,  y  muchas  personas  murieron  de  hambre, 
y  eran  tantos  los  que  pedian  por  Dios,  que  acaecía 
llegar  cada  día  á  una  puerta  veinte  ó  treinta  per- 
sonas, de  donde  quedaron  infinitos  hombres  en 
pobreza,  vendido  cuanto  tenían  para  comer.  La 
ciudad  de  Sevilla  remedió  de  enviar  por  mucho  pan 
á  Flandes  é  á  Sicilia ,  ó  mandaron  á  pregonar  que 
todos  los  que  trajesen  pan  á  Sevilla  por  la  parte  del 
mar,  vendiesen  franco,  ó  vino  tanto  pan  por  la  mar, 
que  en  el  mes  de  Octubre  del  dicho  afio  de  1506  se 
hallaron  desde  el  Muelle  de  Sevilla  en  el  Guadal- 
quivir fasta  la  Puente  ochenta  Naos  de  gavia  car- 
gadas de  trigo, y  algunas  de  ellas  con  cebada,  en 
que  habia  pan  de  Flandes  é  de  Bretafia  4  de  aque- 
llas partes,  é  era  el  menor  pan  y  de  menos  valor; 
había  pan  de  la  Berbería  de  tierra  de  moros,  de  las 
partes  de  África;  habia  pan  de  Sicilia  y  de  Grecia, 
de  Negroponte,  de  donde  se  proveía  toda  la  tierra 
hasta  Guadalupe  4  Córdoba  é  su  tierra,  4  reparó  las 
gentes,  y  bajaron  los  precios  de  pan ,  la  fanega  de 
lo  de  Flandes  4  cinco  ó  seis  reales,  4  4  mas  ó  4 
menos,  según  era;  4  lo  bueno  de  Sicilia  4  nuove 
reales  é  á  ocho ;  4  á  este  mismo  precio  se  vendía 
también  mucho  trigo  que  vino  del  reyno  de  Murcia, 
ó  do  oquollofi  partos  do  lo  que  so  habia  recogido  el 
afio  1505,  que  so  cogió  por  aquella  parte  infinito,  y 
de  lo  de  Grecia  de  los  Turóos,  también  se  vendía 
como  el  de  Sicilia.  Bj;8tecióse  tanto  Ja  Ciudad  de 
Sovilla  de  este  pan,  que  duró  en  ella  aquel  pan  de 
la  mar  todo  el  afio  do  1507.  El  dicho  afio  de  1506 
vino  (a  otofiada  temprano,  y  sembraron  los  labra- 


DON  FEBNAHDO 

dores;  y  feohu  las  seudnieras,  llovió  muy  poca 
agaa;  y  con  esa  los  papes  crecieron,  y  espigaron,  y 
estando  en  medio  grano,  yineron  en  Mayo  á  la  en* 
irada  los  primeros  dias  unas  neblinas  é  agnas,  é  da- 
ñáronlos ,  y  volvieron  solos  y  se  secaron  los  panes 
sin  sazón,  qne  f nerón  nada;  esto  faé  en  Sevilla  y 
sns  comarcas,  y  en  Xerez  de  la  Frontera,  y  en  Ar- 
cos, y  en  el  Obispado  de  Cádiz,  y  en  Bornes,  y  en 
Espera,  y  en  Villa  Martin  y  Arabal,  y  Morón  y 
Osnna  y  Ézija,  y  Marobena,  é  Teba,  é  Córdoba.  Em- 
pero en  todas  estas  comarcas,  é  ciudades,  é  villas, 
é  BUS  tierras  susodichas,  é  en  otras  muchas  que  sería 
luengo  de  escribir.  Nuestro  Sefior  que  no  hiere  con 
ambas  manos,  dio  trigo  é  cebada  á  veta,  qne  fué 
maravilla,  que  habia  en  cabos  diez  y  quince  hazas 
juntas,  y  una  sí  y  otra  no :  en  algunas  se  cogía  al- 
gún pan,  que  del  todo  no  eran  vanas,  y  otras  eran 
del  todo  vanas,  é  lo  que  tenian  era  muy  poco;  é  do 
esta  manera  en  todo  éabo  ovo  algún  pan  que  cogían 
unos  la  simiente,  otros  dos  simientes,  tres  otro?, 
otros  quatro.  Esto,  como  dicho  tengo,  fué  en  las  co- 
marcas susodichas  desta  Andalucía.  En  la  Sierra 
Morena  se  cogió  pan.  En  el  Maestrazgo  de  Santiago, 
vecino  á  la  tierra  de  Sevilla,  de  muy  poco  que  ha- 
bían sembrado,  se  cogió  mucho,  conviene  á  saber, 
en  Llerena,  Fuente  de  Cantos,  los  Santos,  Villa- 
franca  é  sus  comarcas ,  que  son  tierras  mas  tardías 
que  no  el  Andalucía.  Desde  el  afio  de  1502  comen- 
zaron á  haber  en  Castilla,  qnier  por  una  parte,  quier 
por  otras,  muchas  hambres,  é  muchas  enfennedades 
de  modorra  pestilencial  é  pestilencia,  particular- 
mente en  algunas  partes  de  estos  Reynos  de  España, 
hasta  este  atto  de  1507,  que  comenzó  en  el  mes  de 
Enero;  luego  en  comienzo  del  afio,  en  Xerez  de  la 
Frontera  é  en  Sanlúcar  de  recio,  é  en  SevilU  y  en 
toda  su  comarca  qne  se  encendió  como  llama  do 
fuego  en  fin  do  febrero,  y  murieron  tantos,  que  en 
muchos  lugares  murieron  mas  que  quedaron,  y  en 
Sevilla  fué  fama  que  murieron  mas  de  treinta  mil 
personas,  y  en  Carmena  mas  de  nueve  mil,  y  en 
Utrera  mas  de  siete  mil,  y  en  Sanlúcar  de  Alpechín 
fué  fama  que  murieron  mas,  que  quedaron  ciento 
ochenta  personas,  y  en  muchos  lugares  del  Aljarafe 
murieron  mas  de  dos  veces  que  quedaron;  y  el  furor 
y  mayor  fuego  de  esta  pestilencia  fué  desde  medio 
Marzo  á  medio  Abril ;  y  desque  comenzó  Mayo,  co- 
menzó de  aflojar;  y  desque  pasaron  20  de  Mayo  cesó, 
que  no  murieron  sino  tal  ó  qual  de  ios  que  huyeron 
á  los  campos,  aunque  algunos  se  herían  ó  morían, 
eran  muy  pocos.  Esto  miré  yo  muy  bien.  Fué  una 
pestilencia  que  se  pegaba  en  demasiada  manera. 
Murieron  en  Sevilla  é  su  Arzobispado  mas  de  do- 
cientos  clérigos,  con  nueve  ó  diez  canónigos  de  la 
Iglesia  mayor  de  los  que  no  huyeron.  En  Alcalá  de 
Guadayra,  habia  trece  clérigos  de  misa,  y  fináronse 
los  doce,  y  quedó  uno.  En  Utrera  fallecieron  quatro 
clérigos  de  misa  é  todos  los  sacristanes,  é  todos  los 
otros  escaparon  heridos.  Digo  esto  porque  lo  sé,  que 
era  en  esta  comarca  donde  yo  lo  pude  de  cierto  sa- 
ber; porque  los  que  leyéredes  podáis  por  aquí  ju di- 
car  qaé  sería  en  las  otras  villas  é  ciudades,  é  luga- 


¿  DOff A  ISABEL.  Í29 

res  de  esta  comarca;  y  en  este  lugar  donde  yo  estti-  . 
be  escapamos  yo  y  el  sacristán  heridos  y  sangrados 
cada  dos  veces,  y  fináronse  quatro  mozos  que  anda- 
van  en  la  iglesia,  que  no  escapó  ninguno,  é  de  qul- ' 
nientas  personas  que  había  en  mi  parroquia  de  este 
lugar  y  Villaf  ranea  de  la  Marisma,  se  finaron  ciento 
y  sesenta,  entre  chicos  y  grandes,  que  yo  onterréj  y 
otro  clérigo  por  mí  que  me  venia  á  ver  diciendo 
que  yo  era  finado  cuando  estube  mal.  Vide  y  miré 
esta  experiencia,  que  de  los  que  f  uyeron  de  este 
lugar,  aunque  volvieron  temprano,  no  fallecieron 
el  diezmo  de  ellos  ni  les  tocó  el  mal,  y  de  los  que 
quedamos  en  el  pueblo,  no  quedaron  seis  personas 
que  no  se  hiriesen.  Todas  las  mujeres  qne  criaban  . 
ó  daban  leche  escaparon,  y  si  moria  una,  era  entré 
ciento;  de  las  prefiadas  por  maravilla  escapó  una. 
Andava  envuelta  modorra  con  landres,  y  los  quo 
escapaban  de  modorra  muchos  morian  luego  do 
pestilencia.  En  otras  pestilencias,  especialmente  eu 
la  que  vino  el  afio  de  1480,  que  casi  fué  general  en. 
Espafia,  no  murieron  sino  muy  pocos  clérigos  é  muy 
pocos  viejos,  é  por  maravilla  uno;  ni  moria  persona 
que  tubiese  de  antes  lesiones  ó  otra  cualquier  enfer- 
medad de  que  estuviese  fatigado,  ni  morian  sino  muy 
pocos  de  los  coléricos  amarillos,  verdes  en  cóleras,  ' 
asi  iiombrcs  como  mugeres;  é  de  los  gordos  colora- 
dos é  muy  sanos  fallecían  los  más;  y  este  ano  do 
1507,  fué  todo  por  lo  contrario  de  aquello,  que  en  • 
los  mas  viejos  y  dolientes  y  de  flaca  complexión,  y 
en  los  coléricos  y  debilitados  fizo  muy  mucha  mas 
impresión,  y  murieron  mas  que  no  de  los  otros;  y 
así  mismo  fallecieron  muchos  letrados,  doctores, 
bachilleres  de  todas  artes,  clérigos,  frayles,  monjas 
de  todos  estados  de  la  Iglesia :  fallecieron  infinita 
gente.  De  la  misma  forma  de  Sevilla  é  su  comarca,  . 
fué  en  el  Arzobispado  suyo  todo;  y  en  el  Maestraz- 
go do  Santiago  y  provincia  de  León,  y  Vera  do, 
Portugal,  conviene  á  saber  Fregenal,  Xerez,  cerca 
de  Badajoz,  y  toda  aquella  comarca  é  Badajoz, 
é  Mérida,  ovo  un  lugar  quo  llaman  Cabeza  de  Baca, 
que  es  en  la  tierra  de  Santa  María  de  Tudia,  yes 
do  la  encomienda  de  Leon^  donde  huyeron  mu- 
chos de  aquellas  comarcas  eñ  una  pestilencia  quo 
hubo  en  aquella  tierra  el  afio  de  1430  afios,  ó 
allí  dos  afios  mas  ó  menos,  é  guarecieron  allí,  ó 
nunca  murieron  en  aquel  lugar,  aunque  en  to<1a 
la  comarca  murieron  muy  muchos,  é  habia  estonce 
gente  en  aquel  lugar  é  en  aquella  tierra  que  so 
acordaban  de  setenta  afios  é  mas,  é  nunca  vieron  ' 
allí  morir  á  nadie  de  pestilencia,  ni  habían  muerto. 
E  esta  vez  do  este  afio  de  1507  habia  memoria  do 
140  afios  que  eii  la  Cabeza  de  Baca  no  habia» 
muerto  de  pestilencia,  y  este  dicho  afio  de  1507 
murieron  tantos,  quo  se  hubiera  de  ermar  el  lugar. 
E  comenzando  de  cesar  la  postilencia  en  todas  les 
comarcas  que  dichas  son,  ansi  como  fuego  que  va 
tras  lo  seco,  se  comenzaba  de  encender  en  los  lü* 
gares  mas  cercanos  la  pestilencia,  é  ansí  entró  en 
todo  el  Rey  no  de  Qranada,  é  por  toda  Castilla,  por 
donde  no  habia  andado,  é  ansi  fué  esta  pestilencia  . 
general  y  universal ;  é  fué  de  hambre  eáte  diobo  afio 


Del  redbimiealo  qaa  flciaron  al  R«y  Doi 

da  Nápolet. 


730  CRÓNIOAS  DE  LOS  RB)r£S  D£  CASTILLA* 

también,  do  manera  que  en  nitichas  partes  también 
de  hambre  se  morían ,  y  así  f aó  gran  fatiga  y  pre- 
sura magna  en  toda  España,  que  no  podían  yaler 
los  padres  á  los  hijos,  ni  los  hijos  á  los  padres,  é  los 
vivos  huian  de  los  muertos;  y  los  vivos  huian  unos 
do  otros,  los  que* estaban  en  el  campo  de  los  de  la 
villa  porque  no  se  les  pegaso,  é  los  muertos  se  en* 
torraban  por  dineros,  que  no  habla  quien  los  enter- 
rase, é  los  que  enterraban  hadan  una  hoya  en  que 
enterraban  veinte  é  treinta  juntos  é  mas ;  é  íuó  tan 
gran  pestilencia  é  hambre,  que  desde  el  tiempo  de 
San  Laureano,  Arzobispo  de  Sevilla,  que  fatigó 
Dios  á  Espafia  por  hambres  ó  pestilencia,  siete  afios, 
en  que  perecieron  mas  de  la  mitad  de  las  gentes; 
nunca  tal  estrago  de  pestilencia  fuá  ni  se  halla 
escrito  en  Espafia:  ó  según  se  lee  en  la  Sumroa  co- 
roñica,  en  aquellos  tiempos  la  mitad  de  la  gente  de 
Espafia,  y  aun  mas,  murieron  de  hambre  é  peati- 
loncia.  E  fué  aquella  gran  pestilencia  el  afio  del  Na- 
cimiento de  Nuestro  Redemptof  Jesuchristo  de  675, 
poco  mas  ó  menos,  en  el  tiempo  de  Justino,  prime- 
ro Emperador  do  este  nombre  y  del  Emperador  que 
imperó  luego  tras  de  ¿1  en  Roma,  Justiniano;  ó  de 
los  Papas  Fóliz  IV,  Bonifacio  II,  Julio  II,  Agapi- 
to  I  y  Siiverio  mártir. 


CAPÍTULO  CCXL 


CAPÍTULO  OOX* 

De  como  el  Rej  Dos  Fernando  ptrUd  pin  Ripotes. 

•»  . 

.  Volviendo  A  hablar  de  las  cosas  del  invictísimo 
Rey  Don  Femando,  de  lo  que  fizo  desque  lo  despi- 
dieron de  Castilla  el  Rey  Don  Phelipey  los  caballeros 
como  habéis  oido,  él  fuá  muy  bien  recibido  en  sus 
roynos  de  Aragón  y  Catalufia,  é  porque  era  mucha 
rason  ir  ¿  visitar  sus  Roynos  de  Ñapóles  y  Sicilia  al 
Levante,  fiso  luego  aderezar  una  muy  f  ermosa  flota 
de  galeras  é  navios  é  naos  do  armada  é  de  fustas, 
estando  en  Barcelona,  é  embarcóse  en  ella  con  la 
Rcyna  su  muger,  ó  con  su  hermana  ó  sobrinas  las 
Reynas  que  fueron  do  Ñapólos,  é  con  otra  muy 
honrada  compafiía  de  su  casa  y  familia,  ¿  con  mu- 
cha gente  de  armas,  ó  partió  do  Barcelona  A  7  de 
Agosto  de  1506  y  enderezó  su  vía  para  Ñápeles  por 
la  costa  de  Francia  tierra  á  tierra,  ó  ol  Roy  de 
Francia  les  mandó  facer  muy  grandes  recibimien- 
tos, é  de  dar  las  cosas, que  ovtesen  menester  é  mu- 
c:lios  presentes  ó  mantenimientos  de  valde,  ó  ans{  lo 
fícieron,  en  todas  las  ciudades  ó  lugares  é  puertos 
por  donde  fué  fasta  que  llegó  á  Gónova,  y  allí  le 
hcioron  muy  gran  recibimiento ;  é  allí  le  llegó  la 
nueva  de  la  muerte  del  Rey  Don  Phelipe  su  yerno; 
é  aIH  le  fícieron  su  sentimiento  por  él;  y  el  Rey  se 
retrajo  ciertos  días  en  la  galera  que  iba,  ó  pubo 
luto,  ó  mostró  mucho  sentimiento,  y  después  siguió 
su  vía  do  puerto  on  puerto  hosta  Gaota,  é  dende  á 
la  ciudad  do  N¿poIc;i,  á  donde  lo  fícieron  el  siguien- 
te recibimientOt 


Entró  sn  Alteza  Domingo  1.®  de  Noviembre;  ha- 
bia  quatro  dias  que  esteva  en  la  fortalexa  de  Castíl 
del  Ovo,  esperando  se  concertase  sn  entrada,  que 
es  dentro  en  la  mar  el  dicho  Castil  del  Ovo,  en 
este  dia,  á  las  ocho  de  la  mafiana  se  movieron  del 
puerto  de  Ñápeles  veinte  galeras  con  el  mas  lindo 
tiempo  del  mundo,  ricamente  aparejadas  oon  mu- 
chas banderas  é  muy  ricas,  enarboladas,  ó  sin  facer 
remar  fueron  todas  tras  la  Capitana,  hacia  Castil 
del  Ovo,  donde  Su  Alteza  estaba,  é  allí  el  Rey  so 
entró  en  la  galera  del  Real,  é  entrando  el  Castillo 
tiró  un  tiro  grueso  hacia  la  mar,  é  respondieron 
las  galeras  con  su  artillería  gruesa  oon  piedras, 
y  en  acabando  oomenzó  Castilnovo  é  Castiloyo» 
que  fué  cosa  para  espantar.  En  este  medio  las 
galeras  llegaron  al  muelle,  y  al  entrar,  las  naos  que 
estaban  en  el  puerto  y  las  galeras  que  estaban  en  la 
ciudad,  dispararon  tíroa  de  pólvora,  de  tal  manera 
tremía  la  tierra,  que  parecía  que  so  quería  hundir;  ó 
luego  el  Rey  y  la  Reyna  su  muger  desembarcaroni 
y  fueron  recibidos  del  magnífico  Sefior  el  Gran  Ca- 
pitán, y  de  todos  los  Grandes  del  Reyno,  y  el  Gran 
Capitán  llevó  á  la  Reyna  del  brazo  por  una  puente 
artificial  que  tenían  fecha,  que  costó  quatro  mil  du- 
cados y  mas,  hasta  ponerla  debajo  de  un  arco  triun- 
fal, que  costó  quince  mil  ducados,  donde  habla 
infinitos  cantores  que ,  como  sus  Altezas  fueron  de* 
bajo,  comenzaron  á  cantar  Te  Deum  laudamus. 

Allí  juraron  las  libertades  del  Reyno,  el  Rey 
mandó  llamar  al  Sefior  Próspero  Coluna  y  al  Sefior 
Fabricio,  y  al  Duque  de  Tórmini,  y  tomó  el  Roy  el 
Estandarte  en  la  mano  y  lo  dio  al  Sefior  Fabricio,  y 
fizólo  su  Alférez  Mayor  de  todo  el  Reyno,  y  mandó 
al  Sefior  Próspero  Coluna  que  tomase  á  su  derecha 
mano  al  Gran  Capitán;  é  su  Alteza  cabalgó  en  un 
caballo  blanco  con  una  guarnición  toda  chapada,  é 
llevaba  vestida  una  ropa  rozagante  de  carmesí,  de 
pelo  muy  rica,  y  llevaba  un  collar  riquísimo  y  un 
bonete  do  terciopelo  negro  oon  nn  rubí,  y  una  perla 
de  las  mayores  que  nunca  se  vieron.  La  Reyna  ca- 
balgó en  una  hacanoa  blanca  con  una  guarnición 
chapada;  llevaba  una  vestidura  de  raso  muy  rica,  é 
una  capa  á  la  francesa  de  manga  ancha  é  sembrada 
de  unos  lazos  sotiles  de  oro. 

Como  fueron  salidos  debajo  del  arco,  les  tenían 
el  palio  muy  riquísimo,  las  varas  del  cual  lleva- 
ban los  electos  de  Ñapóles  de  rienda;  é  llevaban  á 
el  ^ey  y  á  la  Reyna  los  Nobles  varones,  en  la  or- 
denanza. El  Sefior  Fabricio,  por  conaejo  de  algunos 
caballeros,  se  puso  con  ol  Estandarte  dolante  la 
guardia  del  Rey,  y  el  Gran  CapiUn  le  mandó  lla- 
mar y  le  mandó  poner  delante  del  Rey,  porque  cuan- 
do el  Rey  confirmó  los  libertades  del  reyno  y  dio 
el  Estandarte,  mandó  á  el  Gran  Capitán  que  en  todo 
lo  demás  mandase  como  sn  persona  propia.  Junto 
con  el  Estandarte  iban  los  Reyes  íq  Am^as,  y  luego 


DON  FERNANDO 

^1  Oten  Capitin  á  la  mano  del  Próspero,  y  después 
la  avaDgaardia  do  cien  alabarderos,  é  los  Embaza- 
dores  del  Papa  é  del  Roy  de  Francia,  y  luego  los 
Príncipes  del  Royno  ó  Grandes  Sefiores  del  Reyno; 
é  iban  en  el  mas  honrado  lugar  do  los  Principes 
Términi:   los  dos  reverendos  Oardenales  Borja  é 
Otranto,  iban  detras  del  palio,  y  así  de  mano  en 
mano,  de  este  modo  fué  Su  Altosa  por  toda  la  ciu- 
dad, por  todos  cinco  cejos,  donde  en  cada  cejo  habia 
dies  6  quince  mugeres  con  sus  maridos  y  parientes, 
muy  ricamente  ataviadas  y  con  muchos  géneros  de 
música,  y  como  Su  Altexa  llegaba  á  cada  cejo,  sallan 
todos  é  todas  á  besarles  las  manos  al  Rey  y  á  la 
Reyna,  y  cuando  llegaron  á  la  Iglesia  Mayor  salie- 
ron cuantos  clérigos  y  frailee  habia  en  la  ciudad  á 
recibirlos  con  una  procesión  muy  solemne,  y  alli  se 
apearon  el  Conde  de  Molfa  y  Próspero,  y  llevaron 
do  riendas  á  la  Reyna  hasta  la  casa  del  Conde  de 
Menea,  donde  todas  las  honradas  Dueflas  del  Pópu* 
lo  le  ficieron  muy  honrado  recebimiento,  ^  pasaron 
por  debaja  de  un  arco  que  le  tenían  fecho  muy  rico; 
y  en  aquel  y  todos  los  otros,  y  la  puente,  como  Su 
Alteza  salla  de  cada  uno,  luego  sacaban  los  instru- 
mentos quo  llevaban  y  taftiau,  los  qualos  eran  qua- 
tro  pares  de  atabales,  é  veinte  y  seis  trompetas  ita- 
lianas y  veinte  y  dos  bastardas,  con  otros  infinitos 
géneros  de  música,  conviene  á  saber,  cheremías  é 
sacabuches,  etc.,  hacían  tanto  estruendo  que  si  al- 
guna ave  pasaba  la  hacían  caer  en  medio  de  la  gen- 
te. E  el  Sefior  Gran  Capitán  llevaba  una  ropa  roza- 
gante, de  raso  carmesí,  abierta  por  los  lados,  enfor- 
rada  en  muy  rico  brocado,  é  llevaba  un  sayo  de  oro 
de  martillo  y  un  collar  que  valia  mil  ducados,  é  un 
joyel  muy  maravilloso,  é  sus  alabarderos,  é  sus  pajes 
vestidos  de  seda  de  sus  divisas  en  torno  de  su  per- 
sona. El  Próspero  Coluna  y  Fabrioio,  y  el  Duque  de 
Temiini  salieron  de  una  manera:  ropas  rozagantes 
de  brocado,  aforradas  en  damasco  plateado,  é  sin 
ninguna  cosa  al  cuello,  porque  entro  los  caballeros 
habia  tantas  cadenas  y  collares,  que  habia  mas  de 
doscientos  collares  y  cadenas  infinitas :  salieron  en 
tan  buen  orden  los  caballeros  que  para  en  Italia 
fué  una  cosa  de  notar:  duró  tanto  el  recibimiento, 
que  era  una  hora  de  noche  antes  que  Su  Alteza  lle- 
gase á  Palacio,  é  encendieron  tantas  hachas,  que  pa- 
recía quo  fuese  de  dis,  quo  solo  el  Gran  Capitán 
sacó  treinta  pajes  de  librea  con  hachas,  é  como  Su 
Alteza  fué  en  Palacio,  fué  recibido  do  la  Reyna  su 
hermana  y  sobrina,  de  la  Reyna  de  Hungría,  fija 
del  Rey  Don  Femando,  é  de  la  Duquesa  do  Milán. 
El  Rey  las  abrazó  á  todas  con  mucho  amor,  las  qua- 
Ics  estaban  acompañadas  de  muchas  Damas  fijas- 
dalgo,  ataviadas  de  mucho  oro  é  brocados,  é  pedre- 
ría, donde  se  mostró  muy  bien  la  gran  riqueza 
de  aquella  ciudad.  Entraron  con  sus  Altezas ,  em- 
haxadores  del  Rey  de  Francia,  y  do  venecianos  y 
florentines,  y  do  todas  otras  potencias  de  Italia,  los 
q  nales  todos  tnixeron  á  sus  Altezas  presentes.  La 
ciudad  de  Ñapóles  le  hizo  presento  de  todas  las  co- 
sas de  comer,  é  de  gentileza,  de  qne  ellos  pnclioron 
haber,  y  de  troínta  mü  ducados  en  dineros.  El  apo 


i  DOSA  ISABEL  731 

■ 

sentamiento  suyo  fué  donde  estaban  las* dichas 
Reynas  en  Castil  Novo«  Otro  dia  siguiente,  el  Rey 
cabalgó  por  la  ciudad,  é  fué  á  la  posada  del  Gran 
Capitán  acompafiado  así  cou  los  grandes  del  Reyno 
é  do  la  ciudad;  é  estubo  el  Roy  allA  sois  ó  sioto  me- 
ses, é  mudó  los  alcaydes  é  justicias,  é  visitó  todo  el 
Reyno  é  púsolo  en  muy  buen  concierto,  é  por  la 
mucha  prisa  quo  de  la  Corte  de  Castilla  le  daban  la 
Reyna,  su  fija,  é  sus  parientes,  que  viniese  á  la  go- 
bernar, no  se  pudo  allá  mas  detener,  é  aun  no  lo 
vagó  ir  á  visitar  á  Sicilia  Ultraf aro ;  é  dio  vuelta 
con  su  flota  para  Espafia;  é  llegando  en  Saona,  tier- 
ra de  Genova  é  Francia,  el  Rey  de  Francia  le  salió 
á  recibir  en  la  mar,  é  le  combidó  á  oomer,  é  le  fizo 
gpran  recebimiento  ó  muchas  honras  é  lo  abrazó,  y 
besó  á  la  Reyna  su  sobrina  é^o  dieron  paz,  é  á 
Gonzalo  Hernández  abrazó  é  besó  en  el  carrillo,  y 
decondioron  todos  en  tierra,  y  convidólos  á  comer, 
é  comieron  á  una  mesa  el  Gran  Capitán  con  ambos 
Reyes,  é  dio  el  Rey  de  Francia  al  Rey  Don  Feman- 
do las  llaves  de  la  ciudad  de  Saona,  é  después  de 
muchas  fiestas  é  placeres  habidos,  el  Rey  Don  Fer- 
nando se  despidió  é  vino  por  los  puertos  do  Marse- 
lla é  Francia,  é  por  la  mar  tierra  á  tierra,  como  ha- 
bía ido,  é  vino  á  desembarcar  á  Valencia  la  víspera 
de  Santa  María  Magdalena,  á  21  días  de  Julio  del 
afio  de  1507  con  su  armada  de  diez  galeras,  y  diez 
y  seis  naos,  y  por  Capitán  de  ellas  Pedro  Navarro, 
al  qual  la  ciudad  le  hizo  muy  gran  recibimiento  é 
los  Grandes  del  Reyno,  el  qual  se  detuvo  allí  fasta 
pasada  la  Gesta  do  Nuestra  Sefiora  do  Agosto,  ó  pasa- 
da la  fiesta,  se  partió  para  Aragón,  ó  donde  en  Casti- 
lla, é  fué  muy  bien  recibido  y  aunque  á  muchos  pesó 
de  su  vuelta,  ninguno  lo  osó  mostrar,  salvo  el  Du- 
que de  Nájera,  atreviéndose  á  su  edad  do  mas  do 
65  afios  que  habia,  al  qual  el  Rey  envió  á  llamar  y 
no  quiso  venir;  y  le  envió  el  Rey  á  decir  que  si  no 
quería  él  que  &  gobernase  á  Castilla,  que  la  gober- 
nase el;  é  él  le  dijo  quo  lo  dejase  en  su  tierra  en  su 
vejez,  reposar  ya,  é  nunca  quiso  venir  á  la  Corte;  y 
el  Rey  mandó  aderezar  el  artillería  para  ir  sobro  él; 
é  desque  que  ésto  vido  entregó  al  Rey  ciertas  for- 
talezas qne  el  Rey  le  demandó  y  así  lo  amansó  é 
puso  temor  á  otros.  El  Gran  Capitán  vino  después  á 
Castilla,  que  quedó  en  la  Italia  no  bien  dispuesto, 
ó  vino  con  su  flota,  y  después  de  desembarcado  en 
Castilla,  fué  á  la  Corte  á  Burgos,  al  cual  el  Rey  fizo 
facer  gran  recibimiento  ¿  todos  los  de  la  Corte,  y  el 
Rey  lo  salió  i  recibir  fuera  de  Palacio. 

CAPÍTULO  CCXII. 

Del  ieseoBCierto  qse  ie«eel4  en  la  gente  een  que  et  Aleayde  de  tos 
DoBcelet  entr^  ft  correr  lUende  de  Orin. 

En  el  mes  de  Agosto  del  afio  do  1507  acaeció  quo 
el  Alcayde  de  los  Donceles,  Alcayde  ó  (  apitnn  de 
Mszarquivir,  partió  una  tanle  puesto  el  sol,  do  l^ía- 
zarquivir,  con  dos  mil  é  doscientos  hombres,  en  quo 
iban  ciento  y  cinqüenta  caballos,  y  los  otros  eran 
los  soldados  é  gente  de  ordenanza,  de  los  que  ha- 
blan venido  de  Ñapóles,  y  eran  en  su  mcsma  ordo* 


•/• 


932 


CRÓNICAS  DE  LOS  REYES  DE  CASTILLA. 


nansa,  y  fueron  i  hacér  alio  aquella  noche  á  quatro 
leguas  de  la  parte  de  Oran,  donde  robaron  dos  lu- 
gares j  mataron  muchos  moros,  y  traían  gran  ca- 
balgada de  moros  y  moras,  y  mas  de  dos  mil  cabe- 
zas de  ganado,  y  llegando  con  su  cabalgada  á  vista 
do  Oran  á  ora  de  vísperas,  paró  allí  el  campo,  é  co- 
mieron, é  bebieron,  é  descansaron,  é  pndiéranse  ve- 
nir en  su  ordenanza  en  salvo,  y  no  contentos,  acon- 
sejaron al  Alcayde  que  fuese  á  correr  á  Oran  hasta 
las  puertas,  é  quedó  el  Alcayde  y  fué  el  Capitán 
Martin  de  Argote  con  veinte  de  á   caballo  é  con 
todas  las  trompetas  á  las  huertas,  é  llegado  mandó 
tocar,  y  mataron  muchos  moros,  todos  l(»s  que  pu- 
dieron y  hallaron;  y  como  los  moros  oyeron  las 
trompetas,  no  quedó  nadie  en  la  ciudad  qne  no  salió; 
y  iodos  los  moros  de  la  comarca  venían  ya  en  pos 
de  los  christíanos,  y  juntos  con  los  de  la  ciudad, 
dieron  en  el  Alcayde  y  en  los  de  á  caballo  que  con 
¿1  andaban,  y  como  vieron  tan  gran  cantidad  de 
caballería  de  moros,  los  caballeros  christíanos  vol- 
vieron á  hnir,  que  nunca  el  Alcayde  los  pudo  dete- 
ner, y  nunca  tanta  cobardía  tuvieron;  y  tanto  temor 
llevaban,  qne  no  miraron  como  huían,  y  dieron  por 
mitad  de  la  gente  de  la  ordenanza  é  la  desbarataron 
de  tal  manera,  que  nunca  se  pudieron  tomar  i  con- 
certar, é  los  moros  dieron  en  la  ordenanza,  desque  los 
vieron  así  desbaratados,  é  los  mataron  y  prendieron 
á  todos;  é  el  Alcayde  solo  tuvo  hasta  que  le  mataron 
el  caballo,  é  un  paje  suyo  le  dio  otro  en  que  escapó, 
huyendo ;  en  que  fueron  muertos  y  presos  mas  de 
mil  ó  quinientos  hombres.  En  el  propio  afio  después 
de  esta  le  acaeció  otro  desastre;  envió  por  agua  á 
un  Capitán  llamado  Samaniego,  el  qual  llevó  ciento 
y  cinqfienta  hombres  en  una  tafutea,  é  una  fusta 
é  un  bergantín;  é  los  moros  de  Oran  les  armaron, 
en  que  vinieron  seis  bergantines  bien  armados,  y 
mucha  gente  por  tierra,  é  dieron  en  los  christíanos, 
é  los  tomaron  á  todos  muertos  é  cautivos  é  quema- 
ron la  tafutea,  é  llevaron  las  otras  dos  barcas.  Es- 
tas dos  cosas  de  contraría  fortuna  acaecieron  á  los 
christíanos  é  Alcayde  de  los  Donceles,  su  Capitán, 
este  dicho  afio  de  1507,  en  el  Beyno  de  Tremezen, 
cerca  de  Oran. 

CAPÍTULO  OOXIII. 

Del  desbanlo  qa«  hicieron  los  moros  en  los  ehristiaaos  qne 
habían  pasado  con  el  Alcayde  de  los  Donceles  (1). 

El  Alcayde  de  los  Donceles,  Alcayde  de  Mazar- 
qnivir,  pasó  con  una  armada  de  allende  en  el  mes 
de  Agosto  de  1508  afios,  en  la  qual  llevó  tres  mil 
peones, ó  poco  mas  ó  menos,  é  noventa  y  cinco  de 
á  caballo,  y  los  peones  iban  en  ordenanza,  según 
suizos.  Eran  muchos  de  ellos  do  los  que  habían  ve- 
nido de  Ñapóles,  ó  partieron  una  noche  do  Mazar- 
quivir  é  fueron  hasta  quatro  ó  cinco  leguas  donde 

{i,  Esté  capllnlo  refiere,  eon  muy  eortas  nrianles,  los  mismos 
sscesos  qne  el  anterior;  pero  enconirándose  asi  tanto  en  el  MS.  de 
nodrigo  i:aro,  como  en  el  de  la  Biblioteca  Colombina,  no  nos  he- 
mos crcido  tnlorlMdos  I  suprimirlo. 

(Nota  4c  la  Edle,  de  SefiiU.) 


por  tierra  de  moros ,  la  vía  de  Tremezen,  y  entraron' 
y  robaron  tres  lugares,  y  el  postrero  y  mas  adentro 
era  el  que  llaman  Qrangason ,  é  está  dnco  leguas  de 
Oran,  y  tomáronlo,  y  traían  mas  de  seis  mil  cabezas 
de  ganado  de  vacas  y  camellos ;  y  los  christíanos 
estuvieron  nna  noche  en  el  campo,  y  traían  gran 
cabalgada  de  moros  y  moras,  chicos  y  grandes,  en 
que  decían  qne  había  mil  y  quinientas  ánimas ;  y 
como  se  engorraron  tanto,  los  moros  hubieron  lu- 
gar de  se  juntar  y  vinieron  sobro  los  christíanos 
muy  muchos,  y  siguiéronlos  y  cercáronlos  en  der- 
redor con  diez  y  ocho  banderas  principales  en  que 
vino  el  Rey  de  Tremezen,  ó  sus  hermanos  el  Rey 
de  Udir,  capitán  é  Rey  de  Aduares,  qne  esSefior  de 
muchas  villas  y  lugares,  en  que  venían  once  mil  de 
á  caballo,  y  mas  de  treinta  mil  peones ;  y  llegando 
á  las  hnertas  de  Oran,  el  Alcayde  cayó  mal  y  se 
amorteció,  y  la  gente  suya  se  desordenó  á  beber,  y 
deshicieron  el  caracol  de  ordenanza  y  el  Aloaydo 
volvió  en, sí  y  recojió  la  mas  de  la  gente  qne  pudo 
á  nn  cerro,  y  comenzó  á  facer  la  ordenanza ,  y  los 
christíanos  de  la  ordenanza  tomaron  en  medio  á  el 
Alcayde  y  á  la  gente  de  la  ordenanza,  y  á  ochenta 
caballos  con  él  que  habían  quedado,  qne  quince  eran 
ya  muertos  en  escaramnzas  y  en  descubrir,  y  los 
moros  los  cercaron  allí  de  todas  partes ,  y  no  deja- 
ron de  acabar  de  hacer  el  ordenanza.  B  desqne  el 
Alcayde  vido  que  no  había  remedio  si  no  que  todos 
estaban  perdidos,  salió  de  entre  los  christíanos  con 
los  de  á  caballo,  y  arremetió  con  sn  esfuerzo  por 
medio  de  los  moros  por  donde  estaban  siete  bande- 
ras é  todos  los  horadó,  y  salvóse  oon  setenta  de  á 
caballo  y  aportó  á  Mazarquivir,  y  escapáronse  ha* 
yendo  do  los  peones  obra  de  qnatrocientos  hombresi 
y  fueron  cantívos  obra  de  qnatrocientos  y  cínqüen- 
ta,  é  todos  los  otros  murieron,  y  así  la  macha  oob- 
dicia  desordenada  los  desordenó  é  mató,  que  basta- 
ba arremeter  y  volverse ;  y  así  los  moros  recobraron 
toda  la  cabalgada,  é  so  volvieron  oon  sn  honra.  Bl 
Alcayde  estuvo  de  ésta  para  perder  el  juicio.  Bn  el 
propio  afio,  después  de  éste,  le  acaeció  otro  desastre; 
el  dicho  alcayde  envió  por  unas  barcas  de  agua  á 
un  capitán  llamado  Bamaniego  el  que  llevó  ciento  y 
cinqüenta  hombres  en  una  faturca,  é  en  una  fusta, 
é  un  bergantín,  é  los  moros  de  Oran  armaron,  en  que 
vinieron  seis  bergantines  bien  armados  y  mucha 
gonte  por  tierra  y  dieron  en  los  christíanos  en  tal 
manera  que  el  Samaniego  se  pudiera  volver  salvo 
á  Mazarquivir,  y  por  no  mostrar  cobardia  mandó  pe- 
lear ó  peleó  con  los  moros,  é  de  los  moros  se  reco- 
gieron tantos  que  vencieron  á  los  christíanos,  é  los 
tomaron  á  todos  cautivos  é  muertos ,  é  quemaron  la 
tafurea  é  llevaron  la  fusta  é  el  bergantín.  Estas 
dos  cosas  do  siniestra  fortuna  acaecieron  á  loa 
christíanos  y  los  tomaron  á  todos  cautívos  en  las 
partes  de  allende  en  tíerra  de  África  cerca  de  Oran, 
por  mal  recaudo  ó  por  pecados  de  los  Cristíanes,  ca 
en  aquellos  tiempos  han  de  ir  muy  contritos  de  sus 
pecados,  y  con  intención  de  destruir  los  enemigos 
do  la  feé,  y  no  con  cobdicias  desordenadas,  ni  oon 
soberbia  I  como  muchos  de  aquellos  iban  en  su  pr« 


DON  F£BMANDO 
dentafea,  diotendo  qiié  iuttqne  Tinieran  todos  los 
moros  de  África,  no  les  habian  miodo  y  podían 
entrar  y  salir  en  sa  ordenanaa  aunque  pesase  á  to- 
dos los  moros. 

oapItdlo  COXIV. 

De  lit  liBfotlu  y  eifirroBet  qae  hibo, 

Snel  afio  de  1508  ovo  en  las  partes  de  esta  An* 
dalnoia  é  mnohas  partes  do  Gastilla  tanta  de  la  lan- 
gosta y  cigarrones,  qne  nunca  tal  f  névisto  por  nin- 
guno de  los  que  fasta  alli  eran  nacidos  é  yivoa ;  é 
nació  en  oomienso  del  afio;  é  antes  que  volase,  todo 
onanto  delante  hallava  comía  y  destruía,  y  comió  y 
destruyó  infinitas  sementeras,  é  echó  á  perder  muy 
muchos  labradores,  é  mataban  la  gente  infinita  de 
ella,  que  salla  á  campana  repicada  á  ella,  é  por 
mochas  que  mataban  é  soterraban  é  quemaban  é 
ensilaban  que  fué  cosa  innumerable,  no  pareda  que 
hacían  mella.  Ck>mensó  de  volar  por  alto  en  el  mes 
de  itayo,  é  levantábase  comensando  de  calentar  el 
sol ,  ó  andaba  por  toda  la  tierra  hecha  ejércitos  como 
batallas,  é  habla  ejército  de  aquellas  que  duraba 
quatro  é  cinco  leguas  en  luengo,  é  en  ancho  dos  ó 
tres  leguas,  é  ejército  de  mucho  mas,  é  da  mucho 
menos;  y  todas  las  caras  vueltas  y  enderesadas 
hiela  donde  habian  de  ir;  y  mientras  no  volaban 
andaban  á  pié  todas  héoia  un  cabo,  y  tenían  tan 
clara  vista,  qne  si  les  amagaba  hombre  con  algo 
para  les  dar,  saltaban  como  un  ave  ó  un  animal  que 
entiende,  y  de  que  entraba  el  sol  impínábanse  en 
alto,  y  á  lugares  eran  tantas ,  que  hacían  sombra 
ocupando  el  sol,  é  llevaban  muy  gran  sumbido  é 
sonido  que  era  espantoso,  y  iban  á  caer  dos,  tres, 
quatro  y  cinco  leguas,  y  mas  y  menos,  y  donde  caían 
oaia  todo  el  ejército  junto  y  henchian  toda  la  tierra, 
panes  y  vifias  y  semillas,  y  comían' verde  y  seco 
hasta  que  se  hartaban,  é  comensaban  las  espigas  del 
trigo  é  do  la  cebada  por  las  puntas  de  las  raspas  y 
después  del  grano,  ansi  que  de  cuantas  cosas  coqiían 
salvo  en  las  vifias  no  hacían  dafio.  Después  volaban 
aquellas  langostas,  é  como  no  estaban  en  parto  nin- 
guna de  morada,  no  hacían  «total  dafio,  ca  mucho 
mas  dafio  hadan  cuando  andaban  á  salto,  cerca  de 
donde  se  criaban,  que  se  criaban  en  las  tierras  secas 
é  en  los  toscales  y  cerros  pelados.  Anduvo  esta  lan- 
gosta por  todas  estas  partes  do  la  Andalucía  volan- 
do é  varlovonteando  mas  de  dos  meses  é  medio,  de 
la  qual  muchos  ejércitos  se  fueron  é  entraron  en  la 
mar  y  se  ahogaron,  y  de  los  otros  cayeron  tanta  en 
los  posos  de  los  ganados,  que  hinchían  los  pozos  y 
las  norias,  y  era  tanta  la  que  entraba  á  beber  y  se 
ahogaba  en  los  pozos,  que  infidonaban  las  aguas,  y 
llevaban  los  ganados  á  beber  á  los  ríos.  E  desque 
entró  el  mes  de  Julio,  y  aun  antes,  comenzáronse  de 
cabalgar,  ansí  como  cuando  los  cabrones  andan  en 
zelo  con  las  cabras,  asi  hadan,  é  se  mordían,  é  de 
dos  á  dos,  é  de  tres  á  tres,  é  de  quatro  á  quatro  é 
cinco  juntos,  andaban  ensartados,  que  era  una  cosa 
fiera  de  mirar;  y  desdé  los  primeros  días  de  Julio 

basta  que  toda  üquellik  tempestiid  fué  coosumidaí  co 


]¿  1)09A  ISABBL  t3^ 

menió  de  ovar  la  tierta;  hincaban  el  rabillo  en  la 
tierra,  y  allí  se  morían,  é  dejaban  la  simiente.  Ovo 
ejército  de  ella,  entero,  que  dejaba  tres  ó  quatro  le- 
guas asementadas,  donde  murió,  y  hada  cada  uno 
de  ellos  un  capullo  de  hechura  de  un  pifión ,  y  eran 
todos  aqudlos  capullos  mayores  que  pifiones,  y  aun 
como  dos  pifiones  cada  uno,  y  eran  llenos  de  abajo 
arriba  de  unos  huevecitos  como  huevos  de  hormigas, 
que  había  en  cada  capullo  mas  de  veinte  y  treinta 
huevos,  é  todos  estos  eran  cigarrones.  Acabóse  de 
consumir  y  morir  esta  langosta  este  afio  de  1508 
á  15  de  Julio,  é  no  pareció  mas  este  afio. 

£1  segundo  afio  que  ovo  langosta  fué  d  afio 
de  1509,  é  nació  por  la  forma  dd  primer  afio,  y  na- 
dó muy  mucha  mas,  y  al  quarto  doble,  y  en  muy 
mochos  mas  lugares ;  empero  como  las  gentes  esta- 
ban escarmentadas  de  la  otra,  la  ciudad  de  Sevilla  é 
la  ciudad  de  Córdoba  y  todas  las  demás  villas  y  lu- 
gares diéronse  á  tal  recaudo,  que  antes  que  volase 
mataron  nn  cuento  los  cahíces  de  ella  por  muchos 
conciertos,  echando  á  cada  casa  que  matasen  tantas 
fanegas, 'y  otras  veces  concejilmente,  y  todos  á 
campana  repicada,  y  cada  uno  en  sus  vifias  y  here- 
dades, de  manera  que  fué  infinita  la  que  murió. 
Vinieron  muchas  porcadas  y  cochinadas  de  todas  las 
tierras,  y  comieron  tantas,  que  salieron  gordos  como 
de  bellota;  é  plugo  á  Nuestro  Sefior  que  no  duró  esta 
langosta  sino  hasta  quboe  días  de  Mayo  de  1509,  y 
allí  ficieron  lo  que  el  afio  antes  habian  fecho  en 
Julio,  y  así  se  consumió  la  langosta  aquel  afio,  que 
nunca  mas  pareció,  é  hizo  dafio  en  lo  seco,  é  cogié- 
ronse garbanzales,  é  melonares  y  hortaliza,  é  todas 
cosas  que  se  crian  de  verano,  que  el  afio  antee  todo 
lo  comían. 

Esto  me  pareció  escribir  por  cosa  hasafiosa  é  mU 
lagrosa,  acaecida  en  estos  tiempos,  porque  los  que 
vivieren  é  vieren  otros  afios  semejantes,  no  se  ma- 
ravillen, é  lo  sepan  remediar. 

CAPÍTULO  OCQCV. 

De  eoao  fieros  ibirttandolot  ■iiiienlmleiloi,|4e  eoao  se  IomU 

el  Pelón  de  Velei. 

Tomando  á  fablar  de  los  tiempos,  por  despedir 
los  afios  estériles  caros  é  fortunes,  digo  que  el  afio 
de  1508  súpitamente  abajaron  los  precios  del  pan, 
por  su  fertilidad  é  por  la  poca  gente  que  quedó  que 
lo  comiese.  Acaeció  que  en  los  postreros  meses  del 
afio  de  1507  volvió  muy  infinitas  aguas,  y  ovo  mu- 
chas avenidas  en  los  rios ,  y  sembraron  los  labra- 
dores como  pudieron ,  y  ahogáronse  las  sementeras 
por  muchas  aguas,  é  sembraron  dos  ó  tres  veces^ 
y  aun  volvieron  á  sembrar,  y  acució  buen  tiempo 
en  los  meses  de  verano,  é  aunque  sembraron  poco 
é  se  perdió  por  agua,  cogióse  mucho  pan  en  toda 
Oasiílla ,  para  según  los  sembrados.  La  baja  que  fué, 
fué  de  esta  manera :  cuando  se  sembraron  vdia  una 
faneca  de  trigo  de  lo  mejor,  en  partes,  un  ducado, 
é  en  parte  ocho  reales,  ó  nueve,  poco  mas  ó  menos, 
é  la  cebada  á  dos  reales  y  medio,  y  á  tres  reales  é 

mM  i  menony  é  ti^o  estoa  precios  íaata  que  eñtrtf 


734 

el  «fio  de  1509|  éfaé  bajando  oada  día  mas  en  tal 
manera,  que  antea  que  oviese  pan  nnero  abajó  el 
trigo  Laeta  dos  realea  y  medio,  é  aun  menoa,  la  fa- 
nega, y  la  cebada  á  40  mrs.  la  fanega,  y  sobró  ipfi- 
nito  pan  de  lo  de  los  mercaderes,  en  qne  perdieron 
macha  suma  de  dineros,  é  se  les  dafió  mnobo,  é  ficie- 
ron  de  él  muchos  baratos.  Esto  fué  en  Sevilla,  don- 
de estaban  muy  grandes  almacenes  de  ¿1,  ó  muchaa 
casas  llenas ,  ó  también  fué  en  otras  partes  donde 
los  mercaderes  lo  tenian  encamarado;  é  la  mayor 

*  causa  fué  como  el  afio  de  1607  se  finaron  la  mitad 
de  la  gente  que  en  Castilla  habia,  no  oto  quien  lo 
comiese.  E  no  penséis  que  aquellos  tiempos  fortunes 

t  tan  solamente  ovo  hambre  en  las  gentes,  qne  tam* 
bien  la  ovo  en  las  bestiaa  é  reses,  que  se  murieron 
infinitos  asnos  y  caballos  y  yeguas ,  y  deefisose  la 
cria  de  las  gallinas  é  aves  de  caza,  é  llego  á  valer 
en  Sevilla  un  par  de  gallinas  cinco  reales. 

El  afio  de  1509  vino  tan  fértil  y  tan  abundoso, 
que  se  cogió  en  toda  la  tierra  infinito  pan,  trigo  é 
cebada,  que  de  una  fanega  sembrada  cogian  dos  y 
tres  cahíces  é  mas. 

En  esto  afio  de  1608  de  que  he  hablado,  no  pu- 
diendo  comportar  los  dafios  que  las  fustas  de  Velez 
de  la  Gomera  venian  á  hacer  á  tierra  de  christianos, 
envió  oí  Rey  Don  Femando  i  Pedro  Navarro  su  ca- 
pitán de  la  mar  con  su  armada  á  les  facer  guenra, 
el  qnal  les  tomó  el  Fefion  que  está  muy  cercado  Ve* 
lez,  é  lo  pobló  é  puso  alH  guarnición  de  gente  do 
4  pié  é  de  la  mar,  que  esté  dentro  en  la  mar, 
la  cosa  mas  fuerte  del  mundo,  y  tiene  en  si  buen 
oompás,  donde  ficieron  casas  é  pueblos,  donde 
echaron  4  perder  4  Veles  de  la  Gomera  y  4  su 
Rey  porque  do  allí  habia  la  mayor  renta  que 
tenia,  porque  el  Pofion  est4  tan  cerca  de  Velez, 
que  los  tiros  de  polbora  que  de  él  tiran  dan  en 
medio  del  lugar  de  Velez.  E  el  Rey  Don  Femando 
fizo  Conde  al  dicho  Pedro  Navarro,  Capitán  de  la 
Armada  Real  de  la  mar,  en  el  qual  puso  Nuestro 
Sefior  tanto  esfuerzo  y  gracia,  que  les  puso  infinito 
temor  é  les  fizo  muchos  dafios  é  les  ganó  ciudades  é 
villas  é  lugares,  según  diré  donde  conviene  de  sus 
fechos. 

CAPÍTULO  CCXVI. 

De  U  ualdi  del  Rey  Dos  Fenindo  ei  li  Andalaeia. 

Lo  que  acaeció  en  Córdoba  porque  el  Rey  Don  Fer- 
nando ovo  de  venir  4  esta  Andalucía,  fué  por  ciertos 
desconciertos  que  en  ella  acae^eron.  Lo  primero 
fué  que  estando  un  corregidor  de  la  Rey  na  en  Cór- 
doba ,  ovo  ruido  entre  los  hombres  del  Obispo  de 
Córdoba  Don  Juan  Daza  y  los  del  corregidor,  y 
juntóse  gente  en  casa  del  Obispo  y  lo  mismo  en 
casa  del  Corregidor,  de  manera  que  pusieron  mocho 
escéndalo  en  la  ciudad,  por  manera,  que  un  Alcalde 
mayor  que  traia  la  vara  por  el  Alcaydc  do  los  Don- 
celes, que  es  Alcayde  mayor  de  Córdoba,  hubo  de 
entender  en  ello,  el  qnal  se  llamaba  Nufio  de  Argote; 
é  el  Marqués  de  Priego,  Sefior  de  la  casa  de  Agnilar, 


CRÓNICAS  DE  LOS  RETES  DE  OASTILLA. 


que  o¿mo  traia  aquella  Tara  no  habiendo  pasado 
por  cabildo,  4  se  la  tomó  y  quebró  y  fiso  poner  loa 
pedazos  en  la  picota;  el  cual  segoia  la  parcialidad 
y  favor  del  Obispo,  y  el  caso  fué  sabido  en  la  Oórto, 
y  él  llamado  ante  el  Rey  4  la  Reyna  an  fija,  y  en- 
vieron  luego  sobre  ello  un  pesquisidor,'el  qual  venido 
en  Córdoba,  mandó  hacer  cabildo  4  los  Veiny  tiquatroa 
y  Concejo  de  la  ciudad,  y  entrados  en  el  cabildo 
un  dia,  y  estando  ende  el  Marqués,  mostró  las  pro- 
visiones del  Rey  y  de  la  Reyna,  qne  trahia,  y 
mandó  al  Marqués  de  parte  de  la  Reyna  y  del  Rey 
que  aalieae  de  Córdoba  luego,  y  el  Marquéa  le  dijo 
que  obedecía  el  mandamiento  de  Sos  Altezas,  y  qne 
asi  lo  queria  faoer  luego,  é  que  se  saliese  él  con  él,  é 
que  verla  como  lo  ponía  por  la  obra  en  se  ir  de  la 
ciudad  por  cumplir  el  mandamiento  de  Sos  Altezas, 
y  respondió  el  pesquisador  qne  se  fuese  él  en  bnen 
hora  que  él  no  tenia  ahí  su  muía  para  ir  oon  41 ;  4 
el  Marqués  le  tomó  4  dedr  y  pedir  por  merced  qno 
saliese  oon  él,  que  no  faltarla  en  que  se  fuese,  en 
que  el  pesquisidor  ovo  de  salir  oon  él  fuera  de  la 
Caaa  del  Cabildo,  é  luego  4  la  puerta  el  Marqués 
fizo  apear  uno  de  una  muía,  é  fizo  cabalgar  al  pes- 
quisidor y  fuéronse  hablando  hasta  que  salieron  do 
la  ciudad,  y  en  la  puente  encontraron  4  nn  Alcalde 
de  la  Hermandad,  hombre  principal  llamado  Xuan 
Esteban ,  y  el  pesquisidor  ya  sentía  que  iba  preso,  y 
como  vio  al  Alcalde  de  la  Hermandad,  le  requirió 
que  lo  deliberase  é  lo  ficiese  saber  4  la  justicia  como 
iba  preso,  y  junto  con  esto  el  Marqués  con  buenaa 
palabras,  que  quiso  ó  nó,  tomó  el  caballo  4  el  dicho 
Alcalde,  é  hizo  cabalgar  al  dicho  peaquisidor  en  él, 
é  4  el  Alcalde  en  la  muía,  4  mandó  4  ciertos  de  4 
caballo  auyos  que  lo  llevaren  preso  4  Montilla,  4 
que  aguijasen  presto,  é  lo  entregasen  al  Alcayde,  y 
le  dijesen  que  lo  echssen  en  la  mazmorra,  4  anaf  so 
fizo  todo,  é  el  Marqués  volvióse  4  la  ciudad,  y  des- 
pués envió  4  mandar  al  Alcayde  de  Montilla  qno 
lo  soltase,  é  soltólo,  é  no  volvió  4  la  corte  hasta  quo 
la  corte  vino,  antes  se  Aié  4  tierra  de  Don  Di^o 
Lopes  de  Haro,  é  deudo  estuvo  hasta  que  el  rey 
vino,  de  lo  qual  el  Rey,  desque  lo  supo,  hubo  tanto 
enojo,  que  mayor  no  podia  ser,  y  ninguno  lo  podía 
cohortar  ni  aplacar,  é  concedió  venir  en  persona  4 
costa  del  dicho  Marqués,  poderosamente  4  lo  castl* 
gar;  y  el  Gran  Capitán  ovo  eso  mesmo  sobrado 
enojo  de  lo  acaecido  4  causa  del  Marqués  su  sobrino, 
y  dijo  al  Rey:  c  Sefior,  la  Casa  de  Agnilar  siempre 
fué  leal,  y  ai  mi  sobrino  lo  ha  agora  errado  y  he- 
cho lo  que  no  debía,  méndelo  V.  A.  castigar  por 
justicias :  y  dijo  muchas  otras  palabras  al  Rey  por 
le  amansar  el  enojo,  é  escribió  al  Marqués  su  sobri- 
no una  carta  en  qne  se  contenia  que  decía:  «Sobrino, 
sobre  los  yerros  f eohos  conviene  que  luego  os  ven- 
gáis 4  poner  en  poder  del  Rey,  y  si  esto  hacéis  seréis 
castigado  y  si  no  lo  hacéis  seréis  perdido  del  todos; 
y  el  Marqués  se  fué  4  la  Corte  luego  y  el  Rey  no 
lo  quiso  ver,  é  mandólo  andar  preso  dos  leguas  de  la 
Corte. 
K1  Rey  partió  de  Castilla  con  la  gente  de  gnar 


encontrándose  un  dia  con  el  dicho  Alcalde ,  le  dijo  I  nicion  é  de  la  guarda  de  su  persona  i^ue  tenía  en  1^ 


JbOtT  IfESNANDO 

Corte  en  Bargot  é  trajo  contigo  tais  cientos  liom- 
bree  de  armas,  é  cnatro  cientos  ginetes,  é  dos  ó  tres 
mil  peones  á  la  snisa ,  espingarderos  é  archeros,  é 
artilleros  I  é  ballesteros,  é  lanceros,  todos  may  ar- 
mados y  ataviados,  y  pnestos  en  acto  de  gnerra  con 
sos  capitanes,  é  coroneles,  é  cabos  de  escnadras;  y 
por  sus  jomadas  el  Rey  vino  á  Córdoba  con  toda 
esta  gente,  é  entró  en  ella  en  los  primeros  días  de 
Septiembre  de  1508;  y  de  los  culpados  hay  eron  mu- 
chos de  la  ciudad ;  y  el  Bey  estubo  alli  dos  meses  ó 
poco  menos,  é  mandó  facer  sus  pesquisas  contra  el 
Marqués  é  contra  todos  los  culpados ,  é  contra  el 
Regimiento  de  Córdoba,  é  contra  todos  los  que  fue- 
ron contra  el  pesquisidor,  é  contra  el  Corregidor,  é 
comenzaron  de  prender  é^facer  justicia,  é  mataron  é 
descuartizaron  algunos ,  é  á  el  Alcalde  de  la  Her- 
mandad que  dio  el  caballo  en  que  fué  preso  el  pes- 
quisidor Juan  Esteban  desde  la  puente,  cortaron 
nn  pié,  é  derribaron  las  casas  á  todos  los  que  huye- 
ron, é  otros  azotaron  de  los  que  prendieron,  y  á  ma- 
chos tomaron  y  secuestraron  todos  sus  bienes,  y  á 
muchos  sentenciaron  á  muerte,  é  ser  cuarteados,  de 
los  que  huyeron,  de  los  quales  fueron  Cárcamo ,  8e- 
fior  de  Aguilarejo,  é  Bocanegra,  que  eran  Caballe- 
ros ciudadanos  de  los  principales  de  Córdoba,  y  él 
mandó  facer  proceso  contra  el  Marqués,  é  cerrado 
el  proceso  y  visto  por  el  Rey  y  por  su  alto  Conse- 
jo, el  Rey  dio  en  él  su  sentencia  definitiva,  en  la  que 
se  contenian  muchas  cosas  y  cláusulas,  diciendo 
que  merocia  muerto,  empero  que  por  los  servicios 
del  Oran  Capitán,  su  tio,  se  la  reservaba,  y  conde- 
nólo on  destierro  de  Córdoba ,  que  por  toda  su  vida 
no  entrase  mas  on  ella,  é  quitóle  la  tenencia  de  An- 
tequera é  todas  las  otras  cosas  é  juros  que  tenia  de 
la  Corona  Real,  é  tomóle  las  fortalezas  todas  do  su 
tierra,  é  puso  alcayde  por  sí  en  ellas,  é  mandóle  que 
no  entrase  en  sus  tierras,  y  fuese  desterrado  de  ellas, 
tanto  cuanto  fuese  la  voluntad  de  la  Reyna  su  lija, 
é  suya  del,  é  mandó  derribar  la  fortaleza  de  Monti- 
11a,  donde  el  pesquisidor  fué  preso,  por  cuanto  en 
ella  fué  fecha  cárcel  privada,  é  que  nunca  mas  fue- 
se reedificada,  é  ansí  fué  luego  fecho,  que  la  derri- 
baron totalmente  por  el  suelo,  y  condenaron  mas 
al  Marqués  en  todas  las  costas  que  se  hablan  fecho 
en  venir  desde  Burgos  hasta  acá  con  toda  aquella 
gente  á  su  causa,  que  montaron  muchos  cuentos  de 
maravedís.  El  Rey  se  sintió  mucho  del  Marqués, 
porque  tenia  deudo  con  él  y  lo  habia  casado  con  su 
prima,  hija  de  Don  Enrique  Henrriquez;  y  de  otra 
parte  estaba  de  él  muy  enojado  por  ciertas  vistas  é 
ligas  á  que  se  ayuntaron  él  é  el  Conde  de  Urefia,  é 
el  Duque  de  Medina,  é  el  Conde  de  Cabra,  cuando 
falleció  el  Rey  Don  Phelipe,á  las  cuales  Don  Luis 
Ponco  de  León ,  que  gobernaba  la  casa  del  Duque 
de  Arcos,  Marqués  de  Zahara,  su  hijo,  aunque  fué 
llamado  no  quiso  ir :  de  las  quales  vistas  se  publicó 
que  ellos  no  eran  contentos  que  él  volviese  á  go- 
bernar á  Castilla,  é  que  si  vieran  tiempo  é  lugar  é 
se  hallaran  tan  poderosos  para  ello,  le  impidieran  la 
entrada ;  é  de  todas  estas  cosas-  el  Rey  tenia  infor- 
mación, é  de  que  vino  en  esta  Andalucía,  se  infor- 


i 


DOfiA  ISABEL.  736 

mó  mejor  é  supo  muy  bien  el  que  lo  quiso  bien,  ó 
quien  no  lo  queria.  Decíase  que  la  causa  porque  el 
Marqués  tenia  riguridad  contra  el  Rey  era  por- 
que no  mató  todos  los  moros  de  Sierra  Bermeja, 
cuando  mataron  al  muy  noble  é  esforzado  caballe- 
ro Don  Alonso  de  Aguilar,  su  padre;  y  fecho  lo  su- 
sodicho, el  Rey  y  la  Reyna  de  Aragón  é  el  Infante 
Don  Fernando  su  nieto  é  toda  su  corte  é  caballería 
é  gente,  se  partieron  de  Córdoba  é  vinieron  para 
Sevilla  por  Écija  y  Carmena. 

CAPÍTULO  COXVIL 
De  eomo  el  Rey  Tino  i  Se? illa,  6  de  lo  qae  ende  leaeeld. 

Entró  el  Rey  Don  Femando  en  Sevilla  de  esta  ves 
con  la  Reyna  de  Aragón,  su  muger,  é  con  el  Infan- 
te su  nieto,  á  28  días  de  Octubre,  dia  de  los  Apósto- 
les San  Simón  y  San  Judas,  afio  de  1508  susodichO| 
donde  les  fué  fecho  un  muy  solemne  é  muy  honra- 
do recibimiento  por  la  Ciudad  é  por  el  Arzobispo 
Don  Diego  Deza,  que  lo  era  de  la  mesma  ciudad,  é 
por  los  canónigos  é  clerecía,  que  lo  recibieron  con 
una  muy  solemne  procesión,  é  la  ciudad  tenia  fe- 
chos trece  arcos  triunfales  de  madera  muy  altos, 
cubiertos  y  emparamentados  muy  ricamente  desde 
la  puerta  de  Maoarena  por  donde  entraron  hasta  la 
Iglesia,  y  en  cada  uno  estaba  pintada  é  por  letras 
una  de  las  victorias  pasadas  habidas  por  el  Rey  Don 
Fernando,  que  era  cosa  maravillosa  de  ver,  por  de- 
bajo de  los  quales  arcos  el  Rey  y  todos  pasaron  ó 
fueron  fasta  la  Iglesia,  ó  dende  se  fueron  á  aposen- 
tar á  los  Alcázares,  é  la  mayor  parte  de  la  gente  de 
armas  se  fueron  á  aposentar  á  Alcalá  de  Gua- 
dayra,  é  los  ginetes  á  Alcalá  del  Rio,  é  á  otros  lu- 
gares de  enderredor  de  Sevilla ;  los  mas  de  los  ar- 
tilleros y  escopeteros  y  gente  de  á  pié  que  venían 
á  la  Suiza  posaron  en  Utrera,  y  muchos  se  aposen- 
taron de  unos  y  de  otros  en  Sevilla  y  en  Tríana. 

Luego  el  Rey  entendió  en  la  gobernación  de  la 
Casa  de  Niebla  é  Medina,  é  envió  á  mandar  á  Don 
Pedro  Girón,  hijo  del  Conde  de  Urefia,  yerno  del 
Duque  Don  Juan,  que  no  gobernase  por  ciertas  que- 
jas que  de  él  tenia  é  informaciones,  é  porque  el 
Rey  traia  en  voluntad  de  tomar  seguridad  de  la 
casa  de  Niebla  sobre  los  cercos  de  Gibraltar  do  que 
estaba  escandalizado  contra  ella,  é  por  las  vistas  ó 
ligas  que  en  esta  Andalucía  habían  fecho  cuando 
murió  el  Rey  Don  Phelipe,  estando  en  la  Italia ;  ó 
traia  ordenado  de  tomar  rehenes  on  seguridad  do  las 
fortalezas  de  Vejer  é  Sanlúcar  é  Huelva,  é  antes  que 
viniese  á  Sevilla,  las  envió  á  demandar  á  Don  Pedro 
Girón,  mandándole  que  las  entregase  á  Don  Ifiigo 
deVelasco,  Asistente  de  Sevilla;  é  Don  Pedro  de 
Girón  tuvo  manera  por  no  las  dar,  de  velar  á  su  cu* 
fiado  el  Duque  de  Medina  que  estaba  desposado  con 
su  hermana,  é  desque  lo  veló,  dijo  que  el  Duque  era 
casado,  é  que  él  era  sefior  de  lo  suyo,  que  á  él  se  las 
demandasen,  é  Don  Ifiigo  se  volvió  á  Sevilla  sin  las 
tomar;  é  como  el  Rey  fué  en  Sevilla  después  que 
envió  Don  Pedro  Girón  que  no  gobernase,  le  envió  á 
llamar  á  él  é  al  Duque  su  cufiado  á  Medina,  donde  es* 


•  i 


73é 


ÓBÓNiOAS  DE  LOS  BXtSB  DB  GASTltt  A. 


tabaiiy  lofl  qaales  dilatabao  eo  U  veDida,  é  no  que- 
rían Tonir  hasta  que  por  ciertas  penas  que  el  Rey  les 
poso,  OTÍeron  de  venir  y  parecieron  ante  el  Bey.  B 
el  Rey  recibió  muy  bien  al  Duqne,  y  no  quiso  hablar 
á  Don  Pedro  Qiron,  y  laego  entendieron  en  los  ne- 
gocios, y  el  Rey  destorró  á  Don  Pedro  Qiron,  y  le 
mandó  que  se  fuese  de  la  ciudad,  y  mostró  muy 
buen  gesto  y  semblante  de  amor  al  Duqne ;  y  de 
esto  ovo  gran  zelo  Don  Pedro  Girón,  porque  yu1« 
garmente  se  decía  que  porque  el  Duque  y  el  Conde 
de  Urefia  hablan  fecho  aquellos  casamientos  que 
trocaron  hijo  y  hija  por  hijo  y  hija,  con  intención 
de  liga  y  parcialidad,  sin  licencia  de  la  Ck>rona 
Real,  de  lo  que  á  la  Corona  Real  le  venia  dafio  é  in- 
conveniente, que  él  requería  descasar  al  Duque,  pues 
era  muchacho,  é  no  de  edad  para  mnger ,  é  lo  que- 
ría casar  con- una  su  nieta,  fija  del  Arzobispo  de  Za- 
ragoza, y  con  este  temor  lo  había  sacado  de  Osuna 
el  diohp  Don  Pedro  Qiron  ;  é  siendo  el  Duque  de 
trece  alios,  é  mozuelo  endeble,  lo  llevó  á  Medina,  é 
lo  hizo  velar  con  su  hermana,  ó  como  el  Rey  lo 
mandó  ir  de  la  ciudad,  luego  pensó  lo  que  después 
hizo,  y  Don  Pedro  Girón  se  fué  á  las  Cuevas  esa  no- 
che del  día  que  el  Rey  lo  mandó  ir,  é  el  Duque  dan- 
zó en  el  Palacio  del  Rey,  é  ovo  mucho  placer  esa 
noche  ante  el  Rey  y  la  Reyna  y  las  damas,  y  se  des- 
pidió bien  noche,  y  se  fué  á  su  casa.  E  estando  toda 
la  gente  acostada  é  segura,  salió  Don  Pedro  Girón 
del  Monasterio  de  las  Cuevas,  é  pasó  en  un  barco,  ó 
vino  al^Duque  donde  estaba  en  la  cama,  y  fizólo  le- 
vantar, é  fué  antes  que  se  acostsse ,  é  en  fin  le  dijo 
que  había  sabido  que  el  Rey  le  quería  cortar  la  ca- 
beza por  lo  de  Gibraltar,  é  por  otras  cosas,  que  le 
convenia  huir  con  la  vida,  é  como  quiera  que  ello 
fué  él  lo  sacó  huyendo  á  Portugal ,  é  llevó  consigo 
su  ayo  Juan  Ortiz  de  Guzman;  é  |tal  priesa  dieron 
al  camino,  que  nunca  los  pudieron  alcanzar,  aunque 
salieron  de  la  ciudad  por  todos  los  caminos  con  asaz 
priesa  y  diligencia  por  mandado  del  Rey;  y  luego 
el  Rey,  visto  esto,  envió  llamar  á  todos  los  Alcaydes 
de  la  tierra  del  Duque,  é  vinieron  todos,  salvo  el  de 
Niebla,  que  no  quiso  venir,  é  demandóles  las  for- 
talezas, é  todos  fueron  obedientes,  é  se  las  entrega- 
ron, é  puso  en  cada  una  de  ellas  el  Rey  un  Alcayde 
por  la  Reyna  su  hija,  é  por  sí ;  é  envió  á  Don  Ifiígo 
de  Velasco,  Asistente  de  Sevilla,  á  requerir  á  el  Al- 
cayde de  Niebla,  é  no  quiso  dar  la  fortaleza,  di- 
ciendo, que  no  podía  darla  sin  mandado  del  Duqne 
su  sefior,  é  el  Rey  envió  á  el  Alcayde  Mercado,  para 
que  se  la  demandase  por  autos  de  Justicia ,  al  qual 
tampoco  le  quiso  dar  la  fortaleza  ni  la  villa ,  antes 
fizo  cerrar  las  puertas  de  la  villa  y  guardalla ,  y  el 
Alcayde  hizo  sus    requerimientos  y  pregones,  y 
asignóles  tiempo  á  los  Alcaldes  y  regimiento  de  la 
villa  en  que  se  ovieson  de  dar  so  pena  de  muerte,  ó 
al  Común ,  eso  mesmo,  é  el  Alcayde  á  todos  aperci- 
bió é  asignó  tiempo,  lo  qual  todos  pasaron,  y  desque 
esto  vido  envió  á  Utrera  por  la  gente  de  pié  que 
andaban  á  la  suiza,  especialmente  por  los  que  ende 
habían  quedado,  que  muchos  de  ellos  eran  idos  al 
fiocorro  de  ArciUi  que  estaba  cercada  de  mqros,  é 


fueron  sobre  Niebla,  é  ana  madnigada  la  entraioii 
mil  y  quiniontoe  hombres  de  aquellos  snizofl,  é  Uk 
metieron  á  sacomano,  ó  robaron  cuanto  en  ella  ha- 
bía, é  el  Alcalde  de  Mercado  entró  con  ellos,  é  pren- 
dió los  Alcaldes  y  Regidores  de  la  villa,  é  ahoro6 
seis  hombres  de  ellos,  porque  rebelaron  al  manda- 
miento del  R^,  é  desque  esto  vido  el  Alcayde  hizo 
su  partido  y  dio  la  fortaleza  al  Rey ;  y  la  gente  de 
la  suiza  que  son  los  peones,  que  entraron  en  la  villa, 
se  volvieron  á  Utrera  todos,  cargados  de  robo,  y  al- 
gunos que  tomaron  oro  y  plata  en  gran  soma,  fné- 
ronse  huyendo  con  ellos,  que  nunca  mas  parecieron* 
E  siendo  la  villa  de  Niebla  robada  y  afrentada,  é 
desventurada,  é  muchos  vecinos  de  ella  perdidos 
para  siempre  sin  remedio,  é  muchas  mugares  infa- 
madas, y  no  supieron  por  qué  pecados  los  vino  tan- 
to mal ;  el  Rey  puso  Alcayde  por  la  Corona  Real,  ea 
la  fortaleza,  como  había  fecho  en  las  otras  fortale- 
zas, é  dio  el  cargo  de  la  gobernación  de  la  tierra  del 
Duque,  al  Arzobispo  é  á  otros  dertos  caballeros  de 
la  ciudad.  Todo  esto  acaeció  en  el  mes  de  Noviem- 
bre de  1508  años,  estando  el  Rey  Don  Femando  ea 
SevUla. 

CAPÍTULO  ocxvm. 

0«  AreUa. 

En  este  medio  tiempo  que  el  Rey  estaba  en  Sevt« 
lia,  vino  el  Rey  de  Fes  con  mas  de  cuarenta  mil 
moros  sobro  la  villa  de  Arcila ,  y  como  los  christia- 
nos  salieron  ¿  pelear  y  defender  la  villa,  los  moros 
los  dieron  tanta  priesa,  que  volvieron  á  huir,  é  se 
metieron  en  la  villa,  y  los  moros  á  las  vueltas  con 
ellos,  é  los  christianos  se  retrajeron  á  la  fortaleza, 
y  ovieron  harto  que  hacer  en  se  defender  en  ella,  é 
los  moros  robaron  la  villa,  é  la  aportillaron  toda  por 
muchas  partes,  é  tuvieron  ceroo  á  la  fortaleza  cerca 
de  quince  dias,  desde  el  dia  de  Todos  Santc*s  qua 
entraron  en  la  villa,  é  tiráronle  muchos  tiros  da 
lombardas  grandes  é  chicos,  en  que  le  fioieron  asas 
dafio,  é  la  tomaran  si  no  fuera  por  el  Conde  Pedro 
Navarro  que  acudió  con  el  Armada  Real,  que  se  ha- 
lló en  la  mar  de  hacia  Oran,  donde  el  Rey  Don  Fer** 
nando  le  mandaba  estonces  andar.  Eso  mesmo  so<« 
corrió  luego  Ramiro  de  Guzman,  Corregidor  de  Xe-^ 
rez,  con  gente  del  dicho  lugar  de  Xerez  y  de  Cádia 
y  del  Puerto,  é  el  Rey  socorrió  con  la  gente  de  ar^ 
maséginetes  desde  Sevilla,  empero  pararon  loa 
mas  en  Xerez,  é  en  el  Puerto,  é  en  Lebrija,  é  alga^ 
nos  pasaron  hasta  allá,  y  cuando  llegaron  ya  eran 
los  moros  fuera  de  la  villa,  é  alejados  algo  de  ella 
que  con  el  artillería  de  la  armada  Real  de  Castilla 
les  dieron  desde  la  mar  y  desde  la  fortaleza  tanta 
priesa,  que  ovieron  de  salir  de  la  villa,  y  alejarse. 
Dejaron  la  villa  muy  destruida  y  derribada ;  de  loa 
christianos  no  mataron  ni  llevaron  sino  muy  pocoS| 
porque  se  acogieron  á  la  fortaleza,  é  como  los  mo- 
ros fueron  fuera  de  la  villa,  luego  los  christianoa 
dieron  prisa  en  adobar  é  fortalecer  la  fortaleza,  y 
el  Conde  Navarro  ni  los  otros  que  allá  pasaron  al 
socorro,  se  movieron  de  allí  fasta  que  la  dejaron  átm 


bON  l'BRNANBO 

f ett8Íl>le|  i  la  gexAé  dé  amiM  é  ginetes,  y  bqIsos  que 
no  pasaron  tampoco  ^  no  Tolvieron  á  Sevilla  fasta 
que  la  fortaleza  de  Arcila  fué  adobada,  é  le  vino 
gente  de  Portugal  de  refresco,  é  quedó  á  buen  re- 
cando.  B  vuelta  la  gente  del  socorro ,  el  Rey  é  su 
Corte  se  partieron  para  Castilla,  y  quedó  él  Gran 
Capitán  en  8eTÍll%  é  dende  á  pocos  dias  se  fué  en 
pos  del  Rey.  El  desbarato  de  Niebla  acaeció  mien- 
tras la  gente  era  ida  al  socorro  de  Arcila,  é  todas  es- 
tas cosas  acaecieron  en  el  dicbo  mes  de  Noviembre 
del  dicho  alio  de  1508« 

CAPÍTULO  ccxn. 

De  1«  tomi  de  Oni. 

Uandó  el  Rey  Don  Femando  en  comienzo  del 
afio  de  1509  ordenar  y  facer  dos  armadas ;  la  una 
envió  en  favor  del  Papa,  é  por  su  mandado  á  Ñi- 
póles contra  venecianos,  porque  estaban  en  algunas 
cosas  rebeldes  al  Papa,  é  no  le  querían  dar  las  tier- 
ras que  tenian  de  la  Iglesia,  é  para  esto  porque  no 
podia  con  ellos,  invocó  contra  ellos  al  Rey  de  Fran- 
cia, y  al  Rey  Don  Femando ;  é  el  Rey  de  Francia 
fué  en  persona,  porque  se  le  seguia  interés,  que  diz 
que  le  tenian  á  él  tomadas  muchas  tierras  del  Duca- 
do de  Milán ,  y  el  Papa  fizo  sn  ejército  contra  los 
dichos  venecianos  por  la  tierra,  y  el  Rey  Don  Fer- 
nando envió  cinco  mil  hombres  en  ocho  naos  é  ca- 
torce galeras ;  é  envió  la  dicha  armada  á  su  Reyno 
de  Ñápeles,  para  que  de  allí  estnbiesen  al  manda- 
miento y  servicio  del  Papa,  como  adelante  se  dirá 
de  lo  que  en  este  tiempo  acaeció  en  Italia, 

La  otra  fué  bien  aventurada  armada  para  allen- 
de, contra  los  moros  del  Reyno  de  lYemecen,  enemi- 
gos de  nuestra  santa  feé  Cathólica,  y  fué  una  muy 
hermosa  y  grande  armada,  y  el  Cardenal  de  Espafia, 
Arzobispo  de  Toledo,  Don  Fray  Francisco  Ximenez, 
f  rayle  de  la  orden  de  San  Francisco,  hombre  de  san- 
ta vida  y  loables  exemplos,  por  facer  servicio  á 
Dios  gastando  de  sus  thesoros,  quiso  tomar  el  cargo 
de  la  capitanía  de  esta  armada,  é  el  Rey  Don  Fer- 
nando se  la  concedió,  é  fueron  con  él  ciertos  con- 
des, é  nobles  capitanes,  é  el  Conde  Pedro  Navarro 
por  capitán  mayor  de  la  armada  Real,  debajo  de  la 
capitanía  del  dicho  Arzobispo,  é  recojieron  la  gen- 
te en  Cartajena,  é  allí  se  embarcaron ,  y  de  allí  par- 
tió el  Arzobispo  con  la  grada  de  Dios ,  con  toda  el 
armada  de  naos  é  galeras,  é  fustas  é  navios  en  que 
fueron  mas  de  ocho  rail  hombres  de  pelea,  de  hom- 
bres de  armas  é  jinetes,  é  infantería  á  la  suiza,  con 
mucha  y  muy  buena  artillería  y  muchos  manteoi- 
mientos,  y  todos  de  muy  buena  gana  de  pelear  con 
los  moros,  por  servir  á  Dios  y  acrecentar  su  feé  Ca- 
thólica, é  partieron  del  puerto  de  Cartagena  en  diez 
y  seis  dias  de  el  mes  de  Mayo,  afio  susodicho  de 
1609  afios.  Miércoles,  con  próspero  tiempo  é  viento; 
é  otro  dia  Jueves  día  de  la  Ascención  de  Nuestro  Re- 
dentor, llegaron  é  tomaron  puerto  en  Mazarquivir, 
é  el  Cardenal  é  los  Condes  é  capitanes  dieron  forma 
de  lo  que  con  la  ayuda  de  Dios  otro  dia  Viernes  de- 
bían facer;  é  otro, dia  antes  de  amanecer |  la  infan- 
Or.-^m, 


¿  DO^A  ÍSAfeBÍi.  Üft 

tería  se  comenzó  á  desembarcar,  y  á  las  diSB  del  dia 
estaban  desembarcados,  y  se  ficieron  quatro  esqua- 
drones  de  gente  de  mas  de  dos  mil  hombres  cada  ^ 
uno,  toda  la  infantería ;  la  gente  de  á  caballo  no 
pudo  tan  aina  desembarcar,  y  dábanse  priesa  é  no 
con  mucho  concierto;  y  entre  tanto  el  Cardenal  des- 
embarcó y  entró  en  la  Iglesia  de  Mazarquivir  y 
hizo  oración,  é  de  allí  fué  á  la  posada  é  comió  un 
poco  bien  depriesa  con  harto  cuidado ,  y  desque  ovo 
comido  cabalgó  en  una  muía,  é  un  Frayle  suyo  con 
él,  en  otra,  que  decian  Fray  Francisco  Rala ,  é  f  ne- 
rón todos  los  suyos  con  él  á  caballo,  é  armados,  éla 
Cruz  delante,  é  salió  al  campo  de  los  christianos  é 
santiguólos,  é  dióles  á  todos  la  bendición,  é  mandó 
mover  laa  batallas,  ó  mandó  que  la  gente  de  á  ca- 
ballo se  pusiese  en  orden,  que  andaban  mal  ordena- 
dos á  causa  del  desembarcar,  y  los  moros  estaban 
puestos  en  forma  para  pelear  y  muy  cerca,  y  en  los 
christianos  habia  harta  tardanza  en  aparejarse,  nnos 
en  ir  tras  la  infantería ,  otros  en  desembarcar  sus 
caballos  é  armas.  B  el  Cardenal  mandó  poner  guar- 
das en  unos  llanos  de  sierra  que  atraviesan  entre 
Mazarquivir  é  la  sierra  grande  de  Oran,  que  iban  á 
combatir ;  y  esto  proveído  ya  se  hacia  tarde,  y  el 
Cardenal  así  por  importunidad  de  algunos,  como  por 
sentirse  cansado  é  flaco,  se  volvió  á  Mazarquivir,  y 
dende  allí  peleaba  muy  fuertemente,  como  á  su  há- 
bito y  orden  pertenecía ,  hincado  de  rodillas,  y  laa 
manos  alzadas,  demandando  á  Dios  victoria,  como 
hacia  Moyses  cuando  era  caudillo  de  los  fijos  dé 
Israel*,  que  oraba  las  manos  alzadas,  y  cada  ves  ' 
que  esto  hacia  vencían  los  fijos  de  Israd  á  sus  ene- 
migos, é  el  Cardenal  tenia  sus  atalayas  amparadas, 
é  cada  hora  sabia  lo  que  se  hacia  en  la  pelea.  Los 
moros  tenian  tomada  la  sierra  y  el  paso  y  el  agua; 
y  eran  primero  hasta  doce  mil  de  á  pié  é  de  á  caba- 
llo, é  cada  hora  se  allegaban  mas  sin  el  socorro  quo 
esperaban  de  Tremecen,  é  los  christianos  sacaron 
el  artillería  é  no  toda  ni  aun  mayor  de  nada,  é  con 
aquella  lea  tiraban  é  facían  harto  daño  é  otros  esca- 
ramuceaban con  ellos  por  las  aldas  de  la  sierra  ¡  é 
ansí  poco  á  poco  los  fueron  retrayendo  y  cobraron 
tierra  fasta  un  pilar  de  agua  muy  fermoso  donde 
toda  la  gente  bebió  é  se  esforzó  mucho ;  é  dénda 
adelante  al  pié  de  lo  mas  agro ,  cabe  nnos  higuera- 
les y  torres  en  bajo  de  la  sierra,  asentaron  el  arti- 
llería, é  de  allí  hicieron  gran  dafto  en  los  moros  é  les 
pusieron  gran  miedo,  é  de  allí  pelearon  con  ellos  é 
les  tomaron  la  sierra  por  fuerza  de  armas,  é  mataron 
muchos  moros ,  é  también  recibiendo  algún  dafio, 
empero  muy  poco.  E  la  sierra  tomada,  descubrieron 
sobre  Oran,  é  los  moros  comenzaron  de  huir  hacia 
Oran  y  pusiéronse  todos  en  huida,  é  los  christianos 
siguieron  en  pos  de  ellos  sin  orden  y  concierto,  der- 
ribando y  matando  cada  uno  como  mas  pedia  cor- 
rer,y  ansi  la  gente  de  los  christianos  estendida^ 
parecía  mucho  mas  de  lo  que  era;  y  llamando  á 
Dios  por  valedor,  é  á  Santiago  por  capitán,  los  chris- 
tianos con  tanta  priesa  siguieron  á  los  moros,  que 
no  los  dejaron  entrar  en  la  ciudad,  salvo  muy  po- 
cos. El  Aloayde  moro  acudió  á  sn  Alcazaba,  y  el 

41 


7$é 


OHÓNIOAS  DÉ  tos  BÉTES  Dfi  CASTILLA. 


■oU  Alc«yde  que  había  dejado,  nunca  pudo  hallar 
laa  llavee  de  la  puerta  para  abrir,  y  ansí  se  hubo  de 
ir ;  é  loa  christianos  tomaron  laa  puertas  de  la  ciu- 
dad 7  de  ellos  entraron  por  ellas,  y  de  ellos  escala- 
ron los  muros,  é  tomaron  la  ciudad,  y  pelearon  algo 
dentro,  especialmente  en  las  meequitas  y  casas  fuer- 
tes. Algunos  de  los  christianos  siguieron  por  las 
huertas  el  alcance  en  pos  de  los  moros  que  iban  hu- 
yendo con  sus  mugeres  é  haciendas,  é  retomaron  los 
moros  sobre  ellos,  ó  mataron  Yeinte  y  tres  hombrea. 
B  ya  que  estaba  ganada  alguna  parte  de  la  ciudad, 
laa  galeras  llegaron  por  las  marinea,  y  de  la  ciudad 
los  moros  les  tiraban  grandes  tiros,  y  de  las  galeras 
tiraban  á  la  ciudad,  y  de  un  tiro  que  las  galeras  ti- 
raron, derribaron  la  mejor  pieza  de  artillería  que 
los  moros  tenían ,  con  que  les  tiraban ,  é  salió  mucha 
gente  de  las  galeras  por  la  playa,  y  escalaron  y  en- 
traron por  un  cabo  de  la  ciudad ,  é  tomaron  el  Al- 
casaba  ¿  toda  la  ciudad  los  christianos,  antes  que 
anocheciese.  Murieron  de  moros  é  moras  mas  de 
cuatro  ó  cinco  mil ,  é  fueron  cautivos  mas  do  otros 
tantos.  Valió  el  despojo  ó  cabalgada  que  se  tomó  en 
Oran,  según  decían,  mas  de  quatrodentos  mil  du- 
cados; fué  todo  sacomano,  é  escala  franca,  que  cada 
uno  fué  seftor  de  lo  que  tomó;  é  oto  hombre  que 
tomó  mas  de  dies  mil  ducados,  é  los  soldados,  é  los 
tambores  traían  las  manos  llenas  de  doblas  de  oro  é 
las  jugaban  como  si  fueran  blancas.  E  había  tantos 
moros  muertos  por  las  calles,  é  por  los  huertos  de 
Oran,  que  no  había  quien  pudiese  andar  por  ellas, 
hasta  que  loa  echaron  fuera. 

Ovo  en  esta  tomada  de  Oran  grandes  milagros  ó 
misterios  en  esto  santo  pasage,  que  ansí  para  la  ida 
como  para  la  vuelta,  que  el  Arzobispo  volvió,  no 
parecía  sino  que  él  llevaba  el  viento  que  era  me- 
nester en  la  manga,  que  tal  cual  lo  quería,  tal  se  lo 
daba  Dios ;  é  ansí  lo  decían  públicamente  los  mari- 
neros ;  y  al  tiempo  de  combatir  la  sierra ,  estando  en 
lo  alto  de  ella  mas  de  quince  mil  moros,  pareció 
sobre  ellos  una  niebla  negra  que  loa  cubrió,  y  es- 
tando claro  el  día  sobre  los  christianos,  salió  un 
puerco  jabalí  muy  fiero,  y  ovo  quien  dijo :  á  él ,  i 
él  que  Mahomad  es,  é  corrieron  tras  de  él  é  matá- 
ronlo. 

E  estando  allí  los  moros  sobre  la  sierra,  vinieron 
multitud  de  buitres  bolando,  é  anduvieron  sobre 
ellos  á  vista  de  los  christianos;  y  aquel  dia  al  ver 
de  los  christianos  é  los  moros ,  les  pareció  ser  mayor 
dia  que  ninguno  de  loa  otros  días,  é  ansí  lo  confe- 
saban los  moros,  y  algunos  de  ellos  demandaron 
bautismo,  de  los  que  se  tomaron  cautivos.  E  al 
tiempo  que  la  ciudad  se  tomó  fueron  vistos  por  al- 
gunos christianos  dos  arcos  muy  grandea  y  altos, 
como  los  arcos  pluviales,  é  lo  sohristianos  tuvieron 
tan  grande  esfuerzo  y  osadía,  siendo  mucho  menos 
que  los  moros,  y  tan  de  ligero  escalaron  y  entraron 
la  ciudad,  y  por  tales  cabos,  haciendo  de  las  picas 
.escalas,  y  unos  de  otros i  que  después  de  hecho,  es- 
taban en  sí  atónitos  y  maravilladoa  cómo  pudieron 
subir,  y  probaban  á  subir  y  á  escalar  en  la  primera 
inauerai  y  era  imposible  el  poderlo  hacer^  y  no  lo 


podían  hacer,  porque  á  Domino  facknm  e$t  i$htd^  et 
eií  mirabiU  in  oculii  noiirii^  sel.,  guia  numu$  Dommi 
erai  eum  iUii. 

Tenían  los  moros  en  Oran  mas  de  sesenta  piezas 
de  artillería  y  dos  artilleros  christianos,  los  quales 
ellos  tenían  para  quemar,  porque  no  habían  hecho 
bien  unas  piezas.  Redimiéronse  allí,  y  salieron  hasta 
trescientos  christianos  que  estaban  cautivos :  el  al- 
crebite  é  monición  que  tenían  de  artillería,  valían 
mas  de  tres  mil  ducados.  La  ciudad  es  grande  y 
muy  gentil,  y  de  muy  singularea  casas,  todas  de 
terrados,  y  muy  espesas,  y  las  calles  angostas  y  de- 
fensibles;  y  la  ciudad  muy  adarvada  y  defensible 
está  en  puerto  de  mar  y  playa ;  tiene  muchas  y  muy 
buenas  aguas,  y  seis  paradas  de  molinos,  é  un  ar- 
royo que  corría  al  rededor  de  la  ciudad ;  tiene  tan- 
tas y  tales  huertas,  que  parecen  un  paraíso;  tiene 
campiña  y  sierra  la  mejor  que  en  Bspafia  puede  te- 
ner ciudad. 

CAPÍTULO  OOXX. 

De  It  batolla  qae  oTleroa  fnneetes  é  veaedinot. 

Sabiendo  los  venecianos  que  el  Rey  de  Francia  iba 
en  persona  sobre  ellos ,  y  el  Papa  por  la  otra  parte 
les  daba  guerra  con  su  ejército  é  gente  de  guerra, 
contra  la  qual  gente  del  Papa  ellos  no  querían  pe- 
lear, para  su  defensa  ficieron  é  allegaron  un  gran 
ejército  de  gente  de  armas  é  de  guerra,  é  pusieron 
en  él  por  Capitán  general  al  Conde  de  Petiilano,  é 
después  de  él  á  Bartholomé  de  AlbanÍ0|  un  esforza- 
do caballero;  é  estando  en  el  Cremonés  en  vera  da 
na  gran  rio  que  se  llama  el  Poo,  estando  con  su 
ejército  en  campo  por  defender  la  pasada  al  ejército 
francés,  é  creían  que  no  pudiera  pasar;  é en  la  parte 
por  donde  mejor  se  podía  vadear  tenían  puesta  el 
artillería  é  gran  guarda,  é  los  franceses  hicieron 
tres  puentes  de  madera  en  otra  parte,  muy  grandes, 
é  echáronlos  al  rio  en  preaenda  del  Rey,  é  pasó  \m 
gente  do  armas,  é  de  guerra,  é  el  fardaje  estuvo 
quedo  que  no  pasó;  é  como  lo  capitanes  venecianos 
sintieron  que  la  gente  francesa  pasaba,  alzaron  su 
real,  y  por  presto  que  se  levantafon,  ya  era  la  ante- 
guarda y  caballeros  ligeros  de  franceses  con  ellofl| 
de  manera  que  f  acian  dafio  en  la  retaguardia  de 
venecianos  donde  iba  el  Sefior  Bartholomé  de  Al- 
banio,  el  qual ,  viendo  el  dafio  que  su  gente  recibin, 
envió  á  decir  al  Conde  de  Petiilano  que  iba  en  la 
delantera ,  que  esperase  para  que  juntamente  fioie- 
sen  rostro,  porque  de  otra  manera  se  perderían,  é 
que  mas  v|lia  pelear  que  no  ponerse  en  huida ;  y 
ansí  se  hizo,  que  volvieron  sobre  los  franceses  é  hi- 
cieron dafio  en  ellos,  é  los  retrajeron  haata  donde  es- 
taba la  persona  misma  del  Bey,  y  estonces  el  Rey 
eaforzó  su  gente  diciéndoles  lo  que  en  tal  tiempo 
convenia,  y  él  mesmo  entró  en  la  batalla  con  ellos 
de  manera  que  se  volvieron  las  batallas  unas  con 
otras,  é  la  pelea  fué  bien  refiida  por  ambas  partee, 
é  los  franceses  eran  muchos,  é  fueron  vencedores,  é 
mataron  mas  de  ocho  mil  hombres  de  los  venecia- 
nos, é  prendieron  muchos,  é  fué  preso  el  ca|^itai| 


tos  ÍERNANDO 

Bariholoiiii  Albanio  con  quatro  ó  cinco  heridas,  y  el 
Bey  lo  quiso  Ter,  á  le  mostró  macho  amor,  y  lo 
mandó  onrar  oon  gran  diligencia  é  los  franceses 
cogieron  el  campo  donde  OTieron  muchos  caballos, 
6  armas,  é  artillería,  6  otras  mnohas  cosas,  é  oomen- 
saron  de  seftorear  por  allí,  é  tomar  las  tiendas  qne 
los  Tenecianos  tenian  en  campafia.  El  Papa  desqae 
supo  esto  en  Roma,  mostró  mucho  placer  de  ello,  é 
00  fícieron  en  Roma  muchas  laminarías  é  otras  se- 
fieles  de  alegría. 

CAPÍTULO  COXXI. 

De  el  ejército  étí  Pipii 

Antes  de  lo  susodicho,  quiso  nuestro  sefior  el 
Papa  Julio  Segundo  justificarse  con  venecianos, 
contra  los  quales  puso  un  monitorio  penal,  é  des- 
pués su  Santidad,  no  cumpliendo  con  él,  envió  su 
ejercito  contra  ellos,  en  qne  habia  nueve  cientos 
hombres  de  armas,  é  mil  y  quinientos  caballos  lige- 
ros, é  sois  mil  peones,  estos  pagados,  sin  la  otra 
gente  de  la  tierra  de  la  Iglesia;  é  principalmente 
pusieron  cerco  á  Faonsa,  aunque  primero  tomaron 
ciertos  lugares  allí  cercanos ;  y  durante  el  cerco  pa- 
saron muchos  reencuentros  en  que  los  venecianos 
ovieron  gran  dafio,  y  en  fin,  la  ciudad  de  Faenza  y 
la  fortaleza  se  dieron  al  Duque  de  Velino,  qne  era 
Gapitan  de  la  Iglesia  en  nombre  del  Papa,  é  habida 
esta  victoria,  luego  se  dieron  todos  los  lugares  co- 
marcanos; é  la  CSudad  de  Revena,  que  era  de  la 
Iglesia,  ovo  desbandes,  el  uno  se  levantó  diciendo 
Iglesia,  Iglesia,  y  la  parte  contraría  se  retrajo  á  la 
fortaleza,  y  lo  mismo  hicieron  en  Arímono,  y  el 
Cardenal  de  Pavía  estaba  allí  por  legado  con  el 
ejército  de  la  Iglesia,  é  los  venecianos  vinieron  á  él 
á  le  demandar  partida,  que  dejasen  ir  libres  los 
suyos  con  sus  bienes,  é  que  ellos  querían  dejar 
aquellas  tierras  á  su  Santidad  y  el  dicho  legado  en- 
vió la  embazada  á  el  Papa ,  y  el  Papa  para  responder 
hizo  congregación  dos  veces  con  todos  los  Carde- 
nales, é  en  fin,  el  Papa  se  contentó  del  partido  de 
aquello,  é  ansí  se  ovo  de  facer.  Empero  con  todo  eso, 
antes  de  acabado  de  concertar  por  parte  de  los  ve- 
necianos, se  interpuso  en  Roma  uni  apelación  de  la 
Munitoria  que  el  Papa  dio  contra  ellos  adfithgrum 
Qmcilium^y  también  contra  venecianos  se  publicó 
con  letras  M&re  ewim  la  excomunión  y  privación  é 
interdicto,  y  todo  lo  demás  que  se  contenia  en  la 
Munitoria  porque  pasó  el  tiempo  y  no  obedecieron 
ni  cumplieron  lo  que  mandó  su  Santidad. 

CAPÍTULO  COXXIL 

De  eoáelos  TenecUaot  te  hattilliroi  y  eierlbleroa  «1  Pipt. 

Los  venecianos  I  viéndose  vencidos,  é  viendo  que 
lee  era  vano  dar  cozes  contra  el  aguijen,  en  tener 
al  Papa  contra  ellos,  hicieron  cuenta  que  toda  la 
christiandad  del  mundo  era  sobre  ellos,  humillá- 
ronse y  enviaron  al  Papa  la  presente  carta  deman- 
dando misericordia  y  piedad  á  su  Santidad ,  en  esta 
manera; 


i  DO^A  ISABBt.  ISA 

•Al  Santísimo  y  beatísimo  t»  Chriiío  Padre  Julio  . 
por  la  Divina  Providencia,  de  la  Santa  Romana 
Iglesia  é  Universal  Sumo  Pontifico;  Leonardo  Lau- 
reano, Duque  de  Veneoia,  humilmente  besando  hu- 
mildes los  pies. 

sBeatísimo  Padre  y  Sefior  é  Sefior  nuestro  clemen- 
tísimo: muchas  veces  nos  habemos  esforzado  por 
cuantos  modos  y  maneras  ha  sido  posible,  en  espe- 
cial por  nuestras  cartas  diríjidas  á  los  Reverendí- 
simos Grímano  y  Comelio  CÜdenalee,  é  esas  muchas 
veces  repartidas,  de  declarar  oon  mucha  humildad 
y  reverencia  la  devotísima  obediencia  y  voluntad 
obseqüentísima  que  acerca  de  vuestra  Beatitud  te- 
nemos, y  también  de  notar  la  efectual  ejecución 
por  nos  puesta  en  el  restituir  todas  las  ciudades  y 
lugares  de  Roma,  suplicando  ser  restaurados  y 
recibidos  en  gracia  de  vuestra  Beatitud :  creemos 
nuestros  humildes  ruegos  y  voces  haber  llegado  á 
vuestros  santísimos  oidos ;  y  como  quier  que  vuestra 
benignidad  es  grandísima  con  todo  él  mundo,  ha- 
bemos habido  esperanzas,  esperamos  nuestro  ruego 
haber  sido  oido;  é  porque  aun  de  lo  susodicho  esta- 
mos en  alguna  inoertidumbre ,  no  bien  en  ello  con- 
firmados, kios  ha  parecido  por  la  presente  á  Vtra» 
Beatitud  dirijida,  sin  bascar  otros  medios,  oon  debida 
reverencia  notifioalle  nuestras  suplicaciones.  Sabe- 
mos  de  cierto  ser  notorio  á  vuestra  Santidad  en  que  es- 
tado é  gprado  se  ha  reducido  y  constituido  el  Estado 
Veneciano.  Remuévanse  yaiasentrafiasde  vuestra 
misericordia;  miémbrese  qne  está  aquí  en  la  tierra 
en  lugar  de  aquél  que  es  mucho  misericordioso,  el 
qual  nunca  desecha  de  sí  los  que  humildemente  á  su 
clemencia  recorren,  que  si  por  ventura  habemos 
algún  error  cometido,  la  pena  traspasó  todo  nuestro 
demérito;  como  quier  que  la  pena  ha  de  ser  confor- 
me é  igual  al  pecado,  ya  no  queremos  nuestros 
ruegos  justificallos,  ni  estar  en  justificación  de  ellos, 
antes  oonfiándonos  en  la  mucha  benignidad  de 
vuestra  Santidad,  la  qual  es  inmitadora  de  las  pi- 
sadas é  doctrinas  de  aquel  que  sobre  todos  los  otros 
es  demente  é  misericordioso,  séannos  abiertos  los 
mansos  oidoé  de  vuestra  Suitidad,  6  use  con  nos 
presto  de  su  misericordia ;  miémbrese  nosotros  haber 
sido  útiles  servidores  algunas  veces  á  la  Santa  Sede 
Apostólica.  Considere  cuánto  oro  é  sangre  contra 
loe  infieles  de  vuestros  venecianos  ha  sido  derrama^ 
da.  En  fin,  vuelva  los  piadosos  ojos  á  aquélla  nues- 
tra observancia  é  filial  piedad  con  la  cual  en  todo 
tiempo  habemos  proseguido  en  qualquier  estado  y 
y  causa  á  vuestro  servido;  por  todo  lo  qual  no  nos 
podemos  desandar  de  redbir  benignidad  y  grada 
de  vuestra  Santidad;  é  así  habemos  obedecido  con 
tiempo  é  primeramente  d  monitorio  de  vuestra  San- 
tidad, como  habemos  fecho:  la  mesma  mano  que 
nos  fizo  la  llaga,  esa  nos  cure.  Sea  notificada  esta 
nuestra  obediencia  á  todos  los  Principes  ohristianoa 
por  letras  é  brebes  de  vuestra  Santidad.  Cesen  ya  las 
armas  de  christianos  contra  ohrístianos  devotkimo« 
de  vuestra  Beatitud,  y  de  la  Santa  Sede  Apostólica^ 
Todo  lo  qual  como  es  conveniente  al  Vicario  de  Je^» 
suohristo  en  la  tierra  así  esperamos  |  ó  oon  mayo^ 


^. 


f■^ 

740 

esperaniA  j  oertidombre  MUrá  «n  yaeatra  Santidad, 
é  tanto  mas  oaanto  de  grandesa  de  ánimo  y  zelo  de 
la  f eé  excede  á  todos  loe  otros.  Nosotros  no  espera- 
mos ni  deseamos  otra  cosa  mas  ardientemente  de 
tomar  en  gracia  de  yaestra  Beatitud  é  serville  con 
todas  las  obras  á  nosotros  posibles,  lo  qaal  todo  lo 
susodicho  deseamos  mas  copiosa  é  abundantemente 
espUcar  en  presencia  é  por  palabras  de  nuestro  £m- 
'  bazador  cuándo  quier  que  entendamos*  ser  grato  á 
Tuestra  santidad.  Sin  medio  á  ello  euTiaremos.  Dada 
en  nuestro  ducal  palacio  de  Veneda  á  2  de  Junio 
Jmiidom  duodécima ,  de  1609  afios.  Qaspari  Secre- 
tario.» 

CAPÍTULO  OOXXIIL 

De  la  tomt  4e  Bofia. 

WrUÓ  él  Conde  Pedro  Navarro,  capitán  mayor 
de  la  armada  real  de  Espafia  de  Oran,  del  puerto 
de  Masarquivir,  el  día  de  San  Andrés  del  afio 
de  1509,  con  13  navios,  é  fué  derrotado  á  la  isla 
Formentera  que  es  despoblada,  y  está  cabe  Ibiza,  y 
atendió  y  estnbo  allí  hasta  el  dia  de  afio  nuevo, 
primero  de  Enero,  comienso  del  afio  de  1510 ;  é  allí 
se  llegaron  hasta  veinte  y  tres  navios  y  galeras,  y 
de  allí  partieron  con  la  gracia  de  Dios,  y  amane- 
cieron el  Sábado,  víspera  de  los  Beyes,  sobre  Bujía, 
y  entraron  quatro  naos  en  el  puerto  y  no  pudieron 
entrar  las  otras  hasta  después  de  medio  dia  dos  ho- 
ras. El  primero  que  saltó  de  la  nao  en  una  barca  ba- 
tel para  ver  la  disposición  del  puerto  é  de  la  du- 
dad,  fué  el  dicho  Conde,  y  tras  de  él  Diego  de  Vera, 
capitán  de  artillería,  y  mandó  tirar  de  las  naos  á  la 
dudad,  y  tiraron,  y  Así  mismo  tiraban  de  la  ciudad 
á  las  naos  los  moros  con  su  artillería,  y  tomóse  el 
Conde  á  su  nao;  y  á  la  media  nodie  fué  fecho  su 
-concierto.  Salió  la  gente  de  la  ficta  en  tierra,  é 
ficiéronse  en  dos  partes  bien  armados  y  aderesados, 
y  el  Conde  con  otros  Capitanes  fueron  á  combatir 
por  lo  bajo  de  la  ciudad,  por  la  puerta  de  la  mar,  y 
la  otra  gente  fueron  por  la  otra  parte  de  la  tierra,  y 
entraron  por  una  ladera  de  la  dudad  vieja,  que  está 
despoblada,  y  loe  unos  por  un  cabo  y  los  otros  por 
otro,  dieron  tan  gran  priesa,  é  tan  gran  combate,  é 
con  tan  crecido  esfuerzo  y  concierto,  que  escalando 
la  dudad  entraron  y  pdearon  con  los  moros,  de  tal 
manera  que  los  venderon  é  mataron  muchos,  é 
cautivaron  é  tomaron  todo  lo  alto  é  bajo  de  la 
dudad  milagrosamente,  é  ovieron  allí  d  Conde  y 
todos  los  que  con  él  fueron  muy  gran  cabalgada  de 
muy  infinito  valor  de  moros  y  moras,  y  oro  y  plata 
y  ropas  de  seda,  y  trigo,  y  cebada  y  acémilas  y  bes- 
tías  caballares  y  lanares  y  armas  y  artillería;  y 
ovieran  mucho  mas  dno  que  el  Rey  se  les  fué  é 
mudia  de  la  gente  de  la  dudad  por  una  puerta  ó 
postigo  que  estaba  en  tal  lugar  donde  no  se  pudo 
esonsar  su  ida  por  allí.  Salió  el  Bey  de  Bujía  lla- 
mado Adurra-Amel  con  su  mujer  legítima,  hija  del 
Bey  de  Tunes,  y  con  dnqfienta  mancebas  que  tenia, 
.  é  con  toda  su  casa  y  con  muchos  turcos  que  tenia, 
ij^ue  serriM  á  la  Beyaft  y  A  las  mancebas^  que  son 


CRÓNICAS  ÜE  tos  RETES  DE  OAStlLLA. 


hombres  castrados,  y  salieron  con  él  machos  móroi 
é  moras  chicos  é  grandes  de  la  ciudad,  y  fué  d  Bey 
con  toda  aquella  gente  á  parar  quatro  leguas  do 
Bujía  en  una  sierra,  y  allí  hincaron  sus  tiendas,  ó 
les  vinieron  muchas  gentes  de  moros  en  socorro,  é 
se  juntaron  con  él  mucha  gente  en  la  dudad,  que 
estaban  por  los  campos,  que  morían  de  pestílenda. 
El  combate  de  Bujía  se  comensó  en  amanedendo  d 
propio  dia  de  los  Beyes  que  fué  en  Viernes,  é  tres 
horas  después  de  salido  el  sol  toda  la  ciudad  fué 
ganada.  Fueron  los  nobles  Capitanes  que  con  la 
gente  de  Espafia  la  ganaron,  d  Conde  Navarro, 
Capitán  general  de  la  Armada,  el  Conde  de  Alta- 
mira,  el  Conde  de  Santi-Esteban  del  Puerto,  Bat- 
Días  Maldonado,  Comendador  de  Eliche,  dos  hijos 
de  Alonso  Henriques,  Pedro  Arias,  Caballero  de  Se- 
govia,  Diego  de  Guzman,  é  otros  que  no  supe  sus 
nombres,  los  qualos  todos  por  sus  personas  dieron 
de  d  buena  cuenta  como  caballeros  de  grande  es-, 
fuerzo* 

Esto  ansí  hecho,  luego  el  Conde  envió  un  hijo  de 
Alonso  Henriquez  á  requerir  á  la  ciudad  de  Argel 
que  está  de  allí  catorce  leguas,  que  se  diese  al  Bey 
de  Espafia,  y  que  le  enviasen  luego  los  cautivos 
chrístianos  que  tenían,  y  los  de  la  ciudad  no  osaron 
otra  cosa  hacer,  y  ansí  lo  hideron,  y  alzaron  luego 
pendones  por  el  Bey  de  Espafia,  é  eso  mismo  hicie- 
ron otros  dos  lugares  que  estaban  cerca  de  la  mar, 
Tebelez  y  Dijar  que  también  alzairon  pendones  por 
el  Bey  de  Espafia.  La  ciudad  de  Bujía  fué  muy 
I  grande  antiguamente,  según  parece  por  sus  edifi- 
dos,  é  seg^n  de  ella  se  dice, fué  poseída  é  mandada 
de  los  BomanoB,  en  el  tiempo  en  que  ellos  sefiorea- 
ban ;  é  dicen  que  en  tiempo  de  su  prosperidad ,  que 
habia  en  ella  cuarenta  mil  vecinos,  é  fué  converti- 
da de  la  gentílica  secta  en  chrístianos,  cuando  la 
Asiría  se  convirtió,  é  ahora  cuando  se  tomó  dicen 
que  era  ciudad  de  ocho  mil  vecinos,  y  está  toda  U 
pobladon  á  una  parte,  porque  la  cerca  de  lo  antiguo 
es  muy  grande  y  tiene  un  castillo  á  la  parte  despo« 
blada,  que  entra  en  la  mar,  para  guardar  el  puer- 
to, que  es  una  costa  muy  fiaerte  y  de  las  mas  inex- 
pugnables cosas  del  mundo.  Va  desde  el  adarve  por 
la  misma  costa  bien  cinco  tiros  de  ballesta,  que 
todo  lo  bate  la  mar,  en  que  hay  muchas  torres  con 
sus  troneras  y  todas  con  sus  lombardas,  que  tenían 
los  moros  para  defender  su  ciudad.  Habia  muchas 
mezquitas  en  la  dudad,  y  la  mayor  bien  pereda 
que  fué  Iglesia,  que  se  hallaron  en  ella  dos  cam- 
panas antiquísimas,  enterradas;  y  una  cámara  da 
armas  antiquísimas,  diferentes  de  las  de  ahora,  en 
que  habia  armas  para  la  cara ,  como  máscaras  ó  ca- 
rátulas muy  diferentes  á  las  armas  defen^vas  do 
ahora,  é  habia  porras  de  fierro.  Estando  el  dicho 
Bey  moro  Adurra-Amel  así  huido  con  toda  aquella 
gente,  á  seis  leguas  de  Bujía,  como  dicho  es,  ha- 
biendo ya  venido  á  Bujía  gente  de  socorro  fresca  de 
Cerdefiaé  M  allorca,  dejando  la  ciudad  á  buen  re- 
caudo, el  Conde  Navarro  partió  para  allá  una  noche 
con  cinco  mil  hombres  no  mas,  para  los  saltear  sí 
pudiera,  y  llegarou  á  tiempo  que  todos  los  moroe 


'  bÓN  FRRNAMDO 
Alf  Aquie«  6  AlmaUnes  llamftban  «1  Zalá  á  mny 
Iprandes  voces,  como  quien  llaiii«l>a  á  maitínea,  y 
llegando  á  media  legua  de  los  moros,  y  oyendo 
aquellas  TOces  los  chrístíanos,  pensaron  que  eran 
■entidos,  y  descubriéronse  y  tocaron  al  arma  y  las 
trompetas,  y  los  moros  como  oyeron  y  sintieron, 
ovieron  lugar  de  huir,  é  huyeron,  y  los  ohristianos 
aguijaron  é  alcanzaron  alguna  parte  de  ellos,  y 
mataron  algunos,  y  cautivaron  los  que  pudieron,  é 
entre  muertos  é  cautiyos  chicos  y  grandes  ovo 
aeiscientos  ó  mas  hombres  é  mujeres.  Allí  mataron 
dos  mancebas  del  Bey,  una  prieta  y  otra  blanca,  é 
trujeron  á  Bujía  trescientas  vacas  é  doscientos  ca- 
mellos, é  otraa  muchas  cosas  y  joyas  é  ropas,  é 
murió  allí  el  Monjuar,  que  era  el  mas  privado  y  prin- 
dpal  hombre  de  casa  del  Bey,  y  el  que  mas  manda- 
ba en  el  Beyno  después  del  Bey. 

Esto  Bey  Adurra-Amel  no  ora  natural  Bey  de 
Bujía,  salvo  tenia  el  rey  no  por  tiranía  usurpado  á 
un  sobrino  en  esta  manera.  Murió  un  Bey  de  Bujía, 
hermano  de  este  Adurra-Amel,  y  dejó  un  hijo  pe- 
quefio  llamado  Muley  de  Abdala,  y  quedó  Adurra- 
Amel  su  tío  por  tutor  é  curador,  é  después  que  se 
vido  señor  del  [reyno,  alzóse  con  él,  pospuesto  el 
temor  de  su  conciencia,  por  cobdioia  del  reynar,  é 
Bamóse  Muley- Adurra-Amel,  y  mandó  quebrar  los 
ojos  al  Bey  Muley- Abdala  su  sobrino  con  fuego, 
mandándolo  alcoholar  con  un  fierro  caliente,  y  el 
que  lo  alcoholó  ovo  piedad  de  él  y  guardóle  lo  de 
dentro  de  los  ojos  y  alcohólele  de  manera  que  no  so 
los  quebró,  é  pegó  los  párpados  de  arriba  con  los  de 
abajo  y  así  le  quedaron  los  ojos  pegados  y  sanos,  é 
no  veia  nada,  y  ansí  lo  tuvo  mucho  tiempo  preso 
é  con  guardas  hasta  que  aquel  dia  que  se  ganó  á 
Bujía,  é  después  de  este  desbarato,  ovo  lugar  de 
huir  este  Abdala  y  rogó  á  ciertos  criados  de  su  pa- 
dre que  huyesen  con  él  á  Bujía  al  Conde  Navarro, 
é  ansí  lo  trugeron ,  é  traído  lo  abrieron  y  curaron  los 
ojos  é  vido  é  fizóse  vasallo  del  Bey  Don  Femando, 
é  comenzó  de  facer  guerra  muy  cruel  á  los  moros 
con  otros  sus  parientes  é  criados  de  su  padre,  é  die- 
ronle  posada  en  el  arrabal  de  Bujía,  Esto  así  pasa- 
do, acaeció  una  grande  desdicha  al  Conde  do  Alta- 
mira,  que  mandó  á  un  su  criado  armar  una  ballesta 
para  tirar,  é  dándosela  armada,  soltó  la  ballesta 
é  dio  al  Conde  la  saetada  por  tal  lugar  que  dende  á 
pocos  días  murió  allí  en  Bujía.  Sabida  por  el  Bey 
Don  Fernando  la  victoria  de  Bujía,  hizo  merced  de 
la  tenencia  de  ella  á  Don  Qarcia  de  Toledo,  hijo  del 
Duque  de  Al  va,  é  fizóle  proveer  de  una  armada  grue- 
sa, la  qual  se  juntó  eu  Málaga  desde  el  mes  de  Abril 
del  afio  de  1610  en  adelante,  y  después  de  llegada 
la  gente  toda,  tardóse  mucho  el  dicho  Qarcía  en 
embarcarse,  y  estubo  allí  el  dia  de  San  Juan,  y 
lidió  toros,  é  muchos  de  los  que  habían  de  ir  en  la 
armada,  así  frayles  como  abades  y  legos,  por  la  tar- 
danza se  volvieron,  é  no  so  si  se  hizo  esta  tardanza 
porque  supo  el  dicho  Don  Qarcía  que  morian  de 
pestilencia  en  Bujía ;  en  fin  partió  de  Málaga  con  su 
flota  y  armada  con  siete  mil  hombres  después  de  bft- 
bor  estadp  en  Jíála^a  tres  meses  ó  m^ 


É  DOfÍA  ISABEL:  Wl    . 

£1  Conde  Pedro  Navarro  en  este  tiempo,  porque 
Don  García  estaba  en  Málaga,  dejó  en  Bujía  genta 
en  lo  mas  def  ensible,  é  no  mucha,  porque  morian 
algunos  de  pestilencia,  é  fuese  por  la  mar  con  su 
flota  y  armada  mirando  donde  podía  ofender  á  los 
moros,  é  esperando  la  armada  que  iba  y  llevaba  • 
Don  García  de  Castilla,  é  como  se  tardó  él  fué  sobre 
Tripol  de  Berberia,  como  adelante  se  dirit 

CAPITULO  OOXXIV. 

Pe  la  toma  de  Tripol. 

El  Conde  Navarro  con  los  otros  nobles  oapitanesj 
é  con  la  Beal  armada  de  Espafia,  fué  sobre  Tripol 
de  Berbería,  que  era  siendo  de  moros  de  quatro  mil 
veduos  pocos  mas  ó  menos,  é  muy  fuerte  é  rica,  y 
habiendo  su  consejo  con  los  Capitanes  del  ejército 
y  con  la  famosa  y  esfoncada  gente  de  Espafta  que  . 
iba  en  la  armada,  todos  acordaron  y  fueron  oonf or« 
mes  que  la  combatiesen  el  dia  de  Santiago  con  la 
grada  de  Dios  é  del  Apóstol  Santiago,  á  escala  via* 
ta ;  y  asomó  el  armada  Beal  Jueves  á  veinte  y  dnco 
de  Julio  afio  de  1510,  dia  del  Bienaventurado  San* 
tiago  Apóstol  en  esclaredendo  á  clara  vista  de  la 
dicha  ciudad  de  Tripol,  viniendo  ya  el  ejército  dos 
días  habia  fuera  de  las  naos  para  mas  presto  saltar 
en  tierra,  é  ya  los  moros  habían  visto  la  flota,  y  la 
habían  descubierto  el  dia  de  antes,  porque  ya  algu- 
nos días  habia  que  habían  sido  avisados  y  estaban 
apercibidos,  por  lo  qual  ellos  tenían  la  dudad  bien 
fortalecida  y  apercibida,  allende  que  de  si  ella  es 
muy  fuerte,  ansí  por  tener  la  cerca  muy  alta  é  tor« 
reada,  como  por  la  grande  barbacana  que  tienen 
con  un  fosado  ó  cava  de  que  es  cercada  cuanto  la 
mar  deja  de  cercarla;  y  los  moros  tenían  muy  for« 
taleddas  las  puertas  y  las  torres  con  mucho  tiros  y 
artilleria  gruesos  é  menudos,  é  mucha  munición  do 
pólvora,  y  de  todo  lo  necesario  á  modo  de  genove- 
ses,  é  deliberaron  de  combatir  á  escala  vista  el  Con- 
de  é  los  Capitanes,  no  embargante  toda  su  fuerssi  sin  ' 
primero  tirar  con  la  artilleria,  aunque  supieron  que 
los  moros  que  estaban  dentro  eran  mudios  y  muy 
armados,  é  habían  de  defender  cnanto  pudiesen  su 
dudad  ó  morir;  é  muchos  moros  de  la  comarca  se 
habían  metido  dentro  por  salvarse,  é  por  ayudar  de 
defender  la  ciudad.  El  Conde  y  los  Capitanes  hicie-  • 
ron  su  gente  dos  partes,  y  comenzaron  d  combate^ 
y  en  tanto  que  combatia  la  una  mitad  á  la  ciudad^ 
la  otra  mitad  peleaba  con  los  moros  de  á  caballo  y 
de  á  pié  que  andaban  por  defuera  en  d  campo,  que 
acudieron  muchos,  así  por  estorbar  el  desembarcad 
como  el  combate.  Quiso  Dios  Nuestro  Sefior  poner  por 
su  infinita  bondad  tanto  esfueizo  en  los  cfa^istianos, 
que\  así  los  que  combatían  la  dudad  como  los  que 
defendían  d  campo,  se  dieron  á  tal  recaudo,  é  pdea- 
ron  tan  esforzadamente,  que  fueron  vencedores,  por 
manera  que  en  dos  horas  entraron  ladndad  por  fuer- 
za de  armas  tan  esforzadamente,  que  de  cierto  entro 
los  ohristianos  que  allí  se  hallaron  hubo  muchos  do . 
tanto  esfuerzo,  que  de  ninguno  de  loa  pasados  es- 


743 


OBÓNIOAS  DE  LOS  BBYE8  DB  OASTILLA. 


foeno  hacer  ohim:  de  loe  qualee  algnnoe  maríeroo, 
qoe  ereii  mny  oonooidos  y  amedoe  de  el  Conde,  de 
que  no  pooA  pena  é  dolor  él  recibió,  por  su  anaenoia 
6  por  morir  en  tan  santa  demanda  y  dejar  tan  ma- 
raTÍlloBa  memoria.  Con  loa  otros  que  yítos  queda- 
ron, consortes  é  semejantes  á  estos,  se  consolaba  y 
daba  infinitas  gracias  y  loores  é  Dios  Naestro  Sefior 
y  á  la  Virgen  Santa  María  y  al  bienaventurado  y 
glorioso  Santiago. 

Desque  la  ciudad  fué  entrada  en  otras  dos  horas, 
fué  tomada  toda  é  segurada  matando  é  fíriendo  de 
los  infieles  cosa  espantable,  que  murieron  sobre 
dies  mil  moros,  á  lo  que  de  ello  saber  se  pudo,  é 
fueron  muchos  cautiyos  chicos  y  grandes  y  muchas 
mugares,  y  tomada  la  ciudad  con  todas  sus  riqueaas 
de  oro,  plata,  seda,  pasas,  bestias  y  armas  é  artUle- 
ila,  é  trigo  é  cebada;  é  fué  tanto,  que  no  ovo  nú- 
mero su  valor,  é  fué  bien  repartido  por  los  que  lo 
trabajaron  y  ganaron;  salvo  las  personas  de  cauti- 
vos que  tomaron  vivos,  tomó  el  Conde  para  el  Bey 
y  para  el  gasto  de  la  flota  y  armada.  Acometióse 
el  combato  con  dieas  mil  hombres  christianos  é  mu- 
rieron dies  mil  moros,  é  murieron  quatrodentos 
christianos.  Fortalecieron  la  ciudad  y  ficieron  á 
Diego  de  Vera ,  Capitán  del  Artillería,  Visorrey  é 
Gobernador  de  ella,  é  estuvo  allí  el  Conde  algunos 
días  é  el  armada,  fasta  que  vino  Don  Qarda  allí 
desque  fué  de  acá  de  Espafia. 

Partió  el  Conde  Pedro  Navarro  de  Tripol  con 
ocho  galeras  y  una  fusta  é  gente,  por  ver  é  mirar 
la  isla  é  tierra  de  Algarvea,  que  ea  aquende  de  Tri- 
pol en  1«  mar  Mediterránea,  setenta  leguas  de  Tri- 
pol poco  menos,  en  derecho  de  Tunes,  é  es  vecina  á 
1a  tierra  de  África,  é  muy  cercana,  por  ver  la  dis- 
posición de  la  tierra,  para  ir  sobre  ella;  y  habla  en 
la  isla  un  Capitán  ó  sefior  de  la  tierra^  Xeque  que 
ellos  dicen,  y  era  renegado  que  habla  sido  christia- 
no,  al  qual  el  Conde  habló  dulcemente  é  á  los  mas 
principales  de  la  Isla  que  se  diesen  al  Bey  de  Eb« 
pafia,  pues  ya  veían  que  con  ayuda  de  Dios  toda 
aquella  tierra  habla  de  ser  suya;  y  en  la  isla ,  habia 
dos  parcialidades,  y  respondió  el  Xeque  que  les  diese 
plaio  é  que  hablarla  con  los  de  la  isla  y  responde- 
ría; y  dióle  plazo,  y  vino  á  responder  en  fin  del  pla- 
so,  y  dijo,  yo  soy  con  los  que  no  se  quieren  dar  sal- 
vo defender,  y  con  esto  el  Conde  se  volvió  á  Tripol 
á  su  armada,  la  qual  ciudad  de  Tripol  está  en  dere- 
cho de  Sicilia,  en  la  tierra  firme  de  África,  y  hay 
desde  ella  á  Sicilia  setenta  ó  ochenta  leguas  de  mar 
é  está  mas  adelante  de  Túnez  al  levante. 

CAPÍTULO  COXXV. 

Cómo  partió  Don  Girdi  do  Málaga. 

*  Partió  Don  Qarcía  de  Toledo,  como  dicho  es,  de 
Málaga,  con  dnco  mil  hombres  en  su  armada,  é  apor- 
tó á  Bujía  para  donde  iba;  y  desque  supo  que  morian 
en  ella  de  pestilencia,  no  quiso  él  parar  allí,  mas 
dejó  allí  cierta  parte  de  la  fiota  con  tres  mil  hom- 
bres, é  él  fuese  la  vuelta  de  Sicilia:  y  luego  aquellos 
^ue  allí  dejó  tomaron  la  poeeeioA  de  Bajía  por  Don 


García,  é  pusieron  su  Alcáyde.  B  luego  Diego  de 
Vera,  Alcayde  é  Capitán  de  Bujía  se  fué  en  pos  del 
dicho  Don  García,  é  convocados  llegaron  juntos  al 
puerto  de  Tripol  con  quince  ó  diez  y  seis  velas,  á 
donde  hallaron  al  Conde  Pedro  Navarro  embarcado  . 
en  el  mismo  puerto  oon  toda  la  infantería ,  en  que 
habia  diez  mil  hombres;  é  ya  el  Conde  habia  tenta- 
do los  Algarvea  con  ocho  galeras  é  ima  fusta,  como 
dicho  es,  y  esperaba  el  tiempo  para  ir  sobre  dios;  y 
como  llegó  el  dicho  Don  García  lo  recibieron  muy 
bien,  y  con  muohas  alegrias  é  tiros  é  músicas  en  las 
naos  y  flota,  é  el  Conde  y  Don  Qarcía  entraron  en 
una  barca  muy  bien  ataviada,  é  fueron  á  ver  la 
ciudad  de  Tripol.  Bn  esta  vista  se  hicieron  muy 
grandes  alegríaa  y  fiestas,  y  de  allí  tomaron  agua 
las  naos  de  Don  García  y  de  Diego  de  Vera,  y  de 
ahí  fueron  todos  á  los  Algarvea,  y  llegaron  Jueves 
noche,  dia  de  San  Agustín  28  de  Agosto:  otro  día 
Viernes  mandaron  los  sefiores  Don  García  é  el  Conde 
que  todos  desembarcasen  las  galeras  é  fustas,  é 
otros  bajeles  pequefios,  porque  laa  naos  gruesas  no 
podían  llegar  con  una  legua  á  la  torre  que  está  tres 
leguas  del  Castillo,  á  la  parte  del  Levante^  y  así  fué 
toda  la  gente  desembarcada,  y  sin  peligro  y  sin  ver^ 
moros;  é  allí  fueron  fechos  déte  escuadronea  de 
gente,  é  duraron  en  desembarcar  é  facer  los  Bscua« 
drones  y  ordenanzas  fasta  medio  dia;  y  dieron  la 
delantera  á  Dionelo  Coronel  que  le  cupo  por  suerte. 
y  adelante  de  este  escuadrón  iba  el  Sefior  Don  Gar- 
cía, con  obra  de  setenta  hidalgos  gentiles  hombres, 
hijos  de  Sefiores  de  vasallos  de  Castilla  que  habían 
venido  con  él  á  le  acompafiar  y  ganar  honra,  todos 
armadoa  y  á  pié,  y  él  á  caballo;  y  así  iban  en  pos  de 
estos  todos  los  otros  escuadrones  en  su  ordenanza, 
y  el  Conde  de  uno  en  otro,  cabalgando  en  un  caba- 
llO|  proveyendo  y  dando  orden  en  todo,  y  en  los 
tiros  del  ñtillería ;  y  fué  tanto  el  sol  y  el  calor  que 
aquel  dia  fizo,  que  ardía  como  fuego,  y  el  arena  del 
suelo  lo  quemaba  como  ascuas  de  vivo  fuego ;  ansí 
que  de  este  fuego  y  de  la  gran  fatiga  que  los  com- 
pafleros  hablan  pasado,  que  habia  muchos  días  que 
estaban  en  la  mar  embarcados  y  muy  mal  proveí- 
dos del  comer  y  beber,  y  sobre  esto  fué  tanta  la  sed 
que  ovieron  caminando  en  estas  ordenanzas,  que 
como  iban  andando  so  caían  muchos  muertos  de 
sed  y  calor,  que  no  habia  agua  donde  bebiesen. 
Como  el  Conde  vido  esto  mandó  que  calasen  las 
picas,  é  se  fuesen  su  paao  hasta  el  agua,  ansí  que 
fué  tanta  la  sed  y  la  desventura  que  cuando  llega- 
ron á  los  palmares  donde  estaba  el  agua,  los  escua- 
drones ya  por  una  parte  unos  y  otros  por  otra,  iban 
desbaratados,  y  ninguno  quedó  que  fuese  en  orde- 
nanza, salvo  el  escuadrón  de  Don  Manrríque,  que 
estaba  en  la  retaguardia  bien  media  legua  del  pal* 
mar.  Y  así  que  Don  Garda  y  aquelloa  cabdleros 
que  iban  con  él  delante ,  y  el  escuadrón  de  Dio- 
nelo llegaron  al  pozo  del  agua ,  habia  cerca  del 
pozo  mas  de  quatro  mil  moros  de  á  pié,  y  obra  de 
doscientos  á  caballo,  los  quales  se  vinieron  hada 
los  christianos,  é  Don  García  estubo  quedo  didendo 
á  los  dd  escuadrón:  aquí  eefioresi  á  ellos:  pensando 


DON  FERNANDO 

qae  iban  allí  iras  de  él  sigalendo;  metióse  háoia  loe 
moroei  é  cuando  miró  no  yido  tras  de  si  sino  los 
caballeros  hijos  dalgo  ya  dichos;  é  los  del  escna* 
droD,  como  hombres  muertos  de  sed  é  de  oaloi)  mas 
curaron  buscar  agua  que  no  de  pelear  é  no  le  aon* 
dleroui  y  los  moros  arremetieron  coa  él,  é  él  pelean- 
do con  ellos,  lo  mataroui  y  mataron  con  él  á  todos 
los  otros,  60  ó  70  hidalgos  generosos  que  lo  acom* 
pafiaban,  que  mas  quisieron  allí  morir  con  él  pe- 
leando como  buenos,  que  no  escapar  huyendo,  per- 
diendo el  Oapitan.  Viendo  que  Don  Garda  era  muer- 
to, el  escuadrón  se  puso  en  huida  y  los  coroneles 
iban  á  paso  huyendo  buscando  al  Conde,  y  el  Oonde 
desque  vido  el  desconcierto,  comenzó  de  detenellos 
diciendo:  yolved,  volved  las  caras;  é  no  los  pudo 
detener,  6  desque  esto  vido,  retrajese  también  él 
hssta  la  torre:  é  quiso  Dios  que  los  moros  siguieron 
muy  poco  el  alcanze,  esoepto  obra  de  setenta  lansas 
de  á  caballo,  é  ciento  y  cinqfienta  peones  que  ata- 
jaron la  gente  á  la  salida  do  los  palmares.  Aquellos 
mataron  muchos  christianos,  y  mataran  muchos 
mas,  si  quisieran,  porque  muchos  habia  perdidos  y 
sin  tiento  hasta  venir  al  mar,  y  si  no  fuera  por  un 
Aicuadron  de  Jaime  Días  que  estaba  aun  por  salir 
de  la  mar,  que  se  tubo,  mataran  los  moros  muchos 
mas  christianos.  Pedro  de  Luzan,  viendo  que  su  es- 
cuadrón volvia  las  espaldas,  se  apeó  de  un  caballo, 
é  con  una  espada  comenzó  de  los  tener,  é  nunca 
pudo;  ansi  todos  huyeron  hasta  la  torre,  y  muchos 
en  el  camino  yendo  huyendo,  se  cayeron  muertos 
de  sed,  é  se  ahogaron  de  calor,  que  no  ovieron  re- 
medio; otros  se  tomaban  locos,  desatinados  de  calor 
é  sed,  é  hacian  locuras  é  se  trasponian  como  muer- 
tos, é  se  quedaban  por  aquellos  arenales,  y  algunos 
que  los  mismos  oompafieros  los  despojaban  y  deja- 
ban desnudos  por  muertos,  é  después  con  el  frior  de 
la  noche  tornaban  en  sí,  é  iban  á  las  naos.  Aquella 
noche  se  embarcaron  todos  loe  que  se  pudieron  em- 
barcar, y  quedaron  por  embarcar  quatro  mil  hombres, 
poco  mas  ó  menos  que  daban  tantas  voces  é  gritos 
pereciendo  de  sed,  que  era  maravilla  é  gran  dolor 
oír  y  ver,  y  muchos  perecieron  aquella  noche.  Otro 
dia  Sábado  de  mafiana  embarcáronse  todos  los  que 
habia  vivos,  que  era  cerca  de  quatro  mil  hombres  y 
acabados  de  embarcar,  fué  tanta  y  tan  grande  la 
fortuna  que  so  revolvió  en  la  mar  de  viento  é  ondas 
que  todos  pensaron  ser  hundidos,  é  duró  desde  el 
Sábado  hasta  el  Martes,  é  en  el  mismo  puerto  se 
perdieron  muchas  barcas,  é  de  alli  se  partió  el  Con- 
de con  mal  tiempo  á  la  vela,  y  aquella  noche  se 
perdieron  unos  navios  de  otros,  é  corrieron  fortuna, 
é  unos  aportaron  á  Cerdefia,  é  otros  á  Sicilia,  é  otros 
á  otras  islas  é  partes  de  la  Italia,  donde  la  fortuna 
los  echó.  El  Conde  habia  hecho  recoger  toda  la 
gente  y  embarcar,  como  dicho  es,  asi  la  suya  como 
la  del  desdichado  Don  Garda,  é  todos  revueltos  en 
unos  navios  é  otros,  corrieron  la  fortuna;  é  el  Conde 
volvió  después  de  haber  corrido  fortuna  allí  al  puer- 
to de  los  Algarves,  y  estuvo  allí,  y  de  allí  se  fué  á 
Tripol  con  lo  que  quedó  con  él  de  su  flota  é  de  la 
ptra,  donde  gim  ^n  patas  vueltas  i^ers^^rQj)  machos 


BDOlÍA  ISABEL  Wí.. 

hombres  de  sed  en  los  navios:  ansi  que  fué  este  un 
desventurado  viaje,  y  de  gran  perdimiento. 

Iban  en  la  flota  del  Conde  diez  mil  hombres,  y  en 
la  de  Don  Garda  cinco  mil:  ansí  que  acometieron 
la  isla  con  quince  mil  hombres,  salvo  que  no  des- 
cendieron todos  en  tierra,  que  quedaron  todos  los 
que  eran  menester  para  guardar  la  flota:  murieron 
en  la  manera  que  dicha  es,  según  todos  dedan,  6 
se  pudo  saber,  mas  de  cuatro  mil  hombres ;  perdié- 
ronse muchas  armas  y  artillería  que  les  quedaron  á 
los  moros. 

CAPÍTULO  COXXVI. 

De  eoao  el  rej  Doi  Fernudo  qalso  iMsar  i  itteade,  y  de  la   ' 
dsma  eoBira  el  Pipa  Jallo. 

Sabido  por  el  Bey  la  muerte  é  deabarato  de  Don' 
García,  propuso  pasar  allende  en  persona,  puesto 
caso  que  ya  lo  tenia  él  mucho  en  cuidado  y  gana 
de  pasar  allende  á  hacer  guerra  á  los  moros,  é  de 
la  muerte  de  Don  García  recibió  mucha  pena  y 
pensó  con  la  ayuda  de  Dios  vengarla,  y  mandó 
aderezar  una  grande  armada  real,  estando  en  Bur- 
gos, é  so  allegaron  en  Sevilla  y  en  Málaga,  y  en 
todos  los  puertos  de  la  mar  de  esta  Andalucía,  y 
allegáronse  infinitos  mantenimientos  de  trigo,  é. 
cebada,  é  vinos  é  quesos,  é  todnos,  é  armas  é  todas 
las  otras  cosas  que  eran  menester,  y  embió  por  to* 
dos  estos  Reynos  de  Castilla,  y  por  los  de  Aragón  á 
apercibir  gente;  é  envió'  al  Rey  de  Inglaterra  su 
yerno,  marido  de  su  hija  Dofia  Cathalina,  que  le  en- 
viase gente  con  flechas  y  armas  del  uso  de  Ingla- 
terra, é  le  envió  mil  y  quinientos  hombres  que 
vinieron  en  Cádiz,  é  él  vínose  á  mas  andar  á  la 
Vandaluda,  é  entró  en  Sevilla  en  comienzo  del  mes 
de  Febrero  afto  de  1611,  y  estando  allí  fizo  pregonar 
guerra  con  los  moros  de  allende,  que  son  en  la 
tierra  de  África.  Y  estando  él  ansí  en  Sevilla  muy 
curioso  é  codidoso  de  pasar  allende  cada  dia,  enten* 
diendo  en  aderezar  las  cosas  necesarias  para  él  via- 
go,  publicóse  que  en  persona  pasaba  su  Alteza,  y 
así  era  lo  cierto,  que  pasara  si  no  ocurriera  d  impe- 
dimento que  ocurrió,  y  loe  pueblos  y  ciudades  reci- 
bían mucha  pena,  porque  pasaba  en  persona  por  los 
inconvenientes  que  podían  venir  en  estos  Beynoa 
con  su  ausencia;  y  algunas  ciudades  le  escribieron, 
especialmente  la  ciudad  de  Toledo,  é  la  de  Segoviai 
é  la  misma  dudad  de  Sevilla,  cada  una  su  eptetolsi 
muy  maravillosamente  notadas,  con  muchos  reque- 
rimientos, que  no  pasase  en  persona,  dno  que  en- 
viase sus  capitanes ,  é  gente  como  hadan  los  roma- 
nos, y  d  Bey  respondió  á  todos  muy  satisfaciendo, 
que  en  todo  caso  con  d  ayuda  de  Dios  él  habia.  dd 
pasar  en  persona.  Y  estando  el  Rey  en  este  tan  santo 
propónto  en  Sevilla,  le  vinieron  correos  y  cartas  do 
la  gran  vuelta  y  ^^aorra  de  la  Italia,  y  como  con  d 
favor  del  Bey  de  Francia  se  hablan  levantado  der- 
tos  Cardenales,  é  el  Duque  de  Ferrara,  cismáticos, 
contra  d  Papa  Julio  por  le  amenguar  é  meter  da- 
ma en  la  Igleda  de  Dios,  é  por  le  tomar  é  sellorear 
las  9¡adadc9  do  su  |^ft^únomO|  é  ei^  nieomQ  f9  k^ 


iü 


OBONIOAS  DE  LOS  RBTE8  DB  OASTILLA. 


bian  levantado  é  rebelado  algnnoa  oaballeros  de  la 
Italia;  7  el  Papa  teniendo  su  ciudad  de  Bolonia  que 
habla  ya  echado  de  olla  loe  tiranos  BentiboUai, 
qoe  se  la  tenian  mucho  tiempo  habla  por  fuerza,  el 
Bey  de  Francia  con  poco  temor  de  Dioa,  ayudando 
á  loe  Oardenaloa  ciamátiooe  y  al  Duque  de  Ferrara 
y  á  otroa  tiranos,  le  dio  favor  y  mucha  gente  de 
íranoesee,  con  que  cercaron  la  dicha  ciudad  de  Bo- 
lonia, é  la  combatieron,  ó  la  tomaron,  y  el  Papa  se 
retrajo  á  Boma,  que  no  estaba  muy  lejos  de  la  dicha 
dudad.  T  el  Papa  tenía  ordenado  de  hacer  un  Gon- 
cilio,  y  los  Cardenales  cismáticos  ordenaron  de  ha- 
cer otro  oon  favor  del  Bey  de  Francia,  en  Pisa,  di- 
ciendo que  querían  deponer  al  Papa,  é  hacer  otro 
Papa  á  uno  de  los  dichos   Cardenales  cismáticos 
llamado  Don  Beraardino  de  Carbajal,  espafiol  ó  cas- 
tellano, que  qnería  mal  al  Papa;  en  manera  que  se 
revolvió  en  Italia  muy  gran  oisma  contra  el  Papa 
y  contra  la  Santa  Madre  Iglesia;  y  el  Papa  envió 
al  Bey  Don  Fernando  en  Sevilla,  y  á  todos  los  otros 
Beyes  ohristíanos,  que  le  socorriesen  y  ayudasen  á 
destruir  aquella  cisma  mal  aventurada  que  se  habia 
levantado,  ó  enviasen  favorecer  la  Suita  Iglesia 
Bomana;  y  el  Bey  Don  Fernando  como  cathólioo 
obriitiano  y  hijo  obediente  de  la  Santa  Madre,  lo 
uno  i>or  la  socorrer  y  ayudar,  y  lo  otro  porque  vido 
mudada  la  disposición  del  tiempo  para  pasar  en 
África  por  caso  de  la  dicha  cisma  é  guerras,  ovo 
de  dejar  la  pasada  de  allende,  aunque  los  navios 
estaban  á  punto,  y  los  mantenimientos  llegados,  é 
machas  gentes  de  los  que  hablan  de  pasar,  ya  veni- 
dos é  partidos  de  sus  tierras  para  pasar,  é  hizo  sa- 
ber á  todos  la  gran  necesidad  é  impedimento  por  que 
se  dejaba  la  pasada  de  allende.  La  dicha  ciudad  de 
Bolonia  que  es  Cámara  del  Papa,  tomaron  los  fran- 
ceses á  diez  dias  del  mes  de  Mayo  del  dicho  afio 
de  1511,  y  en  pocos  dias  lo  supo  el  Bey  Don  Feman- 
do, y  tuvo  cartas  del  Papa  para  impedir  la  dicha  pa- 
sada de  allende,  estando  en  Sevilla,  de  lo  cual  fué 
muy  mucho  enojado,  é  ovo  de  mandar  despedir  las 
gentes:  y  en  este  tiempo  aportaron  en  Cádiz  mil  y 
quinientos  hombres  flecheros  ingleses,  y  hombres 
de  armas,  que  el  Bey  Henrrique  de  Inglaterra,'  yer- 
no del  Bey  Don  Fernando,  le  envió  para  la  dicha 
guerra,  á  los  quales  envió  el  Sefior  Don  Juan  de 
Fonseca,  obispo  de  Palencia,  á  los  despedir  é  pagar 
el  sueldo  á  Cádiz,  á  los  quales  despachó  para  que  se 
oviesen  de  volver  quince  dias  ó  veinte  del  mes  de 
Junio  del  dicho  afio.  El  Bey  se  partió  de  Sevilla  en 
21  dias  de  Junio,  é  no  paró  hasta  Burgos,  donde  es- 
taba la  Beyna  Dofia  Juana  su  hija,  y  de  allí  trabajó 
por  cuantos  modos  pudo  por  esousar  la  cisma,  y  de 
allí  escribió  al  Dean  y  Cabildo  de  la  SanU  Iglesia 
de  Sevilla  la  presente  carta. 

EL  BEY. 

«Venerables  Dean  y  Cabildo  de  la  Santa  iglesia  de 
Sevilla :  ya  sabéis  como  por  servicio  de  Dios  nuestro 
Sefior  y  ensalzamiento  de  nuestra  Santa  Fée  cathó- 
lioa,  estaba  determinado  este  verano  pasado  de  ir 
«n  persona  á  la  empresa  contra  los  infieles  enemi- 


gos déla  ohrístiandad ,  y  como  teniendo  para  ello 
aparejada  una  muy  gruesa  armada,  y  ejóroito,eon  la 
qual,  modiante  la  ayuda  de  Nuestro  Sefior,  según  las 
nuevas  que  estonces  tenia  de  todas  las  partes  de  loa 
infieles,  se  esperaba  que  se  fideran  grandes  cosas  en 
servido  de  Dios  Nuestro  Sefior  y  en  aoreoentamien- 
to  de  la  religión  christiana,  nuestro  muy  Santo  Padre 
me  fizo  saber  que  le  hablan  tomado  la  oiudad  é 
Condado  de  Bolonia,  antiguo  patrimonio  de  la  San- 
ta Iglesia,  y  que  algunos  procuraban  de  poner  oia« 
ma  en  la  Iglesia,  ezortándome  y  requirióndome  que 
por  lo  que  la  Serenísima  Beyna  mi  muy  cara  y 
amada  hija  y  yo  debemos  á  Dios  Nuestro  Sefior  y  á 
la  Santa  Iglesia  quisiese  tomar  por  la  defensión  de 
ella ;  á  causa  de  lo  qual  me  fué  forzado  dejar  la  di- 
cha empresa  contra  los  infieles,  y  deseando  que  las 
dichas  cosas^  de  la  Iglesia  se  remediasen  sin  armas, 
procuró  juntamente  con  d  Serenídmo  Bey  de  In- 
glaterra ,  nuestro  muy  caro  y  muy  amado  hermano  y 
hijo,  que  se  escusase  la  dicha  cisma,  pues  su  Santi- 
dad tiene  convocado  Concilio  general  para  bien 
y  reformación  de  la  Iglesia ,  y  un  dama,  y  ad  mis- 
mo procuré  que  á  la  Iglesia  le  fuesen  restituidas  las 
tierras  y  patrimonios  que  le  han  ddo  ocupadas ;  y 
habiéndolo  trabajado  cuanto  á  humano  ingenio  ó 
fuerza,  é  por  todas  las  vias  y  maneras  qne  han  sido 
posibles,  6  habiéndose  justificado  la  causa  por  parta 
de  su  Santidad  muy  enteramente,  é  no  se  pudiendo 
haber  acabado  la  dicha  restitución  se  ficiese,  ni  que 
se  aparten  de  procurar  la  dicha  cisma  en  la  Igleda 
de  Dios,  oyendo  los  clamores  del  Vicario  de  Jesu-* 
christo  y  de  la  Santa  Iglesia  Bomana  nuestra  Madre^ 
que  con  mucha  instancia  nos  enviaron  á  demandar 
ayuda  para  su  dof endon :  y  conodendo  la  mayor 
obligación  que  todos  los  Prindpes  christianos  tene- 
mos, que  es  la  def  endon  de  la  Santa  Iglesia  Boma- 
na nuestra  Madre,  que  con  mucha  instancia  nos  de- 
mandaron ayuda ,  nos  habemos  declarado  pAblica- 
mente  con  Su  Santidad  para  defendon  de  la  Igle- 
sia y  recobramiento  de  las  tierras  que  le  han  ddo 
ocupadas ,  y  para  trabajar  de  esousar  la  ocadon  de 
la  dicha  cisma :  por  ende  yo  [vos  mego  y  encargo 
que  pues  veis  que  esta  es  la  mayor  é  mas  ardua  é 
justa  causa  do  las  que  se  pueden  emprender  en  fa- 
vor de  la  Iglesia  é  de  la  cbristiandad,  é  á  esto  mas 
espedalmente  son  obligados  los  eclesiásticos  que 
otros,  queráis  rogar  en  vuestros  saorifidos  y  ora- 
ciones á  Dios  Nuestro  Sefior,  que  por  su  demencia 
quiera  esousar  y  remediar  la  cisma  qne  dgunos 
quieren  poner  en  la  Iglesia,  y  dar  victoria  á  la  Igle- 
da é  á  los  que  habemos  tomado  la  defensión  de  ella, 
ordenando  que  de  aquí  adelante ,  tanto  cuanto  du- 
rare la  dicha  santídma  empresa,  se  haga  plegaría  é 
oración  particular  cada  día,  y  tafian  á  día  las  cam- 
panas á  la  una ,  después  de  medio  dia  por  todo  el 
pueblo  generalmente,  para  que  Dios  Nuestro  Sefior 
quiera  esousar  la  dicha  cisma  y  dar  victoria  á  la 
Iglesia.  De  Burgos  á  6  de  Noviembre,  afio  de  1511. 
—Yo  el  i^.— Por  mandado  de  Su  Alteza,  Miguel 
Pérez  de  Almazan.» 


A^ 


DON  F£BNA»DO 


OAt.TüLO  coxxvn. 

Del  Breve  %uñ  él  Papa  Jallo  segando  envM  il  Rey  Don  Feniindo 

i  Bargos. 

Eitando  el  Bey  Don  Femando  en  Burgos,  vino 
á  él  nn  renerable  Doctor  llamado  Quillenno  Oasa- 
dor,  é  ae  envió  por  el  Papa  Julio  II  por  Embalador 
é  Nuncio  á  le  notificar  por  un  Breve  6  copia  signa- 
da de  la  Bula,  é  sellada  de  la  convocación  del  Gon- 
cilio  general  que  su  Santidad  tenia  convocado  en 
Boma  en  San  Juan  de  Letran :  al  qnal  Nuncio  Su 
Alteza  mandó  honradamente  recibir,  é  quando  le 
fué  á  besar  las  manos  j  á  presentar  el  dicho  Breve, 
le  suplicó  le  quisiese  mandar  dar  pública  audiencia 
para  decir  su  embaxada,  é  Su  Alteza  se  lo  otorgó,  é 
luego  el  Domingo  adelante,  que  se  contaron  16  dias 
de  Noviembre,  afio  susodicho  de  1611 ,  é  la  hora  de 
las  ocho  de  la  mafiana  fué  Su  Alteza  á  la  Iglesia 
mayor,  acompafiado  de  muchos  Prelados  y  Qrandes 
é  Señores  de  este  Beyno,  y  de  muchos  de  su  alto 
Consejo,  é  de  Caballeros  é  de  otras  personas  de  Cor- 
tes, é  allí  se  llegó  gran  muchedumbre  de  pueblo,  y 
luego  se  comenzó  una  Misa  muy  solemne,  al  medio 
de  la  cual  al  tiempo  que  suelen  predicar,  Su  Alteza 
se  levantó  de  su  silla,  y  el  dicho  Nuncio,  presentan- 
do su  Breve  en  presencia  de  todos,  al  cabo  propuso 
en  latín  una  muy  solemne  oración,  la  qual,  en  nues- 
tro común  hablar  castellano  es  esta  que  se  sigue: 

o  Entre  los  otros  cargos  del  Pontificado  de  nues- 
tro muy  Santo  Padre  Julio,  Papa  segundo,  después 
do  su  asunción ,  de  dos  cosas  principalmente  siem- 
pre tuvo  mucho  (cuidado  Su  Santidad,  invictisimo 
y  calhólico  Principe.  Lo  uno  que  Y*  A.  de  continuo 
ha  incitado,  conviene  á  saber,  que  se  hiciese  la  ex- 
pedición contra  los  malvados  turcos ,  que  ha  tantos 
aftos  que  tienen  ocupados  tantos  roynos  y  provin- 
cias de  los  christlanos ;  lo  otro  que  fuese  celebrado 
concilio  general  para  las  ocurrencias  de  la  religión 
christiana,  y  para  la  reformación  de  las  costumbres 
y  de  las  otras  cosas  necesarias  de  ella;  á  cuya  causa 
Su  Santidad  ha  procurado  de  continuo  con  los  Prín- 
cipes de  la  christiandád.  Pero  viendo  de  una  guerra 
y  contienda  nacer  otra,  no  solamente  en  los  Prínci- 
pes temporales  por  sus  entrafiables  odios  y  por  in- 
ducimiento del  diablo,  le  pareció  no  se  poder  jamas 
hacer  ningún  aparejo  do  guerra  contra  los  muy  in- 
fieles y  crueles  si  primero  no  fuesen  remediadas  las 
semejantes  guerras  y  contiendas  por  via  del  Conci- 
lio general,  para  que  de  esta  manera  apaciguadas  y 
del  todo  quitadas  de  común  consentimiento  y  con- 
sejo de  todos  los  Príncipes  déla  christiandád,  se 
hiciese  aquella  santísima  expedición,  por  la  qual  Su 
Santidad  determinó  de  convocar  y  convocó  el  Con- 
cilio general ;  y  por  que  entre  todos  los  otros  Prín- 
cipes de  la  rdigion  christiana,  ninguno  tiene  mayor 
amor  y  afición  que  vuestra  Cathólica  Magestad,  ansí 
porque  después  que  comenzasteis  i  reynar,  ninguna 
otra  oosa  mas  habéis  procurado  que  de  ampliar  y 
acrecentar  la  religión  christiana,  según  lo  demues- 
tran tantos  reynpi  ó  dudados  por  vos  restituidas  á 


É  DOSA  ISABlBL.    '  746 

la  christiandád,  como  porque  siempre  f  nisteia  muy 
obediente  hijo  á  la  Iglesia  romana,  y  así  mesmo 
porque  de  ningún  otro  Príncipe  mas  ha  sido  ayo- 
dada  la  dignidad  eclesiástica  y  la  Magestad  Ponti- 
ficia, ni  se  espera  que  de  otro  será  mas  favorecida: 
por  tanto,  Su  Santidad  me  ha  enviado  á  Y.  a  M. 
para  que  yo  do  su  parte  le  notifique  que  en  el  mes 
de  Abril,  primero  que  vendrá,  so  comenzará  ep  Bo- 
ma en  el  palacio  Lateranense  el  Concilio  general  ya 
convocado  por  su  Santidad;  y  rogase  así  mismo  de  su 
parte  á  vuestra  Cathólica  Magestad  que  ansi  mesmo 
como  otras  veces,  por  su  benignidad  ha  defendido 
la  dignidad  de  la  Sede  Apostólica,  y  para  la  defen- 
sión de  ella  algunas  veces  apercibió  muy  grandes 
ejércitos,  por  consiguiente  ahora  también,  por  la  su 
acostumbrada  piedad  cerca  de  la  religión ,  quiera 
dar  como  bueno  y  esforzado  defensor  de  Christo 
todo  el  favor  oportuno  para  que  esto  Concilio  gene- 
ral sin  cisma  y  sin  escándalo,  mas  antes  con  temor 
y  celo  de  Dios  todo  poderoso  y  de  la  religión  chris- 
tiana sea  celebrado ;  así  porque  el  pueblo  chris- 
tiano  claramente  sepa  la  religiosa  intención  y  legí- 
timas esousadones  de  Su  Santidad  y  de  quien  haya 
sidoimpedidaen  estos  sus  santísimos  propósitos,  co- 
mo porque  sea  manifiesto  cuan  provechosa  y  necesa- 
ria sea  á  ja  christiana  religión  la  oelebradon  deste 
Condlio,  y  cuáh  pestífera  y  peligrosa  á  la  salud  de 
las  ánimas,  la  división  y  riesgo  do  ella  que.  á  Dios 
plegua  quitar.  Suplico  á  Y.  M.  que  mande  leer  en 
este  venerable  templo  de  Dios  en  alU  é  inteligible 
voz  el  Breve  Apostólico  de  Su  Santídad,  que  pre- 
senté á  Y.  C.  M.  con  toda  su  Beal  Corte,  á  la  qual  la 
Sede  Apostólica  envia  salud  y  su  bendición,  etc.». 

Lo  qoe  d^o  il  Anobitpo  de  Toledo  GtrdeaaL 

cA  vos,  Beverendísimo  Prelado,  Arzobispo  de  To- 
ledo, Cardenal  de  Espafia,  Prelado  de  la  Santa  Ma- 
dre Iglesia ;  así  como  estáis  colocado  cabe  el  Sumo 
Pontífice  Yicario  de  Christo  por  vnestros  mered- 
mientos,  y  por  acrecentamiento  de  la  Fé  Cathólica 
habéis  guerreado  contra  los  infidas  tan  religiosa- 
mente, ahora  por  connguiente  no  dejds  de  pelear 
perla  Iglesia  Bomana,  ni  defender  la  unión  de  ella 
y  venir  personahnente  á  la  celebración  dd  Condlio, 
según  espedalmente  sois  llamado. 

«Asimismo,  vosotros  Prelados  Arzobispos,  que  sois 
firmísimos  pilares  de  la  Santa  Madre  Igleda  y  nem- 
pre  fuistds  aparejados  siendo  necesario  derramar 
la  propia  sangre  por  la  feé  de  Christo,  y  por  la 
unión  de  los  fieles ;  do  parte  de  Su  Santídad  sois 
convidados  á  estas  santísimas  y  necesarias  bodas, 
á  la  oelebradon  de  las  quales  iréis  en  su  tiempo  y 
lugar  personalmente  n  pudiéredes,  y  si  nó  envia- 
rds  personas  en  vuestro  nombre. 

•Y  vosotros  también  Grandes,  Sefioras,  Duques 
Marqueses,  Condes,  y  otros  Nobles  varones  y  vir- 
tuosos Caballeros,  así  mismo  varonilmente  en  favor 
de  la  fé  con  vuestro  Catbólico  y  glorioso  Bey,  ha- 
béis habido  triunfo  y  vencimiento  de  los  infieles,  así 
agora  por  consiguiente  tomad  armas  como  fides 
Caballeros  de  Christo  para  defender  la  unjon  d^  la 


946 


ORÓNÍOAS  DE  LOS  BBTES  DE  CASTILLA. 


Iglada  Romana  nuestra  Madre,  y  reformación  de 
loB  fielea  de  ella,  y  defenderla  y  ayudarla  eaf oreada- 
mente,  y  seguid  oon  buen  ánimo  á  vueatro  Bey  Oa- 
thólioo,  el  qual  yo  he  invooado,  é  rogado  por  parte 
de  Su  Santidad,  quiera  tomar  á  cargo  la  defention 
de  la  Sede  Apostólica  como  espero  que  hará:  lo 
qual,  si  ansí  lo  hioiéredes,  que  yo  no  desconfio,  con- 
seguiréis por  ello  entre  los  fieles  de  Jesuchristo  glo- 
riosa fama  y  nombre  perpetuo,  y  de  la  Sede  Apos- 
tólica gracia  que  en  su  tiempo  no  vos  podrá  faltar,  é 
de  Dios  todo  poderoso  convenible  galardón;  por 
cuya  ley  guardar,  Nuestro  muy  Santo  Padre  siempre 
está  vigilante,  el  qual  sea  bendito  por  siempre  ja- 
más amen.0 

Oyda  la  dicha  oradon  ó  habla.  Su  Altesa  mandó 
al  Bevereodo  Obispo  de  Oviedo,  Don  Valeriano  Vi- 
llaquiran,  del  su  Consejo,  que  estaba  presente,  le 
respondiese  en  latin  brevemente,  la  respuesta  del 
cual  tornada  en  romance  es  la  siguiente : 

tCon  cuanta  humanidad  y  atención  su  Cathólica 
Magestad  haya  oido  vuestra  embazada,  6  con  cuan- 
ta obediencia  é  devoción  haya  recibido  el  Breve 
Apostólico  por  vos  presentado,  no  seria  á  mí  fácil 
decir,  mas  el  fin  del  negocio,  pladendo  á  Dios,  cada 
dia  lo  mostrará.  Manda  Su  Alteza  que  ansí  lo  por 
vos  elegantemente  dicho,  como  lo  que  en  él  Breve  se 
contiene,  no  solo  á  S.  M.,  á  los  Prelados  y  Grandes 
que  están  presentes,  mas  á  toda  la  Corte  y  á  todo  el 
pueblo  como  lo  pedís  sea  manifiesto,  subiré  al  pulpi- 
to y  allí  lo  que  pudiere  trabajaré  de  lo  declarar. 

» Aguzad  los  oidos  egrejio  Doctor,  é  Nuncio  meri- 
tísimo,  ó  lo  que  oyéredes,  reponedlo  en  el  armario  de 
vuestra  buena  memoria,  porque  después  de  la  prós- 
pera jornada  lo  podáis  relatar  á  Su  Santidad.  Pros- 
pere Dios  á  los  que  desean  obedecer  la  Sede  Apos- 
tólica y  tener  y  guardar  la  f  eé  sin  mancilla,  conser- 
var y  favorecer  la  única  y  Santa  Iglesia.  Amen.D 

El  dicho  Breve  vuelto  de  liUn  en  rommee  deelí  itf : 

JUAN  PAPA  SEGUNDO. 

Christianísimo  en  Chrísto  filio  nuestro,  salud  y 
Apostólica  bendición.  El  afio  pasado  como  Alfonso 
Esténse,  que  era  duque  de  Forrara,  se  o  viese  enso- 
berbecido ,  é  alzado  los  cuernos  contra  nos  é  la  San- 
ta Sede  Apostólica,  cuyo  feudatario  é  vasallo  es,  é 
después  menospreciando  nuestras  moniciones,  le  hu- 
biésemos príbado  oonsistorialmente  del  dicho  Du- 
cado, ni  por  ello  diese  ninguna  sefial  de  obediencia, 
acordamos  de  ir  á  Bononiapara  que  de  aquella  ciu- 
dad mas  cercana,  trajésemos  al  dicho  Alfonso  á  la 
verdad  y  debida  obediencia,  ó  librásemos  tan  exe- 
lente  ciudad  nuestra  de  su  tiranía  para  lo  qual  vues- 
tra Cathólica  Magestad,  habiendo  sido  por  nos  reque- 
rido, envió  en  nuestra  ayuda  trescientas  lanzas  grue- 
sas :  también  entonces  mandamos  á  los  venerables 
hermanos  nuestros  Cardenales  de  la  Santa  Bomana 
Iglesia,  que  para  recuperación  de  tan  grande  ciudad 
fuesen  con  nos  y  nos  acompaftasen ,  é  siguiesen ,  lo 
qual  casi  todos  obedientes  é  prontamente  hicieron, 
porque  siguiendo  Nos  por  las  Qiuda4w  ele  la  Santa 


Bomana  Iglesia ,  entraron  oon  Nos  en  Bononia,  eoep^ 
to  cinco  Cardenales ,  los  quales  teniendo  msí  pen- 
samiento en  sus  ooiazones,  fueron  por  otro  camino 
á  Florencia;  y  como  quier  que  fueron  por  nuestra 
parte,  así  por  Nuncios  como  por  Letras  requeiidos 
para  que  viniesen  á  nos  y  estuviesen  presentes,  y 
juntamente  con  los  otros  Cardenales  á  las  delibera- 
ciones de  las  oosas  pertenecientes  de  la  dignidad  de 
la  Santa  Sede  Apostólica,  no  vinieron ;  mas  fueron  á 
gran  priesa  y  furtivamente  por  manera  de  decir  á 
Pavía,  y  de  allí  á  Milán,  é  puesto  que  su  mala  in- 
tención é  mal  ánimo  se  pudieran  conocer  por  muchos 
indicios,  con  todo  jamas  fueron  por  nos  culpados  ni 
por  escrito  ni  por  palabra,  porque  nunca  pensamos 
que  hablan  de  ser  tan  menguados  de  .consto  que 
tuviesen  pensamiento  de  se  apartar  de  su  cabeza,  ni 
raagar  la  vestidura  del  Seftor,  indivisible,  sin  costu- 
ra, é  traer  la  cisma,  tan  dafiosa  en  la  Santa  Iglesia  de 
Dios,  que  por  cierto  hablan  sido  de  nos  benigna  y 
honradamente  tratados,  y  por  la  mayor  parte  aere- 
contados,  mas  á  todo  se  atreve  la  codicia  é  la  cie- 
ga é  abominable  ambición  :  atreviéronse  con  poca 
temeridad,  no  teniendo  para  ello  ninguna  facidtad| 
á  convocar  Concilio  general,  ni  en  lugar  ni  en  tiem- 
po conveniente,  é  citamos  para  él;  con  este  llama- 
miento usaron  malamente  desvergonzada  mentira 
por  cuanto  afirmaron  tener  poder  de  tres  Cardena- 
les, los  quales  ni  dieron  para  ello  ni  poder  ni  con- 
sentimiento, incitados  según  parece  por  el  Bey  Luis 
de  Frauda,  christianíssimo,  el  qual^  olvidándose  del 
nombre  y  del  oficio  de  los  christianísimos  sus  pro- 
genitores, nos  quitó  la  victoria  del  dicho  Alfonso  con- 
tra la  anos  dada  por  el  dicho  Alfonso,  y  apartó  á  Bo« 
nenia,  excelente  ciudad  inmediata,  sujeta  á  la  San- 
ta Bomana  Iglesia,  alcanzando  de  sí  toda  piedad  é 
religión,  é  la  tiene  ocupada  oon  mucha  gente  de 
armas,  y  la  defiende  so  color  y  título  de  protección» 
según  ellos  dicen,  y  amenaza  también  de  cercar  6 
destruir  otras  ciudiades  de  la  Iglesia,  si  no  hacemoa 
con  ella  paz  que  él  qusiere,  desechando  todos  los  otroa 
Beyes  y  Principes  de  la  Iglesia  y  christiandad.  Por 
cierto.  Nos  somos  aparejados  de  abrazar  la  paz,  6 
siempre  se  la  ofrecimos ,  olvidando  todas  las  inju- 
rias y  dados  recibidos  con  toda  aquella  paz  que 
convenga  á  la  dignidad  de  la  Sede  Apostólica,  y 
que  no  nos  aparte  de  la  caridad  y  amistad  de  log 
otros  Príncipes  do  la  christiandad,  y  que  ponga  fin 
á  la  destrnicion  y  guerras  de  Italia  é  que  no  tarde  y 
dilate  la  espodicion  contra  los  malvados  turcos,  y 
otros  enemigos  de  la  salutífera  Cruz,  que  ha  tanto 
tiempo  que  Nos  procuramos  y  deseamos.  Si  otra  pas 
quiere  de  nos  sacar,  parece  que  no  busca  paz  mas 
antes,  so  nuestra  sombra,  quiere  ensanchar  su  8o- 
fiorío  en  Italia.  Dios  y  todo  el  mundo  saben  habe- 
rnos empleado  todo  el  tiempo  de  nuestro  Pontifica- 
do on  roconoiliar  entre  sí  los  Beyes  é  Principes  ca- 
thólicos  que  estaban  diferentes  en  recuperar  aai 
el  Patrimonio  de  San  Pedro,  y  en  restaurar  las  ciu- 
dades y  otros  lagares  ocupados,  como  en  el  apercibi- 
miento de  la  armada  para  tan  santa  espedicion,  de 
lo  qual  yuostca  (Cathólica  Msj^estetd  es  buen  testigo^ 


Af 


DON  FERNANDO  i 
«1  quál  por  nuestra  oonünna  MUdon  oon  el  mismo 
Bey  de  Francia  qne  estaba  diferente,  sobre  grandes 
cosas,  hizo  pas,  prometiéndonos  devenir  mny  pron- 
tamente en  la  Ud  espedioion  con  todas  la  faensas  de 
sus  reynoB.  Vedes  ahora  aquel  Bey,  que  asa  renom- 
bre de  ohiistianísimo,  y  que  quiere  ser  llamado 
principal  hijo  de  la  Igleda,  la  destruye  y  ordena 
de  Nos  hacer  Tiolenda.  Lcúi  Cardenales  cismáticos 
nrden  de  enyolTer  toda  la  christiandadde  errores,  las 
quales  cosas  habernos  yisto  por  cartas  de  nuestro 
Nuncio,  y  oido  á  nuestro  Embazador  que  estaba  en 
nuestra  Oórte,  servos  muy  graves  y  mny  molestas; 
por  ende,  hijo  carfeimo ,  y  muy  verdadero ,  levan- 
taos para  defender  á  nuestra  muy  Santa  Madre  Igle- 
sia, destruir  los  constes  de  los  cismáticos,  de  los 
quales  dos,  por  nacimiento,  son  subditos  de  V.  M., 
porque  por  esto  conseguiréis  no  menos  alabanza  que 
por  las  otras  escelentisimas  cosas  por  vos  hechas  por 
la  exaltación  de  la  f  é  cathólica.  Vuestra  Magestad 
sabrá  de  nuestro  caro  hijo  Guillermo  Cazador,  Audi- 
tor de  causas  del  Sacro.Palaoio  nuestro  Capellán,  Nos 
haber  convocado  Concilio  General  en  San  Jnan  de 
Letran  con  deseo  de  concluir  la  espedioion  general 
contra  los  malvados  turcos,  é  los  otros  enemigos  de 
la  Fée  christiana,  á  laqual  rogamos  y  exortamos  en 
el  Señor  queráis  proseguir  con  aquel  zelo  que  habéis 
aborrecido  la  cisma  i  á  amonestéis  é  induzcáis  á 
nuestro  amado  hijo  Francisco,  Cardenal  de  Toledo,  y 
á  los  otros  Prelados  de  estos  Beynos  cathólicos,para 
que  vengan  á  este  Concilio  que  será  tan  saludable 
á  toda  la  República  christiana,  y  le  deis  libre  licen- 
cia y  seguro  pasage,  sobre  lo  qual  todo  hablará  mas 
y  seguro  con  V«  M.  el  dicho  Guillermo,  al  qual  vos 
plega  dar  fée.  Dada  en  Roma,  en  San  Pedro  Súb 
a$»ú¡o  Pi$eatori$.  ultimo  de  Julio  de  1511,  y  en  el 
afio  octavo  de  nuestro  Pontificado.» 

É  luego  allí  el  dicho  Obispo  se  subió  en  un  pul- 
pito, é  antes  de  comenzar  su  sermón,  en  alta  voz 
leyó  los  traslados  del  dicho  Breve  y  de  la  dicha 
Oración  del  Nuncio,  y  consultada  primero  la  res- 
puesta con  su  Alteza,  por  su  mandado  la  dio,  ende- 
rezando su  habla  al  dicho  Nuncio,  diciendo  las  pa- 
labras siguientes : 

«Lo  que  bu  Alteza  responde  al  Breve  de  nuestro 
muy  Santo  Padre  y  á  Vuestra  Embaxada,  Reverendo 
Sefior  Nuncio,  es  que  su  Alteza  ha  comunicado  este 
negocio  con  muchos  Prelados  y  Grandes  de  estos 
Reynos  y  que  su  Alteza  por  sf,  y  en  nombre  de  la 
Sereníaimá  Reyna  de  Castilla,  su  muger  amada,  y 
de  todos  sus  vasallos  y  subditos,  y  umversalmente 
de  todos  sus  reynos  é  sefiorios  besan  la  mano  á  Su 
Santidad  por  el  cuidado  y  solicitud  que  tiene  y  ha 
tenido  del  buen  regimiento,  gobernación  y  refor- 
mación de  la  Santa  Iglesia  á  él  encomendada,  y 
por  el  deseo  con  que  siempre  procura  la  paz  y  uni- 
dad de  la  chrístiandad,  y  es  muy  contento  por  sí  y 
por  ella  y  por  sus  Reynos  y  sefiorios  de  enviar  al 
Concilio  Lateranenso,  que  Su  Santidad  convoca,  los 
Prelados  y  personas  que  lo  parecerá  convenir;  y  así 
mismo  es  presto  y  aparejado,  como  cathólico  y  obe- 
diente hijo  de  la  Santa  Iglesia  Romana,  de  poner 


DORa  ISABEL.  747 

por  día  é  por  su  defensa  y  amparo  su  Real  Perso- 
na y  estado,  oon  las  de  sus  naturales  é  súbditost 
trabajando  cuanto  posible  sea  que  la  Iglesia  no  sea 
dividida,  ni  lacerada,  ni  destruida  de  su  patrimo- 
nio, y  que  le  place  y  es  contento,  como  ya  lo  ha 
comenzado,  de  tomar  las  armas  por  ella,  para  esto 
y  para  que  el  general  Concilio  agora  por  Su  Santi- 
dad convocado  se  oélebre  quieta  y  santamente  nn ' 
cisma  y  sin  escándalo,  lo  cual  Nuestro  Sefior  quiera 
encaminar  á  su  santo  servicio  y  al  bien  común  de 
la  Religión  Christiana,  porque  después  de  celebrado 
haya  efecto  la  espedioion  y  justa  guerra  contra  los 
infieles,  que  por  S.  M.  es  é  ha  sido  tan  deseada,  y 
fuera  en  obra  por  su  parte  puesta,  si  estos  impedi- 
mentos y  presentes  calamidades  no  lo  hubiesen  im- 
pedido y  estorbado.» 

En  acabando  de  decir  el  Obispo,  el  dicho  Nuncio 
se  fincó  las  rodillas  en  tierra,  alzando  las  manos  al 
cielo  y  dando  á  Dios  loores  y  alabanzas  por  haber 
hallado  en  su  Alteza  tan  cathólioa  respuesta,  tanta 
afición  y  devoción  á  la  Santa  Iglesia  Romana  nues- 
tra Madre,  en  nombre  de  la  qual  se  lo  regraciaba  y 
le  suplicaba  le  quisiese  dar  las  manos  por  ello  para 
se  las  besar;  é  su  Alteza  le  mandó  levantar,  é  no  se 
las  quiso  dar.  El  dicho  Obispo  de  Oviedo  comenzó 
BU  sermón  tomando  por  fundamento  las  palabras  de 
San  Mateo  en  el  capitulo  IX  que  dice:  Subió  Juu- 
ehriito  en  una  fuweeiUa  y  navegó;  el  qual  Evange-. 
lio  era  de  la  Dominica  que  la  Iglesia  rezaba.  Echó 
un  solemne  sermón  en  favor  de  la  fée  é  unidad  de 
la  Iglesia,  loando  el  propósito  do  Nuestro  muy  Santo 
Padre  en  la  convocación  del  Concilio,  para  tantos 
bienes  quantos  Dios  mediante  de  él  se  esperan  se- 
guir, fizo  fin  dando  su  bendición,  y  de  allí  acabada 
la  misa,  su  Alteza  se  volvió  á  su  Real  Palacio  acom- 
paftado  de  los  de  su  Corte. 

CAPÍTULO  CCXXVIIL 
'  Del  ttéatlmo  gae  pKi6  ui  monja  en  RáTsaa. 

En  la  ciudad  de  Ravena,  en  la  Italia,  acaeció  el 
dicho  afto  de  1512,  antes  un  poco  de  la  batalla  de 
Ravena,  que  una  monja  parió  un  monstruo  espan- 
table; conviene  á  saber,  una  criatura  viva,  la  cabe, 
za,  rostro  y  orejas  y  boca  y  cabellos  como  de  un 
leen,  y  en  la  frente  tenia  un  cuerno  como  hacia 
arriba,  y  en  lugar  de  brazos  tenía  alas  de  cuero 
como  los  murciélagos,  y  en  el  pecho  derecho  tenía 
una  sefial  de  un  F  griega,  ansí  T ;  y  en  medio  del 
pecho  tenía  letra  tal  X,  y  en  el  pecho  izquierdo  te^ 
nía  una  media  luna  y  dentro  una  V  de  esta  echura, 
V.  De  lo  que  significaban  estas  letras  y  media  luna 
diversas  opiniones  y  juicos  ovo  entre  las  gentes. 
Tenía  mas  debajo  de  los  pechos  dos  bedijas  de  pe- 
los; tenía  mas  dos  naturas,  una  de  másenlo  y  otra 
de  femina,  y  la  del  másculo  era  como  de  perro,  y  la 
de  femina  era  como  do  mugor,  y  la  pierna  derecha 
tenía  como  de  hombre,  y  la  izquierda  tenía,  tan 
luenga  como  la  otra,  toda  cubierta  como  de  esca- 
mas de  pescado,  y  abajo  por  pié,  tenía  una  echura 
como  pié  de  rana  ó  de  sapo,  el  qual  4>cho  mónstruQ. 


748 


CRÓNICAS  DB  LOS  RETES  DB  CASTILLA. 


nació  en  el  mes  de  Manso  del  didio  afio  de  151E| 
como  dicho  ea,  y  vivió  trea  diaa,  y  fué  llevado  ú 
Papa,  el  qaal  lo  vido  y  mandó  dibujarle  de  la  ma* 
ñera  y  forma  que  era,  y  tuvióroulo  en  gran  mara- 
villa. 

« 

CAPÍTULO  CCXXDL 

!>•  lu  eout  ^«6  aeíaderoB  ■itatns  al  Hay  atiabo  oa  Bérgos,  é 
ét  la  arta  qae  el  Rey  de  Tremeiea  le  ea? ió,  é  del  preteate,  é 
de  tomo  te  hito  la  nnlla»  y  de  los  clwáUcoi. 

El  Papa  en  Roma,  después  de  haber  enviado  mu- 
chaa  Embaxadas  al  Rey  de  Francia  y  requerimien- 
tos de  paa,  é  que  fuese  obediente  hijo  de  la  Santa 
Madre  Igleaia,  como  loa  Reyes  chrístianlsimos  sus 
anteceaorea,  é  anal  miamo  de  los  otros  Reyes  é  Ar- 
sobispos  cismáticos,  les  perdonara  si  viuleran  cono- 
ciendo sus  yerros;  é  de  que  no  pudo  de  ellos  sacar 
obediencia  ni  virtud,  procedió  contra  ellos,  ó  contra 
.  cada  uno  de  ellos,  con  Munitorias,  é  descomulgólos, 
é  citólos,  é  puso  entredicho  en  las  tierraa  donde  es- 
taban, en  toda  Francia,  é  privólos  de  Reynos  6  Se- 
fiorios,  é  dignidades,  é  oficios,  é  beneficios,  é  prove- 
yó á  otros  de  algunoa  de  ellos,  y  luego  al  comienzo 
de  la  vuelta  é  dama  de  les  Cardenales,  se  dijo  que 
diei  ó  once  fueron  rebelados  contra  el  Papa,  6  re- 
coDciliáronae  dellos,  é  quedaron  cinco  contumasea 
en  la  cisma.  Y  el  mas  principal  é  capital  endureci- 
do, ó  más  rico  é  de  mas  dignidades,  á  quien  todos 
los  otros  acataban,  é  tenían  por  su  mayor  columna 
é  cabeza  de  esta  cisma  é  tema,  era  Don  Bemardino 
de  Carbajal,  Espafiol,  Castellano  natural  de  Plasen- 
cia,  el  qual  con  favor  del  Rey  Don  Fernando  lle- 
gó á  ser  grande  hombre  en  Roma,  como  lo  fué;  que 
él  era  Cardenal  de  Santa  Cruz  en  Roma,  é  Patriarca 
de  Jeruaalem  y  Arzobiapo  de  Resano,  é  Obispo  de 
Sig&onza  en  Castilla,  que  es  el  mas  rico  Obispado 
della;  é  otro  fué  de  los  dichos  cicco  Cardenales,  ansí 
mismo  espafiol,  que  fué  natural  del  reyno  de  Valen- 
cia, é  era  en  Roma  Cardenal  y  Arzobispo  de  Cosenza, 
é  ambos  eran  hechura  del  Papa  Alejandro,  é  los  otros 
tres  eran  franceses  é  italianos,  y  á  todos  los  privó 
el  Papa  como  dicho  es,  é  en  muchaa  partea  de  Francia 
se  guardó  el  entredicho;  en  otraa  no,  é  quitó  el  Papa 
la  muy  principal  feria,  é  muy  rica  de  la  dicha  ciu- 
dad de  Leen,  so  el  Rhon  que  es  en  Francia,  donde  se 
adquiría  al  Rey  infinita  guerra,  digo  renta,  é  pasó  á 
la  Saboya  á  la  ciudad  de  Berzeles,  é  privó  al  Rey 
de  Navarra  del  reyno  porque  ae  juntó  con  el  Rey  de 
Francia,  é  hizo  merced  de  Navarra  á  el  Rey  Don 
Femando,  é  que  lo  entrase  y  tomase.  El  Rey  Don 
Femando,  desque  se  puso  en  Burgos,  no  cesó  con 
muchaa  embaxadas  de  requerir  al  Rey  de  Francia 
con  la  paz,  é  pensó  desde  alli  por  bien  mitigar  el 
fuego  é  guerra  de  la  Italia.  El  qual  aunque  viejo  y 
doliente,  como  tubiese  hecho  hábito  de  gran  sober- 
bia á  su  corazón,  y  con  cobdicia  de  sefiorear  el 
mundo,  é  no  temiendo  el  resto  de  laa  sefioriaa  de 
los  christianos  que  contra  él  eran,  en  lo  que  tener 
debiera,  nunca  se  quiso  humillar,  ni  tomar  el  con- 
sejo ni  Isa  amonestaciones  del  Repr  Don  Ferasndoi 


sino  que  desliaria  y  baria  Papa  en  Roma,  y  el  Rey 
Don  Femando,  viendo  su  contumaz  y  dafiado  pro- 
póaito  se  declaró  contra  él,  con  todos  sus  Reynos  y 
sefiorios,  y  con  los  de  la  Reyna  Dofta  Juana  su  hija, 
por  defensor  de  la  Iglesia  Romana,  y  estorbador  de 
la  pésima  dama,  y  enemigo  de  ella  y  de  todos  los 
que  la  procuraban,  y  mandó  apregonar  guerras  con 
Francia  y  con  todos  los  cismáticos;  y  envió  á  hacer 
pacea  con  los  moros  de  allende,  por  cinco  aftos,  y 
envió  mandar  al  Conde  Pedro  Navarro  que  fechas 
laa  dichas  paces,  paaase  luego  en  la  Italia,  é  se  jun« 
taae  con  Don  Remen  de  Cardona,  Gobernador  de 
Ñápeles,  é  con  la  gente  del  Papa  para  defender  á 
Roma  é  recobrar  á  BolofLo,  é  las  tierras  de  la  Igle- 
aia ai  pndiesen,  porque  la  parcialidad  de  loa  france- 
ses estaba  muy  pujante  en  la  Italia,  ca  estaba  de 
ellos  con  el  Duque  de  Ferrara  muy  grande  ejército, 
é  tenia  á  Milán  y  su  tierra:  é  por  la  parcialidad  del 
Papa  eran  el  Emperador  Maximiliano,  é  los  otros 
venecianos,  é  otros  que  con  él  hicieron  Uga;  empero 
no  se  podian  juntar  sus  ejércitos  con  el  del  Papa, 
tan  aina  ni  como  era  menester,  y  el  Conde  no  tardó 
mucho  en  cumplir  el  mandamiento  del  Rey,  é  pasó 
con  su  infantería  é  gente  que  tenia,  con  que  hada 
guerra  á  los  moros,  en  Italia,  é  juntóse  con  el  dicho 
Don  Remon,  é  con  la  gente  del  Papa,  é  comenzaron 
de  hacer  la  guerra  á  los  franceses,  é  eso  mesmo  el 
Rey  Don  Femando  mandó  llamar  al  Alcayde  de 
los  Donceles  que  estaba  en  Oran,  para  que  asentada 
la  paz  con  los  moros  viniese  á  Burgos,  é  vino.  Es- 
tos dos  Capitanea  llamó  por  hombres  esforzados  y 
diestros  en  la  guerra,  y  de  aqui  comenzó  de  aperci- 
bir y  allegar  gente  para  dar  guerra  á  Francia  por 
la  via  de  Fuenterrabía  é  Navarra ;  é  el  Rey  de  In- 
glaterra, su  yerno,  le  envió  gente  de  ingleses,  gran 
copia  de  elloa,  en  una  armada  por  la  mar,  para  ir 
sobre  Bayona  y  estonces  estaba  aun  el  Rey  de  Na- 
varra no  bien  declarado  por  Francia,  antes  fingía 
que  estaba  al  servicio  del  Rey  Don  Femando,  por- 
que el  Rey  Don  Femando  le  habia  requerido  muchaa 
veces  como  á  deudo  y  pariente,  que  estubiese  de 
la  parcialidad  de  la  Igleaia  y  suya,  y  no  de  los  cis- 
máticos, porque  quizás  no  le  viniese  mal  é  perdiese 
el  reyno,  y  él  se  lo  habia  prometido,  y  con  dulces  y 
engafiosas  palabras  alongaba  la  declaración,  en  que 
después,  como  armaban  para  ir  aobre  Bayona,  allí 
se  declaró  por  Francia,  y  dijeron  que  dio  causa  de 
bastecer  á  Bayona  de  gente,  é  armas  é  mantent- 
mientoa,  de  manera  que  no  aprovechar  á  ir  aobre  ella; 
estonces  propuso  el  Rey  de  facer  la  guerra  é  él,  é 
tomarle  el  Reyno,  como  adelante  dirá,  y  se  lo  tomó 
por  lo  dicho,  é  porque  no  cumplió  con  él  cierta  ca- 
pitulación que  entre  ambos  estaba  fecha. 

CAPÍTULO  CCXXX. 

GirU  del  Rey  moro  de  Tremei ei,  qne  eavld  ti  Rey  Dos  FenulOi 

é  se  hizo  ea  fisallo. 

a  En  el  nombre  de  Dioa  piadoao,  apiadador  pode- 
roBO  sobre  lo  visible,  al  muy  alto  y  muy  poderoso 
é  esclarecido  Rey  mayor  en  el  mundO|  cuyo  estado^ 


tinaje  y  granáesá  et  mas  tntígna  qua  de  nlngim 
Principe,  tan  excelente  y  tan  liberal,  que  ana  obras 
manifieatán  las  obraa  de  an  persona,  qne  ya  por  el 
mundo  son  di^nlgadas,  el  qaal  es  de  mayor  estima- 
ción y  reputación  que  ningún  Principe  pasado  de 
nuestro  tiempo;  grave  para  ser  temido,  regidor  gra- 
cioso, benigno  para  que  todos  le  osen  demandar 
mercedes,  Don  Femando  Rey  do  Aragón,  de  las 
dos  Sioiiiaa,  de  Jerusalen  y  de  todas  partes  á  do 
envía  su  poder  y  la  muy  alta  é  muy  poderoaa  y  es- 
clarecida Reyna  y  Sefiora  Dofia  Juana,  Beyna  de 
Castilla,  de  León,  de  Granada;  la  mas  verdadera 
Reyna  é  Sefiora  de  todas  laa  que  viven,  por  ser 
mejor  en  sus  pasados  de  mayorea  estados. 

El  Siervo  de  Dios  Mul.ey-Baudala-Abdali,  Rey 
de  Tremeien :  Beso  las  manoa  de  V.  A.  y  me  humi- 
llo por  mi  Embaxador,  ante  vuestro  acatamiento,  y 
pongo  debajo  de  vuestro  servicio  mi  persona  y  mi 
tierra,  y  envios  mi  obediencia  y  mi  voluntad  pura 
para  eatar  y  permanecer  en  Tueatro  aervicio,  en  publi- 
co y  en  secreto,  y  téngome  por  ser  vuestro  siervo  en 
mas  que  ningún  Rey  de  los  moros,  por  la  esperan- 
ea  que  tengo  de  vuestra  grandeza,  mi  obediencia  y 
la  pas  y  concordia  de  V.  A.  comienaan  agora,  é  por 
ello  doy  á  Dioa  y  á  V.  A.  muchaa  gracias :  tengo 
por  perdido  todo  el  tiempo  que  no  he  estado  en 
vuestro  servicio,  agora  prometo  de  conservarlo,  cuan- 
to en  mi  esté :  plegué  á  Dios  de  poner  su  mano  para 
conservarlo  en  V.  A.  de  voluntad,  para  qne  reciba 
mi  obediencia  y  le  sea  aceptada  y  agradable.  Redbi 
una  carta  de  Y.  A.  que  me  alumbró  para  las  cosaa 
justas  de  toda  paa  y  concordia,  y  en  ella  vi  el  amor 
que  V*  A.  me  tiene,  y  la  voluntad  que  tiene  á  mis 
cosas,  en  aceptar  mi  servido,  por  lo  qual  doy  á  Dios 
muchas  gracias,  qne  conosco  ha  oido  lo  que  le  he  ro- 
gado, y  mas  veo  el  efecto  que  esperaba,  asi  como  el 
dador  es  infinito  es  mi  placer  infinito  cuando  vide  la 
carta  de  Y.  A.  en  que  parece  acepta  mi  servicio. 

diíuy  poderoso  Sefior:  envió  á  Y.  A.  dos  cosas  que 
le  son  debidas,  lo4  ohristianos  que  estaban  cautivoa, 
é  aquí  se  hallaron,  que  ea  cosa  santa  é  agradecida 
de  Dios,  para  este  mundo  é  para  el  otro,  que  vos 
como  su  Rey  justo  sois  obligado  á  pedillo,  é  otro 
preaente  temporal,  que  como  á  persona  Real  se  debe, 
de  todos  los  otros  Reyes  menores;  no  es  tan  grande 
como  mi  voluntad,  mas  es  sefial  que  todo  lo  que 
queda  ea  de  Y.  A. 

»E1  Alcayde  Mabomad  de  Lnbdi  es  persona  de 
linaje  é  de  virtud,  sabio  y  entendido  en  todas  las 
posas  de  generosidad,  é  nobleaa,  antiguo  criado 
mió:  por  fidelísimo  y  de  buen  consejo  envióle,  por- 
que para  enviar  ante  vuestra  grandesa  no  se  podía 
escoger  persona  mas  fiel.  Suplico  á  Y.  A.  que  lo 
mande  oir  y  crea  del  todo  lo  que  de  mi  parte  le 
dijere,  y  si  demaa  de  lo  que  acá  sabemos  á  Y.  A. 
pertenece  otra  oosa  de  que  le  podamos  servir,  con 
él  me  lo  euTie  á  mandar.» 

La  sobredicha  carta  vino  al  Rey  Don  Fernando  en 
el  mes  de  Enero  del  afio  del  Nacimiento  de  Nuestro 
Redemptor  Jesuchrísto  de  1512  afios,  y  con  ellas  le 
envió  en  presente  las  cosas  siguientes: 


]i  DOJ^A  IfiÁBfeti.  Ití 

Estando  el  Rey  en  BArgort,  dentó  y  treinta  diris- 

tianoa  que  estaban  cautivos  en  su  reyno,  é  vdnte  y 
dos  oaballos,  enoubertadoa  de  cubiertas  de  grana  y 
loa  botones  de  abajo  de  la  barriga  de  oro,  é  á  el . 
pecho;  maa  un  juego  de  ajedrea  de  oro  tabla  é  tre- 
bejos, é  cada  un  trebejo  atado  con  una  cadenita  de 
oro,  con  polloa  reden  naddoa,  é  una  gallina  morisca,  * 
india,  pintada  pardilla,  que  cantaba  muy  maravi- 
llosamente, é  un  león  manso  pequefio,  é  una  doñee* 
lia  peqnefta,  blanca  como  nieve,  é  muy  hermosa,  de 
sangre.  Real,  é  muy  veatida  de  terdpelo,  é  oon  una 
cadena  de  oro,  é  muchas  manillas  de  oro,  é  muchaa 
piedraa  predosaa,  é  mas  sesenta  mil  doblaa,  é  otras 
muchas  cosas,  lo  qual  todo  envió  oon  el  dicho  su 
Embaxador,  de  Oran,  é  vinieron  oon  todo  ello  en 
salvamento  al  Puerto  de  Gartajena,  é  dende  fueron 
á  Burgos,  donde  por  el  Rey  fueron  bien  redbidos. 

Á  este  Mnley-Baudala- Abdáli  fué  tomado  Maaar- 
quivir  é  la  dudad  de  Oran,  que  son  en  el  reyno  de 
Tremeaen  tiránioamente  á  Asan  su  sobrino. 

CAPITULO  CGXXXL 

I     De  tu  eotas,  é  de  elfiiis  de  ellis,  que  aeaeciereí  en  li  llalli 

en  e!  iSo  de  1511 

Yolviendo  á  decir  de  laa  cosas  que  acaecieron  en  . 
la  Italia,  6  de  algunas  de  ellas,  en  el  afio  de  1511  é 
en  el  de  1512,  ya  es  dicho  en  el  breve  del  Papa 
como  aquellos  Cardenalea  se  levantaron  contra  el 
Papa  y  se  juntaron  con  el  favor  y  voz  del  Rey  de 
Francia  é  de  laa  Sefioriaa  que  tenia  en  la  Italia,  é  V 
oon  d  Duque  de  Ferrara,  é  publicaron  Oondlio  Qe-' 
neral  para  cierto  tiempo  que  se  habla  de  hacer  en 
la  dudad  de  Pisa,  diciendo  que  para  reformación  ' 
de  la  Igleda,  para  el  qual  dieron  letras  invocatorias 
para  ouantaa  partes  pudieron,  é  dtaron  al  Papa  para 
él,  é  el  Rey  de  Francia  pensó  por  aquí  tener  causa 
de  aefiorear  toda  la  Italia  y  Roma  y  Ñápeles,  é  como 
no  consintieron  el  Embaxador  y  el  rey  de  Espafia 
é  los  otros  Reyes  y  Grandes  Sefiores  chrístianos,  en  * 
el  dicho  Cóndilo  é  mal  propósito  é  dafiado  deseo 
del  Rey  de  Francia,  é  de  loa  otros  Obispos  é  sus  se- 
cuaces, é  lo  contradijeron  é  dieron  por  vano,  é  nin- 
guno: luego  el  Rey  de  Frauda  hiso  juntar  y  apare* 
jar  grande  ejército  con  el  Duque  de  Ferrara,  é  con 
las  tierras  é  parcialidades  que  tenia  en  la  Italia,  é 
oomensaron  de  hacer  guerra  é  tomar  las  tierras  de 
la  Igleda  y  dd  Papa,  é  tomaron  al  Papa  por  fuena 
de  armas  la  ciudad  de  Bononia,  é  todo  su  condado, 
lo  qual  el  Papa  habla  recobrado  poco  tiempo  babia 
de  poder  de  los  BentiboUaa  que  mucho  tiempo  ha« 
bia  que  la  tenían  tirinioamente  á  la  Santa  Iglesia 
Romana,  é  tomaron  la  dudad  de  Breja,  que  era  de 
venedanoa,  é  para  recobrar  esto,  é  defender  lo  que  . 
quedaba,  é  defender  á  Roma,  reclamó  al  Rey  Don 
Femando  de  Espafia  é  á  los  otros  Reyes  Cathólicos; 
y  el  Rey  Don  Femando  de  Espafia  le  socorrió  con 
su  ejérdto  de  Ñápeles,  é  mandó  al  Yirrey  Don  Ra<» 
mon  de  Cardona,  Gobernador  de  Ñápeles  é  Capitán 
General  de  sus  ejérdtos,  que  luego  socorriese  al 
Papa  oon  todaa  fuensaS|  é  oon  el  Conde  Navarro,  \ ' 


760 


GRONIOAS  t)É  LOS  ftÜtES  DB  GASTILLA. 


oon  todof  lofl  CSftpitanei  é  gente  espefiola  qae  allá 
efUba;  y  el  Papa  juntó  oon  eate  ejéroito  do  Eepafta 
el  Buyo  6  sua  OapitaneSi  6  paao  al  Duque  de  Urbino 
au  lobrino  por  Capitán  Qeneral  de  au  ejéroito,  de- 
bajo del  didio  Virrey  de  Nápolea,  é  juntos  fueron 
á  poner  oeroo  aobre  Bononia,  é  puesto  el  oorco  la 
combatieron  oon  el  artillería  muy  fuertemente,  é 
le  derribaron  por  una  parte  loa  lionsoa  de  la  cerca 
y  entraron  algunos  de  los  espafioles  por  los  muros 
é  hallaron  dentro  otro  lienzo  ó  tal  amparo  que  era 
imposible  entralle,  cuanto  mas  que  los  franceses 
que  estaban  dentro  eran  muohoSi  é  la  defendían 
muy  bien,  é  echaron  fuera  á  los  que  entraron,  é 
murieron  algunos  de  ambas  partes;  é  el  ejéroito  ea- 
pafiol,  é  del  Papa,  se  fizo  afuera  del  combate,  é  se 
puso  cerca  de  la  ciudad  para  darse  recaudo  al  so- 
corro de  franceses  que  venia.  En  esto,  mientras  la 
gente  de  armas  ó  guerra  que  estaba  en  Breja  vino 
al  socorro  de  Bononia,  supieron  la  gente  de  yene- 
cianoB  que  eran  do  la  liga  del  Papa,  como  no  que- 
daba en  Breja  gente  de  guardia:  vinieron  una  no- 
che y  entráronse  dentro,  é  tomáronla,  pensándola 
defender;  é  teniéndola,  vino  sobre  ellos  todo  el 
ejército  y  poder  de  los  franceses,  é  los  que  estaban 
dentro  pelearon  muy  fuertemente  por  la  def ender^ 
é  los  franceses  le  dieron  tan  gran  combate,  que  la 
entraron  por  fuerza  de  armas,  é  la  tomaron  é  me- 
tieron á  saco,  é  mataron  cuantos  dentro  hallaron, 
hombres  y  mugeres,  chicos  y  grandes,  clérigos  y 
frayles,  y  monjas,  que  no  quedó  ninguno,  T  era 
Breja  dudad  de  mas  de  dos  mil  vecinos;  y  de  unos 
Monasterios  de  monjas  que  estaban  fuera  de  la  ciu- 
dad, tomaron  las  monjas  y  forzáronlas,  y  traianlas 
por  el  Real  como  mugeres  del  mundo,  sin  ningún 
temor  de  Dios  é  sin  ninguna  piedad,  como  si  fueran 
turcos,  y  aun  peor,  y  decíase  que  mas  de  ocho  mil 
personas  mataron  allí,  chiooa  é  grandes,  aquellos 
crueles  descomulgados  é  enrabiados  franceses;  é 
desde  aquí  cada  ejército  curaba  de  crecer  y  hacer 
mayor;  é  siempre  habia  encuentros  y  reencuentros, 
é  robos,  ó  muertos,  é  no  cesaba  de  arder  Italia  con 
fatigas  y  cuitas,  y  sofridones  y  desventuras,  como 
en  los  antiguos  tiempos  siempre  en  ella  fueron. 

capítulo  CQXXXII. 

Otra  tei  de  la  bitella  da  RaYaaa. 

Estando  cerca  de  la  ciudad  de  Bononia  el  ejército 
del  Papa  é  del  Rey  de  Espafia  con  sus  capitanes,  é 
per  Capitán  General  sobre  todos  el  Virrey  de  Ñá- 
peles Don  Remen  de  Cardona,  aragonéa  espafiol, 
esperando  poner  cerco  á  la  dicha  ciudad  é  pelear 
oon  el  gran  ejéroito  de  franceses,  que  no  muy  lejos 
de  ahí  estaba  bien  aperdbido  para  socorrer  é  defen- 
der la  dicha  ciudad  de  Bononia,  allende  de  la  mu- 
cha gente  que  dentro  ostaba  en  la  guarda  y  de- 
fensa de  ella,  é  sabiendo  el  Rey  Don  Fernando  en 
Espafia  la  gran  ventaja  que  los  franceses  tenían  por 
ser  muchos  más,  y  de  muy  mayor  la  artillería,  y 
demás  la  Uerra  y  sefiorías  de  por  allí  toda  por  ellos, 
f  nvió  á  mandar  al  dicho  Don  Remen  y  al  Conde 


Navarro,  é  á  los  otros  capitanes  de  secreto  qae  nú 
diesen  batalla  á  los  franceses,  aunque  se  la  deman- 
dasen hasta  que  él  les  proveyese  de  mas  gente,  é  se 
lo  enviase  á  mandar,  é  que  en  tanto  dilatasen  con 
ellos,  porque  los  franceses  eran  aabidos  que  eran 
mas  de  treinta  mil  hombres  en  el  ejército,  debajo 
dd  mando  é  regimiento  dd  Conde  de  Fox  Mosiur 
de  Narbona,  sobrino  del  Rey  de  Francia,  hijo  de 
su  hermana,  y  hermano  de  la  Reyna  de  Aragón, 
muger  del  Rey  Don  Femando  de  Espafia,  y  ellos  no 
eran  quince  mil  hombrea ;  é  para  esto  habla  envia- 
do de  Castilla  é  de  otras  partes,  gente,  espedd- 
mente  al  Comendador  Solía  con  dos  mil  inf  anteS| 
que  aun  no  eran  llegados  cuando  la  batalla  se  dio: 
y  como  los  franceses  se  hdlaban  tan  pujantes,  de- 
mandaban la  batalla  muchas  veces  al  dicho  Don 
Remon ,  y  él  disimulando  no  la  quería  aceptar,  hasta 
tener  mas  nrovinon  de  gente,  é  mandado  dd  Rey: 
é  de  que  no  la  quiso  dar,  los  franceses  acordaron 
pafa  sacarle  de  las  barreras,  de  ir  á  cercar  é  tomar 
la  ciudad  de  Revena,  que  es  de  allí  cerca,  é  es  de 
la  Igleda  y  de  su  Patrimondo,  al  qual  tenia  por  d 
Papa  un  capitán  llamado  Marco  Antonio,  italiano, 
y  como  los  franceses  llegaron  á  día,  cercáronla,  y 
comenzaron  de  le  dar  muy  recio  combate  por  todaa 
partes;  é  como  el  ejército  dd  Papa,  é  del  Rey  de 
Espafia  lo  supo,  partieron  para  día  á  le  socorrer 
todos  los  capitanea  con  su  ejérdto  y  artillería 
puesto  en  ordenanza,  y  llevaba  la  delantera  el  Conde 
Pedro  Navarro,  é  la  rezaga  el  Capitán  Generd  Don 
Remon;  y  en  d  ejército  iban  muchos  capitanes 
muy  esforzados  y  muy  honrados  y  de  linage,  ad 
espafioles  como  itdianos;  y  iba  el  Duque  de  Urbino, 
aobríno  del  Papa,  y  su  Capitán  General,  y  iban 
ordenados  en  esta  manera,  en  tres  grandes  esqna- 
drones  y  el  artillería  á  los  costados.  El  primer  es- 
cuadrón y  delantera  llevaba  d  Conde  Pedro  Na* 
varro;  é  el  segundo  esquadron  en  medio  llevaba 
Fabrício  Coluna,  capitán,  é  otros  muchos  capitanea 
Caballeros;  é  el  tercer  escuadrón  atrás,  que  era  la 
retaguardia,  y  de  mas  escogida  gente,  llevaba  el 
dicho  Don  Remon,  Capitán  General,  en  el  qud  es* 
cuadren  llevaba  dos  mil  infantea  escogidos,  y  qua- 
trocientes  hombres  de  armas,  gruesos,  muy  buenos, 
y  trescientos  de  á  cabdlo,  ligeros,  d  qud  oon  todo 
su  escuadren,  desque  Iss  batallaa  fueron  juntas  de 
ambas  partes,  se  volvió  atrás,  que  ninguno  de  ellos 
peleó,  ni  aun  vido  la  gente  franceaa,  é  volvió  las 
espaldas,  é  se  fué  de  luengo  á  do  quiso:  y  eso  mismo 
el  Duque  de  Urbino  no  peleó,  antes  hizo  trdoion, 
que  se  rebeló  por  los  franceses  oon  su  batalla.  E 
como  los  franceses  supieron  que  d  ejérdto  espaHol 
y  romano  iba  d  socorro  de  Ravena,  que  dios  no 
deseaban  otra  cosa,  dzaron  el  oeroo,  é  ordenaron 
todo  su  ejérdto  en  son  de  dar  y  redbir  la  batalla; 
é  f  uéronse  á  encontrar  con  d  primero  y  segando 
escuadren  de  los  espafioles,  loa  mas  furiosos  dd 
mundo,  é  los  espafioles  los  redbieron,  é  dieron  la 
batdla,  no  con  menoa  ánimo  y  esfuerzo,  y  la  pdea 
se  volvió,  la  qud  fué  tan  redámente  combatida  é 
peleada,  é  tan  cruel  por  ambaa  parteSi  de  pocos es« 


tm  FERNANDO 
pallóles  á  machoB  franoeses,  qae  nunca  tal  fué  visto, 
en  que  doró  cinco  horas ;  é  en  dicho  rato  los  espa- 
fioles  hicieron  cada  nno  de  ellos  como  Héctor  el 
Troyano  facía  en  las  batallas  en  sn  tiempo,  seis  ó 
siete  mil  hombres  qne  mataron  tres  mil  gascones,  7 
treinta  lombardas,  y  veinte  lansabeohes  tudescos  y 
de  otras  muchas  naciones,  y  subieron  dos  veces 
toda  la  infantería  espafiola  por  cima  de  la  infante- 
ría  francesa,  en  nombre  de  vencedores,  y  lo  f  aeran 
de  cierto,  si  el  Oapitan  Ckneral  los  siguiera,  ó  se 
estuviera  quedo,  que  no  se  fuera,  ca  en  su  ida  di6 
causa  según  se  oree,  que  el  Duque  de  ürbino  rebe- 
lase, y  no  pelease,  é  que  fuyesen  de  la  batalla  los 
que  huyeron.  Y  viendo  el  Conde  de  Fox,  Oapitan 
General  de  los  franceses,  é  los  otros  varones  é  ca- 
pitanes franceses  tan  grande  estrago  hecho  en  su 
gente,  é  como  los  españoles  andaban  casi  vence- 
dores, juntáronse  setecientas  lanza|  gruesas  de 
hombres  de  armas  escogidos,  de  hombres  de  Hnage 
é  saogre,  é  tomaron  las  espaldas  de  la  infantería 
espafiola,  y  soltaron  el  artillería,  é  diéronles  por  las 
espaldas  tan  gran  combate,  que  se  mesdaron  é  me- 
tieron entro  ellos  por  los  vencer  y  desbaratar;  y  los 
espafioles  traían  tan  gran  ooncierto,  que  si  no  fuera 
por  los  tiros  é  cuartería  de  la  artillería^  ellos  dieran 
buen  recaudo  de  los  dichos  hombres  de  armas,  aun- 
que les  entraron  por  las  espaldas.  E  con  la  grande 
artillería,  é  con  la  fuersa  de  los  dichos  hombres  de 
armas,  é  con  mucha  gente  francesa,  los  espafioles 
fueron  aplacando,  é  con  todo  eso  de  todos  los  sete- 
cientos hombres  de  armas  que  entraron  entre  ellos, 
no  escapó  ninguno,  que  á  todos  los  mataron,  y  con 
ellos  al  Virrey  y  Capitán  (General  Conde  de  Fox,  ó 
otros  muchos  capitanes  é  hombres  de  armas  y  gran 
sangre;  y  los  franceses,  como  eran  muchos,  todavía 
venían  de  refresco,  é  como  los  espafioles  eran  pocos, 
en  comparación  de  les  otros,  é  andaban  cansados, 
los  franceses  los  ovieron  de  romper,  é  los  rompieron 
é  desbarataron,  é  mataron  tres  ó  qnatro  mil  de  ellos, 
aunque  después  se  dijo  que  no  eran  tantos,  y  que 
en  los  alardes  que  se  hicieron  no  se  hallaron  sino 
mil  y  quinientos,  ó  pocos  mas  6  menos;  é  fueron 
muertos  de  los  franceses  catorce  mil  hombres.  Duró 
esta  cruel  batalla  cinco  horas,  é  fueron  los  franceses 
vencedores  con  muy  gran  pérdida  é  dafio  de  tanta 
gente  muerta  de  la  suya,  é  fueron  los  espafioles 
vencidos  á  mucho  menos  dafio,  y  por  mengua  de  su 
Capitán  General.  Fué  esta  batalla  Domingo  prime- 
ro dia  de  Pascua  de  Resurrección,  después  de  medio 
dia,  á  12  de  Abril  del  afio  del  Nacimientro  de 
Nuestro  Salvador  Jesuchristo  de  1512  afios.  El  dicho 
Capitán  Don  Remen,  como  dicho  es,  con  todo  su 
escuadren  y  gente  susodicha,  sin  llegar  uno  de 
ellos  á  la  pelea  ni  verla  de  vista,  porque  la  gente 
delantera  tomaba  mucho  trecho  de  tierra,  é  con 
ella  no  podian  ver  la  gente  francesa,  volvió  las  es- 
paldas y  se  fué  de  allí,  que  no  paró  mas  de  veinte 
millas,  é  allí  paró  con  su  gente  en  un  lugar  que 
llaman  Rémine.  El  Duque  de  Urbino,  Oapitan  Ge- 
neral del  Papa,  ya  es  dicho  como  tampoco  peleó, 
antes  todos  di  jei:on  que  se  rebeló  con  los  franceses. 


¿  DOi^A  ISÁBEti.  951 

é  se  ofreció  ser  de  su  favor;  é  oomo  qiüera  que  ello  * 
fué,  él  ni  su  batalla  ó  gente  que  le  era  sujeta  é 
mandaba,  ó  los  que  él  quiso  apartar  que  no  podían 
ser  pocos,  no  pelearon,  antes  su  estuvieron  quedos, 
y  después,  desque  el  desbarato  fué  fecho,  envió  á 
decir  al  Papa  que  allí  estaba  al  servicio  de  80  San- 
tidad, como  obediente  hijo  de  la  Santa  Madre  Igle- 
sia, é  el  Papa  le  perdonó;  é  él  dio  cuenta  al  Papa 
cómo  ó  por  qué  lo  hizo:  en  fin,  se  disimuló,  aunque 
aquí  se  puede  decir  que  si  miraran  el  exemplo  viejo 
que  dice :  muera  la  vida  y  viva  la  fama ,  hicieran 
sn  deber  y  pusieran  sus  personas  al  trabajo  del  me* 
reoer.  Ansí  que  el  Conde  Navarro  y  los  otros  ca- 
pitanes que  eran  muchos  y  muy  honrados  y  esf or- 
sados  caballeros,  y  de  linage,  ansí  espafioles  como 
italianos  y  hombres  de  gran  sangre,  y  otros  de  la 
infantería,  con  el  primero  y  segando  escuadrones 
pelearon  y  hicieron  su  deber,  salvo  el  oapitan  Car- 
bajal,  Sefior  de  Jodar,  é  otros  dos  ó  tres  capitanes 
cobardes  que  volvieron  las  espaldas  y  huyeron,  y 
no  pararon  hasta  Roma,  que  está  do  allí  cuarenta 
millas,  los  que  quedaron  pelearon,  como  dicho  es, 
con  todo  el  ejército  francés,  lo  mas  esforzadamente 
que  hombres  ficieron,  de  pocos  y  con  poca  artille- 
ría, á  muchos  y  con  mucha  artillería.  Duró  aquel 
dia  la  pelea  hasta  la  noche,  é  aunque  los  franceses 
fueron  vencedores  y  quedó  el  campo  por  ellos,  no 
siguieron  el  alcance  ni  hicieron  otra  diligencia 
ninguna,  salvo  quedaron  ellos  en  el  campo  aquella 
noche,  y  esto  fué  porque  sintióse  entre  olios  el  gran 
estrago  de  muertos  de  su  ejército,  é  la  muerte  del 
Oapitan  General,  é  de  otros  diez  y  odio  capitanes 
de  los  nobles  y  mayores  del  ejército  que  eran  allí 
muertos.  Otro  dia  Lunes,  segundo  dia  de  Pascua, 
vinieron  los  villanos  é  pagases  cercanos  de  donde 
fué  la  batalla,  ansí  de  la  parte  del  Papa  como  de 
los. franceses,  é  cogieron  é  robaron  el  campo,  é  de8-> 
pojaron  los  muertos,  donde  habia  diez  y  siete  ó  diei 
y  ocho  milhombres  muertos,  donde  ovieron  infinito 
despojo  de  armas,  de  oro,  é  plata,  é  vestidos,  é  bes-» 
tías,  é  otras  muchas  cosas  que  allí  se  perdieron  do 
ambos  ejércitos.  Aquella  noche  se  salvaron  muchos 
de  los  espafioles  vencidos,  de  la  batalla,  é  se  fueron 
la  vía  de  Roma  é  á  otras  partes,  donde  cada  uno 
pedia  ó  entendía  guarecer,  é  después  se  fueron  á 
rehacer  con  el  dicho  Don  Remon  y  guarecer,  pues- 
to caso  que  fueron  muchos  presos;  muchos  dé  los 
espafioles  y  italianos  en  la  batalla  después  de  ven^ 
cides  se  salvaron  oomo  dicho  es,  é  huyeron,  de 
donde  no  se  pudo  salvar  el  Capitán  General  de  Es- 
pafia  y  del  Papa  de  le  ser  cargada  toda  la  culpa 
de  dejarse  vencer,  que  pudiendo  haber  la  victoria 
no  la  quiso,  ca  pudiera  él  haber  la  victoria,  aunque 
nunca  peleara,  si  no  que  se  estuviera  quedo  en  el 
campo:  con  la  gente  escogida  que  tenia  en  su  escua- 
drón é  retaguardia,  sin  menearse  fuera  vencedor. 
Eso  afirmaron  é  dijeron  cuantos  quedaron  vivos  de 
ambos  ejércitos,  é  todos  los  otros  discretos  que  hu- 
bieron noticia  de  todo  lo  que  aconteció  en  la  pelea, 
que  notaron  el  gran  desmán  que  dio  en  irse  sin 
causa,  é  sin  saber  si  tenia  razón  á  se  ir,  que  si  coñ« 


m 


ÜRÓNtOAB  Dfi  LOS  BETE3  M  ÓÁSULLA. 


■ideran  lo  honra  q«d  tenia,  qae  era  la  mayor  qne 
nunoa  en  aquella  tierra  tuvo  homlve  de  Eapafia,  en 
aer  Oapitan  General  de  Eepafia  é  del  Papa  6  Boma, 
aolo  eato  le  pusiera  oorason  á  antea  morir  que  mo- 
yene  atraa,  dejando  vuelta  la  batalla.  En  fin,  loa 
franoeaea  que  allí  murieron  dieron  muy  mal  fin  á 
8ua  diaa,  que  murieron  todot  deeoomulgadoa,  y  en- 
tredichos y  malditos  del  Papa,  por  ser  adversarios, 
y  contra  ú  Papa  y  contra  la  Iglesia ;  é  los  espafioles 
y  todos  los  de  la  parte  de  la  Iglesia  murieron  ab- 
sueltos  y  con  bendición. 

Los  nombres  de  los  capitanes  franceses  que  allí 
murieron,  de  algunos  de  ellos,  son  los  que  se  si- 
guen :  fueron  los  principales  hombres  de  gran  san- 
gre y  estimación  diea  y  nueve,  con  el  Conde  de 
Fox,  Oapitan  General  del  ejército  francés  que  allí 
murió. 

El  Conde  do  Fox,  sobrino  del  Rey  de  Francia. 

Monsiur  de  Alegre,  é  su  hijo,  Monsiur  de  la 
Troche. 

Monsiur  de  la  Greta.  Estos  son  grandes  sefiorea, 
é  no  quedó  de  los  magnificos  de  la  hueste  de  estos 
sino  Monsiur  de  la  Pollita. 

Capitanes  de  hombres  de  armas.  Mellardo,  Ja- 
notto,  Bonet,  Mombrion,  el  Varón  de  Coses,  é  otros 
muchos  de  qne  no  hubiera  noticia,  sin  otros  muchos 
de  caballos  ligeros  é  de  infantería. 

Estos  son  los  capitanes  espafioles  que  fueron 
muertos  en  la  sobredicha  batalla  de  Rávena: 

Don  Gerónimo  Loria,  hermano  del  Cardenal 
Borja. 

Diego  de  Quifiones  Alvarado. 

El  Prior  de  Mesina. 

Pedro  de  Paz. 

Juan  de  ürbina. 

Sancho  de  Salaaár  y  otros  capitanes  de  infante- 
ría, de  que  no  supe  los  nombres. 

Romanos  capitanes  muertos : 

El  hermano  del  Duque  de  Granina. 

El  Sefior  Juan  Conde,  Barón  Bomano. 

Juan  Capoche  y  otros  Capitanes  Romanos  y  de 
otras  naciones. 

Los  capitanes  espafioles  y  do  la  parte  del  Rey  de 
Espafia  y  de  la  Iglesia  y  del  Papa  que  fueron  presos 
son  los  siguientes : 

El  Cardenal  Monsiur  de  Mediéis. 

El  Sefior  Fabríoio  Coluna ,  herido  y  preso. 

El  Conde  Pedro  Navarro,  herido  y  preso. 

Don  Juan  de  Cardona,  siciliano,  preso. 

Héctor  Pinacelo,  Barón  Napolitano,  preso. 

Marqués  de  Poscara,  Barón  Napoliuno,  preso. 

Marqués  de  Vitonto,  Barón  Napolitano,  preso. 

Marqués  de  Látela,  Napolitano,  preso. 

Otros  capitanes  de  Infantería  que  no  supe  cuan- 
tos, ni  sus  nombres,  fueron  presos,  é  los  quales 
presos  llevaron  luego  á  Ferrara,  é  después  dende  á 

Milán. 

Copia  de  la  gente  de  pelea  que  tenia  cada  uno  de 
los  dos  ejércitos  susodichos,  el  dia  de  la  pelea,  así 
de  á  pié  como  de  á  caballo : 

Tenia  el  ejército  francés  veinte  y   quatro  mil 


infantea,  qne  son  hombf«s  de  á  pié,  franoeses  y 
tudescos  é  gascones  é  italianos ;  é  los  del  Duque  do 
Ferrara. 

Mas  dos  mil  hombres  de  armas. 

Mas  quatro  mil  hombrea  de  caballos  ligeros. 

É  tenia  sesenta  pieaas  de  artillería. 

El  ejército  espafiol  y  de  la  Iglesia  tenia  lo  si* 
guíente : 

Tenia  nueve  mil  infantes  espafioles  é  cuatro  mil 
infantes  italianos,  que  son  treoe  mil  hombres  de 
ápié. 

Maa  setecientos  hombres  de  armas  espafioles  é 
quinientos  italianos,  que  son  mil  doscientos  hom- 
bres de  armas. 

Más  tenia  mil  hombrea  de  caballos  ligeros  espa- 
fioles, é  otros  mil  italianos. 

Más,  veinte  y  quatro  piesas  de  artillería. 

Por  aquí  se  puede  ver  la  ventaja  que  habla  de  un 
ejérdto  á  otro,  que  los  franceses  eran  treinta  mil 
hombres  é  los  Espafioles  y  del  Papa  eran  diea 
y  seis  mil  hombres ;  é  de  todos  fueron  poco  más  6 
menos. 

CAPÍTULO  CGXXXm. 

Da  U  biUlU  ^^ñ  orteron  les  portafsetet  da  Tanfer  eon  los 

llofof  da  allaada. 

fiid  Ali  Baraxi  Xarax,  sefior  de  Xexuar  é  del  Garo- 
bo,  de  otros  muchos  lugares  de  allende  en  e(  reyno 
de  Fea,  frontero  de  Ceuta,  é  el  Mandarín  Alcayde 
de  Tetnan,  vinieron  sobre  Tánger  á  le  quemar  los 
panes  por  mandado  del  Rey  de  Fea,  é  vinieron 
Miércoles  noche,  á  16  diaa  del -mea  de  Junio,  afio 
susodicho  de  1512,  con  setecientos  de  á  caballo,  é 
tres  mil  peones  moros,  é  pusieron  el  fuego  Jueves 
amaneciente,  é  quemaron  todos  los  panes  é  mucha 
tierra,  que  no  ovo  remedio:  é  Don  Duarte  de  Me- 
neaos, Alcayde  é  Capitán  de  Tánger,  salió  al  campo 
con  la  gente  de  la  villa,  qne  serían  obra  de  ciento 
y  setenta  de  á  caballo,  y  trescientos  peones,  poco 
más  ó  menos,  bien  aperdbidoa  y  armados,  y  ade- 
rezaron á  los  moros,  é  los  moros,  desque  los  vieron, 
hicióronse  dos  grandes  batallas,  é  tomó  la  delantera 
el  Mandarín,  é  la  trasera  Ali-Baraxe,  é  pensaron 
como  era  poca  gente  que  huyeran ;  é  loa  chrístianos 
se  apretaron  mucho,  é  como  vieron  la  primera  ba- 
talla en  que  venia  el  Mandarín,  é  llegó  cerca  de 
ellos,  arremetieron  con  ella,  é  rompiéronla  luego 
por  medio,  é  derribaron  é  mataron  muchos  de  los 
moros,  ansí  los  de  á  caballo  como  los  peones,  que 
todos  los  ballesteros  soltaron  é  emplearon  las  saetas, 
é  desbarataron  é  malpararon  aquella  primera  bata- 
lla ,  y  los  moros  que  della  escaparon  luego  comen* 
aaron  de  huir,  é  los  chrístianos  aderezaron  á  la  otra 
gran  batalla,  donde  estaba  Sid- Ali- Baraxi  con  todo 
el  fardaje,  y  como  llegaron  dando  lanaadaa  en  loa 
prímeros  qne  hablan  ido  en  la  prímer  batalla,  luego 
todos  los  de  segunda  comenzaron  de  huir,  aalvo 
algunos  de  á  caballo  que  comenzaron  de  tener  y  pe* 
lear,  é  Ali-Baraxi  fué  derribado  del  caballo  é  deja- 
do por  muerto,  y  dejó  allí  el  espada  y  la  toca;  y  ui^ 


bÓN^RiíÁNDO 
inoro  que  Üeraba  la  bandera  le  ayudó  á  cabalgar  I 
en  un  caballo,  é  el  moro  quedó  cantiyOy  é  asi  escapó 
¿  ufia  de  caballo  buyendo;  é  el  Mandarín  también 
fué  herido  en  la  primer  batalla,  é  eecapó  buyendo 
á  ufia  de  caballo;  é  como  loa  moros  todos  Tolyieron 
las  espaldas  á  buir,  los  ohristianos  los  siguieron  en 
alcanzo,  dos  ó  tres  leguas,  basta  Lacafa,  en  que 
mataron  mas  de  setecientos  moros,  é  prendieron  é 
cautivaron  doscientos  veinte  y  cinco,  é  ovieron  ó 
cojieron  gran  despojo  é  cabalgada  de  muchas  asé- 
milas  é  caballos-,  é  tiendas,  é  todo  el  fardaje;  ó  las 
aaémilas  fueron  mas  de  doscientas,  é  los  ofaristíanos 
Yolviendo  del  alcance,  aun  ardia  el  fuego  por  el 
campo,  é  montes,  é  matas,  é  como  allegaban  á  don- 
de estaban  escondidos  algunos  moros,  por  no  se 
quemar  se  descubrieron,  é  se  yenian  á  ser  atados, 
é  ansí  prendieron  muchos,  en  manera  que  la  cabal- 
gada fué  grande  y  de  muy  gran  valor  y  precio  en 
tierra  de  Barax.  Desque  volvieron  los  capitanes 
moros,  é  contaron  los  que  faltaban  de  los  que  ha- 
bían ido  con  ellos  á  quemar  los  panes,  mas  de  mil 
moros  hallaron  menos,  que  hablan  quedado  muer- 
tos é  cautivos ;  esto  se  supo  después  de  ellos,  y  de- 
cían que  esto  les  habia  acaecido  por  el  pecado  que 
habían  oometido  en  quemar  los  panes :  mas  de  mil 
moros  hallaron  menos  que  hablan  quedado  muertos, 
é  cautivos,  como  dicho  es. 

En  esta  batalla  dieron  muy  grande  esfuerzo  un 
Juan  de  Morón,  castellano,  natural  de  Morón,  que 
estaba  estante  en  Tánger,  criado  en  la  frontera  de 
Honda,  cuando  era  de  moros,  y  un  adalid  portu- 
gués llamado  Don  Diego  Leron  Duarte,  ca  los  mas 
de'  los  portugueses  eran  de  opinión ,  é  Don  Duarte 
con  ellos,  de  no  pelear,  salvo  guardar  su  ciudad; 
y  estos  dos  le  dijeron  y  amonestaron  muchas  veces 
é  muy  afincadamente  que  peleasen  en  todo  caso,  y 
les  dijeron  que  con  la  ayuda  de  Dios  tenian  muy 
cierta  la  victoria,  y  como  hombres  que  sabian  mu* 
cho  de  la  guerra,  é  se  hablan  visto  en  muchas,  co- 
nocieron el  tiempo  é  sazón,  é  dieron  de  sí  tales  ra- 
zones á  Don  Duarte,  é  á  toda  aquella  gente,  é  tales 
autoridades,  certificándoles  que  si  tal  dia  perdían, 
que  nunca  otro  tal  verian  ni  cobrarían,  y  que  aquel 
dia  era  el  mas  aparejado  que  nunca  ellos  hablan 
visto  para  vencer  pocos  á  muchos,  á  ganar  mucha 
honra ;  é  ansí  lecho  el  amonestamiento  por  aquellos 
dos  esforzados  hombres ,  toda  la  batalla  cobró  muy 
gran  corazón  é  ánimo  de  pelear,  é  con  muy  grande 
esfuerzo  pelearon  pocos  á  muchos,  como  dicho  es, 
y  Juan  de  Morón  mató  muchos  moros  por  su  lanza, 
é  hizo  grande  estrago  en  ellos;  é  de  quatro  ó  cinco 
christanos  que  murieron  en  toda  la  pelea  en  el  al- 
cance fué  él  uno:  |  Dios  lo  quiera  perdonar! 

Las  tiendas  ambas  del  Barrax,  é  del  Mandarín  vi- 
nieron en  la  cabalgada,  y  en  esta  batalla  se  halla- 
ron doscientos  hombres  é  mas,  castellanos  é  vizcaí- 
nos, que  estaban  en  aquel  tiempo  labrando  la  cerca 
de  la  villa,  é  fortaleciéndola  de  cantería,  é  albafiile-^ 
r(n ;  é  diéronles  á  tres  mil  maravedís  de  parte  de  la 
cabalgada  á  los  que  menos  dieron.  Murieron  i4eta 
christianoB  en  esta  batalla  no  mas. 
Cr.-in, 


Ú  DOf^A  iSABEt 


Í5Í 


CAPÍTULO  COXXXIV. 
Volfieaáo  i  fabUr  áe  lu  eous  áe  lUlU. 

Volviendo  á  f ablar  de  las  cosas  de  Italia ,  ya  es 
dicho  cumplidamente  de  la  batalla  de  Revena,  des* 
que  pasó  aquel  dia  tenebroso  de  batalla  que  duró 
hasta  la  noche.  En  aquella  noche  murieron  muchos: 
é  todos  aquellos  que  quedaron  vivos,  dejando  los 
que  fueron  presos ,  se  fueron  á  juntar  con  la  gen- 
te de  Don  Bemon  Oapitan  (General,  y  el  Papa  le  so- 
corrió, á  envió  seis  mil  infantes  é  halló  por.  todo 
ocho  mil  infantes  y  ochocientos  hombres  de  armas 
gruesas,  é  mil  de  á  caballo  ligeros ;  en  manera  que 
el  ejército  se  hizo  en  pocos  dias,  y  el  Duque  de  Ür- 
bino  se  acercó  también  con  su  gente  á  el  Oapitan 
General,  é  comenzaron  de  triunfar  é  buscar  á  los 
franceses,  é  seftofear  la  tierra  é  curar  de  cobrar  las 
ciudades  ó  villas  de  la  Iglesia;  y  en  estos  tiempos  . 
vinieron  de  muchas  partes  gentes  en  favor  de  la 
Iglesia,  y  do  las  gentes  de  Espafia  encaminadas  á 
ello  por  la  gran  providencia  y  saber  del  Bey  Don. 
Fernando,  así  alemanes  como  venecianos  ó  úoga- 
ros,  é  las  ciudades  é  villas  de  la  Italia  estaban  ya 
tan  hartas  de  guerras  y  tan  enojadas  é  tan  fatiga- 
das de  la  aborrecible  sujeción  de  los  franoesesy  que 
toda  la  tierra  se  alzó  contra  ellos,  diciendo  Iglesia 
y  Imperio  é  Espafia,  como  lo  cuenta  la  presente 
carta  que  envió  el  ínclito  Bey  Don  Fernando  al  AN 
zobispo  de  Sevilla  Don  Diego  Desa.  | 

EL  BE  X  • 

«Muy  Beverendo  en  Ohristo,  Padre  Arzobispo  de 
Sevilla  de  nuestro  Consejo:  VI  vuestra  última  letra  y 
agradéscovos  mucho  lo  que  en  ella  decís ;  las  nuevas 
de  las  batallas  que  ovo  en  Bavena,  entre  nuestro 
ejército  é  los  franceses,  no  os  las  escribí  porque 
nuestros  capitanes  vinieron  á  aquella  batalla  con-  • 
tra  mi  expreso  mandamiento  y  la  causa  por  qué  les 
mandaba  por  entonces  no  oviesen  batalla,  era  por- 
que yo  tenia  proveídas  y  encaminadas  tantas  cosas 
en  favor  de  la  causa  de  la  Iglesia,  que  juntándose 
todas,  sin  pelear,  con  la  ayuda  de  Dios  vencieran 
los  nuestros  é  los  contrarios  habían  de  dejar  el  cam- 
po é  la  tierra ;  é  por  los  alardes  que  se  hicieron  en  * 
las  partes  de  la  gente  que  quedó  de  la  dicha  bata- 
lla, es  averiguado  que  la  gente  de  nuestro  ejército 
que  en  aquella  batalla  se  perdió  entre  peones  y  ca-  ' 
bailaros,  no  llegan  á  mil  y.  quinientos  hombres ;  y 
del  ejército  del  contrario  sin  duda  murieron  pasados 
de  doce  mil  hombres  é  entre  ellos  sin  el  Oapitan  (Ge- 
neral, otros  muchos  capitanes.  Después  de  esta  ba^ 
talla,  nuestro  ejército  se  rehizo,  é  mi  Visorrey  se. 
partió  de  Ñápeles  en  favor  de  la  Iglesia  con  ocho 
mil  infantes  espafioles,  y  aun  ochocientos  hombrea 
de  armaa,  y  mil  do  caballos  ligeros;  é  por  otra  par- 
te los  suizos,  por  que  enviamos  nuestro  Santo  Padre 
y  yo  y  los  venecianos,  vinieron  con  nuestros  Oomi- 
serios  por  la  parte  de  Verona,  por  donde  el  Empe- 
rador mi  hermano,  por  amor  de  mí ,  les  dio  paso ,  y 
quedaron  ya  juntos  con  la  gente  de  Venecianos  eñn 

43 


iU  tíkómtkQ  ht  tos  MYta  db  CASríLtiL 

el  ejército  qne  han  eomenzAdo  á  facer.  La  movida 
deatoa  doa  ejércitoa  ha  aido  eata,  que  la  dadad  de 
Ravena,  y  todas  las  otraa  ciudades  de  la  Romanía 
que  eatahan  ya  por  franceses  se  levantaron  todas,  é 
se  rindieron  en  la  ohedienoia  de  la  Igleaia,  y  se  rin- 
dieron las  f  ortaleaas  della  al  Duque  de  ürhino,  que 
cataba  alli  con  gente  de  la  Iglesia  ;  y  Bononia  co- 
menzaba á  tratar  con  Su  Santidad.  Asi  mismo  el 
Emperador  mi  hermano,  hizo  poner  en  Verona,  que 
se  la  tenian  ocupada  los  franceses,  cierta  gente  de 
alemanes,  los  qualea  echaron  de  allí  á  los  franceses; 
luego  tras  de  toda  la  gente  de  loa  venecianos  con 
los  suyos,  cobraron  la  ciudad  de  Brexa.  £1  Marqués 
de  Mantua  con  mil  de  caballos  ligeros ,  en  nombre 
del  Imperio  entró  en  la  ciudad  de  Plaaencia,  que  es 
en  el  Ducado  do  Milán.  La  ciudad  de  Milán  se  le- 
vantó oontra  el  Rey  de  Francia.  En  todo  lo  susodi- 
cho murieron  alguna  copia  de  franceses,  y  toda  la 
gente  que  quedaron  de  loa  franceses  se  recogieron 
á  la  ciudad  de  Alejandria  de  la  Palla  que  ea  hacia  la 
parte  de  Aste ;  los  de  Milán  dieron  libertad  al  Car- 
denal do  Medrando,  Legado  del  Papa,  que  habia 
sido  preso  en  la  batalla  de  Ravena,  é  ficieron  abso- 
lución general.  Parecióme  que  era  razón  que  oa  hi- 
ciese saber  esto,  para  que  lo  hagáis  saber  á  loa  de 
vuestra  Iglesia  y  al  Ayuntamiento  de  esa  CSudad, 
para  que  vean  todos  claramente  cómo  Dios  Nuestro 
Sefior'  cuando  menos  lo  piensan  los  hombres  toma 
por  su  misma  causa.  Do  Burgos  á  l.\de  Julio  afto 
de  1512  aftos.» 

En  cuanto  alo  que  dice  la  sobre  dicha ,  Milán  se 
levantó,  é  toda  la  Comunidad  de  ella,  no  pudiendo 
sufrir  la  sujeción  de  los  franceses  é  los  echaron  fue- 
ra¿  diciendo  Imperio,  Espafia,  Espafia.  Fueron  lue- 
go socorridos  é  asociados  del  ejército  espafiol,  é  del 
Papa,  é  quedó  |a  fortaleza  por  los  franceses  por  en- 
tonces, hasta  el  afio  de  1513  que  ae  dio  á  partido,  y 
discurriendo  el  ejército  por  la  comarca,  Qénova  ae 
dio,  é  laa  fortalezas  della,  é  se  levantaron  oontra  los 
franceses,  é  quedó  la  fortaleza  nueva  é  inespugna- 
ble,  que  el  Rey  de  Francia  habia  hecho  con  que  creía 
'  tener  sojuzgada  á  Francia  á  Genova  para  aiempre,  é 
el  ejército  de  la  Iglesia  é  espafiol,  vino  sobre  tierra 
de  Florencia  é  combatieron  una  ciudad  suya  que  se 
llama  Prato,  é  tomáronla,  é  metiéronla  á  sacoma- 
no, y  como  esto  vido  Florencia,  dióae  al  Papa  ¿ 
partido,  é  dio  luego  para  el  ejército  doscientos  mil 
ducados,  porque  no  la  cercase ;  é  humillóse  y  dióse 
con  toda  su  tierra  á  la  obediencia  del  Papa  é  de  la 
Iglesia :  y  luego  se  dieron  Pisa  é  su  tierra  é  el  Du- 
que de  Ferrara  vino  á  la  obediencia  del  Papa  é  de 
la  Iglesi»,  diciendo  Ubi  BoUpeceavi,  é  el  Pápalo 
recibió  y  perdonó  con  ciertas  condiciones  é  peni- 
tencias que  le  dio,  é  ansí  fué  toda  la  tierra  de  Italia 
y  Lombardía  quitada  de  la  sujeción  de  franoeaes ,  é 
.pueeta  so  el  yugo  de  la  Iglesia.  Nuestro  Sefior  Dios 
sea  loado  por  siempre.  Quedaron  por  ganar,  que  no 
se  dieron,  el  Castillo  de  Milán  é  el  de  la  Lanterna, 
en  Qénova,  que  es  el  que  hizo  el  dicho  Rey  de  Fran- 
oia  en  Qénova, 


CAPÍTULO  OCXXXV. 
De  la  tona  de  Na? arra. 


No  pudiendo  venir  en  concordia  laa  cosas  de  en- 
tre el  Rey  Don  Femando  y  del  Rey  Don  Joan  de 
Navarra,  hijo  de  Moáur  de  Labrit,  porque  el  Rey 
de  Navarra  era  de  la  parcialidad  de  loa  cismáticos, 
é  no  quiso  cumplir  una  capitulación  que  habia  en- 
tre ambos  Reyes,  en  que  diz  que  se  contenia  que  ha-- 
bia  de  dar  paso  para  pasar  en  Francia  é  ciertas  for- 
talezas, lo  qual  no  faciendo  no  se  podia  paaarde 
Castilla  á  facer  guerra  á  Francia ;  é  desque  el  Rey 
Don  Femando  vido  que  en  ninguna  manera  ae  po- 
dia aacar  conformidad,  fizo  gente  para  conquistar  á 
Navarra,  asi  como  á  tierra  de  Rey  cismático  y  con- 
trarío de  la  Igleaia,  y  el  Rey  de  Inglaterra  au  hier- 
no,  le  envió  por  la  mar  con  muchos  hombres  com- 
batientes, y  con  ellos  por  capitán  al  Marqués  de 
Brístoles,  para  ayudar  á  hacer  la  guerra  á  Francia, 
and  como  cathóUco  y  valedor  de  la  Iglesia,  é  por- 
que le  tiene  Francia  oontra  razón  y  justicia  el  Con- 
dado de  Quiana,  que  ea  allí  frontero  de  Foenterra- 
bf  a  y  Navarra;  donde  son  las  ciudadea  de  Bayona  ó 
Burdeos,  é  habían  de  ir  aobre  Bayona,  si  hubiera 
tiempo  convenible  paradlo,  é  los  ingleses  mandó- 
loa  el  Rey  estar  por  fronteros  de  Francia  en  Fuen- 
terrabia,  é  sus  comarcas,  é  de  allí  fíderon  aaoz  dafios 
en  Frauda,  ca  quemaron  é  robaron  muchos  Ingarea 
de  la  frontera  de  Bayona,  é  en  Navarra,  de  los  que 
no  se  querían  dar  en  Castilla,  los  quales  ingleses 
vinieron  en  Espafia  por  Vizcaya  en  el  mes  de  Junio 
del  afto  de  1512,  é  el  Rey  envió  desde  Burgos  al  Du- 
que de  Alva  con  gente ,  dedan  que  con  doce  mil 
hombrea,  á  tomar  á  Navarra;  é  repartidos  los  capi- 
tanes por  el  reyno,  algunas  villas  é  fortalezaa  so 
tomaron  por  oombates  é  otras  se  dieron  de  su  gra- 
do, temiendo  por  no  ser  destruidos,  é  aun  porque 
no  querían  mal  al  Rey  Don  Femando,  é  el  Duque 
de  Alva  fué  sobre  la  Ciudad  de  Pamplona,  que  ea 
la  mas  prindpal  y  cabeza  de  Navarra,  é  ae  le  dio; 
é  la  tomó,  é  entró  en  ella  en  d  mes  de  Julio  á  25  diaa 
del  mes,  el  propio  día  de  Santiago,  é  se  apoderó  en 
ella  en  alto  y  bajo,  é  el  Rey  de  Navarra  estaba  allí 
prímero,  é  desque  supo  que  iba,  no  osó  esperar,  é  so 
fué  huyendo:  ó  las  fortalezas  que  mas  se  estuvie- 
ron, que  no  se  querían  dar,  fué  la  ciudad  deTudela, 
y  la  forí;aleza  de  EsteUa,  é  la  fortaleza  de  Moniar- 
din,  é  la  fortaleza  de  Miranda,  é  otras :  é  en  cabo 
otras  se  tomaron,  é  poseyendo  el  Rey  Don  Feman- 
do toda  Navarra,  los  ingleses,  ó  por  mal  sanos  ó  por 
otraa  razones  ó  causas  que  se  les  siguieron,  ó  porque 
el  Rey  no  entró  en  Francia  por  Bayona,  ae  embar- 
caron en  los  puertos  de  Quipúzcoa ,  é  se  fueron  en 
Inglaterra,  dn  licencia  dd  Rey ;  é  idoa,  el  Rey  Don 
Juan  de  Navarra  hizo  gente  de  gaicones  é  france- 
ses, y  algunos  alemanes  soldados;  y  puesto  casa 
que  los  puertos  de  entre  Navarra  y  Francia  esUban 
á  buen  recaudo,  buscó  por  donde  entró  poderosa- 
mente en  Navarra,  con  vdnte  mil  hombres ,  é  entv& 
é  puso  q^rco  sobre  Pamplona,  ó  túvola  oeroada,  é  d 


bok  B^EIlNANDO 

Í>aqiie  de  Áíva,  áentro  oon  qnatro  mil  hombree, 
veinte  y  siete  diae  ;  é  todo  este  tiempo  el  Bey  eeta- 
ba  en  Logrofio,  haciendo  espaldas  á  la  gente  saya 
que  estaba  en  Navarra,  é  hiso  gente,  é  envió  al  Du- 
que de  Nájera  oon  mny  escogida  gente  al  sooorro 
del  duque  de  Alva,  é  antes  que  el  socorro  fuese  ha- 
bían derribado  un  gran  lienzo  de  la  cerca  de  Pam- 
plona; los  franceses  dieron  un  gran  combate,  en 
que  no  les  aprovechó,  é  recibieron  muy  gran  dafio 
de  los  de  dentro  de  la  ciudad,  en  que  les  mataron 
mucha  gente,  é  se  tiraron  á  fuera ;  é  sabiendo  que 
iba  el  socorro,  no  osaron  de  aguardar,  é  se  fueron 
alzado  su  real ;  é  los  navarros  naturales  de  la  tierra 
.  é  otros  de  las  guarniciones  los  siguieron  á  la  reza- 
ga, é  al  pasar  de  los  puertos  les  ficieron  mucho  da- 
fio, é  les  despojaron  muchos ;  é  el  Rey  de  Navarra, 
é  todo  su  ejército  fueron  á  punto  de  se  perder  todos 
ó  la  mayor  parte  de  ellos,  si  el  sooorro  llegara  mas 
ahina,  é  los  siguieron,  é  con  todo  eso  perdieron  el 
artillería  mayor,  trece  tiros  gruesos,  é  quedaron 
muertos  en  derredor  de  Pamplona  é  otras  partes  de 
Navarra,  de  ellos  mas  de  dos  mil  hombres,  é  ellos 
mataron  á  un  capitán  de  infantería,  cuando  entra- 
ron, que  habla  ido  á  sacar  cierto  ganado  de  entre 
unas  sierras  ó  puertos,  con  todos  ó  la  mayor  parte 
de  la  gente  que  llevó ,  el  qual  capitán  se  llamaba 
Valdés,  é  mataron  con  él  trescientos  hombres,  é  esto 
fué  antes  de  asentarse  el  cerco  sobre  Pamplona,  é 
fué  en  Valle  de  Ronces ;  é  estuvo  la  gente  que  el 
Duque  de  Alva  tenia  en  Pamplona ,  é  estando  cer- 
cados, que  no  comieron  pan  en  mas  de  veinte  dias, 
toda  la  mas  de  la  gente ,  salvo  habas  é  garbanzos, 
é  trigo  cocido,  carne,  é  otras  cosas,  é  quemaban  las 
techumbres  de  la  casas  para  las  cocer.  El  dicho 
cerco  alzaron  los  franceses  de  sobre  Pamplona  á 
seis  dias  del  mes  de  Diciembre,  habiéndolo  tenido 
veintisiete  dias,  é  dióseles  tanto  lugar,  que  el  Rey 
Don  Femando  quería  é  quiso  escusar  muerte  de 
gente  christiana,  así  como  siempre  lo  tuvo  por  coe- 
tumbre. 

Estando  el  cerco  sobre  Pamplona,  el  Delfin  de 
Francia  Mosieur  de  Angolema  hizo  un  ejército  de 
catorce  mil  hombres,  en  que  habia  quatro  mil  sui- 
zos soldados,  y  envió  con  él  al  Duque  de  Borbon 
sobre  Guiptíscoa,  é  quedóse  él  én  Bayona,  que  está 
quatro  leguas  de  Fuenterrabia,  y  entraron  por  Oyar- 
zoii,  y  quemaron  allí  una  racina,  que  es  una  legua 
de  Fuenterrabia,  é  muchas  otras  caserías  y  her- 
rerías, y  ficieron  mucho  mal  y  dafio  á  la  entra- 
da é  salida,  matando  y  robando ;  é  las  gentes  de 
ios  lugares  é  aldeas  huían  á  los  montes  y  á  las 
fortalezas ;  ó  fueron  sobre  San  Sebastian,  é  pusieron 
su  campo  en  la  Rentería,  que  está  una  legua ;  é  de 
allí  pusieron  el  cerco  sobre  San  Sebastian ,  la  víspera 
de  San  Andrés ,  á  29  de  Noviembre,  é  como  aquella 
villa  está  orilla  de  la  mar,  é  la  cerca  cuando  crece 
las  tres  partes  de  aquella  la  hacen  fuerte,  é  no  la 
podían  quitar  el  socorro  del  agua,  ni  menos  comba- 
tir por  aquellaé  partes,  é  por  donde  mejor  la  pu- 
dieron combatir  la  combatieron  con  las  lombardas, 
que  habia  seis  lombardas ;  é  la  combatieron  tres  ho« 


A  ÍX)SA  ISABÉt.  ító' 

ras,  é  le  derribaron  gran  parte  del  muró,  é  U  villa 
estaba  muy  menguada  de  hombres,  que  muchos  ha- 
bían ido  en  las  naos  oon  los  ingleses  á  los  llevar  á 
Inglaterra,  ó  otros  estaban  en  las  guarniciones  é 
guerras  de  Navarra,  é  no  se  hallaron  en  la  villa  mas 
de  quatrocientos  hombres  de  pelea,  é  estos  se  dieron 
á  buen  recaudo,  é  defendieron  la  villa  por  armas  ó 
artillería,  é  tiraron  de  la  villa  oon  una  gruesa  lom« 
barda  que  tenían,  é  dio  en  la  lombarda  mas  prin- 
cipal délos  franceses  con  que  hacían  el  mas  dafio á 
la  villa,  é  quebróla,  é  mató  treinta  hombres,  en  que 
fueron  algunos  de  los  mas  principales  del  campOy 
que  tuvieron  loa  de  la  villa  por  gran  milagro,  ¿ 
luego  cesaron  el  combate,  é  teniendo  el  sooorro  que 
venia  ya  por  mar  é  tierra,  alzaron  el  cerco  el  día  de 
San  Andrés  de  mafiana ;  se  fueron  é  quemaron  la 
Rentería,  donde  habían  asentado  el  campo;  éAr- 
naniel,  é  Val  de  Parto,  que  son  muchas  eaüerías,  é 
los  de  la  villa  de  San  Sebastian,  cuando  salieron  fue" 
ra,  hallaron  de  los  franceses  mas  de  cien  hombres 
muertos :  de  ellos  llevadas  las  cabezas,  las  piernas ; 
otros  los  brazos,  del  artillería  de  dentro,  y  de  los  de  la 
villa  no  murieron  sino  muy  pocos  ;  é  los  franceses 
ala  vuelta  se  hubieron  de  perder,  ca  los  vizcaínos  les 
tomaron  los  puertos  é  pasos  donde  les  ficieron  mu- 
chos dafios,  é  quitaron  el  ganado,  é  mataron  muchos 
y  tomaron  muchos  prisioneros  que  destrocaron  por 
los  que  ellos  llevaban ,  é  el  Duque  de  Borbon  lo  sa- 
caron por  ciertos  pasos  de  las  montafias  porque*no 
se  perdiese ;  é  á  este  tiempo  aun  no  era  alzado  el 
cerco  de  sobre  Pamplona,  empero  dende  á  seis  ó  úe- 
te  dias  se  alzó  con  temor  del  socorro,  como  dicho  es. 
En  aquel  tiempo  del  dicho  cerco  de  Pamplona 
tenia  concertado  el  Duque  Don  Femando  de  Oala- 
bría,  sobrino  del  Rey  Don  Femando,  de  se  ausen- 
tar dé  la  Oórte  é  ir  en  Francia,  é  fué  descubierto  el 
concierto  por  un  clérigo  de  misa  á  quien  fué  reve- 
lado el  secreto  por  los  traydores  que  lo  trataban, 
que  eran  un  hombre  bien  rico  é  napolitano,  llamado 
Miser  Gopula,  é  un  Comendador;  é  el  dicho  clérigo 
no  quiso  encubrir  el  secreto  de  trayolon  contra  sa 
Rey,  é  díjolo  al  Oardenal  de  Espafta,  y  él  Oardenal 
enviólo  al  Rey,  y  el  Rey,  después  de  secretaiñente 
informado  de  lo  cierto,  mandó  prender  al  dicho  Mi- 
ser  Gopula,  el  qual  confesó  la  verdad,  é  de  conlo  dos 
afios  habia  que  el  Duque  se  andaba  por  ir,  y  como 
él  trahia  este  trato  y  aviso  é  un  Comendador,  ami- 
gos ó  criados  del  Duque,  é  luego  el  Rey  mandó  al 
Vice-chanciller  de  Aragón  fuese  á  la  posada  del 
dicho  Duque  Don  Femando,  é  lo  prendiese  é  lleva- 
se á  buen  recaudo  á  Xátiva ;  y  luego  el  dicho  Chan- 
ciller tomó  consigo  hombres  armados  los  que  con- 
venían ,  é  lo  prendió  é  llevó  é  puso  preso,  á  buen 
recaudo  en  Xátiva  sin  que  el  Rey  lo  viese,  óá  no  lo 
quiso  ver  ni  hablar,  porque  el  Rey  le  hacia  mudia 
honra,  é  nunca  le  faltara  un  gpran  casamiento  é  8e^ 
fioria  en  estas  partidas  de  Espafia,  é  si  se  fuera,  nun- 
ca faltaran  muchas  mas  guerras  é  fatigas  á  su  cau- 
sa en  Ñapóles  y  en  la  Italia,  sin  él  conseguir  el  ape- 
tito de  su  deseo  contrario  á  la  voluntad  de'  Dios, 
que  quiso  dar  lo  suyoá  su  duefio,  como  atrae  es 


7^ 


CRÓNICAS  DB  ios  BÉ7ES  DB  ÓÁSTÍLLA. 


orlto,  DeKberftdo  todo  el  reyno  de  Navarra  del  Rey 
Don  Joan  ni  yerno,  qne  eolia  eer,  y  de  loe  franoe- 
eee  quedó  el  Alcayde  de  loe  Donoelee  por  Yieorrey 
deél  é  Gobernador,  el  qual  lo  ayodó  á  ganar. 

CAPÍTULO  COXXXVI.    . 
Carta  del  Rty  Mkie  It  tosi  4«  Nanm. 

■ 

cM oy  Reverendo  en  Jeeaoritto,  Padre  Arsobiepo 
de  Sevilla,  mi  oonfeeor  y  del  mi  Consejo:  ya  cree- 
mos que  sabéis  oomo,  después  de  Dios  Nuestro  Se- 
flor,  Nos  bidmos  Reyes  de  Navarra  á  los  muy  ilus- 
tres Rey  y  Reyna  de  Navarra  nuestros  Sobrinos  y 
loe  pusimos  en  el  Reyno,  teniendo  la  mayor  parte 

.  de  contrario,  porque  pretendían  que  aquel  Reyno  é 
SeAorio  pertenecía  á  Moser  de  Fox,  padre  del  que 
murió  en  la  batalla  de  Ravena  ó  no  á  ellos,  y  el  Rey 
de  Francia  favoreció  al  dicho  Moser  de  Fox,  y  tra- 
bajaba por  su  potencia  de  ponerle  en  la  posedon 
de  aquel  Reyno  é  Sefioríos,  y  entonces  el  dicho  Rey 
de  Francia  nos  envió  diversas  embaxadas  con  gran- 
des ofrecimientos  de  cosas  que  por  Nos  quería  ha- 
cer, porque  diésemos  lugar  á  ello,  lo  qual  no  sola- 
mente no  quisimos  hacer,  mas  con  nuestro  favor  y 
gente  hicimos  obedecer  y  coronar  en  el  dicho  Rey- 
no  á  los  Rey  y  Reyna  de  Navarra  mis  sobrinos,  y 

^  declaramos  que  hablamos  de  poner  nuestra  persona 
y  estado  por  la  defensión  dellos,  y  después  estando 
este  Rey  de  Francia  y  Nos  en  amistad,  y  siendo  co- 
'  mo  somos  casado  con  la  Serenísima  Reyna,  nuestra 
cara  y  muy  amada  muger ,  viviendo  Moser  de  Fox, 
su  hermsnQ,  el  dicho  Rey  de  Francia  procuró  con 
Nos  muy  ahincadamente  que  diésemos  lugar  á  que 
con  su  ayuda  el  dicho  Moser  de  Fox  tomase  la 
posesión  del  dicho  Reyno  é  Sefioríos,  diciendo  que 
todos  los  letrados  de  su  Reyno  hablan  visto  los  ti- 
tules de  su  derecho,  y  que  de  justicia  claramente  le 
pertenecía  el  dicho  Reyno  é  Sefioríos ,  y  que  Nos 
debíamos  dar  lugar  á  ello,  así  por  no  le  impedir  su 
justicia,  como  porque  siendo  hermano  de  la  dicha 
Serenísima  Reyna  nuestra  muger  estaría  siempre 
junto  con  Nos,  y  que  en  caso  que  él  falleciese  sin 
hijos,.la  dicha  Serenísima  Reyna  nuestra  muger  era 
su  heredera,  y  subcesora,  y  sucedería  en  su  Estado: 
diciendo  que  en  hacer  por  él  hadamos  por  Nos:  é 
no  embargante  todo  esto,  Nos  por  el  amor  que  ha- 
bemos  siempre  tenido  á  los  dichos  Rey  y  Reyna  de 
Navarra  nuestros  sobrinos,  no  solamente  no  lo  qui- 
simos consentir,  mas  nunca  dimos  lugar  á  que  su 
derecho  se  pusiese  en  disputa,  antes  siempre  estu- 
bimos  determinados  de  poner  nuestra  persona  y  es- 
tado para  defenderlos  en  el  suyo,  contra  todo  el 
mundo,  sin  exceptar  hermano  ni  otra  persona  algu- 
na, y  éi  notorio  en  Espafia  y  en  Francia  que  si  no 
fuera  porque  el  Rey  de  Franda  Nos  vio  determina- 
dos 4  defender  (as  personas  y  estados  de  los  dichos 
Bey  y  Reyna  nuestros  sobrinos,  é  los  oviera  des- 

.  pojado  de  el  dicho  su  Estado :  y  no  tan  solamente 
hicimos  esto  por  los  dichos  Rey  y  Reyna  de  Navar- 
ra nuestros  sobrinos,  mas  todas  las  otras  cosas  que 
fueron  necesarias  para  que  tuviesen,  como  tenían 


en  pas  y  obediencia  el  dicho  su  Reyno,  que  auleri 
habla  muy  grandes  tiempos  qne  siempre  estaba  en 
guerra :  en  pago  de  todo  esto,  cuando  vieron  el  di- 
cho Rey  y  Reinado  Navarra  qne  el  Rey  de  Francia 
se  puso  públicamente  á  ofender  la  Iglesia  en  lo  es- 
piritual y  temporal,  ocupándole  su  patrímonio  y 
dividiendo  con  cisma  la  unidad  de  ella  y  viendo  quo 
nos  declaramos  en  favor  y  defensión  de  la  Iglesis, 
luego  comenzaron  á  tener  estrechas  pláticas  é  inte- 
ligencia con  el  dicho  Rey  de  Francia  y  hablar  asaz 
cosas  en  favor  de  lo  que  hacia  y  en  disfavor  de  la 
causa  de  la  Iglesia  y  de  la  persona  de  nuestro  muy 
Santo  Padre,  ni  mas  ni  menos  que  se  hablaba  en  la 
Corte  del  Rey  de  Frauda,  y  aunque  aquello  Nos  pe- 
reda muy  mal,  y  los  reprendíamos,  creíamos  que  el 
Rey  de  Navarra  por  ser  francés  hablaba  aquellas 
cosas  por  favorecer  el  partido  de  los  franceses,  y 
no  por  impedir  lo  que  se  hacia  en  favor  de  la  Igle- 
da«  T  luego  que  Moser  de  Fox  fué  muerto,  viendo 
el  Rey  de  Francia  la  unión  que  se  hacia  en  toda  la 
christiandad  con  nuestro  muy  Santo  Padre  y  con  la 
Igleda  Romana ,  y  viendo  que  el  Serenísimo  Rey 
de  Inglaterra,  nuestro  hijo,  y  Nos,  estábamos  deter- 
minados de  enviar  á  Guiana  nuestro  ejército  en  fa- 
vor y  ayuda  de  la  causa  de  la  Iglesia,  y  que  la  en- 
trada de  Quiana  por  tierra  por  esta  parte  de  Espa- 
fia es  muy  angosta  y  que  tiene  en  la  frontera  la 
ciudad  de  Bayona  que  es  fortísima  y  está  arrimada 
á  las  sierras  de  Navarra  y  de  Bearne,  oonodendo 
que  por  la  disposición  de  la  tierra  juntándose  d  Rey 
y  la  Reyna  de  Navarra  y  sn  estado  con  el  dicho 
Rey  de  Francia,  sería  imposible  que  los  dichos 
nuestros  ejérdtos  pudiesen  tomar  á  Bayona,  ni  te- 
ner cerco  sobre  ella  sin  evidentiumo  peligro,  y  que 
no  podrían  ser  proveídos  de  mantenimientos;  de- 
jando las  espaldas  contrarías  procuró  de  ganar  por 
intereses  á  los  dichos  Reyes  de  Navarra  contra  nos, 
no  solamente  para  impedir  la  dicha  empresa,  mas 
para  hacer  por  Navarra  en  Espafia  todo  el  dafio  qne 
pudieso.  É  luego  que  lo  supimos  enviamos  á  decir 
á  los  dichos  Rey  é  Reyna  de  Navarra,  que  puee 
velan  que  el  Rey  de  Francia  era  notorio  enemin^o 
y  ofensor  de  la  Igleda,  y  el  dicho  Serenídmo  Rey 
de  Inglaterra  nuestro  hijo,  y  Nos  tomamos  esta  em- 
presa en  favor  y  ayuda  de  la  causa  de  la  Iglesia 
para  divertir  la  potencia  que  tenia  en  Italia,  y  esto 
era  para  remedio  de  la  Iglesia  y  de  toda  la  Chris- 
tiandad; y  particularmente  para  remedio  de  los  di- 
chos Rey  é  Reyna,  porque  saldrian  del  pdigro  en 
que  de  contino  estaban  con  la  vedndad  del  Rey  do 
Francia,  que  les  rogábamos  no  quisiesen  dejar  el 
partido  de  nuestra  santísima  Liga,  y  juntarse  con 
el  partido  de  los  cismáticos, y  pedímosles  una  de 
tres  cosas,  ó  que  estuviesen  neutrales  y  nos  diesen 
una  delgada   seguridad  para  que   de  Navarra  é 
Bearne  no  daría  ayuda  al  Rey  de  Francia  ni  haría 
dafio  á  nuestros  ejércitos,  ó  que  si  querían  ayudar 
al  Rey  de  Franda  con  lo  de  Bearne,  que  está  desotra 
parte  de  los  Montes  Pirineos,  ayudasen  á  Nos  am  lo 
de  Navarra,  que  está  destotra  parte  de  Espafia,  ó 
que  si  querían  del  todo  declarase  por  una  de  las 


DON  FERNANDO 
|>ArÍM  qne  06  decliraseii  por  la  parte  de  la  Igleaia 
y  nueetra,  y  que  haciéndolo  lo  daríamos  ciertas  Ti- 
llas do  estos  Beynos,  que  están  en  sa  frontera,  y 
ellos  las  desean  mucho,  porque  por  un  beneficio  tan 
unirersal  como  placiendo  á  Dios  Nuestro  Sefior  se  es- 
pera para  la  Iglesia  y  para  toda  la  república  ohris- 
tiana  de  lo  que  se  hará  en  esta  empresa,  Nos  habla- 
mos por  bien  empleado  de  les  dar  las  dichas  villas, 
y  demás  de  esto  todos  los  coligados  nos  obligarla- 
mos  á  defender  siempre  su  estado,  y  que  mirasen 
cuánto  mas  les  yalia  tomar  esto  sirviendo  á  Dios  y 
á  la  Iglesia,  y  respondiendo  á  Nos  con  el  agradeci- 
miento que  Nos  deben  por  los  beneficios  que  de  Nos 
han  recibido,  y  quedando  juntos  con  todos  los  Prín- 
cipes christianos,  que  no  por  el  precio  é  interés 
que  les  da  el  Rey  de  Francia  posponer  y  vender  lo 
que  deben  á  Dios  y  á  su  Iglesia  y  la  obligación 
que  tienen  de  no  estorbar  lo  que  so  hace  en  favor 
de  ella  y  para  universal  remedio  de  toda  la  Repúbli- 
ca chrístiana,  y  que  mirasen  que  no  juntándose  ellos 
con  el  Rey  de  Francia  contra  la  Iglesia  y  contra 
los  que  favorecen  su  causa,  el  Rey  de  Francia,  .me- 
diante Nuestro  Seftor,  podrá  ser  brevemente  trahido 
á  tales  términos,  que  dejase  todas  las  cosas  que  tiene 
agenas,  y  que  para  lo  demás  no  tubiese  otro  remedio 
sino  ir  á  pedir  misericordia  á  los  pies  de  Su  Santi- 
dad, con  lo  qual  la  Iglesia  y  la  Ohristiandad  queda- 
rían remediadas,  y  cesarian  las  guerras  entre  los 
christianos,  y  nuestra  Santísima  Liga  podría  em- 
plearse en  la  guerra  contra  infieles,  enemigos  de 
nuestra  Fée ;  y  aunque  los  embaxadores  de  los  di- 
chos Rey  y.  Reyna  de  Navarra  nos  decian,  que  te- 
nían por  cierto  qu9  todo  esto  sucedería  así ,  si  los 
dichos  Rey  y  Reyna  se  juntasen  con  la  Iglesia  y  con 
Nos,  y  aunque  lo  habemos  instantísimamente  con 
los  dichos  Rey  é  Reyna  de  Navarra  desde  antes  que 
viniesen  los  ingleses,  y  después  hasta  hoy  esperan- 
do esto,  habemos  detenido  la  entrada  de  nuestro 
ejército  al  sitio  de  Bayona,  con  grandísimo  gasto  de 
los  ingleses  y  nuestro  y  con  no  pequefio  desconten- 
tamiento, porque  desde  ocho  de  Junio  que  descin- 
dieran  los  ingleses,  hasta  hoy,  han  estado  nuestros 
ejércitos  gastando  y  esperando  la  conclusioii  de  esta 
negociación ,  nunca  habemos  podido  acabar  con  los 
dichos  Rey  é  Reyna  de  Navarra,  que  sean  de  nues- 
tra parte  ni  que  quieran  ser  neutrales ,  y  siempre 
Nos  han  llevado  en  palabras,  dándonos  esperanza 
que  harían  lo  uno  ó  lo  otro,  y  por  otra  parte,  dando 
de  BU  tierra  la  gente  y  otras  cosas  necesarias  para  la 
fortificación  y  defensión  de  Bayona,  y  para  que  los 
franceses  tuviesen  tiempo  de  juntar  idlí  toda  la  po- 
tencia que  eUos  pueden,  hasta  que  habemos  sabido 
y  nos  ha  constado  que  los  dichos  Rey  é  Reyna  de 
Navarra  han  asentado  Uga  con  el  Rey  de  Francia 
contra  los  que  favorecíamos  la  causa  de  la  Iglesia, 
no  solamente  para  impedir  la  dicha  empresa,  mas 
para  hacer  en  Espafia  todo  el  dafio  que  pudieren ,  y 
la  suma  de  la  capitulación  de  la  dicha  Liga .  vos 
enviamos  con  la  presente.  Vista  esta  ingratitud  que 
los  dichos  Reyes  de  Navarra  han  cometido  para  con 
Píos  y  ^oq  Nos.  v  no  oont^ntta^Oflo  4o  dej«r  la 


É  DOfiA  I8ABBL.  '     1BÍ 

Iglesia  y  quien  después  de  Dios  los  hiao  y  defendió, 
mas  haciéndose  contrarios  y  enemigos  de  ella  y 
nuestros,  por  seguir  al  ofensor  y  enemigo  de  lá  Igle- 
sia; é  habido  sobre  ello  maduro  consejo  con  los 
PreJados  y  Grandes,  y  con  los  del  nuestro  Consejo,' 
y  con  otras  personas  de  ciencia  y  conciencia  de  es* 
tosRoynos;  considerando  el  dafio  grande  que  se' 
podría  seguir  á  la  Iglesia  y  á  toda  lá  Ohristiandad 
si  por  dejar  Nos  la  dicha  empresa  el  Rey  de  Fran- 
cia viéndose  libre  por  la  parte  de  acá,  enviase  toda 
su  potencia  en  Italia  contraía  Iglesia,  y  que  para  el 
remedio  de  ella  y  de  toda  la  Ohristiandad  es  nece* 
sario  y  conviene  hacerse  la  dicha  empresa,  ofredén- 
les  toda  pas  y  amistad  si  la  dieren ,  y  que  si  nega- 
ren el  dicho  paso ,  podemos  justamente  trabajar  de 
tomarle  y  tenerle  para  seguridad  de  la  dicha  em- 
presa, y  que  de  esto  hay  ejemplo  en  la  Sagrada  Es- 
criptunt ;  y  siguiendo  el  dicho  consejo  mediante 
Nuestro  S^or,  habemos  acordado  que  nuestro  ejér- 
cito entre  por  Navarra,  para  que  trabaje  de  tomar 
la  dicha  seguridad :  y  porque  dicho  Serenísimo  Rey 
de  Inglaterra  nuestro  hijo,  no  sabiendo  esto,  ni  aun 
creyendo  que  pudiera  suceder  así,  no  dio  comisioD 
á  su  Oapitan  Gtoeral  para  que  entrase  por  Navarra, 
quedara  el  dicho  ejército  de  los  ingleses. en  campo 
dentro  de  Guiana,  no  sobre  Bayona,  porque  el 
impedimento  susodicho  no  puede  ser  hasta  tener  se- 
guridad de  Navarra,  pero  mas  acá  de  Bayona  hasta 
que  placiendo  á  Nuestro  Sefior,  nuestro  ejéroito  haya 
tomado  la  dicha  seguridad  de  Navarra ;  y  tomada 
aquella,  placiendo  á  Nuestro  Sefior  ambos  los  ejér- 
citos juntamente  continuarán  la  empresa  de  Guia- 
na. El  Rey  y  la  Reyna  de  Navarra  hacen  cuenta 
que  pues  por  la  dicha  Liga  está  junta  la  potencia 
de  Francia  con  la  suya,  nuestro  ejéroito  no  será 
bastante  para  tomar  la  dicha  seguridad ;  pero  Nos 
esperamos  en  Dios  nuestro  Sefior  que  la  tomará.  De 
Burgos  á  20  de  Julio  de  1613  aftos.» 


Ssai  ée  la  eapltalidoa  y  eonderto  ée  eatrt  el  Rey  de  Praaeia 
y  el  Rey  de  Manm,  eoilra  U  SaaU  Liga  de  li  Igleili.  ; 

Asentaron  casamiento  do  la  hija  menor  del  Rey 
de  Frrnoia  con  el  Príncipe  de  Navarra.  Amistad  é 
Liga  perpetua  de  amigo  á  amigo,  é  enemigo  del 
enemigo. 

ítem  que  los  dichos  Rey  y  Reyna  de  Navarra,, 
ayudarán  con  todas  sus  fuerzas  y  estado  al  Rey  Ú9 
Francia  centrales  ingleses  y  espafioles,  é  contra  to- 
dos los  otros  que  con  ellos  se  juntaren. 

ítem,  que  el  dicho  Rey  de  Francia  ayudará  al  Rey . 
é  Reyna  de  Navarra  para  que  conquisten  para  sí 
ciertas  tierras  é  castillos  de  Gastilla  é  Aragon|^  que 
protenden  que  antiguamente  eran  de  Navaira,  do 
las  quales  de  yuso  se  hará  mención. 

ítem,  que  el  Rey  é  Reyna  de  Navarra  han  de  en- 
viar al  Príncipe  su  hijo  para  que  esté  en  poder  del 
Rey  de  Francia  por  seguridad ,  el  tiempo  contenido 
en  la  capitulación. 

ítem,  el  Rey  de  Francia  ha  dado  á  los  dichos  R^ 
é  Reyna  de  Navarra  el  Ducado  de  NemOrs ,  j  h$^it^ 
prgmeUdo  ol  QoQdi^o  40  Anaoftfto. 


^  f 


^68 


ORÓNIOAS  DE  LOS  BE7£S  DE  OASTILLA. 


•  ítem,  hale§  dado  yeinte  y  qaatro  mil  f ranooe  de 
pendón,  y  treeoíentaa  laiuuui  fnnoesae  ;  ciento  para 
el  Bey  do  Navarra,  y  ciento  para  el  Príncipe,  y  cion 
para  Monaen  de  Labrít. 

ítem,  l^e  obligado  el  Bey  de  Francia  de  pagar 
al  Bey  de  Navarra  quatro  mil  peones  tanto  cuanto 
dorare  la  güera. 

ítem,  que  les  ayndará  con  mil  lanzaa  gruesas  pa- 
gadas, y  con  toda  la  otra  pnjanza  saya,  para  que 
los  dichos  Bey  y  Beyua  de  Navarra  conquisten  á 
Gaipúzóoa,y  á  loa  Arcos,  y  á  la  Guardia,  é  á  otras 
cosas  de  Castilla,  é  á  Balaguer,  y  á  Biva  y  Pisa,  ó 
otras  cosas  de  Aragón  que  pretenden  que  antigua- 
mente fueron  de  los  Beyes  de  Navarra. 

ítem,  él  Bey  de  Francia,  ademas  de  lo  susodicho, 
dé  al  Bey  é  á  la  Beyna  de  Navarra  cien  mil  escudos 
de  ero  por  una  vez,  pagados  en  ciertas  pagas,  para 
que  hagan  gente,  así  para*  ayudar  al  Bey  de  Fran- 
cia, oomo  para  las  otras  cosas  susodichas. 

ítem,  que  el  Bey  de  Francia  ha  tornado  á  Mon- 
sinr  de  Labrít  las  tierras ,  ó  oficios  ó  provisiones  que 
eolia  tener,  las  quales  el  Bey  de  Francia  le  tenia 
quitadas. 

ítem,  de  todo  lo  susodicho  llevó  Monsiur  de  Or- 
9  val  capitulaciones  y  escrituras  firmadas,  é  juradas 
por  los  dichos  Bey  y  Beyna  de  Navarra  é  por  el  di- 
cho Monsiur  de  Orval,  como  Procurador  y  Embaja- 
dor del  4ioho  Bey  de  Francia. 

ítem,  para  ejecución  de  lo  susodicho,  el  Bey  y  la 
;  Beyna  de  Navarra  han  mandado  á  todos  sus  subdi- 
tos de  los  Sefioríos  de  Bearne  é  Fox,  y  á  los  del 
Beynode  Navarra,  que  estén  en  Uerra  de  labor, 
que  es  en  San  Juan  del  Pié  del  Puerto,  y  en  aque- 
llas faldas  de  Navarra,  que  fagan  y  cumplan  todo 
lo  que  el  Capitán  General  del  Bey  de  Francia,  que 
está  en  Guiana  les  mandare,  en  servicio,  favor  y 
ayuda  de  él :  y  de  la  misma  manera  ha  mandado  el 
dicho  Bey  de  Francia  al  dicho  su  Capitán  General 
que,  para  ejecución  de  las  cosas  susodichas  tocantes 
á  los  dichos  Bey  é  Beyna  de  Navarra,  faga  con  to- 
das las  gentes  é  poder  del  Bey  de  Francia  todo  lo 
que  el  Bey  y  Beyna  de  Navarra  les  escribieren,  y 
que  entren  en  Espafia  y  trabajen  de  tomar  todo  lo 
que  pudieren. 

ítem,  tiénese  aviso  cierto  que  el  Bey  de  Francia, 
cumpliendo  el  dicho  asiento,  ha  enviado  á  los  dichos 
Bey  é  Beyna  de  Navarra  dineros  para  pagar  la 
gente. 

CAPÍTULO  CCXXXVII. 

Octlartelon  del  Roy  Don  Penando  sobro  las  cosas  y  empresas 

del  Reyno  de  Navarra. 

cNos  el  Bey  de  Aragón,  de  las  dos  Sicilias,  de 
Jerusalen  etc.  Hacemos  saber  á  todos  los  que  la 
presente  vieren :  como  á  todo  el  mundo  es  notorio, 
estos  dias  pasados  viendo  Nos  la  empresa  que  el 
Bey  de  Francia  tomó  de  ocupar  el  patrimonio  de 
la  Santa  Iglesia  Bomana  nuestra  Madre,  y  de  di- 
vidir la  unidad  de  ella  con  cisma,  on  tanta  ofensa 
de  Dios  Nuestro  Sefior  7  dafio  universi^  do  toda  la 


Bellgion  Ghrístiana  ¡  luego  que  supimos  esta  nueva,' 
que  fué  estando  para  pasamos  en  persona  con  nues- 
tro ejéroito  é  proseguir  la  empresa  contra  los  in- 
fieles enemigos  de  nuestra  Santa  feé  Cathólioa,  sen- 
timos de  ella  muy  grave  pesar  é  dolor,  y  poner  tal 
fuego  ó  guerra  en  la  Christiandad  é  impiedad  en 
nuestra  Santa  feé  Cathólioa,  y  como  esto  no  pudi- 
mos, por  ninguna  via  de  negociación,  requerido  por 
nuestro  muy  Santo  Padre  que  quisiésemos  tomar 
por  la  defensa  y  remedio  de  la  Iglesia,  conociendo 
que  ésta  es  la  mayor  obligación  que  todos  los  Prín- 
cipes Chrístianos  tenemos,  flcímoslo  ansí,  y  asenta- 
mos con  nuestro  muy  Santo  Padre  y  oon  el  Sereni- 
simo  Bey  de  Inglaterra,  nuestro  hermano  y  hijo,  y 
oon  otros  Príncipes  Chrístianos ,  una  Santísima  Liga 
para  defensión  de  la  Iglesia  y  para  recobrar  el  pa- 
trimonio que  por  el  dicho  Bey  de  Francia  y  sus 
adherentes  le  habla  sido  ocupado  y  para  destrucción 
do  la  dicha  cisma;  y  porque  pareció  que  para  aca- 
bar lo  susodicho  con  el  ayuda  de  Dios  Nuestro 
Sefior,  y  para  divertir  de  Italia  donde  la  Iglesia 
tiene  su  principal  Silla,  las  fuenas  de  los  enemigos, 
era  necesario  que  los  ejércitos  del  dicho  Serenísimo 
Bey  de  Inglaterra  nuestro .  hijo,  rompiesen  por 
Guiana  contra  el  dicho  Bey  de  Francia,  y  para  ello 
fuimos  requeridos  por  nueistro  muy  Santo  Padre,  y 
Su  Santidad  otorgó  indulgencia  plenaría  á  todos  los 
que  en  los  dichos  nuestros  ejércitos  fuesen  á  servir 
en  la  dicha  nuestra  empresa,  y  queriéndola  poner 
por  obra  los  ejércitos  del  dicho  Serenísimo  Bey  de 
Inglaterra,  nuestro  hijo,  é  nuestro,  por  la  parte  do 
Bayona,  fueron  por  via  indirecta  impedidos  por  el 
Bey  y  Beyna  de  Navarra  nuestros  sobrinos,  ansí 
con  la  liga  que  han  hecho  y  asentado  oon  el  dicho 
Bey  de  Francia  en  perjuicio  de  la  dicha  Santísima 
Liga,  como  de  la  dicha  Santa  empresa,  como  en  las 
ayudas  que  de  dicho  reyno  de  Navarra  y  del  Sefiorío 
de  Bearne  han  permitido  y  prometido  para  la  de- 
fensión y  fortificación  de  Bayona  y  de  Guiana,  por 
lo  qual,  siguiendo  el  efecto  dolo  sentado  en  la  dicha 
nuestra  Santísima  Liga,  y  para  la  que  'dicha  santa 
empresa  no  se  qudiese  estorbar  por  los  dichos  Bey 
y  Beyna  nuestros  sobrinos,  fué  necesario  que  man- 
dásemos al  Duque  de  Alva  nuestro  Capitán  General 
que  entrase  con  nuestro  ejército  por  el  dicho  Beyno 
de  Navarra,  como  justamente  lo  podíamos  y  debis* 
mos  facer,  pues  de  la  manera  susodicha  los  dichos 
Bey  y  Beyna  nuestros  sobrinos  se  oponían  á  la  di- 
cha empresa,  y  en  la  capitulación  de  la  dicha  San- 
tísima Liga,  fué  firmado  por  Su  Santidad,  por  ser 
así  necesario,  por  el  remedio  de  la  Iglesia  y  de  la 
Christiandad,  que  loque  por  algunos  de  Nos  los 
dichos  confederados  fuese  tomado  fuera  de  Italia 
de  los  que  en  qualquiera  manera  se  opusieren  á  la 
empresa  de  la  dicha  Santísima  Liga,  aunque  fuesen 
Beyes,  lo  pudiésemos  detener;  é  visto  que  el  dicho 
Duque  de  Alva,  nuestro  Capitán  General,  prosi- 
guiendo la  dicha  empresa ,  después  de  habérsenos 
rendido  la  ciudad  de  Pamplona,  cabesa  del  dicho 
reyno  de  Navarra  y  otros  lugares  de  aquel  reyno, 
y  estar  todo  el  dicho  reyno  cu  disposiciou  de  hacer 


DOK.FEENANÜO 

lo  mismo,  i  asentado  coA  el  dioho  Bey  nuestro  so- 
brino en  nombre  del  y  de  la  dicha  Beyna  nnestra 
sobrina,  capitulación,  en  la  qual,  en  sustancia  se 
contiene  que  toda  la  empresa,  causa  6  negocio  que 
el  dioho  nuestro  CSapitan  General  prosigue  contra 
los  dichos  Rey  y  Beyna  nuestros  sobrinos  é  su  reyno, 
los  dichos  Bey  y  Beyna  la  remiten  enteramente  á 
nuestra  voluntad,  y  disposición,  para  que  Nos  po- 
damos disponer  y  ordenar,  según  nos  pareciere,  y 
que  aquello  se  cumplirá  y  tema  por  los  dichos  Bey 
y  Beyna  nuestros  sobrinos,  sin  contravenimiento 
alguno: 

»Nos,  consideradas  todas  las  cosas  susodichas,  é 
lo  que  va  é  importa  al  bien  y  remedio  de  la  Iglesia, 
y  de  toda  la  Beligion  Ghrístiana,  que  la  c^>ra  santa 
é  impresa  que  habemos  tomado  oootra  los  que 
ofenden  á  la  Iglesia,  oon  el  ayuda  de  Dios  Nuestro 
Sefior  pase  adelante,  hasta  que  la  dicha  cisma  del 
todo  sea  destruida,  y  la  Iglesia  y  la  Christiandad 
remediada,  y  la  honrra  de  Dios  Nuestro  Sefior  y  de 
BU  Iglesia  satisfecha,  y  porque' conocemos  qne  para 
seguridad  de  la  dicha  empresa  es  muy  necesario  y 
conveniente  que  el  dicho  reyno  de  Navarra  y  las 
fortalezas  del  estén  en  nuestro  poder  hasta  que  toda 
ladioha  santa  empresa,  con  el  ayuda  de  Dios  Nuestro 
Sefior  sea  toda  acabada,  declarando  nuestra  inten- 
ción cerca  de  lo  contenido  en  la  dicha  capitulación, 
que  como  dicho  es,  fué  remitido  á mi  voluntad,  por 
la  presente  decimos:  que  nuestra  voluntad  es  que  los 
dichos  Bey  é  Beyna  nuestros  sobrinos,  nos  entre- 
gen  é  fagan  entregar  luego  todas  las  ciudades,  é 
villas,  é  lugares,  é  fortalezas  dd  dicho  reyno  de 
Navarra,  y  que  los  reciba  por  Nos  el  dicho  Duque 
nuestro  Capitán  General,  ó  las  personas  que  él  en- 
viare á  recibirlas,  para  que  todas  las  dichas  ciuda- 
des, é  villas,  é  lugares,  é  fortalezas,  é  todos  los 
subditos  é  naturales  del  dicho  reyno,  de  cualquier 
estado  6  condición  que  sean,  estén  en  nuestro  poder, 
y  á  nuestra  gobernación  y  obediencia  todo  el  tiem- 
po que  Nos  viéremos  que  convenga  para  el  bien  y 
seguridad  de  la  dicha  santa  empresa,  en  la  manera 
susodicha,  y  que  después  quede  á  nuestra  voluntad 
y  disposición  el  cuándo;  y  la  forma,  y  manera  como 
hayamos  de  dejar  el  dicho  reyno,  para  que  del  ni 
por  él  no  Se  pueda  seguir  daño  á  lo  que  fuere  fecho 
en  beneficio  de  la  dicha  santa  empresa,  ni  á  nin- 
gunas tierras,  ni  subditos  de  las  coronas  de  Castilla 
é  Aragón,  ni  á  los  subditos  del  dicho  reyno  de  Na- 
varra, ni  á  alguno  de  ellos,  y  fasta  que  Nos  de 
nuestra  voluntad  fagamos  dejación  del  dicho  reyno 
de  Navarra,  en  la  manera  susodicha,  todos  los  sub- 
ditos naturales  del  sean  obligados  de  Nos  obedecer 
enteramente,  como  á  depositario  de  la  corona  é  reyno 
do  Navarra,  y  del  Seftorio  y  mando  del,  so  pena 
de  caer  en  caso  de  traición ,  y  de  las  otras  penas 
en  que  incurren  los  que  vienen  contra  la  corona 
Beal. 

tOtro  si :  declarando  mas  la  dicha  nuestra  volun- 
tad por  virtud  de  la  dicha  capitulación ,  decimos 
que  nuestra  voluntad  es,  que  los  dichos  Bey  y 

Rdjrnft  4e  Kf^Tiii^f^  mi9  vobrinQs^  ?^jj^9  }^^í^  ^ 


É  DOSa  IBABeL.  K9 

Mariscal  de  Navarra,  y  al  Conde  de  Bantisteban,  y 
á  Don  Julio  de  Beamonte  y  á  siti  hijos  al  dicho 
Beyno  de  Navarra  para  que  vivan  en  él  y  tengan 
sus  tierras  y  bienes,  porque  estando  á  la  parte  de 
Francia  no  sean  necesidad  de  servir  é  ayudar  á  los 
franceses  cismáticos  contra  la  dicha  santa  empresa, 
y  que  por  la  misma  causa  los  dichos  Bey  y  Beyna 
nuestros  sobrinos  sean  obligados  de  dejar  venir  á 
vivir  al  dioho  rey  de  Navarra  é  todos  los  otros  na- 
varros que  estuvieren  de  aquella  parte  de  Francia 
que  quisieren  venir  en  el  dicho  reyno. 

sOtro  si :  declarando  más  la  dicha  nuestra  voliin«' 
tad,por  virtud  de  la  dicha  nuestra  capitulación,' 
porque  los  dichos  Bey  y  Beyna  nuestros  sobrinos 
teniendo  de  la  parte  de  Francia  al  Príncipe  su  hijo, 
no  están  constrefiidos ,  so  color  de  casamiento,  ú 
otro  cualquier  color,  por  ponerlo  en  manos  del  Bey 
de  Francia,  queremos  que  los  dichos  Bey  y  Beyna 
nuestros  sobrinos  vos  entreguen  al  dicho  Príncipe  su ' 
hijo,  para  que  esté  en  nuestra  casa  real  fasta  que 
todo  lo  que  tooa  á  la  dicha  empresa  en  la  manera 
susodicha  sea  del  todo  acabado,  con  el  ayuda  de 
Dios  Nuestro  Sefior. 

tOtro  sí :  declarando  la  dicha  nuestra  voluntad  por 
virtud  de  la  dicha  capitulación,  decimos :  que  los 
diclios  Bey  y  Beyna  nuestros  sobrinos  sean  obliga- 
dos de  no  consentir  ni  dar  lugar  que  por  el  Sefiorío 
de  Beame  se  haga  guerra  ni  dafio  directamente  en 
los  reynos  de  Aragón ,  ni  dé  paso  para  que  por  allí 
se  pueda  hacer  dafio  alguno  á  los  dichos  nuestros 
Beynos,  y  para  que  á  todos  sea  notoria  nuestra  vo- 
luntad cerca  de  las  cosas  susodichas,  mandamos  facer . 
la  presente  firmada  de  nuestra  mano,  y  sellada  oon ' 
nuestro  sello:  dada  en  la  ciudad  de  Burgos  á  treinta 
y  un  dias  del  mes  de  Junio,  afto  del  Nacimiento  de . 
Nuestro  Sefior  y  Salvador  Jesuchrisio  de  mil  y  qui- 
nientos y  doce. — El  Reyji 

EL  BET. 

tMuy  Bdo.  en  Cliristo,  Padre,  Arzobispo  de  Sevi- 
lla, uü  confesor  y  del  mi  Consejo;  por  la  otra  mia 
que  va  con  ésta,  veréis  el  impedimento  que  el  Bey 
y  la  Beyna  de  Navarra  nos  han  puesto  en  esta  Santa 
empresa,  que  hacemos  en  favor  de  la  Iglesia,  y 
para  la  destruicion  de  la  Cisma ,  y  por  causa  de  los 
dichos  Beyes  creyendo  que  los  pudiéramos  atraer 
á  lo  que  era  razón,  he  detenido  más  de  cuarenta 
dias  los  ejércitos  del  Serenísimo  Bey  do  Inglaterra 
mi  hijo,  gastando  sin  facer  cosa  alguna,  que  no  ha 
sido  pequefio  inconveniente,  según  lo  que  en  esto 
tiempo  con  el  ayuda  de  Dios  Nuestro  Sefior  pudieran 
haber  hecho  en  Francia,  y  al  fin  visto  que  no  pude 
acabar  cosa  alguna  con  los  dichos  Beyes,  y  que  nos 
negaron  el  paso  por  nuestros  dineros,  y  seguridad 
para  el  dioho  paso,  porque  por  su  causa  no  se  estor- 
base la  empresa  do  Guiana,  que  fuera  estorbar  el 
remedio  de  la  Iglesia  y  de  toda  la  cristiandad,  y  es- 
torbarla los  dichos  Beyes  de  Navarra,  siendo  como 
es  guerra  inducida  por  la  Iglesia  y  en  favor  della, 
y  haberse  juntado  para  ella  con  el  Bey  de  Francia, 

se  Imww  i^ViW,  ^^  (99  9ÚmáligQ8|  niUici^  «I 


760 


CRÓNICAS  DE  L06  KBYB8  DE  CASTILLA. 


Doqa6  do  Alva,  noestro  Capitao  Gkneral  que  en* 
traae  oon  nueetro  ejército  por  Navarra  para  trabajar 
do  asegarane  del  dioho  reyno,  el  caal  lo  puso  así 
por  obra,  á  los  veintiuno  desto  raes  do  Julio,  y 
ahora  me  ha  escrito  que  habiendo  quedado  ol  liey 
do  Navarra  en  la  ciudad  do  Pamplona  en  propósito 
do  defenderla,  estando  ya  cerca  della  nuestro  ejér- 
cito, el  dicho  Rey  so  fué  dolía,  y  que  en  asentando 
el  dicho  naestro  ejército  sitio  sobre  la  dicha  ciudad, 
sin  pasar  trocho  alguno  de  armas,  se  nos  rindió,  y 
dia  do  Santiago  so  entregó  en  nuestro  nombro  al 
dicho  nuestro  Capitán  General ,  que  como  sabéis  os 
cabosa  do  aquel  royno;  en  haberse  hocho  así  breve- 
mente y  sin  dafio,  ha  parecido  bien  ser  obra  de  la 
mano  do  Nuestro  Sofior  que  en  toda  parto  quiero 
inostrar  milagro  en  las  cosas  do  la  Santa  empresa^ 
que  hacemos  en  favor  do  la  Iglesia,  y  para  la  des- 
trucción do  la  cisma,  é  yo  envío  á  mandar  al  dicho 
nuestro  Capitán  Oenersl  que  paso  adelanto  á  traba- 
jar do  tomar  con  ol  ayuda  do  Dios  Nuestro  Sofior  las 
fortalezas  que  Mtán  en  dicho  royno  para  la  entrada 
do  Quiana,  porque  son  recelo  y  oontradicion  áú 
dicho  royno.  É  ol  ejército  del  Serenísimo  Rey  do 
Inglaterra,  mi  hijo,  y  el  nuestro  puedan  unidamente 
con  la  guia  do  Dios  Nuestro  Sofior  proseguir  la  em- 
presa por  la  parto  que  vieren  que  mas  cumplo  para 
ol  bien  della.  Do  Burgos  á  veintiséis  do  Julio,  afto 
do  1512.1 

£1  Duque  de  Alva,  Capitán  Gonoral  del  ejército 
do  los  ospafioles  entró  en  el  royno  do  Navarra  con 
ol  dicho  ejército,  Miércoles  veintiuno  do  Julio,  y  á  la 
entrada  mandó  pregonar  que  los  do  aquel  royno  que 
no  hiciesen  la  guerra  al  dicho  ejército,  ninguno  les 
fidoso  dafio,  ni  en  sus  bienes,  y  que  pagasen  llana- 
monto  los  mantenimientos  que  tomasen,  y  aquel 
dia  asentó  el  campo  una  legua  y  modia  dentro  del 
dicho  royno. 

El  dia  siguiente,  fué  á  asentar  el  campo  sobro  un 
lugar  cercado  que  está  camino  do  Pamplona,  Huar- 
te,  en  el  qual  poco  antes  so  venían  á  poner  ciertos 
capitaneo  del  Rey  de  Navarra,  con  algunas  bando- 
ras  do  Roncalesos  que  es  la  mejor  gente  do  aquel 
reyno,  los  qualee  no  se  metieron  dentro,  antes  so 
fueron,  y  el  dicho  lugar  so  rindió  con  todo  el  valle. 
T  por  o^tar  aquel  lugar  en  paso,  el  Capitán  Gtoeral 
dejó  en  él  guarnición  conveniente  para  asegurar  el 
camino  de  los  mantenimietos ;  en  esto  tiempo  la 
Reyna  do  Navarra  con  sus  hijos  era  ida  á  Boaruo, 
que  es  á  la  parte  de  Francia,  y  el  Rey  do  Navarra 
quedó  en  la  ciudad  de  Pamplona,  con  propósito  do 
defenderla,  y  envió  sus  capitanes  é  g^nto  á  un 
puerto  áspero  y  estrecho  donde  el  ejército  de  los  os- 
pafioles habia  do  pasar,  para  que  defendiesen  aquel 
paso,  presuponiendo  que  por  la  aspereza  de  la  poca 
gente  lo  podría  defender  á  mucha;  avisado  de 
todo  el  Capitán  Qcneral,  antes  do  mover  el  campo 
que  lo  tenia  asentado  dos  leguas  do  allí,  fué  con 
algunos  capitanes  áver  la  disposición  do  aquel  paso, 
y  visto,  por  la  aspereza  del  y  estrechura,  fué  nece- 
sario que  dividiese  el  ejército  en  dos  partes,  y  con 
Ja  inojor  dolía,  puesta  ^n  ^rdop  la  batalla,  á  la  par- 


to mas  áspera,  y  oon  mucha  esoopotoria  acordó  da 
combatir  aqud  paso,  y  al  mismo  tiempo  mandó  quo 
moviesen  ol  artillería  con  la  otra  parto  del  campo, 
por  mas  abajo,  cerca  do  una  legua,  porque  la  dis^ 
posición  do  la  tierra  no  sufría  otra  cosa,  y  aun  para 
que  pudiese  pasar  ol  artilloría  fué  necesario  facer 
el  camino  todo  nuevo,  á  pala  y  azada;  y  así  como 
la  gente  del  ejército  de  los  ospafioles  movió  muy 
ordenadamente  para  querer  combatir,  la  gente  del 
Roy  de  Navarra  desampararon  el  paso  do  manera 
que  el  ejército  de  los  ospafioles  pasó  sin  rosistencisy 
é  sin  dafio  alguno.  Este  dia  el  Capitán  General,  por- 
que ol  peligro  estaba  en  la  delantera,  y  convoni» 
asentar  el  campo  en  buen  lugar,  quiso  fuese  en  la  de- 
lantera, e^  Mariscal  y  él  fué  á  aposentar  ol  cam- 
po, y  dejando  proveído  en  lo  que  con  venia,  salió  á 
donde  el  artilleria  habia  de  saKr  y  no  se  apeó  en 
todo  el  dia,  hasta  que  pasó  ol  artillería  y  la  trujo 
consigo  al  campo,  el  qual  so  asentó  aquel  dia,  quo 
eran  veintitrés  de  Julio,  á  dos  leguas  de  la  ciudad 
de  Pamplona :  rindióselo  allí  un  castillo  poqnefio 
que)laman  Garazon,  y  ol  dicho  dia  se  fué  el  Rey 
de  Navarra  de  Pamplona.  El  dia  siguiente,  á  loa 
veintiquatro  de  Julio,  por  la  mafiana  el  Capitán  Ge« 
nend  envió  á  la  ciudad  de  Pamplona  un  Rey  da 
Armas  con  una  carta  de  creencia,  y  la  creencia  por 
escripto,  para  quo  así  la  mostrase;  en  suma,  decia 
las  causas  que  hablan  movido  á  su  Cathólica  Re- 
gencia para  enviar  su  ejército  á  Guiana,  en  favor 
de  la  causa  de  la  Iglesia,  y  para  la  destrucción  do 
la  cisma,  y  las  causas  por  que  fué  necesario  entrar 
por  aquella  tierra  á  la  dicha  empresa,  para  ase- 
gurar della  y  no  para  les  hacer  dafio  alguno,  pi- 
diéndoles y  requiriéndoles  quo  le  entregasen  la  didia 
ciudad,  y  si  así  lo  hiciesen,  serian  mirados,  guar- 
dados y  bien  tratados,  y  si  no  quo  él  con  el  ayu- 
da do  Dios  Nuestro  Sefior,  pues  como  Capitán  que 
Uovaba  tan  santisima  empresa,  lo  era  licito  entrar 
por  cualesquier  tierra,  quo  para  la  dicha  santa  em- 
presa convonia  entrar,  y  que  él  entendía  entrar  con 
mano  armada  en  la  dicha  ciudad,  é  ir  otro  dia  á 
comer  á  ella,  é  tomar  la  seguridad  que  para  la  pro- 
secución de  la  dicha  empresa  conviniese,  y  que  pa- 
ra aposentar  el  dicho  ojérsito  en  la  ciudad,  envia- 
ría, á  sus  aposentadores  para  que  so  juntasen  con 
un  oficial  de  la  dicha  ciudad,  porque  sin  escándalo 
80  ficiese.  Fecho  esto,  el  dicho  Capitán  General 
mandó  mover  el  ejército,  camino  de  la  dicha  Ciadad 
en  esta  orden. 

£n  la  delantera,  los  Mariscales,  con  350  gi- 
notes. 

Después  ol  Condestablo  do  Navarra,  con  400  gi- 
netes. 

El  Obispo  de  Zamora,  con  450  hombres  de  armas. 

E  despuos,  Juan  Nufiez  de  Prado  con  530  gi- 
netes. 

Sobre  toda  la  dicha  gente  iba  á  la  mano  derocha 
la  infantería,  fecha  dos  escuadrones. 

A  la  mano  izquierda,  entro  la  gente  de  caballo 
y  el  infantería,  iba  el  artillería  y  su  munición  y 
detrás  de  tpdo  09t9  iba  d  f ardajo« 


DON  FERNANDO 

En  la  retagdardia  iba  el  otro  golpe  de  hombres 
de  armas,  é  ginetes,  con  Hnrtado  de  Luna,  y  Bniz 
Días  de  Boxas. 

Eneró  la  Infanteria  toda  por  la  pnente,  que  era 
hida  la  mano  do  Tenia,  y  la  genio  toda  de  caballo 
por  el  vado,  y  asentóse  el  campo  en  la  parte  de  lo 
mas  alto,  á  nn  tiro  de  piedra  de  la  ciudad. 

Poco  antes  desto  hablan  salido  de  la  ciudad 
qnatro  embajadores  á  tratar  con  el  Capitán  Qene- 
Ta]|  de  manera  que  el  dia  del  Sefior  Santiago,  25 
4e  Julio,  le  entregaron  la  ciudad ,  en  nombre  de 
8u  Cathólica  Magostad,  y  se  apoderó  de  ella  como 
convenia.  Escripto  en  Burgos  á  27  de  Jullio  afio 
de  1512. 

Después  de  lo  susodicho  el  Bey  de  Navarra  paró 
en  la  dicha  villa  de  Lumbirre,  y  sabiendo  que  el 
ejército  de  los  espafioles  estaba  por  ir  sobre  ól,  por- 
que aquella  villa  de  Lumbirre  está  en  paso  por 
donde  pueden  entrar  los  franceses,  por  la  parte  de 
Beame,  y  de  Boncés  Valles  á  Espafia,  envió  el  di- 
cho Bey  sus  embaxadores  con  poder  suyo  bastante 
al  dicho  Capitán  General  para  que  asentase  con  ól 
lo  que  quisiere,  faciendo  cuenta  que,  pues  no  podia 
retener  el  reyno,  quería  mostrar  que  lo  dejaba  de 
ini  voluntad,  por  dos  fines:  el  uno  porque  no  le  to* 
masen  á  Bearne  y  los  otros  Sefiorios,  y  el  otro  por- 
que después  que  su  Cathólica  Magostad  se  hubiese 
aprovechado  del  otro  reyno  para  la  dicha  empresa 
de  Gniana,  tuviese  mas  voluntad  de  restituírselo,  y 
ansí  los  dichos  Embaxadores  asentaron  por  virtud 
del  dicho  poder  con  el  dicho  Capitán  General ,  una 
capitulación,  que  en  sustancia  tiene,  que  toda  la 
empresa,  causa  y  negocio,  que  el  dicho  Capitán  Ge- 
neral proseguía  contra  ellos  y  su  reyno,  el  Bey  y  la 
Boyna  de  Navarra  lo  remitían  enteramente  á  la  vo- 
luntad y  disposición  de  la  Cathólica  Magostad  del 
Bey,  para  que  pudiese  ordenar  y  disponer,  según 
le  pareciese,  y  que  aquello  se  cumpliría  y  ternía 
por  los  dichos  Bey  y  Beyna  sin  contravenimiento 
alguno,  y  para  seguridad  que  cumplirían  todo  lo 
susodicho  de  la  manera  que  Su  Altesa  lo  ordenase 
y  mandase,  se  asentó  que  entregarían  luego  á  Su 
Alteaa  las  fortalezas  de  San  Juan  del  Pió  de  Puerto 
y  de  Maya,  las  quales  el  dicho  Capitán  General  ha- 
bía ya  enviado  á  recibir,  y  Su  Altesa,  por  virtud  de 
la  facultad  que  para  ello  le  fué  dada  por  la  dicha 
capitulación,  fiso  una  declaración  de  su  voluntad, 
la  qual  declaración  ol  dicho.  Capitán  General  flao 
saber  á  los  dichos  Bey  y  Beyna  de  Navarra  para 
que  la  cumpliesen,  según  por  la  dicha  capitulación 
eran  obligados,  pero  Su  Altesa  envió  mandar  al  di- 
cho Capitán  General,  que  en  recibiendo  sus  fortale- 
zas de  aquel  reyno,  entrase  luego  el  ejército  de  los 
ingleses  y  de  los  espafioles,  juntamente  en  Guiana, 
con  la  gracia  de  Nuestro  Dios,  por  la  parto  que  fuere 
mas  favorable  para  la  dicha  empresa,  y  en  caso 
quo  el  Boy  y  la  Boyna  de  Navarra  no  cumpliesen 
lo  contenido  en  la  dicha  declaración,  pues  ya  las 
fortalezas  de  San  Juan  del  Pié  del  Puerto  y  de  Ma- 
ya se  eran  entregadas  á  Su  Alteza,  en  el  dicho  caso 
mandó  al  dichQ  su  Capitán  General  fu^  luego  4 


É  DOÑA  ISABEL.  761    > 

tomar  á  Lumbirre  con  el  ayuda  de  Dios,  y  por  tan^ 
to  mandó  á  él  no  se  ooupase  ni  detuviese  mas  en  la»  ^ 
otras  cosas  de  Navarra,  pues  ternía  ya  los  puertos  * 
y  entradas  della  para  Frauda,  y  que  ambos  ejérci- 
tos juntamente  entrasen  en  Guiana ,  que  las  otras 
cosas  de  Navarra  Su  Alteza  proToería  en  ellas,  é  las 
allanaría  de  manera  que  en  ambos  los  casos  los  ejér^ 
citos  de  Inglaterra  y  Espafia  mediante  Nuestro  Se- 
fior  obiesen  de  entrar  luego  en  jGhiiana,  para  la  qual 
empresa,  Dios  mediante,  será  muy  proToehosa  Na- 
varra, así  como  no  teniéndola  sería  muy  contraria 
y  impeditiva  de  la  dicha  empresa. 

EL  BEY. 

«Muy  Beverendo  en  Ohristo,  Padre  Arzobispo  da 
Sevilla,  mi  confesor:  al  tiempo  que  estaba  acá  el  ^ér^ 
cito  de  los  ingleses,  juntamente  con  el  nuestro,  y  avía 
de  entrar  en  Francia  como  estaba  acordado,  el  Bey 
de  Francia  juntó  toda  su  potencia,  así  la  que  tenía 
en  Italia,  como  la  que  tenía  en  Francia,  y  la  envió 
á  esta  nuestra  frontera;  é  vino  con  ella  el  Delfin,  é 
otros  Grandes  de  Francia',  é  todos  los  buenos  oapi" 
tañes  de  guerra  que  les  han  quedado,  é  todos  los 
Gentiles  hombres  de  su  casa ,  é  demás  desto  dio  di- 
nero al  Bey  Don  Fernando,  é  á  Mosen  de  la  Brít, . 
para  que  de  sus  tíerras  fioiesen,  como  ficieron,  toda 
la  gente  que  pudieron,  de  manera  que  el  Bey  de 
Francia  y  el  Bey  Don  Femando  de  Navarra,  junta- 
ron en  la  dicha  frontera  todo  el  ejéroito  que  les  fué 
posible  para  resistir  á  ambos  nuestros  ejéroitos,  é 
tan  bien  deliberado  si  los  derechos  nuestros  é  ejér- 
citos entrasen,  retirarse  ellos,  é  esperando,  pero  ro-' 
tirándose.  Sin  ninguna  duda,  mediante  Nuestro  Se- 
ñor, la  victoria  era  nuestra,  pero  nunca  se  pudo, 
acabar  con  el  dicho  Capitán  General  de  los  ingleses, 
que  quisiesen  entrar  por  Bearne,  hasta  que  á  la 
postre  me  escribió  que  le  piada,  é  con  confianza  lo 
haría  así,  pasó  el  Duque  de  Alva  nuestro  General  • 
con  nuestro  ejéroito,  é  con  nuestra  artillería  de  la 
otra  parte  de  los  Montes  Perineos,  en  favor  de  la 
empresa  del  dicho  Serenísimo  Bey  mi  hijo;  é  qnan- 
do  nuestro  ejérdto  é  artillería  fué  pasada  á  San 
Juan  del  Pié  del  Puerto,  que  es  á  la  parte  de  Fran- 
cia, para  salir  á  redbir  de  aquella  parte  al  ejérdto 
del  Boy  de  Inglaterra,  mi  hijo,  é  envió  gente  de 
caballo  que  los  guiasen  fasta  donde  se  habían  de 
juntar,  el  dicho  Capitán  Ctoneral  de  los  ingleses 
tornó  á  decir  que  no  quería;  é  tomándole  á  porfiar 
sobro  ello,  dijo  que  quería,  pero  que  no  estaría  en 
Espafia  25  días,  fasta  ponerse  en  las  naos,  é  que 
aunque  se  tomasen  tierras  en  Guiana,  no  quedarían 
acá  ni  las  sosteraian,  dno  que  las  dejarían,  é  decían 
las  gentes  dd  dicho  ejéroito  de  los  ingleses  que  d 
no  les  diesen  recaudo  para  que  dentro  de  los  25 
días  se  embaroasen,  que  quien  lo  estorbase  se  lo 
pagaría;  no  sabiondo  esto,  é  que  los  dichos  25  días 
eran  menester  para'  solo  Hogar  á  donde  la  dioha 
empresa  había  de  comenzar,  é  volver  al  dicho  em- 
barcadero; de  manera  que  no  queda  tiempo  ningu- 
no para  hacer  la  guerra,  como  quiera  que  sentía  yo 
I  mudio  por  |o  %^^  tocaba  á  h  honrrsjr  estado  del 


V62 


CBÓNI0A8  DE  LOS  BEYES  DE  OASTILLA. 


dicho  Boy  mi  hijo,  é  á  lá  gloria  de  su  naoion  ingle- 
la,  qne  todos  los  tiempos  pasados  ganó  tanta  honrra 
en  los  fechos  de  armas,  ó  aloanaó  tantas  victorias, 
Tolverse  ansí,  sin  hacer  oosa  ninguna;  é  también 
sentia  que  á  bu  cansa  ó  para  ayuda  á  su  empresa, 
pasó  en  Francia  nuestro  ejército  é  artillería  de  la 
otra  parte  de  los  montes  Perineos,  que  de  otra  ma- 
nera no  pasara,  ó  si  hubiera  de  pasar  sin  confiansa 
que  los  ingleses  y  ellos  se  habian  de  juntar,  fuera 
juntado  primero,  mayor  ejército,  ó  aviéndolo  fecho 
pasar,  desalío  allf  al  rostro  de  toda  la  potencia  de 
los  enemigos,  é  irse  para  hombres  de  honrra  como 
ellos  son,  parecía  cosa  bien  extrafia;  empero  visto 
que  no  había  remedio  para  detener  lo  que  la  gente 
inglesa  cada  día  decían  é  escondían  cada  día  mas» 
contra  los  espafioles  de  la  mesma  gente  que  los  ser- 
via, creyendo  que  eran  causa  para  detenerlos  á  Ins- 
tancia del  dicho  Oapitan  General,  fué  contonto  de 
les  dar  licencia,  é  mandarles  dar  naos  para  que  se 
fuesen*,  é  como  los  franceses  supieron  6  tuvieron 
por  cierto  los  ingleses  se  iban  dejando  á  nuestros 
espafioles  de  la  otra  parte  de  los  montes  Perineos,  é 
sabiendo  ellos  que  por  la  dicha  empresa  de  Quia- 
na,  para  la  qual  los  espafioles  habían  pagado,  el 
dicho  Serenísimo  Bey  mí  hijo,  ponía  la  mitad  del 
dicho  ejército,  é  Nos  la  otra  mitad,  é  que  yéndose 
los  ingleses  quedaba  solamente  el  medio  ejército, 
que  era  el  nuestro,  perdieron  el  miedo  que  antes  te- 
nían é  cobraron  gran  corazón,  ficieron  quenta  que 
antes  que  nuestro  ejército  pudiese  pasar  de  esta  otra 
parte  de  los  montes  Perineos,  se  podrían  tomar  el 
medio  con  demasiada  ventaja  suya  al  subir  de  la 
montafia,  que  había  buena  disposición  para  ello,  é 
que  desbaratado  el  dicho  nuestro  ejército,  podrían 
tomar  en  un  día  el  reyno  de  Navarra,  é  lo  mas  que 
quisiesen,  é  tenían  por  más  fácil  esta  empresa, 
desque  el  artillería  nuestra  que  pasó  nuestro  ejérci- 
to de  la  otra  parte  de  los  montes,  por  la  mala  dis- 
posición de  las  subidas,  sabían  que  hasta  el  verano 
no  se  podían  sacar  de  allí,  é  que  así  nuestro  ejército 
vcmía  sin  artillería,  é  juntóse  con  éste  el  Maríscal 
de  Navarra  que  es  la  oabesa  del  uno  de  los  dos 
bandos  de  aquel  Beyno,  é  tenían  mucha  parte  en  él; 
ó  sus  parientes  viendo  que  los  ingleses  desampara- 
ban la  empresa  de  Quíana  y  se  iban  dejando  nues-^ 
tra  gente  donde  he  dicho;  é  viendo  de  la  otra  parte 
junta  toda  la  potencia  de  Francia,  é  que  estaba  en 
poder  suyo  é  de  sus  parientes  alguna  de  las  forta- 
lezas de  el  dicho  Beyno  qne  yo  había  confiado  de- 
llos,  y  qne  así  mesmo  estaba  en  el  dicho  Beyno  por 
el  Bey  Don  Juan  la  fortaleza  de  Estella  que  es  la 
mas  fuerte  6  mas  importante  de  todo  el  dicho  Bey- 
no,  porque  á  causa  de  llevar  nuestra  artillería  de  la 
otra  parte  de  los  montes,  en  ayuda  de  esta  empresa 
de  Guíana,  no  había  yo  querido  que  se  trújese 
artillería  sobre  la  dicha  fortaleza,  é  por  aventura, 
teniendo  el  dicho  Maríscal  nuestro  hecho  por  peli- 
groso, se  reveló  contra  nuestro  servicio  6  estado,  é 
se  pesó  secreta  é  fugitivamente  con  algunos  de  sus 
parientes,  á  la  parte  de  los  franceses,  é  hizo  rebelar 
las  fortalezas  ^ue  del  había  yo  Qoafiado^  i  |U9|  jbüb- 


mo  rebelar  la  ciudad  de  Estella,  que  aunque  la  for- 
taleza estaba  contraria,  la  ciudad  estaba  á  nuestra 
obediencia,  é  cerca  de  lo  de  la  dicha  ciudad  de  Es- 
tella, yo  proveí  de  tal  manera  que  la  gente  que  en- 
vié de  presto  á  ella;  la  tomó  por  fuerza  de  armas, 
é  la  saqueó  é  redujo  á  nuestra  obedíeDcia,  los 
franceses,  por  las  cansas  susodichas,  ó  con  confianza 
de  los  pueblos  del  mesmo  reyno  de  Navarra,  6  ma- 
yormente de  los  Agrímonteses,  que  son  de  la  parte 
del  Mariscal,  é  con  algunos  de  la  Valde  Bonoal,  é 
Val  de  Salazar,  de  la  misma  parte  de  Agramontesa, 
que  se  levantaron  por  ellos,  é  estando  poblados  en 
los  pasos  6  entradas  de  los  Montes  Perineos. 

Pasaron  su  ejército  por  las  dichas  montafias  de 
Boncal  é  Salazar,  con  el  Bey  Don  Joan  é  con  Mo- 
sen  de  la  Paliza,  6  con  otros  capitanee  francesesi 
ó  dejaron  buena  parte  del  dicho  sa  ejército  con  el 
Delfin  de  Francia,  é  con  los  otros  grandes  capi- 
tanes de  Francia,  de  la  otra  parte  de  los  montee 
Períneos,  á  la  fronte  de  nuestro  ejórcito  que  queda- 
ba allá  con  el  dicho  nuestro  ejército,  y  el  Duque  de 
Alva  fué  necesario  que  se  detuviese  para  acabar 
ciertos  reparos  de  ramas  é  madera  é  tierra,  que  se 
ficieron  en  la  fortaleza  de  San  Juan  del  Pié  del 
Puerto,  que  es  muy  flaca,  para  que,  pues  nuestra 
artillería  no  podía  tomar  á  pasar  este  invierno  aque- 
llos montes,  quedase  allí  como  ha  quedado  con  al« 
guna  gente  nuestra  que  la  guardaba.  En  este  medio 
tiempo  llegó  Martín  de  Anpies,  con  cartas  del  Sere- 
nísimo Bey  de  Inglaterra  mi  hijo,  por  las  que  les 
mandava  al  dicho  su  Capitán  General  que  no  par- 
tiese de  acá  con  su  exército,  y  que  cumpliese  todo 
lo  que  yo  le  mandase,  é  yo,  visto  esto,  é  que  el 
exército  de  los  franceses  era  entrado  en  Navarra, 
envié  á  mandar  al  dicho  Don  Martin  de  Anpies  que 
desde  donde  desembarcó  fuese  al  dicho  Capitán 
General  de  los  ingles^  con  las  cartas  del  dioho  Se- 
renísimo Bey  mi  hijo,  é  con  carta  mía  de  creencia, 
para  que  de  mí  parte  rogase  é  requiriese  al  dicho 
Capitán  General  que  volviese  pues  el  dicho  Serení- 
simo Bey  mí  hijo  se  lo  mandaba,  é  no  se  partiese 
con  el  dicho  exército,  mas  antes  se  viniese  á  juntar 
con  el  nuestro  exército,  pues  los  franceses  eran  en- 
trados en  Navarra,  é  que  juntos  ambos  nuestros 
ejércitos  llevarían  mucha  victoria  á  los  franceses 
que  eran  entrados,  yéndoles  á  dar  batalla:  é  con  el 
ayuda  de  Dios  sin  darla  vencerian,  é  qne  vencidos 
aquellos  sería  fecha  buena  parte  de  la  empresa  de 
Guiana,  porque  los  otros  no  serían  para  resistir,  ó 
mirasen  que  era  mucha  vergfienza  suya,  al  tiempo 
que  los  comunes  enemigos  eran  entrados,  irse  ellos, 
que  sí  no  estuvieron  acá  entrados  é  estuvieran  en 
Inglaterra,  de  rasen  habían  de  venir  para  cuidar 
en  este  caso ;  é  esto  mismo  les  dijeron  é  requirieron 
do  mí  parte  el  Obispo  de  SigOenza  ó  Diego  López 
de  Ayala  con  mis  letras,  é  nunca  se  pudo  acabar 
con  el  dicho  Capitán  General  que  quisiese  quedar, 
antes  quanto  mas  procurábamos  su  quedada,  tanto 
mas  priesa  daban  en  su  ida,  é  ansí  se  partieron,  é 
después  dellos  partidos,  recebí  cartas  del  dicho  Se- 
renieimo  Pey  mi  hilo,  de  29  4i(V9  4^  Setiembre,  ó 


DON  FERNANDO 

oirá  de  mi  Embazador  qae  está  con  él,  de  7  de  Oo«  | 
tabre,  con  correo  propio,  é  luego  otro  dia  llegó  un 
faraate^del  dioho  Serenísimo  Rey  mi  hijo,  oon  otra 
carta  euya  para  mi,  de  12  de  Octubre,  por  las  qualea 
me  escribió  que  aunque  su  Oapitan  General  ó  ejór- 
cito,  so  quisiesen  partir  no  les  dejásemos  partir, 
antes  les  quitásemos  los  navios,  ó  los  estorbásemos 
la  partida.  E  eso  es  cierto  que  aunque  estas  letras 
vinieran  antes  que  los  ingleses  partieran,  no  fuera 
posible  detenerlos,  porque  el  dicho  Capitán  General 
los  habla  tanto  puesto  en  su  partida,  que  ellos  esta- 
ban determinados  de  venir  á  las  armas  con  quien  se 
lo  estorbara,  é  porque  esto  no  hablamos  de  consen- 
tir, fuera  imposible  estorbárselo. 

E  tornando  á  la  entrada  de  los  franceses,  viendo 
ellos  idos  á  los  ingleses,  pues  estaban  ya  apodera- 
dos de  los  montes  Perineos,  trabajaron  de  tomar  al 
puerto,  por  donde  hablan  de  venir  el  Duque  de 
Al  va  con  nuestro  ejército,  para  tomarle  en  medio, 
el  Delfin  por  una  parte  y  ellos  por  otra.  El  dicho 
nuestro  Capitán  General,  dejando  proveído  de  gen- 
te el  reparo  de  San  Juan,  puso  gente  en  el  puerto; 
é  subió  con  nuestro  ejército,  é  pasó  desta  otra  parte 
de  los  montes  Perineos,  sin  que  á  sus  espaldas  ni  á 
la  delantera  hallase  resistencia,  é  porque  los  caba- 
llos venían  fatigados  del  estar  en  el  campo,  é  de  no 
poder  haber  allá  tanta  cebada  como  ora  menester,  é 
también  porque  á  causa  del  rebellón  del  Mariscal  é 
de  algunos  de  sus  parientes  é  amigos,  fué  necesario 
proveer  de  gente  las  ciudades  é  villas  del  dicho 
Reyno  de  Navarra,  el  dicho  nuestro  Capitán  Gene- 
ral se  vino  á  Pamplona,  que  está  cerca  de  las  aldas 
de  los  montes  Perineos,  é  repartió  nuestro  ejército 
por  las  ciudades  y  villas  del  dicho  Reyno,  y  él 
quedó  con  la  una  parte  de  la  gente  en  la  dicha  ciu- 
dad de  Pamplona;  y  en  este  mismo  tiempo  proveí- 
mos que  se  pusiese  sitio  en  forma  sobre  la  fortale- 
za de  Estella,  é  que  se  aprestase  para  trabajar  de 
tomalla,  é  estando  los  dichos  franceses  con  propó- 
sito de  venir  á  socorrerla,  cada  dia  y  cada  hora,  los 
nuestros  le  apretaron  de  tal  manera,  que  se  nos  rin- 
dió; y  así  mismo  se  nos  rindieron  las  fortalezas  de 
Cabrera,  é  de  Mon jardín;  é  poco  antee  nuestra 
gente  habla  tomado  la  fortaleza  de  Tafalla  que  se 
nos  habia  rebelado»  Así  que  después  de  que  todos 
los  franceses  fueron  entrados  en  Navarra,  cobramos 
todas  las  dichas  fortalezas ;  é  á  esto  mismo  tiempo 
entraron  2.500  franceses  por  la  Val  de  Brota,  que 
es  en  Aragón,  en  las  montafias  de  Jaca,  é  venía  por 
Capitán  della  el  Senescal  de  Bígorra  é  con  él  Moaiur 
de  Aste,  que  eran  ambos  de  la  sangre  de  Fox,  por- 
que supieron  que  de  aquella  parte  no  teníamos  gen- 
te, entraron  una  aldea  que  llaman  Torla,  que  está  á 
la  entrada  del  valle,  que  es  de  ciento  vecinos,  sin 
cerca  ni  cava,  ó  de  los  de  la  dicha  hablan  mandado 
á  los  lugares  de  la  montafia  de  su  comarca  que  vi- 
niesen á  socorrerlos;  é  estando  los  franceses  com- 
batiéndolos en  aquel  aldea,  é  ellos  defendiéndose, 
llegó  alguna  gente  de  la  montafia,  é  dieron  á  los 
franceses  tan  reciamente,  que  los  desbarataron  á 
todos  é  hici^on  gran  matanza  en  ellos,  entre  I09 


É  DOfÍA  ISABEL.  768 

quales  murieron  los  diohos  Senescal  de  Bigorra,  é 
Monsiur  de  Aste,  é  muchos  gentiles  hombres. 

Viendo  los  franceses  que  por  una  parte  ni  por 
otra  fasta  agora,  no  han  podido  hacer  contra  Nos 
ni  contra  nuestro  estado,  oosa  de  sustancia,  nln  han 
cercado  ninguna  ciudad  ni  villa  del  Reyno  de  Na- 
varra, han  asentado  campo  una  legua  de  Pamplona, 
á  la  falda  de  los  mismos  mcmtes  Perineos,  y  han  * 
venido  tres  veces  á  dar  vista  á  la  dicha  ciudad  de 
Pamplona,  é  todas  tres  veces  los  nuestros  les  han 
muerto  gente,  é  les  han  tomado  prisioneros,  sin  re- 
cibir los  nuestros  daffo  alguno,  á  Dios  gradas;  y 
cada  dia  se  mudan  por  allí,  de  una  parte  en  otra;  é 
publican  que  el  Delfin  que  quedó  en  Bayona  junta 
mucha  maa  gente  para  pasar  oon  ella  é  con  artille- 
ría, por  Bazan,  á  juntarse  con  ellos,  é  que  han  de 
cercar  ¿  combatir  la  dudad  de  Pamplona,  é  todaa 
las  maneras,  que  los  franoesee  son  para  haeer  Altl- 
mo  de  potencia,  por  poder  desta  vez  hacer  alguna 
oosa  sefialada  contra  Espafia,  é  como  quiera  que  á 
causa  de  la  ida  de  los  ingleses  nos  han  tomado  con 
menor  provisión  de  la  que  tuviéramos  hecha,  si  los 
ingleses  no  vinieran  acá;  empero  Nos  mandamos 
juntar  mucha  gente  para  que  vaya  con  Nos;  é  aca- 
bada de  juntar  la  dicha  gente,  tengo  acordado,  me- 
diante el  ayuda  de  Dios  Nuestro  Sefior,  de  ir  en  per- 
sona á  darles  la  batalla,  é  yo  vos  haré  saber  lo  que 
sucediere  dello.  De  Logrofio,  á  12  de  Noviembre, 
afio  de  1612.i> 

Lo  que  sucedió  después  de  lo  contenido  en  esta 
carta  de  Su  Alteza,  puesto  caso  que  atrás  es  dioho, 
que  los  franceses,  é  el  Rey  de  Navarra  piosiguieron 
su  cerco  sobre  Pamplona  oon  su  campo  de  mas  de 
20.000  hombres,  y  estuvieron  allí  desde  el  dia  que 
vinieron,  hasta  que  alzaron  el  campo,  veintisiete' 
dias,  y  en  cabo  dieron  un  combate  á  la  ciudad  un 
Martes  á  diez  y  ocho  dias  de  Noviembre,  dos  horas 
después  de  comer;  y  duró  d  combate  tres  horas,  en 
que  jugó  tan  reciamente  su  artillería,  que  en  chioo 
rato  derribaron  un  lienzo  de  la  cerca,  y  no  paraban 
los  franceses  con  las  sefias  hasta  sobir  por  cima  dé 
de  los  muros,  empero  los  de  dentro  se  dieron  á  tal 
recaudo  que  defendieron  bien  la  dudad^  y  ofendie- 
ron de  tal  manera  á  los  combatientes,  que  en  poco 
espado  mataron  y  derribaron  é  rendieron  800  hom- 
bres y  mas  de  los  franceses  combatientes ;  y  de  los 
de  la  ciudad  murieron  muy  pocos,  que  algunos  di- 
jeron que  no  murieron  sino  tres  hombres ,  un  mozo 
do  espuelas  dd  Rey  y  dos  peones ;  y  fueron  heridos 
algunos,  en  espedal  d  Comendador  Femando  de 
Vega,  Don  Pedro  Manrique  é  Don  Juan  de  Castilla 
é  Villalba  d  Corond,  é  desde  aquel  día  no  osaron 
mas  allegar  cerca  de  la  dudad,  estando  allí  el  dioho 
campo.  Cierto  es  que  la  dicha  ciudad  estuvo  en  muy 
grande  aprieto  de  viandas,  pero  también  los  fran- 
ceses pasaron  gran  lacería  y  trabajo  y  hambre,  ca 
d  Arzobispo  de  Zaragoza  estaba  en  Sangfiesa,  con 
siete  mil  hombres,  y  lee  estorbaba  de  venir  las 
viandas,  y  les  tomó  sesenta  cabezas  de  ganado  que 
les  venían  por  d  Vd  de  Roncal.  En  este  tiempo  el 
Alcayde  de  loa  Donoelev  ó  los  otros  Capitanes  qu^ 


I     «    • 


^  , 


m- 


0RÓNI0A8  DB  LOB  BETES  DE  CASTILLA. 


estAban  en  Navarra,  eataban  en  bus  aposentos  bien 
apercibidos. 

El  Bey  biso  provisión  de  gentes  é  mantenimien- 
tos, 7  envió  al  Doqne  de  NAjera  por  Oapitan  Gene- 
ral á  descercar  á  Pamplona  con  muy  lucida  gente, 
é  como  los  franceses  snpieron  del  socorro,  Inego  se 
quitaron  afuera,  é  se  fueron  retrayendo  basta  dos 
leguas  de  la  ciudad,  é  el  Bey  mandó  que  no  los  si- 
guiesen, ni  acometiesen,  porque  eran  ebristianos, 
como  Bey  magnánimo,  piadoso,  que  no  quiso  que 
muriesen  tantos  ebristianos,  como  siempre  lo  tuvo 
por  costumbre,  é  mandó  que  no  siguiesen  el  alcan- 
ce; con  todo  eso  los  vizcaínos  é  algunos  naturales 
de  la  tierra ,  é  otros  ansí  de  á  pié  como  de  á  caba- 
llo, los  siguieron,  é  los  ficieron  asas  dafio,  é  les  to- 
maron trece  piesas  de  muy  escogida  artillería;  é 
ellos  se  fueron  con  mucbo  peligro,  é  por  muy  estre- 
cbos  pasos,  é  mucbas  nieves,  ¿  frios,  é  bambre  é  sed 
que  pasaron,  sin  bacer  cosa,  ni  adquirir  de  lo  que 
deseaban,  y  toda  Navarra  quedó  por  Castilla,  y  que- 
dó el  Alcayde  de  los  Donceles  por  Capitán  (General 
della  ó  guarda,  con  otros  mucbos  capitanes. 

CABTA 

f  oe  el  Cathdlico  Rey  Dos  Penasdo  envió  al  Anobiipo  4e  Sevl- 
Ha  Don  Diego  Deía,  qeejásdose  del  Duque  Don  Fernando,  n 
sobrino. 

'  cMuy  Beverendo  en  Jesucbristo,  Padre  Arsobispo 
de  Sevilla,  mi  confesor. — Después  que  el  Duque 
Don  Femando  mi  sobrino  vino  del  Beyno  de  Ñapóles 
á  nuestra  Corte,  todos  ban  visto  que  Nos  le  babe- 
mos  bonrado  é  tratado  siempre  en  todas  las  cosas, 
con  tanto  amor  como  si  fuera  nuestro  propio  bijo; 
é  teníamos  determinado  de  le  dar  un  estado,  é  de 
entender  en  que  fuera  bonradamente  colocado,  cre- 
yendo que  como  él  lo  mostraba  de  fuera,  ansi  den- 
tro nos  fuera  siempre  fiel ;  é  quando  desto  tenia- 
mos  del  mas  confianza,  por  la  causa  que  ha  parecido 

.  le  daríamos,  base  descubierto  que  desde  que  está- 
bamos en  Sevilla  envió  mucho  secretamente  á  tratar 
con  el  Bey  de  Francia,  é  se  concertó  con  él  contra 
Nos  é  contra  nuestro  Beal  estado ,  é  para  poner  por 
obra  lo  que  así  tenía  concertado,  determinó  aquí  en 
cota  ciudad  de  irse  de  nuestra  Corte,  secreta  é  furti- 
blemente  á  la  Corte  del  Bey  de  Francia ;  é  concertó 
las  personas  que  con  él  hablan  de  ir,  é  puso  para 

.  ello  postas  secretas,  cerca  desta  ciudad,  é  en  algu- 
nos lugares  de  Navarra  por  donde  hablan  de  pasar 
á  Francia,  é  al  tiempo  que  estaba  para  ponerlo  por 
obra  fueron  presos  por  nuestro  mandato  Felipe  Có- 
pula, que  fué  el  que  principalmente  entendió  con 
el  Bey  de  Francia  en  concertar  la  ida  del  dicho 
Duque  nuestro  sobrino,  Juan  de  Perdona,  y  dos 
franceses,  ansí  mismo,  ca  huían  é  se  iban  á  Fran- 
cia por  postas  con  el  dicho  Duque,  y  haHáronse  en 
poder  del  dicho  Felipe  las  cartas  ¿  escripturas  que 
sobre  ello  dio  el  Bey  de  Frauda,,  por  las  quales  y 
por  sus  confesiones  dellos  mismos,  ha  parecido  la 

'  traición  que  tenían  concertada  contra  Nos  é  contra 

nuestro  B^a}  sstado  \  ó  TSiw^  ^.«^^9  ^^9  ^m^^a*; 


decimiento  é  tan  gran  delito  del  dicho  Duque  nues" 
tro  sobrino,  habiéndonos  él  dado  tan  grande  causa 
para  ello,  le  babemos  mandado  apartar  de  nuestra 
Corte,  é  tratándole  bien,  poner  tal  guarda  en  su 
persona,  que  aunque  quiera  no  pueda  poner  en  obra 
lo  que  oon  el  dicho  Bey  de  Francia  tenía  conoer- 
Udo. 

sUna  cosa  os  certificamos,  que  nos  oonsta  que  el 
dicho  Duque,  conociendo  la  mucha  fidelidad  que 
los  varones  é  Universidades  del  nuestro  Beyno  de 
Ñápeles  tienen  á  Nos  é  á  nuestro  Beal  estado  y  ser- 
vicio, no  osó  á  ninguno  dellos  la  dicha  traición  co- 
municar |  pareciónos  que  era  raaon  de  os  lo  hacer 
saber,  para  que  de  mi  parte  lo  digáis  á  esa  ciudad, 
no  para  otro  efecto,  sino  para  que  sepan  que  Nos 
honrábamos  é  tratábamos  al  dicho  Duque  oomo  so 
debe  tratar  á  fijo,  é  que  él  trató  contra  Nos,  é- oon« 
tra  nuestro  estado,  con  el  enemigo  de  la  Iglesia  y 
nuestro,  lo  que  babemos  dicho.  A  12  de  Dioiembie, 
afio  de  1512  afios.^-  Yo  el  i2^.— Por  mandado  do 
Su  Alteaa,  Miguel  Pérez  de  Almazan^ 

CAPITULO  ccxxxvin. 

De  li  Binerte  del  Papa  Jallo  IL 

Murió  el  Papa  Julio  II  en  Boma  á  20  dias  del 
mes  de  Enero,  afio  del  Nacimiento  de  Nuestro  Sal- 
vador Jesucbristo  de  1513  afios,  aviendo  imperado 
en  la  Silla  Apostólica  de  San  Pedro  nueve  afios  y 
tres  meses:  murió  de  su  muerte  natural,  en  senetnd, 
de  80  afios,  dejando  el  mundo  revuelto,  y  todos  los 
Beyes  y  Príncipes  ebristianos  en  guerras,  y  ligas  y 
parciaUdades  á  causa  de  la  cisma  ya  dicha,  de  lo 
qual  no  poco  sentimiento  ovo  el  Bey  Don  Femando, 
y  todos  los  Emperadores,  y  Beyes,  y  Duques  y  Ba- 
rones de  la  Santa  Liga  de  la  Iglesia  Bomana,  y  aua 
disfavor,  porque  el  Papa  Julio  era  intemerato  y 
muy  magnífico ,  é  esforzado  defensor  de  la  Iglesisi 
amigo  de  los  cathólicos  y  enemigo  de  los  tiranos  é 
cismáticos;  él  qual,  siendo  en  extrema  necesidad 
de  su  fin ,  conociendo  que  habia  de  morir,  invocó  á 
los  Cardenales  y  les  dijo  las  exhortaciones  que  si- 
guen : 

Primeramente  dijo :  que  cierto  habia  sido  muy 
gran  pecador  en  las  voluntades  mundanas  y  en  les 
pecados  de  la  carne,  y  que  ansí  como  él  era  verla« 
deramente  maloontento  y  arrepentido,  que  pedia 
misericordia  á  Dios  Nuestro  Sefior,  que  por  éUo  no 
condenase  su  ánimo  ni  su  memoria. 

Segundo  dijo:  que  conoda  que  habia  sido  ososa 
de  muy  grandes  guerras  y  muchos  homicidios,  y 
grandes  disensiones  de  Príncipes,  y  que  de  esto  so 
remitía  á  la  infinita  misericordia  de  Dios,  porque  él 
habia  sido  forzado  en  hacer  tales  oosas  á  causa  quo 
quando  él  fué  asumpto  en  el  Pontificado,  que  había 
hallado  todo  el  Patrimonio  de  la  Santa  Iglesia  ocu- 
pado y  robado  del  Duque  Valentín,  y  de  venecia* 
nos,  y  de  otros  tiranos ;  y  que  habia  hallado  la  Cá- 
mara Apostólica  adeudaba  en  182.000  ducados  y  el 
Palacio  Apostólico  todo  robado  y  sin  ninguna  pro« 


llenas  dé  Teneciáttoi,  páidalidadefl,  y  cari  rebeldes 
á  )ft,  Santa  Sede  Apoetólica,  y  oon  mny  poca  jnati- 
cia,  y  qne  él  había  trabajado  mucho  oon  la  persona 
y  el  entendimiento,  por  poder  pacificar,  y  reonpe- 
rar ,  y  cobrar ,  é  poner  en  justicia  todo  el  estado  de 
ta  Santa  Iglesia,  sin  hacer  matar  ninguna  persona, 
ni  tomar  lo  snyo  á  nadie  sin  justicia,  y  que  desto 
llamaba  á  Dios  por  testigo,  y  por  el  paso  extremo 
en  que  estaba. 

Lo  tercero,  dijoy  exortó:  que  muy  esforsadamen- 
te  los  ReTcrendos  Sefiores  Cardenales  que  después 
de  su  fallecimiento  hiciesen  la  elección  muy  justa 
y  santa,  y  criasen  un  Pontífice  digno  del  Pontifica- 
do, santo  y  bueno,  y  que  en  la  elección  guarda- 
sen la  ordenansa  que  era  ordenada  en  su  Bula,  que 
había  hecho  contra  las  simonías  y  corrupciones  pa- 
sadas. 

Lo  cuarto :  exortó  á  los  dichos  Excmos.  Sefiores 
Cardenales,  que  trabajasen  luego  y  siempre  de  estar 
en  Roma,  é  tenerla^  en  pas  y  abundancia  é  buena 
gobernación  y  justa,  y  que  trabajasen  sobre  todo 
que  los  forasteros  y  cortesanos  pudiesen  venir  á 
Boma  seguramente,  sin  ser  robados,  ni  muertos,  ni 
destruidos  en  las  puertas  de  Roma,  ansí  como  otras 
veces  solían  hacer,  y  que  procurasen  que  qualquie- 
ra  hombre  pudiese  ir  y  venir  con  las  manos  llenas 
de  oro,  sin  peligro  alguno,  y  que  los  hombres  de 
seguida  y  las  cabezas  de  los  bandos  fuesen  tenidas 
con  las  riendas  de  la  justicia. 

Lo  quinto,  dijo :  que  dejaba  á  la  Iglesia  Romana 
dotes  muy  nobles  y  muy  grandes  ciudades,  que  por 
ningún  otro  tiempo  habían  estado  en  la  obediencia 
de  la  Santa  Iglesia,  como  estaban  al  presente,  y 
que  en  todas  dejaba  Alcaydes  y  Gobernadores,  que 
son  las  siguientes  i 

Rimon  Forlí,  Hola,  Faenza,  Revena,  Perusa,  San- 
cona,  Bononía,  Reso,  Parma,  Plasencia,  Pésaro  y 
para  las  cobrar  que  le  había  sido  forzado  dar  los 
beneficios  por  oficios,  y  que  no  lo  habia  hecho  por 
codicia  ni  por  dar  á  sus  parientes,  mas  por  defender 
é  cobrar  el  patrimonio  de  la  Iglesia,  y  que  semejan- 
te causa  le  habia  inducido  á  crecer  las  monedas  en 
perjuicio  de  los  pueblos,  y  que  pedia  á  Dios  le  to- 
mase en  cuenta  á  su  ánima^  según  su  misericordia  y 
la  intención  con  que  lo  había  hecho. 

Lo  sesto  dijo:  que  dejaba  en  el  castillo  del  Santo 
Angelo  500,000  ducados,  los  900,000  en  dineros,  é 
los  200,000  en  plata  é  joyas ,  los  quales  800,000  du- 
cados en  dineros  avia  guardado ,  porque  si  ovíese 
sido  apremiado  á  huir  de  Roma  por  el  Rey  de  Fran* 
cía,  que  le  ovíese  sido  menester  andar  mendigando, 
y  que  los  confortaba  á  tener  la  muy  bnéna  amistad 
con  el  Rey  Cathólico,  muy  bueno  y  devoto  hijo  de 
la  Santa  Madre  Iglesia,  Rey  de  Espafia,  y  que  por 
tal  caso  avia  mandado  hacer  las  galeras  que  estaban 
en  Ancona ;  de  los  quales  dineros  dijo ,  que  quería 
que  fuesen  los  110,000  ducados  para  su  sepoltura  y 
60,000  ducados  para  acabar  su  capilla,  que  avia  co« 
menzado  á  hacer ,  y  que  fuesen  50,000  ducados  para 
la  fábnca  de  la  Iglesia  de  San  Pedro  porque  no 
pesase  la  obra.  T  esto  dicho ,  pidió  el  Santo  Sacra* 


1¿  DO^A  ISABEt.  ^és/ 

mentó  de  la  Eucaristía^  y  él  Oardenal  de  San  Jorge 
que  allí  estaba  aparejado  para  comulgarle,  se  lo 
trujo,  y  le  pidió  sí  perdonaba  y  remitía  las  injurias 
y  ofensas  á  todos  sus  enemigos,  y  al  Duque  de  Fer? 
rara;  y  él  dijo  que  sí,  con  condición  que  para  ade- 
lante pagase  enteramente  el  tributo  á  la  Santa  Igle- 
sia ;  y  ansí  mismo  le  dijo  si  perdonaba  á  los  Bentí- 
boles  y  al  Rey  de  Francia:  dijo  que  sí,  con  tan^ 
nunca  mas  fuesen  contra  la  Sede  Apostólica;  y  ansí 
mismo  le  dijo  si  perdonaba  los  Cardenales  cisméti- 
cos ;  y  él  estuvo  un  poco  pensando,  y  después  dijo  : 
que  como  persona  humana  remitía  las  injurias  que 
habían  hecho  á  su  persona  y  los  j^erdonaba,  mas 
que  como  vicario  de  Dios  y  sucesor  de  San  Pedro, 
que  los  remitía  á  la  Justicia  de  Dios,  porque  ellos 
avian  sido  causa  y  principio  de  tantas  revueltas ,  y 
males,  y  guerras,  quantas  eran  pasadas;  y  esto  dich0| 
sus  camareros  y  privados  le  hicieron  presentar  un 
breve,  por  el  qual  pedían  y  querian  ser  absueltosde 
todo  lo  que  habían  neg^iado  y  administrado  por 
Su  Santidad ,  y  por  la  Apostólica,  y  dijo  que  no  lo 
queria  hacer,  porque  si  ellos  avian  gobernado  y  ad- 
ministrado bien  y  fielmente,  que  no  tenían  necesidad 
de  quitancía,  y  que  diesen  sus  descargos  y  le  serian 
tomados  en  qüenta,  y  mandó  romper  el  dicho  breve; 
y  pidiendo  misericordia  á  Dios  comulgó  muy  de- 
votamente, y  luego  mandó  venir  á  todos  los  Peni- 
tenciarios de  San  Pedro,  y  su  confesor,  y  presentes 
todos  los  Cardenales  que  allí  estaban  con  candelas 
blancas  encendidas  en  las  manos,  se  hizo  dar  la  Es- 
trema-Unoion ,  y  él  mismo  respondió  á  todo ,  y  des- 
pués de  un  poquito,  diciendo :  tu  is  Domina  e<ñ\fido 
non  eonfumdar  m  mU/rnum^  iedpropiHíu  e$to  Domine 
mihi  peeeatorí^  pasó  de  la  presente  vida  y  quedó 
como  si  quedara  durmiendo.  Esto  fué  á  las  diez  ho- 
ras de  la  noche,  á  20  días  del  mes  de  Enero,  afio 
de  1513  afios. 

Ansí  el  Papa  Julio  ovo  santo  fin :  y  todo  lo  suso*, 
dicho  es  veidad,  y  ansí  fué  escripto  al  Rey  Don 
Femando  y  al  Nuncio  de  las  personas  de  autoridad 
que  á  ello  presentes  fueron,  y  porque  me  pareció 
fallecimiento  tan  santo  no  ser  razón  esquivarlo  des- 
ta  mi  escríptura,  lo  asenté  para  memoria  y  ejemplo 
de  los  que  desean  buen  fin. 

Lo  que  acaeció  al  Papa  Julio  II,  antes  que  adole* 
cíese  tres  dias,  es :  qne  él  estando  á  la  hora  de  me- 
dio día  solo  en  su  cámara,  lo  apareció  la  Muerte 
muy  horrible,  de  lo  qual  él  mucho  se  espantó  y  es- 
pavorecíó,  y  vuelto  en  sí  mucho,  se  encomendó  á 
Nuestra  Sefiora  la  Virgen  Santa  María,  y  después 
siendo  adolecido ,  muchas  veces  se  encomendaba  á  . 
Nuestra  Sefiora  Santa  María  de  Loreto,  á  la  qual 
tenía  mucha  devoción ,  y  le  habia  hecho  un  muy  rico 
templo,  y  la  misma  Imagen  le  apareció  y  dijo  i 
tque  no  iemiiWy  ea  ella  $eria  eonihij  él,  después  - 
desto,  consolaba  mucho  á  sus  servidores  y  parien-  ' 
tes,  diciendo  que  no  temiesen,  diciendo  que  por  • 
ventura  de  aquella  enfermedad  él  no  moriria ;  mas 
después  que  vído  la  enfermedad  roas  agravada, 
dijo  que  conocía  que  era  la  voluntad  de  Dios  que 
acabase  sus  días ,  y  que  Nuestra  Sefiora  ayudaria  si)  /.' 


7é6 


OBÓNICAS  DE  LOS  RETES  DE  OASmLLÁ. 


éniífkñ ,  y  no  I  sn  oiterpo ,  qne  mucho  maa  le  placía 
que  en  todo  se  hideee  la  volnnUd  de  Dioe,  que  no 
otra  ooaá,  que  él  era  muy  contento  de  morir ,  pues 
laa  cosas  de  la  Santa  Iglesia  estaban  ya  reme- 
diadas. 

Fqó  él  Papa  Jnlio  Pontifico  mny  gran  defensor 
de  la  Santa  Iglesia,  y  amador  de  la  justicia  ¡  plega 
á  Dios  Nuestro  Sefior  dar  descanso  á  su  ánima. 

CAPÍTULO  OOXXXIX. 

De  li  elMCiott  4el  Pipi  Leoi. 

A  diee  dias  del  mes  de  Marzo,  en  la  noche,  on 
oóndave  en  Roma,  criaron  los  Cardenales  Papa  al 
Reverendísimo  Sefior  Cardenal  de  Médicis,  de  la  no- 
blejestirpe  de  Médicis  de  Florencia.  Cúpoleen  suerte 
por  nombre  León  X ;  fué  electo  pacificamente,  y 
muy  bien  empleada  la  santa  dignidad  y  Pontifi* 
cado  en  Su  Santidad  según  la  tos  y  loor  de  la  vir- 
tud, habilidad,  potencia  y  saber  de  su  persona. 

CAPÍTULO  OOXL. 

De  It  Mioueiea  4el  Papa  Leoa  X. 

La  ooronadon  del  Papa  León,  X  deste  nombre, 
que  sucedió  al  Papa  Julio  H,  se  hizo  á  once  dias 
del  mes  *de  Abril,  afio  del  Nacimiento  de  Nuestro 
Redentor  Sefior  Jesucbristo  de  1513  afios,  treinta 
dias  después  de  la  elección,  é  fué  en  esta  manera  : 
Dn  Lunes  por  la  mafiana  á  una  hora  del  dia,  cabal- 
garon todos  los  Cardenales,  que  fueron  veintitrés 
Cardenales,  que  residían  continuos  en  la  Corte  del 
Papa,  y  todos  los  Patriarcas ,  Arzobispos,  Obispos, 
é  fueron  al  palacio  del  Papa,  donde  estaba,  é  llega- 
dos* comenzaron  de  tocar  é  sonar  muchas  trompe- 
tas, é  salieron  del  palacio  trescientos  caballeros  de 
caballos  ligeros  é  muy  bien  armados,  á  modo  de 
guerra,  todos  con  divisa  del  Papa,  blanco,  rojo  y 
verde,  é  tomaron  la  via  de  San  Juan  de  Letran,  é 
luego  en  pos  destos  salieron  cien  ballesteros  á  ca- 
ballo con  la  misma  librea ;  é  luego ,  en  pos  destos 
salieron  otros  cien  caballeros  de  los  Capeletas,  con 
la  misma  librea,  é  luego,  en  pos  destos  salió  el  Bar- 
ridielo,  que  es  como  alguacil  mayor,  con  sesenta 
caballeros  escopeteros  é  ballesteros,  é  otros  tantos 
á  pié,  con  sus  armas  enhestadas,  con  la  misma  li- 
brea ,  é  capelos  blancos ,  á  la  francesa ;  luego  salió 
el  Condestable  de  Capitolio,  con  otra  tanta  gente,  é 
de  la  misma  suerte,  é  con  la  misma  librea  é  capelos 
blancos  á  la  francesa.  Luego  salieron  catorce  cur- 
sores con  sus  éaballos,  con  banderas  rojas  en  las 
manos,  con  las  armas  del  Papa,  y  luego  salieron 
diez  y  nueve  estandartes  del  Pópulo  Romano;  é 
luego  con  ellos  el  Senador  y  Cónsules  é  Conserva- 
dores de  Roma,  é  salió  el  Alférez  mayor  enmedio, 
•  con  el  mayor  Estandarte,  armado  de  obra  de  armas, 
él  y  el  caballo ,  y  todos  muy  ricamente  vestidos  de 
sedas  y  brocados,  y  cadenas  de  oro,  con  muchos 
palafreneros  con  muy  ricas  divisas  é  lanzónos  en 
las  manos,  é  tras  estos  venia  el  estandarte  de  la 
Iglesia  con  las  annos  del  Papa ;  é  este  llevaba  un 


caballero  armado  en  blanco,  y  llevaba  al  rededor 
de  si  cinqflenta  palafreneros ,  muy  bien  vestido/i  de 
jubones  de  brocado,  y  calzas  de  grana  y  bonetes 
rojos,  y  camisas  con  cabezones  de  oro,  y  céspedes 
bolofteses  dorados  en  las  manos.  Luego  salió  el 
Duque  de  Ferrara  é  el  Duque  de  Urbino ,  muy  ri- 
camente ataviados  con  fasta  treinta  palafreneros 
delante,  muy  ataviados.  Luego  salieron  doce  se- 
fiores  de  Italia,  muy  bien  en  orden  v  muy  bien  ar- 
mados. Luego  salieron  veinte  aoaneas  blancas  del 
todo  como  la  nieve  todas  del  Papa,  las  diez  con  cu- 
biertas de  brocado  hasta  los  pies,  é  los  frenos  de 
carmesí,  con  las  clavazones  todas  de  arjento.  Luego 
salieron  doce  muías  muy  singulares  de  la  misma 
suerte  de  las  acaneas,  y  cada  una  destas  aoaneas  y 
muías  llevaba  un  palafrenero  de  rienda,  que  es 
mozo  de  espuelas :  luego  salieron  los  Obispos  y  Ar- 
zobispos y  Patriarcas,  todos  en  caballos  cubiertos 
de  tela  blanca  desde  las  orejas  hasta  los  pies,  y 
ellos  con  roquetes  é  pluviales,  é  mitras  en  la  cabe- 
za, é  cada  uno  de  ellos  llevaba  diez  palafreneros 
muy  bien  vestidos  con  libreas.  Luego  salieron  los 
Embaladores,  el  de  Espafia,  el  del  Emperador  muy 
ricamente  vestidos  con  sus  palafreneros  delante  : 
luego  sacaron  el  Corpus  Christi  en  unas  andas  muy 
ricas  y  llevábanlas  dos  caballos,  y  llevaban  encima 
un  dosel  de  oro  con  quatro  varas,  las  quales  lleva- 
ban quatro  barones  romanos  principales.  Luego  sa- 
lieron los  Cardenales  en  caballos  cubiertos  todos  de 
tafetán  blanco,  dellos  como  diáconos,  y  delloscomo 
presbíteros,  según  las  órdenes  que  tenían,  con  mi- 
tras de  damasco  blanco  en  las  cabezas  y  llevaban 
cada  uno  diez  camareros  á  pié  de  los  mas  ñivoreci- 
dos  y  muy  vestidos  de  sedas  y  brocados  é  bastones 
ricos  en  las  manos.  Luego  salió  el  Papa  encima  de 
un  caballo  blanco  con  una  vestidura  de  chamelote 
blanco  muy  fino  é  un  roquete  de  cambray  tan  del- 
gado como  el  pelo  de  la  cabeza ;  é  una  aniseta  de 
carmes!  pelo,  é  una  estola  de  brocado  cefiida  por  el 
cueipo,  é  una  tiara  muy  rica  en  la  cabeza,  que  de- 
cían que  las  piedras  della  no  se  podían  apreciar,  é 
iba  debajo  de  un  dosel  de  brocado  con  quatro  varas, 
las  quales  llevaban  otros  quatro  barones  romanos 
principales ,  y  delante  del  iban  ochenta  palafreneros 
suyos,  con  sayones  de  terciopelo  negro,  é  jubones 
de  carmes!  é  raso,  é  cofias  de  oro,  y  bonetes  roxos 
y  cintas  de  hilo  de  oro,  é  calzas  de  grana ,  y  espa- 
das, y  pufiales  dorados  cefiidos,  y  tras  él  iban  tres- 
cientos suizos  de  su  guarda  muy  bien  armados  y 
con  atambores  y  banderas ,  y  de  esta  manera  y.  ór- 
den  caminando  llegaron  al  castillo  de  Santo  Afigelo, 
y  pasando  la  paente  comenzó  á  tirar  el  artillería ;  é 
duró  media  hora  que  parecía  que  Roma  se  hundía, 
é  unos  á  otros  no  se  oian. 

Por  las  calles  liabia  desde  San  Pedro  hasta  San 
Joan ,  trece  arcos  triunfales,  con  tantas  comedias  é 
invenciones  que  era  cosa  maravillosa  de  ver ;  iban 
tantas  maneras  de  músicas  y  tales  que  parada  ser 
en  la  gloria  celestial 

Tardaron  mas  de  cinco  horas  en  el  camino,  é  llega- 
dos á  S^n  Jnao ,  comenzaron  á  hacer  sus  actos  para 


tK>NmNANDO 

la  oorotticlon  6  enir&ronse  allí  en  San  Joan  da  Le-  { 
tran,  é  allf  fué  coronado  el  Papa  por  loa  Cardenales 
é  por  el  Populo  Romano  aqnel  dia  con  mny  gran- 
des fiestas  é  solenidades  qne  serian  may  luengas  de 
escribir  I  é  allf  comieron  aquel  dia  é  estuvieron  el 
Papa  j  los  Cardenales  hasta  la  noche  qne  se  yinie- 
ron  al  palacio  de  San  Pedro  con  antorchas.  Baste 
esto  cuanto  á  la  coronación  del  Papa  León  X,  que 
comenzó  de  imperar  en  Boma  en  la  santa  Silla 
Apostólica  desde  once  de  Marzo  del  afio  de  Nuestro 

Sefior  Jesnchristo  de  1613  afios. 

• 

CAPÍTULO  COXLI. 

De  lo  que  hicleros  los  doi  Cardenales  elsmftUeos  desqae  a s- 
pleroa  la  mverta  del  Papa  J«Ho,  é  de  la  abjsraelos  qoe  hiele- 
ros  de  la  etosia ;  é  do  edsio  eoaoeieros  as  peeado  é  foeros  por- 
donadoa. 

Los  Cardenales  Bemardino  de  Carvajal  é  Fede- 
rico de  San  Seberino,  desque  supieron  en  Francia 
la  muerte  del  Papa  Julio,  se  embarcaron  parala  Ita- 
lia j  descendieron  del  galeón  de  Frei  Bemardino 
en  qne  fueron  en  Liorna  para  Boma ;  é  florentinos 
hicieron  ir  á  Florencia  y  estar  allí  hasta  ver  la  vo- 
luntad del  Papa,  lo  qual  fué  qne  hiciesen  peniten- 
cia y  enmienda  á  Dios  de  sus  grandes  errores  y  pe- 
cados, y  los  recibiría  á  ella.  Y  lo  que  de  allf  suce- 
dió fué  de  esta  manera. 

La  ajuracion  que  Bemardino  de  Carvajal  é  Fe- 
derico de  San  Seberino  ñcieron  del  conciliábulo  é 
de  todos  actos  por  él  fechos  é  aprobación  de  las  sen- 
tencias contra  ellos  dadas,  é  la  absolución  que  el 
nuestro  muy  Santo  Padre  León ,  en  fin  de  los  actos 
susodichos  le  dio,  en  la  qual  solamente  les  restituyó 
los  capelos  é  no  mas,  después  de  la  penitencia  pú- 
blica que  hicieron. 

Cédala  firmada  de  loa  Cardenales,  Idda  pdMieanente  en  la  le- 
sión próxima  pasada  del  sacro  Concillo  Laieranenae. 

i  Deseando  la  unidad  de  la  Santa  Iglesia  Romana 
y  la  pas  y  sosiego  de  la  Cristiandad,  é  provocar 
como  es  justo  á  Nuestro  muy  Santo  Padre  León  X, 
á  que  use  con  nosotros  do  benignidad  y  demencia, 
por  la  presente  carta  escrípta  de  mano  ajena  y  fir* 
mada  de  nuestros  propios  nombres,  juramos  á  los 
Santos  Evangelios  é  de  nuestra  voluntad  promete* 
mes  que  nos  Ufaremos  al  Sacio  Santo  Concilio  La- 
teranense,  como  desde  agora  nos  llegamos,  asi 
como  único  verdadero,  é  con  mucha  razón  é  por  le- 
gitimas cansas  congregado,  é  confesamos  que  todo 
lo  que  so  ha  fecho  del ,  que  ha  sido  ordenado  recta 
é  jusUmente  é  qne  del  é  de  la  dicha  unidad  de  la 
Santa  Iglesia  Romana,  en  ningún  tiempo  nos  apar- 
taremos, é  juntamente  con  esto  por  las  mismas  can- 
sas, é  de  nuestra  voluntad  ansí  como  es  dicho,  ju- 
ramos é  prometemos  que  diremos  é  haremos  todas 
aquellas  cosas,  é  cada  una  de  ellas  que  el  mismo 
Santo  Padre  León  X  á  nos  é  cada  uno  dé  nos  man- 
dare, á  la  voluntad  y  arbitrio  del  qual  plenaria- 
mente nos  sometemos,  é  por  mayor  declaración  de 
nuestra  intención  é  de  la  devoción  que  tenemos  á  la 
Santa  Iglesia  Roman|i  ó  al  dicho  Nuestro  muy  Santo 


É  DOÍf A  ISABEti.  '    ^éÜ. 

Padre,  é  al  Santo  Oondiio  Lateranense,  ¿  porque 
no  parezca  que  en  otra  manera  é  no  con  limpio  oo«    ' 
razón,  ambos  fecho  é  jurado  todas  las  cosas  suso- 
dichas y  cada  una  de  ellas,  somos  contentos  y  aun 
deseamos  que  esta  presente  carta  sea  leida  pública- 
mente en  el  mismo  Concilio  Lateranense,  é  en  la    . 
I  sesión  publica,  de  lo  cual  todo  por  esto  hacemos  A  - 
mejor  gana;  porque  nuestro  muy  Santo  Padre  León  . 
entienda  que  en  todo  tiempo  avemos  de  ser  fieles 
hijos  y  muy  obedientes  servidores  de  Su  Santidad, 
y  de  la  Santa  Silla  Apostólica,  y  del  Santo  Conci- 
lio Lateranense.  La  cual  carta  firmada  de  nuestros 
nombres,  como  arriba  es  dicho,  para  mayor  abun* 
demiento  damos  á  vos,  el  presente  notario,  é  vos 
rogamos  que  sobre  ello  hagáis  uno  é  muchos  ins- 
tramentos  públicos.  Fechado  en  Florencia  á  lidias 
del  mes  de  Junio  de  mil  y  quinientos  y  trece  afios.' 

Yo  Bemardino  de  Carvajal  de  mi  propia  mano  lo 

firmé,  piometi,  juré,  confesé,  é  fice:  yo  Basto  da 
Villa  Sayasorles  de  Carvajal,  clérigo  de  la  diócesis 
de  Plasencia,  notario  Apostólico  por  la  autoridad 
Apostólica,  á  todo  lo  que  dicho  es,  juntamente  don  * 
los  Venerables  Varones  Guillelmo  de  Canistos  y 
Oonzalo  Femontalico,  clérigos  de  la  ciudad  de  Bey- 
na  é  de  la  diócesis  de  Salamanca,  llamados  é  roga-* 
dos  por  testigos,  fui  presente  notario,  lo  vi  firmar  y 
puse  aquí  mi  nombre,  y  cuando  fuese  necesario  de 
todo  lo  susodicho  daré  público  instrumento,  rogado 
y  requerido.  Ui  tispra.» 

Otra  cédula  fué  leida  en  el  Consistorio  de  Roma 
á  alta  vos  de  los  dos  Cardenales,  antes  que  fuesen 
restituidos  y  recibidos  del  Papa.    . 

•Nos  Bemardino  de  Carvajal  é  Federico  de  Santo 
Ceberino,  en  otro  tiempo  ciegos  con  la  escuridsd  de 
la  cisma,  y  alumbrados  con  lumbre  de  gracia  do  la 
divina  ilustración ,  conocido  y  descubierto  el  lazo 
de  la  cisma  que  nos  tenia  ligado,  aviando  tratado 
entre  nosotros  con  el  mucho  acuerdo  é  deliberación 
é  para  mayor  cautela  rennnoiando  todas  é  qilales- 
quier  protestaciones  qne  pública  ó  secretamente,  y 
ante  notario  y  testigos,  hasU  agora  ayamos  fecho, 
cuyos  tenores,  cláusulas,  para  que  del  todo  sean 
quitadas  queremos  que  aquí  se  ayan  por  especial- 
mente espresas  como  si  de  verbo  ad  verhwn  fuesen 
insertas  con  humilde  é  espontánea  voluntad,  no  por 
miedo,  mas  estando  en  lugar  muy  seguro,  y  en  toda 
nuestra  libertad,  y  con  puros  corazones,  guiados 
por  la  divina  gracia  nos  habernos  vuelto  á  la  unidad 
de  la  Santa  Sede  Apostólica,  y  porque  conste  que 
aquesto  que  hacemos  con  limpia  intención  y  no  fin- 
jidamente,  pedimos  humildemente  á  Vuestra  Santi- 
dad y  al  Sacro  Concilio  de  los  Cardenales  perdoA  de 
nuestros  errores  y  suplicamos  á  Vuestra  Santidad  * 
tenga  por  bien  de  rogar  por  nosotros  á  Dios  Todo- 
poderoso, cuyo  poder  tiene  en  la  tierra :  ansi  mes-  ' 
mo  de  nuestra  voluntad  prometemos  á  vos  León  X 
Sumo  Pontífice,  verdadero  Vicario  do  Jesuohristo,  y 
por  vos  á  San  Pedro  Principe  de  los  Apóstoles,  so 
pena  de  caer  de  la  orden,  dignidad  é  honra  de  Car- 
denales si  por  ventura  á  ello  fuésemos  restituidoS| 
y  80  obligación  de  anatema^qne  en  ningún  tiempo 


«  ■ 


9m 


CRÓNIOAB  DE  LOS  RKTES  DÉ  OASFILLA. 


por  iVceaioiiM  6  oánUlá,  por  Algún  asqoisito  color 
ó  por  otras  qualesquler  oausas,  en  ninguna  manera 
toroáramoB  á  la  clama  de  que  por  gracia  de  nuestro 
Redentor  fomos  libradoai  mas  que  ñemprey  en  to- 
das cosas  permaneceremos  en  la  nnion  de  la  Santa 
Iglesia  Católica :  y  que  si  por  la  clemencia  de  Vues- 
tra Santidad  y  do  los  Beverendisimos  Cardenales» 
fuésemos  remitidos  á  sn  orden  que  conversaremos 
con  ellos  benigna  y  pacificamente  y  sin  rencor  ni 
escándalo  por  razón  de  las  cosas  pssadas,  ni  por 
otra  qualquier  causa. 

sT  juramos  por  Dios  Todopoderoso  y  por  estos 
Santos  Evangelios  que  en  nuestras  manos  tenemos 
do  permanecer  en  la  dicha  santa  unión,  é  cumplir 
todo  lo  que  dicho  es  y  abajo  se  dirá  y  cada  una  cosa 
y  parte  de  ella,  so  pena  de  perjuros  y  de  las  otras 
penas  sobredichas,  aunque  ha  muy  poco  que  por 
nna  cédula  firmada  de  nuestros  nombres  y  publica- 
da en  el  Sacro  Colegio  Lateranense  Qvimos  abjura- 
do el  dicho  dama,  pero  para  mostrar  mayor  limpie- 
sa  de  nuestros  corasones  anatematiaamos  especial  y 
expresamente  el  conciliábulo  de  Pisa  é  su  publica- 
ción, é  todas  las  cosas  é  cada  una  de  eUas  que  en  él 
se  hicieron;  y  pronunciamos,  é  creemos  é  pura- 
mente confesamos  ser  todo  ello  vano  y  do  ninguna 
f nersa,  é  efecto,  ni  valor,  é  ser  fecho  é  presumido 
temerariamente,  é  por  personas  que  para  ello  no 
tenían  autoridad,  publicada  legítimamente  é  por  le- 
gitimas causas :  consentimos  el  Sacro  Santo  Conci- 
lio Lateranense  como  único  é  verdadero. 

sT  ansi  mismo  proniunoiamos,  creemos  é  pura- 
mente confesamos  que  todo  lo  que  en  él  se  hizo  é 
generalmente  contra  nuestras  personas,  y  todas  é 
qnalesquier  condenaciones  é  sentencias  pronuncia- 
das contra  nosotros  por  el  Papa  Julio  II,  de  felice 
recordación,' vuestro  predecesor,  é  todas  las  otras 
cosas  é  cada  una  de  ellas  fechas  contra  el  conci- 
liábulo de  Pisa,  haber  sido  ordenado  recta  ó  justa- 
mente fecho.  Asi  mesmo  prometemos  de  recibir  con 
toda  humildad,  é  cumplir  con  otra  qualquier  peni- 
tencia que  por  nuestras  culpas  Vuestra  Santidad 
nos  impusiese :  demás  desto  queromos  ser  obliga- 
dos, y,  por  la  presente  prometemos  so  la  pena  so- 
bredicha,  é.por  las  que  los  sacros  cánones  ponen 
contra. los  cismáticos,  y  según  la  mas  cumplida 
obligación  y  forma  é  estilo  de  cámara.» 

Fué  leída  esta  cédula  en  Roma  en  el  consistorio 
á  veinte  y  cinco  dias  del  mes  de  Junio  del  afio 
de  1513,  por  los  mismos  que  la  formaron.— Jaoobo 
Sadoletto. 

C4tpU  de  !•  abf olaelon  de  loi  doi  Cardenaleí ,  é  detUtocloii  fceha 
A  35  de  Janlo  afio  de  1513,  A  ioa  qaalea  el  Papa  León  X  absol- 
•  tló  y  dtd  peaiteaela  pibllaa  y  aeereta  qaa  bideroa  en  Roaa. 

«Por  la  autoridad  de  Dios  Todopoderoso  y  de  los 
bienaventurados  Apóstoles  San  Pedro  y  San  Pablo 
y  nuestra  vos  absolvemos  de  todo  f  ínculo  de  ex- 
comunión y  de  todas  las  otras  censuras  contra  vos 
y  contra  cada  uno  de  vos  por  cualquiera  autoridad, 
é<por  causa  del  cisma  que  agora  avivasteis,  6  por 
Qtra  cualquier  causa  pronunciadas é  conminadas,  en 


qualquier  manera  hayáis  {ocurrido,  y  por  la  misma 
autoridad  vos  restituimos  ala  unión  de  la  Santa  Ma- 
dro  Iglesia,  y  á  la  participación  de  los  Santos  Sa- 
cramentos en  la  forma  acostumbrada,  y  allende  des- 
to restituimos  á  vos,  é  á  cada  uno  de  vos  á  vuestra 
fama,  honrras,  y  dignidades  y  á  los  beneficios  ecle- 
siásticos que  hasta  aqui  no  hayan  sido  convenidos 
por  la  Sede  Apostólica,  é  á  la  honra  de  Cardenales 
contra  las  irregularidades,  incivilidades ,  sentencias 
de  privación  é  condenación,  é  contra  qualesquier 
letras  por  razón  de  lo  susodicho  por  Julio  Papa  II,. 
de  felice  recordación ,  nuestro  predecesor,  ó  en  otra 
qualquier  manera,  ó  por  qualquier  causa  6  causas 
contra  vosotros  discernidas  ó  en  qualquier  manera 
hayáis  incurrido,  cuyos  tenores  queremos  que  aquí 
sean  habidos  por  espresos  como  si  de  vérho  ad  wr- 
hum  fuesen  declarados,  y  vos  restituimos,  é  plena- 
riamente integramos  á  todas  las  cosas,  é  á  cada  una 
de  ellas,  que  para  expedición  del  presente  auto  son 
necesarios  ó  convienen  en  qualquier  manera,  empe* 
ro  sin  perjuicio  del  término  a  digo  del  derecho»  aje- 
no, por  causa  de  las  cosas  susodichas  en  otra  qual- 
quier forma,  adquirido,  supliendo  todo  é  quales- 
quier defectos  que  en  qualquier  manera  en  el  pro- 
sente  acto  intervengan.  In  nomiiid  Paíri$  $i  PUüt 
Spiridu  SancH,9 

CAPÍTULO  CCXLn. 

De  la  moerte  del  Daqie  da  Nediu. 

En  el  mes  de  Enero  afio  de  1513,  el  dia  de  San 
Sebastian  ó  pocos  dias  después,  finó  en  Osuna  el 
Duque  Don  Henrique  de  Medina- Sidonia,  moso  de 
fasta  diez  y  seis  afios,  yerno  del  Conde  de  Urefia, 
hijo  del  Duque  Don  Juan,  el  qual,  después  que  don 
Pedro  Girón  huyó  con  él  de  Sevilla  á  Portugal, 
porque  no  le  quitase  el  Rey  á  su  hermana,  é  des- 
pués anduvo  en  la  Corte,  é  á  un  cabo  y  á  otro,  oon 
muchos  trabajos  nunca  lo  fué  bien ,  antes  de  que- 
brantamiento ó  trabajo,  cogió  tal  enfermedad,  que 
desque  vino  á  reposar  con  su  mujer  nunca  le  fué 
bien,  ni  le  pudieron  dar  romedio  todos  los  médicos. 
De  que  falleció  tuviéronle  en  Osuna  encerrado,  é  ne- 
garon  muchos  dias  su  muerte ;  é  Don  Rodrigo  Qiron 
su  cufiado  salió  por  la  tierra  del  Duque  y  visitó  á 
Sanlúoar  con  mas  de  8.000  hombres  peones  é  ca* 
balleros,  é  alzóse  oon  Medina  negando  todavía  la 
muerte  del  Duque;  é  la  Duquesa,  mujer  del  Duque 
Don  Juan,  como  lo  supo,  digo  que  quedó  madro  de 
cuatro  hijos,  otros  del  Duque  Don  Juan,  hermano  del 
padre  del  dicho  Duque  Don  Enrique  difunto,  le  es- 
cribió al  Rey  le  valliese  con  justicia,  y  mandase  dar 
la  tierra  del  Ducado  de  Medina  é  Ck>ndado  de  Nie- 
bla á  su  hijo  Don  Alonso,  como  heredero  legítimo  é 
mayor,  é  sucesor  de  su  padre.  El  Rey  envió  dos  ó 
tres  veces  mandar  á  Don  Pedro  Qiron  que  despachase 
á  Medina,  é  todo  lo  que  tenía,  é  lo  diese  al  Duque 
Don  Alonso  é  á  la  Duquesa  su  madre,  el  qual  se  tuvo 
mas  de  tres  meses  que  no  lo  queria  dar,  é  llamaba* 
se  Duque ;  hasta  que  en  fin ,  temiendo  el  mando  del 
Rey  é  el  mucho  dafio  que  le  viniera ,  si  mas  se  tu- 


im  FifitlANCO 

Tterá;;  pc^üé  tBdá  l^tlfira  de  Andalnoia  se  Aper- 
cibía para  ir  flobre  él,  la  oto  de  dar  é  entregári 
aunque  con  una  pieza  iola  allí ,  no  se  atrerió  mas 
tener,  porque  la  Tilla  de  Bejer  tenia  en  contra  que 
no  le  obedeció,  6  le  envió  loe  menaageroB  de  vaoío, 
dioiendo  que  no  ee  darian  sino  á  quien  el  Bey  man- 
dase ;  é  antes  que  Medina  fuese  entregada,  todas  las 
otras  dichas  Tillas  é  fortalesas  del  Sefiorío  de  la 
Casa  de  Niebla  fueron  dadas  y  entregadas  al  dióbo 
Duque  Don  Alonso  y  á  laDuquesa  su  madre  por  man- 
dado del  Bey,  el  qual  envió  de  la  Corte  y  de  su 
Consejo  jueces  é  persona  que  todo  se  lo  diesen  y 
entregasen ,  como  A  hijo  mayor  del  dicho  Duque 
D.  Juan,  4 sucesor  del  Mayorazgo  de  la  dicha  casa, 
y  esto  ansí  hecho,  el  Bey  Don  Femando  quiso  tomar 
deudo  con  la  noble  casa  de  Niebla  é  Medina,  é  dio 
por  mujer  al  dicho  Duque  Don  Alonso  á  Dofia  Ana 
de  Aragón,  nieta  suya,  hija  de  su  hijo  él  Arzobispo 
de  Zaragoza,  el  qual  matrimonio  se  celebró  en  la 
ciudad  de  ScTilla  en  el  mes  de  Abril,  por  concier- 
tos, cartas  6  anillos,  porque  los  desposados  eran  de 
menor  edad  de  trece  afios;  del  qual  matrimonio  cre- 
cía mucha  honrra  y  ensalzamiento  al  dicho  Duque  é 
casa  de  Medina  y  Niebla* 

CAPITULO  COXLin. 
De  las  trefVM  de  eitre  Franela  y  Eapafia. 

El  Bey  Luis  de  Francia,  por  estar  seguro  de  Es- 
pafia  para  enTiar  socorro  al  castillo  de  Milán  que 
todavía  estaba  por  él,  envió  demandar  treguas  al 
Bey  Don  Femando  con  cautela,  de  la  manera  que 
otras  veces  lo  solía  hacer,  por  atraer  asi  la  volun- 
tad del  Papa  nueTamente  criado  y  por  hacerse  ami- 
go de  los  Tenecianos  y  partirlos  de  la  liga  de  Eepa- 
fia ;  y  el  Bey  Don  Femando,  puesto  suso  que  se  lo 
entendió,  túvolo  por  bien  y  otorgó  la  tregua  por  un 
afto,  como  los  embazadores  de  Francia  lo  demanda- 
ron, é  comenzó  de  correr  desde  Abril  de  1613,  é 
avisó  A  su  Visorey  Don  Femando  de  Cardona ,  para 
que  avisase  á  sus  parciales  de  la  Italia,  para  que 
siempre  estuviesen  á  buen  recaudo,  ó  el  Bey  de 
Francia  envió  secretamente  á  los  venecianos  que 
hiciesen  liga  con  él,  prometiéndoles  hermandad  y 
amistad  perpetua ;  los  quales  no  recordándose  de 
como  él  los  quería  primero  destrair,  y  no  quería  oír 
dedr  Señoría  de  Venecia,  é  pensó  tomarles  la  ciu- 
dad, é  ser  seftor  della,  ó  lo  puso  por  obra,  como 
atrás  se  dice  en  este  libro  ;  quando  les  venció  la 
batalla  é  tomó  las  villas  y  tierras,  y  les  quería  des- 
poseer déla  muy  grande  honra  que  tiene,  mas  ha  de 
mil  afios,  é  así  lo  hidera  si  no  fuera  por  el  Bey  don 
Femando  y  por  el  Papa  Julio,  que  no  le  dieron  lu« 
gar  á  ello,  porque  á  ellos  no  convenia  dejar  criar 
tan  gran  gusano  en  la  Italia ;  é  no  recordándose  des- 
te  é  de  otros  muchos  dafios  é  pérdidaa^ue  de  él  re- 
cibieron, hicieron  liga  con  el  dicho  Bey  de  Fran- 
cia, é  concierto,  lo  qual  parece  .ser  una  cosa  de  muy 
gran  ingratitud  é  fealdad,  é  de  las  cosas  mas  abo- 
minables que  los  gobemadores  y  duques  de  aque- 
lla Provincia  y  Sefioría  han  fecho,  de  muchos  tiem- 
Cr.— III. 


¿Dd^A'^tSAbEt.  169 

pos  acá,  é  no  pudo^ser  fetdiá'rfno  con  muy  mala  ys 
cargosa  intención,  é  por  no  dar  al  Emperador  la 
que  le  tienen  tomado  é  usurpado;  é  porque  lo  vle* 
ron  en  la  liga  de  la  Iglesia  y  de  ÍSspafia ;  y  la  dicha 
Liga  ansí  hooha,  luego  pusieron  por  obra  meter 
mas  mal  y  guerra  en  la  Italia  de  lo  pasado,  sino 
que'no  plugo  á  Nuestro  Sefior  consentir  en  sus  malos 
propósitos,  é  juntos  dos  ejércitos  de  mucha  gente 
uno  de  franceses  y  otro  de  venecianos,  cada  uno 
por  sí,  para  se  juntar  en  Lombardía  sobre  Milán  é 
sojuzgar  la  Italia,  acaeció  lo  que  la  presente  carta 
del  Bey  Don  Femando  de  Espafia  dice,  é  porque  yo 
no  lo  podía  mejor  relatar  que  la  carta  de  8a  Alte- 
za lo  dice,  acordé  asentarla  aquí,  en  esta  mi  es- 
críptura. 


Carta  ft«6  nüé  el  SeraafaiBo  y  sisy  faeltto  Rey  Dea  Penaste 
Rey  de  Btpafta  il  Re? ereadlslaio  Seior  Des  Meg e  de  Deía,  Ar> 

leblipo  de  Sefiila. 

Muy  Beverendo  en  Zripto.  Padre  Arzobispo  do 
Sevilla,  mi  confesor  é  del  mi  Consejo ;  ya  sabéis  lo 
que  Dios  Nuestro  Sefior  hizo  el  afio  pasado  en  favor 
de  la  Iglesia  contra  los  que  la  ofendían  con  armas  y 
con  cisma;  después  estando  yo  procurando  la  unión 
de  la  Iglesia  y  la  paz  general  de  xpristianos  y  ayn* 
dando  á  ello  Nuestro  miiy  Santo  Padre  como  verda« 
dero  Padre  Universal  de  todos,  el  Bey  de  Francia 
creyendo  que  podía  acabar  ogafio  lo  que  no  acabó  el 
afio  pasado,  hizo  liga  con  la  sefioría  de  Venecia  en 
peijuido  de  la  Iglesia  y  de  los  otros  Príncipes  xpris- 
tianos y  envió  á  la  Italia  á  Moeer  de  la  Tramnll8| 
su  Capitán  General  y  á  Moser  Juan  Jacobo  de  Tri« 
buido  con  muy  grande  ejérdto,  y  al  mismo  tiempo 
que  ellos  llegaron  á  Italia,  con  el  mismo  ejérdto 
lió  en  campo  Bartolomé  de  Albiano,  Capitán  de 
nedanos  con  el  ejérdto  de  la  Sefioría  de  Venecia  en 
su  ayuda  y  favor,  con  proponte ,  según  él  dijo  á  nal 
embazador,  de  tomar  en  medio  á  mi  Visorey  que 
estaba  con  nuestro  ezérdto  entre  Parma  y  Piasen- 
cía,  hadando  cuenta  que  d  lo  pudiesen  desbaratas 
sojuzgarian  con  solas  letras  todo  d  resto  de  Italia» 
Llegaron  en  la  misma  sazón  nuevas  al  dicho  mi  VI* 
sorey  que  yo  quedava  muy  enfermo,  y  que  la  tregua 
por  acá  era  fecha  con  Franda ,  y  como  Nuestro  muy 
Santo  Padre,  con  d  santo  cdo  que  tiene  á  la  pan 
general  de  cristianos,  entonces  no  se  mcstrava  con 
armas,  y  solamente  atendía  á  procurar  paz  y  á  ro* 
gar  á  Nuestro  Sefior  que  en  tan  grandes  tnrbadonw 
quisiese  poner  en  remedio ,  d  dicho  mi  Visorey  pu-^ 
blioó  que  se  queria  volver  con  nuestro  ejérdto  para 
el  mi  rdno  de  Ñápeles,  y  con  esta  publicación ,  cre^ 
yéndolo  ansí  los  franceses  y  los  pueblos  de  Italia, 
levantáronse  por  franceses  las  dudados  Aveste  y 
Alexandria  de  la  Pulla,  Genova,  Milán  y  otras  du- 
dados de  aquel  estado ,  de  manera  que  al  Duque  dn 
Milán  le  fué  forzado  de  retraerse  en  la  dudad  dé 
Navarra  con  4.000  suizos  que  tenia  á  sueldo  y  oon 
600  caballos  ligeros,  y  por  otra  parte  la  gente  de 
los  venecianos  avia  ya  rompido  la  guerra  contra  la» 
tierras  de  la  Igleda  y  contra  las  tierras  dd  Serení- 
simo Emperador  nuestro  Hermano  é  pereda  ya  i ' 

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CRÓNICAS  DE  LOS  BBYÜS  DB  GkSnLtL 


franceses  j  yenectanos  que  toda  la  tíerra  era  soya 
sin  resistencia ;  y  estando  las  cosas  en  estos  ténninos, 
antes  qoe  el  dicho  mi  Visorey  con  nuestro  ejército 
comensase  á  retirarse  para  Ñápeles  como  lo  babia 
publicado,  recibió  letras  mias  en  que  mandaba  lo 
que  avia  de  hacer  en  defensión  de  la  Iglesia  y  de 
las  tierras  del  dicho  Serenisimo  Emperador  nuestro 
hermano,  y  entonces  determinó  de  ir  á  socorrer  al 
Duque  de  Milán,  porque  si  aquel*  estado  se  perdiera, 
según  lo  que  franceses  y  venecianos  publicaban  y 
avian  comenzado  á  hacer,  no  estuviera  seguro  el  es- 
tado de  la  Iglesia  ni  el  del  dicho  Serenisimo  Empe- 
rador mi  hermano,  y  envió  á  poner  esfuerzo  al 
Duque  de  Milán  y  i  los  que  con  él  estaban  en  Na- 
varra, haciéndoles  saber  su  ida  para  socorro,  y  so- 
licitar la  venida  de  otros  7.000  suizos  que  habían 
prometido  de  venir  á  juntarse  con  nuestro  exército 
para  que  todos  diesen  en  los  franceses.  En  este  me- 
dio Moser  de  la  Traraulla  avia  puesto  sitio  sobre 
Navarra  con  todo  el  campo  del  Roy  de  Francia,  y 
envió  un  trompeta  á  los  4.000  suizos  que  estaban 
dentro  á  prometerles  que  les  daría   las  ciudades 
de  Navarra,  é  de  Gomo,  é  400.000  ducados,  si  le 
entregasen  al  Duque  de  Milán,  los  quales  respondie- 
ron que  si  otra  vez  allí  volvía  le  harian  quartos. 
Habida  esta  respuesta,  moser  de  Tramulla  apretó 
aquel  cerco  con  el  pensamiento  qne  podria  tomar  á 
Navarra  antes  que  llegase  el  socorro,  é  batió  con  su 
artillería  los  muros  de  la  ciudad  de  Nobara,  é  á  cinco 
deste  mes  de  Junio  acabó  de  hacer  la  batería  como 
era  menester  para  la  combatir,  y  apercibió  su  gente 
para  dar  el  combate  el  dia  siguiente  por  la  mafia- 
na«  A  este  tiempo  ya  mi  Visorey  avia  pasado  el  rio 
Po  de  la  otra  parte  á  esta  trayendo  mucha  priesa  á 
su  ida  al  dicho  socorro,  y  acaeció  que  la  misma  no- 
che entraron  en  Nobara  por  la  parte  de  la  sierra 
los  dichos  7.000  suizos  que  venian  al  socorro. 

Los  franceses  siendo  avisados  do  lo  uno  y  de  lo 
otro,  y  conociendo  el  peligro  en  que  estaban,  acor- 
daron de  retirarse  de  dicho  sitio,  y  comenzaron  de 
retirarse  á  6  de  Junio  por  la  maftana,  y  como  los 
soizos  que  eran  ya  11.000  hombres  juntos  los  vie- 
ron retirarse,  sin  esperar  que  mi  Visorey  llegase, 
salieron  todos  con  el  dicho  Duque  de  Milán  y  con 
la' gente  de  caballo  que  allí  tenia,  á  dar  en  los  fran- 
ceses, y  apretáronlos  de  tal  manera  que  les  ga- 
naron el  artillería  y  volviéronlas  contra  los  mismos 
franceses,  y  trabóse  la  batalla  tan  recia  entre  ellos 
qne  duró  por  buen  espacio ;  al  fin  el  Duque  de  Mi- 
lán y  los  suizos  quedaron  vencedores  y  los  france- 
ses fueron  vencidos:  y  demás  del  artillería,  el  Du- 
que y  loa  suizos  ovieron  todo  el  despojo  del  campo 
de  los  franceses  i  y  escriven  que  murieron  en  aque- 
lla batalla  12.000  franceses  y  entra  ellos  muchos 
capitanes ;  y  de  la  parte  del  Duque  y  los  suizos  es- 
criben que  murieron  3.000  hombres ,  y  qne  de  la 
gente  de  armas  francesa  eecapó  la  mayor  parte  des- 
baratada y  mal  tratada  y  se  escapó  en  el  ducado  de 
Saboya;  y  luego  el  mismo  d'a  que  se  supo  de  la  di- 
cha victoria  fueron  reducidas  á  la  obediencia  del 
4ioho  Duque  de  Milán  la  ciudad  de  Milán  y  las  otras 


ciudades  de  aquel  Estado ;  por  otra  paria  el  Estado 
y  exército  de  los  venecianos,  como  supieron  la  dicha 
derrota  de  donde  estava,  se  pusieron  en  huida  la  via 
de  Pádua,  y  avian  ya  perdido  parte  de  la  artillería. 
Mi  Visorrey  con  nuestro  ezérdto  conforme  con  los 
suizos  atendía  con  la  ayuda  de  Dios,  á  acabar  de 
allanar  y  asentar  las  cosas  de  Italia;  y  aunque  de 
todo  dallo  de  christianoa  es  de  aver  pesar,  empero  no 
devemos  dejar  de  dar  gracias  á  Dios  Nuestro  Befior 
que  así  le  haya  placido  responder  por  su  propia 
causa.  De  Valladolid  á  30  de  Junio  de  1513  afios.i 

Habéis  de  saber,  sefiores,  lo  que  deseáis  saber 
las  cosas  pasadas  é  tomáis  placer  en  las  leer,  que 
desque  el  Rey  Carlos  de  Francia  pasó  en  Roma  é 
Ñapóles  hasta  que  este  mal  Rey  Luis,  su  sucesor, 
fué  desapoderado  de  la  Italia,  é  fué  esta  batalla, 
fueron  tantas  cosas  y  de  tantas  maneras,  y  tantos 
robos,  trayciones,  batallas,  encuentros,  renqfientros, 
muertes  de  trayciones  infinitaa  de  hombres  y  muje- 
res, ciudades,  villas  y  lugares  destruidos,  metidas 
á  saco,  qne  fué  imposible  escribirse;  que  parece  que 
no  fué  otra  cosa  el  nacimiento  deste  Rey  Luis  de 
Francia,  Duque  que  fué  de  Orleans,  para  la  Italia  y 
aun  para  sus  Reynos  de  Francia,  sino  un  Conde  Don 
Julián  para  Espafia,  que  de  su  causa  mas  de  100.000 
hombres  fueron  muertos  en  batallas  y  guerras  hasta 
el  afio  1613 ,  sin  él  haber  adquirido  pacífico  cosas  de 
las  que  deseaba :  y  al  tiempo  que  el  Papa  Julio  mu- 
rió muy  pocas  cosas  tenía  él  ya  de  las  adquirídaa 
en  Italia,  salvo  que  tenía  el  castillo  de  Milán,  ques 
de  los  mas  fuertes  del  mundo,  y  tenia  el  castillo  de 
la  Lantema  en  Glénova,  y  como  el  Papa  murió  ovo 
disfavor  en  la  liga  de  la  Iglesia,  y  toda  la  Itah'a, 
fué  cometa,  y  los  de  la  parte  de  Francia  se  esforza- 
ron y  los  traydores  se  descubrieron,  ansí  como  mi- 
oer  Sacro  Moro,  Vizconde,  que  se  fué  huyendo  de 
Milán  á  Francia  con  120  achas,  digo  lanzas,  é  800 
caballos  ligeros,  por  miedo  del  Duque  y  de  la  liga, 
porque  se  descubrió  cierto  trato  que  trajo  en  el  qual 
quería  prender  al  Duque  de  Milán,  é  darlo  á  fran- 
ceses, é  demás  que  se  habia  sabido  que  estando  él 
por  capitán  á  la  guarda  del  Castillo  de  Milán,  lo 
proveyó  de  muchos  mantenimientos,  é  era  él  la  per- 
sona de  quien  mas  confianza  el  Duque  tenia,  allen- 
de de  ser  su  pariente  é  de  la  principal  casa  de  Mi- 
lán ;  y  después  desto,  sabida  la  liga  de  Francia  é 
venecianos,  y  la  gente  que  hacían  las  ciudades  de 
Milán  é  Genova  é  sus  consortes,  se  publicaban  por 
Francia  sin  ver  por  qué,  como  lo  suelen  hacer,  y  el 
Duque  de  Milán  sintiendo  aquello  se  salió  de  la  ciu- 
dad, que  no  osó  estar  en  ella,  é  proveyólo  Dios 
Nueetro  Señor  maravillosamente  en  darle  la  Vitoria 
de  la  batalla  susodicha ;  é  como  los  franceses  fue- 
ron rotos  y  vencidos,  toda  la  Italia  fué  apaciguada 
salvo  venecianos ;  é  la  ciudad  de  Milán  obedeció  al 
Duque  su  señor,  y  después  se  le  dio  el  castillo,  y  fué 
señor  de  todo  el  Ducado,  é  Don  Remon  de  Cardona, 
Capitán  Qeneral  de  exército  y  de  la  Iglesia,  con  el 
exército  de  España,  hizo  tomar  á  humillar  la  Italia, 


C3APÍTÜL0  CCXLIV. 
De  eomo  el  Rey  de  Ingtaterri  entró  en  Franela. 

En  el  primer  alio  del  PoDÜficado  del  Papa  León  X, 
on  el  inee  de  Jnlio,  afio  de  Naeetro  Salvador  de  1613 
afios ,  pasó  el  Bey  Enriqne  de  Inglaterra  en  Franda, 
en  Picardía,  con  60.000  hombres  combatientes,  ansí 
como  favorecedor  déla  liga  déla  Iglesia,  por  hacer 
guerra  al  Bey  de  Francia,  capitán  mayor  de  la  cis- 
ma,  con  dos  presupuestos,  el  uno  por  cumplir  con 
BUS  consortes  su  debido  en  favor  de  la  Iglesia  y 
amenguar  los  favorecedores  del  cisma,  el  otro  por 
recobrar  algo  de  tres  provincias  que  Francia  tiene 
de  Inglaterra,  conviene  á  saber:  Normandia,  é  Gas- 
coma  é  Guiana  donde  es  la  dudad  de  Bayona,  por 
las  quales  Francia  solía  pagar  de  tributo  á  Ingla- 
terra cinqttenta  mil  coronas  de  oro  6  mas ,  y  porque 
los  Beyes  de  Inglaterra  no  se  han  hallado  tan  pu- 
jantes de  cierto  tiempo  acá,  para  las  demandar  é 
recobrar  oorporalmente  han  pasado  por  este  con- 
cierto, é  entrado  en  Francia  por  la  Picardía  toman- 
do lugares  é  villas. 

El  Emperador  Maximiliano,  uno  de  los  tres  prin* 
dpales  de  la  Santa  ligado  la  Iglesia,  le  vino  á ayu- 
dar con  20.000  hombres  combatientes  é  pusieron  cer- 
co sobre  la  ciudad  de  Turiana,  y  estando  en  el  cerco 
á  dicE  dias  del  mes  de  Agosto  vino  un  embazador 
al  Bey  de  Inglaterra  del  Bey  de  Escocia  su  cufiado, 
casado  con  su  hermana,  en  que  en  la  embazada  di- 
zo,  que  el  Bey  de  Escocia  su  sefior,  le  requería  y 
amonestaba  y  empl  asaba  que  luego  dejase  la  con- 
quista de  Francia  de  cuya  liga,  é  amistad,  é  paren- 
tesco, é  pardalidad  él  era,  é  tuviese  por  bien  de  se 
volver  á  su  Be3mo  de  Inglaterra ,  y  donde  no  que 
le  hada  saber  que  él  entraría  por  su  reyno  de  In- 
glaterra y  se  lo  tomaría  y  se  haría  Bey  del ;  y  esto 
dicho  por  el  dicho  Embazador  el  Bey  le  preguntó  si 
quería  toas  dedr;  dijo  que  no.  El  Bey  ledizo:  pues 
partios  luego  y  decid  á  mi  hermano  el  Bey  de  Esco- 
cia, que  sepa  que  no  por  él  tengo  de  dejar  la  con- 
quista é  demanda  que  tengo  comensada,  y  no  temo 
su  entrada  en  mi  Beyno  como  dice,  y  que  yo  confio 
en  Dios  Nuestro  Sefior  que  si  en  mi  Beyno  entra, 
que  él  hallará  en  él  tal  resistencia  en  que  yo  no  ha- 
ré mengua,  porque  con  tal  confianza  dejé  en  él  va- 
sallos y  parientes  que  con  ayuda  de  Dios  darán  de 
si  buena  cuenta,  y  tal,  en  que  él  conocerá  su  yerro 
de  haber  en  él  entrado  quando  redbiere  la  pena  de- 
llo,  y  conocerá  que  le  será  venida  por  la  descomul- 
gada aliansa  que  ha  tomado  con  los  favorecedores  de 
la  dsma  en  contra  de  la  Santa  Iglesia.  T  con  esta 
respuesta  el  Embazador  se  volvió  en  Escocia  y  es- 
tando el  cerco  sobre  la  dicha  ciudad  el  Bey  de  Fran- 
cia envió  su  ezérdto  muy  grande  y  con  muchos 
capitanes  de  la  gran  saügre  de  Francia  contra  el 
Bey  de  Inglaterra  y  contra  el  Emperador,  é  por  so- 
correr las  ciudades  é  tierras  que  iban  ganando  é  por 
quitar  el  cerco  de  sobre  la  dicha  dudad  de  Tnríana;é 
sabido  por  los  ingleses  é  alemanes,  dejando  recado  en 
el  cerco  salieron  al  encuentro  de  losfranoesesuna  ma- 


i  DOÍtA  ISABEL.  771 

dmgadade  mafiana,  viniendo  los  franceses  ahilo,  y 
tal  priesa  les  dieron,  que  enchico  rato  los  vencieron 
é  murieron  mas  de  8.000  franceses  é  600  lanzas  grue- 
sas,  é  de  los  ingleses  y  alemanes  murieron  hasta 
800  hombres,  y  los  ingleses  y  alemanes  quedaron 
vencedores  é  cogieron  el  campo  á  despojo.  Fueron 
muertos  muchos  grandes  de  Francia,  é  herídos  Mo- 
siur  déla  Paliza,  é  fueron  presos  el  Marqués  de  Bo- 
telin  é  Moser  Buberto  Totenil,  sobríno  del  Oardenal 
de  Boan,  y  el  capitán  de  la  gran  guardia  de  Fran- 
cia, y  Mosiur  de  Borsi,  capitán  de  los  hombres  do 
armas  borgofioneses ,  é  un  hijo  de  Mosiur  de  Moy, 
y  otros  mas  de  150  hombres  principales:  y  esta  ba- 
talla fué  cerca  de  Guigara.  Esto  supe  por  cartas  de 
ingleses  mercaderes  que  vinieron  á  Sevilla ;  empero 
en  las  cartas  que  vinieron  á  la  Oórte  del  Bey  Don 
Femando,  algo  defiere  desto,  en  quanto  desta  bata- 
lla, é  de  los  franceses,  diz  que  murieron  500  lanzas 
gruesas  é  onceó  doce  mil  hombres  de  la  otra  gente, 
y  que  de  los  ingleses  y  alemanes  murieron  hasta 
2,CÍ00  hombres,  y  esto  es  lo  mas  cierto,  porque  ansi 
vino  al  Bey  por  cartas;  é  esto  asi  pasado,  volvie- 
ron el  Emperador  é  el'  Bey  de  Inglaterra  sobre  la 
dicha  dudad  de  Turíana,  é  estaba  dentro  Mosiur  de 
Daqui  con  4.000  peones,  é  250  lanzas  gruesas,  é  le 
requiríó  que  se  diesen,  y  ellos  tomaron  término  de 
tres  dias;  que  si  ellos  no  fuesen  socorridos  que  se 
darían,  porque  no  tenian  qué  comer,  ni  pólvora ;  y 
pasados  los  tres  dias  se  rindieron ,  salvas  las  vidas^ 
y  el  Bey  de  Inglaterra  les  fizo  merced  de  los  ves- 
tidos y  dineros,  y  armas  y  caballos,  y  dejaron  toda 
la  artillería,  y  and  la  ciudad  de  Turíana,  quedó  por 
el  Bey  de  Inglaterra  en  Picardía.  Sucedió  de  aqui, 
después  de  la  toma  de  Turíana ,  que  yendo  el  Em* 
perador  y  el  B^  de  Inglaterra  por  la  empresa,  pu- 
sieron sitio  sobre  la  ciudad  de  Tomay,  é  la  (Sudad 
se  defendió  luego ,  é  después  dio  á  partido,  é  dio 
derta  cantidad  de  dinero,  porque  no  la  saqueasen: 
é  dada  la  Ciudad,  luego  se  dieron  las  villas  é  luga- 
res do  su  tierra  de  Tomay,  que  and  se  llamaba  lá 
tierra  como  la  dudad,  al  Bey  de  Inglaterra. 

El  Bey  de  Inglaterra  fué  sobre  la  ciudad  de  Bas, 
é  fizóla  combatir,  é  derríbáronla  por  una  banda  una 
parte  dd  muro,  y  los  de  la  dudad  se  vinieron  á  dar 
al  Emigrador  que  estaba  junto  con  el  Bey,  y  el  Em- 
perador no  quiso  sino  que  se  diesen  al  Bey ,  y  el 
Bey  no  quiso  hacerles  partido,  sino  con  condición 
que  le  entregasen  doce  hombres,  quales  él  sefialase, 
los  quales  le  entregaron,  y  lee  mandó  luego  cortar 
las  cabezas,  que  parece  que  hablan  hecho  contra  él 
tales  cosas,  porque  indignado  contra  ellos  les  man- 
dó matar,  y  and  se  dio  la  dudad  de  Bas,  y  entraron 
en  ella  el  Bey  é  el  Emperador  con  muy  gran  fiesta. 
Los  alemanes  querían  robar  la  ciudad,  y  el  Bey  no 
lo  condntíó,  y  dióles  en  dinero  8.000  escudos,  por- 
que no  ficiesen  dafto  á  la  ciudad ;  los  quales  el  Bey 
mandó  pagar,  é  se  pagaron  de  su  tesoro,  y  no  con- 
dntíó á  la  dudad  pagar  cosa  ninguna. 

Fué  en  este  ejérdto  el  número  que  allegaron  en 
esta  entrada,  el  Bey  de  Inglaterra  y  el  Emperador, 
muy  graude  y  muy  maravilloso  y  temeroso  á  los 


m 

oontrtrfoi;  h«bift  «o  el  dicho  ejército  y  campo, 
1,200  lansai  grncsai  y  mas,  y  habia  6,000  de  caba- 
llos que  lo  defendían,  y  60,000  ingleses  á  pió  y 
20,000  alemanes,  y  más  8,000  alemanes:  otros  que 
pasaron  del  ejército  francés  al  Emperador.  Unos 
decian  qoe  porque  no  les  pagaben  bien  el  sueldo; 
otros  decían  que  se  despidieron  de  Francia,  dicien- 
do que  no  querían  ser  contra  el  Emperador  su  se- 
llor,  á  los  qnales  pusieron  á  ssegurar  los  manteni- 
mientos que  al  campo  yenian.  La  gente  era  tanta, 
que  habia  nueva  en  el  ejército  que  se  gastaban  ca- 
da dia  valor  de  50,000  ducados,  los  quales  todos  pa- 
gaba el  Rey  de  Inglaterra,  y  no  quería  que  el  Em- 
perador gastase  cosa  alguna,  antes  le  daba  cada  mes 
dos  qflentos  para  pagar  su  gente,  todo  de  sus  teso- 
ros del  Bey  de  Inglaterra,  porque  la  demanda  era 
suya. 

OAPlTÜLO  CX3XLV. 
Oel  Rty  de  BMoeia. 

B  Bey  de  Escocia,  siendo  de  la  liga  de  los  cis- 
máticos, teniendo  la  parcialidad  del  pérfido  Lu- 
doTioo  Bey  Francés,  y  queriéndole  servir,  habién- 
dolé  requerido  al  Bey  de  Inglaterra  su  cufiado ,  her- 
mano de  su  muger,  que  dejase  la  empresa  é  se  vol- 
viese, como  atrás  dice,  envió  dies  mil  hombres  es- 
oocios  que  pasaron  con  un  capitán  en  Inglaterra ,  4 
oomensar  de  hacer  la  guerra  al  Bey  de  Inglaterra, 
y  enlraron  en  Inglaterra  haciendo  la  guerra,  y  co- 
mo fué  sabido ,  los  ingleses  proveyeron  gente  con 
un  capitán  llamado  Qoillermo  Bnémes,  hombre  de 
gran  linage,  el  qual  peleó  con  los  escocios,  é  los  ven- 
ció é  mató  muchos  dellos,  é  ovo  y  tomó  mas  de  400 
prisioneros,  é  muy  pocos  escaparon,  de  todos  dies 
mil,  y  ansí  los  echó  de  Inglaterra. 

Esto  asi  fecho,  el  rey  de  Escocia  ovo  muy  grande 
enojo,  é  tomó  é  jauto  toda  su  potencia,  Ó  entró  en 
Inglaterra  con  40.000  hombres  ó  mas,  é  entró  en  20 
ó  26  leguas;  é  sabido  esto  en  Londres  por  la  Beyna 
Dofia  Catalina  infanta  de  Oastilla,  fizo  apercibir 
toda  la  tierra,  é  mandó  salir  á  todos  á  la  resistencia 
de  los  escocíanos,  é  mandó  poner  en  arma  toda  la 
tierra  pdr  donde  venían,  é  ella  como  Beyna  mny 
esforzada  ae  puso  á  la  resistencia,  é  los  ingleses  se 
juntaron,  é  fueron  al  encuentro  de  los  escódanos,  é 
les  dieron  la  batalla,  é  pelearon  fuertemente,  é  el 
Rey  de  Escocia  rompió  la  vanguardia  de  los  Ingle- 
ses, é  tuvo  é  peleó  faciendo  virtud  é  salió  del  través 
el  Abad  de  San  Benito,  é  otros  Caballeros  con  una 
batnlla  de  ingleses;  é  como  los  escocíanos  iban  ven- 
cedores matando  é  robando,  fideron  en  ellos  tan  es- 
forzHdamonte  que  los  desbarataron,  é  vencieron,  é 
mataron,  é  prendieron  poco  menos  de  todo  el  ejér- 
dto  de  Escocia,  en  que  los  muertos  fueron  mas  de 
Vfinte  ó  velóte  é  cinco  mil  hombres,  é  los  presos 
fueron  mochos;  é  mnríó  el  cuitado  Bey  de  Escocia, 
é  el  mayor  Arzobispo  de  Escoda,  é  todos  los  mas 
Obispos,  Abades,  ricos  Sefiores  dé  Abadías,  é  el 
Condestable  de  Escoda,  é  otros  27  cavalleros  prín- 
dpalss  del  reyno  de  Escoda;  é  otros  muchos  hom- 


CBÓNIOÁS  DE  LOS  BEYES  DE  CASTILLA* 


bree  príndpales  de  sangre  é  de  quenia  que  miirienm 
é  fueron  fallados  muertos  cerca  de  su  Bey,  é  de  U 
gente  de  bien  de  los  escódanos  por  maravilla  esca- 
pó uno.  Los  que  pudieron  huir  por  los  montes,  es- 
caparon de  noche  y  de  dia  mal  aventurados,  dezan- 
do  su  Bey  é  capitanes  todos  muertos.  E  esta  batalla 
fué  peleada  todos  á  pié  los  unos  é  los  otros,  porque 
ó  es  así  la  costumbre  de  la  tierra,  ó  por  ser  la  tierra 
muy  áspera  é  fragosa.  E  de  los  escocíanos  que  es- 
caparon de  la  batalla  huyendo  se  scortaron  muchos 
á  ir  por  donde  los  ingleses  se  havlan  apeado  para 
pelear  de  sus  cavallos,  é  cavalgaron  en  dios,  é  se 
fueron  f ssta  el  paso  del  brezo  de  la  mar  por  donda 
havlan  venido,  que  es  un  pequefio  é  angosto  braso 
de  mar  que  parte  á  Inglaterra  de  Escocia,  que  á  laa 
veoes  se  pasa  por  vado;  é  ansí  se  fueron  los  escó- 
danos que  escaparon  de  esU  batalla.  De  los  ingle- 
ses murieron  hssta  12.000  ingleses. 

Fué  hallado  é  oonooido  el  rey  de  Escocia  muerto 
entre  los  muertos  si  coger  dd  campo,  en  la  barba 
que  traia  muy  crecida  fasta  los  pedios;  é  en  una 
cinta  de  fierro  que  traía  oefiida  á  raíz  de  su  cama 
por  penitencia  que  le  fué  dada  por  un  Papa  que  en- 
tonces era,  porque  condntíó  matar  ó  mató  á  su  pa- 
dre por  reynar,  é  fué  llevado  á  Londres  é  deposTu- 
do,  é  salado  en  un  lugar  fuera  de  la  dudad,  é  aUf 
estuvo  fasta  que  el  rey  de  Inglaterra  lo  supo;  é  su- 
plicó al  Papa  lo  mandase  absolver  de  la  escomunion 
de  Is  cisma,  é  fué  absudto,  é  enterrado  en  honrado 
lugar  de  la  ciudad  de  Londres.  Fué  esta  gran  bata- 
lla Viernes  á  9  dias  de  Septiembre  á  las  cuatro  des- 
pués de  medio  dia:  duró  fasta  la  noche,  é  otro  dia 
fué  fallado  entre  los  muertos  é  conocido ,  como 
dicho  es. 

Los  nobles  discretos  de  recta  intención  que  á  este 
paso  llegáredes,  connderad  é  tomad  exemplo,  é  te- 
med á  Dios,  é  estad  dempre  en  la  observancia  de  la 
Santa  Madre  Iglesis,  é  quando  á  moveros  oviéredea 
de  poner  en  peligro,  sea  con  mucha  razón  por  vues- 
tro Dios,  é  f é,  é  Igleds,  é  por  vuestro  Bey,  é  por 
vuestra  persona  é  casa;  é  Dios  peleará  por  vos;  é  no 
por  clegss  aficiones  de  intereses  vanos  mundanos, 
como  fizo  este  cuitado  Bey:  no  miró  como  estaba 
fuera  de  la  obediencia  de  Dios,  é  de  la  Santa  Madre 
Iglesia,  é  descomulgado  por  la  cisma,  sin  temor  á 
Dios  tuvo  esfuerzo  de  entrar  contra  razón  é  justída 
en  reyno  ageno,  donde  pereció,  é  dio  infamia  á  su 
leyno  en  mengua  que  en  muchoa  afios  no  se  reha- 
rá, é  dio  gloría  é  ensalzamiento  á  los  de  la  Santa 
Liga  de  la  Iglesia.  No  miró  que  se  lee  que  Nuestro 
Sefior  mas  en  las  batallas  que  no  en  otra  cosa  algu- 
na muestra  su  justicia;  é  así  fizo  aquí  qoe  en  la 
grandeza  de  la  victoria  mostró  la  justicia  de  su 
causa.  Fué  esU  bstalla  el  dia  que  dicho  es  de  1613 
afios. 

Estando  el  Bey  de  Inglaterra  en  la  ciudad  de 
Bas,  le  fué  nueva  de  lo  acaecido  en  su  Beyno  de 
Inglaterra,  y  déla  muerte  del  Bey  su  cufiado,  y 
de  la  prudenda,  diligenda,  esfuerzo  y  sagsddad  de 
la  Beyna  Dofia  Catalina  su  muger,  que  habla  pues- 
I  toyfechoen  sacar  la  gente  inglesa  y  en  facer  ln 


DON  FBBNANDO 

rMÚfienoia  i  los  etoocianos ,  y  en  iaooTles  dar  bata- 
lla» en  qaé  fneron  Tenoidoi ,  de  lo  qnal  el  Rey  oyó 
mucho  placer,  empero  moeiró  gran  sentimiento  de 
la  muerte  del  Rey  de  Escocia  sa  hermano ;  mas  con 
todo  eso,  ficieron  muy  grandes  fiestas  6  justas  en  el 
real,  y  salieron  todos  los  caballeros  muy  lucidos, 
con  muchas  alegrías  de  las  Tictorias,  fuera  de  la 
ciudad,  é  oon  músicas  acordadas,  é  el  Rey  y  el  Em- 
perador y  todos  los  grandes  de  su  campo,  dieron 
muchas  gracias  á  Dios.  B  todas  estas  cosas  pasadas, 
el  Rey  ordenó  de  se  partir  para  Inglaterra,  y  el  Em- 
perador para  su  tierra,  y  el  Rey  dejó  en  Ras  7,000 
hombres  de  guarda ,  pagados  por  qnatro  meses,  y 
mandó  hacer  en  Ras  na  muy  fuerte  castillo,  é  man- 
dó derribar  á  Turriana,  é  partió  para  Inglaterra.  En 
el  sobredicho  afio  de  1618,  en  tres  dias  del  mes-  de 
Setiembre  tomaron  los  portugueses  la  ciudad  de 
Azamor.El  Rey  Don  Manuel,  yerno  del  Rey  Don 
Fernando,  casado  con  mi  hija  dofia  María,  fiso  una 
muy  grande  é  muy  gruesa  armada ,  en  que  fueron 
mas  de  Teinte  mil  hombres  portugueses  ó  castella- 
nos, é  envió  con  ella  por  Capitán  Qeneral  al  Duque 
de  Bergansa,  su  primo.  Algunos  dijeron  que  se  le 
dio  por  pena,  porque  habia  muerto  á  la  desdichada 


i  DOfiA  ISABEL.  778 

Duquesa  su  muger,  hija  del  Duque  Don  Juan  da 
Gusman,  Duque  de  Medina-Sidonia  de  Castilla,  á 
sin  raion ;  otros  decian  que  no,  sino  porque  era  gran 
Señor  para  suplir  lo  que  fáltase  en  la  jomada,  ó  en* 
trados  en  la  mar,  ovieron  buen  viaje,  é  descindie- 
ron  en  tierra  en  la  mar,  en  el  río  de  Asamor,  é  un 
Viernes  tarde  tiraron  ala  dudad  con  el  artillcrin,  é 
ficieron  algún  dafio,  ó  los  moros  no  se  atrevieron  á 
defender  la  dudad,  y  esa  noche  se  ourgsron  todos 
de  las  cosas  que  pudieron  llevarse ,  é  f  néronse  por 
la  otra  parte  de  la  dudad,  é  los  judíos  que  vivían 
dentro,  como  esto  vieron,  salieron  slgunos  (e  los 
mas  sabios,  é  de  los  que  sabian  la  lengua,  que  ha- 
blan ido  de  Castilla  á  Portugal,  y  trataron  con  el. 
Duque,  ó  concertaron  que  ellos  darían  la  <  iuHad,  é 
que  los  dejasen  en  ella  por  vecinos  y  moradores,  y 
el  Duque  ansf  se  lo  otorgó ,  y  otro  día  de  nmflana 
enviaron  á  dedr  al  Duque  los  dichos  jiidioe  que  en- 
trase y  tomase  la  dudad ,  qne  no  habia  quien  se  lo 
defendiese,  y  ansí  la  entró  y  tomó,  y  su  geni  i  n iba- 
ron  lo  que  hallaron ;  y  también  robaron  loa  jtnlúia, 
empero  todo  se  lo  hlso  volver  el  Duque.  E  el  VLvy 
Don  Manuel  de  Portugal  ganó  á  Asamor  en  las  par- 
tes de  la  África,  y  allende. 


nV  DK  LAB  GBÓNICAB  DI  LOS  BVTX8  DK  CÁCrriLLA. 


í^gf^ 


I  ■¡r'ii"'iiínMif 


Índice. 


MBNORfAL  DB  DIVERSAS  HAZAÑAS, 

POI  HOSni  »tlflO  DI  f  ALBIA. 

Sifuesa  el  prólogo  en  h  obra  llamada  Vemorial  de  difer- 
laa  hazallas ,  ordenada  por  Moaeii  Dlefo  do  Valen,  Maes- 
tre Sala  y  del  Consejo  de  loa  Serenlalmos  Prlnelpes  Don 
Fernando  y  Dofia  Isabel,  Rey  y  Reyna  de  Espafta,  nnea- 
tros  Sefiores. 3 

Capflolo  primero.— Como  el  Prfneipe  bon  Enrique  fné  rea- 
eebldo  por  Rey  y  Seftor  despves  del  lUleelmiento  del 
Rey  Don  Jaan  an  padre Id. 

Cap.  II.  — De  eomo  el  Rey  Don  Bnrfqne  poeo  tiempo  des- 
pués qoe  reynd,  mandó  delibrar  de  prisión  á  D.  Diego 
Manrique»  Conde  de  Troflfto,  y  le  aaandd  restltalt  todo 
losnyo i I 

Cap.  III.— De  eomo  el  Rey  Don  Enriqne  ae  fué  para  la  eib- 
dad  de  Avila ,  é  allí  mandd  llamar  algnnoa  Grandes  del 
Reino  para  haber  ao  Consejo  de  la  forma  qae  habla  de 
tener  en  la  guerra  que  quería  hacer  á  loa  moros.    ...      Id. 

Cap.  IV.— De  eomo  estando  el  Rey  en  Segovla  concurrid 
allí  una  grande  muchedumbre  de  frailes  de  San  Francisco 
oserTantes  y  claustrales,  y  de  la  forma  qnel  Rey  tuTocon 
ellos. 5 

Cap.  V.— De  eomo ,  después  que  el  Rey  hobo  dado  orden 
para  la  Justicia  en  sos  Reynos,  se  partid  de  Segovla  para 
hacer  guerra  ft  los  moros Id. 

Cap.  VI.— De  la  entrada  que  tres  caballeros  flcleron  en  tier- 
ra de  moroa ,  llamadoa  el  uno  Martin  de  ATcndaflo ,  na- 
tural de  la  Montafii ,  Teniente  de  Adelantado  de  Cazorla 
por  Pedro  de  Acullá,  Seflor  de  Duefiaa,  hermano  del 
Arzobispo  de  Toledo  Don  Alonso  Carrillo,  y  Gonxalo  de 
Beleta ,  Corregidor  de  la  clbdad  de  Ubeda ,  é  Ifilgo  de 
Molina ,  que  era  Alcayde  de  Quesada Id. 

Cap.  VII.— De  como  la  Reyna  dofia  Juana,  esposa  del  Rey 
D.Enrique, filé resceblda  en  la  clbdad  de  Badajoi  asi 
por  los  caballeros  qnel  Rey  mandó  que  tlnlesen  con  ella, 
eomo  por  los  caballeros  é  Regidores  de  la  clbdad.    .   .        7 

Gap.  VIII.— De  como  el  Arzobispo  de  Torena  en  Torayna, 
embalador  del  Rey  de  Francia ,  explicó  aa  embazada  en 
presencia  del  Rey  Junto  todo  su  Consejo.  8 

Cap.  IX.— De  eomo  el  Rey  ae  partió  de  Atlla ,  y  ae  fué  para 
la  ciudad  de  Badajos  por  se  ter  con  su  primo  el  Rey  de 
Portugal II 

Cap.  X.— De  como  el  Rey  Don  Enrique  ae  partió  do  Sevilla 
para  entrar  en  tierra  de  moroa  y  dezó  allí  i  la  Reyna  su 
mujer It 

Cap.  XI.  — De  eomo  ae  ganó  la  villa  de  Ximena  de  los 
moros 13 

Cap.  XII.— De  una  entrada  que  Femando  de  Nanees,  Al- 
ca jde  de  Antequera ,  flio  en  tierra  de  moros 14 

Csp.  XIII.  — De  como  el  Rey  se  partió  del  Andalucía  y  ae 
fué  para  Castilla ,  teniendo  gran  sospecha  de  laa  confede- 
raciones que  le  decían  qno  los  Grandes  de  au  Reyno  fa- 
cían      Id. 

Cap.  XIV.— De  una  Vitoria  asas  grande  qne  de  loa  moroa 
ovieron  Don  Pero  Manrique,  hijo  de  Don  Rodrigo  Man- 
rique ,  Conde  de  Paredea,  y  Día  Sánchez  de  Banavidea, 
Seftor  de  la  Villa  de  Santlateban  del  Puerto 17 

Cap.  XV.— Del  Atleaclmlento  del  Rey  D.  Alonso  de  Aragón , 
y  de  la  forma  que  tuvo  en  la  sucesión  de  sus  Reynos,  y 
la  muerte  del  Papa  Callzlo  tercero ,  y  de  la  crUelon  del 
Plosegvndo^natirtldelaeladaddeSena.  I  •  §  •  •      i$ 


Cap.  X\l. — Do  loa  dafios  que  los  moros  flcleron  en  el  An« 
dalnela  después  qnel  Rey  della  se  partió,  y  de  la  prisión 
de  Juan  de  Luna lO 

Cap.  XVil.— De  cierta  conjuración  que  los  Grandes  del 
Reyno  de  Népolea  hicieron  contra  el  Rey  Don  Fernando, 
hijo  baatardo  del  Rey  Don  Alonso  de  Aragón ,  y  de  eomo 
nn  moro  llamado  Zaydo  quiso  matar  é  García  de  Herrera, 
Seflor  de  Pedresa;  y  de  algunaa  maravilloaaa  aeflalea 
acacseldas  en  este  tiempo ¡¿^ 

Cap.  XVIII.— De  la  gran  turbación  y  escíndalos  aeaeácldoe 
en  eatoa  Reynos  en  el  afio  de  IICO  afios ,  y  del  ayunta- 
miento y  eonjuradon  que  flderon  mncboa  de  los  Granden 
dallos SI 

Cap.  XIX.—  Déla  embazada  dalos  aragoneaeayTalenela- 
nos,  y  de  la  guerra  de  Navarra  y  de  la  muerte  del  PrincU 
pe  Don  Cérlos,  y  déla mnertadal  Rey  Don  Cárloa  da 
Francia fS 

Cap.  XX.— Del  nacimiento  de  Dofla  Juana,  flja  de  la  Reyna 
Dofla  Juana,  aegunda  muger  del  Rey  Don  Enrique,  y  da 
la  venida  del  Conde  de  Armcnaque  á  Madrid ,  y  de  la  ve- 
nida de  loa  embazadores  de  Barcelona  y  de  Aragón  •  y  da 
la  batalla  que  ovieron  loa  del  Andalucía  con  al  Rey  da 
Granada t| 

Cap.  XXI. —Da  la  forma  en  que  la  eludad  de  Glbrallar  se 
tomó  é  los  moros,  y  de  loa  debatea  que  sobra  esto  son 
entre  el  Duque  Don  Juan  de  Gusman  y  el  Conde  de  Arcoi 
Don  Juan  Ponce  da  León {0 

Cap.  XXII.— Da  como  loa  Reyes  Luis  de  Francia  y  Don  En- 
rique de  CaatUla  9B  vieron  en  San  Juan  de  Luz,  y  de  la 
embazada  del  Rey  da  Inglaterra  en  eata  tiempo  venida  al 
Rey  Don  Enrique. tS 

Cap.  XXIII.— De  eomo  el  Rey  Don  Alonao  de  Portugal  to- 
mó por  fuerza  de  armaa  la  ciudad  da  Arclla  de  tos  mo- 
roa,  y  la  ciudad  da  Tanjar  por  elloa  dCMoparada.    .    .      30 

Cap.  XXiV.— De  eomo  el  Rey  acordó  de  dar  el  Maeatratgo 
da  Santiago  al  Conde  da  Ledesma  Don  Beltran.   ...     Id. 

Cap.  XXV.— Da  eomo  el  eoronlata  Alonso  de  Palencia  fué 
enviado  an  Roma  por  facer  aaber  al  Sanio  Padre  la  dora 
y  espera  gobernación  qne  el  Rey  Don  Enrique  en  aaloi 
Reynoa  tenia,  y  do  la  deliberación  del  Príncipe  Don 
Alonao,  hermano  del  Rey  Don  Enrique,  y  de  loa  Juecet 
que  fueron  pueatoa  para  entender  en  las  dlvlslonq^  del 
Reyno,  y  da  la  revocación  dd  Maeatrazgo  feebaá  Don 
Deliran  da  la  Cueva id. 

Cap.  XXVI.— Da  eomo  aa  coneertó  entra  loa  Grandes  que 
el  Rey  Don  Enriqne  ftaese  preso 33 

Csp.  XXVII.— De  la  Vitoria  que  bobo  el  Prfneipe  da  Araeon 
Don  Femando,  bl|o  del  Rey  Don  Juan,  de  Don  Pedro 
Condektabla  de  Portugal ,  que  aa  llamaba  Rey  de  Aragón, 
y  de  loa  borgoflonas  y  portagiasea  y  barcalonaaea  que  la 
ayudaban Id. 

Ca^  XXVIII.— Da  como  fué  quitado  el  cetro  real  éla  coro- 
na del  Reyno  al  Rey  Don  Enriqne  en  la  clbdad  de  Avila.      33 

Cap.  XXIX.— Del  tumulto  é  admlnlatraelon  qne  loa  Rrynos 
da  CaatUla  é  da  Lean  ovieron  por  al  aucto  an  Avila  pasa* 
do,  é  da  las  letras  qne  al  Santo  Padre  ftaeron  enviadas 
por  laa  prlndpalas  elbdades  daatoa  Reynos Id. 

Cap.  XXX.— De  los  grandes  qne  aprobaron  la  aublimaelon 
del  Rey  Don  Alonao,  é  da  loa  qne  siguieron  al  Rey  Don 
Enrique 8| 

Cap.  XXXI.- Da  la  formt  que  los  yt  didios  taiiaroa  ai  sa- 


*m 


OBÓHIOAS  DB  LOS  BBYE8  DB  OASTILLá. 

Pigt. 


liIráMtMdMReyMé  vinlMiMcreipeBdeBela.   .      35 

Gap.  XXXII.— Del  eereo  de  Jeea,  é  de  lee  eotu  fne  en  la 
profineU  del  Andilieie  en  este  tieapo  te  flderoe.   .    .      36 

Gip.  XXXIll.— De  lo  «ee  el  Rey  Don  Berlqee  en  este  tiem- 
po Ito ,  é  de  lai  InitnieeiOBei  qeel  Rey  Don  Alonso  al 
Papa  Pablo  envió ,  é  de  li  aiierte  de  la  uranu  de  Poríe- 
fil,  abMla  de  la  Reyoa  Dofta  Isabel ,  é  de  la  Ida  del  Conde 
de  Plaoeneia  6  del  Maestre  de  Alcanura  en  el  Andalucía, 
h  del  Rey  Don  Alonso  en  Avila,  é  de  la  Ida  del  anoblspo 
de  Toledo  en  ünete  por  socorrer  á  sv  bennano  Lope  Val- 
ones ,  qae  lo  tenia  cercado  García  Mendex  de  Badajos.    .     Id. 

Cap.  XXXI V.— De  la  pertinanda  que  los  barceloneses  le- 
vieron ,  y  del  Injusto  favor  qne  el  Papa  Pablo  did  al  Rey 
Don  Bnrlqne,  é  de  cobo  el  Dean  de  Toledo  qilso  soste- 
ner no  ser  bien  fecha  la  deposeclon  del  Rey  Don  Enrl- 
fii,  sin  consnltar  al  Snno  PontJlce,  d  de  como  por  va- 
lientes letrados  le  M  probado  el  contrario 38 

Gap.  XXXV.—  De  como  Ini  tomada  la  clbdad  de  GlbralUr 
á  Esteban  de  YllUcreces  por  Don  Enrique  de  Gvxman, 
ijo  del  Dvqne  de  Medina  Sldonla,  Don  Jnan  de  Gnsman, 
é  déla  tomada  de  Corla Id. 

Gap.  XXXVI.— De  la  moerte  de  Don  Pedro  Girón,  Maestre 
di  Calatrava ,  é  del  gran  mllsgro  qne  nnestro  Seftor  ci 
día  demostró  por  la  Uostrisima  Infanta  Dofta  Isabel,  d 
de  la  calda  de  Don  Joan  de  Valensnda,  Prior  de  San 
lun,  d  de  la  maerte  de  Francisco  Esforxa,  Doqnede 
Milán ,  d  de  la  victoria  qoe  en  este  tiempo  ovo  el  gran 
Tuco 30 

Cap.  XXXVn.— De  la  Bmbaxadi  qne  el  Santo  Padre  en  es- 
tos Reinos  envid  por  d  Doctor  Mlser  Leonardo 40 

Cap.  XXXVIII.— De  la  batalle  qie  se  ovo  cerca  de  la  villa 
de  Olmedo  entre  los  Reyes  Don  Enrlqne  y  Don  Alonso. .      41 

Gap.  XXXIX.— De  la  muerte  de  la  llustrfdma  Reyna  Dofta 
luna ,  mifer  dd  Rey  Don  Juan  de  Aragón 45 

Cap.  XL.—  De  la  doloroso  muerte  del  inocente  Rey  Don 
Alonso  d  onceno  de  este  nombre  en  Cutllla  y  en  León.     Id. 

Gap.  XLI.— De  la  variable  turbación  en  que  fueron  puestos 
los  tres  osudos  destos  Reynos  después  de  la  muerte  dd 
Rey  Don  Alonso 46 

Gap.  XLll.— De  la  variedad  de  consejos  que  entre  los  Gran- 
des ovo  para  dar  drden  en  It  gobernación  deatos  Reynos, 
4  de  como  se  delermind  qne  la  Prlnoesa  Dofta  Isabel  se 
viese  con  el  Rey  Don  Enrique ,  6  de  lu  cosas  que  so 
asentaron  cerca  de  los  Toros  de  Guisando ;  4  de  como  lu 
Princesa  Dofta  Isabel  fud  dll  Jurada  por  el  Rfy  Don  En- 

'  rlque  y  por  todos  los  Grandes  y  Procuradores  de  Cdrtee 

:   por  legftiau  beredera  y  sucesora  en  estos  Reynos.    .   .     Id. 

Cap.  XLllI.— De  las  formas  que  el  Rey  Don  Enrique  tuvo 

.  para  ir  contra  todo  lo  asentado  cera  de  loa  Toroa  de 
Guisando 48 

Cap  XLIY.— De  la  embajada  quel  Rey  Don  Alonso  de  Por- 
tugal embid  en  Castilla ,  pensando  conduir  d  casamiento 
suyo  con  la  aefiora  Princesa  Dofta  lubd. ......    .40 

Dp.  XLV.— De  una  gran  vilorta  que  de  los  moros  ovo  Don 
Lope  Yesques  de  Acnfia,  Adelantado  de  Caxorla,  que 
boy  es  Coade  de  Buendia,  y  el  Comendador  Alonso  de  la 
Peftuda,  alcaydede  Qoesada. SO 

Cap.  XLVl.— De  la  gran  diligencia  que  Don  Rodrigo  Manri- 
que, Conde  de  Paredes,  ovo  para  que  no  solamente  loa 
grandea  destos  Reynos  diesen  consentimiento  al  casa- 
miente  de  la  aefiora  PrtncoM  Dofta  Isabel  con  el  Princi- 
pe Don  Femando  de  Aragón,  mas  lu  dudados  4  villu 
dellos..    ¿ ' Id. 

Cap.  XLVII.— De  la  embajada  quel  Rey  Luis  de  Francia  am- 
bló al  Rey  Don  Enrique  sobre  el  casamiento  de  la  Pria- 
eesa  Dofta  Isabel  con  el  Duque  de  Berri  4  de  Gulana,  su 
bennano «...      51 

Cap.  XLVlIL— De  lu  cosas  que  afirmaron  el  caumlento  de 
la  Serenísima  Princesa  Dofia  Juana  con  el  ilustrfsimo 

* Prindpe  Don  Femando,  cuando  la  fortuna  más  contraria 
10  mostraba Id. 

Cap.  XLIX.— De  eomo  el  Rey  Don  Enrique  se  partió  para  la 

,  Ciudad  de  Sevilla  eon  intendon  de  prender  al  Duque  de 

i Medinasidonia 4 apoderarse  de  aquella  ciudad, 4 de co- 


Piftt< 


Dofta  Isabel,  y  do  Uddibendoinya  fecha  por  4L  .   . 

Cap.  L. — Do  eomo  Gutierre  de  Cárdenas ,  maeaUo  saín  do 
la  Princesa  Dofta  Isabd,  4  Alonso  do  Pdenda,  eoro- 
nlsta ,  fueron  embltdos  en  Angón  por  eoneordar  la  ve- 
nida del  Prindpo  Don  Femando  en  estos  Royios. .   .   . 

Cap.  LI.^Do  It  venida  de  Gutierre  do  Cárdenas  4  de  Alon- 
so de  Palenda  á  la  villa  de  YdladoUd  con  la  nueva  de  It 
bienaventurada  venida  dd  Prindpo  Don  Femando  y  do 
la  llegada  suya  á  la  villa  de  Dueftas Id. 

Gap.  LII. — De  la  soieuldad  que  ao  ftio  á  las  bodas  desloe 
serenísimos  Principes  Don  Femando  y  Dofta  Isabd.  .   .      54 

Cap.  luí.— De  las  divisiones  y  dolos  acaecidos  en  las  du- 
dados de  Salamanca  4  Córdoba ,  4  de  la  venidt  de  los 
franceses  en  d  condado  de  Manpnrdan ,  4  de  la  giem 
dd  gran  Turco 55 

Cap.  LIY.  —  De  la  pertlnada  y  engaftosa  división  qud  Rey 
ovo  por  esperar  la  venida  de  los  franceses,  4  de  la  suplí- 
cadon  de  los  vlxcalnos  4  lispuscanos,  4  de  la  venida  y 
embalada  de  Frauda  4  de  su  partida  para  Bretafta.    .   .     Id. 

Cap.  LV.— Do  las  novedades  quel  Rey  Luis  de  Frauda  tu 
las  partes  de  Italia  movió 56 

Cap.  LVI.— Del  perdimiento  de  la  isla  do  Negroponte.  .   .     Id. 

Cap.  LYII.— De  la  nueva  embajada  de  los  frsnceees  venida 
por  el  asamlento  de  Carlos,  Duque  de  Gulana,  con  Do- 
fta Juana,  bija  déla  Reina 51 

Cap.  LVIH.— Del  bienaventurado  parto  de  la  Serenlsiau 
Princesa  Dofta  Isabel,  4  de  como  le  fud  tonuda  por  d 
Rey  Don  Enrique  la  villa  de  Medina  del  Campo.    .   .    . 

Cap.  LIX.  —  De  la  villa  que  ovo  Don  Jorge  Minriquo,  que 
ayudaba  á  Don  Juan  de  Vdensuda ,  prior  de  San  Jun, 
de  quel  ovo  la  vltorla , 

Cap.  LX.— De  la  muerte  del  Duque  Juan  bijo  do  Rend,  que 
fud  Rey  de  Cesilla ,  4  del  malaventurado  caso  acaecido 
al  primogdnito  Conde  do  Fox Id. 

Cap.  LXI.— De  la  causa  que  ovo  psra  los  debates  d  guerras 
de  Don  Pedro  de  Yelasco ,  Conde  de  Raro ,  con  Don  Pero 
Manriques,  Conde  de  Trevifio ,  primo  suyo 60. 

Cap.  LXII.— De  la  batalla  que  ovieron  el  Conde  de  Haro  y 
el  Conde  de  Trevifio 61 

Cap.  LXllL— De  la  muerte  malaventurada  dd  Papa  Pablo 
aegundo 61 

Cap.  LXIV.—  De  los  escándalos  acaecidos  en  la  dudad  de 
Sevilla,  entre  Don  Enrique  de  Guxman,  Duque  de  Medi- 
nasidonia, 4  Don  Rodrigo  Ponce  de  León,  Marquds  do 
adix ,  d  de  te  adida  dd  Marquda  de  la  dudad  do  Sevilla.     M. 

Cap.  LXV.— Do  la  adversa  fortuna  aeaeadda  al  Rey  Duarto 
de  Inglaterra ,  d  de  la  batdla  que  ovo  después  do  vndco 
en  Inglaterra  con  el  Rey  Enrique  en  que  murieron  d  Rey 
Enrtque  y  d  Conde  de  Barry  d  mucbos  otros 64 

Cap.  LXYI.— Do  la  venida  de  Don  Rodrigo  Ponce  de  León, 
Marquda  de  Cálix,  ala  ciudad  de  Seville ,      65 

Cap.  LXVII. — Do  una  batalla  que  Don  Alonso  de  Angón, 
blJo  bastardo  dd  iluatrlsimo  Rey  Don  Juan  de  Angón, 
ovo  cerca  de  Barcelona  con  franceses  4  itallanoa  4  cala- 
lanea,  de  qne  ovo  la  victoria. 66 

Cap.  LXYIII.—  De  como  Don  Enrique,  Duque  de  Medina, 
partió  de  la  dudsd  de  Sevilla  con  Intención  de  tonurla 
dudad  de  Xeirex gy 

Cap.  LXIX.— De  como  estando  el  Rey  Don  Enrique  en  la 
ciudad  de  Córdoba ,  determinó  de  se  ir  d  la  villa  de  An- 
dujar  por  deaapodenr  della  al  Condesisble  Don  Mignd 
Lncaa ¡¿^ 

Cap.  LXX.— De  la  embajada  que  arios.  Duque  do  Borgo- 
fta,  embId  á  loa  Principea  Don  Femando  4  Dofta  laabd.      68 

Cap.  LXXI.— De  la  batalla  que  so  ovo  en  la  villa  do  Carme- 
na,  4  de  la  muerte  desasinds  de  Luis  de  Pemls.  ...     14. 

Cap.  LXXII.— De  como  el  Rey  Don  Juan  de  Angob  puso  d 
cerco  sobre  Is  ciudad  de  Barcelona,  4  se  lo  dId.   ...      60 

Cap.  LXXIII.— De  como  Don  Rodrigo  Ponce  de  León ,  Mar- 
qués de  Cállx,  tomó  de  los  moros  la  villa  de  Cardda  4  au 
forttleu,  4  de  la  venida  dd  Principe  Don  Femando  en 
los  Reinos  de  Cutllla 11 

Cap.  LXXI V.— De  la  vana  4  llorosa  entrada  del  caatillo  que 
ae  llama  de  la  Reyna  en  la  villa  de  Carmons ,  4  de  la 


íkdiob. 


MtefnitdaGndaco.  •  ¡  •  ;  :  • 10 

Cap.  LXXV.— D«  It  vatafOBtinda  nterta  de  Cárloi,  D«- 
que  de  Gelaee ,  feehí  con  yerbes » lecee  le  aflnM,  dt- 
4tt  por  mandado  del  Rey  LoU  le  hemano. 71 

Gap.  LXXYl.— DelaanBerte  del  milaTeDtorado  Conde  de 
AmeAa.feebaátraleion T^ 

Cap  LUVIt^De  como  el  Rey  Don  Jtaii  de  Aragón  reeo- 
bró  le  mny  noble  fine  de  Perplfian ,  é  la  mnebednmbre 
de  franeeaei  qael  Rey  de  Francia  embló  por  defender  la 
foruleía  f  ne  por  él  estaba ,  é  por  recobrar  la  villa.   .   •      73 

Cap.  LXXVIll.— De  como  el  Marqaés  de  Calis  Don  Rodrigo 
Ponce  de  León  tomó  por  escala  el  castillo  de  Alanls  y 
despees  le  tomó  el  Dnqne Id. 

Cap.  LXXIX.—  De  la  dolorosa  é  malafentonda  mverte  de 
Don  Pedro  de  Gnsmse ,  é  de  Don  Alonso « bermanos  del 
Dnqne  de  Medlnasidonia ;  é  del  desbsrato  de  Don  Pedro 
d'Estdfiiga,  é  de  la  prisión  de  Don  Insn»  bermano  del 
Dnqne *    •       75 

Cap.  LXXX.-  De  la  Tenida  de  Don  Bnriqne  Fertnna  en  Cas- 
tilla ,  é  de  la  forma  qoe  el  Rey  Don  Bnriqne  con  él  tn? o.      76 

Gap.  LXXXl.— Decomoel  rey  de  Granada  por  faena  de 
armas  recobré  la  Tilla  de  Cárdela Id. 

Cap.  LXXXII.— De  como  el  Marqnés  de  Calis  tomó  por 
escala  la  Tilla  y  fortelesa  de  Medlnasidonia Id. 

Cap.  LXXXIII.— De  los  grandes  dallos  aaesddos  en  la  cltt« 
dad  de  Córdoba 77 

Cap.  LXXXl V.— De  la  mnerte  del  Condestable  Don  Wgnel 
Locas ,  é  del  robo  de  mncbos  conTersos  moradores  en  la 
clvdad  de  Xeres 78 

Gap.  LXXXV.^De  como  se  declaró  el  engafio  qne  el  Rey 
Don  Enrique  flso  A  Don  Enrique  Fertnna  con  nna  espe- 
ransa  de  caumlento  snyo  con  Dofia  luna  bija  de  la 
Reyes 79 

Cap.  LXXXVL  — Del  cerco  de  PrrpIBan  é  del  Consejo  qne 
se  OTO  para  qne  el  Principe  Don  Femando  taese  A  socoro 
rer  al  serenísimo  Rey  sn  padre Id. 

Cap.tXXXVIl.  — Del  bienaTonterado  ancoso  qne  oto  el 
Principe  Don  Femando  en  la  Ida  de  PerpiHan,  éde  la 
mnerte  del  Cardenal  Albacense  6  de  la  concordia  fecba 
entre  los  reyes  de  Francia  é  de  Aragón 81 

Cap.  LXXXVlll.-De  como  el  Príncipe  Don  Fernando  el  día 
siguiente  salló  A  dar  la  batslle  A  los  firsnceses ,  6  de  mu- 
chas cosas  que  acaescieron  unto  que  el  Principe  toItIo- 
se;  é  de  algunas  cosas  que  un  caballero  llamado  Don 
Donls ,  nieto  del  Rey  Don  Donis  de  Portugal ,  biso  es^ 
tando  en  serTldo  del  ilustrfslmo  Rey  Don  Juan  de  Ara- 
gón       83 

Cap.  LXXXIX.— De  la  Tenida  del  Principe  Don  Femando 
en  CasUlls ,  é  del  engafio  que  el  Rey  Luis  de  Francia  hi- 
zo al  Rey  Don  Juan  de  Aragón 84 

Cap.  XG.—  Del  cerco  de  AlcalA  de  Guadaym  fecho  por  el 
Duque  de  Medlnasidonia ,  é  de  la  Tenida  del  Marqués  de 
Calis  por  socorrer  A  la  dicha  Tilla ,  é  del  tinto  qne  entre 
ellos  OTO 85 

Cap.  XCL—De  la  reñida  en  Yiscaya  de  los  embaudores  del 
Duque  CArtos  de  Borgolla » el  qual  con  singular  amor  em- 
bió  al  Príncipe  Don  Femando  au  dOTlsa  del  Tusón  de  oro.      86 

Gap.  XCII.— De  la  Tuelta  del  Príncipe  Don  Femando  en  Se- 
govia  é  de  la  nuera  que  le  Tino  de  la  enreimedad  del 
Reysupadm Id. 

Cap.  XGIH.— De  como  el  Principe  Don  Femando  se  psrtló 
para  Aragón,  é  de  la  muerte  de  Ximeno Gordo,  fecha 
por  Justicia ,  por  mandado  del  Principe  Don  Femando  «n 
Zangóse M. 

Gap.  XCIY.— Del  gnu  exérelto  que  el  Rey  Luis  de  Francia 
ayuntó  en  la  ciudad  de  Rarbona  pan  embiar  en  la  ciudad 
de  Helna  é  Perplfian,  é  de  los  consejos  que  el  Rey  Don 
Juan  OTO  sobra  la  gnerra  que  facer  le  couTenia  é  sobra  el 
casamiento  de  la  Infanta  Dofia  Juana  su  hUa 87 

Cap.  XCY.— De  las  cosas  en  este  (lempo  en  Portngsl  acaes- 
cidas  é  de  la  muerte  de  Don  luán  Pacheco,  Maestre  de 
Santiago 80 

Cap.  XCYI.-»De  los  Grandes  destos  Reynos  que  penssron 
avcr  el  Mae'strargo  de  Ssntlago  é  de  la  forma  no  pensada 
qne  el  Anebispo  de  Toledo  ea  eeto  tiro.  •  t  t  t  •  •     R 


Gap.  XGYU.— De  la  prisión  del  Marqtég  de  YllIeM  6  del     . 
poco  seber  que  el  Conde  de  Osomo  loro  en  lo  guerdar, 
o  de  las  formas  que  el  Anoblspo  de  Toledo  Junto  con  la 
Toluntad  del  Rey  Don  Enrique  en  celo  oto.  .    .   •    .    .      80 

Gap.  XCYIII.— Del  cerco  qne  los  firsneeses  pusieron  so- 
bre la  ciudad  de  Helna  é  de  la  toma  della ,  ó  del  manda- 
miento del  Conseje  del  Rey  Don  Juan  de  Angón.  •   •   .      91' 

Gap.  XCIX.— De  la  tristeza  que  el  Principe  Don  Femando 
rescibló  de  la  toma  de  la  ciudad  de  Helna  é  de  la  raria 
determinación  de  consejos  en  la  Ida  del  Principe  A  Aaih 
pnrias,  como  Antes  turicee  determinado  de  proreer  las 
cosss  del  Andalucía 91 

Gap.  C— De  las  cosas  que  en  este  tiempo  en  Castilla  se  hi- 
cieron y  de  la  muerte  del  Rey  Don  Enrique OS  . 

eaéncA  pul  nn  non  luniaüt  ni  cusuro  nnisn iionnau, ron  su  ' 
OAmuK  T  enomsTA  mgeo  nnioou  ml  casnuo. 

Comienza  la  historia  del  Rey  Don  Enrique  el  cuarto  de  este 
nombre,  de  gloriosa  memoria 99 

Capítulo  primero.— De  la  fisonomía ,  rlda  é  condición  del 
Rey. 100 

Cap.  n.— Como  fué  Junde  por  Rey,  y  la  fabla  que  biso  A 
los  gnndes  de  las  Cortes ,  pan  soltar  A  los  Condes  que 
tenía  prasos •     tOl 

Cap.  in.—  Como  el  Rey  mandó  llamar  A  loC  senrldores  é 
criados  de  su  psdre,  6  consolados  gnciosamente,  les 
confirmó  los  oficios  que  tenían.  .   .    .   i lOI  ' 

Cap.  lY.— Como  el  Rey  dló  medio  entra  los  capellanes  del 
Rey  su  padre  é  los  suyos,  para  que  en  conformidad  lo- 
des  lo  slrriesen,  y  la  gratificación  que  los  hizo.    ...      lu» 

Cap.  Y.— Como  hizo  paz  con  el  Rey  de  IfaTarra ,  su  tío ,  é  le 
compró  los  lugsres  que  tenis  en  Csstills ,  é  perdonó  al 
Almirante  é  A  otros  caballeros,  que  estaban  desterrados 
del  Reyno,é  les  mandó  tomar  lo  suyo.   ......     i03 

Csp.  YI.  —  Como  el  Rey  enrió  embaxadores  al  Rey  Don 
Alonso  de  Aragón,  que  estsba  en  If Apeles,  é  se  confir- 
maron las  pacee  entra  Castilla  é  Aragón Id. 

Cap.  YII. — Que  peraonas  seflaladas  turo  el  Rey  en  sn  Con- , 
sejo  pan  gobernar.  ¿ 104 

Cap.  YIII.— Gomo  el  Rey  hiso  Cortes  gunenles,  é  determi- 
nó hacer  gnerra  contra  los  moros Id. 

Cap.  IX.— Como  el  Rey  detó  por  YIrrayes  en  Yalladolld  A 
Don  Alonso  Carrillo,  Anoblspo  de  Toledo,  é  A  Don  Pe- 
dro Femandet  de  Yelasco,  Conde  de  Haro IOS 

Gap.  X.— Como  el  Rey  se  partió  para  el  Andaluefa,ylos 
Gnndes  del  Reyuo  iflie  fueron  con  él Id.< 

Csp.  XL— Gomo  el  Rey  tomó  A  entnr  en  la  rega ,  é  biso  la 
tala i .     106. 

Cap.  XII. — Gomo  el  Rey  tomó  A  entrar  por  la  Yegí ,  é  lo  . 
que  aUi  sucedió.  ••   i   ....•.•••  2   .     107 

Gap.  XUI.— Como  el  Rey  determinó  de  casarse,  y  se  casó 
con  la  Influía  Dofia  Juana ,  henuna  del  Rey  Don  Alonso 
dePortugsU '.   .   .   s    .     Id' 

Cap.  XIY.—  Como  el  Rey  outíó  sus  esri»azadores  al  Rey 
Don  Alonso  de  Portugal  pan  que  le  diese  A  la  Infante 
Dofia  Juana  su  hermana  por  mugar,  y  se  concluyó  el  ca- 
samiento  fqg 

Gap.  X Y,— Gomo  el  Papa  enrió  al  Rey  un  sombrara  y  une 
espada,  y  de  como  deebantaron  los  moros  al  Conde  de 
Gastsfleda pg^ 

Gap.  XYI.— Como  proreyó  el  Rey  derlas  dignidades,  que 
estaban  ncas,  A  sus  eriedos •   •   .   .     i(^' 

Cap.  XYIL— Gomo  Tino  nnoTa  de  que  era  muerto  el  Rey 
'    Don  Alonso  de  Angón fj. 

Cap.  XYIIL—  Como  el  Rey  mandó  prender  A  Juan  de  Lusa , 
é  le  quitó  el  Sefiorio  que  tenía |to 

Gap.  XIX.— Gomo  Alonso  Fesardo  M  destroldo  por  los 
msles  que  hacia  en  el  rayno  de  Mareta  contra  los  ebria- 
tlanos  en  fsTor  de  los  moros ; 

Gap.  XX. — De  laA  coms  ezcelentes  que  el  Rey  hiso  é  dlzo 
como  Principe  maguAnimo Id* . 

Gap.  XXL— Como  el  Rey  fué  A  la  sibdad  de  Leen  y  de  lo 
que  alH  hizo li| 

Gap.  XXII.  -  Como  el  Rey  laó  a  Ip  rilla  de  Bacaloaa,  y  do 


778 


0RÓNI0A8  DE  LOB  BETBS  DE  0A8TILLA. 


Pigt. 

Id^eanfklio.  .'  .  •  s fit 

Cip.  XXIU.— Cono  «I  lUy  M  Alé  á  Muiñá ,  j  \u  eaiM  qu 
•Ul  ubMdieroD 119 

Cap.  XX1V."-D«  an  eabuador  qnp  fiío  del  Ouqae  deBre- 
taii ,  7  de  las  gnndec  ftei ut  é  nercedei  qee  el  Rey  te 
■aedóhaeer 113 

Cap.  XXY.— Ceso  el  Rey  tesó  la  eibdad  de  Gmdalaiara, 
y  eebó  faera  de  ella  al  Harfiéa  de  SantlUaM  é  ft  ns 
hermanos Id. 

Cap.  XXV1.-C0B0  el  Rey  llegó  á  Segovla .  y  ae  partió  loe- 
go  para  Valladolid,é  lo  qee  allí  socedlo 114 

Cap.  XXVII.— Como  el  Rey  de  Aragón  prendió  al  Principe 
Don  Carlos  so  hfjo  por  Indoclmlento  del  Almirante  Don 
Padriqoe.ódeloqnesnbeediódeafoella  prisión*   •    .     116 

Cap.  XXVlll.— De  como  llegado  el  Rey  i  Madrid,  snpo  la 
prisión  del  Principe  por  los  embaladores  de  CaUlnfla,  y 
envió  gente  para  ayodarloe  basta  qie  taeae  soello;  y  lo 
qae  snbcedló  en  el  Andalnda  contra  los  moroa.   ...     Id. 

Cap.  XXIX.— Como  el  Rey  ae  partió  de  Madrid,  é  pasados 
los  pocrtos ,  toó  á  la  villa  de  Sepdiveda ,  i  vinieron  A  so 
servido  el  Marqnés  de  Santlllana  y  d  Obispo  sa  bermano.     116 

Cap.  XXX.—  Como  el  Rey  se  fué  i  la  villa  de  Araada ,  y  de 
las  cosas  qae  alli  se  bicleron ,  é  sobcedieron  en  el  Reyno.     117 

Cap.  XXXI.  —  De  como  el  Rey  fué  á  Logrólo,  y  de  lo  qoe 
alli  se  biso  contra  d  Rey  de  Navarra ,  6  loe  lagares  qoe  se 
ganaron Id. 

Cap.  XXXil.— Como  el  Rey  ae  vino  i  la  villa  de  Aranda  é  la 
dio  i  la  Reyna  80  moger 118 

Gap.  XXXIll.— Como  d  Rey  se  faé  A  Madrid ,  6  vino  allí  d 
Arsoblspo  de  Sevilla,  para  avisarle  de  las  abteUs  qoe 
contra  él  traían,  é  no  le  qnlaooir  ni  escocbar. .   ...      Id. 

Ca^  XXXIV.— Como  d  Rey  fné  á  U  vilU  de  Ocala,  6  le 
vino  A  hacer  referencia  el  Arsoblspo  de  Toledo  ó  d  Al- 
mirante..  Id. 

Cap.  XXXV.— Como  d  Rey  ae  foé  A  Madrid ,  é  de  la  mane- 
ra qoe  se  tenia  en  la  administración  dala  Jostlda..   .   .     119 

Cap.  XXXVI.  —  Como  d  Rey  envió  por  la  Reyna  -,  é  vino 
A  parir  A  Madrid Id. 

Cap.  XXXVII.— Como  A  grande  iasUnda  dd  Anoblspo  de 
Toledo ,  é  A  aoplicaeion  del  Marqnóa  de  Villcna  d  Rey 
mandó  traer  A  los  Infantes  A  la  Corte Id. 

Cap.  XXXVIII.— Como  la  Reina  parió  ona  bija  qoe  ae  llamó 
Dofia  inana ,  é  de  cómo  vino  el  Conde  de  ArsMftaqoe  por 
embaudor  dd  Rey  Lola  de  Francia  A  confirmar  laa  alian- 
xas  eoire  entramboa  Reyea 160 

Cap.  XXXIX.— Como  el  Rey  Uso  conde  de  Ledesssa  A  Don 
Bdtran  de  la  Coeva,  y  dio  la  Mayordomia  A  Andrea  de 
Cabrera  otro  criado  sayo Id. 

Cap.  XL.— De  como  el  Rey  biso  Cortes  geaeralea  ó  mandó 
Jorar  A  la  princesa  Dolía  Juana  so  bija Id. 

Cap.  XLI.— Como  el  Rey  ae  partió  de  Madrid ,  é  ae  foé  A  la 
villa  de  Alfaro,  para  quitar  dertas  diferencias  qae  esta- 
ban entre  él  y  el  Rey  Don  Joan  de  Aragón ,  so  tio ,  y  de  lo 
que  sobcedIÓ  por  entonces 111 

Csp.  XLII.— Como  Don  Bdtran  de  la  Coeva  se  caaó  con  la 
bija  menor  dd  Marqoés  de  Santlllana 126 

Cap.  XLIII.— Como  fallcdó  el  Prlbdpe  Don  CArioa  en  Bar- 
celona ,  y  por  so  moerte  se  rebdaroa  loa  Caialanea  de  to- 
do el  Prlndpadgo  contra  el  Rey  de  Aragón ,  é  esdiiaron 
so  embajador  al  Rey  con  la  obidlencla  de  vasallos  soyos, 
'jara  qoe  los  rescibiese  é  eovlase  socorro;  é  llegó  so  em- 
>  asador  allí  A  la  villa  de  AUeosa;  y  lo  qoe  d  Rey  res- 

ondló Id. 

^p.  XLI  V.— Como  venido  d  Rey  A  Segovia ,  é  llamados  los 
de  so  alto  Consejo,  ovo  acuerdo,  é  envió  gente  en  aocor- 
ro  de  los  Catalanea 163 

Cap.  XLV.— Como  el  Rey  ae  foé  A  la  villa  de  Agreda,  y  de 
lo  qoe  allí  sobcedió 164 

Cap.  XL  Vi.— Como  el  Rey  vino  A  la  villa  de  Almasan ,  é  de 
lo  qoe  allí  aobcedió  con  loa  Caulanea IfS 

cap.  XLVIL  — Como  estando  el  Rey  en  Almaun  vino  on 
embaudor  del  Rey  de  Franda ,  é  ae  acordaron  lu  vlstu 
do  Foenterrabía ,  é  de  lo  qoe  allí  aobcedió  de  aqoella 
embauda • 161 

Cip.  XLYiU.-Gono  el  Re;  t^m  es  Seg eiia  ilf  ugi  4lU| 


PAgs. 

^— •->••• 

y  de  dll  se  partió  para  Borgos,  pan  verse  con  d  Rey  de 

Franda 161 

Gap.  XLIX.— Como  ae  vieron  los  Reyes,  6  do  la  forma  qoe 

ae  tovo  on  sos  vistas ,  é  foé  leyda  é  pronunciada  la  aen- 

tenda  sobre  d  debate  de  CalaloBa.. 168 

Cap.  L.  —  Come  el  Rey  maodó  Ilaaur  loa  embaudorca  do 

CataloAa,  y  les  dlxo  como  era  necesario  ae  tomasen  A  la 
obMienda  de  so  Rey,  d  qnd  les  daria  todas  laa  segori- 
dades  que  elloa  qddeaen,  é  lo  qoe  elloa  respondieron, 

é  allí  sobcedió ^   .   .    .     119 

Csp.  Ll. — Como  venido  el  Rey  A  Segovia ,  coaoadd  d  en- 

gafto  qoe  avia  rescebldo,é  lo  qoe  biso Id* 

Cap.  UL — Como  d  Arsoblspo  de  Toledo  y  d  Marqoéa  do 
Ylllena  enviaron  A  llamar  d  Rey,  qoe  ae  foeao  A  Legro- 
Ao;  donde  llegado,  le  hicieron  entrar  en  la  villa  de  Lo- 
rio, Alo  qoe  allí  sobcedió Id. 

Cap.  Lili.— Como  d  Rey  ae  partió  para  Segovia ,  y  de  alli 
A  Madrid,  é  de  lo  qoe  allí  aobcedió I'J) 

Cap.  LIV.— Como  dieron  noeva  al  Rey  qoe  la  dbdad  de  Se- 
villa estaba  moy  slhorotada,  para  ae  perder,  y  el  Rey  ao 
foé  allA  A  grande  prieaa ,  é  lo  qoe  dlí  ae  biso 131 

Cap.  LV.— Como  d  Rey  íbé  A  Gibraltar ,  é  vino  d  Rey  do 
Portagal,  qoe  estaba  en  Copla  A  verso  con  d.  »    •   .   .     M« 

Cap.  LVL— Como  el  Rey  foé  A  Écija,  y  de  alli  foé  adbra 
Granada,  para  qoe  lo  diesen  lu  pariu,  y  dadu,  u  par- 
tió A  Jabón ,  é  lo  qoo  alli  socedlo Id. 

Cap.  LVII.-Como  el  Rey  vlao  A  Madrid,  y  lo  qoo  allí  aoco- 
dió ;  é  como  ae  vido  con  el  Rey  de  Portogal  en  la  poente 
dd  Arsoblspo ,  y  de  lo  qoe  alli  ae  concertó 1S6 

Gap.  LVIIL— Gomo  partido  d  Rey ,  el  Arsoblspo  y  d  Mar- 
qoéa de  Ylllena  adiaron  de  Madrid,  y  ae  fheroa  A  AlcalA 
de  iienarea,é  lo  qoe  alli  aobcedió Id. 

Cap.  LIX.— Como  el  Rey  tomó  A  Madrid,  é  de  lo  qoo  alli 
sabcedió tS3 

Gap.  LX.— Como  qalsleron  prender  al  Rey  en  el  Alcanr,  é 
prender  A  loa  Infantu ,  é  quebrantadas  laa  poertu,  en- 
traron por  foeru  en  la  CAmara  dd  Rey 1S4 

Gap.  LXI.— Como  el  Rey  acordó  de  dar  el  Maeatndgo  do 
Sanctiago  al  Coade  de  Ledesma Id.- 

Gap.  LXll.  —  Gomo  llegado  el  Rey  A  Segovia ,  aocodieron 
grandes  novedadea. 135 

Cap.  LXlll.— Como  se  trataron  vistas  entre  d  Rey  y  los 
Condes  de  Plaaencla  y  de  Alva ,  y  qoideron  prender  al 
Rey. IS6 

Cap.  LXIV.— Como  los  caballeroa  ae  fueron  A  le  dbdad  de    • 
Borgoa ,  y  lo  qoe  allí  tentaron  é  bideron  contra  el  Rey.   .     1 57 

Gap.  LXV.-Gomo  d  Rey  ae  foé  A  Valladolid ,  é  de  las  co- 
cas que  alli  aobcedieron 138 

Cap.  LXVI.— Como  el  Rey  so  vló  con  el  Marqoéa  de  Vllie- 
na ,  y  le  entregó  al  Infante  Don  Alonao  ao  hermano.  •   .     139 

Cap.  LXVll.— Gomo  d  Rey  se  tomó  A  ver  con  todos  los  ca- 
balleroa sos  contrarios  ontre  Gabeaon  é  Gigalea ,  y  jora- 
ron  al  Infaate  por  Principe  heredero,  é  foé  ordenada  la 
Depotadon  en  Medina  del  Campo Id. 

Cap.  LXVIII.— Como  dorante  la  DIpntadon  el  Almirante  y 
d  Anobiapo  de  Toledo  trataron  con  el  Rey  de  aer  auyoa, 
y  el  Rey  loe  readbió ;  y  lo  qoe  aobcedió  de  la  dlpoudon.     110 

Cap.  LXIX.— Como  d  Rey  ae  partió  de  Olmedo  para  Sego- 
via ,  y  los  csbdleros  so  foeron  A  Plaaenda  con  d  Princi- 
pe y  lo  qoe  ae  hite  en  cate  tiempo UI 

Gap.  LXX.— Como  el  Rey  se  partió  de  Segovia  para  Ma- 
drid, y  el  Arsoblspo  de  Toledo  vino  allí,  para  lo  aervir, 
é  de  lo  qoe  allí  sobcedió id. 

Gap.  LXXI.— Gomo  Don  Garci-Alvares  de  Toledo ,  Conde  de 
Alva ,  envió  A  suplicsr  al  Rey  u  qalsiese  ir  por  aqadla 
ao  villa ,  A  reaeebir  Aeataa;  A  donde  d  Rey  foé,  y  el  Coo- 
de  qnedó  por  aoyo iit 

Cap.  LXXII.— Como  el  Rey  llegó  A  Salamanca ,  é  de  lo  qoe 
dlí  aobcedió Id. 

Gap.  LXXIII.— Como  el  Rey  se  partió  para  cercarla  villa 
de  Arévdo ,  y  lo  qoe  de  aqod  camino  aobcedió.    ...     tl3 

Cap.  LXXIV.— Como  los  caballeroa  eotreunto  qoe  d  Rey 
llegó  A  Sdamanca  con  la  Reyna  é  la  Infonta,  partieron 
para  Avila,  é  fecha  la  eatAtu  dd  Rey,  la  descomposie- 

.   mi4|li«re89«f  AejiiPiüíelfe  PenAleneo.  •  i  •    144 


ÍNDIO& 


Ctp.  LXXV.— D«  lo  qM  SüM^ld  en  8al»H«a ,  j  lo  qaa  ol 
Rey  hito,  qundo  topo  la  nofod^d  qoo  loseaballeroi  hi- 
cieron contra  él. 145 

Cip.  LXXVi.— Cono  el  Maestre  de  Calalrava  hito  (randea 
■orodadea  en  el  Andalocfa  contra  loa  aertldorea  Icalea 
del  Rey ,  é  de  lo  qne  allí  aabcedid. ; 116 

Cap.  LXXVll.— Como  el  Rey  ae  partid  de  Zamora,  é  ae  Ai6 
ft  Toro  con  ai  boeate ;  é  lo  qne  deapnea  tnbcedló.  •    •    •     147 

Cap.  LXXVill.— Como  estando  el  Rey  en  Toro  vino  micha 
tente  i  lo  aenir,  así  caballeroa  de  grandea  eatadoa,  co- 
mo de  otra  gente  de  á  pié  y  de  á  caballo.,    i    .    .    .   .      Id. 

Cap.  LXXIX.— Como  el  Rey  partid  do  Toro  con  toda  an 
hneate,  y  te  foé  i  poner  an  real  cerca  de  Slmancaa,  y  lo 
qne  aUl  aobeedld 148 

Cap.  LXXX.— De  como  la  venida  del  Rey  i  Simancaa  fné 
tln  provecho  algino 149 

Cap.  LXXXI.^Como  el  Rey  ae  vido  con  el  Marqiét  de  Yl- 
Uena ,  y  lo  qne  altf  ae  concertó.  .   « Id. 

Cap.  LXXXll.— ! Como  el  Rey  mandó  levantaran  real;  y  la 
habla  qne  hito  á  loa  caballeroa;  y  laa  mercedea  qne  lea 
dió,yconlrmó ISO 

Cap.  LXXXIII.— Como  el  Conde  de  Fox  tomó  la  clbdad  de 
Calahorra,  y  lo  qne  allí  aibced Id :   .    .    .     151 

Cap.  LXXXIV.— Como  la  villa  de  Valladolld  ae  altó  por  el 
Rey  qne  la  tenían  loa  tiranoa 153 

Cap.  LXXXV.^  De  lo  que  tnbcedló  deapnea  de  venido  el 
Rey4  8egovia 154 

Cap.  LXXXVl.— De  lo  que  snbeedió  deapnea  de  la  mnerte 
del  maeatro  de  Calatrava Id. 

Cap.  LXXXYII.— Como  el  Rey  é  clerloa  caballeroa  del  ban- 
do contrario  ae  Jnntaron  en  la  villa  de  Coca ,  para  dar  al- 
gún medio  de  paa ,  i  no  ae  dio.  155 

Cap.  tXXXVlll.— Como  la  villa  de  Madrid  fné  pueata  en  po- 
der del  Anoblspo  de  Sevilla,  para  qne  allf  ae  Jnntaaen 
el  Rey  é  ciertos  caballeroa  del  bando  contrario,  á  dar 
orden  enla  pat,é  loqneallianbcedió 151 

Cap.  LXXXIX.— Como  el  Marqués  de  Villena  rodeó  por  es- 
qnisitaa  formaa,  qne  Pedrariat  fneae  preao,  para  indig- 
nar laa  volnnladea  de  loa  lealet  contra  el  Rey.  ....     158 

Cap.  XC— Como  loa  Alcaldes  de  la  Hermandad  de  la  mayor 
psfte  del  Reyno  vinieron  á  anpliear  é  requerir  al  Rey  qne 
soltase  A  Pedrariaa,  6  como  lo  soltó ,  é  lo  qne  anbcedió.     159 

Cap.  XCI.— Como  ae  reaiatló  la  partida  del  Rey  para  Bejar, 
y  lo  que  alK  sneedió 1^, 

Cap.  XCll.— De  lo  que  aocedió  deapnea  qne  el  Rey  se  par- 
tió para  Segovla |g| 

Cap.  XCIII.— Como  loa  de  Medina  del  Campo  demandaron 
socorro  al  Rey  por  el  peligro  en  que  cataban;  6  venido 
Don  Pedro  de  Velaaco  con  an  gente ,  fné  acordado  de  ir 
á  aocorrer  á  Medina  del  Campo \$^ 

Cap.  XGlV.— Como  el  Marqnéa  de  Villena  ae  hito  Naeatre 
de  Santiago.  .*..'.*.'.'.'.' ¡¿^ 

Cap.  XGV.— Gomo  el  Artobiapo  de  Toledo  ¿  loa  otrot  caba- 
lleros, qne  estaban  en  Olmedo  con  el  Príncipe,  ce  pnale- 
ron  en  armaa  é  salieron  al  campo  para  reaiatlr  el  paao  de 
Medina  al  Rey  é  á  ana  caballeroa. igj 

Cap.  XGVl.~-Como  el  Artoblspo  de  Toledo  é  los  otros  ca- 
balleroa qne  estaban  en  Olmedo  ordenaron  ana  bataUaa.     164 

Cap.  XCVlI.—Como  pelearon  laa  batallaa ,  y  fueron  loa  ene- 
mlgoa  del  Rey  vf  ncidoa U. 

Cap.  XCVIII.— De  lo  qne  anbcedió  en  Medina  deapnea  qne 
allí  vino  el  Rey  con  an  hueste igs 

Cap.  XGIX.— Gomo  el  Conde  de  Aha  quebrantó  su  fe  y  pa  - 
labra ,  é  se  paaó  ft  loa  traydorea. lag 

Cap.  C— Como  el  Papa  Panlo,  aablda  la  novedad  délos 
caballeroa  é  perlados  deslealea ,  envió  al  Oblapo  de  León 
Antonio  de  Venerla  por  an  Nuncio  legado,  á  tratar  pat 
entre  el  Rey  é  ana  dealeales  enemigos;  é  vino  alli  i  la 
villa  de  Medina ,  y  le  foó  hecho  el  reaceblmienio  qne  ae 
le  debía Id. 

Cap.  CI.-  Como  Pedrariaa  de  Avila  vendió  la  cibdad  de  Se- 
govla i  loa  enemlgoa  del  Rey,  y  loa  apoderó  en  ella.  .   .     167 

Cap.  en.—  Como  aablda  la  traycioo ,  ae  partió  el  Rey  de 
Medina  para  Cuéllar,  y  lo  que  anbcedió  en  el  camino.   .     168 

Cap.  Gilí,  -  Como  llegado  el  Rey  A  GaéUar  te  fié  i  Coca  I 


77Í 
Paga. 


manoa  de  ana  enemigos,  6  te  apartó  de  ana  caballeroa, 
criadoa  y  aervidorea  iealea  que  ie  avian  aervido.   • .  •    •     169  - 

Cap.  CIV.— Gomo  el  Rey  ae  fné  donde  Coca  4  meter  en  el 
Aldkiar  de  Segovla ,  para  verae  con  el  Maeatro  de  Sano- 
tlago;  y  visto  le  entregó  el  Aleétar;  éjamla  cumplió  con 
él  coaa  alguna  de  qnanto  le  prometieron 170 

Cap.  CV.— Gomo  en  aqueate  medio  tiempo  vacó  el  Oblapa- 
do  de  Sigienu ,  é  fné  dado  al  Oblapo  de  Calahorra ,  é  lo 
qne  aobre  ello  aneadlo Id. 

Cap.  CVl.— De  loa  caaos  desaatradoa  que  en  eate  tiempo 
aeaeacieron  por  el  Reyno 171 

Cap.  CVII.— Como  el  Papa,  aablda  la  forma  deahonesta  que 
loa  caballeroa  tuvieron  contra  an  Nuncio  Legado,  é  como 
le  calieron  al  amlno  A  poner  laa  manos  en  él ,  ae  enoió, 
y  envió  doa  Bravea ,  el  uno  al  Rey ,  y  el  otro  A  loa  Perla- 
doa  é  caballeroa  que  cataban  con  el  Príncipe  Don  Alonso.     Id* 

Cap.  CVIIL— Como  el  Conde  de  Benavente  quiao  matar  ai 
Maeatro  Don  Juan  Pacheco,  an  auegro,  porque  le  quitó 
el  Maeatradgo  de  Sanctiago  qne  el  Rey  le  avia  dado ,  é  ae 
lo  tomó  para  al 17t 

Cap.  ClX.^Como  el  Artoblspo  de  Sevilla  é  loa  Condet  de 
Plaaencla  y  de  Benavente  y  de  Miranda  ae  declararon  por 
tervidoret  del  Rey ,  y  te  fueron  con  él  A  la  villa  de  Ma- 
drid, é  lo  qne  alli  acaescló. 173  ' 

Cap.  ex.— Como  la  Clbdad  de  Toledo  ae  alió  por  el  Rey,  y 
qulenea  fueron  loa  qne  lo  hicieron,  é  laa  cosaa  qne  aobre 
ello  aeaeacieron H» 

Cap.  CXI.— De  como  te  ordenó  la  entrada  del  Rey  en  Tole- 
do ,  y  fné  reacebldo  con  mucha  fletta,  é  lo  qne  alU  anb- 
cedió  *  .     175 

Cap.  CXIL-  De  como  cierta  gente  de  la  clbdad  alborotada- 
mente vinieron  A  pedir  al  Rey  una  exención  é  merced 
nueva 14^ 

Cap.  GXlU.-Gomo  el  Rey  cerUlcado  de  la  traycion  do  Pe- 
rucho le  quitó  el  AlcAur,  é  le  prendió ,  é  deapnea  te  ovo    ' 
piadoaamentecon  éL. ..   .   •   • 177 

Cap.  CXI V.— Como  el  Príncipe  Don  Alonao,  Rey  qaeae 
deacia,  murió  de  pestilencia  en  CardeAota  cerca  de 
Avila 178 

Gap.  GXY.— Como  el  Rey  envió  A  requerir  A  loa  caballeroa 
é  periadoa  qne  cataban  en  Avila,  que  vinieaen  A  an  obe- 
dioDcia Id* 

Cap.  CXVi.—Como  venido  el  Artobiapo  de  Sevilla  con  el 
trato  de  loa  periadoa  y  caballeroa  de  Avila,  el  Marqiéa 
de  Santlllana  é  ana  hermanea  ae  partieron  muy  deacon- 
tentoa  de  la  Corte,  porque  aintieron  que  el  Rey  qnerla 
Jurar  A  la  Infanta  an  hermana  por  Prineeaa id. 

Cap.  ex  VIL  — De  como  la  Reyna  Dofta  Juana,  qne  cataba 
en  Aiahejoa  en  poder  del  Artobiapo  de  Sevilla,  ae  aolló 
de  la  foruleu  y  ae  fué  A  Bnytrago  donde  cataba  an  hija.     Id. 

Cap.  CXVllii— De  como  la  InfanU  Doüa  laabel  fUéJnmda 
por  Prinreaá  y  loa  periadoa  é  caballeroa  dealealea  ae  vi- 
nieron con  ella  A  obediencia  del  Rey.  ..%•...     179 

Cap.  CXIX.— De  como  el  Rey  é  la  Prineeaa  au  hermana  ao  • 
fueron  A  aposentar  A  Caaa-Rubloa,  y  desde  alli  ae  fueron 
el  Rey  y  el  Maeatro  A  Raacafria ;  7  enviaron  A  mandar  A 
Pedrariaa  é  al  Oblapo  au  hermano  qne  ae  aalleten  de  la 
cibdad  de  Segovia,éaeaaUeron m. 

Cap.  CXX.— Como  la  Reina  Dolía  Juana  envió  A  Intimar  en 
nombre  de  au  bija  una  apelación  ante  el  Oblapo  de  Leoo, 
Rundo  é  Legado  del  Papa {gg 

Cap.  CXXL— Como  el  Rey  é  la  Prineeaa  an  hermana  ae  fue- 
ron A  la  villa  de  Oeafia ,  é  laa  coaat  qne  allí  sucedieron. .      id. 

Cap.  CXXII. — Como  el  Rey  ae  salió  A  ver  con  el  Obiapo  de 
Sigflenu  é  con  Don  Pedro  de  Velaaco  A  la  barca  de  Ore- 
ja é  loa  tmxo  A  la  Corte i^ 

Cap.  CXXIII.— De  como  algunoa  Seiiorea  Grandea  del  Rey-' 
no  quedaron  descontentos  de  la  eatrccba  amlatad  del  Rey 
con  el  Alaeatre  Don  Juan  Pacheco |(f| 

Cap.  GXXI V.  —  De  como  el  Rey  tuvo  \u  fleatat  de  Navidad 
en  Oeafia ,  é  lo  qne  allí  anbcedió.  *    m. 

Cap.  CXXV.— De  como  el  Rey  ae  partió  de  OcUa  muy  dea- 
contento  ,  é  ae  ftaé  A  Madrid  con  muy  poca  gente .  y  entre- 
gó el  AlcAiar  con  loa  teaoroa  A  an  Mayordomo  Andrea  do 
Cibreri.  •««  t  •••••«««•,,•  «    183  - 


780 


OBONIOAS  DB  LOS  BITÉS  DB  OASTILLA. 

M|i. 


Ci^  CXXVI.— Gomo  ol  MtaHro  Doi  Jub  Pteheeo  did  d 
tilalo  do  Marqoéf  do  Villona  á  Don  Diego  M  bijo,  é  lo 

'  cMd  000  la  CoBdeía  do  Santistofao •     III 

Cap.  CXXVII.— Do  eomo  ol  Roy  do  Portogal  eoYld  toa  En- 
teudoroa  al  Roy ,  para  traiar  ao  eauBAlooto  ooi  la  Prli- 
ooaa  Dolalaabel,  éoUaooqoiao Id. 

Cap.  CXXVllL-Do  eovo  ol  Roy  ae  partid  para  Aidalocla , 
é  dexó  i  la  Prineoaa  ao  homaDa  on  Oafia  baata  qoo  él 
toraaao,  6  do  lo  qoo  aobeodid  do  au  ida ,  ¿  do  la  qoedada 
do  ao  bonnana t83 

Cap*  CXXIX.— Goao  d  Roy  ftié  ooo  fonto  aobro  Cérdoba, 
é  lo  qoo  alU  aobcedló Id. 

Cap.  CXXX.— Cono  oí  Cardonal  Atrabatonsla  vino  por  En- 
baudor  del  Rey  Lola  do  Franela ,  A  eonfirmar  la  pas  y 
bermandad  entro  CaoUlla  d  Franela ;  porque  el  Rey  ao 
avia  confederado  eon  ol  Roy  do  Inglaterra  deundo  ol 
anlsud  do  Franela ill 

Cap.  CXXXI.— Do  eono  la  Prlnceaa  doAa  laabel  ae  partid 
do  Oeafia  ain  Ucencia  del  Roy,  é  ae  fud  á  la  villa  de  Ma- 
drigal ,  ¿  lo  qoo  deapnea  anbeedld. 116 

Gap.  CXXXII.— Do  eomo  ol  Roy  ao  partid  do  Cdrdoba  para 
¿cija ,  ¿  lo  qoo  allí  aubeodid Id. 

iap.  CXXXlll.— Como  el  Rey  ao  fn¿  A  la  dbdad  do  Anlo- 
qoera ,  para  vorao  con  no  eabdillo  do  NAlaga ,  qoo  ao  doa- 
eia  Aliqvoioto,  é  no  lo  qolao  acoger  ol  Alcaydo  dentro 
aino  eon  diei  oabalgaduraa,  é  todoaloa  qno  Iban  eon  él 

'    ceqnodaron  fnera Id. 

Gap.  CXXXIV.— Como  d  Roy  ao  ftié  A  Carmona,  é  do  lo  qoo 
allf  anbeedld 186 

Cap.  CXXXV.— Como  d  Roy  so  partid  A  Conttllana,  é  lo 
qno  alU  anbeodid. 111 

Cap.  CXXXVI.-Como  lo  Ida  dd  Roy  A  Trnxilio  fné  pan  la 
dar  d  Conde  do  Plaaeneia,  é  no  podo  avor  la  Fortdoia, 
é  de  lo  qno  cora  dolió  anbeodid;  é  do  ona  caria  qno  la 
Prineoaa  Dolía  laabel  oacrlbld  ol  R«y  ao  bormano  corea 
del  caaanlenlo  aoyo  eon  d  Prindpo  Don  Fernando.   .  •     Id. 

Cap.  CXXXVII.— Do  eomo  d  Roy  Tlnoi  SogoTla  é  do  lo  qno 
allí  Bobeodid. 190 

Cap.  CXXXVIII.— De  eomo  Don  Alonan  do  AnUar  aobro 
el  amlalad  feeba  por  el  Roy  entre  M  y  el  Conde  do  Cabra 
é  na  bUoa  prondid  al  Narlaed  Don  Diego  do  Cdrdoba,  y 
do  lo  qno  aobro  dio  anbeedld 199 

Cap.  CXXXIX.— Como  el  Rey  do  Fnnda  onyld  ana  omba- 
udorea  aobro  divoraot  eaaoa.. 194 

Cap.  CXL.— Do  como  Don  Alonan  do  Monroy,  Gavoro  do 
AicAnUra,  eon  Ion  Comeodadoroa  do  la  Orden  ae  levan- 
taron contra  el  Uaoafcro  do  AleAntara,  y  fné  deatmido.  .  Id. 
,  Cap.  CXLI.— Como  d  Maostradgo  de  AicAnUn  fné  dado  A 
Don  Jnan  do  Znftiga ,  bUo  del  Conde  de  Plaaonda,  é  ao 
lo  conflrmd  d  Roy. 196 

Cap.  CXUl.— Como  el  Roy  ao  fné  A  Madrid,  é  laa  cosaa  qto 
anbcedleron  por  d  Reyno  oalando  allí m. 

Cap.  CXLIII.— Como  el  Rey  ae  partid  do  Madrid  para  So- 
gOTÍa,é  do  las  coaaa  qno  anbcedleron 196 

.Cap.  CXLIV.— Do  como  d  Principo  do  Angón  y  la  SeAon 
Prineoaa  Dolo  laabel,  alntlondo  la  novedad  qno  qneria 
baeer  el  Rey,  lo  escribieron  la  caruslgniento 199 

Cap.  CXLV.  —  Como  el  Rey  eon  toda  on  Corte  ao  foé  A  Me- 
dina dd  Campo ,  é  alii  vloo  ia  embauda  de  Franda  ao- 
bro ol  caumiento  do  an  bija,  é  do  lo  qno  ancedió  por  el 
Royno tOO 

Gap.  CXLVI.— Doeomo  d  Rey  eon  loa  Bmbaxadoroa  do 
Francia  é  toda  an  Corto  ao  partid  do  Medina  pan  Segovia, 
para  ganar  el  Jubileo,  qno  el  Papa  babla  otorgado  en  la 
Igleala  Mayor  de  la  clbdad ,  y  de  io  que  allí  anbeedld.    .     tOI 

Cap.  CXL  Vil.— De  como  traxeron  la  bija  del  Rey  A  Valdo- 
Loioya ,  é  ao  blcieron  allf  loa  desposorioa tts 

Cap.  CXLVlll.  —  De  como  el  Cardenal  é  ioa  otros  Embaxa- 
dorea  do  Fronda  se  partieron ,  reacebldaa  muchaa  mer- 
codeo, y  dolo  que snbcedid 904 

Cap  CXLIX.—  Do  como  d  Artoblspo  de  Toledo  poso  coreo 
sobro  Perales ,  y  el  Rey  so  partid  A  maa  andar  pan  Ma- 
drid ,  y  do  allí  aalld  contra  ol  anoblipo ,  y  le  biso  levan- 
tar d  coreo. .   .    .   ; ' .     106 

Gap,  CL,-"  Do  eomo  fBcron  llamados  quatro  CaBdnigos  do 


Mü. 


TolodOiéloqioiObiioeoBirndAnobispo.    •  •  ^  • 

Cap.  CU.— Do  eomo  ol  Roy  so  partid  para  Sogovia ,  é  do  lo 
qno  anbeodid  on  d  Rdno W 

Cap.  CUl.— Do  lo  qno  anbeodid  on  la  dbdad  do  Toledo , 
poiqno  ol  Conde  do  Fnonsallda  no  qniao  eraer  lo  qno  ol 
Rey  le  oBVid  A  decir  eoBBügo ,  qno  faé  apordblrio  qno  so 
gnardaao 108 

Cap.  CUII.— Como  foé  acordado  do  ocbar  fnon  dd  Reyno 
A  loa  Prindpoa  Don  Femando  d  Doftn  Isabel,  é  lo  qno 
anbeedld  por  el  Reyno Id. 

Cap.  CUV.— Do  lo  qno  anbeodid  por  d  Royno  dospuea  qno 
d  Roy  so  fOé  A  Segovia .     109 

Cap.  CLV.— Do  lo  qno  aubeodid  doapneo  do  qno  vino  d  Roy 
do  Toledo  A  Sogovia •   •    .    .     ÜO 

Cap.  CLVI.— Do  eomo  el  miieatro  eon  gnnd  Inalanda  Im- 
portBBd  d  Rey  qno  lo  dleao  la  vlUa do  Sopdlvoda,  é lo 
qno  aobra  ello  anbeedld id. 

Cap.  CLVII.—  Como  el  Rey  so  fné  A  ver  eon  d  Rey  do  Por- 
Ugal,  dio  qno  alU  anbeedld Sil 

Cap.  CLVIII.— Como  d  Naoatro  do  SoBcUago  so  easd  con 
labyaddCoBdodoHaro. .   .   • til 

Cap.  CUX.— Do  como  d  Roy  ao  partid  para  Madrid,  é  vino 
alU  d  Delegado  dd  Papa ,  é  lo  que  allí  anbcodiú. .   .   .     Id. 

Cap.  CLX.— De  como  el  Rey  eon  d  Logado  ao  fooron  A  So- 
govia y  laa  coaaa  qno  allí  snbeodioron iiS 

Cap.  CLXI.— Como  ol  Rey  OBvld  por  el  Infanlo  Don  Enrique 
A  Rareolona ,  para  oaaario  con  la  PrineoM  an  gja ,  é  lo 
qno  allí  anbeedld fiA 

Cap.  CLXIi.- Como  vino  d  Infante  Don  BBriqao  A  la  villa 
do  ReqnoBa  cob  la  iBfkBU  sn  Madra,  y  d  Rey  ao  fné  A 
Madrid,  é  laa  coaaa  qno  aobro  ello  anbcodloroB.   •   .   .     tl5 

Cap.  CLXlil.— Do  como  d  Maeatro  do  Sancttago  fné  A  Sanó- 
te Maria  do  NIova ,  y  d  Roy  eon  d  eardond  y  lodo  an  cor^ 
te  vino  allí;  é  ad  mosmo  d  Infanlo  Don  Enrique  con  la 
Infanta  an  madro tie 

Cap.  CLXIV.— Do  eomo  d  Mayordomo  Andrea  do  Cobrara  d 
la  Bobadilla  an  mngor  truxoron  é  lo  Prineoaa  DoBa  Isa- 
bd ,  é  la  metieron  on  ol  AleAaar ,  y  d  Arxoblspo  do  Tolo-     - 
docoBella.édoloqnoalli  anoedid 117 

Cap.  CLX V.— Do  lo  qno  snbcedid  aobro  la  villa  do  Gorrión, 
que  tenia  d  Conde  do  Donavonto. 918 

Cap.  CLXVL— Gomo  d  Roy  con  d  Cardenal  so  fué  A  Ma- 
drid ,  y  ol  Maeatro  con  la  Dnqueao  an  mu|or  fuoron  alIA 
deado  Cuellar,  d  do  lo  qno  allí  anbeedld. 9m 

Gap.  CLXVll.— Do  como  muerto  d  Maestra  do  Sanetlago, 
ol  Rey  coninnd  d  Marqnéa  do  VUlona  aa  bijo  todo  lo  que 
el  podra  loóla,  é  lo  did  d  Maoalndgo  do  Santiago,  alo 
eonaultario  eon  los  gnodos  dd  Royno ,  y  lo  que  snb- 
cedid. •   .•••.••.••••,..  id 

Gap.  CLXVIII.— Do  edmo  d  Roy  tornd  A  Madrid ,  é  lo  apro^ 
td  h  dolOBda,  é  morid..  •«»•••%,.,,    tti 

CBdniCA  K  LOS  SBloaU  BBVBS  CáTduCOS  001  nBBABOO  T  B0Í4 

isáosL  on  CAsniLA  t  ob  aiaooh,  bsgbita  nb  su  cnomau  un- 

BAHOO  BII.  rOLOAB  ,  COTBJAOA  COK  AHTIfiOOS  aABOSeBIf OS  Y  AD- 
BBHTAOA  OB  ViBlAS  ILOBTnAClOKIS  T  *»lt**»^kfi 

Prdlogo  de  la  odlclOB  do  1780. fg^ 

Crdnlca  do  loo  muy  altoa  é  muy  poderoaoa  Don  Femando 
édofia  laabel.  Rey  éReyoa  do  Castilla,  de  LeoB, ole.    .     tt9 

Capitulo  primero.— Do  la  geoeracioo  dd  Rey  Dob  JoaB,  é 
como  fné  Jurado  por  Prindpo  é  aludo  por  Rey  d  Infante 
Don  Alonan..   .    ; ¿ ij. 

Cap.  IL— Como  la  Princeaa  fné  Jnnda  por  aabeoaon  dd 
Reyno  en  loa  Torea  de  Gnlaando ,  y  la  coneordio  que  bi- 
so con  el  Rey  Don  Enrique. •••••     tM 

Cap.  III.— Como  aalid  la  Iteyna  Dofia  luana,  mojer  del  Roy 
Don  Enrique  de  AiabeJoa,  é  fué  A  Oaytngo S34 

Cap.  IV.— En  que  ae  dgue  la  plAtica  bebida  aobra  la  aubco- 
aton  del  Reyno  entro  la  Princeaa  é  la  Reyaa  Dolía  Juasa.      Id. 

Cap.  V.—  Do  laa  coaaa  que  paaaron  en  la  villa  do  Ocalla.   •     938 

Cap.  VI.— Como  d  Rey  Don  Enrique  partid  do  Oeafia  pan 
el  Andalucía ,  y  la  Princeaa  fué  A  la  villa  do  Aiévalo.  i   .     937 

Cap.  Vil.— De  loa  tntoa  de  caaamlento  que  ae  movieron  A 
la  PriofOM.  tt*fiooo*oto**».>.     i<f 


^81 


Cftp.  Tni«— Cono  él  Roy  Dob  Ltlo  io  FriBoIa  ombié  á  po- 
dir  por  najer  i  U  Prloeesa  Dofla  Isabel  pin  Dob  Cár- 
lot  DBqoe  do  Golaní  y  de  Berry  so  heraiaBO 1S7 

Cap.  IX.  ~  Cobo  se  eoncloyó  oí  asamlento  do  la  PtIboosb 
coB  oí  Rey  do  Sicilia ,  Prloeipo  do  AragoB 


coHnmiA  u  caóBiCA  »b  uw  bbt  roonosos  t 

riBRARDO  i  »oBA  UABBI,  PBÜIOlFiS   IBBBMBOO  BB 
BB  CAtnUA  T  BB  ABAOOM. 


BOB 
UM  BBtBOS 


Ul 


CapIlBlo  primero.» Como  el  PrfBOlpo  y  la  PriBcesa  ombia- 
roB  treo  cabaUoroo  al  Rey  I>ob  EBrlqoe  i  lo  haeor  saber 
SBeaaamteBto til 

Cap.  II.»  Gomo  el  Rey  Dob  LbIs  do  Fraoela  embld  so  em- 
balada i  pedir  por  mojer  ft  Dofla  Joana ,  qne  se  deela 
bija  del  Rey  Dob  BBriqoe,  para  el  Doqoe  de  GBlaaa  so 
bermaoo •   •   .    .   • 

Cap.  III. — Como  el  PrlBcipo  é  la  Prioeesa  IBoroB  i  h  rilla 
de  Sepdhedaé  Arando,  é  lo  qoealUbleioroB M4 

Cap.  IV.— Como  el  Rey  Don  EBriqoo  oo  rido  eo  Badajos 
eoB  el  Roy  do  Portogal,  ¿  lo  qBO  te  trató  eade  del  easa- 
miento  do  Dofla  JBaoa. i45 

Cap.  y.— Como  el  Rey  Dob  BBrlqoe  trató  casamiento  do 
Dofla  Inane  eoB  el  Infante  Don  Enrique Id. 

Cap.  VI.— Del  mido  que  oto  ob  SegoTla  O  de  lo  qne  allí 
acaosció  coB  el  Mayordomo  Cabrera 146 

Cap.  Vil.— Del  locado  del  Papa  qne  riño  i  Castilla,  é  do 
lo  qoe  Bio;  6  eomo  el  Principo  é  la  Princesa  YlnieroB  á 
Segoria ,  é  de  lo  qoo  oode  puó 148 

Cap.  VIII.— Como  el  Rey  Don  Bnriqno  fB4  á  Troflllo,  é  co- 
mo mnrió  el  Maestre  de  Santiago 149 

Cap.  IX.— Como  fB6  preso  el  Marqnés  do  Vlllena Id. 

Cap.  X.-De  las  cosos  qne  pasaron  ob  áqnel  logar  de  Fnee- 
tednefias 

Cap.  XI.— Qbo  contieno  la  mnerto  del  Rey  Dob  BBrlqBO.  .     ISt 

COBIBBSl  LA  SB60BBA  VABTB  BB  U  CBÓR1CA  BB  LOS  HOT  ALTOS  T 
BSCbAOBaOOS  BOB  rBBBABBO  <  BOBa  ISABEL,  BBT  B  BBTBA  BB 
CASTILLA  i  BB  LBOB  É  BB  SiaLU,  BBIBCIBBS  BB  ABAOOH. 

Capitnio  primero.— Como  la  Princesa  Dofla  Isabel  so  inli-    . 
taló  Reyna  despnes  de  la  maerto  del  Rey  Don  Enriqne. . 

Cap.  II.— De  la  pldtlca  qne  ao  oto  sobre  la  manera  qne  ae 
babia  de  tener  en  la  gobernación  del  Reyno. .   •   .    .   • 

Cap.  III.— De  las  condiciones  4  proporciones  del  Rey.  .    . 

Cap.  IV.— De  las  condiciones  é  proporciones  de  la  Reyna. 

Cap.  V. — Do  laa  cosas  qne  pasaron  con  el  Narqoés  do  Vi- 
lloaa < 

Cap.  VI.— Como  el  Anobispo  de  Toledo  partió  de  la  Coito 
porqoo  el  Rey  bo  le  dió  los  oflcios  de  so  casa 

Cap.  Vll.-Como  el  Rey  é  la  Reyna  partIeroB  do  Segoria 
para  Valladoild ,  é  como  el  Marqnda  de  Villena  requirió 
al  Rey  de  Portogal,  que  tomase  por  muger  i  su  sobrina. 

Cap.  VIII.  —  Como  el  Roy  do  Poriugal  determioó  de  casar 
COB  su  sobrias Id. 

Cap.  IX.— Del  requerimiento  que  el  Rey  do  Portogal  embld 
4  facer  al  Rey  é  la  Reyaa 

Cap.  X."  De  la  respuesta  que  dieroB  al  rey  4  la  Reyaa  al 
requerimiento  que  les  embid  4  facer  el  Rey  do  Portogal. 

Cap.  XI.—  Do  lo  qne  el  Roy  4  la  Reynu  emblaron  4  dedr  al 
Marqués  de  Villena 

Cap.  XII.  -  De  las  amonestaciones  que  flcleron  al  Anobis- 
po deToleoo  porque  no  se  Juntase  eon  el  Rey  de  Por- 
togal  

Gap.  XIII.— De  como  la  Reyna  pato  aquende  los  puertos,  4 
riño  para  Tolrdo 

Cap.  XIV.— Do  lo  que  el  Cardenal  eacrlbió  al  Rey  do  Portu- 
gal ,  4  de  su  respuesta 

Cap.  XV.— De  las  cosas  que  el  Rey  flto  allende  del  Puerto , 
.entretanto  que  la  Reyna  estoto  en  la  cibdad  de  Toledo.  • 

Cap.  XVI. — Do  como  so  aluron  los  do  Alearas ,  4  cercaron 
lafortalesa Id. 

Cap.  XVIl.-De  eomo  el  Rey  de  Portogal  eotró  ob  Castilla..     107 

Cap.  XVIII.— Do  como  so  iomaroB  las  YiUaf  do  Rodar  4  do 
Alegrólo  OB  PortogaU.   >••»••» 


«5 


Id. 

187 


m 


101 


Id. 


Cap.  xnL»Do  lo  q>0  «i  oslo  tiempo  aetooid  «i  él  RoIbo 
do  Pianola • 

Cap.  XX.— Como  el  Rey  do  Portogal  Oso  ligas  4  amistades 
COB  el  Rey  de  Franela;  4  como  rB4  4  la  cibdad  do  Toro, 
4  tomó  la  fortaleía •   .    • 

Gap.  XXL— Gomo  el  Roy  do  Portogal  oto  la  cibdad  do  Za- 


mora. 


Gap.  XXII.— De  la  gente  que  se  Juutó  ob  Valladoild  por 

moBdado  del  Rey  4  de  la  Royaa 

Cap.  XXIII.— Gomo  el  Rey  morid  cob  sb  bsesto  para  Ir 

contra  el  Rey  de  Portogal.  . 

Cap.  XXIV.— Como  el  Roy  asentó  real  sobro  Toro,  4  co- 
mo lo  alsd.  •   .   .   • 

Gap.  XXV.— De  lo  que  pasó  en  Medina  del  Campo ,  4  dd 

acuerdo  que  ae  oto  para  tomar  la  plata  de  las  Iglesias.   . 
Cap.  XXVI.— De  las  cosas  que  el  Conde  do  Paredes  fada 

en  el  Reyno  do  Toledo 

Cap.  XXVU.— Gomo  so  poso  eoreo  sobro  el  Castillo  do 

Bdrgos. 

Cap.  XXVin.— Do  como  la  Reyna  fa4  4  Looa ,  4  de  lo  que 

ondeflio..    ...   X 

Gap.  XXIX.  — Del  oosümto  qne  ao  dió  ob  Saacta  Maria  la 

Blaaca  ea  Bdrgos. 

Gap.  XXXI.-Gomo  el  Rey  de  Portogal  combatió  la  rilla  de 

Baltanaa  4  preadió  al  Goade  de  BeaaTente i 

Gap.  XXXIL-De  las  cosas  qne  pasaroa  ea  el  aflo  slnloate 

de  mil  quatrodentos  4  setenta  4  seis  aflos,  4  como  so 

alxó  Ocafia  por  el  Rey  4  por  la  Reyna.  ...•••• 
Gap.  XXXIII.  — De  las  ootts  que  pasaron  ea  el  coreo  del 

castillo  de  Bdrgos 

Cap.  XXXIV.— Como  el  Rey  tomó  la  dbdad  de  Zamora..  • 
Cap.  XXXV.— De  las  cosas  que  pasaroa  ea  el  cerco  dd  cao*- 

tillo  de  Bdrgos ,  4  como  se  entregó  4  la  Reyna 

Gap.  XXXVI.— De  la  recoadiiadoa  dd  Oaque  Doa  AlTaro 

coa  la  Reyaa i   .   .  .    .   i    .   . 

Cap.  XXXVII.— Do  lu  cosas  que  puaroa  en  Fueaterrabia. 
Cap.  XXXVUI.-De  las  cosas  que  d  Rey  flso  ea  la  dbdad  do 

Zamora.   « • *  . 

Cap.  XXXIX.— Del  reeucuoiilro  que  oto  AlTaro  do  Meodon 

OOB  el  Conde  de  Pcfiamayor,  4  como  le  preadió.   .   .   . 
Cap.  XL.— Gomo  el  Rey  did  Tiata  d  Rey  de  Portogal  4  las 

puertas  de  Toro 

Cap.  XU.—  Como  d  Rey  de  Portogal ,  coa  la  goato  que  ri- 

ao  de  so  Reyao  coa  el  Prfacipe  su  bUo ,  paso  real  sobro 

la  puente  de  Zamora • 

Gap.  XUI.— Do  las  Tistes  que  so  trataron  coa  el  Rey  de 

Portogal *   .   .   . 

Cap.  XLlll.— Gomo  el  Rey  de  Portogal  alxó  el  real  do  sobro 

la  pueato  do  Zamora..       

Cap.  XLIV.— De  la  respaosla  qoelloTaroa  los  embaudores 

del  Rey  de  Portopl »  ^  .   • 

Cap.  XLV.— Do  la  batalla  real  qao  fu4  fecha  eatro  Toro  4 

Zamora 

Cap.  XLVI.— De  las  cosas  qao  pasaroa  ea  Toro  la  aodio  dd 

TCBcimieato 

Cap.  XLVIL— De  las  cosas  qao  paaaroa  ea  Zamora  despaeo 

de  habido  el  Toadmieato  do  la  batalla  real 

Cap.  XLVUI.— Como  d  Rey  temó  la  lortalexa  do  Zamora.  • 
Cap.  XLIX.— Como  se  partió  el  Anobispo  del  Rey  de  Por- 
togal ,  4  como  ao  tomaroa  lu  fortalotas  do  Atleau  4  Ca- 

nceaa.    ..<••• i 

Gap.  L.— Do  las  eosaa  que  pasaroa  ea  la  Tilla  de  Madrid.  . 
Gap.  LI.  —  Como  so  JoataroB  las  bermaadades  ea  Castilla. 
Cap.  LII.— Do  como  d  Rey  aaeató  real  sobra  Caatdapiedn, 

4  de  laa  coaas  que  allí  pasaroa 

Gap.  Lili. — Como  el  Rey  fB4  4  socorrer  4  Fueatombfa ,  4 

como  loa  fraaceees  aluroa  el  eo^co  qoe  teniaa  sobro  día. 
Cap.  LIV.— La  caru  qoo  embió  d  Cardeaal  do  Eapefla  al 

noy  de  Praada  pan  qao  OTleao  pu  eatro  Castilla  4  Fraa- 


f70 
Id. 
171 
17S 
174 
Id. 
170 
Id. 
177 
178 

178 


181 

181 

184 
185 

187 


189 

Id. 


191 


Id; 


197 


da. 


Cap.  LV.— Do  las  oosas  qoo  paouroa  ob  d  coreo  do  Qdoo. 
Cap.  L VI.— Gomo  el  Rey  do  Portogal  IBd  4  sb  Reyao»  4 

df  ado  partid  pan  el  Reyao  de  Fnada 

Gap.  LVll.— Do  las  cosas  qao  pasaroa  eatro  el  Rey  doFn»> 

da  y  el  Rey  do  PortogaL   ••••'••»•••• 


199 
300 

804 
300 

Id. 
307 

308 

809 


Í92 


OBÓNIOAB  DE  LOS  REYES  DÉ  OASTItLÁ/ 


Páfs. 


911 


Id. 


919 
^21 


zn 


Ctp.  LVni.— De  lu  eot»i  fat  paiaroii  en  el  afto  de  mil  é 
qoetroeleatos  é  feteiu  ó  siete  •«••,  ¿  cono  ia  Reyna 
mandó  poner  narnfeionee  contra  U  eibdad  de  Toro.  .    . 

Cap.  IJX. »  De  lai  eoias  qne  pasaron  en  Scgofla ,  cuando 
Maldooado  se  alitf  con  el  slcásar 

Cap.  LX.~De  la  reconciliación  qoe  Acleron  con  la  Bejrna  el 
Anoblspo  de  Toledo  y  el  Marqn¿s  de  Villena 9IS 

Cap.  LXI.— De  las  cosas  qne  en  aquellos  días  facía  el  Torco.     9U 

Cap.  LXIl.—De  como  se  falló  U  mina  del  oro Id. 

Cap.  LXIIf.— De  como  fué  tomada  la  cUfdad  de  Toro.    .  .      91S 

Cap.  LXIV.  ~  De  como  la  Reyna  partió  de  Valladolid ,  ¿  fué 
d  Ucles,  para  impedir  la  elección  qne  los  Comendadores 
querían  facer  de  Maestre  de  Santiago 9t7 

Cap.  LXV.— Del  Consejo  que  se  ovo  para  que  el  Rejr  fuese 
allende  el  puerto  é  la  Reyna  á  tierra  de  Extremadura,  é 
eomo  ínndaron  el  monesterio  de  San  luán  de  los  Reyes 
en  Toledo Id. 

Cap.  LXVI.-Como  el  Rey  puso  sitio  sobre  las  forUlezas  de 

CastronuAo ,  é  Cublllas ,  ó  Cantalapledra,  6  Siete  Iglesias. 

'  Cap.  LXVII.  —  De  como  el  Rey  tomó  la  ForUleza  de  Non^ 

león 

Cap.  LXVIll.—  De  las  cosas  que  la  Reyna  Aio  en  la  tferra 
de  Kxtremadura,  é  las  fortuleías  que  ende  tomó.  .   •   . 

.  Cap.  LXIX.— De  eomo  la  Reyna  fué  A  Céceres,  é  de  lo  que 
allí  Aso * 513 

Cap.  LXX.~De  eomo  la  Reyna  fué  A  la  eibdad  de  Sevilla, 
é  de  las  cosas  que  ende  Azo Id. 

Cap.  LXXl.— De  las  alegaciones  que  flcleron  el  Duque  de 
Medins  y  el  Marqués  de  Céllx,  uno  contra  otro.    .    .    .     S16 

Cap.  LXXII.— Delasforuleus  de  Sevilla,  que  se  entre- 
garon A  la  Reyna 9Í7 

Cap.  LXXIll.>-De  las  cosas  qne  pasaron  al  afio  siguiente  de 
mil  é  quatrocientos  é  setenta  é  ocbo  aflos,  é  eomo  este 
sAo  nació  el  Principe  Don  Juan 

Cap.  I  XXlV.— De  como  fué  dado  el  Maestradgo  de  Sanctla 
go  al  Comendador  mayor  Don  Alonso  de  Cárdenas.    . 

Csp.  LXXV.— De  como  el  Rey  fué  A  ver  al  Rey  de  Aragón 
su  padre Id. 

Cap.  LXXVI.— De  la  armada  que  se  Aio  por  mar,  para  con- 
quistar las  islas  de  la  Gran  Canaria 330 

Cap.  LXXVll.^  De  la  beregla  que  se  falló  en  Sevilla  y  en 
Córdoba ,  y  en  otras  algunas  elbdades  de  los  Reynos  de 
Castilla,  é  Aragón,  é  Valencia,  éCalalufla 93| 

Cap.  LXXVIll.— De  las  cosas  qne  el  Rey  é  la  Reyna  flcleron 
en  la  eibdad  de  Córdoba 331 

Cap.  LXXIX.  — Como  el  Rey  é  la  Reyna  ovieron  nueva  que 
el  Rey  de  Portugal  era  vuelto  A  su  Reyno;  é  lo  que  Go- 
mes Manrique  fabló  A  los  de  Toledo 333 

Cap.  LXXX.— Como  el  Rey  é  la  Reyna  fueron  avlrados  que 
el  Rey  de  Portogal  quería  enirar  otra  ves  en  Castilla ,  A 
proveyeron  en  la  guerra  del  Marquesado  de  Vlllena;  é  de 
la  reconciliación  del  Arzobispo  de  Toledo 937 

Cap.  UCXXI.— Sigoense  Iss  cosas  que  pasaron  en  el  afio  de 
mil  é  quatrocientos  é  setenta  ^  nueve  afios.  Como  el  Rey 
A  la  Reyna  fueron  A  Guadalupe,  é  de  las  cosas  que  alli 
Acieron 338 

Cap.  LXXXII.—  De  la  guerra  que  se  Azo  contrs  el  Marqués 
de  Vlilens  en  Escalona  y  en  el  Marquesado 

Cap.  LXXXIIÍ.~De  las  cosas  que  pasaron  con  los  mensa- 
geros  del  Clavero  de  Alcántara,  é  de  la  Condesa  de  Me- 
dellln 

Cap.  LXXXIV.~De  la  embauda  queembió  el  Rey  de  Fran- 
ela al  Rey  é  A  U  Reyna ,  é  lo  que  propusieron 340 

Cap.  LXXXV.~Del  trato  de  paz  que  movióla  Infanta  de 
Portugal,  é  como  el  Papa  revocó  la  dispensación  que  ba- 
ble dado  al  Rey  de  Portogal. 341 

Cap.  LXXXVI.— De  la  guerra  qne  el  clavero  de  AlcAntara, 
é  la  Condesa  de  Medclllu  flcleron  en  favor  del  Rey  de 

Portogal Id. 

Cap  LXXXVII.^  Como  la  gente  del  Rey  de  Portogal  fué 

desbaratada  por  el  Maestre  de  Santiago 34) 

Cap— LXXX VIII.— Como  la  flota  de  los  Poriogueses  des- 
barató A  la  flota  de  los  Castellanos ,  que  hablan  ido  A  la 

'  mina  d#l  oro 344 

Cap.  LXXXIX,—  De  las  cosas  qne  pasaron  en  AlcAntara.  .     Id. 


Id- 


339 


SIS 
317 

318 

351 

Id. 

3» 


Cap.  XC-De  los  céreos  qne  la  Reina  mandó  poner  sobre 
Mérida,Medellln,  MonUncbeséDeteytosa 

Csp.  XGI.— Como  la  Reyna  eonduyó  la  pu  con  el  Rey  de 
PorlogaL \ 

Cap.  XCII.— De  como  el  Rey  é  la  Royna  ombiaroñ  A  piíío^ 
gal  sus  embaxadores ,  sobre  la  profealon  que  Dofia  Jua- 
na  habla  de  facer 

Cap.  XCIII.^De  eomo  los  turcos  cercaron  la  eibdad  do  Ro^ 
das ,  é  lo  que  ende  pasó. 

Csp.  XGIV.— De  las  cosas  qne  pssaron  en  Itslia.   .  '.  .  ! 

Cap.  XCV.— De  las  eoaas  que  pasaron  en  el  afio  sinlenle' 
de  mil  é  quatrocientos  é  ochenta  afios.  Primenmente  do 
las  corles  que  se  Acleron  en  Toledo 

Cap.  XCVl.— Como  fué  Jurado  el  Príncipe  Don  Juan  por 
Rey  de  Castilla,  después  de  los  días  de  la  Royna.  .  .  . 

Cap.  XCVII.-  De  como  el  Rey  é  la  Reyna  partieron  de  To- 
ledo ,  é  pasaron  los  pnertos ,  é  scordaron  do  ir  A  Medina 
delCsmpo,é  dendoAla  villa  de  YaUadolid. 

Cap.  XGVIU.  — Del  proveimiento  que  el  Rey  é  la  Reynñ 
mandaron  facer  en  el  Reyno  de  Galicia 

Cap.  XCIX.— De  la  amada  que  se  flso  contra  el  Tureo.  . 

Cap.  C— Del  debate  que  ovo  entre  Don  Fadriqne  Enriques', 
é  Ramiro  Nufies  de  Gnzman 

Cap.  CI.— De  las  cosas  que  el  Rey  é  la  Reyna'  flcie'ron  en 
los  Reynos  de  Aragón  é  de  Cauinfia ,  é  como  fué  Jurado 
el  Principe  Don  Juan  por  heredero  de  aquellos  Reynos. . 

Cap.  ClI.-Como  el  Rey  é  U  Reyna  fueron  A  Zangóse. .    . 

Cap.  Clll.— De  las  Corles  que  el  Rey  é  la  Reyna  fleieron  en 
la  eibdad  de  Darcelona 

Cap.  aV.—De  las  cosaa  qne  pasaron  en  el  afio  slgnienlé 
de  mil  é  quatrocientos  é  ocbenu  A  dos  afios.  Primen- 
mente  de  lo  que  el  Rey  é  ia  Reyna  Aeleron  aobre  la  pro- 
vUion  del  Obispado  de  Cuenca  que  el  Papa  habla  feche. 


ooMinnA  LA  TiRcenA  pauts  nn  la  cuómca  m  los  mov  altos  i 
uuv  poDcnosos  non  rfinnAHOo  i  doRa  isaml,  nir  i  uvma  m 

CASTILLA  A  DS  LIOU  A  M  SICOIA :    SU  LA  CUAL  SX  UXCOKSTA  ¿A 

GonouuTA  Qon  ncisnon  coxtxa  xl  uxtuo  nx  exANAbA,  A  ovias 

ALCONAS  COSAS  QDK  IXTKXVlHIKnoX. 


35g 


Id. 


Id. 
981 


Capltnlo  primero.— Como  los  moros  tomsron  la  villa  de  Za- 
hara 

Cap.  II.— De  como  se  tomó  la  eibdad  de  Álb'ama. '. 

Cap.  III.— De  cerno  el  Rey  partió  de  Medina  del  Campo,  é 
vino  A  tierra  de  moros  A  socorrer  los  caballeros  qne  ha- 
blan tomado  la  eibdad  de  Alhema 

Cap.  IV.— Del  debate  que  ovo  sobre  la  partíclon  del  despo^ 
Jo  que  se  lomó  en  Alhema 

Cap.  V.  -  De  los  aderezos  que  la  Reyna  mandó  facer  pan 
continuar  la  guern  contn  los  Moros 

Cap.  V!. -Como el  Rey  de Gnnada  tomó  A  poner  realeo^ 
bre  los  qne  quedaron  en  la  eibdad  de  Alhema 

Cap.  VII.— De  la  tala  que  el  Rey  fizo  en  la  vega  de  Gnna- 
da, é  como  la  Reyna  mandó  llamar  gente,  é  tner  provi- 
siones psra  cercar  A  Loxa 

Cap.  VIII.-  Como  el  Rey  puso  real  sobre  la  eibdad  de  Lo- 
xa,  é  lo  que  elll  pasó 

Cap.  IX.— De  como  se  alzó  real  de  sobre  Loxa*. 

Cap.  X.— Como  el  Rey  entró  A  talar  la  vega  de  Granada'  é 
como  los  chrlsilsnos  perdieron  la  vUia  de  Cafiete.  .    . ' 

Cap.  Xl.-De  la  división  qne  habla  entre  los  moros,  é  de 
los  capitanes  que  el  Rey  é  la  Reyna  mandaron  poner  en 
la  frontón 

Cap.  XII.-  De  las  cosas  que  pasaron  en  ei  afto  de'mil  é 
quatrocientos  é  óchenla  é  tres  sAos.  Primenmente  de  U 
provisión  que  Acieron  al  Rey  é  la  Reyna  en  laa  herman- 
dades  

Cap.  xni.  —  De  las  cosas  que  en  esie  tiempo  pasaron  en  la 
tierra  de  Italia 

Cap.  XIV.— De  los  emprestldos  que  se  pidieron  por  d  Rey- 
no,  é  del  subsidio  que  dió  la  elerecU  pan  la  guem  de 
los  moros 

Cap.  X  V,-De  las  cosas  que  pesaron  sobre  el  casamiento  qué 
se  movió  del  Príncipe  de  CastiUa  con  ia  Reyna  de  Navarra. 


S€5 

Id. 


393 


M. 
370 

371 

37A 
Id. 

375 
14. 

97» 
U. 

979 
14. 


Índioí 

p<gt. 


Cip.  XVI.— Como  partió  el  Ktj  de  Htdrid  part  ir  á  Gaüeia.     580 

€ap.  XVII.— Sl(a«ns«  !>>  coaaa  de  la  guerra  del  alio  mil  é 
qnetrocienios  é  ochenta  ¿  trea  ellos.  De  an  engaflo  qie 
00  eseodero  liso  á  loa  moroa,  é  de  lo  qoe  el  Rey  é  la 
Reyna  aobre  ello  ttderoo S8i 

Cap.  XVIII.  — De  la  guerra  qoe  so  eontlaó  contra  las  ialaa 
do  Canaria 3W 

Cap.  XIX.— Como  lot  moros  deabarataron  al  Maestre  do 
SanUago»  é  al  Marqnés  de  CélU,  é  i  otros  caballeroa  é 
capitanes Id* 

Cap.  XX.— De  eomo  el  Conde  de  Cabra  y  el  Alcayde  de  los 
Donceles  vencieron  en  batalla  al  Rey  de  Granada,  é  le 
prendieron 365 

Cap.  XXL- Como  el  Rey  entró  en  la  vega  do  Granada,  ¿  de 
la  tala  qno  fio 3S6 

Cap.  XXII.— De  como  se  tomó  la  villa  de  Tajan.     .    .    .     S87 

Cap.XXllI.— De  laa  coaas  que  pasaron  en  Córdoba  con  el 
Rey  moro  qoe  estaba  preso S89 

Cap.  XXI V.— Como  Lnls  Pernandei  Portocarrero  é  otros  ca- 
pitanea que  eataban  en  la  frontera,  desbarataron  los  moros.     393 

Cap.  XXV.  — Como  el  Marqués  de  CSliz  é  Luis  Femandei 
Poertocarrero  recobraron  la  villa  de  Zahara 391 

Cap.  XXVI.—  De  las  cosas  qne  Uso  el  Conde  de  Tendllla  en 
Alhama Id. 

Cap.  XXVII.— De  las  cosas  qoe  la  Reyna  flio  en  Vitoria.    .     395 

Cap.  XXVIII.— En  qoe  se  signen  las  cosaa  qne  pasaron  en 
el  alio  de  mil  é  qoatroclentos  é  ochenta  é  qoatro  afios.  B 
primeramente  lo  qne  paaó  sobre  la  reatitncion  de  loa  Con- 
dados de  Ralsellon  é  de  Cerdanla Id. 

Cap.  XXIX.— De  la  gente  do  armas  qne  se  puso  fronters  de 
Nsvarra '. 

Cap.  XXX.—  De  la  tala  que  ciertos  caballeros  por  mandado 
del  Rey  é  de  la  Reyna  ftcleron  en  tierra  de  moroa,  en  el 
afto  de  mil  6  qnatroclentos  ocbenta  é  qnairo  aflos.    .    . 

Cap.  XXXI.— Como  el  Rey  é  la  Reyna  fueron  i  la  elbdad  de 
Tarazona 

Cap.  XXXI I.— De  laa  cosas  qne  la  Reyna  Uto  en  la  cibdad  de 
Córdoba,  é  como  el  Rey  dexó  las  cortes  de  Tarasona,  é 
vino  i  Córdoba  do  cataba  la  Reyna 

Cap.  XXXIIi.— Como  el  Rey  tomó  la  villa  de  Alora.  .    .    . 

Cap.  XXXI V.— Como  el  Rey  tomó  la  villa  de  Setenll.    .    . 

Cap.  XXXV.— De  las  cosas  qne  pasaron  en  la  Junta  que  las 
Herroandadea  del  Reino  flcieron  en  este  afio  en  la  villa  do 
Orgai 

Cap.  XXXVI. —Sígnense  laa  cosss  passdss  en  el  silo  de  mil 
é  quatrocientos  é  ocbenta  é  cinco  aftos.  Como  el  Infante 
Moro  hermano  del  Rey  de  Granada  tomó  la  cibdad  de  Al- 
mería, é  lo  qne  ende  fzo 

Gap.  XXXVII.— Como  entró  el  Conde  de  Cabra  con  otroa 
caballeros  á  facer  guerra  en  ciertos  lugares  del  Reyno 
de  Granada Id. 

Cap.  XXX  VIII.— Do  laa  cosas  qne  pasaron  en  Sevilla ,  estan- 
do el  Rey  é  la  Reyna  en  aquella  cibdad 406 

Cap.  XXXIX*— De  la  diligencia  qne  el  Rey  é  la  Reyna  man- 
daban poner  en  examinar  los  Corregidores  si  usaban  ro- 
tamente de  la  Justicia  é  do  los  cargos  que  tenían  en  las 
clbdadea 109 

Cap.  XL.— De  la  embalada  que  embló  el  Rey  de  Feí,  6  do 
la  diligencia  que  se  facia  para  la  guerra  de  los  moros.    . 

Cap.  XLI.  —  Como  el  Rey  é  la  Reyna  mandaron  Juntar  sus 
gentes »  y  el  Rey  entró  en  el  Reyno  de  Granada.    .    .    . 

Cap.  XLII.— Como  el  Rey  mandó  poner  doa  reales  sobre  la 
villa  de  Coln  é  de  Cártama ,  é  las  tomó ;  é  ansimesmo  la 
villa  de  Benamaquex ,  é  lo  que  en  ella  flzo 418 

Cap.  XU II.— Como  el  Rey  con  algunos  csballoroa  fué  á  dar 
vista  á  la  elbdad  de  Málaga 416 

Cap.  XLIV.  — Como  el  Rey  puao  real  sobre  la  elbdad  de 
Ronda,  é  la  combatió  é  la  tomó 417 

Cap.  XLV.— Como  ae  entregaron  otros  lugarea  de  moros.  .     ttO 

Cap.  XtVI.— Como  el  Rey  tomó  la  clbdsd  de  Msrbeila. .    .     4tl 

Cap.  XLVii.— Como  el  Rey  entró  en  la  elbdad  de  Córdoba.     414 

Cap.  XLVlll.— De  lo  que  el  Rey  é  la  Reyna  flcieron  estando 
en  Córdoba 4f5 

Cap.  XLIX.— Como  fueron  desbaratados  algunos  caballeros 
cbrtatiinofiquosaUtrov  df  Aibamo,  t   t  #  •  #  •  ;     Id 


ngs. 


Id. 


899 


401 
401 
404 


40B 


401 


410 


Id. 


Cap.  L.o  -  Como  deabarataron  los  moros  al  Conde  de  Cabra 

cerca  de  Hocllo 410 

Cap.  Ll.— Como  ae  ganaron  las  fortalezaa  de  Cambil  y  el 

liarrabal .     417 

Cap.  LII.—  Como  el  Clavero  que  estaba  por  espitan  mayor 

en  Albama  tomó  la  villa  de  Zalea 419 

Cap.  Lili.— De  como  el  Rey  é  la  Reyna  partieron  del  Anda- 
lucia  ,  é  vinieron  para  el  Reyno  de  Toledo Id. 

Cap.  LIV.— Do  la  emhaxada  que  el  Rey  é  la  Reyna  embiaron 

ÉRoma 480 

Cap.  LV.— De  las  cosas  qoe  paaaron  en  el  aflo  do  mil  é  qua- 

troclentoa  é  ochenta  é  seis  aüoa.  E  primeramente  de  las 

guamlcionea  que  ae  mandaron  poner  contra  el  Conde  do 

Lémos 431 

Cap.  LVL— Sígnense  laa  eoaaa  qne  en  la  guerra  contra  los 

moros  acaecieron  en  ei  aflo  do  mil  é  qnatroclentos  4 

ochenta  é  seis  afloa Id. 

Cap,  LVIL— Como  se  poso  el  real  aobre  la  cibdad  do  Loxa.     433 
Cap.  LVIII.—  Como  se  combatieron  los  arrsbsles  do  Lou, 

y  se  entregó  la  cibdad 434 

Cap.  LIX.— Como  el  Rey  con  toda  la  hueste  partió  dolí 

elbdad  de  Loxa ,  é  foé  4  poner  real  aobre  Illora.    ...     431 
Cap.  LX.—  Como  la  Reyna  vino  4  la  cibdad  de  Loxa.    .    .     439 

Cap.  LXI.— Como  ae  ganó  la  villa  de  Moclln Id. 

Gap.  LXI I.— Como  el  Rey  fué  i  talar  la  vega  de  Granada,  é 

como  so  tomsron  las  villas  de  Montefrio  é  Colomera.    .     440 
Cap.  LXIIL— De  como  el  Rey  entró  en  la  ciudad  de  Córdoba.     441 
Cap.  LXIV.  — Do  los  prestidos  que  el  Rey  é  la  Reyna  de- 
mandaron  <........     441 

Cap.  LXV.  — Do  la  guerra  qne  los  moros  se  facían  unos  A 

otros Id. 

Cap.  LXVL-  Como  el  Rey  é  la  Reyna  partieron  de  Córdoba 

é  fueron  para  el  Reino  de  Galicia ,  é  lo  que  ende  flcieron.      Id. 
Cap.  LXVII.— Sígnense  las  cosss  qne  pasaron  en  el  aflo  do 

mil  é  quatrocientos  é  ocbenta  é  siete  afios 414 

Csp.  LXVIll.— Sígnense  las  cosas  qne  paaaron  en  la  guerra  -. 

tontra  los  moros  en  el  aflo  de  mil  é  quatrocientos  é 

ocbenta  é  siete  sflos 445 

Cap.  LXIX.— De  laa  gentes  que  se  Juntaron  con  el  Rey  en 

Córdoba ,  pan  entrar  en  el  Reino  de  Granada 441 

Cap.  LXX.— Como  se  puso  real  sobre  la  ciudad  de  Veles- 

mélaga U9' 

Cap.  LXXt.—  Do  las  ordensnsas  que  el  Rey  msndó  guardar 

en  sus  reales 4S0 

Csp.  LXXII.— Como  el  Rey  moro  qoe  cstabs  en  Gnnada , 

vino  con  gente  A  aoeorrer  4  Velesmilaga 451 

Cap.  LXXIIL— Como  se  entregó  le  elbdad  de  Velesmélaga.     483 
Cap.  LXXIV.— Como  el  Rey  partió  do  la  cibdad  de  Velex- 

mSlaga  pan  la  cibdad  de  Milaga. 454 

Cap.  LXXV.—  Del  asiento  de  la  cibdad  de  Málaga,  é  como 

el  Rey  puso  real  sobre  ella.   •    .   • 486 

Cap.  LXXVI.— Como  se  asentaron  lasostanus  contn  Is  cib- 
dad do  Milaga 457 

Cap.  LXXVII.— Como  ae  combatió  una  parte  del  arrabal  de 

Málaga 486 

Cap.  LXXVIll.— Como  la  Reyna  vino  al  real  de  Málaga,  é 

de  laa  cosss  que  ende  pasaron 459 

Cap.  LXXIX.— De  la  polea  qne  se  ovo  con  los  de  la  fortalo- 

sa  de  Gibralfaro.  . 460 

Ca  p.  LXXX. — Como  fálleselo  la  pólvora ,  é  de  la  provisión 

que  se  flxo  para  la  haber 461 

Cap.  LXXXI.— Do  la  cerca  qne  se  flio,  é  de  la  guarda  quo 

el  Rey  é  la  Reyna  mandaron  poner  en  las  estsnzss.   .    .      Id. 
Csp.  LXXXII.— De  los  consejos  que  se  ovieron  ,,si  se  dobla 

combatir  la  cibdad  de  Málaga 461 

Cap.  LXXXIIL— De  las  cosss  que  psssron  en  Granada.  .    .     463 
Cap.  LXXXI V . — De  los  caballeros  del  Reino  de  Valencia  é 

del  Principado  de  Catalnfla  que  vinieron  al  real.    ...     u.' 
Csp.  LXXXV.— De  Iss  peleas  que  passrou  en  las  minas  que 

so  flcieron  contra  la  cibdad  de  Málap .464 

Cap.  LXXXVI.  —  De  la  emhaxada  é  presento  que  embió  el 

Rey  de  Tremecen 168 

Csp.  LXXXVll.— Do  Is  osadía  que  cometió  un  moro  de  los 

•  Gomeros id, 

Csp.  LXXXVIIl.-Como  vino  al  real  el  Duque  do  Medinasl- 


w 


ORÓNIOAB  DS  LOd  RSTtt  DI  OASTILIíA. 


doila,  é  etrta  fuleí  qw  U  BMve  taam  Utsadu  por 

•I  Rey  é  por  It  Heyna.   .   .   .   ; 

Cap.  LXZXIX.— Cono  ol  Comoidador  mayor  da  Leos  piao 

■Ba  oatain  coreoBa  al  maro  de  la  elbdad  de  Málaga..   • 
Cap.  XC— Do  laa  ooaaa  f  no  paaaroB  deatro  ea  b  elbdad  do 

Milaga. 

Cap.  xa.— CoBto  ao  faaó  «Ba  tone  de  la  eibdad  de  Mátafa 

qoo  ealaBa  Junto  eoo  la  paoBte. 

Cap.  XCIf.— ConosalleroB  loanoroa  de  la  elbdad  i  pelear 

eoB  loa  del  real 

Cap.  XdU.— Como  aalleroB  dertoa  moroa  de  Málaga  á  do- 

maadar  partido  al  Rey  é  á  la  Reyaa  para  entregar  la  eib- 
dad  

Cap.  XCIV.— Como  ae  repartieron  loa  moroa  do  Málaga,  é 

eomo  el  Rey  6  la  Reyaa  entraron  en  la  eibdad.  .   '    •    • 
Cap.  XCV.—SIgQonae  \u  eoaaa  qne  pasaron  en  el  afto  de 

mil  ó  qaatroeientoa  ¿  oebonta  é  oebo  afioa.  Primeramente 

de  Ua  bermandadea  é  otros  eatibleeimlenloa  qne  ae  Balo- 

ron  en  el  Reyno  de  Aragón .   •  •   • 

Cap.  XCVl.— Como  el  Rey  6  la  Reyaa  taeroB  á  la  eibdad  de 

Yaieaeia ,  6  lo  qae  allí  IcIeroB 

Cap.  XCVlí.— De  las  eoaaa  qne  ea  Valtaela  ae  contrataroa 

con  el  Seflor  de  LabriL s 

Cap.  XCVIII.—  Do  lo  qae  ol  Rey  é  la  Reyaa  flcieroa  ea  la 

eibdad  de  Mareta 

Cap.  XCIX.— De  las  coaas  qve  el  Rey  é  la  Reyaa  ordenaron, 

deapaea  qae  el  Rey  salid  de  tierra  de  moroa 

Cap.  C— Do  laa  eosas  qne  el  Rey  é  la  Reyaa  ficieroa  ea 

Valladolld 

Cap.  Cl.— De  la  gaerra  qae  bclaa  loa  moroa  á  loa  lagarea 

qae  eatabaa  por  el  Rey  ¿  por  la  Reyaa^ 

Cap.  CIL—  De  la  embauda  qae  el  Rey  de  loa  Romaaoa  em- 

bid  al  Rey  6  á  la  Reyaa t 

Cap.  Clll.— Como  el  Rey  é  la  Reyaa  reatltayeroa  la  eibdad 

de  Plaaaacia  á  aa  eoroaa  real 

Cap.  CIV.— Slgnaaae  las  eosu  qae  paaaroa  ea  el  aflo  de 

mil  ¿  qaatroeientoa  é  oebenta  é  aaere  allos.  B  primera- 
•    meato  eomo  IB6  el  Rey  á  eoatlBaar  la  gaarra  eontra  loa 

moroa '  .   i   .   .   . 

Cap.  CV.— Do  lu  gaardas  qae  aaoatd  el  Rey  ea  los  eami- 

aos ,  6  eomo  eered  6  tomd  la  Tilla  de  Cdiar. 

Cap.  CVI.—  Del  asieato  de  la  elbdad  de  Dan,  é  eomo  faé 

proYolda  de  geate  ¿  manteaimleatos 

Cap.  CVll.— Del  sitio  qae  el  Rey  maadd  poaer  aobro  la  eib- 
dad do  Bau ,  é  de  la  batalla  qae  ea  la  baerU  de  U  eibdad 


466 
Id. 
461 
468 
469 

Id. 

471 


Id. 
474 
Id. 
476 
477 
478 
Id. 
479 
480 


OTO.. 


Cap.  CVm.— Como  ae  lenatd  el  real  de  la  baerU  do  Ban, 
é  sé  aaeatd  doade  primero  ealaba 

Cap.  CIX.— Como  el  Rey  maadd  Ular  la  baerla  de  Daia.   • 

Cap.  ex.— Como  el  Rey  aeordó  ea  el  real  de  Bau  de  toBur 
la  raeate  qne  estaba  debajo  del  Albobaeea ,  é  lo  qae  los 
Boros  leieroa.  • • i 

Cap.  CXI.— Del  deabarato  qae  algaBoa  eaballeros  qae  salio- 
roa  á  el  real  de  Basa  fleieroa  ea  los  moros  de  Goadlx,  é 
de  laa  eoaaa  qae  paaaroa  ea  Granada 

Cap.  CXI!.—  De  la  embazada  qne  el  Graa  Soldán  embid  al 
Papa,  sobre  esta  eonqalsta  de  Qranada  qae  el  Rey  é  la 
Reyaa  f^eiaa ¿   • 

Cap.  CXIII.—  Do  la  gente  qne  la  Reyaa  embló  á  llamar  do 
aaeio  para  estar  en  el  céreo  de  Baza 

Cap.  CXIY'—Do  las  oKaramoias  qae  se  bablaa  eoB  loa  mo- 
ros ea  el  eereo  de  la  eibdad  de  Base.  ....... 

Cap.  CXV.— De  la  celada  qne  el  Rey  maadd  poaer  á  loa  mo- 
ros de  Basa 

Cap.  CXVL— De  otro  recneatro  qae  OTieroa  loa  ebristiaaoa 
con  loa  moros  ea  el  eereo  de  Bau 

Cap.  CXVll.— De  las  coua  qne  se  aderen  en  el  real  do  Ba- 
sa ,  4  como  la  Reyna  mandd  adobar  los  caminos.    .    .    . 

Cap.  CXV Ill.-De  la  forma  qne  la  Reyaa  tovo  para  bastecer 
de  dlneroa  4  mantenimlentoa  á  la  bneate  qne  el  Rey  te- 
nia sobre  Bau •   • 

Cap.  CXIX.— De  los  baluartes  qne  el  Rey  maadd  facer » 4  de 
las  peleas  qve  ovieroa  con  los  moros  en  el  real  de  Bau. 

Cap.  CXX.-De  alganas  csuramasas,  4  otraa  coaas  qae  pa- 
aaroa ea  el  real.    1   .   ;   .   i   .   •   •   i 


481 
481 

484 

Id. 

486 
488 


480 

49i 

492 

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494 

496 

Id. 

496 

497 
496 


Qp.  CXXl.— Como  la  Reyaa  Tlao  al  real  de  Bata.    .   &   . 

Cap.  CXXII.— >Como  el  Rey  d  la  Reyaa  dieroa  cargo  al  Co- 

meadador  luyor  de  Looa  qne  fUlaao  eoa  el  Caadillo  do 

Bau 

Cap.  CXXIIL— Do  la  eoaaalta  qae  oiteroa  ol  Rey  moro  4 

loa  de  Gaadiz ,  para  qae  ealregaaoa  la  eibdad  de  Bau.  . 

Cap.  CXXIV.—  De  la  reapaeata  qao  el  Caadillo  de  Bau  did 

al  Comeadador  mayor  de  Leoa  aobro  la  eatrega  de  la 

eibdad  de  Bau 

Cap.  CXXV.— Como  el  Rey  é  la  Reyaa  Aieroa  á  la  eibdad 

do  Gaadiz,  é  la  reeibleroa ,  4  otroe  lagarea  de  moroa.   . 

Cap.  CXXVI.— Délas  coua  qae  pauroa  eoa  el  Roy  Moro 

qae  cataba  ea  Graaada,  despaoa  qao  faoroa  tomadu  lu 

elbdadea  de  Bau,  4  Gaadiz,  4  Almería 

Cap.  CXXYll.— Sigaeau  Ua  coua  qao  pauroa  ea  ol  aBo 
de  mil  4  qaatroeientoa  4  noToata  aBoa.  £  prlnurameolo 
eomo  el  Rey  4  la  Reyaa  maadaroa  eatoader  ea  la  Jaatfcia 

del  Reyao 

Gap.  CXXVIll.— De  loa  ombaudorea  qao  Tlaleroa  do  parto 
del  Rey  do  Portogal  á  domaadar  por  oapoea  pan  aa  djo  á 

la  lafaau  Dofta  lubel 

Cap.  CXXIX.— Como  m  eelebraroa  las  bedaa  eatro  el  Prla- 
elpe  de  Portogal  4  la  Priaeou  Doflt  lubel»  lalbata  de 

Casulla.  I 

Gap.  CXXX.— De  la  tala  qne  el  Rey  lao  oale  aBo  ea  la  vega 

do  Graaada. 

Cap.  CXXXI.—  Como  loa  moroa  toauroa  el  eaattilo  do  Al- 
beadia  4  lo  derribaroa;  4  lomaroa  otraa  doa  fonalozaa, 

4  eeruroa  la  villa  do  Salobrefia. ...» 

Cap.  CXXXIl.— Como  el  Rey  torad  á  la  vep  do  Graaada, 
4  flio  tala  ea  loa  paalsoa,  y  oebd  todoa  loa  moroe  de  loa 

iagaru  ureados •• 

Gap.  CXXXill.— Como  el  Rey  M  4  SovilU ,  4  do  aUf  (04  á 

cerur  á  Graaada  qaaado  la  tomd a 

Cap.  CXXXiV.— Del  tareo  qae  eaabld  el  Graa  Maeatro  do 
Rodu  al  Papa 

APÉNDICE  PRDiERO. 

CoBtlaaaeioa  do  la  erdaiea  de  Palgar,  por  aa  aadalmo.   . 

Capltato  de  loa  bijos  y  geaeracloa  del  Rey  Doa  Keraaado  y 
Reyna  Dota  lubel,  y  de  eomo  loa  aaaroa,  y  lo  qao 
deapaea  sacedid.  .    .   .    ^ 

Capf  talo  de  la  gaerra  y  diaeordia  qao  bobo  eoa  el  Rey  de 
Praacla  aobro  el  Relao  de  Ñápelos,  4  lo  qao  despaea  ao- 
bretiao  y  acoateeid 

Capllalo  de  laa  graadea  ezceloBciu  de  la  Reiaa  Dofia  laa- 


Id. 


801 
801 


801 


Id. 
511 

518 


881 


bel. 


Capltalo  de  la  8b  4  maerte  deala  ezeoleBtIaima  Reiaa  DoBa 
Isabel » 

Capltalo  eomo  deapaea  de  la  maerte  de  la  Reiaa  DoBa  ba- 
bel ,  la  Prlaceaa  Dofta  Joaaa,  aa  iegltlau  beredera,  fad 
aliada  por  Reiaa  y  SoBora  deatoa  Reiaoa  do  CaalUia  y 


León. 


Capltalo  como  el  Rey  Doa  Pbellpe  4  la  Reyaa  Dofia  Jaaaa 
entraron  en  el  Reino  de  CaatiBa,yde  lu  eondleiones 
deste  Rey  Don  Pbellpe,  4  de  sa  Ba  y  maerto.   .... 

Capltalo  eomo  dupoea  de  la  maerto  deate  Rey  Doa  Felipe 
faé  el  Relao  para  loa  del  Rui  Coaujo  goberaado,  4  lo 
qae  aueadó ;  é  como  el  Rey  Don  Fernando  paad  ea  Cao- 
tilla  á  gobernar  el  Reino  eomo  latea  bacía.  •   •   •   .   . 

APÉNDICE  SEGUNDO. 


Id. 


Id. 


AaalM  brerea  del  reinado  do  loa  Reyes  Catdlleoa  Doa  Per- 
aeado  y  Dofia  Isabel,  de  gloriosa  memoria,  qao  dejdau- 
aascritos  el  Dr.  D.  Lorenzo  Galindes  Carrajal 6SS 

Memorial  y  registro  breve  de  los  logaru  donde  el  Rey  y  ' 
Reyna  Catdlicoe ,  nneetros  SoBoru,  utavieron  uda  aflo 
desde  el  de  1468  beata  qne  Dioa  loa  llevd  pare  ai,  eacrilo 
por  el  doctor  Lorenzo  Gallados  de  Carvajal ,  do  sa  Coa- 
sejo  y  del  de  Giman  de  Carlos  ?,  y  por  merced  saya 
(heeba  afto  de  1516) ,  Correo  mayor  del  Perd ,  d  como  alli 
dicen ,  maestro  mayor  de  los  cliasqala 6S8 

Memorial  6  registro  breve  de  los  logares  doade  el  Rey  y 


«/.« 


IMDIOB. 
Pigt. 


Ileiot  CtttfllMf,  neitrof  Moni,  que  hay»  glorit, 
MlOTieroo  cada  afto  des4e  el  de  146$  ev  adelante,  basta 
fve  Diof  los  Heré  para  sf»  qva  faeron  loe  de  la  Reina 
•nsl  do  Princesa  eomo  de  Reint ,  trelnU  y  seis ,  y  los  del 
Rey  cuarenta  y  seis,  ansí  de  Principe  eoao  de  Rey,  y  de 
Gobernador  de  estos  reinos  de  Castilla ,  ele.,  sacando  de 
esto  lo  qne  eetnro  en  Ñapóles,  cnando  partid  de  Castilla, 
y  qnedó  por  Rey  el  Seflor  D.  Pbellpe ,  sn  yerno ,  marido 
de  la  Reina  Dofia  Jnana,  nnestra  Señora ,  propietaria  de 
los  dicbos  reinos ,  bija  de  los  dlcboa  Reyes  Don  Hernan- 
do y  Dofta  laabel  Católicos. 838 

Capltnlo  primero.—  De  lo  qne  pasó  despnea  qne  el  Rey  Ca- 
tólico partió  de  Plasenda  y  ta¿  á  MadrlgaleJo ,  y  de  lo  qne 
allí  sacedlo. .    .   .V 

Cap.  11.— Cono  se  le  agravó  la  enfermedad  al  Rey  Católico 
en  Madriíalefo,  y  de  la  babla  qne  lavo  con  los  del  Con- 
sejo ,  y  de  io  qne  allí  ordenó,  y  como ,  rescibid'os  los  Sa- 
cramentos ,  falleeeió  en  bábito  de  Santo  Domingo.  •    •   • 


Id. 


WSTOaiA  M  LOS  BITU   CATÓLICOS   DOW  FBnnAROO  T  noiA  ISABIl, 

nscaiTA  ron  bl  bacrilibb  ARoada  bbbralbbz,  cora  QusFud  db 

LA  TILLA  BB  LOS  BALAaOS  T  CAFBLLAR  BB  BOR  BIB60  BRXA,  AB- 
XOBUPO  BB  SRTILU. 


Al  lector,  por  el  Ueeaelado  Rodrigo  Caro 

RISTOBIA  BB  LOf  BBTBS  CATÓUCOa. 

Cjpf  tolo  primero.—  Del  Rey  Don  Enrique • 

Cap.  II.  —  De  la  dlTlaion  qne  oto  en  Granada  entre  los  mo- 


ros. 


Cap.  III.— De  la  batalla  qne  Don  Rodrigo  Ponce  de  León 
é  Lnis  de  Pemla  Teacieron 

Cap.  IV.— De  los  bandos  égnerras 

Cap.  V.— Como  loa  portngneaes  tomiron  ft  Arcilla  y  Tanjar. 

Cap.  VI.— Do  la  mina  de  oro  qne  desenbrieron  los  porta- 
gneses. 

Gap.  VIL— Del  pronóstico  del  reinado  del  Rey  Don  Feman- 
do el  Católico  en  Castilla.  •    .   • . 

Cap.  VIIL— De  el  linaje  de  donde  Tieae  el  Rey  Don  Fer- 
nando  

Cap.  IX«— Del  llnaie  de  la  Reina  Dofta  laabel 

Cap.  X.— Do  la  eoroBacion  de  loa  Reyea  Católlcoa  é  bandee 
de  Castilla 

Gap.  XI.—  Prosiguen  las  pareialldadea,  y  cómo  el  Arsobis- 
po  de  Toledo  se  apartó  de  loe  Reyes 

Cap.  XII.— Carta  de  Femando  de  Pnlgar  al  Anoblspo.  .   . 

Cap.  XIII.  — Carta  de  Femando  de  Pnlpr  á  nn  caballero 
ertado  del  Anoblspo  de  Toledo • 

Cap.  XIV.— De  ona  arta  qne  Femando  de  Pnlgar  eacrlbló 
al  Rey  de  Portnpl ••• 

Cap.  XV é 

Cap.  XVL— Como  el  Rey  Don  Alonso  de  Portugal  determi- 
nó entrar  en  Castilla • 

Gap.  XVII,— La  entrada  del  Rey  Don  Alonso  de  Portugal  en 
Casulla.  . 

Cap.  XVIII.— Proslgae  lo  qte  hlxo  el  Rey  Don  Alonso  de 
Portugal  en  Castilla.  .   ¿ 

Gap.  XIX.— Prosiguen  loa  sueesoi  del  Rey  Don  Alonso  de 
Portugal  en  Castilla.  •••• «••• 

Cap.  XX.— De  Rdrgoa. ••«• 

Cap.  XXL  — DeCastronuftoy  Gantilapledra 

Cap.  XXIL— De  eomo  ae  ganó  a  Zamora 

Gap.  XXIIL— Del  desbarato  y  rompimiento  del  Rey  Don 
Alonso  di  PortngaL  .    s « 

Gap.  XXIV.— Victoria  de  los  VIxeainos  contra  loa  franeeaea. 

Cap.  XXV.— Gomo  el  Rey  Don  Alonso  se  toItIó  á  PortngaL 

Cap.  XX VL— Como  ae  tomó  la  ciudad  de  Toro.    .... 

Gap.  XXVII.— De  como  el  Rey  Don  Alonso  fué  i  Franela  á 
demandaraoeoiToalRey  Lula,éBoaelodló.  .   .   .   < 

Cap.  XX VIIL  —  Do  la  toma  de  CaatroBalio,  6  de  como  se 
dieron  al  Rey  Don  Femando  muebas  ciudades.  Tillas  y 
lagaraa,  ¿  puaieron  debajo  de  su  obedienela  é  toda  Cas- 
tilla la  Vieja  el  Rey  y  la  Reyaa,  y  los  eoBBrarioi  le  vbüe- 
roBá  demandar  clemeBcia..  ••••••«••• 


MI 

M8 
810 
Id. 

fm 

673 

Id. 

874 

515 
Id. 

576 

Id. 
577 

578 

580 


Id. 


Id. 
S65 
Id. 


Id. 
887 
Id. 
Id. 


Gap.  XXIX.— Gomo  él  Rey  é  It  Reyna  vialeroi  i  Sefllla.,  6 
como  fueroB  ende  recibidoa ,  é  como  el  Marquóa  d»  Gá- 
Us  Tino  una  noebe  i  besariea  las  manos.  ..••«• 

Cap.  XXX. — Como  el  Rey  é  li  Reyna  faeron  por  el  rio  i  la 
ciudad  de  Xeres ,  é  el  Duque  de  Medina  lea  fiío  gnndea 
acatas  en  Sanldcar,  é  el  Marqués  en  RoU 

Cap.  XXXL— Como  puaieron  el  cerco  i  la  fortaleía  de  Utre- 
ra, é  de  cuanto  duró  el  cerco,  é  como  lu  toauron  por 
fteeraa  de  armas 

Gap.  XXXII.— Del  nacimiento  é  bantlsmo  del  Principe  Don 
Juan.  .   •   .  >, 

Gap.  XXXIIL— De  eomo  salió  la  Reyna  á  misa ,  á  presenUr 
al  Principe  i  Dios - 

Cap.  XXXIV.— Del  espantoso  eclipse  que  el  sol  blxo.   •   . 

Cap.  XXXV.— De  como  el  Rey  Don  Femando  euTlóé  de- 
mandar ana  pdriaa  al  Rey  moro  de  Granada,  y  de  eomo 
ouTló  á  conquistar  la  Gran  Canaria •   .   .   • 

Gap. XXXVI. -Como  Sus  Altezas  parUeron  de  SeTllla,d 
faeron  Tisllando  sus  Tillaa  é  ciudadea  de  esta  Aadalucia, 
6  trataron  de  ir  i  poner  cerco  sobre  Mérida  é  Medellin.  • 

Gap.  XXXVII.— De  la  baulla  campal  que  OTieron  el  Maeatra 
Don  Alonao  de  CdrdeÉaa  con  au  gente  é  apltanea,  con  el 
Obispe  de  Ébora  é  gente  del  Rey  de  Portugal.   .   •  . .   • 

Cap.  XXXVIII.  *  Del  Maeatra  de  Santiago  Don  Alonso  de 
Cárdenas ,  é  de  sos  Tlctorias  é  buenas  venturas.    .    .   • 

Cap.  XXXIX.  —De  la  pelea  que  oto  el  Conde  de  Feria ,  6  el 
Maestra  en  Xeres,  é  de  como  el  Conde  fué  Toncldo.   .    • 

Gap.  XL.— De  como  el  Duque  de  Medina  faé  de  Serilia  po- 
derottmente,  é  entró  en  el  Maestndgo,  é  de  los  robos 
que  los  suyos  dcieron,  é  de  como  ñieron  di  y  loa  suyos 
Toncidos. 

Cap.  XU.— De  los  eercoa  de  Mérida  y  Medellin  é  Montan- 
cbes 

Cap.  XLn,— De  eomo  el  Rey  Don  Fernando  faé  i  AngoB  á 
la  muerte  de  su  padre ,  que  falleció  en  este  tiempo.   •   • 

Cap.  XLIIL— Del  eomlenxo  de  la  beregia  é  del  comienio  de 
la  Inquiaiclon  é  de  quaado  oto  sn  inclinación  la  moaáica 
praTidad,  y  castigo  de  las  ceremonias  Judaicas.   •    .    . 

Cap.  XL1V.  —  De  como  comentaron  en  SeTÜla  é  prender  y 
quemar  y  reconciliar  los  bereges  Judaicos ,  é  de  la  gran 
pestilencia  del  afio  de  ocbenta  y  uno 

Cap.  XLV.— De  como  el  gran  Turco  riño  sobre  Rodas  é  la 
tUTo  cercada  con  grande  bueate  é  sobre  ella  embistió  é 
fRé  desbaratado;  é  de  eomo  loa  Turcos  tomaron  i  Otran- 
to ,  é  de  como  el  Duque  de  Calabria  la  recobró ,  é  de  otras 
muebas  cosas 4 

Cap.XLVL— Como  el  Rey  y  la  Reyna  fueron  i  risitar  ana 
reynos  de  Aragón,  y  del  presente  que  les  dieron  los  Ju- 
díos de  Zaragou i   .  • 

Gap.  XLVIL— Como  casó  el  DelflB  de  Francia  con  Margari» 
ta,  4Ja  de  Maiimlano  Dnque  de  Auatria,  Rey  doRonm* 
Bos,  siendo  nilios. 

Cap.  XLVill.— De  eomo  ae  eomeiió  la  guerra  entro  los 
chriatianoa  é  los  moros. 

Gap.  XUX. — De  como  falledó  el  Rey  Don  Alonso  de  por- 


590 

Id. 

891 

591 
Id. 

588 

Id. 

694 

\ 

595 

698 


Id. 
587 
598 

Id. 

. 

800 


tapl. 


Id.  I 


Gap.  L.— Gomo  reinó  su  fljo  él  Rey  Don  Juan  de  PortngaL . 

Gap.  LL— Como  tomaron  loa  moros  á  Zahara ,  é  la  turieron. 

Gap.  LIL— Como  tomó  el  Marquéa  de  CádU  i  Albama  de  loa 
moros  é  como  é  quien  fué  con  él  y  en  qué  tiempo..   .   • 

Cap.  LIIL  —  Gomo  el  Rey  de  Granada  combatió  al  Marqués 
é  á  el  AdelanUdo,  é  é  el  Aaiatenle  de  SoTlUa  é  A  todoa 
loe  ebriatianos  que  cataban  en  Albama 

Gap.  LIV.  — Como  tomó  el  Rey  moro  A  cercará  Alhema  y 
entraron  en  día  por  combate  ciertoa  moros 

Gap.  LV.— De  eomo  el  Rey  Don  FeraaBdo  tné  á  Tor  á  Al- 
hema  

Gap.  LVI.— De  como  ea  Graaeda  alearon  otro  Rey,  é  deja- 
ron al  Rey  viejo.   .   • 

Cap.  LVlI.— De  la  batalla  del  Lomo  del  Judío  qne  vencieron 
loe  chriatianoa  de  Utrera 

Gap.  LVIIL— De  como  el  Rey  faé  primera  ves  sobre  Loxa  ,^ 
yno  8x0  lo  que  quisiera 

Cap.  LIX.  —  Como  el  Rey  Mnlcy  Ilacem  corrió  el  campo  de 
Tailfé..   •««•«•^«••«i.«... 

6Q 


60S' 


804 

Id. 
Id. 

605 

Id. 

608 
COt 
Id. 
Id. 
Id. 
608 


TSe 


OBONIOAS  DE  tX)S  BÜTIB  Dtt  CASFILUJ 


Cap.  IX— M  áMktnto  fu  lof  morot  laieniB  •■  los 

dirif tlMOf  ei  6l  Axirqnia  4e  Háltiíi.' 

Cap.  LXL — De  como  foé  preso  el  Rej  moro  Moloy  BaidUl 

cérea  de  Loeooa »   .   .   .    . 

Gap.  LXIl.— De  edaio  los  meros  tonaron  á  tomar  por  Rey 

alRey?ii(Ío •  •   .    . 

Cap.  LXIIL — Como  el  Rey  Doa  PenaBdo  tomd  á  Zahara  á 

los  moros •}••.. 

Cap.  LXIV.^  De  las  siete  Ulu  de  Canarias 

Cap.  LXV.— Como  foeroo  eoaqaistsdas  primero  estas  Islas. 

Cap.  LXVI.— De  la  Isla  de  la  Grai  Canaria ,  é  «olea  ¿  como 
lasfandfjde  aucosas. 

Cap.  LZVII.— Do  la  baUlla  que  eomnuieito  se  dice  la  do  la 
Lépera. • 

Cap.  LXVIIL->Do  eómo  el  Marqiés  tomd  á  Zabara.  •  •   . 

Cap.  LXIX.— De  como  eobrd  el  Rey  moro  Hvley  üacen  á 
Almería»  é  fne  degollado  aa  fljo  Besah^lto»  6  de  la  gran 
tala  que  icleron  los  cbrlsUanos  en  tierra  do  moros.   •   • 

Cap.  LIDL— De  la  gran  tala • 

Cap.  LXXL— De  como  el  Rey  tomd  á  Alora 

Cap.  LXXIL— Do  lo  qne  bailaron  los  iMrmoleros.   s   •   • 

Cap.  LZZIIt.— Del  Utilo  Jesns  Naureno.   ...».• 

Cap.  LZXI V.— Como  el  Rey  tomó  i  Sotenll  á  los  moros.  • 

Cap.  LXXV.— De  la  bermosa  entrada  qie  el  Rey  Ito  en 
tierra  de  moros.   •   • 

Cap.  LXXTl.— Do  lo  qne  biso  Mnley  BatdUl  Ahapl  porqte 
lo  abaron  por  Rey.   .    .   •   ^ 

Cap.  LXXVIl.  -De  lea  grandes  llnrias  del  alo  do  1845  en 
Iba  meses  postreros.  ••* & 

Cap.  LXXVIII.— Otra  ves  de  mnebu  agnu • 

Cap.  LXXIX.— De  como  el  Rey  tomó  á  Lou  é  niora..   •   • 

Cap.  LXXX.— De  como  riño  la  Reyna  al  real  y  la  redbieroB. 

Cap.  LXXXI.— De  Modín  4  MonteMo,  4  Colomera.— Como 
el  Rey  y  la  Reyna  los  tomaron ,  4  do  las  eosu  qne  allí 
acaecieron.  ..k *   •  • 

Cap.  LXXXU.— Do  Veles  Mdlap ,  4  como  la  tomd  el  Rey.  • 

Ca^.  LXXXIU.— Del  cerco  de  Málaga ,  4  de  Us  cosas  qne  en 
41  acaeaderon 

Dp.  LXXXIV.— Do  como  nna  nocbe  entraron  ciertos  moros 
pocvera  de  la  mar  en  Málap,  y  tomaron  alnnos  de 
ellos;  4  el  nno  qne  declan  Moro  Santo ,  4  de  lo  qne  acae- 
ció con  41, 4  como  pensando  qne  daba  al  Rey  aeicbllló  4 
DonAlmo.dáUBobadltla 

Cap.  LXXXV.— Como  se  dió  Málaga s   •   . 

Cap.LXXXVL— Decomo  sedieronMIjasyOsvna.   •   •   • 

Cap.  LXXX  Vil.— De  la  manera  qne  se  tnto  con  los  moros 
de  Mdlaga ,  4  con  sns  bienes,  4  como  rinieron  cantivos , 
4  de  los  Jvdloa,  4  de  las  cosas  del  cerco  de  Málaga.   .   . 

Cap.  LXXXVIIL-Como  estnrieron  en  el  cerco  de  Málaga  la 
flor  de  Grandes  y  caballeros  de  Castilla. 

Cap.  LXXXDL  —  Como  el  Rey  tomd  á  Vera  con  toda  si 
tierra < 

Cap.  XC;— Como  los  moros  do  Gnacln  se  aluron 

Cap.  XCI.— De  ta  fertUldad  del  Uo  de  1188 , 4  de  las  agnas 
de  la  oloflada  del  80  slgniento ,  4  de  como  tomd  el  Rey  4 
PUcencla  4  oto  el  Maestradgo  do  Galatrara 

Cap.  XCIL— Del  gran  cerco  de  Bau  y  de  las  eosu  qne  en  41 
se  flderon  4  acaecieron ,  4  de  como  la  Reyna  fué  al  real  4 
de  como  se  dld  Basa  al  Rey  4  á  la  Reyna  á  partido,  4  entra* 
ron  en  d  partido  Almería  4  Gnadií  4  otras  mncbu  villas. 

Cap.  XCIIL— Como  d  Rey  tomd  á  Almeria  4  Almnlecar.   . 

Cap.  XCIV.— Como  el  Rey  tomd  á  Gnadli,  4  del  ndmero 
do  los  cbrlstlanos  cantlTOs  qne  sacó  de  esta  entrada,  4 
do  los  partidos  con  qne  estonce  quedaron  los  moros  en 
la  tierra •   .   .   . 

Cap.  XCV.— Dd  ttsamlento  de  la  Infanta  Dolía  lubd. .   ¿ 

Cap.  XCVI. — Do  la  tala  de  Granada ,  4  de  la  torre  Roma  4 
Albendin • 

Cap.  XCVn.— Como  los  moros  do  Granada  ganaron  á  Al- 
bendin» 4  llevaron  todos  los  cbrtstianoa  qne  abl  cataban, 
cantivos;  4  como  se  aliaron  los  moros  vasallos  del  Rey 
moro  Bandilt  Alxagal,  contra  41, 4  de  como  se  cartearon 
los  moros  de  Gnadix  con  los  de  Granada ,  4  de  lo  qne  el 
Marqnás  do  VUlena,  qne  era  CapiUn  generd»  Éso  aobro 
fUo.    •  •   •  I  •  «  %  *  • ♦  •  • 


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Id. 

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Id. 
637 


Cap.  XCVnL-*De  oemo  8l  Roy  aura  88  peed  aBmiia  eon 

mncbos  moros «••••!•    • 

Csp.  XCIX.-Como  M  la  Intbita  Dola  Isabd  la  primen 

ves  á  Portngd ,  cauda  eoa  d  Prfndpo  Don  loan. .   •   • 

Cap.  C— Dd  cerco  do  Granada ,  y  de  lo  qne  auedd  d  eo- 

mienso * * 

Cap.  CI.— Del  ejdrdto,  dd  real,  4  do  los  Capitanes,  4  do 
como  emprestó  d  Dnqne  do  Cádls  sn  tienda  d  Rey,  4  do 
los  moros  qne  murieron  nn  dia  qne  la  Reyna  fa4  4  ver  la 
dadad.    ••••• 

Cap.  CU.— Dd  partido  do  la  Albambm ,  y  eomo  so  dld  Gra- 
nada  

Cap.  ClIL—  Do  cómo»  y  por  qad,  y  eaáado  empresentó  d 
Gran  Tnrco  Bayaceto  al  Papa  d  8erro  de  la  lanu  coa  qno 
naestro  Redemptor  Jesacbristo  Ai4  berido  ea  d  costado ; 
4  de  la  becbnra  del  santo  biem » 4  de  lu  rdiqalu  qaa 
están  en  Conslantlnopla.    &  •.••••..•   • 

Cap.  GIV.— Del  faUedmieato  do  álgaaoo  Giaades*  4  del 
Marqnds-Daqno  do  Cádis. 

Cap.  CV.— De  Bretaffa,  4  do  como  el  Roy  do  P^aada  la  lo- 
mó 4  so  asó  coa  la  DoqneM.  •   ^   •••••••   • 

Cap.  CVI.— Del  reyno  de  Navarra ,  4  do  su  cosas  4  gaerru, 
4  como  reyaO  ea  41  el  Rey  Dea  Inaa ,  Rey  de  Aragón  qno 
despoM  fnd,  4  de  como  sn  8|o  Doa  Garios  foá  coatra  41. 

Cap.  CVIl.— De  la  sabcesloB  de  loe  royaos  do  Aragoa.  •   • 

Cap.  CVia—  Como  Ai4  empeflado  PorpUUa  d  Rey  do  Na- 
varra,  y  sns  gnorras.  \  ',   i 

Cap.  CIX.— De  d  Rey  DoB  laaa  de  Aragoa.  •   »   •  •   •  • 

Cap.  ex.— De  como  fBeroa  los  Indios  cebados  de  Bspafia.  • 

Cap.  CXI.— De  como  aalieroa  4  por  doade  loa  Jndloa  do  Cat- 
tUla » 

Cap.  CXn.— Do  como  loa  moros  vhrlan  en  Espafla » y  do  sas 
riqnetas,  4  oficios  4  de  la  fortaaa  qne  llevaban.   .    .   . 

Cap.  CXIII.—  De  lo  qao  fa4  de  los  Jndíos  qne  entraron  ea 
PortagaL • 

Cap.  CX1V.—D0  los  Jndíos  de  la  dadad  de  Peí.   .... 

Cap.  CXV.— De  como  el  Rey  Doa  Peraaado  demaadó  á  Per- 
pifiaa. .  •   •  • - 

Cap.  CXVL— De  la  eacblllada  qio  aa  md  bombre  dld  d 
Rey  Doa  Peraaado «.••••••. 

Cap.  CXVIl.  —  De  la  maerto  dd  Rey  do  Ñápeles  y  eatrega 
dePerpIftaa • & 

Cap.  CXVIIL — De  como  faeroa  deaeablertas  las  ladUs.   • 

Cap.  CXKX.— Déla  aeganda  Armada  de  lu  Indina.   •   .   • 

Gap.  GXX.— Como  llegaron  ala  Espadóla  y  bailaron  maer- 
tos  bombres  qao  babiaa  dejado 

Cap.  CXXI.— De  como  d  Almirante  Iba  por  la  tierra  á  bas- 
car d  oro  á  la  provinda  de  Cibao ,  y  lo  qne  lo  pareció  de 
latierra,4deIafortalesaqne  biso 

Gap.  GXXll.— De  los  granos  de  oro  y  experimentos  do  41 , 
4  de  como  los  indios  los  cogían. .    •   .   «   •   •   •   «   • 

Cap.  CXXIII.— Como  fa4  á  descubrir  d  Almirante.   •   •    . 

Cap.  CXXI V.— De  como  el  Almirante  llegó  4  tierra  donde 
los  árboles  llevan  dos  veces  fmto  >  4  dd  pescado  4  ser- 
pientes qne  bdlaron ,  4  como  faeron  4  la  Isla  de  laaiáica. 

Cap.  CXXV.-De  la  ida  de  Jamaica. 

Cap.  CXXVl^— De  macbas  idas  qao  se  descnbrieroa.  •  .  . 

Cap.  CXXVII.— De  la  tierra  doade  loa  boad^res  comea  per- 
ros, y  los  eagordaa  coa  pescado  para  ello,  4  ddsaavld- 
mo  olor  de  la  tierra 

Cap.  CXXVIIl.- De  la  mar  blanca^ 

Cap.  CXXIX.— De  los  cnenoa  nmrlnos  qao  vieren,  4  marl- 
posss.dtortagumaygraades 

Cap.  CXXX.—  De  la  provincia  de  Oíaopbay  4  do  doado  el 
Almlraate  8so  dedr  misa  ,4  dd  roeiblmlealo  qao  d  ea- 
dqne  de  aqaella  tierra  lo  aso 

Cap.  CXXXI.-De  como  d  Aladraato  ao  partió  do  allf ;  4 
dt  lo  qae  aadavo,  4  de  eaantas  legau  paedo  aadar  aaa 
carabela,  y  de  como  aportaroa  4  aaa  ida  do  macbaa  po- 
bladones,  4  dd  Cadqne  qae  ao  metió  eoa  aa  magor  ó  sa 
casa  ea  la  carabda  para  vealr  eoa  d  Almlraate;  4  de  eo- 
mo volvió  á  la  Espalóla :  y  d  8a  de  esta  oaeriptara » 4  de 
la  mnerte  dd  dicbo  Almlraate 

Cap.  CXXXII.— Oe  la  isla  de  la  Palma  ea  Caurlas 

Cap.  CXXXUI.-Dd  Maestradgo  de  Suttago 


Id. 


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Id. 


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Id. 


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£ip.CXÍXÍV.-^D6Tei«rirf,ltlai6Cauriif; 

Cap.  CXXXV.— De  eovo  pisieroB  derendiviento  sobre  lee 
malas  el  Rey  y  le  Reyne  porqte  se  perdía  le  eebellerfe 

deEspafla 

€ap.  GXXXVI — CadBdo  j  cómo  el  Rey  Caries  de  Présela, 
ajo  del  Rey  Lele  de  Fraaele ,  eatrd  coa  gran  peder  ei  la 

Italia 

Cap.  CUXVII.— De  como  el  Rey  de  Fraaele  eatró  ea  Roaia. 
Cap.  GXXXVilL^De  los  remedios  qae  el  Papa  proYeyd  de 
secreto  para  proteterse  y  defeaderse  del  Rey  de  Fraaele» 
é  de  la  coaformidad  qae  despies  ovo  entre  el  Saato  Pa- 
dre y  el  Rey  de  Fraaele 

Cap.  CXXXIX.  -  De  como  el  Rey  de  Frénele  pertló  de  Re- 
me,  é  de  como  Don  Antonio  de  Fonseea ,  Embalador  de 
Bspafia,  le  rasgd  los  eapUalos  porqne  se  qnltaba  de  lo 
eapitniado»  y  de  las  Tillas  qae  el  Rey  tomó  y  de  como  tle- 
ló  coaslfo  al  Cardeaal  Don  César  é  al  tareo  prtsleaero 

del  Papa ,  é  de  como  se  hoyó  Don  César. 

Gap.  CXL.—  De  lo  qññ  biso  el  Rey  Don  Alonso  de  Rapóles 
desqne  f  Ido  qne  el  Rey  de  Franela  le  entraba  á  aiés  an- 
dar en  en  reyno 

Cap.  CXU.— De  la  traición  de  los  capitanes  del  Rey  Don 

Alonso. ; 

Cep.  CXLll.~De  la  gran  llp  qae  ee  biio  contra  el  Rey  de 
Francia ,  é  de  la  batalla  qne  se  did  en  la  Nota  entre  el 
Rey  de  Francia  é  el  Rey  Den  Femando  de  Nepotes  é  Gon- 

lalo  Femeades ,  d  de  otras  cosas • 

Cap.  CXLIIL— Gomo  faé  desbaratado  el  Rey  Carlos  en  la 

Italia 

Gap.  CXLIV.— Gomo  M  presa  la  armada  de  la  mar  del  Rey 

de  Fraaele 

,Cap.  CXLV.— Del  cerco  de  Rotara  y  del  cerco  de  Salsas.  • 

Cap.  CXL VI.— De  el  Rey  Don  Inen  de  PortnpL 

Gap.  CXLVII.—  De  como  el  Rey  Don  Femando  11  pnó  I 

I      Rapóles,  6  Gonulo  Feroandes  Tenderon  la  batalla.  •  • 

Gap.  CXLVllU— De  lo  qne  biso  el  Rey  Don  Femando,  é  del 

cerco  de  Gaeta • 

Gap.  CXUX.—  De  ona  fren  llnvia •  •  .  .  • 

Cap.  CLm— De  la  maerte  del  Rey  Don  Femando. 

Cap.  CU.— De  como  comenió  á  minar  Federice  en  Rapóles. 
Gap.  GLII.— Gomo  el  Gran  Capitán  fad  á  Roma ,  é  por  man- 
dado del  Papa  tomó  i  Ostia. 

Gap.  CLIU.— De  la  gnem  eatra  Franela  y  Bspata,  d  de 

Salsas * • 

Gap.  CUV.—  De  los  cssamlentoe  del  Principe  y  del  Arebi- 

daqae. 

Gap.  CLV.— Como  tornó  la  InfanU  Dofta  Isabel  i  Portvgal.. 

Cap.  CLVI.-De  Melill 

I  Cap.  GLVll.-.Del  Capitán  de  Perplfian. 

Cap.  GLVUl.— De  la  muerto  del  Rey  Carlos  de  Fraacla.  .  • 
^Gap.  CLIX.—  De  la  especería  de  Caleend ,  cómo  se  halló.  • 
¡Cap.  CLX.—  De  las  Reynas  de  Hipóles  é  del  bantismo  de 

r   los  moros. 

Ca^  GLXi.— De  la  división  entro  el  Rey  de  Rapóles  Federi« 

'  *  eo  y  el  Rey  de  Bspafia •••••• 

Cap.  CLXU.— Del  Rey  de  Fraacla,  é  de  Milán « 

Cap.  CLXllI.— De  como  el  Gnn  Terco  destriyó  á  Corfn  i 

Modon • •••• 

Cep.  CLXIV.— Del  Rey  de  Nayarra 

;Cap.  CLXV.— De  Dolía  Catalina,  snbermana,  bija  menor  del 

-    Rey  Don  Femando ,  é  de  la  Reyna  Dofta  Isabel ,  sn  majer. 

Gap.  CtXVI.— De  como  earlaron  á  baniiur  los  moros,  é 

como  los  de  Slern  Bermeja  se  alborotaron  é  se  sisaron, 

é  de  como  pelearon ,  é  de  como  mnrló  Don  Alonso  de 

Agttilar,é  de  otras  cosss.  ...• 

.Cap.  CLXVII.— Del  Rey  de  Francia ,  Dnqoe  de  Orliens.  .  , 

Cap.  CLXVHI.— De  las  vlctoriss  del  Gran  Capitán,  é  de  co« 

mo  partió  de  Bspalla ,  é  del  fíale  qne  Bso,  é  de  las  dlfe< 

rendes  son  los  franceses  y  otras  cous.  •' 

Bespnesu  qne  dló  d  Gnn  Capitán  al  trompeta , 

Gap.  GLXIX. — Como  el  Gnn  CaplUn  biio  aaber  el  Rey  de 
>  Bspafia  las  coses  de  Repeles,  é  de  como  d  Rey  proreyó  ó 

enTló  socono  á  Pnertocarroro ,  é  de  la  gnem. 
Pe  como  los  flrancesee  comenuron  la  gnerrp* 
la  gnerní,  ...••••••••• 


Id. 


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Id. 


687 
Id. 


Id. 

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Id. 

Id, 

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700 
Id. 


Cep.  CLXX.— Dd  deíallo  do  do<6  i  itcd  franeesaa  d  eipa- 

lolee. é  ,     760 

Cap.  CLXXI.->De  Don  Diego  de  Mendoia. 701 

Gap.  CLXXII.— De  CastollaneU,  é  de  le  qne  allí  aconteeló.  Id. 
Cap.  CtXXIlI.— Del  desafio  de  loe  Italianoa  y  flraacesea..  .  Id. 
Cep.  CLXXIV.— De  lo  qne  biso  el  Comendador  SoUs.  •  •  •      Id. 

Cap.  CLXXV.— De  Letcano Id. 

Cep.  CLXXVI.— De  lo  qne  biso  el  Gran  Capitán  en  Rennbo.    701 
Cap.  CLXXVIL — De  U  bñuUa  qne  ovieron  los  cssteUaaes 
«  con  Mesen  de  Obenl,  capitán  general  de  Francia,  6  con 
los  franceses  en  Geiabria,  é  los  franceses  fueron  venddos.     Id. 

Csp.  CLXXVIIL— Del  socorro  de  Bspafia. Id. 

Cap.  CLXXIX-De  la  baUlla  de  Calabria 703 

Cap.  CLXXX.  —  De  la  batalla  qae  el  Gran  Capitán  oro  con 

el  Vlrey  Dnqne  de  Remonra  de  Francia 704 

Ca^  CLXXXI.—  De  la  geate  qne  d  Gran  Cepilaa  tnyo  ea 

esta  batalla ,  é  de  la  qne  tnvo  el  Virrey  de  Franda.  •  •  •     705 
Cap.  CLXXXIL— Del  nxonamlento  qne  el  Gran  Cepltan  bi- 
so é  los  snyoa.  Id. 

Csp.  CtXXXlIl.— De  como  Pedro  de  Pas » yendo  en  aegnl- 
mlento  de  loe  fencldos,  tomó  el  castillo  en  el  Garoliano, 
é  eomensó  i  Ibcer  gnerra  i  Gaeta ,  é  de  come  el  Gran  Ca- 
pitán tomó  i  Melfa ,  y  pnndló  al  Dnqne  de  ella;  y  de  co- 
mo se  le  dló  la  Palla  é  Rapóles ,  é  tomó  i  CasUlnoTo. .  •     706 

Cap.CLXXXIV.— DedCastlIRoYO 707 

Cap.  CLXXXV.^De  Gaeta  é  sns  cercoe  qne  tn?o Id. 

Cep.  CLXXXVI.— De  como  se  tomó  el  CastU  dd  O? o  en  Hl- 

polcs.  . •     706 

Cap.  CLXXXVII.— De  la  traidon  qie  blderon  loa  do  Rosa 

Gnlllermo Ift 

Cap.  CLXXXVIII.— De  como  d  Dnqae  Valentino  eseribió  al 

Gran  CapiUn 709 

Cap¿  GLXXXIX.— De  Roca  Seca ,  y  de  lo  qne  ende  acaedó.     Id* 

Cap*  CXC— De  como  ae  tomó  á  Gaeta 7U 

Cap.  CXCI.— De  como  d  Gran  Cepltan  lea  saeó  de  allí  6  loa 

llevó  baata  Gaeta  fnyendo ,  é  de  como  cayó  del  caballo.  •     711 
Cap.  CXGII.— De  lo  qne  biso  el  Gran  Capitán  despnee  qne      ^ 
tomó  á  Gseta ,  é  como  dló  por  traidores  á  los  principes 
qne  andaban  con  los  flrsnceses  ó  les  dló  plaso  para  qne 
se  viniesen  á  salvar,  é  de  como  npartió  la  gente  per  d 
ropo ,  6  dio  i  los  capitanea  á  cada  ano  sn  gdardon ;  'y  do 

como  y  qnando  acabó  la  conqnists 1l| 

Gap.  CXCIII.— De  la  ecdon  yJnsUcis  qne  el  Rey  Don  Pe^ 

nando  tnvo  y  tiene  al  Reyno  de  Ñápeles 7i4 

Cap.  CXGIV.— De  como  qnedó  Garios  reynando  en  Sldlla,  6 
de  como  en  SIdlia  Ultrafaro  mataron  la  mnlUtnd  de  fran- 
ceses, y  de  lo  qne  sobre  dios  dice  el  FcsdctAu.  B  del 
peco  merino  qne  mnrló  en  la  Clvlta  vieja,  y  de  eomo  el 
Rey  Don  Pedro  de  Aragón  tomó  la  Isla  de  Sldlla.  •  •  . 
Cap.  CXCV.— Del  liai^e  dd  Rey  Maafredo  de  Sldlla.  .  •  . 
Cep.  GXGVI.*-Como  fneron  beptlndoa  todoa  los  moros 

de  los  Royaos  de  Csstilla. 

Cap.  CXCVII.— Gomo  se  perdió  le  nso  capitana  qne  traía 
el  noble  y  vlrtnoso  selor  do  BobadUla,  caaüno  de  les 

Indias  por  sn  desventnnu 

Cap.  CXGVIU.— Del  cerco  de  Salsas » é  de  lo  qne  el  Rey  de 
Franda  biso  deapnes  qne  sapo  de  les  dos  batallas  vend- 

das 

Cep.  CXCIX.— De  como  el  Rey  Den  Penando  entró  por 

Franda,  é  de  lo  qne  flse  y  tomó. 

Cap.  ce.— Del  ndmero  é  fermosnra  de  gente  qne  d  Rey 
Don  Fomaado  llegó  de  esu  ves,  é  tregnas  qne  ae  asen- 
taron  • 

Cap.  CCI.— Del  espsntoso  temblor  de  Uerra.   >  •   »  .   . 

Cap.  CGII.^Do  la  mnerte  de  la  Reyna  Dofta  Isabd. .   .   • 

Gap.  can.  —  De  como  gobernando  á  CestiUa  d  Rey  Don 

Femando  por  U  Reyna  Dofta  Inane,  sn  ftja,  é  por  el  Rey 

Don  Pbelipe,  sn  marido,  biso  nne  srmada  con  qne  tomd 

i  Meserqnlvir,  qne  es  el  reyno  de  Tromeien 7IS 

C8^  CCI  V.— De  eomo  casó  d  Rey  Don  Fernendo  seguda 

ves. ^.  «     714 

Cep.  GGV.— De  le  venido  del  Rey  Don  Pbdlpe 715 

Cap.CCVI.— De  el  alboroto  de  LUbona 716 

Cap.  CCVIl.—  De  la  mnerte  do  Don  Pbelipe,  Rey  de  Casti*    . 
llajArebidaqie.  •  •  •  •  i  •  •  t  #  •  .  •  •  •     Id, 


716 
717 

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710 


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711 


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OBÓNIOAS  DB  LOS  BBTBS  DE  ÓASTUÍiA. 

Pé0. 


Gap.  GCVIII.— Gomo  ol  Dsfiie  de  Medina  SMobIi  faé  ao* 

breCIbralUr.    / 717 

Gap.  CCIX*—  De  laa  fortanaa  h  hambrea  é  Burtea  de  eie^ 

toaafios.  •   i 718 

Cap.  CCX.— De  como  el  Rey  Don  Fernando  partid  pan  Ma- 
polea  ,     730 

.  Gap.  CCXI.— Del  recibimiento  «ne  fleieron  al  Rey  Don  Per- 

.  nando  en  sn  eindad  de  Nápolea Id. 

Gap.  CCXlLr*Oel  deaeonderto  q«e  aeaeeid  en  la  gente  eoi 
qne  d  Aleayde  de  loa  Donedee  entré  á  eorrer  allende  de 

Oran 751 

Gap.  CCXIII.— Dd  desbarato  qne  hideron  loa  moros  en  Ion 
ebristianoa  qno  hablan  puado  con  d  Aleayde  áe  loa  Don- 

colea 7St 

Cap.  CCXIY.— De  laa  langoataa  y  dgarronea  qne  bobo. .  •     739 
Cap.  CGXV.-De  como  fneron  abaratando  loa  mantenimien- 

toa » y  de  como  ae  tomó  d  Pefion  de  Veles |d. 

Cap.  CCXVI.^De  la  tenida  del  Rey  Don  Femando  en  la 

Andalncia.  i   ¿ 734 

Cap.  CCX VU.  ~  De  como  el  Rey  vino  á  SevllU ,  ¿  de  lo  qne 

ende  aeaedd •   •   .   •    735 

Cap.  CCXYIII.- De  Ardía 736 

Cap.  CCXIX.-DeIaiomadeOran 737 

Cap.  CCXX.— De  la  batalla  qne  ovleron  francesea  ¿  yeneda- 

■oa •   .   .   •    788 

Cap.  CCXXI.— De  d  ejército  de  d  Papa 739 

Cap.  CCXXII.— De  como  loa  Tonecianos  se  hnmillarony 

,    escribieron  al  Papa »   .      Id 

Cap.CCXXIII.— Delatóme  de Rnffa •   .   •     740 

Cap.CCXXIV.— Déla  toma  de Trlpd ¿     711 

Cap.  CCXXV.-ComoparUó  Don  Garda  de  Hilata.  ,   .   ,     71t 
Cap.  CCXIYIt<^De  como  d  Rey  Don  Fernando  qnlso  pasar 


d  allende,  y  de  le  dsms  contra  d  Papa  lallo*  •  s  .  •     745 
Cap.  CCXXYII.-  Dd  BrcTe  qne  d  Papa  JoUo  aegnndo  en- 

vid  al  Rey  Don  Femando  á  Ddrg os 74S 

Csp.  CCXXVIII.— Dd  mónstmo  qne  parid  nnn  monja  en 

RáTcna. 747 

Cap.  CCXXIX.— De  las  cosas  qve  naederon  mientras  d 
Rey  estobo  en  Burgos»  4  de  la  carta  qne  el  Rey  de  Tre- 
molen le  enfld,  é  del  presente,  4  de  cómo  se  hizo  si 

tasallo,  y  de  los  cismáticos. 748 

Cap.  cCXXX.— Carta  dd  Rey  moro  de  Tremeien ,  qne  en- 
vió al  Rey  Don  Fernando,  4  ae  hizo  sn  nsallo Idj 

Cap.  GCXXXI.— De  las  cosaa,  4  de  dgnnas  de  elJu,  qne 

acaecieron  en  la  Italia  en  d  alo  de  151S. 749 

Cap.  GCXXXI!.— Otra  ves  de  la  baUlU  de  Rafona.   •   .   .     7G0 
Cap.  CGXXXIII.~De  la  batalla  qne  olieron  los  poitngneses 

de  Tlnger  con  los  moros  de  allende TSft 

Cap.  CCXXXIY.—  Volviendo  é  fablar  do  las  cosas  de  lUUa.     7» 

Cap.  CGXXXY.— De  la  toma  de  Navarra 7!4 

Gap.  CCXXXVL-- Carta  dd  Rey  sobre  la  toau  de  Mavaira.     156 
Cap.  CCXXXVIL— Dedaiadon  dd  Rey  Don  Femando  so- 
bre las  cosas  y  empresas  dd  Reyno  de  Navam.   •    .  .     758 
Cap.  CCXXXYIII.-De  ía  mnerte  dd  Papa  Inlio  IL  ...     761 

Cap.  CCXXXIX.— De  la  elecdon  del  Papa  León 7G6 

Cap.  CCXL.— De  la  coronadon  dd  Papa  León  X.  •   •   •  •      Id. 

Cap.  CGXLI.— De  lo  qne  hideron  los  dos  Cardendes  ú^ 
míticos  desque  snpleron  la  mnerte  dd  Papa  Jallo,  é  de 
la  abjnradon  qne  hideron  de  la  dama;  4  de  cómo  cono- 
deronan  pecado  4  fneron  perdonadoa..   ••••••     767 

Cap.  CCXLU.— De  la  mnorte  dd  Dnqne  de  Medien.  ...     768 

Cap.  CCXLIIL— De  iu  tregnas  de  entre  Fronda  y  Espafta.     7C9 

Cap.  CCXLlY.->De  como  dRey  delnglatem  entróen  Franda     771 

.Cap.CGXI,Y«-^PdReyd9lBK9Cl9«  ««i^f^^*-     '^'^ 


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